La Crisis de Valores en Nicaragua

 

La crisis de valores en Nicaragua - NUEVA GENERACION

La crisis económica, política y social que se ha suscitado en nuestro país, considero es consecuencia de una escasez relativa a los principios de la moral. Es nefasto saber que la corrupción reina en Nicaragua, pero es más triste la correspondenci correspondenciaa ante ello por parte de los nicaragüenses: una cierta indiferencia, dejar hacer, dejar pasar, no hacer nada y dar por bueno todo. Pareciera que hemos perdido toda noción de lo que significa una sociedad activa, participativa. Sin embargo, estamos peor aún, porque desconocemos los valores, los derechos de los demás; estamos sumergidos en el abstencionismo y esta indiferencia necesita abocarse a la consideración del problema ético, donde se encuentra, a mi juicio, la crisis que nos agobia. Hemos desatendido los valores. Estamos enfrascados en la intolerancia, en el actuar sin raciocinio, sin meditación. En nuestro país, donde existe un alto índice de desempleo, ante una realidad socioeconómica que niega accesos a los servicios  básicos a un alto porcentaje de nuestro puebl pueblo o y frente a una situ situación ación que impide a miles de niños y niñas acceder a la Educación Primaria y a miles de bachilleres no ingresar a la universidad; necesitamos conversar, debatir, discutir estos problemas con una actitud que descanse en un plano ético y así tener una verdadera transformación, la que hemos necesitado desde hace mucho tiempo y que aún no se ha realizado. En distintos ámbitos, se habla de una crisis cr isis de valores en la sociedad nicaragüense, nicar agüense, y mi propósito no es decir lo ya sabido, sino ahondar en el significado y los perjuicios que nos depara esta realidad nacional. Un ejemplo patente de la crisis ética son las actitudes que presentan algunos políticos, huérfanos de valores y regidos únicamente por la ambición, poder y lucro. No obstante, en nuestro tiempo la crisis que nos agobia coquetea a nosotros los jóvenes y, por desgracia, ha logrado agradarnos. Así que no sólo debemos enfrentarnos a políticos carentes de valores, la mayoría, sino que es obligación de la sociedad rescatar los valores perdidos en la  juventud nicaragüense, nicaragüense, por que a corto o largo plazo tendremos tendremos graves consecuencias. En correspondencia a esta crisis que corroe el tejido social, últimamente ha adquirido intensidad la pedagogía ética, a fin de contrarrestar las consecuencias de la misma, y así defender y construir los valores éticos, morales, cívicos y humanos que garanticen el desarrollo de nuestra sociedad. Sin embargo, no busca desarrollar valores, sino implantar en la mente de los niños, niñas y jóvenes una

 

especie de “reglas interiores” que se caracterizan por acreditarles sentido y necesidad de independencia, una autonomía absoluta, que no ayuda en lo absoluto. La juventud está siendo negativamente influenciada influenciada por la realidad nacional, por una “sociedad educadora” en la que se evade la responsabilidad de practicar la dignidad, tolerancia, t olerancia, libertad, responsabilidad, justicia, solidaridad, honestidad, generosidad, espíritu de trabajo, etcétera.

Pienso que la solución a esta crisis viene por la vía de la transformación individual de cada persona. Existen muchos recursos que deben apoyar esa transformación del individuo para que sea consciente de las consecuenci c onsecuencias as morales de su actuación. Señalo, no obstante, que lamentablemente la mentablemente algunos no lo están haciendo. Tal es el caso de la televisión, con sus programas que fomentan antivalores y no dan importancia a la formación integral de los futuros ciudadanos. Mientras no se dé un cambio, pocas esperanzas habrá que el mundo cambie de rumbo. Pero no hay que desanimarse. Por el contrario, cuando surgen las crisis, cr isis, también aparecen las reacciones de hombres y mujeres que buscan darle un cambio a la vida para situarla en el marco de prácticas morales que permitan el desarrollo de las ciencias, las artes, la economía de los países y la tecnología en un escenario civilizado, donde el centro sea la persona y el respeto que merece como ser humano. Las campañas de promoción de valores morales, los ejemplos tan necesarios de los dirigentes y la educación centrada en los principios permanentes son, entre otras, iniciativas que apuntan a ver la luz al final el túnel por donde andamos. Pero es necesaria la voluntad de cambio de cada uno de nosotros para llegar a la raíz de la solución. Nuestra sociedad debe contribuir a que exista en realidad una nueva generación, con valores éticos, morales, humanos, cívicos... Ser huérfano de valores no es parte de la idiosincrasia de los nicas, podemos intervenir para que haya una verdadera transformación en Nicaragua y para ello se impone la necesidad de encontrar formas de inversión moral. Lo idóneo sería que se garantice una pedagogía pedagog ía denodada a rescatar valores y buscar otros para sustentar nuestra existencia. Esta tarea, aunque no es responsabilidad exclusiva del sistema educativo, sino de la sociedad, debe estar encabezada por él. La educación en valores, en la actualidad, a ctualidad, tiene que enfrentar los antivalores que tienen su origen el la familia y en esta sociedad. En fin, se debe promover una educación integral, que comprenda la formación en valores que no puede estar ausente, si el objetivo final es la formación de la personalidad ética.