La filosofía contemporánea

December 11, 2016 | Author: almaluzjuarez | Category: N/A
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EMANUELE SEVERINO

LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA

ARIEL FILOSOFÍA

Con los dos volúmenes sobre La filosofía antigua y La filosofía moderna, Severino logró clarificar de manera nueva y poderosa el desarrollo de la gran tradición filosófica. Este tercer volumen de filosofía contemporánea completa el proyecto y a la vez vuelve sobre todos sus temas fundamentales. Puede decirse que Severino hace emerger en estas páginas la profunda unidad y solidaridad entre pensadores que parecieran moverse en direcciones totalmente distintas: Comte y Heidegger, Marx y Wittgenstein, Nietzsche y Gentile, Kierkegaard y Dewey, Feuerbach y Bergson. No se trata de perder de vista el carácter específico y original de estos pensadores, sino de percibir que cada uno de ellos, a su manera propia y rigurosa, se propone salvar el devenir de la realidad. Este acto significa, para la filosofía contemporánea, destruir toda forma, estructura y configuración que la episteme filosófica ha entendido como inmutable, necesaria o definitiva. Toda la historia de la filosofía se presenta de esta manera dividida en dos grandes momentos: el de la episteme, desde los griegos a Hegel, donde la afirmación de un sentido inmutable y definitivo de la realidad funciona como remedio contra el terror provocado por el devenir del mundo; y el tiempo de la destrucción de la episteme donde no sólo Nietzsche sino todo el pensamiento contemporáneo se da cuenta de que el remedio ha sido peor que la enfermedad, y que si el devenir es la fuente del terror es también la vida y la esperanza del hombre. Pero entonces, la filosofía contemporánea se remite a la manera en que, de una vez para siempre, la filosofía griega entendió el sentido del devenir del mundo. Estos tres libros de Severino tienden, pues, a configurar un movimiento circular donde el punto de llegada remite al punto de partida. Pero también permiten formular la pregunta decisiva: ¿Es posible llegar más allá de este círculo? ¿Es posible cuestionar el sentido griego del devenir que domina el desarrollo de la filosofía y de toda la civilización occidental? Emanuele Severino nació en 1929. Licenciado en filosofía en 1950, enseñó en las Universidades de Pavía y Milán y en la actualidad es profesor de filosofía teorética en la Universidad de Venecia y director del Departamento de Filosofía y Teoría de las Ciencias.

ARIEL FILOSOFÍA 934115-9 ISBN: 84-344-8735-7

ARIEL FILOSOFÍA

EMANUELE SEVERINO

Asesor EUGENIO TRÍAS

LA FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA

EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA

ADVERTENCIA

Título original: La filosofía contemporánea Traducción de JUANA BIGNOZZI

l. 1 edición: febrero 1987 © 1986 by R.C.S. Rizzoli Libri S.p.A. Derechos exclusivos de edición en castellano reservados para todo el mundo y propiedad de la traducción: © 1987: Editorial Ariel, S. A. Córcega, 270 - 08008 Barcelona -

ISBN: 84-344-8735-7

Depósito legal: B. 541 - 1987 Impreso en España Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

La intención de los dos volúmenes sobre La filosofía antigua y La filosofía moderna (Ariel, 1986) quedó señalada en la «Introducción» de la primera de esas dos obras. En esta oportunidad aclaramos por qué del plan inicial del trabajo se había excluido la filosofía contemporánea. Ahora invito a los lectores a releer aquellas páginas. Decía que «la filosofía, de ciudad se ha convertida en un claro, y que los caminos que la unen con las regiones^ circundantes son ahora autopistas». Y agregaba: «...la filosofía contemporánea en su casi totalidad, no es el claro sino que circula con el tránsito de la autopista, en la que se encuentra unida a todas las disciplinas de la cultura moderna. El claro es en cambio lo que parece que ha quedado de la vinculación profunda entre la antigua ciudad y el claro en el que se ha transformado ésta, y por lo tanto entre la ciudad y_ el tránsito de la autopista. Pero la consideracióiTde éste vínculo adquiere la importancia y el significado que le son propios sólo si, antes que nada, no se pierde el recuerdo de la ciudad filosófica. Dirigir la atención hacia la vinculación profunda entre grandes pensadores justifica no perder el recuerdo de esa ciudad. Sólo conociendo qué ha sido la filosofía puede comprenderse el sentido de su transformación actual y puede redescubrirse su rostro bajo la máscara. Hoy la filosofía tiende a confluir con la ciencia. Pero sólo recordando qué ha sido la primera puede esperarse comprender el sentido de la segunda y de la misma civilización que se está construyendo sobre los cimientos de la ciencia». Este tercer volumen desea mostrar cómo se ha llegado a ese «claro» y a ese «tránsito de autopista» y por lo tanto al vínculo que une la antigua ciudad de la filosofía con el claro y con el tránsito. Por otra parte, los criterios siguen siendo los mismos: sobre todo el que permite sacar a la luz el rasgo de fondo unitario de la filosofía contemporánea (Q sea de la filosofía que se aleja cada vez más de todo «fondo» y de toda «unidad»). Lo que obviamente no significa negar las diferencias y las con-

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traposiciones sino, justamente, sacar a la luz su terreno común. En las páginas siguientes se usan estas dos abreviaturas: FA: Emanuele Severino, La filosofía antigua (Ariel, 1986). FM: Emanuele Severino, La filosofía moderna (Ariel, 1986). INTRODUCCIÓN

E. S. 1.

LA FILOSOFÍA, EL TERROR Y EL REMEDIO

Aristóteles, citando una observación de Platón, dice que los hombres se ven impulsados a filosofar por la «maravilla»: por la «maravilla» que experimentan cuando, frente a los sucesos del mundo, ignoran sus «causas». Por lo tanto buscan la filosofía por ella misma, p^rqueqmer^c^moc^ no porque deseen servirse de la filosona colíinlrasaoDtener alguna ventaja. Pero la palabra griega tháuma que traducimos como «maravilla» tiene un significado mucho más intenso: indica también el estupor atópitr» frente a lo extraño, imprevisible, horrendo, monstruoso. Si, en efecto, no se conocen las «causas» de lo que sucede —si lo que sucede no entra en la explicación del mundo que el hombre va poseyendo—, entonces el sucederse de las cosas es lo inquietante y se convierte en la fuente de todo terror y angustia. Y también de todo dolor, porquejíl sufrimiento resulta insoportable cuando no es explicable y"se produce en el hombre, imprevisible v sin razones. A1 anrmar que la niosona nace de la maravilla, Aristóteles quiere decir (aunque evite subrayarlo) que nace del terror provocado por la imprgyjsibilidad del devenir de la vida. AT cflflUÜSf TaT'Scausas» del devenir, lá rllUSóha nace previsible lo imprevisible, lo inserta en la explicación estable del sentido del mundo, y por lo tanto suministra el remedio contra el terror de la vida. La filosofía griega se planteó ser contemplación desinteresada, sin propósito de conseguir ventaja práctica alguna; pero en la historia de la civilización nrr i dental la filosofíaj justamente por ser contemplación pura y desinteresada"de las «causas» del devenir, ha sido el primer formidable instrumento con el cual el hombre de rV"íJ"T^" v,° prprjHj^n a satisfacer su fundamental1 interés ^aSñffiációnJdel terror \de la vida, ün la culminaci¿n de la historia de Occidente, el otro

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gran instrumento —el otro ^ran remedio contra el terror— es i* -nrganpaqftn cientmcc~tecnolojpca-4^%^xperiencia. Es verdad que también 51 ^ílsllUlllsTnoie presenta como remedio contra la infelicidao'y-eLdoler-ffemedio ultramun10). Y el cristianismo hasta tiene una relación con las sas que la filosofía no posee. Por otra parte, también el rístianismo —como toda la civilización occidental— crece lentro de la dimensión que la filosofía griega ha abierto de ina vez para siempre y a la que de nuevo se debe apelar (FA, I, 1; XIII, 3 y FM, XXI, 8). Y justamente en el lugar donde se establece el nexo entré losofía y «maravilla», Aristóteles también observa que el philómythos (literalmente: «aquel que ama el mito» o sea que construye los mitos y cree y vive en ellos) es de alguna manera filosofo, porque la construcción de los mitos surge de la «maravilla», o sea dje^terjcojcjiue: eldevenir de la jvida_pro^m^n g ¡ tinmhre, También el jnjto, én~erecto, recoge los eventos del mundo en una explicacíSn unitaria: predispone una interpretación estable del universo y espera, preparad» por ésta, laJgPiprión rifi,.1os fiyentasfJ^^cuales_j¿^jsn^^ nnprevisifoU¿ad aterrorizadora y se adecúan alj»ácrt^á&m\co enunciado por~eTm1torr'Tallíblén el "conocimiento m í t i c o d e lá"s~causaS y de lus "acontecimientos es un remedio contra el terror de lo imprevisible. Pero es un remedio inseguro, porqu
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