La escultura en la Hispania céltica. Martín Almagro-Gorbea. PDF

March 28, 2017 | Author: josephlarwen | Category: N/A
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LA ESCULTURA EN LA HISPANIA CfiLTICA

MARTfN ALMAGRO-GORBEA LA ESCULTURA EN LA HISPANIA CELTICA En el mundo ccltico, la escultura en general, y en particular la escultura humana, no cs un clcfrccuente, por lo que tampoco lo es entre los ccltas de Hispania, hccho que pudimos comprobar hacc algunos anos, al ocuparnos con A. Lorrio1 de la figura humana en la cultura celtica dc la Peninsula Ibcrica. En la Hispania Celtica, la escultura, aunque no del todo ausente, rcsulta casi cxccpcional, al mcnos en comparacion con cl mundo ibcrico, dondc la escultura, y en especial la humana, ofrece un amplio dcsarrollo dentro del marco cultural mediterraneo2. Adcmas, los ccltas trataron la escultura humana de un modo muy cspccifico dc su cultura, tanto en lo que sc reficre a su iconografia como a su simbolismo, como se evidencia por el especial intcrcs puesto en el tema de la ‘cabeza’, tambicn caractcrfstico en el mundo cclta hispano, por lo que, de tiempo en tiempo, ha llamado la atcncion de los cspccialistas, desde Taraccna a la rccientc recopilacion citada3. Pero antes dc proccder a este analisis dc la escultura celta en la Peninsula Ibcrica, convicne precisar que se puede entender con cl termino ‘cclta’ en este trabajo. Sin entrar en cl diffcil y complcjo tema del origen de los ccltas hispanos y dc la rclacion dc los ccltas dc Hispania con cl resto del mundo ccltico, parcce oportuno senalar que ‘cclta’ no son solo aqucllos elementos relacionados, con seguridad, dircctamcntc con los elementos etnicos y culturalcs ccltas de aflcnde los Pirineos, lo que rcducirla su uso practicamentc a los ccltlbcros, con un contcnido ctnico y cultural muy rcstringido, sino que hemos considerado oportuno utilizarlo en sentido amplio, como refcrente a las poblacioncs dc tipo indocuropeo de la Peninsula Ibcrica que mucstran rasgos mas o mcnos ccltizados4. Al realizar hace anos la recopilacion citada sobre la figura humana en cl ambito ccltico de la Peninsula Ibcrica, analizamos su iconografia segun las rcgioncs donde aparecla para llcgar a cstablccer su contcxto cultural y lograr dc dicho modo precisar sus caracterlsticas iconograficas c idcologicas y sus rclaciones con el mundo ccltico de allendc los Pirineos. El mismo proceso pretendemos seguir en esta ocasion siguiendo, basicamcnte, los resultados entonccs obtenidos. mento

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M. Almagro-Gorbca A. Lorrio, Rcprescntacioncs humanas en cl Arte Ccltico dc la Peninsula Ibcrica, en: Actas 2° Symposium de Arqueologla Soriana, Soria 1989 (1992) 409-451. 2 Veasc cn esta misma reunion la comunicacion dc M. Blech. 3 B. Taraccna, Cabczas trofeo cn la Espana celtica, AEspA 16, 1943, 157-171; A. Balil, Rcprescntacioncs de ‘cabczas cortadas’ y ‘cabczas-trofco’ cn cl Lcvantc cspanol, cn: Actas dc la IV Scsion Congrcso Intcrnacional de Cicncias Prchistoricas y Protohistoricas, Madrid 1954 (1956) 871-879; A. Blanco, Cabeza dc un castro del Narla. Notas sobre cl tema dc la cabeza humana cn cl arte ccltico, CuadEstGal 9, 1956, 159-180; J. M.‘ Blazqucz, Sacrificios humanos y rcprescntacioncs dc cabczas cn la Peninsula lberica, Latomus 17, 1958, 27-48; G. Lopez Monteagudo, Las ‘cabczas cortadas’ cn la Peninsula Ibcrica, Gcrion 5, 1987, 245-252; C. A. F. da Silva, A cul¬ tura castrcja no Norocstc dc Portugal (1986); M. Lcncrz-dc Wilde, Iberia Celtica (1991); Almagro-Gorbca Lorrio op. cit. (nota 1) etc. 4 M. Almagro-Gorbca, Los ccltas cn la Peninsula Ibcrica, cn: M. Almagro-Gorbca- M. Marine - J. Alvarez Sanchls (eds.), Ccltas y Vctoncs (Exposicion Avila 2001) (2001) 94-113.

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Por supucsto, al tratar la prcscnte reunion de escultura humana, hemos dejado aparte la escultura zoomorfa, en la que destacan los conocidos ‘verracos’ dc los vettones5, pues este tema sc sale del campo de esta reunion. Sin embargo, dichas escuituras si deben tenersc presente en cuanto quo demuestran la capacidad tecnica de los ccltas de Hispania para la escultura de bulto redondo en una piedra tan diffcil como el granito y desde una fecha tan temprana como el siglo IV a. C. hasta la romanizacion. En consccucncia, la escultura antropomorfa de la Hispania celtica sc reduce a muy pocos tipos, que analizamos seguidamente antes de abordar unas conclusiones dc conjunto. Estos tipos son las escuituras de tipo galo de Cataluna, las cabczas aisladas o ‘cortadas’, las cabczas janiformes, las cstelas con cabeza humana, los guerreros ‘lusitano-galaicos’ o ‘castrenos’ y las figuras sedentes con ellos relacionadas6.

Escuituras de tipo galo-ligur de Cataluna El interesantc monumento de Sant Marti Sarroca7 representa a un personaje sedente, tal vcz entronizado, asociado a cabczas humanas en sus lateralcs (Fig. 1), lo que ha llevado a rclacionarlo con los monumentos galo-ligures dc la Provenza". Junto al monumento de Sarroca cabe citar tres cabczas, muy rudimentarias, que deben cnmarcarse en cl mismo ambiente cultural*. Proccdcn dc Olcsa (Barcelona)10 y de la Torre de San Magin, en la muralla dc Tarragona11, junto a los que cabe mencionar cl dcsaparccido dc Torello12, cuya tipologla y significado rcsultan por cllo incicrtos, aunque su asociacion a bucraneos rccuerda la cabeza tallada en la cantcra de Segobriga a la que haccmos referenda mas adelantc, por lo que pudicra tratarse de obras de canteros romanos. Aunque las tres cabczas citadas pudieran considerarsc como elementos apotropaicos, en la region catalana sc documentan craneos cortados atravesados por clavos, quizas expuestos en las

5 Sobre este elemento, G. Lopez Monteagudo, Escuituras zoomorfas ccltas de ia Peninsula Ibcrica, AEspA Anejos 10 (1989); mas rccicntcmentc, J. Alvarez Sanchls, Los Vetoncs, Bibliotcca Archacologica Hispana 1 (1999) 215s. '•Por cl contrario, no parcce oportuno tratar aqut dc las cabczas humanas en fauces dc carnlvoro que ofrccc la cstatuaria ibcrica tardia, pues mas bicn debe rclacionarsc con tradicioncs mediterraneas como hacc mucho anos indico F. Benoit, cn L’art primitive mcditcrrannccn dc la vallc du Rhone (1956). Por cllo mismo, hay que dcscchar la inclusion como elemento ccltico dc los relieves del despotes thcron tan caractcrlsticos del surestc como ya rectified Lcncrz-dc Wilde op. cit. (nota 3) 141, pues por su cronologla, del siglo V al III a. C., su con¬ tcxto y su significado idcologico, deben considerarsc plenamente ibcricos sin rclacion alguna con la diosa celti¬ ca Hippona. La idea del despotes thcron ya esta documentada en cl oinochoe dc Pozo Moro y cn una escultura del ‘heroon’ de Obulco, Porcuna, que suponc la sustitucion de la potnia thcron orientalizante por una deidad masculina. Pero los relieves citados, uno dc ellos precisamentc procedentc de Sagunto, pudieran interp rctarsc como asimilacion por las elites ccucstrcs ibcricas del mito dc Diomcdes ‘domador dc caballos’ como hcroc ancestral, tradicion documentada en relacion con Artemisa cn algunos templos italicos segun indica cl PscudoAristotclcs (Dc mir. ausc. 1 10); cf. M. Almagro-Gorbca, Idcologla y podcr cn Tartcssos y cl mundo ibcrico

(1996) 119s. 7

J. Guitart, Nucvas piczas de escultura prerromana cn Cataluna: Restos dc un

monumento

con relieves

cn Sant Marti Sarroca (Barcelona), Pyrcnac 1 1, 1975, 71-80. 8 Benoit op. cit. (nota 6) 8 y, cn esta reunion, la comunicacion dc A. Rapin. ’Sobre estos elementos galos cn Cataluna, J. SanmartI, Elements dc type latcnicn au nord-est dc la Peninsulc lbcriquc, Revue Aquitania 12, 335-351. 10 Balil op. cit. (nota 3) 879 con fig. 11 Ibidem fig. 878. 12 Ibidem 874.

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Las ‘cabezas cortadas‘

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Adcmas de los cjemplares de Cataluna, relacionables con la posiblc prcsencia de grupos dc gucrreros galos en csa zona, cn la Mcscta y en las areas occidentalcs dc Hispania existe un conjunto de las llamadas ‘cabezas cortadas’ bastante numeroso y variado, cuyo analisis dificulta la falta dc contexto arqueologico para la mayorfa de las piezas16. Frentc a la rareza de la figura humana dc cuerpo cntero, cl motivo de la cabeza humana en piedra, como en otros tipos de soportes, indica una cierta gencralizacion de su uso, ya que su dispersion gcografica, su cronologfa y las variacioncs cstilfsticas del motivo son amplias, lo que puedc indicar cicrta variedad y cquivocidad cn cl significado que estc clemento pudo tener en cl mundo ccltico peninsular. Dcjando al margen las cabezas dc tipo galo dc Cataluna, el grupo mas importante, formado por 13 ejemplares, sc extiende desde Caceres hasta Tras os Montes, llcgando quizas hasta Lugo17. Esta dispersion parece corrcsponder bastante aproximadamente con la tradicion de las csculturas de verracos cn torno al nuclco vetton y su extension hacia el Noroestc, dondc pasan a ser cabezas exentas18, al menos desde el punto dc vista tccnico. Por otra parte, esta dispersion parece coincidir con la dc algunos antroponimos lusitano-galaicos1'', lo que confirmarta un mismo fondo cultural, hccho que debe ser destacado, ya que, por cl momento, no sc conoce ninguna de estas csculturas entre los Celtici del Suroeste (Plin. N.H. Ill,113-114)20 ni entre los elementos dc los mismos Ilcgados a Gallaecia segun la tradicion pliniana (N.H. IV,34,111), ya que una cabeza procedente del santuario de Endovelico, en cl Alcntcjo21, rcsulta incicrta por su mala conscrvacion y carece de paralclo entre los Celtici del Suroeste. La rudeza y la falta dc dctallcs iconograficos de estas cabezas, en gran medida explicable por cl uso de materiales poco aptos para la talla como granito, dificultan toda clasificacion cstilfstica. En muchos casos parece tratarse de cabezas esculpidas cn relieve sobre sillares o bloques dc piedra, si bien la cabeza del Castro de Santa Iria es de bulto redondo22, lo que podrfa aproximarla a las cscul¬ turas

Fig. 1 Lateral dc un trono dc un personaje sedente de Sant Mart) Sarroca (Barcelona).

murallas o puertas13; se conocen en Ullastret, dondc dos aparccieron en un silo asociados a una espada de La Tene II y en Puig Castcllar, lo que inclinarfa a pensar que tales csculturas scan obra de gra¬ pes de galos por lo que las cabezas citadas representarfan la monumcntalizacion del rito dc la cabeza cortada conocido entre las poblaciones galas de la Provenza. En estc sentido, es importante recordar tambien la prcsencia de galos en sepulturas de Ampurias, dondc tambien ha aparecido un importante deposito dc espadas de La Tene II, quizas de un grupo dc mercenarios que protegieran la entrada a la ciudad14. Por ello, la cronologfa de estas cabezas cabrfa situarla en la transicion del siglo III al II a. C., fccha que cncajarfa con la de la muralla de Tarraco como Scipionum opus (Plinio, N. H. 3, 21) y con la destraccion dc Ullastret hacia el 197 a. C. en las campanas dc Caton (Livio 34, 8s.)15.

IJ Sanmartf

op. cit. (nota 9) M. Almagro Basch, Las necropolis de Ampurias I (1953) 195. 15 Sanmartf op. cit. (nota 9). 14

de los guerreros lusitano-galaicos.

La mayor parte dc los autores que se han ocupado de estas piezas las han rclacionado con las cabezas ‘cortadas’ cclticas23, pero la ausencia de contcxto arqueologico y por tanto de datos sobre su funcion y cronologfa impide toda precision, pues se trata dc productos sumamente toscos que no permiten por ello un analisis estilfstico riguroso. Sin embargo, debe valorarse la prcsencia del moti¬ vo de la cabeza cn otros elementos del mundo celta hispano, como ceramicas, bronces y objetos de orfebrerfa24, pues indica un cicrto paralelismo en su significado y contcxto cultural, aunque nunca desde el punto de vista estilfstico. En concreto, la cabeza humana aparece ya en las placas orientali-

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Almagro-Gorbea Lorrio op. cit. (nota 1) 412s. Ibidem 448 mapa I. i8 Alvarez Sanchfs op. cit. (nota 5) 86. (,J. Untermann, Elementos dc un atlas antroponfmico de la Hispania Antigua, Bibliotheca Prachistorica Hispana 7 (1965) 19. 21 L. Berrocal, Los Pueblos Cclticos del Suroeste de la Peninsula Iberica, Complutum Extra 2 (1992). 2t L. dc Vasconcelos, Religioes da Lusitania II (1905) fig. 25. 22 F. Calo Lourido, A plastica da Cultura Castrexa Galcgo-Portugucsa II (1994) 516. 23 F. Lopez Cucvillas, Esculturas zoomorfas y antropomorfas de la Cultura de los castros, CuadEstGal 6, 1951, 177-203; Blanco op. cit. (nota 3); Blazquez op. cit. (nota 3); L. Abad - G. Mora, Una nueva ‘cabeza cor¬ tada’ en Extremadura, en: Homcnajc a C. Callcjo Serrano (1979) 21-30. 24 Almagro-Gorbea - Lorrio op. cit. (nota 1) 419s. 16 !T

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zantes de La Martcla, cuya iconograffa cs cicrtamentc celtica como en su dfa demostro L. Berrocal25. Ademas, sus precedcntcs en la placa del tesoro dc Serradilla’6 y, cste, a su vez, en joyas fcnicias como los anillos dc Aliseda27 y las arracadas de Gaiao28, reprensentandosc de nuevo la cabcza humana en el torqucs-lunula de Chao de Lamas29. Esta preferencia por cl motivo de la cabcza entrc las poblacioncs dc tipo cclta del Occidente peninsular desde el siglo VII a. C. debc ser rcsaltada, pues parccc con¬ firmar cl muy tcmprano ccltismo dc cstc substrato occidental ‘preceltico’ a juzgar por su ideologfa. En consccucncia, la costumbre dc representar la cabcza humana no parccc haber sido introducida en epoca tardi'a desde cl mundo galo, como sc ha supuesto hasta ahora, sino quc mas bicn rcflcja una tra¬ dicion del substrato prcccltico del Occidente peninsular, probablcmcntc con un origen ancestral comun al que documenta la cultura celtica en sentido cstricto, pero no ncccsariamcntc dcrivada de esta. Ademas, dicha costumbre pudiera rclacionarsc con algunas rcfcrcncias cscritas quc hablan dc sacrificios humanos en dichas rcgioncs, por cjcmplo, para sellar pactos (Livio, Per. 49), idea quc pudicran rcflejar las tcscras en forma dc cabeza humana3,1, para adivinacion (Estrabon 3,3,6) y como sacrificios a los dioses (Estrabon, 3,3,7; Plutarco, quacst. Rom. 83). Frcntc a estas cabczas orientalizantes, las fibulas de Caudcte, Dricbcs y Chcstc reflejan una corriente iconografica distinta, en la quc son evidentes los influjos del arte dc La Tcne31. En consecucncia, quizas quepa atribuir a influjos ccltas latcnianos estas cabczas csculpidas, ya dc los siglos III—II a. C., aunque su estilo scco y csquematico impidc prccisiones estilfsticas. Estos influjos tardios quc pudieran haber llcgado desde la Galia, podrian haber revitalizado la tradicion anterior, haciendola aflorar en cl campo cstih'stico del mundo ccltibcrico dc la Meseta, donde aparcce la mayor concentracion de rcpresentacioncs dc cste tipo iconografico y desde donde pudo difundirse hacia el Occidente32. Estos influjos rclativamente tardios pudieran rclacionarsc con las casas con bodega dc tipo galo de Numancia33 o con la formacion de nombres compucstos, como Retogenes, que contrasta con la tradicion onomastica mas simple dc los ccltas hispanos34. En todo caso, donde la cabcza humana esculpida parece ser mas frecuente es en la antigua Celtiberia, donde el tema tambien aparcce en fibulas y en otros elementos dc orfebreria y de ccramica, lo que indica quc se trata de una idea muy generalizada y, en consccucncia, profundamentc arraigada35. La reiterada asociacion dc las fibulas de caballito y de jinete, objetos de prestigio de la elite ccuestre, indica quc esta iconografia y la ideologia subyacente se relacionan con la costumbre

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L. Bcrrocal, Placas aureas de la edad del Hierro dc la Meseta Occidental, TrabPrchist 49, 279-291. M. Almagro-Gorbea, El Bronce Final y el Pcriodo Oricntalizantc en Extremadura (1977) 224 fig. 83

lam. 46. 27 Ibidem lam. 32,2. 28 M*. Blazqucz, Tartessos y los origcncs dc la colonizacion fenicia en Occidente 2 (1975) lam. 103c. J. 29 K. Raddatz, Die Schatzfundc dcr Iberischcn Halbinscl, MF 5 (1969) lam. 90,1; 91,1a. 30 M. Garcia -J. Pellicer, Dos tcsscras dc hospitalidad, celtibericas, en plata, Kalathos 3/4, 1984, 149-154; A. Lorrio, Los Ccltiberos, Complucum Extra 7 (1997) fig. 138,6. 31 Raddatz op. cit. (nota 29) lam. 2,17; 7; 8,2; Lcncrz-de Wilde op. cit. (nota 3) fig. 111. 116. 117. 32 Almagro-Gorbea Lorrio op. cit. (nota 1) 435s. 33 A. Jimcno J. J. Fernandez Moreno - M\ L. Rcvilla, Numancia (1990) 26s.; para cstc tipo dc casas, J. Dcchelette, Manuel d’archcologie prehistorique, eeltique et galo-romaine II 3 (1914) 592 fig. 396. 34 M*. L. Albertos, Onomastique pcrsonncllc indigene dc la Peninsulc Iberique sous la domination romaine, en: ANRW II 29, 2 (1983) 862. 35 Almagro-Gorbea Lorrio op. cit. (nota 1) 433s.; M. Almagro-Gorbea - M. Torres, Las fibulas de jinete y de caballito (1999) 72s.

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celta de cortar la cabcza al cncmigo vencido rcpctidamentc scnalada en tcxtos cscritos (Diodoro 5,29,4; T. Livio 10,26,11; 23,24,11; Estrabon 4,4,5; etc.)36. Aunque los tcstimonios arqucologicos sobre esta costumbre en la Celtiberia son muy discutibles, pues solo sc conoce la aparicion dc varios craneos en una habitacion de Numancia37, las citadas fibulas indican quc el rito de las cabczas-trofeo era bien conocido y practicado. Pero csto no quierc dccir que todas las cabczas humanas de picdra rcspondan a esta idea, pues la mayoria carece de contcxto preciso, aunque si resulta logico suponer que todas estas rcpresentacioncs reflejan un fondo ideologico comun y, en cste sentido, las cabczas rcprcsentadas en orfebreria, como Driebes, Salvacanete, los Villarcs o Chao dc Lamas38, indican una distribucion no alcjada de las cabczas csculpidas, lo que parccc confirmar dicho fondo ideologico comun. En todo caso, es evidentc que el motivo de la cabeza era de significado perfectamente comprensible, no solo entre los ccltiberos en sentido estricto, sino tambien entre poblaciones del substrato prcccltico occidental desde epocas anteriores a la expansion ccltibcrica, lo que explica su amplia dis¬ persion y su aparicion en elementos tan diversos como la cscultura o la joyeria siempre en un contexto dc elites guerreras, quizas como indicio de su cstatus o como elemento apotropaico.

Cabezas janiformes

Al margen del grupo rclativamente numeroso dc cabezas ‘cortadas’ o simples, debc considerarsc algun cjcmplo aislado dc cabczas dobles o cuadruples, quc han sido interpretadas como divinidades dc tipo janiforme, lo que deja suponer que tal vez algunas dc las sencillas tambien scan representaciones de divinidades. En cualquier caso, la mayor pane de los autores quc se han ocupado de estas piezas las ha relacionado con las cabczas cortadas, pero sus caracteristicas cstilisticas impiden toda precision, dada su tosquedad, y tampoco parecen responder al mismo concepto iconografico. El llamado ‘Jano’ de Candelario (Salamanca)39 es una pieza sumamente tosca, pero ofrece en bulto redondo una doblc cabeza quc encaja perfectamente con las tradiciones iconograficas celtoeuropcas40, que, en la Peninsula Ibcrica, estan atestiguadas en el Jano repujado en una planchita argentca del Tesoro dc Pozoblanco (Cordoba)41. Esta pieza, desde cl punto de vista dc su significa¬ do, no tiene por que considerarse una simple copia dc una didracma romana en la que estilisticamentc parccc inspirada. Junto a la pieza de candelario, cabe referirse a la cabeza cuadrifronte de Pontedcumc (La Coruna), cuya celticidad ha sido discutida42; en cualquier caso, parece dudosa por su estilo y por representar cuatro caras, aunque por cste motivo podria rclacionarsc con el ‘Jano’ Candelario. Esta

Ibidem 23. Taracena op. cit. (nota 3) 164 fig. 6. 38 Vid. supra nota 31. 39 J, Munoz, El Jano dc Candelario, Zcphyrus 4, 1953, 69-73; M1. Blazqucz op. cit. (nota 3) 42 lam. I 2; Almagro-Gorbea - Lorrio op. cit. (nota 1) fig. 1,3. 40 P. Jacobsthal, Early Celtic Art (1944) lam. 6s.; Benoit op. cit. (nota 6); M. A. Green, Dictionary of Celtic Myth and Legend (1993) 1 14s.; R. & M. Mcgaw, Celtic Art (1990) 168; etc. 41 Raddatz op. cit. (nota 29) lam. 47,6. 42 J. M.a Lucngo, El Hermes cclta de Puentedcumc y supervivencias dc su culto, Revista do Instituto J. Cornide dc Estudos Coruneses 3, 1967, 177-188; S. Lorenzo, Aportacioncs al cuadrifaz cncontrado en Puenrcdeumc, Brigantium 6, 1989/90, 217-224; Almagro-Gorbea - Marine - Alvarez Sanchis (eds.) op. ciL 36

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(nota 4) 433 n° 121.

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pieza es sumamente tosca, pero ofrcce cn bulto redondo una doble cabcza que encajarfa pcrfcctamente con las citadas tradiciones iconograficas celto-europeas. Por ultimo, cabe mencionar con muchas reservas alguna pieza cxtrana y por tanto dudosa, como la dc Outara (Incio, Lugo)43, cuya tipologfa no permite mayor comcntario.

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tendencia a representar en estelas la figura humana, concretamente de guerreros, originaria de la Edad del Bronce. En resumen, cs muy diffcil precisar si las estelas con cabcza humana corresponden a la idea de las cabezas en el mundo celta llegadas desde la cultura celtibcrica, si son una simple tradi¬ cion occidental o si representan el estfmulo dc monumentos funerarios romanos con el retrato del difunto.

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Las estelas con cabeza humana

Tambicn con las cabczas ‘cortadas’ se puedc relacionar otro grupo dc csculturas, que denominamos como ‘estelas rematadas en cabeza humana’. Estas estelas proceden todas del Occidentc peninsular, cn especial dc Extremadura, lo que hace suponer una cierta relacion con la tradicion iconografica dc la cabeza humana, aunque su funcionalidad funeraria sea en cste caso evidentc, lo que las difcrcncia de las cabezas ‘cortadas’ cn sentido estricto. Entrc estas estelas funerarias con cabeza humana de inicios del Imperio44, hay que incluir las dc Helechal45 o la de Fresno dc Sayago46, que aparecio asociada a dos aras, una de las cualcs dedicada a la diosa Bane’"-, y a una supuesta mesa de sacrificios, por lo pudiera considcrarse un rcflcjo de tradiciones indi'gcnas apenas romanizadas, lo que se confirmaria por la antroponimia que ofrccen. Sin embargo, las dificiles caracterfsticas estilisticas de estas piczas parecen recordar mas a las ‘cabczas cortadas’ de Cataluna que a las occidcntalcs, aunque ello puedc deberse al tipo de piedra empleado y a su caracter avanzado y muy tosco. Esta tradicion funeraria pudiera rclacionarsc con una pcrduracion de la tradicion de las estelas antropomorfas tan extendida desde la Edad del Bronce por todo el Occidentc47, que hubicra pervivido hasta epoca romana a traves de tipos intermedios como cl dc Segura del Toro48, al parecer del siglo IV—III a. C. a juzgar por la espada de antenas que ofrece, por lo que parece documentar un proccso de progresiva antropomorfizacion a partir de las estelas de Faioes y de San Joao dc Ver49. Pero tambien es obligado pensar en posibles prototipos romanos que hubicran revitalizado la tradicion, como los altarcs con imagen del difunto de Emerita Augusta50. En todo caso, cl intcrcs de estas piezas es que confirman la complejidad y equivocidad del tema dc la cabeza humana cn este mundo ccltico, al mcnos del Occidentc de Hispania. Pero si se valora su aparente doble componente como pervivencia del substrato y como producto de la romanizacion, podrfan considcrarse como un prcccdcnte o un paralelo del fenomeno de los guerreros lusitanogalaicos, que no serian sino la esculturizacion total, gracias a los influjos de la escultura romana, dc

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L. Garcia Martinez, Unha escultura galaica bifrontc, CuadEstGal 24, 1969, 14-22. Almagro-Gorbca - Lorrio op. cit. (nota 1) n° 18-22. 45 Ibidem n°21. 4,1 Ibidem n" 22; V. Scvillano, Tcstimonio arqueologico de la Provincia de Zamora (1978) 116 lam. 16,31. 47 M. Almagro-Gorbca, Las estelas antropomorfas cn la Peninsula Ibcrica. Tipologfa, dispersion, cronoiogia y significado, cn: La statuaria antropomorfa in Europa dal Neolitico alia Romanizazzionc. Atti del Congrcsso La Spczia-Pontrcmoli 1988 (1994) 69-108; id., Les steles anthropomorfes de la pcninsulc Ibcriquc, en: Les representations humaincs du Neolithique a 1’Agc du Fer, Actes du 115e Congres National dcs Societcs Savantcs, Avignon 1990 (1993) 123-139. 48 M. Beltran, Las estelas con inscripcion alfabctica del S.W. y con dccoracion figurada dc Madroncra y los matcriales del castro dc la Coraja, cn: Estudios dc Arqueologia Caccrena (1973) 25. 49 V. O. & S. O. Jorge, Notula prcliminar sobre uma nova cstatua- menhir do Norte dc Portugal, Arqueologia 7, 1983, 44-47; C. A. F. dc Almeida - V. O. Jorge, A cstatua-mcnir dc Faioes (Chaves), Trabalhos do Grupo dc Estudios de Arqueologia Portugucsa 2, 1979, 1 7s. 50 J. Edmonson - T. Nogales - W. Trillmich, Imagen y memoria. Monumentos funerarios con retratos en la Colonia Augusta Emerita, Bibliotcca Archaeologica Hispana 10 (2001). 44

Los guerreros lusitano-galaicos o guerreros castrenos No es esta la ocasion de referirse por extenso a los llamados guerreros lusitano-galaicos o gue¬ rreros castrenos, pues a cllos se refieren diversas comunicaciones especfficas dc cste coioquio. Pero sf parece convenicnte hacer algunas rcferencias dentro del panorama de la escultura celta de la Peninsula Iberica, en la que representan cl grupo de mayor personalidad, que queda rclativamente aislado de las restantes creaciones, pues su paralelismo con las pcquenas figuras humanas de bronce, lusitanas51 o celtibericas52, no puedc ser tenido cn cuenta. Por ello mismo, conviene encajar a los guerreros galaico-lusitanos cn cste panorama de conjunto de la escultura celta de la Peninsula Ibcrica, en la que representan una de las creaciones mas singularcs de la Peninsula y del Arte Celta en general. Este conjunto tan notable de csculturas ha llamado la atcncion desde los primeros estudios anticuarios y en fechas recientes ha sido bien analizado por Ferreira da Silva53, recopilado y estudiado de nuevo por Calo Lourido54 y una vez mas analizado en profundidad por Schattner55. Como ha sido repetidamentc senalado, se trata de un elemento peculiar del area meridional de la Cultura Castrena del Noroestc de la Peninsula Iberica, concretamente, del area del conventus Bracarensis, aunque recientes hallazgos han extendido el lugar de procedencia de algun cjcmplar hasta la provincia de Lugo. Por ello y por su significado, constituycn uno de los conjuntos de mayor per¬ sonalidad de la Europa Protohistorica fuera del ambito meditcrranco. Estas piezas son autcnticas csculturas, talladas con plcno dominio dc las tecnicas dc talla de la piedra y con plcno concepto del bulto redondo para ser vistas por todos sus lados. Representan a tamano natural o cn ocasioncs a tamano mayor del natural, casi a eseala colosal, a un guerrero estante sobre una pcana con su tunica corta y armado con caetra delantc del cuerpo y un pufial al costado y con glebas en algunos casos. Muy caracterfstico es el uso de cascos dc La Time, probablemente loca¬ les inspirados cn cl tipo Montefortino56, asi como de torques al cuello y viria en el antebrazo, elementos tfpicamcntc cclticos y caracteristicos del mundo celta de Occidentc57, aunque no sabemos si eran elementos introducidos en dicha cultura desde el mundo ccltico de la Mcseta, aunque, por ejemplo, la viria o brazalete serpentiforme que llcvan cn el antebrazo debio dar origen a un antroponimo, Viriatus, muy caracterfstico del area lusitana58. Dc ser estos elementos de origen meseteno, se trata-



Da Silva op. cit. (nota 3) lam. 97; puedc anadirsc la figura dc Cabrillas (Salamanca), publicada cn Almagro-Gorbca Marine Alvarez Sanchis (cds.) op. cit. (nota 4) 428 n° 85. 52 Almagro-Gorbca Lorrio op. cit. (nota !) 423s. 53 Op. cit. (nota 3) 291s. 54 Op. cit. (nota 3). 55 Veasc su comunicacion a esta reunion. 56 J. Garcia Mauriiio, Los cascos tipo Montefortino en la Peninsula Ibcrica, Complutum 4, 1993, 95-146; para un reexamen dc cste tipo dc casco, veasc la comunicacion presentada por F. Quesada cn esta reunion. 57 Lopez Cuevillas op. cit. y Raddatz op. cit. (nota 29); Da Silva op. cit. (nota 3); S. Prieto, Los torques cas¬ trenos del Noroestc dc la Peninsula Iberica, Complutum 7, 1996, 195-223. 58 Untermann op. cit. (nota 19) 189. 51

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rfa de un importante tcstimonio de la tardi'a celtizacion o aculturacion ccltica de estas poblaciones protocelticas del Occidente peninsular59. Pero, por otra parte, es cvidente que estas esculturas de guerrcro son todas de fecha muy tardi'a, posterior a la conquista romana60, pero anterior al avance de la romanizacion que supuso la rcforma flavia. El intercs de estas creacioncs estriba en la personalidad que reflejan y que dificulta su encuadrc y comparacion con otras esculturas celticas, no ya de la Peninsula Ibcrica, sino de toda la Celtica. Su baja cronologia hace pensar que, tecnicamcnte, se han inspirado en la escultura honorffica romana, pero, al mismo tiempo, debc tenerse en cucnta que, probablcmente, se rclacionan tambien con la tradicion de las estelas de guerreros documentadas en el Occidente peninsular desdc la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro y que constituirian en el ‘paisajc cultural’ de esas zonas unos clementos visibles muy probablcmente vinculados a proccsos de mitificacion de grandes personajes, evidcntcmcntc con caractcr de jcfes-guerrcros. Entrc los precedentes que sc deben considcrar, cabc senalar las estelas citadas de Faioes, San Joao de Vcr y, tal vez, la de Segura de Toro, sin olvidar la tradicion quo parccen mantener las estelas funerarias rematadas en cabcza humana, ya de epoca impe¬ rial, pero que, en cste sentido, sc pudieran considcrar como un fenomeno de reminiscencias anccstralcs hasta cicrto punto paralelo al de estos guerreros lusitanos61. Tambien sc debc tener en cucnta la onomastica de los personajes representados. £sta indica que se trata de personajes ‘reales’62, pero todavfa es mas interesante el analisis de sus nombres, como Malccinus, Dovilonis (S. Juliao de Candelas), Ladronus ?, Verotus (Castro de Rubias), Clodamus Corocaudius (San Paio de Meixedo), etc. Estos antroponimos, aunque de tipo y ctimologfa celticos, mas que de tipo celta en sentido estricto son caracteristicos de esa zona lusitano-galaica, considerada en ocasiones como ‘pre-celtica’ o ‘indoeuropea’63. Este hecho, unido a las citadas tradiciones que reflejan, hace pensar en que las esculturas de guerreros reflejan un posiblc fenomeno de interetnicidad o de cambio cultural. Por una parte, corresponden al substrato etno-lingiifstico occidental protoceltico, anterior al del mundo celtiberico de la Meseta, tanto la idea de la ‘cstela de guerrero’ en el paisajc ideologico como la onomastica, esto es, la procedencia etnica de los personajes realmente representados. Tambien su armamento, de tipo lusitano (Estrabon III, 3,6), confirma que se trata de elites guerreras de la Cultura Castreiia, estatus confirmado por elementos como el torques o la viria, cuya procedencia, asi como la de los cascos, por el contrario, mas parcce indicar un origen celtico procedentc de la Meseta, que pudicra considcrarsc mas que como indicio de la procedencia de estas minorias, como procedencia del nuevo sistema gcntilicio que estas pareccn haber adoptado. Ademas, su ubicacion a la entrada de los castros, como ha documentado Ferreira da Silva en Sanfins64, y su caractcr monumental hacen suponer que quizas se trate de figuras hcroizadas dispuestas como protectoras de la poblacion, tal vez incluso con un deseo de hcroizacion del representado para relacionarlo o convertirlo en cl fundador de la estirpe o conditor del lugar. Este aspccto pudicra indicar la

aparicion, probablcmente por influjo ‘celta’ llegado desdc la Meseta, de la expansion de elites gentilicias o, al mcnos, de la aparicion de una organizacion de tipo gcntilicio en la socicdad castreiia siguiendo el proceso de expansion hacia el Occidente que parecen documcntar los nombres gcntilicios en genitivo de plural y, quizas tambien, los nombres en Ambatusÿ. En resumen, estas esculturas serian un instrumento por el que las nuevas elites gcntilicias galaicas manifestarfan y pretenderian consolidar su podcr. En conclusion, estas esculturas parecen recoger una tradicion de estelas de guerrero cxistente en el Occidente peninsular, pero que se verfa potenciada por la extension hacia cl Occidente de elites guerreras gcntilicias caracterfsticas de la Edad del Hierro bicn documentadas en la cultura ccltibcrica, lo que explicarfa su vago paralelismo con las esculturas de guerreros de Europa cen¬ tral e Italia del Hallstatt Final y de La Tene Inicial, pucs todas cllas rcflejarfan a estos principcs’ que dcsean resaltar a sus progenitores o convertirse en fundadores mfticos de su estirpe. Por ello, parcce ncccsario insistir en que en su aparicion, de forma indirccta, pudo haber jugado un papcl el influjo de minorias ‘celticas’ o celtibcricas, como reflcjarian sus cascos, torques y viriae, pero su tipo de labra y baja cronologia hacen pensar en una inspiracion tccnica en la plastica romana. Por ello, los guerreros (usitano-galaicos son figuras de un significado ambivalente o, incluso, trivalcntc, tanto desdc cl punto de vista social como desdc su fundamento ideologico. Por una parte, representan a elites originarias del substrato indfgcna ‘preccltico’ o ‘indoeuropeo’ del mundo lusitano-galaico, pero al mismo tiempo reflejan la llcgada a esa sociedad del sistema de elites gcntilicias que parcce logico considcrar, al mcnos como lugar de origen de la idea, procedente de la expansion del mundo celtiberico hacia Occidente. Por ultimo, no se debe olvidar su cncuadre en pleno proceso de romanizacion, lo que obliga a pensar que, junto a las caracterfsticas senaladas que representan su ‘vision’ o significado desde el mundo indfgcna galaico, al mismo tiempo reflcjarian para los personajes representados y para cl mundo romano oficial, ya plenamente asentado en esas tierras, a principes de las elites locales plenamcntc integradas en el sistema clientelar romano.

39 Sobrc este

aspecto, Almagro-Gorbca - Torres op. cit. (nota 35) 1 19s. hay ligeras discrcpancias sobrc su cronologia concreta, por falta dc dacos precisos, la coincidencia en este punto puede considcrarsc praccicamcntc total. Sobrc los datos internos para fijar su cronologia, vease las comunicacioncs dc F. Qucsada y Th. Schattncr en csta reunion. 61 Vid. supra, cl apartado dc las estelas con cabcza humana. 61 Sobrc cste punto coincidimos y nos parccc muy accrtado lo apuntado por Alarcao en su comunicacion J. a csta reunion. 63 Almagro-Gorbca op. cit. (nota 4). 64 Da Silva op. cit. (nota 3) 308s. y comunicacion a este coloquio.

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Esculturas sedentes

Junto a las esculturas de guerreros, en el area galaica aparccen figuras sedentes, seguramente

entronizadas. De este tipo se conocc una procedentc de Lanhoso y dos de Ginzo de Linda66. Aunque inicialmcntc fueron consideradas fcmcninas por Da Silva67, la prescncia de tunicas cortas y de viria mas bien correspondent a representacioncs de hombres, como recicntcmentc ha indicado, segura¬ mente jefes en su trono o asiento de distincion, lo que accntua su rclacion con las esculturas de gue¬ rreros.

Su postura sentada permite, en un primer momento, rclacionarlas con las figuras entronizadas de Sant Marti Sarroca y del Languedoc68, asf como otras rccicntemcnte aparccidas en cl mundo del Hallstatt Final69, pero parece muy diffcil establecer relaciones entre contcxtos culturalcs tan diversos, que pueden suponer funciones e ideologfas diferentes.

60 Aunque

Almagro-Gorbca - Torres op. cit. (nota 35) 111 mapa 32. Da Silva op. cit. (nota 3) 309s.; Calo Lourido op. cit. (nota 3) I 290; II 653. 67 Ibidem. 68 Vid. supra, cl apartado dcdicado a las esculturas dc tipo galo-ligur dc Cataluna. 69 Veansc las comunicacioncs sobrc estas esculturas presentadas cn csta reunion. 65 66

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Otras dos esculturas, al parccer sedentes, procedcn dc Sendim y Lanhoso70 todavfa cs mas dificil su interpretation, estilistica y cultural. Si como parece, sc trata de esculturas femeninas, constituirfan otra manifestacion cultural peculiar del Noroeste de la Peninsula Iberica, pues por su caracter femenino, de comprobarse, podrian rclacionarse con la tradition de las cstclas femeninas diademadas de Extremadura, originaria de la Edad del Bronce71, al menos en cuanto a representar un cierto papel de relevancia de la mujer entre las elites del Occidente, papel que parece confirmar, junto a la citada tradicion de cstelas diademadas femeninas, el caracter femenino de los grandcs torques de oro macizo del Occidente de la Peninsula Iberica72.

Conclusiones

El anatisis de la cscultura humana en la Hispania celtica evidencia una relativa diversidad dentro de su pobreza, tanto en materiales, iconografi'a y cstilo, generalmentc muy tosco, como en su significado social e ideologico, quizas reflejo de la ‘diversidad’ etnocultural de la Hispania celtica. Dentro de estas manifestaciones escultoricas, dcstaca el predominio del tema de la ‘cabeza’, tan reiterativo en el arte celta y que en la Hispania celtica aparece en todo tipo dc soportes, confirmando la pertenencia a un fondo cultural generalizado y muy extendido. Sin embargo, para este motivo cabe suponer un origen iconografico independiente del arte de La Tene, ya que sus primeras manifestaciones parecen derivar del mundo oriental izantc de la Peninsula Iberica, como evidencian las joyas dc Gaio, Aliseda y La Martela, donde este motivo ya aparece desde el siglo VII al V a. C., aunque probablemente se renueva por influjos de La Tene en los siglos III y II a. C. Por el contrario, la figura humana en sf resulta excepcional, siguiendo una tradicion aniconica desde la Edad del Bronce, que solo ofrcce como excepcion las estclas de guerreros del Occidente. Este hecho dcstaca con claridad al confrontarlo con la contemporanca cultura iberica, en la que la escultura humana desempena un papel predominante y es mas evidente por cuanto dicha escultura iberi¬ ca si influyo en las esculturas zoomorfas de los verracos vettones, derivadas directamente de prototipos ibericos en el campo estilistico, aunque no en el ideologico. En este campo dc la cscultura lo mismo ocurre respecto al caracterfstico arte de La Tene, que ofrece una influencia mucho menor que en el resto de Europa, pues sus ecos apenas pueden scnalarse, dejando al margen el caso aislado de Sant Marti Sarroca en Cataluna, que seguramentc reflcja el influjo de grupos galos llcgados desde la Provenza. Por ello, las esculturas de los guerreros galaico-lusitanos constituyen un elemento totalmente innovador, que debe explicarse como resultado de adaptar una tradicion iconografica exogena del bulto redondo a la propia idcologia en un momento muy determinado de la expansion hacia el Occidente de elites gcntilicias celtas. Este hecho explica la muy reducida extension del fenomeno, limitado a un area muy determinada de la cultura castrcna, el conventus Bracarensis. Por ello, la escul¬ tura humana en el mundo celta hispano y en concreto los guerreros lusitano-galaicos confirman la personalidad del arte celtico de la Peninsula Iberica frente al del resto del mundo celta.

7c

Da Silva op. cit. (nota 3) 309s. Almagro-Gorbca op. cit. {nota 47). 72 M. Ruiz-Galvez, La novia vendida: orfebreria, herencia y agriculcura cn la Prchistoria dc la Peninsula Iberica, SPAL 1 (1992) 219-251. 71

LA ESCULTURA EN LA HISPANIA

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ZUSAMMENFASSUNG

Die Skulptur in der keltischen Hispania Die anthropomorphe, keltische Skulptur der Ibcrischen Haibinscl bildet vcrschiedenc typologische und gcographische Gruppcn, unter denen sich die lusitanisch-gallakischcn Krieger aufgrund ihrer eigenen Auspragung besonders auszeichnen. Obgleich die Gattung der Skulptur nicht ein wesentliehes Element der keltischen Kunst darstellt, so erlaubt sie doch, tiefer in deren komplexe kiinstlcrische Ausdrucksweise einzudringen, in deren Auffassungen, Gebrauche und Glaubenswelt. Auf dicse Weise hilft sie uns, die Eigcnart der Kelten der Hispania und ihr Verhiiltnis zur ubrigen keltischen Welt besser zu vcrstchen.

Proccdencia dc la figura: Fig. 1: J. Guitart Duran, Pyrenae 11, 1975, 71ss. lam. 2. Direccion del autor: Prof. Dr. Martin Almagro-Gorbca, Departamcnto de Prchistoria, Univcrsidad Complutensc, E-28040 Madrid.

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