La Cancha Peronista- Futbol y Politica

April 17, 2018 | Author: Karen Dubilet | Category: Buenos Aires, Association Football, Society, Sports, Politics
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Texto de Raanan rein editado por la Unsam. Analisis de la relacion entre el gobierno de Juan Domingo Peron y el deporte....

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RAANAN REIN

CIENCIAS SOCIALES

La cancha peronista Fútbol y política (1946-1955)

9

INTRODUCCIÓN

Raanan Rein PARTE 1

19 21

Raanan Rein

Uso y abuso del deporte en la década peronista 

CAPÍTULO 2

 Mundo Deportivo: la mirada peronista del

Claudio Panella 

deporte argentino

47

CAPÍTULO 3

La huelga de jugadores de 1948

65

Evolución de la masa societaria en los clubes del fútbol argentino (1940-1960)

81

PARTE 2

97

CAPÍTULO 1

 Julio Frydenberg y Daniel Sazbon

CAPÍTULO 4  Mariano Gruschetsky  y Julio Frydenberg 

CAPÍTULO 5 Lucie Hémeury 

CAPÍTULO 6  Mariano Gruschetsky 

CAPÍTULO 7 Claudio Panella 

CAPÍTULO 8  Jorge Troisi Melean

CAPÍTULO 9 Rodrigo Daskal 

CAPÍTULO 10  Jorge Luis Bernetti 

“¡Politiqueros, no! Sanlorencistas, sí!”. El Club Atlético San Lorenzo de Almagro en la era peronista 

99

Don “Pepe” y Perón, ¿un solo corazón? El Club Atlético Vélez Sarsfield durante el primer peronismo

119

Gimnasia y Esgrima La Plata: simpatías peronistas en una ciudad “contrera ”

137

Solo contra todos: Estudiantes de La Plata frente al peronismo

153

 Todos unidos triunfaremos: River Plate y el peronismo

167

El Cilindro de Avellaneda: el estadio más peronista

183

CAPÍTULO 11  Alex Galarza 

CAPÍTULO 12 Raanan Rein

CAPÍTULO 13  Mariano Gruschetsky 

CAPÍTULO 14 Franco Damián Reyna 

Boca Juniors, su dimensión social y el pueblo trabajador 

193

Bohemios y justicialistas: El Club Atlético  Atlanta 

205

Fútbol y clubes en tierras socialistas: el Club Talleres de Remedios de Escalada durante el primer peronismo

221

Espectáculo deportivo, dinámica asociativa e intervención estatal en el fútbol cordobés durante los años peronistas

241

BIBLIOGRAFÍA

259

SOBRE LOS AUTORES

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INTRODUCCIÓN

 por Raanan Rein

El origen de este libro puede situarse en los encuentros que tuvimos en Buenos Aires durante el 2012 con varios investigadores que se ocupan de la historia de los principales clubes de fútbol del país. Julio Frydenberg había publicado poco antes una historia social del fútbol y yo estaba dándole los toques finales a un libro sobre la historia del porteño club Atlanta y quedé sorprendido por los procesos por los que pasó esa institución durante la década peronista (1946-1955) y su peronización, y también por las sanciones que se impusieron a sus líderes cuando el gobierno justicialista fue depuesto por la llamada Revolución Libertadora. Al consultar a nuestros jóvenes colegas sobre lo que había ocurrido en aquellos años en los clubes en los que ellos investigaban, nos topamos con un embarazoso silencio. Ninguno tenía una respuesta concreta. Todos sabían, en cambio, que Racing Club de Avellaneda gozó del apoyo del gobierno, alentado por su entonces ministro de Hacienda, Ramón Cereijo, pero ninguno podía aportar nada sobre la posibilidad de que se hubieran ejercido presiones políticas sobre los diversos clubes, o sobre posibles enfrentamientos internos entre peronistas y antiperonistas. Para quienes nos ocupamos de la historia del peronismo, fue una gran sorpresa; el peronismo es nada menos que el tema más investigado en la historia de la República Argentina y uno de los más trabajados en la historiografía de  América Latina de los siglos  XIX  y  XX . De hecho, exceptuando la revolución mexicana y la revolución cubana, es poco probable que exista otro asunto que haya sido objeto de tantos análisis. No obstante ello y a pesar del gran interés en el fenómeno y de las pasiones que despierta el fútbol en la sociedad argentina, no hay aún un trabajo exhaustivo y profundo sobre lo que ocurrió en los clubes de fútbol durante aquellos años. Menor fue la sorpresa para aquellos que investigamos sobre el fútbol en la Argentina, un campo académico poco transitado hasta tiempos recientes. 9

La cancha peronista

Claro que hubo también excepciones notables, como la obra del antropólogo Eduardo Archetti, pionero en el debate sobre género e identidad nacional en el fútbol; el sociólogo Pablo Alabarces, que analizó las formas en que los periodistas elaboraban mitos sobre la condición peculiar del fútbol criollo en comparación con el de los países europeos; el historiador Julio Frydenberg, que publicó la primera historia social del fútbol en Buenos Aires en su fase amateur , o sea desde fines del siglo  XIX  hasta comienzos de la década de 1930,  y el volumen conjunto de Ariel Scher y Héctor Palomino sobre la  AFA.1 A este estante se añadió muy recientemente un trabajo de Joel Horowitz que relata algunas partes de la historia hasta 1943, 2 pero siguen brillando por su ausencia estudios que cubran el período peronista. 3  Este volumen apunta a llenar, aunque sea de forma parcial, dicho vacío. La primera parte del presente texto incluye cuatro ensayos panorámicos que nos ofrecen el contexto necesario para entender mejor lo sucedido en los clubes de fútbol. Entre las transformaciones de la sociedad producidas por el peronismo se cuenta la redefinición de las relaciones entre el Estado y las instituciones de la sociedad civil, entre ellas las dedicadas a la práctica del deporte, en especial el fútbol, el más popular de todos. Por lo tanto, al analizar las relaciones del gobierno peronista con los clubes de fútbol, esperamos arrojar nueva luz también sobre la dinámica de sus lazos con otras entidades civiles. La década peronista se caracterizó, entre otras cosas, por “la fiesta deportiva”, es decir por el nuevo papel del Estado en el deporte, reorganizando entidades, otorgando subsidios a distintas asociaciones y clubes, organizando eventos e introduciendo en el mercado un nuevo semanario,  Mundo Deportivo.  Aun teniendo en cuenta la excepción de Agustín Justo, quien frecuentaba los partidos de fútbol y facilitaba créditos para la construcción de los dos estadios icónicos de Buenos Aires, la Bombonera y el Monumental, Perón es el presidente argentino que quedó asociado más que cualquier otro con el deporte, y se ganó los apodos de “primer deportista”, “presidente del fútbol argentino” y “primer hincha”. El 18 de noviembre de 1951 se retransmitió por primera vez un partido por televisión en directo en Argentina, una semana después de que Perón ganara su segundo período presidencial. San Lorenzo y 1 Eduardo Archetti. Masculinities: Football, Polo and Tango in Argentina . Oxford, Berg, 1999; Pablo  Alabarces. Fútbol y patria: el fútbol y las narrativas de la nación en la Argentina.   Buenos Aires, Prometeo, 2002; Julio D. Frydenberg. Historia social del fútbol: del amateurismo a la profesionalización. Buenos Aires, Siglo XXI, 2011; Ariel Scher y Héctor Palomino. Fútbol, pasión de multitudes y de elites: un estudio institucional de la Asociación de Fútbol Argentino (1934-1986) . Buenos Aires, Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración, 1988. 2 Joel Horowitz. “Football Clubs and Neighbourhoods in Buenos Aires before 1943: The Role of Political Linkages and Personal Influence”, Journal of Latin American Studies, vol. 46, 2014, pp. 557-585. 3 Ver el libro Peronismo, populismo y política. Buenos Aires, Universidad de Belgrano, 1998, donde ofrecí un estudio pionero sobre el uso y abuso del deporte en esos años.

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Introducción

River empataron 1 a 1 en el Gasómetro, y en la pantalla se pudo ver también la publicidad de  YPF , que de algún modo reflejaba la posición del régimen: “Siempre presente en las manifestaciones del deporte argentino”. Las actividades deportivas gozaron en la Argentina peronista de un apoyo  y fomento sin precedentes en la historia del país. Perón veía en la promoción del deporte un instrumento para la promoción de la integración nacional, una herramienta para enarbolar valores y conceptos identificados con el justicialismo, una vía para movilizar el apoyo de diversos sectores al partido gobernante,  y en particular, un polo de atracción para los niños y jóvenes, la futura generación del país y del movimiento. De este modo, la política gubernamental contribuyó a expandir el círculo de participantes en las actividades deportivas, aseguró logros en la arena internacional, y al mismo tiempo aumentó la popularidad del líder y del régimen entre amplios sectores de la sociedad. El fútbol llegó a la Argentina con los ingleses y se vinculaba con su pequeña colonia durante las últimas décadas del siglo  XIX . Con el cambio de siglo fue adoptado por los sectores populares porteños. Hacia fines de la segunda década del siglo, el fútbol ya era una práctica casi universal para los varones. En ese proceso, los jóvenes que se adueñaban del fútbol lo hacían fundando clubes, en un tiempo en el que la sociedad civil emergente creaba una gran  variedad de escuelas, centros laborales, establecimientos religiosos, sindicatos, sociedades recreativas y de fomento, y mutuales o cooperativas. Varias de esas asociaciones deportivas creadas en la primera década del siglo son objeto de estudio en este libro. Los clubes, como asociaciones civiles sin fines de lucro, nacieron en buena medida en torno a la práctica del fútbol pero paulatinamente se fueron transformando en espacios de sociabilidad, ejes de constitución de identidades locales fuertes, y del espectáculo. Los clubes, que estaban entre las asociaciones cívicas más grandes del país, fueron espacios de integración social y cultural para una gran variedad de grupos sociales y étnicos.  Además de incorporar otras actividades deportivas –como básquetbol, hockey, natación y atletismo– también iniciaron funciones teatrales y de cine, bailes, festivales para el entretenimiento y la instalación de bibliotecas en las sedes, lo que atraía a mujeres, niños y familias enteras del barrio. En los años 30, varios de los clubes más poderosos ya contaban con miles de socios. A partir de los años 20 y en especial en los 30 se desplegó el espectáculo futbolístico. Varios de sus elementos constitutivos preexistían al peronismo: los cambios urbanos que permitieron por ejemplo el desplazamiento interbarrial de miles de espectadores; la construcción de estadios para decenas de miles de espectadores, con sus coletazos en el despliegue de la propia ciudad; el pleno desarrollo de la prensa escrita masiva, a la cual se sumará la radio durante los años 30; la alta estima y evaluación social de los jugadores de primera división, su realidad y percepción –con fundamento en la realidad– por ser vía de 11

La cancha peronista

ascenso social y la profesionalización del fútbol en 1931; así como la cristalización de varias costumbres por parte del público, entre ellas el hábito dominguero de concurrir a la cancha y el consumo de los medios de comunicación.  A pesar de las novedades, las innovaciones y las particularidades ocurridas en el mundo del fútbol durante la década peronista, este conjunto de estudios nos sirve como una prueba adicional de que el primer peronismo representó, en muchos aspectos, una continuidad y no una ruptura en la historia política y social argentina. Tomando el deporte como una lente, notamos que en algunos aspectos el peronismo solo operó como dinamizador de ciertos procesos que estaban ya en marcha, acentuando sus mecanismos. Los lazos entre los clubes y el mundo político, por ejemplo, son anteriores al surgimiento del peronismo. Los clubes de fútbol se caracterizaban por una gran capacidad para adaptarse a circunstancias políticas cambiantes y para intentar apro vechar al máximo la coyuntura política, lo que explica también, en parte, su gran capacidad para sobrevivir durante más de un siglo. Los clubes que siempre han tenido éxito necesitaron el apoyo político de autoridades municipales, provinciales o nacionales para adquirir terrenos, construir estadios, saldar deudas e hipotecas o disminuir el déficit presupuestario. Los políticos, por su parte, sin distinción de color o ideología, siempre buscan la oportunidad de crear clientelas, movilizar apoyos y votos. Algunos ejemplos pueden ilustrar este tipo de relaciones. En 1914, Defensores de Belgrano ascendió a la primera división, venciendo en una memorable final a Burzaco por 4 a 1. El club celebró este logro con la participación de José P. Tamborini, el político radical que años después fue el candidato presidencial por la Unión Democrática que se enfrentó a Perón en las elecciones de febrero de 1946. 4 En 1930,  El Gráfico publicó un comentario sarcástico sobre Juan Gil, un jugador de Chacarita Juniors, que solía ir a trabajar regularmente, a diferencia de otros jugadores. Gil, y otros seis jugadores del mismo club, eran empleados en el Departamento Nacional de Higiene, cuyo secretario y a partir de 1930 presidente, era el político radical Tiburcio Padilla quien, treinta años más tarde, en 1962, llegó a ser ministro de Salud Pública. En su currículum figuraba también el ejercicio de la presidencia de Chacarita Juniors durante dos períodos (1927-1933, 1940-1941).5 Los Bidegain, políticos radicales, dominaron en el club San Lorenzo de  Almagro a partir de fines de los años 10. Su influencia política ayudó a desalojar a Huracán de la vecindad y así lograr la hegemonía de “los cuervos” en 4 “Historia de Defensores de Belgrano”. Disponible en: http://www.taringa.net/posts/deportes/10076959/Historia-de-Defensores-de-Belgrano.html. 5 El Gráfico,  4.1.1930, p. 19. Sobre Padilla, ver Juan Carlos Veronelli y Magalí Veronelli Correch. Los orígenes institucionales de la Salud Pública en la Argentina . Buenos Aires, Organización Panamericana de la Salud, 2004, tomo 2.

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Introducción

el barrio. Racing, por su parte, mantenía un estrecho y beneficioso lazo con el político conservador Alberto Barceló, una figura dominante en Avellaneda a lo largo de las décadas de 1920 y 1930.6 Cuando Racing inauguró su nueva sede en 1934, los invitados de honor fueron el presidente de la Nación, el gobernador de la provincia de Buenos Aires y Barceló. Los presidentes de Racing, Boca, River, San Lorenzo y Vélez Sarsfield organizaron un banquete para honrar al candidato presidencial, Roberto M. Ortiz, apoyado por Barceló. La segunda parte de este libro está dedicada a estudiar las experiencias de distintos clubes con el fútbol profesional. Cada autor analiza qué sucedió durante esos años. La peronización a medias de la mayoría de estos clubes refuerza el argumento, basado en la tesis de Pierre Bourdieu, acerca de la relativa autonomía del campo del deporte respecto del resto de los fenómenos sociales. Aquí el fútbol nos sirve como una lente adicional para repensar el peronismo y su impacto en la vida cotidiana y la cultura popular argentina, así como el funcionamiento de la sociedad civil y su relación con la esfera estatal. Nuestra tesis es que lo que sucedió en los clubes y en el mundo del fútbol no fue tan diferente del resto de los fenómenos sociales, culturales y políticos contemporáneos. El Club Atlético Vélez Sarsfield constituye un ejemplo de una institución que logró mantener una imagen apolítica, ya que bajo la dirección de José  Amalfitani (1941-1969), mantuvo una buena relación con el gobierno peronista, que le permitió obtener beneficios y préstamos de las autoridades, pero conservó cierta autonomía y distancia pública que le permitió abstenerse de la liturgia. Sin embargo, su presidente mantuvo relaciones personales con varias figuras clave, sobre todo con el ministro de Hacienda, Ramón Cereijo y le sacó provecho a la relación cercana de su cuñado, el teniente coronel Aníbal Imbert, con Perón.  A pesar de que San Lorenzo se considerase un bastión del radicalismo hasta 1945, un sector de sus miembros se adhirió al peronismo y, además, Domingo Peluffo –presidente de la  AFA  a partir de 1953– fue elegido vicepresidente del club en 1946. De esta forma, los debates y tensiones internos reflejaban la polarización de la sociedad argentina en estos momentos, con los opositores que denunciaban el supuesto intento peronista de apropiarse del club. En 1951, Luis Traverso ganó las elecciones, y el hecho de que siguiera al frente de la institución hasta 1957 reflejaba su capacidad para aprovechar las oportunidades de establecer vínculos con las autoridades justicialistas, sin que estos lazos fueran tan visibles y ostensibles como en otros clubes. 6 Pablo Fernández Irusta.  Alberto Barceló: Políticas públicas y caudillismo conservador en Avellaneda, 1909-1930.  Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica / Universidad Nacional de Quilmes, 2009; Norberto Folino. Barceló, Ruggierito y el populismo oligárquico. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1983.

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La cancha peronista

El club Talleres de Remedios de Escalada tenía una tradición socialista  y desde la etapa inicial del peronismo se caracterizó por un desencuentro con el mismo. Durante la campaña electoral de finales de 1945, Perón pidió hablar en el estadio de Talleres y el entonces presidente del club se lo negó por razones políticas. Sin embargo, a finales de 1947 el club pidió y recibió un importante préstamo del gobierno de la provincia de Buenos Aires. En 1952 se eligió como presidente a José Zenon Baldi, quien le otorgó al club la dimensión simbólica peronista. Sus medidas revelaron las diferencias políticas partidarias existentes en el seno del club. No obstante, esta etapa, caracterizada por un esfuerzo por peronizar el club duró apenas dos años y la institución volvió al camino de la unidad y a considerar al club como un “bien superior”. Estudiantes de La Plata ha sido tradicionalmente el club del fútbol más asociado con el antiperonismo. Aun cuando entre los años 1945-1951 no tuvo mayores problemas con el gobierno, en 1951 ganó las elecciones César Ferri, decano de la facultad de ingeniería en la Universidad, un ámbito afín al radicalismo. Al año siguiente, se presentaron en la sede del club los delegados de la CGT, y hallaron en el sótano dentro de sus envoltorios, los ejemplares de La razón de mi vida   de Eva Perón, que como muchas otras instituciones civiles, el club debía distribuir. Este hecho provocó una serie de protestas en contra de Estudiantes. Ferri se vio obligado a renunciar, al igual que los otros miembros de la Comisión Directiva. El club fue intervenido y su equipo fue usado políticamente en giras por la provincia de Buenos Aires.  Antes de los encuentros con equipos locales, los jugadores entregaban ejemplares de La razón de mi vida . En 1953, Estudiantes descendió a la segunda categoría y, según el mito, este descenso fue el precio que tuvo que pagar por no haber sacado del sótano el libro de Evita. Al año siguiente ascendió nue vamente a la primera división. El caso de Gimnasia y Esgrima La Plata es representativo de los clubes caracterizados por una lucha interna entre peronistas y antiperonistas. Este enfrentamiento nació precisamente en octubre de 1945. El presidente, Plácido Seara, ocupaba este cargo también en la Junta Central de la Unión Cívica Radical de la ciudad, y atribuyó su destitución del mismo a las tensiones políticas del momento: “Estoy apenado por los episodios de esta tarde. Un grupo de exaltados, al grito de ¡Viva Perón!, agravió a los miembros de la C.D. al definirse el partido. Poseo datos concretos de que fue una actitud organizada, al punto que luego de los hechos dentro del estadio rompieron mi automóvil  y más tarde se dirigieron al local social”. 7

7 El Día, 12.11.1945, p. 12

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Introducción

Después de un breve período transitorio fue electo presidente Gabriel Rodríguez, identificado con el justicialismo. La etapa peronista del club quedó sellada con la elección de su sucesor, Carlos A. Insúa, quien se había desempeñado como delegado regional de la Secretaría de Trabajo y Previsión. No sorprende, por lo tanto, que el club manifestase su pesar por el fallecimiento de Evita más allá de la mera formalidad o que al lograr el campeonato de ascenso dedicase este triunfo al presidente de la Nación. El golpe de Estado de septiembre de 1955, como era de esperar, significó también el alejamiento de Insúa de la institución después de una gestión de casi siete años. Quizá sea River Plate el club que haya formado un vínculo más estrecho con el gobierno nacional, a través de Ramón Cereijo, quien fue objeto de un homenaje a su persona en el seno del club. Este lazo con el gobierno se refle jaba en la frecuente presencia de Perón en el club, en donde se celebraron los campeonatos infantiles de fútbol, organizados por la Fundación Eva Perón. Leopoldo Bard, el primer presidente del club, ex diputado nacional y hombre de confianza de Hipólito Yrigoyen, elogiaba a menudo la obra del gobierno peronista. Por su colaboración con las autoridades justicialistas, Antonio Liberti, presidente de River Plate e hijo de inmigrantes genoveses, fue designado cónsul en la ciudad de Génova en 1952.  También en Boca Juniors el apoyo peronista tuvo un fuerte impacto. Durante la década peronista Boca construyó la tercera tribuna de su estadio, adquirió una nueva sede social y compró un terreno grande en Palermo. Todo esto se logró con préstamos del gobierno y del Banco Central. A cambio, la conducta del club y su discurso estaban impregnados de una cantidad sinfín de referencias, elogios y honores a los dirigentes justicialistas. El peronismo fomentó el deporte competitivo y el popular en distintos ramos, con la participación de niños y adultos, hombres y mujeres, tanto en el centro como en la periferia, es decir tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en las provincias y en los territorios nacionales. Por lo tanto, para no limitarnos a la mirada porteña o metropolitana, hemos incluido también el texto de Franco D. Reyna sobre los clubes de fútbol en Córdoba. 8 Parece que el caso cordobés no es tan distinto de las experiencias porteñas, ni durante el período preperonista ni en la década peronista. También en la Docta, el primer peronismo significó el crecimiento de los fondos que podía distribuir la Liga Cordobesa de Football por tandas entre los clubes profesionales para que pudieran erigir sus estadios, comprar terrenos o realizar mejoras en sus campos de juego. 8 Para un trabajo anterior de Reyna, ver Franco D. Reyna. Cuando éramos footballers: una historia sociocultural del surgimiento y difusión del fútbol en Córdoba (1900-1920).  Córdoba, Centro de Estudios Históricos, 2011. Sobre el fútbol en las provincias, ver también Jeffrey William Richey. Playing at Nation: Soccer Institutions, Racial Ideology, and National Integration in Argentina,   1912-1931. Tesis doctoral inédita, University of North Carolina at Chapel Hill, 2013.

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La cancha peronista

La década peronista con su “democratización del bienestar” y del tiempo libre y del consumo fue el período de mayor expansión del fútbol profesional. Esta se expresó en el número más alto de ventas de entradas a las canchas en la historia del fútbol argentino, cifra que sobresale también en comparación con estadísticas posteriores. Sin embargo, la creciente popularidad de este deporte se notó en forma clara en el cine, otra pasión de los argentinos. Entre los éxitos de taquilla en los años de gobierno justicialista se puede mencionar Pelota de trapo (Leopoldo Torres Ríos, 1948) que glorificaba a los pibes y los potreros como representantes de lo mejor que tenía para ofrecer el país. En la película, un grupo de jóvenes funda en uno de los barrios de la Capital el club Sacachispas. En el film se destaca el sueño de estos chicos de tener una pelota de cuero y de convertirse en los próximos “cracks ”. La imagen de un niño que sostiene una pelota en un afiche publicitario de los Campeonatos Infantiles Evita fue tomada de una escena de Pelota de trapo. Esta fue una de varias películas de la era peronista que reforzaron, según Pablo Alabarces, el mito de la creación de una Nueva Argentina, con una argentinidad basada en la gente humilde y criolla. 9  En su tesis doctoral, Rwany Sibaja analiza distintas películas de fútbol de aquellos años. 10 Con los mismos colores (Carlos Torres Ríos, 1949) también reflejaba este lazo entre la identidad nacional y los barrios pobres de la ciudad. En ambos casos, el fútbol era la salvación para los pibes, un canal para asegurarse un futuro mejor para ellos y sus familias. El mensaje acerca de la posibilidad de movilidad social a través del deporte se acentuaba con la participación de varios  jugadores célebres en la película, como Mario Boyé, Alfredo Di Stéfano y Norberto Méndez.  Escuela de campeones (Ralph Pappier, 1950) no ignoraba las raíces británicas del fútbol argentino; en cambio, intentaba apropiarse de la historia del escocés Alexander Watson Hutton y lo incluía en el nacimiento del fútbol criollo.  El hincha (Manuel Romero, 1951) fue un homenaje a la hinchada de la clase trabajadora y a la vida cotidiana en Buenos Aires. Con guión escrito por Enrique Santos Discépolo, quien se identificaba abiertamente con el peronismo, la película igualaba las pasiones por el fútbol con las del tango. El deporte era descrito como un medio para expresar tanto amor como rabia ante la injusticia social. La lealtad a un club era el mejor ejemplo de la devoción  y el sacrificio de una persona. En  El cura Lorenzo (Augusto César Vatteone, 1954) el protagonista utilizaba el fútbol para enseñar a los niños los valores que serían provechosos para ellos individualmente y para la Nación. 9 Alabarces. Fútbol y patria, op. cit. , pp. 73-74. 10 Rwany Sibaja. Animales! Civility, Modernity, and Constructions of Identity in Argentine Soccer, 19551970. Tesis doctoral inédita, George Mason University, 2013.

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Introducción

Finalmente,  El hijo del crack (Leopoldo Torre Nilsson y Leopoldo Torres Ríos, 1953). Aquí el protagonista, un jugador profesional de fútbol llamado Héctor “Balazo” López, había sido abandonado por su mujer y se encontraba en una situación económica deplorable. La cinta plasmaba una visión conservadora de los roles de género, con énfasis en los valores tradicionales de la familia y el honor, junto a cierto desdén hacia las elites egoístas de clase alta, a las que pertenecía justamente la esposa de “Balazo”. Los López volvían a convivir, sin que la esposa supiese nada sobre la enfermedad que aquejaba a su marido. Con sus seres queridos presentes en la cancha, “Balazo” jugaba poniendo cuerpo y alma para las dos cosas más importantes que tenía en su  vida: su familia y su equipo de fútbol. Logró convertir un tanto en la final y poco después murió. La historiadora del cine Clara Kriger sostiene: Para comprender el proceso de intervención del estado en la actividad cinematográfica y sus consecuencias, es importante dejar de pensarlo como un fenómeno de dominación o unidireccional. Resulta más productivo entenderlo como un proceso que fue construyéndose entre las partes interesadas, siempre teniendo en cuenta que las relaciones de poder entre ellas, aunque dinámicas, eran básicamente asimétricas. Si se piensa de esa manera, se podrán entender las consecuencias de la intervención del estado en el ámbito cinematográfico como el resultado de negociaciones que implican acuerdos, resistencias y sometimientos. 11

 Aquí parece que el fútbol y las películas vuelven a encontrarse. Las experiencias de los clubes apuntan precisamente en esta dirección y pintan un cuadro más complejo y matizado de lo que se suele pensar.

11 Clara Kriger. Cine y peronismo: el estado en escena. Buenos Aires, Siglo XXI, 2009, pp. 18–19.

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