La Hija Del Pastor
November 20, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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La Hija del Pastor by AlexitaMay Lara, una chica irreverente es enviada a un remoto lugar en México. Si de por sí es horrible estar aquí lejos de la tecnología y de las cosas que conoce; para empeorarlo se topa con Ana, una molesta rubia hija del pastor del pueblo. La línea entre el amor y el odio es muy delgada. Cosa que Lara y Ana conocerán a muy temprana edad. **CONTENIDO PROTEGIDO POR SAFE CREATIVE**
Capítulo 1
-Si esto no te pone un alto nada nunca lo hará, Lara. Eres una vergüenza para la familia.- Escupió mi madre antes de desaparecer por un largo pasillo. Nunca nos llevamos bien y ninguna de las dos hacemos algo para cambiar eso y menos con esto. -Hija, me duele mucho hacer esto pero es lo mejor para ti.- Se agachó mi padre y besó mi cabeza. Si por mí fuera solo viviría con él. Mi padre era un buen hombre, cariñoso, caritativo y con un noble corazón. No sé cómo aguanta a mi madre. –Ten.- Dijo extendiendo cinco billetes de cien pesos. –Espero esto te haga recapacitar, mi pequeña Lara.-Lo siento mucho, papá.- Lo abracé tan fuerte como pude. Me dolía mucho haberle hecho pasar tantas penas. Ese puñado de canas en el costado derecho de su cabeza puedo decir que fueron a causa mía. -Nos vemos pronto, cariño.- Asentí y lo vi partir por donde la loca de mi madre salió minutos atrás. Guardé los billetes en el bolsillo de mi pantalón y segundos después una mujer mayor con expresivos ojos cafés se acercó a mí y me dio una hoja. -Señorita Orozco, este es su horario de clases. Pase a la biblioteca por sus libros y la espero a la hora de la salida para mostrarle su nuevo hogar.-Sí, señora.- Se metió de nuevo a su oficina mientras permanecí en la banca con la hoja de horarios de clase en mi mano. Mi nuevo hogar... Sé que el último año me dediqué a hacer la vida de mis padres un verdadero infierno. Mi padre me sacó tres veces de la cárcel por conducir ebria; choqué el Saab de mi madre y el Audio de mi papá (ambos tomados sin permiso); asistí en total a diez clases en un semestre y la gota que derramó el vaso fue que incendié mi habitación. Mis padres
eran dueños de una cadena de hoteles muy prestigiosa en México; todo se me dio a manos llenas y terminé siendo el desastre que soy ahora. Nunca conocí los límites, las reglas, el respetar el tiempo de los demás, nada que fuera lo "adecuado" en los estándares sociales. Me regía bajo mis propias normas y terminé en la cola del diablo a mis dieciséis, casi diecisiete, años. Una parte de mí cree que mi madre sólo buscaba una excusa para deshacerse de su única hija problemática, por lo que tomó la brillante decisión de enviarme al pueblo más remoto al sur de México. Donde no sólo estaría sin comunicación, sino que tendría que trabajar para pagar mi alimentación y hospedaje. Mi resentimiento hacia ella era más grande que cualquier otro sentimiento en estos momentos. Odiaba con todo el corazón lo que me había hecho, alejarme de todo lo que me gustaba por no encajar en sus estúpidos "estándares". Mi nuevo hogar estaba justo frente a la casa de la directora de la escuela así que ella se encargaría de llevarme a la escuela. La directora sería mi niñera y una muy enfadada si no iba por mis libros. El largo pasillo llevaba a todos lados, de lado derecho estaban la mayoría de las aulas y de lado izquierdo los laboratorios y la biblioteca. El lugar estaba muy bien organizado, en la parte de atrás alcancé a ver un gran lugar techado que supongo era el auditorio para juegos o eventos. Era una escuela grande para un lugar relativamente pequeño. Por fin llegué a donde debía y le entregué mi horario a una señora algo joven con cara de haber olido algo muy feo. -¿Por ti fue el alboroto de hace un rato?-Eso parece, señora.-Estúpidos adolescentes.- Dijo viéndome con el ceño fruncido. -Usted fue una estúpida adolescente en algún momento.- Repliqué casi de inmediato. -Mis papás no me humillaron mandándome a un pueblo en medio de la nada.- Su respuesta fue más rápida que la mía. -Unos más estúpidos que otros pero estúpidos al fin.- Traté de defenderme. -Sí eso te hace sentir mejor.- Se fue a buscar los libros en unos estantes mientras apoyaba mi cabeza sobre el enorme mostrador de madera frente a mí. Era de ese tipo de personas que adorabas por su ácido sentido del humor y lo odiabas por lo mismo. -¿Eres nueva?- Preguntó una chica algo llenita, muy simpática. -Sí.- Contesté a secas. -Mi nombre es...-Ella no está interesada en raritas como tú, tonta.- Aquí venía la abeja reina. -Soy Olivia, puedes llamarme Liv. Soy de las pocas personas que conocen lo que es la civilización en este cochino lugar.-
-Soy Lara.- Vi como la chica que fue interrumpida buscó salir de ahí. –Oye.- La llamé antes de que desapareciera. -¿Cuál es tu nombre?-No es importante.- Añadió Liv. Quedé viendo a la chica simpática esperando su respuesta. -Soy Ofelia.- Asentí con una sonrisa y salió de ahí. -Es del club de los perdedores. Estando conmigo serás intocable, Lara. Nosotros gobernamos este lugar.-Lo gobiernan tan bien que constantemente anda en la dirección metida en problemas.- Dijo la señora que había regresado con mis libros. -¿A qué se debe tu visita, Olivia?-Necesito un libro de...-No tenemos de ese tipo de libros.- Solté una carcajada. Definitivamente me llevaría bien con esta mujer. -Ingrid, necesito un libro de historia dos. Perdí el mío.-Es el segundo libro en lo que va del año. La política es que tienes que dejar ochenta pesos por el libro.- De muy mala gana sacó un billete y se lo dejó en el mostrador. La mujer de cabello castaño volvió a desaparecer entre los estantes. -¿Por qué estás aquí?- Pregunté. -Mi papá es el único doctor en no sé cuantos kilómetros a la redonda y a mi madre nunca la conocí.- Dio un pequeño vistazo a mi horario. –Estaremos en la misma clase.-Dios las hace y el diablo las junta.- Dijo la señora que regresaba con el libro en la mano. Liv lo tomó y me llevó a rastras de ahí. Apenas alcancé a decirle gracias. –Al menos una tiene un poco de educación.- Agradecí por haberla encontrado porque no recordaba el camino de regreso al pasillo principal. -¿Por qué estás tú aquí?- Preguntó Liv después de un momento. -No he sido la hija modelo y mis padres creen que me enseñan una lección. Te llevas muy bien con la señora de la biblioteca, ¿eh?-Ingrid Gonzáles, ha pasado aquí toda su vida. Yo también tendría esa cara de peste.- La chicharra sonó lo cual indicaba el inicio de la última clase. Mi primer día y sólo tendría que estar en una sola clase. Matemáticas, ¿a qué genio se le ocurre poner matemáticas a la última hora cuando cuentas los segundos para irte a casa? A estos genios. Me vi en la fastidiosa necesidad de tener que presentarme y el hecho de que me vieran entrando con Liv ayudó a que no me llenaran de preguntas. Era cierto que ella gobernaba el lugar. La clase fue muy buena, tomando en cuenta que estaba un semestre atrasado y que nunca entre a muchas clases me sentí muy bien. La profesora García explicaba muy bien y parecía que le gustaba mucho su trabajo. Agradecía que mis padres me trajeron en viernes, tendría el fin de semana para deprimirme en mi nueva casa. -¿Estás poniendo atención?- Preguntó Liv. -Sí. Déjame en paz.-¿En serio pones atención?-
-Sí, maldita sea.-Señorita Orozco, primer día y está más ocupada con la señorita Torres que con mi clase. Que no se vuelva a repetir.- Asentí y dirigí una mirada asesina a Liv que contenía la risa. Al terminar la clase fui a la dirección para que la directora me llevara a mi nuevo hogar. -¿Lista, señorita Orozco?-Tan lista como se puede estar... abandonada en medio de la nada.- Ella simplemente sonrió y me guio a la salida. -¿Iremos caminando?-Todo está relativamente cerca, aparte de que sirve de ejercicio. No todas tenemos el metabolismo en buen estado como ustedes los jóvenes.Simplemente asentí. Después de varios minutos caminando ella habló. –Háblame de ti.-Mis padres no me soportan.-No creo que sea así. Ellos buscan lo mejor para ti...-No sé cómo vivir en este miserable lugar puede ser bueno para mí.-Las apariencias engañan. Tú no sabes lo que puedes encontrar aquí.-Sí, claro.- Dejó la conversación y caminamos cada quien sumida en sus pensamientos. -¿Qué te gusta hacer?- Volvió a interrumpir minutos después. -Salir con mis amigos, manejar, jugar...-¿Qué juegas?-Jugaba voleibol. Ya no lo hago más.-¿Por qué?-Estoy aquí.- Repliqué obviando la situación. -Puedes jugar aquí. Tenemos un equipo de voleibol de la escuela. Nos puedes ayudar.-Quizá. Tomando en cuenta que no hay mucho que hacer por aquí.La directora comenzó a reír. -¿Dije algo gracioso?-El hecho de que no hayan las mismas cosas que en la ciudad no quiere decir que no haya nada por hacer aquí. Yo tengo un enorme jardín de rosas y orquídeas atrás de mi casa. Están remodelando el templo y mucha gente ayuda a pintar o a pasar materiales. A unos minutos hay un pequeño bosque donde puedes ir a caminar y respirar aire más fresco. O si gustas de nadar hay un pequeño arroyo a unos minutos de aquí.- Dijo con inusual entusiasmo. -¿Hay teléfonos por aquí?-No. El teléfono más cercano está en la próxima comunidad, está a unos cuarenta minutos caminando.-¿Y si hay una emergencia?-Se usan caballos o bicicleta para avisar que algo anda mal. Lara, la
palabra diversión tendrá un nuevo significado para ti.-Ni que lo diga.- Caminamos en silencio durante un rato más. –Directora, me preguntaba si...-Mientras estemos fuera de clase puedes llamarme Norma, en la escuela soy la directora Gonzales.-¿Es hermana con la bibliotecaria?- Asintió. –No se parecen.-Yo soy un poco más risueña que ella.-Un murciélago es más risueña que ella.- Rio a carcajadas por varios segundos. –Lo siento, pero es la verdad.-Que no te escuche decir eso o te meterás en problemas con ella.Minutos después llegamos, lo supe por la tonta sonrisa en la cara de Norma. –Aquí está tu nuevo hogar, Lara.- Una pequeña casa de color verde agua, con ventana no muy grande enfrente y una puerta de madera; con un pequeño jardín en frente y un enorme árbol de... algo. Sacó una llave de su bolso y me hizo pasar; un olor a viejo de inmediato inundó mis fosas nasales. –Ha estado abandonada un tiempo.- Vi que en la pequeña sala estaban mis maletas. -Lo puedo oler.-Dale un vistazo, iré a cambiarme y te ayudaré a acomodarte.- El lugar no era para nada grande; la sala y la cocina estaban únicamente separadas por una isla que supongo servía como comedor, había una pequeña puerta que tenía pinta de conducir al baño y otra más grande que creo era la habitación principal. El color dentro de la casa era bastante agradable era mitad café y la parte de arriba anaranjado no tan chillón. De vuelta a la sala, al menos mis padres tuvieron la decencia de comprar unos sofás de color negro y una pequeña mesa en el centro. Me dirigí a la puerta más grande y efectivamente era la habitación con una cama y un colchón que olían a nuevo. Encima había ropa de cama y algunas cobijas. -Al menos no pasaré frío.- Un ropero lo suficientemente grande para que entrara mi ropa y zapatos, con un gran espejo incluido y por último una ventana que daba al bosque del que me habló Norma. Regresé a la sala y la directora ya estaba ahí. -¿Qué te parece?- Me encogí de hombros. –Es mejor que la opción de que vivieras en el templo.- Comenzó a reír. La loca de mi madre creyó que viviría mejor con el pastor que sola. –En casa tengo una televisión que no utilizo, puedo pedir que la traigan.-¿Y ver novelas todo el día? Así estoy bien, gracias.-Aquí está lo que necesitas para la limpieza.- Señaló una cubeta muy cerca de ella. Y a lado un trapeador y una escoba. –Y dejé en la isla unos platos y vasos. Y felicidades por ser de las pocas personas que cuentan con un microondas. Tus padres no son tan malos después de todo.-En absoluto.- Respondí sarcástica. –Viviré como reina aquí.-Se supone que trabajarás en la tienda del pueblo pero al encargado aún le quedan unas cuantas semanas por lo que prestarás servicio en el
templo. Empiezas mañana.- Olvidaba que tenía que trabajar. -¿El templo?- Pregunté sorprendida. Debe ser una jodida broma. -Sí. La casa es del pastor.- Genial. Tendría que estar a disposición de un aburrido "hijo de Dios". –Ni pongas esa cara que pudo ser peor.- Agregó con una sonrisa. –Cuando termines de acomodarte aquí te espero en la casa para la cena, ¿te parece?- Asentí. -Gracias, Norma.-No son necesarias. Te veo más tarde.- Usé muchas energías y tiempo para acomodar mi ropa y "limpiar" el lugar. El olor era terrible. No tenía problemas con barrer, de hecho creo que era buena haciendo eso; el problema era trapear. Después de dar una pasada en la sala el agua salió café. Y por más que trapeaba y trapeaba no parecía limpiarse por lo que me di por vencida y me cambié para ir a cenar. Tuve la brillante idea de olerme las manos cuando terminé y casi vomito a media sala pero como no quería limpiar me fui al baño y usé tanto jabón como pude para lavarme y me contuve para evitar vomitar. Cuando salí a la casa de Norma opté por dejar las puertas y ventanas abiertas para que ese nauseabundo olor desapareciera. Toqué un par de veces antes de que la mujer de ojos expresivos apareciera. –Pasa. Recién termino.Su casa era bastante agradable y olía muy bien, a rosas. Toda por dentro estaba de color blanco pero habían demasiados cuadro y muebles por lo que no se veía como un manicomio. Era un lugar muy cálido. Era unos cuantos metros más grande que mi casa pero todo estaba prolijamente ordenado, tal cual proyectaba ser ella así era su casa. La seguí hasta lo que supuse era el comedor; había una enorme mesa de madera que olía muy bien, alrededor de ésta se encontraban seis sillas, dos a los costados y una en cada extremo de la mesa. Las sillas tenían el tallado de unos girasoles; de las pocas flores que soy capaz de reconocer. -Linda casa.-Gracias. Me ha costado tenerla como la tengo.-¿Hace cuánto que estás aquí?-Tiene cinco años.-¿Qué te hizo venir?-La vida.- Contestó con una sonrisa. Tema delicado. –Siéntate, por favor. Ahora te sirvo.-¿Puedo ayudar?- Era un desastre pero no era maleducada. Creo. -Me ayudas a lavar los trastes.- Justamente me ofrecí ahora porque odio lavar los trastes. Asentí y me senté. Me pasó un platillo con espagueti y queso derretido encima y una presa de pollo que parecía estar con mole pero olía más fuerte. La cosa es que olía delicioso. –Espero que te guste.-¿Es mole?- Negó con la cabeza. -Es un tipo de mezcla que hago con especias, barnizo el pollo con
esa mezcla y lo horneo.-Huele delicioso.-Y espero sepa igual.- Tomé el cuchillo y el tenedor, corté un trozo de pollo y lo llevé a mi boca. Sin duda tenía muchas especias entre las cuales sobresalía el sabor del ajo pero no era nada desagradable. Sabía bastante bien. -¿Qué tal?-Exquisito.- Una enorme se expandió por su rostro. Nos dedicamos a comer por varios minutos, yo moría de hambre y el pollo era delicioso; también el espagueti pero más el pollo. En un momento levanté la vista y tenía unos profundos ojos cafés viendo a los míos y una sonrisa en el rostro. -¿Quieres más?- Me sonrojé al darme cuenta que estaba comiendo como cavernícola. Y estaba tan apenada que estiré el plato pidiendo más. –En seguida.- Regresó al horno y sirvió más comida en mi plato. Esta vez intenté disfrutar un poco más. -¿Cocinas?-¿El cereal cuenta?- Su carcajada me dio la respuesta. -Puedes comer conmigo mientras aprendes.-No quiero ser una molestia. Me las arreglaré.-Si así lo deseas.- Se encogió de hombros. -¿No se supone que debe insistir?-Insistir en un desgaste de energía.- Me encogí de hombros al igual que ella antes y seguí comiendo. Terminamos de comer en silencio. -¿Quieres más?-Estoy bien. Gracias. Esto satisface mi hambre por un par de días.Le sonreí. -Perfecto. Te dejo los trastes en el lavabo. Te espero en la sala.Asentí. Parecía una persona cool pero a la vez era como esas señoras que odian las cosas que no salen como ellas quieren. Lavé tan rápido como pude ya que odiaba tocar restos de comida que no fuesen míos... era repugnante. Terminé, me sequé las manos y corrí a la sala, prácticamente. -Gracias por todo.-Nada que agradecer. Supongo que me agradecerás cuando descifres como cocinar.-Eventualmente pasará sólo te recomiendo que esperes sentada... ya sabes, para no cansarte.- Comenzó a reír. -Lo tendré en cuenta.-Debería irme.-Está bien.- Se puso de pie y me escoltó a la puerta. -¿Dejaste tus puertas abiertas?-El olor es muy desagradable.- Sonreía para ella. -¿Qué pasa?-Hay cosas que debes aprender.-¿Cómo cuáles?- Me asusté pensando que quizá alguien pudiera entrar. Creo que la cara que puse la hizo reír.
-Ten tus sentidos atentos y aprenderás. Buenas noches, Lara.-¿Hay ladrones aquí?- Rio aún más. -No. Todos tenemos lo que necesitamos.- Me dio una suave palmada en el hombro. -Hasta mañana, Norma.- Con mucho cuidado me acerque a la casa, estando ahí encendí las luces y con cuidado revisé cada espacio. No había nadie más, respiré aliviada. Ese sentimiento duró hasta que sentí un horrible pinchazo en mi brazo. -¡Mierda!- ¿Qué diablos había sido eso? Segundos después otro pinchazo en mi mejilla; instintivamente llevé mi mano y terminé dándome una bofetada. -¡Mierda doble!- Ahora no solo me escocía sino que me ardía con el golpe. Entonces los vi; mosquitos. Pero no eran unos típicos mosquitos era unos malditos pterodáctilos, eran enormes. Corrí a cerrar la ventana de mi habitación y la pequeña que había en el baño, y estúpidamente dejé al final la ventana de la sala. Primer aprendizaje, no dejar las ventanas abiertas por la tarde a menos que quiera morir devorada por mosquitos. Cuando la locura de los mosquitos disminuyó me dirigí a mi habitación, no sin antes asegurarme de cerrar bien todas la ventanas y puertas. Acostada en mi nueva cama solté un gran suspiro. Apestaba estar aquí, apestaba estar lejos de mis amigos, de las cosas que yo conocía. Sabía que no era la mejor hija pero no significaba que tenían que enviarme hasta acá como si fuera una sirvienta. La única conclusión clara que tenía en este instante era que odiaba a mi madre con cada célula de mi cuerpo, la odiaba tanto que si me la ponían enfrente sería capaz de agarrarla a cachetadas. Ella y su estúpida necesidad de ser perfecta para el mundo; lo que más odiaba era cuando estábamos en casa de algunos de sus amigos importantes me trata de "cariño" o "cielito" pero estando en casa regresaba a ser la habitual bruja. Lo bueno a todo esto es que estaría a miles de kilómetros de ella y entre más distancia entre nosotras hubiera, mejor. No sé en qué momento me quedé dormida pero desperté cuando escuché ruidos afuera de mi habitación. Sonaba como a alguien queriendo entrar y comencé a sentir muchísimo miedo; guardé silencio y con pavor me di cuenta que no era una persona sino que eran varias. No podía creer que iba a morir violada y ultrajada en apenas mi primer día en este infierno. -Lara.- Escuché que me llamaba. Genial, conocía a mi violador. –Lara.- Era la voz de una mujer, tenía más posibilidades de sobrevivir en contra de una mujer. –Lara, maldita sea. Levántate.-¿Quién eres?- Pregunté. -Dios.- Ella y sus acompañantes rieron. –Soy Liv, genio. Apúrate que la directora nos va a escuchar.- Me puse los zapatos y fui a la puerta. Ahí me esperaban Liv y tres personas más, dos chicas y un chico. -¿Qué haces dormida tan temprano?-
-¿Qué hora es?-Apenas media noche. Vamos.-¿A dónde?-A divertirnos.- No parecía que tuviera muchas opciones así que fue por una sudadera, la llave y salí con ellos. -Esta es Liz- Señaló a una menuda chica de ojos muy grandes. –Paola.- También era delgada pero con facciones más finas y usaba lentes. –Y este es Ángel, que de ángel no tiene nada.- Él era de atractivo... abstracto, por así decirlo. Era algo gordito y apestaba a colonia. -Soy Lara.-Nuestra nueva integrante del clan.- Sacó una cajetilla de cigarros y me la pasó junto con un encendedor. Tomé uno y lo encendí. –Esa es mi chica.- Si por alguna extraña razón se les ocurría dejarme ahí no tendría ni la más mínima idea de cómo regresar. La luna nos alumbraba perfecto pero era algo torpe para ubicarme. Andamos por varios minutos más hasta que el aire se sintió más fresco y había muchísimos más árboles. Llegamos al pequeño bosque. –Esta es nuestra área del bosque. Nadie viene aquí a menos que nosotros lo permitamos.- Su voz era tranquila, como si estuviera hablando del clima. -En serio son dueños de aquí.-Como te dije, quédate con nosotros y serás intocable.- Volteó y me sonrió. -¿Qué harás mañana?-Tengo que presentarme en el templo.- Todos comenzaron a reír. –Debo trabajar para pagarme la comida y la renta de mi casa.-Tu vida apesta. No creo que el viejo haga rabietas por un día que no llegues; hoy nos divertiremos mucho.- Asentí. No creo que el viejo me extrañe. La noche, se convirtió en madrugada y ésta en día. Permanecimos en el bosque hasta casi las cinco de la mañana. Fumamos hasta desgastar nuestros pulmones y que decir de beber. Al principio me abstenía ya que a pesar de ser un desastre sabía que no podía confiar en gente que apenas conocí pero, con el pasar del tiempo no me importó. Nunca fui de tomar cervezas pero estas sabían a gloria. Jugamos a las escondidas y el primero en ser encontrado debía tomarse una cerveza en diez segundos. Fui encontrada primero cinco veces; ¡no conocía el estúpido bosque! Y la cereza en el pastel fue una bebida que ellos llamaban "trago de olla"; el simple olor te mareaba, tomé un par de vasos con algo de coca-cola y fue mi perdición. Llegué a casa casi de rodillas, apenas y tenía la fuerza para caminar sin embargo no me quedaría tirada en el bosque o en calles de un maldito lugar que no conocía. Así que con la poca energía que me quedaba me arrastré a llegar a mi nuevo hogar. Ángel fue muy caballeroso al ayudarme a encontrar mi camino a casa pero no sé qué pasó en el trayecto que cuando arribé él ya no estaba a mi lado. Llegar a casa, listo. Insertar la llave en la cerradura que constantemente se movía me tomó más tiempo del que tenía previsto, cuando por fin pasó aterricé en el sillón y prácticamente morí.
Un desconcertante sonido, como el de un enorme tambor retumbaba en mis tímpanos. Una parte de mí quería abrir los ojos y buscar la fuente de tan infernal sinfonía pero la otra estaba aún demasiado borracha como para hacerlo. Caí en un sueño profundo de nuevo. Más pronto de lo que deseaba el sonido apareció de nuevo. Con enorme esfuerzo abrí los ojos y traté de orientarme. El maldito olor de la casa me recordó que no estaba en la ciudad, ya no más. El sonido era cada vez más fuerte; era alguien tocando a la puerta. Me senté y todo daba vueltas y qué decir de mi cabeza. Creo que todo lo que tomé ayer hizo que se me expandiera el cerebro y pesara más de lo normal. Después de muchos intentos me logré poner de pie y avancé lentamente a la puerta. Ni siquiera me tomé la molestia de preguntar quién era. Al abrir me encontré con un señor alto que se movía constantemente, con unos pantalones negros y una camisa blanca de manga larga. -Lara. La última vez que te vi tomabas leche pero creo que eso está en el pasado.-¿Nos conocemos?- El dolor de cabeza era cada vez peor. -Te daré unos minutos para que te duches y te arregles.-¿A dónde me lleva?-A trabajar conmigo al templo.- Simplemente maravilloso. El pastor del pueblo había ido por mí. Asentí con dolor y me metí de nuevo a mi casa. Como pude llegué a mis maletas y saqué mis artículos de aseo personal y me metí al baño. Lugar que no había limpiado y olía a mierda. Aunque a estas alturas no sé qué era peor, si el olor del baño o mi aliento. Abrí la regadera y sin pensarlo dos veces me metí; el agua no estaba ni fría ni caliente. Era la temperatura adecuada para mi condición actual. Me quedé bajo el chorro de agua por varios minutos hasta que sentí mi consciencia regresar. La noche de anoche había sido una mierda, en todos los sentidos. Para comenzar, la cantidad inhumana de cigarros que consumí. Por si eso fuera poco, la cantidad de alcohol que bebí era ridícula. Y estando con extraños estaba a merced de ellos, tenían mucha ventaja sobre mí pero si sigo viva prueba que son de fiar. Me terminé de duchar y pasé varios minutos cepillándome los dientes. Esperando que el horrible olor a cloaca desapareciera. Terminaba de cambiarme cuando llamaron de nuevo a la puerta. Caminé rápido para abrir y me encontré con Norma. -¿Pasaste una buena noche?-Necesitaba relajarme.-Parece que te relajaste de más. Lara, debes tomar las cosas en serio.-¿Qué me hará si no voy hoy?, ¿echarme de su casa? Adelante, no me interesa. Esto ya de por sí es una mierda.-Necesitas aprender a usar tu cerebro.-¿Me estás diciendo estúpida?-Eres más inteligente de lo que creí.- Su rostro era serio. –Tanto el
pastor como yo estamos a cargo de ti. Cualquier falta se le será comunicada a tus padres.-¿Y me van a castigar?- Respondí con una sonrisa sarcástica. –Seguramente me mandaran a un pueblo que ni siquiera aparece en un maldito mapa... Oh, espera, ¡ya estoy en ese lugar!-Tu madre amenazó con enviarte a un colegio militar si no cambias con esto.- Oh. –Así que te sugiero que comiences a cooperar por tu propio bienestar.- Me observó por varios segundos. –Vamos a casa, te prepararé algo de desayunar y después te llevaré al templo.- Asentí y la seguí en silencio a su casa. ¿Colegio militar? ¡Mi madre estaba loca! Completamente fuera de sus cabales, sólo a ella se le ocurriría semejante estupidez. Me mandó a un lugar que nadie conoce y espera que esté feliz y siguiendo órdenes de personas que no conozco. Pasaba el tiempo y la odiaba más. No concibo que la persona que supuestamente debe cuidar de mí sea capaz de hacer algo así. Una parte de mí también estaba molesta con mi padre pero sabía lo manipuladora que podía llegar a ser la bruja así que, en parte, lo entendía. Al menos fue lo suficientemente generoso para dejarme algo de dinero para comenzar a sobrevivir. -Siéntate.- Los cincuenta metros entre la casa de Norma y la "mía" fueron muy cortos para seguir maldiciendo a mi madre. Hice lo que ella me pidió y me senté; segundos después una enorme taza con caldo, muchas verduras y una enorme pierna de pollo fue puesta frente a mí. –Sí no revives con esto, nada lo hará.-Curioso, mi madre dijo que si este lugar no me pode en cintura, nada lo hará.- Acercó a mí una taza con lo que supongo era picante. Tenía trozos de cebolla, chile y olía muy fuerte a limón. -Ponle un poco de esto.- Mecánicamente hacía lo que Norma me dijo. Puse una cucharada del menjurje en mi caldo. Me llevé una cucharada de caldo a la boca y casi grito. Picaba horriblemente. En segundos olvidé que estaba aún borracha; el sabor hizo incluso que me chillaran los oídos. Nunca en mi vida había sentido algo así. –Te dije que te ayudaría a revivir.-¿Me quieres matar?-Sólo quiero que seas un poco funcional hoy. Apúrate que ya vamos tarde.- Acompañada de muchos vasos de agua fui capaz de terminar el endemoniado caldo que Norma me dio. Ya no tan desorientada como antes emprendimos el camino al templo del pueblo. –La señorita Torres está en un contexto diferente al tuyo. Ella puede hacer y deshacer a su antojo sin consecuencia alguna. Tú, por otro lado, vienes condicionada. No puedes simplemente salir y hacer lo que quieras.- Este discurso estaba entre un regaño y un consejo. -Sólo quería divertirme un rato, es todo.-Bueno, espero que esa diversión te dure unos meses.- Caminamos en silencio hasta que la enorme edificación apareció frente a nuestros ojos. Enorme, en comparación a las casa que habían aquí. Había algunas personas trabajando, unas
pintando, otras levantando cosas del piso. Parecían hormiguitas trabajando. El señor alto estaba ahí también y en cuanto nos divisó caminó rápido hacia nosotras. -Norma, gracias por traerla.- Le dio una suave palmada en el hombro. –Yo me encargo desde acá.-Compórtate.- Fue la única instrucción de Norma y caminó de regreso a su casa. -Lara, me alegra verte más... viva.-¿Lo conozco?-Llegaba a tu casa hace muchos años.- Cerré los ojos en parte por el fulminante sol y en parte por tratar de recordarlo. –Te gustaba jugar con mi maletín café.- Abrí los ojos de golpe. -¿Señor Cardozo?- Asintió con una sonrisa. –Usted era empresario, no pastor.-Encontré un camino diferente, Lara.- Su sonrisa nunca desapareció. –Ven, te voy a mostrar tus actividades.- Lo seguí en silencio. La gente que estaba ahí me veía extrañada, era una "fuereña" como ellos decían. Al ser un pueblo pequeño todos se conocían y alguien nuevo causaba morbo entre la gente. –Vas a comenzar con algo tranquilo. Hay muchos restos de madera en la parte de atrás de la iglesia. Las vas a concentrar donde está el resto.- Señaló a una enorme pila de madera que había a unos metros de donde estábamos nosotros. -¿Entendido?-Sí, señor.-Cualquier cosa estoy adentro.- Por fuera apenas estaba pintado a la mitad; predominaba el color morado y algunas partes de blanco y se notaba que estaba en remodelación por dentro. Las ventanas estaban cubiertas por mantas llenas de polvo. Me enfoqué en mi encomienda y me dirigí a la parte de atrás del lugar y comencé a juntar la madera que me indicaron. Algunos trozos tenían clavos oxidados y algunos otros estaban a partidos por lo que debía cuidarme de no pincharme. Los primeros trozos no causaron ningún problema; el único problema era el incesante sol que me llegaba directos a la cara. Pensé en quitarme la playera y ponérmela en la cabeza pero no creo que hubiera sido un buen espectáculo y menos frente a la iglesia. Llevaba un trozo de madera en cada mano, al principio pero al ver que no avanzaba los comencé a cargar de tres o hasta de cuatro dependiendo de su tamaño. Ciertamente avanzaba más rápido y me alegró mucho saber que pronto terminaría. Estaba por levantar un trozo de madera cuando vi una repugnante cucaracha caminar hacia mí. -¡Mierda!- Corrí unos metros lejos de ahí, quería estar lo más lejos posible de esa enviada de Satanás. -Lenguaje.-¡Maldita sea!- Grité más fuerte al escuchar la voz detrás de mí. Al voltearme me encontré con una chica rubia, su cabello a media espalda, de ojos cafés, con piel muy blanca. Era bastante bonita. Llevaba puesto un vestido blanco debajo de las rodillas y unas sandalias igualmente blancas.
-Cuida tu lenguaje.-Me asusté. Fue una reacción natural.-Existen reacciones "naturales" más adecuadas.-No tengo que darte explicaciones. Me asusté y punto.- No tenía ni veinte segundos aquí y ya me estaba volviendo loca. -La gente decente no maldice.- Acusó con severidad. -¿Disculpa?- Inconscientemente me acerqué a ella y ella dio un paso hacia atrás sin dejar de verme. –Eso fue un sutil insulto.-Te decía la verdad. No se maldice y menos frente al templo de dios.-Disculpe, su majestad.- Le hice una pequeña reverencia. –No volverá a pasar.-Eso espero.- Sin más desapareció de mi vista. A veces las caras bonitas no concuerdan con la personalidad de la gente.
A/N Les dije que nos escribiríamos pronto. Un sueño me dio la idea de esta historia :) Haré todo lo posible por actualizar cada semana o al menos no dejar que pase mucho tiempo como lo hacía con Mareas del Tiempo. Espero sus comentarios y valoraciones. Saludos desde un rincón de México :) Ale
Capítulo 2
Después del encuentro con la odiosa rubia regresé a mi trabajo. No sin antes buscar con qué defenderme en caso de que la cucaracha hiciera acto de presencia de nuevo. Afortunadamente no volvió a aparecer más y con tranquilidad terminé mi trabajo. La chica de la escuela, Ofelia, se acercaba a mí con un vaso de agua. -Creí que estarías sedienta.-Muchas gracias, Ofelia.- Tomé el vaso y bebí todo de golpe. -Muy sedienta.- Me di su vaso. Entre el cansancio y la resaca podía acabarme un galón de agua. -¿Quieres comer con nosotros? Mis papás han traído suficiente para un batallón. Comeremos dentro con el pastor y su hija.- No sabía que el señor Cardozo tuviera familia. -Me encantaría.- Le dije con una sonrisa. Caminamos a la entrada del lugar. -¿Tienes hermanos?-Uno. Se llama Daniel y tiene seis años. ¿Y tú?-Hija única.-Ha de ser lindo.-No tan lindo. Estoy aquí.-¿Por qué te mandaron?-No soy la mejor hija del mundo.-
-Nadie lo es.- Agregó con una sonrisa. –En lo que te conviertes en la hija perfecta que te parece divertirse un poco aquí.- Quizá su diversión era más sana que la de Liv y no me metería en problemas. -Me parece bien.- Le sonreí. Entramos al lugar y era precioso, con pilares tallados que lo hacían ver muy bonito. Un enorme crucifijo destacaba pero lo más impresionante era que el Cristo era de color negro al igual que la cruz. Nunca había visto algo así. -Dicen que lo encontraron en una cueva muy cerca de aquí.- Dijo Ofelia refiriéndose al Cristo. –Por eso edificaron la iglesia.-Que genial.-Lo es.- Entramos por una puerta que estaba muy cerca del Cristo y sentí un poco de miedo, parecía que se dirigía mí; caminé más rápido. Había otro complejo de ese lado de la iglesia supongo que el señor Cardozo vivía aquí. Estaban varias personas reunidas ahí, incluido el hombre alto. A lado de él estaba un señor bajito, asumí que era el papá de Ofelia porque tenían la misma cara y a lado de éste una señora bajita algo llenita con una espléndida sonrisa. La mamá. Y por último un pequeño que era réplica de la señora. -Lara, pasa. Estamos por comenzar.- Invitó el hombre alto. –Este es Daniel y ella su esposa, Silvia y este pequeñín aquí es Danielito.- Le tendí la mano a cada uno de ellos. -Soy Lara. Mucho gusto.- Amablemente me pidieron que me sentara y lo hice junto a Ofelia y su hermanito. -Mi pequeña no debe tardar.- Anunció el señor Cardozo y como por arte de magia apareció la molesta rubia por la puerta por donde entre minutos antes. –Ana, te presento a Lara. Hija de un muy buen amigo mío.-Mucho gusto, Lara.- Quisiera decir lo mismo. No hizo por moverse ni un centímetro. -Igualmente, Ana.- Me veía con una sonrisa que tenía ganas de borrar con una cachetada. -Bien, ahora que ya estamos todos que les parece hacer la oración de los alimentos.-Sería bueno que nuestra invitada lo haga.- Acotó Ana. -Buena idea.- Dijo Daniel mayor. -No sé cómo hacerlo.- Dirigí una mirada nada amigable a la rubia. -Lo que salga de tu corazón.- No creo que algo bueno salga de mi corazón en estos momentos. -Sólo conéctate con lo que hay en tu interior.- Me animó Ofelia. -Em...gracias por los alimentos que están en esta mesa- ¿A quién iba dirigido esta "oración"? –Que nos proporcionen los nutrientes que necesitamos y satisfagan nuestra hambre.- Que incómodo, todo por culpa de la rubia. La gente a mi alrededor tenía la cabeza hacia el piso y las manos detrás de su espalda, todos menos la rubia
que seguía viéndome con una sonrisa. Pasé mi dedo índice por mi garganta y después la señalé a ella. Esto sólo la hizo sonreír más. -Amén.- Dijo de pronto el señor Cardozo. Todos le siguieron menos yo. Aparentemente aquí probaría todas las versiones de cómo hacer pollo. Esta vez era mole con arroz y por todos los cielos que es el mole más rico que he probado en mi vida. Incluso estaba un poco picoso, pero después de la salsa de Norma, nada podía comparársele. Trataba de mesurarme para comer pero era imposible, esto estaba para chuparse los dedos. -¿Quieres más?-Por favor.- Extendí mi plato a Silvia quien parecía estar muy feliz de que le pidiéramos más. -¿De dónde eres?- Preguntó el pequeño Daniel. -Nací aquí en México pero estaba viviendo en Texas hasta que mi padre me trajo aquí.-¿Te gusta aquí?-Poco a poco me gustará.- La comida continuó sin más preguntas personales, lo cual agradecí. Hablaban de la iglesia y de los planes que tenía para invitar a gente del otro pueblo para cuando oficialmente la abrieran. Yo seguía deleitándome con la comida. De vez en cuando veía a la rubia que también estaba absorta con su comida o con la conversación. La sonrisa estúpida en su cara nunca se disipó hasta que le sirvieron la comida. Varios minutos después la familia de Ofelia se despedía y me dejaba a solas con el señor Cardozo y su hija. -¿Cómo has estado, Lara?-He estado mejor. ¿Cómo acabé aquí?-Hace unas semanas visité a tus padres. Mencionaron tu comportamiento errático y les sugerí que vinieras para acá.-Debe ser una puta broma.-Lenguaje.- Dijo molesta. -Cállate que todavía no voy contigo.- Dirigí mi dedo índice a ella. Vi como su padre puso una mano sobre su hombro. –Gracias por la ayuda.- Dije en tono sarcástico -¿Cómo venir a este horrible lugar me puede ayudar?-Vas a aprender a valorar.- Él seguía muy tranquilo. -Esto es una mierda... ¿esa fue su brillante idea?, ¿este puto lugar?- Quería brincar sobre la mesa y ahorcarla. -Ni espere que me aparezca mañana por acá.- Furiosa salí del lugar y me encaminé a "mi" casa. Todo el mundo conspiraba para que estuviera en este estúpido lugar y una persona que quise mucho en mi infancia había sido el causante de todo esto. "Valorar" como si fuese mi culpa haber nacido en una familia acomodada y que mis padres no me supieran controlar. Ahora todo era a causa mía y la que debía recapacitar era yo. La que debería estar aquí es la bruja que tengo por madre, ella sí necesita valorar. Para ella lo único que importa es tener cosas que presumir y demostrar que somos la familia perfecta. Me enorgullece decir que gracias a mí su
estúpida fachada se vino abajo en un dos por tres. El azote de la puerta principal debió escucharse hasta la iglesia. No quería nada, ni que nadie siquiera me viera. Odio este lugar, odio a mis padres por mandarme aquí y sin lugar a dudas, odio a señor Cardozo por su "brillante" idea. Era cuestión de tiempo para que Norma apareciera por lo que decidí que debía ir a otro lado, no estaba de humor para hablar con ella ni con nadie. Mi iPod marcaba las cuatro de la tarde, aún tendría luz del día; tomé mi llave y una sudadera y me dirigí al bosque. Caminé a donde había muchos árboles, supuse que ahí era. No conocía bien el lugar pero no creía ser tan tonta para perderme. La temperatura cambió drásticamente. El abrasante calor de Texas no se comparaba con el infernal calor de marzo de este lugar. Era de locos. Agradecí cuando al fin llegué al lugar y la temperatura cambió drásticamente. Un clima más templado. Caminé más lento y me dejé llevar por la sensación de estar ahí. A solas, sin nadie molestando, sólo yo y mis pensamientos. Esto era lo que necesitaba. ¿Cómo iba a sobrevivir aquí? Apenas llevaba dos días y ya quería morirme. No tenía acceso a teléfono, al internet, a la civilización, a nada. Era una estupidez y esto apenas era el comienzo. Quizá Norma tenía razón y debía ser más inteligente; buscar adaptarme a este mugroso lugar, no tenía más opción. Y tenía que pasar un milagro para que alguien vinera a rescatarme de este lugar. Mientras tanto debía buscar cómo sobrevivir de la mejor manera. Era lo más adecuado, para mí y sólo para mí. No tenía que quedar bien con nadie, era un trato interno conmigo. Era lo mejor. Seguí caminando, rogando no perderme. El olor era muy agradable al igual que el clima, encontré una piedra y la usé como silla. Me quedé ahí varios minutos con los ojos cerrados simplemente dejándome llevar con el sonido del silencio. Esto también me agradaba, me gustaba muchísimo; el estar sola y meditar, sin nadie que me moleste. Pero comencé a preferir las fiestas y la bulla. En parte para acallar mis pensamientos, mi soledad que cada día se hacía más grande. Vivía en una enorme mansión pero siempre estaba sola, a excepción de la gente de servicio. Esto era una mierda. Todo. A partir de ahora debía tener la mente abierta a todo lo que este lugar me presentara. Buscar lo mejor a cada situación y aprender, especialmente aprender. Tanto en la escuela como de lo que me rodeaba. Estuve ahí no sé por cuanto tiempo pero lo estaba disfrutando mucho. Hacía muchísimo tiempo que no pasaba tiempo a solas y vaya que lo necesitaba. Mis pensamientos fueron cortados por la dulce voz de una chica. No estaba muy lejos de mí. Su voz era suave pero potente a la vez; era cautivante. Con cuidado me puse de pie y busqué la fuente de tan melodiosa voz. Caminé unos metros, me puse detrás de un árbol y para mi sorpresa me encontré con una melena rubia y sabía perfectamente a quién pertenecía. -¿Qué quieres?-
-¿Cómo sabías que había alguien?-Haces mucho ruido al caminar.- No era tan cuidadosa después de todo. –Es de mala educación espiar a la gente.-¿Hay algo que no sea de mala educación para ti, majestad?-¿Qué quieres, Lara?-Exploraba el lugar y terminé aquí.-Sí, claro.-Está bien. Estoy obsesionada contigo y te he vigilado vía satélite desde antes de conocerte y sabía que aquí venías a cantar, tonta.-No soy tonta.- Frunció el ceño. -Sí tú lo dices.- Me veía molesta. Ya no sonreía como hace un rato. –Te dejo cantar en paz.-Por favor.-Que descortés, majestad. No creo que al señor Cardozo le agrade que me trates así.-¿Después de como lo trataste?-Sólo estaba molesta.-Haces muchas cosas de manera impulsiva, algún día te meterá en problemas.-Prefiero estar en problemas por ser yo y no aparentar ser perfecta.- No esperé respuesta y regresé por donde vine. Estúpida rubia, ¿quién se cree? No tenía ni un día de conocerla y ya quería colgarla en un árbol y usarla como piñata. Al menos no la había visto en la escuela ayer y eso era un gran alivio. Regresé a sentarme donde estaba antes de escucharla; ya no volvió a cantar, supongo que se fue. Permanecí ahí hasta que la temperatura bajó más, la noche se acercaba. Me guie del camino y pronto encontré las botellas que habíamos dejado hace unas horas. Después de todo no me perdí. A lo lejos vi a Norma y el señor Cardozo golpeando incesantemente la puerta. -Nadie les va a abrir.- Dije cuando estuve más cerca de ellos. -¿Dónde estabas?- Norma se veía preocupada. -Fui al bosque.-¿Sola?-Es bastante obvio que sí. No conozco a nadie.-Con más razón, Lara. Debes ser cuidadosa.-Lo siento, para la próxima les avisaré a donde voy.- El señor Cardozo me veía bastante tranquilo. –Lamento lo de hace un rato.-Es entendible.-Bueno, debería decírselo a su hija que al parecer está más molesta que usted.-¿Dónde la viste?-Nos topamos en el bosque.- Se quedó en silencio un momento.
-Me alegra saber que ya estás aquí. Por favor, avisa a Norma de tus movimientos.-No se preocupe, no saldré huyendo a ningún lado.-Más vale prevenir.- Me sonrió antes de despedirse de Norma y caminar de regreso a la iglesia. -Lara, de verdad que no entiendes...-Lo entiendo, Norma.- Corté su discurso. –Tienes razón debo ser más inteligente y aprovechar que estaré atascada aquí por no sé cuanto tiempo. Haré un intento por disfrutarlo o al menos poner un poco de mi parte, lo prometo.-Es todo lo que pido.- Me dio un pequeño abrazo. –¿Quieres cenar?-No, gracias. Te veo mañana.-Hasta mañana.- Me metí a la casa, la cual seguía oliendo raro pero ya no tanto como ayer. Dichosamente hoy no ningún escuadrón de mosquitos me perturbó. Busqué las cosas para limpiar y me dediqué al baño; el olor era terrible, al menos olía un poco a mi shampoo y lo hacía menos desagradable. Estuve ahí por media hora, tallando y limpiando lo mejor posible para hacer este lugar un poco más agradable. Terminé de limpiar el baño y aprendí otra lección: no tocar directamente el cloro. Me picaban las manos, muchísimo, pero valía la pena porque el baño olía a este líquido; no es que me agradara pero era mejor que la peste. Saqué mi computadora, puse música y me dispuse a barrer la sala y la cocina. Dado que el lugar no tenía nada de pavimentación el polvo era constante en las casas y como yo era alérgica al polvo debía procurar tener siempre limpio. Barría al ritmo de P!nk, sin duda de mis voces preferidas. Recuerdo que papá en mi cumpleaños pasado me llevó a un concierto de ella en Inglaterra; de los días más felices de mi vida. Aparte de verla, pasamos algunos días en Escocia e hicimos un recorrido por los castillos más representativos de ahí. He de decir que regresé babeando de la emoción; los castillos y todo lo relacionado al Rey Arturo y esas cosas me fascinaban y papá me dio el mejor regalo de cumpleaños. Aunque quizá no lo mereciera. Terminé alrededor de las ocho de la noche y no tenía absolutamente nada que hacer. Dejé la música y me puse a jugar cartas en la computadora. En mi vida había usado esos juegos, no tenía necesidad. Con conexión a internet ahorita probablemente estaría revisando Facebook, twitter, viendo fotos en Instagram o riéndome de los Snaps de mis amigas. Pero ahora mi vida social se resumía a jugar cartas. No entendía nada por lo que la primera media hora me la pasé revisando las ayudas y las instrucciones del juego. Cuando más o menos entendí comencé a jugar pero tardé más entendiendo que jugando. Era demasiado aburrido. No me quedaba de otra más que dormir y así lo hice, esperando que Liv y sus secuaces no interrumpieran mis sueños. Desperté con el molesto cantar de las aves muy cerca de la venta de mi habitación. Me puse una almohada sobre la cabeza para tratar de bloquear el
sonido y lo único que conseguí fue casi asfixiarme. Volteé a buscar mi iPod y con horror vi que aún eran las siete de la mañana. ¡Siete de la mañana! No lo podía creer. Era demasiado temprano, más por ser domingo. Me quedé en la cama por varios minutos, simplemente disfrutando de no hacer nada. Necesitaba encontrar una actividad lo más pronto posible. Quizá lo del voleibol a fin de cuentas no es tan mala idea. Recordé el arroyo que mencionó Norma y quizá debía aprovechar a conocer un poco más el lugar. Me levanté y me puse unos shorts y una playera de Frida Kahlo. Tomé el dinero que me dejó papá y haría una visita a la tienda del lugar y comprar cosas para sobrevivir. Até mi largo cabello negro en un coleta baja y me puse unos tenis. Estaba lista. A punto de salir recordé que debía avisar de mis movimientos, así que tomé una libreta y le escribí a Norma escribiéndole mis planes. Tomé mi llave y salí de mi nuevo hogar, dejé la nota debajo de su puerta y me encaminé a la iglesia. Quizá en el camino me encontraría a alguien que me guíe al famoso arroyo. No me equivoqué, tenía unos cuantos minutos caminando y me topé con Silvia. -Lara, buenos días.-Buenos días, señora, ¿podría decirme dónde está el arroyo?-Vas en sentido opuesto. Queda cerca de donde estás viviendo. Ve derecho detrás de tu casa y a unos minutos lo encontrarás. ¿Sabes nadar?- Me vio con cara de "esta se va ir a matar". -Sí, señora. Fui a clases de natación desde que tenía cuatro años.-Bien. Diviértete.- Asentí y me giré. Antes de dar dos pasos la mujer habló de nuevo. -¿Ya desayunaste?-No, señora. Aún no he comprado comida.-Puedes desayunar conmigo.-No quiero molestarla.-No es molestia. Me servirás de compañía.- Comenzó a caminar y no me quedo de otra más que seguirla. -¿Cuántos años tienes, Lara?-Dieciséis, señora.-Apenas un año mayor que Ofelia. Me dice que está en tu mismo salón.-Sí, eso parece.- Parecía una señora bastante linda y amable. ¿Está sola?-Mi esposo y mis hijos fueron a la huerta que tenemos muy cerca de ahí. Tenemos sembradas algunas cosas y hoy fue un buen día para ir a visitarla.Me veía esperando que le respondiera algo. –Quizá algún día puedas ir con nosotros.-Sería interesante ir.- ¿Yo cosechando cosas?, ¿qué sigue?, ¿el infierno congelado? -¿Qué hacías en la ciudad?-Salía con mis amigos a antros, iba de compras casi todos los días, a veces iba a la escuela... Lo típico.-
-¿Qué es un antro?- Estuve a punto de reírme pero la mujer nunca antes había estado en la ciudad. -Es un lugar al que la gente va a bailar y beber.-¿Y pagas por ir a eso?-Oh, sí. Hay antros muy caros.-Sería más fácil invitar a tus amigos a tu casa y bailar ahí.-Pero no sería igual de divertido.-¿Y puede ir cualquier persona?-La mayoría son jóvenes y alguno que otro casado que quiere darse aires de joven.- Se quedó pensando varios segundos. Supongo que imaginaba el lugar. -Ana nos ha platicado de algunas cosas de la ciudad pero sigo prefiriendo esto. Es más tranquilo y lejos de bullas innecesarias.-Tendré que acostumbrarme a la tranquilidad.- Dije amargamente. Llegamos a su casa y era muy bonita. Tenía un enorme jardín al frente de lado izquierdo y de lado derecho había mucho pasto y una portería. También había un enorme árbol igual al que estaba cerca de mi casa. -¿De qué es ese árbol?- Apunté a mi derecha. -Es mango. Ya casi es la temporada, así que puedes venir a tomar los mangos que necesites cuando los necesites.-Gracias. Tiene una linda casa.-Eres muy amable, Lara. Están abiertas las puertas siempre para ti.-Gracias.-Pasa.- La sala era bastante amplia en comparación a la mía. Tres letreros se distinguían en las puertas "Mamá y Papá", "Ofe" y "Dani"; sus habitaciones. La sala y otra habitación estaban divididas con una cortina. Ahí entró Silvia y la seguí. Era una gran cocina, pero en lugar de una estufa estaba un tipo de parrilla muy grande. Encima de esta una especie de tubo de aluminio que supongo mandaba el humo afuera de la casa. –Se llama fogón. Es más espacioso que la estufa y puedes cocinar más cosas.- Sobre el fogón vi una olla de barro de la cual Silvia sacó frijoles y los sirvió en un plato hondo; lo dejó de lado y quebró dos huevos y los puso sobre el fogón. Los tapó y los dejó ahí unos minutos; mi curiosidad me llevó a acercarme. –Espero te gusten los huevos.-Claro.- De lo que no era fanática era de los frijoles pero no los rechazaría. -¿Por qué los tapas?- Señalé a los huevos. -Para que no brinque el aceite y para que queden así.- Levantó y la tapa y una fina capa blanca se formó sobre el huevo semi-cocido. Se veía realmente delicioso. -¿Quieres salsa?- Señaló un pequeño bowl. -¿Tiene picante?-Muy poco.-¿Qué es muy poco?- Comenzó a reír. –Norma hizo que me
ardieran las orejas ayer.- Comenzó a reír. -Pruébala.- Metí la punta de mi dedo índice y después me lo llevé a la boca. -¿Qué tal?-No moriré.- Ambas reímos. En cuestión de minutos también ella tenía una buena porción de frijoles y dos huevos en su plato. Del refrigerador sacó queso y crema, lo cual agradecí ya que le daría más sabor a los frijoles. El desayuno fue por demás exquisito y la compañía también fue muy agradable. Hablamos mayormente de ella y su vida en el pueblo, de sus hijos y su esposo. Para mi fortuna los temas personales no fueron sacados de su escondite. Era mejor así. Ayudé a levantar los platos y vasos y cuando me disponía a lavar Silvia me dijo que se me hacía tarde para ir al arroyo. Ochenta puntos para ella. Caminé de regreso a casa; pasé a dejar el dinero y lo intercambié por mi iPod y mis audífonos. Como siempre puse el modo aleatorio y me encaminé al arroyo escuchando la potente voz de Till Lindemann. El calor no era tan abrumador como ayer, tal vez porque aún eran las nueve de la mañana; lo mejor era aprovecharlo. Unos cuantos árboles tapaban el camino e hicieron más fresca la caminata. Tal cual lo dijo Silvia, apenas caminé unos minutos y ya me encontraba frente al arroyo. El agua era verde, un verde claro, como el color de mis ojos cuando estoy de buen humor. Casi nunca. Vi a todos lados antes de quitarme la playera y quedarme sólo con el top y los shorts que me llegaban a medio muslo. Tendí mi playera sobre las rocas y me acosté un rato, los árboles tapaban un poco el sol y hacían de esto algo perfecto. Ahora Lily Allen cantaba para mí y me dejaba llevar por su melodiosa voz, con los ojos cerrados. Recibía los suficientes rayos de sol para nutrir mi piel sin quemarme y es que debía ser cuidadosa porque entre mis cosas no venía un protector solar. Tarareaba la canción de LDN y más feliz y tranquila no podía estar. Hasta que sentí gotas cayendo sobre mi estómago. -¡Qué demonios!- Aún con los audífonos pude escuchar la odiosa voz. -Lenguaje.- Para frente a mí estaba la rubia odiosa. -¿Qué quieres?-¿Qué haces aquí?- Me puse de pie para que dejara de mojarme y por lo visto no se dio cuenta que estaba sólo en top. En cuanto me vio se dio la vuelta. -¿En serio? Tenemos lo mismo. Aunque tú estás mucho más pálida que yo.- Ella vestía unos shorts y una playera que parecía más un vestido de lo largo que le quedaba. Y su largo y mojado cabello pegado a su espalda. -¿Qué haces aquí?- Repitió. -Quería un poco de paz y la conseguí hasta que llegaste.-¿Me seguiste?- Comencé a reír. -En serio tienes delirio de persecución, niña tonta.-
-No me llames así.- Dijo molesta aún sin verme. -Ya me puse la playera, puedes voltear.- Obviamente no lo había hecho. -¡Lara!- Volvió la cara de nuevo cuando se dio cuenta del engaño. –Ponte la playera.-¡Qué estupidez! ¿Acaso nunca te has visto en el espejo? Las niñas tenemos lo mismo en diferentes proporciones y distribuido de manera diferente.Ahora sí me puse la playera. –Listo, ahora sí ya me la puse.-¿Cómo puedo confiar en ti?-Siéntela.- Me acerqué a ella y suavemente toqué su mano para que sintiera la playera sobre mi estómago pero jaló bruscamente su mano. –Jódete, rubia tonta.- De nuevo la dejaba parada sin esperar respuesta alguna. Entendía que no congeniáramos pero, ¿evitar que la tocará? Esta chica es un maldito dolor de muelas que acaba en una terrible jaqueca. Primero me avienta a hacer una oración, se burla de mí, con su estúpido tono me dice "lenguaje" y lo de usarla como piñata no es mala idea. Ella podía personificar bien a Anabelle, la muñeca diabólica. Ella era un ser despreciable que se la pasa jodiéndole la existencia a medio mundo; sí, su majestad Anabelle. Regresé a casa más que enojada, aventé mi iPod en uno de los sofás, tomé el dinero y camine rumbo a la escuela. Si no mal recuerdo la tienda quedaba muy cerca de ahí. Sólo de recordar la forma en como jaló su mano me hacía hervir la sangre. Era oficial, detestaba a la rubia. Y entre más recordaba más rápido caminaba, eso sólo pasaba cuando me enojaba mucho y ahorita está más que molesta. Pronto llegué a la tienda. La puerta de entrada no era muy grande pero el lugar se veía bastante amplio. Al entrar corroboré que el lugar era muy grande, la casa donde vivía cabía dos veces aquí. Necesitaba comida pero no sabía qué tipo de comida, por lo que me puse a deambular por el lugar. Una chica alta se acercó a mí después de varios minutos de no saber que comprar. -Hola, ¿te puedo ayudar?-Hola. Em... necesito comida. Las cosas básicas.- Me sonrió amablemente. -Está bien. Primero y más importante, huevos.- Me llevó al lado extremo de la tienda donde estaban la mayoría de los alimentos. Pasamos por el mostrador y tomó una pequeña canasta que luego me entrego. –Este es un cono con veinticuatro huevos, será suficiente para ti.- Avanzamos un poco más. –Aceite para que puedas cocinarlos... con medio litro te bastará.-¿Se necesita eso?- Apunté a la pequeña botella. Ella comenzó a reír. -¿Cuántas veces has cocinado en tu vida?-Ninguna.-Yo me encargo, Conchi. Gracias.- Apareció, con una luz resplandeciente Norma. Conchi, asintió y regresó al mostrador. –A ver, señorita que
no saber cocinar. Vamos a comprar lo necesario para que no mueras y cosas con las que no te mates mientras intentas cocinar.Pasamos más de media hora buscando las cosas más básicas para sobrevivir, café, pasta, arroz, frijoles enlatados, galletas; éstas últimas no me agradaban tanto pero tendría que acostumbrarme. Azúcar, sal, cátsup, pan para hacer sándwiches y un pequeño tarro de mermelada. Norma prometió que me enseñaría a guisar todas las cosas que compramos. Regresamos a casa con dos bolsas cada una y charlando amenamente sobre mis inexistentes habilidades culinarias. -Vi cuando regresaste a casa del arroyo. Parecías... molesta.- Tenía que recordarme a la rubia tonta. -Tuve un desagradable encuentro con alguien.-¿Puedo saber quién es ese "alguien"?- Suspiré. -Ana.- Norma comenzó a reír. -Te cae mal una de las personas con las que más tendrás que convivir.-La evitaré en la iglesia y sólo estaré ahí unas semanas.-También es tu compañera de clase.-¡¿Qué?! Pero el viernes no estaba ahí.-Estaba un poco enferma por eso no fue pero están en las mismas clases.-Maravilloso.El resto del domingo pasó bastante tranquilo, a excepción de las múltiples quemadas que obtuve al intentar cocinar un estúpido huevo. ¿No sería más fácil hacerlo en el microondas? Norma fue la más beneficiada de todo esto ya que rio hasta casi llorar de mis fallidos intentos de cocinar. Después de que se marchara conseguí entender el juego de cartas de mi computadora y eso me mantuvo entretenida hasta casi las nueve de la noche, cuando por fin me decidí a dormir. Segundo día de clases; Norma pasó por mí a las seis y media. A penas y me dio tiempo de vestirme y medio tomar una taza de café. Norma, como directora de la escuela debía poner el ejemplo y llegar a tiempo para checar que todo esté en orden antes de comenzar las clases. -Tu primera clase es química. Vas a reconocer el aula porque dice "Química" en grande.-Gracias, directora. La veo más tarde.- Le sonreí. -Buen día, señorita Orozco.- El salón estaba muy cerca de la biblioteca así que fue muy fácil encontrarlo. A estas tempranas horas había muy poca gente por lo que me puse los audífonos y me dispuse a disfrutar. Ni siquiera me había acomodado bien cuando una melena rubia apareció por la puerta. Inmediatamente me puse de pie y me acerqué a ella. No portaba su habitual sonrisa. -No te preocupes, no te voy a tocar.- Le dije mordazmente y salí
del salón. Me quedé sentada a las afueras del salón hasta que vi que entró la profesora. Entre detrás de ella, la mayoría de mis compañeros estaba sentados. -Señorita, ¿puede pasar a presentarse?- Asentí y me puse a lado de su escritorio. -Soy Lara Orozco, tengo dieciséis años.-¿De dónde vienes?- Preguntó la maestra. -De Texas.-¿Y qué esperas?- Antes de poder contestar Liv entró corriendo a la clase. –Qué raro que venga tarde, señorita Torres.-El tráfico.- Contestó y se sentó detrás de donde estaba mi mochila. -Muy graciosa. Lara, puede contestar.-Espero no meterme en problemas.-Esa es una buena meta, señorita. Regrese a su lugar.-Todos en su libro en la página treinta.- Vociferó la profesora. -¿Cómo está la resaca?-Se me quitó más rápido de lo que me hubiera gustado. Te platico después.- La clase era buena, la profesora Jaqueline nos mantenía activos la mayor parte de la clase. Lo cual era bueno tomando en cuenta que a la primera clase. -Como les había dicho desde el principio de semestre, tendrán que pasar en parejas a decirme los elementos de la tabla periódica. Usarán algo diferente a su tabla periódica para estudiar.- Todos comenzaron a quejarse. – Siéntanse libres de elegir a su pareja.- Éramos más de veinte alumnos en la clase y en cuestión de segundos todo se hizo un alboroto. Sentí la mano de Liv sobre mi hombro. –Señorita Orozco, como recién se integra tendrá un poco más de tiempo y para asegurarme de que trabaje bien, será compañera con la señorita Cardozo.-Estoy bien con Liv.- Repliqué de inmediato. -¿Algún problema con la señorita Cardozo?-Ninguno. Pero tengo más confianza con Liv.-Entonces sin no hay problemas trabajará con ella.- Determinó la mujer de cabello corto. –Cámbiese de lugar junto a su compañera de trabajo.-Suerte con la virgen María.- Se burló Liv. -Cállate.- Casi arrastrando los pies llegué a la silla junto a la rubia. -¿Qué tenemos que hacer?- No me contestó. –Mira, yo también odio esto pero debemos trabajar juntas. Así que nos mantendremos a raya con el trabajo, ¿de acuerdo?- Asintió. -Lo más fácil es hacer tarjetas con la información necesaria.-¿Cuántas son?-Ciento dieciocho.- ¡Mierda! Son demasiados. Suerte que soy la nueva y tendré más tiempo para estudiar. -¿Qué información debe tener?- Volteé al pizarrón y vi a la
profesora escribiendo la respuesta a mi pregunta. Saqué mi libreta y comencé a anotar. Símbolo químico. -Nombre.- Me dictó la rubia. –Número atómico.- Espero a que terminara de escribir. – Y masa atómica.-¿Qué te parece si hacemos la mitad cada una?- Asintió. –Elige tú la mitad que quieras hacer. -Me da igual.- Su voz se escuchaba algo triste pero no podría importarme menos. -Entonces, elige tú. Yo no tengo una tabla periódica; escoge y me dices.- Asintió. Mi voz salió más hostil de lo que quería pero quería que entendiera que esto se limitaba a la tarea y nada más. -Lara...- No pudo terminar de hablar porque sonó la chicharra. No la esperé, tomé y mochila y salí del salón junto con Liv. -¿Qué tal te fue?-Tan bien como pudiera irme.-La chica no se junta con nadie y la mayoría de los trabajos los hace sola. Es bastante rara.-Ni que lo digas.- La clase siguiente fue historia y básicamente fue lo mismo. Presentarme, trabajar con el libro. Afortunadamente a este profesor no le agradaban los trabajos en equipo. Esto disminuía las posibilidades de volver a trabajar con la rubia. -¿Qué pasó en mil novecientos treinta y nueve?-Nació mi abuelito.- Contestó Ángel. Todos comenzamos a reír. -Vaya a contarle ese chiste a la directora.-¡Profe!- Todos reíamos. -Adiós.- El profe gesticulaba con la mano. Ángel salió de la clase entre aplausos de algunos de nuestros compañeros. –Ahora que el payaso se fue, ¿quién me contesta?-Comenzó la segunda guerra mundial.- Contestamos a la vez con la rubia. -Estás en sintonía con la rara.- Todo el salón echó a reír de nuevo. -Olivia vaya a hacerle compañía a Ángel.- De reojo vi a la rubia que se veía muy intranquila. Segundos después Olivia salió de la clase no sin antes aventar un beso a la clase. -¿Qué estaré pagando?- Dijo el profesor. Más para él mismo. –Muy bien, señoritas. En ese año comenzó la segunda guerra mundial.- Al menos había puesto atención a algunas clases de historia. No era estúpida, es sólo que no había tenido motivación suficiente para poner atención. Sin embargo recuerdo que con papá solíamos ver cosas interesantes en Discovery Chanel o en NatGeo. –Antes de seguir con la segunda guerra mundial, ¿alguien me puede dar un resumen de la primera guerra?- Todos se quedaron en silencio. –Y no quiero más payasos o comentarios fuera de lugar.- Tímidamente levante la mano. –Lara.-
-Fue una guerra estúpida.- Todos comenzaron a reír. -Explícate.-Gente despedazándose por tierras y poder. Lo de siempre- me encogí de hombros mientras el profe sonreía. -¿Cómo se llamaba el grupo que apoyaba a Hittler? -Axis- respondí de inmediato. -Nos llevaremos muy bien, Lara.- Sonrió el profesor y siguió dando la clase. Volteé y vi a la rubia viéndome atentamente pero fue algo efímero. Ella giró la cabeza a donde estaba el profesor. La clase no era del todo aburrida; a veces el profesor Guadalupe (extraño nombre para un hombre), hacía voces raras para ejemplificar lo que decía. Con él teníamos dos horas de clase, las dos anteriores al receso. Cuando por fin la chicharra sonó, la mayoría de mis compañeros se atropellaron unos a otros para salir rápidamente a desayunar. Mientras tanto yo me quedé en mi lugar esperando a que la estampida pasara. -Vas un semestre atrasada, ¿cierto?-Sí, señor.-Pues tienes buena información en tu cabecita, Lara. El tener ventaja en alguna clase te ayuda a liberar presión en las otras. ¿Qué más se te da?-Inglés, historia y un poco de geografía.-Geografía aún no. Pero de mi clase y de inglés puedes quitarte de cargas. Mañana da una pequeña presentación de la primera guerra mundial y será tu calificación de este parcial. Sé lo difícil que es cambiar de contexto y espero con esto ayudarte un poco a ponerte al corriente con las demás materias.-Muchas gracias, profe.- Más que feliz salí de la clase, afuera me esperaba Liv y su pandilla. -Vamos.- Al llegar al lugar había una mesa completamente vacía, "nuestro" lugar. Tiraron sus mochilas, seguido se acercaron a una señora que nos extendió jugo de naranja y una enorme torta. –Son deliciosas.- Justo detrás de nosotros estaba la rubia y de inmediato comenzaron a molestarla. -Aleluya.- Cantó Ángel a la vez que ponía sus manos como estuviera rezando. -Virgen María que ilumina nuestro día.- Dijo en un tono aún más burlón Liv. Todos los que estaban a su alrededor comenzaron a reír. La chica no dijo nada, absolutamente nada. Esperaba algún tipo de respuesta, muy a su estilo pero no. Siguió esperando por su turno. -¡Qué perdedora!- Liv prácticamente pasó a empujarla y nos guio a la mesa. El desayuno pasó tranquilo, con Liv jodiéndole la existencia a cualquiera que se le pusiera en frente. Hacía el intento de reírme de sus idioteces pero realmente no lo encontraba lindo. La mayor parte del tiempo la pasé viendo a la rubia quien estaba sentada con Ofelia pero sólo eso, no había muchas interacciones
entre ellas. La chica de la iglesia distaba mucho de la chica de la escuela. El resto del día pasó en total calma; después del receso tuvimos una clase rara que se llama orientación educativa, luego inglés y la maestra casi llora al presentarme en ese idioma. Aún estaba viendo presente continuo por lo que las dos horas de clase las pasé durmiendo. La última hora era matemáticas, como siempre. Trigonometría apesta. Lo declaro un delito contra la humanidad. Seno, coseno y tangente. Que traducido al español significa, mátame. Estaba haciendo todo por prestar atención y enfocarme pero era imposible. Y el sentirme tan frustrada por no entenderle me hacía perder más la clase. La profesora pasó unas hojas con ejercicios para resolver y si me hubiera rascado un poco más la cabeza me hubiera quedado calva. Vio mi lucha y se acercó a mí. -¿Todo bien, Lara?-No, profe. Realmente no le entiendo.-¿A qué?-A todo. Le juro que presté atención pero no... sé.-Tranquila, es normal que estés un poco... desubicada.- Agradecí que usara ese adjetivo no tan... despectivo. –Podemos trabajar con tutorías unas veces a la semana.-Sería genial, profe. Usted dígame la hora y yo estoy aquí.-De hecho tendrás que ponerte de acuerdo con Ana.-¡¿Qué?!- Todo el salón me quedó viendo. -¿Usted no da las asesorías?-No. Yo voy al otro pueblo en las tardes. Ana es la campeona de matemáticas de la región. Estoy más que segura que te ayudará.- La rubia no veía a donde estábamos pero estaba segura que escuchaba todo. -Profesora, si hubiera alguien más.-¿Tienes algún problemas con ella?- Frunció levemente el ceño. -No congeniamos.-Bueno, es la oportunidad perfecta para que se lleven.Jodidamente genial. No sólo tendría que hacer el trabajo de química con ella, sino que sería mi tutora de matemáticas por no sé cuánto tiempo. Definitivamente esto iba de mal en peor. Lo que más anhelaba era no toparme a la rubia y hasta ahora era una constante.
A/N Espero les esté agradando la historia, chic@s. Saludos desde un rincón de México :)
Capítulo 3
La clase terminó y mis compañeros salieron rápidamente del salón, incluida la profesora García. La rubia también esperó a que todos salieran y yo la esperaba a ella para ponerme de acuerdo con las tutorías. Estaba por salir cuando la detuve. -Rubia.- Ni se inmutó. –Ana.- Volteó a verme. –Escuchaste todo. Dime a qué hora puedes ayudarme.- Me veía atenta. Notaba algo de tristeza en sus ojos, como en la primera clase. –Por favor.-Después de que ayudes a mi padre.-No sé a qué hora ayudaré a tu padre.-Después de comida. Podemos comenzar las clases a las cinco.-Está bien.- Nos quedamos viendo por unos segundos. -Lara, lo que pasó ayer...-No te agrado, lo entiendo. No eres la primera ni la última. Te veo más tarde.- Salí del salón tan rápido como pude. ¿Me quería explicar el por qué no le agrado? No era necesario. A las afueras de la escuela me encontré con Norma quién me esperaba para caminar juntas a casa. -¿Qué tal tu día?-Bueno.-¿Tanto así?-Tengo que trabajar con la rubia en química y será mi tutora de matemáticas.-¿Por qué no te agrada?-No me ha dado motivos para agradarme.-Las apariencias engañan, Lara. Ana es una chica muy dulce.-Claro.- Es la directora debemos agradarle. –¿Qué haremos de comer?- Cambié de tema. -Que harás de comer, mejor dicho. Intentaremos algo de sopa, ¿te parece?-Mientras no involucre aceite, todo bien.- Tenía las pequeñas marcas del día anterior en mis brazos. Pasamos una muy buena tarde con Norma, la mujer era por demás agradable. Paso a paso me guio para hacer la dichosa sopa; implícito el cortar la cebolla y el tomate, lo cual me llevó muchísimo tiempo. Norma incluso hizo como que se había quedado dormida sobre la mesa, todo con tal de fastidiarme pero en el fondo agradecía lo que estaba haciendo por mí. Pasadas las tres de la tarde, con el estómago lleno, me encaminaba a la iglesia. El calor no era tan abrasador como los días anteriores. Buscaba acogerme en la sombra que proyectaban algunos árboles sobre el camino; siendo algo blanca un poco de sol me hacía demasiado mal. En mi espalda llevaba mi mochila con el libro de
matemáticas, la libreta y mi laptop, por si la necesitaba. Al llegar al lugar el señor Cardozo hablaba con unas personas afuera de la iglesia y al verme me sonrió. -Lara, bienvenida de nuevo.-Gracias, señor.-Pasa. Hoy me ayudarás dentro de la iglesia, ¿te parece?-Claro.- Como si tuviera opción. Entré al lugar y olía muchísimo a pintura; en menos de diez segundos estaba estornudando como loca. Entre la humedad y el fuertísimo olor mis alergias se desataron de inmediato. Traté en vano de contener mi ataque poniéndome la playera en la nariz e incluso taparme con las manos pero era inútil. Caminaba para salir de nuevo cuando escuché a alguien. -Pasa.- La voz de la rubia. Invitándome a pasar donde comimos ayer. Prácticamente corrí a donde estaba ella. -Gracias.- No dijo nada y se metió en una habitación al final del pasillo. Permanecí sentada en la mesa por varios minutos hasta que el señor Cardozo apareció. -Oh, aquí estás.- Me observó un momento. -¿Todo bien?- Seguramente tenía la nariz roja y los ojos llorosos. -Sí, sólo es alergia.-¿El olor?- Asentí. -Entonces trabajaremos aquí. Hay algunos cuadros que están un poco empolvados, están en la última habitación. Tráelos para acá y los limpias, por favor. Aquí te voy a dejar trapos y el líquido para limpiar madera.- Caminé con cautela a la habitación. Este lugar me daba un poco de miedo, era demasiado callado y muy fresco a comparación de la calle o de la casa donde vivía. Abrí la puerta y vi a la rubia que se sobresaltó. Estaba en un tipo de banca, como rezando. Sin decir palabra alguna comencé a sacar los dichosos cuadros; uno en cada mano. Eran unos quince así que haría varios viajes. Algunos cuadros pesaban demasiado y estaban muy empolvados. Por lo que el traslado era más difícil, evitando mancharme o acercarlo demasiado a mi cara para que los estornudos no regresaran. La rubia nunca se movió de su lugar y menos hizo por ayudarme. Cuando iba por el último cuadro ella iba saliendo y era más que obvio que había estado llorando. Una parte de mí quería preguntarle si todo estaba bien pero el simple hecho de recordar como quitó su mano de la mía hizo que desechara la idea de inmediato. Pasé más tiempo del deseado limpiando los cuadros y estornudando; por más que mojaba el trapo los cuadro estaban muy empolvados. Me imaginaba con nariz de payaso, totalmente roja de tanto esfuerzo y los ojos rojos como si hubiera fumado de la lechuga del diablo. La cabeza me comenzaba a doler mucho y de la nada, de nuevo, la rubia apareció con una pastilla y un vaso de agua. -Loratadina.- Inmediatamente la acepté. -Gracias.-
-De nada.- Estaba por desaparecer de nuevo. -¿Estás bien?- Sus órbitas cafés se encontraban con las mías. -Sí.- Era como si su sonrisa se hubiera esfumado. -¿Segura?-Sí.- Hizo un intento por sonreír. –Tienes ojos verdes.-Sí.- Levanté una ceja. -Tienes ojos cafés.- Otro fallido intento de sonrisa. –Ya he terminado. Podemos comenzar con la clase.-Estaré lista en unos minutos.- Asentí. Limpié la mesa que aún se encontraba con algo de polvo y saqué las cosas necesarias para la "clase". Lo primero que hice fue abrir el libro de trigonometría y sólo de verlo me daba dolor de cabeza. Era una buena estudiante; cuando iba a clases. Las cosas se me quedan bastante rápido pero matemáticas, como a la mayoría, era mi némesis. –Ya estoy aquí.Reapareció la rubia con su libro y su libreta. -Esto apesta.- Frunció el ceño. Lo decía más por tener que estudiar algo que odiaba y un poco por tener que estar con ella. -Estamos en sintonía.- Dijo amargamente. Abrió su libreta y pude ver su letra pulcramente plasmada en las hojas. Rápidamente, en una hoja en blanco, dibujó un triángulo. –Lo más importante es que te aprendas el nombre de los lados. En base a eso puedes sacar las funciones.-De acuerdo.-Esto es la hipotenusa.- Decía mientras señalaba dicho lado. –adyacente y opuesto. –Señaló respectivamente. -¿Cómo se llama este?-Opuesto.- Tomé su lápiz. –Esta es la hipotenusa y adyacente.Puse la punta del lápiz en los lados adecuados. -Bien. Sabiendo esto es sólo cuestión de hacer fórmulas.- Me quitó su lápiz y dibujó una pequeña fecha en una esquina del triángulo y puso "60°". A la hipotenusa le puso "12", al adyacente "10" y al opuesto "6".-Esto tiene sesenta grados y quieres sacar el seno.- Escribió "Sen". –Para hacerlo simplemente tienes que dividir el valor del opuesto entre el valor de la hipotenusa.-Punto cinco.-Correcto. La clave está en recordar las partes del triángulo y las fórmulas.- Pasamos una hora más haciendo ejercicios y buscando la manera de que me aprendiera las fórmulas para sacar las funciones correspondientes. La rubia realmente tenía muchísima paciencia; lo mostró cuando confundía las funciones y las operaciones que debía hacer. -Ya no puedo más.- Dije prácticamente arrojando mi lápiz. -Avanzaste mucho hoy. Eso es bueno.-Supongo.- Me encogí de hombros. Comencé a guardar mis cosas. –Gracias.- Dije honestamente aunque mi voz no se escuchaba tan convencida. -Tenía que hacerlo.-Bien.- Me puse de pie y ella lo hizo también. –Conozco la salida.-
Tomé mi mochila y la salí de ahí tan rápido como pude. Evitando el cristo que me veía. Casi grito cuando escuché la voz del señor Cardozo. -¿Qué tal te fue, Lara?-Señor, no lo vi.- Tenía puestas unas gafas con marco negro. –Todo bien.-Me alegra escuchar eso. Mañana me gustaría mucho que comieras con nosotros.-No quiero causarle molestias.-Te debo una disculpa por la "brillante idea" de traerte aquí.- Sentí mis mejillas comenzar a arder. -No es necesario, señor.-Insisto. Quizá puedas venir con Ana saliendo de la escuela.- Si me negaba se daría cuenta que las cosas no iban tan bien entre nosotras. -Se lo agradezco. Lo veo mañana en la comida.-Buenas noche, Lara.-Que descanse, señor.- Llegué a casa pasadas las siete de la noche. Usé un buen tiempo limpiando la sala y mi habitación. Cuando al fin terminé calenté el sobrante de la comida y me senté a cenar. A mi mente regresó la visión de la rubia llorando; ¿qué la habrá disgustado tanto? Como pasamos todo el tiempo estudiando no tuvimos tiempo de pelear e incluso podría llegar a decir que parecía una buena persona pero sé que sólo cumplía con lo que le pidieron. Terminé de cenar, me di una ducha y me metí a la cama. De nuevo el sonido de las aves me despertó antes de que la alarma lo hiciera. De muy mala gana me puse de pie y me lavé la cara y los dientes. Media dormida todavía fui a la cocina a prepararme una taza de cereal. Aún no estaba preparada para cocinar y quemarme a tempranas horas de la mañana. Antes de que Norma saliera de casa yo ya la esperaba afuera de la mía. -Buenos días, Lara.-Buen día, Norma.-Te amaneció muy temprano hoy.-Las aves hacen mucho ruido por la mañana.- Comenzó a reír. -Eventualmente te acostumbrarás.-Mientras tanto sufro.- Esto la hizo reír aún más. -¿Cómo te fue con Ana?-Bien.-Estoy acostumbrándome a ese "bien".-No me agrada, no le agrado. Fue tan bien como puede ir cuando estás con alguien que no te cae bien.-Sigo creyendo que es tiene la idea errónea la una de la otra. Con el tiempo se llevarán bien.-Lo dudo.El día pasó sin pena ni gloria. Lo único gracioso fue ver a Ángel
cayéndose a media cafetería pero por ser de los "intocables" nadie rio sólo los del clan. Por supuesto las burlas hacia la rubia por parte de Liv se hicieron presentes, sin respuesta de ésta. ¿Podría algún día contestar a esta incógnita? Por qué conmigo era tan... ella y con los demás ni siquiera se defendía. Más pronto de lo que quisiera me encontraba en la puerta de la escuela esperando por la rubia. Durante el receso le había comentado a Norma de mis planes para que no esperara por mí a la salida. Me vio y simplemente me ignoró y comenzó su camino hacia la iglesia. Dejé que la rubia avanzara unos metros y comencé a caminar detrás de ella. -¿Qué quieres?- Preguntó algo molesta después de unos minutos siguiéndola. -Tu padre me invitó a comer.-Otra oportunidad para que le grites.-A él o a ti, dependiendo de quién me saque de quicio primero.- Se paró en seco y volteó a verme enojada. -Eres tan molesta.-Estamos en sintonía.- Devolví sus palabras lo cual la hizo enojar más. Se dio la vuelta y siguió caminando, yo unos metros detrás de ella. El ir detrás de ella me dio tiempo a detallarla más; era delgada y su rubio cabello se ondulaba en las puntas. Poseía un lindo cabello. Caminaba con una buena postura a diferencia mía que tendía a caminar un poco encorvada. De pronto comenzó a caminar más rápido, como si la fuera siguiendo un fantasma. Que niña tan más estúpida, me dije a mí misma. Primero evitar el rose conmigo, luego ser tan irritante y ahora correr para dejarme atrás. No, no era cuestión de apariencias, la chica era irritante. Minutos después llegué a la iglesia con un humor no muy bueno; quizá podría acostumbrarme a vivir aquí, eventualmente. La comida era buena, la escuela era decente, la gente a mi alrededor interesante a excepción de la rubia y por lo visto tendría que estar mucho tiempo con ella y eso me ponía de un humor peor. Norma decía que con el tiempo pero lo último que quería era pasar más tiempo con ella y mucho menos tenía el menor interés en ella o sus actividades. Sólo había unas personas pintando en las afueras de la iglesia a los cuales saludé y me metí con rumbo al comedor. La puerta estaba cerrada y no sabía si entrar o tocar; opté por lo último. Después de unos segundos el señor Cardozo apareció. -Lara, pasa.- Me abrazó e incómodamente le correspondí. –No es necesario que toques, estás en tu casa. Siéntete libre de pasar cuando quieras.-Gracias, señor. Lo tendré en cuenta para las próximas visitas.-La comida casi está lista. ¿Puedes ayudarme a poner la mesa?-Por supuesto.- Haciendo las cuentas debía poner tres platos sobre la mesa; cuando iba a poner el tercero el señor Cardozo me detuvo. -Sólo seremos tú y yo, Lara.- Asentí y guardé el otro plato. El hombre alto nos sirvió a ambos generosas porciones de espagueti, lo que parecían albóndigas encima y lo bañó en salsa de tomate que olía deliciosa. –Espero sea de tu agrado.- De la nevera saco una botella de vino. –No te emociones, esto es para mí.-
Me sonrió de lado y sacó una botella con líquido blanco, ¿leche?- Horchata.- Era como si hubiera leído mis pensamientos. -Gracias.- Se mantuvo de pie y cerró los ojos. -Señor, gracias por los alimentos que hoy llenan nuestras bocas. Da pan a los que tienen hambre y hambre de ti a los que tenemos pan. Amén.- Como estúpida simplemente asentí mientras él se persignaba antes de sentarse. –Provecho.-Bon appetit.- Respondí con una sonrisa. Unos buenos minutos nos dedicamos únicamente a comer; era bastante bueno cocinando. –Está delicioso, señor.-Oh, gracias, Lara. Me alegra que te haya gustado.-Lamento mi ataque de ira la otra vez.-No necesitas disculparte. Una parte de mí lo entiende pero la otra parte sabe que esto es algo bueno para ti.-¿Por qué?- Me quedó viendo como esperando una reacción más agresiva. –No es un reproche, quiero entender el porqué de esto.-Necesitas valorar.-No es mi culpa haber nacido en una buena familia.-No es culpa de nadie, Lara.-La bruja... mi madre tiene mucho que ver en esto.-Parte de tu comportamiento es para llamar la atención o para enojar a tus padres. Aparte de valorar lo que Dios te ha dado esto te ayudará a aclarar tu mente y ver el comportamiento de tus padres desde una perspectiva muy diferente a la que tienes ahora. Te servirá estar lejos de ellos.-Eso sí me agrada.- Me sonrió cómplice. –Yo sé que no he sido una buena hija pero esto es demasiado. Sin ofender pero no pudo ser más inoportuno.Comenzó a reír a carcajadas. -He aprendido que los tiempos son exactos, no hay situaciones inoportunas; llámalo destino, coincidencia o como desees llamarle. Sólo tienes que ser muy perceptiva a lo que pasa a tu alrededor y aprender ellos.-No sé hacer eso, señor.- Sabía de tener cosas a manos llenas y no tener que darle explicaciones a nadie. Sabía de fiestas, alcohol y chicos pero hasta ahí. Nada más. -Lo sé. Por eso le hice la sugerencia a tu padre. No para fastidiarte sino para que crezcas. Esto es más beneficioso para ti que para ellos. Todo obra para bien, dulce Lara.- El solía llamarme así cuando iba a casa. -Digamos que entiendo lo de valorar lo que tenía allá. ¿Cómo crezco?-Espero que de estatura te quedes ahí.- Ambos reímos. –Es una búsqueda, Lara. Yo sólo he dado un pequeño empujón. Sé de lo que eres capaz; bueno de lo que la pequeña Lara era capaz de hacer.- Cerró los ojos un momento. -
¿Recuerdas cuando te enseñé los número en francés?- Asentí.- Te los aprendiste a la tercera vez que te los dije. Eso habla muy bien de tus habilidades intelectuales.-Ya no soy tan inteligente.-Lo eres, sólo que no eres lo suficientemente sabia para utilizar esa inteligencia.- Oh, signo de exclamación. -¿Usted me ayudará?-En tanto tú tengas la disposición, yo te ayudo.-Creo tener eso.- Le sonreí. -Eso suena como un trato.-Así parece, señor.- Tenía una duda y la escupí. -¿Por qué no conocí a su hija antes?-No sabía que existía hasta hace unos años.-Sin ofender, de nuevo, pero me alegro. Me consintió mucho en mi infancia.-Entonces tengo un poco de culpa de este desastre.- Apuntó a mí y ambos reímos. Terminamos de comer entre anécdotas de cuando dejó la ciudad de México. Con pena le confesé que lloré cuando supe que no lo vería más e incluso me negué a salir de mi habitación por varias horas hasta que papá llegó con un cono de helado. -¿Qué haré hoy?- Pregunté cuando terminamos de levantar y lavar los trastes de la comida. -Nada. Fue un lindo día para charlar y de alguna manera disculparme por disgustarte, Lara.-No tiene que hacerlo, señor. Yo soy la que le debo una disculpa.-Bueno, ahora que ambos estamos disculpados puedes disponer de tu tarde libre, a menos que quieras quedarte.- ¿Me estaba echando también de la asesoría de matemáticas? Parecía que sí. -Iré a casa a trabajar con mis tareas.-Buena, chica. Te veo mañana.-Hasta mañana, señor.- No sabía si tenderle la mano o qué protocolo seguir así que le di un rápido abrazo. En lugar de caminar directo a casa fui a la tienda comunitaria para comprar las cosas para las tarjetas de química, de paso compré una tabla periódica ya que aún no contaba con una. Esperaría a mañana para hablar con la rubia de que parte nos correspondería a cada una. Sólo de ver la tabla me dio dolor de cabeza. Eran demasiados elementos químicos y aunque tenía más tiempo no quería abusar. Lo más fácil fue comprar dos cartulinas blancas, cortarlas a una buena medida para la información requerida y posteriormente forrarlas. Regresé a casa con una pequeña bolsa con cosas. Del dinero que mi padre me dejó me quedaban unos doscientos pesos, suficientes para sobrevivir por unas semanas más, tomando en cuenta que Norma compró mucha comida y las cosas más indispensables para sobrevivir un mes.
Eran las cinco de la tarde, ya había comido, ya había terminado con las tareas correspondientes, incluso ya había arreglado mi mochila para las clases de mañana. Me tocaba educación física y agradecía mucho por eso. Hacía muchísimo tiempo que el ejercicio salió de mi vida y creo que este era un buen tiempo para retomarlo. Abrí mi computadora pero más rápido de lo que quisiera me aburrí del juego de cartas. No tenía nada que hacer así que, de nueva cuenta, me dirigí al bosque. Me agradaba muchísimo el lugar y para evitar escuchar sonidos desagradables me lleve el iPod. Caminé a orillas del arroyo, no tenía muchas ganas de encontrarme con más gente. Después de unos cuantos minutos llegué al lugar. Era bastante frondoso y hoy no se sentía tan frío como ayer o al menos eso sentía. Veía bien a mi alrededor para evitar perderme y ser el hazme reír del lugar. Tenía razón el señor Cardozo, aprendería a ser más receptiva con lo que pasa a mi alrededor si es que quiero sobrevivir. No era muy fanática de la música clásica pero hay una pieza que particularmente me gustaba mucho, papá solía escucharla muy a menudo; es una pieza clásica de Strauss "Im Krapfenwaldl" y escucharla me recuerda a papá despreocupado en mis años de infancia donde a pesar de estar construyendo su negocio parecía disfrutarlo y cuando la bruja no era tan bruja. Busqué un cómodo lugar para sentarme y simplemente disfrutar del lugar. Este podría ser un buen lugar para aprender a ser perceptiva y consciente de lo que pasa en mi entorno. Cerré los ojos y me dejé llevar por la música, por el aroma de los árboles, el clima tan fresco y la tranquilidad del ahí. ¿Hacía cuánto no me sentía tan tranquila? Las peleas constantes con mi madre, el desobedecer a mi padre, los excesos; ya no había tiempo para mí, realmente para mí y no para satisfacer necesidades absurdas. Creo que la última vez que disfruté de mí fue cuando era niña y en soledad de mi habitación jugaba con mis muñecas. Recuerdo a las muchas nanas que cuidaron de mí aunque estaban más aterradas de tocarme o estar cerca de mí, por lo que "cuidaban" a distancia. Tenía demasiadas muñecas de muchos tipos, de las más caras que existían pero faltaba lo esencial, no tenía con quien jugar todo eso. En la ecuación entra el señor Cardozo; hasta donde tenía conocimiento era socio de mi padre y era también responsable del éxito de la cadena de hoteles que poseía mayoritariamente mi padre. Como su socio, pasaba mucho tiempo en mi casa, comía con nosotros e incluso se quedaba a dormir con nosotros. Con el tiempo se convirtió en uno más de la familia y yo le quería mucho. Jugaba más con él que con mi propia madre. Recuerdo una vez que dejó pintarse las uñas; sonreí ante el recuerdo. Fue una buena persona conmigo y la poca cordura que tengo se la debo a él. Él hizo la soledad un poco más iluminada para mí. Con tristeza me di cuenta que tuve todo lo que una niña quiso tener en cuanto a lo material pero no tuve mucha atención por parte de mis padres. A estas alturas, sumida en mis pensamientos, ya había escuchado la pieza unas seis o siete veces y cuando estaba por comenzar de nuevo, el aparato se apagó. La temperatura descendía. Lo cual indicaba que era tiempo de irme.
Intenté ponerme de pie pero mis piernas estaban ligeramente entumidas. Me quité los audífonos y los puse en mi bolsillo; intenté levantarme sin éxito. –Mierda.-Lenguaje.- Pegué un grito que incluso algunas aves volaron de donde estaba para alejarse. -¿Cuál es tu puto problema?- Me di la vuelta para encontrarme a la odiosa rubia tras de mí con la nariz y los ojos llorosos. Como por arte de magia me paré sin ninguna complicación. -Cuida tu boca.- Dijo en un tono más severo. -Cuidaría mi boca si no me asustaran o me sacaran de quicio como tú lo haces.-¿Qué haces aquí?-¿No tienes otra pregunta?- La quedé viendo molesta. -¿Está prohibido estar aquí?-No tan tarde... no conoces y podrías perderte.-No soy estúpida.-No dije eso.- Sacó un pedazo de papel de la bolsa de su pantalón y se limpió la nariz. –No conoces muy bien y es muy fácil perderse.- Sonreí. -¿Cuántas veces te perdiste?- Le pregunté con una enorme sonrisa burlona. -Un par de veces.- Sonrió tímida. -Por eso seguí la línea del arroyo. No hay como perderse así, creo.-Bien. A pesar de ser muy tranquilo aquí, deberías estar en casa temprano. A veces te topas con forasteros o gente del otro pueblo.-Gracias lo tendré en cuenta.- La quedé viendo un momento. -Estoy bien.- Dijo rápidamente. -Díselo a tu cara.- Comenzó a reír. -¿Estabas llorando?- Se encogió de hombros. -¿Puedo ayudar?-Escucha mis disculpas por lo que pasó en el arroyo.- Asentí y le di la pauta para que siguiera. –No fue por repulsión a ti.-¿Gracias?- Le respondí sarcástica. -Sólo quiero que sepas que no fue por ti.- Se veía bastante afligida, hice un intento por acércame a ella y de inmediato dio un paso hacia atrás. Comenzó a llorar y salió corriendo. -¡Ana!- Podría correr detrás de ella y perderme o podía esperarla a mañana.- ¡Mierda!- Ni siquiera sentí el viaje de regreso a casa, por alguna razón estaba furiosa. Molesta conmigo por haber ido al estúpido bosque, por encontrarme con ella, por disculparse, por todo. Esto es tan irritante. Ella es irritante. ¿Qué pasa con Ana?, ¿cuál es su problema? Dijo que no había sido yo pero en cuanto intenté acercarme ella se aleja. Una parte de mí repele a la rubia pero otra parte de mí comienza a intrigarse por su errático comportamiento. Decidí tomar una larga ducha, la necesitaba. Necesitaba enfocar mi
mente en algo más y quizá eso podía ayudarme. Puse la lap muy cerca del baño y puse música al más alto volumen. Necesitaba acallar lo que pensaba de alguna manera u otra. De nuevo, Till Lindemman y compañía fueron los indicados y vaya que sirvió. Me solté y pronto me encontraba bailando y cantando cual loca en la ducha, me olvidé de todo y simplemente disfruté. Después de no sé cuánto tiempo, salí de la ducha sólo con una toalla enrollada en el cuerpo; justo en ese momento tocaron a la puerta. -¿Quién?-Norma.- Abrí a puerta. -Pasa, por favor.-Ve a cambiarte. Te espero.- Su tono era muy solemne; asentí y rápidamente me metí a mi habitación para cambiarme. Me puse unos shorts rojos, una blusa blanca sin mangas y unas sandalias sencillas, ni siquiera me tomé la molestia de desenredarme el cabello. Regresé a la sala en donde Norma estaba, tensamente sentada en el sillón de una plaza. -¿Qué pasa?-¿Qué le hiciste a Ana?-¿Yo?, ¿qué demonios te hace creer que le hice algo?- De inmediato me puse a la defensiva. -Recién hablé con el pastor y me dijo que Ana estaba muy mal. Llegó llorando a casa y simplemente dijo que la pasó mal en el bosque.-¿Y piensas que fui yo tuve que ver con eso?-Sé que fuiste tú. Te vi salir en dirección a allí hace rato.-¿Me espías? No lo puedo creer.-Lara, ¿Qué pasó?- Ignoró flagrantemente mi acusación. -¡Nada! Fui a pensar un poco y de la nada se apareció. Se disculpó por una diferencia que tuvimos y cuando intenté acércame a ella salió corriendo.-No lo creo.-Me vas a disculpar pero me importa una mierda lo que pienses.Estaba muy molesta. -No te pases.- Advirtió. -¡Entonces no me acuses de cosas que no sabes! Para tu información ella ya estaba llorando cuando ella llegó a mí. Pueden preguntarle a ella; aunque quizá diga que la golpeé. Con lo exagerada que es.- Norma me veía buscando algún dejo de mentira en mi rostro. –Soy un total desastre pero no miento. A veces omito pero no miento.-Lara, ya te lo he...-Me gustaría irme a la cama, si no te molesta.- Asintió. -Hasta mañana.- No hubo respuesta mía y sin más salió de la casa. Esto ya era demasiado; no nos agradamos, perfecto pero, hacer un drama por encontrarse conmigo en el bosque era simplemente excesivo. La poca simpatía que
comenzaba a crecer en mí hacia ella se esfumó por completo. Llegué a la conclusión de que todo funcionaría bien en este lugar menos mi relación con la rubia. La mañana llegó muy rápido; como se comenzaba a hacer costumbre, las aves fueron mi despertador muchísimo antes de la hora debida. De muy mal humor me levanté y fui directamente a la ducha en la cual permanecí más de lo necesario. ¿Cómo lidiaría con la rubia hoy? Lo de ayer fue mucho y necesitaba explicaciones; ahora sí las necesitaba. Me vestí con la ropa deportiva que dejé arreglada desde ayer y me puse mis Asics Gel-Netburner anaranjados. Mis favoritos. A pesar de tener varios meses sin jugar voleibol me di el lujo de comprar (con dinero de mis padres) este par de tenis que eran simplemente hermosos. Desayuné rápidamente y justo a las seis y media esperaba por Norma en la entrada de su puerta. En cuanto la vi salí, no esperé por los buenos días y comencé a caminar delante de ella. Sólo quería que viera que iba a la escuela, no estaba de humor para charlas. Mi primera clase era historia y olvidé por completo que tenía que hacer la presentación así que me di a la tarea de improvisar; tomé unos marcadores para pizarrón y comencé a dibujar un mapa conceptual de las cosas más relevantes de la primera guerra mundial. Me llevó aproximadamente quince minutos terminar todo el mapa, leía y leía para evitar omitir algo importante pero lo único que constantemente veía a mi mente era la rubia. Tonta. Pegué mi frente al pizarrón y la dejé descansar ahí por varios segundos. -Apenas comienza el día y ya te veo cansada, ¿todo bien?- Pegué un brinco al escuchar la voz del profe Guadalupe. -No tanto.- Le contesté. Me sonrió simpáticamente y se dedicó a contemplar la información que había en el pizarrón. -Muy bueno, Lara, muy bueno.- Tomó un sorbo de la taza de café que llevaba en la mano. -¿Cuánto tiempo necesitas para esto?-Unos veinte minutos serán suficientes.- Asintió. La clase pasó bastante rápido, mi exposición se prolongó por más de media hora y buscaba que mis compañeros prestaran atención haciéndoles preguntas constantemente sobre lo que había dicho. Nadie se durmió así que lo tomé como algo bueno. Para mi sorpresa la rubia no apareció. De seguro seguía en casa llorando. El siguiente modulo era educación física y vaya que lo necesitaba. Nos dirigimos al domo y casi lloro al ver la red de voleibol puesta. La profe era alta, con el cabello rizado y corto pero lo que más se notaba era su nariz que era algo grande. Nos acercamos hasta quedar a unos metros de ella. -Tú debes ser Lara, ¿cierto?- Asentí. –Bueno, este parcial trabajaremos con voleibol, espero te guste.- Asentí de nuevo. Si tan sólo supiera. Los primeros minutos los usamos para estirar y calentar. Cuando eso ya estaba hecho la profe hizo sonar su silbato. –Quiero al equipo uno y tres en cancha.- Gritó la profe y mis compañeros de muy mala gana se acomodaron en sus posiciones. -¿Ya jugaste alguna vez?-
-Sí. Era parte del equipo de mi escuela en Texas.-¿Cuál era tu posición?-Libero.-Estás muy alta para ser libero.- Para el promedio de estatura en México mi metro sesenta y ocho era ser alta. -Me encantaba trepar árboles cuando era pequeña y escapar de las niñeras. Tengo habilidades.- Le sonreí. -Veamos que traes. Estarás en el equipo dos, ya que Ana no vino.Genial, tendría que remplazar a la odiosa. –No te cohíbas.- Con una enorme sonrisa. Esperamos a que alguno de los equipos hiciera diez puntos. Finalmente el equipo de Liv ganó. Ahora tocaba el turno del equipo dos y el cuatro. –Ve al saque Lara.- Tomé el balón y me acomodé para sacar; cuando comencé como izquierda tenía todo un ritual al sacar y así lo hice, necesitaba volver a jugar. Mi concentración terminó cuando escuché a Ofelia hablar con otra compañera. -Me preocupa que Ana no haya venido, quizá se enfermó de nuevo.- El simple hecho de escuchar su nombre hizo que todo lo que pasó ayer regresara a mí y tan pronto como escuché el silbatazo levanté la pelota y con toda la fuerza que pude estiré mi brazo para encontrarme con el balón en el aire. Sabía que había sido un buen saque por el sonido del golpe y corroboré mis sospechas cuando Ángel recibió el balón en el pecho, iba tan rápido que ni siquiera tuvo tiempo de meter las manos. Las risas de mis compañeros no se hicieron esperar cuando cayó al piso y se sobaba el pecho. Corrí a donde estaba él. -Ángel, lo siento muchísimo.- Casi a la par que yo llegó la profe Mónica. -¿Profe?- Preguntó el afectado. -¿Te sientes bien, Estrada?-Quiero estar en el equipo dos.- Todos lo que estábamos cerca estallamos en risas de nuevo. -Lara, ven conmigo.- Estoy en problemas. Sin decir nada la seguí y con temor vi que nos dirigíamos a la dirección. Ella me dijo que no me cohibiera y eso hice pero creo que fue algo excesivo. Tocó a la puerta. -Adelante.- Escuché la voz de Norma. Pasamos e incómodamente me quedé parada junto a la profe. -¿Qué pasa, Mónica?-Pasa que ya tengo a mi asistente para los entrenamientos por las tardes.- Dijo con una enorme sonrisa. La quedé viendo incrédula. -¿En serio?- Pregunté. -Pregúntale al pecho de Ángel si estoy en lo correcto.- Reí. -Podemos arreglar sus horarios, Mónica. Como bien sabes ella tiene que trabajar para pagarse su estancia aquí.-Lo sé y por eso vine directamente contigo. Nunca dije que fuera a ser gratis; puedo darle cien a la semana.-
-No...- La mujer alta levantó la mano para que dejara de hablar. -Sí sabes hacer algo bien nunca lo hagas gratis, Lara. Y vaya que esto se te da.- Norma se veía muy pensativa. -De acuerdo. Hablaré con el pastor y te haré saber sus horarios, ¿te parece?-Creo que al fin podremos ganar un partido.- La profe se veía bastante entusiasmada. Regresamos al domo donde mis compañeros hacían graciosas imitaciones de lo que había pasado minutos atrás. De nuevo me acerqué al chico de belleza abstracta. -Lo siento mucho, Ángel. En serio.-No te preocupes, el pelo en mi pecho amortiguó el golpe.- Se bajó levantó la playera y por "pelo en pecho" se refería a cinco miserables pelos esparcido en su pecho pero lo más notorio era la marca del balonazo. Incluso la profe Mónica comenzó a reír. Seguimos jugando por varios minutos más, todos pidieron cambio al equipo dos lo cual la profe rechazó. La chicharra que marcaba el receso sonó y todos corrieron de regreso al salón. -Nos vemos mañana, Orozco.- Gritó la mujer con cabello corto. Levanté mi pulgar hacia ella mientras me alejaba del lugar. La plática del desayuno, de nuevo se centró en el golpe a Ángel y sorpresivamente en la ausencia de la rubia. -Los días sin la perdedora son tristes, no hay a quien molestar.Todos en la mesa aplaudieron al "graciosísimo" comentario de Liv. -¿Por qué te cae mal?- Pregunté. -Es estúpida, es patética, es aburrida... ¿qué más?- Preguntó a los de la mesa. -Es virgen.- Contestó una de las chicas menudas, no recordaba si era Liz o Paola. Todos rieron. -No se necesita más para odiarla.- Tomó de su jugo de naranja. –No me digas que trabajar con su papá te ablandó el corazón.- Negué. -Para nada. A mí tampoco me agrada.- Se acercó más a mí y me abrazó. -Eres perfecta para el clan.Recién terminaba de comer y me preparaba para irme a la iglesia a cumplir con mi trabajo; no llevaba la mochila porque estaba segura que de nuevo no tendría asesorías de matemáticas. Eran pasadas de las tres y media y sabía que llegaba tarde. Corrí tan rápido como pude, con mi iPod y audífono en mano; me dije que el baño había sido en vano porque de nuevo me encontraba sudando. Al llegar a la iglesia el señor Cardozo estaba solemnemente para afuera. -Vienes tarde.- No había reproche era como una observación. -Lo sé, señor. Lo siento. Aún me estoy adaptando a hacerme mi propia comida.-Me alegra saber que expandes tus habilidades.- Me entregó una
cubeta de pintura y una brocha. –Las pilastras detrás de la iglesia aún no estaba pintadas. Pinta tanto como puedas y eres libre de irte a casa.-De acuerdo.- Lo sabía. No asesorías. Me puse los audífonos y me dejé llevar por la música. Las pilastras eran las que hacían contraste con el resto de la edificación ya que eran moradas y honestamente, se veía muy bien. Pintaba y cantaba, de vez en cuando bailaba. Buscaba la manera de hacer un poco más entretenido. Incluso me sentí con en "Karate Kid" y movía la brocha rítmicamente de arriba para abajo. El sol comenzaba a ocultarse y estaba ya cansada por lo que creí conveniente regresar mis instrumentos de trabajo adentro. El señor Cardozo leía en una de las bancas con sus gafas de marco negro sobre su nariz. Se veía algo gracioso con ellas puestas. -He terminado... por hoy.- Anuncié cuando estuve más cerca de él. -Deja las cosas aquí, dulce Lara. Yo las llevo adentro.- Asentí. ¿Gustas quedarte a la misa?-No creo que se me dé estar en las misas, señor. Pero agradezco la oferta.-Eres bienvenida siempre.-Gracias, señor. Nos vemos mañana.-Pasa una buena noche.- Esta vez no hubo protocolo de despedida, simplemente salí de ahí. Al llegar a casa me metí de nuevo a la ducha ya que estaba muy sudada, primero por haber corrido para llegar a tiempo y después por el tiempo que pasé pintando. Era algo que odiaba y amaba de mi cuerpo. Sudaba mucho lo cual ayudaba a perder calorías muy rápido pero, sudaba mucho por la más mínima actividad y a veces era muy incómodo. Después de la ducha me dispuse a terminar las tareas; ya que no había mucho por hacer no me queda de otra que hacer las tareas. Hoy no habría paseo por el bosque o por el arroyo o por cualquier lugar que propiciara un encuentro con la rubia. Y no creo que haya un paseo pronto. Pasadas las nueve de la noche estaba intentando entender los demás juegos de cartas de la computadora pero era inútil. Quizá porque jugar cartas no era de mi total agrado pero si quería estar "entretenida" por un rato quizá lo mejor era entenderle a esto. Estaba por comenzar una partida de "Carta Blanca" cuando tocaron a mi puerta. -¿Quién?-Norma.- ¿Se enojaría si le decía que no había nadie en casa? –Traigo café y galletas.- Dijo cuando abrí la puerta. Le hice un gesto con la mano para que pasara. Fui por dos tazas y las dejé en la mesa de la sala. –Lamento lo que pasó.-Está bien.-No, no está bien. Creo que mereces el beneficio de la duda, Lara y no me comporté correctamente contigo.-No fui muy amable para contestarte tampoco.-
-Tenías motivos para estar furiosa y después de lo que le hiciste a Ángel en la clase de deportes no creo querer hacerte enojar.- Ella sonrió y yo sentí que las mejillas me ardían. -Fue un accidente.-Ya lo creo.- Sirvió café para ambas y dejó las galletas sobre la mesa. -¿Realmente quieres ayudar a Mónica?- Preguntó después de varios minutos en los cuales no dedicamos a comer. -Totalmente segura. Me hacía mucho bien jugar y creo es buen lugar para canalizar mi... energía.-Amén.- Ambas reímos. Se quedó pensativa un rato. -¿Qué te hizo pegarle tan fuerte a la pelota?-¿Debe haber un motivo?-Tú misma dijiste que fue un accidente... algo te hizo sacar toda esa fuerza. Vi el pecho de Ángel.-¿Te conformas si te digo que le quería pegar?-Creí que no mentías.-Quiero omitir la verdad.-¿Tiene que ver con una melena rubia.- Mi silencio contestó. –Lara, ¿qué pasó?-¿No irás corriendo con el señor Cardozo a contarle?- Me rendí. -Claro que no. Puedes confiar en mí.-El domingo en el arroyo, tomé su mano y la quitó de una forma muy horrible... ayer en el bosque intenté acercarme a ella y salió corriendo. Me cuesta admitirlo pero me molesté mucho porque me hizo sentir mal. Como si le diera asco.-Lara, no es eso.- De pronto Norma se veía... ¿triste? -Tú sabes la verdad, ¿cierto?-Una parte de ella...-Y no me dirás nada.-Absolutamente nada. Sólo debes saber que es... es una buena chica. Es muy inteligente y es muy fácil hablar con ella.-Creo que es odiosa, fastidiosa y una pesada.-Yo creí que eras una niña mimada y lo eres pero tienes ciertas habilidades.-¿Lo dices por el voleibol?-Lo digo por todo. Tienes unos pocos días aquí y pareces estar cooperando.-No tengo opción, Norma. Más que cooperando me debo adaptar.-Y eso no tiene nada de malo, todo lo contrario. Espero que tu "adaptación" sea de mucha ayuda para ti.-Gracias. Por todo.-Me agradecerás mañana que vayas a misa conmigo.-
-¡¿Qué?!- Casi escupo el café, mientras la mujer de cabello castaño reía a carcajadas. -Sabía que pasaría algo así.-Tengo unas enormes ganas de insultarte.- Dije con rostro serio. -Pero sé que no lo harás.- Me hizo un guiño y bebió de su café. –Creo que ya es tarde y ambas necesitamos dormir.- Asentí. -Deja las cosas, ya las levanto yo.- Sólo tomó el recipiente donde llevó el café. -Dulces sueños, Lara.-Dulces sueños a ti también.- Se acercó a mí y me dio un pequeño abrazo. –Gracias por el beneficio de la duda.-Ni que lo digas. Nos vemos mañana.- Caminamos juntas a la puerta y esperé a que entrara a su casa para entrar a la mía. Levanté y lavé los pocos trastes que fueron usados; me desenredé el cabello y me metí a la cama. La única conclusión que pude sacar fue que podía confiar en Norma y ella haría un esfuerzo para confiar en mí. A partir de mañana tendría un nuevo trabajo y me serviría para pagarme los gastos y los más importante, aparentemente hay algo que causó el comportamiento errático de la rubia y diablos que me moría por saber que mierda le pasó.
A/N Millones de gracias por la increíble recepción que le han dado a esta historia. Gracias por los comentarios, la votaciones y los mensajes privados. Espero de todo corazón que les guste este capítulo. Quiero dedicar este capítulo a AoiYuki02 por casi hace que me reviente el corazón con el dibujo que hizo de mis chicas (Chris, Meg y Ali) Gracias por tus feedbacks en TR y por seguirme aquí también. Saludos enormes desde un rincón de México. Ale :)
Capítulo 4
Con mucho desgano me levanté de la cama; sí, me gustaban las clases; sí, estaba encontrándole cosas positivas a todo pero el despertarme desde las cinco de la mañana por los infernales pájaros era una mentada de madre. Ponerme la almohada sobre la cabeza me asfixiaría y estar echada en la cama no traería nada bueno así que me levanté a hacer algo decente de desayunar. Intenté de nuevo huevos revueltos; Norma me dijo que generalmente se acompañan de cebolla y tomate pero, particularmente, no me gusta ninguno de los dos así que decidí hacerlos simples. No salieron nada mal, tomando en cuenta que olvidé ponerles sal. Los acompañé con algo de frijol y café. Un vasto desayuno para comenzar el día. Hoy opté por llevar una sudadera ya que había mucha neblina y se sentía bastante frío. Justo a las seis y media esperaba a Norma en la entrada de su casa. -Buen día, Lara.-Hola, Norma.-¿Dormiste bien?-Sí. La parte de despertar tan temprano es la que no me está agradando mucho.-Deberías salir a correr o algo para aprovechar tu tiempo.-Cociné.-¿En serio?- Preguntó asombrada mientras caminábamos hacia la escuela. Asentí orgullosa. -¿Qué tal?-No quemé la casa.-Todo un triunfo.-Definitivamente.-Hoy hablaré con el pastor para acomodar tus horarios y que puedas ayudar a Mónica con el equipo.-También debo acomodar las tutorías de matemáticas con la rubia.-Bueno, hablaré también con la rubia para que aproveches tu tiempo al máximo.- Llegamos a la escuela y ambas partimos en rumbos diferentes, ella a su oficina y yo a la clase de química. Al llegar, para mí sorpresa, ya la rubia se encontraba ahí. Pasé muy cerca de donde estaba ella y pasé de largo al final del salón y me senté. Saqué la tabla periódica y me puse a estudiar en lo que la profesora llegaba. Escuché como se levantó de su lugar y muy lentamente se acercó a mí. -Ya elegí los elementos.- Me dio una copia de la tabla periódica con una mitad de los elementos pintadas de rojo. –Los que están en rojo son lo que tomé yo.-Perfecto.- Tomé la copia sin verla a la cara y continué estudiando. Se quedó parada por unos segundos. -¿Necesitas algo más?-Lo siento.- Se disculpó. -¿Por qué?- Ahora sí la vi directo a los ojos. –Una parte de mí
quiere colgarte y usarte de piñata.-No lo entenderías...-Honestamente no sé si quiero entenderlo. Creo que deberíamos apegarnos a lo que dijimos al principio, sólo a lo que tengamos que hacer y listo. Ninguna lidia con la mierda de la otra.- Levanté la mano a la altura de su cara. –Ni te atrevas a decir algo... me debes quedarte callada por la bronca que me echó Norma al creer que yo te había hecho algo.-Nunca dije que tú me hubieras hecho algo.-No, pero ella sacó la conclusión y tuvimos un acalorado intercambio de opiniones.-Te prometo que yo no dije nada en contra tuya.- Me veía a los ojos pero su voz se escuchaba tan frágil. -Como haya sido, eso no se repetirá.- Tomé un largo respiro. –Si nos encontramos en cualquier lugar, ya sea el bosque, el arroyo o donde sea simplemente nos ignoremos y así nos evitaremos muchos amargos momentos. Disfruto mucho ir a esos lugares y no quiero dejar de ir sólo por evitarte.-Lamento haberte asustado.-No lo lamentas.- Una ligera sonrisa se formó en su rostro. -No.-Bien. Al menos podemos ser honestas la una con la otra.-Buenos días, señoritas.- Entró saludando alegremente la profe Jaqueline. -A pesar de que eres un dolor de muelas me gustaría, algún día, ser honesta contigo.- Dijo la rubia antes de regresar a su lugar. ¿Quiere ser honesta conmigo?, ¿sobre qué? -Lara, ¿cómo vas con la tabla periódica?- Levanté la hoja. –Muy bien.- Ahora se dirigió a la rubia. -¿Están trabajando bien?-Todo bien, profe.- Respondió. -Me alegra saber eso. Eso quiere decir que serán una buena alianza para el futuro.- Quizá no. La primera parte de la clase fue teoría y luchaba por mantener los ojos abiertos y captar lo que la profe decía y gracias a los cielos que lo hice... parcialmente, pero puse atención. La segunda hora de la clase la profe nos entregó cinco hojas con ejercicios para resolver. Era una locura. Al ver la cantidad de hojas la mayoría de mis compañeros comenzaron a quejarse. –Llorones pueden trabajar en equipos.- Estaba por sentarse cuando habló de nuevo. –Lara y Ana juntas.- Liv y el clan comenzaron a reír. -¿Pueden contar el chiste?- Preguntó la profe dirigiéndose a donde se encontraba Liv y Ángel. -El chiste se cuenta solo.- Todos comenzaron a reír de nuevo. -Una más, Torres y te vas.- No dijo nada, dirigió su mirada a mí y sonrió burlona. Arrastré mi silla cerca de la rubia y se veía tan estresada como yo viendo los ejercicios.
-¿Le entendiste?- Pregunté mientras me acomodaba frente a ella. -No mucho, ¿tú?-No más que tú... me debatía entre dormir y poner atención.Sonrió. -La mitad que entendiste tú con la mitad que entendí yo puede dar un entero.-No empieces con matemáticas, por favor.- Comenzó a reír y todos voltearon a nosotras. –Ok, a trabajar.- Y vaya que nos dedicamos a trabajar, a final de cuentas la rubia tenía razón, complementamos muy bien las partes que escuchamos de la clase; al terminar ésta teníamos tres hojas llenas de respuestas. -Bien decía yo que hacen muy buen equipo.- Dijo la profe mientras revisaba las hojas con una enorme sonrisa en el rostro. -Bien hecho, equipo.- Susurró la rubia. -Yo hice todo así que bien hecho, Lara.-Claro que no.- Frunció el ceño. -Es una broma, majestad.- Se relajó de inmediato. –Ya sé que nunca aceptarías que sé más que tú.-Es que no sabes más que yo.-¿Quieres apostar?-Lo que quieras.-Me desafió. -Te vas a arrepentir, rubia.-Vas un semestre atrasado.-Por floja no por ser estúpida. Lo corroboraste en la clase de historia.-Suerte.-Sabes tan bien como yo que no fue suerte.- Ambas sonreíamos. Elige dos materias que te cuesten.- Se llevó el dedo índice a la boca y su mirada nunca se despegó de mí. -Inglés y deportes.- Comencé a reír. -Dos de mis fuertes.- Me quedé pensando momento. –Trigonometría y química.-Mis fuertes.- Sonrió aún más. -Perfecto. No podemos salir con menos de nueve en ambas materias.-¿Nueve?- La sonrisa no desapareció. -Nueve.- Lo pensó unos momentos. -Mejor diez. Que sea un verdadero reto.- Sonreí y le extendí la mano. Sus facciones cambiaron por completo y se veía muy estresada. Abrió mucho los ojos y comenzó a respirar rápido y muy fuerte. -¿Ana?-Lo siento.- Vi lágrimas en su rostro pero antes de decir algo salió
corriendo del salón. No, no de nuevo. Corrí tras ella, salió del edificio principal y se dirigía a la parte de atrás del domo. Me llevaba unos metros de ventaja pero al menos sabía su ubicación. Escuché sus sollozos, tomé un largo respiro y me acerqué donde estaba ella. Sentada, con las rodillas al pecho y la cabeza entre éstas, su lindo cabello rubio la cubría. Cuidadosamente me senté frente a ella, dejando suficiente espacio entre ambas. -Deja de huir.- Pegó un gran brinco cuando me escuchó. -¿Qué haces aquí?- Sus ojos rojos me veían con tristeza. -Deja de preguntarme eso.- Nos quedamos viendo unos instantes. –Quiero saber que pasa.- Negó con la cabeza. –No hemos tenido el mejor comienzo pero te he visto llorar y he decidido que no me agrada eso. Y menos que salgas como loca del salón cuando parecía que habíamos pasado un buen tiempo sin pelear.Volvió a poner la cabeza entre las rodillas. –Si quieres llorar, hazlo. No me voy a mover de aquí hasta que te sientas bien.- Y vaya que se echó a llorar. Con una enorme tristeza que hacía mucho no sentía me quedé contemplándola por varios minutos. ¿Qué la tenía así? Y lo más importante, por qué de pronto me importaba. Pero como siempre tomé una decisión sin meditar y corrí tras ella. No me arrepiento pero no me gusta la forma en que esta situación me hace sentir. Mucho tiempo después su respiración se controló y los sollozos cesaron. -¿Mejor?- Asintió. ¿Necesitas algo?-No te vayas aún, por favor.-No iré a ningún lado.- Me sonrió levemente. Me quité la sudadera y se la di. –Límpiate la cara.-No...-Límpiate la cara... por favor, majestad.- Tomó la sudadera por una de las mangas y con cuidado se limpió. –No te contengas. Límpiate bien.- Así lo hizo. Ahora su cara estaba sin rastros de lágrimas y lo único que la delataba eran sus ojos rojos e hinchados y el tinte rojo de su piel. Dobló pulcramente la sudadera y la dejó a un lado de ella. -Mañana te la traigo lavada.-Debería darte mi ropa para que te limpies y evitar lavar.- Comenzó a reír. Me veía directo a los ojos. -Tus ojos están más oscuros que hace rato.-Se ponen oscuros cuando algo no me agrada.-Si no quieres estar aquí lo entiendo.-No lo dije por estar aquí contigo. Lo dije por la situación que nos trajo aquí.- Inmediatamente fijo su vista a otro lado. –No te pido que me lo cuentes, sólo te pido que hables con alguien y que busques ayuda a lo que sea que esté pasando.- Su vista se mantenía fija en el pasto debajo de nosotras, mientras nerviosamente jugaba con sus dedos. -No soporto que me toquen.- Habló después de varios minutos en total silencio. Esperé... en realidad no esperaba que me dijera algo y me suelta algo
así. No soy muy perceptiva pero que esto la tuviera así implicaba algo malo. ¿Qué debía decir?, ¿qué se dice en estas situaciones? –Debes pensar que soy patética.-No, Ana. Es sólo que no sé qué decir.-No se lo digas a nadie.- Dijo afligida. -¿Crees que haría algo así?- Sus ojos se posaron sobre los míos y segundos después negó con la cabeza. –Bien. Porque no lo haré. Sólo haré carteles con la información y voy a pegarlas por toda la escuela.- De nuevo se puso tensa. –Estoy bromeando, majestad.-Eres fastidiosa.-Lo sé.- Estaba por agregar algo cuando la chicharra sonó anunciando el receso. -¿Quieres regresar allá?- Asintió. Me puse de pie rápidamente y estuve a punto de tenderle la mano para levantarla pero de inmediato la puse detrás de mi espalda. Afortunadamente no se dio cuenta de lo que traté hacer. Cuando estuvo de pie frente a mí esbozó una pequeña sonrisa. -Gracias.-De nada.- Una brillante idea vino a mí. –Levanta tu mano, como si fueras a hacer un juramento.- Me vio confusa. –Confía en mí.-Pides mucho.- Sonrió. -Fastidiosa.-Lo sé.- Después de unos segundos levantó la mano derecha, di un paso para quedar un poco más cerca. Nunca rompí el contacto visual, se alteró al verme más cerca pero ahora no se quitó. Levanté mi mano izquierda y la dejé a unos centímetros de la de ella, a la misma altura. -Estamos sellando el pacto de obtener por lo menos un nueve en nuestras respectivas materias favoritas. Y la que pierda tendrá que darle algo a la otra.-Eso no era parte del trato.-Ahora lo es, tonta.- Escuchamos las voces de Liv y el clan y ella de inmediato dio un paso hacia atrás. -Debo admitir, Lara que ni yo la he hecho llorar. Felicidades.- Y quedó viendo a la rubia de una manera que me hizo sentir nauseas. No me agradaba la rubia pero lo de Liv era excesivo. -Aléjate de mí, Lara.- Dijo la rubia para mi sorpresa y salió corriendo de ahí. Todos comenzaron a reír. -Esto merece un festejo en el bosque.-Definitivamente.- Dije viendo como la rubia se alejaba. El resto del día pasó extremadamente lento, evité contacto tanto con el clan como la rubia hasta que llegó la clase de trigonometría en la cual me obligaron a trabajar con ella. Simplemente hablamos de cosas de la clase y con algo de molestia me di cuenta que estaba evitando el contacto visual conmigo. ¿Ahora qué le pasó? Generalmente la rubia se quedaba al final de la clase esperando que todos
salieran, ahora entendía porque, pero esta vez fue la primera en salir corriendo de ahí. Estaba por alcanzarla cuando Liv apareció en mi campo visual. -¿Qué le hiciste para que llorara?-¿Ah?-¿Qué le hiciste a la monja para que llorara?-Nada. Es bastante sensible, no se necesita mucho.-Yo llevo jodiéndola desde que vino y nunca se había comportado así. Algo debiste haber dicho o hecho.- Liv realmente estaba interesada en el tema. -Le dije que era una tonta.-¿Y ya?-Sí.-¿En serio?-Sí, maldita sea. Sólo dije eso.- Contesté molesta. -Alguien necesita un buen revolcón.-No me quieres de enemiga, Liv.- Comenzó a reír y me abrazó. -Te quiero hacer un altar.- Su sonrisa mostraba sus níveos y perfectos dientes. Era guapa, su cabello castaño debajo de sus hombros, completamente liso. Poseía facciones muy finas su nariz era pequeña y derecha, boca grande con una espléndida sonrisa y ojos azules. Atractiva pero con una necesidad de estar fastidiando a la gente. Porque lo poco que conocía fastidiaba a todos pero centraba su atención en la rubia. -¿Por qué te cae tan mal?-Todo el puto lugar la tiene como una santa y yo creo que es una mosca muerta necesitada de atención.-¿Le tienes envidia?- Volvió a reír a carcajadas. -Envidio primero a una cucaracha antes de envidiar a la imbécil esa.- No, no le agradaba la rubia en absoluto. Me llevó abrazada hasta la salida de la escuela cuando estábamos por partir a lugares diferentes hablé. -¿A qué hora celebramos?-Depende de tus horas de trabajo.- Dijo con una sonrisa burlona. -Estoy libre entre las ocho y las nueve.-Bueno, ya sabes dónde encontrarnos.-Te veo más tarde.- Me hizo un guiño y se alejó del lugar. -Eso no es algo bueno.- Pegué un brinco al escuchar la voz de Norma detrás de mí. -Es convivencia.-Que incluye alcohol y cigarros.-Me voy a limitar. No te diré que no saldré con ellos porque me agradan y es muy divertido. Pero tengo el beneficio de la duda por parte de alguien...- La quedé viendo. -Sólo no quiero que faltes a tus compromisos.-
-Iglesia a las tres y voleibol a las cinco.-Tus asesorías las moví para el fin de semana.-Perfecto.-Habla con ella hoy para ponerse de acuerdo con la hora.-Lo haré aunque no creo necesitar más de dos.-¿Tan pocas?-Soy buena.-No lo dudo.- Me sonrió. Nos vemos más tarde.- Ahora tenía un pacto y quería ganarlo a como diera lugar. Llegué a casa y mis ganas de cocinar eran proporcionales a mis ganas estar en este lugar así que comí una deliciosa taza de cereal; y luego otra; y una más. Recordé que después de la iglesia iría con Mónica así que necesitaba energías. Me puse unos shorts, mis Asics y una playera blanca; estaba lista para mis compromisos. Inusualmente contenta caminé a la iglesia, esperaba con ansías que dieran las cinco de la tarde para correr a la escuela y jugar. Era como comer unos tacos después de estar a dieta por varios meses. Necesitaba volver al ruedo. Al llegar me encontré con la rubia esperando en la puerta principal con una cubeta y una brocha. -Papá me dijo que terminaras lo que dejaste pendiente ayer.- Ni siquiera se dignó en voltear a verme. -Ana, ¿qué pasó hace rato?-Nada.-Eres tan desesperante.- Ahora sí me vio a los ojos. -Estamos en sintonía.- Sin decir más se metió. Cada vez veía más factible la posibilidad de colgarla de un árbol. La alegría de unos momentos atrás descansaba en paz ahora. ¿Qué maravillosa habilidad tenía la rubia para enfadarme tanto? No era que se necesitara mucho, pero lo de ella debía ser un récord. Un día "con ella" era una montaña rusa de emociones. Trabajamos bien por la mañana; me dijo algo que, obviamente, nadie sabe y después corre como loca pidiéndome que me aleje de ella. Sí, muchas cosas pueden llegar a funcionar menos ella y yo. Me dediqué a mi actividad, ni siquiera me tomé la molestia de ponerme los audífonos. Estaba tan de mal humor que ni siquiera quería escuchar música. Con horror me di cuenta que la única persona que me ponía de un humor así era la bruja; genial, me aleje de esa loca y me encuentro con este dolor de culo. Terminé faltando quince minutos para las cinco y me detuve porque me quedé sin pintura. Di unos pasos hacia atrás y me di cuenta que unas partes estaban más pintadas que otras; había hecho mal mi trabajo y esto me hizo enojarme aún más. Había desperdiciado pintura, no avancé mucho y debía pedir una disculpa con el señor Cardozo. Bufando entré a la iglesia para dejar las cosas en su lugar y largarme a la escuela. La rubia se encontraba leyendo en una de las bancas. -¿Dónde puedo dejar esto?- Hasta yo me sorprendí de lo enojada
que me escuchaba. -Em... este... déjalas aquí.- Me veía con algo de temor. Prácticamente dejé caer el bote y eché dentro la brocha. Sin más me di la vuelta y corrí a la escuela, no quería llegar tarde. Cuando llegué al lugar Mónica ponía la red. Vestía unos shorts negros y una playera igualmente negra. Debía estar asándose con el terrible calor. -Hola, Lara.-Hola.-¿Mal día?-Un poco.-Bueno, nada que una buena dosis de voli no arregle.- Me sonrió y yo simplemente asentí. Ayudé a terminar de poner la red y la ayudé yendo por los balones a una bodega dentro de la escuela. Cuando regresé había unas diez chicas esperando en la cancha, entre ellas Ofelia y Paola. Dejé la bolsa con los balones cerca de Mónica, quien hizo sonar su silbato. –Hola, niñas. Hoy se integra a los entrenamientos Lara y sé que nos será de mucha ayuda porque ha tenido experiencia jugando y es muy buena.-Ángel lo puede corroborar.- Dijo Paola, y dos chicas de mi salón, Mónica y yo nos largamos a reír. -Lara, estiramiento y calentamiento.- Me indicó. Asentí. -En círculo, por favor.- Esto era nato para mí. Aquí estaba en mi zona de confort, aquí nada ni nadie me molestaba, aquí era yo misma. –Comenzamos con cuello. Contamos hasta ocho.- Mostré lo que debíamos hacer. –No las escucho, chicas.- "La actitud y las ganas se muestran desde el calentamiento en cada entrenamiento" era el mantra de mi coach en Texas. Y vaya que teníamos un buen grupo, una buena base de jugadoras y un buen ambiente de entrenamiento. Éramos una familia. Y la decepción de la coach al sacarme del equipo fue lo que más me dolió; ella confiaba en mí y yo la defraudé. Y ahora, de nuevo, me encuentro con una mujer que no quiere más que ayudarme. No cometeré el mismo error dos veces. Cuando el calentamiento terminó tenía la playera algo sudada y vi que muchas de mis compañeras se veían algo fatigadas. Esto apenas era el comienzo. Busqué a Mónica para decirle que ya estábamos listas y la encontré poniendo uno conos en la línea de base de la cancha. Me acerqué a ella. -Terminamos.-Bien.- Dijo con una sonrisa. –Chicas para acá.- Las chicas se acercaron con unas ganas que... me hicieron bostezar. Tenemos que trabajar en la actitud y mucho. –Laterales, de aquí a acá.- Señaló a los conos. –Después al frente y recepción dirigida.- Las chicas se veían entre ellas. –Lara.- Hice lo que indicó sin ningún problema. Di pasos laterales de cono a cono y rápidamente corrí al frente para esperar el balón que Mónica lanzó el cual regresé de nuevo a ella con la recepción. ¿Ven? Fácil.- Dijo muy alegre. La mayoría de mis compañeras me veían como si quisieran atravesarme con la vista.
Y la parte física del entrenamiento concluyó con malas caras hacia mí y unas sonrisas simpáticas por parte de Ofelia. Estaba acostumbrada a los malos gestos y ellas tendrían que acostumbrarse a verme constantemente. Mónica armó dos equipos; ¡sí! Partido. Mónica quedó en un equipo con Paola y una chica bajita de ojos rasgados que voleaba muy bien, Belém, si no mal recuerdo; ella sería una buena acomodadora. En mi equipo quedó Ofelia y otras chicas que no estaban tan mal pero podrían estar mejor. Y con el entrenamiento lo lograríamos. La "cascarita" comenzó con el equipo de Mónica sacando, fácilmente recibí la bola y la pasé a Bety, una chica zurda que también era muy buena con el voleo. Ella sin esfuerzo hizo llegar la bola al otro extremo donde Ofelia intentó rematar; lo logró pero la pelota llegó fácilmente a donde estaba la otra acomodadora que de inmediato subió la bola para Mónica. Ésta sin miramientos golpeó fuerte con dirección a mí; apenas alcancé a meter las manos para defenderme, o hubiese quedado con la marca del balón en la frente. -Alguien está oxidada.- Dijo la mujer alta y todas comenzaron a reír. -Hazlo de nuevo.- Dije con una enorme sonrisa. Bueno, la práctica estuvo lleno de risas y golpes entre Mónica y yo. Esto fue bueno para mi relación con las del equipo, entendieron que por más buena que una sola jugadora pueda ser, las otras cinco son igual de fundamentales. Bety se convirtió rápidamente en mi cómplice y parecía que hubiésemos jugado juntas toda la vida. El momento cumbre llegó en el punto final cuando Mónica y yo coincidimos frente a la red. Belém acomodó el balón a la mujer de cabello corto y yo brinqué al bloqueo... Fallé. Aunque logré tocar el balón no fue suficiente para detenerlo. Las del su equipo comenzaron a brincar de alegría. –Buen juego, chicas.- Me volteé y choqué cinco con cada una de mis compañeras. Tenía la playera pegada al cuerpo de tanto sudor y agradecí por traer un top negro o estaría dando un buen show. La noche comenzaba a caer y para mi sorpresa la mayoría de mis compañeras se despidieron de mí. Ayudé a quitar la red y a guardar los balones. Al entrar a la escuela aproveche a tomar un poco de agua ya que, tontamente, olvidé traer algo para hidratarme. A mi regreso Mónica estaba con la red pulcramente enrollada bajo su brazo derecho y sonreía. -Buen partido.-Me aplastaste.- Comenzó a reír. -Un poco.- Ahora yo reí. –Pero eres muy buena. Es una pena que no hayas seguido.-Si hubiera seguido no estaría aquí... y una parte de mí, que quizá esté drogada, le agrada estar aquí ahora.- La risa de Mónica era incontenible. –Que conste que te voy a bloquear un día de estos. Sólo necesito entrar en ritmo de nuevo.-El día que me bloquees te doy doscientos pesos.-
-Trato.- Dije de inmediato. -Mi dinero está a salvo.- Sonreía mientras caminábamos fuera del domo. -No por mucho.- Nos despedimos con un abrazo y partimos a nuestros hogares. Llegué a casa de inmediato me metí a la ducha. Mi humor había estado muy inestable hoy pero ahora estaba muy contenta. Contenta con ayudar, contenta por jugar, contenta por conocer gente nueva, contentar por jugar, contenta por el reto con Mónica, contenta por jugar... Contenta por jugar y lo que derivo de esto. La canción LDN vino a mi mente y de pronto recordé que me faltaba algo, mi iPod. -Mierda- Y ahí va de nuevo mi alegría. -¿Cómo puedo ser tan estúpida?- Terminé de bañarme rápido y me cambié para ir al bosque. La computadora marcaba las ocho y media de la noche y el clima era perfecto, ni frío ni caluroso. Estaba en un pueblo pequeño y eran personas muy amables quizá debería preguntar por mi valioso aparato mañana por la mañana. Acercándome al bosque podía escuchar las carcajadas del clan y estoy casi segura que las risas tenían que ver con Ángel haciendo una tontera. Y no me equivoqué, cuando llegue a ellos Ángel colgaba de un árbol y hacía sonidos de mono. Me uní a la risa. -Vino mi chica.- Dijo Liv acercándose a mí, abrazándome con una mano y entregándome una cerveza con la otra, la cual acepté y bebí. –Por hacer llorar a los perdedores.-¡Salud!- Dijeron los del clan. Incómodamente bebí porque recordé que esto era por la rubia, la cual me sacaba de mis casillas pero me había confiado algo muy importante para ella y aún no sabía por qué. -Juguemos.- Gritó Liv y todos comenzaron a gritar emocionados. -Nada de esconderse, por favor.-No. Vamos a jugar a "yo nunca".- Todos me quedaron viendo. –Decimos algo y si lo has hecho bebes.- Este juego me emborrachó muchas veces. -De acuerdo.- Nos acomodamos lo mejor posible de manera que quedamos en un casi círculo en donde todos nos podíamos ver. –Comienzo yo.- Todos asintieron. –Yo nunca he estado en la detenida.- Liv y yo bebimos. -Recuerda que no hay muchas cosas emocionantes en este puto lugar. Así que habla de gallinas y vacas.- Risas de nuevo. Dios, esta mujer era horrible pero me agradaba mucho. –Voy.- Meditó un poco. –Yo nunca me he acostado con un maestro.- Liv bebió, yo también y sorpresivamente Ángel también.- ¿En serio?- Me preguntó. -Bueno, era un asistente pero estaba muy bueno.-¿Ángel?-¿La señora del aseo cuenta?- Escupí la cerveza que estaba bebiendo. -No sé cómo puedes ser tan retrasado.- Dijo Liv molesta mientras
los demás reíamos a carcajadas. -Voy.- Dijo Liz entusiasmada. –Nunca he besado a una chica.- Los ojos de Liv me veían atentos y segundos después bebió, al igual que Liz y Ángel. Me reí de éste último. Era imposible este chico. -Me cuesta creer que nunca hayas besado a una chica.-No son lo mío, Liv.-¿Ni un beso?-Alguien en una borrachera dijo que me besé con una de mis mejores amigas pero no lo recuerdo y ella tampoco.-Que conveniente.-Sí beso a alguna chica te lo haré saber.-Besa a la monja.- Dijo Liz. Pero su comentario no hizo eco. -¿Y tú a quién besaste?- No quería hablar de la rubia. Agachó la cabeza. -A Yuri.-¿Quién mierda es Yuri?- Espetó Liv. -La chica de quinto. Juega fútbol.-Las tortillas siempre juega fútbol. Que asco.-Tú también besaste a una chica, entonces tú también das asco.-Yo probé. Es diferente.-No te quita lo tortilla.- Las risas no se hicieron esperar y ella me veía molesta. -Algo me dice que sí lo has hecho.-¿Tu vibras tortilla?- Ahora ella también comenzó a reír. -¿Se imaginan que alguien besara a la monja?- Dijo Ángel. -Deberías aceptar la propuesta de Liz y besar a la monja, Lara. Serían las tortillas nerd del pueblo. "La Virgen Tortilla"- Oficialmente esto era un desmadre. –Sí la besas te doy mi herencia.- Estoy segura que las risas se escuchaban hasta la casa de Norma. -Por supuesto que no la besaré.- Dije de inmediato. -A mí también me daría asco.- Agregó Liv. Nuestra noche de festejo terminó casi a media noche. Mañana todavía teníamos clases y debíamos dormir un rato para ser funcionales mañana. La mayoría no pasamos de tres cervezas y esa infernal combinación que casi me mata la vez pasada, no hizo acto de presencia. Dichosamente. Esta vez los servicios de Ángel no fueron necesitados ya que íbamos sobrias. Ángel, Liv y Liz partieron por un camino diferente mientras que Paola y yo caminamos juntas, ella vivía bastante cerca de mi nuevo hogar. -Eres buena.- Dijo la chica de lentes. -¿En qué?-No te hagas la loca. El voli.- Me sonrió. –Lo de hoy con la profe
Mónica fue increíble.-Eh... Gracias. Me gusta mucho.-Se nota. ¿Jugabas antes?-En el colegio en Texas. Entrenábamos tres horas al día.-Ahora entiendo.- Guardó silencio un momento. -¿Por qué...?-Preferí las fiestas y dejé de asistir a entrenamientos y partidos. Me quitaron el uniforme.-Lo siento.-Gracias. Pero ahora estoy aquí y algo debemos sacar.-Vamos a mejorar contigo.-Espero mejorar con ustedes.- Nos despedimos y continué mi camino a casa. Sólo se escuchaban mis pasos sobre la tierra y los sonidos de algunos animales en la distancia. La temperatura había descendido pero seguía siendo agradable. Estando cerca de casa saqué mi llave para abrir la puerta. Agradecía estar sobria porque la última vez me costó una infinidad encajarla en la cerradura. -Se te cayó algo.-¡Mierda!- Una voz salió detrás de unos arbustos. –En serio, ¿cuál es tu puto problema?- Simplemente extendió su mano derecha y en ella estaba mi iPod y mis audífonos. Su cara roja me decía que de nuevo había estado llorando. –Gracias, rubia.- Puse mi mano izquierda unos centímetros debajo de la suya para que dejara caer el aparato. Después de unos segundos lo hizo. Llevaba el cabello amarrado en una coleta lo cual hacía visible sus pequeñas orejas. -¿Estás bien?-No.-¿Puedo hacer algo?-No.-¿Conoces otra respuesta?-No.- Comenzó a caminar lejos de mí. La seguí. -¿A dónde vas?-A dejarte.-No necesito que me lleven.-No te preguntaba.-Tú regresarás sola.-Me sé cuidar.-¿Qué estás implicando?-Que tú eres tonta.-Déjame, Lara.-¿Así como querías que te dejara de molestar hoy en el receso?Caminé más rápido y me puse frente a ella. -¿Por qué hiciste eso?-Era lo mejor.-¿Para quién?- No me contestaba. -¡Háblame!- Se encogió y cubrió su cara sus manos. -No me grites, por favor.- Estaba llorando de nuevo. –Deberías hacerles caso y alejarte de la monja que da asco.-
-Escuchaste.-No soy muy discretos.- Seguía llorando. -Discúlpame por gritarte, Ana. Es que esto es muy... frustrante.- Mi cabeza estaba teniendo un tsunami de pensamientos. –Camina, majestad. Es tarde y debes ir a la cama.- Me hice a un lado para que caminara y afortunadamente lo hizo. En total silencio llegamos a la iglesia pero me guió a otra puerta, casi en la parte de atrás. Abrió la pequeña puerta de madera y la dejó abierta; pasé y cerré ésta. Unos metros después salimos justo en el comedor. Ella se sentó y puso la cabeza entre sus manos, sus codos estaba apoyados en la mesa. Me tomé la libertad de servirle un poco de agua. –Bebe.- Tomó el vaso y dejo menos de la mitad del líquido. -¿Estás sola?- Asintió. -Papá fue al otro pueblo tenía unos asuntos que tratar.-¿Estarás bien sola?- Sonrió con tristeza. -Sí.-¿Segura?- Asintió. –Ve a la cama.-¿Qué?-Que vayas a la cama. Me iré cuando estés acostada.-No soy una niña para que me lleves a la cama.-No eres una niña pero, te comportas como una. A la cama.- No dijo nada y comenzó a avanzar. -¿Dónde están las luces de la cocina?-Cerca de la estufa.-Bien.- La dejé en la puerta de su habitación.- Deja de llorar o mañana llegaras hinchada a clases.-Lo intentaré.-Buenas noches, majestad.-Buenas noches, Lara.- Salí de ahí echa con demasiadas emociones al mismo tiempo. Pero sobre todo confundida, ¿por qué de pronto me interesaba en el bienestar de la rubia? Una parte de mí decía que lo hice porque fue muy amable de entregarme mi preciado iPod y lo menos que podía hacer ella acompañarla a casa. Pero otra parte de mí sabía que nuestros encuentros eran una constante, en la escuela, en el bosque, en la iglesia, en todos lados y el hecho de que me contara acerca de su... problema dibujó un hilo delgado entre nosotras. Con su revelación nos conectamos.
A/N Hola, querid@s lectores. No tengo palabras para describir lo feliz que estoy con la recepción que ha tenido mi historia. En serio, sus comentarios y valoraciones significan mucho. Y a pesar que dije que no los mal acostumbraría, mañana será un día muy pesado para mí y será casi imposible actualizar. Así que disfruten. ;) Saludos desde un rincón de México :) Ale
Capítulo 5
Una semana había pasado desde que estaba aquí; hoy, preciado viernes de nuevo las aves me cantaban mucho antes de la hora para despertarme. No, definitivamente no me acostumbraría a ellas, al menos no por ahora. A final de cuentas estos amaneceres tan temprano me ayudaban a practicar mis habilidades culinarias. Logré hacer unos huevos estrellados sin salpicarme el aceite... al menos no tanto como la primera vez. Al menos a estas alturas ya no moriría de hambre. A la hora acostumbrada esperaba por Norma en un punto intermedio entre nuestros hogares. -Buenos días, Lara.-Buen día, Norma.-¿Las aves?- Asentí.- Poco a poco, señorita.- Le sonreí ampliamente. -¿Qué tal tu noche?-Ángel es muy gracioso, nos entretuvo un gran rato. Si te refieres al alcohol no fue mucho apenas y me tomé un par cervezas.-No, para nada, Lara. No te preguntaba por lo que hiciste. Simplemente quiero hacerte plática y saber si te divertiste.-Aprecio mucho eso, sí lo hice. Hasta...- La rubia vino a mi mente. ¿Por qué Ana no soporta que la toquen?- La mujer parecía que se ahogaba con el viento. -¿Cómo sabes?-
-Ella me dijo.-Es algo que ella debe decirte.-¿Entonces sí sabes?- Asintió. -¿Es malo?- Después de unos segundos volvió a asentir. -¿Ella te dijo?-Sí. Ayer salió como loca de la clase de la profe Jaqueline y la seguí.-¿Y sólo eso?-Pasaron algunas cosas... No la entiendo. Creí que habíamos avanzado algo y de la nada de nuevo me pidió que me alejara.-Ana ha pasado por muchas cosas.- Volteó a verme. -Sigo creyendo que sólo se dieron la impresión equivocada. Yo sé que van a congeniar muy bien.Comencé a reír. -Yo un desastre y ella la hija del pastor. La combinación perfecta.Dije sarcásticamente. -Hay opuestos que funcionan muy bien.-¿Has funcionado tú con algún opuesto?-Mi hermana.-Es tu familia. Prácticamente estás obligada a que te agrade.-Sabes tan bien como yo que no es cierto.- La bruja vino a mi mente. -Aparte de tu risueña hermana.- Norma rió. -Sí pero es muy temprano para hablar de eso.- No sé si se refería a la hora del día o nuestra relación que apenas se formaba. -Lo siento.-Está bien. Es sólo que esta charla debe estar acompañada de café y galletas y muchos pañuelos.-De acuerdo.-Entonces, Ana abrió su corazón contigo.-No creo que haya sido así, fue más como "te lo digo para que dejes de joder".- Norma reía. Un poco de esa alegría no le caería nada mal a su hermana. -Te equivocas por completo, si ella te dice algo es porque confía en ti. Es una persona muy reservada; como ya te habrás dado cuenta. Sólo abre tu mente, Lara.-No esperes mucho, Norma. No esperes mucho.- Llegamos a clase y para mi fortuna me tocaba una hora de matemáticas por lo que, si la rubia aparecía tendría que trabajar con ella. Como se comenzaba a hacer costumbre me despedí formalmente de Norma y me dirigí al salón que me correspondía. Estaba completamente vacío. Me senté, me puse los audífonos y me dediqué a escuchar música en lo que la clase comenzaba, aún faltaba más de media hora. Cerré los ojos y me dejé llevar por la música. Estaba a punto de quedarme dormida cuando alguien
me quitó uno de los audífonos. -Pero que...-Lenguaje.- Una sonriente rubia me veía divertida. -Veo que vuelves a ser un dolor de culo.- Le dije también con una sonrisa. –Lo que escuchaste ayer, yo...-No quiero saber de eso. Escuché lo suficiente.-Quiero que sepas que yo no tengo nada en contra tuya... bueno, no me agradas mucho pero eso no implica que me des asco o algo así. Para nada.-Lo sé, Lara.- Nos quedamos viendo unos instantes, nadie decía nada. –Gracias por lo que hiciste ayer.-Gracias por rescatar mi iPod.-¿Puedo decirte algo?- Asentí. -Intenté escuchar lo que tenías pero la contraseña no lo permitió.Sonreí. Me quité los audífonos y se los di. –No, tú estás escuchando.-Estaba hasta que una odiosa rubia me interrumpió.- Me sonrió cómplice. –No creo que sea tu estilo pero tómalo, por favor.- Muy tímidamente puso su mano derecha debajo de la mía y dejé caer el aparato.- La contraseña mil novecientos noventa y nueve.-¿En serio?-En serio. Mi año de nacimiento.-¿Cuándo cumples años?-Pronto.-¿Cuándo es pronto?-Muy pronto.-Lara, deja de ser fastidiosa y dime cuando cumples años.-¿Cuándo cumples tú?-El veinte de junio.- Me sonrió. -¿Ves? Es fácil decirlo. ¿Cuándo cumples años?-Pronto.-¡Lara!-¿Para qué quieres saberlo?, ¿me vas a hornear un pastel?-Puede ser.-Que no sea de chocolate.-¿No te gusta el chocolate?-No mucho.-Está bien, no será de chocolate.-Veintisiete de abril.- Comenzó a aplaudir con entusiasmo. –De verdad que eres muy tonta.- Segundos después la profesora García entro. -¿Cómo está mi dúo dinámico?-Pudiera estar en mejor compañía.- La rubia me quedó viendo molesta pero de inmediato sonrió.
-Tomaré eso como un "muy bien".- Faltaban algunos minutos para que la clase comenzara; la rubia se sentó a lado de mí y se puso los audífonos y yo saqué una de mis libretas para hacer garabatos en ella. Poco a poco la clase se fue llenando y justo las ocho la chicharra sonó. -Tengo algunas preguntas para ti.- Dijo la rubia pero con una sonrisa juguetona. -Adelante.-Después de clase.- Tal cual pasó las clases anteriores trabajé con la rubia y definitivamente hacíamos buen equipo. Ayudaba tanto como podía pero las habilidades de Ana me superaban y mucho. Por lo que debía hacer todo por prestar atención y poder ganar la apuesta. La clase terminó entre risas ya que Liz se cayó en su intento de ir a tirar basura, su pie se trabó y cayó graciosamente en los pies de la profe, incluso ella no pudo aguantar la risa. Con dolor de estómago salí de la clase y esperé en la puerta hasta que la rubia salió. -¿Cuáles son tus preguntas?-¿Por qué tienes una canción que se llama "Te Quiero Puta"?Comencé a reír de nuevo. Me tuve que poner en cuclillas porque el dolor de estómago era mucho. –Sólo vi el nombre de la canción, no me atreví a escucharla.- Reí más fuerte aún. Me tomó algunos minutos poder controlarme. -Que bueno que no la escuchaste; de seguro me hubieras tirado agua bendita.-Para tu suerte el agua bendita la dejé en los otros jeans.-La rubia tiene sentido del humor.- Abrí mi mochila y saqué el cargador de mi iPod. –Toma. Hay muchas canciones y por lo que veo eres bastante curiosa. Te doy el fin de semana para que lo tengas.-¿Y tú?-Tengo la computadora y mi mente está llena de música.- Me sonrió. -Parece que no eres tan fastidiosa después de todo.-Sólo estoy siendo amable, aún creo que eres una tonta.-Entonces sigues siendo una fastidiosa.- Pasó cerca de mí y me sacó la lengua. -Tonta.-Fastidiosa.- Con una sonrisa en el rostro la seguí a nuestra siguiente clase. La hora de ética pasó bastante lenta y aburrida. Si de por sí la materia es bastante sosa el profe Alcázar no ponía mucho de su parte para hacerla más alegre. En absoluto. Varias veces me encontré haciendo un enorme esfuerzo para mantener los ojos abiertos, Liv y el clan de plano se quedaron dormidos; incluso la rubia bostezó varias veces durante la clase. Después nos tocaba inglés. Teníamos que hacer unas hojas usando
presente continuo en su forma afirmativa, negativa y de pregunta. Esto era casi natural para mí, ya que en Texas usaba el idioma; la bruja, dentro de todo se preocupó por enseñarme cuando era pequeña. La profesora Janet vociferó que trabajaríamos en equipo y antes de que pudiera voltear a ver a alguien más tenía a la rubia pegada a mí. -Tú me ayudas en inglés y yo te ayudo en matemáticas.-No es parte del trato.-Pero puedes ayudarme.-Puedo pero no quiero ayudarte.-Lara...- Comencé a reír bajito. –Eres una fastidiosa de lo peor.-Lo sé.- Trabajé con la rubia por varios minutos y era bastante gracioso verla lidiando con algo. –Es curioso que no sepas de esto cuando eres muy buena en matemáticas. También el inglés es de patrones. Sólo debes aprender a verlos.-Para ti es fácil.-Por supuesto que lo es, por eso te lo digo, tonta.- Ambas sonreímos. -Pobre Lara, trabajando con la mosca muerta en casi todas las materias.- Dijo Liv lo suficientemente fuerte para que la escuchara Ana pero que no lo escuchara la profe al otro lado del salón. Los del clan comenzaron a reírse. –Me preocupa que Lara se vuelva una monja también.-No te pases, Liv.- Se echó a reír. -Contigo no es el problema, querida Lara.- Y dirigió su mirada a Ana. -Dile algo.- Dije muy bajito para que sólo Ana lo escuchara. Negó con la cabeza. –Increíble.- Dije molesta. Cuando tocó la chicharra para anunciar el receso Ana salió corriendo del salón mientras los del clan reían a carcajadas. Liv se acercó a mí y pasó un brazo sobre mis hombros. -Ven, respira aire impuro con nosotros.- Simplemente asentí. Doña Coco ya tenía apartadas nuestras tortas y los jugos de naranja para los del clan. Ere casi impresionante ver la influencia de Liv en la mayoría de las personas en la escuela; claro, con excepción de Norma y su risueña hermana. Con algo de preocupación vi que Ana no estaba por ningún lado, Ofelia comía con otras chicas del equipo de voli; creí tener una idea de dónde estaba. Me paré y comencé a caminar. ¿A dónde vas?- Preguntó Liv con voz muy hostil. -Al puto baño, ¿puedo?- Respondí sarcásticamente, regresé tomé mi mochila y me alejé de ahí sin esperar respuesta alguna. Una vez fuera del comedor corrí a la parte de atrás del domo y la búsqueda fue infructífera. Estaba a punto de irme cuando una voz me detuvo. -Estoy aquí.- Salió detrás de un pequeño arbusto. -Ana, ¿qué mierda haces ahí?-
-Cuida tu boca, por favor.-En serio, esto es una estupidez. No tienes porque esconderte de ellos. Es más, ¿por qué no eres un dolor de culo con ellos?-Porque no.-Esa respuesta es tan elocuente, Ana.-Sabes palabras rimbombantes.- Sonrió. .No, Ana. No quieras desviar el tema. Liv es horrible contigo por lo menos puedes decirle algo.-¿Qué gano diciéndole algo?-¿Qué ganas? Que deje de joderte la vida. ¡Por Dios! No puedes dejar que te trate así.-No me molesta lo que dice.-¿Me das permiso de darte una bofetada?-No.-Que mierda, Ana. Creería esa basura si no te hubiera llevado a casa con los ojos hinchados de tanto llorar porque la estúpida de Liv dijo que le das asco.- La rubia rompió en llanto. Me tomé la cabeza y comencé a rascarme desesperadamente. –No llores, por favor.- Me arrodillé frente a ella. –Ana, por favor.Ella simplemente no escuchaba. Con mucho cuidado tomé las mechas rebeldes que salían de la coleta que tenía y jugué con ellas. –Respira, Ana. Tranquila.- Con los ojos muy abiertos me quedó viendo. -¿Por qué?-¿Qué? -¿Por qué eres amable?-Porque ya lloraste ayer, temo que te quedes sin agua en el cuerpo.- Sonrió levemente y nunca dejé de jugar con su cabello. –Ana...-No digas nada, por favor.- Asentí. -¿Quieres acompañarme?- Sin pensarlo dos veces asentí de nuevo. –Vamos.- Antes de que ella lo hiciera tomé su mochila y la puse sobre mi hombro. -Guíeme, majestad.- Caminamos en total silencio hasta el bosque; Ana sumida en sus pensamientos y yo vigilando que no saliera corriendo de nuevo. Llegamos al lugar donde acudimos con el clan y seguimos derecho; no era muy buena con los tiempos pero creo que llevábamos unos veinte minutos caminando. Cuando estaba por preguntar cuanto faltaba entre los árboles se veía a unos metros parte del arroyo pero este parecía más una laguna. El agua era totalmente cristalina. –Impresionante.-Lo sé. Desde que vine es mi lugar favorito.-Gracias por compartir.-No me gusta meterme al agua aquí, siento que la voy a contaminar.-Y sí que lo harías.- Agachó la cabeza. –Hey, es una broma.-Lo sé.- Levantó la cabeza de nuevo con una enorme sonrisa.
-Tonta.-Fastidiosa.- Nos sentamos debajo de un enorme árbol y nos quedamos ahí en silencio por unos momentos. -¿Por qué estás aquí?-¿Tu padre no te ha dicho?-Él no es un chismoso, así que no.-No he sido una buena hija.-No me esperaba eso.-Graciosa.-¿Qué hiciste?-Choqué los autos de mis padres, me metieron a la cárcel unas horas por conducir ebria y por último incendié mi habitación.- Ana le largó a reír. -¿En serio?- Asentí. -¿Cómo quemas una habitación?-Con fuego, tonta.-Eso ya lo sé, genio. Me refiero a cómo lo haces.-Regina, una estúpida amiga se quedó durmiendo con un cigarro en la mano y quemó la alfombra, que en cuestión de segundos comenzó a arder. Un poco de tequila regado por ahí hizo el resto.- La rubia sonreía. –Cuando quisimos echarle agua al desastre mi cama ya se estaba quemando. Dos semanas después aparecí aquí.-Eres un estuche de monerías, Lara.- Le sonreí. -¿Eras feliz? Digo, suena a que eras muy popular y tenías muchas amistades.-No, no lo era. No lo soy, Ana.- Tomé un largo respiro. –Les gustaba estar conmigo por lo que implicaba eso; tener dinero, fiestas, alcohol y desmadre. Creo que el que me corrieran del equipo de voli del colegio debía ser una llamada de atención pero no fue así.-Realmente te gusta eso, ¿cierto?-Me sentía importante ahí... pertenecía a un lugar.-Eres importante, Lara. Para Dios eres fundamental en esta tierra.-Me hubiese gustado ser importante para alguien más que Dios, quizá mis padres...-Ellos te quieren, Lara.-No hables de lo que no sabes. Amo a mi padre pero la bruja no sabe el significado de la palabra "mamá".-Lo siento.-No es tu culpa.-Aun así lo siento.- Pasamos varios minutos hablando de temas de la escuela; el tema personal se dejó completamente de lado. Estaba segura que cuando ella estuviera lista me diría más sobre su pequeño secreto. Con gran placer me di cuenta que es una agradable persona que muchas veces resulta ser muy fastidiosa. Cerca de medio día caminamos de regreso a la iglesia; más bien regresamos por insistencia mía ya que moría de hambre.
-Vas a cocinar.-Estás loca si crees que te voy a alimentar, Lara.- Refunfuñaba mientras caminábamos. -Te veo más tarde.- Cambié de dirección. -¿A dónde vas?-A casa a comer.-Te vas a perder.-No soy tan tonta.-Está bien. Te alimentaré pero no esperes mucho.-Lo que sea pero que sea comida... y pronto.-Eres una exagerada.-Mira quien habla.-Fastidiosa.-Tonta.- Llegamos a la iglesia entre bromas. La rubia se ofreció amablemente a llevar mi mochila ya que yo había llevado la de ella hasta el bosque. Obviamente acepté. Todo por la comodidad. –Al menos sirves de cargadora.-Cállate, Lara.-Uy, que boquita, majestad.- Y luego pasó lo impensable, la rubia arrojó al piso mi mochila. –Ana, levanta mi mochila.-¿O qué?- La pateó un poco más lejos. Mi súper idea era hacerle cosquillas pero luego recordé el pequeño detalle de que no le gusta ser tocada. Me quedé congelada en mi lugar por unos segundos. Ella captó que lo que quería hacer implicaba contacto físico. –Lo siento.-No pasa nada.-Sí lo pasa.- Agachó la cabeza de nuevo. Me acerqué y como hace un rato jugué con su cabello. -Tienes un lindo cabello.- Apenas y conseguí tocar su cabello cuando ella se alejó bruscamente de mí. -¡Aléjate!- Gritó pronto de la nada y salió corriendo como si hubiera visto un fantasma. -¡Ana!- Corrí detrás de ella pero no logré alcanzarla antes de que cerrara la puerta a donde la traje ayer. -¡Ana! Abre la puerta, por favor.- Golpeaba la puerta tan fuerte como podía. -¡Ana!- Después de varios segundos era más que obvio que no me dejaría entrar. Quizá la puerta principal de la iglesia estaba abierta. Corrí y casi grito al verla abierta pero cuando estaba a punto de entrar el señor Cardozo apareció de la nada. –Necesito pasar.- Hice un intento por caminar pero él me bloqueó. -Lo siento, Lara. No puedes.-Sí puedo y lo voy a hacer.- De nuevo se puso frente a mí. –Déjame pasar.- De nuevo intenté moverme y se puso en mi camino. –No me hagas faltarte el respeto. Quiero verla.-
-Sé que estás molesta...-No estoy molesta, estoy preocupada, estoy frustrada, estoy... quiero verla, por favor.-Entiende que eso no será posible, dulce Lara.- Resignada agaché la cabeza y asentí. -Quiero entenderla.-Y sé que en algún momento lo harás, sólo que ahora no.-Lo siento, señor.-Nunca te disculpes por querer ayudar a alguien.- Asentí de nuevo. -Lo veré más tarde.-No, Lara. Yo te aviso con Norma cuando puedes venir a trabajar. No te preocupes, contarán como días trabajados.-Eso es lo de menos, señor.- Me giré. –Dígale que use lo que le di. Le va a servir mucho.- Dije sin verlo a la cara. -Gracias, Lara.- Caminé a casa con una alegría que haría que nevara en este miserable lugar. Daba un paso hacia adelante y daba cuarenta para atrás con la rubia. Entendía que ella estaba lidiando con muchas situaciones pero era demasiado frustrante para mí y aún más frustrante era el hecho de que genuinamente me interesaba por ella y su bienestar. -¡Mierda!- Mi puta mochila quedó tirada allá. Enojada hice mi camino de regreso, el cual no duró mucho porque iba dando unas enormes zancadas. Una parte de mí esperaba que milagrosamente Ana estuviera... por supuesto que no pasó. Ahí yacía mi mochila llena de polvo gracias a la patada que la rubia le dio. Sonreí al recordar eso, fue como ver un lado juguetón de ella y me agradó mucho. Sacudí un poco el polvo y de nuevo caminé a casa. Sumida en mis pensamientos el camino de regreso fue extremadamente lento. Eran contadas las personas que me importaban en este mundo, muy pero muy pocas; la rubia me desesperaba por completo pero también tenía unas enormes ganas de conocerlas más. Y lo más importante, odiaba verla llorar, odiaba la forma en como Liv y el clan la trataban, odiaba que no se defendiera... odiaba que me importara tanto. Cuando finalmente llegué a casa moría de hambre. Abrí la computadora y vi que eran pasadas de la una de la tarde. Mi estado emocional no daba más que para hacerme una aburrida taza de cereal. Me fui a la cama, puse mi computadora a lado y me dormí. Me desperté por el incesante golpeteo en la puerta principal de la casa, creí tener una idea de quien era. Después de todo, los maestros debían reportarle si asistía a clases o no. Con gran calma me puse los tenis y me dispuse a abrir la puerta. -¿Dónde estabas?-Hola, Norma.-No estoy para juegos, Lara.-
-Estaba con Ana.-¿La mataste?- Preguntó sonriente. Agaché la cabeza. -¿Qué pasó?Su voz se tornó solemne. -Liv, eso pasó. Dijo algo muy feo de Ana... en el receso no la vi por ninguna parte y la fui a buscar; lloró y me pidió que la acompañara a un lugar.-Eso no es todo.-Sí lo es.-Entonces porque no me ves a los ojos. Lara, ¿qué pasó?-Creí que habíamos avanzado, hablamos sin pelear y de pronto muy cerca de la iglesia me pidió que me alejara de ella... Salió corriendo como loca.-¿Le dijiste algo?-Estaba jugando con su cabello y le dije que lo tenía muy bonito.Norma hizo una mueca. -¿Le recordé algo?- Asintió. -¿Le hicieron algo muy malo?Volvió a asentir con tristeza. Tenía en mente una pregunta y me aterraba hacerla. Mis ojos se quedaron fijos con los de Norma. -No lo preguntes.-Entonces es cierto.- El silencio de Norma me dio la respuesta. La taza de café que estaba en la mesa voló por toda la sala hasta toparse con la pared. ¿Fue aquí?- Norma se veía un poco asustada. -¡Dime!-Es algo que no me corresponde decirte.-Si es alguien de aquí te juro que lo mato.-No fue alguien de aquí. Eres capaz de interrogar a medio mundo. Lara, ni se te ocurra decir algo de esto. Estoy confiando en ti.-No sé si agradecerte o golpearte.- Norma se sentó en el sofá de una plaza y yo hice lo mismo en el sofá más grande. -¿Por eso se vinieron para acá?-Siempre me llevé muy bien con el pastor; una vez estando en una convención en... una ciudad, me lo topé y me contó lo que le había pasado a Ana. Le sugerí venir para acá y alejarla de todo eso; hace dos años que lo hicieron.-¿En dónde vivían?-¿Irás a buscar en una enorme ciudad?-Lo haría.-Lara, ella ha buscado el significado de lo que pasó.-El significado es que un hijo de puta abusó de ella y si alguna vez sé quién es lo voy a matar.-Lara..-Es la verdad, Norma. No hay mayor significado.-Todo tiene un propósito en la vida, Lara. Todo. Incluso las cosas malas; especialmente las cosas malas.- Tomó un largo respiro. –Tú deberías saber de esto, en estos días has estado más concentrada en tus estudios que en el semestre completo en Texas.-Es diferente.-Sí, son situaciones diferentes pero hay enseñanza en ambos. El
dolor y los desapegos llegan a ser grandes maestros.-¿Hace cuánto?-¿Hace cuánto qué?-Perdiste a alguien que amaste mucho.-Ya tu padre me había advertido de tu perspicacia.-Hablas del dolor con mucha familiaridad.-Murió en un accidente de auto hace siete años.- Sonrió con tristeza. -¿Tu esposo?- Asintió. –Lo lamento mucho.-Yo también, Lara.-¿Por eso estás aquí?-Por eso y otras cosas más...-Se me hacía raro que una mujer tan simpática e inteligente no estuviera casada. Incluso pensé que eras lesbiana.- Soltó una gran carcajada que me contagió. -Ay, Lara. Eres todo un caso.- El resto de la tarde pasó en total calma; si no contaba el irregular palpitar de mi corazón y los millones de pensamientos revoloteando en mi cabeza desde lo que dijo Norma. Estaba en casa de la mujer de ojos expresivos, con unas enormes ganas de desabotonarme el pantalón para poder seguir comiendo. Después de la charla en mi casa me invitó a la suya para comer y por Dios que amaba sus guisos. Prácticamente echada en el sofá mis ojos batallaban por mantenerse abiertos. Escuché los pasos de Norma acercándose a la sala. -Te llenaste por lo que veo.-Cocinas riquísimo.-Y créeme que no tendría problemas en alimentarte todos los días pero no quiero que seas una inútil.- Reí. -Gracias por esas palabras tan profundas, Norma.-Cuando quieras.- Dijo con una enorme sonrisa. -¿Tenían mucho tiempo casados?- Su enorme sonrisa desapareció de inmediato. -Cinco años.-¿Lo amabas?-Nunca conoceré a hombre tan maravilloso con él... era mi mejor amigo. Nos conocimos en la universidad y antes de terminarla nos casamos.-¿A dónde iba cuando murió?- Sus ojos se llenaron de lágrimas. -Iba a una entrevista de trabajo. Estaba muy emocionado porque estaría dando clases en una buena universidad.-¿Cuál era su especialidad?-Matemáticas.- Silenciosas lágrimas corrían por el rostro de Norma. Me cambié de sofá y la abracé. Me abrazó fuerte y se soltó a llorar. –Lo extraño
mucho.- La forma en como lloraba me partía el corazón y después de muchísimo tiempo lágrimas caían por mi rostro. La última vez que lloré fue cuando me quitaron mi uniforme hace ya casi un año. Desde entonces me había negado a dejar caer una sola lágrima. Acaricié su cabello y correspondí su fuerte abrazo. -No estás sola, Norma. No es mucho pero yo aquí estaré.-Significa mucho más de lo que puedes imaginar.- Dije con la voz entrecortada. Muchísimos minutos después ella se calmó; en ningún momento la solté o me moví. Ella necesitaba un hombro y era lo menos que podía hacer después de todas sus atenciones conmigo. –Gracias, Lara.-No me agradezcas, por favor.- Con mucho cuidado limpió mi mejilla derecha. -Te hice llorar, lo siento.-Estuvo bien, hacía mucho tiempo que no lloraba.-¿En serio?- Asentí. -Bueno, entonces nos podemos poner de acuerdo para llorar juntas de vez en cuando.-Suena a depresión... me agrada.- La mujer me mostró su espléndida sonrisa. –Ojalá mi madre fuera como tú.-No digas eso, Lara. Estoy segura de que tienes buenos recuerdos de ella.-No son suficientes para compensar los malos.-Lo siento.-Quizá ya entendí porque viene aquí.-¿Por qué?-Para saber que es tener una verdadera mamá.-Oh, Lara.- Sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo y me tomó de las manos. –Yo... yo no puedo tener familia.- Dijo con un dolor que me atravesó el pecho. -Me tienes a mí.-Nos tenemos.- Sellamos nuestra nueva alianza con un nuevo abrazo, el cual se vio interrumpido cuando alguien tocó a la puerta. Norma se puso de pie para abrir. -¿Dónde está la mocosa?- Era la voz de su súper alegre hermana. -Sentada en el sillón.- Dije levantando la mano. -¿Qué es esto?, ¿la fiesta de las lloronas?- Norma comenzó a reír y yo hice una mueca. –Déjame adivinar, estás llorando porque te quebraste una uña.Dijo dirigiéndose a mí. -No, lloro por la gente amargada del mundo, así que la mitad de mis lágrimas te pertenecen.- Y cual milagro comenzó a reír y su risa era muy parecida a la de Norma. -La mocosa tiene sentido del humor.-
-Dependiendo con qué lo compares. Si hablamos de tu alegría y mi humor, te llevo mil años luz.- Ahora fue el turno de Norma de reír a carcajadas. -Veo que se llevan bien.- De reojo vi el reloj de Norma. -¡Mierda! Voy a llegar tarde al entrenamiento.- Me paré de un brinco y me dirigí a la puerta. –Gracias por todo, Norma. Hasta luego, bibliotecaria.-Muérdeme.- Dijo con una enorme sonrisa. -Deja busco azúcar para que no me sepa tan amargo.- Respondí con una sonrisa también. En cuestión de segundos me cambié de ropa y corrí a la escuela dónde ya las chicas estaban estirando. -Lo siento.-Cinco vueltas en circuito, Lara.- Eso implicaba que tendría que correr la cancha y las gradas. Mis piernas y mi trasero me dolerían como el demonio mañana. Cuando terminé mis compañeras ya estaba trabajando con reacción de piernas. Algo cansada me acerqué a Mónica. -He terminado.-¿Por qué llegaste tarde?-Me quedé dormida.- No metería a Norma como excusa. -Muy bien, floja. A trabajar con el resto de tus compañeras.- El entrenamiento terminó casi dos horas después. La forma de trabajar de esta mujer era brutal; de ligas mayores. Me preguntaba en qué universidad o en qué importante equipo jugó. Cuando ya todas apenas y podíamos cargar nuestra alma dijo "cascarita". En un santiamén los equipos estaban armados. -¿Listas?- Como en los entrenamientos anteriores, ella quedaba en un equipo diferente al mío. -Más que listas.- Dijo Bety sonriente. –A ver si ya le bloqueas algo.Agregó en tono burlón. -Lo intentaré.- Los entrenamientos cada vez se hacían más intensos al igual que nuestra "rivalidad" con Mónica. De diez remates de la mujer con cabello corto pude bloquear cero. Ahora no sólo fui objeto de burlas de mis contrarias sino que también de mis compañeras de equipo. -Cuando Lara le bloquee a la profe Mónica lo hacemos día feriado.Gritó una de las chicas y todas rieron. -Doscientos pesos y día feriado. Tengo mucho para ganar. Pronto pasará.- Guardamos el equipo que usamos lo más rápido posible porque Mónica tenía que ir al otro pueblo. Llegué a casa, me di una merecida ducha y me dormí. El fin de semana pasó amargamente; me encontré con muchísimo tiempo a solas y lo único que tenía en mi mente era a un maldito imbécil dañando a la rubia y cada vez me enojaba más y más. Era demasiado. ¿Le habré dicho las mismas palabras que él usó? En cuanto ese pensamiento cruzó mi mente me sentí mal, me dieron unas ganas enormes de vomitar al saber que le recordé algo así. Corrí al baño porque sentía que en cualquier momento devolvería el estómago; y pasó. Estuve unos buenos segundos devolviendo la comida. Eran apenas las cinco de la tarde de un triste domingo; yo sentada cerca de la taza y lágrimas en mi rostro. Lágrimas por el esfuerzo pero también eran lágrimas por la situación de Ana. ¿Por
qué me tiene que importar tanto? -Esto es una mierda.- Me levanté y el ver mi reflejo en el espejo y lo jodida que estaba casi me hace vomitar de nuevo. Busqué refugio en mi mejor amiga, la música. Encendí la lap y dejé que el orden aleatorio hiciera su trabajo. De pronto una canción llamó poderosamente mi atención: Where do we go nobody knows, I've gotta' say I'm on my way down. God give me style and give me grace, God put a smile upon my face... -Ana.- De inmediato cerré la computadora y la metí a mi aún empolvada mochila y corrí rumbo al bosque. La busqué en donde la encontré cantado hacía unos días y nada. Caminé al sitio que me mostró el viernes y a lo lejos escuché su voz. No distinguía lo que cantaba pero estaba más que feliz de saber que estaba ahí. Me acerqué y me quedé detrás de un árbol. -Una voz que me llama. Voy a subir la montaña y estar aún más cerca de Dios y rezar...-Bonito.- Pegó un pequeño brinco. -Lara.-Ana.- Hizo un intento por caminar. -No huyas, por favor. Vengo a mostrarte una canción.- Saqué la computadora rápidamente y la abrí. –Tiene similitudes con lo que cantabas ahora.Busqué y le di play. La voz de Chris Martin comenzó a hacer eco. –No te preocupes, sé que eres una tonta para el inglés. Sólo quiero que escuches una parte y después te hago la correspondiente traducción.- Ella no decía nada, estaba de pie frente a mí; yo en el piso con las piernas enrolladas y la lap encima de éstas. Después de unos segundos se sentó a lado mío. Escuchamos atentamente casi toda la canción hasta que Ana interrumpió. -Entiendo algunas partes.-Bueno, lo que quiero que entiendas es que Dios puso una sonrisa en tu rostro, que Él te dio estilo y gracia... que aunque todo parezca malo, Él puso una sonrisa en tu rostro. Nunca deberías borrarla.-¿Todo eso dice?-Tiene algo de mi cosecha.- Sonrió. –¿Hace cuánto que estás aquí?-No lo sé. Esto- sacó mi iPod de su bolsillo- hace que el tiempo se detenga.-Me alegra que lo estés usando.-Fueron tus recomendaciones.- Nos mantuvimos en silencio unos segundos.-Termina la canción. -No.-¿Por qué no?-Me daría mucha pena contigo aquí.-Tenía un buen rato escuchándote detrás del árbol.- Dejé la lap a un lado. –Si quieres me escondo de nuevo.- Asintió. -¿En serio?-Apúrate antes de que me arrepienta.- Corrí detrás del árbol. –No
veas.-Tonta.-Fastidiosa.- La escuché dar un gran respiro antes de comenzar a cantar de nuevo. –Voy a pedir que las estrellas no paren de brillar, que los niños no dejen de sonreír, que los hombres jamás se olviden de agradecer. Por eso digo; te agradezco, señor por un día más. Te agradezco, señor que puedo ver. ¿Qué sería de mí sin la fe que yo tengo en ti?- Cuando no cantó más me volteé y la vi de espaldas. Me acerqué a ella hasta quedar a su lado. -Realmente hermoso.-Debes pensar que soy una tonta.-Ya sabes que creo que eres una tonta. Si lo dices por lo que cantas es más que hermoso. Yo le pediría que nunca dejes de sonreír.- Sorpresivamente sentí su meñique entrelazándose con el mío. Bajé mi mirada a donde nuestros dedos se conectaban. Cuando subí la mirada nos topamos. -No seas linda conmigo.- Dijo algo seria. -Es servicio social para una niña tonta.-Lo que digas, fastidiosa.-Esto no cambia nada, rubia. Me sigues desagradando.- Ambas sonreímos. -Seguimos en sintonía, chica de ojos verdes.- Lo único diferente es que un instinto sobreprotector que no sabía que tenía se activó. No permitiría que alguien la lastimara, de ninguna manera.
A/N Después de unas semanas de absoluta locura y estrés soy capaz de terminar el capítulo. Espero les guste. Ya se van descifrando algunas cosas. :) Gracias anticipadas por sus comentarios y votos. Saludos desde un gris rincón de México, Ale
Capítulo 6
Ana y yo nos mantuvimos en el lago por insistencia de la rubia quien decía que debía ver algo maravilloso; "un regalo de Dios" fueron sus palabras exactas. Poco tiempo necesité para saber que, a pesar de ser una fastidiosa, Ana es una buena persona; lastimada y con mucho miedo pero podía ver un poco de su noble corazón. El hecho de que ella confiara en mí y la terrible revelación silenciosa de Norma fueron detonantes para querer cuidarla. Y una parte de mí se sentía muy extraña con esta situación. -Está por suceder.- Dijo entusiasmada. -¿Qué cosa?-Ya verás.- Me veía con una enorme sonrisa. Y unos segundos después el sol llegó a un punto donde sus rayos atravesaban los árboles y estos proyectaban sus hermosos colores sobre la cristalina agua. Era simplemente espectacular. Casi podía ver los rayos chocar contra el fondo del lago. Por unos instantes el agua se convirtió en un enorme espejo que reflejaba la magnificencia de nuestra gran radiante estrella. –Te dije que debías ver esto.-Es impresionante, Ana.-Lo sé. Dios se manifiesta de muchas formas.- Se recostó sobre mi mochila y cerró los ojos. –Me encantaría vivir aquí por siempre.-¿Qué te detiene?-Todo y nada.- Me recosté a lado de ella. -Explícate.-Tengo muchos motivos para quedarme lejos de todo, aquí. Y por otro lado quiero salir al mundo de nuevo, quiero estudiar. Pero aún falta mucho para eso.-¿Qué quieres estudiar?-Me gustaría ser enfermera o psicóloga... quiero ayudar a la gente.Le sonreí. -Eso era bastante predecible. Aunque creí que te irías más por ser doctora.-
-La mayoría de los doctores son muy tajantes y van directo a su trabajo; yo tendría la oportunidad de estar más con los pacientes, escucharlos si lo necesitan y esas cosas.-Eso es muy... tonto.- Comencé a reír. Tomó una pequeña vara y me la lanzó directo a la cabeza. –Te vas a arrepentir de eso, rubia tonta.- Decía mientras me sobaba la cabeza. -Temo por mi vida, chica que no sabe cocinar.-¿Cómo sabes eso?-Vi las marcas de aceite en tus brazos.-¿Tanto te intereso que detallas cada parte de mí?- La cara de la rubia se convirtió en un tomate y yo reía a carcajadas. –Rubia acosadora.-Lo vi en una de las clases, no eran muy discretas, Lara.-Lo que digas, rara.- Seguía riendo mientras la cara de Ana intentaba regresar a su color natural. –Deberíamos irnos.-Sí, se hace tarde.- Metí las cosas en mi mochila y nos encaminamos a la iglesia. –No necesitas llevarme; conozco el camino.-Pero también sé que eres una tonta y te puedes perder.-¿En serio...-Silencio, majestad.- Llegamos a la iglesia en un agradable silencio; simplemente disfrutando de la caminata y sí, disfrutando de la compañía. –Listo, rubia.- Asintió y me sonrió. -Ya te pregunté esto pero, ¿por qué eres amable?-¿No debería?- Se encogió de hombros. –Ana, ¿tienes amigos?Negó. –Bien, yo tampoco.- Su sonrisa se hizo más amplia. -Gracias, Lara.-No le digas a nadie que me agradas.-¿Y que sepan que paso tiempo contigo? Dios, no. Tengo una reputación que cuidar.- Levanté mi meñique hacia ella y de inmediato entrelazó el suyo con el mío. –Buenas noches, fastidiosa.-Buenas noches, majestad.- Después de todo quizá las cosas funcionen; tal como lo dijo Norma. La semana pasó demasiado lenta, aunque afortunadamente era la última antes de las vacaciones de Semana Santa y no podía estar más feliz. Regresé a mi trabajo a la iglesia, los entrenamientos con Mónica iban más que bien, al menos las del equipo ya me aceptaban o lo intentaban. La escuela todavía me daba algo de lata pero nada del otro mundo. Las salidas con el clan eran frecuentes y encontré un forma de proteger a Ana; haciéndome su bully. Era la única forma, incluso Liv le bajó a su intensidad al ver la forma en como la trataba; sin embargo esto me trajo como consecuencia echarme de enemiga Ofelia quién según sus palabras "me tenía en otro concepto", poco sabía que todo era por la rubia. Por fin el anhelado viernes llegó; para muchos sería el tiempo
perfecto para descansar, para mí sería el tiempo de trabajar y ponerme al corriente con la mayoría de mis materias. Salíamos de clase para ir al receso, todos se veían inusualmente felices supongo que son las vacaciones. Supongo que Ana no comió en casa porque fue la primera en salir y efectivamente estaba casi al frente en la fila para las deliciosas tortas. Liv y Ángel se secreteaban algo y veían atentamente a la rubia; esto no era bueno. Discretamente me mantuve cerca de Ángel quien cada vez más se acercaba a su objetivo. Desafortunadamente Ofelia encontró este como el momento perfecto para reclamarme un comentario hacia la rubia en Ética esta mañana. -Déjala en paz, Lara.-Lo que digas.- Veía a Ana pero no veía a Ángel. -Lara, es en serio. Ella no te ha hecho nada...- Entonces vi al chico y sus intenciones era claras, abrazar a Ana, ¿por qué demonios haría eso? Estaba a unos metros de mí pero Ofelia me bloqueaba. -¿Me estás escuchando?-No. Ofelia, no te metas en lo que no sabes...- Y pasó, el chico pasó su mano sobre los hombros de Ana y la atrajo hacia ella, claramente vi como la rubia se tensó y dejó caer lo que traía en las manos. -¡Mierda!-¡Oye!- Empujé a Ofelia y corrí a donde estaba la aterrada rubia. -¿Qué mierda te pasa?- Ángel se asustó al escuchar mi voz que salió más enojada de lo que deseaba. –Te va a pasar las pulgas, suéltala.- Todos comenzaron a reír. Ni siquiera me atreví a ver a la rubia... no podría. Ahora ya era consciente de lo mal que la ponía el contacto con otra persona. Era mucho. Abracé a Ángel y lo alejé de ella. –Vamos a desinfectarte, amigo.- Al llegar con Liv ésta me recibió con aplausos. -Lo dije, eres más que perfecta para el clan.- Le sonreí tanto como pude mientras veía a la rubia huir del lugar; sabía perfectamente a donde iba. -Dejé mi puta mochila en Ética.- Necesitaba una excusa para librarme de ellos y ciertamente había dejado mi mochila en el salón. -Tantas tutorías con la rubia te tienen toda estúpida igual que ella.-No es para tanto.- De nuevo las risas. Salí rumbo al salón de Ética, tomé mi mochila y corrí al escondite de la rubia. –Ana.- Supongo que al escuchar pasos contuvo la respiración pero al escuchar mi voz lo dejó salir todo. Lloraba desconsolada y eso me partía en mil pedazos. Me arrodillé frente a ella como la primera vez que la vi llorar y me quedé ahí sin hacer nada. –Lo lamento. Quería impedirlo pero Ofelia se puso en mi camino.- Negó con la cabeza y siguió llorando. Me desesperaba verla así y no poder hacer nada. Con mucho cuidado tomé su mano, al principio se asustó pero no hizo por zafarse; lentamente la coloqué sobre mi pecho. –Siente y trata de respirar a este ritmo.- Hice mis respiraciones más marcadas para que ella las siguiera. -No puedo.- No quitó su mano. La solté y jugué con su cabello. -Eres la rubia tonta, todo lo puedes. Vamos, Ana.- Luchó y luchó
contra sus sollozos pero lo logró. -Por supuesto que puedes.- Levantó su vista hacia mí y casi me echó a llorar al ver el terror en sus ojos. –Te prometo que no dejaré que lo vuelva a hacer.-Gracias.-Esta es una pregunta estúpida pero, ¿estás bien?-Ahora lo estoy.- Le sonreí. –Gracias, Lara.-No tienes que agradecer. Recuerda que sigues siendo detestable.Soltó una carcajada. -Cierto, lo olvidaba. Esto es servicio social.- No quitaba su mano de mi pecho y yo no dejaba de jugar con su cabello. Nunca fui una persona afectiva pero tenía unas enormes ganas de abrazarla y decirle que todo estaría bien aun así sabía que era un límite que no podía cruzar y hacerlo quebraría la poca confianza que tenía con la rubia. Eso no impidió que un impulso me ganara; me incliné y dejé un suave beso en su dorada cabellera. Regresé a mi posición original y su mirada se había suavizado bastante. -Defiéndete, por favor.- Fijé mi vista en el piso.- Me duele más a mí decirte esas cosas...- Quitó su mano y yo dejé de jugar con su cabello. -Sé que no las dices en serio.-¿Segura?- Me dio un golpe en el hombro. –Tranquila, majestad.Ambas sonreíamos. –En serio, Ana. Debes detener esto.-Nada la va a detener. Desearía saber que le hice para que me trate así.-Yo creo que te tiene envidia.- Dije seria. -¿A mí? No me hagas reír, ella es preciosa, tiene a todos a sus pies y hace lo que se le pega su gana, ¿qué puede envidiarme a mí?-Tu inteligencia, tu bondad, tu nobleza, lo fastidiosa que eres... Ana, tú también eres preciosa.- Agachó la cabeza pero pude ver como sus mejillas se teñían de rojo. –No me digas que no sabes eso.- Negó con la cabeza y yo comencé a reír. -No me mientas.- Dijo triste. -No me rio porque te esté mintiendo, me rio porque... porque es tonto que no lo veas. Realmente eres bonita.-Basta, Lara.- Se veía muy adorable sonrojada. ¿Adorable?- Aunque soy fea a lado tuyo.-Por supuesto, todas son feas a mi lado.- Ana simplemente me quedó viendo creyendo que lo había dicho en serio, no me quedó de otra más que reír. –Eres demasiado ingenua o ¿me crees tan superficial?-Tengo derecho a guardar silencio.-Tonta.-Fastidiosa.- Justo en ese momento tocó la chicharra para entrar de nuevo a las últimas clases en las próximas dos semanas. –Ve a clases, Lara.-
-¿Y tú?-Me voy a casa.-¿Por qué?-Porque no quiero que me vean así.-¿Y prefieres darles el gusto de irte? De ninguna manera, vamos a clases. Muéstrales que eres mejor que ellos... Mejor dicho sigue mostrándoles que eres mejor que ellos, Ana.- Meditó un momento y asintió. -Esa es la actitud, tonta.-Será mejor que te adelantes.-No, entraremos juntas. Tiene lógica que yo vaya tras de ti molestándote y tú adelante llorando como Magdalena.-Está bien.-¿Ana?-¿Sí?-No digo nada de eso en serio.-Lo sé, Lara. Lo haces para...-Servicio Social.-Correcto. Vamos.- Llegamos a la clase de Orientación Educativa; afortunadamente la profe Omara no había llegado, me senté casi detrás de ella. -¿Qué haces con la pulgosa?- Preguntó Liv nada discreta. -Le enseñaba quién manda aquí.- Cuando volteé a donde estaba Liv pude ver muchas miradas de repudio hacia mí de varios de mis compañeros... Incluso yo misma me repudiaba por hablar así de ella pero era lo mejor. Cada que podía me disculpaba con ella por las cosas que decía pero ella insistía en agradecerme por hacerlo. Entendía que era mejor que lo hiciera yo a que lo hiciera Liv o alguien del clan. -Espero que la imbécil entienda.- Lo de Liv era odio puro. He conocido a gente horrible en mi vida pero ninguna me hizo sentir algo tan negativo. Había algo escondido y lo encontraría. Segundos después la joven profesora entró a clases y lo primero que notó fue la cara roja de Ana. -¿Todo bien, señorita Cardozo?-Si yo vistiera eso también lloraría.- Liv al ataque. -Señorita Torres, me gustaría que le llevara esto a la directora.Dijo mientras escribía la nota de reporte. -Con gusto, Omara.- Ella era de las pocas que no tenía problema en que la llamáramos por su nombre de pila, aparte de ser bastante joven era muy relajada y tenía una buena relación con la mayoría de los alumnos. Liv salió con una sonrisa victoriosa del salón, mientras el clan aplaudía. -¿Algún otro comentario mordaz?- Nadie dijo nada. –Bien, haremos un pequeño ejercicio. Vamos a ser testigos de lo que la gente ve de nosotros o mejor dicho de lo que queremos mostrar. Por favor, no se tomen esto como algo personal;
es lo que están proyectando. Hagan un círculo.- Las facilidades de este salón era que se conformaba de sillas y no de pupitres como el resto de la escuela por lo que teníamos mucho espacio. Una vez conformado el círculo Omara se puso frente a mí. –Comenzaré contigo.-De acuerdo.-Viendo a los ojos le vas a decir a esa persona "sí confío" o "no confío" dependiendo de lo que esta persona te proyecte. Es muy importante ver a los ojos y no hacer ningún tipo de contacto físico. Sean honestos, esto nos ayudará a trabajar con nuestra imagen.- Gracias a Dios que Liv se fue porque no me imagino que hubiera pasado al tener a Ana frente a ella. Omara me vio directo a los ojos. –Sí confío.- Dijo casi de inmediato. Y fue pasando con todos mis compañeros. Le indicó a uno de ellos hacer lo mismo pero en dirección contraria a donde iba ella. En cuanto ella terminó puso algo de música, lo suficientemente fuerte para que el resto no escuchara lo que decíamos. Poco a poco fueron pasando todos mis compañeros y recibí demasiados "no confío" y mucho tiene que ver mi comportamiento para con Ana y el hecho de que sean parte del clan. Recibí "sí confío" de Paola, de Liz y de Ángel pero era de esperarse. Cuando fue el turno de Ofelia optó por una nueva opción: "sí confiaba" y la mirada de desprecio fue un extra. Se notaba a leguas que apreciaba a Ana y eso me alegraba, el saber que más gente cuidaba de ella. Cuando la rubia pasó se cercioró de que nadie nos viera, entrelazó nuestros meñiques y dijo con firmeza "confío con el corazón". No negaré que mi corazón comenzó a latir rápidamente al escucharla decir esto. Cuando fue mi turno la rubia buscaba esconder su enorme sonrisa. -No confío en ti- Su sonrisa desapareció. –Confío en la rubia que me saca de quicio y que cree que no es bonita.-Ella también confía en ti.-Y yo en ella.- Al ver que estábamos tardando tanto Omara se acercó. -¿Todo bien?-Súper.- Dije y me moví. Cuando la actividad terminó todos regresamos a nuestros asientos, algunos más serios que otros. -Chicos, esto no define quienes son. Esto es una imagen y a veces esa imagen la tienen para defenderse del mundo. Eso no quiere decir que sean malas personas o que no sean de fiar pero deben comprender que la imagen que proyectan es la que abre muchas puertas. ¿Quiénes recibieron más "no confío"?- El clan levantó la mano, incluida yo. Algunas discretas risas se escucharon. –Aparte del mío, ¿recibieron algún otro "sí confío"?- Paola y yo levantamos la mano. –Lara, ¿quieres compartir como te sentiste?-Sólo quiero decir que ese "sí confío" es lo único que me interesa. Los demás, con todo respeto, se pueden joder.- El clan comenzó a reír y sorpresivamente también
Ana. -A eso me refiero con lo que proyectamos, Lara. ¿Por qué tu negativa?-No es una negativa, Omara. Sé que soy un dolor de culo y honestamente sólo me importa lo que piense la gente importante para mí.-Interesante opinión, Lara. ¿Alguien más quiere compartir?- No escuché el resto de la retroalimentación porque me quedé pensando en mi propia respuesta. "Gente importante", ¿la rubia era importante para mí? Digo, quiero protegerla pero, ¿eso significa que es importante para mí? La respuesta aparecía en mi mente con letra Arial doscientos y en negritas: ¡SÍ! –Lara, necesito hablar contigo.- Cuando regresé a la realidad la mayoría de mis compañeros salían de la clase. Asentí. Esperó a que todos salieran y se sentó a mi lado. –¿Confías en mí?Asentí. -¿Entonces serás honesta conmigo?-Lo intentaré.-¿Qué pasa con Ana?-¿Qué pasa de qué?-Vi el episodio en la cafetería pero también vi como ella te tocó.-¿Sabes de su aversión?-Claro, todos los profesores lo sabemos. Lo interesante es cómo lo sabes tú. Hasta donde sé sólo Ofelia sabe de esto. De nuevo, ¿qué pasa?-Honestamente, ni yo sé. No sé en qué momento ella se sintió en confianza para decírmelo y no sé en qué momento me dije a mí misma que la protegería de Liv- Tomé un largo respiro. -¿Has escuchado lo que Liv le dice?-Olivia puede ser muy cruel.-¿Por qué no le hacen algo?-¿Expulsarla? Estoy segura que le haríamos un favor.-Y Ana no se defiende.-No está en su naturaleza. Ella cree en que Olivia debe dejar salir su ira.-¿Usándola como bolsa de golpeo? No sé si aplaudirle o darle una bofetada.-Eres todo un caso, Lara.-¿Gracias?- Sonrió. -La chica mala que no es tan mala.- La quedé viendo extrañada... esperando más. -Me has contestado más de lo que pedí.-¿A qué te refieres?-Lo haces para protegerla... Eso es muy noble, Lara.- Ni siquiera era una pregunta, lo afirmaba. -Puede ser...-¿Te avergüenza?-No, es sólo que... Nadie puede saber de esto, por favor. Es la única manera...- Puso su mano a la altura de mi boca.
-No te aflijas; esto queda entre nosotras.- Me sonrió. –Ve a tu siguiente clase.- Más que feliz fui a mi clase siguiente, Educación Física. Este mes y el próximo sería de voleibol por lo que debía aprovechar al máximo. Cuando llegué a la clase los equipos ya estaban formados y los primeros dos ya estaban jugando. -Lara, qué gusto verte.-Lo siento, profe. Me quedé un momento con Omara.-Estarás en el equipo dos con Ana, Ofelia, Pao, Adán y Elías. Por favor, no mates nadie hoy.- Le sonreí. -No se preocupe, no mataré a nadie.- Ganó el equipo de Ángel, quién de rodillas me pidió que no lo golpeara de nuevo. Sacaba por abajo y evité pegar fuerte. Sin embargo Ángel buscaba golpear a la rubia de cualquier manera. -Lara, deja que la golpeé.- Gritó Liv desde la banca. -Quiero jugar y estoy segura que esta tonta ni siquiera sabe agarrar el balón.- El clan rio. Ganamos y ahora fue el turno del equipo de Liv para entrar de nuevo. La chica de ojos azules no jugaba mal pero no era algo del otro mundo, como podía intentaba mandar sus saques a Ana pero apenas y alcanzaban a pasar la red. Mónica estaba entretenida hablando con algunos de mis compañeros momento que Liv para decirle unas cosas a la rubia. -Hey, monja, ¿Jesús no te enseña a ser menos inútil con un balón?No sabían cuánto tiempo duraría mi paciencia. –Idiota, mírame cuando te hablo.-Olivia, déjala en paz.- Saltó a su defensa Ofelia. -Cállate, muerta de hambre. Esto no es contigo pero sí así lo quieres no tengo problemas en joderte.-Pueden platicar en otro momento, quiero jugar.- Dije para intentar calmar la tensa situación. Paola fue al saque, yo estaba cerca de la red del lado izquierdo y Ana detrás de mí. –Por favor, necesito una buena bola.- Me dije más a mí misma. El saque de Pao pasó bien y el equipo de Liv la pasó de una, de nuevo la bola llegó al lugar de la chica menuda de lentes, quién limpiamente me la pasó. La bola iba un poco alta por lo que aproveché y la tomé en el aire. No le pegué tan fuerte pero sí lo suficiente para que le doliera a mi objetivo: Liv. Apenas y alcanzó a meter las manos para cubrirse el rostro pero la bola le dio de lleno en la cabeza. Todos comenzamos a reír. Me volteé y le hice un guiño a Ana que sonreía ampliamente. -¿Qué te pasa, estúpida?-Disculpa, Liv. Es la emoción.-La próxima vez emociónate con alguien más, imbécil.- Decía mientras se tallaba la cabeza. -Creí que la tonta era la quejona, no tú.-No me compares con esa idiota.-Entonces no te portes como una mocosa. Sólo fue un puto golpe.-Cuida tu boca, Orozco.- Gritó Mónica. -Lo siento, profe.-
-Tienes razón, sólo fue un golpe... Casi ni dolió.- Las ventajas de ser la "consentida" de la abeja reina. –A la próxima pégale a la idiota.-Creo que se vería muy personal si la golpeo estando ella en mi equipo.-Y yo soy la tonta.- Dijo Ana muy pero muy bajito; no me quedó de otra más que reír. De nuevo al saque Paola y el balón le llegó a Liv que de inmediato la mano a la rubia; la pobre no sabía ni como acomodar sus manos. Al no saber que hacer le metió el puño, para mi mala fortuna el balón pegó contra sus nudillos y salió con fuerza a mi dirección. Ni siquiera me dio tiempo de meter las manos y el balón dio de lleno a mi rostro. -¡Mierda!- Escuchaba a todos reír, a todos, menos a la rubia que corrió a verme. -¿Estás bien?-Di algo más, tonta.- Dije sólo para ella. Quedó viendo a su alrededor; todos estaban atentos a nuestra curiosa interacción. –A la próxima te va peor.- La forma en como lo dijo no lo creyó ni ella... terminé olvidando el golpe y me largué a reír. -No sabes en lo que te metes, rubia tonta.-Ni tú tampoco, fastidiosa.-Ok, demasiada violencia y definitivamente no quiero a Lara enojada.- Dijo Mónica al llegar a donde estábamos. –Ana a tu esquina, por favor.Reí de nuevo ante su metáfora.-Estoy bien, profe. No se preocupe.-Me preocupa lo que puedas hacerle a Ana.-Ella está a salvo... por ahora.- La quedé viendo y un pequeña sonrisa se formó en su rostro. Casi lloré de alegría al escuchar la chicharra que anunciaba el final de las clases y el inicio de vacaciones. Necesitaba tanto tiempo libre como fuese posible. Tenía que ponerme al corriente con la mayoría de las materias; por lo que los profesores vieron este "descanso" como el idóneo para mí. Como siempre esperé a Norma pero ahora lo hice dentro de la escuela, la cual, creo que en cuestión de segundos, quedó completamente vacía. Sabía que eran los días de más trabajo para Norma por lo que me dispuse a descansar los ojos un rato. -¿Cómo estás?-Con los ojos cerrados.- El olor a manzanas inundó mis fosas nasales. -¿No deberías estar en casa?-Papá de nuevo fue al otro pueblo y quería ver cómo estabas.- Abrí los ojos y la vi muy preocupada. -Ana, esto no es nada. Me han golpeado peor, no te preocupes.-Lo lamento. No fue a...-No fue intencional, lo sé. Vi todo de frente, rubia. Quizá se hinche
un poco pero hasta ahí. Si hubiese sido a propósito me hubieras sacado un ojo.Sonrió. -Quizá.- No me había dado cuenta de los lindos hoyuelos que se le formaban cuando reía. -¿Te han golpeado peor?-Tú no tienes nada de fuerza, rubia. Y de verdad que lo agradezco. Cuando entré al equipo de la prepa como "novatada" me dieron de balonazos todas las integrantes del equipo.-¿Cuántas eran?-Quince.- Sonreí. –Con esto me enseñaron que los golpes en casa te preparaban para los golpes de afuera.-Qué extraña frase.-Lo sé. Suena a violencia doméstica pero en la filosofía de allá.- Me quedó viendo por un momento antes de bajar la vista. -¿Qué pasa?-Me preguntaba sí... Quiero saber si tú puedes...-¿Ana?-Si puedes prestarme tu iPod un rato más.- ¿A dónde creía mi mente que iba eso? No quiero saber la respuesta. -Claro, tenlo en tiempo que quieras.-La mayoría de tus canciones están en inglés y canta gente con voces de monstruos.-Guturales, tonta.-Eso. Aun así hay algunas que me gustan.-Bueno, debemos aprovechar eso para que practiques tu horrible pronunciación en inglés.-¿Horrible?-Espantosa.- Comencé a reír. -¿Por qué eres tan fastidiosa?-¿Por qué eres tan tonta?- Ambas reímos. -Debo confesarte que escuché la canción por la que te pregunté.La sonora carcajada que solté retumbó por toda la escuela. –No es muy agradable.-El título lo dice todo, tonta.- Seguía riendo. –No puedo creer que lo hayas hecho.-Y nunca la volveré a escuchar.-Ya lo creo.-¿Debería pedir un deseo? Están compartiendo tiempo, chicas.- Dijo Norma saliendo de su oficina. -Es Servicio Social. Ya sabe es la nueva y debemos ser amables.-Gracias por tu amabilidad en Educación Física, rubia.-De nada.- Dijo sonriente. –Hasta luego, profe.- Se dirigió sonriente a Norma. –Hasta luego, Lara.-Piérdete, tonta.-
-Lara.- Me reprendió Norma. -Me dio un balonazo en la cara.- Me quejaba mientras la rubia se alejaba de nosotros. -Y estoy segura que con gusto recibes otro más si eso hace que Torres esté lejos de ella.-¿De qué hablas?-Sé lo que estás haciendo, Lara. Y debo decir que es lo menos que espero de ti; eres muy noble.-¿Tú también con eso?- ¿Tan obvio era? Quizá para ellos sí pero la cara de odio de mis compañeros decía lo contrario. -¿Yo también?-Omara me dijo lo mismo hace rato en clase. Se dio cuenta.-¿De qué se dio cuenta?-¿De qué hablas, Norma?- Comenzó a reír. –Muy graciosa, directora.- Respiré profundamente. –Sólo te pido de favor que seas considerada conmigo cuando golpee a Liv, porque sé que pasará.-Se supone que te debe caer mal y no deberías protegerla.-¿Quieres que la odie?-No, pero parecías tan convencida de querer odiarla que te salió el tiro por la culata.-Tú tienes parte de culpa en eso.-¿Yo?, ¿yo que hice?-No lo que hiciste, lo que dijiste o mejor dicho lo que no dijiste, Norma. Ya pasó por suficiente como para que Liv le haga la vida imposible aquí.-Cuales sean tus argumentos no quita que sea algo lindo, Lara. Yo sé muy bien que eres una buena chica.-Sólo quiero aligerarle la carga.-Y yo sé que lo haces y lo harás eso no te exculpa de lo que "pasará" con Olivia. Si la golpeas habrá consecuencias y lo sabes muy bien.-Bueno, espero no tener que llegar a esos extremos.-Yo también, pequeña Lara.- Le sonreí y salimos de la escuela. Norma, de nuevo me invitó a comer pero me dijo que tendría que lidiar con su hermana. Accedí. ¿Quién deja pasar un rato de diversión? Media hora después de nuestra llegada la sonriente mujer apareció. -Espero no esté la mocosa aquí.- Levanté la mano. -Mala suerte, bibliotecaria.-Oh, qué alegría verte aquí.-Lo puedo notar en tus suaves facciones.- Me mostró el dedo de en medio y recibió un golpe por parte de Norma. -Compórtate.-Obedece y quizá te den de comer.- Ahora mostró sus dos dedos medios; Norma y yo reímos.
-A partir de ahora estás por tu cuenta, Lara. Yo no me meto en este lío.- Dijo Norma divertida. -No te preocupes, muerde pero no tiene rabia.-Basta de tonteras, vine a comer.- Ingrid se sentó. –Norma, espero tengas baberos.- La comida pasó entre sagaces comentarios entre la agria mujer y yo y la que salió ganando fue Norma que lloró de tanta risa. A eso de las cuatro me fui a casa para prepararme para el último entrenamiento de la semana. Me decidí por unos shorts y una playera sin mangas. Media hora antes de la hora pactada ya me encontraba en la cancha poniendo la red y sacando balones y conos para el entrenamiento. Mi trabajo en la iglesia no me tomó más de una hora y quise aprovechar el tiempo. -Me ganaste.- Volteé a ver a una sonriente Mónica. -Tenía algo de tiempo.-Ese ojo se ve muy bien.-Sólo algo hinchado y un pequeño moretón.- Dije señalando mi pómulo izquierdo. -Puedes decir que estuviste en una gran pelea.-Será un poco difícil ya que todos vieron lo que pasó. Me pegó la rubia que no sabe ni acomodar sus manos para la recepción.- La mujer sonrió. -Bien, entonces nos quedamos con esa historia.- Poco a poco mis compañeras fueron llegando y recibí exactamente cero saludos. Ana era bastante agradable con todo el mundo y el hecho de que se metieran con ella automáticamente hacía que nos odiaran. Lo poco que había avanzado con el equipo lo perdí en menos de una semana: todo sea por la tonta rubia que no se defiende. Estaba a cargo del estiramiento cuando vi una familiar melena dorada acercarse a la cancha. Llevaba pants, una playera blanca simple y tenis; todo apuntaba a que venía a entrenar con nosotras. O eso parecía. Tímidamente se acercó a Mónica, quién estaba absorta acomodando conos alrededor de la cancha. No escuchaba con claridad lo que decían pero la postura de Ana era la misma de cuando me pidió el iPod por más tiempo. Mónica asintió y la mandó a donde estábamos. Como por arte de magia mi equipo recordó como saludar. -Hola, chicas.-Hola, Ana.- Contestó la mayoría. -¿Qué te trae por aquí?- Preguntó Belém. -¿Vienes a dejarle el otro ojo morado?- Todas comenzaron a reír y la rubia se sonrojó. -No, quiero aprender a jugar.-Estás en el lugar correcto.- Dijo Bety amablemente. -¿No hay palabras de aliento, Lara?-Cuídate.- Sentía los ojos de Ofelia atravesando mi cráneo. –Parece un deporte fácil pero no lo es. Necesitas disciplina y mucha constancia.-Habla la que le quitaron el uniforme.- La voz de Ofelia llegó hasta Mónica que casi de inmediato llegó a donde estábamos.
-¿Qué pasa aquí?-Nada. Ofelia tiene mucha ira reprimida y la quiere desquitar conmigo.-Sabes de qué va esto, Lara.- Se veía muy molesta. -No te metas en lo que no sabes.-Señoritas, basta. Lara, circuito. Ofelia, cien abdominales.- El silencio era sepulcral, sin decir más me fui a lo que me mandaron y segundos después lo hizo Ofelia. Bety siguió al mando del calentamiento y pude ver a Ana viéndome de vez en cuando; tratando de ser discreta. Sabía que estaría preocupada y que me pediría disculpas innecesarias al final del entrenamiento. Sonreí ante su iniciativa de entrenar y mejorar. Como yo ella también necesitaba subir sus calificaciones en la materia con Mónica ya que ahora estaba de por medio una apuesta. Realmente me preocupaba un poco su torpeza y que se fuera a lastimar. El "cuídate" iba más a que se cuidara de todo y no de mí; que fue lo que Ofelia interpretó. Al terminar de hacer el circuito fui a donde Mónica. -Ve al saque.-¿Qué?-Vamos a trabajar con recepción.- Asentí y antes de que avanzara la mujer puso su mano en mi hombro. –No te contengas.- ¿No contenerme?, ¿escuche bien? -Mónica...-La única forma en que aprendan a recibir es mediante golpes, lo sabes bien. Bueno, pues hoy aprenderemos a golpes. Bety y tú son las mejores sacadoras pero Bety estará acomodando las bolas que tus compañeras logren recibir.-No meterás a la rubia en esto, ¿cierto?-¿Te preocupa?-No quiero matarla.-Claro que ella no estará en eso, al menos por ahora. Ve.- Hizo sonar su silbato y dio las instrucciones a mis compañeras. Las primeras en recibir fueron Belém y Pao. Tomé el balón y mi saque fue directamente a Paola; ni siquiera movió las manos. -Si pueden controlar los enclenques saques de Lara pueden con todo, niñas.-¿Enclenques?- Me pregunté a mí misma. -Débiles.- Dijo Ana que estaba pasándome los balones. -Como tú.-Díselo a tu ojo.-Chistosa.- Una por una mis compañeras fueron pasando, después de unas cuantas rondas Belém estaba acomodando y Bety fue al saque. A pesar de que sus saques no iban tan fuertes la forma en como le pegaba así que el balón se moviera un poco en el aire haciéndolo un poco difícil de controlar. Muchísimos minutos después Mónica nos dio un tiempo para tomar agua el cual usé para
acercarme a Ana. Tomé un balón y la llevé dentro de la cancha. -Recibir es básico, como ya te habrás dado cuenta. Sin una buena recepción no hay jugada. Todo está en que aprendas a usar adecuadamente tus manos y brazos y no mates a nadie.- Asintió. –Bien. Te lanzaré el balón y lo recibes como tú creas, ¿ok?-Bien.- Antes de lanzar el balón ya tenía lo dedos entrelazados y tenía cara de que le lanzaría una bomba. Sonreí. -Primero, suelta los dedos. Pon tu mano el dorso de tu mano sobre la palma de la otra... Así.- Puse el balón entre mis rodillas y le mostré. –De esta manera estás preparada a volear en caso de que el balón no venga apto para un golpe.-¿Así?-Ana mostró sus manos. -Muy bien.- Tomé de nuevo el balón. -¿Lista?- Asintió. Lancé el balón y la lanzó hacia atrás. -Lo siento.-No te disculpes, tonta. Estás aprendiendo. El truco está en el movimiento de piernas, no en el de los brazos.- Fui por el balón y se lo di. –Lánzala hacia mí.- Me vio un poco dudosa. –No me vas a matar. Lánzala suave y hacia arriba.- Lo hizo y dirigí la recepción a ella. -¿Ves? Todo está en las piernas, los brazos están firmes para que la bola pegué ahí. Es fácil. Vamos de nuevo.Mónica me excluyó del entrenamiento para dejarme de entrenadora personal de la rubia. Al parecer le gustó mi iniciativa de ayudarla y vio lo "confiada" que se veía conmigo por lo que me dejó a cargo de ella. Ana mostró una vez más su facilidad para seguir instrucciones pero esto no sólo era teórico sino practico por lo que le tomaría un tiempo. Me despedía de Mónica después de haber terminado y guardado todas las cosas en la bodega y después de recibir los primeros frutos de mi trabajo, cien gloriosos pesos. A pesar de nunca haberme faltado lo material o dinero en mis bolsillos el ganar mi propio dinero era sensación maravillosa. Mi esfuerzo y dedicación se veían recompensados después de un tiempo. Ahora, en menor medida, sentía lo que papá cuando la cadena de hoteles comenzó a funcionar. Quedamos con las chicas y Mónica que la primera semana sería de descanso y que nos veríamos hasta la segunda semana de vacaciones; claro, las que así lo desearan. Abracé a la mujer de cabello corto y comencé mi camino en dirección opuesta a la de ella. -Tardan mucho.-¡Mierda!- Vi a la rubia salir detrás de un árbol. –En serio, Ana. ¿Cuál es tu pinche problema?-Lenguaje, Lara.-Dije pinche en lugar de puto.- Sonrió. -Vaya cambio.-Creí que ya estabas en casa.-Quise esperarte... ya sabes te puedes perder.-
-Gracias por tu amabilidad pero la tonta eres tú.- Se quedó en silencio un momento. -¿Ana?- No respondía. –Ana es una broma.- Se paró en seco y se dirigió a mí. -Deja de molestarme.-Ana, yo no...-Me refiero a la escuela.- Suspiró. –No me gusta la forma en como te ven, Lara. Y Ofelia... ella dice cosas muy feas de ti, no me gusta.- Se veía muy estresada por esto. -Ana, no podría importarme menos lo que piensen o como me ven.-Pero yo estoy causando esto.-Porque yo así lo quiero, Ana. Es mi manera de...-Servicio Social.- Dijo triste. -No, es mi manera de protegerte. Ya que tú eres incapaz de hacerlo. Ellos si quieren pueden golpearme pero yo no soporto que dejes que te digan lo que te dicen. No puedo, Ana.-No me molesta.-¿Otra vez con esa mierda? Sabes muy bien que es mentira. Si lo que dices es verdad sabrías lo preciosa e inteligente que eres... sabrías que eres mucho mejor que ellos.- Agachó la cabeza. -¿Qué es lo peor que pasaría si te defiendes?-Muchas cosas malas.- El terror en su voz. Hubiera preferido mil veces que me arrancaran el corazón y no escuchar esto. Hizo un intento por caminar. -No huyas, Anita, por favor.- Poco a poco levantó la cabeza; aún con la escasa luz veía sus ojos llorosos. –Yo no sé qué pasó contigo pero yo... yo quiero... quiero que hagas algo, maldición. Es muy frustrante. ¿Por qué conmigo sí y con ellos no?-Ellos no son especiales.-Ana, lo único especial que tengo es la facilidad que tengo para hacer un desmadre todo en un rato.-No. Eso no te hace especial, hay más.- Hizo un intento por sonreír. –Me llamaste "Anita"-Me nació hacerlo.- Me encogí de hombros. -Ni se te ocurra llamarme "Larita" porque te doy un balonazo.- Ahora sí sonrió. -No, no lo haré. Se escucha horrible.-Lo sé.- Nuestras miradas se fundieron unos instantes. –A casa, majestad, necesita una ducha urgente.-¿Qué insinúas?-Que apestas.-¿Cómo pasamos del "Anita" al "apestas"?-Pues es la verdad, apestas.-Claro que no.- Llegamos a la iglesia discutiendo sobre si Ana
apestaba o no; y es que era una gozada verla hacer pucheros y caras cuando algo no le gustaba, era una niña. De nuevo la acompañé a la puerta de atrás. –Gracias por lo que hiciste hoy, Lara. Nunca creí decir esto pero gracias por tu paciencia.-Me pagan por hacerlo.-Eres una tonta.-No, tú eres la tonta. Descansa, majestad.-Descansa, coach.- Le sonreí y me di la media vuelta. -¿Lara?-¿Sí?-¿Me perdonas por el balonazo?-Ana, ya te dije que no pasa nada.- Levantó el meñique hacia mí. Necesitaba la absolución. –Te perdono.- Dije mientas entrelazaba mi meñique con el de ella. –Aparte el ojo morado me sienta bien, me da más imagen de chica ruda.-Ya lo creo.- Ahora si caminé con dirección a casa. Al llegar tomé una larga ducha y decidí que era un buen momento para repasar lo que había acontecido durante el día. Las primeras aburridas clases, los comentarios de Liv y míos a Ana, el receso, la clase de Mónica, la de Omara, la rubia y yo platicando a la salida y Norma pidiendo un deseo... Norma... Abrí los ojos de inmediato causando que algo de jabón entrara en ellos. -¡Puta madre!- Me terminé de bañar tan rápido como pude y me vestí con lo primero que encontré. Norma me había llamado "pequeña Lara". No estaba loca, sabía que esa voz ya la había escuchado antes. Hacía unos días estando en el bosque me quedé dormida y soñé algo; estaba en la mansión y alguien me llamaba... reconocí la voz de Norma pero creí que asociaba lo que extrañaba con lo que estaba viviendo actualmente. Me dije a mi misma que los cables se me habían cruzado. Corrí a la casa de la mujer y toqué la puerta como loca. Unos segundos después una asustada mujer abría la puerta. -Lara, ¿todo bien?-¿Por qué no me dijiste que ya me conocías?-
A/N Hola, queridos lectores. Gracias enormes por sus mensajes y comentarios; yo también les he extrañado mucho. Infortunadamente estas últimas semanas (meses) he estado lidiando con algunos problemas físicos que han consumido la mayoría de mi tiempo y pensamientos. Ahora, gracias a Dios me encuentro en proceso de recuperación y de la emoción actualizo casi a media noche :) No puedo creer que este a punto de conseguir 200 seguidores, ¡that's fücking nuts! GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS :) En TR se puede decir que es
"relativamente fácil" que te lean pero ¿darte a conocer aquí? Es simplemente increíble la recepción que ha tenido la historia. Y mientras llega la próxima actualización, les sugiero que pasen a leer "Mareas del Tiempo". No es porque yo la haya escrito pero la historia está genial xD Sólo les recomiendo que tengan kleenex a la mano y mucho hígado porque quizá hagan un poco de coraje. Disfruten de las sagradas vacaciones; póngase al corriente con su serie favorita; vean muchas pelis; lean mucho; duerman mucho xD pasen tiempo con su familia y sobre todo sean buenos con ustedes mismos :) Besos desde un incandescente rincón de México, Ale.
Capítulo 7
-¿Qué?- Me dijo la mujer confundida. -¿De qué hablas?-"Pequeña Lara". Lo recordé, Norma. No puedes mentirme.-De verdad que no sé de qué hablas.-Soñé a alguien llamándome así hace unos días y era tu voz... no puedo equivocarme. Sé que no me equivoco.-Lara, no...-Creí que no habrían secretos entre nosotras. Yo he cumplido con mi parte espero que tú hagas lo mismo con lo tuyo.- La quedé viendo fijamente. Gotas de agua provenientes de mi cabello caían sobre mis pies. Sentía la camiseta totalmente empapada de la espalda. No me moví, ni siquiera lo intenté. -Pasa.- Con una media sonrisa pasé. –Se me fue por completo llamarte así.- Se sentó en uno de los sofás y yo hice lo mismo frente a ella. -¿Hace cuánto?-Conocí a tu madre en la preparatoria. Muchos años después me reencontré con ella y te conocí a ti. Tenías unos nueve o diez años. Solíamos vernos una o dos veces a la semana.- A esa edad ya tenía conciencia pero no recuerdo haberla visto...sólo su voz. -Hasta que se convirtió en la bruja que es ahora.-Hasta que sus gustos y forma de vida cambiaron...-No quieras justificarla; sabes muy bien que es una horrible persona.-Claro que no, Lara. Ella siempre añoró una vida cómoda. A tu edad ella tenía muchas carencias materiales y trabajaba para pagarse los estudios...-Sí, sí, sí triste historia pero no justifica lo que ha hecho.-
-Al igual que tú.- Oh, no. No fuiste por ese camino. -No soy igual que ella.-Eres su viva imagen.-Físicamente pero no soy como ella... A ella le interesa lo material y el qué dirán; eso a mí no podría importarme menos.-Tus acciones te trajeron aquí.-Creí que ya habíamos hablado del porqué de mi estancia aquí.Norma flagrantemente estaba poniendo la atención en mí y mi desastre. –No quieras cambiar de tema, Norma. ¿Por qué me mentiste?-No te mentí... omití ese pequeño hecho.-No me trates como una niña idiota, por favor.-No lo hago, pequeña Lara.- Sonrió. -Definitivamente veo a tu padre en ti.-¿Trataste a mi papá?- Pregunté curiosa. Una cosa era conocer a la bruja pero conocer a mi padre era algo diferente. -Eh... sí... nos vimos unas veces... platicábamos y ya... con tu madre ahí... a veces...- La mujer pronto comenzó a tartamudear y la sonrisa que tenía en el rostro al mencionarlo no era común. -Estamos siendo honestas, ¿cierto?-Claro.-¿Y me contestarás con honestidad a todo lo que me preguntes?-Depende.-No, nada de eso. ¿Palabra?-Está bien.-¿Te acostaste con mi padre?- A la pobre Norma le dio un ataque de tos de la nada y esa era la confirmación que necesitaba. –Mi papá no tiene mal gusto.- Por primera vez vi a la mujer sonrojarse profusamente. –Si quieres te ayudo a sacar del mapa a la bruja y puedes ser mi nueva mamá.-¡Lara!- Dijo escandalizada y comencé a reír. -¿Qué? Llevo aquí unos días y te prefiero a ti que a la bruja.-Prohibido que vuelvas a decir algo así.-Pero es la verdad, mamá... Perdón, Norma.- Está situación más allá de dolerme o ponerme mal me divertía muchísimo. -Lara, basta.- Levanté las manos en señal de rendición. -Ok... ¿cuántas veces?- Ahora si no soportó y me dio un golpe en el hombro. -Ya te di mucha información. Vete a tu casa.- Abrió la puerta para mí. -No te creí del tipo "hit and run", Norma. ¿Segura que no quieres ser mi mami?- De un empujón me sacó a la calle. -Buenas noches, Lara.-
-Buenas noches, ma...-Ni se te ocurra...-Maestra Norma. ¡Qué paranoica!- Aun riéndome llegué a la casa a secarme el cabello tan rápido como pude y me metí a la cama. Esto quería decir que engañó a su esposo... con mi padre. ¿Qué tan especial podría tener? Era buen mozo, muy servicial y muy noble; viéndolo así cualquiera caería por él. Papá era una persona que trataba muy bien a la gente, era parte de su ser. Cuando había construcciones, él tendía a ir a ver lo que se hacía y se aprendía los nombres de las personas que trabajan "con" él. Mi padre creía firmemente en el trabajo en equipo y que la gente a su alrededor eran su soporte para estar donde estaba. La bruja, por otro lado no sabía ni el nombre de las muchachas que me cuidaban. Para ella eran "tú", "flaca", "gorda", "la de cabello negro"; pobre gente no sé cómo la soportaban. Claro, ella era la del dinero. ¡Qué estupidez! Yo nunca dejaría que alguien pasará sobre mí por dinero... Claro, lo dice la niña mimada que en su puta vida ha trabajado. Quizá Norma tiene razón y el hecho de que la bruja de pronto haya tenido todo tipo de comodidades hizo sacar sus fuerzas oscuras. Ahora, realmente consideraba a Norma fundamental en mi vida. Era una mujer sumamente brillante y con un corazón que estoy segura no le cabe en el pecho. ¿Qué habrá pasado para que dos almas "inocentes" hayan traicionado sus votos? De Norma no sacaría mucha información y con papá lejos sería una incógnita que tardaría pero que resolvería de cualquier forma. Soy Lara Orozco, las cosas me salen sí o sí. Después de mucho pensar sólo logré que el sueño se ahuyentara. Apagué las luces y comencé a contar todo tipo de animales en mi mente pero nada funcionó para poderme dormir. Fui a la cocina por la computadora y puse algo de música; error. Terminé cantando canciones y moviéndome como loca en la cama. Entre el desgaste de energía y las pocas ganas de dormir mis ojos lentamente se fueron cerrando. Infortunadamente mi tranquilidad no duró mucho. -Lara.- Una conocida voz masculina me llamaba. –Lara.-Levanta tu perezoso culo que no estaremos esperando toda la noche.- Genial, Liv y el clan. Aunque no me desagradaba la idea de salir con ellos me desagradaba la idea de tener que "hablar" con ellos. Generalmente era desmadre pero nunca faltaban los comentarios despectivos de Liz o Liv hacía personas de la escuela, especialmente de la rubia. No sé qué tanto más soportaría esta situación. ¡Lara! No me hagas romper una ventana.-Dejen de joder. Quiero dormir.- Me puse la almohada sobre la cabeza. -¿Dormir? Dormirás mucho cuando mueras... Apúrate. Conseguí buenos cigarros.- Ángel volvió a hablar. Bien, quizá un poco de humo me ayude. Simplemente me puse los tenis y fui a la puerta de enfrente donde ya me esperaban. Guardé mi llave en una de mis calcetas para no perderla y emprendimos el viaje al
bosque. –Hola, Larita.-No mames, se escucha horrible eso.- Dijo Liv y todos comenzamos a reír. -Se escucha como "rarita".- Dijo Liz. –Y eso me recuerda a la monja.- No tenía ni dos minutos y ya comenzaban con Ana... Sería una noche muy larga. -Simplemente llámame Lara.-¿Puedo decirte La?-No.-¿Lala?-Pareces un maldito perro faldero, no le interesas. Deja de joderla.Espetó Liv sin ningún tipo de miramientos. -Tenía que intentar.- Se encogió de hombros. -¿Te gusta alguien de la escuela?-Sí.- Todos voltearon a verme. –El profe Alcázar me parece sexy.Las carcajadas las debieron escuchar en el otro pueblo. -Su panza lo hace sexy... me dan ganas de frotarla.- Volteamos a ver a Pao. –Es broma. No me late andar con buda.- De nuevo comenzamos a reír. –Ya en serio, Lara. ¿Te gusta alguien?-No. Nadie cumple con mis estándares.- Quizá esté loca pero alcancé a oír a Liv decir "por ahora". Llegamos a nuestro lugar y de una mochila Ángel sacó cervezas y una cajetilla de cigarros mentolados. -¿Dónde los consigues?-En el otro pueblo.- Agregó simplemente. Cada uno tomó una cerveza. -Por las vacaciones.- Brindó Liz. -Por las vacaciones.- Dijimos al unísono y chocamos nuestras pequeñas botellas. -¿Te molesta el ojo?- Preguntó Paola. -No mucho, sólo cuando lo toco. No es nada.-La monja te traía ganas.- Agregó Liz. -Esa maldita mosca muerta tiene que pagar.- Apreté la botella tan fuerte como pude. No, no tendría paciencia suficiente. –Tenemos que planear algo.-No haremos nada.- De pronto los tres me quedaron viendo como si me hubiese salido otra cabeza. –Fue un accidente.-¿Después de lo que te dijo crees que es un accidente?- Tenía unas enormes ganas de sonreír al recodar el "a la otra te va peor". -¿En serio lo creyeron?- Ahora si reí. –La pobre no sabe ni acomodar las manos, ¿de verdad creen que deliberadamente me haya golpeado? Eso no volverá a pasar nunca.-Aun así... debe saber que con nosotros no debe meterse.-Gastas demasiada energía en ella.- Le hablé directamente a Liv. –Si tanto la odias simplemente déjala en paz.-
-Realmente creo que te está afectando el tiempo con ella.- Tomó otra cerveza y la destapó con la corteza de un árbol. –Odio a esas personas que se creen santas y que no matan ni a una mosca. Estoy segura que es una perra disfrazada de inocente oveja. Es del tipo que tiene cara de ángel pero le gusta que la cojan duro.- El esfuerzo que hacía para controlarme era sobrehumano. En mi mente me veía estampando la cabeza de Liv contra el árbol incesantemente. Ana no era así en absoluto. Ana es una de las personas más nobles que he conocido; ella era buena a pesar de todo lo que ha pasado. -¿No crees?- La chica de ojos azules me sacó de la meditación. -Quizá.- Respondí ácidamente con mi vista anclada a ella. –Sólo busco no darle mucha importancia a alguien que, de acuerdo a tu opinión, no vale la pena.- Sonrió. -Tienes razón, dejemos de lado a la puta esa y disfrutemos de nuestra noche.- A estas alturas la sangre me hervía; molesta era poco, enojada también, estaba completamente fúrica. Y al no encontrar cómo sacar toda esa energía me dediqué a fumar. Me gustaba hacerlo pero no a las exageradas cantidades que estaba llegando esta noche. -¡Juguemos!- Gritó Liz emocionada. -No vayan a salir con su pendejada de esconderse porque no cuenten conmigo.- El clan rió. -No, juguemos a verdad o reto.- Todos comenzaron a aplaudir. Especialmente Ángel que era el único chico con tres mujeres. –Comienzo yo.- Dijo la chica de ojos saltones. –Liv.-Reto.-Toma la cerveza de un trago.-Retos de pueblerinos.- Tomó la cerveza y en unos segundos ésta había desaparecido. –Ángel.-Reto.-Lame la cara de Paola.- ¡Qué maldito asco! Gracias a Dios que dijo Paola o no me eligió a mí. Paola se veía como que no tenía más opción y puso su mejilla a disposición. Lentamente vi la lengua del chico de belleza abstracta pasear por la mejilla de la menuda chica. -Sabes rico.- Liv hizo como que quería vomitar y todos comenzamos a reír. –Lara.-Sigamos con los retos.-Besa a Liv.- Me encogí de hombros, me acerqué a ella y deposité un beso en su mejilla. –Hey, es en la boca.-No especificaste.- Indiqué con una sonrisa. –Pao.-Reto.-Lame la mejilla de Liv.-¡¿Qué?!- Exclamó de inmediato la involucrada.
-Nadie ha puesto peros, Liv.- La vi con una sonrisa maliciosa. –No seas miedosa.-No es miedo es asco.- Vi a Pao bajar la mirada y de inmediato me arrepentí. Debí usar Liz que parece un poco más "abierta" con este tipo de situaciones. Mi mirada seguía con Liv y después de unos segundos desistió. –Está bien. Pero que sea rápido.- Ni tarda ni perezosa Paola hizo lo que se le indicó y la expresión corporal de Liv no decía que le desagradaba, sino todo lo contrario. Claramente vi como se le erizaron los vellos del brazo. De pronto me pegó; Liv está enamorada de Ana y por eso la odia. Con la confesión de la vez pasada y esto estaba casi segura de que Liv se inclinaba por las chicas. Tendría algo de sentido que para reprimir sus sentimientos la tratara así... o quizá no. Lo que no pasó desapercibido fue la punzada que sentí en el pecho al "descubrir" esto. ¿Me dolía la forma de rechazo de Liv hacia Ana? O, ¿me dolía que alguien estuviera interesada en ella? Pero, ¿por qué mierda me molestaría que alguien quiera con Ana? Es guapa, es inteligente, es divertida, cuando quiere, es libre de estar con quien quiera. De nuevo la punzada. Es más a mí ni siquiera me gustan las chicas. Quizá me esté tomando muy a pecho este rol de "protectora" y me está metiendo ideas locas en la cabeza. La gente es libre de que le guste Ana y ella es libre de que le gusta quién quiera. Pero de preferencia alguien que la quiera y la cuide. Que vea lo frágil que es detrás de esa fachada... Ana... Ana... Ana... ¡Mierda! De pronto mi mente estaba inundada de adjetivos y frases para ella. Esto definitivamente no es normal. -Tierra llamando a Lara.- Liz pasó su mano frente a mi cara. Mi vista seguía fija en Liv. -Para la próxima me puedes lamer tú.- Dijo coqueta pensando que quería algo más con ella... Si tan sólo supiera que pensaba en su némesis guion amor platónico. -Lo tendré en cuenta.- Claro, como si quisiera hacerlo. La noche pasó en calma, no había que preocuparnos por ir a clases mañana o en los días posteriores; sin embargo yo sí tenía que ir a trabajar. Mi cuota fue de dos cervezas y muchos más cigarros de lo que me gustaría admitir. Necesitaba algo que controlara las enormes ganas que tenía de golpear a Liv o Ángel cada vez que salían con un comentario estúpido acerca de Ana. Pero también estaba con lo de Liv y la posible teoría de por qué odia a la rubia; de nuevo, esa extraña sensación en mi pecho y estómago. No sabía a ciencia cierta de donde venía eso pero debía averiguarlo; pronto. -Gracias por todo pero debo ir a dormir al menos un rato.- Anuncié pasadas las tres de la mañana. -Aguafiestas.- Me encogí de hombros. -Yo me quedo.- Anunció Liz. -Yo también.- Habló Ángel.
-Me too.- Dijo sonriente Liv. Tenía la extraña sensación de que Olivia había tomado mi mirada como algo más. -Me voy contigo.- Agregó Pao mientras se despedía del clan. –Nos vemos mañana.- Simplemente asintieron y siguieron platicando. Escolté a Pao al final del bosque y cuando al fin salimos volteó a verme con una sonrisa. –A ti no te desagrada Ana, ¿cierto?-¿Por qué lo dices?-El entrenamiento. Fue muy amable de tu parte que usaras tu descanso para ayudarla.-Me pagan para eso.-Aunque sea así, tomaste una iniciativa.-No implica que me agrade.- Seguía caminando sin verla a la cara. -Si tú lo dices.- Dijo al aire. -¿Hay algo que quieras decirme?- Su sonrisa se hizo más grande. -Creo que te sientes presionada a que...-¿Crees que es por Liv?- Reí irónica. –Créeme que Liv me importa una mierda o lo que pueda llegar a pensar. Con quién me llevo o no es asunto mío y no está regido por nadie más.-Ellos me aceptan y por eso estoy ahí pero no implica que me agrade lo que dicen... sobre todo de ella. Se ve que es una buena chica.- ¡Lo es!, ¡es una persona maravillosa! -Aléjate de ellos...-Lo dice la chica popular que tiene a todos a sus pies.- Suspiró. –Si no fuera por Ángel que en algún momento le llegué a gustar seguiría comiendo en el baño.-Lo siento.-Y sé cuando una persona es malintencionada... como Liv. En cambio tú no eres así o al menos así lo percibo. Pero después vienes y la molestas tanto como Liv. Creí que eras diferente.- Otra con la misma canción. -Algún día lo sabrás.-Olivia puede ser muy persuasiva.-Lo sé pero créeme que esto está lejos de seguir órdenes. Para nada.-Sólo quería decirte que fue un lindo gesto porque Ana no tiende a hablar mucho con la gente y se veía muy a gusto contigo.- Me encogí de hombros. -Supongo.-Tu secreto está guardado conmigo.-¿Qué secreto?-Ya sabes... de que te agrada Ana.- Sonreí. -Gracias por guardar el... secreto.-De nada.- Contestó amablemente. Llegó el momento de despedirnos y tomamos caminos diferentes. –Lara, no seas como ellos. Yo sé que no
eres como ellos.-Lo mismo digo de ti.-A estas alturas dudo que alguien me acepte...-Yo lo hago, podemos formar nuestro propio clan.- Sonrió. -Sí, claro. Descansa, Lara.- Nos dimos un pequeño abrazo.-Dulces sueños, Pao.- Llegué a la casa hedionda a cigarro incluso a mí me dio asco oler así. Necesitaba cambiar de plan o hacer que Ana se defendiera... Sería más fácil para mí llegar a la luna que hacer eso. Ana no hacía esta tarea más fácil y a este ritmo iba a morir de enfisema pulmonar. No, debía aprender a lidiar con este tipo de emociones de otra forma. Tomé una ducha rápida para tratar de quitarme el olor y me metí a la cama. Encendí de nuevo mi portátil y como arte de magia la canción de Coldplay que días atrás le mostré a Ana sonó. –¿Qué está pasando?Sí, la rubia me importaba y quería protegerla a toda costa. Era una persona demasiado buena para este mundo, no habíamos tratado tanto pero era lo necesario para ver lo maravillosa que es. El pensar en ella hacía que sintiera un calor inexplicable en el pecho. Quizá sólo estoy exagerando, ¿y si no? Mi mente encontró el momento perfecto para comenzar con una acalorada discusión entre mis pensamientos y mis sentimientos. ¿Me agrada? Sí. ¿Me preocupo por ella? Sí. ¿Quiero ayudarla? Sí. ¿La extraño? No... no sé... sería bueno estar platicando con ella un rato. ¡Mierda! Sí. ¿La quiero? No... Todavía pero me veía queriéndola muy fácilmente. Y a mi mente vino la pregunta del millón; ¿me gusta? No. No me gusta, las chicas nunca me han gustado. Es súper guapa, simpática, inteligente, juguetona, bondadosa; podía hacer una interminable lista de cualidades pero eso no necesariamente implica que me gusta, ¿cierto? Es normal que la gente vea cualidades en otras personas o que las admiren y no tiene que ver con querer algo más con esa persona. Es simplemente disfrutar de lo que esa persona tiene para dar. O eso me digo a mí misma. Ana es por demás especial y aunque no comenzamos de la mejor manera tenía algo que me atraía hacia ella. Eso y que constantemente nos topábamos en el pueblo. Debía ser el desconcierto de querer ayudarla y mis emociones mezcladas por estar lejos de casa lo que propiciaron esta pequeña confusión. Nada más. No había ningún sentimiento amoroso para con la rubia. Sólo el deseo de cuidarla y no permitir que la lastimen; ya no más. Eso es lo que una buena amiga haría. Sí, definitivamente eso. Después de resolver el pequeño idilio en mi mente me decidí a dormir un rato; afortunadamente el sueño llegó a mí rápidamente, más de lo creí. Rara vez recuerdo lo que sueño y cuando lo recuerdo, peculiarmente son cosas que pasaban. No sé, era algo extraño pero generalmente era así. Estaba en la cancha de voli acomodando la red. Mónica me dijo que me tomará la libertad de guiar el entrenamiento y que hiciera algún tipo de circuito con las chicas. Terminé de acomodar los conos y las chicas aún no llegaban, era raro.
De pronto escuché a alguien llamarme y al voltear unos labios se estamparon contra los míos. La voz la conocía bien, a momentos me irritaba pero en general me gustaba escucharla. De los hombros empuje a la persona que me besaba y una abundante melena rubia se agitaba frente a mí. Sonreía ampliamente y lentamente vi como se acercaba a mí para buscar mis labios de nuevo. -¡Lara!- Un grito me despertó del... extraño sueño. ¿Ana besándome? Dios, estaba a punto de la locura con tantas cosas en la mente. -¡Lara! Vas tarde.- La voz de Norma. Vi a la computadora y mostraba que eran treinta minutos pasados de las nueve. -¡Maldición!- Cambié mis shorts por unos jeans y salí de la casa. –Lo siento, olvidé poner la alarma.-Apresúrate.- Norma me aventó una manzana antes correr a la iglesia. -Gracias, mamá.-Me las vas a pagar, Lara.- Replicó Norma. Ni siquiera volteé a verla pero sabía que estaba sonriendo. Al llegar a la iglesia varias personas pintaban las afueras de la iglesia. El señor Cardozo no se veía por ningún lado así que decidí entrar. -Dulce Lara, vienes un poco tarde.-Buenos días, señor. Lo siento.-¿Recuerdas los cuadros que limpiaste?- Asentí. –Bueno, hoy los colocaremos donde corresponden. Quizá necesiten que los limpies de nuevo.-Claro.-Gracias, Lara.- Caminé a dónde había dejado los cuadros; los saqué a la mesa donde usualmente comíamos y después busqué algo dónde poner agua y un trapo para poder limpiarlos. Para mi fortuna no estaban tan empolvados como la vez pasada así que no me llevó mucho tiempo. Mi alergia hizo acto de presencia después de terminar; tomé un vaso de agua y decidí ignorarla pero ella quería atención. Seguía estornudando y en el cristal de una de las vitrinas pude ver mi nariz roja. Sonreí, papá solía llamarme "nariz de tomate" cuando esto pasaba. Llevé uno a uno los cuadros dentro de la iglesia y cuando iba por el último la rubia apareció con un vaso de agua y una pastilla; justo como la primera vez. -Debes taparte cuando limpias.-Buenos días, majestad. Gusto en verla hoy.- Le hice una pequeña reverencia. -Estoy hablando en serio, Lara.-Yo también.-Tómate la pastilla para que puedas seguir siendo una fastidiosa.Le sonreí, tomé la pastilla y el vaso de agua. –Buenos días a ti también.-Gracias, rubia.- Vi que llevaba puestas mangas largas. No había
mucho calor pero era raro que ella usara ese tipo de ropa. -¿Y eso?- Señale a su playera color gris. -Quiero ocultar esto.- Levantó una de las mangas a la altura de su codo y pude ver unos cuantos moretones. -¿Por el entrenamiento?- Asintió. -Deberías portarlas con orgullo. Es muestra de que estás entrenando duro.-Quizá.- Replicó con una sonrisa. Me quedé tontamente viéndola y observé como esos lindos hoyuelos se formaban en sus mejillas. -¿Tengo algo en la cara?- De inmediato regresé de mi trance. -No, es sólo que... no me había dado cuenta de... esos.- Puse mis dedos índices sobre mis mejillas. –Son lindos.-Gracias.- Sonrió, los hoyuelos se acentuaron más acompañados de un color rojo en sus mejillas. -De nada.-Me gusta el color de tus ojos... el color que tienen ahora.-¿Cómo se ven?- Se acercó un poco más a mí. -Muy claros... como el agua de nuestro escondite.- "Nuestro" Apenas habíamos estado ahí un par de veces y ya lo consideraba nuestro. De nuevo el calor en mi pecho. -Estoy tranquila. Por eso se ven así.-Quizá deberíamos hacer algo para cambiar eso.-¿Quieres que esté de fastidiosa?- Le sonreí. –Puedo hacerlo.-¡Lara!- La voz del señor Cardozo. –Necesito tu ayuda.-Deja de distraerme de mis labores, rubia.-Lo siento.- Dijo siguiendo el juego y tomó el vaso de agua que aún seguía en mi mano. –Ve.- Asentí y fui en busca del hombre alto. Después de eso no volví a ver a la rubia; estuve mayormente con el señor Cardozo acomodando los cuadros y limpiando otras cosas por ahí. Después me dejó elegir las mantas que se pondrían y otras cosas que según él "necesitaban un toque femenino". Bueno, hice lo que pude. Al final del día me encontraba pintando junto con otras personas; después de comer rápidamente cambié mis labores dentro de la iglesia para ayudar a terminar de pintar. Se veía simplemente genial. Para esas horas tenía la playera empapada en sudor y los brazos comenzaban a arderme un poco. Puse boca abajo una cubeta y me senté un momento. De pronto sentí un chorro de agua caerme sobre la cabeza. De inmediato me levanté y vi a una traviesa rubia detrás de mí. -Te veías muy acalorada.-Esto te va a costar muy pero muy caro, Ana.-No te tengo miedo, Lara.-Deberías.-
-Pero no lo hago.- Ambas sonreíamos. Mi cabello estaba amarrado con una coleta simple por lo que la mayoría de mi cabello estaba a mi disposición y mojado. Tomé a parte baja de la coleta y agité mi cabello en dirección a la rubia. -Pide que sea sólo agua y no sudor.- La rubia hizo una cara de asco. –Te dije que te iba a arrepentir, tonta.- Lo siguiente no lo vi venir; no sé cómo pasé por alto la jarra de agua en su otra mano. Tan pronto tuvo la oportunidad aventó el contenido de la jarra sobre mi cara. Cerré los ojos y exageré mis respiraciones. –Corre.-¿Ah?- Preguntó confundida. Abrí los ojos y la quedé viendo fijo. –Tus ojos cambiaron...-Corre.- Abrió los ojos tanto como pudo y comenzó a correr después de unos segundos; casi al instante comencé a seguirla. La tonta era rápida, más de lo que creí. Entre el cansancio y su velocidad se me hacía muy difícil alcanzarla debía pensar en algo. Recordé mi bote con pintura detrás de la iglesia; sólo debía esperar a que corriera hacia allá... y lo hizo. Cerca del bote hice como que tropecé y me quedé tirada. -¡Mierda!- La rubia volteó y su expresión de alegría rápidamente se transformó. -Lara, ¿estás bien?-No, creo que me doblé el pie.- Con una de mis manos buscaba la brocha pero no podía alcanzarla. Un poco más y... listo. Cuando tuve el arma en mi mano no dudé en sacudirla frente a la rubia. –Ahora eres un zorrillo.- Ana tenía los ojos cerrados y su boca formaba una gran o. Yo reía a carcajadas, reí tan fuerte que me tuve que recostar en el piso. De nuevo subestimé a la rubia quién tomó la brocha de mis manos y la pasó deliberadamente por toda mi cara. -Ahora eres de una tribu africana.-Rubia, rubia, me vas a volver loca.-Sólo es una broma, Larita.-Te dije que no me llamaras así.- Con mi playera comencé a quitarme la pintura que tenía en los ojos. Escuchamos unos pasos acercándose a nosotras. -Con que aquí... ¿qué les pasó?- Preguntó asombrado el señor Cardozo. Ambas nos señalamos con el índice. -Ella comenzó.- Dijimos a la vez. -Me alegra que se lleven bien no tanto que jueguen la pintura.-Lo siento, señor.-Fue mi culpa, papá.-Pero yo estoy a cargo de cuidar lo que utilizo. No volverá a pasar.El señor Cardozo sonreía. -Venía a decirte que puedes irte, Lara. Gracias por tu ayuda hoy.-Gracias por darme un lugar donde vivir y alimentarme.-De nada, dulce Lara.- Me tendió la mano para ayudar a levantarme. –Te veo adentro, hija.-
-Sí, papi.- Asintió la rubia y en unos segundos estábamos solas de nuevo. –Lamento haberte metido en problemas.-No estoy en problemas.- Le sonreí. –Eres divertida, niña tonta.-Lo mismo digo, fastidiosa.-Supongo que nos estaremos viendo.-Eso parece.- Me sonrió de regreso. -¿Lara?-¿Sí?-¿Necesitas tu iPod?-No. Cuando lo necesite te lo haré saber, ¿te parece?-De acuerdo. Gracias.-Cuídate.-También tú, Lara.- Sin más y con la cara blanca comencé a caminar a casa. Regresé inusualmente feliz. Sentí la enorme sonrisa llegar hasta mis orejas; a pesar de estar sudada, con pintura y más que cansada iba feliz y no podía negar que tenía que ver con lo que pasó con Ana. Quien seguía sorprendiéndome día con día. Ya había mostrado un lado juguetón cuando tiró mi mochila al piso pero esto era diferente, totalmente diferente... placenteramente diferente. Me gusta esta Ana, la que poco a poco se desinhibía conmigo, la juguetona y la que se preocupaba porque me tapara la nariz cuando limpiaba algo. Sí, definitivamente me veía queriéndola. Prácticamente me metí con ropa a la ducha cuando llegué a casa. Estaba acostumbrada a sudar pero definitivamente no estaba acostumbrada a la sensación de estar sucia, con polvo, pintura y saber que más en mi cuerpo. La ducha tomó mucho tiempo. Veía que el agua salía negra. Cuando por fin me quedé conforme con los resultados salí de la lucha y me vestí con unos pants y una playera sin mangas. Puse música en la computadora y me dispuse a preparar algo de cenar. Café y quizá unas quesadillas. No tenía mucha hambre pero definitivamente necesitaba algo en el estómago. Terminé pasadas las siete de la noche. Simplemente me quedé en la isla escuchando música y disfrutando de la sensación de estar fresca. Mis ojos comenzaban a cerrarse y tenía un leve dolor en el cuello; debía ser por las actividades hechas hoy. Crucé los brazos encima de la isla y puse mi cabeza sobre éstas. Estaba quedándome dormida cuando unos fuertes golpes en mi puerta me sobresaltaron. Corrí a abrir y me encontré a una asustada Norma. -¿Qué pasa?-El pastor...- Se veía con dificultades para hablar. -¿Qué tiene?-Le dio un infarto.-¡¿Qué?! No es posible... lo acabo de ver...él está...- Norma negó. -Lo llevaron al otro pueblo. Ahí hay un hospital.- Dios, esto era malo... el pueblo dependía de él prácticamente al igual que... Ana.
-¿Dónde está Ana?- Tomé a Norma de los brazos. -Se fue con ellos en el carro.- Corrí a la cocina y tomé mi llave y los cien pesos que Mónica me había dado. -¿A dónde vas?-No la voy a dejar sola...-¿Estás loca? Está y es peligroso que andes sola.-Me importa un carajo, no la dejaré sola, Norma.- Mi mente comenzó a dar vueltas. -¿Y si alguien se acerca y la quiere tocar?, ¿y si algo o alguien la hace sentir incómoda? No, no puedo dejarla sola.- Prácticamente eché a Norma de mi casa y cerré la puerta. –Hazte a un lado... sabes muy bien que no me vas a detener.-Apresúrate antes de que caiga la noche.- Le di un beso en la mejilla y comencé a correr. Unas casas después de la mía encontré una pequeña bicicleta. -Dios, prometo que la devolveré.- Me persigné y la tomé; esto, definitivamente, haría el viaje más corto. Sin dudas el camino era algo tétrico; había partes que se hacían túneles con los mismos árboles que se fundían unos con otros. Pedaleé tan rápido como pude, mis piernas comenzaban a dolerme pero no podía rendirme, no sabiendo que Ana estaba sola. Me encontré a algunas personas a lo largo del camino; algunos cargando trozos de madera, otros con machetes y otros simplemente caminando. Me veían extrañada. Estoy segura de que era de las pocas personas que eran transparentes como una cuija a kilómetros a la redonda y me veían extrañada. Suspiré aliviada cuando muchas luces; debía ser el pueblo. Conforme me acerqué confirmé que ya estaba ahí pero no podía ir directamente al hospital, aún no. Busqué y busqué hasta que pude enfocar el letrero que buscaba. Necesitaba un teléfono. Prácticamente brinqué de la bicicleta y me metí al lugar que era muchísimo más grande que la tienda del pueblo. -Necesito hacer una llamada.- El chico que atendía me quedó viendo extrañado. –Por favor.-Cinco pesos por llamada local y diez a celular.- Me señaló la cabina. –Tu tiempo corre desde que comienzas a marcar.- Asentí. Me metí en la cabina y marqué de los pocos números que sabía de memoria. Después de dos tonos me contestaron. -Cardozo, creí que me llamarías hasta la otra semana.-Papi.-¿Mi amor?, ¿qué pasa?, ¿estás bien?- Su tono de voz cambió radicalmente a uno preocupado. -Estoy bien pero el señor Cardozo no. Tuvo un infarto. Papi, tienes que hacer algo, por favor. Manda a alguien.- Me escuchaba desesperada. -Tranquila, mi amor. Conseguiré a alguien y estaremos allá lo más pronto posible.-Gracias, papi.-
-Cuídate, mi amor. Te veo pronto.-Adiós, papá.- Aventé el billete de cien pesos y ni siquiera esperé por el cambio. Cuando salí vi que el hospital estaba a unos cien metros de donde estaba. Olvidé por completo la bicicleta y corrí. Sentía que el lugar se alejaba más y más; necesitaba estar ahí rápido. Al llegar comencé a buscar a la rubia con la mirada, no estaba por ningún lado. Me metí y divisé su dorada cabellera en una esquina; ella estaba sentada detrás de una enorme maceta. –Ana.- Susurré. Lentamente me acerqué a ella y como si hubiese sentido mi presencia levantó la cabeza y conectó sus ojos con los míos. Todo pasaba en cámara lenta; sus ojos rojos, su carita hinchada y su cabello alborotado. No sé en qué momento dejé de caminar y me quedé estática a unos metros de ella. Podía ver el dolor en sus ojos; ese brillo de cuando jugamos en la tarde no estaba se veía triste, devastada y eso me ponía igual o peor a mí. Hoy aparentemente era el día de las sorpresas; con gran agilidad la rubia se puso de pie, corrió hacia mí y me abrazó con una fuerza que sentí que me rompería el cuello. -Lara.- Enredé mis brazos alrededor de su pequeña cintura y la atraje más a mí. –No me dejes sola.-Nunca.- Aspiré su dulce olor y cerré los ojos. –Nunca, Anita.-
A/N Hola, queridos lectores. Espero estén todos muy bien; disfrutando de los últimos días de vacaciones o disfrutando de haber regresado a sus actividades cotidianas :) Muchas gracias por sus buenos deseos y buenas vibras. Creo que estoy en un 90% de recuperación así que prácticamente ya regresé a las actividades que solía hacer antes de la lesión :D Es más fueron tantas las buenas vibras que pasé un examen súper importante que hice hace un mes y eso me tiene más que contenta. Así que de tan feliz que estoy subo un nuevo capítulo que espero les guste. No tengo palabras para agradecer sus votos, comentarios, mensajes y todo lo demás :) Pórtense bien, chic@s nada les cuesta. ;) Saludos desde un ridículamente cálido rincón de México, Ale :)
Capítulo 8 No sé cuánto tiempo estuvimos abrazadas; sólo me dedicaba a sentir su cuerpo contra el mío, su calor y su olor. No, no me veía queriéndola, ya la quería y no la dejaría sola bajo ninguna circunstancia. Valió la pena cada segundo que pasé para llegar hasta aquí y poderla tener en mis brazos. Se empezaba a hacer una costumbre jugar su cabello para calmarla y es que parecía funcionar cada vez que lo hacía. Su agarre nunca se suavizó y tampoco el mío. Parecía en que cualquier momento me fundiría con ella. -Tranquila, por favor.- Su sollozos se hicieron más intensos. –Como siempre llevándome la contraria.- Entre su llanto rió. –Él va a estar bien, es muy fuerte.- Lentamente se fue soltando y quedó a unos centímetros de mí. -¿Puedo?Pedí permiso para limpiar su cara. Asintió levemente y con mis pulgares limpié las lágrimas que caían por sus mejillas. -Gracias.-¿Por qué?-Por estar aquí.- Tenía la cabeza agachada. -Quiero estar aquí contigo... y con él.- Leves sollozos escaparon de sus labios de nuevo. –Ven aquí.- La atraje de nuevo a mí y la abracé. -No lo quiero perder.- Decía con voz entrecortada. –Es todo para
mí.-Lo sé, Anita. Lo sé. Es muy útil para Dios aquí en la tierra así que no se lo llevara todavía.- Se abrazó más fuerte a mí. -Amén.- Después de varios minutos logré que se calmara y volvió a ocupar su lugar detrás de la maceta y yo a un lado de ella. Entrelazó nuestros meñiques y se recostó en mi hombro. -¿Caminaste?-No. Tomé prestada una bicicleta.-¿Tomaste prestada?-Sí, sólo que el dueño no lo sabe.-¿La robaste?- Era un tono acusatorio pero su voz seguía normal. -La voy a devolver. La necesitaba para llegar rápido.-Me alegra que estés aquí.-Me alegra estar aquí.- Puse mi cabeza sobre la de ella y cerré los ojos. -Están estabilizándolo, probablemente pasé la noche en terapia intensiva... o eso me dijeron.-Antes de venir contigo hablé con mi padre. Él buscará a alguien que ayude a tu papá; lo prometo.-¿En serio?- Asentí.-Gracias.-No es necesario.-Después de todo no eres tan fastidiosa.-Esto es un tiempo fuera; después regresaré a mi habitual yo.-Necesitamos más tiempos fuera.- Soltó un gran suspiro. -Definitivamente.- En cuestión de minutos Ana se quedó completamente dormida sobre mi hombro. La contemplé por varios minutos, tanto como mi posición lo permitía. Tenía el cabello algo húmedo por lo que quizá terminaba de bañarse cuando esta situación pasó. Su olor era muy peculiar; al ser alérgica como yo quizá no usaba perfume pero su olor natural era exquisito. Su piel era muy suave, lo constaté cuando limpié sus lágrimas. Pero su aspecto físico era un extra, era una maravillosa chica, en muchos aspectos. Y con sentimientos encontrados me di cuenta que su fragilidad era mi debilidad. No sé en qué momento pasó pero me encontraba en un estado de constante preocupación por el bienestar de la rubia. Para mi fortuna o mi desgracia no había vuelta atrás. Realmente era muy fácil quererla o eso me decía mí misma. -Cardozo.- Anunció un doctor bajito con poca cabellera. -Aquí.- Moví un poco a la rubia que de inmediato despertó. –Tienen noticias.- Rápidamente se puso de pie y se puso frente al doctor equivocado. Sonreí, me paré y la arrastré a la persona correcta. -El pastor se salvó por muy poco. Fue un infarto. Tendrá que quedarse unos días aquí para hacerle algunos exámenes y determinar que prosigue.-¿Va a estar bien?- Preguntó la rubia omitiendo el pequeño discurso
del doctor. -Haremos todo porque así sea.-¿Lo puedo ver?-Por supuesto, aunque aún está inconsciente.- Asintió. –Es fuerte.El doctor levantó la mano con la intención de ponerla sobre el hombro de Ana. Sabía que no era mal intencionado, sin embargo esto incomodaría a la rubia. Así que la intercepté en el aire y se la estreché. -Gracias, doctor.- Me quedó viendo algo confuso y después sonrió, asintió y desapareció de nuestra vista. -¿Qué esperas, tonta? Ve a verlo.-¿Quieres acompañarme?-Claro. Vamos.Caminamos en total silencio por un largo pasillo. Ya previamente una enfermera nos había indicado a dónde debíamos dirigirnos. Muy amablemente nos dijo que el pastor estaría bien e incluso ofreció su casa para que la rubia y yo pudiéramos descansar. Obviamente Ana no se movería de ahí ni con una grúa. Por fin encontramos la habitación ocho; antes de entrar entrelacé nuestros meñiques para llamar la atención de la rubia. -Pido mucho pero busca estar tranquila. Él necesita ánimos, ¿de acuerdo?- Asintió levemente. –Estará bien, Anita.-Por eso pedí que vinieras conmigo.- Me sonrió tan dulcemente que sentí que el corazón se me detuvo un poco. Sin soltarnos entramos a la habitación, era ese típico olor de hospital, entre cloro y medicinas; me ponía mal. Y el enfermizo color blanco que tendía a ser asociado con los hospitales; ahora entendía porque. Ana contuvo un sollozo al ver a su padre en la cama con una aguja en su mano conectada al suero y con una mascarilla que le ayudaba a respirar. El señor Cardozo se veía relativamente joven, yo le calculaba entre cuarenta y cinco y cincuenta años. Se conservaba muy bien, era delgado y por lo que veía tenía buenos hábitos alimenticios. Me preguntaba que había desatado el ataque. Debo admitir que me entristeció mucho verlo así. Aparte de ser un buen apoyo desde mi llegada, los momentos más lindos de mi infancia lo involucraban a él. Deseaba con todo el corazón que esto terminara pronto y regresara con nosotros a casa. -Papi.- Ana se soltó de mí y se puso a lado de su papá. –Vas a estar bien. Lara, le habló a su padre y mandará a alguien para ayudarte.- Pegó su frente con la de él. –Tenías razón, es una buena chica.- Dijo casi en un susurro que escuché claramente. Involuntariamente mis labios se movieron hasta formar una sonrisa. Me sentía como una intrusa ahí; algo en mí me decía que Ana necesitaba tiempo a solas con su padre pero recordé que me pidió ir con ella. Quizá podía decirle que iría a tomar aire, quizá no lo creería. Vi que se balanceaba sobre sus pies. Divisé una silla que estaba en la esquina de la habitación y la acerqué a la rubia. Con una sonrisa la aceptó y se sentó. Tomó la mano de su papá, que no estaba canalizada y la besó. -Estaré afuera de la habitación.-
-Puedes quedarte.- Respondió amablemente. -Lo sé pero necesitas tiempo a solas con él.- Asintió. –Sin necesitas algo sólo háblame, ¿de acuerdo?-Gracias, Lara.-De nada, tonta.- Le sonreí y salí del lugar. Me senté frente a la puerta que parecía de madera pero era muy liviana para ser de ese material. Quizá era una imitación. O quizá debería pensar en cómo ayudar y dejar para después mis profundos pensamientos acerca de la puerta. Apenas un par de semanas acá y ya estaba vinculada fuertemente con la rubia y con el señor Cardozo. Bueno, a él ya lo conocía pero aun así no estaba muy contenta con su idea de traerme para acá. Con la rubia comenzamos con el pie izquierdo pero ahora nada me preocupaba más que su bienestar. Ambos y Norma representaban lo más importante para mí ahora en este lugar y uno de ellos estaba tendido en una cama luchando por su vida. No podía ni comenzar a imaginar lo que la rubia debe estar sintiendo en estos momentos; me volvería loca si algo le pasara a papá. Al tener mi cuerpo en estado de reposo Morfeo se acercó a mí. Llevé mis rodillas cerca de mi pecho y sobre ellas puse mi cabeza; cerré los ojos para descansarlos un momento. El constante sonido de la máquina que monitoreaba al señor Cardozo hizo que me adormeciera un poco. El clima bastante agradable, el piso algo frío y el cansancio del día fueron los ingredientes perfectos para quedarme dormida en minutos. De nuevo me encontraba sola en la cancha de voli de la escuela; veía a Mónica alejarse de mí. Tomé unos conos y comencé a acomodarlos para iniciar el entrenamiento... alguien me habla, conozco a la perfección esa voz. Volteo y alguien pega su cuerpo al mío. Aspiro profundamente... ese olor. Ese olor natural que ya era muy pero muy familiar para mí. Simplemente estamos abrazadas, ella canta algo muy bajito que no logro descifrar. Después de varios instantes se separa lentamente de mí y sus ojos quedan a centímetros de los míos. Me sonríe ampliamente y yo hago lo mismo. Con mucho cuidado levanto mi mano derecha y la veo, pidiéndole permiso; asiente. Pongo mi mano sobre su quijada y mi pulgar juega con su pómulo. Nunca había visto sus ojos tan de cerca... se ve preciosa. Sus ojos ya no me ven, ven mis labios. Lentamente se acerca y estoy ansiosa porque lo haga. Está muy pero muy cerca de mí. -Lara.- Alguien toca mi hombro y despierto de inmediato. Levanto la cabeza y tengo la rubia muy cerca de mí, como en mi sueño. De inmediato me pongo de pie y me alejo de ella. ¿Qué mierda me está pasando? La rubia me ve confundida. -¿Estás bien?- Me tapo la cara con las manos y busco controlar mis respiraciones. –Lara, me estás asustando.- Se acerca de nuevo a mí. Lo sé porque percibo su olor. Siento sus manos en mis muñecas y lentamente las baja. -¿Lara?-¡Boo!- Pegó un pequeño brinco y comienzo a reír. -Eres una tonta.- Dice golpeando levemente mi hombro. –Estaba
preocupada.- Me queda viendo fijo un momento. -¿Qué pasó?-Paso que estaba teniendo un lindo sueño y tú lo arruinaste.-Lo siento pero no podía dejarte dormir en el piso... te puedes enfermar.- Le sonreí. -Tonta, te preocupas mucho.-La próxima vez dejaré que mueras de hipotermia en el piso.-Eres una exagera, el piso no está tan frío.-La próxima vez sí lo estará.-Ahora resulta que eres bruja y ves el futuro.-Bruja tú.-Bruja mi mamá.- Hizo un enorme esfuerzo por aguantar la risa pero falló y comenzó a reír. –A mí no me da risa porque sé que es verdad.- Me encogí de hombros. -¿Qué soñabas?-Con una...persona muy atractiva.- Su rostro se tornó algo serio. -¿Y qué hacían en tu sueño?-No creo que quieras saber.- Respondí levantando una ceja y casi de inmediato la rubia se puso roja y agachó la cabeza. -No, no quiero saber.- Dijo algo apenada. -Me iba a besar. No lo que estás pensando, pervertida.- Levantó la cabeza de nuevo. -En eso pensaba.-¿En un beso?, ¿te sonrojaste por un beso?- Asintió. –Ana, ¿has besado a alguien?Agachó la cabeza de nuevo y segundos después negó. Por alguna razón sentí mi corazón latir rápidamente. Una parte de mí estaba muy alegre con esta información pero, ¿por qué? Algo está sucediendo en mi interior... algo que muere por salir. Y creía saber que era. Inconscientemente di un paso hacía atrás. -Estás a tiempo de alejarte de la rara.- ¡Soy una estúpida! Tomó mi reacción como algo contra ella. -Aunque quisiera alejarme... no podría.- Sonreí para mí misma. Era la afirmación más genuina que había hecho en toda mi vida. No podría alejarme de ella, de ninguna manera. Y esa sensación me agradaba, producía un cosquilleo agradable en mi estómago y hacía que mi corazón latiera a mil por hora. Sentí su meñique entrelazarse con el mío. Aún seguía con la cabeza agachada. -Yo tampoco podría.- Replicó muy quedito. Recuperé la poca distancia que había entre nosotras y tenía unas enormes ganas de sentirla nuevamente entre mis brazos y dejarla ahí por unos minutos u horas pero no podía. No podía porque sé que ese abrazo vino por una fuerte necesidad que ella tenía y yo aparecí. Nuestra diferencia de estaturas hacía que ella quedara justo debajo de mi quijada. Como días atrás me acerqué más a ella y deposité un beso sobre su cabeza. Dejé mis labios unos segundos y la oí suspirar. Regresé a mi posición original y
levantó la vista. El color café del infinito, ese color que no tenía nada de común, porque nunca he visto un café que brille con tanta fuerza como el de sus ojos. -Gracias.-Ya me agradeciste hace un rato.-No es suficiente.-No tienes que hacerlo, Ana.-Yo sé que es un servicio...- Levanté mi mano libre y la puse cerca de su boca. -No es un servicio social, estoy aquí porque me preocupa tu padre. Lo quiero mucho y me dolería que algo le pasara. Pero también estoy aquí por ti, porque me aterró la idea de que estuvieras sola. En el pueblo te conocen y te quieren aquí es otra historia. No sabes qué tipo de gente te puedes encontrar.-¿Y quieres que no te agradezca?-Agradece los favores, no agradezcas acciones que salen del corazón.- Más de un corazón que está como caballo desbocado por... por algo que está sintiendo. -Eres una buena chica, Lara.-No con todos.- Ambas sonreímos. –Deberíamos regresar a la sala de espera y buscar un lugar donde dormir. No tardan en corrernos de aquí.- Asintió y caminamos de regreso a la sala de espera. No había mucha gente así que tendríamos mucho espacio para dormir. Una enfermera pasó muy cerca de nosotras y al principio sonrió pero vi un poco hacía abajo e hizo un gesto desagradable. Automáticamente volvimos la mirada y nos dimos cuenta que aún íbamos con los meñiques entrelazados. De inmediato nos soltamos y sentí mi cara arder. De reojo vi que la rubia se teñía de rojo de nuevo. -Eh... este... voy al baño.- Anunció nerviosamente. -Buscaré donde podemos descansar.- La rubia prácticamente salió corriendo del lugar. La sala de espera era algo grande, mayormente ocupada por incomodas sillas de plástico que estaba unidas unas a otras y éstas pegadas a una enorme barra de metal que las adhería al piso. Dormir ahí implicaría perder la espalda. El piso era una buena opción pero necesitaba algo para hacerlo menos incómodo. Quizá cartón o algo por el estilo. Buscaba con la vista algo que pudiera sernos útil para no pasar frío y dormir bien o dormir del todo. -¿Qué buscas?- Me preguntó la enfermera que estaba en recepción. Me acerqué a ella. -Algo que haga el piso menos... piso.- Meditó un momento. -Vienes con el pastor, ¿cierto?-Sí, una rubia fea y yo.- Sonrió. -Ven.- Me llevó en dirección contraria a dónde estaba el señor Cardozo. Pasamos unas cuatro puertas, todas marcadas con el típico "Sólo personal
autorizado" hasta que se paró. –Los doctores de guardia duermen aquí. Sólo hay una cama individual pero no es tan frío como dormir en la sala de espera.-Gracias.-El pastor ha sido muy bueno con nosotros, salvó mi matrimonio... le debo mucho y esto es lo mínimo que puedo hacer por él.- Ambas sonreímos. -Es una persona excepcional... el señor Cardozo y usted. Muchas gracias.-Dense prisa antes que las vea alguna enfermera. Cuando estén dentro asegúrense de ponerle llave por dentro para que nadie las moleste, ¿de acuerdo?-Asentí y regresamos a la sala donde una desesperada rubia buscaba por todos lados. -¿Qué buscas, tonta?- Volteó a donde estaba y la vi relajarse. -Creí que te habías ido.-¿Y perderme la oportunidad de molestarte por una noche? Jamás.-Fastidiosa.-Tonta.- Oh, debíamos apurarnos. –Ven.-¿A dónde?-Al inframundo.- Hizo una mueca. –Ven, tonta.- Llegó a donde estaba yo y le susurré. –Nos encontré un lugar donde dormir.- La guié hasta el lugar que nos serviría de refugio y al entrar puse el seguro. Sobre la cama había dos cobijas y dos almohadas, tomé una de cada una y las acomodé en el piso. -¿Qué haces?-Mi cama.-Entramos las dos aquí.-Soy muy loca para dormir. Te puedo noquear mientras duermes así que mejor yo en el piso.-Pero...-Silencio, majestad. Duerme en la cama.- Terminé de acomodar la cobija y me acosté. Ana hizo lo mismo pero en la cama. –Buenas noches, Ana.-Buenas noches, Lara.- Me acomodé en posición fetal y cerré los ojos. Antes de dejarme vencer por el sueño rugué a los Dioses de todas las culturas que el sueño que se hacía recurrente dejara de hacerlo. Sólo quería dormir un poco. ¿Lara?-¿Sí?-¿Estás durmiendo?-Sí.-¿En serio?-Muy en serio.-¿Lara?-¿Sí?-¿Qué extrañas de tu casa?-
-A papá.-¿Y de tu antigua escuela?-Nada.-¿De verdad?-Estoy bien donde estoy.-¿Quieres regresar a casa?-Por el momento no.-Me alegra.- Era demasiado fácil hablar con ella cuando ambas estábamos de buen humor. No se necesitaba mucho para podernos conectar. Y me asombraba la confianza que tenía en ella. -¿Lara?-¿Qué quieres?-Dulces sueños.-Dulces sueños, Ana.-Dulces sueños, Larita.-No me digas así.-Dulces sueños, Larita.- Comencé a reír. -¿Qué te pasa, tonta?-Dilo.- Le estaba dando la espalda pero estaba casi segura que sonreía. -Buenas noches, Anita.- No dijo más y minutos después la escuchaba respirar profundamente. A pesar de que moría de sueño me aseguré de que se durmiera para poder hacerlo yo. Me desperté al escuchar a alguien llamando mi nombre insistentemente. Abrí lentamente mis ojos y vi que aún era de noche; todo estaba oscuro. Unos cuantos reflejos de luz medio iluminaban la habitación. Me di la vuelta y la rubia estaba hincada a lado mío. -¡Mierda!- Tenía el cabello sobre la cara y se veía como la chica del aro pero en rubia. -Estás tosiendo.-Soñé que me atragantaba con una galleta.- Volví a encogerme y cerré los ojos. -Lara.-¿Qué?-Llevas un rato tosiendo. El piso está muy frío y de loca traes una playera sin mangas.-Estoy bien.-¿Por qué eres tan terca?-Anita, ve a la cama a dormir, por favor. Estoy cansada.- Escuché que hizo unos movimientos, yo seguía con los ojos cerrados. -Ponte esto.- Su mano rozó con mi espalda. –Lara, tu playera está empapada. Quítatela.-
-No soy horas para estar coqueteando, rubia.- Me puso el suéter sobre la cara. -Deja de ser una mula y ponte esto.- Me eché a reír. -¿Una mula?-Sí, terca como una mula.- Con mucho desgano me senté. Sin más me quité la playera, vi a la rubia darse la vuelta. Me puse el suéter y me embriagué del olor de la rubia. –Gracias.-¿Por qué?-Por hacerme caso.-No te acostumbres.- Regresó a la cama, yo simplemente puse la cabeza en la almohada y me quedé profundamente dormida. Mi sueño nuevamente fue interrumpido no sé cuánto tiempo después pero ahora no era la rubia, alguien tocaba a la puerta. Me puse de pie y abrí. -Hola.- Era la enfermera de recepción. –Afuera hay alguien preguntando por una chica de ojos verdes. Supongo que eres tú.-Gracias.- Con el cabello alborotado caminé y en la sala de espera estaba papá con otra persona. Al verlo corrí a abrazarlo. -¡Papi!- Apenas y tuvo tiempo de abrir sus brazos para recibirme. -Mi princesa.- Extrañaba su profunda voz que lejos de asustarme me hacía sentir segura. Al ver de cerca mi rostro vio el golpe. -¿Qué le pasó a tu ojo?-Un accidente en el voli.- Le sonreí. -Hay cosas que no cambian.- Me volvió a abrazar. Cuanto extrañaba a este hombre. -¿Cómo estás, mi amor?-Preocupada por el señor Cardozo.- Nos separamos y le di un beso en la mejilla. -He traído a alguien que puede ayudar. Te presento al doctor Añorve; es de los mejores cardiólogos que hay en México.- Le extendí la mano y el amablemente la aceptó. -Mucho gusto, doctor.-Un placer, señorita Orozco. Escuché mucho sobre usted en el avión.-Le pago el psicólogo, no se preocupe.- Ambos hombres rieron. -El doctor Montero está por venir.- Anunció la enfermera que fue por mí. El hombrecito asintió. -¿Puedo pasar a verlo?- Preguntó el doctor. -Claro, por aquí.- Lo guió la enfermera. Me quedé en la sala con papá. -Te ves bien, mi amor.-No me quejo, papá. Esto me ha abierto los ojos un poco.- Me atrajo hacía él.
-Y por lo visto también te los ha dejado morados.- Me sonrió. Cardozo sugirió un semestre aquí pero si quieres nos podemos ir ya.-Papi, no seas blando. Sabes que no he sido una buena hija.-Tenemos mucha culpa, Lara.-No, papi. Yo tomé mis propias decisiones. De ti no he visto más que trabajo y sacrificio para mantener a tu familia. Has sido un buen ejemplo.-A costa de tiempo contigo, mi amor.-Esto nos servirá a ambos.-A los tres.- Dijo de inmediato. -No puedo hablar por ella.-Lara...-Papi, no quiero hablar de ella. Por favor.- Asintió y depositó un beso en mi frente. –Te he extrañado mucho.-Yo también, mi amor. Cardozo me ha dicho que te adaptaste bien.-No me queda de otra.- Me encogí de hombros. Levanté un poco la vista y vi a la rubia parada a unos metros de nosotros. Le hice una señal para que se acerca. –No le vayas a dar la mano.- Le dije a mi papá muy despacio para que sólo él lo escuchara. –Papi, ella es Ana. La hija del señor Cardozo.- Los presenté una vez estuvo lo suficientemente cerca de nosotros. –Ana, él es Manuel Orozco, mi papá.-Mucho gusto, señor.- Dijo la rubia un poco nerviosa -El placer es mío, señorita Ana. Lamento lo que le pasó a tu papá pero he traído a alguien que lo hará ponerse bien.-Dios le regrese lo que hace con muchas bendiciones.-Mi mayor bendición está al cuidado de tu papá; haré todo porque mi amigo se recupere.-Gracias.- Le di unas palmadas a la silla que tenía a mi lado y la rubia rápidamente captó. Se sentó a lado mío. –¿Dormiste?-Muy poco porque alguien me estuvo molestando, ¿y tú?-Casi no.- Respondió con una sonrisa. -Papi, ¿tienes sueño?-Dormí un poco en el avión. Descansaré hasta que sepa que pasa con él.- Asentí. –Ustedes pueden regresar a dormir.-Quiero esperar noticias.- Contestó la rubia. -Vayan a descansar y en cuanto sepa algo las voy a llamar, ¿les parece?-Sí, eso está muy bien.- Respondí y tendí mi mano para levantar a la rubia. Un poco dudosa la tomó. –Te veo un rato.-Descansen, señoritas.- Llegamos al pequeño dormitorio y me eché sola la cobija, cerré los ojos y segundos después sentí a alguien acostarse a lado mío. -¿Qué haces?-
-No quiero dormir sola.-Conste que te advertí.- Estaba de espaldas a ella. Mi cara daba a la pared. No podía ni comenzar a describir la sensación de tenerla así de cerca. Simplemente sonreí. -¿Lara?-Dime, Ana.-¿Te puedo abrazar?- Un abrasante calor se apoderó de mi pecho. -Claro que puedes.- Tímidamente pasó su mano por mi cintura; y así, con la rubia abrazada a mí me quedé dormida profundamente. De nuevo el golpeteo de la puerta nos despertó; Ana se puso de pie tan rápido como pudo y fue a la puerta. -Las esperamos en la sala.- Dijo mi papá con una sonrisa. Levanté la cama improvisada y corrimos a la sala. El doctor Añorve hacía unos apuntes mientras papá le decía algo. -¿Cómo está?- Preguntó la rubia de inmediato. -Lo obvio es que tuvo un infarto pero aún desconocemos qué lo causó. Le decía a Manuel que lo mejor es llevarlo para hacerle estudios más profundos.-¿Pero se pondrá bien?-Necesitamos primero los estudios para saber cómo evitar que pase esto de nuevo y saber que tanto dañó.- Me agradaba y odiaba la sinceridad del doctor. -Milagro.- Todos me quedaron viendo extrañados. –Su pluma.- El su mano derecha tenía una pluma dorada que decía "Miracle". -Oh, esto. Me lo dieron en una conferencia que tuve en Toronto. El hospital Miracle fue el anfitrión.- Explicó con una sonrisa que imité. -¿Ya se despertó?-Sí, Ana. De hecho preguntó por ti.- Papá sonrió. –Deberías ir a verlo.- Asintió y vimos a la rubia desaparecer por el pasillo. Me puse de pie. -Iré a tomar un poco de aire fresco.- Anuncié. -Con cuidado, mi amor.- Comencé mi camino a la puerta y a lo lejos vi al chico de la tienda donde hice la llamada la noche anterior. Al verme hizo un intento de sonrisa y vi que traía arrastrando la bicicleta que había tomado prestada. -Dejaste esto ayer.-Gracias.-Y esto.- Extendió su mano y me mostró dinero. Supongo que era el cambio del billete que le tiré. -Gracias de nuevo.-No hay de qué.-Oye, ¿sabes dónde venden buenos desayunos?-Mi tía tiene una pequeña fonda. Está a una cuadra de aquí.-Gracias.- Le sonreí, él simplemente asintió y se fue. Regresé
adentro con los hombres que estaban enfrascados en su plática. –Hay un lugar donde desayunar cerca de aquí. Deben estar hambrientos.-Sí, definitivamente.- Contestó el doctor. Les di las indicaciones de cómo llegar. -¿Tú no vienes?-Esperaré a la rubia. Los alcanzamos en un rato.- Asintieron y salieron del lugar. Minutos después de su partida llegó Norma al hospital. –Hola, Norma.-Lara, me alegra saber que llegaste bien estaba preocupada.-Todo bien. Gracias.-¿Cómo está?-Necesitan hacerle estudios, se lo van a llevar.-¿Quiénes?-Tu crush y el doctor que trajo.- Le sonreí. -¿Mi crush?-Mi papá.- Me dio un golpe en la espalda. –Pierdes puntos si golpeas a su consentida.- Ahora si no aguantó y de plano me dio un zape. -¡Oye! Si así me vas a tratar no te ayudo.-Lara, basta.- Estaba en el limbo entre estar molesta y apenada. -Vamos, es divertido. Aparte nadie nos escucha y no saben qué pedo. Relájate.-Me vas a matar de un coraje, Lara.-Prometo ser obediente.- Rápidamente me puse de pie porque sabía que me golpearía de nuevo. –Que ira, señora.- Eran tan refrescante ver este lado de Norma. La directora respetada y admirada por la escuela no tenía nada que ver con la mujer sonrojada que tenía frente a mí. Para su fortuna y para mi desgracia la rubia hizo acto de presencia. -Hola, profe.-Ana, ¿cómo estás?-Bien. Y parece que él también.-Me alegra mucho saber eso. ¿Crees que pueda pasar a verlo?-Claro, está despierto. Es la habitación ocho.- Señaló al pasillo. -Esto es guerra, Lara.- Dijo la mujer de ojos expresivos con una sonrisa. -Y todo se vale.- Repliqué con una sonrisa. Se dio la media vuelta y yo volví mi vista a la rubia que se sentó a lado mío. -¿Cómo está?-Bastante tranquilo. Quiere verte para agradecerte que hayas llamado a tu papá. También está muy feliz por haberle visto.-Son muy buenos amigos. Papá habla de él con mucho cariño. Y mira, su amistad nos tiene aquí.-¿Te duele?- Pasó su dedo índice sobre mi pómulo con mucho cuidado. Cerré los ojos al sentir su piel con la mía.
-Sólo cuando lo presionan.-Aquí- presionó suavemente –se ve morado. –Movió un poco su dedo. –Aquí se ve verde.- Yo seguía sin abrir los ojos, deleitándome con su roce y su voz. –Tienes un arcoíris en potencia.- Dijo burlona. -Debería hacerte uno.-Si eso llega a pasar sabré que lo hiciste a propósito.- Quitó su dedo y abrí los ojos lentamente. -Definitivamente.- Vi como los hoyuelos se formaron en su rostro. ¿Quieres ir a desayunar? Me dijeron de un lugar bueno cerca de aquí. Ahí está papá y el doctor.-Claro pero deberíamos esperar a la profe.-De acuerdo.- Esperamos a Norma en un agradable silencio. El reloj de recepción marcaba las diez y media de la mañana. La mujer de cabello corto salió casi a las once. -¡Vámonos!- Dije con tal desesperación que Ana comenzó a reír. -¿A dónde?- Preguntó Norma confundida. -A desayunar. Las tripas de Lara están teniendo una acalorada discusión y las mías van por el mismo camino.-Vamos.- Dijo la mujer. Omití el detalle de que papá estaba ahí. El lugar estaba a unos tres minutos de ahí y lo reconocimos por las letras pintadas en la pared: "Cocina de doña Mary". Entré primero y vi a papá y al doctor en una mesa amplia; después de mí entró la rubia y por último Norma. Me hubiera encantado tener una cámara para grabar su cara al ver a mi padre ahí. Usé todas mis fuerzas para contener la risa. -Rubia, ven aquí conmigo.- Hice que tomara la silla que estaba a mi izquierda haciendo que Norma quedara justo frente a mi padre. Papá al verla entrar como todo un caballero se puso de pie al igual que el doctor. -Hola, Norma. Gusto en verte.- La saludó amablemente. -Lo mismo digo, Manuel.- Contestó Norma en un tono de voz muy serio. -Él es el doctor Añorve, está a cargo de Cardozo a partir de ahora.-Mucho gusto.- Dijeron al unísono y se estrecharon las manos. Una pequeña de unos ocho años nos llevó el menú a cada una de nosotras. Yo tardé menos de dos segundos en decidirme por unos chilaquiles al igual que la rubia. Y Norma optó por un caldo de pollo. El desayuno transcurrió relativamente normal. Papá le hizo plática a Norma y se veían algo incomodos interactuando pero trataban de disimularlo. Obviamente eso no pasaba desapercibido para mí pero los otros dos espectadores ni se inmutaban. Comía y veía entretenida la plática de los adultos. Era bastante notorio que Norma sentía algo por mi papá y papá no era muy bueno disimulando las miradas hacia Norma. No aguante más y me reí bajito. Sentí un leve pellizco en mi pierna y sólo reí más.
-¿Estás bien, princesa?-Sí, papi. Recordé algo gracioso, es todo.- Los adultos siguieron con la plática. Volteé hacia la rubia y se rió bajito. -¿Qué?-Tú.-¿Qué conmigo?- Tomó una servilleta y me limpió la comisura de los labios. -A la próxima te traeré un babero.- Dijo con una sonrisa juguetona. -Gracias.- Volteé y Norma nos veía atentamente. -¿Qué?- Una malévola sonrisa apareció en su rostro. -Nada. Absolutamente nada.- Terminamos el desayuno y regresamos al hospital. La rubia me decía algo a lo cual no prestaba mucha atención; mi vista estaba en las personas que iban delante de nosotros, especialmente en papá y Norma. Definitivamente había algo entre esos dos. -¿Estás de acuerdo?-Sí.-Muy bien.- La rubia me puso el pie y si no es por un bote me voy de boca al piso. -¿Qué te pasa, tonta?-Te pregunte que si estabas de acuerdo en que te pusiera el pie y me dijiste que sí.-Lo siento, rubia... es sólo que hay más cosas en mi mente.-Ya me di cuenta.-Perdón de verdad, ¿qué me decías?-Que debemos avanzar con nuestra presentación de la tabla periódica.-Claro, en cuanto regresemos a casa nos podemos poner de acuerdo para estudiar.-A veces eres muy despistada.-Mira quién habla.- Me recompuse. –La que en lugar de pasar el balón me da en el ojo.-Fue un accidente.-Esa es una buena forma de ser despistada, tonta.- Entre bromas y pequeñas risas llegamos al hospital. -Bueno, hora de despedirse.- Dijo el doctor. -¿Despedirse?-En cuanto llegue el helicóptero nos iremos con el paciente.-¿Por cuánto tiempo?- Inquirió la rubia. -Lo que necesiten lo estudios. Quizá un par de días o una semana dependiendo de lo que encontremos.-Nosotros no tenemos dinero...-Ana, no debes preocuparte por eso, papá se hará cargo, ¿cierto?-Así es, princesa. No tienes que preocuparte, hija. Lo voy a cuidar
bien.- Vi los ojos de la rubia llenarse de lágrimas. -Gracias.-Tranquila.- Tomé unas hebras de su cabello y comencé a jugarlo. –Vamos a despedirnos de él, ¿te parece?- Asintió. Olvidamos por completo que no éramos las únicas ahí y nos fuimos directamente a la habitación ocho sin decir nada. La rubia sonrió automáticamente al ver a su papá. -Dulce Lara, me alegra verte.-Igualmente, señor. Se ve... bien.- Fue lo único en lo que pude pensar. -Bueno, tu padre cree que debo ir por exámenes y no sé qué cosas a la ciudad.-Es lo mejor. Debemos estar completamente seguros de que todo está bien. No asustaste mucho, papi.-Lo siento, hija.-Para que no vuelva a disculparse vaya con mi padre y obedezca instrucciones.- El hombre alto sonrió. -De acuerdo. Entonces te dejo a ti a cargo de mi iglesia.-¿Yo?-Tú, Lara. Sabes cómo se maneja y lo que planeo. Nos falta poco para tenerla completa y no quiero que se retrase nada. Confío en ti, Lara.- La sonrisa no me cabía en el rostro y por lo que vi tampoco la rubia. -Gracias, señor. No lo defraudaré.-Yo sé que no.Esperamos alrededor de una hora hasta que el helicóptero llegó. Al parecer no eran muy conocidos ya que casi todo el pueblo se reunió a ver lo que acontecía. La rubia no estaba muy acostumbrada a estar sin su padre y en cuanto escuchó el helicóptero comenzó a llorar. Ni siquiera intenté decirle algo, era su forma de desahogarse y no la reprimiría. Papá antes de partir me dejó una bolsa sellada y me pidió que la abriera hasta llegar a casa. Esperamos hasta que la enorme máquina se fue. Entonces la persona que llevó al señor Cardozo a ese pueblo amablemente nos ofreció llevarnos de regreso y evitarnos la larga caminata. Le pedí que acomodara la bicicleta que debía regresar junto con una muy buena explicación y una extensa disculpa. Ya dentro del coche la rubia seguía llorando. -Deja de llorar, por favor.- Quería hacer algo más que jugar con su cabello pero no podía. Sabía que no podía hacerlo pero no fue necesario. La rubia buscó refugio en mi pecho. Norma que estaba junto a ella abrió los ojos como platos cuando vi la acción de la rubia. Estaba claramente sorprendida. -No quiero que le pase nada.-Tranquila. Para eso se lo llevaron.- Sobaba su espalda rítmicamente tratando de calmarla un poco. –No soporto verte llorar, por favor.- Aún entre sollozos llegamos al pueblo; Norma en ningún momento nos quitó la vista de
encima y observaba curiosa la escena. Sabía que se me venía un gran interrogatorio. Ella pidió que la dejarán cerca de su casa y nosotras fuimos llevadas hasta la iglesia. Al llegar le di una pequeña propina después de que me ayudó a bajar la bicicleta. La rubia me guió hasta su habitación. Olía maravillosamente, como ella. Había un enorme estante con muchos libros. Su cama estaba pegada a la pared; estoy segura que se caía si la ponía a media habitación y me hizo sonreír. También había varios dibujos y partituras pegadas en la pared. La habitación era muy ella. Incluso en el color, verde agua con una franja blanca en medio. -¿Quieres un poco de agua?- Asintió. Caminé a la cocina que ya era familiar para mí y tomé dos vasos uno para ella y uno para mí y regresé a la habitación. -¿Puedo?-Un momento.- Supuse que se estaba cambiando de ropa. –Pasa.Estaba en lo cierto, ahora tenía unos shorts que mostraba hasta la mitad de su muslo y una blusa sin mangas. Le pasé el vaso de agua. –Gracias.-Un placer, majestad.- Ambas nos sentamos en la orilla de la cama. -¿Tienes hambre?-No mucho. ¿Tú?-La respuesta siempre será sí, Ana.-Vamos, te prepararé algo.- Regresamos a la cocina y en cuestión de minutos tenía un sándwich y un vaso de leche frente a mí. -¿Sólo uno?- Sonrió y puso otro plato con un sándwich. -¿Y tú?-Estoy bien.- Me encogí de hombros. -Tú te lo pierdes.- Devoré los sándwiches ante la mirada atenta de la rubia. –Deliciosos.-Lo sé.-Qué humildad, majestad.- Después de dejar todo levantado regresamos a la habitación de la rubia. Al igual que unos instantes atrás nos sentamos en la cama. -¿Te puedes quedar conmigo?- Preguntó después de muchos instantes de silencio. -Sí, Anita.- Me sonrió y se puso de pie, buscó al en su clóset y me lo entregó. -Para que duermas más cómoda.- Aún tenía puesta su sudadera. -Gracias.-Te dejo un momento.- Salió de la habitación y me cambié tan rápido como pude. Al verla en shorts me hizo sentir que tenía demasiada ropa puesta y comencé a sudar. No podía dormir así. -¿Ana?-¿Sí?-Necesito ducharme.-¿Puedo?-Pasa.- Entró con una leve sonrisa. Del mismo clóset sacó una
toalla y me la pasó. -Esa puerta.- Señaló una puerta que no había visto junto al librero. –La luz está a tu izquierda entrando.-Gracias.- Tomé un baño con cierta calma; dejé que el agua me refrescara, muchas cosas pasaron hoy y necesitaba este pequeño momento de relajación. Los short de Ana me quedaban demasiado "short" era casi como mis antiguas licras del voli y su playera me quedaba como ombliguera. Cuando salí la rubia estaba acostada en el rincón de la cama. Aproveché el tiempo para abrir la bolsa que papá me dio. Intenté hacer mucho ruido pero no lo logré.-¿Lara?-Lo siento. Quería ver que me trajo papá.-¿Qué esperas?- Le sonreí y abri la bolsa; de ella saqué mis rodilleras, mis estabilizadores de tobillos y un par de tenis nuevos. –Están muy bonitos, Lara.-Gracias.- Metí las cosas de nuevo a la bolsa y me quedé parada. ¿Dónde dormiré?-Aquí, sólo que en la orilla de la cama.- Dijo con naturalidad. Asentí con una sonrisa y me metí a la cama con ella. Me quedé boca arriba a lado de ella. Lentamente se acercó hasta quedar sobre mi pecho. –No puedes imaginar lo mucho que significó para mí el que estuvieras conmigo.- Con mi mano izquierda rodeé su cintura y la atraje más a mí. -Sé que hubieras hecho lo mismo.- Pegué mi cabeza con la de ella y cerré los ojos. -Me agradas mucho, Lara.- Su mano se aferró más a mi cintura. -Quisiera decir lo mismo, rubia.- La escuché reír. Después de varios minutos sus respiraciones se hicieron más lentas y sabía que se había quedado dormida. Ahora entendía mi dilema, con la rubia en mis brazos todo era más claro. No era un sentimiento que quisiera ocultar pero era algo que me daba mucho miedo; no por sentirlo sino por las posibles consecuencias que podría acarrear. Aquí, aspirando su aroma sabía que quería estar así con ella todos los días. Ahí en la comodidad de su habitación, la cual estaba junto a una iglesia, con ella durmiendo sobre mi pecho acepté lo que mi subconsciente venía maquilando y que me pedía que lo dijera a gritos: me gusta la hija del pastor.
A/N Hola, queridos lectores. Espero todos estén muy bien y les guste la nueva entrega de esta historia :) En este capítulo en especial las palabras simplemente fluyeron. Tiendo a revisar muchas veces pero esta vez sólo lo hice para revisar ortografía y todo lo demás. No pueden imaginar lo feliz que estoy con la historia y el alcance que ha tenido. He visto en las estadísticas que alguien me leen en Rusia, sí en RUSIA. ¡Es una locura!
Realmente es un milagro que sea capaz de publicar constantemente (aunque me exijan capítulo cada tres días). Tengo una carga horaria pesada, entreno, planeo clases, juego y a veces voy a sesiones de AA. Y todavía me da tiempo de escribir xD No sé cómo pasa pero pasa :) Así que si a veces no publico es porque mis ocupaciones reales son mi prioridad. Mientras mis tiempos los permitan me verán publicando cada cierto tiempo. Esta semana será algo complicada y será mi cumpleaños :D Así que quizá nos veamos dentro de un par de semanas. Mientras tanto lean "Mareas del Tiempo" ;) Saludos enormes desde un nublado rincón de México, Ale :)
Capítulo 9
Estaba cansada, necesitaba dormir, me dolía el cuerpo pero así me hubiese tomado veinte pastillas para dormir simplemente no hubiese podido. Acababa de aceptar algo que nunca en mi vida creí que pasaría. Me atraía terriblemente la chica que dormía plácidamente a mi lado; me gustaba todo de ella, absolutamente todo. Así como podía sacarme de quicio podía sacarme las más amplias sonrisas. Pero, ¿yo atraída por una mujer? En mi antiguo colegio, mis amigas y yo, solíamos hacer audiciones con los chicos que querían salir con nosotras. Se podía decir que era la persona más heterosexual del mundo. Salí con el capitán del equipo de basquetbol, con el de voleibol y con el quarterback del equipo de americano; éste último, mi novio antes de venir para acá. Nunca antes me había fijado en una mujer, nunca. Y pasaba mucho tiempo rodeada de ellas; tenía muchas amigas y muchas veces nos cambiamos en la misma habitación, nadábamos topless y qué decir del voli. Las nalgadas de la buena suerte y las micro-licras que usamos. Si fuese lesbiana estar en el equipo de voli hubiera sido una bendición para mis ojos; a pesar de ser atlética mi cuerpo no podía ser comparado con el otras compañeras que se la vivían en el gym y no dejaban de entrenar un solo día. Nunca me fijé en ellas de una manera distinta o evocaron sentimientos distintos a una amistad o simple admiración por su cuerpo. ¿Qué era diferente? Ana era muy bonita pero tenía amigas y conocidas que eran muchísimo más atractivas que ella. He visto muchos pares de ojos, de colores preciosos pero nunca vi un café tan hermoso como el de la tonta. Vi muchas melenas doradas impresionantes pero la de Ana hacía juego con su personalidad, con sus ojos, con toda ella. Sí, quizá físicamente había gente más hermosa que ella pero ninguna de esas personas tenían la habilidad de cautivar con una maravillosa forma de ser como la rubia. Entonces no es de género, es de personalidad; no me gusta por lo que es por fuera, me gusta lo que me hace sentir y lo que saca de mí. Podría decir que quise a mis novios pero ninguno de ellos hizo que me latiera el corazón con tanto fervor como con la rubia. Quizá no me gustaban las chicas, me gustaba Ana y sólo Ana. Nadie nunca había incitado en mí tales sentimientos y me llenaba de mucho temor. Mis relaciones terminaron porque yo así lo decidí pero cual fuera la naturaleza de mi relación con la rubia no podría terminarla. Ni loca. No veía un fin a lo que tenemos o podemos tener. Haciendo mis películas sobre la rubia y yo ni siquiera sé si a ella le gustan o particularmente le gusta la chica que la está sosteniendo. Y en el remoto caso de que ella sintiera lo mismo se desataría el pandemónium aquí si se llegase a saber. En general en Estados Unidos están de acuerdo con eso pero recuerdo muy
bien a una pareja en Texas; una era de tercer año y otra de segundo. Regina creyó gracioso poner consoladores en sus casilleros. Hasta ese incidente ellas solían tomarse de la mano y a nadie parecía importarle hasta que Regina puso sus ojos sobre ellas. Participé como espectadora y ha sido de las pocas cosas que me han hecho sentir mal conmigo misma. El ver la cara de las chicas... Dios, ojalá hubiera hecho algo. Nunca más las vi tomarse de las manos o tan siquiera estar cerca. ¿Qué podía depararme aquí? Ni siquiera creo que conozcan el término homosexualidad y si lo conocen estoy segura que lo asocian con Satanás o algunos de sus secuaces. Aunque no soy homosexual, sólo me gusta Ana... Sí, seguramente la gente se va a relajar muchísimo si saben esta información. Yo y mis ocurrentes formas de ponerme en aprietos. Pero esto no sólo me afectaba a mí o a Ana en el utópico caso de que yo le guste, esto podría en el ojo del huracán al señor Cardozo, si no es que directo a la hoguera. Y si no me equivoco arrastraría a Norma también. Con la mujer de cabello corto tenía que prepararme para un interrogatorio digno del FBI y la postura del señor Cardozo... debía encontrar una forma sutil de saber qué pensaba acerca de este delicado tema. Una parte de mí cree que Norma sería la más relajada con este tema o al menos trataría de ser comprensible pero el hijo de Dios que guía a una comunidad no creo que sea tan flexible. Ellos que creen en la unión de un hombre y una mujer para tener relaciones y poblar la tierra y así poder asegurar la existencia de nuestra raza por muchos años más. Pensándolo bien, esto de la homosexualidad no es tan grave, representa una solución a la creciente sobrepoblación en nuestro contaminado planeta. Ana no podría embarazarme y por obvias razones yo a ella tampoco. Un hombre no podría embarazar a otro hombre o embarazarse del todo. Creo que ya hay suficiente gente para asegurar la continuidad del homo sapiens y hay muchos niños que no tienen un hogar... ¿por qué mierda estoy pensando en hijos y en descendencia? Esto es mucho. Quizá lo más adecuado sea charlar con Norma y que me ayude a aclarar mis ideas. Bajo ninguna circunstancia me veía contando este acontecimiento tan grande a la bruja. Estoy segura que me encerraría en un manicomio o me enlistaba para un exorcismo en el Vaticano, todo lo que fuera necesario para sacar lo malo de mi mente. O me alejaría de Ana hasta que me olvidara incluso de mi propia existencia. Papá me escucharía, me daría un sermón acerca del amor y el trabajo; pediría perdón por no pasar mucho tiempo conmigo y después diría que me apoya o buscaría alguien para ayudar. Papá definitivamente ayudaría pero lamentablemente ni él ni la bruja estaban aquí así que estaba por mi cuenta y debía aclarar este dilema. Sentí a la rubia moverse bruscamente y comenzar a manotear. Estaba teniendo un mal sueño y creía saber de qué se trataba. La forma en cómo estaba sobre mí me impedía defenderme de sus ágiles manos. La tomé de la cintura para intentar quitarla de mí pero sólo logré que me pateara.
-¡Suéltame!-Ana, soy yo. Despierta.-¡Déjame!- Su voz se notaba cada vez más estresada. Como pude zafé el brazo que estaba bajo su cuerpo y me levanté de la cama a encender la luz. -Ana, despierta.- Si la tocaba iba a ser peor. -¡Ana!- Prácticamente grité y esto la hizo despertar. Abrió los ojos de golpe y se veía muy asustada. Veía a todos lados de la habitación como buscando algo... o a alguien. –Nadie te puede lastimar aquí.- Vi su cara transformarse y en segundos se echó a llorar desconsoladamente. No sabía que hacer tontamente me quedé parada muy cerca de la cama viéndola llorar. -¿Puedo...?-No.- Asentí aunque ella no me veía. El contacto era mucho para ella, lo cual confirmaba que el abrazo y el dormir conmigo fueron por su imperiosa necesidad de no sentirse sola. Temía por su padre y yo estaba ahí... me vio como un salvavidas en un apremiante momento. -¿Quieres algo?-Necesito estar sola.- Genial, nadie nunca me había corrido. –Puedes dormir...-No te preocupes, me iré a casa.-Es muy tarde para...-Necesito caminar y respirar aire fresco.- Comencé a ponerme los zapatos mientras ella seguía sollozando. -Lo siento mucho.-No te disculpes... parece que es algo que no puedes... controlar.-Lara...-Cuídate, por favor.- Me puse de pie y salí del lugar con un enorme nudo en la garganta. Al salir del lugar solté el aire que no sabía que contenía. Quería ayudarla, quería hacerle la vida más fácil pero no podría hasta que ella me lo permitiera y para eso tendría que hacer algo que odio: esperar. Con muy pocos ánimos caminé a casa, el sol no se veía por ningún lado, ni parecía que fuera a salir pronto. Caminaba acompañada del silencio, de los sonidos de los animales nocturnos y de la terrible decepción en mi corazón. Sabía que debía ser paciente pero no podía obviar el hecho de que me dolió mucho que me corriera. Pude dormir en el piso, en el baño, incluso parada. No quería dejarla sola pero tampoco puedo presionarla. De mi calceta saqué mi llave y entré a casa. Ya olía más decente y eso me agradaba mucho, sin pensarlo me tiré sobre el sofá y ahí me mantuve en una marejada de pensamientos, todos de la rubia. Necesitaba imperiosamente aclarar mi mente, ser capaz de abrir mi mente y mi corazón con alguien que pueda entenderme y que no me juzgue. No quiero malas miradas o comentarios incomodos, quiero que alguien se ponga en mis zapatos y me ayude descifrar este acertijo. Me mantuve ahí hasta que el sueño vino por mí y quedé profundamente dormida.
Esta vez no hubo sueños, o al menos alguno que pudiera recordar. Nada que valiera la pena y lo agradecía, no quería también a la rubia en mis sueños (más) suficiente con tenerla en la mente todo el día. Me desperté y vi algunos rayos del sol entrar por la ventana de la sala. Corrí al baño, me lavé los dientes, hice un intento de peinarme y me dirigí a la casa de Norma; no quería perder ni un solo minuto. Necesitaba hablar con ella. Toqué un par de veces y esperé pacientemente por dos segundos y después comencé a azotar mi palma contra la puerta. Una soñolienta mujer apareció frente a mí. -¿Lara?-Necesitamos hablar.- Ni siquiera esperé a que me permitiera pasar. Cuando volteó a mí ya estaba sentada en su sofá. -Pasa.- Dijo sarcásticamente, cerró la puerta y se sentó frente a mí. Ya al tenerla en frente me ganó el miedo, la angustia, ¿realmente me comprendería?, ¿y si no lo hacía? ¡Mierda! -¿Lara?, ¿estás bien? Te pusiste más pálida de lo que ya estás.-¿Prometes que no me vas a juzgar?-¿Qué pasa?-Promételo. Dime que tendrás una mente abierta a lo que te diga.-He tenido una mente abierta desde que conocí.- Me ganó el pánico. Supongo que esto es lo que sienten los artistas cuando ven la muchedumbre que vitorea sus nombres en un enorme estadio. Sólo que aquí yo gritaría que me gusta una chica y no cualquiera, nada más y nada menos que la hija del pastor. ¿Lara? Realmente me estás asustando. -Me gusta.-¿Quién?- No contesté y la vi fijo a los ojos por varios segundos. Su rostro se tornó sombrío un momento y después sus facciones se suavizaron. Muy lentamente cambió de sofá y se sentó junto a mí. -¿Te corresponde?- Negué en silencio. -No y no creo que lo haga.-Quizá estás confundida...-Hace días que estoy confundida, Norma. Ayer confirmé mis sospechas; me gusta y mucho. Yo no... no... ¡mierda! No puedo, no debo, está mal de donde lo veas...es...-Lara.- Tomó mi mano izquierda que era la que tenía más cerca de ella. –Respira, pequeña.- Asentí y busqué tranquilizarme pero era casi imposible. –¿Cómo comenzó?-Todo se dio porque es incapaz de defenderse. Odio la manera en como la tratan y ella simplemente no hace nada.-Varios maestros me han reportado que tú la has tratado mal.-Prefiero ser yo y no Olivia. Ana sabe que no lo digo en serio aun así me disculpo con ella casi a diario. Desde que yo comencé a meterme con ella Liv ha bajado su intensidad.-
-¿Entonces las estás protegiendo?- Asentí. –Pero sigues con el grupo de Torres como si nada pasara.- Meditó un momento. –Eso no durará por siempre; o las vas a terminar odiando realmente o te vas a echar encima al grupo de Olivia.-Al ritmo que voy lo segundo pasará muy pronto.- Rasqué mi cabeza. –Me sobrepasa, Norma. A mí ni siquiera me gustan las chicas... he tenido muchos novios... yo no... es muy fácil quererla.- Una involuntaria sonrisa se escapó de mis labios. -¿La quieres?-Sí.-Las vi muy cómodas en el carro.- Inquirió curiosa. -La he abrazado un par de veces...ayer dormí con ella... me refiero a... en la misma cama. No hicimos...- Norma levantó la mano a la altura de mi boca. -Entiendo lo que quieres decir.- Suspiré. -Estaba teniendo un pesadilla y como yo la tenía abrazada comenzó a patearme y a manotear... me corrió de ahí. Me dijo que quería estar sola.- Sonreí amargamente. –El contacto que hubo entre nosotras fue por la necesidad que ella sentía, no por mí.-Quizá sí, quizá no.- Norma se veía bastante tranquila y le agradecía al cosmos por eso. -¿Cómo sabes que la quieres?-Ahora mismo quiero ir a ver si ya desayunó, si pudo dormir algo después de las pesadillas... estoy más preocupada por su bienestar que el mío.-Bueno, las amigas hacen eso.-¿Sueñas que quieres besar a tus "amigas"?- Se echó a reír. -No.-La quiero, Norma y es una mierda porque no sé cómo sentirme al respecto. Yo no soy...-Gay.- Dijo con admirable calma. -Gay.- Repetí. –Yo no soy eso.-Lara, esto va más allá de tu orientación sexual o tus gustos. ¿Sabes qué pasaría si alguien se entera de esto?-Locura.- Tomé mi cabeza con ambas manos. -Esto afecta a cada de una de las personas que vivimos aquí. A todos. Primero porque no es normal.-¿No lo es?-Para ellos no, Lara. Ellos no comprenderían la naturaleza de tus sentimientos.-¿Tú lo comprendes?- Pregunté con miedo. -Yo no soy quién para decirte que está bien y que está mal pero debes entender que esto es sumamente delicado.-¿Esto es normal para ti?- Podía ver la consternación en su rostro.
–No me mientas, por favor.-Querer o amar a alguien es de las cosas más hermosas que puede haber en el mundo, ¿cómo podría yo oponerme a la idea de la felicidad?-No me has contestado.-Tan impaciente como toda la vida, Lara.- Sonrió. –No es normal pero dime, ¿qué lo es?- Le sonreí en agradecimiento. –En otras circunstancias te alentaría a ir por todo pero debes tomar en cuenta la posición del padre de Ana.-Es el guía del pueblo.-Nuestras sagradas escrituras dicen que el hombre debe estar con una mujer para honrarse y respetarse. Nunca habló de parejas homosexuales. Bueno, hay algo de Sodoma y Gomorra...-Algo escuché...-A lo que voy es que nunca lo he escuchado hablar de eso. No ha habido la ocasión. Digo hemos tenido que lidiar con chicos que quieren... descargarse con los animales...-Asco.- Fruncí el ceño. -Es una práctica muy común en este tipo de lugares.-Recuérdame nunca tocar un animal de aquí.-Lo haré.- Se quedó pensativa un momento. –Nunca hemos sabido de algo así y no me agradaría que la hija del pastor y tú sean la premisa.-Lo último que quiero es que salga lastimada, ya ha pasado por mucho.-Tus sentimientos son nobles, Lara pero aquí vas contra la corriente. Como tu tutora yo también estaría en este embrollo.-Lo sé, lo sé... Perdón, Norma.-No, cariño. No tienes que disculparte por querer a alguien; lamento que las condiciones no sean las más adecuadas para ustedes.-Para mí. No creo que me llegué a corresponder en algún momento.-La vi muy segura contigo. Nunca la había visto así antes, con nadie. Absolutamente nadie.-No se vio así cuando me echó de su casa.- Repetí con tristeza. -Es una niña muy lastimada, Lara. Todo esto del contacto y las amistades es algo relativamente nuevo para ella. Yo estoy segura que no lo hizo con la intención de lastimarte, sólo estaba buscando su propia seguridad y forma de estar bien.-Yo podría ayudar.-Sé que sí, mi pequeña Lara pero hay gente que no quiere ser ayudada. O simplemente no sabe que es la ayuda porque nadie nunca le ha tendido una mano.- Las palabras de Norma penetraban mi mente hasta lo más profundo. –Ella ha tenido muchas carencias, de muchos tipos y apenas se acostumbra a ser parte de la sociedad. No es fácil, Lara. Es un largo proceso que conlleva muchos
estiramientos emocionales.-Como el mío.-Justamente como el tuyo.- Me sonrió con dulzura. –Sólo que tú eres una vaca loca y te gusta meterte en los problemas más complejos que existen sobre la faz de la tierra.-Estoy muy asustada, Norma.- De nuevo tomó mi mano y la apretó con las de ella. -Lo sé, cariño pero no estarás sola. Me apena el predicamento en el que te estás metiendo porque sé que traerá muchos conflictos y no te quiero a ti o a Ana en el ojo del huracán. La gente puede ser muy cruel.-Yo no quería esto.- Sentí mis ojos llenarse de lágrimas. Esto era un gran problema; mi desmadre era poco comparado con esto. -Al corazón no le das órdenes, Lara. A veces hay cosas que simplemente pasan.-¿Lo dices por experiencia?-Amé a mi esposo como nunca pensé amar a alguien pero tu padre... es algo que es incorrecto; no por lo que sentimos sino por la forma. Ambos estábamos casados en ese entonces.-¿Aún lo sientes?-Siento remordimiento por haber engañado a mi marido.-Lamento eso.-Yo también.- Me acerqué a darle un abrazo. -Gracias.-No me agradezcas sólo ten cuidado, por favor. No quiero que te pase algo.- No dije nada más y nos mantuvimos así por varios segundos hasta que alguien tocó a la puerta. –Debe ser mi hermana.- Me preparaba para comentarios ácidos por parte de la amargada mujer pero mi sorpresa fue enorme al ver una conocida melena rubia en el umbral. –Ana, buen día.-Hola, profe. ¿Puedo hablar con usted?- Ella aún no se había percatado de mi presencia así que me puse de pie y al verme abrió mucho los ojos. -Buen día, rubia.-Buen día, Lara.- Sus ojos delataban que había dormido muy poco y que había llorado mucho. -Gracias por el café, Norma. Nos vemos más tarde.-Perdón no...-No te preocupes Lara ya va de salida, ¿cierto?- Norma me sonreía. -Completamente cierto. Iré a nadar un rato.- Me dirigí a la puerta y esperé a que la rubia se hiciera a un lado para poder pasar. -Iré a preparar más café.- Dijo la mujer de cabello corto y se fue a la cocina. Dejándonos a la rubia y a mí en un sepulcral silencio. -Siento lo de ayer, Lara. De verdad.- Se apresuró a decir con notable tristeza. -¿Estás molesta?-
-No, no lo estoy.- Suspiré. –Te veo después.- Pasó muy cerca de mí y me hice a un lado. -No hagas eso, por favor.-Sólo respeto tus límites, Ana.- Vi como sus ojos se llenaron de lágrimas. –No llores... No quise ofenderte sólo que no sé qué hacer.- Tomé un mechón de su cabello y comencé a jugar con él. –Ve adentro, tonta.- Asintió. -Lo de ayer...-No hablemos de eso, ¿sí? Cuídate, rubia.-Tú también, Lara.- Hizo un intento por sonreír y salí de ahí a toda prisa a mi casa. Casi al instante en que entré mi estómago comenzó a hacer ruidos extraños. Por lo que me dispuse a hacer algo de desayuno. Mis habilidades culinarias avanzaban con lentos pero firmes pasos; al menos ya conseguía no quemarme, tanto. Bueno, con el tiempo dejaría de quemarme cada vez que cocinaba. Opté por huevos estrellados y algunos plátanos fritos. No sé cómo estuve privada de esa delicia por tanto tiempo. Para cuando terminé mi complejo desayuno moría de hambre, el ruido de mi estómago era constante e incluso sentía que tenía ritmo. Me preparé una rápida taza de café y me dispuse a comer. Mantuve a la rubia alejada de mis pensamientos hasta que llegó la hora de sentarme a comer. ¿Qué quería con Norma?, ¿hablar de lo que pasó ayer? O quizá simplemente algo de compañía. Lo que fuera a mí me llenaba de curiosidad. Si le hablaba de mí quería saber qué percibía de mí y cómo me veía, qué soy para ella, qué represento para ella... quería saberlo todo. Y aunque no hablara de mí quería saberlo también, entender que pasa por esa terca cabecita y ver la manera de ayudar. Estoy jodida. Completamente jodida. Terminé mi desayuno tan rápido como pude y me puse ropa más adecuada para ir al río y poder nadar un rato. No era tan buena pero disfrutaba mucho hacerlo. Con shorts, un top negro y una playera blanca sin mangas me dirigí al lugar. Caminé apenas unos pasos de donde estaba mi ahora casa y después de pasar unos árboles se develó ante mí el precioso río. Era tan hermoso aquí, por donde se viera. Esto se veía muy poco en la ciudad y lo que se veía era mitad naturaleza y mitad hecha por el hombre para "hacerla más bonita". Este lugar era magia. No lo pensé mucho y me metí al agua que estaba más fría de lo que pensaba pero lo necesitaba. Estuve nadando hasta que sentí que los brazos no me daban; estaba totalmente exhausta. No sé cuánto tiempo estuve ahí sólo sé que fue muy relajante. Me liberó y todo lo que tenía contenido se lo llevó el agua. A final de cuentas parecía que sí podía ser un ser humano civilizado y podía sacar mi ira sin golpear a alguien. Punto para Lara. Regresé a casa casi arrastrándome y no como la vez pasada que no recordaba ni mi nombre. Esta vez era por algo un poco más sano. Entrando a casa fui
directamente a mi habitación a cambiarme de ropa y busqué dónde colgar la que estaba completamente empapada. Era casi medio día; realmente me había levantado temprano. Recordé que yo quedé a cargo de la iglesia así que me dispuse a ir para allá. El sol mostraba piedad hoy gracias a muchas nubes que impedían que sus rayos cayeran directamente sobre mí. Aunque el color de las nubes mostraba que una gran tormenta se acercaba. Al llegar varias personas estaban reunidas en la entrada de la iglesia, parecía que escuchaban atentamente a alguien y cuando estuve más cerca oí claramente la voz de la rubia. Al parecer los ponía al tanto de la situación de su padre y les decía lo que pasaría en esta semana. -Ahí está.- Dijo sonriente señalando a mi dirección. Todos voltearon a ver y las caras de sorpresa no se hicieron esperar al verme. La mayoría me sonrió, menos la familia de Ofelia quién seguramente les ha dicho de lo que pasa conmigo y la rubia en la escuela. -Hola, buenos días.-Buenas tardes, diría yo.- Dijo Daniel mayor. -Lo siento, no tengo un reloj y aún no sé ver la hora con la ubicación del sol.- Ana comenzó a reír pero de inmediato se tapó la boca. –No tengo ni la más mínima idea de porque el señor Cardozo creyó que era buena idea dejarme a cargo de todo esto. Sólo sé que debemos hacer lo que nos corresponde para el señor Cardozo y para Él... ya saben, el que está ahí adentro.- Algunos comenzaron a reír. –Así que, manos a la obra.Trabajamos sin parar más de tres horas, algunas personas estaban conmigo acomodando los cuadros que en algún momento limpié. Agradecí al cosmos por tener a gente que realmente sabía de esto porque yo quería acomodar los cuadros conforme a mi gusto pero me fue dicho que iban acomodados de acuerdo a la pasión de Cristo. Sí, necesitaba ser más perceptiva. Agradecí que no se hayan reído...por más de cinco minutos. Después del pequeño desliz, continuamos trabajando y de vez en cuando salía a verificar si todos tenían material suficiente para seguir trabajando. Con los que menos me acercaba era con la familia de Ofelia, era claro que no les agradaba y no estaba de humor para soportar malas caras o comentarios tontos. Eso no impidió que me topara con ellos un par de veces; Ofelia limpiaba las bancas y en este punto el agua que tenía en su cubeta era café y olía a coladera. Pasé cerca de ella y no perdió tiempo. -Si el pastor supiera lo que le haces no te hubiera dejado a cargo.Simplemente la ignoré y pasé de largo. –Te crees muy importante, ¿no? Sólo eres una horrible persona que vino a fastidiar a Ana y a todos los del pueblo.-¿A todos los del pueblo o sólo a ti?- Me detuve y volteé a verla. –Tú fuiste la única en refunfuñar.-En cuanto se sepa la verdad de tu asquerosa personalidad todo te
van a odiar tanto como yo a ti.- Creo que no le agrado mucho. -A veces el odio es envidia disfrazada.- Repliqué. Ni bien había terminado la frase y sentí el agua hedionda resbalar por todo mi cuerpo. Instintivamente cerré los ojos y la boca aunque esto fue un poco tarde porque engullí un poco de agua. Las ganas de vomitar eran grandes. -Eres una imbécil.- Apenas abrí los ojos y vi como se venía sobre mí. Tomé su mano en el aire. Nuestra diferencia de estaturas me daba ventaja en una pelea pero aparentemente no en una guerra de cubetas. -No quieres pelear conmigo, créeme.-No te atrevas a decirme qué hacer y qué no.- En ese momento vi a la rubia entrando a la iglesia; nos vio y corrió a donde estábamos. -Ofelia, déjela.- Me vi en la necesidad de contener la sonrisa. Ella me estaba defendiendo... creo. -Se lo merece. Sólo ha sido un dolor de cabeza desde que vino y alguien debe ponerla en su lugar.- La chica sacaba chispas de los ojos. -Vas a necesitar más que agua mugrienta para detenerme.- Le solté la mano y le sonreí. -Lara, basta.- Ana no estaba muy alegre con mi respuesta. –Ya sabes dónde está el baño.- Ofelia la vi extrañada. –Ya.- Vi a la chica bajita por unos segundos más antes de ver a la rubia quien estaba todo menos contenta. Sin decir más me dirigí a su habitación y me metí directo a la ducha. Tardé más tiempo del requerido en la ducha, el olor era nauseabundo y la mayoría del agua había quedado atrapado en mi cabello. Después de la cuarta vez que me enjaboné el cabello sentí que ya no había rastros del olor. Mi cuerpo recibió el mismo tratamiento sólo que cinco veces en lugar de cuatro. Al salir de la ducha, tomé mucha pasta de dientes y me enjuagué por varios minutos hasta que me ardió la boca de tanta menta. Al salir la rubia estaba sentada, encorvada muy impropio de ella. La observé, al parecer no se había dado cuenta que ya había salido de la ducha. Se veía tan frágil y me revolvía el estómago el saber que alguien la lastimó. Agotaría mis energías para saber quién fue y hacer que pague. -Hola.- Se asustó un poco al escuchar mi voz. Levantó la mirada e hizo un intento por sonreír. -¿Todo bien?-Simplemente no puedes quedarte callada, ¿cierto?-No está en mi naturaleza.-Lara... detén esto.-No. Porque sí lo hago Liv volverá a lo mismo. No va a pasar mientras pueda impedirlo, Ana.-Lo que ella dice, nunca la había oído expresarse de esa manera, ni siquiera de Olivia.-Ya hablamos de esto, tonta y no podría importarme menos lo que
ella piense.-¿Te importa la opinión de alguien?- Preguntó para luego voltear la vista al piso. -La de Norma, la de mi papá y la tuya.- Lentamente volvió a verme. -¿Yo?- Se veía asombrada. -Tú.-¿Qué puedo tener yo que te haga valorar lo que digo?-Por más tonta que puedas parecer tienes muchas cualidades.-Gracias.-Simplemente digo la verdad.- Volteé a verla y con diversión vi sus intentos por ocultar el rojo de sus mejillas. –Tonta.-Fastidiosa.- Me vio directo a los ojos y sonrió. Podía quedarme así una eternidad y no tenía que ver con el hecho de que estuviera prácticamente desnuda frente a la rubia sino por la tranquilidad que sentía. Rompió el contacto visual para buscar algo sobre su lado derecho. –Ten.- Me entregó ropa limpia. –Como eres transgénica opté por darte uno de mis shorts y una de las playeras más amplias que tengo. Así no se verá como si estuvieras usando la ropa de tu hermanita.- Sonrió. -Esto servirá, gracias.- Le regresé la sonrisa mientras recibía la ropa. Afortunadamente mis tenis no se mojaron mucho, si no tendría que estar descalza porque no había manera en que mi pie entrara en los zapatos de la rubia. -Te dejo para que te cambies.- Asentí y sin más salió de su habitación. No tarde mucho en cambiarme, aunque era bastante raro estar sin ropa interior. Me metí de nuevo al baño por mi ropa hedionda; necesitaba lavarla antes de que el olor no desapareciera nunca. Busqué a la rubia y estaba hablando con la familia de Ofelia. Espero que no arruine mi cubierta. Me vieron a lo lejos y las miradas letales no se hicieron esperar. Bien. No sabían. Decidí que lo mejor era esperar en la cocina y esperar que Ana despachara a la gente a su casa, era lo mejor. Aun con mi ropa en mano esperaba ver la melena familiar entrando por la pesada puerta de madera. Después de unos minutos más así pasó. Aunque no se veía muy contenta cuando entró. -¿Qué pasa?-Se niegan a trabajar contigo aquí.-¿Quiénes?-La familia de Ofelia.- Se veía muy estresada. –Van a hablar de un horario en el cual no choqué contigo.-Soy unos hipócritas.- La rubia volteó a verme. –Pregonan el amor de Dios y que nos amemos los unos a los otros pero no pueden soportar a una chica medio rebelde. Es una idiotez. Porque esto segura que son del tipo que dicen que aman al mundo entero y en cuanto ven algo que no les agrada se le tiran a la yugular.- La rubia comenzó a reír. -Creí que no te importaba.-Me importa más la economía de Chipre que lo que piensen. Es sólo
esta doble moral que la gente maneja. Creo que es una mierda.-Lenguaje.- Me regañó. -Dios sabe como soy, no creo que le importe que diga groserías en su casa.-Lara...- Había algo de advertencia en su voz. -Es la verdad.- Decidí cambiar de tema. -Mira, yo puedo trabajar de las cuatro en adelante. En lo que están las vacaciones porque después debo regresar a las prácticas de voli.-Gracias.-A final de cuentas soy yo la del problema contigo, así que me siento obligada a dar una solución.-¿Obligada?-Es un decir... pero sí me siento así. Todo por tu culpa.- Puse los ojos en blanco. -¿Mi culpa?, ¿de qué hablas, Lara?-Sabes de lo que hablo, Ana.- Casi por costumbre bajó la mirada. –Estoy bromeando.-Pero tienes razón. Yo he dejado que pase a más pero si me defiendo...- Comenzó a respirar agitadamente. -Mírame.- Negó con la cabeza. –Ana, por favor.- Volvió a negar. –Anita, mírame por favor.- Lentamente subió la mirada. Esa mirada que sólo he visto cuando llora, esa mirada que está llena de miedo y dolor. –No voy a dejar que te hagan daño, ¿entiendes? Tienen que pasar sobre mí antes de hacerte algo.- Asintió levemente. –Déjame ayudar.-No sé confiar... me refiero a que... ¿cómo sé que es sincero?-No me lo tomes a mal pero no hay nada que pueda querer de ti.Aparte de tu tiempo, tus pensamientos, tus emociones, tus labios... sacudí la cabeza reenfocándome en lo que estaba. –Materialmente no hay nada. Sólo me queda tu horrible personalidad... así que supongo que es genuino. Sólo quiero que estés bien y que por lo menos alguna vez en tu vida seas capaz de decirle algo a Olivia.-Le he dicho "buenos días"- Dijo seria. -Ana, en serio...- Se echó a reír. –Qué graciosa, tonta.- Ambas reímos. Un olor nos regresó de la burbuja en las que nos sumergíamos cuando hablábamos. –Necesito lavar esto.- Señalé la ropa. -En el patio encontrarás un lavabo y suficiente jabón para dejarlo tan nuevo como se pueda dejar.-Gracias.-Haré algo de comer en lo que lavas.- Levanté mi pulgar derecho mientras me dirigía la patio. Lavar tampoco se encontraba entre las actividades que destaco por lo que me llevó demasiado tiempo hacerlo. ¿Por qué era tan difícil? Es en estas
circunstancias en las cuales valora los avances tecnológicos; la lavadora hubiera hecho el trabajo pesado en menos de un cuarto de tiempo del que yo ocupé. Cuando me giré después de colgar la ropa la rubia me veía divertida. -¿Qué?-Tú.-¿Qué conmigo?-Eres como una rata de laboratorio.-¿Ya comenzamos con los apodos? Pues tu pareces un mono.Comenzó a reír. -Lo decía porque es interesante verte desenvolverte en un lugar que claramente, no va contigo.-Me alegra servirle de entretenimiento, majestad.- Le hice una reverencia. –Eso no quita que te parezcas a un mono.- Le sonreí tan amplio como pude. -La comida está servida.-Veo la luz al final del túnel.- Levanté las manos al cielo y casi me puse de rodillas. La rubia sonrió para sí misma y caminó de regreso a la cocina. -Dramática.Al llegar a la cocina la comida estaba más que servida. Se veía delicioso. Huevos, salsa roja, aguacate y chicharos; algo de frijoles a un lado y mucho queso encima. Sólo de verlo me quitó el hambre. Ni siquiera pregunté a la rubia si podía ayudarla con algo, simplemente me senté. Ella se unió unos segundos después y muy ceremoniosamente sirvió agua en mi vaso de cristal. -¿Quieres decir la oración?-Quiero comer.- Se puso de pie y yo la seguí. -Padre, gracias por los alimentos que pones hoy, por tu divina voluntad, pones en la mesa. Bendice a los animales que fueron sacrificados; dale pan a los que no tienen y a los que sí tenemos danos hambre de ti...-Te pido por el señor Cardozo.- Interrumpí. -Que todo salga bien, digo es de los tuyos, debes protegerlo.- Vi a la rubia contener la risa. –Te pido por la gente que hace daño... que el karma les muerda el...-Lara.-Gracias por escucharme. Cambio y fuera.-¡Lara!- Me reprendió escandalizada. -¿Qué? Así me llevó con Él.- Me encogí de hombros. –Te pido por mi hígado, que sea capaz de aguantar a esta odiosa rubia.-Pide también por el mío que está en peligro contigo aquí.- Dijo con una sonrisa. –Amén.-Amén.- Nos sentamos y por varios minutos no hicimos más que comer... en realidad, sólo fui yo la que no paraba de comer. -¿Está bueno?-
-Delicioso. Realmente delicioso.- Decía mientras devoraba la comida. -Esa ha sido la bendición de alimentos más entretenida.- Confesó. -Yo lo hago todo más divertido.-Eres una payasa, claro que todo lo haces divertido.- De nuevo decidí ignorar a la chica de ojos café para centrarme en mi comida. A final de cuentas terminé comiéndome la comida de la rubia y ella muy tranquilamente se paró a preparar más para ella. Me frotaba el estómago esperando a que Ana terminara de comer. Seguíamos en el comedor pero ninguna decía nada. Ana porque seguía comiendo y yo porque sentía que regresaría la comida si hablaba. Estaba más que llena. Cuando la rubia terminó por fin de comer, levanté los trastes y me dispuse a lavarlos. Acción que la chica rubia aprovechó y me puso los sartenes y cosas que usó para preparar la comida. -Abusiva.- Reclamé. -Es lo menos que puedes hacer después de alimentarte.- Puse cara de ofendida. -¿Disculpa?, ¿no salió de tu corazón el darme de comer?-Sí pero sólo la primera ración... las raciones extras se deben pagar.- Me agradaba por demás la faceta juguetona de Ana. -Bien, tendré eso muy en mente cuando quiera hacer servicio social contigo.-Creí que lo hacías para protegerme.-Eso te hice creer.- Se acercó más al lavabo, tomó algo de jabón y me lo puso en las mejillas. –Estás rebasando ciertos límites, tonta.- Juro que dejaría hacer esto mil veces si eso implicaba no quitarle la enorme sonrisa que tenía ahora. -Eso es por mentirme.- Simplemente me encogí de hombros y regresé a mi labor. -¿Lara?- Preguntó después de varios segundos ignorándola. -¿Sí?-¿Te molestaste?-Mucho.-Pero...-Estoy tan molesta que echó agua por todos lados.- Y le lancé agua que tenía en uno de los vasos que enjuagaba. Comencé a reír pero de inmediato me comenzó a doler el estómago. Entre las risas y el dolor de haber comido tanto, me deslicé lentamente sobre el piso y me recosté. –Basta. Voy a vomitar.-Eres una fastidiosa, Lara. Yo no te mojé.-Pero me echaste jabón y por tu culpa me bañaron de agua mugrosa.-Y vas con eso otra vez.- A pesar de los reclamos no se veía nada molesta. –Me iré a cambiar.-Limpiaré aquí.- Sonrió y desapareció por el pasillo.
Busqué un trapeador y limpié el agua que había tirado. Con un trapo sacudí la mesa y dejé todo lo que usamos en su lugar. La rubia se estaba tomando su tiempo. Aproveché y sequé los trastes que previamente había lavado y los puse en la enorme vitrina donde los guardaban. Estaba por ir por mi ropa cuando la rubia apareció de nuevo. -Hola.-Hola.- Llevaba vestido azul marino que le llegaba las rodillas y unas sandalias blancas. –Ya estaba preocupada.-Estaba buscando algo fresco.- Asentí. –Hiciste muy bien tu trabajo.- Vi a la mesa y al lavabo. -Es un placer servirle.- Llevaba las manos detrás de ella. -Entonces puedes ayudarme con algo.- Su rostro se tornó serio. Me mostró las manos y en ellas estaba mi iPod. -¿Se descompuso?- Negó. -Quiero saber que dice una canción... le entiendo por partes pero quiero que me digas el significado completo.- Asentí. Nos sentamos de nuevo en el comedor y me acercó el iPod. Puse la contraseña y en cuanto vi que canción quería que tradujera sentí un terrible escalofrío por todo mi cuerpo. -No.- Dije y le regresé el aparato. Era una extraña mezcla de sensaciones. -¿Qué significa "passes by"- Preguntó tímida. -Sonríe siempre.- Respondí sin verla a la cara. -Lara... ¿por qué tienes esa canción?- Se escuchaba preocupada. -Está todo el álbum... a mí no... no, Ana.-¿A ti no te pasó lo que me pasó a mí?- Busqué sus ojos. -Sí, no... Ana, no quiero saber.-¿Por qué?-Porque voy a hacer que me digas quién fue y lo voy a buscar hasta debajo de las piedras y lo voy a matar.-No digas eso, por favor. Nunca vuelvas a decir eso.-Es lo que quiero hacer.-Pero no lo harás.- Simplemente sosteníamos nuestras miradas. Contéstame, por favor.- Había cierta suplica en su voz. -¿Qué significa?-Transcurre o pasar de largo.-"El mundo le pasa de largo".-Anita, no digas eso... tú no... tú puedes cambiar eso.- Tenía unas enormes ganas de abrazarla. -Cuando pueda superar mis miedos.- Agachó la cabeza. –Eres la primera persona a la que quiero abrazar, después de papá.- Sentí mi corazón latir muy fuerte. –Y eso me confunde porque se supone que debes desagradarme.- Sonreí para mí. –Yo no lo sé manejar, Lara... es mucho para mí.-
-Si compartes la carga será menos.-¿Con quién?- Levantó la vista. -La chica que debería desagradarte puede ser una buena opción. Estoy segura que a ella no le importaría.-Puede ser una opción.- Ambas sonreímos y esto parecía otra buena señal. A pesar de haber dado como veinte pasos hacia atrás, ahora volvíamos a dar uno hacia adelante. Intentaría confiar y yo haría todo para no defraudarla. Segundos después un tremendo estruendo se escuchó por todo el lugar y la tormenta se dejó caer. Vi a la rubia ponerse detrás de mí. -No vayas a dejarme sola.-Nunca.- Ni durante la tormenta, ni durante mi vida. Con la rubia detrás de mí y el cielo cayéndose a pedazos hice la promesa más importante de mi vida. Jamás dejarla sola. A/N Mis muy queridos lectores, espero que estén muy bien; ya los extrañaba. Después de la locura y uno de los mejores cumpleaños de la historia pude por fin sentar a escribir en santa paz. Les agradezco enormemente las felicitaciones y los buenos deseos. En verdad que fue algo memorable; mis alumnos me hicieron llorar con sus cartitas y con los presentes que me hicieron. Fue un día lleno de mucho amor y tranquilidad. Que mejor manera de darle la bienvenida a los 25 años :) Pasando a asuntos menos cursis, esta historia me ha dado mucho. He podido conocer a gente tan maravillosa como ustedes :) Y me encontré con una chica súper talentosa y con un liderazgo bárbaro. Y ésta a su vez me presentó a su increíble equipo de trabajo. La cosa es que me invitó a un proyecto y soy parte de él desde hace un par de meses. Entonces, con ellos estaré publicando algunos relatos más subidos de tono (mucho, bastante, harto subidos de tono) en la página @elcirculcolibri Este relato ya lo había publicado en TR pero hice algunas modificaciones y le daré continuidad. Pronto estarán publicando también mis compañero del círculo así que se pondrá chingón. Mi preciosa foto de perfil es cortesía del talentoso AoiYuki02 quién representa a la pequeña Ana. Más que honrada de ser receptáculo de tal talento. Gracias infinitas, Alex🙏 Saludos desde un frío rincón de México, Ale :)
Capítulo 10
Pasé prácticamente toda la tarde con la rubia. Simplemente el agua parecía no cesar, lo cual agradecía enormemente porque el calor era infernal y esto haría que se apaciguara un poco. Estuvimos la mayor parte del tiempo en la cocina pero la enorme ventana hacía que la luz de los relámpagos nos diera directo a la cara. -Vamos a mi habitación.- Dijo la rubia y ni bien había terminado de hablar cuando un nuevo estruendo nos hizo brincar. La cara de la chica frente a mí se transformó y se veía que hacía todo por evitar llorar. -Tranquila.- Me puse de pie y comencé a caminar rumbo a su habitación. –Vamos.- Asintió levemente y me alcanzó rápidamente justo cuando un nuevo trueno se hizo sentir. Instintivamente se aferró a mi brazo. Con el sonido de la lluvia llegamos a su habitación; casi de inmediato se metió a la cama y se hizo bolita. Sonreí y me senté cerca de ella. -No te rías.-No me estoy riendo de ti, tonta.-Claro que sí.- Sonaba herida. Sus ojos buscaron los míos. -Sólo me causa gracia ver estos matices tuyos.-¿Conoces la palabra matices? Interesante.- Sonrió. -Graciosa.- Ambas sonreíamos. -¿Qué matices?-Toda tú, la chica fastidiosa, la chica nerd, la chica miedosa, la chica que ahora mismo se ve como una niña aterrada por los estruendos.- Sonreí más ampliamente. –Toda tú.-Todos tenemos nuestros matices.- Afirmó seria. -Muy de acuerdo con eso; sólo que no creí ver los tuyos.-¿Por qué?- Preguntó curiosa. -Se supone que debemos desagradarnos.- La sonrisa de su rostro nunca se fue. Después de unos segundos de silencio ella habló. -No me desagradas para nada, Lara.- Suspiró.- Me has mostrado que no eres la chica rebelde que al principio parecías. En estos días he podido confirmar lo que papá me dijo, eres una buena chica.-Se lo dijiste en el hospital.-¿Me escuchaste?-No fuiste muy discreta.-Esperaba que lo escucharas y supieras que yo no tengo un mal concepto de ti aunque eso no quite que seas una fastidiosa.- Le sonreí. -Tú tampoco me desagradas.- Si tan sólo supieras. –Esto no quita que seas una tonta.-No espero menos de ti.- Dijo en tono bromista. El estruendo que se hizo presente se debió escuchar por todo el estado. Incluso yo brinqué y me puse
más cerca de la rubia que estaba en posición fetal y temblaba. La casa retumbó y casi sentía que se nos veía encima; nunca en mi vida había escuchado algo así. Leves sollozos escaparon de sus labios después de unos segundos. -¿Puedo tomar tu mano?- Pregunté tímida; primero porque no quería que me rechazara y no quería que sintiera que me estaba aprovechando de ella. Después de segundos que me parecieron eternos, ella asintió. Con sumo cuidado, como si estuviera a punto de hacer una operación muy importante, tomé su mano derecha que estaba sobre su rodilla. La levanté con mucha cautela y la tomé entre las mías. Con mis pulgares comencé a hacer círculos sobre el dorso de su mano. –Respira profundo, Anita.- Notaba la lucha que hacía por respirar normalmente. -No... no puedo...-Sí puedes.- Necesitaba distraerla de alguna forma. –¿Cómo vas con inglés?-No muy... bien.-Te puedo ayudar más tarde, ¿te parece?- Asintió. La lluvia aún caía a cantaros lo cual indicaba que los estrepitosos sonidos continuarían. -¿Quieres saber algo de mí?- Nunca dejé de jugar con su mano. -¿A... qué le... temes?- Su voz aún entrecortada. -Le tengo pavor a las cucarachas.- Una leve risita escapó de sus labios. –Podría decirte que temía estar sola pero lo poco que he aprendido en estos días es que he estado sola todo el tiempo.- Ella apretó su mano con la mía. -Ya no... Ya no estás sola.- Agradecí que no me estuviera viendo porque hubiera visto que estaba profusamente sonrojada. -Esas son muy buenas noticias.- No necesitábamos decir más, el apoyo era mutuo; ella también valoraba lo que estaba naciendo entre nosotras. Quizá no con la misma intensidad con lo que yo "valoro" esto pero era algo. Después de muchos minutos sus respiraciones se hicieron más lentas y pausadas; se había quedado profundamente dormida. Llevé su mano a mis labios y deposité un beso, tardando más de lo necesario. –Descansa, Anita.- Con el mismo cuidado con el que tomé su mano así la dejé de nuevo en donde estaba originalmente. Salí de la habitación cuidando no hacer mucho ruido y dejé la puerta abierta por si ella necesitaba algo. Caminé al patio donde anteriormente había lavado mi ropa y me quedé debajo de la lámina que cubría una pequeña parte del lugar. El sonido de la lluvia era aún más estrepitoso debajo de ésta. Me abracé mientras las gotas de agua salpicaban sobre mis pies y a lo lejos podía oír el rugir de los truenos. ¿Qué habría pasado para que ella temiera de tal manera? Papá siempre dice que todos nuestros comportamientos tienen una raíz; ya sea desatada por experiencias propias o por querer ser como alguien más. Pero, según él, las actitudes más radicales vienen de fuertes experiencias que hacen que cambien nuestras perspectivas. Que veamos el mundo con otros ojos. Eso lo entendí una vez
que me caí de la rama de un árbol. Me encantaba trepar porque veía a las ardillas hacer lo mismo; después de eso, solamente observaba. No puedo ni comenzar a imaginarme lo mucho que pudo haber vivido Ana, simplemente no puedo. El sólo recordar su cara de terror la otra noche hace que el corazón se me estremezca. Esa simple mirada me dijo más de lo que quiero saber. Sus orbitas cafés de pronto carecieron de vida y se llenaron de miedo en su más puro estado. Me revuelve el estómago el saber que alguien la lastimó con tal saña que tiene pesadillas sobre eso, que no lo puede dejar atrás. Sin pensarlo dos veces le ayudaría a aligerar su carga a hacer su transición en esta vida un poco más llevadera. Sólo quiero verla sonreír y más aún ahora que sé que algo la tiene tan mal. -¡Mierda!- Un relámpago iluminó el lugar por completo y como si fuese una reprenda por la palabra que salió de mi boca un estruendo bastante fuerte se hizo escuchar. -¡Puta...- Ni bien pude terminar de maldecir cuando el grito de la rubia me hizo estremecer aún más. Me tensé un momento pero casi de inmediato corrí de nuevo a la habitación y la rubia estaba más que despierta y pegada contra la cabecera de la cama. -¡Dile que no me lastime!- Grito asustada al verme. -Anita, no hay nadie aquí que pueda lastimarte.- Aun estando ciega hubiera podido palpar el terror en su voz pero la combinación de ésta con su aspecto me petrificó. -Él viene con los truenos.- Se encogía tanto como podía a la cama. No podía ir hacia ella abruptamente. Me mantuve a una distancia considerable. –Él... él...- Dio un paso cauteloso, sin dejar de verla; mostrando claramente mis intenciones de acercarme. -Mírame.- Seguía buscando como loca por toda su habitación. Sus ojos pasaban de la puerta de su habitación a la puerta del baño. Le hablé un par de veces más pero parecía no escucharme. -¡Mírame!- Me sentí mal por gritarle pero era la única manera de llamar su atención. Sorprendida volteó hacia mí. Ese mar café de sus ojos que tanto me hipnotiza ahora luchaba por no inundarse entre las lágrimas, por no ahogarse. Tomé una larga respiración antes de hablar. –Te juro por lo más sagrado que tengo que mientras yo esté contigo nadie, escúchame, nadie te hará daño nunca más. No lo voy a permitir.- Tragué el nudo que se comenzaba a formar en mi garganta. –Y si él se atreve a regresar, primero tiene que pasar por mí antes de si quiera verte a los ojos, ¿está claro?- Me moría por abrazarla y hacerle sentir que mis palabras eran reales; que tampoco ella estaría sola nunca más. Oh, mi pequeña, lo que daría por quitar un poco de tu dolor. Ella permanecía inmóvil sobre la cama, me veía atentamente. Permanecí a unos escasos metros de ella, sin hablar y sin romper el contacto visual. Verla así tan rota evocó sentimientos que no sabía que poseía... pero su mirada, su tristeza, su dolor, su fragilidad, el saber que alguien la jodió de tal manera hizo que la rabia se apoderara de mí. De pronto sentí mis respiraciones hacerse más y más pesadas.
Necesitaba descargar toda la frustración que tenía. ¿Por qué Anita? Ella es la persona más increíble, buena y maravillosa que he conocido... simplemente no es justo. Y ese cabrón, de seguro debe estar disfrutando de su puta vida y ella aquí lidiando con sus demonios cada maldito minuto de su vida. Sabía a donde tenía que dirigirme; sus labios se fruncieron al ver el cambio en mi mirada. Ahora era sólo y la furia incontenible dentro de mí. Salí de la habitación a paso firme y me dirigí al lugar que hace unas semanas me daba miedo; por su tranquilidad, por ese ensordecedor silencio, por esa sensación de soledad tan conocida para mí. Le huía pero ahora era el único lugar donde podía hacer catarsis. De unas cuantas zancadas llegué a mi destino. Me puse frente a Él y lo quede viendo como esperando que me viera de vuelta; no sucedería pero tenía su cabeza inclinada hacia su derecha... no me ve pero de seguro me va a escuchar. -Tú...- Le señalé con el dedo índice de mi mano izquierda. –Se supone que debes cuidarla, protegerla, asegurarte de que nada malo la toqué y la haces pasar por sabrá Dios que tantas cosas... oh, espera, eres tú. Tú sabes que le pasó y, ¿qué has hecho? ¡Nada!, ¡Absolutamente nada! Ella no merece eso, ella es buena, ella es luz. Tú la creaste, maldita sea. Tú sabes como es ella. ¿Qué hizo para merecer esto?, ¿cómo... ¡¿Cómo mierda te atreves a hacer eso?!- Y de nuevo, como si estuviera regañándome por usar malas palabras en su casa un trueno se escuchó. –A mí no me vengas con esa mierda, no me asustas.- De nuevo lo señalé con el dedo. –Sabes como soy, no me voy a contener sólo porque tienes súper poderes o lo que sea que hagas. Sabes tan bien como yo que no es justo todo lo que ella ha pasado.Respiré profundo y cerré los ojos tratando de buscar algo de alivio pero lejos de calmarme fue como un energizante. –Y luego el señor Cardozo... es su tabla de salvación, su fortaleza, su amigo, su todo y casi lo matas, ¿qué está mal contigo? Todo lo haces al revés. Todos dicen que eres justo y bueno con las personas, bueno, creo que se ha olvidado pasar por aquí. Sí, ya sé que el jodido lugar no aparece ni en el maldito mapa pero no significa que lo olvides.- Me tomé la cabeza con ambas manos. Mi mente iba a mil por hora, buscaba y busca aún sin saber que quería encontrar. Camina como león enjaulado de un lugar a otro. De pronto me paré en seco; una idea vino a mí. –Hagamos un trato...- Vi de nuevo hacia Él. -Toda esa mierda que tienes para ella, dámela a mí...-No.- La voz de la rubia me asustó, ni siquiera me di cuenta de cuando llegó. –No te voy a permitir que hagas eso.-Vete. Es mi oración, no la tuya.- Sus atormentados ojos me veían fijamente y se estremeció al verme en este estado. Totalmente fúrica. –Por primera vez, déjame hacer las cosas a mi puta manera. Vete, rubia.- Silenciosas lágrimas rodaron por su rostro de nueva cuenta. -¡Deja de llorar!- Si seguía jalándome los cabellos pronto terminaría calva. -¿Por qué?-Porque no puedo hacer nada... porque no soporto verte así, Ana.-
De nuevo me giré al cristo. –Aquí estoy.- Extendí mis brazos a los lados. –Jódeme a mí... creo que ya fue demasiado bullying contra la rubia.-Señor, te imploro que no la escuches. No sabe del infierno que está pidiendo para ella.- Imploró en una voz dolorosamente triste. –Daría todo porque no pases lo que yo he pasado.- Me di la vuelta para verla. Su mirada estaba clavada al piso, su dorada cabellera la cubría. -Daría todo por ayudarte a aliviar tu dolor, aunque sea un poco...Me di de nuevo la vuelta para enfrentar a la persona con la que sostenía la conversación hace unos momentos. –No sé cómo no puedes enmendarla...-Los días de tormenta eran perfectos para abusar de mí.- Un escalofrío recorre toda mi espalda al escuchar su confesión. Si esta era su táctica para olvidarme de hacer el trato lo estaba logrando muy bien. Ceremoniosamente se sentó en una banca frente a mí. –Decía que con los truenos nadie escucharía mis gritos... tenía razón. Por más que gritaba y gritaba, nadie nunca llegaba... nadie.- Mi mente y mi corazón me pedían a gritos que le dijera que se callara que ya no quería seguir escuchando eso. Era demasiado... ahora entendía todo. –Después me dejaba como cualquier cosa tirada en el piso, completamente sola hasta que mamá llegaba a casa.-¿Ella lo sabía?- Me sorprendo a mí misma cuando la pregunta sale de mi boca en un segundo. -Ella... lo facilitaba.- Siento un punzante dolor en la palma de mis manos y bajar mi mirada veo mis puños casi blancos y mis uñas enterrándose en mi piel. -Hija de puta.- Vuelvo mi mirada al cristo frente a mí y ahora mis ganas de gritarle son mayores. -¿Cómo se llama?-Alma.- Dice casi en un susurro. Nunca en mi vida voy a olvidar ese puto nombre y sé con seguridad que cada vez que lo escuche sentiré mis tripas revolviéndose de coraje. –Entre sus adicciones y sus... pasatiempos yo fui una buena fuente de dinero.- Las ganas de matar a esa mujer eran tan grandes en ese momento. -¿Dónde vivías?- Casi me fracturo el cuello al voltear a ver de nuevo a la rubia. Mi mirada inquisitiva sobre ella y ella aún con la mirada buscando hormigas en el piso. -Lejos.- Me dice tajantemente. -No conozco el estado "lejos" aquí en México. ¿Dónde, Ana?- Mi voz cada vez más severa, pidiendo las respuestas. -Quizá ya esté muerta, no tiene sentido...- Se encogió de hombros. -Quizá no... y la voy a encontrar, Ana y a él también.-No, no te acerques... no, Lara.- Lentamente sus ojos buscaron los míos. –No quiero que te lastime.- Tenía tantas preguntas en la mente pero no podía empujarla al abismo de la honestidad con una persona prácticamente desconocida para ella. Abrió una parte de su corazón pero eso no significaba que de buenas a
primeras me dijera absolutamente todo lo que pasó; color, olor y sabor. No funcionaba así. Debía darle su tiempo y ella haría el resto. Yo debo esperar pacientemente. -¿Qué puedo hacer?-Sácame del fondo de la soledad.- Era prácticamente una súplica, una que yo también le hacía silenciosamente a ella. Que iluminara un poco mi vida... que cambiara mi perspectiva. Quería ver todos sus matices y sacar a relucir los míos. -Será un placer, majestad.- Este era el típico momento de las películas donde un pacto se sellaba con un beso o al menos con un abrazo pero esto distaba de ser una película. Y si lo era, era una película de terror. Una en la cual la protagonista era constantemente arrastrada a la oscuridad, mientras ella buscaba desesperadamente iluminar un poco de su propio mundo y a los que la rodean. En este punto, el villano era el hombre clavado de manos detrás de mí. Me sentí con la necesidad de abrir mi corazón que supiera que la confianza era mutua, porque realmente lo era. Yo podía confiar en ella con los ojos cerrados. Ahora yo tenía una parte de ella y Dios sabe que yo quiero que ella tenga todo de mí. De nuevo sus ojos buscaron el suelo; estábamos a un escaso metro de distancia. Me senté y enrollé mis piernas como si fuera a meditar. -Papá es lo mejor que pudo pasarme en el mundo. Es una persona maravillosa en todos los sentidos. Tengo mucha suerte de tenerlo como papá. Pero cuando su pequeño proyecto floreció, sus responsabilidades le hacían pasar más tiempo fuera de casa que con nosotras.- Tomé un respiro. –El éxito llegó y trastornó a la bruja... simplemente parecía que hubieran venido los marcianos y hubieran cambiado a la que era mi mamá.-¿La extrañas?- Y ahí estaba la pregunta que muchas veces empujé fuera de mi cabeza. Una pregunta que me daba miedo contestar. Guardé silencio por varios instantes mientras la batalla sobre mi respuesta se desataba en mi interior. Al no responder la rubia subió la cabeza y me quedó viendo fijo. Juro que sentí como se escudriñaba en mi interior. A pesar de lo hinchado de sus ojos y el color rojo que teñía la mayor parte de su cara me veía con tanta ternura porque entendía que no era fácil para mí aceptarlo. -Sí.- Susurré. -Me gustaría saber que la mujer que me cantaba y me veía con tanto amor sigue ahí.- Fue mi turno de buscar hormigas. -¿Por qué no la buscas?- Me obligué a tragar el nudo en mi garganta y con todas mis fuerzas busqué no quebrarme. -Porque me va a matar si no la encuentro.- Ahí estaba. Probablemente la raíz de mi errático comportamiento en los últimos meses. No sabría cómo actuar si la mujer que tanto quise ya no está más. Entonces me puse en su contra, busqué presionar sus botones para ver si salía a flote pero sólo logré que me mandaran a la cola del diablo. -Lo siento.-
-Yo también, Anita.- Busqué sus ojos antes de tomar un largo respiro y hablar. –Lamento lo que pasó contigo.-Yo también pero si eso no hubiera pasado eso no hubiera conocido a papá y definitivamente no te hubiera conocido.- Me sonrió tímidamente. –Él sabe lo que hace.- Señaló con la cabeza a la persona que estaba detrás de mí. -No comparto la misma opinión.-Yo tampoco lo comprendía, con el tiempo lo harás... te lo prometo.- Me sonrió levemente. -No sé cómo haces eso... esto es una mierda y tú tratando de reconfortarme. A estas alturas ya hubiera mandado al diablo a todos.- Y una leve risita salió a flote. Tuve que contener las ganas de sonreír al escuchar este sonido que ya me era familiar. -Es porque tú, querida fastidiosa tienes la mecha muy corta.-Y a la gente le gusta andar con cerrillos cerca de mí... no es mi culpa.- Volvió a reír y mentalmente choqué cinco conmigo misma... la había hecho reír dos veces en un rato. -¿Puedo pedirte algo?-Lo que sea.- Dije casi de inmediato. -Nunca vuelvas a pedir eso.- Su rostro regresó al estado de angustia. –Yo no...-No te angusties, rubia. Soy niña grande, me sé cuidar.-Promételo, Lara.-Siempre y cuando no vuelvas a meter tus narices en mis oraciones.-Trato.- Con una sonrisa juguetona levantó su meñique hacia mí. -Trato, majestad.- Tiré de mi mano para que ella se levantara. –Ven.- Asintió levemente y se puso de pie; con nuestros meñiques conectados llegamos al patio donde estaba antes de escucharla gritar. –Vamos a crear nuevas memorias.- Podía ver el temor en sus ojos. –Aquí estaré todo el tiempo. Lo haremos juntas, ¿te parece?- Asintió y todo iba bien hasta que vio que la jalaba a la lluvia. -¿Qué?... Lara, no.-Confía en mí. Por favor.- No muy segura siguió mis pasos; se estremeció al sentir el agua sobre su piel. –Es sólo agua, Ana.- Le sonreí tratando de hacerla sentir segura. Poco a poco la fui guiando hasta que quedamos justo en medio del patio y la lluvia caía sobre nosotras. Ella simplemente permanecía frente a mí con los ojos cerrados. –Él no vendrá aquí; él no puede tocarte ni acercarte a ti. Sólo somos nosotras, Norma, tu papá... Sólo los que nos preocupamos por ti.- Cerró los ojos con más fuerza y sus lágrimas se combinaban con las gotas de lluvia. –Abre los ojos, Anita.- Negó. –Que el mundo no te pase de largo.- Sabía que era algo sucio pero debía hacer algo. -Ya me está pasando de largo.-
-Sólo porque tú lo permites... él ya no está a cargo, ni la basura que se hacía llamar tu mamá. Ninguno de ellos está aquí. Ahora tú eres dueña de tu vida; tú decides.-Me da miedo.- Su labio inferior temblaba con fuerza. -Asusta como la mierda, Ana pero el miedo es parte del proceso de la felicidad o eso me dice papá.- Creo que nunca en mi vida había pensado tanto como en estas últimas horas. -¿Puedo tomar tu mano?- Asintió. Lentamente la llevé cerca de mi corazón. -¿Sientes como está de alocado?- Asintió de nuevo. –Tengo miedo de cruzar algún límite contigo y esto haga que te cierres, que no confíes más en mí. Tengo miedo de que las cosas no me funcionen y defraude a Norma o a tu papá. Tengo miedo de que un puto rayo caiga sobre nosotras y si sobrevivimos me darás la regañada de mi vida.- Sonrió débilmente. –Tengo miedo de no encontrar la forma de ayudarte... eso realmente me aterra.-Me ayudas... más de lo que imaginas.-No sabes cómo me reconforta eso, Ana.- Nos quedamos en silencio varios segundos; disfrutando de nuestra compañía, de las gotas de lluvia y la suave brisa. –Someone told me long ago, there's a calm before the storm. I know, it's been coming for some time.- Mierda, mierda, mierda... Cantarle definitivamente no estaba en mi lista. Me quedé callada esperando que un terremoto abriera la tierra donde estaba parada y me tragara. -Continúa.- Mierda cuádruple. -Yestarday and days before, sun is cold and rain is hard. I know, been that way for all my time... 'til forever on it goes. Through the circles fast and slow. I know, it can't stop, I wander. I want to know, have you ever seen the rain? I want to know, have you ever seen the rain? Coming down on a sunny day...- De nuevo me quedé callada esperando que tuviera suficiente con esto. Habló después de unos segundos. -¿Lara?-¿Sí?- Abrió lentamente los ojos y me sonrió. -Cantas horrible.- Mi carcajada la debió escuchar Norma. -Fuiste tú la que pidió que siguiera.-No quería hacerte sentir mal.- Dijo encogiéndose de hombros. -Sí, claro. Me dices que no pare para después decirme que canto horrible.- Volví a reír. –Serás una gran motivadora.-Lo sé.- Genial, regresé a la Ana juguetona y ni ganar Wimbledon se comparaba a la sensación tan maravillosa que sentía a verla de este humor después de la hora de las confesiones. Sabía que con ella algunas cosas cambiarían. Desde ahora los días lluviosos que solía adorar tendrían otro significado para mí. Las tormentas traerían a mi mente los agitados ojos de la rubia y el terror en su voz. No creo que alguien pude quitarse la imagen de la mente... nunca. Ahora sus demonios se habían convertido en los míos y estaba dispuesta a cargarlos.
-¿Qué pasa?- Preguntó preocupada. Inconscientemente la que quedé viendo fijo. -Nada.-¿Fue mucho?- Se escuchaba apenada. -No, Anita. Es sólo que algunos conceptos cambian para mí... eso es todo.-¿Bueno o malo?-Haremos que sea bueno.- Me sonrió tímidamente. -Tu ojo se ve bien.- Agradecí el cambio de tema. -Sí. Ahora sólo tendré que cuidarme de rubias desquiciadas que quieran golpearme.-Cuida bien tu espalda, Orozco.- Comencé a reír -Puedo decirte exactamente lo mismo.- Enchiné los ojos y me acerqué amenazadoramente a ella. Lejos de asustarla, sólo logré que se burlara de mí. -Es difícil tomarte en serio con un ojo morado, Lara.- Regresé a mi posición original. -Lo sé.- La lluvia fue menguando y ahora era una leve llovizna. ¿Ves?- Levanté las manos al cielo. –Sólo es agua.- Le sonreí y ella me sonrío de vuelta. –Disfrútalo.- Después de unos segundos levantó los brazos al cielo. Me olvidé de todo y me puse a bailar o a intentar bailar. Brincaba, levantaba las manos, me sentía como una niña una vez más. Sin necesidad de quedar bien con nadie, simplemente disfrutar y hacer lo que se me venga en gana. De pronto me di cuenta que no tenía compañía sino una espectadora. La quedé viendo inquisitivamente. -Me alegra ver estos matices tuyos.- Lo que daría por tener algo con qué capturar la forma en la cual me estaba viendo. Era como si estuviera presenciando algo mágico, algo que le sorprende pero que le agrada. Algo completamente nuevo para ella. -Trae tu trasero para acá.- Estiré mi mano para que ella la tomara. –Vamos.- Se resistió un poco pero mi insistencia rindió frutos. Pronto, ambas brincábamos como dos pequeñas bajo la lluvia. Esto era mi vida antes del éxito de papá; era sencilla, sin complicaciones. Si algún paparazzi me grabara haciendo esto, mañana saldría en la portada de una revista de farándula con el encabezado "Hija de millonario se droga". Olvidé lo feliz que me hacían estos momentos simples, donde mi corazón era el que estaba al mando y no la ira o mis ganas de hacerle la vida imposible a mamá. Me detuve de pronto. -¿Todo bien?- Preguntó preocupada la rubia. -Mamá...- Dije para mí misma en un susurro. -¿Qué pasa con ella?-Pensé en ella como mamá y no como bruja.-Eso es muy bueno.- Se veía entusiasmada. –Tus "perspectivas"
cambian.- Gesticuló. -No... no me parece buena idea.-Lo entiendo, Lara. Pero no puedes rendirte antes de buscarla. Aparte estas a muchos kilómetros de ella; tienes tiempo de pensar y meditar que harás. No tiene nada de malo que la vuelvas a ver como un ser humano.- Wow. -Vaya que eres muy articulada.-Es el día de las palabras rimbombantes.- Me sonrió. –En serio, Lara. No pasa nada. Es tu mamá y yo sé que la amas.- Me reír. -Amo mis tenis, Ana.-Pero también la amas a ella. Y créeme que el mundo no se acaba si lo aceptas.-Bien, la amo, ¿qué gano?-Que dejes de hacer las cosas sólo para fastidiarla.- Doble wow. Se fue directo a mi yugular. -Te he subestimado, tonta.- Se encogió de hombros. –Tienes razón.- Nos quedamos viendo por unos instantes; podía sentir algo entre nosotras pero mi juicio estaba demasiado nublado como para poder deducir objetivamente que era. –Cámbiese, majestad. Atrapará un resfriado.-Digo lo mismo de usted, lacaya.- Levanté mi ceja izquierda. ¿Qué? Si me dices majestad eso te hace mi sirviente.-Demasiado lista incluso para ella misma.- Se echó a reír. -Es tu culpa por decirme así.-Ya, ya... lo que sea. Ve a cambiarte.-Yo soy a que da órdenes aquí.-¿Qué le apetece hacer, majestad?- Hice una pequeña reverencia. -Cambiarme la ropa en mis aposentos.-¿Puedo servirle en algo?-No, te puedes retirar.-Gracias por su bondad.- Sólo basto que nuestras miradas se encontraran para estallar en risas. –Tonta.-Fastidiosa.- Aun riendo llegamos a su habitación. -¿Estarás bien?-Sí, estoy bien.-Me refiero a si estarás bien por tu cuenta, me voy a casa.-¿Por qué?- Se veía sorprendida. -Debo cambiarme y tengo algunas cosas que hacer.-Pero está lloviendo.-Ana, no puedo estar más empapada de lo que estoy ahora. Debería aprovechar que no llueve tan fuerte.- Una parte de mí quería pensar que no quería que me fuera. –Te veo mañana, ¿sí?-De acuerdo.- Asintió levemente. –Ve con cuidado, por favor.-
Quiso guiarme a la puerta pero la detuve. -No. Sé dónde está la salida. Cámbiate de ropa antes de que te enfermes.-Cuídate.-Tú también.- Le sonreí. –Buena noche, majestad.-Buena noche, plebeya.-Prefiero esto a que me llames lacaya.- Nos sonreímos una última vez y salí de ahí. Me cercioré que se metiera a su habitación y caminé al lugar que solía darme miedo. –Tenemos un trato. No me defraudes.- Dije viendo al hombre clavado en la cruz. Caminé a casa tan lento como podía, tenía muchas cosas que pensar y digerir. Por supuesto que no me iba a casa por las cosas que le dije. ¿Qué mierda tendría por hacer? Más que dormir o escuchar música. Le mentí para huir de ella y de la forma en cómo me hace sentir. Con todas las emociones de hoy sólo quería tenerla entre mis brazos y no soltarla nunca. Hacerla sentir segura y verla sonreír. Estos pensamientos me desconcertaba de sobremanera; nunca me sentí así por alguien... por un hombre. Pero viene esta tormenta rubia y me pone el mundo patas para arriba. Estaba cada vez más abajo en el pozo que lleva su nombre. Si las cosas seguían a este ritmo, nunca saldría de él y honestamente no sé si quiera salir. Ana es de esas personas que cautivan, cuando les prestas atención. Nuestras primeras impresiones nos hicieron némesis pero los pocos momentos compartidos me mostraban que éramos totalmente compatibles. Y era muy fácil hablar con ella, era un deleite el poder convivir con un ser humano así. Ella tenía muchas cualidades y el hecho que no sea consciente de ellas la hacía más adorable aún. Su encanto natural era prácticamente irresistible. Sólo a mí me pasaban estas cosas, me pude haber enamo... ¿enamorado?, ¿estoy enamorada de la rubia? Mierda. No, me gusta y eso es todo. El hecho de que me mostrara su lado más vulnerable me tiene a mí con los sentimientos a flor de pie. No estoy enamorada de ella... aún. Mierda, mierda, mierda. Pude haber salido con cualquier otra chica en Texas, incluso pude salir con la hija de Obama y no sería tan escandaloso como salir con la hija del pastor. Seguí lentamente mi camino, pateando rocas y viendo como mis preciados tenis se opacaban con el lodo que se formó con la lluvia. Vi una piedra cerca de unos arbustos que se veía "pateable" y me dirigí a ella; en cuanto intenté patearla mi tenis resbaló y me fui de espaldas al piso. Estoy segura que se vio como las típicas caídas en las caricaturas y dolía como la mierda. -¿Ya empezamos?, ¿tenías planeado que ella se cayera?- Me quedé en silencio esperando una respuesta que sabría que no vendría. –Bien, lo acepto. Espero hayas notado que no maldije al caer. Eso debe valerme puntos extra.- Estaba por levantarme cuando escuché unas voces; creo que el golpe debió dejarme un poco tonta porque en vez de ponerme de pie me
escondí debajo de los arbustos. -Se le ve muy tranquila últimamente.-Es por la mocosa rica que tiene a su cargo.- ¿Mocosa rica? Yo. ¿A cargo de mí? Norma. –Tiene que verse tranquila pero desde lo que le pasó a Marcos nada ha sido igual.-No me imagino perder a dos parejas en una sola vida.- ¡¿Qué?! –Aunque el tipo le ponía los cuernos.- Involuntariamente dejé de respirar. -Dime, ¿quién puede resistirse a esos ojitos azules y su sabroso cuerpo?- ¿Liv se acostó con la pareja de Norma? Definitivamente estaba en el momento y lugar equivocados. Ya tenía suficiente con lo de la rubia. -¿Tú crees que el doctor lo mató?-Sí yo me enterará que alguien se tira a mi hija a escondidas, mínimo le corto las bolas.- Un terrible dolor de cabeza comenzaba a apoderarse de mí. De pronto escuché a unos puerquitos hacer desastre. –Carajo, se volvieron a escapar.-Te ayudo.- Escuché a los hombres correr mientras yo yacía en el piso, cubierta de lodo, con dolor de cabeza y con mucha información. Demasiada información. Como pude me puse de pie y caminé tan rápido como pude a casa; ya no quería toparme con pláticas que no me incumben y dejaban mi cabeza hecha un nido de arañas. Pobre Norma, ¿cómo demonios podía sonreír después de pasar cosas así? Quizá ahora entendía el porqué de su incansable llanto, lloraba por dos personas, no por una. Ahora, murió, sí muy triste pero ellos prácticamente afirmaban que se tiraba a Olivia, ¿cómo alguien puede engañar a alguien tan maravilloso como Norma? Y, qué cinismo el de Liv para verla a los ojos y dirigirse a ella cuando se acostó con su pareja. Sin duda la maldad de Liv llegaba a niveles incalculables. Ni siquiera me di cuenta que ya había llegado. Me di unos topes contra la puerta esperando que el dolor se fuera un poco. Abrí rápidamente y me metí directo a la ducha a quitar el lodo de mi cuerpo y de mi ropa. Mientras me aseaba los pensamientos iban y venían; y agradecía que no todos fueran sobre la rubia. Era exorbitante la cantidad de tiempo que pasaba pensando en ella. ¿Y así dices que no estás enamorada? Preguntó mi subconsciente, el cual apagué segundos después. Me iba a dar algo... una sobrecarga cerebral-mental-emocional o como se le llame a tener tanta mierda aparte de la propia. Después de una maratónica ducha me puse unos pants y una sudadera delgada. El frío del agua y el leve viento serían letales para mí. Tenía hambre, muchísima pero mi ánimo sólo me empujo a hacer una miserable taza de cereal. Como se hacía costumbre, llevé mi laptop a la isla de la cocina y puse algo de música y como si fuera algún tipo de señal Creedence Clearwater Revivial hizo su aparición triunfal. Tarareaba mientras veía algunas gotas caer sobre la ventana de la sala; segundos después alguien tocó a mi puerta. Abrí y Norma corrí dentro de la
sala. -Tengo frío.- Dijo en forma de disculpa. -Hola.- Le sonreí. -¿Cómo estás?-Preocupada, no te vi en todo el día.-El señor Cardozo me dejó a cargo de la iglesia y estoy cumpliendo.-Vaya, toda una niña grande.- Me sonrió. -¿Cómo van las cosas entre ustedes?-Me contó una parte de lo que le pasó.- Me hundí en el sillón. –Es todo tan jodido, Norma. No sé cómo le hace para salir adelante.-Alberto ha sido fundamental para que ella esté de pie.-¿Alberto?-El señor Cardozo.- Información relevante. No recordaba que se llamara así. –Ama a Ana con locura.-Entiendo porque.- Sonreí y vi al piso. -Alguien está sintiendo mariposas en el estómago.- Se rió. -Alguien quiere ser echada de mi casa.-Estás en el proceso platónico en el que incluso la forma en como respira te parece lo más hermoso del mundo.-Calla.- Esto la hizo reír más fuerte. -Entonces es cierto.- Parecía que hubiera contado un buen chiste. –Disculpa pero no puedo dejar pasar la oportunidad de molestarte.-Las mamis no le hacen bullying a sus hijos.-Lo que digas, chica enamorada.-No me digas así.- Enterré la cabeza en el sillón. –No estoy enamorada de ella.-Todavía.- No me quedó de otra que reír con ella. ¿A quién quería engañar? Eso terminaría pasando tarde o temprano. Después de unos minutos nos recompusimos un tranquilo ambiente nos rodeaba. -¿Han pasado cosas emocionantes aquí?-¿A qué te refieres?-No sé, alguien ha visto un fantasma, un ovni o algo así.-Hace unos años vimos unas luces en el cerro. Eran de color verde y azul; estuvieron un par de noches y después nunca más los vimos.-¡Qué genial! Espero vengan...-Y te lleven.-¿Perdón?- Me hice de la ofendida. –Creí que la culera era tu risueña hermana.-Bueno, no me subestimes.- Dijo con una enorme sonrisa. –Te dejo descansar, pequeña Lara.-¿Ha muerto alguien aquí?- Ignoré su despedida.
-Mucha gente muere, Lara.-Me refiero a si han asesinado a alguien o ha habido algún misterio.- Su cuerpo se tensó casi de inmediato al escuchar la palabra asesinato. -Eh... No... no ha pasado algo así.-Es bueno saber eso.- La veía directamente a los ojos. –Estamos a salvo.-Sí... claro.- Sabe que me di cuenta; sabes que noté su reacción pero ambas decidimos dejarlo pasar, por ahora. Voy a averiguar que pasó. –Buenas noches, Lara.- Dijo poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta. -Buenas noches, Norma. Descansa.- Me sonrió levemente y salió de la casa. Si lo que decían era verdad Norma trae un equipaje lleno de mucha mierda y así, como todo eso, se las arreglaba para sacar a flote la escuela, a los alumnos, a mí, a todos. Ya tenía más razones para discutir con el hombre crucificado, Norma y la rubia. Mi rubia y mi Norma. Se había metido con gente muy importante para mí. Si ya perder a alguien es terrible, ahora dos; estamos hablando de cosas muy jodidas. Y Ana, bueno, es más que obvio de donde viene el reclamo. Aquí es donde me pregunto si era karma pero así como llegó deshecho la idea. ¿Qué pudo haber hecho tan mal Ana para que le pasara esto? Y la misma pregunta va para Norma. Desde mi punto de vista no hay nada malo con ellas; sólo que soy jodidamente increíbles y que le buscan siempre el lado bueno a las cosas. Siendo así agradezco ser una hija de puta ya que al parecer Él se mete con los buenos. Respiré profundo, necesitaba dejar de lado esto y meterme a la cama. Había sido un día extenuante y sólo añoraba mi almohada y mi cama. Tomé la computadora y la llevé a mi habitación. Estuve buscando y buscando una canción adecuada para mi actual estado de ánimo pero no creo que exista. Quería una canción que me dijera que todo va a estar bien y a la vez me diera ganas de llorar todo el puto día. ¿Qué iba a saber que un pueblito representaría un verdadero desafío para mí? Que me encontraría rebasando mis límites y barreras. Que me toparía con gente maravillosa... y una sonrisa vino a mí al recordar a la rubia. Definitivamente agradecía por ella, a pesar de la locura en mi mente y en mi corazón era muy bueno sentirme así de viva. "Crossfire" comenzó a sonar y sonreí. Nuestros miedos, la chica guarda secretos en su almohada, la tormenta afuera, la batalla entre el cielo y el infierno. Vaya manera del universo y de Brandon Flowers de decirme las palabras adecuadas en el momento adecuado. Programé que la canción se repitiera, apagué las luces y dejé mi larga cabellera, aún húmeda, descansar sobre las almohadas. Eran casi las doce de la noche cuando cerré los ojos y aflojé el cuerpo; necesitaba una buena noche de sueño. Estaba comenzando a quedarme dormida cuando alguien tocó a mi puerta. –Váyanse.- Me puse la almohada sobre la cabeza. No necesitaba al clan ahora mismo, sólo quería dormir. Los golpes sobre la puerta no cesaron y me vi obligada a levantarme. Gruñendo abrí la puerta.
-¿Qué?- Sentí un cuerpo chocar con el mío y unos brazos aferrarse a mi cintura. Aspiré su olor y de inmediato llevé mis manos a su espalda y la atraje más a mí. -¿Qué pasa?-Siempre busca una forma de aparecer cuando estoy sola.- Dijo entre sollozos. -Ven aquí, cariño.- Cerré la puerta y la guié a mi habitación. Sin soltarla levanté más las cobijas y le hice espacio para que se acostara. –Recuéstate.No lo dudó y se acostó en mi lado. -¿Quieres agua?- Negó. –Duerme, Anita. Estaré cuidándote.- Asintió y cerró los ojos. No tardó mucho en quedarse dormida. Como lo hice en la tarde tomé su mano y jugaba con ella usando mis pulgares. En ese momento sentí un poco de esperanza sembrarse en mí, puede que exista la remota posibilidad de que ella me necesite... quizá no tanto como yo la necesito a ella pero al menos un poco. Un poco es suficiente para mí. -Lara...- Dijo entre sueños. Tengo derecho a ilusionarme y a creer que algo puede pasar entre nosotras; ahora lo veo claro. Hay una fuerte conexión entre nosotras. Yo sé que la hay. -Descansa.- Llevé su mano a mi boca y cerré los ojos al sentir su piel sobre mi boca. Era casi ridícula la necesidad mía de quererla abrazar o simplemente de tocarla. –Te quiero, Ana.- Suspiré. –Que me parta un rayo si no lo hago.- Dejé suavemente su mano sobre su estómago; tomé una almohada y otra cobija y me fui al sillón. Había suficiente espacio para ambas pero después de que me echara no quería pasar por lo mismo. Después de muchos minutos pensando y recapitulando lo que había pasado en el día. La cantidad de cosas de las que me enteré; de la rubia y de Norma. Debía ser cautelosa con ambas y respetar sus límites pero me moría de ganas de saber más, con las dos. Pero por más que le buscaba mis pensamientos regresaban a Ana. A su sonrisa, a su voz, a su risa, a sus palabras y la forma en como me hizo enfrentar mis sentimientos por la bruja. El como impidió que yo hiciera un pacto para buscar su bienestar; su preocupación por mí; la forma en como me vio mientras bailaba bajo la lluvia. Entonces, me pegó. Me arrolló como un autobús que viene a cien kilómetros por hora. –Estoy jodidamente enamorada de ella.- Morfeo llegó pero simplemente me acompañó a saborear mi insomnio.
A/N Hola a todos :) Ya les extrañaba. Gracias por los mensajes, los comentarios y las valoraciones. De verdad que ustedes son los que están haciendo de esta historia algo mágico para mí. Han sido semanas de muchas pruebas emocionales y la palabra familia va tomando cada vez más fuerza. Como dice Ana, las cosas pasan por algo y Dios no nos pone algo que no podamos superar. Así que si están pasando por momentos difíciles, no se angustien, no es permanente. Busquen su fuerza interna y
apóyense de la única muleta que nunca se romperá, la familia. Finalmente, con tristeza quiero dedicar este capítulo a una querida amiga que perdió la batalla contra el cáncer. Aun me cuesta creer que Dios la haya reclamado. Espero que donde sea que estés sigas siendo un dolor de culo como lo eras aquí. Serás siempre extrañada, inusual ser humano. Saludos desde un gris rincón de México, Ale.
Capítulo 11 Lo veía, venía a mí... con sus ojos que sacan chispas y sus manos empuñadas; su espalda ligeramente encorvada. Vestía de traje y su corbata, la de la suerte; era una corbata azul con anclas rojas y blancas perfectamente distribuidas. Se veía tan pulcro, tan limpio y olía muy fuerte a colonia. Pero esa era su imagen externa, se mostraba limpio mientras por dentro estaba podrido; maloliente; sin alma y sin corazón. Era un monstruo y por albures del destino me tocó coincidir con él. Tomé una almohada y me abracé a ella. Sabía que no había más que era inútil pero al menos quería hacer un intento de poner algo entre nosotros. Me gustaba soñar que alguien alguna vez lo detendría... que alguien vendría a rescatarme de esta torre de miedo y desesperación. Así que me aferré con fuerza a mi escudo, esperando que al menos me ayudara a retrasar mi agonía. Cerré los ojos y respiré profundamente. Hay algo raro, algo no va bien, esta almohada no olía a húmedo, ni a suciedad, olía divinamente rico. Huele a... a Lara. ¡No! Lara está aquí, tengo que hacer que se vaya o también la va a lastimar. Me quito la almohada de la cara, abro los ojos y la chica alta está viéndome con una enorme sonrisa. Volteo a todos lados y él no está, desapareció. -Vete antes de que regrese.- Le advierto desesperadamente. -Yo te voy a cuidar, Anita.- Sus brillantes ojos verdes me ven con ternura. -Sí te ve aquí conmigo también te va a querer curar. Vete.-
-Nadie más está aquí. Sólo somos tú y yo.- Con dificultad me paro pero no me duelen las piernas. –Te quiero, Ana. Ven conmigo.-¡No! No digas esas palabras... si te escucha... va a ser peor.- Dios sabe que la quiero pero él no lo puede saber, la va a alejar de mí, la va a lastimar y si la lastima nunca me lo voy a perdonar. No quiero que sufra por mi culpa. -Vamos, cariño.- Extiende su mano hacia mí; busco mover mis piernas pero es inútil. Veo abajo y tengo grilletes en los tobillos. La vuelvo a ver y pasa. Él está detrás de ella. -¿Tú también?- Pone sus sucias manos sobre ella y la abraza por atrás. Veo el rostro de Lara transformarse pero no se puede zafar. Nadie puede, es muy fuerte. –Así que tenemos a dos lesbianitas...- Hunde su nariz en el cabello de Lara. -¡Suéltala!-Lo mucho que me voy a divertir contigo.- Esa voz, esa voz que promete, que cumple cada palabra que sale de su boca. Lara se resiste pero es inútil, veo lágrimas corriendo por sus mejillas. Él lleva una de sus manos debajo de su sudadera. -Cierra los ojos, Anita. No veas.- Me pide entre lágrimas. Con todas mis fuerzas intento mover mis pies pero es en vano. Estoy fuertemente agarrada al piso. Mis ojos se llenan de lágrimas, la única persona con la que tolero el contacto físico ahora mismo estaba siendo consumida por mi oscuridad. Mi demonio se aferraba a ella. -¡No! Juega conmigo pero no la toques a ella.- Él no hace caso y su mano sube cada vez más por su vientre. -¡Lara, no!- Sollozo incontrolablemente y de pronto comienzo a sacudirme. Siento una fuerza externa que me mueve con una fuerza descomunal. -¡Ana, despierta!- Abrí los ojos, busqué por toda la habitación... no es el calabozo. Es otro lugar. Parpadeé unas veces y enfoqué a Lara frente a mí con sus manos sobre mis hombros y sus ojos llenos de angustia. Vi el moretón en su ojo... La lastimó ¡Dios, no! Casi de inmediato llevé mis manos a los costados de su rostro. Cerró los ojos e inhaló profundamente. -¿Quién te hizo eso?-Tú me hiciste esto, Anita. Jugando voli.- Cerré los ojos unos segundos y volví a abrirlos... ahora todo se acomodaba. Estaba en casa de Lara. Me relajé y sentí el agarre de Lara aflojarse también. –Sólo fue una pesadilla. Estás a salvo aquí.- La pesadilla más real de mi vida. Las lágrimas volvieron a llenar mis ojos y segundos después rodaron por mis mejillas. Con la poca luz vi los ojos de Lara oscurecerse. Algo no le gustaba. Quitó sus manos de mis hombros y las llevó a mi rostro, lentamente se acercó y descansó su frente sobre la mía. –No llores, cariño.Su voz sonaba tan lastimada que apenas logré escucharla. Con sus pulgares limpió mis lágrimas.
-Él te... quería hacer lo mismo que me hacía a mí.- Cerré los ojos esperando alguna de sus sagaces respuestas pero sólo obtuve silencio. Quizá lo estaba procesando pero Lara era atrabancada como ella sola. Estaba a punto de abrir los ojos cuando algo húmedo rozó uno de mis dedos. Me esperaba todo, menos esto. Con dolor abrí los ojos y vi silenciosas lágrimas bañando su cara. –Ellos te advirtieron que te alejaras de la monja rara.-Cállate.- Su respuesta me paralizó un momento. –Yo... lo siento.Como ella lo hizo antes, quité sus lágrimas con mis pulgares. -¿Por qué lloras?-Porque me rompe el corazón verte así.- Su honestidad me desarmó. Lara no se veía como el tipo de chica que simpatiza con las penas de los demás y mucho menos que se preocupe de las cosas que pasan a su alrededor. Una parte de mí se alegró porque quizá esto significaba que ella también me quería. Pero otra sabía que lo más probable es que fuera lástima... no sería la primera y definitivamente no la última. -Lamento arrastrarte a todo esto.-Si no quisiera estar aquí ya te hubiera mandado al carajo.- Ahí estaba la Lara que yo conozco. –Me siento tan inútil, Ana.- Dijo amargamente. -Lara, me ayudas más de lo que puedes imaginar. Ya te lo había dicho.- Ella seguía sin abrir los ojos. -Pero sigues llorando y sigues teniendo pesadillas... no he hecho lo suficiente.- Palpaba la decepción en su voz. -Créeme que las pesadillas han disminuido...- Ella negó. Tenía que hacer algo para que creyera en mis palabras. Ella se está convirtiendo en mi sanidad. A pesar de ser como una cabra desquiciada, me estabiliza y... me alegra. Estar con ella es como estar en las profundidades del bosque porque el aire que emana es puro y te da vida pero sabes que en cualquier momento alguna sorpresa te tiene preparada. Lara es como una bocana de aire fresco en este intento de aferrarme a la vida. En este intento de buscar un poco de luz en medio de tanta oscuridad. -¿Puedes hacer algo por mí?-Lo que sea.- Contestó rápidamente. -Abrázame.- Abrió los ojos de golpe y me quedó viendo como si me hubiera salido otra cabeza. -¿Qué?- Preguntó confundida. -Abrázame.- Repetí. Haciendo un esfuerzo por mantener mis ojos conectados con los de ella. Lara parecía haber perdido la habilidad para hablar o para moverse, así que simplemente cerré los ojos y esperé. Su frente contra la mía, mis manos sobre su cara y las suyas sobre la mía...todo se sentía tan correcto, tan bien. Desde ese día que me dejó limpiarme con su sudadera entró a mi corazón. La chica rebelde era sólo una fachada que escondía a una niña que, al igual que yo, no recibió tanto amor como debería. Lara en realidad era una chica con un enorme corazón, con un extraño sentido de la justicia y
una habilidad monstruosa para meterse en problemas. Pero yo la quería, toda esa locura que ella representa es ahora mi locura. Ni siquiera puedo imaginar que sería de mí estando sola y sin papá. Lara está rápidamente haciéndose espacio en mi vida y sin lugar a dudas en mi corazón. -Anita.- Cuanto me tranquilizaba oír mi nombre cuando venía de ella. Era como que mi nombre y toda yo estuviera segura con ella. Inhaló profundamente como si se preparara para sumergirse en aguas profundas; sus manos dejaron mi rostro para tomar la cintura y lentamente acercarme a ella. Podía sentir el verde infinito de sus ojos sobre mí; buscando mis ojos como siempre lo hace cuando lloro. Bajé mis manos y también busqué su cintura; sentí su respiración sobre mi hombro y ya no soporte más, la jalé hacia mí y me hundí en su cuello. Dejándome llevar por su aroma y por su piel suave. Sus manos delicadas y fuertes a la vez alrededor de mí, como un salvavidas, ayudándome a no ahogarme. Sí, definitivamente se sentía bien pero a la vez me aterraba porque la última vez que me sentí bien con alguien la pesadilla comenzó. -¿Qué me estás haciendo?-Lo mismo que tú a mí.- Abrí los ojos al darme cuenta que lo había dicho en voz alta y más aún por su respuesta. Me tensé de inmediato y como si leyera mis pensamientos comenzó a sobar mi espalda. –Tranquila, vamos poco a poco, ¿te parece? Una pesadilla a la vez. Lento pero seguro.- Asentí y disfruté de los brazos más reconfortantes del mundo. No sé en qué momento me quedé dormida pero el embriagante olor de Lara me tranquilizaba y me daba paz. Era como una pócima mágica que curaba todos los males. Y como siempre al sentir un poco de luz y paz mi mente se las ingeniaba para conectarlo con mis fantasmas del pasado. De ninguna manera quería a Lara conectada con las cosas que pasé. Me desperté y nuevamente su olor penetró mis fosas nasales. -¿Cómo dormiste?- Me asusté al escuchar su voz detrás de mí; me di la vuelta y me veía con una sonrisa. -Bien.-¿Bien?- Se rió levemente. -¿Eso es todo?-Dormí muy bien. Gracias.-No sé si creerte.- Podía ver perfectamente donde terminaba el moretón que le causé y donde comenzaban sus enormes ojeras. Llevé mi mano derecha a su mejilla. -¿Dormiste?-Sí.-No sé si creerte.- Me sonrió. -Quería asegurarme de que estuvieras bien.- ¿Es real?, ¿está mujer de ojos verdes frente a mí es real?
-No tenías que hacer eso, Lara.- Acaricié levemente su pómulo. –Eres muy dulce.- Su sonrisa se amplió. -Me han dicho muchas cosas menos que soy dulce.-Es porque ellos no te conocen realmente.- Seguí acariciando su pómulo rítmicamente y veía el enorme esfuerzo que hacía por mantener sus ojos abiertos. –Duerme, La.-¿La?-Tu nombre es muy largo.- Bromeé con ella. -Entonces te diré "A"... tu nombre también es demasiado largo.- Su voz sonaba cada vez aletargada. -Esperar en ti, difícil sé que es. Mi mente dice no, no es posible; pero mi corazón, confiado está en ti. Tú siempre has sido fiel, me has sostenido. Y esperaré pacientemente aunque la duda me atormente, yo no confío con la mente, lo hago con el corazón.- Repasé algunas canciones que tenía en la mente y fue la que me pareció más apropiada. Tanto le pedí a Dios un rayo de luz, algo que me convenciera de que la vida es buena a pesar de las adversidades y me mandó una tormenta eléctrica llamada Lara.- Y esperaré en la tormenta y aunque tardare tu respuesta yo confiaré en tu providencia, tú siempre tienes el control.- Creo que ni siquiera había comenzado a cantar cuando Lara ya estaba profundamente dormida. Mentiría si dijera que el hecho de que ella se quedara velando por mí hizo que sintiera un calor indescriptible en el corazón. No tenía ninguna obligación de hacer eso, ni siquiera se lo pedí. Justamente eso fue lo que me llenó de ternura, que fue algo que salió de ella. Seguí acariciando su pómulo unos segundos más. –Te quiero, Lara.- Me acerqué a ella y besé ligeramente su mejilla. –Y no sabes cómo me asusta eso.- Se acomodó un poco y soltó un pequeño ronquido que me hizo reír. –Sólo tú.- Lentamente me levanté de la cama y me dirigí a la cocina. El lugar representaba a la perfección a Lara, todo estaba perfectamente desordenado. Su mochila tirada a un lado del sillón, los tenis enlodados cerca del baño; algunos trastes sucios en el lavabo. Ya en casa me había dejado ver que no era una de sus actividades favoritas así que me dispuse a hacerlo por ella. No tardé más de cinco minutos por lo que aproveché el tiempo para hacer desayuno. Hasta ahora contaba con plátanos, huevos y jamón que había encontrado en el refrigerador; esto sería suficiente para un buen desayuno. Cuando terminé de hacer el desayuno sabía que hacía falta algo. No quería regresar a la habitación a buscar mis zapatos así que me puse los tenis enlodados de Lara y corrí a la casa de Ofelia. Por la gracia de Dios no me caí ya que me quedaban algo grandes. Algo agitada pero con una enorme sonrisa toqué y justamente ella me abrió la puerta. -Hola, Ana.-Ofelia, buen día.-Estás muy sonriente.-
-Es un buen día.- Me encogí de hombros. -¿Crees que tengas algunas tortillas?-Claro, mamá acaba de hacer algunas.- Ofelia me veía extrañada. ¿Estás bien?-Sí, sólo tengo algo de hambre.-Puedes desayunar con nosotras.-Eh, gracias pero ya tengo algo preparado en casa.- Respondí de inmediato. -Quizá para la próxima.- Se metió a la casa y en unos instantes regresó con una pequeña manta que desprendía el inigualable olor de tortillas recién hechas. -Gracias, Ofelia.-De nada.- Me quedó viendo un momento. -¿Segura que estás bien?-Mejor que nunca.- Ni siquiera esperé a que me contestara cuando ya estaba de camino a casa de Lara. Cuando estaba cerca recordé que no había sacado llave, lo cual implicaría que tendría que tocar y despertarla. –Que tonta soy.Estuve unos minutos en la puerta, indecisa si tocar o no. Quizá debería esperar a que hubiera movimiento dentro de la casa. Cerré los ojos y toqué, esperando que Lara no lo escuchara pero para mi sorpresa me abrieron de inmediato. -Ana.- Dijo sorprendida. -Hola.- Le sonreí pero su rostro era de total seriedad. -¿Qué pasa?-Creí que te habías ido...-Sólo fui por esto.- Le mostré lo que había conseguido. La vi erguirse de nuevo. Otra de las particularidades de Lara, se encorvaba si estaba estresada o cuando algo iba mal. -¿Quieres desayunar?-Me encantaría.- Respondió a la vez que me mostraba su espléndida sonrisa. -Ya que tú hiciste el desayuno me toca servir.- Tomó dos platos y me sirvió la misma cantidad que se sirvió ella; no me acabaría tanta comida. -No todos comen tanto como tú.-Es de mala educación dejar sobras, majestad.- Me sonrió y regresó a la cocina. -¿Quieres café?-Por favor.- Para agilizar las cosas usó el microondas y en menos de dos minutos tenía una humeante taza de café frente a mí. –Gracias.-Gracias a ti por hacer el desayuno.-Un placer.- Nos dedicamos a comer y de vez en cuando la atrapaba viéndome. Me sostenía la mirada y de nuevo se enfocaba en su comida. A momentos me parecía que quería decir algo pero se detenía, creí saber que era. Quería saber más de la pesadilla. No es que me cerrara es sólo que nunca he hablado de estas cosas con nadie. Absolutamente nadie. Papá sabía a grandes rasgos qué es lo que había pasado conmigo pero no sabía de los detalles escabrosos y prefería dejarlo así. Sabía
que podía confiar en Lara y lo hacía pero la forma en como estaba afectándole esto no me agradaba. No quería que ella tenga que vivir con esas imágenes en su mente. Nadie debería hacerlo, más que yo. -¿Segura que quieres saberlo?- Le pregunté de pronto. Tarde o temprano se lo diría. Y si ella lo sabe me va a entender mejor y entenderá lo mucho que significa el hecho de que me abrace o de sentir su piel sobre la mía. Debía entender que la estaba dejando entrar en las profundidades de mi infierno. Ella dejó de comer y fijó su vista en mí. -Si eso te ayuda...- Sacó el aire por su boca. -¿Has hablado con alguien de esto?-Dos personas pero nadie sabe totalmente lo que pasó... ni siquiera papá.-La pesadilla...- Comenzó cautelosamente. -Está llena de detalles... detalles que... son demasiado vividos.- Fue mi turno de ver mi plato de comida. –No quiero compartirlos... confío en ti pero no quiero que te...consuma.-Sé que soy muy inapropiada para comportarme. No sé manejar la ira, la frustración y sobre todo nunca me había sentido tan impotente como ahora.Tomó un sorbo de su café. –Pero si el que tú hables de eso te ayuda a... aliviarte un poco, te juro que me comportaré. Que seré la persona que necesitas en estos momentos.- La chica prácticamente me suplicaba que le dijera, que hablara al respecto, que lo soltará. Asentí levemente aceptando su proposición -¿Quieres ir al bosque?- Negué. -Estoy bien aquí.- Sola contigo. Aunque en el bosque también estaríamos solas pero me sentía segura en estos momentos. -Bien.- Se notaba muy tensa. -¿Quieres más café?-Sí, por favor.- Rápidamente se puso de pie y en instantes me di preparo otra deliciosa taza de café. –Desearía al menos saber qué nombre tiene mi demonio.- Cerré los ojos. –Mi madre a veces le llamaba de una manera extraña pero no lo recuerdo... No creo que sea de aquí.- Él era como una fotografía en mi mente. –Siempre estaba bien vestido, al menos cuando se encontraba conmigo. Traje y corbatas muy elegantes. Principalmente recuerdo una corbata de anclas... rojas y blancas. Decía que era su corbata de la suerte.- Tomé un respiro. –Nunca me besó... no sé cómo hubiera reaccionado. El siempre tapaba mi boca o se aferraba a mis...Esto era más difícil de lo que pensé. -Si es mucho puedes detenerte. No te sientas obligada a decirme.-Creo que necesito hacerlo, Lara.- Tomé un poco de mi café. –Se aferraba de mis senos... decía que era lo más bonito de mi cuerpo. Sus manos eran muy suaves... totalmente distinto a su rasposo interior.- No necesitaba cerrar los ojos para verlo; incluso en la nitidez del día lo podía ver; aun con los ojos abiertos. Estaba en todos lados. –Tenía un lunar detrás de su oreja. Generalmente lo cubría su cabello. –Lara me veía atentamente y aunque no decía nada sus ojos la delataban. Estaba
muy a punto de perder la razón. -¿Tú papá sabe cómo es él?- Negué. –Te admiro por pasar esto sola prácticamente pero eres una tonta al querer llevar todo el peso en tus hombros. No es sano.-No quiero que me tengan lastima.- Agaché la cabeza. -No eres un perrito abandonado, Ana. Incluso los animalitos no deben recibir algo tan bajo como la lastima. Eres un ser humano... que ha pasado por mucho. Está bien pedir ayuda de vez en cuando.-¿Tú has pedido ayuda?-Nuestros contextos son muy diferentes, Ana.- Se defendió de inmediato. -Pero el sentimiento es el mismo; el creer que podemos solas.- Se quedó callada un momento. –Se siente bien hablar de esto.-¿Puedo preguntar algo?-Lo que sea.- Su mirada se ensombreció más. -No tienes que responderme si no quieres o si es mucho.-Está bien, La.- Traté de confortarla con una sonrisa. -¿Cada cuánto...?- Buscaba las palabras pero sabía a donde se dirigía. -Al menos una vez a la semana.- Cerró los ojos y empuñó las manos. -¿Cuánto tiempo?- Su voz ronca y profunda. -Más del que desearía.-Lo siento.- Murmuró y salió de la casa. No debía seguirla; al igual que yo ella tenía su propia forma de lidiar con su frustración. Estaba más que disgustada y aunque me llenaba de ternura el esfuerzo que hacía, también era consciente de que era mucho para manejar. Por varios segundos no hubo señales pero de pronto un grito rompió la paz. Sabía que no estaba en peligro, estaba descargando lo que estaba sintiendo. Cerré los ojos y las lágrimas no se hicieron esperar. Quizá sí le importaba. Dos segundos después del grito Norma apareció. -¿Qué pasa?- La mujer se veía bastante asustada. -Está aprendiendo a escuchar y a controlar sus impulsos.-¿Qué?- Me vio extrañada. -Le conté.- La profe me veía sorprendida. –Sé que puedo confiar en ella.- La mujer simpática se acercó a mí y puso una mano sobre mi hombro. Ella rara vez usaba el contacto físico conmigo. -Por supuesto que sí. Es una persona muy leal... es una vaca loca pero es una buena chica.-Lo es.- Sonreí y al levantar la vista ella me veía fijamente. -¿Qué quieres de ella?- No era una pregunta inquisitiva, aunque su rostro se mostraba muy solemne.
-Creo que ya se lo había dejado claro cuando hablamos.- Suspiré. –La quiero, profe. Me hace sentir cosas...-Perdón... lo estoy haciendo todo mal.- Entró Lara derrotada. –Lo siento mucho, Anita.- Levantó la cabeza. –Hola, Norma.-Hola, Lara. ¿Estás bien?-¿Cómo le haces?- Frunció el ceño y buscaba alguna respuesta en el rostro de la directora. -¿Qué cosa?- Preguntó confundida. -Escuchar a la gente y ser... tú.-Para ser yo, tendrías que ser yo.- Comencé a reír. -Mi directora, tutora y confidente es un genio. Temo que los rusos vengan por ella y examinen tu cerebro en una locación secreta.- Las tres reímos. -Son cosas que no estás acostumbrada a hacer, Lara. Es normal que no sepas actuar antes esas situaciones. Eso no necesariamente implica que seas mala, sólo necesitas algo de práctica.- Asintió y posó sus ojos sobre mí. Sus pupilas oscuras la delataban pero se notaba levemente más tranquila. Bajó su mirada y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro cuando vio que tenía puesto sus tenis. -¿Te quedan?-Me siento como un payaso.- Sonrió aún más. Norma parecía que veía una partida de tenis; giraba la cabeza hacia mí y luego hacia Lara y viceversa. -Ok... viendo que todo está bien las dejo terminar su desayuno.-¿Quieres desayunar con nosotras?- Ofreció la chica alta. -No, gracias. No quiero interrumpir.- Por alguna razón su comentario hizo que me sonrojara y Lara reaccionó de la misma manera. La mujer simplemente comenzó a reír y salió de la casa. -Te queda el estilo.- Dijo señalando hacia abajo una vez que la profe desapareció. -Para nada, no me veo andando con tenis tan llamativos.- Le sonreí.-Eso se lo dejo a fastidiosas engreídas como tú.-¿Engreída? Es un nuevo adjetivo.- Asentí. –Bueno, esta engreída quiere terminar su desayuno.El resto del desayuno pasó sin pena ni gloria. Después del ataque de Lara decidí no tocar el tema; confío en que encontrará la fórmula para aprender a controlarse. Ahora era yo la que la observaba y era atrapada; rápidamente bajaba mi mirada y me dedicaba a comer. Cuando la veía de nuevo tenía una sonrisa en el rostro. No sé qué tenía Lara pero no podía dejar de pensar en ella desde el día que la conocí. Nunca había conocido a una chica tan bonita y con tan mal genio como ella. Desde el primer día me prometí fastidiarla para alejarla de mí porque desde que sus ojos se conectaron con los míos sentí algo que hacía que mi mundo temblara. La profundidad de sus ojos verdes y su forma de verme era algo que me intimidaba y a la vez me
hacía sentir segura, ¿tiene sentido eso? No, pero todo está fuera de lugar desde ella. La gravedad se invirtió desde ella -Tierra llamando a Ana.- Pasó una mano frente a mí y me hizo regresar de mi trance. -Oh, lo siento. Estaba pensando.-Ya me he dado cuenta.- Me sonrió tiernamente. -¿Algo que quieras compartir?- Preguntó tímidamente. -No, particularmente pero gracias. Me has ayudado mucho hoy, Lara. Como nadie.-Es un placer serle útil, majestad.-Eres más que útil.- Ambas sonreímos. –Creo que debería irme. A veces llega gente muy temprano a la iglesia.-Claro. Te llevo.- Tomé su mano para evitar que se levantara. -No es necesario, Lara. Descansa bien, por favor.- Me veía algo escéptica.- Estoy bien, lo prometo.-¿Segura?-Totalmente.- Me puse de pie y casi me caigo. –Creo que debería cambiarme los zapatos.-Definitivamente, majestad. No quiero que se...- Abrió los ojos muy grande y se quedó en silencio. –Caiga.- Complementó para ella misma. –No, no te vas a caer.- Estaba totalmente perdida mientras Lara sonreía ampliamente. -¿Estás bien?-Bien. Más ahora que sé que alguien cumple su palabra.-¿Quién eres y qué le has hecho a Lara?- Se echó a reír. -Después te lo diré.- Asentí confundida por sus últimas palabras y me dirigí a su habitación. Cambié mis zapatos y de dejar los tenis de Lara donde los había encontrado originalmente tomé una de sus playeras sin mangas, me la puse rápidamente y encima me puse la mía. -Gracias por todo, Lara.- Dije una vez que regresé a la sala donde Lara yacía acostada en el sofá. –Acabas de comer, vas a vomitar.-Todavía tengo hambre.-¿Qué? Comiste siete tortillas.-¿Estabas checando lo que comía?- Se veía ofendida. -Lara, sólo había diez tortillas. Es muy fácil sacar las cuentas dado que sólo comí tres y no sobraron.-Déjame ser.- Me eché a reír. Se puso de pie rápidamente y se paró frente a mí. –Si algo va mal, ¿me lo dirás?- Asentí. –Llegaré antes de las cuatro y entraré por la parte de atrás por si está la familia de Ofelia, ¿te parece?-Sí, eso es perfecto. Gracias, Lara.-No me agradezcas.- Tomó un mechón de mi cabello y comenzó a jugar con él. Me encantaba que hiciera eso. Sus ojos nunca dejaron los míos y lo agradecía porque si veía un poco hacia abajo se daría cuenta de que tenía su playera
puesta. -Te veo más tarde.-Hasta más tarde, rubia.- Dio un paso hacia atrás. Su sonrisa podía iluminar todo el estado en la noche más oscura. Le sonreí de vuelta e hice mi camino a la puerta. –Ana.- Dijo suavemente antes de que girara la manija de la puerta. -¿Sí?- Caminó lentamente a donde estaba y me giré para verla. -¿Te... te puedo abrazar?- La blanca piel de su cara pronto se convirtió en roja y en un acto muy impropio de ella dejó mis ojos y se enfocó al piso. Me constaba mucho encontrar mi voz y vocalizar mi respuesta. -Sí.- Apenas y susurré. Tenía un enorme nudo en la garganta; la chica que hace lo que se le pega la gana me pedía permiso para algo. Rara vez alguien me pedía permiso para tener algún tipo de contacto y la mayoría de las veces la rechazaba, por no decir siempre. Yo no necesitaba del contacto, hacía todo por evitarlo o buscaba que no sucediera frecuentemente. Pero con ella todo era distinto, muy distinto. Comenzando por la forma en como me hacía sentir y esto; la facilidad con la que mi cuerpo era atraído a ella. Lara llevó de nuevo su vista a la mía y sonrió. -Gracias.- Cerró la distancia entre nosotras y sus manos se posaron en mi cintura al igual que las mías en la de ella. Prácticamente su barbilla descansaba sobre mi cabeza; podía escuchar el frenético latido de su corazón. Mi cabeza descansaba entre su pecho y su cuello. –Significa mucho para mí tu confianza, Anita.-Significa mucho para mí que hagas servicio social conmigo.- De pronto vacío. Su cuerpo se alejó un poco y sus manos dejaron mi cintura para ir a mi cara. Sus profundos ojos verdes me veían serios. -No eres ningún servicio social, ni una forma de equilibrar mi karma o lo que sea que pienses.- Cerró los ojos unos momentos y tomó un respiro. –Me importas, Ana.- Sus ojos se encontraron de nuevo con los míos. –Me importas mucho y quiero ayudar en tanto tú me dejes. Quiero que sepas que aquí estaré para ti cuando lo necesites.- El nudo comenzó a formarse de nuevo y estaba haciendo un gran esfuerzo por no llorar. –Eres una maravillosa persona.-No lo soy.- Negué y ya no contuve mis lágrimas. –Estoy sucia... no soporto muchas cosas. Estoy constantemente con miedo, con insomnio, con pesadillas... soy una ruina emocional. Soy un bicho solitario.-Y el hecho de que sonrías a pesar de todo eso te hace maravillosa.- Ella no me juzgaba, simplemente me sonreía con cariño. –Me voy a encargar de que veas cuan increíble eres, Ana.- Pegó su frente con la mía y nos quedamos así por varios instantes. –Y no estás sola, me tienes a mí así como yo te tengo a ti, ¿correcto?- Asentí levemente contra su frente. –Te voy a dejar a casa.-No...-No estoy negociando. Te estoy diciendo que iré contigo.- Asentí. Me armé de valor y deposité un beso en su mejilla. -Gracias.-
-A sus órdenes, majestad.- Me sonrió y ahora sí se separó por completo de mí. –Iré a cambiarme.- Asentí y la vi desaparecer en su habitación. Minutos después salió con unos shorts y una playera negra simple; se puso los tenis enlodados y regreso a mi lado. -¿Lista?- Asentí. –Andando.El camino fue muy entretenido, Lara iba tratando de adivinar el nombre de las plantas y flores que encontrábamos en el camino y sólo pudo adivinar el nombre de las rosas. Era increíble cuan despistada podía ser esta chica; a pesar de ser muy inteligente había ciertas cosas que simplemente le pasan de largo en su mente. Y eso me divertía muchísimo. Al ver su pobre desempeño con las flores se decidió ir por los árboles y cómo agradezco que lo hiciera. Lloré de tanta risa. Incluso inventó nombres y sólo logró que mi risa incrementara. Este debe haber sido el paseo más divertido de la historia. Definitivamente estar con la chica de ojos verdes implicaba estar atenta a cualquier cosa que se le ocurriera. Sobre todo me impresionaba lo cómoda que me sentía con ella; de unos días para acá sentía como si la conociera de toda la vida. La "facilidad" con la que le conté de cosas que nunca nadie había escuchado antes; cosas que juré que se irían conmigo a la tumba. Y aquí estaba esta chica buscando la manera de bajar mis barreras y de ayudarme. Ella fue muy clara al decirme que no esperaba nada de mí, ¿qué podría darle a una chica que lo tiene todo? Absolutamente nada. Y a pesar de que ella me dijo lo contrario sentía que era una forma de equilibrar su balanza cósmica. Tomamos un camino que nos llevó más tiempo del normal, decidimos que entraríamos por la puerta de atrás por si alguien que no gustaba de Lara estaba en la iglesia. Apreciaba todo lo que ella estaba haciendo pero me mataba saber que la gente la odiaba por eso. Me gustaría gritar a los cuatro vientos que lo único malo que ella está haciendo es hacerse pasar por la villana del cuento. Ella decía que no le importaba pero yo sé que el fondo esas cosas marcan... lo sé. He pasado por ese camino antes. Fingir que nada importa y llorar todas las noches buscando millones de razones para no creerlo y hacerme la fuerte al día siguiente. -Estamos aquí.- Su voz me sacó de mi pequeña introspección. ¿Quieres que me quede?-Estaré bien, La. De verdad me gustaría que fueras a casa a dormir un poco.-¿Segura?-Que sí.- Me eché a reír. –Nada me pasará.-Está bien. Si...-Si necesito algo voy a ti. Ya me lo dijiste.- Ella sonrió. –Ve.-Te veo más tarde.-¿Es una amenaza?- Le dije juguetonamente. -Oh, sí.- Me guiñó el ojo derecho y caminó de regreso a su casa. Esperé hasta que desapareciera y me metí a casa. Corrí a mi habitación y mi quité
ambas playeras; la de Lara la dejé pulcramente doblada sobre mi almohada. Tomé una ducha rápida y me dirigí a abrir las puertas de la iglesia. Apenas eran las once de la mañana así que mucha gente estaba por regresar de sus tierras y venir para acá. Regresé a la cocina y me propuse preparan algo de limonada y naranjada. Es lo mínimo que podía hacer por la gente que alegremente le servía a Dios sin pedir un solo peso a cambio. Aparte de que era una buena oportunidad para que la gente conviviera; de por sí el hecho de que fuera un lugar pequeño permitía que todos nos conociéramos hacer este tipo de actividades reforzaba nuestros vínculos. Con la pequeña excepción de Lara que no era muy bienvenida por una de las familias que más atraían gente a la iglesia. -Hola.- Me espanté al escuchar la voz detrás de mí. -Hola, Ofelia.-¿Te ayudo?-Sí, ¿puedes terminar de pelar esas naranjas?- Señalé a la mesa. -Por supuesto.- Me sonrió y se dirigió a la mesa mientras yo hacía la limonada. -¿Cómo estuvo tu desayuno?-Bien, bastante tranquilo.- Contesté aún sin verla. -¿Te molestó?-¿Qué cosa?-Lara.- Dijo con voz seria. -¿Lara?, ¿qué tiene que ver ella con mi desayuno.- Odiaba mentir pero esto era el plan de Lara y debía seguirlo. -Ella tuvo que estar contigo ya que llegaste a mi casa usando sus zapatos.- Me veía algo molesta. -Claro que no.- Me defendí rápido y teníamos un enfrentamiento de miradas. -Tú no tienes ese tipo de calzado, Ana. Serías tan amable de explicarme qué está pasando.-Nada.- Respondí y regresé a mi labor. -¿Te está obligando a hacer cosas?-¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! Lara no es así para nada.- Me molestó el hecho de que pensara algo así. -Así que has convivido con ella.- Lo siento, fastidiosa. Volteé a verla de nuevo. -Sí y es todo lo contrario a lo que la gente cree que es.-Explícate.- Se cruzó de manos frente a mí. Ella estaba juzgándome y quería explicaciones acerca de mi comportamiento. Después de él decidí que nadie me presionaría a decir o hacer cosas. -Discúlpame, Ofelia pero no te debo ningún tipo de explicación en cuanto a mi relación con Lara.- Rara vez algo me molestaba pero esta era una de esas ocasiones. ¿Quién se creía esta chica?
-No entiendo cómo puedes soportar a una persona tan superficial y falta de moral como ella. Más cuando te trata de esa manera tan horrible...-No tienes que entender sólo ocuparte de tus asuntos.-Levantó una ceja. -Vaya, ya se ve lo que ella te está haciendo. Te está convirtiendo en una descerebrada como ella y Torres. Tú no eres así, Ana.-Ofelia, de verdad, no te metas en esto. Ahora simplemente no puedo explicarte.-Siento que estás cometiendo un error al juntarte con una persona así...-Puedo sola desde aquí.- Usé todo mi autocontrol para no gritarle que parara de decir esas cosas que distan de lo que ella es y decirle lo maravillosa que es Lara. –Gracias por tu ayuda.- Me di la vuelta y continúe haciendo la limonada. Repasaba todo lo que había pasado con Lara esta mañana como intento de mejor mi humor. No debía dejar que Ofelia fuera la responsable de mi estado de ánimo. Estaba molesta por el pequeño interrogatorio y terriblemente decepcionada por esta actitud desconocida hasta ahora de ella. La consideraba mi amiga y el hecho de que no confiara en mí me desconcertó y me dolió. Pasé el resto del día contando los minutos para que dieran las cuatro de la tarde. Era ridículo ya que apenas hace unas horas la había visto pero ya quería hacerlo de nuevo. Me atemorizaba la forma en la cual la estaba necesitando; por las noches deducía que todo esto era porque papá no estaba y me sentía más sola de lo normal pero no podía engañarme, no era por eso. Era porque me sentía muy a gusto con ella; porque me hacía reír; porque me hacía sentir como una persona normal y sobre todo porque me sentía segura con ella. -Hola.- Me giré con una enorme sonrisa la cual desapareció cuando vi a la profe Norma. -¿No soy la persona que esperabas?- Me sonrió. -Hola, profe.-¿Cómo estás?-Bien.- Bajé la vista. -Dejamos una charla inconclusa en la mañana.-¿En serio?-Sí, pequeña. ¿Te apetece retomarla?- Asentí. –No hago esto por chismosa.- Sonreí y la vi a los ojos. –Es sólo que parece que estás lidiando con mucho y bueno, puedo ayudar.-Le agradezco mucho eso.-¿Qué pasa?- Se sentó en la banca junto a mí. Teníamos al enorme cristo negro frente a nosotras. -Lara... eso es lo que me pasa.- Suspiré. –Nunca he necesitado a nadie en mi vida, nunca. Sólo a papá e incluso él sabe que no soy muy... me da mi espacio. Sé que está siempre detrás de mí pero a una distancia considerable,
¿entiende?- Asintió la mujer. –Y luego Lara... me asusta saber que la necesito, que estoy dependiendo o que voy a depender de ella. Sé que la quiero, profe.- Me sonroje como siempre lo hacía cuando decía esto en voz alta. -¿Por qué?-Me hace feliz.- Bajé la vista. –Me siento como una persona normal cuando estoy con ella y no como una miserable niña que fue violada y que odia que la toquen.-Ana, no eres eso.-Pero así me siento la mayor parte del tiempo... a menos que esté con ella.- Vi al hombre en la cruz. –Es una sombra que nunca se irá de mí, profe.-El problema es que es una etiqueta que tú misma te has puesto.-Pero es lo que me pasó...-Pero nadie sabe a cerca de eso.- Se acercó más a mí. –Tú crees que vas con una etiqueta en la frente que dice esa horrible palabra pero no es así. Tú eres la que ha puesto barreras y en parte es entendible, hija. Tienes miedo a que te lastimen de nuevo pero ya has visto que hay gente con muy buenas intenciones.- Me sonrió cariñosamente. -Lara.-Así es y estoy segura que hay mucha más gente que quiere lo mismo para ti. Incluida yo.-Pero yo no quiero a otra persona.- Inmediatamente me tapé la boca. –Me refiero a que... es difícil estar... encontrar a alguien que...-¿Te gusta?- ¿Me gusta? Hay una innegable conexión entre ambas y hay algo que constantemente me atrae a ella. -¿Ana?- Tomó una de mis manos. –Yo soy la última persona apta para juzgarte. No te voy a llevar a la hoguera por algo así, para nada. Es sólo que yo estoy a cargo de esa vaca loca y quiero saber que está con las personas adecuadas que la van a cuidar tanto como yo a ella.- Tomé un largo respiro. Sabía que podía confiar en la profe y le revelaría algo muy pero muy grande. -Papá sabe de mis preferencias.- Ella se vio bastante sorprendida. –Lo qué pasó... comenzó porque me vio abrazada a otra chica... era una hija de una de las... personas con las que trabajaba mi madre. Él siempre buscaba a mamá pero cuando me vio por primera vez con ella cambio de idea.-¿Tu madre sabía de eso?- Asentí. -¿Buscó la manera de detenerlo?-Nunca. El dinero que él le daba era muchísimo así que simplemente hacía como que no sabía.- La vi directo a los ojos. –En cuanto a su pregunta original, la respuesta es sí. Me gusta Lara.-¿Estás segura?-Nunca había estado tan segura, profe.-¿Sabes qué implica?-Aquí no podemos ser... nadie aceptará eso, si es que ella me llega
a corresponder.-Me preocupan, ambas. Es maravilloso saber que tu padre sabe de ti y te acepta pero ahora es un poco complicado.-Es el pastor... se supone que la mayoría de ellos están en contra de cosas tan aberrantes como esto.- Dije con tristeza. –Ojalá la gente entendiera...-Es gente que teme a lo diferente pero a final de cuentas solo es amor, Ana. Y vaya que este mundo y este lugar necesitan algo de eso. Sólo que este tipo de "amor" es mucho para ellos. Nunca lo entenderán.- Agaché la cabeza. ¿Por qué es tan difícil que aceptes que quieres a alguien de tu mismo sexo? Las parejas "convencionales" se aman y se veneran porque encuentran en ellos paz, tranquilidad, sentido de pertenencia y se sienten protegidos. Por eso se juntan o se casa. ¿Qué de malo tiene que yo sienta lo mismo pero con una chica? No afectamos a nadie. Nadie muere porque nos queramos o por preocuparnos la una por la otra. Sólo tenemos la mala suerte de no ser lo adecuado para los ojos de la sociedad. Ahora entendía perfectamente el rol de mi padre en esta sociedad y si por algún milagro de Dios yo iniciara algo con Lara tendríamos que escondernos debajo de las piedras. Porque si alguien llega a saber el objeto de críticas y posiblemente lo desterrarán de aquí. Si de por sí ya es difícil la escuela si algo así se supiera sería un infierno. Aunque yo ya estoy acostumbrada pero sé que Lara no y va a querer resolver esto con golpes y sólo terminará en su expulsión. Dios, son tantos los escenarios y ninguno me favorece a mí o la chica alta. -¿Me estás escuchando, Ana?- Sacudí la cabeza. -Lo siento, profe. ¿Qué me decía?-Que a pesar de que no quiero que sean comidas por los lobos feroces, si de verdad quieres a Lara debes hacer algo porque ella no estará aquí por siempre. Así como la trajeron así un día cualquiera pueden llevársela sus padres de vuelta muy lejos de aquí.- Me quedé congelada en mi lugar. No había pensado en eso. Así como vino a mí así se puede ir y el simple hecho de pensar en no verla o no escuchar su voz hizo que me doliera el corazón. Ayer pude dormir un rato en relativa paz pero sólo porque sabía que estaba ahí conmigo. -No... no había pensado en eso.-Sólo sé cuidadosa, ¿está bien?- Me sonrió cariñosamente. –Y no dudes en acudir a mí si tienes algo en mente o simplemente si quieres tomar una taza de café acompañada de alguien.-Muchas gracias, profe.- Sin pensarlo mucho me puse de pie a la par que ella y la abracé. –Es usted un ángel.-Sólo soy una persona que quiere lo mejor para dos personas que son muy especiales para mí. Las quiero a ambas, Ana.-Y yo la quiero a usted.- Tomé su mano y la apreté. –Gracias.-De nada, hija.- Puso sus manos en su estómago. –Me voy antes de que mis tripas se coman entre ellas.- Reí. –Nos estamos viendo, Ana.-
-Buen provecho.- Sonreímos una vez más y vi como su delgada figura desapareció por la enorme puerta. Me quedé algunos momentos más sentada en la banca meditando acerca de todo lo que había pasado hoy, desde despertar a lado de Lara hasta esta intensa charla con Norma. Definitivamente tenía todo en mi contra pero tenía la oportunidad de ganar al ser más maravilloso sobre la tierra: Lara. Y vaya que tenía ganas de ser más... el sentir su olor al despertarme fue lo mejor. Me sentí como en casa. Tenía la estatura perfecta para escuchar el latido de su corazón cuando me abraza. Pero, ¿seré lo suficientemente buena para ella? No tengo nada que darle más que un corazón roto y pesadillas. -Dame una señal.- Pedí al cristo frente a mí. –Ayúdame a encontrar mi camino.- Y después de varios segundos llegó la señal. -¿Rubia?- Escuché a la chica alta decir desde la cocina. -Aquí.- Casi de inmediato apareció. –Hola.-Hola.- Me sonrió y se mantuvo de pie frente a mí. -¿Cómo estás?-Bien.- Me quedó viendo un momento y su rostro se iluminó. –Estoy segura que tu padre no se enojará si falto a un día de trabajo.- Extendió la mano hacia mí. –Vamos al bosque.- Tomé su mano gustosa. -Deja que cierre y nos vamos.-Cierro yo.- Soltó su agarré y camino a la puerta. Y ahí iba mi dolor de cabeza y mis aspirinas a la vez. Buscando la manera de mantenerme a salvo y de hacer las cosas más fácil para mí. Sin tan solo supiera que su mera presencia es más que suficiente para mí. Que no tiene que hacer nada más que sostenerme en sus brazos y verme con esos soles verdes que me hacen sentir la persona más especial del mundo. La profe Norma tiene razón, debo aprovechar el tiempo que tengo con esta maravillosa chica.
A/N Hola, querid@s lectores! Como siempre ya les extrañaba :) A veces no tengo tiempo de contestar todos sus comentarios pero créanme que leo cada uno de ellos y me satisface leer lo mucho que les gusta la historia. Sé que siempre digo esto pero es imperioso para mí que sepan su importante rol en la historia. Mil gracias. Algunos comentaban que el capítulo pasado había sido "el mejor" creo que estoy en desacuerdo jeje es este. Adentrarme en la piel de Ana y hacer que sus emociones flotaran a su manera fue un muy buen reto. El ver como funcionan sus diferentes "personalidades" y sobre todo su perspectiva sobre Lara. Realmente espero que les guste. ¡¡¡Norma es Larana Shipper!!! ¿Ya se pasaron por elcirculcolibri ? Hay mucho material de gente
muy talentosa con la que estoy teniendo la fortuna de colaborar. Y, después de mil años, actualicé "Mi Profe de Piano". Para los que buscan más acción *smirking* Que tengan un maravilloso fin de semana, querid@s lectores. Echen harto desmadre jajaja Nos estamos leyendo pronto. ;) Saludos desde el infi... un rincón de México, Ale :)
Capítulo 12
La semana se fue más rápido de lo que hubiera deseado. Pasé el resto de la primera semana de vacaciones tonteando con Ana y haciendo prácticamente nada. Y se me ocurrió la brillante idea de dejar todo para los últimos días. Error. Tenía que estudiar, hacer montones de tareas, leer, escribir, repasar, preparar presentaciones y más. Y eso sólo era lo de la escuela; regresaba a los entrenamientos y seguía con los últimos retoques a la iglesia. En resumen, era una locura. Partes del día las usábamos para que ella me ayudara con mis tareas y yo ayudarle a ella; sólo en inglés pero al menos le estaba ayudando en algo. Por fin terminamos las tarjetas de química y pasábamos una considerable cantidad de tiempo estudiándolas. Creo que incluso soñé que el hierro me seguía porque no me sabía su número atómico. Si hubiera una palabra para describir los últimos días junto a la rubia sería, mágico. Era maravilloso pasar el tiempo con ella y hacer cosas tan elaboradas como hornear un pastel a cosas tan simples como observar la puesta de sol desde una maravillosa locación. Desde que admití y acepté que estoy loca por ella dejé que todo fluyera; las cosas se han dado muy bien entre nosotras o al menos así lo percibo. El día que llegó a casa y durmió ahí fue definitivo en nuestra relación. Principalmente por su abrumadora confianza. Ana cada día se mostró más y más segura conmigo y eso me llenaba de alegría. A momentos las cosas se ponían sombrías; desgraciadamente para Ana había muchas situaciones que detonaban sus malos recuerdos y eso me mataba.
Creo que en estos días había logrado un gran progreso en cuanto a estar ahí para ella y no portarme como una desquiciada cada que me decía algo. Aunque después de la confesión del desayuno no me había dicho mucho más. Ofelia y su familia seguía sin tolerarme y la chica llenita estaba aún más empeñada en mostrarme cuanto le desagradaba. Hacía esto por Ana porque es la única forma viable que veo de protegerla pero la actitud de Ofelia estaba haciendo que me saliera de mis casillas; sí ya sé que eso es algo muy fácil de conseguir pero esto era demasiado. Aún tengo el sabor del agua mugrienta en mi boca y la peste de mi cabello a veces la siento en mi nariz. Hoy llevó las cosas a un plano que no desconozco; físico. Estaba limpiando las bancas en las cuales algunas personas se subieron para colgar algunas cortinas; estaba levemente inclinada y ella pasó empujado mi trasero lo cual hizo que me cayera de frente. Apenas y tuve la oportunidad de meter una de mis manos para no caer sobre mi rostro. Mi mano comenzó a dolerme horriblemente y estoy casi segura que me había ganado una buena lesión. Para mi mala fortuna era mi mano derecha, con la que sacaba. Intenté respirar profundamente pero al no funcionar, la ira clamó su lugar. -¿Cuál es tu puto problema? En dos segundos estaba encima de ella y prácticamente la tenía contra la pared. -Tú sabes cuál es el problema.- Me respondió retadoramente. -No sabes de lo que estás hablando, Ofelia. Aléjate de mí o enfrenta las consecuencias. -Ella me ha dicho que han convivido y sé lo que haces.-¿Sí?-Sí, la estás convirtiendo en una horrible persona como tú y como Olivia.- No pude reprimir la carcajada. -Claro, tengo un ejército de idiotas en proceso de elaboración. Para ser tan lista eres muy tonta.-No te pases.-¿Y si lo hago qué?- Me tuve que agachar hasta tener su nariz a escasos centímetros de la mía. –Si crees que porque tienes a tu familia aquí me voy a detener estás muy equivocada. Estoy hasta la madre de esta actitud imbécil de "amo a mi prójimo pero sólo a los que me conviene". Y créeme que no es bueno para ti verme enojada.-Eres un horrible ser humano que cree que todo lo puede porque tiene dinero.Premio a la más imbécil. -¿Tener dinero? Por si no lo has visto me tiene que sudar el maldito trasero para poder ganar dinero para la renta y mi comida. Se nota que no sabes de lo que hablas.-Aléjate de Ana.-Lo que pasa entre ella y yo se queda entre ella y yo.-
-Me contestó exactamente lo mismo. Veo que ya está surtiendo efecto tu lavado de cerebro.-Y aun así sigues jodiendo. No te vuelvas a meter conmigo, no te lo diré de nuevo.-No te tengo miedo, riquilla. No eres mejor que cualquiera de nosotros. Sólo es una actitud arrogante para esconder que por dentro estás muerta de miedo porque tus padres te abandonaron aquí.- Ni bien había terminado y mi puño se estrelló en la pared a unos centímetros de su cara. -Estás cruzando mucho putos límites, Ofelia.- Sentía que en algún momento mi mandíbula explotaría de tanta presión. Estaba tan asustada por mi reacción pero se recompuso rápidamente. De pronto sentí que alguien me tomó de la cintura y me jaló. Me di vuelta inmediatamente y vi unos sorprendidos ojos cafés viéndome fijamente. -¿Qué?- Gruñí. -Ve a la habitación, Lara. Por favor.- Me pidió la rubia. -No.- Estaba por girarme de nuevo cuando ella tomó mi mano. -Te lo estoy pidiendo por favor. Aparte tu mano está sangrando.Fijé mi mirada en la mano que sostenía Ana y efectivamente había sangre y me dolía como el infierno. -No me importa tengo algo que terminar aquí.-No hay nada que terminar, Lara.- Pronunció mi nombre en el tono más condescendiente posible. –Eres una peste para este pueblo.-Vete, Ofelia.- Dijo la rubia muy molesta. –Vete, por favor.-¿Qué?- Preguntó asombrada. -Que te vayas. Sólo estás empeorando la situación.- Ahora sí podía decir que Ana me estaba defendiendo. -No puedo creer que elijas quedarte con esta- me escaneo de arriba para abajo –persona.- Intenté soltarme de agarre de Ana pero fue inútil. Después de dedicarle una mirada de muerte salió del lugar y la rubia me arrastró a la cocina. Me llevó directo al fregadero y puso mi mano debajo del grifo para limpiar la sangre. -¿Te duele?-Poco. Me duele más la muñeca.-¿Por el golpe?-No. Porque sostuvo todo mi cuerpo cuando esa loca me pasó a empujar... evité golpearme la cara metiendo mi mano.-¿Ya podemos detener esto?-¿Ya te vas a defender?-Sí.-Lo dudo.- Olvidó su tarea y volteó a verme muy seria. –No es tu naturaleza, Ana. No eres una persona que responda a provocaciones y haces bien. O terminarías como yo.- Levanté mi mano herida para ejemplificar. -Es sólo que siento que yo tengo la culpa-. -No tienes la culpa de nada; yo tomé la decisión, tú no me
obligaste. Y aparte quiero hacerlo.- Sonreí. –Hacía mucho que no me metía en una riña.-Y esperemos que sea la última.- Dijo escéptica. –Pero a como van las cosas, lo dudo mucho. Por favor, Lara. No tienes ninguna obligación de hacer esto o de meterte en problemas por mi culpa.- Cerré el grifo y me acerqué más a ella. -¿Cómo te hago entender que quiero hacer esto por ti?- La vi sonrojarse profundamente. -La gente no hace cosas buenas por mí.- Dijo con un cierto dejo de tristeza. -Acostúmbrate a que yo las haga entonces.- Usualmente en estas circunstancias tomaría un mechón de su cabello y jugaría con él pero hoy tenía el cabello amarrado y por Dios que se veía preciosa. Podía ver sus pequeñas orejas y su linda cara en todo su esplendor sin nada que lo cubriera. -Gracias, Lara.-No tienes que agradecerme.-Sí tengo porqué. Me has hecho pasar unos días muy tranquilos a pesar de la incertidumbre de lo que pasa con papá y eso es maravilloso. Me has hecho reír y enfrentar algunos miedos. Cosas que nadie había hecho por mí antes.Se puso de puntitas y besó mi mejilla. –Gracias.- Estábamos muy cerca, demasiado cerca y mentiría si dijera que no me moría por besarla ahí mismo. Sólo tenía que agacharme un poco y conectar nuestros labios. Sentí la mano de Ana escurrirse entre la mía y frotar suavemente mi mano afectada. –¿Te sigue doliendo?-No mucho.-Deberíamos ponerle hielo.- Intentó zafarse pero no la dejé. ¿Qué?-No necesita hielo, al menos no ahora.- Nunca perdimos el contacto visual y era increíble el verla tan cómoda conmigo. Después de conocer a la chica fastidiosa y luego a la niña atemorizada, ella frente a mí viéndome de esa manera me tenía en éxtasis total. –Está bien como está.- Entendiendo muy bien el mensaje con su pulgar hacía círculos sobre mi dorso lastimado. -Tus ojos... nunca los había visto así.-¿De qué color están?- Le pregunté con una sonrisa. -Se ven como de color miel... no sé. Están muy pero muy claros. Me gustan.- Me gustas tú. -Están cómodos con la compañía.- De nuevo se sonrojó. –También deberías acostumbrarte a los cumplidos. Eres una chica increíble, Ana.- Solté de pronto en un ataque de honestidad innecesario. -Habla la chica más genial que he conocido.- Me sonrió. –También estoy cómoda con la compañía.-Hablaba de mis ojos no de mí.- Le sonreí juguetonamente. -Ya te habías tardado.- Me agaché hasta que mi frente quedo
descansando sobre la de ella. -Recuerda que soy una fastidiosa.- Dije con los ojos cerrados. -Lara...- Aspiró profundamente. –Te...-¿Lara?- Brincamos lejos la una de la otra. -¿Qué pasó?-Nosotras....- Tartamudeó la rubia. -Ella lo comenzó todo.- Dije de inmediato. Sabía que Norma se refería a Ofelia. –Me empujó y habló de más.-Me dijo que la golpeaste.-¿Crees que estaría viva si la hubiera golpeado?- La mujer rió. -Eso fue justamente lo que pensé.-Sólo estoy harta de sus idioteces, Norma.- Sentí la ira crecer dentro de mí de nuevo. –Por gente como ella odio las iglesias y las idioteces que pregonan.-Estás generalizando, Lara. El hecho de que alguien te haya dado una mala percepción de algo no quiere decir que todo sea igual o que tengan las mismas sombrías intensiones.- Apuntó la mujer de ojos expresivos. -Aquí realmente sé las intenciones del señor Cardozo y de la mayoría del pueblo, menos la de ella. Esto es diferente.–Tan diferente que irónicamente estás sirviendo a uno de esos lugares.-No me arrepiento...-Y aunque lo hicieras no hay nada que puedas hacer.- Sentí mis hombros caerse. No tenía que soportar la verborrea de Norma en estos momentos. -Ya entendí el puto punto. No sé qué mierda tiene que ver todo esto con el hecho de que le quiera arrancar la cabeza a ese elfo. No entiende que debe mantener sus narices en sus asuntos.- Estaba enojada o mi enojo regresó del tiempo fuera. -Ana, ¿me dejas un minuto con Lara?- Norma le sonrió dulcemente a la rubia. -Claro.- Antes de salir, Ana me vio con una sonrisa. –Tranquila.Dijo tan bajo para que sólo nosotras lo escucháramos. La rubia salió y cerró la puerta tras de ella. -Lara, ¿qué pasó?- Su tono de voz me dejó saber que ahora hablábamos de la escena que encontró. -Ella está a gusto conmigo y yo estoy a gusto con ella. Fácil.-¿Qué hubiera pasado si hubiera sido alguien más?-No estábamos haciendo nada malo.-No, sólo estaban tomadas de la mano y a punto de besarse. Nada de qué escandalizarse.- Dijo irónicamente. -No la besé.-Porque llegué.-
-Es un límite para ella y no lo cruzaré a menos que ella lo pida... ya sabes, cuando vivamos en Narnia.- Me vio extrañada. –Un mundo irreal.- Aclaré de inmediato. -¿Te gusta?-Sabes que sí.-Sólo te puedo decir que no puedes esperar mucho tiempo; tus padres pueden reclamarte en cualquier momento.- Mierda. Esto sólo era temporal. Mis padres nunca me dijeron cuanto duraría esto. Puede que vengan mañana si se les pega la gana. No, eso no podía pasar. Ahora más que nunca les agradecía a mis padres por el hecho de traerme hasta aquí. Incluso besaría y abrazaría a la bruja por su brillante idea. Gracias a esto tuve la oportunidad de conocer a la rubia, a Norma, el señor Cardozo y por supuesto la amargada hermana de Norma. Había tanta gente que ya formaba parte de mi vida ahora y podían quedar atrás en cualquier momento. Me rehusaba a esa idea; me rehusaba a dejar a mi rubia atrás. De ninguna puta manera eso va a pasar. -No lo habías pensado, ¿cierto?- Su voz me sacó del trance. -No... es una mierda.- Medité un momento. -¿Eres la misma que me dijo que me fuera con cuidado?-Sí pero no puedo ser tan hipócrita para decirte que contengas tus sentimientos cuando yo no lo hice.- Haciendo una clara alusión a lo que había pasado con mi padre. Se acercó más a mí. –Te repito tienes tu tiempo limitado y te juro que a veces es mejor pagar las consecuencias que preguntarse que hubiera pasado.-¿Estás diciéndome que...?-¿Yo? Yo no te he dicho nada, es más está conversación nunca sucedió.- Me guiñó un ojo y salió del lugar. Reprimí el intento de ir a checar si la mujer que salió era realmente Norma y no algún extraterrestre. Su advertencia aún estaba ahí, escondida y descuidada a la vez. Tenía mucho que ganar si le decía mis sentimientos y era recíproco pero me partiría el corazón si el resultado es negativo. Tenía muchos motivos para estar feliz y llena de esperanza; la forma en la cual habíamos llevado los últimos días me decía que quizá hay cero punto uno por ciento de probabilidad de que yo también le guste. Y me aferraba a esa mínima cantidad; eso era mejor que nada. Y lo de hoy sólo me hizo ilusionarme más, ella me defendió, realmente lo hizo. Corrió a Ofelia y se preocupó por mí. Luego entendió a la perfección que quería que siguiera sosteniendo mi mano... aunque probablemente sólo estaba siendo amable... o quizá no. Realmente no tenía ganas de regresar a mis labores y no por perezosa pero no quería otro encuentro del tercer tipo con Ofelia o su familia. Nuestros horarios volvían a chocar ya que había regresado a las prácticas de voli y mis tardes estaban ocupadas; en otras circunstancias hubiese renunciado a eso con tal de evitar este dilema pero
también representaba una fuente de ingresos por lo que no podía dejarlo. Decidí que quería recostarme un rato y con toda la confianza del mundo me dirigí a la habitación de la rubia. La mano me punzaba y conforme pasaba el tiempo se hinchaba cada vez más. Al llegar me tiré sobre la cama; era realmente cómoda y olía a ella. Era una combinación celestial. Vi mi iPod a un lado de la cama, lo tomé y le di play; con una sonrisa reconocí la canción de la Oreja de Van Gogh "Mi Vida Sin Ti". Cerré los ojos y me dejé llevar por la música. Ni bien había terminado la canción sentí que alguien tomó mi mano con mucho cuidado; podía sentir su dulce olor. Debido a la canción me era imposible descifrar lo que decía. Dejó mi mano de nuevo sobre mi estómago y asumí que salió de la habitación. Minutos después escuché la puerta abrirse de nuevo; muy lentamente me quitó uno de los audífonos. -¿Lara?- Abrí sólo un ojo. -Mande, majestad.-Te pondré hielo en la mano.- Estaba para muy cerca de mí. Me moví un poco y dejé espacio suficiente para que ella se pudiera sentar. Llevaba una bolsa de hielo en una mano y en la otra una toalla. Puso ésta última sobre su regazo, después mi mano y encima la bolsa de hielo. -Frío.- Dije dando un pequeño brinco. -Es la propiedad principal del hielo, La.- Contestó burlona. -Me muero de risa.- Espeté con expresión seria y la rubia se echó a reír. -¿Te duele?-Un poco...- Un mucho sería lo más adecuado. -Sé honesta.-Me duele mucho, ¿contenta?-Bastante. Puedes decirme las cosas, Lara. No tienes que protegerme de nada... Yo estoy abriendo mi corazón contigo espero que tú hagas lo mismo.-Créeme que lo hago, Anita. Simplemente no quiero preocuparte. Esto no tiene nada que ver con mi confianza en ti.-Tú te preocupas por mí todo el tiempo, es hora de un cambio.- Le sonreí agradecida por su gesto. Yo confiaba en ella a ciegas; pondría mi vida en sus manos sin dudarlo ni un puto segundo. -Hay algo que puede hacer que se mejore.-Dime.-Aliméntame. Así la energía se va a la parte afectada.-Dios mío, ¿hay algo más en tu cabeza aparte de la comida?- Sí, tú. -Sí.- Le sonreí. –Voleibol.- No le quedó de otra más que sonreír conmigo. -¿Me vas a dar de comer?-No.- Dijo seriamente. -Eres una mala enfermera.- Hice un intento por sentarme.
-No. Te quedas aquí.-¿Muriendo de hambre? Por supuesto que no.- De nuevo me detuvo en el intento de ponerme de pie. -Iré a preparar algo.-Eres tan linda.- Agregué sarcásticamente. -Lo hago porque yo también tengo hambre.- Se puso de pie y caminó a la cocina. -Eres tan jodidamente linda, rubia.El resto de la semana pasó en total calma hasta el día jueves que fue cuando el señor Cardozo regresó. Agradecí al cosmos por devolverlo bien y según sus palabras tenía para rato. Desearía haber tenido una cámara en el momento en que el señor Cardozo entró a la iglesia; Ana no sabía qué hacer. Parecía una nena en una juguetería, quería gritar, correr, llorar, reír, golpear a alguien y miles de cosas más. Sólo sé que esa maravillosa sonrisa que tenía no quiero que se le vaya nunca. Sé que una gran parte de su alma se alivió al tener a su padre de vuelta. El pequeño altercado con Ofelia tuvo graves consecuencias para mí. Mónica prácticamente me echó del entrenamiento al ver el estado de mi mano y me mandó a descansar por dos semanas. Mis ojos se clavaron directamente sobre Ofelia, quién parecía no importarle en lo más mínimo; comencé a caminar hacia ella y la mujer de cabello rizado me detuvo con un "acércate y no vuelves más a la cancha". Fue suficiente incentivo para irme a casa lanzando maldiciones al viento. A pesar de lo jodido que era esto para mí ahora tendría dos semanas de descanso por las tardes así que las usaría para seguir practicando con la rubia. Aunque el hecho de que el señor Cardozo estuviera de vuelta no afectó nuestra dinámica, sí veía a Ana un poco más alejada de mí en el aspecto físico. Y yo le di el espacio que necesitaba. Hasta ahora no entrelazábamos más nuestros meñiques, ni había abrazos esporádicos, ni siquiera jugué con su cabello. Nada. Las charlas y las bromas seguían ahí, menos la parte física. Me decía a mí misma que estaba bien, que no había problema pero sabía por demás que me estaba mintiendo. Me mataba no poder tan siquiera poder jugar con su cabello. Estaba tan acostumbrada a esos mínimos detalles que en cuanto dejaron de suceder se sentía un enorme vacío. Miércoles, tercer día después del receso de Semana Santa y ya quería matar a todos. Entendía que iba atrasada y toda esa mierda pero ni bien había entregado las tareas cuando ya tenía acumuladas más. Odiaba a todos en estos momentos. La mayoría de mis exposiciones las revisé mil veces e incluso las practiqué frente a Ana pero lo único que pude conseguir fueron unos miserables ochos. La vida era tan injusta. No entendía como pude pasar algunas materias en mi antiguo colegio siendo una completa holgazana. Fúrica salí de mi clase y me dirigí al comedor; este mal humor sólo podía ser apaciguado con unas deliciosas tortas. Sí, deliciosas. Plural. Quería
apaciguar mi ira con un poco de comida. El hecho de que jugara, nadara y de vez en cuando corriera ayudaba a que no fuera una linda pelota de playa. Pedí el desayuno y unos segundos después estaba en la mesa lidiando con el puto papel aluminio con el que envolvían las tortas. -Mierda.-Te ayudo.- Ofreció Pao muy amablemente. -Gracias.- Gruñí. -¿Qué pasa?-Odio todo.-Por fin entiendes de que se trata este pueblo.- En otras circunstancias me hubiese reído pero ahora apenas pude hacer una mueca. -¿Cómo sigue?- Apuntó con su barbilla a mi mano vendada. -Se recupera muy lentamente... Pero hoy ha sido un día con mucho dolor.- Vi como la rubia entraba a la cafetería y para su desgracia Liv iba detrás de ella. La muy hija de puta esperó a que comprara su desayuno para después de un leve empujón hacer que todo se le cayera. Inmediatamente me puse de pie e intenté caminar al lugar pero la mano de Paola me detuvo. –Suéltame.-No, Lara.- La quedé viendo. -Suéltame o te golpeo.-Te expondrás y la expones a ella también. Piensa las cosas.-Pienso en que quiero golpearla muy fuerte.- La menuda mujer parecía no importarle mi amenaza. -Así no.- Si me quedaba más tiempo aquí iría a matar a Liv así que decidí irme. -Busca la manera de que llegue a ella.- Señalé mi comida. –Por favor.-Claro, Lara.- Con enormes zancadas llegué a la parte detrás del domo era sólo cuestión de tiempo para que la rubia apareciera. Estaba detrás de algunos arbustos para no ser captada por alguien aunque sabía que nadie venía para acá. Esperé y esperé los segundos se hacían eternos, incluso creí que se había ido a casa y cuando estaba a punto de salir escuché unos pasos. Segundos después vi la figura de la rubia emerger; sorpresivamente no estaba llorando pero se veía muy agitada. Tronaba sus dedos, un hábito que nunca había visto. Buscaba y buscaba por todos lados como esperando a alguien y eso me partió en dos. ¿Esperaba que alguien viniera por ella? -¿Dónde estás, Lara?- Así como me partí así me reconstruí en cuestión de segundos. Me esperaba a mí. Yo. Lara Orozco. Quería que yo estuviera con ella en estos momentos. Tomé una larga respiración y traté de recomponerme. -Aquí estoy.- Pegó un brinco al escuchar mi voz detrás de ella y al momento de verme prácticamente se abalanzó sobre mí. Como pude correspondí su
abrazo y la atraje más a mí. -Sabía que estarías aquí.- Clamó muy pegada a mi cuello. Por varios segundos no dije nada, sólo disfrutaba de su cuerpo junto al mío. Acaricié su cabello antes de separarme. Tomé su cara entre mis manos. -¿Estás bien?- Asintió y escondió de nuevo en mi pecho. -Estaba preocupada de que te enfureciera...-Me molestó muchísimo pero Paola me detuvo.-¿Paola?- Estaba sorprendida. -Dedujo que me agradas por como me comporto contigo en los entrenamientos y... la cosa es que me dijo que no era bueno para ninguna de las dos.-Chica lista.-Bastante.- La mantuve entre mis brazos unos segundos más hasta que ella se alejó. Era casi como que arrancaran algo de mí cuando ella se separaba de mi cuerpo...era un dolor físico el sentirla lejos. –La odio.-No te metas en problemas, por favor.-No te puedo asegurar nada. No sé si Paola esté ahí la próxima vez que Liv intente algo y menos sé cómo demonios voy a reaccionar. Es una mierda.-Lenguaje.- Me regañó con una sonrisa. -Lo siento.- Me acerqué de nuevo a ella y deposité un beso en su frente. –Eres increíble.-¿Por qué?- Dijo visiblemente avergonzada. -Porque te preocupas por mí cuando sabes que puedo defenderme.-No quiero que te suspendan o que te expulsen, La.-Norma está avisada de que... algo pase en cualquier momento.-Ella no te va a proteger.- Me eché a reír. -Lo sé, cariño. No lo decía por eso, simplemente que ella ya está avisada.- La vi sonrojarse aún más cuando la llamé cariño. -Prométeme que...- Levanté mi mano para que estuviera a la altura de su boca. -No te puedo prometer nada que incluya a ti en peligro o alguien molestándote. Porque no me quedaré sin hacer nada.- Se agachó. –Hey.- Levanté su cara con mi mano lastimada. –Lo único por lo que debes preocuparte es por esto.Señalé a la mano en cuestión. –No parece mejorar. Lo demás lo tengo controlado, te lo prometo.-Si las cosas van mal, ¿me lo dirás? Si necesitas ayuda o algo.-Serás la primera en saberlo, Anita. Lo prometo.- Casi como un acto reflejo nuestros meñiques se buscaron y se sostuvieron. Cerramos nuestro acuerdo con una sonrisa. -Traje tu desayuno.-Es tuyo.-Paola me dijo que no comiste mucho.-
-Es tu desayuno, Ana.-¿Mitad y mitad?- Me sonrió. Asentí. La semana pasó en relativa tranquilidad; Liv molestando a Ana, Pao deteniéndome e incluso la misma rubia que un par de veces me detuvo con su simple mirada. No iba tardar mucho antes de mostrar mi verdadera cara y una gran parte de mí ansiaba eso. Quería detener esta mierda de una vez por todas y mostrarle a Olivia que no siempre puede hacer lo que se le pegue su puta gana y no tener consecuencias. Ana fue fundamental para ponerme al corriente con los kilos de tareas. Las tardes eran nuestras aliadas perfectas para estudiar pero también para pasar tiempo juntas. Me encantaba verla sonreír y cuando estábamos juntas lo hacía muy a menudo, por consecuencia yo también lo hacía. Antes agachaba la mirada cuando la atrapaba viéndome pero en los últimos días se había vuelto más valiente, la sostenía y sonreíamos como tontas. Definitivamente mi porcentaje iba incrementando a mi favor. La quería para mí, por más egoísta que suene. Sé que es preciosa, maravillosa, inteligente y muchas cosas más pero no quería compartirla. Y no en un mal sentido sino que me aterraba la idea de que alguien viera lo estupenda que es y me la quite. Aunque no sea oficialmente mía. En mi cabeza y en mis sueños ya lo es pero falta el gran paso en la vida real. Toda esta experiencia era nueva para mí, nunca en mi vida había necesitado tanto a alguien como lo hago con ella. Y cada bendito día que pasaba me enamoraba más y más de ella. Después de una noche de insomnio y de muchos pensamientos me atreví a invitarla al bosque. Y aunque la invitación era casual, debía hacer algo que mostrara que no era como las veces anteriores que habíamos estado ahí a solas. Quería que todo fuera perfecto y me le pedí ayuda a Norma. Sabía que las burlas serían incesantes pero era necesario para un bien mayor. Le pedí de favor que hiciera el pollo tan delicioso que preparó cuando cené con ella por primera vez; esa cosa que parecía mole pero no era mole. La hora llegó y yo estaba en nuestro lugar una hora antes preparando todo y buscando que todo fuera lo suficientemente bueno para Ana. Como siempre ella llegó puntual a la cita. Era una cita, sólo que ella no lo sabía. Se veía preciosa con su vestido blanco; el que llevaba cuando la conocí. Por primera vez admiré el cuerpo de Ana, era perfecta. Todo estaba muy bien distribuido; sus piernas eran delgadas y algo largas a pesar de su estatura. Tenía una cintura pequeña, senos grandes pero sin exagerar y tenía un muy buen trasero. Era la primera vez que la veía de esa manera y durante el tiempo que estuvimos juntas trataba de esconder el rojo de mis mejillas y hacía un esfuerzo por no ver a sus senos. Nos divertimos mucho, más de lo que pude imaginar y como me encantaba verla sonreír. Sus preciosos ojos café se hacían chinitos y arrugaba adorablemente su nariz. Fue aquí donde me di cuenta de lo muy enamorada que
estaba de ella y de mi necesidad de tenerla cerca de mí. Pedí en mis adentros que el día nunca terminara y si terminaba que nosotras permaneciéramos aquí por la eternidad. Pero las cosas no funcionaban así y el tiempo de regresar a casa llegó. Durante el tiempo que estuvimos ahí tuve infinidad de oportunidades de decirle que me gusta y que la quiero pero me acobardé. A momentos me quedaba sin palabras y muchas veces más cambié drásticamente de tema. Al menos al finalizar la cita me gané un beso y un abrazo por parte de la rubia; con eso tuve suficiente para regresar flotando a casa. El lunes llegó más rápido de lo que deseaba dado que el domingo me la pasé sobando mi mejilla, en donde Ana me había besado. Incluso pensé en evitar lavar esa área de mí pero la deseché diciéndome a mí misma que pronto habría más o al menos eso esperaba. El domingo por la noche fue particularmente infernal porque sentí que algo iba mal y tenía unas enormes ganas de ir a la iglesia y preguntar por la rubia. Temía que tuviera alguna pesadilla y que el señor Cardozo no la escuchara... no sé de donde salió eso pero me tuvo mal una gran parte de la noche. Cuando por fin logré conciliar el sueño el sol estaba por salir. Ahora que ya tenía la confianza de Norma no tenía la necesidad de irme con ella tan temprano, a veces lo hacía pero sólo para acompañarla. Hoy no. Me tomé dos tazas de café antes de caminar a la escuela y tratar de estar un poco despierta. Las ojeras en mi rostro me daban el aspecto de una bruja y el hecho de que llevara mi cabello medio peinado no ayudaba mucho. Era tan jodido. Quizá debí haber ido a verla y constatar que estaba bien y regresar a dormir. Sin embargo el temor de que el señor Cardozo me cuestionara me hizo detenerme un poco... mucho. Llegué a la escuela arrastrando los pies, la mochila, mis ganas de estar ahí, mi voluntad y todo lo demás. Si me encorvaba un poco más podría aplicar para tocar las campanas en Notre Dame. Para mi sorpresa había mucha concurrencia en el pasillo principal de la escuela y la mayoría de esa multitud me veía extrañada. Era muy impropio de mí venir en estas condiciones. Bueno, si ellos pasaran la noche en vela pensando en el bienestar de alguien que quieren probablemente se verían así de jodidos. A lo lejos vi la figura de Olivia que parecía que estaba dando un discurso haciendo aspavientos, junto a ella pude distinguir la panza de Ángel y las menudas siluetas de Liz y Pao. Ésta última se veía un poco preocupada y buscaba entre las personas a alguien. Lentamente me acerqué y ella pudo hacer contacto visual conmigo entonces muy discretamente apuntó hacia abajo. Rápidamente llevé mi vista a donde me indicó y con terror vi a la rubia en el piso con una expresión indescifrable en su rostro. Corrí tan rápido como pude justo a tiempo para evitar que una de las manos de Liv se estrellara contra la rubia. -Déjala.- Dije entre dientes sosteniendo su mano en el aire. -¿Qué haces?- Preguntó Ángel. –Sólo nos divertimos.-Pues tendrán que buscar otra puta diversión.- Mis ojos dejaron los
de Liv para centrarse en el chico de belleza abstracta y abrió grande los ojos cuando vio lo furiosa que estaba. -Suéltame.- Pidió Liv con una voz extrañamente calmada. Después de unos segundos lo hice. -Quieres explicarte.-No hay nada que explicar... estás cruzando muchos putos límites.-¿Te importa?-Lara, no...- La rubia tomó una de mis pantorrillas. -Lara nada. Hay cosas que debemos aclarar.- De pronto teníamos la atención de todo el pasillo. Los muchos alumnos que estaban ahí veían expectantes la escena que se desarrollaba. -Así que te importa la monja asquerosa.-Cuida tu puta boca.- Di un paso más cerca de ella; Ángel y Liz retrocedieron pero ella no. Soltó una carcajada. -¿O qué?-O tendré que arrancar cada maldito cabello de tu cabeza. No me tientes, Olivia.-¿Crees que te temo, Lara?- Sonrió socarronamente. -Deberías.- Se podía cortar la tensión con un cuchillo. -La que debería cuidarse eres tú y la zorra...- Ni siquiera terminó la oración porque la empujé y de no ser por Ángel se hubiera caído. -¡No te vuelvas a dirigir a ella de esa manera!- Se recompuso y de inmediato se paró a escasos centímetro de mí. Tenía apenas un poco de ventaja en cuanto a la estatura respecto a la chica de ojos azules. -Tócame otra vez y te mato.- Amenazó. -¿Tú o tu papá?- Gruñí. Abrió los ojos como platos y segundos después su mano se estrellaba contra mi mejilla. Sabía que había entendido mi indirecta. Ni siquiera me inmuté del golpe, así que seguí con el ataqué verbal. –¿No te muerdes la lengua cuando hablas de zorras? Hasta dónde sé eres una muy buena, Olivia.- Le sonreí burlonamente. -Cállate, maldita imbécil.- Se abalanzó contra mí pero Ángel la jaló eso no impidió que la golpeara en el rosto. –¡Cállate!- Estaba totalmente furiosa al igual que yo. -¡Vuelve a meterte con Ana y te juro que te haré comer lodo, Olivia! No te lo diré dos putas veces.- La señalé con mi dedo índice. -Te vas a arrepentir, Lara.- Dijo entre dientes. -Ya veremos.- Ángel la jaló y se la llevó, ella manoteaba y gritaba que no la tocaran. Me dirigí a Pao. –Es ahora o nunca.- Vio a los dos que se iban a lo lejos y a la chica de ojos grandes a su lado antes de asentir y acercarse más a mí. Segundos después Liz salió tras los otros dos chicos. Me puse en cuclillas frente a la rubia. -¿Estás bien?- Negó con la cabeza. -¿Quieres ir a casa?-No quiero que papá sepa.- Dijo casi en un susurro. -¿Te parece bien ir a la mía?- Asintió. Agarré su mochila, la colgué
sobre mi hombro y le ofrecí mi mano para que se pusiera de pie. Cuando estuvo frente a mí, tomé su cara entre mis manos. –Estás a salvo conmigo, cariño. Lo prometo.-Lo sé.- Me respondió viéndome con algunas lágrimas en su rostro. Viré a donde estaba Pao y algo sorprendida pero con una sonrisa nos veía. -Vayan antes de que toquen la chicharra.- Asentí -Bienvenida al clan de los rechazados.- Le dije a la chica menuda. -El mejor de todos.- Me sonrió. Con mi brazo sobre los hombros de la rubia caminamos a la salida. Antes de salir alguien tomó mi antebrazo. Giré y vi a Betty, mi acomodadora. -Así se hace, capi.- Me sonrió y yo simplemente asentí. A más de un mes de estar acá las cosas volvían a cambiar para mí y para la preciosa chica en mis brazos y todo apuntaba a que no era un buen augurio.
A/N Hola, mis muy queridos lectores. Espero que estén muy bien; a pesar de que apenas actualicé ya les extrañaba. ;) Gracias TOTALES por sus mensajes, comentarios y valoraciones :') Me moría por subir este capítulo y ya lo tenía listo desde hace unos días pero no quiero malcriarlos jajajaja así que esperé una semana. Yo sé que muchos esperaban por el momento en que Lara se enfrentara a Liv y por fin sucedió. Disfruté mucho escribiendo esa parte y espero que les guste. Y ,¿ya les dije que hay cosas bien mamalonas en elcirculcolibri ? Si no han pasado, ¿qué esperan? Mucho talento en un sólo lugar ;) "Dos Semanas" se pone interesante y "Mi Profe de Piano" será actualizada un día de estos xD Saludos de un lluvioso rincón de México, Ale :)
Capítulo 13
Tan pronto llegamos a casa, la rubia enterró su cara en mi pecho y se echó a llorar desconsoladamente. Con todas mis fuerzas buscaba que los pedazos de mi corazón no se esparcieran por todo mi cuerpo. Amaba tenerla entre mis brazos pero no así. Era una dolorosa y lenta muerte para mí y más aun sabiendo que no podía hacer nada más que sostenerla y dejar que se desahogara. Acariciaba su cabello, su espalda, me aferraba a ella buscaba mil maneras de hacerla sentir mejor pero sólo lograba que sollozara más. La pegué más a mí y ella se aferró con fuerza a mi playera; sentía su desesperación por la forma en como me jalaba. Tenía que ayudarla pero no pude contener mis lágrimas. No viéndola así. La quería demasiado como para que esto no me afectara. -Tranquila, cariño.- Mi voz se quebró al final en un miserable intento de hacer que se calmara un poco. -¿Por... qué lloras?-Es imposible no hacerlo viéndote así. Me afecta porque yo te...- Me detuve de pronto. Ella salió de su escondite y buscó mis ojos. -Porque...- Sus tristes ojos buscaron los míos. –Dime, Lara.-Porque yo te quiero, Ana.- Apretó los ojos y agachó la cabeza. -No deberías... nadie debe quererme.- El horrible nudo en mi garganta me impidió hablar por varios segundos.
-¿Por qué?- Seguía sin verme. –Dame una buena razón para no quererte.-Estoy sucia... estoy marcada... no tengo absolutamente nada para dar más que lastima.- Cerré los ojos y sentí como las lágrimas calientes bañaban mi rostro. -No tienes idea de cómo me duele escucharte decir eso.- Se soltó por completo de mi agarré. –No huyas de mí, por favor.- Le supliqué. -No tengo nada bueno para ti, Lara.-Te equivocas. Eres todo.- Tragué. –Eres luz, eres vida, eres alegría, eres esperanza, eres bondad. Eres la razón de ser de tu papá y eres mis ganas de quedarme aquí más tiempo.- Y ahí estaba, no en el momento más adecuado pero cuando más lo necesitaba; cuando ambas lo necesitábamos. -¿Por qué no lo ves?, ¿por qué te cuesta tanto creerlo?- Comencé a dar vueltas por la sala. -Nunca ha habido algo bueno en mi vida. A parte de papá. Eso significa que yo no soy buena para estar con la gente...-¡No!, ¡No, Ana! Eres increíble, eres digna de ser querida y amada hasta que el puto corazón explote... mereces que te traten como a una princesa. Que veneren todas las cosas maravillosas que salen de tu boca y las cosas que hay en tu mente.- Me tomaba el cabello totalmente desesperada. –Incluso un ciego vería tu luz, Ana.-Yo no conozco el amor, Lara... no sé cómo es, a qué sabe, cómo se siente, a qué huele... lo desconozco. Ni siquiera sé qué es quererme a mí misma.Admitió con angustia. -Déjame enseñártelo.- Me detuve y caminé para quedarme detrás de ella. –Date la oportunidad de verte a través de mis ojos. Deja que te quiera.-Te voy a decepcionar, Lara.-No hay manera en que puedas decepcionarme, cariño. No hay, no existe.- Al ver que no se viraba a donde estaba me puse frente a ella. -¿Puedes levantar el rostro?- Negó. –Por favor, Anita.- Después de unos segundos lo hizo muy lentamente. Le sonreí al verla a los ojos. -¿Puedo?- Dije levantando mi mano, pidiéndole permiso para limpiar su rostro. Asintió. Con mis pulgares limpié sus mejillas. –Mejor.-No merezco a alguien como tú...- Puse mi dedo índice sobre su boca. -La vida nos pone justo lo que necesitamos en nuestras vidas; incluso lo que parece malo son simples lecciones que te hacen ser mejor.- Agradecía por las largas pláticas con Norma. -Todo, absolutamente todo obra para bien, Ana. Merecemos todo lo que tenemos. En todo caso yo no merecería a alguien como tú en mi vida. Eres demasiado buena para una vaca loca como yo.- Sonrió. -¿Cómo podré pagarte todo lo que haces?-Sólo déjame estar en tu vida... no pido más.- De nuevo sentí su
cuerpo pegarse al mío. Cerré los ojos y aspiré su dulce olor. Prácticamente le había confesado mis sentimientos y seguía aquí, era una buena señal. –Te quiero, Anita.-También yo, Lara.- Tomé su rostro e hice que me viera. -No te sientas presionada, cariño. Yo me siento así... y no espero que sea recíproco, sólo espero que entiendas que vales mucho y eres digna de ser querida.-También tú lo eres.- Respondió sobre mi cuello. -Lo sé. Pero ahora todo lo que soy está enfocado a ti.- Le di un beso en la cabeza. -¿Quieres agua?- Negó con la cabeza. -Quiero acostarme un rato.- La solté lo suficiente para que pudiera caminar y la guié a mi habitación. -Disculpa el desorden... fue una mala noche.- La solté y en un santiamén hice la cama para que ella pudiera acostarse. –Listo.-Gracias.- Le sonreí. –¿No te vas a acostar?-Estaba esperando a que elijas un lado de la cama.- Se quedó justo al lado de la mesita de noche por lo que yo rodeé la cama y me acosté en el otro extremo. -No quiero que te quedes velando. Duerme.- Me sentenció la rubia. -No tienes que pedirlo dos veces.- Le sonreí, me acomodé mejor y cerré los ojos. Necesitaba dormir después de pasar prácticamente toda la noche en vela pero lo que hizo que durmiera tan bien fue el hecho de tener a la rubia junto a mí; eso hizo que se sintiera aún mejor. No hubo sueños, sólo total y absoluta tranquilidad. Justo lo que necesitaba. Todavía podía sentir el frenético latido de mi corazón después de mi confesión. Siempre la gente venía a mí y yo aceptaba o rechazaba pero esta vez necesitaba fervientemente ser una opción para Ana. Era imperioso tener su aceptación. Regresé a la consciencia cuando sentí que acariciaban mi mejilla izquierda. La rubia pasaba su pulgar muy lentamente sobre mi pómulo y de vez en cuando trazaba líneas sobre mi mandíbula y mi nariz. Me mantuve con los ojos cerrados disfrutando su contacto y aspirando su olor. Nunca me cansaría de ella y entonces las palabras de Norma llegaron a mí, podría irme de aquí en cualquier momento; abrí los ojos de inmediato. -¿Te desperté?- Negué. -Un mal sueño.- Regresó a mover su pulgar rítmicamente. -¿Quieres hablar de ello?-No estaré aquí por siempre... mis papás decidirán que me quieren de nuevo en casa y... no puedo imaginarme estar sin Norma, sin tu papá pero sobre todo no puedo imaginarme estar sin ti.- Sus mejillas se tiñeron de rojo inmediatamente e hizo un intento por quitar su mano de mi cara pero lo impedí poniendo mi mano sobre la de ella. –Te ves preciosa cuando te sonrojas.- Cerró los ojos y escondió su cara en la almohada.
-Deja de ser tan linda.-Es un encanto natural, lo siento.- Comenzó a reír. Sacó su cara de la almohada y me quedó viendo. -Lo... lo que... lo que dijiste en la sala...-Me gustas, Ana.- Agradecí al cielo por no tartamudear ni ponerme nerviosa. La mano que estaba sobre la de ella ahora descansaba sobre su cuello. –Me gustas mucho...- Tomé un respiro. -Por favor, no me odies... no es que lo pueda controlar...-No te odio.- Intervino de inmediato. –Aunque no sé qué pudiera gustarte de mí.- Le sonreí. -Me gusta lo que dices, eres muy franca y muy amable a la vez. Me gusta como arrugas la nariz cuando ríes. Me gusta como buscas mis brazos cuando te sientes mal...-Son mi único refugio.-Y lo serán hasta que tú te canses de eso.-Entonces tendrás ese trabajo por toda una eternidad.- Me dijo con una gran sonrisa. -Acepto gustosa.- Acaricié su mandíbula con mi pulgar. –Y todo eso tiene una linda presentación... tienes un cuerpo maravilloso.-¡Lara!- De nuevo la vi ponerse roja. -Es la verdad.-Esto... quiere decir que eres... ya sabes...-¿Gay?- Negué divertida. –Era la típica chica popular que sale con los capitanes de los equipos de deportes del colegio. Y nunca me había sentido atraída por una mujer hasta que te conocí.- Prácticamente estaba exponiendo todo y no había respuesta de ella, ni positiva ni negativa. Era consciente de que no debía presionarla. Cuando fuese el momento era me diría su sentir. -¿Por qué yo?-Es difícil no enamorarse de ti...- De inmediato me llevé una mano a la boca esperando que las palabras regresaran de donde vinieron. La rubia abrió los ojos grandes como platos y se puso más pálida de lo normal. –Ana... yo... no te...-Creo que debería irme a casa.- Se sentó casi de inmediato. -Ana, no por favor. Lo siento, no te asustes... Yo no... lo siento mucho.- Trataba de ¿disculparme? Ni siquiera sabía cuál era mi objetivo pero tartamudeaba mientras ella se paraba de la cama. –Anita, por favor.-Necesito ir a casa, Lara. Gracias por lo que hiciste hoy.- Toda la buena vibra había desaparecido. -¿Puedo acompañarte?- Pregunté esperanzada. -Estaré bien por mi cuenta.- Sentí una horrible punzada cuando me dijo eso. Ni siquiera se despidió, tomó su mochila y prácticamente corrió a la puerta, en cuanto la escuché cerrarse me tiré a la cama a llorar.
Para mi mala fortuna no cuidé lo que iba a decirle aunque no sabía que tenía que hacerlo. Todo iba tan bien hasta que se mi cerebro decidió que era el momento adecuado para decírselo. Lo peor es que era verdad, no es muy difícil enamorarse de ella, cuando entras a su mundo no hay manera de sacarla de tu mente. Todo, absolutamente todo de ella te embelesa, te atrae, te da vida... pero ahora desearía nunca habérselo dicho. Hacía mucho que no lloraba tanto y con el corazón en la mano puedo decir que nunca había llorado por alguien. Ana parecía ser la primera en muchas cosas y como amaba y odiaba eso. Entre el terrible dolor de cabeza que acompaña una catarsis así y el sueño que ya traía de por sí me quedé dormida de nuevo. Justo por esto me había detenido muchas veces de decirle mis sentimientos. Desperté cuando alguien tocó a mi puerta y mi ilusa mente creyó que quizá se trataba de la rubia por lo que casi me caigo en mi intento por llegar a la puerta. El dolor de cabeza sólo aumento al sentir la luz del día sobre mis ojos. A penas y pude distinguir la silueta de Norma frente a mí. Me puse detrás de la puerta y con un ademán la hice pasar. Esperé a que se sentara y yo lo hice frente a ella. -¿Estás bien?-Es bastante obvio que no.- Respondí sarcásticamente. -¿Fue Torres?- Reí. -Irónicamente fue la persona a la que defendía.-¿Ana?- Asentí. -¿Qué pasó?- Me preguntó preocupada. -Le dije de mis sentimientos y huyó.- Un dejó de tristeza se reflejó en su rostro. -Lo siento tanto, Lara.-Sí, yo también.- Agregué y agaché la cabeza. -¿Qué pasó?-Le dije que me gusta y las razones por las cuales me gusta... todo iba bien hasta que le dije que estaba enamorada de ella...-¡¿Qué?!- Casi gritó. -¿Estás enamorada de ella?- Asentí de nuevo. -Como era de esperarse salió corriendo.- Me tomé el cabello. –Soy una imbécil.-No lo eres, pequeña.- Se acercó más y tomó mis manos. –Creo que eres muy valiente y estoy muy orgullosa de ti.- Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos. -¿De qué me sirve, Norma? Ella no está.- Se puso de pie y se dirigió a la cocina. -¿Café o té?-Cerveza.-Que graciosa.- Le sonreí. –Café, por favor.- Después de unos minutos de silencio en los cuales sólo la escuchaba trajinando en la cocina, regresó a su lugar y me entregó una
humeante taza de café. –Gracias.-Un placer.- Cómo quería a esta mujer; se había convertido en uno de los tesoros más valioso que la vida me dio. Me duele el simple hecho de pensar que no podré platicar con ella. -¿Qué pasa?- Me preguntó extrañaba cuando la quedé observando. -Te quiero mucho, Norma.- Las lágrimas hacían acto de presencia una vez más. –No creo mucho en Dios y sus trucos pero si lo hiciera diría que eres una bendición en mi vida. No sé cómo podré pagarte todo lo que has hecho por mí.-Oh, pequeña. No hay nada que pagar.- Dejé mi taza de café y me aventé a sus brazos, segundos después lloraba a mares sobre su hombro. -No quiero perderla...- Sentí como me abrazaba con más fuerza. –Significa mucho para mí, Norma.-Lo sé, pequeña Lara. Lo sé. Dale tiempo.- Trataba de consolarme. Permanecimos mucho tiempo abrazadas, yo lloraba y lloraba y parecía que nunca terminaría de hacerlo. Me dolía el hecho de que Ana hubiera huido cuando le confesé que estaba enamorada de ella y me mataba saber que ese descuido pudiera terminar en que ella me evitara por el resto de mi estancia aquí. Fui una tonta al abrirme por completo, sabía que debía ir con cautela pero al final mi forma atrabancada de ser me ganó. Por otro lado tenía la compañía de Norma y no podría estar más agradecida por ella. Después de la platicaba bajo la lluvia con la rubia había desechado la idea de querer a Norma como mi madre. La bruja con sus muchos defectos y pocas virtudes, a final de cuentas, siempre sería mi madre. Me gustase o no. Sin embargo, Norma era como un hada madrina que siempre está ahí para ti y te ayuda a cumplir tus deseos. Ella me animó a abrir mi corazón con la rubia; al menos ahora ya tenía la certeza de que no era correspondida. Cuando al fin pude calmarme Norma tomó mi cara entre sus manos y me dio un tierno beso en la mejilla. Me dijo que también me quería mucho y que buscaríamos una manera de que las cosas funcionaran entre Ana y yo. Reincidió en que debía darle tiempo ya que era una confesión muy grande de digerir y no necesariamente porque fuera mala, sino porque ella no estaba acostumbrada a tener la atención romántica de ninguna persona. Y con una enorme sonrisa me dijo que estaba segura de que ella también me quería, sólo bastaba ver la forma en como me veía. Esperaba que fuera cierto. Calentamos de nuevo nuestras respectivas tazas de café ya que debido a mi cascada de lágrimas, ambas se enfriaron. Fui al baño a refrescarme la cara, ya que estaba hecha un desastre. Con tristeza vi mi rostro en el espejo, ojos hinchadísimos y la cara completamente roja y el característico verde de mis ojos estaba tan opaco que se veían casi negros. Me repetía a mí misma que necesitaba encontrar un lado bueno a todo esto, aunque de momento todo se veía sombrío. Cuando regresé, Norma me recibió, por segunda vez en el día, con una taza de café y volvimos a tomar los asientos que teníamos cuando iniciamos la conversación.
-¿Mejor?- Bebí un poco de café. -Mucho. Gracias.-No son necesarias.- Me sonrió y pude ver que un poco de su maquillaje se regó; había dejado escapar unas lágrimas. -¿Qué pasó con Olivia?-Esa pequeña perra...- Apreté la mandíbula. -Lara...- Me advirtió. -Tenía a Ana en el piso y de no haber llegado a tiempo la hubiera golpeado...- Sentí como la ira crecía dentro de mí de nuevo. –Estoy harta de ella y su actitud... Se cree mejor que todos. Si la vuelve a tocar la voy a enviar al puto hospital.-Entiendo tu enojo y tus enormes ganas de proteger a Ana pero si haces algo así no podré protegerte.-No espero que lo hagas. Soy responsable de mis actos y por lo tanto de las consecuencias. Sólo la quiero lejos de Ana, es todo. A cualquier costo.-Ve con cuidado, por favor. Y espero que seas consciente de que ahora serás en blanco de sus ataques; debes ser muy tolerante por tu bien y el de Ana.-No sé qué tanto pueda soportar.- Dije honestamente. –Mi mecha es demasiado corta.-Lo sabrás cuando ella te empuje más allá de tus límites, Lara. Ya Ana está a salvo contigo ahora sólo falta ignorarla a ella y sus secuaces.-Paola está de mi lado.-Eso me dijo Ingrid.-¿Tu hermana?- Asintió. –¿Cómo sabe tu hermana?- Pregunté sorprendida. -Vio lo que pasó.-¿Y no me detuvo?-De hecho esperaba que despelucaras a Olivia.- Se echó a reír. –No es santo de su devoción.-Ni de ella ni de nadie. Creo que empieza a agradarme tu hermana.-Con lo de hoy ya le agradas pero no digas que te dije.- Asentí con una sonrisa. Platicamos de los posibles escenarios que pudiera encontrarme ahora que tenía a Olivia y al clan en mi contra. Ellos mandaban en la escuela, cierto pero eran una minoría y en eso yo tenía la ventaja. Aunque mi mayor prioridad era Ana no debía descuidar a Pao que ante los ojos del clan ahora era una traidora. Debía mantener mis sentidos muy alerta, no sólo en la escuela sino en todos lados; las prácticas de voli, al ir a comprar e incluso en la iglesia. Del clan se puede esperar todo. Después de la abundante charla, Norma me invitó a comer a su
casa; parecía que no quería que estuviera sola mucho tiempo. Nos despedimos con un fuerte abrazo sin importar que nos veríamos en un par de horas más. Aproveché el tiempo que me quedaba para limpiar mi casa y darme una ducha. No quise hacer mi cama porque aún podía ver el espacio donde la rubia se había acostado y no quería arruinar eso. Quizá sería la última vez que la tendría ahí. Despejé mi mente de pensamientos tristes y me dirigí a la casa de Norma. Al llegar me sorprendí a ser recibida por una sonriente Ingrid. -Mocosa.-Amargada.- Le respondí con una sonrisa. -Debo decir que lo de hoy fue... impresionante.- Abrió más la puerta para que pudiera pasar. -¿Gracias?-Aunque creí que habría más golpes.-Ingrid, limítate.- Reprendió Norma. -¿Qué? Es la verdad, yo quería ver sangre.-¿Quieres ver sangre? Espera a que esté en mis días.- Dije con una sonrisa malvada. -¡Lara!- Dijo Norma escandalizada mientras su hermana reía a carcajada limpia. -Oh, mocosa. Acabas de abrir la caja de Pandora.Jamás me había arrepentido de decir algo... hasta ahora. Escuché a la amargada mujer hablar sin cesar de pelos, culos, desechos y muchas otras cosas que no me complace repetir. Norma ni siquiera aguantó estar ahí con nosotras por lo que se metió a su habitación. No me quedó de otra más que reírme de las asquerosas ocurrencias de Ingrid y lo agradecía ya que me hizo olvidarme del pequeño dilema con Ana. Ya más calmadas y como la gente decente nos dedicamos a comer y a pesar de las formas sé que a Norma le agradaba que su hermana y yo congeniáramos. La comida, como siempre, estuvo exquisita. La mujer de ojos expresivos nunca hizo referencia a mi episodio con Ana y se dedicó a recordarme lo que sería mejor por hacer respecto a Olivia. Mientras su hermana me alentaba a que "una buena madriza" la pondría en su lugar de una vez por todas. Y estaba más que de acuerdo con ella. Estuve tentada en decirle a Norma que inventara una excusa para no ir a la iglesia hoy. Pues no me sentía muy bien para reencontrarme con la rubia pero no podía ser una niña. Lo menos que podía hacer era enfrentar esto por más que doliera. Agradecí por la comida y caminé a la iglesia inundada de pensamientos y emociones. ¿Qué pasaría ahora? Estaba a punto de descubrirlo. Como era costumbre, el señor Cardozo permanecía parado a las afueras de la iglesia. -Dulce Lara.- Me sonrió cuando estuve cerca de él. -Señor, buenas tardes.- Le tendí la mano. Todavía no encontraba la forma de saludarlo; no sabía si debía abrazarlo o darle un beso o hacer una
reverencia, bueno, eso no pero era algo incómodo. Así que me limitaba a darle la mano. -Te esperaba.-¿Sí?- Asintió. -¿Qué puedo hacer por usted?-Necesito hablar contigo. Vamos a la cocina para tener más privacidad.- Mierda, Ana le dijo y me va a exorcizar. Con un inusual temblor en las piernas caminé a la cocina, mis manos sudaban y sentía que en cualquier momento me iba a desmayar. Cuando pasé cerca del hombre crucificado lo vi como pidiéndole ayuda. "No es un demonio, es amor lo que tengo dentro". Le dije en forma de súplica. Estaba a unos pasos de encontrarme con mi fatal destino. Llegamos a nuestro al lugar y cerró la puerta tras de él. Me acerqué a la mesa y me senté en la parte más cercana de la puerta, él lo hizo frente a mí. Si intentaba tirarme agua bendita o sal estaba a buena distancia para huir. -¿Y bien?- Dije algo nerviosa. -Gracias.- Mi cerebro dejó de funcionar un momento. -¿Gracias?- Se echó a reír por la expresión en mi rostro que denotaba clara confusión. -Sí, gracias por cuidar de la iglesia y ver que todos hicieran su trabajo pero sobre todo no tengo como agradecerte el que hayas cuidado de mi Ana. Confiaba en que Dios la protegería pero el hecho de que le hicieras compañía es algo que no podré agradecerte.-Es lo mínimo que puedo hacer, señor. Usted ha sido muy bueno conmigo y me ha dado donde vivir y de comer.-Eso lo has ganado tú con tu trabajo, ten por seguro que yo no te he regalado nada.- Me sonrió. –Gracias de nuevo, Lara.-Un placer serle útil, señor.-Y gracias por lo de hoy.-¿Qué hice hoy?-Defenderla.- Me tensé y estoy segura que ahora una cuija tendría más color que yo. –No estoy a favor de la violencia, de ninguna manera pero la señorita Torres estaba abusando.-¿Cómo lo sabe?-La gente me dice.- Se notaba un poco triste. –Desearía que fuera Ana la que me lo dijera pero ella cree que me está protegiendo. Lo sé todo.-Olivia puede ser muy cruel.-Como dice tu padre, cada comportamiento tiene una raíz y sé que algo le pasa.-¿Por qué no ha intervenido?-Porque sería transgredir los límites de Ana y nunca traicionaría su confianza. Aparte es una forma de preparación a la vida. No es que no haya sufrido lo
suficiente pero nunca está de más algo de entrenamiento emocional.-No sé por qué conmigo es un dolor de... en el hígado y con ellos no puede defenderse.-Confía en ti.- Contestó con naturalidad. –Está a gusto contigo y me alegra que tenga a una amiga con quien desahogarse.-Claro, una amiga.- Si supiera que esta "amiga" quiere besar a su hija. -¿Dónde está?-De seguro fue al bosque. Vino algo alterada, supongo que fue por lo que pasó.-Sí, estaba algo... emocional.-Si quieres puedes ir a buscarla.-No, no quiero interrumpir su meditación.-Ella nunca te rechazaría.- Lo acaba de hacer hace unas horas. -Después, señor. Gracias.- Asintió. -Bien, entonces ya sabes que debes hacer.- Asentí, me puse de pie y caminé de vuelta a la iglesia. El tiempo pasó muy rápido o muy lento, todo dependía del pensamiento que tuviera en la cabeza. Sólo sabía que todos me veían extrañados ya que generalmente son un perico hablando y hoy apenas y murmuré un buenas tardes. Estaba por terminar mi turno cuando alguien se acercó a mí. -¿Podemos hablar?-No tenemos nada de qué hablar.- Dije sin voltear a verla. -Te debo una disculpa.-No me debes nada, Ofelia. Déjame en paz, por favor.-Te juzgué mal...-¿En serio? No me había dado cuenta.- Respondí sarcásticamente. –Ahórrate esa mierda. No me interesa nada que venga de ti.-Lo que hiciste hoy por ella...-Es lo que he estado haciendo las últimas semanas. Prefiero ser yo quién la moleste y pedirle disculpas después a que sea el veneno de Olivia lo que ella reciba.- Por fin me digné a verla. –Pero como estabas muy ocupada no viendo más allá de tu nariz no te dabas cuenta.-Sé que estás molesta...-No, no estoy molesta, estoy encabronada así que evítate la pena de que esto pase a más y vete.-Las chicas me dijeron que la profe Mónica te paga por los entrenamientos. Recibe el dinero que te hice perder.-No quiero limosnas de nadie, menos de ti. Hemos terminado.Junté lo que estaba usando y me dirigí a la pequeña bodega a guardar las cosas. Estaba por despedirme del señor Cardozo cuando un estrepitoso sonido irrumpió la tranquilidad del pueblo. -¿Ya regresó?- Prácticamente tomé al señor Cardozo de la camisa. -No.- Respondió el señor alto visiblemente afectado. –Voy por...-
-Yo voy.- Corrí a la salida y ni bien había dado unos pasos cuando la lluvia se desató con fuerza. –Mierda.- Las botas que llevaba puestas hoy no era de mucha ayuda y corría tan rápido como la resbaladiza tierra me lo permitía. Trataba de recordad la ruta que usábamos con la rubia pero las gotas cayendo sobre mí me impedían ver claramente y me estaba frustrando terriblemente. Tenía que llegar a ella antes de que la tormenta eléctrica hiciera acto de presencia. Me detuve un momento, respiré profundo y busqué tranquilizarme. No era momento para perder la cabeza, necesitaba estar bien para poder encontrar a Ana. Entonces pude ver los dos árboles que parecía que estaban tomados de las manos y corrí en esa dirección. Estaba asumiendo que Ana estaba en el lago y rogaba que así fuera porque de lo contrario tenía muchísima tierra que cubrir. -¡Ana!- Grité. Pero con el sonido de la lluvia cayendo sobre los frondosos árboles hacía que mi voz no se escuchara. Un nuevo trueno se escuchó e instintivamente llevé las manos a la cabeza. -¡Mierda!- Debía apurarme. Comencé a correr de nuevo y poco me importó que estuve a punto de caerme varias veces, sólo quería llegar a ella. Por fin vi el claro que apuntaba al lago y juro que jamás sentí el camino tan largo como ahora; a dos pasos de llegar a la tierra fina que está alrededor del lago mi pie quedó atorado en una raíz y caí de frente; ni siquiera hice un intento de meter la mano porque ya la tenía bastante lastimada. Sentí que mi costado derecho chocó contra algo muy sólido. -¡Puta madre!- Me quedé un momento tirada sobre mi estómago tratando de ignorar el punzante dolor en mi costado derecho. Con mucho sufrimiento me puse de pie y me dirigí al lago. Hice la cara hacia arriba y con las gotas de lluvia limpié el lodo que había en mi cara. Cuando estuve contenta con el resultado volteé a ver a todos lados. -¿Dónde estás, cariño?- Estaba por girar la cabeza de nuevo cuando vi un pequeño punto rojo a unos treinta metros de donde estaba. –Ana.Intenté correr pero el dolor no me lo permitió, así que caminé tan rápido como podía. El agua parecía no detenerse y los relámpagos cada vez eran más constantes. Conforme me acerqué la vi abrazando sus rodillas con la cabeza sumergida en éstas. Tenía puesta mi sudadera y este simple hecho hizo que el corazón latiera a mil por hora. No podía ni comenzar a imaginarme el terror de estar sola aquí en medio de una tormenta. Con cautela o no ella no podría escucharme llegar el ruido era impresionante. Ya estado a unos metros de ella quería llamar su atención sin tener que tocarla; estaba segura de que estaba pensando en él y que en cualquier momento podría aparecer. No quería asustarla más de lo que ya debería estar. Me senté a menos de dos metros de ella y tomé una pequeña piedra pero debido a mi poca visibilidad fallé. Tomé otra y le llegó en el zapato pero ni se inmutó. Otra más y le di en su pierna; con cierto miedo levantó la cabeza. Parpadeó varias veces como cerciorándose de que lo que veía era real. A partir de aquí los segundos transcurrieron lentamente; vi
lágrimas en su rostro y una profunda tristeza en sus ojos. Negué con la cabeza. Suplicándole que no llorara. Pero lo que hizo después es algo que guardaré en mi mente y en mi corazón toda mi vida. Gateó tan rápido como pudo y estrelló sus labios contra los míos. Estaba tan sorprendida que tenía los ojos abiertos y no correspondía a su beso. -¿Qué haces?- Pregunté confundida. -Lo que debí haber hecho cuando me dijiste que me querías.- En ningún momento abrió los ojos y en cuanto terminó su oración sus labios me buscaron de nuevo, esta vez correspondí. El dolor, la lluvia, el frío, absolutamente todo dejó de existir, sólo éramos mi Ana y yo. Se acomodó sobre mis piernas y cruzó las de ella en mi espalda. No había manera de que estuviéramos más cerca. Con mucho cuidado comencé a mover mis labios sobre los de ella, mostrándole lo que debía hacer. Sus labios eran lo más suave y delicado que he probado en mi vida. Sabía a ella y a sus lágrimas. Sus manos se aferraron a mi cuello mientras las mías hacían lo mismo en su cintura. Muy tímidamente comenzó a mover sus labios también y me enamoré más de ella. Esto es lo que quiero sentir el resto de mi vida, sus labios sobre los míos. Encajaban a la perfección, se sentía tan bien, tan correcto y sobre todo se sentía correspondido. -Soy terrible en esto.- Dijo despegándose un poco de mí pero aún podía sentir su respiración y su dulce sabor sobre mi boca. -Es el mejor beso que me han dado.- Respondí con honestidad. -Mientes.-No, cariño.- Llevé mis manos a su rostro. –Ha sido maravilloso...Sonreí. –Realmente este es mi primer beso.- Me sonrió de vuelta y nos quedamos observando por unos segundos antes de que ella asintiera. Era increíble la conexión que teníamos. No necesitaba decirle algo para que supiera de mis intenciones, sólo bastaba que me viera a los ojos. –Me gustas mucho, Ana.- Susurré contra sus labios antes de apoderarme de ellos nuevamente. Ahora fue ella la que tomó la iniciativa y sus labios se movían agónicamente lento sobre los míos. Sentí que en algún momento mi pecho estallaría en llamas; el calor era indescriptible. Su piel sobre la mía, el tenerla tan cerca de mí y su olor eran la combinación más increíble del mundo. Estaba probando un pedazo de cielo en los labios de la rubia. Con mucho cuidado la acosté y yo me quedé encima de ella, a pesar de la celestial combinación me estaba doliendo mucho la costilla. Me separé levemente de ella y quité los cabellos que tenía sobre su rostro. Ambas sonreímos a la vez y mis labios la buscaron una vez más. A partir de ahora en lo único que podría pensar es en su sabor y la textura. Lo que soñé por fin se hacía realidad. Tenía a la rubia en mis brazos y mis labios sobre los de ella. Justo como debe ser. Repartí besos por toda su cara y eso provocó que soltará una risilla. -Eres preciosa.-Basta- Dijo sonrojada.
-Es la verdad, Ana. Eres espectacularmente preciosa.- Me agaché y dejé un pequeño beso en su nariz. -Tú también eres preciosa.- Llevó su mano a mi mejilla y la acarició con ternura. -Gracias.- Descansé mi frente sobre la de ella. La lluvia había menguado un poco y ahora era una leve llovizna. –Me gustas mucho, Anita.- Dije con los ojos cerrados. -También me gustas, La.-Me encanta cuando me llamas así... ¿Qué?- Abrí los ojos de golpe y vi un precioso brillo en sus ojos. -También me gustas.- Volvió a acariciar mi rostro. -¿En serio?- Comenzó a reír. -Claro, de no ser así no te habría besado.-Esas son muy buenas noticias, Anita.- Un relámpago apareció y la rubia cerró los ojos. –Será mejor que nos vayamos.- Quité mi mano para que Ana se pusiera de pie y lo hizo rápidamente ahora mi caso era otra historia. -¿Qué pasa?- Preguntó preocupada cuando no me levanté. -Me caí mientras venía para acá... me duele...- Recordé que no quería que le ocultara nada, por más mínimo que fuese.- Me duele mucho.-Te ayudo.-Peso mucho, te voy a lastimar.- Rechacé. -No importa.-Por supuesto que sí importa. No quiero lastimarte.-Bien.- Se sentó de nuevo. –Te ayudo y nos vamos a casa o esperamos y morimos congeladas aquí.-Te encanta llevarme la contraria.-No. Sólo debes dejar de ser tan mula, Lara.- Le saqué la lengua. -Tonta.-Mula fastidiosa.-¡Oye! esos son dos adjetivos.- Me quejé. -Sabes contar, bravo.- Tomé un poco de lodo y se lo embarré en la mejilla. -¡Lara!-Yo también juego sucio.- Le dije con una sonrisa. -¿Desde cuándo eres tan sarcástica?-Desde que me junto contigo. Te molestaría pero no quiero que te lastimes más.- Se puso de cuclillas. –Pasa tu brazo sobre mis hombros y te ayudo.- A regañadientes acepté. -¡Mierda!- Casi grité cuando me estiré para ponerme de pie. La rubia me veía con preocupación. –Lo siento.-No tienes porqué disculparte, La.- Se puso frente a mí y ahora mi mano descansaba sobre su hombro. -¿Puedes caminar?- Asentí levemente. –Vamos antes de que llueva de nuevo.- Después de caminar unos metros ya no soporte más y
dejé escapar un quejido; el dolor era cada vez más agudo. -¿Puedo verlo?- Preguntó tímida. -¿Me quieres ver sin playera?- Le sonreí. –No tienes que poner de excusa el golpe.- Me gané un zape. -Compórtate.- Liberé su hombro y levanto mi playera lentamente para no lastimarme pero el sentir sus dedos rozando mi piel me estaba calentando. ¡Dios!- Exclamó y sabía que no eran buenas noticias. -¿Qué tan malo?-Muy malo...- Pasó sus dedos sobre el área afectada. -¿Duele?-Poco.- Comencé a respirar profundamente. –No está fracturada.Afirmé. -¿Cómo sabes?-Ya me fracturé la costilla una vez... cuando choqué el carro de la bruja. Incluso respirar duele como el infierno. El golpe y el frío no son buena combinación.-¿Puedo hacer algo?- Asentí. -¿Qué?- Llevé mi dedo índice a mis labios y ella automáticamente sonrió. –Alto chantaje.-No puedes culparme.- Se puso de puntitas y yo agaché un poco la cabeza para que nuestros labios se encontraran. Fue un beso pequeño pero suficiente para dejarme mareada. -¿Mejor?-Quizá necesite otra dosis.- Me sonrió de nuevo y deposité un beso en su frente. -Me encantaría seguir besándote pero debemos regresar.-¿Quieres seguir besándome?- Pregunté con una enorme sonrisa. -No puedes culparme.- Respondió juguetona. En un agradable silencio encontramos nuestro camino de regreso a la iglesia donde el señor Cardozo nos esperaba más que ansioso. Corrió a abrazar a la rubia en cuanto la vio y la llenó de preguntas. Intentó hacer lo mismo conmigo pero con una mano evité que me apretujara y empeorara el dolor. Insistió que me quedara para que me curaran el golpe pero lo rechacé. Lo que sí acepté fue un pequeño bote de aloe que según él era muy bueno. Rogaba que el señor Cardozo se fuera y me dejara con Ana a solas pero parecía que hoy estaba muy comunicativo y bastante alegre por lo que nos quedamos platicando por varios minutos. Casi lloro de la emoción cuando anunció que se iría a duchar y a preparar la cena. Al cerrar la puerta Ana buscó mis brazos con mucho cuidado de no presionar mi costado derecho. -Gracias por ir a buscarme.- Dijo sobre mi cuello. -Gracias por besarme.- Respondí apoyando mi barbilla sobre su cabeza. -Un placer.-Debo ir a casa y tú debes cambiarte.- Con desgano me separé de
ella. -Ve con cuidado.-Lo haré, cariño.- Levanté su barbilla y deposité un beso en sus labios. –Te quiero.- No hubo respuesta, sólo una preciosa sonrisa y con eso tenía suficiente. -Buenas noches, La.-Buenas noches, majestad.- Tomé su mano y deposité un beso sobre sus nudillos. Nos sonreímos y salí de ahí. Lo que comenzó como un mal día con el enfrentamiento con Olivia y con ella corriendo lejos de mí terminó siendo el día más memorable de mi vida. Todavía no me quería, ni estaba enamorada de mí pero haría todo para conquistar su frágil corazón. Quería que ella estuviera tan loca por mí como yo lo estoy por ella.
A/N Hola queridos lectores :) Esta soy yo consintiéndolos. Ni se acostumbren que esto vuelve a pasar cuando mi equipo de voli sea campeón. *llora amargamente* El capítulo que todos estaban (estábamos) esperando. Conocí a alguien como el señor Cardozo y está es mi manera de hacerle homenaje. Qué hombre. Necesitamos más gente como él en el mundo. Y a todos en el grupo de AA que ayudan a la gente a mantener una mente respecto a este tema que debería ser tan natural, como hablar de zapatos. Espero que lo disfruten mucho, así como yo disfruto escribiendo. Gracias por sus votos y comentarios; muchos me llenan de elogios y honestamente me ayudan a creer a que puedo llegar a las grandes ligas. Y otros me hacen el día con sus ocurrencias. Gracias de verdad. He visto que me lee mucha gente de Venezuela y me apena las dificultades que están atravesando. Quizá no es mucho pero mis oraciones están con ustedes, esperando que pronto encuentren el alivio que tanto necesitan y vivan tranquilamente como merecen. De mientras #MaduroChingaTuMadre :) Que tengan un maravilloso fin de semana. Sean buenos con ustedes :) Saludos enormes desde lluvioso, soleado, frío rincón de México, Ale :)
Capítulo 14
Regresé a casa con la mano sobre mis labios aún no podía creer que ella me hubiera besado y mucho menos que yo le gustara. Muy pocas veces había tenido a los astros a mi favor pero esta vez tenía alineada a toda la puta galaxia. Sólo debíamos ser muy cuidadosas por los ya tan conocidos vientos que soplaban en nuestra contra. Llegué a casa directo a la ducha, mis dientes titiritaban de frío y mi costado derecho me dolía cada vez más. Me duché tan rápido como pude y puse la ropa más cálida que encontré. Me dirigí a la cocina, me preparé una taza de café y una de cereal. Constantemente llevaba mis dedos a mis labios... todavía podía sentir sus labios sobre los míos, y su respiración sobre mi boca. Estaba jodida. Jodidamente enamorada de ella. Fui a mi habitación con ambas tazas y regresé rápidamente por la computadora que estaba en la sala. Dejé que el orden aleatorio hiciera su trabajo, mientras yo me dedicaba a comer. No había un pensamiento en específico, sólo los brillantes ojos de mi rubia cuando me dijo que también le gusto y su sonrisa cuando llene su cara de besos. Si de por sí era difícil sacarla de mi cabeza, con esto tendría para soñar con ella incluso durante la luz del día. Cuando finalmente terminé con el café y el cereal, me escondí bajo las chamarras buscando calentar mi cuerpo y sobre todo esperando que el calor ayudara a disminuir el dolor. Me di cuenta que no había dejado de sonreír desde la tarde. Era un milagro que la mandíbula no se me haya dislocado. Haciendo un repaso de los eventos del día, sin borrar mi enorme sonrisa, cerré los ojos y me dejé llevar por Morfeo. A lo lejos aún oía las gotas de lluvia caer rítmicamente sobre la casa y alguna que otra gota chocando contra la ventana pero había un sonido que no era parte de la naturaleza; un sonido más fuerte. Buscaba abrir los ojos pero el cansancio era mucho y era casi imposible despertar. El sonido se hacía cada vez más fuerte y alguien llamaba mi nombre. Abrí lentamente los ojos y busqué regresar a la consciencia. Entonces me di cuenta de que alguien tocaba la puerta; me puse rápidamente de pie y corrí a abrir. Frente a mí un empapado y asustado señor Cardozo. -¿Qué pasa?-Ana... Nunca la había visto así... no para de llamarte.- El pobre hombre hacía un enorme esfuerzo por respirar. -¡¿La dejaste sola?!- Exclamé exaltada. -No la iba a traer gritando.- Sentí escalofríos cruzar por toda mi espalda. –Un momento.- Busqué mis tenis y medio amarré las agujetas antes de salir de nuevo. –Las llaves.- Tendí mi mano; me quedó viendo extrañado. –Voy a llegar
mucho más rápido.- Me dio las llaves y comencé a correr bajo la lluvia ignorando el dolor de mi costado, sólo quería tenerla entre mis brazos y decirle que todo estaría bien. Agradecí por la tracción de mi calzado ya que fueron de mucha ayuda para evitar que me cayera en el camino; aumente la velocidad cuando vi la enorme estructura de color morado. Corrí a la parte de atrás y con manos temblorosas buscaba la llave que abriera la puerta; finalmente la encontré y ni siquiera me molesté cerrar. Con pasos largos llegué a la habitación de la rubia... sólo escuchaba las gotas cayendo sobre el techo. -¡No!- Un espelúznate grito irrumpió la paz y sin pensarlo dos veces me tiré sobre la puerta abriéndola estrepitosamente. -¡Déjame!- Con un indescriptible dolor en mi corazón vi a la rubia hecha bolita en una esquina de su habitación; con el cabello alborotado, una sudadera blanca y el pantalón rojo de un pijama, descalza. –No me lastimes, por favor.- Su voz era apenas un susurro lleno de dolor y miedo. -Nunca lo haría, cariño. Prefiero cortarme una mano antes que lastimarte.- Dije ahogando mis ganas de llorar. Caminé lentamente hacia ella. -¿Lara?- Levantó levemente la cabeza mientras me sentaba a su lado. -Aquí estoy, Anita.- Quería frotar su espalda, abrazarla pero en el estado en el que estaba no creo que hubiera sido conveniente. Las gotas de lluvia y sudor resbalaban de mi cabello al piso, nadie decía nada. -Esto es lo único que puedo darte... pesadillas y emociones rotas.-Quiero todo eso, Ana y si me das la oportunidad quiero enmendarlas.- Muy lentamente comenzó a moverse hasta quedar en mi regazo. Una de sus brazos rodeaba mi cintura mientras el otro se colgaba de mi cuello. La sostuve como a una pequeña bebé y la abracé tan fuerte como me fue posible. –Te tengo, cariño.- Besé su frente y mantuve mis labios ahí por varios segundos. La tenía entre mis brazos mientras besaba incesantemente su cabeza; no sé si quería que se calmara o era yo la que buscaba la calma. No sería nada fácil estar con ella; en absoluto. Primero la asquerosa parte social, el ser bien vistas por la comunidad. En otro contexto me importaría más un cacahuate pero con ella y la posición de su padre era otra historia. Mi lengua viperina debía descansar y buscar más mesurada; será un buen reto. Y teníamos su pasado, lo que ella viene cargando; pero quería hacerlo. Quería que las cosas entre ella y yo funcionaran. Y el que ella me busque en sus momentos más bajos me da esperanza. La quiero y es lo único que necesito saber para luchar junto con ella. No sé cuánto tiempo pasó pero el dolor me decía que ya no podía más. Bajé mi vista y vi su pecho subir y bajar muy tranquilamente, se había quedado dormida; estaba más que agradecida por eso. La contemplé, mientras pedía al cielo verla así de calmada todo el tiempo. Aunque sabía que eso era imposible, traía cargando un horrible pasado que se las arreglaba para acosarla cada que podía. Sentí
que alguien me observaba y al levantar la vista vi al señor Cardozo reclinado sobre el marco de la puerta, veía con una expresión indescifrable a su hija en mis brazos. Al menos no se veía molesto... creo. Moví un poco las piernas que estaban a punto de entumirse... esto iba a doler. Incliné mi cuerpo hacia adelante y doblé una rodilla para que ésta me ayudara a ponerme de pie con la rubia en mis brazos. De ninguna manera iba a despertarla. Hice lo mismo con la otra rodilla y ahora estaba hincada. -Te ayudo.- Ofreció el señor Cardozo. -Se va a despertar.- Dije casi en un susurro. Apoyé la planta de mi pie y mi costado derecho protestó pero lo ignoré, en un movimiento rápido me puse de pie aguantando las ganas de gritar ya que al ponerme de pie Ana se balanceó sobre la parte afectada. Con sumo cuidado la deposité en la cama y la dejé ahí. Coloqué un beso en su frente y caminé fuera de su habitación. –Supongo que tenemos que hablar.-Supones muy bien, dulce Lara.- Me llamó dulce Lara, era algo bueno. Caminamos a la cocina y ocupamos exactamente las mismas posiciones que ocupamos en la tarde. –Gracias.-No es necesario, señor.-Sí, lo es. Estaba completamente fuera de sí... y por un momento perdí la fe. Estaba enloqueciendo al verla así. Gritaba y manoteaba. Ni siquiera me permitió que la tocara; nunca había pasado eso.- Tomó una pausa. –No quiero ni comenzar a imaginarme lo que mi niña pasó. –Vi como las lágrimas se acumularon en sus ojos y la imagen del hombre fuerte ahora vulnerable me quebró. –Cuando la encontré estaba toda sucia y desnutrida, incluso con las playeras puestas podías ver sus costillas. Apenas y hablaba.- No se contuvo más y dejó escapar sus lágrimas. –No puedes... ningún padre debería sentir la desesperación e impotencia que yo sentí, Lara. Ningún padre, ni nadie. Es un estado de fragilidad emocional que puede llevarte a cometer locuras.-¿Cometió alguna?-Quería matar a su madre.- Era una confesión con un rastro de pena y odio. –Por la gracia de Dios no lo hice cuando las encontré.-¿Ella vive?- Negó. -Murió el año pasado.-Suena horrible pero me alegro.- Inconscientemente mis manos se convirtieron en puños. –¿Dónde la conoció?-En la empresa, por supuesto. Llevaba desayunos a las oficinas... era muy bonita. Sucumbí ante mis deseos carnales y la llevé a la cama... varias veces.- Veía hacia abajo buscando respuestas. –Nunca me dijo que había quedado embarazada. Quizá creyó que no me haría cargo.... No lo sé. De pronto dejó de llegar y supuse que había encontrado otro trabajo y la olvidé. Fue muchos años después cuando escuché a las secretarias hablando de ella y de "la niña mugrienta" que
siempre estaba con ella. Entonces me di a la tarea de buscarla.-¿La encontró rápido?-Me tomó más de lo que hubiera deseado. Cuando llegué a Ana tenía once años. Alma se veía demacrada pero con ropa elegante... no había que ser un genio para saber a qué se dedicaba... temí por Ana. Se la pedí pero ella se negaba, argumentaba que la amaba y que no la podía dejar; esa fue su barrera hasta que llevé un cheque con muchos ceros. Prácticamente compré a mi hija.- Se escuchaba culpable. –Era la única forma...-Hizo bien, señor.- Tomé su mano por encima de la mesa. –Quizá no es la manera con la que usted esté tranquilo pero definitivamente fue lo ideal para sacarla de ese horrible lugar.- Tenía una pregunta en mente y no podía dejarla pasar. -¿Se hizo la prueba de paternidad?-No la necesito; es mía, incluso si la sangre dicta que no. Dios la puso en mi camino y con eso me basta.- Su tono fue solemne. Y ahora yo le agradecía a Él por poner a alguien tan maravilloso como el señor Cardozo a cargo de la rubia. -No sabe cómo me alegra saber que ella está con usted.- Ambos sonreímos. -¿Cómo fue cuando llegó a sus manos?-En casa se encerraba bajo llave en su habitación, devoraba la comida y regresaba a su escondite... rara vez me veía a los ojos, platicábamos no más de treinta segundos... fue muy doloroso. - Mi corazón se hacía cada vez más pequeño al saber el pasado de mi rubia. –Decidí llevarla con un psicólogo... fue ahí donde supe que algo muy malo le había pasado. Al cerrar la puerta y quedarse a solas con él... golpeó la puerta hasta lastimarse y lloraba que la dejarán salir.- Sentí como las lágrimas surcaban mi rostro. –Cambiamos a una psicóloga y a sesiones al aire libre... fuimos por unos meses y todo parecía volver a la normalidad. Me apegué mucho a Dios y a leer la biblia. Iba a lugares donde me hablan de Él y me dio la tranquilidad mental que tanto añoraba y Ana parecía disfrutarlo mucho también.-¿Qué pasó?, ¿por qué terminaron acá?-Después de un año, Ana me dijo lo que le habían hecho. Simplemente me dijo que habían abusado de ella porque quería algo que era prohibido. Tenía tanto miedo de decirme por temor a que la abandonara; la abracé y le dije que no me importaba a quién quisiera, solo quería verla sana y feliz. Un mes después me llamó papá por primera vez. –Una enorme sonrisa se dibujó en su rostro. –Todo iba bien hasta que un día, estando cerca de la oficina ella se vio a alguien y se echó a correr... volvimos a comenzar de cero.- Notaba la tristeza en su voz. –Se escondía, apenas y comía. Renuncié y tu padre amablemente me siguió dando mi sueldo pero no era justo. Me refugié en la iglesia y un día después de una sesión de estudio me encontré con Norma y terminamos aquí.-¿Cree que sea alguien de la oficina?-No lo sé, dulce Lara. No lo sé.-Quiero encontrarlo y hacerlo sufrir.-
-He hablado mucho con Dios sobre esto y le he pedido perdón por mis pensamientos.- Se agachó. –Una parte de mí quiere buscarlo, sé que tu padre me ayudaría... ¿qué gano, Lara?-Verlo podrirse en la cárcel donde le harán lo que le hizo a Ana.- No hace falta decir que estaba enojada. –El hijo de perra que haya hecho esto tiene que vivir un infierno en la tierra y si de mí depende, buscaré hasta debajo de las putas piedras.- Bufé. –Lo voy a encontrar y va a desear no haber nacido.-Ya pasé por esa etapa, Lara... es muy nocivo. La mente se llena de imágenes tan horribles y todas parecen tan factibles. Incluso te alegras de lo perversos que pueden llegar a ser tus pensamientos pero... no. No es bueno para nosotros y ella no quería algo así.- Ella es un sol, ¿cómo podría desear el mal a alguien? Incluido el bastardo que la lastimó. -No me voy a quedar de brazos cruzados.- Era una promesa. -Por tu rabia quiero creer que ella te ha hablado del tema.-Algunas cosas.- Contesté con cautela. –Es todo tan jodido, señor... la admiro por todo lo que ha pasado y seguir de pie. En sus zapatos ya hubiera matado a todo el mundo... su bondad no conoce límites. Es una mujer muy valiente.Confesé. –Y es tan inteligente pero esto... esto va más allá... no sé cómo describirlo. Honestamente preferiría no conocer tanto, no saber, no ser consciente de lo que pasó pero ella necesita desahogarse y no puedo ser egoísta y no permitírselo.-Eres una buena chica, Lara.-Sólo para ella.- Yo y mi gran bocota. -¿La quieres?- Me preguntó con una sonrisa. -Con todo mi corazón.- Respondí de inmediato. –Yo sé que...-Cuando ella me dijo de sus preferencias, no me importó...-¿Sus preferencias?- Interrumpí. -Es gay, Lara.- Me paralicé, enmudecí, bloqueé todo. Shakira tiene una canción describiendo como estoy ahora. Ana es gay. Estaba en shock pero estaba aliviada de alguna manera. -¿No te lo ha dicho?-No, señor.- Apenas y podía hablar. -Disculpa la indiscreción, entonces.- Se notaba apenado. -Está bien.- Tomé un largo respiro. –Me gusta su hija.- Se echó a reír. -Ya me di cuenta, Lara.- Seguía riendo. –Lo supe cuando fuiste por ella en la tarde; vi tu aflicción al saberla sola en medio de una tormenta y el hecho de que te ofrecieras a ir por ella me lo confirmó. Bueno, y lo que acabo de ver no es necesariamente una escena de amigas.-¿Está de acuerdo?-Lara, el amor se manifiesta de muchas formas. Dios en su omnipotencia nos regala la oportunidad de disfrutar de este maravilloso sentimiento a través de los hijos, los hermanos, los padres, los amigos, muchas formas, desde las
más sublimes a las más toscas. Dime, ¿con qué autoridad puedo decidir que dos maravillosas jóvenes no pueden disfrutar de este sentimiento?- Me lo quería comer a besos ahí mismo. –Aunque hay cosas que debemos hablar.-He hablado con Norma.- Acoté de inmediato. -¿Ella sabe?- Asentí. -Es mi confidente, mi amiga, mi mamá a veces, es muy importante para mí. No podía excluirla de algo tan grande.-Norma... Norma. Nunca termina de sorprenderme esa mujer.Sonreí. -Ella me ha dicho de su posición en el pueblo y lo mal que se vería si alguien llega a saber. Lo último que quiero son problemas para usted o para ella y mucho menos para Ana. Nos estamos metiendo en un predicamento pero tanto usted como yo sabemos que Ana vale la pena. Vale la pena correr riesgos por ella.-De acuerdo con eso.- Contestó con una sonrisa. -Sean cuidadosas.- Sentenció. -¿Me está dando su bendición?- Se echó a reír. -Sólo quiero ver a mi hija feliz y aparentemente tú ayudas mucho con eso. Así que, sí tienes mi bendición.- La sonrisa me llegaba a las orejas. –Al menos no tendré que ocuparme de que salga embarazada.- Un fantasma me ahorcó porque de pronto tuve un ataque de tos. Estoy segura que mi cara era un tomate y esto causaba una enorme diversión al señor Cardozo quién no dejaba de reír. -Gracias.... Sí... lo que sea.- Me rascaba la cabeza mientras buscaba que mi cara recobrara su color normal. -Según Ingrid eres de bromas pesadas.- Se excusó. -No me esperaba eso de usted; espere a que me sienta más en confianza y no sabrá que hacer conmigo.-Ya lo creo.-¡Lara!- Todo bien tan bien hasta que la rubia gritó. En menos de tres segundos estaba en su habitación. Se veía muy agitada y buscaba por todos lados. –Te alejo de mí.- Decía asustada. -Tranquila, Anita.- Me acerqué a ella y la recosté de nuevo. Ella hizo espacio para que yo también me acostara a su lado. -¿Puedo?- Pregunté levantando la mano. Asintió; llevé mi mano a su rostro y la acaricié. -¿Cómo te sientes?-Alterada... con miedo...- Buscaba tranquilizar su respiración. -Estoy aquí y no pienso irme.- Cerró los ojos en tanto mi pulgar jugaba con su mejilla y su pómulo. –¿Quieres hablar de lo que pasó?-No quiero lastimarte.- Dijo con ojos vidriosos viéndome fijamente. -Quiero estar contigo en las buenas pero especialmente en las malas. Deseo estar para ti cuando más lo necesitas.- Su mano buscó la mía, la quitó de su cara y entrelazó nuestros dedos. -Eres mi ángel.- Confesó con dulzura.
-Soy lo que quieras que yo sea.- Le sonreí y su agarré se hizo más fuerte. –Lo que dije en la tarde... sé que te asustó pero es verdad. Estoy enamorada de ti, Ana.- Guardó silencio por varios segundos. -No me asusta, me da miedo no estar a tu altura.-Para estar a mi altura te hacen falta unos centímetros.- Sonrió. –Eres más que perfecta para mí.-¿Lo crees?- Preguntó incrédula. -No lo creo, lo sé.- Me acerqué y besé su frente. –Te quiero.- Aspiró profundamente. -Hace tiempo que tengo un vago recuerdo pero nunca lograba ver el desenlace... hoy mientras dormía por fin lo pude ver.- Su rostro se transformó pero no podía descifrar lo que sentía. –Mi madre me llamó a comer, era la primera comida en días, así que corrí pero antes de llegar a ella alguien me jaló y me abrazó por atrás... casi de inmediato llevó su mano a mi... debajo de mi ropa interior. Tenía tanto miedo que no dije nada.- Tomó una pausa. –Yo estaba muy asustada... sacó su mano, llevó sus dedos a su boca y luego de nuevo a mi sexo...- Cerró sus ojos y las lágrimas comenzaron a caer. -Aquí estoy.- La animé a seguir aunque mi mente me gritaba que no. -Yo no entendía que pasaba, sólo sabía que me quería lastimar... el sueño me hizo recordar el dolor y sobre todo me hizo recordar que mi madre estaba a menos de cinco metros de ahí y no hizo nada... Me penetró bruscamente... la impotencia, la rabia, la tristeza, todo lo sentí hoy de nuevo... grité y me dio una bofetada... decía que odiaba la bulla. No sé cuánto duró pero se detuvo hasta que sentí algo... dentro de mí.- Abrió los ojos y me vio con tristeza. -¿Ahí comenzó todo?- Asintió. Sí, definitivamente buscaría hasta debajo de las piedras. -¿Aún me quieres sabiendo esto?- Desenredé nuestros dedos y los llevé a su cara. -Cada segundo te quiero más... y no me cansaré de decirte lo valiente que eres. Has soportado tanto, cariño. No es justo.- Quería romper a llorar, ella cree que la voy a dejar de querer por saber los detalles tenebrosos. Más que nunca estaba dispuesta a mostrarle lo mucho que me importa. -¿Qué me estás haciendo, Lara?- Su rostro era serio. -Lo mismo que tú a mí.- Respondí con una sonrisa y recordé la vez que me pidió que la abrazara. –Te quiero, Ana.- Se acercó lentamente hasta que sus labios rozaron con los míos. -Te necesito, La.- Enterró su cara en mi cuello. –No me dejes.Suplicó. -También te necesito, cariño. Más de lo que puedes imaginar.- Con mi corazón hecho pedazos velé hasta que la rubia sucumbió al sueño; esta vez no la
dejé ir y me dormí con ella en mis brazos. De nuevo escuchaba una voz en la distancias pero mis párpados era como dos enormes cortinas de acero y simplemente no podía abrirlas. La cabeza me punzaba levemente y sentía frío, mucho frío. Busqué taparme pero algo o alguien me lo impedía. Sentí una mano sobre mi frente y murmuraba algo... no siquiera reconocía quién era. Entonces recordé lo que había pasado durante la madrugada y las terribles circunstancias que me hicieron pasar la noche en la iglesia. -Ana.- Murmuré. -La, ¿cómo te sientes?- Contestó de inmediato. -Me duele la cabeza.-Tienes temperatura.-Esto bien. Sólo necesito una ducha.-Estás loca.- Lentamente abrí los ojos pero los cerré de inmediato, la luz era como un clavo que atravesaba mi globo ocular y sólo aumentó el dolor de cabeza. –Te dormiste con la ropa mojada, tonta.- Me reprendía. -Tú eres la tonta.- Balbuceé. -¿Te puedes sentar?-No lo sabré hasta que lo intente.- Me dolían los codos; la cabeza estaba por estallar ahora que estaba despierta y la costilla, era preferible una patada en el culo ahora mismo. La rubia se acercó más y me ayudó a sentarme. -Te voy a quitar la sudadera, La.-Pervertida.- Sonreí. -Es la fiebre hablando.-Créeme que estoy caliente.- Está algo ida de la realidad pero no era idiota. -Haré caso omiso.- Notaba cierto humor en su voz. –Levanta las manos.-Esto es un asalto.- Complementé y una risilla escapó de sus labios. -Estás haciendo esto muy difícil; coopera.-¿Cuánto quieres?-Lara...- Advirtió. -Aguafiestas.- Según yo estaba cooperando pero la respiración trabajosa de la rubia decía lo contrario. -Eres un bisonte.- Dijo riéndose cuando sentí que me quedé sólo con el sujetador deportivo y sentía que estábamos a menos veinte grados. Con una toalla secó mi cuerpo y comenzó a ponerme algo más ligero. Ahora olía divinamente; olía a Ana. –No debes estar tan abrigada.- Explicó. –Llamaré a papá.-¡No!- Protesté de inmediato. -Lara, estás enferma. Lo más seguro es que necesites medicamentos.-Un rato más no me hará mal. Sólo quédate conmigo.- Con mucho dolor abrí los ojos y me encontré con su cansado y aún hinchado rostro. –Hola,
guapa.-Hola, más guapa.- Sonrió y pasó su mano por mis mejillas. -¿Cómo te sientes?-Enamorada.- Y pude distinguir el rojo de la pena y el rojo que ya tenía. Se veía tan adorable. -¿Nunca paras?-Ya te había dicho, es un encanto natural.- Se inclinó y besó mi frente. Sentí en mi estómago no mariposas sino un concierto de Rammstein... fuegos artificiales, llamas, látigos, todo. -Estás hirviendo, iré por papá.-No...-Su majestad manda.- Irrumpió poniendo su dedo índice sobre mi boca. –Ahora vuelvo.- Asentí derrotada y me dejé caer nuevamente al colchón. El dolor de cabeza cada vez incrementaba más, los dedos me dolían al intentar cerrarlos; busqué cambiar de posición pero todo el cuerpo me dolía. Después de algunos minutos escuché dos pares de pies acercarse. Una mano muy fría se puso sobre mi frente y de inmediato brinqué. -Pequeña Lara, tienes mucha fiebre.-Bien hecho, Sherlock.-No puedo creer que esto la haga más sarcástica.- Espetó la rubia y el señor Cardozo echó a reír. -Me siento responsable por tu condición actual.-Bueno, pues su culpa no me hará mejorar.- Dije con una sonrisa. –Le dije que no me soportaría.- Sentí como apretó mi hombro. -Mañana alegará que no recuerda nada.- Intervino la rubia. –¿Te puedes sentar?- Negué y estiré una mano. –Te ayudo.- La rubia me ayudó a sentarme de nuevo. –Ten.- Me entregó una pastilla y un vaso de agua. Tragué la horrible tableta y me recosté de nuevo. -Esto debería hacer efecto en una media hora, como mucho.- Habló en hombre alto. -¿Qué hora es?-Las cinco.-Escuela...- Murmuré apenas consciente. -No irás.- Dijo firmemente la rubia. –No iremos.-¿Por qué tú...?-Para cuidarte.- Contestó a mi pregunta a medio formula. Asentí y me rendí al sueño de nuevo. Sueños extraños me invadieron, la confesión de Ana, la revelación del señor Cardozo y mi condición física actual eran la combinación perfecta para armar una súper película de ciencia ficción. Sentí una mano posarse sobre mi frente y luego bajar a mi mejilla y acariciarla como mucho cuidado. Segundos después sentí los labios de la rubia sobre mi frente. Regresé a la consciencia y tomé su mano antes
de que la alejara. -Hola.-Hola.- Dije abriendo los ojos y encontrándome con su enorme sonrisa. -¿Cómo te sientes?-Me duele la cabeza un poco...-Hace un par de horas que no tienes fiebre.-¿Qué hora es?-Las diez.-¿En serio?- Asintió. –Hacía mucho que no dormía tanto.-Para la próxima que no sea porque estás enferma.- Me sonrió. -¿Cómo te sientes?- Pregunté. -Bien.-¿Sólo bien?-A salvo contigo aquí, preocupada porque tienes una costilla morada y un terrible resfriado.-Estaré bien.- Le dije tratando de tranquilizarla. Me moví un poco y sentí una gota deslizarse por mi estómago. Agaché la mirada y vi una compresa en mi costilla. -Hierbas que ayudan a desinflamar. O eso dice Daniel.-¿El papá de Ofelia?- Asintió. –Creí que me odiaban.-Se quieren disculpar contigo.-Pueden besarme el trasero.- Me pegó suavemente en los labios. -Lenguaje.- Reprendió. -Sabes mi postura acerca de su actitud. Ayer Ofelia quiso disculparse y darme el dinero que perdí por los días que no entrené. No necesito limosnas.-No es una limosna. Está buscando enmendar su error.-Dándome dinero.-Compensando lo que te hizo perder; está aceptando y admitiendo su error, La. El que ella se acerqué implica que rompió su orgullo para contactarte. Al menos deberías intentar escucharla aunque no aceptes el dinero.- Odio cuando tiene la razón. -Lo intentaré.- Una respuesta neutral. -Buena chica.- Buscó acercar sus labios a los míos pero me hice para atrás. -¿Qué pasa?-Que estoy enferma. No te voy a besar.-No me vas a contagiar.- Negué. -Lo siento pero no te voy a enfermar.- Tapé mi boca con ambas manos y la rubia comenzó a reír. -Fastidiosa.-
-Tonta.- Ambas sonreímos. -¿Tienes hambre?- Mi sonrisa se hizo aún más amplia. –Por supuesto que tienes hambre... Aunque eso debe ser una buena señal.- Acarició mi mejilla y se puso de pie. –Iré a prepararte algo.-Gracias, rubia.-No son necesarias.- Dijo antes de desaparecer. Estaba tan feliz por lo que estaba pasando entre nosotras, ella gusta de mí, yo la quiero con locura y esto se sentía como estar en las nubes. Me costaba creer que algo así de genial me estuviera pasando a mí pero mentiría si dijera que no tengo miedo. Si de por sí en las grandes ciudades una pareja gay es mal vista aquí seríamos las más grandes pecadoras de la historia. Y me molestaba porque quiero presumir a Ana con el mundo, que vean lo que ella es, lo increíble que habita en ella pero aquí no podría. Aquí éramos unas simples chicas que comenzaron con el pie izquierdo y que ahora habían llegado a un común acuerdo. Aquí debíamos escondernos como si querernos lastimara a la gente. Éramos como una enfermedad que debía estar encapsulada lejos de todo contacto humano para evitar provocar discordias. Era una mierda pero por ella me echaría en contra al mismísimo Al Qaeda. Ana regresó después de varios minutos, al igual que yo, parecía que la sonrisa la tuviera fijada en el rostro. Se veía preciosa con su cabello levantado. Se sentó cerca de mí y puso la mano sobre mi frente para después dejarla descansar sobre mi mejilla. No necesitábamos decir algo, estábamos comunicándonos a un nivel más profundo. -¿Quieres que te traiga el desayuno?- Negué. -Voy al comedor.- Estiré mi mano y de inmediato la tomó para ayudarme a levantarme. -¿Y mis tenis?-Afuera, secándose.- Buscó debajo de la cama y sacó unas pantuflas. –Me quedan un poco grandes, debería ser adecuadas para ti.- Y tenía razón. Avanzamos lentamente a la mesa; la costilla me dolía pero no tanto como ayer y la cabeza punzaba pero era soportable. Ana muy amablemente movió la silla para que pudiera sentarme, creo que estaba exagerando un poco pero agradecía con el corazón lo que estaba haciendo. -¿Qué preparaste?-Papá hizo una sopa de verduras y pollo.- Contestó con una dulce sonrisa. –Serás la consentida hoy.-Eso parece.- Ana me sirvió una porción moderada y un vaso de limonada. Se sentó justo frente a mí. La mayor parte del tiempo la pasamos en un agradable silencio y de vez en cuando viéndonos y sonriendo como tontas. El desayuno sabía a gloria, incluso me hizo sentir un poco más aliviada. O quizá era el simple hecho de que comiendo me siento bien, no importa la hora o lo que esté pasando. Estábamos por terminar
cuando sentí una pequeña punzada en mi costado derecho que me hizo saltar un poco. -¿Qué pasa?-Nada... un pequeño dolor.-¿Segura?- Asentí. -Yo no soy así, Ana.- Me vio confusa y comencé a reír. –Soy deportista, a pesar de que ahora prefiero el voli, he jugado muchos deportes y lo hago bien. Siempre. Puedo presumir que soy una persona muy coordinada y ágil. Mi coach en Texas a veces me decía ardilla por mi capacidad de reaccionar, por eso me hicieron libero del equipo. Pero cuando algo te involucra a ti, me pierdo. No coordino, no hay agilidad, todo lo que suelo ser desaparece... es como que enfocarme en ti bloquea todo lo demás.- Ella me veía expectante con una leve sonrisa. –En otras circunstancias no hay manera de que me hubiera caído. Lo sé.-Lo siento.-No, no te culpo. Te estoy... exponiendo lo que me pasa desde que estás en mi mente. Alteras todo, Ana.- Me acerqué más y tomé su mano por encima de la mesa. –Me gusta lo que provocas. Es algo nuevo.- Ahora su sonrisa fue más amplia y correspondió al mi agarre poniendo su mano libre sobre la mía. -También provocas cosas nuevas en mí, Lara.- Ese brillo en sus ojos de nuevo. –Puedo decir que odio que me toquen, no soporto el contacto físico pero tú eres la gran excepción. Es... no sé cómo podría describirlo. Es casi como un antídoto al más letal veneno. Me alivia, me quita la ansiedad, el miedo...- Su rostro se tornó un poco más serio. –Me falta mucho para aprender a aceptarme y a quererme con todo el equipaje que traigo pero con todo el ahínco de mi corazón puedo decir que te quiero, Lara. Nunca he estado tan segura de algo en mi vida.- No sé cómo pero en un instante estaba de cuclillas a lado de ella. Con mis manos sobre sus rodillas. -¿Cómo te atreves a dudar que eres perfecta para mí?Cuidadosamente tomó mi rostro entre sus manos y lentamente descendió hasta que sus labios se encontraron con los míos. Son en momentos como estos donde replanteamos nuestros conceptos y vemos el mundo de diferente manera. Para mí, felicidad era estar en un lugar alejado con mis audífonos y mis canciones favoritas sonando; era ver las nubes trepada en un árbol en casa de mis padres; era abrazar a papá después de que llegara de una larga jornada de trabajo y me cargara entre sus brazos. Hasta ahora. Felicidad es ser correspondida. Sentir los labios de la persona que quieres sobre los tuyos; sus manos sobre tu piel; su aroma haciéndote perder los sentidos. Felicidad es encontrar quién te complementa y te hace mejor. Mi felicidad se llama Ana. -Te quiero, fastidiosa.- Habló sobre mis labios después de unos segundos. -Te quiero, tonta.- Le dio un beso rápido y regresé a mi lugar. –El mejor desayuno de la historia.- Declaré con una enorme sonrisa.
-Sé que cocino bien pero no es para tanto.- Dijo el señor Cardozo entrando a la cocina. -Claro que lo es, señor. Es la sopa de verduras más exquisita que he probado en mi vida.-Creí por un momento que el hecho de que estuvieras besando a mi hija había influido.-¡Papá!- Dijo Ana escandalizada y entre mis nervios y la pena no me quedó de otra que echarme a reír. La pobre rubia cambiaba de colores y me veía como pidiendo disculpas. -Eso también ayudo, señor.- También rió. -Tengan en cuenta que mucha gente entra aquí.- Asentimos ambas. –¿Te quedas, Lara?-Sólo esperaré a que mis tenis estén secos y me voy.-De ninguna manera- Espetó la rubia. –Ella se queda, papá.- Dijo firmemente. -Bueno, comenzamos a ver tendencias.- Dijo entre risas el hombre alto antes de desaparecer por la puerta. -¿Así que me quedo?-Sí.-¿Quién dice?-Yo lo digo, Lara.- Estaba a punto de protestar. –Estás enferma y con una costilla morada, no vas a ningún lado al menos hasta que alguno de esos dos asuntos se arreglen.- Hice el saludo militar. -Sí, jefa.-Lara, esto es serio.-Muy serio.- Estaba buscando la manera de no reírme. –Súper serio.-Bien, vete.- Se cruzó de brazos. -Bien. Me voy.- Me puse de pie y comencé a caminar pero antes de llegar a su habitación sentí sus brazos alrededor de mi vientre. -No te vayas.-¿Realmente crees que me iría? Te tengo para mí todo el día, eso no me lo pierdo.- No necesitaba verla para saber que estaba sonrojada. -Vamos al bosque.- Obviamente no iría con el calzado que traía en esos momentos así que nos quedamos platicando de la escuela y banalidades. Cuando al fin los benditos tenis estuvieron lo suficientemente secos para la rubia, nos encaminamos al bosque. Al iniciar el camino íbamos a unos centímetros de la otra, de vez en cuando viéndonos, sonriendo y regresando la vista a la imponente naturaleza frente a nosotras. Ya estando muy dentro, Ana fue la de la iniciativa y escurrió sus dedos entre los míos. Con una sonrisa llevé su mano a mis labios para depositar un beso en
el dorso. -Quería hacerlo antes pero... alguien puede estar por ahí.- Se justificó. -Yo pensé lo mismo, no te preocupes.- Caminamos hasta llegar a nuestro escondite y nos sentamos en el lugar donde ella me besó. -Fue terrible ayer.- Recordó. –Estaba a punto de irme cuando el sonido apareció... y yo simplemente no pude. Después comenzó a llover y no me quedó de otra que refugiarme debajo del árbol.-Hiciste bien.-No podía mantener mi mente enfocada...- Suspiró. –Nunca me había pasado algo así; fui tonta al venir viendo las nueves tan turbias.-Necesitabas pensar. Tu padre me ofreció venir a buscarte pero lo rechacé; no quería presionarte. Estaba a punto de irme a casa cuando escuché el trueno. Lo demás, ya lo sabes.- Le sonreí. -No sabes cuánto me alegra que hayas sido quien vino y no papá.-También yo, cariño.- Me acerqué más a ella y pasé mi brazo encima de sus hombros y la atraje más a mí. -¿Qué pasó con Liv?- Necesitaba saber qué mierda hizo que la quisiera golpear. -Nada.- Respondió de inmediato. -Dijimos que seríamos honestas.-No quiero que te metas en problemas, La.- Se escuchaba afligida. -Sé que ahora que me destapé debo ser más paciente que nunca porque me van a querer provocar y yo llevo las de perder. Ya hablé con Norma de esto después de que te fuiste ayer.-Lamento lo de ayer...-Yo no, eso hizo que el beso se sintiera más intenso por el drama previo.- Comenzó a reír. -Bueno, viéndolo desde ese punto estoy de acuerdo.- Besé su cabeza. -¿Qué pasó con Liv?- Regresé al tema. –Por favor.-Tuve una pesadilla el domingo.- ¡Lo sabía! Algo estaba mal. –Llegué adormitada a la escuela, me dolía la cabeza, me sentía algo mareada... fue una noche mala y por accidente la pasé a empujar.-De entre muchos alumnos justo a ella. Qué suerte.-Dímelo a mí.- Apoyó su cabeza en mi hombro. –Se puso como loca cuando la toqué. Ni siquiera le pude pedir disculpas cuando ya me había empujado en contra la pared. No controlé mi cuerpo y terminé en el piso. No sé en qué momento aparecieron Ángel, Liz y Pao.-¿Te dijo algo?- Hesitó por varios segundos. -¿Ana?-Dijo que era una zorra que provocaba a los hombres.- La sentí tensarse.
-No hay forma de que ella lo sepa.- Dije de inmediato. –Es imposible que ella sepa. Tanto tu padre como Norma son muy discretos con esto. No pienses en eso, cariño.-¿Entonces por qué me dice cosas así?- Se estaba comenzando a estresar. Me puse de rodillas frente a ella en un santiamén. -Hey, ¿puedo?- Levanté mis manos. Ella asintió. Tomé su rostro y acaricié sus pómulos. –Por más idiota que suene, no es contigo.- Me vio extrañada. –Sabrá Dios que puto trauma ha de tener y buscar desquitarse con alguien.-Yo no soy así.- Agachó la mirada. -Cariño, tú eres punto y aparte respecto a cualquier persona que haya conocido. Tu bondad y todo lo que tú eres no tiene comparación con nada ni nadie en este mundo. Por favor, no te pongas en una balanza con Olivia.- Mi tono era un poco más severo del deseado pero quería que entendiera el punto. –Tú buscas como salir a flote y Olivia disfruta ahogarse y ahogar a la gente que la rodea.-Fuimos amigas los primeros meses.-¿En serio?- La vi sorprendida. Quité mis manos de su rostro y busqué una posición más cómoda. -¿Qué pasó?-Es una pregunta muy buena a la cual no tengo respuesta. De un día para otro dejó de hablarme y días después comenzaron los insultos... hasta ahora.-Puede que esté loca.- Sonrió. –Eso es muy extraño.- Entonces recordé la conversación que no debí escuchar. -¿Quién es Marcos?- Abrió los ojos sorprendida. -¿Te dijo?- Negué. -Lo escuché por accidente.- Su sonrisa desapareció. -¿Qué sabes?-Tenía unos meses saliendo con Norma, era profesor de educación física.-Continúa.-Apareció muerto... en dónde estás viviendo.-¡¿Qué?!- Sentí que el aire me faltaba. -¿Estoy durmiendo donde alguien murió?, ¿planeaban decírmelo?-No hubo sangre, ni nada... estaba tirado en la cocina.-¿Saben quién fue?- Negó. -¿Tienen sospechas?- Asintió. -¿El papá de Olivia?- Me apuré a decir. -¿Qué? No, un forastero que estuvo por aquí en esos días.- Revelé algo sin querer. -¿Por qué crees que tiene que ver?-Es muy retorcido...-Dime, Lara.-Escuché a los hombres diciendo que... que tenía relaciones con Olivia. Prácticamente lo aseguraban y ya sabes... creen que el doctor lo supo y él lo mató.- La rubia estaba muy sorprendida por lo que acababa de confesarle. –Me duele la cabeza sólo de recordar que estuve en el lugar y momento equivocados.-
-¿Te vieron?-Lo dudo.-¿Dónde estabas cuando lo escuchaste?-Antes de llegar a casa me caí, estaba por levantarme cuando ellos comenzaron a hablar. Me cubrían unos arbustos... Me quedé petrificada, no podía moverme y me tuve que tragar todo eso.-¿Por eso le dijiste si ella te mataría o tu papá?- Asentí. -Fue muy estúpido de mi parte decir eso. Estaba muy molesta y no pensé.-Altamente estúpido, Lara.- La vi tensarse. -Si él sabe que tú sabes...- Comenzó a hilar ideas temerosamente. -Si es verdad, estoy en su mira.-
A/N Hola, queridos lectores :) Odio quererlos tanto jajajaja Aquí voy, otra vez, publicando antes del fin de semana. Como siempre, muchas gracias por sus votos y comentarios. La historia ya tiene más de 50k lecturas OMFG!!! No lo puedo creer! Muchas gracias a todos ustedes por leer. Leí un comentario dónde me preguntaban si era lesbiana; estoy muy en contra de las etiquetas sociales y todo lo que sea medio para dividirnos como seres humanos. Y con lo de Orlando, me pegó muy fuerte; hablar de si fue la religión o el control de armas o lo que sea es entrar en controversias porque es cuestión de perspectivas. Y dependiendo de nuestras vivencias y bases morales nuestras perspectivas cambian. Lo único que nunca aceptaré es quitarle la vida a gente inocente por pensar diferente. De nuevo, lo que más necesita este mundo es amor, bondad, humanidad, empatía y aceptación. Aceptar que estamos en constante evolución y que nuestros antiguos moldes se están oxidando. Nadie, absolutamente nadie tiene el derecho de decirme a quién sí y a quién no debo amar. Llámese iglesia, políticos o cualquier institución social. Las normas sociales son eso, normas y concepciones que pueden ser puestas en duda o cambiadas. El amor no. Yo me quedo con eso. En cuanto a mi orientación sexual, soy una persona que ama las personas. Punto. Visiten el elcirculcolibri hay cosas poca madre. Se viene la cuatra parte de "Dos Semanas" *grita emocionada* y espero la otra semana actualizar "Mi Profe de Piano" ;) @NineOth Espero el capítulo ayude en tu pronta recuperación. ;) Que su fin de semana sea maravilloso, lleno de muchas cosas positivas y productivas :) Saludos desde un incandescente rincón de México Ale :)
Capítulo 15
Disfrutamos del resto de nuestra estancia en el bosque pero la plática que surgió antes nos había dejado con una incertidumbre palpable. Por mi parte hacía como que todo estaba bien y tranquilo aunque por dentro miles de cosas pasaban. No sólo debía ocuparme de Liv también de su padre. Más que nunca deseaba que lo que escuché fuera un rumor y nada más. Ana sonreía pero esa alegría no se reflejaba en sus ojos; estaba tan preocupada como yo lo estaba. -¿En qué piensas?- Dije al notarla con la mirada perdida. -¿Y si quiere hacerte algo?- Aún no me veía. -No es tan tonto. Sabe que tengo a tu padre y a Norma de mi lado y una buena cantidad de estudiantes vio lo que pasó. Si algo llegara a sucederme ellos serían los primeros en ser señalados.-Tengo miedo por ti.-No pasará nada, cariño. No tienes nada de qué preocuparte.- Se lo decía a ella y me lo decía a mí. -Prométeme que no harás ninguna locura.- Comencé a reír. –Lo digo muy en serio, Lara.-Lo sé, Ana, lo sé pero me pides que vaya en contra de mi naturaleza.- Estaba por protestar así que levanté la mano para que me dejara continuar. –Sin embargo, sé que esto es muy delicado así que me comportaré o al
menos lo intentaré, ¿de acuerdo?-Es mejor que nada.- Seguíamos sentadas viendo al lago a unos centímetro de la otra. -¿Te puedo besar?- No estaba tan enferma... quizá sí pero me moría por besarla. Veía su perfecto perfil, sus pestañas quebradas, sus hoyuelos que amenazaban con formarse y con una leve sonrisa. Se viró para estar de frente a mí. -Puedes.- Me sonrió antes de inclinarse para buscar mis labios. El tiempo se detenía, lo puedo jurar. Sus suaves y delgados labios eran como una adicción, si mis brazos eran su antídoto para mí eran sus labios. Nada existía sólo ella y yo y el frenético latido de mi corazón. Todo lo que ella causa es mi cuerpo y en mi mente no termina de sorprenderme. Sentí sus manos aferrarse a mi cuello, mientras sus labios se movían sobre los míos tan sutilmente pero con una fuerza que podía partirme a la mitad o reconstruirme por completo. Definitivamente mi lugar estaba aquí con ella. Después de unos segundos ella rompió el beso. -¡Wow!- Dije necesitando aire. –Soy súper gay.- Ana comenzó a reír. -Eso parece.-¿Tú lo eres?- Pregunté con una sonrisa; todavía no resolvía mis dudas en cuanto a lo que me había dicho el señor Cardozo. -Sí.- Contestó sin dudar. -¿Cómo lo supiste?-No lo sé. Donde vivíamos había niños y niñas con los que compartía la mayor parte del tiempo pero me inclinaba más por las niñas. Aunque es una tendencia natural, sabía que era diferente. Me gustaba el contacto con ellas, su olor era diferente, era agradable, ¿sabes?-Realmente no lo sabía... hasta ti.- Le sonreí. -¿Tuviste una relación... con alguien de ahí?-No creo que fuese una relación, éramos muy pequeñas pero sí pasábamos mucho tiempo juntas. Sosteníamos nuestras manos, nos abrazamos mucho, dormíamos juntas... no era una amistad. Lo que único que nos faltaba era besarnos.-Me alegra que no lo hayas hecho.- Dije de inmediato. –Tu primer beso siempre será mío.- Me sonrió con ternura. -Hay muchas cosas en la que eres la primera, Lara.- Me acerqué a ella hasta que nuestras frentes quedaron unidas. Me dio un corto beso. –Y lo que pasó no ayudó mucho en cuanto a mi relación con los hombres.-Entiendo que eso fue jodido pero no todos los hombres son así. Es como lo que platicábamos acerca de las iglesias; hay algunos que se salvan.-Lo sé, créeme. Aunque me será difícil ver a un hombre y no asociarlo con el daño.-Son barreras que superar, Ana. Ejemplo, si las cosas entre
nosotras no funcionan...-Van a funcionar.- Intervino de inmediato. Comencé a reír. -Lo sé, cariño. Es sólo un ejemplo.- Acaricié su mejilla derecha. –Como decía, si no se dan las cosas y por alguna razón me llegase a involucrar con otra mujer debo dejar detrás muchas cosas para comenzar de nuevo. No puedo ir por el mundo buscándote a ti en otros cuerpos porque todos somos diferentes. Y tampoco vagaré por la vida creyendo que todos me harán el mismo daño. Y puede que me encuentre a alguien físicamente como tú pero totalmente diferente por dentro, o viceversa, ¿comprendes?- Asintió. -Así como hay gente que te marca para bien hay gente que te marca de una manera dañina.-Punto para Lara.-Pero esa gente hace que valores aún más a la gente buena.- Tomé su mano. –Las riquillas, como dicen aquí, pueden ser unas verdaderas hijas de puta que pasan encima de todos sin importarles nada. No hay moral o emociones, sólo la necesidad de abastecer sus caprichos. Yo soy nada comparado al desmadre que ellas pueden hacer. Y he conocido a gente mala; realmente movidos por la perversidad y las ganas de dañar. Y luego te encuentro a ti y... y ahora entiendo que la bondad que les correspondía la tienes tú.- La vi sonrojarse. -Tú no eres mala, Lara.-No, no lo soy. Me vale madre todo y todos pero no me muevo por la maldad o por querer lastimar a alguien, claro, con sus debidas excepciones.Frotaba su mano con mi pulgar. –A lo que voy es que, personas como tú no deben cerrarse al mundo. Tú deberías tener la oportunidad de conocer gente afín a ti y con quien compartir todo lo que hay aquí.- Toqué su sien. -Todos deberían tener el honor de conocerte.- La vi a los ojos. –Incluso él debería verte ahora.-¿Por qué?-Para que vea lo fuerte que eres y que a pesar de que él dejó una profunda marca en ti, tú estás dejando una marca aún más grande con la fuerza de tu luz. Todo lo contrario de lo que él pudo haber sembrado. Y no sólo lo digo por mí, lo digo por toda la gente que ayudas, en la iglesia, en la escuela, a donde vas. Digamos que el tamaño de su oscuridad es del tamaño de México y tú luz es del tamaño de Rusia y China juntos.-Tus conjeturas acerca de mí son sobrevaloradas, Lara.- Estaba descomunalmente seria. -Es lo que veo, Ana. Es lo que ve tu papá, Norma y mucha gente de aquí.- Le sonreí. –Prometí que te haría ser consciente de todo eso.- Hizo un intento de sonrisa y reclinó su cabeza en mi hombro. -Gracias.- Era un avance. -Es un placer para mí hablar de su grandeza, majestad.- Besé su cabeza. -Te quiero, Lara.-También te quiero, Anita.- Dejé un beso en la comisura de sus
labios. –No creo esto.-¿Qué?-Todo. Estar en un remoto lugar, tener calificaciones decentes, trabajar en un iglesia, querer a una preciosa chica y que me corresponda. A veces lo siento irreal.- Me sonrió, tomó mi mano y lentamente la llevó a la altura de su corazón. -Esto es muy real, Lara. Nunca lo dudes.- Me sonrió. –No lo dije en alto pero me prometí demostrarte que te quiero.-Ana...- Estrellé mis labios contra los de ella unos segundos y después la abracé tan fuerte como me fue posible. -¿Cómo podré controlar todo esto?- Sentía su caliente respiración sobre mi hombro. -¿Cómo mantendremos escondido esto? -Es nuestro mundo y nadie más que nosotras entra en él. Y si los problemas afloran buscaremos una forma de solucionarlo, juntas.-Juntas.- Con cada segundo que pasaba más grande era mi miedo de que vinieran por mí y más grande aún el terror de dejar a Ana. No la quería lejos de mí. Nunca. Regresamos a la iglesia cuando la tarde comenzaba a caer; algunas nubes impedían que viéramos el reflejo del sol sobre el lago pero nos quedamos ahí disfrutando de la vista y sobre todo de la compañía. Tomadas de la mano emprendimos el viaje de vuelta y antes de llegar a lugares más concurridos, le di un beso en frente y de mala gana solté su mano. Al llegar Norma y el señor Cardozo nos esperaban en la cocina. -¿Cómo estás?- Preguntó Norma al verme. –Estaba preocupada.-Te envié un mensaje, creo que no te ha llegado.- Le sonreí. –Me siento mejor.-Me alegra saber eso.- No preguntó más por lo que supuse que el señor Cardozo le dijo lo que había pasado y cómo fue que terminé durmiendo en la iglesia. -¿Lista para mañana?- Suspiré. -Haré mucha meditación hoy en la noche.-La vas a necesitar.- Habló Norma. –Lara, puedo cambiarte de grupo...-¿Huir de ella? De ninguna manera.-Es una buena opción.- Opinó Ana. -¿Y dejarte sola con ella? Claro, cámbienme ahora mismo.- Dije sarcásticamente. -No voy a escapar.-No es escapar es una buena forma de que las cosas no pasen a más y evitar confrontaciones.- Acotó el señor Cardozo. -Es un rotundo no.- Mi tono de voz un poco más elevado. –No voy a dejar sola a Ana y mucho menos me voy a esconder de Olivia.- La rubia me veía preocupada. –Y ni se te ocurra pedir un cambio de salón, Ana.-
-Lara...- Trató de hablar la rubia. -Tema de conversación cerrado.- Cerré los ojos buscando calmarme y respiré profundo. –Gracias por su amable atención, señor. Es hora de irme.Marchando entré a la habitación de la rubia por mi ropa. Segundos después entró ella y se quedó reclinada sobre la puerta. -¿Qué?-Estás exagerando.-¿Tú crees?- La quedé viendo. –Me están pidiendo que me esconda de la persona que enfrenté, ¿cómo demonios crees que se verá eso?-Lara, sólo quieren facilitarte las cosas.-No quiero las cosas fáciles, Ana. Nunca he huido de nada y de nadie y no comenzaré ahora con la idiota de Olivia.-No quiero que te metas en problemas por mi culpa.-Vamos de nuevo con lo mismo.- Me tomé el cabello exasperada. –Yo decidí meterme en esto; fue mi decisión, Ana. Necesito que entiendas eso y deje de culparte por todo lo que pasa.- Estaba siendo un poco dura pero me molestaba que se culpara de lo que sucedía. -Esto es una lucha de poder entre ella y yo y tú estás en medio de todo eso. Ella quiere probar que puede hacer lo que se le pegue su puta gana y yo le estoy demostrando que no puede pasar encima de cualquiera. Y más aún le estoy mostrando que estoy de tu lado y que no voy a permitir que te toque.- Tomé aire. -¿Entiendes ahora? Si huyo le estoy mandando el mensaje de que me estoy quebrando y se irá contra ti con más fuerza, no lo voy a permitir.-Eres tan testaruda.-No es eso, Ana y lo sabes. Sé que dentro de ti entiendes mi punto. Debo hacer esto a mi modo y necesito que me ayudes, por favor.- Me acerqué más a ella. –No voy a huir.-Estoy muy asustada con lo que escuchaste y con ella molestándote...- Buscó mis brazos y enredó los de ella en mi cadera. Recliné mi mejilla sobre su cabeza. –Si te pasa algo nunca me lo perdonaré.-No pienses en eso, cariño.- Besé su cabello. -Sé cómo es Olivia, sé de lo que es capaz...-Hey...- Tomé su cara entre mis manos. –Voy a hablar con Norma y tu papá de lo que sé y ellos me guiarán, ¿de acuerdo?- Asintió levemente. –Ahora sólo debemos ocuparnos de combatir las pesadillas.- Volvió a abrazarme. -Testaruda fastidiosa.-Tonta exagerada.- Regresamos a la cocina después de unos momentos, ya con mis cosas en mano y nos despedimos, con Norma, de Ana y el señor Cardozo. Norma agradeció por cuidar de mí y por soportarme un día completo. Después de unos minutos, ya lejos de iglesia, Norma comenzó con el interrogatorio. -¿Qué pasó?-Me besó.- Dije con una sonrisa estúpida. –Muchas veces.-¿En serio?- Volteó a verme y se veía tan emocionada como yo.
-Me dijo que me quiere...- Sonreí y vi al cielo. –Esto es tan...-Perfecto.-Sí. Esa sería la palabra.- Regresé mi vista al camino con una sonrisa en el rostro. –Ella es maravillosa.-Y su pasado sólo hace que brille más.-Lo que daría por aliviar su carga.-Sé que lo haces. La he visto sonriente y muy radiante, como nunca y sé que tienes mucho que ver con eso.-Lamento no haberte avisado ayer.-Alberto me dijo lo que pasó... ¿tan malo fue?-Terrible.- Dije sin pensarlo. –Recordó la primera vez... ya sabes.-¿Cómo estás?-Bien.- Que extraña pregunta. -Lara, me alegra que seas un apoyo para ella pero me preocupas también tú. Hay situaciones que son difíciles de entender para un adulto y más difíciles aún de tolerar. Yo no quiero que el ayudar a compartir su carga represente un punto de quiebre emocional para ti. Sé que la quieres y quieres ayudar pero también me preocupo por ti.-No le puedo decir que se detenga o que no me diga. Es más yo la he presionado un poco para que hable del tema y pueda desahogarse.-Es muy noble de tu parte, Lara pero, ¿quién te ayuda a ti?- Me quedé en silencio un momento procesando lo que acababa de decirme Norma y tenía mucha razón. Quiero a Ana y quiero su bienestar pero lo que me ha contado son imágenes que taladran mi mente y difícilmente se irán de mí. –No quiero que te consuma.-¿Qué puedo hacer?-Anota todo lo que sientas, expláyate y después lo quemas. Así nadie puede verlo y te puedes desahogar. Sé que hablar conmigo o con alguien más...- Negué. -No quiero traicionar su confianza. No es porque no confíe en ti...-Lo sé, pequeña. No tienes que explicarme. Por eso te doy esa opción. Úsala.-Gracias, Norma.El resto del día pasó en total calma, hasta que los estornudos comenzaron y el escurrimiento nasal se hizo presente. Tenía un horrible resfriado. De noche cuando me cepillé los dientes antes de dormir, tenía la nariz roja como tomate y los ojos hinchados. Me veía terriblemente mal. Con un rollo de papel a la mano me metí a la cama pero de poco sirvió ya que apenas y podía respirar y hacerlo con la boca me molestaba. Alrededor de las tres de la mañana por fin pude encontrar la forma de dormir. Sólo necesité que mi alarma sonara para comenzar a odiar al mundo. Quería dormir,
descansar, me dolían las piernas, el dolor de cabeza iba y venía. No quería ni que el viento me tocase. Con mucho desgano me levanté de la cama y me dirigí a lavarme la cara; al menos no me veía tan jodida. Me preparé una taza de cereal pero apenas y la toqué. Vi que me quedaba sin despensa lo que implicaba ir a la tienda más tarde. No tenía ganas de nada. Tomé mi mochila y me encaminé a la puerta, al abrirla me encontré a Norma. -Buenos días.- Dijo con una sonrisa. -Hola.- Susurré. -¿Mal día?-Me siento mal.-Quédate, hablaré con tus maestros.-No. Ana quedará sola.-Lara...-Andando, que te haré llegar tarde.-No te haré cambiar de opinión, ¿cierto?- Negué. Suspiró resignada y comenzó a caminar. Segundos después la seguí. –Sé que estás de mal humor pero debes prepararte para lo que ella tenga preparado hoy.-En eso estoy pensando.- Sacudí la cabeza. –Hago esto por Ana, porque la quiero y odio que la trate así pero también es para que los demás vean que se pueden defenderse.-No todos tienen tus agallas.-Pero al menos puedo mostrar el camino.- El dolor de cabeza regresó. -¿Podemos no hablar?- No esperé a su respuesta y seguí caminando ignorando todo a mi alrededor. Automáticamente entré a mi clase de química, me senté al fondo de la clase y apoyé mi cabeza contra la paleta de la silla. No sé cuánto tiempo después pude percibir una voz familiar. -¿Lara?- Tomó mi antebrazo y lo acarició. -¿Estás bien?- Moví la cabeza hacia los lados. -¿Te duele la cabeza?- Asentí. -¿Tomaste algo?- Negué de nuevo. Retiró su mano de mi brazo y lo llevó a mi cabeza y comenzó a masajear suavemente. -¿Duele?-No.- Siguió haciéndolo por varios segundos más. –Se siente bien.-Me alegra.-¿Qué tal tu noche?- Pregunté sin levantar la cabeza. -Mejor que la de ayer. ¿Qué tal tu noche?-Al menos ayer te tenía conmigo... no podía dormir porque no podía respirar.- Ana dejó de acariciar mi cabello y su respiración se cortó un poco. Levanté la cabeza y vi a Liv parada en la puerta del salón. Para nuestra desgracia o fortuna sólo éramos las tres. -Como dije, perro faldero.- Espetó con rabia. -Que te den Olivia. Déjala en paz.- Vio la condición en la que me encontraba y mi voz media gangosa no ayudaba mucho. -Ni un día con ella y ya te enfermó.- Hice un intento por ponerme
de pie pero Ana lo impidió. -¿Qué te hice?- Inquirió la rubia. -Así que la perrita tiene voz.- Dijo socarronamente. –Fastidiar mi existencia con tu existencia. Nadie compra esa fachada de niña buena.- Caminó unos pasos hacia nosotras. –Todos saben que eres una zorra.-¡Basta!- Me puse de pie ignorando el terrible dolor de cabeza. ¿Cuál es tu puto problema con ella?- Quería avanzar pero de nuevo Ana me tenía de uno de mis brazos. -¿Acaso le tienes envidia?-Por favor, no me hagas reír, Lara. Ya muchas veces te lo he dicho.- El odio que sus ojos irradiaban era inhumano. –Lo tengo todo, ¿qué podría enviarle a eso?-Tengo muchas teorías.-Ilumíname.- Dijo sarcásticamente. -¿La quería a ella y se tuvo que conformar contigo?- Adiós cautela. -¿Dijo su nombre cuando estaba contigo?-Lara, no...- El agarré de la rubia se hizo más fuerte y vi la cara de Olivia ponerse roja de furia. No estaba muy lejos de sus motivos. -No vuelvas a hablar de eso.- Habló entre dientes. -¿Recuerdas la vez que tomamos en el bosque? Dijiste que te habías acostado con un maestro, ¿era él?-Lara, detente.- Ana se aferró fervientemente de uno de mis brazos. -Cállate.- Apretó los dientes. -Déjala en paz y lo dejo de lado.- Nos lanzábamos dardos envenenados con la mirada. Ella caminó hacia adelante y casi por instinto puse a Ana detrás de mí. –Mira, no sé cuál es tu problema pero es algo que debes enfrentar contigo misma, no con ella.-No estarás aquí por siempre.- Su mirada se fijó en la rubia. –Ella se irá y no habrá quién te defienda.-Estás demente, Olivia. Deberías buscar un puto psicólogo.-¡No me digas que hacer!- Caminó con el puño en alto. -Tócala y no me tentaré el corazón, Olivia. No quiero lastimarte pero si la lastimas a ella no me dejas opción.- Ana me jalaba hacia atrás pero ahora ni con un remolque me movían. –Déjala en paz.-¿Qué está pasando aquí?- Dijo la profesora Jackie entrado al salón. Nadie decía nada; Olivia lentamente fue bajando su puño. –Bien, las tres a la dirección, ahora.-Ana no tiene que ver con esto.- Justo en ese momento tocó la chicharra. -Está en medio del alboroto así que tiene mucho que ver. A la dirección.- Y como si los hubieran soltado de una jaula la mayoría de mis compañeros
entró como estampida al salón y nos veían extrañados. –No se los voy a repetir, señoritas.- Nunca había visto a la profe Jackie enojada. –Tomen sus cosas y vayan a la dirección.- Tomé mi mochila y la de la rubia y comencé a caminar cuidando los pasos de Olivia y vigilando que no se acercara mucho a Ana. Caminamos a la dirección en total silencio, la rubia muy cerca de mí y Olivia siguiéndonos los pasos. -Lo siento.- Murmuré. –Todo lo hago mal.- El desértico pasillo hacía eco de nuestras pisadas y los bufidos de Olivia. -No te disculpes.- Se acercó más a mí y se aferró a mi brazo. –Saca lo peor de ti.-Porque yo lo permito. Soy tan idiota.- Al menos veía un poco de luz en mi camino. Antes de ninguna manera me habría visto reflexionando sobre mi comportamiento. -Deja de insultarte, La.- Muy discretamente me acarició. –Gracias por defenderme.-Un placer defender su honor, majestad.- Volteé hacia ella y tenía una gran sonrisa. Cuando regresé mi vista al pasillo tenía a unos metros de mí a Norma. -¿Por qué no están en clase?-Porque la profe Jackie nos envió.- Contesté. -¿Motivo?-Creo que ya sabe... directora.- De nuevo yo. -De entrada, sabe que me puede expulsar y no pasa nada.- Habló Olivia. –Así que puede comenzar a escribir la nota a mi papá.- La cara de Norma se transformó y yo buscaba por todos los medios no reír. -Soy consciente de eso, señorita Torres. Por lo que su trabajo será hacer inventario de los libros que nos acaban de llegar. Estoy segura que a Ingrid le vendrá bien algo de ayuda.- Solté una pequeña risa. -Esto no termina aquí.- Espetó la chica de ojos azules. -Y como amenaza a sus compañeras frente a mí, después del hacer inventario de la biblioteca la quiero limpiando el equipo del laboratorio de química. Y ni se le ocurra quebrar algo porque la pongo a barrer toda la escuela.- Le sonrió. –Ingrid la espera, señorita.- Olivia marchó rumbo a la biblioteca murmurando, se veía muy molesta. -Y usted...-Lo que quieras pero Ana no tiene que ver en esto.- Dije de inmediato. -Las dos se pondrán a hacer inventario del material de Mónica. Conos, balones por deporte, aros, las colchonetas, todo.- La quedé viendo con un amago de sonrisa. -¿Algo que le cause gracia?-Nada, directora.- Levanté las manos a la altura de mi pecho. –Supongo que el equipo de educación física nos espera.-
-Supone bien, señorita Orozco.- Norma siguió su camino a la dirección mientras la rubia y yo hicimos nuestro camino a la bodega. La rubia me pidió llevar su mochila. -No estuvo tan mal, ¿cierto?- Preguntó Ana. -Honestamente, preferiría estar con Ingrid.- Me reí. –Nunca te aburres con esa mujer.-Tiene un humor muy extraño... -También comenzó a reír. –Ahora entiendo porque te agrada.- Volteé a todos lados y al ver que nuestra compañía era la nada tomé la mano de la rubia y la entrelacé con la mía. -Te ves muy bonita hoy.-Gracias, Lara.- Me vio con una sonrisa. –Tú también te ves muy linda.-¿En serio?- Comencé a reír. –Estoy congestionada, mi cabello debe ser una locura y mi voz no es lo más agradable del mudo ahora mismo.-Para mí sigues estando linda.-Gracias.-Un placer hablar de las plebeyas guapas.- Le sonreí y le di un beso en la cabeza mientras soltaba su mano. -No quiero sustos.- Expliqué mientras soltaba su mano. -¿Eres alérgica a alguna fruta?- Me quedé pensando un momento. -No que yo sepa, ¿por qué?-¿Alérgica a algo más aparte del polvo?-A los gatos, a un metal, que no recuerdo su nombre y ya.- La vi extrañada. -¿Por qué?-Quiero saber.- Me contestó con una sonrisa. -Tienes algo entre manos, lo sé.-No.-Si no me dices tendré que darte muchos besos hasta que lo reveles.-Lo puedes intentar.- Respondió con una enorme sonrisa. -Es una pena que sea una incubadora de gérmenes.- Besé su cabello. –Para la próxima.-Para la próxima.- Llegamos a la bodega y con fastidio vi que era demasiado y todo estaba muy pero muy mal acomodado y lleno de polvo. -Vamos a morir de alergia aquí, Ana.- Me puse la playera sobre la nariz. -Espera.- La rubia tomó mi brazo. –Traigo un suéter delgado en la mochila.- Hábilmente se la quitó de la espalda y saco dicha prenda. Era uno de color azul marino; me lo pasó y lo aseguré sobre mi cuello. En cuanto lo tuve cerré los ojos y sonreí. -¿Qué pasa?-No me podré concentrar.-¿Por qué?- Me veía atenta.
-Huele a ti.- Se sonrojó y de inmediato me abrazó. Sus manos se aferraban a mi espalda mientras la mías se aferraban a su cintura. Cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación de tenerla tan cerca de mí. Su confianza y el que me permitiera tocarla era algo invaluable para mí. –Anita.-La.- Me abracé a ella con más fuerza. -¿Podemos quedarnos así?-El tiempo que quieras, cariño.- Acariciaba su cabello. –Te quiero.-También te quiero.- Escuchamos un ruido y nos soltamos de inmediato, para nuestra sorpresa era Norma la que nos veía con una enorme sonrisa. -Quería asegurarme que estuvieran en la escuela.-No nos diste tiempo para huir.- Le contesté. Pasé mi brazo por encima de los hombros de Ana. -Se ven muy lindas pero eso no las excluye de su trabajo, tienen un módulo.-Sí, profe.- Dijo la rubia. -Sí, profe.- Agregué burlona y Ana me dio un codazo en mi costado derecho. Me retorcí porque aún seguía muy sensible. -Lo siento.- Se disculpó de inmediato. De reojo vi a Norma acercándose. -¿Qué pasó?- Me recompuse y levanté mi playera. -¡Dios mío! Lara, ¿cómo te hiciste eso?-Con mucha fuerza.- Puse mis manos sobre mis rodillas. -Cuando fue por mí al bosque se tropezó y cayó sobre una raíz o eso cree ella, la cosa es que fue muy fuerte y se hizo eso.-¿Has tomado algo para el dolor?- Negué. -No me duele tanto.-Sí, ya lo veo.- Me encanta la Norma sarcástica. –Ve a enfermería.-No me duele.-Deja de ser tan mula.- Las palabras de la rubia eran contradictorias a su mano frotando mi espalda. –Vamos.- Asentí. -Qué bueno que al menos le hagas caso a tu...-La voy a estrangular.- Norma, gracias a Dios, no pudo terminar su comentario; fuimos interrumpidas por Ingrid. -¿Qué pasa?- Contestó su hermana. -Pasa que es una inútil.- Me eché a reír. –Dame a esta loca.- Dijo jalando mi brazo. -Después de que vaya a la enfermería.-El daño en el cerebro no puede repararse en la enfermería.- Espetó la mujer agria. -Jódete, bibliotecaria.- Ana y Norma reían. Me paré apropiadamente y toqué mi costilla. -Tienes dolor de caballo.-
-No. Me golpeé.-Sí, triste historia. Me importa un carajo.-¡Ingrid!- Norma golpeó la espalda de su hermana. -Estamos en confianza, relájate por Dios. Estás peor que...-Yo.- Casi me desnuco al voltear a ver a Ana, la dueña de la última palabra. Las tres nos echamos a reír. -Vayan que tienen que terminar con su castigo antes del receso.Advirtió Norma. La rubia y yo asentimos y nos dirigimos a la enfermería. Mientras caminábamos no podía quitarme la sonrisa del rostro. -Así que como tú, ¿eh?-Me pareció apropiado.- Me eché a reír. -Bastante apropiado, cariño.- La visita a la enfermería no duró mucho; mostré el área afectada, me pusieron un poco de ungüento y en lugar de la pastilla para el dolor recibí una pastilla para el resfriado. Lo cual agradecía ya que no sé cuánto soportaría sin probar los labios de Ana. Rápidamente hicimos nuestro camino a la biblioteca donde, gracias a los cielos, ya no estaba Olivia. -Espero que al menos ustedes sepan leer.- Dijo Ingrid al vernos. –La idiota no sabe que los libros de historia van en el estante que dice "Historia"Gesticuló de una manera muy graciosa que nos hizo reír. –Las cajas están en la parte de atrás, apúrense que Norma anda de princesa hoy.- Asentimos y nos dirigimos al fondo de la biblioteca. La primera hora la pasamos trabajando; tres enorme cajas repletas de libros que debíamos acomodar nos esperaban. Al menos estos no estaban llenos de polvo y olían a nuevo. De vez en cuando volteaba a ver a Ana quien estaba muy concentrada en su trabajo, fruncía el ceño y hábilmente leía las etiquetas en los estantes. Sonreí a verla, como siempre y regresé a mi trabajo. Después de muchos minutos sentí que alguien me observaba, levante la vista y vi a mi rubia con una enorme sonrisa y sus adorables hoyuelos adornando sus mejillas. -Hola.-Hola, cariño. ¿Cómo estás?- Respondí con una sonrisa igual de grande que la de ella. -De maravilla.- Estaba sentada sobre la mesa buscando libros entre la última caja que nos faltaba. Me acerqué más a ella. -¿Y tú?-Súper.- Caminé aún más cerca y nunca perdí el contacto visual, quería que supiera de mis planes. Asintió levemente. Di unos pasos más hasta quedar entre sus piernas. Por fin quedábamos a la misma altura. Muy tímidamente posó sus manos sobre mis hombros. –Más que súper.- Me aferré a sus caderas. -¿Estás cómoda?- Asintió. -¿Segura?-Sí, cariño.- Noté cierta burla en su voz y comenzó a reír. -¿No te gusta que te llame así?- Sentí sus manos jugar con mi cabello.
-No me gusta...- Pegó su frente con la mía. –Me encanta.-Me encanta que te encante.- Lentamente me acerqué para besar la comisura de sus labios. –Cariño.- Por segunda vez en el día me jaló hacia ella y me aprisionó con sus brazos. Podría morir en este mismo instante y lo haría más que feliz en sus brazos. Era ridícula la forma en la cual la estaba queriendo y necesitando. -Significas mucho para mí, La.- Sentía su corazón palpitar. –Y me aterra pensar que vendrán por ti y no te veré más.- Hice un intento por soltarme de su agarre pero ella lo impidió. -No pensemos en eso, por favor. Sólo quiero aprovecha el tiempo contigo y cuando ese momento llegue buscaremos qué hacer. Juntas.-Prométeme que no me olvidarás.- Murmuró. -Eso es imposible. No hay manera humana en la cual pueda sacarte de mi mente, mucho menos de mi corazón. Siempre serás parte de mí.- Había algo diferente en ella hoy, lo podía sentir. -¿Pasa algo?- Froté su espalda. -Lo de siempre.- Contestó muy quedito. –Las mismas batallas de todos los días.-¿Te alejó de mí?- Asintió. -Y te contó mi secreto...-¿Tu...-¡Qué asco!- Nos separamos bruscamente al escuchar la voz de Ingrid. Nos veían con cara... con la única cara que tenía, como si hubiera olido algo feo. -¿Cómo es posible que...-Antes que...- Intenté decir pero me ganó. -¿Cómo es posible que la abraces sabiendo que te puede pasar pulgas?- Veía a Ana. -Idiota.- Respondí aliviada. -¿Ya acabaron con su sesión de lesbiabrazos?- Me eché a reír junto con Ana. –Les queda media hora.-Gracias, amargada.-Cuidado con las ventanas.- Advirtió y regresó entre los estantes. -A trabajar.- Dijo la rubia mientras se bajaba de la mesa. Pasamos la media hora restante trabajando como la gente decente; Ana me pasaba los libros y me decía en donde los tenía que poner. Los apilaba de dos o tres para avanzar más rápido y ciertamente lo hicimos. La rubia sacó mi iPod de la mochila y vimos que faltaban algunos minutos para el receso. Nos acercamos al escritorio de Ingrid. -Listo.- Le sonreí. -Espero al menos hayas podido hacer algo bien en tu vida.-Muérdeme.-No es a mí a quién quieres morder.- Quedó viendo a Ana, la cual, en cuestión de segundos se puso roja.
-Puede ser pero no es de tu incumbencia.- Respondí. -Lárguense de aquí.- Señaló con su dedo índice la puerta. Con la rubia comenzamos a caminar a la salido pero antes de llegar a la puerta la agria mujer habló de nuevo. –Me alegra que te sientas a gusto con alguien, Cardozo. Incluso si es esta mocosa.-Gracias, Ingrid.- Contestó tímidamente. -Te agrado, admítelo.- Le dije juguetonamente. -No pero después de ver lo que pasó con Torres y la forma en como la ves puede que algún día se logre.- Le aventé un beso en señal de agradecimiento y ella me mostró el dedo medio. Con una enorme sonrisa salimos de la biblioteca y nos dirigimos al puesto de doña Coco por una preciada torta. -Gracias a Dios que salimos antes así evitamos conflictos.- Habló Ana, mientras nos servían nuestro desayuno. -Los conflictos van a aparecer a cualquier hora, rubia. Es cuestión de disfrutar la poca tranquilidad que tenemos mientras dura. Olivia no se va a quedar de brazos cruzados.- Tomamos nuestro desayuno y nos dirigimos a una mesa alejada de la que usualmente toma el clan. Cuando tomamos con nuestros asientos habló de nuevo. –Creí que serías más mesurada.-No puedo. Bueno, sí puedo pero esto es... no sé como describirlo. Odio la forma en como te ve y el como se dirige a ti. Es tan repulsivo. Una parte de mí quiere estrellar su cara en la pared y la otra quiere entender qué mierda está mal con ella.-¿Crees que... que... ya sabes.- Reí. -No sé porque no entiendo.-¿Crees que haya dicho mi nombre?-No lo culparía.- Se sonrojó. –Y tiene que ver con eso porque se puso fúrica en cuanto lo mencioné.-Deja de lado eso, Lara. Por favor.-¿Podemos no hablar de eso?- Me tomé la cabeza con ambas manos. –Me duele la cabeza y esto no ayuda. Haré tanto como pueda para evitar el tema pero si sigue jodiendo le voy a hablar de eso hasta que quiera quitarme la lengua.-No creo que pase mucho tiempo para que lo desee.-Ana, no quiero hablar más del tema.- En ese instante toco la chicharra que indicaba el receso. En un momento una marabunta de estudiantes invadía el comedor; entre ellos el clan que no tardó mucho en enfocarnos. Pidieron su desayuno y gracias a los cielos tomaron su mesa usual. Pao trataba de divisarnos, levanté la mano para que nos notara y cuando lo hizo sonrió ampliamente. Inmediatamente corrió a sentarse con nosotras. Comía y platicaba con la chica menuda, era muy pero muy agradable. Al parecer el clan no estaba muy ocupada con ella y simplemente la ignoraban pero algo en mí me decía que no quedaría así. Veía a Ana constantemente viendo a la mesa de Olivia y
compañía; apenas y había tocado su desayuno. -¿Qué pasa?-Nada.-Eres una terrible mentirosa.- Quise tomar su mano pero recordé donde estábamos. –No podrás leer su mente, rubia. Relájate y desayuna, por favor.-Al menos ahora tienen más gente a su favor.- Habló Pao. –Ayer la mayoría murmuraba que no habían venido por temor a Olivia pero muchos de ellos están de tu lado, Lara. Nadie nunca la había enfrentado y antier les hiciste ver a muchos que es una simple mortal.-Era mi objetivo desde el principio. No puede ser una hija de puta con todo el mundo.-Lenguaje.- Dijo Ana muy pero muy bajito. Le sonreí. Estaba por decir algo cuando Ofelia se acercó a nosotras. -¿Me puedo sentar?- Todavía seguía sin ser de mis personas favoritas pero le prometí a Ana que haría un esfuerzo. -Claro.- Contesté cortésmente. Se sentó y nos dedicó una sonrisa. -¿Listas para la clase con Omara?-¿Por qué lo dices?- Preguntó Pao. -Todo el mundo hablaba de lo que pasó entre ustedes el lunes y estoy segura que hará algo para intervenir.- Agregó la chica llenita. Afortunadamente no hizo absolutamente nada. Fue una plática acerca de la importancia del trabajo en equipo y nos pidió que diéramos nuestros diferentes puntos de vista y estrategias que pudieran ayudar a mejorar o reforzar el trabajo en equipo en nuestro salón. Cuando parecía que alguien quería jalar el tema a lo que pasó ella rápidamente lo regresaba a lo que estábamos. Parecía que buscaba enterrar el tema. Al salir de la clase creí por un momento que me pediría que me quedara pero no lo hizo, simplemente se despidió de mí con una enorme sonrisa, al igual que todos mis compañeros. El resto del día pasó sin ninguna complicación y parecía que el clan estaba en total calma, ni siquiera nos veían o hacía comentarios hacia mí o Ana. Parecía que éramos unas compañeras más de clases pero algo dentro de mí no se confiaba. Nunca lo hacía. Olivia no se calmaría después de lo que le dije y mucho menos después de que gracias a eso tuvo un castigo. Ana me decía que las cosas las resolveríamos juntas pero no me apetecía tener a Ana en medio de este alboroto. La hora de la salida tendría que ser diferente; a partir de ahora tendría la encomienda de llevar a Ana a la iglesia. En primera porque quería pasar tanto tiempo como fuera posible con ella y en segunda para asegurarme de que el clan no tuviera preparada alguna sorpresa para la rubia en el camino. Quizá estaba exagerando pero nunca está demás ser precavida. Ahora fue el turno de Ana de iluminarme con el nombre de algunas flores que encontramos en el camino y entendía porque ella rió tanto la vez que lo intenté; no estaba ni cerca de adivinar.
Al haber mucha gente en la iglesia, ya que estábamos muy próximos a la inauguración, nos despedimos con abrazó que no duró mucho. Apestaba porque no la vería hasta el otro día, ya que el señor Cardozo me había dado unos días para descansar. Llegué a casa, comí y me dirigí a la de Norma. Con cierto temor me encaminé ya que tocaría fibras muy sensibles para ella pero era necesario que supiera de la información que tenía. Me sudaban las manos y constantemente las llevaba a mis costados. Toqué la puerta y en segundos la mujer abrió. -Lara, que gusto. Pasa.- Asentí y me dirigí al sillón sin decir un palabra. Me senté rígida y esperé a que ella hiciera lo mismo. -¿Qué pasa?-Marcos.- Espeté en un tono serio. -¿De qué murió?-¿Quién te dijo?- La mujer empalideció en un santiamén. -Lo escuché.-¿Quién?- La mujer permanecía parada a unos pasos de mí. –Lara, ¿quién?-No sé. Estaba en el lugar y momento equivocados. Por lo que te voy a decir créeme que desearía nunca haber sabido.-¿Dónde lo escuchaste?-Cerca de aquí. No tengo ni la más mínima idea de quienes pudieron haber sido.-¿Quiénes?- Por fin se sentó. -Dos personas.-¿Qué escuchaste?-Primero me dirás de qué murió y después contesto todo lo que quieras.-Dicen que fue un infarto. Alguna enfermedad congénita por su edad.-¿Lo crees?- Negó. -¿Por qué?-Se veía muy saludable.-¿Tenía problemas con alguien?-Una vez tuvo una fuerte discusión con Alberto.-¿El señor Cardozo?- Asintió.- ¿Por qué?- Esto cada vez se ponía más extraño. -Nunca me dijo qué había pasado. Simplemente lo dejó de lado y yo también.- Tomó un respiro. -¿Qué escuchaste?-¿Confiabas en él?-Lara, deja de darle vueltas al asunto y dime de una vez qué pasa.-Ellos aseguraban que se...- Aquí vamos. –Que se acostaba con Olivia.- No había ningún tipo de emoción en su rostro. Ni uno solo. Se quedó callada por varios segundos con su vista fija en mí. -¿Norma?-Entonces era cierto.-¿Lo sabías?-
-Lo sospechaba. Tú mejor que nadie sabe que hay miradas que dicen más que las palabras.- Escondió su cara entre sus manos. –No sólo escuchaste eso, ¿cierto?-No. Creen que el papá de Olivia se enteró y... ya sabes.-Tendría mucho sentido.-No me lo tomes a mal pero esta información me tendría a mí aventando cosas por toda la casa y llorando a mares.- Salió de su escondite y me vio a los ojos. -Sabía que Marcos tenía problemas de faldas y aun así lo acepté. Una parte de mí quería sentirse acompañada... La ausencia de mi esposo me pegaba fuerte en ese tiempo y creo que quise ponerle una curita a una fractura, ¿entiendes?Asentí. –Lo quise, sí pero no lo amé. Algo en mí no me permitía entregarme por completo y agradezco eso. Lamento lo que pasó, por supuesto. Me dolió en el alma pero de alguna manera él fue tejiendo su destino.-Hay algo más.- Viré mi vista a otro lado. –Puede que haya hecho alusión a esto durante mi discusión con Olivia.-¡¿Qué?!- Abrió los ojos grandes. -¡¿Estás loca, Lara?!- Se tomó el cabello. –Sólo a ti se le ocurren esas grandes ideas.-Ya me regañó Ana y le prometí que te diría a ti y al señor Cardozo. Heme aquí.-Ay, Lara. ¿Qué voy a hacer contigo?- Se sentó al borde del sofá. –Al menos esa novia tuya te está dando un poco de cordura.-No es mi novia.-¿Qué esperas?- Me eché a reír. -Mejorarme del resfriado para que la pueda besar cuando me diga que sí.- Le sonreí. El resto del día lo pasamos hablando de Marcos y de cómo eran las cosas cuando ella llegó aquí junto con su hermana y el señor Cardozo. Y la forma en cómo el pueblo había reaccionado a su llegada. Prometimos hablar con el señor Cardozo las dos para explicar lo que acaba de decirle y que él nos (me) guiara para afrontar las cosas de aquí en adelante. Regresé a casa casi a las once de la noche. Me despedí de la mujer de ojos expresivos con un enorme abrazo y me suplicó que me mordiera la lengua antes de decir alguna tontera que me pusiera en peligro. Al llegar a casa todavía tenía algo de energía por lo que me puse a barrer y limpiar un poco la cocina. Mi tiempo aquí me había enseñado a valorar y cuidar las cosas que tengo; sobre todo a tener un hogar medio presentable. Hogar. Se sentía extraño pero estaba aprendiendo a ser independiente, aún faltaba mucho pero iba en buen camino. A media noche llevé mi computadora a mi habitación y como siempre dejé que iTunes hiciera su trabajo poniendo las canciones aleatoriamente. Afortunadamente la pastilla había surtido efecto, podía respirar mejor y no estaba tan gangosa como en la mañana. Hice un pequeño repaso del día, de mis actividades, del castigo, de
Ana pidiéndome que no la olvidara, de su afán por hacer que me aprendiera el nombre de las flores, de la charla con Norma y su brutal confianza para conmigo. Pero también venía a mí la preocupación del clan y las posibles consecuencias de revelarme contra ellos. Iban a ser tiempos complicados pero valdrían la pena. Mis ojos comenzaban a cerrarse cuando escuché que tocaban a la puerta. Corrí recordando lo que había pasado hace unas noches y rogaba a Dios que no fuera el señor Cardozo de nuevo. Al abrir mi sorpresa fue grande. -¿Qué haces aquí?- Ni siquiera había terminado de formular mi pregunta cuando ya la tenía abrazada a mí. Correspondí su abrazo mientras frotaba su espalda. -No quiero tener pesadillas hoy.- Besé su cabeza. -¿Qué puedo hacer por ti?-Abrazarme.- Susurró sobre mi hombro. -Será un placer, cariño.- Se soltó de mí y comenzó a caminar a mi habitación. –El placer más grande.- Sonreí mientras veía la perfecta silueta de mi chica acomodándose en mi cama.
A/N Hola, queridos lectores. Heme aquí actualizando casi a la una de la mañana cuando tengo partido a las ocho. No pueden decir que no los consiento. Espero que su semana haya sido muy productiva y llena de muchas alegrías y si hubieron tristezas o malos momentos que hayan servido como aprendizaje. :) Tuve una pequeña charla con algunos de ustedes donde me expresaban que la historia les ha dado perspectivas diferentes y les ha ayudado en algunos aspectos. Y eso me alegra el corazón, saber que toqué al menos a una persona con lo que hago me hace sentir muy pero muy útil en este mundo. Sé que toco un tema muy pero muy delicado en cuanto al tema del pasado de Ana. En mis años en AA me encontrado con casos extremos y que son difíciles de olvidar. Casi todos tiene el común denominador de que creer que son los únicos y que nadie puede ayudarlos. Ojalá todas estas personas tuvieran a una Lara que les ayude a aliviar su carga. Toco este tema con todo respeto y sin afán de lastimar a alguien. Simplemente deseo mostrar que por más turbio que se vea el panorama siempre, siempre hay un rayo de sol. Este capítulo es un importante en cuanto al desarrollo de los próximos capítulos; lo que paso aquí se verá reflejado en lo que le pase próximamente a nuestras chicas. Me atrevo a decir que la mayor parte del capítulo lo escribí escuchando una maravillosa canción de un grupo de Power Metal de los 90's llamado Conception y la canción "Soliloquy". Me obsesioné con ella y prácticamente me la aprendí en un día xD Realmente espero que les guste el capítulo. Quizá desaparezca un par de semanas porque es cierre de ciclo escolar y esto se va a descontrola! Pero la buena noticia será que vacaciones se
acerca y me podré dedicar a esto tiempo completo y quizá por ahí se venga un pequeño maratón ;) ¿Ya les dije que elcirculcolibri tiene cosas muy pinches chingonas? Bueno, se los repito por si ya lo olvidaron xD Por fin actualicé "Mi Profe de Piano" y @xiion17 me tiene esperando con ansias una nueva actualización de "Dos Semanas". Que su fin de semana sea tan maravilloso como ustedes! Saludos desde un frío rincón de México, Ale :)
Capítulo 16
Mi vida hasta ahora ha tenido más bajos que altos y aunque no reniego, no pasaría nada si las cosas hubiesen pintado un poco mejor. Pero si para estar entre sus brazos tengo que pasar todo de nuevo lo haría sin pensarlo dos veces. Se lo dije el día de la horrible pesadilla y es el mejor adjetivo para describirla, es mi ángel. Un ángel un poco atrabancado pero mío, sólo mío. Desde que el día que me dio su suéter para que me limpiara la cara llevo un diario; escribo todo lo que me hace sentir, cómo es, sus gestos, sus muecas, sus repuestas tan perspicaces, su extraño sentido del humor, todo. Y a veces siento que no hay suficientes palabras para describir a mi Lara. Hace unos minutos terminé mi entrada en el diario; escribí acerca del día que me permitió quedarme en su casa a dormir con ella; hace exactamente una semana. Fue tan respetuosa, tan gentil, tan amable, ella es todo lo contrario de lo que proyecta. La chica mala es una fachada para un tierno oso de color rosa; aunque le cueste admitirlo. A pesar de que le dije que necesitaba que me abrazara nunca tomó la iniciativa, ella entiende a la perfección que los roces sorpresivos me hacen daño pero no el de ella. Nunca me sentiría mal al sentir su piel contra la mía. Descubrí que estando cerca de ella las pesadillas no aparecían, era como si le tuvieran miedo a su luz. Era como si los demonios le temieran a Lara. Era como si él, la respetara tanto como para irrumpir con su presencia mientras estaba con ella. Lo comprobé cuando me llevé su playera pero lentamente su olor se fue
desvaneciendo y las pesadillas regresaron. Antes de correr a ella los días habían sido sumamente difíciles; ni siquiera le dije a papá, no lo quería preocupar y mucho menos quería preocupar a Lara. Suficiente tenía con el resfriado que aún la acosaba, el dolor de su costilla y su, no admitida, preocupación por las acciones de Livy contra nosotras. Livy, solía llamarla así cuando recién nos conocimos era una chica algo engreída pero tolerable. A pesar de siempre haber puesto barreras sociales entre el resto de nuestros compañeros de ninguna manera podía imaginarme que terminaría siendo el horrible ser humano que es ahora. Incluso varias veces me invitó a comer a su casa y conviví con ella y su papá. He de decir que el doctor era algo serio y rara vez lo vi sonreír, eso no implicó que fuera descortés conmigo, todo lo contrario. Pero las cosas cambiaron y ahora Livy me odia y al doctor hace mucho que no lo veo. Suspiré fuertemente, buscando aplacar mis emociones. El iPod de Lara marcaba que eran pasadas de las tres de la mañana. Tenía aproximadamente cinco horas que no veía a la chica alta y ya la extrañaba. Hoy, como los últimos días hemos platicado hasta el cansancio y cada vez confirmo más lo que ya sé; la quiero y quiero todo de ella. Todo lo que ella es. Estoy muy pero muy joven pero sé que no quiero a nadie más en mi vida que no sea Lara Orozco. Y el darme cuenta de eso fue lo que desató mi insomnio; se irá. Algún día vendrán por ella y no la veré más. No escucharé su voz, no la abrazaré, no sentiré su dulce olor, mi corazón no se pondrá loco al escucharla llamándome cariño y yo no sonreiré como tonta al saber que la voy a ver. Y aunque todos los días se asegura de decirme que me quiere y llenarme de millones de elogios no creo que yo sea suficiente como para que ella quiera quedarse. Quizá mi baja autoestima o mi instinto pero algo me dice que Lara no regresará por mí cuando se vaya. Así que tomé la decisión de aprovecharla al máximo, de estar con ella tanto como se pueda, de conocer de ella tanto como pueda. De que no sea sólo un vago recuerdo sino que sea el recuerdo más tangible, más perfecto y el más hermoso que tenga. En dos días es su cumpleaños; ya tengo sus regalos listos. Yo sé que le encantarán pero hay uno más que no sé si sea lo mejor. No quiero apresurar las cosas pero también sé que corremos contra el reloj y no quiero quedarme con preguntas sin contestar. Seguí su consejo, puse el modo aleatorio y dejé que el aparato de música hiciera su trabajo. La música que tiene aquí la describía a la perfección, algunas toscas y con mucha energía, otras muy lentas y apasionadas, otras tan sublimes que traen a ti los sentimientos más hermosos que puedan existir. Esa era mi Lara, un poco de todo. Rápidamente me hice fan de varias de las canciones que tiene y aunque a muchas las entendía por partes, me agradaban las voces o la música. Pero lo que más me gustaba era sentirme cercana a ella a través de la música que era tan importante en su vida. Con esto por fin encontré mi camino al mundo de los sueños.
Como todos los fines de semana estaba despierta a las ocho de la mañana. Estando con mi madre solía levantarme muy temprano, ya sea por el hambre, porque ella me levantaba o porque él llegaba... no tenía una hora específica; la cuestión es que me acostumbré. Papá al ver estas extrañas rutinas, en lugar de persuadirme de dormir más encontró actividades que pudiéramos hacer juntos. En este caso, nos levantábamos a orar y a hacer el desayuno juntos. Fui a la habitación de papá pero me encontré que su puerta ya estaba abierta así que caminé con dirección a la iglesia. Papá ya estaba en su acostumbrado lugar frente al Cristo, con un pequeño cojín para poder hincarse en él y el mío justo a su lado. Rápidamente caminé y me puse en mi lugar. -Buenos días.-Buenos días, mi niña.-No me esperaste.-Tenía que hacer algunas peticiones en privado.- Dijo mientras me veía con un sonrisa. -Bien.- Le sonreí. Sabía que por más privadas que fueran terminaba contándomelas. No había secretos entre nosotros. -Comencemos.- Las sesiones más o menos una hora. Todo dependía de las peticiones que hacíamos, las faltas que cometíamos, las veces que fallamos a Dios pero sobre todo las veces que nos fallamos a nosotros mismos. Papá siempre fue muy enfático con eso desde el principio; fallarle a Dios es grave pero fallarnos a nosotros mismos e ir en contra de nuestra naturaleza para buscar aceptación era el pecado más grande. El anteponer nuestras necesidades por las necesidades de otros. Y al principio pensaba que eso era egoísta pero cuando comencé a ponerlo en práctica entendí a lo que se refería papá; tengo a mi lado la gente que realmente quiere estar conmigo. Terminando nuestra hora de oraciones nos dedicamos a hacer nuestro desayuno. Nos turnábamos los sábados y domingos, él decidía un día y yo el otro. Eso nos mantenía comiendo tan variado como las cosas de aquí nos permitían y a mí me ayudaba a aprender a cocinar más y más cosas. Papá fue el soltero que se cocinaba solo, que se planchaba su ropa, que lavaba sus platos, que se hacía las cosas por sí mismo a excepción de lavar la ropa. Y soy su viva imagen en ese aspecto. Hoy, particularmente, estaba muy callado. -Papi, ¿todo bien?-¿Qué sientes por Lara?- Su pregunta me tomó por sorpresa. Sirvió huevos, plátanos y frijoles en dos platos; me dio uno a mí y se sentó en un extremo de la mesa. Me acerqué a él y le dejé una taza de café. -La quiero.- Tomé mi asiento a lado de él. –Creo que ya lo sabes.-¿Por qué la quieres?-¿Debe haber una razón en específico?- Estaba muy confundida. ¿A qué quieres llegar?-
-A que si de verdad la quieres, por lo que ella es, o porque te está brindando atención que no has tenido.- Dejé caer mi taza de café bruscamente sobre la mesa haciendo que se derramara algo del líquido. -¿Crees que la quiero porque es la única persona que se interesa por mí?- Sentía mi voz temblar. -No, mi amor. Lo último que quiero es ofenderte o hacer que te sientas mal. He visto a Lara y he hablado con ella de esto que tienen y sé que te quiere y que haría hasta lo imposible para protegerte. Pero quiero saber si realmente la quieres o estás compensando lo que ella está haciendo.-Me duele mucho que digas esto, papi.- Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos. -Sé que estoy siendo cruel, Ana pero quiero que tú estés consciente de lo que te pasa con ella y si es verdadero porque no quiero a dos pequeñas, mayormente a mi pequeña, con el corazón roto. O atada a una persona que no quiere.-Estoy enamorada de ella.- Dije de pronto. Me sorprendí al escuchar mi propia voz diciendo eso. "Estoy enamorada de ella", la estoy queriendo más que a nada en este mundo. –Estoy enamorada de ella.- Repetí casi en un susurro. -Mi niña, es un sentimiento muy hermoso pero...-Sin peros, papá. Dios me la mandó por algo y yo la adoro con todo mi corazón.- Papá me sonrió con ternura y tomó una de mis manos. -Tienes razón, mi amor. Sin peros.-Papi, de verdad la quiero.-Ahora lo sé.-Y quiero pasar mi vida con ella.-Ana, aún eres muy joven y te queda mucha gente por conocer.-Díselo a mi corazón que comienza a descontrolarse por ella; díselo a Dios que siempre que le pido una respuesta ella aparece o algo me lleva directo a ella.- Tenía un nudo en la garganta. –Y sé que ella me quiere a mí, me lo demuestra todo el tiempo, me hace sentir segura y... y las pesadillas se van cuando ella está.Tomé un respiro. –Pero también me gusta su mente, lo que dice, el que sea tan loca y atrabancada, el que a veces el mundo se le pase de frente y no tenga la menor idea, el que tenga un corazón enorme y no lo sepa. Porque nadie le ha dicho que es buena, que es noble y que cualquiera sería feliz teniéndola a su lado pero está aquí, conmigo. Y no la voy a dejar ir.-Aunque sabes que en algún momento vendrán por ella, ¿cierto?-Sí, papi y me aterra.- Agaché la cabeza. -Si están destinadas a ser, Dios las pondrá en el mismo camino y si no, meteremos mano para que se vuelvan a encontrar.- Veía los ojos de mi padre arder de felicidad, de alegría, de algo que hacía que se viera tan contento. –Tu felicidad es la mía, Ana.- Vi como se le aguaron los ojos. –Después de todo lo que has
pasado, de lo que hemos pasado, mereces un rayo de luz, un poco de tranquilidad.-Ella no es un rayo de luz, es el sol completo. Es la luna, las estrellas... ella lo es todo.- Cuanto deseaba que Lara estuviera ahí conmigo para abrazarla y decirle lo mucho que la quiero. A papá no se le quitaba la sonrisa de la cara. –Si la conocieras como yo lo hago entenderías lo que te digo.-La conozco más de lo que imaginas sólo con ver el brillo en tus ojos.- Me levanté, me senté en el regazo de papá y lo abracé tan fuerte como pude. –Nunca te mueras, papi.-Nunca lo haré, mi amor.-Dios me ama, me mandó al mejor papá del mundo.-Nos ama, cielo. Nos ama porque me permitió conocer el amor más grande del mundo a través de ti.El resto de la mañana pasó en completa tranquilidad; aunque yo contaba los minutos para poder ver a Lara de nuevo. Hoy papá la había citado a la una de la tarde, apenas eran las once y yo ya quería tenerla conmigo. Aunque mayormente pasamos el tiempo ayudando o trabajando en cosas separadas, los leves roces, las miradas y las sonrisas eran más que suficientes para mí. Hacía poco más de una semana de que la había besado por primera vez y no me cansaba de ella. Generalmente era ella la que cortaba los besos, supongo que no quiere propasarse conmigo pero lo cierto es que quiero más. Su toque es como una ardiente llama que quema por donde pasa y es una sensación que me agrada. También la forma en como ella me toca me dice que me quiere y quiero que ella también sepa que la quiero, de la misma forma. Tocándola. Sé que lo que ella provoca en mí nadie nunca más lo hará. Me puse de pie y corrí al jardín de la casa, quería verla y lo haría. Corté una rosa roja, una sola aunque si cortaba dos o tres nadie lo notaría ya que abundaban. Busqué a papá quien estaba leyendo en la iglesia. -Papi, ¿puedo...?-Puedes ir a verla, mi amor.- Volteó a verme y su sonrisa se hizo más amplia al ver la rosa en mi mano. -¿Crees que le guste?-Le va a encantar, hija.- Se puso de pie, caminó hacia mí y me envolvió en un enorme abrazo. –El amor vive de detalles. Todos vivimos de detalles pero más el amor. Así como cuidamos el jardín para tenerlo repleto de flores preciosas, así se le hace al corazón. Regarlo, cuidarlo y que le dé el sol para que florezca.-No era necesario todo eso.- Ambos empezamos a reír. –Pero es información muy importante.- Le di un beso y salí del lugar. El camino se hizo algo largo, como suele suceder cuando quieres que las cosas marchen rápidamente. Con Lara habíamos adoptado la costumbre de repasar los árboles y flores que nos encontrábamos en el camino. Más para ella que para mí pero era algo que disfrutaba hacer con ella, entre muchas otras cosas. Las
tardes en nuestro escondite se hicieron cada vez más frecuentes. El charlar, conocernos más a fondo, escucharla hablar de sus miles de travesuras era algo que invaluable para mí. La confianza de Lara en mí y el que ella me mostrara partes de su vida sólo hacía nuestro lazo más fuerte. Llegué a la casa de Lara y las manos me temblaban, no necesariamente por su presencia sino porque sería la primera vez que le regalaría una rosa a alguien. ¿Y si no era suficiente para ella?, ¿y si no le gustaba? Mi mano que estaba a punto de tocar la puerta se detuvo en el aire dubitativa. Era una mala idea. Estoy segura que sus antiguos novios en la escuela le llevaban enormes ramos de flores y yo tontamente quería hacerla feliz con una miserable rosa. Suspiré y giré mis talones para caminar de nuevo a casa. -¿A dónde vas?- Pegué un brinco al escuchar la voz de Lara detrás de mí. Giré para verla y enmudecí. Traía puesto un short, un sujetador deportivo y venía empapada. Supongo que venía de nadar. Se veía... tentadora. Esa es la palabra. Mis ojos absorbían cada parte de ella. Su vientre plano y levemente marcado, su piel blanca... –¿Algo que te guste?- Preguntó con una arrogante sonrisa. -Sí... Mucho.- ¡¿De dónde salió eso?! La sonrisa de Lara se hizo más grande. -Siéntete libre de tocar.- Levantó las manos como presumiéndose. -Gracias pero será en otro momento.- Gracias a Dios la cordura regresó a mí después de varios segundos... aunque no desechaba su propuesta. -¿Quieres pasar?- Asentí. Rápidamente abrió la puerta de su ahora casa y me hizo pasar primero a mí. Le sonreí y ella me siguió. –Me cambiaré, no me tardo.- Desapareció en su habitación mientras me dispuse a preparar algo de café para las dos. Dejé la rosa sobre la isla y me puse a trabajar. Estaba tan entretenida que no me di cuenta cuando Lara regresó a la cocina. Por segunda vez en un rato me espantó. -No te escuché.-Ya me di cuenta.- Se acercó a la isla y tomó la rosa. -¿Y esto?-Es para ti.- Dije sumamente apenada. –Sé que no es mucho y que a lo mejor...- Se acercó más a mí y pegó su frente con la mía. -Es perfecto.- Su piel estaba fresca, su cabello cayó sobre su rostro y pequeñas gotas de agua caían sobre mis brazos. -¿En serio?- Tenía sus preciosos soles verdes a unos centímetros de los míos. -¿Por qué siempre cuestionas lo que te digo?- Sonrió. –Esto es muy valioso porque no es el regalo o el detalle lo que importa sino la persona que lo dé. Y todo lo que venga de ti, Ana, lo adoro.- Dejó la rosa a un lado y tomó mi rostro entre sus manos. –Tanto como te adoro a ti.- No esperé mucho y junté mis labios con los de ella. Lara, mi locura, mi sanidad, mi salvavidas, mi ángel... no había lugar más seguro que
sus brazos, ni sabor más dulce que sus labios. La quería, quería todo de ella y quería que ella tuviera todo de mí, absolutamente todo. Mis miedos, mis ansiedades, mis frustraciones pero también quería compartir con ella mis alegrías, mis sueños, mis oraciones, mi perspectiva de vida, mi música, mi voz, todo lo que yo soy. Sus labios lentamente se movían sobre los míos y yo la seguía. La suavidad de sus labios hacía que mi corazón latiera incontrolablemente. Me aferré a su cuello y la atraje más a mí, profundizando el beso. Sus delicadas manos vagaban por mi espalda, de arriba hacia abajo, tentativamente dejaba una de ellas en la parte más baja de mi espalda y sabía exactamente lo que quería; me asustaba pero me asustaba más que yo quería que lo hiciera. Quería que me tocara. Me separé de ella para tomar aire, me mantenía aún con los ojos cerrados. Todo acerca de ella me volvía loca, su olor, su sabor, la calidez de su piel. Lara me hacía sentir cosas que nunca creí que alguien llegara a hacerme sentir y mucho menos que me gustara tanto lo que ella provoca en mí. A pesar de las fobias, los miedos, las inseguridades, quería romper esas barreras, para ella y para mí. -Hazlo.- Dije en un hilo de voz aún sin abrir los ojos. -¿Qué cosa, cariño?-Baja... baja tu mano.-Ana, no quiero...-Sé que lo quieres... y... y una parte de mí... también lo quiere.-Mírame.- Acarició mis mejillas con sus pulgares. –Abre los ojos, cariño.- Los abrí lentamente y ella me veía muy seria. Nunca la había visto así. –No quiero que hagas cosas por mí, ¿de acuerdo? No quiero que te sientas presionada a hacer ciertas cosas. Cuando el tiempo sea el adecuado y tú te sientas completamente segura lo haré pero no así.-Quiero romper mis barreras.-Lo sé, cariño. Créeme que lo sé pero iremos poco a poco.- Una ola de inseguridad se apoderó de mí, volteé la vista a la pared y Lara lo notó de inmediato. -No es porque no quiera hacerlo... te puedo asegurar que quiero y mucho. Todo lo que tú eres me enloquece, eso incluye tu cuerpo pero por ti puedo esperar un millón de años.-Esperemos que no sea tanto tiempo.- Volvió a besarme con ternura. –Te quiero.-También te quiero.- Volví a abrazarla y nos quedamos ahí por un buen rato. -¿De verdad te gustó la rosa?- Se echó a reír. –No te burles.-Deberías confiar más en mí.- Seguía escondida en su cuello. -Confío en ti...-Pero no confías en lo que te digo...-No es así... bueno, creo que a veces me dices las cosas para hacerme sentir bien.- Se separó de mí, me tomó de la mano y me arrastró al sofá. -Vamos a hablar bien de esto, Ana.- "Ana", su tono era solemne.
-No te enojes...-No estoy enojada pero me... preocupa que pienses que hago o digo las cosas para complacerte o para "hacerte sentir bien".- Gesticuló. –Creo que a estas alturas deberías saber que no hago cosas para hacer sentir bien a nadie. Odio hacer las cosas por quedar bien. Es un acto de hipocresía.-Estás enojada.-No.- Su rostro decía lo contrario. -Perdón.-¿Por qué te disculpas? No has hecho nada malo, expusiste un pensamiento que viene vagando en tu mente y yo estoy tratando de darle un cierre a esa idea tonta que tienes.- Estaba molesta, lo podía notar pero ella hacía un enorme esfuerzo por disimularlo. -No quiero que te enojes...-¿Crees cuando te digo que te quiero?-Por supuesto que sí.- Contesté de inmediato. -Lo que me acabas de decir muestra lo contrario.- Tomó un largo respiro. –Es como que pusieras en duda mi amor hacia ti.- Vio hacia abajo. –Y sí, eso me enoja y me duele.-Lara, yo no quise... soy yo, ¿de acuerdo? Es mi inseguridad de no ser suficiente para ti... de que algún día te aburras, de que lo arruine.-¿Qué mierda tengo que hacer para que lo creas? Dime, por favor.Había un doloroso rastro de súplica en su voz. –¿Echarme encima a Olivia no fue suficiente?, ¿hablar con tu padre, con Norma de lo enamorada que estoy de ti?, ¿qué más tengo que hacer?-La, entiende que soy yo, por favor. Yo no creo que alguien pueda quererme tomando en cuenta el equipaje que traigo... no sé si merezca que alguien me quiera.-Norma tenía razón, esto es demasiado para mí.- Se puso de pie rápidamente y se alejó de mí. –Me duele escucharte decir eso y me duele aún más saber que no puedo hacer nada para hacerte cambiar de opinión acerca de ti misma. Y si no puedo ayudarte, estoy demás en tu camino.-¡No!- Sentí como las lágrimas comenzaron a inundar mis ojos. –Esto no es fácil, Lara. Tú nunca sabrías porque no has pasado lo mismo que yo... no entenderías nunca lo sucia que me siento, lo indigna que me siento... soy la creación de un monstruo.- Vi la tristeza reflejada en los ojos de Lara. –No me tengas lástima.-Te quiero demasiado como para sentir algo tan bajo por ti. La frustración que siento ahora mismo... si pudiera materializarla estaría lanzando dagas por cada poro de mi piel.- Me tomó bruscamente de la mano y me llevó al baño. Mi corazón comenzó a latir rápidamente por la sorpresiva actitud de Lara. Me puso frente al espejo y ella se puso detrás de mí muy pero muy pegada a mi cuerpo. -¿Qué ves?-Me veo a mí.- Dije tartamudeando.
-¿Qué ves?- A pesar de estar tan cerca de mí sus manos descansaban sobre sus costados. –Describe lo que ves.- Vi al espejo y rápidamente volteé la vista a otro lado. –Mira al espejo, Ana.-No puedo.-Puedes. Por supuesto que puedes hacerlo, Ana.- Su respiración se había vuelto un poco más pesada... había un aura extraña sobre nosotras. –Hazlo, cariño.- Después de muchos segundos tomé el coraje de ver al espejo. -Cabello rubio.- Dije en un susurro. -Un precioso cabello rubio.- Agregó Lara de inmediato. -Ojos cafés.-Los más hermosos que he visto en mi vida.- Podía ver los oscuros ojos de Lara a través del espejo. -Labios delgados.-Deliciosos labios delgados.- Algo le pasaba a mi cuerpo al escuchar a Lara diciéndome esas cosas y algo en mi interior ardía con fuerza. Sentía que algo comenzaba a romperse. -Piel blanca.-Tan suave como la seda.- Sin perder contacto visual lentamente llevó sus manos a mis hombros y recorrió mis brazos lentamente. –Eres hermosa, Ana. En toda la extensión de la palabra y esto es sólo la fachada. Detrás de esa hermosa chica, hay una espectacular mujer.- Tenía sus labios muy cerca de mis oídos, ella prácticamente me susurraba. –Mírate y admira lo hermosa que eres. Cualquier persona caería ante ti sólo con verte.- Sentí un nudo en la garganta. -Yo...-No lo racionalices... no le busques peros. Sólo observa a la princesa que se refleja en el espejo.- Entrelazó sus dedos con los míos y cruzó nuestros brazos sobre mi estómago. El nudo en la garganta se hizo más grande y tenía unas enormes ganas de llorar. -Sólo veo a una asustada niña...-Sigues viendo tu pasado, cariño. Esa niña temerosa se ha convertido en una preciosa joven con una inteligencia descomunal; con un corazón noble y una cálida sonrisa para quien la necesite.-No puedo simplemente olvidarlo.-No te pido que lo olvides, te pido que no dejes que ese hecho te defina. No eres una víctima, eres una sobreviviente de un pasado algo oscuro. Y ahora brillas con luz propia.- Su agarre se hizo más fuerte. –Vales mucho, Ana.-Tú también.-Lo sé y sé que soy digna de que alguien como tú me quiera.-¿Alguien como yo?-Sí, perfecta.-Yo no soy perfecta.-
-Lo eres para mí.- Cerré los ojos y busqué que las palabras de Lara se grabaran en mi corazón y en mi mente. -Valgo... mucho.- Balbuceé después de varios segundos en un inquietante silencio. –Soy digna... de ser... querida.-Amada, respetada, adorada y venerada.- Besó mi cabeza. –Es un gran avance, majestad.- Me eché a llorar. No lo soporté. Como pudo Lara me condujo a su cama y lloré desconsoladamente sobre su regazo. Una cadena se rompió hoy, una que no creí que algún día se rompería; la de la desconfianza en mí misma. Por un momento en ese espejo vi a la persona que Lara describía, realmente la pude ver y la imagen de la niña quedó detrás de la joven; al menos por unos segundos y eso fue suficiente para comprender que hay una vida después de lo que pasé. Aún me faltaba mucho camino por recorrer, mucho por aprender pero hoy, lo que Lara había hecho por mí, es algo que ni yo misma había intentado hacer. Durante el tiempo que tardé llorando Lara no dijo ni una sola palabra, ni una sola. Se limitó a acariciar mi cabello y mi espalda de vez en cuando. En algún momento busqué una de sus manos y la entrelacé con la mía. Entendía que era mi momento de reflexión, que era algo muy personal y ella simplemente estuvo ahí para apoyarme, para no hacerme sentir sola. Sin embargo a ella le debía todo esto. Ella había sido clave para poder ver un poco más de luz. Cuando al fin pude dejar de llorar y recomponerme un poco, me incorporé y busqué los brazos de Lara que ni tarda ni perezosa tardó en extender. A veces me sorprendía la capacidad que teníamos de comunicarnos sin decir una sola palabra, entendíamos nuestras necesidades; ya fuese por instinto o por conocer un poco la una de la otra. Lo que fuera nos unía y mucho. Lara estaba penetrado fibras de mi ser que ni siquiera sabía que existían o que fueran parte de mí. Ella me estaba enseñando a ver el mundo con otros ojos. -¿Mejor?-Mucho. Gracias.- Me sonrió y depositó un beso en mi nariz. -Tenemos que buscar ayuda.-¿Tenemos?-Estamos juntas en esto... ambas lo necesitamos.- Sus ojos habían vuelto a su color habitual. -¿Quién podría ayudarme?-Puede ser Norma o puede ser Omara.-Tú...-No. En primera porque te quiero muchísimo y no podría ser objetiva contigo y en segunda porque no quiero que me consuma. Pasaste por cosas terribles, Ana y el que yo sepa de eso es motivación para buscar al maldito que lo hizo y comérmelo a cucharadas.- Tomé su mano entre las mías. -Lo siento.-No te disculpes. Estoy exponiendo lo que siento. No se trata de
buscar culpables, se trata de que nos comuniquemos.-No sabes cómo me has ayudado hoy, Lara.-Cualquier cosa por ti, cariño.- Le sonreí. Y me di cuenta que estar con Lara me había ayudado a ser un poco más impulsiva. -Hay algo más que puedes hacer por mí.- Dije a punto de entrar en una crisis de nervios. -Lo que sea.- Contestó de inmediato. -Se mi novia.- Al principio se vio sorprendida pero después una enorme sonrisa se posó en su perfecto rostro. A esto se refería Lara a confiar más en mis instintos, a seguir mi corazón y mi corazón me decía que la quería a ella. -Sí. Me encantaría ser tu novia.- Me acerqué lentamente a ella hasta encontrarme con sus suaves labios y hacerlos míos. No hay palabras para describir esto, la felicidad, la alegría, el júbilo, la emoción incluso el sentimiento de incertidumbre y de miedo a lo que podríamos enfrentarnos. Nada importaba si era con ella. Mientras las batallas fueran a su lado, todo valdría la pena. Lentamente la fui empujando hasta que cayó sobre la cama y yo encima de ella. En ningún momento dejamos de besarnos. Estaba muy incómoda por lo que hice un intento de poner mis rodillas a los costados de Lara pero en cuanto lo hice pasé a rozar un área muy sensible de la chica alta. El leve gemido que escapó de sus labios me puso en alerta. Sus manos dejaron de acariciar mi espalda, dejó de besarme y abrió los ojos al igual que yo. Sus ojos habían cambiado levemente de color, de nuevo estaba oscuros y vi algo que me asustó demasiado, algo que ya conocía muy bien. Esa mirada predadora que anunciaba que algo pasaría, esa mirada que implicaba que él saciaría sus necesidades conmigo; en sus ojos había lujuria. Rápidamente me alejé de ella. -¿Qué pasa?- Preguntó confundida. -Nada.-Por supuesto que pasa algo. Hace unos segundos nos besábamos y ahora parece que hubieras visto a un fantasma.- Tragué y cerré los ojos. -Quieres... quieres mi cuerpo.- Su respiración se volvió más errática y casi podía sentir como se tensaba. Abrí los ojos y casi de inmediato agaché la cabeza. No puedo con su mirada, ¿qué me hacía creer que soportaría que me tocara? -¿Te deseo? Sí. Eres preciosa, Ana pero ya te dije que nada pasará hasta que tú estés de acuerdo. Hasta que te sientas segura conmigo.- Muy lentamente se acercó y tomó mi mano. –Nunca te obligaría a hacer algo que no quieras. Nunca.-Lo siento.-No, yo lo siento. Creo que un poco más de autocontrol no me caería nada mal.-Quiero que me toques, de verdad, es sólo que...-Y yo muero por tocarte pero todo a su tiempo, novia mía.- Casi se
me derrite el corazón al llamarme de esa manera. Levanté la vista con una enorme sonrisa en la cara. -Novia.- La sonrisa no me cabía en el rostro. -¿Sí?- Respondió con una sonrisa juguetona. -Te quiero.-Y yo a ti, cariño.El día del cumpleaños de Lara había llegado, bueno, faltaban aún unos minutos pero me preparaba para ir a su casa. Papá insistió que me acompañaría sólo para ir a dejarme y me concedió permiso para quedarme ahí por el resto de la noche. Si tan sólo supiera que no es la primera vez que duermo en casa de Lara. Eventualmente se lo contaría. Llevaba en una mano un ramo de rosas, ahora sí, un formal y más decente; mientras que la otra mano iba ocupada con una pequeña caja que había hecho para ella. Durante el camino papá y yo bromeábamos sobre algunas cosas pero evitábamos hablar de Lara, él intuía que algo había pasado ya que la sonrisa no se quitaba de mi rostro. Como siempre no presionó, simplemente me dijo que se alegraba de verme tan feliz. Merecía saber la causa de esa felicidad. -¿Pa?-¿Sí?-Lara es mi novia.-¿Ella te lo pidió?-No. Yo se lo pedí.- Papá volteó a verme sorprendido. -¿En serio?-Sí.- No podía ocultar la sonrisa. -Estoy muy orgulloso de que hayas tomado la iniciativa.- Me abrazó fuertemente. –Me alegra mucho por ti.-Gracias por apoyar esto, papi.-No tienes que agradecerme por querer verte feliz. Si es una mujer o un hombre la persona que logre eso no me interesa. En tanto tú estés contenta.-Estoy más que contenta.- Papá me abrazó fuerte nuevamente sin decir una sola palabra. Estaba feliz por mí pero también le preocupaba que alguien lo descubriera y a mí también me preocupaba eso. Papá me dejó a unos metros de la casa de Lara corrí a tocar la puerta. En apenas unos segundos Lara abría bastante asustada. -¿Estás bien?- Extendí los regalos que tenía para ella. Su rostro se suavizó bastante y se abrazó a mí. -Feliz cumpleaños, ángel.- Me abrazó aún más fuerte. -Me encanta cuando me llamas así.- La sentí sonreír. –Gracias, Anita. Pasa.Lara fue a la cocina y puso agua en la pequeña tetera. Preparaba las tazas de café mientras yo la observaba sentada en el sillón. Tomó una pequeña
jarra, la llenó de agua y puso las rosas ahí. Regresó al sillón y se sentó muy cerca de mí. Tímidamente le acerqué la caja que llevaba. -¿Quieres que lo abra ahora?- Asentí. Con una pequeña sonrisa deshizo el nudo que había en la parte de arriba de la caja y quitó la tapa. De entre pequeños pedazos de periódico fue sacando unas tarjetas con palabras en inglés. Volteó a verme y me sonrió. -Tienes que armar una pregunta.- Sacó todas las tarjetas y al descifrar el mensaje volvió a buscar mis ojos. -Ya te había dicho que sí.-Bueno, se suponía que debía esperar para hoy pero no pude.- En la mesa se podía leer, "Do you want to be my girlfriend?" -Me alegra saber que tu inglés mejora.-Me sentía capaz de hacer algo tan simple como esto.- Me acerqué a ella y me senté sobre su regazo. Ella rápidamente me aprisionó con sus brazos y besó mi cabeza. -Gracias, por las flores y el regalo.- Todavía faltaba un regalo pero ese se lo daría durante la comida. -Un placer.- Me quedé en la comodidad de sus brazos simplemente disfrutándola. –No te vayas.-No iré a ningún lado.- Me levantó la cara con uno de sus dedos. –Al menos no sin ti.- Busqué sus labios y comenzamos una lenta danza. Me aferré a su cuello mientras ella lo hacía con mi cintura. Nos separamos cuando la tetera comenzó a sonar. Le di un suave beso. -Voy yo.- Cuando regresé Lara luchaba por tener los ojos abiertos. -¿Cansada?-Un poco. Todavía no me acostumbro a nadar diario y me está matando un poco.-Vamos a la cama.- Una enorme sonrisa apareció en su rostro. Dejé las tazas en la mesita, a lado del mensaje que le había escrito y le di un golpe en el hombro. –A descansar, pervertida.-¿Tengo permiso de hacer comentarios... subidos de tono?- ¿Me estaba pidiendo permiso? -No pediste permiso para esa insinuación.- Le sonreí. -¿Te molesta?-No.-¿Segura?-Deberías confiar más en mí.- Regresé las palabras que ella me había dicho. -Confío a ciegas en ti, cariño.Hablamos de alguna que otra cosa más mientras terminábamos nuestras respectivas tazas de café. Aunque ella insistía en seguir platicando cada vez
la veía más adormitada así que me puse de pie y extendí mi mano para que la tomara. No lo pensó dos veces y nos dirigimos a su habitación. Mi ropa era bastante cómoda por lo que simplemente me quite los zapatos y me metí a la cama. Lara hizo lo mismo pero lo siguiente me heló. Pasó un brazo sobre mi cintura y acomodó su cabeza en mi pecho. -Quiero que me abraces.- Ahora los papeles se invertían; yo velaría su sueño y la apapacharía hasta que quedara durmiendo. Realmente me quiere. Me congelé al sentirla porque hace unos días ella fue sincera al decirme que nunca durmió con alguien después de mantener relaciones sexuales. Ella se iba o hacía que los chicos se fueran. Dos personas para ser exactos. Y sentía una pizca de celos al saber que alguien más la había besado. Recuerdo sus palabras: "Nunca he dejado que alguien me sostenga. No va conmigo." Y hoy, un día especial para ella y para mí, me pide lo que no ha ido con ella en su corta vida. Teníamos algo especial, algo fuerte... algo fuera de lo común pero más puro que muchas de las cosas "aceptadas" por el mundo. Me quedé acariciando su cabello por no sé cuánto tiempo, sólo sé que quería sentirla así de cerca siempre. Regresaron a mí las palabras que le había dicho a papá, estaba enamorada de ella. Muy pero muy enamorada de ella. Su trato era fundamental pero había algo más, algo más fuerte entre nosotras. Creo que el sentir esa fuerte energía desde que nos conocimos hizo que no nos agradáramos mucho pero eventualmente esa energía nos terminó juntando. Lo agradecía con todo el corazón. Después de un maremoto de pensamientos me quedé dormida con mi novia entre mis brazos. Cuando desperté Lara aún dormía profundamente, ya no estaba sobre mi pecho pero seguía como hiedra aferrada a mí. Con mucho cuidado quité su mano de mi estómago y me puse de pie. Me quedé un momento contemplándola, era hermosa. A veces siento que cuando me describe realmente está hablando de ella. Su cabello alborotado y su boca ligeramente abierta la hacían ver tan linda y algo graciosa a la vez. Se movió levemente, se reacomodó y soltó un pequeño ronquido. Sonreí. Cuánto la quería. Me acerqué, dejé un beso en su frente para después ir a la cocina a prepararle el desayuno. Afortunadamente hace un par de días fuimos a hacer las compras juntas, Lara aún tenía problemas con esa parte. No sabía bien que comprar y recuerdo como entre bromas me pidió que le hiciera las compras, ¿cómo podría negarme? Recordé lo mucho que le gustaban los plátanos fritos así que me dispuse a hacer eso y sándwiches. Era de lo que más extrañaba de su antiguo colegio; los sándwiches que preparaban. Así que me dispuse a preparar uno parecido. Algo de café y jugo. La ventaja con Lara es que podía pasar un tren a lado de ella y ni lo notaría, dormía como un oso. Esto me dio la oportunidad de preparar todo; tuve que improvisar y usar una tabla de cortar como charola. Con mucho cuidado llevé las cosas a su habitación y las dejé sobre el buró. Corrí de vuelta a la sala y tomé una de las muchas rosas que había cortado
para ella, regresé a la habitación y la puse junto al jugo de naranja. No tardaría mucho en despertar al sentir el olor de la comida tan cerca de ella. De nuevo me quedé observándola con detenimiento. Tenía unas enormes pestañas que adornaban sus preciosos ojos verdes. Sus cejas eran pobladas pero las tenía muy bien cuidadas, no se veía tosca. Sus pómulos no eran tan prominentes... pasé mi dedo índice sobre uno de ellos. Luego sus labios delgados y delicados... su preciosa nariz respingada. De lado derecho, muy cerca de su mentón tenía una cicatriz algo extensa, una debajo de la ceja y otra más justo debajo del ojo. Lo cerca que estuvo de lastimarse severamente. Se cayó de un árbol para su mala fortuna aterrizó sobre una pequeña rama que estuvo a milímetros de incrustarse en su ojo. Muchas de sus anécdotas eran para reír por horas y otras para agradecerle a Dios porque aún sigue viva. No me imagino a Lara de madre tendría que enfrentarse, muy probablemente, a pequeños como ella. Y si Dios me quiere tanto como para dejarme con ella, tendríamos pequeños de radiantes ojos verdes. Cuando me enteré de que no podría tener hijos, poco me importó realmente. Mis pensamientos estaban enfocados en superar lo que había pasado. Aunque la doctora me dijo que era un problema que ya venía en mí algo me decía que él había tenido que ver con eso. Sabía que cuando encontrara a una persona con quien compartir mi vida replantearía esto. Y aunque apenas llevamos unos días de novias sé que pasaremos mucho tiempo juntas y sí, me atrevo a soñar con una familia junto a ella. -¿Qué pasa?- Me asusté al escuchar su voz. Estaba tan metida en mis pensamientos que no me di cuenta cuando ella abrió los ojos. -Sólo pensaba.-Eso no es un buen augurio.- Le di un pequeño golpe. -¿Esa es la manera de darle los buenos días a tu novia?- Le sonreí, me incliné un poco para depositar un beso en su frente. -Buenos días, ángel.- Buscó mi mano y entrelazó nuestros dedos. -Buenos días, cariño.- Llevó lentamente mi mano a sus labios para besar mis nudillos. -¿Dormiste bien?-Muy bien. Gracias. ¿Y tú?-Espectacularmente.- Me sonrió ampliamente. -¿Y eso?-Tu desayuno.- Aplaudió animadamente y en un santiamén estaba de pie y corría al baño, seguramente a lavarse los dientes. Mientras Lara se aseaba, regresé a la cocina para ir por mi desayuno. Vi a Lara pasar rápidamente de vuelta a la habitación; esta mujer sólo pensaba en comer. Cuando llegué con Lara ella ya tenía en su mano la taza de café. -¿Te importa decir la oración?- Negó. Esperó a que me sentara a su lado. -Gracias Dios por los alimentos que hoy nos das. Te agradezco por un año más de vida, por las lecciones aprendidas aquí, por la gente que he conocido pero especialmente te agradezco por Ana.- Permanecía con los ojos cerrados y la
cabeza agachada. –Gracias por ponerla en mi camino.- Guardamos silencio unos segundos. -Gracias por permitirme estar aquí a pesar de las adversidades, sé, ahora, que todo tiene una razón de ser, todo obra para bien cuando nuestra mente está abierta. Gracias por mi ángel, por enseñarme que hay gente buena en este mundo. También agradezco por ponerla en mi camino y espero que la dejes ahí...-Siempre.- Abrí los ojos de inmediato y busqué los ojos de Lara. Ella me veía intensamente. -¿Siempre?-Siempre.- Dejé su taza de café junto con el resto de su desayuno y se acercó más a mí. –Todavía no comprendes lo que significas para mí, ¿cierto?-Sí es parecido a lo que siento por ti puedo hacerme una idea.- Me acerqué más a ella y descansé mi frente sobre la de ella. Lara llevó su mano a mi mejilla. –Ángel.-Cariño.- Acercó sus labios a los míos y me besó con una ternura que creí que moriría ahí mismo. Quería mostrarme lo que ella siente por mí y lo estaba logrando. No quise moverme mucho porque tenía mi desayuno sobre mis piernas y no quería tirarlo. Lara lo notó y se separó de mí con una enorme sonrisa. –Este es el mejor cumpleaños de mi vida.-Me alegra saber eso.-Y debería alegrarte más que todo esto es por ti.- Se acercó de nuevo a darme un rápido beso y tomó de nuevo su taza de café. –Deberías ser un ninja, nunca te escuchaba venir y ahora te escabulles de la cama sin que lo sienta.-Bueno, no eres muy fácil de despertar que digamos.- Se echó a reír. -Te doy eso.- Pasamos el resto de la mañana entre besos y abrazos, disfrutando la una de la otra y eso hasta ahora era lo mejor de mi vida. Verla sonreír y saber que yo tenía que ver con eso era la sensación más agradable del mundo. Pero muy acostumbrada a mi pasado, sabía que los mágicos días de alegría siempre venían acompañados de un poco de tormenta. Y sabía que la tormenta se llamaba Olivia.
A/N ¿Por qué los querré tanto, arroba Dios? Mis queridos lectores, después de más de dos semanas sólo he podido avanzar con un capítulo y menos de un cuarto del 17... Sabía que mi trabajo impediría que tuviera mucho tiempo para escribir pero lo que no me esperaba era que la lesión del hombro regresara y eso me tiene muy apagada. Sin embargo no quise dejarlos tanto tiempo sin las chicas, así que aquí tienen. Espero que las vacaciones me suban el ánimo para poder consentirlos como se merecen.
Saludos desde un agüitado rincón de México, Ale
Capítulo 17
Hasta ahora Ana se había portado como la mejor novia del mundo. Estaba adorando absolutamente cada momento que pasaba con ella. Anoche me asusté muchísimo al escuchar que alguien llamaba a la puerta, desde la vez que el señor Cardozo vino a mí había quedado un poco paranoica. Pero el verla con una enorme sonrisa me desarmó; apenas y pude echarme a sus brazos. Las rosas no eran particularmente mis flores favoritas pero viniendo de ella eran las más hermosas y qué decir de la caja. Me conmovió profundamente el hecho de que ella tomara la iniciativa. Mientras yo moría de nervios de pedírselo, le agradezco que se haya adelantado. El día anterior había sido particularmente malo en la cuestión física, me recuperaba lentamente de la costilla y aunque ya entrenaba sabía que no estaba del todo bien. Por lo que durante las mañanas nadaba un poco y vaya que fue un error, el dolor el monumental. Como pude me las arreglé para pasar el día, por supuesto, nadie supo de esto hasta la noche cuando Ana me sorprendió. De verdad que quería estar con ella y platicar tanto como pudiéramos pero el cansancio era excesivo. Cuando la vi acostada en la cama millones de imágenes pasaron por mi mente. No soy indiferente a lo que Ana es y lo que me provoca; sin embargo el simple hecho de recordar su cara días atrás cuando tuvimos una ardiente sesión de besos hizo que la calentura se me bajara. Pero así como ella provocaba eso, también provocaba que mis barreras cayeran y le dieran paso a su luz. Fue así como me atreví a pedirle que me abrazara... nunca nadie lo había hecho porque era un acto demasiado intimo para mí... muy personal que no debía pasar con cualquiera. Ana se vi tan sorprendida que sentí que le costó un poco hacerlo, sólo bastaron algunos segundos para que se recompusiera y me sostuviera amorosamente en sus brazos. Aunque el cansancio era mucho me desperté alrededor de las tres de la mañana, al principio perdí la noción de lo que había pasado y me sobresalté un poco. Pero luego sentí el olor de Ana y todo regresó a mí, las flores, la caja, la pregunta que armé, el beso... me senté un momento y la admiré. Se veía tan bonita, tan calmada... la luna hacía un maravilloso trabajo sobre su cuerpo y rostro. Su luz atravesaba la ventana y alumbraba lo suficiente para verla. Realmente no sé cuánto tiempo pasé observándola, es sólo que no me cansaba de hacerlo y juro por Dios que nunca me cansaría de hacerlo. No había manera de describir cuánto la quería; bueno... quizá sí hay una palabra pero creo que aún es muy pronto. No tenía miedo al sentimiento, tengo miedo a lo que conlleva y definitivamente no quería presionarla. Llevaría las cosas tan tranquilas como se pudiera y esperaría pacientemente para cuando ella esté lista para avanzar. Por fin pude dormir cuando me reacomodé de nuevo en su pecho y
me dejé llevar por su dulce olor y su tranquilo ritmo de respiración. Cuando me desperté ella no estaba conmigo pero un delicioso olor me levantó. Me había llevado el desayuno y eso ni la bruja lo había hecho, ni nadie. En verdad estaba emocionada con el gesto que tuvo conmigo. La pasamos de maravilla. Como le dije, para mí, era el mejor cumpleaños de mi vida y estaba más que segura que lo recordaría siempre. Tenía apenas unas horas que se fue y ya la extraño. Tenía que estar en la iglesia a las dos, esas fueron las instrucciones del señor Cardozo, así que sólo tenía que esperar unas horas más para verla de nuevo. Me dispuse a limpiar la casa; curiosamente esto se había convertido en una rutina que disfrutaba muchísimo hacer. Comprendí que me gustaba estar en un lugar ordenado, disfrutaba teniendo las cosas a mi manera; cocinarme también se había vuelto algo fundamental para mí. Me hacía sentir más autosuficiente y era un recordatorio de que lo podía todo siempre y cuando tuviera la disposición de hacerlo. Hoy opté por no ir a nadar, después de arreglar la casa y desayunar regresé a la cama donde el olor de Ana reinaba... me acosté del lado donde ella estaba y con una enorme sonrisa recordé todo lo que había pasado durante la noche. Todo fue tan perfecto, tan maravilloso que deseaba que nunca se acabara el día. Cerré los ojos y enterré la cara en la almohada. Constantemente me sorprendía lo que ella me hacía sentir, la forma en cómo enloquecí por ella era bastante fácil de entender pero a la vez un misterio. -Te amo.- Dije sobre la almohada mientras mi pecho latía frenéticamente. –Te amo más que a cualquier cosa en este mundo. Más que al voli.- Sonreí. Me aferré más fuerte a la almohada y me quedé ahí por mucho tiempo. Era como sentirla muy cerca de mí, como si aún estuviera sosteniéndome en sus brazos. No puedo y no quiero estar lejos de ella y si mis padres vienen tendrán que buscar hasta en los putos árboles para encontrarme, no me iré de aquí. Mi corazón pertenece con ella y aquí me quedaré. Y si me voy ella viene conmigo, no sé cómo mierda lo haré pero no permitiré que nos separen. Brinqué cuando escuché que alguien llamaba a la puerta. Lentamente me puse de pie y fui a abrir. Al otro lado una sonriente Norma me veía. -Feliz cumpleaños, pequeña.- Extendió los brazos y ni tarda mi perezosa me eché sobre ellos. -Gracias, mamá.- Rápidamente se soltó del abrazo y me empujó. –Es mi cumpleaños, déjame molestarte a gusto.-Eres imposible.- Le sonreí y la volví a abrazar. –Me alegra tenerte aquí Lara. Alegras mi vida.- La abracé más fuerte. -Me alegra serte útil.-Eres más que útil, pequeña. Te quiero mucho.-También te quiero, Norma.-¿Puedo vomitar?- Sonreí ampliamente al escuchar la voz de Ingrid. -Hola, bibliotecaria.- Me separé de Norma.
-Feliz cumpleaños, mocosa. Que la vida no te muerda el trasero.Norma se echó a reír. -Gracias por tan motivadoras palabras, Ingrid.-Ten.- Extendió una pequeña caja frente a mí. -¿Es un animal muerto o heces?-Te dije que no funcionaría.- Dijo Norma. -¡Mierda! Juntarte con mi hermana te ha hecho más inteligente.Me reí. -Bastante más.-Apresurémonos a la iglesia que ya quiero comer.- Espetó la mujer amargada. -¿Qué?- Volteé a ver a Norma. -Recuérdame nunca decirle secretos a esta mujer.- Se tomó la cabeza. -¡Sorpresa! Te preparamos una comida.- Aplaudió burlonamente y me arrastró fuera de la casa. –Ahora mueve el culo, mocosa que muero de hambre.Estaba muy sorprendida por el hecho de que se hayan tomado la molestia de prepararme algo pero era imposible no reaccionar ante el ácido humor de Ingrid. Mientras caminábamos platicábamos sobre diversos temas con Norma, Ingrid sólo intervenía para decir alguna que otra estupidez. -Dijiste "preparamos"- volteé a Ingrid. -¿quiere decir que tú cocinaste?-Preferiría cocinarte a ti que cocinar para ti.- Norma y yo no aguantamos la risa. -Estamos en sintonía bibliotecaria.-Pretende que no sabes nada.- Acotó Norma. –Ana estaba muy emocionada preparando esto.-¿Ana?-Sí, tu lesbiamiga preparó todo esto.- Habló la bibliotecaria. –Muy contenta llegó a invitarme a mi casa.-No entiendo porque te invitó.- Dije con una sonrisa. -Fácil, porque sabe que me amas.- Entre bromas, burlas e intervenciones de Norma llegamos a la iglesia, la cual estaba sorpresivamente cerrada. Caminamos a la puerta trasera, Norma tocó y casi al instante el señor Cardozo abrió. -Dulce Lara, felicidades.- Dio un paso al frente y me dio un fuerte abrazo. –Pasa, por favor.- Sabía que debía hacer como si no sabía nada pero el interior del lugar me dejó con la boca abierta. Había globos de colores decorando todo el lugar, la mesa tenía un mantel puesto y había platos y cubiertos acomodados pulcramente. Cerca de la mesa había una cartulina, reconocí la letra de Norma, la de mi rubia, había otra que supongo era del señor Cardozo y no había que ser un genio para saber quién escribió "muérdeme".
Al fondo del lugar divisé a Ana, llevaba el cabello levantado y usaba un vestido rosa que le llegaba a las rodillas junto con unas sandalias blancas. Se veía preciosa. Con una enorme sonrisa avancé hasta ella, la abracé y la levanté del piso. Se sorprendió por lo que dio un pequeño grito que fue remplazado por una carcajada cuando le di un par de vueltas. La puse de nuevo en el piso y pegué mi frente con la de ella. -Te adoro.- Llevó sus manos a mi cara. -Te adoro, ángel.- La volví a abrazar con fuerza. -¿Es el día del amor o qué? Quiero comer.- Me eché a reír al escuchar a la bibliotecaria. Tomé de la mano a Ana y la llevé cerca de la mesa. Jalé la silla para que se sentara, después yo tomé asiento junto a ella. -¿Necesita ayuda, señor?- Pregunté. -No, dulce Lara. Siéntate y disfruta de tu día.- Jugaba con los dedos de Ana y ella me veía con ternura. Norma me pasó un vaso con agua de color verdoso. Asumía que era de pepino, no era particularmente algo agradable pero no lo desechaba por completo. -¿Tú preparaste todo esto?- Asintió. –No era necesario.-Es sólo una pequeña retribución de todo lo que tú me das.- La vi sonrojarse. -¿Te gusta?- Preguntó tímidamente. -Es la mejor sorpresa que he recibido, Ana. Muchas gracias.- Me acerqué más a ella y deposité un beso en su mejilla. –Eres increíble.-¿Qué son?- Cuestionó Ingrid con una leve sonrisa. -Es mi novia.- El corazón comenzó a saltarme de alegría con el tono orgulloso de voz de mi rubia. -¿No había algo mejor?- El resto de los adultos se echó a reír, también Ana. -No hay mucho de donde escoger.- Dijo para mi sorpresa y rió más fuerte al igual que Ingrid. -Ya has pasado demasiado tiempo con ella.- La volteé a ver muy seria; sólo bastó que hiciera un pequeño puchero para que la sonrisa regresara a mí. –Me las vas a pagar.-Pueden arreglar esas cosas en la cama.- Sugirió Ingrid. Escupí el agua que estaba bebiendo y Ana buscaba algo en el techo. -¡Ingrid!- Reprendió rápidamente Norma. –Compórtate por el amor de Dios.-Es una opción sana y no pueden quedar embarazadas. No pasa nada.-¡Dios mío!- Tomé a Ana de la mano y la arrastré al patio. –Suficiente por hoy.- Vi al señor Cardozo riéndose mientras nos veía salir de la cocina. -También pueden arreglarse en el pasto o cualquier superficie sólida...- Comencé a tararear lo más fuerte que pude para evitar escuchar a la loca de
Ingrid. Cuando por fin llegamos Ana estalló en risas aunque aún tenía las mejillas sonrojadas. -La odio.-Claro que no.- Dijo Ana buscando mis brazos. -No, por supuesto pero es tan...-Directa.-Sí.- Besé la cabeza de Ana. –No sé cómo Norma la soporta.-De la misma manera que te soporta a ti.- Me alejé de ella. -¿Perdón?- Estaba aguantando la risa. –Muy graciosa, rubia.-¿Lo que dijo es común?- Se escuchaba curiosa. -Bastante. Mucho usan la química sexual para arreglar sus problemas.-¿Hablan mientras...-No podría decirte a ciencia cierta, cariño. No he pasado por esa... etapa.-¿Tú crees que nosotras... pasemos... esa etapa?-No lo sé, Anita. Cuando ambas estemos preparadas lo sabremos.-Mejor dicho cuando yo esté preparada.- Enfatizó el "yo". -Si tú no lo estás yo tampoco, así de simple.- Tomé su mano. –Te esperaré todo lo que necesites, cariño.- Se abrazó de nuevo a mí. –Te he echado mucho de menos.-Y yo a ti, La.- Se aferró más a mí. –Cada vez me cuesta estar lejos de ti.-A mí también.- Descansé mi mejilla sobre su cabello. –Te quiero demasiado, Ana. No puedes imaginar cuanto.-También yo, ángel. También yo.-Niñas, a comer.- Escuchamos la voz del señor Cardozo. De nuevo llegamos de la mano y la ayudé a acomodarse en su silla. Sólo nosotras hacíamos falta. –Gracias Dios por los alimentos que pones hoy en nuestra mesa. –Comenzó el hombre alto. –Bendice a los animales que fueron sacrificados para hoy podamos degustar esto y bendice las manos que lo prepararon. Te agradecemos especialmente por darle un año más de vida a Lara y todos aquí estamos muy agradecidos de conocerla y poder compartir hoy con ella. Sigue bendiciéndola y permite que se quede más tiempo con nosotros.- Sus últimas palabras casi me hacen llorar. Me quería aquí, me querían aquí. –Amén.-Amén.- Contestamos todos. Mole, bendito mole. Podrían envenenarme usando mole; era de mis comidas favoritas por excelencia. Una de mis nanas solía hacerla únicamente para mí ya que la bruja decía que era una comida muy condimentada y papá comía prácticamente lo que ella quería. Dejé de lado mis pensamientos de la bruja y me centré en la deliciosa comida que tenía frente a mí. El mole veía acompañado de arroz
con trozos de zanahoria, sabía que Norma lo había preparado. Amaba su arroz y todo lo que ella cocinaba. -¿Cómo van las cosas entre ustedes?- Rompió el silencio Norma después de varios minutos en los cuales nos dedicamos a comer. -Bien.- Respondí. -Así de bien, ¿eh?- Respondió burlona. -No soy fan de ventilar mi vida privada, sin ofender.-Es totalmente entendible...-Quiero detalles o lo diré.- Todos nos echamos a reír al escuchar a Ingrid. -¿Qué? Lo decía en serio.-No, porque todos los reflectores estarían sobre ustedes.- Agregó Ana. -Yo no tengo nada que ver aquí.-Te han visto convivir con Lara y de vez en cuando conmigo.- De nuevo la rubia. –Así que no creo que sea conveniente para ti.-Al menos una tiene cerebro.- Le arrojé mi servilleta. -Jódete.- Recordé donde estaba. –Lo siento.-Compórtense las dos.- Reprendió Norma. -Me hace muy feliz, me entiende, me hace sentir segura, hace que... cosas malas se alejen de mí y me quiere. ¿Eso es suficiente?- Viré a la rubia quien tenía una gran sonrisa y se dirigía a Ingrid. -Más que suficiente.- Me regresó la servilleta y continuamos comiendo. El resto de la comida pasó más tranquilo, la plática, gracias a Dios, se centró en otros temas, la escuela, la pronto inauguración de la iglesia y otras cosas. Al parecer Ingrid realmente quedó contenta con lo que Ana le había dicho ya que se la pasó muy callada y muy de vez en cuando hacía algún comentario pero dejó de molestarme. Quizá comió tanto como yo. Cuando terminamos, la rubia tomó mi mano. -Vamos.-¿A dónde?-Sorpresa.- Me sonrió. Agarré con más fuerza su mano. –Regresamos en un rato.- Tomé la servilleta y se la arrojé de nuevo a Ingrid. -Antes de que digas alguna tontera.-Sólo cuiden donde se acuestan.- Sonreí al ver a Norma dándole un zape. Ana me llevó al patio, creí que nos quedaríamos ahí pero seguimos de largo. -¿A dónde vamos?-A nuestro lugar.- Besé su frente y la abracé. Su mano estaba firme sobre mi cadera mientras la mía estaba alrededor de sus hombros. -Estás haciendo todo muy especial.-Lo mejor para la mejor.- Me sonrió dulcemente. Seguimos
caminando el silencio en compañía de la otra, sintiéndonos muy cerca. De vez en cuando descansaba mi cabeza sobre la de ella, suspiró y mi mano que colgaba sobre sus hombros pronto se vio ocupada por sus dedos. Con nuestras manos entrelazadas llegamos a nuestro lugar y para mi gran sorpresa había una pequeña mesa, dos bancas, una rosa, había algo tapado sobre la mesa y unas bocinas. -¿Hace cuánto que lo vienes preparando?-Hace una semana.- La abracé. -Gracias.- Se encogió de hombros y me guió a la mesa. Ahora pude ver que era un pastel lo que estaba tapado y a lado tenía mi iPod. -Me costó mucho entender cómo hacer una lista de canciones específicas. Espero que te gusten.Comíamos pastel, nos veíamos como tontas, veíamos al lago, era maravilloso estar a su lado. Casi me la como a besos cuando me dijo que ella había hecho el pastel y después de dos intentos le salió. Quería que fuera perfecto para mí. La música era bastante tranquila, se había inclinado más por la parte clásica y alguna que otra balada a las cuales poca atención les estaba prestando. Toda mi atención la tenía la preciosa chica frente a mí. Pedí un deseo y soplé las velitas. Por supuesto mi deseo fue ella, siempre. No quería nada más. Ana insistió en que le dijera cuál había sido mi deseo pero me negué las cuatrocientas veces que insistió. Al terminar nuestro postre la rubia alcanzó una pequeña maleta detrás de un árbol, de ahí sacó varias mantas, una almohada y una frazada. Las acomodamos, me recosté y ella lo hizo sobre mi pecho. Sus dedos jugaban con mi playera, mientras mi mano que la rodeaba subía y bajaba rítmicamente sobre su espalda. Entonces escuché lo que reproducía el aparato de música. Didn't think I could ever love, So I had to destroy it all. But you will do find someone new, When I am gone. You know why. You are a believer, I am not. Sentí mi corazón encogerse ante la mera idea de ella queriendo a otra persona cuando me fuera. No quería estar lejos de ella, ni ahora ni nunca. La amo, la estoy amando con locura... la necesito... no, no podré estar lejos de ella. Me puse de pie inmediatamente y corrí a quitar la canción. -¿Qué pasa?- Me vio asustada. -No quiero pensar en que encuentres a alguien más cuando me vaya.-Lara, ¿qué te hace creer que buscaré a alguien más?- Regresé a mi lugar pero ahora me senté frente a ella. -No me quiero ir, no sin ti.- Sentí como las lágrimas se acumulaban
en mis ojos. -¿Qué me estás haciendo, Ana?- Ella también con lágrimas en los ojos tomó mis manos con mucho cariño. -Lo mismo que tú a mí, ángel.- Con mucho cuidado la recosté sobre la manta y me puse sobre de ella, en ningún momento rompí el contacto visual. -Eres hermosa, Ana.- Subió sus manos a mi rostro. -No tanto como tú.- Me acerqué lentamente a ella hasta que nuestros labios se encontraron; se conocían con lentitud, saboreando cada parte, cada milímetro. Sólo nosotras existíamos ahora mismo. Las manos de Ana dejaron mi rostro para ir a mi cintura, hacía pequeños círculos pero eso sólo duró un poco. Una de sus manos encontró un camino debajo de mi playera y contuve el gemido al sentir su suave piel sobre la mía. Me alejé un poco de ella, de inmediato abrió los ojos, le sonreí asegurándole que todo estaba más que bien. Bajé de nuevo a besarla pero ahora repartía besos sobre su mandíbula, y ahora sus dos manos estaban debajo de mi playera. Me armé un poco de valor... descendí un poco más; besaba lentamente su cuello, saboreando esta área hasta ahora desconocida para mí. Su piel blanca y su dulce aroma me estaban volviendo loca. Después de algunos segundos la escuché soltar un leve gemido... no hace falta decir que una llama se encendió en mí. -Tócame.- Me detuve de golpe y busqué sus ojos. -¿Qué?-No me hagas repetirlo, Lara. Por favor, lo necesito.- Sus vibrantes ojos me veía con cierta súplica. Me puse de lado para que mi peso quedara apoyado sólo de lado derecho, dejando así libre mi mano izquierda. Ana hizo lo mismo para que quedáramos de frente. Sin dejar de verla pasé mi mano sobre su cintura y la apreté levemente. Cerró los ojos y esa fue mi señal. Me acerqué de nuevo a ella para volver a besarla; su mano se aferró a mi cuello mientras la mía subía y bajaba sobre sus costillas. A momentos tocaba su espalda baja con mis dedos rozando su glúteo para regresar a su cintura en donde subía cada vez más hasta la base de sus senos. Era una sensación única, era puro instinto, era lo que a mí me gustaba y esperaba que a Ana también. Su respiración se entrecortaba constantemente y los leves gemidos seguían escuchándose. Sentía su vestido varios dedos arriba de su rodilla dada nuestra posición, pasé una vez más mi mano, prácticamente sobre su trasero antes de bajarla lentamente a la piel de su muslo. Su piel era tan suave. Succioné levemente su cuello y otro fuerte gemido se dejó escuchar. Pasé mi mano a la parte de atrás de su pierna mientras lentamente comenzaba a subir hasta casi llegar a su glúteo. Fue cuando sentí la gota sobre mi mejilla. Dejé mi tarea y vi que estaba llorando; rápidamente quité mi mano y la llevé a su rostro. -Soy yo, cariño.- Acaricié su pómulo. –Abre los ojos, Anita. Soy yo.Abrió los ojos dolorosamente lento y pude ver un dejo de miedo en ellos.
-Perdón.-No, no, no... no te disculpes, cariño mío.- Besé su frente dejando mis labios varios segundos ahí. –No quiero que te sientas obligada.-Lo quería... lo quiero.-Lo hiciste bien.- Mi mano ahora jugaba con su cabello. –Iremos poco a poco, ¿te parece?- Asintió. Pegué mi frente con la de ella. –Estoy muy enamorada de ti... Muy pero muy enamorada de ti.- Se levantó un poco para darme un suave beso. Podía sentir el sabor salado de sus lágrimas. -Y yo de ti, Lara.- Me acurruqué sobre su pecho dejando que me sostuviera de nuevo. Sus brazos, mi nuevo lugar favorito. Nos mantuvimos en silencio no sé por cuanto tiempo, Ana jugaba con mi cabello a la vez que mi mano se aferraba a su cintura. Estaba por quedarme dormida cuando ella habló. –Tengo un regalo para ti.-¿Otro?-Sí.-Ya has hecho lo suficiente... no es necesario.-Sé que no es necesario pero quiero hacerlo.- Me hice a un lado cuando sentí que quería ponerse de pie, buscó en la maleta y regresó con una pequeña caja. -Me está gustando esto de las cajas.- Me sonrió. -Ábrelo.- Con una sonrisa tomé la caja que estaba sobre su palma, deshice el nudo y la abrí lentamente. Dejé de respirar un momento; era una pulsera de plata con una cruz que tenía pequeñas incrustaciones de cristal en ella. -Ana... esto debió costarte mucho...-De hecho la compró papá.-¿Qué? Ana, es demasiado, no...- Puso su dedo sobre mis labios. -Papá me la dio hace muchos años, me dijo que era para mí pero me daba mucho miedo usarla por lo hermosa que es, entonces le dije que se la daría a una persona especial. Tú eres mi persona especial. Nunca imaginé que se la daría a alguien.- Vi al piso. -¿Te gusta?-¿Estás loca? Está preciosa.- Me acerqué y le di un beso. –Eres la mejor novia del mundo.- Ambas sonreímos. –Ayúdame a ponérmela.- Unos segundos después tenía la pulsera rodeando mi muñeca. –Nunca me la voy a quitar... bueno, sólo para jugar porque no quiero que le pase nada.- Muy sutilmente me recostó y ahora ella estaba sobre mi pecho. Busqué una de sus manos para jugar con sus dedos. -Espero que te haya gustado.-Ha sido el mejor cumpleaños de mi vida, Ana. Lo juro.- Besé su cabeza. –Junto a la mejor persona del mundo.- Se abrazó más a mí. -¿Qué quieres hacer cuando salgas de aquí?-Vivir contigo.- No necesitaba verla para saber que se había sonrojado. Comencé a reír. –Aparte de eso, me gustaría regresar a jugar voli con un
buen equipo, estudiar una carrera.-¿Qué carrera?-Aún estoy descifrando eso, cariño.-¿Me dirás?-Tú serás la primera en saberlo.-Después de lo que pasó con papá quiero ser enfermera. A eso me enfocaré.-Y para estudiar eso tienes que salir de aquí. Podemos irnos juntas, buscar escuelas en la misma ciudad o cerca...-No sé cómo lo va a tomar papá.-Sabe que te protegería con mi vida. Nunca dejaría que pasaras hambre o que algo te pasara. Nunca.-Suena como un plan.-Es un plan.Pasamos un rato más abrazadas contemplando la vista, de vez en cuando volteaba a ver la pulsera en mi muñeca, se veía preciosa al igual que la chica en mis brazos. La hora de irse llegó. Levantamos las cosas que Ana había traído pero dejamos la maleta con las cosas para días posteriores; era una ventaja que fuera a prueba de agua. Ana llevaba las bancas y las pequeñas bocinas mientras yo llevaba cargando la mesa y el plato donde había puesto el pastel. El delicioso pastel de fresa que me terminé. Llegamos a la iglesia entre risas; todavía no me aprendía bien el nombre de algunas flores y Ana se deleitaba con eso. No era algo que me llamara mucho la atención pero según Ana eran cosas básicas que una persona debe saber, ¿el nombre de flores? Honestamente no creo que no me admitan en el cielo por no saber diferenciar flores o árboles pero le seguía la corriente a mi rubia. Al llegar a la iglesia sólo encontramos al señor Cardozo y a Norma, quienes tomaban café. -Qué bueno que ya están de vuelta, niñas.- Dijo el hombre alto con una enorme sonrisa, la cual se hizo más amplia al ver mi muñeca. –Dejen las cosas y acompáñenos a tomar café.- Pusimos las cosas en un lugar donde no estorbaran en el enorme pasillo y regresamos a la mesa. -¿Qué tal todo?-Perfecto.- Dije viendo a Ana. –Simplemente perfecto.- La sonrisa en el rostro de Norma era descomunal. -Deben ser muy cuidadosas, por favor.- Habló la mujer de ojos expresivos. –A este punto, ni a Alberto ni a mí nos interesa lo que debamos aparentar, nos preocupa como puedan tomar represalias contra ustedes y si alguien llega a tocarlas me van a conocer enojada.-Lo hemos hablado infinidad de veces, Ana. Eres mi vida entera y no voy a dejar que te lastimen pero ustedes no den motivos para que les hagan algo.- Tomó un respiro. –No es que estén haciendo las cosas mal, no hay nada malo con quererse es sólo que ellos no lo comprenderán.-
-Lo entiendo, señor. Ambas lo hacemos, a mí también me preocupa Ana... ella es un poco más vulnerable que yo pero no dejaré que nada le pase...-Y yo voy a cuidar de ti. También tú necesitas protección por lo de...- Apreté su mano debajo de la mesa. -¿Qué?- Norma se dio cuenta de lo que había hecho. Se lo tendría que decir. -Lo que ya sabes... Marcos.-¿Qué pasa con Marcos?- Intervino de inmediato el señor Cardozo. -Resumen, creen que se acostaba con Olivia y que su papá lo mató... y puede que haya dicho algo de eso a Olivia en una discusión.- Vi al hombre tensarse casi de inmediato. -¿Quién te dijo eso?-Lo escuché por accidente.-Un lamentable accidente.- Agregó muy serio. –Prohibido que vuelvas a mencionarle algo así a Olivia, ¿de acuerdo? Intenta contener tus impulsos y aprende a dominar tu mente, Lara. Esto es más delicado de lo que crees.- Un sepulcral silencio nos invadió, incluso Norma se veía sorprendida con la actitud del hombre. -Lo intentaré, señor.- Tomé la mano de Ana. -¿Qué sabe?-Nada que te sea útil, Lara. Evita a Olivia lo más que puedas y a su papá, por favor.- Asentí. -¿Pueden darnos unos minutos?- Preguntó Norma dirigiéndose a nosotras. -¿Puede quedarse Lara?- El señor Cardozo asintió; Ana tomó mi mano y me arrastró a su habitación. En silencio se metió al baño, seguramente a cambiarse la ropa, tomé algo de su clóset e hice lo mismo. En ese mismo extraño silencio nos acostamos, ella sobre mi pecho. -¿Qué mierda acaba de pasar allá afuera?-No lo sé.- Aspiró fuertemente. –Pero no creo que sea algo bueno.-Yo tampoco.- Aún era bastante temprano para estar en la cama pero ninguna de las dos se sentía con los ánimos de estar en otro lugar. Mi mente daba millones de vueltas y maquilaba millones de preguntas por segundo. Algo dentro de mí me decía que tenía que ver con Ana y eso me aterraba. Inconscientemente la jalé más a mí y besé su cabeza. -Voy a estar bien.- Trató de tranquilizarme. –Te tengo a ti y sé que no dejarás que nada me pase, ¿cierto?-Por supuesto. Nadie te va a lastimar, Anita lo juro.- En algún momento de la conversación ambas nos quedamos profundamente dormidas. Las pocas veces que había dormido con Ana a mi lado había sido mágico, no esta vez. Estaba muy preocupada pensando, imaginando y sacando conjeturas que no hacían más que enfermarme la mente. La sentí moverse bruscamente a mi lado; no, por favor. Pesadillas no.
-¡No!- Me puse de pie y encendí la luz tan rápido como pude. -¡No!-Ana, despierta.- Tontamente toqué su hombro y lo empeoré. -¡No me toques!- Abrió los ojos de golpe. Terror puro en sus ojos. -Cariño, soy yo.- Su cara se transformó mientras mi corazón se estremecía. Se echó a llorar, de inmediato me senté a su lado y la abracé. Dos segundos después el señor Cardozo entraba. -Hija, ¿estás bien?- Asintió. Pobre hombre, no imagino por todo lo que debió haber pasado con Ana. -¿Quieres algo?- Negó. -Sólo quiero estar con Lara.- Le pedí disculpas con la mirada, él simplemente asintió. -Si necesitan algo no duden en decirme.-Gracias, señor. La tengo.-Sé que sí.- Me sonrió y salió de la habitación. -Ya no quiero vivir así, Lara. No soy normal.- El llanto de la rubia se intensificaba. –Estoy harta de esta vida...-No digas eso, por favor.- Me abracé fuerte a ella. –Tienes razón, no hay nada normal en ti... eres extraordinaria.-¿Por qué yo, Lara? Hay mucha gente en el mundo, ¿por qué a mí?Nunca la había escuchado reclamando o negando su pasado... una daga en el pecho dolería menos. -No lo sé, cariño. Yo me pregunto lo mismo todos los días.- Levantó la cara y al ver mis lágrimas se separó de mí. -Nunca vas a ser feliz conmigo... aléjate, Lara.- Negué. –Yo no...-Te a... adoro, Ana.- Se quedó petrificada en su lugar, sólo las lágrimas corrían sobre sus mejillas; su boca estaba ligeramente abierta y sus ojos se veían muy sorprendidos. –No puedo, ni pienso alejarme de ti porque te quiero mucho más de lo que puedes imaginar. Quiero que entiendas que mereces todo el amor del mundo y yo estoy dispuesta dártelo sin absolutamente nada a cambio.-Estoy rota...-Creí que habíamos avanzado con lo del espejo, cariño. ¿Quieres hacerlo de nuevo?- Volteó a otro lado. Al cerrar los ojos unas cuantas lágrimas se me escaparon. –Di algo, por favor.- Se mantuvo en silencio por varios segundos hasta que se puso de pie y corrió al baño. No la seguí, me recosté de nuevo dejando que las lágrimas bañaran mi rostro. Sabía que sería difícil pero esto comenzaba a sobrepasarme. Tuvimos el día más excepcional de la historia, fue el mejor cumpleaños de mi vida, todo había sido perfecto hasta ahora. Y comenzaba a acostumbrarme; comenzaba a comprender que nuestros días buenos venían acompañados de tormentas. Era una mierda, sí porque yo sólo quiero cosas buenas para ella y también para mí... siento que estoy comenzando a quebrarme y no sé si lo pueda soportar. De pronto escuché la voz de Ana.
-Valgo mucho... soy bonita... merezco el amor de Lara. – Guardó silencio un momento. –Merezco el amor de Lara.- Me eché a llorar de nuevo. Cuanto necesita que creyera eso porque si lo creyera entonces sabría que todo lo que le digo es verdad. Es hermosa, simplemente hermosa. Quiero que esto funcione, la quiero a ella, quiero estar con ella. Desde el momento que supe que pasaba con ella sabía que no sería fácil y aun así me apunté, me quedé a su lado y no la voy a dejar ahora, no cuando estoy más que segura que la amo. A mis diecisiete años sé que la quiero para siempre, y esta vez no es un capricho como lo hice alguna vez con un novio en Texas. Nunca creí que mi corazón tuviera la fuerza para querer a alguien de esta descomunal manera. Incluso yo misma me sentía rebasada por lo que sentía por ella. La quiero demasiado. Sentí la mano de Ana rodear mi cintura. -Lo último que quiero hacer es lastimarte, La. Te quiero mucho y nunca me perdonaría si algo te pasa por mi culpa.- Se acercó más a mí, su cuerpo estaba pegado a mi espalda. –Poco a poco me estoy dando cuenta porqué te afecta tanto lo que me pase... es porque realmente me quieres. Al principio creí que sentías lastima por mí pero ahora sé que no. Es tu noble corazón hablando. Sí, ángel, tú también tienes un enorme corazón que me está ayudando a salir de este hoyo.- Solté un leve sollozo. –Te prometo que voy a hacer todo por encontrar mi camino.-No me tienes que prometer a mí... prométetelo a ti.- Hundió su nariz en mi cabello. -Ya lo hice pero también quiero hacer la promesa con la persona que más quiero en el mundo.- Me giré para quedar frente a ella. Con sus pulgares quitó las lágrimas de mi rostro. –Eres una buena chica, Lara. Y tengo la bendición de tu paciencia, de tu amor, de tu buen corazón, de todo lo que tú eres, de que seas mi novia.-Soy todo eso para ti.- Negó. -Es tu naturaleza pero has estado mucho tiempo buscando ser la chica ruda que lo has dejado escondido. No hay ni una sola pizca de maldad en tu ser, Lara. Ni una sola.- Suspiró. –Quiero hacer que las cosas funcionen bien, por ti y por mí. Porque valoro muchísimo lo que ha entre nosotras.-¿Qué cambió?- Pregunté. -Nada... es sólo tu amor dándome fuerza.- Me escondí en su pecho, ella jugó con mi cabello y así nos quedamos hasta que yo sucumbí ante el sueño con el mejor regalo de cumpleaños, lo iba a intentar. Estaba encontrando un poco de luz entre tanta oscuridad.
A/N Hola, queridos lectores de mi corazón. Los he extrañado muchísimo :( No hay manera en la cual pueda agradecerles por los lindos mensajes, los buenos deseos y su particular forma de levantarme el ánimo. Muchas
gracias de verdad. Pues mi brazo está bastante jodido xD Decidí actualizar hoy porque estaré desconectada por unos días de la civilización y no quería hacerlos sufrir más. Ahora sí les concedo que el capítulo quedó algo corto pero al menos no los dejaré con la intriga unas semana más. Espero que estén disfrutando de sus vacaciones los que tengan y los que no toda la buena vibra en su trabajo, escuela, oficios o lo que sea que estén haciendo. Síganme en @Alexita_May en twitter. He estado subiendo fragmentos de los nuevos capítulos ahí Saludos desde algún rincón de México Ale :)
Capítulo 18
Tenía los brazos de Ana pegados a mi cuerpo con una fuerza impropia de ella pero estaba más que cómoda. Me sentía más que bien al estar tan cerca de ella. El sólo sentir su olor tenía un efecto tranquilizante en mí y qué decir de su piel contra la mía. Todo parecía correcto. De nuevo me despertaba en medio de la madrugada para contemplarla... tenía una extraña sensación, levanté la cabeza y casi grito. -¡Mierda!- El señor Cardozo nos observaba desde la puerta. -¿Qué pasa, ángel?- Preguntó Ana media dormida. -Me... me mordí la lengua.- Ella estaba de espaldas a la puerta. –Duerme, cariño. Iré al baño.- Perezosamente quitó sus manos de mi cadera y me dejó libre. Me levanté y seguí al hombre alto a la cocina. –Casi me mata de un susto.Me refregué los ojos. -¿Qué hora es?-Las cuatro.- Parecía que no había dormido. –Lo siento... son estás cosas que pasan, Lara.-¿Qué pasa?- Ahora estaba muy despierta. –Sé que soy muy impulsiva...-Me disculpo por lo que te dije hace unas horas. No soy nadie para tratar de cambiar tu forma de ser.-Señor, no dijo mentira alguna.- Sonrió. –Tiene razón. Y aunque no lo crea ha ayudado a moldear nuevas cosas en mí.-Dulce Lara, entiendo perfectamente porque ella te quiere tanto.Sentí que las mejillas me ardían. –Eres una buena chica con un corazón muy bueno.-Sólo con las personas que lo valen.-Eso crees tú.- Sonrió más amplio. –A decir verdad estás para todos y cuando algo no te agrada lo haces saber de inmediato y eso, a tu percepción, te hace ver como la mala y no es así. Mucha gente no sabe qué hacer cuando tiene la verdad en sus manos y se enojan con el emisor. Muy pocos saben apreciar la virtud
de la honestidad.-Gracias, señor. Me acaba de dar una perspectiva muy diferente de vida.-Es un placer servirle, señorita.-Sigue sin contestarme.- Se echó a reír. -Tan impaciente como siempre.- Se acomodó en su silla. –Hace mucho tiempo tuve una fuerte discusión con Marcos. Vino a mí diciéndome que el doctor quería hacerle algo a Ana.- Automáticamente me tensé. –Le pregunté y le pregunté pero nunca me dijo de dónde había sacado la información.-Pero eso no es motivo de enojo, ¿o sí?-En absoluto. Me dijo que para él no pasaba desapercibida mi hija.-Cabrón.- El señor Cardozo se puso de pie, fue a la encimera y regresó con dos tazas de café; puso una frente a mí. –Gracias.- Ambos bebimos de nuestras tazas. -¿En serio le dijo eso?- Asintió. -No soy una persona que particularmente guste de la violencia pero ese día tuve unas enormes ganas de golpearlo.-Yo lo hubiera hecho.-Seguro que sí.- Volví a probar de su café. –Le dije que lo quería alejado de mi hija e incluso hablé con Norma para decirle que Ana no podría estar participando en actividades de educación física por sus problemas respiratorios. Ella lo aceptó y mucho tiempo después me dijo que nos había visto discutiendo pero no preguntó.-Qué raro.-Siempre hemos tenido la confianza de platicar acerca de muchas cosas pero me sentía muy incómodo diciéndole que su pareja gustaba de mi hija. No quería poner en peligro su relación... poco sabía que encontraríamos muerto al hombre un mes después.-Si Marcos y supuestamente el doctor tenían... algo con Ana puedo comprender de donde viene la ira de Olivia.- Tendría muchísimo sentido. -Puede ser. Aunque no creo que el doctor tenga algo que ver siempre ha sido muy bueno con Ana. Creo que fue algo más de Marcos.-¿Pero por qué confesaría algo así? No tiene sentido.-O quizá fue una llamada de auxilio, sabía que algo le pasaría y nos dejó pistas.- Se tomó la cabeza. –No lo sé pero las cosas van a cambiar un poco.-¿Cambiar?-Se supone que trabajarías en la tienda del pueblo o al menos a ese acuerdo llegamos con tus padres. Estaba pactado que comenzaras en una semana pero dadas las circunstancias te quedarás de manera "permanente" trabajando en la iglesia.-Con mucho gusto. Así podré pasar más tiempo con Ana.- Me sonrió.
-No quiero exponerte a un lugar donde estés sola. Preferiría que estuvieras donde yo o Norma estén, incluso Ingrid.- Ya veo a la amargada mujer defendiéndome a mí o a mi novia. –En lo que aclaramos está locura será mejor así.-Está bien, señor.- Tomé el resto de mi café. –Debería regresar a la cama.-Claro. Lamento haber interrumpido tu sueño.-Agradezco su confianza.-Agradezco lo que haces por mi hija.- De nuevo el calor en mis mejillas. –Por cierto, el miércoles es la inauguración de la iglesia. Me encantaría tenerte aquí.-Considérelo un hecho.- El hombre insistió en que dejara mi taza ahí y me fuera a la cama. Ana seguía profundamente dormida pero en cuanto sintió que me acosté buscó rápidamente mis brazos. -Te extrañé.- Besé su dorada cabellera. -Yo también, cariño.- No dijimos nada más; en unos minutos estábamos profundamente dormidas. La alarma sonó minutos antes de las seis de la mañana pero decidí ignorarla, no quería moverme de donde estaba. -Apaga la alarma, La.-No quiero moverme.-Estás más cerca tú.-Sigo sin querer moverme.- Se soltó de mi agarré y pasó sobre mí para apagar el infernal aparato. Se quedó un rato sobre mi espalda. -¿Estás cómoda?-Mucho.- Me encantaba su voz por la mañana; era un poco ronca. Muy lentamente regresó a su lugar original. Yo seguía con los ojos cerrados. –Despierta, bella durmiente.- Negué. Se puso a jugar mi cabello y poco a poco lo fue poniendo sobre mi cara. –Se te hará tarde.-Eres una aguafiestas.-Nada me gusta más que tenerte en mi cama.- Abrí los ojos de golpe, me removí el cabello de la cara para que pudiera ver mi sonrisa. -Así que te gusta tenerme en tu cama, ¿eh?- De inmediato se puso roja. –Eres tan inocente, cariño.-Calla.- Me arrojó una almohada. –Te compré un cepillo de dientes.-¿Qué insinúas?- Se echó a reír. -Es para los días que te quedes aquí.-¿En serio?- Asintió. –Muchas gracias.-Un placer.- Acarició mi mejilla. –Buenos días, Lara.-Buenos días, majestad.- Apreté más su mano a mi mejilla. -¿Por qué me sigues diciendo majestad?- Besé la palma de su mano. -Secreto.- Me puse de pie para ir a lavarme los dientes. Ella me
alcanzó unos segundos después. Cuando terminamos de asearnos el señor Cardozo nos esperaba con un suculento desayuno; fruta, jugo, pan, mermelada, cereal y leche. Para mis habituales desayunos, esto era un banquete digno de un rey. Desayunamos mientras hablábamos de las materias que teníamos con tareas y de las prontas exposiciones para evaluar el tercer bimestre. El tiempo estaba pasando muy rápido y no estaba muy segura de como sentirme al respecto. Ana terminó de desayunar muy rápido, me extrañó un poco pero no le di mucha importancia. Me quedé conversando con el hombre alto, moría de ganas de preguntarle si tenía algún trato con mi papá acerca del tiempo que permanecería aquí pero fui interrumpida cuando la rubia salió cambiada y con su mochila. -Me iré con Lara.- Apenas eran las seis y quince. -Bien. Que tengan un buen día, niñas. Lara, aléjate de los problemas.-Lo intentaré, señor.- Ana abrazó a su padre y por primera vez tuve las ganas de hacer lo mismo y lo hice. Fue un pequeño abrazo pero significativo. Ambos sabíamos que era un pequeño avance en nuestra relación. Al salir de la iglesia muchas personas iban a sus cultivos y para muchos ya era tarde. La gente solía estar ahí desde las seis de la mañana o antes, todo dependía del clima o de lo que debían hacer. La gente aquí era sumamente trabajadora y la mayoría de ellos vendían lo que producían para poder comprarse bienes. Comenzaba a entender muy bien la parte de comprarte cosas a base del esfuerzo propio. Ana iba un poco perdida, al igual que yo que venía sumergida en mis pensamientos de la gente de esta comunidad; así que me acerqué más a ella y pasé mi brazo por sus hombros. Ella inmediatamente se acercó más a mí y pasó su mano por mi cintura. -¿Qué tal tu noche?- Pregunté con una sonrisa. -Tengo la mejor almohada del mundo.-Qué bueno que me veas como un objeto más.-Es la verdad.-Definitivamente has pasado mucho tiempo con Ingrid.-No lo suficiente.- Me eché a reír. -Dudo que le aguantes a todas las idioteces que dice.-Sí, yo también.- Le di un beso en la cabeza. -Siento que no te he agradecido lo suficiente por lo de ayer.-No tienes que hacerlo, es lo menos que puedo hacer por ti.- Vi la pulsera en mi muñeca. -¿Te gustó?-Es casi tan preciosa como tú.-Ya vas a comenzar tan temprano.- Se puso de puntitas para darme un beso en la mejilla.
Al llegar a casa me apresuré a cambiarme y a tomar mi mochila; no creo haber tardado más de diez minutos. Las ventajas de usar muy poco maquillaje; mascara, las cejas decentes y brillo labial de vez en cuando pero desde Ana, no lo uso porque podría delatarnos el que ella tenga rastros de mi labial en sus labios. Pura precaución. Estábamos por salir cuando Ana me jaló del brazo y estampó sus labios contra los míos. Rápidamente la abracé y la pegué más a mí. -Hola.- Le dije juguetonamente cuando nos separamos. -No te había dado los buenos días como corresponde.- Me sonrió tímidamente. Me mataba cuando hacía eso. La tomé de las caderas y la pegué a la puerta. Bajé mi cara para conectar sus labios con los míos una vez más. Nunca me cansaría de ella y sus deliciosos labios. Como ayer, repartí unos cuantos besos en su cuello antes de regresar a sus labios una última vez. -Me estás volviendo loca.- Expresé mientras descansaba mi frente sobre la de ella. –Te quiero mucho.- Llevó sus manos a mi rostro. -También me enloqueces y también te quiero mucho.- Le di un beso en la frente y de muy mala gana abrí la puerta. Tenía muchas ganas de pasar más tiempo besándola pero teníamos escuela. Llegamos a la escuela entre bromas y sonrisas de complicidad, me era muy difícil el ocultar un sentimiento tan grande hacia Ana pero esperaba que la gente lo viera como una muy buena amistad, que a final de cuentas esa era la base de nuestra relación. Nos llevábamos muy bien. Aún faltaban unos buenos minutos para la clase por lo que Ana sacó el iPod y nos pusimos a escuchar música. Busqué una canción en particular; Soliloquy de Conception. Había muchas cosas con las que la asociaba a ella y muchas que no pero principalmente porque hasta ahora la vida la había enseñado a llorar, yo quería cambiar eso. Había un lugar donde moría por esconderla y que nada malo la tocara. -¿Qué dice?-Que te quiero mucho.-No dice "I love you".-No es la única manera de decir te quiero.- Respondí con mi cabeza sobre la banca y dirigida a donde estaba ella. -¿De qué otra forma puedes decirlo?-Puedes decir, "te extraño", "me haces falta", "te necesito", "eres increíble", entre muchos otros.- Estaba muy atenta a lo que decía. -¿Entonces si te digo, "estás sanando mis heridas" también estoy diciendo que te quiero?-Muy probablemente.- Se acercó más a mí, no sin antes asegurarse de que nadie estuviera cerca. -Estás sanando mis heridas.- Le sonreí. -Me estás enseñando a ver el mundo con otros ojos.- Hizo un puchero.
-Lo que tú me dices siempre suena más bonito.- Comencé a reír. -Para nada, tengo muy en mente todo lo que me dices y cada que lo recuerdo hace que mi corazón se aloque un poco.- Tomó mi mano. -Eres increíble.-Lo sé.- Me golpeó el brazo. –No creo que los golpes sean una muestra de afecto.- Rió bajito, mientras acomodaba mi cabello. -Voy al baño.-Que todo salga bien.-¡Lara!- Comencé a reír. –Eres imposible.-Creí que era increíble.- Me sacó la lengua antes de voltearse para dirigirse al baño. Podría decir que inconscientemente mis ojos se fueron a su trasero pero sería mentirme. Ana tenía muy buenos atributos. Como si lo hubiera sentido volteó a verme y me atrapó escaneándola; de inmediato comencé a buscar moscas en el techo pero era demasiado tarde. -Pervertida.- Con la cara roja de pena vi sus hermosos hoyuelos formarse en sus mejillas. Definitivamente me estaba volviendo loca. Minutos después la profe Jacky entró. -Hola, Lara.-Buenos días, profe.-¿Cómo te va?-De maravilla.- Sonreía mientras ponía sus cosas sobre su escritorio. Volteó a ver a la puerta. -¿Cómo te va con Torres?-Conmigo se topó con pared. No será tan fácil para ella hacerme algo.-Esperemos que sí...- Estaba por agregar algo más cuando la persona en cuestión entró junto con el resto del clan. -Buenos días, jóvenes.-Buenos días.- Apenas y contestaron los tres. -Voy al baño.- Dijo Olivia y de inmediato me puse de pie para seguirla, la profe me detuvo. -Lara, ven por favor.- La quedé viendo un momento y de muy mala gana me acerqué. -¿Esto es tuyo?- Pensó que iría por hacerle algo a Olivia. -Ana está en el baño.- Dije muy bajito. Simplemente asintió y corrí al final del pasillo. Demasiado tarde. Olivia empujaba a Ana contra la pared a unos metros de mí, mis manos ya estaban empuñadas pero lo que siguió no me lo esperaba. La rubia se puso de pie y regresó el empujón. Me quedé un rato en mi lugar antes de reaccionar y correr a lado de mi novia. -Si me vuelves a tocar, asquerosa zorra...- Decía Olivia con rencor. -Se lo voy a aplaudir mil años.- Me puse frente a Ana. -Ya sabes que es lo que pasará la próxima vez Livy.-
-¡No me llames así!- Se veía completamente fúrica. -Ya estás advertida, Olivia. Por favor, déjala en paz.- Le dije en el tono más calmado que encontré en mi repertorio. -Te vas a arrepentir, Lara.-¿De elegirla a ella sobre ti? Ni en un puto millón de años, ni en otra puta vida.- Sentí a Ana aferrarse a mi cadera. –Vamos.- Me di la vuelta y pasé mi mano por los hombros de la rubia. Sentí como se acercó de nuevo a nosotras, me giré cuando una de sus manos quería atrapar la cabellera de Ana, antes de que pudiera hacerlo la estrellé ruidosamente contra uno de los casilleros. –Ya te dije que si la lastimas te voy a hacer mucho daño.- Era unos centímetros más alta que ella, lo suficiente para tener una leve ventaja. La tenía sujetada de ambos brazos. -¿Qué de bueno puede tener alguien tan patética como ella?-Aunque te lo dijera nunca lo entenderías. Tu cabeza no da para tanto.- Me escupió, la muy hija de puta me escupió. Levanté mi puño pero me jalaron antes de que pudiera dar a mi objetivo. En un lado tenía a Ana y en el otro a Ingrid. Ni cuenta me di cuando varios espectadores se acercaron a nosotras. -Alpaca, a la dirección.- La mujer agria se dirigió a la chica de ojos azules. -¿Estás sorda? A la dirección, ya.- Olivia hizo un intento de acercarse. –Acércate y harás inventario de libros hasta que te salgan arrugas.- Se dirigió a mí que aún bufaba de enojo. –Ve a lavarte antes de que te contagie algo.- En otras circunstancias me hubiese reído pero ahora ni todos los payasos del mundo me harían reír. Ana me sujetó del brazo y me guió al baño. Ya estando ahí lo primero que hice fue patear la puerta de uno de los baños. -¡Hija de perra!- Sobrepasó muchos putos límites, muchos putos límites... me he estado conteniendo por Ana y por los adultos que me rodean pero esto era demasiado. Me sostuve del lavabo con la cabeza agachada. Abrí el grifo y me eché agua en la cara hasta que sentí que todo rastro de saliva se había ido. Al levantar la cabeza vi a Ana pegada a la puerta con una expresión indescifrable en su rostro. -La...-No, no quiero escuchar absolutamente nada.- Asintió levemente y se hizo a un lado para que pudiera pasar. A pasos agigantados me dirigí a la bodega por un balón de voli para después dirigirme al enorme domo que tenía una pared donde podía pelotear yo sola. Está por demás decir que no entré a la clase de la profe Jacky; estuve peloteando tan fuerte como podía, a momentos sentía que mi hombro estaba en llamas. No había calentado y de la nada había comenzado a golpear como loca. Poco a poco fui bajando de intensidad y me detuve por completo al escuchar la voz de Norma detrás de mí. -¿Cómo estás?-Vomitando bombones y rosas de felicidad.- Conociendo un poco a Norma sabía su próximo movimiento. –No te atrevas a tocarme, por favor. Estoy
demasiado enojada y no sé cómo manejaré el contacto físico.- Seguía de espaldas a ella. -Bien.- Suspiró. –Nada justifica lo que hizo. Nada. Y me apena mucho que seas tú la que recibe todo esto.-Si al menos me hubieran dejado golpearla no estaría así de molesta.-Si la hubieras golpeado estaríamos en un gran problema que muy probablemente haría que vengan por ti, y sé que no quieres eso.- Por fin me volteé a verla. -La próxima vez le arrancaré los dientes uno por uno.-Vete a casa, Lara.-No.-No das más de testaruda.-Entraré a clases después del receso. Ahora si me permites seguiré con esto.- Afortunadamente el ciclo de voli había terminado y ahora las clases de Mónica eran en la cancha de fútbol. Antes de que fuera la hora del receso llegué al puesto de las tortas. Doña Coco al ver mi cara simplemente se limitó a serviré sin decir absolutamente nada. Devoré mi desayuno apenas unos minutos después de que tocaron la chicharra. Vi aparecer a la rubia junto a Paola y Ofelia, muy cautelosamente las tres se sentaron en la misma mesa que yo. Ana dejó mi mochila a mi lado y se dirigió a comprar su desayuno. Aproveché para salir de ahí. No quería estar acompañada pero tampoco quería salirme de la escuela, estábamos en etapas de proyectos y designaciones de compañeros de trabajo. Sólo faltaba que me asignaran a Olivia o a alguien del clan. Caminé al salón de Omara. Afortunadamente no me topé a nadie del clan pero sí a varias compañeras de equipo pero apenas pude contestarles el saludos. En el salón, como siempre, Omara acomodaba las sillas. -Lara, qué gusto verte.-Hola.- Respondí y me hundí en una silla. -¿Mal día?-Olivia me escupió y ni siquiera pude pegarle.-¿Por qué te escupió?-Estaba defendiendo a Ana.- Dejó sus labores para sentarse a mi lado. -¿Te enoja que ella no se defienda o que Olivia haya hecho eso?Preguntó. -Ana se defendió, la empujó de vuelta... le pedí por favor que no la moleste. Fui amable hasta donde pude. Estoy tratando de hacer las cosas bien aquí y parece que nada funciona.-Ya veo donde reside tu frustración, Lara y es entendible.- Me sonrió. –Son procesos de cambio que conllevan tiempo. Ahora no ves como una
victoria el que no le hayas pegado pero a la larga es algo bueno porque te evitaste de problemas.- Me tomé la cabeza exasperada. -Si hubiese resuelto las cosas como lo hacía en Texas no me sentiría así de estúpida como me siento ahora mismo.-¿Entonces dónde queda el cambio?- ¿Por qué estaba tan tranquila? –Y te puedo asegurar que hay mucho cambio en ti, Lara. No puedes permitir que una persona eche abajo lo que con tanto trabajo has construido.-Es una idiota, tú lo sabes tan bien como yo.-Pero tú no. Eso te da una ventaja, no puedes comparar tu errático accionar al de ella. Tú tienes un nivel de entendimiento un poco más amplio que ella por lo cual te haces responsable de tus acciones. Así como también impides o permites que acciones ajenas a ti te afecten.- En algún momento le había dicho a Ana que no se comparara con Olivia y aquí estaba haciendo exactamente lo mismo. -Me siento más idiota.- Comenzó a reír. -Es algo nuevo para ti y no sabes cómo manejarlo, es normal. Pero te recuerdo que tú eres la permite que cosas que otras personas te afecten. Sí, esto fue una agresión física y un tanto degradante. Sin embargo, sabes dentro de ti que es una persona que está mal y que no sabe cómo canalizar su ira. Tú sí.- Me tomó la mano. –Tienes muchas ventajas en muchos aspectos, Lara.-Gracias, Omara.-Nada que agradecer.-¿Te molesta si me voy? No estoy de humor para la escuela.-Para nada, sólo avísale a la directora.- Asentí y me dirigí a la dirección. Toqué un par de veces. -Adelante.- Me asomé a la puerta. –Lara, ¿qué puedo hacer por ti?-Me gustaría tomar tu opción y que me permitas retirarme.-Desde luego. Yo misma hablaré con tus profesores.- Estaba por salir cuando me detuvo. –Tranquila, por favor. No quiero que vengan por ti aún.Asentí con un intento de sonrisa antes de salir de ahí. Llegué a casa prácticamente arrastrando la mochila. No tenía ánimos de nada. No quería ir a la iglesia, ni a las prácticas de voli, ni comer, ni nadar, ni que una puta mosca se me acercara. En este mismo instante odiaba absolutamente todo. Tan mal estaba de ánimo que ni siquiera vi la música como opción. Al llegar a casa lo primero que hice fue meterme a la ducha con todo y ropa; me quedé bajo la regadera por algunos minutos. Podía sentir todavía la saliva de Olivia en mi cara. Me recosté un rato en la cama buscando tranquilizarme cerrando los ojos y pensando en algo lindo. Pensaba en la antigua casa de mis padres, la enorme casa que era para mí y para las nanas. Recordaba las veces que las metí en aprietos porque me había escapado, con el tiempo comprendieron que siempre, siempre me encontrarían colgada como chango en alguno de los muchos árboles del lugar. El cómo me consentían, las muchas veces que encubrieron alguna travesura
mía... extrañaba ese tiempo pero no volvería más, aunque le rezara a todos los dioses habidos y por haber. Las cosas cambiaron mucho, para bien o para mal y ahora mismo ponía en práctica lo que Omara me dijo, me hago responsable de lo que pasó en mi vida. Sí, la bruja di un giro de ochocientos grados pero yo opté por llamar su atención de muy mala manera. Nadie me orilló a eso; su cambio de actitud me hizo creer que tenía el pase libre para hacer un desmadre todo. Tremendo error pero gracias a ello estoy aquí. Y mi vida actual, me hago responsable de amar a una persona con mucho equipaje pero con el corazón más grande del mundo. Me hago responsable del amor que le tengo y que siempre le voy a tener; y sobre todo me hago responsable de dar una solución cuando eventualmente vengan por mí. Debemos buscar una forma de que las cosas funcionen para las dos. De alguna extraña manera me quedé profundamente dormida. Al menos en mis sueños sí pude golpearla y eso era suficiente, de momento. Regresé a la consciencia cuando alguien tocó a mi puerta; lo ignoré. No quería ver a nadie aún. Aunque cabía la posibilidad de que fuera Ana y nada me haría mejor que abrazarla pero no sabía cómo reaccionaría y prefería que no fuera ella. La persona que estaba en la puerta realmente tenía ganas de hablar conmigo o tenía muchas ganas de joderme. Noté que dejaron de tocar, estaba por agradecer al cielo cuando escuché una voz. -Lara, soy Alberto. Sé que estás ahí.- Genial, visita del suegro. Arrastrando los pies llegué a la puerta. –Vengo solo.- Dijo a manera de convencerme. Abrí la puerta y me fui al sillón; él hizo lo mismo después de cerrarla. –Dulce Lara, no tienes buena cara.-Nunca la he tenido, señor.- Comenzó a reír. -¿Cómo conservas tu sentido del humor?-No intentaba ser graciosa.- Rió más. -Lamento esto.- Se acomodó en el sillón. Era como una seña particular de él cuando decía algo serio. –Ana me contó lo que pasó.-Con todo respeto, no quiero sermones de que debo portarme bien y de que Jesús puso la otra mejilla. Ese fue su pedo, no haré lo mismo.- Lo veía contener una sonrisa. -Sé que distas mucho de esa actitud y tienes todo el derecho de estar molesta.-Encabronada, no molesta.-Bien, muy molesta, ya entendí. No vengo a darte ningún sermón, ni nada por el estilo, sólo estoy preocupado por ti. Cargas con muchas cosas y constantemente me pregunto si tienes donde descargar eso.-No es nada, señor.-Por supuesto que lo es. Tanto a Norma como a mí nos preocupa tu
salud emocional, dulce Lara.-Va a pasar, señor. En serio, no es nada.-¿Y si no pasa?, ¿qué harás?-Ya me las arreglaré, como siempre.-No hay manera en la cual pueda pagar lo que haces con mi hija, no la hay. Nunca la había visto tan... resplandeciente como en estas últimas semanas, su felicidad no tiene precio para mí. Sacrificaría mi vida por verla feliz pero soy su padre y es lo que muchos padres estamos dispuestos a hacer por nuestros hijos. Tú, dulce Lara no tienes ninguna obligación de sacrificarte por ella...-Es mi novia y la adoro con todo mi corazón. Haré lo que sea necesario para que sea feliz.-Sólo tienes que ser tú y nada más. Penosamente el contexto en el que estamos no las ayuda y la situación con la señorita Torres está poniendo presión extra en ambas.- Tomó un largo respiro. –Lo último que quiero es hacerte sentir mal pero ha pasado una gran parte de la tarde llorando.-Lo imaginé...-Dice que se sintió muy bien defenderse y le apena que las cosas no se estén dando para ti. Ella me dijo que quisiste hacer lo correcto, sin lastimar.-Pero no funcionó.-Paciencia, dulce Lara.-No tengo eso.-Tú relación con mi hija dice lo contrario.- Se acercó más a mí. –Tienes más cualidades de las qué crees. Deberías escuchar un poco más las cosas que te dice Ana, constantemente habla de tu maravillosa mente y el toque humano en tu corazón.- Me sonrojé. –No dejes que controlen tu vida y mucho menos dejes que interfieran en tu relación. Lo digo como papá de tu novia pero también como tu amigo. Eres más, dulce Lara. Que nadie te haga creer lo contrario bajo ninguna circunstancia.-Gracias, señor.-De nada.- Me sonrió amablemente antes de ponerse de pie. –Las puertas de la casa están abiertas para que llegues a comer.-Lo tendré en cuenta. Gracias.-Nos vemos.- Tanto él como yo sabíamos que no iría a comer. Esperé que el señor Cardozo se hubiera ido por completo para ir a la casa de Paola; necesitaba que me dijera dónde está la casa de Olivia. Había cosas que debía platicar con ella. Hice que mi cabello se viera un poco más decente, me cambié a una playera más cómoda y elegí los tenis que papá me trajo la vez que estuvo aquí. Eran súper cómodos y algo me decía que quizá tenía que caminar mucho. Tomé un vaso de leche, agarré una manzana del frutero y comencé mi viaje a la casa de Pao. Estaba relativamente retirada, quedaba muy cerca del bosque; eran aproximadamente unos treinta minutos caminando. Con el tiempo uno se acostumbra
a estas distancias. Trataba de distraer mi mente tratando de recordar el nombre de las flores y los árboles que Ana me había enseñado e inevitablemente pensar en la rubia me traía de vuelta a Olivia y aún no estaba preparada para lidiar con ella. Sinceramente, el sueño ayudó mucho, fue de alguna manera catártico y fue bueno poder golpearla. Estaba a unos metros de su casa cuando vi correr a una señora gordita de lentes; la mamá de Pao. La intercepté en el camino. -Hola.-Lara, ¿cierto?- Asentí. –Puedes pasar, ahora regreso.- Se veía muy preocupada y antes de poder decirle algo ya había salido corriendo. Con mucha cautela entré a la casa y me encontré con una Paola llena de lodo y un enorme chipote en la frente. -¿Qué pasó?- Tenía la mirada perdida en la ventada en su casa. -¿Quién?-Ángel.-¿A qué hora?-Saliendo de la escuela, me siguió hasta una de las huertas y me empujó... ya sabes que no soy muy rápida de reacción. Cuando metí las manos mi cabeza ya se había estrellado.-Lo lamento mucho, Pao.-¿Cómo estás tú?-Todavía estoy algo furiosa.-Lo puedo notar.- Sonrió levemente. –Sé que no es de mi incumbencia pero Ana se veía muy... estresada por tu situación. Apenas y tocó bocado cuando te fuiste... y estuvo perdida el resto de las clases.-Ella entiende que quiero hacer bien las cosas y hasta ahora no ha funcionado.-Están de tu lado, Lara.- Tomó aire. –Belém vio lo que pasó, ella me trajo a casa.- Ahora faltaba que los papás de todos los chicos estuvieran de mi lado si lo que Marcos dijo era verdad. -Espero que eso los haga detenerse un poco.-Sé que con el tiempo lo harán.- Todo requería de paciencia. Cosa que no tengo en abundancia. -¿Qué pasará con eso?- Señalé el golpe en su frente. -Mamá fue a conseguir unas hierbas que ayudan. Está muy escandalizada porque es la primera vez que me ve así.-¿Le dijiste?- Negó. -Me caí.- Asentí. –Quédate a comer con nosotros; tienes cara de que no has pasado un buen día.- Le agradecí la propuesta y me quedé con ella hasta que su mamá llegó. Puso a hervir unas hojas para después poner cubos de hielo en un trapo y ponerlo directamente sobre la frente de Pao. La pobre simplemente se
retorcía pero no decía nada. El siguiente movimiento me asombró; tomó una moneda de diez pesos, lo puso directamente sobre el chipote y presionó. No había que ser un puto genio para saber que eso dolía muchísimo. La chica menuda apretó las manos hasta que los nudillos se le pusieron blancos. Cuando la tortura terminó, puso una compresa con las hierbas sobre el área afectada. Durante la comida me enteré que Pao era hija única, su mamá la pasó muy mal durante su embarazo y mucho peor en el parto, eso fue motivación suficiente para no querer tener más hijos. Cuando Pao tenía unos seis años su papá se fue a buscar un mejor trabajo a Estados Unidos. Al principio el hombre se encargaba de mandarles suficiente dinero cada mes; más del que necesitaban para vivir. Pero desde hace unos dos años dejó de hacerlo. Ambas creen que encontró pareja y se olvidó de la familia que dejó aquí en México. Afortunadamente la señora era muy buena administrando el dinero, por lo que una parte la usó para mejorar su casa, otra parte la invirtió en la pequeña huerta que tienen en la parte de atrás de la casa, con cerditos, árboles frutales y alguna que otra vaca; y tenía un resto de dinero que sería destinado a la educación de Pao. Ambas tenían la ilusión de que la chica de lentes estudiara una buena carrera. Con una madre así estoy segura que lo lograría. Llegó el momento de despedirse, las dos mujeres fueron por demás amables conmigo y la mamá de Pao como que algo me sabía porque me sirvió un enorme plato de estofado que devoré hasta el último trozo. La cocina de aquí no dejaba de impresionarme, prefería mil veces estás deliciosas comidas caseras a los restaurants caros a los cuales papá nos acostumbraba a llevar por órdenes de la bruja. Me despedí de ellas con un beso y un abrazo. Me encaminé a casa pero como si una fuerza magnética me arrastrara cambié súbitamente de dirección. Necesitaba ir para allá, necesitaba verle y aclarar algunas cosas. Puede que hacer las cosas al estilo Texas me diera un poco de tranquilidad y paz mental que tanto necesitaba. Caminé unos diez minutos más y antes de tocar la puerta de su casa tomé un largo respiro, como si me preparara para una gran batalla. Toqué la puerta y un señor mayor me abrió. -¿Está Ángel?-Mi nieto fue a jugar fútbol, no debe tardar en regresar.-Muchas gracias, señor.-¿Eres nueva por aquí?-Algo así. Buenas noches.-Bueno al menos tiene modales...- Decía el anciano mientras cerraba la puerta. Jugar fútbol, claro. Estoy segura que estaba fumando en el bosque. Corrí para allá sin pensarlo dos veces. Después de tantos días caminando y explorando ya me conocía bien el lugar. Incluso en la oscuridad podía encontrar fácilmente el camino a nuestro escondite, a donde tomábamos con el clan, en donde había encontrado a la rubia
cantando... todo. Con mucho cuidado me acerqué al lugar acostumbrado por el clan. La noche comenzaba a caer pero había suficiente luz para ver. Al acercarme más pude escuchar... ¿gemidos? Caminé otro poco y vi la silueta de Ángel, tenía unas piernas alrededor de él y ambos respiraban trabajosamente. -No estás jugando fútbol pero definitivamente estás metiendo las bolas.- La chica pegó un grito y se puso en tierra firme. Ángel como pudo se subió el pantalón. -¿Qué haces aquí?-Nada. Buscaba aclarar mi mente pero los quejidos no me dejaban pensar.-Nos vemos.- Dijo la chica y salió corriendo de ahí. -Genial, ni siquiera pude terminar.-Oh, créeme que no terminarás en mucho tiempo.- Rápidamente me acerqué a él para estrellar mi rodilla en su entrepierna. Soltó un chillido y se tiró al piso. –Hay chicas que sí se saben defender. Hazle algo más a Paola y ya sabes que te corresponderá.-Estoy lo sabrá Olivia.- Amenazó retorciéndose de dolor. -Uy, que hombrecito, se va a quejar con su mami. Aunque no es de extrañarse que ella tenga más bolas que tú.- Me puse de cuclillas frente a él. –Estoy segura que serás el hazmerreír en cuanto la gente sepa que fuiste corriendo a llorar en las piernas de Olivia.-Te vas a arrepentir, Lara.-Bla, bla, bla, cuídate las bolas. Quizá para la próxima te las deje inservibles.- Sin voltear a verlo salí del lugar. Con paso firme caminé a casa, un poco más relajada y definitivamente más a gusto con lo que había hecho. Sin embargo, una parte de mí decía que no era la manera adecuada; la parte que le hace caso a Ana. Ana, moría de ganas de verla y dejarme llevar en sus brazos pero aún no. Necesitaba tranquilizar mis pensamientos para poder hablar con ella como la gente decente. La noche me sorprendió durante mi camino a casa. Los animales que gustaban de esta hora del día se hicieron escuchar rápidamente, algunos niños todavía jugaban en los patios con canicas o con sus bicicletas. Todo estaba en una relativa calma; la gente seguía con su vida normal mientras yo era un torbellino de emociones pero entre todas esas emociones, sabía que mi amor por Ana predominaba. Caminaba un poco más serena cerca de casa, casi podía sentir la sensación de mis almohadas y del colchón debajo de mí. Instintivamente cerré los ojos y cuando los abrí sentí mi alma congelarse cuando vi un coche estacionado frente a mi casa. No podía ser posible. Conforme caminaba mis sospechas se hacían cada vez más reales. Vi el logotipo BMW, era el auto de papá. Con un temblor en las manos tomé saqué la llave de mis Jeans y abrí la puerta. Papá estaba sentado en uno de los sillones.
-¡Mi amor! Por fin llegas.- Dijo con una alegre sonrisa que ni a punta de madrazos me contagiaban. -¿Qué haces aquí, papá?-Obviamente vengo por ti.-
A/N Esta fue la razón por la que el capítulo anterior fue corto :) Como dice el título "Sorpresa" Dadas mis condiciones físicas, en mi mente esto es un maratón... Nos vemos en octubre xD ¿Ya pasaron por elcirculcolibri ? Hay muchísimas cosas de mis talentosos compañeros. La nueva sección de Textos Cortos, es una de mis favoritas, ahí podrán apreciar los estilos de los que escribimos en ECC. "Dos Semanas" me tiene con el alma en un hilo. Y espero que la autora de "Mi Profe de Piano" se ponga al pedo y actualice pronto xD Follow me on Twitter @Alexita_May para fragmentos de nuevos capítulos. Ahí puse lo de esta pequeña sorpresa que tenía para ustedes. Ahora sí, cuídense, no echen mucho trago, disfruten sus vacaciones o sus actividades, lo que sea que estén haciendo y que todo fluya a su favor. :) Saludos desde un rincón de México impregnado de café, Ale :)
Capítulo 19
-¡¿Qué?!- Prácticamente grité. -Parece que no estás muy contenta de verme.- Me acerqué a él y lo abracé. –Mi amor, te he extrañado mucho.- Me abrazó más fuerte. –Feliz cumpleaños, Lara.-Gracias, papi.- Le di un beso prolongado en la mejilla como solía hacerlo cuando venía de trabajar. -¿De verdad vienes por mí?- Negó y sentí un gran alivio. -Cardozo me invitó a la inauguración de la iglesia y vine a festejar tu cumpleaños.- Solté el aire que no sabía que tenía contenido. -Gracias, pa. Significa mucho para mí que hayas venido.- Besó mi cabello. -¿Viniste solo?-Tu madre no gusta de estos eventos.- Ni de mi cumpleaños por lo que veo. -Claro, como no habrán fotógrafos mientras deje mil pesos de limosna no le interesa.-Lara...-Es la verdad, papá.-No quiero discutir sobre tu madre. Vine porque mi buen amigo me visitó y porque extraño a mi princesa.- Lo abracé de nuevo. -¿Cómo te va?-Muy bien, papi.- Por fin sentí que mi cuerpo se relajó y me senté frente a él. -¿Quieres café?-Me encantaría.- Me puse de pie para ir a la cocina y preparar café para ambos. –Tienes muy ordenado aquí, hija.-Me di cuenta que me gusta lo ordenado.-Eso es bueno.- Saqué el vaso con agua caliente del horno y lo vertí sobre las tazas con café. El olor era exquisito. -¿Cómo te trata la gente?-
-Muy bien, papá. No puedo quejarme, han sido muy amables conmigo.-¿Todos?-La gran mayoría.- Le di la taza a papá antes de retomar mi lugar frente a él. –Tan bien como yo sabes que no podemos agradarle al mundo entero.-Mi princesa hablando como una persona madura.- Tomó un poco del café. –Delicioso, mi amor.- Le sonreí. –Te noto algo tensa.-Un día... pesado en la escuela. Ya sabes, tengo que ponerme al corriente con mis materias y a veces me sobrepasa pero nada del otro mundo.- Me sonrió con tal ternura que quería abrazarlo y no soltarlo jamás. -Te ves muy diferente, Lara.-Me siento diferente, papi. Esto está ayudando mucho.-No sabes cuánto me alegra eso, mi amor.- Sonrió. –Te traigo un regalo.-¿Sí?- Asintió. -Pero te lo daré mañana o más tarde.- Mi papá era una buena persona y no sólo por el regalo. Realmente es un amor. Momento de hacer la pregunta que vine rondando mi mente desde hace unos días. -Pa, ¿cuánto tiempo...- Mi pregunta fue interrumpida cuando tocaron a la puerta. Maldije para mis adentros y me puse de pie para abrir. Frente a mí un sonriente señor Cardozo. -¿Es cierto?- Con una sonrisa lo invité a pasar. -¡Amigo!- Se veía genuinamente emocionado al igual que papá, quien de inmediato se puso de pie para fundirse en un fraternal abrazo con el amigo de toda su vida. Los hombre necesitaban tiempo para platicar y yo necesitaba ver a mi chica. -Los dejo, siéntanse como en casa. Iré a caminar un poco.- Ni siquiera me escucharon porque estaban muy metidos en su plática. Mejor para mí. Tomé mi llave, estoy casi segura que podría entrar a traer mi taza de café y no lo notarían. Comencé mi camino a la iglesia; estaba algo nerviosa. No me había desquitado con Ana pero sentí que no fui muy justa con ella aunque creo que fue lo mejor. Soy demasiado impredecible cuando me enojo; pueden preguntarle a Ángel sobre eso. Mis pasos eran lentos y pausados, no era mi estilo pero estaba disfrutando del agradable paseo aparte quería aplacar el resto de enojo que pudiera estar en mí para no afectar a Ana. Ella no merecía cargar con mi frustración o mi ira. Fui directamente a la puerta de atrás; estaba por tocar cuando la puerta se abrió y vi a Ana. -Hola.- Le sonreí tímidamente. -Hola.- Me encantaba su dorada cabellera pero adoraba verla con el cabello levantado, se veía simplemente preciosa. -¿Te interrumpo?-Iba a buscarte.- Abrió más la puerta para que pudiera pasar. Lo
hice y ambas nos quedamos en el comedor. -¿Cómo estás?- Preguntó después de algunos segundos en silencio. -Un poco más tranquila.-Me alegra saber eso.-Lamento lo de la mañana.-No fue tu culpa, Lara. En parte lo entiendo, yo también estaba muy molesta.-Siento que la estoy odiando y mucho.- Se acercó más a mí y tomó mi mano sobre la mesa. -No puedo decirte que no lo hagas porque ahora mismo yo también tengo sentimientos muy negativos hacia ella. No debió hacerlo.- Negué. –Creí que al defenderme nos dejaría en paz.- Le sonreí. -Estoy muy orgullosa de ti, no por empujarla sino por poner límites, Ana.-Pero más porque la empujé.- Ambas sonreíamos. -Un poco más.- Tomé sus manos. –Papá está aquí.- Gasparín tenía más vida que Ana ahora mismo; se tensó y se puso totalmente pálida. -¿Vino... por ti?-Al principio me dijo que sí y sentí que el piso se abría pero me después me dijo que sólo veía a la inauguración de la iglesia.-¿Estás segura?-No lo sé pero aunque me diga que me vaya no lo haré.- En un gesto que comenzaba a hacerse común, Ana buscó mi regazo para sentarse, esconderse en mi cuello y aferrarse a mí con fuerza. –Perdón por lo de hoy, cariño.-No tienes nada de qué disculparte pero te perdono, La.- Besé su hombro. -Gracias.- Me quedé un momento disfrutando de su cercanía y de su olor. -¿Quieres ir a casa conmigo?- Asintió sobre mi cuello. -¿Te puedo besar?Salió de su escondite, llevó sus manos a mi cara mientras me veía fijamente. -Eres la única persona en el mundo permitida a tocarme o besarme sin pedirme permiso.-No quiero traspasar tus límites.-Los límites se borraron cuando te dejé entrar en mi vida.-Y se supone que yo soy la del verbo.- Sonreímos antes de juntar nuestros labios brevemente. –Te quiero, rubia.-Te quiero, La.- Nos pusimos de pie y nos dirigimos a casa. Nada relevante pasó durante el camino, simplemente tonteábamos pero tenía la extraña sensación de que alguien nos seguía. Quizá era la paranoia de todo lo que había pasado hoy. Al llegar me di cuenta que tenían la puerta abierta pero se escuchaba también una voz femenina. Norma. Al entrar los adultos detuvieron su conversación y nos dieron la bienvenida. -Papi, espero que recuerdes a Ana.-
-¿Cómo olvidaría a tan linda señorita?- Papá me sorprendió al evitar tenderle la mano o abrazarla como acostumbraba con mis antiguas amistades pero quedé más sorprendida al ver a Ana acercándose a él para darle la mano. Incluso el señor Cardozo se veía sorprendido. -Qué gusto verlo de nuevo.- Papá se descoló un poco pero se recompuso de inmediato. -El gusto el mío, Ana. ¿Cómo te va?-Las últimas semanas han estado de maravilla, señor Orozco.-Oh, por favor, dime Manuel. Esto de las formalidades no va conmigo.- Ana simplemente le sonrió y regresó a mi lado. -¿Por qué no vamos a la iglesia? Tengo suficiente comida y una habitación extra para ti, Manuel.-Perfecto.-La invitación se extiende a ti también, Lara.-Gracias, señor.- Le sonreí antes de dirigirme a mi habitación para guardar una mudada de ropa en la mochila de la escuela. Así no regresaría por la mañana y podía pasar más tiempo con Ana. Norma declino la invitación ya que tenía que levantarse temprano para la escuela mañana y creía que ellos tenían mucho de que hablar y ella estaría de más. Ambos intentaron convencerla de lo contrario pero no lo lograron. Ya con mis cosas en mano caminamos de vuelta a la iglesia; papá y el señor Cardozo iban delante de nosotras. Moría de ganas de tomar a Ana de la mano pero era demasiado arriesgado. De nuevo esa sensación; no le dije nada a la rubia pero estaba casi segura de que alguien venía tras nosotras. Teniendo a los dos hombres cerca de nosotras no haría nada y qué mejor momento para aprovechar y agarrar a la persona que nos seguía. Escuché un pequeño sonido entre los arbustos y fue la confirmación que necesitaba. Pasé mi mano sobre los hombros de Ana para atraerla más a mí. Incliné mi cabeza para que mis labios quedaran cerca de sus oídos. La nada discreta plática de los hombres cubriría un poco mi voz. -Sigue caminando normalmente.-¿Qué pasa?- Preguntó preocupada. -Estoy casi segura que nos siguen. Quizá sea mi paranoia o quizá no. No me voy a arriesgar y el tener a tu papá y al mío es algo que debe jugar a mi favor.- De nuevo escuché el sonido, como si alguien pisara una rama; no lo pensé dos veces y corrí a donde estaba el sonido. La persona detrás del arbusto se vio tan sorprendida que ni siquiera se pudo mover y terminé tacleándola. -¿Qué pasó?- Escuché decir a mi padre. -Em... Lara vio un conejo y fue tras él. Ahora los alcanzamos.- Me cubrió la rubia. Bajo de mí tenía a Liz. -¿Qué quieres?-
-¿Qué tienes con la monja?- Preguntó seria. Le sonreí. -¿Qué debería tener con "la monja"?-Vi que fuiste por ella a la iglesia y te vi abrazándola hace un momento.-Bueno, la gente que le tiene afecto a otra gente tiende a ir a visitarla a su casa o abrazarla espontáneamente. Cosa que tú nunca sabrás mientras estés con Ángel y con Olivia que de lo único que se preocupan es de ellos mismos.-No soy como la perra traidora de Paola.-Corrección, no eres tan inteligente como Pao.- Me puse de pie de un brinco. –Aléjate de cualquiera de las dos.- Caminé a donde estaba Ana. –Contigo no es el problema. Si ella te envió sólo puedo decirte que aspiras más que a ser la mandadera de Olivia.-¿Crees que me vas a lavar el cerebro?-Para poder lavarlo primero debes ser consciente de que tienes uno.- No esperé su respuesta y regresé con mi rubia. -¿Qué pasó?-Te cuento en casa.- Alcanzamos a los hombres bastante rápido quienes ya estaban por entrar a la iglesia. -¿Encontraste el conejo, Lara?- Preguntó el señor Cardozo. -Creo que era coneja, señor pero se me escapó.-Es una pena.-Estoy segura de que me la encontraré de nuevo.Pasamos una noche bastante agradable, era muy lindo ver a papá tan suelto y tan sonriente como lo estaba con el señor Cardozo. Su amistad era algo digno de enmarcar; habían pasado por tantas peripecias juntos. Creo que ese es el motivo más fuerte, se mantuvieron fieles el uno al otro que nada los pudo separar y no creo que algo alguna vez lo haga. Yo nunca he tenido una amistad así de fuerte, ni nada hasta Ana... todo está comenzando con ella. Cuando por fin llegó el momento de dormir, el señor Cardozo escoltó a papá a la habitación que está junto a la de él. Mientras Ana buscaba frazadas, y unas almohadas extra para él. Le di las buenas noches con un beso y un abrazo. Amaba muchísimo a papá y me alegra enormemente tenerlo aquí, siempre y cuando no buscara llevarme de vuelta con él. Finalmente regresé a la habitación de Ana y me quedé en la orilla, mi lugar en la cama. Cerré los ojos dejándome llevar por el suave olor que desprendía todo a mi alrededor. No tardé mucho y me levanté a lavarme los dientes. Estaba por terminar cuando escuché la puerta cerrarse, Ana estaba de regreso. Me alcanzo en el baño para ella también lavarse los dientes. Terminé antes que ella, le di un beso en la frente antes de regresar a la cama, donde ella me alcanzó unos segundos después. -¿Qué pasó con "la coneja"?-Era Liz.-
-¿Nos estaba siguiendo?- Asentí. -¿Qué quería?-Joder. No podemos esperar más del clan. Me preguntó acerca de nosotras.-¿Qué le dijiste?-Que eres mi novia y que más le vale alejarse.- La rubia se sentó de golpe y me quedó viendo sorprendida. -¡¿Qué?!- Me eché a reír. -Por supuesto que no, cariño.- Me dio un ligero golpe antes de acomodarse sobre mi hombro. –Nos vio cuando salimos de aquí antes de ir a casa. Me cuestionó... le dije que las personas que quieren a otras suelen procurarlas.- Me puso a jugar con su cabello. –Debemos ser muy cuidadosas, sé que Liv está tramando algo y los está usando a ellos.-¿Ellos?- ¡Mierda! -Ángel lastimó a Pao.-¿Qué le hizo?-La empujó, la pobre ni pude meter las manos y se hizo un chichón en la cabeza.-Algún día lo van a pagar.- Eventualmente lo sabría. -Ya lo pagó.- La sentí tensarse. -¿Qué le hiciste, La?-Le recordé que hay mujeres que sí se pueden defender y le remarqué que lo quiero lejos de ti y de Pao.-¿Puedes ser más explícita con lo de "recordar"? -Le pegué... en las bolas.- Cerré los ojos esperando un golpe pero me sorprendí al escucharla reír. -¿Malo?-Oh, muy malo, cariño. Quizá todavía esté retorciéndose en el bosque.-¿Fuiste hasta allá a buscarlo?- Asentí de nuevo. –Estás loca. ¿Y si Livy hubiera estado ahí?-Probablemente también la habría arrastrado, ganas no me faltan.-Ángel, tienes una extraordinaria habilidad para las locuras.-Lo que tengo es una extraordinaria novia.- Volteó a verme; la tenía a unos milímetros de mi cara. –La novia más preciosa.-Te quiero mucho, La.-Y yo a ti, Anita.- Sólo bastó con agacharme un poco para atrapar sus labios con los míos y comenzar una suave danza. La mano de ella que estaba sobre mi estómago se fue a la base de mi cuello para atraerme más. Besaba tan bien, a veces me sorprendía lo intuitiva que era cuando nos besamos... más que nunca agradecía ser su primer beso. Inconscientemente sonreí, era su primer beso. Eso me pertenecía sólo a mí.
-¿Por qué sonríes?-Porque te quiero mucho y porque soy tu primer beso.- Me veía con una enorme sonrisa. -Y espero que seas la última.- Me acerqué de nuevo a ella. -Espero lo mismo.- Dije sobre sus labios antes de besarla de nuevo. Me cuesta creer que la ame tanto. Es inhumano. -No me dejes, La.- Cortó el beso y se escondió en mi cuello. –No sé qué haré sin ti.- Tragué con dificultad. Teníamos exactamente los mismos miedos; estar lejos la una de la otra. -Hablaré con tu papá de lo que planeamos.-¿Le dirás que me quieres llevar contigo?- Asentí. –No creo que lo apruebe.-Daré argumentos convincentes.- La conocía lo suficiente como para saber que estaba conteniendo las ganas de llorar y que se quedaría dormida en unos minutos más. No me equivoqué. La abracé tan fuerte como pude, dejé mis labios sobre su frente y cerré los ojos. Esto era un desmadre, no ella, ni lo que tenemos sino lo que nos rodea. La estúpida de Oliva y el clan, los prejuicios de la gente y el ver a papá casi hace que me dé un puto infarto. Debía hablar con el señor Cardozo; sé que yo soy una mocosa, como dice Ingrid, pero él sabe que la protegería con mi vida si fuera necesario. Aparte ella tiene un potencial enorme que explotar y en la ciudad lo haría muy bien. No es sólo por nuestro noviazgo es también por las oportunidades de Ana... aunque un poco más porque no la quiero lejos de mí. No sé en qué momento me quedé profundamente dormida, entre tantos pensamientos creo que mi cerebro decidió que era mejor dormir en vez de sobrecalentarse pensando en miles de escenarios. Me desperté cuando sentí a Ana moverse bruscamente. Inmediatamente me puse de pie para no tocarla y evitar lo de la vez pasada. -¡Lara!- Entré la oscuridad la vi moviéndose por la cama, buscándome. -Aquí estoy, cariño. Apenas comenzaba a caminar de regreso a ella cuando ya la tenía sobre mí. Sus piernas rodeando mi cadera, sus manos apretadas sobre mi cuello y su rostro sobre mi hombro. Abrazo de koala. –Tranquila.-Tu papá vino por ti.- Dijo en un leve sollozo. -Él está aquí pero no vino por mí.- Se apretó más a mí. –Te lo juro, cariño no vino por mí.-Tengo mucho miedo de que te lleven.-Temo por lo mismo, Ana. Me voy a volver loca sin ti.- Llevábamos menos de un mes como pareja pero parecía que nos conocíamos de toda la vida y a momentos así lo sentía. He de haber hecho algo jodidamente bien para merecerla. Alguien o algo me trajo a este rincón de México olvidado por Dios para conocer al alma más pura que he conocido.
-Te quiero, ángel.- La fragilidad de su voz contrastaba con la fuerza de su mensaje. Sé que me quiere, estoy segura de eso. Con ella adherida a mí caminé de regreso a la cama; con mucho cuidado la recosté, permanecí unos segundos sobre ella. -Si hay un Dios le debo todo; me dio una familia algo jodida pero algo he aprendido. Norma, tu papá, incluso Ingrid y tú. Tú que te estás convirtiendo en mi todo, Ana.- Mi mente me gritaba que le dijera que la amo pero aún no. Todavía no. Vi que sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas. –No, no, no quiero que llores, cariño. Odio verte llorar.-Nunca creí que alguien me quisiera de la forma en como tú lo haces... nunca.- Acaricié su mejilla. -Sólo un tonto no lo haría.-Pero sé que nadie me va a querer como lo haces tú.- Le sonreí. -Te puedo asegurar que no. Pasaré mis días mostrándote lo mucho que me importas.- Pegué mi frente con la de ella. -Quiero que tengas todo de mí, La... todo. Quiero estar contigo de todas las formas posibles.-Y yo sé que nos entregaremos por completo, a su tiempo. Si crees que esa es la forma de mostrarme tu cariño hacia mí déjame decirte que me lo muestras todos los días cuando me sonríes, cuando me ves atentamente, cuando me abrazas, cuando sostienes mi mano... es como lo que hablamos de las formas de decir te quiero, aplica para las acciones. Podemos mostrarnos amor de muchas maneras y no necesariamente implica intimidad.-Mi novia es muy elocuente.- Llevó sus manos a mi cara. -Tu novia es una chingona.- Golpeó mis labios con su dedo índice. -Lenguaje.- Le sonreí. -Hagamos un trato.- Sonrió. -Con qué ocurrencia vas a salir.-Cada vez que diga una mala palabra me darás un beso.-Te estaré besando todo el día.-Ese es el objetivo.- Amaba verla sonreír de esta manera, espléndidamente haciendo que sus hoyuelos se marcaran. –Puto.- Volvió a golpearme. –Ese no fue el trato.-Nunca acepté.-También saldrás beneficiada de esto.- Le guiñé un ojo. –Mierda.Levantó su cabeza y buscó mis labios para darme un beso corto. -¿Ves? Todos ganamos.-¿Te puedo abrazar?- Preguntó con timidez; le sonreí. -Sería un honor dormir en sus brazos, majestad.- Me acomodé en su pecho, pasé mi mano sobre su estómago y puse mi pierna sobre la de ella. Besó mi cabello.
-Buenas noches, ángel.-Buenas noches, cariño.Comencé a regresar a la consciencia cuando mi mano se entumió y al moverla me dolía un poco. Como pude me reacomodé, estaba por dormirme de nuevo cuando sentí que algo no estaba bien... abrí un poco los ojos y entonces lo noté. Fue casi imposible no emocionarme y sentir que los colores se me subieron al rostro. La mano de Ana, que inicialmente, estaba sobre mi cintura, se deslizó un poco más abajo hasta quedar sobre mi trasero. Por la forma de respirar de Ana sabía que aún estaba dormida. ¿Qué tan alborotadas tenía las hormonas que me emocionaba con el contacto de una persona dormida? Reí de lo patética que me sentía y decidí regresar a dormir. De nuevo la infernal alarma me despertó, aunque amaba dormir con Ana más que nada en este mundo preferiría hacerlo los fines de semana cuando ninguna de las dos tiene presiones para levantarse temprano. Como siempre Ana se despertó inmediatamente, apagó la alarma y comenzó a llenarme de besos la cabeza y la frente. -Arriba, dormilona.- Negué. -Diez minutos más.- Me abracé más fuerte a ella. -Se nos hará tarde.-Traje mis cosas, tenemos quince minutos más.- Ana moriría si llega un minuto tarde a clase. -¿Y prefieres pasarlos durmiendo?- Casi de inmediato levanté la cabeza para verla. -¿Qué sugieres?-Que te laves la boca.- Me eché a reír. -Que nos lavemos la boca, majestad.- Ambas fuimos al baño a cepillarnos; en unos minutos estábamos de regreso en la cama. –Buenos días, preciosa.-Buenos días, La.- Me sonrió con ternura. -¿Dormiste bien?-Tengo la mejor almohada del mundo.- Repetí lo que ella me había dicho. -No. Yo tengo la mejor almohada del mundo.- Negué. –Sí.-No.-Sí.-No.- Antes de que pudiera contestar me acerqué a ella y le dio un beso. –No.-Tienes unas buenas tácticas de distracción.- Me tomó del rostro y me acercó a ella de nuevo a ella. Pasamos unos buenos minutos tonteando entre beso y beso, no sé cómo pero cada día con ella era aún mejor que el día anterior. Ana siempre hacía algo, por más mínimo que fuera, para mostrarme lo mucho que me quiere. Como se
lo dije ayer, una mirada, una sonrisa, un beso, todo lo que viniera de ella yo lo amaba. Nos levantamos cuando escuchamos ruidos en la cocina; genial, el señor Cadozo haría el desayuno. Despreocupadas, salimos a la cocina tomadas de la mano. Sorpresa. En la cocina estaba papá que al escuchar el sonido de la puerta volteó a vernos con una sonrisa y no pasó para nada desapercibido el hecho de que tuviéramos nuestros dedos entrelazados. Subió de nuevo la vista, me quedó viendo, sentí un miedo terrible y solté la mano de Ana. -Buenos días.- Dijo la rubia. -Buenos días, señoritas. ¿Cómo durmieron?- Preguntó un poco más serio. -Bastante bien.- Respondí secamente. Se hizo un incómodo silencio por muchos segundos hasta que el señor Cardozo entró. -Niñas, buen día.- Las miradas entre mi padre y yo no cesaban. De vez en cuando veía a Ana y regresaba a mí; inmediatamente captó el pastor lo que estaba sucediendo. –Niñas, vayan a cambiarse en lo que preparo el desayuno.Asentimos sin decir una palabra. Entré a la habitación de Ana, tomé mi mochila y me encerré en el baño. Si no quería llevarme ahora sí tendría motivos para hacerlo. Tonta. Debí asegurarme de que fuera el papá de Ana y no Manuel. Tardé más tiempo del necesario en el baño. Necesitaba un poco de respiro, acomodar algo en mi cabeza pero ni siquiera sabía qué. Cuando salí Ana estaba sentada cabizbaja sobre la cama. Volteó a verme y vi unas cuantas lágrimas sobre su rostro. -¿Qué pasa?- Me acerqué a ella. -Nada.-Claro, es la hora de las lágrimas.- Me arrodillé frente a ella. -¿Qué pasa?- Negó. –Ana, creí que confiábamos la una en la otra...-¿Te avergüenzas de mí?-¡¿Qué?!- La obligué a verme. -¿De dónde demonios sacas eso?-Soltaste mi mano cuando tu padre nos vio.- Me tomé la cabeza desesperada. Este no era un buen momento para la inseguridad de Ana. -Mi padre se ha enterado de que estoy contigo de la manera menos indicada. Si supiera que va a tomar a bien esto te hubiera besado frente a él pero no lo sé. Esto no es sobre ti, Ana. Es sobre cómo papá va a tomar el hecho de que esté saliendo con una mujer.-Me adelantaré a la escuela.-Ana...- Ni siquiera hice el intento por detenerla. Me acosté un rato más, dándole tiempo para que desayunara algo y luego poder salir yo. Cuando lo hice sólo papá y el señor Cardozo se encontraban en la cocina. -¿Todo bien?- Preguntó el señor Cardozo. -Espero que sí.- Volteé a ver a papá que estaba con la mirada perdida, sentí un nudo en la garganta. Regresé mi vista al señor Cardozo que me veía
con ternura. -Iré a la iglesia a revisar unas cosas.- Se disculpó dejándome a mi padre y a mí hundidos en un sepulcral silencio. Con una agónica lentitud me acerqué a papá y me senté frente a él. -Papá...-¿Estás con ella?-Sí.-¿Por qué?- No me daba la cara. -Porque es una extraordinaria persona y la quiero mucho.-Quieres a tus amigas, quizá estés...-¿Confundida? No puedes ni comenzar a imaginar cuantas noches me desvelé pensando eso; que quizá lo estaba confundiendo todo, que mis ganas de protegerla nublaban mi juicio... pero no. Después de mucho, por fin pude aceptar que me gusta y mucho.-Tuviste novios en la escuela, tú no eres gay.- Reí. -No creo ser gay, soy Anasexual. Nunca me había fijado en una mujer hasta ella y dudo que alguna otra mujer llegue a interesarme de la misma forma.- Una parte de mí quiere entender papá pero más que nada quería que me entendiera a mí. -¿Estás decepcionado de mí?-Estoy confundido, Lara. Muy confundido.-No me odies.-Nunca podría odiarte, Lara.- Ahora si volteó a verme. –Eres lo más preciado que tengo en el mundo, nunca podría sentir algo negativo hacia ti.- Se acomodó en la silla. –Sólo quiero entender qué te motivo a esto.-El amor. Ella me quiere y Dios sabe que yo la quiero a ella, no hay más. Ella ha pasado por mucho, papá. Demasiado, diría yo y aún así no hace más que ser una luz en el mundo.-Sé parte de su historia, hija. Alberto me lo dijo antes de salirse de la empresa... me contó de la niña y de las ganas que tenía de hacerla olvidar todo lo malo que pasó.-Ella me ha ayudado mucho en la escuela, me ayuda con las tareas, me ha acercado un poco más a Dios... ha hecho que deje de maldecir tanto.- Ambos sonreímos. –Ella es una fuerza muy positiva en mi vida.-Cardozo me dijo... una parte. Aparentemente se hacen mucho bien la una a la otra.-Créeme que nunca lo busqué... simplemente sucedió. De pronto estaba en la sala de mi casa pensando en que me gustaba la hija del pastor.-¿Te hace feliz?-¿No me has escuchado los últimos cinco minutos?- Se echó a reír. –Me hace inmensamente feliz.-Eso es lo único que importa.-¿En serio?- Asintió. –Gracias, papi.- Me eché a sus brazos. –No
sabes lo mucho que me alivia esto.-Tu felicidad es la mía, Lara. Siempre será así y si es una chica la que te hace feliz, que así sea.-Te amo, papi.-Te amo, mi amor.-No le digas a mamá, por favor.-Ni loco, es capaz de venir por ti.- Lo abracé más fuerte. -Se pondrá como loca cuando lo sepa.- La imaginaba lanzando objetos por todos lados y gritando que soy la peor hija del mundo por humillarla de tal manera. Todo es acerca de ella. -Buscaremos la forma de que no.- Le di un beso. -Eres el mejor papá del mundo.- Me pellizcó las mejillas. -Ve a la escuela que se te hará tarde.- Asentí, fui por mochila y salí corriendo. En la iglesia el señor Cardozo estaba sentado en una banca, corrí hacia él y lo abracé. –Gracias.-No tienes nada que agradecer, dulce Lara.-Le debo todo.-Hazla feliz y estaré pagado.El resto del martes pasó en una inusual calma. Después de platicar con papá sentí un gran alivio, aunque planeaba decírselo, el verme tomado de la mano con Ana no era lo más adecuado pero lo aceptó. Y agradezco a todos los dioses por eso. El clan se mantuvo en relativa calma; al parecer Ángel no le dijo nada a Olivia de nuestro pequeño encuentro ya que se mantuvo muy al margen aunque, no bajaba la guardia. Miércoles, día de la inauguración de la iglesia. Muchos esperaban con ansías esto ya que verían los frutos de su enorme esfuerzo, incluida yo. Después de hablar con papá hablé extensamente con Ana; todavía teníamos mucho que trabajar en cuanto a su confianza y le remarqué veinte mil veces que bajo ninguna circunstancia me avergonzaría de ella. Nunca. Afortunadamente lo entendió y me pidió disculpa, las cuales estaban de más. Funcionábamos, de una manera u otra lo hacíamos y eso me hacía feliz. Caminábamos de regreso de nuestra jornada escolar; Ana me contaba de la última vez que le tocó exponer sola en clase y casi se desmaya. Teníamos un proyecto con Omara, las parejas fueron seleccionadas al azar; a mí me tocó con Pao y desgraciadamente Ana salió junto con el nombre de Olivia pero Omara pidió que trabajaran solas. La tarea consistía en contar una pequeña fabula o historia que estuviera ligada al autoestima. Podría ser inventada o tomar una ya hecha. Eso nos llevó la mayor parte del camino; le di un ligero abrazo cuando la dejé en la puerta de la iglesia y corrí de regreso a casa. Papá me esperaba con unas quesadillas, bueno, al menos lo intentó. El tenerlo ahí me tenía aún más feliz de lo que ya estaba. Incluso nos
permitimos el lujo de comprar una deliciosa coca cola para acompañar las suculentas quesadillas. Saqué del refri una salsa que Norma me había regalado, la cual la consumía muy poco ya que picaba demasiado pero con el vaso de coca me sentía valiente. Norma llegó alrededor de las cinco de la tarde acompañada de Ingrid, quien se veía sumamente diferente con un vestido con estampado de flores y unas zapatillas bajas. Antes de poder decir algo me dio un leve pellizco en el brazo como en forma de amenaza. Simplemente reí y lo dejé pasar. Norma se veía muy guapa con un pantalón negro de vestir y una blusa bordada y el cabello recogido. Papá usaba también un pantalón de vestir y una camisa color verde agua; después de muchos intentos me obedeció cuando le dije que usar corbata sería mucho. Y yo, bueno, no podía ir con mis tenis o de shorts, así que opté por un vestido amarillo pálido y unas sandalias blancas; mi cabello suelto y algo de maquillaje. Tener a Ingrid para mí era una gozada, la mujer se empeñaba en joder a quien se le atravesara y a escupir su acidez en cada comentario. Disfrutaba mucho su presencia y a pesar de su negro humor era una buena persona... creo. Papá, por otro lado, no parecía entenderla mucho y constantemente me volteaba a ver como para asegurarse que lo que la mujer decía era broma o iba en serio. Entre risas y miradas cautelosas llegamos a la iglesia. El señor Cardozo iba completamente vestido de negro con una pequeña bandita blanca en su cuello. Pobre hombre, de seguro estaba muriéndose de calor; yo con el vestido sentía que llevaba mucha ropa encima, no me imagino estar en eso. Ana apareció detrás de él y llevaba puesto el vestido con el que la conocí, blanco, sandalias blancas y su cabello levantado. Incluso se había maquillado un poco y se veía simplemente preciosa. -Anda, bésala ya.- Dijo Ingrid y quise ahorcarla. Norma le dio un pequeño empujón. -¿Qué? Mueren por comerse.-Ya entendimos, Ingrid.- Cortó Ana con una sonrisa. –Acompáñame, Lara.-Recuerden, superficies sólidas.-Creo que la que necesita eso eres tú.- Le hice un guiño antes de seguir a Ana. No había que ser un genio para saber que en su mente me dijo algo que involucra a mi mamá. La iglesia se veía increíble, más reluciente que nunca. El olor de madera de las bancas era opacado por el olor de algo que había en el piso. Ana me dijo que era algo que quitaban de un enorme árbol. De hecho lo mandaron a pedir porque no se da mucho por estos lugares. Lo que fuera, olía riquísimo. Al llegar a la comida me encontré con ollas enormes. -¿Todo esto es para mí?-Para todos, glotona.- Se colgó de mi cuello, yo la tomé de la cintura. –Te extrañé.-
-Y yo a ti.- Bajé la cabeza para poder besar. –Te ves preciosa con el maquillaje.-¿Te gusta?-Me encanta.- Le dio otro beso. -¿Me ayudas a llevar estás cosas afuera?-Claro.- Ninguna de las dos hizo por soltarse. –Tú primero.- Negó. –Bien, nos quedemos aquí.- Me veía fijamente a los ojos y veía sus lindos hoyuelos asomarse. –Cuánto te... quiero.-No más que yo a ti.- La abracé. -No lo creo.- Me separé de ella y comencé a llevar las cosas. En el patio había tres mesas larguísimas con manteles blancos. Ana y yo pasábamos platos, tenedores, cucharas, servilletas y todo lo necesario para la cena. Tardamos más de lo necesario ya que la rubia quería que todo quedara lo más perfecto posible; obviamente ella daba órdenes y yo movía las cosas que me pedía... gobernada me queda corto. La gente comenzó a llegar a eso de las seis de la tarde, afortunadamente todo lo de la cena estaba listo para ir directamente a las mesas después de la misa. La mayoría de la gente se pudo acomodar perfectamente en las bancas pero muchas otras más habían quedado de pie, por lo que optaron por traer sillas para las mujeres y los ancianos que no alcanzaron lugar. Justo a las siete se escuchó la última campanada que indicaba que la misa estaba por comenzar. Era increíble la cantidad de gente que había. Opté por pararme para ceder mi lugar a una señora embarazada. Ana iba de un lado a otro, recibiendo a la gente que llegaba y acomodándolos en donde se podía. Estaba tan emocionada como su papá y como todos los que ayudamos un poco para que esto fuera posible. Por más que lo intentaba no podía despegar los ojos de mi Ana y es que se veía preciosa, divinamente preciosa. Definitivamente era una chica con muchísima suerte; ese pan de Dios me quería a mí. Sonreí. Al buscar no desnucarme por buscar a Ana con la mirada pude detectar que no era la única que seguía los pasos a mi novia. Un hombre bastante alto, casi como el señor Cardozo, cabello ligeramente café con alguna que otra cana. Perfectamente vestido con una camisa gris y pantalón negro. Me moví entre la gente para poder tener una perspectiva más clara de él. Quizá veía a alguien más pero cuando Ana regresó a su lugar la siguió; sentí mi sangre hervir, la veía como a una presa... el papá de Olivia. Ahora que lo veía más detenidamente podía ver algunas facciones de la víbora reina del clan. Necesitaba mantener mi cabeza clara y ser lo más objetiva posible. Lo que supe de Marcos y de su extraña muerte podría nublar mi juicio y yo no quería eso. El señor Cardozo dijo que él se preocupaba por Ana y quizá se aseguraba de ver que nadie se le acercara. Sí, claro y ahora va a entrar el Papa en un monociclo. Sacudí la cabeza, necesitaba relajarme pero también necesitaba que alguien me dijera que esto eran suposiciones mías. A estas alturas ya había perdido el hilo de la
misa, ahora sólo quería saber las intenciones de ese hombre. Me acerqué a donde estaba Ingrid, estaba muy concentrada escuchando lo que decía el señor Cardozo pero esto era necesario para mí. Afortunadamente no estaba muy lejos de donde estaba ella y podía voltear a verlo sin levantar sospechas. Me paré a lado de ella y por varios minutos me ignoró hasta que le di un leve empujón con mi pierna. -¿Qué quieres, mocosa?-¿Quién es el hombre de camisa gris?-¿Qué no tienes novia?- La volví a golpear. -Esto es serio.- Mi tono era seco y eso la hizo voltear a verme y luego a dirigirse a donde mi mirada le apuntaba. -Es el papá de Torres.- ¡Mierda! -¿Qué pasa?-No ha despegado los ojos de Ana en toda la noche. Si ves que Ana se va para atrás míralo a él, por favor. No quiero creer que son cosas mías.- Asintió levemente y volvió su vista al frente. Yo regresé a mi lugar pegada a la pared. Sólo tuvimos que esperar unos minutos para que Ana volviera a desocupar su lugar. Ni siquiera me fijé si Ingrid había hecho lo que le pedí ya que el hombre sin pudor alguno escaneó a mi novia de arriba para abajo. De inmediato mis manos se convirtieron en puños. Me importa una mierda lo que Ingrid perciba, este imbécil quiere a Ana. -No eres nada discreta tú tampoco.- No me di cuenta cuando Ingrid llegó a mi lado. –Quita esa cara de culo y llévate a tu novia al otro lado de la iglesia. El maldito ya tiene suficientes imágenes en su cabeza para trabajarse esta noche.- A pesar de que muy pocas veces la he visto sonreí podía ver que estaba molesta. Cuando Ana regresó a su lugar, la tomé suavemente del brazo. Al principio se sorprendió pero al ver la cara de pocos amigos que tenía se paró de inmediato y me siguió. Cometí el error de voltear a donde estaba el doctor y con coraje pude ver que estaba atento a lo que hacía. Lo quedé viendo unos segundos antes de desaparecer por la puerta de la cocina. -¿Qué pasa, ángel?-Marcos tenía razón.- Sentía mi pecho subir y bajar violentamente. Ana tomó mis manos buscando tranquilizarme. -¿Sobre qué?-El doctor... hijo de perra.- Susurré. -La...-No te ha quitado la vista de encima toda la noche. Lo vi.- En ese momento entró Norma. -¿Qué pasa, niñas?-El doctorcito no quitaba los ojos del cuerpo de Ana. Me asqueo la forma en como la veía. Ingrid también lo vio y me mandó para acá.-Tienen que regresar ambas porque levantaran muchas sospechas.
Ana, no te despegues de Lara ni un segundo, ¿entendido?- Asintió. –Lara, respira y por lo que más quieras contrólate.- Asentí. –Vamos afuera.- Salimos las tres, Norma regresó a su lugar, Ana y yo un poco más al frente pero no tanto para que él no nos viera. Nunca había sentido mis músculos tan tensos, ni tanta rabia en toda mi vida. No debo aclarar que no presté atención en absoluto a lo que pasaba a mi alrededor. Apenas y sentía los dedos de Ana jugando con mi vestido y de vez en cuando tocando mis dedos buscando controlarme. En mi mente sólo pasaban mil imágenes y en todas estrellaba al doctor contra la pared. Si estaba así con este imbécil, ¿qué haría si llego a encontrar al idiota que lastimó a Ana? Locura. La misa terminó entre aplausos y vítores de la multitud. Todos se veían muy contentos pero más el señor Cardozo. Papá caminó a felicitar a su amigo por su logro y otras muchas personas también se acercaron a él para agradecerle o para felicitarlo. Ana se mantenía aferrada a mi brazo. Ingrid veía a todos lados y Norma, por más que tratara, no podía ocultar su preocupación. Fui interrumpida cuando alguien tocó mi hombro. Al voltear me encontré con unos profundos ojos azules y un fuerte olor a colonia. -Creo que no nos han presentado, soy Edgar Torres.- Extendió su mano hacia mí. -Lara Orozco.-He escuchado de ti.- Dijo con una sonrisa. –Hola, Ana.- Su sonrisa se hizo más amplia. Qué hijo de puta. -Hola, doctor Torres.-¿Cuántas veces te he dicho que me llames Edgar?-Un gusto en conocerlo, doctor.- Casi me puse frente a Ana. –Tenemos cosas que arreglar para la cena.- Asintió y se hizo a un lado. Estoy casi segura que nos veía mientras nos íbamos. Iba a ser una noche muy pero muy larga.
A/N Hola, queridos lectores :) Heme aquí con un nuevo capítulo. Recuérdenme, por favor, nunca volver a hacerles una broma. Chales, todos se pusieron muy densos -.- Con esto me ha quedado la duda de si le entienden a lo que dice Ingrid. Y lo que yo puse fue algo leve. De plano con ustedes. Primera, no podría pasar tanto tiempo sin escribir. Para muestra, ahora mismo estoy de vacaciones fuera de mi rincón de México y me traje la computadora para poder actualizar. ¿Creen que aguantaría hasta octubre? Después de desayunar, comer y cenar all brand los perdoné. xD (No sé si debería poner esto otra vez) Pasando a otro tema; cuando comencé a escribir esto no creí que pasara de veinte capítulos y ya voy por el diecinueve y no más no veo claro. Se me han ocurrido algunas ideas y quizá me extienda hasta los treinta capítulos :)
Y, ¿adivinen quién es bien puñetas y lloró con el final de "Dos Semanas"? Se vienen más cosas de mis compañeros en el Círculo así que les sugiero que se den una vuelta a @elcirculcolibri Saludos desde un caluroso rincón de México (que no es el mío), Ale :)
Capítulo 20
En ningún momento me despegué de Ana, si al menos no estaba cerca de ella la seguía con la vista. El doctor se mantuvo en paz un rato cuando se puso a hablar con otra persona pero no confiaba en él. En absoluto. Las ganas de estrellarlo contra la pared aún vagaban por mi mente. Ingrid estaba en la misma sintonía que yo, seguía cada movimiento del doctor y me alegraba estar de su lado; no puedo imaginarme lo que es esa mujer enojada. Por fin terminamos de servir la cena; aun cuando éramos más de diez personas nos llevó unos veinte minutos acomodarlos a todos y ver que todos tuvieran lo que necesitaban. El ambiente estaba lleno de júbilo; la gente realmente estaba feliz, incluso Ofelia me sonreía cada vez que nuestros ojos se cruzaban. Era una pena que yo estuviera a punto de explotar de rabia. Decidimos con Ana que cenaríamos cuando la locura hubiera terminado y aparentemente los adultos a nuestro alrededor había planeado lo mismo. Mi padre platicaba con Norma, esos dos me mataban de risa. Había algo entre ellos, se notaba pero Norma tenía límites muy marcados, sin embargo, hacía un esfuerzo por charlar con papá. Ingrid se unió a ellos, moría de ganas de acercarme y escuchar las idioteces que se ocurrieran a la bibliotecaria. Los escuchaba reír y me alegraba que la gente importante para mí se llevara tan bien. De pronto se quedaron callados, giré a donde estaban ellos y vi a papá diciéndole algo a la mujer de ojos expresivos y su semblante cambió por completo. Se secretearon algo los tres, la mirada de papá cambió por completo, vio al doctor y luego volteó a donde estábamos nosotras. Espero papá esté de acuerdo con apalear al papá de Olivia. ¿Qué clase de enfermo es? Cómo puede ver de tal manera a una persona que es de la misma edad de su hija. Ella podría ser su hija. No quiero ni imaginar la cantidad de ideas retorcidas que pasan por su mente. Personas como él deberían estar encerradas en una prisión en lo más profundo de la tierra donde no puedan lastimar a alguien. Volteé a ver a Ana que sonreía espléndidamente a las personas que pasaban cerca de nosotras. El mundo no merecía a alguien con el corazón de Ana; a momentos me sentía indigna de lo que ella es, nunca termina de sorprenderme. A pesar de los conflictos siempre busca poner la mejor cara y luego estoy yo queriendo usar de piñata al doctor y, porque no, también a su hija. Sentí mi sangre hervir de sólo recordar la mirada lasciva de ese hombre. Una suave mano sobre mi brazo me hizo regresar a la realidad. -Si te encorvas más vas a terminar arrastrando las manos.-Es inevitable.- Me encogí de hombros. Muy discretamente me jaló
unos pasos más hacia atrás donde no pudieran escucharnos tan fácilmente. -Te quiero mucho, La.- Le sonreí y me obligué a ver al frente para que no se me cayera la baba contemplándola. -También te quiero mucho, cariño.-Sabes que eres mi ángel, ¿cierto?-Algo me has dicho.- Le contesté juguetona. -Eres pésima cocinando.-Gracias.- Rió. -Soy malísima en inglés.- Me eché a reír. -Terrible.-Quizá no sepas esto pero hace poco golpeé a una chica con un balón de voli.- Reí más fuerte logrando que varias personas voltearan a vernos. -¿Qué te traes?- Giré para poder verla. -Me encanta verte sonreír y te erguiste un poco. Funcionó.- Me llenó de ternura su gesto. -Te comería a besos pero quizá terminemos en la hoguera.-Muy probablemente.- Pasé mi brazo sobre sus hombros. -Estamos festejando así que los abrazos son válidos.- Ella inmediatamente se aferró a mi cintura. -¿Los besos también?- Preguntó inocentemente. -Ya quisiera, preciosa. Eso tendrá que esperar para cuando estemos solas.-Gracias por estar aquí.-Gracias por alimentarme.- Me dio un leve pellizco en la cintura; me separé y comencé a reír. Vi a papá acercarse a nosotras. –Suegro a la vista.- Ana sonrió espléndidamente a mi padre cuando llegó a nuestro lugar. -¿Se divierten?-No mucho. Tengo hambre.- Intervine de inmediato. -Siempre tienes hambre.- Acotó la rubia. -¿Por qué no van a descansar un rato? Han ayudado mucho en estas últimas horas.- Dijo tajantemente mi papá. -Estamos bien, señor... Manuel, tenemos pila para rato aún.-Insisto a que vayan a despejarse un rato.-¿Qué pasa, papá?- Lo conocía, algo no estaba bien. -¿Por qué no nos quieres aquí?-No me gusta la mirada de ese hombre a ustedes...- Sabía que se refería al papá de Olivia. –Así que no las quiero a la vista de él. Vayan un rato a la habitación y yo iré por ustedes cuando lo haya arreglado.-Pa, yo me quedo.- Le recordé a modo de precaución. -Justamente por eso hablaré con él... Te llega a hacer algo a ti o a Ana y no verá la luz del sol nunca más.- Era más frecuente ver el cometa Halley que
a papá enojado y algo debió percibir para hacerlo ponerse en este estado. -Papá, esto es muy importante para Ana y su papá, no hagas una escena frente a todos.- Se acercó más y besó mi frente. -Lo sé, mi amor, no te preocupes por eso. Vayan.- Asentimos y caminamos en silencio a la habitación de Ana. Vi a Ingrid haciéndome un giño antes de caminar a donde estaba mi padre. Ingrid y papá enojado, que explosiva combinación. Anita se recostó sobre la cama mientras yo me cercioraba de cerrar adecuadamente la puerta; no queríamos sorpresas. Una vez hecho esto la acompañé y la abracé por detrás. Nos mantuvimos así por varios minutos, ninguna decía nada; acariciaba rítmicamente el brazo de mi novia y por un momento creí que se había quedado dormida. -¿Por qué me quieres?- Preguntó. -Porque eres la persona más maravillosa que he conocido, eres preciosa, tienes una mente increíble y eres de las pocas personas a las que le hago caso.-Parece que tengo un imán para este tipo de... personas... es como ir en círculo, todo vuelve a lo mismo.- Podía notar la tristeza en su voz. -Por supuesto que no. Antes no tenías a tu padre, o a Norma, o a mí, nadie ponía el pecho a la balas por ti ahora tienes a personas que darían la vida por ti. Incluida yo.-¿Qué pasa si no lo puedo superar, La?, ¿Qué pasa si es demasiado para ti y te vas?-Es demasiado, sí. No puedo entender como un ser humano puede dañar de tal manera a alguien tan inocente... mi propósito contigo no escarbar en tu pasado y decidir si me quedo o no, mi propósito es mostrarte mi amor sin importar lo que haya pasado o lo que vaya a pasar. Mi propósito es devolverte un poco de la inmensa felicidad que tú me das... quiero que seas feliz incluso si no es conmigo. Aunque lo mejor sería que quieras ser feliz conmigo por el resto de la eternidad.- La abracé más fuerte. –Tienes todo de mí, cariño, haz lo que quieras.-Quiero alejarte de mis demonios, Lara.-Quizá deberíamos tener una charla con ellos y llegar a un acuerdo. A veces queremos ahuyentarlos pero quizá necesitamos hacernos amigos de ellos, comprenderlos y hacerles entender que no tienen más control de nuestra vida. Su ciclo ya terminó así que pueden hacer sus maletas e irse al carajo.- La sentí respirar profundamente tratando de contener sus lágrimas. –Lo que pasaste apesta, es una mierda que hayas sido tú pero ese hecho no te define. Ya te lo había dicho alguna vez. No eres una víctima, eres una sobreviviente. Que él no te controle, cariño. Ya no más.-Todavía no entiendo porque Dios pondría a alguien como tú en mi camino.-Me pregunto lo mismo, soy un desmadre. A momentos siento que
no te merezco.-No digas eso.-Es la verdad, eres mucho, Ana. Mientras en tu mente pasan cantidades de ideas, pensamientos de amor y luz, oraciones, plegarias, soluciones y formas de expresar amor y compasión a otros, en mi mente hay una pelota, una red y comida.- Mi novia se echó a reír; después de unos segundos se dio la vuelta para quedar frente a mí. -Ciertamente yo no tengo una buena imagen de lo que soy pero parece que tú tampoco. Constantemente subestimas tu capacidad intelectual.-¿Ah?- La quedé viendo extrañada antes de echar a reír también. -Hay cosas muy bonitas aquí- tocó mi sien- pensamientos, ideas, travesuras, música, muchas cosas pero crees que lo tuyo sólo es físico; brincar, saltar, golpear, mostrar tus habilidades y claramente es algo que haces extraordinariamente pero detrás de ti hay una maravillosa alma que imperiosamente busca ser explorada y alabada porque nunca le han dicho que es espectacular. Que es tan clara y hermosa como los ojos de su dueña cuando está de buenas.- Llevó su mano a mi mejilla. –Soy yo la que no merece a tan extraordinario ser humano pero... después de todo lo que pasé la vida me está compensando con un par de soles verdes y un corazón de fuego.- Me acerqué a ella hasta quedar escondida en su cuello. -Nunca me dejes.-Nunca, mi ángel. Nunca.Tenía un enorme nudo en la garganta, las ganas de llorar eran casi incontrolables; Ana había dado en el blanco. En todo. He estado tan escondida en mi mundo, tan empeñada en mostrar que nada puede dañarme, que nada puede lastimarme pero con una enorme necesidad de amor, de mis padres... de saber que le importo a alguien. Ahí yacía nuestro fuerte vínculo, estábamos conectadas a un nivel profundo donde ambas entendíamos nuestras necesidades. Me asombraba y me asustaba la facilidad con la que Ana me puede leer. Me quedé entre los brazos de mi rubia, las palabras estaban de más; estaban de sobra, sabíamos que nos teníamos la una a la otra, que nos queríamos y que lo que teníamos es algo tan grande como la galaxia misma. Eso era lo único importante. Me olvidé del mundo y me sentí querida, me sentí importante... ahora entendía porque el deporte era vital para mí, ahí me hacían sentir parte importante de algo. Era como un engranaje de una máquina, sin mí no funcionaba o al menos no lo hacía adecuadamente. Pertenecía. Este pueblo más allá de ser un castigo era una bendición. He aprendido más de mí en estas semanas que de la escuela y eso era un gran triunfo. Ana, como siempre, se había quedado profundamente dormida. Su pecho subía y bajaba rítmicamente. Con mucho cuidado me deshice de su agarre para salir un rato. No sabía la cantidad de tiempo que habíamos pasado ahí pero sé que fue mucho al ver vacío el lugar. Norma, Ingrid, papá y el señor Cardozo eran los únicos en la mesa. Ingrid señaló a donde me encontraba y todos voltearon a mí. Un
poco incómoda me acerqué a ellos. -Dulce Lara, ¿qué tal la siesta?-Debería preguntarle a Ana cuando se despierte.- Le sonreí. -No entiendo porque no aprovechan el tiempo a solas.- Ni bien había terminado ya había recibido un zape por parte de Norma. -Limítate.-Los cuatro aquí sabemos de su relación, no tiene nada de malo que le den rienda suelta a la pasión.- Sorpresivamente el primero en reírse fue el señor Cardozo y seguimos Norma y yo. A papá aún no le caía el veinte de que tenía que imaginarme con una mujer. -Se ven muy bonitas juntas.- Trató de suavizar Norma. -Gracias.- Me sonrojé. –Supongo que sí.-Bueno, se ven bien porque Ana es bonita y tú... bueno, tú eres tú.Esta mujer me volvía loca. -Ingrid, de verdad, por lo que más quieras, cállate un pinche rato.-También las sesiones de pasión ayudan a quitar el mal humor.- Me acerqué más a ella. -Entonces se puede decir que eres virgen.- Le sonreí sarcásticamente y Norma estaba a punto de llorar de tanta risa. -Te voy a matar, escuincla.- Se puso rápidamente de pie y me eché a correr. Era algo difícil con el vestido y las sandalias pero tenía una buena ventaja en cuanto a la zancada. Los adultos se divertían al igual que yo. -Quizá en silla de ruedas vayas más rápido.- Ingrid se detuvo después de unos minutos tratando de alcanzarme y descansó sus manos sobre sus rodillas. -Esto no se queda así, mocosa.-Tú empezaste, bibliotecaria. No te tengo miedo.-Deberías.-Uy, aguas con la bruja de Salem.- Volteó a ver discretamente a los verdaderos adultos y al verlos metidos en su conversación me mostró el dedo de en medio. -¿Te pega tu hermana?-Al menos no me tiene con correa como tu novia te tiene a ti.- Reí. -Jódete.- Regresamos a la mesa, yo de lo más campante e Ingrid a punto de un paro cardiaco de tanto esfuerzo. -¿Terminaron las niñas de jugar?- Preguntó Norma. -La viejita se cansó.- Ingrid me dedicó una de sus suaves miradas antes de dejar vacío su vaso de refresco. -¿Hablaste con el doctor?- De pronto recordé porque nos habían enviado a la habitación. Mi padre asintió. -¿Y?-Y no debería pasar a más, dulce Lara.- Acotó el señor Cardozo. –Todo está bajo control.- Qué difícil era leer a este hombre. Nunca se sabía si estaba de buenas o estaba enojado. Rara vez su semblante cambiaba.
-No me dirán, ¿cierto?-Tu única preocupación deberían ser tus estudios, mi amor. Nada más.- Confirmado, no me dirían nada. -Pa, ¿cuánto...-¡No!- Un espeluznante grito nos irrumpió. Apenas el señor Cardozo se ponía de pie cuando yo tropezaba con la silla al salir corriendo. En segundos estaba en la puerta de la habitación de Ana, encendí la luz y la vi sobre su cama viendo a la puerta del baño con terror. Caminé hacia ahí, abrí la puerta, encendí las luces y la encontré vacía. No quiero ni imaginarme lo que su mente recrea. -Está vacío, cariño.- Me acerqué a la cama, extendí los brazos y en segundos la tenía sobre mí llorando desconsoladamente. -Dile que se vaya, por favor, Lara. Dile que me deje en paz.-Rogué a todos los dioses porque la voz no me fallara. Sabía que no me pedía que lo hiciera ahora mismo pero podría intentarlo. -Hey, tú, patético intento de ser humano, ella está conmigo ahora. No tienes derecho a acercarte a ella, ya no tienes más poder sobre ella; está con gente que la ama, que la valora, que ve lo maravillosa que es y estoy yo, que haría y daría cualquier cosa por mantenerla a salvo y lo haré. Pelearé contra ti las veces que sea necesario hasta que entiendas que ya no tienes lugar en nuestras vidas; te voy a enterrar, te vamos a enterrar. Ya no más.- Ana seguía llorando aferrada fuertemente a mí. Me senté y ella se acomodó en mi regazo, como solía hacerlo en momentos así. Llevé mis labios a su frente y los dejé ahí por varios segundos. –Te amo, Ana.- Su llanto se intensificó. -¿Entiendes eso, cariño? Te amo y no te voy a dejar sola en esto.- Asintió levemente y se escondió en mi cuello. Recosté mi cabeza sobre la de ella, meditando lo que acababa de decir y no contra hijo de puta que abusó de Ana sino lo que le había dicho a ella. Era la primera vez que le decía las dos palabras a alguien, nunca en mi vida me sentí cerca de amar a alguien, nunca. Todo eran relaciones superficiales para mantener un estatus social y ser bien vista por todos pero con la chica entre mis brazos, todo era diferente. Ella era la excepción a toda regla impuesta en mi vida. Y lo que sentía por Ana me desbordaba, era mucho... no sabía cómo ponerlo con palabras. Era algo tan grande y especial que me hacía sentir la persona más afortunada del universo. Tardó un poco en tranquilizarse; la sentía acariciando mi espalda y de vez en cuando llevaba su mano a mi cara. Como podía acomodaba su cabello y la besaba. Estaba mucho más tranquila pero no podía decir lo mismo de mí. -¿Te quieres acostar?- Pregunté. -¿Te cansaste?-Un poco.- Se bajó de mi regazo y antes de recostarse de nuevo me dio un beso en los labios. -Mi ángel.- Me sonrió y se echó a la cama.
-Iré un rato afuera, ¿estarás bien?- Asintió. -¿Segura?-Sí, ve a cenar.- Sonreí y me incliné para besar su frente. -Estaré cerca por si necesitas algo.- Salí con sentimientos encontrados. Tenía hambre sí pero también estaba triste, frustrada, enojada y con un terrible sentido de impotencia. No podía encontrar la manera de ayudar a Ana y eso me estaba matando. Sin querer o quizá queriendo mis pies me guiaron a la iglesia. Me senté en el piso frente al hombre en la cruz y me eché a llorar. Me dolía verla así, me dolía no poder hacer nada... -Si de verdad existes ayúdame... dime cómo hacer para que las pesadillas se vayan. Muéstrame el camino para ayudarla... haré lo que sea ella es todo para mí. Todo.- Seguía llorando incluso cuando sentí que alguien se sentó a mi lado y me abrazó. -Eres una bendición en nuestra vida, dulce Lara.- Las lágrimas no dejaban de salir. –A esto le temía, a que te sobrepasara...-Me duele lo que pasa porque no es justo... ella no merece lo que pasó.-No lo merece, Lara, por supuesto que no lo merece y todos los días lucho contra mi resentimiento hacia Él por dejarla pasar por una situación así. Hay días en que simplemente no lo entiendo y hay días en los que veo en ella la personificación de la esperanza. Por más oscuro que se vea el panorama ella es un sol para todos.-¿Cómo lo controlo?-Meditando. Aceptando que, lamentablemente, no hay nada que borre lo que ha pasado pero podemos darle un mejor presente. Darle lo que se merece.-Quiero ayudarla a combatir eso, a que encuentre la paz que tanto necesita.-Eres una niña con alma de guerrera. Por eso ella te quiere tanto; la estás ayudando, dulce Lara.- Me controlé lo mejor que pude antes de hablar. -La amo.- El señor Cardozo me abrazó aún más fuerte. -Y no sabes como agradezco al cielo por ponerte en su camino.-Quiero proponerle algo.- Me solté de su agarre para poder verlo de frente. –Eventualmente me iré y me gustaría que ella viniera conmigo.- No se veía sorprendido o enojado. Tenía una expresión muy suave y me veía atentamente. -Dame una buena razón para que te lleves a mi niña a otro lado.-Su capacidad, ella tiene muchísimo potencia para explotar y aunque la escuela es buena hay lugares donde ella podría rebasar sus límites académicos.-¿Y ese lugar es?-Texas. Estaba en una de las mejores escuelas del estado y estarían
más que felices de tener a una alumna como ella. Le puedo ayudar a manejar el idioma, aprende rápido. El mundo debería conocer su brillante mente.-Estaría muy lejos de mí.-Pero por un bien mayor, sabe que la cuidaría con mi vida y que haré lo que sea para que ella esté bien. Y puede venir a visitarla cuando lo desee.- Me sonrió. -Eso suena fantástico y digamos que ambas partes aceptamos pero hay un pequeñísimo detalle.-¿Cuál?-No tenemos dinero para costearle vivir y estudiar en un lugar así.Estaba por decir algo más cuando una voz nos interrumpió. -Yo sí y lo haría con mucho gusto.- Papá nos veía con una sonrisa. –Claro, si a ti y a ella le parecen bien. Lara tiene su propio piso allá, muy cerca de la escuela y me aseguro que no le falte nada; ten por seguro que haría lo mismo por tu hija.-Y a los dieciocho tengo acceso a mi fideicomiso; no nos faltaría nada. Se lo puedo asegurar.- Ambos hombres me sonreían. -Miren a mi niña.- Podía notar un dejo de orgullo en la voz de mi padre y eso me llenaba de alegría. -Lo meditaré.- El señor Cardozo se puso de pie y me tendió la mano para que pudiera levantarme. –Dios te bendice, Lara.- Me acerqué y le di un abrazo más propio que se extendió por varios segundos. -Gracias.-Gracias a ti por lo que haces por ella. Nunca tendré como pagártelo.- Me separé y le sonreí levemente. –Oh, lo olvidaba. Estas épocas son las más difíciles para ella, aún no sé porque pero las pesadillas son más recurrentes.Asentí. –Lara, tengo que recordarte que no es tu obligación estar con ella.-Lo sé, señor pero quiero hacerlo. Me ha dado tanto que es lo menos que puedo hacer.- Asintió. -Buenas noches, dulce Lara.-Buenas noches, señor.- Me acerqué a papá. –Buenas noches, papi.-Descansa, mi amor.- Dejé a los dos hombres en la iglesia mientras dirigía mis pasos de vuelta a la habitación de la rubia. Me puse la ropa que Ana ya tenía seleccionada para mí como mis pijamas y me metí a la cama. Al sentir mi presencia se dio la vuelta y se abrazó a mí. Era curioso verla buscar mis brazos por las noches mientras seguía completamente dormida. Con su cabeza sobre mi hombro y su brazo sobre mi estómago siguió respirando tranquilamente. -Duerme, cariño.- Besé su cabello. –Te amo.La semana pasó rápidamente; papá se fue el sábado después de asegurarse de comprarme comida para sobrevivir tres años, lo cual agradecía ya que
mis ingresos los podría ahorrar para algo, que en este caso el cumpleaños de Ana. Aún faltaba pero quería hacer algo muy memorable para ella. Y aunque no había mucho más que la tienda comunitaria, algo se me ocurriría y necesitaría el dinero. La plática con el señor Cardozo me dio esperanzas de seguir con Ana por mucho tiempo. Confiaba en papá y quiero creer que confía en mí... no se cerró a la idea, dijo que lo meditaría y eso me bastaba. En parte lo entendía, estos últimos años sólo eran ellos dos y su vínculo era muy fuerte pero sé que comparte mi opinión acerca de la capacidad de Ana. Eso, quizá, juegue a mi favor. El clan estaba inusualmente tranquilo con nosotras pero no perdían tiempo de molestar a quien se les cruzara en el camino. Un par de veces atrapé a Ángel siguiendo mis movimientos y los de la rubia lo cual me mantenía con la guardia en alto todo el tiempo. Algo se traían entre manos, yo lo sé. Y temo que estén sacando conjeturas respecto a mi relación con Ana; estoy segura que Liz dijo mucho más de lo vio. Debía ser precavida. Lunes. Después de mi jornada laboral en la iglesia Ana y yo caminábamos a la cancha de voli. Con orgullo me aplaudía cuando acertaba en el nombre de las flores o árboles en nuestro camino. No me sabía ni la mitad de ellos pero ya era un gran avance y Ana me lo hacía saber. Luego de la pequeña charla donde le dije que la amaba, las cosas siguieron igual pero ella no me lo decía ni yo se lo dije de nuevo. No quería presionarla, sé que en cuanto esté segura de algo así me lo dirá, como siempre lo hace. Lo que sí cambió fue, justamente, el reconocer lo que hago. En su afán de hacerme sentir útil y "valorar mis capacidades" buscaba motivarme constantemente. -Me siento extraña.- Dije casi llegando al domo. –Creo que la voy a deshacer.-¡No!- Tomó mis manos. –Te ves muy bonita, La.-Estás obligada a decirme cosas bonitas.-Comes como puerco.- Volteé a verla con los ojos entrecerrados. –Estaba probando un punto.- Se encogió de hombros. -Chistosa.-En serio, te ves bien.-Hola, chicas.- Se nos acercó Paola. -Hola.- Dijimos ambas. -Dile que le queda la trenza.- Habló Ana. -Te ves muy bien, Lara. Te queda el estilo.- Pao me sonrió. -Gracias por eso... es sólo que lo siento extraño.-Es normal porque no lo usas mucho. Aparte tu trenza está preciosa.-¿Ves? Debería hacerte trenzas más seguido.-Debut y despedida, rubia. Prefiero mi cabello suelto.-Pero no puedes jugar con el cabello suelto.-
-Puedo usar una coleta.- Amagaba con decir algo. –Ya. Gracias por dejar mi cabello divinamente pero será la última vez.- Ambas chicas se echaron a reír. Cuando llegamos al domo Mónica terminaba de poner la red así que fui por los balones. La mujer de cabello corto me pidió que guiara el calentamiento, como solía hacerlo. El dolor de la costilla había desaparecido por completo y apenas y tenía una leve marca de lo que había pasado. Con mucho entusiasmo nos dijo que haría un pequeño cuadrangular en el otro pueblo al cual estábamos invitadas; así que teníamos una semana para prepararnos. Una extenuante hora de físico me dejó con la lengua de fuera; definitivamente sabía lo que hacía y mi cuerpo le agradecía, sólo que no ahora. Teníamos todas las bases y sólo nos faltaba el gimnasio para hacer un entrenamiento más completo. Sin embargo, estábamos bien, el equipo fluía y ahora que estaba del lado de Ana el ambiente se había relajado muchísimo y eso nos mantenía en sintonía a todas. Como siempre, la cascarita se armó después de la práctica y en éstas la rubia ya era considerada. Bety, mi mejor cómplice, Ana, Pao, Aranza y otra chica nueva completaron mi equipo. El equipo de Mónica había quedado muy bien conformado, comandado por ella y la astuta Belém. No, no era como el nivel de competencia como allá pero definitivamente teníamos buenos elementos. Los primeros puntos generalmente son para medirnos, a pesar de ya conocernos; es como un calentamiento. Alguien dijo que el equipo que perdiera invitaba el refresco y esto hizo el partido más oficial. Mónica golpeaba fuerte y mi equipo estaba respondiendo de buena manera. Afortunadamente ningún balón había llegado con fuerza a la rubia que, al menos, podía acomodar bien las manos. En los últimos puntos, Mónica y yo estábamos en la batalla de los bloqueos o mejor dicho ella batallaba sola. Cinco bloques contra cero míos. Estaba llegando a un punto donde me frustraba el no poder bloquearla, ni siquiera un sola vez. Vi que hizo un pequeño ajuste y se movió a la izquierda, lo cual dejaba a Ana cruzada con ella. Pao sacó, el equipo contrario recibió bien y Belém envió perfectamente la bola al otro lado de la cancha, a la posición de Mónica. -Carne fresca.- La escuché decir; me preparé y salté. No sabía que había pasado hasta que vi a Bety correr hacia mí con una gran sonrisa; las chicas se me acercaron y me felicitaron. Fue ahí que volteé y pude ver el balón a unos metros de Mónica. –Parece que te debo doscientos pesos.- Le sonreí. –Vamos, niñas, celebran después.Ciertamente celebramos después, entre todas compramos unos refrescos y nos quedamos platicando unos minutos después de la práctica. Todavía no me creía que la hubiera bloqueado pero me resultaba gracioso el hecho de que el bloqueo haya venido al ver a Ana expuesta a un buen golpe. Lo que haya sido, me hizo ganar un buen dinero. La noche había caído cuando acompañaba a Ana de vuelta a la
iglesia. Nuestras compañeras de equipo nos siguieron unos cuantos minutos antes de que cada quién tomara su respectivo camino. Cuando quedamos solas, me mostró una radiante sonrisa. -Alguien está de buen humor.-Me defendiste.- Se aferró a mi brazo. -No lo hice por ti, lo hice por el dinero.-Claro que no.-Por supuesto que no. Si te llega a conectar el morado que me propinaste sería nada.-Creí que moriría.- Me eché a reír. -Dramática.- Con ella a mi costado llegamos a la iglesia. Ahí nos esperaba el señor Cardozo en la cocina con una humeante taza de café. -Dulce Lara, tengo noticias para ti.-Dígame.-Sucede que Conchi, la chica de la tienda comunitaria, está enferma y su hermana no puede ayudarla, ¿sería posible que tú ayudaras? Será un par de días cuando mucho.-Claro, no hay problema.-Sabía que podía contar contigo.- En cuestión de minutos mi taza estaba vacía y me despedía del señor Cardozo. Ana me acompañó hasta la puerta y ahí me abrazó. -Descansa.-Tú, también.- Pasé mis dedos sobre sus marcadas ojeras. –Ya no tiene control, recuérdalo.- Asintió. –Duerme, por favor.- Besé su frente. –Te adoro, tonta.-También te adoro, fastidiosa.- Ella se inclinó y besó mis labios. –Ve con cuidado.- Le sonreí antes de abrir la puerta y emprender el camino de regreso a casa. Ducha, bragas y una playera extra grande para dormir. Sólo me faltaba Ana para que fuera el combo perfecto. Al día siguiente busqué a Mónica y le expliqué lo que se me había dicho una noche antes y que faltaría a mis entrenamientos unos días. No hubo problema con eso y me pidió que no me metiera en problemas. La escuela seguía pasando sin pena ni gloria, aunque honestamente puedo decir que lo estaba disfrutando; creo que el hecho de que preste atención está ayudando. Al terminar el día de escuela Ana puso una bolsa en mi mochila muy discretamente o eso creía ella. Me despedí de ella con un leve abrazo y corrí a la tienda, que no estaba muy lejos. Ahí me esperaba una señora bastante grande; el enorme marco de sus lentes me impedía ver si estaba dormida o despierta. Con sigilo me acerqué a dónde estaba. Movía mi cabeza de un lado a otro, buscando un ángulo que me permitiera ver con claridad sus ojos. Supongo que si no ha dicho nada es porque está dormida. Caminé de regreso a la puerta del lugar. -Buenas tardes.- Dije en un moderado tono de voz. La señora pegó
un leve brinco. Estaba durmiendo. -¿Qué desea?-Me dijeron que estaría a cargo del lugar estos días, en lo que se recupera Conchi.-Eres la fuereña. Ya era hora; son las- vio a su reloj- dos con siete minutos. Vienes tarde.-Sólo por siete minutos, señora.- No podría argumentar con ella. –No volverá a pasar.-Aquí hay una lista con los precios de los productos, ¿sabes leer?Me eché a reír. -Eso creo, señora.-Bien.- Sin más salió del lugar. -Bien.- Dije para mí. Después de casi una hora, ni una sola alma se acercó, así que decidí hacer mis tareas. Química comenzaba a agradarme y me iba mejor en las últimas semanas. Matemáticas, bueno, era matemáticas y hacía lo que mi cerebro podía. A momentos parecía que veía la luz y a momentos sentía que estaba en una cueva. Lo único que tengo seguro ahora es que no quiero una carrera que involucre matemáticas. Cuando finalmente terminé las tareas, revisé lo que Ana había puesto en mi mochila; era imposible amarla más. Un par de sándwiches, una manzana, una banana y un pedazo de pan que horneó por la tarde. Al fondo una pequeña nota: "Buen provecho, glotona" y un pequeño corazón. Definitivamente me gané la lotería con esta chica. Tomé la nota y la puse en el bolsillo de mi pantalón. Atendí a unas cuantas personas, a muchas de ellas nunca las había visto y aparte de venderles lo que necesitaban me vi en un extenso interrogatorio acerca de cómo llegué ahí. Unos genuinamente interesados en conocerme y otros sólo buscando información para chismosear. Conocía a la gente chismosa, aprendía a diferenciarlas gracias a las arpías con las que se junta la bruja. Finalmente eran las ocho de la noche, lo cual indicaba que podía irme a casa. Recogí mis cosas; me aseguré de dejar limpio el lugar, barrí, levanté la basura y acomodé algunas cosas. A punto de salir la señora de la tarde llegó de nuevo. -¿Cómo te fue?-Bien, supongo. Es bastante tranquilo.- Vi al piso. -¿Barriste?-Quería dejar limpio.-Bueno, al menos no eres tan inútil como Conchi.- Gracias. -¿Hay algo más que deba hacer?-No, te puedes ir. Yo cierro con llave.-Está bien... em, gracias.- Puse mi mochila en mi espalda y me
dirigí a la salida. Las luces de la escuela estaba apagada, todos ya estaban ya en casa descansando; estar en la tienda no era pesado pero sí aburrido, al menos me había dado la oportunidad de hacer la mayoría de las tareas que me había dejado para la semana. Algo bueno saqué. La señora no me había dicho nada acerca de regresar mañana pero lo haría de todos modos, por si las moscas. Faltaban unos buenos metros para llegar a casa; iba total y completamente absorta viendo las casas y pensando en lo que la gente pudiera estar haciendo ahí que no escuché los pasos que me seguían y mucho menos esperaba el empujón que hizo que terminara en el suelo. -Por fin sin tu perro faldero.- Frente a mí tenía a Olivia. Me puse rápidamente de pie. -¿Qué mierda quieres, Olivia?-Te dije que las cosas no quedarían así.- Escuché, ahora sí, a alguien detrás de mí, volteé y vi a Ángel con una sonrisa. -Hola, Larita.-Jódete, imbécil.-Deberías agradecer que venimos primero contigo y no con la monja. Al menos sabemos que tú no te pondrás a llorar.- Ambos se echaron a reír. -Me voy a divertir muchísimo.- Sonreía mientras aplaudía alegremente. Esta chica estaba completamente loca. -Quiero entenderte, Olivia...-Esas mamadas de ayuda al prójimo conmigo no van.-Entonces, ¿cuál es tu puto problema?, ¿es por salirme del clan?, ¿es por defenderla a ella? Aunque me pongas la madriza de mi vida no me hará cambiar de opinión; la voy a preferir a ella sobre ti.-Tu boca está haciendo que quiera arrastrarte por todo el pueblo.-Sólo quiero saber que motiva esto.-¿Quieres que te diga por qué la odio?- Sonrió. –Es una pequeña puta que provoca a los hombres.-¿A quién ha provocado?- Dos contra uno, the odds were not in my favour. -¿A tu papá?, ¿a Marcos?- Su cara se transformó a uno de furia total. Sé que por ahí está la raíz de esto. -Marcos se la debió coger unas cuantas veces para que dijera su nombre cuando estaba conmigo. La muy puta se acostó con él.- Bingo. -No podrías estar más equivocada, Liv. Ana no hizo nada.-Él me lo dijo. Me dijo que se acostó con ella.- Espero que los gusanos se estén dando un banquete con él. -Mintió. Ana nunca haría algo así.-La defiendes porque eres igual que ella.-¿Y con quién podría estar acostándome?, ¿con el pastor? Eres más
inteligente que esto. Deja de lado esta mierda, por favor.-Ahora sí me ruegas, Lara. Demasiado tarde.- Hizo un pequeño movimientos con la cabeza y Ángel se me echó encima. Al tomarme por sorpresa y por tener la pinche mochila en la espalda no me pude defender y terminé con las manos inmovilizadas. -¿Qué harás, Olivia?, ¿matarme a golpes? Todos sabrán que fuiste tú.-Es exactamente el mensaje que quiero mandar, que no se metan conmigo.- Se acercó y una sonora cachetada cayó sobre mi mejilla. –Muero por ver cómo quedará esa cara bonita.- Ambos rieron; vi como Olivia empuñó su mano y la estrelló de nuevo contra mi rostro. Mi mente iba a mil por hora buscando como zafarme. Cuatro golpes más me conectaron, ahora en mi otra mejilla, sentía como mi cara comenzaba a hincharse. Tiré una patada que conectó en la pierna de Olivia que la hizo trastabillar. Ángel me jaló del cabello y me dejó a centímetros de su cara. -Te va a ir peor.- Tomé mi oportunidad; lo besé, con ganas de vomitar pero lo hice. Se sorprendió tanto que el agarre en mis manos se aflojó lo suficiente para zafarme. Lo empujé y mi rodilla fue directamente a sus bolas, otra vez. –Maldita perra.- Rápidamente me di la vuelta justo a tiempo para esquivar un golpe de Olivia. -Sabes que uno a uno vas a perder; ya me golpeaste, felicidades. Ahora vete a la mierda.-Tú no me dirás que hacer... he estado planeando esto por muchos días pero la puta nunca te deja.- Ángel se quejaba a nuestro lado. Olivia se agachó creí que para revisar a su compinche, segundos después se levantó y lanzó tierra a mis ojos. Estaba jodida. Me puso el pie lo que hizo que cayera al piso de muy fea manera, todo mi peso cayó sobre mi hombro izquierdo. Solté un pequeño chillido. Ni bien había caído una patada conectaba contra mi pierna. Estaba sobre mi lado izquierdo por lo que giré mi cara al lado contrario; no podía ponerme de pie, sería un error así que busqué como protegerme lo mejor que pude. Patada, patada, otra más, todas dirigidas a mis piernas y las últimas a mi estómago. -La vas a matar.- Escuché decir a Ángel. –Vámonos antes de que alguien nos vea.-Ya sabes lo que te espera la próxima vez, Lara.- Los escuché correr y segundos después el silencio reinaba. El dolor era terrible, casi insoportable; mi pierna, mi estómago, el hombro, mis mejillas; me habían propinado una buena golpiza. Al menos no había sido Ana. Con dolor me senté, usé mi playera para limpiar mi cara y mis ojos. Muchos segundos después pude abrir los ojos. Estaba un poco lejos de las casas, no sabía en qué momento me habían movido hasta acá. Como pude me puse de pie y casi de inmediato caí de nuevo, no
podía asentar mi pierna para nada. No podía quedarme aquí, al menos debía hacer el esfuerzo de acercarme a casa, faltaban algunos buenos metros pero estaba cerca. Ana me había dicho de los forasteros; sólo eso me faltaría. No. Me puse de pie de nuevo para avanzar a paso de tortuga. Cada paso era infernal, me dolía todo, me sentía mareada, el aire me faltaba, hice un gran esfuerzo pero no pude más. Me dejé caer y me quedé tirada bocabajo en la terracería. Tenía muchas ganas de llorar, por el dolor pero más por la rabia de no haber podido defenderme. De permitir que esto pasara. Fui una tonta por bajar la guardia y ellos lo aprovecharon muy bien. La mochila no me permitía estar bocarriba por lo que me puse de lado... el hombro izquierdo me ardía y sentía que en cualquier momento se iba a desprender de mi cuerpo. Sólo rogaba a Dios que no fuera una fractura. Me quedé ahí y las lágrimas comenzaron a caer; a veces el querer hacer bien las cosas hace que pasemos situaciones difíciles pero creo que son pruebas para reafirmar nuestras convicciones. Para ver si realmente queremos el cambio y vivir honradamente con nosotros mismos. -Patético. Necesité de una madriza para filosofar.- Quise reír pero el dolor en mi estómago era mucho. Mi convicción era ser mejor estudiante y mejor persona; y lo más importante estar a lado de Ana. Como se lo dije a Olivia, ni la madriza lo cambiaría. Con dolor y con un montón de rabia contenida me fue imposible mantener los ojos abiertos. Tirada en una calle de un rincón de México quedé a merced de la noche.
A/N Queridos lectores, ya regresé ya xD Ya estando en mis, muy merecidas, vacaciones me di cuenta que es lindo estar desconectada de todo; teléfono, computadora, redes y todo lo demás. Y aunque escribí poco mi mente estuvo constantemente trabajando en escenas para esta historia y para la próxima; la cual ya tiene nombre: "Lost and Damned" ¿Ideas de lo que pueda tratarse? Gracias por los votos, los comentarios y millones de gracias por los mensajes preguntando por mi lesión. Voy muy bien y tiene que ver las buenas vibras que ustedes me mandan. Y gracias también por los que se toman el tiempo de hacerme saber su opinión acerca de la historia y de mi forma de escribir; por las retroalimenteaciones y todo lo demás. Aprecio que se tomen la molestia de escribirme. Ah, por cierto, si me van a enviar un mensaje privado o público NO me traten de usted; no estoy tan vieja ;) Pasen por el elcirculcolibri hay cosas nuevas y me traigo entre manos un proyecto con una talentosa chica que también es escritora Que tengan un maravilloso jueves y un extraordinario fin de semana. Que todo fluya a su favor y sean buenos con ustedes mismos :)
Nos vemos en Twitter @Alexita_May ;) Saludos desde mi rincón de México, Ale :D
Capítulo 21
Hoy había sido un día particularmente extraño, era la primera vez en muchas semanas sin ver a Lara por varias horas y la extrañaba muchísimo. Estamos muy acostumbradas la una a la otra. Me encanta tenerla cerca de mí durante el día; haciéndome reír con sus ocurrencias o haciendo que el corazón me lata a mil por hora, como generalmente lo hace. A veces sólo es necesario verla, absorta en lo que hace para darte cuenta que es una maravillosa chica. Y por bendición de Dios sucede que es mi chica. Trabajar en la tienda implicaba tener contados minutos para salir a comer y conociendo a mi Lara, entre las tres y las cuatro su estómago comenzaría a rugir. En casi el mes que llevamos juntas he aprendido a leerla, he detallado cada una de sus manías, sus tics, todo y eso sólo hace que me enamore más de ella. Volviendo a su voraz apetito; fue eso lo que me motivó a hacerle un pequeño lunch y la nota fue un extra. Si por mí fuera hubiera pasado la tarde ahí con ella pero quizá hubiera levantado sospechas. Espero que haya visto la nota y me tuviera con ella en sus pensamientos. Terminé de ducharme, me puse ropa cómoda y salí a cenar con papá. En la mañana lo vi muy pensativo; quizá estaba preocupado por las recurrentes pesadillas... aunque a decir verdad ya tenía unos días así. Está algo distante. No había secretos entre nosotros pero esto no se veía como algo que fuera a compartir muy rápido. Me senté y papá me pasó unas quesadillas y una taza de té. Comimos en silencio unos minutos hasta que no lo soporté más. -¿Todo bien, papi?- Volteó a verme un poco asustado. -¿Por qué, hija?-Estás algo... diferente.- Tomó un largo respiro. -Todo bien.-¿Por qué me mientes?, ¿qué pasa?-Lara me propuso algo que no está nada descabellado.- Sonreí al escuchar su nombre. -¿Lara dijo algo sensato?, ¿a qué debemos el milagro?- Sonrió. -Se trata de ti.-¿De mí?- Lo vi extrañada. -Quiere que te vayas con ella después de que su estancia aquí terminé.- Gracias a Dios no estaba comiendo porque me hubiera ahogado. -¿Te lo dijo?-¿Ya lo habían platicado?- Ahora sí tenía toda su atención. Asentí. ¿Qué piensas?-Que no quiero dejarte solo.- Sonrió suavemente. -Gracias por eso, mi niña pero tiene un buen punto. Manuel se ofreció para ayudar con los gastos. Lara tiene muchas comodidades allá y quiere que
tú también aproveches tu capacidad. Incluso ofreció su fideicomiso para que nada te falte.-¿Quieres que me vaya?-Quiero lo mejor para ti, Ana. Sé que es una excelente oportunidad para ti pero siendo egoísta me volveré loco sin ti aquí.- Tomé su mano por encima de la mesa. -Papi, no te quiero dejar...-Pero quieres estar con ella.-Claro que quiero estar con ella, es maravillosa pero también la oferta es buena, muy buena. Esa familia es una bendición para nosotros.-Manuel ha sido como un hermano para mí; la familia que siempre me hizo falta la encontré con él, con su esposa y con Lara. No puedes ni comenzar a imaginar lo tierna que era Lara de pequeña.- Sonreí ampliamente. -Cuéntame.-Desde pequeña fue muy directa para preguntar, no se andaba con rodeos. Era testaruda a morir y lo sigue siendo. Recuerdo una vez el lío en el que se metió por querer volar con los pájaros; no sé cómo consiguió subirse a un árbol y aventarse pero su pie quedó trabado en una de las ramas y quedó colgada ahí hasta que Manuel la encontró.-¿Lloró?-Que va. Pidió que le ayudaran subirse de nuevo para intentarlo otra vez.- Me eché a reír. Algunas cosas no cambian. –Pero siempre fue una niña muy linda. Una vez regresamos de una junta sofocante; habíamos estado en la oficina más de diez horas, convenciendo a gente para que confiaran en nosotros y nos dieran su dinero. Llegamos muertos. Nos tiramos en el sofá y nos quedamos ahí un gran rato hasta que escuchamos unos diminutos pasos bajar las escaleras. Lara, con unos cinco o seis años bajó con un unicornio bajo el brazo; nos quedó viendo, dejó el unicornio en mis piernas y fue a la cocina. Regresó con dos vasos de leche, volvió a la cocina y traía un vaso más y galletas. Nos dijo que comer galletas con leche la hacía sentir feliz y que nosotros necesitábamos una buena dosis... incluso nos contó una historia; no lo vas a creer, mi amor pero ambos quedamos completamente dormidos. Nos hizo olvidar el cansancio que traíamos.-Mi Lara.- Dije con una sonrisa que no cabía en mi rostro. -Le pedí a Dios que si me daba la oportunidad de tener una hija o un hijo quería a alguien como Lara; era la niña más adorable del mundo. Dios escuchó mis plegarias e incluso se esforzó un poco más y te mandó.-Te quiero mucho, papi.-Y yo a ti, Ana. Eres lo más hermoso que Dios me dio.- Me encantaba ver a papá así de feliz. –Y no sabes cuan feliz estoy de lo que estás pasando con Lara. Ella es una buena chica; ambas se merecen.-Me hace muy feliz.- Declaré sonrojada.
-Puedo notar eso.-¿Qué pasará con lo que te dijo Lara?- Regresé al tema. -Todo apunta a que quizá te mudes a Texas, Ana, aunque dejaremos que las cosas fluyan y que sea Dios el que nos ayude a decidir, ¿te parece?-Por supuesto, papi. Aunque no quiero que te quedes triste.-Si tú eres feliz, Ana yo lo soy. Y si tengo que sacrificar el poder verte para que cumplas tu sueño, lo haré. Mereces lo mejor de este mundo y Lara se está esforzando por dártelo.-Lara.- Sonreí. –Me cuesta creer que sea real.Papá me siguió contando anécdotas de Lara por más de una hora, era lindo poder saber esto de ella. Sólo hacía que la quisiera cada vez más. Ya puedo imaginar esos ojos traviesos sacándole canas verdes a todos a su alrededor. Definitivamente la esencia de Lara seguía ahí. La niña curiosa, la traviesa, la testaruda, la protectora... mi chica con corazón de fuego. Mis ojos comenzaban a cerrarse un poco, a pesar de que estaba muy entretenida necesitaba descansar un poco. Por lo que papá decidió dar por terminada nuestra sesión de historias de la chica de ojos verdes. Casi terminábamos de limpiar lo que habíamos usado cuando alguien tocó a la puerta. Eran cerca de las doce de la noche, era raro. Papá algo extrañado fue a abrir, segundos después entró Daniel pequeño. -Joven, ¿qué hace afuera a altas horas de la noche?- El chico se veía algo agitado y tenía cara de preocupación. -Venga conmigo, por favor.-¿Qué pasa?- Me veía nerviosamente. -Venga... solo.- Papá inmediatamente se preocupó, tomó su juego de llaves y se acercó a mí. -Enciérrate.- Me veía serio. Asentí y los vi hasta que ambos salieron. En cuanto lo hicieron me metí a mi habitación, tomé una de las playeras de Lara y la cambié por la que traía puesta. ¿Qué habría pasado? Sabía que Daniel estaba algo enfermo, algo le había picado y había estado con altas temperaturas. Aparentemente no era nada de cuidado; espero en Dios que esté bien. Los minutos se hicieron eternos, el silencio era más ensordecedor que de costumbre... me sentía extraña porque me hacía recordar los días en los que... él aparecía. La calma era una señal de que una gran tormenta se venía. Y por más que me encerraba en el calabozo, él siempre encontraba la manera de entrar. Sacudí mi cabeza. Debía enfocarme en algo positivo; no puedo pensar en él ahora que algo pasó y que no tengo a Lara a mi lado. Tomé el iPod y puse algo del repertorio de música clásica que Lara tenía. El volumen era lo suficientemente alto para que lo escuchara pero lo
suficientemente bajo para escuchar cuando papá abriera la puerta. Está demás decir que el sueño se me fue por completo. Sólo esperaba que la gente del pueblo estuviera bien y que lo que sea que esté pasando fue algo leve. Y esperaba que mi ángel estuviera descansando después de una pesada jornada para ella. Puse la canción favorita de Lara; a pesar de que muchas veces me enseñó la pronunciación adecuada, siempre se me olvida. Hasta el Im Krapfen todo iba bien, después mi cerebro lo borraba. En fin, la pronunciación es lo de menos. Lara me dijo lo enojada que había estado porque sus papás decidieron llevar al concierto de año nuevo en Viena, ella sólo quería estar en un lugar donde hubiera nieve pero su mamá tenía planes muy diferentes. Aunque muy en el fondo agradece que pudo escuchar esta pieza. Fue entonces que escuché la puerta abrirse de nuevo; me quité los audífonos y salté de la cama. -Con cuidado.- Escuché a mi papá decir. Esto no era bueno. Salí, papá estaba de espaldas, Daniel mayor frente a él y venían cargando a alguien. Entonces entró Daniel pequeño y vi la mochila que llevaba en la mano. Sentí que la tierra se abría. -No...- Me intenté acercar pero la profe Norma apareció no sé de dónde y me tomó de los brazos para llevarme a mi habitación. -Ven, hija-¡No!- Me intenté zafar pero la profe me empujó dentro de mi habitación. Sin embargo alcancé a ver rastros de sangre en el rostro de Lara antes de que pudiera cerrar la puerta. -¡Lara, no!- Las lágrimas no tardaron en salir mientras seguía forcejeando para soltarme. En un acto muy impropio de la mujer, me tomó muy fuerte de los hombros hasta dejarme sentada en la cama. -Es mejor que no la veas, cariño.-¡No me llame así!- Estaba fuera de mí. –Quiero verla.-No lo harás.- Su tono era serio pero no podría importarme menos. –Daniel la encontró tirada cerca de la casa. Gracias a Dios fue él quien la encontró y no alguien más. Corrió a avisarme y mandó a su hijo por tu papá; no sabemos que pasó.- Algo estalló en mí, algo hizo combustión, algo tan visceral y fuerte que nunca había sentido en mi vida. -¡Estúpida, Olivia!- Me puse de pie, tomé lo primero que tenía a la mano y lo estrellé contra la puerta del baño. -¡Te odio!Comencé a caminar en círculos dentro de mi habitación. La odiaba, la odiaba con toda mi alma; creo que todos merecemos el beneficio de la duda pero con ella ya no. No más. ¿Cómo podía ser capaz de llegar a tanto? Quería golpearla, quería causarle dolor, quería que sufriera... mi llanto se intensificó por la naturaleza de mis pensamientos; yo no soy así... pero se metió con mi Lara y ahí si habrían problemas. Muchos problemas. -Anita, sé que pido mucho pero debes tranquilizarte. En su subconsciente sé que estará pensando en ti y debe estar muy preocupada por tu reacción. Debes estar tranquila para cuando despierte.-
-¿Por qué?, ¿por qué la gente es mala?-Porque les gusta hacer miserables a los demás.-Olivia no era así, no sé qué paso.-Una parte de mí quiere y cree entender un poco a Olivia pero, si ella fue la que hizo esto, cruzó un gran límite y no lo voy a tolerar.-Lara sólo quiere hacer bien las cosas... no entiendo porque le pasa esto.- Me eché a llorar de nuevo. La profe se acercó a mí y me abrazó. –Es una buena chica, no lo merece.-No lo merece... claro que no lo merece.- Me abracé fuerte a ella. –Iré a ver cómo está, por favor, no vayas, ¿de acuerdo?- Asentí. –Confío en tu palabra.- Asentí de nuevo y me fui a la cama. Justo antes de salir vi a otra persona entrar. –Silvia, qué bueno que vienes. Te van a necesitar.- La mamá de Ofelia era muy buena para curar golpes y heridas, conocía mucho de las propiedades de las hierbas e incluso sabía aplicar ventosas. Son algo dolorosas pero muy efectivas. Segundos después Ofelia entraba a mi habitación. -Hola.-Hola.-¿Cómo estás?- Me encogí de hombros, mientras las lágrimas seguía cayendo. –La quieres mucho, ¿cierto?- Asentí. -Es difícil no quererla.-Lo lamento mucho... ¿crees que fueron los del clan?-Estoy segura que fueron ellos, ¿quién más la odia? Le declararon la guerra en el momento que se puso de mi lado.- Se sentó junto a mí en la cama y tomó mi mano. -Lamento haber sido tan injusta con ella y también te pido disculpas a ti por la forma en como me expresé de ella.-Disculpa aceptada.- Me sonrió. -Estaré afuera por si mamá necesita que vaya por cosas a la casa.Simplemente asentí y vi a la chica salir de mi habitación. Los segundos se hicieron minutos, los minutos horas y la madrugada una eternidad. La profe Norma no regresó más y eso me llenaba de preocupación. Me puse los audífonos una vez más pero el ruido en mi mente era más fuerte que la música. Vi a Daniel mayor salir corriendo y regresó unos cinco minutos después. Mi mente daba vueltas y vueltas; sólo quería abrazarla y saber que estaba bien. -¡Ah!- Un fuerte quejido se escuchó desde la habitación de papá; me puse de pie y salí de mi habitación con la intención de ir a donde tenían a Lara. Ofelia me impidió el paso y la profe Norma apareció unos segundos después con lágrimas en los ojos también para bloquear mi camino. -No, Anita.- Negó con tristeza. -Por favor.- Me eché a llorar de nuevo y esta vez fue Ofelia la que
me abrazó y me llevó a mi habitación. –Sólo quiero verla.-Será mejor que no lo hagas, Ana. Al menos no ahora.-¿Qué le están haciendo?-Le están... acomodando el hombro.- La abracé de nuevo y lloré hasta que sentí que las lágrimas se me terminaron. La mañana nos encontró en un mar de preocupación y rabia. No fui capaz de dormir ni un solo minuto; primera por la condición de Lara y segunda porque sabía que él aparecería. Suficiente tenía con lo de La como para tener que lidiar con él. No. Hoy no. Alrededor de las siete de la mañana una conocida voz entró a mi casa. -¿Por qué mierda no me avisaron?, ¿están todos idiotas o qué les pasa?- Salí y me encontré con una fúrica Ingrid. -Guarda silencio apenas se pudo dormir.-¿Se puede saber por qué no me dijiste?-No era una fiesta, Ingrid. Estábamos muy preocupados por la gravedad de sus heridas como para ver a quien llamábamos.-¿Cómo está?- Norma volteó a verme con cautela y fue entonces que Ingrid me vio. -Lo siento, Cardozo.- Me apretó el hombro. –Pero ese dolor de culo es fuerte. Se va a recuperar rápido.-Espero en Dios que sí.- Dije en un hilo de voz. -¿Cómo está?- Vi a la profe Norma. –Por favor, no me mienta.-Muy golpeada. Le acomodaron los tendones del hombro, tiene algunas costillas inflamadas al igual que su pierna... tiene la cara hinchada de los golpes y un pómulo cortado.- Vi como los ojos de la profe Norma se aguaron. -Fue la idiota, ¿cierto?-No sabemos na...-Por favor, Norma, no eres tan ingenua. Sabes tan bien como yo que fue el engendro de Satanás quien hizo esto.-Ingrid.- Advirtió la directora. -Es una pena que sea parte de la escuela porque si no, le daría una buena lección.- Entre mis lágrimas sonreí. Verlas interactuar daba la idea de que se odiaban pero era todo lo contrario. -Te preocupas por ella.- Le dije a la mujer de semblante duro. -Por supuesto, necesito a quien molestar.La profe Norma y su hermana fueron las encargadas de hacer el desayuno para todos. Silvia, Daniel y Ofelia constantemente entraban y salía de la habitación. Silvia iba por ollas que tenía en la estufa, preparaba cosas en la mesa y volvía a la habitación. Todo se sentía tan irreal... abrieron la puerta y vi entrar a papá. -¿Dónde estabas?- Pregunté. -Fui al otro pueblo.-
-¿Le hablaste a sus papás?-No. Fui por más vendas y gasas.- Asentí y se metió rápidamente al cuarto. Unos minutos después volví escuchar a Lara quejarse. -¡Ah!... no...- Su voz perdía fuerza. Antes de siquiera intentar caminar, tenía una mano sobre mi hombro. -No, niña. Ella necesita enfocarse en mejorarse, contigo de Magdalena ahí no le ayudarás.- Sacó la silla para que pudiera sentarme. –Ten.- Puso un plato con comida frente a mí. –Si vas a estar llore y llore necesitas energía. Será un puto día largo.- Asentí y sin ganas hice el intento de comer. Alrededor de las diez de la mañana la profe Norma se fue junto con Ingrid, ambas debía ir a la escuela. Ambas me pidieron ser fuerte y tener calma... Ingrid lo hizo a su muy particular estilo. Ofelia se fue a eso de las nueve para entrar al tercer módulo. Daniel y Silvia también se retiraron cerca de medio día; Daniel tenía que asuntos que tratar, Silvia iría a dormir un rato para regresar después a cambiarle los vendajes y hierbas a mi novia. Cuando al fin papá y yo quedamos solos se acercó a mí y me dio un gran abrazo. -Lo siento, hija.- Lloré de nuevo. Justo cuando creí que ya no tenía más lágrimas de reserva. –Ella se pondrá bien, te lo puedo asegurar. Es muy fuerte.-La quiero ver.-No creo que sea conveniente, Ana...-Por favor, papá.- No muy convencido pero sabiendo que no me haría cambiar de opinión me escoltó a la habitación. -Tranquila, por favor.- Abrió la puerta y de inmediato me golpeó el olor a hierbas, alcohol y otras cosas igual de fuertes. Cuando mis ojos se posaron en la chica sobre la cama sentí mi corazón partirse en un millón de pedazos. Estaba sólo con su sujetador deportivo y el bóxer que le hace juego, ambos negros; la piel blanca de su estómago tenía varios moretones a lo largo de él y algunas hierbas esparcidas sobre la parte afectada. Desde aquí podía ver su pierna izquierda terriblemente hinchada también llena de hierbas. Mi vista subió hasta llegar al hombro que tenía vendado y luego a su rostro. Desde el umbral de la puerta veía con lágrimas pero al ver su rostro me terminó de matar. Estaba hinchada, muy hinchada; más del lado derecho. El lado donde tenía el corte no estaba tan pronunciado como el otro pero tenía un buen moretón. Con mucho cuidado me acerqué a ella y me tapé la boca para evitar que mis sollozos la despertaran. Me hinqué a lado de la cama, tome su mano y la llevé a mis labios. Con cuidado llevé su mano a mi mejilla y la apreté contra mi piel. Regresé su mano a mis labios y comencé a examinarla. Al terminar, caminé al otro lado de la cama para revisar su otra mano. Nada. -No se pudo defender.- Dijo papá en un susurro. Me acerqué y di un beso sobre su cabello. -Te quiero, ángel.- No podía más estar ahí; caminaba antes de que
el sonido de su voz me detuviera. -Ana...- Casi corriendo regresé a donde estaba. -Aquí estoy, cariño.- Tomé de nuevo su mano y la besé. -No... no te vayas.- Su voz se escuchaba muy aletargada. -No iré a ningún lado, La.-Silvia le dio un té para que duerma. Entre menos consciente esté en estas horas mucho mejor.- Asentí pero igualmente me quedé una hora más con ella. Papá me llevó una silla para que estuviera más cómoda y me mantuve ahí jugando con sus dedos, acomodando su cabello o simplemente viéndola. A pesar de que dormía tenía una leve expresión de dolor en el rostro. Ciertamente Lara era fuerte pero no tanto. Quizá los tres estuvieron involucrados para poder contenerla... algo muy extraordinario tuvo que pasar para que Lara haya sido incapaz de defenderse. Lara enojada era peor que Hulk; si hubiera sido solo Olivia estoy segura que sería a ella a la que estuvieran cuidando en el hospital. No sé en qué momento me quedé profundamente dormida con la mano de Lara entre las mías. En mis sueños estábamos en nuestro escondite y Lara me enseñaba a nadar. Su espléndida sonrisa iluminaba todo el lugar y sus ojos me veían con mucho amor. Estando en la mejor parte del sueño alguien me levantó. -Voy a cambiar las hierbas y a aplicar pomadas.- Me explicó Silvia. –Sería mejor que esperes afuera.- Asentí. Corrí a mi habitación y me puse los audífonos, no quería escucharla sufrir. Con asombro me di cuenta que eran casi las tres de la tarde. Me había dado una buena siesta. Entre la música, la comodidad de mi cama, el cansancio, el desvelo y el olor de Lara me quedé dormida de nuevo. Papá llegó a invitarme a comer un par de veces pero preferí seguir durmiendo. Fue hasta la tercera vez donde casi a la fuerza me hizo levantarme a comer algo. Vi el iPod, ¡eran las ocho de la noche! Vaya que estaba exhausta y vaya que agradecía por el tiempo que me dieron para dormir. En el comedor estaba Ingrid y la profe Norma. -Hola, Bella Durmiente.- Me dijo juguetona la directora. -Buenas noches.- Respondí con voz ronca. -¿Quieres cenar?- Asentí. Vi a papá salir de su habitación y casi de inmediato entró Ingrid. -No la vayas a hacer reír, Ingrid.- Advirtió la directora. -"No la vayas a hacer reír, Ingrid"- Se mofó la mujer y fue imposible no reírse. –Relájate un poco, sé que la escuincla no está bien.-¿Está despierta?- Pregunté una vez que Ingrid entró. -Sí, desde hace un par de horas. No ha dejado de preguntar por ti.Sonreí. –Pero en cuanto le dijimos que estabas durmiendo pidió que no te molestáramos.-Dejaré que Ingrid la aproveche un rato.- Le sonreí a papá. -¿Cómo está?-
-Adolorida, lo cual es lógico después de tremenda paliza. Pero con buena actitud, muy Lara.- Y conociendo a Lara sólo estaba buscando apaciguar las aguas pero puedo apostar a que está completamente fúrica. -¿Qué tal la escuela?- Me dirigía la directora. -Nadie sabe, lo cual es bueno. Las ventajas de que haya sido por la noche. No quiero alborotos y especulaciones.-De acuerdo con eso.- Suspiré. –Pero eventualmente lo sabrán cuando Lara regrese a la escuela, no será fácil esconder esos golpes.-Ya lidiaremos con eso cuando el momento llegue.- Cené mientras platicaba de algunas cosas con la profe Norma y papá; se me hizo una eternidad el tiempo que Ingrid estuvo con Lara. Cuando finalmente salió, me puse de pie inmediatamente; papá me vio con una sonrisa al igual que la directora. Hasta Ingrid salió con una enorme sonrisa en el rostro. Me hizo una seña con la cabeza para que entrara, asentí. Entré y cerré la puerta para tener más privacidad. Lara se veía bastante hinchada de la cara aún pero sonrió al verme. -Hola.- Me dijo con voz ronca. -Hola, ángel.- Me acerqué a la vez que jalaba una silla para sentarme junto a ella. -¿Cómo te sientes?-Adolorida...- Vio al techo. –Me dieron la madriza de mi vida y ni siquiera pude meter las manos.-¿Quién fue?- Negó. -No vale la pena.-La odio.- Lara inmediatamente volteó a verme con una expresión de sorpresa. -No, cariño. De verdad que no vale la pena.- Con su mano derecha buscó la mía. –El karma le vendrá a morder el trasero tarde que temprano.-¿Cómo puedes estar tan calmada?-¿Calmada? Me está llevando la chingada, Ana. No estoy calmada, para nada pero no puedo ponerme al tú por tú con ellos.-¿Por qué?-Porque amenazaron con lastimarte.- Me tensé. ¿Se había sacrificado Lara por mí? –Y agradezco haya sido yo y no tú.-No digas eso...-Olivia quería probar un punto, el de que nadie se mete con ella. Ya me golpeó, ya probó su punto, esto debería tenerla tranquila.- Me acerqué más a ella y acaricié su cabello. -Lo siento, ángel.-Por algo pasan las cosas; es lo que mi novia siempre me dice.-Tu novia está en un enorme conflicto de emociones ahora mismo.-Mi novia debería darme un beso.- Le sonreí y me incliné hasta
quedar a unos centímetros de su cara. –Eres preciosa.- A pesar del estado de su cara, sus ojos brillaban radiantemente. Acerqué mis labios para saborear los de ella unos segundos. Dejé un beso en su nariz. -Te quiero mucho, La.-Y yo a ti, cariño. Más de lo que imaginas.- Regresó a mí la vez que me dijo que me amaba. No lo ha dicho más y la quiero aún más por entender que no me siento preparada. Volví a mi lugar en la silla. -¿Te dolió?- Apunté a su hombro. -Como la mierda.- Me acerqué de nuevo y la besé. -Lenguaje.- Me sonrió ampliamente. Llevó su mano derecha a mi rostro. -Eres lo mejor que me ha pasado... y estoy segura que nunca encontraré alguien mejor que tú.- Uní mi mano con la de ella y la apreté más a mi mejilla. –Quiero pasar el resto de mi vida contigo, Ana.- Llevé su mano a mis labios y besé sus nudillos. -De las pocas cosas en las que estamos de acuerdo, La.- A pesar de su estado me fascinaba verla sonreír. Besé su mano un par de veces más. –Fastidiosa.-Tonta.- Fuimos interrumpidas por Silvia, quien entró muy sonriente. -¿Cómo te sientes, Lara?-La pierna me está matando.-Tendremos que aplicar ventosas.- La carita de Lara se tensó un poco. Aún la tenía de la mano. -Puedo quedarme...-No.-Lara...-Silvia, ¿nos das unos minutos?- Asintió y antes de salir sus ojos repararon en nuestras manos. -Claro, iré a preparar lo que necesito.- Esperamos a que saliera y regresé mi vista a Lara. -Yo no podría contenerme estando tú aquí.-No quiero que te contengas...-Eres muy sensible, cariño; ya has tenido suficientes preocupaciones.-Quiero estar contigo.-Lo sé, preciosa, lo sé pero no quiero hacerte pasar eso.- Zafó su mano de mi agarre y la llevó de nuevo a mi rostro. –Debes descansar, te ves exhausta.-Estoy donde quiero estar.-Y yo soy la testaruda.- Me sonrió. –Ve afuera, majestad.-Con una condición.-
-Dime.-¿Por qué me sigues diciendo majestad?- La sonrisa de Lara se hizo más amplia. -Te estaría dando demasiada información.- Me tomó de la barbilla. –Saca ese lindo trasero de aquí.-No.-Si no te vas no te lo diré.-De todos modos no lo harás.-Mi chica es demasiado lista.- Ambas sonreímos. –Ve.- Me acerqué para depositar un beso en su frente. –Usa los audífonos.- Asentí. -Te quiero.- Dije sobre su frente. -Lo sé. Me lo demuestras todos los días.- Tomó mi mano. –También te quiero.- No dije más y salí de ahí, en la puerta me topé a Silvia. Le sostuve la puerta para que pudiera entrar. -Gracias, Ana.- Me dijo con un intento de sonrisa. No quiero preocuparme por lo que esté pensando en este momento. Quiero a Lara; quiero pasar mi vida entera con ella; quiero seguir aprendiendo a su lado; quiero seguir combatiendo mis demonios con ella a mi lado; lo quiero todo, absolutamente todo de ella. En este punto ya nada, ni nadie me importa. El qué dirán, lo que van a pensar, lo que crean de nuestro amor es lo de menos. Seremos cuidadosas pero no la voy a esconder, no voy a negarla; primero porque no lo merece, es extraordinaria y segundo, porque no me apetece hacerlo. Es mi novia, les guste o no. Lara hizo una lista de reproducción para mí; "sunshine". Me decía que las veces que me sintiera desesperada o con un ataque escuchara lo que eligió para mí y que así estaríamos cerca. Por mucho mis favoritas eran "The Only Exception" y "Try". Lara tenía una particular manera de mostrar su amor y la música era su gran cómplice. Alrededor de las diez de la noche, después de haber escuchado muchas canciones me quité los audífonos y me asustó el silencio que reinaba en la casa. Me paré de la cama, caminé a la puerta y desde ahí vi a papá con la cabeza escondida entre sus brazos sobre la mesa. Me acerqué a él y puse mi mano sobre su hombro. -¿Papi?- Se sobresaltó. -Hola, mi amor.-¿Cómo estás?-Cansado. Han sido dos días terribles.-Lo sé.- Apreté mi agarre. –Ve a dormir, yo la cuido.- Negó. –Claro que sí. Ya descansé lo suficiente ahora te toca a ti. Recuerda que el doctor recomendó que no te desvelaras, al menos, en unos tres meses. Ve a mi habitación, por favor.Se puso de pie y besó mi cabello.
-Gracias, mi amor.-No, gracias a ti por cuidar de ella. Sé que en parte lo haces porque estás a cargo de ella pero sé que le has puesto más empeño por lo que significa para mí y no sabes lo mucho que lo agradezco.-Todo por ti, Ana. Lo sabes.- Le di un abrazo que se prolongó por varios segundos. -Descansa, papi.-Gracias, mi amor. Igual tú.- Sin esperar que papá se metiera a mi habitación caminé a la de él. Al abrir me encontré a Lara levantando su pierna derecha; al verme sonrió. -Hola, cariño.-Hola, La.- Al acercarme pude ver las lágrimas secas en su rostro. De inmediato mi sonrisa se borró. Lara hizo un intento por limpiarse la cara. -Estoy bien.-Sé honesta, por favor.-No quiero que llores, ya lloré suficiente yo.- Palmeó un espacio en la cama invitándome a sentarme. –Duele mucho, al estar inflamada y la presión de las ventosas es la cosa más horrible del mundo pero es parte de la recuperación.-Debería aprender a ser valiente como tú.-Deberías darme un beso.- Reí antes de inclinarme hacia su rostro. –Chica obediente.-Sólo para ti.-Sólo para mí.- Sonreímos antes de fundirnos en un beso que se prolongó por varios segundos. Acariciaba el cabello de Lara mientras ella se aferraba a mi cuello. –Te amo, Ana.- Me tensé un momento pero no pude maquilar nada ya que Lara atrapó mis labios con pasión, con fuerza y con ternura a la vez. Muy al estilo de ella. Después de muchos segundos más se separó de mí con una enorme sonrisa. Pasó su pulgar sobre mis labios y se quedó contemplándome un momento. –Eres preciosa... eres realmente preciosa.- Con mucho cuidado descansé mi frente sobre la de ella. -Tú me haces sentir así.- Con un rictus de dolor se movió un poco hacia su izquierda. -¿Qué haces?-Te hago espacio para que duermas conmigo.- Me quité los zapatos y en segundos estaba junto a Lara. Recostada sobre su hombro derecho y mi mano rodeando su cuello. Cuidando no tocar su hombro izquierdo. –Buenas noches, majestad.-Buenas noches, ángel.- En los brazos de mi chica me quedé dormida en cuestión de minutos. Era fácil perderse entre el olor y el calor que desprendía el cuerpo de Lara y si a eso le sumo la seguridad que ella me da, sabía que no habría lugar más seguro que sus brazos. Desperté cuando papá llegó a moverme suavemente. -¿Irás a la escuela?- Asentí. –Son las seis.- Escuché a papá salir de
la habitación. -¿Irás?- Preguntó Lara con voz ronca. -Sí.-Quédate cerca de Paola y Ofelia, por favor. No te alejes de ellas.-Tranquila.- Me aferré más a ella. Me dio un beso en la cabeza. -Ve a cambiarte, cariño.- Asentí. Tardé más de lo necesario, mientras me cambiaba pensaba en los posible escenarios que podría encontrarme y por primera vez en mucho tiempo no sabía cómo reaccionaría. No estaba en una situación que de alguna manera pudiera controlar. Mis emociones estaban muy alteradas y con justa razón; se metieron con Lara. Desayuné rápidamente y regresé a la habitación donde estaba mi novia. Dormía tranquilamente; di un suave beso en su frente y salí de ahí. El camino a la escuela fue realmente rápido; no quería encontrarme con sorpresas. Caminaba y casi podía escuchar pasos detrás de mí, no era más que la paranoia. Quizá este era el mejor momento para comenzar a ser un poco valiente; Lara hizo algo increíblemente tonto por mí. Si se dejó, hizo mal y si no debía mantenerme más alerta ya que el clan era capaz de todo. Apenas llegué a la escuela Ofelia se pegó a mí. -¿Cómo está?- Preguntó. -Durmió bastante bien ayer, no se quejó.-¿Dormiste con ella?- Sentí que me sonrojaba. -Em, dejé que papá descansara y yo me quedé con ella...- Había algo raro en su mirada. -Eso es... lindo.- Me encogí de hombros. -Sólo cuido de ella como ella lo hace conmigo. Nada más.- Le sonreí. -¿Qué tal estuvo la escuela ayer?-La sonrisa de Olivia nunca se borró durante el día. Creí que diría lo que pasó pero no lo hizo.-No sabe cuál es la condición de Lara, no se arriesgaría a adjudicarse lo que pasó... al menos no por ahora.- Paola se nos unió. -Hola, chicas.- Saludó. -Hola.- Dijimos a la vez. -¿Y Lara?- De igual manera lo sabría. -En casa...-¿Pasó algo?- Me vio preocupada. -Olivia la golpeó.-¡¿Qué?!- Casi pongo mi mano sobre su boca. -Nadie sabe. Silencio. Está en casa bastante golpeada.-¿Pero está bien?-Dentro de lo que cabe, sí.- La cara de Pao se transformó a una de enojo.
-La odio.-Ya somos dos.- Agregué. -Tres.- Dijo Ofelia. Las primeras horas pasaron bastante rápido y en un santiamén me encontraba en mi mesa habitual con mi desayuno frente a mí, y las chicas a mi lado. Unos segundos después el clan tomaba su lugar. Durante las clases estaban callados pero en cuanto salieron las risas burlonas comenzaron. Vi a Olivia ver directamente a nuestra mesa y comenzó a reír; apuntaba como burlándose de que Lara no estaba ahí. Sin saber cómo, me encontraba caminando a donde estaba ella. Fui consciente cuando ya estaba frente a ella. -¿Qué quieres, monja?-¿Crees que hacer eso te hará mejor, Olivia?- Se echó a reír. -No tengo tiempo para ti.-Claro que tienes tiempo para mí, constantemente me mencionas, te burlas, haces comentarios ofensivos, para bien o para mal estoy siempre en tu mente.- Se puso rápidamente de pie y casi se me echó encima. -¿Quieres que te haga lo mismo que a ella?-Eres una cobarde porque no fuiste tú sola. De haber sido así tú hubieras terminado en el hospital.-Pero no fue así y dile a la idiota que a la próxima le irá peor.Tomé el vaso de jugo que había sobre su mesa y se lo eché encima. -Eres un horrible ser humano.- Se sorprendió pero en cuanto se repuso me propinó un buen empujón que casi me tira al piso. Caminó furiosa hacia mí. -Imbécil...- Antes de que pudiera acercarse más un par de brazos la empujó más fuerte lejos de mí. Volteé y vi a Betty, la acomodadora y en segundos todo el equipo de voli estaba detrás de mí. -Te metes con ella, te metes con todas.- Nunca había visto a Betty enojada; siempre estaba con una cálida sonrisa para todos. –No nos vamos a tentar el corazón.- Olivia me vio molesta y dio un pequeño vistazo a las chicas que ahora estaban a mi lado antes de salir marchando del lugar. Betty volteó a mí. –No estás sola.-Gracias.-¿Y Lara?-En casa... golpeada.- Se quedaron viendo entre ellas. -Nos encargaremos.- Dijo con convicción. No quiero imaginar de lo que son capaces estas chicas. Presiento que sólo esperaban un pequeño pretexto para ponerse en contra de Olivia. Penosamente la golpiza a mi novia había sido su detonante y una parte de mí lo agradecía. Ya es hora de poner a Olivia en su lugar.
A/N Alguien los quiere mucho y le gusta consentirlos :)
*Pasen al @circulcolibri para muchas cosas geniales. *Pasen a @Alexita_May en twitter y únanse a la horda de dramáticos que hay por ahí xD *Nunca les vuelvo a hacer una pregunta porque luego ni contestan ¬¬ P.D. La canción se llama "Try" de Nelly Furtado. Por favor, nada de sus ondas de 50 Sombras xD Saludos desde un lluvioso rincón de México, Ale :)
Capítulo 22
En este punto y después de lo que me ha sucedido en estos meses he entendido que las cosas pasan por algo y no necesariamente vienen de la mano con el karma. A veces las cosas pasan para dejarnos una enseñanza o darnos una pequeña advertencia. Lo que sea, debemos verlo con la mejor actitud y sacar lo mejor de eso. Esos eran los pensamientos de una persona equilibrada, esa no era yo. En este momento quería usar el cabello de Olivia como antorcha, la muy hija de puta cruzó todos los límites posibles. No sé cuánto tiempo estuve tirada a la intemperie; sólo recuerdo haberme encogido cuando sentí que alguien tocó mi hombro. Buscaba regresar a la realidad pero era casi imposible. Escuchaba dos voces masculinas y eso me aterró pero después esa voz se identificó como Daniel y me relajé completamente. Me había encontrado la persona adecuada. A lo lejos recuerdo que mencionaron a Norma y al señor Cardozo. Le agradecía a Dios por estar a salvo de alguna manera; ellos se ocuparían de mí. Daniel pequeño me quitó con mucho cuidado la mochila; solté un chillido cuando rozó mi brazo izquierdo. Su padre buscaba tranquilizarme diciéndome palabras que apenas comprendía. Después de no sé cuánto tiempo escuché la voz de Norma... estaba muy agitada y no era para menos. Mi aspecto no debería ser el más agradable del mundo. Con cuidado me voltearon para quedar boca arriba; Daniel hizo un intento por cargarme pero el dolor era demasiado y el grito que pegué lo asustó, así que me dejó de nuevo en el piso. Norma frotaba mi mano suavemente, me hablaba pero no comprendía, mi cerebro estaba muy ocupado tratando de bloquear el dolor. Fue entonces que escuché la voz del señor Cardozo. No sé si mi subconsciente está jugándome una broma pero creo haberlo escuchado maldiciendo. Sintiendo un dolor indescriptible, ambos hombre me levantaron y comenzar a caminar tan rápido como podían. Sólo esperaba que no me llevaran a la iglesia porque no quería que Ana me viera en estas condiciones. Mis deseos fueron echados a la basura cuando escuché el característico sonido de la puerta de madera de la iglesia. Mierda. El señor Cardozo dio instrucciones y rápidamente me vi envuelta por el calor del lugar. Al avanzar escuché la voz de Ana y su perfume llegó a mí... también escuché a Norma. Esperaba que la llevara lejos de ahí. Me depositaron en una cama y escuchaba a la gente entrar y salir de la habitación... un pequeño sollozo, algunas lágrimas sobre mi mano. Rogaba porque no fuera Ana. Me quitaron la ropa con mucho cuidado hasta dejarme en interiores y fue entonces que comenzó el sufrimiento. Trataron mis heridas sin ningún tipo de delicadeza; los escuchaba decir que era lo mejor, que sanaría más rápido. Entre que eran peras o manzanas, dolía como la mierda. Quería golpear a alguien y
de preferencia si era Olivia. La primera noche fue un infierno, no sabía si curaban mis heridas o las estaba abriendo más y lo peor era que incluso gritar me dolía. No podía abrir propiamente la boca; sentía la cara totalmente hinchada y no había parte de mi cuerpo que no me doliera. Era un verdadero martirio. Entre el dolor mis pensamientos se dirigían constantemente a Ana, ¿cómo estaría?, ¿estaría durmiendo bien? Todo se tranquilizó cuando llegó a verme la primera vez. Y fue mucho mejor cuando se quedó a dormir conmigo. Era casi imposible contener el "te amo", sé que no está preparada pero incluso si nunca lo dice, no lo dejaré de sentir. Para mi sorpresa fue a la escuela; quizá no quería que la gente sospechara o no sé qué motivó que fuera pero no me agradaba del todo. Con Olivia en plan de loca, temía por la seguridad de Ana y pasarían muchas semanas antes de que pueda ser completamente funcional de nuevo. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Silvia entró a la habitación. -Buenos días, Lara.-Hola, Silvia.-¿Cómo te sientes?-No creo que haya una palabra para como me siento ahora mismo...-Eres joven, te vas a recuperar muy rápido.-Eso espero.-Aplicaré ventosas en tu brazo de nuevo.- Suspiré fuerte. –Es la mejor...-Lo sé. No tienes que explicarme nada... es sólo que me cuesta creer esto.- Tragué. –Sé que me tenían en el concepto de hija de puta y quizá una parte de ustedes tenía la razón pero nunca, nunca le haría algo así a alguien. Es algo que...- reí. –Olvídalo, esto de la paliza me tiene sentimental, no tienes que escuchar mis quejas.- Dejó lo que hacía y se sentó a mi lado. -Personas fueron malas contigo, Lara. Eso no es quejarse, es desahogarse.-Y no debería hacerlo contigo...-¿Por qué no?, ¿crees que no lo voy a entender? Todos tenemos malos pensamientos, a veces las emociones nos dominan y queremos causar daño a las personas pero creo que es algo bastante natural. Incluso Jesús lo llegó a sentir, que de menos unos simples mortales como nosotros.-¿Crees que...- Me quedé callada. -¿Qué?-Es estúpido.-Si me dices te puedo decir qué tan estúpido es.- Sonreí. -¿Crees que Él vea el esfuerzo que estoy haciendo?- Formulé tímidamente. Vi a Silvia sonreír y me sentí muy pero muy estúpida. -El hecho de que pienses en lo que Él piense o crea de ti habla de lo
mucho que te has acercado a su reino. No es una pregunta estúpida, para nada.- Me acomodé para verla mejor. –Cuando Ofelia nos dijo de lo que realmente estabas haciendo sentí mucha pena por no darte el beneficio de la duda. Pero debo decir que tus acciones gritaban muchas cosas malas y queremos mucho a Ana.- Sonreí. –Pero Dios siempre nos da la oportunidad de hacer bien las cosas y nosotros, los tres, tomamos esa oportunidad. Por eso estoy yo aquí.-Gracias por eso y entiendo perfectamente tu postura.- Me sonrió dulcemente. -Créeme y agradezco el aprecio que le tienen a Ana.-¿Lo agradeces?- Gracias a Dios tenía la cara un desastre y eso evitaría que viera lo sonrojada que estaba. -Em, sí... Ana es mi amiga y la quiero mucho.-En la ciudad, ¿las amigas se sostienen de las manos?-Sí, es bastante común.- Buscaba algún indicio de duda en mi lastimada cara, dudo que lo encuentre entre los moretones. -Es bueno saber que Ana tiene una buena amiga como tú. Ofelia me dijo cómo la defendiste.- Me veía directo a los ojos. –Qué bueno que hayan construido una linda amistad en tan poco tiempo.- Creí saber a dónde dirigiría su pequeño speech. -Sí, una linda amistad.- Nos sostuvimos la mirada por unos segundos antes de que ella se pusiera de pie y fuera por sus instrumentos de tortura. -¿Lista?-No, pero no tengo opción.Dolor, dolor y más dolor. Eso fue lo que sentí durante los agónicos minutos que Silvia tardó tratándome el hombro. Pudieron ser algunos cuantos minutos que se sintieron como horas, la verdad no sé pero el dolor parecía ir en aumento. Por más que intenté ser fuerte no pude, sucumbí a las lágrimas; cerraba los ojos y respiraba hondamente tratando de tranquilizarme pero era inútil. Más lágrimas pero de felicidad cayeron cuando Silvia anunció que había terminado, sin embargo me advirtió que mañana regresaría a curar mi pierna. Me quedé con la vista al techo después de que Silvia se despidió de mí con unas cuantas palabras de aliento; las cuales, entraron por un oído y salieron por el otro. Nuevamente tendría que dejar el voli y eso me llenaba de rabia y frustración; me sentía tan bien, tan aceptada y me sentía útil y ahora por culpa de la idiota de Olivia tendría que alejarme de nuevo. Las últimas horas sólo pensaba en los millones de escenarios en los cuales la chica de ojos azules estaba de cara al piso. Mis cuentos de venganza fueron interrumpidos por mi novia que comenzó a hacer círculos por toda la habitación. Era la primera vez que la veía así. -¿Qué pasa?- Se tomaba el cabello mientras seguía caminando. -¿Ana? Me estás asustando.-Ni siquiera la pude golpear...- Mascullaba. -Whoa, detente ahí mismo, ¿cómo que "ni siquiera"?, ¿qué hiciste?-
-Yo sólo quería hablar... sólo hablar pero ella no se calla... ella es una mala persona...- Se estaba estresando. -Ana.-Tú no mereces... Lara yo....-¡Ana!- Grité y ella se detuvo de pronto. –Estás volviéndome loca. ¿Qué demonios pasó?-Quería hablar con ella pero no me lo permitió... decía cosas muy feas de ti y...-¿Y?-Y puede que le haya arrojado un vaso de jugo.-¡¿Qué?!-Le arrojé jugo a la cara.- Me eché a reír. Me tomaba el estómago porque me dolía al moverme. Palmeé la cama para que se sentara a mi lado. -Preciosa, no era necesario que hicieras eso.-Eres mi novia y quiero defenderte.- Tomé su mano. -Y lo aprecio, cariño lo aprecio muchísimo pero no quiero que te expongas.- Apreté su mano. -¿Qué pasó después?-Se puso como loca, me empujó...- Me tensé. –Pero no te preocupes, me defendieron.-¿Quiénes?-El equipo de voli.- Me vio con cierto orgullo. –Me dijeron que ellas se harían cargo.-Acabas de desatar la Tercera Guerra Mundial, preciosa y estamos frente a la batalla.-Estoy, tú te quedas aquí descansando.- Reí de nuevo. -¿Quién eres y qué le hiciste a mi chica pacifica?-Se fue a su cueva cuando se metieron con la chica que quiere.Llevé su mano a mis labios y la mantuve ahí por varios segundos. –Es hora de despertar, La.-Bien, Xena vamos despacio y con cautela. Puede que tengamos apoyo pero el clan puede hacerte lo mismo que me hicieron a mí; atacarme por la espalda y estando sola. No puedo creer que diga esto pero no puedes actuar precipitadamente, quiero que seas lo más cuidadosa posible hasta que pueda estar contigo, ¿te parece?-Puedo cuidarme, Lara. No necesito un guardaespaldas.- Se soltó de mi agarre y salió marchando de la habitación. Bien, eso no salió como lo esperaba. Para ser honesta no podía imaginar que Ana hiciera algo así como enfrentar a Olivia ella sola. Me halaga porque sé que lo hizo por mí pero no me agrada; sé de lo que es capaz esa perra traicionera de Olivia y Ana es demasiado inocente. Por otro lado tiene razón, he tomado un papel que no me corresponde. Pero al verla tan frágil y vulnerable es casi imposible no tomar ese rol. Es algo casi natural para mí. Con todo esto quizá está sintiéndose
capaz de hacer las cosas por ella misma y eso me alegra pero también implica que comenzará a despegarse un poco de mí. Y no sé cómo sentirme al respecto. Mi cerebro decidió que lo mejor que podía hacer era dormirse y así fue. Todavía tenía tenso el cuerpo después de la sesión de curación con Silvia y la pequeña charla con Ana no había ayudado mucho. Y estoy casi segura que le pusieron más hojas que dan sueño a mi té, lo cual agradecía porque pasaba la mayor parte del tiempo inconsciente y eso evitaba que sintiera dolor. No sé qué demonios era la hoja pero hacía que tuviera sueños muy extraños; si era lo que creí que era sería mi primera experiencia con las drogas y la última. Desperté cuando alguien llegó a moverme suavemente; abrí un ojo y vi parado junto a mí al señor Cardozo. -Dulce Lara, ¿tienes hambre?- Negué. -No mucha.-¿Quieres que te traiga algo?-Agua, por favor.-Claro.-Oiga, ¿es marihuana lo que me están dando?- Nunca había escuchado al hombre alto reírse de tal forma; incluso se sostuvo de la silla porque parecía que se iba a caer de tanto reírse. –Parece que también a usted le dieron.- No hace falta decir que rió aún más fuerte. Cuando al fin se controló, después de muchísimos segundos después, se sentó junto a mí. -Eres una maravilla, Lara.-Lo dice después de que se burló de mí.-Oh, no, no es una burla, es simplemente que eres muy ocurrente y es una de las cosas que más me agradan de ti.-¿Una de las cosas?, ¿hay más?-Por supuesto.- Se acomodó en la silla. –Me agrada tu honestidad; por supuesto, tu sentido del humor; me agrada tu peculiar forma de ver el mundo y mi favorita, me agrada como tratas a mi hija; como si fuera la cosa más hermosa del mundo.- Le sonreí. -Lo es, ante mis ojos es lo más hermoso del mundo.-Nunca tendré cómo agradecerte.-Deje que se vaya conmigo.- Sonrió. -No voy a influir en eso, dulce Lara, si ella se quiere ir no la voy a detener... aunque me mate tenerla lejos.-No tendría problemas en pagarle un boleto de avión para que vaya a visitarla de vez en cuando.- Tomé su mano. –Es lo menos que podría hacer después de que usted está dispuesto a darme su corazón y llevármelo lejos.-Eres una bendición, Lara. Te mueves por el corazón, por tus ideales, son escasos los seres humanos como tú.-Diría lo mismo de usted, señor.- Medité un momento. –Gracias.-¿Por qué?-
-Por traerme aquí, por sugerirlo, por cuidar de mí... por Ana.-Un placer, dulce Lara.-¿Dónde está ella?-En el bosque.- Me observó un momento. -¿Discutieron?-Tuvimos una diferencia de opiniones... ¿le dijo?- Negó. –La muy loca enfrentó a Olivia y le echó un vaso de jugo encima.-¿Mi hija?- Preguntó asombrado. -La misma. Le pedí que fuera mesurada, yo me voy a encargar de ella cuando llegue el momento porque esto no se va a quedar así.-Ni siquiera me atreveré a decirte lo contrario.-Hace que la ame más el que haga cosas así por mí pero Olivia está desquiciada y si le llega a hacer algo a Ana me la voy a comer a cucharadas.-No creo que le haga algo a Ana.-¿Cómo sabe?-Digamos que fijamos límites con el doctor Torres; mejor dicho, tu papá lo hizo. Fue muy claro en lo de dejar en paz a mi hija...-Y por eso se desquitó conmigo.-Puede ser.-Me alegra haber sido yo.-Las cosas que puede uno hacer por amor.-Oh, créame que lo haría de nuevo si ella está en riesgo, sin pensarlo dos veces.- Apretó mi mano. -¿Tienes hambre?-Ahora sí.-Ahora mismo te traigo algo de comer.-Gracias.- Me sonrió antes de pararse y caminar a la cocina. Minutos después apareció mi rubia con una bandeja llena de comida. -Hola.- Dijo tímida. -Hola, preciosa.- Dejó la bandeja sobre la mesa y se acercó a mí. -¿Te ayudo a sentarte?-Por favor.- Con mucho cuidado me aferré a su cuello y ella me abrazó, dolía pero valía la pena por tenerla así de cerca. En cuanto estuve en la posición adecuada ella se soltó de mí, fue por la bandeja y la puso sobre mis piernas. -¿Necesitas algo más?-Sí.-¿Qué?-Un beso.- Agachó la cabeza. –Siento lo de hace rato... lamento preocuparme mucho.- Se sentó a lado de mí. -No quiero sentirme una inútil, La.-No lo eres, cariño; hago esas cosas porque me nace hacerlo no porque no puedas. Lo que hago por ti está lejos de ser causado por tus muchas o
pocas habilidades, Ana.-Es sólo que...-No necesitas de mí.-¿Qué?- Me vio incrédula. -¿Estás loca?-No lo sé.-Lara, siempre voy a necesitar de ti... sólo quiero saber que puedo hacer las cosas, que puedo enfrentar mis miedos. Lo quiero intentar, contigo a mi lado. Lo que dije hace rato fue motivado por mi propia frustración y me desquité contigo.-Me aterra saber que llegue a estar de más en tu vida.- Con gran agilidad regresó la bandeja a la mesa para sentarse muy cerca de mí. -Nunca voy a necesitar a alguien tan fervientemente como te necesito a ti, Lara.- Tomó mis manos. –Lo único seguro que tengo en la vida es eso, que voy a necesitar de ti siempre.-Y yo de ti, Ana, necesito mucho de ti.- Solté una de mis manos y la llevé a su rostro. –Eres lo mejor de mi vida.-¿No vas a dejarme?-Nunca, cariño.-Me acerqué lentamente a ella. –Ya te dije las dos palabras que nunca había dicho... lo que siento por ti no tiene punto de referencia, Ana. A momentos me sobrepasa, me abruma... me aterra necesitar y amar a alguien de esta forma...-Nunca rompería tu corazón, La.-Lo sé, por eso te lo entrego con los ojos cerrados.- Mis labios quedaron pegados a los de ella. –Te adoro.-Y yo a ti, ángel.- Nuestros labios se juntaron y todo dejó de existir, como generalmente pasa cuando estoy con ella. Besarla era la cura a cualquier mal en mi vida y sabía que nunca me dejaría de sentir así. Cada beso me hace sentir mariposas en el estómago, como el primero. La amo demasiado y me niego a vivir sin ella. –Perdón.-No hay nada que perdonar, cariño.- Mi pulgar jugaba con su mejilla, mientras la veía a los ojos. –Eres un hermoso ejemplo de lo que Dios es capaz de hacer.- La vi sonrojarse casi de inmediato y sonreí. –Mi Ana que no es mía, porque sólo te puedes pertenecer a ti misma y a nadie más pero de alguna forma nos pertenecemos, en esta vida y en las que siguen.-En esta y en las que siguen.- Repitió mientras acercaba su frente a la mía. –Mi Lara que no es mía.- Me dio un beso en la nariz y se paró por mi comida. –Anda, que se enfría.-Gracias.- Ana me contempló comer por varios minutos. -El hecho de que tu apetito esté regresando es buena seña.-Me siento... bien. Tan bien como se puede estar después de una paliza.-
-Eres fuerte, La.- Apretó mi rodilla. –Eres la chica más fuerte que he conocido... y la más fastidiosa.-Un placer, majestad.- Le sonreí. -¿Algún día me dirás?- Negué. -¿Por qué?-Porque no me apetece decirte.-No te apetece, ¿eh?- Me veía divertida. –Quizá en estos días no se me apetezca besarte.- Reí. -No puedes resistirte a mis besos.- Sonreí orgullosa. -Ya veremos.-¿Es un reto?-Pero por supuesto que lo es.-Bien, ahora te podré ganar en las calificaciones y en esto.-No me vas a ganar en las calificaciones.-¿No? Estabas a cinco metros de la portería y mandaste el balón directo a Mónica... que estaba cerca de la línea de banda.-Un accidente... me botó mal el balón.-El balón no estaba en movimiento, Ana.-Ya entendí, La, gracias.- Me eché a reír. -Mi chica y su pobre coordinación.-Pues tu chica te golpeará con el balón de voli de nuevo si no dejas de molestarla.-Ahí sí sabré que es a propósito, has mejorado bastante.- Me sonrió. -Tengo a una buena maestra.-Bueno, la alumna es una buena... motivación para dar lo mejor de mí.- Se sonrojó de nuevo. -¿Cuándo vas a creer lo preciosa que eres?-Lo estoy creyendo parcialmente...- Me sonrió tímidamente. -Es un avance.Terminé el resto de mi comida entre bromas y mejillas sonrojadas de mi novia. Era tan inocente, tan linda... necesitaba palabras para poder describir lo que ella es para mí. Conceptos que se acercaran a la perfección de su persona. Juro que cada día que pasa confirmo que soy la persona más afortunada del planeta. Ana llevó los platos a la cocina y en un santiamén estaba de regreso conmigo. -¿Necesitas algo?-¿Aparte de poder abrazarte propiamente?- Tomó mi mano y la apretó. –Necesito una ducha, me siento muy sucia y siento que apesto.-Apestas.-¿En serio?-Sí, bonita.- Le sonreí. –Apestas horrible.- Llevé mi nariz cerca de mi axila y me olfateé. -Cierto.- Ana se echó a reír. -¿Qué?-Claro que no apestas.-
-Llevo casi dos días sin bañarme.-No apestas. De hecho tienes un olor natural muy rico.-Pervertida huele chicas.-Sólo a mi chica.- Besó mis nudillos. –¿Quieres que te prepare la ducha?- Asentí. –Bien, dame unos minutos.- Vi a la rubia entrar y salir de la habitación varias veces metía cosas y yo simplemente la observaba con una sonrisa. Se tomaba muy en serio su papel de cuidadora. Después de unos cinco minutos, aproximadamente, y después de haberse cambiado de ropa me anunciaba que estaba todo listo. -¿Podrás caminar?-Ahorita lo averiguaremos.- Con dolor arrastré mis piernas hasta que quedaron colgando de la cama. El dolor en la pierna izquierda era apenas soportable pero no quería preocupar a Ana. Se puso a mi lado y ofreció su cuerpo para que me apoyara. Pasé mi mano derecha sobre su cuello y me paré. –Ouch.- Dije al sentir el jalón en mi abdomen que también estaba maltratado. -¿Duele mucho?-Algo...-No creo que sea buena idea, La.-Ya estoy de pie, cariño sólo necesito llegar al baño.- Intenté apoyarme sobre mi pierna izquierda pero de inmediato reclamó. – ¡Mierda!-Siéntate.- Ordenó la rubia. -No.- De nuevo apoyé levemente el pie izquierdo pero de inmediato movía la pierna derecha. –Vamos.- Le dije con una sonrisa que no fue recíproca. –Sabes que lo haré de todos modos.- Me incliné a besar su mejilla. –Venga, tonta.Mucho tiempo más del pensado, llegamos a baño y de inmediato Ana me sentó en la cómoda silla de madera que había puesto para mí.-Estaré afuera por si me necesitas.-Gracias, cariño.Encendí la regadera y dejé que el agua caliente me bañara; cerré los ojos y me dejé llevar por la relajante sensación. A pesar de estar disfrutando me sentía extraña estando con ropa interior. Como pude me deshice del agarre de mi top pero no podía quitármelo. Batallé por varios minutos pero era inútil. Apagué la regadera y medité un momento. Tendría que pedírselo a Ana, tarde o temprano tendría que ayudarme a vestirme. Y es que mi condición actual no estaba para que pudiera ser muy independiente y definitivamente no le pediría ayuda al señor Cardozo. Una parte de mí tenía miedo, puede que esta peculiar petición haga sentir incómoda a Ana... estaba en una encrucijada y antes de pensarlo más escuché mi propia voz. -Ana.-¿Sí?- Contestó de inmediato. -¿Puedes ayudarme?- No dijo más y en unos segundos la puerta del baño se abrió.
-¿Todo bien?-Emm... yo... ¿me... me ayudas a quitarme el sujetador?- Se tensó levemente a la vez que sus ojos se clavaban intensamente en mí como buscando indicios de que era una broma. –No me lo puedo quitar... ya sabes, los sujetadores deportivos son diferentes a los demás, por lo del soporte, ¿sabes? Y dada mi condición...- Se echó a reír. -¿Qué?-Estás divagando.-Lo siento.- Nunca apartamos la vista la una de la otra. –Si es muy incómodo o...- Levantó la mano. -Puedo ayudarte.- Con una leve sonrisa se acercó más a mí. –Primero tu brazo derecho para que después podamos maniobrar con la izquierda, ¿te parece?-Tú estás al mando.- Le sonreí. Todavía sentada batallamos por minutos para liberarme del sujetador. Las veces que lo intentamos el pedazo de ropa terminaba rozando o tirando de mi brazo izquierdo y automáticamente bufaba de dolor. -No está funcionando.- Dijo Ana que tenía alguna que otra gota de sudor en la frente. -Me he dado cuenta.- Respondí tratando de ocultar el intenso dolor de mi brazo. No había otra forma. –Córtalo.-¿Qué?-Que lo cortes. No hay manera de que salga sin que sienta que me está arrancando el brazo.-¿Segura?-No hay opción.- Asintió y volvió a salir del baño. Tenía unos segundos para pensar qué cara poner cuando ella me viera parcialmente desnuda. Antes de tener definido mi plan mi rubia estaba de regreso. -Tendrás que ponerte de pie unos segundos.- Asentí. Ella se acercó, se puso de cuclillas para que mi mano rodeara su cuello y me ayudara a ponerme de pie. ¿Lista?- Asentí y de un tirón me puse de pie. Tomándome de la cintura pasó debajo de mi brazo y con mucho cuidado comenzó a cortar la tela. Podía sentir el frío del metal rozando mi piel, la respiración de Ana sobre mi omóplato y su agarre sobre mi cintura... era una sensación única. La rubia se tomó su tiempo, cortando lentamente con cuidado para no lastimarme. Supe que la posición y lo que estaba pasando no le era muy indiferente porque sentí como su respiración cambió y se hizo más lenta, pausada, como si estuviera en una profunda meditación. Cuando al fin escuché como dejó las tijeras sobre la silla y sus manos se engancharon a mi cadera respiré no sé si aliviada con ganas de que siguiera aferrada a mí. -¿Listo?- Pregunté. Asintió levemente. Me veía con mucha intensidad y creo que yo transmitía lo mismo. Sin más sus manos viajaron
lentamente hasta mis brazos; los recorrió lentamente hasta llegar a mis hombros, tomó la tela de mi sujetador para comenzar a bajarlo suavemente. Cerré los ojos y me dejé llevar por el momento más erótico de mi vida. El calor que Ana me transmitía era indescriptible. Al estar libre de la tela, abrí los ojos, pude ver a Ana contemplándome. -Eres hermosa, Lara.- Me sonrojé. La profundidad de su voz, su mirada sobre mí y la situación hacía de esto algo muy pero muy especial. Sus manos comenzaron a vagar por mi estómago. –Eres realmente hermosa... y sólo mía.-Completamente tuya.- Sus manos ascendieron hasta quedar en la base de mis senos. Su mirada cambió levemente. -¿Cómo es?-¿Cómo es qué, cariño?-Estar con una persona con la que quieres estar... por placer... sin que te obliguen...- Sentí un horrible nudo en la garganta. -Sientes una revolución dentro de ti. Te abruma pero te emociona porque sabes que es la persona adecuada. Te emociona de sobremanera saber que su piel estará sobre la tuya y que te hará sentir mil sensaciones desconocidas.- Con cierto dolor en los ojos me vio de nuevo. -¿Ya lo sentiste?- Negué. -No, pero así me siento cuando pienso en ti y en lo que eventualmente pasará.- Me sonrió levemente. -¿Hay... indicios físicos?- Fue mi turno de sonreír. -Calor... y más calor, pupilas dilatadas... mejillas sonrojadas...Llevé mi mano al rostro de mi novia y lo acaricié. –Tu cuerpo se comienza a preparar... lubricas... el ritmo cardíaco se acelera y siente que en cualquier momento vas a morir.-Quiero sentir todo eso contigo, sin cruzar tus límites.- Comenzó a bajar sus manos de nuevo pero la detuve. -Puedes tocar cualquier parte de mi cuerpo y nunca, nunca cruzarías un límite, Ana. Amo sentir tu piel sobre la mía. Amo lo que causas en mí. Amo el hecho de que nadie me ha hecho sentir así y que nadie lo hará.- Me acerqué más a ella. –Que tú me toques es... no puedo describir lo que me pasa cuando me tocas y menos cuando me permites que te toque.- En ningún momento dejamos de vernos; sentí de nuevo sus manos yendo hacia arriba hasta que ambos quedaron perfectamente posicionados sobre mis senos. –Ana.- Suspiré. Cerré los ojos de nuevo y descansé mi frente sobre la de ella. -Tu piel es muy suave.- No había dobles intenciones en la voz de mi chica. Era su inocencia hablando, su particular forma de decir la verdad, era su forma de hacerme sentir querida y lo estaba logrando. No apretó, no amasó, simplemente estaba sintiendo mi piel, acariciando suavemente. Estaba explorando, probando mis límites. Dejando mi brazo lastimado descansar sobre mi costado, llevé mi
mano derecha alrededor de su cintura y la posé sobre la base de su espalda. Hice círculos con la palma de mi mano hasta que gradualmente mi mano llegó a su glúteo. La sentí suspirar y tragó con dificultad. -Abre los ojos, cariño.- Sus vidriosos ojos se encontraron con los míos. –Soy yo, preciosa. Mírame, mira el amor que te tengo a través de mis ojos. Nunca te dañaría. Nunca.- Nuestras manos dejaron de moverse y se quedaron donde estaban. Intenté subir mi mano pero fue su turno de detenerme. -No.- Soltó un de mis senos para guiar mi mano de nuevo a su firme trasero. –Quiero que me toques.- Asentí levemente y accedí a su petición. Moví mi mano por sus glúteos, di un leve apretón que fue correspondido con un involuntario apretón sobre mis senos. Un gemido escapó nuevamente. -¿Yo lo estoy provocando?- Preguntó inocentemente. -Sí... -Acerqué mis labios a los de ella. –Miles de sensaciones nuevas.- Juntamos nuestros labios; los dejamos danzar con una dulce lentitud. Sintiendo cada parte de ella. Rogando no cruzar sus límites, deslicé mi lengua dentro de su boca y el gemido ronco, ahogado que escapó de sus labios casi hizo que tuviera un orgasmo. Sin dudas era el momento más íntimo de mi vida. -Te amo, Lara.- Abrí los ojos de golpe y casi pierdo el equilibrio cuando me separé bruscamente de ella. Me tomó de la cintura de nuevo para ayudarme a mantenerme de pie. -¿Qué dijiste?- Pregunté en un susurro. -Te amo, Lara.- Me acercó de nuevo a ella con dulzura. –Te amo irremediablemente.- No pude contener las lágrimas que casi de inmediato inundaron mis ojos. –No llores, ángel.- Me vio preocupada, llevó sus manos a mi cara y me sostuvo cerca de ella. –Eres lo mejor de mi vida, La. Eres el rayo de luz que tan desesperadamente he buscado entre todo el fango que me rodea.- Mis lágrimas fluían por mi rostro; mi mente, mi corazón y mi alma absorbía cada palabra que Ana me decía. -También te amo, Ana... a un par de meses de aceptar lo que siento por ti y dejar que me consuma por completo puedo decirte que eres mi todo y con el corazón en la mano te puedo decir que no hay forma en que pueda amar a alguien de la misma forma en como te amo a ti. Nadie me hará sentir como la persona más afortunada del mundo.-Haré que valga la pena, La, voy a luchar por mí, por ti, por nosotras...- Ahora también ella tenía lágrimas bañando su rostro. –Te voy a buscar al fin del mundo si es necesario pero me rehúso a vivir sin ti.- Escondí mi rostro en su cuello. Me rodeó con sus manos con mucha delicadeza. –Quédate conmigo.-En esta vida en las próximas, cariño.- Sí, definitivamente podría morir hoy y moriría siendo la persona más ridículamente feliz del mundo. Ana me correspondía. No necesitaba más en la vida. Mi rubia me dejó unos minutos después para que terminara de
ducharme; el agua ayudaba a sellar las caricias de Ana en mi cuerpo. Todavía tenía la sensación de sus manos sobre mí y eso hacía que el corazón me latiera a mil por hora. Minutos después cuando terminé mi ducha, Ana entró de nuevo para ayudarme a ponerme un nuevo sujetador, esta vez sin ningún tipo de contacto más que el de sus dedos rozando mi espalda al abrochar a ese incómodo opresor. Ya en la habitación me dejó un momento a solas para que terminara de cambiarme y minutos después entró a ayudarme a ponerme una de sus playeras lo cual agradecí con el alma. Sentir su aroma todo el día era algo que ama infinitamente. Con mucho cuidado secó completamente mi cabello y después lo recogió en una hermosa trenza. Quizá pudiera acostumbrarme a ella jugando con mi cabello... pero sin las trenzas. Yacíamos sobre la cama de mi rubia, ella sobre mi pecho, su mano derecha alrededor de mi cuello y la mía alrededor de su cintura. Teníamos unos buenos minutos ahí sólo sintiendo la compañía de la otra. Quizá todavía asimilando lo que había pasado en el baño una hora atrás. No porque fuese malo sino porque sabíamos que esto era un enorme paso en nuestra relación. Me cuesta creer que a mis diecisiete años haya encontrado al amor de mi vida. -Te amo.- Sonreí espléndidamente al escuchar la voz de mi novia. -Te amo.- Respondí descansando mis labios sobre su frente. –Más de lo que imaginas.-Nunca lo olvides.-Oh, cariño, créeme que es algo que nunca podría olvidar.-¿Te casarías conmigo?- De nuevo el fantasma que gustaba de ahorcar a las personas. Comencé a toser y me moví tan bruscamente que hice que Ana cayera al piso. Ella se puso de pie rápidamente para revisarme. -¿Estás bien?-No. Gracias.- Entonces comprendió y se echó a reír. –Me alegra que te cause gracia.-No te estaba proponiendo matrimonio, Lara.- Con cuidado regresó a su posición original. –Quiero decir que si soy el tipo de persona con la que te gustaría, algún día, formar una familia.- La apreté fuerte a mí. -Ana, eres el tipo de persona con la que quiero hacer todo en esta vida.- Me veía atenta por lo que tenía sus labios a milímetros de los míos. –Y sí, eso incluye casarme, tener hijos, mascotas que me saquen canas verdes y un ridículo jardín lleno de flores.- Me sonrió. -No olvides la chimenea.-Cierto.- Apenas logramos unir nuestros labios cuando fuimos interrumpidas. -A cenar, Ana.- Dijo el señor Cardozo con una enorme sonrisa. ¿Quieres que te traiga la cena, Lara?-Iré a la mesa, gracias.-¿Segura?- Preguntó la rubia. Asentí. –Bien, vamos a cenar.- Con la
ayuda de ambos pude llegar sin tanto dolor a la cocina. Ana rápidamente me sirvió unos cuantos hot-cakes y malteada de chocolate. Llevó un segundo plato y se sentó a mi lado. -¿Cómo te sientes, dulce Lara?-Mejor, señor. Creo.- Rió. -¿Crees?-No me siento tan jodida como ayer, creo que es un avance.-Lo es.- Me sonrió. –Tenemos que tomar cartas en el asunto o esto se saldrá de control.- Creo que no puede salirse más de control. -¿Qué puede hacer?-No lo sé todavía... algo se nos ocurrirá.- Deseché la propuesta de usarla de piñata. La cena transcurrió tranquilamente entre pláticas superficiales sobre la escuela, el equipo de voli, el torneo de la otra semana; el recordar eso sólo logró que recordara lo enojada que estaba con Olivia. Hija de puta, todavía me iba a conocer enojada. Tenía razón el señor Cardozo, esto no quedaría así. Con mucho cuidado me regresaron a la cama. Ana me ayudó a ponerme un suéter ya que la noche era fría. Después desapareció en el baño para luego salir con sus pijamas y una playera negra simple. Se acomodó en mi pecho, sus dedos jugaban con mi cuello y los míos acariciaban su cabello. Me veía haciendo esto por el resto de mi vida junto a ella. La amaba, ella me amaba no necesitaba saber más. El mañana dejó de importarme, sólo quería disfrutar de cada segundo junto a mi chica. -Lo que pasó en el baño...- Comenzó la rubia. –Una parte de mí creí que nadie nunca me tocaría.-¿Por qué?-Porque tengo mucho miedo, Lara... sé que eres tú, que nunca me lastimarías pero... no lo puedo evitar... es mucho... imágenes de él vienen a mi mente y me bloqueo.-¿Por eso preguntaste qué se sentía?- Asintió. –Lo que pasó es lo más íntimo que he vivido, Ana. Fue algo tan especial y maravilloso que lo guardaré por siempre en mi memoria. Y pasará de nuevo cuando tú lo decidas. No te presionaré, cariño.- Meditó un momento. -También creía que cuando alguien supiera lo que pasé... se alejarían... o les daría asco tocar a alguien... sucio.-¿Todavía lo crees?- Se tensó. -¿Ana?-He ido progresando pero todavía hay mucho por delante...-¿Qué cosas...?-Quererme más, aceptarme con todo el equipaje, creer que no soy... una creación de él.-No lo eres.- Dije de inmediato. –No tienes nada de él; si tuvieras, al menos, una pizca de él no te amaría como lo hago.-
-Mi ángel.- Se abrazó más fuerte a mí. -Mi amor.- Descansé mis labios sobre su cabello y en cuestión de segundos caí en un profundo sueño. Mi futuro estaba plagado de imágenes de Ana y míos peleando por el color de la casa, el colchón, el tipo de cosas que tendríamos en nuestro hogar, los programas de tele que veríamos. Me veía haciendo muchas cosas con ella y me llenaba de emoción el pensar en pasar mi vida junto a mi rubia. Sin embargo mi futuro cercano tenía un nombre que aborrecería por el resto de mi vida y unos letales ojos azules que se arrepentirían de haberlos puestos sobre mí y mi novia. Olivia va a conocer de lo que es capaz Lara Orozco.
A/N Mis muy queridos lectores, I'm fucking back. Agradezco los mensajes de aliento que recibí durante la semana y créanme que fueron muy útiles. Pasé y todavía sigo con estragos de un virus que me atacó, aparentemente, durante mis vacaciones; tarda unos días en incubar y luego se desata. El terrible dolor que de por sí trae esto más lo afectado que tengo mi brazo fue una combinación horrible. Agradezco aún más a las personas que entienden que no vivo de esto. De momento, sigue siendo un hobbie y la mayor parte de mi energía se enfoca en las actividades que son redituables para mí y que me dan para vivir medianamente bien. Así que estaré enfocada en mi nueva carga de trabajo y la escritura se dará cuando tenga tiempo libre. La escritura ha sido mi fuga, mi vía de escape de una realidad que a momentos me abruma y sobre todo ha sido algo muy personal pero gracias al @elcirculcolibri he tenido la oportunidad de trabajar con gente muy talentosa y la he pasado muy bien pero debo enfatizar que lo que estoy haciendo con @xiion17 no tiene madre. Es una chica sumamente creativa y estoy disfrutando enormemente trabajar con ella. Por lo que los invito a leer "Almas Capturadas" en la página del Círculo. Les prometo que no se van a arrepentir ;) Y por último, algunos de ustedes comentan que les gustaría ver en pantalla esto (llora de emoción) así que, propongan actores que les gustaría que interpretaran a las chicas :) Y poniendo de cabeza a algunos santos y haciendo danzas aztecas, mayas, zapotecas y todo lo demás, quizá, algún día se pueda dar. (Soñar no cuesta nada) Espero esta vez no me dejen en palomita azul -.*Mi capítulo favorito hasta ahora*
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