La Extrana Niebla Roja - Jblanch

July 6, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Índice ¿JUGAMOS A UNA ¿JUGAMOS UNA AVENTURA? ANTES DE EMPEZAR EMPEZAR LA AVENTURA EMPIEZA EMPIEZ A LA AVENTURA AVENTURA ESCENA 2 ESCENA 2 ESCENA 3 ESCENA  3 ESCENA 4 ESCENA  4 ESCENA 5 ESCENA  5 ESCENA 6 ESCENA  6 ESCENA 7 ESCENA  7 ESCENA 8 ESCENA  8 ESCENA 9 ESCENA  9 ESCENA 10 ESCENA  10 ESCENA 11 ESCENA  11 ESCENA ESCENA 12  12 ESCENA 13 ESCENA  13 ESCENA 14 ESCENA  14 ESCENA 15 ESCENA  15 ESCENA 16 ESCENA  16 ESCENA 17 ESCENA  17 ESCENA 18 ESCENA  18 ESCENA 19 ESCENA  19 ESCENA 20 ESCENA  20 ESCENA 21 ESCENA  21 ESCENA ESCENA 22 23 ESCENA 24 ESCENA 25 ESCENA 26 ESCENA 27 ESCENA 28 ESCENA 29 ESCENA 30 ESCENA 31 ESCENA 32 ESCENA 33

 

ESCENA 34

 

 

¿JUGAMOS A UNA AVENTURA? Libro 1: La extraña niebla roja Jaime Blanch Queral Todos los derechos reservados. Licencia de Safe Creative 1711244927174  

 

  Esta aventura no es una aventura normal, en la que vas pasando páginas hasta que llegas al final, sino que tú vas a ser el protagonista y elegirás en algunos momentos lo que quieres hacer. Por tanto, seguir indicaciones aparecen al que final de cada escena, que te debes dirigirán a otralaspágina del libro que en función de lo elijas. La aventura no es larga, pero tiene diferentes finales, algunos mejores, otros no tanto, así que podrás repetir esta historia tantas veces como quieras y, según las decisiones que tomes, cambiará el final. ¿Serás capaz de encontrar el mejor final de todos? Si al acabar te ha gustado la historia, no te olvides de seguirme en www.universin.wordpress.com, ya que ahí iré informando de las nuevas aventuras que vaya publicando. Si te gusta la aventura no te pierdas los otros dos volúmenes de la colección: 2- El Elfo de las nieves 3- Desparación en el campamento

 

 

 

ESCENA 1: EMPIEZA LA AVENTURA  

Todo empieza un hermoso día de marzo, en el que te vas de excursión por el bosque con tus padres.  —¡Qué buen día hace! —dices, mirando el e l despejado cielo y respirando el fresco y limpio aire.  —Así es, hemos elegido un día estupendo —contesta tu padre a tu lado. Unos pasos por detrás está tu madre, que se ha detenido a observar un nido en un alto árbol y está sacando una foto con su móvil. Te encanta caminar por la montaña con tus padres, como hoy. Como todavía no es primavera, el bosque está completamente vacío de personas. Nunca habías estado en este lugar, aunque tu padre lo conoce bien.

 

 —¿Sabéis? Mi padre me traía aquí todos los veranos, tengo muy buenos recuerdos de estos bosques —dice—. Me dejaba hacer todo lo que quería, solo me prohibió una cosa.  —¿Qué cosa? —preguntas con interés.  —Me dijo que nunca viniera aquí la primera semana de marzo.  —Pues hoy no es dos de marzo —comenta madre,  —¿Por qué se puede venir? ¿Es por eltufrío o porextrañada. la nieve? —preguntas. Tu padre niega con la cabeza.  —Decía que cada ciertos años por estas fechas el suelo tiembla y una parte del bosque se cubre de una niebla roja que se traga a todo el que encuentra, ¿te lo puedes creer? —dice, riendo—. Me habló de otro mundo y me dijo que cuando fuera mayor me lo explicaría, es una pena que no pudiera hacerlo, me quedé con las ganas de saberlo.  —¿Niebla roja? ¿Otro mundo?—preguntas.  —Pero no hay de qué preocuparse, cariño, son cuentos para asustar a los niños. En ese momento el suelo empieza a temblar ligeramente. Dura unos pocos segundos y de nuevo todo se detiene.  —¡Qué casualidad! —exclama tu madre, soltando una risita nerviosa. Te das la vuelta para decir algo a tu padre, que está a tu lado, pero entonces abres mucho la boca y te quedas mirando sin saber qué hacer. A lo lejos una niebla roja se extiende, avanzando hacia vosotros. Unos instantes después reaccionas y dejas de mirar a la niebla.  —Papá, ¿qué hacemos? Sin embargo, tu padre está paralizado observando la niebla y lo mismo le pasa a tu madre. Están tan asombrados que no se mueven. Mientras, la niebla ha seguido avanzando y se acerca a vosotros. Miras en todas direcciones. No puedes correr hacia adelante porque está la niebla. Lo único que puedes hacer es darte la vuelta y correr siguiendo el camino por el que habéis venido, aunque acabas de ver a un lado, cerca de vosotros, una pequeña cueva excavada en la roca.  —Es imposible... —murmura tu padre. La niebla casi os ha alcanzado y tus padres siguen quietos.   ¿Qué haces?   A. Te A.  Te das la vuelta y sales corriendo. Lo más importante es salvarte, tus

 

padres son adultos y saben cuidarse solos. (Ve a la escena 34 34))   B. Le dices a tus padres que vayan a la cueva y os escondéis dentro. Está muy cerca. Es poco profunda, pero os servirá de momento, hasta que se disipe la niebla. (Sigue leyendo)  C. C. Mejor permanecer sin moverse porque ya tenéis la niebla encima. Será lo mejor. (Ve a la escena 33))  

 

ESCENA 2  

 —¡Papá! ¡Vamos a la cueva! —gritas, a la vez que le le sacudes el brazo. Tu padre por fin sale de su ensimismamiento y llama a tu madre.  —Está aquí —dices, señalando la gruta, que la tienes a unos pocos pasos.  —Entremos —dice tu madre, asustada. Corres hacia la cueva, con la niebla roja ya encima, y entras. Es muy poco profunda y algo bajita, pero cabréis los tres sin problemas. Te das la vuelta y descubres que no hay nadie detrás de ti. La niebla lo tapa todo.  —¡Papá! ¡Mamá! —gritas, sintiendo crecer la angustia en tu interior. Nadie contesta. Escuchas una especie de gruñidos, y luego unos gritos que parecen de tus padres, pero suenan muy lejos y no te atreves a salir.

 

Pasa mucho rato hasta que la niebla se disipa y todo vuelve a ser visible. Sales de la cueva y descubres que no hay nadie. Tus padres han desaparecido. Miras en todas direcciones, buscándolos, y entonces descubres algo que te deja sin aliento: la pequeña cueva en la que estabas ahora es un enorme árbol cuyo está cubiertodedelamusgo en elnoque hay agujero que desciende hasta tronco las profundidades tierra. yPero solo la un cueva ha cambiado, sino que el paisaje que tienes a tu alrededor ahora es diferente, es como si estuvieras en otro sitio. Distingues entre la vegetación varias setas gigantes, nunca habías visto algo así. En ese momento algo te sobresalta. Oyes unos extraños gruñidos que vienen de más adelante en el camino, y el sonido cada vez es más fuerte, lo que significa que alguien o algo se acerca.   ¿Qué haces?   A. Te esperas a ver qué son esos gruñidos. (Ve a la escena 55))   B. Te B.  Te metes de nuevo en la cueva (Ve a la escena 19) 19)   C.   Te das la vuelta y corres por el camino alejándote de los gruñidos. C. Debes escapar de ahí, lo mejor será intentar llegar al al aparcamiento en el que está vuestro coche. (Ve a la escena 4) 4)  

 

ESCENA 3  

A pesar del miedo que tienes, decides quedarte donde estás, igual que hacen tus padres. Dentro de unos instantes ya no se verá nada y es mejor no moverse o te podrías perder. La niebla rojiza es tan densa que, a pesar de estar muy cerca de tus padres, no puedes verlos, aunque oyes a tu padre diciendo que no pasa nada y que permanezcáis quietos. Sin embargo, unos instantes después notas que alguien te coge de una

 

mano con fuerza y tira de ti. Tu madre suelta un grito, y lo mismo hace tu padre, aunque los chillidos suenan muy apagados. Es como si la niebla también bloqueará el sonido. Tú también gritas, intentando resistirte, pero en pocos segundos esa persona que tira de ti te ha puesto las manos a la espalda y te ha atado. te empujan que andes y, por mucha rabia que te de, noAhora puedesnotas evitarque obedecer. Oyespara gruñidos a tu alrededor. Caminas durante unos minutos sin ver nada, hasta que la niebla se disipa. Al ver a los que os han atacado gritas de sorpresa. Son igual de altos que tú, pero tienen la cara de color verde, con unos ojos grandes amarillos y una extraña nariz. Parecen lagartos. Uno de ellos habla por primera vez, su voz es desagradable y ronca.  —En marcha, humanos —dice, enseñando sus amarillentos y afilados dientes—. Hacía tiempo que no capturábamos a ninguno de los vuestros. El rey brujo estará contento. Al acabar la frase empieza a reírse. Miras a tu alrededor con desesperación, buscando una forma de escapar, pero también tus padres están atados. Os obligan a andar durante un largo rato y llegáis a una especie de pueblo de casitas de arcilla con techo de paja. Allí hay cientos de seres como los que os han capturado, todos ellos encapuchados, y os miran con interés. Entráis en una casa y allí os meten en una de las dos enormes jaulas que hay, para luego marcharse y dejaros solos.  —¿Qué haremos ahora? —pregunta tu padre, desesperado.  —Tenemos que buscar una forma de escapar —dice tu madre.   (Ve a la escena 77))  

 

ESCENA 4   Decides correr por el camino en la dirección por la que has venido. Si llegas al aparcamiento quizá puedas encontrar ayuda. Sin embargo, has avanzado unos metros cuando chocas contra una especie de barreraapenas invisible, que te lanza al suelo. Te levantas e intentas avanzar otra vez, sin conseguirlo. Es como si hubiera una pared de aire que no te deja continuar, parece magia.  —Pero, ¿qué es esto? —preguntas, golpeando de nuevo la pared invisible. Nunca habías visto algo así y no sabes qué hacer. En ese momento notas que alguien te empuja por detrás y te hace caer. Antes de que te des cuenta, tienes las manos atadas a la espalda y no sabes ni quién ni por qué te han atacado.   (Ve a la escena 66))

 

 

ESCENA 5   Decides esperar para ver de dónde provienen esos sonidos. Además, no conoces nada de ese bosque y tienes miedo de perderte si te alejas de allí. Los que gruñidos suenan cada vez más cerca y, aunque un pocoque raros, no crees los haga ningún animal, así que quizá essonalguien puede ayudarte. En ese momento los ves. Se trata de cuatro personas igual de altas que tú que llevan capuchas y van armadas con espadas y lanzas. No pierdes tiempo en ver sus caras, ya que, al ver sus armas, te das cuenta de que es gente peligrosa, así que decides huir a toda prisa antes de que te hagan daño. Sin embargo, solo consigues correr unos metros, ya que uno de ellos te alcanza y te tira al suelo. Pones las manos delante al caer para no darte en la cara con el suelo y gracias a eso casi no te haces daño, pero unas manos te cogen de los brazos. Te resistes pero en poco tiempo te han atado las manos a la espalda. Te ponen de pie y uno de ellos habla:  —Otro humano, ¡fantástico!   (Sigue leyendo)  

 

ESCENA 6  

Uno de tus secuestradores se pone frente a ti y te quedas mirando su cara de reptil, tan diferente a la tuya, en la que destaca la piel de color verde, los ojos saltones y la extraña nariz. Te obligan a caminar y después de un rato el bosque deja paso a un feo poblado de casas de arcilla, en el que viven cientos de criaturas como las que

 

te han capturado. A tu alrededor, las extrañas criaturas, todas ellas con capucha, te miran con curiosidad. Pides ayuda pero nadie te hace caso. Después de cruzar varias calles del pueblo, te hacen entrar en una de las casas y en su interior descubres dos grandes jaulas de madera. En una están tus padres. Te meten dentro con ellos después de desatarte y, cerrando la puerta de la aula con candado, se marchan. Tus padres te abrazan en cuanto te ven.  —¿Estás bien? ¿Te han hecho daño? —te pregunta tu madre. Niegas con la cabeza.  —Todavía no puedo entender qué ha pasado —dice tu padre—. ¡Esto parece de locos! Hace un rato estábamos caminando por el bosque y ahora estamos encerrados por unas criaturas que parecen lagartijas gigantes. A pesar de que la situación es complicada, no puedes evitarte reír cuando tu padre dice lo de las lagartijas.  —Tenemos que encontrar una forma de escapar —dice tu madre.  —¿Pero cómo? —pregunta tu padre.   (Sigue leyendo)  

 

ESCENA 7   Durante unos minutos buscáis la forma de liberaros. Por desgracia los barrotes de la jaula son de una madera muy resistente, al igual que las cuerdas que los tuviéramos unen.  —Si un cuchillo sería fácil, pero se han llevado mi mochila —  dice tu padre.  —También a mí me han quitado mis cosas —dices. Seguís buscando la forma de salir. Cuando estáis a punto de rendiros tu madre encuentra algo.  —Aquí hay un barrote que está un poco suelto. Tu padre se acerca y lo empuja con fuerza para ver si puede levantarlo lo suficiente como para que haya un hueco grande, pero no lo consigue.  —¡Yo podría pasar por ahí y salir! —exclamas con emoción.  —Pero es muy peligroso, si te pillan fuera se pueden poner furiosos —dice tu madre.  —No puede ser peor que estar encerrado —dice una voz. Los tres miráis a la otra jaula y veis dentro a una de esas extrañas criaturas. Esa jaula está abierta, aunque el que está allí no puede escapar, ya que está atado a una silla.  —¿Quienes sois? —pregunta tu padre.  —Yo soy Rof, somos dorguns. Una vez cada veinte años nuestro mundo y el vuestro se unen durante poco tiempo.  —Entonces, ¿ahora estamos en otro mundo? —preguntas con asombro.  —Sí. Nuestros mundos se unen solo por p or un u n lugar, lug ar, que yo sepa, y vosotros v osotros estábais justo ahí cuando ha sucedido, por eso habéis acabado en mi mundo y los guardias del rey brujo os han capturado.  —¿Y cómo volvemos? —pregunta tu madre.  —Dentro de unas horas los dos mundos se separarán, justo entonces volverá la niebla y se podrá cruzar durante unos pocos minutos. Tenéis que estar en el lugar correcto para poder volver.  —Junto al árbol con el agujero en su interior —dices.  —Así es, pero ese no es el problema más importante. Resulta que el rey brujo quiere usar dos objetos mágicos para que la unión de nuestros mundos se mantenga. Eso destruiría a vuestro mundo en unos pocos meses, pero al rey brujo le da igual.

 

 —¿Puede destruir nuestro mundo? —pregunta tu madre, angustiada.  —Sí, si junta la vara v ara de cristal con la joya azulada y usa su poder para unir un ir los mundos, pero de momento el rey tiene el bastón de cristal, que está en el centro de la plaza de este pueblo, pero la joya azulada la ha escondido un amigo mío.  —Pero, qué quiere hacer algo no tanlehorrible? padre.  —A él le¿por da igual vuestro mundo, importa.—pregunta Él lo únicotuque quiere es conseguir más poder y para eso necesita un mineral que es muy raro aquí, pero en vuestro mundo hay en abundancia. Por eso necesita unir los mundos, para poder mandar a sus soldados a que cojan y tener todo el que necesita.  —Nosotros no hemos hecho nada, igual nos sueltan —dice tu madre.  —Me temo que no —dice con pena Rof—. Por lo que sé, cada vez que nuestros mundos se han unido y han llegado humanos aquí, ninguno nunca ha podido regresar. Solo conozco el caso de uno de los vuestros que haya escapado y haya conseguido volver, pero eso pasó hace más de cincuenta años.  —¡Mi padre! —exclama tu padre—. Por eso él decía que nunca fuéramos al bosque la primera semana de marzo. Él lo sabía, pero seguramente nadie le creyó nunca.  —Nosotros también volveremos —dices con seguridad.  —Más importante que volver a vuestra casa es robar la vara de cristal o el rey brujo podría conseguir unir nuestros mundos —te dice Rof—. Desátame y consigamos primero la vara.  —¿Para qué la queréis? —preguntas  —Para que qu e el rey pierda una parte de su poder. Además, sin conseguimos descubrir cómo funciona, la podríamos utilizar contra él. Por eso, lo primero es robarla y luego ayudaremos a tus padres. Dentro de un rato la niebla volverá a parecer en el mismo sitio, si estáis ahí entonces, podréis volver, pero todavía tenemos tiempo.   ¿Qué haces?   A. No me convence lo que dice Rof. Lo más importante es liberar a mis padres, así que no voy a perder tiempo liberándolo a él. (Sigue leyendo)   B.   Voy a hacer caso a Rof y voy a liberarlo. Lo de salvar a mi mundo B. parece algo importante (Ve a la escena 12 12))

 

 

 

ESCENA 8   Con la ayuda de tus padres consigues salir de la jaula. Menos mal que todavía no eres muy grande o no habrías cabido, piensas, esa una de las ventajas de noTe seracercas todavíaamayor. la puerta y durante unos instantes miras a Rof. El dorgun te insiste en que lo sueltes y le ayudes a conseguir la vara de cristal, pero a ti no te acaba de convencer lo que dice, así que no vas a hacerle caso, lo más importante es salvar a tus padres. Buscas por la habitación algo para abrir la jaula, pero no encuentras nada. Sí encuentras un montón de capas tiradas junto a la puerta, iguales que las que usan todos los del pueblo. Como ellos son igual de altos que tú, decides ponerte una de las las capas. capas. Te cubre casi toda la cabeza, por lo que será más difícil que descubran que eres un ser humano. Abres la puerta con cuidado y te asomas. Te tiemblan las piernas a causa del miedo.   (Ve a la escena 15 15))  

 

ESCENA 9   Camináis a toda prisa por las calles, alejándoos del centro del poblado. Por suerte la casa en la que estáis está casi en las afueras, por lo que no vais a tardar de allí. A tunada lado,entussalir padres caminan muy encorvados para disimular su altura.  —¡Los humanos se escapan! —grita alguien. Miras hacia atrás y ves a cuatro dorguns corriendo hacia vosotros armados con espadas. Aceleráis el paso, pero cuando estáis casi fuera del pueblo aparecen tres más. Tu padre se detiene.  —Corred, yo los entretendré. Tu madre y tú le obedecéis, a pesar de que sientes un profundo dolor en tu corazón por dejar a tu padre solo. Tal y como ha dicho, consigue distraerlos y en unos pocos minutos los perdéis de vista. Tu madre se acuerda bien del camino que habéis seguido y volvéis al lugar en el que apareció la niebla sin encontraros con nadie más. Una vez allí, os escondéis detrás de unos arbustos sin saber qué hacer y con la esperanza de que tu padre haya podido volver a escapar.  —Voy a acercarme a ver si veo a papá —dice tu madre, unos minutos después—. Tú quédate aquí y que no te vean. De repente, la niebla rojiza vuelve a llenarlo todo. Cuando desaparece, estáis de nuevo en el camino por el que ibais de excursión. Regresáis hasta la zona de aparcamiento donde habéis dejado el coche por la mañana, sin dejar de llorar. Tu padre se ha sacrificado para que vosotros escaparais, pero sabes que ahora que la niebla ha desaparecido está atrapado en el otro mundo. Cada día que pasa echas de menos a tu padre, y te preguntas si dentro de veinte años cuando se vuelvan a unir los mundos, tu padre podrá regresar, eso si el rey brujo no usa la vara de cristal y la joya azulada para destruir tu mundo.  

 

 

FIN   Parece que la aventura no ha salido demasiado bien. ¿Quieres  para empezar. probar de nuevo? Pulsa aquí  para  

 

ESCENA 10    —Escondeos ahí dentro —les dices a tus padres, una vez te aseguras de que no hay nadie. Ellos encogidas. te hacen caso y se meten en el carro. Es pequeño, pero caben con las piernas Les pones una vieja manta por encima y, montándote en una de las dos bicicletas que tiene enganchadas delante, empiezas a pedalear con fuerza. Por suerte la calle es cuesta abajo, así que no tienes que hacer demasiado esfuerzo para pedalear. Cruzas varias calles hasta que ves el final del pueblo, ¡estás a punto de conseguirlo! Durante el camino te cruzas con una docena de dorguns, todos ellos encapuchados igual que tú, pero no te prestan atención y lo único que hacen es apartarse para dejarte pasar. Por fin llegas a la última casa del poblado y sientes ganas de gritar de alegría. Has conseguido salir del pueblo. Pedaleas un rato más pero el terreno se vuelve pedregoso y te detienes, ya no puedes seguir más con ese extraño bici-carro. Miras en todas direcciones mientras te recuperas del cansancio de estar pedaleando a toda velocidad, y no ves a nadie, así que les dices a tus padres que salgan. Camináis con rapidez en fila, con tu padre delante, atentos a cualquier sonido de voces o pasos. Por suerte, no os encontráis con nadie y por fin llegáis al lugar en el que está el extraño árbol con el hueco en su interior. Seguís caminando en dirección a donde se supone que habéis aparcado el coche, pero una especie de muro invisible os impide pasar.  —Escondámonos mientras pensamos algo —dice tu madre. Os colocáis detrás de unos arbustos. Tus padres hablan intentando encontrar una solución que os devuelva a casa. En ese momento la niebla rojiza lo llena todo. Cuando desaparece, ves que el árbol cubierto de musgo con el agujero ha desaparecido y de nuevo está la pequeña gruta, todo el paisaje ha cambiado otra vez, ¡estáis en casa! Sin perder tiempo camináis hacia el aparcamiento. Ahí está vuestro coche.

 

Montáis sin perder tiempo y os alejáis de ahí.  —¡Nos hemos salvado! —exclamas—. Y ya verás cuando se lo cuente a mis amigos.  —Me temo que no te creerán, cariño —dice tu madre, riendo. Sin embargo, tu padre está serio.  —¿Papá? pasa algo? Te mira y ¿Te te sonríe.  —Nada, estoy bien. Solo estaba pensando…  —En la vara y la joya —dice tu madre.  —Sí. Ahora estamos a salvo y la unión u nión entre nuestros nu estros mundos mund os ha vuelto a desaparecer pero, ¿qué pasará dentro de veinte años, cuando los mundos se unan de nuevo? ¿Tendrá el rey brujo la joya azulada y la vara de cristal y entonces será el fin de nuestro mundo?  

FIN   Lo has hecho bastante bien, pero quizá podrías hacerlo mejor. ¿Quieres volver a probar? Pulsa aquí  para  para empezar de nuevo.  

 

ESCENA 11    —Entremos en esa casa —dices, saliendo a la calle y corriendo hacia la puerta de la casa más cercana. padres te siguen y en unos instantes los tres estáis dentro. Por suerte no hayTus nadie. Miras por las ventanas. A poca distancia hay otra casa, en dirección a la salida del pueblo. Si vais de casa en casa nadie os descubrirá. La idea es buena, pero en la quinta casa que entráis, que ya está cerca del final del pueblo, una mujer-lagarto os sorprende y se pone a chillar.  —¡Humanos! ¡Humanos! Salís corriendo de allí y veis que a pocos metros hay cuatro dorguns armados con espadas que van a por vosotros. Corréis sin parar, pero el grupo de los perseguidores va creciendo y ya tenéis detrás a nueve dorguns. Por fin salís del pueblo, pero vuestros perseguidores siguen detrás de vosotros. Ellos parecen no cansarse de la carrera, pero tú empiezas a notar el cansancio y también tus padres. Durante unos momentos pierdes de vista a tu madre, que corre a tu lado, y cuando vuelves la cabeza para buscarla te das cuenta de que se ha parado. También tu padre ve que se ha parado y se detiene.  —¡Corred! —grita tu madre, cogiendo grandes piedras del suelo—. su elo—. Yo los detendré, pero tenéis que iros. Tu padre y tú estáis quietos, sin saber qué hacer, mientras tu madre lanza las piedras contra el grupo que se acerca. Tu padre empieza a caminar hacia tu madre pero tú le coges del brazo.  —No podemos hacer nada —dices, llorando—. Si nos quedamos, nos cogerán a los tres. Tu padre niega con la cabeza pero te hace caso y corre hacia el bosque, unto a ti, a la vez que llora. Conseguís llegar sin complicación al lugar en el que os atrapó la niebla y os escondéis detrás de unos arbustos.  —Tengo que ir a buscar a tu madre —dice tu padre.  —Espera, quizás les haya despistado. Durante unos minutos esperáis, pero al final tu padre se cansa.  —Espera aquí y no salgas, que no te vean. Yo voy a buscar a mamá.

 

Sin embargo, antes de que empiece a marcharse, la niebla roja lo llena todo. Cuando desaparece, estáis de nuevo en el camino por el que ibais de excursión. Regresáis hasta la zona de aparcamiento donde habéis dejado el coche por la mañana, pero sin dejar llorar. Tuque madre se ha ha sacrificado para está que atrapada vosotros escaparais, sabesdeque ahora la niebla desaparecido en el otro mundo. Cada día que pasa echas de menos a tu madre, y te preguntas si dentro de veinte años cuando se vuelvan a unir los mundos, tu madre podrá regresar, eso si el rey brujo no consigue unir los dos mundos para siempre y destruye el tuyo.  

 

 

FIN   Parece que la aventura no ha salido demasiado bien. ¿Quieres probar de nuevo? Pulsa aquí  para  para empezar.  

 

ESCENA 12   Con la ayuda de tus padres consigues salir de la jaula por el hueco, gracias a que no eres demasiado grande. Sin Tardas perder un tiempo, te desatarle, acercas apero donde está loelconsigues. hombrecillo con cara de reptil. poco en al final  —¡Muchas gracias! —exclama—. Ahora debemos conseguir la vara de cristal y llevarla a un lugar seguro.  —¿De verdad puede destruir mi mundo? —preguntas.  —Sí, si se combina con la joya azulada. Nuestros mundos no están hechos para estar juntos. Ahora vamos, debemos recuperar la vara. Encuentras un montón de capas tiradas en el suelo y te pones una, tapándote la cabeza tal y como has visto que hacen todos en el poblado.  —¡Buena idea! —exclama Rof, al ver cómo te pones la capa—. Menos mal que tienes nuestra altura, es una suerte. Estoy seguro de que lo conseguiremos. Sales detrás de Rof con la cabeza baja para que nadie vea que eres un ser humano y él te va guiando por calles estrechas hasta que llegáis a una plaza muy grande, en cuyo centro hay una escalera de piedra que sube varios metros y arriba del todo hay una vara que brilla con una pálida luz azul. Te extraña que no haya nadie vigilando la vara y se lo dices a Rof.  —Ahí está el problema. El rey brujo la hechizó para que ningún ning ún dorgun la pueda tocar. Hay como una especie de escudo invisible a su alrededor que ninguno de nosotros puede traspasar, pero por suerte tú no eres dorgun, así que no tendrás ningún problema en hacerlo.  —¿Seguro que no me pasará nada? —preguntas con miedo.  —Segurísimo.  —¿Y qué hago cuando la coja?  —La envolverás en unos trapos para que nadie la reconozca y la esconderemos en mi casa, que no está lejos de aquí. Tengo un escondite perfecto allí.  —Pero si la cojo, ¿no lo verá todo el mundo? Rof se queda pensando un momento.  —Sí, quizá deberíamos buscar primero una distracción.   ¿Qué haces?

 

  A. Subes y la cojes, te fías de Rof. (Ve a la escena 14 14))   B. Ni hablar, es muy peligroso. Te vuelves a liberar a tus padres. (Sigue leyendo)  C. Vais a intentar distraer a los dorguns para que no se den cuenta cuando te lleves la vara. (Ve a la escena 16) 16)  

 

ESCENA 13   Te das la vuelta y te alejas de la plaza.  —Espera, ¿dónde vas? —te pregunta Rof.  —No pienso cogerla, es muy peligroso. a liberar a mismi padres.  —Pero… si el rey brujo consigue unir Voy la vara y la joya gente sufrirá más, nunca podremos vencerlo, y todo tu mundo será destruido. Niegas con la cabeza.  —Has dicho que todavía no han encontrado la joya, y me parece muy peligroso tocar un objeto mágico. La realidad es que tienes mucho miedo, pero no se lo quieres decir. Rof suspira, triste, pero te lleva de nuevo a la casa en la que están encerrados tus padres. padres. Agachas Agachas la cabeza al cruzarte con varios dorguns pero nadie te mira. Cuando estáis llegando a vuestro destino, Rof da la vuelta y se marcha sin despedirse.   (Ve a la escena 15 15))  

 

ESCENA 14   Subes por las escaleras sin perder tiempo hasta que tienes la vara de cristal frente a ti. En ese momento te das cuenta de que algunos dorguns que pasaban la plaza plaza¡Un se humano! han han quedado parados ya te miran.  —¡Unpor humano! —empiezan chillar. No haces caso de los gritos y te acercas más a la vara brillante. Hay algo delante de ella que te impide pasar al principio, como si el aire fuera muy espeso y se hubiera convertido en una barrera invisible, pero no tarda en desaparecer. Tocas con cuidado la vara pero no te hace daño, solo notas un agradable calor, así que haces fuerza y la sueltas. Es casi tan alta como tú y pesa bastante. Empiezas a bajar las escaleras cuando te das cuenta de que están llegando a la plaza más dorguns, alertados por los chillidos de sus compañeros. Todavía no hay que soldados, porestán lo que tengas una posibilidad de escapar, porque ya que parece los que enquizá la plaza te tienen miedo, seguramente llevas la vara de cristal. Justo entonces llega otro grupo formado por guerreros, todos ellos bien armados. Uno de los que acaba de llegar no lleva armas y su capa es más oscura. Extiende las manos hacia ti y empiezan a brillar. Entonces descubres quién es: se trata del rey brujo.  —Deja ahora mismo esa vara —dice. Su voz tiene algo que hace que se te pongan los pelos de punta. Sientes cómo el miedo invade tu cuerpo y las piernas te empiezan a temblar, mientras miras fijamente al rey, que parece estar preparando un conjuro para lanzarte.   (Ve a la escena 17 17))  

 

ESCENA 15   Al mirar la fachada de la casa en la que están encerrados tus padres ves algo colgado de un gancho junto a la puerta. Es una llave. ¡Quizá es la llave de la aula! La coges sin perder tiempo y entras a toda prisa, antes de que te vea alguien. Introduces la llave en el oxidado candado con cuidado. ¡Encaja! Haces girar la llave con dificultad pero consigues que el candado se abra. Tus padres salen de la jaula y te abrazan.  —¡Bien hecho! —exclama tu padre, contento—. Ahora volvamos a casa. Abres otra vez la puerta que da a la calle y te asomas, mientras piensas la forma de escapar con tus padres. Tenéis que salir del pueblo y luego caminar por el bosque hasta llegar al sitio en del el que apareció la niebla roja.recorrer Por suerte la casa no está lejos de las afueras pueblo, aunque habrá que algunas calles. Sabes que tú puedes moverte con facilidad por el pueblo si usas la capa, ya que los dorguns son igual de altos que tú, pero tus padres son mucho más altos y llamarán la atención, aunque podrían caminar encorvados para disimular su altura. En ese momento ves cerca una especie de carro que tiene en su parte delantera acoplada una especie de bicicletas para dos personas. Quizá podrían esconderse en el carro y tú sacarlos pedaleando. Sigues mirando y ves cerca una puerta de otra casa. Si os metéis dentro, nadie os verá y podríais ir pasando de casa en casa hasta llegar al final del pueblo.   ¿Qué haces?   A. Os marcharéis a toda prisa por la calle. Con un poco de suerte nadie se dará cuenta. Es cierto que tus padres son mucho más altos que los dorguns, pero si caminan muy encorvados y bien tapados con las capuchas nadie sospechará nada. (Ve a la escena 9) 9)   B. Les dices a tus padres que se metan en el carro y se tapen y tú lo 10)) conducirás, es la forma más segura. (Ve a la escena 10

 

  C. Vais a entrar en la otra casa y desde esa casa entraréis en otra. Lo importante es no ir por la calle para que nadie os descubra. (Ve a la escena 11)) 11  

 

ESCENA 16   Miras a tu alrededor, buscando algo con que distraer a todos, pero no ves nada en especial. Las casas son todas iguales, hechas con paredes de barro y el de paja. grupo Hay una unoscocinando metros dealgo la plaza la que parece quetecho un pequeño de hoguera dorguns aestá y de en momento no os ha visto. Sigues pensando. Necesitas algo que haga que se entretengan y no miren hacia la plaza, como un fuego o algo así. Miras la hoguera, pero decides que no te sirve, es demasiado pequeña. En ese momento se te ocurre la idea que estabas buscando. El techo de las casas es de paja. Si consigues que arda uno de los techos, seguro que atrae la atención de todos.  —¡Muy buena idea! —exclama Rof cuando se lo dices, alejándose. Poco después llega con antorcha. Os marcháis de una la plaza por una de las calles y, cuando nadie os ve, lanzáis la antorcha sobre uno de los tejados y volvéis a la plaza. Mientras te alejas miras lo que pasa a tu espalda. El fuego se ha extendido con rapidez por la paja seca y ahora todo el techo de la casa es una enorme hoguera y en unos segundos empezará a arder el techo de la casa de al lado.  —¡Fuego, fuego! —grita alguien. Tal y como esperabais, los dorguns empiezan a llegar desde diferentes sitios con cubos, ahora nadie mira la plaza, así que subes por la escalera de piedra hasta colocarte delante de la vara que brilla con la extraña luz amarilla y que es casi tan alta como tú. Te acercas más y notas una especie de pared invisible que durante un momento te impide aproximarte, hasta que por fin desaparece esa extraña sensación. Después de dudar tocas la vara con miedo pero solo notas que está un poco caliente, así que estiras y consigues soltarla. Sin perder tiempo empiezas a bajar con la vara. Al ser tan larga y bastante pesada tienes que ir despacio pero llegas a la calle sin problema. Rof se acerca con una manta y la cubre, con cuidado de no tocarla.  —Bien, ya la tenemos, ahora vamos a buscar a tus padres.  —¡No tan rápido! —oís a vuestra espalda. Te das la vuelta y te encuentras con que al otro lado de la plaza hay tres soldados, acompañados de otro dorgun que tiene la capa más oscura que el

 

resto y no lleva armas, que es el que ha hablado. Lo miras fijamente. Aunque tiene la misma cara de reptil que los demás de su especie, sus ojos parecen brillar y todo él parece producir una extraña sensación de maldad. En ese momento te das cuenta de que también sus manos han empezado a brillar.  —¡Es paralizado el rey brujo! adivinando quién es. A tu lado Rof se ha quedado del—exclamas, miedo.  —¿Dónde vais, pequeños ladrones? —pregunta el rey, divertido— ¿Os pensáis que con mis poderes no iba a notar que alguien se llevaba la vara? Miras a tu alrededor. Han llegado cuatro soldados más, que no tardarán en rodearos.  —¡Tú! —exclama, señalándote—. Deja ahora mismo eso en el suelo. Las rodillas empiezan a temblarte de miedo, pero no te mueves.  —¿No me has oído? Soy el ser más poderoso de este mundo y te ordeno que dejes la vara ahora mismo si no quieres que te convierta en ceniza. En laSolo palma unas de sus manos una especie de fuego. se tedeocurre colocar la varaverdosas a modo brilla de escudo frente a de ti ybola el rey brujo retrocede unos pasos. Está claro que no quiere que le pase nada a su vara mágica  —Vamos a hacer un trato —habla de nuevo el rey, esta vez con una voz más amable—. Si dejas la vara donde estaba, te prometo que te puedes marchar con tus padres de nuevo a tu casa. No quiero haceros daños, deja eso y os podéis marchar.  —¡No lo hagas! —exclama Rof—. El futuro de tu mundo depende de esa vara y…  —No le hagas caso, es un farsante —dice el rey, sonriendo—. Venga, déjala de nuevo en su sitio y te puedes ir. Tienes claro que no vas a volver a colocar la vara en su sitio, no te fías de la palabra del rey brujo, pero ¿qué puedes hacer?   A. Sueltas la vara para poder correr mejor y te vas en busca de tus padres. (Sigue leyendo)   B. No puedo escapar con ella, pero esta claro que para el rey brujo es importante, no puedo dejarla allí. ¡La rompo contra el suelo! (Ve a la escena 18)) 18  

 

ESCENA 17   Con el corazón a mil por hora a causa del miedo, no se te ocurre otra cosa que dejar la vara en el suelo para poder escapar más rápido. Corres en dirección contraria a donde está el rey brujo, mientras oyes cómo chilla.  —¡Coged al humano! —grita. En ese momento una bola de fuego pasa muy cerca de ti, y luego oyes un chillido de dolor. Te das la vuelta sin dejar de correr y te das cuenta de que tu amigo Rof está inconsciente en el suelo y con una parte de su ropa quemada, pero no puedes detenerte a ayudarle ayudarle o te te cogerán.  cogerán. Cuando empiezas a notar el cansancio de la carrera te asomas a una de las casas cercanas y, como no hay nadie, decides entrar a descansar un momento.  —No he podido pod ido robar la vara —te dices, triste. Además, te sientes mal por haber dejado a Rof abandonado, aunque sabes que no podías haber hecho nada para ayudarlo. Esperas unos minutos para recuperarte de la carrera y sales de nuevo a la calle, en busca de tus padres. No tardas en encontrar la casa.   (Ve a la escena 15) 15)  

 

ESCENA 18    —Deja esa vara en su sitio y puedes marcharte —te dice, enseñándote una sonrisa que da miedo, mientras dos pequeñas bolas de fuego brillan en sus manos. Levantas la vara en alto. Por culpa de ese objeto de cristal podrían destruir tu mundo.  —¿La quieres? —le preguntas intentando sonar valiente, aunque tu voz tiembla. Entonces, con toda tu fuerza golpeas la escalera con la vara, que se rompe en mil pedazos en medio de una potente luz. Cuando unos segundos después desaparece el resplandor, ves que el rey brujo y el resto de dorguns se tapan los ojos con las manos, todavía cegados por la luz. Sin perder por ylasteescaleras y corres por una de lasque calles. De pronto alguientiempo, te tocabajas el brazo giras, dando un grito. Es Rof, te mira sonriente.  —¡Bien hecho! Vamos a liberar a tus padres. Al caminar os cruzáis con algunos dorguns, pero gracias a la capucha nadie te reconoce. Cuando llegáis a la casa en la que están encerrados tus padres, ves que unto a la puerta hay colgada una llave.  —Es la de la jaula —te dice Rof. Rof. Entráis en la casa y tu amigo abre la jaula. En cuanto salen tus padres los abrazas.  —Vamos, no hay tiempo —dice Rof—. Dentro de poco reaparecerá la niebla y se abrirá de nuevo el camino entre nuestros mundos. Tu amigo te señala un extraño carro que hay en la calle, que tiene una especie de bicicleta para dos personas en la parte de delante. Tus padres se tumban dentro del carro, con las piernas dobladas para caber, y los cubres con una manta. Te colocas junto a Rof en la bicicleta y pedaleáis a toda velocidad por las calles, hasta que por fin salís del pueblo. Todavía pedaleáis un poco más, pero llegáis a una zona pedregosa por la que las bicicletas ya no puede avanzar. Continuáis a pie. Rof camina delante de vosotros para asegurarse de que no

 

hay ningún otro dorgun, y un rato después llegáis al lugar en el que está el árbol cubierto de musgo con el agujero en su interior.  —Ya hemos llegado —dice el hombrecillo—. Dentro de muy poco aparecerá la niebla y podréis cruzar.  —¿Qué pasará ahora con el rey brujo? —pregunta tu padre.  —Construirá otra vara, peroentonces, tardará muchos conseguir juntar tanto poder para hacerlo. Hasta podéisaños estaren tranquilos. De todas maneras, nosotros intentaremos mantener la joya escondida, aunque me temo que al final la encontrará. En ese momento llega la niebla rojiza.  —Adiós, amigos —dice Rof.  —Adiós —le dices. Unos instantes después estáis de nuevo en vuestro mundo. Te sientes bien. Has pasado miedo en algunos momentos, pero has vivido una aventura extraordinaria y has ayudado a que tu mundo esté a salvo durante muchos años.  

FIN   Lo has hecho muy bien, pero quizá se podría hacer mejor. ¿Quieres probar de nuevo? Pulsa aquí  para  para empezar.

 

ESCENA 19  

Te internas en la oscura cueva sin pensártelo y sacas de tu mochila una pequeña linterna para poder iluminar el camino. Al principio tienes miedo de encontrarte algún oso o animal salvaje, pero en seguida queda claro que nadie vive allí dentro. Caminas durante un buen rato, sin dejar de pensar en todo lo extraño que te está pasando y en qué les habrá pasado a tus padres, hasta que sales de nuevo al exterior. Ahora hay otra vez árboles y setas gigantes y hay un camino entre el musgo, que lleva a una pequeña casita de ladrillos de dos pisos de la que sale luz por sus ventanas. Ves que la puerta de la entrada está entreabierta y delTe interior deun la poco casa salen voces. escuchando. acercas y te quedas  —¿Dónde está la joya? —pregunta una voz grave de malos modos.  —No sé nada de la joya —responde otro, lloriqueando con voz aguda.  —¡Claro que lo sabes! —exclama otra voz, también grave—. g rave—. Si no nos lo dices, te llevaremos ante el rey brujo.  —¡No, por favor! —responde el de la voz aguda—. De verdad, no sé dónde está.  —No vamos a conseguir nada con este, vamos al piso de arriba a ver si está escondida en esta casa. Nosotros la encontraremos —le dice uno de la vozOyes grave al otro.de pasos que suben por una escalera. sonidos

 

  ¿Qué haces?   A. Vas a entrar en la casa aprovechando que esos dos tipos se han ido arriba. 22)   (Ve a la escena 22) B. Sigues B.  Sigues tu camino. Lo que pasa dentro de la casa no es asunto tuyo. (Ve 21)) a la escena 21   C. Por C.  Por aquí no hay rastro de tus padres, mejor te metes otra vez en la cueva y vuelves al comienzo. (sigue leyendo)  

 

ESCENA 20   Te lo piensas mejor y das la vuelta. No sabes que está pasando dentro de la casa, pero no es asunto tuyo, tú debes encontrar a tus padres y luego buscar una de volver a tu hogar, así que te metes de nuevo en la cueva, ha sido una forma mala idea ir por ahí. Recorres el camino de vuelta sin mayor problema gracias a tu linterna y llegas a la entrada de la gruta. Te asomas al exterior y, al no ver a nadie, sales.  —¿Y ahora qué hago? h ago? —te preguntas. No tienes ni idea de dónde están tus padres, aunque crees que se los deben de haber llevado. Todavía estás pensando qué hacer cuando, de repente, dos personas de tu altura y encapuchadas se lanzan sobre ti y te tiran al suelo. No tienes tiempo de reaccionar, ni siquiera les ves la cara. te agarran de los brazos tú te intentas aunque sonTus deatacantes tu estatura, son muy fuertes y yacabas con lasresistir manospero, atadas a la espalda.  —¿Qué queréis? —preguntas chillando, con mucho miedo.   (Ve a la la escena 6) 6)  

 

ESCENA 21   Decides olvidarte de lo que pasa en la casa y seguir adelante. No es problema tuyo, lo importante es encontrar a tus padres. Vasacaminando llegas un pueblo. por un camino de tierra con árboles a los lados, cuando En ese momento te encuentras con uno de sus habitantes. Este te mira fijamente durante unos instantes con sus ojos amarillos y saltones de reptil, y tú te quedas también mirando su verde cara de lagartija.  —¡Un ser humano! —grita de pronto. En seguida aparecen tres hombres-reptiles más y corren hacia ti, con espadas y lanzas en las manos. Huyes corriendo pero otras dos criaturas aparecen de entre los árboles y se lanzan contra ti. Te tiran al suelo y en unos segundos acabas con las manos atadas a la espalda. Te hacen caminar hacia el pueblo y atraviesas varias calles, todas ellas formadas por casas de barro y techos de paja. Los que te acompañan se detienen en una de las casas y te hacen entrar. Dentro hay dos jaulas enormes y en una de ellas ves a tus padres. Te desatan las manos y te empujan dentro de la jaula, para luego cerrar.  —¿Estás bien, cariño? —pregunta tu padre, mientras los dos te abrazan. Los que os han traído se marchan y os quedáis solos.   (Ve a la escena 7) 7)  

 

ESCENA 22   Te asomas con cuidado y ves una habitación que parece el salón de la casa, ya que tiene una estantería con libros y un sofá. En el centro hay alguien atado a una silla queintentando está intentando liberarse, sin conseguirlo. Entras despacio, no hacer ruido con tus zapatillas sobre el suelo de madera. Aunque pequeña, la casa está bien ordenada y ves que en la planta baja, además del salón, hay una cocina y un dormitorio. En ese momento escuchas un ruido fuerte y te escondes detrás de la puerta de la cocina, mientras notas cómo tu corazón late a toda velocidad a causa del susto. Entonces te das cuenta de que el ruido viene del piso de arriba y sales de tu escondite. Te acercas un la poco que estádeatado, quetútodavía visto, ycon te asombras al verle cara.al Es igual alto que pero su no carateeshaverdosa, la nariz chata y unos ojos grandes amarillos. Parece una especie de lagarto. Es bastante raro, pero no te da miedo.  —Ayúdame, por favor —te dice en voz baja—. Los soldados bajarán en seguida. Te sorprendes de que hable tu idioma pero le contestas.  —¿Por qué estás atado?  —Ahora no tengo tiempo para contártelo, los soldados bajarán en seguida y debemos recuperar la joya antes de que ellos la encuentren.  —¿Joya? ¿Qué joya?  —En cuanto salgamos de aquí te lo cuento, ahora no hay tiempo. Avanzas unos pasos pero dudas. No conoces de nada a esta criatura, aunque está claro que está metida en problemas.   ¿Qué haces?   A. Subes con cuidado para ver qué hacen los soldados antes de decidirte. (Sigue leyendo)   B. Mejor sales de la casa y sigues tu camino sin hacer nada. Lo importante es buscar a tus padres (Ve a la escena 21) 21)

 

  C. Lo desatas antes de que bajen los soldados. (Ve a la escena 24 24))  

 

ESCENA 23   Decides ignorar la petición del hombre-lagarto atado y subes con cuidado por la escalera de madera. Al ir arrastrándose subiendo escuchas mejor lo queal pasa muebles y de cosas cayendo suelo.arriba. Oyes el sonido de  —¿Dónde está la maldita joya azulada? —pregunta uno de los soldados, gruñendo.  —¡Sigue buscando, tiene que estar por aquí! En ese momento momento oyes oyes que uno se acerca hacia ti y bajas de nuevo. Al bajar, uno de los escalones emite un crujido.  —¿Qué pasa ahí? —pregunta uno de los guardias, asomándose. Entonces te ve. Bajas corriendo, pero también los dos hombres-lagarto bajan a toda prisa. Salestanto de lamiedo casa, que con te el tropiezas corazón latiendo todaque velocidad pecho.y Tienes con una arama hay en en el tu camino caes al suelo. Los dos hombres-lagarto se lanzan sobre ti y te atan las manos.  —¡Qué bien! ¡Hemos capturado un humano! —exclama uno de ellos, riendo—. El rey brujo se pondrá contento.   (Ve a la escena 66))  

 

ESCENA 24   Desatas al hombre-lagarto con nerviosismo, sabiendo que en cualquier momento van a bajar los que están arriba.  —Rápido, vámonos dice entiempo cuantoyqueda libre, saliendo a toda prisa por la puerta de la casa.—te No pierdes le sigues. En lugar de continuar por el camino, el hombre-lagarto se mete en el bosque a toda velocidad, parece que lo conoce bien. Durante un rato camináis a toda prisa entre árboles y arbustos, esquivando setas gigantes y grandes rocas, y alejándoos de las voces que se oyen por el bosque.  —Hay muchos soldados buscando por aquí, debemos darnos prisa —dice el hombre-lagarto. Un rato después llegáis a un pequeño río.  —Ahora se guro gracias seguro que no por nos haberme siguen —dice tu guía, lanzando un suspiro—. Por cierto, muchas salvado, soy Flint, un dorgun. Le dices tu nombre y le estrechas la mano. A pesar del aspecto tan raro que tiene, Flint parece una buena persona.  —¿Por qué estabas atado? —le preguntas de nuevo.  —Porque han averiguado que sé dónde está la joya azulada, está muy cerca de aquí.  —¿La joya azulada? ¿Para qué la quieren?  —El rey brujo la necesita para unirla a la vara de cristal y así tener un poder enorme. Tenemos que cogerla nosotros antes de que la encuentren.  —¿Rey brujo? ¿Quién es?  —Alguien muy malvado y peligroso. Tú le explicas que tus padres han desaparecido con la niebla y Flint te dice que te ayudará a encontrarlos, está convencido de que los han capturado y los han llevado a un poblado cercano. Después de beber un poco seguís andando. Cada vez el bosque es más oscuro, los árboles casi no dejan pasar luz del sol. Flint habla mientras camináis.  —Verás, cada veinte años tu mundo y el mío se juntan durante unas pocas horas. El rey brujo quiere juntarlos para siempre porque en tu mundo hay un mineral muy especial. Allí tenéis mucho pero aquí hay muy poco. Con ese mineral el rey brujo consigue cada vez más poder. Si junta nuestros mundos

 

podrá mandar a sus soldados para que recojan durante días mucho de ese mineral, pero si están durante demasiado tiempo unidos, el vuestro será destruido y al rey brujo le da igual. En ese momento Flint se detiene junto a un enorme árbol de ancho tronco.  —Es aquí —te dice, retirando un trozo de corteza de árbol caída.   (Sigue leyendo)  

 

ESCENA 25  

Entonces queda a la vista la joya azulada, que tiene el tamaño de tu mano y brilla con intensidad.  —Aquí está —dice tu nuevo amigo—. Aquí es donde la escondimos.  —¿Y ahora qué hacemos? —preguntas.  —Nos la tenemos que llevar. Los seguidores del rey brujo saben que está por aquí. No tardarán en llegar.  —¿Y qué haremos con ella? —preguntas.  —Te la tienes que llevar a tu mundo, lejos del alcance alcance del rey brujo.  —¿Tan malo es?  —¡Ya lo creo! Y casi todos le sirven porque tienen mucho miedo de sus poderes, ¡ojalá alguien pudiera derrotarlo!

 

 —¿Cómo se usa la joya? Flint niega con la cabeza.  —No lo sé, solo un mago puede utilizarla. Desde que nuestros mundos se han unido se ha activado y por eso brilla. La cogería yo, pero ningún dorgun puede ahora que brilla, pero tú eres un humano, tú sí puedes.  —¿Yo?  —Sí, los humanos sois seres mágicos, al menos en este mundo?  —¿Por qué no la destruís si es tan peligrosa?  —No se puede destruir. Si algo ataca a la joya, ella se defiende.  —¿Entonces la cojo?  —Sí, guárdatela y ahora iremos a rescatar a tus padres. Luego te la llevas a tu mundo y así el rey brujo ya nunca la podrá tener. Pero tenemos que darnos prisa, antes de que nos encuentren los soldados.   Te   quedas dudando durante unos momentos. ¿Qué haces? A. La coges y te la guardas. Lo siguiente es rescatar a tus padres. (Ve a la escena 28 28))   B. Mejor no te arriesgues a que me pase nada malo. Lo importante es buscar a tus padres. (sigue leyendo)   C. ¿De verdad te puedes fiar de Flint? ¿Será verdad lo que te cuenta? 27)) Necesitas tiempo para pensártelo mejor. (Ve a la escena 27  

 

ESCENA 26    —No quiero coger la joya —le dices a Flint. El objeto parece peligroso, no sabes qué te puede pasar, así que mejor no arriesgarte.  —¡Pero soloquiero tú puedes hacerlo! —tepadres responde dorgun, nervioso.  —Yo solo rescatar a mis y el volver a casa —dices con decisión. Flint insiste pero tú no te dejas convencer.  —¿Hacia dónde está el pueblo? —preguntas. Flint te señala una dirección con el dedo y antes de que insista más en que cojas la joya te vas corriendo hacia allí. Corres sin parar pero prestando atención a los sonidos, por si oyes voces de los soldados. En ese momento escuchas unos gruñidos y te alejas en seguida de ellos sin queAntes nadiedeteque vea,tengas pero entonces encuentras de frente tres dorguns. tiempo dete huir, se lanzan sobre ticon y te atan las manos.   (Ve a la escena 6) 6)  

 

ESCENA 27   No sabes qué hacer, no acabas de decidirte. Tu nuevo amigo parece que dice la verdad, pero la joya azulada debe ser peligrosa. Él dice ningún dorgun puedesitocar ahora está encendida y brilla, pero tú noque sabes qué te puedelapasar la tocas. ¿Yque si te convierte en piedra? ¿O en un sapo?  —¿Estás seguro de que puedo cogerla? —preguntas.  —Sí, sí, segurísimo —insiste Flint. Te acercas un poco más a la joya, sin decidirte. No sabes qué hacer.  —¡Venga, date prisa! Te acercas todavía más y la miras de nuevo. Flint dice que por culpa de esa joya y una vara de cristal el rey brujo conseguiría mucho poder y además podrían destruir tu mundo. Ojalá allí,detrás piensas, ellos sabrían hacer. y aparecen En eseestuvieran momentotus se padres escuchan de vosotros unosque gruñidos de entre los arbustos unos dorguns armados con espadas. Al igual que tu amigo, son apenas más altos que tú, pero parecen fuertes. Sin perder tiempo, sales corriendo pero otros dos guardias, que llegan desde otra dirección, se lanzan sobre ti.  —¡Ya tenemos la joya! —exclama uno de ellos, contento—. ¡Y otro ser humano! El rey brujo se pondrá muy contento. Te atan las manos y te levantan. Mientras caminas, tu compañero empieza a hablar con los soldados.  —Oye a uno de ellos—. vais a hacer condeje la joya? joya?  —¿Tú —le qué dice crees? Llevársela al ¿Qué rey brujo cuando de brillar —  responde.  —¿Y crees que es buena idea? —pregunta Flint. Dos de los guardias se dan la vuelta y le miran.  —¿Y por qué no va a ser buena idea? —pregunta otro de ellos—. Es lo que lleva buscando desde hace mucho tiempo, nos recompensará bien.  —Pero sabes que con la gema ganará mucho más poder. ¿Quieres que consiga tanto poder? Porque sé que el rey brujo no trata bien ni a sus amigos. Los guardias se quedan callados durante un momento, sin saber qué decir, y Flint aprovecha para decirles que es muy peligroso que el rey la consiga. Al final consigue convencerles de que dejen la joya allí escondida, al

 

menos de momento.  —Y también nos podíais soltar, ¿no? —preguntas tú. Los guardias se echan a reír.  —Si no encontramos la joya, algo tendremos que llevarle para que no enfade.   (Ve a la escena 66))  

 

ESCENA 28   Alargas la mano con miedo hacia la joya y la coges. Tal y como te había dicho Flint, no te pasa nada.  —Ahora de queruido alguien encuentre este sitio. Os alejáisvámonos y al pocorápido tiempoantes escucháis detrás de vosotros. Si hubierais tardado un poco más en iros, os habrían encontrado. Durante un rato avanzáis por el bosque hasta que veis a lo lejos las primeras casas.  —Toma, ponte esto —dice Flint, dándote su capa—. Tápate la cabeza con la capucha. En la ciudad es obligatorio que todos lleven la cabeza cubierta, eso nos vendrá bien porque así nadie se fijará en ti, yo conseguiré otra. Avanzáis por las calles con tranquilidad para no levantar sospechas. Te fijas en que las casas son bastante feas, ya que las paredes son de arcilla y los techos de paja. Llegáis a una plaza grande y te detienes un momento a mirar. En medio de la plaza hay unas escaleras de piedra que suben varios metros, y arriba del todo ves un objeto alargado de cristal que brilla.  —¿Qué es eso? —preguntas.  —Es la vara de cristal. El rey brujo ha tardado muchos mucho s años en construirla, ha gastado mucho poder en ella. Si une la vara con la joya que llevas conseguirá un poder enorme, el suficiente para unir nuestros dos mundos. Vayamos a buscar a tus padres antes de que alguien nos descubra, creo que sé dónde los tienen encerrados. Tenéis que llevaros la joya a vuestro mundo.  —¿Y qué pasaría si nos lleváramos también la vara? —preguntas. Flint se queda pensando.  —Si además de la joya se queda si la vara, el rey brujo perdería mucho poder y tardaría muchísimo tiempo en recuperarlo, eso ayudaría a mi pueblo. Quizá incluso entonces le pudiéramos vencer.   ¿Qué haces?   A. Rescatas a tus padres. Ya tienes la gema, mejor no arriesgarse más, no sea que alguien os descubra. (sigue leyendo)   B. La plaza está bastante tranquila, crees que puedes llevarte también la

 

vara de cristal y así ayudarás a los pobres dorguns a vencer al rey brujo. (Ve a la escena 30) 30)  

 

ESCENA 29   Flint te conduce por el pueblo hasta que se detiene en una casa.  —Aquí es donde encierran a los prisioneros —te dice. Junto a la puerta de entrada veis una llave colgada de un gancho y tu amigo la coge.  —Espera aquí un momento —te dice. Flint entra mientras esperas afuera y un poco después sale.  —¡Ven! Tus padres están aquí. Entras y ves que en la habitación hay dos enormes jaulas. En una de ellas hay un dorgun atado a una silla y en la otra están tus padres.  —¡Papá! ¡Mamá! —gritas de alegría. Flint abre la jaula y mientras os abrazáis, libera al otro dorgun.  —Este es Rof, mi amigo. Él me ayudó a esconder la joya.  —¿La tenéis? —pregunta Rof, nervioso. Te metes la mano en el bolsillo y se la enseñas.  —¡Fantástico! —exclama—. Ahora tenéis que iros. Los dos dorguns salen de nuevo y vuelven poco después.  —Que tus padres se escondan dentro del carro que hay aqu aquíí delante —dice Flint. Salís todos y te fijas en que el carro es bastante raro, ya que tiene en su parte delantera una bicicleta acoplada para que pedaleen dos personas. Tus padres se meten dentro del carro tumbados y con las piernas dobladas para caber y por encima los tapáis con unas mantas. Flint y tú os subís a la parte delantera y empezáis a pedalear.  —¡Buena suerte! —exclama Rof, despidiéndose con la mano. Avanzáis sin problema hasta el final de poblado y una vez allí dejáis el carro, ya que el terreno está lleno de piedras y ya no se puede utilizar. Camináis por el bosque de regreso al lugar por el que habéis venido. Flint va delante para asegurarse de que no hay nadie, y en un rato llegáis al sitio en el que está el árbol con el agujero.  —Ya hemos llegado. Ahora coge la joya y piensa en la niebla. Haces lo que dice y la niebla roja lo llena todo.  —Muchas gracias por todo, amigos.  —Adios, Flint. Nunca os olvidaré. Unos segundos después la niebla desaparece y volvéis a estar en vuestro

 

mundo. Gritas de alegría y abrazas a tus padres. No solo has conseguido salvarlos, sino que has salvado a tu mundo. Te sacas la joya del bolsillo y la miras. Ya no brilla, pero sabes que es un objeto poderoso, habrá que guardarla bien.  —Ojalá los dorguns consigan con sigan vencer al rey brujo y ser libres —dices a tus padres.  

FIN   Lo has hecho bien, pero quizá se podría hacer todavía mejor. ¿Quieres intentarlo? Si es así pulsa aquí  y  y empieza la aventura de nuevo.  

 

ESCENA 30   Decides coger la vara de cristal, así que subes rápido por las escaleras hasta llegar arriba. Tienes frente a ti la vara, que es casi tan alta como tú y brilla con una pálida amarilla. En ese momento vibrar enluz tu bolsillo como si estuviera viva. sientes la joya, que empieza a Al avanzar más notas como si hubiera algo invisible que te frena, pero la sensación solo dura un momento. Tocas con cuidado la vara y, tal y como ha ocurrido cuando has cogido la gema en el bosque, no te pasa nada, así que estiras y consigues soltarla. Sin perder tiempo empiezas a bajar con la vara. Al ser tan larga y bastante pesada te cuesta trabajo bajar los escalones, así que tienes que hacerlo despacio.  —¡Bien hecho! —exclama Flint, que se acerca a ti y se quita su capa para tapar En el esecentro. momento ves que hay cuatro dorguns que te miran con los ojos muy abiertos sin moverse. Te asustas al principio, pero luego te calmas al ver que no son guardias, parecen simples campesinos, y que de momento no avisan a nadie.  —Vámonos —dice Flint. Empezáis a caminar deprisa cuando una voz detrás de vosotros te deja paralizado y con los pelos de punta.  —¿Dónde pensáis que vais con mi vara de cristal? Te das la vuelta y ves a tres soldados, además de otro dorgun sin armas, queLoesmiras el quefijamente. ha hablado. Aunque tiene la misma cara de reptil que los demás de su especie, sus ojos parecen brillar. En ese momento te das cuenta de que también sus manos han empezado a brillar. La joya en tu bolsillo empieza a agitarse más.  —¡El rey brujo! —exclama Flint a tu lado con voz temblorosas—. Yo… No sabía que estaba aquí.  —De eso se trataba. He venido de incógnito, quería estar cerca del lugar en el que se unen nuestros mundos, y ahora me encuentro con que queréis robarme. ¿Os pensáis que con mis poderes no iba a notar que alguien se llevaba la vara? Miras a tu alrededor. Han llegado cuatro soldados más, que no tardarán en

 

rodearos, además de un montón de dorguns, que se mantienen a distancia y observan lo que está ocurriendo sin atreverse a avanzar. Los miras durante un momento. A pesar de que son tantos, no te dan miedo porque no parecen enfadados, sino que están quietos, como esperando algo.  —¿No me has oído? Soy el ser más poderoso de este mundo y te ordeno que dejes la vara ahora mismo si no quieres que te convierta en ceniza. En la palma de unas de sus manos verdosas brilla una especie de bola de fuego. Retrocedes unos pasos, sintiendo el miedo en tu interior.  —¡No te la vamos a dar! —exclama Flint, a tu lado.  —No tenéis escapatoria, ¿no lo ves? Poco a poco los soldados se van acercando para rodearos. A pesar del miedo que sientes, tienes claro que no vas a volver a colocar la vara en su sitio.  —¿Qué hacemos? —preguntas en voz baja a Flint.  —Mientras tengas la vara no te atacará, no quiere que se rompa.  —¿No miedo? —le preguntas, al verlo tan seguro de sí mismo.  —Miratienes a tu alrededor. Durante un momento miras a los cincuenta dorguns que están en la plaza, mirando.  —Mira sus caras, ¿no ves esperanza? Quieren que venzamos al rey brujo.  —Pero, ¿cómo? No sé utilizar la vara y no tengo nada más… No acabas la frase porque recuerdas que en tu bolsillo tienes también la oya azulada.   ¿Qué haces?  A. Sueltas la vara para poder correr mejor y te vas en busca de tus padres. (Sigue leyendo)   B. No puedes escapar con ella, pero está claro que para el rey brujo es importante, no puedes dejarla allí. ¡La rompes contra el suelo! (Ve a la escena 18)) 18   C. Han dicho que la vara y la joya juntas tienen un gran poder. Colocas la 33)) oya sobre la vara, a ver qué pasa (Ve a la escena 33  

 

 

 

ESCENA 31   En ese momento tomas una decisión. Tienes la joya, que es lo importante, la vara da igual, así que la sueltas y te vas corriendo en dirección contraria al rey brujo.  —¡Capturad al humano! El problema es que ahora la plaza está llena de dorguns. La mayoría no son soldados y no llevan armas, pero no crees que te vayan a dejar pasar, le tienen demasiado miedo al rey brujo como para dejarte escapar. Entonces se te ocurre algo. Sin dejar de correr metes la mano en tu bolsillo y sacas la joya. En cuanto la ven, ven, los dorguns se apartan corriendo, asustados. Así consigues alejarte por una calle, junto con Flint, que en ese momento te alcanza.  —Ha una pena que no llevar la vara —le Ydices.  —No sido importa, tenemos la nos joyahayamos azulada podido —te dice, sonriendo—. ahora vamos a buscar a tus padres.   29)) (Ve a la escena 29

 

ESCENA 32    —No soy tan malo como te han dicho —te dice el rey brujo, enseñándote una sonrisa siniestra, mientras dos pequeñas bolas de fuego brillan en sus manos  —. Deja esa vara en su sitio y puedes marcharte. Levantas la vara en alto. Por culpa de ese objeto de cristal la gente de ese mundo está sufriendo, y además podrían destruir tu mundo.  —¿La quieres? —le preguntas intentando sonar fuerte, aunque la voz te tiembla. Entonces, con toda tu fuerza golpeas el suelo con la vara, que se rompe en mil pedazos en medio de una potente luz. Cuando unos segundos segundos después desaparece el resplandor, ves que el rey brujo y el resto de dorguns se tapan los ojos con las manos, todavía cegados por la luz. Sin yperder corres porununa de las Detepronto alguien te toca el brazo te dastiempo la vuelta, dando grito. Es calles. Rof, que mira sonriente.  —¡Bien hecho! Vamos a liberar a tus padres.   (Ve a la escena 29 29))  

 

ESCENA 33   Sin perder tiempo, sacas la joya azulada de tu bolsillo y la acercas a la vara.  —¡Nooooo! —chilla el rey brujo, al ver lo que haces, a la vez que te lanza una bola de fuego. En el momento en el que juntas la vara con la joya, los dos empiezan a brillar con más fuerza. Justo entonces llega la bola de fuego que te ha disparado el rey brujo. Sin embargo, no te alcanza, ya que rebota y vuelve hacia su dueño, pero mucho más grande. Ante tu mirada de asombro, la enorme bola de fuego golpea al rey brujo, que se convierte en un montón de cenizas en un instante. Todos los de la plaza se quedan en silencio durante unos momentos, mirando la de pequeña ceniza, y entonces empiezan a gritar, pero te das cuenta que nomontaña gritan dede pena o rabia, sino de alegría.  —¡Has tenido una idea genial! —exclama Flint—. Te dije que la joya se defendía si se intentaba destruir, y al unirla a la vara le has dado más poder. ¡Ahora por fin somos libres! Atraviesas las calles junto a tu amigo, sin dejar de sostener la vara, en la que ahora está la joya, mientras a tu alrededor la muchedumbre te aplaude. Poco tiempo después ves a tus padres venir por la calle, junto con otro dorgun. En cuanto te ven, corren hacia ti y os abrazáis. Camináis delsolo pueblo, acompañados dorguns alegres, y unahasta vez enelelfinal bosque os acompañan Flint ydeel muchos otro dorgun, que se llama Rof y había estado encerrado con tus padres. Una vez llegáis al lugar en el que está el árbol con la gruta en su interior, os paráis.  —Muchísimas gracias —te dicen los dos d os dorguns—. d orguns—. Ahora Ah ora ppor or fin somos libres y podremos vivir en paz.  —¿Qué hago con la vara y la joya? —preguntas.  —Desea que cualquier dorgun pueda tocar la vara—dice Flint. Haces lo que te dicen y la vara empieza a vibrar durante unos segundos.  —Ya está. —Flint coge la vara de cristal de tus manos—. Ahora que podemos usarla también nosotros, la utilizaremos para mejorar las cosas por

 

aquí. La joya te la tienes que llevar, es demasiado peligrosa para que se quede en nuestro mundo. En ese momento la niebla os envuelve.  —Adiós, amigos —dices. Poco tiempo después la niebla roja desaparece y vuelves a estar en tu mundo.  —Muy bien hecho —te dice tu padre—. Ahora vámonos a casa.  —Es una pena que no pueda contarle lo que me ha h a pasado p asado a nadie, n adie, no me creerían —dices, un poco triste.  —Así es, pero tener fama no sirve para nada. Lo importante es que volvemos a estar todos juntos en casa, y que a los dorguns les has salvado de un malvado rey que los maltrataba —dice tu madre, mirándote orgullosa.  —Tienes toda la razón —añades, sonriente— ¿Para qué quiero tener fama?  

 

 

FIN   ¡Enhorabuena! Lo has hecho de maravilla. Si quieres empezar de nuevo pulsa aquí .  

 

ESCENA 34   Tus padres parecen petrificados, pero tú no tienes intención de esperar a que la niebla te envuelva, así que te das la vuelta y corres sin parar. Poco a poco vas dejando la niebla atrás. A los diez minutos dejas de correr. Sientes el agotamiento en tu cuerpo, pero no dejas de andar. Un rato después llegas a la zona de aparcamiento situada junto a la carretera, en la que habéis dejado el coche. Te das la vuelta y no ves si rastro de la niebla. Te sientas a esperar a tus padres, seguro que no tardarán. Los minutos van pasando y nadie aparece por el camino, así que decides avanzar con cautela hacia donde deben estar tus padres. Para tu tranquilidad, la niebla ha desaparecido, pero también tus padres. Te pasas la tarde buscándolos y llamándolos, hasta que, muy triste, decides regresar al aparcamiento. El coche de tus padres sigue ahí, pero no tienes las llaves y no sabes conducir, así que comienzas a caminar por la carretera. No tienes comida ni forma de contactar con nadie, pero caminas sin descanso. Se hace de noche y sigues andando. Por fin ves las luces de un coche que se acerca y empiezas a mover los brazos para que te vea. El conductor se para y te recoge. Le cuentas que tus padres han desaparecido y te lleva a su casa, después de telefonear a la policía. Durante los días siguientes mucha gente busca a tus padres, sin encontrar ni Tú, rastro detuellos. por parte, te vas a vivir a casa de tus tíos. Son muy buenos y te tratan muy bien, pero por las noches lloras pensando en qué les habrá pasado a tus padres y en si estarán bien. Al menos tú has conseguido escapar de la extraña niebla y nunca más volverás a aquel bosque, sobre todo durante la primera semana de marzo, y así se lo dirás a tus hijos, en caso de que tengas cuando te hagas mayor.  

 

 

FIN   Parece que la aventura no ha resultado muy bien. ¿Quieres probar de nuevo? Pulsa aquí .  

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