La Diosa en Nosotras Ethel Morgan

April 8, 2017 | Author: Natalia Valdés | Category: N/A
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ETHEL MORGAN

LA DIOSA EN NOSOTRAS DIEZ MANERAS DE SER MUJER

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ÍNDICE La espiritualidad de las mujeres • Tealogía • Diosa y mujer. LA DIOSA EN NOSOTRAS Porqué la Diosa • Diez tipos femeninos • Estereotipos versus arquetipos • Apéndice: los tres tipos de poder: poder-sobre, poder de adentro, poder-con • La mujer-shakti. • La autoestima como clave.

1. LA CREADORA Necesidad de las creaciones femeninas • Creadoras primordiales de cultura • Desarrollar los propios sueños genéricos • La Diosa Una y sus símbolos • El arquetipo central de presión • Abrir las vías cerradas • El lamentable modelo imperante • La mujer creadora de nuevas soluciones • Creencias femeninas que crean otro futuro • Las pequeñas creaciones cotidianas. 2. LA ENERGIZADORA Aprenderá moverse otra vez • La energía en espiral • Para qué energizamos • Primeros pasos del movimiento de recuperación • Eva, María y la Magdalena como arquetipos energizadores • Cuestionar la coraza cultural • Nadie “se salva solo” • El estereotipo indolente • El antifeminismo de las triunfadoras • Las metas femeninas dictadas desde adentro • Reunirse • Las celebraciones femeninas • Causas de celebración. 3. LA LIMITADORA Instalarse en los cauces adecuados • Recuperar el Orden Natural • Medir y ocupar nuestro terreno • La Triple Diosa y sus ciclos • El sistema de ajuste interior • Preconceptos y reajustes • Las limitaciones estereotípicas artificiales • Religarnos con factores de energización • Las eternidad accesible • Los ciclos y el éxtasis • Frenar al que frena • Ocupar dignamente nuestro espacio de mujeres.

4. LA PROTECTORA Descubrir que sabemos proteger • El compromiso con todo lo que existe • Entrar en Modo Protector • El orden primordial en el Jardín de la Madre • La Artemisa defensora • Reacciones de protección • Atreverse a pedir cuentas • Sin poder, pero eficientes • La afinidad con la tierra • Percibir lo sagrado • Imaginar de nuevo • El no de las mujeres protectoras.

5. LA INICIADORA

Averiguar quiénes somos • La partera de la psique • Redefinir concepto inquietantes • La historia más amplia • Transformar la mitología personal • El estereotipo de la no iniciada • Definir y describir lo femenino • La autoridad interior • Coherencia y multiplicidad de la iniciada cotidiana.

6. LA DESAFIANTE El mecanismo purificador • Entrenarse para la liberación • Los desafíos femeninos • Mirar alrededor • Aceptar los aspectos oscuros • Las amonestadoras • Enigmas y acertijos • No dejarnos engañar • Temores estereotípicos • Las mentiras patriarcales • El cuerpo femenino castigado • Advertencias desafiantes • Lo que ya no debe ser. 7. LA LIBERADORA

Entender el sufrimiento • El arquetipo de madurez • Ira, recriminación y compasión • Isis y Deméter • Blanco, rojo y negro: las tres fases vitales femeninas • Reconsiderar factores que esclavizan • La liberación de las mujeres como revolución espiritual • Los nuevos tipos que surgirán de la crisálida • Despolarizarse • Otro espacio, otro tiempo, otro lenguaje • La compasión como actitud de vida.

PERSPECTIVAS FUTURAS:

EL OCHO, EL NUEVE Y EL DIEZ 8. LA CONECTORA. La Tejedora que crea la realidad • Conectarse para curarlas divisiones • Visión chamánica femenina • ¿Con qué nos estuvimos conectando? • Tradición de conectaras • Preparando nuevas vías • El estereotipo aislado • La nueva cbamana urbana • Las tareas de curación- Sanar es reconectar • La medicina en crisis • Sanear las relaciones • Tecnología de conexión. 9. LA NUTRICIA

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El regreso de la Madre universal • Trabas para la función preservadora • La Portadora del Grial • Actitudes básicas de nutrición • La Puerta del Espíritu • Rectificación preparatoria • La moral natural de las mujeres • La madre amilanada y sometida • Disfunciones patriarcales de lo maternal: negarse a proveer, alimentar mal • Autoalimentación y autodestrucción • Madre de la humanidad. 10. LA POTENCIADORA La mujer capaz de hacer • La autoconciencia lunar-solar • Revisar nociones falsas • Abnegación y sostén • El plano físico, fruto sagrado del Árbol • Cuatro colaboraciones con el hombre • Lo femenino en desarrollo: proceso, verbo y centro • Exigencias de lo simple • La mujer no potenciada • La que sabe que sabe • La madurez de la mujer • Hacer desde el ser • La potenciadora del varón • La transmisora de sabiduría • Enseñar el arte de vivir sobre la tierra. CONCLUSIÓN: HACIA LO NUEVO APÉNDICE: HACIENDO CONTACTO Ejercicio práctico para encontrarse con la Diosa interna.

REFERENCIAS Y LECTURAS

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AGRADECIMIENTO ESPECIAL A Caitlín Matthews, cuyo libro "Elementos de la Diosa" proporcionó la base estructural e inspiracional de este trabajo, que quiere ser una aplicación de su tipología divina a los problemas y las posibilidades de las mujeres de hoy. Pese a que nunca nos hemos encontrado en el plano físico, ha sido para mí la Iniciadora en las vías más misteriosas de la Diosa, y en el camino personal que espero poder recorrer. Otros agradecimientos deben figurar aquí para el grupo de representantes de la Diosa que estuvo conmigo intermitentemente durante la gestación de este trabajo, dándome su apoyo cada una según alguno de los aspectos femeninos que incorporan intuitivamente: Liliana Stengeley su regocijante Energización intelectual; Ana María Ferro y su afectuosa y leal habilidad para ponerme Límites; Gisela Lion, noble Protectora por naturaleza y vocación; Haydée Hermida, que con tanta paciencia hizo de Desafiante para mis decaimientos; Elba Renda, Liberadora generosa que sabe desatar nudos en mi psique; Susana Muiños, Conectara chamánica que oye a distancia los pedidos de ayuda; Marta Pfefferman, cabal Nutricia tanto del cuerpo como de los sentimientos; y Alicia Amado, que me Potenció tantas veces con sus mates y su sabiduría práctica.

Gracias también a la Dra. Marta Recalde, que luchó para que mi escritura respetara más las reglas académicas; a Fernando Ginaca, cuyos dibujos captan tan bien la tradición celta que tanto amamos ambos; y a Juan Carlos Kreimer, que me impulsó a pasar más pronto a la etapa de Compasión.

Buenos Aires, Octubre 1993

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INTRODUCCIÓN Cuando en 1985 la analista junguiana Jean Shinoda Bolen publicó en Estados Unidos lo que sería el best-seller "Goddesses in Everywoman”, Diosas en la Mujer), el movimiento cultural que hoy se conoce como la Nueva Espiritualidad de las Mujeres estaba aún en plena efervescencia formativa. La tercera etapa feminista, más preocupada por las definiciones profundas de lo femenino que por reivindicaciones sociales o sexuales, entendía la necesidad de encontrar nuevos modelos, nuevos roles, nuevos rostros para las mujeres que buscaban insertarse (o reinsertarse) en el gran esquema universal. El libro fue un éxito de venta entre el público masivo porque cumplía precisamente esa tarea fundamental: poner a las mujeres en contacto con su nivel profundo, el nivel arquetípico en el que se coagulan las tendencias y conductas que aparecerán luego en el mundo exterior. Hacernos palpar, por decirlo de algún modo, algunos de los rostros arcaicos que alguna vez fueron nuestros, y que siguen dictando desde adentro nuestros gestos e incluso nuestras muecas. Sin embargo la espiritualidad de las mujeres quiere calar más hondo. No se conforma con la capa arqueológica a la que pertenecen las diosas mitológicas, porque aspira a una universalidad sin restricciones que ya no se encuentra en civilizaciones como la griega o la romana, demasiado cercanas a nosotros y ya signadas por el predominio masculino que llamamos patriarcado. La Diosa está más atrás. Una nueva palabra, teología, sirve ahora para definir las búsquedas de ese Divino Femenino que regresa con fuerza en este instante de la evolución humana. Muchas mujeres de talento y excepcional valentía se han dedicado a esa empresa absolutamente inédita, porque es propia de la nueva conciencia emergente de la hembra de la especie, y ya han puesto las bases de un estudio coherente de la Diosa, sus cualidades y sus manifestaciones a lo largo de la historia. Ellas inspiraron este libro, y sus nombres se encuentran en la bibliografía. Pero como estructura básica de este trabajo, he adoptado el sistema de Diez Aspectos de la Diosa desarrollado por Caitlín Matthews en un pequeño libro seminal, "Elements of the Goddess" (Elementos de la Diosa, 1989), donde estudia el costado femenino de la Deidad creadora, desde una perspectiva tan pulcramente ordenada como la del Árbol de la Vida de la Cabala. Estos Diez Aspectos han sido venerados en las diversas religiones de la raza humana, pero pueden encararse como otras tantas maneras de ser que se le abren a la mujer universal en su momento de gran florecimiento. La Diosa ante todo es un modelo múltiple, que puede mostramos nuestra verdadera esencia multiforme. Y ese, entre otras cosas, es el secreto elusivo que se esconde tras cada mujer. Diosa y mujer Cabe aclarar que el concepto de la Diosa no nos ubica en un campo religioso separado de la cotidianeidad terrestre, así como tampoco la verdadera espiritualidad de las mujeres se desentiende del aquí y ahora. Por el contrario, nos reconecta con la amplia gama de posibilidades prácticas y concretas de lo femenino arquetípico (en gran parte suprimidas y olvidadas), según un proceso en el que lo divino y lo humano femeninos se realimentan mutuamente en el transcurso de la historia: a) en los albores de la humanidad, el concepto de la Diosa puede haber nacido a partir de observaciones de las experiencias femeninas en estado natural, no reprimidas por imposiciones culturales posteriores, y elevadas al rango de atributos divinos por los que veían su afinidad con los misterios de la vida; b) con la aparición de los sistemas patriarcales androcéntricos o exaltadores de lo masculino, todo lo relativo a las mujeres debió pasar a un plano secundario, y la Diosa -por fuerza- debió ser desterrada de los credos oficiales de nuestra cultura occidental; c) durante los últimos cinco mil años las mujeres nos fuimos reduciendo, olvidando aspectos nuestros y potencialidades que alguna vez tuvimos (incluso físicas, ya que nos volvimos cada vez más frágiles); d) los movimientos en pro de los derechos femeninos (los tan denigrados "feminismos") comenzaron desde hace cien años a equilibrar las desigualdades ya desenfrenadas, que habían llevado a su mínima expresión a la mitad (o más) de nuestra especie; e) la actual espiritualidad de las mujeres cierra el círculo al reencontrarse con el concepto de la Diosa, recuperando así una visión integrativa de las capacidades y responsabilidades femeninas, y reponiendo en su lugar correspondiente a un símbolo divino que necesitamos para nuestra identidad.

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Ahora incluso es posible vislumbrar la aparición del arquetipo que intuyen y saludan los psicólogos bajo el nombre de lo Femenino Consciente: una mujer universal completa, ya no automatizada cuando se trata de sus tareas básicas los misterios de vida, crecimiento y regeneración), conciliadora de lo lunar con lo solar en su naturaleza, y capaz de hacer su parte en los avances de la humanidad.

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CONFIDENCIA PRELIMINAR La gestación de este libro tuvo altibajos parecidos a los de la actual autoafirmación de la mujer. Cuando en 1987 entré en contacto con la cultura hoy conocida como la Nueva Espiritualidad de las Mujeres, imaginé que mi tarea iba a ser en adelante traducir para mis hermanas argentinas (la expresión suena arcaica, pero la hermandad es lo que tratamos de recuperar en nuestra relación intergenérica) las ideas y expresiones de un grupo de autoras de habla inglesa, que están dando sentido y dirección a las eternas inquietudes femeninas. Su aporte me pareció tan decisivo, que mi primer impulso fue elaborar una sencilla antología de fragmentos elegidos para que mis estudiantes se internaran en los nuevos territorios del Movimiento de la Diosa, como también se le llama al espontáneo surgimiento colectivo de lo femenino arquetípico. Por lo mismo, la primera versión de esto fue una reunión de voces diferentes, que no llegó a publicarse porque no incluía a la mía propia. El papel traductor o introductor de otras mentes y sensibilidades me había servido para escamotear las mías, con la habitual actitud nada autoafirmativa con que encaraba ya desde muy joven mi preocupación por los problemas de mi género. El segundo intento se fue al otro extremo. La exhortación de "más personal" de mi editor pareció abrir una compuerta, y en el torrente que surgió sí estuve yo, pero también estuvieron mis contenidos poco elaborados, y las voces poco controlables de mis antepasadas atrapadas en su limbo de fracasos, frustraciones y dolor. Yo las he visto en visualizacíón profunda, tal como habitaban en mis propios estratos neblinosos. Apiñadas en cavernas sin salida ni alegría, rumiando los resentimientos que trataban de aliviar a través de mi interés por las reivindicaciones femeninas; que intentaban saciar a través de mis luchas personales, porque yo había tenido la imprudencia ineludible de declararme ligada retrospectivamente a sus destinos. Hoy esas voces se han calmado un poco, porque tuvieron su momento y la presión cedió. Por eso esta nueva versión es menos subjetiva y torturada, y lo que aquí se encontrará será más bien las presencias internalizadas de algunas de las grandes impulsoras del Movimiento de la Diosa; mujeres que recordaron la existencia de lo Divino Femenino, tocaron el núcleo de su esencia y desde allí escribieron páginas cargadas de conciencia femenina. Psicólogas como Jean Shinoda Bolen, Ñor Hall o Marión Woodman; chamanas modernas como Vicki Noble; estudiosas de lo Divino Femenino como Caitlín Matthews; científicas inspiradas como Marija Gimbutas; filósofas como Mary Daly; ritualistas como Starhawk; revisoras culturales como Merlin Stone, Elinor Gadon, Barbara Walker o Riane Eisler; ecologistas como Elizabeth Dodson Gray o novelistas como Marión Zimmer Bradley: todas ellas son ahora parte de mi psique, ya que los límites entre las mujeres -antes tan sólidos como barras de hierro- se han ido diluyendo en los últimos veinte años, para que entre todas podamos dar a luz la nueva etapa humana, lo Femenino Consciente. Pero todavía falta mucho por hacer. Hoy, en el sexto año de mis cursos sobre la espiritualidad de las mujeres, puedo decirte que percibo dos fenómenos que corren paralelos y se hostilizan mutuamente: por un lado el alborozo de las que encuentran a la Diosa como arquetipo femenino que habita en el núcleo de cada una de ellas, e intuitivamente contemplan los alcances de una feminidad desarrollada que desborda de los moldes; y por el otro, en muchos casos, la negativa a permitirse vivir ese proceso hasta ver los resultados. Disimulada tras razonamientos y pretextos pero surgida, me atrevería a afirmarlo, de la falta de amor hacia ellas mismas. De esa carencia de autoestima que hace que las mujeres nos autodestruyamos, sin siquiera darnos cuenta de que lo estamos haciendo. Esa herida oculta y dolorosa es lo que el contacto con lo Divino Femenino puede llegar a curar, si se le deja hacerlo. Si se la da la oportunidad de actuar en nuestra vida desde adentro hacia afuera, desde el centro en que habita hacia la periferia. Si se acepta, ante todo, que una misma es capaz de portar semejante dignidad. Cuando hace un tiempo se me pidió un artículo sobre autoayuda para una revista de psicología, el problema quedó bien en evidencia: ¿Cómo hablar de autoayudarse si una no quiere decididamente su propia salud y bienestar? Sin compasión alguna hacia una misma, ¿es posible autosanarse, autoestimularse, autoprepararse para una vida satisfactoria y plena? Me resultó evidente entonces que cualquier intento sincero de autoayuda necesita enfrentarse con la crucial pregunta: En mi opinión, ¿la merezco? Yo luché muchos años con este problema, que es el de casi todas las mujeres en este clima cultural que alienta más nuestras debilidades que nuestras fortalezas. Toda mi juventud fue un largo esfuerzo por reunir los

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pedazos de mi feminidad desconocida, que como dicen las autoras del movimiento de la Diosa estaba fragmentada, perdida y dispersa; adherida por partes a los que creía amar, y que eran sólo proyecciones de mi propia identidad desconectada de su núcleo aglutinante. El concepto de la Diosa me sirvió de puente hacia ese núcleo. Y si hoy sigo teniendo múltiples problemas (por supuesto), tengo dónde apoyarme para verlos con la necesaria perspectiva. Y me doy cuenta de que sólo son fricciones, que se dan cuando la que soy ahora no coincide con los viejos modelos perimidos, ni con los viejos "deberías" de los que tuve que escapar centímetro a centímetro. Claro que hay cosas que todavía no puedo hacer; soy de una generación que se quedó frustrada en muchas direcciones importantes. Pero he aprendido a hacer otras. Y cuando ; miro hacia un pasado que ya no me parece tener que ver conmigo, me asombra no sentir ya el viejo dolor que ocupaba el lugar de mi actual centro tranquilo, estable y celebratorio, donde he aprendido a percibir la resonancia de los ritmos cíclicos del universo. No es difícil ni demasiado complicado, una vez que se ha aceptado que hay cosas que deben ser cambiadas, que lo que nos aparta de nuestro centro real no forma parte de la vida ni tiene derecho a hacerlo. Ese es el secreto de todos los sistemas de crecimiento personal y de cualquier programa que sirva a la autoestima; pero todo se vuelve más sencillo si conocemos los secretos de nuestro propio corazón y percibimos que nuestra esencia femenina, nuestra identidad arquetípica y raigal, es el cálido tesoro que añoramos y que siempre buscamos sin saberlo. En lo que sigue encontrarás mi propio intento de explorar se tesoro a través de los aspectos de la Diosa, vinculándolos con los problemas femeninos que define la nueva espiritualidad de las mujeres, y las respectivas soluciones que propone. En el momento en que ya asoma lo Femenino Consciente -que va a expresarse en mujeres tan fuertes como compasivas, tan autónomas como amorosamente vinculadas con los otros-, contemplar estas posibilidades olvidadas e imaginar otras más acordes con los tiempos puede ser un ejercicio estimulante. Quiera la Diosa que en alguna medida logre serlo.

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LA DIOSA Y NOSOTRAS En un mundo que exige acción concreta, cabe preguntarse qué puede aportar el estudio de la Diosa. ¿Para qué sirve enterarse de cuáles fueron las epifanías de lo Divino Femenino que la humanidad adoró en el pasado, o que aún adora en enclaves "primitivos" o en culturas diferentes de la nuestra, a través de brechas del autoritarismo patriarcal? Una de las respuestas es que muchas mujeres estamos viviendo experiencias parecidas, estamos descubriendo que las cosas que vivimos como "rarezas" personales, o como misteriosas extravagancias sustentadoras de nuestra secreta identidad, fueron también vividas por otras mujeres que ahora las comunican plasmadas en libros o en imágenes. Y un estudio como éste puede ayudar a ese descubrimiento, y a que nos sintamos integradas a algo más grande que nuestra propia biografía: un movimiento masivo de recuperación humana, en el que las hembras de la especie estamos haciendo las veces de canales de recepción y transmisión de una fuerza femenina, restauradora y regenerativa. Eso en sí ya proporcionaría un alivio a la dolida mujer individual, que no encuentra su ubicación simbólica ni concreta en un mundo androcéntrico donde lo femenino, si es que cuenta para algo, es secundario. Pero hay una segunda respuesta que apunta más hacia lo individual, y a la necesidad de contar con herramientas para la propia sanación. La tipología femenina desarrollada a partir de los aspectos de la Diosa, abre extraordinariamente el espectro de posibilidades de la mujer de hoy; esta mujer de fines del milenio que busca salirse de los moldes rígidos de una cultura que mantiene a raya las potencias de lo femenino, incompatibles por definición con el tipo de mentalidad que nos ha traído hasta el actual punto de crisis. I-os diez modelos de mujer o ginotipos que ya es posible empezar a describir, se inscriben naturalmente en el estudio del gran tema del momento: el surgimiento de lo Femenino Consciente, un arquetipo desconocido que está brotando de lo más hondo de la psique y haciéndose sentir de diversas maneras, una de ellas el llamado "Retorno de la Diosa". No cabe duda de que analizar las posibilidades de lo femenino -alguna vez asumidas por mujeres concretas del prepatriarcado, o quizá intuidas simplemente por los pueblos veneradores de la Diosa y proyectadas como sus atributos-, puede contribuir a hacer consciente un género que hasta ahora sabe poco acerca de sí mismo. No tenemos por ahora otros indicios para saber qué es ser mujer. Una más Nueve Por otra parte esta tipología, dada su estructura secuencial, puede ser en sí misma un instrumento de transformación y consolidación de la Mujer Consciente. Detectar en nosotras uno o varios de los aspectos arquetípicos, observar en retrospectiva sus efectos sobre nuestras elecciones y decisiones personales, tratar de imaginar hacia dónde nos conducen, nos permite construir una armazón simbólica donde apoyar nuestra genuina identidad. Y, en un segundo paso, ejercitarlos ordenadamente puede llevarnos al florecimiento que se espera de nosotras en la siguiente etapa humana. Siguiendo a Caitlín Matthews libremente, he diagramado los elementos de lo femenino universal como un espacio circular central -la Diosa como Creadora-, rodeado por nueve aspectos que se han manifestado en los mitos o en la historia, o han sido venerados en diversas religiones. La Diosa Una es la totalidad creadora femenina que se expresa de múltiples maneras. Los Nueve Aspectos son los modos principales en que actúa, tanto en lo individual como en lo colectivo, para llevar adelante su creación. De modo que el conjunto puede describirse como sigue: 1. la Creadora 2. la Energizante 3. la Limitadora 4. la Protectora 5. la Iniciadora 6. la Desafiante 7. la liberadora 8. la Conectora

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9 . la Nutricia 10. la Potenciadora Estos aspectos de lo divino femenino codificados por Matthews, son también actitudes arquetípicas de las mujeres corpóreas, que van siendo más claras a medida que lo femenino se vuelve consciente. Cada uno desarrolla potencialidades diferentes, enfrenta problemas específicos y exige distintos tipos de responsabilidad, pero en conjunto pueden dividirse en dos subgrupos: Del 2 al 7 son los aspectos destinados a fortalecer la personalidad de la mujer, ya que el ego femenino es demasiado débil y es preciso que se afirme para poder actuar como contenedor -según sugiere Marión Woodman- de las grandes fuerzas inconscientes que habrán de aflorar. Lejos de ser aniquilada, nuestra personalidad debe volverse un recipiente lo bastante flexible y resistente como para hacer contacto con "la otra realidad" sin identificarse con los arquetipos, y traer intactos sus tesoros a la vida cotidiana. Del 8 al 10 tendríamos por otra parte la triplicidad madura de lo Femenino Consciente, la divina tríada de la Doncella, la Madre y la Anciana que siempre reconoció y adoró la humanidad y que ahora es preciso recobrar. La Virgen-Alma, la Mujer Plena y la Vieja Sabia, que maduran juntas dentro del capullo de la neofeminidad. Diez maneras de ser Este juego conceptual puede ser asociado a nuestra vida de modos impactantes que la ordenen y la clarifiquen. La influencia de los arquetipos desde el interior de nuestra psique es un factor que ya no deja de tener en cuenta la psicología, que sin quererlo converge así con antiguos sistemas de desarrollo espiritual y exploración de dimensiones interiores. ¿Por qué en una encrucijada de su vida una mujer elige esto y no aquello, opta por casarse o permanecer soltera, tener un hijo o no, ser artista o científica, ama de casa o psicóloga? ¿Qué la lleva a embarcarse en una carrera independiente o a quedarse en los roles de la mujer "tradicional"? ¿Qué la hunde en depresiones o la alza en alas de la dicha erótica? Shinoda Bolen sugiere que hay dos fuerzas opuestas que nos tironean: desde afuera, los estereotipos culturales que varían con las épocas y las costumbres; desde adentro, los arquetipos de la psique profunda que son parte natural de nuestro patrón de desarrollo. A veces (casi siempre) se tiende a los de afuera para no sentirse "aparte" y rechazada por la sociedad. Pero otras veces las exigencias interiores son tan fuertes, que no podemos menos que escucharlas y responder a ellas sin saberlo. Los Diez Aspectos de la Diosa pueden ser así diez diferentes exigencias, o urgentes instrucciones, que nuestro núcleo femenino más profundo nos plantea para nuestro propio bien y el de la humanidad en general. Que las oigamos o no decidirá si quedaremos alienadas de nosotras mismas, ofrendadas en inútil sacrificio a una cultura transitoria, o si iremos más allá, hacia un futuro que necesita más que nunca de nuestras capacidades más auténticas. La Diosa, dice Matthews, asumirá en su regreso las formas más adecuadas para tratar con nuestro mundo y devolverlo al orden natural. Y agrega un párrafo que nos concierne en forma muy directa a cada una de nosotras: Sí te hallas preparada para descubrirlas, habrás de convertirte en instrumento de su segunda venida y en mediadora de su compasión. Puesto en términos humanos, esto implica que el regreso de lo femenino arquetípico y la afloración de sus nuevos desarrollos, es un suceso en el que necesariamente intervenimos todas las mujeres. Con nuestro interés, con nuestras esperanzas, con nuestras libres elecciones y nuestro compromiso. Queriendo ser flexibles y disponiéndonos a cambiar de forma cuando se necesite, para alternadamente poder Energizar, o Proteger, o Desafiar, o Nutrir, o hacer Conexiones Sanadoras, o lo que fuera que la vida nos pida en los momentos que vendrán. En los capítulos siguientes dedicados a los aspectos femeninos figuran indicios acerca de estas formas arquetípicas y sus posibles manifestaciones cotidianas. La Diosa y la Mujer se reflejan mutuamente, de modo que cada aspecto se dividirá siempre en dos secciones: a) el arquetipo en sí, tal como han llegado a intuirlo las estudiosas de lo Divino Femenino, y b) la mujer concreta que lo encarna, tal como puede vérsela si se observa sin prejuicios el entorno socio-cultural en transición.

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El punto a se basa siempre estrechamente en Matthews, cuya tarea de teáloga e iniciada en los misterios de la Diosa es un fundamento invalorable; incluso he glosado varias de sus expresiones para adaptarlas a la problemática de las mujeres, o a una exposición más detallada de la aparición del arquetipo en nuestra vida. Pero para quien se interese en el estudio específico de lo Divino Femenino, la lectura de su libro (del que hay traducción hecha en España con el título engañoso de "Las diosas", que lo remite a lo meramente mitológico) es totalmente necesaria. Un cuestionario elaborado especialmente y una autoindagación sugerida por las interpretaciones del Tarot -ese antiguo sistema para dialogar con el propio yo profundo- se agregan en cada caso, para ayudar a descubrir los modos y maneras de la Diosa en cada historia individual, hacia dónde nos llama nuestra esencia femenina y dónde se originan nuestros problemas de mujer. Que es lo mismo que decir dónde no hemos podido, o no podemos, responder a ese llamado. APÉNDICE Los siguientes son puntos importantes para poner en perspectiva a la actual espiritualidad de las mujeres, un movimiento ginocéntrico que ha brotado de manera espontánea y popular en los países sensibilizados previamente por las diversas etapas feministas. La cuestión del poder, la nueva mujer realizadora (o Mujer Shakti, como la llama Vicki Noble) y la autoestima como necesidad fundamental, son temas claves para entender esta profunda transformación social y cultural de signo femenino, que en última instancia nos concierne a todas. Los tres tipos de Poder “Estoy del lado del poder que surge desde adentro, que es inherente a nosotros como el poder de crecer es inherente a la semilla”. (Starhawk, "Truth or Dare") La nueva espiritualidad de las mujeres ha llegado a una conclusión fundamental: lo importante no esquíen toma el poder, sino cambiarla naturaleza del poder en que se asienta nuestra sociedad. Según Starhawk, otra de las autoras influyentes del nuevo movimiento femenino, hemos de distinguir tres tipos de poder: a) el poder-sobre, relacionado con dominación y con control; b) el poder de adentro, vinculado a los misterios que despiertan nuestras habilidades y potencialidades más profundas; c) el poder-con, que es la influencia ejercida entre iguales. Todo lo relativo a la Diosa y sus aspectos se corresponde con el punto b. No proponemos el reemplazo de un sistema de dominador por otro (para usar el nombre que les da Riane Eisler a los modelos sociales donde una parte de la humanidad está oprimida por la que ejerce el poder-sobre). Más bien se trata de hacer surgir del interior la potencia que nace de otro tipo de fuente; una fuente difícil de nombrar, para la que se han propuesto denominaciones como espíritu, Dios, Diosa o inmanencia, pero que en rigor sigue siendo un misterio. Es, dicho en forma simple, nuestro poder de ser. Y si algo descubrimos a lo largo de este estudio de los diversos aspectos de la Diosa, es que ese poder serse manifiesta de variadas formas que no tienen que ver con dominar o controlar. Y que sí, en cambio, tienen que ver con dejar paso a lo que gesta nuestro núcleo psíquico, eso que los junguianos llaman el Sí Mismo y otros sistemas denominan nuestro Centro Salvador. La espiritualidad de las mujeres eligió llamar Diosa a ese núcleo gestante, porque nos da más facilidad para atender a sus requerimientos, mensajes e instrucciones. Nuestro poder de ser tiene por fuerza signo femenino, porque está en el origen de lo que han de llegar a ser las hembras. Es la raíz, de la que surgen tronco, rama, hoja, flor, fruto y semilla femeninos. Y el haberla olvidado ha detenido el paso de la savia nutricia en algún punto del sistema. La Mujer Sbaktí o Realizadora

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El concepto de la Mujer-Shakti -es decir, la mujer capaz de hacer, la mujer realizadora, según el término tomado del tantrismo- ha prendido en las neofemeninas gracias a Vicki Noble, una chamana moderna que vincula intensamente el mundo físico con el mundo invisible. La Mujer-Shakti es la plena floración de los aspectos de la Diosa. Es la que siente Su llamado, "como profunda y seria voluntad de vida procedente del cuerpo del planeta", y percibe que es a través de las mujeres que esta exigente energía está brotando para efectuar la sanación. La Mujer-Shakti es la chamana urbana que trabaja por el realineamiento con la Naturaleza que se requiere si hemos de sobrevivir. Es, en suma, la que quiere recobrar su perdida conexión con la ley natural, con el poder de ser y con su propio cuerpo como vaso sagrado de transformaciones. La Mujer-Shakti ha recuperado su poder de adentro y ha aprendido en la práctica que no es el ser débil que creía. Ha logrado pasar a través de las mallas de sus conflictos emotivos, porque ha entendido que lo importante es cambiar las ilusiones por la realidad, y modelar la realidad según sus propias potencialidades. En lugar de empecinarse en una lucha solitaria por dejar de sufrir, probando mil terapias y consolaciones, se ha reconectado con todo lo viviente en actitud de sanadora. Es decir, canalizadora de la fuerza sanativa de la Diosa, convencida de que lo Divino Femenino. puede aportar ahora las cualidades y valores que le faltan al mundo para equilibrarse. Su lema podría ser: "El mundo me necesita, pero no como elemento pasivo y paciente eternamente disconforme, sino como factor de sanación". En los capítulos siguientes ese lema irá mostrando sus diversas variaciones. Que en el fondo marcarán la gran transformación de la mujer universal, en su tránsito final hacia lo Femenino Consciente. La autoestima como clave El estudio de la Diosa y sus aspectos nos sirve a las mujeres para rever el lugar que ocupamos en el mundo y definir nuestra parte en la tarea de devolverlo al orden natural. Sin un cambio de autoimagen eso es imposible. Demasiados siglos hemos estado creyendo que nuestro puesto es secundario, que no servimos para las cuestiones importantes, que hay que dejar exclusivamente a los varones la tarea de establecer las estructuras y visiones que nos rigen y dan forma a nuestra realidad. Y es hora de entender que esa renuncia femenina ha descompensado al universo, necesitado -más que nadade una efectiva colaboración entre ambos sexos que respete por igual sus capacidadesdiferentes. Tal vez para las mujeres de este fin de milenio la palabra clave sea autoestima, y las que participamos del Movimiento de la Diosa hemos comprobado que la autoestima femenina depende, sobre todo, de un cambio de los símbolos que rigen nuestras psiques desde planos muy profundos. "¿Cómo habría sido la vida para las mujeres, de haber vivido en una sociedad que venerara a una Creadora sabia y valerosa?”, se preguntó Merlin Stone hace ya casi veinte años. Después de eso estallaría por todas partes la nueva espiritualidad de las mujeres en una búsqueda espontánea, llevada a cabo en gran medida en ámbitos domésticos o en grupos reducidos, y decidida a recobrar los rostros olvidados que la Diosa, desterrada y sumergida en lo inconsciente, guardó para nosotras. No es, insistimos, una lucha por el poder sobre sino la aceptación de una profunda responsabilidad espiritual y física. Podemos hacer algo por el bien del universo (podemos hacer mucho en realidad), y ha llegado el momento de que nosotras mismas lo admitamos. No por nada se le ha dado a la mujer la tarea básica de traer nuevos humanos a la tierra; de servir, como dicen antiguas tradiciones, de vaso sagrado de renacimiento en los planos materiales. Lo que se espera ahora de nosotras es que cobremos conciencia de nuestras potencialidades y nos dediquemos con fervor, apasionadamente, a aplicarlas en la práctica. Muchos siglos de olvido necesitan ser superados. Es preciso descartar muchas ideas construidas sobre premisas falsas, investigar todo prejuicio para descubrir su origen, y lavar de adherencias erróneas a las palabras mismas de nuestro lenguaje. Hay mucho por hacer, en suma, antes de ocupar nuestro lugar.

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La Diosa total, lo femenino arquetípico creador que ahora recuperamos las mujeres, es ante todo un vasto principio materno & Un gran mar cósmico, sugieren los cabalistas. Un infinito espacio grávido. La matriz arquetípica a través de la cual la vida llega a la manifestación & Pero ese mar, ese espacio, esa matriz están también adentro de nosotras las mujeres, que estamos hechas a Su imagen. Hay en tu núcleo más central esa potencia femenina universal que trata de expresarse. La misma que los antiguos veneraban como Fuente y Dadora de todo lo que existe • En lo recóndito de tu dolido corazón, encogido y estrujado por tantas frustraciones del pasado, se abre ese espacio vasto preñado de creaciones femeninas. La Creadora está en ti, como en todas nosotras.

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Palabras clave: Presión creadora Ebullición interna Canalización sin trabas CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cada vez que es hora de comenzar de nuevo, cuando las cristalizaciones de nuestro carácter personal y las represiones del entorno cultural nos impiden seguir creciendo y evolucionando, el arquetipo de creación empieza a empujar desde adentro-para que no sigamos estancadas. La insatisfacción profunda es su síntoma más claro, previo a cualquier entendimiento racional de lo que nos sucede. Sólo sabemos que, ante todo es preciso salir de lo insatisfactorio y pasar a otro estado" donde podamos movernos con mayor libertad. LA QUE CREA La Creadora es palabra impresionante, porque enseguida se la asocia con el poder divino, con la Deidad que ha dado origen a las cosas. El Principio Supremo, Dios o Diosa, fundamentalmente crea, y eso hace que los humanos (especialmente las mujeres) nos sintamos ajenos a esa actividad. Y sin embargo, como parte que somos de la humanidad, es nuestra función primaria. Toda mujer y todo hombre lleva en sí ese impulso de entregar algo nuevo, algo que antes no estaba y que marque su paso por la tierra. Algo que sea su fruto personal. Sin saberlo, respondemos al aspecto Creador de la Deidad. que empuja para expresarse a través nuestro. El arquetipo primario, sin imagen ni forma, sin concepto posible que lo abarque, presiona en nuestro núcleo como la yema de una planta antes de brotar hacia el sol. Todas y todos estamos preñados de creaciones posibles y latentes, que saldrán al mundo o mataremos al nacer. Pero la nueva espiritualidad de las mujeres nos pide que consideremos lo siguiente: a través de los hombres se manifiesta el lado masculino de la Deidad Creadora, el Padre, el Varón Primordial que les da a ellos una identidad fuerte y el sentido exaltante de estar hechos a Su imagen. Y lo simétrico, lo justo, lo armonioso es que a través de las mujeres se exprese el otro lado, el Femenino: la Diosa Madre que alguna vez fue venerada en todo el mundo. Su presión, sus urgencias creadoras tienen que ser necesariamente diferentes y sólo traducibles por un ser femenino. Aceptando la idea de la Diosa las mujeres podemos asumir nuestra verdadera identidad, legitimar nuestro poder de ser, celebrar gozosamente nuestra feminidad menospreciada y disponernos a los múltiples modos de creación que Ella nos pide para enriquecer al universo. Las creaciones femeninas Estamos rodeadas por las maravillosas creaciones de los hombres, que embellecen y enriquecen nuestra vida. Arte y literatura, ciencia y tecnología, filosofía y poesía nos dan placer y expanden nuestra percatación no material. Nos auxilian, alegran y entretienen. El Hijo es el deleite de la Madre, dice la vieja religión de la Diosa. Y podemos comprobarlo muchas veces, en momentos de crisis, las que tendemos a envolvernos en una sinfonía o en un libro genial de un autor masculino, hasta poder volver a hacer contacto con nuestra propia Fuente. I.as invenciones del varón se remontan muy alto en esos campos, y no debe apenarnos admitir que ninguna mujer podría emular a un Beethoven o a un Wagner, a un Einstein o a un Shakespeare, para dar ejemplos obvios. Creadores de ese calibre dan forma a la cultura en que vivimos, definen sus valores y la idea que tenemos del progreso. Eso a las mujeres nos acompleja bastante. Nos sentimos inferiores porque nuestras capacidades en esa dirección no son tan grandes. Pero lo que pasa es que nuestros talentos son distintos, porque también son diferentes nuestras visiones profundas. Nuestro campo es la vida y sus procesos, y todo desarrollo que reafirme la inserción humana en el gran ciclo de nacer, crecer, decaer y renacer, que es la base del orden natural. Nuestro campo es la salvaguardia de ese ciclo y de ese orden natural, y en los últimos cinco mil años al Hijo le ha faltado el contrapeso de este tipo de creaciones femeninas de preservación.

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La mujer fue una vez, en la prehistoria, creadora de cultura. De una cultura diferente envuelta en el abrazo de la Madre Universal, comunicada con las voces de la Tierra e integrada en la gran red de lo viviente. Sus invenciones fueron básicas para el avance de la vida, porque las realizó en función directa de las necesidades de sus hijos y por dictado de su experiencia cotidiana. Domar el fuego para dar calor y transformar los alimentos. Convertir la tierra en material maleable para su vajilla. Ordenar los días en calendarios de hueso para marcar el paso de las gestaciones y la menstruación. Afincar en un sitio las plantas nutritivas y hierbas curativas para tenerlas a mano. Domesticar los animales que pudieran ser aliados y colaborar con ella. Esas fueron algunas de sus preocupaciones esenciales, que vinculaban lo mental, lo emocional y lo físico, dentro del círculo sagrado de la espiritualidad de la Gran Madre. Hoy la mujer no crea, y cuando lo hace imita las creaciones de los hombres. Desarrolla los sueños del varón sin recordar sus propios sueños específicos, marcha por las mismas sendas que él sin pensar que hay enormes territorios no explorados. ¿Cómo serían hoy las creaciones femeninas? ¿Cuál es la senda que a nosotras nos toca definir y transitar en bien de todos? La Diosa vuelve, dice la espiritualidad de las mujeres, para dar soluciones completamente nuevas. Serían por tanto soluciones creativas de signo femenino, relacionadas con nuestras cualidades especiales: La mediación, la paradoja, la unidad múltiple, la conciliación de opuestos, la comunicación y la comunidad, la integración en el orden natural, la apreciación gozosa de la vida en el plano material, el placer embriagante de vivir. Cada Aspecto de la Diosa que aquí estudiaremos, se relaciona con alguna de esas soluciones femeninas que el universo aguarda en la presente crisis. Nuevas soluciones mediadoras, integrativas y equilibrantes, que puedan asociarse con las masculinas y compensar su vuelo deleitoso, espléndido, con la plena aceptación de la vida a ras de tierra. LA CREADORA ARQUETIPICA Lo que ha sido llamado lo oscuro, lo negativo, lo femenino, tanto en sentido celebratorio como peyorativo, se ve ahora como la fuerza original que crea y sostiene al universo. (Monica Sjóó-Barbara Mor "La Gran Madre Cósmica"). El arquetipo de la Creadora no cabe en imágenes demasiado humanizadas, como lo fueron las diosasmujeres mitológicas o las heroínas de los celtas. Está, como dijimos, por encima de ellas y las abarca a todas. La Deidad Femenina de Vida y de Muerte (porque nos da la vida y luego la reabsorbe), es demasiado enorme como para asumirla de manera individual, y sólo puede imaginarse como una gran presión que busca vías de escape. Como bien saben los que estudian Cabala, las cualidades del Uno son siempre difíciles de precisar, y veremos a lo largo de este libro que los siguientes aspectos de la Diosa se irán volviendo sucesivamente más concretos y más fáciles de describir. Los más grandes intérpretes del Tarot Cabalístico, por ejemplo, limitan el significado de los Ases (Los Unos) a dos factores simples: un impulso creador, y un inminente cambio hondamente deseado. Por consiguiente el arquetipo de la Diosa Una, la Creadora, puede simplemente describirse como esa alta presión, ese empuje vital que dentro nuestro nos está exigiendo crear gozosamente, y cambiar al hacerlo. Todo creador o creadora (un artista, un escritor, un inventor o una madre) sabe que su creación inevitablemente lo transforma. Y que para darla a luz, como nos recuerda Matthews, hay que partirse o simbólicamente romperse en pedazos a fin de dar paso a una presencia más grande, la de la Creadora Universal. La imaginación humana no se ha resignado sin embargo a esta noción abstracta de presión, y la Creadora ha sido revestida desde hace miles de años de diversas formas imponentes y siempre femeninas. Seguramente, como sugiere Eisler en "El Cáliz y la Espada", porque a la hora de formularse las eternas preguntas ("¿de dónde venimos al nacer?, ¿adonde vamos al morir?") nuestros ancestros observaron que la vida emerge del cuerpo de la mujer. Símbolos de la Creadora ¿Pero cómo imaginar a una Deidad maternal e inagotable? Para las mujeres y los hombres prehistóricos, la Diosa estaba inscripta en el paisaje. Sus facciones se discernían en las colinas y en las formaciones naturales, la tierra era su carne y las rocas sus huesos, y era posible transitar sobre ella.

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La veneración apasionada llevaba a veces a modificar el panorama para lograr el parecido, y a esculpirlo en forma de mujer titánica dormida o acuclillada para dar a luz. Se construían templos -como en Avebury, en el sur de Inglaterra- donde el encuentro de dos ríos sugería el triángulo púbico de la Gran Madre. O se cavaban cavernas subterráneas para poder sentirse dentro de su vientre y comulgar con sus poderes de regeneración. En piedra viva o terracota, las formas femeninas acentuadas evocan desde la aurora de los tiempos el poder divino de fertilidad y de creación. Las supuestas "Venus" de hace 30.000 años, de vientre y pechos desproporcionados, no son objetos eróticos ni caprichos del artista, sino celebraciones de La que Da la Vida y la reabsorbe para renovarla. Pero las investigaciones más recientes han revelado todo un complejo de símbolos sutiles relacionados con la religión de la Gran Diosa en el Período Neolítico: el altar en forma de los cuernos de la luna; el pilar sagrado; el árbol cósmico que abarca cielo, tierra y mundo subterráneo; la serpiente y el huevo, que representan continuidad dentro del cambio; el hacha doble y el laberinto; la abeja, la mariposa y la crisálida. Todos símbolos del ciclo que no acaba. Señora de las Aguas Superiores e Inferiores (cielo y tierra), Ama de los Animales y de la Vegetación, la Gran Creadora prehistórica preside los misterios de la vida con expresión serena, masivamente asentada sobre tronos flanqueados de toros, leopardos o leones, transmitiendo el eterno mensaje de que la forma material es el asiento del espíritu. El Arquetipo Creador en nuestra vida La Gran Diosa todavía existe como arquetipo en nuestra psique inconsciente.A menudo he sentido su imponente presencia en mis pacientes. (Jean Shinoda Bolen, "Las Diosas en la Mujer"). Dice la psicología junguiana que la acción de un arquetipo en nuestra vida se manifiesta como tendencias de comportamiento; como patrones de conducta que van entrando gradualmente a nuestra zona de conciencia, aflorando en imágenes de nuestros sueños o inesperadas erupciones en nuestra vida despierta. Lentamente la Creadora o cualquiera de sus nueve aspectos va produciendo en nosotras una vaga inquietud, una ebullición interna que no llega a definirse hasta mucho más tarde; y que finalmente acabará por traducirse -siempre y cuando el proceso no quede interrumpido por causas no naturales- en una nueva manera de ser, una diferente vocación, otro modo de moverse en el mundo. Siendo un super-arquetipo central de presión, la Creadora empuja hacia afuera en todas direcciones, siempre en busca de puntos propicios por donde entrar a la conciencia. Por supuesto son múltiples e imprevisibles, pero la actual tealogía ha definido a algunos de esos puntos como las nueve tendencias arquetípicas que aquí denominamos los Aspectos de la Diosa: La Energizadora, que pone en movimiento; La Limitadora, que define los límites de nuestra realidad; La Protectora, que guarda esos límites;La Iniciadora, que profundiza la experiencia; La Desafiante, que se opone a lo que ya no sirve; La Liberadora, que desata nudos; La Conectora, que hace conexiones sanadoras; La Nutricia, que nutre y preserva; La Potenciadora, que aporta sabiduría práctica. Imaginemos un manantial que nace en la montaña con toda su fuerza originada en fuentes invisibles, o el brote verde que surge de la semilla en condiciones propicias. O por supuesto el proceso insondable que hace que en un vientre fecundado cobre forma y crezca un nuevo ser humano. Ese impulso surgente es la presión que ejerce La Creadora, y algunas de sus maneras de expresarse. Diferentes, misteriosas e infinitas. La idea es que en el centro nuclear de nuestro ser hay un espacio cargado de potencia originatíva maternal, desde donde se irradian hacia el mundo nuestros impulsos divinos de creación. Nuestra acción creadora dentro del área de la Energización, que cada tanto necesitan las cosas para no estancarse; o dentro del tema de los nuevos Límites que periódicamente requiere nuestra realidad; o en el campo compasivo de la Protección del universo en que vivimos; o en cualquiera de las otras zonas de

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manifestación de lo Divino Femenino enumeradas más arriba, depende de que la presión no sea contrarrestada demasiado, con nuestro consentimiento, por fuerzas exteriores represivas. Por cierto, la presión de la Creadora suele tener que enfrentarse a la presión en contra (o represión) que ejercen factores socioculturales que están lejos de ser arquetípicos. Y que en última instancia responden a intereses transitorios de las diversas culturas que se suceden en la historia. Lo que pide el Arquetipo Creador Una mujer no puede ser plenamente ella misma cuando sus roles están circunscriptos, cuando no es libre de ser fuerte y creativa ni de controlar su propio cuerpo y su sexualidad, ni de ser líder y estar en contacto con el poder interior. (Starhawk, "Dreaming the Dark") La exigencia primaria del arquetipo de la Creadora es que haya vías libres para el paso de sus sagrados procesos. Todos los "no" y "ni" del párrafo de Starhawk señalan puntos donde presiones en contra impiden actualmente que La Diosa Una se desenvuelva a través de una mujer hasta expresarse plenamente. Tan sólo paso a paso, y desde hace muy poco, van desapareciendo los no puedo artificiales que a lo largo de milenios ahogaron a las mujeres de las culturas que negaron a la Diosa. Pero a nivel profundo todavía siguen activos de maneras muy sutiles: coerciones psicológicas o presiones político-sociales que nos hacen olvidar nuestras necesidades mas auténticas, se cierran como cerco en torno a cada una de nosotras para reprimir la expansión que se origina en la Creadora. Pero simplemente supongamos qué sucede si alguien tapona un geiser que surge hirviendo de la tierra, u obstruye el cráter de un volcán para que no salga lava. ¿Puede resultar extraño entonces que se haya hablado tanto de la "insatisfacción" de las mujeres? El arquetipo Creador pide poder manifestarse a través de nosotras en alguno o varios de sus múltiples aspectos. Nos pide abrirnos a la necesidad irrefutable, hondamente sentida, de desplegarnos como humanas en todo nuestro espectro de posibilidades ignoradas. Abrir el cofre del tesoro personal, dice Merlin Stone, en lugar de acatar la características prescriptas para dar forma a nuestra identidad. Como mujeres de los nuevos tiempos ya podemos ahondar en el pasado de la especie para descubrir, o recordar, las múltiples maneras en que nuestras antepasadas femeninas encauzaron la vida de sus hijos y aseguraron su supervivencia. Por ejemplo, cobrar conciencia de que las que siguen fueron algunas de sus invenciones, aún vigentes: “Las industrias domésticas básicas: cocinar, procesar y almacenar los alimentos; cerámica, tejido e industrias textiles; curtido y teñido; los usos diversos del fuego (incluyendo la química y la metalúrgica); las artes medicinales; el lenguaje y las primeras formas de escritura; la domesticación de los cereales silvestres; la domesticación de animales; la imagine-ríayel ritual religiosos; la arquitectura domésticay sagrada; los primeros calendarios y observaciones astronómicas. (Sjóó-Mor, "La Gran Madre Cósmica"). La lista es impactante -sobre todo porque no solemos asociarnos con estos logros esenciales-, y lo que ahora se nos pide es volver a crear para el futuro. Sólo nos falta recordar que podemos hacerlo. Lo que impone el estereotipo cultural Un estereotipo es un molde rígido construido por la mente humana, o por el consenso de la mente colectiva desconectada de los procesos naturales. Las pensadoras más profundas del Movimiento de la Diosa pintan un cuadro impresionante de esa realidad estereotípica, o camisa de fuerza impuesta a las mujeres desde afuera. Lo hacen no sólo en busca de "liberación" (ya se verá en el Aspecto 7 que la Liberación es cosa de la Diosa y no depende de reivindicaciones exteriores), sino también sabiendo que el desarrollo pleno de la hembra de la especie es en este momento lo más indispensable para que la humanidad siga existiendo. ¿A qué hemos sido reducidas las mujeres en el aspecto creador? Basta mirar a nuestro alrededor para saberlo. El modelo femenino es pasmosamente pobre: un ser débil, pasivo y dependiente incapaz de participar creativamente en el mundo del varón, incapaz de colaborar con soluciones diferentes, portadora dócil de la semilla masculina pero inhabilitada para generar las grandes cosas. Ese estereotipo no está programado para la dicha creativa, ni para cargar con las responsabilidades importantes que nos corresponden a nosotras y abruman al hombre injustamente. La mujer fuerte creadora podría quitar

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parte del peso de los hombros del varón, y marchar lado a lado con él hacia el nuevo modelo social de verdadera colaboración que Eisler describe en "El Cáliz y la Espada". Al desterrar a la Diosa y abolir su culto, todo un lado de la humanidad quedó instalado por la fuerza en lo superficial, lo secundario y lo frívolo: las "cosas de mujeres" justamente consideradas subsidiarias, y que no son nuestros verdaderos intereses. El estereotipo cultural de la mujer hasta sería gracioso si no fuera que ha arruinado tantas vidas al frustrar de plano nuestra creatividad. Inmovilizada, persuadida de su inferioridad, acatadora de la sabiduría "del que sabe más", la mujer estereotípica nada tiene que ver con La Creadora ni con su presión urgente, ni con la antigua Señora de los misterios de la vida y de la muerte.

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Cuestionario Las siguientes preguntas deben responderse en silenciosa intimidad, tratando de dejar de lado temporariamente los habituales prejuicios y temores, o las reacciones condicionadas acerca de estos temas. No es fácil hacerlo, pero si se lo logra aunque sea por un momento nos conectará mejor con nuestra esencia femenina. ¿Qué cualidades de la mujer arquetípica me parecen necesarias en el mundo? ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. ¿Qué soluciones creativas puede aportar la mujer a la crisis actual de la humanidad y del planeta? ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. ¿Qué problemas me parecen caer más dentro de los intereses femeninos v de nuestra capacidad de encontrarles ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. ¿Qué opino realmente acerca de la condición general de las mujeres en las culturas de hoy? ……………………………………………………………………………………………. ……………………………………………………………………………………………. …………………………………………………………………………………………….

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LA CREADORA SEGUNDA PARTE LA MUJER CREADORA Lema: "El mundo me necesita, pero no como pasiva imitadora sino como creadora de nuevas soluciones". Hemos reclamado tos roles-modelos de la mujer sabia, la mujer valiente, la mujer creativa en los niveles más altos. (...) Las antiguas imágenes de la Diosa nos han permitido reconstruir conceptos medulares del principio femenino, que no habría sido posible recuperar sin conocerlas.(Merlin Stone, prólogo de "El redespertar de la Diosa"). Al parecer son las situaciones críticas las que hacen aflorar la capacidad creadora auténtica de las mujeres. Eso fue en el pasado, como lo han reconstruido recientes revisiones de la antropología y la arqueología, y se repite ahora desde hace un par de décadas. Enfrentadas a la perspectiva de una aniquilación innecesaria y a la insensata destrucción del planeta que nos nutre, hemos entrado otra vez en funciones en nombre de la vida y de la muerte natural. Las mujeres amamos la vida en la tierra, porque nuestra misión cósmica es preparar el asiento del espíritu en el mundo material e invitar a los hombres a perpetuar la especie. ¿Qué idea, concepto altisonante o proyecto guerrero valen una sola vida humana? Y es así que a nosotras nos ha tocado ahora ocuparnos nuevamente de la supervivencia de la especie. En la periferia misma de la cultura anti-vida, muchas mujeres creadoras abiertas a la influencia de la Diosa ya han dado a luz una nueva subcultura, basada en la moral y las prioridades femeninas. : Desde los años 70 nuestros valores se han venido abriendo paso en las ideologías que provocaron la crisis. La ecología corno preocupación fundamental de cualquier ser humano inteligente, es reflejo de nuestra afinidad con las leyes naturales. El replanteo de las relaciones entre los sexos o interfamiliares se. corresponde con nuestra eterna necesidad de conectarnos armoniosamente. La revaloración del cuerpo físico y del sexo como actividad sagrada forma parte de nuestra misma esencia. He aquí algunas de las recientes creencias femeninas, según las expone Char McKee, surgidas de nuestra imaginación creadora para compensar falsas ideas que casi nos llevaron al desastre: LA REALIDAD ESTÁ VIVA. Toda materia vive y posee conciencia. EL TEMA CENTRAL DEL UNIVERSO ES LA INTERRELACIÓN. Todas las formas de vida están interconectadas y dependen unas de otras para su bienestar. HAY MUCHAS FORMAS VÁLIDAS DE CONOCER LA REALIDAD. Los procesos lógicos no son los únicos medios de conocimiento, ya que también existen la intuición, los sentidos, los sentimientos y los poderes psíquicos diversos. LA REALIDAD SE COMPONE DE TOTALIDADES DENTRO DE TOTALIDADES. Todas las partes tienen importancia dentro del total, y los conceptos de superioridad o jerarquía carecen de sentido. TODOS SOMOS CUSTODIOS DE LA TERRA Y DE SUS CRIATURAS. La especie humana no está aquí para que el resto de la naturaleza la sirva y satisfaga sus necesidades. LOS PROBLEMAS MUNDIALES PUEDEN SOLUCIONARSE UNIENDO ESFUERZOS. Todos los fanatismos separatistas y violentos necesitan transformarse en solidaridad. RESOLUCIÓN PACÍFICA DE LOS CONFLICTOS ES IA ÚNICA ACEPTABLE. La violencia y la guerra nunca se justifican. NUESTRO ESTADO NATURAL ES EL ÉXTASIS. Expresar nuestro ser interno natural no es peligroso ni puede causar daño, ya que todos estamos programados para la dicha de vivir. Lo peligroso es más bien reprimir ese estado natural. Todas éstas son creaciones de la imaginación de las mujeres, basadas en nuestras experiencias personales más genuinas y en recuerdos ancestrales muy profundos. A partir de ellas las que participamos del Movimiento de la Diosa intentamos visualizar y concretar el nuevo mundo del futuro.

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LA CREADORA COTIDIANA Si nuestro actual modo de vida nos hace sentir aislados y desesperados, es razonable preguntar cómo, podemos imaginar algo mejor.(Vicki Noble, "Madrepaz"). La rutina es la más eficaz represión de La Creadora. La necesidad de respetar los ciclos de alternancia aparece aquí con toda fuerza: los mismos sistemas de costumbres creados alguna vez para facilitar la convivencia, se han vuelto cercos demasiado rígidos, que terminaron por dejar afuera la idea de iniciativa y han atrofiado nuestras creatividades personales. Ha terminado su etapa útil y han de dar paso a otras nociones más acordes con el mundo natural. Por eso en nuestro siglo se empezó desde hace tiempo a denunciar en la ficción los atropellos colectivos infligidos al excéntrico, al "diferente" o al autónomo. Y es que nos acercamos nuevamente al punto de partida de las creaciones no convencionales, que aportarán las nuevas soluciones necesarias para el bien general. ¿Por qué no crear entonces en las pequeñas cosas cotidianas? Es el mejor ensayo para poder después dar paso a La que Crea en proyectos más grandes. ¿Por qué no crearnos nuestro minúsculo universo para poder salir un poco de los estereotipos culturales? La Creadora es la que inspira estas preguntas cuando acertamos a escucharla. De su espacio preñado quieren salir nuestros modos personales, nuestras maneras de ser intransferibles, nuestros gestos y ropas, nuestra vajilla, nuestra comida y nuestras definiciones de las cosas. Puesta a la tarea diaria de vivir, la mujer que canaliza a La Creadora debe estar siempre creando fórmulas lo más nuevas posible, para dos fines principales: a) mantenerse despierta; b) ir aumentado su confianza en su personal creatividad. Tiene que ser un poco a la manera de MacGyver, el personaje de TV que sale de las situaciones de peligro con lo que tiene a mano, porque conoce el comportamiento de las cosas y las múltiples leyes naturales del universo en el que vive. Mezclar, recombinar, buscar efectos nuevos de las mismas viejas causas, exprimir el ingenio para hallar nuevas formas de sentirse productiva y por lo tanto satisfecha: eso hace la creadora cotidiana. Idear, en suma, fórmulas siempre nuevas para su felicidad. Es decir, su estado más propicio para insertarse en el mundo como activo factor de sanación. Toda creación es un acto de amor y regocijo. Combinando palabras de maneras inéditas, el escritor o la escritora goza y ama; y lo mismo se aplica a cualquiera que intente nuevas aplicaciones o combinaciones de elementos. Ya va pasando el tiempo del artista sufriente, del creador marginal que produce en el dolor y el aislamiento, porque la nueva venida de la Diosa hará de la creación un verbo natural incorporado a nuestra vida diaria, libre de presiones y rutinas indebidas. La Diosa vuelve al mundo para aportarnos soluciones completamente nuevas. ¿Y a través de quién podrá suceder eso? A través de cada una de nosotras, y de todas las mujeres A través de nuestra buena voluntad para ir soltando su presión creadora por el canal de nuestras capacidades personales, conocidas o latentes. Hoy la cotidiana creatividad de las mujeres corre de nuevo por antiguos cauces que habían sido olvidados. La cultura naciente de la Diosa recupera roles esencialmente femeninos relacionados con la mediación, la canalización de fuerzas curativas, la intuición visionaria y los viajes a los mundos interiores. Sacerdotisas, sanadoras y chámanos caminan otra vez por los senderos del planeta como hace miles de años, o bien trabajan en silencio recluidas en habitaciones muy comunes. Son todas diferentes, no se han formado en escuelas especiales ni responden a códigos o dogmas. Son un producto natural de La Creadora que regresa, y lo que las distingue como un sello es definido así por Marija Gimbutas, la gran arqueóloga lituana que enseña en California: Todas tienen talentos creadores, y comparten la visión de curar nuestro planeta devastado. Estas mujeres captan lo divino de su feminidad. Autoindagación Por supuesto, para responder a las siguientes preguntas la edad es importante. Si se tiene menos de 30 años todavía es necesario vivir un poco según los estereotipos, para ver si se tiene éxito en la tarea de asumirlos. Si se tiene menos de 40, todavía falta cuestionar unas cuantas veces más las nociones que

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nos dieron acerca de los temas primordiales el amor, la pareja, nuestra fundón en el mundo, el significado de la vida en general-, para ver si realmente nos sirven o convencen. Después de eso ya es más fácil abocarse a las definiciones personales que nos permitirán, por fin, llegar a ser nosotras mismas. De todos modos, en cualquier etapa, interrogantes como los que siguen pueden resultar muy útiles: 1-

¿Qué presiones necesito aliviar en mi vida?

…………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… ¿Dónde siento mis fuerzas reprimidas?. …………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… ¿Qué debo sanar en mí? …………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………

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2 . ¿Qué aspectos míos me gustaría que florecieran? …………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………………… ¿Cómo defino realmente al amor? …………………………………………………………………………………………………… ……………………………………………………………………………………………………

3. ¿Qué es lo que, en mi opinión, anda radicalmente mal en la sociedad actual? …………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………… ¿Qué ideas o puntos de vista querría expresar y no me atrevo? …………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………… ¿Por qué no logro concretar las cosas que deseo? …………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………….. ¿Qué temo que me suceda si llego a concretarlas? …………………………………………………………………………………………… …………………………………………………………………………………………… ………………………………………………………………………………………….. Espacio compartido Te cuento que a mí siempre me hostigaron por querer ser "original", es decir anti-rutina. Mis hermanas, por ejemplo, solían mirar con aire sobrador o divertido mis intentos de ser a mi manera, de hacer las cosas a mi modo individual. Esta rebeldía eterna ha sido mi problema, pero a la vez un gran gozo personal.

Ahora veo que La Creadora ha presionado muy fuerte en mi interior para que me pusiera a su servicio. No es por ser "diferente" (con todas las fricciones sociales que eso implica) que una hace a veces cosas raras o marcha a contramano: en la decoración, en los horarios, en las pequeñas cosas de la casa que una tiene el derecho de signar con su sello. En mi caso fue más bien una preparación para luchar por los desprestigiados valores femeninos que, como dice Mary Daly, prosperan mejor en la periferia de la cultura represiva. Siempre me sentí en la periferia, y creo que contenta de ello. Mi vida personal fue siempre un círculo que rozaba, en forma tangencial al gran círculo mundano. Y aunque no estaba desconectada totalmente, mis canales de alimentación iban más bien a otros círculos excéntricos, como los escritores o los músicos. Por entonces nadie hablaba de la Diosa ni del feminismo espiritual. Habría sido una blasfemia en un clima androcéntrico y tradicional donde yo misma idolatraba, como todas, las cualidades masculinas; donde se idealizaba la figura del Héroe con mayúscula, hoy puesto en evidencia como factor activo de ruptura con los valores femeninos. (En los mitos, el héroe es el que mata a los dragones o a los monstruos, deformaciones de la Diosa Madre. Tal vez, explican Monica Sjóó y Barbara Mor, porque el embrión destinado a convertirse en masculino, debe librar dentro del útero una batalla química constante para no regresar al estado femenino originario). Dicho de otra manera, yo misma batallaba contra mi propio género, al menos a nivel de las ideas. La inteligencia, la creación artística, todo lo "superior" pertenecían a los varones. Y no me daba envidia, pero mataba mi ambición creadora. Y mi vida era gris y sin satisfacciones. La crisis se produjo en el '79, de una manera que conocen muchas participantes del Movimiento de la Diosa: un aluvión de sueños arquetípicos me indicó que era hora de tomar otra ruta. Por ese entonces participaba en reuniones de trabajo del tipo "control mental avanzado" dirigidas por un hombre, un ocultista respetado. Me interesaba el sistema de la Cabala Hermética, admiraba la psicología de Jung y la línea esotérica de la Golden Dawn inglesa. Todo en realidad (con la rara excepción de la ilustre Dion Fortune) moldeado y establecido por grandes conductores masculinos: Crowley, Waite, Paul Foster Case, Gareth Knight, el mismo Jung. En realidad no progresaba mucho, no estaba cómoda salvo en el plano estrictamente intelectual. Mi cuerpo no participaba, mi corazón estaba en otra parte aunque no me diera cuenta. Por eso se intensificaron los mensajes de los sueños, que anoté en mis cuadernos: Una mujer desconocida pero familiar me dice "A ver si recordás quién soy?". Otra mujer me toca con un cable eléctrico. Al vehículo que he de tomar para salir de un sitio desolado lo conduce una mujer, seria y severa, que en lugar de boletos entrega cartas de Tarot. Una mujer enorme se ha posesionado de mi casa. Una voz femenina que no es mía habla a través de mi boca para decir: "Quiero que mi energía baje por este canal". La Diosa había entrado en mi conciencia y me estaba reclamando. Mi propia feminidad buscaba actuar a través de mí. Pero tuvieron que pasar ocho años para que en los libros de Vicki Noble y Jean Shinoda Bolen me encontrara con la espiritualidad de las mujeres. Ocho años de lucha en el vacío, porque ya no podía seguir donde estaba antes y no tenía tampoco adonde ir. Si tus luchas se parecen a la mía, trata de oír los mensajes de la Diosa. Es decir (si prefieres otra clase de lenguaje), trata de percibir los movimientos de tu propia esencia femenina, que está haciendo presión para poder crear algo a través tuyo. Te dejo una tarea para cumplir antes de que pases al capítulo siguiente: busca en libros o revistas alguna imagen arquetípica de lo Divino Femenino que te impresione o te interese de algún modo. Recórtala y guárdala en algún lugar seguro. Y échale de vez en cuando una mirada, porque es tu primer contacto con tu núcleo de mujer, y con las cualidades específicas que en este instante estás necesitando recobrar.

La Diosa Da y la Diosa Toma en forma equilibrada, como la respiración, y sólo un dualismo exagerado puede hacernos creer que lo primero es "bueno" y lo segundo es "malo". El principio divino femenino alienta en nosotras hacia afuera y hacia adentro, alternadamente y con un ritmo de mareas que hemos de aprender a distinguir • El primer aspecto que surge de la Creadora es un puro dinamismo que pone en movimiento a la Creación. Lo que nace ha de moverse. Lo que se gestó en el espacio grávido debe recorrer el mundo • Ese movimiento es la danza de la vida.

Palabras Clave • éxtasis • Confianza universal • la dicha embriagadora de vivir • celebraciones

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cuando la presión por pasar a un estado más creativo llega a su punto máximo, se abre una brecha en nuestros patrones de conducta rutinarios que nos permite avizorar nuevas perspectivas. Cae un libro en nuestras manos, o nos encontramos con una persona estimulante, o nos enteramos de lo que otras han hecho para progresar. Se dan hechos "casuales" o coincidencias que nos alegran misteriosamente, porque nos están mostrando que hay realidades más amplias en las que podemos insertarnos. LA QUEENERGIZA Todo nacimiento es una explosión dichosa. El espacio creador se abre y la presión se libera de repente; y eso vale tanto para el bebé que nace al mundo, como para las palabras que esperaron largo tiempo antes de ser pronunciadas. Para la lluvia que se descarga, o para las mujeres que estuvimos muchos siglos sin participar creativamente en la marcha de la civilización. La Energizadora nos trae dicha y éxtasis. Tras miles de años de cultura basada en códigos fijos y esquemas rutinarios, nos hemos olvidado del gozo que produce la libertad creadora, el ponerse en movimiento siguiendo los dictado de la fuerza interior sin represión ni distorsiones. Lo que ha pasado en los últimos veinte años es que el Aspecto Energizante de lo divino femenino ha salido nuevamente a caminar sobre la tierra, tras un largo período de exilio en los niveles inconscientes. "Las mujeres están aceleradas", dicen los medios de comunicación. "Han avanzado mucho en estos años, los hombres tenemos que correr para alcanzarlas" (escuchado textualmente en un programa de televisión). En términos arquetípicos, se trata del impulso de La Energizadora Femenina que de nuevo ha puesto en marcha a la mujer tras una larga incubación. Como un bebé recién nacido, la nueva hembra de la especie quiere ante todo moverse y ejercitar sus sentidos. Probar sus habilidades para resolver problemas de supervivencia. Mostrar, después de tanto tiempo de gateos, que puede al fin caminar sola. Pero lo que hay que recordar especialmente es que este aprendizaje no es mecánico, ni avanza exclusivamente en línea recta con aire militar, ni tampoco se desliza sobre el suelo con nuestro eterno modo de pedir disculpas. Es nuestra reinserción en la gran danza de la vida, sabiendo que nuestros ritmos naturales son realmente encantamientos curativos, capacitados para dar salud al mundo. La energización de las mujeres ¿Por qué hemos de energizarnos las mujeres?, podremos preguntar. ¿Por qué hemos de ponernos aún más en movimiento, nosotras que habitualmente nos movemos sin cesar fuera y dentro de la casa, haciendo malabarismos con varias actividades de full time al mismo tiempo? La respuesta es que no se trata de seguir moviéndonos como hasta ahora, en forma lineal desde el pasado hacia el futuro o de atrás hacia adelante, sin manera posible de hacer un alto o de tomarnos un descanso. El movimiento que nos propone La Energizadota es diferente, porque es cíclico. Y no nos cansa nunca, porque cada tanto nos devuelve a nuestra Fuente para recargarnos. La energía que surge de la Diosa Una es la gran Danza en Espiral. Pero la danza en espiral tiene un propósito. No es meramente lúdica o estética. Forma parte de un diseño natural cuyo cumplimiento implica la salud para todo lo viviente, y la satisfacción para nuestros inquietos sistemas psicofísicos humanos. Y cuyo incumplimiento (que es lo que ahora está ocurriendo) nos

coloca en el otro extremo del espectro: enfermedad para nosotros y el planeta, insatisfacción irremediable para hombres y mujeres. Lo más terrible es que nos hemos olvidado de danzar. Es decir, de participar con cuerpo y alma en ese movimiento armonizado y con propósito, cuya coreografía nos entrelaza a todos en la gran red de la creación . Cada uno y cada una tenemos nuestra parte que cumplir, y esa responsabilidad completamente descuidada es lo que ahora vuelve a ponerse en evidencia. Hemos distorsionado el diseño coreográfico, hemos destruido la danza. Con las mujeres pasó algo doblemente lamentable: durante varios milenios tuvimos que movernos al compás de ritmos que no eran los nuestros. Impuestos desde afuera, según disposiciones totalmente artificiales, incapaces de llevarnos hasta el éxtasis porque no respondían (ni responden) a nuestra presión creadora. Nuestros pasos se hicieron mecánicos, la ondulación del éxtasis se convirtió en la rigidez de la automatización. La Energizadora nos empuja a retomar el impulso originario y reintegrarnos en el diseño móvil que cada tanto da forma a un mundo nuevo. No es la primera vez que la espiral regresa al punto de partida sobre un nivel más alto. Ni la primera vez que las mujeres nos lanzamos a empresas de supervivencia. ¿Para qué energizarnos, en suma? ¿Para qué movilizarnos La espiritualidad de las mujeres nos propone varias cosas: 1. La actual crisis mundial no sería más que un gran proceso purgativo, destinado a expulsar los venenos psico-físicos que se nos ha inoculado, al planeta y a nosotros, durante siglos de vida mal vivida. 2. A las mujeres nos toca canalizar la voluntad de supervivencia, la facultad de renovarse de la creación divina. ¿Y por qué a nosotras? Porque nuestros procesos biológicos hacen morir cada mes a nuestros yoes gastados, y nos ponen en contacto muy directo con los ciclos mundiales de muerte y renacimiento. 3- Una mujer no activada por La Energizadora no es capaz de integrarse eficazmente a dichos ciclos. Si no se re-energiza no puede formar parte del movimiento humano de recuperación. Un movimiento que en las presentes circunstancias la llevaría necesariamente a dar los siguientes pasos: a) desembarazarse de nociones falsas acerca de las mujeres y de la realidad en general; b) recuperar el respeto por las leyes naturales y proteger su cumplimiento; c) tocar la fuente de su propia identidad, y de la historial arquetípica que está viviendo en la presente etapa; d) desarraigar de su vida lo que no está de acuerdo con ese núcleo auténtico y le impide expresar sus impulsos creadores; e) rescatar de su prisión profunda a lo femenino consciente, que ya está maduro para salir al mundo; f) reconectarse activamente con la red de lo viviente; nutrir en forma adecuada; potenciarse y potenciar a los demás con el "poder de ser". Parece un plan desmesurado, pero es lo que ya están haciendo las mujeres del Movimiento de la Diosa. Y en los siguientes capítulos trataremos de aclararlo. Por ahora es necesario tener presente lo siguiente: la mujer energizada por la Diosa (es decir, por su propia feminidad divinizada) no es la terrible arpía de las pesadillas masculinas. Al contrario, esa arpía es la mujer reprimida y resentida, trabada en su impotencia consciente o inconsciente, que de pronto estalla en forma destructora. La Energiza-ción, por el contrario, nos lleva al éxtasis del libre movimiento y nos hace generosas, conciliadoras y amantes. LA ENERGIZADORA ARQUETIPICA El arquetipo de La Energizadora aparece en muchas formas en el mito, la fantasía y los relatos religiosos. Deidades femeninas tremebundas, excesivas, expertas en las artes del amor y de la guerra -como la Inanna/Ishtar de la Mesopotamia, la Kali de la India o la Morrigan de Irlanda-han personificado siempre el doble poder de Dar y Tomar de la Diosa, y también su electrizante aspecto de Energizadora. Pero lo que se celebra en esas figuras religiosas es más bien su abundancia de vida, que absorbe al tránsito que conocemos como muerte y lleva directamente a la renovación. Son arquetipos fortalecedores que arman a los héroes para las batallas o potencian al máximo su capacidad erótica, o les anuncian que es hora de pasar a otro plano de existencia para poder empezar de nuevo tras la regeneración.

La Energizadora incita a cobrar conciencia de los eternos ciclos naturales y a vivirlos con dicha embriagadora. La muerte no existe como estado sino como tránsito. El Plan continúa siempre, pese a las interrupciones ilusorias. Eva, María y la Magdalena En otro aspecto más sutil, el arquetipo energizante se manifiesta en toda imagen femenina que inicie un movimiento de la vida o un tiempo de destino, o apasionadamente continúe lo que quedó inconcluso. En Babilonia, la Eva originaria era "Diosa del Árbol de la Vida" y en antiguas imágenes se la ve vivificando a un hombre exánime con su manzana sagrada. Es por cierto la "Madre de todos los Vivientes" porque efectivamente da la vida, y los escritos gnósticos la muestran como figura trascendente que se apiada del Adán inactivado y aún sin alma. Del mismo modo, María Virgen y María Magdalena encuadran la figura de Jesús con sus capacidades de energización. La primera en las Bodas de Cana, estimulándolo para iniciar su ministerio con un primer milagro; la segunda (como registran los Evangelios Gnósticos) continuando su tarea tras la Crucifixión, con la autoridad espiritual que de él ha recibido. Pensemos lo que implican estos símbolos devueltos a significaciones olvidadas. El arquetipo de La que Energiza se abre paso a través de preconceptos y definiciones falsas, y crea un profundo cauce para que por él avance todo lo que corresponde al lado femenino de lo divino y de lo humano. Borra con jubilosa despreocupación toda noción mezquina acerca de lo que puede o no puede hacer una mujer. Acerca de sus áreas de trabajo, sus posibilidades de liderazgo espiritual o sus maneras de colaborar en la gran marcha de la evolución humana. Riendo, gozando de su propio movimiento, danzando su propio éxtasis creativo, va dando forma a la imagen de la mujer energizada y potenciada, la mujer completa, la mujer realizadora El Arquetipo Energizador en nuestra vida Cada vez que sentimos que tenemos que movernos, o que estamos prisioneras, o que debemos hacer algo que no logramos definir, es que La Energizadora busca abrirse camino a través de nuestra coraza cultural. La nueva espiritualidad de las mujeres nos invita por eso a cuestionar, con valentía, todo cuanto ha ido integrando esa coraza: las definiciones que tuvimos que aceptar aunque no las sintiéramos auténticas; los conceptos costumbristas acerca de las cosas fundamentales de la vida (el amor, el sexo, las relaciones infrahumanas y con las demás formas de vida, nuestro papel en el mundo, nuestra religiosidad y sus contactos con la fuente interna); las escalas de valores que convienen más a los juegos de poder que a nuestros verdaderos intereses. El Aspecto Energizante necesita ese esfuerzo de cada una de nosotras para poder manifestarse en nuestra vida. Desde una perspectiva evolutiva es un esfuerzo mínimo; desde la perspectiva cotidiana, por supuesto, puede ser muy difícil. De todos modos, la incitación a caminar persiste. El "Aliento de Dios", dice la Cabala, irrumpe en tu existencia para hacerte avanzar hacia lo que eres. Y aunque lo desoigas o lo niegues, sigue allí. En el Tarot cabalístico-hermético la imagen que se conoce como El Loco (en realidad el Tonto Puro, el Divino Inocente) representa esa necesidad de avance y aventura. Las más recientes elaboraciones tarotistas lo denominan sencillamente El Buscador, y nos muestran a cualquiera de nosotras en la actitud correcta que solicita el Arquetipo Energizante: a punto de avanzar por un puente de arcoiris hacia lo desconocido, impulsada por llamados insistentes de la Diosa (aquí en forma de pájaros), entregada sin miedos a las posibilidades infinitas del futuro. Si no escuchamos, la zozobra nos tortura. Si no atendemos el impulso de movernos con aceptación consciente, inesperados movimientos imprevistos nos hacen destruir lo que no necesita ser destruido. Si no aceptamos salir de la parálisis, la energía se acumula en los niveles interiores esperando que nuestras represas empiecen a agrietarse.

Lo que pide el Arquetipo Energizante Sería ingenuo pensar que la soñación puede tener lugar en el aislamiento.(...) Sería absurdo creer que una mujer por sí sola puede ganar en la lucha por la integridad psíquica. (Mary Daly, "Más allá de Dios Padre") Ante todo el Arquetipo Energizante pide una actitud doble de tipo bipolar (es decir, receptiva de un lado y estimulante de otro). Para cumplir con este Aspecto de la Diosa necesitamos: a) ser energizadas, y b) energizar a los demás. Imaginemos la siguiente situación: Permaneces atascada desde hace años en un empleo que no te gusta. Las tareas que realizas no te importan ni significan nada para ti. Te sientes literalmente prisionera de una enredada circunstancia que parece no tener salida alguna. Sobrevivir ha reemplazado totalmente al disfrute de la vida. Lo que llamamos la Diosa, sin embargo, quiere expresarse a través tuyo y por lo tanto quiere que salgas de eso y te energices como ser creativo. Dicho de otra manera, el verdadero núcleo de tu ser o que los junguianos denominan e1 Sí Mismo) empieza a hacer presión para sacarte. Si en actitud receptiva recibes sus mensajes -sueños conmocionantes, coincidencias llamativas, lecturas importantes que llegan a tus manos, frases fortuitas que te dicen casualmente-, te abres a la energía que proviene de lo hondo de tu psique: te energizas. Y la mejor manera de lograrlo, como comprueban las mujeres del Movimiento de la Diosa, es disponerte de antemano a ayudar a los demás a salir junto contigo del pantano : a energizarse. Toda mujer que se abre a la Diosa que Energiza traspasa a los demás la potencia activadora que recibe. Y él recibir y el entregar son simultáneos. Consecuencia práctica: empiezas a pensar en tareas alternativas de estos tiempos (oraculares, didácticas, meditativas, artístico-curativas, yoga, masajes, cerámica, comidas naturistas, flores de Bach o California para apoyo emocional, y tantas otras), actividades capaces de implicar a otras personas a las que puedas ayudar. Y eso te da a la vez el medio de escapar de tu perpetuo estancamiento: no te imaginas cuántas mujeres de la Diosa hemos dado ya el paso hacia tareas autónomas que nos permiten vivir con dignidad. Nadie se salva solo, sugiere Mary Daly. Lo que equivale a decir que el Arquetipo nos energiza cuando aceptamos energizar a nuestra vez. Lo que impone el estereotipo cultural No es buena la potenciación de las mujeres, sugieren instrucciones muy profundas embebidas en nuestra cultura. Las mujeres no deben ser activas. Una mujer ideal acepta, asiente, acata, complace a los demás. Son, por supuesto, planteos interesados. Deliberados manejos de la fuerza imponente que reside en las hembras de la especie. Secuela lamentable de lo que fue una simple toma de poder, que hace unos miles de años derrocó a la Diosa como deidad creadora universal. Lo triste es que esta simple restricción está privando a la humanidad, a la cultura y al planeta de toda la riqueza de la mujer creadora. La ecuación mujer/recepción pasiva es engañosa. Y también estamos empezando a sospechar de otras definiciones unilaterales como mujer lunaro mujeryin. El estereotipo femenino no fue construido por mujeres. O al menos por mujeres activadas por la Diosa, y decididas a alcanzar el armonioso estado de totalidad psíquica y física que los grandes sistemas de desarrollo espiritual proponen como meta. El molde estereotípico quiere imponer la indolencia femenina, y la adicción de la mujer a ser perpetuamente dependiente. Y tiende a producir una mujer interesada, que reciba siempre sin dar nunca, que absorba la potencia del varón sin entregarle a cambio una energía de signo femenino que ha olvidado que posee. El estereotipo cultural anti-energizador nació como medida de seguridad contra las mujeres potenciadas, y acabó siendo un arma letal y destructiva apuntada hacia los hombres. Para beneficiarlos a ellos mismos es que debemos rechazarlo.

Cuestionario ¿Qué puede hacer por la humanidad y por el mundo en general una mujer energizada? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿En qué se diferenciarían sus actividades libres de las de los varones? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Qué cambios produciría en la relación entre los sexos el que la mujer ya no fuera dependiente y pasiva? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Cuáles son realmente los obstáculos que impiden que las mujeres actúen libremente en lo personal y en lo colectivo? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ……………………………………………………………….................................................

SEGUNDA PARTE LA MUJER ENERGIZADA-ENERGIZANTE Lema: "El mundo me necesita, pero no como eterna acatadora, sino como energizada capaz de energizar" Cada vez que recorro el país descubro que la espiritualidad de las mujeres está presente y las está potenciando. No llama la atención porque no es iracunda ni trata de moverle el piso al establishment que lo posee. Por el contrario, es algo que sucede dentro de las mujeres a nivel popular y en pequeños grupos domésticos. Es un aflorar de rituales y de símbolos, y un compartir lo que es real y auténtico en sus vidas. (Jean Shinoda Bolen, "Magical Blend Magazine", enero 1992). En el pasado, las presiones femeninas en pro del libre movimiento de la mujer universal siempre hicieron erupción dentro de campos establecidos por mentes masculinas. Sin recordar su propia estructura psicofísica ni conocer su propia historia cultural, las mujeres ansiosas de energización sólo supieron intentar la aventura improbable de imitar a los varones, y aceptar reglas del juego creadas por ellos para ellos mismos. Pero participar en ese juego no puede darnos satisfacción en el nivel profundo ni afirmar nuestra autoestima femenina. De allí que toda triunfadora de nuestra cultura padezca, tarde o temprano, la famosa melancolía de la mujer y se convierta casi siempre en una antifemenina decidida. Hoy la nueva espiritualidad de las mujeres está cambiando el panorama. Surge desde adentro como expresión de La Energizadora y se dedica a abrir caminos para nuestras habilidades naturales. No es un plan preconcebido para colmar pequeñas ambiciones ni es un disimulado intento de asumir el poder sobre, que

siempre destruye al que lo alcanza. La nueva feminidad, sin proponérselo deliberadamente, se dirige hacia metas dictadas desde adentro por el gran arquetipo femenino, y que es posible deducir estudiando los Aspectos de la Diosa. Estas pueden ser algunas de ellas: 1. Incorporar la imaginación creadora femenina a los procesos mentales que actualmente están dando forma al mundo del futuro. Hoy se admite que todo cuanto nos rodea ha surgido de actos de imaginación, de la deidad o los humanos. 2. Integrar los valores y prioridades de la mujer universal (orientados ante todo hacia la preservación del planeta y las especies vivas) en la estructura misma de la nueva cultura. Un cambio colectivo de conciencia es lo único capaz de salvar de la aniquilación a la vida en la Tierra. 3. Recuperar antiguos roles que permitían a las mujeres hacer su parte en el avance evolutivo humano. La sacerdotisa canalizadora, la sibila oracular, la chamana sanadora, la vieja experta capaz de transmitir sabiduría, son más que nunca necesarias para complementar los esfuerzos del varón en la presente crisis. 4. Compensar la actitud dualista intolerante que actualmente predomina ("esto es bueno, aquello es malo", "amigos/ enemigos", "yo y lo mío versus los otros") con la actitud integradora que surge de vivir los ciclos naturales. Hoy las mujeres redamamos la legitimidad de lo que solía ser considerado "oscuro" o "negativo": la pasión, la emoción, la sexualidad, lo irracional, lo intuitivo, lo inconsciente, el lado sombra de la vida. 5. Reivindicar el concepto de placer -en el sentido del simple disfrute agradecido de la vida-, en lugar de la desmoralizante exaltación del sufrimiento sobre la que se ha construido nuestra civilización. Si hemos de crear un mundo más benévolo para nuestros hijos, necesitamos hacerlo Imbuidos de la dicha embriagadora de estar vivos. Dicho en pocas palabras, la nueva espiritualidad de las mujeres tiende hacia un cambio de conciencia general que posibilite una vida mejor y más fructífera en la Tierra. Lo que equivale a decir que tiende a actualizar el auténtico concepto del amor, no como emoción sino como principio universal: Si quieres el bien del otro, aquí y ahora, es que lo amas. Si quieres tu propio bien, es que has aprendido a amarte. LA ENERGIZADA-ENERGIZADORA COTIDIANA En una exhortación de origen inmemorial la Diosa dice: Cada vez que tengan necesidad de algo, reúnanse en algún lugar secreto y adoren mi espíritu. (...) Canten, festejen, dancen, hagan música y amor en mi presencia, porque mío es el éxtasis del espíritu y mía la dicha sobre la tierra. Porque mi ley es el amor hacia todos los seres. Que dentro de ti haya belleza y fortaleza, poder y compasión, honor y humildad, regocijo y reverencia. Son palabras de La Energizadora, que continuamente ofrece vida en abundancia y da los medios para disfrutarla. También es todo un programa para energizarse y energizar a otros. Aquí la palabra importante es reúnanse, y las mujeres del Movimiento de la Diosa lo practican desde hace veinte años, para extraer de allí la fuerza necesaria y seguir avanzando. La mujer que busca activación energizante no se reúne con otras para debatir, discutir o planear estrategias. A las mujeres no nos interesa entrar en consideraciones demasiado detalladas acerca de la naturaleza de la Diosa , jamás se nos ocurriría encontrarnos para discutir la esencia incognoscible del principio femenino ni perder tiempo valioso redactando dogmas. Nos reunimos ante todo para crear un espacio femenino donde compartir las experiencias importantes; redefinir esas vivencias; colocarlas en marcos de referencia más abiertos; mirarlas desde toda clase de ángulos para destruir estereotipos; disfrutarlas, reír, beber litros de té (o lo que les guste) y sobre todo celebrar la vida. Para energizarse es preciso celebrar. Para ayudar a que otros se energicen es preciso reunirse con intención celebratoria. Las celebraciones, dice Zsuzsanna Budapest, son un arte mujeril. Las mujeres somos las memoriosas de la especie, las que cocinamos lo que se come en los festejos. ¿Qué celebrar? Si lo preguntamos es porque siglos de tristeza impuesta nos han opacado el gusto por la vida. Pero ahora tratemos de salimos de eso y hacer una lista de posibles causas de celebración. Yo aquí propongo algunas mías:

• que las mujeres estén aprendiendo a no detestarse unas a otras lo que por supuesto impedía toda energización); • que las estaciones se sigan sucediendo unas a otras para probarnos que es eterna la danza en espiral; • que haya días de sol y días de lluvia, días de calor y días de frío para que nuestro disfrute sea más pleno y más variado; • que mis ojos puedan ver y mis manos tocar las riquezas infinitas de la Madre en el mundo natural que me rodea (esa opulencia multicolorida que los antiguos llamaban con veneración el manto de Isis). • que haya cada vez más mujeres y más hombres de buena voluntad dedicados a custodiar esa belleza Qos ecólogos, los naturistas, los preservadores de la fauna en extinción); • que día a día me lleguen signos de la presencia de la Diosa en mi existencia cotidiana. Este es sólo un enfoque personal, y a cada una nos conviene escribir en un papel nuestras propias causas de celebración. Aunque estemos tristes y en problemas, hemos de tener forzosamente algunas. Tratemos de darles nombre y definirlas en palabras, porque eso por sí solo logrará conectamos con La que Energiza. Y en la energización se encuentra la salida. Autoindagación 1.

¿Qué quisieron hacer y no pudieron mis antepasadas femeninas inmediatas?

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¿Qué haría si me convenciera de que lo Divino Femenino quiere expresarse a través de mí?

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¿Con qué tipo de personas siento afinidad profunda?

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¿Qué me impide asociarme libremente con ellas?

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¿En qué áreas de la vida siento más vacilación e indecisión?

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Hay acuerdo o conflicto entre mis imágenes internas de mi madre y de mi padre?

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Cuando se trata de algo importante, ¿tengo más posibilidades de las que creo?

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¿Me siento capaz de realizar más cosas de las que se dijo que podía realizar?

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Espacio compartido

"Mi experiencia con la energización fue larga y complicada, porque no terminaba de aceptarla. Y aún ahora me pregunto si la he aceptado del todo. Menos mal que es posible trabajar para el futuro con la parte ya activada, más allá de fragmentaciones interiores que a lo mejor no acabarán por resolverse en esta vida. "Incluso el que está atado ", dice una vieja frase, "es capaz de desatar". Pero no puedo negar que mis momentos de energización -esos períodos en que este aspecto de la Diosa se activó en mi vida para hacerme poner en movimiento- fueron muy claros y de efecto perdurable. Desde hace muchos años me interesa el Tarot como herramienta de autoconocimiento, ya que la "adivinación" es sólo un uso secundario, que en todo caso sólo implica calcular las consecuencias de las actitudes del presente. Y fue a través de mi primer curso de Tarot que hice contacto con lo femenino que regresa, ya que según ciertas autoras (Barbara Walker, Vicki Noble, por ejemplo) ese mazo de símbolos pictóricos ha conservado el mensaje revelatorio de la Diosa durante los siglos de destierro, para que salga a la luz en el presente. En un sueño al que ya me he referido, un personaje femenino serio y casi enojado, me había entregado cartas coloreadas en lugar del boleto del vehículo que iba a sacarme de una zona muerta. Poco después me invitaron a dar un curso de historia del Tarot; y el mensaje ignorado, disimulado tras otros significados patriarcales, empezó a desplegarse ante mi mente subconsciente. Supongo que fue entonces cuando empecé a actualizar mi ginergía, o energía femenina, mientras mi mente seguía atada a conceptos masculinos y tironeada por dualismos irrecon-ciliados. Lo que sé con certeza es que durante aquellos meses todo mi entorno se hizo fluido y móvil, y mis costumbres sedentarias de lectora y escritora se convirtieron en un ansia de moverme sin cesar y caminar sin rumbo fijo. Creo que habré trajinado cientos de veces el contorno del Botánico esperando alguna pista que me dijera adonde ir. Sólo atinaba a darme cuenta de que estaba asumiendo un arquetipo, que justamente es el primero de la serie mayor de los arcanos del Tarot. Si dispones de un mazo basado en la Cabala Hermética, verás que el primer símbolo es alguien que camina, un Buscador o Buscadora que sale sin destino movido por pulsiones interiores, que los autores más recientes ya simbolizan con las aves mensajeras de la Diosa (los Matthews, por ejemplo, en "El Tarot del Rey Arturo"). Fue un momento glorioso de apertura, de impulso urgente de dejar atrás todo lo que no se vinculaba con el desconocido porvenir. Yo nada sabía entonces de la nueva espiritualidad de las mujeres, pero parece que es así como funciona: la segunda parte de la vida femenina, la que marcha hacia un nuevo nacimiento, se inicia al hacer contacto con una fuente interna que no es estática ni indiferente; que se esfuerza también por llegar a contactarse con nosotras, porque nos necesita para manifestarse en este mundo nuevamente. Ese sacudimiento, sin embargo, no es más que el primer paso, y dejar atrás lo innecesario puede ser un asunto muy largo y complicado. En mi caso la parte gruesa del proceso me llevó más de siete años, y los ajustes finos no terminan. Pero hubo otro momento que aceleró las cosas. Vicki Noble y los Matthews hablan de las "enfermedades curativas", los procesos que creemos morbosos y en realidad nos sirven para expeler del cuerpo toxinas largamente retenidas. Y puedo asegurarte que en mi

caso fue una experiencia semejante la que abrió la puerta para dar paso a la energía de la Creadora. Más o menos pasó así: Abandonar los viejos esquemas destructivos se parece bastante a la muerte, y ya bien avanzado mi proceso purgativo me parecía estar cerca de ese umbral. Uno cree realmente estar a punto de morir cuando el viejo camino se ha angostado hasta ser sólo un filo de navaja; un puente tan estrecho que por él sólo pasa la propia esencia indestructible, mientras todo lo demás parece haberse ido: todo falso consuelo, toda aparente facilidad. Fue en ese momento (que estoy segura se nos presenta a todos en la vida) cuando escuché claramente en mi interior la pregunta que había estado esperando sin saberlo: "¿Aceptas vivir o no?". Porque para vivir y actuar en este mundo se necesita el requisito previo de la aceptación, que muchos de nosotros no hemos tenido en cuenta. Mi respuesta a la Voz interior fue bastante ridicula: "Lo voy apensar". Porque así, de pronto, no podía decirlo. Sabía que después de eso ya no habría retorno: o cruzar el puente para empezar a trabajar de veras en lo mío, o quedarme allí esperando que mi cuerpo físico recibiera y cumpliera el mensaje de ir desintegrándose. Tres días después me decidí y dije un sí pleno. Amo la vida demasiado, la existencia en la Tierra es demasiado hermosa como para permitirme la insolencia de menospreciarla. El puente estrecho se alineaba en realidad con los diseños verdaderos de mi vida, que habían estado oscurecidos por las consolaciones y las facilidades. Y en realidad era un canal de nacimiento por el que la Diosa iba a darme a luz de nuevo, ya sin trabas. Sólo se requería mi aceptación. Y sólo la aceptación da paso a la energía.

Como los procesos naturales son inteligentes, tras la estimulación de La Energizadora debe venir una tendencia de moderación que nos impida llegara extremos indeseados • La que Limita, o La que Mide la extensión de nuestro campo personal, es el Aspecto de la Diosa que representa esa tendencia. Como compensación del movimiento energizante, le pone límites a nuestra libertad para que eventualmente no dañemos a los otros, ni nos salgamos de nuestra trayectoria. Sin la Limitadora nos desbordaríamos y destruiríamos el diseño de nuestro destino individual • Dentro de su Plan sabio florecemos plenamente.

• Palabras clave. • autorregulación • integridad • el orden natural

SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Una vez energizadas, ansiamos hacer cosas que respondan a nuestra efervescencia:

un nuevo trabajo, otra etapa en nuestras relaciones afectivas, una manera diferente de movernos en el mundo, irnos a vivir solas por primera vez, manifestar nuestra recién descubierta vocación, son imperativos que nos exigen lanzarnos de cabeza. Pero en medio de todo ese entusiasmo, hay una vacilación que nos hace preguntarnos hasta dónde tenemos el derecho de llegar. El arquetipo de Limitación es el morigerador que, a través de esas dudas torturantes, nos impide malgastar nuestra energía y nos lleva a la vez a descubrir nuestras auténticas posibilidades. LA QUE LIMITA Después de la ebriedad de la energización, es un placer muy hondo instalarse en los cauces ordenados que lo Divino Femenino dispone para cada una de nosotras. La verdadera libertad, dicen las tradiciones que fomentan el desarrollo espiritual, consiste en aceptar los propios límites y funcionar entre ellos libremente. Y ese es todo un programa que La Limitadora desarrolla con la actitud amante, revestida de rigor, que toda madre ha de asumir alguna vez cuando se trata de encauzar a sus hijos inexpertos. No es una restricción que nos encierre ni un chaleco de fuerza para nuestra energía. Es, más bien, la refrescante sensación de estar usando esa energía como conviene y sin desperdiciarla; o de estar viviendo según un plan maestro establecido que todavía no conocemos, pero sabemos que nos corresponde. La paradoja es parte imprescindible de la visión del mundo de las nuevas mujeres. Por eso no nos debe preocupar que La Limitadora parezca reprimirnos, cuando abre en realidad mejores sendas para la presión creadora. Sin formas definidas que la contuvieran, la divina energía proveniente del Dar (Aspecto 2) se perdería para nosotras como agua derramada. La que Limita (y esto es preciso tenerlo muy en cuenta) toma en cambio ese impulso y lo introduce en ciclos que, en conjunto, componen el Orden Natural. Mirando alrededor se ve enseguida cuánto se ha ignorado a La Limitadora en ese aspecto. Las energías se pierden en acciones insensatas, no pueden renovarse porque se han evadido de los ciclos vitales de regeneración, todo es una enorme confusión porque ha sido olvidado el Orden Natural. Sólo asumiendo a La Limitadora con la moderación inteligente que ella misma nos propone, podrá la humanidad salvar la crisis que su propia negligencia ha provocado. Sólo dentro del Plan podemos sobrevivir y movernos libremente. Y lo que nos permite a las mujeres este aspecto de la Diosa (que simboliza el orden necesario sin el cual el universo no funciona como debe), es simplemente reintegrarnos en lo humano mediante varios reajustes demasiado postergados: reubicarnos plenamente en el sector de actividades que podemos cumplir con eficiencia; asumir sin temores nuestra innegable responsabilidad en la marcha de la evolución de nuestra especie; salvaguardar con autodisciplina y autoestima nuestra integridad. Pero aquí la Diosa nos reserva una sorpresa, porque fijar los límites es una acción de doble filo: 1. Por un lado se estrechan y se ajustan los que han sido agrandados indebidamente. Por ejemplo, cuando una persona o un sistema se ha adjudicado más autoridad de la debida; o toma decisiones, como dice Starhawk, que sólo deberían tomar los que sufrirán las consecuencias de ellas. 2. Por otro lado, se agrandan y se aflojan los que han sido indebidamente restringidos. Por ejemplo, cuando una parte de la humanidad ha sido puesta en situación subordinada, como en el caso de un patriarcado o matriarcado.

En general, cuando se habla de aceptar los propios límites se tiende a imaginar que una debe encogerse o achicarse porque se ha pasado de la raya. Pero la espiritualidad de las mujeres ya descubrió hace tiempo que a nosotras nos toca el punto 2, porque hemos funcionado durante miles de años muy por debajo de nuestra capacidad realizadora. Sólo ocupando creativamente todo nuestro espacio podemos abrir cauces verdaderos a la presión energizante de la Diosa. De lo contrario, la energía presionada no hace más 1 que congestionar nuestro sistema psicofísico, mientras trata de adaptarse al ritmo de goteo de nuestras expansiones' diminutas. Las limitaciones femeninas Lo que nos invita a hacer La que Limita es ante todo una cuidadosa consideración de muchas cosas. ¿Entre qué límites nos movemos? ¿Cuánto abarca nuestra realidad? ¿Qué porción de ella experimentamos y exploramos en la práctica? Esas serían las primeras dilucidaciones que tendríamos que hacer, una vez que nos hayamos puesto en marcha ante el impulso de La Energizadora. De nada sirve empezar a activarse (o a "liberarse", como antes se decía) si no se cobra conciencia del terreno en el que se ha de ejercer la actividad. Ha llegado el momento de medir con lucidez y sin coerciones el espacio que realmente utilizamos las mujeres. No para protestar o hacer escándalos para que "nos concedan" unos metros más. La cuestión así enfocada no lleva a ninguna parte, porque remite el problema -como en el caso de las fronteras de un país- a incontables debates futuros con forcejeos por ambas partes); ni tampoco para rumiar nuestra impotencia, porque no somos impotentes. Se trata más bien de descubrir si estamos o no dispuestas a ocupar zonas más amplias de las que ocupamos hasta ahora; si estamos preparadas para aceptar más responsabilidades, una vez que nos hayamos convencido de que no somos "secundarias". Y esta cuestión va mucho más allá de puestos ejecutivos patriarcales o de cupos políticos cumplidos. Tanto La que Limita como La que Inicia (capítulo 5) se relacionan con la identidad profunda de cada una de nosotras. La diferencia es que aquí necesitamos explorar nuestra extensión en sentido horizontal (cuáles son nuestros cauces y tareas de destino), y allá será cuestión de calar hacia adentro, hasta el significado primordial de nuestra vida. Pero en ambos casos hay que descubrir lo que en realidad nos corresponde. Refiriéndose a esto, intérpretes del Tarot como Liz Greene y Juliet Sharman-Burke hablan de la importancia de enfrentar los propios límites "con conciencia clara y mente imparcial" a fin de cumplir nuestro destino, y de la urgencia de reconocer "que hemos de vivir la vida dentro de los confines de nuestras capacidades". Frases como esas, sin embargo, sólo hacen resaltar la sabia ambivalencia de La Limitadora. Porque en primera instancia parecen un saludable correctivo para nuestro orgullo, pero en un segundo análisis se revelan como un verdadero estímulo para nosotras, al hacemos formular la cuestión fundamental: ¿Cuáles son los confines de nuestras capacidades? La que Limita es una primera incitación a mirar desde adentro y ver con nuestros ojos nuestros propios panoramas, en lugar de aceptar las descripciones de los otros como si fuéramos ciegas. Es una invitación a tener siempre presente que en niveles internos no somos autónomas, y que nos es preciso trabajar para librarnos de diversas cosas-, las represiones internalizadas a las que damos el nombre de "conciencia"; los dualismos en guerra que hemos de transformar en opuestos conciliados; la dependencia de la aprobación ajena, que ha de dar lugar a nuestra propia autoridad sobre nosotras mismas. Es el primer paso hacia lo que hoy denominamos lo Femenino Consciente, es decir, esa etapa inminente de la evolución de la conciencia, en la que el Lado Femenino de la humanidad saldrá de su letargo milenario para actuar en el mundo con responsabilidad espiritual. Nuestros confines ya son más amplios, tras la energización de las mujeres que desde hace un siglo se viene produciendo. Lo que significa que La limitadora ya puede mostrarnos dónde y cómo aplicar los recursos energéticos de signo femenino, que quedaron disponibles para todas después de tantas luchas no muy lúcidas por la liberación.

Por lo tanto, cuando nos dicen que como mujeres "nos limitemos a lo que nos corresponde" no es preciso ofenderse ni sentirse reprimida. Al contrario, se lo puede tomar como un aliento para ocupar el sitio propio en el esquema de las cosas que se origina en La Creadora. El gran diseño universal de ordenamiento tiene espacios vacíos que sólo las mujeres podemos llenar. Escuchando a la Diosa que Limita, podremos contribuir a que el patrón divino recobre su equilibrio y su belleza originales. Y nuestro individual poder creador se expandirá hasta sus reales dimensiones. LA LIMITADORA ARQUETIPICA El arquetipo de La que Mide o Fija Límites siempre ha sido asociado con el costado femenino de la Divinidad. Ya en la Cabala la Madre Suprema Clamada Binah, o "Entendimiento") representa los principios limitadores de la Forma, capaz de aprisionar la Fuerza libre para sujetarla a un plan y hacer que fructifique. Y se la llama Terrible, porque al dar forma obliga a transitar los temibles pasajes del nacimiento y de la muerte. Desde otro enfoque esa Madre Terrible es, sin embargo, la Madre Fértil a quien debemos agradecer nuestra existencia espiritual, psíquica y física, y el plan maestro que da sentido a nuestra vida. Y esto vale también para la Diosa que Fija nuestros Límites, porque ella simboliza el estrecho pasaje que desemboca en nuestra vida plena. Por cierto el arquetipo de La Limitadora nos hace nacer realmente en términos de nuestro destino individual. Nos señala el camino de la autodisciplina formativa que nos pondrá en condiciones de cumplir nuestras tareas; y al dirigir nuestro poder dentro de cauces necesarios, lo acrecienta. La Triple Diosa. En casi todas las mitologías tenemos descripciones de La que Limita como Diosa triple que define el pasado, el presente y el futuro. Esta femenina trinidad se manifiesta claramente, por ejemplo, en las Nornas nórdicas o las Parcas griegas, imaginadas como tres tejedoras implacables: la que hila, la que mide y la que corta la hebra de la vida. Pero, en este sentido, la Luna con sus fases es tal vez la más clara representación del poder femenino que delimita distintas etapas, capacidades y aptitudes. Crecer, brillar con plenitud, decrecer, desaparecer, nacer de nuevo. Es el gran ciclo, que podemos dividir en tres o cinco fases La Doncella, la Mujer, la Vieja y sus misteriosas subfases conectoras) y que eternamente se repite en cada una de nosotras y en el universo en que vivimos. Como Luna Creciente, ella es la Diosa Blanca De nacimiento y crecimiento. Como Luna llena, ella es la Diosa Roja del amor y la batalla. Como Luna Menguante, ella es la Diosa Negra de la muerte y la adivinación. (Robert Graves, "La Diosa Blanca"). Este poderoso símbolo sigue actuando con fuerza en la mujer moderna, ligada a él por sus ciclos biológicos y por sutiles conexiones de la psique. El arquetipo participa de algún modo de la solidez física de todo ser de signo femenino, y manifiesta la belleza de su plan ordenador en todos los procesos recurrentes de la naturaleza o de nuestra alma. Pero si queremos una imagen simple, visualicemos una única mujer de rostro austero y desapasionado, que sostiene en una mano una balanza y en la otra una espada. Es la Justicia del orden natural, que no está ciega como la de los humanos y fija en nosotros su mirada insobornable. Los griegos la llamaban Themis, y nunca como ahora ha sido tan urgente respetarla. El arquetipo de La Limitadora nos muestra la necesidad impostergable de ajustamos a los ciclos eternos del universo en que vivimos, no sólo por el compromiso moral que tenemos con el mundo sino por nuestra propia conveniencia. Sería ingenuo pensar que un cosmos infinitamente inteligente, capaz de sostenerse y renovarse sin ayuda humana, carece de un mecanismo ajustador que entra en acción cuando sus leyes son repetidamente transgredidas. Y ese mecanismo que retribuye y reacomoda sin pedir nuestra opinión, es el arquetipo de La que Limita.

Nosotros somos por supuesto la especie transgresora (véase si no el estado desastroso de los sistemas ecológicos). Y si ignoramos a La que Limita cuando nos exhorta a regresar al plan originario, las consecuencias de todos nuestros actos pasan a depender de nuestra exclusiva responsabilidad. El Arquetipo Limitador en nuestra vida Ese sueño sanador (...) me volvió a dirigir de manera v inconfundible hacia mi propio sendero: optar por respetar mi propia autoridad y animara otras mujeres para que hagan lo mismo (Vicki Noble, "Mujer Shakti"). La acción de La Limitadora en nuestra vida se relaciona ante todo con tres cosas: la realidad que habitamos; la realidad que deberíamos habitar, y las medidas más urgentes para empezar a hacer el cambio de una a otra. Y es innegable que desde hace siglos las mujeres hemos sufrido agudamente un desajuste entre ambas realidades, que está exigiendo una .¿revisión total. Cuando no podemos ocupar del todo nuestro terreno personal, los espacios vacíos y los sectores flojos de los limites nos hacen sentir que algo anda mal. Es como tener puestas ropas demasiado grandes; y el malestar no es por sentirnos oprimidas, sino por no haber crecido hasta llenarlas. Llevadas por esa sensación inaceptable, muchas mujeres del Movimiento de la Diosa ya han reajustado su autoestima, como para portar con dignidad el manto de sacerdotisa o la capa emplumada de la chamana sanadora, o cualquiera que sea la vestimenta-rol que les haya asignado La que Fija Límites. Reajustar la autoestima salvaguardar la propia integridad reconocer los talentos personales ocupar dignamente el propio espacio vital son algunas de las modificaciones que nos empuja a hacer el arquetipo limitante. O dicho de otro modo: si estás insatisfecha porque sabes que podrías hacer algo hermoso y no lo haces; o porque sientes que los roles habituales ya no te corresponden; o porque intuyes que hay algo diferente que te espera en tu camino; o porque tal vez has percibido señales del misterio que da base a la existencia, es hora de pensar en esos cambios que lo Divino Femenino te sugiere. La idea es que dentro de nosotras hay un sistema de ajuste, que viene en nuestro auxilio cuando no atinamos a salimos de los moldes fijos impuestos desde afuera. Una vez establecidos los límites correctos, desaparece la insatisfacción y empezamos a movernos dentro de lo nuestro con la paz que nos da el estar haciendo lo debido. Porque eso es, entre otras cosas, ejercer nuestra Justicia personal. Lo que pide el Arquetipo de Limitación Restablecerá la mujer y a los valores femeninos en un lugar central, tanto social como espiritual, es la cuestión más crítica de nuestros tiempos. Riane Eisler, "Reclamar nuestra herencia de la Diosa", en "El Redespertar de la Diosa"). La Limitadora es la actitud arquetípica que juzga, mide, pesa, asigna espacios: que ejerce, en suma, la revaloración que nos permite conocernos a nosotras mismas. Paso previo indispensable para poder ocupar nuestro lugar en el esquema universal. Tengamos en cuenta los cambios sugeridos más arriba, relacionados con cuatro palabras importantes: autoestima -integridad - talento - espacio. El arquetipo nos pide entender bien lo que realmente significan. 1. Estima: en realidad, estimar implica juzgar el mérito de algo, y por supuesto incluye preconceptos acerca del valor que se debe asignar a una persona o cosa. Reajustar la autoestima es pues tratar de ver más allá de los prejuicios relativos a una misma como ente femenino, y autojuzgarse según otros parámetros. Por ejemplo: Preconcepto cultural: La mujer es inferior y debe estar subordinada. Reajuste de autoestima: Estoy hecha a la imagen de una Diosa Creadora, y mis capacidades complementan las del hombre. 2. Integridad: es el estado de totalidad sin divisiones: estar entera, intacta. Por consiguiente, salvaguardar la propia integridad significa impedir que nos dividan en fragmentos, o que declaren válidos a algunos y

proscriptos a otros; teniendo en cuenta que, como representantes terrenales de la Triple Diosa, las mujeres somos muchas cosas a la vez. Por ejemplo: Preconcepto cultural: Las mujeres se dividen en "buenas" y "malas" (es decir, dóciles o transgresoras). Salvaguardia de la propia integridad: Tengo muchos aspectos porque soy un ser complejo. Todas mis partes son valiosas, porque entre todas conforman el diseño de mi existencia personal. 3. Talento-, antiguamente era medida de peso y denominación de una moneda. Implica por lo tanto una suma de riqueza acumulada, y la necesidad de medir bien esa riqueza para no sentirse pobre al ignorar que se la tiene. Utilizar nuestros talentos sería entonces, simplemente, entregar a la vida con agradecimiento el fruto de nuestras habilidades, que en general son mas de las que creemos. Por ejemplo: Preconcepto cultural: Sólo unos pocos elegidos tienen reales talentos y merecen la aprobación de los que rigen la cultura. Reconocimiento del propio talento: Tengo muchas habilidades naturales que nunca he desarrollado y que constituyen mi talento y mi riqueza. 4. Espacio-, es entre otras cosas una porción limitada de extensión, que puede estar vacía u ocupada por algo. Metafóricamente, es también nuestro derecho a la existencia sin que nos asfixien otras presencias más autoritarias. Y ocupar dignamente nuestro espacio vital tiene que ver con responsabilizarnos de que surjan de ese espacio creatividad, belleza e imaginación, para beneficio de la especie. Por ejemplo: Preconcepto cultural: Las "cosas de mujeres" son intrascendentes y sólo pueden ocupar la periferia de la sociocultura. Digna ocupación del propio espacio: Mis intereses y escalas de valores son imprescindibles para la supervivencia de la especie en esta crisis de la humanidad y del planeta. Sólo adoptando la mirada clara y desapasionada del arquetipo de La que Limita, podemos las mujeres ver nítidamente el problema femenino y afirmarnos después sobre un terreno sólido, que nos sirva de base para nuestras tareas. El arquetipo pide una actitud insobornable de autoaprecio, que no es lo mismo que una indebida indulgencia hacia una misma. Si no nos apreciamos, o si no apreciamos los valores femeninos verdaderos, nunca podremos darnos permiso para actuar. Nunca podremos salir de ese sopor que nos obliga a distraernos con cosas pasajeras, mientras ansiamos ser protagonistas de nuestra propia vida. Lo que impone el estereotipo cultural Las que están alienadas de su propia identidad más profunda, reciben cierto tipo de seguridad a cambio de aceptar identidades muy limitadas e indiferencia das. ''. (Mary Daly, "Más allá de Dios Padre"). El molde estereotípico establecido para las mujeres impone cosas muy simples, en lo que se refiere a las limitaciones que debemos acatar: la mujer pasiva y dócil es más agradable que la mujer activa que piensa por sí misma como ser adulto. Por consiguiente, la primera merece más apoyo, sostén y protección. Si fuéramos eternamente niñas, esto podría convenirnos; hasta cierto punto. Si careciéramos de habilidades de su pervivencia, nos veríamos forzadas a aceptarlo. Pero no es así. El estereotipo de la mujer pasiva, acatadora, fue directa consecuencia de que se haya abolido la Deidad Femenina que adoró la humanidad en las épocas prehistóricas. Al desterrarse a la Diosa, sus representantes en la tierra quedaron automáticamente alojadas en posiciones restringidas, mantenidas tras rejas invisibles por un sistema interesado en que se olvidara la importancia de lo femenino. Sus identidades esenciales fueron diluyéndose. Y tras algunos miles de años, esa situación distorsionada llegó a parecer completamente natural. La limitación artificial estereotípica quiere hacernos creer que no sabemos hacer cosas importantes para el avance de la humanidad. Que nuestro óptimo estado de activación social o cultural es colaborar con toda el alma en las empresas del varón, u ofrendar nuestra vida y energía a algún gran hombre (detrás del cual, se dice, siempre hay una mujer que ha apoyado sus sueños). Eso es aparentemente hermoso, pero no es lo ideal para nuestro desarrollo como personas plenas y creadoras. En el fondo es lo mismo que afirmar que el universo es exclusivamente masculino y que -como decían los teólogos de la Edad Media- las hembras de la especie somos, a lo sumo, un extraño capricho de Dios que ha de ganarse duramente su lugar en el mundo.

Cuestionario ¿Cuáles serían las áreas de actividad que más podrían beneficiarse con las especiales cualidades femeninas? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Dónde siento que están más recortadas o reprimidas las capacidades naturales de las mujeres? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿A quiénes puede beneficiar realmente el que nosotras no desarrollemos nuestras plenas capacidades? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Dónde siento personalmente que mis posibilidades están obstaculizadas? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ……………………………………………………………….................................................

SEGUNDA PARTE LA MUJER CON NUEVOS LIMITES Lema: "El mundo me necesita, pero no restringida por límites artificiales, sino ocupando plenamente mi verdadero espacio". Si hemos de reclamar nuestra cultura, no podemos permitirnos definiciones estrechas (Starhawk, "Soñando lo Oscuro") La intensa mirada que La Limitadora le otorga a la mujer, le hace advertir algo esencial: para crecer hasta ocupar sus nuevos límites, ha de limitar a su vez las invasiones a su espacio personal. Y esto no se relaciona tanto con las personas de su entorno, como con los recortes que ha sufrido nuestro estatus femenino en comparación con nuestras épocas creadoras del pasado. Mirando con atención, y a la luz de las actuales reinterpretaciones de la historia cultural (por ejemplo las obras de Gimbutas o Riane Eisler), podemos darnos cuenta de que habíamos quedado desligadas de casi todo factor energizante. Desde hace unos pocos miles de años, la nueva organi zación social que Eisler llama "modelo de dominador" empezó a suprimir del campo asignado a las mujeres energizaciones como las que siguen: 1. Respetar nuestros ritmos biológicos en todos los sectores de la vida. En lugar de vivir según las cuatro etapas similares a las fases de la luna (una semana de activación creadora, una de poder sexual y comunicación, una de repliegue sobre nosotras mismas, y una cuarta en que lo femenino toca su punto máximo de autonomía y se prepara a renovarse), se nos hizo adoptar los ciclos masculinos, que se dividen en actividad diurna y descanso nocturno.

( "Tu rendimiento no puede ser constante y regular a lo largo del mes, y se optimizaría con un sistema de trabajo que utilizara bien tu cuádruple estructura", sugiere La Limitadora). 2. Vivir el ciclo de renovación perpetua simbolizado por el binomio Madre-Hija. En nuestra cultura esa relación fundamental está muy deteriorada, porque se considera en general que las lealtades de ambas partes se deben exclusivamente a los varones. Sólo hace pocos años los medios populares (canciones, cine, revistas, ciertos libros) empezaron a mostrar la importancia crucial de esta interacción humana que puede describirse como el ciclo madre-hija-madre de sí misma, ya que por otra parte refleja el poder de la mujer de auto-recrearse en su vida individual. ("En algún momento de tu madurez eres capaz de concebir y dará luz tu nueva personalidad, tal como la luna oscura da paso al cuarto creciente") 3. Practicar nuestros rituales femeninos, que celebran las grandes fechas del calendario natural. Acoplarse ritualmente a los cambios cíclicos del año nos conecta con la esencia de lo femenino terrenal, y nos permite disolver una de las nociones ilusorias más temidas por la mente dualista patriarcal: la decadencia irreversible, la decrepitud, la muerte como fin. Celebrar con rituales fechas claves como equinoccios y solsticios, nos hace participar de la renovación perpetua de la naturaleza y comprobar que la vida nunca acaba. ( "El cambio constante de las formas es parte de la gran danza energizante de la Diosa, y querer fijarlas sólo logra desgastarte y hacerte perder el paso ") La eternidad accesible Cuando las mujeres están plenamente en contacto con la experiencia de sus propios cuerpos pueden reclamar el poder interior y utilizarlo, no para manipular ni para auto-obsesionarse, sino para revelar el misterio tal cual es, y para transformarse a ellas mismas y a nuestra cultura (Elinor Gadon, "La Diosa que fue y que será"). Otro de los límites rígidos que reajusta y afloja La Limitadora es el que la actual visión dualista establece entre cuerpo y espíritu. Las mujeres sabemos que dentro y a través de nuestro cuerpo físico accedemos a las grandes experiencias de tipo espiritual. Por eso nuestra antigua religión fue siempre holística e integrativa, y no exigió más templos que las palpitantes estructuras cálidas en que funcionamos. Considerar "viles" a esas estructuras -como se hizo desde los primeros siglos de la era que termina-, es desconectarnos y desarraigarnos, sacar los pies de la tierra madre y ubicar nuestra conciencia en un eterno limbo psíquico-mental, que no logra tampoco ir más allá y revincularse con lo eterno. Y aquí es donde la nueva espiritualidad de las mujeres hace tal vez el mayor aporte sanador a la vulnerada condición humana: a través de nuestra plena experiencia corporal nos es posible conectarnos con los procesos cósmicos y abrirnos al sentido de la eternidad La idea procede de Julia Kristeva, la prestigiosa pensadora francesa, y vale la pena tratar de ponerla en práctica en nuestra vida cotidiana. El proceso en sí tendría dos etapas: a) nuestros ciclos corporales rítmicos de menstruación y gestación nos permiten una fácil conexión con lo cósmico, que al ser percibida nos conduce en cualquier momento al éxtasis; b) este éxtasis dichoso nos abre el camino hacia un diferente sentido del tiempo, al que podemos denominar eternidad. Siempre buscados y pocas veces alcanzados, estos dos estados de éxtasis y eternidad son eminentemente curativos y equilibradores, y por supuesto nos colocan cabalmente en los caminos transpersonales que fija para nosotras La Limitadora. Una mujer extática y con sentido de lo eterno es una vía de acceso para la sanación del mundo. LA NEOLIMITADA COTIDIANA Fue potenciador descubrir que yo era parte de otro patrón, que para mí como mujer tenía mucho mayor significado (Sunflower, "El Sendero de la Sacerdotisa Solar").

Si se quiere comprobar prácticamente la propia capacidad de eternidad y éxtasis, conviene en primera instancia irse conciliando con los procesos naturales. Por ejemplo pensemos en esto: tanto en el universo como en cada una de nosotras los grandes ciclos transcurren con serena inevitabilidad, que más que restricción es fuente de seguridad y paz profunda. Si la primavera sucede siempre al invierno, si la luna creciente siempre reaparece en el cielo nocturno, si cada mes de nuestros años procreadores trae su etapa fértil hacia afuera y su etapa fértil hacia adentro, es de esperar que todo lo que existe traiga incorporado un mecanismo de renovación, y que por consiguiente nada termine del todo. (Sin llegar a entrar en trance, da vuelta a estas ideas en tu mente, juega con ellas como si fueran buenas noticias que te ayudan a sanarte de tus males). Cuando la idea de ciclos recurrentes ya sea parte de nosotras, tratemos de percibir en nuestro interior, físicamente, el pulso rítmico de la sangre y la respiración. Hagamos una voluntaria conexión con los mundos que giran en sus órbitas, con el gran movimiento de expansión y contracción de todo el universo. Y tratemos de sentir que con el universo somos una misma cosa. Que nosotros somos, como decía Cari Sagan, la manera que tiene el cosmos de contemplarse a sí mismo, porque participamos de la misma sustancia. En algún momento de esta simple práctica se sentirá la dicha del no-ego (el éxtasis), y el sentido del tiempo limitado se transmutará en eternidad. La Limitadora nos habrá mostrado que nuestros reales límites son los del universo. Limitarse y limitar El modelo social de dominador está alcanzando sus límites (Riane Eisler, "El Cáliz y la Espada"). Frenar al que frena puede ser un buen ejercicio inspirado por La que Limita. La nueva mujer consciente de sus potencialidades no ejercidas tiene todo el derecho de no aceptar que en su presencia se despotencie a las mujeres. Y lo que se puede hacer es muy sencillo: Ya persuadidas de poder contribuir en forma activa a la supervivencia de la especie, podemos pedir que se respete, ante nosotras lo que concierne a nuestro sexo, sus valores y sus intereses verdaderos, tal como surgen de lo que vimos hasta ahora. Si nuestra autoestima es real, los demás escucharán. Si nosotras mismas no ejercemos el antifeminismo femenino (la peor y más amarga de las dificultades con que debe enfrentarse la nueva mujer), lograremos que los otros reconozcan este elemental derecho. Hoy ya no está de moda que las mujeres hablemos mal de las mujeres. Muchas crecimos escuchando terribles comentarios proferidos como algo natural por nuestras madres y abuelas: las mujeres son traidoras, intrigantes, no confiables, enemigas entre sí, ladronas de hombres. Yo no podía entenderlo, y sigo sin captar el mecanismo de estos "goles en contra" que seguimos haciéndonos, pese a que las nuevas femeninas han descubierto las ventajas de trabajar unidas. Levantar las barreras ficticias que nos han impedido asociarnos con lealtad, es otro de los beneficios esenciales que la Diosa Ajustadora puede traer a nuestra vida. Es, en suma, ocupar dignamente nuestro espacio femenino sin divisiones internas que no nos favorecen a nosotras. He aquí entonces algunas actitudes sugeridas por La que Limita, que pueden ayudarnos a instalar nuestra vida dentro de otros confines más acordes con la nueva conciencia femenina: a) En mi presencia solicito que no se denigre a las mujeres ni se minimicen los problemas de la mujer universal. b) Aprecio cualquier asociación laboral con miembros de mi sexo, porque es valiosa ocasión de trabajar con seres que comparten mis mismos intereses y luchan por las mismas cosas que yo ansío. c) Hasta el momento en que exista un sistema cultural que respete mis ciclos femeninos, trataré de moverme dentro de las actuales condiciones forzando lo menos posible mis etapas naturales. d) Intentaré rever y sanar mis relaciones madre-hija (hacia atrás con mi madre, hacia adelante con mi hija si la tengo) sabiendo que son fundamentales para insertarme en la ; continuidad del ciclo femenino. |e) Me ocuparé especialmente de afirmar mi autoestima, salvaguardar mi integridad, desarrollar mis talentos escondí-g dos y ocupar dignamente mi espacio personal.

f) Probaré si soy capaz de conectarme con los grandes ciclos cósmicos para experimentar personalmente el éxtasis y la eternidad. Autoindagación 1.

¿Los límites entre los que me muevo me permiten desplegar mi real creatividad?

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¿Me permitirían integrarme a la nueva cultura y transmitir rnis aportes personales?.

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3.

¿Cómo son las pautas que rigen mi vida afectiva?

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¿Hay realmente un plan de felicidad y amor desarrollándose en ella?.

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¿Podría construir algo con otras mujeres en el plano físico?

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¿Podría trabajar con ellas en empresas o proyectos que beneficiaran a otras mujeres con problemas?

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Espacio compartido Mi propio cuestionamiento sobre limitaciones y terreno personal de actividad se inició con los años '80. En el aire ya estaba, sin que yo tuviera la menor idea, la gran activación de lo femenino que había empezado más al

norte (hay quien dice en los Andes peruanos) y que ya se había organizado y explicitado intelectualmente en California. Ya todas estábamos inmersas -aunque la gran mayoría no lo supiéramos- en una atmósfera psicofísica de signo cada vez más femenino, que tenía forzosamente que afectar nuestras actitudes de mujeres nunca del todo satisfechas con el mundo patriarcal. La inquietud por pasar de lo insatisfactorio a algo distinto se me presentaba de maneras casi imperceptibles, que se abrían camino con mucho trabajo a través de las capas de desilusión, desánimo e inercia que me habían recubierto. En plena madurez, ya pasados los años juveniles que en general animan a iniciar nuevos proyectos, tendía a pasar por alto las chispas de renovación que brillaban por momentos. ¿Cómo pensar en empezar de nuevo, prácticamente desde cero? Sin ganas de hacer nada, me encerraba. Detrás tenía veinte años de trabajo en redacciones de revistas y oficinas de prensa, mucha energía gastada en beneficio de jefes masculinos y una larga cadena de tristezas afectivas, sólo compensadas por mi relativa libertad personal. Antes de encontrarme con mi tarea específica (es decir, trabajar para la Diosa), todo había sido en realidad preparativos y entrenamientos inconscientes. Y es inquietante el momento en que se siente que una está al fin llegando a alguna parte y que los preámbulos se acaban, sin que la mente racional haya averiguado todavía de qué se trata. Viví bastante tiempo en ese limbo transicional, realizando sin saberlo los ajustes necesarios antes de descubrir la subcultura femenina hoy conocida como la nueva espiritualidad de las mujeres. Es decir, la parte del gran rompecabezas donde yo finalmente encajaría con todos mis entusiasmos, inconformismos y rarezas. Donde podría definir por primera vez mis verdaderos límites y encauzar mi energía hacia su real propósito. ¡Pero cuántas dudas antes de llegar! Las mismas dudas, seguramente, que están sintiendo en este instante tantas de mis hermanas, las que transitan el umbral transformativo hacia una etapa más fructífera. Y como nadie podía darme indicios, el Tarot seguía siendo mi instrumento de investigación. Preguntar algo y sacar una carta como respuesta simbólica me ponía frente a lo que ya sabía en niveles muy profundos. Me señalaba al menos lo que convenía aceptar, y lo que era mejor dejar de lado. Me insinuaba una dirección privilegiada que me llevaría a una meta. Yo confiaba en esos símbolos de ancestral sabiduría, y nunca hasta ahora me han desencaminado. Jung diría que funcionan según los principios de la sincronicidad, ya que vuelven visibles elementos internos que forman parte de nuestro mundo real, más allá del alcance de los sentidos físicos. Si sacas una carta en relación con algo (un proyecto, una vinculación humana, un problema de algún tipo), es que en tu interior ese algo se parece a ese símbolo pictórico, reviste análogos significados, se encamina a esos mismos resultados si no intervienes para modificarlo. En esos meses el diálogo simbólico me confirmó insistentemente que debía rever mi vida desde distintos parámetros. Señaló mis puntos débiles (postergaciones, tendencia a abandonar cosas antes de finalizarlas). Marcó mi necesidad fundamental: dirigir mi propia vida e iniciar una etapa basada en la autoconfianza. No veía claro lo que había que hacer, pero se vislumbraba una elección: por un lado seguir trabajando para otros, dentro de la falsa seguridad de la relación de dependencia siempre aceptada como inevitable; por el otro, la nueva vocación por el Tarot como actividad más amplia, más libre y más mía. En mis cuadernos de entonces figura una pregunta tímida, asustada, que ahora me hace sonreír: "¿Qué resultado tendré si empiezo a cobrar por las lecturas de Tarot?". Detrás hay toda una lucha entre la vieja manera de considerar las cosas, que siempre sentí estrecha, y la nueva que asomaba; entre el mito caduco de la mujer que depende de otros en el plano humano horizontal, y el concepto nuevo de la que depende de su yo profundo para su supervivencia. La pelea era también entre lo aprobado por la sociedad jerárquica (mi dependencia, la entrega incondicional de mi energía a los fines de otros), y "lo mal visto", lo sospechoso, lo que escapa a los límites de lo conveniente: mi vocación oracular, mis buceos en lo invisible, mis contactos sin intermediarios con la Fuente. En el paso de lo primero a lo segundo hubo remordimientos, sensación de culpa, miedo, preguntas intranquilas ("¿Me podré mantener?, ¿Qué debo hacer con mi trabajo en la revista? ¿Qué pasará con mi evolución si sigo allí? ¿Que pasará si me voy?"), pero yo sabía que esas condiciones me quedaban chicas, que las fronteras "seguras" eran un encierro. Y que algo dentro mío -un factor escondido mucho más sabio que yo- había reformado el mapa de mi mundo personal para mostrarme los paisajes impensados, nunca imaginados, que tendría que recorrer.

Tras delimitar su territorio la Diosa lo protege. No puede ser de otra manera, porque cuando funciona la ley natural en el universo de la Madre, nada queda librado al azar • La Protectora guarda él orden dentro del gran esquema cósmico establecido por La que Limita. Es defensora de los indefensos, porque todo abuso contra ellos destruye la armonía de la Creación, y porque la energía de la Creadora debe llegar basta el más pequeño de sus hijos A» La que Protege es fuerte y tierna, porque muchas veces ha de ponerse firme en nombre del amor. Como la Artemisa de los griegos, porta en una mano un arco y con la otra sostiene a un animal herido, o a un bebé que nace, o a una planta arrancada de raíz que todavía puede ser devuelta a la tierra para que rebrote • Todo este vasto mundo devastado es su campo de trabajo, y en los niveles invisibles nos refuerza para que podamos ser como ella • Su santo enojo ante el maltrato de los débiles es la otra cara de su amor.

Palabras clave: • misericordia •santo enojo • el modo protector

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: En el proceso de descubrir nuestros límites para no caer en transgresiones, nos damos cuenta de que otros derechos han sido transgredidos y otras personas y formas de vida no tienen oportunidad de progresar. Es lo que se ha llamado conciencia social y conciencia ecológica -una extensión del sentido maternal de la mujer-, y si es auténtica es expresión directa del arquetipo protector. Toda mujer que se embarca en una sincera acción social, una cruzada, una campaña solidaria o la defensa de una especie en extinción ha llegado a esta etapa de lo femenino, que ya no se conforma con el bienestar individual o familiar y entiende que hay un flujo de energía que debe ir hacia los débiles. LA QUE PROTEGE Una vez que descubrimos cuál es realmente nuestro territorio, lo natural es que intentemos defenderlo. No por prepotencia ni avaricia, sino porque sentimos (o deberíamos sentir) una responsabilidad. Otro arquetipo entra entonces en función en nuestra psique, y una nueva posibilidad de canalizar a lo Divino Femenino surge bajo el aspecto de La Protectora. Alerta y fuerte, presta a transformarnos e intensificar nuestras vivencias, esta actitud arquetípica recorre los con fines de nuestro espacio personal. Se hace cargo de su vigilancia, para que nada obstruya el paso de la energía creadora que tenemos finalmente disponible. Asumirla no tendría que ser difícil: proteger es un instinto especialmente fuerte en la mujer, porque es parte de su función materna. La protección implica sostener lo que es bueno para el hijo no crecido, y por extensión para toda otra entidad -humana o no- que esté privada por razones antinaturales de su poder de ser. La actitud protectora debería aparecer en nuestra vida cada vez que asistimos a actos abusivos, o cada vez que vemos en peligro a los que no son capaces de defenderse por sí mismos. Pero hay serios obstáculos para que entre en funciones: 1. Nos falta amor profundo y compasivo hacia el universo en que vivimos. Sólo ese sentimiento puede hacer que la energía que ha irrumpido en nuestro espacio, activada y definida por los aspectos anteriores, anime ahora nuestra actitud de Protección. Pero nada nos ayudó a desarrollarlo, porque formamos parte de una cultura de desconexión que nos ha separado -en apariencia- de los demás seres. Es cierto que ese estado de cosas va cambiando. La ecología como interés fundamental ya está de nuevo insertada en la conciencia colectiva, y sólo debe crecer hasta alcanzar la masa crítica adecuada. Es decir, hasta que más tarde o más temprano un número suficiente de personas se enfoque en ella y logre un cambio permanente de actitud en los humanos del futuro. Pero si no advertimos en nosotras este aspecto de la Diosa .y no participamos de su pasión presentadora, todo va a ser más lento y más difícil. 2. No nos creemos capaces de hacer algo. Incrustado en nuestra psique personal hay otro obstáculo: la creencia colectiva de que somos nosotras las que necesitamos protección. Por el mero hecho de ser hembras, por aceptar la falacia general de que el lado femenino de la especie es el más débil e impotente. Por pensar, en suma, que en esta cultura centrada en el varón sólo podemos sobrevivir si él nos protege. Eso es así hasta cierto punto, porque así lo establecen las leyes del juego sociocultural. Pero siempre es posible imaginar otro juego. Las mujeres podemos proteger, porque ya hemos descubierto nuestros límites y el amplio territorio que esos límites demarcan.

La protección femenina El suyo es el ferozy tierno corazón de una madre cuyos hijos son amenazados (Caitlín Matthews, "Elementos de la Diosa"). El arquetipo de la que Protege nos hace descubrir algo muy importante: Podemos ejercer hacia los otros la actitud protectora que venimos pidiendo para nosotras mismas en los últimos milenios, porque hemos olvidado nuestra fuerza. Podemos asumir en forma plena ese poder que sólo nos dejamos disfrutar dentro de límites muy fijos: con nuestros hijos muy pequeños, con algunos pequeños animales domésticos, con algunas plantas en maceta. El poder Protector va más allá de nuestra área personal. Todo es cuestión de declararnos responsables de algo más que lo que encierran las paredes de la casa en que vivimos. Y La Protectora es la que infunde ese sentido ampliado del compromiso hacia muchas otras cosas, a lo largo de una gama muy extensa que va desde nuestra área personal de actividad hasta lo que sucede en los confines opuestos del planeta. Al hablar de este aspecto de la Diosa Caitlín Matthews tiene una expresión exacta: Entrar en Modo Protector. Es decir, pasar en forma automática a la actitud de Protectora cuando algo necesita de la Madre Universal a través de una de nosotras. A nadie puede parecerle raro que una madre proteja con uñas y dientes a sus hijos en peligro. Sería el colmo en realidad que esta cultura, alienada de las leyes naturales, la tildara en ese caso de agresiva o transgresora. Y, muy a su pesar, la cultura la respeta. ¿Pero qué pasa cuando La Protectora nos convierte en Madres con mayúscula y nuestros hijos son todos los seres en peligro que necesitan protección? ¿Qué pasa cuando las mujeres que queremos alentar el surgimiento de lo Consciente Femenino nos despertamos al sufrimiento general de los más débiles? Un árbol talado, un animal empetrolado, una esposa golpeada o un niño maltratado despiertan en nosotras el Modo Protector. Y este aspecto de la Diosa se yergue dentro nuestro en toda su estatura, para velar por el poder de ser de esos hijos desdichados. .« He ahí una causa a la cual aplicar nuestra energía. La actitud protectora es nuestro primer paso para convertirnos en factor de sanación, porque La que Protege lo intentará todo para asegurar el bienestar y la supervivencia de los que la necesitan. Y apelará a recursos que ni siquiera imaginábamos, pero que están a nuestro alcance si nos prestamos a colaborar con ella. En ese aspecto se relaciona sutilmente con La Conecto-ra/Sanadora prototípica (capítulo 8), que sabe que sanar es reintegrar al orden natural y restituir las conexiones con todo cuanto existe. El afán defensor de La Diosa que Protege también desemboca inevitablemente en la restauración de la salud. Pero primero hay que lograr que el que sufre sobreviva. La Protectora mira en torno a través de nuestros ojos, haciéndonos vencer nuestra costumbre de ignorar, y nos hace sentir como un dolor en las entrañas cosas que parecían no afectarnos individualmente. Por ejemplo: Que cada día mueran miles de árboles en lo que son, sin duda, asesinatos en masa (Las arboledas fueron mis antiguos santuarios naturales, donde se me rendía culto, dice la Diosa tristemente. Y cada árbol es símbolo de la madre fructífera). Que cada mes desaparezcan, y no por muerte natural, especies enteras que habitaron la tierra durante cientos de milenios. (Yo era Señora de los animales y los antiguos me representaban como ave o como abeja, como serpiente o como erizo, como osa o como cierva, sabiendo que a través de todos ellos yo me manifestaba.) Que cada 18 segundos, según estadísticas norteamericanas de 1990 (proporcionadas en la versión filmada del libro testimonial de Charlotte Fedders "SueñosDestrozados"), una esposa sea golpeada brutalmente por un marido decidido a "poner a Eva en su lugar" y reafirmar su sumisión. ( Las mujeres son mis representantes en la tierra y sus cuerpos son vasos sagrados de nacimiento y regeneración. No respetarlas es blasfemar contra la vida.)

Para no hablar, por supuesto, de los niños que sufren por abusos o por hambre. O del planeta mismo (nuestro hermoso hogar azul en el espacio de la Madre) envenenado y devastado por los que, al mismo tiempo y sin cesar, engendran hijos que deberán vivir en él en lamentables condiciones. Por eso La que Protege, para hacernos reaccionar sugiere una pregunta que puede cambiar las cosas: ¿Hubo acaso otro tiempo en que no fue de esta manera? Volver al Jardín La Protectora en nosotras nos hace investigar hasta enterarnos de que hubo un tiempo en el que no fuimos transgresores. Un tiempo en el que, por cierto, vivimos en el Paraíso de la Madre armonizados con la Tierra. Una etapa de inocencia, como dice Vicki Noble, cuando toda energía era energía buena y no predominaban las ideas de "culpa" y de "pecado". ¿Existió un tiempo así, antes de nuestra ruptura con las leyes naturales? Hoy, la creencia en una mítica Edad de Oro está siendo estudiada seriamente por la ciencia, ya que todos los pueblos comparten por igual una vaga nostalgia acerca de ella. Antropólogos y arqueólogos buscan vanamente, incluso, la ubicación geográfica del Edén de la Biblia; pero sólo si salimos de los límites de la presente cultura patriarcal nos resulta posible ver más claro y más lejos. El punto de ruptura, la "Gran Inversión" que mencionan mitólogos, antropólogos o estudiosos de la horticultura 'primitiva, parece haber sido bastante reciente. Hasta hace & sólo unos cinco mil años, durante los períodos que se conocen como Paleolítico y Neolítico, toda la Tierra conocida era el Jardín. Y la Diosa era el centro unificador de los que lo habitaban, la protectora de la armoniosa interacción entre todas las especies. La que a través de sus representantes encarnadas vigilaba que no fueran rotas por la humanidad en desarrollo las condiciones básicas del orden natural, como por ejemplo las siguientes: • que el ser humano se insertara en la naturaleza en lugar de dominarla y explotarla; • que las tempranas tecnologías se dirigieran masa nutrir al planeta y coordinar sus ciclos con los ritmos del cosmos, que a promover nuestro confort y conveniencia; • que las relaciones entre los humanos fueran igualitarias y pacíficas; • que la Madre creadora fuera respetada. Todo esto parece utópico, pero las nuevas interpretaciones del pasado parecen indicar que en otro tiempo no lo fue. Hubo un Jardín en un período geológico en que la tierra era más rica y sus especies más numerosas y abundantes, antes de que nosotros iniciáramos su sistemático despojo. Hubo una pacífica civilización de la Diosa -cuyos restos tangibles han sido excavados en Europa y Anatolia por Marija Gimbutas y James Mellaart-, antes de que pastores nómades de las estepas eurasiáticas desarrollaran una mitología basada en la violencia y el poder de la espada. Antes, en suma, de que la Diosa fuera reemplazada y olvidada. La Protectora nos incita a recordarlo murmurando la divisa que más moviliza hoy a las mujeres : No siempre fue como ahora. Y nos muestra la importancia de rever cinco mil años de errores e inversiones del orden natural, para encaminarnos de nuevo hacia el futuro desde bases mejores. Desde bases asentadas firmemente en el sentido protector de las mujeres. LA PROTECTORA ARQUETIPICA El arquetipo de La Protectora tiene una figura mítica muy fuerte que lo representa cabalmente. La Artemisa griega, llamada Diana por los romanos, surge de mitos más universales relacionados con la Osa Mayor como constelación regente de los cielos, y por ende con la osa terrestre como animal defensor por excelencia. Feroz y tierna como las madres que defienden a sus hijos ' en peligro, era patrona de los partos y los niños pequeños, señora de los bosques y las hembras preñadas, y abogada de los débiles.

Silvestre y autónoma, vivía fuera del estricto orden patriarcal. Pero hoy ha regresado como arquetipo activo dentro de las mujeres, y las nuevas autoras revisan sus efectos desde una perspectiva más moderna. Los partos que protege son también los del alma; los bosques que patrulla en Modo Protector son los de nuestra psique, a fin de conservar intacto nuestro territorio. Como no conoce el miedo, puede ayudarnos a reestructurar nuestro sentido de la realidad para que abarque zonas que creemos peligrosas. Acompañadas por ella nos volvemos intrépidas, y afrontamos los pasos difíciles que separan una de otra las etapas del desarrollo personal. Trae del exilio, dice Nor Hall, ciertos aspectos enjaulados déla naturaleza femenina. Aspectos vírgenes necesitados de territorio abierto, capaces de ir a hacer contacto con nuestras fuentes inconscientes y volver para contarlo. Es, en suma, la actitud arquetípica atrevida y autónoma, que puede hacer cobrar conciencia de las propias fuerzas ignoradas. Y que puede convertir en protectora y defensora a la que se creía necesitada de defensa y protección.

El Arquetipo Protector en nuestra vida

Semejante modelo arquetípico activado en la psique femenina puede tener efectos impactantes. Es una parte nuestra que se encrespa ante cosas que hemos aceptado durante muchos siglos, porque no sabíamos que podía ser de otra manera. Es la médula viva de nuestra integridad, que duele y late por debajo de la anestesia cultural. La Protectora en nosotras defiende esa médula, y provoca las reacciones adecuadas: • nos hace querer intensamente que sean respetados nuestros verdaderos límites; • nos hace comprender que es necesaria la hermandad entre mujeres; • nos hace estar dispuestas a denunciar sin miedo los atropellos a los valores femeninos, las violaciones y los acosos sexuales. • nos hace vivir como propios los sufrimientos del planeta y sus especies, porque se trata de seres en peligro y porque su destrucción amenaza el futuro de todos nuestros hijos. La Osa Protectora se alza en dos patas dentro de nosotras, dispuesta a intentarlo todo para que esas reacciones se conviertan en actos positivos de transformación. Lo que pide el arquetipo protector La Protectora nos pide, en suma, que aceptemos nuestra '' parte en el estado de las cosas y en lo que se necesite hacer para solucionarlas. Durante demasiado tiempo las mujeres aceptamos el papel de espectadoras, canalizando nuestra energía de signo femenino (nuestra ginergía) hacia estados de apatía, insatisfacción o depresión. ¿Qué hacer si una cree que no es capaz de nada? ¿Cómo llegar a la acción si una se cree débil y necesitada de sostén? Esas creencias no fueron buenas para nadie, ni para las mujeres ni para los hombres, y el arquetipo protector es el único capaz de transformarlas. Tan sólo se nos pide, como primer paso, que nos aceptemos como protectoras responsables, antes de pasar a análisis más hondos de lo que "conviene hacer. Para este crucial proceso, del que depende que sigamos o no desarrollando en nosotras los siguientes aspectos de la Diosa, el arquetipo de La que Protege nos muestra varios temas que hay que considerar, y nos pide que lo hagamos:

1. Hasta ahora no se ha alentado a las mujeres a realizar cosas positivas para el mundo, sino a ejercer la virtud negativa de la abnegación, es decir de negarse a ellas mismas. Con la cual nadie por cierto gana nada, excepto un viejo sistema cultural interesado en que la Diosa no se active nuevamente en las mortales. 2. Los dominadores patriarcales que han traído a la humanidad hasta esta crisis, siempre han pedido cuenta de los actos o incluso pensamientos que les desagradaban o no les convenían. Pero jamás a las mujeres de la actual cultura se les ocurrió que podían con derecho hacer lo mismo, pedir cuentas, cuando se trata de cuestiones trascendentes como la vida de sus hijos o la ruina del planeta en que vivimos. 3. Las mujeres tenemos muchos medios no violentos para intervenir en los procesos culturales en favor del orden natural. Pero le tememos demasiado a la otra cara del Modo Protector: el Santo Enojo, porque lo confundimos con violencia destructora. Sin embargo, sin él es imposible decirles no a las cosas que ya no deben seguir siendo. No negarse a una misma. Pedir rendición de cuentas cuando hay razón para hacerlo. Permitirse un enojo saludable cuando está en juego lo que queremos proteger y es necesario decir no. Esas son las principales sugerencias de La que Protege, destinadas a fortalecernos para nuestra tarea de sanación. Lo que vendrá después, a cargo de otros arquetipos, será la instrucción definitiva que nos permitirá desarrollar al máximo nuestras posibilidades. Lo que impone el estereotipo cultural " Dentro de este sistema se ha alabado a las mujeres no por sus logros sino por auto-sacrificarse y borrarse a ellas mismas. (Barbara Walker, "La Feminista Escéptica"). ¿Cómo es realmente el modelo cultural aceptable de lo que tiene que ser una mujer? En general es una serie de contradicciones, porque por un lado se alienta el desarrollo de determinadas cualidades, y por el otro se desalienta el ejercicio pleno de ellas. Se supone que ninguna mujer ha de ser lo suficientemente fuerte como para asumir la verdadera actitud de Protectora, con toda la firmeza que eso implica y la insobornable mirada justiciera que proporciona ese arquetipo. Pero la mujer es madre, y una de las tareas fundamentales que se le exigen a la madre es ejercer la protección (incluso, dirían muchos psicólogos, sobre individuos demasiado adultos como para necesitarla verdaderamente). Si fuera por el estereotipo cultural, la mujer debería ser débil pero resistente, dócil pero con iniciativa cuando las cosas se ponen difíciles, indefensa pero llena de recursos para apoyar a los demás. Para no hablar de los ideales imposibles que se intentó hacerle cumplir en el pasado, según las diversas épocas (como por ejemplo el ángel asexuado Victoriano, que de todos modos debía procrear continuamente). Pero detrás de estas eternas confusiones y contraindicaciones es posible detectar algunas cosas. Por ejemplo: Que se ha construido gradualmente un prototipo artificial de la mujer, al que los nuevos tiempos están poniendo en evidencia. Que la principal finalidad de ese modelo ha sido conseguir que las mujeres deleguen su poder de ser, pero sin perder por eso su eficiencia funcional como madres, hijas, amantes o colaboradoras. Esto último por supuesto es totalmente imposible, y este terrible estereotipo disonante nos ha sumido en desconciertos, crisis de identidad, depresiones agudas e insatisfacciones crónicas. La doncella idealizada de las historias de caballería, eternamente necesitada de rescate, en espera perpetua de alguien que la proteja, socava nuestra auto-confianza desde hace cinco o seis siglos. No es auténtica siquiera, porque las verdaderas leyendas seminales de la Europa Occidental muestran personajes femeninos estimulantes y enérgicos, que piden cuentas a los transgresores y otorgan soberanía sólo a quienes lo merecen. El estereotipo exige en suma que una mujer despotenciada, encerrada entre cuatro paredes y desconectada de sus instintos naturales, se limite a proteger a sus bebés o a sus mascotas, sin tener siquiera el derecho de enojarse si le son arrebatados.

Cuestionario ¿Qué problemas mundiales me parece que necesitan de la fuerza protectora natural de la mujer? ¿Que problemas urgentes de mi entorno necesitarían de mi propia actitud de defensa y protección? ¿Qué es lo que impide que una mujer como yo intervenga activamente en la defensa de los débiles que necesitan de este aspecto femenino? ¿Qué es lo que hace que nuestra cultura sea insensible al sufrimiento de los indefensos (humanos y no humanos)? SEGUNDA PARTE LA MUJER PROTECTORA Lema: El mundo me necesita, pero no como débil criatura dependiente sino como defensora del orden natural. (...) Se convierten una responsabilidad colectiva aún mayor, aquí y ahora, cambiar las prácticas que destruyen la vida de los individuos y el inter-juego de las formas vivas a nuestro alrededor. Ninguna autoridad externa -Dios, Diosa, ángel o visitantes de otro planeta- lo hará por nosotros. (Starhawk, "Soñando lo Oscuro"). Simplemente porque necesitamos estar bien equipadas para procrear y preservar la especie, las hembras tenemos una potente afinidad con la vida en la tierra. Pero eso mismo ha sido causa de nuestros problemas más amargos. Susan Griffin fue la primera en señalar que la naturaleza y las mujeres compartimos los mismos sufrimientos, precisamente por estar tan próximas. La energía femenina o ginergía ha sido usada con tanta despreocupación como el petróleo o las demás riquezas del planeta (recordemos si no el promedio de veinte hijos de nuestras bisabuelas), y ambos abusos hoy son denunciados en conjunto. Proteger a la tierra es protegernos a nosotras mismas. Y la mujer convertida en Protectora al haber contemplado la belleza de su verdadero territorio Oa creación gozosa, la participación en los grandes ciclos cósmicos), se pone naturalmente en el estado de emergencia defensora que hoy se conoce como eco-feminismo. Para saber en qué consiste sirve una frase simple y contundente de Merlin Stone: envenenar con químicos los ríos, la atmósfera o la tierra no es polución sino blasfemia. De allí surge la conciencia planetaria. Sólo un cambio de términos -blasfemia en lugar de polución- y nos ubicamos en la visión del mundo femenina, que acepta la sacralidad de la materia y la presencia de la Deidad Creadora en cada uno de nosotros. La Mujer Protectora desarrolla a partir de esa visión su nueva forma de moverse. Ya no necesita, como dicen las nuevas autoras, pedir disculpas por sus momentos de mística iluminación en las montañas, las praderas o el mar; puede dar voz a lo sagrado que percibe, y celebrarlo en la poesía, las canciones, el ritual o cualquier otra forma de expresión. Pero sí necesita vivir en la práctica una nueva forma de ética, que según Starhawk consiste en "elegir una actitud" más acorde con sus creencias. Por ejemplo: considerar este mundo vivo, y todas las criaturas y personas que hay en él, como la definitiva finalidad de la existencia; considerar sagrados (es decir merecedores de respeto y valorados en sí mismos) al universo, la tierra y nuestras vidas. Dicho de otra manera -la de Elizabeth Dodson Gray-, la nueva ética consistiría en descubrir en nuestra propia psique femenina, una mejor sensibilidad para sintonizarnos con los que comparten el universo con nosotros. (."Quiero una ética", dice, "que nos capacite para conducirá esta cultura hacia las habilidades de una responsable vigilancia"). A partir de esto surge todo el programa de la Protectora humana. Todo lo que atenta contra ese respeto y esa vigilancia debe ser modificado. No bruscamente, no con violencia, sino poco a poco. La protección defensora debe convertirse en la nueva conciencia. LA PROTECTORA COTIDIANA

Todo en la vida surge de un acto de imaginación. (Elizabeth Dodson Gray, en "El Redespertar de la Diosa"). La nueva conciencia protectora nos hace ver, ante todo, que mediante la imaginación es posible reformular el mundo. El actual estado lamentable de la humanidad y del planeta fue alguna vez una imagen en alguna mente humana; una mente que se inclinó al dualismo, al gusto del poder sobre los otros, o a clasificar las cosas en escalas jerárquicas. Lo que vino después fueron meros desarrollos de esa semilla imaginaria. Hoy por lo tanto tenemos que volver a hacer lo mismo, pero desde nuestra perspectiva femenina protectora que utiliza otras imágenes. Y por supuesto hay que empezar por formularse dos preguntas: a) ¿Qué hay que imaginar?; b) ¿En qué basarnos para hacerlo como conviene a nuestra especie y al planeta? La ética formulada más arriba puede servirnos de base. Debemos vigilar que se respete la creación divina, en toda su espléndida pluralidad. La nueva espiritualidad de las mujeres aprecia más la diversidad que lo uniforme, porque es mejor para la supervivencia y muestra mucho más la infinita riqueza de la presión creadora. Por lo tanto, podemos tratar de imaginar propuestas como las siguientes: a) En lugar de dualismo (.esto o aquello, esto versus lo otro), imaginar diversidad en convivencia armónica (.diversas razas, diversos tipos humanos, diversas clases de seres, diversos reinos naturales, diversos universos). b) En lugar de imágenes del poder sobre (.amos sobre esclavos, países desarrollados sobre subdesarrollados, hombres sobre mujeres) imaginar estados de consorcio o partnership, como los que describe Eisler en "El Cáliz y la Espada": cada uno contribuyendo al bien común con sus propios talentos y capacidades. c) En lugar de imágenes de jerarquías ( todo ordenado en forma de pirámide, con pocos en la cima y muchos en la basé), imaginar círculos cooperativos de los que todos participan, sin las rivalidades destructivas que han impedido en nuestros tiempos la manifestación de la conciencia matricéntrica, genuinamente comunitaria. La actitud Protectora, que consiste en recorrer el territorio con mirada vigilante y atender a los detalles, puede ayudarnos a concientizar las imágenes nocivas que habitan nuestra mente sin que nos demos cuenta (el "tirano atractivo", el irresistible "macho fuerte", el asesino disfrazado de héroe, el cazador valiente, el brillante ejecutivo -o ejecutiva- sin escrúpulos, la "superioridad" de lo que más nos gusta o de lo nuestro sólo por la infantil razón de que está relacionado con nosotros). Casi ninguna de estas imágenes internas es realmente nuestra, porque son heredadas, o inducidas, o absorbidas del entorno de manera automática. Pero dirigen nuestra vida por cauces dualistas, dominadores y jerarquizantes. Tener presente la premisa de que no siempre fue como ahora, nos permite salir de esa maraña cultural y echar una mirada fresca y protectora sobre lo que nos rodea, para redefinirlo según nuestra conciencia y reubicarlo de otro modo en nuestra realidad. El no de las mujeres protectoras No es preciso gritar para decir un no. E incluso a veces conviene musitarlo a nuestro propio oído, dirigiéndolo hacia adentro, porque lo que buscamos es un cambio de conciencia para dejarlo de herencia a nuestros hijos. Por consiguiente, la protectora cotidiana puede ejercer su derecho a decir no en la intimidad, sin arrojarlo contra nadie, sin confesar siquiera que está cambiando el mundo. Por supuesto hay cosas que pueden intentarse en la realidad física: Intervenir cuando alguien atenta impunemente contra los seres vivos de nuestro entorno personal (un niño, una mujer que no imagina cómo defenderse, un árbol, un animal inerme, un trozo cualquiera de belleza creado por la Diosa para nuestro bienestar y que está siendo pisoteado). O rescatar algún ser vivo considerado despreciable, y abandonado para que sufra y muera sin ayuda. (Para los humanos está la policía, pero nosotras mismas tenemos que ocuparnos de una planta arrancada o una paloma atropellada por un auto). Pero casi siempre los actos protectores que reformulan el futuro se ejercen en privado. Decir no, advierten las mujeres protectoras Gas mujeres-shakti de estos tiempos), es el primer paso para salimos del esquema de la realidad construido por la mentalidad de amo/ siervo o dominador/dominado.

En primer lugar hay que decirles no a las propias imágenes o pensamientos que nos atan al pasado o nos impiden potenciarnos (no sirvo para nada, como mujer no puedo hacer cosas positivas por el mundo, si un hombre no me protege no puedo sobrevivir, soy un ser débil e indefenso). Luego habrá que empezar a decirles no a las manifestaciones más nocivas del sistema de dominador, es decir las pesadillas que ya están materializadas en el mundo externo (la destrucción del planeta, la guerra, el hambre, los abusos a los débiles, las discriminaciones, nuestra propia situación como mujeres sin poder de ser). Ese no irá irradiando en la conciencia colectiva y será más fuerte, por supuesto, cuantas más mujeres lo pronuncien con pasión de protectoras. Y, de vez en cuando, podrá ejemplificarse en un rechazo concreto del dominador de carne y hueso (negarse a atender o servir sexualmente a los patriarcas, a comprar sus productos, a entregarles nuestro amor, sugiere Barbara Walker como efectiva aplicación del no de las mujeres). La protectora cotidiana, sin hacer ruido alguno, está capacitada para dar forma al futuro AUTOINDAGACIÓN 1. ¿Qué me impide crecer y declararme adulta? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Qué factores personales o sociales no me dejan asumir mi poder y mi responsabilidad? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. 2. ¿Debería hacer algo para mejorar mi vida amorosa? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Cuál es mi verdad afectiva? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ……………………………………………………………….................................................

¿Creo tener madurez sentimental? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. 3. ¿Puedo crearme cuando quiero un espacio mental protegido? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ……………………………………………………………….................................................

¿De qué tensiones y rencores tendría que librarme? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Cuáles son las ideas que verdaderamente me interesan? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. 4. ¿Dónde está estancada mi energía creadora? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Qué es lo que reprime mi capacidad de concreción? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Sé decir no a las exigencias indebidas de los otros? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ¿Soy generosa con los que me necesitan? ………………………………………………………………................................................. ………………………………………………………………................................................. ……………………………………………………………….................................................

Espacio compartido Podría hablarte mucho de las cosas que activan en mí el Modo Protector, ya que tengo una Artemisa muy marcada y el tema me apasiona totalmente. Pero me llevaría lejos, y habría que rehacer la página. De modo que prefiero que sean otras las que hablen de las cuestiones que conciernen a mi propio aspecto protector. Por ejemplo, puede hacerlo el extraordinario libro de Graciela Fcrreira "Hombres violentos, mujeres maltrata-áas'O992), que me impactó sobre todo por haber sido escrito en la Argentina con la adultez y el coraje que este tema, en general, consigue sólo en centros neofemeninos como Estados Unidos o Inglaterra. Ferreira asume plenamente el Aspecto Protector de lo femenino arquetípico, nos invita a mirar sin paliativos realidades cotidianas que muchas ignoramos pero todas compartimos en niveles colectivos, y nos produce un cambio de conciencia a través de su estudio profundo del problema, cuadros psicológicos que pueden servirte de advertencia y testimonios que dan escalofríos. Obras como ésta no pueden pasarse por alto si se quiere realmente saber.

Y otras veces siento que hablan por mí las imágenes del cine. Porque hay Santa Ira con mayúscula y restallante Modo Protector en las películas de directoras noveles (Karen Arthur, Lisa Otto por ejemplo), que por primera vez hacen claras denuncias sobre temas cruciales para la transición hacia el futuro: la violación, que el hombre sólo entiende si la sufre en carne propia (en "La Violación de Richard Beck ") la invasión perversa de la privacidad (en "Peligrosa seducción"); el abuso de los niños (en "Actos inconfesables"). Las denuncias como éstas, o como las ecológicas, me aflojan la tensión. Siento alivio al saber que se habla de estos temas, y que ya se resquebraja la falsa cobertura que antes era imposible atravesar. Dian Fossey, la protagonista real de "Gorilas en la niebla", perdió la vida en el intento de salvar a una especie amenazada; y otras mujeres que parecían ajenas a estas cosas, como Brigitte Bardot, se esfuerzan por despertar conciencias todavía no tocadas por el aspecto protector. Lo que prueba que nada está perdido y que avanzamos hacia la salida. Creo que fue este impulso defensor lo que me hizo salir de mi estancamiento personal, porque aún después de vislumbrar mis nuevos límites, el tironeo hacia atrás siguió siendo muy fuerte. En la antigua manera de ser que creía parte de mí y que ya no me servía (estructurada y rígida, polarizada y extremista, obstinada y dolorida) figuraban mis amores, mis preferencias apasionadas, mis enfoques dramáticos que no quería cambiar porque tenían un halo glamo-roso. Por otra parte, la verdadera conciencia femenina que debía asumir ahora implicaba un mundo sin jerarquizaciones ni dualismos, sin cosas o personas preferidas más que otras, sin inútiles gastos de una energía que debía canalizar hacia todas las criaturas de la Madre. Fueron años de luchas rebeldes por seguir en el dolor, por lograr cosas que nunca pude definir del todo y que hoy ya ni me importan. Menos mal que dentro de mí una parte lúcida sabía bien adonde ir y qué hacer para llegar. Yo solo intuía que debía apurar las cosas, extremar situaciones para liberarme de ellas, tirarme de cabeza en la desilusión para obligarme a abandonar el cerco y trabajar en adelante desde mi realidad. La fuerza salvadora que, por suerte, contrarrestaba la inercia desde afuera era la compasión de lo femenino arquetípico por las criaturas maltratadas, su santo enojo ante el sufrimiento de toda su creación amenazada y abusada. Había que apresurarse. No se podía perder más tiempo, porque la Protectora, mi Artemisa, había vuelto a la tierra a través del nuevo movimiento femenino y nos llamaba a todas a colaborar con ella. Creo que sólo por eso me decidí a ser libre.

Hay alguien que recorre mi territorio para defenderlo y velar por los derechos de la Diosa, y ahora llega el momento de saber quién es. Porque, aunque se trata de mí misma, todavía no me conozco • Muchos siglos de condicionamiento nos impiden saber quiénes somos, o cómo es la historia mítica que nos toca vivir a cada una • Necesariamente, lo Divino Femenino adopta un aspecto que viene en nuestra ayuda para mostrarnos nuestro verdadero rostro. Porque si no lo conocemos, no podemos reclamar nuestro justo lugar en el esquema universal • La Iniciadora nos cuenta acerca de nuestro propio y desconocido corazón.

Palabras clave: • los misterios interiores • puertas abiertas • el mito personal CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: La acción hacia afuera -social, ecológica, política o humanitaria - nos desgasta con terrible rapidez. El entusiasmo se agota, la energización que creemos exclusivamente personal desaparece en las fricciones sucesivas, los obstáculos se vuelven cada vez más grandes. Pero es allí donde el arquetipo iniciador nos inspira una inversión del movimiento, y un meternos hacia adentro que le dará la ocasión de hacerse oír. La tentación de apartarse, decir no a las exigencias de los otros y estar a solas con nosotras mismas no es un brote de egoísmo inesperado, sino la necesidad impostergable de bucear hasta ubicarnos en nuestra real y más fuerte identidad. LA QUE INICIA Con La Iniciadora nos llega el momento de profundizar. Hasta ahora hemos admitido la presión creadora, hemos dado paso a nuestra energía interna, la hemos encauzado para que no se disipe, y hemos establecido un sistema de vigilancia y protección del terreno por donde debe circular. Pero eso fue sólo una preparación, porque en realidad sólo ahora caemos en la cuenta de que hay que averiguar qué hacer con ella. Ir hacia adentro es la única respuesta. Dejar por un momento de colocar toda nuestra atención consciente en el entorno (que ya está delimitado y protegido por los pasos anteriores), y ocuparnos del mundo interior con la misma intensidad. Es urgente saber quiénes somos realmente, y cuál es la tarea particular e intransferible con la que hemos de hacer nuestro aporte al bien de todos. La Iniciadora es la presencia arquetípica que dentro de nosotras puede ayudarnos a encontrar pistas, interpretar señales, descifrar enigmas e ir desenrollando el hilo conductor de nuestro mito personal. Lo que hay que descubrir es nuestra propia identidad, el meollo o núcleo de nuestro ser total de donde surgen las líneas conductoras de toda nuestra vida. Es lo que los antiguos denominaban los Misterios del Caldero y la Caverna, los espacios cóncavos nutricios donde podemos ovillarnos para volver a nacer, y sólo entrando en ellos podemos encontrarnos a nosotras mismas. En el mundo moderno esto está parcialmente comprendido dentro del recurso cultural del análisis psicoterapéutico, que recoge esa necesidad de introversión y acompaña en la búsqueda. Pero para ser totalmente eficaz debería ir más allá del alivio de síntomas meramente personales, y conectarnos con la posibilidad de un Yo no sólo más integrado sino de un orden diferente. En los pueblos antiguos los ritos de pasaje hacia esa otra realidad -por ejemplo los de Deméter y Perséfone en Eleusis-eran representados en el mundo concreto, y tenían estructuras visibles, símbolos y espacios donde manifestarse. Hoy esos ritos, como dice Nor Hall, "se han vuelto hacia adentro, y pueden ser vividos como etapas de transformación psíquica"; y aunque las gentes ya no se reúnen, como en Eleusis, a lo largo de un camino físico sagrado para ir en busca de sus almas perdidas, es posible vivir a solas esa búsqueda de totalidad. El medio de hacerlo está dentro de nosotras esperando ser utilizado, y es la actitud arquetípica de La que Inicia. Las iniciaciones femeninas Lo que parece ser necesario par a cada una de nosotras es dirigir el enfoque hacia adentro, y empezar activa e inteligentemente a crear el mundo que queremos (Vicki Noble, "Mujer Shakti). La iniciación no consiste en recibir poder, conocimiento o dones especiales. Es simplemente ser puestas por el Yo profundo en el comienzo (o el inicio) del camino correcto en que podremos desarrollar mejor nuestras habilidades, para contribuir al bien común.

O, como dice Matthews, ser colocadas en medio de una sala repleta de objetos de poder que habrá que aprender a usar. Como es el primer paso de un proceso que lleva más allá de lo que creemos ser, tiene que haber algo o alguien que nos enseñe a salir de las zonas conocidas. Pero el actual tipo de cultura no nos proporciona esa ayuda a las mujeres. Hemos perdido nuestros viejos roles de importancia socio-cultural. La sacerdotisa canalizadora de la Diosa, la chamana curadora, la sibila oracular, la anciana sabia mediadora entre los planos de existencia), que eran otros tantos inicios de sendero personal para que nuestros ancestros femeninos emprendieran su jornada. ¿Y qué nos queda? Los inicios posibles de que disponemos son muy vagos, imitados de los hombres o impuestos desde afuera. E incluso el sagrado rol de madre fue sacado de contexto y perdió su carácter iniciático, ya que el tener un hijo es el acto chamánico por excelencia y se inscribe en el campo de la experiencia religiosa ¿Cómo llegar entonces a saber quiénes somos? La nueva espiritualidad de las mujeres recupera, sin embargo, mucho de lo perdido. Ya sabemos que no siempre fue como ahora, y activamente revisamos el pasado en busca de datos útiles para reconstruir nuestra idea del porvenir. Pero, a la vez, las iniciaciones femeninas siguen siendo vividas en forma natural de dos maneras principales: a) en forma individual, en la intimidad de sueños, anhelos o visiones que nos asaltan sin quererlo; b) en forma colectiva, porque participamos sin saberlo en las nuevas etapas de crecimiento de la mujer universal. Lo que falta es vivir el proceso con plena conciencia, y colaborar con él a través de actitudes y elecciones apropiadas. Una elección equivocada puede apartarnos indefinidamente de nuestra tarea real. Pero esa sabiduría capaz de descubrir qué es lo apropiado es, por supuesto, más que personal, y reside en el aspecto de la Diosa que conocemos como La Iniciadora. LA INICIADORA ARQUETIPICA “Hay muchas muertes que atravesar durante una sola vida”. (Nor Hall, "La Luna y la Virgen"). Hay un factor interno femenino que aparece o se en los momentos de tránsito, cuando hay que atravesar un pasaje difícil hacia una nueva etapa. Es la arquetípica "partera de la psique" que se requiere en situaciones de emergencia, es decir cuando un yo más maduro trata de emerger o brotar del inconsciente. Como arquetipo mediador entre una fase y otra del proceso iniciático, tiende puentes de memoria entre el pasado y el presente, y puentes de intuición entre el presente y el futuro. Sólo así, a través de esos caminos abiertos sobre el vacío, vamos asumiendo nuestros sucesivos yoes rumbo a nuestra plena floración. Recordar e intuir son las funciones que permiten el avance. En general, el tirón arquetípico de La Iniciadora nos llama hacia adentro y provoca en nosotras etapas de profunda introversión, pues solamente a solas y en la oscuridad nutricia de la caverna materna puede tener lugar la gestación. Es por eso que las neofemeninas nos recomiendan no temerle al deseo de soledad, que no implica "rarezas" personales, sino necesidades fundamentales de la psique a cierta altura de su desarrollo. Hay que recordar que la acción de este arquetipo se inicia después de que los aspectos anteriores de energización, limitación y protección nos han hecho más fuertes. En la mujer-niña patriarcal, instalada en su limbo de sueño y su ilusión de fragilidad, La Iniciadora suele permanecer en estado latente; o, a lo sumo, se limita a susurrar le al oído incitaciones al crecimiento aunque ella no la atienda. Su tarea se cumple plenamente en las personas que ya no están donde estaban antes, pero no han llegado aún adonde quieren ir, para citar otra frase notable de las neofemeninas. Es por lo tanto un arquetipo de sostén, un movimiento de asistencia para ayudarnos a dar el paso que nos atemoriza. Y conviene estudiar las maneras en que se lo ha representado en el pasado, para no tenerle miedo y aceptar tenderle nuestra mano cuando lo necesitemos. La Vieja Sabia

Todo inicio es un momento especialmente delicado, decía Frank Herbert, el autor de "Duna" fascinado con las posibilidades de lo femenino. Y es por cierto un terreno delicado el que se pisa cuando se trata de las imágenes de La Iniciadora. Si queremos prepararnos para el encuentro con este arquetipo, necesitamos redefinir varios conceptos relacionados con zonas inquietantes de la feminidad. 1.La Iniciadora nos ayuda a renacer en un yo más maduro. Por consiguiente es una etapa previa a la renovación, que puede compararse con la luna oscura; la que no se ve en el cielo, la que siempre produce vagas inquietudes porque escapa al control visual y racional. Esta fase femenina se ha representado siempre con la Mujer Oscura de Conocimiento, o Vieja Sabia. Un personaje del folklore y la leyenda que asusta porque exige cambios, propone enigmas, anuncia finales, y nos impulsa a acciones temerarias destinadas a hacernos crecer. De allí a convertirla en hechicera que devora niños, como en "Hansel y Gretel" o tantos otros cuentos, hay solamente un paso. Pero los niños que devora son precisamente nuestras etapas infantiles que han de quedar atrás. 2. La Iniciadora es la Vieja, el tercer miembro de la Diosa Triple, y por lo mismo se manifiesta en la mujer cargada de años y experiencias. Pero en nuestra cultura la mujer de edad está desprestigiada y marginada, y su rol social tiene connotaciones negativas relacionadas con el fin de la función reproductora. Lo que en ella se teme en realidad es lo que sabe acerca de la vida, porque ya discierne todos los engaños y no es fácilmente manejable. Y lo que en las tradiciones populares patriarcales se llama su "ojo maléfico", es por cierto la mirada penetrante con que traspasa las falacias. Lo que hay que transformar en este caso es la ecuación vejez = decrepitud, que ha de pasar a ser vejez=pasaje hacia la regeneración. De esta forma se restaura el gran ciclo de la vida, y La que Inicia puede asistirnos en nuestros múltiples renacimientos. El Arquetipo Iniciador en nuestra vida “Rara vez nos damos cuenta de que estamos llevando adelante un programa mítico, nuestro propio ciclo de misterios”.(Caitlín Matthews, "Elementos de la Diosa") La mujer-niña no se atreve a entrar sola a su propio interior. Sólo después de haber conocido con el Aspecto Limitador su verdadero territorio, cobrará confianza y aceptará ir en busca de la fuente de su real identidad, en un proceso de liberación de su ignorado potencial que culminará más tarde (ver capítulo 7). Pero de todos modos el proceso no es fácil. Hay que morir como niña para nacer corno mujer, y sobre todo para entrar en contacto con el propio mito personal. Para pasar a vivir una historia más amplia, dice Jean Houston, exponente ilustre de la Psicología Sagrada. Es decir, instalar nos con conciencia en la mítica aventura que, sin saberlo, estamos viviendo. Y es la acción profundizadora del arquetipo iniciador lo que nos permite hacer contacto con el nivel interno donde nuestra biografía se inserta en esa aventura. No se trata simplemente de poner en claro nuestros condicionamientos, o las motivaciones más profundas que nos guían en esta vida a partir de las experiencias de la infancia. Es más bien trasponer el umbral hacia otro campo de la realidad: el reino arquetípico donde nuestra historia personal se ve bajo otra luz, y resplandece con otro significado. La iniciadora nos ayuda a descubrir por dónde hacer ese tránsito. Cómo pasar de la historia menor a la más grande, que en general es alguno de los mitos perdurables de la humanidad: La búsqueda del Grial, el Rey Herido, el regreso de Ulises al hogar, Fausto que vende su alma, Deméter separada de Perséfone, Edipo convertido por la desgracia en sabio consejero, el Hombre Silvestre o la Amazona recorriendo los bosques, la enviada de la Diosa entregando o quitando al héroe la espada de Soberanía. Libretos prototípicos como éstos son representados una y otra vez, de mil maneras diferentes, y hemos de descubrir cuál rige secretamente nuestra vida.

Leyendo un libro, viendo una película o un cuadro, interpretando un sueño, saboreando silenciosamente un nombre que nos parece nuestro, viendo una imagen familiar contra el fondo de nuestros párpados cerrados, podemos dar el paso a través del umbral y encontrarnos de pronto en otro lado, injertadas en el mito universal. Para eso La que Inicia nos ha dado de pronto el gusto por la introversión, la reflexión, la lectura o los largos períodos de sueño. Para eso ha avivado la memoria ancestral y genética de escritores, pintores o directores de cine, que sin saberlo colaboran en nuestra iniciación. Lo que pide el arquetipo iniciador Lo que ante todo nos pide el arquetipo iniciador es reaccionar (al menos por momentos) contra los miedos culturales al crecimiento y al cambio. Esos miedos ocultan por supuesto un temor más profundo a la vejez y la muerte. Originado a su vez en la mentalidad lineal del patriarcado, que no acepta la idea de renovación cíclica pese a verla manifestada en todas partes en el mundo natural. Es posible por lo tanto salirse de esas emociones inducidas -implantadas por milenios de progresiva separación mental de la naturaleza-, mediante un esfuerzo simple pero prolongado que ya iniciamos con el Aspecto Limitador: Ir identificándose con los ciclos vitales hasta sentirse parte de ellos, y como ellos renovable. '" Esa actitud dictada por La Iniciadora es el paso inicial de un programa complejo, pero que irá siendo cada vez más fácil una vez que se suelte el ímpetu arquetípico y nuestras resistencias se vayan suavizando. ' Entrar en el caldero de regeneración para salir renacidos, dicen antiguas tradiciones. Meterse en la caverna de la incubación renovadora para descubrir el propio nombre, sugieren viejas prácticas iniciatorias que conocieron tanto los griegos como los americanos nativos. Dicho en palabras más modernas, según los actuales estudiosos de la Mitología Transformativa los pasos del proceso podrían ser los siguientes: 1. Aprovechar los beneficios de nuestras heridas personales ya sufridas (nuestras pérdidas, fracasos y reajustes dolorosos), que es por donde lo sagrado iniciador ha entrado a nuestra vida. 2. Morir voluntariamente a nuestra historia pasada (nuestro mito menor y transitorio), para que la historia más grande pueda manifestarse a través nuestro. 3. Aceptar dar el paso desde el viejo mito que gobernaba nuestra vida (las luchas y metas que creíamos importantes), hasta el nuevo mito universal que nos ofrece otras vías y soluciones. 4. Recomponer el diseño de nuestra personalidad (el mándala o dibujo circular que simboliza nuestro mundo individual), agregando los nuevos elementos que hemos aceptado como nuestros. 5. Devolver al caldero regenerador lo que hemos recibido de la vida, para que todos puedan beneficiarse de ello (es decir, compartir activamente nuestros logros iniciáticos, para estimular a los demás a la renovación). 6. Entender bien de qué manera nuestra actual vivencia de la historia más grande (es decir, el nuevo mito universal al que nos hemos adherido) puede ser útil a la humanidad. Esta clasificación elaborada con palabras no es por supuesto fiel reflejo de lo que se experimenta. El verdadero proceso es, en síntesis, un cambio de imágenes rectoras, donde las intuiciones y recuerdos ancestrales intervienen más que la razón. En el caldero nos fusionamos con la riqueza y la sabiduría que otros lograron, así como otros se fusionarán luego con las nuestras. De esta manera, el equilibrio entre el Tomar y el Dar entra a formar parte de nuestra experiencia personal directa. Lo que impone el estereotipo cultural Es fácil advertir que nada de lo dicho más arriba tiene que ver con el actual estereotipo iniciador de las mujeres, si es que existe. Para esto es útil observar lo que las religiones de la Diosa conocen como la Péntada; es decir, el trayecto en cinco etapas que constituye el ciclo vital: 1. Nacimiento. El comienzo, el tiempo de llegar a ser. 2. Iniciación. La adolescencia, el tiempo de la individuación.

3. Amor. El tiempo de la unión con otro, de la adultez plena. 4. Reposo. El tiempo de la edad avanzada y la sabiduría. 5. Muerte. El tiempo de soltar y de marchar hacia el renacer. Si se aplica este esquema a las mujeres de nuestra cultura, se verá que se pasa demasiado rápido del punto 1 al punto 3, salteándose la necesaria iniciación. ¿Qué podrá hacer con el amor, con el reposo y con la muerte una mujer que nunca fue iniciada en su verdadera identidad? El estereotipo cultural quiere moldear mujeres sin auto-conciencia, sin individualidad intransferible y sin cauces personales para su ginergía. Como sólo una mujer puede iniciar a otra en los misterios femeninos, y como las escuelas femeninas de misterios han desaparecido del mundo civilizado, nada tenemos en el entorno social que nos ayude a encaminarnos por nuestra propia senda. El estereotipo impone una mujer inmóvil en su minuto evolutivo, como un reloj sin pila, arrastrando inconscientemente hasta la muerte de su cuerpo una adolescencia no resuelta. Cuestionario Si miro hacia atrás, ¿qué diseño o patrón general me parece que tiene mi vida pasada (una serie de fracasos amorosos, una búsqueda de algo, un avanzar decidido hacia determinada meta, por ejemplo)? …..…………........................................... ........................................... ........................................... ¿Con qué personaje, historia de ficción o figura pública me siento más identificada ….. …………........................................... ........................................... ........................................... ¿Qué me parece que me está diciendo acerca de mi verdadera identidad? …..…………........................................... ........................................... ........................................... ¿Cuál fue, en realidad, el objetivo principal de mi vida hasta hora? …..…………........................................... ........................................... ...........................................

SEGUNDA PARTE LA MUJER INICIADA Lema: El mundo me necesita, pero no como desconocedora de mi propio potencial, sino como adulta que conoce su propia identidad. La emergencia de la sensibilidad y el potencial femeninos resulta tan esencial para la supervivencia humana, como desconcertante para los estilos y standards tradicionales de la mayoría de las culturas. (Jean Houston, "La Búsqueda del Amado"). La Iniciada de nuestra época es, por supuesto, la trabajadora de los nuevos tiempos, la que se ha dado cuenta de que el regreso de los valores femeninos arquetípicos es necesario para el equilibramiento universal. El primer camino propio en el que hemos de iniciarnos es obviamente nuestra esencia femenina, para poder empezar a avanzar desde raíces más firmes. Después vendrán, claro, la conciliación de los opuestos y la asociación con el varón; pero en primera instancia, antes de pasar a la tercera etapa de la Péntada (el Amor), es necesario individuarnos como seres femeninos. Es por eso que ha surgido de manera espontánea lo que conocemos como la nueva espiritualidad de las mujeres. Un movimiento que reclama la existencia de nuestra herencia femenina, nuestra visión del mundo y nuestra religiosidad. Que nos propone definir lo femenino y describir sus múltiples aspectos para poder llevarlos a la práctica. Cavando en el pasado, tanto en la tierra material de los arqueólogos como en la propia memoria genética almacenada en nuestras células (lo que los esotéricos llaman memoria analéptica), un grupo de mujeres inspiradas por La Iniciadora abrieron otra vez la caverna incubadora o el caldero regenerador, para sus hermanas de estos tiempos. Hoy podemos leer lo que escribieron, contemplar lo que pintaron, dialogar con los Tarots que concibieron, o viajar en sus novelas hacia panoramas que antes no habíamos visto desde nuestra perspectiva de mujeres. Todo cambia desde esa perspectiva, y nuestro propio proceso iniciador se activa intensamente al adoptarla. Son los primeros movimientos emergentes de la Conciencia Femenina, lista para nacer después de su milenaria incubación. Una conciencia muy compleja, dice Jean Hous-ton, y por lo mismo "extraordinariamente capacitada para orquestar las múltiples variables del mundo moderno" y ofrecer nuevas soluciones. Las mujeres activadas por esta emergencia somos en conjunto, dice Starhawk, la más poderosa fuerza mitogénica que existe. Es decir, generadoras de los nuevos mitos de la humanidad, que estarán más de acuerdo con las necesidades de la siguiente etapa evolutiva. En este momento, y aunque muchas no lo sepan, todas las mujeres nos movemos plenamente en el espacio grávido de La Creadora, familiarizándonos con nuestra verdadera esencia a través de los mensajes de su aspecto Iniciador. Gestando un mundo más seguro para nuestros hijos y más benévolo para todos los seres. La Iniciadora nos ha hecho comprender que en nuestro núcleo encontraríamos las instrucciones necesarias. Y hemos j, ¡percibido que nuestros deseos profundos son confiables, porque son la manera en que esas instrucciones llegan a i nosotras. Todo deseo genuino es un indicador que nos marca el camino hacia el completo desarrollo. Si nace realmente de nuestro corazón, proviene de la fuente iniciadora. Y siguiéndolo hasta el fin nos reencontramos con lo Femenino Sanador. La autoridad interior Tenemos que librarnos de la idea de que sólo unos cuantos individuos a lo largo de la Historia han tenido una línea directa con la verdad.(Starhawk, "La Danza en Espiral"). Al que se siente adulto le gusta tomar sus propias decisiones y decidir por su cuenta lo que ha de hacer con su vida. Pero a las mujeres hasta ahora nos ha resultado muy difícil asumir esa mayoría de edad. La identidad de cada una no había llegado a solidificarse; había permanecido en un estado fluido e indistinto, como

advierte Starhawk, lista para adaptarse a los demás y adoptar el rostro que se nos impusiera. Sin embargo, eso está a punto de cambiar. En vísperas de dar a luz a lo Femenino Consciente, la mujer universal está ya en condiciones de internalizar la autoridad y dejar de proyectarla sobre figuras externas. Un ser humano vivo o muerto, un libro, un código, un diploma sobre una pared, un manual de instrucciones o un simple recetario han sido hasta el momento los depositarios de nuestra firmeza interna. Pero La Iniciadora atrae todo hacia adentro, y también recupera esa firmeza dirigiéndola hacia donde pertenece, nuestro propio interior. La nueva espiritualidad de las mujeres surgió de la experiencia compartida de personas adultas, que habían tocado el núcleo de su real identidad. Por eso es que valora, sobre todo, el coraje de correr un riesgo o cometer errores; la intrepidez de hacer las propias elecciones y actuar en consecuencia. La valentía suprema, en suma, de asumir nuestra propia autoridad sobre lo que nos concierne. Es la única manera de llegar a ser del todo humanas, con todas las falencias y las posibilidades infinitas que eso implica. La presencia de la Diosa se manifiesta de adentro hacia afuera desde ese núcleo que La Iniciadora nos ha hecho vislumbrar. Su fuego espiritual nos va templando progresivamente, hasta hacernos lo bastante fuertes como para vivir de otra manera, más acorde con nuestras tareas transpersonales. La nueva mujer es la que ha vivido ese proceso alquímico transmutador, activado por lo Femenino Arquetípico en su faz iniciadora. Después de eso ya no puede ser la misma, y está dispuesta a tomar parte con su ser total en la tarea colectiva de recuperación y reequilibramiento. LA INICIADA COTIDIANA A la sacralidad de la naturaleza y de la vida la están sintiendo y le están dando voz las mujeres. (Elizabeth Dodson Gray, "La Naturaleza como acto de Imaginación"). Cuando una mujer ve por primera vez que se abre ante ella su camino personal, todo su universo cambia. En lugar de tareas vacuas y carentes de sentido, sólo asume actividades que la expresan por completo. En el conjunto de sus experiencias va apareciendo una coherencia que antes no era posible. En el diseño de su vida se va dando una armonía que antes no se daba. Aunque elija los roles tradicionales de madre o ama de casa, lo hace porque ha descubierto que es eso lo que quiere desde su núcleo más profundo. Shinoda Bolen ha descrito muy bien a las mujeres fuertemente influenciadas por los modelos interiores de Deméter (la Madre arquetípica) o Hera (La Esposa), cuyo patrón de desarrollo no se realiza si se apartan de ellas. Pero el error es creer que para todas es lo mismo. La multiplicidad ilimitada de la Diosa provee trayectos diferentes para cada una de sus hijas. No es de extrañar que tan alto porcentaje de mujeres haya sentido en los últimos milenios tanta frustración, ya que un arreglo cultural que desconoce nuestras posibilidades había dejado sólo dos o tres opciones a nuestra disposición. Ahora se ve que lo importante es descubrir el trayecto que surge en forma natural desde el centro interior. El laberinto de las vivencias personales tiene un punto central de referencia, al que la iniciada cotidiana puede acceder para chequear lo válido de cada acción, de cada compromiso, de cada gasto de energía. (Si tu camino es por ejemplo canalizar b) la reivindicación de un rol tan femenino como el de procesadora de alimentos naturales, herencia directa de las prehistóricas recolectoras que daban de comer a todo el clan; c) el decir no a los elementos destructores del entorno natural y el organismo individual (plaguicidas, sustancias químicas preservadoras, adulteraciones de alimentos), llevando a la práctica lo que le inspiran La Protectora (ver capitulo 4) y La Nutricia (9), porque ése es su camino en especial. Otras caminarán por los senderos marcados por La Energizadora (las activistas en pro de los derechos femeninos, por ejemplo); por La Limitadora (historiadoras que revisan los registros sobre las mujeres, o el desarrollo de nuestro papel social a lo largo de los años), o por cualquiera de los demás aspectos de lo Divino Femenino. La iniciada de hoy tiene una ilimitada cantidad de caminos por andar y de tareas urgentes por cumplir. Lo importante es saber por qué lo hace, y para quiénes.

Autoindagación l.¿Tengo la suficiente autoconfianza como para admitir que puedo ser un factor de sanación? …..…………........................................... ........................................... ........................................... ¿Los demás reconocen, o ven, las posibilidades que siento dentro de mí? …..…………........................................... ........................................... ........................................... 2. ¿Me permito expresar alguna vez activamente toda mi intensidad emocional? …..…………........................................... ........................................... ........................................... Lo que llamo mis “sueños personales”, ¿me retiene en el pasado o me impulsa hacia su realización? …..…………........................................... ........................................... ........................................... 3.¿Comprendo, aunque sea por momentos, cómo funciona el patrón básico de mi propia vida? …..…………........................................... ........................................... ........................................... ¿Tengo una idea clara de lo que me sucede en general? …..…………........................................... ........................................... ........................................... 4. ¿Sé compartir mis bienes? …..…………........................................... ........................................... ........................................... ¿Sé asociarme con mis pares para dar mis aportes a un círculo común? …..…………........................................... ........................................... ........................................... ¿Creo que lo que doy me vuelve multiplicado? …..…………........................................... ........................................... ...........................................

Espacio compartido Una de mis estudiantes llegó un día trémula, descompuesta y pálida. Una aspirante a astróloga la había tomado de conejo de Indias y le había dicho entre otras cosas que no se iba a casar nunca. Yo la conocía un poco y me pareció que no era propia de ella -de sus profundos intereses, de su carácter básico- esa reacción desesperada, como la de alguien que enfrenta una catástrofe. En consecuencia, le preguntamos al Tarot. No acerca de lo que sucedería, sino acerca de lo que quería realmente. Lo que quería era sanar gente, aconsejarla, canalizar sabiduría; amores sí, pero no asumir el papel de ama de casa. Y cuando vio sobre la mesa en las cartas redondas del Tarot de Vicki Noble sus verdaderos anhelos, se le pasó en el acto todo el malestar. El susto había sido cultural, inducido por los yoes artificiales que nos imponen a las mujeres. Pero al abrirse hacia adentro, aunque fuera fugazmente a través de la consulta oracular, tocó por un momento el yo profundo que custodia La que Inicia y vio las realidades que se mueven más allá de las palabras. Otro caso me dejó más preocupada, porque nada pude hacer para aliviarlo. Una mujer vino a verme para informarse sobre mis cursos; se la veía en problemas, con un defecto físico marcado que reflejaba un conflicto con el arquetipo de la autoridad masculina, representado por El Emperador en la serie del Tarot. (Dicho muy brevemente, para la Cabala .Hermética cada Arcano Mayor tiene sus correspondencias con el cuerpo y sus funciones, y el Emperador se relaciona con el sentido de la vista y la correcta visión). Pero cuando empecé a explicarle los alcances de la espiritualidad de las mujeres -o tal vez cuando nombré a la Diosa- me miró con alarma y saltó virtualmente de la silla. "Pero, ¿y el aislamiento?", me dijo con espanto. Yo me quedé callada, porque el Caldero femenino y el Cuadrado cerrado del Patriarca (cuyo símbolo geométrico es el cubo) batallaban de nuevo. "¿Quién habló de aislamiento?", terminé por decirle, pero sin insistir. Hablaba de aislamiento como de un castigo que podía sobrevenirle si se ocupaba de su naturaleza femenina; pero se la intuía corriendo sin parar a lo largo de los límites internos del cuadrado, aislada en su prisión y sin saber que podía haber una salida. Se definía a sí misma, no como mujer con identidad propia, sino como entidad informe y blanda, programada tan sólo para relacionarse con un hombre y complacerlo. Tal vez su pregunta era realmente, sin que ella lo supiera: "¿Y qué haré cuando pierda el aislamiento en el que vivo, qué haré si me conecto con mi fuente femenina?". No volví a verla ni supe nada de ella, pero su dolor, su soledad, su carencia de caminos por donde su energía pueda llegar a los demás me asaltan casi a diario desde los rostros abatidos de muchas mujeres con las que me cruzo por la calle. Sin verdadera identidad no hay autoestima. Sin autoestima no hay verdadera sanación. Claro que lleva tiempo descubrir el diseño de la propia vida, y de nada sirve impacientarse. Creo que depende de decidirse a hacerlo como prioridad básica, y adoptar un enfoque paciente y metódico que se logra mejor (por supuesto) con la madurez. Cuando ya hemos logrado algunas cosas y eso nos sirve de estímulo para seguir buscando, investigando y excavando. A mí me ayudó mucho, te confieso, un libro extraordinario que leí como en trance y ejemplifica como ningún otro la tarea iniciadora de las escritoras del Movimiento de la Diosa. "Las Nieblas de Avalan", de Marión Zimmer Bradley, impactó de tal forma a los lectores de habla inglesa que Jean Shinoda Bolen pudo proponer su personaje principal -Morgana-como alternativa adicional a las mujeres que no se identifican con ninguna de las siete diosas griegas de su famoso "best-seller". Las que sentimos la presencia de la Diosa y la necesidad de trabajar a su servicio, ahora contamos con este arquetipo inolvidable para definir ciertas extáticas vivencias. Para entender el por qué de ciertas autoexigencias muy marcadas, o algunas trayectorias emotivas especialmente complejas. Como representante del Aspecto Iniciador, Marión Bradley ha cumplido en "Avalón" una tarea formidable , con un nivel de excelencia que sería inútil buscar en sus libros anteriores. Tomó toda la masa de las leyendas arturianas -que habrás visto en el cine en versiones como "Excalibur" o "Los Caballeros del Rey Arturo" o "Merlín y la Espada"- y le dio un giro tan completo que pudo enfocarla desde el punto de vista femenino y describir un panorama complementario y diferente. Mostró que hay otra lógica, otras razones, otras maneras de mirar que nadie había atendido durante muchos siglos. Que hay otras causas para lo que pasa, además de las que se admiten fácilmente. Y que el mundo femenino espiritual tiene su propia riqueza peculiar, basada en otra serie de valores (los que estamos viendo en este estudio de los aspectos de la Diosa), que es urgente volver a respetar.

Ya ves cómo funciona este aspecto femenino: alguien hace contacto con su propio núcleo interno y tal vez cierto tipo de memoria ancestral, y lo comunica para que otras mujeres puedan hacer lo mismo. Es una continuidad, una transmisión fecunda y una manera de llegar hasta nuestro propio corazón.

Si tu Iniciación es abrir una puerta, no es raro que algo pase a través de ella. Esa es La Desafiante, el aspecto de la Diosa que desarraiga definitivamente lo que estorba el fluir de la energía creadora • Lo que antes era un No se convierte en un Basta. Toda la urgente necesidad de ser lo que se debe se concentra en ella • Hay infinita solicitud en la acción desarraigante. Hay una definida preocupación por el buen resultado de cada proyecto, de cada creación en marcha. Por eso hay firmeza y decisión extirpadora • A veces oponerse es el más radical acto de amor

Palabras clave: • lecciones recurrentes • acción purgativa • limpiar el terreno CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: Cuando ya transitas tus propios caminos y tu actividad consciente empieza

a hacer las elecciones acertadas, suelen producirse crisis totalmente inesperadas. Si te habías olvidado de algún viejo conflicto, resurge de pronto con fuerza. Si había alguna situación particular en que solías caer una y otra vez en el pasado, se te1 presenta nuevamente con más claridad que nunca, para que al fin entiendas su significado y la resuelvas. LA QUE DESAFIA Dentro de lo femenino arquetípico hay también un mecanismo de limpieza a fondo y purificación. El cariz Desafiante de la Diosa surge en algún momento-para asegurar los avances que se han hecho, impedir que' brotes recurrentes vuelvan a obstruir los cauces que se abrieron, y desarraigar lo que antes simplemente había sido podado. A cierta altura de un proceso se requerirá siempre una acción drástica de alguna clase, porque toda creación importante exige eliminar lo que no corresponde a ese proyecto. Llega un momento en que lo que no debe estar allí ha de ser extirpado de raíz: una actitud equivocada y reiterada, un error de medida, una adicción. Bajo una luz espiritual intensa, sin concesiones para los ojos que habitualmente se niegan a ver, La Desafiante deja bien a la vista qué es eso que está fuera de lugar. Pone plenamente en evidencia las desarmonías, desproporciones y excrescencias. Señala con firmeza los desequilibrios. Necesariamente es dura como piedra de choque, para que al dar contra ella el impacto haga entender las lecciones que deben entenderse y no se caiga siempre en los mismos errores. Pero también es hermosa, con una fuerte belleza sin ilusiones glamorosas ni sentimentalismos: la verdadera belleza no dualista que hay más allá de nuestras preferencias. Las funciones de la Diosa Desafiante son complejas, porque en esta etapa hay urgencia y necesidad de acción. Algunas, por ejemplo, podrían ser las siguientes: 1. Como una analista de la psique profunda, ayuda a sacar a la luz de la conciencia pautas de comportamiento no reconocidas, o contenidos que no se quiere ver y que suelen reflejarse en el entorno. Nada que nos concierna debe ser ignorado. 2. Como una entrenadora en las artes marciales del espíritu, induce a concentrarse con autodisciplina y a observarlo todo con mirada alerta. Nada debe descuidarse. 3. Como una directora que ha de poner en escena momentos resolutorios de una pieza teatral, monta situaciones donde aparecen claramente los conflictos y son sugeridas las salidas. Nada debe quedar sin conclusión satisfactoria. Si se quiere llegar hasta el final hay que tomar con entusiasmo esta instrucción reveladora. La Desafiante es, en suma, un entrenamiento para la liberación. Necesariamente debe venir después de La que Inicia, porque aceptar los desafíos que nos propone requiere estar paradas firmemente en un núcleo central inamovible, que soporte nuestro peso y nos dé estabilidad. Desde ese centro conductor interno que los junguianos llaman el Sí Mismo (y que Marie-Louise von Franz describió alguna vez como un inesperado punto sólido donde se puede hacer pie en el medio de la psique) , es posible empezar a hacer limpieza y afrontar los ajustes y los desarraigos que se necesita hacer. Los desafíos femeninos Oponerse a la esencial falta de amor de la sociedad . sexualmente jerárquica es el acto de amor más radical.(Mary Daly, "Más allá de Dios Padre")-

Sin el Aspecto Desafiante de la Diosa, las mujeres empeñadas en ser nosotras mismas corremos el riesgo de quedarnos en teorías. Cuando sabemos quiénes somos, necesitamos que algo o alguien nos enfrente de maneras muy concretas para hacernos ser fieles a nuestro yo profundo. Podemos hablar mucho, pero nuestros progresos tienen que ser, probados en la práctica. La tarea que hay que enfrentar es reformar los esquemas inservibles y las tendencias adictivas, para que la iniciada pueda vivir de acuerdo con su identidad recién redescubierta. Una mujer que en adelante quiera ser ella misma tiene que descubrir qué es lo que se lo impide: en general perturbaciones afectivas y distorsiones de su pensamiento racional, debidas a sus largos condicionamientos. Por eso el factor interno que podemos llamar La Desafiante hace preguntas implacables relacionadas con nuestros sentimientos más profundos. Y por eso nos exige pagar deudas: ante todo las deudas con nosotras mismas, después las que tenemos con los demás y con el mundo. No nos permite el extravío de olvidar nuestra verdadera identidad; pero tampoco el egoísmo de ignorar lo que sufre nuestro sexo en todas partes ni refugiarnos en supuestos logros personales, que nos ayudan a sobrevivir pero no salvan. No hay que engañarse con su nombre, que sugiere posturas agresivas: el principal Desafío no va hacia afuera sino hacia adentro de una misma, porque es de allí de donde surge la índole de las experiencias que vivimos. Pero para saber qué hay que cambiar no basta con investigar la propia psique como cuando actúa La Iniciadora; lo que La Desafiante nos hace contemplar intensamente es también el espejo de la realidad externa, con todos sus dolorosos panoramas. La hermandad femenina redentora Hasta ahora las mujeres no hemos mirado demasiado a nuestro alrededor, preocupadas por los problemas en apariencia insolubles que nos produce la ausencia de una identidad genérica. Sólo unas cuantas audaces han sabido realmente en los últimos siglos lo que les pasa a las demás mujeres en el mundo. Sólo unas pocas hasta ahora se han atrevido a mirar con la mirada intrépida de La que Desafía, y han visto cosas que no pueden seguir siendo toleradas en silencio. Aceptar los desafíos no ha sido asunto de mujeres en nuestra cultura patriarcal. Gastamos demasiada ginergía tratando de sentir que somos parte de la humanidad (en vez de ser humano, por ejemplo, se dice siempre el hombre), o intentando evitar que algún inesperado descalabro nos arrebate aún más las pocas seguridades que tenemos. Siempre estamos temiendo "quedarnos sin víveres". Y ese ha sido el mejor terreno de cultivo para el antifeminismo femenino, que es la parte más triste que tiene que afrontar el Movimiento de la Diosa: las oposiciones más cerradas a la nueva cultura femenina surgen a veces de las mismas mujeres, preocupadas por una subsistencia que no se creen capaces de afrontar por sí solas. ¿Cómo hacer que las mujeres redirijamos la energía hacia nuestro propio desarrollo? Asumir por un momento la mirada Desafiante puede darnos valor y nos permite pensar sin restricciones. Durante mucho tiempo no nos ha sido fácil admitir que necesitamos unir fuerzas y hermanarnos. La hermandad sin embargo ya está en marcha, y es una de las bases de la nueva espiritualidad de las mujeres. Mary Daly pintó con trazos poderosos y brillantes el panorama de esa sisterhood (hermandad de mujeres), avizorada como alianza cósmica y fuerza universal de redención. Y ella misma, previendo nuestras propias resistencias, nos sugirió lo que hay que tener siempre presente: al autoliberarnos, los mujeres cumplimos el acto más benéfico para la liberación humana universal, y dejamos disponible para el hombre la plenitud del ser humano que se perdió con la jerarquización sexual. Crecer y desarrollarnos no es algo por lo que tengamos que pedir perdón. Por el contrario, es la tarea salvífica que se nos pide. Si nos damos cuenta de eso, es que La Desafiante ha conseguido que aceptemos el más urgente de los desafíos. LA DESAFIANTE ARQUETIPICA

Es preciso expulsar los venenos; y surge entonces desde adentro una energía que lleva en ella el poder de curar, de regenerar tejidos, de hacer crecer nuevascélulas, de recrear. (Vicki Noble, "Mujer Shakti"). En su notable estudio dedicado a "la Mujer de edad, sabiduría y poder" (Crone, en inglés), Barbara Walker señala la diferencia entre la etiqueta explicativa que acompaña a la imagen de Kalienel museo de Londres -"demonio destructor"-y las escrituras de la India, donde se la alaba apasionadamente como Principio de Todo, Creadora, Protectora y Destructora que reabsorbe la creación. Es un ejemplo de la disección debilitante que sufre siempre el gran arquetipo femenino. El proceso que la Diosa representa asusta por lo vasto de sus dimensiones cíclicas, de modo que se lo divide en trozos, y por obra del miedo el énfasis se pone en lo que menos se comprende: la fase del Tomar para Recrear; la actitud femenina que precisamente llevará de nuevo hacia el Principio. De allí surge nuestro horror a los cambios y a la muerte, que en el humano moderno había llegado a un grado insoportable. Pero las religiones que aceptan lo Divino Femenino no reniegan del aspecto más oscuro de la Diosa. Saben que si se la fija solamente en la actitud de Dar, como si se tratara de una madre demasiado complaciente, se interrumpe el flujo reciclable de sus bendiciones. Se paralizan los ciclos de la vida, como si uno quisiera saltearse el invierno o eliminar la noche; y en consecuencia no amanece nunca y la real primavera nunca llega. La etapa negra de la Diosa Triple aterra a nuestro dualismo exagerado. Ir hacia ella significa descender hacia lo desconocido; y eso nos asusta también a nosotras, pese a que es el mismo tipo de descenso a la conciencia corporal que experimentamos cada mes durante la menstruación. Por eso las autoras de la espiritualidad de las mujeres han asumido intrépidamente la tarea de enfrentar estos temores, ya que saben también que nuestros más efectivos poderes cha nicos dependen de esos viajes hacia lo que está fuera del radio iluminado. Una de las más valientes, Silvia Brinton Perera, se dedicó especialmente a investigar la parte oscura de las diosas mitológicas, tratando de forjar una imagen completa del misterio femenino que sirva de modelo para nuestra vida personal: El aspecto Gorgona de Atenea, la Afrodita-Urania subterránea, la Deméter Negra, Kali en su Fase Destructora, Nephtys como Lado Muerte de Isis-Vida, Ereshkigal como Hermana Oscura de Inanna, reina sumeria del Cielo, son todas versiones de La Desafiante. La conclusión que podemos obtener de su trabajo es importante: descender en busca de estas arquetípicas imágenes de las profundidades femeninas, tanto tiempo negadas y temidas, constituye la iniciación en los misterios de la psique para la mujer moderna, desconectada de su potencia interna. Dicho de otro modo: encontrar estas presencias poderosas dentro de nosotras mismas y entenderlas, no como desviaciones de la norma sino como riqueza adicional, es lo que puede llevarnos hacia un reajuste integrador. ¿Pero qué representan, en suma, las Diosas Oscuras? La parte desconocida de lo femenino transformador, sugiere Marión Woodman, donde nacen las imágenes que reflejan nuestra condición espiritual. El espacio oscuro, en parte espíritu y en parte materia, que actúa como útero o como cámara de revelado para que esas imágenes se gesten y aparezcan en nuestra conciencia. El misterioso lugar, en suma, donde se encuentran la materia y la psique profunda, y que por eso mismo puede hacer de puente curativo para nuestras divisiones. Es en este sentido que La Desafiante continúa la tarea comenzada por La Iniciadora, en el nivel fundamental de nuestro yo. El gran reto es ahora aceptar el lado oscuro y reprimido de nuestra naturaleza, sobre el que tanto se ha escrito sin relacionarlo nunca con el ciclo de vida-crecimiento-muerte-renovación. Allí será posible alimentarse de las propias reservas ignoradas, entrar en los misterios femeninos hasta hacerlos conscientes, y regresar con "nuevas resonancias" -como intuye Perera- para añadirlas a la conciencia mental-cerebral y completarla.

El resultado final sería el cambio radical de los viejos patrones de conciencia, y en la práctica un nuevo modelo de relación igualitaria y afectuosa entre la mujer y el hombre. Que es, en ultimo término, lo que la mayoría de las mujeres están deseando. Pero sin el Aspecto Desafiante no es posible atreverse al descenso integrador. DamasDetestables y Amonestadoras Las tradiciones celtas y germanas son muy ricas en versiones de La Desafiante, corporizada en mujeres enigmáticas o de atemorizante aspecto que amonestan a los héroes cuando olvidan sus tareas, o les proponen complicados acertijos. O, lo que es más inquietante, les anuncian que ha llegado su momento de morir. Las Mensajeras del Grial y las Damas Detestables de las leyendas arturianas tienen la misión de incitar activamente al crecimiento u otorgar sabiduría. Y empujados por ellas, los personajes reasumen sus tareas de destino descuidadas, descubren nuevas pistas para poder llevarlas adelante, y vencen miedos que los paralizaban. Hoy perduran en recónditos espacios de la psique colectiva, prolongando en los hombres modernos una alarmante asociación entre mujer y muerte, que intoxica la relación entre los sexos y a nosotras mismas nos aterra en el nivel subliminal. Pero eso es una lamentable reducción distorsionada. Monica Sjöö y Barbara Mor han rastreado hasta las épocas neolíticas tardías el énfasis excesivo sobre el Aspecto Muerte de la Diosa; una obsesión que creció entre los nuevos sacerdocios masculinos, urbanizados y cada vez más separados de la tierra. Al no admitir la paradoja de la Madre que Da y Toma, la conciencia patriarcal la convierte en dualismo separando los aspectos y oponiéndolos; y el miedo acentúa siempre alguno de ellos. Si se revinculan las fases del ciclo, se ve sin embargo que La Desafiante es simplemente el aspecto de lo femenino que llama hacia el cambio trascendente. La acción catabólica que destruye ideas gastadas y deja sitio para nuevos crecimientos. Entendiendo las leyes naturales del proceso no hay por qué temerla. Y menos si se piensa que es la Madre misma, que como Kali en los mitos hindúes es capaz de beberse la energía desequilibrada y transmutarla. Es decir, aniquilar a los demonios que rondan nuestras pesadillas para que podamos alcanzar la paz mental.

El Arquetipo Desafiante en nuestra vida A esta altura una mujer iniciada tiene cierta idea de cuál es su camino y su mito personal. Se ha dado cuenta de que sus problemas surgen de apartarse de esa senda y ese mito. Y con ayuda del aspecto Desafiante se entrega a la tarea de poner en evidencia los factores que le sirven de excusa para hacerlo. Es una forma de denuncia realizada en privado, ante nuestro propio tribunal. A mí por ejemplo La que Desafía me mostró el mayor obstáculo que me impedía crecer y entregarme a mi tarea:, dependía demasiado de los otros para mi autoestima reclamaba el aliento de las mismas personas a las que yo debía alentar. Por supuesto es el clásico problema de la mujer del patriarcado, y no es raro que haya tenido que vivirlo con toda intensidad para poder después utilizarlo en mi trabajo. La Desafiante me lo hizo ver más de una vez a lo largo de mi vida. Me dejó caer muchas veces en el mismo error, entregando mis partes más sensibles a quienes no estaban en situación de sostenerlas, hasta que aprendí que ésa era mi lección. Y el siguiente paso fue caer en la cuenta de que la falta de autoestima o autoamor, origen de mis propios sufrimientos, era el problema colectivo más urgente que tenía que enfrentar y desafiar la mujer universal. Los desafíos al principio se presentan como enigmas que parecen insolubles, porque están entretejidos con nuestras experiencias más sentidas, con nuestras recurrentes frustra

ciones. Cuando nos pasa algo que nos impacta demasiado, no tendemos a pensar que se trata en realidad de un acertijo que debemos resolver. • ¿Por qué el amor se me escapa cuando estoy a punto de lograrlo? • ¿Por qué las cosas que elaboro cuidadosamente en mi interior se desvanecen cuando deben concretarse? • ¿Por qué pierdo más las cosas cuanto más las necesito? • ¿Por qué mi trabajo no es apreciado en lo que vale? • ¿Por qué debo sufrir de esta manera? Preguntas de este tipo reflejan nuestros dramas personales, pero también los tests que hemos de pasar si querernos desarrollarnos plenamente. Sin la actitud arquetípica que bautizamos La Desafiante no es posible siquiera formularlas, porque no tenemos el valor de abrir los ojos y mirar. El Arquetipo Desafiante se activa en nuestra vida cuando ya estamos preparadas para aceptarnos como realmente somos. Cuando hemos madurado lo bastante como para escudriñar las causas reales de lo que creemos que son nuestros fracasos. A las preguntas propuestas más arriba, por ejemplo, se' podría contestar en ese caso con otros interrogantes más sintéticos: a) ¿Qué entiendo por amor? b) ¿Quiero realmente concretarlas? c) ¿Las necesito realmente, o serán un obstáculo? d) ¿Ante quién estoy queriendo ganar méritos? e) ¿Qué lección necesito aprender? A través de este método, La Desafiante clasifica y determina lo que no nos corresponde y altera nuestro diseño. Cada desafío al que respondemos (cada situación difícil que encaramos con conciencia y espíritu inquisitivo, cada pregunta contestada con franqueza) nos reubica más en nuestros cauces propios y en nuestro verdadero mito personal. Lentamente, y de a poco, va haciendo aparecer nuestra fisonomía sepultada por tantos maquillajes y disfraces. Si no nos gusta, somos nosotras las que hemos de cambiarla. Pero su meta básica es que lleguemos a aceptarnos tal cual somos en este mismo instante, porque sin esa aceptación no hay autoestima, y sin autoestima no nos permitiremos continuar hasta el final. Es decir, hasta ser como queremos. Lo que pide el arquetipo desafiante La cultura es un conjunto de cuentos que nos contamos una y otra vez (Starhawk, "Soñando lo Oscuro"). El desafío más fuerte que nos lanza este aspecto de lo femenino tiene relación con no dejarnos engañar. En toda transición de una civilización a otra, es natural que vayan quedando al descubierto las premisas ya inútiles que la sostuvieron. De allí que gran parte del trabajo de las mujeres que imaginan el futuro consista en diversas revisiones y desenmascaramientos. ¿Qué revisar? Hasta las cosas que más damos por sentadas. Allí precisamente reside el acto desafiante más fructífero. Cada mujer está capacitada para hacer su propia lista de comprobaciones y chequeos. Una vez que se ha internalizado con ayuda de La Protectora la autoridad que proyectábamos sobre otros, nada impide confiar en las propias intuiciones y experiencias para determinar si una costumbre, un dogma, una manera de mirar la vida es realmente aceptable desde nuestra esencia femenina.

Las condiciones previas que ayuda a establecer La Desafiante para abocarse a esa tarea pueden ser, por ejemplo, las que siguen: Estar dispuesta a ver bien y mantener los ojos fijos. La mirada desafiante es la que no se desvía cuando ve cosas que no le gustan o le inspiran miedo, ya sea afuera o adentro: actitudes reiteradas, adicciones no admitidas, distorsiones de los valores femeninos, desacralización de nuestros símbolos. Admitir en principio que en esta sociedad las mujeres funcionamos sólo a medias. Aún las más triunfadoras muestran el síndrome de "hijas del patriarcado", acosadas por la melancolía de hallarse separadas de su fuente femenina. Brinton Perera las describe como bien adaptadas a la sociedad de orientación masculina, pero repudiadoras de sus propios instintos y patrones de energía. Entender el axioma "lo que es alimento para unas es veneno para otras". Por más deleitoso, consolador o lucrativo que parezca, lo que no es nuestro alimento o que no nos corresponde) acaba siempre por hacernos sentir mal, aunque haya funcionado en otros casos. Shinoda Bolen ha mostrado cuántas diversas tendencias naturales juegan en nosotras, que no necesariamente debemos responder con unanimidad a los patrones tradicionales de madre y ama de casa, ni tampoco a los patrones autónomos de la mujer de carrera, la intelectual o la mística. Cada mujer es un diferente juego de tendencias, y en cada caso la fórmula arquetípica difiere. Renunciar a los dualismos y confiar en cambio en la triplicidad de lo divino femenino. En lugar de debatirnos rebotando entre bueno o malo, esto o aquello, nos conviene integrarnos en el ciclo de las fases diferentes que aseguran la renovación. Lo que es bueno en un momento puede no serlo en otro, y viceversa. Como decía la cabalista Dion Fortune, sólo hay cosas inoportunas u oportunas, equilibradas o desequilibradas. Reconocer las posibilidades que no nos atrevemos a asumir. Es probable que recuerdos ancestrales subconscientes nos hagan temer ser castigadas si desarrollamos nuestras habilidades sanadoras e intuitivas. Pero ante nosotras mismas podemos animarnos a admitirlas, y visualizar fructíferas etapas de trabajo alternativo que corresponda a nuestra real capacidad. Con esta base previa es posible empezar a mirar a nuestro entorno, que en un sentido es un reflejo misterioso de las propias zonas interiores poco exploradas o reconocidas. Loqueimpone el estereotipo cultural En este caso el estereotipo es implacable. Una mujer que desafía (aunque sea a sus propias pesadillas interiores), se sale totalmente de los moldes de hierro que determinan cómo debe ser. O en todo caso, cómo ha de ser para mayor tranquilidad de los sistemas que utilizan indebidamente su energía. A las mujeres se las frena desde jóvenes con toda clase de sutiles prevenciones, a fin de que no miren demasiado ni fijen la mirada en lo que las aparta de su crecimiento. Y de allí surgen dos temores principales que nos impiden desarrollarnos plenamente: a) el temor a la Bruja; b) el temor a la Vieja. a) En vez de bruja prefiero usar otra palabra, Witch, que retiene más la significación original de mujer sabia, conocedora de las hierbas curativas y de los procesos naturales, sañadora y partera, y asistente de los moribundos. Hoy se sabe que un número poco calculable de mujeres (se habla a veces de nueve millones) fueron quemadas no por hacer maldades sino simplemente por poder hacer cosas Sque luego pasaron a las profesiones masculinas. Pero el estereotipo aplicado a nosotras sigue diciendo no desarrolla-i ras habilidades especiales ni ejercerás tu poder de ser. b) el temor a la Vieja se inculca en las mujeres como temor a la vejez y al deterioro físico. Si llega a vieja intacta, con su autoestima viva y su mirada insobornable, cualquier mujer resulta una amenaza que no cree en mentiras ni en usurpaciones disfrazadas de supuestos mandatos de Dios. Hoy las neofemeninas reivindican la belleza de cualquiera de las fases de la Diosa Triple, y recomiendan exhibir con alegría las señales del paso del tiempo en nuestros cuerpos, sabiendo que anuncian también sabiduría y una acrecentada capacidad de disfrutar. Pero el estereotipo sigue diciendo con insidia después de cierta edad y a no sirves para nada.

Vencer estos temores es difícil, y los susurros del condicionamiento estereotípico se siguen repitiendo indefinidamente. Sólo la firme actitud de Desafío puede tenerlos a raya y hacer que no nos afecten. Para el estereotipo femenino, la que observa con mirada desafiante y se comporta en consecuencia es una transgresora. Es Eva en el Edén, es Pandora destapando la caja de los males (que hubieran preferido seguir disimulados). Y las mujeres, que lo sabemos en lo más profundo, tratamos de no hacerlo para evitar castigos. Sin embargo ya se ha probado que es inútil. Para la mirada patriarcal Eva sigue viviendo en todas las mujeres, por más docilizadas que se encuentren, y es probable que sea cierta la conclusión de Walker de que detrás de casi todo marido golpeador hay formaciones religiosas de tipo autoritario y generador de culpa. En ese caso el castigo es "virtuoso" y está justificado por los propios mitos de la fe, que condenan al sexo femenino por estar hecho a imagen de la Diosa. Cuestionario ¿Qué costumbres, o dogmas sociales, o maneras de considerar la vida me parecen totalmente inaceptables desde mi propia esencia femenina? ………………………………………………………………………………………………………… Mis propias intuiciones y experiencias me parecen una base confiable para elaborar mi propia visión del mundo? (si , explica por qué). ………………………………………………………………………………………………………… Qué imagen o presencia temería encontrar si descendiera ¿» mis profundidades femeninas? ………………………………………………………………………………………………………… ¿A quién beneficia en realidad que yo le tema a mis propias honduras psico-espirituales y, en consecuencia, no me ponga en contacto con ellas? …………………………………………………………………………………………………………

SEGUNDA PARTE LA MUJER DESAFIADORA Lema: El mundo me necesita, pero no como ser dócil que lo acepta todo sino como valiente revisara de falacias. Muchos "malos augurios" patriarcales son simplemente inversiones de lo que fue sagrado para la religión de la Diosa. (Monica Sjöö-Barbara Mor, "La Gran Madre Cósmica'). El clima que se vive en este fin de milenio es el de un alborozado desafío. Este aspecto de la Diosa ha hecho saltar trampas ocultas desde hace muchos siglos, y día a día pone en evidencia las cosas inaceptables para el alma femenina; que son de paso las que ya no tolera una humanidad que quiere ser más justa y más adulta. El ojo inquisidor neofemenino, que va abarcando zonas de conciencia cada vez más grandes, ya identificó diversas tramas subyacentes que sostienen lo que Riane Eisler denomina "la Realidad cabeza, abajo", y que hacen que Mary Daly nos sugiera una consigna: invertir los inversiones. Son las mentiras que nos han contado y que hemos aceptado sin analizar, y los engaños que las autoras del Movimiento de la Diosa denominan "libretos patriarcales", o "cuentos culturales", o "teleteatros de la sociedad". Lo más triste, dice Starhawk, es que sobre historias de este tipo se edifica la concepción popular de la justicia, que da forma a todas nuestras instituciones: a) Los buenos luchan contra los malos. ¿Quiénes ganarán? Se idealiza la luz y la sombra se desvaloriza. Y en ultimo término se afirma la dualidad lo alto/lo bajo, que lleva al poder sobre otros. b) El Gran Hombre recibe la Verdad y la transmite a unos pocos elegidos. Todo otro conocimiento se invalida, se legitimiza la autoridad de un grupo reducido y se alimenta la falacia de que hay una sola verdad. c) Triunfar o Fracasar (o Salvarse/Condenarse). Una persona sin valor lo gana y es admitida entre los elegidos; una persona con valor lo pierde y es arrojada a las filas ordinarias. Se refuerza la conciencia de poder según la cual unos valen y otros no. d) En el momento en que el Héroe la asesina, la Amazona lo mira y se enamora. Esta conexión sexo/violencia apareció con los patriarcas y glorifica la violación. Al final acabamos por hundirnos totalmente en este lodo romántico, y aceptamos que nos digan por ejemplo: "Aunque no te lo diga, aunque te pegue, aunque parezca indiferente, tu padre te quiere"; o peor aún, "Vuelve con tu marido, aunque te haya dado una paliza; está arrepentido y te ama". La neomujer desafiante se anima a mirar todo esto y ejercer su sensatez, comparando cada historia con lo que le sugieren su intuición y su experiencia. Bueno/malo, verdad única, triunfo o fracaso, sexo violento, son armas que la cultura ha diseñado para mantener a raya su valor inmanente personal; el mérito que tiene por el simple hecho de ser parte de la humanidad. Sin embargo esto es sólo el principio, y una segunda etapa nos enfrenta con las cosas terribles que hay que desarraigar, y que suceden cotidianamente sin que nadie lo comente en la medida necesaria. La mujer desafiadora ahonda en sí misma y en los trasfondos de la sociedad que la rodea, y descubre ante todo atropellos a su sexo que ni siquiera sospechaba. Graciela Ferreira lo ha hecho en la Argentina con las esposas golpeadas y la violencia familiar, y autoras como Monica Sjö y Barbara Mor, Barbara Walker o Vicki Noble han sacado a la luz datos escalofriantes sobre los abusos perpetrados sobre cuerpos y psiques femeninos, tanto en el pasado como en la actualidad. Desde mutilaciones genitales moralmente aprobadas (clitoridectomías) hasta vaciamientos quirúrgicos demasiado apresurados, o las "quemas por dote no pagada" que todavía se practican en la India, el cuerpo femenino como símbolo de la vida en la Tierra sigue recibiendo castigos que sólo cabe adjudicar al espíritu humano distorsionado por el poder sobre y el terrible dualismo patriarcal. Las conclusiones que sacamos tienen forma de advertencias: • No entregues tu energía a las instituciones que condenan a la mujer por ser mujer.

•No entregues tu confianza ni tu cuerpo físico a quienes expropiaron tus habilidades y te mantienen en la dependencia. •No entregues tufe a ideologías que te hacen temer llegar a vieja y te muestran como algo deseable una perpetua juventud sin experiencia. No renuncies, en suma, a tu poder de ser. Que es lo que al fin de cuentas re-equilibrará a la humanidad y posibilitará relaciones más armónicas entre todos los humanos. LA DESAFIADORA COTIDIANA Siempre hay que re-inventar, porque los descubrimientos y legados de las antepasadas son enterrados una y otra vez por los patriarcas.(Barbara Walker, "La Feminista Escéptica"). Los desafíos cotidianos son múltiples, ya que tienen que responder tanto a las propias actitudes antifemeninas como a las proyecciones de esas actitudes, ya materializadas en el entorno físico. Es decir que es necesario desafiar: a) a la falta de autoestima, y b) a la insatisfactoria posición de las mujeres en la sociedad. No lo encaremos, sin embargo, como una cruzada reivindicatoría ni como una puja por lograr poder. La experiencia de las mujeres del Movimiento de la Diosa ha probado que de ese modo se desperdicia la energía que conviene dirigir hacia el despliegue de la presión creadora. Lo que habría que lograr es la reconciliación de los, factores espíritu y materia, que no son opuestos sino que están artificialmente separados. Lo que habría que llevar a buen término es lo que Gloria Steinem expresó en el título de un libro: la "revolución desde adentro", que por el hecho de comenzar en el meollo del ser de cada una, puede tener alcances verdaderamente grandes. Para empezar, podrían ser útiles actitudes desafiantes que pongan término a cosas como éstas: 1. que la mitad de las mujeres entregue su energía sin usarla jamás para sus fines femeninos; mientras la otra mitad usa indebidamente la energía del hombre porque no se anima a usar la propia, o porque se le dijo que no la tenía. (El comentario de La Diosa Desafiante sería en este caso "La energía debe fluir dentro del ciclo del Dar y el Tomar"). 2. que las mujeres sigan creyendo que, en el fondo, su único recurso consiste en complacer y aplacar a los varones, en lugar de asociarse con ellos con su dignidad intacta. ("El Principio Femenino se ha de respetar"). 3. que la mujer vaya hacia el amor sin iniciarse, es decir sin conocer su identidad ni sus potencialidades, ni haber hecho contacto con su fuente femenina; y que por consiguiente no tenga nada perdurable que ofrecerle al varón, que busca en ella encontrarse con lo femenino arquetípico. ("La mujer es la gran iniciadora en los misterios del amor"). 4. que las mujeres permitamos que en nuestra presencia se denigre a los valores femeninos, y que aceptemos detestar o relegar a nuestro propio género. ("La Hermandad Femenina debe volver a constituirse"). 5. que las mujeres sigamos torturando nuestros cuerpos o ridiculizando a veces nuestro aspecto, según modas caprichosas que se aprovechan de nuestra poco firme identidad. ("Basta de vivir de sueños, vanidades y satisfacciones sustitutos") 6. que la mujer, en suma, no descubra en sí misma su valor inmanente para después poder brindarlo libremente a la pareja, a los hijos, a la comunidad y al mundo entero. ("Cada mujer representa a la Diosa en este plano, y hay que aceptar esa responsabilidad" Estos son algunos puntos al azar, y cada una podrá agregar los que surjan de sus propias experiencias. Pero lo que interesa es que se ejerza la mirada desafiante, que es simple, aguda y cortante como el palo de cavar que utilizaban nuestras hermanas del neolítico para desenterrar plantas. Leyendo un diario, por ejemplo, podemos ejercerla cada día. O viendo una película, campo muy útil para advertir las distorsiones habituales del orden natural que las mujeres conocemos por vías no racionales. Y, por supuesto, observando nuestras propias actitudes habituales, que suelen ser automáticas. La desafiadora cotidiana no puede darse el lujo de apoyarse en las automatizaciones, porque el gran camino que

se nos abre ahora a las mujeres es contribuir al surgimiento colectivo de la Feminidad Consciente. Es decir, una mujer universal que se percate totalmente de sus actos y de sus motivaciones, y que por eso mismo sea plenamente responsable. Autaindagación 1. ¿Qué es lo que en mí se resiste más al cambio? ¿Puedo identificarlo? ............................................................................................................................................................. 2. ¿Sé liberar presión de a poco para no llegar a explosiones destructivas? ............................................................................................................................................................. 3. ¿Qué puedo aprender de los errores de mi vida amorosa? ¿Para qué me han servido? ............................................................................................................................................................. 4. ¿A qué se han debido realmente mis peores experiencias, las que yo considero más negativas? ............................................................................................................................................................. 5. ¿Qué de beneficioso puede haber detrás de ellas? ............................................................................................................................................................. 6. ¿En qué cosas concretas puedo llegar a apoyarme para atravesar mis épocas difíciles? ............................................................................................................................................................. 7. ¿Están a mi alcance y no las veo? ...........................................................................................................................................................

Espacio compartido Creo que hay que tomar especialmente en cuenta el aspecto de "instructora en artes marciales" que asume esta manifestación de lo femenino en nuestras vidas. En mi opinión, esa instrucción consiste esencialmente en fortalecernos para saltar un vacío, una brecha desafiante la cual continúa nuestra evolución. Y nosotros, sin saberlo y muy injustamente, lo tomamos como crueldades de la vida o de un dios insensible a nuestros sufrimientos. A mí esto se me hizo evidente durante uno de mis tantos salvatajes de plantas, en el que jugué el papel ingrato de torturadora, aunque mi intención era hacer todo lo contrario. Desde una terraza del segundo piso veía languidecer a un filodendro en un patio oscuro de la planta baja. Se salía de la maceta retorcido y agotado, sin atinar a ir hacia arriba porque la luz estaba demasiado lejos. Era evidente que ya no le quedaban esperanzas. Y yo sufría pensando que aquí arriba estaba todo el aire, el sol y la vida que necesitaba. Pero un día la planta baja se desocupó, y el filodendro quedó allí en el patio; era un local de comercio y nadie pensó en llevárselo. Y viendo mi oportunidad pedí permiso, hablé con varias personas, y una tarde de lluvia se inició el rescate. Ahora todo consistía en hacerlo subir esos dos pisos, pero no fue fácil. Era una planta vieja, en malas condiciones, muy debilitada. Hojas y tallos quebradizos se me quedaban por el camino, y la sentí sufrir palpablemente entre mis manos cuando la puse en su maceta nueva. Pobre ser, pensé, aterrado en las

garras de un Destino o Deidad poderosa (eso era yo para ella), que la somete a estos tormentos. Cuánto miedo tendrá. Te aseguro que mi aspecto protector me hizo sentir que se me estrujaba el corazón por no poder ahorrarle ese dolor y hacerle fácil el proceso. Pero no era posible, y pensé que el Poder que nos auxilia a los humanos seguramente también sufre con nuestros tránsitos de crecimiento, inevitablemente dolorosos. Ahora vive espléndida entre las otras plantas; hace ya mucho de todo eso, y ha echado tantos brotes y hojas nuevas más grandes y brillantes, que ya ha cambiado totalmente de fisonomía. Pero es el mismo viejo filodendro, que un día salvó la brecha y atravesó el mal rato desafiante. Claro que el desafío de crecer es muy distinto cuando se lo vive en carne propia, y los hilos del destino evolutivo son movidos desde arriba -o desde adentro- sin que veamos quién lo hace. En momentos como ésos la idea de una instrucción ni siquiera se te ocurre, porque todo se vive como drama personal. Y mi vida, por cierto, estuvo llena de un drama exuberante que visto desde ahora no lo es en absoluto. Cuando miro hacia atrás, lo veo más bien como una carrera de obstáculos emocionales que podría ser graciosa si la viera en el cine (ya que tropiezo ante cada uno de ellos con total puntualidad), pero que también me provoca admiración por la sabiduría de La que lo planeó. Es decir, mi esencia femenina desafiante empeñada en entrenarme. Yo viví siempre cada relación sentimental como una lucha por la supervivencia, y no es raro que las personas implicadas hayan acabado siempre por escapar de mí. Tenía que descubrir que eran patrones falsos que no me correspondían (más bien eran de mi madre, que murió muy joven), y es aquí donde pude vivenciar directamente lo que dice Caitlín Matthews acerca de este aspecto de la Diosa: "Nos enfrenta una y otra vez diciendo 'Aprende bien esta lección!' hasta que somos capaces de responder en forma positiva". Una noche esa lección implícita me resultó evidente, porque gracias al estudio de la Diosa pude entender mejor los recursos que su Aspecto Desafiante utiliza para instruir nos. Yo tenía que aprender que las dolorosas situaciones afectivas en que caía regularmente, sólo eran desviaciones de mi trayectoria personal. Y esa vez fue evidente que un hombre y dos mujeres participábamos de una instancia dramática demasiado perfecta, una escena arquetípica montada teatralmente por una mano maestra. Lo irreal, lo preparado, el carácter de juego de aquella situación me hicieron ver que no era parte fundamental de mi destino; que lo esencial no estaba allí. Creo que al entender claramente la lección quedé curada de ese especial problema. Y ahora son otros los problemas que me puedo dedicar a investigar, porque la brecha que logré saltar era la que me había impedido avanzar durante décadas. Todavía me asalta a veces la tentación de hacer drama, pero es como si me permitiera por un rato un pasatiempo favorito, un teatro de aficionados que no me impide regresar a mis tareas.

Hay, se dice, un lugar dentro de nosotros desde donde pueden deshacerse los nudos que nos atan • Algunos lo buscan en la infancia recordada, y hay también quienes lo imaginan como un limbo donde residen potencialidades nunca realizadas que esperan desde siempre su liberación • ¿Cómo ir hasta allí a rescatarlas? • Necesariamente tiene que haber una guía arquetípica que nos lleve de la mano y efectúe la transmutación

liberadora. Por fuerza debe haber un aspecto de la Diosa que efectúe la redención • Cuando se ha avanzado lo bastante en el camino hacia adentro, La Liberadores nos acompaña hasta esa prisión oscura, nos muestra cuánto hemos sufrido, y corta las cadenas de la Niña Interior.

Palabras clave: • • •

Soltar ataduras Sufrimiento inteligente Salir de la crisálida

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTBA. VIDA: A la que consigue desafiar -es decir, mirar las cosas libremente desde su propia perspectiva- y trata luego de actuar en consecuencia, le llega siempre un momento en que la tarea le parece superior a sus fuerzas. Por supuesto que lo es, si tiene en cuenta sólo sus capacidades personales; y su ego potenciado empieza a convertirse en un obstáculo, en tanto ella no se acepte como parte de una realidad más amplia. Las fricciones aumentan, como indicio de que debe hacerse a un lado en lugar de batallar y de que ha llegado el tiempo de la compasión: hacia ella misma, hacia los fuertes tanto como hacia los débiles, y hacia los mismos que creía sus enemigos. LA QUE LIBERA Sufrir no es nada noble, dicen las estudiosas de lo Divino Femenino, si no conduce a una transformación profunda, a la resurrección espiritual y psíquica que debería venir siempre después del padecer. La consecuencia del dolor tendría que ser un nuevo enfoque de la vida, más abierto hacia todo el universo. La Liberadora es el arquetipo que deshace los nudos dolorosos, para que aprendamos que el sufrimiento es siempre transitorio. Sufrir no es un estado más o menos permanente en que podamos instalarnos, sino un indicio de que La que Libera nos lleva hacia el lugar donde nos podremos desatar. En este punto de la historia patriarcal el proceso está a medias, y simplemente se enfatiza el valor paralizante de lo arduo y lo difícil. Se celebra el dolor de la Pasión, sin recordar que es sólo el medio de llegar a un gran fin y de alcanzar un gran propósito. Dicho de otro modo, se nos estaciona en el dolor. No es raro entonces que una nube de colores inciertos, pesada y pegajosa, se cierna sobre esta sadosociedad, como la llama Mary Daly. Se necesita, entonces, que una fuerza muy grande procedente del centro de la psique logre sacarnos de esta morbosa tregua y llevarnos a otro estado. Tenemos que aprender cuándo parar, cuándo decir ya es suficiente, ya puedo soltarlo sin que nos aten los condicionamientos patriarcales; sin que nos paralicen los preceptos que nos sugieren, una y otra vez, sólo sufriendo segaría el cielo. La Liberadora utiliza nuestras experiencias dolorosas de maneras enriquecedoras. Su acción transformadora nos hace ver nuestros problemas como simples parábolas del sufrimiento evolutivo humano, y nos saca de la prisión individual para que podamos participar al aire libre de la experiencia universal. Si lo pensamos un poco, ¿qué mejor acto de liberación puede existir? Todas sufrimos como parte natural del proceso de crecer; muchas sufrimos todavía, sin entender el mecanismo que nos permitiría sacar provecho de ese sufrimiento. Y es allí donde la Diosa que Libera hace sentir su imponente presencia redentora, para que la sigamos hasta el sitio donde se quiebran las cadenas constrictivas, y estallan los capullos de las crisálidas maduras. La que Libera es precisamente un arquetipo fundamental de madurez. Se activa en un punto avanzado de nuestra trayectoria, cuando ya es hora de hacer un balance inteligente y sabio de lo que hemos vivido, Es la incitación a adentrarnos aún más en los laberintos de la psique, hasta alcanzar el nivel donde lo personal se funde con los otros, y es posible entender sus dolores tanto como los nuestros. Dicho de otra manera: todo proceso de desarrollo y crecimiento sería impensable sin un factor liberador. Un agente arquetípico que suelte en nosotros la energía generada por las fricciones y dificultades que necesariamente se producen, y que está acumulada en nuestros limbos interiores que esperan redención. Ese efecto ha tenido sobre la mujer de hoy el concepto de la Diosa. Entonces es posible soltar el sufrimiento y vivir de otra manera, ha sido la revelación transformadora que ha sacudido a nuestro género en los niveles más profundos. Y ese relámpago iluminador, aunque no lo sepamos, nos ha llegado a todas. Se supone que cuanto más nos internamos en la psique más llegamos a los estratos colectivos. Allí precisamente nos espera La Liberadora, porque en algún momento de autotrascendencia entenderemos nuestras lecciones recurrentes e iremos hacia allí.

Las liberaciones femeninas En este momento de la historia, la Diosa tiene un especial poder liberador. (Starhawk, "La Verdad o las Consecuencias"). Hay mucha diferencia entre glorificar al sufrimiento y utilizarlo con inteligencia, y este Aspecto de la Diosa nos la enseña. Con La Liberadora acabará en cierto sentido la etapa previa a las aplicaciones prácticas de la neofeminidad. Y es, además, el tercer término del proceso de preparación que actualmente vivimos las mujeres, y que según las nuevas pensadoras consiste en ira, recriminación y compasión. Antes de proseguir estudiemos los tres puntos, para dejarlos archivados: 1. Ira. Ha habido causas de ira o "santo enojo", como ya hemos visto. Pero conviene ahora observar que este tipo de emoción generalmente reprimida es, como tan bien explica Starhawk, una potente manifestación de la fuerza vital. Un importante recurso de supervivencia, una advertencia de que algo en nuestro entorno es amenazador. No tiene por qué asociarse con violencia, que es precisamente una distorsión de su propósito. Y si no la permitimos en nosotras, se producen dos resultados lamentables: en lugar de reconocer lo que nos amenaza, creemos que lo malo está en nosotras mismas; y en lugar de ir hacia afuera para cambiar el entorno, nuestra energía queda trabada en esfuerzos internos de control. Es por eso que la Diosa libera la energía de nuestro enojo y nos permite verlo como algo sagrado, purificado por nuestra intención. Controlemos nuestros actos, dice Starhawk, pero no intentemos controlar lo que sentimos. 2. Recriminación, En los últimos veinte años ha habido saludables recriminaciones; es decir, devolución de acusaciones indebidas que se habían dirigido hacia nosotras. Las mujeres (ya se sabe, Eva o Pandora o brujas prototípicas) habíamos sido incriminadas de la mayor parte de los males que sufre, o cree sufrir, la humanidad. Pero el mito del "mal femenino" está siendo puesto en evidencia, y ya se lo ve como el origen del gran desequilibrio que vive nuestra especie, al haber reducido a la impotencia a uno de sus dos géneros: las "hembras pecadoras". La proyección de la culpa sobre las mujeres, afirma Mary Daly, es la mentira primordial del Patriarcado, su pecado original. Nuestra verdadera falta es haber consentido que esa culpa se nos internalizara. Es por eso que la Diosa libera nuestra capacidad de reaccionar y rechazar las incriminaciones, mostrándonos a través de muchas mentes femeninas reflexivas que nuestra índole moral es necesaria para la vida en la tierra, porque está armonizada con el orden natural. Desde el punto de vista evolutivo y ecológico, la mujer es la gran moralizante. 3. Compasión. Tras los dos pasos anteriores, se hace posible otra actitud que es inútil intentar sin hacer limpieza previa. La compasión verdadera exige haber expulsado los venenos con la postura drástica que vimos en La Desafiante. Ahora podemos realmente "sufrir con" los que padecen en el mundo, incluso con aquellos que nos han hecho sufrir. El acto compasivo auténtico nos hace pasar de un plano a otro; nos instala en una vuelta más alta de la gran espiral, donde lo individual pasa a ser transpersonal y a experimentarse como tal. Y nos hace redimensionar nuestros propios dolores pasados o presentes: Ninguna experiencia es tan terrible como para impedirnos encontrar dentro de nosotros la compasión de La Liberadora, dice Caitlín Matthews. Es por eso que la Diosa libera en nosotras la capacidad de compasión, es decir, de experimentar lo que padece el otro tanto como nuestros propios sufrimientos personales. Y nos inicia en los misterios de la Mater Dolorosa, la Diosa Madre que comparte los padecimientos de su criatura y los convierte en fuerza redentora. Ira, recriminación y compasión. Las mujeres necesitamos esa trayectoria para salir de nuestro limbo hacia el gran panorama de la conciencia femenina. Y el aspecto liberador de lo femenino arquetípico es el que nos permite vivenciar realmente el tercer término: lograr una verdadera compren sión de los demás y de nosotras mismas, y no quedarnos en medio del camino sin saber por qué sufrimos, por que nos enojamos o por qué recriminamos.

LA LIBERADORA ARQUETIPICA El arquetipo de La liberadora siempre acompañó a la humanidad de manera muy potente, y recibió el amor reverencial de sus devotos en mayor grado que otras manifestaciones de lo Divino Femenino. Buscamos intuitivamente recibir liberación de manos de la Deidad-Mujer, que conoce las vías misteriosas de la compasión. La Mater Doloroso, la Madre Doliente que llora por el sufrimiento o pérdida de su criatura, perdura incluso como madre de Jesús, a quien la gente confía instintivamente su esperanza de verse liberada de la enfermedad y de la muerte eterna. La misma esperanza que llevaba a los griegos hasta Eleusis para descubrir los misericordiosos misterios de Deméter, o que llevó a sucesivos pueblos (desde los egipcios hasta los romanos) a postrarse ante la compasiva imagen de Isis, amante, madre y sanadora universal. Ambas diosas paganas comparten la función liberadora porque son capaces de asumir el sufrimiento y transformarlo en fuerza mágica de redención/resurrección. Contemplar sus imágenes o visualizar sus actitudes puede ser, en sí mismo, un acto de liberación. Deméter e Isis Deméter sufre por su hija perdida, y representa el dolor de toda madre cuya criatura le ha sido arrebatada por fuerzas prepotentes o arbitrarias, como la guerra o los juegos del poder. Pero como puede ser Liberadora, ha de convertir ese dolor en renovada nutrición para todos los humanos, y volverse con el don del cultivo del cereal hacia los que la invocan para no perecer de hambre. Jean Shinoda Bolen detecta la abrumadora presencia de Deméter en la madre doliente sujeta a depresiones "de nido vacío" (cuando sus hijos se han marchado del hogar), o a sentimientos de futilidad y falta de sentido. Cualquier mujer puede asumirla, no sólo la que se queda sin sus hijos físicos, sino también la que queda fuera de un proyecto acariciado o de una empresa a la que ha consagrado muchos años. Y a cada una nos toca buscar fórmulas nuevas para transmutar ese dolor y convertirlo en algo fértil, capaz de liberar. Imaginar a Deméter puede hacernos colaborar mejor con ( nuestro propio proceso que va desde la ira hasta la compasión. Podemos visualizarla como una hermosa mujer madura, majestuosa y alta, con el dolor marcado en toda su figura; una matrona que recorre los caminos de la tierra en búsqueda incesante, mientras a su paso los campos se marchitan y van quedando yermos para acompañarla. Después, para no quedar en esa etapa, conviene contemplarla bajo su otra faz: radiante madre nutricia que alimenta a sus retoños, repartiendo manojos de espigas y granadas maduras desde un trono de piedra ubicado en un jardín. Es la divina puerta por donde los dones del espíritu se derraman en la tierra, y nos bendice con su amor. Isis, en cambio, es la sanadora universal; la integradora mágica que recompone al ser humano desmembrado, tal como lo hizo con su amado Osiris, para que pueda vivir otra vez. Representa el dolor de todas las mujeres que sufren por su compañero desgarrado por los dualismos patriarcales. Y el de las chamanas naturales que viven como propio el dolor6 de su clan, su tribu o su cultura. Susan Seddon Boulet la muestra genialmente en uno de sus cuadros, donde se ve a la Diosa rodeando el cuerpo de su esposo muerto con las alas de buitre que asume al curar, e infinita tristeza en su rostro compasivo, mientras entre plumas iluminadas por un resplandor rojizo se percibe ya al hijo en el que Osiris volverá a vivir. Hermana, amante y madre, Isis vela por ambos y preside sus tránsitos entre los planos diversos del ser. También preside los nuestros, y es posible invocarla cada vez que sintamos que ya podemos soltar el sufrimiento y pasar a una etapa sanadora o nutricia, dejando atrás defintivamente al viejo yo. El arquetipo de La Liberadora es el regazo materno primordial, antes de las distorsiones culturales de la maternidad. Es el abrazo de lo femenino sanador, antes de todo sexismo divisorio. Y es también la actitud de la mujer futura, capaz de verdadera compasión. El Arquetipo liberador en nuestra vida

Sobrevivir es un mal, dicen las neofemeninas, si implica, seguir viviendo en un estado miserable o doloroso-, es decir,, separadas de nuestra propia fuente y de las posibilidades de lo femenino arquetípico. Y eso no depende tanto de factores í externos opresivos, como de cadenas interiores que sólo, romperemos con un proceso introvertido y personal. No hace mucho, un trabajo de investigadores argentinas -"Ni Blanco ni Negro: Gris", de Lía C. Speroni de Hourgras y Ana María Anzalone de Buceólo- clasificó a las mujeres de nuestra sociedad en tres rubros o zonas de color según tres actitudes diferentes: a) la Zona Blanca del ama de casa, esposa y madre tradicional, que "duda y sufre" en su sometimiento y su rutina; b) la Zona Negra de la feminista que ha alcanzado independencia económica, que "no duda pero sufre" y está signada por la soledad; c) la Zona Gris de la que quiere estar en ambas y se mueve entre contradicciones, y que también al fin y al cabo "duda y sufre" como la mujer tradicional y manifiesta la crisis plenamente. La esperanza de las autoras se dirige hacia las Grises, que al menos están en mejores condiciones de reflexionar y elegir libremente su destino. Pero el panorama indudablemente es triste y doloroso, y la liberación no está a la vista porque las tres zonas se ubican sobre el mismo nivel de la espiral. Otro juego de colores simbólicos podría ser útil, sin embargo, para trasladar el problema hasta otro plano, correspondiente a lo Divino Femenino en su triple división: a) el Blanco de la virgen, radiante y sereno, que anuncia el alborear de la conciencia, el nacimiento y crecimiento de la mujer como persona autónoma; b) el Rojo de la Madre-Amante, vibrante y apasionado, que señala la acción de la mujer que ha desarrollado su autoestima y puede trabajar para la humanidad; c) el Negro de la Vieja, profundo y nocturnal, que marca el retiro de la mujer hacia los planos interiores para desde allí destilar sabiduría. Son las tres fases vitales de la hembra prototípica, naturales y mágicas, donde lo biológico se unifica con lo espiritual. Si las mujeres de nuestra sociedad se familiarizaran con el concepto de la Diosa, encauzarían su vida en un proceso personal satisfactorio en lugar de ubicarse en zonas muertas dentro de un mismo plano horizontal. Pero falta vencer los condicionamientos antirreligiosos, porque la actitud que se requiere es la que nos religa en forma personal con nuestro núcleo más profundo o Yo Más Alto. Y las nuevas mujeres están capacitadas para hacerlo, porque ya dudan de las imposiciones restrictivas y las disuasiones demasiado reiteradas. La entrada en nuestra vida de la Diosa (es decir, el concepto tealógico de lo Divino Femenino o, si se prefiere, el concepto psicológico del arquetipo femenino universal) deja la puerta abierta para la liberación. Se necesita en estos tiempos la irrupción de algo potente y diferente, que anule de raíz las condiciones del dolor, porque de lo contrario nos movemos a ciegas sin encontrar respuestas ni salidas. El que sufre dolores continuados no puede pensar con claridad ni integrarse a los ciclos de creación, y La Liberadora es el Recurso Femenino para aflojar fricciones sobre los puntos doloridos, y aliviarnos. Es la actitud que nos permite: a) dirigirnos hacia las mismas áreas donde La Desafiante hizo su limpieza Gas cosas que ya no deben ser para nosotras); y b) ejercer compasión para aplacar los efectos del enojo y la protesta. Compasión hacia el otro, que recibió nuestras propias proyecciones y jugó de victimario. Compasión hacia los que asumieron por su propia necesidad evolutiva los papeles de víctimas. Y compasión hacia nosotras mismas, que sufrimos tanto tiempo por no saber cómo dejar de sufrir. Lo que pide el arquetipo de Liberación Alcanzar liberación no es poca cosa. Y hay que prepararse un poco para asumir la postura espiritual más adecuada para conseguirlo. Lo que nos pide el arquetipo de liberación para poder hacer su obra en nuestra vida, es reconsiderar ciertos factores que nos impiden movemos libremente. Por eso nos sugiere lo siguiente: 1. No sentimentalizar la función liberadora-redentora. Precisamente ese exceso de emoción y ese amor por el drama nos ha impedido hasta ahora pasar del sufrimiento a sus valiosas consecuencias.

2. Entenderla naturaleza auténtica del sacrificio. Sacrificar significa hacer sagrado algo que queremos ofrecer a cambio de otra cosa que necesitamos más. Es un acto esencialmente inteligente y lúcido, que no ha de ser forzado desde afuera y que sólo el desbocado poder sobre convirtió en imposición; es decir, la inmolación sangrienta de seres indefensos que no pueden rehusarse. 3. Renunciara las sutiles ventajas de sentirnos víctimas. Se sabe que una larga enfermedad o una situación penosa prolongada, nos sirven muchas veces para reforzar el ego, jugar con el poder y encerrarnos en nosotros mismos. 4. Despertar a las muchas clases de dolor que sufren otros. Ninguna de nosotras puede liberarse sola, justamente porque al centrarnos en nosotras mismas nos resulta imposible adoptar la actitud más apropiada para la liberación. Otros aspectos de la Diosa ya nos enseñaron a mirar sin miedo, y ahora necesitamos hacerlo más que nunca para enterarnos del sufrimiento ajeno y poner el nuestro en perspectiva. 5. Revisar el significado del amor. Redefinirlo todavía es difícil, porque posiblemente la capacidad de hacerlo vendrá con la nueva conciencia femenina. Pero podemos intentar una primera corrección, no clasificándolo como emoción sino como principio espiritual, y como el estado natural de nuestro ser en sus niveles más profundos. Enfrentar la peor ilusión humana: la de que todos estamos separados. La interconexión de todo como fundamento de nuestra visión del mundo, es lo que nos da la perspectiva necesaria para integramos a la realidad más grande donde se produce la liberación. No son puntos fáciles, pero recordemos que lo que intentamos es muy importante y que muchas mujeres ya lo han conseguido. Se trata ante todo de un reacondicionamiento intelectual, porque lo que realmente nos ha estado encadenando es un conjunto de ideas restrictivas, especialmente poderosas, que ya es hora de reemplazar por otras más liberadoras. "Cambia tus ideas y cambiará tu mundo "es una sugerencia que los sistemas represores conocen muy bien, porque han utilizado ese recurso desde hace miles de años para un propósito nocivo: transformar el mundo compasivo de la Madre Universal en el actual sistema de dominación, carente de respeto hacia los otros. Lo que impone el estereotipo cultural En contraposición a todo lo anterior, el estereotipo cultural de las mujeres impone una actitud de esperanza pasiva que postergue indefinidamente todo movimiento libre, y aguarde los favores de un Dios que premiará a los que obedezcan los postulados patriarcales. Las causas más profundas de esa imposición demasiado insistente resultan entendibles desde el punto de vista patriarcal. Veamos algunas: Lo que Mary Daly define como el llegar a ser de las mujeres, o su pleno desarrollo, podría ser entre otras cosas "el portal hacia algo nuevo; más específicamente, una nueva fase en la búsqueda de Dios por parte del espíritu humano".La "liberación" de las mujeres, en apariencia un simple movimiento de un grupo minoritario disconforme, sería en realidad una revolución espiritual que cambiaría las cosas de raíz: en lugar de una simple esperanza pasiva, una acción destinada a convertimos en lo que podemos ser al cabo de nuestra evolución. Eso, de por sí, es amenazante para el poder sobre que ejercen los que dominan. Pero detrás está también la transformación de la misma idea de Dios, a quien nos han enseñado a imaginar como un Ser Trascendente al que podemos conocer, adular o importunar; pero que ahora es posible concebir como un poder de ser que nos convoca a todos a realizar nuestras posibilidades. El estereotipo, mientras tanto, trata ya difícilmente de imponer pasividad a las neofemeninas de este fin de milenio. Lo único que ahora falta, con urgencia, es que nos demos cuenta de la importancia colectiva de lo que ansiamos para cada una de nosotras. Cuestionario ¿En qué etapa del proceso de liberación siento que estoy: ira, recriminación o compasión? ………….....................................................................................................................................

¿Qué ataduras percibo intuitivamente en mí? (Para ayudarte a responder a esto, observa las imágenes que se te presenten espontáneamente cuando trates de visualizarlas) …………..................................................................................................................................... ¿Sobre quién o quiénes debería poder ejercer mi compasión y no consigo hacerlo? …………..................................................................................................................................... ¿Cuál ha sido, desde la perspectiva de liberación, mi dolor más fructífero? ………….....................................................................................................................................

SEGUNDA PARTE LA MUJER LIBERADORA Lema: El mundo me necesita, pero no como pasiva espectadora sino como agente de liberación. La verdadera liberación no es meramente una irrestricta actividad genital (la "revolución sexual"), sino pensar, querer, imaginar, hablar, crear y actuar en forma libre y desafiante. (Mary Daly, "Más allá de Dios Padre"). En este momento la mujer liberadora es la que como Mary Daly, Ñor Hall o Marión Woodman, trabaja por el nuevo desarrollo evolutivo que ya se percibe como la emergencia de lo Femenino Consciente. Ayudar a que despierte esa conciencia de su letargo ya demasiado prolongado, es ejercer la tarea salvadora que surge de una intensa preocupación compasiva por los problemas de la humanidad. En términos individuales, la psicología nos habla de reencontrarnos con la niña interna para sanarla, nutrirla y rescatarla de las sombras. Pero, desde otro enfoque más relacionado con la espiritualidad de las mujeres, podemos admitir otra necesidad: la de hacer salir de su capullo de crisálida (una imagen que Woodman ama especialmente) a esa conciencia femenina que ha estado madurando en el encierro y que simboliza, en términos de antiguas tradiciones iniciáticas, al nuevo ser humano que vendrá. La Hija de la Madre Dolorida, cuyo advenimiento asusta a la sociedad dominadora, es la mujer libre que verterá en el mundo las riquezas olvidadas de su género: esa manera compasiva de interactuar con el resto de los seres, que ya valoran los movimientos ecológicos, la psicología más avanzada y las que participan del Movimiento de la Diosa. A esta altura del desarrollo femenino, estamos ya ubicadas en el umbral de los descubrimientos importantes relacionados con nuestro género; y aunque apenas se vislumbra, ya podemos ensayar una somera descripción de lo que surgirá de la crisálida. Son otros tipos de mujer que corresponden a los tres siguientes aspectos de la Diosa; es decir, que ya fueron intuidos por nuestros ancestros y proyectados en su idea de la Deidad. Y que alguna vez también fueron corporizados por miembros del grupo femenino, aunque de maneras primitivas que ahora serán puestas al día por la nueva conciencia. Son tipos femeninos que quedaron adheridos a la bruma sólida de las leyendas, pero que están cobrando vida nuevamente en las mujeres de la neofeminidad. Roles y capacidades que ya no señalarán a seres excepcionales dentro de la tribu humana, sino que serán parte integrante del equipo psicofísico normal de las mujeres del futuro. La chamana conectora Es la vía de la que transita el laberinto interno por su propia cuenta. No ya entregándole a un héroe -como Ariadna a Teseo- el hilo salvador que le permitirá encontrar el camino que la mujer se diera cuenta, cayó en extremos de dominación devoradora o de forzada nutrición, de extorsión sentimental o de modo protector exagerado. La conciencia femenina liberada redefinirá ahora la maternidad, librándola de juegos de poder y errores por exceso. La madre consciente no será prisionera de sus hijos ni les dará lo que no sea el alimento justo para, ellos. Ejercerá su maternalidad sobre cualquiera de las criaturas de la Diosa, humanas o no humanas, y cuidará con igual solicitud a las desamparadas criaturas de su psique (sus imágenes mentales, sus ideas), que tienen también derecho a la existencia. La madre nutricia aceptará reconocerlas, alimentarlas y hasta jugar con ellas, llevando así su vida personal hasta un nivel más hondo, donde lo maternal tendrá un campo intemporal en donde funcionar sin frustraciones. ("Así se crean los mundos nuevos a partir de la madre, como explosiones -partos- de la imaginación", dice La Liberadora. "El poder maternal femenino, una vez libre y consciente, es el poder de crear un mundo con toda claridad, y alimentarlo "). La potenciadora

Lo propio de lo Femenino, que es factor de conexión y nutrición del universo, es potenciar a los demás ya sea en lo físico, en lo psíquico o en lo espiritual. Vehículo de concreción y puerta del espíritu, la mujer vive naturalmente dando a luz cosas que surgen de los planos interiores, y haciendo que se concreten las imágenes del alma. La mujer del patriarcado, sin embargo, obligada a ser pasiva, con su creatividad orientada tan sólo hacia los hijos físicos, vive en frustración casi continua creyéndose impotente y escamoteando así a los otros el estímulo que podrían obtener de ella. Y los tesoros de los mundos interiores quedan acumulados dentro suyo sin que nadie (ni ella misma) los reciba. La potenciadora con conciencia de sí misma irá hacia los demás en entrega espontánea para sanar al que necesita ser sanado, alimentar al que tiene hambre, o amar al que carece de amor. Con su autoestima en alto reemplazará a la mujer "interesada" de la vieja cultura: la que daba porque esperaba recibir en consecuencia, la que buscaba pareja por mera conveniencia, la que incluso a veces (como atestiguó un marido) "se dejaba golpear por las tarjetas de crédito", resultado final del adoctrinamiento que la convenció de su impotencia. ( "Ahora sabes, en cambio, que la Diosa está en ti y que el varón la busca a través tuyo," dice la nueva conciencia. "Puedes, si quieres, representarla como sacerdotisa iniciadoray potenciante, que a través de la unión pone al hombre en contacto directo con lo Divino Femenino''). Chamana, nutricia, potenciadora, la nueva mujer consciente, la mujer Lunar/Solar saldrá de su prisión psíquica hacia el mundo concreto de la tierra, que es su legítimo campo de trabajo. Allí podremos verla día a día, en el espejo en que nos miramos o entre la gente que camina por la calle, atareada en sus obras cotidianas que responderán a las necesidades del planeta, del amor y de la redención del ser humano. LA LIBERADORA COTIDIANA En este momento de la historia sólo las mujeres pueden (si es que quieren) apoyar la entrada o reentrada de nuestro género en la raza humana (Phyllis Chesler, "Mujeres y Locura"). ¿Qué puede hacerse cada día para apresurar liberación y la de los La liberadora cotidiana trata de entrar gradualmente en la actitud propicia . Sigue por ejemplo las sugerencias de Daly, en cuanto a crear otro espacio, otro tiempo, otro lenguaje más adecuados para el "llegar a ser" de la mujer. O las exhortaciones de otras neofemeninas, que consideran necesario reeducar nuestras creencias subyacentes para limpiarlas de las nociones de separación, escasez de recursos y polarización exagerada. Pero trabaja sobre todo sobre sus propias resistencias a la compasión. Las que luchamos por los derechos femeninos sabemos cuánta autoestima se logra en el papel de La Adversaria enfrentada al sistema patriarcal. Y lo difícil que por eso puede resultarnos abandonar ese papel para despolarizarnos con los que nos oprimen; es decir, aflojar la tensión mutua que hay entre ellos y nosotras, para entender sus motivos y compadecer con ellos, compartir sus sufrimientos. Pero ése es justamente el sacrificio que nos pide La Liberadora para actuar en nuestros nudos conflictivos: dar en trueque nuestro orgullo por la compasión capaz de desatar. La autoestima por supuesto no se pierde, y ya ganada de una vez por todas, pasa a un segundo plano. Pero hay que trabajar asiduamente para no reinstalarse en las etapas anteriores de ira y recriminación, al primer brote de enojo ante los múltiples abusos que se sigue cometiendo. Cada vez que lo hacemos, cada vez que volvemos para atrás en el proceso, se recompone el eslabón de una cadena que nos une a los que despiertan nuestro enojo, y que La Liberadora había quebrado con la compasión. Hay que tener cuidado. Necesitamos obviamente una limpieza más profunda de las áreas conflictivas de la psique personal, que puede hacerse por supuesto a través de la terapia psicológica. Pero que también puede lograrse visualizando los problemas mediante sistemas simbólicos como el Tarot, que permiten un diálogo directo con el propio inconsciente. En algún momento la tensión excesiva va a aliviarse, se quebrará definitivamente la cadena, y la energía personal quedará libre para vivificar nuestras zonas más creativas y fructíferas. Otro espacio, otro tiempo, otro lenguaje

Es útil considerar esta propuesta -"otro espacio, otro tiempo, otro lenguaje"-, ya que puede servirnos para ir saliendo poco a poco de una atmósfera social que no permite el desarrollo. Vamos a intentarlo. Espacio. Según Daly, nuestro espacio femenino debe estar ubicado "en el límite o frontera" de las instituciones patriarcales imaginadas como una gran esfera. Será otra esfera más pequeña que tendrá por centro nuestra vida y nuestras experiencias, que sólo pueden irradiar poder de ser si se colocan sin ruido en el borde de lo que antes considerábamos central. Es decir que sin dejar de trabajar e interactuar en la cultura que termina, necesitamos colocar nuestro núcleo personal como corazón de un microcosmos que no choque con ella pero tampoco se deje absorber. Nuestro proceso de crecimiento puede entonces transcurrir en ese espacio preparado para eso y protegido de coacciones. Tiempo. Al entrar a ese espacio también se entra en un tiempo diferente, pues las instituciones patriarcales se empecinan en vivir en una etapa que ya va quedando atrás (como puede observarse, dice Daly, en las casi in mutables liturgias y rituales que las legitiman). Por el contrario, al vivir en la frontera las mujeres nos damos cuenta intensamente de estar viviendo en un tiempo de presente y de futuro, cualitativo y orgánico, que surge de nuestro propio sentido de la realidad. Y que escapa a las mediciones mecánicas del sistema, ya que en este tiempo "los acontecimientos significan mas que los relojes". Lenguaje, Hasta los titulares que se ven en los quioscos de revistas hablan ya de un "lenguaje sexista", que las neofemeninas tratan de contrarrestar. No será sencillo hacerlo, porque deberemos construir entre todas una forma de hablar que no excluya a nuestro género ni denigre nuestra escala de valores, y que incluso refleje nuestra manera más sensoria y directa de experimentar las cosas. Pero se puede, como primer paso, ir cobrando conciencia de los encasillamientos verbales en que caemos comúnmente, y reemplazarlos por el pensar/hablar/actuar creativo que sugiere Daly, la que admite incluso crear nuevas palabras a partir de nuestra esencia de mujeres. Y compasión Abrirnos paso mediante estos recursos hasta quedar fuera de los "círculos de violación" establecidos por el patriarcado, implica una liberación considerable, aunque no definitiva. Queda por resolver en nuestro plano cotidiano el tema de la compasión como actitud de vida, sin la cual lo anterior no tiene efecto perdurable, y que algunas mujeres del Movimiento de la Diosa elaboran a través de su relación especialmente sensitiva con las formas de vida consideradas inferiores. Un insecto en el reino animal, un simple "yuyo" entre los vegetales, ocupan el último escalón de la pirámide jerárquica que simboliza la desmedida superioridad que el ser humano se adjudica. Por eso, ejercitar la compasión hacia estos seres que no entran en los planes patriculturales, puede sacarnos de las prisiones restrictivas de una mentalidad que ya ha llegado a un punto muerto. Corremos el riesgo, es cierto, de que nos llamen excéntricas o directamente locas si recogemos una polilla moribunda para que muera dignamente en alguna maceta, o replantamos una plantita anónima que arrojó desde un balcón la prolija propietaria de un helécho o un rosal. Pero vale la pena, en términos no sólo de solidaridad hacia todos los seres, sino de nuestra propia y esencial liberación. Autoindagación 1. ¿Me animaría a enfrentarme con mi propio núcleo interno para poder liberarme y avanzar? …………..................................................................................................................................... ¿Acepto responsabilidad por mi destino de mujer? ………….................................................................................................................................... 2. ¿Quiero realmente salir de las relaciones afectivas me paralizan?

…………..................................................................................................................................... ¿Aceptaría trabajar sobre mí misma para lograr madurez y disciplina en mis afectos? …………..................................................................................................................................... 3. ¿Soy capaz de afrontar mi sensación de fracaso? ¿Qué me haría sentir menos frustrada? …………..................................................................................................................................... ¿Por qué no puedo imaginar una salida? ………….....................................................................................................................................

Espacio compartido En plena lucha contra el patriarcado leo este fragmento de "Crystal Woman de Lynn Andrews: -¿Quién es Red Dog?-preguntó Ginevee. -Un hechicero malvado que me combate desde hace doce años. -Si lo hubieras honrado y le hubieras hecho sitio en tu campamento no sería tu enemigo." Y más adelante: "-(El espíritu del mal) es tu digno oponente. Es un guerrero que ha venido a visitarte, y aunque sea malvado has de respetarlo. Constrúyele una cabaña de paja y ríndele honores." Son enseñanzas de una chamana australiana, tan viejas como el mundo. Mi reacción es tan incrédula como la de la propia Lynn, pero la idea se me graba. Estoy viviendo la euforia de mis primeros años en el feminismo espiritual, y las analogías resultan claras. Red Dog y el espíritu del mal son lo mismo contra lo que yo lucho. Pero ahora se enciende un signo de advertencia. He pasado meses de intenso sufrimiento, me he instalado realmente en el lado sufriente de la vida y parece repercutir en mí el dolor de la tierra y de todas las mujeres. He asumido el dolor transpersonal, pero no puedo continuar indefinidamente. "Hacer un sacrificio de una vez, que me libere de la necesidad de sacrificios repetidos", me sugiere el Tarot. Y ahora el sacrificio de liberación parece ser el que sugiere la chamana. Lo que tengo que sacrificar es simplemente mi orgullo. Lo pruebo primero con cosas triviales. Le rindo homenaje y acepto en "mi campamento" (o sea en mi vida) el ruido insoportable de un motor que no me deja dormir desde hace días. A la mañana siguiente el ruido cesa. Entonces me animo a más: venciendo toda mi terrible resistencia, usando todas mis posibles artimañas racionales, le rindo honores al propio patriarcado, acepto su existencia, sus motivos, su eficiencia. Eso no significa que vuelva a cerrar los ojos ni que deje de esforzarme por el mundo que vendrá. Pero la Diosa también es compasión, y he de instalarme en esa nueva etapa si no quiero agotarme en el intento. "¿O quieres que los espíritus malvados arrojen para ti los huesos de la muerte?", previene la chamana. Ira, recriminación y compasión. Debí hacer un esfuerzo innegable (y que no acaba) para dar el tercer paso. Pero los resultados fueron inmediatos. Fue realmente como si se hubiera quebrado una cadena, y el resultado del aflojamiento de la tensión polarizada fue, entre otras cosas, el presente libro. Al salirme del tironeo energético con el sistema de los patriarcas, se me abrieron otras vías de contacto con personas inteligentes y sensibles -tanto mujeres como hombres- que también han constituido sus esferas vivenciales, como aconseja Mary Daly, en torno de su propio centro de poder creador. Y esas mismas personas, de diversas maneras, me ayudaron a no retroceder. Al aflojar las tensiones una siente que cae en el vacío, como si hubiera soltado lo que sostenía su identidad. Pero es tal vez el salto necesario de que hablan todos los programas importantes de desarrollo espiritual. Ese salto al abismo que también se describe como animarse a cruzar "el puente del arcoiris", y que el mismo Indiana Jones tuvo que dar en la ficción, casi al final de "La Ultima Cruzada". Lo que se encuentra abajo es vasto, desconocido y poco descriptible, y hay que ir reconociéndolo de a poco, como un explorador. Faltan las referencias de los condicionamientos, de los patrones repetidos, de las

muletas que había construido el ego; y lamentablemente una regresa a cada rato a respirar la vieja atmósfera contaminada de dualismo, de furores , y de obstinada desilusión. Poco puedo decirte en concreto, porque para cada persona es diferente y la verdadera perspectiva se logra con el tiempo. Pero sin embargo estoy segura de algo , y es de haber descubierto maneras menos arduas de vivir, que no tienen que ver con mayores ingresos económicos, sino con modos más precisos y sensatos de utilizar mis energías. Y lo mejor es que después de un tiempo se empieza a disfrutar de la paz que se instala en los centros psicofísicos. Esa paz que bien pudiera ser el bien mayor que se consigue a cambio del orgullo, y que bien ha valido el sacrificio,

PERSPECTIVASFUTURAS: EL OCHO, EL NUEVE Y EL DIEZ Los tres últimos aspectos de la Diosa preanuncian la emergencia de lo Femenino Consciente. LaConectora, la Nutricia y la Potenciadora duermen aún en el capullo a punto de estallar, pero ya muchas mujeres perceptivas asumen sus cualidades, como anticipos vivos de lo que vendrá. Describir las manifestaciones de estos tres últimos aspectos obliga más que nunca a mirar hacia el pasado con intención recuperadora, y a imaginar el futuro con audacia libremente visionaria. Lo Femenino Consciente que teje conexiones, alimenta y enseña a vivir plenamente en la Tierra, está apenas asomando en el horizonte humano. Hemos de estar atentas a su desarrollo, por lo que cualquier dato que nos pueda dar idea de sus características resulta muy importante. Es aquí -y con toda razón- que las mujeres patriarcales se declararon derrotadas y dieron por terminado su trayecto. Y es aquí donde podemos recoger nosotras esa herencia y llevarla adelante en nombre de ellas, de nosotras mismas y de nuestras hijas. • Tejer relaciones mágicas entre las cosas • Mantener y nutrir la nueva vida que surge de ellas • Transmitir sabiduría potenciadota Estas tareas llevan hasta sus máximos alcances los roles de Sanadora, de Madre y de Amante, es decir las funciones esenciales de la mujer recuperada para la humanidad. Ejercerlas implica el reconocimiento y la aceptación definitivos de nuestro poder de ser. Tras cinco mil años de negación de ese poder, surgen con todo sospechas y temores que no podemos ignorar. Aclaremos entonces varios puntos importantes. 1. No hay que temer que se degeneren las costumbres: la degeneración de las costumbres naturales, hoy muchas veces disfrazada de ética, es precisamente lo que las nuevas mujeres quieren detener. 2. No hay que temer que extraños cultos femeninos amenacen la seguridad humana: lo que se espera es que nuestra presencia pacificadora elimine precisamente el culto que más vidas sacrifica, el de los dioses de la Guerra. 3. No hay que temer que la mujer potenciada se dedique a peligrosos manejos de la fuerza. Esa es precisamente la manera en que el reprimido poder de la mujer funcionó en el patriarcado; es decir, distorsionado y abusado por mentes que asumían sin querer un arquetipo negativizado. La bruja maléfica es la mejor creación de los patriarcas. Por el contrario, la mujer libre y consciente es el factor conciliador activo que el mundo necesita. Sus compromisos son ante todo con lo femenino arquetípico, con el universo y con su responsabilidad espiritual. Lo que sigue es sólo una especulación que traza líneas desde el punto presente de la liberación de las mujeres, hacia tres diferentes posibilidades femeninas que vale la pena tratar de realizar.

Para la Cabala Hermética el Ocho es la esfera de la Magia y de la canalización sin obstrucciones de los poderes divinos hacia el plano terrestre. El Nueve es el punto de reunión de todas las influencias anteriores que surgieron del Uno, para que al fin el ser llegue a dar fruto. Y el Diez es el mundo material sacralizado, donde culmina el plan de la creación. No es disonante que de esos tres números surjan los tipos de la chamana sanadora, la madre sin trasfondos conflictivos y la sabia maestra del buen vivir en el planeta. De aquí en adelante, imaginemos sin temor.

Más allá de la propia identidad se extiende el universo. Pero esa inconmensurable vastedad tiene sus rutas, sus redes nerviosas y sus intersecciones o puntos de contacto • Si una entidad, humana o no, sabe quién es y cuáles son sus funciones asignadas, puede integrarse al gran sistema orgánico y ocupar su lugar en el circuito de conexión universal. Se lo ha ganado por haberse hecho preguntas, por haber averiguado las respuestas y por haber roto los nudos que le impedían el libre movimiento • Su sistema psicofísico es el instrumento comunicador de dos extremos que le permite recibir y transmitir, tomar y dar, y hacer posible que el plan se desarrolle. Dentro de la mujer, el arquetipo Conectar le enseña cómo hacerlo y cuáles puntos inconexos son los que debe religar.

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Tejer la tela Cambiar de forma Tecnología sagrada de transformación

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA. VIDA: al ser uno de los aspectos de la Diosa que aflorarán con la emergencia de lo Femenino Consciente, no puede hablarse aún de modos generalizados de manifestación en las mujeres. Por ahora sólo se hace sentir como un deseo profundo de curar las divisiones que afligen a nuestro mundo, y una vocación de convertirse en sanadora de los que han caído en esas desgarrantes divisiones. LA QUE CONECTA Más de una vez se ha dicho que la gran dolencia de esta era es la desconexión, que en las escuelas esotéricas recibe el nombre más benigno de "la ilusión de separatividad". Es ilusión, sin duda, porque una mínima experiencia de los mundos interiores prueba fácilmente que todo está más conectado de lo que parece; y que por debajo de la superficie racional, muy cerca de ella, hay toda una dimensión de coincidencias y sincronicidades, asociaciones desacostumbradas y cosas aparentemente muy disímiles que encajan con toda precisión. No se cree en ellas porque al negar a la Diosa se ha negado también el factor Conectar de lo femenino universal, que mantiene unificada a la tela de la vida. No se cree en ellas porque aceptarlas socavaría la noción del ego separado de la Conciencia Madre, que fundamenta toda la construcción dualista patriarcal. Pero por debajo del no creer está el deseo esperanzado de que, efectivamente, la realidad total esté interconectada y sean posibles las uniones que la mente racional llama milagros. Lo Femenino es esencialmente conector, y por lo tanto corresponde que uno de los aspectos de la Diosa sea la Conectora o Tejedora, como también la denomina Matthews. La deidad femenina es la que crea la forma (del mismo modo que la madre física plasma con su sustancia el cuerpo material del hijo en gestación), y crear la forma es en última instancia hacer uniones múltiples dentro de un plan maestro; realizar conexiones entre tejidos básicos, que a su vez son series de lazos formativos. Toda mujer que teje sabe intuitivamente lo que es crear la realidad. Pero veamos un poco dónde estamos. Después de haber llegado a las profundidades con los aspectos anteriores, es preciso salir para llevar de vuelta al mundo los descubrimientos de la jornada interna. Y esa salida es esencialmente conectora, porque la energía se vuelve otra vez hacia el afuera buscando puntos exteriores con los que relacionarse, para cumplir la siguiente fase del circuito. El movimiento de la energía tiene su plan: los aspectos 1 a 3 (Energizadora, limitadora y Protectora) dirigieron la atención desde el ego hacia el entorno; los tres siguientes (Iniciadora, Desafiante y Liberadora) invirtieron el efecto y la llevaron hacia adentro. Y ahora los tres restantes salen otra vez con impulso centrífugo, buscando reconectarse, nutrir y potenciar. Así pues, el Arquetipo Conector señala una primera salida enriquecida, hacia un mundo que clama urgentemente por factores enérgicos de sanación. Y es según este criterio que conviene apreciar el movimiento actual revalorador del chamanismo y las demás técnicas de curación tradicionales, consideradas no ortodoxas por la actual cultura, y en gran parte impulsadas por mujeres que ya han atravesado sus crisis de identidad. Como Perséfone, lo Femenino Consciente necesitó habitar en las profundidades para resurgir con facultades terapéuticas, que consisten, sobre todo, en la capacidad de enlazar el adentro y el afuera en un único circuito armonizado.

Las conexiones femeninas

Si la conexión es un mecanismo natural que hasta ahora fue inconsciente en la mujer, alarma preguntarse cómo ha venido funcionando en los últimos milenios bajo el sistema patriarcal, y qué puntos de la red de lo viviente se dedicó a enlazar, sin que las mismas mujeres lo supieran. Dicho en otras palabras, qué cosas conectaron las mujeres o con qué se conectaron ellas mismas bajo la superficie de su percatación. Para la visión chamánica todo está intervinculado, todos ocupamos puntos de intersección en la infinita telaraña que transmite vibraciones energéticas por medio de sus hebras. Ubicada en cualquiera de esos puntos, una mujer consciente puede ejercer a voluntad su proverbial habilidad de mediadora que le permite múltiples efectos: enlazar factores indebidamente separados, suavizar polaridades demasiado tensas, trasladar energía de un polo más cargado a otro de nivel bajo, y en general equilibrar desequilibrios y alinear lo que esta desalineado. Si la red funcionara como podemos suponer que corresponde -es decir, a favor de una mejor evolución del mundo y de la especie-, el tejido universal palpitaría de vibraciones estimulantes para cada uno de sus puntos. Por los hilos de la trama circularían energías traducibles en fertilidad creadora, placer físico, goce espiritual y plenitud emocional, para aliviar durante sus ajustes dolorosos a los que evolucionan. Desde cada punto convertido en centro de emisión y recepción, se comunicaría a la fuente de salud con el enfermo, a lo colectivo con lo individual, a los planos del espíritu con los planos materiales. Pero en el presente estado de las cosas (tal vez logradas sólo a medias todavía, en esta víspera de la adultez universal) las que debemos oficiar de conectoras seguimos vueltas sobre nosotras mismas, estudiando absortas nuestro problema individual. Enredadas aún en nudos múltiples de inadecuadas conexiones, que tal vez constituyen nuestros capullos de crisálidas de los que saldremos transformadas, pero que no nos dejan funcionar en lo transpersonal. ¿Con qué nos hemos estado conectando las mujeres durante nuestra larga incubación? A juzgar por los resultados perceptibles, nos hemos vinculado con dos tipos principales de factores inconscientes: a) lo que nos mantiene en dependencia, para responder a viejos adoctrinamientos patriarcales acerca de la inferioridad o secundaridad de la mujer; b) lo que nos produce sufrimiento, para responder a culpas arraigadas que provienen de la distorsión del símbolo de lo Divino Femenino, y de mitos consecuentes corno el de Eva. Una habilidad desprovista de conciencia puede tener infinidad de consecuencias lamentables, traducidas por ejemplo en los problemas que habitualmente nos abruman: relaciones afectivas destructoras, creatividad frustrada, sub-desarrollo de nuestras auténticas capacidades, impotencias ilusorias que hacen estallar nuestros sistemas psicofísicos. Sin el control consciente, cualquier don se convierte en maldición. Sin embargo ahora llega el momento de abrir los ojos y revisar las conexiones. Si cada una de nosotras tejemos nuestro mundo personal según las hebras conectoras que elegimos, lo que hay que hacer es desatar los nudos que empezó con el Aspecto 7), cortar los hilos que nos atan indebidamente a dependencia y sufrimiento, y establecer enlaces más propicios para poder crecer. Miles de mujeres lo hacen hoy en día, y el tejido se agita con cambios incesantes. No es raro que haya efervescencia e inquietud en casi todos los sectores, acostumbrados a los viejos pactos. Pero conviene recordar que la Conectora femenina no« busca sólo su beneficio personal. Los últimos aspectos de la Diosa producen tipos de mujeres comprometidas con los otros y con el universo, y es fácil ver que el bienestar de todos depende más de conectoras libres y desarrolladas que de entes femeninos estereotípicos y encapsulados, cuya mayor contribución es la insatisfacción cargada de resentimiento. Para funcionar según requiere el universo, hemos de contactar con fuentes interiores de poder cuyas vibraciones puedan pasar a través nuestro, equilibrándonos, y se dirijan luego hacia los objetivos que les marquemos con discernimiento y voluntad: los seres débiles, los que no saben hacer contacto por sí mismos, el planeta sufriente que nos necesita como vías de sanación. Hemos de hacer contacto, por ejemplo: 1. con el amor universal auténtico, y no con nuestras proyecciones personales adheridas a otros en el plano horizontal. (Las grandes pasiones en un mismo plano de existencia son siempre destructivas,

porque recargan el circuito entre dos seres semejantes y carecen de vías de desahogo proporcionales a su intensidad, ligada a lo arquetípico : Tristán e Isolda, Romeo y Julieta, Abelardo y Eloísa son clásicos ejemplos que acabaron en tragedia, porque confundieron el objeto humano con el arquetipo suprapersonal), 2. con símbolos universales de alto poder transformativo, y no con imágenes simbólicas manipuladas intencionalmente para tener a raya nuestra actividad. (Eva como agente del mal, por ejemplo, o los estereotipos familiares de las brujas que ridiculizan a las mujeres con poder de ser, son instrumentos eficaces para contrarrestar la necesaria acción de las mujeres. En contraste, la Diosa como símbolo de lo Divino Femenino está haciendo mucho por devolvernos nuestro autorrespeto y dignidad). 3. con la creatividad universal en estado puro, y no con creaciones ya elaboradas y traídas a este plano por creadores masculinos. (Si las mujeres seguimos produciendo creaciones de segunda mano imitadas de los hombres, al universo le seguirá faltando nuestro aporte diferente y seguirá en estado de esterilidad, como habitado por un solo sexo). 4. con las fuentes del orden natural, de donde surge la preservación del universo y de sus habitantes, y no con fuentes secundarias de ordenamiento humano que cada tanto -como ahora- se renuevan como meros paradigmas. (Conectarse con los ordenamientos patriarcales, por ejemplo, paraliza a las mujeres). Son tareas de dificultad indiscutible, que se irán aprendiendo con el tiempo y ya son propias de lo Femenino Consciente que empieza a emerger. Pero pueden formularse como otras tantas formas de participar en la gran obra! sanadora que curará al mundo de sus divisiones, y que iremos asumiendo gradualmente. Ubicada en un punto intermedio, la nueva conectora no pondrá la atención en ella misma sino en un destinatario carenciado, y oficiará sólo de canal de transmisión (lo contrario recarga sus circuitos y la perjudica). Será lo que Matthews denomina "una sensitiva acompañante de lo Creado", y para efectuar sus conexiones escuchará atenta la voz olvidada de la Tierra que le dictará sus prioridades. Chamana y maga transformadora, producirá los cambios necesarios que requiera la nueva etapa de la vida sobre el plano material, menos departamentalizada y con mejor fluir de la energía entre los seres vivos. Asumirá, en suma, la responsabilidad espiritual de sus acciones conectoras, que ya no responderán a sus pulsiones inconscientes sino al claro propósito de su existencia en la Tierra. LA CONECTORA ARQUETÍPICA Como arquetipo universal, la Conectora o Tejedora aparece en las mitologías de múltiples maneras siempre asociadas con transformaciones -ya que manipular las energías produce cambios-, y con características muy atractivas para la imaginación: por un lado el misterio y encanto de las hechiceras, por otro el humor lúdico y vital de ciertas brujas y chamanas, por otro la imponencia cegadora de las diosas curadoras y alquimistas. Pero también es importante el enfoque más cercano de la literatura neofemenina de ficción, y he elegido como ejemplo tres pares de mujeres conectoras que aparecen en tres obras: "El Clan del Oso Cavernario", de Jean Auel (1980); "Las Nieblas de Avalon", de Marión Zimmer Bradley (1982) y "Mujer Chamán", de Lynn Andrews (1981), porque en conjunto muestran una tradición continua de maestría femenina en el arte de combinar y conectar. Es decir, de efectuar transformaciones de la realidad tangible. Iza y Ay la. La Iza y la Ayla de Jean Auel se mueven en los bosques todavía intactos del sudeste europeo de hace treinta mil años; la misma zona donde mucho más tarde, en el Neolítico, florecerían las culturas de la Diosa hoy excavadas y descriptas por Gimbutas. De una a otra pasa un legado antiguo de curanderas maestras, que es mezcla de experiencia recordada y dotes naturales de intuición rodeadas del misterio y los secretos de su oficio. Agentes de los espíritus, dice Auel, aunque no puedan interceder directamente ante ellos. Y agentes de las fuerzas nutricias de la Tierra, que discriminan en las plantas, canalizan y mezclan para fines cotidianos o sagrados. La de Ayla es ante todo una aventura evolutiva, que prefigura la de la mujer consciente enfrentada a sus nuevas posibilidades. Es un ser aparte, diferente de los que la rodean porque ya pertenece a un escalón más avanzado; pero en su marcha hacia el futuro lleva con ella la tradición de sabias hembras curadoras que se remonta a las épocas prehumanas. Morganay Viviana. En los siglos oscuros de lenta transición entre el mundo romano y la Europa medieval, o entre paganismo y cristianismo, la Morgana y la Viviana de Las Nieblas de Avalónson también mujeres

sabias conectaras que ven desaparecer su cultura centrada en la Gran Madre, la vigencia de sus principios femeninos y el respeto hacia su' religión. La tradición femenina que ahora debe hundirse en, el olvido es ya muy refinada y muy compleja, teje con las hebras del nacimiento y de la muerte, los estados alterados de conciencia y la visión oracular. Las sacerdotisas de Avalón, que Marión Bradley tal vez logró invocar por memorial analéptica junto al pozo sagrado de Glastonbury, están lúcidamente conectadas con todos los puntos de la red de la creación y hacen circular por ella las fuerzas de la vida. Agnes y Ruby. En nuestros días, en una pobre reserva indígena de Canadá, otra rama de la tradición de conectoras se corporiza en la Agnes y la Ruby de Lynn Andrews. Son otro tipo de chamanas, para acceder a ellas tenemos que tener cierto tipo de iniciación o santo y seña que nos haga leer sus códigos. En un mundo que ha llegado a parecer abstracto hasta un grado insostenible, son como sólidas extensiones de la Tierra pero con fibras que llegan hasta los planos estelares o hasta las primeras causas. Saben; esa es la sensación que emana de ellas como algo bien tangible. Y aunque se discuta si los viajes de Lynn Andrews han sido físicos o imaginarios, esa aura sólida y tranquilizante habla de un contacto interno bien logrado con la larga tradición de las mujeres conectoras. Una cadena entretejida de visiones, experiencias corporales y sabia domesticación de la energía. La inspiración y habilidad de las autoras proviene por supuesto del Arquetipo Conector, que se complace en múltiples disfraces y en apariciones impactantes. Cada vez que un personaje femenino o una deidad mitológica efectúe sus pases mágicos (ya sean Circe, Ceridwen o la Madrastra de Blancanieves, que como tantas otras conectoras es un aspecto de la Diosa Oscura distorsionado para aterrorizar), detrás estará La que Conecta destejiendo y retejiendo la tela de lo que existe, para abrir caminos nuevos a las energías creadoras. El Arquetipo Conector en nuestra vida Estos tres últimos aspectos de la Diosa (números 8, 9 y 10) no se manifiestan en la generalidad de las mujeres de maneras descriptibles. Chamanas y sacerdotisas conectoras, por ejemplo, son todavía muy raras: seres aparte que esperan su inserción en una futura sociedad flexible que les abra espacios nuevos. Pero, al menos, podemos tratar de comparar lo que ya intuimos que el arquetipo desarrollaría en nosotras, y las constricciones reales que sobre esa zona de la psique femenina se ejercen con celosa vigilancia. La Conectora, desde ya, nos sacaría de la ilusión separatista e impediría la sensación de soledad. Un punto de un tejido no puede concebirse como entidad aislada, las hebras de la tela de una araña no pueden dejar de recibir señales vibratorias de las demás hebras. Lo que llamamos soledad es realmente un estado de ignorancia respecto de ese patrón de relaciones; o el tener concentrada la atención únicamente en alguna de las hebras, que se recarga así con demasiada tensión polarizada y acaba por cortarse. Las relaciones patriarcales suelen ser de este tipo. Preferencias y juegos de tensión, más que intercambio libre de múltiples influencias. Una sola hebra del tejido -o persona, o situación- en lugar de todo el campo de elecciones. Una sola actitud empecinada, en lugar de tejer nuevas opciones todo el tiempo. Por eso el neofeminismo propone ahora una postura abierta que nos saque a las mujeres de ese patrón jerarquizante, y La Conectora nos advierte: Inclusión y adaptabilidad en lugar de exclusión y rigidez. La idea es que dentro de nosotras hay un sistema de dos puntas que nos permite insertarnos de diversas formas, siempre renovables y cambiantes, entre pares de nudos de la realidad; entre polos de circuitos incontables que hasta el momento están establecidos sólo a medias, y que nuestra mediación puede activar. Sin ir mas lejos, el circuito sagrado entre los clásicos opuestos patriarcales de sexualidad y espiritualidad, que para las mujeres no son incompatibles y se realimentan desde siempre en nuestro funcionamiento natural. Lo que pide el arquetipo conector “La energía dirigida provoca cambios. Para ser íntegros, hemos de reconocer que nuestras elecciones tienen consecuencias, y que no podemos escapar a la responsabilidad de dichas consecuencias. (Starhawk, "Soñando lo Oscuro").

El arquetipo conector nos pide ante todo sentirnos parte de un organismo más grande que nosotras. Y pese a nuestra falta de autoestima, admitir que es posible que seamos necesarias para la construcción del mundo del futuro, discriminando y decidiendo qué queremos que incluya en sus características y qué no debe repetirse en él. Alguien (nosotros, remarca Starhawk) debe empezar a hacerlo, porque no es posible que se deje en las manos insensibles del azar o la entropía la realidad que habitarán los hijos de nuestras hijas, nuestra lejana y desatendida descendencia. Preparar nuevas vías para que la vida se desarrolle, dice la teáloga Caitlín Matthews. Activar nuevas hebras con nuestra atención consciente, imaginar nuevas alianzas, crear mejores conexiones. Ese sería el programa general que diagrama dentro nuestro la actividad del arquetipo, que siempre se percibe como el impulso de hacer algo. Sanear nuestras relaciones con lo que nos rodea, sugieren las psicólogas que anuncian la llegada de lo Femenino Consciente: nuestras relaciones con lo femenino, con lo masculino, con nuestro cuerpo físico y con la Diosa. El arquetipo nos pide estar en condiciones de ejercer sin trabas nuestras capacidades conectoras, y esos podrían ser los primeros pasos que la mujer de hoy puede decidirse a dar para lograrlo. Se nos pide, al fin de cuentas, no permanecer pasivas cuando se puede hacer algo para mejorar las cosas. La Conectora es, en esencia, transformadora de la realidad. Lo que impone el estereotipo cultural El estereotipo femenino ha impuesto siempre mujeres separadas unas de otras y del mundo, conectadas exclusivamente con su familia nuclear, y por lo mismo mucho más vulnerables a los posibles fracasos de su rendimiento dentro de ella. La esposa-madre estereotípica no está respondiendo a requerimientos tan fundamentales de su ser como la mujer en la que es fuerte el arquetipo de Hera Oa Esposa con mayúscula) o el de Deméter la Madre), que al no ser escuchados hacen perder todo el sentido de la vida. Más bien su error ha sido cultural: aceptar e incorporar roles muy persuasivos, diseñados para beneficio del patriarca y sin los cuales se siente en falta. (Se le vende el matrimonio por la fuerza, dice Barbara Walker, tan agresivamente como cualquier producto de consumó). Pero de todos modos sus exclusivas conexiones son con ellos, y los demás caminos suelen quedarle cerrados. ( "La socialización de la mujer promedio en el sistema patriarcal, la dirige hacia la condición de esposa como hacia el único trabajo para el que tiene condiciones"). De aquí surge la represión del arquetipo conector, que exigiría que muchas vías estuvieran disponibles para la circulación de la energía, y que cada una de nosotras adquiriera conciencia de que su mundo es más grande. Cualquier actividad transpersonal desbordaría al estereotipo de la mujer-objeto funcional, e incluso al de la mujer como posesión celosamente valorada. Al molde cultural, en suma, le interesa una mujer no expansionada en todas direcciones -como lo está la conectora en cualquier punto de la red-, sino enfocada en una sola línea. Toda su ginergía (que si no la renueva nunca será bastante) debe aplicarse en ese único sentido, si es que quiere lograr las ilusorias recompensas ofrecidas: felicidad, seguridad, respeto o plenitud emocional que nunca llegan. Es por eso que la suprema independiente, la tejedora autónoma que fabrica la tela de su propia vida, suele ser denigrada y rechazada como elemento peligroso. La chama-na conectora, la sanadora natural, la simple mujer soltera o divorciada maneja su energía y goza de soberanía sobre sí misma. Por eso hay que tratar de aislarla, de evitar que haga contactos, de presentarla a los demás (y sobre todo a las demás mujeres) como una amenaza. No vaya a ser que ellas descubran que son capaces de imitarla. Cuestionario ¿Qué falsos opuestos, que yo siento compatibles, me gustaría poder combinar? ………………………………………………............................................................................. ¿Qué desequilibrios querría poder equilibrar en el mundo que me rodea, si es que realmente tuviera el poder de hacerlo?

………………………………………………............................................................................. ¿Puedo llegar a admitir que en el fondo tengo capacidades mediadoras y de conexión ………………………………………………............................................................................. ¿En qué circunstancias he sentido que podía hacer algo en ese aspecto, y por qué no lo he hecho? ……………………………………………….............................................................................

SEGUNDA PARTE LA MUJER CONECTORA Lema: "El mundo me necesita, pero no como ente aislado en mi propio microcosmos, sino como tejedora de nueve realidades colectivas" "El trabajo de la mujer es la transformación. Hacer algo a partir de nada, dar forma a lo informe".(Nor Hall, "La Luna y la Virgen"). El nuevo feminismo espiritual nos habla en estos tiempos de la Mujer Shakti, la mujer realizadora que en la definición de Vicki Noble es la que siente el llamado de la Diosa Oscura, "la seria y profunda voluntad de vivir que surge desde el interior del cuerpo del planeta", y se empeña en efectuar su curación. Esta chamana urbana es la versión actual de la Conectora arquetípica, que bulle en las mujeres tratando de corporizarse y lleva a algunas de ellas (como a la protagonista real del film "Resurrección") a dejar los espacios conocidos y dedicarse a trabajar en soledad, en un retiro muchas veces desierto y sin testigos. Estas creativas solitarias, dice Noble, aprenden su trabajo a través del arte, la meditación, los sueños, la dirección de guías espirituales, quizá incluso de libros. No son necesariamente personas aisladas ni tristes, sino simplemente gente normal que se toma su tiempo para cumplir lo que ha reconocido como "la Tarea". La Tarea, por supuesto, es de sanación: curar las divisiones del macro y microcosmos utilizando las habilidades de la Tejedora Universal. Comunicándose exclusivamente a través de las hebras de la red. Saneando conexiones invisibles y rehaciendo la trama de la vida individual para que se refleje en el entorno. Es la misma tarea que desde otra postura recomiendan las psicólogas de la nueva conciencia femenina. Hay varias sanaciones diferentes que cumplir, y Connie Zweig, por ejemplo, las ha clasificado en cuatro rubros: 1. curar nuestra relación con las mujeres y lo femenino, porque necesitamos llegar a hacernos madres de nosotras mismas a través de un proceso de discriminación y selección. ( Las preguntas a hacerse serían dos: Qué es lo que no acepto heredar de mi madre porque no me corresponde; Qué es lo que acepto heredar de ella porque puedo continuar elaborándolo). 2. curar nuestra relación con los hombres y lo masculino, porque necesitamos poder hacer de padres de nosotras mismas y actuar a partir de nuestras propias opciones personales más que a partir de nuestros sentimientos hacia ellos. (Las preguntas a hacerse serían éstas: Qué es lo qué hago habitualmente para ser diferente de mi padre; Qué es lo que hago habitualmente para ser como él; Qué sería lo que yo personalmente querría hacer). 3. curar nuestra relación con ritmos, instintos y deseos, porque necesitamos volver a hacer sagrado nuestro cuerpo femenino y celebrar sus misterios. (Aquí habría que preguntarse por qué han desaparecido los rituales femeninos, y por qué la espiritualidad está escindida de la sexualidad cuando para la mujer van siempre juntas). 4. curar nuestra relación con los arquetipos de la Diosa, porque necesitamos despertar de nuevo a la divinidad de lo femenino. (Aquí conviene preguntarse seriamente qué efecto le ha causado a nuestra dignidad la ausencia de la Diosa y cuáles serían los beneficios de restaurar su culto). Se trata en suma de varios pasos de la Tejedora: a) desvincularnos de los factores que nos perjudican Gas cualidades de nuestra madre y nuestro padre que no debemos repetir porque no corresponden a nuestro esquema evolutivo personal; la indebida escisión entre espíritu y sexo o entre cuerpo y espíritu; la autoridad espiritual exclusivamente masculina que nos separa de Dios); b) seguir vinculadas con lo que está de acuerdo con el propósito de nuestra vida ( las tareas que nuestros padres dejaron inconclusas y que nosotras podemos completar); c) revincularnos con factores necesarios que hemos perdido y hemos de recuperar (los rituales femeninos que sacralizan nuestros cuerpos y los tránsitos de nuestras vidas; la Diosa como deidad de las mujeres). Aparte ha quedado por supuesto otro tipo de saneamientos importantes que estudian otras autoras, y que también se relacionan con nuestros actos de desconectar y conectar. Vicki Noble, por ejemplo, da excelentes consejos para cortar los nexos indeseados, que como fibras invisibles al ojo no entrenado comunican nuestros centros energéticos con viejas relaciones, viejos pactos o voluntades represoras. La

chamana consciente debe saber con qué está vinculada y no aceptar los ataduras que su voluntad libre no desea. En este diestro juego estimulante, el buen humor de la tejedora transformista no estará lejos de las lágrimas que siempre implica un corte. Pero los resultados bien valdrán la pena. Sanar es reconectar Cuando el ego individual pudo diferenciarse de lo colectivo, la conciencia humana dio un paso trascendente y necesario. Pero en lo que se refiere al buen funcionamiento psicofísico, su avance desbocado en esa dirección acabó siendo una des-gracia. Falta, efectivamente, la gracia de la Diosa: la mezcla de belleza, benevolencia, amor materno, deleite sensual, ternura, compasión y cuidados solícitos que el sánscrito condensa en la expresión karuna y que es también la significación original de la palabra caridad. O de la beatitud que los griegos implicaban en el término carisma o carisma, la gracia de la Madre. El carisma de la mujer para ejercitar funciones de partera, enfermera o asistente de los moribundos fue reconocido siempre, porque se intuye que es parte del equipo natural de la hembra humana. Pero nosotras hemos estado cortadas de la Fuente durante miles de años, y el carisma ha llegado a su mínima expresión en casi todas, se ha secado en la gran mayoría, ha sido reprimido y olvidado salvo en unos pocos casos de excepción. Anatemas, prohibiciones y legislaciones antifemeninas fueron dejándonos aisladas, sin memoria y proyectando siempre fuera de nosotras nuestras capacidades sanadoras y nuestro derecho de ejercerlas. Hoy la medicina se halla en el punto más alto de una crisis -siempre el más propicio para que broten soluciones-, y se empieza a sospechar que lo que está necesitando se parece mucho a lo que el desarrollo hiperracional y tecnológico se empeñó en desterrar: lo femenino arquetípico. Dicho de otra manera, la mujer sanadora, no meramente asistente y solícita. El vaivén cultural de los tiempos tiene mucho que ver con el problema. En "Woman as Healer, la Dra. Achterberg hace notar que "durante las épocas en que se ha reverenciado a la naturaleza y la deidad principal ha sido femenina, las mujeres han practicado la medicina libremente. Pero cuando la deidad gobernante ha sido masculina -como en Occidente en los últimos cinco mil años- este derecho les ha sido negado oficialmente y las sanadoras han sido ridiculizadas, excluidas y violentamente perseguidas ". La cuestión, por lo tanto, pasa por el destierro de la Diosa y su consiguiente desprestigio, y volverá a pasar por ella en el sentido inverso cuando se produzca su total regreso y revaloración. Pero por ahora imaginemos y pensemos. Aceptemos por un momento la noción de que el enfermo está aislado de la gracia de la Madre, su fuente personal de nutrición. Aceptemos que se ha salido de las mallas de la red vitalizante, y que el precio de su ego demasiado separado ha sido su alma: es decir, su propio sentido de la vida, su yo auténtico cambiado por estereotipos culturales. Sólo una conectora consciente y voluntaria puede ayudarlo a reinsertarse y hacer contacto nuevamente con su poder de ser. La medicina tecnológica puede aliviar los síntomas, y sabe hacerlo de maneras cada vez más eficaces. Pero la sanación se relaciona con visiones más completas; cuadros más amplios donde la medicina podrá asumir, con mayor realismo, su condición más limitada de instrumento aliviador de consecuencias físicas, componedor de las heridas que se inflijen a ellos mismos los que se niegan a la gracia de lo Femenino Universal.

LA CONECTORA COTIDIANA Podemos crear sistemas y relaciones que liberen y potencien (...) Reformar el mundo a imagen de la libertad requiere una acción libremente elegida. (Starhawk, "La Verdad o las Consecuencias").

En lugar de enredarse en las hebras de sus energías, la conectora cotidiana puede tender a ser más libre y a colaborar en la libertad de los demás. El día que conozca bien los manejos chamánicos de la red energética, la mujer normal será una nueva clase de agente activo del poder creador. Podemos imaginarla desde ahora con las características que puede darle el saneamiento de sus relaciones: a) alineación con su trabajo evolutivo personal, sin trabas ni desvíos innecesarios; b) equipo psicofísico clarificado de intrusiones, sin drenajes provocados desde afuera; c) autonomía de mente y cuerpo, sin ideas autoritarias inducidas ni controles ajenos sobre sus funciones; d) buena comunicación de sus niveles interiores con su cuerpo y a través de éste con el mundo, sin jerarquizar a unos sobre otros; e) buen contacto directo con el nacer y el morir, sin artificialidades que empañen esas dos grandes experiencias que la cultura ha profanado al trasladarlas a los hospitales. Muchas otras cosas podrían agregarse, pero es mejor trabajar sobre unas cuantas hasta aceptar que pueden ser posibles, y familiarizarse gradualmente con los nuevos modelos femeninos. Pero creo que, ante todo, conviene tener en cuenta los instrumentos naturales que tiene la mujer para este tipo de trabajo, y que en último término son dos: su imaginación creadora y su organismo físico, especialmente su cerebro y sistema nervioso. Entre ambos se despliega la "tecnología sagrada" de que hacen uso experto la chamana, la sacerdotisa o la sibila oracular, pero que está poniéndose al alcance de todas las mujeres en el alborear de sus conciencias. La imaginación ha. sido siempre la clave conectora, porque puede abrir puertas, elegir hebras del tejido por donde avanzar, enfocar metas y visualizar los polos más remotos del circuito. Es por medio de imágenes que se detecta y enfoca la fuente de energía, por ejemplo, cuando hay que transmitirla al que está despotenciado; es por medio de imágenes que se logra contacto con lo que se quiere contactar, o que se vinculan los puntos separados que deben formar circuito. El organismo físico de la mujer tiene detalles que concuerdan con su prestigio de mediadora vinculante. Al parecer (según descubrimientos muy recientes que reportan Sjöö y Mor en "La Gran Madre Cósmica), en el cuerpo calloso del cerebro femenino habría más cantidad de conexiones que relacionan a ambos hemisferios, lo que probaría que las mujeres no tendemos a separar el sentimiento de la lógica sino a sintetizarlos. Y habría también más conexiones entre el cerebro anterior y el cerebelo, que permiten integrar el placer físico a los más altos centros del cerebro, y fusionar así lo sexual-sensorial con los estados superiores de conciencia. Munida de este aparato tecnológico la mujer es fácilmente conectora, mediadora y sanadora natural. Fácilmente chamana, sacerdotisa y maga (es decir, cambiadora de estados de conciencia). El Aspecto Conector o Tejedor de la nueva realidad es el primer rostro de la mujer genuinamente libre y dueña de su personal soberanía, que por definición no está desentendida (desconectada) de los sentimientos o la suerte de los otros. La tejedora cotidiana aprenderá muy pronto a ser agente de transformación para los miembros de una cultura más flexible y conciliada con la vida, y ayudará a redefinir y edificar la nueva realidad.

Autoindagación 1. ¿Soy capaz de correr un riesgo cuando me intereso en algo nuevo que de antemano no me ofrece garantías .......................................................................................................................................................... ¿Qué necesitaría para decidirme a hacerlo?. ..........................................................................................................................................................

2. ¿Soy capaz de apartarme de mis viejas creencias y valores cuando me doy cuenta de que no me sirven más porque he crecido? .......................................................................................................................................................... 3. Cuando me propongo algo, ¿suele detenerme un miedo excesivo a las consecuencias o el temor de lo que dirán otros? .......................................................................................................................................................... ¿Mi sensación de estar "atrapada" se debe quizá a mi propia comodidad y conveniencia? .......................................................................................................................................................... 4. ¿Me interesaría aprender ahora una nueva habilidad, un oficio que me acompañaría toda la vida porque está de acuerdo con mi naturaleza esencial de mujer? .......................................................................................................................................................... Espacio Compartido No se necesita ser chamana experta para intentar a solas algún contacto entre el adentro y el afuera. El mundo interno, como bien sabe la psicología profunda, es un reino fluido principalmente habitado por imágenes a nivel de nuestra subconciencia personal. Y aunque una no visualice demasiado (yo por ejemplo veo poco, y tengo otro tipo de percepciones de lo interno), hay siempre alguna captación del material que puede percibirse cuando se viaja por la propia psique. Y siempre -esto es lo importante- se puede trabajar sobre él. A mí no me fue fácil instalarme en la etapa de la compasión que exige el feminismo de la Diosa. Enojo y recriminación, como hemos visto, son los dos pasos previos necesarios para cobrar conciencia de una misma y definir la propia identidad; pero quedarse en ellos o volver continuamente impide nuestro avance, y aquí es donde precisamos ser autónomas y sanear las relaciones para poder actuar como sabemos que es mejor. Yo no lograba sacudirme del enojo, después de que mi Modo Protector se hubo encendido plenamente al estudiar los reales problemas femeninos. Cuando Artemisa es fuerte en una conviene tener cuidado, porque no sabe nada de estrategias y arremete contra todo perjudicando sus propios intereses. Aún después de mis trabajos de despolarización, que aliviaron la presión Intelectual y me mostraron la salida salvadora, seguía propensa a súbitos accesos de un misterioso impulso vengativo que no era totalmente personal, porque no guardaba proporción con mis propios sufrimientos. Era más grande, más antiguo, más amargo de lo que tenía que ser. Entonces me di cuenta. O mejor dicho, tuve una ayuda de la intuición profunda que en la mujer se representa como la Vieja Sabia. Meditando en la imagen de la Diosa, entendí su mensaje simbólico: tenía que conectarla con ciertas presencias internas de mi psique que exigían atención y se encontraban en alguna zona aislada, imposibilitadas de salir. Busqué con la imaginación y allí las vi: eran mi abuela materna y mis antepasadas femeninas a lo largo de su línea. Un grupo de mujeres grises de contornos vagos, encerradas en una especie de caverna y esperando algo de mí. Un año atrás, al empezar la primera versión de este libro, yo les había dedicado mis esfuerzos porque sabía que habían sufrido. Me había ofrecido a ser para ellas, como sugiere Jean Houston, la proa de la nave en que viajaban hacia su siguiente estado evolutivo. Y me había conectado demasiado con su resentimiento y su dolor. Mamá no estaba allí, tal vez porque su proceso había sido diferente y se había muerto demasiado joven como para que su enojo fuera más grande que su pena. Pero la abuela y las demás habían rumiado largamente viejos rencores que sólo puedo suponer, pero que allí, en ese recinto separado de la Diosa, pude casi palpar con mis sentidos interiores. Por mí misma no podía hacer mucho. Pero recordando un ejercicio de imaginación activa que había leído en algún lado, instalé ante ellas mentalmente un altar de luz presidido por la imagen de la Madre, y les pedí

que por su propio bien fueran depositando una por una su resentimiento y su incapacidad de perdonar, para que fueran transmutados. Mediar entre ellas y la Diosa era todo cuanto podía hacer. Los resultados fueron grandes en mi vida. Cada vez que visualizaba esas presencias las veía en un entorno más abierto; aparecieron un jardín y un lago, vegetación y cielo. Les hablé mucho, le recordé a mi abuela su gusto por las plantas y su amor por la vides que teníamos en la casa de mi infancia, y que allí también podía tener. Le recordé su buen humor antes de que por capricho mi abuelo vendiera aquella casa y la dejara sin jardín, y con sólo seis meses de vida por delante. Hasta que una vez la volví a ver reír, y supe que el rencor empezaba a disolverse. «ir A mí por supuesto me pasó lo mismo, porque la carga de resentimiento continuado desde ancestros femeninos muy lejanos pareció soltarse de mis hombros. Hice otros ejercicios, por supuesto: cortar las fibras energéticas que me ataban a ellas, ocuparme de la mansa tristeza de mi madre (esa es historia aparte), preguntar al Tarot, y tratar de mantener siempre en contacto los dos polos del circuito : la imagen de la Diosa (una Isis maternal y sanadora) y mis antepasadas en su limbo. No importa descubrir si se ha tratado de presencias propiamente dichas, conciencias atrapadas en un plano intermedio al que accedí, o sólo imágenes de mi inconsciente personal que afloraron durante mi trabajo. En última instancia resulta lo mismo, tienen para mí la misma realidad, y lo que importa es que evolucionaron y sus efectos sobre mí son diferentes.Ahora la nave avanza, y ellas vienen conmigo.

Dentro de mí hay una presencia o actitud arquetípica que espera con paciencia que la asuma. Siento su irradiación, bajo las capas cristalizadas de ideas falsas, auto-castigos y culpas absorbidas. Detrás de la armadura de defensividades, miedo y combatividad • Es la portadora del Grial, que calladamente habita en cada mujer aguardando el momento de manifestarse. Es la madre nutricia que quiere volcar sobre el mundo sus dones y me necesita como canal distribuidor • Para dejarla actuar sé que debo avanzar mucho en mis tareas de saneamiento personal, y esperar a mi vez que la nueva conciencia femenina amanezca del todo sobre la tierra yerma para fertilizarla. Debo trabajar para eso, mientras la Diosa Nutricia va disolviendo mis defensas desde adentro y sacraliza mi vida •

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El grial de sanación La madre consciente Los misterios de la nutrición

CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTRA VIDA: El afán de alimentar a otros y sostener su vida no es nada nuevo para la

mujer. Lo hace desde que tuvo el primer hijo, como lo hacían las hembras de los demás órdenes de vida, y desde que en tiempos muy remotos recolectaba elementos comestibles para todo su clan. Ahora tal vez empiece a hacerlo de otra forma, dictada por su nueva etapa evolutiva más consciente. Pero aunque sean distintos sus motivos y mejor su entendimiento acerca de ellos, es casi seguro que algo no cambiará: seguirá sintiendo como un placer especialmente suyo el preparar y entregar cosas nutricias (no solamente físicas) a los que las necesiten. Es, ante todo, una acción dichosa que surge desde muy adentro de su ser. LA QUE NUTRE Caitlín Matthews también la llama La Preservadora, porque es el aspecto de la Diosa que conserva la vida mediante el alimento necesario. Cuando las conexiones se han desenredado y los opuestos, en lugar de enfrentarse, han constituido circuito, es de suponer que nueva vida fluya fácilmente por nuestros sistemas y por los del mundo. Y alguien tiene que nutrirla para que se desarrolle. El aspecto maternal del universo se muestra aquí sin trabas ni distorsiones represivas agregadas por nuestro mal funcionamiento. El concepto de la Madre Nutricia universal vuelve a surgir de las brumas que lo habían recubierto durante milenios; nos muestra una realidad reverdecida y nos da la certeza de que jamás careceremos de lo necesario, si decidimos aceptarlo. Esta actitud favorable a nuestro desarrollo exige los reajustes anteriores que hemos venido detallando, pero está perfectamente a nuestro alcance. Dicho de otra forma: si existe el arquetipo de una Diosa Nutricia que alimenta y preserva la existencia, es porque hay algo en la naturaleza y en las hembras humanas capaz de llevar a cabo esas tareas, con la misma eficacia y sin excluir a nadie de sus beneficios. La tierra yerma, física o psíquica (es decir, el hambre, el desánimo, la parálisis creativa, la falta de alegría), no tiene por qué existir y tiene causas subsanables porque son humanas. El mito de la tierra yerma o infértil es uno de los grandes temas subyacentes de la civilización occidental, y se relaciona especialmente con este aspecto de lo Femenino. O más bien con su ausencia de la psique colectiva, que es lo que ha provocado los problemas. Hemos olvidado todo acerca de los misterios de la nutrición, que alguna vez habíamos empezado a conocer según nos cuentan viejas historias míticas. Al negar a la Pre-servadora junto con todos los demás aspectos de la Diosa, nosotros mismos provocamos que cesara de fluir el agua de la vida con la abundancia necesaria. Al exaltar al Héroe desconectado de la Madre, nos quedamos sin la nutrición que todo ser viviente necesita, aun el soberbio humano adulto. La Madre Nutricia también pasó a ser una mera función instintiva en las mujeres, ya que su culto fue abolido y perdimos de vista su condición divina; e incluso, en muchas, esa función quedó trabada por desarreglos de la personalidad y distorsiones culturales. La mujer olvidó que sólo puede alimentar correctamente a otros -física, psíquica o espiritual-mente- cuando está alineada con la fuente originaria. Cuando trabaja en nombre de ella y se alimenta, a su vez, en las zonas más profundas de su esencia femenina. La Nutricia ha faltado demasiado tiempo, y nos hemos estado marchitando sin su hálito de vida y sin el gozo des, habitar la tierra que es parte de su don. Nuestra única esperanza es que la nueva mujer consciente sepa otra vez asumirla, desde una octava más alta de la eterna espiral, evolutiva.

La nutrición femenina Dentro de esta cultura las mujeres no hemos cumplido las funciones de preservadoras como mejor convenía a la especie.

Inevitablemente el ser nutricio quedó enredado en trabas de diverso tipo surgidas del sistema patriarcal, que perjudicaron su función primaria. Por ejemplo: a) condicionamientos sociopolíticos, ya que se hizo imperativo y rutinario proporcionar hijos al patriarca para su maquinaria de guerra o de consumo ("las madres del patriarcado ", afirma el nuevo feminismo espiritual, "son una" figura colectiva trágica, por su impotencia respecto de su' función reproductora y del destino de sus hijos"); b) autoimagen distorsionada y disminuida, ya que el papel de madre pasó de ser objeto de veneración, como dadora y preservadora de la vida, a ser incriminado de casi todos los problemas de sus hijos. ("hay una etiqueta peyorativa en la profesión de la salud mental para cada tipo y grado de comportamiento materno; las madres nunca ganan ", dice Barbara Walker); c) separación de la naturaleza, ya que tuvo que optar por la visión dualista que favorece a la razón y el intelecto por sobre los instintos primordiales {privada de la Diosa, cayó naturalmente en los estados que provoca el actual clima cultural-moral: "desequilibrio y aprensión, vivo sentido del pecado y puritana desconfianza de la sexualidad", señala Walker); d) olvido consiguiente de su elevada dignidad y desarrollo de perjudiciales actitudes de compensación, ya que acabó por recurrir en muchos casos a la extorsión sentimental o el abuso autoritario (.es decir, asumió el arquetipo de "la madre terrible", que sólo puede darse cuando La Nutricia es negada y rechazada por la humanidad). En estas condiciones, el sostén de la vida que llega al mundo a través de la mujer quedó reducido a su expresión más básica: alimentar físicamente al hijo -en el mejor de los casos con los productos de su propio cuerpo, pero cada vez más con alimento ajeno e incluso artificial, elaborado por los hombres-, y proveer de comida -cada vez más rápida por carecer de tiempo- al resto de su núcleo familiar. En lugar de nutrir a los que nos rodean, las mujeres destilamos nuestra esencia de fracasos, ilusiones inútiles, anhelo exagerado de seguridad, inmadurez espiritual y carencia de autoestima, y revolvimos esa mezcla en el sagrado caldero que debía albergar sustancias de regeneración. Dadas las circunstancias, ¿qué más podíamos hacer? Pero no es tarde. Y lo Femenino Consciente que amanece nos dará la ciencia y los medios necesarios para corregir errores y descubrir, para después revelarlos, los altos secretos de la preservación. LA NUTRICIA ARQUETÍPICA Grandes figuras de diosas asumen la función nutricia en los mitos de la humanidad. Combinada a veces con la de madre prototípica, como en la Deméter griega; o con la de proveedora del placer erótico y las artes dichosas de la vida, como en la egipcia Hathor; o con la inspiración artística y los oficios iniciáticos, como en la céltica Brighid. Se nutre de varias formas, y la vida requiere preservaciones diferentes. Pero hay una imagen menos conocida, que debería servir de inspiración a todas las mujeres y podría guiarnos en esta etapa de descubrimiento y formación: la Portadora del Grial. La del Grial es quizá la leyenda más perdurable y básica de nuestra civilización occidental, tal vez porque hace confluir dentro de un mismo marco los más altos misterios de las mujeres y de los hombres. Dos poderosas corrientes de instrucción superior que, por supuesto, conviene que cada género aborde por separado, sin la vigilancia ni la observación del otro, a fin de extraer sus más sutiles consecuencias y redefinir mejor la feminidad y la masculinidad. (Como mujer, siento una especie de pudor cuando veo por ejemplo una buena representación del primer acto del "Parsifal" de Wagner, donde se enfoca la cuestión del Grial desde la perspectiva del varón de una manera pura y sin diluir. Tal vez exagero, pero siento que ese espectáculo no es para mis ojos femeninos). El Grial es por supuesto un símbolo multiforme, que ha significado diferentes cosas para cada buscador y ha motivado incontables intentos de dilucidación. En las más viejas versiones se lo ha descrito como una taza, copa o receptáculo, pero también como una bandeja que sostiene una cabeza cercenadas una piedra que alimenta y sana. Pero lo que más importa para nuestro aprendizaje de la nueva conciencia femenina, es que en todos los casos la portadora del Grial ha sido una mujer, la oficiante de un culto cuyo real significado se ha perdido.

John Matthews hace ver que en las leyendas es siempre el hombre, el caballero, el que va en busca del objeto sobrenatural, "tal vez porque en primer lugar se trata de un símbolo femenino, pero también porque las mujeres no necesitan buscar, son ya vasos de la Sangre Sagrada (.. y por 'lo tanto portadoras más que buscadoras". Y otro experto en el tema, el francés Jean Markale, afirma simplemente; "La Búsqueda del Grial está ligada inextricablemente a la búsqueda de la mujer. Quien la encuentra, encuentra el Grial". La Portadora del Grial -o sea, del alimento que cada uno necesita- aguarda al fin de la búsqueda, dispuesta a dispensarnos lo que puede sanar nuestras internas divisiones. Dispuesta a entregar a cada uno los correctos lineamientos que exige su desarrollo, siempre y cuando demostremos interés. Es decir, siempre que hagamos las preguntas rituales del Buscador del Grial ( "¿Qué es lo que te aflige?"y "¿A quién sirve el Grial?"; o, en términos actuales, "¿Qué es lo que pasa con nuestra cultura?" y "¿Qué puedo hacer con mis experiencias trascendentes para favorecerla?", según sugiere Jean Shinoda Bolen). Las mujeres hemos buscado hasta ahora a la manera masculina, sin darnos cuenta de que tenemos el Grial entre las manos. O, peor aún, nos hemos olvidado de que había que buscar algo. Pero la copa, bandeja o piedra de dispensación sigue llena de alimentos, y tal vez lo que nos falta descubrir es con qué fin nutrir realmente a nuestros hijos. Es decir, hacerlo con conciencia sabiendo a quién sirve el Grial. La cuestión es compleja y por ahora no es posible dar una respuesta. Pero tal vez convenga recordar que toda mujer tiene hijos (biológicos o no), y que cualquier mujer nutricia puede estar alimentando a los futuros salvadores de la humanidad; los nuevos hombres y mujeres que, de alguna manera, restituirán el orden natural y revindicarán los derechos de sus madres. Nutrirlos con alimento sano - ya sea físico, psíquico, intelectual o espiritual- e instruirlos con sabiduría responsable alineada con la fuente interna, es cumplir la función de la que porta el Grial y prepara activamente la regeneración del mundo. El Arquetipo Nutricio en nuestra vida Tú das vida a las manadas y rebaños, toda la tierra te bebe cuando desciendes...Cuando llegas, toda la tierra se regocija. Eres la portadora de alimento, la poderosa de la carne y la bebida, la creadora de todas las buenas cosas. Tú colmas los almacenes, llenas de espigas los graneros y te preocupas por los pobres y necesitados. (Oración a Isis, en E. A. Wallis Budge, "Los Moradores del Nilo", 1977). Cualquier mujer sabe qué satisfacción profunda puede' experimentar -en circunstancias razonablesdando alimento a un ser hambriento. Es por supuesto un derivado de la involuntaria nutrición del hijo en la etapa intrauterina, pero en toda mujer no demasiado perturbada se prolonga con actos voluntarios hacia el hijo ya nacido, y a la larga hacia todo el resto de los seres. Alimentar, nutrir y preservar la vida de un ser humano que lo necesita, pero también de un animal o de una planta, es la actividad determinada por uno de los arquetipos más profundos de la psique femenina, y por lo mismo más inconscientes. La madre nutricia se mueve en las raíces mismas de la feminidad, tremendamente exigente porque es tremendamente generosa. Conectada con las fuentes mismas de la abundancia dadora, y por lo tanto capaz de hacer llegar lo necesario a cada ser viviente con la natural prodigalidad del universo, siempre y cuando estén limpios los canales normales de distribución (es decir, nosotras las mujeres). Tal vez las mujeres nos referimos a esto cuando hablamos de "hacer feliz" a alguien. Ese impulso amoroso, casi siempre irracional o poco conceptualizado, podría estar compuesto por las actitudes básicas de La que Nutre hacia el que necesita nutrición: 1. fomentar su vida dándole cosas nutricias de todos los niveles; 2. cuidar de sus necesidades inmediatas; 3- proporcionarle (como dicen los Matthews en "Las Damas del Lago") adecuadas líneas y patrones para el desarrollo de su alma. 4. transmitirle, con la menor interferencia personal, el hálito preservador procedente de la Fuente. Lástima que hasta ahora ese "hacer feliz" ha carecido de la plena conciencia necesaria para lograr su propósito. Sin estar alineadas con la fuente, hemos podido cumplir muy raramente con el tercer punto y nunca con el cuarto. Nos hemos olvidado de una premisa básica, que sólo ahora empieza a ser posible llevar a la práctica en todos los sentidos: No se puede alimentar sin estar bien alimentada. La puerta del espíritu

"En un sentido muy real la Madre es vida.(...) Sólo la Madre significa supervivencia" (Barbara Walker, "La Feminista Escéptica"). Ese impulso centrífugo de nutrir y preservar la vida, se explica en la Cabala con el calificativo de Puerta del Espíritu que se da al arquetipo materno. La imagen del Tarot que se conoce como La Emperatriz representa eso: la vía de acceso, el portal por el que nace a la materia lo que se concibe en los mundos interiores. La compuerta que puede dar paso a las copiosas riquezas de la imaginación creadora, hacia un universo continuamente necesitado de alimentación. No es de extrañar que con el destierro de la Diosa se haya cerrado esa entrada, al menos en gran parte. Según los nuevos conceptos patriarcales que la reemplazaron, nada trascendente puede surgir de la mujer, que es un simple terreno para cultivar la semilla masculina. Y por la puerta cerrada dócilmente hasta dejar sólo un filo de fecundidad imprescindible, no pasa lo suficiente para todos los que habitan el planeta. Para que la abundancia universal pueda otra vez fertilizar la tierra yerma, el feminismo espiritual sugiere por lo tanto un acto inverso que según Barbara Waíker podría ser el siguiente: 1. Supuestamente la revelación de la paternidad (el rol del hombre en la concepción del hijo) estuvo en el origen del molde patriarcal que suprimió el sentido de maternidad como fuente primaria de poder, y produjo una actitud generalmente hostil hacia el cuerpo, la tierra y todo el universo material. 2. Ahora la siguiente fase de revelación debe pasar en la otra dirección, a través del redescubrimiento del arquetipo de la Madre, que reside en el inconsciente más profundo de todo ser humano nacido de mujer. Observar cómo la Madre se manifiesta en nuestros impulsos de nutrición y preservación de la vida, no puede ser demasiado difícil para las mujeres, que podemos captarla no sólo en nuestra psique sino en nuestro cuerpo físico. Sentir cómo se alivia su presión con cada vida a la que damos medios para prolongarse, con cada ser que alimentamos, cofit cada mente que recibe de nosotras su mensaje, es aprenden a conocer a la Gran Madre sin necesidad de intermediario! Lo que pide el arquetipo nutricio En estos tiempos de transición y ajuste, el arquetipo preservador nos pide simplemente rectificaciones previas. Su acción completa sólo será posible con la plena emergencia de la conciencia femenina, ya que la esencia de los misterios de la nutrición sigue oculta en los hondos niveles de donde brotan los mitos. Algunas de esas rectificaciones de preparación podrían ser entonces las siguientes: a) abandonar la pirámide de jerarquías. En el momento de nutrir o preservar las vidas, no ha de haber conceptos de "mejores que otras", o más dignas que otras de ser sostenidas por supuestos méritos jerárquicos. b) docilizar las emociones que interfieren. No ha de haber tampoco apasionadas preferencias, ya que la madre arquetípica pone la equidad por sobre el sentimiento y la parcialidad que surge de él. c) dar según lo que el otro necesita. Las exigencias del propio ego deben quedar aparte, porque la Madre pide adecuarse a los requerimientos del que debe ser alimentado. A fin de lograr esto necesitamos rever nuestra propia capacidad de generosidad preservadora, oscurecida por la falta de autoestima. Se ha sugerido que las mujeres tenemos una moral natural (es decir, un sistema innato de líneas de conducta) más favorable a la continuidad de la vida en la Tierra. Frente a la noción del ser humano predador, agresor y poseedor de territorio que han presentado en general los antropólogos, las nuevas femeninas proponen la figura contrastante de la mujer que crea, distribuye y comparte el alimento en el origen mismo de la cultura humana. No por ser "mejor" o de mejores sentimientos, sino porque tiene que cumplir una obra urgente de preservación por un imperativo interno. Nuestra ética surgida de la relación -la conectividad del Aspecto 8- no se limita al lazo con el hijo, sino que es parte de nuestra estructura arquetípica de base. Ese lazo amoroso de Karina que describimos en el capítulo anterior, es tal vez el Grial que algunos buscan "amor materno mezclado con romance, compasión, simpatía y juego sexual", dice Barbara Walker), y es sin duda uno de los resortes femeninos de que nosotras disponemos para preservar la vida.

El arquetipo de La que Nutre nos pide vernos a nosotras mismas bajo esa luz más propicia, reconocer nuestras capacidades naturales con simple aceptación agradecida, y disponernos a ejercer al máximo nuestra consiguiente responsabilidad. Lo que impone el estereotipo cultural El estereotipo patriarcal ha querido una madre nutricia subordinada por completo, dependiente del hombre en todos los sentidos. Convencida de que su tarea preservadora consiste, simplemente, en atender al bienestar superficial del varón y de sus hijos y asumir las tareas consideradas inferiores. Los recursos para lograr esta inversión del orden natural han sido varios. Por ejemplo: en el nivel teológico, la negación de la Diosa Madre como deidad legítima de las mujeres. • en el nivel ideológico, la afirmación de la superioridad de la semilla masculina por sobre el terreno de cultivo que representa la mujer. • en el nivel emocional, el desarrollo exagerado de la imagen de la madre como entidad aprisionante, e incluso devoradora. • en el nivel de la acción práctica, el haberle quitado a las mujeres toda autoridad sobre sus propios procesos de gestación y alumbramiento, El resultado de todo eso es una madre amilanada, mecanizada y sometida que funciona como puede, dividida entre el poderoso arquetipo interior y las imposiciones que recibe desde afuera. Y las consecuencias sobre la humanidad en general y la misma cultura represiva han sido desastrosas. La humanidad ha estado huérfana de madre desde hace cinco mil años, o sea desde su adolescencia colectiva. No corresponde sorprenderse entonces de su desamparo afectivo, su endurecimiento emocional compensatorio y sus desórdenes de conducta. Cuestionario ¿Qué me parece que puede aportar al bienestar del mundo la revisión profunda de los conceptos de madre y maternidad? …..……………………………………….................................................................................... ¿Qué opino realmente acerca de la maternidad? …..………………………………………....................................................................................

¿Cómo he vivido yo mi relación con mi madre, con qué palabras podría definirla? …..……………………………………….................................................................................... ¿Con qué alimento a mis hijos, físicos o de otro tipo? …..………………………………………....................................................................................

SEGUNDA PARTE LA MUJER NUTRICIA Lema: El mundo me necesita, pero no como inconsciente manipuladora del poder materno, sino como progenitora responsable de la nueva humanidad En la mujer del patriarcado los roles de nutricia y madre están más unificados que nunca. Pese al desprestigio de las madres en nuestra cultura occidental, se espera que la mujer suministre el alimento del amor materno durante toda su vida, aunque por supuesto despojado de derechos. Por ejemplo, el derecho a recibir crédito por sus desvelos, o el derecho a oponerse al derroche de las vidas de sus hijos en los juegos de guerra. Tal vez en consecuencia la madre humana trabaja mal, sujeta a las peligrosas disfunciones que relatan los mitos de las diosas, y sin conciencia posible de lo que sucede en sus niveles más profundos. Una mejor relación con la Deidad Femenina venerada en otros tiempos, podría haber evitado estos trastornos y permitido una más suave transición hacia la nueva conciencia. Pero tal como ha sido, el arquetipo negado ha sufrido la negativización de que hablan los junguianos, y la Gran Madre ha mostrado sus rostros más temidos: la Proveedora Estéril y la Nutricia Nociva. Negarse a proveer Jean Shinoda Bolen ha pintado un cuadro impresionante de los efectos de Deméter en su fase estéril sobre la psique femenina. Nos la muestra sumida en la pesada depresión de la alimentadora que ha perdido el gusto por mantener la vida. De la madre impotente que no puede hacer nada por sus hijos. Ante el dolor de haber perdido su autoridad olímpica para oponerse a los manejos de los dioses que no quieren devolverle a su hija, Deméter se retrae, se niega a dar sustento al mundo y la Tierra se marchita. Del mismo modo, en muchos casos, los resortes nutricios de la mujer se cierran; algo hace que se niegue a dar cariño y que dé por clausurada su función preservadora. La madre generosa y proveedora de alimento se convierte así en madre doliente sujeta a depresiones, o madre destructora que retiene lo que el otro necesita: negar al bebé contacto emocional y físico, por ejemplo; o rehusarse a hablarles a los hijos pequeños durante largos períodos; o simplemente no manifestar aprobación cuando crecen y se independizan. En todos estos casos la mujer no sabe que responde a patrones de conducta hondamente engranados en lo femenino arquetípico, y exacerbados por la negación cultural de La Preservadora. El Tomar, parte necesaria del circuito de energía, queda fijo por la ausencia de estructuras cíclicas en nuestra armazón mental, y se convierte en Retener. Y la retención de lo nutricio significa la muerte del mundo. Precisamente en la noción de ciclos ve Shinoda Bolen una de las salidas del problema. La reunión de Deméter con su hija perdida es metáfora de primavera renovada y nueva fertilidad para la tierra, y se produce a veces de forma natural para la madre deprimida: "El arquetipo de juventud retorna. Cómo sucede suele ser misterioso, pero llega después del llanto y el enojo. El tiempo pasa, y de pronto despierta un nuevo sentimiento. (...) Emocionalmente son pequeñas señales de la primavera. Poco después de los primeros signos de la vida que retorna, la mujer es de nuevo ella misma, llena otra vez de vitalidad y generosidad, reunida con la parte suya que había estado añorando". Como todo sufrimiento, el de la madre doliente es también ocasión de crecimiento y mayor sabiduría. La mujer puede surgir de la etapa no fértil con una mejor aceptación de los cambios necesarios, que en una psique destrabada reflejan fielmente los de la naturaleza. Pero en muchos otros casos la Deméter deprimida nunca se recobra y su existencia se estaciona en la amargura, la vaciedad y la esterilidad. Es decir, la tierra yerma que clama por el Grial. Alimentar mal La otra cara de la nutricia negativa - la que proporciona el alimento inadecuado- es puesta en claro por Marión Woodman, que está atenta a los signos de emergencia de lo Femenino Consciente como neotipo crucial de nuestra etapa humana.

Ella también ubica los problemas y fallas de la madre en marcos de referencia mucho más extensos, que van más allá de la psicología. Pero mientras Shinoda se enfoca en fuerzas arquetípicas, Woodman añade la dimensión evolutiva con fuerte acento sobre la responsabilidad espiritual. Para prever lo que será la nueva conciencia femenina, sugiere observar primero los modos no conscientes de nuestro actual funcionamiento: "Lo femenino inconsciente se relaciona con el poder sin conciencia de la naturaleza. (...) El lado positivo de la madre inconsciente es el amoroso fundamento de la vida. Pero si no se lo trae a la conciencia puede fácilmente convertirse en la devoradora o destructora negativa". "Lo femenino se enfoca en nutrir, pero al nutrir inconsciente le falta discriminación para reconocer si lo que suministra es lo adecuado para el hijo. De modo que la madre no consciente puede darle al niño alimento que no es capaz de comer. O se aferra a él todo lo posible, actuando a partir de un complejo de poder" Lo femenino consciente, en cambio, va más allá del impulso ciego de generación biológica y nutrición indiscriminada, y reconoce la existencia de la dimensión espiritual. "De modo que busca construir un contenedor consciente que esté afincado en la naturaleza, pero a la vez se percate de su responsabilidad espiritual. Discrimina entre el alimento que es bueno para el hijo y el que no lo es ( hablando por supuesto en sentido más simbólico que físico). Y tiene también la suficiente fortaleza intrínseca para dejar ir al hijo cuando llega el momento, e incluso empujarlo suavemente para que se vaya cuando es demasiado dependiente" El tránsito hacia la nueva etapa requiere que la mujer cumpla su parte de diversas formas: concientizando cada vez más su cuerpo como materia (mater/madre) sagrada; recuperando las partes perdidas de sí misma que alguna vez rechazó por complacer a los demás; fortaleciendo su ego (frágil por sus relaciones infantiles con las figuras de sus padres), para poder tratar sin desventajas con el potente arquetipo interno. « Según Woodman, la madre consciente será un recipiente lo bastante fuerte como para abrirse a la energía arquetípica y permitir que el amor fluya a través de él, reconociendo a un tiempo las limitaciones de lo humano. Pero en estos momentos el recipiente femenino está cerrado, y no puede admitir nada transformador. Negarse a alimentar y alimentar mal marcan por consiguiente los dos modos destructivos del arquetipo de preservación. El ego de la mujer, debilitado por la prolongada represión, es dócil instrumento de esos dictados nocivos. Y no consigue separar aún (para después conciliarlas) las imágenes internas de la Gran Madre que Da y la Gran Madre que Toma. Lentamente -frecuentando símbolos rectificados de lo femenino universal, contactando con guías interiores o exteriores, revisando sus ideas sobre ella misma y su género, moviéndose en el mundo de manera esencialmente femenina-, irá deshaciendo nudos y saldrá del laberinto hacia el encuentro consigo misma. Que es también el encuentro interior, definitivo y fusionante, con la Portadora del Grial. LA NUTRICIA COTIDIANA "Cuando las necesidades materiales han sido satisfechas, quedan necesidades y anhelos más profundos. Y estos sólo pueden satisfacerse conectándose con las fuerzas internas nutricias y dadoras de vida a las que damos el nombre de La Diosa " (Starhawk, "La Danza en Espiral"). Hasta que la nueva conciencia femenina desentrañe los misterios de la nutrición -que parecen relacionarse más que nada con la simultánea fructificación de la tierra y del espíritu-, la mujer cotidiana puede empezar a ocuparse del lado receptivo y auto-protector de este aspecto de la Diosa: e alimentarse para después poder alimentar, preservarse para después poder preservar a otros. Una buena autoalimentación consiste en proporcionarse materiales adecuados para sostener la propia vida y promover el propio crecimiento. Una buena auto-preservación implica protegerse de destrucciones, impedir la propia descomposición. A la mujer adoctrinada en auto-negaciones esto le resulta muy difícil. La nutricia humana -ya sea madre biológica, madre psicológica o madre de un proyecto- tiende a agotarse en sus tareas, porque nadie le ha dicho cómo realimentarse. Nadie ha pensado en la fuente femenina de energía a la que hay que acudir cuando las propias fuerzas se terminan. De allí el agotamiento y el desgaste proverbiales de las mujeres proveedoras. Pero hay que reaccionar contra esta situación por medio de la lógica. Si no me ocupo de mí misma, no podré seguir ocupándome de los demás. Si no me renuevo de algún modo, no podré cumplir con mis funciones. El

sentido común de la mujer es su mejor consejero, y si acierta a escucharlo no necesita de otros guías. Pero, por desgracia, la fantástica irracionalidad del pensamiento patriarcal no le permite confiar en esa sensatez ni utilizarla, y debe recurrir a expertos que (con suerte) le muestren desde afuera qué es lo que más le conviene. Hay pues dos cosas que atender: a) con qué se alimenta una, y b) con qué se autodestruye habitualmente. Autoalimentación Para no perdernos en un solo plano de la realidad, resulta muy útil la clasificación cuádruple que hace la Cabala, según niveles de creciente densidad (o decreciente, de acuerdo al punto de partida). En consecuencia convendría considerar cómo alimentarnos en cuatro sentidos, partiendo desde el mundo de la materia sólida. 1. En lo físico denso: Comida natural que proporcione alto rendimiento nutritivo, pero también placer. (Un placer sano no adictivo puede ser acción de gracias para con el universo, y el estar agradecida abre la puerta a nuevos beneficios). 2. En lo psíquico: ideas e imágenes que nutran bien nuestro intelecto y nuestras emociones. (Lo que implica recibir también las ideas fuertes que nos asustan de antemano y las imágenes que solemos rechazar por timidez, para ver si podemos extraerles alimentos apropiados para nuestra nueva etapa). 3. En el nivel creativo de la mente superior, o nivel de amor-sabiduría: Actividades y relaciones que genuinamente amemos y nos produzcan verdadero gozo. (A diferencia de los hábitos que dan seguridad ficticia, o lo que creemos que nos gusta porque está de moda). 4. En lo espiritual: Un gran propósito que dé sentido a nuestra vida. (Que no tiene por qué ser algo espectacular o extravagante, pero sí el desemboque natural de nuestras capacidades personales). Autodestrucción Autodestruirse es lo más fácil en un entorno cultural desconectado de las raíces de la vida, y por supuesto coincide en sentido inverso con los puntos anteriores. O sea que activamente nos destruimos haciendo lo contrario de todo lo que nutre: 1. Comer según impone la compulsión interna (Woodman habla por ejemplo de la "mamá panecillo", que suple la carencia de una buena relación con la Madre-Materia). O comer lo que imponen otros desde afuera, aunque sean bienintencionados (no a todas nos hacen el mismo efecto favorable las dietas consagradas, y a cada una le conviene descubrir la suya). 2. Aceptar ideas e imágenes que tiendan a despersonalizarnos y anular las diferencias. (El narcótico de un libro o un film edulcorado puede ser más nocivo que la mera violencia, si oculta la intención de redirigir nuestra energía hacia los mismos viejos moldes). 3- Admitir las prácticas o relaciones que no van con nuestra naturaleza individual, aunque sean socialmente correctas. (Son, a la larga, alimentos para otros, que a nosotras sólo pueden hacernos el efecto de venenos). 4. Entregarse a los propósitos ajenos o a los proyectos de otro. (En esta etapa autonutríente es prematuro hablar de proyectos colectivos, que necesitan un paso más de madurez). La mujer nutricia y preservadora puede entrenarse así para retomar conscientemente las tareas que ha venido descuidando. De una preparación como ésta puede surgir la mujer autónoma y entera que en el próximo aspecto (capítulo 10) se verá potenciando a los demás, y que el mundo ha esperado a lo largo de milenios. Madres de la humanidad Los que estudian con percepción los signos de los tiempos saben que es hora de renovaciones, y que la nueva humanidad que se prepara necesita una guía y una inspiración. Entre los límites mezquinos en que ha aceptado funcionar, la mujer cotidiana no acierta a darse cuenta de que ella, como madre, puede asumir esos roles trascendentes. Puede y le corresponde ser la instructora del nuevo ser humano, puede guiarlo por vías más propicias, puede darle de beber del Santo Grial. Las madres de la nueva humanidad somos nosotras, y nos toca formarla en los valores olvidados y en el respeto por el orden natural. Entre los que alimentamos y amorosamente preservamos, están los que cumplirán con

los propósitos de la inteligencia que sostiene el universo, las mujeres y los hombres que llevarán a la especie hacia sus próximos destinos y le servirán de protectores y guardianes. La Portadora del Grial puede infundirles desde ahora el amor y el valor que necesitan para hacerlo, y podrá siempre estar allí para restaurar sus fuerzas cuando la tarea les pese demasiado. La nutricia cotidiana sanará al mundo a través de ellos si los ha nutrido bien, y la preservadora sabrá que sus desvelos nunca han sido exagerados. Como madres de la humanidad regenerada, tenemos la responsabilidad de preparar legados que nutran y no destruyan. A nadie más que a la madre le corresponde instilar en el hijo varón la noción visceral de la sacralidad de todas las formas vivas, que le impedirá ser depredador o asesino en el futuro. A nadie más que a la madre le toca encaminar a la hija por las vías de la autoestima femenina, en lugar de moldearla en el error de que su identidad depende del varón que logre capturar. Esos legados darán forma a la conciencia del joven ser humano colectivo, tal como la comida que le preparamos integrará sus músculos y huesos. Por eso es importante que ayudadas por todos los aspectos de la Diosa, nos vayamos librando de venenos mentales, psíquicos y físicos y logremos poner en primer plano, sostenido ante nuestro corazón con ambas manos, el Grial nutricio de nuestro propósito preservador. Autoindagación 1. ¿Me he preguntado alguna vez, como el que busca Grial, qué es lo que pasa con nuestra cultura, qué la aflige?; si es así, ¿qué he contestado? …..……………………………………….................................................................................... ¿He tenido alguna experiencia trascendente que pueda hacerme formular la otra pregunta ritual, "A quién puede servirle esto"? …..………………………………………................................................................................... ¿Cuál ha sido, y cuál es la respuesta a la pregunta? …..………………………………………....................................................................................

2. ¿Logro visualizar el mundo del futuro que deseo para mis hijos, sin interponer un "no"? …..………………………………………....................................................................................

¿De qué depende mi satisfacción afectiva, qué es lo que me colma realmente en ese aspecto? …..……………………………………….................................................................................... 3. Si sufro depresiones, ¿será acaso porque no me responsabilizo de mi propia trayectoria personal, o porque no preparo activamente lo que legaré a mis hijos? …..……………………………………….................................................................................... 4. ¿Soy capaz de disfrutar a solas la satisfacción por las cosas constructivas que he logrado? …..……………………………………….................................................................................... ¿Tengo o soy capaz de desarrollar la fortaleza necesaria para trabajar, por mi cuenta y sin testigos, en bien de los demás? …..………………………………………....................................................................................

Espacio compartido

No he tenido hijos físicos, pero lo mismo he sido madre nutricia y destructora. Conocí la alegría de alimentar con ideas y emociones que despertaban entusiasmo, y también el dolor de que mis hijos se alejaran por no haber dado con conciencia y en la medida exacta. Por haber sido imperiosa en el afán de alimentar, y haberlo hecho sin fijarme en el momento ni en la cantidad correcta. Por haber sido yo, en lugar de dar paso a la que porta el Grial. Ahora capto más el mecanismo de mis tratos con la fuerza arquetípica nutricia, y espero la ocasión de intentarlo de nuevo en el futuro con mayor capacidad. Tal vez cuando lo femenino consciente haga sentir sus efectos sobre mí y mis relaciones con la gente, que se articulan muchas veces según el ciclo de Deméter y Perséfone; ese circuito realimentador que, en opinión de las nuevas femeninas, es el más importante para la mujer. Mirando hacia atrás observo mis relaciones con mi madre. Un ser extraño, frágil pero intenso, que todo lo hizo con apuro, hasta el morirse a poco de cumplir los cuarenta años. Creo que sólo ahora empiezo a comprender su enigma, ya que antes no me hacía preguntas; me limitada a intuirla y a vivir apasionadamente lo que emanaba de ella. Su legado, en suma, aunque a veces yo creyera que eran logros míos: su amor por la belleza, su imaginación y su curiosidad inagotables (hace medio siglo era fanática pionera de la ciencia ficción), su proyección hacia el futuro, su sentido de lo mágico. Hasta hace poco estuvimos confundidas, no supe bien por ejemplo cuándo era ella la que vivía a través de mí o cuándo mis frustraciones reproducían las suyas. Como todas las hijas, repetí sus errores, por más que me hubiera empecinado en ubicarme en el extremo opuesto -eso creía - para no seguir su ejemplo en todas esas cosas donde la supuse fracasada: el matrimonio, la creación artística, el amor en general. Ahora estoy sospechando que no fue del todo así, y trato de ver más por entre el paisaje frondoso que habitaba. Empiezo a dejar de verla como nutricia fallida y esposa insatisfecha, y creo captar algo más hondo e importante donde no fracasó, donde a lo sumo dejó cosas incompletas que yo puedo continuar hasta el punto en que a mi vez deba dejarlas. Caitlín Matthews (en otro libro admirable, "Las Damas del Lago") me ayudó a ver que mi madre asumía el lado benévolo de la Protectora, de la que a mí me tocó al parecer el más batallador. Nuestro circuito madrehija funciona en ese campo; y así como ella pudo haberse afirmado en mi obstinada autonomía, yo puedo apreciar en ella el compromiso afectivo que le consumió la vida en pocos años, al combinarse con la falta de autoestima. Su imagen es ambigua. Mis hermanas menores hablan de su distancia emocional, de la aridez de proveedora estéril de sus últimos tiempos. Su rol estereotípico materno se había quebrado bajo el peso de imposiciones excesivas, dependencia amorosa de mi padre e impotencia personal. Pero lo peor es que no había reconocido su tarea ni había tenido modo de saber, conscientemente, que podía instruir a los demás en los contactos con los mundos invisibles. Porque, más que el común de las mujeres, era una mediadora entre la tierra sólida y sus amados mundos de la imaginación. En su generación y su ambiente social, de todos modos, nadie la habría escuchado. Pero yo la escuché. Y así como bebí sus frustraciones en el nivel humano mezquino y reprimido de su época, también bebí sus indicios muy sutiles acerca de las vías de acceso a lo Interior. Sin saberlo quizá, guardaba y transmitía la tradición espiritual que hoy me alimenta. Claro que no era feminista. Sin guardar recuerdo alguno de la Diosa, se limitaba a personificar a la mujer amante del varón, sin saber que detrás se ocultaba el poderoso ginotipo de la que sirve al amor a través del sufrimiento; la que lo soporta todo, pero desde una postura que podríamos llamar sacerdotal o mediadora de más altas voluntades. Ella se creía sola y agotó sus reservas. Y, en consecuencia, me dio a mí el impulso de llegar a sus mismos bordes autodestructivos y pasar más allá, a una zona donde a veces me avergüenzo de estar tanto mejor que ella, y asistir a tantas cosas que la habrían hecho feliz. No sé mucho más sobre mi madre en realidad. Ella y mi abuela eran gente secreta, poco comunicativa, celosa de su intimidad. Pero sé bien que la amé mucho, y que su muerte en plena juventud fue el gran dolor de mis años juveniles; así como después, mucho más tarde, perder a una hija espiritual especialmente amada fue el gran dolor de mis años más recientes. En ambos casos el circuito realimentador se interrumpió, y

proyecté hacia afuera la ruptura interna entre los dos aspectos de mi esencia femenina: la madre que preserva y la hija que renueva, la que toma y la que da.

A nuestro alrededor la tierra yerma, espejo de nuestra alma, clama por el agua de la vida. Las voces del planeta tratan de hacerse oír por sobre los estruendos, los fragores ciudadanos, los estallidos de una psique colectiva que se ha desenfrenado y corre ya por los caminos del pánico violento. De un pavor disfrazado de bravata sanguinaria que está tratando de ocultar el desamparo, la debilidad inerme del hijo que se ha quedado sin la Madre • Los alardes de fuerza (el gatillo rápido, las violaciones, los misiles) son solamente carencia de poder. El poder de que se habla no es más que prepotencia. Por eso la esperanza de la especie reside en nuevos seres potencia dos desde adentro, que construyan afuera una cultura acorde con su cordura interior • La Potenciadora ya trabaja para ellos. Lentamente madura en las mujeres que están abiertas para dar salida a lo consciente femenino. Poco a poco se instala en sus centros sensibles para fortalecerlas, y las prepara como instrumentos afinados que le permitirán llegar al mundo con nuevas instrucciones, otros métodos, renovados tesoros de sabiduría práctica que den potenciación • Todas podremos ser canales de poder si lo aceptamos. Si comprendemos que con nuestros pies la Diosa puede caminar otra vez sobre la tierra. Si nos unimos como ente colectivo redentor que puede dar a luz, nutrir y potenciar a una humanidad más sana.

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CÓMO SE MANIFIESTA EN NUESTOA VIDA: Oscuramente las mujeres saben que son capaces de capacitar a otros.

Cinco milenios de subordinación y autoestima decreciente no han conseguido cancelar la sensación de que les es posible dar aliento a los que tienen cerca, fortalecer a los que supuestamente son más fuertes y dar apoyo a los que en teoría las sostienen. Este instinto aparece de mil modos en las mujeres de nuestra historia cultural, incluso en formas desviadas de su ruta y redirigidas hacia el logro de ilusorias ventajas personales. La mujer-sostén, como ahora se la llama, en ningún momento ha dejado de existir, y sólo falta que ahora aprenda a serlo según lo que el universo espera de ella. LA QUE POTENCIA Lo Femenino Potenciador es el concepto más revolucionario que propone la nueva espiritualidad de las mujeres. Y no porque sea algo novedoso, ya que tradiciones nunca del todo desaparecidas (las de los celtas, por ejemplo) muestran a la mujer como transformadora, iniciadora e iluminadora del varón, que lo potencia para su renacimiento espiritual a través del contacto con los trasfondos misteriosos de lo femenino universal. La cualidad potenciadora de lo femenino resulta insólita y casi incomprensible porque en nuestra cultura los estere tipos se han impuesto demasiado. Que una mujer potencie (es decir, capacite a otro para que desarrolle sus propias cualidades y se mueva en la tierra con mayor facilidad) es una especie de ironía demasiado cruel para con nuestro género, todavía empeñado en hallar fuerzas para su propia supervivencia. Sin embargo, la Diosa es también Potencladora. Y eso implica que, en lo profundo de la hembra humana en desarrollo, hay un factor listo para ir más allá de lo materno nutricio-preservador, y completar esas funciones con la habilidad de preparar al hijo (o al amante, o al ser humano; mas joven) para que participe activamente de la vida en la tierra como ser potente, es decir capaz de hacer. Potenciar es dar empuje para vivir en el mundo con habilidad, aceptación y posibilidad de conciliar opuestos. Según esta visión más amplia de lo Materno Universal, no basta con dar a luz y preservar la vida de la criatura en los, diversos planos: hay que enseñarle además a apreciar esa vida, y lanzarla hacia el mundo como a una gran aventura psicoespiritual en la materia, la gran aventura de la encarnación. Y eso exige de la madre una actitud definitivamente activa, una capacidad solar o yang que hasta ahora se creía sólo masculina. Potenciar es también, considerado desde el otro extremo, una vía de servicio de tipo sacerdotal consagrada a canalizar los poderes del espíritu de manera impersonal y generosa. La misma vocación que llevó a muchas mujeres a encerrarse , en el claustro de la religión patriarcalista, sólo que practicada en forma libre en el gran claustro del mundo según las" propias directivas interiores. No importa si en lugar de monjas a sus oficiantes las llamamos "sacerdotisas de la nueva dispensación" (como los Matthews) o "chámanos de los nuevos tiempo? (como Vicki Noble). La Potenciadora requiere más que nunca que revisemos las ideas preconcebidas o aceptadas demasiado fácilmente, y que en general demos más campo a las posibilidades de lo femenino. Por ejemplo: 1. Así como existe en el varón un lado sensible y tierno que no tiene por qué ser considerado femenino, también existe en la mujer un lado vigoroso y fuertemente independiente que no tiene por qué ser considerado imitación del hombre, Ese sería el desarrollo de su identidad solar, o femenina consciente. 2. La mujer consciente está capacitada para actuar en el mundo de manera efectiva, y verdaderamente femenina, si no prescinde de sus conexiones con el mundo interno donde reside la verdadera fuente de poder. Necesita entonces conservar también su identidad lunar, o femenina inconsciente.

3. La mujer consciente pero conectada serviría así de canal de relación entre lo visible y lo invisible, transmitiendo a la materia y a los seres encarnados la sabiduría potenciadora del espíritu. Ese sería el desarrollo definitivo de su autoconciencia femenina lunar-solar, conciliadora de opuestos. Por supuesto un desarrollo equivalente, emprendido desde el otro extremo del espectro, está al alcance del varón, y no es que la mujer quiera invadir terrenos y apropiarse de las dos polaridades, que en rigor pertenecen a cualquier ser entero. Pero aun admitiendo esto quedan problemas muy serios para encarnar a La Potenciadora en los finales de nuestra cultura, porque hay que revisar nociones falsas arraigadas. Por ejemplo: • Que el entrenamiento terrestre es un castigo impuesto al ser humano como "destierro" de estados superiores. Cuando en realidad (bien practicado, dentro de una visión amplia del destino de la especie) es un florecimiento del espíritu Que la vía de servicio voluntario es una condena de ostracismo y una renuncia a las ventajas más deseables de relación, familia y sociedad. Cuando en realidad (bien asumida y en el momento evolutivo más propicio) es el gozoso ejercicio de una capacidad aceptada libremente. • Que materia y espíritu son opuestos irreconciliables. Cuando en realidad son los dos polos del gran circuito del ser. La Potenciadora está al alcance de la mujer que ya realizó el entrenamiento necesario bosquejado en los aspectos anteriores, que desarrolló su independencia afianzando gradualmente su autoestima, y que llegó a la conclusión (vivencial y de primera mano) de que espíritu y materia son complementarios. No todas podemos asumirla todavía, porque requiere el desarrollo de la feminidad consciente en gestación. Es aún el privilegio vocacional de las más adelantadas de nosotras, pero sus invitaciones a la suprema aventura del espíritu encarnado pueden ser percibidas por todas. Como dice Vicki Noble, " la tarea de las chámanos contemporáneas es aprender a moverse, a actuar, a hacer lo que nuestras voces interiores nos dicen que hay que hacer, aunque parezca socialmente inapropiado ". La sociedad, al fin, no es otra cosa que una serie de pactos que cada tanto se han de renovar. Y el aspecto potenciador de la mujer requiere pactos nuevos: con la vida, con el futuro, y con lo femenino. Las potenciaciones femeninas Contradictoria como siempre, la cultura patriarcal reconoció, de una manera u otra, la capacidad femenina de potenciación que negaba oficialmente. Por ejemplo en la famosa frase "Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer", que tantas veces quiso ser premio consuelo para los sacrificios femeninos. Hoy, con mayor desparpajo y lenguaje más sintético, se habla en cambio de la mujer-sostén, en la que se aprecia no tanto la capacidad de abnegación como la habilidad para acoplarse al éxito de algún varón famoso. Pero detrás de ambas nociones -la "gran mujer" y la "mujer-sostén"- está la misma carencia femenina de autoestima y su misma falta total de identidad. Abnegación y sostén. Dos términos para el mal uso que se ha hecho hasta el momento de las potenciaciones femeninas, que al carecer de dirección consciente han girado sin rumbo en busca de un objeto donde descargarse. La abnegación se refiere a negarse algo a sí mismo; en el caso de la "gran mujer", negarse incluso el mérito de haber potenciado al hombre para que realice su obra. No admitir ante sí misma que le transmitió poder desde los mundos interiores. Renunciar a una vocación de servicio universal que empuja en ella sin llegar a ser consciente, y particularizar la capacidad potenciadora dentro de una relación determinada de amor o de deber, dos conceptos difíciles de definir con lucidez. El sostener (o tener desde abajó) ya va siendo más consciente de su función potenciativa, pero no tiene clara la finalidad de la tarea porque no parte de la identidad profunda. La mujer-sostén, o la cariátide como la llama Marilyn French, soporta desde abajo porque no cree poder hacer desde lo femenino, y su fuerza solar no permitida no encuentra otro recurso que actuar a través de un hombre fuerte. Las tradiciones celtas hablan de liberadoras, cuya tarea (más concordante con el Aspecto 7) es estar firmes junto a su pareja pese a cualquier sufrimiento, con el fin de ayudarlo a desarrollar su responsabilidad espiritual. Pero ese no es el caso de las potenciadoras, que han de ser transmisoras del "saber vivir" y del saber moverse en el universo físico. Y que en rigor han de ser chamanas libres (si es posible itinerantes,

como puede vérselas en el Tarot Motherpeace), que transportan a la Diosa en el cuerpo y en la psique para que pueda desplazarse por el mundo. Las actuales potenciaciones femeninas se cumplen difícilmente, un poco en forma compulsiva porque el instinto de la mujer es muy fuerte en esta zona, y circundadas de inseguridades, dudas, ideas erróneas, auto-restricciones y desalentadoras perspectivas. Para sentirse capaz de potenciar a los demás a la mujer le falta un marco conceptual más sólido, y la audacia necesaria para saberse responsable de sus actos, en medio de una sociedad que le ha quitado sus responsabilidades más valiosas. La Diosa en la Tierra Sin embargo esas responsabilidades están vivas. Y el último aspecto de la Diosa Una -la Potenciadora con que culmina todo lo anterior- es el que nos recuerda a las mujeres que ya es hora de asumirlas y aceptarlas nuevamente, si es que queremos contribuir a las transformaciones que nosotras mismas proponemos. El plano físico es el fruto del Árbol, nos dice la Cabala, y la vida en la tierra es una fructificación de habilidades que el espíritu no podría adquirir en otra parte. Por eso los Dieces del Tarot representan experiencias de transformación que nos preparan para regresar a la fuente originaria, no sin antes haber desarrollado totalmente nuestras posibilidades. Las potenciaciones femeninas responsables representan, por lo tanto, el estímulo de la Madre Universal para que despleguemos esas posibilidades, y podrían tener lugar de cuatro modos diferentes, según los tipos de energía que simbolizan los palos del Tarot. Adaptando interpretaciones existentes muy profundas (Matthews y Noble), podría decirse que la mujer consciente, en su carácter de potenciadora sabia, tiene el compromiso de ayudar al hombre -y en general al ser humano patriarcal- de estas cuatro maneras: • En lo espiritual: a desembarazarse de los excesos del poder- sobre que impiden el funcionamiento de sus facultades intuitivas, y a redistribuir la potencia acumulada que lo sobrecarga y lo tensiona. • En lo afectivo creador, a practicar la comunicación con la fuente interior, de la que surgirán nuevos tipos de creatividad y de contentamiento sobre la base del compartir. • En lo psíquico-mental inferior, a soltar las ideas perjudiciales largamente atesoradas -incluyendo las que dan base a la desigualdad jerárquica entre los sexos-, y a armarse de renovada osadía conceptual para salir de la actual crisis. • En lo físico-, a refirmar su asentamiento sobre la tierra nutricia recuperando el saber ancestral menospreciado, y a organizar nuevos tipos de vida comunitaria, donde pueda fe realmente integrarse. Son, por supuesto, tareas de largo alcance que requerirán su tiempo, ya que aquí funciona más que nunca el sistema a dos puntas de los aspectos de la Diosa, y para potenciar hay que haber sido potenciada. Pero la perspectiva queda abierta para la mujer dispuesta a tomar parte en las tareas de lo consciente femenino.

LA POTENCIADORA ARQUETIPICA Venerarla es afirmar, aun ante el sufrimiento y a menudo contra toda razón, que la vida es un gran don y una constante ocasión de éxtasis (Starhawk, "La Danza en Espiral"). El arquetipo de La Potenciadora, o La que da Sabiduría para, moverse en el mundo, tiene diversos rostros porque implica un resumen de las habilidades de los aspectos anteriores. Tal como La Creadora tiene en potencia a los que serán sus nueve aspectos, el último es la actualización definitiva de todo lo anterior; la puesta en práctica del espectro completo de las potencialidades femeninas; la Diosa recobrada como unidad activa, tras haber desarrollado una por una sus facetas. Matthews sugiere observar las imágenes supremas de lo femenino veneradas por las diversas civilizaciones y culturas: Isis para el paganismo, María Virgen para los cristianos, la Kuan Yin china o la Mujer Búfalo Blanca

de los Sioux, a las que el pueblo se vuelve por instinto buscando soluciones efectivas para sus problemas. O esa Sofía tan femenina, que las religiones patriarcales disimularon tras el concepto de las Sabiduría de Dios, pero que con su nombre de mujer despierta resonancias -como dice Marión Woodman- "no sólo en nuestra mente, sino también en nuestro cuerpo y en nuestra alma". No es fácil visualizar lo femenino plenamente desplegado, que precisamente saldrá a luz con la emergencia de la nueva conciencia. Pero se puede imaginar con cuerpo femenino la esencia de su naturaleza, que puede definirse de maneras diferentes: un proceso en movimiento, ya que hay que guardarse de cristalizarla en formas o estados fijos tal como se hizo con la idea de Dios, convertido por nuestra imaginación no cultivada en un humano inmutable de grandes proporciones. (Por el contrario, La Virgen, la Madre y la Anciana Sabia están ahora activas en forma simultánea en la Potenciadora, y se alternan según lo que se requiera de ella). • un verbo activo, ya que su solidaridad le permite actuar eficazmente en este mundo y efectuar cambios y transformaciones en nuestras circunstancias. (Es la Chamana o Mujer Shakti que recorre el mundo para potenciar a otros, o la servidora del Grial que señala activamente su presencia a los que buscan). • un centro a la vez receptivo e irradiante, ya que la conciliación de opuestos le permite captar (Tomar) las necesidades de los otros y Dar en consecuencia lo que necesitan, canalizando las riquezas de los mundos interiores. (Es la Madre atenta que nos enseña a sortear las dificultades de nuestro entrenamiento en este plano, y también el Grial mismo que hace florecer la tierra con su integradora radiación). El concepto que importa retener es el de la Deidad Manifestada y no remota. Inmanente en el mundo y cercana l a la creación. Caminando por la tierra a través de sus representantes encarnadas para estar cerca de sus hijos y, como siempre ha hecho, alimentarlos y ayudarlos a crecer. El Arquetipo potenciador en nuestra vida Perder a la Madre Universal a cambio de esgrimir un poder y sobre ilimitado ha sido el gran error del ser humano, que al-n reprimir exageradamente a las mujeres dejó a lo Divino Femenino sin medios libres de manifestarse. Por eso las, a hembras de la especie necesitamos reaprender paso a paso regresando a nuestro mundo, Caitlín Matthews concluye con un párrafo de extraordinario poder de sugestión, que conmueve especialmente a nuestra feminidad profunda: "Todos estos desarrollos han tenido lugar dentro del siglo veinte, que creo será considerado en el futuro la época revolucionaria en que la Diosa caminó entre nosotros. Y me pregunto qué tipo demito contarán acerca de nuestro tiempo”. Lo que pide el arquetipo potenciador La Potenciadora nos pide, ante todo, una actitud de disponibilidad páralos otros, que no hay que confundir con nuestra famosa abnegación (ya que no implica negarnos a nosotras mismas, sino afirmarnos más como seres activos y eficientes). La chamana moderna está sensibilizada plenamente a las necesidades del universo, de su entorno inmediato y de los que la rodean. No puede trabajar sólo para sí misma, porque eso retiene el flujo de energía en un circuito cerrado. Ni tampoco puede imponer su potenciación a los demás antes de percibir el pedido de ayuda (consciente o inconsciente) del que la necesita. Luego nos pide un serio intento de mantener en equilibrio el Tomar y el Dar, o sea el ciclo alternante de receptividad e irradiación, que es base de todas las demás conciliaciones de factores mal llamados opuestos, porque son en realidad complementarios. La representante de La que Potencia necesita aprender a vigilar en su propio sistema psicofísico que ninguna de la dos polaridades predomine demasiado, ya que su buen funcionamiento depende de una alternancia justa de ambas. Algún simple método de medición de la energía (un péndulo, por sus potencialidades de creación, y sus maneras de energizar, limitar, proteger, iniciar, desafiar, liberar, conectar, preservar y potenciar, que es la manera última de legar a los otros su herencia continuada de vida y regeneración.

La Potenciadora arquetípica es la imagen femenina que llama a la aventura físico-espiritual desde lo más profundo de nosotras, y que nos promete la definitiva autoconciencia. Pero como advierte Starhawk (una de sus más lúcidas representantes), no nos separa de la tierra ni de nuestra condición: "Como la Diosa se manifiesta en nosotras, no intentarnos escapar de nuestra humanidad sino que tratamos de volvernos plenamente humanas. La tarea de la religión feminista es ayudarnos a aprender cosas que parecen muy simples, pero que son más exigentes que las más extremadas disciplinas patriarcales". Y los ejemplos que da no pueden refutarse sin salirse del elemental sentido de las cosas Qa "sabiduría práctica" de La Potenciadora) que tanto nos complace a las mujeres: Es más fácil ser calibre que vivirplenamente la sexualidad. Es más fácil retirarse del mundo que vivir en él. Es más fácil ser ermitaño que criar a un hijo. Es más fácil reprimir las emociones quesentiriasy expresarías. Esmásfácil meditaren soledad que comunicarse en un grupo. Es más fácil someterse a la autoridad de otro que confiar en una misma. Si elegimos las facilidades, La Potenciadora permanece recluida dentro de nosotras y no sale a recorrer el mundo. Pero si aceptanmos el llamado a la aventura, en cualquiera de los campos donde podamos empezar a ser nosotras mismas (físico, psíquico, intelectual, espiritual), el arquetipo se activa y empieza a caminar -en nosotras, con nosotras, corporizado en nuestro cuerpo por las tierras yermas que ha de poner nuevamente en floración. Tras analizar las vías diversas por donde la Diosa está ejemplo) puede ayudarle a manejar y superar en ella misma las descompensaciones energéticas, que las leyendas y la alquimia describen como batallas entre dos dragones. (Y por supuesto aquí se manifiesta la utilidad de los sistemas de armonización de la energía generalmente desarrollados en Oriente, que hay que adaptar, sin embargo, a nuestra naturaleza psicofísica de occidentales). Pero el arquetipo de potenciación también nos pide confiarlo bastante en una misma como para sentirse parte viva de una larga tradición de potenciaciones femeninas, ya que es muy importante recordar que no estamos trabajando en el vacío ni en aislamiento. No hay nada más letal para la trabajadora de la Diosa que sentirse cortada de la red de tejedoras que se extiende por el mundo, o encerrada en un limbo personal regido por sus propias conveniencias. La energía que manejamos no procede de nosotras, y la integridad de la chamana potenciada le exige atestiguarlo en cada uno de sus actos. Disponible, equilibrada e integrada en la cadena femenina, la representante humana de la arquetípica Potenciadota podrá animarse entonces a cumplir su tarea fundamental: la transmisión de la sabiduría que se origina en lo Divino Femenino. Lo que impone el estereotipo cultural El patriarcado impone una mujer sin potenciación personal de ningún tipo, por temor a que le dispute el poder sobre y sin tener en cuenta (por su propia tendencia represora) que una cosa no implica a otra necesariamente. Por el contrario, el ser humano potenciado no busca manejar el poder sobre, que es simple sustituto de la real potencia para asumir la vida. Tal como están las cosas, la mujer patriarcal sin potencia personal se encuentra en las siguientes condiciones: • cortada de sus tradiciones femeninas y de los símbolos religiosos surgidos de su femenina identidad. • carente de los círculos de apoyo mutuo que deben existir entre mujeres tal como existen entre los varones. • ignorante de las posibilidades de su feminidad desarrollada. • encerrada entre redes de conceptos restrictivos que le impiden ese desarrollo. • subordinada a otras voluntades que utilizan su ginergía para sus propios fines. • desnutrida y disminuida en su estructura física que no se integra a los ciclos de alimentación del universo. • excluida, en suma, de su tarea cósmica normal. Esto complace sumamente a quienes temen el regreso de la Diosa que trabajosamente desterraron, pero los resultados observables en el mundo no pueden celebrarse. Si la hembra es la encargada de asegurar que la especie sobreviva durante las épocas de crisis (como puede deducirse observando el comportamiento

de las madres animales y el de las madres humanas no sacadas de quicio por la represión), el estereotipo femenino bosquejado más arriba, separado de todo influjo potenciante, no augura nada bueno para la humanidad. Cuestionario ¿Cuál considero la verdadera causa del desequilibrio psíquico de la sociedad actual? …..……………………………………….................................................................................... ¿Qué necesitaría para sentirme cómoda en la Tierra? …..……………………………………….................................................................................... ¿Qué tareas me gustaría poder cumplir en bien de la humanidad, si tuviera la autoconfíanza necesaria para imaginarlas? …..……………………………………….................................................................................... ¿Cómo visualizo mi propia ancianidad, cómo me veo a mí misma en la etapa de la Vieja Sabia? …..………………………………………....................................................................................

SEGUNDA PARTE LA MUJER POTENCIADORA Lema: "El mundo me necesita, pero no como desesperada acaparadora de energías que se me escapan, sino como potenciada transmisora de sabiduría tradicional" Ninguna mujer, de la Edad de Piedra a la del Rock, vivió jamás sólo con la cabeza. (Sjöö-Mor, "La Gran Madre Cósmica"). Cuando llega a potenciarse, la mujer deja atrás cinco mil años de subordinación y ante ella se abren inesperados panoramas. No es que esté todo hecho, porque sólo se trata de su necesaria puesta a punto como agente útil de los propósitos transpersonales; pero las perspectivas cambian tanto, incluso en el comienzo de la potenciación, que de repente todo empieza a revelar sentido. Por las redes que tendió la Conectora y que atendió la Nutricia corre ahora la riqueza auxiliadora que procede de la Fuente. Más allá de la edad cronológica, la condición de potencia-da-potenciadora es señal de madurez en la mujer. Por eso el proceso de asumirla resulta tan difícil en la cultura de la Mujer Niña Dócil, la Mujer Seductora Peligrosa y la Vieja Decrépita Expulsada. Es decir, la caricatura de la Triple Diosa que proponen los patriarcas según la aguda descripción de Vicki Noble. Ser madura, sin embargo, implica algo diferente que se sale de esos marcos conceptuales y toca a la conciencia femenina en gestación. Para Helen Luke, que ha llegado a la tercera etapa tanto por edad como por desarrollo personal, se trataría más bien de un reconocimiento del propio saber: la mujer tan madura como para ser capaz de potenciar es "la mujer que sabe que sabe". En torno de esa frase vibran extraños ecos profundamente evocativos. La vaga figura de una salvadora femenina colectiva, sugerida en profecías y tradiciones de raigambre occidental, se agita a fines de este siglo decisivo esperando cobrar formas que por fin sean reconocibles. Cabe preguntarse entonces cómo se reconocerá a la mujer salvadora o capacitadora, ya que la salvación que se requiere en estos tiempos es aprender a ser capazas, vivir en la tierra de maneras más acordes con el orden natural. Y algunos signos previstos podrían ser los siguientes: 1. La mujer "que sabe que sabe" es la que desarrolló su autoconciencia y se enteró de los alcances de su capacidad de comunicación con la fuente interna de sabiduría. Es decir que su saber no es solamente racional, sino holístico o entero: una reconciliación, sugiere Matthews, de ambos hemisferios del cerebro, "los lados intelectual e intuitivo que han sido considerados hasta ahora masculino y femenino ". 2. La mujer potenciada-poténciadora es, según Luke, "la que ha integrado la vida del espíritu con la vida instintiva de su carne". La que asume el compromiso con el verdadero eros y no utiliza al amor simplemente para liberar tensiones; acto reñido con su esencia que, mucho más que al hombre, la pone al borde de la desintegración. Su autosaber implica, en este aspecto, estar consciente de lo que hace en el área instintiva; percatarse de sus propios sentimientos y advertir cuál es el compromiso conjunto de su cuerpo y de su corazón. 3. La mujer capacitadora es la que acepta en sí los ciclos de la vida y respeta en su propio cuerpo los misterios de la sangre. Su sabiduría le dice que el cese del sangrar posme-nopáusico bien puede ser un símbolo de la sanación de la humanidad herida en la mujer natural. Esa mujer que admite el cambio sin aferrarse a modalidades juveniles, ni sustituir el incremento de la vida interna con una frenética actividad en lo exterior. 4. La capacitadora sabia, para Woodman, es la mujer que ha atravesado dentro de sí muchas encrucijadas (los sitios donde lo eterno cruza lo transitorio), y ha alcanzado el punto de entrega consciente donde las demandas del ego ya no importan. Es la que "puede permitirse ser honesta", mirar de frente al dolor y estar presente plenamente, de modo tal que cerca de ella los demás pueden experimentar su propia esencia. Los cuatro puntos en conjunto son, por cierto, un retrato de la madurez. Y la madurez es por su parte: a) el desarrollo completo del carácter, el cuerpo y los poderes personales; b) el estado adecuado para servir de alimento o ser plenamente; útil; c) la plena disposición para el hacer. Pero un hacer, en este caso, informado por la nueva autoconciencia.

Hacer desde el ser Entre las diversas cosas que concilia, La Potenciadota diluye también el antiguo conflicto entre el ser y el hacer. Cada tanto los humanos fluctuamos entre ambas posiciones, en el intento de complacer las dos tendencias sin sentirnos culpables de traicionar a ninguna. Según predominen los ideales ("lo que importa es ser, no hacer") o la preocupación por resultados prácticos ("hay que hacer, mal o bien, pero hacer'), vamos de un extremo a otro pero sin dejar de estar interiormente divididos. Porque "ser sin hacer" no da tierra a las creaciones del espíritu, y "hacer sin ser" resulta en movimientos que no responden a un diseño trascendente. La sabiduría práctica que dicta lo Divino Femenino, propone como siempre un tercer término que es simplemente un hacer desde el ser. la acción dirigida desde los puntos de origen, la "carne infundida de espíritu" que caracteriza a las potenciadoras. Este hacer desde el ser no es posible sin una buena relación con ambos polos, lo espiritual y lo material. Relación que, a su vez, es imposible sin desechar las jerarquías dualistas que han impuesto los patriarcas (con su idea del espíritu superior a la materia) y que sólo una mujer potenciada, "que sabe que sabe", es capaz de superar. Después de eso, las vías de acción que se abren ante la mujer madura son innumerables. Pero conviene detenerse en una que ejemplifica a las demás e interesa especialmente a las sensibilidades femeninas: cómo potenciar al hombre. Sólo al ocuparnos de eso la imaginación de las mujeres se libera lo bastante como para visualizar, sin restricciones, las potencialidades del futuro. La potenciadora del varón Es la hembra humana la que fue designada por la misma evolución como vínculo entre sexualidad y espíritu, entre la energía biológica y el alma cósmica. (Monica Sjóó-Barbara Mor, "La Gran Madre Cósmica"). La potenciadora-potenciada está más allá de los engaños patriarcales, pero también (por eso mismo) más allá de los manejos que obstaculizan hasta ahora la buena relación entre los sexos. Salida de toda servidumbre represora, puede bucear en los significados del amor y tratar de entenderlo desde otra perspectiva más abierta, donde se permita sin reparos la intervención de lo divino en nuestra vida. Puede haberse liberado y ser entera en sí misma (es decir, poseer su propia identidad completa sin tener que apoyarse en el varón). Puede ser autónoma y capaz de realizar. Pero en el corazón de casi todas las mujeres persistirá siempre la preocupación materna por ese compañero de destino que siente como amante y como hijo, y del que en último término se considera responsable. Por eso la acción de la potenciadora va a dirigirse siempre a sacar a su hijo-amante de los atolladeros patriarcales. Si él simplemente cree en ella y la respeta, como lo ha hecho en otras épocas y en culturas diferentes, sus capacitaciones femeninas mediadoras lo ayudarán a conciliar opuestos. Las conexiones con el eros que ella es capaz de realizar estarán bien abiertas para que él pueda ahondar en el misterio, y las vinculaciones con la tierra que ella es capaz de mantener estarán firmes para que él pueda habitar dichosamente la materia. Pero, ¿qué es exactamente lo que necesita el hombre de la mujer potenciante, si es que realmente necesita de ella? En su importante estudio sobre Tristán e Isolda y el amor romántico, Robert Johnson nos da respuestas de primera mano sobre algunas necesidades masculinas que la nueva mujer podría aliviar. Y mientras se desarrolla la conciencia integradora de La que Potencia nos conviene escuchar estos informes, donde no ha intervenido nuestra fantasía ni ha interferido nuestra insatisfacción. Algunos datos importantes, según Johnson, podrían ser los siguientes: a) el hombre occidental, representado por Tristán, le es obstinadamente fiel a un factor interior de carácter sobrehumano que no puede poseer en este mundo (simbolizado en el mito por la Bella Isolda) y sufre así una "muerte en vida" que le impide disfrutar de los placeres de lo humano;

b) cautivado por esa figura interna idealizada -lo que los junguianos llaman ánima- rechaza a la mujer de carne y hueso que le parece demasiado simple (en el mito una segunda Isolda, la de las Blancas Manos, con la que Tristán se casa pero a la que nunca acabará de desposar). c) finalmente muere de anhelo insatisfecho, sin poder unirse a la primera y sin querer aceptar a la segunda. Desgarrado, dice Johnson, entre el amor divino y el amor humano mezclados trágicamente por la mentalidad romántica. Sin haber podido disfrutar de las "simples dichas" de la vida que le ofrecía la Isolda terrenal. Tristán muere sin duda a manos del dualismo-idealismo patriarcal, y al mismo Johnson se lo siente un poco resignado al alabar las "pequeñas y sencillas" alegrías de la vida en la tierra, tal como un paciente alaba dócilmente la medicina capaz de salvarlo. Pero su enfoque es válido, y esa Isolda de la Tierra es imagen cabal de la mujer potenciadora, capaz de potenciar al héroe enfermo de romanticismo y división interna. De capacitarlo, según el mismo Johnson, para ver la belleza y la sacralidad del mundo físico y de la ordinaria y humanidad, y edificar con ella una vida aceptable en el aquí y ahora. El corolario que agregaría a esto la perspectiva femenina í es que la mujer terrena no es tan simple como la Isolda de «las Blancas Manos, contraparte dualista de la Isolda ideal en í la perspectiva eternamente dividida de nuestra cultura. La mujer consciente, al menos, desarrollará su humanidad encarnada según todos los aspectos de la Diosa que hemos recorrido, y aceptará en ella misma muchas cualidades que tal vez no poseen los ideales proyectados de los hombres. El ánima, en suma, deberá esforzarse desde su mundo interno por seguir siendo más atractiva que la Diosa que v camina a plena luz sobre la tierra. LA POTENCIADORA COTIDIANA Todo en la vida es un acto de imaginación. (Elizabeth Dodson-Gray, "La Naturaleza como acto de imaginación",en "El Redespertar de la Diosa"). Si se quiere espiritualizar la materia, como vimos, se necesita un hacer desde el ser. En su vida cotidiana, la mujer potenciadora ya vive más allá de lo que Woodman llama los juegos desgastados. "No tiene nada que perder, porque lo que ella es nadie puede quitárselo". Y a partir de esa base de identidad y autoestima indestructibles, puede dedicarse a actuar y a traducir en gestos apropiados las instrucciones de su feminidad profunda. Los arquetipos cambian con la evolución humana, la idea de Dios se desarrolla y la visión teológica más avanzada afirma que la Deidad misma se transforma en respuesta a nuestra transformación. El llegar a ser de las mujeres, dijo hace tiempo Mary Daly, es una nueva fase en la búsqueda de Dios, y acabará por ser un nuevo modo de que la Madre Universal se manifieste en este plano. Dicho en términos simbólicos, la quieta y majestuosa Emperatriz del Tarot -hasta ahora reclinada eternamente en su trono de piedra en medio de su mágico jardín-, se levanta y empieza a caminar. En donde pisa, la tierra reflorece y para siempre deja de ser yerma. Las aguas de los pozos y los manantiales vuelven a murmurar, y el Grial de sanación está otra vez presente en el universo físico. Portando esa imagen móvil en nuestro corazón, las mujeres de estos tiempos podemos crear con la imaginación un mundo diferente. La potenciadora cotidiana es una gran imaginadora, porque sabe que sus realidades sólidas futuras se están gestando, instante tras instante, en esa matriz interna. Y con la nueva conciencia femenina, su lado solar desarrollado le permite organizar esas imágenes según su propia manera de mujer, e impulsarlas para que se cumplan en la práctica. A esta altura de nuestro estudio lo arquetípico y lo cotidiano se interpenetran definitivamente, de modo que es difícil hablar de la Diosa no encarnada o de la mujer desarrollada que no encarne a la Diosa. Los dos polos, lo divino y lo humano, trabajan en acuerdo y se reflejan mutuamente. Y así como La Potenciadora es la fuente interior de Sabiduría Práctica, las tareas múltiples de la mujer que la encarna pueden resumirse en una que las compendia a todas: enseñar al espíritu el arte de vivir sobre la tierra. La muerte en vida de Tristán es sólo la primera de las heridas del alma contemporánea que pueden sanarse con su ayuda, porque la visión dualista se deshace inevitablemente cuando se sacraliza la materia, y se van suturando, una a una, las llagas abiertas de nuestras divisiones conceptuales. Jean Markale, otro varón que estudia apasionadamente la cuestión femenina, dice lo siguiente acerca del papel restaurador que la mujer puede cumplir de nuevo en la sociedad actual, tal como en el mundo celta fue considerada "iniciadora, transformadora y liberadora":

"Hemos visto que la transformación del hombre por parte de la mujer era (para los celtas) una especie de nuevo nacimiento, o vida nueva: como si el individuo quedara finalmente liberado de todas las influencias traicioneras que le impedían ver las cosas. La humanidad necesita esta transformación y esta revelación, que restauren una nueva raison d'étre tras tantos siglos de extravagancias y de guerras. La sociedad masculina es agresiva y debe someterse a la pacífica transformación de las mujeres y lo que ellas representan. Entonces será por fin capaz de liberarse de los tabúes que la acosan". Por supuesto Markale habla de una mujer capacitada y capacitadora, cuyo contacto cotidiano con la esencia femenina le permite hacer vivir a cada uno, como el Grial, la experiencia que más necesita. Por ejemplo, de acuerdo con los dones de los Aspectos de la Diosa que detalla Matthews en "Las Damas del Lago": • armonización con la materia, para vivir en la tierra; • conocimiento del orden natural, para que no sea destruido; • visión, para crear el mundo nuevo; • inspiración, para conectarse con las tradiciones; • curación, para iniciar otra etapa; • amor, para desarrollar responsabilidad; • compasión, para entender el sufrimiento de los otros • nutrición, para poder realizar; • guía, para completar la búsqueda. Todos los caminos se abren ante la Mujer Potenciadora, que ha aprendido el secreto de la unión del espíritu y lo físico, paradigma de todas las otras uniones. En cada uno de sus actos cotidianos, ya sin trabas, la presión creadora de la Diosa Una puede al fin manifestarse plenamente. Su ginergía puede fluir para asociarse fértilmente con la energía del hombre, y asentada en la etapa de la compasión puede hacer de su vida personal una gozosa vía de servicio voluntario. Lo cotidiano, en suma, se funde con lo intemporal y la Potenciadora Arquetípica se confunde con su representante en la tierra. Lo que significa que la Diosa en nosotras puede al fin cobrar forma y volverse visible. Autoindagación 1. ¿Tengo alguna forma de canalizar mis energías acumuladas cuando amenazan abrumarme? ¿Cuál es, o cuál podría ser? …..……………………………………….................................................................................... ¿Suelo asumir responsabilidades o cargas excesivas, sin contar con un contacto espiritual que me permita reforzar los puntos débiles de mi personalidad? …..……………………………………….................................................................................... 2. ¿Agradezco debidamente a los poderes interiores mis momentos de contentamiento y logros? …..……………………………………….................................................................................... ¿Tengo en cuenta la dimensión espiritual del amor? …..……………………………………….................................................................................... 3. Cuando ya no se puede hacer otra cosa, ¿soy capaz de soltar las ideas caducas a que mi yo estaba apegado? …..……………………………………….................................................................................... ¿Tengo la suficiente audacia y resolución como para salude mis crisis conceptuales? …..………………………………………....................................................................................

4. ¿Me atrae la idea de pertenecer a círculos femeninos de apoyo, donde pueda manifestarse mi creatividad? Si la respuesta es no, ¿por qué? …..……………………………………….................................................................................... Espacio compartido Previa a la potenciación potenciadora, en mi experiencia, hay que librar con perseverancia inquebrantable la batalla por la autoestima. Miles de años de condicionamiento subordinador no pueden ser borrados fácilmente, y las mujeres de nuestra cultura giramos en círculos en torno a nuestra imagen deficiente. Pero hay que persistir. El progreso por supuesto no es lineal. Por cada paso adelante hay retrocesos, muchas veces autoprovocados casi con crueldad, como para probar que el represor interno que Starhawk llama directamente "autoodiador", sigue activo realmente dentro de nosotras. Pero al saberlo podemos seguir neutralizándolo, afirmando una y otra vez nuestra identidad profunda. He visto muchas veces que el secreto del logro es seguir caminando una vez que se ha hallado el camino, sin que nos paralicen circunstancias aparentemente adversas. En el Tarot del Rey Arturo, los Matthews representan al temido Cinco de Oros, la carta de las penurias materiales) como un paisaje tormentoso que los Buscadores del Grial debían a veces recorrer, y donde al parecer los mismos elementos se oponían a que avanzaran. Pero usando la lógica es fácil ver que toda tormenta pasa, y que los elementos carecen de malicia como para oponérsenos adrede. Y el secreto del avance, en mi experiencia, es contemplar la imagen de lo que quiere lograrse. En este caso nada menos que la imagen de una mujer potenciada, que pasada la tormenta de fines del milenio asume su lugar en la marcha de las cosas. Es decir, pone el Grial sanador nuevamente al alcance de la humanidad. Vicki Noble sostiene que el planeta necesita una curación chamánica (la expulsión de la enfermedad como entidad invasora), porque el patriarcado y su violencia, hoy plenamente visible en nuestro entorno, han actuado sobre la humanidad como una posesión. Y las mujeres somos las Indicadas para efectuar el acto sanador, porque no tenemos tanto que perder con la expulsión de esa entidad, que ha creado en torno de los hombres una red demasiado intrincada de dominación disfrazada de ventajas. Hay mucho por hacer, y es bien difícil. Pero cuando tiendo al desaliento, el buen sentido me dice que los tiempos están de: nuestra parte y que va a ser decisiva la emergencia de la Conciencia Femenina. Como la Durga hindú que aniquilaba a los demonios, hemos de ser bien yang y bien solares cumplir nuestro exorcismo. A las que en la actualidad luchamos por una feminidad reivindicada nos han tocado los momentos previos al amanecer, cuando se intuye ansiosamente la actividad del nuevo día pero todavía no podemos iniciarla, y lo único que nos resta es seguir concentrando nuestra fuerza dirigida para que amanezca de una vez. Allí, en el nuevo día, nos encontraremos todas. CONCLUSIÓN: Después de leer lo anterior podrás decir que la situación desesperada de las mujeres en el mundo, más que especulaciones de tipo religioso, exige acciones en el plano físico. Es así, efectivamente, pero es sólo la mitad de la cuestión: un cambio de conciencia iniciado en el nivel profundo puede estimular esas acciones y hacer las cosas menos duras para nuestras hijas, y las hijas de sus hijas que aguardan en el futuro • Todo lo que hemos visto apunta a ese cambio de conciencia, gestado en el plano arquetípico donde se mueven los símbolos que condicionan nuestra vida. Las imágenes que nos dirigen pueden ser modificadas. Y la tarea de las mujeres que descubren a la Diosa consiste, esencialmente, en superponer otra serie de tipos femeninos más flexibles, a los estereotipos castradores inventados por la sociedad. Tipos más amplios y más vivos, capaces de grabarse en nuestros núcleos celulares para modificar desde allí nuestras posturas básicas y nuestras reacciones ante lo que ocurre, y hasta los movimientos físicos de nuestro cuerpo • En el afán por conquistar

nuestro derecho a lo solar no nos conviene olvidar que nuestra parte oscura, nuestro yin, tiene su base ya asentada en los estratos más recónditos de la psique colectiva y desde allí puede inspirar nuestras empresas. Los esfuerzos de las mujeres más volcadas hacia la actividad en lo social y lo político (las más yang o solares, que ya se están moviendo en esos campos con habilidad creciente) necesitan ser apoyados por las otras, las que nos movemos con conciencia en lo que Goethe llamaba "el reino de las Madres", donde se da origen a las realidades sólidas. Es decir, el reino femenino de la imaginación • La búsqueda de la feminidad completa -nuestro Grial- es el esfuerzo previo que se nos exige antes de poder participar junto al varón en un manejo justo de los recursos de la Tierra y del espíritu. Sólo después de ser enteras, libres de moldes y dueñas de nuestra personal soberanía, podremos encargarnos de nuestra parte intransferible en el programa humano: la mediación conciliadora y la defensa del orden natural A» Pero antes hemos de pasar del sufrimiento a la labor creativa. Del empantanamiento en el dolor (nuestro terreno más familiar y transitado) al desarrollo de nuestras habilidades femeninas. De nuestro agotamiento emocional a una conciencia de fuerza establecida y de riqueza ahorrada a lo largo de los siglos • Los tipos surgidos de los aspectos de la Diosa son diversas maneras de lograrlo. Son patrones de creatividad, de habilidades, de fuerza y de riqueza utilizada. Ninguna de nosotras puede ser todavía una Mujer Completa, con los diez tipos perfectamente funcionales. A lo largo de la vida, sin embargo, la activación circunstancial de esas distintas posibilidades puede llevarnos hasta modos generales de eficacia que aún no podemos calcular. Corporizar los tipos Lo que desde hace mucho nos ha faltado a las mujeres es un campo de acción que sea umversalmente significativo. Uno que llegue más allá de lo que Betty Friedan denunciaba en los años '50 como nociva mística de la feminidad (incapaz de salirse de sus confortables y domésticos "campos de concentración") y más allá, también, de la mortífera desfeminización de las que Silvia Perera denominó en los '80 "las hijas del patriarcado", incapaces de conectarse con su esencia • Cubrir todo ese campo es imposible con los pocos elementos con que contamos actualmente. Estamos dando cuerpo sólo a unas pocas cualidades catalogadas como femeninas, que varían con las culturas pero nunca se organizan en un todo orgánico capaz de trabajar en forma autónoma. Como robots carentes de partes importantes, podemos funcionaren ciertas cosas - lo doméstico aprisionador, lo mundano deshumanizante-, pero sin conciencia propia para hacer las elecciones necesarias, y eventualmente combinar esas funciones en opciones distintas y alternativas más completas. Conviene entonces aprender a corporizar nuevos juegos de imágenes simbólicas, y las más aptas siguen siendo las que la mente « humana utilizó para codificar los caracteres de Lo Femenino sin recortes. Es decir, las diversas manifestaciones de la Diosa ; en la historia y la prehistoria de la humanidad • Corporizar esos tipos femeninos es casi ineludible una vez que los hemos traído a la conciencia. Múltiples fibras de afinidad se tienden entre ellos y zonas dormidas de nuestra propia psique que s es preciso despertar. Inesperados pero nítidos ajustes se producen entre ellos y muchos de nuestros viejos impulsos reprimidos, instintos asfixiados y actitudes rechazadas por « poco convenientes dentro de la cultura patriarcal. Y contenidas sin violencia por estos nuevos patrones, las poderosas energías de las mujeres se insertan con orden y eficacia en el plan universal • Por cierto, los estereotipos caen, y quienes se han acostumbrado a ellos reaccionan con alarma. Pero si queremos un futuro más propicio, las potencialidades femeninas necesitan ser desatadas y aceptadas. El próximo milenio presentará exigencias poco imaginables; y, si este tiempo de difícil transición ha de servir para nuestro crecimiento como especie, las mujeres tenemos el compromiso moral de aprovecharlo para prepararnos y entrenar plenamente nuestra feminidad • Corporizar los tipos primordiales surgidos de lo Divino Femenino es un ejercicio múltiple, capaz de elastizar nuestra psique anquilosada y hacer saltar los moldes

que falsamente nos definen. Es, en rigor, la única actividad que nos prepara a las mujeres para el "llegara ser" -que auguran las filósofas del movimiento femenino, meta imposible de alcanzar sólo mediante cambios en la circunstancia externa ya demasiado establecida • Todo requiere entrenamiento. Pero, por otra parte, los nuevos paradigmas que se van estableciendo nos dicen claramente que no se puede hacer las cosas sólo en la realidad física. Hay otras te densidades de la realidad. Y por lo tanto no resulta absurda la idea de entrenarnos en el ámbito maleable de la psique, explorado tan intensamente en el último siglo de la era patriarcal • Los nuevos tiempos nos piden entrenarnos para recuperar acrecentada la libertad de nuestros movimientos, borrar de nuestras máscaras las expresiones demasiado fijas y volvemos maleables para dar cuerpo a las incitaciones del poder de ser. Las mujeres nuevas, como genuinas chamanas, podemos ser transformistas de nuestra propia forma. Responder a los nuevos desafíos Algo sabemos del mundo del futuro: no será como éste. Responderá a otras exigencias y necesidades de la especie, a otros parámetros de supervivencia, y sobre todo a mucha experiencia acumulada de lo que no debe ser. Pero nada sabemos en concreto. Y necesitaremos trabajar por eliminación de lo nocivo, dejando afuera los patrones letales que recibimos como herencia mediante un acto simple: no potenciarlos con nuestra atención. Dentro de ese contexto no cabe hablar de cosas apropiadas o no para ninguno de los sexos. Tras el renacimiento, no podremos decir que esto o aquello "no es femenino" o que aquello otro sí lo es. Organizar una cultura no represiva pero sí coherente es un arduo trabajo, y a las mujeres nos exige desarrollar la maleabilidad que tuvimos prohibida durante tanto tiempo: una plasticidad que no recibe improntas desde afuera, sino que sirve para hacer visibles las pulsiones creadoras que nos llegan desde el centro • Lo que hemos visto acerca de los tipos femeninos es sólo un primer paso en ese ablandamiento necesario. Después se agregarán seguramente otras tipologías, hoy poco imaginables. Lo que ahora importa es empezar a caminar desde el lugar en el que estamos y trabajar sobre conceptos todavía reconocibles, que nos sirvan como puentes para efectuar la transición • Los ginotipos que surgen de los aspectos de la Diosa son respuestas a retos vagamente percibidos, que están detrás de los problemas críticos de una cultura declinante, pero que pronto serán mucho más claros e inequívocos. Se nos incita a responder a desafíos que adivinamos sin conceptualizarlos claramente. Y en cuanto lo logremos, seguramente vendrán otros para que nuestro desarrollo no se estanque, otros más acordes con problemas nuevos. Pero podemos desde ahora intentar la transformación potenciadora que necesitamos legar a nuestras hijas: un ego más vigoroso y más flexible, no aferrado a unos pocos rasgos básicos que confundimos con nuestra identidad. Un ego dispuesto a dar la cara a lo que se le presente, y sobre todo preparado para dar cuenta ante sí mismo del uso que hace de sus posibilidades • Un ego así, puesto al servicio de la fuente interna, responderá a los retos de los siglos venideros con otro tipo de solvencia, es decir capacidad de resolver. Tendremos la autoestima necesaria como para zambullirnos sin temores en la esencia femenina, y analizar a fondo sus potencialidades sin condicionarlas a censuras culturales. Tendremos el coraje de aceptar otras tareas, de embarcarnos en empresas que hoy no están a nuestro alcance, y de aportar las soluciones que se espera confusa mente de nosotras. Seremos más capaces, porque nos habremos preparado para serlo. Usar bien la ginergía

La elección es nuestra: usar la ginergía que va quedando disponible para una mejor vida en la Tierra, o para alimentar aún más nuestras dudas, culpas y pesadillas personales • Esa es la opción peligrosa que enfrentamos las que despertamos a la existencia de la fuerza femenina, sin que todavía estén del todo abiertas las nuevas vías de su expresión: fortalecer las posibilidades de la mujer consciente, o las restricciones de la hipnotizada por los condicionamientos. Abrir vía libre a los arquetipos que presionan desde adentro, o endurecer aún más los tipos culturales que no tienen existencia real en nuestra psique • Necesitamos aprender a elegir sin compulsiones y sin que nadie nos influencie. A decidir con lógica y con buen sentido lo que más nos conviene como individualidades y como miembros femeninos de la especie. A distinguir lo cómodo de lo auténtico, lo falso de lo sincero, lo artificial de lo natural. Y en esa ardua tarea de desmontar los viejos mecanismos para ensamblar otros nuevos, sólo puede ayudarnos una guía de instrucciones que no haya sido preparada por esta civilización interesada en despistarnos. Un juego de modelos que sea precultural, pre-represivo y pre-patricéntrico • Los ginotipos que surgen de los aspectos de la Diosa cumplen esos requisitos porque brotan de un centro intocado por las circunstancias. Asumidos con conciencia responsable nos retrotraen a los inicios y nos conectan con lo eterno; nos hacen sobrevolar las restricciones momentáneas -aunque se trate de momentos que han durado miles de años- y nos impulsan hacia lo desconocido con fuerza suficiente para dejar atrás nuestro temor. Son vehículos psíquicos (y a la larga psicofísicos) que necesitan de nuestra energía y a la vez le permiten servir a nuestros fines como elemento propulsor. En el futuro nos moveremos con soltura por toda la creación, ya sin vacilaciones, impulsadas por nosotras mismas • Usar bien la energía femenina implica actuar en el mundo según nuestras prioridades, y conocer nuestras verdaderas prioridades requiere contactar las dimensiones interiores para que nuestros actos surjan desde allí. Se trata en todo caso de una continuidad de planos de existencia que las mujeres necesitamos recobrar si queremos ser enteras, y los arquetipos femeninos pueden ser transiciones entre las diversas densidades que debe atravesar nuestra energía vital original • Si no es desviada, esa energía vital es lo que construirá nuestro futuro según las pautas que le señalemos; de allí la urgencia de entrenarnos, responsabilizamos y saber elegir. En realidad es un programa muy sencillo, pero no ha habido esquemas culturales que nos hicieran familiarizar con él, y grandes cargas de desconfianza, escepticismo y pensamiento esclavo de prejuicios nos privan de aceptarlo como propuesta de trabajo • Por eso es importante confiar en la eficacia de los ginotipos primordiales que hemos visto en los previos capítulos, los que no necesitan de nuestro asentimiento cultural condicionado para poder actuar sobre nosotras. Frecuentados y usados con conciencia, pueden llegar a ser las pautas que buscamos para ir armando lentamente, con alegre osadía, el siguiente modelo de nuestra feminidad. EL FEMINISMO ESPIRITUAL Hemos recorrido diez maneras de ser femeninas independientes de mandatos socioculturales. Hemos observado a la feminidad fuera de todo contexto artificial, tal como se ha mostrado en brotes espontáneos arquetípicos y tal como podría mostrarse a través de nosotras si colaboráramos con ella. Al fin de nuestra recorrida cabe preguntar qué pasará en el mundo y en la historia humana cuando estos tipos -y ; muchos otros que surgirán más tarde- sean completamente operativos • El feminismo espiritual (Starhawk, "Dreaming theDark", cap. 8) define las cinco tareas básicas que nos toca cumplir a las mujeres en el futuro inmediato: elaborar nuevos mitos, crear nuevas estructuras, defender nuestros derechos, , transformar nuestro interior, amar. El programa es muy amplio, cubre diversas áreas y abarca tanto la acción externa como el trabajo hacia adentro. Sólo resulta menos desalentador si se dispone de instrumentos tan potentes como los diversos aspectos de la Diosa, capaces de

ubicarnos en un punto donde la noción de lo difícil se diluye y podemos contemplar el cuadro entero de nuestras ignoradas posibilidades. Visto más en detalle: l. Los mitos femeninos, j inspiradores de culturas favorables a la vida, ya están cobrando forma -por ejemplo- detrás de las preocupaciones eclógicas y los intentos de pacificación universal. Sólo nos falta advertir en el trasfondo la presencia de actitudes como las de La Protectora o La Limitadora, que exigen la defensa de lo que está en peligro, y el reconocimiento de que somos responsables de mucho más que de nuestro propio bienestar. 2. Las nuevas estructuras no jerárquicas ya se van insinuando en el rechazo cada vez más firme de intolerancias y discriminaciones; ante todo, las que tienen como blanco a la mujer y también las que se ensañan con cualquier variación del orden rígido instituido, aunque sea beneficiosa para todos. La Conectara y La Potenciadora sugieren nuevas formas de interrelacionarnos y de vivir sobre la Tierra según modelos que reemplazan la pirámide por el círculo de apoyo, y la dominación por el respeto mutuo. 3-Hacer respetar nuestros derechos (sobre todo en cuanto a nuestra sexualidad y nuestro cuerpo) ya no se ve como una simple histeria feminista sino como una lógica reacción ante milenios de aberrante servidumbre. Aquí no sirven actitudes demasiado blandas; se necesita un firme modelo femenino, como La Desafiante, que desarraigue viejos dogmas y preceptos, y muestre al mundo que sólo se trata de intereses enfermizos haciéndose pasar por mandatos divinos. 4. Explorar nuestro interior con el fin de depurarlo, es una empresa que asumieron hace tiempo los sistemas esotéricos de desarrollo espiritual, y más recientemente la Psicología profunda. Si queremos relaciones saludables no hemos de proyectar sobre los otros nuestras propias sombras no reconocidas, y a las mujeres nos toca, en consecuencia, identificar y transformar a los patriarcas internalizados que nos impiden ser nosotras mismas. Sólo la acción de potentes arquetipos como La Iniciadora o La Limitadora puede ayudarnos a verlos claramente y descubrir nuestra verdadera identidad, ya que tanto sistemas esotéricos como psicología están contaminados de patricentrismo. 5. En cuanto a amar, es tal vez la gran tarea global que sintetiza a todas en una actitud multifacética y multidireccional, que depende a la vez de una "Visión del mundo totalmente redimida. Amar conscientemente está lejos de ser fácil. No se puede hablar de amar a la ligera y sólo a base de buena voluntad. Es preciso estar a limpia de trabas y conflictos personales. Haber salido del capullo defensivo y enfrentado los esquemas culturales de miedo, inseguridad y desconfianza. Haber revisado los 5 conceptos y definiciones del amor. Haber aceptado previamente la dignidad equivalente de espíritu y materia. Haberse construido una autoestima sólida. Estar preparada para canalizar una vibración cósmica proveniente de muy alto, y no poner trabas a su sagrado casamiento con las fuerzas de la Tierra que percibimos en el cuerpo. No es exagerado decir que para hacerlo se requiere activar todos los ginotipos inspirados en la Diosa, con especial atención sobre La Liberadora, La Energizadora y La Nutricia • La mujer capaz de amar conscientemente, a sí misma y a los otros, se relacionará con todo cuanto la rodea de la misma bendita manera con que hoy se enamora de alguien específico. Pero no será una elección apasionada (fruto del pensamiento dualista y jerárquico) ni una búsqueda inconsciente de sostén (fruto de su falta de autoestima) ni un auto-permiso para ejercer su Eros entre estrechos límites (sólo necesario en una cultura represora de lo erótico). Será el libre intercambio de la fuerza amorosa y sanadora con su entorno y el resto de la creación. Será el activo ejercicio de un nuevo respeto hacia sí misma, que la hará sentirse digna transmisora de las vibraciones de la vida, y el reconocimiento de su nueva madurez como representante de lo femenino universal • El Eros se retrae ante una gran desilusión; se refugia en las profundidades inconscientes cuando el dolor hace que cerremos la compuerta reguladora de su flujo en nuestro sistema psicofísico. No sería raro entonces que el Eros general de la mujer universal -nuestro factor de conexión profunda, sin el cual no somos otra cosa que lechos de mares muertos- estuviera recluido en nuestras

zonas ignoradas desde el profundo shock que nos produjo el patriarcado: el atroz desengaño de la madre ante el desprecio de los hijos y de la amante ante la agresión violenta del amado • Ahora llegó el momento de reabrir las compuertas para sanar la aridez del mundo. YI tras cumplir las etapas purificadoras de ira y recriminación i vamos quedando listas para hacerlo, instruidas desde lo profundo por los arquetipos surgidos de la Diosa • El plan de trabajo está trazado, y la potencia sugerente de los símbolos ya está haciendo que funcione en nuestra psique. No pasará mucho tiempo antes de que, sin darnos cuenta, {estemos ya corporizando estas diversas actitudes, respondiendo a los nuevos desafíos, y utilizando nuestra energía de signo femenino para vivir nuestro futuro en el presente. Que así sea. APÉNDICE: HACIENDO CONTACTO Si la imaginación abre todas las puertas, como bien saben los que practican el antiguo arte occidental de las visualizaciones dirigidas, un pequeño ejercicio de ese tipo puede servir de complemento práctico a todo lo anterior. Una de las maneras de hacer contacto con la Diosa es activar su imagen que duerme entre las brumas de nuestra propia psique; y una de las maneras de activar una imagen arquetípica, es construirla en la mente hasta lograr emocionarse al contemplarla con el ojo interior. No es demasiado difícil, y es posible ayudarse con alguna imagen que ya exista, algún cuadro o dibujo que haya captado la fuerza numinosa de lo Divino Femenino y nos transmita parte de ella. Yo recomiendo habitualmente las ilustraciones del Tarot, porque suelen incluir una simbología muy elocuente, que duplica el impacto y tiene efectos perdurables. Las mejores de entre ellas Gas del Tarot de Rider-Waite, por ejemplo, o las del Tarot del Rey Arturo) son realmente puertas que se abren hacia las dimensiones donde habitan los poderes interiores, y sólo esperan que pasemos el umbral. Si decides hacer el ejercicio de contacto, contempla unos minutos bajo una luz brillante la carta de la Emperatriz, el Arcano 3 de la serie mayor. Si has elegido la versión de Waite pintada por Pamela Coleman Smith, verás a una mujer muy majestuosa, joven pero espléndidamente madura, sentada en medio de un paisaje natural como una reina en su trono. Gobernando, y aguardando. Ahora cierra los ojos e internaliza la imagen. Imagina que los bordes de la carta son realmente el marco de una puerta que te permite entrar a ese jardín, cuyos colores , fragancias y texturas (basadas en tu propia memoria imaginativa pero abiertas a lo inesperado) pueden llegar a ser muy definidos. Da un paso y entra, sabiendo que entras a una zona de tu psique que tiene la incontrovertible realidad de tus propias vivencias. En el texto que sigue encontrarás los lineamientos previos de la experiencia psíquica que allí podrás vivir. Pero agrega lo tuyo, porque el encuentro con tu Diosa interna te pertenece en forma intransferible y será diferente al de todas las mujeres. Ejercicio Has entrado al paisaje, y la mujer está unos pocos metros más allá, delante tuyo. La rodea un halo sobrenatural, pero a la vez se la presiente muy concreta, muy sólida y tangible. Es un ser de otro mundo, pero da la impresión de ser también humana y compartir nuestros dolores y nuestros gozos de mujer. Tiene una forma definida, pero es también la esencia de tu feminidad: majestuosa, digna, soberana y benéfica. He allí, personificada ante tus ojos, la inteligencia maternal que está detrás de cada brote y retoño en primavera, que recubre los árboles con el milagro del verde renovado; que determina la arquitectura prodigiosa de cada flor que se abre para perpetuar su especie, y el colorido de cada plumaje que se despliega en danzas de apareamiento; y que guía la formación de tu hijo dentro de tu vientre. Madre de la Forma y Emperatriz de la materia densa, sabia y segura, señora del plácido ordenamiento de las cosas, la Dama de la Huerta Primordial preside el jardín del paraíso femenino sin pecado, y te bendice con la irradiación de su presencia.

Caminas hacia ella. Siente el contacto de tus pies desnudos con el tierno pasto fresco, que tapiza espesamente la negrura de la tierra en el reducto de la Reina. Siente las suaves ráfagas del aire tibio, vivo y magnetizado, que trae olor a rosas y violetas, a naranjos en flor y a duraznos maduros, y te transmite la cadencia de los altos cipreses que se mecen en el fondo. Siente el vibrar de abejas y cigarras, el canto imprevisible de los pájaros, y sobre todo el susurro del agua que cae en algún lado, y chorrea acompasada sobre algún lecho musgoso. La Emperatriz te mira. Sin exigencias ni preceptos, sin imponerte ni pedirte nada. Ahora que ves sus ojos insondables, sabes que la conoces desde siempre. Que no han dejado nunca de encontrarse en esta zona oculta de tu psique, sin que te dieras cuenta ni lo concientizaras, pero sin posibilidad de separarse. Ella es tú misma en tu dimensión sagrada, y tú eres ella en el mundo cotidiano. Y si se tocan, ya nada impedirá que adviertas su presencia en tus momentos de vigilia racional. Vas hacia ella. Te das cuenta de pronto de que siempre has marchado hacia este encuentro, a través del dolor y todas las tremendas asperezas del camino. Sin conciencia de ella estabas incompleta, no percibías la magna dignidad de tu naturaleza femenina. No sabías que reinabas con tan regia belleza en tus propios confines interiores, que podías irradiar hacia el mundo de afuera tan poderosa y sanadora bendición. La Madre tiende la mano. Hacia ti, para facilitar que avances hacia ella. Hacia tu aura, para vivificarla con nuevas energías inconfundiblemente femeninas. Hacia tu cuerpo, para que recuerde las corrientes de vida que lo recorrerían si no estuvieran bloqueados sus canales. Te invita al reconocimiento, a la reconciliación, a la fusión de identidades en una única entidad divina-humana, que le permitirá actuar en el mundo a través de tu organismo psicofísico. Nunca habías recibido tan trascendente invitación. A medida que avanzas, captas cada vez más su realidad, sus vibraciones vivas, su palpitación que concuerda con la tuya. De ella has surgido como prolongación densa, que alguna vez le permitió pasar por el umbral que acabas de cruzar en sentido contrario, y a ella has de volver para descubrir quién eres. A medida que avanzas, sientes que su mirada te traspasa cargada de hondo afecto. Lo Divino Femenino no es una entidad indiferente ni remota. La Diosa no es una abstracción impersonal. Captas su amor, por más que te parezca inmerecido. Captas el interés apasionado que siente por tí, su criatura y su reflejo. Captas su anhelo de que seas feliz, y de que aceptes por fin sus bendiciones. La Madre te abre los brazos. No precisa palabras para decirte que no temas y vayas hacia ella. Sobre el jardín cae una fina lluvia que no empaña la intensa luz del día, y que parece disolver tus miedos, tus corazas, tus bloqueos. Te das cuenta de pronto de que puedes pedirle cualquier cosa, porque ha estado esperando que lo hagas. Entiendes, más allá de toda duda, que nada es imposible si te apoyas en ella. Al llegar junto al banco de piedra que le sirve de trono, te embriaga más que nunca el perfume de las rosas y la belleza del mundo natural. Sientes dentro de tí el girar de los ciclos eternos, y la insondable gratitud de formar parte de ellos. Quieres decírselo, dar gracias, adorar de algún modo, pero no es necesario. Sólo tienes que dejar que ella te abrace y decirle quedamente, sin palabras, lo que deseas realmente en tus momentos más privados y sinceros. La Diosa escucha, porque no hay valla alguna entre las dos. Y por la forma en que te mira te das cuenta de que ya, de antemano, ha bendecido y concretado tus deseos. Un calor dulce te recorre, mientras las auras vibratorias de ambas se mezclan en una sola. Por primera vez, en el transcurso de esta vida, te has encontrado con ella de manera consciente y voluntaria. No la olvides. Tras vivenciar el encuentro, con cualquiera de las infinitas variaciones que puedes agregarle, sólo te falta retroceder hacia el umbral por el que entraste y atravesarlo de regreso hacia tu mundo cotidiano. Visualiza otra vez los bordes de la carta de Tarot, y deja que el paisaje de la Emperatriz vuelva a tener dos dimensiones. Es tan sólo un dibujo, pero encierra potentes experiencias que puedes repetir a voluntad. Ahora debes volver a tu existencia diaria, intensamente y con acrecentada agudeza sensorial. La vida, al fin de cuentas, es una gran celebración.

FUENTES Y REFERENCIAS Bibliografía esencial Caitlín Matthews. "The Elements of the Goddess" ("Elementos de la Diosa", Element Books, Inglaterra, 1989; versión castellana: "Las Diosas", Edaf, Madrid, 1992). VicklNoble. "Motherpeace: A Way to the Goddess through Myth, Art and Tarot" ("Madrepaz: Una Vía hacia la Diosa a través del Mito, el Arte y el Tarot", Harper & Row, USA, 1983; versión castellana de Cuatro Vientos, Chile, 1990). -. "Shakti Woman" ("Mujer Shakti", Harper San Francisco, USA, 1991). Montea Sjdd-Barbara Mor. "The Great Cosmic Mother: Rediscovering the Religión of the Earth" ("La Gran Madre Cósmica: Redescubriendo la Religión de la Tierra", Harper & Row, USA, 1987). Starhawk (Miriam Slmos). "The Spiral Dance: A Rebirth of the Ancient Religión of the Great Goddess" ("La Danza en Espiral: El Renacimiento de la Antigua Religión de la Gran Diosa", Harper & Row, USA, 1979). -. "Dreaming the Dark: Magic, Sex and Politics" ("Soñando lo Oscuro: Magia, Sexo y Política", Beacon Press, USA, 1982). Barbara G. Walker. "The Skeptical Feminist: Discovering the Virgin, Mother and Crone" ("La Feminista Escéptica: Descubriendo a la Virgen, la Madre y la Vieja", Harper & Row, USA, 1987). -. "The Crone: Woman of Age, Wisdom and Power" ("La Vieja: Mujer de Edad, Sabiduría y Poder", Harper & Row, USA, 1985). Bibliografía general consultada: Jeanne Achterberg. "Woman as Healer" ("La Mujer como Sanadora", Shambhala Publications, USA, 1990). Lynn V. Andrews. "Medicine Woman" ( "Chamaría" o "Mujer chamán", Harper & Row, USA, 1981). -. "Crystal Woman" ("Mujer Cristal", Warner Books, USA, 1987). -. "Una entrevista a Lynn Andrews", por Richard Daab. Revista Magical Blend, USA, N. 16, 1987. Harén Armstrong. "The Gospel according to Woman" ("El Evangelio según la Mujer", Hamish Ramillón, Inglaterra, 1986). Geoffrey Ashe. "The Virgin: Mary's Cult and the Re-Emergence of the Goddess" ("La Virgen: El Culto de María y la Reemergencia de la. Diosa", Arkana, Inglaterra, 1988). Jean M. Auel. "The Clan of the Cave Bear" ("FJ Clan del Oso Cavernario", Crown, USA, 1980). Marión Zimmer Bradley. "The Mists of Avalon" ("Las Nieblas de
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