LA FUERZA DEL CENTRO VACIO. Bert Hellinger

July 28, 2019 | Author: lalore10 | Category: Soul, Movimiento (Física), Conocimiento, Amor, Comprensión
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Los Ordenes del Amor...

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LA FUERZA DEL CENTRO VACIO

La epistemología fenomenológica en Psicoterapia  Bert Hellinger  Traducción: Sylvia Gómez Pedra

El tema de mi ponencia es: La fuerza del centro vacío – La epistemología fenomenológica en Psicoterapia. Hace ya años, describí en varias historias el significado de estos términos. Para empezar, les contaré una de ellas. Se titula: El entendimiento Un hombre quiere saberlo, por fin. Se monta en su bicicleta, se va al campo abierto y, lejos de lo habitual, encuentra otro sendero. Ahí no hay indicaciones, y así se fía de lo que con sus ojos ve delante de sí, y de lo que su paso puede recorrer. Le impele una cierta alegría de descubrir, y lo que antes más bien era un presentimiento para él, ahora se torna certeza. Pero después, el sendero termina a orillas de un río ancho, y  el hombre baja de su bicicleta. Sabe que si aún quiere seguir más allá, tendrá que dejar en la orilla todo lo que lleva encima. Entonces perderá su terreno firme y será llevado e impulsado por una fuerza que puede más que él, de manera que tendrá que confiarse a ella. Y por eso vacila y retrocede.  Al dirigirse de nuevo hacia su casa, se da cuenta de que sólo sabe poco de las cosas que ayudan, y que le es difícil de transmitir a otros. Demasiadas veces le ha pasado lo de un hombre que sigue a otra bicicleta, cuyo guardabarros golpetea. Le grita: -¡Eh, tú! ¡Tu guardabarros golpetea! -¿Qué? -¡Tu guardabarros golpetea! -¡No te entiendo! -responde el otro- ¡Mi guardabarros golpetea! „Algo ha ido mal aquí', piensa. L uego pisa el freno y da la vuelta. Poco después, pregunta a un maestro anciano: -¿Cómo haces tú, cuando ayudas a otros? Muchas veces vi enen a verte personas, pidiéndote pidié ndote consejo en asuntos de los que sólo sabes poco. Pero después se enc uentran mejor. El maestro le dice: -No depende del saber, si uno se para en el camino, y no quiere seguir adelante. Porque busca seguridad, donde se pide valor, y libertad, donde la verdad ya no le deja elección. Y así va dando vueltas. El maestro, sin embargo, resiste al pretexto y a la apariencia. Busca el centro, y allí recogido espera -como uno que extiende las velas ante el viento-, si acaso le alcanza una palabra eficaz. El otro, al acercarse a él, lo encuentra allí donde él mismo tiene que llegar, y la respuesta es para ambos. Ambos son oyentes.  Y aún añade: -El centro se distingue por su levedad. Epistemología científica y epistemología fenomenológica Son dos los movimientos que llevan a la comprensión. El uno se extiende, pretendiendo abarcar lo desconocido hasta poseerlo y poder disponer de e llo. De esta índole es el esfuerzo ci entífico, y bien sabemos lo mucho que ha contribuido a cambiar, a asegurar y a enriquecer nuestro mundo y nuestra vida. El segundo movimiento resulta cuando, aún durante el esfuerzo de tender nuestro pensar, nos paramos y, de algo concreto que podríamos captar, dirigimos la mirada a un conjunto. Es decir, la mirada está dispuesta a asimilar simultáneamente lo mucho que ante ella se extiende. Entregándonos a este movimiento, por ejemplo, ante un paisaje, o una tarea, o un problema, nos damos cuenta de cómo nuestra mirada a la vez se llena y se vacía. Ya que únicamente podemos exponernos a la plenitud y resistir su impacto prescindiendo de los detalles. Para ello nos detenemos en el movimiento que se lanza, retirándonos un poco hasta llegar a aquel vacío capaz de resistir la plenitud y la gran variedad. Este movimiento que se detiene y después se retira, lo defino como fenomenológico. Éste nos conduce a otras comprensiones que el movimiento que se lan za hacia el entendimiento. entendimie nto. Ambos, sin embargo, se complementan. Ya que también en el movimiento que se extiende hacia el entendimiento científico, a veces tenemos que detenernos para dirigir nuestra mirada de lo estrecho a lo amplio, y de lo próximo a lo lejano. Por otra parte, también la comprensión lograda mediante el procedimiento fenomenológico requiere la comprobación en lo individual y más próximo. El proceso En el camino de la epistemología fenomenológica, la persona se expone a la gran variedad de fenómenos ante un determinado horizonte, sin seleccionar ni valorarlos. Así, pues, este camino del entendimiento requiere que la persona se vacíe, tanto en relación a las ideas que hasta ese momento albergaba, como también en relación a los movimientos interiores, sea a nivel emocional, voluntario o de juicios. Aquí, la atención está a la vez orientada y no orientada, centrada y vacía.

La actitud fenomenológica requiere una disposición atenta para actuar, pero sin pasar a la realización. Gracias a esta tensión, nuestra capacidad y nuestra disposición para la percepción se potencian extraordinariamente. Quien logra sostener esta tensión, al cabo de un tiempo experimenta como lo mucho que con su horizonte abarca, se va formando alrededor de un centro, y de repente descubre un contexto, quizás un orden, una verdad, o el paso que le lleva más allá. Esta comprensión viene de fuera, para así decirlo, se experimenta como un regalo y, por regla general, es limitada. Libre de intenciones La primera premisa para la comprensión lograda de esta forma es una actitud desinteresada. Quien guarda intenciones, aborda la realidad con contenidos propios, pretendiendo, quizás, cambiarla de acuerdo con una imagen preconcebida, o influir y convencer a otros según esta imagen. Pero así actúa como si frente a la realidad se hallara en una posición superior, como si ella fuera el objeto para su sujeto, y no al revés, él el objeto de la realidad. Aquí se evidencia la renuncia que nos exige el desistir de nuestras intenciones, incluso de nuestras buenas intenciones. Aparte de que también la sensatez exige esta renuncia, ya que, como muestra la experiencia, aquello que obramos con buenas intenciones, e incluso con la mejor de las intenciones, frecuentemente sale mal. La intención no sustituye a la comprensión. Libre de temor La segunda premisa para esta comprensión es una actitud libre de temor. El que siente miedo de lo que la realidad saca a la luz, se pone anteojeras. Y el que siente miedo ante lo que otras personas pensarán y harán si él comunica lo que percibe, se está cerrando ante cualquier comprensión ulterior. Y quien, como terapeuta, tiene miedo de encarar la realidad de un cliente, por ejemplo la realidad de que sólo le queda poco tiempo, acaba infundiendo miedo al otro, porque éste ve que el terapeuta no está a la altura de esa realidad. La concordancia Una actitud libre de intenciones y de temor permite la concordancia con la realidad tal como es, también con su lado temible, arrollador y terrible. Por tanto, el terapeuta está en concordancia con la felicidad y la desdicha, con la inocencia y la culpa, con la salud y la enfermedad, con la vida y la muerte. Pero justamente de esta concordancia gana la comprensión y la fuerza de enfrentarse también a la fatalidad, y en concordancia con esta realidad, a veces puede darle un giro. También a este respecto contaré una historia: Un discípulo se dirigió a un maestro: -¡Dime lo que es la libertad! -¿Qué libertad? -le preguntó el maestro. -La primera libertad es la necedad. Se asemeja al caballo que, relinchando, derriba a su jinete. Pero tanto más fuerte siente su mano después. La segunda libertad es el arrepentimiento. Se asemeja al timonel que se queda en el barco naufragado, en vez de bajar al bote salvavidas. La tercera libertad es el entendimiento. Ella viene después de la necedad y después del arrepentimiento. Se asemeja a la brizna que se balancea con el aire y, porque cede donde es débil, se sostiene. El discípulo preguntó: -¿Esto es todo? Replicó el maestro: -Algunos piensan que son ellos mismos los que buscan la verdad de su alma. Pero la Gran Alma piensa y busca a través de ellos. Al igual que la Naturaleza, puede permitirse muchos errores, ya que sin esfuerzo sustituye a los jugadores equivocados por otros nuevos. A aquél, sin embargo, que deja que sea ella la que piense, a veces le concede algún margen de movimiento, y como el río lleva al nadador que se entrega a sus aguas, también ella lo lleva a la orilla, uniendo sus fuerzas a las de él. Fenomenología filosófica  Ahora quisiera decir algo acerca de la fenomenología filosófica y de la fenomenología psicoterapéutica. En la fenomenología filosófica se trata de percibir lo esencial de entre la gran variedad de fenómenos, exponiéndome a ellos por completo, con mi mayor superficie, para así decirlo. Este algo esencial surge repentinamente de lo oculto, como un relámpago, y siempre sobrepasa en mucho aquello que yo podría imaginarme o llegar a entender lógicamente, partiendo de premisas o conceptos. A pesar de todo, nunca es completo. Sigue envuelto por lo oculto, como todo ser por e l no-ser. Ésta fue la actitud que me llevó a comprender los aspectos esenciales de la conciencia, por ejemplo, que ésta actúa como un órgano del equilibrio sistémico que me permite percibir inmediatamente si me encuentro en concordancia con el sistema, o no; si aquello que hago me conserva y asegura la pertenencia, o si pone en peligro y menoscaba mi pertenencia. Por tanto, en este contexto, la buena conciencia no significa más que: puedo estar seguro de que aún formo parte del grupo. Y la mala conciencia significa: tengo que temer que ya no formo parte del grupo. Así, pues, la concie ncia tiene poco que ver con leyes y verdades siempre válidas, sino que es relativa y variable de grupo en grupo.

De la misma manera también comprendí que la conciencia reacciona de manera totalmente distinta donde no se trata del derecho a la pertenencia tal como acabamos de describirlo, sino del equilibrio entre dar y  tomar, y que aún reacciona de otra forma cuando vela por los órdenes de la convivencia. Cada una de estas funciones de la conciencia se controla y se impone mediante diferentes sentimientos de inocencia y de culpa. Sin embargo, la diferencia más importante que se mostró fue la distinción entre la conciencia que sentimos y  la conciencia oculta. Así, justamente por seguir a la conciencia que sentimos, atentamos contra la conciencia oculta, y aunque por la conciencia que sentimos nos creamos inocentes, la conciencia oculta castiga este acto como una culpa. El contraste entre estas dos conciencias es la base de toda tragedia, lo cual, en el fondo, no quiere decir otra cosa que tragedia familiar. Esta disonancia lleva a aquellas implicaciones trágicas que en el seno de la familia producen enfermedades graves, accidentes y suicidios. Y también es esta diferencia la culpable de muchas tragedias relacionales, cuando una relación de pareja se rompe a pesar de todo amor. Fenomenología psicoterapéutica  Ahora bien, estas comprensiones no pudieron lograrse únicamente a través de la percepción filosófica y de la aplicación filosófica de la epistemología fenomenológica. Aún pedían otro acceso más, acceso que yo suelo llamar saber participativo. Este acceso se abre a través del trabajo con constelaciones familiares siempre que éste se realice de forma fenomenológica. Para configurar la constelación de su familia, el cliente, de entre un grupo de participantes arbitrariamente elige a representantes para sí mismo y para los demás miembros significati vos de su familia, por ejemplo, el padre, la madre y los hermanos. A continuación, centrándose en su intuición, los posiciona en un espacio abierto, relacionándolos según su imagen interior. A través de este proceso, de repente surge algo que le sorprende. Es decir, durante el proceso de configuración entra en contacto con un saber que antes le era inaccesible. Así, hace poco, un compañero me contó que a raíz de una constelación se evidenció que la cliente tenía que representar a una amiga anterior del padre. Ella preguntó al padre y a otros familiares, pero todos le aseguraron que estaba equivocada. Unos meses más tarde, su padre recibió una carta desde Bielorrusia. Una mujer que durante la guerra había sido su gran amor, tras una larga búsqueda había conseguido, por fin, averiguar su dirección. Pero ésta es sólo una parte, la del cliente. La otra parte es que los representantes, una vez se encuentran configurados, sienten como las personas que representa n. A veces también desarrollan los síntomas físicos de éstos. Incluso he visto casos en los que i nteriormente oían los nombres de aquellas personas. Todo esto se  vive sin que los representantes tengan ninguna información previa de aquella familia, úni camente saben a quiénes representan. Se evidencia, pues, que entre el cliente y los miembros de su sistema actúa un campo de fuerza lúcido que hace posible acceder a un saber sin ninguna transmisión exterior y, lo cual resulta aún más sorprendente, también los representantes, que por lo demás no tienen nada que ver con esa familia ni tampoco pueden saber nada de ella, pueden conectar con ese saber y con la realidad de esa familia. Naturalmente y de manera muy especial, lo mismo se aplica también al terapeuta; con la única condición de que tanto el terapeuta como el cliente y los representantes estén dispuestos a encarar la realidad que aquí se está abriendo paso, asintiendo a ella tal como es, sin intenciones ni miedos, y sin remontarse a teorías o experiencias anteriores. Ésta sería, pues, la actitud fenomenológica aplicada a Psicoterapia. También aquí, la comprensión se halla en la renuncia, en el desprendimiento de toda intención, y en el asentimiento a la realidad tal como se presenta. Sin esta actitud fenomenológica, es decir, sin el asentimiento a aquello que se muestra, sin querer exagerar ni mitigar o interpretarlo, el trabajo con constelaciones familiares no se mueve más que en la superficie, cayendo en el error con facilidad y careciendo de fuerza. El alma  Aún más sorprendente que este saber transmitido a través de la participación, es el hecho de que este campo consciente o, como yo prefiero llamarlo, este alma consciente que sobrepasa y dirige al individuo, busca y  encuentra soluciones que superan en mucho aquello que nosotros podemos imaginar, produciendo efectos de un alcance inaccesible para nuestro actuar planificado. Esto se muestra más claramente en aquellas constelaciones en las que el terapeuta se retiene al máximo, por ejemplo, configurando a personas importantes para después, sin ninguna indicación ulterior, abandonarlas a aquello que desde fuera se apodera de ellos como una fuerza irresistible, conduciéndolos a comprensiones y experiencias que de otra manera parecerían imposibles. Les aportaré un ejemplo: cuando, en un taller reciente en Suiza, un hombre, después de configurar su familia actual, dijo que aún quería mencionar que era judío, elegí a siete representantes para las víctimas del Holocausto, colocándolas en fila, los unos al lado de los otros. Después, detrás de ellos, coloqué a siete representantes de los asesinos, y les pedí a las víctimas que se giraran hacia éstos. A continuación, durante un cuarto de hora y sin que nadie pronunciara ni una palabra, se desarrolló un proceso increíble entre todos ellos, proceso que evidenció la existencia de algo así como una muerte no concluida y una muerte concluida, mostrando claramente que para víctimas y perpetradores el morir no se concluía hasta que en la muerte se encontraban, experimentándose igualmente determinados, dirigidos y finalmente acogidos por una fuerza superior.

Fenomenología religiosa  Aquí, los niveles de la Filosofía y de la Psicoterapia se sustituyen por otro, más extenso, en el que nos experimentamos como expuestos a un Todo mayor que necesariamente tenemos que reconocer como un Último que determina a todos. También podría llamarse el nivel religioso o espiritual. Pero también aquí me mantengo en la actitud fenomenológica, sin intenciones, sin temor, sin condiciones previas, simplemente con aquello que se muestra. Lo que esto significa para la comprensión y la realización religiosas, lo describo al final en una tercera historia: La vuelta  Alguien nace en su familia, en su país y su cultura, y ya de niño oye quién, hace tiempo, fue su modelo y su maestro, y siente el profundo anhelo de hacerse y de ser como aquél. Se une a un grupo de iguales, se ejercita en una disciplina de largos años, y sigue al gran modelo hasta ser idéntico a él, y pensar y hablar y sentir como él. Pero una cosa, piensa, aún le falta. Así emprende un largo camino para, quizás, aún superar en la soledad más lejana, una última frontera. Pasa por jardines antiguos, largamente abandonados. Aún florecen rosas silvestres y altos árboles traen su fruto cada año, pero éste cae al suelo sin cuidado por no haber nadie que lo quiera. Después comienza el desierto. Pronto le rodea un vacío desconocido. Le parece como si aquí cualquier rumbo fuera indiferente, y también las imágenes, que a veces ve delante de sí, pronto se muestran vacías. Camina siguiendo su impulso, y  cuando ya hace tiempo que no se fía de sus sentidos, de repente ve el manantial: brota de la tierra, y la tierra lo vuelve a recibir. Pero allí donde su agua llega, el desierto se convierte en un paraíso.  Al mirar a su alrededor, ve a dos desconocidos que se acercan. Ellos hicieron lo mismo que él: como él emprendieron un largo camino para, quizás, aún superar en la soledad del desierto una última frontera; y encontraron, como él, el manantial. Juntos se agachan,  beben de la misma agua, y ya creen la meta casi conseguida. Después, se confían sus nombres: -Yo soy Gautama, el Buda. -Yo soy Jesús, el Cristo. -Yo soy Mahoma, el Profeta. Después, llega la noche y encima de ellos, como siempre, destellan las estrellas, inalcanzables en su lejanía y  en su quietud. Todos enmudecen, y uno de los tres se sabe cerca de su gran modelo como nunca. Le parece como si por un momento pudiera intuir cómo se sentía cuando lo supo: la impotencia, la inutilidad, la humildad, y cómo debería sentirse si también conociera la culpa.  A la mañana siguiente, da la vuelta y sale salvo del desierto. Una vez más su camino le lleva por los jardines abandonados, hasta acabar en uno que es el suyo. Delante de la entrada se encuentra un hombre mayor, como si lo hubiera estado esperando. Le dice: -Quien, como tú, de tan lejos encontró el camino de vuelta, ama la tierra húmeda. Sabe que todo, si crece, también muere, y si acaba, también nutre. -Sí -responde el otro -estoy de acuerdo con la Ley de la Tierra.  Y empieza a trabajarla

LAS CONSTELACIONES FAMILIARES COMO FILOSOFÍA APLICADA, CONFERENCIA DE BERT HELLINGER 

Pronunciada en el Seminario “Sanar y Soltar” del 9 al 11 de febrero de 2004, en Garmisch-Partenkirchen /  Alemania. (Estilo coloquial – grabado en vivo durante la conferencia) Traducción: Ruth Junker Hellinger: Cuando observo cómo se han desarrollado las Constelaciones Familiares, desde el primer libro que editó Gunthard Weber, y cómo se extendieron, no sólo aquí, sino también en otros países, de una manera que a veces nos corta el aliento, percibo, que detrás de este movimiento, actúa una fuerza poderosa, algo bueno, que nos ha tomado – a mí y a Uds., a su servicio. Por eso, lo que estamos haciendo, independientemente de aquello que imaginamos que estamos haciendo ... bueno, lo que quiero decir es: este movimiento nos arrastra, irresistiblemente. Nadie lo puede detener. Esta fuerza es difícil de resistir  y aquellos, que desde su pequeña mente piensan, que siempre tienen que dirigir todo, no lo entienden. Pero también ellos están al servicio de este gran movimiento, porque, esta es mi convicción y se corrobora cuando miramos las cosas como son, lo divino o la potencia primaria, esa fuerza que mueve al mundo, quiere el conflicto. Sólo nosotros anhelamos la eterna paz en un reino de ilusión, donde nos saciamos y nos quedamos inmóviles, estancados. No, lo creativo está siempre en movimiento en contra de las resistencias. Recién ante las resistencias lo viviente gana su pleno potencial . …

Cuando me entero de cuántos variados Talleres son ofrecidos en este S eminario por tantos colegas de larga experiencia, pienso: ¡Maravilloso, qué desarrollo! Cada uno aporta al Todo algo muy especial. Sólo  por esta plenitud, este caudal de diferencias, las Constelaciones Familiares se están desarrollando con una riqueza extraordinaria y todoscolaboran con su experiencia personal y con sus enredos personales, como también con sus capacidades y sus limitaciones.  Ahora estoy pensando: ”soy uno entre tantos, que también trabajo con esto”.

LAS CONSTELACIONES FAMILIARES COMO PSICOTERAPIA   Ahora quiero decir algo sobre las Constelaciones Familiares desde mi experiencia, sobre su desarrollo y  cómo sigue este movimiento. Al principio las Constelaciones Familiares eran una especie de psicoterapia. Las ofrecíamos en el marco de la psicoterapia para personas que estaban buscando psicoterapia. Muchas  veces eran personas enfermas de cuerpo y alma. Las Constelaciones Familiares les ayudaban. Desde nuestra formación psicoterapéutica aportábamos nuestra actitud  y esto le dio un sello especial a las Constelaciones Familiares desde un comienzo. ¿Cuál era nuestra actitud? Se basaba en la suposición: aquí hay un cliente que está necesitado y aquí hay un terapeuta, que le puede ayudar. Este se preparó con diferentes métodos y ahora conoció las Constelaciones Familiares y las aplica con el concepto de la psicoterapia. No como terapia individual, sino con un enfoque de terapia familiar. Y nosotros, como terapeutas, hacíamos algo. Fuimos entrenados para hacer algo, intervenir según nuestros conocimientos.  Así configurábamos también a las familias. Pedíamos al cliente que elija y configurara representantes, luego interveníamos según nos parecía oportuno de acuerdo a nuestras formaciones anteriores y según lo que aprendimos de los Órdenes del Amor y los ví nculos dentro del Sistema Familiar, c on el propósito de encontrar una solución. Primero mirábamos el problema y después buscábamos una solución. Esto fue de mucha bendición. CAMINANDO CON EL ALMA  Luego se manifestó que los representantes tenían una función más importante de lo que suponíamos en un principio. Se pudo observar que los representantes estaban en un contacto muy inmediato con un campo más amplio y pudieron desde allí traer a la luz algo, que iba más allá de lo que habíamos descubierto como Órdenes del Amor. Los representantes pudieron hacerlo, siguiendo un impulso que los ponía en movimiento. De pronto estábamos confrontados con situaciones nuevas y con movimientos nuevos. Estos movimientos muchas veces contradecían nuestros conceptos preconcebidos.  Algunos entonces sentían la necesidad de interrumpir tales movimientos, en vez de esperar y observar lo que se iba manifestando. Pasó cierto tiempo hasta que pude darme cuenta – estoy hablando de mí ahora – que si yo soporto la espera y me abro a lo que se muestra, llego a profundidades que superan de lejos cualquier psicoterapia. De pronto estoy en contacto con fuerzas del destino ante las cuales me siento

impotente. De pronto vemos, por ejemplo, que alguien es atraído fuertemente hacia la muerte. ¿Qué hacemos entonces? O alguien se siente culpable de la muerte de otro. ¿Con qué método aprendido de la psicoterapia podemos intervenir aquí? ¿O estamos llegando a un límite en nuestros intentos de ayuda donde el “no hacer”, el ”soltar” se hace imperante? Donde, recién cuando dejamos de actuar, comienza la auténtica ayuda. Una nueva fuerza toma la conducción. Yo me entrego a esa fuerza, y de repente encuentro ese saber – me doy cuenta si tengo que intervenir o no, si tengo que hacer algo, y en tal caso, qué es lo que tengo que hacer. Aún cuando en un momento parece absurdo. Pero yo voy con el movimiento, y  entonces se muestra, se despliega algo, que de ninguna manera se podía prever. Bueno, esto va más allá de la Terapia Familiar y más allá de toda terapia. Lo que comenzó con las Constelaciones Familiares se transforma ahora en un Caminar con el Alma. ¿Cuál alma? No con la propia., no con la del cliente, ni con la del representante, sino con el alma que actúa en todos al mismo tiempo. Cuando llegamos a una sintonía con aquella alma, sentimos paz. Nos hemos detenido frente a lo inconmensurable y este inconmensurable se nos acerca en el resultado. EL CAMINAR CON EL ESPÍRITU

Pero, como sucede en la vida, todo fluye. Yo había pensado que el Caminar con el Alma (conocido como  Movimientos del Alma) había sido la conclusión de estos descubrimientos. Pero no fue así. De pronto me di cuenta que las experiencias que habíamos hecho con las Constelaciones Familiares y los Movimientos del Alma nos llevaban a un conocimiento que demandaba de nosotros un accionar, que excedía los fundamentos alcanzados hasta este momento. Y ¿qué es lo nuevo ahora? Más allá de las Constelaciones Familia res y los Movimientos del Alma yo ahora cami no con el Espíritu. De pronto este trabajo se convierte en Filosofía Aplicada. En vez de llevar nuestra mirada hacia los sentimientos y a lo que percibimos a través de ellos, ahora entra el plano del Espíritu y demanda un accionar diferente al Caminar con el Alma. Lo explico con un ejemplo. Un cliente tiene quejas sobre sus padres o se lamenta de los padecimientos sufridos en la infancia, todo lo malo que vivió. Al principio trabajábamos con la empatía, y teníamos la actitud: “Vamos a ver, cómo le podemos ayudar. Pero si pienso filosóficamente, desde el espíritu (en español posiblemente diríamos “mente”, R.J.), no existe nada malo. Si detrás de todo actúa una potencia creativa, no existe nada que se le pueda oponer. Por lo tanto ahora miro la situación filosóficamente y exijo del cliente que también él mire su situación filosóficamente y que diga: “Sea como fuere lo que pasó ... Gracias. Lo tomo como una fuerza. Yo tomo a estos padres, como los

especiales, que me han dado esta fuerza especial, importante para mi vida. De pronto todo lo pasado se ilumina – se transforma en algo valioso. ¿Cómo actúa ahora el terapeuta? Bueno, ya no es terapeuta, ahora es un filósofo. El no siente lástima. Al contrario, él asiente a la realidad tal como es o como fue. Entonces se liberan  potenciales , que van mucho más allá de la psicoterapia. Enfoquemos a los padres. Desde el punto de vista filosófico toda pareja de padres es perfecta. Mirándolos con simple sentido común también vemos que a quello por lo que son padres, eso lo rea lizaron a la perfección, sin que falte nada. Por esa razón merecen el mayor respeto, por haber servido a la Vida de esta manera ... Por lo tanto, filosóficamente, como filósofo, yo tomo a estos padres como a Dios – sea lo que fuere su significado – dentro de mi corazón, sin distinción. En ese momento, súbitamente, me encuentro en otro nivel, donde el horizonte es el infinito..  Ahora voy a mostrar mi trabajo aquí, ante Uds. Y lo voy a hacer en la nueva modalidad – voy a caminar con el Espíritu. Ustedes tendrán la oportunidad de interiorizarse de este procedimiento y se darán cuenta hasta qué punto son capaces y están dispuestos para esta modalidad de trabajo. No existe la  perfección. Todo está en movimiento. Las Constelaciones Familia res como fueron y los Movimientos del Alma, todo es igualmente valioso. Todo pertenece a l mismo movimiento. Aquél que tomó contacto con este trabajo y se abrió a él, reconoce y siente que tiene que crecer. A través de este trabajo somos llevados a crecer internamente. Y con esto nos damos cuenta que aquí no se trata solamente de sanación o resolución de problemas. Al final estamos hablando de la vida y su plenitud. Lo que hacemos, sirve a la vida tal como ella, desde su esencia, quiere desarrollarse. LOS ORDENES DEL ESPÍRITU Pregunta: ¿Qué es eso lo que tu denominas “espíritu” y qué es el filósofo? Cuando configuramos familias nos dejamos guiar por algo que se puede percibir. Desde la experiencia reconocemos distintos patrones dentro de los vínculos personales. Las Constelaciones Familiares tratan sobre vínculos. Allí observamos que los vínculos dependen de ciertos órdenes, como también el cuerpo, para per-manecer sano, debe seguir ciertos órdenes. Nosotros aceptamos esos órdenes y nos comportamos de acuerdo con ellos. Pero ¿de dónde provienen esos órdenes? ¿Del cuerpo? No. ¿Del Alma? Tampoco. Porque el alma también sigue diversos órdenes. Por lo tanto debe existir algo que es anterior a esos órdenes y los determina. Luego existe el espíritu, el espíritu humano. Pero también éste sigue órdenes. Emanuel Kant, cuyo aniversario de muerte se conmemora en estos días, describió los Ordenes del Pensamiento. Sólo podemos pensar dentro del marco de ciertos órdenes. Kant los denomina Categorías. Las categorías de Espacio y Tiempo nos son impuestas, tanto como las de Causa y Efecto. Sólo podemos pensar dentro de

estas Categorías. También la Lógica sigue ciertos preceptos que están preestablecidos. Por lo tanto nuestro espíritu, si bien supera a nuestra alma, debe seguir ciertos órdenes. Por lo tanto debe existir algo que postula – mejor dicho: establece estos órdenes. Cuando miro al mundo filosóficamente, encuentro que todo está en movimiento. Todo es movimiento. Nada es firme. Por lo tanto detrás de todos estos movimientos debe existir un Movimiento Primordial, que mantiene en movimiento a todo lo demás y lo condiciona. Ella es la Fuerza Creativa Primordial. Creativo significa siempre que algo está en movimiento. Lo estático no puede ser creativo, solamente algo que está en movimiento. Esa Fuerza Primordial es la que determina los órdenes.  Ahora sucede algo extraño. Cuando miramos los Movimientos del Alma, observamos de pronto que se muestra un desorden, un desorden en el sentido de cómo hasta ahora comprendemos los órdenes. En los Movimientos del Alma sucede de repente algo creativo que produce un nuevo orden. Cuando acompañamos este Movimiento del Alma nos ponemos de pronto en contacto con este espíritu y  nos movemos con los Movimientos del Espíritu. Eso sería lo importante ahora. LA FILOSOFÍA , esa era la otra pregunta, por supuesto yo no me refiero aquí a aquella filosofía como está enquistada en algunas cabezas hoy en día. Yo miro hacia la filosofía en su sentido original. ¿Qué hacían los antiguos filósofos? Ellos se independizaron de los conceptos que estaban en boga en su época, de los mie-dos, de los mitos, de las creencias y miraron al mundo como es – sin prejuicios y sobre todo sin miedo.  Así obtuvieron nuevos conocimientos, pero esos conocimientos no eran abstractos, sino que estaban dirigidos hacia la acción, hacia la realización, basándose en esos nuevos conocimientos. Por eso los nuevos conocimientos se afianzaban con los efectos que producían. Un conocimiento es vacío si no lleva a la acción y es probado en ella. La filosofía en su origen era plena y estaba totalmente al servicio de la vida. Tomemos por ejemplo a Heráclito, uno de los grandes. El pronuncia frases simples con amplios efectos, si los sabemos comprender. Por ejemplo la frase : ”Todo fluye”, lo que esto puede significar lo expliqué anteriormente de cómo se desarrollaron las Constelaciones Familiares. O veamos la frase : ”Nadie entra dos veces en el mismo río”, por ejemplo, la podemos aplicar diciendo: Nadie hace dos  veces la misma Constelación. Eso no existe. Eso significa que todo lo que aprendimos sobre las Constelaciones Familiares en un caso específico, sirve poco, porque el río que se contempló hace un rato y que se guarda en la memoria ya fluyó hacia otros parajes. De esta frase simple y de su compresión se derivan extensas conclusiones.  A este lugar corresponde también la frase irritante: “La guerra es la madre de todas las cosas”. Sin guerra no hay progreso. Esto anula muchos de nuestros conceptos, por ej. nuestra idea sobre Dios y  sobre nuestros propósitos sublimes de salvar al mundo. Cuando nos damos cuenta que esta frase también es una indicación para el accionar  ( Handlungsanweisung en alemán, también podríamos traducirlo Manual de uso), nosotros nos comportaremos de distinta manera. Por ejemplo, cuando nos critican - agradecemos la crítica y no nos justificamos.  Al comienzo trabajábamos con las Constelaciones Familiares y los nuevos conocimientos que surgían a través de ellas, sin pensar mucho en las derivaciones que de ellos surgían. Pero las experiencias recogidas durante las Constelaciones nos mostraron que el mundo es diferente de cómo lo habíamos imaginado. Con las Constelaciones se descubrió que todo sistema tiene una instancia directriz que engloba a todos los participantes. No importa el nombre que se le de: conciencia común, alma común o campo mórfico. Ni  bien nos dimos cuenta de esto tuvimos que pensar de otra manera, por ejemplo sobre la conciencia y  consecuentemente también tuvimos que actuar de manera diferente. ¿Qué significan estos nuevos conocimientos para nuestro accionar renovado? De pronto se muestra algo que al comienzo de este Seminario se mencionó en el enunciado del tema en forma sucinta: “Ayudar y Soltar” La pregunta es entonces: ¿Qué debemos soltar cuando ayudamos? Pues cuando pienso filosóficamente y realmente veo que todo está dirigido por una fuerza mayor, en presencia de esta fuerza no existen los buenos o los malos. Esta distinción se diluye. Entonces, la ayuda es exitosa cuando suelto todos los juicios, los suelto por comprensión filosófica. Cuando un cliente dice: “fui violado” o “soy víctima de abuso”, algo se moviliza dentro de nosotros. Tomamos partido. Entonces no podemos ayudar. Pero si me muevo con el espíritu, entonces veo a los perpetradores en un mismo nivel que a las supuestas víctimas. Los veo como seres humanos de igual condición, de origen distinto, con implicaciones distintas, pero con el mismo derecho. Entonces, si en el momento donde escucho algo, me retiro un poco y le doy a cada uno de los actores un lugar en mi coraz ón, estoy ligado con el espíritu y recibo de allí, comprensión y fuerza que llevan hacia delante.

 Actualmente, cuando el trabajo de Constelaciones Familiares es atacado, es atacado por aquellos que hacen la diferencia entre víctimas y perpetradores, que quieren que se persigan a los últimos, convirtiéndose en asesinos en su alma. Estos ataques no son tan fáciles de aguantar. Pero si amplío esta comprensión adquirida también a ellos, también a ellos les doy un lugar en mi corazón – también ellos están en el espíritu. Lo que hago a partir de esto, esto es caminar en el espíritu.  Allí reside el futuro. Esto lleva a la reconciliación.  Y esto sirve a la vida y al progreso de la  vida. Tengo una pregunta más : ¿Cuando mi alma sufre bajo los Ordenes del Espíritu, a quién debo hacerle caso, al alma o al espíritu? La Reconciliación en el Espiritu  Voy a hacer una pequeña meditación. Pueden cerrar los ojos. Concéntrence primero. Cuando el alma sufre, dónde la sentimos en el cuerpo? N os dejamos llevar por el sufrimiento del alma hacia el lugar en nuestro cuerpo que también sufre. Entonces con el alma nos metemos en ese lugar del cuerpo, nos fusionamos con él y tratamos de sentir e indagar, hacia dónde se dirije la mirada. Quizás hacia una persona a quien he dañado, o hacia una persona que fue excluída o también puede ser una persona con la cual estoy enojada/o. Entonces en el espíritu miramos a la persona con amor - esperamos lo que esta persona o esta situación nos brinda como una dádiva, un regalo … y  lo incorporamos en nuestro cuerpo y en nuestra alma. Bien, algo más sobre el espíritu. El espíritu es liviano. El que camina en el espíritu es ágil; no agrega mucho peso a la tierra. Y apesadumbra al cliente sólo un poco. Y es feliz ante la realidad tal cual es. En definitiva, el andar en el espíritu facilita todo.

http://www.hellingerargentina.com.ar/ 

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