La Fuerza de La Respiración Consciente Mayo Junio 2020

April 21, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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N.º 102 - 2020

Revista de psicología y neurociencias Mayo / Junio 2020 · N.º 102 · 6,90 € · menteycerebro.es

Mente&Cerebro La fuerza de la respiración consciente Beneficios para el cerebro y la psique

COVID-19

Mente&Cerebro

Diseño del ­comportamiento para frenar la pandemia

Paraplejia

Avances para restablecer las funciones perdidas

Prematuros

La eficacia del método canguro

Método científico El problema de la significación estadística

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EN ESTE NÚMERO Prematuros

10 

El método canguro

Ante la falta de incubadoras, el médico Edgar Rey Sanabria, del Instituto Materno Infantil de Bogotá, tomó una medida contundente: colocó a los neonatos prematuros sobre el pecho desnudo de su madre durante todo el día. Por Lena Corner Entrevista

18 

«En neonatología ­volvemos a lo natural»

10

Ana Riverola, consultora sénior de neonatología del Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, explica que el Método Madre Canguro aporta beneficios tanto al niño como a los padres. Por Yvonne Buchholz Psicología social

22 

El comportamiento, una bala contra la COVID-19

Las estrategias que proponen las ciencias del comportamiento están desempeñando un papel crucial en el control de la pandemia del nuevo coronavirus. Por Manuel Armayones Paraplejia

58 

Volver a andar tras una lesión medular

22

Interfaces cerebro-computadora, células madre o medicamentos novedosos podrían ayudar a que las personas que han sufrido una lesión medular recuperen las funciones motoras perdidas. Por Sonja Klein SERIE: Nuevos métodos de la neurociencia (V)

64 

Iluminación del ­espacio extracelular

El método SUSHI permite obtener imágenes con alta resolución del espacio extracelular en el tejido cerebral vivo, lo que deja ver las células cerebrales y sus interacciones. Por Valentin Nägerl Estadística

72 

Abandonar la significación estadística

58

Más de 800 expertos solicitan que se deje de diferenciar las hipótesis científicas en categorías ­dicotómicas a partir del valor p. Por Valentin Amrhein, Sander Greenland y Blake McShane Syllabus: Psicología

78 

Psicología de la ingeniería

¿Cómo tienen que estar diseñados los dispositivos tecnológicos para que los entendamos fácilmente y nos divierta emplearlos? Por Manfred Thüring y Stefan Brandenburg Retrospectiva: Psiquiatría

88 

El error de la lobotomía

64

A mediados del siglo xx, los médicos sometieron a miles de personas a una intervención cerebral agresiva que se saldó con numerosas víctimas. Por Christian Wolf

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Encefaloscopio 

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Cerebro prehistórico / Personas transgénero / Moral infantil / ­Terapia grupal / Imagen atractiva / Soñar menos / Antidepresivos y empatía / Efectos de la ­meditación/ Hermanos mayores Avances 

30

COVID-19: Insomnio, depresión y ansiedad en el personal sanitario. Por Yvonne Buchholz Nacimiento de un circuito motor en vivo y en directo. Por Kristen P. D’Elia y David Schoppik Riesgo de depresión crónica en la vejez. Por Alejandro de la Torre Luque Caso clínico

52

La mujer que no sabía respirar. Por Thomas Similowski Preguntas con respuesta 56

GETTY IMAGES / ALEXANDERFORD / ISTOCK

¿Por qué los olores nos despiertan recuerdos vívidos? Por Christina Bermeitinger y Ryan Hackländer

Respiración para el cerebro y la psique

Ilusiones84

Franjas ­distorsionadas. Por Stephen L. Macknik y Susana Martinez-Conde Libros 

Los yerros del cerebro. Por Luis Alonso El cerebro desde la percepción. Por Luis Alonso

Neurociencia

38 

Respirar de forma consciente, pensar con claridad

El modo en que respiramos ejerce efectos sorprendentes sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. Ello podría explicar por qué el yoga y la meditación ayudan a que nos concentremos. Por Detlef H. Heck Entrevista

46 

«Aprender a respirar mejor es aprender a vivir mejor»

Guillaume Néry, doble campeón del mundo en apnea, se sumerge a más de 100 metros de profundidad sin respirar. Las técnicas que utiliza para ello le sirven también para su día a día. Por Guillaume Jacquemont

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IMAGEN DE PORTADA: GETTYIMAGES / SIMARIK

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ENCEFALOSC OPIO

AXEL PETZOLD, COLEGIO UNIVERSITARIO DE LONDRES

El «cerebro de Heslington» ha permanecido intacto durante 2600 años, al parecer, gracias a unos agregados de proteínas.

Neurociencia

Cómo un cerebro humano ha perdurado durante milenios

H

las se reduce, de modo que son menos vulnerables a los ataques exteriores y, por tanto, más estables. Este tipo de agregados se observan en el tejido cere­ bral de pacientes con enfermedades neurodegenerati­ vas. Sin embargo, los científicos han descartado la po­ sibilidad de que el cerebro de Heslington presente un trastorno de ese tipo, puesto que no han encontrado indicios de ello. Sí se muestran convencidos, en cam­ bio, de que una sustancia desconocida, posiblemente ácida, impidió que el tejido cerebral se descompusiera después de la muerte. Durante los tres meses posterio­ res a la ejecución, la sustancia debió penetrar en el teji­ do a través de la tierra húmeda. De momento, no se sabe de qué sustancia se trata. Se necesita investigar más para resolver el misterio sobre la conservación de este tejido cerebral ancestral. Aun así, el estudio de Petzold y su equipo revela infor­ mación de peso, no solo para la arqueología, sino también para la medicina. Entre otras cosas, podría ayudar a descubrir en qué se diferencian los agrega­ dos que han evitado la descomposición del cerebro de Heslington durante milenios de los agregados protéi­ cos que afectan al cerebro en la demencia.

ace 2600 años, un hombre de la Edad de Hierro y de unos 30 años sufrió un duro des­ tino: primero, lo ahorcaron; a continuación, le cortaron la cabeza. En 2008, un grupo de arqueólogos británicos halló el craneo durante unas excavaciones en Heslington, cerca de York. Descubrieron que esos restos entrañaban un sensacional hallazgo para la humanidad, pues se trataba de uno de los cerebros mejor conservados de la prehistoria europea: no solo se podían reconocer en él los giros y surcos cerebrales, sino que también podían diferenciarse la sustancia gris y la blanca. Pero continuaba siendo un misterio cómo ese tejido cerebral había podido desafiar al paso del tiempo. A diferencia de otros hallazgos similares, en este caso podía descartarse un ritual o momifica­ ción favorecida por un terreno pantanoso. En fecha reciente, los investigadores han desvelado algunos secretos del «cerebro de Heslington». El grupo liderado por Axel Petzold, del Colegio Universitario de Londres, ha descubierto que dos proteínas que dan es­ tructura y fuerza a los axones de las células nerviosas y de la glía, y que forman los llamados filamentos inter­ medios, se encuentran agregados en este cerebro pre­ histórico. Como resultado, la superficie de las molécu­

MENTE Y CEREBRO

Journal of the Royal Society Interface, 10.1098/rsif.2019.0775, 2020

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+ ACTUALIDAD CIENTÍFICA TODOS LOS DÍAS EN WWW.INVESTIGACIONYCIENCIA.ES

Sexualidad

La «terapia» de reorientación sexual tiene efectos nefastos

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padecían un mayor «estrés emocional» que los partici­ pantes que no habían experimentado nada similar. Los métodos de esa naturaleza agudizan la estig­ matización y merman la autoestima, y, por tanto, no son recomendables en ningún caso, afirman los inves­ tigadores. Advierten, además, que otras muchas for­ mas de discriminación causan sufrimiento emocional en los transexuales.

as personas transgénero no se identifican con su sexo biológico. Por ello, en muchos países del mundo son discriminadas por motivos religio­ sos, entre otros, y se realizan repetidos intentos por apartarlas de su transexualidad. Una extensa encues­ ta llevada a cabo en Estados Unidos ha puesto de manifiesto lo perjudiciales que pueden resultar dichas prácticas. Jack Turban y su equipo del Hospital General de Massachusetts evaluaron una encuesta con más de 25.000 personas transgénero. Tan solo dos tercios de los encuestados habían hablado alguna vez de su transexualidad con un psicólogo, terapeuta o mentor espiritual; no obstante, una quinta parte de ellos afir­ maba que personas cercanas habían querido animar­ les a que se identificaran con su sexo biológico. Las denominadas «terapias de reorientación s­ exual» tenían consecuencias devastadoras a largo plazo: quien había vivido esa experiencia más adelante pre­ sentaba más probabilidades de cometer un intento de suicidio. El mismo año del estudio de Turbans, aumentó el índice de tentativas de suicidio entre los afectados. Asimismo, en el momento de la encuesta

GETT Y IMAGES / MARINA KHROMOVA / ISTOCK

JAMA Psychiatry, 10.1001/jamapsychiatry.2019.2285, 2019

Desarrollo infantil

Los niños menores de siete años aplican el principio de «ojo por ojo», pero no devuelven un favor

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nido noticia, y a menudo sobrerreaccionaban frente a los malhechores», apuntan las científicas. Por el con­ trario y contra todo pronóstico, no les devolvían el fa­ vor a sus protectores, aunque fueran capaces de actuar de forma recíproca con sus congéneres, según se cons­ tató en las reacciones vengativas. «Hasta los siete años de edad, los niños no se perca­ tan de que tienen que devolver un favor», concluyen las psicólogas. En general, los más pequeños se comportan de manera altruista, pero no necesariamente con los bienhechores. Del mismo modo, tampoco esperan ­ningún acto de agradecimiento directo. En resumen, aunque con tan solo tres años y medio los niños ya co­ nocen la norma de la reciprocidad positiva, no la rela­ cionan con ellos mismos.

os niños preescolares aplican el principio «lo mismo que tú me hagas, te lo haré yo a ti», mas esa reciprocidad directa se desarrolla de forma unilateral. Así, desde bien temprano, los niños pagan con la misma moneda si se creen víctimas de una injusticia, pero no devuelven un favor cuando se ven beneficiados. En un estudio llevado a cabo por la psicóloga del desarrollo Nadia Chernyak y su equipo de la Universi­ dad de California en Irvine, niños de cuatro a ocho años jugaron en el ordenador con avatares virtuales, que supuestamente eran otros niños. Primero, los ava­ tares o ayudaban a los participantes o les robaban. En la siguiente fase del juego, los participantes podían darles o, en su caso, quitarles algo a los bienhechores o malhechores. «Los más pequeños se mostraron dis­ puestos a corregir una injusticia de la que hubiesen te­

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Psychological Science, 10.1177/0956797619854975, 2019

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Psicoterapia

Cuanta más homogeneidad existe entre los pacientes, mejores resultados ofrece la terapia grupal

GETT Y IMAGES / MORSA IMAGES / ISTCOK

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ara que una terapia grupal funcione, los participantes deben establecer una buena relación entre sí, pero ¿de qué de­ pende que reine el buen ambiente en la sesión? Según se ha constata­ do, el parecido entre los miembros del grupo desempeña un papel esencial. Tegan Cruwys y otros investi­ gadores de la Universidad Nacio­ nal Australiana dirigieron dos es­ tudios longitudinales con más de cien voluntarios cada uno. En uno de ellos, los participantes, una vez repartidos en grupos de seis a doce personas, llevaron a cabo una terapia cognitiva para tratar problemas de depresión o de an­ siedad. En la primera cita les pre­ guntaron en qué medida encon­ traban homogéneo el grupo: cuanto mayor era la sensación de similitud de los participantes, más se identificaban con el grupo al fi­ nal de la terapia (ocho sesiones después). Si el diagnóstico de los participantes era similar, también

aumentaba su sensación de perte­ nencia. En el segundo estudio, una serie de mujeres pasaron a formar parte de una terapia grupal para la pre­ vención de los trastornos de la con­ ducta alimentaria, puesto que mos­ traban una gran preocupación por su imagen. En este caso, las partici­ pantes se identificaban más con el

grupo cuanto más parecido era su peso y perfil psicológico. Los autores señalan que desde hace tiempo se investiga cómo influ­ ye la identificación con el grupo en el éxito de las terapias, pero práctica­ mente no se ha estudiado el modo en el que surge dicha identificación. Psychotherapy Research, 10.1080/10503307.2019.1587193, 2019

Psicología social

H

cían solos en la fotografía; otras, junto con personas de su mismo sexo, igual o menos agraciadas que ellos. Al observar las fotos, los voluntarios debían determi­ nar lo atractivo que resultaba para el sexo contrario el participante retratado y qué probabilidades tendría de empezar una relación. Las imágenes de mujeres provocaron el esperado «efecto animadora», pero solo cuando se hallaban en compañía de otras féminas con distintos grados de atractivo. Si eran igual de bellas, el rostro de la mujer valorada resultaba incluso menos bonito. Por el contra­ rio, como potenciales parejas, las mujeres que salían en una imagen grupal se consideraban más interesan­ tes, siempre y cuando aparecieran con otras igual de

ace unos años, los psicólogos describieron el «efecto animadora»: cuando una persona se encuentra rodeada por un grupo de congéne­ res de su mismo sexo es percibida como más atractiva por quienes la observan. Sin embargo, dos psicólogas de la Universidad Nova Sureste de Florida han anali­ zado el fenómeno bajo distintas condiciones. Según han descubierto, una fotografía de grupo no siempre resulta ventajosa para todas las personas. Jackie McDowell y Valerie Starratt, autoras de la in­ vestigación, mostraron a 60 estudiantes imágenes de 18 mujeres y otros tantos hombres que, en un estudio previo, habían sido clasificados como «muy atracti­ vos», «normales» o «poco atractivos». A veces, apare­

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¿Parecemos más atractivos si estamos en grupo?

ENCEFALOSC OPIO

Sueño

Soñamos menos cuando pasamos frío

GETT Y IMAGES / ALVAREZ / ISTCOK

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e sabe que es durante la fase del sueño MOR («mo­ vimiento oculares rápidos») cuando soñamos más. En ese pe­ ríodo, el cerebro se encuentra muy activo, los músculos se contraen y los ojos se mueven de un lado a otro. También la temperatura corporal se encuentra un tanto descontrolada. Al contrario que en el estado no MOR, el cerebro es incapaz de mantener equilibrada la temperatura corporal. Así, sin una manta, un soñador pasaría frío enseguida. ¿A qué se debe este fenómeno? Según la hipótesis de Markus Schmidt, de la Universidad de Ber­ na, el cerebro «sacrifica» la termo­ rregulación para favorecer los sue­ ños, y guarda la energía que ahorra para los procesos neuronales im­ portantes de la fase MOR. Para comprobarlo, los investiga­ dores estudiaron en ratones cómo el cerebro deja de regular la tempe­ ratura corporal dependiendo de la temperatura ambiente. En concre­ to, se fijaron en un grupo de neuro­ nas del hipotálamo, área del cere­

bro responsable de esta tarea y de otras relacionadas con ella. Comprobaron que esas neuronas promovían el sueño MOR de los roedores cuando la temperatura ambiente era idónea; después, la termorregulación del organismo parecía perder importancia. Al pa­ recer, las células de acoplamiento para la hormona concentradora de melanina (MCH) eran las respon­ sables de este fenómeno. Cuando los científicos desactivaban el siste­ ma MCH de los múridos, desapare­ cía la relación entre la temperatura ambiental y el comportamiento del sueño; pero cuando volvían a acti­

varlo, el sueño MOR aumentaba si se incrementaba la temperatura del entorno, tal y como esperaban. La fase MOR influye, entre otras capacidades, en la memoria a largo plazo. Dicha fase ocupa una cuarta parte del tiempo que permanece­ mos dormidos. «Los datos indican que el sueño MOR podría activar funciones cerebrales importantes, sobre todo, cuando no tenemos que usar energía para la termorregula­ ción. De ese modo, el organismo puede optimizar sus recursos», afirma Schmidt. Current Biology, 10.1016/j.cub.2019.05.009, 2019

atractivas. En los varones no se demostró ningún efecto potenciador del atractivo, sino una ventaja a la hora de emprender una relación: si estaban rodeados de varones con distintos grados de belleza, en los hombres muy atractivos aumentaban las posibilidades de tener una aventura amorosa fugaz, mientras que en los que tenían un aspecto normal se incrementaba la probabilidad de establecer una relación de pareja duradera. Los psicólogos sugieren que la percepción general de una imagen se basa en todos los elementos de una esta­ dística general. De acuerdo con ella, el promedio de ­todos los rostros podría compensar los defectos indivi­ duales, indica una hipótesis sobre el «efecto animado­ ra». Pero, al parecer, no puede servir de «retoque uni­ versal». Si los hallazgos se confirman con muestras aleatorias más extensas, ello implicará la existencia de causas diversas e insospechadas del «efecto animadora». Personality and Individual Differences, 10.1016/j.paid.2019.05.004, 2019

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Psicofármacos

¿Los antidepresivos reducen la empatía?

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por tanto, ¿podrían estos fárma­ cos ser responsables de la falta de compasión? Markus Rütgen y otros investi­ gadores de la Universidad de Viena quisieron profundizar en el asunto. Examinaron a 29 voluntarios con depresión grave, tanto antes de un tratamiento con antidepresivos como tres meses después. Entre otros, los participantes vieron ví­ deos de personas a quienes estaban

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uien padece una depresión suele experimentar las emociones con menor in­ tensidad. En estudios anteriores se había demostrado que, al parecer, los afectados eran «insensibles» con respecto a los sentimientos de sus congéneres y demostraban me­ nos empatía ante su sufrimiento. No obstante, en muchas de esas in­ vestigaciones, los participantes ya estaban tomando antidepresivos;

molestando ruidos fuertes y tenían el rostro desencajado por ello. Antes de tomar los medicamen­ tos, los participantes depresivos sentían tanta empatía como las personas del grupo de control, quienes no sufrían ninguna enfer­ medad mental. Sin embargo, tras tres meses de tratamiento con anti­ depresivos, los primeros percibie­ ron la angustia de otras personas con una intensidad mucho menor. Además, cuando veían los vídeos, las regiones del cerebro asociadas a la compasión con respecto al dolor mostraron una menor actividad, lo que revelaba que esas personas consideraban las imágenes menos desagradables. Los efectos eran más evidentes en los pacientes cuya depresión ya había mejorado, es decir, en los que los antidepresivos habían surtido efecto. Los investigadores concluyen que la empatía de la que carecen los afectados no se debe a la depresión. Por el contrario, los antidepresivos no solo atenúan las emociones ne­ gativas, sino que también reducen el malestar por presenciar congé­ neres en apuros. Translational Psychiatry, 10.1038/s41398-019-0496-4, 2019

Relajación

El lado oscuro de la meditación

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hallaron, además, claras diferencias entre los encuesta­ dos: las mujeres y las personas religiosas afirmaban ha­ ber tenido con menor frecuencia vivencias negativas mientras meditaban; por el contrario, los participantes con tendencia a rumiar admitían haberlas experimenta­ do más a menudo. Sobre todo, el tipo de meditación in­ fluía en el estado de ánimo: los practicantes de determi­ nadas técnicas zen y de meditación vipassana (técnica originaria de la India) percibían vivencias negativas con mayor frecuencia. Las personas que practicaban técni­ cas de atención plena (entre ellas, la reducción del estrés

lrededor de una cuarta parte de las personas que meditan con regularidad tienen sensa­ ciones desagradables durante la práctica. A esta conclusión han llegado Marco Schlosser y otros científicos del Colegio Universitario de Londres tras entrevistar a 1000 personas con experiencia en meditación. Cerca del 25 por ciento de los participantes afirma­ ron que durante una práctica o poco después de ella ha­ bían tenido «experiencias notablemente molestas» (es­ tados de ansiedad, entre ellas). Los investigadores

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ENCEFALOSC OPIO

Lenguaje

Los hermanos mayores influyen en las competencias lingüísticas de los pequeños

L

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os niños que tienen hermanos mayores muestran en pruebas de lenguaje un cociente intelectual unos tres puntos por debajo al de otros niños de su misma edad pero sin hermanos mayores. Aunque una diferencia tan pequeña resulta casi inapreciable, varias investigadoras quisieron averiguar qué con­ tribuye a ello. Naomi Havron, de la Escuela Normal Superior de París, y su equipo analizaron los datos de un estudio a largo plazo que examinaba las influencias tempranas en el desarrollo infantil. Las desventajas lingüísticas aparecieron, sobre todo, en los niños que tenían un hermano mayor. Para dicho estudio, entre 2003 y 2006 se seleccio­ naron cerca de 2000 mujeres embarazadas pacientes de los hospitales universitarios de Poitiers y Nancy. Dos años después del alumbramiento, las madres evaluaron la competencia lingüística de sus hijos. Cuando los niños cumplieron los tres años y a la edad de entre los cinco y seis años, las psicólogas lle­ varon a cabo pruebas lingüísticas con los niños. De los casi 900 que llegaron hasta esa última fase del es­ tudio, un 42 por ciento tenía un hermano mayor. Independientemente de su peso al nacer, el nivel de formación y los ingresos de los padres, así como del número de hermanos menores, los niños con herma­ nas mayores desarrollaban, hasta los seis años de edad, mejores competencias lingüísticas que los que tenían un hermano mayor. Las autoras creen que las herma­ nas ejercen una mejor influencia verbal en los más pe­ queños, ya que comparadas con niños de la misma edad presentan, de promedio, un desarrollo lingüísti­

co más pronunciado. Otra explicación sugiere que quizá los hermanos varones mayores desvían más la atención de los padres hacia ellos que la que prestan a los pequeños. Con todo, los autores recomiendan relativizar estos resultados: «No sabemos si las interacciones entre los niños y sus hermanas o hermanos mayores son dife­ rentes, ni tampoco si los hermanos mayores en general influyen en el comportamiento de los padres para con los hijos menores». Psychological Science, 10.1177/0956797619861436, 2019

ayude a los practicantes a integrar esas vivencias correctamente. Indican, asimismo, que no cualquier tipo de meditación resulta conveniente para todos los interesados en practicarla.

basada en la atención plena) u otros métodos dirigidos a cultivar valores (como la auto-amabilidad y la empatía) se mostraron, en cambio, menos afectados. Los resultados subrayan y diferencian advertencias anteriores sobre los efectos perjudiciales de la moda de meditar. Según los autores, está extendida la idea de que la meditación, como método de automejora, hace que, en general, los practicantes se vuelvan más tranquilos y relajados en una sociedad competitiva. Sin embargo, po­ dría suceder lo contrario con las técnicas centradas en la atención, que en ocasiones hacen aflorar el estrés y la in­ certidumbre, o bien con los métodos de meditación que se ocupan, sobre todo, de las experiencias n ­ egativas. No obstante, los investigadores advierten que no se puede generalizar. Es importante que un profesional

MENTE Y CEREBRO

PLoS One, 10.1371/journal.pone.0216643, 2019

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MEDICINA La carencia aguza el ingenio. Ante la falta de incubadoras, el médico Edgar Rey Sanabria, del Instituto Materno Infantil de Bogotá, tomó una medida contundente: colocó a los neonatos PREMATUROS sobre el pecho desnudo de su madre durante todo el día. Consiguió salvarles mucho más que la vida

El método canguro LENA CORNER

C

armela Torres tenía 18 años cuando se quedó embarazada por primera vez. Corrían los años ochenta del siglo pasado cuando ella y su por entonces novio Pablo Hernández se mudaron a Bogotá en busca de libertad y una vida mejor. Ambos habían crecido en la región costera colombiana de Montería. Cuando Carmela explicó a su padre que se había quedado embarazada sin estar casada, el hombre entró en cólera y dejó de hablarle. La joven no se dejó intimidar. Su embarazo cursó sin problemas hasta que, una tarde de diciembre, empezó a sentir fuertes contracciones. Pero todavía faltaban dos meses para salir de cuentas. Llamó a Pablo. Juntos se

L A AU TO R A

Lena Corneres periodista. Colabora con la organización internacional por los derechos infantiles Save the Children

MENTE Y CEREBRO

apresuraron al Instituto Materno Infantil del Este de Bogotá. Poco después de llegar al centro, dio a luz de manera natural a un niño de 1650 gramos de peso. Antes de que pudiese tomar al pequeño entre sus brazos, se lo llevaron a la unidad de cuidados intensivos neonatal. A ella solo le explicaron que ya podía vestirse e irse a casa. «No pude abrazar al niño ni una sola vez», recuerda Carmela. «Me dijeron que podía volver para verlo. Pero el tiempo que me dejaban estar con él era muy limitado; solo unas pocas horas al día. Durante la visita lo podía mirar, pero no tocar.» Al tercer día, cuando estaba a punto de salir de casa para dirigirse al hospital a ver a su hijo, sonó el teléfono. «Llamaban del centro hospitalario para comunicarme que mi hijo había fallecido. No me dijeron el motivo ni el diagnóstico. Todavía no le había puesto ni nombre.» Carmela estaba traumatizada y corría el riesgo de caer en una depresión. Sabía que tenía que actuar si quería recuperarse. Se inscribió en un programa de formación para profesores y se volcó en sus estudios. «Tenía algo en lo que concentrarme», explica. «Eso me salvó.» Pasaron más de cinco años hasta que se sintió preparada para un nuevo embarazo. Esta vez fue distinto. Se

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CORTESÍA DE FUNDACIÓN CANGURO

En el método madre canguro, la madre amamanta a su hijo prematuro en contacto piel con piel. Ello favorece el aumento de peso y desarrollo del bebé.

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había casado con Pablo y adaptado a la vida en Bogotá. Incluso su padre volvía a hablarle. Se sentía tan contenta que algunos meses antes del nacimiento de su hijo dio una gran fiesta para celebrar su futura maternidad. El día de la fiesta empezó a sentir, como la última vez, fuertes contracciones. Sonrió, no dijo ni una palabra, e hizo como si nada pasara. Por la tarde, cuando todos los invitados ya se habían ido, no pudo ocultarlo más. Se lo contó todo a su marido, quien, de inmediato, la llevó al Instituto Materno Infantil. «Cuando llegamos, el médico se mostró muy enfadado porque no habíamos ido antes. Dijo que el nacimiento era inminente», narra Carmela. «Me quedé de piedra. ¡No quería otro parto prematuro! Me llevaron a la misma unidad en la que nació mi primer hijo. Los recuerdos afluyeron torrencialmente en mi cabeza. Sentía un intenso estrés.» A la una de la madrugada trajo un niño al mundo. Rápidamente, le puso nombre: Julián. Pesó casi tan poco como el primero y, como entonces, se lo llevaron a la unidad de cuidados intensivos. La historia parecía repetirse.

fácil amamantarlo, pero contaba con mucha ayuda. Al principio, debía acudir cada día al hospital para que me visitara el médico. También me dieron un número de teléfono al que podía llamar siempre que fuera necesario. Tuvimos que volver un par de veces a la clínica, cuando se inflamó el cordón umbilical de Julián y para realizarle fototerapia debido a una ictericia. Entre una cosa y otra, lo llevé encima un mes entero veinticuatro horas al día, combinándolo con mi marido. Hasta que alcanzó el peso objetivo de 2500 gramos. El bebé ya no necesitaba esos cuidados. Al fin lo pudimos bañar por primera vez.» El origen del método madre canguro (MMC) se remonta a 1978, cuando el pediatra colombiano Edgar Rey Sanabria comprobó su efecto en el Instituto Materno Infantil de Bogotá. La idea nació de la desesperación. La clínica materno-infantil atendía a los habitantes con menos recursos de la ciudad. Vivían en casas provisionales e inseguras que se amontonaban al pie de las montañas que rodeaban la urbe. Por entonces, se trataba de la unidad neonatal más grande de Colombia: cada año asistía más de 30.000 nacimientos. Era tal su saturación que una misma incubadora se utilizaba para tres bebés a la vez. Los contagios eran continuos. El índice de morUna pizca de esperanza «Esa larga y aterradora noche tuve miedo de perder de talidad aumentaba, y cada vez más mujeres en una situanuevo a mi bebé», recuerda Carmela. «Pero a la mañana ción de extrema pobreza abandonaban a su bebé, al que siguiente me visitó una doctora. Me habló del llamado no habían podido tocar en ningún momento. Mientras Rey Sanabria buscaba una solución a esa método madre canguro, mediante el cual yo misma haría la función de incubadora y podría llevarme mi niño a dramática situación, un tratado fisiológico sobre canguros cayó en sus manos. Según se describía en la obra, los casa.» Ese día le enseñaron cómo debía colocar al niño bajo canguros carecen de pelo cuando nacen y su tamaño se la ropa y entre sus pechos, de manera que quedaran libres asemeja al de un cacahuete. En otras palabras, son al las vías respiratorias del pequeño. Ninguna tela debía se- menos tan inmaduros como un humano prematuro. Pero pararla de su hijo, ya que necesitaba contacto piel con piel en la bolsa de la madre, la cría de canguro, todavía sin de manera ininterrumpida. Aprendió a darle el pecho, a pelo, regula la temperatura corporal a través del contacdormir apoyada sobre cojines y prometió no bañarle bajo to directo con la piel materna. Se agarra fuertemente a ningún concepto, puesto que ello haría perder al bebé una la mama y permanece en la bolsa hasta que alcanza valiosa energía. La tarde siguiente, Carmela abandonó el aproximadamente la cuarta parte del peso de la madre. hospital junto a su hijo, a quien llevaba fuertemente suje- En ese momento, se encuentra preparado para salir al mundo. to al pecho desnudo y cubierto con una manta. La información despertó en Rey Sanabria una brillan«Julián era muy pequeño y frágil, pero yo me sentía feliz de poder llevármelo, de no tener que dejarlo allí te idea, que decidió poner en práctica de inmediato: en donde había fallecido mi otro bebé», explica. «No era el hospital, enseñó a varias madres de neonatos prema-

En síntesis:Las ventajas de los «niños canguro»

1

Con el método madre canguro (MMC), los neonatos prematuros o con bajo peso permanecen en contacto piel con piel sobre el pecho de la madre o del padre.

2

El MMC resulta igual o incluso más efectivo que el cuidado del prematuro con una incubadora. El método propicia, entre otros efectos, una disminución del índice de mortalidad y del riesgo de enfermedad, un aumento en el crecimiento del niño y un mayor desarrollo cognitivo durante los primeros años de vida.

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3

Según un estudio a largo plazo de 2016, una vez cumplidos los 20 años, los «niños canguro» manifiestan un cociente intelectual más elevado y presentan menos problemas psicosociales que los neonatos prematuros cuidados en incubadora.

MEDICINA / PREMATUROS

gotá, se encuentra a rebosar. Mujeres y, sorprendentemente, muchos hombres forman, apiñados, una hilera. La imagen exhibe un mar de gorros de lana de alegres colores y ruanas, abrigo con el que los nativos se protegen del impredecible cambio de calor a lluvia y granizo. Los presentes están sentados en bancos estrechos situados en medio de la habitación, y diminutas cabecitas miran hacia arriba, recostadas firmemente sobre el pecho de alguien. La atmósfera es cálida y viva. Muy diferente al entorno estéril que se suele encontrar en una típica unidad de cuidados intensivos neonatal. Parece que muchos se han preparado para pasar un largo día. Una mujer extrae de una bolsa sus utensilios para tejer; otra viene acompañada de toda su familia. Tras un banco alto y largo, y colocados uno junto a otro, cinco pediatras examinan bebé por bebé. Comprueban sus reacciones y mueven las extremidades de los pequeños en distintas direcciones. De media, visitan a más de cien niños al día. Para tratarse de una habitación llena de recién nacidos, el ambiente es sorprendentemente tranquilo. Ninguno llora. «Normalmente, estas unidades están limitadas a los familiares y tienen horarios de visita restringidos», comenta la pediatra Nathalie Charpak, quien dirige la unidad. «Pero disponer de una abierta es un factor importante en el método de madre canguro. Los padres se conocen entre sí y ganan confianza cuando ven que otros hacen lo mismo con sus hijos. Además, la tasa de infección es menor en las unidades abiertas. Por ejemplo, los padres se enterarían si los médicos no se lavasen las manos.»

Talleres de lactancia para primerizas

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No solo la madre puede ejercer de «canguro». Ese papel también está indicado para el padre. Incluso se ha comprobado que las parejas en las que ambos progenitores comparten ese método de crianza, la ruptura de la relación resulta menos frecuente.

turos a portar a su hijo como lo hacían las hembras can­ guro. Junto con su colega Héctor Martínez, explicó a esas mujeres la importancia de amamantar a sus pequeños. Tan pronto como el bebé estaba preparado, les daban el alta. Los resultados fueron notables. Las tasas de mortalidad e infección disminuyeron y la sobresaturación en el centro hospitalario se redujo: la estancia de las madres disminuía, las incubadoras quedaban libres y menos madres abandonaban a su bebé.

Buen ambiente en cuidados intensivos

Son las ocho de la mañana y la unidad de MMC del Hospital Universitario San Ignacio, en el centro de Bo-

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En un rincón se imparte una clase intensiva de amamantamiento. Eleanora Rodríguez, de 26 años y residente en el norte de Bogotá, regresaba de su paseo por el parque cuando, de repente, rompió aguas. En la semana 32 de gestación dio a luz a sus gemelos: Henry, que pesó 1700 gramos al nacer; y Joaquim, de solo 1450 gramos de peso. El marido, algo nervioso, no se movió de su lado. Hoy, Eleanora aprende a masajear con firmeza la cabeza, la frente, el labio superior y la barbilla de sus bebés para estimular el movimiento de succión. Sobre todo a Joaquim, que se duerme a cada momento. «Es realmente difícil», admite la madre primeriza mientras se esfuerza para desenredar el tubo de oxígeno de los bebés. «Maman cada dos horas. Deben engordar 15 gramos por kilo a diario, como harían en el vientre materno. Mientras esto funcione, sabemos que todo va bien. Espero que, finalmente, alcancen la cifra mágica de 2500 gramos.» En una sala contigua, un psicólogo clínico instruye a un pequeño grupo de madres adolescentes; en su mayoría, parecen inseguras. Una de ellas, vestida con un pantalón de chándal gris algo sucio y una camiseta de fútbol, aparenta 12 o 13 años de edad. Su bebé es tan pequeño que casi da miedo tocarlo, pero ella lo maneja

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Mucho más que sobrevivir

Los trabajadores y la responsable de la fundación irradian energía. Les impulsa una confianza inquebrantable en el MMC. Es difícil no dejarse contagiar por su entusiasmo. Además, existen más de 1600 estudios que demuestran que esta técnica va más allá de conseguir el aumento de peso del bebé prematuro; los beneficios son múltiples. Según se ha comprobado, un «niño canguro» desarrolla una relación más estable con sus padres que los prematuros que reciben un tratamiento convencional. También la frecuencia cardíaca y la respiratoria se estabilizan antes. El bebé consigue autorregularse, se muestra más tranquilo y duerme mejor. Incluso menos madres padecen depresión posparto. Pero lo más destacable es que estos niños presentan un mayor desarrollo cognitivo a la edad de 12 meses que los neonatos prematuros no tratados. «Naturalmente, con el método canguro no solo se intenta salvar la vida del bebé», remarca Charpak. «También se trabaja para que pueda desarrollarse bien y tenga la mejor calidad de vida posible. Llevo toda la vida luchando para demostrar que este método no tiene que ver con el consuelo, los masajes o un programa de mimos. Su ejecución no resulta fácil. Durante el primer año de vida, cada seis semanas se efectúa un examen del bebé. Pero las ventajas son enormes.» En gran parte, gracias a la tenacidad de Charpak con el Ministerio de Salud, se ha establecido el MMC en la legislación colombiana. Todas las mujeres que han dado a luz a un bebé prematuro o con bajo peso son remitidas a un centro de MMC.

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con una despreocupación con la que solo los jóvenes son capaces de actuar. Todos los niños de esta sala nacieron antes de la semana 37 o pesaron menos de 2500 gramos. En 1986, Charpak llegó a Bogotá procedente de Francia por su amor a un profesor universitario colombiano. Eso la llevó a aterrizar en el Instituto Materno Infantil, donde trabajó junto con Rey Sanabria y Martínez. Charpak apenas podía creer los éxitos de ese equipo, a pesar de observarlos con sus propios ojos. En seguida se percató de que se requerían investigaciones rigurosas para demostrar al mundo que seguían la pista de un hallazgo importante. Tres años después, en 1989, llevó a cabo un estudio con un grupo de neonatos de dos de los hospitales más pobres de la capital colombiana. Comprobó que el MMC era seguro. Incluso los bebés prematuros más pequeños no morían cuando les sacaban de la incubadora. En 1994 efectuó, con el soporte de una organización sin ánimo de lucro suiza, un estudio amplio en el que se repartieron de manera aleatoria a los recién nacidos prematuros en dos grupos. En uno de ellos, se trataría a los neonatos con el MMC; en el otro, no se aplicaría dicho tratamiento (grupo de control). Constataron que con el MMC no solo fallecían menos bebés; también aumentaba la tasa de lactancia. Además, disminuían tanto la estancia en el hospital como los casos de infección. En la actualidad, Charpak tiene más de 60 años. Ya hace 30 que vive en Bogotá. Su trabajo se ha convertido en su vida. Combina la actividad clínica con la dirección de la ONG Fundación Canguro, que investiga y fomenta el método que le da nombre.

Según se ha hallado, un «niño canguro» desarrolla una relación más estable con sus padres que los bebés ­prematuros que reciben un tratamiento convencional.

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En el Hospital Universitario San Ignacio, de Bogotá, las madres primerizas reciben explicaciones de cómo deben amamantar a su bebé prematuro mientras practican el método canguro.

Nos vamos a Tunja, en la cordillera oriental de los Andes, para visitar la unidad del lugar. Las inundaciones han transformado las calles en grandes ríos de barro. Aquí se respira más pobreza y se percibe la desesperación de los habitantes. La mayoría son campesinos que se ganan la vida cultivando patatas y maíz. El servicio de MMC del Hospital de San Rafael está dirigido por la pediatra local Jenny Lizarazo Medina. Me explica que el 40 por ciento de las mujeres de la zona dan a luz bebés de bajo peso, no debido a partos prematuros, sino porque las propias madres pasan hambre durante el embarazo. María, de 24 años, es una de ellas. Su hija Natalia nació a término, pero pesaba tan solo 2170 gramos. Vestida con un chándal turquesa y gastado por el frecuente uso, acude a su exploración diaria. La joven arrastra un macizo tanque de oxígeno y llora de agotamiento. Tunja es, con sus 3000 metros sobre el nivel del mar, una de las ciudades más elevadas de Colombia. Por esa razón, muchos bebés necesitan oxígeno extra. La distancia se convierte en un problema para María. Por ello, se ha mudado provisionalmente a casa de su tío, quien reside más cerca del hospital. Su marido, en cambio, se ha quedado en Cómbita, a unos 8,5 kilómetros al norte de Tunja, donde viven y donde se encuentra la fábrica de reciclaje en la que él trabaja. María tiene que apañárselas sola. Cada día carga con su hija Natalia y el

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tanque de oxígeno por una empinada colina para regresar a casa. Al principio, Natalia no lograba mamar, por lo que la joven madre utilizaba, día y noche y durante horas, una pequeña taza para alimentarla con leche materna. «Mi bebé cambia cada día y muestra grandes avances», afirma María. «Siempre que vengo aquí dicen algo bueno de mi hija. Eso me da ánimos.»

Interés floreciente

Uno de los primeros países que se interesó por los éxitos de Bogotá fue Venezuela. En 1994, un reducido grupo de expertos de un hospital parecido al Instituto Materno Infantil colombiano se acercó a ver con sus propios ojos la aplicación del MMC. Otros siguieron el ejemplo. Se trataba, sobre todo, de países con salarios bajos: en 1995, un equipo se desplazó desde Brasil; en 1994, otro desde Etiopía; y poco después, desde Madagascar, India y Camerún, entre otros. Charpak los invitaba a casa y les proporcionaba 15 días de entrenamiento intensivo. Hoy, los visitantes se alojan en la central de la Fundación Canguro, en Bogotá. Tras unos días de aprendizaje, regresan a su lugar de origen para empezar su propio programa de MMC. Muchos resultan exitosos. En Malaui, donde se registra la tasa de neonatos prematuros más alta del mundo (181 bebés de cada 1000 nacimientos), todos los distritos disponen de un centro de este tipo. De 1995 a 2005, el

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En la actualidad, el método madre canguro se utiliza en cerca de setenta países con condiciones socioeconómicas diversas. Como indica la pediatra y directora de la Fundación Canguro, Nathalie Charpak: «No se trata de ninguna alternativa barata o de un método que se practique solo en países pobres».

número de recién nacidos antes de tiempo que no superaban el primer año de vida se redujo de 72 a 43 bebés por cada 1000 nacimientos. «Pude observar el notable retroceso de mortalidad», señala Indira, comadrona del Hospital Central de Zomba, ciudad en el sur de Malaui. «Además, desde que se llevan a los niños para cuidarlos en casa, han disminuido las dificultades dentro de la unidad. Los costes también se han reducido, puesto que ahorramos más en luz. La madre es una fuente de calor perfecta para su hijo.» Según un estudio de la red de investigación Cochrane, el MMC reduce la mortalidad de los neonatos prematuros en un 33 por ciento. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que con dicho método se salvan cada año 450.000 vidas. En la otra cara de la moneda se encuentra la resistencia, más bien sorprendente, de algunos médicos, enfermeras e incluso pediatras. Al parecer, les cuesta aceptar que la piel y el calor corporal de la madre superen otras medidas existentes para atender a los neonatos. Aceptarlo resulta más difícil si se ha tenido que luchar duro para proveer la propia clínica con flamantes incubadoras, señala Charpak. Si bien el MMC nació de la necesidad, desde la Fundación se lucha contra la idea de que se trata de una solución de emergencia para las poblaciones más necesitadas. «No es ninguna alternativa barata o que se practique solo en los países pobres», subraya Charpak. «También comporta costes económicos. Se trata de un tratamiento

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para neonatos regular y con ventajas clínicas probadas.» Las ventajas económicas del MMC resultan contundentes. Mientras que en Estados Unidos los cuidados habituales de un bebé prematuro engullen entre 2500 y 4600 euros al día, el programa madre canguro en países como Colombia no cuesta más de 4 euros diarios. Susan Ludington, de la Universidad Case de la Reserva Occidental, visitó Bogotá en 1988 tras ver un corto vídeo sobre el método canguro. «Me desplacé con un equipo de investigación al Instituto Materno Infantil, y lo que vi allí me impresionó», recuerda. «Los bebés estaban tranquilos y callados. Dormían profunda y plácidamente, y cuando se despertaban, mamaban con vigor la leche. En cambio, nuestros prematuros se mostraban todo el rato intranquilos y no dormían bien. Todos yacían en incubadoras. Si bien las madres también venían al hospital, naturalmente, no tomaban al bebé en brazos.» Tras su regreso, Ludington intentó seguir investigando el método en Estados Unidos. «Visité dieciocho clínicas de la zona de Los Ángeles. Todas me rechazaron. Me indicaron que antes debía testar el procedimiento con simios. ¿Por qué había que colocar a un recién nacido prematuro sobre el pecho sudoroso y oloroso de una madre? Si el bebé se enfriaba, podían demandarles.» Finalmente, la directora de la unidad neonatal del Centro Médico Presbiteriano de Hollywood consintió llevar a cabo el estudio; el primero que se realizaba en Estados Unidos. «Queríamos comprobar si el método

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era seguro. Y lo era. Incluso más que seguro», afirma Ludington. «Hoy sabemos que la mejor protección frente a la infección en un bebé consiste en exponerle a las bacterias de la madre. Además, el contacto piel con piel es muy importante para el desarrollo cerebral. Es el método más exitoso contra la hiperglucemia. Lo que en 1988 todavía no sabíamos era que en el pecho del bebé existen gran cantidad de nervios que solo se estimulan con el contacto directo de la piel y que envían oxitocina al cerebro.»

Por todo el mundo

El mapa que cuelga en la Fundación Canguro de Bogotá exhibe los centros de MMC repartidos por casi 70 países. Entre ellos, Australia, España y Francia. Esta idea sencilla a la vez que refinada se ha expandido incluso hasta las regiones más ricas del planeta. En localidades de Escandinavia se ha convertido en una práctica habitual. El Hospital Infantil de la Universidad de Uppsala es puntero en este tratamiento: se practica el contacto directo piel con piel de la madre con bebés que han nacido a las 25 semanas de gestación. En noviembre de 2016, Charpak, Ludington y la médica Julieta Villegas, por entonces coordinadora de Proyectos de la Fundación Canguro, se reunieron en Trieste, Italia, para celebrar el vigésimo aniversario del primer encuentro global de MMC. El grupo había crecido de manera considerable. Charpak y Villegas presentaron la investigación más ambiciosa que habían llevado a cabo hasta entonces. Intentaron localizar a las 716 familias que habían participado en el primer estudio sobre MMC en 1994. El objetivo era evaluar y demostrar los efectos al cabo de 20 años, además de comprobar si las ventajas perduraban en el tiempo. Después de un llamamiento a través de la radio, la televisión y los periódicos, 441 «madres canguro» se presentaron al evento. Una de las primeras fue Carmela Torres. Siete años después del nacimiento de Julián, alumbró prematuramente a otro bebé. Pablo nació a las 33 semanas y pesó

1600 gramos, antes y con menos peso que su hermano mayor. Carmela se acuerda bien de Charpak. «Trató a Julián como si fuera su propio hijo. Cuando el niño tuvo que volver al hospital a causa de la infección en el cordón umbilical, yo siempre iba al hospital por la mañana, muy temprano, y a última hora de la tarde para cuidarlo con el método canguro. Cuando me retrasaba, la doctora Charpak ya lo había cogido y lo llevaba en la posición del método canguro. La segunda vez, la aplicación del MMC fue totalmente distinta. Estaba más esperanzada y sabía exactamente lo que debía hacer. Pablo engordó mucho más rápido que Julián.» Como al resto de «niños canguro», examinaron de manera exhaustiva a Julián, que ya había cumplido 22 años. Se obtuvieron neuroimágenes, análisis de sangre, evaluaciones físicas y datos psicosociales de todos los casos. Además, los investigadores analizaron rasgos psicológicos de los participantes, entre ellos, la autoestima, la tendencia a la depresión, la hiperactividad y la agresividad. Los participantes del grupo de control, ahora también adultos, pasaron por las mismas pruebas. «Los resultados fueron revolucionarios», según afirmó Villegas. «Descubrimos que los “niños canguro” son menos hiperactivos y más sociables. Su salario también es superior. Este último dato resulta particularmente destacable, ya que se trata de personas que provienen de un grupo de población socioeconómicamente desfavorecido.» Por otro lado, en las parejas en las que el padre había ayudado a hacer de canguro, las rupturas eran menos frecuentes. En pocas palabras, el MMC no solo salva vidas, también las cambia. H

 daptación de «Kangaroo care-why keeping baby close is A better for everyone» publicado en Mosaic (https://mosaicscience.com/story/kangaroo-mother-care-premature-babies-skinto-skin-contact)/CC BY 4.0 (https://creativecommons.org/ licenses/by/4.0/legalcode). Mosaic es una publicación de la fundación Wellcome (https://wellcome.ac.uk).

PA R A S A B E R M Á S

Kangaroo mother versus traditional care for newborn infants ≤ 2000 grams: A randomized, controlled trial. N. Charpak et al. en Pediatrics, vol. 100, págs. 682-688, 1997. Twenty-year follow-up of kangaroo mother care versus traditional care. N. Charpak et al. en Pediatrics, vol. 139, e20162063, 2016. Increase in oxytocin from skin-to-skin contact enhances development of parent-infant relationship. D. Vittener et al. en Biological Research for Nursing, vol. 20, págs. 54-62, 2018. EN NUESTRO ARCHIVO

Cuidado del prematuro. Stefanie Reinberger en MyC n.º 34, 2009. Secuelas del nacimiento prematuro. Alison Abbott en MyC n.º 77, 2016. «En neonatología volvemos a lo natural». Entrevista a la neonatóloga Ana Riverola, en este mismo número.

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ENTREVISTA En el Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona, el método madre canguro se utiliza de manera rutinaria con los recién nacidos ­prematuros. Según explica ANA RIVEROLA, consultora sénior de neonatología, el método aporta beneficios tanto al niño como a los padres

«En neonatología ­volvemos a lo natural» ¿Cómo empezó la práctica del método

madre canguro en el Hospital Sant Joan de Déu? Hace unos veinte años, la madre de un niño prematuro nos explicó que había oído hablar del método canguro y que quería probarlo con su hijo. Las enfermeras la apoyaron de inmediato. El médico también dio vía libre. Y lo pusimos en marcha.

damental, porque hay ciertas fases del sueño que son muy importantes para el crecimiento y la maduración del cerebro. Se han llevado a cabo estudios, entre ellos uno en Israel, que demuestran que la calidad y la duración del sueño de los prematuros mejora con el método canguro. Cuando el niño se halla tan cerca de los padres, se evade de los estímulos del entorno. Está más protegido.

¿En una incubadora no duermen tanto? ¿Qué ocurrió? La madre se pasaba todo el día cuidando a su hijo, que No. Aunque nosotros tenemos una sala grande con varias apenas pesaba un kilo, con el método canguro. El niño incubadoras, siempre hay más ruido. La incubadora no recuperó peso y salió adelante. A partir de entonces, protege del sonido exterior. Además, su motor también investigamos y nos informamos mejor sobre el método. es ruidoso. Y poco a poco se fue introduciendo en el hospital. Hoy se practica con todos los bebés prematuros. Ha hablado de «los padres». ¿No solo la madre puede hacer de «canguro»? ¿Con todos? ¿No hay algún requisito? A veces, el padre se turna con la madre. También hemos Es cierto que existen unos requisitos, aunque dependen tenido casos en los que la abuela o incluso los hermanos de cada hospital. En nuestro caso, nos regimos por las del neonato han hecho de canguro. semanas de gestación. Cuando el niño nace en la semana 23, 24 o 25, los llamados prematuros extremos, solemos ¿El resultado es el mismo? esperar una o dos semanas antes de aplicar el método. Se Sí. Aunque, en teoría, el método es más eficaz si lo practrata de una medida de prevención. Muchas veces, estos tica la madre. El niño percibe su olor, su voz, su calor. Es niños llevan un catéter umbilical o algún aparato para el recurso más parecido al útero del que disponemos. La respirar, por lo que esperamos unos días para evitar que respiración y el latido del corazón materno también le se les caiga o salga la vía en el contacto piel con piel con estimulan. Se cree que con el padre el efecto es similar, la madre. Por lo general, el método canguro se aplica en pero faltan estudios que lo demuestren, pues la mayoría se han realizado con madres. bebés mayores de 26 semanas y lo antes posible. ¿Aporta el método ventajas para la madre? ¿Qué ventajas comporta? Logra que los recién nacidos prematuros descansen de Esta experiencia con el hijo le resulta muy estimulante. verdad; que puedan dormir. Un buen descanso es fun- Además, favorece la producción de leche materna, un

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GEMMA FERNÁNDEZ ASENSIO / SERVICIO DE MEDIOS AUDIOVISUALES DEL HOSPITAL SANT JOAN DE DÉU

ANA RIVEROL A Nació en Barcelona en 1962. Doctorada en Medicina por la Universidad de Barcelona, desde 1991 pasó a formar parte del equipo de neonatología en el Hospital Sant Joan de Déu, en Barcelona. En la actualidad es consultora ­sénior en neonatología de dicho hospital. Durante los últimos años, gran parte de su trabajo se ha focalizado en mejorar la atención a los recién nacidos prematuros extremos, con un enfoque centrado en el desarrollo y la ­familia. Sus principales intereses en investigación incluyen la morbilidad prematura, así como el análisis del ­entorno de la UCI de neonatología y su impacto en los prematuros. factor muy importante para los neonatos prematuros. También aumenta el apego o vínculo afectivo tanto en la madre como en el padre. Con frecuencia, los padres se asustan cuando ven a su hijo en la incubadora, tan lejano y con tantos cables. En cambio, cuando se lo colocan sobre el pecho desnudo, piel con piel, comentan: «Ahora sí siento que hago algo por él». Me acuerdo de un padre que nos dijo: «Llevo cuatro semanas haciendo de canguro; no sé el efecto que tendrá en mi hija, pero a mí me ha cambiado totalmente la sensación que tengo de ella. Por fin la he sentido como “mi” hija». Con la incubadora pueden tener la sensación de que todo lo hacen las enfermeras y las máquinas.

¿Cuánto duran las sesiones? Lo ideal sería: cuanto más, mejor. Claro que los padres tienen otras obligaciones cotidianas que atender. Así que recomendamos que, como mínimo, se lleven a cabo dos sesiones de cuatro horas diarias. Es decir, un mínimo de ocho horas al día. ¿Se han encontrado con padres que rechacen el método? Más que rechazo, algunos presentan miedo. Temen que a su hijo le pueda pasar cualquier cosas. «Lo veo muy pequeño, no quiero cogerlo» o «no quiero hacerle daño», explican algunos. Nosotros debemos tranquilizarles. Al principio, el miedo les limita un poco pero, después, llegan al hospital y lo primero que dicen es: «Vengo a hacer de canguro».

Así que el método canguro «engancha». Cuando los padres empiezan, ya no quieren dejarlo. Además, si les explicas que ello ayudará a que su hijo ¿Hasta cuándo se puede aplicar el método? crezca, a que su cerebro se desarrolle y que no sufrirá Hasta que la madre y el niño quieran. Pero cuando los tantas infecciones, todavía se sienten mejor. niños ya tienen unas 38 o 40 semanas, es decir, cuando

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ENTREVISTA / PREMATUROS

están a término, intentan levantar la cabeza, moverse, no están tan quietos como cuando son prematuros.

serie de medidas pensadas para favorecer el desarrollo cerebral del niño y protegerlo del posible ambiente dañino del entorno hospitalario. Entre estas se encuentran, ¿Cuántos prematuros se atienden en su hospital? por ejemplo, controlar el ruido y la luz, la posición del Depende del año, entre 60 y 80 niños de menos de 32 niño cuando duerme y la lactancia materna, así como semanas o 1500 gramos. Desde finales del siglo pasado contar con la presencia de la familia el máximo de tiemhasta ahora, parece que, progresivamente, la prematuri- po posible. El método canguro desempeña una función dad ha aumentado. Pero cada vez sobreviven más pre- esencial en este tipo de cuidados. maturos, incluso prematuros más extremos. Una vez salen del hospital, ¿se hace un seguimiento de ¿Gracias a la tecnología? los neonatos prematuros? Los avances tecnológicos y del conocimiento son impres- Tenemos un programa de seguimiento para los que nacen cindibles, pero no suficientes. Aparte de la tecnología con menos de 1500 gramos hasta que cumplen seis u tiene que haber una parte humana. Han de casar ambas ocho años. La Sociedad de Neonatología también aconcosas: la tecnología y la participación del padre y la ma- seja este seguimiento. dre, de la familia, que son el eje fundamental. En neonatología se tiene muy en cuenta el factor humano. Incluso ¿Recuerda algún caso en particular? más que hace unos años. Antes, cuando un niño a tér- Son muchos los que han pasado por aquí, pero quizás uno mino nacía, los sanitarios lo cogían, lavaban, peinaban y destaca especialmente por su ternura. La madre de un lo ponían en una cuna. Se consideraba que era un ser prematuro venía acompañada de su hijo mayor, de siete inerte que ya iría creciendo. Pero se sabe que, desde el u ocho años y muy revoltoso. Lo tocaba todo y no paraminuto cero, el niño interacciona con su entorno. Ahora ba quieto. Entraba y salía de la UCI de prematuros se pone al recién nacido en los brazos de la madre, piel mientras su madre hacía de canguro. Un día, la enfermecon piel, y se les deja un buen rato juntos. Eso ayuda a ra le indicó al niño: «Hoy, tú harás el canguro». Se puso regular la temperatura, a la lactancia, a crear apego, entre muy contento. Se sentó en el sillón, con el pecho descuotras muchas ventajas. Hemos vuelto a lo que somos, bierto, el bebé encima y la madre al lado. A partir de mamíferos. entonces, se mantuvo tranquilo. Cada día venía al hospital con un objetivo: ser el canguro de su hermano peDe hecho, el método canguro surgió por la falta de queño. El problema se había acabado; volvía a haber recursos técnicos. sosiego en la UCI. Fue precioso ver el vínculo que se Hace unos doce años, vino al Hospital de Sant Joan de estableció entre ambos hermanos con el método canguDéu una de las mayores impulsoras del método canguro, ro. Estos vínculos son para toda la vida.  H la pediatra Nathalie Charpak, quien compartió con nosotros su experiencia en Bogotá. Hoy, esta intervención Entrevista realizada por Yvonne Buchholz, periodista, se está instaurando en muchos países, entre ellos, la India. psicóloga especializada en neuropsicología y redactora En la actualidad, ¿quién no ha oído hablar del método de Mente y Cerebro. canguro? Veinte años atrás apenas se conocía. ¿Qué les pareció a los médicos más conservadores la llegada de este método? Siempre hay personas que son más reacias a los cambios. Algunos se quejaban de que con el método canguro tendríamos todo el día a los padres en el hospital, que se alteraría el funcionamiento habitual del centro, etcétera. Pero ahora nadie duda del método. Los recién nacidos prematuros presentan niveles más altos de oxígeno, ganan más peso, regulan perfectamente la temperatura y están expuestos a los gérmenes y microbios de la madre, que los protegen, y no a los del ambiente hospitalario. ¿Es habitual la práctica de esta intervención en los hospitales españoles? Hace unos diez años era menos frecuente, pero se ha ido introduciendo cada vez más. Hoy en día, en España se está trabajando muy intensamente en los cuidados centrados en el desarrollo y en la familia. Se trata de una

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PA R A S A B E R M Á S

Maternal-preterm skin-to-skin contact enhances child physiologic organization and cognitive control across the first 10 years of life. R. Feldman, Z. Rosenthal y A. I. Eidelman en Biological Psychiatry, vol. 75, págs. 56-64, 2014. Short time effect of the kangaroo position on electromyographic activity of premature infants: A randomized clinical trial. K. T. Diniz en Jornal de Pediatria, publicado en línea el 14 de octubre de 2019. Systematic review and meta-analysis suggest that Kangaroo position protects against apnoea and of prematurity. A. Montealegre-Pomar, A. Bohorquez y N. Charpak en Acta Paedriatica, publicado en línea el 2 de enero de 2020.

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EN NUESTRO ARCHIVO

El método canguro. Lena Corner, en este mismo número.

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PSIC OLO GÍA SO CIAL Al no disponer todavía de vacunas ni tratamientos para el nuevo ­coronavirus, las estrategias que proponen las ciencias del comportamiento están desempeñando un papel crucial en el control de la PANDEMIA

El comportamiento, una bala contra la COVID-19 M A N U E L A R M AYO N E S

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oviembre de 2016. En su novena Con­ ferencia Mundial de Promoción de la Salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanza 12 consejos para mantener a la población sana: vacu­ narse, hacer ejercicio, seguir una dieta saludable, practicar sexo seguro, gestionar el estrés, acu­ dir a chequeos médicos periódicos y llevar unas pautas de higiene adecuadas, entre otros. Con estas medidas pueden prevenirse diversas enfermedades asociadas di­ rectamente al comportamiento de la población, como afecciones respiratorias o cardiovasculares, ictus, diabe­ tes, ciertos cánceres y un sinfín de otras dolencias. Marzo de 2020. El virus SARS-CoV-2 se ha extendido por todo el mundo. La OMS suministra información sobre los comportamientos necesarios para prevenir los contagios. Pero se trata de una mera prescripción de lo que las personas «deben hacer». Cabría pensar que las campañas informativas sobre las conductas saludables que deben llevarse a cabo bas­ tarían para evitar la aparición o transmisión de enferme­ dades, pero en la pandemia de la COVID-19, como en otras muchas ocasiones, esas explicaciones resultan in­ suficientes, puesto que no tienen un efecto directo en gran parte de la población. Por ello, se requiere una herramienta más refinada y específica: el diseño del comportamiento.

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Diseño del comportamiento poblacional

El hecho de que la COVID-19 fuese una desconocida hasta el momento de su aparición ha provocado que los sistemas sanitarios de los distintos países hayan tenido que enfrentarse a ella sin dos herramientas básicas de la salud pública: las vacunas para impedir su propagación y los medicamentos para tratar los síntomas. Por esa razón, la única alternativa para combatir el nuevo coro­ navirus radica, por ahora, en alinear el comportamiento de la población con las medidas que ayuden a prevenir su contagio. A esta conclusión también han llegado diversos inves­ tigadores de las universidades Yale, Harvard y Stanford, según afirman en un estudio prepublicado en marzo de 2020 en Nature Human Behavior. «Debido a que la crisis [de la pandemia de COVID-19] requiere un cambio de conducta a gran escala [...], los conocimientos de las ciencias sociales y del comportamiento pueden utilizar­ se para ayudar a ajustar el comportamiento humano a las recomendaciones de los epidemiólogos y los expertos en salud pública», escriben. Decisiones aparentemente tan simples como mantener el confinamiento, lavarse las manos con asiduidad, usar mascarilla, no tocarse la cara cuando se está en la calle o desinfectar los objetos que puedan estar contaminados se transforman, de este modo, en conductas que pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte de muchas personas.

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En síntesis:Combatir la pandemia desde la psicología

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En la pandemia de COVID-19, la simple prescripción de lo que las personas «deben hacer» no tiene un efecto directo en gran parte de la población. Son necesarias estrategias basadas en el diseño del comportamiento.

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Sin vacunas ni tratamientos contra el nuevo coronavirus, nunca antes las ciencias del comportamiento habían tenido un papel tan trascendental en el control de una pandemia en el mundo occidental.

Con la pandemia del SARS-CoV-2, quizá por primera vez —aunque posiblemente no la última—, el diseño del comportamiento ha adquirido una función esencial en la salud pública. En palabras de Deborah Birx, coordinadora del Equipo de Trabajo para Combatir el Coronavirus de la Casa Blanca, pronunciadas en una rueda de prensa en marzo de este año, en pleno aumento del número de contagios en la ciudad de Nueva York: «No hay bala mágica. No hay vacuna mágica ni terapia. Es solo comportamiento». Pero conseguir que los ciudadanos de cualquier edad, origen o profesión ajusten su conducta a las recomendaciones que las autoridades sanitarias emiten en cada momento supone un gran reto. Desde las ciencias del comportamiento se proponen diversas estrategias. También se advierte de los obstáculos con los que se enfrenta la simple información.

El peligro de los sesgos cognitivos

Partimos de una premisa bien conocida en la promoción de la salud: informar a la población sobre las medidas que se deben tomar, de las conductas que se deben llevar a cabo y sobre las que hay que evitar no garantiza que todo eso ocurra. De ser así, una pandemia como la de COVID-19 podría haberse controlado fácilmente cuando aparecieron los primeros casos de infectados. Pero no ha sido así. Los motivos que llevan a los ciudadanos a no realizar las conductas que nos protegen (lavarse las manos, mantener el distanciamiento social, respetar el confinamiento, no tocarse la cara, etcétera) son variados. Por un lado, nos encontramos con simples descuidos que se producen porque la mayoría de las personas efectúan conductas prácticamente de forma automática, entre ellas, tocarse

E L A U T O R

Manuel Armayoneses doctor en psicología e investigador del Laboratorio de Diseño del Comportamiento del Centro de Salud Electrónica (eHealth) de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC)

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Psicólogos y expertos en comunicación han desarrollado modelos para llevar a la población a actuar de una determinada manera. Entre estos se encuentra la rueda del cambio de comportamiento y la teoría del acicate (nudge).

la cara (un estudio de la Universidad de Nueva Gales del Sur con alumnos de medicina reveló que estos se tocaban la cara unas dos veces por minuto). Por otro lado, los sesgos cognitivos nos llevan a elaborar juicios inexactos e interpretaciones irracionales. A grandes rasgos, y como demostraron los psicólogos Daniel Kahneman y Amos Tversky en 1972, un sesgo cognitivo pone en evidencia que los humanos somos más irracionales de lo que creemos [véase «Psicología de las preferencias», por Daniel Kahneman y Amos Tversky; Investigación y Ciencia, marzo de 1982]. El sesgo de confirmación nos empuja a considerar cierto aquello que pensamos. Si una persona cree que la mayoría de los ciudadanos están rompiendo la cuarentena, tenderá a fijarse solo en noticias en las que los medios de comunicación den cuenta de casos de infractores, detenciones y sanciones aplicadas por no respetar el confinamiento, obviando la información de que la inmensa mayoría de la ciudadanía sí lo hace. De la misma manera, a causa del llamado efecto ancla, muchas personas pueden equiparar la COVID-19 con la gripe estacional, explicación sobre los síntomas que utilizaron inicialmente los medios de comunicación. A partir de ahí, se tiende a evaluar la afección tomando como referencia la gripe estacional e incluso el número de muertos que esta produce al año. ¿Se imagina usted qué hubiera pasado si desde un primer momento se hubiese equiparado la COVID-19 con el ébola? Posiblemente, el pánico se habría apoderado de la mayor parte de la población por tener como «ancla» una enfermedad mucho más mortífera que la gripe estacional. Otros dos sesgos que se encuentran en la base del mantenimiento de conductas son el de optimismo y el de la ilusión de control. El primero, grosso modo, nos lleva a creer que nosotros, por el hecho de ser nosotros, tenemos menos probabilidades de contraer la enfermedad y, que en caso de contraerla, no nos afectará «demasiado». El sesgo de la ilusión de control nos hará pensar que algunas acciones concretas (acaparar papel higiénico o rollos de cocina) nos permiten «controlar la situación».

Cómo modificar el comportamiento

Un medicamento, por muy avalado que esté científicamente, precisa un elemento básico para que tenga efecto: que

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El mensaje de que la mayoría de los ciudadanos cumple con el confinamiento contribuye a romper sesgos de confirmación que alimentan la idea de que ocurre justo lo contrario.

el paciente se lo tome. En una pandemia como la de CO­ VID-19 podríamos decir algo parecido. El factor conduc­ tual básico para que las medidas de higiene y de distan­ ciamiento social tengan un efecto sobre el número de contagiados es que las personas hagan lo que se les indica. En este terreno, el diseño del comportamiento adopta un papel esencial. Esta ciencia transdisciplinar empezó a desarrollarse en 1988 tras la publicación del libro La psicología de los objetos cotidianos, en el que Donald Norman, profesor de la Universidad de California en San Diego, empezó a aplicar conocimientos derivados de su actividad en psicología experimental y psicología cogni­ tiva al diseño de los objetos cotidianos. En 2007, Brian Jeffrey Fogg, psicólogo de la Universidad Stanford y di­ rector del Laboratorio de Diseño del Comportamiento de dicha universidad, desarrolló un modelo teórico sobre el comportamiento humano, el cual ha servido de inspi­ ración para muchos otros psicólogos y expertos en co­ municación que han desarrollando sus propios modelos del comportamiento. Veamos cuatro de estas propuestas.

1. El modelo de comportamiento de Fogg

La idea central del modelo de Fogg estriba en que si quieres que se hagan las cosas debes hacer que sean simples y fáciles para las personas. Y en esa búsqueda de la simplicidad, de lo rápido y fácil se centra, en gran medida, el diseño del comportamiento. Este psicólogo considera que una conducta (lavarse las manos para prevenir el contagio, por ejemplo) ocurre cuando se cumplen tres requisitos: existe un nivel de motivación adecuado, la persona tiene la capacidad para

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ejecutar la acción y aparece una señal, un «disparador», para que se lleve a cabo esa conducta. Fogg lo resume en una sencilla fórmula: B = MAP (siglas en inglés de «Com­ portamiento = Motivación, Capacidad y Estímulo»). Si alguno de esos elementos falta o no se halla en la cantidad suficiente (si la persona en cuestión se encuentra poco motivada o la tarea le resulta excesivamente complicada), el comportamiento no se producirá.

2. La rueda del cambio de comportamiento

En la misma línea, Susan Michie, psicóloga de la salud del Colegio Universitario de Londres (UCL), junto con sus colaboradores, ha trabajado en sistemas útiles para el diseño del comportamiento de la población. Su «rueda del cambio de comportamiento», desarrollada en 2011, parte de la idea que la autora resume con el acrónimo COM-B , es decir, comportamiento basado en la Capa­ cidad, Oportunidad y Motivación. La capacidad se define como las facultades psicológi­ cas y físicas del individuo para participar en la actividad en cuestión; de este modo, incluye tener los conocimien­ tos y las habilidades necesarias (por ejemplo, disponer de una mascarilla y saber utilizarla). La motivación son todos los procesos que energizan y dirigen el compor­ tamiento, no solo los objetivos, sino también la concien­ cia y la toma de decisiones (el convencimiento de que la mascarilla nos protege). Por último, la oportunidad in­ cluye los factores externos al individuo que hacen posible o impulsan el comportamiento (siguiendo con el ejemplo de la mascarilla, el hecho de entrar en una zona de peli­ gro de contagio o ver un cartel donde se pida usarla).

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Estrategias para promover conductas saludables En una situación como la pandemia de COVID-19, la alternativa más viable reside en relacionar las fases de intervención que propone la Organización Mundial de la Salud (detección, control y mitigación) con distintos objetivos conductuales y diseñar específicamente el modo de lograr cada uno de ellos. Veamos algunos ejemplos de las herramientas que ofrece el diseño del comportamiento para promover ciertas conductas en la población: 

Conducta que quiere promoverse Uso de mascarilla de protección. Acción para fomentar la conducta deseada Incorporar testimonios de figuras de autoridad (epimemiólogos o médicos) y de primeros pacientes en las campañas de prevención.



Conducta que quiere promoverse Confinamiento de los jóvenes. Acción para fomentar la conducta deseada Potenciar en los medios de comunicación las campañas públicas de casos de jóvenes con COVID-19. Ello contribuye a romper entre este grupo de población la creencia de que la enfermedad ataca solo a los ancianos (idea favorecida por los sesgos de control y de optimismo).



Conducta que quiere promoverse Lavado de manos. Acciones para fomentar la conducta deseada En el ámbito doméstico, colocar paneles o carteles en casa que recuerden la necesidad de lavarse las manos, junto con instrucciones gráficas sobre cómo hacerlo de manera correcta. En los centros de trabajo pueden depositarse dispensadores de solución alcohólica higienizante en lugares estratégicos (la entrada de la oficina, junto al ascensor, en el baño, etcétera).



Conducta que quiere promoverse Uso de aplicaciones de teléfonos móviles que monitoricen los síntomas de la enfermedad y registren el geoposicionamiento de las personas infectadas. Acciones para fomentar la conducta deseada Clarificar por qué se ha desarrollado la aplicación, exponer sus garantías técnicas, éticas, de protección de datos y legales, definir a quién va dirigida e incluir agradecimientos a los usuarios por su colaboración. También puede utilizarse el testimonio de personajes populares e influyentes que recomienden el uso de la aplicación. Asimismo, podría ofrecerse al usuario información sobre el porcentaje de personas de su zona de residencia que emplean la aplicación, recalcando que su uso es voluntario, solidario y responsable.

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La psicología y otras disciplinas de las ciencias del comportamiento y sociales pueden ser útiles a la hora de influir en la población para que se realicen una serie de conductas. Así, ayudan a resolver preguntas como: ¿de qué modo deben actuar las autoridades de la salud pública para promover un determinado comportamiento? ¿Cómo hay que trabajar en una situación de caos comunicativo y de noticias falsas? ¿Se puede influir en la conducta ciudadana sin perder de vista la ética?

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cumplir la dimensión de credibilidad, la aplicación de­ bería incorporar la información de los organismos ofi­ ciales y los científicos que la auspician y apoyan el uso del dispositivo. También deben garantizarse la protección de datos y los consentimientos necesarios. Por último, en la dimensión de apoyo social, los dise­ ñadores tendrían que incorporar los testimonios de personajes populares e influyentes que recomienden el uso de la aplicación. Asimismo, se le podría ofrecer al usuario información sobre el porcentaje de personas de su zona de residencia que la utilizan, recalcando su ca­ rácter voluntario, solidario y responsable.

4. La teoría del acicate

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Para afrontar pandemias como la del nuevo coronavirus resulta esencial que las personas lleven a cabo las conductas que se les recomiendan, como llevar mascarilla de protección en los lugares públicos.

3. El modelo de diseño de sistemas persuasivos

Dentro del diseño del comportamiento entra, asimismo, la «persuasión tecnológica», término que acuñó Fogg en 2002 y que se refiere al hecho de incorporar elementos de persuasión y de influencia social en las aplicaciones para teléfonos móviles, páginas web, videojuegos y, en general, en cualquier dispositivo tecnológico. El «mode­ lo de diseño de sistemas persuasivos» que desarrollaron Harri Oinas-Kukkonen y Marja Harjumaa, de Universi­ dad de Oulu, en 2009, incluye algunas de las ideas que Fogg plasmó en su libro Persuasive technology. De acuerdo con este modelo existen cuatro categorías principales a tener en cuenta en el diseño del compor­ tamiento: apoyo a la tarea principal, apoyo al diálogo, apoyo a la credibilidad y apoyo social. Ejemplificaremos este modelo con una aplicación móvil encaminada a identificar a las personas que han estado en contacto con otras infectadas. Para cumplir la primera categoría, el apoyo a la tarea principal, sería necesario clarificar por qué se ha desarrollado una apli­ cación semejante, exponer sus garantías técnicas, éticas y legales, definir a quién va dirigida y el contexto en el que se ha diseñado (una aplicación de este tipo tendrá una aceptación muy diferente en plena pandemia de COVID-19 que hace un año). En lo relativo al apoyo al diálogo, se propondría un tipo de información por parte de las autoridades sanitarias y en forma de mensajes, que agradeciera a los usuarios su esfuerzo para contener la epidemia, así como elogios y palabras de apoyo para continuar su labor. En definitiva, mensajes que aumen­ taran la motivación de las personas para utilizarla. Para

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Desde la economía del comportamiento podríamos integrar en el diseño del comportamiento la teoría del acicate, basada en pequeños incentivos o «empujones». Aunque los economistas de la conducta Richard Thaler y Cass Sunstein la elaboraron a mediados de los años noventa del siglo pasado, fue en 2008 cuando se popu­ larizó gracias a su libro Nudge (publicado en español en 2009). La teoría del acicate se basa en la idea de modificar la conducta de las personas cambiando la forma de presen­ tar las posibles opciones en el momento de tomar una decisión. Un ejemplo de esta estrategia en la pandemia de COVID-19 lo encontramos en las marcas en el suelo que indican la distancia que debemos mantener con la siguiente persona en la cola de un supermercado. Estos acicates o incentivos resultan herramientas muy importantes para contrarrestar el efecto de los sesgos cognitivos que pueden hallarse en la base de comporta­ mientos inadecuados. De esta manera, ayudan a neutra­ lizar el sesgo del falso consenso, es decir, la tendencia a juzgar que las propias opiniones, creencias, evaluaciones e incluso conductas son las más habituales, las que «la mayoría de la gente hace o piensa». En el caso de los jó­ venes que, con el argumento de que «es lo que hacen los demás», pretenden romper el confinamiento, un buen incentivo consistiría en colocar en las marquesinas del transporte público imágenes de personalidades con in­ fluencia sobre ellos (por ejemplo, un youtuber famoso) que transmitan la idea de que respetar el confinamiento es lo que hace la mayoría de los jóvenes.

La comunicación persuasiva

La comunicación persuasiva y el uso de las redes sociales adquieren una importancia trascendental en situaciones de pandemia para promover el cambio de comportamiento. Sobre todo cuando informar no resulta suficiente para lograr el cambio conductual en la población. Deben combinarse los conocimientos sobre el comportamiento humano y la estructuración de un mensaje. Robert Cialdini, psicólogo y profesor en la Universidad Estatal de Arizona, estableció en 2009 en su obra Influencia seis principios básicos para conseguir la influencia

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social y la persuasión: reciprocidad, escasez, autoridad, coherencia, consenso social y agradabilidad. En estos días, todos estos principios se utilizan con profusión tanto por parte de las autoridades sanitarias como por los medios de comunicación en su labor de servicio público. El principio de escasez entró en juego al inicio del confinamiento: ante el acopio de papel hi­ giénico, se lanzaron mensajes de tranquilidad. Pero, en este caso, las autoridades sanitarias y los medios de co­ municación emplearon el principio de manera inversa, ya que mostraron imágenes de estanterías llenas en los supermercados y testimonios de clientes y proveedores que aseguraban que el abastecimiento estaba garantizado. De este modo, se neutralizó la tendencia al acaparamien­ to y, posiblemente, se evitaron conflictos sociales. El principio de autoridad se utiliza en estos días cuan­ do, por ejemplo, los epidemiólogos (personas con auto­ ridad en el terreno de las pandemias) ratifican o apoyan las indicaciones de la Administración. Y el de coherencia, cuando se nos indica que tenemos que seguir «resistien­ do» el confinamiento teniendo en cuenta lo que «hemos logrado hasta ahora» y subrayando el compromiso per­ sonal que hemos adquirido cada uno. El consenso o la norma social destaca cuando se informa a los ciudadanos de que «lo correcto», «lo responsable» y lo que hace la mayoría de la ciudadanía es respetar el confinamiento y el resto de las medidas de prevención. Este principio se refuerza a diario con personajes populares de los más diversos ámbitos profesionales que aparecen en programas televisivos para, desde su domicilio, transmitir mensajes de solidaridad con quienes «siguen las normas y hacen lo correcto». El principio de agradabilidad surge cuando personas «como nosotros», tan asustadas y preocupadas como pueda estarlo cualquiera, se crecen frente a la adversidad. Identificarnos con ellos es una estrategia de persuasión que refuerza nuestro comportamiento. Finalmente, la reciprocidad surge cada día a las ocho de la tarde, cuan­

do se «compensa» en forma de aplauso a los servicios sanitarios y, en general, a los servicios básicos que faci­ litan el confinamiento por el gran esfuerzo que realizan. También cuando estos aplauden a los pacientes por su valentía y esfuerzo por mantener las medidas de protec­ ción, entre ellas, el aislamiento.

Conclusión

Como hemos visto brevemente, son muchos los modelos y las técnicas que se pueden emplear, con frecuencia combinados entre sí, para dirigir el comportamiento de la población. No hemos entrado en modelos clásicos, como el de la teoría de la acción planificada de Icek Taj­ zen, psicólogo social y profesor emérito de la Universidad de Massachusetts en Amherst, quien afirma que las in­ tenciones y los comportamientos son una función de tres determinantes básicos: la naturaleza personal, la influen­ cia social y el control. No se han incluido porque estas teorías tienen una mayor capacidad predictiva para la intención de conducta que para la conducta real. Y es precisamente esta última la que en una pandemia como la actual obliga a ser extremadamente prácticos y buscar estrategias de diseño muy operativas. Es fácil comprender que la intención de lavarse las manos no es igual a lavar­ se las manos. En definitiva, la intención no transformada en acción carece de valor preventivo. Sin duda, las posibilidades de incorporar el diseño del comportamiento al manejo de pandemias como la de la COVID-19 son muchas. Pero es necesario articular, a través de la investigación, «sistemas de respuesta psico­ lógica» que, más allá de la innegable necesidad de apoyo psicológico a toda la población, permitan utilizar las mejores estrategias de diseño comportamental en el lugar, momento y con el grupo poblacional adecuado para reducir el contagio. El único límite no es otro que el que nos marcan la ética, los códigos deontológicos de los profesionales implicados y, por supuesto, las normas legales de protección de datos y privacidad. H

PA R A S A B E R M Á S

A behavior model for persuasive design. B.J. Fogg en Persuasive ‘09: Proceedings of the 4th International Conference on Persuasive Technology, págs. 1-7, abril de 2009. Persuasive systems design: Key issues, process model, and system features en Communications of the Association for Information Systems, vol. 24, 2009. Un pequeño empujón (Nudge): el impulso que necesitas para tomar mejores decisiones sobre salud, dinero y felicidad. Richard H. Thaler, Cass R. Sunstein y Belén Urrutia. Taurus, 2009. Using social and behavioural science to support COVID-19 pandemic response. Jay Van Bavel et al. en Nature Human Behaviour, marzo de 2020. Recuperado en PsyArXiv Preprints https://psyarxiv.com/y38m9/ EN NUESTRO ARCHIVO

Psicología de la persuasión. Robert B. Cialdini en IyC, abril de 2001. ¿Incentivo o manipulación? Sarah Zimmermann en MyC n.o 78, 2016.

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AVANCES ESTRÉS

COVID-19: Insomnio, depresión y ansiedad en el personal sanitario

Más de un tercio de los sanitarios que atendieron el brote del nuevo coronoavirus en China sufrió síntomas de insomnio. El nivel de educación, el aislamiento y la incertidumbre influyeron en ello

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Yvonne Buchholz

La exposición directa y constante a las personas infectadas influye en la sensación de incertidumbre y estrés de muchos sanitarios.

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l nuevo coronavirus que ha infectado a cerca de dos millones de personas en todo el mundo no es solo una amenaza para la salud física, sino también para el bienestar psicológico. Se ha comprobado que más de un tercio del personal médico que respondió al brote durante su punto álgido en China sufría insomnio. Asimismo, se dieron casos de depresión, trauma emocional y ansiedad. Los resultados se han publicado este pasado mes de abril en Frontiers in Psychiatry. Entre los factores relacionados con estos síntomas se encuentran el alto grado de estrés por la exposición en

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primera línea y constante a personas infectadas, la sensación intensa de incertidumbre y las medidas de aislamiento.

Más depresión en los insomnes

Los resultados de la reciente investigación se basan en una serie de cuestionarios autoadministrados llevados a cabo en línea entre el 29 de enero y el 3 de febrero, es decir, durante el pico de la epidemia de COVID-19 en China. Los investigadores utilizaron la plataforma de medios sociales WeChat para reunir respuestas de 1563

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gaban a infectarse al quitarse el EPI. «En estas condiciones peligrosas, el personal médico se agota mental y físicamente, por lo que experimenta un mayor riesgo de insomnio debido al alto grado de estrés», escriben los autores.

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Yvonne Buchholzes periodista, psicóloga especializada en neuropsicología y redactora de Mente y cerebro.

participantes en el terreno de la medicina. De ese número, 564 personas (el 36,1 por ciento) tenían síntomas de insomnio. La estadística, señalan los autores, concuerda con investigaciones anteriores realizadas sobre los efectos psicológicos del brote de SARS (síndrome respiratorio agudo grave) en 2002, causado también por un coronavirus. En ese caso, el 37 por ciento de las enfermeras que trabajaron con pacientes infectados experimentaron insomnio. «Por lo general, el insomnio relacionado con el estrés es transitorio y persiste unos pocos días», apunta en un comunicado de prensa Bin Zhang, profesor de la Universidad Médica del Sur en Guangzhou y coautor del estudio. «Pero si el brote de COVID-19 continúa, el insomnio puede convertirse gradualmente en crónico en el entorno clínico», afirma. En su investigación, los sanitarios con insomnio experimentaron niveles más altos de depresión que el grupo sin insomnio (87,1 por ciento frente a 31 por ciento), especialmente en los casos moderados (22,9 por ciento frente a 2,8 por ciento) y graves (16,7 por ciento frente a 1,8 por ciento). Los porcentajes y las diferencias entre los dos grupos fueron similares en cuanto a los problemas de ansiedad y trauma emocional.

Medidas para paliar la angustia

Una de las estrategias para mitigar los trastornos del sueño, según recomiendan los investigadores, consiste en la terapia cognitivo-conductual para el insomnio, que incluye educación sobre la higiene del sueño, métodos de relajación, control de la estimulación y terapia cognitiva. También sugieren a las autoridades sanitarias que examinen al personal médico basándose en los factores de riesgo que revela su investigación. De esta manera, en las intervenciones para el insomnio entre el personal sanitario deben considerarse las características sociopsi­ cológicas. La Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), por su parte, ha publicado una serie de recomendaciones dirigidas al personal de salud con el objetivo de reducir los problemas psicológicos que pueden producir «la incertidumbre y el estrés que conllevan las dificultades en la atención médica durante un brote epidémico como el del nuevo coronavirus». Entre estos efectos destacan la ansiedad, la sensación de frustración, el miedo, el aislamiento, la anestesia emocional, la hiperactividad, las pesadillas y la dificultad de concentración o de memoria. Para minimizar su incidencia, la SEP recomienda mantener el contacto, en la medida de lo posible, con amigos y familiares, compartir información constructiva Incertidumbre y estrés Además, se identificaron una serie de factores relaciona- con los compañeros de trabajo (como identificar errores dos con el insomnio, entre ellos, el nivel de educación, el y propuestas para corregirlos, y aplaudir las soluciones), ambiente de aislamiento y las preocupaciones asociadas planificar una rutina fuera del trabajo, ser consciente de con el brote de COVID-19. «El factor más importante las propias sensaciones y emociones y permitirse pedir H fue tener una intensa incertidumbre con respecto al ayuda, entre otros consejos. control efectivo de la enfermedad entre el personal médico», explica Zhang. La sensación de incertidumbre era 3,3 veces mayor en los sanitarios que mostraban insomnio que en los que no sufrían el problema. PA R A S A B E R M Á S El personal con una formación educativa inferior también mostró una mayor tendencia al trastorno del Survey of insomnia and related social psychological factors sueño. En concreto, hallaron que el riesgo de insomnio among medical staff involved with the 2019 novel coronavirus disease outbreak. C. Zhang et al., publicado en línea en Fronentre los sanitarios con educación secundaria o inferior tiers in Psychiatry el 14 de abril de 2020. eran 2,69 veces mayor que en los que habían cursado un doctorado. Por ello, basándose en sus resultados, los WEB DE INTERÉS investigadores especulan que una menor educación podría conducir a un mayor temor. En la página web de la Sociedad Española de Psiquiatría se pueden consultar los consejos para el cuidado de la salud Asimismo, destacan que los trabajadores de la salud mental del personal sanitario: sepsiq.org se encontraban bajo un «estrés increíble»: se hallaban en estrecho contacto con pacientes infectados que les podían EN NUESTRO ARCHIVO transmitir la enfermedad y estaban preocupados por la posibilidad de infectar a su propia familia y amigos. El El cerebro sometido al estrés. Amy Arnsten, Carolyn M. Mazure y Rajita Sinha en IyC, junio de 2012. personal médico tenía que usar equipos de protección individual (EPI) durante más de 12 horas seguidas, a Las funciones vitales del sueño. Robert Stickgold en IyC, menudo sin poder tomar un descanso porque se arriesdiciembre de 2015.

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NEUROCIENCIA

Nacimiento de un circuito motor en vivo y en directo

Un sofisticado sistema de visualización permite rastrear en el tiempo y el espacio las neuronas de los embriones de pez cebra en sus etapas de desarrollo iniciales. Este sistema desvela cómo se unen las neuronas nuevas para crear una médula espinal capacitada para la locomoción Kristen P. D’Elia y David Schoppik

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El pez cebra, por su tamaño reducido, transparencia y rápido desarrollo, es un buen candidato para investigar la formación de un circuito neuronal.

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l origen y la actividad laboral de una persona se consideran a menudo elementos clave de su identi­ dad. De modo similar, las neuronas pueden clasifi­ carse según su historia evolutiva y misión en el sistema nervioso. No obstante, de la misma manera que el cargo de una persona no revela necesariamente su contribución al trabajo en equipo, saber cuál es la función de una neu­ rona no significa que entendamos cómo actúa junto con otros tipos de neuronas para formar circuitos que permi­ tan, por ejemplo, el movimiento. En un artículo publicado en la revista Cell, Yinan Wan, del Instituto de Medicina Howard Hughes, y sus colaboradores han descrito un método de visualización que ayudará a conocer el modo en que se crean los circuitos neuronales. Los autores han utilizado esta técnica para cartografiar de forma exhaus­

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tiva el conjunto de los circuitos motores y su función emergente en la médula espinal del pez cebra. En los embriones vertebrados, los primeros circuitos neuronales que responden a la información sensorial y orquestan el movimiento se hallan en la médula espinal. Estos circuitos motores se crean a partir de docenas de tipos de neuronas con una especialización molecular. Este sistema, en sí bastante sencillo, resulta útil para in­ vestigar cómo se unen los circuitos neuronales para ge­ nerar un comportamiento determinado. En este caso, la contracción muscular. Wan y su equipo se propusieron estudiar la formación de los circuitos motores incipientes en embriones de pez cebra. Durante mucho tiempo, estos investigadores han estado a la vanguardia de la microscopía in vivo; también

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AVANCES

Rastreo de las unidades básicas de un circuito Yinan Wan y su equipo, del Instituto de Medicina Howard Hughes, han desarrollado un sistema informático de visualización que rastrea las neuronas de la médula espinal del pez cebra, desde su «nacimiento» (a las 6 horas de la fecundación embrionaria) hasta las 22 horas (momento en que empiezan a manifestar la actividad coordinada de un circuito motor). Los investigadores rastrearon las células hermanas nuevas (derivadas de la misma célula progenitora y marcadas con diferentes tonalidades del mismo color). A las 17 horas, las cé-

17 horas. Se ha producido una migración y establecido una identidad

22 horas. Comienzan las conexiones y la coordinación

NATURE

6 horas. Nacimiento

lulas habían migrado hasta los lugares que ocupan en la madurez; también adoptaron las características moleculares de las neuronas motoras (célula con forma de estrella) o de interneuronas (célula circular). A las 22 horas, las células se conectaron a través de circuitos coordinados (recuadro). Las neuronas motoras son las primeras en activarse. El equipo comprobó que estas neuronas dejan una impronta de su actividad sobre otras neuronas (flechas), de modo que estas últimas adoptan el mismo patrón de actividad.

son pioneros en las técnicas microscópicas mediante hojas de luz que iluminan cada una de las células que componen los organismos en fase de desarrollo (como el pez cebra) sin dañarlos [véase «Microscopía de fluo­ rescencia mediante hojas de luz»; por Ernst H. Stelzer; Investigación y Ciencia, julio de 2015]. El pez cebra se adapta bien a estos estudios porque es pequeño, trans­ parente y presenta un rápido desarrollo. Los científicos visualizaron un pez cebra desde 6 ho­ ras después de la fecundación (cuando las neuronas medulares empiezan a surgir a partir de las células ner­ viosas progenitoras), hasta las 22 horas (en ese momen­ to, se inician los patrones de actividad neuronal que generan los movimientos de la cola). Dicha exploración les permitió obtener múltiples imágenes, las cuales procesaron con el fin de extraer información sobre la ubicación de cada célula a lo largo del tiempo. Además, optimizaron el diseño de sus microscopios, de manera

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Kristen P. D’Elia y David Schoppiktrabajan en los departamen­ tos de Otorrinolaringología y de Neurociencia y Fisiología del Instituto de Neurociencia en el Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York.

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que podían medir los patrones de actividad funcional emergentes de cada célula. A través del conjunto de datos que obtuvieron, rastrearon la organización y fun­ ción de cada célula de la médula espinal del animal en sus primeras etapas de desarrollo. Las neuronas motoras (o motoneuronas) y las inter­ neuronas son tipos neuronales esenciales de los circuitos motores medulares. Las primeras desencadenan la con­ tracción de las fibras musculares; las segundas, coordinan la señalización dentro y entre los circuitos (por ejemplo, para facilitar la alternancia de los movimientos a izquier­ da y derecha cuando se nada). Con frecuencia se ha considerado que las neuronas motoras eran células pasi­ vas controladas por las aferencias de las interneuronas superiores y que las interneuronas eran la fuerza motriz responsable del conjunto de los circuitos motores medu­ lares y de su función. Sin embargo, en los últimos años se ha comprobado que las neuronas motoras, tanto las que se están desarrollando como las maduras, controlan su conexión con las interneuronas e, incluso, la actividad de estas últimas. En el pez cebra, las neuronas motoras son las primeras de la médula espinal que despliegan patrones de actividad espontáneos. Conforme se estable­ ce un circuito, a menudo se activan primero a sí mismas; luego, coordinan su actividad con las demás. Wan y sus colaboradores se preguntaron si esta actividad se origi­

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naba en las propias neuronas motoras o se debía al control de las interneuronas. Descubrieron que determinadas neuronas motoras parecen imponer su propia actividad a las neuronas motoras e interneuronas vecinas, de modo que se pro­ ducen parejas celulares con idénticos patrones de activi­ dad. Dicho de otro modo, los primeros patrones de ac­ tividad colectiva los inician las neuronas motoras. Este hallazgo se suma a la visión incipiente de las neuronas motoras como impulsoras del desarrollo de la médula espinal. En consonancia con hallazgos anteriores, los autores confirmaron asimismo que las interneuronas coordinan los patrones globales de actividad necesarios en el pez cebra para el movimiento de la cola en etapas posteriores del desarrollo. Según una teoría del desarrollo neural, las células que tienen la misma ascendencia están destinadas a estable­ cer una conectividad común y a desempeñar funciones similares en un circuito. Sin embargo, los resultados que hablan a favor de tal determinismo siguen debatiéndose, lo cual refleja la dificultad para rastrear las neuronas emparentadas durante su migración. Pero Wan y su equipo han logrado investigar este fenómeno gracias a un método capaz de explorar de forma exhaustiva las células a lo largo del tiempo. Los investigadores examinaron la actividad de neuronas hermanas que compartían un ancestro inmediato. En consonancia con las ideas deterministas, las neuronas hermanas con terminaciones próximas tenían más posi­ bilidades de actuar conjuntamente que las no emparenta­ das. Curiosamente, sin embargo, la mayoría de las parejas hermanas no se situaban próximas. De hecho, las dos tenían la misma probabilidad de emigrar hacia lados opuestos de la médula espinal y de participar a continuación en diferentes fases del movimiento. Así pues, la ascendencia celular común explicaría solo una pequeña parte de la organización funcional. Dicho esto, el estudio del equipo de Wan se limita a la fase más incipiente del desarrollo,

mucho antes de que el pez cebra eclosione y nade con li­ bertad. Será interesante revisar estas cuestiones del «de­ terminismo ancestral» durante períodos más largos. Otra limitación de la técnica desarrollada por Wan y su equipo radica en que su microscopio de vanguardia se adapta mejor a organismos modelo pequeños. Con­ vendría examinar si sus hallazgos se constatan en orga­ nismos más complejos. Con todo, los microscopios ac­ tuales no permiten este tipo de exploración. Cabe destacar que el grupo que llevó a cabo el estudio (y el Campus de Investigación Janelia en el Instituto de Medicina Howard Hughes, donde trabajan estos investi­ gadores) se ha comprometido a facilitar acceso al micros­ copio utilizado en esta investigación. Además, se pueden descargar los datos y los análisis efectuados hasta ahora. De este modo, otros investigadores podrán evaluar más a fondo la relación entre filogenia y función que propone este estudio. Los avances en el perfil transcripcional de las células aisladas han revelado una notable variabilidad entre las neuronas, lo que incrementa el interés por conocer el desarrollo de circuitos neuronales, a pesar de que su compresión se antoja sumamente complicada. Mientras no dispongamos de un mayor conocimiento de la lógica molecular con la que las neuronas crean circuitos moto­ res, nuestra capacidad para prevenir, diagnosticar y tratar los trastornos del movimiento seguirá siendo limi­ tada. El dispositivo y los análisis desarrollados por el equipo de Wan muestran una estrategia técnicamente exigente pero, sin duda, fructífera para comprender mejor cómo el nacimiento de una neurona «premoldea» su futura función dentro de un circuito. H Artículo original publicado en Nature, vol. 576, págs. 46-47, 2019 Traducido con el permiso de Nature Research Group © 2020

PA R A S A B E R M Á S

Delineating the diversity of spinal interneurons in locomotor circuits. Simon Gosgnach et al. en Journal of Neuroscience, vol. 37, n.º 45, págs. 10.835-10.841, 2018. Development, functional organization, and evolution of vertebrate axial motor circuits. Kristen P. D’Elia y Jeremy S. Dasen en Neural Development, vol. 13, 2018. Neuronal specification in space and time. Isabel Holguera y Claude Desplan en Science, vol. 362, n.º 6411, págs. 176-180, 2018. Single-cell reconstruction of emerging population activity in an entire developing circuit. Yinan Wan et al. en Cell, vol. 179, n.º 2, págs. 355-372, octubre de 2019. EN NUESTRO ARCHIVO

Neuronas en una larva de pez cebra. MyC n.o 75, 2015. Ya es posible captar la actividad neuronal de gusanos y peces en movimiento. John A. Calarco y Aravinthan D. T. Samuel en MyC n.o 95, 2019. Iluminación del espacio extracelular. Valentin Nägerl, en este mismo número.

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AVANCES

ENVEJECIMIENTO

Riesgo de depresión crónica en la vejez

Cuatro factores aumentan la posibilidad de padecer síntomas depresivos durante la senectud: ser mujer, la pérdida de audición, sufrir una ­enfermedad permanente y la soledad

GETT Y IMAGES / DMITRY BERKUT / ISTOCK

Alejandro de la Torre Luque

Las mujeres mayores que padecen una enfermedad crónica, como diabetes o artrosis, tienen un mayor riesgo de sufrir un trastorno depresivo.

S

i bien la depresión se está convirtiendo en uno de los problemas de salud con más impacto en el siglo xxi, su incidencia afecta sobre todo a las personas mayores. Una investigación reciente dirigida por nuestro grupo del Centro de Investigación Biomédica en Red en Salud Mental (CIBERSAM) junto con científicos del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid indica que el riesgo de presentar una depresión crónica aumenta durante la vejez. Para el estudio, publicado en Journal of Affective Disorders, contamos con la colaboración de investigadores

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del Parque Sanitario Sant Joan de Déu, en Barcelona, y del King’s College de Londres. Todo ello dentro de una ambiciosa iniciativa europea: el llamado proyecto ATHLOS. A través de este consorcio de investigadores se pretende identificar los factores que caracterizan al envejecimiento saludable y su curso. De esta manera, analizamos las respuestas de 8317 mayores del Reino Unido que participaban en el Estudio Longitudinal Inglés sobre Envejecimiento (ELSA, por sus siglas en inglés). Entre 2002 y 2012, y con una periodicidad bianual, se les preguntó acerca de su estado de

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Consecuencias de la depresión crónica en la senectud La depresión persistente o crónica en el envejecimiento se ha asociado, sobre todo, con un mayor riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer. Asimismo, su influencia en el estado físico es contundente. Se ha demostrado que vivir durante años con depresión puede producir alteraciones en el sistema inmunitario y el metabolismo. Así, en las personas mayores con síntomas depresivos crónicos suelen registrarse niveles altos de marcadores de inflamación

y de coagulación sanguínea (la proteína C reactiva y el fibrinógeno). También se ha observado un aumento de los triglicéridos y de la glucosa en sangre, así como valores bajos de colesterol «bueno» (lipoproteínas de alta densidad). A ello hay que sumar que la persona que lleva muchos años sufriendo una depresión grave encara con pesadumbre y desesperanza el futuro y valora su día a día como un camino lúgubre hacia la muerte, lleno de dolor y sufrimiento. Según con-

firmamos en nuestro estudio publicado en Journal of Affective Disorders, también se sienten infelices e insatisfechas y presentan una baja calidad de vida. Además, su deterioro en el funcionamiento físico y para llevar a cabo las actividades básicas de la vida diaria (comer, vestirse, asearse, etcétera) sucede el doble de rápido en comparación con los mayores que sufren depresión transitoria (aquella que aparece y se resuelve o que se presenta solo durante un tiempo).

salud. También se investigó si padecían síntomas depresivos y, en ese caso, cómo estos afectaban la calidad de vida y el funcionamiento diario de los participantes. Según comprobamos, más del 25 por ciento de las personas mayores de 65 años sufrían síntomas depresivos a lo largo de la vejez. Y algo más del 10 por ciento mostraba síntomas depresivos graves. En otras palabras, una de cada diez personas de edad avanzada manifestaba problemas persistentes o crónicos de depresión. Encontramos, además, que un porcentaje notable de mayores (en torno al 17 por ciento de los hombres y el 21 por ciento de las mujeres) presentaba cada vez más síntomas de depresión. Pero el dato quizá más preocupante fue que en torno al 6 por ciento de los hombres y el 11 por ciento de las mujeres manifestaban un elevado número de síntomas depresivos durante el envejecimiento. Ello sugiere una cronificación de los síntomas depresivos en toda la edad anciana.

cuando se experimenta la muerte de un ser querido, la ruptura de una relación de pareja o un despido laboral. Asimismo, la jubilación puede suponer un punto de inflexión en la vida de un ser humano: muchos pueden considerarse menos útiles para la sociedad cuando dejan de trabajar, con los consiguientes sentimientos de tristeza y añoranza. Lo «anormal» sería no manifestar ese estado emocional. De hecho, estas reacciones se consideran «adaptativas». Pero ¿cómo pueden distinguirse estas de una depresión? Un episodio depresivo implica que la mayor parte del día y durante un período de al menos dos semanas se manifieste tristeza y anhedonia, junto a otros problemas que afectan la vida rutinaria, como dificultad para conciliar el sueño o descansar lo suficiente, falta de concentración, baja autoestima o sentimientos de culpa. Ahora bien, ¿qué factores llevan a que los síntomas depresivos se mantengan elevados de manera persistente en la senectud? Nuestra investigación reveló que el curso crónico de Reconocer un trastorno depresivo Por lo general, la depresión se caracteriza por unos esta- síntomas depresivos se asocia con diversos factores, sobre dos anímicos y emocionales determinados, como honda todo con cuatro, a saber: ser mujer, la pérdida progresiva tristeza, apatía, nostalgia o ira. No obstante, estas res- de audición, sufrir una enfermedad crónica y la soledad. puestas también resultan habituales ante acontecimientos Haber sufrido en la adultez algún trastorno emocional de la vida. Así, sentirse triste y con desgana profunda (una depresión o un trastorno de ansiedad) también se (anhedonia) son reacciones esperables y «normales» relacionó con un curso crónico de la depresión. Analicemos cada uno de los factores.

Un molesto compañero de viaje E L A U T O R

Alejandro de la Torre Luquees psicólogo y doctor en neurociencias, miembro del grupo de investigación en trastornos afectivos del CIBERSAM y el Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense de Madrid. Asimismo, forma parte del Centro Colaborador de la OMS para la Investigación y Formación en Servicios de Salud Mental.

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Estudios epidemiológicos poblacionales señalan que los síntomas depresivos graves o el diagnóstico de una depresión mayor predominan más entre las mujeres que entre los hombres. Este fenómeno se ha observado en otros trastornos emocionales, entre ellos, los de ansiedad. Por ende, diversas formas de depresión (como la depresión persistente) también suelen ser más frecuentes en

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AVANCES

ellas en todas las etapas de la vida. Al parecer, el efecto de los estrógenos (hormonas sexuales femeninas) sobre los procesos fisiológicos (especialmente la regulación del eje hipotálamo-hipófisis-glándulas adrenales, que contribuye a las respuestas de vigilancia y estrés) puede desempeñar un papel en ello. Asimismo, los procesos de socialización e identificación de género influyen de manera destacada. En este sentido, estereotipos impuestos al sexo femenino, como considerar que se trata del «sexo débil» —afortunadamente, estas creencias están desapareciendo en el esquema de valores de las nuevas generaciones—, favorecen la aparición y perpetuación de síndromes depresivos en las mujeres. Otra de las piezas clave en el desarrollo de depresión en la vejez es el déficit sensorial. La pérdida progresiva de audición ocupa un papel crucial en el trastorno depresivo crónico o persistente. La persona que se va quedando sorda poco a poco va entrando en un contexto de profundo aislamiento de su entorno. Aunque puede tener capacidad para disfrutar de las reuniones familiares o participar en actividades comunitarias (asistir a centros de día o a actos sociales, por ejemplo), el estado de aislamiento que le produce la sordera progresiva le lleva a perder la satisfacción y los beneficios que aporta la conversación con la familia o las amistades, entre otras vivencias gratificantes. Por otro lado, una enfermedad crónica (diabetes, hipertensión, artrosis, entre otras) produce que la vida de un senescente sea cada vez más dura. Las limitaciones y el control médico que se derivan de este tipo de dolencias, así como la autopercepción de ser físicamente vulnerable y la necesidad de medicarse de manera rutinaria constituyen razones de peso para sentirse hastiado, cansado, frustrado y triste. El manejo de múltiples enfermedades crónicas se torna fatigoso y dificultoso, lo que con frecuencia conlleva la perpetuación de síntomas depresivos.

Por último, es imprescindible detenerse en la función que ejerce la soledad en la etapa anciana y su relación con la depresión crónica. Sentirse solo implica valorar las relaciones sociales que se tienen como escasas, inexistentes o de poca calidad («vacías»). Ello produce emociones negativas, como la tristeza o la desesperanza. Aunque las personas mayores no se sienten más solas que otros grupos de población (los adolescentes, por ejemplo), se ven más limitadas para lidiar con esos sentimientos. Muchos estudios hablan de los efectos nocivos de la soledad en la edad anciana, entre estos, un elevado riesgo de mortalidad o el desarrollo de trastornos neurodegenerativos [véase «¿La soledad no deseada causa demencia?», por Elvira Lara; Mente y Cerebro n.o 101, 2020]. Nosotros observamos una clara relación entre la soledad y el curso crónico de síntomas depresivos, tanto en hombres como en mujeres.

Algunas pistas para un envejecimiento pleno

Cada uno de nosotros, como miembros de la sociedad, debemos contribuir a que nuestros mayores vivan con plenitud, pero también los Gobiernos tienen que actuar en esa dirección. De nuestro estudio se desprende que la depresión, sobre todo cuando los síntomas persisten a lo largo del envejecimiento, causa un importante impacto en la persona, impidiéndole vivir con una adecuada calidad de vida. Por ello, resulta imprescindible que se desarrollen planes de actuación para contrarrestar los efectos de la depresión en la vejez. Dichos programas deberían contar con acciones que ataquen los factores que hemos mencionado y que llevan a la cronificación de la depresión, como la soledad o el manejo de las enfermedades crónicas. Es imprescindible que hagamos real aquello que ya en el siglo v antes de nuestra era destacó el matemático y filósofo Pitágoras: «Una bella vejez es, ordinariamente, la recompensa de una bella vida». H

PA R A S A B E R M Á S

Understanding the somatic consequences of depression: Biological mechanisms and the role of depression symptom profile. Brenda W. J. H. Penninx et al. en BMC Medicine, vol. 11, art. 129, mayo de 2013. Long-term trajectories of depressive symptoms in old age: Relationships with sociodemographic and health-related factors. Alejandro de la Torre-Luque et al. en Journal of ­Affective Disorders, vol. 246, págs. 329-337, marzo de 2019. Cohort profile: The Ageing Trajectories of Health – Longitudinal Opportunities and Synergies (ATHLOS) Project. Albert ­Sánchez-Biubó et al. en International Journal of Epidemiology, vol. 48, n.º 4, págs. 1052-1053i, agosto de 2019. Cohort profile: The English Longitudinal Study of Ageing. Andrew Steptoe et al. en International Journal of Epidemiology, vol. 48, n.º 6, diciembre de 2019. EN NUESTRO ARCHIVO

Un minuto de tristeza. Nathan Collins en MyC n.º 69, 2014. El tratamiento temprano de la depresión protege el corazón. Tori Rodríguez en MyC n.º 74, 2015. Síntomas psicológicos sutiles pueden preceder al alzhéimer. Luis F. Agüera Ortiz y Jorge López Álvarez en MyC n.º 86, 2017.

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NEURO CIENCIA La RESPIRACIÓN ejerce efectos sorprendentes sobre el funcionamiento de nuestro cerebro. Ello podría explicar por qué el yoga y la meditación ayudan a que nos concentremos

Respirar de forma consciente, pensar con claridad DETLEF H. HECK

L

a pantalla parece parpadear por un momento. Tim se ha preparado durante semanas para las difíciles pruebas. Tres de cada cuatro aspirantes fracasan. Hace unas horas que el examen ha empezado y la atención de Tim decae lentamente. Con la mayor rapidez posible debe deducir la dirección y la inclinación de un avión a partir de la información de dos indicadores. Dispone de cuatro imágenes para elegir la respuesta. Sin embargo, no consigue transformar los valores de la escala y las indicaciones numéricas de manera espacial. Le asalta un asomo de pánico. Se concentra unos segundos en su respiración. Inhala profundamente. Observa de nuevo el problema. Ya sabe la solución correcta. La inspiración repentina de Tim quizá no sea una casualidad. Según se ha comprobado, la actividad neuronal en toda la corteza cerebral se sincroniza con el ritmo de la respiración nasal, lo que produce que aparezcan efectos extraordinarios cuando nos concentramos de manera consciente en cada respiración. Además, se mejora la capacidad de representación espacial y de

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memorización durante la inspiración. Es posible que los estudios futuros nos expliquen cómo podemos memorizar con mayor rapidez listas de palabras o de números mediante la respiración controlada. No obstante, todavía estamos al comienzo de un fascinante nuevo capítulo de la neurociencia en el que la respiración desempeña un insospechado papel fundamental para el pensamiento. Los investigadores se interesan cada vez más por conocer las técnicas de respiración del yoga y de la meditación, que observan bajo una luz totalmente nueva. Es probable que, hasta hace poco, la mayoría de los científicos no hubieran imaginado que la respiración

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E L A U T O R

El neurobiólogo Detlef Heinz Heckes catedrático en el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee. En el Instituto de Neurociencia allí ubicado investiga los mecanismos de la comunicación neuronal en el cerebro.

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UNSPLASH / ELIJAH HIETT (UNSPLASH.COM/PHOTOS/UMFPFOKXIVG); ELABORACIÓN: GEHIRN&GEIST

En síntesis:Respirar para memorizar

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El ritmo de la respiración no solo sincroniza la actividad neuronal en el bulbo olfativo y la corteza olfativa, como se pensaba hasta ahora, sino que desde allí llega a toda la corteza cerebral. Al menos, en las regiones que se han investigado hasta ahora.

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La respiración influye en las capacidades cognitivas superiores, entre ellas, la de representación espacial y la de atención.

podría ejercer una influencia de ese tipo en las funciones cognitivas. De hecho, solo se conocía una actividad dependiente de la respiración en las regiones olfativas del cerebro. En los años cincuenta del siglo pasado, el fisiólogo Edgar D. Adrian (1889-1977) había observado fluctuaciones de la actividad neuronal en el bulbo olfativo de conejos, las cuales estaban sincronizadas con el ritmo de la respiración. El hallazgo parecía lógico, puesto que las informaciones de los olores llegan con el aire de la respiración. Pero, aparte de la corteza olfativa, la corteza cerebral no guarda ninguna relación con el ritmo de la respiración, o al menos en eso han estado de acuerdo los investigadores durante más de sesenta años. Con todo, les llamó la atención que en las mediciones de la actividad eléctrica del cerebro mediante electroencefalografía (EEG), de vez en cuando, las señales corticales cambiaban con la inspiración y la espiración de los participantes. No obstante, estas oscilaciones se consideraban un artefacto de la medición. Es decir, molestas e inevitables señales alimentadas por los movimientos musculares de la persona. En la EEG se colocan electrodos de medición altamente sensibles sobre el cuero cabelludo del sujeto para detectar las más minúsculas tensiones que genera el cerebro bajo los huesos craneales. Pero también cada contracción muscular genera cambios en la tensión eléctrica, que pueden ser sustancialmente mayores que las señales cerebrales. Así, por ejemplo, un guiño produce oscilaciones, por lo que la actividad neuronal en ese momento no puede analizarse y los datos, sencillamente, se suprimen. Ya que cuando respiramos se activan numerosos músculos, se asumía que las oscilaciones en la medición se debían, simplemente, a la musculatura. Los pioneros en EEG, que implantaban electrodos de medición del grosor de un cabello en el cerebro abierto de animales anestesiados, tampoco confirmaron una influencia de gran alcance de la respiración sobre la actividad de la corteza cerebral. Pero, en sus experimentos, les engañó otro fenómeno: cuando se retira una parte de la bóveda craneal y el cerebro queda al descubierto, por lo general se observa a simple vista que realiza un ligero movimiento de lado a lado en cada respiración. Ello se debe a un origen puramente mecánico, pues los movimientos de subida y bajada del tórax se trasladan al ce-

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Es probable que el ritmo de la respiración desempeñe también un papel en la memoria. En el hipocampo de ratones aparecen las llamadas «ondas agudas» entre inspiración y espiración. Estas son esenciales para transferir lo aprendido a la memoria a largo plazo.

rebro a través de la columna vertebral y de la médula espinal. Por tanto, cuando el tejido cerebral vibra, cambia rítmicamente la distancia entre los electrodos de medición y las células nerviosas. Ello, a su vez, conduce a oscilaciones medibles en las señales eléctricas. Presumiblemente, durante mucho tiempo a nadie se le ocurrió la idea de que, además de los artefactos de medición, podría existir una actividad acoplada a la respiración en toda la corteza cerebral. Sin embargo, en 2012 observamos en ratones algo que puso patas arriba la corriente de pensamiento entonces vigente. En un inicio, nuestro interés iba dirigido a otra cuestión. Queríamos saber si el cerebelo coordinaba la respiración del ratón con los llamativos movimientos rítmicos de sus vibrisas («bigotes»). Estos pelos sensoriales son tan sensibles que permiten a los roedores detectar incluso el más pequeño movimiento del aire. Como ocurre a menudo con los descubrimientos sorprendentes, lo que observamos de manera inesperada resultó más relevante que la meta inicial que perseguíamos. Registramos en los roedores, de manera simultánea, la respiración, el movimiento de los bigotes, así como la actividad neuronal en el cerebelo y en la corteza sensorial (donde se procesa la percepción táctil). Cuando en esta última observamos ritmos neuronales acoplados a la respiración, nuestro primer pensamiento fue que se debía a un artefacto de medición, de la misma manera que supusieron las generaciones de electrofisiólogos anteriores a nosotros. Pero, al contrario que en aquellos primeros experimentos, en nuestro estudio la abertura del cráneo de los ratones era mínima, solo de entre 2 y 3 mi­ límetros. Estábamos convencidos de que, con una unión del cráneo y el encéfalo casi intacta, el cerebro no puede llegar a moverse tanto por la respiración como para que ocasione una actividad rítmica de ese tipo.

En busca de la causa

Nos planteamos la posibilidad de que las oscilaciones del oxígeno que producía la respiración fueran responsables de nuestro resultado. La concentración de ese gas en la sangre aumenta ligeramente con cada respiración para disminuir otra vez por el mismo motivo. Puesto que las células nerviosas necesitan oxígeno para su actividad, no estaba fuera de lugar suponer que eso

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llevara a pequeños, pero medibles, cambios en la actividad. Con el objetivo de comprobarlo, redujimos por corto tiempo la concentración de oxígeno del aire que llegaba a los ratones. En esas circunstancias, los animales respiraban más deprisa. Aunque en cada respiración tomaban menos oxígeno, y por tanto, llegaba menos oxígeno a la sangre, las oscilaciones de tensión eléctrica no se volvieron más planas. Al contrario, continuaron en la frecuencia del ritmo, aunque más rápida por la respiración acelerada. Ello nos permitió descartar que las oscilaciones de oxígeno fueran la causa. Los olores, e incluso las variaciones de presión del flujo de aire, llegan como estímulos a través de la nariz al bulbo olfativo, que transmite las informaciones directamente a la corteza olfativa. En este contexto, se entiende por qué la actividad en ambas partes del cerebro se ajusta al ritmo de la respiración. Pero la corteza sensorial se encuentra comparativamente bastante lejos. ¿Sería posible que su ritmo neuronal estuviera sincronizado por la corteza olfativa o los bulbos olfativos a través de una «conexión directa» con la respiración? Buscamos conexiones directas de dichas áreas cerebrales con la corteza sensorial. Para ello utilizamos sustancias marcadoras fluorescentes (trazadores). No encontramos ninguna. ¿Tal vez no tuvieran nada que ver con ello? En un experimento crucial, decidimos eliminar el bulbo olfa-

tivo a un ratón. El resultado fue claro: los ritmos acoplados a la respiración desaparecieron casi por completo en la corteza sensorial. Tras una serie de experimentos de control posteriores, constatamos que las lentas oscilaciones de la actividad neuronal en la corteza sensorial tenían su origen en los ritmos neuronales del bulbo olfativo acoplados a la respiración. Sin embargo, puesto que no había ninguna entrada directa de este a la corteza sensorial, el ritmo debía propagarse a la corteza olfativa y desde allí, a través de la tupida y amplia red neuronal de la corteza cerebral, por múltiples conexiones sinápticas hasta la corteza sensorial. Lo que al principio solo suponíamos se ha confirmado en numerosas ocasiones tanto por parte de nuestro equipo como por otros grupos de investigación: los ritmos neuronales acoplados a la respiración parecen un fenómeno generalizado en la corteza cerebral. Así, se han encontrado en todas las áreas corticales investigadas hasta ahora.

Oscilación principal conjunta

Al parecer, la respiración genera una especie de actividad neuronal de frecuencia básica que hace vibrar todo el cerebro. ¿Qué supone esto para el procesamiento de la información? Como hoy se sabe, los ritmos neuronales surgen en casi todas las funciones cerebrales y en distintas frecuencias. A menudo, los ritmos más lentos

Fácil de recordar al inspirar La respiración influye en la capacidad de memorizar una imagen, según reveló un estudio llevado a cabo en la Universidad del Noroeste en Chicago. Durante 15 minutos, se mostraron 180 figuras a los participantes, medio segundo cada una de ellas y en diferentes momentos de la respiración. Tras una pausa de 20 minutos, se presentaron los mismos motivos, pero esta vez mezclados con otras 180 imágenes que los participantes no conocían. ¿Resultado? Los que habían inspirado en el momento de memorizar la imagen destacaron a la hora de identificar la figura que ya habían visto (el pájaro, en este caso). A la hora de recordar, en cambio, no influía en qué fase de la respiración los participantes evocaban la información que habían aprendido. Fase de evocación YOUSUN KOH, FUENTE: «NASAL RESPIRATION ENTRAINS HUMAN LIMBIC OSCILLATIONS AND MODULATES COGNITIVE FUNCTION». ZELANO, C. ET AL. EN THE JOURNAL OF NEUROSCIENCE, VOL. 36, 2016

Fase de aprendizaje

Presentación de la figura

Inspiración

Espiración

Curva de respiración Tiempo 1 segundo

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Cómo la respiración sincroniza el cerebro

1. Señal de medición del acoplamiento de amplitud de fase Compuesta por

Oscilaciones gamma moduladas por amplitud

Corteza sensorial

De 40 a 100 Hz Bulbo olfativo

Corteza olfativa

Células receptoras de la mucosa nasal Ritmo neuronal más lento acoplado a la respiración («frecuencia básica») Conductos nasales Ritmo de la respiración 2. Hipocampo

Amígdala

Esta representación esquemática muestra como el ritmo de la respiración no solo sincroniza la actividad neuronal rítmica en el bulbo olfativo y la corteza olfativa, sino que desde allí parte hacia toda la corteza cerebral (flechas rojas). Ello explicaría por qué la respiración favorece el rendimiento ­cognitivo. Los ritmos neuronales aparecen en casi todas las funciones cerebrales y en distintas frecuencias. En particular, las rápidas ondas gamma

100 milisegundos

100 milisegundos

Ondas agudas 

Ondas agudas 

(de 40 a 100 hercios) se relacionan con diversos procesos de la cognición. El análisis complejo de datos revela que el ritmo neuronal lento sincronizado con la respiración en el bulbo olfativo modula la altura de las oscilaciones de las ondas gamma en la corteza sensorial. Este proceso se denomina «acoplamiento de amplitud de fase» (1). Las ondas gamma también se encuentran en el hipocampo (sede de la memoria). Probablemente, su tarea en esa región radica en sincroni-

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YOUSUN KOH

6 segundos

zar la actividad de grandes grupos de neuronas. Además, según se ha comprobado en ratones, la respiración coordina en el hipocampo las ondas cortas de alta frecuencia (2), las llamadas «ondas agudas» (sharp wave ripples). Estas se producen sobre todo en la transición entre la inspiración y la espiración. Desempeñan un importante papel en la transmisión de los recuerdos desde la memoria a corto plazo hasta la memoria a largo plazo.

NEURO CIENCIA / RESPIR ACIÓN

influyen en las ondas de frecuencias más altas y en los mecanismos físicos del «acoplamiento de amplitud de fase». Decidimos investigar si la respiración tiene un efecto sobre las ondas gamma, ritmos neuronales de alta frecuencia que suelen relacionarse con procesos cognitivos superiores. Pedí ayuda a la investigadora Sonja Grün, del Centro de Investigación en Jülich. Ambos cursamos el posdoctorado en el Instituto Max Planck de Biocibernética en Tubinga. Después, yo me centré en la neurociencia experimental; ella se especializó en teoría y análisis complejo de datos. Grün, junto con su posdoctorando Junji Ito, analizó nuestros datos. En efecto, descubrieron un fuerte acoplamiento de amplitud de fase entre el ritmo lento de la respiración y las ondas gamma. En otras palabras, el ritmo neuronal lento en el bulbo olfativo modulaba la altura de las oscilaciones de las más rápidas ondas gamma en la corteza sensorial. La función de tal efecto cambiante todavía no se ha esclarecido por completo. Con todo, hace tiempo que los neurocientíficos sospechan que este fenómeno armoniza diversos procesos del tratamiento de la información en el cerebro. De inmediato, especulamos que la respiración influía sobre los procesos cognitivos superiores. Como era previsible, nuestras hipótesis toparon al principio con una obstinada resistencia por parte de la comunidad científica. No obstante, a lo largo de decenios se han ido desarrollando cada vez mejores métodos para eliminar de los datos los artefactos de la respiración. La publicación de los hallazgos fue difícil. Los científicos que examinaron nuestro artículo, con el habitual proceso anónimo de revisión por pares, exigieron una serie de experimentos de control. Finalmente, se convencieron de la veracidad de nuestros descubrimientos. Tardamos dos años hasta que, en 2014, se publicaron nuestros primeros resultados en la revista Nature Communications. Ello abrió el camino a nuevas investigaciones. Desde entonces, muchos equipos no solo han confirmado nuestros resultados, sino que también han descrito aspectos novedosos de la influencia de la respiración en la actividad y función en distintas regiones de la corteza cerebral. No mucho tiempo después de la publicación de nuestros resultados en ratones, un equipo dirigido por Christina Zelano, de la Universidad del Noroeste de Chicago, demostró la existencia de los ritmos acoplados a la respiración en el cerebro de humanos. Para ello, analizaron datos de pacientes con epilepsia a los que se les habían implantado electrodos en el cerebro antes de extirparles el foco de su enfermedad. Los resultados, publicados en 2016, mostraron una actividad cerebral acoplada a la respiración. Ahora bien, esa relación solo ocurría cuando los pacientes respiraban por la nariz. En otro experimento, el equipo de Zelano mostró una serie de retratos a un grupo de participantes sanos. Pulsando una tecla debían indicar lo más rápidamente posible la emoción que expresaban los rostros que veían.

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Los sujetos reconocieron las caras de miedo durante la inspiración con mayor rapidez que durante la espiración. En otra prueba, los investigadores les presentaron, en una sucesión rápida, figuras durante medio segundo cada una. A continuación, tenían que descubrir las imágenes que les habían mostrado de entre 360. Los participantes recordaban mejor aquellas que habían visto al inspirar. De la misma manera que en el experimento anterior, este efecto solo se registró cuando respiraban por la nariz. El interés creciente actual por el tema se refleja en las numerosas y recientes publicaciones que sugieren que la respiración influye en la representación espacial. Investigadores del Instituto de Ciencias Weizmann, en Israel, analizaron la respiración nasal de los participantes mientras llevaban a cabo tareas que requerían una considerable capacidad de representación espacial. Según observaron, la mayoría de las personas inspiraban exactamente en el momento en pulsaban una tecla para pasar a la siguiente prueba. En otro estudio, la actividad a realizar aparecía en la pantalla justo en el momento en el que el participante espiraba, lo que influyó negativamente en su rendimiento. En mayo de 2019, Ofer Perl y su equipo, del Instituto de Ciencias Weizmann, dedujeron de las mediciones con EEG que al inspirar aumentaba el trabajo conjunto de las regiones cerebrales implicadas, lo que explicaría el incremento en el rendimiento.

Mejor por la nariz

Todavía no se sabe cómo la respiración influye exactamente en el rendimiento mental, aunque parece más ventajoso respirar por la nariz que por la boca. En un trabajo reciente, Artin Arshamian, del Instituto Karolinska en Estocolmo, trató de averiguar si la respiración contribuye a la consolidación de los recuerdos, es decir, al almacenamiento de los contenidos aprendidos en la memoria a largo plazo. Los participantes tenían que memorizar 12 olores que, una hora más tarde, debían reconocer de entre 24 aromas que les presentaban de manera aleatoria. Una hora antes de la prueba de recordación, una parte de los participantes respiró por la nariz; la otra, solo por la boca. ¿Resultado? Los que habían utilizado la respiración nasal consiguieron asignar correctamente los olores conocidos y los nuevos mejor que las

«En biología, nada tiene sentido excepto a la luz de la evolución»

Theodosius Dobzhansky (1900–1975), genetista

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Un ratón que explora su entorno a oscuras tiene que abandonarse completamente a sus sentidos del olfato y el tacto. Coordina los movimientos de su respiración y de sus vibrisas, para lo cual el ritmo de la respiración sincroniza la actividad en el rinencéfalo y la corteza sensorial.

otras personas. Estos hallazgos sugieren que una respiración continuada a través de la nariz podría fomentar la consolidación de la memoria. Para conocer de qué modo la respiración influye en los procesos neuronales de la recordación, investigamos la función del hipocampo (región esencial para la formación de nuevos recuerdos) en el lóbulo temporal del cerebro de ratones. Observamos que en el paso de la inspiración a la espiración acontecía una forma especial de oscilaciones neuronales en el hipocampo: las llamadas ondas agudas (sharp wave ripples). Se trata de unas ondas cortas de alta frecuencia que, como se sabe de otros estudios, se encargan de la transmisión de contenidos desde la memoria a corto plazo a la memoria a largo plazo. Su acoplamiento en una fase muy concreta de la respiración indica que el ritmo en el que respiramos ejerce un papel importante en la estructuración temporal de este proceso mnésico esencial.

En las proximidades de Katmandú, el monje budista Yongey Mingyur Rinpoche ha llevado a más de 60.000 estudiantes a un ensimismamiento meditativo lejos de la actividad mundana. Sabedor de sus logros, Davidson lo convenció para que dejara su monasterio y se embarcara en un largo viaje desde Nepal a Madison, en Estados Unidos. En un laboratorio de EEG ultramoderno de la Universidad de Wisconsin, los investigadores colocaron cuidadosamente 256 electrodos sobre la cabeza perfectamente rasurada del monje. Pidieron a Mingyur Rinpoche que meditara cuatro veces, una tras otra, durante un minuto, con 30 segundos de pausa entre cada una. Davidson, quien practica la meditación desde hace años, dudaba de que alguien pudiera entrar en un estado meditativo en tan corto tiempo. Incluso las personas experimentadas necesitan, por lo común, varios minutos para encontrar la necesaria tranquilidad interior. Los resultados sorprendieron de tal manera a Davidson, que primero pensó que había sucedido algún proLa meditación, desde la neurociencia Los nuevos conocimientos nos ayudan a entender mejor blema técnico en su dispositivo. Apenas el monje hubo el efecto que tienen la meditación y el yoga sobre la comenzado a meditar, todo su cerebro mostró una sinmente. De hecho, cada vez más se utilizan técnicas me- cronización extraordinariamente elevada en el ritmo ditativas para tratar estados de ansiedad o trastornos de gamma. Al parecer, las miles de horas de meditación estrés postraumático. Desde hace años, el neurofisiólogo habían propiciado cambios permanentes en el cerebro Richard Davidson, de la Universidad Wisconsin-Madison, de Mingyur Rinpoche, además de una sincronización única. estudia cómo influyen en las funciones cerebrales.

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NEURO CIENCIA / RESPIR ACIÓN

Es probable que esta observación se encuentre relacionada con la respiración, puesto que la concentración en la respiración constituye una pieza clave en la meditación, práctica que cuenta con más de 2000 años de tradición. En nuestras mediciones en ratones ya habíamos observado que la respiración modulaba la altura de las oscilaciones de los ritmos gamma. En 2018, un equipo dirigido por el neurocientífico José L. Herrero, del Instituto Feinstein de Investigación Médica en Nueva York, demostró en humanos que la meditación focalizada en la respiración refuerza esa influencia. Cuando se empieza a meditar suele recomendarse dirigir la concentración hacia la respiración, contando interiormente el número de inhalaciones y exhalaciones: «Uno, inspirar, dos, espirar, tres inspirar», y así sucesivamente. Tan pronto se desvía la atención hacia los pensamientos, se vuelve a contar desde el comienzo. Parece fácil, pero es sorprendentemente difícil. Si usted nunca ha meditado, pruébelo. Quedará sorprendido de las pocas ocasiones en que es capaz de mantener la concentración durante más de diez respiraciones. El equipo de Herrero contó las respiraciones de sus participantes y las comparó con los resultados de que disponía. Si coincidían los dos datos, suponían que se trataba de las personas que se habían concentrado en la respiración con éxito. En el cerebro de estos participantes, las oscilaciones de las ondas gamma fueron más elevadas. Así pues, la respiración consciente bastaba para amplificar la sincronización gamma rítmica en la corteza cerebral. «En biología, nada tiene sentido excepto a la luz de la evolución», reza el muy citado título de un trabajo del biólogo evolutivo Theodosius Dobzhansky. Lo escribió en 1973 como crítica a la posición antievolucionista del entonces Papa Pablo VI. Esta cuestión también es aplicable en el caso que nos ocupa: ¿cómo ha producido la evolución los ritmos neuronales acoplados a la respiración

en los mamíferos? No sabemos nada sobre la actividad cerebral en los ancestros extintos de los mamíferos actuales. Sin embargo, la forma de las cavidades craneales fósiles nos permite determinar el tamaño del bulbo olfativo al compararlo con el resto del cerebro. En general, el tamaño de una región cerebral se halla relacionado con la importancia que su función tiene para una especie. Los seres vivos que requieren un sentido del olfato muy desarrollado para sobrevivir necesitan un bulbo olfativo y una corteza olfativa grandes. Los primeros ancestros de los mamíferos, del tamaño de un ratón y que vivieron a comienzos del Jurásico (hace unos 200 millones de años), eran fundamentalmente nocturnos. Por esa razón, es probable que tuvieran un sentido auditivo y olfativo extraordinariamente sensibles, lo que lleva a suponer que disponían de un bulbo olfativo y una corteza olfativa considerables. El paleontólogo Timothy B. Rowe, de la Universidad de Texas, investigó durante decenios si existía una relación entre la evolución del olfato y del cerebro en los mamíferos. Para ello, determinó el espacio de la cavidad craneal de los frágiles cerebros fósiles con ayuda de una moderna técnica de radiología. Consiguió obtener las dimensiones del bulbo olfativo, la corteza olfativa, la neocorteza y el cerebelo de los distintos animales. A continuación, comparó los resultados con los de mamíferos superiores en la escala de la evolución, también de especies actuales. Los resultados de Rowe y los de otros investigadores evolutivos revelan que tanto el bulbo olfativo como la corteza olfativa han experimentado un gran crecimiento en tres fases evolutivas. Durante un período de más de 200 millones de años, estas regiones cerebrales desempeñaron posiblemente un papel extraordinario para la supervivencia de los mamíferos. Quizás ese sea el origen de los mecanismos que subyacen a la sincronización en el tiempo de la actividad neuronal. H

PA R A S A B E R M Á S

Whisker barrel cortex delta oscillations and gamma power in the awake mouse are linked to respiration. J. Ito et al. en Nature Communications, vol. 5, art. 3572, 2014. Breathing as a fundamental rhythm of brain function. Detlef H. Heck et al. en Frontiers in Neural Circuits, vol. 10, 2017. Hippocampal sharp-wave ripples in awake mice are entrained by respiration. Yu Liu, Samuel S. McAfee y Detlef H. Heck en Scientific Reports, vol. 7, 2017. Breathing above the brain stem: volitional control and ­attentional modulation in humans. José L. Herrero et al. en Journal of Neurophysiology, vol. 119, n.º 1, 2018. Human non-olfactory cognition phase-locked with inhalation. Ofer Perl et al. en Nature Human Behaviour, vol. 3, págs. 501-512, 2019. EN NUESTRO ARCHIVO

Efectos cerebrales de la meditación. Christof Koch en MyC n.o 68, 2014. En el cerebro del meditador. Matthieu Ricard, Antoine Lutz y Richard J. Davidson en IyC, enero de 2015.

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ENTREVISTA GUILLAUME NÉRY,

doble campeón del mundo en apnea, se sumerge a más de 100 metros de profundidad sin respirar. Las técnicas que utiliza para ello le sirven también para su día a día

«Aprender a respirar mejor es aprender a vivir mejor» G U I L L AUM E JAC Q U E M O N T

Guillaume Néry,

hace poco declaró: «Aprender a estar en apnea es también aprender a respirar mejor, y aprender a respirar mejor es aprender a vivir mejor». ¿A qué se refiere exactamente? En apnea se aprende a detener la respiración, pero tam­ bién se aplican varias técnicas de respiración para estar relajado y resistir más tiempo. Este deporte me ha abier­ to una puerta al vasto mundo de la respiración. Funda­ mentalmente, aprender a dominarla es un modo de re­ cuperar el control. Primero, el de tu cuerpo, pues la respiración es la única función del sistema nervioso autónomo sobre la que se puede actuar; y por otro lado, el de la mente. He descubierto hasta qué punto, modu­ lando el ritmo y la profundidad de mi respiración, puedo modificar mis emociones, estados de consciencia, con­ centración y paz interior. Teniendo en cuenta nuestro estilo de vida actual, en el que estamos siempre estresados y nos distraen tantas formas de demanda, un medio de control así es muy valioso. Gracias a la respiración he aprendido a llevar y gestionar mejor el día a día y deter­ minados acontecimientos. En resumen, a vivir mejor.

¿Podría citarnos alguna técnica que utilice para estar en apnea y que haya trasladado a su día a día?

Durante los tres o cuatro minutos antes de la inmersión, practico un ritmo de respiración especial. Inspiro unos

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cinco segundos, aguanto la respiración durante el mismo tiempo y luego expiro de forma controlada de quince a veinte segundos. Una vez que los pulmones están vacíos, hago una pausa de unos segundos. Se trata de una respi­ ración muy lenta; un ciclo completo dura de treinta a cuarenta segundos. Efectúo entre un ciclo y medio y dos ciclos por minuto. Con este ejercicio entro en un estado de relajación profunda. No tiene nada que ver con la forma en la que hiperventila el apneísta japonés en la película El gran azul. Esta debe evitarse por comple­ to antes de una inmersión, porque tendría el efecto in­ verso. Al principio desarrollé esta técnica de respiración lenta de una forma muy empírica, instintiva, pero unos años después me di cuenta de que se aproximaba a lo que se propone en un ejercicio de pranayama, la rama del yoga que se centra en la respiración. Lo practico sobre todo en las competiciones, porque si el estrés es difícil de gestionar en todos los deportes, resulta especialmente problemático en el nuestro. Se acelera el ritmo cardíaco y eso va en contra de lo que buscamos, que es consumir poca energía y mantener la calma para hacer frente a las exigencias de las grandes profundidades. Esta práctica también es útil en la vida diaria, en los momentos de tensión, por ejemplo, para dominar los nervios antes de una conferencia o de salir a un plató de televisión. Aparte de esos momentos, intento aplicar en la vida cotidiana unos principios muy simples, como respirar de forma regular o, simplemente, tomar

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NERYBLUE; CORTESÍA DE GUILLAUME NÉRY

Después de pasar varios minutos en las profundidades, el apneísta Guillaume Néry regresa a la superficie. Justo antes de emerger, expulsa de los pulmones el aire viciado, cargado de dióxido de carbono. La fotografía fue tomada durante una inmersión de entrenamiento en Creta, unos días antes de que intentara batir un récord mundial.

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GRUPO DE CIENCIA DEL COMA, GIGA, UNIVERSIDAD DE LIEJA / NERYBLUE; CORTESÍA DE GUILLAUME NÉRY

G U I L L AU M E N É RY Nacido en 1982, este apneísta francés ha logrado dos récords mundiales en la modalidad de apnea con mo­ noaletas: uno en 2008 (por equipos) y otro en 2011 (ca­ tegoría individual). En 2015, consiguió sumergirse has­ ta 126 metros de profundidad con una sola bocanada de aire. Pero, pocos días después, sufrió un grave acci­ dente al intentar otro récord mundial. Esta vez, en la disciplina de apnea con peso constante (no se permite el uso de peso o ayuda adicional). A causa de una mar­ ca errónea por parte de los organizadores, se sumergió 139 metros en vez de los 129 previstos. Durante el as­ censo perdió el conocimiento. Ahora, retirado de la competición, continúa con su buceo a pulmón. Junto con su mujer, la cineasta y también apneísta Julie Gau­ tier, produce cortos subacuáticos impresionantes, como One breath around the world (2019). consciencia de la respiración. Es un modo de higiene respiratoria que te ayuda a tranquilizarte, a centrarte.

Se ha sumergido en apnea a 126 metros de profundidad. ¿Qué método de respiración utiliza?

Equivale a una apnea de unos tres minutos y treinta se­ gundos. Para conseguirlo, hay que almacenar una cantidad enorme de aire en los pulmones. Se mide mediante la denominada capacidad vital, es decir, la cantidad de aire que somos capaces de inspirar y espirar. Se distingue de la capacidad total, que tiene en cuenta el volumen residual que siempre queda en los pulmones para que sus paredes no se adhieran. Para alguien de mi edad y constitución, la capacidad vital es de cuatro a cinco litros de media, aproximadamente. Con el entrenamiento adecuado, logro inspirar el doble, de ocho a nueve litros de aire.

¿Cómo puede inspirar tal cantidad de aire?

En el entrenamiento trabajo mucho la elasticidad de la caja torácica. Por una parte, para inspirar grandes volú­ menes de aire, pero también para facilitar las deforma­ ciones que se producirán a grandes profundidades y acostumbrarme a ellas, ya que la caja torácica se aplasta totalmente por la presión. Un músculo esencial para la elasticidad es el diafragma, que separa la parte inferior de la caja torácica de la cavidad abdominal. Con el obje­ tivo de aumentar su flexibilidad, practico el ejercicio de yoga Uddiyana Bandha. Para efectuarlo, se vacían por completo los pulmones, luego se toma una inspiración falsa, como si se inspirara pero se bloquea la glotis para que el aire no entre. De esta manera, el diafragma se es­ tira y se eleva al máximo, mientras que el vientre se hunde. Además, con frecuencia aplico en el día a día ejercicios que movilizan el diafragma. Con la práctica de algunas contracciones de este músculo se ejerce una es­

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pecie de masaje en el aparato digestivo que encuentro relajante. En el momento de la inmersión, en la última inspira­ ción, voy llenando los pulmones de manera progresiva. Primero utilizo el diafragma. Lo hago descender para empujar las vísceras hacia el exterior y abrir la parte baja de los pulmones. Es el ejercicio contrario al Uddiyana Bandha. Cuando desciende al máximo, paso a los múscu­ los intercostales, que permiten abrir las costillas y hacer que el aire llegue a la parte superior de los pulmones. A continuación, gracias a un ligero movimiento de hombros, tomo un cinco por ciento de aire suplementario. En esta fase todavía es posible aplicar la última técnica, denomi­ nada la carpa, la cual deben evitar por completo los principiantes. El buceador ejecuta unos movimientos de boca particulares para tomar una serie de inspiraciones breves y enviar aire a los pulmones, comprimiéndolos como si fueran un pistón. Ello permite almacenar de uno a dos litros más, pero los pulmones se encuentran en sobrepresión, lo que puede ser peligroso. Por ese motivo, los expertos limitan el empleo de esta técnica. Se utiliza solo en situaciones de máxima exigencia, nunca para apneas de entrenamiento.

¿Qué siente en una inmersión? ¿Cómo gestiona el no respirar?

En general, una apnea proporciona mucho placer y sen­ saciones muy agradables. No experimentas la inmersión como si estuvieras al borde del ahogamiento y deseando subir a la superficie, eso sería infernal. Al contrario, la mayor parte del tiempo no piensas para nada en las ganas de respirar. Yo me ayudo de una monoaleta para descen­ der y ascender. Cuando abandono la superficie, me concentro en los movimientos, puesto que a poca pro­ fundidad el cuerpo tiende a subir a la superficie. Con

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cada aleteo hay que intentar ejercer una intensidad máxima a la par que economizar todo lo posible. Cada movimiento en que consumas demasiada energía supon­ drá oxígeno de menos que tendrás para bucear. A medi­ da que me sumerjo, mi caja torácica se comprime con la presión. Resulta difícil de gestionar, porque te invade una sensación de opresión. El reflejo intuitivo es resistirse, pero tienes que aprender a no luchar contra la deforma­ ción, sino a integrarla. Tienes que estar relajado mental y físicamente para aceptar lo que está sucediendo y evitar cualquier tensión muscular contra la compresión. En gran medida, es una cuestión de entrenamiento.

estado meditativo, te invade una calma absoluta. Tienes que aceptarlo, dejarte llevar.

¿Nunca siente la necesidad de respirar?

Hacia la mitad de la emersión, por primera vez deseo respirar. También empiezan a dolerme las piernas, ya que se ha acumulado ácido láctico en el cuerpo a causa del esfuerzo. En ese instante, puede entrarte pánico fácil­ mente. Bajo ningún concepto debes decirte: «Rápido hacia la superficie», porque aún estás a más de 60 metros de profundidad. Te arriesgas a entrar en un círculo vi­ cioso: me estreso, por tanto consumo más oxígeno, lo cual me estresa más y aumenta el deseo de llegar a la ¿Cuándo deja de aletear? superficie cuanto antes. Por tanto, debes centrarte en el A partir de los treinta metros de profundidad, la compre­ presente, seguir con lo que tienes que hacer, sin proyec­ sión es tan grande que el organismo se vuelve lo suficien­ tar y sin cambiar nada. Cuando lo consigues, la superfi­ te denso para hundirse. Entonces, dejo de aletear y co­ cie llega antes de lo esperado. mienzo a «caerme» hacia el fondo, sin esfuerzo alguno. Es una fase maravillosa. Te da la impresión de que estás ¿Existe alguna técnica de respiración para recuvolando, deslizándote por las profundidades. A 126 me­ perarse al llegar a la superficie? tros de profundidad soporto 13,6 bares de presión. Mis Sí. Tras vaciar los pulmones del aire viciado e inspirar pulmones están totalmente aplastados y tienen un volu­ aire fresco, empleo un método de ventilación especial: men de menos de un litro. Ínfimo. ¡Del tamaño de dos realizo tres inspiraciones profundas e intensas. Al final naranjas! Me encuentro en un ambiente muy hostil. La de cada inspiración, efectúo una pequeña apnea de uno temperatura es glacial; la presión, enorme, y no hay nada o dos segundos, para lo cual bloqueo la respiración y la de luz. No obstante, experimento una profunda paz in­ fuerzo aguantando sin espirar. Esta fase favorece una terior; me siento bien y no siento ninguna necesidad de mejor difusión del oxígeno. Los pilotos de combate uti­ respirar. Es una experiencia bastante paradójica, pero lizan esta técnica para mantener una buena oxigenación extraordinaria. Luego emerjo. De nuevo, me concentro cerebral cuando soportan aceleraciones muy fuertes y la en la eficacia de los movimientos, ya que si dejo de aletear tensión arterial intracraneal desciende. me hundo. En este momento me queda ya poco oxígeno, por lo que me conviene no gastar demasiado rápido las Pilotos de combate, yoga. Utiliza fuentes muy últimas reservas. A medida que subo, la presión descien­ variadas para su entrenamiento. de. Se restablece el volumen de aire y los pulmones recu­ He aprendido mucho investigando disciplinas y méto­ peran su tamaño. dos muy variados pero próximos entre sí, como el yoga, que me ha ayudado a controlar mejor la respiración. ¿Qué sensaciones despierta el engrosamiento de Poco a poco, he aprovechado esos conocimientos, no solo en las inmersiones en apnea, sino también para mi los pulmones? ¿Puede percibirse? Sí, por supuesto siento cómo vuelven a expandirse. Es bienestar. H muy agradable. Por momentos, incluso me da la impresión de volver a tener aire pero, en general, durante la fase de Entrevista realizada por Guillaume Jacquemont, redactor emersión tienen lugar numerosos fenómenos fisiológicos de Cerveau & Psycho, edición francesa de Mente y Cerebro. y psicológicos difíciles de gestionar. Desde el fondo has­ ta la superficie me acompaña la «embriaguez» de las profundidades: mi percepción del tiempo y del espacio se modifica, tengo pequeñas alucinaciones visuales y PA R A S A B E R M Á S escucho sonidos metálicos. Además, mis pensamientos Profondeurs. Guillaume Néry. Arthaud, 2016. van a diez mil por hora y me resulta complicado concen­ trarme en algo. En los buceadores con botella, este Un si brillant cerveau. Steven Laureys. Odile Jacob, 2016. fenómeno­se explica por las pequeñas burbujas de nitró­ EN NUESTRO ARCHIVO geno que se forman en la sangre a causa de la presión. En los apneístas se piensa que se debe, sobre todo, al dióxi­ Red neuronal por defecto. Marcus E. Raichle en IyC, mayo de 2010. do de carbono que se acumula en el organismo, pero por El cerebro bajo el agua. Jérôme Palazzolo en MyC n.o 49, 2011. ahora ningún estudio científico lo ha confirmado. Sea la razón que sea, resulta bastante perturbador, porque Respirar consciente, pensar con claridad. Detlef H. Heck, justo antes, durante la inmersión, te encuentras en un en este mismo número.

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La actividad cerebral durante la apnea El neurólogo y experto en la investigación de la consciencia, Steven Laureys, ha explorado bajo el escáner cómo trabaja el cerebro del apneísta Guillaume Néry

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Profesor Laureys, usted ha estudiado el cerebro del apneísta Guillaume Néry en una serie de experimentos mediante resonancia magnética. ¿Qué ha descubierto? Ante todo, que su cerebro está sano. Hemos analizado, con resonancia magnética, si las cientos de horas de apnea que ha efectuado han dañado su cerebro. No hallamos ninguna anomalía, ni en la sustancia gris ni en la blanca. Por tanto, si se practica de manera correcta, la apnea no resulta peligrosa para las neuronas.

¿Examinaron su actividad cerebral durante una apnea?

Sí. Pedimos a Néry que realizara dos apneas «en seco»: una de seis minutos y treinta segundos, mientras se en­ contraba en un escáner de resonancia magnética funcio­ nal, y otra de siete minutos y quince segundos portando en la cabeza un casco de electroencefalografía con dos­ cientos cincuenta electrodos. Cabía esperar que su acti­ vidad cerebral descendiera de manera notable a causa de la disminución de oxígeno en la sangre. Pero de ningún modo fue así. La actividad cerebral continuó siendo no­ table, y numerosas regiones cerebrales seguían dialogan­ do entre sí. Además, aumentaban en una red particular, la denominada red neuronal por defecto. Esta red se halla implicada en la consciencia de uno mismo, del mundo interior o, de modo general, en los pensamientos. En

S T E V E N L AU R E YS Es profesor de neurología y director del Grupo de Ciencia del Coma del Hospital Universitario de Lieja. Se le considera uno de los mayores expertos en investi­ gación sobre neurología de la consciencia.

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cambio, en otras áreas, como las sensomotoras, encarga­ das del control del movimiento y de la percepción del organismo y los estímulos externos, la actividad disminuía.

¿Cómo se traduce esto en relación con la subjetividad?

Durante una apnea prolongada, Néry se encuentra en un estado modificado de consciencia. Él describe una sen­ sación de bienestar, paz, lucidez. Se trata de un estado muy especial, difícil de imaginar para una persona que, como yo, nunca ha practicado apnea. Es distinto a un estado de gozo puro, ya que es un tipo de plenitud mez­ clado con una gran consciencia de uno mismo, que sin duda se explica por la activación de la red neuronal por defecto y sus interacciones con los circuitos de las emo­ ciones. Tanto en la subjetividad como en las redes cere­ brales activadas se asemeja a lo que observamos en los grandes meditadores, que también son unos expertos de la respiración. Hemos constatado que existen numerosas similitudes con la actividad cerebral del monje budista Matthieu Ricard, que registramos con las mismas técni­

cas durante una sesión de meditación profunda [véase «En el cerebro del meditador», por Matthieu Ricard, Antoine Lutz y Richard J. Davidson; Investigación y Ciencia, enero de 2015].

¿Piensa seguir con estas investigaciones?

Sí. Estos trabajos, financiados por el Proyecto Cerebro Humano, han sido apasionantes. En mi laboratorio nos hemos especializado en el estudio del coma y los trauma­ tismos craneales, pero la comparación con otros estados de consciencia modificados resultan muy enriquecedoras. La sensación de bienestar de los apneístas también recuer­ da a las que se describen en los testimonios de más de 1500 que pacientes que sufrieron una experiencia de muerte inminente tras un paro cardiaco. Su cerebro también es­ tuvo privado de oxígeno unos instantes. Sin duda, estas situaciones difieren en varios aspectos, pero las compara­ ciones podrían mejorar nuestra comprensión de la cons­ ciencia humana. De momento, se trata de un estudio pi­ loto. Debemos contar con una mayor cohorte para confirmar los resultados. —G. J.

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Las fibras de la sustancia blanca del apneísta Guillaume Néry no presentan ninguna anomalía, según revela la resonancia magnética (A). Se midió su actividad cerebral durante una apnea de más de siete minutos mediante unos electrodos que se colocaron sobre su cráneo (B). Dicha actividad aumentó en varias regiones, que también se comunicaban más (C). La resonancia magnética funcional permitió determinar las regiones implicadas (D). Son aquellas que conforman la denominada red neuronal por defecto (E y F), las cuales intervienen en la consciencia del mundo mental interior: sobre todo, la corteza prefrontal ventromedial  1 , la corteza cingular posterior  2 y el precúneo  3.

En reposo

CASO CLÍNIC O

La mujer que no sabía respirar María padece el síndrome de Ondina: deja de respirar en cuanto se queda dormida. Pero un día, una prueba rutinaria en el hospital hace que renazca la esperanza

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ace poco que María, de 19 años, ha iniciado los estudios superiores. También tiene muchas aficiones, queda con las amigas y saca buenas notas. En resumen, es una chica completamente normal, excepto por un detalle: en cuanto se duerme, su respiración se detiene. La estudiante padece una enfermedad genética muy poco común: el síndrome de hipoventilación alveolar central congénito, identificado en los años setenta del siglo pasado. Pero esta afección se conoce más por «síndrome de Ondina», nombre que hace referencia a la ninfa Ondina. Esta, para castigar a su amante, que le había sido infiel, lo condena a no poder respirar si no piensa en ello conscientemente. Por tanto, a morir en cuanto se queda dormido. Justo después nacer, María manifestó el síndrome la primera vez que se durmió: se puso azul. Por suerte, su madre, que estaba pendiente de ella todo el rato, llamó de inmediato a los servicios médicos. Una vez despierta, la pequeña empezó a respirar. Pero el incidente se repitió en cuanto volvió a cerrar los ojos. Los médicos determinaron enseguida el diagnóstico: síndrome de Ondina. Desde su infancia temprana, María tiene que ponerse todas las noches una mascarilla que se conecta a un aparato de respiración artificial. Siempre la han atendido en un centro de referencia: primero, en el Hospital Robert Debré; más tarde, en el Hospital Universitario PitiéSalpêtrière, donde se ocupan de los pacientes adultos. Cada año, los médicos la someten a una serie de pruebas para examinar todas las funciones vitales que podrían encontrarse afectadas a causa de la enfermedad.

El investigador no esperaba ninguna reacción por parte de María, porque las personas con el síndrome de Ondina sufren una pérdida de «quimiosensibilidad»: a causa de la mutación del gen PHOX2B, su cerebro es incapaz de detectar las modificaciones químicas de la sangre, en particular, el empobrecimiento de oxígeno y el enriquecimiento de dióxido de carbono que provoca una parada respiratoria. La prueba de reinspiración imita parcialmente esa parada a partir de una mezcla cada vez más rica en dióxido de carbono. En un individuo sano, ello causaría un malestar intenso, desagradable y angustioso. Esa señal de alerta produce que, de forma automática, el cerebro acelere la respiración para evacuar el dióxido de carbono y aportar una gran bocanada de oxígeno.

La respiración, más fuerte que la voluntad

Somos incapaces de retener de forma voluntaria la respiración hasta entrar en coma y morir. Nuestro automatismo respiratorio nos empuja, por ejemplo, a emerger tras estar un tiempo bajo el agua. También es el que despierta a los pacientes que padecen apnea obstructiva del sueño cuando se bloquea su respiración durante la noche [véase «Un sueño fatigoso», por Xavier Drouot y Marie-Pia D’Ortho; Mente y Cerebro n.o 19, 2006]. En el caso de María, dicho mecanismo no funciona. No respira cuando está durmiendo; tampoco se le activan señales de alarma ante la falta de respiración. Su cerebro permanece completamente indiferente cuando la sangre pierde oxígeno y aumenta su contenido en dióxido de carbono. Así pues, corre un riesgo mortal por la noche, pero también durante el día, ya que si, por ejemplo, va a La paciente no reacciona la piscina, no siente la necesidad de respirar mientras Un día de 2008, María acudió al hospital para la revisión bucea. De hecho, en la adolescencia se jactaba pícaraanual rutinaria. En esa ocasión, una estudiante de doc- mente cuando desafiaba a sus amigos, ya que a veces torado, Eryn, se encargó de preparar la «prueba de recorría más de 75 metros en apnea. Por ello, los médicos reinspiración». La evaluación consiste en lo siguiente: y sus padres se lo prohibieron de forma tajante. La falta con cada inspiración, la paciente vuelve a inhalar el gas de oxígeno provoca la pérdida de conocimiento y, de que acaba de espirar, de manera que este contiene pro- inmediato, una parada cardíaca. Debido a la ausencia de gresivamente más dióxido de carbono (CO2). Ello per- quimiosensibilidad, María no manifiesta molestia alguna mite comprobar si la joven reacciona a dicha alteración. en la prueba de reinspiración: no le produce hiperventi«Ya verás», indicó el supervisor a su doctoranda Eryn, «la lación, ni malestar ni ansiedad. Ella sabía perfectamente paciente no presentará hiperventilación ni ninguna otra que iba a ser así también en esta ocasión. Una vez que el director de tesis de Eryn aprobó los reacción». Y continuó: «Por cierto, este es el gráfico del año pasado. Observa que, de izquierda a derecha, el CO2 preparatorios para la evaluación de María, la doctoranda comenzó a proceder. Concentró su atención en el dispoaumenta; en cambio, la respiración no».

En síntesis:Insensibilidad química fatal

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En las personas que padecen el síndrome de Ondina, la respiración no se produce de forma automática, de manera que se detiene por completo durante el sueño.

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A causa de una mutación genética, el cerebro de los afectados no detecta el oxígeno que hay en su sangre. Tampoco si el dióxido de carbono aumenta.

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El caso de dos pacientes que han recuperado esa capacidad ha hecho que los médicos busquen un posible tratamiento a partir de un anticonceptivo hormonal.

Los pacientes con síndrome de Ondina no perciben cuándo necesitan respirar. Por esa razón, tienen riesgo de sufrir accidentes graves cada vez que bucean.

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sitivo que mide los movimientos respiratorios, y esperó. Al cabo de varios segundos, constató que la respiración de María se aceleraba. En ese momento, se giró para mirar a la paciente: sus ojos estaban desorbitados y el rostro deformado por el terror. De pronto, empezó a gemir y a llorar. De inmediato, Eryn retiró la cánula que conectaba a la paciente al dispositivo. La prueba solo había durado unas decenas de segundos, pero María se mostraba atónita. «¿Qué ha ocurrido?», balbuceó. «Ha sido horrible, nunca había sentido algo parecido. Me ha dado mucho miedo. Creía que me iba a morir. Por suerte terminó, no lo habría soportado durante más tiempo. No quiero volver a hacer la prueba jamás.» Estupefacta, la doctoranda se volvió hacia su supervisor, tan asombrado como ella. El comportamiento de María contradecía cualquier previsión: de pronto, había experimentado una sensación espantosa y completamente nueva. La primera reacción de los sanitarios fue comprobarlo todo minuciosamente. Examinaron el aparato del experimento y se aseguraron de que todos los dispositivos funcionaban bien, mas no detectaron ninguna anomalía. La prueba se había realizado a la perfección. No había acontecido ningún fallo técnico. Por el contrario, todo apuntaba a que el cerebro de la paciente era capaz de detectar los gases que se hallaban disueltos en la sangre, igual que cualquier otro mortal.

Ondina, acababa de ser explorada. La prueba de reinspiración también le provocó una respuesta respiratoria al dióxido de carbono. De pronto, el problema se convirtió en el siguiente: ¿qué vivieron en común María y Emilia a lo largo del año anterior? Esa incógnita resultaría más sencilla de resolver.

La píldora que hacía respirar

Las varias decenas de preguntas que los médicos plantea­ ron a las dos chicas les llevaron a descifrar el enigma. Ha­ Un descubrimiento sorprendente cía poco que tanto María como Emilia habían empezado a Para María supuso una noticia estupenda. Para el equipo tomar una píldora contraceptiva del mismo tipo. En am­médico, un descubrimiento sorprendente, además de un bos casos, contenía un análogo de la progesterona, una auténtico enigma. Nunca antes habían observado un hormona que las mujeres producen en gran cantidad fenómeno semejante. ¿Cómo había podido desaparecer cuando están embarazadas y que bloquea la ovulación a una incapacidad respiratoria aguda causada por una partir de una dosis determinada. Además, presenta un mutación genética si la mutación continuaba presente? efecto estimulante sobre la respiración. En las mujeres ¿Qué había cambiado en el intervalo de un año, cuando en estado de gestación que padecen el síndrome de Onexaminaron a María por última vez? ¿Qué podía explicar dina, el aumento de la progesterona natural no conlleva la reaparición repentina de la sensibilidad al CO2: un ninguna mejoría, pero el efecto que produce la molécucambio en la alimentación, el tratamiento para una en- la que contiene esa píldora (el desogestrel) es mayor. fermedad o quizá la edad? Para las dos jóvenes, la sensación de sofoco supuso, Para averiguarlo, el equipo médico escudriñó la vida paradójicamente, un avance. Aunque con sus limitaciones. de María a lo largo del año transcurrido. Analizaron Todavía deben conectarse a una máquina de respiración miles de pistas, pero en vano. Estaban desesperados asistida por la noche, ya que no han recuperado la respitratando de entender qué había provocado la recuperación ración automática de la que, por lo general, se encargan repentina de la estudiante, cuando un golpe de suerte les las regiones profundas del cerebro. De todas formas, la dio la solución. Emilia, otra paciente con síndrome de sensibilidad a la presencia de dióxido de carbono en los pulmones representa un progreso considerable para su seguridad: ya no corren peligro (como podría ser en la piscina) de que su respiración se bloquee durante demasiado tiempo, puesto que han recuperado una alarma E L A U T O R interna que les indica cuándo deben respirar. Thomas Similowski,neumólogo, es ¿Debe administrarse desogestrel a todas las pacientes director de la Unidad de Investigación de que sufren el síndrome de Ondina? Antes habría que Neurofisiología Respiratoria Experimenefectuar más estudios para confirmar su eficacia. Además, tal y Clínica del Inserm y de la Universihabría que desarrollar un método alternativo para los dad de la Sorbona.

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CASO CLÍNIC O

La mayor parte del tiempo respiramos de forma automática, es decir, sin pensar en ello. Dos regiones del cerebro interaccionan para producir la respiración de forma espontánea: el núcleo retrotrapezoidal y el complejo pre-Bötzinger, ambos situados en el tronco encefálico (derecha). El primero «siente» la composición química de la sangre: cuando esta contiene demasiado dióxido de carbono (CO2) y muy poco oxígeno, envía de inmediato una señal que desencadena una inspiración. En los pacientes afectados por el síndrome de Ondina, sin embargo, el núcleo retrotrapezoidal no funciona adecuadamente debido a la mutación del gen PHOX2B (que codifica una proteína implicada en el desarrollo del sistema nervioso autónomo durante la fase embrionaria). Por fortuna, cuando despiertan, la región motora complementaria (área de la corteza que no suele estar implicada en la respiración automática) acude al rescate y «ordena» una respiración constante, con independencia de la necesidad de oxígeno. En cuanto sobreviene el sueño, esta región se adormece y el paciente tiene que recibir respiración asistida. Gracias a una píldora contraceptiva, el cerebro de María ha recuperado la capacidad

afectados varones, puesto que el desogestrel podría resultar problemático en su caso. Al tratarse de una sustancia similar a la progesterona, hormona femenina, podría estimular el crecimiento de los pechos o la disminución del vello, entre otros efectos. A partir del caso de María y Emilia, la Unidad de Neu­ rofisiología Respiratoria Experimental y Clínica de la Universidad de la Sorbona ha lanzado un programa de investigación. El equipo, coordinado por Laurence Bodineau y Christian Straus, busca elaborar medicamentos que contengan desogestrel y presenten la capacidad de maximizar los efectos de dicha sustancia. Reciben financiación de varias entidades públicas (la Agencia Nacional de Investigación de Francia) y privadas (entre ellas, el Fondo de Investigación de Salud Respiratoria, y la Asociación Francesa del Síndrome de Ondina). Los primeros estudios en ratones transgénicos con una mutación del gen PHOX2B, el equivalente del síndrome de Ondina en los animales, ya están en marcha. Doce años después de las primeras observaciones, la perspectiva de ensayos en humanos se encuentra más próxima. Los científicos también buscan comprender el modo en que el desogestrel restaura la sensibilidad al dióxido de carbono en el síndrome de Ondina. Según la hipótesis imperante, dicha sustancia «despierta» un circuito cerebral que percibe las modificaciones químicas en la sangre, pero que normalmente se encuentra inactivo. Este circuito incluye varias estructuras alojadas por encima del tronco encefálico; en particular, el hipotálamo. Por su-

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Área motora complementaria

YOUSUN KOH

¿Un circuito alternativo?

Hipotálamo Núcleo retrotrapezoidal Complejo pre-Bötzinger Tronco encefálico

de percibir la composición química de la sangre. La píldora ha activado un circuito cerebral alternativo que incluye el hipotálamo (azul). Todavía desconocemos qué será capaz de hacer con exactitud el circuito, pero es un primer e importante paso hacia la recuperación de una respiración automática eficaz.

puesto, lo ideal sería restablecer por completo la respiración automática de los afectados de síndrome de Ondina, De esa manera, María, Emilia y todos los demás pacientes podrían guardar las mascarillas respiratorias en el armario para siempre. H

PA R A S A B E R M Á S

Chemosensitivity recovery in Ondine’s curse syndrome under treatment with desogestrel. C. Straus et al. en Respiratory Physiology & Neurobiology, vol. 178, n.º 2, págs. 171-174, abril de 2010. Does the supplementary motor area keep patients with Ondine’s curse syndrome breathing while awake?. L. Tremoureux et al. en PLoS ONE, vol. 9, n.º 1, págs. 1-7, 2014. The progestin etonogestrel enhances the respiratory response to metabolic acidosis in newborn rats. Camille Loiseau et al. en Neuroscience Letters, vol. 567, págs. 63-67, 2014. Desogestrel enhances ventilation in Ondine patients. F. Joubert et al. en Neuropharmacology, vol. 107, págs. 339-50, 2016.

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EN NUESTRO ARCHIVO

Los límites de la apnea. Michael J. Parkers en IyC, agosto 2012. EN LA WEB

La asociación española Ondine ofrece desde 2001 un punto de encuentro en Internet para personas con el síndrome de Ondina, sus familiares y amigos. También apoya la investigación de este trastorno. www.sindromedeondine.es

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PREGUNTAS C ON RESPUESTA

GETTY IMAGES / SENSORSPOT / ISTOCK

¿Por qué los olores nos despiertan recuerdos vívidos?

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L O S AU TO R E S

Christina Bermeitinger y Ryan Hackländerinvestigan en la Universidad de Hildesheim las bases cognitivas del sentido olfativo y la influencia de los olores en los procesos de la memoria y la atención.

I

magínese una fresca noche sentado con los amigos alrededor de una estupenda hoguera. Súbitamente, le invade un sentimiento de melancolía y tristeza que, poco a poco, se transforma en una sensación cálida y agradable. En su mente surge, de repente, la imagen de su abuelo, fallecido desde hace unos años. Se siente trasladado a la infancia. De manera vívida recuerda cuando, de niño, se sentaba junto a su abuelo ante una hoguera similar, descortezaban un par de ramas y sostenían con ellas unas rebanadas de pan en las llamas mientras él le contaba historias. ¿Qué ha producido ese recuerdo en usted? Al poco rato, se percata de que uno de los presentes ha retirado unas patatas asadas de las brasas. Huelen de maravilla. ¡Exactamente la misma sensación que experimentaba cuando compartía las noches al aire libre con su abuelo! El olor le ha despertado un recuerdo que creía olvidado, de forma similar a la vivencia que describe Marcel Proust en su obra maestra En busca del tiempo perdido. En ella, una magdalena mojada en té provoca en el narrador una intensa mirada retrospectiva a su infancia. El fenómeno se conoce, por ello, como «efecto Proust». ¿Por qué los olores nos despiertan con frecuencia recordaciones tan vívidas? ¿O quizá no sea así y se trate tan solo de un rumor extendido? Los estudios demuestran que los recuerdos que evocan los olores no son más intensos que los que afloran por otro tipo de estímulos, como pueden ser las palabras o las imágenes. Sin embargo, la investigación confirma que las recordaciones relacionadas con olores se diferencian del resto en varios aspectos: suelen remontarnos al pasado, son más emocionales y, por lo general, presentan un tinte positivo. Una explicación de ello reside en que nuestro sentido olfativo, desde una perspectiva neuroanatómica, se halla

conectado de forma diferente a los demás sentidos. La región principal para la percepción del olor se encuentra estrechamente relacionada con las áreas cerebrales responsables del procesamiento de los estímulos emocionales; también con las que almacenan las huellas de la memoria. Numerosos investigadores consideran esta característica el fundamento biológico para que los recuerdos asociados a olores contengan, con frecuencia, un aspecto emocional y que la mayoría de las vivencias asociadas a un olor se fijen con rapidez y de modo duradero en la memoria. Pero ¿por qué los olores despiertan en nosotros experiencias del pasado? Existen distintas hipótesis sobre sus causas psicológicas. Posiblemente, en los primeros años de vida, los olores nos resultan más intensos y atraen más nuestra atención, por lo que desencadenan recuerdos en nosotros con mayor facilidad. Por otra parte, las recordaciones de la infancia tienden a ser más positivas. Esta explicación se refiere, sobre todo, a la fase de la vivencia y al almacenamiento de lo vivido. Según otra teoría, el acto de recuperación de la memoria desempeña un papel clave en este contexto: el momento de revivir el recuerdo podría estar en sí mismo cargado de sentimientos, por lo que atribuimos, de manera errónea, la emoción de esos instantes al recuerdo. Por ahora, no se ha esclarecido qué hipótesis es la correcta. Así, pues, la investigación se enfrenta todavía a muchas preguntas abiertas. Ello se debe, en parte, a que resulta difícil provocar de manera controlada el efecto Proust en el laboratorio. Después de todo, los recuerdos y sus desencadenantes tienen un alto grado de individualidad y subjetividad. Y son más bonitos cuanto más inesperadamente interrumpen en nuestro día a día para deleitarnos. H

PA R A S A B E R M Á S

Odour-evoked autobiographical memories: Psychological investigations of proustian phenomena. S. Chu y J. J. Downes en Chemical Senses, vol. 25, págs. 111-116, 2000. An in-depth review of the methods, findings, and theories associated with odor-evoked autobiographical memory. R. P. M. Hackländer et al. en Psychonomic Bulletin & Review, vol. 26, n.o 2, págs. 401-429, 2019. EN NUESTRO ARCHIVO

Olores. Simone Einzmann en MyC n.o 43, 2010. Las emociones, cemento del recuerdo. M. Van der Linden y Arnaud D. Argembeau en MyC n.o 43, 2010. Breve historia cultural del olfato. Peter Arnold Heuser en MyC n.o 99, 2019.

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REHABILITACIÓN Interfaces cerebro-computadora, células madre o medicamentos ­novedosos podrían ayudar a que las personas con PARAPLEJIA ­recuperen las funciones motoras perdidas. ¿Cuál es el actual estado de la investigación?

Volver a andar tras una lesión medular SONJA KLEIN

E

n marzo de 2014, una caída desde las barras asimétricas terminó con la carrera deportiva que soñaba la gimnasta Elisa Chirino. Se estaba entrenando para los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro, cuando perdió el control del aparato. Al caer, golpeó el suelo con el cuello y la cabeza. El impacto rompió sus vértebras cervicales cuatro y cinco y le lesionó la médula espinal. Elisa quedó parapléjica. Muchas lesiones de la columna vertebral se producen a causa de un accidente (con coche o moto, por ejemplo),

L A A U T O R A

Sonja Kleines periodista científica.

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pero los tumores, las infecciones o las hernias discales también pueden dañar la delicada médula espinal. El efecto del daño nervioso sobre el conducto raquídeo depende principalmente del tipo y de la extensión de la lesión. Cuando se secciona por completo la conducción nerviosa en la médula espinal, la persona afectada pierde toda la movilidad de las zonas corporales que controlan los nervios dañados. Mas la parálisis de casi la mitad de los pacientes es incompleta, es decir, algunas funciones se conservan. Así, unos afectados pueden caminar, pero sufren incontinencia; otros mueven el dedo gordo, pero no los brazos o las piernas. Con independencia de la causa, la paraplejia apenas responde a los métodos terapéuticos más modernos. Por esa razón, cada vez que los medios publican titulares sobre tratamientos experimentales, se reaviva la esperanza de muchos pacientes. En otoño de 2018, investigadores estadounidenses anunciaron uno de esos estudios. También lo hicieron científicos suizos. Ambos grupos demostraron, de forma independiente, que algunos pa-

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La gimnasta Elisa Chirino quedó parapléjica en 2014 después de caer mientras se entrenaba para las Olimpiadas. En la fotografía aparece cinco años después del accidente.

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En síntesis:Sin cura milagrosa a la vista

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La paraplejia sigue considerándose incurable. El objetivo principal de las terapias actuales es ayudar a los pacientes a convivir con las secuelas de la lesión medular.

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Las terapias experimentales que ­producen resultados aparentemente espectaculares ocupan de manera periódica los titulares de los medios de comunicación. Gracias a la electroestimulación, algunos pacientes han podido volver a caminar, aunque con ciertas limitaciones.

cientes parapléjicos volvían a caminar, aunque con limitaciones, tras recibir diminutas descargas eléctricas en la médula espinal y realizar un entrenamiento intensivo. Hoy en día, los médicos ya aplican la electroestimulación para «mantener los músculos en forma», explica Norbert Weidner, jefe del Departamento de Parapléjicos del Hospital Universitario de Heidelberg. De esta manera se reactivan nervios que el cerebro puede controlar después del accidente, pero que todavía no han recuperado su función. Esta técnica se emplea en músculos de brazos y piernas. En la médula espinal, en cambio, apenas se habían cosechado éxitos. Hasta los anunciados estudios. Para esa «estimulación epidural», los investigadores implantaron pequeñas placas de electrodos directamente sobre la membrana (meninge) de la médula espinal, justo debajo de la lesión del paciente. Con frecuencia, esta zona se encuentra intacta tras una lesión de columna, sin embargo, no puede transmitir las señales del cerebro a las extremidades o de estas al cerebro. Mediante un programa informático, el equipo dirigido por Grégoire Courtine, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) activó fibras nerviosas aisladas de la médula espinal de los pacientes mediante impulsos eléctricos generados por implantes. Con ello, las neuronas estimuladas indican al cerebro dónde se encuentra en ese momento una extremidad (un brazo o una pierna) y cómo se desplaza por el espacio. Además, esas neuronas están conectadas con las motoneuronas de la médula espinal y, por tanto, activan los músculos sin la mediación del cerebro, es decir, generan movimientos reflejos. Los investigadores aprovecharon esta característica para contraer los músculos de las piernas. Así, programaron los implantes medulares para que estimularan, de manera sucesiva, diferentes fibras nerviosas y generasen el movimiento de la marcha. Después de la fisioterapia, las personas tratadas con esta técnica lograron recorrer, con ayuda, trayectos cortos. Esta capacidad de deambulación, aunque limitada, persistió una vez terminado el estudio. Los científicos sospechan que el tratamiento reprogramó de un modo permanente los tractos nerviosos todavía presentes en la zona estimulada.

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Sin embargo, la recuperación completa queda aún muy lejos. Ciertos métodos, como las interfaces cerebro-computadora, las células madre y algunos medicamentos podrían mitigar los problemas motores de los afectados.

Aprender de nuevo a caminar

A diferencia del equipo suizo, los investigadores de la Universidad de Louisville, en Estados Unidos, se centraron en la electroestimulación permanente de la médula espinal. Sus pacientes también volvieron a realizar movimientos autónomos. Con todo, los científicos de la EPFL señalan en su trabajo que la estimulación continua no resulta satisfactoria, pues apenas restablece la actividad muscular pura. Los expertos advierten que todavía no existe curación para la paraplejia. La estimulación epidural «dista de resultar una terapia adecuada para su aplicación diaria», sostiene Winfried Mayr, ingeniero biomédico de la Facultad de Medicina de Viena. Weidner manifiesta un optimismo cauteloso: «Se trata de un concepto científico asombroso», afirma, aunque el método se halle todavía en pañales. En primer lugar, el número de pacientes tratados (tres en el estudio suizo y dos en el estadounidense) resulta reducido. Por otra parte, los movimientos que presentan no suelen ser fluidos, y después del tratamiento tampoco pueden andar sin apoyo. Sin olvidar que las condiciones ambientales fuera del laboratorio (suelos irregulares, por ejemplo) dificultarían su caminar. «La estimulación epidural no hará que los pacientes se levanten al momento y se pongan a pasear», añade Weidner. Las personas con una parálisis incompleta podrían beneficiarse de esta terapia en el futuro, pero antes habrá que seguir ensayando y mejorando el método. Aparte de la electroestimulación, los científicos están investigando terapias completamente diferentes para la paraplejia. En los últimos años se han producido grandes avances en las interfaces cerebro-computadora (ICC). Estos sistemas actúan como un puente entre las fibras nerviosas seccionadas y el sistema nervioso central. Registran las señales del cerebro, que luego transmiten a través de una computadora a los músculos o a los accesorios eléctricos. De este modo, una persona puede controlar con su mente un brazo robótico o una prótesis de la mano. Para la ICC se implanta en el cerebro del paciente un chip que registra y transmite la actividad eléctrica de un área cerebral específica. Otra posibilidad consiste en que el médico coloque electrodos directamente en el cuero

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REHABILITACIÓN / PAR APLEJIA

La médula espinal bajo la corriente eléctrica

YOUSUN KOH, FUENTE: «TARGETED NEUROTECHNOLOGY RESTORES WALKING IN HUMANS WITH SPINAL CORD INJURY». WAGNER, F. B. ET AL. EN NATURE, VOL. 563, 2018

Lesión de la médula espinal

Médula espinal inferior intacta

Chip

Médula espinal Contracción del músculo psoas mayor izquierdo

Estimulación eléctrica

Contracción del extensor largo de los dedos del pie derecho Intención de movimiento

Generador de impulsos implantable

Excitación selectiva de las neuronas motoras

Con la electroestimulación, el grupo de Grégoire Courtine, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, logró que tres parapléjicos volvieran a caminar. Para ello, colocaron una placa de electrodos en la meninge de la médula espinal (bajo el lugar de la lesión, en la región lumbosacra), y la conectaron a un generador de impulsos implantado dentro del cuerpo. El sistema traduce la intención de movimiento en una señal eléctrica que el generador de impulsos transmite a uno de los 16 electrodos. Cada electrodo activa un músculo diferente. Cuando se activan de manera sucesiva varios electrodos, el dispositivo genera estímulos que facilitan la marcha.

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cabelludo del afectado. De la misma manera que en la electroencefalografía (EEG), los electrodos detectan las fluctuaciones de voltaje que surgen en el cerebro durante la cognición. Pero los dispositivos que se utilizan en la ICC reaccionan con mayor sensibilidad ante las ondas cerebrales que los de la EEG convencional. Investigadores de todo el mundo trabajan en el objetivo de que estos sistemas puedan aplicarse a los pacientes. Para ello, necesitan desarrollar una ICC fácil e intuitiva que ejecute los movimientos que desea el usuario de un modo fiable. El problema radica en que cada persona piensa de manera diferente, por lo que el dispositivo debe adaptarse con precisión a cada usuario para que funcione. Existen ciertos patrones y semejanzas entre las ondas cerebrales individuales, pero los humanos y las computadoras necesitan aprender a comunicarse mejor entre sí. Hasta hace poco, mover un cursor en una pantalla exigía horas de práctica y de calibración de la técnica.

En los últimos años se han producido grandes avances en las interfaces cerebro-computadora. Permiten controlar con la mente un brazo robótico En 2018, el grupo dirigido por David Brandman, de la Universidad Brown, logró acelerar este proceso de aprendizaje. Programaron un algoritmo de forma que los pacientes solo tenían que imaginarse que movían el puntero de la pantalla en una dirección determinada. El sistema tardó 30 segundos en aprender a traducir las señales en un desplazamiento del puntero. Con una ICC de este tipo, las personas aquejadas de una parálisis del cuello hacia abajo (tetraplejia) podrían en el futuro utilizar una tableta de manera autónoma e incluso, con un poco más de práctica, controlar con su mente las neuroprótesis. Pero esta técnica, como otros sistemas auxiliares, solo compensa las capacidades perdidas, no representa una verdadera curación de la lesión. Se exploran otras líneas para alcanzar la cura. El objetivo estriba en volver a unir los nervios seccionados

MENTE Y CEREBRO

y reparar así el foco de lesión. En opinión de muchos expertos, para ello deben cumplirse al menos tres requisitos: en primer lugar, hay que estimular el crecimiento de las fibras nerviosas de la zona lesionada. Las señales moleculares, los llamados factores de crecimiento, median en estos impulsos. En segundo lugar, se deben desconectar o neutralizar los factores inhibidores del crecimiento en la médula espinal y el encéfalo. Y, por último, los cordones nerviosos que brotan necesitan un puente físico a lo largo del cual puedan crecer en la dirección prevista. Los investigadores han ensayado con la seda de araña como posible guía para las fibras nerviosas. Si se «adhiere» esta seda entre los cabos de las fibras nerviosas, los nervios seccionados deberían fusionarse de nuevo. Con todo, aún no se ha dado el paso de la experimentación animal a los ensayos clínicos. «Uno de los problemas», explica Martin Schwab, neurocientífico del Instituto de Medicina Regenerativa de la Universidad de Zúrich, «es que el sistema nervioso encierra y cicatriza todo lo que es ajeno al cuerpo». Esta es probablemente la razón por la que ciertos materiales, como pegamentos o nanofibras, no han surtido ningún éxito hasta ahora. De todas maneras, la médula de la mayoría de las personas parapléjicas no se halla totalmente seccionada: con frecuencia quedan pequeños puentes de tejido que las fibras nerviosas utilizan como carriles guía para su proliferación. Se han conseguido los primeros logros en el intento de estimular la proliferación nerviosa, al menos en los tubos de ensayo. En 2018, el grupo dirigido por Michael Sofroniew, del Instituto de Investigación del Cerebro de la Universidad de California en Los Ángeles, logró que aparecieran nuevas neuronas con la ayuda de un cóctel químico de factores de crecimiento y otras moléculas señalizadoras. Pero cuando los científicos trataron a los animales de experimentación con esa mezcla de sustancias, rara vez se observaba el éxito esperado. Pese a que los nervios volvían a crecer, los roedores no lograban moverse mejor. La aplicación de este tipo de intervención resultaría demasiado arriesgada en humanos. En primer lugar, cada uno de los principios activos utilizados se tendría que investigar con detalle para recibir la aprobación de su uso en ensayos clínicos con pacientes. Solo entonces podrían probarse combinaciones de dos o más sustancias. Pasarán decenios antes de que tal cosa suceda. Existe otro método que ha avanzado hasta la etapa del ensayo clínico. Los nervios situados fuera del encéfalo o de la médula espinal vuelven a crecer en determinadas condiciones. En cambio, las neuronas del sistema nervioso central no lo hacen. Ya hace más de veinte años, los investigadores del equipo de Schwab aislaron la proteína supuestamente responsable: Nogo A. En un experimento posterior, desactivaron dicha proteína con un anticuerpo (anti-Nogo-A) de la médula espinal seccionada de las ratas. A partir de ese momento, los nervios de los

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REHABILITACIÓN / PAR APLEJIA

animales volvieron a crecer. Gracias a un entrenamiento intensivo, las ratas aprendieron a caminar, nadar, subir escaleras y a controlar la función vesical.

Proliferación nerviosa con los anticuerpos

En un primer ensayo clínico con personas sanas, el anticuerpo no causó ningún efecto secundario grave. Averiguar si posee además eficacia terapéutica será el objetivo de un estudio más amplio. En ese ensayo, los pacientes con una lesión de la médula cervical recibirán una dosis del anticuerpo o de un placebo en los primeros 28 días después de la lesión. Además, todos los participantes efectuarán un programa de rehabilitación intensivo. Se comprobará si las personas tratadas con el anticuerpo anti-Nogo-A recuperan más funciones motoras que las del grupo placebo. «Incluso si lográsemos restaurar tan solo algunas funciones importantes, el éxito sería rotundo», afirma Schwab, director del estudio. Esta terapia experimental se ensayará en catorce hospitales de seis países europeos. Pasarán al menos dos años más antes de que se conozcan los primeros resultados. Las células madre podrían resultar útiles para construir puentes en la médula espinal dañada debido a su increíble capacidad regenerativa. Los investigadores llevan mucho tiempo examinando esta posibilidad. Para ello, se trasplantan células madre neuronales al lugar de la lesión en el conducto raquídeo. Luego, los pacientes toman medicamentos que suprimen el sistema inmunitario. De esta manera, se evita que el cuerpo rechace esas células. En los experimentos con animales, este método se ha mostrado exitoso: las ratas han logrado caminar con limitaciones después del tratamiento. Con todo, algunas líneas celulares comportaron riesgos: después del tratamiento, algunos animales desarrollaron tumores. Por ese motivo, en los humanos se ensaya solo con células madre que se consi-

deran muy seguras. De todos modos, aún no se ha obtenido ningún éxito llamativo. Aunque el tratamiento conseguía restablecer parcialmente ciertas funciones (como el sentido del tacto algo más allá de la zona de lesión), en general, el logro no era permanente. Queda aún mucho camino por recorrer antes de que una lesión medular deje de equivaler a una paraplejia. ¿Qué se puede hacer hasta entonces? «Si se pregunta a los pacientes con una parálisis crónica qué desearían, muchos contestan que les gustaría controlar de nuevo sus esfínteres vesical y rectal o recuperar la función sexual», señala Weidner. Las personas con parálisis en brazos y piernas, en particular, suelen echar de menos los movimientos de las manos y los dedos, con los que pueden controlar una silla de ruedas o manejar una tableta. En noviembre de 2014, unos ocho meses después de su accidente, Elisa habló de sus deseos en un documental televisivo. «Me gustaría recorrer sola trayectos más largos con la silla de ruedas». Tenía 17 años. También deseaba una vida lo más autónoma posible. El objetivo de la rehabilitación después de una lesión de la columna vertebral suele ser conservar el máximo número de funciones corporales. No obstante, la terapia se centra sobre todo en preparar a los pacientes para afrontar su nueva vida cotidiana. «La silla de ruedas ya representa una solución extraordinariamente práctica para la movilidad», apunta Weidner. De todas maneras, la calidad de vida supone bastantes más cosas que caminar, y los accesorios técnicos tampoco compensan determinadas pérdidas. Después de sufrir una lesión medular grave, los pacientes necesitan la ayuda ocasional de cuidadores o familiares para múltiples actividades cotidianas, como lavarse, comer, ponerse los zapatos o hacer la compra. «Cualquier mejora en este ámbito se consideraría un éxito total», asegura Weidner. H

PA R A S A B E R M Á S

Recovery of over-ground walking after chronic motor complete spinal cord injury. C. A. Angeli et al. en The New England Journal of Medicine, vol. 379, págs. 1244-1250, 2018. Rapid calibration of an intracortical brain-computer interface for people with tetraplegia. David M. Brandman et al. en Journal of Neural Engineering, vol. 15, n.º 2, 2018. Neuromodulation of lumbosacral spinal networks enables independent stepping after complete paraplegia. Megan L. Gill et al. en Nature Medicine, vol. 24, págs. 1677-1682, 2018. Targeted neurotechnology restores walking in humans with spinal cord injury. F. B. Wagner et al. en Nature, vol. 563, págs. 65-71, 2018. EN NUESTRO ARCHIVO

Reparación de las neuronas. Frank Bradke y Stefanie Merker en MyC n.o 54, 2012. Mover con la mente. Miguel A. Nicolelis en IyC, noviembre de 2012. Conexiones biónicas. D. Kacy Kullen y Douglas H. Smith en IyC, marzo de 2013. Prótesis más sensibles. Roberta Kwok en MyC n.o 67, 2014.

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NEURO CIENCIA El novedoso método SUSHI permite obtener imágenes con alta ­resolución del espacio extracelular en el tejido cerebral vivo, lo que deja ver todas las células cerebrales del área de estudio y sus interacciones

Iluminación del e­ spacio extracelular VA L E N T I N N Ä G E R L

S

in duda, el cerebro humano constituye una de las estructuras biológicas más enigmáticas: una suerte de superordenador y biblioteca gigante en una sola pieza, con capacidad para la exploración y manipulación activa de sí mismo y del entorno. Con un volumen de solo litro y medio, contiene cerca de 80.000 millones de células nerviosas de diversos tipos, cuyas ramificaciones (dendritas y axones) alcanzan una longitud de varios centenares de miles de kilómetros. A ellas debe sumarse un número similar de células de la glía que aportan al sistema nervioso soporte, material aislante, nutrientes y protección. Cada neurona entabla con otras células miles de contactos (sinapsis) a través de los cuales intercambia señales eléctricas en fracciones de segundo. Si nos imagináramos que nuestro cerebro es un globo terráqueo y las neuronas son personas, albergaría diez veces más

E L A U T O R

Valentin Nägerles profesor de neurociencias y técnicas de obtención de imágenes en la Universidad de Burdeos.

MENTE Y CEREBRO

habitantes que nuestro planeta. Y cada uno efectuaría sin parar centenares de llamadas telefónicas al mismo tiempo. Nos encontramos todavía a años luz de entender por completo nuestro cerebro. Mientras no seamos capaces de medir la actividad de todas las células nerviosas, por no hablar de reproducir las funciones cerebrales en una computadora, en las neurociencias seguirá rigiendo la máxima siguiente: si no logramos entender la función compleja, al menos deberíamos tratar de averiguar cuál es la estructura subyacente. Por esa razón, numerosos neurocientíficos han unido sus fuerzas en investigaciones conjuntas, como la iniciativa BRAIN y el Proyecto Cerebro Humano, para trazar un mapa de la arquitectura neuroanatómica del cerebro con la mayor precisión posible. Esta debería mostrar cómo y dónde se comunican las neuronas vecinas con las áreas cerebrales remotas y de qué manera colaboran entre sí. Los investigadores esperan ahondar en el conocimiento de los circuitos neuronales a partir de este conectoma [véase «Objetivo: el conectoma», por Johanna Beyer y Anna von Hopffgarten; Mente y Cerebro n.o 84, 2017]. En última instancia, se deberían comprender los procesos neurobiológicos que subyacen a nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, así como a las alteraciones cerebrales patológicas.

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Una nueva técnica permite representar el ­tejido cerebral vivo con todo detalle. Las ­neuronas aparecen como sombras negras.

CORTESÍA DE VALENTIN NÄGERL

Serie: «Nuevos métodos de la neurociencia» Los instrumentos de investigación neurocientíficos han cambiado de m ­ anera notable en los últimos decenios. Esta serie compuesta de seis ­artículos presenta y explica los métodos neurocientíficos más novedosos. Parte 1: Parte 2: Parte 3: Parte 4: Parte 5: Parte 6:

Virus de la rabia para cartografiar el cerebro (MyC 98/2019) Código de barras en las neuronas (MyC 99/2019) Voltímetros para el cerebro (MyC 100/2020) Escáneres cerebrales superpotentes (MyC 101/2020) La silueta de las neuronas ¿Cerebro de ratón o de humano? (MyC 103/2020)

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En síntesis:Negativo del tejido nervioso

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Hasta ahora, cuando los investigadores deseaban cartografiar la maraña de células nerviosas del cerebro, solían recurrir a la microscopía electrónica. Sin embargo, con esta técnica el tejido se destruye con la preparación.

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En cambio, la técnica novedosa SUSHI permite explorar también las células cerebrales vivas con todo detalle. Este método de neuroimagen se basa en una variante de la microscopía óptica de alta resolución.

Y por último, el cerebro no se encuentra igual de cableado que una instalación eléctrica doméstica, sino que muestra un extraordinario dinamismo y gran plasticidad. Durante el desarrollo incipiente del cerebro, las neuronas se multiplican de manera explosiva y crecen en dirección hacia sus regiones destinatarias. En la infancia y la adolescencia, la red sináptica se reconstruye impulsada por un programa genético y diversos factores ambientales. Esta situación se aplaca considerablemente en la edad adulta, pero incluso entonces se observan una y otra vez pequeños cambios. De acuerdo con estudios recientes en ratones adultos, la mayoría de las sinapsis del hipocampo (área importante para la memoria) se construyen y reconstruyen sin cesar. Esta plasticidad morfológica constituye una propiedad esencial del cerebro y permite acomodar nuestras acciones a las nuevas circunstancias, aprender habilidades y almacenar los acontecimientos en la memoria.

Imágenes de la maraña de cables neuronales

CORTESÍA DE VALENTIN NÄGERL

Como la arquitectura cerebral es compleja, resulta extraordinariamente difícil representar con precisión la maraña de estructuras neurocelulares. Por ese motivo,

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No obstante, este objetivo relativamente modesto no parece tan próximo como cabría suponer a primera vista. Las unidades elementales del cerebro se intercomunican de un modo complejo y se pueden examinar con diferentes escalas. Así, en el neurópilo, un entramado de fibras nerviosas y filamentos de células de la glía que ocupa una milésima de milímetros cúbicos y se sitúa entre los somas del sistema nervioso central, se congregan más de cien mil sinapsis con propiedades muy variadas. En el extremo superior de la escala espacial se encuentran los largos haces de fibras nerviosas de las neuronas, que se extienden cual gruesos cables de datos hacia áreas cerebrales remotas y otros órganos corporales. Algunas motoneuronas de la médula espinal, por ejemplo, llegan a medir más de un metro de longitud. Representar esta enorme diversidad con la ayuda de técnicas de neuroimagen supone un gran desafío. Además, el tejido cerebral es muy blando y sensible, a diferencia de la piel o los huesos. Si los investigadores desean examinar los detalles más nimios bajo el microscopio, normalmente tienen que proceder a la fijación química previa del tejido, lo cual impide, a su vez, el examen de células vivas.

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Con el método SUSHI no se tiñe cada célula nerviosa que se desea estudiar, como sucede con la microscopía de fluorescencia convencional, sino el espacio que existe entre ellas. De esta manera se obtienen negativos tisulares con alto contraste.

Con la técnica SUSHI, no se tiñen las neuronas, sino los espacios situados entre ellas. De este modo, se obtienen negativos del tejido cerebral con un alto contraste (izquierda). Con un programa de ordenador, las imágenes se ven en positivo (derecha).

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Cómo funciona SUSHI Cámara del microscopio con medio de cultivo

Colorante fluorescente celular

Microscopio 3D-STED

+ colorante del espacio extracelular Neurona aislada

Negativo del tejido

En la técnica de « obtención de imágenes sombreadas de alta resolución» (SUSHI, por sus siglas en inglés), los investigadores reproducen con detalle un tejido cerebral vivo. Para ello, cortan láminas del cerebro de un ratón y las colocan en un medio nutritivo, donde las células pueden sobrevivir durante cierto tiempo. Con una cámara especial de un microscopio de alta resolución

(microscopio 3D-STED), visualizan el tejido a mayor aumento. Para saber cómo se disponen determinadas neuronas en la red celular, primero tiñen estas con un colorante fluorescente; a continuación añaden una sustancia que colorea el espacio intercelular. De ese modo, los investigadores combinan la imagen positiva de las diferentes neuronas con el negativo del tejido restante.

los investigadores siempre están analizando nuevas técnicas de neuroimagen que ofrezcan suficiente contraste, resolución y profundidad de campo. Pero además de la microscopía, se requiere una evaluación y una representación adecuadas de los datos obtenidos para entenderlos. Hasta ahora, dos técnicas fundamentales de obtención de imágenes han contribuido al progreso de la investigación neurocientífica: las imágenes con tensor de difusión (DTI) y la microscopía electrónica. Sin embargo, ambas presentan inconvenientes que limitan notablemente este avance. La primera se basa en la resonancia magnética y visualiza el curso de las grandes vías nerviosas por la sustancia blanca del cerebro. Pero la resolución espacial es extremadamente baja: en el mejor de los casos, alcanza una décima de milímetro (100 micrómetros). A modo de referencia, todo el campo visual de un microscopio óptico de alta resolución llega, como máximo, a 100 micrómetros, es decir, mide lo mismo que un único punto de DTI. Por esa razón, dicha técnica no permite representar las células aisladas.

Por su parte, la microscopía electrónica posibilita visualizar estructuras celulares de unos pocos nanómetros, como las membranas celulares y la hendidura sináptica. Debido a su alta resolución, constituye la técnica de referencia para reconstruir los circuitos neuronales. Pero también adolece de un gran defecto: el tejido se debe seccionar en cortes finos y, para ello, se requiere una fijación química previa. Este proceso resulta, en primer lugar, muy laborioso y, en segundo lugar, implica la muerte del tejido. Por esta razón, con el microscopio electrónico no pueden observarse los movimientos y cambios a lo largo del tiempo; tan solo se obtienen imágenes estáticas. Con la microscopía de fluorescencia, una variante de la microscopía óptica, se observan detalles de las células vivas. Mediante el marcado transgénico, los investigadores reprograman genéticamente un organismo (ratones, peces cebra, moscas de la fruta o gusanos) para que sus células produzcan proteínas fluorescentes que comienzan a brillar bajo el microscopio cuando se aplica la estimulación lumínica correspondiente. Esta técnica recibió el

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YOUSUN KOH, FUENTE: «SUPERRESOLUTION IMAGING OF THE EXTRACELLULAR SPACE IN LIVING BRAIN TISSUE». J. TONNESEN ET AL. EN CELL, VOL. 172, 2018

Cortes cerebrales

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Para investigar una neurona concreta, los investigadores la tiñen con un marcador fluorescente (en este caso, amarillo). Además, marcan el espacio extracelular con un colorante que no penetra dentro de las células. De esta manera, aparte de la imagen tridimensional de una neurona con fluorescencia amarilla, se obtiene un negativo de la estructura tisular, que se transforma con el ordenador en una imagen positiva (con alto contraste) de células blancas brillantes y espacios intercelulares negros. Si se superponen las dos imágenes, se observa el recorrido de las prolongaciones de las células nerviosas teñidas.

premio Nobel de química en 2008. De todas maneras, presenta un inconveniente flagrante: se visualiza solo lo que se ha marcado previamente de forma selectiva. Todo lo demás se mantiene en la oscuridad. Pero si se tiñeran todas las células al mismo tiempo, tampoco se vería nada con el microscopio, porque todo brillaría con fluorescencia y cualquier detalle resplandecería. Con mi grupo de la Universidad de Burdeos hemos tomado el camino literalmente opuesto. En lugar de marcar cada célula del tejido, teñimos tan solo las áreas intermedias, es decir, el espacio extracelular, que representa alrededor del 20 por ciento del volumen cerebral y que contiene líquido cefalorraquídeo, así como la matriz extracelular de macromoléculas y biopolímeros esenciales para la salud de la estructura y el funcionamiento del cerebro. Con nuestra técnica, todas las células se visualizan como siluetas nítidas, de manera semejante a lo que sucede cuando un objeto iluminado proyecta una sombra sobre el lienzo. Debido a esa similitud, hemos denominado esta nueva técnica «obtención de imágenes som-

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breadas de alta resolución» (super-resolution shadow imaging) o, en sus siglas, SUSHI. En realidad, no se trata de sombras, sino de una especie de negativo. Como el espacio que se halla entre las neuronas es considerablemente más pequeño que el que ocupan esas mismas células, la tinción produce un contraste muy alto de la imagen. Por eso, con nuestro nuevo método puede obtenerse por primera vez una vista panorámica del tejido cerebral vivo, pero con gran detalle. Seccionamos en cortes finos el tejido cerebral vivo de los ratones y lo colocamos en un medio nutritivo, en el que puede sobrevivir durante varias horas o incluso semanas. Los circuitos neuronales, incluidas las sinapsis, se conservan bastante bien. A continuación, añadimos a los cortes un colorante no tóxico, que se disuelve en el líquido y se distribuye por el espacio extracelular sin que sea absorbido por las células.

Visión de los pequeños detalles

Para obtener imágenes suficientemente nítidas, construimos un microscopio de fluorescencia basado en la téc-

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nica de agotamiento de emisión estimulada (STED, por sus siglas en inglés), galardonada en 2014 con el premio Nobel de química. Este microscopio tiene la particularidad de que su resolución espacial, a diferencia de la de los microscopios ópticos originales, no se encuentra limitada por la difracción de las ondas de luz. Así, gracias a la STED, se distinguen píxeles tridimensionales con un volumen inferior a un attolitro (0,000000000000001 mililitros). Esta es la resolución necesaria para representar correctamente la fina estructura del espacio extracelular. Aunque el método de tinción SUSHI sea completamente inespecífico comparado con los métodos actuales, delimita cada neurona y distingue los diferentes tipos de células según su morfología externa. La tinción negativa revela, por ejemplo, las estructuras neuronales más finas (axones, dendritas y espinas dendríticas) que conforman el proceso postsináptico en las sinapsis excitadoras. Si se observan las imágenes de manera más detallada, se ven incluso hendiduras sinápticas, es decir, espacios de unos 20 nanómetros de ancho entre las membranas presináptica y postsináptica. Hasta ahora, estas estructuras solo se visualizaban con el microscopio electrónico. Comparada con la microscopía óptica habitual, SUSHI no solo ofrece una resolución más alta, sino también un contraste muy superior. El espacio sináptico del negativo original se inserta como una franja clara entre dos estructuras oscuras. En el caso opuesto, es decir, si las células con brillo fluorescente rodearan una hendidura oscura, esta apenas se vería. El ejemplo siguiente lo ilustra: imagínese que quiere detectar pequeñas grietas en dos discos grandes sostenidos frente al sol. Uno está hecho de vidrio esmerilado y el otro de plástico negro

opaco. ¿En cuál de ellos encontraría antes la grieta? Probablemente en la placa negra, porque la grieta brillaría al sol. Por otro lado, el método puede combinarse con una tinción «positiva» convencional. Para ello, marcamos tanto el espacio extracelular con SUSHI como las diferentes neuronas con colorantes fluorescentes. De esta manera, comprobamos cómo ciertas neuronas se insertan en el tejido circundante.

Escenario relevante entre las células

Con nuestra técnica no solo se visualizan las estructuras celulares, sino también las propiedades particulares del espacio extracelular. Este espacio se modifica de manera notable en función de la actividad cerebral y del estado de consciencia, así como de la evolución de las enfermedades neurológicas. Ejerce, como almacén de iones, una influencia decisiva sobre la excitabilidad eléctrica y el procesamiento de las señales neuronales. Además, crea un pasillo dentro del cerebro para el transporte de sustancias, entre ellas, los neurotransmisores, que migran a través de la hendidura sináptica, y los productos de desecho que se eliminan del tejido. El espacio extracelular representa, asimismo, la última estación para los medicamentos antes de su entrada en la célula o de su acción sobre la superficie celular. Los fármacos llegan a través de la barrera hematoencefálica o por inyección directa en el líquido cefalorraquídeo; a continuación, se distribuyen por el tejido. Hasta hace poco, los neurocientíficos solo podían examinar esta importante región del cerebro mediante la microscopía electrónica o las imágenes con tensor de difusión. Pero estos métodos proporcionaban una imagen muy distorsionada, estática o imprecisa (debido a su nula

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La técnica SUSHI permite incluso dibujar el espacio sináptico entre las membranas pre y postsináptica (flecha). Su anchura es de tan solo unos 20 nanómetros. Hasta ahora solo se podía visualizar con un microscopio electrónico. Aquí se positivizó el negativo.

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Esta novedosa técnica microscópica permite descifrar los circuitos neuronales de cortes cerebrales finos. Se escaneó el fragmento tisular del hipocampo de un ratón (imagen) capa a capa con un microscopio de alta resolución. A continuación, se reconstruyeron las unidades elementales de esta compleja red celular y, en la imagen, se tiñeron las diversas neuronas de diferente color (derecha).

resolución espacial). La fijación química requerida para la microscopía electrónica reduce el espacio extracelular a una capa uniforme y delgada que no guarda ninguna semejanza con su forma original. Con SUSHI, los investigadores no solo examinan cortes cerebrales, sino también otro tipo de tejidos de interés para la investigación clínica y el diagnóstico, entre ellos, los tumores. Hasta ahora, esta técnica se ha mostrado eficaz en muestras vivas introducidas en medios nutritivos (las llamadas preparaciones ex vivo). No obstante, en un futuro previsible, también debería aplicarse a animales vivos (in vivo), en combinación con «ventanas especiales» de órganos. Para ello, se taladra un pequeño orificio en el cráneo de un ratón y se cubre con un cristal fino. Mientras el animal camina por su jaula, los investigadores examinan con un microscopio especial el tejido cerebral situado bajo la ventana. Las tecnologías innovadoras que descifran la estructura y la función del conectoma cerebral nos ayudarán en los próximos años a aclarar las interacciones fundamentales del cerebro, desde el plano molecular hasta el comportamiento. Solo así podremos desvelar algún día el gran enigma del cerebro. H

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PA R A S A B E R M Á S

Nanoscopy with focused light (Nobel Lecture). Stefan W. Hell en Angewandte Chemie International, vol. 54, n.º 28, págs. 8054-8066, julio de 2015. Unveiling the extracellular space of the brain: From super-resolved microstructure to in vivo function. S. Hrabetova et al. en British Journal of Pharmacology, vol. 38, págs. 9355-9363, octubre de 2018. Super-resolution imaging of the extracellular space in living brain tissue. J. Tønnesen et al. en Cell, vol. 172, n.º 5, febrero de 2018. Chronic 2P-STED imaging reveals high turnover of dendritic spines in the hippocampus in vivo. T. Pfeiffer et al. en eLife, vol. 7, junio de 2018. EN NUESTRO ARCHIVO

El proyecto cerebro humano. Henry Markram en IyC, agosto de 2012. La ofensiva cerebral. Ulrike Gebhardt en MyC n.o 65, 2014. Mapa moderno de la corteza cerebral. B. T. Thomas Yeo y Simon B. Eickhoff en MyC n.o 81, 2016.

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ESTADÍSTICA Más de 800 expertos, entre ellos los autores de este artículo, solicitan que se deje de diferenciar las hipótesis científicas en categorías ­dicotómicas a partir del VALOR P

Abandonar la significación estadística VA L E N T I N A M R H E I N , S A N D E R G R E E N L A N D Y B L A K E M C S H A N E

¿C

uándo fue la última vez que escuchó a un científico que, al presentar los resultados de un estudio, decía que no había ninguna diferencia entre dos grupos porque la diferencia «no era estadísticamente significativa»? Si es usted investigador en el campo de la medi­cina o la psicología, es muy probable que esto le haya sucedido la última vez que asistió a una ponencia. Esperamos que al menos una persona del auditorio se mostrara perpleja si, como ocurre con frecuencia, en un gráfico o una tabla sí que aparecía una diferencia. ¿Cómo es posible que la estadística lleve a los científicos a negar diferencias que los legos en estadística de-

tectan a simple vista? Durante varias generaciones, se ha advertido a los investigadores de que un resultado estadísticamente no significativo no «demuestra» la hipótesis nula (hipótesis según la cual no hay diferencia entre los grupos, o el tratamiento carece de efectos sobre alguno de los resultados medidos). Por otro lado, los resultados estadísticamente significativos tampoco «demuestran» otro tipo de hipótesis. Estas interpretaciones erróneas han contaminado, como es bien sabido, la bibliografía de aseveraciones exageradas y generado, algo ya no tan conocido, conflictos entre estudios donde no existían esas malinterpretaciones. Ofrecemos algunas propuestas para que los científicos no sean presa de tales conceptos equivocados.

L O S A U T O R E S

Valentin Amrhein(izquierda) es profesor de zoología en la Universidad de Basilea. Sander Greenland imparte clases de epidemiología y estadística en la Universidad de California en Los Ángeles. Blake McShane (derecha) es estadístico y profesor de mercadotecnia en la Universidad del Noroeste, en Evanston.

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GETTY IMAGES / KASEZO / ISTOCK

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En síntesis:En contra de la dicotomía

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Más de 800 expertos abogan por abandonar los valores p como criterio de significación estadística, ya que adolece de limitaciones.

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Hasta ahora, el valor p ha servido para diferenciar hipótesis «estadísticamente significativas» de «estadísticamente no significativas». Eso lleva a establecer dos categorías, que, en realidad, no existen. De ello se deriva, a su vez, la falsa idea de que los resultados son, en principio, distintos.

Un problema generalizado

Formulemos claramente qué debemos frenar: jamás deberíamos concluir que no existe «ninguna diferencia» o «ninguna asociación» solo porque un valor p sobrepase un umbral (por ejemplo, 0,05) o, de manera equivalente, solo porque un intervalo de confianza incluya el cero. Tampoco deberíamos concluir que dos estudios entran en conflicto porque en uno de ellos se obtuvo un resultado estadísticamente significativo y en el otro no. Estos errores echan por tierra las investigaciones y aportan poca información a los responsables de las decisiones políticas. Consideremos una serie de análisis de los efectos no deseados de los antiinflamatorios. Como los resultados obtenidos no alcanzaron significación estadística, un grupo de investigadores llegó a la conclusión de que la exposición a estos medicamentos «no se asociaba» a

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Los intervalos de confianza se deberían manejar de manera diferente. Habría que tener en cuenta otros datos dentro del intervalo, por ejemplo. De este modo, sería preferible hablar de intervalos de compatibilidad.

la aparición de fibrilación auricular (la arritmia más frecuente) y que esos resultados contrastaban con los de un estudio previo en el que se había advertido un resultado estadísticamente significativo. Examinemos ahora los datos reales. Los investigadores que comunicaron los resultados estadísticamente no significativos obtuvieron una razón de riesgos de 1,2 (es decir, el riesgo para los pacientes expuestos aumentaba un 20 por ciento con relación al de los no expuestos). Asimismo, detectaron que el intervalo de confianza del 95 por ciento abarcaba desde una disminución insignificante del riesgo del 3 por ciento hasta un aumento considerable del riesgo del 48 por ciento (p = 0,091; según nuestro cálculo). Los autores del trabajo previo y estadísticamente significativo hallaron exactamente la misma razón de riesgos: 1,2. Aquel estudio simplemente era más preciso y el intervalo de mayor riesgo fluctuaba desde el

Cuidado con las conclusiones falsas

FUENTE: V. AMRHEIN ET AL. 2018; «RETIRE STATISTICAL SIGNIFICANCE». V. AMRHEIN ET AL. EN NATURE, VOL. 567, 2019

Los estudios actualmente calificados de «estadísticamente significativos» y de «estadísticamente no significativos» no son necesariamente contradictorios. Tales denominaciones podrían llevar a la omisión de efectos genuinos.

Estudio «significativo» (valor p bajo)

Estudio «no significativo» (valor p alto)

El efecto observado (o estimación puntual) es idéntico en ambos estudios, por lo que no entran en conflicto, aunque uno resulte «significativo» y el otro no.

Efecto disminuido

Ningún efecto

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Efecto aumentado

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ESTADÍSTICA / VALOR P

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Interpretaciones erróneas Un análisis de 791 artículos publicados en cinco revistas científicas demostró que en casi la mitad se presuponía erróneamente que la ausencia de significación estadística quería decir «ausencia de efecto».

Interpretación correcta

Interpretación errónea

49 %

51 %

ARTÍCULOS

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Abstenerse de categorizar

FUENTE: P. SCHATZ ET AL. EN ARCH. CLIN. NEUROPSYCHOL., VOL. 20, PÁGS.1053-1059, 2005; F. FIDLER ET AL. EN CONSERV. BIOL., VOL. 20, PÁGS. 1539-1544, 2006; R. HOEKSTRA ET AL. EN PSYCHON. BULL. REV., VOL. 13, PÁGS. 1033-1037, 2006; F. BERNARDI ET AL. EN EUR. SOCIOL. REV. VOL. 33, PÁGS. 1-15, 2017

9 por ciento hasta el 33 por ciento (p = 0,0003; según nuestro cálculo). Es ridículo concluir que los resultados estadísticamente no significativos «no revelaron ninguna asociación», cuando la estimación del intervalo incluía aumentos considerables del riesgo. Resulta asimismo absurdo sostener que esos resultados contrastaban con los previos, que revelaban un efecto idéntico. Sin embargo, estas prácticas habituales ponen de relieve cómo la dependencia de los umbrales de significación estadística puede inducir a error. Estos y otros errores similares se encuentran muy extendidos. En centenares de artículos se ha advertido que los resultados estadísticamente no significativos se interpretan en la mitad de las ocasiones como si no denotaran «ninguna diferencia» o «ningún efecto». En 2016, la Asociación Estadística de Estados Unidos publicó una declaración en The American Statistician en la que se prevenía frente al mal uso de la significación estadística y de los valores p. La revista recibió múltiples comentarios sobre el tema. En marzo de 2019, en un número especial de la misma publicación, se impulsaron esas reformas. Se presentaron más de 40 artículos sobre «Inferencia estadística en el siglo xxi: Un mundo más allá de p
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