La Bicicleta Verde Limon

July 27, 2017 | Author: Roberto Martinez Corcho | Category: Leisure
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LA BICICLETA VERDE LIMÓN

Algo que la elefanta Romina sabia hacer muy bien era bailar. Movía sus caderas al ritmo de la salsa; levantaba su trompa al compas de la cumbia. Bailaba tres veces al día: en las mañanas soleadas, por la tarde y durante las noches estrelladas. Romina bailaba sola en su casa, ya que todavía no había encontrado un perfecto compañero de baile. Un día intento bailar con s amigo el tigre, pero éste no hizo más que pisarle las patas. Otro día trato de bailar con su amigo el rinoceronte, pero este la golpeo con su cuerno haciéndola caer al suelo y a los pocos minutos un gigantesco chichón rojo apareció en su trompa. Al mirarse en el espejo, se dio cuenta que se veía horrenda con su trompa hinchada y espantosa. Entonces permaneció en cama y no salió de su casa hasta la desaparición del horroroso chichón. Nunca más bailó ni con su amigo el tigre ni con el rinoceronte. Una mañana, Romina escucho por la radio la noticia sobre el primer concurso de baile para animales. Se emocionó, saltó de alegría y prendió su equipo de música. Bailó, bailó y bailó imaginándose que participaba y se convertía e la ganadora del concurso. Jamás había participado en uno y deseaba ganar para convertirse en la mejor bailarina entre todos los animales. Practico su baile durante muchos días y noches.

Por fin llego el gran día. Romina escogió su prenda más elegante. Quería lucir bella y hermosa. Se vistió con un vestido de seda brillante color morado, estampado con flores rosadas. Caminó entusiasmada y muy coqueta hacia el lugar donde anunciaban a los concursantes. Esperó con paciencia a que dijeran su nombre. En pocos instantes el Sapo, presentador del concurso, anunció: “¡Señores y señoras animales, reciban con fuerte aplauso a Romina, la elefanta!”. Romina comenzó a bailar al ritmo de la salsa. Sus caderas se meneaban de lado a lado, sus patas de adelante hacia atrás, su cola de arriba hacia abajo y su trompa de izquierda a derecha. Los animales impresionados por el buen ritmo de Romina también decidieron bailar desde sus asientos. Terminó el baile y entre aplausos y gritos de viva, la elefanta se retiró triunfante para mirar a los demás participantes. Luego, el Sapo anuncio el turno de la Jirafa a quien el público recibió con calurosos aplausos. La Jirafa asustada de ver que tantos animales la miraban curiosos, empezó a temblar de los nervios. Comenzó la música y la pobre no hizo más que girar su largo cuello a gran velocidad, sin ritmo ni coordinación. Giró y giró a más no poder. La Jirafa termino en el suelo rendida y acalorada con sus cuatro patas completamente estiradas y separadas una de otra. Finalizó el baile, que de baile no tuvo nada. Pocos aplausos y muchas carcajadas la acompañaron a su asiento.

Por último, llegó el turno de la Cebra. Al ritmo de la música empezó a zapatear ruidosamente con sus duros cascos. El público la acompañó con las palmas. Alegre y sonriente se tambaleaba de lado a lado sin dejar de zapatear. Terminó el baile con éxito seguido de muchos aplausos. Finalizaron las presentaciones y el Sapo se preparó para anunciar a las ganadoras. “Señores y señoras animales, ha llegado el momento más esperado. Voy a anunciar a las ganadoras de este gran concurso de baile”, exclamó el Sapo. Y ahora recibamos con fuerte aplauso a nuestras tres finalistas: ellas son la Jirafa, la cebra y Romina, la elefanta. ¡Bravo!, ¡viva la Jirafa!, ¡rras, rras, rras Cebra!, ¡Romina, Romina, Romina!, el publico gritaba. La jirafa se llevó el tercer lugar y recibió como premio una sombrilla. El segundo lugar fue para la Cebra, quien recibió como premio una sombrilla. El segundo lugar fue para la Cebra, quien recibió como premio unos pijamas a rayas. Por último, el primer premio fue para Romina, la elefanta. Dichosa y emocionada recibió una bicicleta color verde limón. Romina se sintió la elefanta más feliz del mundo. Pero al mismo tiempo estaba muy preocupada y confundida: no sabia montar en bicicleta. Agarró la bicicleta verde limón y la llevo para s casa. Pasaron los días, continuó bailando y aprendiendo nuevos pasos. Mientras ensayaba, la bicicleta verde limón permanecía parada en la entrada de su casa.

Romina, muy ocupada con sus bales, se olvido de aprender a montar en bicicleta. Un buen día, llegaron de visita a su casa sus amigos: el Oso, la Leona, el Rinoceronte y el Tigre. Los amigos trataron de convencerla de que se dedicara a aprender a montar en la bicicleta verde limón. “Nuestro amigo el Mono te puede enseñar, él es un experto en montar bicicleta”, le dijeron. La Leona insistió en que no tenía que dejar de bailar para aprender a montar en bicicleta. El Tigre y el Rinoceronte le dijeron que podía inventarse un baile en bicicleta. “No, no y no montar en bicicleta debe ser muy difícil, me puedo caer, romper algún hueso, mi trompa se puede enredar en el volante y mi cola en la llanta trasera y así no podré balar”, siguió hablando Romina. Una mañana soleada, la elefanta despertó pensando en su bicicleta verde limón y en todo lo que le habían dicho sus amigos. Trajo la bicicleta de afuera y la arrimó en la pared de su sala. ¿Montar en bicicleta será tan divertido como bailar?, se preguntó. Le echó una mirada de frente, de costado, por detrás. Observó cuidadosamente los pedales, el sillín, el volante, las llantas… y se animó a aprender a montar en su bicicleta verde limón. Romina quiso hacerlo sola, así como aprendió a bailar, sin que nadie le enseñara. Con el ritmo de otra música, levantó la bicicleta verde limón y se agarro del volante. Sin subir las patas o los pedales, bailo sentada en la bicicleta verde limón por unos minutos. Disfruto tanto del baile, que sin darse cuenta levantó las patas traseras del suelo colocándolas

sobre los pedales, cuando ¡putupúm! Cayó de trompa hacia delante dándose en trampolín por encima de la bicicleta verde limón. Sus intentos de aprender a montar terminaron con un baño de tina para aliviar los golpes de todo su cuerpo. Romina se negó a aprender a montar e la bicicleta verde limón. Le pareció muy complicado. La guardo dentro de su armario. Definitivamente, no cambiaba el baile por nada del mundo. Una tarde, regresaron sus amigos de visita y esta vez llego también el Mono. La noche anterior habían recibido una invitación para participar en el primer concurso mundial de talentos para elefantes. A los animales se les ocurrió que como Romina era una excelente bailarina, debían participar en dicho concurso presentando un baile en bicicleta. Este talento les parecía muy original. Decían que seguramente no existiría otro elefante en el mundo que supiese bailar en bicicleta. Los animales dijeron que estaban dispuestos a enseñarle y, finalmente, la convencieron. Escuchando música, Romina esperó fuera de su casa la llegada de los amigos. Llegaron el Oso, la Leona, el Tigre, el Rinoceronte y el Mono explicó cómo debía sentarse en el sillín, coloca las patas e los pedales y agarrarse del volante. Mientras tanto, el resto de los animales amarraban un extremo de la cuerda a la bicicleta. El Oso y el Rinoceronte sostenían del otro extremo. Romina les pido que por favor no se burlaran de ella si llegara a caerse. Con música bailable de

fondo, se subió a la bicicleta verde limón, escuchando atentamente las indicaciones del Mono. Enseguida, el oso y el Rinoceronte tiraron de la cuerda lentamente para que la bicicleta verde limón se moviera. Todos los amigos vieron emocionados como s amiga logró mantener el equilibrio montada en la bicicleta verde limón. Romina se entusiasmo y le pareció que montar en bicicleta era casi tan divertido como bailar. “¡Lo lograste, amiga!”, gritaron felices todos. El mono le dijo que con unos días más de práctica estaba lista para preparar su baile e bicicleta para el gran concurso de talentos. Durante las siguientes semanas, se dedico a montar bicicleta en las mañanas y por las tardes repasó los pasos de baile. Llegó el gran día del concurso. Romina nuevamente se vistió muy elegante. Esta vez escogió su vestido de terciopelo color rojo estampado con flores amarillas. Acompañada por sus amigos, se dirigió muy campante al lugar de evento. Comenzó el concurso y algunos elefantes presentaron sus talentos. Le tocó el último turno a Romina. Se subió al escenario junto con la bicicleta verde limón. Estaba muy nerviosa. Sonó la música y bailo al ritmo del merengue. Primero meneando sus caderas alrededor de la bicicleta verde limón. Luego, levanto su trompa y sus grandes orejas colgantes al compás de la música. Siguió moviéndose con bue ritmo. Se trepó en su

bicicleta y continuo bailando mientras montaba por todo el escenario. Si arar de menear sus caderas, como se baila el merengue, soltó el volante y bailó, bailó y bailó pedaleando al mismo tiempo. Se escucharon los aplausos y los grito de: ¡viva Romina!. Terminó su presentación cansada pero muy contenta. A poco rato comenzó la premiación. El premio para el primer lugar no se lo llevó ella. En cambio, gano el premio por el talento más original y más difícil. Como premios recibió una patineta color amarillo patito y unos patines color azul marino. Alegre y emocionada retornó a su casa pensando en un nuevo baile. ¿Podrá Romina bailar sobre la patineta color amarillo patito con los patines color azul marino?

BIOGRAFÍA ELSA MARÍA CRESPO Nació en Quito, Ecuador en Quito 1963. Trabaja en el Colegio Internacional Academia Cotopaxi, donde es profesora de muchos niños y niñas de diferentes edades. Desde hace quince años publica cuentos infantiles para los pequeños lectores. El borrador mágico es el primer cuento extenso que escribe. También ha publicado: La bicicleta verde limón y Pique Pique, el piquero de colores. Su libro El terrible problema del murciélago, quedó finalista en el Concurso Internacional de Literatura Infantil Julio Coba 2007.

OTRO FINAL DEL CUENTO Para mi el acto final podría ser que la elefanta al darse cuenta que pudo manejar la bicicleta también podía aprender a montar en su patineta y en sus patines que se había ganado, ella comprendió que el que quiere puede.

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