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August 31, 2017 | Author: Biblioteca del Museo Las Lilas de Areco | Category: Blacksmith, Spain, Nature
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Descripción: Testimonio gráfico de la exposición homónima sobre herrería de forja enriquecido por un texto de investigac...

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La forja del Plata 1

LA FORJA DEL PLATA

La forja del Plata 1

20 de julio al 20 de octubre de 2012

LA FORJA DEL PLATA

M a rca d e h a ci e n d a d e h i e r ro fo r jado y c aldeado, at r ib uida a R uiz de Arellano R ui z d e Are l l an o, d e s ce n d i e nte d e S a n ch o V, rey de Navar ra, hab ía llegado al Vir reinato del R ío de la Pl at a e n e l a ño 1 6 6 2 . E l 7 d e ju l i o d e 1 7 5 0 do nó la c ap illa er i gi da en su est anc i a en 1728 en ho no r a S a n Antoni o, y m i l va ra s d e f re nte s o bre e l r í o Areco p o r nueve m il de fo ndo p ara f undar en el ter r ito r io as í d e l i m i t a d o e l pu e bl o d e S a n Anto n i o d e Areco.

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FUNDACION LAS LILAS Presidente Octavio A. Caraballo Consejo Asesor Marcos F. Bledel Gonzalo F. Caraballo Juan M. Ochoa MUSEO LAS LILAS Dirección Ejecutiva Armando Deferrari Dirección Administrativa Trixie Kleine Curaduría Marcos F. Bledel

Deferrari, Armando V. Deferrari, Segundo La Forja Del Plata San Antonio de Areco, 2012 64p. ; il. ; 21x21cm ISBN Fecha de catalogación: 00/00/2012

Agradecemos a Ignacio Aguirre Saravia Jose Luis Amadori Olegario Victor Andrade Juan Miguel Arbuco Horacio Bertero Javier Eguiguren Jorge Eguiguren Luciana Falibene Hugo Falibene Faustino Godoy

Gustavo Kagel Diego Mantilla Roman Mazar Alejandro Moreno Gonzalo Meo Mariano Otamendi Jorge Rahal Patricio Sauton Diego Solis Rodolfo Testi

Quienes con su desinteresada colaboración hicieron posible esta muestra

Copyright: Fundación Las Lilas. Buenos Aires, Argentina. Prohibida la reproducción total o parcial. Queda hecho el depósito que previene la ley 11723. Impreso en Rosario, Argentina, 2012.

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Prólogo El presente catálogo es el testimonio gráfico de la muestra que dimos en llamar La forja del Plata. Se trata de un aporte al rescate de nuestro pasado, a una de las artes que ofició de puntal en el desarrollo de nuestro territorio. La herrería de forja tuvo injerencia en lo bélico, en lo utilitario, en lo arquitectónico y en lo productivo. Me pregunto cuántas obras de arte salidas de la fragua tuvieron destino de crisol, para su fundición y reciclaje. Tanto es así que se denomina “chatarra” al conjunto de hierros destinado a tal fin, lo que vuelve a estas piezas sinónimo de desperdicio, desconociendo el valor artístico de las mismas. Sabemos al del herrero un oficio duro, sacrificado, que requiere de un conocimiento acabado del material con el que se trabaja, sus colores, su dureza, maleabilidad. El caldeado o “calda”, técnica de unión de partes anterior a la soldadura, ha caído en el olvido y hoy no son muchos los maestros herreros capaces de enseñarla, por cual está tristemente condenada a desaparecer. El presente es un intento de salvamento y puesta en valor de una faceta importante en nuestra historia. Hemos reunido cerca de trescientas piezas de hierro forjado para ser exhibidas en esta muestra, gracias al desinteresado aporte de amigos del Museo, a quienes agradezco desde estas líneas. Deseamos de este modo seguir transitando una huella que nos conduzca a un destino mejor, apoyado en nuestras más genuinas tradiciones.

Armando Deferrari Director

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La f orja d e l P l a ta

Breve historia del hierro forjado en el Río de la Plata Los pueblos americanos precolombinos poseían un amplio manejo de metales nobles como el oro y la plata, y seminobles, como el cobre, el estaño y sus aleaciones. Pero las limitaciones en sus métodos de fundición y las dificultades que presentaba la extracción de hierro, hicieron de este un material prácticamente desconocido en el continente americano antes de la llegada de los españoles. Los escasos objetos hallados fueron mayormente realizados con metal extraído de meteoritos. Según Mircea Eliade, cuando Hernán Cortés preguntó a los jefes aztecas de dónde obtenían el hierro de sus cuchillos, estos le mostraron el cielo. En el siglo xvi , junto a los colonizadores europeos, llegan los primeros herreros con sus fraguas, yunques, herramientas y veinticuatro siglos de experiencia en el oficio. El estilo de los herreros españoles, principalmente el de aquellos dedicados al trabajo ornamental, fue influenciado por el romanticismo, el gótico francés y el renacentismo. También la influencia morisca dejó su impronta en el estilo español aún mucho tiempo después de finalizadas las invasiones Paraguay o Prov. d el R í o d e la Plata (Fragmento) - ca 1600 a la península ibérica. La fusión de los estilos europeos decantados en España y el rico arte decorativo islámico dio paso a un nuevo estilo llamado Mudéjar. Claros ejemplos de este son los patrones ornamentales de las rejas, los llamadores de las puertas, y los chatones de las puertas y ventanas. Hacia 1536, la primera Buenos Aires fundada por Pedro de Mendoza contaba con cuatro herreros cuya función principal era arreglar, e incluso fabricar, desde armas hasta los elementos de trabajo necesarios para levantar las incipientes construcciones. Esos primeros trabajos, de orden exclusivamente práctico, fueron realizados con hierro traído de Europa o proveniente de naves y objetos en desuso. Las primeras ciudades a orillas del Río de la Plata, olvidadas por un virreinato en busca de oro y plata en las minas del norte, necesitaban artesanos para sobrevivir, crecer y defenderse. Al igual que en España, los oficios eran regidos por ordenanzas públicas. En América eran los cabildos los encargados de regular las actividades y establecer los precios para los trabajos más comunes. Los maestros traídos de Europa, siguiendo la tradición morisca, tomaron ayudantes y aprendices e iniciaron así una larga historia de artesanos americanos, cuyo particular estilo surge marcado por las limitaciones impuestas por la falta de materiales y la urgencia de las necesidades prácticas.

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En 1576 en la región de Tucumán el gobernador Gonzalo de Abreu y Figueroa, movido por leyendas de las etnias chaqueñas, envió una expedición comandada por Hernán Mejía de Mirabal en busca de una “gran mina de hierro y otros metales” que se encontraba en el Chaco Austral. De esta expedición solo trajeron algunos fragmentos de hierro meteorítico del llamado “Campo del Cielo”, que bastaron sin embargo para mantener viva la leyenda. Durante el siglo xvii el hierro proveniente de España, fabricado en la provincia de Viscayna, escaseaba debido a los graves problemas por los que atravesaba la industria. Aun así, en el período comprendido entre 1650 y 1699 salieron del puerto de Cádiz hacia Buenos Aires 9.146 planchas de hierro, 64 cajas de acero, 13.171 azadas y 600 rejas de arado. Pese a las restricciones de España comienzan a llegar a América cargamentos de metal contrabandeado de otras partes de Europa. En el Río de la Plata el trabajo de los herreros se centraba en lo indispensable: robustas rejas para los calabozos del Cabildo, cadenas y grillos, brazos para iluminación, cruces para las iglesias, lanzas, picas, albardas, chuzos, cerraduras, candados, goznes, clavos y herramientas diversas. También debían atender a las necesidades domésticas, fabricando candiles, candeleros, cucharones y herrajes para baúles y petacas. Las vaquerías, una de las principales actividades económicas de la zona pampeana, comenzaron a practicarse formalmente cuando el Cabildo otorgó las primeras licencias a principios del siglo xvii , y se extendieron hasta mediados del siglo xviii , cuando el ganado cimarrón mostrenco (el cual era recogido y aquerenciado o cazado) prácticamente desaparece de la llanura bonaerense. Estas tareas, realizadas por criollos libres de a caballo, no podían ser efectuadas sin la ayuda del hierro que conformaba el desjarretador, el cuchillo, el freno, los estribos y, eventualmente, partes de la montura. Estos La Va q u er ía - G o nça o Argo te de M o l in a - 1582 elementos que sirvieron indistintamente para el trabajo, la vida cotidiana o la guerra, fueron en principio de fabricación europea, pero la escasez y la necesidad empujaron a los herreros locales a la fabricación y adaptación de los mismos. Los cuchillos, indispensables para sobrevivir en la inhóspita llanura pampeana, fueron muchas veces confeccionados a partir de bayonetas, espadas o sables rotos, limas o directamente, como en el caso de Martín Irala durante la primera fundación de Buenos Aires, forjados al modo que se hacen en Flandes. Se hicieron frenos de patas largas y bocado alto, de la escuela de la brida, o frenos de candado, herencia de la escuela berberisca de la jineta, con patas cortas onduladas. Provenientes de la zona de Cuyo o Chile, los había adornados con la técnica de damasquinado, llevada por los moros a España.

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En aquellos tiempos el ganado vagaba libre en las estancias, limitadas únicamente por accidentes naturales. Allí era aquerenciado en torno a las aguadas y reparos naturales, estratégicamente utilizados por los primeros productores. Cuando el ganado mostrenco se recogía, era necesario identificar al dueño de los animales poniéndole una marca a fuego. Resultaron entonces imprescindibles el herrero que fabricara las marcas de hierro, y un registro de marcas. En las Actas del Cabildo de Santa Fe aparecen registradas y dibujadas, las primeras marcas de hacienda que se conocen en la región del Plata. Antes de 1576 se realiza en esta misma zona la primera yerra de ganado. Dada la escasez de mano de obra esclava en la zona pampeana y el poco interés de los europeos en dedicarse a las duras faenas agrícolas, las actividades agropecuarias se limitaban a pequeñas parcelas, a salvo del ganado cimarrón. Las ciudades contaban con tierras de “pan llevar”, ubicadas en las afueras, dedicadas a la provisión local de trigo y hortalizas. El arado de timón, con su cuña de metal, la azada, la hoz y otras herramientas de labranza, necesitaron de la mano de un herrero tanto para ser creadas como reacondicionadas. Desde Buenos Aires hasta el norte, en las casas humildes y en las lujosas, podían verse rejas de barrotes cuadrados, sutilmente adornadas con variaciones estilizadas de flores y hojas. Las puertas de madera claveteadas con chatones de hierro, picaportes, llaves, bocallaves, goznes, bisagras, fallebas, pasadores y aldabas ofrecieron nuevas oportunidades a los herreros coloniales para combinar el criterio estético con las necesidades prácticas. La herrería artística recuperaba nuevamente los espacios perdidos. A mediados del siglo xviii el metal comienza a importarse de manera regular gracias al descubrimiento de una nueva fuente de riquezas: la llanura pampeana. La población urbana crece y se expande por la campaña. Para entonces en cada pueblo hay una herrería y un herrero que forja. El herrero solo necesitaba algo donde calentar el metal, algo contra que golpearlo y algo con que golpearlo. La S eñoras por la mañana - M o u lin fragua que contenía el carbón vegetal y un fuelle que soplaba aire dentro daban el calor necesario. Un yunque, un martillo y una tenaza para tomar las piezas calientes, hacían el resto. Llegan de Europa los barrotes redondos y aparecen los “rizos” que, junto a pequeños motivos de fundición en forma de palmetas y rosetas, adornan rejas y balcones. Las ciudades crecen y desaparece la pobreza edilicia. Las puertas con labrados aldabones y adornadas cancelas, embellecen los frentes, y los aljibes con ornados brocales, los patios.

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Fig. 1

Fig 1 - Estribo de hierro forjado y caldeado del tipo “jaula”. Notable influencia del estribo frances de la Camargue.

Ojo

Arco Pisada

Delantal o pollera

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Ninguno me hable de penas, porque yo penando vivo, y naides se muestre altivo aunque en el estribo esté: que suele quedarse a pie el g aucho mas alver tido. Mar tín Fier ro José Her nandéz

Paseo d el d omi ngo (d etalle)- Leon Palli ère

Fig. 2 - Estribo bracero porteño de hierro fundido.

Fig. 3 - Estribo correntino de hierro forjado y caldeado del tipo de argolla.

Fig. 4 - Estribo mesopotámico de hierro forjado y caldeado.

Fig. 5 - Estribo de hierro del tipo “zuncho”.

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Fig. 6

Fig. 6 - Curioso par de estribos de hierro forjado y calados con pata de gallo. Fig. 7 - Desjarretador de hierro forjado y remachado.

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E nl a z a nd o g a n a do en l a s pa m pa s - Fer n a do Bra m bi la.

DESJARRETADERA: sf. Cierto instrumento que sirve para desjarretar los toros o vacas en las fiestas que fe hacen en las plazas o en otras ocasiones en que hai précision de hacerlo Es compuesto de un palo del gruesso y longitúd de una pica y al fin de él una média luna de acéro mui cortante, con la qual el que vá a desjarretar el roro, lo exécuta sin riesgo. Lat. Macbera tauris subner vando apta. Acost. Hist. Ind. lib. 4 cap 33. Salen negros o blancos en sus caballos con desjarretadéras al campo y corren los toros o vacas, y la res que hieren y cae, es suya. Diccionario de la Lengua Castellana Madrid 1732 Fi g. 7

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Detalles de las llaves de los arcos de las espuelas.

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Detalles de los pihuelos y rodajas de las espuelas.

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Fig. 18 - Torniqueta de las llamadas “de cajón” con cremallera de bronce. Fig. 19 - Tenaza de hierro forjado y remachado. Fig. 20 - Trozos de distintos modelos de alambre de púa. Fig. 21 y 22 - Tijeras de cortar alambre, forjadas y remachadas. Fig. 23 - Lote de herramientas de alambrador hechizas, llamadas “California” .

Fig. 18

Fig. 20

Fi g. 1 9

Fi g. 2 1

Fi g. 2 2

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Po r la c i viliza c ión y a unque d ur o de pescuez o, c omo un imp uesto al pr ogr eso y a sus nue vos elementos, l a “Ca lifor nia ” en los tientos l e for ma b a un contrapeso. Osva ld o Andino A lvar ez

Aco m o dand o la lí nea - Franci sco M ad ero M arenco.

Fi g. 23

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Fi g. 24

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Fi g. 26

Fi g. 2 7

Fig. 24 a 27 - Marcas de hacienda forjadas, caldeadas y remachadas.

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La hier ra ( d et a l l e) - Cés a r H ipó l ito Ba c l e.

Fig. 28

Fig. 29

Fi g. 3 0

Fi g. 3 1

Fig. 28 a 31 - Marcas de hacienda forjadas, caldeadas y remachadas.

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D i agrama d el f unci onami ento d e un bald e volcad or. Ti to S aubi d et.

Fig. 61

Fi g. 6 2

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Fig. 63

Fig. 64 O breros bañand o ovejas en la Estanci a Cameron. Ti er ra d el Fuego - 1920.

Fig. 61 - Balde volcador de chapa y hierro forjado con remaches

Fig. 62 - Balde volcador de jagüel de chapa y hierro forjado con remaches

Fig. 63 y 64 - Horquilla para bañar lanares, de hierro forjado, una de las curvaturas usadas para sumergir al animal durante el baño y la otra para levantarla o rescatarla.

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Fig. 65

Fig. 65 - Bigornias para picar o afilar la guadaña. La porción aguzada se clava en un tronco, los rulos evitan que se siga enterrando y sobre la parte superior plana se martilla el filo de la guadaña para afiladar la misma.

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Fig. 66 - Hoces forjadas de hierro curvo afilado en su parte concava, utilizadas en la siega. Fig. 67 - Podones o cuchillos de poda.

Fi g. 66

U na seg a do ra

Ca ra s y Ca reta s - 1912

Fi g. 6 7

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Fig. 68 - Rastrillo de hierro forjado. Fig. 69 - Rastrillo de hierro forjado y remachado. Fig. 70 y 71 - Herramientas de hierro forjado para cortar parvas. Fig. 72 y 73 - Pinza o tenaza de hierro forjado, utilizada para cargar bolsas desde el rastrojo a la chata rastrojera, accionada con un sistema de polea. En f a rda ndo a l f a l f a e n M o is és Vil l e, S a nta Fe - c a . 1923 Co l ecc ió n M u seo R egio n a l Fer rov ia r io de S a nta Fe.

Fi g. 6 9

Fig. 68

Fig. 70 Fi g. 7 1

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Co sec ha de m a íz en S a nta Is a bel, S a nta Fe - c a . 1930.

Fi g. 72

Cosecha d e maí z en S anta Isabel, S anta Fe - ca. 1930.

Fig. 73

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Fig. 111 - Mediopunto de hierro forjado, caldeado y remachado perteneciente a Faustino Francischelli cuya herrería funcionó en lo que hoy es la sala principal del Museo Las Lilas de Areco.

Don Faustino Francischelli y la fragua Medio siglo golpeando el hierro al rojo, dándole forma, dominándolo a su capricho de artista, haciéndolo arte, lujo, testimonio. Medio siglo enfrentando al fuego, martillo en mano, en actitud hercúlea. Viviendo el hierro y la forma. Viviendo el fuego y la fragua. Es la imagen de la tenacidad del hombre. Golpeando y golpeando hasta dar con su obra, hasta verse en su obra. Ese es Faustino Francischelli. Se transforma ante la fragua y en poder del martillo. Desaparece el hombrecillo tímido, que apenas atreve algunas palabras de cumplido, siempre amables, siempre cortas. Adquiere contornos dantescos la escena de don Faustino golpeando el hierro de la fragua. Su rostro se ilumina, ya con el resplandor del fuego, ya con el brillo iluminado de sus ojos puestos fijamente en lo que va cumpliéndose en su orden interior.Y ahora don Faustino no habla. Don Faustino ejecuta una melodía en su instrumento. Hecho de fuego y hierro, de yunque y martillo. Canta don Faustino. Ahora es don Faustino, el herrero, el artífice, el genio. Fue herrero desde siempre. Su maestro, su gran y único maestro: don Francisco Soligón... herrero y músico. Él también es herrero y músico. También hoy es maestro. Su voluntad la trae en su sangre itálica. El arte en él -la herrería y la música- tiene raíces en su amor por la tierra adoptada por sus mayores. Don Faustino es música en el rigor de la fragua y el yunque, y es música en su flauta armoniosa, donde sosiega sus manos y su rostro, curtidos por el fuego, dignificados por el sudor noble. Las rejas del Museo “Ricardo Güiraldes” y el gran pórtico del Prado Español, salieron de su fragua. Y muchas más. Artesanía Arequera Ricardo Monserrat

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G enera l Ac h a . Pr im era h er rer ía de Pedro Co ur t - ca. 1900.

Fototeca B erd ard o Graf f

Herrero 'e campo En aquél galpón sencillo que estaba justo a la güella, sonaba de estrella a estrella el golpe de tu martillo. Viejo herrero, veo el brillo que dejaba reluciente algún fierro bien caliente y dócil a tu manejo cuando ponía un reflejo sobre el sudor de tu frente.

Detrás de una rueda chueca que nadie vino a buscar, no era difícil hallar alguna gansa culeca. Si el tiempo venía de seca se aumentaba tu quehacer, entonces era de ver llegar la gente con rejas y el esucharse las quejas lo que tardaba en llover.

Y a un costao sabía quedar una reja bien calzada y además de la caldiada era cosa de almirar, si te tocaba enllantar la rueda de alguna chata. Le hacías una fogata en todo su alrededor y agrandada en el calor dentraba la llanta esata.

Veo la mesa y el torno, varios tamaños de mazas, ganchos, pinzas y tenazas que nunca estaban de adorno. Siempre a mano en tu contorno cortafierros y punzones y al verte a los apurones, cuando empuñabas la trancha, pa'poder hacerte cancha se apartaban los mirones.

Pa'caldiar no eras tan manco y en este preparativo te mostrabas más activo y salías de tu tranco. Cuando el fierro estaba blanco y a punto, todo empezaba; subía el martillo y bajaba con toda juria golpiando y si te estaban mirando la cosa más te gustaba.

Pa'arreglar eras baquiano un freno o alguna espuela, por eso en tu clientela también dentraba el paisano y un recuerdo de tu mano tenía el hombre campero cuando llevaba en su apero colgando la california que sobre aquella bigornia vos le hiciste con esmero.

Cuando le saco la escoria a la fragua del pasao, se mueve un fuelle gastao que echa un vientito de historia. Se calienta mi memoria al prender la evocación y entre el humo del carbón de mis recuerdos viejazos, tus lejanos martillazos golpean mi corazón. Luis Domingo Berho

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Fig. 112

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Fi g. 115

Fig. 116

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Fig. 112 y 113 - Herramienta de fragua de hierro forjado.

Fig. 114 y 115 - Herramientas de hierro forjado, utilizadas por los herreros para medir la circunferencia de las llantas de las ruedas de los carruajes.

Fig. 117 y 118 - Compases de herrero,de hierro forjado y remachado.

Fig. 119 - Pequeño yunque de hierro.

Fi g. 118

Fig. 116 - Compás de hierro forjado, remachado y limado

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Fig. 119

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Detalles de distintas pinzas para fragua.

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Detalles de distintas pinzas para fragua.

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Bibliografía consultada José Luis Busaniche - Estampas del pasado. Hachette, Buenos Aires, 1959. H. J. Becco y C. Dellepiane Calcena - El Gaucho. Documentación - Iconografía. Plus Ultra, Buenos Aires, 1978. Bonifacio del Carril - Monumenta Iconographica. Emece, Buenos Aires, 1964 - El Gaucho. Emece, Buenos Aires, 1993. Roberto Devincenzi - El estribo. Buenos Aires, 2001. Henry Rene D’Allemagne - Decorative Antique Ironwork. Dover, New York, 1961. Guillermo Furlong - Artesanos argentinos durante la dominación hispánica. Editorial Huarpes, Buenos Aires, 1946. Ezequiel Gabrielli - El antiguo freno de las sierras. Córdoba, 2006. Horacio Giberti - Historia económica de la ganadería argentina. Solar, Buenos Aires, 1986. Paladino Giménez - El gaucho. Reseña fotográfica. 1860-1930. Palsa, Buenos Aires, 1971. Ricardo Monserrat - Artesanía Arequera. San Antonio de Areco, 1971. Vicente Nadal Mora - La herrería artística del Buenos Aires antiguo. Dirección General de Cultura, Argentina, 1957. Mario López Osornio - Esgrima criolla. Editorial El Ateneo, 1942. Justo P. Sáenz (h) - Equitación gaucha en la pampa y mesopotamia. Peuser, Buenos Aires, 1942. Mark Simmons and Frank Tourley - Southwestern Colonial Ironwork: The Spanish Blacksmithing Tradition. Sunstone Press, 2008. Jose Mariluz Urquijo - La industria metalúrgica rioplatense en la primera mitad del siglo XIX. Revista de la escuela de historia, USAL, 2007.

Moreno 279 - (2760) San Antonio de Areco - Buenos Aires (02326) 45-6425 - [email protected] www.museolaslilas.org

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