La Ciudad y Los Perros

July 25, 2017 | Author: atomicsa | Category: N/A
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Descripción: la ciudad y los perros, trabajo practico...

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Lucía Palermo, 5º 4ta. La escuela como espacio de formación La ciudad y los perros, publicada en 1962, es la primera novela del escritor peruano Mario Vargas Llosa. En ella se narra la historia de un grupo de adolescentes que, por distintos motivos, ingresan como cadetes en el Colegio Militar Leoncio Prado donde, se supone, recibirán instrucción escolar y disciplina militar. Sin embargo, en esta institución aprenderán a convivir con una forma de vida alienante, basada en la humillación, la corrupción, la traición y la violencia, que no les permitirá desarrollarse como personas sino que, por el contrario, propiciará su progresiva deshumanización. El que debía ser un espacio de formación se convierte, así, en todo lo contrario: un ámbito de deformación personal donde los valores se encuentran subvertidos y en el cual rige la ley del más fuerte. Sólo el más fuerte o el que se adapta sobrevive. Los débiles, sucumben. La novela está basada en la propia experiencia del autor durante su paso por ese colegio, cuando era un adolescente. “(…) Los dos años que padeció en el Leoncio Prado lo estigmatizaron probablemente para siempre. Y no hay duda que contribuyeron a inculcarle una concepción de la vida que podríamos llamar darwiniana.” 1 A los 14 años, su padre lo envió al Colegio Militar Leoncio Prado, en el Callao, un internado donde cursó el 3º y el 4º año de educación secundaria, entre 1950 y 1951. Allí soportó una férrea disciplina militar, y, según su testimonio, fue la época en la que leyó y escribió «como no lo había hecho nunca antes», consolidando así su precoz vocación de escritor. Al momento de escribir la novela, Vargas Llosa se había mudado a Francia creyendo que iba a obtener una beca para estudiar ahí; sin embargo, llegado a París se enteró que su solicitud había sido denegada. A pesar del inesperado anuncio, que lo dejaba en un estado financiero desfavorable, decidió quedarse en París, donde comenzó a escribir de forma prolífica. Allí terminó La ciudad y los perros y, a través del hispanista Claude Couffon, entró en contacto con Carlos Barral, director de la editorial Seix Barral, quien accedió a publicar la obra, que ya había sido rechazada por múltiples editoriales españolas y latinoamericanas. Comenzó a escribir la novela en el otoño de 1958 en Madrid (se encontraba allí debido a que había ganado la beca Javier Prado para seguir cursos de posgrado en la ciudad) y la terminó en el invierno de 1961, en una buhardilla de París.

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Harss, Luis, Los nuestros. Buenos aires, Sudamericana, 1981. Pág. 422.

Lucía Palermo, 5º 4ta. El proceso de escritura y reescritura de esta obra fue muy agobiante. Vargas Llosa lo confesó a Abelardo Oquendo en una carta que le escribió a principios de 1959: En la novela avanzo y me retuerzo. Me cuesta mucho trabajo… Me paso horas enteras corrigiendo una página o tratando de cerrar un diálogo y de pronto me lanzo a escribir sin parar una docena de páginas. No tengo la menor idea acerca de cómo está saliendo, pero me siento embriagado. Escribir es lo único realmente apasionante que existe.

Pese a que ha transcurrido más de medio siglo desde su publicación, los temas que se abordan en esta novela no han perdido actualidad: las nociones de autoridad, lealtad, respeto por las diferencias, integridad y confianza siguen siendo centrales a la hora de pensar en la formación que una institución educativa debe brindar. Se entiende por formación el proceso no sólo de culturización e instrucción académica sino también el cultivo de principios que promuevan una mejor, más agradable y liviana convivencia en sociedad, tales como el respeto al otro, la honestidad, la solidaridad, etc. Además, es importante que se fomente en los espacios educativos el interés y la curiosidad, el deseo de seguir aprendiendo y autoformándose en los aspectos mencionados (“formal” y moral). En la novela, el tipo de formación que buscan las familias que inscriben a sus hijos en el Colegio Leoncio Prado, se evidencia en los dichos del padre de Arana, al comunicarles a su hijo y a su esposa su decisión: “Tres años de vida militar te harán otro. Los militares saben hacer sus cosas. Te templarán el cuerpo y el espíritu”2 Es claro que deja de lado los aspectos de formación intelectual de su hijo y se preocupa sólo por que se vuelva un hombre respetable en la sociedad, que se gane “su lugar” de un modo “varonil”. El padre, entonces, no dio lugar a la reflexión sobre cuáles eran los valores que quería que su hijo desarrollara y los que, por lo tanto, estaba suprimiendo o dejando de lado. Incluso una vez que el Esclavo ha sufrido el supuesto “accidente”, su padre no se muestra arrepentido de haberlo enviado a ese colegio que lo convertiría en un hombre de bien: “Eso es lo que yo quería, que fuera más varonil, que tuviera más personalidad. (…) Yo he hecho todo pensando en su futuro (…) Lo metí aquí para hacer de él un ser fuerte, un hombre de provecho.”3 2 3

Vargas Llosa, Mario, La ciudad y los perros. Buenos Aires, Alfaguara, 2008. Pág. 208 Ibid., pág. 204.

Lucía Palermo, 5º 4ta. Sin embargo apenas un nuevo alumno ingresa, se inicia la deformación: los “perros”, es decir, los cadetes de primer año, sufrirán todo tipo de vejámenes a manos de los cadetes de años superiores, a modo de bautizo: “Los perros estuvieron en manos de los de cuarto desde el almuerzo hasta la comida. (…) El Esclavo no recuerda a qué sección fue llevado ni por quién (….) — Cante cien veces “soy un perro” con ritmo de corrido mexicano (…) — No quiere –dijo la voz–- El perro no quiere cantar. Y entonces, los rostros abrieron las bocas y escupieron sobre él, no una, sino muchas veces, hasta que tuvo que cerrar los ojos (…) — ¿Usted es un perro o un ser humano? –preguntó la voz. — Un perro, mi cadete.”4 A los perros se les roba, se los golpea, se les da órdenes y de esa manera aprenden que hay que atacar para no ser atacado. El poder se establece así en la asimétrica relación opresor-oprimido. Tal concentración de poder y violencia se condensa en Ricardo Arana, el Esclavo: —Te trata como un esclavo –dice Alberto– Todos te tratan como a un esclavo, qué caray. ¿Por qué tienes tanto miedo?5 El cadete-perro debe aprender el código que el grupo impone a los subordinados. Implica saber que el dominio del otro es la base de la propia supervivencia. Así lo explica Alberto: “(…) O comes o te comen, no hay más remedio. A mí no me gusta que me coman. (…) —Pero tú no peleas mucho –dice el Esclavo–. Y sin embargo no te friegan. — Yo me hago el loco, quiero decir el pendejo. Eso también sirve, para que no te dominen. Si no te defiendes con uñas y dientes, ahí mismo se te montan encima.”6 Otro aspecto importante en el proceso de deformación que se da en el Colegio, es la corrupción. Un ejemplo, entre los Cadetes, son las actividades del Círculo, liderado por El Jaguar; actividades que Alberto termina delatando: “— ¿Qué es eso del Círculo? –dijo Gamboa.

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Ibid., págs. 52-54. Ibid., pág. 27 6 Ibid., págs. 27-28 5

Lucía Palermo, 5º 4ta. — Son cuatro cadetes de la Sección, mi Teniente. Mejor dicho tres, porque Cava ya salió. Roban exámenes, uniformes y los venden. Hacen negocio. Y todo lo venden más caro, los cigarrillos, el licor.”7 Pero la corrupción se da también a nivel de las autoridades. El ejemplo más notorio es la actitud que adoptan ante la muerte del Esclavo: no les interesa en absoluto esclarecer la verdad, por el contrario: desean ocultar el asunto, para que la imagen de la institución no se vea afectada. Insisten en explicar el hecho como un accidente, a pesar de la denuncia de Alberto Fernández, quien culpa por la muerte al Jaguar. Por su empeño en investigar esa denuncia, el Teniente Gamboa será castigado con un pase a un destino desfavorable, en la Puna. En cuanto al Poeta, el Coronel lo presiona y lo chantajea para disuadirlo, pues tiene en su poder las novelas pornográficas que solía escribir y vender. Cuando Alberto se retira de su despacho, vencido, el Coronel le recomienda: “(…) Regrese a su cuadra y pórtese como es debido. Sea un verdadero cadete leonciopradino, disciplinado y responsable. (…)”8 En esa frase resume su ideal en cuanto a la formación de los cadetes: obedientes de la autoridad, aunque éste sea corrupta e implique ir contra las propias convicciones. La novela de Vargas Llosa se erige en crítica de un sistema educativo que bajo el aparente objetivo de brindar una formación no solo académica sino también militar, en realidad deforma, pues logra como resultado personas individualistas, violentas y corruptas. La escuela actual está lejos de ese modelo deformador que presenta Vargas Llosa: los alumnos son considerados seres pensantes y no recipientes vacíos que hay que llenar de contenidos; se respetan sus derechos, se los escucha y se intenta generar en ellos un interés por la reflexión y la creación de una sociedad sensible y reflexiva. Sin embargo, aun queda camino por recorrer. La discriminación y la violencia que se ven a diario en distintos escenarios sociales encuentran su lugar también en la escuela y son todavía desafíos a superar. Es necesario reflexionar y realizar cambios para lograr la escuela a la que aspira una sociedad democrática: una escuela que sea lugar de formación de personas con mentalidad crítica; que ofrezca un espacio de enseñanza-aprendizaje equitativo, 7 8

Ibid., págs. 273-274 Ibid., pág. 321

Lucía Palermo, 5º 4ta. inclusivo, participativo, solidario, facilitador de la diversidad, en el cual la comunicación prevalezca sobre la violencia y donde cada uno tenga la oportunidad de desarrollar sus potencialidades; debemos alejarnos del modelo deformador que se expone en los métodos de enseñanza que se llevan a cabo en el Colegio Leoncio Prado, en el que la preocupación por uno mismo y su propio mérito, el desprecio hacia los demás por ser éstos inferiores pero competencia a la vez, crea un ambiente social de agresividad, odio y desconfianza que sólo puede ser sostenido por una vida infeliz e intranquila y que sólo puede tener como consecuencia la desvalorización moral y el caos.

Lucía Palermo, 5º 4ta. Bibliografía 

Harss, Luis, Los nuestros. Buenos aires, Sudamericana, 1981.



Vargas Llosa, Mario, La ciudad y los perros. Buenos Aires, Alfaguara, 2008.

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