La Dramaturgia de La Escena

August 25, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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"La dramaturgia de la escena Ana López Montaner • La Habana  Foto: Cortesía del autor Buenas tardes, primero que nada quiero agradecer a Casa de las Américas, a Vivian Martínez Tabares y a María de la Luz Hurtado por darnos esta esta Antología  Antología de teatro teatro chileno, chileno, y al Instituto Cubano del Libro, a Jaime Triana y al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes por otorgamos su apoyo para estar aquí hoy, conversando con ustedes de teatro chileno, lo que me alegra mucho.

El título de esta breve reseña es "La dramaturgia de la escena", pues en ella pretendo bosquejar sintéticamente algunos de los tipos de producción dramatúrgica que actualmente se utilizan en Chile, haciendo hincapié en los métodos de escritura que nacen de la mano del proceso

de

puesta

en

escena.

Al leer la cartelera santiaguina aparecen varias creaciones de directores que escriben sus propias obras, dramaturgos que montan sus textos y aunque he oído decir varias veces que esta modalidad es arriesgada, hay veces que estas autorías han generando excelentes obras teatrales, despertado la atención de la crítica y el público, varias de ellas presentes en la Antología la Antología

de

teatro

chileno chileno  que

nos

convoca.

La naturaleza de la dramaturgia y la dirección son muy distintas, y ya han sido comentados los desacuerdos y buenas relaciones creativas entre dramaturgos y directores en la historia teatral, así como la importancia de ambos para construir teatro. Lo interesante es que cuando se mezclan al mismo tiempo en un proceso, hablamos de una forma de producción que hoy se adopta frecuentemente, que está validada y que es el método de varios de los creadores chilenos,

incluyendo

el

teatro

emergente.

Al parecer, de manera general, en la dramaturgia creada durante la puesta en escena, lo primordial es que lo escrito funcione como teatro, es decir, mientras ocurre en el escenario, y sus creadores tratan en mayor o menor manera, que así sea. Su validación la entrega la escena misma en la medida que funciona o no, en conjunto con todas las demás áreas expresivas

que

implica

la

creación

teatral.

¿A qué necesidad responden estas formas de escribir dramaturgia? ¿Qué lineamientos hay detrás

de

estas

opciones?

Se podría suponer que la existencia de los dramaturgos que dirigen sus obras, responde a la necesidad de ver convertido su propio texto en teatro, y en que, casi siempre por su formación como actores, necesitan que el texto ocurra en el escenario para que cobre

 

sentido. Hay varias herramientas que estos autores de la escena utilizan con distintos énfasis para

diferenciarse

entre

sí.

Algunos relatan, crean mundo y entregan contenido, en un gran porcentaje a partir del texto dicho. La palabra es acción, tiene riqueza, belleza, ritmo, poesía, originalidad y potencia, nombran lo que nadie puede decir, ellos ponen palabras a los sentimientos o ideas inexpresables, sobresalen por conceptualizar, convocar mundos e imágenes a partir de lo dicho. Seguramente el 90% de la obra los personajes estarán utilizando la palabra de diversa manera, ya sea poética, metafórica o llenos de ironía. De esa forma construyen ficción y traspasan contenidos ideológicos. Nos involucramos con su lenguaje, por cómo se dicen las cosas,

pues

tienen

un

sello

único.

El segundo énfasis que identifico, se encuentra en las inquietudes visuales y de producción escénica, donde se crea una dramaturgia silenciosa, y aunque la palabra no sea lo más relevante en la construcción de su propuesta escénica, lo es la dramaturgia como construcción de relato visual, pues la concatenación de gestos, acciones físicas, luz, movimiento e imágenes implican una dramaturgia silenciosa que articula los sucesos que vemos, y que organizan los elementos escénicos en el espacio a fin de contar algo o representar puntos de vista y conceptos. Acá el énfasis no está en la palabra, sino en la dramaturgia de una serie de gestos, acciones, espacialidades y movimientos que al ser vistos son

decodificados

creando

ficción

y

relato.

La dramaturgia puede ser una partitura de imágenes a representar, y no necesariamente palabras para ser dichas. Aquí posiblemente se borra el límite entre la dramaturgia y las imágenes escénicas que va creando el director para contar algo. Este autor relata con el cuerpo de los actores, la gestualidad, el ritmo, el sonido, las acciones y los elementos escenográficos, lo nacido de cada ensayo. Su escrito al final del proceso, puede llegar a asimilarse a un guión que describe innumerables imágenes y acciones, o a un punteo de circunstancias dadas, como una estructura o un esqueleto que se desarrollará hasta convertirse en carne en el transcurso de los ensayos con los actores. Acá la palabra es menos convertirse relevante, pues el lenguaje de la obra se crea en la propuesta de dirección, la materialidad de la escena y la interacción con los actores y demás colaboradores artísticos. Aunque mayormente este lenguaje no esté escrito en las palabras, es dramaturgia. El autor puede empezar los ensayos sin un texto escrito por completo, pero lo irá creando poniendo toda la atención a lo que ocurre en escena y a su visualidad. El impulso que recoge es concreto a partir de las acciones que va probando con los actores. En parte es una dramaturgia fugaz, que muere al mismo tiempo que va ocurriendo, razón por la cual, al leer el texto después de presenciar la función, algo nos parecerá incompleto, y es que justamente falta lo que fue relatado durante la materialización de la escena. De esta manera, la propuesta de dirección se enlaza con la dramaturgia produciendo una obra que no puede ser contada solo a través de

su

texto,

pues

la

visualidad

es

parte

fundamental

del

relato.

 

Si quisiéramos retener esta dramaturgia fugaz, tendríamos que llegar a incluir detalles descriptivos de la puesta en escena como un novelista o un guión de cine e incluso explicar la propuesta de dirección dentro del texto. Si pensamos que el teatro es fundamentalmente escénico, y entendemos eso sintéticamente como la suma de lo corporal, lo sonoro, lo presencial y principalmente lo visual del teatro, descubrimos que hay dramaturgia en cada uno de sus componentes, todos relatan en forma simultánea, como en una orquesta lo es la realización

de

una

gran

partitura.

Al poner énfasis en la visualidad del teatro, entramos al reino de la imagen, potenciando el grado de interés que provoca en el espectador lo que está mirando, despertando el interés estético, la atención visual, regulada a partir de esta dramaturgia que ocurre en el momento. Concebir una obra es una continua dialéctica entre la naturaleza del imaginario y la realidad, de lo abstracto y lo concreto, donde los esfuerzos creativos desembocan en el proceso de objetivación, es decir, sacar lo que tengo y ponerlo frente a mí en un texto o un escenario. Se trata de convertir ideas, intuiciones e imágenes, en lo concreto de las palabras, estructuras, cuerpos, voces, acciones, formas observables en el tiempo y en el espacio. La dialéctica interna de un creador, va y viene entre la idea y la realidad. Todo va al escenario donde tenemos la posibilidad de experimentar para que los textos funcionen como teatro, más allá de que funcionen como escrito. Trabajar la dramaturgia desde la escena tiene la ventaja que permite ver lo que está pasando y probar continuamente, como un traje hecho a la medida, si lo escrito es compatible, por ejemplo, con las circunstancias dadas del equipo de trabajo. Cuando un dramaturgo crea el texto durante el proceso de ensayos, está invirtiendo el clásico eje desde donde se articula la producción dramatúrgica. El autor durante los ensayos, recogerá, se alimentará de las inquietudes planteadas por un director y su equipo para crear el texto y no al revés, como suele ser, que el director y su equipo se alimentan del texto creado

por

el

dramaturgo,

con

anterioridad

al

proceso

de

ensayos.

En este caso, el dramaturgo ejerce su autoría en la creación del lenguaje, en el cómo se dirán las cosas, en mantener su sello personal aunque se vea invadido por los estímulos que le entrega el grupo. Pienso por ejemplo en “HP”, de Luis Barrales, obra presente en esta antología, pues es una excelente muestra de un dramaturgo integrado en el proceso de ensayos. Barrales escribe a partir de una noticia que fue muy popular en Chile, el asesinato Hans Pozo, quien fue descuartizado y sus miembros esparcidos por distintos lugares de Santiago. Barrales recibe los aportes del grupo en los ensayos y conoce las intenciones escénicas de la directora. Lo interesante es que aunque el dramaturgo se haya envuelto en el proceso con todos, logra construir una autoría en el lenguaje, es decir, no pierde su identidad como autor, al contrario, las palabras formuladas durante el proceso de ensayos suenan muy bien digeridas por todo el elenco y quizá debido a la múltiple cantidad de personas que han intervenido en el proceso, deja espacios abiertos donde nosotros como espectadores terminamos de completar y apropiamos de esta obra.

 

  La producción teatral chilena nos indica que es muy sano y feliz para el teatro que los dramaturgos se vinculen directamente con el proceso de creación de la puesta en escena. Son dramaturgias que se completan con la escena y que nacen para convertirse en teatro. Va a depender de cada cual, como enfrentar la hoja en blanco, como enfrentar la dramaturgia. Lo que sí queda claro es que de cualquier forma, la dramaturgia es impostergable, aunque se escriba durante los ensayos o aunque en el resultado final no hayan palabras, siempre habrá acciones, cualquiera que sea el paradigma de fondo, ya sea de ficción o no y cualquiera sea la poética a la que nos aproximemos, la dramaturgia es impostergable

para

Intervención de Ana López Montaner  Montaner 

el

teatro.

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