La Evolución Del Universo, De La Vida y Del Hombre - Manuel Guerra Gómez

February 21, 2017 | Author: Libros Catolicos | Category: N/A
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Manuel Guerra Gómez

LA EVOLUCIÓN DEL UNIVERSO, DE LA VIDA Y DEL HOMBRE ¿El hombre, compuesto de cuerpo físico o material, cuerpo energético o inmaterial y alma espiritual? HOMOLEGENS

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Prólogo En nuestro tiempo, no pocos prefieren conocer el fieri, «hacerse», de las cosas o su desarrollo más que el factum esse, «lo ya hecho», la obra terminada. Por eso no tengo reparo en reconocer que la génesis de este libro recibió el impulso primero de lo expuesto en la parte final, especialmente lo relativo al cuerpo energético. Una vez más, tiene razón la sentencia escolástica: Primum in intentione, ultimum in executione, «lo primero en la intención es lo último en la realización». La intención de construir una catedral o cualquier edificio y su proyecto elaborado por un arquitecto no se termina sino con la puesta de la última piedra o del postrer elemento decorativo. Pretendo ofrecer una descripción inteligible y lo más exacta posible de la realidad creada y de su complejidad, así como de su formación, desarrollo evolutivo y destino. No hace falta decir que las teorías expuestas en esta obra son verdaderas en el estado actual de la investigación científica, aunque seguramente no definitivas. Con el tiempo probablemente se formularán otras teorías que englobarán a las actuales, como las de la relatividad de Einstein han englobado la de la gravitación universal de Newton, rectificándola en parte y en parte asumiéndola. Lo mismo vale para los datos y números consignados. De ellos puede decirse que son «provisionales», o sea, válidos mientras ulteriores investigaciones científicas no los corrijan o anulen. Tuve la suerte de participar, con más de treinta representantes de otras tantas naciones de los cinco continentes y de los organismos vaticanos convocantes, en el Encuentro Internacional sobre la New Age, celebrado en la Ciudad del Vaticano.1 En la penúltima sesión se pidió que se sugirieran propuestas en orden a un mejor conocimiento de la problemática de la Nueva Era, que pretende ser una alternativa para sustituir las religiones, éticas, medicina y dietética tradicionales en Occidente y en los países occidentalizados. Una de las propuestas, aceptada por unanimidad, resaltaba la oportunidad y hasta la necesidad de celebrar simposios y de publicar estudios —también científico-técnicos— sobre la física cuántica o moderna, en sus puntos de conexión con la Nueva Era, así como con los fenómenos físicos de la mística y los parapsicológicos. Conviene adelantarse a los acontecimientos, pues una vez impuesta una corriente, sobre todo si se hace en nombre de la ciencia, resulta muy difícil enderezar una interpretación torcida y hasta retorcida de cualquier realidad. Es lo que Nueva Era está tratando de divulgar cuando sostiene que todo lo místico es natural y, por lo mismo, sometido a la ciencia. Enseña también que para la «perfección» humana son necesarios la mística y sus fenómenos, no las virtudes, tal como lo entiende el cristianismo. En la propuesta se mencionaba en primer lugar la bilocación, de la que se habla en el capítulo XVI. El desarrollo de la tercera parte supone la exposición de aspectos concretos de la física cuántica, también de la intercambiabilidad entre materia y energía, si bien a veces subsisten separadas. En esta tercera sección se traza un esquema en la catalogación de lo 3

existente, distinto del que lo divide en «lo material» y lo «no-material o espiritual». Pero esta clasificación binaria —o, si se prefiere, este dualismo—, ¿debe ser sustituida por otra ternaria, por no decir trinitaria? Así parece, pues la física cuántica ha demostrado la existencia de «lo energético o inmaterial». Precisamente el hombre, cada uno de nosotros, es el resultado de tres ingredientes, a saber, cuerpo físico o material, cuerpo energético o inmaterial y alma espiritual en una misteriosa unidad psicosomática. Responde, pues, a pregunta básica: ¿qué es el hombre? Esta obra describe, además, el origen y evolución del universo a partir del Átomo primordial, nudo de la máxima condensación posible que, tras el Big Bang, ha ido desplegándose a lo largo de 13.700 millones de años desde lo mínimo (electrones, quarks, átomos) hasta lo máximo (planetas, estrellas, galaxias) (I.ª Parte). A continuación se recorre el despliegue evolutivo —incomparablemente más vistoso que el de la cola del pavo real— desde el primer ser vivo (una única célula sin núcleo), aparecida hace casi 4.000 millones de años, hasta el hombre en su materialidad a través de organismos unicelulares tanto sin núcleo (las bacterias, el 99% de la biomasa marina) como con núcleo (desde hace unos 2.100 millones de años) y los pluricelulares desde hace unos 1.000 millones de años (hongos, plantas, animales) (II.ª Parte). Lo hago deslindando el ámbito específico tanto de las ciencias positivas como de la filosofía y de la teología. Como se limpian de virus los ordenadores, es conveniente, urgente y hasta necesario limpiar toda investigación científica de cualquier virus ideológico, capaz de desestructurar y contaminar la realidad y el rigor del método de investigación. Es una manera de presentar las disculpas por interferencias del pasado en una dirección (caso de Galileo),2 así como, en la contraria, de «contestar» a los que, en nombre de la ciencia, dicen que Dios, el alma o el espíritu humanos —llamados también «el «yo consciente», o como se lo quiera denominar— y todo lo sobrenatural son innecesarios y consecuentemente inexistentes e incluso dañinos. El cientificismo lo hace en nombre de la ciencia, como si el científico fuera el único modo auténtico de conocimiento.3 Recorren esta línea los representantes de la llamada «Tercera Cultura». Siguiendo la dialéctica hegeliana, según C. P. Snow (1905-1980),4 la confrontación entre los intelectuales «literarios» (tesis) y los «científicos» (antítesis) desembocaría en la «síntesis» de la Tercera Cultura, de signo empírico, laicista, cientificista y escéptica respecto a lo trascendente. Sería la promovida en EE.UU. por el editor científico J. Brockman, autor de El nuevo humanismo (Kairós, 2007). Indiscutiblemente, las ciencias naturales y experimentales contribuyen no poco al conocimiento del universo, de la vida y del hombre, así como a la mejora de las condiciones de la vida humana. Pero muy poco, por no decir nada, tienen que decir en cuanto a los interrogantes últimos del ser y existir del hombre en el más acá y en el más allá de la muerte. Pero el científico corre el riesgo de padecer miopía, de no ver sino lo inmediato o sensible y experimentable, que 4

está habituado a observar y analizar. Como el reflector de un navío o de un faro, del inmenso panorama marino en flujo incesante va espumando ahora una racha o porción, luego otra, pero siempre del círculo de la inmediatez. Propende a no caer en la cuenta de que la realidad inmediata y «positiva» o positivista no es la realidad completa ni mucho menos.5 El cientificismo es un virus ahora muchísimo más activo que el contrario. A veces se afanan en propagarlo con fervor proselitista e ímpetu militante y hasta agresivo. Piénsese, por ejemplo, en R. Dawkins (zoólogo, profesor en Oxford), D. C. Dennett (filósofo). S. Harris (graduado en filosofía, estudioso de las religiones orientales y occidentales), H. Kroto (Nobel de Química). Es el «ateísmo» apellidado «nuevo» no porque sea un nuevo modo de pensar o de argumentar, sino por su forma ahora más descaradamente ofensiva. Invita a «salir a la calle» para emprender una lucha contra la religión «con el orgullo y ardor del lobby gay». Los tres capítulos de su programa son la eliminación de las religiones, la propuesta de un sustituto, centrado en el cientificismo, y el surgimiento de una nueva ética.6 El biofísico molecular y teólogo A. McGrath, en su obra reciente Dawkins’ God («El Dios de Dawkins») desenmascara las falacias lógicas que sirven de sostén a las conclusiones y a los razonamientos religiosos —o mejor, antirreligiosos— en sus ya numerosos libros.7 Se obstinan en eliminar a Dios y a la religión del todo, al menos de la vida pública y profesional. En su hornacina entronizan un ídolo, hechura de manos y mentes humanas. En lugar de las religiones existentes, especialmente del cristianismo, colocan una pseudorreligión, la idolatría de una ideología. Más aún, F. Tipler coloca «lo físico» y «la Física», pues la considera la única manera posible de conocer la realidad. Luego «o la teología es un puro sinsentido, un tema sin contenido, o, en último término, tiene que convertirse en una rama de la física... Si Dios es real, los físicos acabarán por encontrarlo».8 Acierta el genial novelista ruso Dostoievski en El adolescente: «El hombre no puede vivir sin arrodillarse... Si rechaza a Dios, se arrodilla ante un ídolo de madera, de oro o simplemente imaginario. Todos esos son idólatras, no ateos; idólatras es el nombre que les cuadra».9 En el extremo opuesto de los «nuevos ateos» se hallan, a partir del 1965, un nutrido grupo de científicos (astrofísicos, biólogos, médicos, investigadores y profesores, varios de ellos premios Nobel), originariamente vinculados a los observatorios astronómicos de Monte Wilson y Monte Palomar, y de las universidades de Princeton y Pasadena, que integran la llamada «Gnosis de Princeton», nombre impuesto en 1969 por sus opositores, afectados de agnosticismo, naturalismo y materialismo, y que ellos aceptaron no sin humor. Esta denominación les conviene solo en parte, en cuanto es una «gnosis» o «conocimiento peculiar», aunque no en el sentido del gnosticicismo antiguo (siglos II-III) y moderno (desde la última década del siglo XIX). Creen que las realidades metafísicas, por ejemplo la existencia de Dios y del alma espiritual, son demostrables según el método científico.10 A primera vista, el nuevo ateísmo y la gnosis de Princeton parecen ocupar 5

dos extremos opuestos. Pero los extremos se tocan a veces, también en este caso, pues se trata de dos usurpaciones o invasiones del campo religioso, belicosa la primera, ilegítima la segunda. Por la primera, la ciencia pretende reemplazar a la religión. Por la segunda, se considera capaz de demostrar lo indemostrable científicamente, tanto por la realidad en sí misma como por la incapacidad e inadecuación del método científico a lo metafísico y trascendente. Resulta fácil olvidar que la ciencia y su método son incapaces de llegar a lo espiritual, tanto para afirmar como para negar su existencia y propiedades. Ni Fidias hubiera podido tallar su majestuoso Zeus con un pincel, aunque fuera el velazqueño, ni Velázquez pintar Las Hilanderas con un cincel, aunque fuera el fidiano. La ciencia, la filosofía y la teología se mueven en planos distintos, si bien interconectados. Si dos automóviles siguen la misma línea en la misma carretera, pero en direcciones opuestas, chocan si no se detienen antes. Pero si tres aviones pasan sobre el mismo punto, pero a distintas alturas, no chocan, sino que permiten contemplar el paisaje con horizontes diferenciados. Esto es lo que ocurre con la ciencia, la filosofía y la religión respecto del punto concreto del origen y evolución de las cosas y seres. Recuérdese también la parábola del astrónomo A. Eddington, que habla de un hombre empeñado en recoger muestras de la vida submarina para su estudio. Usaba una red, cuyas mallas medían tres pulgadas (unos 76 mm) de longitud. Naturalmente pescó peces de diversas clases, pero ninguno más pequeño que la dimensión de cada malla. Lo grave, por no decir lo ridículo, fue su conclusión, confirmada por su experiencia: en las profundidades marinas no hay peces menores de tres pulgadas. Si se empleara solamente la red de la ciencia, apta para lo material y energético, sería absurdo extrañarse de no capturar la evidencia de lo espiritual y, por lo mismo, negar su existencia y su realidad peculiar Además de la diferenciación de niveles o planos, que existe, debe tenerse en cuenta que la religión no es simplemente uno de tantos entre los muchos planos o perspectivas (el físico, el biológico, el científico, el social, el político, el estético, etc.) del hombre y de la sociedad e incluso del universo. No es uno más como si se tratara de un estrato geológico incomunicado con los demás. Lo religioso, o sea, la vinculación del hombre con Dios, abarca e impregna todo lo humano, aunque no todas sus partes por igual. Últimamente Hawking11 y tantos otros afirman o al menos sugieren que la ciencia llegará a explicarlo todo haciendo innecesaria la existencia y la intervención de Dios en el mundo, en la historia de la humanidad y en la vida del hombre. Pero esta es una conclusión acientífica, o sea, indemostrable experimentalmente, y que además iguala la ciencia a la religión; más aún, convierte la ciencia en cientificismo, es decir, en ideología, por no decir en religión. Las cosas inertes cambian, en cierto modo se desarrollan, al menos por agregación y rarefacción. La condensación de los gases y de otros elementos interestelares e intergalácticos formó los planetas, las estrellas y las galaxias. Los electrones y los quarks, constitutivos de los protones y de los neutrones, originan los átomos. La agregación de 6

átomos forma las moléculas y la de estas, las células. Los seres vivos, la vida misma, se presentan siempre como algo que se desarrolla desde dentro, pero siempre nacen y crecen en una dirección determinada. Nunca una bellota se transforma en un clavel, ni un huevo de gallina en un águila. Todo lo que se desarrolla en virtud de su dinamismo tiene una causa como el agua de los ríos su manantial. El azar es compatible con la causalidad, que será fortuita, un ir hacia acá o hacia allá sin rumbo fijo, algo así como el borracho, pero carece de finalidad. Curiosamente las mutaciones o cambios evolutivos, aunque fortuitos, estarían determinados por su utilidad funcional. Tras varios intentos, la línea evolutiva acertaría siempre con la salida mejor, más progresiva. Ocurriría como en la reencarnación de las almas según las modernas sectas de origen hindú, implantadas en Occidente (también según la teosofía, la Nueva Era, el espiritismo). Ya no habría traspiés ni retrocesos o reencarnación de las almas en cuerpos humanos de perfección inferior ni en animales, aunque los hay según el hinduismo. La reencarnación sería siempre progresiva y ascendente. Pero ¿por qué la selección natural, tras «examinar» las mutaciones, «aprueba» y da de paso solamente a las beneficiosas mientras «suspende» o elimina las perjudiciales? ¿Lo hace para evitar la desintegración de los seres vivos, pues de otro modo «los efectos de la mutación serían análogos a los de un mecánico que cambiase las partes del motor de un automóvil al azar, sin tener en cuenta el papel de cada parte dentro del motor?».12 La física y la biología pueden prescindir de la finalidad o direccionalidad. En cambio la filosofía debe planteársela. Si hay organización, y la hay en el universo, si hay desarrollo evolutivo, debe hablarse de finalidad, de dirección hacia una meta como los ríos hacia el mar. La finalidad en el universo y en el hombre supone la existencia de un creador. No hay diseño sin diseñador, ni reloj sin relojero. Si vemos algo tan elemental como una serie de puntos blancos o tres líneas de forma triangular sobre un encerado negro, no necesitamos peguntar si alguien los ha trazado. Sabemos con certeza que no se han hecho a sí mismos. ¿Y los millones de millones de estrellas, puntos luminosos en la negrura de la noche? Sobra decir que, desde la perspectiva científica, toda metáfora y comparación necesita algunas matizaciones, que, en los casos precedentes, están al alcance de cualquiera y, además, se explicitan en esta obra. Darwin no se opuso a la creación, sino a la creación de las especies tal como las vemos ahora. Suele contraponerse creación y evolución, judeocristianismo y evolucionismo. Pero la evolución no se opone a la creación, sino a la emanación, tanto a la panteísta (hinduismo) como a su desacralización o secularización (budismo). «La evolución es algo que acontece dentro de la creación» (E. Agazzi).13 La nada ni existe ni es capaz de evolucionar. Una cosa es la evolución y otra sus interpretaciones, aquejadas de ideología, a veces materialista, con más frecuencia de la debida. Las interpretaciones ideológicas no son ciencia, aunque alardeen de científicas. Una vez más tiene razón la sabiduría del refranero popular: «Dime de qué presumes y te diré de qué careces». La creación se refiere a la aparición de las cosas; la evolución, a su desarrollo posterior. Lo ya existente puede diversificarse y evolucionar. Pero ¿cómo y por qué o por obra de 7

quién existe lo existente? La evolución es el medio providencial y capaz de ir desplegando la vistosa multiplicidad de cosas y de especies a partir de lo uno de máxima condensación, que estalló en el instante del Big Bang o «explosión primigenia» y que, con su expansión, ha ido haciendo el tiempo y el espacio con sus cosas. Dios, llamado «Causa primera» en el lenguaje filosófico y teológico, no es la primera de las «causas segundas» a modo del primero en una reata o serie, sino que se mueve en otro plano, las transciende al mismo tiempo que las dinamiza desde dentro de ellas mismas y lo va haciendo todo por medio de ellas, sus criaturas. Tiene razón san Agustín (Confesiones): «Tú (Dios, incluso durante mi alejamiento y olvido de ti) eras intimior intimo meo (más interior a mí que mi misma interioridad)»; también el cincelado verso de Paul Claudel: «Quelqu’un qui soit en moi plus moi-même que moi (Alguien en mí más yo mismo que yo)».14 «Un avance decisivo en la comprensión del origen del cosmos fue la consideración del ser en cuanto ser y el interés de la metafísica por la cuestión fundamental del origen primero o trascendente del ser participado. Para desarrollarse y evolucionar, el mundo primero debe existir y, por tanto, haber pasado de la nada al ser. Dicho de otra forma, debe haber sido creado por el primer Ser, que es tal por esencia... Santo Tomás afirmaba que la creación no es un movimiento ni una mutación. Más bien, es la relación fundacional y continua que une a la criatura con el Creador, porque él es la causa de todos los seres y de todo lo que llega a ser (cf. Suma Teológica, I, q. 45, a.3)».15 «La teoría de la evolución es más que una hipótesis», afirma Juan Pablo II. Añade: «Más que de la teoría de la evolución, conviene hablar de las teorías de la evolución. Esta pluralidad afecta por igual, por una parte a la diversidad de las explicaciones que se han propuesto con respecto al mecanismo de la evolución y, por otra, a las diversas filosofías a las que se refiere. Existen también lecturas materialistas y reduccionistas, al igual que lecturas espiritualistas. Aquí el juicio compete a la filosofía y, luego, a la teología». A continuación alude a «la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 25-29)» y a que «el hombre es “la única criatura en la Tierra a la que Dios ha amado por sí mismo”» y «está llamado a entrar en una relación de conocimiento y de amor con Dios mismo, relación que encontrará su plena realización más allá del tiempo, en la eternidad [...] según la constitución conciliar Gaudium et Spes, n.º 22 y 24». Concluye: «En consecuencia, las teorías de la evolución que, en función de las filosofías en las que se inspiran, consideran que el espíritu humano surge de las fuerzas de la materia viva o que se trata de un simple epifenómeno de esta materia son incompatibles con la verdad sobre el hombre. Por otra parte, estas teorías son incapaces de fundar la dignidad de las personas».16 Se ha comparado el universo (Hoyle) con un montón de chatarra que, removida por un huracán como los huesos de la visión del profeta Ezequiel (cap. 37), se habría transformado en un avión. Pero esto no podría suceder si no estuvieran allí todas las 8

piezas y sin un proyecto. El hombre no puede ser encasillado entre lo perteneciente solo a la naturaleza. Por ejemplo, para hablar no basta estar dotado de los órganos de la fonación. Además de tener esos órganos materiales, hay que tener algo que decir y, para esto, es preciso pensar. Los gemelos son genéticamente iguales, pero sus decisiones e ideas no son necesariamente iguales. En el ser humano se da una continuidad física por la evolución y una discontinuidad ontológica por su dimensión espiritual. De que algo provenga de algo no se deduce que lo procedente se reduzca solo y por entero a eso de lo que proviene. Y en la simple generación animal y humana, lo engendrado se diferencia siempre de sus progenitores, aunque solo en grado o no de modo esencial. La diferencia se eleva a la categoría de esencial en la creación del hombre en cuanto a lo creado y a su repercusión en el todo, en el organismo. Un cristiano puede ser evolucionista con tal que queden a salvo la creación del universo primordial y del alma humana, la providencia divina y la espiritualidad e inmortalidad del hombre. L’homme dépasse infinitment l’homme (Pascal), el hombre trasciende infinitamente al hombre, a lo humano fruto de la evolución. Sin el anclaje en la Verdad, la Belleza y el Amor que es Dios, el hombre se hunde en el incesante oleaje de la circunstancialidad contingente y relativista. Es importante despejar el interrogante «¿de dónde vengo?», pero lo es mucho más acertar en la respuesta a las preguntas «¿adónde voy?, ¿cuál es el destino del hombre?». Pues ya estamos aquí, ya hemos venido. Pero aún no hemos llegado a nuestro destino, que, en gran medida, depende de nosotros mismos. Según un proverbio senegalés, «Cuando ya no sepas adónde vas, date la vuelta y mira de dónde vienes». ¿No será este el diagnóstico del hombre occidental de nuestros días, obsesionado con el origen del universo y de la humanidad al mismo tiempo que se afana por ocultar todo lo relacionado con la muerte y el más allá e incluso siente cierta sensación de repulsa como instintiva a hablar de ella y hasta a emplear las palabras «muerte, eternidad, cielo, infierno»? La física estudia el origen de los átomos constitutivos de la materia y su unión para formar moléculas, los procesos de la materia y energía; la astrofísica indaga el origen y evolución del universo, así como la formación de las galaxias, estrellas, etc.; la química, el de los elementos y de las moléculas por la unión de los átomos; la biología, el origen de la vida o de los seres vivos; la paleoantropología, el origen y el desarrollo evolutivo de los seres humanos, y la paleontología, los organismos ya desaparecidos a partir de sus restos fósiles. Pero ¿hay alguna rama de la ciencia y del pensamiento que, a la luz de la razón, investigue el final o la desaparición del hombre sobre la Tierra, el de la vida y el del universo? En esta obra se trata del origen y del destino tanto del hombre como del universo sin olvidar el periodo intermedio entre su comienzo y su fin, o sea, su evolución, así como la de sus cosas y seres, especialmente el humano. Por otra parte, el origen y el fin o destino están entrelazados muy íntimamente. Tiene razón T. S. Eliot (1888-1945), aunque en un contexto diferente, cuando empieza uno de sus poemas más conocidos: In my beginning is my end, verso que figura como epitafio en su sepultura. El verso final del mismo poema invierte las palabras: In my end is my 9

beginning, o sea, «en mi origen está mi fin», mi destino final; «en mi fin se halla mi principio». Se cierra así el ciclo de la existencia del hombre, abierto a la eternidad. Si en su origen evolutivo el hombre no es sino átomos, o sea, materia, será incapaz de traspasar la barrera material del espacio/tiempo cósmico. Al revés, la subsistencia eterna del ser humano supone su origen no meramente terreno. Dada la especialización del autor en Filología Clásica y en Teología Patrística, no extrañarán las alusiones relativamente frecuentes al pensamiento de la Grecia antigua en cuanto a cuestiones astronómicas, atómicas, etc., y al de los escritores de los primeros siglos cristianos. «Muchas de las preguntas que se hace hoy la física son las mismas que se hicieron los primeros filósofos de la naturaleza», los presocráticos.17 Asombra que los griegos18 llegaran a intuir lo que la ciencia moderna ha logrado demostrar, por ejemplo, que todas las cosas y seres se componen de átomos diminutos e invisibles y de vacío, que los átomos están en continuo movimiento incluso en cuerpos en reposo o quietos, que su movimiento persiste por sí mismo sin cesar jamás (¿el principio de inercia?), que constan de dos ingredientes, que las distintas combinaciones y agregaciones de átomos componen los diferentes elementos y cosas, que el vacío es isótropo («sin arriba ni abajo, delante ni detrás»), etc., y tantas otras realidades insospechadas. Los atomistas griegos coinciden también con algunos modernos en sostener una concepción materialista de lo cósmico y de lo humano, en negar tanto la existencia de Dios como la espiritualidad e inmortalidad del alma humana. ¿La doctrina de Pitágoras (siglos VI-V a.C.) acerca de las relaciones rítmicas y matemáticas como la urdimbre más profunda de la naturaleza, sobre lo constitutivo básico de las cosas ha sobrevivido en la teoría actual de las «cuerdas» como elementos mínimos constituyentes de lo subatómico? Por algo la ciencia no ha existido sino en pueblos que han experimentado la influencia de la racionalidad griega, así como de raíces judeocristianas que eliminan la deificación de universo por su fe en un Dios personal Creador, que encomienda a su criatura racional, el hombre, el dominio de la Tierra, de todas sus cosas y seres (Gen 1,28). La doctrina de los griegos no ha perdido validez, al menos en su estructura general. El ilustre filólogo clásico, Antonio Tovar, en sus clases de la universidad salmanticense recordaba lo indicado y cómo los griegos midieron con precisión la distancia desde la Tierra al Sol y a la Luna, que la Tierra daba vueltas en torno del Sol, no al revés (Aristarco de Samos, siglo III a.C.), etc.19 A continuación lanzaba una pregunta en tono provocativo: ¿Por qué más tarde se olvidó, originando el caso Galileo? No sin esbozar una sonrisa irónica se respondía: «Porque no se examinaban». Lógicamente hay otras razones menos curiosas, más profundas. Piénsese, por ejemplo, en las peripecias de la transmisión textual de las obras de la Antigüedad, en los desastres que afectaron a la biblioteca de Alejandría con su casi un millón de volúmenes (incendios, terremotos, saqueos) y la consecuente desaparición de tantos libros relacionados con la temática de este estudio. Para ser conservados en una biblioteca, tarea realmente «costosa» en la doble acepción de este término, no se copiaban 10

ejemplares cuyo contenido se consideraba superado. Los autores que, en sintonía con el clima estimado seguro y avanzado en su tiempo, conseguían zanjar una cuestión debatida superando lo tenido como cierto y de sentido común hasta ese momento, sepultaban a sus predecesores. A lo más, citaban algunos fragmentos de sus obras, generalmente para refutarlos. Las obras, en cuanto tales, no se copiaban más y desaparecían. Como todavía no se había inventado la imprenta, cada ejemplar era como una edición diferente. Los autores anteriores fueron marginados por Euclides (siglo III a.C.) con su obra Elementos20 en el ámbito matemático y, unos siglos más tarde (II d.C.), por la irrupción avasalladora del astrónomo, astrólogo, matemático y geógrafo Claudio Ptolomeo con sus dos manuales: el Almagesto en astronomía y el Tetrabiblos en astrología.21 En ellos sistematiza todos los avances que se habían ido realizando en ambas materias, que él diferenció con claridad. Euclides dominará sin oposición ni disensión alguna hasta que, en parte, fue destronado por Newton (siglos XVII-XVIII) como este, también solo parcialmente, lo fue por Einstein (siglo XX). Ptolomeo conservó su señorío hasta Copérnico (siglos XV-XVI) y Galileo (siglo XVII). La física cuántica ha trastornado no pocas convicciones de los científicos. En esta materia, como en la de la evolución de los organismos, la aparición de un «cisne negro», o sea, la observación de algo sumamente raro, imprevisto e impredecible, puede derrumbar la creencia universal en la existencia exclusiva de «cisnes blancos», es decir, una convicción concreta e incluso una estructura aparentemente asentada sobre la roca del rigor científico y de su aceptación ya generalizada. He aquí un caso concreto. Todos, expertos y vulgo, han estado convencidos de que todas las cosas, aparte de vacío, se componen de átomos y estos, a su vez, de electrones, que giran alrededor de su eje (movimiento de rotación) y del núcleo atómico (movimiento de traslación), integrado por neutrones y protones. La llamada «teoría de las cuerdas» está sacudiendo estos cimientos de todas las cosas. Empezó su andadura un tanto titubeante en 1968, y ya con un ritmo decidido en 1980. En 2001, gracias a B. Greene, su espectáculo maravilloso pudo ser contemplado por el vulgo, aunque todavía solo por sus espectadores mejor preparados. La acción de este terremoto, provocado por la irrupción explosiva de las cuerdas subatómicas, ya ha empezado el cuarteamiento y derribo, al menos parcial, de toda la estructura cuántica e, indirectamente, de la cósmica. Según la teoría de las cuerdas, todas las cosas se componen de una especie de bucles, filamentos o cuerdas en estado de permanente e incesante vibración. Los quarks (protones, neutrones) y los electrones son cuerdas iguales, pero que vibran de modo desigual, diferente. Las «resonancias» o vibraciones de las cuerdas subatómicas, como las del violín, son incontables, casi-infinitas. Ya no debería hablarse de «partículas elementales», «puntuales» o especie de puntos, sino de «cuerdas vibratorias» que, dada su longitud mínima, parecen «puntuales», aunque de hecho no lo sean. Una serie de indicios avalan la existencia y naturaleza de estas cuerdas, pero todavía no se ha podido comprobar y demostrar de modo directo. ¿Será posible observarlas así? Al parecer los aparatos más 11

avanzados de la ciencia y tecnología actuales tal vez lo permiten. La longitud media de las cuerdas es aproximadamente la llamada «longitud de Planck», o sea, se necesitan cien trillones de cuerdas, o como se lea la unidad seguida de 20 ceros, para cubrir el diámetro de un protón, que es cien mil veces más pequeño que un átomo. Y un átomo es tan insignificante que si una naranja aumentara su tamaño hasta transformarse en la Tierra, los átomos de la naranja tendrían el tamaño de las cerezas. La investigación científica en cualquier terreno —también en el atómico y en el de la evolución— está sometida a terremotos, a veces demoledores. Varios quedan registrados en esta obra. Por eso, no se entiende el tono engolado y hasta dogmático de algunos investigadores. Los griegos de pupilas muy abiertas contemplaron el universo. Al contemplarlo se extrañaron de que hubiera orden a pesar de su movimiento incesante, tanto físico (de un lugar a otro) como cambio, vital o no (nacimiento, desarrollo fisiológico, psicológico y ético, muerte). Por eso llamaron «cosmos» («orden, ornamento» en griego) al universo. En ese mismo instante, según Platón y Aristóteles, del thaumazeîn («admirarse», gr.) brotó el ver y conocer filosófico. Este es, en el fondo, el origen de todo conocimiento, también del alcanzado mediante la investigación científica. Este es asimismo el origen de este libro. He «mirado» el mundo y sus cosas al mismo tiempo que «admirado» su realidad, su multiplicidad y su proceso evolutivo. Es el doble significado del mirari latino, de donde proviene «mirar» en español, que es mucho más que el simple «ver». No es posible contener la admiración cuando se estudia desde lo mínimo (electrones y quarks, constitutivos del átomo) hasta lo máximo (estrellas, galaxias), así como la evolución de los organismos vivos y sus vericuetos hasta llegar al hombre. Y todo —desde los electrones, átomos y moléculas hasta los satélites, planetas, estrellas y galaxias— en doble movimiento incesante de rotación en torno a su eje y de traslación alrededor de un cuerpo de mayor capacidad atractiva (fuerza de la gravedad). Este doble movimiento físico se eleva de nivel en el hombre, transformándose en psicológico, ético y religioso. El hombre gravita en torno de sí mismo, una reflexión intelectiva o examen de conciencia que, si se exagera, puede degenerar en depresión patológica, autismo o ensimismamiento enfermizo. El centro del movimiento humano de traslación se llama prójimo y Dios. Cuando, en el año 2001, se transmitió a todo el mundo la creación del primer borrador del genoma humano (el ADN), el presidente de EE.UU., Bill Clinton, dijo: «Hoy estamos aprendiendo el lenguaje con que Dios creó la vida. Estamos llenándonos aún más de asombro por la complejidad, la belleza y la maravilla del más divino y sagrado regalo de Dios». Francis S. Collins, líder del Proyecto Internacional Genoma Humano, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, añadió: «Es un día feliz para el mundo. Me llena de humildad, de sobrecogimiento, el darme cuenta de que hemos echado el primer vistazo a nuestro propio libro de instrucciones, que previamente solo Dios conocía». El mismo Collins reconoce que sus palabras no eran ni cínicas ni diplomáticas. «Muy al contrario, para mí la experiencia de la secuencia del genoma humano, y de revelar el más notable de todos los textos, era a la vez un asombroso logro científico y 12

una ocasión para orar».22 Comparto esos sentimientos de admiración, «asombro, sobrecogimiento, humildad, belleza, maravilla, oración» al estudiar el ADN humano, que necesariamente se desbordan en un canto de alabanza de Dios al contemplar todo el universo, que incluye el genoma humano y es muchísimo más que él. Dicen que el conocimiento racional de lo divino es analógico, o sea, inadecuado al mismo tiempo que adecuado. Puede decirse también analógico el conocimiento que los ciegos de nacimiento tienen, por ejemplo, del color rojo. Lo he preguntado a dos y ambos lo han relacionado con el sonido fino y penetrante del violín. Hay menos distancia entre los colores y los sonidos (vibraciones aunque de distinta frecuencia) que entre Dios y la inteligencia humana. El concilio IV de Letrán «declara explícitamente que por grande que sea la semejanza que aparece entre el Creador y la creatura, siempre es mayor la desemejanza entre ellos».23 Dios en sí mismo no es una realidad evidente. Se halla lo suficientemente claro y al alcance de la razón como para que pueda descubrirlo el dotado de buena voluntad, pero al mismo tiempo tan oscuro como para que no lo descubra quien no quiera. De ahí que el hombre goce de libertad a la hora de aceptar o de rechazar a Dios por vía racional. El conocimiento de lo divino será analógico en el plano meramente especulativo. Pero el verdadero conocimiento de Dios o se traduce en el silencio de lo inefable o, si se expresa con palabras, será doxológico (dóxa, «gloria» en gr.), es decir de glorificación extasiada. Francisco de Asís repite seis veces «loado mi Señor» (por el hermano Sol, Tierra, etc.) en su conocida poesía que termina con la invitación: «Las criaturas todas, load a mi Señor». Es que, con palabras de S. Juan de la Cruz: «Mil gracias derramando pasó [Dios] por estos sotos con presura y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura». [Todas las criaturas] «de ti van mil gracias refiriendo, y todos más me [el alma] llagan y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo».24 Invito al lector a descubrir, leer e interpretar el libro, hecho de imágenes e ilustraciones, de las maravillas y la belleza, que palpitan en el universo y en el hombre mismo. Con palabras de Benedicto XVI en la alocución citada, «’Evolucionar’ significa literalmente “desarrollar un rollo de pergamino”», o sea, leer un libro. La imagen de la naturaleza como un libro tiene sus raíces en el cristianismo y ha sido apreciada por muchos científicos. Galileo veía la naturaleza como un libro cuyo autor es Dios, del mismo modo que lo es de la Escritura. Es un libro, cuya historia, cuya evolución, cuya “escritura” y cuyo significado “leemos” de acuerdo con los diferentes enfoques de las ciencias, mientras que durante todo el tiempo presupone la presencia fundamental del autor que en 13

él ha querido revelarse a sí mismo. »Esta imagen también ayuda a comprender que el mundo, lejos de tener su origen en el caos, se parece a un libro ordenado; es un cosmos. A pesar de algunos elementos irracionales, caóticos y destructores en los largos procesos de cambio en el cosmos, la materia como tal se puede “leer”. Tiene una “matemática” ínsita. Por tanto, la mente humana no solo puede dedicarse a una “cosmografía” que estudia los fenómenos mensurables, sino también a una “cosmología” que discierne la lógica interna y visible del cosmos». John Barrow, nacido en Londres (1952), matemático y astrofísico, premio Templeton, fundado para fomentar el conocimiento de las realidades espirituales, lanza una pregunta: ¿Por qué el universo es matemático? (título de uno de sus libros, 1992) más real e importante de lo que pueda parecer a primera vista, aunque los números son una elaboración de la mente humana, no objetos que se cuenten entre las cosas materiales del universo. No obstante, cierra su obra Las constantes de la naturaleza (cf. Bibliografía) catalogando los números como el molde con el que se forma el universo, los códigos de barras de una realidad última que nos permitirá algún día desvelar el secreto del universo. Como todos los propulsores del principio antrópico,25 se pregunta: «¿Por qué el universo es como es? ¿Por qué, a pesar de tener otras innumerables posibilidades, el universo tomó la forma exacta que ha permitido la existencia de seres inteligentes: los hombres?». Se sabe que cambios mínimos en muchas de las constantes del universo y de los organismos anteriores e inferiores al hombre habrían hecho imposible la vida en la Tierra, mucho más la de los seres racionales en su materialidad. De acuerdo con el principio antrópico, se contesta: el universo es como es (matemático, inteligible, legible, reducible a ecuaciones) para poder albergar la vida inteligente, a observadores capaces de leer los signos cósmicos, de comprender cada vez más y mejor el universo y sus componentes. Una motivación: algunas efemérides en el año 2009 La publicación de este libro queda justificada por la importancia y actualidad de los temas tratados. Además, hay otro motivo de orden más bien cronológico pues, en este año 2009, concurren una serie de coincidencias conmemorativas que avalan la oportunidad de su publicación. 1. Unos años antes del 1609 habían sido inventados unos anteojos que permitían ver más cerca los objetos. En 1609 se podían adquirir en algunas ópticas de París. En ese mismo año Galileo Galilei los transformó en el primer telescopio de tres aumentos, que muy pronto fueron de 32. Con él exploró el cielo nocturno, realizando varios descubrimientos que le dieron cierta notoriedad (que la Luna no era una esfera perfecta y lisa, los satélites del planeta Júpiter, las fases de Venus y Mercurio al modo de las lunares). Este cuarto centenario del uso del telescopio con fines astronómicos justifica que la ONU haya declarado el 2009 «Año Internacional de la Astronomía». 14

2. En cuanto a la tercera parte de este libro, hace casi 400 años (exactamente 389) que Sor María de Jesús empezó (año 1620) la evangelización de varias tribus indígenas del actual estado de Texas (EE.UU.) con su cuerpo energético o inmaterial sin que su cuerpo físico o material hubiera salido jamás de su lugar de nacimiento —Ágreda (Soria)— ni desde sus 16 años de edad de su convento de clausura, el de las franciscanas concepcionista. Imagina, lector, el asombro de los PP. franciscanos ante unos indios desconocidos, pertenecientes a tribus totalmente desconocidas para ellos, que quieren ser bautizados y, al exigirles como condición previa el conocimiento del catecismo, comprueban que lo saben de memoria, asombro que se convierte en estupor inimaginable cuando identifican a la misionera, una religiosa de clausura que no habla ni entiende otro idioma que el español. 3. Respecto de la segunda sección de esta obra, han transcurrido 200 años desde el nacimiento (febrero de 1809) de Charles Darwin y 150 años desde la publicación (noviembre de 1859) de su obra básica Sobre el origen de la especies. Los 1.250 ejemplares de la primera edición se agotaron el mismo día de su lanzamiento. 4. Además, en este año de 2009, en Burgos se concluye el edificio del Museo de la Evolución Humana (MEH), símbolo de la ciencia, de la evolución —en especial, la antropológica— y de la Sierra de Atapuerca, distante de Burgos 25 km, patrimonio de la Humanidad. La silueta anodina, aunque acristalada, de su edificio se refleja en el espejo fluyente del río Arlanzón como, prácticamente enfrente, lo vienen haciendo desde el siglo XIII las líneas gráciles y esbeltas de sin par belleza de la catedral gótica. Con palabras de E. Carbonell, codirector del equipo investigador de Atapuerca, «El proyecto (del MEH) es muy interesante y enriquecedor; en Burgos habrá dos catedrales: la de las creencias religiosas y la de la ciencia».26 Fe y Ciencia se yerguen como dos catedrales, pero no enfrentadas, sino complementarias al estilo de los dos chapiteles, modelos de simetría y de blondas ascensionales de piedra suplicante en la catedral burgalesa, dos brazos tendidos hacia las alturas por ansias de verdad, belleza y trascendencia. Atapuerca, sus yacimientos y cuevas despiertan en el autor una incontenida nostalgia de otros yacimientos y cavernas, ubicados también en la provincia burgalesa, aunque en su zona norteña, a unos 90 km de la capital. Me refiero al complejo cárstico de Ojo Guareña (Merindad de Sotoscueva), mi tierra natal. Las vivencias a veces enseñan más que las clases y explican la preferencia del autor por ciertas cuestiones. He recorrido 215 de sus 380 cuevas y simas,27 solo o en compañía desde la niñez (en dos vacaciones estivales con un grupo de estudiantes de la Facultad de Teología del Norte de España en su sede de Burgos). Solamente en una de estas cuevas, la principal (san Tirso/Palomera), ya han topografiado 110 km sin que haya concluido el inventario; a veces dos y hasta cinco planos o pisos distintos, superpuestos en varios trechos; tres ríos subterráneos, más de 50 lagos en la época de estiaje (una galería con 7 seguidos de 6 m de profundidad), dos cataratas (una de ellas, Sima Dolencias, de 54 m de caída o altura), pinturas 15

rupestres paleolíticas (4 salas), grabados paleolíticos y pospaleolíticos trazados a mano sobre la leve capa arcillosa de la roca o con sílex (7 salas y galerías), un relieve, huellas de pies descalzos (4 salas y galerías), hoyos (6 galerías, dos de ellas escalonadas y con el techo recubierto de grabados) sin contar la salas y galerías con tallas líticas, módulos de sílex, percutores, afiladores, molinos pétreos de mano, morteros, hachas, huesos trabajados, cerámica, de todos los tipos y épocas, restos óseos humanos. Y todo esto se halla a la vista sobre el suelo o en las paredes, pues todavía no se ha comenzado la excavación programada. Además, hay restos de la actividad del hombre prehistórico en otras varias decenas de cuevas en este reticulado cárstico ojoguareñense. He demostrado el sentido auténticamente religioso del hombre paleolítico, no simplemente mágico o prerreligioso, como se ha venido enseñando desde comienzo del siglo XX. Más aún, trato de identificar los rasgos individuales de su religiosidad, que aparece como telúricomistérica, o sea, se retrotrae al Paleolítico Superior o reciente (por lo menos desde el 30.000 a.C. hasta su final en torno al 8.500 a.C.) la religiosidad telúrica vigente durante el Neolítico. Es una hipótesis apoyada en no pocos síntomas convergentes en la misma dirección y, por tanto, con un elevado índice de probabilidad.28 Esta religiosidad rebrotó en forma de religiones mistéricas más tarde (siglos inmediatamente anteriores y posteriores al nacimiento de Jesucristo)29 y, hasta cierto punto, en nuestros días (New Age/Nueva Era).30 Dentro de la cueva principal y como su vestíbulo, se hallan dos estancias, una de ellas símbolo de lo religioso (el eremitorio rupestre de san Tirso y san Bernabé) y la otra de lo cívico (la sala del Ayuntamiento de la merindad de Sotoscueva, usada para sus sesiones desde mediados del siglo XVIII hasta el año 1924). Anteriormente las sesiones tenían lugar allí esporádicamente, de ordinario sobre la cueva alrededor de una encina «a modo de rueda», o sea, sobre el suelo y sin precedencias ni distinción de clases sociales, pues en Castilla todos los «omes (hombres)» son «egales». Alrededor de un árbol celebraban sus sesiones en las siete merindades de la Cuna de Castilla (actual partido judicial de Villarcayo), como en Guernica (Vizcaya), etc., al menos desde la invasión de los celtas (en torno al año 1000 a.C.) y su fusión con los autóctonos, que originó el pueblo llamado aquí «cántabro». Un protagonista de estas sesiones sería el cántabro de 1,75 metros de estatura y complexión atlética que entró en cueva san Tirso/Palomera hacia el siglo VI a.C. y se perdió. Junto a su esqueleto (ahora en el Museo Provincial de Burgos) estaban el broche y la fíbula de bronce de su cinturón con una especie de grapas para sujetar su revestimiento de cuero. Para sobrevivir, hizo una pequeña represa con arcilla y fragmentos de estalactita, que recogía el agua goteada por las estalactitas. En los bordes de la represa se conservan todavía sus huellas dactilares; en el suelo, las del estambre de su capa, de las rodillas, etc.; en un largo itinerario, sus pisadas hacia una salida que no encontró. ¿Qué pensó, sintió o rezó durante su prolongada agonía? Observaciones 1. Entre nosotros, un «billón» (tera) equivale a un millón de millones 16

(1.000.000.000.000), o sea, la unidad seguida de 12 ceros, como un «millón» (mega) es la unidad seguida de seis ceros: 1.000.000. En cambio, en EE.UU un «billón» equivale a mil millones (giga), es decir, la unidad seguida de 9 ceros (1.000.000.000). Algunos europeos lo llaman «millardo». En libros traducidos del inglés publicados en EE.UU sobre astronomía y sobre los átomos, etc., a veces explicitan qué entienden por «billón» y sus derivados. La mayoría no lo hacen. Entonces puede surgir la duda acerca del valor de la cifra consignada en «billones, miles de millones, billonésima parte de...». A pesar de la posible incertidumbre, como es lógico, respeto la cifra o lectura del texto impreso. Por razones prácticas, a fin de no reiterar la misma aclaración y equivalencia, he aquí otras cifras: — 10 unidades ( deca); 100 (hecto); 1.000 (kilo); 1.000.000 (mega) un millón; — cien mil millones 100.000.000.000 (la unidad seguida de 11 ceros). — mil billones (peta): 1.000.000.000.000.000 (la unidad seguida de 15 ceros). — cien mil billones (en Europa) 100.000.000.000.000.000 (17 ceros) — un trillón (exa): 1.000.000.000.000.000.000, (la unidad seguida de 18 ceros). En notación decimal: —décima parte ((deci): 0,1; la décima parte de una décima es una centésima (centi): 0.01; milésima, o sea, la décima parte de una centésima (mili): 0,001, una de cada mil partes de un todo. — millonésima parte (milésima parte del milímetro) (micra): 0,000.001, cada una del millón de partes iguales de un todo. - cien millonésima 0.000.000.001 — mil millonésima (millardésima) parte (nano): 0,000.000.001 (9 ceros antes de la unidad) — cien mil millonésima: 0.000.000.000.001, cada una de los 100.000 millones de partes iguales de un todo — billonésima parte (pico): 0,000.000.000.001, cada una del billón de partes de un todo. — milmillonésima parte (femto): 0,000.000.000.000.001 — trillonésima parte (atto): 0,000.000.000.000.000.001. Notación exponencial31 Es la notación a la vez científica y más sencilla. No hay que andar distinguiendo entre Europa y América, ni usar billones, millardos, petas, exas, etc. Consiste en juntar en el exponente todos los ceros que acompañen a la cifra. Responde a la pregunta: ¿cuántas veces hay que multiplicar una cifra por diez para obtener el resultado deseado? 102 = 10 por 10 = 100 (cien) 103 = 10 por 10 por 10 = 1000 (mil) 104 = 10.000 (diez mil) 105 = 100.000 (cien mil) 17

106 = un millón 1010 = 10 por 10 por 10 por 10 por 10 por 10 por 10 por 10 por 10 por 10 = 10.000.000.000. 1012 = un billón 1018 = un trillón En esta notación, 4 por 105 es un 4 y cinco ceros, o sea, 400.000 Lo mismo se aplica a los números muy pequeños o decimales 10–1 = una décima parte 10–2 = 0,1 por 0,1 = 0,01 (centésima) 10–3 = 0,1 por 0,1 por 0,1 = 0,001 (milésima) 10–6 = una millonésima 10–9 = una milmillonésima; 10–12 = una billonésima 10–15 = una milbillonésima Lo mismo puede aplicarse al tiempo: un milisegundo (10–3 segundos); un microsegundo (10–6 ); un nanosegundo (10–9, una milmillonésima de segundo); un picosegundo (10–12 segundos o billonésimas de segundo); attosegundo (10–18, la trillonésima parte de un segundo). En la década de 1990, los físicos introdujeron dos nuevas unidades temporales en el léxico oficial, a saber, el zeptosegundo (10–21) y el yoctosegundo (10 –24). En estudios aparentemente rigurosos se alteran, a veces notablemente, las cifras referidas a la misma realidad. Por ejemplo: el número de estrellas de nuestra galaxia, la Vía Láctea, según diversos autores asciende a 100.000, a 200.000 e incluso a 300.000 millones. Respecto al de las distintas clases de células del cuerpo humano, unos lo elevan a 300, otros lo reducen a 200. En esta obra sigo a los autores tanto o más competentes y rigurosos científicamente que los que divergen de ellos. Valoro también la mayor o menor antigüedad en la publicación de las obras en su primera versión original, datación que no siempre figura en las traducciones. Es presumible que los más cercanos a nosotros conozcan datos descubiertos o comprobados últimamente, que los más antiguos desconocen. Ojalá haya acertado en la elección. Quien lo desee puede ver en el «índice de autores» el nombre completo de los autores citados.

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PRIMERA PARTE EL ORIGEN, LA EVOLUCIÓN Y EL DESTINO DEL UNIVERSO La primera pregunta que, precisamente, se debería hacer es: ¿por qué razón existe algo en lugar de nada? GOTTFRIED WILHELM VON LEIBNIZ, siglos XVII-XVIII. (Responde remitiendo al «Ente/Ser necesario» o subsistente por sí mismo, en el cual se identifican ser y existir, y que es la razón suficiente de la existencia de todos los demás seres, los contingentes.) El misterio no es que lo que existe haya de desaparecer, sino el hecho de que exista algo y no más bien nada. MARTIN HEIDEGGER, siglo XX. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas... / Los cielos están narrando la gloria de Dios; el firmamento pregona la obras de tus manos. SALMOS 97,1; 19,2. Cuando contemplo el cielo / de innumerables luces adornado / y miro hacia el suelo / de noche rodeado, / en sueño y en olvido sepultado. // el amor y la pena / despiertan en mi pecho un ansia ardiente / despiden larga vena / los ojos, hechos fuente / y digo así con voz doliente: // Morada de grandeza, / templo de claridad y de hermosura, / mi alma, que a tu alteza / nació, ¿qué desventura / la tiene en esta cárcel baja y oscura? FRAY LUIS DE LEÓN, Noche serena. El consenso es casi unánime de parte de la ciencia física acerca de que la corriente del conocimiento se está dirigiendo hacia una realidad no mecánica. El universo empieza a aparecer más como una gran idea que como una máquina. La mente no es ya una intrusa en el campo de la materia. Comenzamos a sospechar que debemos aclamarla como la creadora del campo de la materia. No nuestras mentes individuales, sino la mente en la que existen como ideas los átomos de los que han surgido esas mentes nuestras individuales. JAMES JEANS, The Mysterious Universe. Cualquier sistema de pensamiento que niegue la abrumadora evidencia de diseño en biología es ideología. El propósito que guía a los seres en una dirección de la que ellos mismos no son responsables nos obliga a suponer una mente que ha sido su inventor, su Creador» CARDENAL CHRISTOPH SCHÖNBORN (New York Times, 7.7.2005, y Alba, 4.8.2005). 19

Todo el universo, para quien tiene fe, habla de Dios Uno y Trino. Desde los espacios interestelares hasta las partículas microscópicas, todo lo que existe remite a un Ser que se comunica en la multiplicidad y variedad de los elementos, como en una inmensa sinfonía. Todos los seres están ordenados según un dinamismo armónico que podemos analógicamente llamar Amor. BENEDICTO XVI, alocución en el Ángelus del domingo 11 de junio de 2006.

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Capítulo I En el Universo hay mucha más materia y energía oscura o invisible que visible Hasta hace muy pocas décadas no se dudaba a la hora responder a la pregunta: ¿qué es la materia? En cambio, ahora no se sabe qué es materia, aunque se sabe que no es «materia» en su sentido tradicional, o sea, algo sólido y continuo. La materia es energía y vacío. Las ondas energéticas son a la vez partículas o corpúsculos que se mueven en el vacío que no está totalmente vacío. Si no sabemos con precisión qué es la materia y lo material, ¿cómo pretender saber qué es lo espiritual?

1. La materia, la energía y su intercambiabilidad Isaac Newton termina su tratado Optics, «Óptica» (1704), sobre la luz con un cuestionario de 31 preguntas, cuya respuesta exigía tiempo, reflexión y experimentación. Una de ellas parecía paradójica, pero resultó profética: «¿Por qué la naturaleza no puede convertir la luz en cuerpos (materia) y los cuerpos en luz?». Si Newton hubiera proseguido sus investigaciones hasta haber confirmado su pregunta, habría descubierto la física cuántica. La demostración de la predicción newtoniana ocurrió casi 200 años más tarde. La palabra griega hylé y la latina materia significan «madera» y «materia», dos palabras españolas derivadas de la latina. La «materia», como la madera, es capaz de adquirir cualquier forma o configuración, por ejemplo: gas interestelar, planeta, árbol, cuerpo humano. Las apariencias engañan. Es verdad. La materia y sus cosas no son lo que parecen ser, a saber, «algo sólido, compacto o continuo, inmóvil, inmutable, eterno». Así la catalogó Aristóteles (siglo IV a.C.) y así la captan los sentidos, también el llamado sentido común. De esta manera lo material sería capaz de ser dividido y subdividido indefinidamente en partes cada vez más pequeñas. Así lo creían, todavía en el año 1911, científicos de indiscutible categoría (Svante Arrhenius, Plate, etc.) a pesar de que seis años antes (1905), un joven todavía desconocido y empleado en la oficina de patentes de Suiza, Albert Einstein, había expuesto la equiparación entre materia y energía en su teoría de la relatividad especial. Plasmó la equivalencia entre masa y energía en su famosa ecuación: E = mc2, en la cual E designa la energía; m, la masa y c la velocidad de la luz (elevada al cuadrado). Es decir, tanto la energía como la masa de los cuerpos aumentan con su velocidad. La masa está determinada por el número total de quarks y electrones que con el vacío correspondiente componen la materia. La materia es una forma de energía y como su coagulación; al revés la energía, una variante o forma de materia. Una partícula elemental y su antipartícula, al fusionarse, se volatilizan y se transforman en energía. Al 21

revés, la energía puede materializarse, por ejemplo un fotón gamma (un intenso paquete energético) puede materializarse en un electrón y un positrón (dos partículas). Materia y energía son dos formas de la misma realidad. La energía carece de masa, pero, al condensarse transformándose en materia, llega a tener masa. La proporcionalidad entre materia y energía equivale al cuadrado de la luz, o sea, 90.000.000.000.000.000, es decir, una unidad de masa proporciona 90.000 billones de energía. La materia es energía condensada o concentrada 90.000 billones de veces. La luz ya no es partículas o corpúsculos materiales según unos, ondas o procesos energéticos según otros, sino una realidad que se presenta como ondas y como partículas. Podríamos compararlo con el oleaje del mar que es agua continua, pero en olas u ondas ininterrumpidas o, si se prefiere, con un surfista que se desliza por encima del agua sobre una tabla al vaivén del oleaje continuo e ininterrumpido. De ahí el «enredo» cuántico y sus sorprendentes fenómenos. Podría decirse que la vida en la Tierra, también la humana, «depende» de la ecuación de Einstein, pues la luz y el calor solares, esenciales para la vida, son producidos por la transformación de cuatro millones trescientas mil toneladas de materia (hidrógeno, etc.) en energía en cada segundo. Tampoco es continua la radiación o transmisión de las ondas electromagnéticas. La luz de una linterna es como un chorro de luz. En las cuevas sirve para iluminar una pintura rupestre o un punto concreto, pero no ilumina todo el entorno como la luz del carburo. Si miramos de frente, la luz de la linterna se va haciendo cada vez más tenue a medida que nos alejamos, hasta que dejamos de verla. Pero si una rana —animal dotado de una sensibilidad ocular mucho más potente que la humana— mira la luz de la interna, nunca la perderá de vista por mucho que retroceda o se aleje. Pero, a una gran distancia, la rana verá que la luz empieza a parpadear. Los parpadeos a intervalos regulares se hacen cada vez más prologados sin que su brillo disminuya. A varios millones de kilómetros, la rana verá un parpadeo al día. En los experimentos se usan fotomultiplicadores, o sea, detectores de luz más potentes que los ojos de las ranas. De esta forma se comprueba lo mismo, es decir, que la diseminación de la luz tiene una frontera. Si se la traspasa, la luz deja de ser continua, se hace fragmentaria. Cada parpadeo o destello de la luz, es un «átomo» de luz, un fotón que incide en la retina. Se comprueba así la «cuantificación» de la luz. La onda no es rectilínea ni continua. Discurre fraccionada e interrumpida como a saltos, en paquetes o pulsos de energía, como a borbotones y parpadeos. El físico alemán Max Planck formuló la teoría, comprobada más tarde, del quantum (quanta en plural, latín), «cuanto, cuantos» en español, nombre impuesto a la especie de saltos o fogonazos que experimenta la energía de una onda cuando emite o absorbe radiación. En 1900, Planck «cuantifica» la radiación emitida por las cosas. Cinco años más tarde, Einstein, con su teoría de la relatividad especial, muestra que está «cuantizada» incluso la energía misma. La energía de la luz se transmite en cuantos llamados «fotón/es» (gr. fôs, fotós, «luz», de donde «fotografía») a la velocidad de 300.000 kilómetros por segundo (km/s) (casi 10 22

billones de kilómetros al año). Existe una relación ya conocida entre la temperatura y la cantidad o número de fotones. Por eso se sabe que hay 403 fotones, cuantos o granos de luz en cada centímetro cúbico de espacio. Una bombilla de cien vatios emite unos cien trillones de fotones en cada segundo. La luz es como un enjambre de partículas sin masa. La velocidad de algo o alguien no es otra cosa que la distancia entre dos puntos, dividida por el tiempo que emplea en recorrerla. En 1923, De Broglie se preguntó si partículas como el electrón se comportan como partícula y como onda e incluso imaginó la longitud de esta onda. Dos años más tarde, las experimentaciones científicas confirmaron sus suposiciones. Se cerraba así el círculo. Quedaba despejado afirmativamente el interrogante de Newton: la luz se transforma en cuerpos y los cuerpos en luz. Las ondas energéticas son partículas y las partículas son a la vez ondas. Einstein descubrió, además, que nada ni nadie puede superar la velocidad de la luz, que es siempre la misma aunque cambie el movimiento relativo entre la fuente de los fotones y el observador. Se ha observado una velocidad hasta diez veces superior a la de la luz en el cuásar 3C273 y en otros muchos cuásares compactos. Pero no se ha podido demostrar la realidad de este fenómeno, que sigue atribuyéndose a una ilusión óptica. Podría pensarse en acelerar la velocidad de un muón para que se mueva a 298.168 km por segundo (el 99,5% de la velocidad de la luz) de modo que se eleve su movimiento hasta el 99,9% y que, por fin, traspase la velocidad de la luz. Pero la velocidad aumenta la masa A su vez, cuanto mayor sea la masa de algo, más cuesta incrementar su velocidad. Cuando un muón se desplaza a un 99,9% de la velocidad de la luz, pesa 22 veces más que cuando está en reposo. Si se mueve a un 99,999%, su masa se multiplica por 224; a un 99,99999999% se multiplica por un factor superior a 70.000. Para superar la velocidad de la luz necesitará una energía e impulso infinitos, que es inexistente (B. Greene, pp. 84-85). No obstante, las galaxias se están alejando a una velocidad superior a la de la luz, sin que esto contradiga la afirmación de Einstein. La longitud de onda de todos los rayos electromagnéticos aumenta en proporción directa a la expansión de las galaxias, a medida que el universo se va expandiendo. En 1915 Einstein (teoría de la relatividad general) predijo que la luz no viaja en línea recta, pues sigue las geodésicas del espacio-tiempo. La línea geodésica es el camino más breve entre dos puntos que, en una esfera, es curvo y consiguientemente no es el que tiene menos kilómetros, a no ser que sea posible unir los dos puntos mediante un túnel o volar por encima siguiendo una línea recta. Pero, en este supuesto, nunca se aterrizará en el aeropuerto de destino. El avión se escapará por la tangente. Cuando vemos a un avión que vuela a elevada altura sobre nuestras cabezas, parece como si volara en línea recta y plana. Si prosiguiera su vuelo en esa línea recta y plana, terminaría por salirse por la tangente, pues la Tierra —y la atmósfera que la envuelve— es esférica, o mejor, está curvada. Recta parece ser la línea de la sombra del avión sobre la tierra o sobre el agua marina en el trecho corto perceptible a simple vista. Pero a poco que reflexionemos, caemos en la cuenta de que no es así. Sigue una línea curvada, la geodésica. Todo el 23

espacio sideral está curvado. Las ondas se diferencian por su longitud y por su frecuencia. El punto de referencia de las ondas son las marinas, las olas, y sobre todo los círculos concéntricos, cada vez más tenues, que se forman en las superficies acuosas cuando se arroja una piedra. La frecuencia o amplitud de onda es el número de oscilaciones (círculos en el agua) por segundo, llamadas «ciclos» («círculo» en griego), también «herzios» (del apellido del científico alemán H. Hertz). La longitud de onda designa la distancia entre las dos crestas sucesivas de cada onda u ola. Es diferente según las distintas clases de radiación. Las ondas de la radio se clasifican en «corta, media y larga». Cuanto más breve o corta sea la longitud y mayor la frecuencia de una onda, mayor será su energía. Lo mismo se comprueba según se pulse la cuerda de un instrumento musical de un modo más o menos frenético, fuerte o sereno. Si se tiran dos piedras a cierta distancia en un estanque, se forman dos series de círculos concéntricos, que en un momento determinado se interferirán, o sea, se entrecruzarán. Cuando las crestas de un conjunto de ondas de radio, etc., se entrecruzan no con las crestas de otro, sino con sus valles, se producen las «interferencias», o sea, se anulan en vez de sumarse los conjuntos y formar uno más potente, que es lo que pasa si se entrecruzan crestas con crestas. Por culpa de las interferencias, los sonidos de radio o las imágenes televisivas o no se captan o se captan con ruido y sin nitidez. La física cuántica estudia la naturaleza y las leyes del mundo atómico y subatómico. Es la base de la maravillosa serie de los asombrosos inventos científico-técnicos de nuestro tiempo, tanto beneficiosos —la mayoría— como destructivos. Piénsese, por ejemplo, en la radio, la televisión, los rayos X, los microondas, la energía nuclear, el funcionamiento de los chips en los ordenadores y del ADN en las moléculas de los organismos vivos, el láser, internet, etc. La energía, en cualquiera de sus modalidades (química, calorífica, mecánica, gravitatoria, atómica), puede presentarse en sociedad de dos formas diferentes, a saber, la «potencial» o almacenada, como en reposo contenido, sereno, majestuoso, y la cinética o efecto del movimiento. Un glaciar o un lago helado es energía potencial. Se convierte en energía cinética cuando empieza el deshielo primaveral porque el calor transforma el agua helada en líquida, esta fluye montaña abajo y sirve para regar la campiña, para mover motores y producir energía eléctrica. Nadie conocía la reserva de energía nuclear almacenada en la primera bomba atómica hasta que fue lanzada por el piloto y este contempló asombrado el enorme hongo que se elevaba desde el suelo, e Hiroshima quedó arrasada.

2. El «enredo» o «entrelazamiento» cuántico Uno solamente puede influir de manera directa en lo «local», en lo que se halla cerca. Si alguien se halla en Burgos y quiere hacer algo en Madrid, debe recorrer el espacio intermedio. Puede trasladarse a distinta velocidad y comodidad (a pie, en coche, tren, 24

avión). Se alcanza la máxima velocidad posible en el enredo cuántico, pues puede hacerse en determinadas condiciones sin necesidad de trasladarse de un lugar a otro. Es lo designado por el tecnicismo «enredo», que se dice de dos o más cosas relacionadas entre sí aunque de hecho se hallen separadas. Algunos (B. Greene) lo llaman «entrelazamiento», también «superposición».32 En las realidades cuánticas, cuando dos cosas han interactuado al menos una vez, cada una de ellas está constantemente informada de lo que le pasa a la otra. Incluso si están separadas, se comportan como si permanecieran unidas. Fue descubierto por Einstein y sus dos colegas N. Rosen y B. Podolsky en un artículo publicado en 1935, si bien lo rechazaron por absurdo. Einstein la llamó «fantasmal».33 Pero, en la década de los 80, los avances científicos y tecnológicos permitieron demostrar experimentalmente la conexión instantánea entre realidades cuánticas distantes. Mas ¿cómo puede «saber» la partícula A lo que le pasa a la partícula B? Si en B se producen cambios, ¿cómo puede no solo conocerlos, sino experimentar esas mismas alteraciones en sí misma, aunque A y B estén separadas por miles de kilómetros? La distancia no repercute en su interconexión. Es necesario profundizar más en la relación entre la física cuántica y la teoría de la relatividad, todavía controvertida en algunos aspectos. Dada la relación entre las dimensiones espaciales y el tiempo (teoría de la relatividad), ¿se demostrará algún día algo semejante en cuanto a lo separado no espacial, sino temporalmente? En el espacio podemos avanzar o retroceder, dar unos pasos hacia delante y otros hacia atrás o en cualquier dirección (izquierda, derecha); en el tiempo, no. ¿Será por su unión con el espacio que no se contrae ni se retrae o rebobina? El espacio cósmico se va agrandando mediante la expansión incesante del universo hacia delante. Por su parte, la flecha del tiempo señala siempre hacia delante, hacia el futuro, no hacia atrás, el pasado. Las velas se consumen, pero no se rehacen. El agua derramada no se recoge en el recipiente que la contenía como si diera marcha atrás hasta el tiempo anterior a su derramamiento. La perdiz matada por equivocación no se recompone como si no hubiera sido herida, menos aún con vida. El avance o retroceso a voluntad no se da sino en la realidad virtual de la moviola que repite las jugadas futbolistas cuantas veces desee quien la maneja. Pero la precognición, la premonición y la profecía atraen de un modo u otro el futuro al presente. Por otra parte, ahora nunca es exactamente ahora. Vemos el pasado, no el presente. Todo lo que vemos ahora con nuestros ojos en su realidad real y en la virtual (imágenes de televisión, aunque lleguen en transmisión directa, no voluntariamente diferida) ya ha sucedido hace el tiempo que la luz de lo visto tarda en llegar a nuestros ojos. El retraso es mínimo cuando se lee un libro, casi inimaginable si se trata de las estrellas distantes de la Tierra miles de millones de años luz. El enredo cuántico permite influir a distancia. Esto no quiere decir que alguien pueda controlar algo más o menos distante de manera intencionada e instantánea. Significa que hay conexión entre localizaciones más o menos distanciadas, incluso entre localizaciones tan distantes que la luz no tendría tiempo para viajar de una localización a otra a su 25

velocidad (300.000 km por segundo). Se llama «enredo», porque se produce cuando las ondas de dos elementos cuánticos se enredan o entrelazan como atrapados en una red, que siente en todo su reticulado las acciones o movimientos ejercidos sobre cualquiera de sus partes. Si dos electrones quedan enredados, aunque se hallen distanciados por miles de kilómetros, cuando se actúa sobre uno, el otro reacciona también, sin que nada haya ido de aquí a allá, incluso aunque ni siquiera la luz a su velocidad, que es la máxima posible, haya tenido tiempo para viajar de una localización o suceso a otro. Luego la distancia en el espacio o el espacio mismo, aunque sea de millones de kilómetros, no puede ser considerado como lo es vulgarmente: el espacio intermedio o interpuesto entre dos localizaciones, al menos en el ámbito de las realidades cuánticas. Así se transmiten los mensajes entre fotones. En el 2002 un equipo de científicos australianos consiguió desplazar los billones de fotones de un rayo entero de láser a un metro de distancia actuando sobre otro rayo láser con el cual el primero estaba enredado. Toda la información de un rayo pasó al otro inmediatamente, como de un salto instantáneo, pero sin cruzar el espacio vacío intermedio. El enredo y sus consecuencias en el nivel cuántico de la realidad es algo intuido de algún modo por D. Bohm cuando consideró el universo como un holograma. Entre los muchos descubrimientos modernos, ya sometidos a comprobación experimental, tal vez ninguno tan sorprendente como este, a saber, el del universo no local, el del enredo cuántico. Uno se queda sobrecogido cuando piensa en sus posibles derivaciones y aplicaciones a medida que se avance en su investigación científica. El enredo cuántico puede contribuir a explicar, entre otros fenómenos, el de la sincronización, o sea, la relación mutua entre dos o más cosas que aparentemente suceden casualmente, por ejemplo, las sensaciones idénticas de dos personas nacidas tras la partición del mismo óvulo (gemelos). ¿Ayudará a explicar algunos fenómenos paranormales o parapsicológicos (telepatía, bilocación, etc.) e incluso místicos? Aunque se trate de milagros en el sentido más estricto de esta palabra, los milagros son obras, extraordinarias al menos en cuanto al modo de su realización, debidas a la peculiar intervención divina, obras que son físicamente posibles y no metafísicamente imposibles. Por recurrir al ejemplo tópico, es física y metafísicamente imposible trazar un círculo cuadrado. Nadie, ni siquiera la omnipotencia divina, puede hacer lo metafísicamente imposible. Por otra parte, el principio admitido ya por todos —«la velocidad máxima es la de la luz», o sea, nada puede viajar más rápidamente que la luz— conserva su validez si se refiere a la materia o a la energía ordinaria. ¿La conserva también en las realidades cuánticas? Los expertos responden negativamente. Se apoyan en que, en el enredo cuántico, no viaja información. Ciertamente puede comprobarse qué y cómo la información epistolar es llevada y distribuida por los carteros entre sus destinatarios. En cambio, no se ve si y cómo la materia y la energía llevan información si van de una localización a otra, pero pueden transmitirla y de hecho la transmiten. Los fotones llevan 26

información en su viaje desde la emisora de radio a sus receptores, y la oímos. Los electrones llevan la información internauta a los ordenadores, aunque tampoco la veamos. Los expertos niegan que el enredo cuántico lleve información y que, en este punto, quede invalidada la teoría einstiniana de la relatividad especial. Con otras palabras, la máxima velocidad posible sigue siendo la de la luz. ¿Durante cuánto tiempo se mantendrá esta negativa? Entonces, ¿por qué y cómo se opera la mutua conexión que llega a la identidad a pesar de las acciones o cambios realizados aparentemente solo en una de las dos realidades cuánticas? ¿Cómo dos cosas que están separadas por una distancia o espacio enorme, se hallan tan interconexionadas y no tienen una existencia completamente independiente?

3. La constante, la longitud, el tiempo, la temperatura y la masa de Planck Un artículo de Max Planck (1858-10947), publicado en el año 1900, puede ser considerado la partida de nacimiento de la física moderna o cuántica. Llamada también mecánica cuántica o de los cuantos, ya descritos en el epígrafe anterior, es el marco conceptual, reflejo de la realidad de lo mínimo o de las propiedades microscópicas del universo, en la medida en que la realidad puede ser conocida en el estado actual de la ciencia y con el instrumental tecnológico de que disponemos ahora. Planck ordenó que pusieran la denominada «constante de Planck» como epitafio en la lápida de su sepulcro, y allí figura. Es la básica de la mecánica cuántica. Fue introducida por vez primera en 1900, en la teoría de Planck de la radiación del cuerpo negro y, en 1905, por Einstein en la teoría de los fotones. Hoy es conocida asimismo por «constante h» y es igual a 6,625 x 10–27 (10 elevado a menos 27; diez elevado a la menos vigésima séptima potencia) ergios por segundo. Ergio es la unidad de energía en el sistema cegesimal (centímetro-gramo-segundo). La energía de la masa de un gramo que se desplaza un centímetro por segundo es medio ergio. Ahora «de Planck» es como el apellido de casi todas las dimensiones y valores cuánticos o ultramicroscópicos. El «cuanto de longitud» o «longitud de Planck» equivale a una milmillonésima de trillonésima (1,616 x 10–33 de metro), o sea, en torno de cien trillones de veces (1020 ) menor que el tamaño de un protón. Por debajo de la longitud de Planck dejan de ser válidos los conceptos clásicos o tradicionales de longitud y espacio de la relatividad general, siendo sustituidos por conceptos cuánticos. Recuérdese que la longitud de una cuerda es aproximadamente igual a la longitud de Planck. Los aparatos más avanzados de la ciencia y tecnología actuales solo permiten analizar dimensiones de aproximadamente una milésima del tamaño del núcleo de un átomo, tamaño muy inferior al de la longitud de Planck en un factor de mil billones. El chronon («tiempo» en griego) o «cuanto de tiempo», vulgarmente llamado «tiempo de Planck», es el intervalo de tiempo más breve conocido. Su duración es de 10–43 segundos, o sea, una diezmillonésima de trillonésima de trillonésima de segundo (la unidad precedida de 43 27

ceros: 0,000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.01), es decir, el tiempo empleado por la luz en recorrer la longitud de Planck. Por ahora no se puede cronometrar ni medir nada en el tiempo ni en el espacio con una precisión mayor que la de esa cifra, o sea, no se puede describir la situación y evolución del universo antes de que tuviera la edad del tiempo de Planck. Por ahora «solo Dios sabe lo que ocurrió en ese instante» (Ledermann, premio Nobel de Física), o sea, entre el Big Bang o tiempo 0 (cero) hasta los 10–43 segundos o tiempo de Planck, llamado era de Planck y también edad de los Dragones, alusión a las regiones desconocidas, marginales en los mapas antiguos, que los cartógrafos señalaban con la frase «aquí hay dragones» (en griego o en latín), o sea, seres mitológicos, desconocidos, producto de la fantasía. La «masa inercial» o inercia es la propiedad de algo por la cual ofrece resistencia a su movimiento y a su aceleración. Por la ley de la inercia, establecida por Newton, un objeto en reposo tiende a permanecer en reposo a no ser que una fuerza lo impulse o lo ponga en movimiento. A su vez, un objeto puesto en movimiento tiende a seguir moviéndose indefinidamente a no ser que una fuerza lo retenga o lo pare. Por su parte, la «masa gravitatoria» designa la propiedad de algo en cuanto determina la fuerza con la que será atraída por otro cuerpo o campo de gravedad. Puede decirse que la masa coincide no con el volumen o tamaño de algo, sino con su peso. Evidentemente, aunque suene a tautología, un kilogramo de hierro y otro de paja pesan lo mismo. La masa de algo es la suma de las masas de todos sus constituyentes, por ejemplo: la del átomo suma las masas de sus electrones y de sus quarks (ingredientes de los protones y neutrones o núcleo atómico). Un protón posee la masa de sus quarks en reposo, más la energía cinética (producida por su movimiento) de esos mismos quarks y más la masa de los gluones o de su pegamento que los une o apelotona entre sí. La «masa de Planck» es unos diez trillones (1019) de veces la masa de un protón, aproximadamente la masa de una insignificante mota de polvo o de una bacteria. Téngase en cuenta que las masas de las vibraciones de las cuerdas, o sea, de los elementos mínimos que constituyen el universo según la teoría de las cuerdas, son múltiplos de la masa de Planck, punto de referencia de todas las masas. Curiosamente, en esto, se parecen a los armónicos musicales. La partícula más masiva, el quark cima, pesa solo 0, 000.000.000.000.000.0116 (10–17) veces la masa de Planck. El de electrón se queda en 0, 000.000.000.000.000.000.000.034 (10–23) veces la masa de Planck. Los más perfectos aceleradores actuales solo pueden alcanzar energías equivalentes a unas mil veces la masa de un protón. No obstante, la perspectiva es esperanzadora, pues se está avanzando de una manera insospechada desde hace tan solo muy pocos decenios, por no decir años. Dada la situación actual de las investigaciones y del instrumental tecnológico, ahora no es posible conseguir un conocimiento que no sea imaginario o puramente teórico del primer instante del universo tras el Big Bang. Al parecer la teoría de las cuerdas ofrece alguna opción de entrar en el tiempo de Planck, llamado también «Muro de Planck». Es de 28

suponer que algún día será posible atravesarlo e incluso que «se derrumbe». No obstante, se piensa que las fuerzas básicas de la naturaleza estaban entonces fusionadas, no diferenciadas. Los límites de la física ahora están situados alrededor de la temperatura de los 1032 grados (la «temperatura de Planck»). La experimentación científico-técnica llega hasta ahí. Pero no puede pasar más allá. Desconocemos las propiedades de las partículas y de las tres fuerzas de la naturaleza tras esta frontera.

4. La materia y la energía «oscuras» o «invisibles» 4.1. La materia oscura La materia constitutiva de todos los átomos de la materia ordinaria, también de nuestros cuerpos físicos, está formada por los quarks del núcleo (protones, neutrones) y por los electrones (en la corteza). Es visible, pero es la porción menor de la materia existente. Pero hay otra clase de materia, llamada «oscura» porque es invisible por medio de los procedimientos ópticos ordinarios (visión ocular directa, telescópica y microscópica). Las partículas de esta materia oscura y fría se hallan en todas partes, también en el aire que respiramos. No emite ni refleja luz, pero está dotada de atracción gravitatoria. Es como el pegamento gravitatorio que impide la separación de las galaxias. Piénsese, por ejemplo, en la materia existente en los halos de las galaxias, también de la nuestra. Las galaxias tienen su materia luminosa, visible, que se halla como envuelta por una especie de halo de materia oscura. De otro modo no se explicaría cómo las estrellas de sus bordes y sobre todo las nubes de gas más periféricas pueden mantenerse en sus órbitas a pesar de girar demasiado rápidamente. La atracción gravitatoria de las estrellas observables no explica que esas estrellas no se desprendan de la Vía Láctea y vaguen «perdidas» por el espacio cósmico. Lo mismo puede decirse de los cúmulos o agrupamientos de galaxias. Los más estudiados son un conjunto de varios miles de galaxias periféricas en el cúmulo Coma, distante de nosotros unos 370 millones años luz. Se ha calculado que los cúmulos, como promedio, contienen no más de la treintava parte de la materia necesaria para que sus componentes (galaxias, estrellas) se mantengan unidos por la gravedad. Una porción de la materia oscura es materia bariónica u ordinaria, pero que resulta invisible en sí misma, aunque puede ser conocida de modo indirecto, o sea, por sus efectos, por ejemplo, las estrellas de neutrones o agujeros negros, las estrellas enanas blancas o residuos de estrellas muertas. Además, la luz de galaxias lejanas se «dobla» o tuerce al pasar cerca de los cúmulos galácticos por obra de su atracción gravitatoria. Pero se tuerce más de lo exigido por su materia visible. Luego debe influir otra materia no visible, la oscura. Así ocurrirá si la luz proveniente de objetos luminosos y distantes queda curvada y su paso como obstruido por los llamados MACHO (Massive Compact Halo Objects), o sea, objetos masivos y compactos, interpuestos entre el objeto emisor (estrella, galaxia, cuásar) y nosotros, sus potenciales observadores.

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Pero la mayor parte de la materia oscura es no bariónica u ordinaria. Se supone que está formada por partículas todavía desconocidas, por ejemplo los neutrinos masivos o dotados de masa, también las VIMPs o partículas masivas débilmente interactivas de existencia solo supuesta por ahora. Imágenes de una colisión de galaxias, enviadas por el satélite Chandra de la NASA, han demostrado por vez primera de modo directo la existencia de materia oscura. Se espera que detectores de partículas más perfeccionados que los actuales, las descubran e identifiquen su naturaleza y propiedades. 4.2. La energía oscura A finales de la década de 1970, los astrónomos llegaron al convencimiento teórico de la necesidad de que existiera materia y también energía oscura. Diez años más tarde su existencia era algo familiar y hasta evidente. Los descubrimientos realizados en los últimos años del siglo pasado y en los primeros del siglo XXI han demostrado que la materia visible del universo (planetas, satélites, cometas, asteroides, estrellas, galaxias) es solo una mínima parte, inferior al 1%, con precisión mayor: el 0,4% del universo. Además, hay un 3,7% de materia normal, aunque no luminosa ni visible a simple vista, que, en su mayoría, se reduce a hidrógeno difuso entre las galaxias y sus cúmulos. El resto, o sea, la casi totalidad del universo es energía oscura (en números redondos, el 73%) y materia oscura (el 23%). En resumen, la materia normal o detectable de modo directo por el hombre no llega al 5%, que, en su gran mayoría, son protones y neutrones, o sea, quarks, pues los electrones forman solamente el 0,05 de la masa de la materia ordinaria. La energía oscura es generalmente aceptada hoy por los entendidos en esta cuestión. Llena el llamado vacío. Contribuye al equilibrio cósmico como contrapeso de la fuerza de la gravedad. Se hace notar solamente en grandes distancias, por ejemplo las de miles de millones de años luz. Al revés que la gravedad, la energía oscura se hace más fuerte en proporción directa a la distancia, o sea, a mayor distancia más eficiente. La expansión del universo tras el Big Bang explica que las galaxias se alejen a partir de lugar de origen o de procedencia y entre sí. Pero no justifica que no se distancien a una velocidad constante. Una galaxia, cuanto más alejada esté, más se distancia de nosotros. Esta anomalía se explica mediante la energía oscura y su fuerza repulsiva o antigravitacional, aunque no todos están de acuerdo en esta explicación. La existencia de energía oscura fue intuida por Einstein, que no quería admitir ni la expansión ni la contracción del universo, es decir, sostenía un universo estático. Pero la consideró su «mayor error» cuando se demostró el Big Bang y la consecuente expansión del universo. Las investigaciones posteriores han mostrado que Einstein acertaba incluso cuando «se equivocaba». Pero él murió antes de poder comprobarlo. «Las observaciones astronómicas anuncian una física radicalmente nueva para un universo en el cual la naturaleza del 95% de la masa y de la energía total es desconocida. Es un tiempo apasionante para la cosmología».34 30

4.3. Los agujeros negros La designación «agujero negro» fue acuñada por John Wheeler en 1969. El agujero sería «negro» por la concentración enormemente compacta de una masa, al menos doble que la del sol, y por su desmesurada voracidad o capacidad para engullir la materia existente en su entorno. No puede ser vista por el espectador exterior, pues se ha hecho «invisible, negra». Los agujeros negros, intuidos ya en 1783 por John Michell, fueron pura teoría, cálculos y deducciones a partir de la teoría de la relatividad general (1915), hasta que su existencia quedó demostrada en la década de 1960. La gravedad interactúa entre todas las cosas dotadas de masa y energía por muy insignificante que sea. Una piedra o una bala de cañón son lanzadas hacia arriba. Pero antes o después la atracción gravitatoria de la Tierra las frenará, se detendrán un instante y, doblándose, terminarán por caer en la Tierra. En cambio, la velocidad de la luz es fija. Sus fotones continuarán su ascenso a la misma velocidad. Pero según la teoría general de la relatividad de Einstein, los fotones o rayos de luz de las estrellas, atraídos por la fuerza de la gravedad del Sol o de cualquier otra estrella, tendrían que «curvarse», al pasar cerca de ellas. Ya se ha comprobado el acierto de esta predicción sobre todo en los el eclipses de sol, que permiten observar la trayectoria de la luz de las demás estrellas. Pues se ve que la trayectoria de la luz de las estrellas lejanas se desvía algo hacia el sol o hacia cualquiera otra estrella cuando atraviesan su campo gravitatorio A veces la fuerza de la gravedad es tan intensa que los rayos luminosos se detienen, se doblan y caen hacia dentro sin poder salir. Es el agujero negro. La luz, como cualquier otra realidad, es atraída por la fuerza gravitatoria, que es proporcional a la masa del cuerpo astral, pero independiente del cuerpo atraído. Hawking ha demostrado en 1974 la transformación de los agujeros negros en focos emisores de radiación o energía (rayos X, rayos gamma, etc.), de energía, en una especie de vórtice o remolino vertiginoso. Invalida así la teoría clásica hasta esa fecha, según la cual absolutamente nada puede salir de ellos. Los fotones, al detenerse y doblarse, despiden cierta radiación, que sería como el borde de una sombra. Señala la frontera del agujero negro, llamada «horizonte de sucesos». Los agujeros negros son una especie de sumideros de estrellas, planetas e incluso de galaxias. Cuando una estrella se acerca a un agujero negro, la potentísima succión de este la convierte en una especie de cometa de larga cola. Luego la devora, pero no entera, sino troceada, hecha jirones. Los telescopios de la NASA han permitido ver por vez primera (año 2007) cómo el agujero negro de una galaxia está arrastrando y engullendo a otra en el conjunto binario llamado 3C321. Se ha demostrado que los agujeros negros, entre otros posibles orígenes, provienen del colapso de las estrellas de neutrones, así como de la explosión y consecuente colapso de una supernova. Es el caso del agujero negro del Cisne (Cygnus) X-1, que se compone de 31

una estrella azul supergigante y de otra masiva, pero invisible o agujero negro. Hasta ahora la masa de los agujeros negros se deducía o de sus efectos gravitatorios sobre los cuerpos celestes cercanos o mediante la observación de las radiaciones emitidas por el gas absorbido. Pero N. Shaposhnikov y Lev Titarchuk, astrofísicos de la NASA, acaban de descubrir un nuevo método más exacto y fiable. Por eso han podido precisar que la masa del agujero negro del Cisne X-1 equivale a la de 8,7 soles con un margen de error de solo 0,8 masas solares. Los hay de varios miles de masas solares (como 2.000 soles el de la galaxia NGC 5408) e incluso de miles de millones de masas solares. Una teoría supone la existencia de «agujeros negros primitivos» u originarios, es decir, existentes ya desde el comienzo de la expansión del universo. El agujero negro de Cisne X-1 devora unas cien mil millones de toneladas diarias. El material engullido es cocido en su interior a millones de grados de calor. De ahí la emisión de rayos X con una intensidad 10.000 veces superior a la luz solar. Para que algo emita rayos X, debe estar a una temperatura de unos diez millones grados (Kelvin). Pero allí, en ese lugar de la constelación Cisne, no se detecta la existencia de ningún sol o estrella y de ningún otro objeto directamente visible. Cygnus X-1 ha sido el primer candidato a agujero negro descubierto (año 1971). Lo fue cuando su emisión de rayos X fue detectada por el satélite artificial Ulhuru, el primero de los dedicados a captar los rayos X. No era posible descubrir agujeros negros antes del lanzamiento de observatorios puestos en órbita fuera de la atmósfera, pues la acción protectora de la atmósfera terrestre impide o al menos dificulta en gran medida el paso de los rayos cósmicos letales para la vida humana. La atracción gravitatoria de algo invisible y aparentemente inexistente es un modo fácil de descubrir agujeros negros. Suele haber un agujero negro en el centro de las galaxias o cerca del mismo, como si fuera el eje de su movimiento de rotación. El ubicado en el centro de la nuestra, la Vía Láctea, tiene una masa un millón de veces mayor que la del Sol y su radio asciende a seis millones de km. El agujero negro de la galaxia M 87 (constelación Virgo) ocupa un espacio similar al de todo el sistema solar y su masa es 5.000 millones de veces la del Sol. «Los agujeros negros no tienen cabellera.» Con esta metáfora John Wheeler pretende resaltar el gran parecido de todos los agujeros negros en sus rasgos comunes. Aunque, como es lógico, tengan algunos diferenciales, carecen de peinados caprichosos, fruto de una fantasía desbordada y afanosa por singularizarse. Los agujeros negros se caracterizan por su masa (que depende de su tamaño), por la carga de las fuerzas (electromagnética, nuclear, gravitatoria) y por la velocidad de su movimiento giratorio o de rotación (espín). Si dos o más agujeros negros coinciden en estos tres rasgos, serían totalmente iguales. La masa de los agujeros negros es enorme, tan pesada como varias veces la del Sol; su radiación unas cien veces más potente que las reacciones termonucleares en el interior de una estrella ordinaria. En cambio, es mínimo su punto central por donde es engullido todo en vorágine. Aquí puede aplicarse la mecánica cuántica y, si se acepta la teoría de las cuerdas, también la relatividad general. De ahí que, aunque extrañe, los agujeros 32

negros hayan ido relacionados con las partículas elementales. Se ha llegado a imaginar que la masa de un agujero negro se aproxima a la masa de Planck, a saber, unos diez trillones (1019 ) de veces la de un protón, o sea, como una mota de polvo. Algunos han catalogado los agujeros negros como túneles, especie de atajos bajo la montaña de materia visible y oscura, que permitirían pasar, ahorrando tiempo, de una región del universo a otra; más aún, de un universo a otro, supuesta la hipotética existencia de múltiples universos.

5. El vacío y los campos electromagnéticos, de Higgs, etc. Ya el atomismo grecorromano afirmó —con palabras del epicúreo Lucrecio— que todo lo existente «es una mezcla de materia (corpus) y vacío (inane)». ¿Cómo llegaron a intuir algo que la ciencia ha demostrado en nuestro tiempo? Al parecer por la comprobación de «la porosidad» de todas las cosas, como se deduce del «goteo de las estalactitas en las cuevas, del sudor del cuerpo humano, de la salida y crecimiento del pelo y de la barba, de las palabras que vuelan a través de las paredes, de la difusión del calor y del frío».35 Los atomistas de la Antigüedad consideran necesaria la existencia previa de un espacio o lugar en el cual se extiendan las cosas. Es el «espacio impalpable, desocupado, vacío», o sea, no distinguían entre «espacio» y «espacio vacío». Las cosas (corpora, res) no ocupan el vacío, sino que lo interrumpen.36 No intuyeron la expansión incesante del universo a partir del Big Bang primordial ni que el espacio con sus dimensiones, incluida la temporal o el tiempo y el universo mismo son el resultado de esa expansión. La física cuántica o moderna ha demostrado que la materia se compone de átomos y vacío. A su vez, los átomos constan de quarks, de electrones (masa) y de vacío. El «espacio vacío» «llena» u ocupa casi todo el átomo, pues asciende a más del 99% de cada átomo y consiguientemente de todos los átomos, o sea, de toda la materia. Además hay vacío en el espacio intersideral (entre los planetas, estrellas, galaxias). En la película La guerra de las galaxias se ve a los protagonistas volar entre un enjambre de asteroides, viéndose obligados a hacer verdaderas piruetas para no chocar con ellos. Pero la realidad es muy distinta. Cuando, en los inicios de la década de 1990, la sonda Galileo atravesó el cinturón de asteroides de nuestro sistema solar, la NASA invirtió millones de dólares para conseguir acercarla a alguno de ellos y poder fotografiarlo e incluso tomar algo de su polvo. Cuando lo lograron, exultaron llenos de asombro por la proeza. Pues en casi todo el trayecto de la sonda no había nada que ver ni que fotografiar, sino solo vacío. Pero el vacío atómico y el intersideral no están vacíos del todo; no es la nada bíblica ni la metafísica. Vacío sería lo que queda en el átomo tras haber eliminado toda la energía, tanto en su forma de masa como de radiación. No obstante, físicamente, el vacío se define como el estado con el mínimo posible de energía, que, al parecer, nunca es nula o nada. En el vacío están y actúan no el éter, sino los constitutivos de los distintos campos.

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De jóvenes, en clase, veíamos un imán y cómo las limaduras de hierro espolvoreadas a su alrededor se movían hasta formar una figura más o menos redondeada en torno a dos polos a modo de una madeja o de un 8. Algo invisible las atraía y hacía que permanecieran quietas, imantadas, en un campo o ámbito magnético. Estamos como zambullidos en numerosos tipos de campo. «Campo» es como el marco dentro del cual se mueven y actúan determinadas partículas y fuerzas. Cuando queremos llamar por medio del teléfono móvil, a veces no lo conseguimos. Como explicación o justificación de la anomalía decimos: «no hay cobertura», o sea, nos hallamos fuera del campo electromagnético de la telefonía. Lo mismo nos puede pasar respecto de la radio, de la televisión y de las conexiones inalámbricas de internet. Hay campo gravitatorio, magnético, electromagnético, nuclear débil y fuerte, electrónico (el de un electrón). Últimamente se ha añadido el «campo de Higgs», llamado así por el físico escocés Peter Higgs. Lo ahora invisible que se supone presente en el «vacío» se llama «campo de Higgs». Estaría ocupado por tres componentes: uno eléctricamente cargado y dos neutros. El que tiene carga eléctrica y uno de los que carecen de ella no tienen masa ni entidad física. Son los bosones W y Z. El otro neutro es el bosón de Higgs, que tiene masa, pero no espín (no gira en torno a su eje). Se le atribuye una masa entre un centenar y un millar de veces la masa del protón. Ahí, en sus vibraciones, se generarían los constitutivos más elementales del universo (cuerdas, quarks) y adquirirían sus diferentes masas. Se llama también «quintaesencia», una especie de espuma de partículas y antipartículas que aparecen y se destruyen sin cesar en una «fluctuación» constante. Resulta que lo llamado «el vacío» y considerado estático, como hueco, no cesa de bullir no de éter, sino en actividad cuántica. Los distintos campos son ingredientes o constitutivos del universo, como su tejido, diluido por todas las partes, que entreteje las distintas figuras del tapiz cósmico (galaxias, estrellas, planetas, etc.). Acertó Leibniz cuando dijo que un espacio sin cosas, totalmente vacío, tendría tan poco sentido como un alfabeto sin letras. Durante cierto tiempo se pensó que la energía fluctuante del vacío sería la energía oscura. Todavía se lee así en libros de publicación reciente. Pero parece haber quedado descartada esta posibilidad, pues si esta identificación fuera verdadera, el universo se habría expandido a tal velocidad que no se habrían podido formar las estrellas ni las galaxias. El campo u océano de Higgs se habría condensado a la temperatura de mil billones (1015 ) de grados, la que se supone tenía el universo una cienmillonésima de segundo después del Big Bang. Antes de ese instante, a una temperatura todavía más alta, el campo de Higgs tendría un valor nulo, como le pasa al agua por encima de los 100 grados (Celsio) cuando se evapora. Si un día se demuestra experimentalmente la existencia del campo de Higgs, será un descubrimiento de consecuencias en gran parte insospechadas.

6. El principio de incertidumbre o indeterminación

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Ciertamente la materia no es lo que parece ser ni lo que se creía que era según la física clásica. La física cuántica o moderna ha trastornado las concepciones anteriores. A algunos les ha precipitado en el escepticismo, formulado ya por el sofista Gorgias: «La verdad no existe. Aunque existiera no podría ser conocida y, aunque pudiera ser conocida, no podría ser comunicada a los demás». Aunque lo afirmen Mary y John Gribbin (pp. 79, 83-84), tampoco es verdad: «nada es real hasta que no lo miras», ni que «todo es verdad, incluso cuando lo miras», pero gracias a los «Muchos Mundos» o «mundos paralelos», que permiten la realidad de una cosa en uno de los mundos («gato muerto») y de su contraria («el mismo gato vivo») en el otro. La materia con sus átomos, así como estos con quarks y sus electrones están ahí, también con sus leyes, aunque no los veamos con los ojos. Una cosa es que al mirar los electrones los veamos como partícula o como onda y otra que no sea verdadera una de esas dos realidades o ambas unidas. Laplace enseñó que la configuración inicial del universo incluía su regulación posterior de acuerdo con unas leyes cósmicas inalterables, que no admitían ni la excepción de los milagros. No podía interferirlas ni Dios mismo. Cuando Napoleón le preguntó sobre Dios, Laplace contestó: «No necesito esa hipótesis». La mecánica cuántica y el principio de incertidumbre arrojaron, un siglo más tarde, el determinismo absoluto de Laplace al baúl de los recuerdos en desuso, aunque no del todo, en contra de la impresión o deslumbramiento primero. Según Laplace, conocido el estado del universo en un momento dado, como está regido por una serie de leyes «científicas» fijas, se podría predecir, al menos por principio, su estado tanto en el pasado como en el futuro, y también todo lo ocurrido y lo que va a ocurrir en el universo. No obstante, hay un determinismo vigente en el curso ordinario de las cosas, por ejemplo, la ubicación y velocidad de los planetas, satélites, etc. Por eso pueden predecirse los eclipses, enviar satélites artificiales que se hallarán en un punto muy distante del que tenían en el instante de su lanzamiento. Además, el determinismo laplaciano ha sido sustituido por otro más suave pues se sabe que no es posible precisar la posición y la velocidad de los constitutivos básicos del universo. Así lo garantiza el principio de incertidumbre de Heisenberg, aceptado hoy generalmente por todos. Las ondas cuánticas no admiten certeza absoluta, como en el determinismo de Laplace, sino solamente probabilidad. Pero, se va demostrando que las funciones de onda, o sea, las ondas de probabilidad de la mecánica cuántica, se sujetan a reglas matemáticas precisas (ecuaciones de Schrödinger, de Dirac, de Klein-Gordon, etc.). Por consiguiente, el determinismo cuántico permite a una mente singular (capaz de conocer el encadenamiento de las posiciones y la velocidad de los constituyentes cósmicos elementales en un instante dado) conocer cualquier suceso anterior o posterior a ese momento, o sea, ver el pasado y prever el porvenir. Un creyente llamaría «Dios» a esa mente privilegiada y hasta singular en el sentido pleno de este término. «El determinismo cuántico nos dice que la probabilidad de que cualquier suceso concreto 35

tenga lugar en cualquier momento dado del futuro está plenamente determinada por el conocimiento de las funciones de onda en cualquier momento anterior.» 37 W. K. Heisenberg, Schrödinger y Dirac configuraron la mecánica cuántica, que tiene vigencia también en el mundo atómico y subatómico, desconocido por la mecánica clásica, tradicional hasta entonces. Tras la demostración de que las partículas de los átomos tienen un estado cuántico, Heisenberg publicó en 1927 la formulación definitiva del principio de indeterminación o incertidumbre, últimamente apellidado «aleatorio», a saber, la imposibilidad de una absoluta determinación en la medición de las partículas subatómicas. Esta deficiencia depende de la imperfección de nuestros instrumentos de investigación y, según no pocos, también de nuestro modo de conocimiento. He aquí algunas observaciones: a) Somos incapaces de determinar con exactitud y simultáneamente la ubicación o posición y el «momento», que es el producto de la masa por la velocidad. Cuando tratamos de precisar la velocidad, no podemos determinar al mismo tiempo su situación o posición. No puede precisarse su ubicación y su velocidad si no es iluminada, si la luz no la baña. Esta prácticamente no repercute en la posición ni en la velocidad de las cosas grandes. Por ejemplo, la policía de tráfico mide la velocidad de los automóviles mediante las ondas de radar. Si estas chocan con la parte trasera, el automóvil es impulsado hacia delante. Pero el impulso es tan insignificante que ni el conductor lo percibe ni se tiene en cuenta. En cambio, no ocurre así en lo microscópico, en lo atómico. La iluminación de una partícula elemental, por ejemplo, un protón, la perturba, cambiando su velocidad en una medida desconocida y consiguientemente también su ubicación de un modo impredecible. Puede conocerse con precisión la posición de una partícula, pero entonces no es posible precisar su velocidad. Al revés, si conocemos la velocidad, desconocemos su ubicación exacta. Con cuanta mayor precisión se conozca uno de estos datos, menor es la precisión con que se conoce el otro. b) El principio de incertidumbre de Heisenberg dice que el error aleatorio o de incertidumbre en la medida de la posición de algo multiplicado por el error aleatorio en la medida de la velocidad de ese algo siempre es mayor o igual a la mitad del valor de la constante de Planck. Luego, si se admite un error en la medida de la velocidad de un objeto de hasta 1 metro por segundo (3,6 km por hora), puede hallarse la ubicación de ese objeto con una incertidumbre de hasta la mitad de la constante de Planck, lo que equivale a la cien billonésima parte de una trillonésima parte. c) Nada hay en estado de reposo total. Pues las partículas mínimas —o mejor, las cuerdas constitutivas de los quarks, etc.— se hallan en estado de vibración permanente. No pueden evitar el «temblor cuántico» que dificulta la tarea de determinar su ubicación y su medición precisa. d) Los elementos mínimos de las cosas, conocidos hasta ahora, se hallan envueltos en 36

una especie de neblina cuántica. Al que intenta conocerlos con total precisión le ocurre lo mismo que al que se acerca a un faro cubierto de neblina densa. La niebla le impide ver el foco luminoso y su proyección en movimiento circular permanente con la nitidez y exactitud con que lo vería si no hubiera niebla húmeda, no estable ni quieta, sino a ráfagas de diferente grosor y densidad. Evidentemente, a pesar de estas dificultades, la observación será tanto más perfecta cuando más cerca se esté de lo observado. e) Los físicos han dado tres interpretaciones distintas y progresivas de las incertidumbres cuánticas, a saber, la incertidumbre, efecto de la ignorancia humana; como conjunto de limitaciones experimentales y conceptuales; como indeterminación inherente a la naturaleza de las cosas,38 o sea, la incertidumbre «como rasgo objetivo de la naturaleza», que, según Heisenberg, es «la rehabilitación del concepto de potencia» o capacidad de desarrollarse en una dirección determinada, pasando de la potencia al acto o a su realización. Heisenberg entiende la potencia como las probabilidades de la física cuántica, referidas a las tendencias de la naturaleza con su abanico de posibilidades. Por eso ya carece de consistencia el modelo del universo completamente determinista ideado por Laplace. Y si no puede medirse el estado presente de universo de modo preciso, mucho menos podrá predecirse el futuro y sus acontecimientos. Además, la condición de corpúsculo y onda o luz es necesaria para entender la luz, pero no son sus propiedades. Pues la luz y consecuentemente los colores en cuanto tales (azul, rojo, etc.) no existen sin un observador, incapaz de ver su realidad como vibraciones u ondas. Ahora los científicos, en esta materia, operan mediante el cálculo de probabilidades, o sea, por aproximación, no con certeza ni determinación o precisión absolutas. Hay que dejar siempre un margen para un grado mayor o menor de «incertidumbre, indeterminación» o «fluctuación». Pero la llamada «indeterminación» o más acertadamente la «incertidumbre», formulada por Heisenberg, no es «indeterminismo», al igual que «determinismo» no se confunde con «causalidad». Desde el punto de vista racional hay que distinguir entre el determinismo ontológico, o sea, de la realidad en sí misma, y el determinismo de la realidad en cuanto objeto de una experiencia subjetiva. El determinismo ontológico es una exigencia absoluta de la realidad material, o sea, la misma cosa material, en las mismas condiciones y circunstancias, produce necesariamente los mismos efectos. De otro modo lo material se autodeterminaría como los seres espirituales, libres. A su vez, el indeterminismo ontológico no excluye toda indeterminación y ni siquiera todo indeterminismo físico, al menos en la dimensión subjetiva e incluso en la objetiva. Parece razonable que un margen de indeterminación pueda provenir tanto de la imperfección de nuestras observaciones como de las variaciones provocadas en el objeto por los medios de nuestra observación e investigación. Por otra parte, admitir que todo ser contingente debe ser causado por otro no quiere decir que deba ser causado necesariamente conforme a un determinismo rígido.39 Todo «movimiento» o «cambio», tanto en el 37

ámbito de lo visible como en el del invisible (atómico y subatómico) exige una razón o causa. Esta es una exigencia lógica y ontológica de la realidad, que no puede ser negada sin negar al mismo tiempo todo valor del conocimiento humano y sin desconocer la realidad misma. El hecho de que los «movimientos» o efectos de lo subatómico no puedan ser previstos o calculados con precisión significa que no son determinados por una causa necesariamente bien conocida. Una cosa es la realidad-realidad, la realidad mismísima, y otra la realidad cuántica, así como la realidad en cuanto conocida. La física y en especial la mecánica cuántica tratan solamente de lo que se puede observar y medir, de las propiedades observables y medibles del universo y de sus cosas. Es cierto que no se puede precisar con total exactitud la velocidad de una partícula y que, por consiguiente, tampoco es posible precisar su localización exacta una fracción de segundo más tarde, pues la velocidad actual de la partícula condiciona y determina su inmediata posición posterior. Pero esto es así en el plano del conocimiento. El empleo de la física en el estudio de lo no medible, o sea, de la realidad «más profunda» aunque no sea espiritual, recordaba a Niels Bohr un koan budista. Conocemos el sonido de las dos manos al aplaudir, pero ¿cómo suena una mano si aplaude sola? Según Bohr, no es competencia de la física el análisis del sonido de una sola mano aplaudiendo. Tenía razón. La realidad misma de lo material no está al alcance de la física. Pero uno es el plano de la realidad objetiva y otro el de su conocimiento. La incertidumbre afecta al segundo, no al primero, que estaría al margen de que sea conocido o no, conocido con o sin errores y equivocaciones. La Luna está donde está, la vea alguien o no (Einstein). De ahí que sea más acertada la denominación «principio de incertidumbre» (falta de certeza absoluta) que de «indeterminación». Respecto de lo que es en el plano de la realidad objetiva, no siempre en el cognitivo, Einstein tenía razón cuando sentenció: «Dios no juega a los dados», dicho por vez primera en un sentido distinto del dado en su conversación con Zubiri y del que tiene a primera vista.40 Nunca aceptó la vigencia del azar en el universo ni que todo se mueva en el cálculo de probabilidades. «Es concebible que Dios haya podido crear un mundo distinto. Pero pensar que, en cada instante, está Dios jugando a los dados con todos los electrones del universo, esto, francamente, es “demasiado ateísmo”.» 41

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Capítulo II La franja visible y las invisibles de la luz Fe es fiarse de alguien y, por ello, creer lo que él nos dice. Ordinariamente se vincula la fe con lo religioso. Creyentes suelen ser los que admiten la existencia de Dios y de lo sobrenatural. No obstante, la fe nos orienta en no pocos ámbitos de la vida humana. Por fe en los científicos aceptamos todo lo referido al mundo atómico y subatómico. Por fe conocemos casi todo lo relacionado con las galaxias, estrellas, asteroides, etc., así como las peculiaridades de lo más diminuto. Nadie ha visto todavía lo más pequeño que la longitud de Planck ni, al parecer, será posible verlo directamente jamás. Sabemos que existe sin verlo porque queremos creerlo. Curiosamente respecto de la luz —o mejor: de la energía electromagnética— vemos solo una de sus tres franjas, la media; las otras dos son invisibles, aunque en algunos casos contemplemos u oigamos sus efectos (televisión, radio, rayos X). Dicen que un sabio (R. Mathieu, Universidad de Wisconsin) solía formular un acertijo y deseaba que todos acertaran la respuesta: «¿Qué tienen en común las ondas de radio, las televisivas, las microondas, las de los colores, el espectro óptico o luz del día (luz natural y artificial), los rayos infrarrojos, los ultravioletas, los rayos X y los gamma?». Habrás dicho la respuesta acertada, lector, si contestas: «que todas son luz», o sea, radiación electromagnética.

1. La energía electromagnética Antes se creía que la electricidad pura (atracción de dos objetos de carga eléctrica opuesta: positiva-negativa), el magnetismo (orientación de la aguja de una brújula hacia el polo magnético terrestre) y la luz eran tres fenómenos diferentes. A principios del siglo XX se demostró que son tres manifestaciones de la misma realidad, la radiación electromagnética. Sus ondas se mueven todas a la misma velocidad, la de la luz: 300.000 km por segundo, aunque con distinta longitud. Gracias al electromagnetismo existen los átomos en sí y ligados para formar moléculas. Resultado de las investigaciones electromagnéticas son las bombillas, los aparatos de radio y de televisión, el teléfono y el telégrafo, las dinamos, los automóviles, los aviones, casi todo el instrumental científico-técnico y las comodidades de la vida moderna.

2. Para poder ver las cosas visibles deben estar iluminadas Longair, al comienzo de la obra citada, recuerda la anécdota, por no decir chiste, conocido por todos. Es noche cerrada. Un individuo ha perdido las llaves de su casa o de su coche. Se lo dice a un compañero que le ayuda a buscarlas junto a una farola hasta que, cansado de su búsqueda, exclama: «No están aquí». El propietario replica: 39

«Ciertamente no están aquí, pues las he perdido en otra parte, pero aquí hay luz para verlas». Aunque resulte extraño, tanto los astrofísicos como los estudiosos de lo atómico podrían compararse con el protagonista del chiste. Los primeros solo pueden observar y estudiar los cuerpos celestes luminosos por luz propia (estrellas) o reflejada (planetas, satélites). Los expertos en física nuclear se ven obligados a iluminar las partículas subatómicas si quieren observarlas, aunque la luz, al iluminarlas, las desplace o cambie ligeramente de lugar. Aunque suene a paradoja, la invisibilidad es una de las propiedades más evidentes de la luz. La vemos solamente cuando incide en nuestros ojos en la onda adecuada para ser captada por su retina. De ahí que las franjas de la electromagnética sean invisibles en su mayoría. De ahí que no la veamos cuando pasa a nuestro alrededor. Decimos que vemos algo, cuando ese «algo» (letras, árbol, etc.) es iluminado por la luz dentro de los límites de nuestro campo de visión. Los rayos de luz, también los más intensos o luminosos (los producidos por láseres) se entrecruzan, atravesándose unos a otros como si no existieran y sin que nuestros ojos los vean. Para que algo pueda ser visto se requiere que la luz lo ilumine. Sin claridad no hay visibilidad. Aquí se entiende «luz» no en cuanto elemento electromagnético que existe la vea o no alguien, sino en cuanto claridad. En este sentido ilumina las cosas, permite verlas y supone la presencia de un espectador capaz de verlas mientras están claras o iluminadas. Además, la visibilidad está condicionada —por los ojos adecuadamente sanos, por las limitaciones connaturales de su visión y por las interferencias capaces de perturbar la percepción de la luz, por ejemplo: la refracción atmosférica— pues la escala electromagnética es muy amplia. Los ojos son capaces de ver solamente una franja reducida de ella. La oscuridad, o ausencia de luz, hace que las cosas sean invisibles y como inexistentes al ojo humano, aunque esté sano. Pueden ser captadas por el tacto, el oído y el gusto con tal que emitan las ondas correspondientes a los demás sentidos. Pero los sentidos captan solamente una franja reducida de la escala electromagnética.

3. La luz y las distintas clases de energía electromagnética Lo que se diga de la luz ordinaria o visible suele ser válido también para la radiación electromagnética emitida en una frecuencia distinta, por ejemplo: la radiación ultravioleta, infrarroja, rayos X, microondas, ondas de radio, televisión, rayos gamma, que, por lo mismo, son invisibles por los medios ópticos ordinarios. Todas son ondas electromagnéticas, o sea, como las de la luz; se diferencian por su longitud. Hay una relación entre la energía de la luz y su frecuencia, o sea, el número de ondas de la luz por segundo. Cuanto mayor es la energía, mayor es la frecuencia. Al revés, «la energía de todo fotón es inversamente proporcional a la longitud de la onda» (Einstein). 40

3.1. La luz o la franja electromagnética visible Se ha generalizado hablar de «velocidad de la luz». Pero debería hablarse de «velocidad electromagnética». La luz es producida generalmente por el electrón. Pero el electrón y el protón carecen de color; no son azules ni rojos ni verdes. La acción de ambos en el átomo de hidrógeno produce la radiación electromagnética. Los constitutivos de esta radiación, junto con determinados procesos fisiológicos, estimulan en la retina las sensaciones de los colores. La luz, en cuanto visible y factor de visibilidad, es solo una de las diferentes clases de ondas electromagnéticas. El ojo humano puede ver las ondas electromagnéticas en forma de luz solamente en una franja muy limitada de longitud de onda. Entre los colores del espectro visible, el violeta y el rojo son respectivamente los de menor y mayor longitud de onda. Las galaxias, cuanto más alejadas de nosotros se hallen, a mayor velocidad se alejan. De ahí que sus ondas luminosas lleguen más enrojecidas a nosotros. De ahí que se hable de «corrimiento hacia el rojo», pues sus ondas luminosas son más alargadas o de mayor longitud. El corrimiento al rojo, algo visible, es un signo de algo que no se ve. Cuando se lee, a través de las letras o del significante de las palabras se llega a su significado y a la comprensión del texto. Hubble, cuando fotografiaba el corrimiento hacia el rojo de las galaxias alejadas, acertó a leer su significado, a saber, un universo en expansión. A continuación, las longitudes de onda del espectro o de la franja visible de la energía electromagnética, la llamada «luz». Obsérvese que está medida de acuerdo con la unidad de medida llamada ångström, que es la diezmilmillonésima parte del metro (0,000.000.000.01 metros) o la cienmillonésima parte de un centímetro. Color Ångströms Violeta 3.900 a 4.550 Azul 4.550 a 4.920 Verde 4.920 a 5.770 Amarillo 5.770 a 5.970 Naranja 5.970 a 6.220 Rojo 6.220 a 7.700 No hace falta decir que el blanco es la suma de todos los colores y el negro, su ausencia. El color blanco de la luz en un día sin nubes, como el de las cosas blancas (papel, ropa), está formado por todos los colores del arco iris. Los colores juntos en lo blanco se despliegan en el arco iris, como en abanico, y forman el espectro luminoso gracias a los diminutos prismas que son las gotas de lluvia. La radiación visible por el ojo humano, o sea, la luz, ocupa aproximadamente el espacio medio de la escala electromagnética entre casi 4.000 y casi 8.000 ångströms. Precisamente es la escala en la que el Sol irradia el 40% de su energía, la convertida por los vegetales en energía química (clorofila). La atmósfera es transparente, o sea, deja pasar la radiación entre 3.100 y 9.500 ångströms, también las ondas de radio de longitud mucho mayor. En cambio, impide el paso de los rayos cósmicos que son letales para la vida, por ejemplo los gamma. Ahora hay aparatos que permiten detectarlos desde la Tierra e incluso verlos cuando, apenas entrados en la 41

zona superior de la atmósfera, al chocar con un átomo se desintegran en una reacción nuclear en cascada. Por tanto, desde la superficie terrestre podemos captar tres segmentos distintos y distanciados del espectro: la luz (colores), las ondas de radio y las de los rayos gamma. Evidentemente los colores no existen tal cual los percibimos nosotros. Está demostrado que el color rojo corresponde a una determinada longitud de onda electromagnética o de la luz y que esta es causada por diminutas partículas-energéticas, llamadas fotones. Estos, emitidos por el sol, son como el germen vibracional de todos los colores. Cuando los fotones impactan en los claveles silvestres, dados los pigmentos moleculares de estos, rebotan solo los fotones propios del rojo un tanto desvaído y llegan a nuestros ojos, que lo ven. Ciertamente, en los claveles silvestres, es mucho más embriagador y fino su olor que su color, aunque, en realidad, no haya sino ondas, átomos, en uno y en otro. Tenían razón los atomistas griegos. Según Demócrito (siglos V-IV a.C.), las cosas son «algo» (átomos) y «nada» (vacío). Los colores y los sabores «en realidad» son átomos y vacío, aunque a nuestra vista se muestran como azul, rojo, etc., y a nuestro gusto como salado, amargo, dulce... Pero esto es «por convención», fórmula repetida una y otra vez que «no alude a la naturaleza de las cosas en sí mismas», sino «respecto a nosotros», a nuestras sensaciones.42 3.2. Las franjas invisibles de la energía electromagnética El ojo humano ve la luz y los colores. Pero la energía electromagnética es como un gigantesco iceberg. El ojo capta solamente una sección mínima. No la ve si su longitud de onda es superior a la de la franja visible, por ejemplo: rayos u ondas infrarrojas o por debajo de las rojas (menores de una diezmilésima de centímetro [ sa, «conocer, conocimiento» o sea, «gnosis». 287. Uno de los nombres de Lucifer-Satanás. Su figura (cabeza o busto humano de barba blanca, también de macho cabrío, dos carbunclos por ojos, dos cuernos de macho cabrío, a veces en forma de andrógino) parece estar relacionada con el hermetismo alquímico. Se ha supuesto que era venerado en secreto por los templarios medievales. 288. Entre otros, Adam Weishaupt (1748-1830, masón, fundador de los Iluminados de Baviera), Cagliostro (siglo XVIII, fundador del Rito masónico de Menfis de 90 grados), Aleister Crowley (1875-1947, iniciado en la secta Alba Dorada, fundador de la secta Astrum Argentum y de la satánica Orden/Abadía Thelema, etc., el hombre más pervertido y pervertidor de su tiempo), etc., que estarían en la Gran Logia Oculta, situada en el plano astral. 289. Cf. casos y datos en las obras de E. Küübler-Ross y R. A. Moody citadas en la bibliografía, menos eruditas, más poéticas y gratificantes las de aquella que las de este, aunque no menos objetivas. 290. En un estudio publicado en el año 1982, cf. M. Talbot, op. cit., pp.109-1 10. 291. En La rueda de la vida, Barcelona, Ediciones B, 2006, pp. 236-239. 292. Cf. M. Guerra, Diccionario de las…, s. v. énstasis, éxtasis, hipnosis, mística, muerte aparente y real, pantomnesia, subliminal (mensaje), trance. 293. Cf. M. Guerra, Diccionario enciclopédico de las…, s. v. ectoplasma, espiritismo, Fox (Margaret y Katie), Kardec, nigromancia, periespíritu. 294. Cf. M. Vallejo-Nágera, op. cit., 118-119, 122 295. M. Vallejo-Nágera, op. cit., pp.187-189, 193-194. 296. Cf. María Vallejo-Nagera, op. cit., pp. 15 1-164. 297. Aristóteles, Frag 191 (Rose I, 130) (siglo IV a.C.); Apolonio el Paradoxografo, Mirab 6 (siglo IIa.C.); Eliano, Varia historia 2,26 (siglos II-III d.C.). 298. Filóstrato, Vita Apolonii, 4,10 y 8,10-12. 299. Es significativo el título: Apollonius of Tyana as a novel, ponencia de G. Anderson en Erotika Antiqua. Acta of the International Conference of the Ancient Novel, Bangor, ICAN, 1977, p. 37 ss. 300. Cf. Caritón de Afrodisias, Quéreas y Calírroe, Jenofonte de Éfeso, Efesiacas y Fragmentos novelescos, Madrid, Gredos, 1979, pp. 9-15 y ss. (introducción, traducción y notas de J. Mendioza). El fragmento más antiguo de los conocidos en griego (La novela de Nino) suele datarse en torno al año 100 a.C. 301. Agradezco los datos facilitados por el P. Maximiano Lucas, Superior General del Amor Misericordioso (1992-2004), ahora (desde junio, 2008) Provincial de España, y por una religiosa de la misma congregación, que en Roma estuvo junto al cuerpo físico de M. Esperanza al menos en doce de sus bilocaciones. 302. Cf. Necrología del Excmo. P. Antonio M. Pueyo del Val, escrita por el P. Teodoro Domínguez, cmf., en Anales de la Congregación, documento 0000 2b y 003 17b (09.10.1929; J. C. Mejía y Mejía, «Reseña biográfica», Boletín Diocesano de Bogotá 342

(1943) pp. 604-607; J. J. Argandoña Ros, fam., op. cit., pp. 17, 84, etc. 303. La más famosa, la póstuma publicada en 1670 en cuatro volúmenes, traducida a los principales idiomas modernos (también al griego, árabe, polaco, flamenco y croata), es la Mística Ciudad de Dios… (cf. resumen en bibliografía), una vida de la Virgen María que le habría «dictado y manifestado» (título de la revisión de la autora en 1660 en lugar de «revelado» de su primera redacción, anterior a 1637) a M. María de Jesús. En ella sostiene la Inmaculada Concepción de la Virgen, la infalibilidad pontificia, etc. Fue aprobada por la Inquisición española (1686), condenada por la Universidad de la Sorbona (París, 1696), aprobada por la Universidad de Salamanca, condenada por el Santo Oficio de Roma e incluida en el ÍÍndice de libros prohibidos (1681), decisión que quedó en suspenso el mismo año por intervención del rey Carlos II ante el papa Inocencio XI. Aparte de varios escritos inéditos, han sido ya publicados Leyes de la esposa, vol I-II (1916-1920); Escala para subir a la perfección (1915); Ejercicio cotidiano… (1920) — todos en Barcelona—; Ejercicios espirituales de retiro (Pamplona, 1769); Cartas de Sor María de Ágreda y Felipe IV, I-II, Madrid, BAC (vol. 108-109), 1958 (con más cartas y otros documentos que no figuran en la edición de F. Silvela (Madrid, 1885). 304. Cf. Carlos Seco Serrano, La Madre Ágreda y la política de Felipe IV en VV. AA., La Madre Ágreda. Una mujer…, pp. 11-23; en la p. 12, su escalofriante vida de mortificación. 305. B. Jiménez Duque, María de Jesús de Ágreda en Gran Enciclopedia Rialp, I, Madrid, Rialp, 1971, p. 360. 306. Al ser nombrada por vez primera, protestó que no sería sino Vicaria, ya que nombraba Abadesa y Prelada de la Casa a la Virgen María. De hecho tomaba las decisiones, sobre todo las importantes, recogida en oración ante su imagen. 307. Se conservan los siguientes documentos: 1) Primera versión del P. Alonso de Bevanides (1630), «custodio» o superior provincial de la Custodia (provincia franciscana) de Nuevo México desde 1623 hasta 1627, que informó a sus superiores y al virrey de Nueva España. Ya en Madrid, en 1630 entregó una relación al superior general de la Orden franciscana y un memorial al rey, que acaba de imprimir en ese mismo año. 2) «Carta» o segunda versión del P. Benavides, escrita por él en 1631 a los religiosos de la provincia franciscana de la Conversión de S. Pablo (Nuevo México) tras su entrevista personal y oficial con M. María de Jesús. Puede leerse en D. M. Bringas y Encinas, Admirable vida y ejemplarísimas…, pp. 3 1-37. 3) Primera declaración de M. María de Jesús de Ágreda (1931) tras su entrevista con el P. Benavides (en D. M. Bringas, op. cit., pp. 37-40); 4) Carta del P. Benavides (en Bringas, op. cit., pp. 40-42), añadida a la primera declaración (1631) de M. María de Jesús. 5) Primera versión del Santo Oficio (1649). La Inquisición trató el caso de María de Jesús ya en 1631 a partir de algunas acusaciones contra la religiosa, en 1635 tomó las primeras declaraciones y en 1649 promovió la causa contra ella. 6) La segunda «carta y relación», la dirigida por M. María de Jesús en 1649 «al Rmo. P. Pedro Manero, Comisario General de la Orden de nuestro P. san Francisco». Se halla en la Biblioteca Nacional (Madrid) y una copia en su convento de Ágreda 6) Segunda versión del Santo Oficio (1650) con 80 preguntas y sus respuestas por parte de M. María de Jesús (conservada en su convento de Ágreda, etc.). 343

Treinta de ellas pueden verse impresas en Autenticidad de la Mística Ciudad de…, pp. 41 8-437. 7) Versión del P. J. Ximénez de Samaniego (1667) que conocía a M. María de Jesús, había presidido su elección como abadesa de su monasterio en 1664 y había asistido a su muerte. Escribió su Vida, que figura en la 1.ª ed. de la Mística Ciudad de Dios (editada por C. Serrano, Epistolario Español, Madrid, BAC, vol. V). 308. Por ejemplo, en la de san Pedro de Alcántara cuando estuvo con santa Teresa de Jesús al mismo tiempo que en la celda, su morada ordinaria, como reconoce Benedicto XIV, Opera. IV. De servorum Dei beatificatione et canonizatione (en la pars 1.a, cap. 32 pp. 17-18 el caso citado). 309. Curiosamente, los términos que designan «alma, espíritu» etimológicamente significan «aliento, aire»: del gr., pneûûma (neumático [de las ruedas de los coches], pneumático) y psykhé (psique, psicología, psiquiatría); del lat., animus (ánimo), anima (animado) y spiritus (espíritu, espiritual); del sánscrito, átman (en alemán der. atmen, respirar, en esp. der. atmósfera); del hebreo, nefesh (alma), ruah (espíritu). En cambio, el esp. «alma» significa «lo que alimenta» (relacionado con el lat. aleo, alimentum). 310. Por ejemplo, en su 2.ª declaración (1649), en la 2.ª versión del Santo Oficio (respuesta a la pregunta n.º 28) hasta el extremo de reconocer que «si pudiera comprarla (la conversión de un solo indio) con la sangre y crueles martirios de la vida, lo hiciera» (su 1.ª declaración, 1631). 311. Cf. M. Guerra, 100 preguntas-clave sobre New Age…, pp. 65 ss., 81-84. 312. Cf. Autenticidad de la Mística Ciudad de…, pp. 164-173 la solemnidad de la inauguración, personalidades asistentes. Durante la construcción acaecieron varios hechos extraordinarios, por no decir milagros. 313. Una monja española, futura patrona de Texas, «La Razón» 9, abril, 2003, p.35. 314. Acaba de mencionar al P. Alonso de Benavides, Custodio de Nuevo México, con otros Padres de esta provincia». 315. Relación de M. M.ª de Jesús al P. Manero (1649). Las mismas ideas según los inquisidores (2.a versión del Santo Oficio, 1650). 316. Ignacio Omaechevarría, «Un ejemplo maravilloso de contemplación misionera: sor María de Jesús de Ágreda», Missionalia Hispanica, 1953;10:535. 317. «Me dio el aborrecimiento con las cosas exteriores sensitivas, que de oírlas tiemblo y desfallezco y formalmente aborrezco su peligro y lloro aquellos tres años. Clamaba de lo íntimo de mi alma pidiendo a Dios que quitase aquellas suspensiones, los arrobos y lo que en ellos conocía y las visiones corpóreas y lo de México, pues ya tenían bastante luz, pues tantos estaban bautizados» (Relación al P. Manero). 318. Cf. Autenticidad de la Mística Ciudad de…, p. 132, tomado de una de las dos declaraciones del P. Benavides. 319. Cf. B. Greene, El tejido del cosmos…, pp. 553-566. 320. La telepatía aparece apuntada ya en la Carta a Anebo 2, 5d escrita por Porfirio (A. R. Sodano) y en la respuesta de Jámblico, De mysteriis 3,27. 321. Cf. M. Guerra, Simbología románica…, pp.178-188. 322. Cf. M. Lucas, op. cit., pp. 16-20 y fotografías 7-12. 344

323. Cf. M. Guerra, 100 preguntas-clave sobre…, pp. 27-38 y las obras de K. Bööhm, M. Ferguson, D. Pribram, R. Weber, K. Wilber y F. Capra citadas en la Bibliografía. 324. En el diálogo tras la conferencia del cardenal C. Schöönborn en AA.VV., Creación y evolución…, p. 156. 325. Palabras de Cicerón, Respublica 6, 24 (26), si bien afirma que el hombre propiamente no es eso, sino que «la mens (la mente, el alma racional) de cada uno es lo que es cada uno». Por eso la sentencia «conócete a ti mismo» significa «conoce tu alma». 326. Esta concepción aparece clara en el diálogo platónico Fedón, también en el Fedro, se insinúa en el Symposion, se entiende alegóricamente en el Crátilo. Que sea fuente y origen de todo mal figura más en los neoplatónicos que en Platón, cf. M. Guerra, Antropologías y…, pp. 135-141, etc. 327. Epicteto 1,1,11; 3,10,15; 4,11,27 (siglos I-II d.C.). 328. M. Buber, Yo y tú, Madrid, Caparrós, 1993, p. 65. 329. De rerum natura 1,94; 1,139; 3,94, 136-139 etc. Afirma su condición corpórea, atómica, aunque «constituida por átomos sutilísimos, esféricos» o perfectos (3, 161 ss., 177 ss.) Es engendrada, se desarrolla y muere al mismo tiempo que el cuerpo (3,445 ss.). Niega su creación y la reencarnación de las almas (3,679 ss.). 330. Cf. M. Guerra, «¿Pneûma, un elemento pneumatológico (E. Santo) o antropológico (espíritu/alma?…», Burgense 1998;39( 1):3 1-98 y 313-358. 331. Cf. M. Guerra, Antropologías y…, pp. 83-114, 301-304. 332. Cf. M. Guerra, Antropologías y…, pp.1 15-15 3, 304 ss. 333. Palabras de Claude Lévi-Strauss, cf. M. Guerra, Cl. Lévi-Strauss. Antropología estructural, Madrid, Emesa, 1979, pp. 99 ss., extensibles a los restantes representantes del estructuralismo antropológico. 334. Cf. su exposición más extensa en M. Guerra, El enigma del hombre…, pp. 241-258 (presente en su 3.ª edición, no en las dos anteriores) y sobre todo J. C. Eccles y K. R. Popper, op. cit., pp. 257-457 335. Es una de las conclusiones del International Interdisciplinary Seminar, año 2008, ya citado. 336. W. Penfield, El misterio de la mente. Estudio crítico de la conciencia y del cerebro, Madrid, Pirámide, 1977, pp. 15, 117 ss., 141 (su edición original se publicó en 1975, un año antes de la muerte del autor. 337. Fórmula frecuente en los escritos de los SS. Padres o escritores de los primeros siglos de la Iglesia y constitutivos de la divina Tradición. 338. Cf. M. Guerra, Antropologías y Teología…, pp. 165-200. 339. Cf. M. Guerra, op. cit., pp. 83-300. No confundir «dualidad» con «dualismo» antropológicos. Este, prevalente en el mundo griego a partir de Platón, sostiene la preexistencia del alma antes de su unión con el cuerpo; su mera coexistencia (no convivencia unitaria) durante la unión y la subsistencia de sola el alma tras la muerte, sin resurrección corporal. 340. Cf. M. Guerra, «El agua y el aire, principios primordiales y primigenios del mundo y del hombre (Nueva interpretación de Jn 3,5 trasluz de una 345

constante mítico-filosófica de la Antigüüedad», Burgense 1962;3: 145-220, especialmente 278-299, y Antropología s y…, pp. 264-268. 341. Cf. Card. Leo Scheffczyk, «La gracia en la espiritualidad de Josemaría Escrivá», Scripta Theologica 2007;39:203-222 y su bibliografía. 342. Cf. Benedicto XVI, el texto de la nota 16 y sobre todo Spe Salvi, n.º 41-48 (el documento más reciente y completo del magisterio pontificio sobre el más allá de la muerte, también en el estado intermedio). 343. Jámblico atribuye distintos grados e intensidad de luz, en sus apariciones, a los dioses y a los seres intermediarios entre ellos y los hombres (démones, etc.), cf. su De mysteriis 2,4; 2,8. 344. Memorias de la Hermana Lucía, IV, n.º 3, pp. 162-164. Cf. Miguel Fernando Sousa e Silva, Los pastorcitos de Fátima, Madrid, HomoLegens, 2008, p. 165 (trad. Manuel de Santiago). De la Virgen, en sus apariciones en San Sebastián de Garabandal (Cantabria) dicen las videntes: «todo su cuerpo resplandece de una luz que sale de su interior. Esta luminosidad es muy grande, pero no hace daño al mirarla». Y de ellas mismas: «ÍÍbamos como en el aire, como en otro mundo, era como de día y con sol» (M.aJosefa V. de Gallego, Recopilación de informes, opiniones y experiencias sobre Garabandal, Santander, Tratamiento Gráfico del Documento, 2008, pp. 30, 103; Sta. Teresa de Jesús (Moradas VI, 5): «Parécele [a la persona en estado de arrobamiento o éxtasis] que toda junta ha estado en otra región muy diferente de en esta que vivimos, adonde se le muestra otra luz tan diferente de la de acá, que…». 345. Cf. José Fabregat (fundador del Centro de Estudios de Ciencias Universales, CECu), La Síndone o Sábana Santa de Turín, ¿cómo puede enfocarse?, Barcelona, CECU, s/a. 346. Cf. Manuel M. Carreira, S. J., Imagen de la Síndone. Posibles procesos de formación, ponencia en el Congreso de los Archiveros sobre reliquias y relicarios en los archivos (Oviedo, septiembre de 2008) y otras publicaciones del mismo autor. Ninguna luz aporta a este respecto el Sudario de Oviedo, aunque todos los indicios indican que cubrió la cabeza del mismo crucificado de la Sábana Santa (identidad del tipo de sangre, correspondencia plena de las manchas de sangre, etc.). Pues, en el enterramiento de Jesucristo, se le retiró el sudario antes de que su cadáver fuera envuelto en la Sábana. (cf. Mark Guscin, La historia del Sudario de Oviedo, Ayuntamiento de Oviedo, 2006, pp. 188-191). 347. Cf. su Rethorica 1,15,1373 a. 348. Benedicto XVI, Homilía de la Vigilia pascual, 15.IV.2006. 349. C. J. Alonso, El evolucionismo y…, p. 32. 350. El neodarwinismo, una de cuyas modalidades más decisivas es la teoría sintética, tecnicismo introducido por el zoólogo J. Huxley, aunque la teoría fue iniciada en 1937 por el genético y zoólogo estadounidense de origen ruso T. Dobzhansky en 1937; también G. G. Simpson. Cf. la exposición completa de las distintas teorías darwinistas y neodarwinistas, etc., en C. J. Alonso, Tras la evolución. Panorama histórico de las teorías evolucionistas, Pamplona, Eunsa, 1999. 351. Sobre todo el Young-Earth Creationism, «el creacionismo de la Tierra reciente», y el Old-Earth Creationism o «creacionismo de la Tierra antigua». El primero sostiene la interpretación literalísima del Génesis y cree que el universo con todos sus elementos, la Tierra y sus organismos 346

vivos, fueron creados en seis días hace seis mil años. El segundo admite la antigüüedad que la geología atribuye a la Tierra (unos 4.600 millones de años), pero rechaza la teoría de la evolución como explicación del origen de los seres vivos, incluido el hombre. A veces se usan las palabras «creación, creacionismo» como si no tuvieran más que un solo significado, no tres, a saber: los dos precedentes y el más generalmente aceptado, entre otros por la Iglesia católica, que es el dado en este trabajo a no ser que se indique lo contrario y que concilia la razón y la fe, los datos aportados por las ciencias y por la Revelación cristiana. 352. Cf. los estudios citados de J. L. Ruiz de la Peña, y J. A. Sayés. Sobre todo el de A. Pérez Laborda, que estudia la creación «desde la realidad» y expone lo que se va descubriendo de la realidad misma y a Dios en cuanto creador no de cualquier mundo, sino «de este mundo», creado «en su dinamicidad». 353. Cf. VV. AA., Trinidad y creación, Salamanca, Secretariado Trinitario, 2003; B. Forte, Trinidad como historia, Salamanca, Sígueme, 1988, pp. 159-184. 354. Cf. X. Zubiri, El problema teologal del hombre…, pp. 173 ss., 193 ss. 355. C. X. Zubiri, «El origen del hombre», Revista de Occidente 1964;54:166. 356. Cf. publicaciones de Peter Atkins (profesor de Química, no cosmólogo como a veces se le presenta), de Susskind, Alexander Vilenkin y J. Garriga (Universidad de Barcelona); también la teoría de los astrofísicos Hoyle, Bondi y Gold. 357. Cf. texto de J. Jeans (Primera Parte). 358. Card. C. Schönborn en el prólogo de VV. AA., Creación y evolución…, p. 11. 359. J. Ratzinger, Creación y …, p 35. 360. La denominación «antropología cultural» fue propuesta en la primera mitad del siglo XXpor el judío Franz Boas, hijo de socialistas radicales, relacionado con 44 organizaciones criptocomunistas en la Cámara de Representantes de EE.UU. Con él y con sus discípulos conecta el comunista A. Gramsci, que sustituyó la revolución por medio de la lucha de clases por la operada mediante la cultura. En la segunda mitad del siglo XXtambién el nacionalismo, por ejemplo el vasco de ETA en el año 1969, traspasó su base de la sangre (al menos seis apellidos vascos como requisito exigidos por el fundador del Partido Nacionalista Vasco, PNV) a la lengua y a la cultura, o sea, de étnico se hizo cultural (cf. M. Guerra, Diccionario enciclopédico de las…, pp. 752-755). 361. Cf. su libro El mono desnudo, Barcelona, Debolsillo, 2003 (1967, 1.ª ed. original), verdadero best seller de divulgación zoológico-antropológica materialista. 362. L. Prieto López, op. cit., pp. XVII-XVIII. Las palabras en cursiva figuran así en el original. 363. Sobre la garrapata, cf. L. Prieto López, op. cit., pp. 132-138, tomado de los estudios de J. von Uexküüll (Ideas para una concepción biológica del mundo, Buenos Aires, EscasaCalpe, 1951, etc.). 364. Sein und Werden. Die menschliche Früühen entwicklung, Stuttgart, Urachhaus, 1982. 365. Es en lo que insiste Portmann, cf. L. Prieto López, op. cit., pp. 171-216. 366. Conclusión de L. Prieto López (op. cit., pp.435-438) como resumen del pensamiento e investigaciones de A. Portmann, E. Blechschmidt, Xavier Zubiri, Aristóteles, etc. 367. 347

Cf. J. de Rosnay, Acto I: la vida, en H. Reeves, La historia más bela del…, p. 103., 368. Sobre la «inteligencia» (sensitiva, técnica, concreta, analógica o impropiamente tal y por comparación con la humana) y la transmisión de señales o lenguaje de los animales, cf. J. J. Sanguineti, op. cit., pp. 267-304. 369. A. Gehlen, El hombre: su…, pp. 98-143. 370. No se sabe cuándo apareció la escritura. Por los datos conocidos puede afirmarse que, en Europa, apareció entre los tartessos (zonas sureñas de la Península Ibérica) unos 4.000 años a.C. o más. De ellos habrían tomado los signos los fenicios cuando llegaron a esas regiones unos 2.000 años a. C, según Ana M.ª Vázquez, Las golondrinas de Tartessos, Córdoba, Almuzara, 2008. 371. Cf. M. Guerra, «La «cuestión homérica» y su repercusión en la «cuestión evangélica» (En torno a la composición y a la transmisión oral y escrita de los poemas homéricos y de los Evangelios)», en VV. AA., Biblia, exegesis y cultura. Estudios en honor del prof. D. J. M.ª Casciaro, Pamplona, Eunsa, 1994, pp. 253-284. 372. La informática está dejando anacrónicas e inservibles las clases dadas por el profesor en forma de lección (etimológicamente, «acción de leer») o lectura de los apuntes privados o de un texto ya publicado. El ordenador permite renovar cada año — más aún: cada día y hora— y entregar a cada alumno una copia de las lecciones que hasta ahora se leían mientras ellos escuchaban con más o menos atención. La informática invita a retornar a dar las clases al modo socrático de enseñar, o sea, en diálogo sobre un tema o cuestión con o sin su guión. Además, el sistema de videoconferencia permite dar lecciones globalizadas, dialogadas o no, desde un lugar determinado a discípulos situados en los cinco continentes. 373. Cf. E. Agazzi, Operacionalità e intenzionalità. L’anello mancante dell’intelligenza artificiale, Milán, Jaca Book, 1989; L. Álvarez Munárriz, Fundamentos de la inteligencia artificial, Murcia, Universidad de Murcia, 1994; T. de Andrés, Homo cybersapiens. La inteligencia artificial y la humana, Pamplona, Eunsa, 2002; I. Asimov, Yo, robot, Barcelona, Edhasa, 2004; P. Johnson-Laird, El ordenador y la mente, Barcelona, Paidós Ibérica, 2000; J. J. Sanguineti, op. cit., pp. 305-352; las obras citadas de J. Searle. 374. Cf. en la op. cit., de A. Alonso Arribas, las reflexiones de algunos pensadores modernos (Berciano, Bunge, Dessauer, Habermas, Heidegger, Jaspers, Mumford, I. Murillo, Ortega y Gasset, Zubiri) sobre la tecnociencia, o sea, la técnica (reglas y procedimientos para la obtención de productos) y la tecnología (el uso más adecuado y práctico de los conocimientos científicos) desde la filosofía y la teología. 375. En la Sala de las Pinturas de Cueva Palomera (Ojo Guareña) se encontró en 1968 la pintura o materia pictórica en una huella de erosión de la roca, datada en torno al año 11.000 a.C. Con ella se pintaron sus 64 representaciones de arte abstracto o informal y 29 del figurativo. La parte central del suelo de esta sala está hundida por un socavón de 2,50 m de profundidad. Es como una chimenea que succionó el piso y provocó el abandono brusco de la sala y del material pictórico. 376. Se han encontrado lanzas, flechas, arpones, etc., de hace 23.000 años. El arco completo más antiguo de los conocidos es el de Stellmoor (Alemania) de hace unos 348

11.000 años ( op. cit., de J. M. Bermúdez de Castro et al.). 377. Cf. su obra Préhistoire de l’art occidental, París, 1965. Su traducción española — Prehistoria del arte occidental, Barcelona, 1968— no es completa. 378. Cf. M. Guerra, Interpretación religiosa del…, pp.12-14. Por ejemplo,: en la cueva de Lascaux, el 98% de los huesos encontrados (animales comidos) son de reno, ninguno de caballo a pesar de sus representaciones modélicas en arte parietal de esta cueva; en Le Vache 8.924 de íbice, ni uno de caballo. No se ha identificado ninguna representación segura del antílope saiga en el arte rupestre paleolítico a pesar de ser el animal más comido, sobre todo en las épocas más frías. A su vez, solo el 3,8% de las figuras rupestres son de reno. 379. En el censo de Ática (Atenas y su entorno), hecho a finales del siglo IV a.C., se registran unos 70.000 ciudadanos (incluidos ancianos, mujeres y niños) frente a 400.000 esclavos. 380. Cf. J. L. Arsuaga, Los aborígenes. La alimentación en la evolución humana, Barcelona, RBA, 2002; F. Civeira, «La evolución del hombre en función de su alimento», Nuestro Tiempo 1961:79:37-52. 381. Cf. M. Guerra, «El sacerdocio común y la primera evangelización o la de los primeros siglos cristianos», Teología del Sacerdocio 2002;23:9-90, especialmente 68-74. 382. Las conservadas y conocidas se hallan sobre todo en Ucrania y en Rusia, también en Francia (Mussidan, Pincevent, etc.). 383. Cf. E. Ortega, La moda. ¿La conoces en toda su dimensión?, Gijón, Mercantil Asturias, 1993; E. Tomaz, A moda e a arte, Lisboa, Diel, 2004, y cualquier enciclopedia de la moda, algunas de varios volúmenes y, lógicamente, ilustradas. 384. Cf. M. Guerra, La interpretación religiosa del…, pp. 63-94 385. Cf. Y. Coppens, La rodila de…, pp. 124 y 143. 386. Cf. Y. Coppens, La rodilla de…, pp. 32-37. 387. Todavía a mediados del siglo XX, la piel permanecía un tiempo determinado recubierta con corteza molida de encina y luego con orina para que adquiriera flexibilidad y suavidad. 388. Mutilación en dedos de las manos hay en la cueva Gargas (en 190 manos de las 200 pintadas), Maltravieso (el mismo dedo en 20 manos, tal vez de la misma persona), etc. Sin mutilación alguna en las 44 de cueva Castillo, en las 16 de Pech Merle, etc. Se las considera mutilaciones involuntarias (accidente, congelación, enfermedad) o voluntarias (señal ritual, social, por motivos mágicos). 389. Cf. M. Guerra, Interpretación religiosa del arte rupestre, Burgos, Facultad de Teología, 1984. 390. Cf. N. Angier, op. cit., pp.39-80; J. Horgan, El fin de la ciencia: los límites del conocimiento en el declive de la era científica, Barcelona, Paidós, 1998. 391. Cf. X. Zubiri, Naturaleza,…, p. 285. 392. Cf. N. Angier, El Canon…, pp. 40, 42. 393. M. Bunge, Materialismo y…, pp. 29 y 35, respectivamente. 394. Cf. la selección de artículos Partículas elementales. Quarks, leptones y unificación de fuerzas, citada en la bibliografía general. 349

395. Cf. B. Orihuel, op. cit., p. 60. 396. «Down with the Big Bang», Nature 1989;340:425. 397. Autor de numerosos inventos (el fonógrafo, la lámpara o bombilla eléctrica, etc.), más de 1.300 patentes. 398. A. Carrel (premio Nobel de Medicina, convertido al catolicismo tras comprobar la curación milagrosa de uno de sus pacientes en Lourdes), La incógnita del hombre, pp. 54-55. 399. Cf. Platón, Apología, 21a-23c. 400. Cf. B. Greene, op. cit., p. 521. 401. Cf. A. Eddington, La naturaleza del mundo físico, Buenos Aires, Sudamericana, 1952, p. 238. 402. M. Rees, Seis números nada más, Madrid, Debate, 2001. 403. Cf. El universo misterioso, Madrid, Poblet, 1933, p. 185. 404. El físico Paul Dirac, que descubrió la ecuación del electrón y predijo la existencia del positrón o electrón positivo (descubierto en 1932 por C. Anderson) por lo que Dirac recibió el Nobel, escribió: «Dios es un matemático de altísimo nivel, que utilizó matemáticas sumamente avanzadas en la construcción del universo» (tomado de Benito Orihuel, op. cit., p. 63). 405. El ser humano adulto tiene 110 billones de células. Pero de ellas, sólo 10 billones son específicamente humanas. Los 100 billones restantes son células microbianas, sobre todo bacterias, también hongos y otros organismos. Los seres humanos nacen «esterilizados», sin bacterias, pero empiezan a ser colonizados desde el instante en que se separan de la matriz. Desde finales del siglo XIX,cuando se descubrieron los microbios, los investigadores han procurado analizar las bacterias causantes de enfermedades. Pero otras muchas no solo no son dañinas, sino que resultan beneficiosas para eliminar los gérmenes malos, para una nutrición idónea, etc. 406. R. Berzosa, Una lectura creyente de Atapuerca…, pp. 45, 97. 407. Descendencia y diseño inteligente en VV AA., Creación y evolución…, pp. 6 1-62. 408. Piénsese en la conversión de san Pablo, André Frossard, Manuel García Morente, etc. 409. Cf. J. Monod, Azar y necesidad…, pp. 157-161. 410. Cf. W. A. Dembski, Diseño inteligente. Respuesta a las… 411. Cf. los estudios de E. McMullin y de J. M. Zycinski en Scripta Theologica 1998;30(1):227-251 y 261-278. 412. Cf. M. Guerra, 100 preguntas-clave sobre «New Age»…, pp. 70-74 y ss. 413. Cf. P.-P. Grassé (director de los 25 volúmenes del Traité de zoologie), La evolución de lo viviente, Madrid, H. Blume, 1977, p. 204. 414. Tomado de D. Martínez Caro, op. cit., p. 240. Desde el año 1996 en que publicó su primer libro, Dios y Filosofía, hasta el 2004, Flew fue un ateo radical y militante. En el 2004, ante la extrañeza de todos, reconoció que había abandonado el ateísmo, impulsado por los adelantos científicos (complejidad del ADN, etc.) y por la razón, ya que «la ciencia destaca tres dimensiones de la naturaleza que están señalando a Dios». La 1ª, la naturaleza no es ciega, sino que «obedece leyes». La 2ª, «la vida está organizada de modo inteligente y dotada de finalidad». La 3ª, «la mera existencia de la naturaleza». Aunque reconoce estar impresionado por el testimonio del cristianismo, todavía no ha 350

abrazado una religión concreta. «Ahora creo que el universo ha sido fundado por una inteligencia infinita y que las intrincadas leyes del universo ponen de manifiesto lo que los científicos han llamado la Mente de Dios. Creo que la vida y la reproducción se originaron en una fuente divina» (las palabras entrecomilladas están tomadas de su intervención en un congreso celebrado en Nueva York en el 2004 cuando manifestó su creencia en la existencia de una Mente infinita). 415. Cf. H. Reeves, Acto I: el universo en H. Reeves y J. de Rosnay, etc., op. cit., p. 42. 416. Cf. W. Jaeger, La teología de los primeros filósofos griegos, México, FCE, 19623, pp. 155- 171. 417. El tejido del cosmos…, pp. 200-201. 418. R. Jastrow, God and the Astronomers, Nueva York, W. W. Norton, 1992, p. 107, tomado de F. S. Collins, op. cit., p. 77. 419. S. Hawking, Brevísima historia del tiempo, p. 95. 420. Texto tomado de J. D. Barrow, El libro de la nada…, p. 278. 421. C. H. Townes (inventor del láser y del máser, premio Nobel de Física 1964 y premio Templeton 2005), «The Convergence of Science and Religion», IBM´´s Think magazine 1966;3 2:2. 422. Maurice Blondel, La acción, Madrid, BAC, 1996, p. 404. 423. ¡Dios a la vista! en Obras completas, vol. II, Madrid, Revista de Occidente, 1946, p. 485. 424. En esta materia descuellan los estudios de la paleontóloga francesa A, Dambricourt (Le légende maudite duVingtièème sièècle: L’erreur darwinienne, Nuée Blues, Strasbourg 2000) y de la embrióloga R. Chandebois, también francesa, (Pour en finir avec le Darwinisme: une nouvelle logique du vivant, Espace, Montpellier 1993).

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Índice temático y léxico de tecnicismos Observación: De ordinario no se consignan todas las páginas en las que figura cada uno de los términos siguientes Abejas , 199-200. Aborto, 209, 340. Acebo, 198. Adaptación (al entorno), 196-198. ADN, 161, 170, 176, 194,208, 213, 219-233, 347, 381. Aeróbico, 180. Agnosticismo, 152, 329-331. Agua, 111, 162ss., 171, 196, 198, 239, 3971. Agujero negro, 45ss. Aire, 248-249ss. Aleatorio, 50. Alelo, 198, 223. Alma, 245-255, 274, 287ss., 360. Alimentación, 319-320. Aminoácidos, 314. Anaeróbico («sin oxígeno»), 180. Anfibios, 184,194, cf. rana. Antecesor, cf. Homo. Antimateria, 69ss. Antipartícula, partícula de antimateria. La partícula que tiene los mismos espín, masa, carga eléctrica, número bariónico (cf. bariones) , número leptónico, etc., que otra, pero de signo (positivo, negativo) contrario. Cf. 69-70. Antropía, cf. principio ant rópico. Antrópico/antropomórfico, pertinente o relativo a la antropía (cf.). Año/segundo luz, distancia recorrida por la luz en un año (nueve billones y medio de kilómetros, más exactamente: 9,4605 billones) o en un segundo (300.000 km, con precisión total: 299.729 km). Cf. velocidad. Apéndice/apendicitis, 194, 214. Arco iris, 116. ARN, 178, 222, 226, 231-232. Arquea, 179, 180. Arte (abstracto y figurativo) rupestre, 323-324. Artrópodos, 183. Asteroide, 117, 149. 352

Astral (cuerpo, viaje, religión), 251-256, 263ss., 267, 268. Astrofísica, 21. Astronomía (griega), 22, cf. Aristarco de Samos, Eratóstenes, Pitágoeras, Ptolomeo. Ateísmo, 17, 29, 330, 359, cf. cientificismo, materialismo, positivismo Atmósfera, 56, 58-59, 111-112, 113, 250, 338. Atomismo (greco-latino), cf. Leucipo, Demócrito, Lucrecia. Átomo, 63ss. Atto, 29. ATP, acrónimo de after the Bang (después de la explosión). Generalmente designa el tiempo transcurrido a partir de Big Bang. cf. mitocondria. Aura, 26, 285. Aureola, 285. Aurora boreal, 112, 116. Australopitecos, 201-202, 218, 319. Autótrofos (del gr. autós, sí mismo, trophós, nutritivo, que alimenta), organismos (las plantas) que elaboran su propia materia orgánica, o sea, lo que necesitan para subsistir. La mayoría de los autótrofos consiguen la energía necesaria a partir de la luz solar por medio de la fotosíntesis. Azar, 342ss., 361, cf. diseño inteligente, necesidad. Azúcar, 196. Azul (estrella), 105. Bacteria, 160, 178, 179, 197, 230, 232-233, 380. Bamboleo (de la Tierra), cf. precesión. Bariones, partículas de interacción fuerte, o sea, los quarks (los protones y los neutrones constituidos por ellos) y los hadrones inestables, llamados hiperones. El número bariónico es el total de bariones de un sistema, menos el número total de antibariones. Bariónica (materia), la constituida por los protones y neutrones, o sea, toda la materia ordinaria, visible y, además, una pequeña porción de la materia «exótica», oscura. Tampoco son bariónicos los neutrinos, aunque no sean considerados materia exótica porque hasta hace poco se pensaba que carecían de masa. Recientemente se ha descubierto que hay neutrinos masivos. Big Bang, Gran Explosión acaecida al comienzo del espacio y del tiempo hace entre 20.000 y 13.000 (exactamente 13.700 según la WMPA) millones de años luz, que ha estado en expansión continua hasta ahora mismo. Es el modelo estándar o generalmente aceptado del desarrollo o evolución del universo. Big Crunch, Gran Crujido, final apocalíptico de la expansión actual del universo; el colapso 353

del espacio universal sobre sí mismo, una especie de Big Bang, pero al revés. Bilocación, 275-284. Binario (sistema), 104, cf. Byte. Biología o tratado de la vida, estudia la vida y los seres vivos, que no pueden reducirse a sus procesos fisicoquímicos, competencia de la física y de la química. El biólogo investiga el significado de los procesos vitales, no el de la composición química de lo material que lo integra. Biología molecular. Investiga las estructuras moleculares, base de los procesos vitales, o sea, estudia las «macromoléculas» (cf.) en cuanto a la realización de los procesos fisiológicos y genéticos. Cf. 161. Biología sintética, cf. sintético. Bipedación (también bipedalismo, bipedestación), capacidad y acción de andar erguido sobre los dos pies o piernas. El paso de andar sobre cuatro patas (animales) a sobre dos piernas en posición erguida y con las manos libres ha sido atribuido por Darwin y los darwinistas a las mutaciones producidas por la necesidad de adaptarse al entorno cuando los primates pasaron de la selva y su arbolado a la sabana africana. Últimamente se atribuye a la lógica interna, o sea, a procesos genéticos forzados, al margen de la adaptación al entorno y de la selección natural. Se debería a una rotación del tubo neural, proceso interno de origen embrionario, desarrollado durante unos 60 millones de años. Es un proceso no aleatorio ni al azar y realizado por mecanismos darwinianos.424 , cf. 193, 217, Bit, la cantidad mínima de información. Un equivalente, como ejemplo, podría ser «sí/no». Es como un interruptor que puede estar arriba o abajo (en on o en off ). Son los dos únicos símbolos del código binario, usados en los ordenadores, pero con distintas series de ceros. Brujas, 275. Budismo, 19, 52, 150, 151, 285, 302. Bosón, partícula o patrón de vibración de una cuerda, cf. 48, 63, 73. Byte, Ocho bits de información. Un byte sería como una palabra en el alfabeto de dos letras del código binario, por ejemplo: el código morse y el de los ordenadores. En el sistema decimal, específico de nuestra numeración ordinaria, se cuenta por decenas (10 y sus múltiplos: 100, 1000, etc.), en el binario por dos y sus múltiplos (4, 8, 16, etc.). Una unidad natural de la aritmética binaria es 1.024 (2 por 2 nueve veces), llamada kilobyte por ser el equivalente aproximado de mil bytes. Un gigabyte equivale a 1.024 kilobytes (un millón y 24 bits). Si se inventa un sistema de fotones enredados (cf. enredo) en un rayo láser 354

con un gigabyte de información, se podría trasladar toda la información de un ordenador a otro en un santiamén. C, ºC, grado Celsius o celsio en temperatura, cf. Kelvin. Caballo, 184, 195, 200, 224. Cactus/cacto, 198, 215. Calor, cf. temperatura. Cámbrico, 182-183. Calzado, 322-323, Campo, ámbito de influencia universal o algo que existe en todos los puntos del espacio y del tiempo, por ejemplo: campo magnético, gravitatorio, etc. El medio a través del cual una fuerza transmite su influjo. Cf. 47ss., 59. Cáncer, 110, 177, 178, 339, Caos, 129-130, Carbón, 135, 241. Carbono, 172, 240, 339. Carga (eléctrica), capacidad de una partícula para atraer o repeler otras partículas según tengan una carga opuesta (positiva-negativa) o igual. Cf. 65. Caries, 233. Cárstico, relativo al carst, o sea, región rocosa, calcárea, de subsuelo horadado por ríos, grietas, simas y cavernas. La palabra se deriva de «Carso» (italiano), nombre de la región de estas características que se extiende entre Trieste (Italia) y Liubliana (Eslovenia). Se ha vulgarizado el término correspondiente en alemán, Karst y su derivado kárstico, aceptados por el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española a pesar de su llamati vo exotismo idiomático. Catálisis, aceleración de una reacción química por medio de un catalizador (cf.). Catalizador, una clase de moléculas que favorece una reacción entre otros tipos de moléculas sin que ella quede alterada. Célula, 175-178 yss., 219, 228. Células adultas/embrionarias, 177-178, 340. Cerebro, 215-219, 309, 319. CERN, 69, 73. Cero absoluto, la temperatura más baja posible o sea, cuando y donde no haya energía térmica alguna, cf. Kelvin. Chamanismo, 265-267, 275, 372. Chimpancé, 187, 192,218, 314. Cianobacterias, conocidas vulgarmente como algas verdiazules, bacterias acuáticas que fueron las primeras células capaces de realizar la fotosíntesis (cf.). Actualmente existen unas 355

7.500 especies de cianobacterias. Cf. 179. Cianógeno, un compuesto químico (el CN) formado por carbono y nitrógeno. Está en el espacio interestelar por la absorción de luz visible. Cf. 139. Ciclos cósmicos, 150-152. Cientificismo, 17, 261, 325-332, 359, 362. Cigoto, fusión de dos gametos o células sexuales con su respectiva dotación de cromosomas, la paterna (espermatozoide) y la materna (óvulo). Es la forma de reproducción de las eucariotas unicelulares, también de los animales y de las plantas superiores. Se habla de reproducción sexual, pero impropiamente pues en la reproducción, una célula se divide en dos, mientras que en el sexo dos se fusionan en una, que es un nuevo ser desde ese instante, el de su concepción. Muchos organismos unicelulares, también algunas plantas (zarzas, diente de león y pie de león) y animales (muchos insectos y reptiles) se reproducen indefinidamente sin sexo, sin fecundación, mediante la partenogénesis consistente en que la hembra produce óvulos e hijas genéticamente iguales a ella. Cf. 225. Clariaudiencia, percepción extrasensorial de sonidos y voces imperceptibles por el oído normal. Clarividencia, la percepción extrasensorial de realidades o cosas no meramente subjetivas (como en la telepatía), sino objetivas, físicas (objetos, sucesos, causas de enfermedades), que se ven, aunque no están al alcance de la visión ocular. Cf. 366. Clonación, 223, 284. Clorofila, 68-69, cf. fotosíntesis. COBE, 74, 132. Codón, 227, 229. Colibrí, 198, 396. Colores, 55-56, 68. Cometa, 115ss., 135. Complejidad especificada, un indicador científico fiable de la inteligencia en un ser o proceso, ya interna y propia (las acciones del hombre), ya huella de la acción de una inteligencia externa, por ejemplo: en las obras de los hombres (un libro, una catedral, un microscopio, etc.) o en el universo (intervención de un diseñador o de Dios). Según los defensores del Diseño inteligente, no basta cualquier complejidad biológica, etc., para afirmar la existencia del diseño inteligente. Es preciso que la complejidad sea la especificada o irreducible. No es fácil de exponer aquí sus cinco ingredientes relacionados —tres de ellos— de un modo u otro con la improbabilidad, cf. W. A. Dembski, op. cit., pp. 87-144). Cf. Diseño Inteligente. Complementariedad, propiedad de lo(s) complementario(s). En sentido estricto, dos realidades o modelos son complementarios si se refieren a la misma entidad y están 356

dotados de idéntica estructura lógica; por ejemplo, los modelos de partícula y onda o energía se aplican a la misma realidad (los electrones, etc.) y operan en el mismo plano lógico; también los modelos personales e impersonales o panteístas de lo divino (en el nivel del lenguaje). En sentido amplio, puede decirse que la ciencia y la religión son complementarias, aunque responden a situaciones distintas y realizan funciones diferentes en la vida y actividad humanas. Complementarios, cf. complementariedad. Comunicación, cf. información. Constelación, 103, 172. Contingencia, contingente, cf. azar. Coordenadas, los números que especifican la posición de un punto en el espacio y en el tiempo. Copenhague, intepretación de 361. Corrimiento hacia el azul, 124.Corrimiento hacia el rojo, 55-56, 124-125. Cósmicos, rayos, 58ss. Cosmología, estudio del cosmos o universo (su origen, constitución, evolución, etc.). Se llama cuántica, la ciencia (no exenta de referencias filosóficas y religiosas) relacionada con la física cuántica de partículas (cf.). Creación, 19, 301-304. Cf. diseño inteligente. Creacionismo, 301-302, 377. Cretácico, periodo geológico que se extiende entre hace 144 y 65 millones de años. Crítica —densidad, —velocidad, 143, 151-152. Crepúsulo, 106. Cromosoma, 208, 222, 226-227. Cuántico/a, lo relativo al mundo de los cuantos (cf.), a sea, a lo atómico y subatómico. Cf. cuanto, enredo, física, mecánica, principio cuántico de Planck. Cuanto/quantum, 37. Cuanto/quantum, 37. Cuerda (subatómica), 88-89. Cuerdas (teoría de las), 22, 83ss., 121. Cuerpo negro, cuerpo, o sea, algo que absorbe toda la radiación que le llega. Por eso, el negro es la ausencia de color y las superficies negras tienen más calor que las de otro color. Cúmulo, Cúmulo (estrellas), 43, 97, 98,99, 100, 104, 142. Curvatura (del espacio), cf. espacio curvo. 357

Deca, 29. DDT 197. Deísmo, 304. Démones, 251, 255-258. Demonios, 255, 257-258. Densidad, la cantidad de cualquier magnitud por unidad de volumen. Desintegración (radiactiva). El proceso por el cual un conjunto de átomos radiactivos va emitiendo una partícula que se convierte en otra clase de átomo. El tiempo requerido para la desintegración radiactiva se llama periodo medio de vida (cf.), también «vida media». Cf. isótopos. Determinismo cuántico, 49-51. Día, tiempo empleado por la Tierra en un movimiento de rotación, o sea, en dar una vuelta completa alrededor de su eje, ahora 24 horas (con precisión total 23, 934 horas). El influjo de la Luna va frenando o retardando este movimiento. Hace 620 millones de años, un día tenía solo 21,9 horas. Diente, 192, 203, 210-211, 215, 233. Dimensiones, 89-91. Dinosaurios, 115, 195, Dióxido de carbono, 172, 338. Diseño Inteligente (DI), la afirmación y el estudio de las ordenaciones de los materiales (cósmicos, organismos vivos, etc.) preexistentes que apuntan o sugieren la intervención de una inteligencia diseñadora. ¿Puede haber diseño sin diseñador? El diseño, entendido como un proyecto pormenorizado preexistente en la Mente del Creador, es la antítesis del azar. Pero tanto la necesidad como el azar caben en el DI si se lo entiende como un proyecto general del desarrollo de lo existente desde el Big Bang hacia una complejidad cada vez más elevada y anudada en tres cumbres, a saber, la de lo cuántico (desde lo subatómico hasta las galaxias), la de los organismos vivos (desde los unicelulares hasta los homínidos) y la de la conciencia (en los seres racionales, libres, éticos y religiosos). Los promotores del DI insisten en que «el DI es estrictamente una teoría científica vacía de compromisos religiosos», compatible con una «postura agnóstica respecto al diseñador», pues es posible ser agnóstico y «contemplar la complejidad especificada como un hecho bruto internamente inexplicable en términos de azar y necesidad». Reconocen que, a diferencia del Creador de las grandes religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo, islamismo), «el diseñador que se 358

esconde tras el DI es compatible con el Dios-creador, también con el Dios-relojero de los deístas, con el Demiurgo del Timeo de Platón y con la razón divina (o sea, logos spermatikós) de los antiguos estoicos». La creación se refiere al manantial o Causa directamente originante del universo, así como directa o indirectamente de sus seres. El DI no es sinónimo de «creación». «Puede haber creación sin diseño y diseño sin creación» (cf. W. A. Dembski, op. cit., p. 37,43, etc.), aunque, en su acepción vulgar, la creación explica el diseño inteligente y va unido al mismo; a su vez, el DI parece reclamar la existencia de un Diseñador y Creador. Tanto la creación como el DI son compaginables con la evolución, no con el evolucionismo en cuanto teoría e ideología materialista, naturalista. El arte de construir barcos no está en la madera constitutiva de los mismos (Aristóteles), ni el de componer sonetos en las letras del alfabeto, ni el de pintar cuadros en la pintura, sino en el artesano o artista correspondiente. De modo parecido, según la teoría del DI, el arte de construir la vida no se halla en la materia, en los elementos bioquímicos que la constituyen, sino en un diseñador inteligente. Cf. 301, 342ss., azar, complejidad especificada. Doppler (efecto), cambio de la frecuencia en la radiación de una fuente en movimiento, causado por el movimiento relativo suyo y el del receptor u observador. Según la fuente emisora se aproxime o se distancie, la señal llegará al observador con una frecuencia más alta o más baja y se dará el corrimiento hacia el rojo o hacia el azul. 2MASS, 98. Eclipse, 145. Educación, 191, 248, 294, 309-310. Electrodébil, unificación de la fuerza electromagnética (cf.) y de la nuclear débil (cf.) en la electrodébil. Electromagnético, 55ss., 59. Electrón, 65-66, 73, 141, 282, 337. Elemental (partícula), partícula que supuestamente no puede ser subdividida, por ejemplo, el átomo según el atomismo griego, ahora los quarks (cf.) o probablemente las cuerdas (cf.), 62, 71-73. Elementos, 61-62. Emanación, 299ss. Embrión/feto, 191, 192, 214, 218, 223-224, 309, 340. Emociones 216, 217. Enana blanca (estrella), 102. Enana marrón, 102, 135. Enana negra, 102. Enana roja, 102. Energía (oscura, visible, emergente), 36, 44ss., 106, 259-261. Enfermedades, 201, 233, 251, 270. 359

Enredo (cuántico), 39-41. Entelequia, 251. Entropía, un aspecto básico de la mecánica cuántica, relacionado con el grado de desorden en un sistema físico. La entropía se mantiene idéntica o inalterada mientras se conserve el equilibrio térmico. La entropía total nunca disminuye en ninguna reacción (2.a ley de la termodinámica). Cf. 154. Enzima, proteína que actúa como catalizador (cf.) 226-227.. Eoceno, periodo geológico comprendido entre hace 56 y 34 millones de años. Epicureísmo, cf.Epicuro, Lucrecia. Epigénesis, epigenético, 221. Epilepsia, 293-294. Erguido, cf. bipedación. Escritura, 314ss. Escritura automática, cf. paragrafía. Espacio absoluto, el espacio concebido como invariable e independiente de su contenido (Newton, etc.). Espacio curvo, aquel en el cual los ángulos de un triángulo no suman 180º, sino más (triángulo trazado en una esfera) o menos (el trazado en silla de montar). Cf. 38. Espacio euclídeo (o de Euclides, matemático de la antigua Grecia), el homogéneo, uniforme e isotrópico, en el cual los ángulos de un triángulos suman 180º. En él la línea recta es la más corta entre dos puntos y dos paralelas nunca se encuentran. Espacio tiempo, unidad del espacio (con las dimensiones espaciales: altura, longitud, profundidad, etc.) y el tiempo (la dimensión temporal), articulada por vez primera por la relatividad especial (Einstein). Es como el «tejido» configurador del universo y el marco dentro del cual sucede lo que sucede. Especiación, 193ss. 300 (alopátrica). Especie, 193-196. Espectro, 57-58. Espermatozoide, 176. Espín (del ingl. spin), propiedad cuántica intrínseca de las partículas elementales, que es distinta en sus diferentes clases y que describe el estado de su movimiento de rotación alrededor de su eje. Es un número entero o la mitad de un número entero impar: 0 (espín de un pión); 1 (espín de un fotón); 1,50 o 1/2 (espín de un electrón); 2, etc. Cf. 137-138. Espíritu, 151, 253-255, 288, 289, 296. Estigmas, 277, 366. Estoicismo, 167, 249, 253-254, 255, 257, 369. Estrella, 101ss., 133, 142, cf. azul, de neutrones, enana, enana blanca, enana marrón, enana negra, enana roja, fugaces, supernova. Éter, 250-259. Eucariota, 179. 360

Evolución, 167. Evolución química, cf. generación espontánea. Exponencial, 29-30. Extraterrestres, 169ss. Familia, 71, 309, 310. Fantasma, 273-274. Fase, cambio de, cf. simetría. Femto, 29. Fermiones, 62. Finalidad, 344-347, cf. Diseño inteligente. Física clásica, la física tradicional con Newton (siglos XVII-XVII) y Maxwell (siglo XIX) como últimos representantes más destacados. En general es determinista, pues reconoce que puede predecirse el comportamiento de todos los objetos a partir del conocimiento de sus componentes más pequeños. En general, se refiere a todas las leyes no cuánticas (cf. Física cuántica, determinismo). Física cuántica, llamada también mecánica cuántica, teoría desarrollada entre los años 1920 y 1930, que explica el mundo de lo mínimo, o sea, el de los átomos, así como el de las partículas y cuerdas subatómicas (sus elementos, su naturaleza, leyes, comportamiento). Corrige y completa la física clásica (cf.). Sostiene una incertidumbre (cf.) insuperable en la predicción de los sucesos cuánticos (cf.). Es holística (cf. holograma). En la física cuántica, las partículas y las ondas son dos aspectos de la misma entidad subyacente. Cf. Enredo cuántico. Fisión nuclear, proceso en el cual un núcleo se descompone o rompe en dos o más núcleos menores, liberando energía. Cf. 80-81 Flores, 183, 190, 200, 209, 211. Fluctuación (cuántica), 48, 51, 121, 144, 303. Fósiles, fosilización, 181-182, 190, 192. Fotón, partícula mensajera o transmisora de la fuerza electromagnética; un cuanto (cf.) de luz Cf. 37, 138. Fotosíntesis (del gr., fôs, fotós, luz, y del gr./lat. Síntesis (= «composición»), proceso por el cual el pigmento verde (clorofila) de los vegetales, a partir de dióxido de carbono y de agua, capta la luz solar y utiliza su energía para la síntesis de azúcares, el alimento celular por excelencia, y de otros compuestos orgánicos, indispensables para la vida de los animales, también del hombre. Cf. 198, 215, autótrofos. Frecuencia, 38. Fuerza electromagnética, 77-78, 338. 361

Fuerza nuclear débil, 78-79. Fuerza nuclear fuerte, 78-79, 336. Fuerza gravitatoria o de la gravedad, 43, 61, 74-77, 336, 338. Funerarios, ritos 211. Fugaces (estrellas), 116. Fusión nuclear, proceso en el cual dos núcleos chocan y se fusionan o unen, formando un núcleo mayor y más pesado. Cf. 80-81. Galaxia, 95ss., 133, 140, 142, 149. Galáctico, lo relativo a las galaxias. Gameto, cf. cigoto. Gamma (rayos), 57, 58. Garrapata, 307-308. Gas (intergaláctico, interestelar), 98, 106, 140. Gemelos, los hermanos nacidos del mismo óvulo y en el mismo parto. Cf. 223, 340,enredo, mellizo.. Gen, 215, 222-226. Generación espontánea, 165, 192, 364. Genoma, 180, 219, 220-226, 230, 232. Geodésica, camino más corto entre dos puntos, que no es necesariamente en línea recta, por ejemplo el que une dos puntos de una esfera (la Tierra) y que no lo hace por medio de un túnel. Cf. 38. Giga, 29. Gluón, 78. Gnosis de Princeton, 17-18, 251, 344. Gnosticismo, 263-264, 266-268 Gorila, 187, 218, 314. GPS, 77. Gradualismo, 194. Gravedad, 45, 96, 148-149, 243. Gravitación universal (teoría newtoniana), Es la teoría establecida por Newton, según la cual la fuerza de atracción entre dos cuerpos es proporcional (cf.) directamente al producto de sus masas e inversamente al cuadrado de la distancia que los separa. Ha sido superada, aunque no anulada del todo, por la relatividad general de Einstein. Gravitón, partículas mensajeras o portadoras de la fuerza de la gravedad. Son admitidas generalmente, aunque todavía no se ha demostrado empíricamente su existencia, al parecer por falta de medios tecnológicos capaces de detectar unas partículas tan insignificantes. Griegos, cf. Aristóteles, Anaxagoras ,Anaxímenes, atomismo, astronomía, epicureismo, 362

estoicismo, Homero, Platón, Sócrates.. Hachas, 206, 318. Hadrón (pl. hadrones), las partículas de interacción nuclear fuerte, a saber, los bariones (cf.) y los mesones (cf.), 62, 73. Hecto, 29. Helio, 103, 104, 106, 126-127, 336, 339. Hematíes, 197, 232. Hemoglobina, 68, 69, 197, 232. Herramientas, 317-319, 321, 322. Heterótrofos (del gr. héteros, otros), organismos (hongos, animales, hombres) que no generan la materia orgánica necesaria para su subsistencia, sino que asimilan la elaborada por otros; cf. autótrofos. Híbridos, 161, 193. Hidrógeno, 103, 104,106, 126-127, 153, 240, 336. Hierro, 104, 113, 240. Higgs (campo de), 47-49, 73. Hinduismo, 19, 249-251, 263-264, 289, 302. Hiodes (hueso), 313. Holismo, 251, 285-286. Holografía, 285. Holograma, 40, 285-286. Holográmico, perteneciente o relativo al holograma (cf.). «Hombre», 202. Homínidos, 189, 191, 201, 202-207. Hominoide(o), 185. Homo, 202, 210-211. Homo antecesor, 203-204, 227, 229. Homo erectus, 201, 202, 204, 210, 217, 218, 318, 319. Homo ergaster, 203, 204,318. Homo Floresiensis, 201-202. Homo habilis, 191, 203, 210, 217, 218, 318. Homo heidelbergensis, 191, 203,204, 205, 211, 313. Homo neanderthalensis, 203, 204,217. (Homo) paranthropus, 202. Homo rudolfensis, 203, 210. Homo sapiens (sapiens), 189, 190,202, 203, 205-207, 210, 217, 218, 314, 318. Hongo, 380, cf. simbiosis Horizonte cósmico, especie de línea o lugar en el espacio más allá del cual la luz no ha tenido tiempo de llegar hasta la Tierra (formada hace unos 4.500 millones de años luz) desde el Big Bang o comienzo de la expansión del universo (hace 13.700 millones de años luz). Horizonte de sucesos, esfera imaginaria alrededor de un agujero negro (cf.) de una 363

atracción gravitatoria tan fuerte que todo lo que entra en ella (estrellas, hasta los rayos de luz) ya no puede salirse y es como engullido por el agujero negro. Hubble (constante de), 74, 148. Huevo, 176, 227, 228. Imán, 286, 339. Incertidumbre (principio de), 49-52. Indeterminación, 52. Inercia, resistencia que ofrecen las cosas a dejar su estado de reposo o, una vez movidas, a ser aceleradas. Inflacionario (universo), 122-123. Información, uno de los muchos estados posibles de un sistema, que puede ser hablado (sonidos pronunciados), escrito (letras y cualquier tipo de signos consignados en las distintas clases de material), informático (relativo a la «informática» o conjunto de conocimientos científicos y de técnicas que hacen posible el tratamiento automático de la información por medio de ordenadores, que codifican instrucciones de modo preciso mediante una representación binaria [cf.] o digital, cuantificado en forma de bits [cf.] de información), genético (bases del ADN). Hay comunicación de información cuando otro sistema (audición de los sonidos, lectura, ordenador, una célula viva) capta y responde, es decir, cuando la información es codificada, transmitida y descodificada. La comunicación de información entre dos puntos más o menos distanciados por medio de la radio, televisión, redes informáticas y sistemas biológicos no se hace sin un soporte y sin consumición o gasto de energía física. El físico y teólogo John Polkinghorne traslada esto a la relación de Dios con el universo. Concibe la acción divina como «pura aportación de información» sin necesidad de soporte intermediario ni de gasto de energía física y de repercusión holística, pues Dios, además de trascendente, es omnipresente e inmanente. Cf. 228, 230, 293, 315-316. binario, bits, comunicación, holograma. Informática, 315-316, 378. Infrarrojos, rayos, 56. Inmanencia/inmanentismo, 301, 345. Insectos, 194, 198. Inteligencia artificial, 315-316. Interferencias, 301, 345. Invernadero (efecto), 108, 339, cf. ozono. Ión, 362, cf. ionización. Ionización. 1) Acción por la cual los electrones son separados de sus átomos, ya se 364

consiga por medio de colisiones con otras partículas, ya por obra de fotones potentes en energía. Un ión o átomo (también la molécula) ionizado, al ser despojado de los electrones (de carga negativa), queda cargado eléctricamente (ión positivo); por ejemplo, la sal común sólida carece de carga eléctrica, pero su disolución en agua la tiene, pues sus moléculas se escinden en iones sodio y en iones cloro, dotados de carga eléctrica positiva y negativa, respectivamente. Según estén o no ionizadas positiva o negativamente las moléculas se mueven solo en una dirección determinada atrayéndose y consecuentemente conexionándose o se repelen, factor decisivo para la formación de organismos más complejos. 2) Si molécula es la unión de átomos del mismo o de distintos elementos químicos, «compuesto iónico» cuando se unen y se mantienen unidos átomos de elementos químicos distintos pues un enlace o «pegamento» iónico es el enlace o unión entre iones, o sea, entre átomos eléctricamente cargados y solo se atraen o pueden unirse los de carga contrapuesta (positiva-negativa). Los enlaces covalentes átomos forman moléculas; los iónicos, sales; los metálicos (cuando los electrones son compartidos entre diferentes átomos en una especie de comuna), metales. Gracias al enlace o pegamento iónico hay guijarros, condimentos, sal común o de mesa, cáscaras de huevo, medicamentos psiquiátricos y contra la acidez de estómago, productos de limpieza. Isótopos. Formas similares y diferentes a la vez de un mismo elemento químico (lo que varía es el número de átomos). Los isótopos son núcleos atómicos «engordados» o sea, dotados de neutrones extra, por ejemplo: el carbono (12C), el más común, tiene seis protones. Por eso, es el número seis de la tabla periódica. Pero hay otros isótopos o formas de carbono, por ejemplo las que tiene 7 y 8 protones (13Cy 14C, respectivamente). La forma isotópica suele ser inestable, por ejemplo, el carbono de ocho neutrones tiende a desprenderse del octavo. El ritmo de expulsión de neutrones o de desintegración (cf.) sirve de reloj para la datación de los objetos fósiles, etc. Isotropía, la supuesta propiedad del universo por la que presenta el mismo aspecto en todas las direcciones a la mirada de un observador. El agua líquida es isotrópica, no lo es el copo de nieve por su simetría séxtuple. No hay dos iguales. K, kelvin, unidad de temperatura (cf.). Kaluza-Klein (teoría de), teorías del universo que incluyen más de tres dimensiones espaciales, junto con la mecánica cuántica (cf.). Kárstico, cf. cárstico. Kelvin, lord (William Thomson), físico inglés (1824-1907), que, entre otros aciertos, estableció la escala de la temperatura que se registra con el cero absoluto como referencia (la temperatura más baja posible). Su grado cero corresponde al –273 ºC, que es la señalada ordinariamente en nuestros termómetros. En el grado cero Celsius el agua se hiela, o sea, pasa del estado líquido al sólido. A los 100 grados, empieza su ebullición o su evaporación, paso del estado líquido al gaseoso. Lagartija, 200. 365

Lamarckismo, 300. Laringe, 313. Láser, 38, 40, 79, 285, 286. Lenguaje, 211, 295, 311ss. Leptón, las partículas (electrón, muón, neutrino) que no obedecen a la interacción nuclear fuerte. Número leptónico es el número total de leptones de un sistema, menos el número total de antileptones. Cf. 63. LHC, 73. Levadura, 221, 224, 232. Levitación, 242-244, 277, 366. Libélula, 340. Liquen, 363, cf. simbiosis. Longitud (de onda), 38. LUCA, 179. Luciferismo, 267-268. Luminosidad, la cantidad de luz irradiada por cualquier objeto o foco de luz. Evidentemente la «luminosidad absoluta» o real de una estrella no coincide con «la aparente», o sea, vista desde la Tierra. Esta depende de varios condicionantes, por ejemplo, de la distancia. Luna, 114-115, 141, 145. Luz, 36ss., 61, 96, 130-131, 148, 297, 276. MACHO, 43. Macromoléculas o «grandes moléculas». Son las moléculas que tienen un número elevado de átomos, al menos 1.500. Magnitud, la medida de la luminosidad o brillo de cualquier cuerpo celeste (estrella, etc.). Mamífero, 184-185, 195, 215, 307, 313. Mancha solar, 106. Mano, 214, 317, 323, 379. Mariposa, 198. Masa, la cantidad de materia en un cuerpo al margen de su volumen o de las fuerzas que actúan sobre él. Cf. 37, 71, 76. Materia bariónica, 36, cf. bariónica, bariones. Materialismo, 152, 287, 259-261, 290, 327, 345. Materia oscura, 43ss. Mecánica cuántica, cf. Física cuántica. Mega, 29. Mellizo, Los hermanos nacidos en el mismo parto, pero de óvulos distintos, cf. gemelos. Mensajera (partícula), Cuanto o paquete mínimo de una fuerza, que transmite o transporta dicha fuerza, cf. fotón, gluón, etc. Menstruación, 310, 340. 366

Mente, 288, 346. Mpc, cf. pársec. Mesón, la clase de partículas de interacción nuclear fuerte y con número bariónico cero. Incluye los mesones pi (los de masa menor), los mesones K, los mesones rho (muy inestables), etc. Metabolismo, proceso por el cual los seres vivos toman de su entorno o ambiente energía y materia no viva y la transforman en energía e integrantes de la célula viva (anabolismo, der. del gr., cambio hacia arriba, asimilación) al mismo tiempo que descomponen la materia orgánica, obteniendo energía y componentes químicos (catabolismo der. del gr., cambio hacia abajo, desintegración). Metagenoma, 232-233. Metano, 172. Meteoro, 116. Meteorito, 117, 170. Micra (micro como prefijo: microsegundo), 29. Microondas, cf. radiación fósil. Mimetismo, 198-199, 242, 283. Mioceno, periodo geológico que se extiende entre hace 24 y 5,5, millones de años. Mito, 242, 283, 306, 315. Mitocondrial, relativo a las mitocondrias (cf.). Mitocondria, orgánulo intracelular de los eucariotas (cf.) que oxida compuestos de carbono y utiliza su energía para sintetizar ATP, que proporciona energía para otras actividades celulares. Cf. 181, 207-208, 225. Moda, 320-323. Modelo cuerdas, cf. modelo estándar. Modelo estándar, teoría, basada en las partículas en cuanto puntuales, que describe toda la materia y todas las fuerzas, menos la de la gravedad. Describe y aúna las tres fuerzas no gravitatorias y su influjo en la materia. Empieza a ser completada y hasta sustituida por el modelo de las cuerdas, que no son puntuales, sino vibratorias y que engloba o unifica también a la fuerza de la gravedad. Cf. 62, cuerda. Molécula, 68-69, 170. Monera (del gr. monéres, sencillo, solitario), organismos unicelulares y sin núcleo (bacterias, cianobacterias), cf. procariota. Monos, 185. Mosca de la fruta, 199. Muerte aparente/real, 268-270. Muón, 72, 77. 367

Mutación, el cambio en un gen. Cf. 178, 194, 199, 220, 221, 299. Nano (nanómetro, nanosegundo), 29. Naturaleza, 166ss., 241-242. Naturalismo, 152, 345, cf. inmanencia/inmanentismo, materialismo, positivismo.. NDE, 268-270. Neandertales, cf. Homo neanderthalensis. Nebulosa, realidades astronómicas de enorme extensión en forma de nube. Unas son galaxias (cf.); otras, verdaderas nubes de polvo y gas que se hallan ya entre las estrellas de la Vía Láctea, la nuestra, o de otras galaxias, ya en los espacios intergalácticos. Necesidad, lo que no puede no suceder y, al suceder, no puede suceder de otro modo, o sea, lo que suceda sucederá de una sola y única manera. Modelo de necesidad, por ejemplo, una calculadora y sus operaciones matemáticas. Si en ella se pulsa 2 + 2, el único resultado verdadero será 4. Cf. 342ss., 361, azar. Neón, 66. Neotenia, 308-310. Neuronas, 218, 292-293. Neutrino, 70-71, 105, cf. bariónica. Neutrón, 64-67, 337. Neutrones, estrella de 104. Nimbo, 285. Nítrico (óxido), 69. Noche, 115, 127. Núcleo, 64ss., 334. Nucleón, designación conjunta de los constitutivos del núcleo, o sea, de protones y neutrones en el átomo. Nucleótidos, 224, 229. Nueva Era, 15ss., 251, 263-264, 267-268, 273, 286, 287, 288, 297-298, 345. Número atómico, el número de protones en el núcleo de cada átomo. 1, 2, 6, 7, 8, 33, 78, 79 y 80 son los números del hidrógeno, helio, carbono, nitrógeno, oxígeno, arsénico, platino, oro y mercurio, respectivamente. Ockham, navaja de, 63. Ojo, 215. Oligoceno, periodo geológico que abarca desde hace 34 millones de años hasta hace 24 millones de años. Onda, 38. Orangután, 187, 218. Oro, 105. Ostra, 199. Ovíparos, 184. Óvulo, 176, 340, cf. huevo. 368

Oxígeno, 180, 196, 240, 339. Ozono, 58. Paleoantropología, 21. Paleontología, 21. Panspermia, 363. Panteísmo, 168, 302, cf. hinduismo. Paragrafía, 270-271. Paralaje, la distancia entre dos posiciones aparentes de un astro en la bóveda celeste según el punto desde donde se supone que es observado. El paralaje se mide en segundos de arco (60 segundos = 1 minuto; 60 minutos = 1 grado), cf. pársec. Pársec (símbolo: pc), acrónimo deparallax of one second. Es la unidad astronómica (UA) de distancia. Equivale a la distancia de un objeto cuyo paralaje es de un segundo de arco, o sea, 260.265 UA = 3,26 años luz. Una estrella dista un pársec si su paralaje es igual a un segundo de arco. Un kilopársec (Kpc) = 1.000 pársecs = 3.260 años luz. Un megapársec (Mpc) = un millón de pársecs = 3,26 millones de años luz. Cf. paralaje, UA. Parto, 185, 191, 217. Pauli, principio de, el que establece que dos partículas del mismo tipo no pueden ocupar exactamente el mismo estado cuántico. De ahí las propiedades químicas de los elementos. Por eso, si un átomo incorpora un nuevo electrón, tiene que asumir un estado diferente del específico de los electrones que ya existía en el átomo. Un átomo orbital no es ya una realidad autónoma, sino parte y estado de un sistema. El principio de Pauli tiene vigencia en los bariones y los leptones, no en los fotones ni en los mesones (cf.). Parasitismo, parásito, cf. simbiosis. Partenogénesis, generación/reproducción virginal, o sea, producción de un descendiente a partir de un óvulo sin su fecundación por un espermatozoide, cf. cigoto. Partícula elemental, virtual, etc., cf. elemental, virtual. Partículas W y Z, las mensajeras o transmisoras de la fuerza nuclear débil. Pc, cf. pársec. Peces, 183, 194, 221. Pelo, 185, 306-307. Pelvis, 191. Periodo medio de vida (de un elemento radiactivo), el tiempo requerido para reducir a la mitad la cantidad original del mismo. El del carbono radiactivo es 5.730 años; a su vez, 4.500 millones de años el del uranio (su isótopo común 238U), 14.000 millones de años el del torio. Se sabe cuándo terminarán de desintegrarse o desaparecer, pero no se puede calcular cuando se desintegrará un átomo determinado (el sometido a observación). Ocurre algo parecido a cuando se tiran los dados. Se sabe que hay una posibilidad entre seis de que salga el número seis, pero no se puede calcular si el seis va a salir en la próxima 369

jugada o en la última. La probabilidad cuántica es muchísimo más complicada porque hay miles y millones de átomos. Cf. Desintegración. Peso, la fuerza ejercida sobre algo por un campo gravitatorio. Es proporcional, pero no idéntica a su masa. Cf. 42, 75, 241, 243. Peta, 29. Petróleo, 135. Pico, 29. Pie, 322-323. Pitagorismo, 151, cf. Pitágoras. Pithecus (píthekos), 185. Placas (tectónica de las), 112. Planck —constante, —longitud, —tiempo, —temperatura de, 41-43, 87, 122. Planeta, 107ss., 140, 141-142. Plantas, cf. vegetales. Pleistoceno, periodo geológico que se extiende entre hace 1,8 millones y 10.000 años. Plioceno, periodo geológico comprendido entre hace 5,5 y 1,8 millones de años. Pluricelular, organismo de varias o muchas células; por ejemplo, los hongos, las plantas y los animales son pluricelulares eucariotas (cf.), 181ss.. Polvo, cf. gas. Positivismo, 18, 345, 362. Positrón, 69. Precesión, 114, 145. Precognición, conocimiento anticipado de acontecimientos futuros y totalmente imprevisibles por medio de capacidades naturales peculiares, ordinariamente espontáneas, no controladas (trance, mediumidad, canalismo). Premonición, fenómeno natural paranormal consistente en la sensación imprevista que precede a un hecho y que lo anuncia casi como si tuviera que acaecer por necesidad. No confundir con «presentimiento». Primates, 185-187, 211, 313. Principio antrópico (del gr. ánthropos) (antropomórfico, en algunos autores), doctrina según la cual el universo tiene sus propiedades actuales porque, si estas hubieran sido diferentes, no habría habido vida y, consecuentemente, tampoco habría existido el ser humano para observar el universo y sus cambios, o sea, el universo es como es para que exista su observador, el hombre, o porque tenía que existir el hombre. Cf. 26, 332-333. Diseño Inteligente. Principio cuántico de Planck, concepción según la cual las ondas electromagnéticas (por ejemplo la luz) solo pueden ser absorbidas o emitidas en cuantos (cf.) discretos (interrumpidos periódicamente, no continuos), cuya energía es proporcional a su frecuencia (cf.). Principio de relatividad, principio básico de la relatividad especial, según el cual todos los 370

observadores, al margen de su estado de movimiento, pueden afirmar que están inmóviles, si se reconoce la presencia de un campo gravitatorio adecuado, por ejemplo, todos los hombres pensamos estar quietos aunque somos llevados al ritmo de la rotación y de la traslación de la Tierra. Con otras palabras, los observadores que se desplazan a una velocidad constante están sometidos a las mismas leyes físicas y, consecuentemente, cada uno de ellos puede afirmar que permanece inmóvil (respecto o «relativo» a los demás). Priones, 160. Procariota, 179. Profecía, etimológicamente «hablar ( fa/femí, gr.)» tanto en lugar/nombre de otro» como «antes» (doble significado del preverbio gr. pro-). En sentido estricto y vulgar consiste en el conocimiento y anuncio de algo futuro por inspiración divina. Se distingue de la «precognición» (cf.) en que la profecía, en su sentido estricto, es obra de la inspiración divina. Toda profecía es precognición, no toda precognición es profecía. Cf. 277, 280. Proporcional (directa e inversamente), «A es (directamente) proporcional a B» significa que, si B (por ejemplo, masa) se multiplica por un número, también A (por ejemplo, peso) se multiplica por ese mismo número. «A es inversamente proporcional a B» quiere decir que si B se multiplica por un número, A se divide por él. Proteína, 161, 176, 219, 222, 226-227, 229, 314. Protista (del gr.: el primero), organismo unicelular o de una sola célula con núcleo, por ejemplo, los protozoos (del gr.: primer animal), las algas unicelulares. A primera vista puede dudarse si se trata de un vegetal o de un animal. Cf. eucariotas. Protón, 64-67, 337. Púlsar, 104, 140, 145. Puntuacionismo, 194, 300. Proyecto Gran Simio, 208-209. Quarks, 63, 66-67, 141. Quíntaesencia, 48, 368. Radar, 56. Radiación, energía transportada por ondas o partículas. Radiación del fondo cósmico de microondas, designación técnica de lo llamado también radiación fósil (cf.), 125-126. . Radiación electromagnética, la asociada a las oscilaciones de campos eléctricos y magnéticos. Distintas formas de esta radiación son la luz, las ondas de radio, la infrarroja, la ultravioleta, los rayos X y los gamma. Todas estas viajan a la velocidad de la luz, cf. año/segundo luz. Radiación fósil, la correspondiente al resplandor (producido por el Big Bang) del universo primordial que, a pesar de ser sumamente caliente al principio, ha ido perdiendo tanta energía luminosa y calorífica que ahora no se presenta como luz visible sino como 371

microondas (cf.). Es el remanente del universo primigenio, que viene impregnando cada vez con densidad menor todo el espacio de nuestro universo desde el Big Bang hasta hoy, cf. radiación de fondo cósmico de microondas. Radiactividad, la transmutación espontánea o el desmoronamiento natural de los átomos inestables; por ejemplo, el uranio se va desintegrando lentamente transformándose en plomo. Luego tuvieron comienzo, pues de otro modo habrían desaparecido ya desintegra dos en su evolución radiactiva, cf. 77, periodo medio de vida. Radioastronomía, 59. Radiogalaxia, 99. Rana, 36, 183-184, 221, 222, 231. Rayo, 66. Rayos X, 46, 57, 59. Recesión, velocidad de, 148. Recombinación, proceso físico mediante el cual se realiza un intercambio del material genético de diferentes cromosomas. Implica la rotura de dos cromosomas en puntos correspondientes y su reempalme después de un intercambio de pareja. También la combinación de núcleos atómicos y electrones en átomos ordinarios. En cosmología, la formación de átomos de helio y de hidrógeno a la temperatura de unos 3.000 kelvin. Cf. 220. Relámpago, 66. Relatividad, propiedad de lo no absoluto, independiente o autonómico, sino en relación con algo o alguien. Cf. Principio de relatividad, relatividad especial/general. Relatividad especial, Concepción del espacio y del tiempo en ausencia de la gravedad, propuesta por Einstein en 1905. En ella el espacio y el tiempo no son absolutos por separado, sino que están condicionados por el movimiento relativo de dos observadores diferentes, pero permanece inalterada la velocidad de la luz al margen de la velocidad de los observadores y se suponen idénticas las leyes de la física en cualquier sistema de referencia en movimiento uniforme. Relatividad general, teoría de la gravitación, elaborada por Einstein en los años 19061916, según la cual la gravedad es un efecto de la curvatura del espacio-tiempo, un continuo cuatridimensional. Se basa en que las leyes de la ciencia, en la ausencia de campos gravitatorios, deben ser las mismas para todos los observadores al margen de la velocidad con que se muevan. Válida para las distancias grandes, cósmicas, completa la teoría newtoniana de la gravedad que conserva su vigencia en distancias relativamente cortas. Relativista, todo sistema de partículas con velocidad igual o cercana a la de la luz y que, por ello, debe se tratado conforme a las reglas de la relatividad especial, no según las de la 372

mecánica newtoniana. Relojes, 77. Replicación (ADN), 220. Reposo, energía en, la energía de una partícula que se liberaría si se aniquilara la masa total de la partícula. Es la expresada por la fórmula einsteiniana: E = mc2. Reproducción sexual, cf. cigoto. Reptiles, 200, 302 cf. lagartija, serpiente. Resistencia, 42, 73. Respiración, 111, 227, 243, 250, 278, 279. Resurrección, 282, 297-299. Retroalimentación: El influjo mutuo y la interactuación entre los distintos estratos y seres de la vida y de la Tierra. Piénsese en el colibrí, el pájaro más pequeño de los existentes (20 cm los de mayor longitud, 5,5 cm los más pequeños). La longitud de su pico llega a la mitad de todo el pájaro. Gracias a su pico profundiza en el interior de las flores, también en las que las abejas y los insectos no llegan. Así se alimenta de su néctar y al mismo tiempo fertiliza la flor con el polen adherido a su barbilla bajo el pico. De esta forma ave y flor se complementan y ambas especies logran subsistir. Otro caso. Los volcanes arrojan anhídrido carbónico. Si no se reciclara, habría tanto en el aire que la vida de los animales sería imposible. Pero su cantidad disminuye porque se disuelve en el agua de la lluvia y luego reacciona con las rocas calizas formando carbonato cálcico que, a su vez, erosiona las rocas y va al mar. Queda enterrado allí en sedimentos que, tras millones de años, se transforman en rocas carbonatadas, las cuales se funden en el interior de nuevos volcanes. A su vez las plantas bombean anhídrido carbónico del aire al suelo y favorecen su acción corrosiva sobre las rocas de la superficie terrestre. Los vegetales y la lluvia evitan así que el exceso de anhídrido carbónico incremente el efecto invernadero tanto que la Tierra se convierta en un desierto abrasador y se aniquile la vida. Ribosoma: Estructura intracelular formada por proteína (cf.) y ARN (cf.), sede de la síntesis de proteínas. Ribozima, enzima (cf.) de ARN (cf.). Robot, 235, 315. Rojo (desplazamiento hacia el), Cf. C orrimiento hacia el azul/rojo. .Rotación, 137ss., 338. Sábana Santa (Turín), 297-298. Saltacionismo, cf. puntuacionismo. Satélite, 114ss., 149. Schrödinger, ecuación de, la que rige la evolución de las ondas de probabilidad (cf.) en la mecánica cuántica (cf.). Sectas, 268, 297, 298, 376, cf. gnosticismo, Nueva Era, teosofía. Segunda ley de la termodinámica, la que afirma que, en promedio, la entropía (cf.) total 373

de un sistema físico aumenta siempre, a partir de un momento dado. Segundo: Unidad cotidiana básica de tiempo, equivalente a cada uno de dos ritmos vitales del hombre, a saber, el tiempo que emplean los pulmones en una inspiración y el de un latido del corazón sano. Cf. año. Selección natural,, 167, 241-242. Serpiente, 89, 139, 161, 183, 228. SETI, 173. Sexo/sexualidad, 181, 208, cf. menstruación, embrión, pelvis, vivíparos.. Sílex, 134, 318. Silicatos, 134, 241-242. Simbiontes, organismos que viven en simbiosis (cf.). Simbiosis (del gr.: convivencia) es el proceso por el cual dos clases de individuos han terminado por vivir juntos, ya para provecho de ambos (mutualismo), ya para beneficio de uno solo (parasitismo). De la simbiosis depende la vida de los líquenes —hongos con algas simbiontes de color verdoso (las eucariotas) o cianobacterias (las procariotas) —, que son de color verde y de tantos animalejos parásitos. La simbiosis, en cuanto dependencia mutua para la subsistencia, sostiene la estructuración jerárquica de los organismos, por ejemplo,: todos los animales dependen de la fotosíntesis (cf.). Simetría, cualquier transformación en un sistema físico que conserve inalterada la apariencia del sistema, por ejemplo: la rotación de una esfera perfecta alrededor de un centro deja inalterada a la esfera. También la transformación operada en un sistema físico que no repercute en las leyes que describen el sistema. Por ejemplo, si el hielo recibe calor, cuando llegue a los 0 ºC se licua y a los 100 ºC empieza a hervir y a evaporarse. El agua en sus estados sólido, líquido y gaseoso aparenta realidades totalmente distintas. Pero, de hecho, en los tres estados, son moléculas de H2O. La diferencia está en que, en cada cambio de fase o de estado, las moléculas se condensan más y se incrementa su simetría. La máxima es la del agua convertida en gas, pues sus moléculas se mueven libremente de una parte a otra. Aunque se imprima un movimiento de rotación a un grupo de sus moléculas, el gas parecerá igual, perfectamente simétrico. Algo similar ha ocurrido en el universo en sus cambios de fase, que han sido relativamente numerosos, ya por aumento considerable de calor, ya por enfriamiento. Simios, 185, cf. monos, primates, Proyecto Gran Simio. Sincronización, cf. enredo. Sintético, lo obtenido por medio de procesos artificiales, generalmente síntesis (composición en gr.) químicas que reproducen la composición y propiedades de un cuerpo o elemento natural. Cf. 163, 320, 377, teoría sintética. Síntesis, cf. sintético. Sistemas inteligentes tecnológicos, cf. SIT. Sonido, 25, 38, 52, 57, 83, 85ss., 122. Spin, cf. espín. 374

Sofrología, 197. Superconductor, 73. Supercuerdas, teoría de las, teoría de las cuerdas (cf.) que incluye la supersimetría (cf.). Supernova, 105. Supersimetría, una simetría en la cual las leyes no experimentan ninguna alteración cuando se intercambian partículas de una cantidad de espín en unidades enteras (partículas de fuerza) con partículas con una cantidad de espín semientera (partículas de materia) (cf. simetría). Tecnociencia, 378. Técnica, 378. Tecnología, 378. Teleología, cf. finalidad, dirreccionalidad.. Telepatía (del gr. télos, desde lejos, y páthos, sentimientos), percepción extrasensorial no de cosas físicas, sino del contenido de actos psíquicos, subjetivos, por ejemplo, los sentimientos, pensamientos, deseos e imaginaciones de una persona por otra distante, o sea, desde lejos. Se da una comunicación intersubjetiva o de mente a mente sin pasar por la mediación de los sentidos. Al parecer (Dr. Esser) se ha demostrado que las ondas alfa del cerebro en gemelos están sincronizadas (cf. en redo). De ahí su mayor facilidad para las experiencias telepáticas mutuas. Cf. 316-317. Teletransporte, 283-284, cf. enredo. Temperatura, 76, 113, 128, 132, 135, 196, 200-201. Temperatura crítica, aquella en la cual se produce la transición de fase, por ejemplo, de la fase o estado líquido al sólido o hielo en el agua. Teoría M, 91-92. Teoría sintética, 302. Teosofía, 251, 267. Terciario, 199. Terremoto, 22, 59, 112. Tetrápodos, 183. Tiempo, 77, 89-91, cf. Dimensiones. Tierra (planeta), 110-114, 139, 141, 145. Tiroides, 196. Traducción (ADN), 160, 220. Trascendencia, 342ss., cf. creación, diseño inteligente. Transdiferenciación, consiste en recuperar la indiferenciación, propiedad de las células en las primeras semanas de su existencia embrionaria, o sea, antes de que se especialicen en su función específica (células cardiacas, hepáticas, neuronales, de la piel, etc.). En un sentido amplio, 375

es lo que ocurre cuando, por ejemplo, un órgano dañado regenera sus tejidos. En sentido estricto, se da en la Turritopsis nutri cola, una medusa «inmortal». A diferencia de las demás medusas y animales, no muere al lograr y finalizar su estado adulto, sino que entonces regresa a su estado inicial o de indiferenciación y repite su ciclo vital hasta alcanzar una segunda madurez, y así tres cuatro e indefinidamente. Es el único caso conocido y todavía no explicado. Oriunda de los mares del Caribe, esta medusa de medio centímetro de longitud, se ha extendido por todos los océanos y mares (también en el Mediterráneo) en muy pocos años. Transgénico, 224ss. Traslación (movimiento de), 137ss., 338. Tunelización, 282. UA, «unidad astronómica», equivalente al radio de la órbita de la Tierra. Expresa la distancia básica usada en astronomía para determinar el paralaje (cf.) de las estrellas, cf. pársec. Ultravioleta, rayos, 57. Unicelular, organismo de una sola célula (cf.), por ejemplo: los protistas, moneras (cf.), 180. Unificación (teoría unificada), la descripción de todas las fuerzas de la naturaleza y toda la materia en una sola estructura teórica. Universo/s, 143-145. Uranio, 80-81, 105, 161, cf. radiactividad. Vacas locas, 160. Vacío, 47-48. Vegetales: se agrupan en 260.000 especies. Por medio de la clorofila (cf.) se alimentan de la luz solar, incluso la dionea, planta carnívora, en circunstancias de emergencia, o sea, si no puede capturar insectos. Cf. 177, 183, 195. Velocidad: La rapidez y dirección de algo o alguien en movimiento. Sobre la velocidad de la luz, cf. año/segundo. Todas las partículas de masa cero o nula (fotones, gravitones, neutrinos) se desplazan a la velocidad de la luz. Cf. 143, 148, recesión. Vertebrados (animales), 183. Vestido, cf. moda. VIMPs, 44. Virtual (partícula), en mecánica cuántica, partícula que no puede ser detectada directamente, pero cuya existencia se conoce porque tiene efectos mensurables. También, partículas que brotan espontáneamente del o en el vacío, gracias a una energía prestada (coherente con el principio de incertidumbre, cf.) y que desaparecen rápidamente, devolviendo así la energía prestada. 376

Virus, 160, 232-233. Vivíparos, 184, 195. WMAP, 74, 132, 135, 148. Yoctosegundo, 30. Yoga, 250. Zeptosegundo, 30

377

Índice de autores Abaris: 265, 275. Adler, Ada: 367. Aecio: 367, 368. Agazzi, Evandro: 19, 378. Ágreda, María de Jesús de: 27, 243, 277-284, 355, 356, 373, 374, 375. Aguirre, Emiliano: 203, 205, 351, 365. Agustín, san: 20, 244, 257, 370, 371. Alberch, Pere: 192, 309. Alcántara, san Pedro de: 244, 374. Alejandro Afrodisiense: 370. Alejandro Polihistor: 253.+ Alfaro Drake, Tomás: 349. Alfer, Ralph: 240. Alfonso X el Sabio: 63. Allen, Paulos John: 349. Alonso, Carlos Javier: 166, 231, 351, 359, 363, 364, 377. Alonso, Dámaso: 362. Alonso Arribas, Amadeo: 378 Altschuler, Daniel R.: 351. Álvarez Munárriz, L.: 378. Amado, Adela: 355. Anaxágoras: 137, 169, 266, 346, 372. Anaximandro: 80, 165, 246. Anaxímenes: 80, 246. Ancilli, Ermanno: 355. Anderson, C. D.: 329, 380. Anderson, G.: 373. Andrés Argente, Tirso de: 378. Andrey, Robert: 351. Argandoña Ros, Juan José: 373. Angier, Natalie: 326, 349, 363, 379. Anson, Francisco: 351. Antón, Mauricio: 351. Apolófanes: 369. Apolonio de Tiana: 243, 265, 276. Apolonio el Paradoxógrafo: 373. Aquiles Tacio: 370. Arabita, la: 366. Arato: 362. 378

Aréchaga, Ignacio: 365. Aristarco de Samos: 22, 141, 145, 363, 370. Aristeas de Proconeso: 265, 266, 275, 276. Aristófanes: 66. Aristón de Quíos: 369. Aristóteles: 24, 35, 61, 62, 119, 127, 139, 160, 165, 209, 248, 251, 252, 253, 256, 266, 276, 299, 308, 346, 362, 367, 368, 369, 372, 373, 378, 388. Arnim, Hans von: 370. Arp, Halton: 100, 349. Arquéalo: 247. Arquímedes: 263. Arrhenius, Svante: 35, 170. Artigas, Mariano: 349, 352, 359, 366. Arsuaga, Juan Luis: 190, 201, 203, 319, 351, 352, 364, 365, 379, 386. Asimov, Isaac: 378. Atenágoras: 369. Atkings, Peter: 377. Ayala, Francisco J.: 304, 352, 360, 364, 365. Aznar, Justo: 352. Bailey, Harold J.: 309. Barbour, Ian G.: 349, 352, 361, 365. Baretti, Giuseppe: 359. Barrow, John D.: 26, 332, 349, 380, 381. Bateson, William: 161. Becquerel, Henri: 64. Behe, Michael J.: 175, 176, 192, 301, 352. Bejano, Olga: 355. Bellmunt, C. S.: 361. Benavides, Alonso de: 280-282, 373, 375. Benedicto XVI: 25, 34, 286, 353, 360, 376, 377. (cf. J. Ratzinger). Benítez, Juan José: 169. Bennet, Steven A.: 163. Berciano, Modesto: 378. Bergson, Henri: 352. Bergua Cavero, Jorge: 362. Bermúdez de Castro, José María: 190, 203, 352, 365, 379. Berti, Enrico: 367, 368. Berzosa, Raúl: 352, 380. Black, Davidson: 192. Blechschmidt, E.: 309, 378. Blondel, Murice: 381. 379

Boas, Franz: 377. Bohm, David: 40, 286, 357, 375. Bohr, Niels: 52, 87, 361. Bohr, Aage Niels: 361. Bolk, L.: 309. Bolton, J. D.: 371. Boman, Thorleif: 370. Bondi, Herman: 120, 377. Borges Morán, Pedro: 355. Bose, Satyendra: 79. Bouché-Leclerq, A.: 360. Boule, Marcelin: 190. Bringas y Encinas, Diego Miguel: 355, 374. Brockman, John: 16. Broglie, Louis de: 37. Brown, Peter: 202. Brown, Michael: 109, 362. Brownlec, Donald: 355. Bube, Richard H.: 288, 365. Buber, Martín: 288, 375. Bunge, Mario Augusto: 259-261, 327, 355, 371, 378, 379. Burbidge, Dominic: 290. Burnet, J.: 246. Caballero Sánchez, Raúl: 360. Cagliostro: 372. Calero, Francisco: 360. Camus, Albert: 159. Cann, Rebecca: 207. Cappalleti, Ángel G.: 369. Capra, Fritjof: 356, 357, 375. Carbonell, Eduard: 25, 352, 361. Caritón de Afrodisias: 373. Carreira, Manuel M.: 352, 376. Carrel, Alexis: 352, 364, 365, 366, 379. Carrol, Lewis: 144. Carter, Brandon: 332. Casciaro, José María: 378. Cassini, A.: 362. Cavalieri, Paola: 209, 352, 365. Cech, Thomas: 163. Cela Conde, Camilo José: 352. Celsius (Celsio): 163, 391. 380

Censorino: 162, 254. Cervera, José: 352. Chandebois, Rosine: 381. Changeux, Pierre: 354. Chantraine, Pierre: 370. Chauvin, Rémy: 352. Chesterton, Gilbert Keith: 325. Cicerón, Marco Tulio: 245, 247, 366, 367, 368, 370, 375. Civeira, Otermín Fernando: 379. Claudel, Paul: 80. Cleantes: 363, 368, 369. Clearco: 266. Clemente Alejandrino: 248, 289, 370. Closets, F.: 361. Cloud, Preston: 352. Collins, Francis S.: 24, 158, 219, 221, 304, 337, 347, 349, 359, 360, 380, 381. Comte, Auguste: 362. Copérnico, Nicolás: 23. Copertino, José de (san): 243-244, . Coppens, Yves: 117, 162, 201, 204, 205, 351, 352, 354, 363, 364. Cordero, Néstor Luis: 360. Cornuto: 370. Cournot, Antoine Augustin: 246. Cowan, Clyde: 70, 328. Crick, Francis Harry Comptom: 159, 219. Critolao: 251, 368. Crowley, Aleister: 372. Cruz, Pablo de la (san): 244. Cruz, Juan de la (san): 25-. Cumont, Franz: 372. Cumont, Franz: 372. Curie, Pierre: 65. D’Agostino, F.: 352. Dalton, John: 61. Dambricourt, Anne: 381. Damis: 276. Darlington, Cyril Dean: 161. Darwin Charles: 19, 27, 162, 165, 167, 175, 381

176, 183, 194, 202, 206, 300, 341, 342, 343, 352, 382. Däniken, Eric von: 169. Davidson, Keay: 351, 363. Davies, Paul: 138, 163, 165, 352. Davis, Raymod: 70. Dawkins, Richard: 17. Dawson, Charles: 191. Deecke, Luder: 292. Dembski, William A.: 176, 301, 349, 380, 384, 386, 388. Demócrito de Abdera: 61, 62, 137, 162, 246, 247, 248, 260, 326, 329, 360. Dennett, Daniel: 17. Denzinger, Heinrich: 360. Dessauer, Friedrich: 379. Deutsch, David: 350. Dicearco de Mesina: 245. Dicke, Bob (Robert): 126. Dickinson, Terence: 102, 121, 350. Dicks, D. R.: 349, 362. Diels, Hermann: 367, 368, 372. Díez Fernández-Lomana, J. Carlos: 353 Diodoro de Sicilia: 364. Diodoro de Tiro: 251. Diógenes de Apolonia: 246, 248-249. Diógenes Laercio: 253, 264, 367, 369, 370. Dión Crisóstomo: 248. Dionisio de Heraclea: 369. Dirac, Paul: 49, 50, 328, 336, 380. D’Ors, Eugenio: 311. Dodds, E. R.: 372. Dobzhansky, Theodosius: 377. Domínguez Rodrigo, Manuel: 191. Domínguez, Teodoro: 373. Doppler, Christian: 124, 389. Doria, R.: 208. Dostoievski, Fedor: 17, 359. Downs, Janson: 364. Dubois, Eugène: 192, 197. Duff, Michael: 326. Eccles, John: 291, 292, 293, 356, 376. Echarri, C. J.: 361. Echarte, María José: 360. Echenique, Pedro: 66. 382

Eddington, Arthur Stanley: 18, 119, 123, 132, 380. Edelweis, grupo: 361. Eden, Murray: 300. Edison, Thomas Alva: 331. Eggers Lan, Conrado: 363, 367. Einstein, Albert: 23, 36, 37, 39, 41, 44, 45, 52, 55, 76, 77, 80, 89, 90, 91, 95, 96, 119, 143, 148, 256, 286, 329, 330, 333, 340, 361, 362, 390, 400. Eitrem, S.: 370. Eliade, Mircea: 349. Eliano: 373. Eliot, Thomas Stearns: 21. Elorduy, Eleuterio: 367. Eldredge, Niles: 300. Eltz, Nicky: 357. Emmerick, Anna Catharina: 356. Enio: 265. Epicteto: 375. Epicuro: 246, 247-248, 256, 260, 360, 367, 368, 371. Epifanio, san: 372. Eratóstenes: 139, 363, 370. Ernout, Alfred: 67. Escrivá, Josemaría (san): 376 Esfero: 369. Esperanza de Jesús, 276-277, 278, 373. Estobeo: 370. Euclides: 23, 262, 387, 390. Eudoxio de Cnido: 362. Eunapio de Sardes: 366. Eurípides: 367, 371. Ezequiel, profeta: 20. Fábregat, José: 298, 376. Facchini, Fiorenzo: 353. Famigton, Benjamín: 246. Felipe IV: 277. Ferécrates: 245. Ferguson, Marilyn: 357, 375. Fermi, Enrico: 63, 70. 383

Fernandez Rañada Antonio: 350, 359 Fernández, Telmo: 152, 350, 363. Ferrer, U.: 353. Festugière, André Jean: 368, 370, 371. Feynman, Richard P.: 63, 350. Filas, F.: 298. Filolao: 141. Filón de Alejandría: 368, 370. Filópono: 84. Filóstrato: 366, 371, 373. Flew, Anthony: 345, 380. Forte, Bruno: 377. Fortey, Richard A.: 364. Francisco de Asís, san: 25. Fray Luis de León: 33, 85-86. Freedman, Wendy: 361. Freeman, Dyson: 332, 353. Friedmann, Alexander: 119, 123. Frossard, André: 380. Gamow, George: 123, 126, 240, 350. García Bazán, Francisco: 372. García Morente, Manuel: 365, 380. Garneu, Marc: 110. Garriga, Jaume: 144, 377. Gates, Bill: 347. Gehlen, Arnold: 305, 309, 312, 353, 378. Gell-Mann, Murray: 67. Georgi, Howard: 87. Gilman, Alfred: 228. Glasgow, Sheldon: 79. Gödel, Roger: 143, 144. Gold, Thomas: 120, 377. Gómez Borrero, Paloma: 274. Gómez Pérez, Rafael: 359. Gomperz, Theodor: 246. González, Guillermo: 350, 363. González Quevedo, Óscar: 356. Goodwin, Brian: 353. Gould, James L.: 199, 353, 364. Gould, Stephen Jay: 183, 300, 309. Grassé, Pierre Paul: 353, 380. Gramsci, Antonio: 377. Green, Michael: 87. Greene, Brian: 23, 37, 39, 63, 87, 123, 148, 346, 350, 361, 362, 375, 380. Gribbin, Benjamín: 350. Gribbin, John: 49, 350. 384

Gribbin, Jonathan: 350. Gribbin, Mary: 49, 350. Grün, Rainer: 322. Guerra Gómez, Manuel: 353, 356, 359, 360, 363, 364, 365, 366, 368, 369, 370, 371, 372, 373, 374, 375, 376, 377, 378, 379, 380. Guscin, Mark: 376. Guth, Allan H.: 122, 128, 350. Gutkind, Eric: 362. Guzmán Guerra, Antonio: 363. Gaadner, Jostein: 235. Gabor, Denis: 285. Galeno: 362. Galgani, Gema (santa): 244. Galileo Galilei: 16, 22, 23, 26, 47, 246, 288, 359. Galle, Johann: 290. Habermas, Jünger: 378. Haeckel, Ernst: 192. Halley, Edmund: 116. Harold Franklin M.: 157. Harris, Sam: 17. Hartle, James: 303. Hartman, Nicolai: 157. Hawking, Stephen William: 18, 45, 303, 331, 337, 347, 350, 363, 371, 380, 381. Heath, T.: 363. Hecateo de Abdera: 257. Hegel, Georg Fr. Wilhelm: 16. Heidegger, Martin: 33, 238, 333, 378. Heinze: 368. Heisenberg, Werner Karl: 49-51, 326, 347 Heitmann, Jean: 354. Hemías: 363. Heráclides del Ponto: 141, 251, 363. Heráclito (s.VI a.C.): 311. Heráclito (s. I d.C.): 372. Heraso Aragón, María Isabel: 356. Hérilo de Calcedonia: 369. Herman, Robert: 123. Hermótimo de Clazomenas: 266, 275. Heródoto: 266, 370, 372. Herschel, William: 142. Hertz, Heinrich: 38. Hesiodo: 256, 264. Higgs, Peter: 48-49, 63, 73. Hiparco de Nicea: 103, 105, 139, 362. Hipólito, san: 363, 372. Homero: 247, 260, 261, 264-265, 289, 367, 371, 372. Horgan, John: 370. 385

Horn, Stephan Otto: 353. Hoyle, Fred: 20, 120, 127, 165, 339, 377. Hubble, Edwin Powel: 55, 74, 97, 124-125, 148, 152, 331. Hulse, Richard: 142. Huxley, Julien: 377. Iliopoulos, John L.: 62. Iraburu Elizalde, M. J.: 353. Ireneo, san: 237, 289, 364, 366, 373. Isócrates: 252. Jacobi, F.: 371. Jackson: 298. Jaeger, Werner: 364, 366, 380, 381. Jaki, Stanley, L.: 350, 353. Jámblico: 84, 242, 243, 252, 262, 369, 370, 372, 375, 376. James, William: 356. Jammer, Max: 362. Jaspers, Karl: 378. Jastrow, Robert: 347, 381. Jeans, James: 34, 377. Jenócrates de Calcedonia: 248, 368. Jenofonte de Éfeso: 373. Jeremias, Joachim: 296. Jerónimo, san: 257, 371. Jiménez Duque, Baldomero: 374. Joel, K.: 364. Johnson, Philip E.: 201, 301, 353, 378. Jonas, Hans: 264. Jones, Fowler: 269. Jouve, Nicolás: 204, 223, 353, 365. Joyce, James A.: 67. Joyce Gerald F.: 163. Juan Bautista de la Salle: 279. Juan Evangelista, san: 253, 366, 369. Juan Pablo II: 20, 366. Juliá, Victoria E.: 367. Juliano el Apóstata: 242, 368. Justino, san: 257, 289, 371. Kaluza, Theodor: 91. Kant, Emmanuel: 96, 289. Kardec, Allan: 272. Kauffman, Stuart: 168. Keen, Sam K.: 357 Kelvin, William Th.: 128, 391, 394. Kepler, Johannes: 333, 370. 386

Kirlian, Semyon Davidovich: 263, 285. Kirlian, Valentina de: 285. Klein, Oskar: 50, 91 Knoll, Andrew H.: 353. Koestler, A.: 359. Koets, P. J.: 370. Köhler, Meike: 186. Kollmann, 309. Kornhuber, Hans: 292. Kovayashi, Makoto: 72. Kranz, Walther: 367. Kroto, Harold: 17. Kübler-Ross, Elisabeth: 269-270, 356, 373. Kuiper, Gerald: 115. Lacadena, Juan Ramón: 353. Lactancia: 364. Laín Entralgo, Pedro: 353. Lalueza, Carles: 365. Lamarck, Jean B. Monet de: 300. Lanz, Bruce: 205. Laplace, Pierre Simon: 49, 51. Lartet, Louis: 206. Lassen, Nils: 293. Lattes, C. M. G.: 328. Laurentin, René: 280. Leakey, Louis: 210. Leakey, Mary: 210. Ledermann, Leo: 42. Leibniz, Gottfried Wilhelm: 33, 48, 315, 333. Lejeune, Jérôme: 231. Lemaître, Georges Henri: 119, 123, 125, 330, 331. Leroi-Gourghan, André: 318, 324. Leroy, Olivier: 243, 366. Leucipo: 137, 247, 328, 360. Leverrier, Urbain J. Joseph: 290. Lévy-Strauss, Claude: 375. Lewontin, Richard: 222, 353. Longair, Malcolm S.: 54, 350. Lope de Vega: 311. López, Cayetano: 350. 387

López Moratalia, Natalia: 353. López de Rojas, Gabriel: 268. Lorenz, Konrad: 312, 354. Lucas Peña, Maximiano: 373. Lucas Peña, Miguel: 256, 375. Lucas R.: 354. Lucrecio: 66-67, 144, 167, 247-248, 288, 360, 361, 362, 363, 367, 371. Lulio, Raimundo: 315. Maddox, John: 330. Majorama, Ettore: 65. Manero, Pedro: 280-282, 374, 375. Manilio, Cayo: 360, 362. Marciades: 372. Marco Aurelio: 255. Marcozzi, Vittorio: 361. María de Jesús Crucificado: 366. Maria de San José: 366. Marina, José Antonio: 356. Marivaux, Laurent: 211. Marmelada, Carlos A.: 354. Marsiano: 372. Martin, Robert D.: 202, 354. Martin, T. H.: 366. Martínez Caro, Diego: 157, 350, 354, 359, 363, 364, 380. Martínez, Ignacio: 201, 203, 364, 365. Martínez Monux, Ángel: 356. Martinón-Torres, María: 210. Maskawa, Toshihide: 72. Massa Esteve, María Rosa: 363. Mathieu, Robert (Bob): 53. Máximo: 243. Maxwell, James Clerk: 77, 387. Mayr, Ernst: 354. McGrath, Alister: 17. McMullin, Ernan: 350, 380. Mejía y Mejía, J. C.: 373. Melosh, Jay: 170. Menandro: 256. Mendel, Gregor Johan: 300. Mendoza, Julia: 373. 388

Messori, Vittorio: 280, 359. Michel, Aimé: 356, 366. Michell, John: 45. Michelson, A.: 259. Miller, Stanley: 192. Mlodinow, Leonard: 350. Moeller, Charles: 360. Monod, Jacques: 354, 380. Monserrat Torrents, José: 372. Montesinos, Benjamín: 152, 350, 363. Moody, Richard A.: 356, 373. Moore, John N.: 184 Moraux, Paul: 367, 368. Moreau, Joseph: 367, 368. Morgan, Thomas H.: 199. Morlay, E.: 259. Moro, María Luisa: 354. Moros, Enrique R.: 354. Morris, Desmond: 306-307, 309, 354. Morris, Henry M.: 302. Morrison, Philip: 361 Morrison, Phycis: 361 Morwood, Mike: 202. Moyá-Solá, Salvador: 186. Mumford, Lewis: 378 Murillo, Ildefonso: 354, 378. Muntané, Amadeo: 218, 354. Nahmánides: 120. Nambu, Yoichiro: 72, 87. Nathanson, Bernard: 294. Nausífanes: 247. Neddermeyer, S. H.: 329. Neri, Felipe (san): 244. Neugebauer, O.: 360. Neumann, von: 315. Newton, Isaac: 23, 35, 42, 75-76, 90, 145, 258, 329, 350, 387, 388, 389, 390, 391. Nocera, Daniel: 106. Occhialini, G. P. S.: 328. Ochayta Piñeiro, Félix: 256. Ockham, Francis: 63. Ochoa, Severo: 227. Ojeda Bermejo, Begoña: 356. 389

Olimpiodoro: 288. Omaechevarría, Ignacio: 375. Onomacrito: 266. Oparin, Alexander I.: 165, 354. Oppenheimer, J. Robert: 356. Oppenheimer, Stephen: 354. Orígenes: 144, 257, 258, 289, 355, 368, 371, 372. Orihuel Gasque, Benito: 350, 379, 380. Ortega, Encarnita: 379. Ortega y Gasset, José: 348, 378. Ortiz, José Luis: 362. Otte, Michael: 365. Ozcoidi y Udave, Santiago: 356. Pablo, san: 236, 289, 297, 370, 371, 372, 380. Pablo VI: 360. Pablo, Luis de: 197. Paparozzi, M.: 355. Parménides: 246. Pascal, Blaise: 21, 294, 315. Pascual, Pedro: 350. Pasteur, Louis: 165, 364. Pauli, Wolfgang: 70, 328. Paulov, Joan Petrovich: 310 Pazzi, Magdalena de (santa): 244. Peebles, Jim ( James): 126. Penfield, Wilder: 291, 294, 376. Penin, X.: 309. Penrose, Roger: 354. Penzias, Arno: 125, 126, 132. Pépin, Jean: 354, 367. Pérez Alonso, Jesús: 367. Pérez Jiménez, Aurelio: 360. Pérez Laborda, Alfonso: 350, 377. Periago Lorente, Miguel: 362. Perseo de Citio: 369. Philips, James: 202. Pietralcina, Pío de la (san): 244. Pilón, José María: 356. Piñero, Antonio: 372. Pío XII: 331, 360. 390

Pitágoras: 22, 63, 84-85, 139, 249, 266, 275, 276, 362, 367. Pitocles: 370. Places, Édouard des: 370. Planck, Max: 23, 37, 41-43, 47, 53, 83, 327, 333, 398. Plate: 35. Platón: 24, 145, 149, 251-252, 254, 283, 288, 289, 306-307, 315, 367, 368, 369, 371, 375, 380, 386. Plaza Montero, Lorenzo: 356. Plutarco: 370. Podolsky, Boris: 39, 286. Poe, Edgar Allan: 216. Poincaré, Henri: 259. Polkinghorne, John: 350, 390. Ponce Cuellar, M.: 218, 354. Ponnamperuma, Cyril: 364. Popper, Karl: 354, 356, 375. Porfirio: 276, 369. Portmann, Adolf: 310, 354, 378, Powel, C. F.: 328. Prantzos, Nicolas: 354. Pribram, Karl H.: 286, 357, 375. Prieto López, Leopoldo: 309, 354, 377, 378. Proclo: 370, 372. Proust, Marcel: 347. Prusiner, Stanley: 226. Ps-Tertuliano: 372. Ptolomeo, Claudio: 23, 96, 360. Puertas Castaños, M. L.: 360. Pueyo del Val, Antonio María: 277, 373. Punset, Eduard: 359. Quevedo, Francisco de: 325. Rabi, Isidor Isaac: 70. Ramos Jácome, José Luis: 356. Ramos Jurado, Enrique Ángel: 362. Rath, V. de: 363. Ratzinger, Joseph, 351, 354, 377. cf.

Benedicto XVI.

Rees, Martin: 159, 333-334, 351, 380. Reeves, Hubert: 162, 351, 354, 363, 378, 380, 381. Reines, Frederick: 70, 328. Riaza Morales, J. M.: 351. Richards, Jay W.: 350, 363. 391

Ricoeur, Paul: 354. Riesco, Inés de Jesús: 277. Robertson, Deborah F.: 163. Robin, L.: 67. Rodbell, Martin: 228. Rodríguez Marcos, José Antonio: 353 Roentgen, Wilhem: 57. Rof Carballo, Juan: 356. Roland, Per: 293. Rosa, Daniele: 309. Rosen, Nathan: 39, 286. Rosnay, Joël de: 351, 354, 363, 378, 380, 381. Rostand, Jean: 354. Royo Campos, Eduardo: 256. Ruiz de la Peña, Juan Luis: 351, 354, 356, 377. Ruse, Michael: 354. Russell, Bertrand: 63, 246. Rutherford, Ernest: 362. Sáez de Ocáriz, Leandro: 376 Sala, E.: 352. Salam, Abdus: 79. Salet, G.: 354. Samaniego, Ximénez de: 374. Samuel, profeta/juez: 265. Sánchez Domingo, Rafael: 361. Sanguineti, Juan José: 356, 378. Santa Cruz de Prunes, Mª. Isabel: 360. Santiago, Miguel de: 376. Sanz de Sautuola, Marcelino: 190. Sardos Albertini, Lino: 269, 272, 357. Savater, Fernando: 359. Sayés Bermejo, José Antonio: 351, 377. Schatzman, Henri: 351 Scheffczyk, Leo: 376 Scheler, Max: 296, 310, 354. Scherk, Joel: 87. Schönborn, Christoph: 34, 354, 362, 375, 377. Schönmetzer, Adolf: 360. Schröder, G. L: 129, 363. Schrödinger, Edwin: 49, 50, 246, 351, 354, 355. Schwarz, John: 87. Schwidetzky, I.: 310. Scola, Angelo: 355. Scott, David R.: 76. 392

Searle, John R.: 357, 378. Seco Serrano, Carlos: 374. Segura Naya, Armando: 371. Selvaggi, Filippo: 361. Séneca: 246, 284, 367, 369, 370. Setter, W. de: 119. Sexto Empírico: 90, 362, 367, 368, 370. Shaposhnikov, Nikolai: 46. Shea, W. R.: 359. Sheldrake, R.: 231. Shelley, Mary: 162. Sherrer, Robert: 368. Sherrington, Charles S.: 246, 291. Silo, Joseph: 159. Silvela, F.: 373. Simma, María: 272, 357 Simonnet, Dominique: 351, 354, 363. Simplicio: 362, 363, 364, 367, 368. Simpson, George Gaylord: 196, 377. Singer, Peter: 208, 209, 248, 352, 355, 365. Slipher, Vesto: 119. Smith, John Maynard: 355. Smoot, George: 127, 132, 351, 363. Snow, C. P.: 16. Socas, Francisco: 360. Sócrates: 66, 167, 289, 315, 332. Sodano, A. R.: 369, 375. Sófocles: 236, 244. Solaguren, Celestino: 355. Soler Gil, Francisco J.: 360. Soler, Manuel: 355. Sousa e Silva, Miguel Fernando: 376. Spaemann, Robert: 342. Spanneut, Michel: 367. Sparrow, Giles: 351. Sperry, R. W.: 291. Spoor, Fred: 210. Stanley, Steven M.: 300. Stonecking, Mark: 207. Strobel, Scott: 326. Suarez, Antoine: 290. Sudbery, Peter: 355. Suetonio: 195, 364. Suidas: 247, 265. Susskind, Leonard: 87, 286, 377. Swaggart, Jimmy: 302. Swain, Mark: 172. 393

Szathmáry, Eörs: 355. Szostack, Jack: 166. Taciano: 257, 371. Talbot, Michael: 357, 363, 373. Taleb, Nassim Nicholas: 178. Tales de Mileto: 61. Taylor, Joseph: 142. Teilhard de Chardin, Charles: 191, 192, 299, 344, 351. Teofrasto: 368. Teresa de Jesús, santa: 374, 376. Teresa del Niño Jesús: 279. Tertuliano: 209, 365, 369, 370. Thaxton, Charles B.: 301. Thomson, Joseph J.: 65. Thomson, W.: 170. T’Hootf, Gerard: 286. Thorpe, W. H.: 199. Thurston, Herbert: 357, 366. Tipler, Frank J.: 17, 359, 361. Titarchuk, Lev: 46. Tocquet, Robert. Toharia, Manuel: 351. Tolman, Richard: 152. Tomás de Aquino, sto.: 20, 290, 342. Tomaz, Eugénia: 379. Tombaugh, Clyde: 109. Tomson, James: 177. Torquet, Robert: 357. Tovar, Antonio: 22. Townes, C. Hard: 380, 381. Turbon, Daniel: 352, 355. Tuning: 315. Udías Vallina, Agustín: 351, 360. Uexküll, Jacob von: 355, 378. Urey, Harold: 192. Usener, M.: 367. Vallejo-Nájera, María: 272, 280, 357, 373. Varela, Francisco: 168. Vázquez, Ana María: 378. Vázquez, Carlos Simón: 355. Veleyo Patérculo, Cayo: 247. Veneziano, Gabriela: 87. Verne, Julio: 162. 394

Venter, Craig: 163. Vicente de Paúl, san: 279. Vidal Madjar, Alfred: 354. Vila-Coro, Mª. Dolores: 355. Vilenkin, Alexander: 144, 303, 376, 377. Villa de Gallego, Mª.Josefa: 376. Virgilio: 265. Vittori, Lorenzo de: 290. Voltaire, François-Marie A.: 304. Vries, Hugo de: 194. Wiedenhofer, Siegfried: 353. Wilber, Ken: 286, 357, 375. Wilson, Robert O.: 312. Wilson, Robert W.: 125, 126, 132. Witten, Edward: 87, 91. Woese, Carl: 179. Wolzczan, Alex: 142. Wood, Bernard. Woodward, Arthur Smith: 191. Word, Bernard: 210, 265. Wichtershäuser, Günther: 166. Wa(l)d, Georges: 165, 300, 364. Wallace, Alfred R.: 300. Wallace, Douglas: 207. Walpole, Orase: 217. Ward, Peter D.: 355. Watson, James: 192, 219. Weber, Renée: 357, 375. Weinberg, Steven: 79, 152, 351, 363. Weishaupt, Adam: 372. Wheeler, John: 45, 46, 87. Yamanaka, Shinya: 177. Yeats, William Butler: 211. Yukawa, H.: 328, 329. Yvonne-Aimée de Jesús: 280. Zeier, Hans: 356. Zenón de Citio: 251, 269, 369. Zenón de Elea: 84. Zubiri, Xavier: 52, 355, 362, 377, 378, 379. Zycinski, Joseph M.: 351, 380.

395

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