La Cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana. El caso de Córdoba 1573-1810.

April 6, 2017 | Author: noemi.goytia | Category: N/A
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LA CUADRÍCULA EN EL DESARROLLO DE LA CIUDAD HISPANOAMERICANA

CASO DE CÓRDOBA 1573-1810

Foglia | Goytía | Rossi | Giordano | Malik | Freguglia Martínez | Dambone | Venturini | Ortega | Franchello Demarco | Cammisa | Eguiguren

Instituto del Ambiente Humano Facultad de Arquictura, Urbanismo y Diseño Universidad Nacional de Córdoba

LA CUADRÍCULA EN EL DESARROLLO DE LA CIUDAD HISPANOAMERICANA

CASO DE CÓRDOBA 1573-1810 Equipo de Trabajo

Dirección: Maria Elena Foglia Coordinación: Noemí Goytia de Moisset de Espanés Área Urbanismo: Sara Rossi Leonilda Giorndano de Avila David Malik Área Historia: Teresa Freguglia de Nanzer Josefa Martínez Dora Gambone de Dellavedova Becarios de iniciación en la investigación: Edgardo Venturini Ana M. Rodriguez de Ortega Maria del Carmen Franchello de Mariconde Mariam Almandoz de Demarco

Colaboraron en: Aspectos Económicos: José Armando Eguiguren Tipología Urbana: María del Carmen Cammisa de Fierro Diseño Gráfico Florencia Marciani

AGRADECIMIENTO

Nuestro sincero agradecimiento al Arq. Barnardino Taranto, Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba, quien en el marco de su visión sobre el significado de la investigación para nuestra Facultad y el conjunto de acciones que sumiere oara reivindicarla, apoyó nuestra labor constribuyendo en la publicación de la primera edición,

Los autores Córdoba, Argentina, 1987

6

CONTENIDO

Introducción

8

Enuniandos

9

PARTE I - Córdoba en su contexto territorial. Período 1573 - 1810

23

I.1. La urbanización colonial del sur del continente.

24

I.2. El modelo urbanístico de la colonización hispanoamericana.

I.3. Referencia histórica sobre la fundación de Córdoba.

27 32

I.4. Referencia al medio geográfico del asentamiento y

33

PARTE II - La cuadrícula en Córdoba: 1573 - 1810

41

descripción del trazado original.

II. 1. Trazado, modelo urbanístico y sus relaciones con el medio natural del emplazamiento.

42

II.2. Ocupación del trazado inicial y estructura del

47

II.3. La extensión Urbana.

67

asentamiento.

II.4. La cuadrícula en el desarrollo volumétrico del

conjunto urbano.

Los tipos arquitectónicos: características institucionales y arquitectura.

72

II.4.1.

73

II.4.2. Caracterización de los tipos arquitectónicos.

76

II.4.3. El desarrollo volumétrico del conjunto ur-

bano: subdivisión parcelaria, sistema viario y tipos urbano-arquitectónicos.

92

II.5. Consideraciones finales sobre el trazado en cuadrí-

111

ANEXO I - Cuadro cronológico del marco histórico general del período 1573-1810.

117

cula en el período considerado.

7

INTRODUCCIÓN

El trazado en cuadrícula con que se llevó a cabo la urbanización colonizadora hispánica en el territorio americano constituyó, no sólo el instrumento inicial del proceso de urbanización sino el modelo urbanístico de crecimiento histórico posterior de las ciudades coloniales y del proceso de ocupación territorial independiente, caracterizando la fundación de nuevas ciudades y la extensión de las fundacionales hasta nuestros días en aquellos países que se gestaron a partir de la conquista.

Su utilización, implicó una adaptación a importantes cambios cualitativos y cuantitativos, por lo que, la investigación propuesta por Fernando de Terán para verificar la validez de aquel modelo urbano –iniciativa conmemorativa del 500° aniversario del descubrimiento de América en el campo del urbanismo -plantea como objetivo fundamental la indagación del papel jgado históricamente por el mismo y su validez actual y la diversificación de las características con que fue usado el modelo teórico inicial en el desarrollo individual de nuestras ciudades.

Se estima que del examen sistemático de la evolución histórica de las ciudades hispano-americanas, en un estudio comparado del uso del trazado en cuadrícula y su flexibilidad de adaptación al cambio, podrán extraerse interesantes reflexiones sobre la utilidad futura, especialmente para situaciones de forzosa austeridad urbanizadora y alto crecimiento demográfico” … Se trataría pues, de verificar la validez de un modelo urbano en su puesta a prueba a lo largo de la historia para resistir y adaptarse a formidables cambios cuantitativos (crecimiento demográfico inductor de extensiones y densificaciones) y cualitativos 8

(la nueva tecnología y las nuevas formas de organización social)…” (de Terán, Fernando, 1984). Sus conclusiones podrían constituir valiosas indicaciones para los planificadores y autoridades locales que se planteasen su posible uso como soporte de la urbanización futura. Se estima, por otra parte y de allí nuestro interés en el tema, que tal investigación puede constituir un aporte importante al análisis urbano propio de la realidad latinoamericana que no ha sido desarrollado hasta el momento en la magnitud que los graves problemas de nuestras ciudades merecerían y que requieren de una urgente atención para fundamentar adecuadamente las soluciones en marcha, no siempre correctamente apoyadas en una teoría expresamente elaborada para tal realidad.

Para facilitar el estudio comparado, de Terán estableció una serie de enunciados o hipótesis de investigación que constituyen un criterio unificador orientativo de los esfuerzos individuales de los investigadores que en los distintos países hispano-americanos participan del mismo, dejando abierto sin embargo, un amplio espectro de posibilidades de enfoque para el desarrollo de cada caso particular (1).

De aquí que se presente a continuación el enfoque desarrollado en el caso de Córdoba que se apoya en aquellos enunciados unificadores pero establece un marco de referencia particular respondiendo a nuestra visión de la temática establecida, de sus componentes y de su significado en nuestra situación pasada y presente.

ENUNCIADOS

En tal sentido, se estableció que los enunciados planteados por de Terán permitían generar hipótesis particulares ajustadas a nuestro caso y que éstas podían verificarse a través de postulados, es decir, principios sobre los cuales es posible fundar una demostración e identificar las variables de estudio involucradas para sostener los mismos y que, obviamente, responden a una propia interpretación del fenómeno urbano y del significado del trazado en él. Es tal interpretación y enfoque de investigación de ella derivado lo que se expone a continuación.

Es sabido que la ciudad puede interpretarse como un sistema de componentes interrelacionados donde una población con sus peculiares características socioeconómicas, culturales y tecnológicas desarrolla sus actividades en un espacio geográfico dado, planteándole al mismo requerimientos de recursos para la localización y albergue de aquellas (2). El medio natural, es consecuentemente adaptado por el hombre a sus requerimientos, a través de las pautas de apropiación del espacio de una cultura determinada y esto implica una forma del uso del suelo natural y sus recursos. Así, la conformación del hecho urbano en el espacio conlleva un cambio en el tipo y forma de uso del suelo o, en otros términos, una transferencia del uso rural al urbano.

En el asentamiento para uso rural, la subdivisión del suelo correspondiente a la apropiación que los habitantes hacen de ese espacio, se caracteriza por su gran dimensión, destinada a la explotación agrícola-ganadera o de otra actividad primaria, y la predominancia del espacio libre en relación al espacio edificado. La transferencia de ese suelo al uso urbano, entraña una nueva subdivisión parcelamiento de menores dimensiones, destinado al asentamiento de actividades no rurales que se albergan en tipologías arquitectónicas variadas, cuyo propio asentamiento sobre el parcelamiento de base compone un tejido donde lo edificado predomina en relación al espacio libre (3). La nueva subdivisión se acompaña, según el grado de sofisticación tecnológica de la sociedad de que se trate, con la dotación de la infraestructura de servicio 9

que exista en el momento y el lugar, a partir de la infraestructura viaria que queda definida por el propio trazado de la subdivisión separando el dominio público del dominio privado al que da acceso.

Es decir que el tejido que materializa la conformación urbana en el espacio está compuesto por una subdivisión del suelo particular, adaptada en su configuración, dimensión y dotación de infraestructura a los requerimientos funcionales de las actividades urbanas y , además, por la forma en que las tipologías que albergan tales actividades se asientan sobre aquella, ocupándola. Dicha forma de ocupación queda condicionada por la subdivisión básica en la medida en que para acceder a las tipologías es necesaria su relación con las vías de comunicación que integran la subdivisión (4). Las calles, las manzanas delimitadas por ellas y las parcelas contenidas en las manzanas que constituyen la base del tejido físico-espacial producido por el asentamiento de las tipologías arquitectónicas, configuran lo que denominamos habitualmente el trazado de la ciudad. El trazado, en consecuencia, constituye la matriz de origen de la apropiación que la población realiza del medio natural o rural para las funciones urbanas.

Por otra parte, el sistema urbano mantiene un conjunto de relaciones externas. El hecho urbano no aparece porque sí sino respondiendo a un conjunto de necesidades de un área mayor donde cumple un determinado papel en el ordenamiento territorial, que le asigna a su vez, una función que puede ir variando históricamente. En definitiva, el crecimiento o decrecimiento de los diversos centros urbanos responde más que a una evolución aislada y contenida dentro de sí mismos, a procesos de urbanización cuya dinámica y sustrato económico se han diferenciado históricamente en correspondencia con la evolución del desarrollo socio-económico de cada territorio y con el significado que los centros tuvieron y tienen en tal evolución y en el ordenamiento consecuente (5).

10

La función territorial, que responde a las estrategias de apropiación de un medio regional por una sociedad dada, condiciona procesos de urbanización y ocupación del espacio que se manifiestan en diferentes modos de producción del hecho urbano donde intervienen distintos medios y actores.Y estos se apoyan en la teoría y la práctica que las pautas culturales, la ciencia y la tecnología del momento, hayan elaborado como prototipos o modelos de organización formal y funcional de la ciudad (6). El trazado, como matriz de origen de la apropiación que la sociedad realiza del medio natural y el tejido resultante de la ocupación de aquel por las tipologías quedan condicionados, en consecuencia, por tales elaboraciones, aplicadas según distintos intereses por los diferentes actores sociales. Lo que nos resulta útil remarcar en esta instancia es que la ciudad, como consecuencia de las interrelaciones entre funciones, modos, medios y actores que la producen, presenta una permanente dinámica de cambio.Y esa dinámica es la que genera los procesos de ocupación de los trazados fundacionales y la renovación y expansión posteriores de los mismos.

En un proceso de renovación, cuando las necesidades propias de las actividades dan origen a nuevas tipologías arquitectónicas, puede ocurrir que éstas requieran una subdivisión o parcelamiento diferente al existente. Es evidente que un palacio medieval o renacentista requiere un tipo de parcela y acceso viario bastante distinto al de nuestras viviendas individuales, por ejemplo. Esta situación puede dar origen al cambio en la subdivisión de manzanas (incluyendo o no la aparición de nuevas calles) y de parcelas, mediante el fraccionamiento de las previamente existentes.

Consecuentemente, mientras el proceso de renovación que responde a los requerimientos funcionales pueda darse parcela por parcela sin necesidad de modificar las calles y las manzanas originales la estructura del trazado y su tejido no se modifica sustancialmente, y pueden coexistir tipologías de distintas épocas en un mismo trazado base. Esta situación por superposición va dando

imagen y carácter a las diferentes partes o barrios componentes del hecho urbano.Y, en esta instancia, es posible verificar el grado de adaptabilidad del trazado a los cambios funcionales de la estructura urbana.

Pero, cuando se modifica la situación desde la subdivisión base del tejido, incluyendo calles y manzanas, el cambio afecta la estructura general, reemplaza las tipologías preexistentes y da origen a un nuevo tejido; compone una nueva imagen urbana y, en consecuencia, genera una nueva identidad. Esta instancia que puede dar lugar a la aparición de un nuevo paisaje pero también a la destrucción de la identidad previa, implica modificaciones substanciales del trazado original o su sustitución por uno de características diferentes.

En este sentido, recordemos que tejido y paisaje, carácter e identidad, no son meros hechos funcionales, morfológicos y perceptuales sino, y fundamentalmente, sociales, ya que en ellos y en la apropiación que hace de ellos el ciudadano se da la práctica social urbana por excelencia (7).Y es esa práctica social la que sustentará o no la sustitución del trazado inicial en relación a las virtudes o defectos asignados a su uso y los objetivos que se aspiren alcanzar.

Por otra parte, como ya indicáramos, la dinámica y el crecimiento urbanos se producen no solamente por renovación sino también por expansión, situación que implica la extensión del trazado original en el medio geográfico. En este caso, la posibilidad de uso del mismo tipo de trazado quedará supeditada a las ventajas comparativas del mismo o de sus alternativas, en relación a los requerimientos funcionales y de práctica social que la población se plantee en cada etapa histórica del proceso de expansión de la ciudad.

En otro orden de cosas, la sustitución o permanencia del trazado podrá ser el producto de la aceptación o rechazo en la práctica social por parte de sus actores a raíz de que, simplemente, se consagren como aptos ciertos modelos de comportamiento funcional y morfológico y, en consecuencia, la costumbre

de su uso tiña el accionar de todos los actores, o bien porque dichos modelos hayan sido institucionalizados en una intervención consciente orientada a su uso específico. Intervendrán entonces, en su sustitución o mantenimiento, instrumentos normativos que la misma sociedad establece habitualmente para el logro de sus objetivos, orientando, a través de los organismos públicos, al accionar privado.

Asimismo, puede ocurrir que la población no sea consciente de lo que obtendrá como conformación final a partir del uso de determinado trazado como base de sustentación de los tipos arquitectónicos, o que el paisaje no sea objeto de su preocupación específica, y el resultado morfológico-funcional, por consiguiente, no sea expresamente buscado sino el producto de la práctica social espontánea, en el tiempo.

En síntesis, parcelamiento, ocupación, expansión y renovación y el tejido resultante de tales procesos -que incluye un paisaje y una identidad-, en su relación con la subdivisión original del suelo rural, constituyen los procesos indispensables de analizar para el estudio del significado del trazado en el desarrollo urbano, confrontados directamente con las pautas culturales de la sociedad que les da origen.

Dentro de este marco conceptual es posible insertar los enunciados planteados por Fernando de Terán para unificar el estudio comparado de las ciudades que participan en la investigación. Ellos son, según la transcripción del documento "La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana: planteamiento y metodología" (8):

1- La cuadrícula como marco obligado y como traza fija bidimensional

para un desarrollo volumétrico uniforme, regulado a partir de las formas de parcelación y de las normas de edificación.

2- La cuadrícula como tablero de juego no predeterminado, mínima-

11

mente condicionante del desarrollo volumétrico, que admite flexiblemente múltiples elecciones parcelatorias normativas y tipológicas y da lugar a una alta des-homogeneización, dada la indiferencia que supone respecto a la forma final.

3- La cuadrícula como soporte neutro de un de¬sarrollo isótropo indefinidamente extensible. 4- La cuadrícula como soporte intencionado de una composición unitaria y limitada. 5- La cuadrícula intencionadamente dotada de polarizaciones volunta-

riamente localizadas.

6- La cuadrícula como receptor pasivo de localizaciones imprevistas de

polarizaciones espontáneas.

7- Adecuación de la cuadrícula para que el sistema viario funcione

como soporte de la organización de las relaciones e interacciones previstas e imprevistas. 8- Adecuación de la cuadrícula para adaptarse al cambio y al creci-

miento en intensidad de usos y en extensión superficial. Problemas del dimensionaiento inicial fijo de manzanas y del sistema viario.

La mayoría de estos enunciados, están planteados como duplas de posibilidades contrapuestas desde el punto de vista del efecto del trazado en la conformación urbana, involucrando en ésta no sólo sus aspectos morfológicos sino también los funcionales significativos y su grado de adaptación a la dinámica urbana. Su desagregación en hipótesis derivadas para nuestro caso particular debió considerar en consecuencia, tal situación, procurando establecer los postulados que apoyados en nuestro marco referencial permitiesen identificar las variables para su verificación en relación a las duplas propuestas. 12

A continuación se desarrolla para cada dupla de enunciados básicos y para aquellos que no constituyen duplas, las hipótesis derivadas para nuestro caso, los postulados o principios sobre los cuales entendimos posible fundar su demostración y las variables consideradas para la verificación correspondiente. ENUNCIADOS 1 Y 2

“La cuadrícula como marco obligatorio y como traza fija bidimensional para un desarrollo volumétrico uniforme, regulado a partir de las formas de parcelación y de las formas de edificación”.

“La cuadrícula como tablero de juego no predeterminado, mínimamente condicionante del desarrollo volumétrico, que admite flexiblemente múltiples elecciones parcelatorias y da lugar a una alta des-homogeneización, dada la indiferencia que supone respecto de la forma final”.

Se entiende que el objetivo de ambos enunciados es establecer la posible incidencia del trazado en cuadrícula en el desarrollo volumétrico derivado de su propio uso. En el caso del enunciado 1, se estima buscado conscientemente a través de la parcelación y de la normativa. En el caso 2, en cambio, se plantea la cuadrícula como un marco flexible indiferente a la forma final que admite alternativas de desarrollo volumétrico a través de las variaciones de la parcelación y de la tipología que ocupa el espacio parcelado. Resulta evidente que para la verificación de estos enunciados será indispensable analizar la subdivisión del suelo que implica la cuadrícula y el sistema viario correspondiente, la parcelación, en relación con aquel sistema y el significado y cualidades intrínsecas de forma y dimensión de las parcelas como posibili-

tantes de una determinada ocupación y, la ocupación misma y las actividades que la determinan en relación con los aspectos anteriores.

A partir de nuestro marco conceptual se asume, además, que en sus últimas consecuencias en relación al desarrollo volumétrico, estos aspectos pueden analizarse a través del estudio de los tipos urbano-arquitectónicos, entendiendo por tales la resultante edilicia de la ocupación parcelaria por los tipos arquitectónicos generados por las actividades y su conexión con el sistema viario definido por el trazado.

La hipótesis de trabajo que puede derivarse para nuestra situación de la dupla considerada es la siguiente:

Ambas situaciones que son posibles teóricamente en el uso de la cuadrícula se han dado en la ciudad de Córdoba en diferentes períodos históricos.

Para verificar la hipótesis planteada se establecen los siguientes postulados: A - El desarrollo volumétrico ho• la tipología urbano-arquitecmogéneo del período histórico con- tónica como producto de condicionantes socio - económicos siderado es el resultado de: imperantes y, en consecuencia, independiente del uso del trazado en cuadrícula. • la tipología urbano-arquitectónica en sí, como consecuencia de la relación entre el tipo arquitectónico requerido por las actividades y las características de la parcelación del trazado en cuadrícula.

• una expresa voluntad normada

de ocupación de la parcela que determinó la tipología urbana.

• cambios en la tipología urbanohomogéneo del periodo conside- arquitectónica, por re-adaptación o re-creación de tipos arquitectónirado es el resultado de: cos, manteniendo la parcelación preexistente o modificándola muy poco, y su coexistencia con la tipología previa remanente. • cambios en la tipología urbanoarquitectónica por nuevos tipos derivados y/o acompañados de cambios en la parcelación y su coexistencia con la tipología previa remanente. • la coexistencia de diferentes tipos urbano-arquitectónicos heterogéneos , contemporáneos o no como producto de: a) la inexistencia de una normativa que pretenda alcanzar la homogeneidad (se busca voluntariamente la heterogeneidad), o b) la existencia de una normativa parcial que no alcanza a ser condicionante del resultado, aunque haya una voluntad de homogeneizar.

B - El desarrollo volumétrico no

13

No se descarta que en diferentes períodos históricos puedan encontrarse situaciones constituidas por diversas combinaciones de los postulados enunciados. Las variables e indicadores de estudio que se entiende permiten veri-

ficar los postulados, que pueden desagregarse en:

a- Tipos arquitectónicos y requeri-

• requerimientos funcionales; • requerimientos técnicos (tec-

mientos del grupo social en cada penología, técnicas constructivas, ríodo histórico considerado: mano de obra, etc.) • aspectos económicos; alcances y limitaciones. • aspectos legales: identificación de las normas que condicionaron la edificación, si las hubiera. Para su estudio será necesario establecer los tipos predominantes en relación a las distintas actividades de los períodos históricos correspondientes. b- Tipología urbano-arquitectónica

• identificación de las restriccio-

o relación de los tipos arquitectóni- nes derivadas de la parcelación y su cos con la parcelación y el sistema relación con el sistema viario que incidieron sobre la constitución de los viario: tipos urbanos. • identificación de las normas que condicionaron la ocupación de las parcelas, si las hubiera. 14

En relación a a- y b- se plantea ampliar el marco referencial a fin de establecer la existencia de tipos "consagrados", transferidos a, o definidos en el medio, y su significado en el período considerado c- Tipología urbano-arquitectónica

y economía urbana

• El mercado inmobiliario, el

valor del suelo y su incidencia en la constitución de la tipología urbanoarquitectónica.

ENUNCIADOS 3 Y 4

“La cuadrícula como soporte neutro “La cuadrícula como un soporte inde un desarrollo isótropo indefini- tencionado de una composición unidamente extensible”. tariamente limitada”.

El objetivo de ambos enunciados es estableces las cualidades de la cuadrícula para posibilitar la extensión urbana voluntariamente buscada o, por el contrario, para definir una composición unitaria. Se asume que, en el trazado de Córdoba se evidencia la situación planteada en el enunciado 3, aunque en sus comienzos la amplia dimensión inicial y la lenta dinámica de cambio pudieran haber constituido la situación indicada en el enunciado 4. La hipótesis de trabajo que se deriva, en consecuencia de la dupla considerada es la siguiente: El desarrollo isótropo indefinidamente extensible caracteriza el proceso histórico de urbanización de Córdoba desde sus etapas de mayor crecimiento hasta nuestros días y es el resultado de una actitud intencional que utilizó la cuadrícula por sus cualidades intrínsecas de extensibilidad, considerándola el instrumento más apto para el crecimiento urbano.

Para verificar esta hipótesis se establecieron los siguientes postulados: A- La composición unitaria y limi-

tada que puede manifestarse en el primer período histórico a considerar del desarrollo de Córdoba es el resultado de:

• La dimensión del trazado ini-

cial y la limitada dinámica de cambio; en consecuencia, la conformación alcanzada es involuntaria.

B -El desarrollo isótropo indefini-

• las cualidades intrínsecas físico-

damente extensible en los sucesivos funcionales, económicas y adminisperíodos históricos del crecimiento trativas del uso de la cuadrícula para salvar las dificultades del crecide Córdoba es el resulta de: miento en cualquier cualquier dirección, voluntariamente buscado. • la utilización de un tipo de trazado consagrado por la tradición, espontáneamente repetido. • la cualidad íntrínseca de la cuadrícula para dar lugar a composiciones unitarias que por simple yuxtaposición produzcan la extensión, manteniendo cada una de ellas su carácter unitariamente limitado.

Las variables e indicadores de estudio que permiten verificar estos

postulados pueden desagregarse en:

a- Composición unitaria y trazado

• demanda de suelo; • proceso histórico de ocupación

b- Extensiones urbanas en relación

• crecimiento poblacional; • demanda de suelo; • proceso histórico de urbaniza-

limitado en relación a la dinámica urbana de: del trazado inicial. a la dinámica de cambio en:

ción.

15

c- Extensiones urbanas en relación

a los condicionantes del medio:

d- Extensiones urbanas y cualidades

• características fisiogeográficas

y ecológicas. • características de la estructura urbana en el pasaje de un período histórico a otro (vías ferroviarias, vías deconexión regional, localización de las fuentes de provisión de servicios infraestructurales, etc) • condicionantes económicos y administrativos (limitaciones de recursos, etc.).

• identificación de la incidencia

de forma y dimensión del trazado en de la forma (cuadrada/rectangular) cuadrícula:: y dimensiones en la generación y significado de distintos tipos de cuadrícula. • identificación de las ventajas comparativas de los distintos tipos de cuadrícula y su significado histórico en los diferentes períodos. e- Extensiones urbanas y configura-

ción morfológico-funcional:

16

• identificación de la aparición de los barrios y análisis de su configuración.

ENUNCIADOS 5 Y 6

“La cuadrícula intencionadamente “La cuadrícula como receptor pasivo dotada de polarizaciones voluntaria- de localizaciones imprevistas de pomente localizadas”. larizaciones espontáneas”. El objetivo de ambos enunciados es establecer las cualidades de la cuadrícula para la localización de actividades diferenciadas. En el caso del enunciado 5, la localización es asignada voluntariamente aprovechando las condiciones propias del trazado. En el caso del enunciado 6, las condiciones intrínsecas de la cuadrícula son determinantes de su cualidad receptora de localizaciones no predeterminadas. La hipótesis de trabajo que puede derivarse para nuestra situación de la dupla considerada es la siguiente: Ambas situaciones son teóricamente posibles y se han dado históricamente en Córdoba.

Los postulados para verificar la hipótesis planteada son: A- La cuadrícula es intencionada-

mente dotada de polarizaciones en el período considerado como resultado de:

• la aplicación de normativas

que condicionan el uso del suelo en su localización espacial • la aplicación de normativas que condicionan la ocupación de la parcela y, en consecuencia, los tipos urbano-arquitectónicos y a través de ellos, la localización de ciertas actividades.

Las conclusiones en relación a este postulado deberán realizarse no sólo para cada período a estudiar sino para el proceso histórico de urbanización que genera la aparición del Área Central y de los centros de barrios.

• sus cualidades intrínsecas que sivo flexible de la localización de ac- diferencian la aptitud de las parcelas tividades en el período como para diferentes usos del suelo no resultado de: predeterminados. • lo anterior, en relación a su flexibilidad para cambios en la parcelación adaptables a diferentes cambios de uso.

B- La cuadrícula es un receptor pa-

b- La cuadrícula, su trama, configu-

ración y dimensiones de calles y manzanas en relación con la localización de actividades y su significación para la práctica social

ENUNCIADOS 7 Y 8

Las variables e indicadores orientados a verificar estos postulados se

desagregan en:

a- Normativas para la localización

• normas de subdivisión y parce-

de actividades respecto del trazado: lamiento del suelo; • normas de uso del suelo (zonificaciones, ejes, etc.); • normas de ocupación del suelo (retiros, índices, etc.).

“Adecuación de la cuadrícula para que el sistema viario funcione como soporte de las relaciones e interacciones previstas imprevistas”.

• identificación del significado de

las esquinas, tramos, etc. • identificación del significado de las calles principales; jerarquías viales, etc. • identificación del significado de las plazas, nodos, parques, barrios, etc.

“Adecuación de la cuadrícula para adaptarse al cambio y al crecimiento en intensidad de usos y en extensión superficial. Problemas del dimensionamiento inicial fijo de manzanas y del sistema viario”.

Estos enunciados, no se presentan como una dupla de posibilidades contrapuestas sino como la síntesis final de los anteriores. En el caso 7, particularmente orientado a definir el significado del sistema viario, componente integral del trazado, con respecto a la organización funcional de la ocupación del mismo; y, en el caso 8, como síntesis acabada del significado del trazado en relación al uso, ocupación y extensión, remarcando la posible existencia de problemas derivados del dimensionamiento inicial del sistema viario y las manzanas o unidades constitutivas del trazado. 17

Las hipótesis de trabajo y los postulados correspondientes, en consecuencia, constituirían una síntesis de los anteriores. Las variables a considerar para verificarlos, han sido ya indicadas en su mayoría debiéndose agregar, solamente, consideraciones de tipo cuantitativo tales como dimensiones y capacidad de las vías, etc., a las cualitativas precedentes con respecto al significado de las calles y su jerarquía. Se estimó como hipótesis de trabajo que, en el inicio del crecimiento urbano no aparecerían problemas sustanciales en relación al sistema viario y que en etapas posteriores podrían incorporarse las siguientes variables de análisis: a- circulación vehicular: volúmenes de tránsito, instrumentos de re-

gulación, etc.

b- jerarquías viales: características funcionales y de diseño; capacidad

y niveles de servicio, etc. c- circulación peatonal: características del diseño de las aceras, volúmenes de peatones, etc. El conjunto de las variables desagregadas para los postulados 1 a 7, consideradas en su relación con la estructura urbana en términos de su organización funcional y los procesos de subdivisión, uso y ocupación del suelo, permitirán comprobar el grado de adecuación del o los sucesivos trazados en cuadrícula al crecimiento y dinámica urbanos que caracterizaron los diferentes períodos del desarrollo de Córdoba hasta nuestros días. Cabe destacar en relación a los postulados establecidos, que de acuerdo al marco conceptual adoptado, se pretende analizar las variables involucradas con respecto al paisaje resultante y su significado en la apropiación que la práctica social realiza del medio ambiente urbano. 18

Para finalizar la presentación del enfoque de investigación adoptado debe considerarse la periodización del crecimiento urbano a estudiar. En este sentido, y en función del marco conceptual ya anunciado y el significado que allí se asigna a los componentes socio-económicos y culturales de la población y su práctica social de apropiación del espacio para el crecimiento urbano, se optó por establecer a priori, grandes períodos de análisis relacionados con las características político-institucionales y económico-culturales de la sociedad argentina y del desarrollo de Córdoba. Ellos son: Período colonial: desde la fundación en 1573 hasta 1810, año en

que comienza la independencia del país. (Tema desarrollado en el TOMO I)

Período de la organización nacional: desde 1810 hasta 1880,

año en que comienza la consolidación definitiva de la unidad nacional.

Período de crecimiento urbano relativo: desde 1880 hasta apro-

ximadamente 1930. (Unificados en el TOMO II, por razones luego explicadas).

Período de crecimiento urbano acelerado: desde aproximada-

mente 1930 hasta hoy. (No desarrollado en este trabajo).

Por último, cabe destacar que el conjunto de hipótesis y postulados establecidos en el enfoque precedente, debido a las propias características del sistema urbano y de la interrelación de sus componentes en la dinámica de cambio reiteran la utilización de las mismas variables e indicadores -en gran medidapara corroborar los diferentes procesos de subdivisión, uso, ocupación y extensión del suelo urbano en su conexión con el trazado. Por tal motivo y a efectos de evitar repeticiones superfluas, se optó por organizar esta presentación de la primera instancia de la investigación en correspondencia, no con el

ordenamiento de las hipótesis, sino con nuestro marco conceptual de referencia.

En el TOMO II se unifican el Período de la organización nacional y el del crecimiento urbano relativo porque en realidad es a fines del mismo, a partir de 1870 y a comienzos del período que habíamos denominado de Crecimiento Urbano Relativo (1880 - 1930), cuando se producen las primeras transformaciones importantes en la estructura urbana de Córdoba y cambios de interés en el uso de la cuadrícula, tanto en términos de la ocupación del trazado ya existente como en términos de su utilización para el crecimiento de la ciudad. Estos cambios y transformaciones introducen procesos de renovación, ocupación y extensión que instauran una modalidad de crecimiento que ha continuado, en muchos sentidos, hasta nuestros días, sin rupturas tajantes que pudieran definir netamente los cortes entre períodos.

Asimismo establecimos un corte temporal sí se quiere arbitrario en 1916.Ya que centra el estudio fundamentalmente en las tres décadas que van desde 1870 a 1900. Las escasas transformaciones de la estructura urbana cordobesa anteriores a 1870, aparecen descriptas sintéticamente como introducción a los cambios determinantes que se producen en las tres décadas señaladas, etapa ésta donde se ha profundizado la lectura de los procesos de extensión, ocupación y renovación del trazado colonial. La prolongación del período de estudio hasta alrededor de 1916 responde. Por su parte, a la observación de ciertos efectos que tienen su origen en el cimbrón generado en aquellas décadas pero cuyas sacudidas secundarias pueden observarse todavía hasta 1916. Aunque se estima que ésta última fecha no constituye un límite definido de los procesos de urbanización en marcha, se la ha adaptado como tal por su significación socio-política ya que implica la primera instancia en el país del ascenso de las clases populares al poder con la presidencia de Irigoyen, cuyas consecuencias, se entiende, afectarán al contexto del desarrollo urbano coetáneo.

Finalmente, la circunstancia de encontrarnos en la etapa 1810-1916, a diferencia del período fundacional, frente a una trazado inicial con sus primeras extensiones ya consolidadas a través de la ocupación y cuyas características fueron precisados en nuestro tomo anterior, nos condicionó a modificar el ordenamiento temático presentado en aquella oportunidad, organizándose los estudios del presente TOMO II a partir del reconocimiento de las nuevas extensiones.

Por otra parte, y considerando la posibilidad de que sus potenciales lectores pudieran desconocer las características de la realidad americana, argentina y de Córdoba en particular, se decidió incorporar a la primera parte del ambos TOMOS una presentación de la ciudad en su contexto territorial y temporal. De allí que los mismos estén organizado de la siguiente manera: TOMO I PARTE I - Córdoba en su contexto territorial. Período 1573 1810

I.1. La urbanización colonial del sur del continente. I.2. El modelo urbanístico de la colonización hispanoamericana. I.3. Referencia histórica sobre la fundación de Córdoba. I.4. Referencia al medio geográfico del asentamiento y descripción del trazado original. PARTE II - La cuadrícula en Córdoba: 1573 - 1810

II. 1. Trazado, modelo urbanístico y sus relaciones con el medio natural del emplazamiento. II.2. Ocupación del trazado inicial y estructura del asentamiento. II.3. La extensión Urbana. II.4. La cuadrícula en el desarrollo volumétrico del conjunto urbano. II.5. Consideraciones finales sobre el trazado en cuadrícula en el período considerado. 19

Anexo I - Cuadro cronológico del marco histórico general del período 1573-1810. TOMO II PARTE I - Córdoba en su contexto histórico- territorial (18101916)

I.1. La primera mitad del siglo XIX. I.2. La segunda mitad del siglo XIX y sus transformaciones territoriales y urbanísticas. PARTE II - La expansión urbana del período.

II. 1. A. Pueblo General Paz. II. 1. B. Pueblo San Vicente. II. 1. C. El ensanche del sur o la Nueva Córdoba. II.2. El conjunto de las extensiones del periodo y su significado. PARTE III - La renovación del área fundacional y su desarrollo volumétrico.

III. 1. La renovación de los tipos urbano-arquitectónicos. III. 1. 1. La renovación de los tipos arquitectóni cos en el país: características institucionales y arquitectura del periodo. III. 1. 2. Los tipos urbano-arquitectónicos de Córdoba. III. 2. Renovación urbana y desarrollo volumétrico de la planta fundacional. III. 2. 1. La organización general del área y el uso del suelo. III. 2. 2. Subdivisión parcelación del suelo. III. 2. 3. La red vial y su adaptación a los cambios. III. 2. 4. Los tipos urbano-arquitectónicos y el paisaje resultante. PARTE IV - Consideraciones finales sobre el significado del tra-

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zado en cuadricula en el periodo. PARTE V - ANEXOS

V. 1. Barrio Nueva Córdoba. V. 2.Estudio de los nuevos hitos urbanos y su adecuación a la cuadricula

NOTAS

(1) de TERAN (Fernando), La cuadricula en el desarrollo de la ciudad hispanoamericana. Planteamiento y metodología. Madrid, Ed. Instituto de Estudios de Administración Local, 1984. (2) La interpretación de la ciudad como un sistema ampliamente desarrolla

por diversos autores puede verse, entre otros en CHADWICK, (G.F.), Una visión sistemática del planeamiento, Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 1973; Mc LOUGHLIN (J.B.),Urban and Regional Planning, Faber & Faber Ed.1969. En Argentina, YUJNOVSKY (Oscar), La estructura interna de la ciudad. El caso latinoamericano no, Ediciones SIAP, 1971; también FOGLIA (María Elena), “Sistemas”, en Planeamiento para el desarrollo urbano, Córdoba, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Universidad Nacional, 1980 y “La realidad urbana vs. las teorías urbanísticas”, Summarios n° 53, Bs. As., Ed. Summa, 1981.

(3) FOGLIA (María Elena), “La renovación urbana” en Summarios n° 47, Bs. As., Ed. Summa, 1980.

(4) CASTEX (J), DE PAULE (J. Ch.), PANERAI (Ph.), Formes urbaines. De l'ilot a la barre, París, Ed. Dunod, 1977. También, CASTEX (J.), CELESTE (P.), PANERAI (Ph.), Lecture d'une ville,Versailles, París, Ed. du Moniteur, 1979.

(6) CHALINE (Claude), La dinámica urbana, Ed. española Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1981. También, con un enfoque más orientado a las tipologías urbanas, PANERAI (Ph.) “Tipologías” en PANERAI (Ph.), DE PAUL (J.Ch.). DEM0RGON (M.), VEYRENCHE (M.), Elementos de análisis urbano, Ed. española Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1983. Sobre la incidencia de estos factores en el desarrollo urbano en las ciudades latinoamericanas,FOGLIA, (María Elena), “Preservación y desarrollo urbano” en Summarios n° 64, Bs. As., Ed. Summa, 1983. (7) Ver entre otros a VEYRENCHE (M.) “La arquitectura urbana: una utopía

realista” en PANERAI (Ph.), DEPAULE, J.H., ETEM0RG0N, M., VEYRENCHE (M), Elementos de análisis urbano, 0p. cit. También RAYMOND (H.), “Habitat et modele culturel”, en Architecture d'aujourd'hui n° 174, julio-agosto, 1974 y DEVILLERE (C), “Tipologie de l'habitat et morphologie urbaine” en Architecture d'Aujourd'hui n° 174, Op. cit. (8) de TERAN (Fernando), La cuadrícula en el desarrollo de la ciudad hispanoa-

mericana, Op. cit.

(5) BAILLY (Antoine S.), La organización urbana.Teorías y modelos, Madrid, ed.

española Instituto de Estudios de Administración Local, 1978. Por ejemplo, sintetiza una serie de enfoques sobre el tema.

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PARTE I

CÓRDOBA EN SU CONTEXTO TERRITORIAL PERÍODO : 1573-1810

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I.1. LA URBANIZACION COLONIAL DEL SUR DEL CONTINENTE

La fundación de ciudades en los territorios conquistados por España y Portugal respondió inicialmente, entre otros factores, a una política de expansión territorial y ampliación de fronteras de los reinos peninsulares y, seguidamente, al empeño institucional puesto en la consolidación de la posesión de los nuevos espacios incorporados.

En el caso español, una vez organizado el imperio en América sobre la base de los virreinatos de Nueva España y del Perú, las renovadas campañas de urbanización en las áreas marginales de éste último se relacionaron con la necesidad de ampliación de fronteras en el contexto geopolítico de los imperios europeos en pugna, con la política económico-institucional de la corona española en materia de "repartimiento" de tierras y con el concepto de defender poblando. Dentro de aquellas áreas marginales se encontraban los actuales territorios de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. Según A.E.J. Morris (1), México y Perú fueron colonias cuyas economías se basaban principalmente en la minería y se les otorgó el favor y la protección estratégicas acordes a esta condición. En comparación si bien ocupaban vastos territorios las colonias agrícolas sudamericanas de Venezuela, Nueva Granada y aquéllas situadas a lo largo del Río de la Plata, fueron las colonias desatendidas del imperio español (...).

Aunque esta situación caracterizaría con el correr del tiempo la colonización del continente y su marginalidad dentro del imperio hasta el siglo XVIII, res24

pondiendo, sin embargo, a las políticas y conceptos indicados precedentemente, la incorporación de aquellos vastos territorios a partir de la primera mitad del siglo XVI y en el transcurso del siglo XVII se produjo con relativa rapidez venciendo las enormes distancias que debió cubrir el proceso de urbanización correspondiente.

Las poblaciones que se fundaron nacieron en muchos casos al amparo de fuertes militares que se comportaron como avanzadas en el territorio que se comenzaba a explorar, territorio desconocido y a menudo hostil, sirviendo como asentamiento provisorio de los pobladores iniciales de la futura ciudad definitiva que ,sería el centro de control político y administrativo.

En el caso del actual territorio argentino (gráficos 1.1 y 1.2, cuadro I.1), las campañas de urbanización se originaron en tres corrientes colonizadoras: la del Norte que partía de Lima penetrando por Salta y Jujuy; la del Este, que penetraba por el Rio de la Plata y tenía su origen directo en España y su centro de apoyo en Asunción del Paraguay; y la del Oeste que penetró a través de la cordillera de Los Andes desde Chile.

Córdoba pertenece a la corriente colonizadora del Norte y fue fundada por Jerónimo Luis de Cabrera el 6 de julio de 1573. Su función inicial dentro del territorio fue servir de nexo entre el Norte y el Oeste del continente y un puerto sobre el Rio de la Plata que evitara la complicada ruta de Panamá y comunicara directamente estos territorios con España a través del Atlántico Sur.

Inicialmente, y paralelamente a la evolución de la ocupación del conjunto del actual territorio argentino, el crecimiento de la ciudad fue débil, pero paulatinamente fue transformándose en un nodo de comunicaciones importantes por su favorable situación geográfica de encrucijada, que vinculaba los caminos reales que unían el puerto de Buenos Aires -fundado definitivamente en 1580con Bolivia y Perú hacia el Norte y con Chile, a través de Cuyo, hacia el Oeste.

Gráfico I.1.1. EL IMPERIO ESPAÑO EN AMÉRICA

Cuadro I.1 DISTANCIA EN KM. DESDE LA CIUDAD A DE CÓRDOBA A LOS CENTROS DE MAYOR IMPORTANCIA

Desde / a

Km.

Córdoba (R. A.) / Lima (Perú)

3.837

Córdoba (R. A.) / Asunción (Paraguay)

1.187

Córdoba (R. A.) / Santiago (Chile) Córdoba (R. A.) / Potosí (Bolivia)

Córdoba (R. A.) / Buenos Aires (R.A.) Lima (Perú) / Potosí (Bolivia)

1.080 1.718 702

2.119

Fuente A.E.J. MORRIS. Historia de la reforma urbana. Barcelona. Ed. Gustavo Gili, 1984, pág. 375.

Gráfico I.1.2. CORRIENTES COLONIZADORAS EN AMÉRICA DEL SUR. CIUDADES FUNDADAS EN LOS ACTUALES TERRITORIOS DE ARGENTINA, CHILE Y PARAGUAY (Siglos XVI y XVII)

Salta

La Candelaria

San Salvador de Jujuy

1582

1593

Asunción 1537

San Miguel de Tucumán 1585 Del Barco

Corrientes

1550-51-52

1588

Catamarca 1683

La Rioja 1591

San Luis 1562

S° de Chile 1541

San Juan

Mendoza 1561

1596

Santa Fé 1573

Córdoba 1573

REFERENCIAS DESDE ESPAÑA Expedición de Pedro de Mendoza Expedición de Gaboto-García Expedición de Alvar Nuñez Expedición por tierra DESDE PERÚ Procedente de Chile Procedente del Alto Perú

1580

Buenos Aires 1536

Fuente 1. Mapa base. Carta geográfica de la Gobernación del Río de la Plata, Tucumán y Paraguay. Trazado por el Dr. Juan Ramón, cosmógrafo mayor del reino de Perú, 1685. Archivo General de las Indias, Sevilla, España, Fotografía obrante en el Archivo Histórico Municipal, Córdoba, Argentina. 2. ZANELATTO, I. y VIÑUELA, M. Historia IV. Instituciones políticas y sociales en América hasta 1810. Buenos Aires, Ed. Kapeluz,1983, pág.123.

Esta situación, instituyó a la ciudad de Córdoba en un centro de tráfico comercial, función que confluyó con la de administración de su territorio regional, con la religiosa de evangelización y la cultural, por ser sede de una Universidad desde tan temprana fecha como 1613, para marcar un significado territorial de relevancia que creció, con pocos altibajos, a partir de mediados del período en estudio.

I.2. EL MODELO URBANISTICO DE LA COLONIZACION HISPANOAMERICANA

La rapidez con que se produjo la incorporación de los vastos territorios ya indicada, la necesidad de asegurar el eficiente funcionamiento y la permanencia de los nuevos asentamientos frente a los limitados recursos humanos y materiales que se disponían, así como las enormes distancias que separaban a los mismos, hizo que desde los años iniciales de la conquista la Corona española adoptara una política ordenadora y sistematizadora planteando pautas y condiciones a observar en la fundación y organización de los asentamientos y definiendo a partir de su aplicación, “(...)un modelo capaz de dar unidad formal y estructural a la ocupación territorial...” (2).

Esa política ordenadora se expresó a través de Cédulas Reales que crearon las bases institu-cionales y administrativas sobre las que se organizarían los territorios conquistados y, posteriormente, ordenanzas referidas a la selección de sitios aptos para los nuevos asentamientos (condiciones ambientales, defensivas, de sitio), su ordenamiento interno (pautas urbanísticas referidas a su trazado, extensión, etc.), y el ordenamiento del espacio territorial bajo la jurisdicción de los nuevos poblados, al incorporar el concepto de ciudad-territorio.

Estos instrumentos hallaron su expresión unificada y sistematizada en las ordenanzas de Nueva Población que Felipe II sancionó el 13 de julio de 1573. La fecha mencionada coincide con la de la fundación de la ciudad de Córdoba cuando ya existían, por otra parte, un gran número de ciudades en el conjunto del territorio ocupado por España. Puede estimarse, en consecuencia, y así lo hacen diversos autores, que aun cuando recién sancionadas en tal fecha, cons27

tituyen la consagración jurídica de sistemas físico-espaciales y funcionales, institucionalizados por casi un siglo de práctica fundacional y colonizadora.

Se sintetizan a continuación algunos de sus aspectos más destacados, disposiciones e instrucciones que condicionaron la implantación, trazado y estructuración básica y extensión de los nuevos asentamientos, los ámbitos territoriales adscriptos a los mismos, etc., a manera de antecedentes de las decisiones que respecto de estos aspectos se tomaron en Córdoba.

La ordenanza II de Carlos V dictada en 1523, establecía claramente las condiciones ambientales y de sitio que debían reunir las nuevas fundaciones. Al respecto la norma estipulaba no elegir sitios “…en lugares muy altos por las molestias de los vientos y las dificultades de acarreo, ni en lugares muy bajos por que suelen ser enfermos…” sino en los “…medianamente levantados… ” que gocen de buenos vientos y asoleamiento y no estén sujetos a nieblas. Debía también procurarse “…tener el agua cerca…” de manera “…que se pueda conducir al pueblo y heredades…”; contar con “…tierras de labor, cultura y pastos…” y con tierras abundantes en “…materiales necesarios para los edificios” entre otras condiciones (3).

Respecto al trazado de las nuevas poblaciones y de las futuras expansiones, la ordenanza se expresa en los siguientes términos: “…cuando hagan la planta del lugar repártanlo por sus plazas, calles y solares a cordel y regla comenzando de la plaza mayor” y “…dejando tanto compás abierto que aunque la población vaya en gran crecimiento se pueda siempre proseguir y dilatar en la misma forma…” (4). Así se institucionalizaba jurídicamente la utilización de la retícula ortogonal al trazar las plantas fundacionales y las posteriores extensiones de los asentamientos.

En relación al ámbito extraurbano, desde los primeros tiempos del descubrimiento, conquista y colonización, las normas, instrucciones y recomendaciones incorporaron disposiciones orientadas a asegurar para los nuevos poblados

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una adecuada reserva de tierras de aprovechamiento comunal que se destinarían tanto a actividades productivas y de abastecimiento como de futuras extensiones. En 1497 una Real Cédula, al regular sobre los primeros repartimientos de tierras, hace ya mención a estas reservas como “…pastos comunes y valdíos de todos...” (5). En otra Real Cédula de 1529, y en relación a la Isla Española (Santo Domingo) se ordenaba que a los que fundaran nueva población se les adjudicaran tierras “...para sus términos y pastos y poblaciones y exidos y granjas...” con tal que estos términos no excedieran las “...dos leguas en cuadro...” si la nueva población se fundaba en “...territorio dentro de diez leguas...” de Santo Domingo; y si la nueva población se fundaba a más de diez leguas, se podía conceder a la misma “...término de tres leguas en cuadro...” (6) de manera que las disposiciones alcanzaron sobre el ámbito territorial de los asentamientos, estableciendo normas para el distanciamiento de los mismos y deslindando ámbitos jurisdiccionales. Por su parte, las instrucciones que Carlos V promulga en 1523 disponían, en relación al espacio extra-urbano, que los nuevos poblados, una vez ...señalado competente cantidad de tierra para ejidos de la población y su crecimiento señalen dehesas que confinen con los ejidos en que pastar los bueyes de labor, caballos y ganado de la carnicería, y para el número ordinario de los otros ganados que por ordenanza los pobladores han de tener, y alguna buena cantidad más, que sea propio del Consejo, y lo restante en tierras de labor, de que hagan suertes (...) y (...)que sean tantas como solares pueda haver en la población; y si huviera tierras de regadío, asimismo se hagan suertes y repartan en la misma proporción a los primeros pobladores y las demás quedan valdías, para que Nos hagamos merced a los que de nuevo fueren a poblar... (7).

Del análisis de estas instrucciones puede colegirse que la normativa estableció claramente distintas áreas en la jurisdicción territorial de los poblados teniendo en cuenta el uso o función al cual estarían destinadas. Puede identifi-

carse así la traza urbana propiamente dicha, los ejidos, tierras reservadas para el futuro crecimiento urbano, y las dehesas, propios del Consejo y tierras de regadío y labor, todas ellas destinadas a fines productivos con miras al abastecimiento y subsistencia de la población asentada en la planta urbana (zonas de quintas, chacras y tierras de pastoreo). Todo este conjunto de normas que habían sido dictadas a medida que avanzaba el proceso de ocupación del territorio americano, fue unificado y codificado en las Ordenanzas de Nueva Población sancionadas por Felipe II en 1573. Es así como las ordenanzas 39 y 40 de Felipe II transcriben los contenidos de la ordenanza II de Carlos V de 1523 y la ordenanza 130 de Felipe II reproduce las instrucciones de 1523 referidas a las tierras de jurisdicción urbana.

Del mismo modo las ordenanzas de 1573 institucionalizan jurídicamente el concepto de ciudad-territorio al fijar para los poblados un "...término y territorio de cuatro leguas en cuadro..." o sea, un área jurisdiccional de dieciséis leguas cuadradas (ordenanzas 88 y 89 de Felipe II) (8). Asimismo se establece un criterio administrativo-jurisdiccional al disponerse que dicho término debía distar por lo menos cinco leguas de otros términos similares poblados por españoles. Esto significa que las ordenanzas 88 y 89 de Felipe II retoman, modificándolas, las disposiciones de la Real Cédula de 1529 ya mencionada. (gráfico I.2.1.). Dentro de aquel término y territorio estaban contenidas la planta urbana y las tierras para futuras extensiones, producción y abastecimiento (9). La ordenanza 90 es explícita al respecto: (...)El término y territorio que se diere a poblar por capitulación, se reparta en la forma siguiente. Saquese primero lo que fuere menester para los solares del pueblo y exido competente, y dehesa en que pueda pastar abundante el ganado, que han de tener los vezinos, y mas otros tanto para los propios del lugar; el resto de territorio y término se haga en cuatro partes: la una de ella que escogiere, sea para el que está obli-

gado a hazer el Pueblo y las otras tres se repartan en suertes iguales para los pobladores...(10).

Asimismo la ordenanza 129 establece que “...los exidos sean en tan competente distancia, que si creciere la población, siempre quedase bastante espacio para que la gente se pueda recrear, y salir los ganados sin hazer daño...” (11).

En cuanto a elementos que contribuyen a definir la estructura urbana tales como espacios públicos, usos institucionales, singulares, etc., las ordenanzas 112, 113, 114 y 115 de Felipe II estipulaban que “...La plaza mayor donde se ha de concentrar la población... si fuere lugar mediterráneo...” debería ubicarse “...en medio de la población...” adoptar “...forma de cuadro prolongada...” ya que consideraban a esta disposición como la más apropiada para las celebraciones y festejos públicos y dimensionarse proporcionalmente al número de vecinos. Proponían medidas máximas para estos espacios, pero también mínimas de manera de hacer lugar al posible crecimiento poblacional de los asentamientos (gráfico 1.2.2.).

Respecto de los usos representativos, las Ordenanzas 118, 119, 120, 123, 125 y 126 especificaban condiciones de localización, relación entre ellos, con otros edificios y con el espacio público a efectos de su jerarquización. En tal sentido, establecían que “...En lugares mediterráneos no se fabrique el Templo en la plaza, sino algo distante de ella, donde esté separado de otro cualquier edificio...”, que se edificase sobreelevado del suelo “...porque de todas partes sea visto, y mejor venerado...”. En cuanto a los edificios cívicos como Cabildo, Consejos, Aduanas, etc. las mismas ordenanzas disponían que se edificasen “...entre la plaza mayor y el templo...”, reafirmando así el criterio de concentrar las instituciones más representativas. Estipulaban también que frente a iglesias parroquiales y conventos se abriesen “...plazas menores...”. En el caso de usos molestos o peligrosos como carnicerías pescaderías, tenerías y otras “...que causan inmundicias y mal olor...” las ordenanzas 122 y 123 re29

Gráfico I.2.1. INTERPRETACIÓN GRÁFICA DE LAS LEYES DE INDIAS: ESQUEMA DE LA CIUDAD-TERRITORIO

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre la lectura de la Recopilación de las Leyes de los Reinos de las Indias.

Gráfico I.2.2. INTERPRETACIÓN DEL MODELO TEÓRICO DERIVADO DE LAS LEYES DE INDIAS

REFERENCIAS

1. Plaza Mayor 2. Templo Mayor 3. Casas Reales 4. Plaza Menor 5. Parroquia o Convento 6. Calles principales con portales 7. Ronda, muralla o empalizada 8. Solar

Fuente Leyes de Indias, Libro IV. • Trazado ortogonal: Título VII. Ley I. • Plaza Mayor: Títilo VII. Ley IX. • Calles: Título VII. Ley IX. Ley X. • Subdivisión de suelo: Título V. Ley IV. Título VII. Ley XI. • Localización de edificios singulares y funciones representativas: Título VI. Ley VIII • Edificación: Título VII. Ley XVII.

gulaban su localización estableciendo que se ubicasen hacia los ríos o mares para garantizar la limpieza y salubridad de las poblaciones. En el caso de Córdoba, como se verá más adelante, la localización de corrales, mataderos, mesones y hospital respondió a estos criterios.

En cuanto a la subdivisión de las cuadras, nuestras actuales manzanas, los instrumentos ana-lizados reconocían el “solar” como la unidad parcelaria básica, estipulando criterios respecto del tamaño en relación a los usos productivos que pudieran complementar a la vivienda (ordenanza 134). Estipulaban también, al igual que para las tierras periurbanas, los mecanismos de adjudicación de solares “...por suertes...” y con criterios de consolidación del asentamiento en torno a la plaza mayor (ordenanza 127).

Finalmente, y respecto de la edificación general, y de la tipología urbana resultante, las Ordenanzas, exceptuando los edificios singulares, parecieran haber favorecido la continuidad de la edificación, previsiblemente por razones de estética y de defensa. Así, la ordenanza 133 establecía que “...los pobladores dispongan de los solares, edificios y casas sean de una forma para el ornato de la población (...) uniéndolos para que sirvan de defensa y fuerza contra los que quisieran estorbar...”. Coincidentemente, la obligación que algunas ciudades establecieron respecto del tapiado de los solares adjudicados so pena de perderlos (12), sin entrar en las razones que pudieran motivar la medida, se traducen en cierto grado de ordenamiento del espacio público.

I.3. REFERENCIA HISTÓRICA SOBRE LA FUNDACIÓN DE CÓRDOBA

Desde su acto fundacional, Córdoba es distinguida institucionalmente como ciudad más allá de la precariedad y transitoriedad del asentamiento inicial creado con la finalidad inmediata de cobijar al grupo de conquistadores que acompañaron a Jerónimo L. de Cabrera, su fundador.

Así lo expresa el acta del 5 de julio de 1573 en ocasión de asentarse los mismos a orillas del Río San Juan (Suquía para los naturales) cuando dicen hacerlo para “...el asiento e quietud de cien españoles que trae o mas debaxo del estandarte real (...) por no haber hallado otro más cómodo (...) y para que los indios de la comarca no sean bexados ni molestados...” dejando para el día siguiente las acciones simbólicas que formalizarían el asentamiento cual es el “...clavado del rollo o picota...” (13).

El asiento se visualizó como temporario, aceptando la posibilidad de que la ciudad tuviera que trasladarse “...a otro sitio mejor e que acertase a caer en mejor comarca...” y reconociendo al Gobernador la facultad de “...asentarle e mudarla e reedificarla en otra parte...” libremente en nombre del Rey. Córdoba quedó en los actos mencionados fundada con tal designación, independientemente de ulteriores decisiones respecto de su ubicación (14). El 28 de agosto de 1573, Cabrera determinó “mudar la población a parte mas sana y anchurosa” (15), definiendo el trazado inicial del asentamiento urbano como una retícula en damero de diez por siete cuadras que en su organización geométrica respondía al modelo dominante de los asentamientos coloniales existentes en el momento en Hispanoamérica. Conjuntamente, definió el

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nuevo sitio para el asentamiento y estipuló las dimensiones de los elementos básicos del trazado (calles, manzanas, solares y rondas), ubicó la plaza y asignó solares a instituciones y particulares.

En marzo de 1574 Cabrera previó, asimismo, la extensión de la retícula inicial hacia el oeste, sobre el valle, habilitando cuadras de riego que se correspondían con las unidades de la retícula original.

El reemplazo de Cabrera por Gonzalo de Abreu, nuevo Gobernador del Tucumán, realizado en 1574, hizo que el traslado de la población al sitio seleccionado no se concretase. Por cuatro años, desde su acta de fundación hasta el traslado efectivo de los pobladores al valle determinado por Cabrera un cuarto de legua río arriba, Córdoba fue sólo el fuerte inicial, recinto precario y “...habitáculo común de los soldados colonos...”, salvo el caso excepcional de los franciscanos que reivindicaron su lugar en el nuevo sitio “...estando los conquistadores recogidos en un fuerte, los dichos religiosos hicieron un rancho en el sitio donde agora está poblada la ciudad y con sus santas amonestaciones y asistencia persuadieron a los vecinos perseverasen en la fundación...” (16). El traslado definitivo se materializó en julio de 1577, según un nuevo trazado preparado por el Teniente Gobernador Lorenzo Suárez de Figueroa de acuerdo a las indicaciones del Gobernador Abreu.

El plano confeccionado por Suárez de Figueroa constituye el documento gráfico más antiguo que se conserva de la ciudad y será analizado en los puntos siguientes.

I.4. REFERENCIA AL MEDIO GEOGRÁFICO DEL ASENTAMIENTO Y DESCRIPCIÓN DEL TRAZADO ORIGINAL

Desde el punto de vista de su medio natural el lugar del asentamiento de Córdoba constituye una micro-región que es fase de transición, piedemonte, entre la sierra y la planicie del sistema pampeano que caracteriza la zona central del territorio argentino. El elemento configurante básico de tal micro-región es el río Suquía, que el fundador Cabrera llamaría de San Juan.

En su curso oeste-este desde las sierras hacia la llanura, el río excavó en épocas pretéritas un cauce que, a partir de una profunda quebrada inicial, al llegar a la micro-región de transición se abre en un valle para luego y desde allí, convertirse en un típico río de llanura.

El tramo del valle estaba conformado, en la época de la fundación, por un sistema de terrazas materializadas por los sucesivos desplazamientos del río. La primera y segunda terrazas quedaban claramente manifestadas por fuertes barrancas en tanto que la tercera o valle propiamente dicho, constituía una faja longitudinal, dominantemente plana, de marcada orientación oeste-este bordeada por el río.

El trazado inicial de la ciudad se asentó en ese espacio plano, delimitado al norte y este por el cauce principal del río, sobre el norte dividido en dos brazos, recostándose al sur sobre las barrancas aledañas, según puede observarse 33

en el gráfico I.4.1. Por otra parte, el valle se hallaba atravesado por un arroyo que, penetrando desde el sur desaguaba en el curso del río sin cauce fijo. Este arroyo denominado "La Cañada", constituyó el límite oeste del trazado original.

Por las características correspondientes al ecosistema del bosque serrano pampeano, las terrazas y barrancas estaban cubiertas en aquel entonces por montes de especies leñosas, en tanto que el valle lo estaba de pastizales y matorrales, con tierras aptas para sembradío, tal como lo pone de manifiesto la incipiente agricultura practicada por los grupos aborígenes que los descubridores encontraron en la zona.

Los grupos aborígenes, denominados comechingones y sanavirones, eran en general comunidades pacíficas de escaso desarrollo en relación a las culturas indígenas predominantes en el momento del descubrimiento en el resto de América y, salvo enfrentamientos esporádicos, aceptaron sin lucha la colonización española. "...Sin hallarse integradas en el Imperio de Cuzco, vivían dentro de un marco social que puede calificarse de aledaño de la influencia incaica por las formas de sus sociedades sedentarias, por su dedicación principal al cultivo del maíz en una agricultura bastante desarrollada, por su organización social fundada en el ayllú (parcialidades familiares), por su activo comercio con las zonas periféricas del «Tihuantisuyo», y hasta por cierto grado de sujeción política a él", dice Terzaga (17).

Se agrupaban en "pueblos" y "rancherías" dispersos en el espacio, siendo su vivienda o rancho “ ... sostenido por cuatro horcones clavados fuertemente en la tierra; sobre los horcones se extendía el techo construido por palos, ramas y paja; las paredes eran de tierra apisonada o de un grosero adobe crudo; la puerta era de tientos, caña o varas de alguna planta”, según la descripción del historiador Pablo Cabrera (18). 34

En este medio se impuso el trazado previsto para concretar la ciudad de Córdoba, en un entorno escasamente ocupado por grupos aborígenes y algunos sembradíos.

Los colonizadores asumieron, como ya lo indicáramos, lo que hoy podemos denominar el “tipo urbano consagrado”, es decir, el trazado en cuadrícula anterior a las leyes de Felipe II, como sistema para la fundación de ciudades y Córdoba, en 1573, no fue una excepción.

Sin entrar en la discusión de los posibles orígenes y justificaciones de su uso que preocupan a diferentes autores (19), nos remitimos como fundamento del tipo consagrado utilizado en Córdoba al conjunto de ciudades fundadas previamente en Hispanoamérica de las que presentamos a manera de ejemplo, algunos casos en el gráfico I.4.2.

El trazado materializado en Córdoba responde a lo que J.E. Hardoy denomina como clásico (20). Está constituido por un damero de calles rectilíneas que definen manzanas iguales en un total de 70, cuadradas de 440 pies de lado (122.6 metros), con sólo dos excepciones: una frente a la Plaza Mayor y otra en el convento de San Francisco (plano I.4.2.). La primera es el caso de la división de una manzana regular mediante una estrecha calle, y la segunda, a la inversa, surge de la unión de dos manzanas con la generación de una plazoleta en uno de sus frentes. El trazado regular de 70 manzanas incluye la Plaza Mayor resultante de la utilización de una de ellas para ese fin.

La cuadrícula descripta, correspondiente al plano de 1577, define un sistema de calles bidireccional casi coincidente en su orientación con los puntos cardinales, de 35 pies de ancho (10.6metros). Hay casos singulares como la calle de Ronda de 200 pies de ancho (60,9 metros) y el correspondiente a la calle que dividía la manzana frente a la plaza de 24 pies de ancho (7,3 metros).

La subdivisión predominante de las manzanas está constituida por cuatro solares de 220 x 220 pies (61,3 metros), apareciendo algunas singularidades en la subdivisión de las manzanas destinadas a órdenes religiosas o por la asignación de dos solares a una misma persona.

En referencia a este trazado dice Luque Colombres que

...sus líneas serán respetadas a través del tiempo, salvo ligeras modificaciones. La más importante de ellas porque alteró el trazado originario, fue el ensanche de una de las calles, dispuesto por el Cabildo en la sesión del 13 de abril de 1592. La medida se adoptó al proyectarse la construcción de la contra acequia (...) la decisión que se cumplió enseguida no ocasionó molestia alguna a los propietarios de los solares pues se hallaban sin edificar...” (21), como veremos en detalle en el punto siguiente.

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Gráfico !.4.1. CIUDAD DE CÓRDOBA CONDICIONES GEOGRÁFICAS DE SITIO. FUERTE Y TRAZA

A. La Cañada

Fuerte (1573) Río Suquía

Fuente Elaboración propia.

Plano I.4.1. CIUDAD DE CÓRDOBA. PLANTA FUNDACIONAL

Fuente LUQUE COLOMBRES, Carlos. Para una historia de Córdoba. Op. Cit. páf 124b. Copia facsimilar de la reproducción de la Planta Fundacional (1577) asentada en el Archivo Histórico Municipal de Córdoba. Tomo I - 1880/82.

Gráfico I.4.2. CUATRO CIUDADES COMO EJEMPLO DE TIPOS CONSGRADOS

LIMA (PERÚ), 1535

SANTIAGO (CHILE), 1544

MENDOZA (ARGENTINA), 1561

SUCRE (BOLIVIA), 1538

Fuente 1. Dirección general de ordenación del turismo. Urbanismo español en América.Ed. Nacional, pág. 179. 2. Prof. Arq. Renée Martínez L. El modelo clásico de la ciudad colonial hispanoamericana. Ed. Departamento de Planificación Urbano Regional, F.A.U., Chile, Lámina 16. 3. Pontificia Universidad de Chile. Revitalización y Estructuración del centro de Santiago, 1978-1979, pág. 14. 4. Dirección general de ordenación del turismo. Op. cit., pág. 221.

NOTAS (1) MORRIS (A.E.J.), Historia de la forma urbana, ed. española Gustavo Gili,

Barcelona, 1984.

(2) GUTIERREZ (Ramón), Arquitectura y Urbanismo en Latinoamérica, Madrid,

Ed. Cátedra, Manuales Arte Cátedra, 1984.

(3) Recopilación de las Leyes de los Reynos de las Indias mandadas imprimir

(12) Por ejemplo Córdoba. Archivo Municipal. Actas Capitulares .(MS). Libro

I, folio 127 v., Ed. Municipalidad de Córdoba, 1974.

(13) Acta de Fundación, transcripta en LUQUE COLOMBRES, (Carlos),

Para la historia de Córdoba, Tomo I, Córdoba (Argentina), Ed. Biffignandi, 1973

(14) Ibídem.

y publicar por nuestra Majestad Católica el Rey don Carlos II. Año de 1681. Tomo II, Libro Quarto. Edición facsimilar, Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1973.

(15) Archivo Municipal. Actas Capitulares, Libro I, folio 68, Ed. Municipalidad de Córdoba, 1974.

(5) Real Cédula del 22 de julio de 1497. Sobre las tierras extraurbanas dice: "Todo lo otro descercado, coxido los exidos e los censos e esquilmo dello, sea pasto comun e baldio a todos".

(17) TERZAGA (Alfredo), Geografía de Córdoba, Córdoba (Argentina), Ed.

(4) Ibídem.

(6) OTS CAPDEQUI (J.M.), España en América. El régimen de tierras en la época

colonial, México, Fondo de Cultura Económica, 1959.

(16) Citado por LUQUE COLOMBRES (Carlos), Para la historia de Córdoba, Op. cit.

Assandri, 1963.

(18) Citado por TERZAGA (Alfredo), en Geografía de Córdoba, Op. cit.

(19) Refiriéndose al tema, MORRIS (A.E.J.) expresa que se trata de una dis-

(8) Ibídem,

cusión artificial que busca complejas razones intelectuales para explicar el uso de la retícula olvidando una cuestión fundamental: como empezar lo antes posible, de una manera simple “a conveniencia del topógrafo”, en Historia de la forma urbana, Op. cit.

(10) Ibídem.

DOY (J.E.) y TOBAR (Carlos R.), editores, El proceso de urbanización en América Latina, Buenos Aires, Ed. Torcuato Di Tella, 1968.

(7) Recopilación de las Leyes, Op. cit.

(9) Ibídem.

(11) Ibiíem.

(20) HARDOY (J.E.), "2000 años de urbanización en América Latina" en HAR-

(21) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Para la historia de Córdoba, Op. cit.

39

PARTE II

LA CUADRÍCULA EN CÓRDOBA PERÍODO: 1573 - 1810

41

II.1. TRAZADO, MODELO URBANÍSTICO Y SUS RELACIONES CON EL MEDIO NATURAL DEL EMPLAZAMIENTO Córdoba es uno de los casos de ciudades hispanoamericanas que nacen al amparo de un fuerte.

Como ya viéramos, ese fue el recinto donde los primeros pobladores residieron desde 1573 a 1577. Era un sitio prominente, en la margen norte del río Suquía más apto para la defensa que para poblar ciudad (1).

Según indicáramos, como resultado de la sustitución de Cabrera por Abreu y Suárez de Figueroa, el trazado que hoy conocemos corresponde al confeccionado por estos últimos para reemplazar el confeccionado por el fundador. El mismo respeta la disposición en cuadrícula y el número de setenta manzanas del inicial no materializado, pero reduce ligeramente sus dimensiones al disminuir el ancho de calles de 40 a 35 pies (2). En la interpretación de Luque Colombres esto, quizás, para borrar todo antecedente del anterior reparto de propiedades.

De esta manera, la cuadrícula, modelo referencial del asentamiento como imagen ideal y apriorística subyacente, subsiste por sobre los cambios de actores y privilegios que resultan de la lucha de poderes o que devienen de los derechos adquiridos conferidos a los pobladores. En el caso de Córdoba, por sobre las situaciones apuntadas, el ordenamiento básico en cuadrícula se traduce en trazados prácticamente idénticos. El trazado definido por Suárez de Figueroa base de la ciudad actual, se mate42

rializa en el espacio casi llano que ya Cabrera caracterizara en 1573 como “...parte más llana e mas anchurosa e do se puede meter una acequia principal de agua...” (3), limitado -según se viera en el gráfico 1.4.1- por el río al norte y este, las barrancas al sur y el arroyo La Cañada al oeste. Es posible inferir en base a los documentos de la época y de las precisiones que a partir de ellos desarrollan historiadores tales como Luque Colombres que, en un principio trazado y sitio se interrelacionaron muy estrechamente respondiendo el asentamiento a las principales condicionantes del sitio, y planteando éste por los fenómenos naturales que lo caracterizaban - creciente de los cauces principales, avalanchas de agua desde las tierras más altas en épocas de fuertes lluvias -permanentes interferencias con la claridad de la propuesta. Así, el cauce principal del río que define el límite norte del asentamiento es causa de la leve inclinación de la planta urbana respecto de las orientaciones geográficas, y las barrancas y lomas aledañas impedirán hasta avanzado el sigo XIX el crecimiento de la planta en todas sus direcciones (plano II.1.1.).

No actúa la geografía sobre la planta en términos tan categóricos hacia el este, donde el río a medida que deriva se distancia de la misma; o hacia el oeste, donde por algunas décadas, el sector más externo del asentamiento quedará expuesto al curso incierto de La Cañada en épocas de lluvia. Será en estas direcciones y particularmente en la última, hacia donde se plantearán y concretarán las extensiones de la planta inicial en razón de la mayor continuidad física del medio natural como se verá en detalle en el punto II.3. Pero en la primera etapa de la evolución del asentamiento cordobés, los condicionantes del medio natural incidirán marcadamente en su desarrollo, presionando permanentemente para borrar las acciones humanas que tendían a modificarlo.

En efecto, por el Norte, el río mutable en su recorrido, fue erosionando y ocupando durante los siglos XVII y XVIII parte de la planta urbana. En este

Plano II.1.1. MEDIO NATURAL DEL EMPLAZAMIENTO

Fuente Interpretación y elaboración sobre texto y láminas de LUQUE COLOMBRES, Carlos. Orígenes... cit. Capítulo I, Lámina II.

sentido, destaquemos que en los años de la fundación y traslado de la ciudad, el río se bifurcaba en dos brazos algunas cuadras antes del ángulo noroeste de la planta urbana. El brazo septentrional, que a fines del siglo XVI era nombrado como “la madre antigua”, describía un arco prácticamente coincidente con el actual curso, según puede observarse en el plano II. 1.1. El otro, principal de la época, seguía un recorrido casi rectilíneo en dirección oeste-este volviendo a unirse con el anterior en el ángulo noreste del trazado (4). A partir de este punto el río se volvía a dividir en dos brazos. El principal torcía hacia el sudeste corriendo, en un corto trecho, paralelo a la calle de ronda para alejarse de la misma a medida que se acercaba al cerrillo conocido como Pucará, ubicado al este de la planta, para a partir de ese punto torcer hacia el noreste. El segundo brazo, menos caudaloso, continuaba en épocas de creciente, en dirección oeste-este uniéndose al cauce principal al este luego de formar una isla. La situación desconocida por los primeros pobladores, se modificaba con las sucesivas crecientes estivales. El curso del río variaba tras cada una, avanzando “...sobre los solares del norte hasta el punto que el ángulo Noroeste de la planta urbana vino a quedar seccionado por avenidas barrancosas, las cuales extendieron el lecho fluvial sobre los terrenos ribereños formando un nuevo cauce que prácticamente reemplazaría al anterior o lo ampliaría...” (5).

Los solares costaneros que estuvieron ocupados fueron, en parte, despoblados por la causa apuntada.

En los años 1598, 1611, 1675 y 1689, entre otros, se mencionan los daños que las sucesivas crecientes van produciendo, y la necesidad de efectuar obras de defensa y encause para evitar perjuicios cada vez mayores.

En 1598 el Cabildo deja constancia por vez primera del grave riesgo que crean las crecidas que azotan la ciudad, reconociéndolas como posible causa de que “...la ciudad se despoblase y fuese necesario buscar nuevo sitio para la población...” (6). Propone que “...los vecinos y moradores acudan con la brevedad

44

necesaria a remedio tan urgente como es para que el río no haga daño, haciendo algunos reparos o dando madre a este río por otra parte...”.

En enero de 1611 el problema cobra nueva vigencia, disponiéndose en esa oportunidad que se desviase el río y “...se heche... por una madre antigua e ancón que está de la otra banda arrimado a la loma... y hacia la cruz del camino de Santiago” (7).

El riesgo de las crecientes del río se mantiene a tal grado latente para los pobladores que, en 1675, el Cabildo se ve en la obligación de imponer normas que hacen al control del uso y explotación del río al prohibir terminantemente la ex¬tracción de piedras de su lecho “...desde dos cuadras arriba de la toma de la acequia desta... ciudad, hasta el término...” de la misma, río abajo, en el Pucará (8); y pocos años más tarde, en 1689, las defensas del mismo se mencionan entre las obras públicas de carácter más urgente que debía encarar la ciudad.

Recién a fines del período que estamos estudiando, los planos de las últimas décadas del siglo XVIII y de los primeros años del XIX como podrá observarse en el punto II.3., muestran el río siguiendo un curso muy próximo al actual.

Otras características del medio natural que, como precedentemente se mencionara, aun resultando determinantes en la localización de la planta, interactuaron conflictivamente con la misma hasta el siglo XVIII, fueron las barrancas del sur con sus periódicas avenidas de agua, y la Cañada de la Lagunilla.

Las primeras, como puede observarse en el plano II.1.1., marcaban el límite sur del asentamiento, al punto que las últimas manzanas trepaban las lomadas. A su pie corría un aguaducho que alimentaban los torrentes en períodos de lluvias. Los Franciscanos lo aprovecharon atajando y encausando su curso para llenar un estanque que poseían en su convento. Pero en ocasiones de crecientes, el aguaducho desbordaba sobre la ciudad llenando de arena las calles. Ya

en 1603 se mencionaban inundaciones producidas por el aguaducho de San Francisco, y Luque Colombres nos dice que “...concluyó la centuria sin que se alcanzara a eliminarlo...” (9), dando seguidamente cuenta de la colaboración exigida a los vecinos de la ciudad a mediados del siglo XVII para ejecutar obras que neutralizaran los destrozos que el aguaducho del sur producía. El otro condicionante geográfico importante, el arroyo de la Cañada de la Lagunilla, influyó decisivamente sobre la ocupación y consolidación del trazado inicial, como se verá en detalle en el punto II.2. Este riacho penetraba por el sudoeste atravesando la planta sin rumbo fijo e inundando, en épocas de lluvias, el sector oeste de la ciudad. Consta que para neutralizar el problema, el Cabildo contrató, ya en 1623, la construcción de un tajamar en ese sector, intentando desviar las aguas hacia las cuadras de riego trazadas al oeste de la ronda occidental (10). Pero las obras encuentran un difícil obstáculo en un montículo, el Mogote Colorado, que se levantaba en la dirección prevista para encausar el riacho.

Ni esta obra, que tiene problemas para completarse, ni las que siguieron hasta principios del siglo XVIII, lograron evitar las inundaciones que periódicamente y hasta fines del mencionado siglo, siguieron azotando la ciudad. Pero, como observa Luque Colombres “...la precaria construcción consiguió, al menos, trazar el curso de las aguas, que desde entonces siguieron la dirección actual y comenzaron a cavar su cauce a través de los terrenos por donde todavía corre...” (11).

Un hecho que, en 1592 llevó a modificar el trazado original, fue la decisión de construir la acequia que aprovisionaría de agua a la ciudad, que mencionáramos en I.4, El Cabildo dispuso la ampliación de la calle por donde pasaría “... de manera que esa calle por donde ha de pasar ... ha de tener 60 pies, y los 25 pies que se tomaren de los solares se les cumpla en la ronda y a la ronda se le quite 25 pies...” con lo que la ronda pasó a medir 175 pies (53,2 metros) en lugar de los 200 originales, y la calle, llamada "ancha" desde entonces, pasó de los 10,6 metros de las calles regulares a 18,2 metros.

En síntesis, como se indicara al comienzo del presente punto, la definición del trazado de base reticular a localizar en el sitio seleccionado para implantar la ciudad, fue condicionada, en su tamaño y orientación, por las preexistencias geográficas. Las peripecias de su materialización en el tiempo se relacionan directamente con la menor o mayor resistencia que aquellas presentaron.

Sin embargo es posible al mismo tiempo extraer como conclusión que la disposición en cuadrícula, con su simple esquema de ordenamiento territorial, contituyó en definitiva, un instrumento de urbanización suficientemente apto para la apropiación del espacio, aun cuando para ello fuera necesario un esfuerzo adicional de control del medio natural que no hubiera existido en el caso de un trazado menos riguroso en su geometría. Es cierto, posiblemente, que una disposición irregular en forma y continuidad, ajustada en su distribución espacial a las características topográficas e hidrológicas del medio, hubiera disminuido los costos de implantación, pero no es menos cierto, que una de las cuestiones fundamentales que se le planteaba a los fundadores de toda nueva ciudad era cómo comenzar rápidamente la urbanización previendo, además, su crecimiento futuro y la simplicidad de distribución del suelo entre sus pobladores.

En tal sentido, las ventajas de una retícula regular para subdividir el territorio equitativamente, con medios topográficos rudimentarios, resulta evidente y constituye una justificación válida a la escasa consideración asignada en la práctica fundacional, particularmente en el caso de Córdoba, a los condicionantes ecológicos. Por otra parte, en el trazado cordobés, como hemos ya indicado, la disposición en cuadrícula se muestra suficientemente flexible como para admitir, dentro de los límites de cambios sencillos emergentes del requerimiento de aprovisionamiento de agua, el corrimiento de un sector de cuadras por la incorporación de una acequia y la consecuente ampliación de la calle por donde aquélla pasaría, aunque como viéramos en I.4 tal modificación se produce con anterioridad a la ocupación del trazado en el sector. 45

NOTAS

(1) Acta de Fundación, transcripta en LUQUE COLOMBRES (Carlos), Para

(7) Archivo Municipal de Córdoba, Tomo V, citado por LUQUE COLOM-

(2) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Op. cit., descripción de una interpre-

(8) Archivo Municipal de Córdoba, Actas Capitulares (M.S.), libro 12, citado

(3) Archivo Histórico Municipal, Actas del Cabildo, Libro I, foja 24, transcripto por LUQUE COLOMBRES (Carlos), Op. cit.

(9) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Op. cit.

los dos primeros siglos de existencia de la ciudad hasta llegar, por la acción del hombre, a configurar la situación que hoy conocemos han sido minuciosamente trazados por Luque Colombres en el capítulo VI, "Antecedentes documentales sobre la topografía del asiento urbano de Córdoba durante los siglos XVI y XVII", de la publicación que venimos citando, y constituyen nuestra principal referencia para el tratamiento del tema.

(11) Ibídem.

la historia de Córdoba, Tomo I, Córdoba (Argentina), Biffignandi Ed., 1973

tación del plano de Cabre¬ra hoy desaparecido.

(4) Las características geofísicas del sitio, sus cambios y modificaciones durante

(5) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Op. cit. Respecto del río, sus crecientes

y la traza, el autor comenta seguidamente que “parece evidente que al señalarse el asiento de la ciudad, no se había advertido ese riesgo, debido, tal vez, a que las crecientes de esos años no habrían sido de intensidad suficiente como para anunciarlo”.

(6) Archivo Municipal de Córdoba, Tomo III, citado por LUQUE COLOMBRES (Carlos), Op. cit.

46

BRES (Carlos), Op.cit.

por LUQUE COLOMBRES (Carlos), Op. cit.

(10) Ibídem.

II.2. OCUPACIÓN DEL TRAZADO INICIAL Y ESTRUCTURA DEL ASENTAMIENTO Se presentan en este punto los estudios realizados sobre la ocupación del trazado inicial y los usos del suelo derivados de la misma que permiten analizar la estructura interna del asentamiento en el período considerado. Para la realización de tal análisis se contó con una base documental de diferentes alcances, ya que para la etapa comprendida entre 1577 y 1700 existen estudios particularizados sobre los orígenes históricos de la propiedad en la ciudad de Córdoba realizados por el historiador Luque Colombres (1), cuyo grado de detalle permiten una lectura acabada de la distribución de usos en el espacio y el proceso de ocupación que la origina. Para el siglo XVIII, en cambio, no se cuenta con estudios comparables a aquéllos, por lo que el análisis realizado corresponde a una lectura aproximativa basada en la interpretación de un plano de Jacinto Díaz de la Fuente (1790) que realizara David Robinson (2), apoyado en los datos del Censo de población de 1778-79. Aunque dicho plano sólo permite una lectura global de la ocupación por el alto grado de generalidad con que se asientan las áreas (urbana, de quintas, etc.) se optó por trabajar con él no sólo porque, pese a sus limitaciones resulta más explícito que otros de la misma época, sino fundamentalmente por la posibilidad de establecer relaciones con el censo poblacional indicado, levantado por el mismo autor del plano. El análisis que se desarrolla a continuación, se inicia considerando la planta de Suárez de Figueroa que como expusiéramos en el punto I.3 es la que se ha llamado fundacional, ya que si bien reemplaza a la original de J. L. de Cabrera es la única reproducción gráfica que ha llegado hasta nosotros y constituye la primera instancia de definición de la estructura del asentamiento.

Posteriormente, se consideran cinco cortes temporales correspondientes a los años 1587, 1600, 1700 y 1790. a) Planta fundacional, año 1577

La planta fundacional, como ya se indicara, se organiza en base a una retícula regular en la cual, las dos cuadras centrales se destinan, una a la Plaza Mayor y la otra, a la Iglesia Mayor y Cabildo. Una calleja que separa estas dos instituciones enfrenta a la plaza configurando una de las situaciones singulares del trazado de la ciudad. Hacia el sur de la planta, se presenta otra situación particular cual es la afectación de dos cuadras para la Iglesia y Convento de San Francisco, que enfrenta hacia el norte el único espacio reservado para plazoleta en la ciudad.

Casi todas las cuadras no afectadas a usos institucionales y públicos presentan la típica subdivisión en cuatro solares indicados en el punto I.4. Cuatro de las cuadras enteras son designadas para usos institucionales religiosos y cuatro para usos públicos de la ciudad y otros equipamientos singulares. En el primer caso, se advierte un cierto criterio de sectorización de la ciudad al distribuirse iglesias y conventos a distancias aproximadamente equivalentes. Los usos potencialmente molestos y peligrosos como el matadero, el corral del consejo y el hospital, así como cuadras de reserva urbanas y los servicios ligados a ámbitos extra urbanos (cuadras de propios y mesones) se desplazan hacia la periferia y hacia el principal curso de agua (el río), reflejando los criterios de localización que, para similar tipo de usos contemplaban las disposiciones vigentes que viéramos en el punto I.2. Puede estimarse que la convergencia de Plaza Mayor, Iglesia Mayor y Cabildo configura una situación de polarización voluntaria incluida en la intención de la propuesta. San Francisco y la plazoleta que lo enfrenta, una situación similar aunque de menor jerarquía. Por otra parte, la interpretación de la localización

47

de los conventos e iglesias en función de una sectorización de la ciudad conlleva la de polarización por parte de esas instituciones, a un nivel de menor relevancia. A su vez, el desplazamiento hacia la periferia de los usos molestos implica, en su medida, una intención de organización zonificada. b) Año 1587

Esta lectura de la ocupación se basa en la reconstrucción que Luque Colombres realiza de la efectiva apropiación del espacio urbano para el año que marca el final del “...proceso de instalación de los pobladores cuyos nombres figuraban...” en la traza de Suárez de Figueroa (...) y que efectivamente se radicaron en la ciudad...” (3).

Como observa el citado autor, “... de las setenta cuadras en que Suárez de Figueroa, al igual que Cabrera dividiera la planta, sólo veintisiete, ubicadas en torno a la Plaza Mayor constituyeron la zona parcialmente poblada en esa década...” (1577-1587). De ellas, una se destina a Iglesia Mayor y Cabildo, y allí se estaba construyendo en la fecha analizada, en forma precaria, el Templo Mayor cuya construcción comenzó en 1581 (4). En la doble cuadra del sur también dedicada al uso religioso, estaba localizada la construcción primitiva de los Franciscanos. Las veinticinco cuadras restantes receptaban uso dominantemente residencial, ocupando una superficie equivalente a noventa solares (cuartos de cuadra).

En cuarenta y cinco casos se mantiene la división propia del solar; en un caso (Manzana D-IV en plano II.2.1.) el predio ocupado afecta la superficie de dos solares, manteniendo los restantes la división entre propiedades prevista en la planta fundacional. En un solo caso, la subdivisión altera la inicial (Manzana G-V) como puede constatarse al comparar el plano II.2.1. con la planta fundacional. 48

La ocupación se concentra en las manzanas más próximas a la Plaza Mayor, pero en ningún caso se llega a ocupar los cuatro solares. Al mismo tiempo, la edificación tiende a ocupar el sector este del asentamiento. Si tomamos como referencia a los efectos de esta lectura la calle occidental de la Plaza Mayor (calle Real), que coincide con el eje de simetría norte-sur de la planta, la ocupación afecta treinta y tres unidades prediales, o sea el 69% de los solares ocupados, quedando el 31% restante ubicados hacia el oeste (5). Esta tendencia incipiente en la ocupación hacia el este se mantendrá hasta el siglo XVIII, presumiblemente en razón de las avalanchas de La Cañada. Es significativo hacer notar, la coincidencia entre el número de parcelas ocupadas por viviendas (45) y la estimación de población de Pedro de Narbaez (1582) que registra 40 vecinos y 6.000 indios, valiendo señalar que la designación "vecino" corresponde a grupo familiar o casa en registros posteriores.

Si adoptamos el promedio de solares ocupados por cuadra como un índice sintético para evaluar la densificación en el tiempo, para el año que analizamos el índice se ubicaría en 1,9 solares por cuadra (cuadro II.2.1.).

Si a los fines de verificar el grado de concentración o de polarización en torno de ciertos ámbitos en el asentamiento, analizamos la ocupación en relación a la Plaza Mayor constatamos que en el primer anillo (siete cuadras afectadas a usos no institucionales) dieciocho de los solares estaban ocupados, correspondiendo para esta área un índice promedio de 2,5 solares por cuadra. En el segundo anillo, y para las trece cuadras con alguna ocupación residencial, tal índice desciende a 1,8, ya que son veinticuatro los solares ocupados.

Esta lectura pone en evidencia una mayor concentración del uso generalizado en torno de la Plaza Mayor, verificándose en la materialización del asentamiento la polarización que, desde la asignación de usos iniciales del trazado de la ciudad, definió alrededor de ese ámbito público la convergencia de usos representativos generadores de un núcleo central.

Plano II.2.1. OCUPACIÓN DEL TRAZADO INICIAL ESTRUCTURA DEL ASETAMIENTO

REFERENCIAS

OCUPACIÓN

Lote ocupado

Lote sin ocupación Eje de referencia Contracequia

USOS

P.M. Plaza Mayor

Usos institucional

Religioso civil exclusivo

Residencial exclusivo o dominante

MANZANAS OCUPADAS*

1587

AÑO

Total N°

1587

27

Exclusiv. Exclusiv. Instituc. Residenc. 2

25

PARC. OCUPADAS EN MANZ. DOM. RESID. Total N° 48

En relación al eje Ubic. O

N° 15

% 31

E

33

69

PARCELAS OCUP RESID/ MANZ RESID

1,9

*Excluye manzana reservada para Plaza Mayor. Computa como 1 Manzana las dos medias manzanas que enfrentan a la Plaza Mayor Idem dobles Manzanas de San Francisco y Compañía de Jesús-Universidad

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982. Capítulo I.

Cuadro II.2.1.a MANZANAS OCUPADAS*

PARC. OCUPADAS EN MANZ. DOM. RESID.

AÑO

Total N°

Exclusiv. Exclusiv. Instituc. Residenc.

Total N°

1587

27

2

25

48

1600

27

2

25

70

1650

41

4

37

123

1700

47

6

41

204

En relación al eje Ubic



%

O

15

31%

E

33

69%

O

24

34%

E

46

66%

O

52

42%

E

71

58%

O

86

42%

E

118

58%

PARCELAS OCUP RESID/ MANZ RESID

1,9 2,8

3,3

5,0

1° ANILLO. Total Manz: 8* AÑO

MANZANAS OCUPADAS* Exclusiv. Exclusiv. Instituc Residenc

Cuadro II.2.1.b

2° ANILLO. Total Manz: 16*

PARC. OCUPADAS EN MANZ. DOM. RESID. Con Ocup Total N° N° %

PARCELAS OCUP RESID/ MANZ RESID

MANZANAS PARC. OCUPADAS EN OCUPADAS* MANZ. DOM. RESID. Con Ocup Exclusiv. Exclusiv. Total N° Instituc Residenc N° %

PARCELAS OCUP RESID/ MANZ RESID

1587

1

7

28

13

64

2,57

1

13

28

28

85,7

1,84

1600

1

7

33

29

87,8

4,14

2

14

52

35

67,3

2,5

1650

1

7

49

41

83,6

5,85

2

14

68

54

79,4

3.85

1700

1

7

69

60

86,9

8,57

4

12

96

84

87,5

7,00

*Computa como 1 Manzana las dos medias manzanas que enfrentan a la Plaza Mayor

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982. Capítulo I.

c) Año 1600

En esta lectura, se pudo trabajar con un registro de datos más desagregados y completos que en la lectura previa, particularizados en términos de tipos de usos, características de la edificación, y figuras jurídicas de ventas, permutas, etc. para cada solar (6). El hecho de que el mismo asentara solar por solar las transformaciones operadas a través del tiempo, ha posibilitado una lectura más significativa del uso y ocupación. El plano II.2.2.a registra los datos referidos a ocupación y tipo de uso a nivel de solares y el plano II.2.2.b interpreta la ocupación a nivel de mancha sobre las setenta cuadras originales.

Respecto del uso institucional, son las instituciones religiosas las que formalizan ya su presencia en la ciudad, comenzando la edificación de templos y conventos en localizaciones que resultarían definitivas. En el caso de la Iglesia Mayor y de los Franciscanos construyendo sobre predios que les fueran asignados al fundar la ciudad; en el caso de La Merced, iniciando la construcción de su convento sobre un predio distinto al adjudicado, más próximo a la Plaza Mayor y que ocupará hasta hoy; en el caso de la Compañía de Jesús, formalizando la permuta del solar que inicialmente les fuera asignado por el que actualmente ocupan, previamente destinado a Convento de Monjas y Recogimiento de Doncellas e indiscutiblemente en una localización más ventajosa en relación a la Plaza Mayor y donde ya en 1589 se construía la ermita de Tiburcio y Valeriano (7). El traslado se concretó en 1599 (plano II.2.2.a, cuadra D-VI).

Respecto de las instituciones civiles, se comienza en este año la instalación en forma precaria de los aposentos de la Cárcel en el solar destinado al Cabildo, y el Hospital que, aun disponiendo de una cuadra al borde de la planta urbana, se habilitaría y comenzaría a funcionar en un solar ubicado hacia el sur del área ocupada, en construcciones registradas también como precarias. Los solares destinados a propios de la ciudad, Matadero y Corral del Consejo se mantienen sin variantes, sin ocupación ni uso.

Los usos adscriptos al predominante residencial, tales como tiendas, posadas, escuelas, ermitas, etc., comienzan a organizarse, y las primeras se localizan sobre las calles que desembocan en la Plaza Mayor, entorno que de esta manera, entra a caracterizarse por la concentración incipiente de la actividad comercial de la ciudad. Por su parte, las actividades productivas como huertas y sembradíos, aparecen en ciertos casos como complementarias de las viviendas y en otros, independientes pero localizadas predominantemente en cuadras periféricas respecto del área más ocupada, e inmediatas a la misma. La localización del molino sigue una pauta similar y se ubica contiguo a la acequia, próxima a su desembocadura sobre el río (plano II.2.2.a, cuadra D-I).

El número de cuadras ocupadas se mantiene constante, incrementándose así, el número de parcelas ocupadas, que pasa de 49 a 74, lo que representa un aumento significativo de las mismas para un período de tan sólo trece años. Se detecta la subdivisión de solares que se orientan hacia las cuatro calles que llevan hacia la Plaza Mayor. La tendencia de la mayor ocupación hacia el sector Este se mantiene captando un porcentaje de parcelas ocupadas muy similar al registrado en la lectura anterior (65%). La tendencia a la concentración en torno de la Plaza Mayor se acentúa. El promedio de solares ocupados por cuadra, para el primer anillo, se eleva a cuatro; y también se incrementa el correspondiente a las cuadras con alguna ocupación del segundo anillo, que alcanza 2,7 solares por cuadra. La Plaza Mayor aparece así como el punto de mayor atracción del asentamiento; en torno de ella, se dan las subdivisiones de los solares iniciales en predios de menor tamaño y se concentra la ocupación y la actividad comercial como ya se mencionara.

En relación a la población, la estimación más cercana a la lectura que estamos realizando, la del Gobernador Vera y Zárate del año 1619, registra para Córdoba 60 vecinos y 4.000 indios, aumentando el número de “vecinos” en 20 con respecto a la estimación anterior. 51

REFERENCIAS OCUPACIÓN Lote ocupado Lote sin ocupación Eje de referencia Contracequia

Plano II.2.2.a USO DE SUELO GENERALIZADO

USOS P.M. Plaza Mayor Pz. Plazoleta

Usos institucional Iglesia Iglesia en const. Ermita Religioso civil exclusivo Cabildo Cárcel Asistencial Mesones y propios Matadero Residencial exclusivo o dominante Comercial localizado respecto a la calle en fuente Comercial sin referencias sobre localización en lote Molino Huerta

Plano II.2.2.b OCUPACIÓN

MANZANAS OCUPADAS* AÑO

Total N°

1600

27

Exclusiv. Exclusiv. Instituc. Residenc. 2

25

PARC. OCUPADAS EN MANZ. DOM. RESID. Total N° 70

En relación al eje Ubic O

N° 24

% 34

E

46

66

PARCELAS OCUP RESID/ MANZ RESID

2,8

*Excluye manzana reservada para Plaza Mayor. Computa como 1 Manzana las dos medias manzanas que enfrentan a la Plaza Mayor Idem dobles Manzanas de San Francisco y Compañía de Jesús-Universidad

1600

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982. Capítulo I.

REFERENCIAS OCUPACIÓN Lote ocupado Lote sin ocupación Eje de referencia Contracequia

Plano II.2.3.a USO DE SUELO GENERALIZADO

USOS P.M. Plaza Mayor Pz. Plazoleta

Usos institucional Iglesia Iglesia en const. Ermita Religioso civil exclusivo Cabildo Cárcel Asistencial Mesones y propios Matadero Residencial exclusivo o dominante Comercial localizado respecto a la calle en fuente Comercial sin referencias sobre localización en lote Molino Huerta

Plano II.2.3.b OCUPACIÓN

MANZANAS OCUPADAS* AÑO

Total N°

1650

41

Exclusiv. Exclusiv. Instituc. Residenc. 4

37

PARC. OCUPADAS EN MANZ. DOM. RESID. Total N° 123

En relación al eje Ubic O

N° 52

% 42

E

71

58

PARCELAS OCUP RESID/ MANZ RESID

3,3

*Excluye manzana reservada para Plaza Mayor. Computa como 1 Manzana las dos medias manzanas que enfrentan a la Plaza Mayor Idem dobles Manzanas de San Francisco y Compañía de Jesús-Universidad

1650

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982. Capítulo III.

d) Año 1650

Al promediar la centuria, las instituciones religiosas siguen edificando sus instalaciones en localizaciones que serán definitivas. A la Iglesia mayor y a las dos órdenes que ya estaban asentadas a principios de siglo (San Francisco y La Merced), se suman ahora la congregación de Santa Catalina de Siena y Santo Domingo que también emprende la construcción de iglesias y conventos en sus actuales emplazamientos. Para este año, la Universidad (anteriormente el Colegio Máximo) ocupa la manzana a la que en 1599 se habían trasladado los jesuitas.

La Compañía de Jesús expande sus dominios sobre la manzana ubicada inmediatamente al sur de su emplazamiento, incorporando el tramo de calle que separaba a ambas. En ésta última se localizó la ranchería conocida como “de los esclavos del Colegio Máximo”.

También está funcionando el monasterio e iglesia de Santa Teresa de Jesús en los predios que hasta hoy le pertenecen (plano II.2.3.a, cuadra E-V), en construcciones que fueran vivienda de don Juan de Tejeda y que hiciera modificar c. 1625 previamente a su donación al Monasterio.

Entre las instituciones civiles, el Cabildo ocupa ya el solar que le fuera asignado en Actas, junto con la cárcel que funcionaba en el mismo edificio. El Hospital sigue haciéndolo en el solar donde lo ubicáramos en 1600 en la cuadra E-VI, sin perder el dominio de la cuadra que le fuera asignada inicialmente (8). Igualmente, no se modifica la situación de las cuadras reservadas a mesones y propios cuya apertura efectiva comenzará en 1604. A los organismos e instituciones civiles se suma, desde 1622, la Aduana Seca pero, al igual que el Cabildo en los primeros años, no cuenta con locales propios.

En este año y respecto del analizado previamente, se reduce la superficie afectada a huertas y quintas en la planta urbana ya que las nuevas construcciones 54

avanzan sobre los predios ocupados por las mismas, tal el caso de la cuadra que contenía el Molino cerca de la desembocadura de la acequia en el río, y de las cuadras y solares ubicados hacia el este y sudoeste de San Francisco.

El área ocupada se amplía extendiéndose también sobre las cuadras del oeste de la calle de la acequia. La subdivisión de los solares originales se acentúa mostrando incipientemente las alternativas dimensionales y formales del parcelamiento que la manzana fundacional es capaz de absorber (plano II.2.3.b).

Se registran usos comerciales conexos a las viviendas localizados en un área más amplia que la indicada para 1600, apoyados sobre las calles que delimitan exteriormente el primer anillo de cuadras en derredor de la Plaza.

El número de predios ocupados por usos no institucionales asciende a 123; 58% de ellos localizados hacia el este del eje referencial y 42% hacia el oeste. A su vez, los ubicados hacia el oeste de la calle de la acequia representan el 11% de la totalidad de los mismos, tras haber solucionado, en parte, las inundaciones de La Cañada (cuadro II.2.1.). El índice de número de parcelas ocupadas por cuadra aumenta a 3,2 como resultado del lento pero constante proceso de densificación. La concentración en torno del espacio Plaza se mantiene. Para el primer anillo de manzanas, el promedio de parcelas ocupadas por cuadra se eleva a 5,8 y para el segundo anillo a 3,8.

Como hecho nuevo, cabe señalar que en este año las órdenes religiosas poseen ya, a más de los predios donde asientan conventos e iglesias, algunos menores distribuidos en la planta. Tal el caso de los predios de las cuadras D-II e I-III anotados como pertenecientes a la orden de Santa Catalina de Siena; o el de la cuadra F-I que corresponde a la orden de La Merced; o ubicados en G-IV e I-VI, propiedad de la Compañía de Jesús (plano II.2.3.a).

REFERENCIAS OCUPACIÓN Lote ocupado Lote sin ocupación Eje de referencia Contracequia

Plano II.2.3.a USO DE SUELO GENERALIZADO

USOS P.M. Plaza Mayor Pz. Plazoleta

Usos institucional Iglesia Iglesia en const. Ermita Religioso civil exclusivo Cabildo Cárcel Asistencial Mesones y propios Matadero Residencial exclusivo o dominante Comercial localizado respecto a la calle en fuente Comercial sin referencias sobre localización en lote Molino Huerta

Plano II.2.3.b OCUPACIÓN

MANZANAS OCUPADAS* AÑO

Total N°

1700

47

Exclusiv. Exclusiv. Instituc. Residenc. 6

41

PARC. OCUPADAS EN MANZ. DOM. RESID. Total N° 204

En relación al eje Ubic O

N° 86

% 42

E

118

58

PARCELAS OCUP RESID/ MANZ RESID

5,0

*Excluye manzana reservada para Plaza Mayor. Computa como 1 Manzana las dos medias manzanas que enfrentan a la Plaza Mayor Idem dobles Manzanas de San Francisco y Compañía de Jesús-Universidad

1700

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982. Capítulo IV, Lámina IV.

Respecto de la población de la ciudad para el año de la lectura que estamos analizando, la estimación de Acarotto (1658) registra entre “500 a 600 familias y tres veces más de esclavos”, planteando un problema de interpretación la importante diferencia que arroja entre el número de familias y el registro de parcelas ocupadas. e) Año 1700

Desde la lectura anterior hasta la presente, no se registra la radicación de nuevas órdenes religiosas en Córdoba, pero se detecta la consolidación de las instituciones ya asentadas al emprender y aún concluir alguna de ellas, construcciones más permanentes que las iniciales. En efecto, para este año se está construyendo el edificio definitivo de la Iglesia Mayor tras el colapso de su techo en 1677; ésta se eleva al rango de Catedral al trasladarse esa sede desde Santiago del Estero en 1699; la iglesia de los jesuitas se inaugura en 1674. En 1687, Duarte Quirós dona a la Compañía de Jesús el predio que por el norte enfrenta a la iglesia (ubicado en el ángulo sudeste de la cuadra D-V), para Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat (hoy Hermanas Terciarias Carmelitas de Santa Teresa de Jesús). El Cabildo y la Cárcel siguen funcionando en el predio asignado frente a la Plaza Mayor. La ermita de San Roque venía funcionando desde dos o tres décadas antes en el predio de la posterior iglesia (plano II.2.4.a., cuadra I-IV) lindando con los terrenos que, en 1700, compran los bethlemitas para construir el Hospital (9). El hospital de Santa Eulalia vende parte del predio que para mediados del siglo ocupara, para trasladarse a los solares inmediatos a la ermita de San Roque. Es probable que alguna parte de la vieja construcción siguiera funcionando temporalmente como tal (10).

El área ocupada por residencias y sus usos comerciales complementarios se extiende hasta la Ronda por el norte y este, y hasta la calle anterior a la misma por el sur y oeste. El número de parcelas ocupadas prácticamente se duplica 56

ya que se registran 208 predios edificados, excluyendo instituciones. Pero ese importante aumento en la ocupación se da básicamente, por subdivisión de los amplios solares previos y, fundamentalmente, en las cuadras que integran el primer y segundo anillo respecto de la Plaza.Y en éste último, particularmente en las cuadras de este y norte ya que en los restantes cuadrantes los amplios terrenos de las instituciones religiosas, parecieran haber retardado el proceso de subdivisión y de ocupación.

El proceso de ocupación analizado, nos llevaría a diferenciar, respecto de la lectura previa, un sector este-noreste-norte más dinámico y más denso, del sector sur-suroeste-oeste, tornando menos vigentes las comparaciones entre sectores este y oeste que estableciéramos en las lecturas anteriores (plano II.2.4.b.). No obstante ello, el cuadro II.2.1. consigna la distribución de parcelas según el último criterio mencionado con fines de comparación. La mayor densificación del asentamiento se traduce en el índice de parcelas ocupadas por cuadra, que pasa de 3,2 a 5,2 como promedio. La concentración en las cuadras más próximas a la Plaza llevan los índices correspondientes al primer y segundo anillos de 8.2 y 6.6 parcelas por cuadra respectivamente.

En esta lectura, aparece ya marcadamente la apertura de los solares de esquina que enfrentan las iglesias para dar cabida a plazoletas y plazuelas: Plazuela de San Roque, Plazoleta de la Compañía de Jesús, Plazoleta de la Merced, Plazuela de San Francisco, que para esa época ha reducido su tamaño respecto de la reserva que para la misma se hiciera en la planta fundacional. Pese a la intencionalidad de estos ámbitos -que se indicara en el punto I.2- y las funciones que se le asignara o que eventualmente cumplieron, resulta difícil identificar claramente polarizaciones secundarias tales como concentración sistemática de algún uso en su entorno, subdivisiones más intensas, etc. Ello quizás por la escala aún limitada del asentamiento urbano y por la proximidad de la Plaza Mayor.

El crecimiento poblacional continúa siendo lento y, en consecuencia, las actividades urbanas se desarrollan todavía en el espacio que delimitara la planta fundacional. Aunque desde la estimación poblacional indicada en la lectura anterior hasta la segunda mitad del siglo XVIII no se encuentran otras estimaciones, existen referencias bibliográficas sobre la despoblación que sufre la ciudad causada primeramente por las levas provocadas a raíz de la guerra Calchaquí (11), más tarde, por sucesivas pestes que causaron estragos en la población y finalmente, por el traslado de la Aduana Seca de Córdoba a Jujuy en 1690. f) Año 1790

Desde finales del siglo XVII y durante la primera mitad del siglo XVIII, la ciudad se ve afectada por la disminución del comercio con el Alto Perú. Concomitantemente, es aquel un período de prácticamente nulo crecimiento demográfico agravado por las situaciones que se indicaran en la lectura previa y que constan en actas del Cabildo cordobés donde, en diferentes oportunidades a lo largo de la primera mitad del siglo se hace mención a las paulatinas mermas que sufre la población de la ciudad. Pero ya entrada la segunda mitad del siglo XVIII comienza un período de recuperación económica local, seguida de un mejoramiento de las condiciones generales del asentamiento, apoyados en la reestructuración político-administrativa, económica, etc., de las colonias instrumentada por los Borbones desde la metrópolis: la creación del Virreinato del Río de la Plata con sede en Buenos Aires (1766); las Gobernaciones Intendencias, una de las cuales se constituirá en Córdoba (1782-83); el bando del Virrey Zeballos de 1777 que permitió el comercio interprovincial; los reglamentos de Comercio Libre de 1778, etc., constituirán los instrumentos de la recuperación (12).

Las nuevas condiciones del asentamiento pueden leerse en diferentes planos correspondientes todos a las tres últimas décadas del siglo XVIII y comienzos del XIX: el primero, cronológicamente, que no está datado, llega hasta nos-

otros a través de la compilación de Outes y podría corresponder a algún año comprendido entre 1773 y 1792 (13); le siguen el de Jacinto Díaz de la Fuente de 1790, el de Manuel López de 1799 (14), y dos planos de los primeros años del siglo XIX, uno compilado por Outes y otro citado por Grenón en su libro de Ejidos (15). No existe para la nueva situación, como dijéramos al iniciar el presente capítulo, ningún estudio comparable al que Luque Colombres desarrollara para el siglo anterior; de allí que apoyemos nuestro análisis fundamentalmente en el material cartográfico disponible (planos II.2.5, 6, 7 y 8).

Nuestra adopción del plano de Jacinto Díaz de la Fuente para el estudio de la ocupación en lugar del aproximadamente contemporáneo compilado por Outes tuvo en cuenta el mayor detalle con que se asentaba la ocupación en las zonas más externas del asentamiento y las quintas; y respecto del plano de López de 1799, por la mayor proximidad a la fecha en que se produjeran los cambios económicos e institucionales-administrativos que hemos asociado con los comienzos de la recuperación del centro y el subsiguiente proceso de crecimiento y consolidación. Vale también destacar, que el plano de Jacinto Díaz de la Fuente es el que usan autores tales como Robinson y Endrek al desarrollar, a partir del Censo de 1778-79, sus estudios sobre la estructura espacial, social y demográfica de Córdoba a fines del siglo XVIII (16).

Díaz de la Fuente, como puede observarse en el plano II.2.6. representa con una mancha homogénea que abarca manzanas o partes de ellas, lo que podría interpretarse como la ocupación por parte de la edificación más organizada y consolidada. En una posición inmediatamente externa a la misma, asienta edificaciones aisladas que en algunos sectores se corresponden con subdivisiones internas de las manzanas, en predios de dimensiones urba-nas, pero que no consta si representan asentamientos incipientes y edificaciones tipológicamente discontinuas o asentamientos precarios que no se han considerado en los análisis previos ya que la documentación que se utilizó se basaba en traslaciones de dominio. En la periferia representa en forma explícita huertas en producción y algunas edificaciones complementarias. Respecto de la lectura 57

Plano II.2.5. PLANO DE FELIX OUTES. CIRCA 1780

Fuente OUTES, Felix. Cartas y planos inéditos de los siglos XVII y XVIII y el primer decenio del siglo XIX. Publicaciones del Instituto de Investigaciones Geográficas de la Facultad de Filosofía y Letras (Bs. As.). Serie B de documentos cartográficos, planimétricos e iconográficos N°2, Bs. As., R.A.,1930. Lámina XXX.

Plano II.2.6. PLANO DEL SIGLO XVIII. JACINTO DIAZ DE LA FUENTE

Fuente Archivo Histórico Provincial de Córdoba, Argentina.

Plano II.2.7. PLANO DE MANUEL LÓPEZ

Fuente MARQUEZ DE MIRANDA, Fernando. Cartografía colonial del Virreynato del Río de la Plata. Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas. Anexo XI, Tomo XV, N° 35. Buenos Aires, Argentina, 1932. págs. 136-137.

Plano II.2.8. CÓRDOBA Y SUS EJIDOS

Fuente GRENÓN, Rvdo. Padre Pedro. Libro de Ejidos, Córdoba, 1931.

correspondiente al 1700, la mancha continua muestra la consolidación de la ocupación hacia el norte, donde ya traspone el límite de la planta fundacional. También detecta una cierta consolidación del asentamiento hacia el este y sur. El avance sigue siendo importante hacia el oeste de La Cañada, que sigue el curso que se constituirá en el definitivo hasta hoy, secciona el ángulo sudoeste de la planta y marca claramente el límite del asentamiento menos estructurado. El plano muestra también, la extensión de la cuadrícula sobre los ejidos del norte, este y oeste, destinada a huertas (“cuadras de riego”); extensión cuyo proceso de ocupación analizaremos en el punto siguiente del presente estudio. Resulta imposible a partir de esta información, caracterizar las tendencias de localización interna en iguales términos que los utilizados en las lecturas anteriores. No obstante transcribimos algunas de las conclusiones de Robinson en el estudio ya citado: “... en términos de la densidad de unidades residenciales, la ciudad estaba marcadamente desarrollada en su parte norte, desde la “Plaza Mayor” hacia el “bajo del río”...” y esta situación sin duda es relacionada a la localización de propiedades eclesiásticas usadas extensivamente, que muchas veces abarcaron manzanas enteras (17) (gráfico II.2.1.). En términos de población por hectárea, sin embargo, las mayores densidades se registran hacia el sur (cuadras de ángulo sudeste, cuadras de San Francisco y contiguas), la cuadra de Santo Domingo y las de la Compañía de Jesús, coincidiendo con asentamientos irregulares y rancherías.

Vale señalar las diferencias existentes entre las densidades graficadas y el plano de 1790 donde ese tipo de asentamiento precario se registra sólo parcialmente. Igualmente, creemos válido transcribir aquí las conclusiones a que arriba Endrek en su trabajo de demografía comparada sobre el siglo XVIII dado que realiza una lectura complementaria y sólo en parte coincidente con la de Robinson: (...) Del estudio de las quince calles que componían la ciudad (...) las más pobladas eran la de La Merced (hoy 9 de Julio-25 de Mayo), la de San Francisco (hoy Buenos Aires-Rivadavia), la del Cabildo (hoy Deán

62

Funes-Rosario de Santa Fe) y la de la Vicaría (hoy San Martín-Independencia), es decir que la población se concentraba en los alrededores de la Plaza, sobre todo hacia el este de la traza (18).

Respecto de los usos institucionales religiosos, a los ya asentados en registros previos se suman el primer edificio de la iglesia del Pilar (iniciada en 1738), ubicada en su actual emplazamiento y enfrentando, como otras iglesias, una plazoleta; y en la esquina sudeste de la Manzana D-I, una pequeña capilla registrada como de los Bethlemitas en el predio donde, según consta, funcionaba por esa fecha el hospital de San Roque (19). Cabe destacar que en este plano, al igual que en el que compila Outes, la iglesia de San Francisco figura en su primer emplazamiento, esto es, orientada en posición este-oeste y enfrentando la plazuela, ya que el edificio actual se comienza en 1794. Igualmente las Catalinas (Manzana D-IV) aparece graficada según la orientación norte-sur de la capilla original. En el ángulo sudeste de la manzana D-V, enfrentando la iglesia de la Compañía de Jesús, con la designación de “Las Huérfanas” , aparece ya localizado el Colegio del mismo nombre (de las hermanas Terciarias Carmelitas), fundado en 1782, ocupando la propiedad donde funcionaba el Colegio Convictorio de Nuestra Señora del Monserrat.

Entre los usos institucionales civiles, el plano asienta el Cabildo, cuya sala capitular, escaleras y balcón estaban en construcción a partir de 1786. Entre los otros usos institucionales se ubica el Colegio de Monserrat y, en un sitio contiguo a la Catedral, el Colegio del Rey al cual Concoloncorvo designara en 1773 como “Real”.

Al igual que en el plano compilado por Outes,en la Plaza Mayor aparece la arquería que se mandara construir en 1773 para instalar puestos de comercios, pero en el plano que analizamos aparece , además, la fuente en el centro de la plaza, como así también, la fuente ubicada en la esquina de la calle Ancha de Santo Domingo y la actual calle Caseros, y la alameda que Sobremonte mandara plantar en 1789 y que sería regada por el agua de la fuente antes men-

cionada (20). El plano ubica una segunda alameda, designada como “antigua”, hacia el sudoeste de la planta original, siguiendo el curso del arroyo La Cañada.

Con la llegada de Sobremonte en 1784, se inicia en la ciudad un período de importantes cambios. En el mismo año es consagrada la Catedral. Inmediatamente se emprenden obras públicas tales como la instalación de agua corriente (1784-1791); la construcción de fuentes públicas (dos de ellas ya mencionadas); la habilitación del servicio del alumbrado público (1787-1788) “con 113 farolas a vela de cebo”; y la construcción de un estanque de agua para aprovisionamiento de la ciudad (1789-1792). Cuatro años más tarde (1796) se construye un puente que atravesó La Cañada (a la altura de la actual calle 27 de Abril) uniendo la ciudad con aquel estanque y las huertas ubicadas hacia el oeste.

En síntesis, en esta etapa de consolidación definitiva del trazado inicial, parece poder inferirse una distribución de viviendas y población menos polarizada que en las lecturas previas, aunque no haya perdido la Plaza Mayor su función de núcleo de las actividades públicas civiles y religiosas ni su poder atractor y se centren en su entorno las actividades comerciales, tanto originadas en la actividad privada como en la pública (arquería para puestos de comercio). Sin configurar una alternativa de polarización dada la limitada escala de la ciudad sino más bien una creciente complejidad de la misma, comienzan a aparecer otros nodos relevantes. Así, el conjunto integrado por la Compañía de Jesús con su iglesia y convento -sede de la organización de los jesuitas hasta su expulsión en 1767-, la Universidad, el Colegio de Monserrat y el Colegio Convictorio donde desde 1761 hasta 1782 funciona la primera imprenta en el Río de la Plata (Manzana D-VI y parte de D-V), por la intensa actividad cultural y educativa que esas instituciones desarrollaban, puede interpretarse que conformaría ya un centro de actividad, de índole diversa del principal, pero claramente identificable en el asentamiento, producto de sucesivas permutas de elementos componentes de la cuadrícula inicial, indiferenciados en términos

físicos originalmente, pero ahora provistos de un significado especial. Otra situación similar configura, a partir de la última década del siglo, la habilitación como ámbito de esparcimiento y encuentro social de la población del estanque para aprovisionamiento de agua de la ciudad transformado en “Paseo”, afectando nuevamente una unidad inicialmente indiferenciada de la cuadrícula de expansión de la ciudad hacia el oeste que adquiere por ello, un significado distinto en la trama.

En consecuencia, resulta evidente que, si bien se verifica hasta esta fecha en Córdoba la vigencia de la polarización del asentamiento de la cual se dotara intencionadamente a la cuadrícula desde la fundación a través de la Plaza Mayor, también lo es que en la etapa considerada comienza la aparición de nodos de cierta especialización al complejizarse las funciones urbanas, que son receptados sin problemas por el trazado de la cuadrícula, mostrando así su flexibilidad para albergar polarizaciones espontáneas imprevistas.

Para finalizar esta lectura, cabe hacer algunas acotaciones en relación a la población. En 1773, Concoloncorvo estimó para “el casco de la ciudad y estrecho ejido (...) unos 500 a 600 vecinos”, cifras que estudiosos del período llevan a 2.500 a 3.000 habitantes (españoles y criollos), haciendo constar el cronista que era elevado el número de esclavos clasificables en “castas”, “... a mi tránsito se estaban vendiendo en Córdoba dos mil negros” y “...me aseguraron que sólo las religiosas de Santa Teresa tenían una ranchería de trescientos esclavos...” (21). Por su parte, el censo de población que Carlos III mandara levantar en “...todos los dominios de la corona...” realizado en Córdoba en 1778-1779, registra 7270 habitantes en la planta fundacional y 763 casas, excluyendo “...las ocho rancherías, la cárcel pública, los colegios, conventos y monasterios...” (22). En 1785, año más cercano a la fecha del plano analizado, el informe que Sobremonte eleva al Virrey Marqués de Loreto, estima la población en 8.000 habitantes, de los cuales 2.500 serían españoles. Endrek nos hace notar que 63

esa cifra podría excluir la población de menos de seis años ya que la estimación hace referencia a “almas en comunión”, designación que no incluye aquel grupo (23). El siguiente censo, realizado ya fuera de nuestro período en estudio en 1813, lleva la población de la ciudad a 10.587 habitantes, con lo que se confirmaría lo señalado por Arcondo en su Demografía retrospectiva de Córdoba cuando ubica en los años posteriores a 1778 el comienzo del crecimiento poblacional que se opera en la ciudad como resultado de la recuperación económica de la segunda mitad del siglo XVIII.

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NOTAS

(1) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Orígenes históricos de la propiedad urbana

de Córdoba, Córdoba (Argentina), Ediciones Universidad Nacional de Córdoba, 1980. (2) R0BINSON (David), "Córdoba en 1779: la ciudad y la campaña" en Anales

G.A.E.A., Buenos Aires, Sociedad Argentina de Estudios Geográficos, vol. 17, 1978. (3) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Para la historia de Córdoba, Tomo I, Cór-

doba (Argentina), Biffignandi Ed., 1973.

(8) Para este año se registra también como perteneciente al hospital el predio

ubicado al este de la Manzana I-VI donde, por algunos años y hasta 1646, funcionaron dependencias del mismo hasta que, según consta en LUQUE COLOMBRES (Carlos), Orígenes históricos de la propiedad..., Op. cit., hubo de abandonarse en la razón de las deficientes condiciones de la construcción.

(9) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Orígenes Históricos de la propiedad..., (10) Ibídem.

(11) Levantamiento indígena producido en el norte del actual territorio ar-

(4) Ibídem.

gentino para sofocar el cual la ciudad de Córdoba debió contribuir.

pación en ambas márgenes, mientras que por el sur y oeste marcarían efectivamente el borde del asentamiento ya que la ocupación se daba sólo en solares ubicados hacia el interior del rectángulo descripto. El cómputo no incluye los usos institucionales.

sayos históricos y filosóficos, Córdoba (Argentina), Ed. Assandri, 1960.

(5) Ibídem. Las calles mencionadas como límites norte y este registraban ocu-

(6) Corresponde a los estudios de Luque Colombres ya mencionados de su

libro Orígenes históricos de la propiedad urbana de Córdoba, Op. cit.

(7) TERZAGA(Alfredo), Geografía de Córdoba, Córdoba (Argentina), Ed. As-

sandri, 1963.

(12) ORGAZ (Raúl), “Córdoba en la segunda mitad del siglo XVIII”, en En(13) OUTES (Félix P.), Cartas y plano inéditos del siglo XVII y XVIII y del primer

decenio del siglo XIX, Instituto de Investigaciones Geográficas de la Facultad de Filosofía y Letras. Documentos cartográficos, planimétricas e iconográficos n° 3, serie B. Universidad Nacional de Buenos Aires, 1930. Luque Colombres ubica el período al que podría corresponder este plano en Para la historia de… Op. cit.

(14) MÁRQUEZ MIRANDA (Fernando), “Cartografía colonial del Virreinato del Río de la Plata,” Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas n° 35, Buenos

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Aires, 1932.

(15) GRENON (Pedro), Libro de Ejidos, Archivo Municipal de Córdoba, 1931.

(16) ROBINSON (David), Córdoba en 1779... Op.Cit; ENDREK (Emiliano),

El mestizaje en el Tucumán. Siglo XVIII. Demografía comparada, Instituto de Estudios Americanistas, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, Cuadernos de Historia n° XXXV, Córdoba (Argentina) 1967. (17) ROBINSON (David), Córdoba en 1779... Op. cit.

(18) ENDREK (Emiliano), El mestizaje en el Tucumán... Op. cit.

(19) TERZAGA (Alfredo), en su Geografía de Córdoba, Op. cit., consigna en

su “Cronología histórico-urbanística” que, en 1771, el hospital de San Roque es trasladado al noviciado viejo de los jesuitas, institución que en citas anteriores ubicara en el ángulo N.O. de las actuales calles Colón y Rivera Indarte; según esa cronología en 1800 el hospital es trasladado nuevamente a su actual sitio.

(20) La fecha consignada corresponde a Garzón en sus Crónicas de Córdoba, Córdoba (Argentina), Ed. Aveta, 1893-1902., T. I; no coincide la misma con la que consta en el Diccionario histórico ar gentino, T. II, donde se expresa que "en 1786 se había comenzado a trazar la Alameda, primer paseo público

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construido en la ciudad de Córdoba...", PICCIRILLI (Ricardo) et al., Buenos Aires, Ediciones Históricas Argentinas, 1953. (21) ENDREK (Emiliano), El mestizaje en el Tucumán..., Op. cit.

(22) Por castas se designa la población negra, india, mulata, mestiza, etc. Con-

corlorcorvo al respecto que “en las casas principales es crecidísimo el número de esclavos, la mayor parte criollos, de cuantas castas se pueda discurrir”. CONCOLORCORVO (Alonso Carrió de la Vandera), El lazarillo de ciegos caminantes, SEP / Universidad Autónoma de México, México, 1982. Igualmente el término “español”, es usado como equivalente de “blanco”, en algunos estudios. (23) ENDREK (Emiliano), en El mestizaje en el Tucumán..., 0p. cit., hace notar

que el padrón de la ciudad excluye la población de las chacras y a los indios del Pueblito.

II.3. LA EXTENSION URBANA

Tras el reconocimiento de las posibilidades de ocupación del trazado en cuadrícula de la planta fundacional, la organización de su estructura en términos de uso del suelo y polarización de actividades y su flexibilidad para absorber los cambios limitados del proceso de densificación ocurrido en el período, corresponde aquí analizar las condiciones de la cuadrícula relacionadas con el crecimiento en extensión de la planta urbana.

En este sentido, debe destacarse que las previsiones tomadas en el momento fundacional respecto de la implantación de la planta urbana en el sitio seleccionado, las características del soporte físico-geográfico y las posibilidades de relacionar las áreas periurbanas del entorno del trazado inicial con el mismo, condicionaron en el caso de Córdoba, las características de las expansiones ulteriores. Dentro del contexto histórico de la realidad hispanoamericana del momento y con un criterio bastante realista en cuanto a las características físicas del sitio, el fundador, Jerónimo Luis de Cabrera, tras establecer en 1573 un trazado urbano de amplia dimensión, similar al que definitivamente fijaría Lorenzo Suárez de Figueroa en 1577 para el mismo emplazamiento, procedió a organizar en marzo de 1574 las “cuadras de riego” al oeste de la calle de ronda occidental, es decir, en la única dirección posible de extender la planta dentro de la zona plana del valle del río, limitada al sur por las barrancas y al norte por el curso deagua.

Lo más interesante de este planteo es que, tempranamente, se recurrió a la misma retícula ortogonal original para organizar tierras periurbanas destinadas a usos productivos no urbanos, de donde puede inferirse la ductilidad de la simpleza de tal trazado y la conciencia que los fundadores tenían de aquella cualidad.

En efecto, las “cuadras de riego” consistieron en quince hileras paralelas de cinco cuadras cada una, iguales en dimensión y forma a las de la planta urbana (1). Al sur limitaban con las barrancas y al norte con una faja de tierra sin ocupación ni dimensión suficiente para prever posibles inundaciones. Además, Cabrera dispuso que esos terrenos situados entre las cuadras y el río quedaran para “prados e exido de la dicha ciudad”, constituyendo así, la base de los ejidos del norte (gráfico II.3.1.).

En el siglo XVIII, las cuadras de riego abandonadas durante años por sus adjudicatarios, se convirtieron en ejidos del oeste, a excepción de la antigua Quinta de Santa Ana, que había pertenecido a los jesuitas y tras su expulsión pasó a la Junta de Temporalidades, convirtiéndose por compra venta en propiedad particular. En calidad de ejidos fueron adjudicados por el Cabildo, mediante cesión enfitéutica, a partir de 1770, respetándose para ello el inicial trazado en cuadrícula. Dichas adjudicaciones fueron destinadas a quintas, huertos, plantaciones y otros fines productivos, aunque también se registraron pedidos para viviendas (2) (planos II.2.5, 6, 7 y 8).

En cuanto a las tierras situadas al norte de la planta original, entre los dos brazos del río Suquía, las mismas habían sido repartidas entre los primeros pobladores como “mercedes para chacras” por Jerónimo Luis de Cabrera, en 1573 y 1574 (3). Sin embargo, su destino quedó supeditado a los cambios de curso sufridos por el río, dado que “las avenidas producidas por las crecientes y los frecuentes cambios de los cursos de agua, habrían obrado como factor 67

Gráfico II.3.1. CÓRDOBA Y SUS EJIDOS

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Para una historia de Córdoba. Tomo I, VIII: “Los ejidos y la enfiteusis”. Ed. Biffignandi, Córdoba, 1970, págs. 169-180.

determinante del abandono del sector...” (4). En 1757, el Cabildo sostuvo que dichas tierras, consideradas realengas, pertenecían a los ejidos de la ciudad, salvo algunos solares otorgados en propiedad a distintas personas durante los siglos XVII y XVIII De este modo constituyeron, junto con las tierras señaladas por Cabrera para “prados e exido”, los ejidos del norte de la ciudad y como tales aparecen en un informe acerca de la situación de los ejidos de Córdoba del 6 de marzo de 1809 (5). Con respecto a las tierras situadas al este de la planta fundacional, en 1578, el Teniente Gobernador Lorenzo Suárez de Figueroa, por requerimientos de la población y a propuesta del Cabildo, dispuso extender la traza en dicha dirección, sobre las tierras que habían pertenecido al fundador Cabrera argumentando subsanar una supuesta omisión del fundador pues se aseguraba que éste “no dio ni señaló tierras para valdíos, como es uso y cos¬tumbre tener las ciudades...” (6). Esta ampliación consta en la transcripción de un Acta de 1578 cuyo texto indica que “...en este dicho Cabildo los dichos Señores, Justicia y Regimiento todos juntos pidieron a dicho Señor General alargarse las quadras de la ciudad hasta las tierras de Don Gerónimo Luis de Cabrera... para que andando el tiempo se pueda alargar y hacer merced a los que quisieren vivir en esta ciudad é valdios é varreros de ella; é visto lo pedido (...) dijo que alargaba é alargó la dicha traza de la dicha ciudad... por la parte de abajo... de manera que agora el presente sirva el dicho pedazo de tierras de exido é varrero... é que quando a la dicha Ciudad é Cabildo le pareciere conveniente poblar las dichas tierras é alargar la dicha ciudad, vayan las calles derechas al río y a las sabanas, conforme está la traza de largo é ancho, los solares é quadras é calles..." (7).

De este modo se constituyeron los ejidos del este, a los cuales se los aplicó el trazado en cuadrícula fundacional, por extensión de la red ortogonal de calles, tal como indicaba el acta mencionada, con lo cual se comenzaron a abrir y subdividir las cuadras cuya ocupación efectiva se produjo recién en 1770, a

partir de la organización del Censo Enfitéutico. También en 1578, Suárez de Figueroa estableció como ejidos una extensa porción del territorio al norte del cauce del río Suquía, sobre las tierras altas o sabanas del norte, disposición que no llegó a materializarse pues nunca fue objeto de confirmación ni de toma de posesión y registro por parte del Cabildo. En los hechos, la fuerte barrera física representada por el río y las altas barrancas del norte, hacía imposible la integración de dichas tierras al territorio propio de la ciudad, por lo cual, hasta fines del sigo XIX y comienzos del XX, no fueron efectivamente incorporadas a la organización (8).

En cuanto a los ejidos del sur, fueron creados por el Gobernador Gonzalo de Abreu en 1579 (9), y confirmados y ampliados posteriormente por el Gobernador Intendente Sobremonte en el siglo XVIII, al sur del camino de ronda con límite oeste en La Cañada, es decir, en el sector de las barrancas o altos del sur, por lo cual y en función de similares razones que las apuntadas para el norte, su ocupación no se produjo hasta fines del siglo XIX. Sin embargo, al producirse el informe acerca de la situación de los ejidos de la ciudad en 1809, puede constatarse que el plano realizado en ese momento incluía algunas filas de manzanas en cuadrícula, iguales a las del trazado fundacional, superpuestas a la topografía de las barrancas, haciéndose mención de sus respectivos adjudicatarios enfitéuticos (10). El análisis precedente del crecimiento en extensión de la planta urbana, pone de manifiesto que las previsiones tomadas en la etapa fundacional (año de fundación de la ciudad y primer quinquenio posterior) en cuanto a la situación y relaciones de las tierras rurales inmediatas a la traza original, constituyeron el factor posibilitante de la expansión urbana del núcleo inicial. La escasa consideración de las características geográficas del medio, en cambio, condicionó la dirección efectiva del crecimiento hasta tanto la tecnología posibilitó superar las barreras planteadas por aquéllas. Tal como se ha señalado la aplicación del principio ordenador de la retícula

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de la cuadrícula, simple y flexible desde los puntos de vista administrativo, formal y funcional, fijó las condiciones básicas de dicha expansión, aún para los destinos no urbanos sino orientados a la actividad productiva. Resulta evidente, en consecuencia, que el planteo de los fundadores con respecto al trazado en cuadrícula y la posible extensión urbana prevista institucionalmente en el modelo de urbanización adoptado, no fue el de usarlo para dar lugar a una composición unitaria y limitada, aun cuando el modelo pudiera ser apto para ello, sino el de utilizarlo intencionalmente como soporte de la extensión en todas las direcciones geográficas cuando el crecimiento así lo requiera, al margen de los condicionamientos potenciales del sitio de implantación, primando en este sentido, el criterio de la facilidad administrativa en la distribución de tierras y reconociendo a la cuadrícula como adaptable a diferentes usos.

La consagración del modelo implícito en su permanencia en el tiempo para la expansión urbana, permite inferir que en la práctica de su utilización el modelo continuó siendo suficientemente adecuado a los requerimientos funcionales y administrativos del crecimiento de la ciudad durante todo el período en estudio.

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NOTAS

(1) GRENON (Pedro), Libro de Mercedes, Archivo Municipal de Córdoba,

1930. Los documentos histó¬ricos compilados por el R.P. Grenón S.J., constituyen el documento básico para el análisis de la apertura y ocupación de las tierras de ejidos en Córdoba a partir de 1773.

(2) GRENON (Pedro), Libro de Ejidos, Archivo Municipal de Córdoba, 1931. (3) GRENON (Pedro), Libro de Mercedes, 0p.cit.

(4) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Para la historia de Córdoba, Tomo I, Córdoba (Argentina), Biffignandi Ed., 1971. (5) GRENON (Pedro), Libro de Ejidos, 0p. cit.

(6) Archivo Municipal de Córdoba, Actas Capitulares, Libro I, Edición Munici-

palidad de Córdoba, 1974. (7) Ibídem.

(8) GRENON (Pedro), Libro de Ejidos, Op. cit. (9) Ibídem

(10) Archivo Municipal de Córdoba, Actas Capitulares, Libro I, Op. cit.

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II.4. LA CUADRICULA Y EL DESARROLLO VOLUMÉTRICO DEL CONJUNTO URBANO

Habiendo analizado en los puntos precedentes el trazado en cuadrícula en relación al proceso histórico de ocupación, las polarizaciones funcionales a que tal proceso diera lugar en la organización de la estructura urbana y las extensiones posteriores de la misma, corresponde estudiar a continuación la conformación en el espacio resultante de la ocupación del trazado y el desarrollo volumétrico consecuente.

Como se indicara en el enfoque de nuestra investigación, se entiende que es posible analizar el desarrollo volumétrico del conjunto urbano y de sus elementos componentes a través de las relaciones morfológico-funcionales existentes entre la unidad básica del tejido, constituida en nuestro caso por la manzana, la subdivisión parcelaria, las vías de circulación que dan acceso a cada parcela y el tipo arquitectónico que alberga las actividades.

Se estima que las relaciones que pueden encontrarse en la evolución del parcelamiento y la ocupación en términos de parcela-calle y tipo arquitectónicoparcela-calle y las condiciones que incidieron en la materialización física de tales relaciones, establecen lo que podría denominarse los tipos urbano-arquitectónicos que, en su predominancia y grado de mixtura constituyen los elementos básicos de la configuración morfológica alcanzada por la ciudad en cada etapa histórica. Pero para poder definir tal configuración es necesario considerar previamente la arquitectura en sí a efectos de interpretar correctamente sus relaciones con el parcelamiento y la calle, y de inmediato, la unidad de tejido que a partir de aquéllas y asentada en la subdivisión cuadricular

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de manzanas conformará, en su repetición sobre el trazado, el desarrollo volumétrico del conjunto.

Como consecuencia de lo indicado precedente mente se presentan en este capítulo en primer lugar, una descripción de las peculiaridades locales de los tipos arquitectónicos del período en estudio para, en segundo lugar, entrar de lleno al análisis del desarrollo volumétrico que los mismos, en sus relaciones con el trazado en cuadrícula posibilitaron.

Cabe destacar, sin embargo, que no ha sido posible el estudio exhaustivo de la evolución tipológica por no contarse con la documentación correspondiente a los comienzos del período considerado para los diferentes tipos. Se presenta por lo tanto, sólo la descripción de aquellos tipos más significativos que en su mayoría han llegado hasta nuestros días y para los cuales, en consecuencia, se contaba con la información adecuada. Para otros casos, particularmente el de la vivienda, se plantean ciertas consideraciones basadas en descripciones dominiales que permiten ilustrar, en alguna medida, la evolución del tipo hasta alcanzar las características documentadas.

II.4.1. LOS TIPOS ARQUITECTÓNICOS: CARACTERÍSTICAS INSTITUCIONALES Y ARQUITECTURA Como es sabido, las actividades generadas por una determinada sociedad, una vez consagradas por la práctica cotidiana e institucionalizadas definen la necesidad de sedes cuyos tipos arquitectónicos responden a los requerimientos y pautas de apropiación del espacio de aquélla. Son tales sedes y sus requerimientos espaciales y funcionales los que, en consecuencia, dan lugar a la aparición de los tipos correspondientes.

De allí que se estimara conveniente recordar la organización institucional existente en la Córdoba colonial -oficial y consagrada por pautas de comportamiento- como paso previo a la caracterización de los tipos arquitectónicos que se produjeron históricamente en la ciudad.

En este sentido debe recordarse que la vida institucional en Córdoba, como en todo el territorio hispanoamericano, fue de creación española y derivada del proceso de incorporación de los territorios conquistados a la metrópolis. Aunque, como expresa Ots Capdequi (...) se decretó, por los monarcas españoles, que se respetase la vigencia de las primitivas costumbres jurídicas de los aborígenes sometidos, en tanto estas costumbres no estuvieran en contradicción con los intereses supremos del Estado colonizador, y por este camino, un nuevo elemento, el representado por las costumbres de los indios sometidos, vino a influir en la vida del derecho y de las instituciones económicas y sociales de los nuevos territorios de ultramar incorporados al dominio de España (1), en el caso de Córdoba, al no existir en el lugar una cultura autóctona suficien-

temente desarrollada que pudiera introducir costumbres y creencias que compitiesen con sus contemporáneas españolas, las que se impusieron fueron el producto de los requerimientos de organización y administración de los vastos espacios a incorporar al Imperio y de las pautas culturales de los colonizadores sólo modificadas por los condicionamientos de la realidad geográfica. Aquí, como bien lo indica Terzaga, “la relación entre cultura vencida y cultura vencedora no tuvo... la importancia plasmadora que había tenido en otras zonas del continente como México, Perú y Bolivia” y como, por otra parte, “antes de media centuria de dominación ya habían desaparecido los comechingones, y de los sanavirones sólo quedaban uno que otro grupo aislado... destinados a una absorción rápida y completa” (2), su legado a la sociedad posterior fuera del “cruzamiento étnico que aún hoy puede rastrearse en individuos y apellidos” sólo se tradujo en “aportes toponímicos que el cordobés asimiló en lenguaje” y el aporte económico que significó el ejemplo del “cultivo del maíz en zonas de regadíos... el aprovechamiento de ciertos animales domésticos como la llama. . . la práctica del telar rústico y la aplicación de especies vegetales tintóreas... y la alfarería” (3), pero no se encuentran rasgos institucionales importantes. En consecuencia, el origen de instituciones y pautas de vida fue fundamentalmente hispánico, condicionado solamente como ya indicáramos, por los requerimientos derivados de la incorporación al imperio de una vasta y diversa geografía.

Por eso se sintetizan a continuación las principales instituciones a que diera lugar el régimen político-social y administrativo indiano que España construyera a lo largo de siglos para el desarrollo de los territorios americanos y del cual se derivaran las instituciones para el caso de Córdoba.

En materia de administración pública y gobierno, como es bien conocido, la organización de los territorios conquistados dependía directamente del Rey. Esta autoridad máxima fue delegando con el tiempo parte de sus funciones 73

Gráfico II.4.1. SISTEMA POLÍTICO-ADMINISTRATIVO INDIANO (Antes de las reformas introducidas por Carlos III)

Fuente FLORIA, Carlos Alberto y GARCIA BELSUNCE, César. La historia de los argentinos. Ed. Kapeluz, Buenos Aires,1985. Tomo I, pág. 144.

en la Casa de Contratación y el Consejo de Indias, creado en 1524, ambos con sede en España según puede observarse en el gráfico II.4.1. Este último se constituyó paulatinamente en el principal órgano asesor del monarca concentrando todo el gobierno político y administrativo de los territorios conquistados.

Con sede en América y una vez superada la primera instancia de la figura institucional de los Adelantados, consolidado ya el proceso de ocupación del territorio, las máximas autoridades coloniales fueron los Virreyes y las Audiencias. Los Virreyes fueron (...) la encarnación suprema del Estado español en las Indias" mientras que las Audiencias destinadas a asuntos de justicia "tuvieron como modelo las reales audiencias y cancillerías de Valladolid y Granada... pero pronto se diferenciaron de estos precedentes peninsulares (…) ejerciendo funciones de gobierno como control de los virreyes... que en España no llegaron a desempeñar nunca" (4).

Los virreinatos estaban divididos en circunscripciones de administración provincial a cuyo frente se designaron Capitanes Generales y/o Gobernadores con funciones de administración civil y militar.

Finalmente, existía en América el régimen municipal, trasplante en sus líneas generales del viejo municipio castellano de la Edad Media. “Pero así como en Castilla, al tiempo de producirse los descubrimientos colombinos, había llegado el Municipio a un momento de postración y decadencias grandes (...) en las nuevas ciudades de las Indias estas mismas instituciones municipales... cobraron savia joven y jugaron un papel importantísimo” (5). El Cabildo fue la sede de este régimen donde regidores representantes de los vecinos junto con el Alcalde ejercían el gobierno municipal transformándose en el órgano adecuado para dar curso a sus aspiraciones sociales. Respondiendo a las cir-

cunstancias locales alcanzó un grado de importancia en América que no tuvo en su lugar de origen, adquiriendo una autonomía diferente cuya máxima expresión la constituyó el Cabildo Abierto, reservado para las decisiones en situaciones extraordinarias, al que concurrían todos los vecinos del lugar.

Del conjunto de instituciones indicadas y de acuerdo a su función histórica en el territorio Córdoba sólo tuvo la administración provincial y la municipal presentando el Cabildo como única sede de gobierno durante su período colonial lo que dio lugar al tipo arquitectónico correspondiente.En otro orden institucional, el de la vida familiar, el modelo que armó la trama de la sociedad de Córdoba fue el patriarcal. Las pautas de organización social y de estructuración de la familia fueron, como es obvio, también españolas. Pero la valoración que se hizo en América de la pertenencia a una familia estructurada contribuyó a la afirmación de esta institución. La familia patriarcal se constituyó en un grupo autosuficiente dentro del contexto social, una unidad de producción y consumo que dio lugar a una tipología arquitectónica particular.

En el caso de Córdoba y en una primera etapa, desde su fundación hasta el siglo XVII, la producción artesanal aunada a la función vivienda en el interior de cada predio, no se manifestó en el exterior del mismo generando a lo largo del tiempo el tipo arquitectónico que predominó en la trama urbana: la vivienda de varios patios destinados al uso familiar y a la producción artesanal. Desde fines del siglo XVII en adelante, la consolidación del comercio comenzará a manifestarse en el exterior del predio dando lugar a un tipo especial de vivienda con locales comerciales en el frente del mismo. Finalmente, en esta síntesis somera de las instituciones coloniales hispanoamericanas cabe referirse por su importancia en el medio a las instituciones religiosas. 75

Recordemos que la corona española dentro de su política de ocupación del territorio le asignó particular importancia a la función evangelizadora, derivándose de ella, para las diferentes órdenes religiosas, una tarea misional que fue acompañada en general por una tarea productiva. “La Iglesia velaba por el cumplimiento de la obra misional, sostenía económicamente sus obras e intervenía en la designación de sus prelados” (6).

La organización episcopal aparece en el actual territorio argentino en el siglo XVI con la creación del Episcopado de Tucumán (1547). Paralelamente, se instalaron en América las órdenes religiosas que no dependían del Obispo sino del provincial de la orden respectiva. De tal manera, secundando la colonización pacífica pretendida por la corona y olvidada a menudo en la práctica ocupacional, misiones de religiosos jesuitas, dominicos, franciscanos, etc., organizaron reducciones indígenas que se transformaron en verdaderos establecimientos productivos, de los que existen varios ejemplos en la provincia de Córdoba. Fuera de estos establecimientos destacados que en muchos casos dieron origen a pequeñas ciudades, el conjunto de las órdenes religiosas desarrolló actividades múltiples, desde la evangelización del indígena hasta la enseñanza religiosa en las zonas urbanas y gran parte de la educación y el cuidado de la salud para españoles y criollos.Todas estas actividades generaron distintos tipos arquitectónicos de características singulares. En el caso de Córdoba, se cuenta además de la tipología de iglesia como centro de culto, con la de convento, donde se prepararon religiosos y misioneros y se institucionalizó la educación y el cuidado de la salud allí asentados durante todo el período colonial. A partir de estas consideraciones sobre las principales instituciones que caracterizaron la vida colonial cordobesa es posible realizar, a continuación, la descripción más acabada de los tipos desarrollados en el período en estudio que configuraron en su apropiación del espacio disponible el desarrollo volumétrico del trazado.

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II.4.2. CARACTERIZACIÓN DE LOS TIPOS ARQUITECTÓNICOS

Hasta aproximadamente el 1700, la edificación en Córdoba se caracterizó por su precariedad derivada de las restricciones económicas y limitaciones de recursos de la población. Como consecuencia de ello no han sobrevivido construcciones que permitan un estudio detallado, salvo casos excepcionales como el conjunto de la iglesia y convento de la Compañía de Jesús, iniciado en 1650 y finalizado en 1700, y algunas partes o dependencias de obras iniciadas en el transcurso del siglo XVII y finalizadas en el XVIII tales como la iglesia Catedral, la iglesia y convento de San Francisco o el convictorio del Monserrat, los que serán descriptos más adelante. A esta situación se agrega, como lo indicáramos anteriormente, la falta de documentación gráfica de aquella edificación original, anterior a la fecha mencionada, sobre la cual sólo han llegado hasta nosotros descripciones de crónicas de viajeros o, en el caso de la vivienda, un estudio en relación a la propiedad urbana realizado por el historiador Luque Colombres -al que nos referimos en capítulos anteriores- donde se describe lo que podría considerarse el tipo de vivienda existente antes de la documentación gráfica disponible. Ésta específicamente corresponde a fines del siglo XVII y comienzos del XVIII.

Sin embargo, sobre la base de la documentación histórica -no gráfica- existente que testimonia la aparición de sedes anteriores a aquella fecha correspondientes a distintas actividades, ha sido posible elaborar una cronología que muestra la evolución y complejización de funciones y dimensiones urbanas, y permite inferir la organización de conjunto que la ciudad fue adquiriendo con el tiempo para hacer frente a las necesidades del grupo social constituido por españoles,

criollos e indígenas que instituyó para su vida modelos españoles. Tal cronología, parcialmente utilizada en el capítulo referido a la ocupación del trazado original, puede observarse detalladamente, incluída en el cuadro 1, que constituye el marco histórico general del período y que se adjunta como Anexo del presente estudio.

En este punto, en cambio, sólo presentamos la definición específica de los principales tipos para los que se cuenta con documentación gráfica, haciendo simplemente una somera referencias a los posibles tipos de los siglos anteriores. a) CABILDO

El cabildo de Córdoba, parcialmente construído en 1607 (planta baja y celdas del subsuelo) y definitivamente realizado en su edificación actual en 1786, parece tener su origen al igual que otros cabildos argentinos, en las modificaciones correspondientes a las nuevas fundaciones de ocupación del territorio andaluz que presentaban pórticos abiertos a la Plaza Mayor. Su localización en relación a ella parece ser determinante de tal característica ya que, como indica A. E. J. Morris “las plazas mayores encerradas al menos en parte por un espacio porticado cubierto, constituyen una característica de la forma urbana española” (7).

El esquema tipológico se caracteriza por centrar la organización interna de sus habitaciones en el entorno de patios porticados que relacionan aquellas entre sí (plano II.4.1.).

En este caso, a diferencia de otros cabildos argentinos de dos plantas con arcadas en ambas, el edificio que también posee dos plantas como consecuencia de sucesivas modificaciones, sólo presenta la recova con arquería en la inferior; el piso superior se adelanta hasta el nivel de fachada de la arquería del piso

bajo, abriendo en el centro un gran salón concejil. El balcón del mismo, utilizado en las fiestas cívicas y religiosas o en los cabildos abiertos o sesiones públicas correspondía a la sala de acuerdos. A los costados de la gran sala se estima se ubicaban los despachos y archivos.

El patio principal, llamado de armas, está resuelto en claustro y en su entorno se supone que se ubican la sala de sesiones y las antecámaras.

En su conjunto, el edificio se percibe como un volumen definido integrado a la plaza a través de su recova caracterizada por la presencia del arco de medio punto, que estructura la fachada principal con una sucesión de tramos originalmente revocados, de factura simple. “Sin embargo, en el siglo XIX, un revestimiento de mármol blanco de Carrara terminaría de dar un aire neoclásico al cabildo, de tal modo que aquel leve parentesco (con la Catedral próxima a él) no es perceptible al ojo del lego...” (8). b) IGLESIA

El modelo que llega a Córdoba en el período considerado parece ser el manierista de la iglesia del Gesú en Roma del Vignola. De una sola nave abovedada con capillas a ambos lados, el ábside está precedido por un transepto poco profundo cuyas alas juegan como capillas y un importante crucero, que remata en una cúpula acentuando la centralidad de la cabecera.

Aunque en el momento en que se construyeron la mayoría de las iglesias cordobesas (mediados del siglo XVII) en Europa ya ha sido propuesta la tipología de planta centralizada del barroco italiano, la adopción del modelo manierista parece sustentarse en la necesidad de evangelización del medio para cuya transmisión la planta basilical con presencia de púlpito provee de direccionalidad más adecuada a un gran número de fieles. Por otra parte, los jesuitas son los primeros en materializar su sede permanente en Córdoba (c. 1644-1674) y 77

Plano II.4.1. EL CABILDO

Fuente Instituto Argentino de Investigaciones en Historia de la Arquitectura y Urbanismo. El patrimonio arquitectónico de los argentinos 3. Buenos Aires, Ed. S.A.C., 1986, pág. 25. GONZÁLES, Mary Edith. Tesis de Grado. F.A.U., U.N.C. Dirección de Planeamiento Urbano, Municipalidad de Córdoba.

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no resultaría extraño que tomaran como modelo su casa matriz en Roma, lo que pudiera haber causado un efecto demostrativo importante en un centro urbano en desarrollo caracterizado por su limitación de medios técnicos.

Así, el tipo predominante de las iglesias del período está constituido por el modelo basilical con un espacio dominante en el crucero que se enfatiza con una cúpula. La nave longitudinal es el espacio más importante de congregación de fieles como puede observarse en los ejemplos adjuntos: el ya mencionado de la Compañía de Jesús, el de la iglesia de San Roque (c. 1760) y el de la iglesia del Convento de Santa Teresa de Jesús (c.1622 con sucesivas modificaciones en el transcurso del siglo XVII). Pueden encontrarse variaciones sobre el tema, a veces con capillas laterales que acompañan la nave longitudinal como es el caso de la iglesia de San Francisco y, otras con naves laterales definidas que por la dimensión de los elementos separadores se convierten, no obstante, también en capillas, como es el caso de la iglesia Catedral. En ciertos casos, como en la misma Catedral y San Francisco, se antepone un pórtico al ingreso a la nave.

Resulta importante destacar que el modelo español de agrupamiento de la iglesia con otras actividades conexas desarrolladas por las órdenes religiosas que caracterizó parte de la composición urbana de las ciudades españolas contemporáneas, “...en muchos casos, la iglesia no era sino parte de un complejo de edificios, colegio mayor, monasterio o convento, y hospital con sus propios jardines privados, que abarcaban extensas áreas propiedad de la Iglesia...” (9), según A.E.J. Morris, adquiere una importancia de modelo fundamental para Córdoba ya que casi la totalidad de las iglesias realizadas en el período corresponden a esta situación de complejo religioso, como puede observarse en los gráficos correspondientes, (planos II.4.2., 3, 4, 5 y 6). Su volumetría resulta, en consecuencia, un hecho dimensionalmente destacado dentro de la trama urbana, acompañado significativamente por la cúpula de la iglesia y sus torres o espadaña según el tipo de fachada adoptada para la misma.

La imagen que caracteriza el exterior del conjunto es la volumétrica, con predominancia de los muros, en general revocados o mixtos de piedra y ladrillo a la vista, con escasos vanos de dimensiones pequeñas que remarcan el peso del volumen, destacándose solamente sobre aquel fondo dominante, el tratamiento particular de la fachada de la iglesia. Escapa a este tipo de conjunto religioso, el tratamiento exterior de la iglesia Catedral, ya que en este caso, “el sobreelevado atrio, antiguo cementerio-atrio y que en su oportunidad también estuvo cerrado por una reja...” (10), las sólidas torres de la fachada y la importante cúpula, constituyen los elementos en que se asienta la definición volumétrica del edificio. c) CONVENTO

Esta tipología parece encontrar su origen en el claustro monástico medieval de los siglos XII y XIII. Una vez más, el esquema tipológico que hallamos se resuelve organizando internamente las actividades en el entorno de patios porticados en todos o algunos de sus lados materializando el espacio semiabierto de la galería. La introversión necesaria al convento parece justificar ampliamente este tipo de organización. Dentro de la sucesión de ámbitos que se organizan alrededor de los patios la jerarquía de aquellos queda definida por su posición en el conjunto, ya sea en relación al eje de simetría del acceso o por la importancia de los distintos patios en el mismo.

Un ejemplo del tipo destinado exclusivamente a convento de monjas de clausura lo constituye el caso de Santa Teresa de Jesús ilustrado en el punto b). Sin embargo, y como allí se indicara, además de su función conventual el tipo descripto fue utilizado en ciertos casos para anexar la función hospital, resuelta también según la estructura claustral. 79

Plano II.4.2. LA MANZANA JESUITICA

Fuente KRONFUSS, Juan. Arquitectura colonial en la Argentina. Ed. Raices Argentinas (reedición), 1980, pág. 77.

Plano II.4.3. IGLESIA Y HOSPITAL SAN ROQUE

Fuente KRONFUSS, Juan. Op. cit, pág. 174.

Plano II.4.4. CONVENTO DE IGLESIA DE SANTA TERESA DE JESÚS

Fuente Documentos para una Historia de la Arquitectura Argentina. Arquitectura Colonial Argentina. Ediciones SUMMA, Buenos Aires, 1987, pág. 56.

Plano II.4.5. MANZANA DEL CONVENTO DE SAN FRANCISCO PLANTA DE IGLESIA SAN FRANCISCO

Fuente Archivo Histórico Municipal de Córdoba. Instituto Argentino de Investigaciones en Historia de la Arquitectura y Urbanismo. El patrimonio arquitectónico de los argentinos 3. Buenos Aires, Ed. S.A.C., 1986, pág. 26.

Plano II.4.6. LA CATEDRAL DE CÓRDOBA

Fuente Documentos para una Historia de la Arquitectura Argentina. Arquitectura Colonial Argentina. Ediciones SUMMA, Buenos Aires, 1987, pág. 65-66.

Plano II.4.7. PLANTA DEL CONJUNTO DEL COLEGIO CONVITORIO

Fuente Reconstituido por alumos del Curso de Posgrado U.C.C. Instituto de Historia y Preservación , 1978. Documentos para una Historia de la Arquitectura Argentina. Arquitectura Colonial Argentina. Ediciones SUMMA, Buenos Aires, 1987, pág. 60.

Al producirse el descubrimiento de América ya existían antecedentes en España y el resto de Europa sobre la construcción de hospitales (...) con el esquema benedictino de enfermerías y salas incorporadas dentro de la actividad de los monasterios. Más adelante, en el Renacimiento, el hospital adopta la tipología palaciega, estructurándose en torno a patios...”, dice Ramón Gutiérrez (11); éste es el esquema que adopta España, y por lo tanto, pasa más tarde a América. Un ejemplo de este tipo lo constituye en Córdoba el conjunto de San Roque ilustrado en el punto b) (plano II.4.7.).

En otros casos, el convento puede anexar la función educacional, como es el caso del conjunto de la Compañía de Jesús, también ilustrado en b). Al ser la enseñanza una parte esencial de la función evangelizadora de la Iglesia, la tipología destinada a la educación estuvo en su mayoría incorporada en la de los conventos religiosos, utilizándose para ello el modelo claustral alrededor de patios cuadrados porticados, en ciertos casos en todos sus lados (universidad, siglo XVII, en el complejo de la Compañía) o en tres lados (Colegio Monserrat -siglo XVIII- en el mismo complejo). En otros casos, como en el convento de las Hermanas Terciarias Carmelitas de Santa Teresa de Jesús (c. 1689 y sucesivas modificaciones en el siglo XVIII) se organizan sus actividades alrededor de patios cuadrados y rectangulares, ambos porticados. Generalmente, la galería se resuelve en tramos cuadrados cubiertos con bóvedas de arista (plano II.4.8). La imagen exterior de este tipo ya ha sido in dicada en b); su volumetría se vuelca al interior, donde las galerías abiertas a los patios poblados de naranjos y arbustos, generan un ambiente recoleto adecuado al clima de vida del lugar.

d) VIVIENDA

Según indicáramos precedentemente, si bien existe un tipo predominante y significativo de vivienda documentado en el período, cuando nos encontramos con el mismo, alrededor del 1700, ya ha pasado mucho tiempo desde la fundación de la ciudad. De su proceso evolutivo, por la precariedad de la información disponible en ausencia de documentación gráfica, sólo es posible transcribir algunas descripciones reconstruidas por Luque Colombres sobre la base de documentos referidos a traslaciones de dominio. Las fechas que se indican corresponden a los períodos en que se dividió la investigación correspondiente; sus datos de localización catastral pueden referirse a los planos II.2.2, 3 y 4a. • Año 1625 - Manzana E III

Casa con su puerta principal a la calle San Martín, en medio del solar, que tiene "una sala con su recámara y en ella otro aposento, y su huerta arbolada y tres tiendas que caen a la calle; la una con su trastienda cubierta de tejas y una cocina, y es todo terrado". • Año 1650 — Manzana G II

Casa con “dos tiendas y un salón de tejas”, más otra tienda hacia la actual calle Alvear "que tiene huerta, salón y cocina de tejas y otra tienda de tejas con puerta y ventanas, con dos aposentos y puertas a la calle que va a La Merced y un patio". • Año 1700 - Manzana B IV

“Casa de una morada que se compone de sala, aposento, patio a la calle sin cerco, traspatio cerrado con tres aposentos y corral”. 86

Plano II.4.8. VIVIENDA

Fuente KRONFUSS, Juan. Op. Cit, Lámina XXIV, pág. 38.

Plano II.4.9. VIVIENDA

Fuente KRONFUSS, Juan. Op. Cit, Lámina XIX, pág. 146.

Plano II.4.10. VIVIENDA. CASA DEL VIRREY SOBREMONTE

Fuente Arquitectura colonial argentina. Op. cit. pág 120.

Plano II.4.11. VIVIENDA CON NEGOCIO CON PISO ALTO

Plano II.4.12. RECOVA DE VALLADARES

Fuente KRONFUSS, Juan. Op. Cit, pág. 150.

Fuente Archivo General de la Nación. Documentos diversos. Legajo N° 1, Documento N° 10.

• Año 1700- Manzana G V

“Casa con sala, aposento, dos tiendas y un escritorio maltratado, zaguán y corredor a la parte de oriente, corredor a la puerta de dicha sala, patio y traspatio, y en él un pozo”, con entrada actual por calle Ituzaingó (12). Alrededor de 1700 se consagra así nuestro tipo: la casa organizada en sucesión de patios, introvertida y cerrada a la calle.

Su origen parece remontarse a la casa pompeyana, llegando a nosotros como modelo desde Andalucía con alguna influencia árabe. Así lo entiende Ramón Gutiérrez: “la presencia del zaguán y las directrices quebradas que generaban los pasajes de comunicación entre patíos, señalan la persistencia de los rasgos intimistas desarrollados en Andalucía por los árabes...” (13).

Trazada según un eje de sucesión de patios, los distintos ámbitos cubiertos adquieren una jerarquía para su uso por su posición desde la calle al fondo, su proximidad al ingreso y en relación al eje de simetría.

De acuerdo a la posición social de sus habitantes, la casa llega a tener hasta tres patios. Desde la calle se accede a través de un zaguán. El primer patio, lugar de trabajo, es el patio ligado al dueño de casa: alrededor de él se abren salas, escritorios y tienda familiar cuando se comerciaba. El segundo patio es el de la familia, a veces da a él un oratorio; es el lugar donde abren los dormitorios; lugar de reunión familiar. El tercero es el de servicio, centro de producción artesanal y esclavos; también cumple a veces la función de huerta (plano II.4.9).

Una variación del tipo es el caso de viviendas de un solo patio principal donde se concentran las principales funciones en su entorno. Sin embargo, a continuación del mismo, siempre aparece otro espacio abierto, en esta variación destinada a huerta.

Cabe destacar en relación a este tipo que, a lo largo de todo el período estuvo ligado, en mayor o menor medida, a la función comercio. Esta actividad no alcanzó a constituir una tipología independiente. Parte del comercio inicialmente, se realizaba como ya indicáramos, en el primer patio donde se exponían los artículos propios para la venta y donde la familia compraba, a su vez, ropa, agua, etc., llevadas por vendedores ambulantes. Cuando aparece la tienda, ésta es familiar, parte de la vivienda y abre, además de a la calle, al primer patio para su aprovisionamiento desde él, existiendo, en algunos casos, un depósito ligado a ella. Otros modos de incorporación del comercio lo constituye la presencia de dos o más locales sobre la fachada ubicados simétricamente a partir del zaguán, o la ocupación de una esquina por un local comercial con doble acceso, como puede observarse en el plano II.4.10.

Algunos estudios sobre el tema, como el realizado por Kronfuss muestran un tipo de casa de negocios con un piso alto en Córdoba, que parece emparentarse a la tipología de vivienda medieval que incluye el taller artesanal; la diferencia estriba en que, en nuestro caso, no se trata de una vivienda entre medianeras sino en esquina, con un local de negocios con posición equivalente al taller de la vivienda medieval en la fachada sobre una de las calles y tres locales comerciales más sobre la fachada correspondiente a la otra calle. Este tipo no está estructurado alrededor de patios y tiene el área de actividades de la familia en el primer piso, sobre los locales comerciales (plano II.4.11.).

Consignemos para finalizar con la tipología de comercio incorporada a la vivienda que también fuera de ella se desarrolló algún tipo de actividad comercial previsto por la normativa correspondiente: “...toda la plaza y las cuatro calles principales que parten de ella, estarán cubiertas por soportales, muy convenientes para los comerciantes que allí se concentran...” (14). Así también aparecerá en Córdoba una recova para albergar comercios frente a la Plaza Mayor, los Portales de Valladares, hoy desaparecidos (plano II.4.12)… 89

La imagen exterior de los tipos mencionados precedentemente, es generalmente, de un volumen simple, con ventanas con rejas, muros revocados, techos de tejas y algún aporte técnico-constructivo propio del medio en el enmarque de los ingresos, la esquina con jamba cuando es incorporada al comercio, el tratamiento simple de molduras, cornisas y elementos decorativos, etc. En general, se observa la predominancia, derivada de las limitaciones técnicoconstructivas, de construcciones de una sola planta, aunque a lo largo del período en estudio, aparecerán algunos ejemplos de dos plantas según puede observarse en los gráficos correspondientes. e) ASPECTO TÉCNICO-CONSTRUCTIVOS DE LAS TIPOLOGIAS MENCIONADAS

Para finalizar con esta breve descripción de la tipología del período cabe hacer alguna referencia a los recursos técnico-constructivos que la caracteriza. La tecnología, el proceso constructivo y la mano de obra fueron diferentes en las distintas etapas del desarrollo cordobés y pueden sintetizarse de la siguiente manera: Hasta el primer tercio del siglo XVII, aproximadamente

Arquitectura de barro y paja, cañizo y troncos; techumbre a dos aguas con listones de madera, caña y paja o barro. Los pisos, inicialmente de tierra apisonada y posteriormente de ladrillo.

La mano de obra existente consistió en maestros de obra, artesanos albañiles, carpinteros, etc., españoles e indígenas parcialmente adiestrados trabajando a las órdenes de aquéllos, con escasos recursos de herramientas y limitaciones tecnológicas y económicas. 90

Desde el segundo tercio del siglo XVII hasta el final del período

La construcción adquiere mayor solidez, siempre usando la jaula de madera. Los muros son de adobe, ladrillos o piedra de cantería, y a veces, mixtos de ladrillo y piedra a la vista o revocados. Los pisos de ladrillo o baldosas criollas. La estructura puede ser de cabriadas y cubierta de madera y tejas de barro cocido o bien bóvedas de arista y/o cañón corrido. Cuando aparece la construcción en altura, la estructura puede ser mixta, con bóveda para cubrir la planta baja y cabriadas de madera para la cubierta superior. A diferencia de otras regiones argentinas la bóveda caracterizó la arquitectura cordobesa de esta etapa. También en ella comienza a aparecer la composición de nichos, frontis, cornisas y otros elementos decorativos.

Arquitectos y/o técnicos que llegan a través de las órdenes religiosas son quienes dirigen las obras (gráfico II.4.2.).

Gráfico II.4.2. ASPECTOS TÉCNICOS CONSTRUCTIVOS

Fuente KRONFUSS, Juan. Arquitectura colonial en la Argentina. Ed. Raices Argentinas (reedición), 1980, pág. 68-69-131.

II.4.3. EL DESARROLLO VOLUMÉTRICO DEL CONJUNTO URBANO: SUBDIVISIÓN PARCELARIA, SISTEMA VIARIO Y TIPOS URBANO-ARQUITECTÓNICOS. EL PAISAJE RESULTANTE a) Desde la fundación de la ciudad hasta c. 1650

Hacia 1600 como ya viéramos, la ocupación de la planta fundacional había alcanzado treinta de las setenta manzanas, en torno a la Plaza Mayor. De ellas, las destinadas a las órdenes religiosas se mantuvieron sin subdivisión posterior, ocupando el espacio correspondiente a los cuatro solares originales (figura II.4.1a). En las demás, la división parcelaria fue de dos tipos: 1. La partición primitiva en cuatro solares de 220 x 220 pies cada uno

correspondiente 66,8 x 66,8 m. Esta situación predominó hacia la peri feria y disminuyó hacia el centro del trazado (figura II.4.1b). 2. La partición de la manzana en medios, tercios o cuartos de solar e incluso dimensiones menores, caso predominante en el núcleo central (figura II.4.1c.).

Por su parte el sistema viario del trazado original que se fue materializando a medida que realizaron las construcciones, presentó una jerarquía de uso de las vías que estaba dada por su proximidad a la plaza. La única calle que se modificó fue la denominada “calle ancha” que, como ya indicáramos, se ensanchó a 60 pies (18,1 m.), para dar lugar a la construcción de la acequia. En la relación entre este sistema viario y las subdivisiones de manzanas correspondientes se dieron diferentes situaciones que pueden tipificarse de la siguiente manera: 92

A - Manzanas sin subdivisión ocupadas por órdenes religiosas.

Las construcciones eran muy precarias; así lo testimonia F. Argañaraz en su Crónica del Convento de San Francisco de Córdoba publicada en 1888, quien dice: “Como lo afirma la información jurídica de 1600 hicieron un «rancho» en el sitio donde ahora está poblada la ciudad... al rancho sobredicho sucedieron el primer convento e iglesias provisionales...” (15).

El límite de la calle estaba conformado sólo en algunos casos, por ejemplo en San Francisco, por una cerca perimetral que se interrumpía frente al templo y en la que se destacaba el portal de ingreso.

B - Manzanas correspondientes al tipo 1 de subdivisión parcelaria (en cuartos de solar).

A cada tramo de una vía correspondieron dos pares de solares enfrentados. El límite de la calle, como en el caso de las manzanas ocupadas por órdenes religiosas, era discontinuo, sólo algunos solares estaban tapiados y tenían portales de acceso. C. - Manzanas correspondientes al tipo 2 de subdivisión parcelaria (en medios, tercios o cuartos de solar)

En este caso, la construcción de la tapia se concretó con más frecuencia ya que había mayor ocupación de lotes por cuadra, especialmente con construcciones destinadas a viviendas o éstas con comercios.

Los tres casos analizados demuestran que hubo en este período una irregular definición de los límites de la calle. Desde el momento de la fundación de la ciudad existió una voluntad expresa de conformar claramente esos límites construyendo cercas o tapias. Una serie de normas que se sucedieron a lo largo de esta etapa así lo demuestran:

Figura II.4.1. SUBDIVISIÓN PARCELARIA -1600 Manzana ocupada por la Compañia de Jesús

Figura II.4.2. TIPOS URBANOS - ARQUITECTÓNICOS. SUS CARACTERÍSTICAS

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982.

Fuente Elaboración propia.

• Informe de Jerónimo Luis de Cabrera del 28 de agosto de 1573:

“...se distribuyó solares entre pobladores mandando que se cercaren de dos tapias en alto ordinario dentro de dos años desde el día de la fecha, so pena perdidos dichos solares para que como vacíos se den a otras personas...”

cada, donde se establecía una relación indirecta con la vía.

moradores; mando que los cerquen de la fecha de esta dos años primero siguientes so pena de veinte pesos oro...”

sin relación con aquélla. Este caso se localizó frecuentemente en las esquinas próximas a la plaza.

• En 1577, “...los cuales dichos solares doy por servidos a los vecinos

• Ordenanza del Cabildo del 10 de enero de 1581: “...cercar los solares que dan sobre la plaza para defenderse de los naturales...”

Estas intenciones se concretan como se verificó de manera muy aislada, predominando la ausencia de tapias aun en las proximidades de la plaza mayor, como lo destaca Luque Colombres: La mayor parte de los solares permanecieron deshabitados. Transcurrieron lustros y hasta siglos antes de que muchos de ellos fueran edificados por los entonces dueños, y hubo manzanas enteras que abandonadas desde los comienzos volvieron al dominio público para ser repartidas por segunda vez durante las centurias siguientes...(16).

Mientras tanto los tipos arquitectónicos fueron en esta etapa construcciones precarias, aisladas de los límites del dominio y de relación indirecta con la calle; en el caso de los templos esta relación se establecía a través del atrio. A pesar de su precariedad, puede estimarse que estas construcciones se destacaban por su volumen del entorno circundante conformado por la sucesión de baldíos y tapias que se prolongaban hasta los límites de la traza.

En el caso de las viviendas, la ocupación de la parcela y su relación con la calle adquirió tres formas diferentes: 94

• Vivienda retirada de los límites del terreno, en algunos casos cer• Vivienda a la calle, donde la relación interior-exterior se daba a

través del zaguán al que se ingresaba por el portal.

• Vivienda retirada de los límites del dominio, con tiendas a la calle

Del análisis de las fuentes bibliográficas, escrituras de dominio, etc., que indicáramos en el punto II.4.2. y que constituyen el fundamento de la casuística definida en relación a la vivienda, surge que el primer caso parece haber sido el predominante a excepción de algunas zonas cercanas a la Plaza Mayor donde se verificaron los otros dos casos según puede observarse en la figura II.4.2. Los estudios sobre la propiedad de Luque Colombres ya citados, así lo confirman: Con frecuencia, la puerta de entrada se abría en el cerco y comunicaba directamente con el patio sin zaguán de acceso. Cuando éste existía, las habitaciones externas que lo flanqueaban solían destinarse a tiendas con entrada independiente y constituían unidades autónomas desde el punto de vista funcional aunque anexas a la estructura general del edificio... (17).

En síntesis, las alternativas de las relaciones entre subdivisión parcelaria, sistema viario y tipología arquitectónica permiten inferir que no hubo en esta etapa un tipo urbano-arquitectónico definido como consecuencia de la precariedad del asentamiento. La relación indirecta con la calle y la ausencia de tapias dio como resultado una irregular vinculación del volumen edilicio con la misma, produciendo una discontinuidad volumétrica en tramos y vías y, en consecuencia, en el conjunto urbano. Esto unido a la extensión de los solares, conformó en definitiva una imagen de tipo pseudorural: “media docena de

ranchos situados fuera de los límites quebraba la irregularidad del perímetro y si a ello añadimos el reducido tamaño de las viviendas; la imagen resultante sería un villorio mísero y desmantelado...” (18).

Las posibilidades del trazado en cuadrícula para constituirse en un marco obligado y una traza fija base de un desarrollo volumétrico uniforme, regulado a partir de las formas de parcelación y de las normas de edificación para producir un con junto urbano homogéneo con la repetición de los tipos arquitectónicos parecen haber sido consideradas, al menos como una aspiración, en la etapa analizada. Esto se desprende de la insistencia en materializar las cercas que asegurarían la concreción de una imagen urbana. Sin embargo, la actitud parece responder más a la urgencia de la propia ocupación del territorio y su posibilidad de defensa ante los naturales que a la búsqueda de un efecto formal determinado. Como indica A.E.J. Morris, la trascendencia simbólica de la ciudad española de nueva planta para los indios aborígenes se intensificaría al serles prohibido el acceso a ellas en tanto las fortificaciones y casas no estuvieran terminadas, pues así: cuando los indios las vean se asombrarán ante tales prodigios y se convencerán que la colonización española de aquellos territorios es un hecho definitivo y no temporal. En consecuencia, temerán tanto a los españoles que no se atreverán a provocarlos, los respetarán y desearán su amistad (19).

En cambio, puede estimarse que en esta primera instancia, la cuadrícula parece comenzar a mostrar sus cualidades de flexibilidad para aceptar elecciones parcelatorias múltiples, aunque no normadas sino producto de acciones espontáneas, y para dar lugar a la inserción de tipos arquitectónicos diversos (religiosos). La homogeneidad del resultado paisajístico final es, en definitiva, el resultado de la precariedad de la construcción y no de las cualidades intrínsecas del trazado.

b) Desde c 1650 hasta c. 1750

Recién hacia fines del siglo XVII las modificaciones en la subdivisión parcelaria se tornaron significativas: de las cuarenta y ocho manzanas ocupadas mantuvieron su primitiva partición sólo nueve, de las cuáles cuatro fueron ocupadas por instituciones religiosas y cinco destinadas al uso residencial. Algunas instituciones religiosas ampliaron sus dominios incorporándoles una manzana como es el caso de la Compañía de Jesús (figura II.4.3a.). Las restantes manzanas fueron de dos tipos: 1. Las que conservaron uno, dos o tres solares de 220 x 220 pies cada uno y presentaron la partición de los restantes en medios, tercios, cuartos de solar o parcelas menores (figura II.4.3b.). 2. Las que resultaron totalmente subdividas en medios, tercios, cuartos de solar o parcelas menores (figura II.4.3.c).

En ambos casos, los lotes de menores dimensiones se localizaron generalmente en esquina y estuvieron afectados al uso comercial.

La disminución del tamaño de la parcela y la figura geométrica resultante, cuadrada o rectangular con el lado menor coincidente con el perímetro de la manzana, constituyó la base de una nueva modalidad de ocupación característica de este período. Como lo expresa Luque Colombres, “... la transformación urbana tuvo su expresión (...) en la progresiva desaparición de las cercas para ser reemplazadas por fachadas, a medida que se operaba el fraccionamiento de los terrenos” (20). Efraín Bischoff acota: “fue cuando comenzaron a desaparecer los tapiales que en un comienzo cerraban el solar por el frente y se abrieron zaguanes con sus amplias habitaciones a los costados...” (21). En esta nueva instancia, si bien el sistema viario se mantuvo sin variantes en su trazado con respecto al original, los cambios que se sucedieron en la subdivisión parcelaria de las manzanas y el creciente proceso de densificación edilicio lo modificaron sustancialmente. Los diferentes tipos de vías y/o tramos de ellas, resultantes del proceso de cambio, se caracterizaron por: 95

Figura II.4.3. SUBDIVISIÓN PARCELARIA - 1650 Manzana ocupada por la Compañia de Jesús

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982.

• Un importante incremento en el número de parcelas ocupadas en-

frentadas en cada tramo de vías. • La aparición de nuevos usos, sus interrelaciones funcionales y sus consecuencias en el movimiento para el uso de la calle. • La concreción de tipos arquitectónicos como iglesias, conventos y tiendas que ocuparon las esquinas de las manzanas, generando intersecciones significativas dentro del sistema.

La interrelación de estas variables, se dio con mayor intensidad en determinados sectores de la planta urbana, produciendo en consecuencia un impacto en la jerarquía del sistema viario. Este se tradujo en la mayor importancia de ciertos tramos de vías próximos a la Plaza Mayor o en vías conectoras con los caminos regionales y en detrimento de las restantes.Tal fue el caso de las calles hoy llamadas San Martín y Alvear, de dirección norte-sur, que conectaban el camino del norte hacia el Alto Perú y el de la actual calle San Jerónimo, de dirección este-oeste, que se prolongaba en él camino a Buenos Aires. Su importancia apareció muchas veces expresada en las escrituras de la época como "solar y casas edificadas que tene-mos en la calle que baja de la plaza hacia el camino de Buenos Aires" para una propiedad sobre la actual calle 27 de Abril, prolongación de la San Jerónimo (22). Así, la red viaria fue estructurando su jerarquía en el espacio a medida que la trama constituida por la subdivisión de la manzana se materializó con la ocupación de distintos tipos edilicios densificándose (figura II.4.4.).

El proceso, analizado a la escala de tramos por un lado, y a la escala de áreas constituidas por sectores de red por otro, permite reconocer la dispar organización del tejido resultante manifestado en dos situaciones diferentes:

A- Una sucesión de volúmenes edilicios simples, unidos a lo largo de la

vía, que conformaron linealmente el corredor vial, materializando la geometría de su trazado y evidenciando un principio de orden urbano.

El predominio de este caso se dio en las manzanas alrededor de la Plaza Mayor y las próximas a aquélla, resultando así un tejido regular y unitario que se tradujo en una volumetría homogénea. B- Una sucesión irregular de volúmenes edilicios coincidentes o retirados

de los límites de la vía, tapias o superficies desocupadas que producían un corredor discontinuo, desarticulado, que se apartó del trazado básico.

El predominio de este caso caracterizó la zona periférica de la ciudad y el resultado fue un tejido espontáneo y desordenado aun cuando el mismo se organizó sobre la base de la cuadrícula geométrica regular.

A las situaciones descriptas hay que agregar el caso ya citado de las propiedades de carácter religioso-institucional que, aunque parcialmente concretadas en esta etapa, implicaron por su volumen una disrupción singular en los dos tipos de tejido anteriormente indicados. Su incidencia será de fundamental relevancia en el conjunto, no sólo por su carácter y tipo edilicio, sino también por la extensión de sus parcelas en el total de la planta urbana.

Como consecuencia de lo anterior y en virtud de las variables consideradas se pueden recomponer, a comienzos del siglo XVIII, tres tipos urbano-arquitectónicos que se dieran sectorialmente en la ciudad. Estos T.U.A. se caracterizaron por:

T.U.A. I

La repetición de tipos arquitectónicos semejantes, de factura simple, alineados sobre la traza viaria, siguiendo un orden regular y configurando un corredor unitario. Este tipo constituyó el componente consolidador del tejido del núcleo central (figura II.4.5a).

97

Figura II.4.4. SISTEMA VIAL. EVOLUCIÓN CON LA URBANIZACIÓN

1600

1700

1650

Fuente Elaboración propia.

T.U.A. II

La repetición irregular de volúmenes edilicios de factura simple, ubicados sobre la trama regular, que en su relación con el trazado varía siguiendo leyes diferentes a las de la trama base. Tal tipo de relación entre la arquitectura y la subdivisión parcelaria dio lugar a una organización desordenada y ambigua del corredor (figura II.4.5b.). Puede ser calificado como un tipo urbano-arquitectónico de transición y fue el componente común del tejido heterogéneo que se dio en el área periférica o en los sectores de estructura indefinida. T.U.A. III

La concreción de un tipo singular de factura significativa que se localizó en esquina y se relacionó a través de un atrio o plazoleta, de manera indirecta y regular, con el espacio de la vía.

Este tipo urbano-arquitectónico marcó de manera puntual el tejido, consolidándose a fines del siglo XVIII, con la terminación de los conjuntos religiosos y usos conexos que indicáramos en II.4.2. (figura II.4.5c.).

Las transformaciones analizadas, se dieron en todos los casos de manera más acentuada y regular en el sector central y norte-este del asentamiento. Disminuyeron gradual y regularmente hacia la periferia urbana en general y hacia el sector suroeste en particular.

La imagen resultante de la estructura global, semejó así un gradiente que desde el centro a la periferia iba de una homogeneidad regular a una desordenada heterogeneidad. La imagen queda corroborada, además, a través de las apreciaciones de crónicas de viajeros de la época que describen las dos instancias planteadas, según fuese la visión lejana o interna de la estructura urbana. Así José Cipriano de Herrera y Lóyzaga, en su descripción de 1713 en Un viaje a

Buenos Aires, Córdoba, Santiago del Estero y Lima, afirma: “La ciudad de Córdoba tiene muy buena vista porque la hermosean la fábrica de sus iglesias, pero entrando dentro se desmiente la vista en sus calles y casas, manteniéndose vacíos algunos de sus mejores solares...” (23).

El gradiente indicado lleva implícito el reconocimiento de las cualidades de la cuadrícula como trazado para dar lugar a, tanto un desarrollo volumétrico homogéneo de coherencia formal producto de la repetición de un tipo urbano-arquitectónico (cuando aunque no normado se produce la aceptación consagrada de un esquema tipológico y una tecnología), como a un desarrollo heterogéneo y no predeterminado. La forma final es el resultado de la interacción entre las variables consideradas y la flexibilidad del trazado para su adaptación a aquella que puede hacerlo actuar como marco obligado o como tablero de juego no predeterminado según los requerimientos de apropiación espacial de la sociedad que lo utiliza; no es un resultado exclusivo de la cuadrícula en sí misma. c) Desde c. 1750 hasta c. 1810

En las postrimerías de esta etapa, como ya viéramos en puntos anteriores, se produjo la consolidación de la planta fundacional acompañada por la ampliación de la misma hacia el sector oeste de la ciudad. El proceso, que había comenzado a lo largo del siglo XVII, se intensificó bajo la gobernación de Sobremonte (1784-1797) y se apoyó en una economía floreciente y un crecimiento poblacional. Se dio así una modificación de la estructura general de la ciudad que se manifestó en relación a la subdivisión del suelo con características diversas en el núcleo central, en la periferia y en la extensión de la planta urbana.

Dentro del núcleo central, sector comprendido en un radio de dos a tres cua99

Figura II.4.5. TIPOS URBANOS ARQUITECTÓNICOS SUS CARACTERISTICAS

Fuente Elaboración propia.

dras en torno a la Plaza Mayor, se verificó la coexistencia de diferentes tipos de parcelaciones: 1. Persistencia de parcelas de formas regulares que derivaron de la par-

tición del solar original en medio, cuarto o tercio del solar, con un predominio de los dos últimos casos. La ocupación de los mismos correspondió a viviendas o comercios (figura II.4.6b). 2. Incremento de parcelas de formas regulares (rectangulares o cua-

dradas) que no corresponden a medidas precisas como en el caso anterior, generando particiones de superficies reducidas (figura II.4.6c).

En estas parcelas no tipificables por su variedad, se dio un predominio del uso comercial en aquellas de menores dimensiones ubicadas generalmente en esquina.

3. Unificación de parcelas divididas en etapas anteriores, que se dio de

manera limitada como excepción de los casos 1 y 2. Este tipo se ejem¬plifica en la manzana de la figura d), donde puede observarse la unión de dos parcelas adquiridas por un mismo propietario, don José Rodríguez, que edificó posteriormente una importante y suntuosa vivienda que sirvió de residencia al Marqués de Sobremonte y que conservada hasta el presente funciona hoy como museo histórico con el nombre del citado Marqués.

4. Una situación derivada del incremento de los dominios de las órdenes religiosas cuya primigenia adjudicación de dos, cuatro o más solares, se amplió por la adición de parcelas como resultado de compras, legados o dotes aportadas por los miembros que ingresaban a la comunidad. Ello de terminó que gran número de parcelas, manzanas completas o más de una manzana pertenecieran a un mismo propietario, destacándose por su extensión y marcando de manera notoria por su ocupa-

ción, el sector donde se encontraban (figura II.4.6a). Completando las características del núcleo central en esta instancia, cabe acotar que los solares destinados a Cabildo y Cárcel no fueron modificados. El Hospital, en cambio, fue construido en una parcela que resultó de la unificación de dos medio solares.

Por su parte, la consolidación de la periferia pasó por un proceso de características similares al que se dio en el núcleo central entre los años 1600 y 1700. La división del suelo en la misma se caracterizó por la presencia de dos situaciones diferentes: A- Permanencia invariable de los solares originales de 220 x 220 pies,

en gran número de las manzanas ubicadas en los límites de la planta urbana.

B- Subdivisión del solar original en medidas precisas de medios, cuartos

y tercios de solar, que se continuó con particiones menores no sistematizadas.

En la posterior ocupación de estos tipos de parcelas predominó el uso residencial.

En síntesis, el análisis del proceso de transformación del parcelamiento de la ciudad permite inferir que el mismo, si bien en un comienzo respondió a divisiones precisas presumiblemente derivadas de la simplicidad de la subdivisión original inherente al trazado en cuadrícula, en esta última etapa del período estudiado, no aparece regido por una ley de comportamiento única, obedeciendo, en cambio, a requerimientos económico-sociales tales como compraventa, herencia, etc. Sin embargo, a pesar de las variaciones que se produjeron en relación al tipo original de parcelamiento, permanecieron en un gran número de manzanas los rasgos básicos de la partición fundacional. 101

Figura II.4.6. SUBDIVISIÓN PARCELARIA -1780 Manzana ocupada por la Compañia de Jesús

Fuente Interpretación y elaboración propia sobre el texto de LUQUE COLOMBRES, Carlos, Orígenes de la propiedad urbana en Córdoba - Siglos XVI y XVII. U.N.C., 1982.

Como consecuencia de las modalidades de subdivisión, densificación y ocupación analizadas precedentemente, el sistema viario alcanzó una acabada definición, a la cual se agregó durante la gobernación de Sobremonte una serie de disposiciones tales como la de fijar mediante tarjetas el nombre de las calles, realizar un puente sobre La Cañada, tapiar los baldíos, enarenar y empedrar las calles y librar el servicio de alumbrado público, que contribuyeron a consolidar aquella definición. Además, si bien no modificaron la regularidad del sistema viario inherente a la cuadrícula, acentuaron las diferencias jerárquicas ya indicadas en algunas vías, tramos o intersecciones con respecto a otras. La calle “de la Alameda”, actual 27 de Abril, es un ejemplo claro de ello, ya que se convirtió con su nuevo puente en el eje vinculante entre la zona de expansión de la ciudad hacia el oeste, transponiendo el arroyo de La Cañada, y el camino a Buenos Aires, a través del núcleo central bordeando la Plaza Mayor.

En la zona de expansión, como ya indicáramos en el punto II.3., el trazado básico repitió la cuadrícula original y se concretaron a “paso y cordel” manzanas de dimensiones similares a las primitivas, también con particiones de cuatro solares cada una de ellas. La amplitud de las parcelas y su ocupación por casas quintas, signó el carácter del sector repitiendo la imagen pseudorural que había tenido el conjunto de la ciudad hacia 1600. Dentro de la zona, se construyó en una manzana un estanque, reservorio de agua para la ciudad, de donde partían acequias y cañerías que alimentaban a dos fuentes y que, con el tiempo, se convirtió en el paseo obligado de los pobladores.

La jerarquización de dos vías, la ya nombrada calle “de la Alameda” en el sentido este-oeste y la calle “Ancha” en el sentido norte-sur, constituyó el hecho más significativo del período en materia vial. La primera, representaba “ese ajetreo comercial de la ciudad.Tiendas y almacenes, alternan su presencia con grandes paredones conventuales, pero mientras los primeros se venden, heredan o se subdividen, los conventos y monasterios permanecen inmutables en el tiempo...” (24). La segunda, la calle “Ancha de Santo Domingo” tuvo, contraponiéndose a la anterior, un carácter más homogéneo y tranquilo como

consecuencia de un uso del suelo casi exclusivamente residencial, una menor subdivisión de las parcelas, la mayor amplitud de la vía y el arbolado concretado a raíz de la ordenanza de 1784 que establecía “formar una alameda de sauces en la calle Ancha de Santo Domingo regada por el desagüe de la fuente, por ser el árbol más vistoso del país...” (25).

El tejido urbano se organizó siguiendo las leyes de la estricta geometría de la cuadrícula: los edificios se sucedieron unidos, alineados, conformando un plano continuo que limitó lateralmente los tramos de vías, asignándole identidad al espacio-calle al concretarse su estructura formal (figura II.4.7.).

Un informe del Cabildo del año 1801 permite recomponer su imagen, “la ciudad, una de las más modernas de la gobernación de Tucumán, es de figura casi cuadrada, siendo su longitud de diez cuadras; sus edificios son los mejores de toda la Provincia, sus calles, rectas, espaciosas y limpias, su piso excelente y sólido, pues por ello y su declividad cuando acaba de llover se enjuta...” (26).

La reactivación edilicia que se produjera como consecuencia del crecimiento económico y demográfico provocó la paulatina sustitución de las viviendas precarias iniciales, por otras construcciones de buena factura. Este proceso se manifestó en la consolidación del tejido que se estructuró a través del T.U.A. I -indicado en b) para la etapa precedente-, consagrado como el componente común y básico del mismo. La evolución de esta con-figuración se observa en la figura II.4.8. Las diferencias y singularidades en el tejido urbano con respecto a la etapa anterior, se dieron sobre todo en el núcleo central.

Las instituciones religiosas concretaron definitivamente sus sedes y produjeron por las dimensiones de sus parcelas y la singularidad de su volumetría, un impacto sustancial en la simplicidad del conjunto. Sobre la Plaza Mayor se concluyeron los edificios del Cabildo, Cárcel e iglesia Catedral. Por su naturaleza 103

simbólica, su particular morfología y su relación con la plaza, conformaron el centro de significado más importante de la ciudad.

Hacia finales del siglo XVIII, las complejas situaciones derivadas del proceso de crecimiento y consolidación, modifican el comportamiento de los tipos urbano-arquitectónicos precedentes en la trama urbana, los que pueden redefinirse en su significado de la siguiente manera: T.U.A. I:

Predominante por su cantidad y regular ubicación a lo largo de las vías, constituyendo el componente común y básico del tejido ya indicado y generando una imagen simple y homogénea. T.U.A. II:

Desaparece en la medida en que se consolida el T.U.A. I en las setenta manzanas primigenias y reaparece en la zona oeste de ampliación de la planta urbana. T.U.A. III:

Emerge puntualmente en esquinas o en el centro de algunos tramos de vías, mojonando perimetralmente, por su localización, el núcleo central. Produce también, una segmentación significativa de la longitud de la vía, al articular el espacio calle, con el atrio y la plazoleta. Constituye por su naturaleza diferente, singular y simbólica el elemento que enriqueció la regular simplicidad del tejido (figura II.4.9). Finalmente, cabe destacar en relación a la cuadrícula que, la diversificación de la subdivisión parcelaria en formas y dimensiones, y de sus relaciones con el sistema viario, como así también la materialización de diferentes tipos ur106

bano-arquitectónicos en aquellas, demuestran ya claramente el grado de flexibilidad del trazado para adaptarse a los cambios que se manifestaban incipientemente en las instancias anteriores. Igualmente, se acentúa el gradiente de una conformación homogénea y definida en el núcleo central a una cierta heterogeneidad menos uniforme en la periferia, ahora extendida a las áreas correspondientes de la primera expansión urbana. La forma final, como fue indicada para la etapa previa, es la resultante de la interacción entre aquella flexibilidad intrínseca y la apropiación del espacio que las distintas actividades de la sociedad realizan a través de sus sedes, manifestada en tipos urbano-arquitectónicos diversos.

Figura II.4.9. EVOLUCIÓN DE LA CONFIGURACIÓN DEL TEJIDO

Fuente Elaboración propia.

RECONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD DE CÓRDOBA - 1810

Fuente Elaboración propia.

NOTAS

(1) OTS CAPDEQUI, (J.M.), El Estado español en las Indias, México, F.C.E.,

(11) GUTIÉRREZ (Ramón), Arquitectura y Urbanismo en Latinoamérica, Ma-

1975 (4a reimpre¬sión)

nuales Arte Cátedra, Madrid, Ed. Cátedra, 1984.

sandri, 1963.

bana de Córdoba, Córdoba (Argentina), Ed. de la Universidad Nacional de Córdoba, 1980.

(4) OTS CAPDEQUI (J.M.), El Estado español en las Indias, Op. cit.

cit.

(6) Ibídem.

mir y publicar por nuestra Majestad Católica el Rey Don Carlos II. Año de 1681. Tomo II. Libro Quarto. Edición facsimilar. Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1973.

(2) TERZAGA (Alfredo), Geografía de Córdoba, Córdoba (Argentina), Ed. As(3) Ibídem.

(5) Ibídem.

(7) MORRIS (A.E.J.), Historia de la forma urbana, Ed. española Gustavo Gili,

Barcelona, 1984.

(8) Instituto Argentino de Investigación en Historia de la Arquitectura y el

Urbanismo, Tomo 3: Córdoba. WAISMAN (Marina), coordinadora de la edición. Buenos Aires, Ed. Sociedad Central de Arquitectos, 1986. (9) MORRIS (A.E.J.), Historia de la forma urbana, Op. cit.

(10) Instituto Argentino de Investigación en Historia de la Arquitectura y el

Urbanismo, Tomo 3: Córdoba, Op. cit.

(12) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Orígenes históricos de la propiedad ur-

(13) GUTIÉRREZ (Ramón), Arquitectura y Urbanismo en Latinoamérica, Op. (14) Recopilación de las leyes de los Reynos de las Indias mandadas impri-

(15) Citado por ARGAÑARAZ (Abraham), Crónica del convento de San Fran-

cisco, publicada en Buenos Aires en 1818.

(16) Citado por LUQUE COLOMBRES (Carlos), en Para la historia de Cór-

doba, Tomo I. Córdoba (Ar gentina), Biffignandi Ed., 1973.

(17) Citado por LUQUE COLOMBRES (Carlos), en Orígenes históricos de la

propiedad urbana de Córdoba, Op. cit.

(18) Citado por LUQUE COLOMBRES (Carlos) en Para la historia de Córdoba, Op. cit.

109

(19) MORRIS (A.E.J.), Historia de la forma urbana, Op. cit.

(20) LUQUE COLOMBRES (Carlos), Orígenes históricos de la propiedad ur-

bana de Córdoba, Op. cit.

(21) BISCHOFF (Efraín), Historia de Córdoba, Buenos Aires, Ed. Plus Ultra,

1977.

(22) Citado por LUQUE COLOMBRES (Carlos), en Orígenes históricos de la

propiedad..., Op. cit.

(23) Citado por SEGRETTI (Carlos) en Córdoba, ciudad y provincia. Siglos

XVI-XX, según relatos de viajeros y otros testimonios. Córdoba (Argenti¬na), Junta Provincial de Historia, 1973.

(24) GALLARDO (Rodolfo), El patrimonio de Córdoba. Córdoba (Argentina), Universidad Nacional de Córdoba, Facultad de Arquitectura y Urbanismo, Instituto del Ambiente Humano, 1985. (25) Citado por BISCHOFF (Efraín), en Historia de Córdoba, Op. cit.

(26) Citado por ORGAZ (Raúl), "Córdoba en la segunda mitad del siglo XVIII" en Ensayos Históricos y Filosóficos, Córdoba (Argentina), Ed. Assandri, 1960.

110

II.5. CONSIDERACIONES FINALES SOBRE EL TRAZADO EN CUADRICULA EN EL PERIODO 1573 - 1810 Como síntesis de las conclusiones parciales que se han expuesto a lo largo del estudio, es posible establecer ahora, en función de las hipótesis planteadas, las consideraciones finales sobre el significado del trazado en cuadrícula en el desarrollo de la ciudad de Córdoba para el período 1573-1810.

En primer lugar consideremos que, la organización en cuadrícula de la planta fundacional, respondió en el caso Córdoba como en la mayoría de las ciudades hispanoamericanas, al modelo ordenador en retícula ortogonal que los conquistadores adoptaran para las nuevas fundaciones y que gradualmente institucionalizaron las Reales Cédulas, Instrucciones y Ordenanzas y la posterior recopilación de las Leyes de Indias, pero en el tamaño que adopta la planta y en las características de su implantación en términos de orientación geográfica y posición en el sitio elegido el modelo respondió sólo esquemáticamente a condiciones naturales del medio tales como el espacio disponible con características planas o las barreras constituidas por accidentes naturales, el río y las barrancas, que se transformaron en los límites iniciales del asentamiento.

En este sentido, si bien puede estimarse como indicáramos en II.1, que la disposición en cuadrícula constituyó un instrumento de urbanización suficientemente apto para la apropiación del medio natural, denotó, sin embargo, alguna limitación en relación a la posibilidad de vencer la resistencia de las barreras topográficas y los accidentes hidrológicos cuyo control exigió un costo adicional que no hubiera existido en el caso de un trazado menos definido y más atado a las condiciones ecológicas. Esta situación que condicionó primero la ocupación y luego la extensión urbanas hasta que los avances de la tecnología

posibilitaron su resolución, parece haber respondido a la urgencia de imponer la urbanización en el medio conquistado muchas veces hostil, con un modo de producción del hecho urbano que asignó un valor esencial a la facilidad de distribución del suelo entre los actores potenciales de su concreción minusvaluando, quizá por desconocimiento del medio, los condicionantes ecológicos. Cabe recordar en relación a esta apreciación, que la legislación en vigencia contemporánea a la fundación, contenía disposiciones precisas respecto a la calidad del sitio a elegir para la misma (Ordenanza II, Carlos V, 1523), por lo cual es posible concluir que dicha legislación constituyó un modelo teórico, que como dirá A.E.J. Morris, “aunque haya sido formulada con firmeza, no se hizo cumplir estrictamente de tal modo que los cientos de aplicaciones representaron variaciones sobre un tema fundamental, más que la mera repetición de un monótono muestrario...”(1).Y esto que precisamente fundamenta el carácter de “tipo” de lo que hemos venido denominando el modelo de urbanización adoptado, y más estrictamente aún de “prototipo” según se desprende de su naturaleza esencialmente flexible a las variaciones que caracterizó las numerosas variantes en la configuración de trazados de las diferentes ciudades, se hizo presente en este caso, en una cierta restricción en el posible ajuste entre trazado y sitio. Con respecto a la ocupación del trazado, los estudios realizados ponen de manifiesto un proceso histórico de ocupación en relación al cual las previsiones de crecimiento contenidas en el trazado fundacional resultaron más que suficientes. Prácticamente dos siglos de la historia de Córdoba tiene cabida dentro del ámbito especial provisto inicialmente en razón de la amplitud del tamaño asignado y la lenta dinámica de su proceso. Pese a ello, la intención de extensión del trazado estuvo también presente desde la fundación..

En este sentido, y observando el significado de la cuadrícula como soporte alternativo de un desarrollo extensible o de una composición unitariamente limitada, los estudios realizados permiten comprobar para el período nuestra hipótesis inicial sobre el desarrollo isótropo indefinidamente extensible como 111

resultado de la actitud intencional que utilizó la cuadrícula por sus cualidades intrínsecas de extensibilidad, considerándola el instrumento más apto para el crecimiento urbano.

En efecto, si bien la traza fundacional definitiva establecida por Suárez de Figueroa en 1577, como la previa muy similar diseñada por Cabrera, conformó un diseño unitariamente concebido sobre un ámbito espacial delimitado por una ronda, definiendo la localización de los usos representativos en el centro del espacio proyectado, la reserva de tierras para producción, sin embargo, que el fundador definió aún antes de materializar la planta urbana (las cuadras de riego), al adoptar la cuadrícula como organización básica mediante el simple procedimiento de extender la trama inicial en la dirección propuesta, convalida lo intencional de su uso como soporte posibilitante, más que neutro, de un desarrollo indefinidamente extensible.

Por otra parte, la realidad del desarrollo físico de la ciudad no se ajustó en la práctica a una composición unitariamente limitada, ya que la planta fundacional, debido a las circunstancias ya expuestas de dimensión, dinámica y conflictos entre traza y sitio, no se materializó en su totalidad hasta fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, con lo que de la “composición unitaria” propuesta inicialmente sólo tuvo vigencia real el nodo central mientras la retícula ortogonal se fue materializando en la medida en que lo demandó la actividad a localizar y también en la medida en que resultó posible superar las limitaciones y condicionantes naturales y de sitio.

Antes de tal concreción, comenzó la extensión del trazado en distintas direcciones generando nuevos asentamientos para diferentes usos fuera de la traza fundacional, manteniendo su continuidad básicamente a través de la prolongación de la red geométrica ortogonal de las calles, con lo que se repite en forma y dimensiones el esquema original que adquiere así, consagrado por la práctica connotaciones de un principio rector, simple y flexible, de ordenamiento posibilitante de una rápida y equitativa organización de funciones apta 112

tanto para los usos urbanos como para los suburbanos de carácter productivo (quintas).

En relación a las cualidades de la cuadrícula respecto de la polarización que posibilitaría, factible de ser constitutivamente dotada de polarizaciones voluntariamente localizadas o, alternativamente, receptora pasiva de polarizaciones imprevistas y espontáneas, los estudios precedentes permitieron comprobar para el período nuestra hipótesis que ambas situaciones eran teóricamente posibles y se dieron históricamente en el caso de Córdoba. Recordemos acerca de este tema que las plantas diseñadas por Cabrera y Suárez de Figueroa contenían el designio de dotar a la ciudad de un nodo polarizador voluntariamente centralizado, como ya se indicara, dado que la convergencia de la Plaza Mayor y los edificios civiles y religiosos más representativos definió una situación polar que en proceso histórico de ocupación fue convirtiéndose en un nodo “consagrado”, intencionalmente avalado por los medios y actores de la producción del hecho urbano a partir del mayor valor que la práctica social le asignó a la actividades allí localizadas. Así lo manifiesta claramente la densificación de la ocupación de las cuadras originales en el primer y segundo anillos de manzanas en torno a la Plaza, con índices que, como viéramos en II.2., se caracterizaron en todas las etapas del proceso de ocupación del período por ser muy superiores a la media del conjunto, como también por la concentración del uso comercial en el mismo entorno.

La planta fundacional acompañó su voluntad polarizadora, con una distribución asimismo intencional de usos públicos y religiosos con un cierto criterio de sectorización urbano a distancias equivalentes de la Plaza Mayor, y el desplazamiento hacia la periferia en una organización zonificada elemental, de los usos potencialmente molestos . Pero a medida que en su crecimiento la ciudad comenzó a complejizarse, se inició la aparición de otros nodos de cierta especialización como los conjuntos religiosos educativos o sanitarios, productos de compras, permutas, etc. de la

práctica social del momento, que fueron receptados sin problemas por el trazado en cuadrícula evidenciando así su flexibilidad para albergar polarizaciones espontáneas imprevistas, al mismo tiempo que su capacidad de absorción de una mayor mixtura usos que la prevista originalmente. El proceso de densificación de la ocupación del trazado fue conducido por la subdivisión parcelaria que, a medida que se requirió una mayor intensidad de ocupación, comenzó a producir parcelas de diferentes formas y dimensiones mostrando ya desde mediados del período en estudio, de manera incipiente, la multiplicidad de parcelamientos que sería capaz de absorber, posteriormente, la manzana fundacional.

Si concentramos nuestro análisis en la incidencia del trazado en cuadrícula en el desarrollo volumétrico derivado de su propio uso, considerando sus cualidades para constituir un marco obligatorio y fijo para el desenvolvimiento volumétrico uniforme regulado por la parcelación y las formas de edificación o, alternativamente, un tablero de juego no predeterminado que admitiendo múltiples parcelamientos normativos y tipológicos da lugar a una alta deshomogeneización por su indiferencia respecto a la forma final, debemos remarcar que los estudios realizados permiten concluir que ambas situaciones son posibles tal como lo estableció nuestra hipótesis de trabajo, y que su manifestación volumétrica en el caso de Córdoba para el período estudiado se corresponde no con su contraposición en el tiempo sino con su coexistencia sincrónica.

En efecto, si bien los atributos de la cuadrícula para constituir la primera situación señalada en el párrafo anterior parecen haber sido considerados al menos como aspiración en el comienzo del período analizado, según se desprende de la insistente normativa para la materialización de las cercas y algunas orientaciones en relación a la uniformidad de la edificación, sin embargo, lo que le asignó homogeneidad a su desarrollo volumétrico fue más la precariedad de la construcción y la indefinición de sus tipos urbanoarquitectónicos que la posible regulación por las formas de parcelación y de

edificación dado que, simultáneamente, la cuadrícula insinuaba ya su cualidad de flexibilidad para aceptar parcelaciones variadas producto de acciones espontáneas, de acuerdo a lo que viéramos en II.2 y II.4.3.

Hacia fines del siglo XVII, por otra parte, las modificaciones en la subdivisión parcelaria, empiezan a tornarse significativas acompañando el proceso de densificación y constituyendo la base de una nueva modalidad de ocupación caracterizada por tipos urbano-arquitectónicos definidos y diversos que en ciertas áreas produjeron una volumetría ordenada y homogénea y en otras, una situación desordenada y heterogénea. Así se construyó una imagen de conjunto estructurada en gradiente, variando desde una homogeneidad regular en el centro del trazado a una desordenada heterogeneidad en la periferia del mismo.

Finalmente, al promediar el período, desde fi¬nes del siglo XVII y comienzos del XVIII en adelante, la diversificación de la subdivisión parcelaria en formas y dimensiones, las alternativas de sus relaciones con el sistema viario y la materialización de diferentes tipos urbano-arquitectónicos, muestran claramente a más del grado de flexibilidad de la cuadrícula para adaptarse a los cambios en la parcelación y ocupación que se manifestara en parte precedentemente, su posibilidad de constituirse en un tablero de juego mínimamente condicionante del desarrollo volumétrico, acentuándose el gradiente de una conformación homogénea, y definida en el núcleo central y una conformación heterogénea en la periferia extendida ya a las áreas de las primeras expansiones del trazado. La manifestación morfológica correspondiente a la coexistencia de situaciones emergentes de atributos aparentemente contrapuestos pone en evidencia que la conformación final de la ciudad fue el resultado, no exclusivamente de la flexibilidad del trazado para aceptar la regulación de la uniformidad o la elección de múltiples alternativas parcelatorias y tipológicas sino de la interacción de esa flexibilidad esencial con la apropiación del espacio que la

113

población realiza a través de sus tipos urbano-arquitectónicos en la práctica social de la producción de la ciudad.

Con respecto al trazado viario, si bien presente en el modelo teórico desde su definición geométrica misma, se fue materializando en la práctica a medida que se realizaron las construcciones en el proceso de ocupación, y acompañando las características de éste presentó una jerarquía de uso de las vías que estuvo dada por su proximidad a la Plaza. La interrelación de las variables de uso, ocupación y densificación, y su variación en el tiempo produjo, en consecuencia, cambios en la jerarquía del sistema vial según su localización, estructurando la red en el espacio, red que alcanzó una acabada definición recién en la última etapa del período. Esta situación permite inferir que su funcionamiento como soporte de la organización de las relaciones e interacciones previstas e imprevistas se adecuó paulatinamente a los simples requerimientos funcionales y dimensionales del momento, al punto que fue posible en los inicios de la ocupación modificar el ancho de una de las calles previstas y de las manzanas correspondientes, como se indicara en II.2 y II.4.3., sin mayores problemas.

Sintetizando lo expuesto, puede indicarse que la disposición de las calles y manzanamiento en la matriz de origen ortogonal, la parcelación predominantemente con frente a las calles y la localización de la Plaza Mayor y funciones representativas en un núcleo central constituyen las invariantes que definen y materializan la estructura del sistema urbano. La organización y disposición de estos elementos en el espacio y las interacciones formales y funcionales que se generan entre ellos establecen las condiciones básicas para el posible juego predeterminado o espontáneo de localizaciones alternativas de usos y actividades, de polarizaciones funcionales y de significado, de asentamiento y sustitución de tipología urbano-arquitectónica que caracterizan el proceso de ocupación del trazado inicial y su primera expansión.

Por la indiferencia en términos geométricos que supone la trama original 114

como soporte simple y flexible a la vez, la localización de la función urbana y su correspondiente tipo arquitectónico queda definida por su posición en relación a la calle, por un lado, y al centro de poder y significación constituido por la Plaza por el otro. En ese contexto se inscribe el significado particular que adquieren las esquinas para la localización de iglesias y comercios en el entorno de la Plaza y la aparición posterior de las plazoletas que caracterizaron situaciones urbanas diferenciadas dentro de la trama.

La trama resultante del trazado en cuadrícula permitió, en síntesis, reelaboraciones alternativas de los tipo urbano-arquitectónicos de la práctica social de la época; su sistema formal regulado por leyes geométricas simples se adaptó adecuadamente a los cambios y al crecimiento en intensidad de usos, a la vez que creó ciertas condiciones de forma y ordenamiento del asentamiento urbano de conjunto admitiendo, sin embargo, el juego espontáneo que dio lugar a la coexistencia de áreas de conformación homogéneas y heterogéneas. Finalmente se transformó en la práctica, en el principio que consagrado por su mayor facilidad y rapidez, voluntariamente repetido, permitió la subdivisión y organización de diferentes usos en las ampliaciones de la planta urbana.

NOTAS

(1) MORRIS (A.E.J.), Historia de la forma urbana. Barcelona, Ed. G. Gili,

1984. Morris agrega con respecto a este tema que, según Reps, hacia 1526 el Consejo de Indias había elaborado una especie de prototipo de plano de ciudad.

115

116

ANEXOS

CUADRO CRONOLÓGICO DEL MARCO GENERAL HISTÓRICO DEL PERÍODO

PERIODIZACIÓN

ASPECTOS SOCIALES

ASPECTOS ECONÓMICOS

ASPECTOS INSTITUCIONALES

Antes de 1573

Población indígena muy escasa en la zona de Córdoba. De los 11 millones de habitantes para la América Prehispánica se calcula que 1.500.000 corresponden a lo que fue luego el Virreinato del Río de la Plata, con una extensión de más de 4.700.000 km2. De este territorio las zonas más pobladas fueron Paraguay y el Alto Perú, por lo que se estima que la población correspondiente a la actual Argentina, con sus 2.800.000 km2 (sin sector antártico) era de 330.000 indígenas solamente. Estos 330.000 indígenas se dividían en 20 grupos étnicos, con rasgos físicos y culturales diferentes. En Córdoba existían fundamentalmente dos: los comechingones y los sanavirones, últimas ramas de la cultura incaica, grupos dispersos que vivían en las zonas altas en cuevas o en viviendas precarias.

Agricultura rudimentaria, en especial maíz. Recolectores de frutas naturales. Explotación del “ganado” existente, formado por camélidos (llamas, guanacos) del que utilizaban carne, lana y cuero.

Pequeñas comunidades familiares dispersas en el territorio.

118

GRÁFICOS

HITOS ARQUITECTÓNICOS URBANISTICOS Y DE INFRAESTRUCTURA DE LA CIUDAD

Salvo las cuevas con pictografías en el norte de la provincia (Cerro Colorado, Ongamira, etc.) no han quedado testimonios relevantes.

1573-1600

1582. Estimación 40 vecinos y 6.000 indios (Relación Pedro de Narváez). 1594. Prohíbese castigar a indios encomenderos.

Primer periodo de gran desarrollo económico que abarca desde su fundación hasta fines del siglo XVI. Dicho florecimiento es producto de su situación geográfica privilegiada como paso obligado hacia el Perú, Chile y el puerto de Buenos Aires. La principal actividad comercial era el tráfico de mulas para las minas de plata de Potosí. El gran desarrollo económico alcanzado en este período es fruto de la acumulación de valores metálicos brindado por el comercio.

1573. Fundación. Construcción del fuerte. 1574. Resuélvase su traslado al margen derecho del río. 1575. Asentamiento de los franciscanos en la localización definitiva. 1577. Nueva traza de la ciudad por Suárez Figueroa. 1590. Llegada de los jesuitas. 1599. Los jesuitas establecen su residencia y la escuela de letras.

1581. Comienza a edificarse la Iglesia Mayor. 1588. Comienza la construcción del Cabildo. 1592. Ensanche de la calle Santo Domingo.

1601-1624

En el siglo XVII, la población de origen europeo aumenta considerablemente por aportes inmigratorios españoles y crecimiento vegetativo de los criollos. Disminuye la ya escasa población indígena igual que en el resto del continente, aunque no obstante ellos constituía el 75% de la población total. Se acentúa el mestizaje. Llegan los primeros esclavos negros. 1607. Estimación poblacional de Alonso de Rivera: 60 vecinos y 4.113 indios. 1620. Estimación de más de 1.100 habitantes (superior a la de Buenos Aires). 1621. Peste

1622. Instalación de la Aduana Seca.

1601. Asentamiento de los mercedarios. 1604. Instalación de los dominicos. 1607. Se fijan patentes a las pulperías e impuestos al vino. 1610. Registro de tiendas. 1622. El Colegio Máximo es elevado a Universidad Pontificia y Real.

1602. Se techa la Iglesia Mayor. 1604. Apertura de mesones y posadas. 1608. Noviciado jesuita. 1610. Colegio Máximo. 1613. Seminario Jesuita (Convictorio de San Javier). 1616-25. Obras de alcantarillado, tomas, compuertas en las acequias y la Cañada.

119

1625-1650

1629. Estimación Felipe de Albornoz, 200 casas entre vecinos y moradores y “las demás unas con otras no pasan de cincuenta”.

1650-1675

1658. Estimación de Acarette: 500 a 600 familias y tres veces más de esclavos. 1659. Se introducen indios pampa para el trabajo. 1671. Peste.

1675-1700

1690. Como consecuencia de los cambios económicos producidos, parte de la población activa emigra a Buenos Aires y Cuyo en busca de nueva fuentes de trabajo. Si a esta situación agregamos los problemas de pestes originados en las malas situaciones higiénicas del hábitat es fácil deducir que todos estos factores se reflejaron inmediata-

120

Reversión de la situación económica en el periodo que va desde el siglo XVII a mediados del siglo XVIII. Se da aquí la retracción económica motivada por la crisis española en el mercado internacional, siendo un factor principal pero no el único, la disminución de la plata altoperuana; situación ésta que afectó el desarrollo económico cordobés que se basaba justamente en el comercio de ganado mular para el trabajo en las minas de plata. Además el sistema tributario hasta el siglo XVIII se basaba directamente en la actividad comercial, su disminución resintió las financieras locales, y en consecuencia el funcionamiento de ciertas actividades urbanas y el nivel ocupacional de la población, llegando incluso a la desaparición de valores metálicos de la plata.

1627. Fundación de las Carmelitas.

1690. Traslado de la Aduana Seca a Salta. Esta medida y el problema del contrabando del puerto de Buenos Aires por el Atlántico agudizan la crisis económica cordobesa.

1687. Fundación del Colegio Monserrat. 1699. Se traslada de Santiago del Estero a Córdoba el asiento de la Catedral. 1700. Traslado del Seminario de Nuestra Señora de Loreto desde Santiago del Estero a Córdoba.

1628. Obras en la Cañada y la acequia. 1632. Ídem. Obra Molino. 1639. Inundación de la Cañada. 1639. Destrucción de Santo Domingo. 1644-45. Inundaciones. 1647. Obras en La Toma de la acequia. 1654. Ensanche del Tajamar de La Lagunilla. 1656. Reparaciones en el Hospital. 1667. Obras de regulación de las aguas. Inundación de la Cañada. 1671. Inundación de la Cañada. 1671. Construcción muro de defensa del río (calicanto).

1677. Se derrumba el techo de la Iglesia Mayor. 1680. Reconstrucción de la Iglesia Mayor. 1687. Ampliación del Hospital. 1697. Reedificación del Hospital.

mente en la ciudad, que a principios del siglo XVIII sufre un proceso de despoblación y de empobrecimiento. 1700-1725

1701. Epidemia. 1717. Epidemia de viruela. 1718. Epidemia general.

1725-1750

1750-1775

1760. Informe del Cabildo cordobés: estimación de población “500 familias y un número crecido de criados y esclavos”.

1701. Prohibición de la exportación de trigo. 1705. Colecta para obras públicas. 1715. Impuesto a la grasa. 1715. Reglamentación de vaquerías. 1716. Escases de ganado para abasto.

1707. Córdoba pasa a ser Capital de la gobernación.

1709. Se reanuda la reconstrucción de la Catedral. 1713. Casa del Obispo Mercadillo. 1724. Obras de reparación de calles.

Crecimiento de la ciudad lento por la situación económica imperante; como imagen del mismo, podemos decir que aún quedaban muchas manzanas del trazado original sin ocupar y lotes dentro de cada manzana, sin edificar.

1740. El Noviciado pasa a la Universidad.

1737. Se abandona el Hospital Santa Eulalia. 1738. Capilla del Pilar. 1739. Terminación de la bóveda de la Catedral.

Como indicador del deterior económico, la calidad de la construcción disminuye (casas de barro con techos de paja de una sola planta, en medio de construcciones religiosas de mejor factura) son los conformantes del paisaje urbano. A partir de 1750 y hasta 1813 comienza un periodo de recuperación económica local con estabilización de precios, aumento de intercambio, disminución de los costos de fletes,

1761. Fundación del Hospital San Roque por Salguero. 1764. 1ra. Imprenta en el territorio (Colegio Monserrat). 1766. Primer libro editado en Córdoba. 1768. Fundación Hermanos de la Caridad en la Iglesia del Pilar. 1775. Instálese en el Pilar una enfermería para mujeres.

1750. Construcción nueva cárcel. 1753. Terminación nueva Iglesia de las Teresas. 1755. Obras en la Cañada. 1760. Iglesia San Roque. 1761. Hospital San Roque. 1770. Terminación convento de las Teresas.

121

1775-1800

122

1785. Marqués de Sobremonte. Censo: 8.000 habitantes. 1795. Torres Revello. Estimación 8.000 habitantes.

menor presión tributaria como consecuencia de la liberalización del comercio. Motivado todo esto por un cambio en la política de España hacia sus colonias y la reactivación de las minas de plata del Alto Perú. En otro orden de cosas, la disminución de epidemias, mejoramiento de las condiciones sanitarias, disponibilidad de alimentos, etc., inciden en el desarrollo urbano. No obstante ello, el aumento de población se operará entre 1778-1813. Con la creación del Virreinato del Rio de la Plata en 1776 y la instalación de la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán (ordenanza de Intendencia de 1782 dictada por Carlos III), el 5 de agosto de 1783, se fortalecerá a la ciudad como centro administrativo y nudo comercial. Todas estas circunstancias, tanto las bonanzas económicas como las mejoras institucionales-administrativas y las ambientales traen aparejado un proceso de desarrollo de la ciudad con un aumento de población y una mejora en la calidad constructiva de la edificación, todos clara manifestación del proceso de cambio que se inicia en aquel momento.

1776. Creación del Virreinato del Rio de la Plata. 1778. Fundación del Colegio de las huérfanas durante el Obispado del Fray J. de San Alberto (primer colegio de mujeres). 1783. Creación de la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán. 1784. Consagración de la Catedral. 1785. La ciudad es dividida en seis cuarteles a barrios con sus respectivos alcaldes. 1786. El Gobierno abre una escuela gratuita. 1791. Creación Cátedra de Leyes. 1795. La Universidad es facultada para otorgar grados.

1800-1815

1801. Moscoso: estimación poblacional 11.500 habitantes. 1815. Censo Gob. José J. Díaz: 9.496 habitantes.

Bibliografía

FLORIA, C y GARCIA BELSUNCE, C. Historia de los argentinos, Tomo I. LUQUE COLOMBRES, Carlos. Para una historia de Córdoba. TERZAGA, A. Geografía de Córdoba. BISCHOFF, Efraín. Historia de Córdoba.

1804. Disposiciones sobre higiene en el matadero. 1806. Córdoba, Capital interina del Virreinato por invasiones inglesas. 1809. Colecta popular para la guerra de España contra Napoleón.

FERRER, Aldo. Economía argentina. FLORIA, C y GARCIA BELSUNCE, C. Historia de los argentinos, Tomo I. TERZAGA, A. Geografía de Córdoba.

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1801. Traslado al Hospital San Roque de la Enfermería de Mujeres. 1805. Paseo Sobremonte adornado con sauces y un obelisco. 1806. Instalación de una “cenador” en el lago del Paseo. FLORIA, C y GARCIA BELSUNCE, C. Historia de los argentinos, Tomo I. LUQUE COLOMBRES, Carlos. Para una historia de Córdoba.

TERZAGA, A. Geografía de Córdoba.

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