La Escuela de Palo Alto.
January 8, 2017 | Author: Ramoncito77 | Category: N/A
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LA ESCUELA DE PALO ALTO Historia y evolución de las ideas esenciales
Biblioteca de Psicología Textos Universitarios LA ESCUELA DE PALO ALTO JEAN-JACQUES WITTEZAELE TERESA GARCÍA BARCELONA EDITORIAL
HERDER 1994
A Elisabeth y Alfred A Antonio y Clemencia
ÍNDICE Prólogo, por K. Schlanger y P. Watzlawick ....................................................................
9
Agradecimiento ...............................................................................................................
14
Advertencia al lector.......................................................................................................
16
Introducción ....................................................................................................................
18
Cuaderno de ruta............................................................................................................
23
Parte primera: Hacia una ciencia de la comunicación......................................................... 1. Gregory Bateson.......................................................................................................
31 35
2. Las «conferencias Macy»: la revolución conceptual.......................................... 56 3. El estudio de la comunicación ..............................................................................
95
4. Aprendizaje y contexto............................................................................................
122
Parte segunda: La doble coacción y más allá.......................................................................... 139 5. Crónicas de un proyecto.........................................................................................
142
6. La doble coacción.....................................................................................................
168
7. Jackson, Erickson y la terapia familiar ................................................................
195
Parte tercera: El MRI y el Centro de terapia breve................................................................ 225 8. Los comienzos del MRI.......................................................................................... 229 9. La insostenible frialdad de la terapia breve......................................................... 260 Síntesis, perspectivas y conclusiones............................................................................................
321
10. Las dos caras del cambio......................................................................................... 329 11. Conclusiones: la ética de Palo Alto...................................................................... 344 Anexos............................................................................................................................................ 359 I. El MRI hoy................................................................................................................ 361 II. Informaciones prácticas sobre el MRI................................................................. 368 III. Referencias cronológicas......................................................................................... 373 IV. Direcciones útiles .....................................................................................................
383
Bibliografia....................................................................................................................... 385 Índice analítico................................................................................................................ 403
PRÓLOGO
Nos complace sobremanera escribir este prólogo. A nivel personal, porque ha sido un placer recibir y guiar desde el principio a estos talentos profesionales que se acercaron al Mental Research Institute (MRI) con gran curiosidad y ansia de cambio. Sus formaciones más tradicionales en psicología ya no parecían satisfacer su necesidad de conectarse con el mundo. Era, para los dos, momento de cambiar el contexto y su percepción de la realidad. Creemos que lo han logrado ampliamente a juzgar por el volumen que han producido en largos meses de trabajo conjunto. A nivel profesional, porque en este libro han logrado una síntesis clara de todas las vertientes que han influenciado el desarrollo de lo que en el mundo se conoce como «la escuela de Palo Alto». En la primera parte, los autores desarrollan exhaustivamente el origen de lo que iba a ser un sello distintivo del MRI: la concepción interaccional del comportamiento. Comienzan por hacer un relato muy ameno de la vida de Gregory Bateson. Cuentan cómo Bateson, el hijo menor de un empedernido hombre de ciencia, comenzó su vida de estudiante bajo la presión paterna por seguir una carrera en ciencias naturales. Fue un viaje a las islas Galápagos el que lo guió por fin hacia la antropología. Éste fue el primero de varios viajes largos centrados en estudiar tribus de aborígenes en Nueva Guinea y luego Bali. Durante uno de estos viajes Bateson describió por primera vez su concepto de cismogénesis, que se convirtió en el principio de una lectura interaccional de las relaciones humanas. Prólogo Prólogo
Más adelante abordan la importancia de la cibernética como te rreno en común para las ciencias de la época. Este concepto fue el que llevó a la convocación de las conferencias Macy. Resulta fascinante para el lector interesado atar todos los cabos sueltos de cómo
todos los grandes «personajes» de la época se conocieron y tomaron parte en dichas conferencias. De esa época data que hoy en día John Weakland cuente con una sonrisa: «Gregory conocía a todo el mundo que valía la pena conocer, con lo cual tenía la capacidad de abrir las puertas que necesitaba cuando quería entrar en algún área nueva que le interesaba investigar.»
En esa época cobra importancia en las ciencias sociales el concepto de causalidad circular como así también la información y la comunicación. Como dicen los autores: «Estamos en el año 1936 y Bateson ya establece los primeros escalones de lo que se va a convertir en el enfoque interaccional en psicoterapia.» En la segunda parte del libro el doctor Wittezaele y la licenciada García muestran cómo las consideraciones teóricas de Bateson encontraron su lugar en la práctica. Los autores se centran en el principio de la doble coacción, que fue el que puso al «grupo de Palo Alto» en el centro de los acontecimientos en terapia familiar. La doble coacción fue la primera aproximación concreta de la nueva epistemología, los tipos lógicos, la información y la comunicación a las ciencias humanas. Como dicen los autores nuevamente: «La doble coacción define la enfermedad mental como un problema en la comunicación, cambiando de base la perspectiva terapéutica.» Esto ocurrió en gran medida cuando dos miembros del «grupo Bateson», Weakland y Haley, se unieron a Don D. Jackson después que fundó el Mental Research Institute, en 1961. La «escuela de Palo Alto» comenzó en 1955 con una primera hi pótesis acerca de la psicosis como relacionada con los conceptos de «madre esquizofrenizadora» y «paradoja». Sin embargo abandonaron el concepto de «paradoja» muy pronto porque no describía ade cuadamente lo que veían. El concepto de «doble coacción» resultó más abarcador y por lo tanto es el que sobrevive hoy en día en la práctica, aun cuando lamentablemente el trabajo del MRI parece ser más famoso entre los colegas por el uso de la paradoja que cualquier otra intervención. Los autores ponen el énfasis a través de todo su relato, sobre có mo las hipótesis de trabajo fueron cambiando. Nunca se dio el caso de haber «descubierto» algo que ya estaba allí. Más bien fue un proceso de «inventar», como diría Heinz von Foerster, diferentes aproximaciones a la solución de los problemas humanos. Por ejemplo, des de un principio, Bateson se preocupó por el problema mental de los sentimientos y cómo éstos cabían en la práctica de esta nueva modalidad de solución de problemas. Lo que ha resultado, después de muchos años de práctica es que hoy en día, en nuestras prácticas, nos diferenciamos de otras aproximaciones terapéuticas en que no nos centramos en la expresión de sentimientos durante la sesión. No ponemos en cuestión que el pre sente se ha creado en el pasado del cliente, pero, para producir un cambio en el problema, pondremos el énfasis en lo que ocurre en el día a día en forma práctica.
Es en la producción de un cambio en lo que el grupo se centra primordialmente, como lo dicen los autores del libro. La influencia de Erickson es un factor determinante en que el trabajo del equipo del Centro de terapia breve se centre en la producción de un cambio en las interacciones que son dolorosas para la persona o personas que nos consultan. Ciertamente, en lugar de estudiar a la familia como un sistema homeostático, es el proceso del cambio en sí mismo el que ocupa principalmente a los miembros del «grupo de Palo Alto» ahora. En efecto, una de las premisas fundamentales de aquel momento hasta hoy es que los clientes no vienen a pedir terapia primordialmente para esclarecer un pasado inmodificable, sino porque se encuentran ante una insatisfacción en el presente y un- deseo de mejorar en el futuro. En palabras de Erickson: «Ni el paciente, ni el terapeuta pueden saber en qué dirección se ha de verificar un cambio y en qué grado ha de tener lugar este último.» Es la producción de este cambio lo que nos interesa. Muchos de los profesionales del Instituto intervinimos en cierta medida en la tercera parte de este libro. Ha sido una experiencia enriquecedora la de ver el contexto en el cual esa tercera parte se inserta en el todo del libro. En ella, los autores se centran en el principiodel MRI y más específicamente en el nacimiento, en circunstancias dificiles, del Centro de terapia breve. Los autores señalan que es fundamental hablar de la persona de Don Jackson en la fundación del MRI. Sin su persistencia y su visión, quién sabe qué curso hubieran tomado todas las invenciones de la gente iluminada de la época. Jackson, de alguna manera, fue el que se enfrentó al establecimiento constituido por la comunidad psiquiátrica de la época y no tuvo dudas en manifestarles su adhesión a la nueva concepción de los problemas humanos. Fue su carácter abierto y sus habilidades diplomáticas los que proveyeron apoyo financiero para que las investigaciones y proyectos pudieran continuar y florecer. Entre otros, permitieron que Virginia Satir lanzara el primer entrenamiento en terapia familiar financiado por una beca del National Institute of Mental Health. Bajo el capítulo «La insostenible frialdad de la terapia breve», los autores recalcan la simplicidad de los principios usados en ese marco pero la dificultad en su implementación. Retoman el relato de los personajes involucrados en su creación para dar la impresión cla ra de que, si bien el Centro de terapia breve puede parecer un tanto aislado del contexto de las demás investigaciones que habían ocurrido en el MRI hasta entonces, fue el resultado de la evolución de los diferentes proyectos en los cuales sus fundadores, Richard Fisch, John Weakland y el autor de este prólogo, habían participado. Si bien Bateson nunca fue parte oficial del MRI, sus ideas ciertamente fueron puestas a prueba por estos profesionales; John Weakland había trabajado con Erickson de manera tan intensiva en Phoenix que sus enseñanzas se habían constituido en la parte principal de su tra bajo en Palo Alto. Terminan el capítulo señalando que casi todas las corrientes «nue vas» de terapia familiar tienen sus orígenes, más lejanas o cercanas, en el trabajo de los fundadores del Centro. Muy pocos de los discípulos en el mundo admiten esta influencia abiertamente.
Dos cosas nos vienen a la mente al terminar este prólogo. Una es la de la permanencia de la noción de cambio que sigue hasta el presente: los autores nos cuentan que Bateson solía tener reuniones abiertas todos lo jueves en su casa, donde se discutían temas de inte rés general con jóvenes entusiastas que luego llevaban la antorcha a nuevas disciplinas; Milton Erickson recibía a Jay Haley y John Weakland (y también a todos sus pacientes) en su casa en Phoenix; hoy en día, la tradición se sigue en casa de John Weakland los martes por la tarde. A pesar de su alejamiento del MRI por razones de salud, en su casa convergen Steve DeShazer, Insoo Berg, Wendel Ray, la autora de este prólogo entre otros muchos, interesados en oír lo que el «viejo sabio» tiene que decir. Parece haber algo que no ha cambiado: son las reuniones informales las que son fuente valiosa de intercambio de ideas. La otra cosa que nos viene a la mente es la construcción de puentes y caminos en común con corrientes de terapia breve con las que tenemos conceptos en común. Derivadas de las enseñanzas de los grandes maestros esperamos que forjarán un futuro para que siem pre haya terapeutas cuya misión primordial sea la de aplacar el su frimiento humano sin tener que recurrir a la bioquímica. Este libro con su claridad y su perspectiva es un gran paso hacia evitar la compulsión a la repetición, las soluciones intentadas que no funcionan. Palo Alto, California, 1994
Karin Schlanger
Mental Research Institute
Paul Watzlawick
AGRADECIMIENTO Damos las gracias a todos cuantos han contribuido a la realiza ción de esta obra. A nuestros amigos Claude'Seron, Raymond Kenler, Christine Servais, Daniel y Marie-Noélle Gerbinet, que aceptaron dedicar largas horas a leer y criticar el manuscrito. Nuestro agradecimiento a Yves Winkin, cuyas sugerencias, siem pre pertinentes, y amistoso estímulo nos han ayudado a precisar y a estructurar nuestro pensamiento. Tenemos una deuda muy particular con Véronique Servais; no nos ha escatimado ni su tiempo ni su apoyo en los momentos de cansancio o de desánimo: las apasionantes tardes pasadas en su compañía serán un recuerdo privilegiado de esta aventura. Dedicamos un recuerdo especial a Sébastien Nicaise, que nos prodigó consuelo y simpatía cuando nos peleábamos con los ordenadores. Damos también las gracias a todo el equipo del Mental Research Institute por su ayuda, su colaboración en este proyecto y el tiempo que nos ha dedicado. Jules Riskin, Arthur Bodin, Ferl Larsen, Margaret McCorkle, y el equipo administrativo: Sharon Lucas, Phylis Erwin y la malograda Joyce Emamjomeh. Gracias a Karin Schlanger por su acogida, su apoyo y su amistad; a Lucy Gill y Patricia Emard por habernos hecho compartir su experiencia en el MRI. Debemos dar las gracias a todos los que han aceptado compartir con nosotros sus recuerdos personales de Gregory Bateson y del MRI: Stewart Brand, Michael Katz, Jerry Brown, Karl Pribram, Mary Catherine Bateson, Jay Haley. A todo el equipo de las Special Collections de la Universidad de Santa Cruz (y en particular a Rita Bot toms) que nos ha facilitado el acceso a los archivos Bateson y nos ha manifestado siempre su simpatía. Gracias a William Fry por habernos acogido en su propiedad de Nevada City para evocar sus recuerdos del «proyecto Bateson» y de los comienzos del MRI; a Heinz von Foerster y a su esposa Mal por su calurosa acogida. Nuestro agradecimiento a Wendel Ray por los preciosos informes sobre Don Jackson. Muchas gracias a Carlos Sluzki por su ayuda, su simpatía y la claridad de su análisis'. Agradecemos a Jean-Luc Giribone la confianza que nos ha atesti guado y la libertad que nos ha dejado durante toda la realización de este trabajo. Por último, debemos expresar todo nuestro agradecimiento y res peto a los miembros del Centro de terapia breve: Richard Fisch, gracias al cual hemos podido participar en las actividades del centro durante dos años; John Weakland, por su paciencia y su amabilidad; Paul Watzlawick, que, a pesar de su programa de trabajo sobrecarga do, nunca nos ha negado una aclaración o una anécdota sobre la historia del MRI. Le debemos no solamente este libro sino también un nuevo sentido a nuestro trabajo.
ADVERTENCIA AL LECTOR
Se impone una última advertencia: aunque la mayor parte de las ideas y de los conceptos expuestos en esta obra se deben a los miembros del grupo de Palo Alto, es evidente que asumimos la entera responsabilidad del uso y de las adaptaciones que hemos hecho de ellos. Esta obra se ha realizado a partir de nuestra experiencia personal en el Mental Research Institute (MRI) con ocasión de varias temporadas pasadas en Palo Alto repartidas en un período total de diez años (de 1981 a 1991), de investigaciones bibliográficas y de conversaciones personales con los diferentes protagonistas a los que mencio naremos en nuestro relato. La mayor parte de nuestras conversaciones se realizaron entre 1989 y 1991; no hemos considerado útil precisar su fecha exacta en las citas, ya que algunas de ellas agrupan informaciones obtenidas en diversos momentos. En cada ocasión, hemos intentado mantener el espíritu y el contexto en el que se han manifestado nuestros interlocutores. En lo referente a las fuentes bibliográficas, hemos conservado las fechas de aparición de las ediciones originales a fin de que el lector pueda situar los documentos en el tiempo. Por el contrario, cuando los textos han sido objeto de una traducción, los números de las pá ginas remiten a ésta. En cambio, hemos traducido nosotros mismos las conversaciones personales así como las citas de obras no traducidas de su original. Nos hemos esforzado en seguir de forma cronológica el desarrollo de las ideas del grupo de Palo Alto. Sin embargo, la intricación de los diferentes contextos no permite una descripción estrictamente lineal. Para facilitar la orientación temporal de los lectores, hemos incluido, al final de la obra, un cuadro cronológico que recoge las publicaciones y los acontecimientos personales principales que jalonan nuestro relato.
INTRODUCCIÓN. Hay lugares cuyos nombres son como jalones de la historia, seña les de una época, emblemas de una generación o eslóganes que reflejan una corriente de ideas. Palo Alto puede indudablemente pretender formar parte de ellos. ¿«Extraño atractivo» o simplemente el desván del «nuevo paradig ma» de las ciencias sociales? De buen o mal grado, esta pequeña ciudad californiana ha adquirido una reputación que probablemente no merece si nos limitamos a los hechos históricos. No obstante, una serie de personalidades se han reunido en ella, en momentos di versos, para cristalizar las ideas nuevas de la época. Y Palo Alto es, en el espíritu del público en general (europeo en todo caso), un nombre un poco mágico que se menciona para significar una pertenencia. Es sin duda concederle un honor excesivo, pero, después de todo, sólo se hacen préstamos a los ricos. Es cierto que Palo Alto se ha procu rado unos buenos ahorrillos durante los cuatro últimos decenios. Además de atribuirle la paternidad de la terapia familiar, se lo asocia a la «nueva comunicación»`, a la cibernética, a la sistémica y, más re cientemente, al constructivismo. Se lo considera a veces como el abanderado de la epistemología sistémica y se relacionan con él unos nombres que, tomados cada uno de ellos separadamente, son ya unos monumentos: Gregory Bateson, Paul Watzlawick, John Weakland, Richard Fish, Don Jackson, Milton Erickson, Heinz von Foerster, Jay Haley, Virginia Satir... Como ocurre con toda leyenda, es cada vez más dificil discernir la trama del tejido del bordado y, de todos modos, cuanto más se examinan los detalles, mayor valor se le encuentra al conjunto. Nuestra tarea aquí no consiste tanto en desmitificar cuanto en mul tiplicar los ángulos de visión para afinar la imagen. Éste es el tema del presente libro: desenredar la red relacional, hacer el inventario de las riquezas e intentar delimitar los hechos que han permitido a Palo Alto ganar sus laureles. Cuando un colaborador abandona el MRI, se oye a veces esta re flexión: «¡Ah, quizás va a fundar el grupo de Palo Alto!» Sin duda es una humorada pero que refleja muy bien esta afirmación cien veces repetida de Paul Watzlawick: «El grupo de Palo Alto no existe.» Aunque los miembros del MRI son sin duda los mejor situados para ha blar de ello, no obstante esto merece algunas precisiones. Si hablamos de un grupo formal, reunido a la vez en el tiempo y en el espacio, y que reivindique o haya reivindicado tal apelación, es cierto que no existe nada así, o que incluso nunca ha existido. Pero, dicho esto, los conceptos sobre los que tanto Bateson como el equipo del MRI fundan sus trabajos tienen los mismos orígenes cibernéticos y sistémicos; dirigen todos la misma mirada interaccional sobre el comportamiento humano. Como construcción mental, puede descubrirse en este grupo invisible una especie de «estructura que une», una metáfora que nos permite determinar mejor el nacimiento de una nueva concepción del hombre, de un nuevo «paradigma»'. Entonces, trazar la historia del grupo de Palo Alto es determinar un episodio de la historia de las ciencias humanas y
exponer la aparición y la evolución de la «epistemología sistémica» en este campo particular del conocimiento. Epistemología, paradigma son éstas las grandes palabras lanzadas al viento. Tan grandes que pueden parecer desmesuradas y engañosas. Muchos investigadores sagaces podrán presentir la superchería, la trampa de las palabras y de las ideas que sirven para cubrir con un barniz de respetabilidad unas posiciones poco rigurosas. Es cierto que el conjunto de las ideas que desarrollaremos en estas páginas suscita aún muchas preguntas, presenta muchas imprecisiones terminológicas y llama al debate contradictorio. A fin de cuentas, el lector será el único juez. Sin embargo queremos mostrar en este libro que el conjunto de los trabajos agrupados habitualmente bajo el nombre (poco controlado, lo admitimos) de «grupo» o también «escuela de Palo Alto» revela los elementos característicos de un cambio epistemológico. Todo cambio fundamental de óptica necesariamente lleva consigo un profundo cambio de valores y a través de las crisis es como pue de medirse el camino recorrido. Veremos que estas crisis en Palo Alto han sido numerosas y que han permitido precisar y afinar las prácticas. Intentaremos pues, al final del relato de estos momentos importantes de la «escuela de Palo Alto», poner de relieve los valores esenciales de ese nuevo enfoque del comportamiento y de sus implicaciones sociales, incluso políticas. Nuestro camino personal nos ha llevado a realizar, en sentido inverso, el recorrido que proponemos en esta historia de Palo Alto. En primer lugar nos sedujo la originalidad del método de cambio elaborado en el MRI; pero la aparente simplicidad del modelo de la «terapia breve» revela enseguida una característica esencial de la co municación: el contexto es el que posee las claves del sentido. Tuvimos que salir a descubrirlo: los primeros trabajos del MRI, las investigaciones sobre la comunicación, la hipótesis de la doble coacción... Nuevos asombros, nuevos rompecabezas: Bateson no se deja domar fácilmente. Chocamos con una masa impresionante de alusiones y de referencias: Gestalt, cibernética, sistemas, información. Navegamos al buen tuntún entre los tipos lógicos y suspiramos ante el muro del segundo principio de la termodinámica. Palo Alto sabe hacerse desear, al menos si se quiere comprender todo su alcance. Entonces, ¿es necesario comprender a Bateson para realizar la terapia breve? No, sin duda, igual que es posible leer a Bateson sin sentir el menor interés por el enfoque terapéutico del MRI. Sin embargo, hemos descubierto que, para comprender el enfoque interaccional del cambio, para captar sus implicaciones y poder utilizarlo sin correr el riesgo de limitarse a una caricatura, vale la pena ver lo que se oculta tras las técnicas «mágicas» del equipo del MRI. Igualmente, si se siente interés por las consideraciones epistemológicas de Bateson, vale la pena estudiar la visión original del cambio propues ta por el MRI. Aquí también el conjunto ofrece mucho más que la suma de las partes.
Hemos concebido este libro como un instrumento que facilite el acceso a la obra de los diferentes miembros del grupo bicéfalo de Palo Alto. Para hacerlo, nos ha parecido
importante evitar las elipsis y las abreviaciones, en especial en lo que concierne a los conceptos fundamentales del enfoque interaccional. Nuestro relato traza la evolución de las personas y de las ideas que encarnan el grupo de Palo Alto. Se divide en tres grandes partes que se suceden (en la medida de lo posible) de forma cronológica. Proponemos una rápida visión de conjunto de ellas antes de pasar al plano más detallado. 1) Hacia una ciencia de la comunicación. Siguiendo la trayectoria de Gregory Bateson describiremos las principales etapas de la llegada a una concepción interaccional del comportamiento. Veremos que este enfoque tiene sus raíces en la biología y la antropología y que adquiere forma nutriéndose de los conceptos de la cibernética, de la teoría de los sistemas y de la teoría de la información. 2) La doble coacción y más allá. Nos detendremos en un momento importante del grupo de Palo Alto: el «proyecto Bateson». Encuentro de la cibernética y de la psiquiatría, la hipótesis de la doble coacción trastornará la perspectiva terapéutica de la época y abrirá el camino a la terapia familiar. Aportará la celebridad a sus autores y precipitará la creación del MRI. 3) El y el Centro de terapia breve (CTB). En 1959, Jackson funda el Mental Research Institute en Palo Alto y Bateson permanece en la periferia. La llegada de Paul Watzlawick, en 1960, va a contrarrestar la marcha de Bateson y permitirá que el instituto adquiera una categoría internacional; se convierte muy pronto en el abanderado del grupo de Palo Alto. La historia del MRI se convierte en la historia de la evolución de una concepción de la terapia sistémica influenciada por las prácticas de Milton Erickson. La trama general de la intervención terapéutica llega a su versión más concisa con el nacimiento del Centro de terapia breve a finales de los años sesenta. Veremos por último que actualmente el enfoque del MRI rebasa el contexto de la psicoterapia para extenderse a muchos otros sectores de la vida social. Nos quedará entonces hacer un balance, provisional, del grupo de Palo Alto. Mientras que se creía enteramente consumada la ruptura con el paradigma sistémico del principio, las teorías constructivistas defendidas por Paul Watzlawick hacen reaparecer a la cibernética (de segundo orden) en los conceptos de la terapia. Aunque los trabajos posteriores de Bateson ya no tienen un lazo directo con la enferme dad mental, intentaremos mostrar sin embargo que las dos posiciones acaban por encontrarse de manera dialéctica y que llegan a una visión compleja y muy original del hombre, del espíritu y de los procesos de cambio. La historia de las ideas de este grupo «invisible» de Palo Alto per mitirá, así lo esperamos, ofrecer, a fin de cuentas, una visión unitaria del paradigma sistémico. Visión integradora y trascendente de las parejas habitualmente consideradas contradictorias como el individuo y el sistema, la contemplación y la acción. Intentaremos también comprender las implicaciones éticas y políticas del enfoque de Palo Alto. «Pensar globalmente, actuar localmente» es una consigna que actualmente se oye mucho, no sólo en la vida social sino
también en los proyectos de la ciencia moderna. Intentaremos mostrar cómo el grupo de Palo Alto, a través de una síntesis de sus trabajos, puede ofrecer una definición operacional de esta fórmula.
CUADERNO DE RUTA ¡Es dificil encontrar una ilustración mejor del constructivismo que la llegada al MRI! Uno no espera tener que repetir el nombre del instituto al taxista y sobre todo ver cómo levanta las cejas con un aire interrogador cuando está seguro de haberlo comprendido co rrectamente. No conocen el MRI, incluso en Palo Alto, sobre todo en Palo Alto'. «¿Forma parte de la Universidad Stanford?» «No.» Bien, habrá que contentarse con la dirección. Y una vez allí, es el visitante el que recibe el choque. Desde luego, ya sabía que no es un edificio inmenso, pero a pesar de todo... Un pequeño cuadro de cés ped, un pequeño letrero de madera con las letras MRI y el número, 555. Estamos en Middlefield Road, a dos pasos de la calle comercial principal de Palo Alto. «Pequeña ciudad californiana», como acos tumbramos a llamarla; pero ¡también hay que aclarar los criterios de comparación! Palo Alto se encuentra entre San Francisco y San José, en la entrada del Silicon Valley, y no es ya el pequeño refugio de paz adonde los ricos venían a retirarse y a disfrutar, del sol y del cielo azul, apenas hace veinte años. La ciudad ha crecido, el tráfico tam bién, sin hablar del precio de los alquileres. Podemos apostar que dentro de muy poco será difícil encontrar mucho espacio libre entre las dos ciudades y saber si Palo Alto está en los alrededores de San Francisco o en los de San José. El instituto es un pequeño edificio rectangular, de treinta metros por veinte aproximadamente; se entra en él por una especie de por che con una reja de hierro forjado que se cierra por la noche y que da a un pequeño patio arbolado desde el que arrancan dos escaleras que conducen al primer (y único) piso del edificio. Esto en cuanto al decorado. Sharon está en la recepción y allí descubrimos la lista del personal en los buzones, como en cualquier oficina, salvo que se nos encoge un poco el corazón al leer los nombres de Bodin, Fisch, Riskin, Segal, Weakland, Watzlawick... Esta vez no hay duda, ¡hemos llegado!
1. No sucede esto en el extranjero, como muestra esta anécdota contada por Richard Fisch: "Cuando le hablas a la gente en Europa, hay muchos que han oído hablar del MRI; en Palo Alto, algunos de nuestros vecinos no han oído nunca este nombre. En el mismo Palo Alto, el MR1 vive a la sombra de Stanford. Paul cuenta que estaba en París hace algunos años y, en una recepción, encontró a unos invitados de África central. Durante la conversación, uno de ellos le pregunta: "¿Usted, de dónde viene?" Paul le responde: "De California." "¿De dónde en California?" "Palo Alto." "No, nunca he oído hablar de Palo Alto." "Allí está la Universidad Stanford." "¿Y usted trabaja en esta universidad... Stanford?" "No, en realidad trabajo en el MRI." "¡Ah!... el MR1, esto lo conozco." [Risas]» (Richard Fisch, conversación con los autores).
Generalmente, conocéis ya a Karin Schlanger porque es ella la que se ha ocupado de la organización de vuestra llegada. Es un verdadero consuelo encontrarla, porque os permite hacer una pequeña pausa en vuestros esfuerzos desesperados por recobrar el inglés (con salsa americana, además). Tanto si sois francés (su madre es de origen belga), alemán (su padre procede de Austria), español (ella nació en Argenti na) como italiano, ella os da la
bienvenida en vuestra lengua materna; no es extraño que Paul Watzlawick la haya hecho su ayudante. En general, os sentís tan aliviados que las palabras se atropellan, queréis saberlo todo y es el momento de aprovecharse. Además, con la diferencia de horario, os sentís un poco cansados. Rápido, un plano de la ciudad, encontráis un pequeño motel en El Camino Real (es la gran arteria que une San Francisco con San José, bordeada de tiendas y de moteles separados por los McDonalds, Sizzler's u otros Kentucky Fried Chicken: verdaderamente es América tal como la imagináis en vuestro país). Os vais a dormir. Mañana, todo será más claro.
Miércoles al mediodía. Dick Fisch está en la sala de observación del Centro de terapia breve, conecta el vídeo, examina las casetes con Karin; es más bien pequeño, calvo, la sonrisa un poco burlona, los ojos brillantes de picardía, un verdadero diablillo gracioso que siempre tiene un buen chiste para contar. Es cierto que ha seguido cursos de teatro, lo que le ayuda a proponer a los pacientes las tareas más inverosímiles con una convicción y una seriedad a toda prueba. Desde hace algunos años, sigue cursos de piloto (lo que explica sin duda su gruesa cazadora de aviador). Regularmente le propone a su amigo John llevarlo él mismo a la otra punta de los Estados Unidos para un seminario, oferta amablemente declinada hasta el momento. Precisamente llega John Weakland. Trae el correo de antiguos par ticipantes en seminarios, en programas de formación, en el programa residencial... y discute sobre ello con Dick. Hay mucho humor, los dos hombres son amigos desde hace más de treinta años, y esto se ve. Con más de setenta años, John está siempre alerta, y estalla en una risa estruendosa con los chistes de Fisch. Es curioso, hace que le presenten a los recién llegados y les dirige unas palabras amables con su voz grave y un poco temblorosa, difícilmente comprensible cuan do no se está acostumbrado. Habla despacio, haciendo largas exposiciones acompañadas con movimientos de la cabeza -lenguaje marcadamente hipnótico-, pero siempre es así. Una impresión general de anciano sabio, de maestro zen. Hay que contenerse para no pe dirle que cuente todo su pasado de leyenda: los diez años con Bateson, Jackson, los encuentros semanales en Phoenix con Erickson, y todo lo demás... Ha debido hablar de ello miles de veces. 12 h 13. Llega Paul Watzlawick. Alto, delgado, muy erguido, la dis tinción germánica. Ropa clásica un poco anticuada, saluda a todos con un movimiento de la cabeza, dice unas palabras en español a Karin, un bonjour a los visitantes francófonos, disimula mal su placer al hacer algunas preguntas a la nueva residente italiana: siente un gran amor por Italia y le encanta hablar italiano. Serio, muy tranquilo, le cuesta trabajo acostumbrarse a las prácticas americanas un poco «vulgares», como por ejemplo el hecho de llamarse enseguida por el nombre de pila (o, peor, por su diminutivo) sin conocerse. Muy «vieja Francia» en definitiva (tal vez vieja Austria), pero sin ninguna pretensión. En todo caso, los «maestros» no son sabihondos, lo que es más bien raro en la profesión. «¿Quién realiza la sesión?» Todos lo hacen por turno: los tres se niors y los jóvenes (Karin Schlanger, Lucy Gill, Patricia Emard 2). Esta vez, le corresponde a Lucy. Como no tiene su licencia californiana de terapeuta, se necesita el consentimiento de la nueva paciente. No
hay ningún problema: Fisch le ha presentado a Lucy, le ha explicado el plan de la terapia, y la paciente lo ha aceptado. La paciente va a llegar a la sala de consulta; Lucy le abre la puerta y lo aprovecha para apagar la luz de la minúscula sala de observación (para el espejo sin azogue). Los tres maestros están sentados uno al lado del otro de trás del espejo, los otros discretamente se sientan donde pueden. De todos modos, como la sesión se filma en vídeo, puede verse a la paciente y a la terapeuta en la pantalla del monitor. Lucy pregunta los datos de orden general, vuelve a explicarle el plan y le hace firmar el formulario de consentimiento para que se utilicen las grabaciones con fines estrictamente profesionales (en los Estados Unidos no se bromea con esta clase de precauciones legales). Y empieza la sesión: «¿Qué es lo que la trae aquí?» Y todo sucede «como en los libros». El modelo es simple y claro. Lucy es sonriente y eficaz. Paul Watzlawick permanece silencioso, a menudo con la cabeza baja, la mano delante de los ojos, parece des interesarse completamente de lo que está pasando. John Weakland hace de vez en cuando un comentario a su vecino más próximo (que muy a menudo no comprende nada de lo que acaba de decirle), sale de la habitación durante un cuarto de hora, vuelve y parece no ha berse perdido nada de lo que se ha dicho durante su ausencia. Fisch está atento pero a la menor ocasión salta para decir unas palabras agudas. A veces, todos se echan a reír, lo que irrita mucho a Watzlawick que emite un «chitón» perentorio.
2. El equipo fluctúa, los jóvenes permanecen durante algunos años, después son reemplazados por otros. Lynn Segal trabajó allí durante muchos años, igual que Vincent Moley, Neil Brast y muchos otros. Lucy Gill (de la que volveremos a hablar al final de este libro) acaba de dejar el equipo, se ha ido a vivir cer ca del soberbio parque nacional de Yosemite. También se encuentra allí regularmente a un pastor protestante irlandés, Jim Moran, que aplica la terapia breve a los problemas de su parroquia.
Pero el desorden es sólo aparente, todos saben adónde va Lucy y la menor imprecisión en el interrogatorio suscita una llamada inmediata por el interfono: «Ella acaba de decir que pasa bien las tardes, ¿podrías preguntarle lo que hace precisamente en esos momentos?» No se deja nada al azar, es necesario que puedan hacerse una representación clara y precisa («como en una película de vídeo») del comportamiento de la pacien te y de las reacciones de su entorno. E inmediatamente comienza el tratamiento; todas las ocasiones son buenas para, desde el comienzo de la primera sesión, iniciar la contrapartida de unos intentos de solución. Si la paciente está muy impaciente por ver desaparecer su molesto síntoma, todas las respuestas de Lucy irán en el sentido de recomendarle la espera: «No hay que precipitarse demasiado», «Tomemos el tiempo necesario para considerar todos los aspectos de la cuestión», «Discúlpeme, pero soy un poco lenta», etcétera. En la sala de observación, un cartel colocado sobre el espejo sin azogue proclama Confusion is our most important product (¡y además está al revés!). Lucy aplica la consigna al pie de la letra. La sesión no es «brillante». La terapia breve no es un enfoque de gran espectáculo: no hay lágrimas, ni intervenciones espectaculares, no hay revelación sorprendente o interpretación -genial; todo lo más un poco de humor para desdramatizar, pero sobre todo las preguntas de precisión: «¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Cuántas veces? ¿Qué respondió usted cuando su marido le dijo...?» No, decididamente, en la sala no hay espectáculo, la conversación es escueta, incluso austera. En la sala de observación, todos cavilan y preparan la orden, la «tarea» que se le dará a la paciente al final de la sesión. Es aquí principalmente donde se ejerce la creatividad. Han pasado cuarenta y cinco minutos. Lucy se disculpa con la paciente y le dice que va a consultar al equipo antes de terminar la conversación. Discusión rá pida, propuesta de uno, enmienda del otro, acaban por ponerse de acuerdo. Lucy vuelve junto a su paciente, le comunica las reacciones del equipo (al menos de forma estratégicamente apropiada), le propone los «deberes» (homework) y le indica que la sesión ha terminado. Se fija la fecha de la sesión siguiente. La paciente paga ; y se marcha. Lucy vuelve a encender las luces de la sala de observación. Todos se desperezan y pasan a la sala de terapia, más amplia y mejor iluminada, para la discusión que sigue a cada sesión.
3. Todos los miembros del Centro de terapia breve (comprendidos los tres maestros) trabajan de forma desinteresada. La tarifa de la sesión es baja (era de 50 dólares a finales de 1991) en comparación con los pre cios cobrados corrientemente por los otros terapeutas; el dinero sirve para cubrir los gastos de los locales y del material de grabación.
Los intercambios son vivos, a veces ásperos si hay desacuerdo. Watzlawick se enfada porque no se ha hecho ninguna pregunta sobre algún miembro determinado de la familia. «¡No sabía que se había cambiado de modelo!», le dice agriamente a Fisch. «El problema está suficientemente precisado, es inútil complicarlo con informa ciones suplementarias», responde este último que continúa con susreflexiones sin tener en cuenta la observación. Los «jóvenes» y los visitantes permanecen callados, un poco sorprendidos por el tono. John Weakland espera el momento oportuno para intervenir y des pués comienza una reflexión muy tranquila, muy sosegada, que, reencuadrando la cuestión, muestra que ha
escuchado las dos opiniones. Un gran arte. Lucy toma notas. Paul Watzlawick señala las paradojas en las que se embrolla la paciente, John Weakland expone las estrategias generales posibles, y Dick Fisch explica, de manera muy concreta y detallada, cómo Lucy podría reencuadrar la visión del problema de su paciente. Los jóvenes intervienen también en la discusión; Karin hace unos apartes con Watzlawick, la atmósfera se distiende un poco. Los visitantes ocasionales se arriesgan a emitir algunas opiniones. Todo se acepta con tal que esté justificado por unos elementos concretos de la sesión. No hay que lanzarse a interpretaciones burdas, las ideas deben ser argumentadas. Y rápidamente reaccionan. Se mencionan las soluciones posibles, se prepara la sesión siguiente: «¿Qué información falta todavía? ¿Cómo se va a evaluar la tarea?», etcétera. Ha pasado una media hora, ha llegado el paciente siguiente, se ordenan las sillas en la sala de terapia y todos vuelven a ocupar su lugar en la sala de observación. Si no falla nadie, se atenderá a tres pacientes, como todos los miércoles, según el mismo ritual, prácti camente sin cambios desde hace más de veinte años. Paul Watzla wick se marchará un poco antes del final: tiene una reunión en Stanford. Para los recién llegados, sobre todo para los que ya han intentado aplicar el modelo partiendo de los libros o de las conferencias, asistir a una sesión del Centro de terapia breve es comprender al fin lo que quieren decir las palabras. Y todo parece todavía más rápido de lo que se había imaginado. ¡Es posible pues hacer una terapia sin prácticamente formular la menor pregunta sobre el pasado! ¡Cuando se tienen sólo unas pocas informaciones sobre el contexto, ya se elaboran unas tácticas de cambio y además se las aplica! Creíamos haber comprendido bien el modelo pero John Weakland nos mues tra, muy cortésmente desde luego, que nuestras preguntas revelan supervivencias de nuestra formación tradicional y que, si se miran las cosas desde otro ángulo, ya casi no tienen sentido. Se recibe una bue na lección de humildad pero no duele demasiado porque se tiene verdaderamente la impresión de haber dado un paso de gigante'. Hay que esperar una semana antes de la próxima sesión del Centro de terapia breve. El tiempo de leer algunos de los documentos y artículos diversos que nos han enviado. El tiempo de familiarizarse con los lugares, examinar las numerosas casetes de vídeo cuyos títulos recuerdan momentos importantes, descubrir la biblioteca en la sala de conferencias en donde una gran fotografía de Don Jackson rinde homenaje al fundador desconocido del instituto y en donde todos los números de la revista «Family Process» cuentan la historia de treinta años de investigaciones en terapia familiar. El tiempo también de ir a ver a John Weakland, siempre disponi ble y tan curioso por saber un poco más sobre vosotros como vosotros lo estáis por saberlo todo de él. En el pequeño vestíbulo que conduce a su despacho, un armario desborda de bandas magnéticas y de clasificadores en los que se ven informes de reuniones del tiem po del «proyecto Bateson» y de los primeros años del MRI... El despacho tampoco es muy grande y, en la pared, rodeada de dibujos chinos', domina una hermosa fotografla de Bateson en compañía
de Milton Erickson; fotografia de la unión del agua y del fuego, del contemplativo y del guerrero, parábola con trazas de paradoja para este grupo de Palo Alto. 4. Como muchos visitantes y residentes me han comunicado sentimientos muy parecidos, me permiti ré contar brevemente mis impresiones personales después de mi «primer miércoles» en el CTB de Palo Alto. Recuerdo todavía la excitación que me produjo: pasamos la tarde y buena parte de la noche revisando todos los casos que seguíamos en aquel momento, todas las nuevas pistas que se abrían: el deseo casi irresistible de reanudar las sesiones y de darles cumplimiento. Realmente tenía la impresión, quizás excesiva pero persistente, de haber encontrado por fin un sentido a mi trabajo de terapeuta, esta impresión de saber por fin que era posible prestar el servicio que nuestros pacientes esperaban de nosotros sin tener que entrar en toda clase de explicaciones complicadas que servían para disimular nuestras dudas. Estaba sobre una nube, con la impresión tranquilizadora de una eficacia serena. Desde luego, era exagerado. Desde luego, estamos todavía perdidos en nuestros esquemas de pensamiento normativos y patologizantes. Desde luego, la terapia breve no es la panacea y no tiene todas las respuestas. Desde luego... 5. La esposa de John Weakland, Anna Wu, es una reputada pintora originaria de Shanghai.
PARTE PRIMERA
HACIA UNA CIENCIA DE LA COMUNICACIÓN
Hoy día, la gente se comunica constantemente y en todas partes. Hasta el punto que podemos razonablemente preguntarnos si, pensándolo bien, es todavía posible hacer otra cosa (al menos si creemos el aforismo de Paul Watzlawick: «Es imposible no comunicarse»). El reconocimiento de la omnipresencia de la comunicación ha engen drado, en muchos hombres de ciencia modernos, una especie de fe en este dios único aunque multiforme. Tanto si es la «estructura que enlaza» como si es la «segunda revolución industrial», la comunicación es de todos modos la interfaz entre el individuo y el mundo. Para algunos, la metáfora puede llevarse mucho más lejos todavía. Tomemos el caso de algunos fisicos para los que la materia última, los «bloques» de construcción elementales de nuestro universo, el. fundamento mismo del mundo material, ese último baluarte de nuestra existencia «real», «concreta» y también el último parapeto de nuestra salud mental («¡A pesar de todo no me dirá que esta mesa no existe!»), todo esto se disuelve en las nociones abstractas de información', «materia» de nuestros mensajes, substrato de la comunicación. Entonces, ¿qué hay que pensar de un concepto tan desmesurado? ¿Conserva todavía alguna virtud explicativa? Un concepto que lo ex plica todo ¿no está condenado a no explicar ya nada? No obstante, es ahí donde nos encontramos más cerca de la idea que defendemos en este libro, la idea de un completo cambio epistemológico que aparece como inaceptable (en un primer tiempo, en todo caso) porque está en ruptura total con nuestros hábitos conceptuales. Nuestra exposición seguirá, en parte, el relato cronológico de las investigaciones de Bateson, el primer pilar del grupo de Palo Alto. Seguiremos su itinerario personal, de la biología a la antropología, del estudio de las relaciones biológicas al de las interacciones humanas. Bateson llega a la región de San Francisco en el momento del nacimiento de la cibernética.
1. El fisico americano John Wheeler define la materia última con una fórmula lapidaria pero eficaz: «It from bit... «Cada it ("esto") -cada particula, cada campo de fuerza e incluso el continuum espacio-tiempo- saca su función, su significación, su existencia misma (aunque de forma indirecta en ciertos contextos), de las respuestas a unas preguntas sí-no, a unas elecciones binarias, a unos bits (respuestas que son explicitadas por el emparejamiento)" («Scientific American% [junio 1991] 17).
Ávido de poner a prueba sus nuevos instrumentos conceptuales, va a acometer los problemas de la comunicación y de las relaciones humanas y a abordarlos bajo un ángulo totalmente nuevo, el de la lógica formal. Abandonando la metáfora energética, base de las teorías freudianas y, según él, inadecuada para explicar las características esenciales de los fenómenos vivos, participará muy activamente en la elaboración de un modelo muy diferente cuya piedra angular será la noción de información, «partícula ele mental» de los fenómenos interaccionales y de los intercambios entre los individuos. Esta teoría nueva de la comunicación -que ilustrará de entrada con ejemplos tomados de la psicoterapia y de los
psicoterapeutas- revela unos aspectos hasta entonces ignorados del lenguaje verbal y no verbal y deja entrever unas posibilidades muy serias de abordar la enfermedad mental bajo un aspecto nuevo y prometedor. Estudia lo que los otros descuidan y devuelve al mundo lo que multitudes han dejado de lado. Su objeto consiste en reponer todo en su orden natural, pero no se atreve a emprender ningún paso con este fin.
1.1. El contexto familiar y cultural' Cuando se encuentra a personas que han conocido a Gregory Ba teson o, mejor, que han trabajado con él, regularmente mencionan algunos rasgos de su personalidad para describir al hombre. «Poseía una cultura general y científica muy amplia», «Era un hombre del Renacimiento» o también «Conocía personalmente a todas las per sonas importantes en el campo científico». Bateson nunca hizo distinción entre su vida privada y su investigación científica: era didáctico con sus hijos, y las comidas familiares transcurrían habi tualmente discutiendo sobre ciencia con los invitados del día. En Palo Alto invitaba cada semana a los estudiantes interesados y a todo científico que estuviese de paso en la región, a pasar la velada en su casa debatiendo cuestiones científicas y filosóficas. Pero, además de su pasión por el estudio, algunos valores esencia les guiarán la carrera profesional de Bateson. Veremos en las páginas siguientes hasta qué punto las ideas defendidas por su padre definen las opciones fundamentales que lo marcaron durante toda su vida. Con raras excepciones, todas las investigaciones realizadas por Gre gory Bateson aspirarán a aportar respuestas a las grandes preguntas que ya dieron origen a la carrera científica de su padre, y sus posiciones éticas serán la prolongación directa de la tradición familiar.
GREGORY BATESON 1. Debemos las informaciones esenciales sobre la familia Bateson a la biografía muy completa (autori zada) de Bateson escrita por David Lipset (1980).
1.1.1. Los grandes valores familiares Su abuelo ya fue conocido en el St John's College de la Universi dad de Cambridge. Llegó a este bastión de la ciencia conservadora e introdujo en él reformas importantes. Su mujer es una de las primeras sufragistas inglesas. Su hijo William (padre de Gregory) estudia zoología en la misma universidad, después enseña en ella y se con vierte, según una fórmula que tenía todavía todo su sentido en la época, en un profesor a la vez temido y respetado. Estamos al final del siglo xtx y Darwin ha publicado El origen de las especies (en 1859) con las resonancias y los trastornos que ya sabe mos; la teoría de la evolución, en efecto, da un terrible golpe a la historia cristiana del Génesis. Todo científico tiene que participar en la disputa, y William Bateson es resueltamente no cristiano y hom bre de ciencia ante todo. Es también un humanista, gran aficionado a la pintura y a la poesía y muy atento a no ceder a las presiones de la moda y de los prejuicios, para conservar su lucidez de científico. Lo asusta la reducción de la complejidad del hombre a una explicación de tipo materialista tal como se dibuja para algunos a través de las teorías de Newton. Hace suya la plegaria de William Blake: «Que Dios nos guarde de la visión simple y del sueño de Newton», que le gusta citar en la mesa del comedor donde se encuentran, cada domingo, los artistas y los sabios que están de paso en la región. No se adherirá pues nunca a la visión estrictamente materialista de la mayor parte de los intelectuales de esa época. Preferirá a los «grandes solitarios», estos pensadores marginales que no quieren abdicar de sus intuiciones personales ante el progreso científico y que defienden la posibilidad de una visión unitaria de la materia y del espíritu: Blake, el poeta visionario, cuyo aterrador grabado Satán exultante sobre Eva ocupa un lugar eminente sobre la chimenea de la casa familiar, y también Samuel Butler. En su utopía titulada Erewhon', ataca la vida y el pensamiento moderno de la época. Denuncia en ella la asimilación del hombre a una máquina, la mediocridad de las universidades en las que es indecente emitir una opinión personal, la sumisión. ciega a la autoridad, aunque sea científica, etcétera. 2. Escritor satírico inglés de la segunda mitad del siglo xtx. Es autor, entre otras obras, de Erembon (1872), Fair heaven (1873), Life and habit (1877) y The way of all flesh (1903). 3. Anagrama de norohere, es decir: «en ninguna parte».
Así pues, alrededor de la gran mesa los niños asisten a las discusiones apasionadas de la elite intelectual inglesa de la época; Butler y Blake son citados a menudo en apoyo de las tesis de William Bateson. Durante toda su vida, Gregory se referirá a estos dos grandes es critores y adoptará las posiciones humanistas y el amor por la cien cia cantados por su
padre. Butler en especial ha suscitado cuestiones que aparecerán constantemente en toda su obra. En La naturaleza y el pensamiento, Bateson insiste mucho sobre las relaciones entre las cosas, sobre su estructuración formal jerarquizada, sobre lo que él llama «la estructura que enlaza». Ya lo hemos dicho, Butler no podía admitir la posición materialista a la que las teorías de la evolución parecían conducir; para él, apasionado por la dialéctica, el espíritu era una entidad importante y misteriosa. Es dificil no ver una premonición de la búsqueda de Bateson en estas palabras de Butler: «¿Quién puede decir -preguntaba- que la máquina de vapor no tiene una cierta forma de conciencia? ¿Dónde comienza la conciencia y dónde acaba? ¿Quién puede trazar la frontera? ¿Quién puede trazar alguna frontera, sea cual fuere? ¿No está cada cosa en tremezclada con todas las otras? Las máquinas, ¿no están relacionadas con la vida animal de una infinidad de maneras diferentes?»' También, como Butler, Gregory Bateson será muy reacio siempre a aplicar prematuramente sus ideas, y mantendrá una desconfianza exacerbada con respecto a los «objetivos conscientes» del hombre (responsables, según él, de la gran crisis ecológicas de nuestra época)'. Para Butler, como para Bateson después, los hombres de ciencia y los religiosos acaban por encontrarse: todos a fin de cuentas intentan imponer sus puntos de vista a la sociedad. 4. Citado en Lipset (1980), p. 7. 5. Hay que señalar que, para Bateson, el término «ecología» se ha de entender en una acepción mucho más amplia de la que se le atribuye habitualmente. Concierne no solamente a las relaciones del hombre con su entorno, sino también al fenómeno de coevolución tanto fisica como mental (ecología del espíritu). Pa ra mayor precisión, véase el capítulo 10, y sobre todo Bateson (1979a). 6. En 1964, cuando Bateson se encuentra en un momento profesional dificil, Waddington, el gran bió logo inglés, amigo desde hacía tiempo, le ofrece un puesto de profesor de «análisis de la ciencia aplicada en la sociedad industrial» en la Universidad de Edimburgo; él responde: «Temo que mis opiniones sobre el pa pel de la ciencia en la vida humana sean tan anticuadas como las adaptaciones del dinosaurio. No consigo encontrar una sola aplicación de las ciencias, desde la invención del queso, que no se haya revelado como destructora, sea para la ecología humana o para la ecología más amplia en la que viven los hombres. No creo que sea esto lo que la Facultad de Edimburgo desea que yo enseñe. Creo además que, aunque lo ense ñara, habría muy pocos estudiantes que desearan aprenderlo» (citado en Lipset [1980], p. 245).
Influencia del clima cultural de Cambridge pues, pero también de la veneración que Bateson padre profesa a los grandes artistas y al arte en general. Este ateo lee cada día la Biblia a sus hijos «para que no sean unos ateos iletrados»; este científico infatigable y riguroso les hace leer a los poetas, los lleva a todos los grandes museos y a las ex posiciones importantes de Europa' y sostiene que «si no hubiese habido poetas no hubiera habido problemas, porque es cierto que el hombre de ciencia iletrado de hoy nunca los hubiese encontrado» 8. Así pues, en esta gran familia intelectual inglesa (como los Dar win, los Huxley, los Russell...) nace Gregory Bateson el 9 de mayo de 1904. Tiene dos hermanos mayores, John (1898) y Martin (1899), sobre quienes van a ponerse todas las esperanzas de la familia. John realiza estudios brillantes de biología en Cambridge, pero morirá al final de la guerra en octubre de 1918.
Es un golpe duro para el padre que, a partir de entonces, pone to das sus esperanzas en Martin. Éste se siente atormentado entre las responsabilidades familiares que lo empujan a una brillante carrera científica y sus impulsos artísticos que lo llevan hacia la poesía. La posición paterna es muy ambivalente: William eleva al pináculo a los grandes artistas tanto como cree que el arte está fuera del alcance del hombre inteligente corriente, en todo caso fuera del alcance de los suyos, como atestigua la carta que escribirá más tarde a Gregory: «[...] la fe en la gran obra científica es el grado más próximo a la re ligión al que he llegado y procura lo que las personas religiosas sacan de la superstición. [...] Desde luego, existe la gran obra que no es de la ciencia, el gran arte por ejemplo, que es tal vez todavía más grande; pero esto es para los más raros y casi no está al alcance de 7. Su gusto artístico no es siempre tan progresista como sus trabajos científicos, como indica la anécdota siguiente, que Gregory Bateson contará a su biógrafo: durante un viaje a La Haya en 1924, William lleva a toda su familia a una galería en la que están expuestas unas obras de Poussin. "l...1 él sabía exactamente dónde se encontraban los cuadros... Nos condujo pues a la sala, para encontrarla llena de las obras de Van Gogh. Había al menos cincuenta. Lo vuelvo a ver mirando hacia todos los lados, con el aspecto de una rata a la que acaban de encerrar en una trampa... Después, se yergue y se dirige hasta el centro de la sala y, con su bastón de contera metálica, golpea el suelo, gritando con toda la fuerza de su voz, que era considerable: "¡No admiraré la obra de las Spirocbaeta pallida (las bacterias de la sífilis)!"» (citado en Lipset [19801, p. 53). 8. Ibíd., p. 19.
gentes como nosotros. Estoy seguro de que la ciencia llega exacta mente después, y está totalmente a nuestro alcance, en todo caso al tuyo, estoy seguro de ello» 9. Así pues los padres con mucha firmeza disuaden a Martin de la idea de su carrera artística. Éste, afligido después de la muerte de John a quien se sentía muy unido, lleno de dudas sobre su propio talento artístico y rechazado por una joven que no acepta su pro puesta de matrimonio, se suicida en pleno Piccadilly Circus, de un tiro de revólver, el 22 de abril de 1922 a las tres de la tarde, el día y a la hora del aniversario del nacimiento de John. La familia está anonadada, y William Bateson nunca se recuperará realmente de este doble drama. Desde ese momento, toda la atención de los padres se dirigirá hacia Gregory, que hasta entonces nunca había ocupado el primer plano de la escena familiar. Y, natu ralmente, éste emprenderá estudios de biología en el St John's Colle ge de Cambridge. Toda su infancia gira en torno de los trabajos de su padre, y sus ratos libres consisten en ir a pasear por el campo para descubrir y observar las plantas y los insectos. En la escuela, había elegido como actividad física la carrera a pie: «De esta manera, po día salir de la institución e ir a estudiar los insectos en la naturaleza en lugar de correr: nadie lo supo nunca»`. Antes de pasar al contenido mismo de los trabajos de William Ba teson y al modo como orientaron las investigaciones de su tercer hijo, algunos extractos de correspondencia o de conferencias acabarán de dibujar la paleta de los valores que impregnaron la infancia y la adolescencia de Gregory Bateson y que teñirán toda su reflexión pos terior. El respeto hacia la «investigación pura» le impedirá siempre inte grarse en el molde y las obligaciones de la ciencia oficial institucionalizada. La aplicación prematura de los
descubrimientos científicos constituye un buen ejemplo de ello. Recordemos que a comienzos del siglo xx los primeros descubrimientos de la genética, ciencia to talmente nueva en esa época, abrieron el camino a las utopías eugenistas. William Bateson estaba horrorizado y decía: «Recordemos que el padre de Beethoven era un borracho y que su madre murió de tisis»". Él defendía una posición universalista y animaba al estudio científico como medio de abrir la visióü del mundo, la ciencia era para él «la única fuente de conducta racional... la luz que muestra al hombre en su perspectiva natural»`. El amor y el respeto por la ciencia, esta concepción según la cual la ciencia bien concebida, con rigor y discernimiento, alcanza lo sagrado, constituye un acto de fe al que Gregory Bateson permanecerá fiel durante toda su carrera. Fuera de las modas y de las corrientes dominantes, en todos los sectores científicos a cuyo estudio se dedi cará, Bateson mantendrá como puntos de referencia a esos dos pilares de la independencia de espíritu que son Butler y Blake. 1.1.2. William Bateson: de la morfología a la genética Desde 1859, los biólogos se dedicaron todos a intentar confirmar o invalidar las tesis de Darwin. Dos concepciones bastante diferentes intentan explicar el fenómeno de la evolución: la tesis darwiniana y la de Lamarckt 3. Para Darwin, los cambios orgánicos se producen al azar; para Lamarck, se producen directamente bajo la influencia del medio (es lo que se ha llamado la herencia de los caracteres adquiridos). William Bateson, al principio partidario de las tesis de Lamarck efectuará viajes a Egipto y a Rusia para estudiar a animales sometidos a unas condiciones biológicas muy cambiantes. Estos viajes no le aportarán una prueba satisfactoria. Entonces se interesará por las cuestiones de evolución formal, por los problemas morfológicos: si metría, regularidad metamétrica, etcétera. «Tanto si creemos con Lamarck que las adaptaciones son el resultado directo de la acción del entorno, como si creemos, con Darwin, que están producidas por la selección natural, está admitido por todos que la progresión ha teni do que pasar por la aparición de variaciones. Ésta es una base co mún. Por consiguiente, si se investigan las etapas en la secuencia de la forma animal, debemos investigarlas a través del estudio de los cambios que se producen ahora en ellos, adquirir un conocimiento de los modos de aparición de dichos cambios y, si es posible, de las leyes que los limitan»`°. Así pues se dedica a investigar las leyes que gobiernan la forma orgánica. Considera al organismo como un todo integrado y coordinado y no como una reunión de «caracteres». 11. Citado en Lipset (1980), p. 52. 12. Ibíd. 13. Bateson citará a menudo el ejemplo de Lamarck para ilustrar el carácter estocástico de la evolución (véase más adelante).
Este período de las investigaciones de su padre tendrá una influencia determinante sobre los instrumentos de reflexión de Gregory Bateson. Como él mismo dirá más tarde
de su padre: «[ ...] tuvo siempre una fascinación por los problemas de la simetría y del modelo, y esta fascinación y la especie de misticismo que le inspiraba, son los que, para bien o para mal, he hecho míos y he llamado "ciencia". He adquirido un sentimiento más o menos místico, que me ha llevado a creer que debemos buscar el mismo tipo de procesos en todos los campos de los fenómenos naturales: por ejemplo, hay que esperar encontrar que actúa un mismo tipo de leyes, tanto en la estructura de un cristal como en la de la sociedad [...], que estudiando, por ejemplo, los modelos de las plumas de perdiz se podía encontrar una respuesta (o una parte de respuesta) al problema muy embrollado de las estructuras y de la regularidad en la naturaleza»`. En 1900, William Bateson va a Londres a dar una conferencia so bre la herencia y la agricultura. Lleva con él un artículo que acaba de recibir de su colega holandés Hugo de Vries. Se trata de un documento escrito treinta y cinco años antes por un monje austríaco: Gregor Mendel. El artículo, que había pasado inadvertido hasta en tonces, describe los resultados de ocho años de cultivo de guisantes de especies diferentes. Se habla de hibridación y de caracteres reces¡vos y dominantes... Constituye una revelación para William Bateson (él mismo muy próximo a estos descubrimientos en sus propios trabajos), que se convierte entonces en el mayor defensor de Gregor Mendel en Inglaterra. Pasará la mayor parte del resto de su carrera en desarrollar esta nueva ciencia que él mismo bautizará como «genética». Y en homenaje al monje desconocido William llama rá Gregory a su tercer hijo. 14. Citado en Lipset (1980), p. 22. 15. Bateson (1972), t. 1, p. 89.
1.2. De la biología a la antropología Como sus hermanos mayores, Gregory emprende pues inevitable mente estudios de biología en Cambridge. La presión familiar es fuerte, asfixiante. Todas las esperanzas de la familia están puestas a partir de ahora en él. Bateson es un estudiante brillante pero poco entusiasta. Está escrito que tampoco él continuará los trabajos de su padre. Gregory tiene solamente veintiún años cuando un millonario le propone que lo acompañe, como experto en biología, en un crucero a las Galápagos. Su padre, antes de autorizar el viaje, se informa sobre la duración de la estancia en estas islas que fueron determinantes para la elaboración de la teoría de la evolución de Darwin. Al saber que la estancia será al menos de seis semanas, lo que duró la estancia de Darwin, William Bateson le concede su autorización. El viaje, aunque poco satisfactorio desde el punto de vista de los descubrimientos biológicos, será determinante para Gregory. En las escalas, tiene ocasión de entrar en contacto con gentes de culturas diferentes. Se siente interesado por ellas. Ya ha hecho su elección: será antropólogo`. Aunque decepcionados por la decisión de su hijo, los padres, escarmentados por el drama de Martin, no se atreven a oponerse.
En esta época, la antropología sale apenas de la orientación evolu cionista. Hasta entonces, se ha intentado encontrar, como para la evolución de las especies, una especie de «árbol genealógico» de las sociedades, que va de la más primitiva a... la nuestra, claro está. Los trabajos se realizan a partir de los datos recogidos por los misione ros o los exploradores, porque ¡ningún antropólogo digno de este nombre iría a mezclarse con estas poblaciones «primitivas»! 16. Como anécdota, es divertido ver cómo )ay Haley refiere las confidencias de Bateson sobre este mo mento crucial de su vida: intentos de solución, pero, ¿cómo concibe el terapeuta la estrategia específica para cada caso? ¿Qué elementos tiene en cuenta? ¿Cómo transmite su mensaje al paciente? El terapeuta, cuando dispone de las informaciones básicas, debe imaginar un comportamiento o una actitud contraria a la tendencia general de los medios empleados por el paciente para solucionar su problema. Como la mejor manera de hacer que alguien no haga más algo, es hacerle hacer algo distinto, el terapeuta imagina un cierto tipo de orden de un comportamiento que esté en los antípodas de la reacción habitual de su paciente. Y como la actitud del paciente es generalmente coherente con sus valores, con los sentimientos que la situación le suscita, con su percepción del problema y con su lógica personal, el terapeuta se verá obligado a tener en cuenta estos elementos si quiere ejercer la menor influencia sobre la evolución de la situación. Tendrá que comprender la posición del que se queja para utilizar lo mejor posible los elementos que trae consigo. Si unos padres utili zan el castigo y la coerción con su hijo y su postura puede traducirse por: «No tiene límites; debe aprender una buena lección; estamos furiosos; ¡no es él quien va a mandar en casa!», el terapeuta deberá utilizar estos elementos para presentar la orden de un comportamiento a los padres. Si quiere que éstos dejen de querer imponer su voluntad, es inútil lanzarse a una argumentación explicándoles por qué esta nueva actitud es más apropiada: los padres se marcharían pensando que el terapeuta no había comprendido nada de su situación, o bien pensan do ya en los ejemplos que podrán exponerle para «probarle» que se equivoca. No porque sean malintencionados o estúpidos, sino simplemente porque les parecerá que el terapeuta no es consciente de los peligros que sus consignas pueden provocar. En cambio, si el terapeuta les explica que el mcjnr modo de recobrar verdaderamente el control de la situación es dejar de ocuparse de su hijo, es mucho más probable que pongan en práctica las directrices del terapeuta. Según los casos, una misma orden podría presentarse como un «castigo» (si los padres consideran que el hijo es «malo»), una «ayuda» (si consideran que está «enfermo»),
un «sacrificio» suplementario (si creen que han hecho «to do lo que estaba en sus manos para preparar su futuro»), etcétera. Por tanto, el terapeuta no tiene otra elección que hablar en el lenguaje de ellos y tener en cuenta la posición de los mismos para que la tarea tenga un sentido y pueda realizarse en las mejores condiciones. Esta maniobra se llamará el reencuadre: preparación necesaria para asignar esta tarea o dar esta orden de comportamiento. 292 293
El MRI y el Centro de terapia breve La insostenible frialdad de la terapia breve
a) El reencuadre La mayoría de las veces, la gente persiste en sus intentos de solu ción simplemente porque le parecen lógicos; dadas sus premisas de partida, se imponen estas conclusiones. Sobre la base de tales «considerandos», todos sus razonamientos que tengan como fin encontrar soluciones estarán dentro de estos límites. Hay que añadir que, co mo el sentido de los mensajes está relacionado con su clasificación, y en particular con el nombre que se les atribuye, el lenguaje empleado por una persona para describir su problema es lo que revelará mejor su modo propio de «codificar» el problema. Lynn Segal"8 cuenta la historia de los pilotos que probaban los primeros aviones supersónicos`. Cuando los pilotos atravesaban el muro del sonido, todos los aviones caían en picado. Todos los pilotos tenían entonces el mismo reflejo, tirar del mango hacia ellos, como se hace en el despegue, lo que parecía ser el modo más lógico de comportarse. Entonces, invariablemente los aviones se estrellaban contra el suelo. Un día, un avión cae en picado pero, súbitamente, cambia de dirección y sube. Se produce una alegría general y todos esperan con impaciencia lo que contará el piloto. Le preguntan cómo lo ha hecho, pero el piloto sólo puede responder: «No sé nada, perdí el sentido.» Indudablemente esto le había salvado ya que, al desmayarse, había empujado el mando hacia adelante, cosa que, a esta velocidad, era la maniobra que había que efectuar para que el avión pudiese remontarse. Para hacer que una persona abandone sus esfuerzos estériles, será pues necesario frecuentemente modificar el modo como ella interpreta la situación. El conjunto de las técnicas dedicadas a este objetivo es lo que se llama «reencuadre». Observemos pues que no se trata de modificar unos «hechos» sino la visión que el paciente tiene de ellos. «Re encuadrar significa modificar el contexto conceptual y/o emocional de una situación, o el punto de vista según el cual es vivida, situándola en otro marco, que corresponde igual, o incluso mejor, a los "he 48. Segal ha formado parte del equipo del Centro de terapia breve durante muchos años. Ha sido coredactora, con Richard Fisch y John Weakland, de la obra Tácticas del cambio (1982) y es la autora del Sueño de la realidad (1986).
49. Esta historia está explicada en una película, Crossing tbe sound barrier. Lynn Segal refiere la anécdota en una casete de vídeo realizada por el MRI en el simposio de agosto de 1985 y que se encuentra en los ar chivos del MRI.
chos" de esta situación concreta, cuyo sentido, por consiguiente, cam bia completamente»`. Encontramos aquí la relatividad de las percepciones del mundo en oposición con la idea todavía muy extendida según la que existe una «realidad objetiva» allí, en el exterior, con su corolario que diría que «las personas llamadas sanas de espíritu son más conscientes de ella que los locos» 5t. Es importante observar que no se trata de hacer que las personas se den cuenta de la manera buena de actuar, sino simplemente de enseñarles un nuevo juego en materia de relaciones «que hace caduco el antiguo». Muchos aspectos del reencuadre dependen también de la «intuición» del terapeuta que debe sintetizar una masa impresionante de datos: «Un reencuadre sólo tiene éxito si tiene en cuenta las opiniones, las esperanzas, las razones, las hipótesis: en una palabra, el marco conceptual de aquellos cuyos problemas hay que modificar. Coged lo que el paciente os aporta: ésta es una de las reglas más fundamentales»". Esta regla precisa un poco más todavía las divergencias entre el enfoque de Palo Alto y las opciones terapéuticas que pretenden que los pacientes adopten una norma de comportamiento predefinida, «porque sin duda alguna ésta ya no causará más el problema». Además, la técnica del reencuadre implica que el terapeuta aprenda el lenguaje del paciente y no que el paciente entre en el sistema explicativo del terapeuta. Podríamos terminar esta exposición del reencuadre diciendo que constituye una etapa importantísima del trabajo del terapeuta, porque permite ampliar el campo de la conductas posibles; modificando la percepción del problema, abre el camino para poder aplicar so luciones nuevas y originales, entreabre un poco las anteojeras que legitiman el recurrir a los intentos de solución ineficaces. b) Las órdenes sobre el comportamiento 50. Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), p. 116. En un lenguaje cibernético, diríamos que el reencuadre consiste en modificar los límites de los conjuntos de referencia de los mensajes a los que concierne.
El plan de intervención es sencillo: poner fin al recurso a las so luciones ineficaces. Pero no hacer más algo que implica hacer otra cosa distinta; por ello es más indicado hacer que el paciente siga una conducta que se sitúe en los antípodas del tipo de soluciones utiliza das hasta entonces: el terapeuta da, generalmente precedida de un re encuadre que hace que la orden sea concebible para el paciente, una consigna precisa y muy concreta que tiene por objeto que el paciente (o el que se queja) experimente una interacción diferente con su entorno en lo que se refiere al problema tratado. Dado que esta obra no está concebida como un manual para uso de los terapeutas, no entraremos en los detalles sobre las técnicas de intervención. Además, no querríamos caer en una exposición de recetas fáciles en este enfoque que insiste precisamente sobre el hecho de que hay que considerar cada caso según sus especificidades, tanto por lo que se refiere al problema como a su contexto. Sin embargo, como hemos señalado algunas
grandes categorías de problemas psicológicos corrientes, nos parece útil concretar un poco ciertos tipos de intervención utilizados frecuentemente. Expondremos primero lo que se llama generalmente las «órdenes paradójicas» porque prácticamente todas las intervenciones de cambio incluyen un elemento ilógico, al menos en el contexto de la visión del paciente, para producir un cambio al nivel lógico superior. En toda situación, el paciente duda en meterse en un proceso de cambio. Las razones de esta resistencia podrían discutirse ampliamente, pero es cierto que en toda situación delicada dudamos en introducir unos cambios cuyas consecuencias no controlamos. Así pues, muchas de las acciones del terapeuta tendrán como objetivo disminuir estos temores legítimos a los que a veces se llama -según nuestra opinión de manera equivocada, porque el problema está en la relación entre el terapeuta y su paciente y no es una característica interna del paciente- la «resistencia» del paciente. El terapeuta juga rá sobre esta ambivalencia (deseo de un cambio, temor a perder su coherencia interna) de manera directa (insistir en los pequeños cambios progresivos) y paradójica: aconsejándole que no cambie demasiado deprisa, examinando con él los riesgos de cambio, lo que el pa ciente podría perder al cambiar, etcétera. Cuando comiencen a manifestarse ciertos cambios, le aconsejará prudencia («¡Esto va demasiado deprisa!») o incluso la necesidad de volver al estado anterior («Prever la recaída»). Si el terapeuta consigue evitar que estos breves retrocesos se tomen como un retorno al punto de partida, la persona podrá avanzar con mayor seguridad hacia el cambio deseado. Está situada en cierto modo en una «doble coacción terapéutica»: si puede recaer, es que aumenta su control sobre la situación, por tanto progresa; si no recae, es que va mejor. También podrán uti lizarse estas dobles coacciones bajo la forma de «prescripción del síntoma». Cuando a los pacientes les parece que su síntoma escapa a todo control, tanto si se relaciona con la expresión de una pulsión como con una inhibición debida a temores o a angustias, «la intervención terapéutica apropiada consiste en prescribir el síntoma y no en combatirlo como intentamos de costumbre»`. Encontraremos pues típicamente este tipo de orden en los casos en que el paciente intenta controlar algunas funciones autónomas del organismo: sue ño, sexualidad, miedo... así como en los casos de evitación: fobias, angustias... Prescribir el síntoma consiste en pedir a los pacientes que experimenten (o incluso que aumenten) el síntoma que intentan combatir. Así se podrá prescribir a un insomne que no duerma (más allá de la hora que habitualmente acaba por derrumbarse), a un hombre impotente que se acueste con su compañera pero prohibiéndole toda erección (debe ser inexorablemente combatida cualquier manifestación de deseo, aunque sea mínima), a una persona angus tiada que dedique períodos exclusivamente a «provocar su angustia», etcétera. Las órdenes paradójicas adoptan generalmente el mismo modelo: yendo en contra de los intentos de solución, provocan unos efectos a un nivel lógico superior. Una joven de catorce años temía tanto los encuentros con su padre (de quien su madre se había divorciado) que sufría unos espasmos dolorosos cada vez que éste le telefoneaba o la iba a ver a la escuela. Lo evitaba todo lo que podía y el se veía obligado a verla por sorpresa, lo que indudablemente aumentaba la angustia de su hija. Ésta lo consideraba como un tacaño
que no quería realmente ocuparse de ella, y creía que la única razón de su acoso sólo podía ser su miedo a la soledad. Esta «inmadurez» se confirma ba por el hecho de que él no hacía nada agradable por ella cuando se reunían y no llegaba a comprender que su hija simplemente no quisiera verlo más. La madre y la hija lo habían intentado todo, lle gando incluso a pedir una intervención de la justicia para prohibir al padre oficialmente ejercer su derecho de visita. Esto había provocado una escena de una violencia tal que las dos mujeres habían acabado por renunciar a este proyecto. La joven se escondía pues en st, casa, temiendo toda aparición o llamada telefónica de su padre, e incluso a veces tenía que faltar a la escuela a causa de unas crisis de colitis. El terapeuta disponía de muchos elementos para detener los intentos de solución: pudo utilizar la agresividad de la joven hacia este padre «inmaduro», avaro e insensible, para modificar las secuencias de acoso-evitación. Ella debería establecer contacto con él por su propia iniciativa (cosa que le sorprendería), fijar una cita y decirle lo que quería hacer: ir al cine, al restaurante o a tomar un helado. Ha bría tomado la precaución de invitar a su mejor amiga a que les acompañase. Esto permitía dos salidas: si el padre se interesaba realmente muy poco por su hija, sería él quien trataría de evitar estos encuentros (reencuadre para la hija), lo que tranquilizaría a la joven; pero no era inconcebible que la joven, libre por primera vez de sus aprensiones, encontrase agradable el encuentro, voluntario en esta ocasión, y que ambos pudiesen restablecer un contacto en un contexto de relación muy diferente. No vamos a extendernos mucho sobre las diversas estrategias ex puestas en Cambio o en Tácticas: los lectores interesados podrán encontrar en estas obras la descripción de intervenciones que han sido aplicadas a situaciones muy diversas y que corresponden principalmente a los tipos de problema enunciados anteriormente. Terminaremos esta exposición más técnica relatando un caso tratado en el Centro de terapia breve y que pudimos seguir desde detrás del espejo sin azogue. El terapeuta (en este caso el doctor Fisch) recibe una llamada telefónica de una antigua paciente que le había consultado varios años antes". Se encuentra ante un problema que la trastorna 54. Como el formato de investigación está limitado a diez sesiones, los pacientes que interrumpen el tratamiento antes pueden volver a consultar hasta agotar el número máximo de sesiones. Ya sea porque se sienten mejor y no sienten la necesidad de continuar, o porque el equipo desea que experimenten un cambio que se perfila antes de continuar unas sesiones inútiles, el mensaje que les dirigen en este caso es del mismo tipo: "Le quedan x sesiones "en el banco" y puede utilizarlas en el futuro si siente la necesidad de hacerlo." (No olvidemos que este lenguaje un poco comercial conviene perfectamente a la mentalidad ame ricana.)
terriblemente y que también molesta mucho a las personas que viven bajo su mismo techo, a saber, su marido, su hijo y su nuera. Todas las noches padece pesadillas espantosas durante las que ve unas sombras que avanzan hacia ella con la intención de llevársela consigo. Entonces ella se levanta y grita, lo que despierta y asusta a todos los de la casa. En un primer tiempo (como todos se quejan de la situación), el te rapeuta decide recibir a todas las personas afectadas. La sesión comienza según el procedimiento habitual, es decir, el terapeuta hace que precisen, del modo más concreto posible, todos los datos del pro blema: cuándo, cómo, cuántas veces por semana, etcétera, así como todo lo que la paciente y los de su alrededor han intentado hacer hasta entonces para atajar el problema. Después de tres cuartos de hora de conversación, teníamos una descripción muy completa («como si fuese una película en vídeo») de cómo transcurren las noches en la casa: la pesadilla se produce
cada noche, y los demás acuden a la habitación para tranquilizar a la paciente angustiada antes de volver a sus habitaciones a dormir de nuevo. Se han dado las explicaciones más diversas y todos los miembros de la familia han intentado desmontar el mecanismo de este miedo irracional con la interesada, pero ha sido en vano. La sesión continúa en busca de un objetivo que pueda representar «un paso mínimo pero significativo» de mejora pa ra la paciente y los miembros de la familia. Durante este tiempo, Paul Watzlawick ha permanecido sentado en la sala de detrás, exactamente detrás del espejo sin azogue, con la cabeza baja y pasándose la mano frecuentemente por delante de los ojos, como hace habitualmente, pareciendo conceder solamente un poco de interés a lo que sucede en la sala de terapia, pero metido en sus reflexiones. Súbitamente se incorpora y coge el teléfono que comunica con la sala de consulta. Dick Fisch descuelga y oye lo siguiente: «Dick, ¿podrías decirles a estas personas que uno de tus colegas pregunta si estarían dispuestos a intentar una experiencia que puede parecerles muy extraña? Si están de acuerdo, diles que no tienes ninguna idea sobre las razones que hacen que tu colega les haga esta sugerencia y que él preferiría explicarlas más tarde. Si acceden, pídeles que realicen la escenografía si guiente: esta noche, antes de acostarse, colocarán una silla a los pies de la cama de la señora y la cubrirán con una manta. Después de hacerlo, todos podrán ir a acostarse normalmente. Deberán repetir la experiencia cada noche hasta la próxima visita.» Fisch cuelga el telé fono y repite palabra por palabra lo que le ha dicho su colega. Se produce una gran sorpresa, y hacen muchas preguntas para «comprender» el sentido de la proposición. Pero Dick Fisch permanece imperturbable y replica que tampoco él tiene ni idea. No obstante, las personas se muestran dispuestas a intentar la experiencia y a repetirla cada noche hasta la sesión siguiente, fijada para quince días después. La segunda visita será en realidad la última. Cuentan que, desde la primera noche de la experiencia, la mujer no tuvo la menor pesadilla, «ipor primera vez desde hacía dos años!», y que el cambio ha seguido hasta el día presente. El terapeuta modera un poco la euforia, anuncia las recaídas inevitables y propone que recurran a la silla fan tasma cada vez que lo necesiten. Fin de la terapia. Pero, tal vez deseéis saber algo más. Esto es lo que Paul Watzlawick nos dijo cuando nosotros también le suplicamos que nos revelase las razones de esta consigna. «No sé exactamente por qué ni cómo se me ocurrió esta idea... Yo intentaba comprender el punto común de los diferentes intentos de solución, cuando me dije que, ante un comportamiento tan irracional, todos los esfuerzos de las personas de su alrededor pretendían aportar un poco de lógica, de explicación sensata, etcétera. La silla cubierta de una manta me parecía que constituía un antídoto del mismo orden que la pesadilla, una especie de tratamiento mágico apropiado para poner fin a un comportamiento también inexplicable racionalmente; por ello no quise dar la menor explicación; era necesario que la consigna pareciese una especie de "fórmula mágica"...» Las intervenciones paradójicas no son el monopolio de la terapia breve pero el cuadro teórico del enfoque ofrece un modelo que permite precisar sus características formales. Además, como el cambio 2 implica la mayoría de las veces un movimiento lógico o
inesperado, las técnicas paradójicas han sido estrechamente asociadas al enfoque de Palo Alto. Esto no impide que algunas órdenes «directas» puedan ser suficientes en algunos casos, pero bastante raros. Pocas personas están dispuestas a firmar un cheque en blanco al terapeuta, cosa que por otra parte es más bien tranquilizadora. 9.4. Los iconoclastas del cambio «Cuando Tan-sia T'ien-jan, de la dinastía Tang, se detuvo en Yerinji de la Capital, el frío era tan crudo que acabó por coger una de las estatuas de madera que representaban a Buda e hizo con ella un fuego para calentarse. El guardián del templo se quedó muy turbado. "¿Cómo -le dijo- te atreves a quemar mi Buda de madera?" »Tan-sia, haciendo como si buscara algo en las cenizas con su bas tón, respondió: "Busco en las cenizas los shariras [substancia indestructible que se encuentra en las cenizas de un hombre santo después de la cremación] sagrados." "¿Cómo -replicó el guardián podrías obtener unos shariras quemando un Buda de madera?" "Si aquí no se pueden encontrar shar¡ras, ¿puedo coger las otras dos estatuas de Buda para mi fuego?" le preguntó entonces Tan-sia»55. Si el modelo de la terapia breve de Palo Alto puede parecer relativamente muy de acuerdo con la tradición pragmática anglosajona, a nuestras mentes europeas les contraría el poco caso que hacen a la empatía, a la búsqueda de las causas profundas de nuestros comportamientos, a las dificultades que tenemos para ser, a nuestras angus tias existenciales. La comparación con los modelos terapéuticos más extendidos entre nosotros suscita unas preguntas a lasque intentaremos responder. Tales preguntas conciernen al aspecto manipulatorio de las intervenciones, al lugar que conceden a las experiencias vivi das en el pasado, a los procesos inconscientes, a la cualidad de la re lación terapéutica y a la expresión de los componentes emocionales. ¿Revela el «nuevo paradigma» una concepción reductora de la naturaleza humana? ¿La intervención estratégica es solamente una tera pia prepotente, en la que el terapeuta se burla del sufrimiento de los hombres para satisfacer su deseo de poder? 9.4.1. «El sufrimiento es axiomático» La terapia breve ataca de frente al síntoma. No hay incursiones en las profundidades del alma o simplemente en los meandros del pen 55. suzuki (1972), vol. 1, p. 390-391.
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samiento o de la personalidad. Solamente se cambia lo que hace da ño en la vida cotidiana y el terapeuta no-pretende aliviar las dificultades existenciales o las angustias metafisicas. La búsqueda del sentido de la vida o de la sabiduría se deja a los propios individuos, comprendido el terapeuta. A este respecto es ejemplar la posición de Paul Watzlawick: «Siento mucho interés por el zen pero esto nada tiene que ver con la terapia. La terapia debe dedicarse -y limitarsea disminuir el sufrimiento y no a la búsqueda de Dios sabe qué, de los otros estados de conciencia, o de otras cosas parecidas... Según mi opinión, esto debería dejarse al individuo; cada uno de nosotros busca un sentido a la vida, en unos términos que le son propios. Para mí, la finalidad de toda terapia es aliviar el dolor. El dolor es axiomático, no necesita explicación, o definición. Cuando te sientes mal, te sientes mal y esto es todo. Si no, caes en los cultos y las ideo logías; creo que esto es peligroso: las escuelas, los cultos no hacen ningún bien en psicoterapia»`. Posición coherente con las premisas de su enfoque de los problemas psicológicos; si los pacientes se en zarzan en sus esperanzas utópicas, el terapeuta al menos debe procurar no hacer lo mismo. Los límites de nuestro conocimiento del ser humano no nos autorizan a erigirnos en expertos del modo de vivir, y son las numerosas experiencias personales en todos los campos de la vida los que forjan poco a poco la personalidad. Cuando el terapeuta puede hacer que sus pacientes recobren los medios de continuar su trayectoria personal saliendo del callejón sin salida en el que están bloqueados, su tarea está terminada. Pero hay que completar un poco esta imagen. Las investigaciones realizadas con los pacientes del CTB muestran un porcentaje de «éxitos» 5' relativamente elevado, y sobre todo no confirman en modo alguno la teoría del desplazamiento del síntoma. Al contrario, en 56. Paul Watzlawick, conversación con los autores. 57. Se trata de éxito desde el punto de vista de los pacientes. Se les presentan para que respondan unos cuestionarios a los tres meses y después al año del final del tratamiento. No tenemos estadísticas recientes pero, según dicen los miembros del CTB, parece que los porcentajes dados en Cambio, y establecidos sobre la base de los noventa y siete primeros pacientes seguidos por el equipo, siguen siendo de actualidad: «Estos pacientes han sido seguidos entre tres y seis meses después de su tratamiento. Presentaban problemas muy diversos, y cada uno de ellos ha recibido, por término medio, siete horas de terapia. El problema se ha re suelto totalmente en el cuarenta por ciento de los casos (es decir, que se alcanzó el objetivo fijado para el tratamiento). En el treinta y tres por ciento de los casos, la mejoría ha sido significativa sin ser total, mientras que el veintisiete por ciento restantes han sido fracasos» (Watzlawick, Weakland y Fisch [19741, p. 137).
muchos casos, los cambios parecen generalizarse, por un efecto bola de nieve, a otros sectores de la vida de los pacientes; aunque el objetivo es fijado voluntariamente por el terapeuta (para evitar toda dependencia y favorecer que el paciente recupere sus responsabilidades frente al desarrollo de su vida), el paciente cuenta con el hecho de que una experiencia realizada con éxito constituye el mejor estimulante para recobrar confianza en sus propios medios de afrontar las inevitables dificultades de la vida. 9.4.2. Inconsciente y psicoterapia
Cuando se conoce la importancia concedida a los procesos inconscientes en la construcción freudiana de la personalidad, es posible preguntarse cuál es realmente el impacto de una terapia que no los tiene en cuenta en absoluto. ¿Qué valor hay que atribuir a una petición explícita de parte de un paciente probablemente ciego a sus motivaciones
inconscientes? Todos sabemos hasta qué punto los rechazos y otros medios de defensa pueden filtrar los determinismos esenciales del comportamiento. Sería absurdo negar el hecho de que la mayor parte de las infor maciones tratadas por nuestro organismo no llegan a la conciencia; el modo como construimos nuestras imágenes mentales así como la mayoría de nuestros aprendizajes y las lecciones que de ellos saca mos permanecen inconscientes. Hemos abordado ya las premisas del enfoque energético del comportamiento, e intentado mostrar que, aunque al principio se trataba de una metáfora, los discípulos de Freud (y los disidentes del enfoque analítico ortodoxo) han acabado por reificar los conceptos y considerar que la libido, la pulsión agresiva, etcétera, eran cosas «reales», que circulaban a través del organismo y buscaban unos exutorios aceptables por el «yo», instancia muy a menudo bamboleada por los caprichos de un «ello» implacable. Para la escuela de Palo Alto, los fenómenos inconscientes son probablemente menos «temibles» que para los partidarios de la concepción freudiana, aunque el pensamiento consciente sea igualmente desconcertante. Pero en el momento actual, se está lejos de conocer las relaciones entre inconsciente y conciencia, y también la función 303
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de las estructuras cognoscitivas innatas, de la atención, de la volun tad, etcétera, en el fenómeno del cambio. En este estadio de nuestro conocimiento, no es pues de ninguna utilidad referirse a las estimaciones freudianas: «El esquema freudiano es un tejido de hipótesis no verificadas y a menudo inverificables, todas supersimplific adas» 58, afirmaba Warren McCulloch, y esto describe bastante bien la posición del MRI. El enfoque de Palo Alto considera que no podemos otorgar confianza al modo como el problema del paciente es formulado, interpretado, explicado según sus esquemas personales que, la mayoría de las veces, sólo representan una visión incompleta y parcial de las situaciones descritas. Entonces, ¿la petición del paciente es la petición «verdadera»? Según el equipo del CTB, no podemos esperar conocer los determinismos profundos del comportamiento si no es lanzándonos a unas especulaciones sobre la base de una teoría explicativa general que, en definitiva, sólo será el reflejo de los a priori del tera peuta". La única precaución necesaria, para evitar que una petición sea el fruto de una interpretación errónea por parte del paciente, consiste en relacionarla con el objetivo concreto perseguido. Si son congruentes, el terapeuta se esforzará por responder a dicha peti ción. Si descubrir y explicitar las reglas implícitas de nuestras conduc tas pudiese impedirnos volver a nuestra antigua manera de actuar, el proceso terapéutico sería sencillo. No obstante esto plantea algunas cuestiones, y la más importante es que poner en evidencia estas reglas, estos determinismos, es un proceso abstracto, un modelo de 58. McCulloch (1965), p. 298. 59. El crítico más violento de los dogmas psicoanalíticos es probablemente Warren McCulloch. En un opúsculo acerbo en el que ataca todos los aspectos del psicoanálisis, dice esto de los postulados freudianos: ..Sé que puede parecer increíble que un hombre pueda persuadir a sus congéneres de que
unas ideas y unos objetivos de hecho son solamente vulgares materia y cambio. Pero esto no es tan duro de tragar para mí como el hecho de que el monstruoso absurdo de los escritos de Freud pueda tomarse en serio. Leed sus principales escritos y una docena de números del ° Psychoanalytic Quarterly" y recordad que no existe ninguna razón científica para creer la menor palabra de ellos y pensad entonces que tal vez un millón de vuestros conciudadanos los consideran como el Evangelio de este siglo. [...) Su credo, no existe otra palabra, puede ser enseñado con toda legalidad en nuestras escuelas públicas [...]. En 1921, me volví, de la lógica, de la semántica y de la filosofia de las ciencias, hacia la psicología; leí todo lo que los hombres de ciencia han escrito sobre la teoría del conocimiento desde Alcmeón de Crotona (600 a.C.) hasta mis contemporáneos. Esto incluía todos los escritos de los primeros psicoanalistas. Era, y sigue siendo, una física absurda, una pseudológica, una semántica especiosa, una teoría mala; y, peor todavía, todo esto está fundado sobre unas observaciones falsas y unos datos viciados» (ibíd., p. 299-300). 304
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conducta inferido por el terapeuta a partir de la observación de las redundancias relacionares dentro del sistema del paciente. Exponer estas abstracciones, por pertinentes que sean, hacer que el paciente sea consciente de ellas, equivale a pedirle que interprete su situación del mismo modo que el terapeuta, lo que, por una parte, no cae de su peso y, por otra parte, no es evidente el interés terapéutico de una práctica así. Todos hemos visto a pacientes que «comprendían» perfectamente las causas de su comportamiento, que eran capaces de hablar de ellas durante horas, de relacionar sus sín tomas actuales con sus relaciones edípicas, etcétera, sin haber conseguido con ello progresar lo más mínimo en la resolución de sus problemas actuales. ¿Qué lecciones podemos sacar de nuestras ex periencias pasadas, qué lección obtenemos de nuestra propia histo ria? ¿Cuáles son los elementos que privilegiamos en este proceso abstracto? Desgraciadamente parece, y tenemos pruebas de ello después de cada conflicto y de cada guerra, que estas famosas «lecciones» hasta ahora nunca han impedido a nadie repetir los mis mos errores, ¡ya que la situación nueva es siempre «totalmente diferente esta vez»! La terapia breve no considera esto como un progreso terapéutico. Para el equipo del CTB, las reflexiones sobre un problema, la bús queda de las «causas» son una especie de espejuelo, un juego intelectual que se parece a triturar un diente enfermo: ahí es donde nos duele, pero no es así como se consigue curarlo. Si nos liberamos de esta acumulación de mitos psicoanalíticos, tenemos muchas proba bilidades de ser menos desgraciados. Abandonaremos así las cavilaciones intelectuales malsanas que nos encierran en unas redes teóricas de las que es imposible salir a fuerza de razonamientos (como subraya el teorema de Gódel). Pensar, creer, por ejemplo, que nuestro comportamiento consiste en reproducir una relación vivida un día con nuestro padre no es más que un «modelo» que, aunque pueda procurarnos una satisfacción intelectual (e incluso inducir una experiencia emocional), no nos puede permitir salir de nuestras dificultades. El corolario de esta actitud respecto a los fenómenos inconscien tes es la apreciación del papel que desempeña la toma de conciencia en el proceso terapéutico. «Por diferentes que puedan ser las escuelas 305
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tradicionales de la psicoterapia, tienen en común la idea de que la acción y el efecto terapéuticos proceden de la toma de conciencia que se supone que se produce gracias al trabajo de interpretación, de confrontación y de explicación [...]. Pero esta piedra angular de todas las teorías psicodinámicas no se apoya en ninguna prueba prác tica: es un dogma, un elemento de una doctrina del hombre, pero de ningún modo una propiedad de la naturaleza humana. [...] En la vida cotidiana, la toma de conciencia y la comprensión rara vez se acompañan al cambio y a la maduración, y todavía menos los prece den»`. A menudo sucede que los pacientes formulen su petición de ayu da bajo la forma de una demanda de explicación: «Yo querría comprender por qué me comporto de este modo.» Sobreentendiendo sin duda que esta comprensión les permitirá modificar su conducta. A fin de evitar que el trabajo terapéutico no se atasque en un debate intelectual estéril, el terapeuta muchas veces podrá proponer la alter nativa siguiente: «¿Estaría satisfecho si su comportamiento cambiase en el sentido que usted desea, aunque no comprendamos sus causas profundas?» Lo que constituye ya un reencuadre que tiene por obje to, por una parte, movilizar los esfuerzos del paciente en el sentido de una acción y no en el de una reflexión y, por otra parte, poner término a este intento de solución infructuoso. De todos modos, el paciente interpretará el cambio de alguna ma nera; todos buscamos descubrir un sentido a nuestros comportamientos, pero en terapia breve se dejará que el paciente interprete el cambio en el sentido que desee, insistiendo sin embargo sobre el he cho de que es obra del paciente y no del terapeuta. El terapeuta con sidera esta forma de toma de conciencia como una construcción mental útil (porque es eficaz) pero que no tiene valor de verdad absoluta. De nada sirve reforzar esta visión de las cosas que, de todos modos, podría necesitar un reajuste si cambiasen las condiciones y se viese que era necesario otro tipo de actitud. Se intenta pues dar una mayor flexibilidad al sistema de pensamiento más que aportarle un orden diferente excesivamente rígido ya que está propuesto por un «experto». 9,4.3. Influencia del pasado sobre el presente
«¿Qué sucede -preguntan a menudo- con el hecho innegable de que un comportamiento actual resulta de experiencias pasadas? ¿Cómo es posible que una intervención que no aborda las causas pasadas tenga un efecto duradero en el presente? Precisamente, contra estas suposiciones se sitúa muy claramente el estudio de los cambios actuales, en particular el de los cambios espontáneos»". En esto también la posición del equipo de Palo Alto tiene sus raíces en algunas cuestiones debatidas en las conferencias Macy sobre la cibernética. Cuando Kubie y otros psiquiatras expusieron las ideas freudianas sobre el origen de los trastornos psicológicos, toparon con los argumentos de los flsicos, principalmente de Von Foerster, que había estudiado la manera como funcionaba la memoria, y sobre todo de McCulloch que, una vez más, se indignaba por la falta de rigor científico de las teorías freudianas. «Uno de los
pilares de la quimera de Freud es creer que no olvidamos ni un ápice de lo que nos ha sucedido en cualquier momento del pasado. Según unos cálculos comenzados de una manera simple por Oliver Wendell Holmes y proseguidos actualmente por el físico Von Foerster, la cabeza del hombre debería tener aproximadamente el tamaño de un elefantito para que pudiese contener tantas cosas. No podría comer lo suficiente para proporcionar la energía necesaria únicamente para la memorización, aunque se supusiera que una sola molécula de proteína estructurante pudiera servir de huella mnemónica. De hecho, el promedio de vida de una huella de memoria humana, y de una molécula de proteína, es solamente de medio día. Algunos raros porcentajes de engramas sobrevi ven efectivamente, probablemente porque volvemos a crear las huellas en nuestras cabezas, pero esto es todo lo que el destino nos deja de nuestra juventud»". McCulloch tampoco era más blando con toda la teoría de la libido: «No creo ni un solo instante en la historia de los intentos de relaciones sexuales que él hubiese dirigido a su madre en su in 60. Watzlawick (1990), p. 3435. 61. Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), p. 106. 62. McCulloch (1965), p. 291-292.
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fancia, ni en la que pretende que ella lo hubiera enviado al viej o Jacob para castrarlo, ni que un niño de esta edad pueda tener semejantes nociones. Éstas son solamente unas ideas que Freud tuvo más tarde en su vida, después de haber ampliado la noción del se xo hasta significar todo placer y todo afecto, y las aplicó entonces a su pasado del que no tenía unos recuerdos suficientemente precisos para impedirle fabular» 63. Una vez más, el tono de McCulloch es perentorio; probablemente tenía algunas cuentas que ajus tar con ciertos colegas psicoanalistas. Pero resulta que, en este contexto, Bateson primero, y los miembros del equipo del CTB después, no podían contentarse con adoptar sin rechistar las premisas freudianas referentes a los orígenes de los trastornos neuró ticos. Ellos razonan así: admitamos que el pasado sea la causa del com portamiento presente; como los acontecimientos del pasado no admiten ninguna posibilidad de cambio, las cosas nunca cambiarán. Si, por otra parte, hablamos del impacto de nuestra interpretación del pasado sobre nuestro comportamiento actual, «entonces la signi ficación del pasado ya no es un asunto de "verdad" y de "realidad", sino del ángulo bajo el cual se elige verlo aquí ahora. Por consiguiente, no hay una razón preponderante para dar al pasado una primacía o una relación de causalidad con respecto al presente. Esto significa que la reinterpretación del pasado es solamente una de las múltiples maneras que permiten modificar un comportamiento presente»".
No obstante, la dimensión histórica interviene en el proceso tera péutico del CTB. En efecto, es determinante en la «visión del mundo» del paciente, su estructuración cognoscitiva, objetivo primero de toda acción de reencuadre. Pero la óptica es muy diferente de la de los análisis tradicionales porque considera este elemento histórico como una construcción que ha llegado a un atasco adaptativo, a un callejón sin salida; por consiguiente, las referencias a los recuerdos del paciente se realizarán solamente para apoyar y justificar un reencuadre estratégico determinado. 63. Ibíd., p. 292-293. 64. Watzlawick, Weakland y Fisch (1974), p. 107.
9.4.4. Y los afectos¿ no cuentan?
En terapia breve no hay una experiencia traumatizante o exalta dora, no hay gritos, ni lágrimas, ni un calor particular entre el terapeuta y su paciente, no hay acunamiento ni rebeldía contra el padre; tampoco un diván para facilitar la toma de conciencia. Así pues, ¿los terapeutas de Palo Alto han perdido todo sentido de la natura leza afectiva de las conductas humanas y en particular de la relación terapéutica? Por lo que se refiere a la naturaleza humana, la respuesta es evi dentemente negativa; los afectos son probablemente unas respuestas globales indispensables al individuo, ya que le permiten hacer las elecciones necesarias para su supervivencia. En cambio, es evidente que las sesiones de terapia breve raramente son el teatro de manifes taciones emocionales. Puede suceder que el relato de las circunstancias de aparición de las dificultades vividas por los pacientes en su vida cotidiana vaya acompañado de llanto o de otras manifestacio nes emocionales. En este caso, el terapeuta mantiene una actitud res petuosa y paciente ante el dolor; le ofrecerá, si es necesario, una caja de kleenex al paciente, pero no animará esta expresión emotiva. La razón es que el terapeuta no considera que favorecer la descarga emocional pueda tener ninguna utilidad para resolver el problema vivi do tan dolorosamente por su paciente. Para él, cuanto más pronto obtenga las informaciones concretas sobre lo que lleva al paciente a su consulta, antes podrá aliviarle, no sólo en la sala de terapia, sino en donde este sufrimiento es más penoso, a saber, en las condiciones de vida naturales de su paciente. No olvidemos que esta actitud, que algunos juzgarán sin duda in digna de un psicoterapeuta, deriva bastante lógicamente de las diversas premisas del enfoque: - Importancia de la interacción. Responder empáticamente a la expresión de los sentimientos induce automáticamente un modo de relación en el que este tipo de secuencia se hará más frecuente. Ahora bien, no entra en las intenciones del terapeuta substituir a la red de relaciones del paciente; estas regulaciones afectivas son vividas na turalmente con las personas de su entorno y allí es donde deben continuar manifestándose. 308 309
El MRl y el Centro de terapia breve La insostenible frialdad de la terapia breve
- Comportamiento y emoción. En el enfoque interaccional, no se diferencia entre los diversos aspectos que incluye el proceso comunicativo. No existe un mensaje «neutro», como hemos dicho en el capítulo 3 al describir los diferentes niveles de los mensajes. Se atribuye un «valor» a los intercambios, lo que implica un comp onente emocional más o menos importante según el contexto. El terapeuta, preparando «fríamente» sus órdenes respecto al comportamiento, vela por que la realización de la tarea (en el contexto de vida natural del paciente) implique una interacción satisfactoria, de ma nera global, para el paciente, lo que sobreentiende tanto su impacto emocional como compartamental o cognoscitivo. - La libertad de maniobra del terapeuta. Si el terapeuta quiere po der ayudar eficazmente a su paciente, es muy importante que pueda mantener una posición «meta» con respecto al sistema relacional del paciente. Debe conservar la libertad de maniobra necesaria para lle var al paciente a realizar las órdenes sobre su comportamiento que él haya concebido. Si el terapeuta se implica en una relación muy cargada desde un punto de vista emocional, con las coacciones (redundancias) que incluye, corre el peligro de hipotecar este margen de liber tad. Cuando se conoce la importancia de los límites impuestos a los comportamientos individuales al establecer estas reglas de relación sistémicas, se puede medir mejor hasta qué punto el responder a un intento de aproximación de un paciente (ya sea una petición de em patía, de ternura, de comprensión de su visión del mundo, etcétera) de manera afectiva puede reducir a la nada la única verdadera ventaja del terapeuta, que es situarse fuera de la red relacional de su paciente. No podríamos imaginar a un cirujano que, por sentir un afecto excesivo hacia su paciente, dudase en operarlo por temor a hacerle daño. La cuestión no carece de importancia porque permite insistir sobre una de las dificultades mayores de la psicoterapia en general. Hablando con el paciente durante las sesiones, es decir, respetando las normas de relación vigentes en nuestra cultura, intentando comprender la posición y la visión del mundo de su interlocutor, el terapeuta debe poder mantener «la cabeza fría», es decir, permanecer atento a las particularidades de su modo relaciona¡ sin quedar preso en él. Podríamos decir que debe situarse, en alternancia, a dos nive les lógicos diferentes: dentro del sistema relacional de su paciente durante las preguntas, pero permaneciendo suficientemente en el ex terior para elaborar su estrategia de cambio. Es ésta una de las difi cultades mayores de la terapia: «Cómo captar y comprender la visión del mundo del paciente sin acabar por compartirla.» Las diversas supervisiones a las que hemos asistido, tanto en Palo Alto corno en nuestro propio trabajo, confirman que aquí está el peligro principal que acecha a todo interventor. Responder activamente a las llamadas emocionales de los pacientes es a menudo el comienzo del final de una posibilidad de ayuda, dejando aparte el simple consuelo instantáneo que esta actitud puede efectivamente producir. Para convencerse, basta con ver hasta qué punto somos muchas veces completamente ineficaces en la ayuda que intentamos aportar a nuestros
allegados, aparte de la compasión (que es por otro lado el cemento de nuestras relaciones amistosas). Así pues no se trata de negar la importancia de las demostraciones afectivas de modo absoluto, al contrario, sino de mantener una actitud profesional en la relación terapéutica, con la distancia necesaria que ésta implica. Es el terapeuta quien debe imponer el cuadro general de la intervención para salvaguardar la relación «meta» y así llegar a poder cambiar el conjunto del sistema del paciente. 9.4.5. «Ideas negras» y asociación libre
Hemos insistido sobre el hecho de que el terapeuta se esfuerza por introducir modificaciones en el sistema relacional, en las interacciones del paciente con su entorno. Esto puede sugerir que el terapeuta no se interesa apenas directamente por la persona que se encuentra frente a él en la sala de consulta. Ahora bien, como todos sabemos, es la persona la que, en último recurso, es objeto del sufrimiento psicológico. Es ella la que, desde un punto de vista fenomenológico, se encuentra frente a los tormentos de las ideas negras o de los torbellinos emocionales lancinantes. Nos parece pues necesario decir algunas palabras sobre la posición de Palo Alto frente al individuo que sufre. A todos nos sucede el debatirnos con pensamientos siniestros que parecen atraernos y mantenernos en lo que podríamos llamar, ce 310 311 El MR1 y el Centro de terapia breve La insostenible frialdad de la terapia breve
diendo a la facilidad de las metáforas aproximativas, los «agujeros negros» del pensamiento. Una especie de torbellinos angustiante s de los que nuestros esfuerzos racionales no consiguen sacarnos. Al contrario, de asociación en asociación, acaban abarcando todos los campos de nuestras reflexiones. Se producen entonces momentos de desasosiego, de angustia, que nos dejan con el sentimiento de no poder ya afrontar este mundo hostil. Muy a menudo en este estado de ánimo es cuando los pacientes se deciden a consultar a un terapeuta. Las primeras peticiones de los pacientes denotan frecuentemente ese carácter global, ese malestar generalizado; aspiran a las cosas que son naturales cuando uno no se enfrenta con dichos tormentos: «sentirse bien en la propia piel», «recobrar el deseo de vivir», o simplemente poder recuperar un poco de paz de espíritu. El interrogatorio conciso de la terapia breve, con su insistencia en definir un problema preciso, puede parecer muy irrisorio ante la amplitud del sufrimiento psicológico. A menudo se le dirige esta crítica: «En lo que se refiere a unos problemas muy definidos (sobreentendidos "superficiales"), el enfoque puede convenir, pero ¿y para los "verdaderos" problemas...?»
Ya lo hemos dicho, la posición de los terapeutas de Palo Alto consiste en reconocer su impotencia para aportar respuestas a las cuestiones metafísicas; pero añaden que, en estos momentos penosos, muchas dificultades de la vida cotidiana están amalgamadas con las cuestiones sobre el sentido de la vida y que antes de admitir tales ge neralizaciones es útil definir unas prioridades, explicitar el modo como este sufrimiento indiferenciado se manifiesta concretamente en la vida de cada día. Una vez más, el interrogatorio de la terapia breve es en sí un reencuadre. Hacer unas preguntas muy concretas y precisas, aunque le parezca un poco fútil al paciente al principio, lo lleva a clarificar, a relativizar los diferentes aspectos del problema. Si su apariencia monolítica no permite ver una solución -a fortiori una solución rápida-, las distinciones que resultan de las preguntas dan una nueva visión del problema y sobre todo lo hacen accesible a una solución realista. La doctrina causal tradicional, la insistencia de los analistas sobre la importancia que tiene tomar conciencia de las experiencias traumáticas vividas en la infancia, el uso de las asociaciones libres en el proce 312
so terapéutico, etcétera, todo esto ha creado en el público en general la idea de que el sufrimiento y los recuerdos penosos son no solamente inevitables sino necesarios para el tratamiento. Estos momentos penosos son, por tanto, considerados como momentos privilegiados que salpican el recorrido iniciático necesario para descubrir las causas pro fundas de nuestras dificultades. Los «terapeutas breves» no niegan la existencia de este fenómeno, pero la interpretación que dan de él va en un sentido diametralmente opuesto; se trataría más bien de una especie de «parasitismo» de nuestro pensamiento del que sería deseable poder desembarazarse lo más pronto posible. La cuestión de los recuerdos penosos permite precisar todavía más las diferencias entre las teorías psicodinámicas y el enfoque sistémico en lo que se refiere a su manera de considerar la vida psicológica`. Estas asociaciones de ideas dolorosas se produjeron en un momen to y en unas circunstancias particulares; eran entonces pertinentes o indispensables. La pregunta que nos podemos hacer consiste en saber si tienen hoy todavía un sentido o si tales asociaciones son en realidad unos residuos inútiles para el buen funcionamiento de nuestro sistema de pensamiento. Desde luego no es que haya que olvidarlo todo, todos apreciamos las dulces melancolías nostálgicas de vez en cuando; la cuestión es saber si estos recuerdos tienen o no un papel esencial en la resolución de las dificultades vividas actualmente por el paciente. Aparentemente, las terapias analíticas y las terapias interaccionales parecen estar de acuerdo sobre este punto: para ambos enfoques, lo importante consiste en deshacer los lazos perturbadores y dolorosos para la persona. En cambio, en lo que concierne al modo de llegar a dicha disolución, las opiniones divergen radicalmente. Ca 65. ¿Cómo, sobre la base de los conceptos enunciados anteriormente, puede considerarse la cuestión desde un punto de vista de la información? Solamente podemos proponer las grandes líneas de una hipótesis. Cuando estamos en estado de vela, en general, mientras estamos en actividad, actuamos «espontáneamente». Cuando cesa la acción, es decir, más bien, cuando nuestro cerebro ya no es asaltado por estímulos externos, se desarrolla una actividad cerebral interna a partir de los elementos de información que persisten en el estado de huellas, de memoria (aunque no podemos precisar más las definiciones de estos conceptos). Probablemente es como en
los sueños, una especie de exploración de las huellas mnemónicas, un poco co mo una cabeza buscadora de un cohete exploraría las señales y seguiría un trazado a lo largo de los movimientos. Las asociaciones parecen favorecidas por este proceso, las ideas que han evocado un mismo tipo de reacciones globales -emocionales» por ejemplo-- pueden ser asociadas durante esta exploración, o tam bién unas asociaciones semánticas, o de otros tipos, que seguramente sería útil llegar a precisar...
313 El MRI y el Centro de terapia breve La insostenible frialdad de la terapia breve
ricaturizando un poco, podríamos decir que, para las teorías analíticas, lo importante es el viaje, no el destino; consideran que este viaje es una especie de vía crucis que el paciente tiene que seguir, y en el que tendrá que sufrir, para llegar a la liberación. Para los intervencionistas, no hay que confundir el viaje del terapeuta y el destino del paciente. Este viaje es solamente una construcción mental del terapeuta, una guía que le permite trazar la ruta de su camino, únicamente con el objetivo que tiene, a saber, liberar (lo antes posible) al paciente de su sufrimiento. Imaginemos por ejemplo que un hombre tiene difi cultades para establecer unas relaciones satisfactorias con las mujeres como consecuencia de una serie de experiencias penosas con su madre. Todo encuentro con una mujer despierta los sentimientos angustiantes vividos en su traumatismo infantil. Para los .. analistas, es importante comprender este lazo, captar sus razones profundas, revivirlo, llegado el caso, durante el proceso terapéutico. Para los terapeutas estratégicos, de nada sirve reavivar esta asociación, aunque sea simplemente hablando de ella"; al contrario, por medio de unas ór denes de comportamiento apropiadas (probablemente paradójicas en este caso preciso), intentarán llevar al paciente a establecer otro tipo de relación con una mujer. Esta nueva experiencia, si es satisfactoria para el paciente (¡y puede serlo!), convierte de algún modo en caduco el lazo con el traumatismo pasado. Así pues, para los terapeutas estratégicos, este lazo sólo puede ser comprendido en el contexto específico que lo vio nacer, y por tanto tiene valor solamente en un espacio-tiempo definitivamente pasado y todo esfuerzo por reavivarlo equivale a hundir de nuevo el cuchillo en la llaga de manera total mente inútil e incluso desplazada, si consideramos que el papel del terapeuta consiste en aliviar el dolor de su paciente.
9.4.6. Crítica del modelo Pero todo esto podría hacernos creer que la terapia breve es la panacea que todos los terapeutas (¡y los pacientes!) esperaban desde 66. En efecto, hablar con el paciente significa ya que se considera que este lazo es importante, lo que lo refuerza todavía más. El pasado sólo es importante para el que está persuadido de ello.
siempre. Aunque nosotros no somos sin duda los críticos más fero ces del enfoque de Palo Alto, esto no impide que podamos señalar ciertos límites del modelo terapéutico de la terapia breve. En primer lugar, apenas aporta una respuesta concreta cuando se trata no de resolver unos «problemas» sino de definir un mejor «funcionamiento». En este sentido, el enfoque sistémico estructural es indudablemente más indicado porque permite descubrir ciertas estructuras jerárquicas o reglas relacionales potencialmente causa de disfun ciones. Pero no
da ninguna indicación precisa sobre las posibilidades de prevención o sobre los medios que hay que emplear para facilitar la vida de las personas con desventajas físicas o mentales por ejemplo. Igualmente, para las personas que buscan simplemente un mayor bien estar, una mejora de sus capacidades relacionales o emocionales, etcétera, el modelo, y su insistencia en la definición de objetivos precisos, corre el gran peligro de no constituir el mejor enfoque en comparación con las técnicas de grupo u otros métodos de desarrollo personal. Si el enfoque de Palo Alto puede modificar bastante rápidamente unas interacciones incluso inveteradas, sin embargo no ofrece ningún apoyo a los pacientes que deben reaprender a enfrentarse a las realidades de la vida cotidiana después de un largo período de aislamiento debido al internamiento o al encarcelamiento por ejemplo. Esto atañe principalmente a la insistencia del modelo en cuanto a la brevedad de la intervención. Respecto a esto, puede ser interesante decir que, en sus consultas fuera del Centro de terapia breve, incluso los miembros del equipo no limitan su tratamiento a las diez sesio nes experimentales, como precisa Paul Watzlawick: «Digo a mis pacientes que mi experiencia de treinta y cinco años de profesión me ha hecho comprobar que las personas que no se han beneficiado de mi ayuda en diez sesiones no conseguirán nada más después de cien. Entonces, les pido que después de diez sesiones como máximo hagamos una evaluación para ver si nuestro trabajo sirve de algo. Si no, vale más que les recomiende a un colega que podrá ayudarles mejor; la gente a menudo encuentra que es ésta una manera muy aceptable y ética de trabajar. Si, en la décima sesión, ya se producen unos movimientos claros que parecen comenzar y que podrían confirmarse con algunas sesiones más, continuamos. Pero, de hecho, yo nunca termino mis terapias. Existen muchas obras sobre el modo 314
315 El MRI y el Centro de terapia breve La insostenible frialdad de la terapia breve
como terminar una terapia, pero yo, por lo que a mí respecta, tengo una forma muy simple de soslayar el problema. Digo: "Creo que hemos llegado a un punto en el que podemos continuar modificando la frecuencia de nuestras entrevistas; esto significa que, a partir de ahora, podemos vernos más o podemos vernos menos de una vez por semana; telefonéeme cuando crea que es importante discutir un nuevo desarrollo de la situación.." Las personas encuentran esto muy aceptable. Hay algunos pacientes a los que veo desde hace más de quince años, pero el número máximo de sesiones es de treinta y cinco. Vienen durante algunas sesiones y el problema mejora o desaparece. A los pacientes les resulta muy sencillo coger el teléfono y llamarme. Si acabas la terapia y la gente tiene que volverte a llamar después, es un fracaso: "Debo volver a comenzar otra vez mi tera pia." En cambio aquí, tienen la impresión de que la terapia no hace más que progresar; están en terapia aunque no hayan telefoneado desde hace diez años. Les digo claramente: "No hemos terminado, la terapia continúa"»`.
El enfoque de Palo Alto es pues un método de resolución de problemas. Pero, incluso dentro de este marco preciso, no está libre de lagunas y principalmente en sus principios de base. Aunque los miembros del MRI lo definan como un enfoque interaccional, nin guna de las etapas del tratamiento tiene en cuenta explícitamente la relación entre el terapeuta y el paciente; se habla de definición del problema, de los objetivos, de los intentos de solución, etcétera, como si todo esto pudiera precisarse de manera absoluta y unilateral. La insistencia primordial sobre la necesidad de encontrar un «cliente» para la intervención es muy reveladora de las lagunas a este respecto: algunos terapeutas podrán decretar que esta persona o aquélla no es cliente para un cambio, mientras que a otros les podrá parecer muy quejosa. También aquí, estas nociones deberían ser objeto de un enfoque que tuviera en cuenta unos conceptos de la cibernética de segundo orden, lo que probablemente permitiría descubrir las dificultades unidas a la autorreflexividad. En este sentido, podrían instruirnos los trabajos de Mony Elkaim", que se aplica a integrar en 67. Paul Watzlawick, conversación con los autores. 68. Véase principalmente su obra Si tu m áimes ne m áime pas (1989).
su enfoque terapéutico las investigaciones de Von Foerster, Varela y Prigogine, sobre los fenómenos de autoorganización de los sistemas. Ya hemos señalado la vaguedad artística que persiste a nivel de la aplicación de ciertas técnicas como el reencuadre, o también de los ele mentos que hay que considerar para elaborar una orden de comportamiento eficaz. Todavía falta hacer muchos estudios para precisar el modo como los individuos puntúan las secuencias interaccionales, como codifican las nuevas informaciones, como estas informaciones se estructuran en el sistema de pensamiento, etcétera. Estas investigaciones permitirían tal vez comprender mejor los fracasos terapéuticos que, ac tualmente, siguen sin explicar, si no es de un modo muy general («No hemos definido el problema bastante concretamente», por ejemplo). Otra crítica que puede dirigirse al modelo, es que puede suscitar en el terapeuta novato un cierto sentimiento de omnipotencia perjudicial a la relación terapéutica. La aparente simplicidad del enfoque, añadida a su innegable eficacia, puede dejar creer que cualquiera podría, de la noche a la mañana o casi, proclamarse «terapeuta breve» y jugar al aprendiz de brujo con la miseria humana. Somos muy conscientes, por haberlo experimentado nosotros mismos, de la embriaguez que pueden provocar los primeros éxitos terapéuticos, a veces espectaculares. Esta embriaguez puede conducir a una actitud de simplificación abusiva de las dificultades encontradas por los pacientes y sobre todo a una estereotipia de los medios terapéuticos utilizados. Sobre este punto debemos recordar" las vacilaciones de Bateson frente a toda manipulación intencional de los seres humanos. Nosotros creemos que, además de la necesidad de poder volver a las fuentes del enfoque, el terapeuta debe ser plenamente consciente de nuestro gran desconocimiento de los recursos del alma huma na y no aventurarse en sus recovecos más íntimos si no es con el mayor respeto y la mayor prudencia. Esperamos haber insistido suficientemente sobre estas cuestiones esenciales. 69. El terapeuta debe sobre todo tener en su mente la intricación de los contextos. Una estudiante nos hizo observar un día que si unos padres mienten a su hijo con fines estratégicos, y si él se da cuenta, el resultado puede ser catastrófico para las relaciones en el seno de la familia... Los partidarios del café
descafeinado comprenderán perfectamente el problema: si un camarero, sin saberlo su cliente, le sirve un café «verdadero.. en lugar del sucedáneo pedido, puede efectivamente embolsarse el beneficio del encargo; pero, si el cliente advierte el engaño, es muy posible que no vuelva a poner los pies en el establecimiento. ¡La relación de confianza es de un tipo lógico superior a la transacción puntual!
316 317 El MRI y el Centro de terapia breve
Terminaremos nuestras observaciones precisando, si fuera necesa rio, que existen muchos otros enfoques terapéuticos que han demostrado su aptitud en el tratamiento de problemáticas específicas como el autismo, el alcoholismo, los problemas de la adolescencia, los malos tratos, etcétera. Está claro que nuestra insistencia sobre el in terés del modelo de Palo Alto nada quita a los méritos de esos otros modos de intervención; es una suerte que podamos disponer de una gran diversidad de enfoques si queremos ver progresar los medios de aliviar el sufrimiento humano. Como decía Bateson: «No puede haber competición en la ignorancia.» A pesar de estas críticas (que no son exhaustivas), el modelo de intervención del Centro de terapia breve es un instrumento de trabajo de una eficacia notable, tanto por su utilidad estrictamente terapéutica como en calidad de instrumento de reflexión sobre el contexto y los envites de la intervención, como tendremos ocasión de ver en sus aplicaciones a diversos contextos apremiantes, en particular cuando unas personas consultan bajo la presión de ciertas autoridades morales u oficiales. Mucho más que las técnicas de influencia en sí mismas (la mayoría de las cuales proceden de Erickson), lo que constituye la aportación más preciosa de la terapia breve es la simplicidad y la precisión del modelo, las etapas que describen la estructura global de una intervención terapéutica. Además, la concepción cibernética del síntoma que lo considera como un medio de adaptación a un contexto lleva consigo una visión «relativista» de los problemas psicológicos, lo que aproxima el modo de proceder del psicoterapeuta al del antropólogo y le permite prescindir de toda concepción normativa o patologizante. Esto no significa, desde lue go, que ya no se establezca diferencia entre un comportamiento «loco» y un acto sensato, sino que el contexto de un acto permite descubrir su sentido y percibir sus mecanismos sin tener que suponer una alteración intrapsíquica enigmática. Después de enumerar estas reflexiones críticas, hemos querido concluir el capítulo con una nota agradable. No es muy frecuente, en el campo científico en general y en el de la psicoterapia en particular, ver que unos colegas rinden homenaje a sus predecesores; por ello este testimonio de Carlos Sluzki tiene más importancia: «Además de constituir un ejemplo de economía clínica, [el modelo de la 318
terapia breve] ha tenido una influencia enorme sobre mucha gente. ¡Ufl Todos los otros grupos de terapia breve tienen como base las ideas del CTB. Cuando pensamos en ello, todos los ericksonianos que han venido más tarde, o el grupo de Milwaukee, de Shazer y
los otros... todos son "originarios" del MRI. Evidentemente, ahora, se citan a sí mismos en lugar de citar sus fuentes, pero, si se hace un tracing de sus primeros trabajos (a los que siguen permaneciendo fieles), la referencia fundamental es la referencia al MRI. Es un esfuerzo de economía extraordinario, quiero decir, de economía clínica, y muy "contracultura". Esto hace que no sea demasiado popular, por que opera a partir de unas premisas que, para la gente que necesita unos ropajes más llamativos y sofisticados, son demasiado espartanas. Para mí, este modelo sigue siendo una maravilla. Han pasado muchas cosas en el mundo desde que apareció su primer libro, pero esto no le quita ningún mérito. Era un paso extremadamente importante»''. 70. Carlos Sluzki, conversación con los autores.
La insostenible frialdad de la terapia breve 319
SÍNTESIS, PERSPECTIVAS Y CONCLUSIONES 321 El pensamiento es el que hace que la desgracia tenga una vida tan larga. William Shakespeare, Hamlet
Hemos llegado a la hora de los balances y de las síntesis. Hemos defendido el interés de una visión unitaria del grupo de Palo Alto; sin embargo, nuestro camino ha hecho hincapié sobre las diferencias, los puntos de bifurcación, la dualidad. Bateson, el contemplativo, que vilipendiaba a los terapeutas en el sagrado nombre de la ciencia, y Watzlawick, el pragmático, que denunciaba la inconsciencia de los teóricos utópicos. Somos ahora unos alquimistas en búsqueda de unidad en la fusión de los contrarios. (Tranquilizamos a los lectores, en Palo Alto no se encuentra ninguna piedra filosofal, todo lo más unas pizcas de silicona.) Entonces, ¿qué hay que esperar de esta síntesis? Si Bateson ha cantado la unidad sagrada del pensamiento y de la naturaleza, nosotros creemos que la historia del grupo de Palo Alto cuenta la del pensamiento y de la acción, los dos grandes polos de la actividad humana. «Si quieres ver, aprende a obrar»', cita Watzlawick, y Bateson nos dice cómo aprender. E l reg res o d e B a t e s o n
Dejamos a Bateson en el momento en que abandonaba Palo Alto para establecerse en Santo Tomás, en las islas Vírgenes, porque John Lilly le había invitado a ir allí a estudiar los delfines. Sólo permane "Heinz von Foerster, en Watzlawick (1984).
323 Síntesis, perspectivas y conclusiones Síntesis, perspectivas y conclusiones
ce allí un año, y después se va a continuar sus investigaciones a Hawaii hasta 1971. Acaba la redacción de Hacia una ecología del espíritu y es contratado como profesor en la Universidad de Santa Cruz. Como consecuencia de los movimientos contestatarios de fines de los años sesenta, la universidad quiere ser diferente, menos sectorizada, más abierta. Encargan a Bateson que organice un centro de estudios interdisciplinarios en ciencias naturales. La publicación de su obra le ha aportado finalmente un reconocimiento que se ha hecho esperar mucho. El gobernador de California, Jerry Brown, joven político de ideas progresistas, se siente seducido por el pensamiento de Bateson a quien nombra «rector de la Universidad de California», esperando con ello insuflar a esta asamblea muy convencional un impulso y una altura de pensamiento que dolorosamente le faltan. Esta vez tampoco es decisiva la experiencia. Bateson continúa sus investigaciones pero su salud se deteriora rápidamente. A finales de los años setenta tendrá que recurrir a su hija Mary Catherine para que le ayude a terminar la redacción de La naturaleza y el pensamiento, que aparece finalmente en 1979. Bateson en cierto modo vuelve a sus primeros amores, la biología; en torno a la teoría de la evolución emprende una síntesis del conjunto de sus trabajos. El renacimiento conceptual del MRI Aunque algunos de sus miembros consideran que hay pocos cambios en las prácticas del MRI desde los comienzos del Centro de terapia breve, Paul Watzlawick sigue muy activo en sus
investigaciones teóricas. Hemos señalado varias veces sus referencias al constructivismo y, en particular, a los trabajos sobre la autoorganización realizados por Hienz von Foerster' en el marco de lo que hoy se llama la «cibernética de segundo orden». 2. Para un estudio más detallado del «constructivismo radical de Von Foerster, el lector podrá consul tar la obra de Lynn Segal (1986) que está enteramente dedicada a él, así como la de Watzlawick (dir.) (1984). Sus trabajos, en parte realizados con McCulloch, han mostrado que la objetividad es un mito, incluso (sobre todo) desde el punto de vista neurofísiológico: nosotros construimos el mundo en el que vivimos, nosotros creamos las cosas que creemos descubrir.
La cibernética de segundo orden Hemos podido ver, en la conversación de Mead y Bateson reproducida en el capítulo 2, que ya se consideraba la cuestión de la autoreflexividad en las investigaciones de los primeros cibernetistas. Pero las aplicaciones tecnológicas habían tergiversado enseguida la óptica original. Por una parte, el estudio de las máquinas no necesitaba que se considerasen las interacciones entre el ingeniero (o el técnico) y la máquina; se cayó pues en una visión tradicional, a saber que el investigador estudia «objetivamente» el sistema, desde el exterior. Por otra parte, y una vez más en relación con la prioridad concedida a la puesta a punto de unas máquinas autorreguladas, se desarrolló sobre todo el aspecto «normativo» de la cibernética, es decir, los mecanismos homeostáticos, las condiciones de estabilidad de los sistemas. Se dejó pues de lado el estudio de las condiciones de evolución de las estructuras sistémicas. Estas restricciones en las concepciones de la cibernética se manifestaron principalmente en la utilización que de ella hicieron los primeros terapeutas familiares, como ya hemos visto. Poco a poco han ido apareciendo teorías que enmendaban estas lagunas. Cada vez se dirigió mayor atención a los fenómenos de «morfogénesis» (cambios que llevan a unas modificaciones cualitativas del sistema), así como a la inclusión del terapeuta en el sistema que desea cambiar. Con Sluzki (1985), se pueden distinguir dos grandes etapas en la evolución de la cibernética desde sus comienzos.
La cibernética, que estudia los fenómenos observador en el exterior del sistema observado:
dejando
al
a) la primera ola, que estudia cómo los sistemas mantienen la homeostasis (morfostasis); b) la segunda ola o «segunda cibernética», que estudia cómo los sistemas evolucionan y crean unas estructuras nuevas (morfogénesis). La «cibernética de segundo orden», en la que el observador se incluye en el sistema observado. Así es como la define Von Foerster: «Entonces, ¿qué hay de nuevo en los esfuerzos de los cibernetistas de hoy? Lo que es nuevo, es que se han dado cuenta de que, para escribir una 324 325 Síntesis, perspectivas y conclusiones Síntesis, perspectivas y conclusiones
teoría del cerebro, hace falta un cerebro. De ello resulta que, si una teo ría del cerebro tiene alguna pretensión de ser completa, debe explicar su propia escritura. Más fascinante todavía, el que escribe esta teoría debe explicar su escritura. Trasladado al campo de la cibernética: el cibernetista que entra en su propio campo debe explicar su propia actividad; la cibernética se convierte en la cibernética de la cibernética, o cibernética de segundo orden»'. Los mecanismos morfogenéticos Hasta ahora, hemos hablado sobre todo de los procesos regulado res, es decir, de los que permiten a los sistemas mantener su equilibrio. Pero, durante su evolución, los sistemas, tanto si son biológicos, como psicológicos o sociales, pueden pasar por unos episodios en los que las variables esenciales alcancen unos umbrales críticos. ¿Qué sucede entonces? ¿Se va inexorablemente al estallido y a la muerte del sistema? Igualmente, si todo sistema intenta conservar su estabilidad, ¿cómo explicar unos fenómenos como la evolución de las especies, los cambios sociales, la irrupción y la resolución de con flictos, las conmociones económicas, los fenómenos habitualmente descritos como «círculos viciosos», etcétera? Al lado de los fenómenos de morfostasis (que tienden a neutralizar la desviación de la norma), hace falta pues un modelo que per mita formalizar la
«morfogénesis», la creación de «formas» nuevas (cuando se produce un aumento de la desviación). Es Maruyama, en lo que se ha llamado la «segunda cibernética», quien ha insistido sobre la importancia de estos mecanismos de aumento de la desviación, es decir: «todo proceso que implica unas relaciones de causalidad mutua que amplifican una sacudida inicial accidental e insignificante, y que desarrollan la desviación y producen una diver gencia de las condiciones iniciales».' Como vemos, aquí se trata de un enfoque de la «crisis». Si unos feed-back positivos pueden llevar al sistema lejos de una posición de 3. Von Foerster (1990). 4. Magoroh Maruyana (1963), en Buckley (dir.) (1968), p. 304.
estabilidad, éste puede desde luego estallar, pero también puede pasar por una fase «creativa», es decir, pasar a otro tipo de estabilidad, un nuevo orden, un nuevo «calibrado» de las variables esenciales que permite entonces al sistema continuar con su adaptación. Bateson ha estudiado este fenómeno, principalmente desde el punto de vista de la adaptación biológica y del aprendizaje que mencionaremos más adelante. Señalaremos rápidamente los trabajos de Prigogine a los que mu chos terapeutas familiares (entre los que está Paul Watzlawick y Mony Elkaim)' se refieren en la actualidad. Estudiando los sistemas fisico-químicos lejos del equilibrio, Ilya Prigogine, un químico belga de origen ruso, ha elaborado sus modelos evolutivos a los que ha llamado «estructuras disipativas». Estos dos términos remiten de nuevo a la oposición azar-orden. Ha mostrado que, en ciertas circunstancias, unos sistemas cuyo estado se hace muy inestable y que, según el segundo principio de la termodinámica, deberían volver a ser entrópicos, es decir, ver disiparse su estructura, pueden, al contrario, utilizar ciertos elementos de su entorno para crear unas nue vas estructuras estables y autónomas. «Lejos del equilibrio, los proce sos ya no pueden ser comprendidos a partir de estados en los que compensan por término medio sus efectos. Se articulan en forma de organizaciones singulares, sensibles a las circunstancias, susceptibles de mutaciones cualitativas, organizaciones que permiten dar un sentido a una idea hasta entonces inconcebible: explicar la novedad sin reducirla a una apariencia»'. Como vemos, la empresa es audaz, ataca en cierto modo el proce so de la creación. Sin entrar en los detalles demasiado técnicos o matemáticos, señalemos no obstante que las palabras clave son aquí la «no linealidad», los «puntos de bifurcación»' o, también, la «sensibilidad del sistema», el «acontecimiento»... Era normal que los teóricos 5. Para una exposición más detallada de la utilización de estos conceptos en terapia familiar, véase especialmente a Elkaim (1989). 6. Prigogine y Stengers (1988), p. 92. 7. »Si estas fluctuaciones, provocadas por perturbaciones procedentes del exterior o del interior del sis tema, se amplifican suficientemente, el sistema puede tomar el camino de un cambio de estado. Se llega pues a una fase crítica que, en términos técnicos, es llamada «bifurcación"; en este punto, el sistema puede evolucionar hacia unos estados estacionarios diferentes, imprevisibles a priori» (Prigogine y Stengers [1977], p. 168).
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Síntesis, perspectivas y conclusiones
y los prácticos de las ciencias humanas interesados por el proceso del cambio se volviesen con avidez hacia Prigogine o hacia René Thome para acechar todo descubrimiento que pudiera aclarar por fin un poco más estas cuestiones complejas. Así ciertos terapeutas familiares han podido obtener, de manera analógica, unos modelos de evolución de familias en crisis, es decir, lejos del equilibrio (o también, llegadas a un «punto de bifurcación»), y que la intervención del terapeuta ha podido ser considerada como una especie de catalizador de estructura disipativa, ya que el proveedor de la información nueva puede permitir al sistema desestabilizado crear una nueva estructura libre de sus síntomas indeseables. Igual que sucedió con la cibernética de los primeros tiempos, se encuentra aquí la misma esperanza de un enfoque transdisciplinario, el deseo de una ciencia que una, como muestra el texto de Prigogine y Stengers: «Asimismo, la cuestión del acontecimiento, de las circunstancias que le permiten propagarse, adquirir un sentido, ser ocasión de transformación cualitativa, es común a todas las ciencias que tratan de las poblaciones, de modos de estar "juntos". Sorprende comprobar que las teorías sociales y políticas, y también los revolucionarios, los creadores de la moda, los técnicos de la publicidad, etcétera se encuentran ante la misma cuestión: ¿qué es una inestabilidad? ¿Cómo favorecerla, o, al contrario, prevenirse contra ella?» 9 8. René Thom, cuya «teoría de las catástrofes» se esfuerza en «describir las discontinuidades que pueden presentarse en la evolución del sistema» (Thom [19801, p. 60). 9. Prigogine y Stengers (1988), p. 65. 328
10.1. El cambio coevolutivot Mientras que el equipo del MRI se dedicaba al estudio del cambio del comportamiento humano, Bateson continuaba con su búsqueda de la «estructura que enlaza» los diferentes campos de las ciencias naturales. Al final de su vida, se dedicó a estudiar el modo como los sistemas, los individuos y las ideas evolucionan. Un enfoque del cambio pues, aunque lo aborda de una manera
mucho más general que en el MRI; evolución por un lado, cambio intencional por el otro. Por tanto podemos esperar un beneficio si relacionamos los dos enfoques; ¿hacia qué «ciencia del cambio» nos invita a mirar Palo Alto? No tenemos la pretensión de ser completos en esta tentativa de síntesis; nuestros objetivos son mucho más modestos: esbozar las grandes líneas de un razonamiento, descubrir ciertas perspectivas de investigaciones futuras, suscitar algunas preguntas. Para Bateson, el cambio es ante todo la evolución, la transformación en el tiempo por los procesos estocásticos'. La evolución biológica de las especies, pero también la evolución considerada desde el 1. «Coevolución: sistema estocástico de cambio evolutivo en el que dos o varias especies están en inter acción de manera tal que los cambios que intervienen en la especie A prepáran el terreno para la selección natural de los cambios que intervienen en la especie B. Los cambios posteriores que intervienen en la especie B preparan, a su vez, la selección de otros cambios similares en la especie A» (Bateson [1979a], p. 233). 2. La definición de este término presentada por Bateson en el glosario de L a natural=y el pensamiento (1979a) es la siguiente: «Estocástico (del griego stokbazein, "tirar con el arco hacia un blanco"; es decir dispersar unos acontecimientos de manera parcialmente aleatoria, prefiriendo algunos resultados a los otros). Puede decirse de una secuencia de acontecimientos que es estoeástica cuando presenta un carácter aleatorio asociado a un proceso de selección, de manera que sólo ciertos resultados podrán ser duraderos.» 329
10 LAS DOS CARAS DEL CAMBIO 329 Síntesis, perspectivas y conclusiones Las dos caras del cambio
punto de vista del individuo, es decir, el fenómeno del aprendizaje tanto somático como mental. El azar desempeña en ella un papel esencial, es fuente de novedad, clave de la creatividad. A un nivel muy general, la vida es una especie de lucha entre, por una parte, la tendencia al caos, a la dispersión aleatoria, a la entra pía y, por otra parte, el mantenimiento del orden, la organización, la estructura, el conservadurismo. Cada uno de los organismos vivos representa una solución a estas dos tendencias opuestas, un compromiso único y transitorio, una etapa. Mientras
está vivo, el organismo preserva este orden dinámico, antes de volver al caos. Para poder mantenerse, conservar una cierta autonomía, el ser vivo tiene que apelar a los recursos de su entorno del que saca los elementos necesarios para su supervivencia; la unidad de supervivencia no puede estar limitada al individuo, sino que debe incluir todo lo que le es necesario para existir como tal. Tanto si nos situamos a nivel de la célula como del organismo en su totalidad, del ecosistema terrestre o del universo conocido, la cuestión del cambio concierne, globalmente, a esta dinámica perpetua de mantenimiento de una integridad por el intercambio con el medio. En la medida en que somos conscientes de la necesidad vital del intercambio, podemos preocuparnos de comprender el modo como el organismo consigue conservar su forma, su diferencia. ¿Cómo se transforma el individuo para permanecer igual?' Notemos las diferencias de nivel. A nivel de la especie, el azar' de las mutaciones genéticas y de la
distribución del potencial genético de la especie da una flexibilidad al proceso adaptativo. Si las condiciones del medio se modifican, algunos especímenes se adaptarán mejor que otros, es decir, tendrán más facilidades, más probabilidades de sobrevivir y de reproducirse; a la larga, pues, las características de la especie se modificarán. Éste es, en líneas generales, el mecanismo de la evolución de las especies descrito por Bateson. 3. La ambigüedad de esta fórmula está desde luego ligada a una amalgama semántica entre dos niveles, el coniunto del organismo mantiene un estado global parecido a costa de modificaciones múltiples de sus elementos constitutivos. 4. Notemos también que lo que es considerado como casualidad a un nivel de análisis puede parecer que corresponda a una necesidad más amplia para la regulación del sistema, es decir, que tal vez.podría de ducirse un orden, unos lazos, entre este elemento aleatorio y el resto del entorno si nuestra visión fuese más general, más global (ver la discusión sobre el contexto como Gestalten cada vez más amplias y significantes).
A nivel individual, el organismo está sometido a unas presiones
del ambiente y debe encontrar los medios de adaptarse a él «eligiendo» (sobre la base de sus características biológicas) la «novedad» que, una vez integrada, le permitirá sobrevivir en su entorno. Estas modificaciones individuales no serán transmitidas a la descendencia a fin de no hacer demasiado
rígido el proceso más global de supervivencia de la especie (por tanto del nivel lógico superior). Podría decirse que la evolución se protege contra las fluctuaciones transitorias de la moda. Desde un punto de vista interaccional, vivir juntos es influirse recíprocamente: toda señal percibida, toda información implican una reacción, por tanto una modificación, un cambio (por mínimo que sea). Podríamos parafrasear el axioma de Paul Watzlawick y decir: «No es posible no influirse», en la medida en que todo mensaje incluye a la vez un aspecto «indicio» y un aspecto «orden» Aquí nos interesa particularmente este último aspecto. Observemos que no hay ninguna necesidad de invocar una intención en la mente de los actores y que este fenómeno es valedero para todos los sistemas vivos: el sol no «decide» hacer crecer la planta, ésta no decide obtener del suelo los minerales necesarios para su supervivencia, etcétera. Hemos expuesto con detalle la teoría del aprendizaje de Bateson que insiste sobre el aspecto jerarquizado de los cambios, sobre los niveles cada vez más abstractos de las lecciones que sacamos de nuestras experiencias. No volveremos a hablar de ello, si no es para decir que Bateson ha mostrado que los cambios somáticos implican la misma estructura jerarquizada y que la teoría de los tipos lógicos permite marcar sus diferentes niveles. Un ejemplo, tomado de Bateson, bastará para dar una idea general. Tomemos el caso de la regulación del organismo en función de la cantidad de oxígeno disponible. - Las variables biológicas importantes de un organismo poseen un margen adaptativo necesario para los cambios de las condiciones del entorno; por ejemplo, un cierto porcentaje de hemoglobina en la sangre, un ritmo respiratorio y una presión arterial dadas, etcétera. Cada variable dispone de una cierta libertad de funcionamiento, puede oscilar entre un umbral mínimo y un umbral máximo para poder hacer frente a unas modificaciones súbitas del medio. En una situación de peligro, por ejemplo, el organismo se moviliza para la huida o para el combate, lo que necesita la activación de ciertas va 330
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Síntesis, perspectivas y conclusiones Las dos caras del cambio
riables fisicas: aumento de los ritmos respiratorio y cardíaco, etcétera. Estas variables se acercan entonces a su límite superior. Una vez desaparecido el peligro, el organismo recupera su forma de funcionamiento anterior. - Ahora bien, si el individuo debe vivir durante mucho tiempo en unas condiciones diferentes, digamos que decide irse a vivir a México, que se encuentra a más de dos mil metros de altitud, el funcionamiento de sus variables fisicas se modifica de manera duradera. Pero entonces existe un riesgo para la supervivencia del organismo: algunas variables se han aproximado a su límite y ya no tienen la misma facilidad de adaptación. Esto puede impedir la flexibilidad necesaria para afrontar las situaciones de urgencia (un peligro, por ejemplo). Para poder sobrevivir, se requieren unos cambios más profundos, cualitativamente diferentes: deberá cambiar el nivel de calibrado de las variables interesadas; por ejemplo, un aumento del porcentaje de hemoglobina en la sangre. Cambios más profundos, más duraderos también, pero que permiten recobrar la flexibilidad adaptativa necesaria. Es el fenómeno que Bateson llama la aclimatación (análogo biológico de su aprendizaje secundario). - Imaginemos que, por una u otra razón, el porcentaje de oxígeno disminuye en nuestro planeta y esta situación perdura; es probable que se produjese una presión de selección que favorecería, a nivel de la especie humana esta vez, las mutaciones genéticas que fuesen en el sentido de una disminución de la rigidez provocada por los cambios de las condiciones de vida; podría producirse, por ejemplo, una elevación del porcentaje medio de hemoglobina en la población. Acabamos de considerar el problema a un nivel físico, pero el mismo razonamiento puede aplicarse a las variables socioculturales, a las coacciones impuestas a los sistemas sociales. Toda sociedad dispone de unas instituciones creadas
para facilitar su supervivencia; unas reglas de conducta (las leyes), unos medios de regulación (servicios de orden, medios de coerción, estímulos, castigos, etcétera). Si uno de sus miembros se comporta de un modo no aceptado, los medios de regulación permitirán restablecer el equilibrio, el orden anterior. Cuando un gran número de ciudadanos se comporta de un modo no deseado, los medios de regulación habituales no permiten ya restablecer el equilibrio anterior (por ejemplo, podría llegarse a una saturación de las prisiones, a un aumento de la delincuencia que hiciese las condiciones de vida muy dificiles para un gran número de personas, etcétera). En este caso, deberán producirse modificaciones profundas si la sociedad quiere continuar existiendo; podría, por ejemplo, modificar algunas leyes, incluso su Constitución, lo que ocasionaría la modificación de muchas variables. Resumamos. En nuestro esfuerzo perpetuo por mantener nuestro organismo en un estado satisfactorio, reaccionamos para neutralizar los efectos de las «agresiones» que van unidas a nuestros contactos necesarios con el entorno (es el cambio por retroacciones o también, con la terminología del MRI, de tipo 1). Cuando no conseguimos regular este intercambio permanentemente, nuestras variables esenciales son llevadas a sus límites, lo que hace más delicada nuestra flexibilidad adaptativa general. Podemos pues decir que, en estos momentos, nuestro sistema se encuentra lejos de su posición de equilibrio, que está «en crisis». Se impone unos cambios para restablecer el margen de flexibilidad necesario para una regulación que no obligue al organismo a emplear unas reservas indispensables para afrontar unas medidas de urgencia (es el cambio por calibrado o cambio de tipo 2). Hasta ahora, hemos considerado el cambio bajo el ángulo de la coevolución, es decir, el proceso global de regulación de subsistemas en interacción. No se ha postulado ninguna «intención», ningún plan previo. Para utilizar el lenguaje sistémico, diríamos que se trata de una «equifinalidad», siendo el sistema su mejor explicación'.
10.2. El cambio intencional Ahora, vamos a aventurarnos en el campo más resbaladizo del «objetivo consciente», es decir en el campo del cambio deliberado, planificado. Encontramos aquí el debate secular entre determinismo y libre albedrío. Debate que aclara Bateson y la distinción que establece entre los fenómenos convergentes y divergentes. 5. Dejaremos a los metafísicos la tarea de decidir si nuestro mundo es el resultado de una feliz casuali dad o si evoluciona según los designios de un «Gran Ordenador». Para nosotros, dado nuestro nivel de conocimiento, el resultado es el mismo.
332 333 Síntesis, perspectivas y conclusiones
10.2.1. Fenómenos convergentes y divergentes Si es posible la predicción en lo que se refiere a ciertos fenómenos que tienden hacia un límite e implican un número muy grande de entidades a la vez (como es posible, por ejemplo, determinar los cambios del estado del agua en función de las variaciones de temperatura, o también ciertas tendencias generales de evolución de la po blación de una sociedad), no sucede lo mismo en lo que concierne al comportamiento de una entidad particular (tanto si se trata de la trayectoria de una partícula como del comportamiento de un individuo dado). «Lo genérico está a nuestro alcance, pero lo específico se nos escapa»'. Diferencia de nivél lógico una vez más, con implicaciones vertiginosas para las ciencias humanas en general y la psicología en particular. Si podemos prever, de manera probabilista, el comportamiento de un conjunto de personas, no podemos en abso luto tener la misma certeza en cuanto a los individuos tomados separadamente. Podemos pues sacar algunas leyes generales y creer que el compor tamiento individual está determinado por ellas, pero, cuando se trata de la conducta de una persona precisa, las leyes estadísticas ya no valen, el individuo recobra en cierto modo toda su libertad. Para precisar bien esta diferencia capital, citamos un ejemplo: si podemos determinar algunas características generales de las familias que pueden educar a un hijo adoptivo con muchas probabilidades de éxito, nunca podremos prever el éxito de la adopción de un niño por una familia precisa (aunque responda a los criterios generales favora bles). Es el problema de todos los tests cuyos valores se han establecido sobre una gran población, por tanto de los informes psiquiátricos, etcétera.
10.2.2. Adaptación y predicción El conocimiento previo de las reglas de los fenómenos convergen tes nos evitará despilfarrar regulaciones evitables: se trata pues de un
6. Bateson (1979a), p. 48.
Las dos caras del cambio
proceso económico. En cambio, todo intento de anticipación de las secuencias divergentes conducirá inevitablemente a un «despilfarro» porque esto significa que nos esforzamos en tratar unos datos hipotéticos. Este proceso de predicción de acontecimientos futuros im plica la posibilidad de aparición de ciertas «patologías». - En primer lugar, podemos esforzarnos en prever unos fenóme nos por naturaleza imprevisibles; esto nos conducirá a querer obtener constanteménte unos indicios suplementarios: es el «síndrome de utopía» descrito por el equipo del MRI. - Inversamente, podemos ignorar los fenómenos previsibles, lo que coincide en parte con el comportamiento de los «terribles simplificadores» descritos por el MRI. - Podemos también disponer de un conocimiento erróneo de las secuencias convergentes; nuestro «modelo» no corresponde al fenómeno modelizado. Esto significa que no podremos nunca regular correctamente nuestras acciones (como si nos esforzáramos en alcanzar un blanco x con un cañón, y nuestros informes previos en cuanto al emplazamiento del blanco fueran falsos). Observemos de paso que estos «errores» pueden resultar benéficos, las mezclas de ni veles pueden ser creadoras; su mejor ilustración la constituye la historia del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Hay que añadir que el hecho de considerar todos los fenómenos como convergentes, o lo contrario, conduce igualmente a ciertas formas de patología. En el primer caso, se intentará preverlo todo, es decir que se intentará tratar una cantidad infinita de informaciones (la multitud de todos los scenarii posibles). Nuestro intelecto, nuestro «ordenador personal», funcionará entonces sin cesar, sin llegar a ofrecer un objetivo satisfactorio: es la duda perpetua, las posibilidades consideradas mil veces, el descubrir indicios nuevos en todos nuestros contactos con nuestro alrededor (la opinión de los otros, por ejemplo), la angustia, etcétera. En el segundo caso, es la necesidad de tratar en el momento todas las informaciones que se presentan a medida que se va realizando nuestra acción, con el riesgo de saturación de nuestros «circuitos» y por tanto el repliegue, la defensa de este entorno «hostil». Dar un curso, una conferencia, entrar en contacto con personas desconocidas, etcétera, son secuencias que comprenden los dos aspectos: si se quieren prever todas las reacciones 334 335 Síntesis, perspectivas y conclusiones
del público o del compañero, se produce el bloqueo completo; si no preparamos nuestra parte de la secuencia (el contenido del curso,
nuestra propia «imagen», etcétera, es decir, todas las secuencias culturalmente predefinidas), corremos grave peligro de vernos obligados a tener que justificar en el mismo momento las lagunas previsibles de la relación entre los otros y nosotros. 10.2.3. Medidas locales y medidas globales Da la célula al ecosistema, estamos tratando con una jerarquía de subsistemas; cada uno de ellos está integrado en el todo, pero dispone también de una autonomía que le permite tratar directamente los cambios de tipo local. No es necesario recurrir a unos textos de la ley o a un juez para resolver unas dificultades conyugales en una familia. Sólo cuando un subsistema no resulta suficiente para tratar una perturbación interna, se impone recurrir a un nivel superior. En este caso, si el conjunto del subsistema funciona mal, perturbará a los otros y veremos que el problema se propaga de una manera mucho más global. Hay que observar que, si no tenemos en cuenta los medios de regulación locales, las medidas (tomadas en un nivel superior) pueden provocar una «descalificación» de estos mecanismos locales. El mecanismo de regulación más global se hace entonces indispensable, lo que puede perjudicar el buen funcionamiento de la unidad interesada. Imaginemos que un capataz no consigue tratar un problema surgido en su equipo y debe intervenir el director. Éste puede hacerlo él directamente, pero entonces ¿qué puede esperarse todavía de la función reguladora del capataz? O bien el director puede reforzar los medios de acción del capataz y actuar de manera que éste cambie de actitud o de comportamiento para que el problema sea resuelto a su nivel. Puede encontrarse el mismo tipo de mezcla de niveles de intervención a un nivel más general, por ejemplo, en cuestiones que conciernen al comportamiento de los niños en nuestra sociedad; si la sociedad se encarga ella misma de paliar las lagunas educativas substituyendo a los padres (tutelando o internando a los niños, por ejemplo), corre el peligro de tener que intervenir directamente si se 336 Las dos caras del cambio
reproducen las dificultades; el nivel del subsistema familiar ha quedado fuera. A la inversa, no puede esperarse que un problema que concierne a un sistema muy amplio pueda resolverse únicamente por medio de medidas locales. Aunque, en definitiva, son los individuos los que actuarán cada una de las veces, sólo unas medidas que coordinen los
esfuerzos de las diferentes personas, por tanto unas medidas estructurales, permitirán una sinergia de las diversas acciones individuales. Una manera de delimitar el sistema pertinente consiste en detectar los elementos del sistema afectados por el problema, en comprobar en cierto modo el paso de la «corriente» en el circuito. Por ejemplo, es posible que un problema conyugal pueda limitarse a los dos esposos, en cuyo caso no será necesario tener en cuenta a otras personas de la familia para resolverlo. Pero el problema puede englobar a alguno de los hijos o también a algunos otros miembros de las familias de los padres. En la práctica, es habitualmente bastante fácil determinar el sistema que hay que tener en cuenta; una vez más, el problema que se ha de tratar es el que sirve de guía. 10.2.4. Cambio cuantitativo y cambio cualitativo Es posible estimular suavemente o con fuerza, castigar ligeramente o con dureza. Esta gradación de la conducta produce reacciones diferentes; a veces un castigo ligero no consigue el resultado esperado, mientras que lo consigue una sanción fuerte. Pero también sucede que un cierto tipo de acción, cualquiera que sea su nivel cuantitativo, no sea apropiado para el resultado pretendido. Habrá pues que considerar otro tipo de conducta, un comportamiento cualitativamente diferente. Cuando la solución no aparece directamente, cuando no surge del contexto, debemos analizar el problema de manera consciente; recurrimos a las lecciones que hemos sacado de nuestras experiencias pasadas. Si nuestra interpretación no tiene en cuenta ciertos elementos importantes de la situación problemática, corremos el peligro de no llegar a formular los objetivos y los medios adecuados. Nuestra voluntad de resolver el problema no nos será entonces de ninguna utilidad, si no es para probar nuestras buenas intenciones. 337
Síntesis, perspectivas y conclusiones Estamos tocando un campo delicado porque esta cuestión está to talmente entremezclada con nuestro aprendizaje «coevolutivo». Nos otros cambiamos, nos adaptamos, pero nos cuesta mucho precisar las «reglas» que gobiernan el cambio. Complica todavía más la cues tión el que todos tenemos una idea más o menos clara de dichas reglas. Por ejemplo, pensamos que, si educamos a nuestro hijo de esta manera o de esta otra, tenemos muchas probabilidades de transfor marlo en un sentido o en otro. En este libro, hemos apelado al con cepto de epistemología, en el sentido batesoniano, para explicar nuestro conocimiento (consciente o no) de estas reglas. Tal conocimiento se formula principalmente bajo la forma de secuencias correlativas o causales: si hacemos esto, se producirá esto o aquello. Pero todo no es previsible; en general, como hemos visto, sólo son previsibles las secuencias convergentes. Algunos elementos del contexto son aleatorios (o al menos
imposibles de determinar), lo que deja lugar a las desviaciones de trayectoria, a las bifurcaciones, a las «catástrofes», etcétera. Cuando un individuo se encuentra ante una situación que le hace sufrir, ¿cómo puede restablecer un estado satisfactorio? La cuestión es compleja y tendremos que simplificarla para poder formalizar algunos principios básicos. No volveremos a hablar aquí de las modi ficaciones de tipo coevolutivo, por tanto, de los cambios estructurales «espontáneos» como el paso a un nivel lógico diferente, como hemos podido ver que se producían en nuestra experiencia del delfin o en el proceso de aclimatación. Nos limitaremos aquí a un esfuerzo deliberado de resolución de la crisis: es el caso de la situación terapéutica. Se trata de un sistema con un objetivo definido, y el equipo del MRl lo trata exactamente como un circuito cibernético con disfunción. Recomiendan pues: - precisar el problema, - definir el objetivo, - pensar en unos medios que permitan restablecer unas condicio nes de funcionamiento satisfactorias poniendo fin a los esfuerzos desesperados y vanos, utilizados hasta entonces. Cada uno de estos tres aspectos entraña unas dificultades poten ciales y abre, por tanto, unas perspectivas de investigación interesantes para la psicoterapia. 338 Las dos caras del cambio
Precisar el problema. Esto depende de nuestra «epistemología», del modo como interpretamos
(cartografiamos) la situación vivida, por tanto de nuestras técnicas de modelización. Tenemos muy pocas informaciones sobre nuestros procesos de codificación y sus relaciones con nuestras respuestas emocionales, la formación de nuestros valo res, el fenómeno de transformación y de evolución de las Gestalten significativas, etcétera. Todo esto podría proporcionarnos unos instrumentos más eficaces para precisar la definición del problema. Definir el objetivo. ¿La realización del objetivo es coherente con la desaparición del problema?
Cuanto más preciso sea el objetivo, más fácil será la regulación (¿cómo sería posible regular el comportamiento o la trayectoria de un misil si el blanco no estuviera claramente precisado?). Pero sabemos muy poco sobre el modo como el ser humano formula unos objetivos. Erickson afirmaba que el hombre defiende su inteligencia de manera afectiva. Un enfoque bajo el punto de vista de la comunicación de los afectos, de la sexualidad, del deseo, de la motivación, podría enriquecer nuestro conocimiento de los motores de nuestras conductas y por tanto de nuestras estrategias de cambio. Hemos mencionado a este respecto las potencialidades de algunas nociones de la psicología de la Gestalt -principalmente los conceptos de prominencia y de pregnancia- y de los modelos matemáticos definidos por René Thom.
Pensar en los medios. ¿Son adecuados? El. modo como sacamos las lecciones de nuestra
experiencia, los mecanismos lógicos de nuestros razonamientos, el papel de la voluntad en el proceso global de adaptación al medio... son vías de investigación todavía poco exploradas. Hay que observar que este esquema puede aplicarse a cualquier ti po de cambio intencional. La relación entre el que interviene en un cambio y el que lo pide puede considerarse como añadir un mecanismo de regulación transitorio al circuito individuoentorno. Este modelo insiste sobre el aspecto interaccional de la intervención. Para el contexto terapéutico, podríamos pues interpretar el circuito interventorpaciente de manera análoga a como hemos considerado el circuito individuo-entorno. El terapeuta debe llegar a fijar un objetivo a su intervención (normalmente se trata de permitir que el paciente defina y alcance el suyo) y éste concierne al conjunto de la interacción paciente-entorno; su posición debe ser pues permanecer «meta» 339 Sintesis, perspectivas y conclusiones
con respecto al problema presentado por el paciente. Este modelo formal de una intervención terapéutica tiene el mérito de hacer aparecer claramente las dificultades potenciales de los diferentes niveles de acoplamiento de estos dos circuitos y principalmente toda la cuestión de la autorreflexividad. 10.2.5. Influencia y control
Si no es posible no influenciar, ¿quiere esto decir que los concep tos de manipulación, de poder o de control ya no tienen sentido? Nos parece por el contrario que el hecho de considerar estas cuestiones de modo interaccional nos permite precisar el tipo de relación que se designa habitualmente con estos diferentes vocablos. Nos otros solamente esbozaremos la reflexión, pero nos parece que abre el camino a otras investigaciones más detalladas. Hemos considerado el cambio coevolutivo y el cambio intencional. Hemos visto que, en un fenómeno coevolutivo, los cambios se producen naturalmente; son la resultante de la interacción, sin un objetivo predefinido. Como el éxito de la interacción no está previs to, ninguno de los miembros de la pareja lo impone. No sucede lo mismo cuando uno de los miembros (o los dos) quiere interferir en esta evolución espontánea y llegar a un objetivo definido con anterioridad. Aquí entramos en el reino de la estrategia. Uno de los miembros de la interacción (o los dos) -es decir, una parte del cir cuito- quiere decidir acerca del futuro de la interacción, por tanto controlar el circuito entero. A través de la interpretación de estos dos fenómenos (cambio co evolutivo e intencional) aparecen la complejidad y la riqueza de las relaciones humanas: la mentira, el control, las predicciones que se verifican por sí mismas, la manipulación, etcétera. Y quizás, en un último análisis, nos encontramos aquí ante el dualismo fundamental de la naturaleza humana, en relación con las nociones de realidad de primer y de segundo orden que menciona Paul Watzlawick. Desarrollamos algunas de estas nociones a título de ejemplo.
El control. En el caso de control, se interviene voluntariamente en el proceso interaccional para que su resultado (su output, para hablar 340 Las dos caras del cambio
en el lenguaje cibernético) corresponda con un cierto resultado predefinido. Se regula la interacción en función de este objetivo, por retroacción, de acuerdo con el principio de las máquinas autorreguladas según una norma predefinida. Los mecanismos de regulación considerados inadecuados o fuera de lugar serán ignorados o eliminados. Si el control es unilateral, intentamos dominar todas las variables y corremos el peligro de imponer una visión reductora del proceso interaccional, con todas las consecuencias descritas por Bateson en su crítica del «objetivo consciente». Los ejemplos de este tipo de relación son muchísimos: desde el marido que quiere absolutamente que su esposa se comporte de una manera determinada, hasta el dictador que no tiene en cuenta en absoluto las reacciones del pueblo a sus directivas, pasando por el eugenismo... El consenso. En este caso, una negociación entre las dos partes
define el resultado de la interacción. Pero, aunque este proceso parece más respetuoso con las posiciones de cada uno de los miembros, no está libre de riesgos que vale más conocer. El intercambio de argumentos y el esfuerzo por llegar a una posición común requieren obligatoriamente una simplificación de las posiciones. Disponemos de muy poco vocabulario para explicar nuestras relaciones, por tanto los miembros de la pareja tienen que «digitalizarlos» al máximo. Se corre el peligro entonces de precisar unos objetivos comunes que reflejen solamente una parte muy pobre de las dos posiciones iniciales. Este fenómeno se ve mucho en los debates públicos sobre las relaciones hombresmujeres (el «acoso sexual», la pornografia, etcétera), o en ciertas parejas que intentan definir una idea común sobre un punto litigioso (la fidelidad, por ejemplo). Como último recurso, se acaba elaborando unas listas exhaustivas de conductas precisas que hay que respetar y que hay que evitar, se legisla, etcétera, y el resultado deja muy a menudo a los componentes de la pareja
no solamente con la misma insatisfacción, sino además obstaculizados por la sujeción a unas leyes o reglamentaciones cada vez más coercitivas. La manipulación y la estrategia. Puede hablarse de manipulación
cuando uno de los miembros de una interacción disimula sus objetivos personales (por tanto definidos de una manera unilateral) bajo la apariencia de objetivos definidos por consenso. A menudo, ello permite obtener una colaboración que sería improbable sin esta ma 341 Síntesis, perspectivas y conclusiones
niobra. Esto puede realizarse actuando sobre el contexto: definir un contexto (encuadrar) en el que la acción tiene un sentido claro, mientras que en realidad se pretende un resultado en un contexto diferente, por tanto que tiene un sentido diferente. Se trata pues de un instrumento de cambio esencial y eficaz, co mo hemos visto en los capítulos anteriores, al menos en la medida en que los objetivos del manipulador coinciden, al final de todos modos, con los del manipulado; en este caso, se hablará más precisa mente de «estrategia» o de «táctica» que de «manipulación». Ya he mos subrayado que este procedimiento no deja de tener riesgo para la relación: si se descubre la maniobra, el manipulador puede perder todo su crédito. Nos parece importante llamar la atención sobre la distinción entre la influencia recíproca, inevitable en toda interac ción, y la manipulación voluntaria, de consecuencias mucho más aleatorias. También es cierto que es posible engañar a la gente con toda buena fe, basándose en informaciones parciales sobre el contexto por ejemplo, pero es necesario distinguir esta eventualidad de la manipulación intencional. Nos parece que George Steiner coincide en parte con nuestras palabras, cuando dice: «Los errores del amor son errores creadores, los errores del desprecio son errores fatales»'. Vemos que la amalgama entre cambio espontáneo y cambio inten cional comprende prácticamente todos los problemas psicológicos tal como los hemos considerado en 'el capítulo sobre la terapia breve. Se podría probablemente precisar un poco mejor el aspecto relacional de los intercambios personales a partir de esta distinción y de los datos reunidos por Bateson, el MRl y los otros investigadores que han estudiado el aspecto «orquestal» de la comunicación. De todas formas, las perspectivas parecen esperanzadoras para la investigación en comunicación y en relaciones humanas. Aunque este dualismo se revele como «epistemológicamente fal so», como pretende Bateson, y aunque no consigamos nunca verdaderamente imponer nuestros objetivos al
sistema global del que formamos parte, creemos que nuestros esfuerzos en este sentido son la causa de una gran parte del sufrimiento psicológico. En todo caso, 7. George Steiner durante la emisión Caractéres (n.°- 18) de Bernard Rapp. 342
Las dos caras del cambio
no podemos dejar de lado la cuestión que, por otra parte, abre el ca mino a establecer otros puentes, principalmente con las investigaciones realizadas en ciencias cognitivas. Si éstas no olvidan el aspecto interaccional de nuestros procesos mentales, los resultados podrían enriquecer los medios de intervención terapéutica. A nuestro juicio, el gran desafío de futuro para la psicología se si túa a este nivel, a través de la sistematización del procedimiento de doble descripción de los fenómenos psicológicos. El relacionar la concepción individual y el contexto sistémico más general, los lazos entre el espíritu individual y el espíritu coevolutivo descrito por Bateson. 343 La ética de Palo Alto
11 CONCLUSIONES: LA ÉTICA DE PALO ALTO Sí, ésta era su gracia particular... Que antes de haber vivido había aprendido cómo vivir. R. Browning, Los funerales del gramático
Toda la vida, el hombre se ha esforzado por comprender y explicar el mundo en el que vivía. Todas las filosofas, las religiones y las ciencias aportan respuestas a esta búsqueda. Respuestas que evolucionan, desde luego, como se modifican las ideas transmitidas por las diferentes culturas en cuanto al lugar del hombre dentro de su entorno material y natural. Lo que sabemos de nuestro universo determina la relación que tenemos con él. La cuestión principal es pues saber cómo adquirimos este conocimiento. Aquí tocamos el campo de la epistemología'. Durante los últimos siglos, en nuestras civilizaciones occidentales, es ante todo la ciencia la que ha dado forma a nuestra visión del mundo, y en particular el procedimiento experimental formalizado por Descartes. El hombre de ciencia debía tender a la objetividad para poder describir, con mayor precisión cada vez, el mundo que lo rodeaba, «la» realidad exterior a él. Este paradigma' ha tenido un inmenso éxito. Las teorías de Newton principalmente dejaron incluso entrever la posibilidad de una explicación total y absoluta del universo en un plazo cercano. El mundo esperaba que se descubrieran
1. Utilizamos el término en su acepción batesoniana: «como ciencia, la epistemología estudia de qué modo los organismos aislados y los conjuntos de organismos conocen, piensan y deciden. Como filosofia, estudia los límites necesarios y las otras características de los procesos de conocimiento, de pensamiento y de decisión (Bateson [1979a], p. 234). 2. Thomas Kuhn (1970) define un paradigma del modo siguiente: «Por una parte, representa todo el conjunto de creencias, de valores reconocidos y de técnicas qué son comunes a un grupo dado. Por otra parte, denota un elemento aislado de este conjunto, las soluciones concretas de enigmas que, empleadas como modelos o ejemplos, pueden reemplazar a las reglas explícitas como bases de soluciones para los enigmas que subsisten en la ciencia normal» (p. 238).
sus leyes inmutables, eternas. Pero, hacia comienzos del siglo XX, cuando se creía que la f sica había agotado prácticamente su objeto ;, toda una serie de desarrollos nuevos obligaron a los científicos a considerar un enfoque completamente diferente. El desarrollo de la mecánica cuántica y de la teoría de la relatividad asestó un golpe te rrible a uno de los pilares del método experimental: la objetividad del observador. El hombre, a fuerza de refinar sus métodos y técnicas de observación, ha chocado finalmente no con los límites de la materia misma sino con los de su propia condición de ser humano biológico. Los científicos han tenido que reconocer hasta qué punto sus observaciones dependen de su propia naturaleza tanto como de la naturaleza del mundo exterior. Así pues, han tenido que revisar de manera drástica la vieja idea según la cual la ciencia es completa mente «objetiva». Ya hacia mediados del siglo xix, la segunda ley de la termodinámica y la teoría de la evolución biológica por selección natural habían trastornado las premisas de la ciencia clásica, el determinismo de sus leyes absolutas y reversibles; apareció la importancia del paso irreversible del tiempo y la idea revolucionaria según la cual el azar y el in determinismo constituyen unas características fundamentales de la realidad biológica. Como dice Waddington', lejos de poder mantener una posición de observador exterior, el científico parece estar casi tan implicado en sus teorías científicas como el artista en sus cuadros. El hombre se ha encontrado pues «incorporado» a la ciencia de una manera casi totalmente extraña a los paradigmas de la ciencia experimental tradicional. El discurso científico actual atestigua ampliamente este cambio de óptica, como subrayan Prigogine y Stengers: «Así la ciencia se afirma hoy como ciencia humana, ciencia he cha por unos hombres y para unos hombres. Dentro de una población rica y diversa de prácticas cognoscitivas, nuestra ciencia ocupa la posición singular de escucha poética de la naturaleza -en el sentido etimológico en el que el poeta es un fabricante-, explora 3. Se desaconsejaba, por ejemplo, a los estudiantes brillantes de finales del siglo xix que se dedicasen a estudiar fisica, porque casi no ofrecía posibilidades de descubrimientos importantes. Intentando precisar los pocos «detalles» que quedaban en suspenso es como Poincaré, Planck, Einstein y algunos otros iban a sacudir los fundamentos mismos de todo el procedimiento científico. 4. Waddington (1970).
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Síntesis, perspectivas y conclusiones
ción activa, manipuladora y calculadora, pero desde ahora capaz de respetar a la naturaleza a la que hace hablar»'. Es pues en este contexto científico en plena efervescencia, en el que, hacia mediados del siglo XX, otros desarrollos contribuirán a socavar las orientaciones científicas tradicionales. La ciencia empezará a interesarse en el estudio de unas características como la información, la organización, el control. Éstas no son ya unas entidades en el sentido habitual de substancia, de materia o de energía, sino unas características más abstractas de conjuntos de elementos en interacción, de «sistemas». La óptica científica se invierte: en lugar de explicar los fenómenos complejos reduciéndolos a entidades cada vez más simples, se comprueba que el comportamiento de los elementos sólo se comprende por sus relaciones con el conjunto. El estudio de estas relaciones, de las formas, de las interacciones, etcétera, se convierte entonces en una preocupación científica importante y renueva enteramente nuestro modo de concebir los organismos vivos. «La aparición de las máquinas complejas de tratamiento de la información trajo una nueva concepción del organismo vivo que, además de ser un motor (un mecanismo que transforma la energía de una forma a otra) y un laboratorio químico (mecanismo para transformar la materia de una forma a otra), es también un sistema que toma decisiones (un aparato que sirve para tratar, almacenar y recuperar la información)»'. Este movimiento se distancia de los conceptos de entidades aisladas y autosuficientes, para volverse hacia las nociones de relaciones naturales y de organización, y este campo de estudio es el que abarca el nombre genérico de «enfoque sistémico». En el marco de esa nueva corriente científica se ha desarrollado el estudio de la comunicación, del comportamiento y de las relaciones humanas del que hemos hablado en la presente obra. Los mensajes de Bateson y del equipo del MRI, como todos los mensajes del hombre de ciencia, deben leerse más allá del simple contenido; invitan a un cierto tipo de relación con el mundo. Bateson buscaba la sabiduría; su búsqueda era la de la «inteligencia
natural», de una filosofía unida a las grandes leyes de la biología; temía La ética de Palo Alto
por encima de todo las certezas de la moda intelectual, la que seduce con la verdad negando el relativismo de las contingencias. Y encontramos también esta humildad en el enfoque terapéutico del MRI. Ante la relatividad de lo normal y de lo patológico, el terapeuta debe bajar de su pedestal de experto en naturaleza humana para contentarse con catalizar los empujones del destino. La misma desconfianza en cuanto a las soluciones finales, la misma preocupación por el rigor en el modo de proceder, el mismo pudor para aventurarse en los misterios existenciales. Aunque sus formulaciones a veces pueden parecer opuestas, las cuestiones de poder y de ética siempre han estado en el centro de las preocupaciones del grupo de Palo Alto, tanto para Bateson como para el equipo del MRI. Y después está la cuestión del espíritu, este tesoro que teníamos la costumbre de amar como la brújula de nuestra libertad. Bateson lo estira y habita entonces en todos los seres vivos y se engalana con los ropajes de un dios inmanente a la creatura; por el contrario, Paul Watzlawick y los constructivistas lo reducen a la porción congrua; veleta desorientada, el dios no es más que un becerro de oro que atestigua el orgullo y la precariedad de la naturaleza humana. Desde luego se trata de una confusión semántica, el «espíritu» de que habla Bateson no tiene gran cosa que ver con las reflexiones de los pacientes del Centro de terapia breve, pero la mezcla de niveles puede resultar creadora. Creemos que esta dicotomía nos invita en cierto modo a meditar sobre el lugar del hombre en la naturaleza que lo ha creado. Pero, para todos, no puede haber una respuesta definitiva; un aumento del conocimiento puede conducir siempre a un contexto más amplio, a un modelo diferente. Por tanto, no hay una verdadera conclusión, sino unas nuevas aperturas: debíamos esperarlo al hablar de este grupo invisible que ha puesto el cambio en el centro de sus investigaciones.
11.1. El terapeuta: ¿monarca ilustrado, dictador o demócrata? 5. Prigogine y Stengers (1979), p. 281. 6. Buckley (dir.) (1968), p. XIX.
Finalmente, ¿cuál es el sentido del mensaje del grupo de Palo Alto? ¿Qué tipo de relación con el mundo implica además de su con 346 347 Síntesis, perspectivas y conclusiones La ética de Palo Alto
tenido estrictamente científico? A un nivel político, invita al psicólogo o al terapeuta a permanecer vigilante en lo que concierne a su papel social, a definirlo sabiendo lo que se hace. ¿De quién será instrumento? ¿Quién se beneficiará de su trabajo? El MRI permanece completamente en la línea «antropológica» de Bateson. El terapeuta enfoca el mundo de cada uno de sus pacientes como si partiese a descubrir una microcultura diferente de la suya. Si desea comprenderla, no debe explicarla, ni juzgarla, a partir de su propia cultura personal. Además, el análisis de este mundo es «tautológico»: revela lo que está latente en las premisas del analista (estén éstas o no justificadas científicamente). El mapa, el modelo explicativo del terapeuta, es sólo el revelado (en el sentido en que se utiliza este término en fotografia) de su proceso de cartografia. El terapeuta nunca podrá utilizar este análisis para definir los objetivos del tratamiento de sus pacientes; si no, corremos el peligro de caer en unos métodos dictatoriales, de imponer un cierto tipo de comportamiento según la única buena voluntad del terapeuta. El análisis es solamente el instrumento del terapeuta, no puede permitir definir el fin, el objetivo de la interacción terapeutapaciente. Aquí se sitúa, a nuestro parecer, uno de los aspectos más seductores y más innovadores de la terapia breve: el respeto hacia el otro en sus diferencias, la preocupación por dejar al paciente que precise lo que desea obtener de la relación terapéutica.
Vemos pues que nos encontramos ante una concepción muy diferente de la relación terapéutica y del papel y de la función del terapeuta en la sociedad. No se le pide que sea el juez del comportamiento de los otros. No le corresponde definir lo que hay que hacer o lo que no hay que hacer. Son éstas unas opciones que, en un régimen democrático, se someten al debate público en el que todo ciudadano tiene el derecho de participar (el psicoterapeuta con el mismo título que los demás). Esta posición cobra toda su importancia sobre todo cuando la psicoterapia se sitúa en un contexto coaccionante, es decir, cuando el paciente no acude por su propia iniciativa. Si es enviado a la consulta psicológica por una autoridad moral (médico de la familia, profesor, asistente social...) u oficial (tribunal, policía...), lo que está en juego para el terapeuta -y sobre todo para el paciente- rebasa ampliamente la cuestión de la ayuda psicológica para parecerse a los procedimientos de control social. Frente a unas cuestiones complejas que dejan a la sociedad en la duda (por ejemplo la toxicomanía, la delincuencia, los malos tratos...) se tiende en exceso a desear que la terapia pueda substituir a la justicia; si las personas se comportan de un modo que perturba los poderes establecidos, nos gustaría poder creer que estas personas marginales tienen un problema psicológico que desean ver resuelto, al menos en su fuero interno. Si la ecuación entre el respeto a las normas sociales y la salud mental provoca una indignación cuando se produce en un país no democrático, en nuestras democracias occidentales nos creemos a cubierto de ella. El terapeuta que no sea consciente de tal confusión de roles puede encontrarse en la posición paradójica de tener que obligar a la gente a hacerse «ayudar». Y desgraciado de aquel que se arriesgue a declinar su ayuda porque habrá dado muestras de su mala fe. La cuestión de saber «quién desea la intervención» tiene pues unas implicaciones muy importantes tanto para el desarrollo de la terapia misma' como para la función social del terapeuta.
El psicólogo no es forzosamente «compasivo» o «caritativo», como tampoco lo es un especialista en física nuclear. La psicología no puede evitar el debate ético y político si quiere conseguir definir claramente su objeto y salir del obscurantismo casi religioso en el que algunos se esfuerzan por mantenerla. Todos sabemos actualmente que las estrategias de la comunicación intervienen en la elección de un presidente, en la manipulación de los medios de comunicación, en el control de los movimientos de protesta, etcétera. Si no hacemos que la psicología salga de la filosofía y de la metafísica, oficialmente nos quedaremos en unas cuestiones de opinión, de conocimiento de sí, de-finalidad de la vida, etcétera, mientras que, durante este mismo tiempo, los grupos que están en el poder la utilizarán de un modo mucho más pragmático para imponer sus puntos de vista. Las quejas y la indignación no cambiarán nada de esto. La cuestión pide transparencia; las cuestiones éticas o morales aparecerán entonces claramente y será posible el debate. Del mismo 7. Principalmente la cuestión tradicional referente a la «manipulación» del paciente por el terapeuta, co mo ya hemos señalado anteriormente.
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modo que la cibernética ha permitido el desarrollo de los misiles con cabeza que busca el objetivo y de las bombas inteligentes, esto no significa que toda investigación de la cibernética sea mala o buena; sus aplicaciones pueden y deben discutirse a nivel social global; pero, aquí, no se les pide a los técnicos que sean juez y parte, todo el mundo tiene el derecho de formarse una opinión y de intentar convencer a los otros, ésta es la base del proceso democrático. A nadie se le ocurriría afirmar, a priori, que toda aplicación tecnológica es interesante simplemente porque constituye un «progreso» para la socie dad. Tampoco es lógico considerar que toda intervención psicológica o «dictamen psiquiátrico» es bueno sencillamente porque atestigua un conocimiento mejor del comportamiento humano. Sin embargo, se continúa enviando gente a los asilos o a la cárcel basándose en estos testimonios científicos. En lo que concierne a las posiciones mo rales, ya es hora de que los psicólogos recuperen su libertad de ciudadano, abandonando su pretensión a la objetividad absoluta. La cuestión consiste en clarificar una confusión, la de considerar al
psicólogo como alguien que está ante todo al servicio de los individuos, cualquiera que sea el contexto en el que trabaje. 11.2. Sistémica y visión binocular El interés principal de la aparición de la concepción sistémica en las ciencias sociales no nos parece que se sitúe tanto en el nuevo enfoque en sí como en el beneficio inesperado, en la calidad que surge del encuentro de las dos visiones, de los dos modelos explicativos. Comprobar que podemos considerar el comportamiento humano a partir de unos fundamentos enteramente diferentes, significa sobre todo que las teorías son solamente unas construcciones mentales, unos «modelos», y que en ningún caso hay que tomar la explicación de un hecho por el propio hecho. Éste es probablemente el mensaje esencial de las teorías constructivistas que Watzlawick ha contribuido a difundir tanto en los medios científicos como en el público en general. Así, ya no es necesario querer buscar la mejor visión desde un punto de vista absoluto. Sólo la adecuación del modelo a la reso lución del problema que se ha de tratar puede justificar su utilidad y su valor. Lo mismo sucede con la visión del mundo de cada uno de nosotros; nadie puede reivindicar una visión «mejor» que la de otro según unos criterios objetivos cualesquiera. Esta visión solamente puede ser eficaz o ineficaz para resolver unas dificultades precisas en un contexto determinado. 11.3. «Rigor e imaginación»' Las conferencias Macy han conducido a Bateson a considerar el comportamiento del individuo según el modelo de las máquinas autorreguladas. Esto ha provocado, con razón, las críticas de muchos científicos que se han sublevado contra las limitaciones de esta metáfora explicativa reductora. Por otra parte, tales temores se han visto reforzados por las investigaciones sobre la inteligencia artificial que, para algunos investigadores, constituyen la única vía para delimitar la complejidad de la mente y del comportamiento humanos. Sin embargo, el tomar como base de una teoría del comportamiento humano los sistemas de causalidad circular no significa forzosamente que se asimile el hombre a la máquina. También aquí es importante no mezclar los niveles lógicos. Querer construir una teoría científicamente rigurosa y precisa a partir de nociones como la in formación o la comunicación no implica reificar la metáfora. Sólo cuando los modelos explicativos son claros y definidos, es posible criticarlos y por tanto modificarlos, incluso refutarlos: ésta es la primera condición de una teoría científica. Es evidente que es necesario completar el enfoque de la mente humana, pero esto no significa que, para permanecer más cerca de una realidad fenomenológica, hayq que recurrir a unos conceptos imprecisos. Es muy posible que, en un tiempo relativamente corto, haya que revisar enteramente 9 las premisas de la comunicación humana. También aquí, la cuestión no radica en descubrir la teoría buena, sino una teoría clara y útil. En 8. Éste es el título que Carol Wilder y John Weakland han dado a la obra que reúne las intervenciones de diversas personalidades durante una conferencia en homenaje a Bateson que se celebró en Asilomar, Ca lifornia, del 15 al 18 de febrero de 1979. Véase Wilder y Weakland (dirs.) (1981).
9. Tal vez éste será el caso para la noción misma de información si parece, por ejemplo, que la metáfora holográfica gana en precisión. 350 351
Síntesis, perspectivas y conclusiones La ética de Palo Alto
este sentido, las bases sentadas por Bateson permiten no solamente un enfoque mejor definido del comportamiento, sino también establecer unos puentes entre lo biológico, lo psicológico, lo cultural, etcétera. Todo este nuevo enfoque del comportamiento y del cambio nos invita también a redescubrir el papel de la creatividad como principio esencial de la evolución de las ideas. Como hemos visto, toda teoría impone unas coacciones: la novedad sólo podrá venir de los atajos, de no respetar la tradición científica o intelectual. 11.4. Comunicación y medios de comunicación social Todo acontecimiento tiene lugar en un contexto, y el modo como se define el contexto es el que permitirá precisar el significado del acontecimiento. Para ilustrar estas palabras, citamos un ejemplo, irrisorio sin duda, que permitirá definir mejor la idea. Si oímos por la radio que alguien mete un cerdo vivo en el despacho de un ministro, nos inclinaremos a pensar que el desgraciado individuo debe acudir, lo antes posible, a pedir ayuda a un especialista en enfermedades mentales. Pero si añaden que esta persona es un granjero que formaba parte de una manifestación contra la política agrícola del gobierno ¡es evidente que su comportamiento adquiere un carácter muy distinto! Compartir el sentido de los acontecimientos es probablemente uno de los elementos de unión esenciales de nuestra pertenencia a una cultura; no ser comprendido es sentirse excluido, aislado. En este fenómeno es muy importante el papel que desempeñan los medios de comunicación social; el modo como los periodistas presentan los acontecimientos provoca que se formen unos movimientos de opinión cuyas consecuencias son muy «concretas» (e incluso a veces dramáticas, como han mostrado
los acontecimientos recientes de Rumanía, de Yugoslavia o la guerra del Golfo). Los diferentes niveles de la comunicación, su modo de presentarla, la importancia del contexto, etcétera, son aspectos determinantes para el trabajo de los medios de comunicación social y de cuantos contribuyen a forjar las redundancias culturales colectivas (sobre todo cuando se añade la presión moral ejercida por las autoridades y justificada por la importancia de la solidaridad nacional). Si no, la información corre el peligro de convertirse en el monopolio de los poderes establecidos y los periodistas en unos instrumentos de desinformación. En nuestra época tan mediatizada, esto da qué pensar; ¿deberemos, a partir de ahora, contentarnos con contemplar una imagen del mundo que nos será construida de pies a cabeza por los poderes políticos hasta que se convierta en autovalidante?t° La multiplicación de los medios de difusión de la información tenderá a uniformizar los conocimientos -y sobre todo las premisas y las visiones del mundo- y, con ello, a acelerar la entropía del sistema, a reducir las diferencias. Ante esta tendencia, sólo es posible intentar favorecer la aparición de toda novedad si queremos escapar del totalitarismo de las ideas dominantes. 11.5. El punto de vista interaccional y sus implicaciones Hace unos decenios, nos dimos cuenta, con sorpresa, de que debíamos revisar enteramente la relación que habíamos mantenido hasta entonces con nuestro entorno. Nuestro error había consistido en creer que esta relación tenía un sentido único: podíamos explotar los recursos de la naturaleza y devolverle nuestros desechos sin ningún temor. Nuestra causa era «justa y moral»; trabajábamos para el progreso y para el bienestar de las poblaciones de nuestro planeta, actuábamos para la supervivencia y una mejor adaptación de la especie humana. Hemos tenido que reconocer, después, que el fin no justifica siempre los medios, en particular cuando no tenemos en 10. Estábamos en los Estados Unidos durante la guerra del Golfo y, desde un punto de vista de la comunicación, era interesante ver la homogeneización de las opiniones a partir del momento en que la
guerra se hizo inevitable. Se impuso una única puntuación de los hechos, acompañada de presiones y de amenazas de exclusión social para los que se opusieran, comprendidas las agrupaciones pacifistas: «¡Si no apoyáis la acción del gobierno, no apoyáis a nuestras tropas; no defendéis la democracia, por tanto haríais mejor abandonando nuestro país!» La ceguera toma entonces proporciones gigantescas y acaba por oficializar y promover una campaña de engaños: «No queremos saber lo que va mal sobre el terreno, por tanto deseamos que se nos oculten las informaciones desagradables. ¡Si los periodistas se atreven a abordar estos temas tabú, no pueden ser más que unos traidores a su patria!» Así se vio que aparecían, principalmente, numerosos comentarios críticos dirigidos a la cadena americana CNN y que sugerían que su enviado especial en Bagdad, Peter Arnett, tenía simpatías comunistas y apoyaba una campaña de propaganda orquestada por Saddam Hussein a fin de desmoralizar a los americanos. Mentiras, mentiras...
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cuenta el hecho de que los medios utilizados para resolver un problema sean «causas» de acontecimientos imprevistos, y que éstos resulten peores que el problema original. Era «justo y moral» luchar contra los perjuicios de los insectos sobre nuestros cultivos y por tanto era adecuado verter toneladas de DDT sobre los campos. Solamente habíamos «olvidado» pensar que el DDT podía representar una amenaza mucho mayor para nuestra supervivencia que los insectos. Pero la naturaleza no se ha contentado con nuestras excusas y continuamos amenazados por las consecuencias de nuestras soluciones «adecuadas». Bateson ha utilizado a menudo este ejemplo para ilustrar los perjuicios potenciales de una epistemología fundada sobre la separación entre el individuo y su entorno, y sus corolarios: una actitud voluntarista lineal y unas conductas inspiradas por la búsqueda de objetivos conscientes sin tener en cuenta los mecanismos de regulación naturales. Pero el propósito de Bateson no era directamente ecológico, o entonces habría que extender el sentido de la palabra a una ecología de las relaciones humanas, a una ecología de las ideas, de la que ha sido un pionero. Esto es lo que escribía hace cerca de veinticinco años, a propósito del conflicto palestino-israelí en el Oriente Medio: «Habitualmente, sólo hay dos maneras de tomar parte en el conflicto: apoyando a los oprimidos o apoyando a los imperialistas. Si se entra en él, hay que tomar partido. No hay
otra escapatoria.[ ...] Existe otro modo, más abstracto, de abordar la cuestión: comprender las particularidades del conjunto del sistema [...], considerar la dinámica del conjunto de esta patología tradicional en la que estamos presos, y en la que permaneceremos sin duda mientras continuemos combatiendo en el marco de este viejo conflicto. No hacemos más que dar vueltas, una y otra vez, alrededor de estas viejas premisas»". Ya sea para enfocar las relaciones internacionales o familiares, el cambio de punto de vista modifica el sentido mismo del acontecimiento considerado y, por consiguiente, la actitud que adoptaremos para hacerle frente. Cada componente de una interacción puntúa los intercambios desde su propio punto de vista, lo que no permite ver precisamente el aspecto relacional de la interacción. Cada campo nos invita a compartir su idea y desarrolla sus argumentos con una convicción que intenta transmitirnos. ¿Qué explicación debemos seguir? El ejercicio es peligroso porque esta explicación nos conducirá inevitablemente a tomar una posición y, como consecuencia, determinará la amplitud de los medios que hemos de aplicar para alcanzar el objetivo que nos hemos asignado. Cuando hemos elegido, hay que hacer que el propio punto de vista triunfe, imponerlo, es decir, «ganar». Un día habrá que reconocer que debemos renunciar a esta idea tentadora, pero peligrosamente simplista, que hace creer que la amenaza y la fuerza son los mejores medios para instaurar unas relaciones pacíficas y conseguir el orden y la seguridad. Cada día tenemos pruebas sangrantes de la candidez de tal idea. Podemos querer ser pragmáticos y afirmar que es el medio más directo de apartar a los aguafiestas de la democracia. No nos dejemos engañar una vez más: imponer algo a alguien contra su voluntad, es aceptar que ya nunca podremos volverle la espalda sin exponernos a una respuesta peligrosa. Este proceder conduce inexorablemente al aislamiento y a la alienación, y las paredes nunca son lo suficientemente altas para protegerse de los rechazados.
Esta arrogancia, este sueño de control unilateral, nos recuerda la actitud que hemos creído que podíamos adoptar con nuestro entorno. También aquí, durante mucho tiempo habíamos creído ingenuamente que debía doblegarse a nuestra voluntad y aceptar sin rechistar las reglas de juego que le imponíamos. Hemos aprendido a nuestras expensas que la naturaleza es un dios del que no nos podemos burlar. Y la contaminación del espíritu es sin duda mucho más grave todavía. El punto de vista interaccional propone otro tipo de puntuación; en este sentido, implica un modo nuevo de comprender el mundo que nos rodea. Citaremos una vez más a Gregory Bateson que decía: «La "libertad" y la "responsabilidad" son dos nociones complementarias; el aumento de la primera provoca siempre el aumento de la segunda»`. El punto de vista interaccional nos invita a abandonar 11. Bateson (1972), t. II, p. 183. 12. G. Bateson y M.C. Bateson (1987), p. 228. 354 355
Síntesis, perspectivas y conclusiones La ética de Palo Alto
nuestra actitud etnocentrista asegurándonos que hay otros modos de considerar las relaciones humanas y de resolver los conflictos, quizás incluso de forma más duradera. Nos parece que esta nueva epistemología, unida al método de resolución de problemas del MRI, indica de maravilla un camino de concretar la consigna «pensar globalmente, actuar localmente», y que ofrece a la vez un enfoque respetuoso de la complejidad de los asuntos humanos y un método de acción eficaz. Podemos preguntarnos qué nuevas soluciones podrían aparecer si considerásemos bajo este ángulo las relaciones entre autóctonos e inmigrados, la ascensión de la extrema derecha, la lucha contra la toxicomanía, y muchas otras cuestiones candentes de nuestra vida cotidiana. En todo caso, este cambio
epistemológico nos conduciría a renunciar progresivamente a nuestra actitud arrogante; ojalá pueda ceder su lugar al tiempo del reconocimiento recíproco, comienzo de la sabiduría. Muchas cuestiones permanecen abiertas, felizmente. Si nuestro conocimiento es todavía parcial, si no podemos fiarnos de él para saber qué debemos hacer, y si por otra parte la vida es una serie ininterrumpida de acciones, ¿qué hacemos entonces? Después de nuestro periplo a través de las paradojas de la autorreflexividad, esto no debería asustarnos: en resumidas cuentas, era bastante lógico que llegásemos a una conclusión del tipo de koan zen. Bateson murió el 4 de julio de 1980, en el centro zen de San Francisco. Su hija Mary Catherine ha contado sus últimos momentos y nosotros concluiremos citando un extracto de su relato que, a nuestro parecer, puede servir de parábola para el conjunto de este libro. La familia y algunos amigos están reunidos alrededor de la cama de hospital que los monjes zen han instalado para su huésped moribundo. «Estábamos todos sentados en forma de semicírculo alrededor de la cama; Steve, un estudiante y amigo de Gregory, tocaba el violín, mientras que Lois lo acompañaba con la pandereta, los otros armonizaban sus voces para componer un canto que llenó la obscura habitación durante un tiempo que me pareció muy largo. Mientras la música se elevaba en la habitación, Gregory, medio soñoliento, arrancó de un manotazo el tubo de oxígeno que le penetraba por la nariz, y creo que cada uno de nosotros tuvo que resistir el impulso de levantarse e ir a colocarlo de nuevo en su lugar. Algunos de nosotros llorábamos silenciosamente. La música era como una dulce queja que unía nuestros diversos sentimientos en una armonía única. Cuando la música calló, permanecimos sentados un momento, escuchando su respiración laboriosa y cada vez más débil. Después de un momento, encendieron las luces, Gregory se incorporó para beber y comer un poco, unos bocados, y nos repartimos las guardias para la noche; entonces uno de los discípulos zen entró en la habitación y le volvió a colocar el tubo de oxígeno»I3.
Gregory Bateson moriría dos días más tarde. 13. M.C. Bateson (1980), p. 7.
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EL MRI HOY Hay que reconocer que actualmente el MRI no da verdaderamente la impresión de una sinergia entre los diferentes centros o las diferentes personas que trabajan en él. Existe una reunión el martes, entre las doce y la una del mediodía, una especie de «almuerzo debate» en el que cada uno puede presentar sus trabajos; si llega el caso, invitan a algunas personalidades exteriores al instituto. Aparte de esto, los miembros del MRI se cruzan sobre todo en las escaleras, el patio o la secretaría. Parece que esta situación no data de ayer, como señala Richard Fisch: «No hay muchos contactos; en fin, sí y no. Hay muy pocos contactos formales. El contacto se produce, por ejemplo, cuando John supervisa a los terapeutas que trabajan en la clínica (a partir del modelo de la terapia breve, desde luego); en raras ocasiones, presentamos nuestro trabajo en unos encuentros o participamos en reuniones. Jules [Riskin] y yo hemos mantenido varias discusiones amistosas sobre nuestro trabajo. Él se ha tomado mucho trabajo para reunir a la gente, porque el MRI ha sido siempre un lugar fragmentado; todos tienen su proyecto personal, se comparte poco la información. [...] el MRI siempre ha tenido un ambiente general de prima donna»'. Pero, aunque el Centro de terapia breve constituya evidentemente la principal atracción del instituto, se han organizado también en él muchas otras actividades interesantes. Si se elige bien el momento para visitar Palo Alto', se puede tener la suerte de asistir a numero 1. Richard Fisch, conversación con los autores. 2. Los períodos más ricos en actividad van de mediados de enero a mediados de mayo, y de octubre a mediados de diciembre. 361
Anexos
El MRI hoy
sos talleres (principalmente los dos días de formación para la terapia breve impartida por John Weakland y Richard Fisch, o también la que da Paul Watzlawick, centrada sobre la hipnosis o sobre la «terapia del "como si"»). El visitante que puede permitirse pasar varios meses en Palo Alto podrá seguir la formación intensiva para la terapia breve (Weakland y Fisch) para profesionales experimentados y tratar a un «verdadero» paciente bajo la supervisión directa de los maestros. También tendrá la posibilidad de verlos, una hora por semana, en su despacho, y hacerles todas las preguntas que le interesen. Podrá también quizás unirse al proyecto de Emergency Treatment Center3 de Diana Everstine. Para los visitantes de los meses de verano, el tradicional simposio del MRI ofrece la ocasión de ver y escuchar cómo Heinz von Foerster presenta los principios de la cibernética de segundo orden y del constructivismo y evoca sus recuerdos personales de Bateson y de las conferencias Macy. Puede suceder que encuentre a Fritjof Capra4, que habla de Maturana, de Varela y de Gregory Bateson (al que trató durante mucho tiempo). Todo esto sin duda demasiado brevemente, demasiado superficialmente, pero bajo el sol de California y con la posibilidad de ver el Pacífico desde lo alto del Golden Gate o del Bay Bridge. Después de todo, Palo Alto tiene también la suerte de estar muy cerca de San Francisco. El MRI es también una clínica que recibe pacientes todos los días de la semana, una serie de despachos en los que Watzlawick, Weakland, Fisch (y muchos otros) reciben pacientes en consulta privada. Es un lugar en el que raramente pasa una semana sin que alguien organice un panty, casi siempre en el patio; allí es posible ver a gente venida de todos los rincones del mundo y a John Weakland haciendo rabiar a los jóvenes residentes alrededor de una copa de champán californiano. Entonces, ¿el MRI ha muerto? Los más célebres de sus miembros envejecen, es cierto. Los nuevos proyectos de investigación ya no están probablemente en la máxima actualidad
de la psicoterapia, también es cierto. Sin embargo, el enfoque interaccional del MRI, y en 3. Véase más adelante. 4. Le Tao de la physique (1975), 7be turning point (1982), Uncommon raisdom (1988).
particular el modelo de intervención del Centro de terapia breve, no cesa de ser redescubierto; lo que no debería sorprendernos si consideramos hasta qué punto ha sido innovador. Es difícil entrever el futuro del instituto mismo. La política del MRI nunca ha sido muy expansionista, si no es bajo la forma de escritos. No tiene discípulos oficiales, recibe poco padrinazgo de institutos o de centros exteriores. Señalemos no obstante que, en el momento en que el equipo de Mara Selvini se orientó hacia la sistémica, recurrió a Paul Watzlawick para que la aconsejase en la preparación del nuevo enfoque terapéuticos. Paradójicamente (y esto debe sorprendernos), el futuro del grupo de Palo Alto se sitúa seguramente más en su pasado. Tanto en los trabajos de Bateson que todavía no han revelado todas sus posibilidades, como en la óptica «herética» del Centro de terapia breve. Campos de aplicación del modelo de Palo Alto Karin Schlanger, responsable de los programas de formación y miembro del Centro de terapia breve, considera que la mayor evolución del MRI se manifiesta en la aplicación del modelo a unos campos distintos de la psicoterapia. La terapia breve, método de resolución de problemas, es en cierto modo un «metamodelo» de intervención, aplicable a las situaciones más diversas. Por ejemplo, en diferentes ocasiones, se ha recurrido a Paul Watzlawick para aclarar y aportar unas pistas de solución a ciertos conflictos internacionales. Señalaremos también los trabajos realizados por Ellen Amateab en el medio escolar. Ella ha mostrado cómo el enfoque estratégico derivado de los trabajos del equipo de Palo Alto permite resolver problemas de absentismo, de robo, de dificultad de integración, de violencia en las clases, de relación entre profesor y alumnos, etcétera. Trabajando con los alumnos y/o sus padres, con los profesores, o
con la dirección, según el tipo de dificultades encontradas, Amatea 5. Hay que señalar que ciertas prácticas de Selvini han influido a su vez sobre las del MRI; en particular el .interrogatorio circular» y la «connotación positiva». Para saber más sobre el enfoque de Selvini, véase especialmente Selvini, Boscolo, Cecchini y Prata (1980). 6. Amatea (1989).
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ha preparado unas estrategias que particularidades del contexto escolar.
tienen
en cuenta las
Hendon Chubb y Eldon L. Evans trabajan en la clínica del departamento de psiquiatría del Kaiser Permanente Medical Offices en Pleasanton, en California. Desde su apertura, en 1985, la clínica aplica el modelo de terapia breve del MRI. Su acción es extremadamente positiva si damos crédito al artículo' en el que han publicado los resultados de sus trabajos. El equipo (un jefe psiquiatra y cuatro terapeutas: psicólogos y asistentes sociales) trata un número de pacientes mucho más importante que los otros centros regionales del mismo tipo (834 de promedio anual frente a 456 de promedio regional). Aunque ve a muchos más pacientes, el equipo de Pleasanton dispone de tiempo para unas supervisiones (doscientas cincuenta horas anuales) y no tiene lista de espera, mientras que otros centros del mismo tipo (pero con un enfoque terapéutico de larga duración) trabajan a pleno tiempo, acumulando nombres en las listas de espera, lo que acaba en unos porcentajes de hospitalización más importantes. Los autores aseguran que, además de estos resultados favorables, han obtenido un porcentaje muy alto de satisfacción de los usuarios (el 90 %). El utilizar dicho modelo ha hecho el servicio muy accesible al público, ya que pueden responder en una semana a toda nueva petición de terapia. Su artículo deja traslucir un gran entusiasmo, ya que las condiciones de trabajo parecen favorecer una mejor atención de los pacientes. Comprueban una disminución de los tratamientos
medicamentosos y una duración media de la hospitalización inferior a un 46 % con respecto a la media regional. Hemos elegido desarrollar un poco más ampliamente la aplicación del modelo en las empresas, que nos parece suscitar algunos problemas relacionados con la complejidad del contexto al que concierne y que, además, plantea algunas cuestiones de orden ético. La intervención en las empresas
Era bastante natural que se pensara en utilizar este modelo de intervención para resolver problemas que surgen en las empresas. John Weak land, Paul Watzlawick, y sobre todo Lucy Gill (consultora de empresas y miembro del CTB), ya han podido experimentarlo sobre el terreno. Aunque en el momento actual no existe ningún escrito que sistematice la utilización de la terapia breve en este contexto -y que el esquema de intervención no necesite grandes arreglos, según opinión de los especialistas-, no obstante, podemos señalar algunas particularidades. Como observa Lucy Gill, el enfoque no normativo del problema encontrado en la empresa permite centrar la intervención más que establecer una especie de diagnóstico general sobre la base de un funcionamiento ideal: «Creo que aquí he aprendido sobre todo a no detenerme antes de tener una visión muy clara del problema: "¿Cuál es el problema según su perspectiva?", en lugar de mirar el sistema en su integridad y de descubrir toda clase de problemas y de querer resolverlos todos»'. Notemos sin embargo que para un consultor no es más fácil hacer que un director sea preciso y concreto en su definición del problema de lo que lo es para un terapeuta en una situación terapéutica clásica. Muchos ejecutivos se contentan con señalar «un clima de equipo malo», «un problema de comunicación en un servicio determinado», o también «una oveja negra a la que hay que volver al buen camino». El consultor deberá pues mostrarse tan «estratégicamente insistente» como el terapeuta. En cambio, a menudo es mucho más fácil determinar un objetivo a la
intervención. (Sin duda es más sencillo definir los criterios de buena salud de una empresa de lo que lo es en el caso de un ser humano.) Además, los cambios son cuantificables en términos de mejora de los resultados, de aumento de la rentabilidad, etcétera. También es más sencillo conseguir que pongan fin a los intentos de solución. «Con gran frecuencia -nos confirma Lucy Gill-, no tengo más que decir: "¿Es éste su objetivo?" "Sí." "¿Y es así como actúan para intentar alcanzarlo?" "Sí." "¿Consiguen resultados?" "No." "Bien, ¡entonces dejen de hacer esto y hagan algo diferente!" "Sí, ¿qué debemos hacer?" Entonces, sólo tengo que exponerles lo que creo que deben hacer.» Tal vez lo que constituye el aspecto más delicado del trabajo en una empresa es descubrir. al «que se queja», al cliente de la interven 7. Chubb y Evans (1990). S. Las citas de este apartado proceden todas de conversaciones con Lucy
364 365 Anexos El MR1 hoy
ción. Cuando un ejecutivo se decide a llamar a un consultor exte rior, a menudo se limita a exponer un cuadro general del problema y después se desinteresa de la cuestión. El consultor debe procurarse unas posibilidades de encuentros posteriores con el peticionario y sobre todo obtener su colaboración para definir el problema y sus objetivos. El consultor debe considerar el impacto que su intervención puede tener sobre los ejecutivos encargados del personal (el psicólogo de la empresa, el especialista en recursos humanos...); en efecto, éstos pueden sentirse amenazados por la intrusión de ese extraño encargado de resolver unos problemas que ellos no han sabido evitar. Los riesgos de sabotaje, voluntarios o no, son evidentes. También en este caso, un buen análisis del contexto de la intervención permitirá evitar muchos errores que pueden ser irremediables. Las cuestiones importantes conciernen pues a la vez al «cliente» pero también a las personas que podrían anular los esfuerzos del consultor. Otra particularidad de este tipo de intervención concierne a su duración. El consultor debe resistirse ante el deseo de muchos directores de disponer de un presupuesto y una duración de la intervención determinados de antemano. Es indispensable poder evaluar la
amplitud del problema, los diferentes niveles jerárquicos implica dos, los medios estratégicos que deben emplearse, antes de fijar una duración (y por tanto un precio) a la intervención. Otra característica de esta clase de intervención concierne a la de limitación del sistema que hay que considerar: «¿A quién hay que ver? ¿Sobre quién habrá que intervenir?» Dada la complejidad de ciertas firmas o empresas, es necesario hacer una elección juiciosa y evaluar cuáles son los miembros del sistema a los que el problema concierne realmente y aquellos sobre los que se deberá ejercer la ac ción de cambio. Así pues, un buen conocimiento de los procesos de regulación sistémica debe completar el bagaje del consultor; también debe poder hablar el «lenguaje de la empresa», que es muy diferente del argot psiquiátrico. En general, evita la amalgama con los especia listas de la salud mental (psicólogos, psiquiatras...) para acentuar el aspecto «experto en resolución de problemas». También hay que señalar que la intervención en una empresa -co mo toda intervención voluntaria en los asuntos humanos- implica unas cuestiones éticas o deontológicas no despreciables. Se supone que el consultor interviene en un medio que, para las personas que forman parte. de él, constituye a menudo un medio de supervivencia esencial. Por tanto debe ser consciente del hecho de que se hallan en juego cosas importantes para los diferentes actores, ya que los me dios de coerción son muchos: amenazas veladas o explícitas referen tes al empleo, principalmente. El consultor debe a veces navegar en un clima de miedo, de estrés, que ha de calmar mediante una clarificación del contexto, del papel de cada uno y de los objetivos de la intervención. La importancia de la parte financiera para el consultor no debe hacer que pierda de vista estas cuestiones a nuestro entender capitales. Si se toman estas precauciones, creemos que el modelo de Palo Al to puede revelarse como un instrumento de intervención rápido y eficaz. Para concluir, veamos cómo Lucy Gill resume el interés del modelo para su trabajo en las empresas: «Lo que más me ha ayudado es la disciplina estricta de análisis del problema. Pensar: "¿Cuál es el problema que los trastorna?" más que: "¿Cuál es el problema que, según mi opinión, debería trastornarles?" Y también la disciplina de análisis antes de decidir lo que se va a poner en orden; encontrar la coyuntura: "¿Qué es lo que mantiene el problema?" Otro pun to importante es que en lugar de trabajar con todos, como yo hacía a menudo antes, busco estratégicamente: "¿Con quién debo trabajar? ¿Necesito a todo el equipo, o debo simplemente hacer que el jefe se comporte de modo diferente?" Esto depende de la definición del problema: ¿Cuál es el problema? ¿Quién tiene el problema en sus manos? ¿Quién debe hacer que cambie? Además, aprender a hablar su lenguaje y reencuadrar las cosas a partir de su visión de la situación, esto es verdaderamente nuevo.» 366 367
Informaciones prácticas sobre el MRI
Consulta por orden judicial' El MRI es un caleidoscopio de proyectos de investigación, de pu blicaciones, de actividades terapéuticas, de programas de formación. No vamos a hacer una lista exhaustiva de las actividades del MRI, que podría ser largo y fastidioso. Nos basta decir que en 1990 el MRI había realizado 53 proyectos de investigación, publicado 40 libros (algunos de ellos traducidos a 10 lenguas), más de 400 artículos (de los que 254 se publicaron antes de 1985). El MRI también ha organizado nueve congresos internacionales. Citamos brevemente a continuación algunas de las actividades principales que realiza actualmente. La clínica En el MRI, además de las consultas privadas de los diversos tera peutas que trabajan en él, existe una pequeña clínica que emplea de seis a ocho terapeutas a pleno tiempo. Sus enfoques son variados para responder a las demandas de la población, pero todos conservan una visión interaccional y contextual de los problemas. Los pacien tes conciertan citas directamente con los terapeutas pertinentes y se presentan en el MRI para la consulta. INFORMACIONES PRÁCTICAS SOBRE EL MRI Lynn Jordan está especializada en los casos dificiles de interven ción por mandato judicial con niños y adolescentes. Bajo la supervisión de John Weakland, aplica las técnicas de la terapia breve en menores y sus familias para resolver los problemas señalados por el tribunal para niños de la región de San Francisco. Lynn Jordan y John Weakland también han puesto en marcha, muy recientemente, un programa de investigación (Center for Assistance to Families with Special Needs) cuyo objetivo concierne a la reflexión sobre los medios pedagógicos utilizados con disminuidos mentales. La línea de base del proyecto es ésta: la persona disminuida es capaz de aprendizajes y de generalización de estos aprendizajes, pero los medios utilizados deben estar adaptados a sus capacidades. Estos medios no deben apoyarse en la idea de compensar unas carencias sino más bien de utilizar las capacidades particulares de dicha población. Emergency Treatment Center (Centro de tratamiento de urgencia) El ETC actúa desde 1975; actualmente está codirigido por Diana Everstine y Arthur Bodin. Es uno de los programas más conocidos del MRI, aunque el centro sea independiente y sólo esté afiliado al instituto. El centro funciona con unos equipos móviles de psicoterapeutas que están dispuestos para intervenir durante las veinticuatro horas del día en casos de violencia familiar, de intentos de suicidio, de problemas surgidos con personas que parecen muy perturbadas (captura de rehenes, amenaza inminente de muerte, etcétera). Intervienen a petición de la policía (cuyos miembros han seguido un cur so de sensibilización al trabajo del ETC) o de personas privadas (los servicios municipales han distribuido el número de teléfono del centro a la población). La intervención sólo se realiza con el consentimiento de los adultos implicados en el problema, salvo en el caso en que la situación sea considerada como una cuestión «de vida o
1. Señalemos que el modelo de la terapia breve también ha sido aplicado al terreno judicial en Lieja, y más particularmente a las intervenciones que tenían por objeto la reinserción de los menores tutelados por el tribunal para niños. Véase Seron y Wittezaele (1991).
368 369 Anexos Informaciones prácticas sobre el MR1
muerte», o en el caso en que estén implicados menores. Los que intervienen siguen las situaciones hasta el momento en que parece haber desaparecido la crisis, o la urgencia, y las personas pueden recurrir a la ayuda de otro servicio. El funcionamiento básico es sencillo: al recibir una llamada, los terapeutas de guardia acuden rápidamente al lugar (lo que les toma veinte o treinta minutos por término medio), intervienen durante un tiempo ilimitado (la intervención más larga duró ocho horas) y fijan unas citas con las personas afectadas a fin de decidir las medi das que hay que tomar para solucionar la situación en crisis. El modelo de intervención utilizado por el ETC es un modelo sistémico y comunicacional. Jules Riskin: las amenazas para el entorno El doctor Jules Riskin no ha cesado nunca de investigar desde la creación del MRI. Principalmente ha dirigido un gran proyecto sobre las «familias normales» cuyas conclusiones, aunque negativas, no dejan de revelar un hecho esencial: es imposible encontrar unos criterios que permitan especificar unas características propias del fun cionamiento de las familias llamadas «normales». Actualmente, Jules Riskin se interesa en las consecuencias del estrés provocado por las amenazas de un conflicto nuclear (proyecto «Las familias y la guerra nuclear»). «Estudio el efecto del estrés que la amenaza de guerra nuclear cau sa en las familias. [...] Un poco por casualidad, me interesé por el impacto de la amenaza de los terremotos sobre las familias. Escribí un artículo sobre ello. [...] Ahora, intento ver cómo hacerlo para que los psicoterapeutas se ocupen de las cuestiones del medio ambiente. La pregunta es: "¿Cómo cambiar a la gente -las actitudes- para que sean más activos con respecto al medio ambiente, antes de que sea demasiado tarde?" Mi objetivo es actuar de modo que los psicoterapeutas se conviertan en "psicoterapeutas aplicados" especializándose en el cambio del comportamiento de los individuos con respecto al medio ambiente. [...] Cómo podemos utilizar nuestra experiencia del "cambio" para hacer que la gente cambie de punto de vista, para que sean más activos; para que escriban más cartas al Congreso, que den más dinero a las organizaciones, que adopten nuevas costumbres, que destruyan menos su entorno, etcétera, cambios de este tipo. Así pues, mis objetivos son muy modestos, solamente quiero salvar al mundo. [Risas.] Pregunta: ¿Y su proyecto adelanta? Mire, mire el mundo de su alrededor. [Risas.]»'
Otros proyectos en curso Además del trabajo de Diana Everstine en este campo, Scott Nel son (antiguo director de investigación del MRI) ha estudiado la cuestión de la violencia familiar. Ha estudiado principalmente los problemas que encuentran los esposos de las personas que han sufri do violencias sexuales durante su infancia. La doctora Ferol Larsen trabaja con víctimas del estrés postraumático. Su enfoque es muy parecido al modelo de la terapia breve, con una atención muy particular dirigida a desaprender los modelos de comportamiento relacional y social que la persona puede haber adquirido como consecuencia de los traumatismos que ha vivido. Este desaprendizaje se realiza también en una óptica «terapia breve»: aprendiendo otros comportamientos más apropiados para la persona en su contexto de vida. Si la situación lo exige, pueden utilizarse otros tipos de técnicas o de modelos. La doctora Larsen prosigue también su trabajo de investigación sobre la depresión. En este ámbito se ha interesado, de manera prag mática, en las relaciones del ser humano con el animal de compañía. Ha podido comprobar la importancia de dicho animal para ciertas personas de edad avanzada, solas, disminuidas o enfermas. Estas personas pueden sufrir depresiones graves como consecuencia de la muerte de su animal de compañía. Por otra parte, se ha preguntado sobre los beneficios «terapéuticos» de la presencia de un animal sobre los individuos deprimidos, aislados, o que experimentan dificul tades importantes en sus relaciones. No duda en incluir esta relación en su tratamiento de la depresión cuando le parece indicado. 2. Jules Riskin, conversación con los autores.
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Citemos también los proyectos siguientes: - The Process of Recovery in the Alcoholic Family - Transition from Lovers to Enduring Friends - Conflict between Parents and Young Adult Children and of Controllability in Families with Diagnosed Positive and Negative Schizophrenic Offspring - EMD: Eye mouvement desinsitization procedure - Brain Injury and Family System Project 111 REFERENCIAS CRONOLÓGICAS
El MRI ofrece cuatro fórmulas de formación: 1) Unas formaciones de larga duración (nueve meses): una formación para la terapia familiar y una formación intensiva para la terapia breve. 2) Unas formaciones a corto plazo (dos meses): Advanced Brief Therapy y Small Group Skills Development. 3) El programa «residencial»: este programa permite que unas per sonas (dos como máximo a la vez) acudan al MRI durante un mes o cuarenta y cinco días y que puedan asistir allí a todas las actividades que tengan lugar durante este período. Participan también en las consultas hechas en el «externado» y en el Centro de terapia breve. Tienen acceso a todos los documentos, libros y cintas de vídeo, y asisten a los seminarios, reuniones y talleres organizados por el instituto. 4) Los talleres: por término medio, se organizan cinco talleres ca da mes, sobre temas tan variados como «El enfoque hipnótico en la gestión del dolor y de las enfermedades psicosomáticas» o «El clero frente al sufrimiento cotidiano». 373 W V Cn
1936 1939 1940 1942 1943 1946 1947 . Bateson se instala en N.Y. . Bateson es profesor en la New School for Social Research. . Bateson es profesor invitado en Harvard . Weakland encuentra a Bateson y se convierte en su alumno. . Bateson se instala en San Francisco . Erickson se establece en Phoenix, Arizona . Llegada de Von Foerster - Naven: Bateson - Self-regulation and the body: Cannon
- Balinese character: Mead y Bateson. - Behavior purpose and teleology: Rosenblueth, Wiener y Bigelow kO
1948 1949 - Cybernetics: Wiener en San Francisco - Mathematical theory Conferencias y proyectos . Erickson comienza sus experiencias de hipnosis . Conf. Macy sobre la inhibición cerebral . Bowen empieza a trabajar con las familias . Con£. Macy 1: Circular causality (marzo) . Conf. Macy 2: Circular causality (octubre) . Con. ACSC NY: Teleological mechanisms . Conf. Macy 3: Circular causality (marzo) . Conf. Macy 4: Circular causality (octubre) . Conf. Macy 5: Circular causality (marzo) . Proyecto sobre la comuni 7d n . n,
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Fechas 1901
Aniversarios encuentros
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. Nacimiento de Von Bertalanffy
1900 a l957
1922 1932
. Encuentro Bateson
de
y Mead
FechasI Aniversarios y encuentros a los Estados Unidos . Encuentra a McCulloch en Chicago . Doctorado de Watzlawick en la Universidad de Venecia . Divorcio de Mead y Bateson . Watzlawick empieza su formación de analista jungiano . Bateson es profesor en Stanford . Jay Haley se une al «proyecto Bateson» 1950 1951 1952 1953 Weakland y Fry se unen al «proyecto Bateson» Publicaciones
Conferencias
of cación y communication: psiquiatría: . Conf. Macy 6: Cybernetics (marzo)
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- Tbe theory of open systems in physics and biology: Von Bertalanffy - Communication: Ruesch y Bateson - The organizational renolution: Boulding (primer libro sobre la teoría general de los sistemas) . Conf. Macy 7: Cybernetics (marzo) . Conf. Macy 8: Cybernetics (marzo) . Jackson empieza su trabajo con familias
. Investigaciones etológicas en el zoo de San Francisco: Bateson . Comienzo del «proyecto Bateson» . Conf. Macy 9: Cybernetics (marzo) . Whitaker prepara la primera reunión de los terapeutas familiares (Atlanta), asistirán a ella: Bateson, Jackson, Scheflen... . Con£ Macy 10: Cybernetics 1954 1955 1956 1957 1958 . Carta de Bateson a Wiener: primer lanzamiento de la teoría de la doble coacción . Jackson se une al «proyecto Bateson» . Watzlawick se hace psicoanalista jungiano . Watzlawick es profesor de psicología en la Universidad de El Salvador . Riskin y Satir llegan - The application of cybernetics to psychiatry: Ashby (abril) -An introduction to cybernetics: Ashby - Towards a theory of schizophrenia: Bateson, Haley, Jackson y Weakland - Dynamics offamily therapy: Ackerman - The question offamily homeostasis: Jackson 1958 a 1991 - Reimpresión de Naven . Ackerman preside la primera reunión dedicada al diagnóstico familiar . El «proyecto Bateson» recibe una subvención del NIMH para el estudio de la esquizofrenia . Reuniones para la crea
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Fechas Aniversarios y encuentros Publicaciones Conferencias y proyectos 1959 1960 1961 a Palo Alto . Watzlawick deja San Salvador para ir a los Estados Unidos . Jackson encuentra a Watzlawick en el Institute for Direct Analysis de John Rosen . Llegada de Watzlawick al MRI (noviembre) . Traslado del MRI a 777 Bryant Street . Haley se une al MRI - A psychotherapy of schizophrenia: Scheflen -Asylum: Goffman - 7be myth ofmental illness: Szasz ción del MRI . Nueva investigación sobre la esquizofrenia dentro del «proyecto Bateson» en la PAMRF' . Creación del MRI dentro de la PAMRF (Jackson, Riskin y Satir) . Fundación del instituto Ackerman en N.Y. . Fundación del Family Center por Bowen en Georgetown, WA . Comienzo de la formación en terapia familiar: Satir, MRI . Fundación de la revista «Family Process». El redactor jefe es J. Haley 1. Palo Alto Medical Research Foundation.
1962 1963 1964 1967 1968 . Llegada oficial de Fisch al MRI . Bateson se instala en las islas Vírgenes . Bateson parte a Hawai al Centro de investigaciones sobre los cetáceos . Minuchin es nombrado director de la Philadelphia Child Guidance Clinic . Partida de Haley a Filadelfia (Minuchin) . La revista «Family Process» se instala en el instituto Ackerman . Muerte de Jackson . Satir deja el MRI y - The second cybernetics: Maruyama - Strategies of psychotherapy: Haley - Sweet madness: Fry - Conjoint family therapy: Satir -An anthology of human communication: Watzlawick - Pragmatics of human communication: Watzlawick - General systems theory: Von Bertalanffy . Apertura de la primera formación (subvencionada) en terapia familiar: Satir, MRI . El MRI se convierte en una institución independiente . Bateson comienza su estudio sobre la comunicación de las marsopas Creación del Centro de terapia breve en el MRI: Fisch (director), Weakland (dir.as.), Watzlawick y Bodin Creación del Centro per lo studio de la famiglia: Selvini (base psicoanalítica) Bateson organiza el coloquio de la Wenner-Gren Foundation (Austria): Efecto de los objetivos conscientes sobre la
379 Fechas 1970 1971 1972 1973 1974 1975 1976 Aniversarios y encuentros se convierte en la primera directora de Esalen . Bateson se va un año a Asia con su familia y unos alumnos, en especial Lipset y Donaldson . Bateson es profesor temporal en la Universidad de Santa Cruz . Bateson se reinstala en California, en Ben Lomond, cerca de Santa Cruz . Haley se instala en Washington en donde fundará su instituto con Madanes . Bateson es nombrado para el Consejo de los directores de la Universidad de California . Watzlawick es asistente en la Universidad Stanford (psiquiatría) . Ilya Prigogine recibe el premio Nobel por su contribución a la dinámica del no equilibrio . Bateson se instala en Esalen Publicaciones - Kinesics and contexte: Birdwhistell - The structure af scientific revolutions: Kuhn - The natural history of an interview (microfilm): Bateson, Brosin, Birdwhistell y otros autores
- Steps to an ecoloU of mind: Bateson - Our own metaphor: M.C. Bateson - Invisible loyalties: Boszormenyi-Nagy
- Uncommon therapy: Haley - Change: Watzlawick, Weakland y Fisch - Brief therapy: Weakland, Fisch y otros autores - Modelos matemáticos de la morfogénesis: Thom - Paradojas y contraparadojas: Selvini, Boscolo y otros autores - Double bind: Sluzki y Ransom - The interactional view: Watzlawick y Weakland - T he la nguage of change: Watzlawick - Beyond the double bind: Berger (dir.) -Mind and nature: Bateson - La nouvelle alliance: Prigogine y Stengers
- Counseling elders and their families: Herr y Weakland Conferencias proyectos adaptación humana
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Conferencia homenaje
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Selvini con psicoanálisis
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. Coloquio Beyond the
San Francisco) . Conferencias de Asilomar (febrero)
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1977 1978 1979 381 Anexos w
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Mental Research Institute 555 Middlefield Road Palo Alto, California 94301 USA. Tel.: (415) 321 30 55 J. J. Wittezaele y T. García Centro Gregory Bateson (Bélgica) Route de Banneux, 131 B-4870 Fraipont (Trasenter) Bélgica. Tel.: (087) 26 78 51 (El centro está asociado al MRI. Organiza formaciones para la comunicación interprofesionat; para el enfoque interaccional y para la terapia breve, en Francia y en Bélgica. Comprende un servicio de investigación en comunicación terapéutica y un centro de consultas privadas. Para contacto e informes en Francia: Centro de terapia breve en Lyon: 78 83 52 89.) Renée Savourin 5591 Canterbury Av. Montreal, Quebec PQH3T, IS8 Canadá. Tel.: (514) 342 20 85 Institut für systemische Therapie Erlachgasse 95/4 A-1100 Viena Austria. Tel.: (0222) 62 35 60 1. Observación: damos las direcciones siguientes solamente a titulo indicativo y sin pretender ser exhaustivos. Que nosotros sepamos, no existe ninguna lista oficial de los organismos o instituciones que apliquen el modelo de Palo Alto. Para conocer a las personas que trabajan en esta óptica (o en todo caso que hayan seguido una formación en el MRI), deben ponerse en contacto con la secretaría del MRI.
IV DIRECCIONES ÚTILES' 383 Direcciones útiles Dott. Giorgio Nardone Centro di terapia strategica Corso Italia, 236 Arezzo Italia. Tel.: (0575) 35 02 40 Teresa Sanz Centro de terapia breve Ronda General Mitre, 188 bis, pral. 1.08006 Barcelona España. Tel.: (93) 212 54 80 Instituto Mexicano de Terapias breves, SC Adolfo Prieto 1348-602
Col. del Valle, México DF 031 100 México. Tel.: (5) 559 91 94 Centro Privado de Terapias breves Ayacucho 1474 - 2.°- A Buenos Aires 1111 Argentina Alberto Levy Av. Quintana, 591, 4.- A Buenos Aires 1129 Argentina. Tel.: 54-1-805 3193 Victoria Matchand de Pombo P. 0. Box 093483 Bogotá Colombia. Tel.: 57-1-212 4721
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ÍNDICE ANALÍTICO photographic Balinese character: analysis 54 Bateson, Gregory 18-21 25 29 34 42 47ss 50ss 53ss 56 60 80 82 89 93 97ss 246s 308 317s 323ss 362
antropólogo 42-55 contexto familiar 35-55 muerte de 35s y el aprendizaje 122-130 135-138 y el estudio de la comunicación 112 y el MR1 178 227-238 259 324 346ss y el objetivo consciente 333 354s y Erickson 218 y Jackson 186ss 231 234ss 240s y la cibernética 56 61-71 88s 91 351 y la comunicación 101 y la doble coacción 150 152 154 158 194 y la ecología 37 y la evolución 329-333 y la psicoterapia 177 182-186 192ss y los procesos mentales 102 235 véase también Aprendizaje; Erickson; Espíritu; Proyecto Bateson; Watz Baining 43 Bali 53ss 122s 182 185
lawick; Weakland Bateson, John 38s
Abducción 49 Abramson, Harold 92s 234ss Ackerman, Nathan 197 200 231 246 Aclimatación 332 Adaptación 116 al medio 280 282ss 318 327 330s 334 353 Amatea, Ellen 363 Analogía, analógico 110 razonamiento 49s; véase también Explicación y digital 105 108; véase también Codificación; Comunicación Aprendizaje 54s 115 122130 135-138168s 212 303 niveles del 166 secundario 126-129149s 165 332 teoría batesoniana del 46 55 100 120s 123-130142 329ss véase también Bateson; Comunicación; Contexto; Jerarquía Aristóteles 108 Armamentística, carrera 53 66 279 Arte 175 192 242 Ashby, Ross 64 69 76 90 Autorreflexividad véase Paradoja; Sistema(s) 96333 141 144 146 160-177 187-
403 Índice analítico Índice analítico Bateson, Martin 38s 42 Bateson, Mary Catherine 53 55 60 184 324 356s Bateson, William 36-44 38 Bavelas, Alex 186 Beavin, Janet 53 96 117s 169 238 247s 250ss 253 Benedict, Ruth 46 147s Berger, Milton 190 Bernard, Claude 57 68 155 Bertalanffy, Ludwig von 112 Bigelow, Julian 58s 64s 74 Birdwhistell, Ray 101 136 178 244 Blake, William 36s 40 Bodin, Arthur 24 269 369 Boltzmann, Ludwig 83 85s Boszormenyi-Nagy, Ivan 200 Bowen, Murray, 190 200 233 259 Brand, Stevart, 62-71192 Brosin, Henry, 65 92s 136 178 Brown, Jerry 62 324 Butler, Samuel 36s 40 Caja negra 59 70s Calibrado 77 174 327 332s Cambio 20 126 157 del tipo 1 276ss 280 282 290 333 del tipo 2 276-279 290 300 333 estrategias de; véase Estrategias de cambio generalización del 271 intencional, 329 333-343 somático 330s técnicas de 112 183 teoría del 274-279 terapéutico 179 véase también Estrategias; Resistencia; Tácticas Cambio. Formación y solución de los problemas humanos 274ss 302 Campbell, Jeremy 81 85s Cannon, Walter 57 68 155 Capra, Fritjof 352 362 Carácter, 53ss 122 y aprendizaje 126-129 Castaneda, Carlos 212 Castel, Robert 249 Casualidad (azar) 123 127 143 184 330 345 Causalidad 184 circular 6169 75ss 117 Centro de terapia breve 21s 172 193 201 228 254s 259 266 289s 291s 301s 315s 318s 362s actividades del 27 361s evolución del 280-283 funcionamiento del 24-29 298 302 historia del 269 275 véase también Fisch; Watzlawick; Weakland
Chesmut Lodge 154 160 CIA 234s Cibernética 18 20s 34 55s 99s 120 123 141s 146 156 164 174 195s 203 207 252 261 307 341 350 circuito 105 de segundo orden 316 324-328 362 origen de la 61 principios de la 56-94 véase también Bateson; Erickson; Explicación Ciencias naturales 46 99 véase también Comunicación Circuito véase Cibernética; Regulación Cismogénesis 49 51ss 66s 100 116s Claus¡us, Rudolf 82s Cluckhon, Clyde 148 Coacción 88 90 114 122 129 véase también Doble coacción Codificación 100 102 105 117 251 294 317 338s analógica 107s 251 digital 108 251 holográfica 110ss ¡cónica 109 parte por el todo 109 Coevolución 104 115 329 338 340 Columbia (Universidad) 147 149 234 Comunicación 33s 95-121130 141 ciencia de la 21 99s de medios 352s en pulpos y mamíferos marinos 238 interpersonal 223 metacomunicación 101 118 119ss 162 170 nivel de la 74 102 118-121157 162 166 188 310 352 nueva 18 142 pragmática de la 53 227 249-253 teoría de la 34 100 y aprendizaje 123 véase también Bateson; Watzlawick Condicionamiento pavloviano 124 126 skinneriano 124 126 Conferencias Macy 56-94 96 106s 162 164 182 184 307 362 Conjunto de referencia 112ss 132 135 Constructivismo 18 23 201 208 281 324 347 350 362 véase también Watzlawick Contexto 20 28 114 119 121 202 265 314 317 352 del paciente 294 296 298 familiar 166 168 171 173 175 184 indicadores de 125 132s
y aprendizaje 122ss 126 128 129-138 véase también Aprendizaje Control 88 120 177 184 192 278 340 346 social 286 349 Creatura 104s 347 CTB véase Centro de terapia breve Cualidad y cantidad 84s Darwin, Charles 36 38 40 42 67 Delfín 127s 133 136 238 323 Delincuencia 277 333 Depresión 271ss 279 Descartes René 75 344 Deuteroaprendizaje véase Aprendizaje Diagnóstico 91 152 164 familiar 245 Diferencia e información 42s 102-106 118 Doble coacción 20s 54 130 141s 167 186s escindida 169 teoría de la 142s 156 164s 168-194 236 terapéutica 192 222s 297 véase también Bateson Ecología 37 112 véase también Bateson; Espíritu Eidos 48 Elkaim, Mony 316 327 Emard, Patricia 25 Emergency Treatment Center(Centro de tratamiento de urgencia) 369s Emociones 220s 292 313 papel en terapia 309ss Empresa (intervención en) 277 365ss Energía 82-87 104 e información 88-94 346 véase también Metáfora Enfermedad mental 34 141 167 Entropía 83-89 95 330 353 e información 82 Epiménides 79 163 Epistemología 19 34 47s 86 97s 107 121 184s 188 338s 342 344 356 Equifinalidad 283 333 Erickson, Milton 18 21 25 29 154 194 196 208-224 265 339 y Bateson 158s y la cibernética 62s 66 69 159 y la hipnosis 171 y la manipulación 180 257 y Palo Alto 178-181 253s 269 272 286 318 véase también Haley; Jackson; Watzlawick; Weakland
Erikson, Erik 197 404 405 Índice analítico Error del concreto mal colocado 49 175 Esalen, Instituto 237 Espejo sin azogue 26s 249 269 273 299 Espíritu 85 91 350 concepción batesoniana del 347s ecología del 37 y materia 85 Esquizofrenia 54 143 153 157 véase también Doble coacción; Psico sis
véase también Cambio; Paradojas;
Estabilidad 76 Estadística
406
liar)
véase
Psicoterapia;
Tácticas
Ginsberg, Allen 237
«Family Process» 29 200 246
Feed-back 57-616467 69s 77 89 102 116s 174 207 326 341 véase también Cibernética Fenómenos convergentes y divergentes 333ss Fisch, Richard 18 23 254s 259 264 266s 269ss 274ss 298ss 361s
y el CTB 24-29 269274 y Jackson 155 Gbdel, Kurt 305 Goffman, Erving 101 Hacia una ecología del espíritu 62 251324 Haley, Jay 18 39 42 44 149ss 156s 159 162 166s 171s 174 178ss 184ss 189-193 197 200s 210 212 219 221ss 229s 238s 246ss 253s 256ss 264268s y Erickson 178ss 209 212 218 222 y la terapia estratégica 263266 Hall, Edward 101 Hawaii 127 324 Heims, Steve 61 164 234s Herr, John 274 Hipnosis 59 157 171 173 178 208 210-216 257 267 formación para la 362 véase también Erickson Holograma véase Codificación Homeostasis 57 68 134 156 179 200s 207 254 276s 284 325 Horney, Karen 69 197 Horrower, Molly 65 Hull, Clark 210 Humor 27 157 162 165 175 192 239s 266 Hutchinson, Evelyn 65 69 92s Huxley, Aldous 212 235 237 Huxley, T.H. 38 Iatmul 45ss 49s 66 116 185 Iluminación 235 278 Illinois Psychiatric Institute 232s Inconsciente 302 303-306 Individuo y sistema 22 122 Información 20s 33s 81-94 96 100 102 123 133s 346 tratamiento de la 335 véase también Diferencia; Energía; Entropía; Termodinámica Input 59 69s 106 Insight 133 218 255 260s 265 305s 309 312 Índice analítico Intencionalidad 59 véase también Cambio Interacción, interaccional 51s 54 74 95 112-116 definición de la 112 enfoque 19 2149 52s 56 74s observador-observado 86 240 325 345 relaciones 353s Interpretación 28 221 304 Intervencionismo véase Terapeuta; Terapia Jackson, Don 18 21 25 29 96 117 154ss 160 167 171 177s 186s 196 200208 227 229ss 235 238 244ss 247 250 252 255 y Erickson 179s
y Satir 232 241 256ss véase también Bateson; Fisch; Suzuki; Watzlawick; Weakland jerarquía 50 100 119 185 de aprendizaje 123 de los sistemas 336 Jordan, Lynn 369 Juego 163 165 véase también Teoría (de los juegos) Jung, Carl Gustav 98 Instituto Carl Jung 243 Kerouac, Jack 237 Kesey, Ken 151 Koan 171 356 Korzybski, Alfred 80 Kubie, Laurence 59 63s 92s 154 307 Kuhn, Thomas 19 Laing, Ronald 183 205 244 Larsen, Ferol 371 Lenguaje 34 105 del paciente 219s 265 288 293ss no verbal 209 244 Levy, David 197 Lewin, Kurt 61 65s 407 Índice analítico Lidz, Theodore 200 Lilly, John 189 238 323 Lipset, David 43 45 182s 185 190 Lógica, lógico 34 de la comunicación 96 niveles 128 141 181 310 334 338 tipos 129 161 164 171 240 290 327 teoría de los 49 75 77-82 98 100 165 169 276 Lorenz, Konrad 152 LSD 234238 véase también Psicosis Malinowski, Bronislaw 43 Manipulación 185 261 317 340-343 véase también Erickson; Estrategias Mapa y territorio 48 80 100 348 Máquina de vapor 57 62 67s Marco de referencia 131 276 Maruyama, Magoroh 207 326 Maturana, Humberto 362 Maxwell, Clarck 62 68-83 McCulloch, Warren 59s 64 68 72ss 92s
Mental Research Institute (MRI) 19ss 23-29 56 96 102 158 172 178 186s 189 195 200 206ss 217 222 227-259 268s 272 319 324 356 actividades del 368 clínicas del 368 hoy 361-367 véase también Bateson; Formación; Watzlawick; Weakland Metacomunicación véase Comunicación
Metáfora 33 92 107 163 216 219 312 energética 98 303 véase también Orquesta, metáfora 408 Metarreglas véase Reglas Miller, Henry 237 Minuchin, Salvador 257 Modelización 58s 77 107 335 339 350 Moley, Vincent 25 Morfogénesis véase Sistema Morgenstern, Oskar 174 Motivación (del paciente) 221 265 288 MRI véase Mental Research Institute National Institute for Mental Health 166 233 Naturaleza y el pensamiento, La 37 102 123 152 324 Naven 46s 60 66s 69 100 175 Nelson, Scott 371 Neumann, John von 59 65 69 87 174 Neurosis 52 198 New School for Social Research 96 144 146s 251 Newton, Isaac 36 83 85 88 344 NIMH véase National Institute for Objetividad 76 85s 130 135 138 344s 350 Objetivo consciente 37 184 333 341; véase también Bateson (objetivo consciente) definición de 339 366s terapéutica mínima 218 264 286s 299 304315 339 Observador-observado véase Interacción Orden 167ss 173 comportamental 27 215 266 292s 295-301310 314 paradójico 194 296-301 Orquesta, metáfora de la 101 Output 56 69s 106 Paciente designado 272 posición del 214289 293 310s véase también Lenguaje; Persona que se queja; Premisas Paradigma 19 192 344s sistémico 22 301 Paradoja 28s 79s 101 120s 138 141 153 157 160 164 167 178 192 240 253 276 de la autorreflexividad 99 240 316 340 356
de la intervención psicoterapéutica 208 pragmática 292 véase también Orden; Técnicas Pasado, importancia en la terapia 265 282s 307s 314 Patterns 68s 111 116 183 192 210 Patterns o£culture 46 Pensamiento véase Sistema Percepción, umbrales 90 108 Persona que se queja 283s 296 316 365 véase también Contexto; Premisas Personalidad véase Carácter Pleroma véase Creatura Poder 184s 347 Potts, Walter 59 68 Pregnancia 131 137 339 Premisas 92 98 112 120 129 252 262 277 351 del analista 348 del paciente 278 294 del terapeuta 270 304 319 véase también Terapia breve Pribram, Karl 110 Prigogine, Ilya 83 317 327s 346 Principia Mathematica 78 160 162 véase también Russell; Whittehead Probabilidad 83ss 125 Índice analítico Problema (psicológico) 112 definición del 285 338s 342s 367 intentos de solución 26 273s 282 285s 294ss 300 304s naturaleza del 268 278ss 289-293 333 resolución del 254ss 280-289 véase también Evaluación Procesos circulares 59; véase también Cibernética; Feed-back estocásticos 329 mentales véase Bateson; Sistema de pensamiento Profecías autorrealizadas 205 340 Proyecto Bateson 21 29 142-167 172s 227s 230 253 véase también Doble coacción; Weakland Pryor, Karen 250 Psicoanálisis 46 52 154 160 178 191 195s 199ss 246 249 260 268 304s 308 véase también Terapia breve Psicodélico 67 Psicosis 52 175s 179 198 y LSD 235ss véase también Esquizofrenia Psicoterapia 2134 52 97 157 164 178 véase también Bateson; Cambios; Ética; Objetivo; Paradoja; Terapia
Queja véase Persona que se queja Radcliffe-Brown, A.R. 43 45 Ray, Wendel 153 258s Realidad véase Constructivismo Redundancia 100 106 109 ll4ss 121 123 129 203 277 305 310 Reencuadre 28 294s 298 306 308 312 317 Refuerzo 124127s 133 169 Reglas 120s 163 familiares 201 203s 277 409 Índice analítico Índice analítico metarreglas 204 relacionales 74 115s 304s 310 315 Regulación 77 309 auto- 60 62 mecanismo de 184 276s 279 282s 326 341 366 Relación(es) 53s 127 análisis de la 52 familiares 195 354 humanas 34 184 interaccionales 353s interpersonales 115 204 simétrica 96 simétricas y complementarias 53 66s 116s 118 241 251 terapéuticas 217s 272 282 309 316 348 véase también Reglas; Sistema Relatividad de los puntos de vista 113 135 284 294 318 347 teoría de la 345 Resistencia (al cambio) 220 296 Resonancia 111s Retroacción véase Feed-back Richardson, L.F. 66s Riskin, Jules 24 187 230ss 233 240s 246 258 370 y Jackson 156 Ritual 165 Rol 196 familiar 197 203s Rosen, John 158 244 Rosenblueth, Arturo 57ss 64s 67s Rosenthal, Robert 206 Ruesch, Jurgen 97s 100s 121 149 152 252 Russell, Bertrand 78ss 100 120 158 162 188 Salud mental 33
San Francisco 23s 34 97 149 153s 180 230 233 237 266s 356 362 Satir, Virginia 18 151 178 230 232s 241 245 247ss 254 256s 259 véase también Jackson Savage, Leonard 65 69 Scheflen, Albert 101 190 244 Schlanger, Karin 24s 363 Shazer, Steve de 319 Secuencias, puntuación 117s 125s 129 136 317 352-355 Segal, Lynn 24s 289 294 324 Selvini, Mara 363 Sepik 45 66 Seron, Claude 284 369 Shannon, Claude 61 86-89 100 106 109 114 Sí mismo 129 240 estima de 232 241 Silicon Valley 23 154 Simetría, simétrico 4150 véase también Relación(es) Simplificadores terribles 290 335 Síndrome de utopía 290ss 335 Síntoma(s) 171 179 265 270 284 302 305 318 desplazamiento del 253 277 302 función del 253 270 273 283s prescripción del 192 297 Sistema 22 67 90 104 llls 121s 130 134 138 142 188 202 276s 346 autorreflexividad del 316 de pensamiento 277s 306 311 317 evolución del 332 familiar 173s 179 283 relacional 310 y morfogénesis 325-328 véase también Contexto (familiar); Diagnóstico (familiar); Evaluación; Jerarquía; Reglas; Relacio nes; Rol; Teoría general de los sistemas; Terapia Sistémica 18 20 91s 97 112s 156 194 346 350 véase también Paradigma; Terapia (sistémica) Sluzki, Carlos 169 246ss 318s y Jackson 156 Snyder, Gary 237 Spengler, Oswald 85 St. John's College 36 39 Stanford (Universidad) 23 149s 154 238 251 Stengers, Isabelle 83 327s 346 Stevens,Janice 191s Subjetividad 113 130 132s 135 138 Sulka 45 Sullivan, Harry S. 154 160 197 253 266 Supervivencia 107 330 367 Suzuki, D.T. 159 171 301 Szasz, Thomas 79 205s Tácticas 28
de cambio 275 287s 298 302 véase también Estrategias Tarea 24 27 véase también Orden (comportamental) Técnicas de cambio véase Cambio; Doble coacción paradójicas 266 véase también Estrategias; Orden; Paradoja Telégrafo (analogía del) 86s 101 Teleología 61 64 69 Teoría(s) de la información 21 de los juegos 59 69 174 de los tipos lógicos 79 98 100 169 276 energéticas 63 general de los sistemas 21, 70 76 142 196 252 véase también Aprendizaje; Cambio; Comunicación; Doble coacción; Energía; Evolución; Relatividad; Tipos lógicos; Yo Terapeuta libertad de maniobra del 310 papel activo del 264 véase también Premisas (del terapeuta) Terapia de la Gestalt 249 260 estratégica 180 254 familiar 18 29 116 141s 173 177s 180 191 195-200 208 231s 246 248 268ss 325 sistémica 253s véase también Cambio; Doble coacción; Emociones; Formación; Haley; Objetivo; Paradoja; Pasado; Relación(es); Terapia breve Terapia breve 20 27 173 222 254s 260319 campos de aplicación del modelo de Palo Alto 363-367 crítica de la 314-319 cuestionamiento de la 312 evolución de la 268-274 formación a la 362 premisas de la 263 y psicoanálisis 300-315 véase también Cambio; Empresa; Evaluación Termodinámica 20 82s 88s 93 327 345 definición de la 82 e información 82-87 Termostato 78
Thom, René 137 328 339 Toma de conciencia véase Insight Trance 171 178s 211 213 216 VA véase Veteranos Administración Varela, Francisco 317 362 Verón, Eliseo 169 247 Veteranos Administración (VA) 150s 155s 160 189 230 233 Vídeo 24 26 249 299 Waddington, Conrad 48 345 410 411 Índice analítico Wallace, Alfred Russel 67 Watts, Alan 159 171 237 Watzlawick, Paul 18 21s 2428 204 229 242247276 279ss 331 363 y Bateson 192 244s 250-253 y el constructivismo 201 208 281 324 327s 340s 347 350 y el CTB 268ss 299s 315 363 365 y Erickson 255s y Jackson 156 255ss 258 y la pragmática de la comunicación 53 96 116ss 227 249-253 287s y las ideologías 291s Weakland, John 18 24-29 144-149 247 y Anna Wu 29 y Bateson 43 45 306s 351 y el CTB 267-270 280s 365 y el MRI 186 227ss 238s 251 256 264 362 369 y el proyecto Bateson 78 155ss 180ss 189ss 234 237s 412 y Erickson 171 178ss 211 221ss 253 y Jackson 258s Wheeler, John 33 Whitaker, Carl 190 200 Whitehead, Alfred North 48s 78s 100 120 158 162 188 Whorf, Benjamin 202 Wiener, Norbert 57ss 64ss 66s 70s 74s 86s 92ss 95 97 146 164ss
y Bateson 164 Wilder, Carol 283 351 Winkin, Yves 18 54 101 104 283 Wittezaele, Jean Jacques 284 369 Wynne, Lyman 190 200 241 Yo (teoría del) 196 Zeig, Jeffrey 212 217s 221 223 Zen 25 129 138 157 159 171s 356s 302
BIBLIOTECA DE PSICOLOGÍA
5
Corman, El test PN.79.
Richelle, Skinner o el peligro
ficientes mentales. 2.' ed., 204
10 Ávila, La timidez. 2.e135
Se
2.8 edic., 256 páginas.
324 páginas.
gía empírica. págs.
220
Biblioteca de Psicología Textos Universitarios Nueva serie de temas candentes, surgidos de la realidad viva y concreta, y relacionados con la psicología o disciplinas afines a ella. Kaufman, G., Psicología de la vergüenza. 400 págs. Eysenck, H.J., Tabaco, personalidad y estrés. 212 págs. Hare, R.T. y Marecek, J., Marcar la diferencia. Psicología y construcción de los sexos. 256 págs. Fisch, R., Weakland, J.H. y Segal, L., La táctica del cambio. Cómo abreviar la terapia. 3.a ed., 336 págs. Franki, Ante el vacío existencial. 7.' ed., 160 págs.
ve
Crispo, R., 8Figueroa, E. y Guelar, D., Trastornos del comer. 160 págs. Watzlawick y otros autores, Cambio. 8. ed., 200 págs. Lehr, U.M. y Thomas, H., La vida cotidiana. 328 págs. Wittezaele, J.J. y García, T., La escuela de Palo Alto. 416 págs. Watzlawick, ¿Es real la realidad? 6.' ed., 276 págs, Watzlawick, El lenguaje del cambio. 6.1 ed., 176 págs. ;~b 00WE 1)E L A COSTA SIBL.IOTEC4
Editorial Herder S.A., Provenza 388, 08025 BARCELONA
Contra-portada.
La escuela de Palo Alto -con un nombre de resonancia hispánica- es famosa en todo el mundo. Sus aportaciones a la investigación psicológica interesan a una variada gama de profesionales: el especialista en comunicación halla sugerentes orientaciones en los trabajos innovadores de Gregory Bateson, sistematizados y prolongados por Paul Watzlawick; el filósofo de las ciencias se inspira en el nuevo paradigma científico basado en la noción de información y en los conceptos surgidos de la cibernética; el terapeuta se da cuenta de que casi todas las corrientes nuevas de terapia familiar y sistémica tienen sus orígenes, más lejanos o cercanos, en el trabajo de los fundadores del Centro de terapia breve. Se puede afirmar que las ideas renovadoras elaboradas en Palo Alto han desbordado el marco estricto de su origen y se han propagado entre todos aquellos que, científica o profesionalmente, tienen que ver con la comunicación humana. Es de sumo interés, por tanto, conocer la historia y la evolución de las ideas esenciales de la escuela de Palo Alto. Es lo que nos ofrecen los autores de este libro en una síntesis clara de todas las vertientes que han influido en el nacimiento y desarrollo de tan prestigiosa escuela. Jean-Jacques Wittezaele, doctor en psicología, es psicoterapeuta y director del Centro Gregory Bateson de Lieja. Colabora científicamente con el MRI de Palo Alto. Teresa García, psicóloga y psicoterapeuta, es investigadora y formadora en el Centro Gregory Bateson de Lieja. ISBN 84-254-1855-0
Herder 9
AIIIVISI
IY 1 556
788425
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