Ken Eagle Feather - El Camino Tolteca [Doc]

April 28, 2017 | Author: cg_barboza | Category: N/A
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EL CAMINO TOLTECA GUIA PRÁCTICA DE LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN MATUS, CARLOS CASTANEDA Y OTROS VIDENTES TOLTECAS

KEN EAGLE FEATHER

PRIMERA EDICIÓN: MARZO 1998 IMPRESO EN ESPAÑA POR ARTES GRÁFICAS COFÁS S.A. I.S.B.N. 84-89897-02-6

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Dedicado A las montañas Blue Ridge

Incluso la escritura y el discurso, sean didácticos o poéticos, tienen como objetivo final guiar al lector al conocimiento perceptivo del que partió el autor; si no tienen este objetivo son de mala calidad. Por esta razón, la contemplación y observación de todo lo real, en la medida que presenta algo nuevo al observador, es mas instructivo que toda lectura y escucha al respecto. ARTHUR SCHOPENHAUER

Sé un guerrero; acalla el dialogo interno; elabora tu inventario y después deshazte de él. Los nuevos videntes hacen inventarios precisos y después se ríen de ellos. Sin el inventario, el punto de encaje se libera. DON JUAN MATUS

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ÍNDICE

CAPÍTULO 1. Salir de la tierra plana PARTE 1. EL TOLTECA CAPÍTULO 2. Lugares en el tiempo, lugares en la mente CAPÍTULO 3. Los toltecas tienen su camino CAPÍTULO 4. Un equipo tolteca PARTE II. EL VIDENTE CAPÍTULO 5. La forma de las cosas por venir CAPITULO 6. Conciencia del yo que está más allá CAPÍTULO 7. Preparados, apunten, fuego interno PARTE III. RASTREO CAPITULO 8. Mantén el ritmo CAPÍTULO 9. La caja de herramientas CAPÍTULO 10. Herramientas de poder PARTE IV. ENSUEÑO CAPÍTULO 11. En el lado salvaje CAPÍTULO 12. Rastrear el cuerpo de ensueño CAPÍTULO 13. Explorando el cuerpo de ensueño PARTE V . INTENTO CAPÍTULO 14. Rastrear el intento CAPÍTULO 15. Educar el intento CAPÍTULO 16. Sobre la pista

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CAPÍTULO 1 SALIR DE LA TIERRA PLANA Con la publicación de este libro acabo una de las tareas que me encomendó don Juan Matus, el vidente indio con el que muchos nos hemos familiarizado a través de los libros de Castaneda. En ellos, Castaneda nos presenta la filosofía y las prácticas de don Juan para desarrollar la percepción. Me encontré con don Juan por primera vez mientras caminaba por el paseo Speedway, una de las principales avenidas de Tucson. Iba a llegar tarde a mis clases en la universidad, por lo que simplemente le miré distraídamente y seguí adelante a toda prisa. Al llegar a clase, sentí que me recorría un flujo de energía y eso me indicó que aquel indio tan sereno con el que me había cruzado era don Juan. Volví a verle un par de días después, esta vez en un pequeño mercado en el extrarradio de la ciudad. Me acerqué a él y mantuvimos una breve conversación; me sentía demasiado intimidado como para permanecer mucho tiempo en su presencia. A lo largo de los años siguientes, nuestros caminos se cruzaron muchas veces y en cada ocasión me ofreció una lección sobre los misterios de la atención. Posteriormente, cuando me trasladé de Arizona a Florida, sus instrucciones continuaron a través de sueños y visiones. El encuentro con don Juan marcó el final de un viaje y el principio de otro. Antes de conocerle estaba totalmente inmerso en los libros de Castaneda. La práctica diaria y rigurosa de las técnicas descritas en sus libros era la única forma de asegurarme algún alivio para el dolor que me producía mi úlcera abierta. El equilibrio proporcionado por esta disciplina me permitió curarme de mi enfermedad. Más adelante, gracias a las instrucciones de don Juan y a la práctica continuada, emprendí otro aprendizaje dentro de su tradición de exploración de la conciencia. Posteriormente don Juan me encargó escribir dos libros que trabajaran el material de Castaneda. En el curso de esta tarea, cambié algunos de los términos usados por Castaneda. Estos cambios son plenamente compatibles con las enseñanzas de don Juan. Él mismo menciona que Julian, su profesor, cambió algunos de los términos para que le encajaran mejor. La única directriz es que los cambios tienen que ser verificados a través del ver (Fuego, 60)(*). Desde esta perspectiva, el cambio de términos nos permite contemplar sus conceptos desde distintos ángulos. Como dice Clarissa Estes en su libro Women Who Run With Wolves, los términos crean un territorio para el pensamiento y el sentimiento. Nos dan un lugar donde vivir, comenta. En otras palabras, los términos dan forma a lo percibido. El truco consiste en aprender a manejar este territorio para que las fronteras no se conviertan en barreras. (*) Citas procedentes del trabajo de Carlos Castaneda, utilizadas cn el texto según el siguiente código; Enseñanzas / Las enseñanzas de don juan (FCE) Realidad aparte / Una rcalidad aparte (PCE) Viaje / Viaje a Ixtían; Las leccioncs de don Juan (FCE) Relatos / Relatos (le poder (PCE) Segundo anillo / El segundo anillo de poder (Caja Ediciones) Don / El don del águila (Gaia Ediciones) Fuego / El fuego interno (Gaia Ediciones) Conocimiento / El conocimiento silencioso (G aia Ediciones) Ensueño / El Arte de ensoñar (Planeta) El número de las páginas de estas citas se refiere siempre a la edición inglesa de estas obras; no obstante sirven como orientación para hallarlas en las ediciones en lengua castellana. (N. del E.)

Por ejemplo, en lugar de utilizar el término «brujería» para describir el sistema que enseña don Juan, yo lo llamo el Camino Tolteca. Por tanto, un practicante es un tolteca más que un brujo. Dos

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compatriotas de Castaneda que también han publicado relatos de sus interacciones con don Juan utilizan el término «brujería», como Castaneda. Florinda Donner en Ser en el ensueño, y Taisha Abelar en Donde cruzan los brujos, se refieren a la brujería como un medio para expandir la percepción. La brujería es una práctica absolutamente abstracta y así, las connotaciones malignas que a menudo matizan el término son evitadas automáticamente. Nada que discutir sobre esto, pero el uso del término «tolteca» evita connotaciones erróneas y también reconoce una forma particular de desarrollar la percepción. Cuando se tiene una visión del mundo y técnicas diseñadas para tomar conciencia de ese mundo, hay influencias especificas que conforman la percepción. Este término también recoge las referencias que don Juan hace a sus antepasados toltecas. Otro término que he cambiado es «acechar» por «rastrear». En este caso también he querido retirar las connotactones negativas asociadas con el término «acechar». Además, aunque el término «rastrear» es aplicable a rastrear un objetivo o una presa, también describe un alineamiento de energías. El alineamiento preciso entre uno mismo y lo que uno busca produce una toma de conciencia y así se logra el objetivo. Ajustar el «rastreo» (tracking) de un aparato de vídeo, es sintonizar los cabezales hasta alinearlos con la cinta de cassette y así recibir la mejor imagen y el mejor sonido. De la misma manera, los humanos tenemos la habilidad de alinearnos con, o de rastrear, gran variedad de percepciones. Por ejemplo, piensa en cómo te sientes cuando entras en contacto con alguien que es importante para ti. En esos momentos sabes que estás conectado de alguna manera; has logrado un alineamiento con esa persona. La cualidad del alineamiento determina la cualidad de lo que percibimos. El cambio del término «guerrero» por el de ranger es, con mucho, el que más controversia ha suscitado. Las analogías con la guerra y su preparación son muy escasas en los libros de Castaneda. El término «guerrero» puede evocar imágenes de actividades hostiles y el cambio a «ranger» nos proporciona un tono menos militar. Además, he querido retirar las connotaciones de reglamentación, de tener que comportarse de una manera determinada. Por otra parte, también sentía la necesidad de ofrecer un término que refleje el aprendizaje, la lucha y la devoción por la libertad que muestran los toltecas. Paradójicamente, este cambio también es un tributo a los rangers del ejército de los Estados Unidos y miembros de operaciones especiales de las fuerzas armadas. A lo largo de los años, mi vinculación con este tipo particular de guerreros me ha mostrado que están bien entrenados, son competentes, dedicados, confiados y serenos en relación a las realidades de la guerra. En resumen, cumplen invariablemente con las condiciones que menciona don Juan para «ir hacia el conocimiento o a la guerra» (Enseñanzas, 58). En el sentido tolteca, la palabra «ranger» indica un nivel básico de disciplina, y es esa integridad personal la que permite la evolución posterior. Dentro del Camino Tolteca hay varios senderos, cada uno de ellos definido por un linaje particular. Es como si hubiera un mundo tolteca y ese mundo tuviera varios países con distintas culturas. De la misma forma que los humanos tenemos diferencias culturales y raciales pero compartimos rasgos comunes, los linajes toltecas también tienen diferencias y comparten rasgos comunes. Aunque El camino tolteca está relacionado específicamente con el linaje de don Juan y Castaneda, en ocasiones he tomado material de otras fuentes. Así disponemos de un contexto más amplio y vemos que los toltecas no residen en el vacío. Además, el hecho de que el trabajo tolteca pueda ser relacionado con el de quienes no son toltecas muestra que sus enseñanzas son aplicables a la humanidad en general y, por tanto, no son exclusivas ni aberrantes. Para realizar la tarea de escribir este libro, subrayé todos los de Castaneda y tomé gran cantidad de notas que detallaban los efectos que me produjo la puesta en práctica de su material. Después las comparé con la influencia personal de don Juan. Descubrí que Castaneda había logrado trasmitir el núcleo esencial de las enseñanzas de don Juan. Con Las enseñanzas de Don Juan, Castaneda entró en la contracultura popular de finales de los sesenta. Como estudiante de antropología de la Universidad de California en Los Ángeles, en primer lugar investigó el uso que hacía don Juan de las plantas psicotrópicas. También participó en otras prácticas toltecas, como la marcha de poder, borrar la historia personal y usar la muerte como consejera.

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Posteriormente amplió sus investigaciones presentando un extenso relato de las enseñanzas de don Juan como «vidente», es decir, como aquel que ha madurado más allá de la necesidad de un sistema. Más que la adherencia dogmática a un sistema, al vidente le preocupa el manejo de la percepción. Usa un sistema concreto únicamente como una palanca que le permite alcanzar ese objetivo. La evolución del vidente está centrada en un modo de percepción que don Juan llama ver. Ver hace referencia a un alineamiento de energías y nos proporciona una comprensión directa de una persona, de un suceso o de la conciencia misma, cortocircuitando las cualidades simbólicas e indirectas del intelecto racional. No conocí la existencia de Castaneda hasta la publicación de Viaje a Ixtlan. Este tercer libro de Castaneda, bajo el titulo de Sorcery: A Description of the World fue su tesis doctoral. Castaneda sigue siendo un autor controvertido, lo que en parte es debido al estilo novelado de sus libros. Muchos piensan que pertenecen al género de ficción. El contrapunto de esta opinión nos lo ofrecen Donner y Abelar que, por estar asociadas con don Juan y ser miembros del equipo de Castaneda, están en la posición de ofrecernos relatos de primera mano. Sus libros nos proporcionan pruebas claras de la legitimidad de Castaneda y por ende de la de don Juan. Para opinar sobre los libros de Castaneda es importante tener en cuenta algunos hechos básicos. En primer lugar, don Juan habló a Castaneda, no nos habló a nosotros. No conocemos las inflexiones de su voz, las expresiones de su cara, sus gestos, o el contexto completo de su trabajo con Castaneda. Además, don Juan tomó en consideración la personalidad de Castaneda. Por ejemplo, según don Juan, Castaneda tiene una afinidad con el antiguo ciclo de videntes que estaban interesados en los aspectos más antiguos de sus enseñanzas, relacionados con la brujería (Ensueño, ix, 39). De ahí que los libros de Castaneda tengan un sabor que satisface ciertos gustos y responde a ciertas preguntas, pero deja otros insatisfechos. Sin embargo, está muy claro que don Juan conocía el impacto de sus enseñanzas y asignó a Castaneda la tarea de escribir varios libros sobre ellas. Castaneda demostró estar a la altura de las circunstancias con sus continuas preguntas, su participación valiente y su soberbia entrega. Segundo, es inapropiado tomar una cosa de las que dice don Juan y sacarla de contexto para probar concluyentemente un punto de vista particular. Por ejemplo, algunos dicen que don Juan es sexista. Esta opinión está basada en una conversación entre don Juan y Castaneda, en la que don Juan asocia el aspecto femenino de las plantas de datura a una mujer. Dice que la datura se cuela en el hombre y le produce antojos. (Enseñanzas, 74). Sin embargo, en otras referencias queda claro que don Juan tiene en alta estima a las mujeres y en general las considera mejores que sus compañeros masculinos (Fuego, 142). Tercero, en su tesis doctoral, Castaneda indica claramente que su trabajo es antropología emic. La metodología “emic” contempla el conocimiento desde la perspectiva de la participación, de ser miembro de la cultura que uno estudia. La metodología etic, por el contrario, es más tradicional, noparticipativa y está basada en la presencia de un observador objetivo. Por tanto, el material de Castaneda está presentado más desde la participación que desde la observación. El resultado es que su manera de informar es muy diferente de las presentaciones académicas más conservadoras. La base de este libro, por tanto, es la exploración de los libros de Castaneda y la verificación de sus enseñanzas a través de mi experiencia personal. A lo largo de este proceso, he hecho mío este conocimiento y he creado una especie de autobiografía en la que presentar el conocimiento es presentarme a mi mismo. Esto nos lleva a otra consideración: la persona que se esfuerza por investigar un sistema corre el peligro de quedarse atrapada en él. Este estado impide el crecimiento, que era el objetivo original de esa persona. Por tanto, un punto central es no perderse en ningún sistema. Sólo manteniéndote firme puedes exponer tus velas al viento de la videncia. Mi intención en este libro no es presentar conclusiones definitivas sobre el Camino Tolteca. Es un camino que se ha mantenido en funcionamiento durante miles de años, en los que hombres y

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mujeres han explorado los aspectos más intrincados de la condición humana y que ha dado como resultado un vasto campo de conocimiento, buena parte del cual no puede ser expresado en un libro. Tampoco considero que mi trabajo sustituya al de Castaneda. Sencillamente, los relatos de sus interacciones con don Juan son irremplazables. Mi intención ha sido destilar el trabajo de Castaneda al objeto de describir aspectos característicos del camino tolteca que experimentan casi todos los que lo recorren. Al igual que el trabajo de Castaneda ha sido influido por su personalidad, esta destilación está basada en mi experiencia, intereses y objetivos. Uno de estos objetivos es proporcionar un contexto suficientemente claro como para que no te desorientes, o bien puedas recuperar rápidamente la orientación, si viajas más allá de los limites conocidos de tu realidad. En esencia, se trata de que mantengas tu percepción abierta a los misterios del ser y del mundo. Los primeros vislumbres de este trabajo me llevaron a Tucson. Cuando me trasladé de Florida a Arizona, mi prioridad fundamental era encontrar a alguien que tuviera el nivel de don Juan. No imaginaba que me encontraría con él mismo, pero así fue. Él me ayudó a curarme de mi dolencia. Parecía tener la actitud de: «¿Tienes un problema de equilibrio? Bien, pues te voy a dar un ejemplo de equilibrio.» Anciano, robusto, seguro de si mismo, don Juan parecía ser el ejemplo quintaesencial de quien tiene la vida encajada. Hasta nuestro último encuentro a mí me pareció una persona severa. Aunque siempre me intimidaba, nunca sentí desconfianza. Descubrí que era el tipo de persona a la que se podía acudir año tras año en busca de guía y conocimiento. Don Juan se entregó totalmente a la vida del vidente al entregarse completamente a la vida. Podía ser tan elevado como un profesor de filosofía o tener los pies tan en la tierra como un leñador. Se adaptaba a cualquier situación y enseñaba más a desarrollar las capacidades humanas innatas —lo que incluye una vida plena y completa—, que a hacerse tolteca. En una ocasión, mientras enseñaba a un aprendiz a utilizar sus visiones, le oí decir: «Actúas como un adolescente en primavera, cuando la subida de la sangre le tiene desatado. No quiero que inhibas ese sentimiento, pero entrénalo, disciplínalo, así podrás disfrutar de él aunque seas anciano.» Don Juan me desequilibraba constantemente contrastando el mundo ordinario en el que había crecido con el mundo no ordinario. Cuando recuperaba el equilibrio, él volvía a empujarme. Creó una oposición dinámica que acabó partiendo mi mundo en dos, dejando posteriormente de mi cuenta la recuperación de la totalidad. Por ejemplo, usaba el ensueño como un medio de comunicación. En el mundo ordinario no se piensa que los sueños tengan una finalidad clara, por no hablar de utilizarlos corno vehículo de una comunicación deliberada. Como vidente experimentado, don Juan entraba en mi ensueño y lo controlaba para sus propósitos, o durante mi ensueño yo le buscaba para que me ayudara a resolver algún problema. También estimuló mis percepciones en el estado de vigilia. En una ocasión, por ejemplo, vi que su cabeza se ponía de color carmesí brillante mientras el resto de su cuerpo permanecía normal; aquello me recordó a una vela. En otras ocasiones, vi sus energías personales mezcíarse y armonizarse delicadamente con el mundo. Su equilibrio con el mundo no sólo era algo fuera de lo ordinario, era realmente extraordinario. A través de sofisticados métodos de percepción tales como ensoñar y ver, don Juan usó métodos toltecas para dividir mi percepción. Contrastando estas percepciones con la realidad ordinaria, aprendí a equilibrar ambos mundos. Libre de tomar y escoger piezas de ambos, me di cuenta de que podía estar separado de ellos. Esta capacidad de salir de una realidad y quedarse a un lado es quizá el primer paso significativo en el camino del vidente. Por tanto, lo he llamado la primera maniobra eencial del vidente. El Camino Tolteca es una antigua tradición que incorpora plenamente la videncia y en la que hombres y mujeres han trabajado para construir una filosofía y una forma de vivir que les permite extraer lo mejor de la vida. Como filosofía, es un método de investigación y un sistema de conocimiento. Como forma de conocimiento, también es una forma de poder. El valor de un sistema es el de proporcionar un

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contexto, directrices que nos guían no sólo en medio de lo desconocido sino en la vida cotidiana. La gente tiende a separar sus pensamientos de su forma de actuar, de forma que lo que dicen, sienten y hacen suelen ser cosas diferentes. Los toltecas trabajan para integrar el pensamiento, las emociones y el comportamiento, lo que lleva a una completa integración de las energías personales: El Camino Tolteca es una forma de vivir. Para bien o para mal, un sistema determina lo que es percibido, comprendido y realizado. En su aspecto negativo, en lugar de ser usado como herramienta de aprendizaje, el sistema puede ser moldeado y puede acabar siendo percibido como la realidad última y definitiva. Entonces la persona se pierde en él. En el aspecto positivo, el sistema engendra una transformación personal en la que la expresión de la personalidad refleja la esencia que está detrás y más allá de ella. Entonces, el comportamiento emana de una conexión íntima con toda la creación, más que de las convenciones sociales propias de las realidades ordinarias o no ordinarias. Los rasgos de un sistema proporcionan un mapa de la percepción. Los mapas nos orientan hacia nuestro lugar, nos ofrecen una dirección en la que avanzar y facilitan nuestro movimiento en esa dirección. Por ejemplo, los rasgos principales del mapa tolteca son el cuerpo luminoso y el punto focal (que Castaneda llama «punto de encaje») El cuerpo luminoso rodea y penetra en el cuerpo físico. El cuerpo fisíco, cuando es vísto, flota dentro de esta luminosidad con forma de bola o huevo. El aura o campo áurico emana del cuerpo luminoso. Comparándolo con una bombilla de incandescencia, el cuerpo físico sería el filamento, el cuerpo luminoso la energía dentro del cristal y el aura la luz emitida. En su trabajo posterior, Castaneda se refiere al cuerpo luminoso como «cuerpo de energía». Como el cuerpo físico también es energía (aunque de otra forma), esto nos pone ante un pequeño problema semántico, pero creo que el nombre de «cuerpo de energía» es más gráfico y encaja mejor con el propósito general. Por tanto, aquí seguiremos usando ese término.

El cuerpo de energía es la porción más grande de nuestra naturaleza, una porción cuyo desarrollo hemos descuidado. La energía que emana del cuerpo energético es el campo áurico. El cuerpo de energía tiene una conexión directa con el mundo y nos produce la sensación de saber cuál es nuestro lugar natural en el universo. Pero en nuestro actual estado de evolución, interactuamos con el mundo a través de otro campo de energía que usa fundamentalmente símbolos — más que la comunicación directa— para estructurar la realidad. Desarrollamos este campo a través de nuestros pensamientos y sentimientos de familiaridad con el mundo. De ahí que este campo genere un reflejo de la realidad. Las condiciones de la realidad que depositamos en él revierten en nosotros como un eco. Y aún existe un tercer campo de energía que existe más allá de la percepción humana. Castaneda se refiere a estos campos como la «primera, segunda y tercera atenciones» (Fuego, 46). Estas atenciones pueden ser percibidas como energía, lo que hace que el término energía»

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sea un paso práctico hacia las cualidades más abstractas que conlíeva la palabra «atención». El primer campo de energía es lo conocido, todo lo que está en nuestro mundo conocido. El segundo campo de energía es lo que no conocemos pero puede ser aprendido e incorporado en nuestro mundo conocido. Es lo desconocido que espera ser descubierto. El tercer campo de energía se extiende más allá de la percepción humana, es lo incognoscible y está mucho más allá de nuestra comprensión. Otra forma alternativa de ver las tres atenciones expone que el primer campo es el mundo físico, el segundo campo es el mundo no-físico y el tercero es una energía totalmente abstracta o informe. Más adelante examinaremos ambas visiones y el efecto que cada una de ellas tiene en nuestra percepción. Me referiré a los campos primero y segundo como «reflexivos primero y segundo», y al tercer campo, como «espíritu». Empleo estos términos con la intención de que podamos tomar conciencia sobre nuestra manera de formar la realidad. La palabra «reflexivo» indica que el significado que damos a un término se refleja directamente hacia nosotros. Por ejemplo, cuando definimos la primera atención como el mundo conocido, nos mantenemos atentos a percibir cualquier cosa que verifique esta definición. Como resultado, cualquier cosa que reconozcamos es automáticamente catalogada como parte de ese primer reflexivo. Utilizo el término «espíritu» con la intención de favorecer la toma de conciencia de que la energía existe más allá de la forma humana, más allá de la definición humana, más allá del conocimiento humano. El misterio que evoca el espíritu encaja con este objetivo. Pero dentro de este libro, he cambiado los términos usados en mi libro anterior por el de campos de energía. Con este cambio añadimos una nueva perspectiva al espíritu; además de una fuerza misteriosa, es la fuerza que liga y unifica todos los campos de energía.

Campos de energía Primer campo: energías físicas, pensamientos, sentimientos, personalidad, lo familiar Segundo campo: energías psíquicas y del ensueño, esencia personal, lo desconocido. Espíritu: La fuerza que liga y unifica la creación. Sobre o dentro del cuerpo de energía hay un ligero brillo que es un poco más brillante que sus alrededores. Este brillo está producido por la intersección de las energías internas y externas al cuerpo de energía, y esta intersección también refleja de qué forma los campos de energía han sido estabilizados. La energía estabilizada enfoca la conciencia; de ahí, el nombre de punto focal. Don Juan dice que la localización del punto focal sirve de referencia para todo lo que pensamos y decimos (Conocimiento silencioso, 109). Dándole la vuelta a esta frase podemos decir que todo lo que pensamos y decimos estabiliza el punto focal. Por tanto, uno de los objetivos de este libro es proporcionar comprensiones y técnicas para ayudarte a extender la conciencia a todo tu cuerpo de energía, y especialmente para que consigas alinear y realinear conscientemente tus campos de energía. En otras palabras, estás investigando cómo mover tu punto focal.

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Don Juan dice que tolteca es aquel que es capaz de mover deliberadamente su punto focal. Cuando tienes esta capacidad, «puedes hacer todo tipo de cosas —buenas y malas— a los demás». Por tanto, ser un tolteca es como tener cualquier otra vocación. Don Juan añade que un vidente tolteca no se limita a mover el punto focal. EI vidente, afirma, se preocupa de establecer relaciones adecuadas con los demás y con el mundo (Conocimiento silencioso, 102). El cuerpo de energía y el punto focal A medida que las energías externas al cuerpo energético lo atraviesan, se forma el punto focal. El punto focal también indica el tipo de patrón energético que se forma en la intersección. Para explicar este punto, refirámonos de momento a estos campos de energía como lo conocido, lo desconocido y lo incognoscible. Por ejemplo, la noción de que la Tierra es redonda y da vueltas alrededor del Sol era desconocida antiguamente. Una vez probada y aceptada, la visión del mundo como un planeta redondo que navega alrededor del Sol entró en el mundo conocido. La percepción evolucionó. De manera parecida, hay mucha gente que desconoce el cuerpo de energía. Investigar sus sutilezas es explorar lo desconocido para incrementar el campo de lo conocido. Cuando se explora las realidades no ordinarias, la gente suele quedarse corta y limita sus investigaciones. Debido a la inmensidad de lo desconocido es fácil perderse en él o pensar que se ha encontrado el núcleo del conocimiento. Sin embargo, Don Juan recalca la necesidad de reconocer dónde estamos y con qué estamos tratando. De hecho, esta es la distinción que separa lo que él llama el antiguo ciclo de videntes del nuevo ciclo. Los toltecas con tendencias del antiguo ciclo usan lo desconocido para embrujar, mientras que a los del nuevo ciclo les preocupa la libertad (Fuego, 20). Los practicantes del antiguo ciclo entran en lo desconocido y se hacen indulgentes. Los adherentes al nuevo ciclo siguen explorando más allá de las barreras habituales. Al hacerlo, dan la espalda a los juegos de poder cotidianos y se centran en el desarrollo de la conciencia. Encajar las piezas de una visión del mundo, sea ordinaria o no ordinaria, es un logro muy importante, pero en si mismo no es la libertad. La libertad está más allá de cualquier visión del mundo o de cualquier mundo. Su búsqueda es la única forma de combinar el propio corazón con el corazón la creación. La sutileza de este punto es enorme. Requiere una apertura continua, una conciencia constante de que, por mucho que sepamos, nuestro conocimiento es insignificante frente a lo que nunca podremos saber. Esta es la segunda maniobra esencial del vidente. En relación a la realidad ordinaria, los toltecas han salido de la tierra plana. De la misma forma que las personas crecemos y dejamos las supersticiones atrás, los toltecas han dejado atrás el mundo ordinario. Y volver a salir de la realidad no ordinaria es la marca del vidente. Este paso de salir de un mundo no ordinario no es una tarea nada fácil porque los mundos no ordinarios tienden a ser considerablemente más amplios. Tienen más habitantes y terrenos más complejos, por tanto son más cautivadores. Para aumentar sus escasas posibilidades de liberarse de cualquier realidad, los videntes del nuevo ciclo desarrollaron y refinaron la estrategia y táctica del rastreo, el ensueño y el intento (Fuego, 20). El rastreo emana del primer campo. Es el arte y la habilidad de estabilizar y dirigir la percepció,n es decir, trata de gestionar la energia y el conocimiento. Por tanto, nos lleva a emprender un camino sistemático y calculado de crecimiento personal. Los principios del rastreo gobiernan nuestro comportamiento en el mundo de cada día, pero también son una forma de mantener las ganancias adquiridas en otros mundos. Por ejemplo, ensoñar consiste en una serie de actividades dentro del mundo de los sueños o en partes del cuerpo de energía que están fuera de la actividad humana ordinaria. Entrar en el ensueño a propósito y mantener estabilizada esa conciencia es rastrear, y orientarse hacia un mayor crecimiento personal también es rastrear.

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Ensoñar, por su parte, no forma parte de las actividades del sueño habitual. Tiene que ver con el segundo campo y por tanto es una forma de tratar con lo desconocido. Contactar con el cuerpo de sueño representa un cambio significativo hacia el segundo campo. En la literatura contemporánea, el uso del cuerpo de sueño es denominado «experiencia de salida del cuerpo». Al entrar en lo desconocido, el ensueño extiende los límites de lo conocido. Mientras que el rastreo ofrece continuidad, el ensueño ofrece una expansión multidimensional. El rastreo también consolida los viajes dentro de lo desconocido y los trae a lo conocido. El ensueño puede desarrollar el rastreo, de la misma forma que el rastreo puede desarrollar el ensueño. Cuando intentamos descifrar cuál es cuál, llega un momento en el que se dejan atrás los términos y el método. Ya han servido a su propósito de indicar una dirección y ahora lo que uno quiere es hacer el camino. El intento es energía enfocada o condensada. Contiene la esencia de la persona, el lugar o la cosa. Existe más allá del deseo, es una certeza reposada. Es la energía del alineamiento, la energía requerida para mover el punto focal. Por tanto, es la energía que controla lo que percibimos. La maestría de los cambios energéticos y de los movimientos del punto focal determina lo que uno manifiesta, lo que trae a la conciencia. Manifestar nuestra naturaleza esencial nos lleva a ser, un estado de equilibrio y armonía con el mundo: Es una presencia centrada, una sensación innata de dirección, y sentimientos de plenitud y alegría. Abarcando todo lo anterior está el Poder que yo defino como Voluntad Divina o el Espíritu que gobierna nuestros pasos. El Poder suplanta toda forma de poder personal porque toda forma de poder personal procede de él. Todos queremos tener poder, todos queremos una sensación de relación, significado y control. Sin embargo, generalmente, este deseo es expresado como poder sobre o contra los demás y el entorno, más que como una profundización de la conciencia. Las plantas, los animales, la tierra misma, todos emanan del Poder. Por tanto cada cosa tiene su propio poder. El poder personal aumenta con la conciencia. Lo que separa a los videntes del ciclo antiguo de los del nuevo es su forma de utilizar el poder personal. Los videntes del antiguo ciclo orientaban sus deseos personales hacia la búsqueda de poderes. La persona que demostraba tener el máximo poder sobre algo era la mejor. Por eso se quedaron encerrados dentro de sí mismos. Una de las pautas que introdujo el nuevo ciclo fue la ética. En lugar de acumular poder con el fin de exhibirlo, el nuevo ciclo mostraba una tendencia muy marcada a usar el poder personal para potenciar la percepción, para alcanzar la libertad. En estos términos, el poder personal es el resultado de la coincidencia entre la persona y el Poder. Cuanto mejor y más profunda sea esa conexión, mayor es el poder personal. Cuando conectas con el Poder, te subordinas a una conciencia más elevada, a un conocimiento superior. Esta es la tercera maniobra esencial del vidente. Si puedes poner en práctica las tres maniobras esenciales, estableces la orientación necesaria para que tu evolución sea constante.. Estas maniobras son consideradas desde distintos ángulos a lo largo del libro. El Camino Tolteca ofrece un medio para desarrollar una relación única con el mundo. Nuestra vida es algo entre nosotros y la Voluntad Divina; no está determinada por lo que la cultura u otra persona piense que deben ser nuestras relaciones. Este camino me ha mostrado que el espíritu está presente en toda la gente, los lugares y las cosas. Todo el mundo está vivo y esto hace que el mundo tolteca sea un tema interesante sobre el que escribir. En este camino he encontrado seres de distintos orígenes que seguían distintos modelos, mundos de diferente forma y sustancia, y tesoros de distinto tono y textura. Es como salir de la tierra plana y entrar en otros mundos. Pero salimos de la tierra para comprobar que, después de todo, nunca ha sido plana. Lo único plano era nuestra percepción. Recorrer el Camino Tolteca da forma a algo que es, en esencia, informe. En él no hay pasos

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estandarizados. El orden que presento en este libro sólo sirve para darle coherencia y para ayudarte a usar un sistema que Castaneda califica de «extremadamente sofisticado» (Don, 7). Como el sistema trata con lo abstracto, parte de sus contribuciones son abstractas. Como dice don Juan, para un tolteca lo abstracto es algo que no tiene ningún paralelismo. No puede ser concebido, pero puede ser manejado (Conocimiento silencioso, 58). La dificultad de diseñar una herramienta (como este libro) es directamente proporcional a la complejidad de su uso. Steve Aukstakalnis y David Blatner, en su libro sobre la realidad virtual, Silicon Mirage, hacen una comparación entre un martillo, una fotocopiadora con cincuenta teclas y un ordenador. Una de las preguntas que se plantean es cómo plantear la conexión entre las herramientas y los seres humanos que las usan. El martillo, al ser la herramienta más limitada, tiene un diseño simple. Como es más compleja que el martillo, el uso de la fotocopiadora es más complicado, y el de los ordenadores lo es aún más. Como mencionan los autores, su complejidad impide que algunas personas lleguen incluso a probarlos. Sin embargo, la tecnología de la realidad virtual hace que el usuario sea una parte más de la tecnología y no algo externo a ella. Así, aunque necesite ordenadores muy complicados, el método de uso de la realidad virtual es muy sencillo. La meta de este libro es ayudarte a concebir y manejar la sofisticación tolteca, pero, como pronto descubrirás, también está diseñado para introducirte al sistema mismo, para hacerte. parte de la tecnología. Entonces el desafío reside en manejarla y hacerla trabajar para ti, aunque no la entiendas. Esto requiere una cosa: práctica. La práctica es lo que estimula el cuerpo de energía. Y este proceso es el que crea las condiciones adecuadas para el crecimiento. Asimismo, aunque las premisas hayan sido probadas y exploradas por otros toltecas además de mi mismo, ten en cuenta que lo que funciona para uno puede no funcionar para otro. Por tanto, prueba las técnicas y examina las perspectivas que se te abren. Observa, evalúa y mide los resultados. No asumas que son verdad sin comprobarlas. Nadie puede decirte lo que descubrirás cuando aprendas a hacer tu inventario de la percepción, aparte de que lo más probable es que te lo pases muy bien. Para algunas personas los mundos no ordinarios son increíbles. Pueden ir esencialmente en contra de todo lo enseñado y aprendido. Sin embargo, debemos recordar que nuestra experiencia es producto de lo que se nos ha enseñado. Hace un siglo, cualquiera que hablara de ingeniería aeronáutica hubiera sido considerado un loco. Esos mismos prejuicios, antiguos o actuales, se elevan contra la ampliación de la zona de conocimientos que nos es confortable y del viaje a nuevas áreas de conciencia. Por muy poco habituales que puedan parecer las perspectivas y experiencias toltecas, siguen siendo una actividad humana. Este libro es para aquellos que desean acelerar su evolución perceptual. En esencia, El Camino Tolteca trata sobre la práctica y la superación de un método que conduce a la libertad del vidente. Puede que este no sea tu camino natural, pero participar en él te ayudará a concretar más tu senda. Y recuerda que, aunque los términos y conceptos de cualquier sistema contienen poder porque proporcionan perspectiva y dirección, llega un momento en el que pierden su efectividad. La técnica y el método siempre deben permanecer subordinados a la relación personal con el Poder. Por tanto, cuando pierden el poder de mantenerte en el Espíritu, lo mejor es que los dejes disolverse y sigas con tu vida. Sin embargo, es preferible que las técnicas se disuelvan a causa de tu crecimiento personal que por tu falta de esfuerzo. El trabajo siempre es una responsabilidad individual. Y no se trata de darse cuenta de ello sólo con el entendimiento, sino con todo el ser.

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PARTE I – EL TOLTECA CAPíTULO 2 LUGARES EN EL TIEMPO, LUGARES EN LA MENTE Como una gran parte del Camino Tolteca, su historia se parece a un rebaño de vacas. Sabes que está allí, pero es una forma que está en movimiento. Quizá esto se deba a la transmisión oral y fragmentada de su pasado. Tal vez la única finalidad de la historia tolteca es que la gente pueda liberarse en el presente y por eso casi todo vale. En cualquier caso, la continuidad que Castaneda comenzó con sus libros ofrece actualmente a todo el mundo una referencia estándar de uno de sus linajes. Julian preparó a don Juan para la tarea de formar a Castaneda, lo que dio como resultado la aparición de sus libros. Julian exigió a don Juan que leyera y estudiara porque algún día seria llamado a explicar quiénes eran los toltecas y cuáles eran sus caminos (Conocimiento silencioso, 206). Como profesor, don Juan personifica un sistema evolutivo con miles de años de tradición destinado a romper los grilletes de la ignorancia. Don Juan vivía su conocimiento. Como un científico de elite, aprendió a ser un observador pasivo y objetivo, sabiendo que los matices de su personalidad influían en todo lo que percibía. Esta postura de observación imparcial señala un gran giro en la historia tolteca. Su inclusión en la caja de herramientas anunció un salto evolutivo, salto que don Juan denominó el nuevo ciclo. Mientras realizaba su tarea, don Juan hizo múltiples comentarios a Castaneda de la historia tolteca. Los libros de Castaneda, en particular El fuego interno y El conocimiento silencioso, contienen muchos de estos datos. Por ejemplo, don Juan dijo a Castaneda que una de las aportaciones fundamentales en la creación del nuevo ciclo fue el reconocimiento de que existe algo que está más allá de la percepción humana: lo incognoscible (Fuego, 48). Anteriormente, los toltecas creían que todos los elementos del universo podían ser reducidos a lo conocido e incluidos en ello. No habían tenido en cuenta la posibilidad de tener que lidiar con algo más grande que su propia percepción. Como comprobaremos más adelante, esta arrogancia propició su caída. La rama de la historia tolteca que presentamos aquí no es la que habitualmente se encuentra en las enciclopedias. Don Juan define a los toltecas como gente de conocimiento (Fuego, 18). Sin embargo reconoce la conexión con, al menos, un eslabón de las culturas Tolteca, Maya, Azteca y otros pueblos centroamericanos. La diferencia estriba en que las prácticas no ordinarias de los toltecas les sitúan fuera de las corrientes de la cultura convencional, mientras que la mayoría de los libros de referencia ofrecen versiones de la historia que reflejan las opiniones de la cultura convencional. Los toltecas suelen ser incluidos dentro de la cultura como vendedores en los mercados, por ejemplo, pero su visión general del mundo y su comportamiento les sitúa fuera de la mayoría de las iniciativas culturales. Para evitar conjeturas y fantasías, don Juan siempre pide a sus estudiantes que verifiquen sus palabras por sí mismos. También indica que la forma más conveniente de hacerlo es ver. Por ejemplo, hace unos años estudié activamente la historia tolteca. Siguiendo los consejos de don Juan, para poder ver ciertos períodos utilicé los pensamientos y sentimientos que tenía sobre aquel tiempo como referencia inicial. Pero antes de ver, entré en el ensueño. Lo hice así porque había verificado su enseñanza de que ensoñar reduce la tensión producida al superar las fronteras de la percepción. Mientras ensoñaba, centré mis pensamientos en la destrucción del mundo tolteca: las guerras indias, la Inquisición española y los cambios históricos resultantes. Estos cambios tomaron forma: eran parecidos a cubos de energía que estaban unos dentro de otros. Mis sentimientos sobre México, las luchas de don Juan y el nuevo ciclo añadieron sabor y textura a esos cubos. Sin embargo, todo esto sólo fue una preparación.

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El trabajo real comenzó cuando empecé a ver. Mis pensamientos y sentimientos a menudo cambiaron tomando formas inesperadas. Al principio esperaba ver toltecas dedicados a la magia ritual. Sin embargo lo que vi eran constelaciones de pensamientos. Era como si la energía de un libro de historia rodara hacia mí y luego se rompiera como una ola, pasando por encima y a través de mí. Mis pensamientos preliminares me ayudaron a centrarme en un intento específico. Dirigiendo mi intento dentro de cada cubo, percibí imágenes mentales y gestalts de energía intuitiva que conformaban un recuerdo. Aparecieron cubos dentro de cubos y cada uno de ellos se sumergía más en el tiempo. Los cubos permitían una visión telescópica de la historia y permanecían vagamente conectados entre sí. Entonces vi escenas reales de actividades en el mercado, de guerras y de toltecas deliberando entre ellos. Los pensamientos y sentimientos sesgan cualquier percepción y el proceso de ver no es una excepción. Es necesario afinar. Todos estamos familiarizados con ese sentimiento extraño o esa sensación de nervios que nos queda después de que alguien haya dicho algo que tal vez no nos parece correcto. De manera similar, los pensamientos y sentimientos influyen en la visión: pueden potenciar o constreñir lo percibido. Pero con práctica, disciplina y una actitud adecuada, ver nos proporciona una información cada vez más precisa y directa. Correctamente usada, la visión puede llevarnos más allá de los pensamientos que crearon la caja, esa caja desde la que miramos el mundo. Como tengo una curiosidad natural por conocer mi linaje, me gusta usar el ensueño y la visión para explorarlo. El uso de la percepción no ordinaria para obtener y verificar conocimientos por parte del vidente no es muy diferente del uso que el científico hace de su laboratorio y de sus diarios. Desde esta perspectiva ofrezco los siguientes puntos de vista en relación a la historia tolteca. Por favor recordad que don Juan denomina antiguo y nuevo ciclos a los que yo llamo segundo y tercer ciclos. Cada ciclo tiene su propia energía. Don Juan afirma que los períodos históricos determinan qué y cómo percibimos los seres humanos. Se refiere a ello como la «modalidad del tiempo» (Conocimiento silencioso, 10). La modalidad del tiempo es un paquete de campos energéticos generados por las emanaciones del Águila que conforma nuestra percepción. Primer ciclo El primer ciclo fue un periodo muy primitivo. El pensamiento no era muy sofisticado, no había otra visión del mundo que la propia de los principios del mito. Sin embargo, surgieron los principios de una nueva relacl’ón con el mundo. De alguna forma hubo una separación en la conciencia de la que surgieron las relaciones sujeto-objeto; es decir, surgió un sentido individual de separación de los demás y del mundo manifestado. Se perdió la sensación de inocencia: los humanos ya no estaban instintivamente unidos al mundo. Julian Jaynes, en su libro The Origin of Consciousness in the Breakdown of the Bicameral Mind, explica este cambio en la conciencia . A medida que la gente sentía su falta de unión con el mundo, nacieron los rituales. Los rituales conectaban a la gente con sus visiones, visiones de dioses y espíritus que supuestamente existían más allá del mundo humano. Las primeras indicaciones de la existencia de otro orden fueron surgiendo a medida que los pensamientos y rituales se hicieron más detallados, organizados y compartidos. Segundo ciclo La complejidad dio lugar al segundo ciclo. Los rituales se hicieron tan elaborados que parecía que su objetivo era desarrollar la complejidad en lugar de explorar la percepción. A medida que los toltecas del segundo ciclo se fueron perdiendo en sus grandiosos esquemas, su sensación de invencibilidad acabó en tragedia. Esta sensación estaba cargada de competitividad y autoimportancia (Fuego, 166).

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Una de las características más observables de este ciclo está normalmente asociada a la brujería: el uso del poder personal para manipular personas y cosas. En los mercados, los brujos vendían pociones para hacer el amor, remedios curativos y daban consejos por medio de lecturas psíquicas. Pero detrás del escenario competían ferozmente por acumular poderes que acabaron enfrentándoles entre ellos. Además usaban los rituales más como fuentes del poder que como agentes destinados a enfocar la conciencia. Se evitó el equilibrio entre el brujo y la brujería. Se insistía en manipular los cuerpos físicos para convertirlos en formas no humanas, se buscaba la gloria personal convocando a criaturas del más allá e influyendo en los demás. Sin embargo, estos toltecas empujaron las barreras de la percepción y expandieron la conciencia hasta dimensiones sin precedente. Quizá el mejor indicador de esta expansión es lo que don Juan llama los «desafiantes de la muerte» (Fuego, cap. 15). Los toltecas tenían la capacidad de sacar sus cuerpos físicos del mundo físico y situar la totalidad de su conciencia en otras dimensiones. Este hecho sigue formando parte de la tradición tolteca, es el acto que marca el final del aprendizaje de Castaneda: Después de lanzarse por un precipicio, su conciencia física se disipó y desapareció en el aire. El dice que su percepción se reestabilizó en otras dimensiones y días más tarde recuperó la conciencia física (Segundo anillo, 7). Los toltecas del segundo ciclo estuvieron ligados a la sociedad. La gente no se lo pensaba dos veces cuando contemplaba maravillas tales como que alguien saltara tan alto como la copa de los árboles o pudiera lanzar piedras de manera hercúlea (Enseñanzas, 75). En el aspecto positivo fue un tiempo de grandes aventuras y en el negativo la relación de los toltecas con la gente y con el mundo en general se deterioró. Don Juan dice que el segundo ciclo tiene 10.000 años y sus practicantes gobernaron en México central entre 7.000 y 3.000 años atrás (Ensueño, 59). Los toltecas, aunque inmersos en la cultura, estaban excesivamente atrapados en sus propios asuntos. Esta paradoja de ser parte de la sociedad y sin embargo olvidarse de todo excepto de sus propias maquinaciones redujo la conciencia y capacidad mental de los practicantes. Pensaban que veían el gran cuadro global, pero no lo conocían en absoluto. No tenían fuerza ni compresión real porque no podían ir más allá de sí mismos. Esto les hizo vulnerables a la destrucción durante las guerras indias. Transición Los toltecas del segundo ciclo pensaban que los hechizos, conjuros y encantamientos les podían proteger. Sin embargo no les proporcionaron ninguna protección frente a la invasión de los ejércitos extranjeros que avanzaron por sus tierras sin vacilar. Como los líderes toltecas tenían una alta opinión de sí mismos, y por tanto muy poca flexibilidad y adaptabilidad, fueron los más fáciles de localizar y quitar de en medio. Sin líderes, la sociedad tolteca quedó desorganizada y fue conquistada fácilmente. Demolido el mundo que habían conocido, los toltecas que sobrevivieron se encontraron en una prisión que ellos mismos se habían fabricado. Para sobrevivir, se ocultaron en la marginalidad. También se refugiaron en lo desconocido, la única libertad disponible. El trauma de ser aplastados por una fuerza exterior que destruyó su mundo les obligó a hacer una reevaluación total. Al examinar su tragedia, lucharon por ser totalmente objetivos. Esto atemperó su deseo de erradicar despiadadamente su autoimportancia. Sistemáticamente cultivaron un nuevo orden, intentando tener en cuenta y eliminar los excesos del pasado. Por muy temerarios y descuidados que fueran antes de la destrucción, fueron capaces de poner en común sus recursos y adaptarse para enfrentar y superar a sus conquistadores. Aproximadamente en estos tiempos el camino tolteca se dividió en linajes que nunca debían mezclarse. La división fue necesaria para que si un linaje se destruía o no llegaba a florecer, los demás siguieran adelante con las enseñanzas. En los tiempos de la Inquisición, durante la invasión española, los toltecas habían reducido o eliminado muchas de sus prácticas anteriores y, sin embargo, seguían revisándose. Estaba empezando

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a germinar el tercer ciclo. Reconocieron que su desequilibrio procedía de una falta de armonía con su entorno —en particular con las personas— que habían sido consideradas como objetos de los que obtener una ganancia personal. Durante la ocupación española, el contingente de toltecas que quedaba vio que los extranjeros reflejaban su propio desequilibrio. Por tanto decidieron no hacer nada y observar con interés desapegado. A partir de estas observaciones se desarrolló aún más el conjunto de prácticas denominado rastreo. La sobriedad de propósito reemplazó a los excesos perversos (Fuego, 19). Esta lucha contra la opresión también llevó a una visión del mundo más objetiva. Vieron que la percepción era el resultado del alineamiento entre las emanaciones internas y externas. El tercer ciclo —quizá como resultado de que una fuerza externa demoliera su mundo interno— consideró que el principal determinante de la percepción es la interacción entre las influencias internas y externas. Esta visión fue corroborada cuando vieron el cuerpo de energía. Observaron que los patrones de luz externos se combinaban con patrones de luz internos que eran idénticos a ellos y supusieron que era este alineamiento el que producía la percepción. Al mismo tiempo, comenzaron a reconocer que la percepción del movimiento sólo es una creación, un invento de la mente. Don Juan se refiere a esto cuando dice a Castaneda que lo que los videntes del segundo ciclo consideraban como profundidad, fue reconsiderado por los del tercer ciclo como un realineamiento de energías dentro del cuerpo energético (Fuego, 110). Este descubrimiento hizo colapsar uno de los principales pilares que sostenían su mundo. La visión tridimensional dio lugar al reconocimiento de que la profundidad es una percepción, no una realidad. Además, se dieron cuenta de que la visión materialista del mundo sólo es un punto de vista, sólo uno de los infinitos alineamientos de energía. Uno de los resultados de esta lucha por la objetividad fue divertirse más con el mundo, que se convirtió en algo con lo que jugar. Las prácticas del rastreo, como el «desatino controlado», son ejemplos de este aspecto ligero: el tolteca lucha por gestionar su energía personal y suelta el mundb (Conocimiento silencioso, 102). El hecho de dejar al mundo en libertad favoreció todavía más la objetividad. Cuando miramos atrás hacia esta transición, resulta sorprendente que, aunque practicaran las cumbres de la locura descontrolada, los toltecas del segundo ciclo llevaban consigo la chispa de brillantez que les permitió acceder a un nuevo ciclo. Lo doloroso es que fuera necesaria tanta destrucción para que comenzaran a actuar. Los toltecas modernos estamos en deuda con su valor por haberse enfrentado con los limites de la conciencia y también deberíamos sentirnos humildes ante el elevado coste de sus excesos. Pero aquella devastación dejó su huella. Se enfrentó la necesidad de tratar con integridad a todos los que no son parte del orden tolteca y se incorporó plenamente una rigurosa disciplina de rastreo (Fuego, 172). Estas tumultuosas idas y venidas no son características exclusivas de los toltecas. Ha habido otros ejemplos de sistemas que fracasaron, como el taoísmo espiritual, que cayó de lleno en la brujería en la antigua China. Pero, como el Camino Tolteca, el taoísmo resurgió del fracaso fortalecido y más determinado. También podemos relacionar estos fracasos con nuestro mundo contemporáneo. De la misma forma que el segundo ciclo desapareció porque sus participantes ignoraron lo que tenían que enfrentar, ahora los invasores somos nosotros mismos porque estamos destruyendo nuestras vidas, nuestro planeta. Las armas que usamos contra nosotros mismos son la pereza, la avaricia y la apatía. En lo personal, también parece fácil perderse en las energías competitivas del segundo ciclo. A otro nivel más amplio, los antiguos toltecas se dejaron fascinar por las complejidades y nosotros nos dejamos envolver por ellas. No nos damos cuenta de que hemos creado una Inquisición de proporciones monumentales al ir exprimiendo la vida de nuestro planeta. A nivel colectivo, esto puede llevarnos a un nuevo ciclo en el que aprenderemos a gobernarnos mejor o quizá nunca nos recuperemos. El resultado depende de nuestro comportamiento actual.

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Tercer ciclo El tercer ciclo surgió de las tormentas provocadas por las guerras indias y la Inquisición. La intensidad de la subyugación fue para las toltecas como un muelle que les ayudó a saltar a rei nos más elevados y serenos. Mientras que el segundo ciclo quedó hipnotizado por sus propios descubrimientos, uno de los rasgos del tercer ciclo fue la comprensión (Fuego, 249). Parte de esta comprensión consistió en reconocer los limites del conocimiento. Una de las fuerzas más estabilizadoras del tercer ciclo fue la facilitada por un desafiante de la muerte llamado «el inquilino». Don Juan afirma que el inquilino ha vivido miles de años (Ensueño, 61). Mientras buscaba energía para seguir vivo y escapar de un mundo inorgánico, el inquilino se encontró con un líder tolteca llamado Sebastián y tomó energía de él. A cambio, el inquilino dio a Sebastián un regalo de poder, una técnica tolteca del segundo ciclo. Según don Juan, los videntes del tercer ciclo se revelaron tan completamente contra las aberraciones de sus predecesores que prohibieron todas sus prácticas. Sin embargo, gracias al inquilino, Sebastián las volvió a descubrir. Don Juan dice que desde que el inquilino conoció a Sebastián en 1723, parte de esas antiguas técnicas han sido transmitidas a un líder de grupo de cada generación, estableciendo así la continuidad de una línea tolteca específica (Fuego, cap. 15). En cierto sentido, la diferencia entre el segundo y el tercer ciclo es como la diferencia entre la guerra de Vietnam y la guerra del Golfo. En Vietnam se creía que un despliegue masivo de poder quitaría de en medio la resistencia de un pequeño país del Tercer Mundo. El ingrediente que faltaba era una estrategia que diera cohesión: un propósito general, órdenes claramente definidas y un compromiso nacional. La vaguedad impregnaba el aire; no había un propósito claro. Aprendiendo del pasado, los líderes de la guerra del Golfo insistieron en una preparación minuciosa y una misión bien definida. Por otra parte, se hicieron esfuerzos sustanciales para aglutinar la voluntad de todas las fuerzas aliadas. El resultado fue un éxito militar completo. En resumen, esta situación refleja las condiciones del intento inflexible. De manera similar, los toltecas aprendieron de su caída y crearon otra estrategia más viable. Mientras que el segundo ciclo alineaba su comportamiento con la avaricia, la manipulación del poder y el engrandecimiento personal, el tercer ciclo alineó su comportamiento con otras cualidades más abstractas, como el equilibrio y la libertad. También se dieron cuenta de que fue la falta de carácter —y no las prácttcas mismas— la que causó la destructiva acumulación de poder personal del segundo ciclo (Fuego, 109). El siguiente cuadro nos ofrece una lista de las diferencias clave entre ambos ciclos. Segundo ciclo • Preocupación por los poderes no ordinarios • Relevancia de lo desconocido • Punto focal equiparable a percepción • Recalca la auto-importancia • Mórbidos deseos de poder • Incremento del poder personal para exhibirlo • Control y manipulación Tercer ciclo • Dedicación al desarrollo de la percepción • Relevancia de lo incognoscible • Punto focal refleja alineamiento de energías • Reducción de la auto-importancia

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• Refinamiento de objetivos • Uso del poder personal para aumentar el conocimiento • Cooperación con el orden natural Las innovaciones en el arte del rastreo aumentaron las posibilidades de que los toltecas no se quedaran atrapados en las actividades del segundo ciclo, tales como la extraña práctica de convertirse en un árbol (Fuego, 169). Más bien, se aplicó la disciplina a la búsqueda de logros superiores y más refinados. Un baile similar a los movimientos que se ejecutan en las artes marciales refleja los avances en el arte del rastreo. Es una danza de naturaleza similar a la que don Juan enseñó a Castaneda. Debía cultivarla a lo largo de su vida para que reflejara sus éxitos y fracasos (Viaje, 188), y debía realizarla en su totalidad cuando estuviera frente a la muerte. Una vez tuve la oportunidad de observar y ver a un tolteca realizar una parte de su danza de rastreo: Comenzó con la persona de pie y en posición relajada. Su brazo derecho estaba doblado hacia arriba a la altura del codo y su mano derecha quedaba alineada con el hombro derecho. Tenía los dedos juntos, la palma abierta y vuelta hacia fuera. El costado de su cuerpo simbolizaba la postura inicial, de una inalterable ecuanimidad. El brazo izquierdo colgaba suelto a lo largo del cuerpo y la mano izquierda, cerrada en forma de puño, representaba el poder de ensoñar. Entonces la mano derecha descendía y cruzaba por delante del pecho como si cortara algo con el borde de la mano. Este movimiento representaba que el arte del rastreo (lado derecho) debe presidir el ensueño (lado izquierdo). El baile estaba pensado para mostrar la necesidad de que la búsqueda de la libertad gobierne los poderes derivados del viaje a lo desconocido, el lado ensoñador. En el siguiente movimiento el puño izquierdo se levantaba hacia arriba, enganchaba la muñeca derecha y ambas manos se dirigían hacia arriba. Este movimiento significaba que el ensueño debe elevar el rastreo y debe ser usado para alcanzar la libertad. Después, las manos se quedaban en reposo mientras los brazos formaban una X sobre el corazón, indicando que ambas estaban unidas y debían ser usadas para propósitos del corazón. Una de las influencias culminantes en el tercer ciclo fue el reconocimiento de que la fuerza no reside en el acumulación de poderes sino en una comprensión clara y en un refinamiento de la persona que le permita lanzarse a lo desconocido, libre de la avaricia y el abuso. Uno aprende a abandonarse a un universo que esta mucho más allá de la conciencia humana, pero que la incorpora completamente. Lo que se busca es vivir plenamente la esencia de la propia vida, un camino de continuo autodescubrimiento. Antes que nada... La pérdida brutal de su cultura —el mundo tolteca— y de sus padres, llevaron a don Juan a la convicción de que, antes que nada, somos seres humanos (Realidad aparte, 175). Sus enseñanzas, por tanto, están dirigidas a buscar el común denominador de lo que eso significa. En lugar de enseñar una forma roja, blanca, amarilla o negra de mirar el mundo, sus enseñanzas tratan sobre la percepción y los alineamientos de energía que la permiten. Una de las ventajas claras de este planteamiento es que, aparte de las orientaciones personales a nivel filosófico o espiritual —tales como si uno considera que tiene alma o no—, la actitud de “en primer lugar somos seres humanos” asienta la experiencia en el aquí y ahora, en esta vida, en este mundo. Este planteamiento no niega a Dios ni la espiritualidad. Por el contrario, puede ser usado para potenciar la conciencia espiritual. La actitud de «en primer lugar somos seres humanos», en lugar de definir nuestras experiencias tomando como base nuestro trabajo, vocación o nacionalidad, ofrece un punto de referencia estable y concreto con el que todos podemos conectar. Esta conciencia permite la utilización de distintas orientaciones espirituales para aumentar la calidad de vida de todos. La tradición tolteca declara que un aspecto de la condición humana es que tenemos cuerpos

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energéticos y que nuestra condición inicial es la de ser seres conscientes. Esto llevó a don Juan a pensar que nuestro lugar en el orden natural es simplemente el de aprender(Enseñanzas, 72). Esta actitud produce un examen permanente de uno mismo y de la propia relación con la sociedad, el mundo y el más allá. Esto activa en cada persona su más alto potencial porque crea armonía entre todas las esferas de actividad. También proporciona una orientación para tratar con lo desconocido. De otra manera no hay un verdadero aprendizaje, sino sólo una constante repetición y ensalzamiento de lo que ya se saber Por ejempio, cuando nos damos cuenta de que no estamos separados del mundo creamos un nuevo punto de referencia. En lugar de luchar por ser individuos, podemos encontrar nuestra individualidad permitiendo que la totalidad de la vida se exprese a través de nosotros. El planteamiento de «en primer lugar somos seres humanos» es una predilección de los toltecas, un sueño que comparten y del que emanan otros sueños. Posibilita el manejo de la inmensidad de la percepción infinita y proporciona una referencia desde la que explorar. Es una herramienta práctica. La lección de no perderse en sus sueños fue muy costosa para los toltecas y la disciplina derivada de ella es la que genera la evolución. Creo que gran parte de la consistencia de don Juan es fruto de esta orientación, «somos en primer lugar seres humanos». Esa consistencia le ayudó a mantener un delicado equilibrio sin esfuerzo. El Camino Tolteca no es sino uno de los senderos que lleva a la eternidad. Como el budismo Zen, el sufismo, el taoísmo y otros sistemas, seguirlo con seriedad requiere que hagas de él tu camino principal. Esto no significa que no puedas participar de otras filosofías, sino que debes atravesar sus pasadizos para conocerlo plenamente y después poder dejarlo atrás. Para recibir su impulso, debes utilizarlo. Dentro de los laberintos toltecas, la actitud de «en primer lugar somos seres humanos» equilibra las prioridades. Nos aleja del dogma y nos lleva a la experiencia real. Nos permite entrar en contacto con nuevas fuentes de información en lugar de encerrarnos en el auto-reflejo o en la validación repetitiva de nuestros pensamientos. Un sistema puede hacer estas tareas, pero no puede, por sí mismo, llevarnos a la libertad total. El conocimiento obtenido siempre reflejaría los puntos de vista del sistema, una forma más elaborada de autorreflejo. Si un sistema tiende a quitar importancia a la capacidades psíquicas, por ejemplo, sus adherentes trabajarán en ello. A medida que el manejo de las habilidades psíquicas se atrofie, el sistema puede muy bien decretar que todo funcionamiento psíquico es fraudulento. Uno de los rasgos más atractivos del Camino Tolteca es que requiere de sus practicantes que lleven las cosas más lejos, que amplíen y profundicen. El Camino Tolteca simplemente no está dentro del status quo. Si alguien te ofreciera una vía mejor que la que recorres en la actualidad, ¿la reconocerías? Seas un tolteca, un científico o un camionero, el desafío no consiste en escapar a un mundo de dogmas aparentemente seguros sino en buscar el conocimiento. Y parte de este proceso reside en comprender que el conocimiento a menudo encaja dentro de los parámetros del método utilizado para obtenerlo. Quizá sea esto lo que llevó a Sam Keen a afirmar en su libro Fire in the Belly que debemos liberarnos del pensamiento habitual y definirnos por nuestra propia experiencia. Cuarto ciclo El cuarto ciclo surgió durante el torbellino de los años sesenta. Durante ese tiempo de amor libre y utilización indiscriminada de drogas, Castaneda comenzó a publicar libros que detallaban una manera sofisticada de acumular conocimiento. Habló a los desencantados, proporcionándoles un contexto para que pudieran encontrar sentido a sus experiencias no ordinarias. Sin embargo, los únicos libros que hablan de drogas o plantas de poder son los dos primeros y desde entonces ha ganado público. A través de sus libros, Castaneda ha vuelto a hilar la tradición, de la misma forma que los nuevos videntes la hilaron en el tercer ciclo. Como sólo cubre una o dos generaciones y contiene la esencia del tercer ciclo, mencionar que existe un cuarto ciclo es básicamente igual que reconocer que está ocurriendo un cambio significativo. Castaneda, al describir los rasgos centrales del sistema, ha proporcionado una referencia estable

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a cualquiera que desee usarla. Sus libros, sin embargo, no abarcan todas las instrucciones de don Juan, por lo que se pierde algo del sabor. Por otra parte, esto ha tenido el efecto de sintetizar la práctica todavía más. La nueva estrategia de integrarse armoniosamente en la cultura ha devuelto al Camino Tolteca a la corriente principal del pensamiento metafísico; esto puede llevarle a mezcíarse con otras filosofías esotéricas, lo que podría potenciar aún más las enseñanzas. Asimismo, en la actualidad el mundo tolteca es parte de un mundo altamente tecnificado y está sujeto a su influencia a medida que sigue adaptándose. Por tanto, el principio del cuarto ciclo ofrece un suelo fértil que puede producir casi cualquier resultado. Por ejemplo, en alguna parte dentro del tejido de la existencia hay una Iglesia de los seguidores de don Juan. Según parece, don Juan causó un impacto tan grande que se formó toda una religión a su alrededor. Para consternación suya, se le reverenció excesivamente. Hay una versión de la realidad en la que don Juan, sus compañeros y aprendices manipulan a Castaneda para hacerle aprender sus prácticas y después dedicarle a escribir libros. La situación admite muchas versiones diferentes. Otra versión describe a Castaneda como un aprendiz inocente y vacilante que relata sus experiencias con un grupo de gente muy peculiar. Esta versión considera que sus libros pertenecen al campo de la ficción y no son muy diferentes ni más importantes que otras novelas de fantasía. En otra versión, Castaneda es un antropólogo magistral que aprendió las principales enseñanzas tras años de instrucción y después las ofreció a cualquiera que estuviera interesado en el experimento. Vemos que ambas versiones tienen algo de cierto y, desde la perspectiva del vidente, todas son verdaderas. Cada una tiene su propio intento, su propia energía. Don Juan se refiere a esto cuando dice que «la comprensión pura es un corredor avanzado que sondea la inmensidad que está ahí fuera» (Conocimiento silencioso, 136). Se refiere a la convicción del vidente de que, en algún lugar del amplio universo, cualquier cuento narrado por cualquier narrador es real. La energía que nos liga al universo del narrador es saber que la forma de relacionarse con el mundo que tiene la persona es la fuerza que selecciona el mundo en que vive. Se trata tanto de vivir en un mundo en constante evolución como de cambiar continuamente de senda para ir a otros mundos ya existentes. Parte de la comprensión pura del narrador es entender cómo funciona la percepción y esto es, una vez más, una prioridad del tercer ciclo. Don Juan dice que el énfasis que ponen los videntes modernos en lo abstracto incluye la aplicación de sus prácticas a funciones sociales concretas. Y añade que esto significa «que nunca les atraparás siendo los videntes oficiales o los brujos residentes» (Ensueño, 2). En otras palabras, los toltecas no se limitan a ocupar un lugar especifico dentro de la sociedad. Sin embargo, esto no significa que se retiren de ella. El rastreo se desarrolló para que los videntes pudieran ser parte de la sociedad pero en sus propios términos, términos que les permitieran continuar con su búsqueda de la libertad. De ahí que estructuren su vida intencionadamente de la mejor manera posible para alcanzar sus objetivos. Si los videntes se excluyeran automáticamente de la sociedad, no tendríamos los libros de Castaneda, Donner o Abelar. Sus publicaciones, la venta de su trabajo, sitúa sus actividades dentro de la corriente social. Por tanto, pienso que lo que don Juan quiere decir es que los videntes no se dejan atrapar en las normas culturales habituales. La creación de una burocracia tolteca sólo dificultaría el trabajo de evolucionar más allá de las formas, sean del tipo que sean. Por sus propios relatos, sabemos que Castaneda pertenece a una clase especial de líderes toltecas. Su cuerpo de energía tiene tres compartimentos, no cuatro como los de otros líderes entre los que se incluye don Juan. Don Juan considera que esta circunstancia indica cambio y revitalización (Don, cap. 12). Castaneda dice que cuando don Juan descubrió su condición, tuvo que establecer un nuevo equipo que fuera más compatible con su tipo de energía. El resultado es que los hombres y mujeres sobre los que leemos en El segundo anillo de poder y El don del Aguila fueron reemplazados por Abelar, Donner y Carol Tiggs, la contra-parte femenina de Castaneda (Ensueño, X). Donner ha llevado la idea del cambio tan lejos como para afirmar que Castaneda representa el fin de su linaje y que no habrá nuevos equipos. Quizá sea así o quizá sólo quiera evitar interferencias.

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O quizá Castaneda haya innovado tanto el sistema que suponga el final de un ciclo. Tal vez haya otras fuerzas implicadas. Por ejemplo, existe al menos un informe de que Castaneda y su gente han encontrado un «nuevo nagual», un nuevo líder de equipo. Si es verdad, esa persona asumirá una posición en relación a Castaneda similar a la de este con don Juan, situación que indicaría la continuidad del linaje. Las inconsistencias como esta tienen cabida dentro de las instrucciones de don Juan. Por lo tanto, puede ser que Donner sólo esté borrando las huellas y la historia de su equipo. Asimismo, esto puede ser un reflejo de la triple e inestable energía de Castaneda; los esfuerzos de su equipo por encontrar estabilidad les mantienen en un desafío constante que a veces produce inconsistencias. Al mismo tiempo, hay otras pruebas de que el linaje de don Juan sobrevivirá y de que Castaneda sólo está jugando su parte en la evolución del linaje. He oído que alguna gente de México no mencionada en los libros de Castaneda afirman ser pupilos de don Juan. También he mantenido correspondencia con Norbert Classen, autor de Das Wissen der Tolteken (El conocimiento de los toltecas). Classen es líder de un grupo tolteca que se reúne en Europa. Todas estas personas están fuera del equipo de Castaneda y sin embargo continúan trabajando con la enseñanzas de don Juan. Esto me lleva a la conjetura de que don Juan puede haber establecido el cuarto ciclo en respuesta a la volátil naturaleza de Castaneda. Como las tumultuosas predilecciones de éste no aseguraban la supervivencia del sistema, quizá don Juan plantó semillas en otros grupos. Como la fruta del cactus, llena de semillas para que una pueda enraizarse, quizá don Juan enseñó a otras personas en diversos lugares para asegurarse de la supervivencia de las enseñanzas. También puede ocurrir que el río tolteca esté forjando nuevas salidas al mar. Como los libros de Castaneda son una referencia común de este último ciclo, quizá su uniformidad actuará de manera similar a la consistencia que proporcionaron Sebastián y el inquilino al tercer ciclo. Pero la llegada del cuarto ciclo no significa que las prácticas del segundo hayan desaparecido para siempre, no es así. Cualquiera que siga este camino el tiempo suficiente tiene que tratar con ellas de alguna manera y en algún momento. Sin embargo, es el realineamiento de las energías del tercer ciclo el que ofrece una oportunidad de libertad. Utilizando una disciplina sin brechas, los practicantes del tercer ciclo no deben perder lo conseguido en él, pero también deben seguir enfrentando la complacencia y cuestionar esos mismos logros, al tiempo que conservan el sentido de aventura que la vida nos ofrece. El uso de criaturas de otras dimensiones en sus trabajos de brujería, por ejemplo, es característico del segundo ciclo. Don Juan y el tercer ciclo emergieron directamente de ese tipo de mundo. Por tanto, cuando afirma que estas prácticas son cuestionables, está respondiendo a la misión de su ciclo, que es controlar y redirigir esos objetivos. Con una perspectiva ampliada por el tiempo y la experiencia, quizá esas actividades puedan ser vistas con una mayor comprensión de sus efectos. Esta evolución permitirá que ciertas prácticas se dejen de lado y otras sean vistas bajo una nueva luz. Y esa nueva luz, esa diferencia de perspectiva, es lo que señala la emergencia del cuarto ciclo.

CAPÍTULO 3 LOS TOLTECAS Este capítulo presenta algunos componentes importantes del Camino Tolteca que, aunque a primera vista puede parecer una religión, no lo es. No exige adoración ni reverencia. Es, más bien, una filosofía, una forma de obtener conocimiento. También es una metafísica, lo que en sentido clásico hace referencia a una rama de la filosofía que trata de la naturaleza de la realidad. Para que pueda llevarnos a alguna parte no basta con discutir sobre él, debe ser aplicado y vivido. Un rasgo del Camino Tolteca es que cada linaje que lo forma proporciona métodos, puntos de vista y técnicas que funcionan conjuntamente para permitirnos percibir algo más que la realidad ordinaria. Estos elementos son verificables. Todo lo que hay que hacer es practicar seria y persistentemente. Como resultado, adquiriremos automáticamente la conciencia de que nuestro mundo físico sólo es uno de los numerosos mundos que existen y que nuestra relación con esos mundos cambia y evoluciona constantemente. Sea cual sea la senda específica elegida, el Camino Tolteca es una herramienta. Aunque nos ayude a percibir lo que se considera sagrado, en sí mismo no es sagrado. El Camino Tolteca abarca distintas actitudes personales y planteamientos. Por tanto, favorece —no, exige— que cada uno cultive y controle su individualidad. Pero la lucha por no tener una identidad rígida y fijada es lo que dio origen a las palabras de don Juan: «La guerra, para el guerrero, es la lucha total contra ese yo individual que ha quitado al hombre su poder» (Conocimiento silencioso, 170). Por esta razón, vemos que don Juan enseña insistentemente a sus aprendices el valor de perder la autoimportancia. En el núcleo de la autoimportancia está la autorreflexión, es decir: nos reflejamos continuamente a nosotros mismos en qué consiste el mundo. Por tanto, la tradición tolteca siempre empuja más allá de los limites de cualquier visión del mundo. Como enseña don Juan, lo importante no es adherirse a un sistema sino llegar a la totalidad de uno mismo, llegar a completar la propia naturaleza(Relatos, 240). Cuando uno olvida que los sistemas y linajes son técnicas, entonces entra en el dogma y pierde las conquistas tan trabajosamente conseguidas. Para prevenir este problema, don Juan me pidió que reconociera que su comportamiento procedía de su participación en otra realidad. No quería que yo pensara que me ofrecía una realidad mayor y más grande, que por tanto sería la «verdadera» realidad. Quería que considerara la realidad ordinaria y la no ordinaria sobre una misma base, que equilibrara su relación mutua y me deslizara entre ambas con la esperanza de liberarme. Gracias a las instrucciones de don Juan llegó un momento en el que me familiaricé con el mundo tolteca. Esto ocurrió cuando llegué a dominar un número suficiente de elementos de ese mundo. Así se generó una fuerza que organizó mi percepción siguiendo un marco no ordinario. Entonces tuve los medios de deslizarme entre dos realidades: la realidad ordinaria en la que había crecido y el mundo tolteca. Deslizándome entre ellas, di mi primer paso hacia la libertad. La conciencia acrecentada Expresado con sencillez, la conciencia acrecentada es la elevación de la percepción más allá de lo ordinario. En el estado de conciencia acrecentada cambian las reglas sobre lo que es «normal» y el acceso a las realidades no ordinarias ocurre con más facilidad. Lo sobrenatural se convierte en natural. La conciencia acrecentada tiene lugar cuando se equilibran los campos de energía primero y segundo. Este equilibrio es la clave de los trabajos toltecas. Florinda Donner se refiere a este estado como «soñar despierto». Este término encaja muy

bien porque la conciencia acrecentada trae a la realidad cualidades parecidas a las del ensueño. Los objetos inanimados poseen vitalidad. Los mensajes de las vallas publicitarias cambian mágica y abruptamente. Los cuadros que cuelgan de las paredes surgen a la vida y sus trazos se hacen móviles. Los árboles hacen gestos, a menudo mostrando cuál es el camino que debemos seguir y las rocas resplandecen por la noche iluminando estrechos senderos. Esta descripción puede darnos la sensación de que la realidad está fuera de control en lugar de haberse expandido, pero en su aplicación práctica, la conciencia acrecentada refina nuestros sentidos físicos y hace que la intuición sea más precisa. También potencia las habilidades sociales y multiplica la sensación de aventura y diversión. Uno posee más vitalidad. Como es el caso con la mayoría de los estados de conciencia, la conciencia acrecentada viene y va. La menor cosa puede provocarla pero también puede ser el resultado de un trabajo arduo y prolongado. Puedes entrar en ella durante cinco segundos, cinco horas o el resto de tu vida. Uno de los objetivos de los toltecas es alcanzarla y mantenerla. Don Juan a menudo golpeaba a Castaneda entre los omóplatos para producir este cambio. Gran parte de las enseñanzas de don Juan fueron impartidas mientras Castaneda estaba en este estado. Don Juan explicó más tarde que bastaba con su presencia para que Castaneda hiciera este cambio de conciencia. El golpe era un truco, una maniobra para desviar la atención de Castaneda (Conocimiento silencioso, 139), lo que permitía que el intento inflexible de don Juan —energía láser enfocada— produjera el cambio. También se puede entrar en estados de conciencia acrecentada usando medios artificiales, como ciertas tecnologías del sonido de las que es pionero el Instituto Monroe. El Instituto está situado cerca de Caber, Virginia, y fue fundado por Robert Monroe, autor del clásico Journeys Out of tlie Body y del más reciente Ultimate Journey. En esencia, el Instituto usa una tecnología del sonido para equilibrar la actividad eléctrica de los dos hemisferios cerebrales, que corresponden a ambos lados del cuerpo. Este equilibrio produce la conciencia acrecentada. El Águila y sus emanaciones El Águila es la fuente de la creación (Fuego, 51). En términos contemporáneos, algunos dirían que es Dios. No es una entidad y sin embargo lo es. Es una fuerza o quizá un estado; está más allá de las limitaciones y por tanto más allá de las definiciones. En el mejor de los casos puede ser señalada o descrita brevemente. Las emanaciones de energía se extienden a partir de ella y abarcan toda la creación. Estas emanaciones son portadoras de los impulsos y patrones de la vida, la materia y cualquier otra manifestación. Nuestros cuerpos de energía son parte de la emanación que define la conciencia humana. La energía contenida dentro de nuestro cuerpo energético da lugar a la autoconciencia. Las emanaciones emiten órdenes en el mismo sentido en que las leyes naturales regulan nuestro comportamiento. Por ejemplo, la gravedad, la inercia y otras leyes influyen en nuestro comportamiento. Como parte que somos de esta energía, podemos emitir nuestras propias órdenes. Por eso podemos construir aviones y usar unas leyes para desbancar a otras, como la de la gravedad. Don Juan dice que la conciencia humana tiene lugar dentro de un espectro de emanaciones muy estrecho (Fuego, 162). Por tanto sólo podemos emitir mandatos dentro de una banda muy limitada. El resto del Águila abarca aspectos de la creación que exceden con mucho la comprensión o la realización humana. De aquí surgen una serie de preguntas: ¿Mandamos realmente sobre las emanaciones o nuestras órdenes son parte de las del Águila, aunque tengamos la sensación de que son emitidas por nosotros? ¿Es real la sensación de que damos órdenes o es sólo un reflejo que crea en nosotros una ilusión de autodeterminación? Aquí reside la esencia de la pregunta intemporal sobre si tenemos o no libre albedrío. En términos de la búsqueda del conocimiento, la emanación de la conciencia humana es

como una pequeña pluma de águila. Lo que nos es familiar de la pluma es lo conocido. Lo que nos queda por conocer de la pluma, su relación con otras plumas y la composición de las «plumas» en general, es lo desconocido. El resto de las emanaciones del Águila comprende lo incognoscible. Quizá podamos vislumbrarlo porque sentimos su influencia, pero como tiene propiedades diferentes y más numerosas que las de una pluma, no tenemos con qué compararlo. Carecemos de comprensión por nuestra propia naturaleza. Don Juan dice que aunque el reconocimiento del Águila es universal entre los videntes, la forma que cada persona tiene de relacionarse con las emanaciones es individual. «En otras palabras, no hay una versión fija de las emanaciones como la hay del Águila» (Fuego, 57). Esta interpretación abierta da lugar a las diversas tradiciones metafísicas. Cada tradición ofrece visiones basadas en las ideas de sus líderes y en las influencias culturales en general, o en lo que la población puede reconocer y aceptar. Dejando aparte las prácticas individuales, las grandes tradiciones comparten el reconocimiento de una única fuerza unificadora. Las principales religiones del mundo son monoteístas: Cristianos, judíos y musulmanes tienen orientaciones diferentes, pero comparten la visión de que hay un creador todopoderoso. En alguna ocasión he visto el Águila. Después de haber leído sobre ella en los libros de Castaneda, sentí un fuerte deseo de hacerlo. Don Juan dice que los videntes del segundo ciclo la describieron como «algo que parece un águila blanca y negra de tamaño infinito» (Fuego, 51). Las águilas desempeñaban un papel importante en su mitología, por lo que para ellos es práctico describir el origen de la creación con elementos de su visión del mundo. Aunque retratar una fuerza abstracta como una entidad reduce nuestra comprensión de ella, también nos ofrece una vía de relación. Cuando la vi, sentí algo similar a cuando en meditación me sentía propulsado a una dimensión de vastas proporciones. No era un paisaje tal como ordinariamente pensamos en ellos. Había un campo de luz indescriptible que daba la sensación de una luminosidad infinita. Percibí muchos colores: naranja, rosa, azul, violeta, albaricoque. Todos ellos eran parte de un único color. No había separación entre ellos, y sin embargo la había. En medio de mi campo de visión surgió una negrura que creció y se elevó hasta perderse de vista. Me recordó a la torre Sears de Chicago. Era como si estuviera de pie a unos metros de ella y me estirara hacia atrás poniéndome de puntillas para poder abarcarla completamente en mi campo de visión. Cada habitación era como un mundo diferente y el edificio se elevaba hasta el infinito. Entonces entendí las palabras de don Juan: ver el Águila implica que una emanación se reconozca a si misma. Cuando la autoconciencia aumenta de esta manera, dice don Juan, el resultado es una «visión del Águila y de sus emanaciones». Pero no hay Águila ni emanaciones. Lo que hay ahí fuera es algo que ninguna criatura viva puede comprender» (Fuego, 53). Seres inorganicos y espíritus Don Juan dice que hay innumerables seres inorgánicos. La mayoría de ellos son inútiles para los humanos y sólo unos pocos pueden ser utilizados. Esta utilización, dice don Juan, debe ser un «intercambio justo de energía» (Fuego, 109) y ocurre cuando la energía de ese ser y la del humano se alinean. Alineándose con la energía de un ser humano, los seres inorgánicos pueden materializarse en esta dimensión. Alineándose con la energía del ser inorgánico, los humanos pueden incrementar y enfocar su energía con gran precisión. Se considera que estas entidades no están vivas en el sentido de la vida de carne y hueso, pero están vivas en el sentido de que poseen conciencia. Como ocurre con la conciencia humana, su hábitat natural está dentro de un espectro particular de las emanaciones del Águila. Pero ocupan distintas bandas y por tanto distintos mundos (Fuego, 161). Los distintos sistemas ofrecen descripciones diferentes de la cantidad de mundos que existen. La metafísica tradicional occidental a menudo describe cinco niveles o planos de la realidad: físico, etérico, astral, mental y causal. Cada nivel puede tener

subniveles, como el alto y el bajo astral. El compañero de don Juan, don Genaro Flores, dice que en el otro mundo hay diez niveles (Realidad aparte, 123). Según don Juan, uno de estos mundos es un mundo negro. Él creyó que este era un dato importante porque es un mundo por derecho propio, no un reflejo distorsionado de este mundo (Fuego, 288). Uno de sus rasgos es la densidad extrema. Después de haberlo visitado durante un par de días don Juan pensó que había envejecido diez años. Yo lo experimenté por primera vez hace algunos años. Durante el ensueño, me sentí propulsado a otro mundo. Una vez allí, sentí que pesaba una tonelada, era como si la gravedad me empujara desde todas las direcciones. Entonces tomé conciencia de seis objetos que parecían lápices luminosos. Viéndolos a distancia, distinguí que algunos tenían dos o tres colores y otros sólo uno. Bailaban ligeramente mientras se acercaban a mí. Cuando estuvieron cerca supe que estaban vivos. Pero su luz era estable; no tenía el movimiento de energía que se ve dentro de los humanos. Cuando reconocí que estaban vivos, uno de ellos se alejó. Entonces mi conciencia regresó al cuerpo físico. Me sentí agotado. Sentí que había estado allí una media hora, pero el reloj indicaba que sólo habían pasado unos minutos. Aprendí más sobre esos seres cuando Castaneda publicó su noveno libro, El arte del ensueño. En él, don Juan dice que son proyecciones de energía de los seres inorgánicos (Ensueño, 86). Don Juan enseñó a Castaneda que el ensoñar abre avenidas a otras dimensiones y mantiene que estas energías remotas envían exploradores a nuestro mundo. El ensueño es uno de los lugares donde se puede percibir la intersección de los mundos. El arte del ensueño ofrece una buena descripción y análisis del mundo de los seres inorgánicos. Además de estas entidades de luz parecidas a lápices, me he encontrado con otros seres, o espíritus si se prefiere. En una ocasión, me encontré de pie frente a un gran árbol centenario cuyo tronco se extendía varios metros antes de sacar las primeras ramas, que eran gruesas y largas. Entré deliberadamente en el estado de soñar despierto. Entonces vi aparecer una mujer que estaba superpuesta dentro del árbol. Salió del árbol y se quedó de pie frente a mi. Media un metro sesenta, parecía tener unos treinta y cinco años y vestía una túnica blanca y vaporosa. Tenía el pelo moreno y unos ojos azules e intemporales. Me dijo telepáticamente que era el espíritu del árbol. Como había tenido encuentros con otros espíritus de la naturaleza anteriormente no me amedrenté. Le pregunté por los elfos. Me dijo que ella mantenía una conexión amistosa con los elfos, pero no eran necesariamente formas de vida. Más bien, tenían vidas que reflejaban el espíritu de los elementos naturales. Otro encuentro mucho más dramático con un ser inorgánico ocurrió una tarde mientras estaba sentado en el muestrario de una cristalería. Trabajaba para un ebanista y había ido allí a hacer un recado, a recoger un cristal. Mientras esperaba, noté una configuración de espejos anormal en la pared de enfrente. Había un gran espejo de bronce flanqueado por varios espejos normales de mercurio. Absorbido por el efecto que creaban, miré dentro del espejo de bronce. Me reí de mí mismo pensando que don Juan y Castaneda habían extraído una entidad de otra dimensión de un espejo (Fuego, cap. 6). Me pregunté si podría hacer lo mismo. Después de algunos minutos de mirar al espejo, vi salir de él una figura parecida a un hombre. Era un poco más alto que la media y bastante fornido. Recuerdo que pensé que parecía un poco más alto que don Juan y un poco menos musculoso. No sé por qué pensé en don Juan, quizá porque asocié la historia que Castaneda cuenta del espejo con este suceso o quizá porque reconocí de pasada la energía de don Juan saliendo del espejo. La criatura tenía grandes bultos en la cabeza y estaba ligeramente encorvada. Estos aspectos de la imagen contrastaban agudamente con don Juan, que es un perfecto ejemplo de salud y vitalidad. Sin embargo, en algunas ocasiones, había observado a don Juan presentarse en diversas formas. Una vez le encontré vestido de borracho y en otra ocasión iba vestido de mujer. Entonces, el pensamiento de que aquel ser no era don Juan me estremeció y me di cuenta de que no tenía ni idea de cómo responderle. Me sentí como Micky Mouse en la película Fantasía, en la que el aprendiz de brujo despliega involuntariamente un gran poder. Bastante atemorizado, miré hacia otro lado y simultánea-

mente me puse de pie para caminar y disipar la imagen. Pero seguía sintiendo su presencia. Salí de allí, me monté en el coche y me alejé. Hasta el día de hoy he seguido preguntándome si esa criatura seguirá dando vueltas y buscando a la persona que la convocó. En aquella ocasión me comporté de una manera muy irresponsable. Las plantas de poder Don Juan dice que los toltecas empezaron a recorrer el camino del conocimiento consumiendo plantas de poder (Fuego, 17). Las enseñanzas de don Juan y Una realidad aparte ofrecen relatos detallados de las experiencias de Castaneda con diversas plantas, entre las que se incluyen el peyote, el estramonio y diversos hongos. Don Juan descubrió que cada planta tiene su propio intento y por tanto produce cambios de conciencia específicos. Por ejemplo, según don Juan, los hongos ofrecen un tipo de conciencia serena y desapasionada, mientras que el estramonio es más volátil. El común denominador de las plantas de poder es que sus energías crean cambios perceptuales reflejados por movimientos del punto focal hasta lugares no ordinarios. Reducen las restricciones del primer campo y así proporcionan vislumbres del segundo campo. Las plantas de poder proporcionan temporalmente una conciencia acrecentada. Su valor reside en que nos facilitan vislumbres de lo desconocido. Su coste es la distorsión de energía que produce un cambio de conciencia forzado. Para resaltar la seriedad de su uso, don Juan siempre hacia que Castaneda realizara rituales para enfocar la atención. Los mismos rituales también le hacían salir del marco de la realidad ordinaria. Don Juan insiste en que las plantas de poder son una herramienta educativa y no deben ser usadas como un entretenimiento. Don Juan también aclara que no todo el mundo las necesita y que las dio a Castaneda porque iba muy lento en su aprendizaje (Relatos, 12). De hecho, don Juan dice que los videntes del tercer ciclo restan deliberadamente importancia a su uso por las distorsiones que producen (Fuego, 19). Esto no quiere decir que lo que uno experimenta cuando las usa es necesariamente confuso, sino que su uso va en detrimento del cuerpo energético. En algunas ocasiones he visto los cuerpos de energía de algunos toltecas que usaban plantas de poder regularmente. En lugar de existir una mezcla armoniosa entre los bordes de sus cuerpos energéticos y el entorno, los limites estaban contorsionados. Esta malformación hace que los cuerpos energéticos tomen la forma de coliflores en lugar de ser vibrantes esferas de energía. Las combaduras de los cuerpos energéticos producen distorsiones en la percepción. Usar plantas de poder es como hacer funcionar una bombilla de 60 watios de potencia con una corriente de 75 watios. Aumenta la potencia pero se fuerza el filamento. En otras palabras, las plantas de poder fuerzan el cuerpo físico. Para optimizar su uso, su energía debe dirigirse a ciertos resultados específicos. Don Juan estableció objetivos antes, durante y después de dárselas a Castaneda. Si usas plantas de poder, el truco está en continuar por las direcciones que has percibido al usarlas, pero bajo tu propio poder. Creo que no reconocer su valor también es una equivocación. Por ejemplo, en una ocasión, estando en el desierto de Arizona bajo la influencia de la marihuana, experimenté la humilde nobleza de ser «humano». Consumí una pequeña cantidad de marihuana en lo alto de un montículo del desierto, bajo el sol veraniego. A los pocos minutos tuve una visión en la que vi las luchas y victorias de la humanidad. Cuando dirigí la atención a mi cuerpo físico, sentí que el calor del sol se transformaba en otro tipo de energía. Ya no sentía la energía como calor, más bien era algo sobre lo que podía montarme o hacer surf. Al conectar con ello, mis sentidos se expandieron, tocando las colinas vednas que estaban bañadas de claridad. Vi mi lugar como bípedo caminando sobre la faz del planeta. En lugar de sentir la pesadez de la existencia, como a menudo se nos dice que hagamos, comprendí que todos llevamos la semilla de la grandeza dentro de nosotros. Sólo tenemos que aprender a hacer que esta energía florezca en lugar de pisarla. En otra ocasión en la que ingerí peyote, reconocí que el mundo físico no es lo que parece. Vi que los objetos físicos sólo son energía densificada. Esta experiencia me demostró la lección de don

Juan de que el mundo está compuesto fundamentalmente de energía. Los objetos materiales simplemente son un reflejo de esa energía. Estas dos experiencias inducidas por las drogas me llevaron más allá del mundo convencional hasta un mundo donde residen las visiones, la belleza y la armonía entre los humanos y la tierra. Pero la gente suele usar plantas de poder en lugar de la disciplina. Yo mismo lo he hecho en algunas ocasiones, pero, habiendo entendido sus limitaciones, ahora prefiero confiar en mis propias capacidades porque los resultados son más claros y patentes. Recuerdo un principio del tercer ciclo que propone que hay un cierto estilo de vida que lleva automáticamente a la conciencia acrecentada. La conciencia acrecentada generada por la senda tolteca es mucho más sustancial y duradera que la ofrecida por las plantas de poder. Para lograr el crecimiento a largo plazo, es esencial no dejar que un impulso temporal reemplace nuestro compromiso con la disciplina personal. Presagios Los presagios usan un lenguaje especial, son un conjunto particular de acuerdos entre un individuo y el mundo. De la misma forma que los símbolos crean alfabetos, palabras y frases, los signos y símbolos conocidos como presagios proporcionan información, dirección y guía. Los colores, el comportamiento de personas y animales, las direcciones de la brújula y casi cualquier ocurrencia puede desempeñar un papel en esta forma de comunicación. Como mínimo, los presagios nos hacen prestar atención al mundo que nos rodea. También reducen el cansancio y el desgaste de la gente que se ve asaltada por las dudas porque aún no ha aprendido a seguir su guía interna. Los presagios son manifestaciones del espíritu, mensajes procedentes del abismo de la creación. Una pieza fundamental de los presagios es el color. Por medio de un estudio sistemático, aprendí a distinguir los colores que me resultan beneficiosos de los negativos. Para empezar, tomé conciencia de los colores de la ropa que llevaba puesta y de cómo me iba sintiendo a medida que transcurría el día. También observé los colores, permitiendo que su energía atravesara mis ojos y entrara en mi cuerpo, tomando nota posteriormente de cómo me sentía. Me di cuenta de que, para mi, el verde indicaba lo positivo y el naranja lo negativo. En esencia, había llegado a un acuerdo con el espíritu por el cual estos colores tenían para mí un significado particular. Tenía símbolos para el «sí» y para el «no». En la práctica, los presagios funcionan más o menos así: hace algunos años me presenté a un trabajo en el que se trataba de fabricar tofu. Las paredes del espacio de trabajo eran de color naranja. Sabía que esto indicaba algo negativo, pero como necesitaba dinero, tomé el empleo. A las dos semanas los senos se me hincharon protestando violentamente por las grandes cantidades de sal que son necesarias para fabricar ese derivado de la soja. Dejé el trabajo. Al día siguiente de dejar el trabajo tenía que tomar un avión. Los cambios de presión me exacerbaron y me hicieron sentirme tan incómodo que necesité una consulta médica. La factura de la visita me costó más de lo que había ganado con aquel trabajo. El mismo presagio puede significar cosas distintas para distintas personas. Un día, mientras paseaba en coche con una amiga, un coche naranja se cruzó ante nosotros. Ambos nos dimos cuenta de que debíamos escuchar aquel aviso en lugar de sentirnos molestos por su imprudencia. Usando su intuición, mi amiga pensó que eso significaba que a su hijo le estaba pasando algo. Volvimos a casa antes del momento programado y descubrimos que había sufrido un repentino ataque de gripe. Por otra parte, había estado considerando si debía continuar con mi doctorado en religión o trasladarme a Virginia. Como las tres primeras letras de la matrícula de aquel coche eran «PHD» (que yo asociaba con seguir en la universidad), pensé en dejar los estudios. Un par de días después, de camino a clase, adelanté a una motocicleta verde con una pegatina del servicio de inspección de vehículos de Virginia. Ahora tenía dos presagios apuntando en la misma dirección. Al acabar ese semestre, dejé la

universidad y me trasladé a Virginia. A lo largo de los años siguientes trabajé en la Asociación para la Investigación de la Iluminación y en el Instituto Monroe. En estas dos organizaciones pude conocer la aplicación directa de los planteamientos que había estado estudiando. Estas experiencias resultaron ser esenciales para mi desarrollo posterior. La interpretación correcta de los presagios se basa en la capacidad de dejar a un lado los propios pensamientos. Pensar continuamente en las propias necesidades, deseos, intereses, relaciones y cualquier otra cosa que alimente nuestro pensamiento, no hace sino conformar los presagios a nuestras ideas. Por tanto, la intuición desempeña un papel crítico. El sentimiento sirve para dirigir la conciencia, y por tanto las interpretaciones, hacia nuevas dimensiones. Una noche, justo antes de trasladarme y dejar mi residencia en el Gran Cañón, decidí salir a dar un paseo por el cañón. Quería decirle adiós. Unos cien metros más abajo, fui asaltado por un pájaro. Cuando me retiraba un poco, el pájaro me dejaba en paz y cuando pasaba una línea imaginaria, volvía a atacarme. Sabía por experiencia que cuando un pájaro defiende su nido se mantiene a la ofensiva hasta que el transgresor se aleja. Este pájaro poseía un propósito muy claro porque acabó sus ataques en el mismo lugar al menos media docena de veces. Valorando el incidente, sentí que aquello era una señal de que no debía seguir adelante. Más tarde, reflexionando sobre el evento, vi que mi decisión tenía sentido ya que en ese momento estaba en un punto de mi aprendizaje en el que estaba abierto a influencias poco definidas. Por tanto, no era una buena idea aventurarme de noche y en solitario por el cañón. El presagio sirvió para alertarme. La clave está en comprender que se trata de una toma de decisiones no ordinaria que refleja la participación en un mundo no ordinario. Con la práctica, el significado de los presagios llega a hacerse evidente. Un pájaro ruidoso puede significar algo particular para ti. Sin embargo, otro elemento clave a la hora de aprender sobre presagios es mantenerse abierto. Usa tus sentimientos continuamente para prevenir una estandarización excesiva y no te apresures con las interpretaciones. Construye un amplio diccionario. Presta atención a los colores, comportamientos, direcciones. Si un pájaro vuela tranquilamente desde el sur, ¿qué ocurre después? Si estás a punto de entrar en un edificio y ves que los cuervos crean un revuelo, ¿cuáles son los efectos a corto y a largo plazo de haber entrado en ese edificio? Toma nota especial de los sucesos inesperados y después observa cuidadosamente. Intenta combinar los símbolos con los sucesos reales. No te mientas y no intentes hacer que algo arbitrario encaje en tu visión. No te llevaría a ninguna parte. Permanece abierto y relajado, y descubrirás un diálogo intimo con el mundo.

La curación no ordinaria La curación es una práctica muy común en todo el mundo tolteca. Los comentarios que siguen no son consejos médicos ni reemplazan el tratamiento médico ortodoxo. Son, más bien, un reconocimiento de que el bienestar físico depende de las dimensiones mental, emocional y espiritual. Don Juan afirmaba que no hay enfermedades, sólo complacencia (Viaje, 291). En un sentido, la complacencia es un derroche de energía resultado de un desequilibrio en los campos de energía personales. Por ejemplo, cuando hay una gran distorsión en el primer campo, las energías del segundo campo no pueden alimentar al individuo. Los síntomas físicos o manifestaciones de la enfermedad reflejan esa falta de cuidado. A partir de esta premisa básica, don Juan siguió comentando cosas sobre la curación no ordinaria. Después de escuchar una historia sobre un curandero psíquico, don Juan dijo a Castaneda que el arte del curandero consistía en mover el punto focal del paciente (Conocimiento silencioso, 142). Es decir, el curandero dedica sus habilidades a realinear la energía del paciente. Don Juan también pensó que el poder de un curandero emanaba de ser un conducto del espíritu. Por tanto, es el espíritu, y no el curandero, el que realinea la energía. El exquisito equilibrio que uno encuentra cuando se libera en el espíritu es la marca del vidente; quizá esto explique por qué muchos videntes son sanadores.

Hace algunos años, durante un curso que dirigí en Massachussetts, una participante, a la que llamaré Carol, se quejó de un dolor de cabeza. También comentó que le dolía la rodilla izquierda. Durante un descanso, dos mujeres que participaban en el seminario (a las que llamaré Betty y Marge) dijeron que practicaban la curación no ordinaria y con el permiso de Carol se pusieron a trabajar con ella. Me senté a cierta distancia y observé sus esfuerzos. Pronto comencé a ver. Betty se arrodilló frente a Carol (que estaba sentada) y colocó sus manos sobre la rodilla resentida. Marge, que estaba de pie detrás de Carol, colocó sus manos suavemente sobre su cabeza. Podía ver la energía que emanaba del cuerpo energético de Betty hacia la rodilla de Carol. Parecía que Betty reunía sus reservas y después las vertía sobre Carol. Marge, por otro lado, permanecía tranquila y en calma, parecía trabajar sin ningún esfuerzo. Desde aproximadamente un metro por encima de la cabeza de Marge, un rayo de luz blanca descendió y entró en la parte alta de su cabeza. Después de unos cinco minutos, Betty y Marge se detuvieron. Betty parecía un poco fatigada y Marge estaba vibrante. Carol comentó que el dolor de su rodilla había cedido y el de cabeza había desaparecido completamente. A lo largo de los años he descubierto que muchos médicos y la mayoría de los sanadores alternativos comparten los puntos de vista de don Juan. Sin embargo, el campo de la salud es muy amplio y hay una gran variedad de planteamientos y técnicas. Una de las profesoras de Taisha Abelar, Clara, le dio una serie de «pases brujos» o movimientos físicos específicos destinados a restaurar o mantener la salud. Además, una de las socias de Donner, Delia, le dijo que es fácil curar en sueños cuando estos tienen propósito. El ensueño también ofrece la posibilidad de curar a grandes distancias del paciente. Edgar Cayce, un psíquico americano del siglo xx, entraba en trance —que es un tipo de ensoñación— con sólo darle el nombre y la dirección de una persona (a menudo a partir de una referencia médica). Entonces localizaba físicamente a la persona y facilitaba un diagnóstico para su tratamiento y futura prevención. Las lecturas de Cayce se conservan en la Fundación Edgar Cayce en Virginia Beach, Virginia, y están a disposición del público. La fundación está hermanada con la Asociación para la Investigación de la Iluminación.

La regla Entre los mandatos del Águila está la regla. La regla es el intento, la energía consolidante, el sueño del Camino Tolteca. Cuando se utiliza como mapa, la regla tiene en cuenta todas las facetas del mundo tolteca: proporciona directrices respecto a la visión del mundo y las técnicas que se han de emplear e incluso indica las personalidades que deben tener los practicantes. La creciente toma de conciencia por parte de los toltecas de la existencia de esta emanación explica la evolución de los ciclos. Emilito, otro de los mentores de Abelar, dice que la regla es vital porque le impide a uno hacerse «arbitrario o caprichoso». En otras palabras, aprender a mover el punto focal proporciona automáticamente muchas opciones, por lo que es fácil perderse en la exploración de lo desconocido. Para impedirlo, los videntes modernos mantienen la firme resolución de permanecer en la pista que lleva a la libertad. La regla les proporciona un mapa para hacerlo. De la misma forma que hay distintos mapas de las autopistas producidos por distintas compañías, las tradiciones metafísicas ofrecen direcciones diferentes. Cada sistema tiene su propia regla, su propio estilo de relación con el cosmos. Cada regla proporciona la lógica —las bases del conocimiento— que conforman el mapa de esa tradición específica. Cada mapa señala qué buscar y cómo ir del punto A al punto B. En un sentido, saturarse de la energía de uno de los sistemas constriñe la conciencia, pero en otro sentido también ofrece libertad. Enfocar la atención en lo que uno considera esencial excluye otras percepciones, pero siguiendo un buen mapa uno consigue ir donde quiere.

La regla contiene abstracciones básicas, abstractas porque tratan con el espíritu indefinible. Una de las abstracciones que encontramos en el Camino Tolteca es que el espíritu se da a conocer, como en el caso de los presagios. La regla misma se manifiesta a partir del espíritu. Otra abstracción es que podemos comunicar con el espíritu a través del diálogo interno no verbal y de los presagios. Asimismo, la regla nos ofrece una guía para entrar en contacto con el espíritu. En El conocimiento silencioso, Castaneda presenta otros centros abstractos. Rastrear y ensoñar Parte de la regla es la división de la energía entre el rastreo y el ensueño. Donner se refiere a ambas disciplinas como unidades casi indivisibles 8~ Todos poseemos ambas, pero ponemos el acento en una o en la otra. Aunque puedan parecer imposibles de diferenciar, la forma que la persona tenga de usar o desplegar su energía muestra la diferencia. El rastreo tiende a la convergencia, canaliza el intento. El ensueño emplea un planteamiento más expansivo y disperso. Por tanto, la textura emocional y el enfoque de las habilidades de cada uno de ellos es diferente. El siguiente cuadro (pág. 72) nos ofrece pistas en relación a esta división de las energías. El rastreo, por ser un logro del tercer ciclo, está orientado hacia el mundo-de-la-gente. Como trata con esta estrecha banda, utiliza pequeños cambios del punto focal y permite adaptarse e incorporar el conocimiento a la vida diaria (Conocimiento silencioso, 265). Ofrece sobriedad y dirección. El ensueño, por su parte, nos ofrece la aventura de cambios mayores y a menudo desconcertantes y por tanto añade una inmensa estimulación a la exploración del cuerpo energético. El resultado es que el ensueño y el rastreo suplantan la necesidad de las plantas de poder.

ENSUEÑO • Indómito • Inquieto • Expansivo • Da saltos • Exagerado • Equilibrado con los mundos no ordinarios • Reactivo • Muy energetizante RASTREO • • • • • • • •

Reservado Intencionado Flexible Práctico Disciplinado Equilibrado con el mundo ordinario Reflexivo Sustentador

El rastreo suele estar relacionado con las actividades del primer campo y el ensueño con las del segundo, pero esto no siempre sucede de manera exclusiva. Por ejemplo, soñar despiertos es el ensueño aplicado al cuerpo físico o a las tareas del primer campo. La idea, por tanto, es que debemos

trabajar con ambos. El poder del ensueño es necesario para asegurarse movimientos dramáticos y significativos del punto focal, y el rastreo es necesario para dirigir esos cambios en direcciones productivas. Desde cierta perspectiva, rastrear es una forma de ensoñar en la que el ensueño intersecta con el mundo humano. Desde otra perspectiva, el ensueño es una maniobra de rastreo que nos proporciona mayor orientación y una expansión general de la conciencia. Ambas tareas sirven para enfocar las energías y su armonización eleva la conciencia. El vidente El vidente es el producto de la evolución del Camino Tolteca. El rasgo distintivo del vidente es que puede salir del mundo tolteca y seguir desarrollando la percepción. En cierto sentido, la diferencia entre un tolteca y un vidente es la diferencia entre el segundo y el tercer ciclos. Tanto el segundo como el tercer ciclos tuvieron videntes; por eso fueron capaces de entender el Águila y sus emanaciones. Pero los toltecas del segundo ciclo se quedaron dentro del sistema. Los videntes trabajan con el sistema el tiempo suficiente como para salir de él. El hecho de estar encerrados en un sistema mantiene a la gente encerrada en si misma, lo que potencia el yo y reduce la conciencia. Don Juan dice que el saqueo de lo incognoscible por parte del segundo ciclo estaba gobernado por la avaricia y la autoimportancia, y produjo cambios muy marcados en sus cuerpos de energía. En lugar de mantener las energías de la forma humana, se convirtieron en algo diferente de la condición humana. Don Juan dice que aunque admira la inmensidad de sus planteamientos, detesta su morbidez (Ensueño, 14, 2). El segundo ciclo logró realizar viajes notables a terrenos que están fuera de la percepción humana ordinaria, pero también pensó que lo desconocido podía ser reducido a lo conocido. Para resolver esta situación, las innovaciones del tercer ciclo orientan al vidente hacia las cualidades puramente abstractas de lo incognoscible. Ver lo incognoscible como una fuerza abstracta lo sitúa en un reino totalmente misterioso. Esto ayuda a mantener la percepción abierta y flexible.

El impulso de la Tierra y los desafiantes de la muerte Don Juan aconsejó a Castaneda no confundir el mundo con lo que hace la gente (Realidad aparte, 264). Para don Juan, el mundo está hecho de dimensiones dentro de dimensiones y ofrece oportunidades inimaginables. Cuando ayudó a Castaneda a percibirse como un cuervo, por ejemplo, le mostró que la conciencia humana sólo es una de las opciones que tenemos a nuestra disposición (Enseñanzas, 188). También le enseñó que la manipulación variada y constante del punto focal aumenta la conciencia de otras formas de vida, incluyendo a la Tierra. Don Juan indicó que, a medida que progresa, la relación del tolteca con la Tierra se va haciendo más exquisita e íntima. Los toltecas conectan puntos de su conciencia personal con la Tierra. Este alineamiento les proporciona un poder adicional para entrar en otros universos. Don Juan mantiene que alineando el intento con otras emanaciones y conectando posteriormente con la energía vital de la Tierra, podemos impulsar nuestra conciencia a reinos que están más allá de la vida y la muerte tal como las conocemos. Pensemos que los videntes que llegan a este nivel, los desafiantes de la muerte, tiene el poder de morir cuando ellos quieren (Conocimiento silencioso, 228). Don Juan cree que los videntes del tercer ciclo son los desafiantes de la muerte quintaesenciales (Fuego, 295). Para él, buscan la verdadera libertad más que extraños y elaborados flirteos con lo desconocido. Buscan la liberación por medio del fuego interno. El fuego interno

El impecable control que don Juan ejercía sobre su punto focal le dio algunas opciones extraordinarias. Por ejemplo, cuando se enfrentaba a un peligro inmediato podía mover su punto focal y, en un abrir y cerrar de ojos, situar su cuerpo físico en otro lugar. También podía elegir arder con el fuego interno (Conocimiento silencioso, 228). Cualquiera de estas acciones le alejaba del peligro. Según don Juan, el fuego interno produce una conciencia total y por tanto una libertad total. Tiene lugar cuando uno extiende deliberadamente su conciencia a todo el cuerpo energético. El rastreo y el ensueño nos permiten explorar y energetizar diferentes regiones del cuerpo energético. Cuando la estimulación es suficiente se puede extender la conciencia a todo el cuerPO energético. Don Juan dice que entonces el cuerpo físico se evapora del mundo y sin embargo la conciencia individual permanece (Fuego, 295, 291). Para proporcionar otra referencia, el fuego interno tiene lugar cuando el primer y el segundo campos de energía se unifican. Las limitaciones del primer campo ceden ante el segundo y dan lugar al cuerpo de energía total. Sin embargo la influencia del primer campo permite mantener la sensación de individualidad. Entonces la conciencia es propulsada al tercer campo y las cualidades abstractas de lo incognoscible se vuelven concretas. Don Juan pensaba que la única condición para lograr la libertad total era disponer de la energía suficiente (Fuego, 295) y enseñaba que el Camino Tolteca es el medio para manejar esa energía.

CAPITULO 4 UN EQUIPO TOLTECA A lo largo de los años me he asociado con grupos toltecas diseminados por los Estados Unidos, México, Canadá y Europa. Son grupos de hombres y mujeres en los que ciertos miembros de cada género se dedican al rastreo o al ensueño. Dentro de sus distintas edades, preferencias, gustos, estilos, habilidades y procedencias, todos ellos mantienen un vínculo común que es su incesante búsqueda de la libertad. Como grupo reflejan las personalidades que componen el «grupo de un nagual», tal como se delinea en los capítulos 9 y 10 del sexto libro de Castaneda, El don del Aguila. El perfil del grupo de un nagual o lo que yo llamo un equipo tolteca, es un aspecto de la regla. Los toltecas usan la regla para estabilizarse y crecer, pero no se adhieren ciegamente a ella. Así, la regla permite diversas interpretaciones dentro de su ámbito general. Además, los equipos no tienen por qué parecerse entre si. Hay mucho espacio para las variaciones siempre que se ponga en práctica el plan general. La directriz fundamental es que cada miembro pueda tratar con lo que se le presenta delante en lugar de adaptarse forzosamente a unas nociones preconcebidas. Asimismo, cada equipo debe encontrar su propio camino. Las presiones y requerimientos van cambiando según el tiempo y el lugar. Este capítulo, aunque guiado por la regla, está basado en mis observaciones de esta gente y en mis interacciones con ellos. Los sexos Donner afirma que hombres y mujeres se relacionan con la racionalidad de manera diferente. Estas diferencias, dice, hace que las mujeres sean más flexibles. Don Juan comenta que mientras los hombres poseen sobriedad y voluntad, las mujeres tienen talento (Fuego, 142), y añade que, gracias a su naturaleza, las mujeres tienen una ventaja clara sobre los hombres en la búsqueda del conocimiento en general (Relatos, 144). Esta forma de pensar arroja por la ventana la mayoría de los modelos previos del siglo xx. Pero también es interesante observar que la división del trabajo que propone es consistente con los arquetipos de las energías masculinas y femeninas. Se suele pensar que la energía masculina proporciona dirección e impulso y que la femenina es abierta, flexible y nutricia. También es importante señalar que en general se considera que hombres y mujeres tienen una combinación de ambos tipos de energía, masculina y femenina. Donner amplía el pensamiento de don Juan sobre las mujeres afirmando que nuestra supervivencia como especie depende de que demos a las mujeres tiempo para evolucionar. En lugar de alinearse con la procreación, ella siente que las mujeres deben ahnearse con la evolución, y afirma que usando el útero (para ensoñar) se puede definir y expresar el ensueño de otro intento, es decir, otra realidad. Uno de los efectos de esta nueva realidad sería que la totalidad de la especie podría ir en otra dirección, y a partir de ahí las mujeres darían a luz a una nueva especie. Esto no es el liderazgo tradicional, sino un liderazgo radicalmente transformador. En la historia reciente, no hay duda de que los puntos de vista masculinos han gobernado. Tenemos muy pocos monumentos dedicados a mujeres y relativamente pocas mujeres entre nuestros representantes políticos. Por tanto, es evidente que nuestra sociedad se ha negado a reconocer la validez de los puntos de vista femeninos y de su poder. Ahora, sin embargo, las mujeres están hartas y reclaman su libertad. Incluso proliferan las discusiones sobre las sociedades patriarcales frente a las matriarcales. Se suele oir que las sociedades patriarcales son artificiales, están dominadas por el poder y no respetan los derechos humanos. Por otro lado, se considera que las sociedades matriarcales son abarcantes, nutricias y protectoras de los más altos ideales.

Uno de los temas recurrentes es que las sociedades patriarcales (y por tanto, los hombres en general) no tienen la amplitud de visión propia de las mujeres. Se dice que los hombres tienen limitaciones naturales. Esta visión a menudo queda implícita, sin necesidad de explicación, y por tanto responde al impulso dominador, sólo que esta vez es expresado por las mujeres. Las mujeres que muestran esta actitud, desprecian arbitraria y sistemáticamente a los hombres y, al hacerlo, cometen el mismo agravio que desean corregir. Por ejemplo, recuerdo una conversación íntima con algunos amigos en la que una mujer hablaba con cariño de su afiliación a una hermandad femenina. Su participación en esa hermandad le daba fuerza y sustentaba su decisión de liberarse. Uno de los hombres dijo que él sentía lo mismo hacia los hombres: quería favorecer la evolución y el desarrollo del poder masculino. Y añadió que los hombres podían capitalizar el movimiento de liberación de las mujeres para liberarse mejor. La mujer le dijo que era una pena que no pudiera ver a la gente como gente, en lugar de verlos separados por sexos. Así, mientras era estupendo abrazar las virtudes de la hermandad femenina, una actividad masculina paralela era considerada como que los hombres son incorregibles. Sin embargo, su comentario es muy significativo. Durante mucho tiempo los hombres fueron considerados superiores, eran los que ganaban el pan. Ahora un número de gente cada vez mayor afirma que las mujeres son superiores, las salvadoras. Quizá el péndulo debe oscilar en la dirección opuesta para generar más conciencia y equilibrio. O tal vez los seres humanos solamente queremos dominar. Sin embargo, también es posible que podamos ir más allá de las preocupaciones patriarcales y matriarcales. Si encontramos un terreno común de igualdad, tal vez podamos avanzar hacia un terreno superior. Como dice don Juan, el hecho de que todos nos enfrentemos a la muerte nos hace iguales y no nos deja tiempo para nada que sea menos que la igualdad (Viaje, cap. 4). Utilizando este consejo como guía, quizá podamos elevarnos más allá de la llamada batalla de los sexos hacia los ritmos de la conciencia universal donde el drama de las energías masculinas y femeninas no es más que una obra de teatro. Las cuatro direcciones La regla divide a los individuos en cuatro grupos o direcciones: norte, este, sur y oeste. Las direcciones reflejan el equilibrio natural de orientarse en un camino concreto. Además, cada dirección encarna un intento particular. Dejando de lado los argumentos sobre la superioridad masculina o femenina, una visión definitivamente tolteca es que las mujeres llevan dentro de si el intento de las direcciones. Por tanto, las mujeres están conectadas con el intento por su propia naturaleza, mientras que los hombres deben aprender a hacer esa conexión. Esta diferencia es la que llevó a don Juan a decir que las mujeres llevan ventaja en la búsqueda del conocimiento. Las siguientes categorías reflejan formas de energía. La idea en este caso no es tanto definir los diversos tipos de comportamiento como dirigir la conciencia hacia otro marco de referencia. Norte. Esta dirección está relacionada con el conocimiento. La persona de esta dirección busca y adquiere conocimientos muy específicos en su particular área de investigación. Es el intento del intelectual. Los habitantes del norte, aunque son vitales para casi cualquier tarea, suelen mostrarse distantes, superiores y arrogantes. Descansando cómodamente dentro de sus dominios, acaban ignorando lo desconocido y pueden tener problemas porque rehúyen constantemente ampliar las fronteras de su conocimiento habitual. Este. El optimismo y el humor surgen burbujeantes de este intento. La gente de esta orientación suele tener una disposición amable y son perfectos como mensajeros y exploradores. Aunque un tanto inestables, exploran eficientemente el camino que tienen ante si, asegurándose de que no nos encontraremos con algo que desearíamos evitar. La persona del este generalmente necesita ser

dirigida desde fuera. Debe ser instigada, pero una vez en movimiento está más que preparada para realizar su tarea. Sur. Es una dirección muy nutricia y sosegada. El cuerpo energético de este tipo de persona produce automáticamente un brillo protector que le escuda del ver de los demás; es como si estuvieran sellados por un capullo protector. Resulta más difícil verlos y ver sus motivos que ver a la gente de otras direcciones. Esto les hace adecuados para el trabajo detrás del escenario. Por ejemplo, este tipo de persona disfruta más del control que supone conseguir que su aspirante se haga con un cargo oficial que de presentarse ella misma al cargo. Oeste. Poder. Los que pertenecen a esta dirección tienden a la acción, a actuar en lugar de hablar. Suelen tener un comportamiento agresivo. Su energía bruta les proporciona combustible para impulsar casi cualquier proyecto. Sin embargo, también tienden a ser volátiles, alborotadores y desdeñosos. El poder natural que reside dentro de ellos desafía constantemente su equilibrio con las demás direcciones. El siguiente cuadro nos presenta las perspectivas masculinas y femeninas en relación a las cuatro direcciones y nos ofrece una visión de las distintas orientaciones y funciones, además del rasgo positivo y negativo de cada dirección. Una vez más, este esquema debe servir para proporcionar perspectivas, no para confinar el comportamiento. 1. 2. 3. 4.

Dirección/Tipo. Función general. Rasgo positivo. Rasgo negativo.

1. Norte 2. Conocimiento 3. Perspicacia 4. Orgullo 1. Oeste 2. Poder 3. Impulso 4. Volatilidad

MUJERES

1. Este 2. Paz 3.Optimismo 4. Inestabilidad

1. Sur 2. Nutrición 3. Sosiego 4. Flacidez

1. Intelectual 2. Conocimiento especializado 3. Hace funcional el conocimiento 4. Demasiado distante 1. Hombre de acción 2. Actuar, no hablar 3. Alto nivel de energía 4. Arrogante

HOMBRES 1. Detrás del escenario 2. Organizador 3. Robusto 4. Manipulador

1. Correo 2.Mensajero/Explorador 3. De trato fácil 4. Necesita ser dirigido

Estas categorías no son exclusivas, ya que otras descripciones de las direcciones encajarían igualmente bien. Asimismo, otra de las reacciones típicas con las que me suelo encontrar es: «¡Pero yo soy todas esas cosas!» Correcto, todos tenemos cada dirección dentro de nosotros, incluyendo las perspectivas masculinas y femeninas. Pero algunas personas son temperamentales, tímidas o agresivas. Otras tienen una marcada tendencia al trabajo intelectual, el arte y las artesanías, o los servicios humanos. Las direcciones sólo sirven para dar cuenta de los distintos temperamentos, no para limitarnos a ellos. Por ejemplo, la dirección sur no excluye la acción, de la misma forma que la persona tendente a la acción no está excluida de tener un conocimiento refinado. Tampoco significa que los hombres no puedan ser presumidos o las mujeres no puedan ser manipuladoras. Las direcciones también nos ofrecen un modelo para que podamos aceptar los cambios en los demás y comprender cómo las distintas personalidades nos influyen. Por ejemplo, la gente del norte puede utilizar argumentos elaborados y autoritarios como un subterfugio para encubrir el hecho de que no ven muy bien. También conozco a toltecas del sur que, como resultado de sus tendencias nutricias, están completamente seguros (y así lo imponen a los demás) de que ellos son los más listos. Parte de lo que ellos consideran nutricio es simplemente un intento de hacer que los demás se plieguen a sus deseos. En lugar de escandalizarnos por los excesos, a veces es más fácil tolerar estos comportamientos situando las tendencias individuales dentro de un contexto más amplio. Por otra parte, podemos usar los elementos de cada dirección para medir nuestros puntos fuertes y débiles. Si entendemos los diversos componentes de nuestras personalidades, tenemos más probabilidades de integrar y equilibrar nuestras energías, con lo que estaremos mejor equipados para cualquier trabajo. Rastreadores y ensoñadores Hay muchas facetas dentro del rastreo y el ensueño. Podría decirse que ensoñar es conciencia y rastrear es la disciplina necesaria para manejar esa conciencia. Ambos son necesarios. Al igual que con las direcciones, todos tenemos las dos tendencias, pero la gente suele inclinarse por una o la otra; es una cuestión de predilección o naturaleza inherente. Quienes prefieren rastrear —los rastreadores— suelen funcionar mejor en los asuntos humanos ordinarios, mientras que quienes prefieren ensoñar —los ensoñadores— encuentran su hogar natural en los mundos que están más allá de lo ordinario. Los rastreadores suelen ser personas terrenales, asentadas en visiones prácticas de si mismos y del mundo. Son sociables y adaptables. Dirigen fácilmente su energía hacia el orden y la estabilidad. Después de todo, el rastreo es el arte de estabilizar la percepción. Los rastreadores ofrecen a su equipo equilibrio y apoyo porque se sienten bien funcionando en consenso. Pueden entrar en el orden social, usarlo y salir de él con un mínimo de dificultad porque cultivan ardientemente el conocimiento de las interacciones sociales. Sin embargo, a menudo les falta imaginación. Aunque su disciplina es fundamental para un desarrollo continuado, su estabilidad les impide lanzarse a lo desconocido. Son capaces de enfrentar lo desconocido, pero les falta orientación y energía para entrar en sus regiones más distantes como hacen los ensoñadores. Quizá, debido a su afinidad con otros mundos, los ensoñadores pueden tener dificultades con la disciplina terrena. Su sentido del orden suele proceder de la relación con una autoridad externa, porque les da algo a lo que agarrarse. Por tanto, tienden a quedarse fijados. En su intento de interiorizar

un orden, los ensoñadores suelen creer que el mundo realmente refleja sus pensamientos. A menudo se aferran a una o dos pruebas que les parecen evidentes y se pierden en esas líneas de pensamiento. Entonces posiblemente ampliarán su ensoñación y pensarán que los demás comparten sus sueños, y por tanto tienen los mismos valores y puntos de vista que ellos. Dada su intensa energía, tienden a enredar a los demás en su telaraña de sueños. Sus fijaciones les impiden adaptarse y crecer de manera medida y dirigida. El resultado es que hacen falta la fuerza y la estabilidad proporcionada por una fuerza externa muy consistente para poder penetrar esa barrera. Como no siempre hacen conexiones sólidas entre su mundo interno y lo que ocurre fuera, los ensoñadores pueden ofrecer soluciones a su equipo en el caso de cambios abruptos y enérgicos. El hecho de trabajar con estos rasgos aparentemente contradictorios suele producir tensiones. Cuando los rastreadores hablan con los ensoñadores es muy posible que se pregunten si están hablando de lo mismo. Puede que se sientan muy frustrados ante los increíbles cambios de humor de los ensoñadores y su aparente falta de discernimiento. Los ensoñadores, a su vez, también pueden sentirse frustrados por las tendencias reflexivas y cautas de los rastreadores. Pero cuando ambas contrapartes trabajan unidas, comienzan a potenciarse mutuamente. Los ensoñadores proporcionan la energía bruta y los rastreadores la estabilidad. El simple hecho de sumergirse en la energía de los ensoñadores, su mera proximidad, proporciona grandes dividendos de energía al ensueño de cualquiera. La tediosa tarea de llevar adelante un negocio puede resultarle agotadora al ensoñador le deja exhausto. Sin embargo, es una buena manera de aprender a rastrear. A veces resulta difícil distinguir entre el ensueño y el rastreo. Sus expresiones a menudo se entremezclan, porque no hay reglas claras que marquen las distinciones. Un niño con una tendencia natural al rastreo que haya sido criado por una ensoñadora dominante puede parecer ensoñador a primera vista. Es normal que el niño simplemente adopte las formas de sus padres. Por otra parte, de vez en cuando, uno se encuentra con una persona que posee una mezcla a partes iguales de ambos componentes. Sea cual sea la situación, lo mejor es aplicar todos nuestros recursos al rastreador o ensoñador que llevamos dentro. Asimismo, es importante tomarse esta distinción con ligereza porque los términos, aunque están destinados a orientarnos, pueden encubrir la esencia. En resumen, los rastreadores se afilan a sí mismos en nuevos dominios de conocimiento y poder mientras que los ensoñadores florecen cuando se sumergen en nuevos dominios de poder. Sin embargo, encerrar a alguien en una identidad impide su evolución individual, la de su equipo y la del camino que sigue. Por tanto, lo mejor es utilizar el modelo de equipo no para definir el camino de la autorrealización sino como una ayuda en ese camino. Los líderes de grupo La personalidad de un grupo refleja los temperamentos de sus líderes. Como la dirección de una empresa, el líder de un grupo influye en el comportamiento de todo su equipo. Basándose en sus preferencias personales, cada líder utiliza motivaciones diferentes. Por ejemplo, Abelar explica que debido al «agudo interés de Castaneda en la erudición académica, líos miembros del equipo] a su cuidado tuvieron que desarrollar una capacidad de pensamiento claro y abstracto que sólo se adquiere en las universidades modernas». Hay un líder de grupo masculino y otro femenino; Castaneda les llama los naguales. Don Juan dice que para ser un buen líder de grupo, uno tiene que amar la libertad por encima de todas las cosas (Fuego, 152). Esto requiere un desapego supremo para que uno no se distraiga en lo conocido o en lo desconocido y pierda de vista los misterios de lo incognoscible. Según don Juan, lo que inicialmente hace que una persona sea líder de grupo es la configuración de su cuerpo energético (Conocimiento silencioso, 13). Lo típico es que el líder de grupo tenga cuatro compartimentos, mientras que los demás sólo tienen dos. Esta configuración particular les da más energía y además les ofrece puntos de referencia naturales en las cuatro direcciones. Don Juan indicó que este equilibrio permite a los líderes reflejar mejor el espíritu (Ensueño, 10). Elaborando sobre

esto, Castaneda afirma que a los líderes no les impulsan los deseos habituales, reciben «órdenes de alguna fuente que no puede ser explicada». Esta danza con lo abstracto es la que lleva a todo el equipo hacia la libertad. Aunque todos los miembros del equipo desarrollan el rastreo y el ensueño, estas prácticas son especialmente importantes para los líderes. Esto no quiere decir que los líderes sepan más sobre todos los temas, sino que deben ser expertos en diversas capacidades para que se produzca un equilibrio. Como dice don Juan, además de energía, tienen sobriedad, resistencia y estabilidad (Conocimiento silencioso, 13) y añade que ser líder de grupo tiene otras implicaciones aparte de tener más energía. Los líderes de grupo son educados para ser profesores y guías (Fuego, 11). Por ejemplo, Castaneda nos dice que Abelar fue formada en México por toltecas que estaban bajo la supervisión de don Juan. Como observó Castaneda, los miembros del equipo de don Juan eran iguales y sin embargo diferentes (Conocimiento silencioso, 200). El mismo don Juan señala que los líderes de equipo tienen cierta autoridad (Fuego, 132). Las dimensiones de su autoridad tienen que ver con el momento concreto, con lo que esté ocurriendo y con la forma que tenga el espíritu de mover a esa persona. Castaneda comentó en una ocasión que percibía a don Juan como el líder militar de una operación encubierta (Conocimiento silencioso, 95). Esta imagen nos ofrece una metáfora de la cohesión del equipo. Investigando el comportamiento grupal, he hallado muchos paralelismos entre los equipos toltecas y los equipos militares de operaciones especiales. Los comandos están sujetos a un entrenamiento riguroso, están completamente comprometidos con su misión y son capaces de mantenerse activos durante mucho tiempo en condiciones de enorme tensión. En su libro Inside the LRRPS, Michael Lee Lanning se refiere a los cuerpos especiales del ejército en estos términos: «Con mucha frecuencia, los equipos eran un reflejo del líder. La personalidad del líder era reflejada por sus subordinados y aunque evidentemente cada miembro de los cuerpos especiales era un individuo, era sobre todo un miembro del equipo». Don Juan dice que una de las misiones del líder es crear situaciones en las que se pueda mover el punto de encaje. Dada la fuerte individualidad de los miembros, esto a menudo representa una tarea formidable. Casi todo el mundo entiende de manera diferente ciertas partes de la regla. Aunque esta fuerte individualidad conlleve discusiones, también es una gracia que salva al grupo ya que el individualismo impide que se rinda culto personal a los líderes. Como señala Arthur Deikman en su libro The Wrong Way Home, la falta de autonomía es el rasgo que define la existencia de un culto personal. Gracias a la diversidad de experiencias y pensamientos que les proporcionan sus equipos, los líderes pueden consolidarse, refinarse y poner en práctica la regla. Se podría decir que los líderes encarnan la regla; en la práctica, esto produce resultados interesantes. Por ejemplo, para poder integrar el tremendo logro que supone haber saltado de un risco, desmaterializarse, experimentar otras dimensiones y recuperar la forma física, Castaneda tuvo que utilizar la regla como guía (Segundo anillo). La complacencia y el titubeo eran tabú y la aceptación de esa posibilidad debía estar presente. Además, posteriormente, Castaneda tuvo que dividir a los miembros de su primer equipo en parejas masculinofemenino, con lo que se creó un equilibrio rastreador-ensoñador (Don, cap. 4). Después de dividir su equipo, lo dispersó por todo México; para hacerlo utilizó la regla y siguió las directrices del espíritu. Por su participación en la regla, el espíritu influye en los líderes para que creen espontáneamente las circunstancias que sitúen a los miembros de su equipo ante diferentes visiones del mundo, diferentes energías y diferentes paisajes de la percepción. Así es como la regla se imparte al equipo. Pero cuando los miembros se encuentran ante la tesitura de renunciar a ciertas partes de su identidad —sus pensamientos sobre ellos mismos y el mundo— pueden reaccionar con violencia. Por ejemplo, un grupo de antiguos aprendices de don Juan pelearon ferozmente con Castaneda porque no estaban de acuerdo con él sobre cómo seguir adelante y don Juan no estaba presente (Don, cap. 5). Cada uno creía tener razón respecto a cómo debían ocurrir las cosas. Anteriormente, un grupo de aprendices femeninas conocido como «las hermanitas» habían conspirado para matar a Castaneda en

un esfuerzo erróneo por obligarle a actuar (Segundo Anilío, cap. 2). Uno de los objetivos de los miembros de un equipo es estar centrados en sí mismos sin estar autocentrados, perder la identidad individual sin perder la autoconciencia. La disciplina del ranger está diseñada para que cada miembro pueda enfrentar esta lucha monumental y transcender la individualidad ordinaria. Los toltecas suelen descubrir que un aspecto de su naturaleza es formar parte de un equipo. A partir de ahí, el servicio al equipo puede ser más importante que el servicio a uno mismo. Mientras que anteriormente el individualismo impedía el culto personal, ahora podría impedir que se dieran pasos nuevos e importantes. La disciplina del ranger nos aleja de la construcción de una iden tidad social como forma de manejar la conciencia, de ahí que siempre se ponga el énfasis en la libertad. Y no todos la logran. Por ejemplo, don Juan dice que Julian sucumbió a la tentación de lo desconocido y perdió la conexión con la libertad total (Fuego, 152).Tal vez el papel más importante del líder sea el de recalcar las cosas. Don Juan dice que normalmente no creemos poder progresar por nosotros mismos y añade que la configuración energética del cuerpo del líder actúa como un canal que permite el flujo directo de la energía desde el espíritu (Conocimiento silencioso, 181). La consecuencia es que es el espíritu el que mueve la percepción, no la persona. El factor más importante para que se produzca este cambio es reducir la cantidad de autoreflejo e incrementar la cantidad de misterio. Esto libera la energía interna y permite nuevos alineamientos energéticos. Liderazgo El liderazgo tolteca consiste en poner en práctica el cambio radical. Requiere un continuo desarrollo de la energía emparejado con un continuo refinamiento del contexto, de los términos en los que se maneja esa energía. Para lograrlo son necesarios años de dedicación y trabajo de equipo. En cuanto a desafiar la realidad ordinaria, todos los toltecas son líderes. Dentro de un equipo, como el líder es el portador de la regla, propone a cada miembro un modelo operativo de la visión a través de su comportamiento. El líder necesita una fortaleza extraordinaria para soportar las disparidades porque los miembros individuales normalmente intentan tirar del grupo en diversas direcciones. Como afirma Donner, los líderes reciben una formación extraordinaria durante su aprendizaje para poder llevar a cabo su tarea. Sin embargo, los líderes también confían en las influencias energéticas de sus equipos, aunque es casi imposible saber cómo una influencia afectará al líder. Aunque un miembro crea que está ejerciendo un tipo de influencia particular, puede tener un efecto inesperado sobre el líder. Por ejemplo, una mujer del oeste y un hombre de acción caminaban juntos por un barrio residencial de su ciudad. Al pasar junto a un árbol sintieron que sus energías cambiaban y sus puntos de encaje se movían. Ambos sintieron un pavor extremo. Se alejaron inmediatamente, reordenaron su energía y regresaron junto al árbol. Volvieron a experimentar el mismo cambio, el mismo terror, y concluyeron que la energía del árbol les producía ese efecto. Cumpliendo con su responsabilidad, contaron lo ocurrido a los demás miembros del equipo, incluyendo a su líder. Éste creyó que era una información valiosa y le intrigó el hecho de que los árboles pudieran ser utilizados para mover el punto focal. Como parte de su aprendizaje, el líder se sintió obligado a verificar el informe. Localizó el árbol en el ensueño y, aunque experimentó el cambio energético, no sintió ninguna reacción negativa. Con el tiempo, vio que aquellas dos personas tenían unos campos de energía rígidos y concluyó que su interpretación de que el árbol producía terror era inexacta. Descubrió que el terror procedía de su miedo a perder el control, en este caso de su resistencia a permitir que sus puntos focales se movieran libremente en lo desconocido. Daré otro ejemplo de esta cuestión: un amigo me contó que solía experimentar un terror

extremo cuando estaba solo en medio del bosque por la noche. Superó su miedo situando sus experiencias en el contexto de los movimientos del punto focal y examinando su miedo posteriormente. Actualmente se impone la tarea de pasar tiempo en el bosque y ya no sufre esa reacción negativa. Así, aunque los miembros de ese equipo querían informar a todo el mundo de los peligros que acechaban, el resultado fue otro. Casualmente, cuando ocurrió este incidente, esas personas utilizaban plantas de poder con regularidad y sus cuerpos energéticos eran de los que al verlos se parecen a coliflores. Quizá las distorsiones en sus campos energéticos amplificaron las distorsiones de su experiencia y de la interpretación subsiguiente. Aceptando las diversas influencias del equipo, los líderes tratan de potenciar la claridad personal de los miembros y la claridad de la misión. Mencionando un tema que se repite en el libro de Warren Bennis On Becoming a Leader, los líderes no permiten que otros conformen sus vidas; toman las influencias de los demás y se conforman a sí mismos. En su camino, el equipo puede hundirse en la autoimportancia y las luchas de poder propias del segundo ciclo o elevarse hacia la libertad del tercer ciclo. En las situaciones ordinarias, los líderes son los que más tienen invertido en los grupos que dirigen, Invierten sus ideas sobre esto y aquello. La autoimportancia limita su actuación y les hace resistirse al cambio, especialmente cuando ya no se les percibe como agentes del poder. El liderazgo tolteca, por otro lado, requiere una adhesión despiadada a la disciplina del ranger. Esta disciplina permite el flujo del espíritu dentro de cada miembro y del equipo. Nadie está al cargo y no hay nada de lo que encargarse. Todas las ideas son tomadas en consideración, inventariadas, y después —como sugiere don Juan— eliminadas para poder expandir aún más el conocimiento (Fuego, 83-85). La devoción inalterable a los potenciales más altos —a pesar de los deseos de los miembros individuales— va enfocando gradualmente al equipo. Lo que está en juego es la completa transformación de las energías personales y grupales. Los pasos necesarios para lograr esta transformación no están delineados, pero hay un método, un método de Poder. Una vez más, el líder del equipo sigue el espíritu más que las deliberaciones racionales (Fuego, 172). La tremenda preparación que reciben los líderes durante su aprendizaje les sirve para abrir pasadizos en medio de su propio autoreflejo. Para que el equipo tenga una oportunidad de éxito, esta misma disciplina debe ser desarrollada por cada uno de sus miembros. A lo largo de este desarrollo, la percepción individual cambia de la racionalidad a la voluntad, un modo de percepción más abarcante. Por medio de la voluntad, el individuo percibe directamente el orden natural mas que el orden artificial y simbólico de la razón. Exploramos este cambio a la voluntad en los últimos capítulos del libro. De momento, es importante reconocer que para seguir el espíritu se necesita el intento inflexible de ir más allá de los pensamientos y sentimientos personales. La forma de responder de un líder surge de sus predilecciones. Don Juan indicó que algunos pueden elegir ser más activos que otros. Él prefería imponer su punto de vista porque no siempre tenía tiempo para que los demás cambiaran de opinión. Por ejemplo, convenció a una parte de su equipo de que no hicieran incursiones en el mundo inorgánico (Ensueño, 188). Como ejemplo del estilo de liderazgo de Castaneda, este le dice a Donner —utilizando su homónimo, Florinda Grau— que le ayudará, pero no de la forma que ella espera. Él sólo le servirá de ejemplo. En esencia, el liderazgo implica hacer que un equipo siga el espíritu en lugar de seguir al líder. A tenor de la cantidad de agitación, esfuerzo y humor que Castaneda describe en su asociación con dos generaciones de equipos toltecas, es difícil adivinar cómo se desarrollará la guía de un líder.

Reunir un equipo

Don Juan dijo a Castaneda que el número mínimo de miembros bajo la dirección de un líder es 16: ocho mujeres, sin incluir la líder femenina, y ocho hombres, entre los que se incluye el líder masculino del grupo (Don, 181). Las mujeres son representantes de las cuatro direcciones desde las perspectivas del ensueño y del rastreo. Habitualmente, la líder del equipo femenino activa su fuego interno y se marcha con el equipo precedente. Entonces sirve de luz y guía a su equipo que se ha quedado en la tierra, mientras el guía masculino se encarga de conducir al equipo hacia esa luz y de asegurar la supervivencia del linaje. Don Juan me informó de que un equipo de ocho mujeres y cuatro hombres —aparte de los líderes— también podría tener éxito. Dijo que el componente critico eran las ocho mujeres. Como las mujeres son portadoras del intento, todos los elementos dentro del equipo tienen que estar cubiertos, esto asegura que las energías de los rastreadores y ensoñadores de cada dirección vayan creciendo con el equipo. Si sólo hay cuatro hombres, tienen que ser cuatro rastreadores, uno de cada dirección. Esto asegura que el propósito y la dirección serán estables. Para seleccionar a los miembros de un equipo se hacen una serie de comprobaciones y equilibrios. De la misma forma que una empresa intenta evitar problemas cuando selecciona a sus empleados, un equipo tolteca tampoco puede permitirse movimientos equivocados. Siguiendo el verdadero estilo tolteca, nunca es una cuestión de gustos o preferencias individuales. Las decisiones están basadas en presagios, que son los semáforos del espíritu. Inicialmente, los presagios conducen a uno de los miembros del equipo hacia una persona. Dejándose guiar por el espíritu se toma una determinación sobre si continuar o no la asociación con ese posible futuro miembro. Castaneda narra que don Juan consideró el primer encuentro de ambos como un presagio (Relatos, 229-230). Don Juan dice que fueron presentados por un hombre que «balbuceaba incoherencias». Posteriormente Castaneda tuvo que encontrar un lugar de poder frente a la casa de don Juan para seguir adelante con su aprendizaje (Enseñanzas, 33). Durante la selección de un miembro, uno de los principales presagios es lo que Donner denomina «pasar el centinela». En su propio caso, cuando Castaneda le conducía a la residencia del equipo de don Juan, apareció un joven que les saludó con la mano. Don Juan le dijo que era un centinela del otro mundo, e indicaba que Castaneda podía seguir su viaje con ella. En mi caso, ocurrió mientras conducía por el desierto cerca de Tueson. Tenía la tarde libre y no había otros vehículos por la carretera. Al dar la vuelta a una curva, vi a un hombre de pie en medio de la carretera, a unos doscientos metros de mi. Era alto, delgado y de complexión fuerte. Llevaba puestos unos pantalones marrones oscuros y botas, una camisa blanca y un sombrero marrón oscuro de vaquero con el borde plano. Portaba un revólver de cañón largo atado a la cintura y tenía un aspecto feroz pero no parecía malintencionado. Me dio la impresión de ser alguien que está fuera de la ley, pero no un forajido; quizá era un ex-sheriff que para ser fiel a sí mismo tenía que dejar de estar al servicio de la ley. Frené para no atropellarle. Al pasar a su lado, me miró directamente a los ojos. Pensé que quizá era un vaquero local o un actor de alguna película que estuvieran rodando por allí cerca. Casi inmediatamente después de pasar a su lado, miré hacia atrás. Había desaparecido. Frené un poco más y miré por los alrededores. No podía haber ido a ninguna parte con tanta rapidez. Su aparición y desaparición me dejaron atónito. Un par de días después me encontré con don Juan en las afueras de Tucson. Históricamente, los líderes de los equipos ya formados ayudaban a los líderes de la siguiente generación a reunir su equipo. Eyidentemente don Juan proporcionó a Castaneda el núcleo de su equipo. Actualmente, sin embargo, como don Juan se las tuvo que arreglar con Castaneda y su triple cuerpo energético, los líderes de los equipos dependen más de sus propias iniciativas. Además, Carol Tiggs volvió de su salto con el equipo de don Juan, lo que anula de golpe el orden anterior. Norbert Classen y otros toltecas piden una nueva interpretación de la regla. Quizá esto sea un signo de la llegada del cuarto ciclo. En una ocasión pregunté a Donner qué es lo que unifica a un equipo y ella me respondió: «Afecto». Le volvía a preguntar si era el afecto humano y me dijo que era «el afecto mismo». A medida

que se despliega el afecto, nos damos cuenta de que el equipo es una extensión de cada miembro y cada miembro es una extensión del equipo. Cada miembro debe alinear sus objetivos personales con el intento del equipo. El hecho de tener que subordinarse a menudo produce reacciones fuertes, pero también nos lleva al umbral de un nuevo dominio espiritual. Por tanto, aunque el ajuste pueda ser engorroso y agotador, también es edificante. Es importante recordar que no se trata de subordinar la voluntad personal a la voluntad del líder del equipo. La voluntad personal sólo debería subordinarse al Poder, al Gran Espíritu, a la Voluntad Divina. La misión La misión de un equipo es alcanzar la libertad. Libertad es una noción muy abstracta que significa cosas diferentes para personas diferentes. En términos toltecas, significa arder con el fuego interno, cl acto supremo del desaliante de la muerte. Pero, como Julian, muchos pierden el rumbo. Desde una perspectiva histórica, Julian nunca salió completamente de las prácticas del segundo ciclo. Recordemos que los videntes del tercer ciclo querían remediar los fallos del segundo ciclo: miopía, exceso de autoimportancia y tendencias dominadoras. Aunque los logros del segundo ciclo fueron notables, sus adherentes cayeron de cabeza en un pozo muy profundo. Para realizar su misión, los toltecas deben liberarse de todos los condicionamientos ordinarios y con el fin de acelerar este proceso cada miembro proporciona cierta energía que los demás pueden utilizar para generar el equilibrio. Por ejemplo, Vicente era el intelectual del equipo de don Juan, un experto en hierbas y plantas medicinales. Usó su conocimiento para Favorecer el bienestar de su equipo y producir visiones (Realidad aparte, 47). El trabajo del ranger es transformar sus campos de energía personales. Dentro de sus vidas diarias, los rangers equilibran e integran en cierta medida las cuatro direcciones y las energías del ensueño y el rastreo. Por ejemplo, una ranger que conozco usa la energía del norte para desarrollar sus conocimientos sobre la antigua Grecia, la energía del este para escribir cuentos, la del sur para cuidar de su casa y la del Oeste para explorar el ensueño. El diagrama de sus actividades según las cuatro direcciones sería asi: Estudios sobre Grecia Entrar en lo desconocido

RANGER

Escribir/ Contar historias

Vida hogareña El camino del intelectual es adquirir complejos conocimientos sobre la Grecia antigua, para ello utiliza y amplifica la energía del norte. Contar historias, las historias de un mensajero, desarrolla la energía del este. Es necesaria una energía ligera para poder seguir el hilo de la historia misma. Del sur fluye la energía que le ayuda a tener su casa en orden: un lugar muy personal diseñado por ella misma que le proporciona paz y serenidad favoreciendo así el resto de sus actividades. También usa la poderosa energía del oeste para energetizarse y desarrollar sus capacidades. Para mi, es un modelo de equilibrio. Cada una de estas energías está interconectada y funciona en conjunto. Por ejemplo, el equilibrio y la dirección que nos proporcionan las energías del norte, este y sur hace que las salvajes energías del oeste no se descontrolen. Así, vemos una vez más que las energías del rastreo y del ensueño funcionan en conjunto. En este ejemplo, las energías del norte, este y sur ofrecen dirección y armonía: es decir, rastreo. Y en las rudas energías del oeste esta ranger encuentra una fuente constante

de energía para desarrollar su ensueño. El equipo amplifica aún más estas conexiones. Al tener que ajustarse a una serie de energías bien definidas, se acelera significativamente la velocidad con la que uno encuentra su lugar en el mundo. Como las energías de los demás tiran de uno en distintos sentidos, se desarrolla una integridad notable en las energías personales. Además, el hecho de que haya personas con una forma de pensar parecida, pero con una individualidad definida, proporciona a todo el mundo un impulso sustancial. En la práctica, los miembros del equipo hacen frecuentes incursiones en lo desconocido y relatan sus hallazgos a los demás para poder completar la misión. Por ejemplo, las informaciones sobre seres inorgánicos, plantas medicinales, el efecto de los árboles sobre la percepción, la aplicación del ensoñar en la vida diaria, o las visiones del Águila... todas ellas favorecen la evolución del grupo. La integridad del ranger permite al individuo soportar las presiones que supone entrar y salir de las distintas dimensiones. La integridad también contribuye mucho al grupo, pues el grupo en sí mismo es una entidad que tiene su propia energía. La falta de integridad individual de cualquiera de sus miembros afecta negativamente a todo el equipo. Por tanto, cada miembro debe ser en primer lugar fiel a sí mismo. Sólo después puede soltar y participar en algo más expansivo, y sólo entonces el individuo puede ceder al grupo la cantidad óptima de energía. Los miembros deben conocerse a si mismos, su lugar en el mundo y su lugar dentro del equipo. De otra forma, el miembro chupa energía del equipo para sus propios intereses personales. Después de llegar a un equilibrio viable, los líderes de equipo pueden fundir las energías individuales en una entidad colectiva. El Camino Tolteca, tal como hoy está definido, permite comparar y contrastar formas de energía, estilos de comportamiento y tipos de personalidad. En resumen, ofrece un contexto muy amplio. Por ejemplo, ver es una parte del contexto tolteca. Si notaras que alguien te mira fijamente y no tuvieras este contexto, podrías pensar que esa persona se te está insinuando. Sin embargo, cuando ves, puedes determinar si la persona sólo está mirando o si está viendo. En ese momento, usas otra parte del contexto general para determinar tu acción siguiente. Si te guías por los parámetros ordinarios, podrías enfadarte mucho y salir por piernas, pero desde la perspectiva tolteca, podrías usar esa ocasión para ver a otra persona en el acto de ver. Parte de mi trabajo ha consistido en demostrar que el contexto es un modelo, una forma de hacer las cosas. Esto no significa que sea algo arbitrario o esté limitado a unas cuantas situaciones. Conseguir el éxito exige un compromiso total y, como mínimo, requiere aprender a manejar las energías de un sistema para no ser engullido por él. Con suerte, este compromiso permite comprender que los linajes están destinados a ser una herramienta de liberacion. Para crear las condiciones del éxito, los practicantes del tercer ciclo crearon y refinaron un tipo de aprendizaje específico dentro del Camino Tolteca, el del vidente. Al vidente le importa más la naturaleza de la percepción que su simple alteración. Esta orientación le lleva a salir del segundo campo de energía y entrar en el tercero, maniobra que don Juan asocia con el tercer ciclo (Don, 23). El conocimiento de las complicaciones de los sistemas nos ayuda a lograr esta maniobra. Así, mientras los toltecas estudian y ponen en práctica la regla para potenciar la percepción, los videntes examinan por dentro y por fuera la percepción misma. De la misma forma que los videntes de otras tradiciones tienen sus directrices, los videntes toltecas usan la regla como referencia para realizar su misión. Por tanto, la sección siguiente explora las influencias que conforman la percepción y examina los detalles del conocimiento del vidente tolteca.

PARTE 3 – EL VIDENTE CAPÍTULO 5 LA FORMA DE LAS COSAS POR VENIR Una visión del mundo es una de las principales fuerzas que conforman la percepción. Al participar en una visión del mundo, vamos alineando gradualmente nuestras energías con ese mundo. El resultado es que nosotros mismos nos condicionamos activamente respecto a lo que podemos y no podemos percibir. Como todo lo demás, una visión del mundo tiene sus costes y sus beneficios. En el aspecto positivo, al elaborar una visión del mundo tenemos un mundo que ver. El aspecto negativo es que tendemos a ampliar nuestras imágenes, hacemos de ellas la verdad última y por tanto dejamos otros mundos fuera del cuadro. Consecuentemente, dejamos de lado rápidamente las visiones nuevas u opuestas a la nuestra porque desafían lo que tenemos en tan alta estima. Pero una visión del mundo no es la verdad; es una técnica. Nos ayuda a dar sentido a nuestras experiencias y nos permite interactuar mejor con el mundo. Una visión del mundo surge de unir una serie de elementos: como la naturaleza de la gravedad, las visiones de Dios y el hecho de que la tierra da vueltas alrededor del sol. La visión del mundo guía nuestro camino. La energía que ponemos en ella dirige nuestros pensamientos, sentimientos y experiencias. Por tanto, encarna y consume gran cantidad de poder. Si es una visión sólida y bien construida, nuestras experiencias serán equiparables a ella. La visión nos proporciona un mundo que podemos utilizar. Sin embargo, también genera una enorme profecía autorrealizada que limita nuestra visión dentro de sus propias fronteras. Su poder reside en el consenso, en los acuerdos sociales que aglomeran las energías personales. Estos acuerdos producen un contrato implícito a partir del cual determinamos dogmáticamente qué es real o no. Dada la complejidad de una visión del mundo completa, gran parte del consenso está por debajo del nivel del reconocimiento consciente. Entonces, llegamos a asumir que una realidad es real. Pero ninguna visión del mundo es omniabarcante, ninguna puede dar cuenta de la suma total de la creación; la existencia es simplemente demasiado vasta. Dado su poder de limitarla o expandiría, es importante saber cómo influyen las visiones del mundo en la percepción. Este capitulo se centra en unas pocas influencias que conforman nuestra percepción, determinando así lo que nos va a ocurrir. Mundos ordinarios y no ordinarios Cualquier visión del mundo es coherente con un conjunto de suposiciones sobre la realidad. Estas suposiciones son simples opiniones, puntos frente a nuestros ojos. Aunque cada uno tenemos una relación precisa con el mundo, compartimos algunas tendencias comunes. La cultura, el entorno geográfico y las conexiones resultantes del mero hecho de ser humanos funcionan en conjunto para que nuestra percepción sea consistente. Esta consistencia nos da la capacidad de comunicar e interactuar eficazmente con los demás. Hablando en general, una realidad ordinaria se centra en el mundo físico y una realidad no ordinaria pone en juego otras dimensiones que a menudo son invisibles. Pero, construyas un mundo ordinario o extraordinario, el proceso de construcción es el mismo. Por ejemplo, durante los primeros estadios de mi aprendizaje el mundo tolteca no me parecía consistente. Aún no estaba desarrollado el nuevo lenguaje que permitiría compartir puntos de vista entre don Juan y yo. A lo largo de los años trabajé con técnicas de diversas disciplinas no ordinarias, incluyendo el Zen y el Taoísmo, pero en especial el Camino Tolteca. Este trabajo expandió lentamente mi visión del mundo y gradualmente comencé a desarrollar la capacidad de comunicar con otros toltecas. De la misma forma, desde el nacimiento se nos enseñan las visiones y prácticas de la realidad ordinaria y al emplearlas nos hacemos miembros de ese mundo.

Los mundos ordinarios abarcan estrechamente lo conocido, lo familiar. La expansión de la conciencia hacia lo desconocido ocurre lentamente. Cuando un experimentador realiza experimentos, su visión del mundo crea las fronteras del experimento al definir lo que puede y no puede ser estudiado. Las condiciones que imponemos —lo que permitimos que exista— determina lo que existirá. Esta posible distorsión se denomina el «sesgo del experimentador» o «efecto del experimentador» Este sesgo no sólo afecta a lo que tiene lugar durante el experimento sino también a la evaluación que hacemos de él. Por ejemplo, una dificultad para estudiar los fenómenos psíquicos es que los experimentadores a menudo parten de suposiciones negativas. Muchos científicos simplemente no reconocen el funcionamiento psíquico y, peor aún, muchos no admiten que pueda existir. Para ellos, los términos de su mundo indican que ese funcionamiento no existe y por tanto incorporan esa suposición en sus tests. A veces esta desviación produce efectos aún más complicados. Por ejemplo, digamos que un experimento consiste en examinar si una persona puede tener una experiencia de salida fuera del cuerpo. Durante el experimento, el sujeto viaja lejos de su cuerpo y percibe seis números escritos en un trozo de papel que está en otro edificio. Vuelve a su cuerpo e informa correctamente al experimentador de los números y de los rasgos del otro edificio. En tal caso, los críticos que afirmaban que las habilidades psíquicas no existen, ahora podrían decir que este resultado no se debe al cuerpo de ensueño sino otro suceso psíquico diferente. Como puedes imaginar, esta forma de construir la realidad requiere mucho tiempo. El método científico se distingue porque prueba o falsea impecablemente los resultados de los demás. Su naturaleza rigurosa nos ofrece solidez, pero si nuestro objetivo es el fuego interno, confiar en el consenso social es demasiado tedioso y consume demasiado tiempo. Sin sacrificar la diligencia, los toltecas aceleran el ritmo de sus investigaciones. Una de las formas de avanzar en este proceso es utilizar una visión no ordinaria del mundo. Por ejemplo, el cuerpo de ensueño, diversas formas de ver y los elementales son componentes habituales y preestablecidos de los mundos no ordinarios. Si usa esta visión no ordinaria, la persona que tenga un recuerdo de su cuerpo de ensueño no lo rechazará como si hubiera sido un sueño aberrante. O si la persona ve inesperadamente un espíritu elemental, no dirá que es pura imaginación. En general, las visiones no ordinarias ofrecen menos limitaciones a la conciencia, con lo que uno necesita menos tiempo para validar una experiencia anormal. Los mundos no ordinarios también ayudan a expandir los mundos ordinarios. Algunas capacidades del ensueño, como la levitación o entrar en otras dimensiones, actúan como si fueran una especie de exploradores que expanden los límites de la realidad. La energía del ensueño impacta en la realidad ordinaria y la va alineando gradualmente con las grandes opciones que encontramos en los mundos no ordinarios. Por ejemplo, las leyes a las que están sujetos los viajes interplanetarios en la actualidad van cambiando por si solas a medida que aumenta nuestro grado de comprensión. Anteriormente los investigadores pensaron que los objetos físicos no podían sobrepasar la velocidad de la luz, pero poco a poco se van adaptando a la existencia de nuevas posibilidades. Así, los investigadores pueden comenzar a pensar en la noción de hiperespacio, en el que las leyes físicas conocidas desaparecen. Esta nueva forma de pensar alinea la energía de los investigadores con el desarrollo de nuevas tecnologías que permitan los viajes interdimensionales y, por tanto, los viajes interplanetarios ampliados.

Inventarios Don Juan denomina «inventario» a los elementos combinados de una visión del mundo. Dice que un inventario nos hace invulnerables y que esa es la razón por la que los hacemos en cualquier caso (Fuego, 85-86). Nos hace invulnerables porque actúa como una serie de filtros y espejos que

determinan lo que entra en nuestra conciencia. Por ejemplo, cuando don Juan llevó seres inorgánicos a su casa, Castaneda no podía percibirlos. Eran parte de un inventario tolteca que Castaneda aún no había aprendido. Como su inventario no contenía ese elemento, no podía alinear voluntariamente su energía con ellos. Por tanto, no podía percibirlos y como resultado estaba protegido de su influencia. No es que los seres fueran maliciosos, pero como cuando se hace el inventario de cómo cruzar una calle repleta de tráfico, el trato con ellos debe aprenderse paso a paso. Por tanto, sea cual sea el tipo de mundo en el que estamos participando, los inventarios conforman lo que vemos. Un inventario ordinario contiene las leyes humanas y naturales: reglas del camino —como la ley de la gravedad y los requerimientos del viaje interplanetario— que crean las libertades y restricciones de nuestro mundo. Un inventario no ordinario suele abarcar lo que se considera sobrenatural. Cuando las Hermanitas levitaron y volaron por su casa, se encontraron con un potencial del mundo no ordinario (Segundo anillo, cap. 3). Su inventario tolteca les ayudó a desarrollar ese aspecto del ensueño. Don Juan dice que los intelectuales orientados al norte tienen vastos conocimientos de algunos inventarios muy particulares (Conociíniento silencioso, 185). Los inventarios y la cultura se reflejan mutuamente. Los inventarios de los nativos americanos, por ejemplo, dan mucha más cobertura a la realidad no ordinaria que los inventarios de la Europa occidental. Sin embargo, cada uno tiene su propio poder. El fanatismo es el resultado de negar el poder del otro. Habitualmente se considera que los nativos americanos fueron conquistados por los europeos, pero actualmente sus enseñanzas nos están llevando a un renacer espiritual, lo que no puede ser considerado un rasgo de una nación conquistada. Sin embargo fueron sometidos y expulsados de sus tierras porque no podían igualar el conocimiento y poder de los ejércitos invasores. Tanto los inventarios nativos americanos como los europeos tienen su propio poder. En la esencia del poder no hay una verdad blanca, roja, amarilla o negra. Sólo hay conocimiento. Energía condicionada y natural Los mundos no ordinarios ofrecen más espacio que los ordinarios, pero ambos están condicionados. Mantienen un status quo, un orden existente que se considera significativo. La realidad está bien definida y nuestra participación en ella es automática. Los condicionamientos de una realidad se proyectan sobre el mundo y son reflejados de manera inmediata, limitando por tanto a quienes participan de esa realidad a un inventario estandarizado. Y entonces ese inventario estandarizado produce un comportamiento estandarizado. Sin embargo, al señalar el camino hacia el espíritu, las visiones no ordinarias del mundo nos ofrecen la ventaja de ayudarnos a cultivar nuestra energía natural. La energía natural abre nuestra percepción a su potencial y por tanto a una renovación continua. El condicionamiento o la naturalidad no quedan definidos automáticamente por un comportamiento dado sino por la relación que uno tiene con el mundo. Cuando nos enfrentamos con una decisión, si nuestra respuesta es automática y reactiva se considera condicionada. Un mismo comportamiento es natural si surge de un alineamiento entre la persona y el espíritu, y condicionado si surge de un alineamiento entre la persona y el orden social. Por ejemplo, pensemos en una persona que ve muchas películas extranjeras. Si lo hace para que se le considere un intelectual, ese es un comportamiento condicionado porque está directamente relacionado con la percepción de los demás. Si a la persona le encanta ver películas extranjeras para desarrollar su sentido de la cultura, por los conocimientos y la libertad que adquiere, entonces la persona ha conectado con su energía natural. Ese comportamiento no está atado a las normas sociales sino a sus motivos personales. Es natural lo que de hecho funciona para un individuo, no lo que debería funcionar. Cuando desarrollamos un campo natural nos encontramos con nuestro verdadero yo. Según el modelo del vidente tolteca, la mayor parte de nuestro verdadero ser está más allá de la realidad ordinaria. Por tanto, para encontrar nuestra naturaleza total, tenemos que conectar con algo que está fuera de la forma personal. Al ver las energías de don Juan, descubrí que había desarrollado su naturaleza esencial liberándose plenamente en el espíritu. Rindiéndose a algo más allá de sus sentidos

ordinarios y de sus ideas de sí mismo, llegó al núcleo de si. Hasta ahora, es la única persona que yo haya visto cuyas energías se mezclan armónicamente con el mundo en general. Paradójicamente, es totalmente un individuo y está totalmente fundido con el mundo. Por tanto ha desarrollado un campo natural. El siguiente cuadro muestra las distinciones entre energía natural y condicionada. Ten en cuenta que el calificativo «condicionada» es aplicable tanto a los mundos ordinarios como a los no ordinarios, mientras que «natural» es aplicable a los mundos no ordinarios y al ser. Esto indica que los mundos ordinarios atan automáticamente la percepción. Existen únicamente por las condiciones que imponen a la realidad. Por otra parte, aunque los mundos no ordinarios pueden mantenerte ligado, también pueden ofrecer un puente hacia la energía natural. Es decir, si están bien elaborados, atemperan la percepción y permiten una gran expansión de la conciencia. Esta expansión lleva a ser, un estado común entre los videntes. Recuerda que el punto que tienen en común los videntes es que poseen tantos conocimientos que pueden dejar de lado cualquier visión del mundo y mantenerse en equilibrio. No pierden la cordura cuando se liberan de sus inventarios. Condicionada - Ordinaria/no ordinaria  Lo que debería ser  Fijada  Juicio  Condicionamiento social  Habitual  Dogmática  Estática  Realidad a través de una visión del mundo Natural - No ordinaria/Ser  Lo que es  Fluida  Aceptación  Autorrealización  Innovadora  Misteriosa  En evolución  Realidad a través de la experiencia Aunque los mundos no ordinarios nos ofrecen más libertad, también pueden limitarnos de manera casi diabólica. Esos mundos tienen el poder tanto de atrapar como de liberar. Pueden hacernos creer que lo hemos descubierto todo. Una ventaja clara de la visión no ordinaria es que comienza a canalizar la percepción hacia los reinos del espíritu. Esta es una capacidad no ordinaria que se puede aprender y que todos los sistemas no ordinarios imparten. Aprender a vivir en el espíritu nos da la oportunidad de encontrar la libertad total. En lugar de estructurar la vida alrededor de unos acuerdos sociales condicionados sobre los contenidos del mundo, uno se sitúa dentro de la energía natural que creó todos los mundos. A menos que nos abramos a algo mayor que nosotros mismos, nunca podremos experimentar nuestro ser total y nos quedaremos limitados por las condiciones de lo que creemos que es nuestro ser. Otra ventaja clara del campo natural es que no sólo es flexible sino también fluido. En él podemos cambiar grácilmente de una visión del mundo a otra, de una realidad a otra. Campos de energía

Como enseña don Juan, los videntes del tercer ciclo descubrieron que el alineamiento de energías produce la percepción. Estos alineamientos ocurren a partir de las relaciones entre lo conocido, lo desconocido y lo incognoscible, o primer, segundo y tercer campo de energía. Estos campos se extienden por toda la creación y son parte del inventario tolteca. Para el primer y segundo campos tenemos cuerpos personales. El primer campo personal contiene nuestro cuerpo físico, nuestros pensamientos y sentimientos y todas las energías que producen la conciencia individual ordinaria. Es lo que Carlos Castaneda llama el «tonal personal» (Relatos, cap. 56). El primer campo genera percepciones de la gente, los lugares y las cosas. En resumen, es la porción de nosotros mismos que nos es familiar: lo conocido. Un campo difuso produce percepciones difusas, haciéndonos dar vueltas en el aturdimiento; un campo coherente favorece la claridad mental y proporciona una mayor profundidad a nuestras experiencias. El primer campo mantiene nuestro inventario y el inventario enfoca la percepción hacia sus propios componentes. Las prácticas comerciales, los rituales nupciales y las creencias compartidas respecto a la vida después de la muerte son parte de un inventario. El Águila, los seres inorgánicos, los presagios y la regla son elementos de otro inventario. La combinación de ambos produce un tercer inventario. La totalidad del cuerpo energético es el segundo campo de la persona. Contiene su esencia, su plenitud. Contiene lo conocido y lo desconocido y roza con lo incognoscible. Está inmerso en la banda humana de las emanaciones del Águila, que aunque sólo son una banda de esas emanaciones, contiene infinitas posibilidades. Piensa en él como si fuera un círculo con un número infinito de puntos conectados. El cuerpo de energía es esférico y por tanto contiene un número infinito de círculos. Esto significa que en él hay un número infinito de percepciones posibles. Hay una cantidad infinita de desconocido que espera ser conocido. Sin embargo, hay otras emanaciones llamadas el tercer campo que existen más allá del ámbito de la conciencia humana. Por tanto no crean cuerpos personales ni tienen forma alguna en relación a la humanidad. El primer campo refleja lo que ponemos en él. Nuestros pensamientos y hábitos llevan nuestra energía en ciertas direcciones; enfocan la percepción, pero también la distorsionan. El objetivo, entonces, es cultivarlo y atemperarlo para que exista el menor número de distorsiones posible. Para conseguirlo, distingamos aún con más precisión entre campos condicionados y naturales. Un campo condicionado está basado en el consenso, en ciertos acuerdos sobre la realidad. Su existencia requiere imponer muchas condiciones inflexibles sobre la realidad. Existe como un conjunto de reglas de las que emerge el «comportamiento aceptado». Por medio del condicionamiento social, el primer campo se vuelve tan estático que bloquea la percepción del segundo campo. Así, el primer campo se refleja a sí mismo continuamente, lo que no permite que entre en él mucha conciencia nueva. La realidad se convierte en lo que creemos que es, en lugar de ser un misterio infinito. Un campo natural, por otra parte, ofrece apertura, flexibilidad y adaptabilidad. Mientras que un campo condicionado bloquea la percepción, un campo natural incorpora el segundo campo de manera inmediata. Evidentemente, la realización de las tres maniobras esenciales del vidente es una cuestión de refinar los campos primero y segundo para poder reconocer el tercero. Lo prioritario es el desarrollo de un campo natural. Al incorporar un incognoscible en nuestro inventario nos preparamos para llevar la conciencia más allá de la condición humana. Este conocimiento también nos permite mantenernos abiertos en todas las circunstancias. El siguiente diagrama representa los efectos de los campos natural y condicionado. Comprobamos la existencia del segundo campo cuando experimentamos el cuerpo energético; podemos conocer algunas de sus partes constituyentes, pero no lo que es en realidad. Las interpretaciones del segundo campo reducen inmediatamente nuestra conciencia de él, haciéndolo parte de nuestro inventario del primer campo. Una interpretación excesivamente rígida produce un campo condicionado. Una interpretación abierta y adaptable nos permite tomar conciencia de él y nos conduce

al campo natural. Los toltecas del segundo ciclo se perdieron en su versión de la realidad, que estaba muy bien definida. Su mundo les permitía expandir su percepción pero sólo hasta ciertos limites. Tenían un campo condicionado muy elaborado, pero estaban poseídos por él. Los toltecas del tercer ciclo refinaron su visión del mundo de forma que dieron prioridad al alineamiento de las energías personales con un campo natural. En el mejor de los casos, los sistemas no ordinarios recondicionan el primer campo para que pueda evolucionar y pasar de condicionado a natural. Como el primer campo genera la autoconciencia, no queremos librarnos de él, sólo necesitamos refinarlo. Una de las ventajas de hacer que un campo condicionado pase a ser un campo natural es que ganamos en conciencia. Además, como nos permite contactar con el segundo campo, nos ofrece más energía para poder usarla en nuestra vida diaria. La disciplina del ranger del tercer ciclo entra en escena cuando realineamos el primer campo para hacer de él un campo natural. En esencia, esta disciplina nos permite hacer nuestras tareas diarias al tiempo que permanecemos conscientes del espíritu. Vamos soltando las condiciones impuestas sobre la realidad y desarrollamos una relación natural con el mundo. Esta apertura permite que nos influya una porción mayor del segundo campo. A medida que nos vamos centrando en nuestra esencia, vamos descubriendo más sobre nosotros mismos, por lo que necesitamos un mínimo de auto-reflejo. Dicho de otra forma, experimentamos lo que ya conocemos de una manera diferente. Don Juan dice que los líderes de equipos aplican esta lección cuando dejan de planear sus acciones. Dejan que el espíritu dicte completamente su comportamiento (Conocimiento silencioso, 172). Donner lleva este punto aún más lejos cuando relata una conversación con una de sus mentoras. En esa conversación, Zuleica, miembro del equipo de don Juan, dice a Donner que cuando un líder de equipo es capaz de fusionar su rostro autorreflejado con el rostro de la infinitud, «el líder está totalmente preparado para romper los límites de la realidad y desaparecer como si no estuviera hecho de materia sólida». En otras palabras, está preparado para encender el fuego interno. Don Juan también dice que los líderes de grupo no deben tener ningún punto de defensa (Fuego, 52). Por tanto, si tienen energía reactiva o condicionada, retiran automáticamente su conciencia de la infinitud, lo que les impide fundir su rostro autorreflejado con el rostro del infinito. La cuestión reside en cuánto puede una persona reducir su autorreflejo sin perder la autoconciencia. Cuanto mayor sea esta reducción, mayor es la parte de la conciencia que queda más allá del primer campo. En la práctica, llegado este punto, las energías de los líderes de grupo pueden guiar a todo el equipo a adentrarse más en lo desconocido. Uniformidad y cohesión Don Juan dice que la uniformidad y la cohesión de nuestros cuerpos energéticos son la clave de la percepción (Ensueño, 40). La uniformidad concierne a la forma habitual del cuerpo energético. La cohesión está relacionada con el patrón de energía que está dentro del cuerpo energético y puede considerarse que es su vibración dominante. En un sentido, si la uniformidad es la forma física normal de los humanos, la cohesión representa las influencias raciales y culturales. Nuestra estructura física es la base de lo que percibe nuestra especie y también de nuestra manera de percibir. La situación de los ojos y las particiones horizontales y verticales de nuestros cerebros influyen en gran medida en nuestra forma de percibir el mundo físico. Las influencias culturales actúan como filtros y colocan nuestra percepción dentro del molde básico. Así, la cohesión pinta las imágenes del mundo. La cohesión también está relacionada con los cambios de energía dentro del cuerpo energético que alteran la uniformidad.

Los toltecas del segundo ciclo estiraron sus cuerpos energéticos siguiendo líneas rectas (Ensueño, 13). Es decir, a medida que cambiaba su cohesión, la forma de sus cuerpos energéticos también cambiaba, permitiéndoles percibir nuevos mundos. Cuando alcanzaban una nueva uniformidad, se ponían de acuerdo sobre lo que habían percibido. Con este nuevo consenso, creyeron que conseguirían llegar a la verdadera realidad y por tanto cerraron su conciencia a otras posibilidades. Como la cohesión es la forma que toma la energía dentro del cuerpo energético, tanto los campos naturales como los condicionados reflejan distintos tipos de cohesión. Por ejemplo, una visión del mundo consolida la energía, condicionando el campo. Un campo natural rueda más libremente y es menos rígido que un campo condicionado; la cohesión es más flexible y fluida y por tanto la percepción puede entender más y abarcar más mundos. Caemos en la uniformidad en el momento del nacimiento. Cada generación tiene su propia uniformidad que afecta a la cohesión. Don Juan dice que la forma del cuerpo energético cambia con el tiempo (Ensueño, 5). El resultado es que cada generación tiene su propio sesgo sobre la realidad. En otras palabras, tanto la uniformidad como la cohesión determinan cómo se enfoca la percepción, determinando así lo percibido. Dar forma a la realidad Don Juan dice que para dar sentido a nuestro mundo debemos quedarnos dentro de sus límites (Relatos, 190). Los límites de cualquier mundo están regulados por el consenso social, o la base social como la denomina don Juan. Generalmente, un mundo ordinario se basa en la noción de que los objetos físicos son sólidos y están separados. La base del mundo tolteca es que los objetos son distintas formas de energía y que toda la energía tiene el mismo origen. Evidentemente, una premisa de las enseñanzas de don Juan es que todo el universo está hecho de una energía que después toma forma (Ensueño, 3). Todas las energías de nuestros entornos geográficos y culturales, de nuestros asociados, de nuestra educación y objetivos —por nombrar sólo unas pocas influencias— afectan a nuestra cohesión. Para entender cómo funciona esta formación de energía expongo a continuación una breve reseña de las influencias que crean y mantienen nuestros límites, y consecuentemente moldean nuestra percepción. Por tanto, cada una de ellas influye en la cohesión de nuestro cuerpo energético que sustenta tanto los mundos ordinarios como los no ordinarios. Cada una de ellas puede funcionar a nuestro favor o en nuestra contra. El conocimiento de las energías nos ayuda a manejarlas mejor. Recordemos que el intento es siempre la influencia predominante y, dada su importancia, le hemos dedicado una sección completa. Señales selectivas. Las señales selectivas resaltan o quitan importancia a ciertas partes del mundo. Don Juan dice que la percepción del cuerpo energético, el ensueño, y los seres inorgánicos son el resultado de la estabilización del punto focal en lugares específicos (Ensueño, 69). Los movimientos del punto focal tienen lugar cuando dirigimos nuestra atención a la existencia de algo y después reforzamos esa experiencia por medio de ejercicios diseñados a aumentar y manejar la energía. Esa energía añadida permite que el punto focal se mueva y se reestabilice. En la realidad ordinaria, se nos enseña a mirar a los objetos materiales y a descartar las experiencias con seres inorgánicos, por ejemplo, como producto de nuestra imaginación. Nuestra definición ordinaria de la vida establece que la vida está mantenida por la materia orgánica, pero don Juan enseña que es la conciencia la que determina la vida, sea orgánica o inorgánica (Ensueño, 45). Por tanto, lo que se nos enseña, la forma en que se nos señala selectivamente la realidad, determina la medida de nuestras limitaciones. Como don Juan educó a Castaneda, le señaló selectivamente qué buscar y qué evitar. Por ejemplo, al recalcar las nociones de desapego y la pérdida de la importancia personal, le orientó hacia la

liberación perceptual más que hacia los trucos de poder del segundo ciclo. Sus enseñanzas sobre la historia tolteca señalaban las diferencias entre el segundo y el tercer ciclo, y las consecuencias de seguir uno u otro. Además, sus instrucciones sobre los seres inorgánicos trajeron un concepto imaginativo a la realidad concreta. Proyección. Una definición común de proyección es «atribuir nuestros propios rasgos y actitudes a otros». En términos de los campos de energía, recuerda que la cohesión del cuerpo de energía estabiliza el punto focal. Un punto focal estable indica que un número suficiente de elementos de un mundo dado están consolidados. Cuando don Juan dice que tenemos una posibilidad de renovar nuestro sistema de interpretación se refiere a nuestra capacidad de desarrollar un campo condicionado no ordinario. El sistema nos permite proyectar y por tanto predecir nuestro entorno. El inconveniente, dice don Juan, es que seguimos percibiendo en términos del sistema, en lugar de percibir a través de nuestros sentidos (Ensueño, 97, 76). Más concretamente, actuamos según nuestros pensamientos y nuestros pensamientos están organizados por un sistema, por una versión de la realidad. El autorreflejo constante liga la percepción al campo condicionado del sistema. Reconociendo que llevamos puestos estos anteojos, un sistema viable será aquel que, enseñándonos a usar todos nuestros sentidos, nos permita dar los pasos para hacer el cambio al espíritu. Don Juan también nos proporciona una segunda opción, la de descartar todos los sistemas. Esta opción amplía considerablemente el ámbito de la percepción, pero si no contamos con un sistema podemos perder el rumbo. Sin embargo, si usamos este método con mucho cuidado podemos acelerar nuestro desarrolío. En ambos casos, generar un campo natural requiere suspender todas las interpretaciones porque cualquier interpretación es condicionada: reduce el potencial a una forma. Esta reducción es lo que llamamos proyección: la interpretación del mundo a partir de una cohesión específica. Es decir, la proyección requiere que encajemos lo percibido en formas preestablecidas; este proceso establece ciertas condiciones en nuestros campos energéticos. Por ejemplo, nuestra forma de interpretar el comportamiento de los demás surge de la cohesión. Proyectamos la conciencia sobre otra persona y reducimos lo que percibimos a categorías que son significativas para nosotros. Cuando nos damos cuenta de esto, vemos que la realidad es una gigantesca profecía autorrealizada. La forma que tengamos de interpretar nuestras experiencias, por tanto, está determinada por nuestra forma de consolidar nuestros campos energéticos. Los inventarios producen una parte significativa de esta consolidación. Así, vemos el valor de cultivar nuestros inventarios para poder deshacernos de ellos, lo que, según Juan, libera nuestros campos de enegía y por tanto libera el punto focal (Fuego, 256). Podemos ampliar nuestro mundo gracias a los inventarios y después crear espacio para ampliarlo todavía más deshaciéndonos de ellos. Cierre. Al deshacernos de nuestros inventarios, preparamos el escenario para expandir la percepción. La contraparte de la expansión es el cierre, que está relacionado con la necesidad humana de precisar las cosas. Por ejemplo, al leer un párrafo al que le falta una palabra, la mayoría de la gente inserta automáticamente otra palabra que tenga sentido sin darse cuenta de que hay un espacio en blanco. Otro ejemplo es que, cuando habla de las explicaciones de los videntes, don Juan dice que nuestra necesidad de explicarnos las cosas es demasiado grande como para confiar únicamente en las descripciones de lo que hemos visto (Ensueño, 8). Tenemos la necesidad inherente de contar con un contexto. El contexto nos ofrece una perspectiva multi-nivel y de él emanan los significados sociales y personales. Para poder enfocar, reducimos lo que percibimos y después expandimos la conclusión pensando que tiene una aplicación universal. El cierre forja el camino que andamos, sin él no podríamos aprender. Sin embargo, debemos mantener las opciones abiertas y los caminos despejados y sin cortapisas. Si no es así, el cierre creará una prisión para nuestra percepción en lugar de proporcionarnos la comprensión que nos permita seguir buscando la libertad. Encarrilar. Encarrilar es desarrollar la cohesión siguiendo carriles o influencias específicas.

Tanto las predilecciones innatas como las influencias medio ambientales o las astrológicas, por nombrar algunas de ellas, conforman en cierta medida la cohesión. Por ejemplo, a medida que nuestros padres, profesores y compañeros nos inculcan una visión del mundo, vamos desarrollando una cohesión que la estabiliza. Hemos puesto nuestra percepción en esos carriles, hemos seguido esas influencias. Las plantas de poder orientan temporalmente la percepción hacia los mundos no ordinarios, ofrecen vislumbres del segundo campo. Pero usando una visión del mundo no ordinaria para encarrillar y remodelar la cohesión, la persona puede aprender a manejar el segundo campo sin usar sustancias psicotrópicas. Yendo un poco más lejos, como señala don Juan, el éxito de la cirugía psíquica se basa en que el paciente se deje encarrilar por la coherencia del cirujano. Para lograrlo, el sanador debe despejar toda duda de la mente del paciente (Conocimiento silencioso, 142). De la misma forma que poblaciones enteras pueden asumir una visión del mundo, también pueden salir de una realidad y entrar en otra completamente nueva. Creo que esto es lo que el inquilino quería indicar cuando dijo a Castaneda que poblaciones enteras habían desaparecido practicando el ensueño (Ensueño, 232). Por ejemplo, la mitología popular a menudo describe que el continente perdido de la Atlántida era corrupto y que el mal uso que sus habitantes hicieron del poder les llevó a su completa destrucción. Pero, ¿y si sus habitantes no hubieran sido corruptos y la Atlántida no hubiera desaparecido como consecuencia del mal uso del poder? ¿Y si hubieran sido una raza parecida a los videntes toltecas que decidieron entrar en otra dimensión? Si fue así, es muy posible que los que quedaron atrás sólo tuvieran una forma de comprender este hecho: resolvieron sus dudas siguiendo el dictado de su rudimentaria comprensión. La destrucción por un poder que ellos podían comprender les encajaba mejor que el paso voluntario a otra dimensión. En menos de un segundo, su interpretación creó la destrucción que después propagaron a los cuatro vientos. Asimismo, es muy posible se diera otra situación que fuera una combinación de las dos anteriores. Quizá cuando los videntes vieron que se aproximaba la destrucción, pudieron reunir a una parte de la población. Uniendo sus energías, alcanzaron una masa crítica suficiente para entrar en otra dimensión. Pero también... El consenso sobre la realidad. El campo condicionado se produce porque la percepción sigue los carriles de los acuerdos sociales, una forma extraordinariamente poderosa de cierre que produce un consenso sobre la «realidad». No hay nada terrible en el hecho de seguir carriles. Todos necesitamos encontrar sentido al mundo, a los demás y a nosotros mismos. Las dificultades surgen cuando este consenso interfiere con el crecimiento personal. Uno de los efectos más insidiosos del consenso es «el pensamiento grupal». El pensamiento grupal es «un pensamiento tan dominado por el deseo de mantener la unanimidad en un grupo que el pensamiento critico queda suspendido o es inefectivo». Es una forma de presión ejercida por los compañeros: los miembros del grupo se refuerzan mutuamente en sus pensamientos y acciones. El pensamiento grupal, por tanto, crea un cohesión rígida. Como la realidad es un efecto del pensamiento grupal, la complejidad de los acuerdos sociales a este nivel impide casi automáticamente el pensamiento crítico. La escala del pensamiento grupal es demasiado amplia y consume demasiada energía como para que la mayoría de la gente pueda emprender su reevaluación. Sin embargo, la capacidad de actuar independientemente de la presión de los compañeros señala un paso significativo hacia la libertad. Recuerda que el principio del pensamiento grupal son esos acuerdos menores que al principio nos vinculan y después nos atan. Como dice don Juan, para poder evolucionar, en primer lugar tenemos que liberarnos de las ligaduras del orden social. También añade que para que los humanos podamos sobrevivir, debemos

cambiar la percepción desde la base social, desde el nivel del consenso común (Ensueño, 176, 3). Por ejemplo, don Juan afirma que, en lugar percibir el mundo como una serie de objetos, debemos percibirlo fundamentalmente como un conjunto de energías. Así, al no percibir el mundo como una serie de objetos materiales de los que beneficiamos, este cambio de percepción nos llevaría a una mayor armonía con él. Quizá por eso pensó que es un cambio crucial. Como somos nosotros mismos los que damos sentido al mundo permaneciendo dentro de sus límites, los toltecas usan el ensueño para salir de esos límites. Donner afirma que los toltecas se dedican «al objetivo abstracto de rehacerse fuera de los parámetros de definición y permisividad del orden social». Sin embargo, los toltecas se ponen de acuerdo respecto a la visión general del mundo y a cómo rehacerse a sí mismos. Estos acuerdos pueden ser no ordinarios, pero en cualquier caso son acuerdos sociales. El truco consiste en utilizarlos como un impulso que nos permita llevar la percepción más allá de cualquier base social hacia reinos decididamente únicos y personales. Asociación. Asociación es lo que nos viene a la mente cuando vemos, olemos, oímos, gustamos o sentimos algo. La asociación nos introduce en unos carriles determinados. Así es como construimos los estereotipos. Por medio de la asociación solemos aislar algunos componentes familiares de nuestro inventario. Por ejemplo, cuando tenemos una intuición que nos recuerda un viaje que hicimos a Paris, posiblemente nos quedamos pensando en cómo volver a Paris en lugar de pensar en desarrollar esa intuición. Los hábitos, sean cuales sean, producen cohesión. Si estás excesivamente acostumbrado a tus hábitos, estarás muy cerrado. Entonces tu percepción dará vueltas dentro de una misma caja: te dedicas a revalidar tu mundo en lugar de entrar en otros mundos. La asociación también te ayuda a construir categorías como el ensueño y el rastreo. Por ejemplo, un elemento del ensueño es viajar dentro de los sueños. Si tienes un sueño en el que vuelas, en lugar de limitarte a pensar que has tenido un sueño interesante puedes asociarlo con las prácticas del ensueño. Cuando el número de asociaciones es suficiente, aprendes a gobernar tus sueños. Otro ejemplo: Si asocias una brisa fresca e inesperada con los espíritus elementales, eso te permite empezar a enfocar la atención en su mundo. Cuando has vivido un número suficiente de experiencias no ordinarias, puedes asociarte a voluntad con otra realidad completamente diferente. La asociación no sólo ayuda a construir realidades, también está relacionada con los hábitos personales. Por ejemplo, una persona toma una copa de una bebida alcohólica, se relaja un poco y tiene una comprensión interesante. Creo que la mayoría de la gente que haya tomado alcohol puede entender a lo que me refiero. William James, en Tite Varieties of Religious Experience, argumenta que la gente usa el alcohol porque a menudo proporciona vislumbres de otras realidades. Entonces, como esa persona desea profundizar en la comprensión, consume más alcohol. A través de una autoobservación cuidadosa, la persona se da cuenta de que, mientras que una copa le ayuda a entrar en un estado contemplativo, el uso repetido del alcohol oscurece su percepción. Entre las preguntas posibles que surgen ante esta situación están las siguientes: ¿Cuánto le cuesta a la persona asociar la bebida con ese estado de opacidad? Y cuando toma conciencia, ¿cuánto le cuesta cambiar su comportamiento? Expectativas. Lo que esperas percibir dirige tu intento, que acaba produciendo el resultado esperado. Si esperas encontrar un plano astral inferior habitado por entidades negativas y un plano astral superior habitado por entidades positivas, eso es lo que probablemente encontrarás cuando salgas fuera del cuerpo. Si esperas que la gente te pase por encima, estás generando energía para que ocurra exactamente eso. Si esperas crecer, crecerás. Cada uno ve el mundo que le ofrece su visión del mundo y que su propio comportamiento sostiene. Cada uno encuentra lo que busca, y lo que busca está basado en las opciones que se da a si mismo. Pruebas de lo contrario. En nuestros esfuerzos por mantener la cohesión, tendemos a ignorar las percepciones que no encajan con nuestros pensamientos respecto a las cosas. Por ejemplo, durante conversaciones sobre las relaciones hombre-mujer, las mujeres suelen decir que ellas son las únicas que deciden si un hombre y una mujer tendrán un encuentro sexual. Creen que los hombres se limitan a reaccionar a sus deseos. En general, es probable que esa afirmación contenga una verdad; la

gente está muy influida por la energía sexual. Sin embargo, para negar que esa noción es universal, lo único necesario es comprobar que un hombre rechaza una cita o una insinuación sexual. Los hombres, a su vez, caen en la misma trampa cuando ignoran las pruebas evidentes de que las mujeres pueden ocupar puestos de responsabilidad en el entorno empresarial. Sencillamente hay demasiadas mujeres ejecutivas y demasiadas empresas de éxito dirigidas por mujeres como para mantener ese prejuicio. En cuanto a las realidades no ordinarias, a menudo se nos dice que ignoremos los sueños porque son «simplemente algo que ocurre mientras dormimos». Se considera que la actividad del cuerpo de ensueño es pura imaginación y una visión que dirija nuestra vida es mera fantasía. Como dice don Juan, interpretamos las expresiones desconocidas del segundo campo en términos de lo que nos es familiar (Relatos, 190). Cuando investigues las enseñanzas no ordinarias presta atención a las pruebas que las contradigan. A veces, la presencia de contradicciones sugiere que existe una falacia en esas investigaciones. En otras ocasiones, pueden necesitarse nuevas investigaciones para entender lo que está ocurriendo. Por ejemplo, a Castaneda se le dice que ser consciente de estar en dos lugares a la vez es lo mismo que encontrarse con su doble (su contraparte del segundo campo) cara a cara. El resultado de este tipo de encuentro es la muerte. «Esa es la regla», dice don Juan; «Así es como el Poder ha dispuesto las cosas» (Relatos, 52). Ahora, compara esta afirmación con el hecho de que don Juan fuera arrojado al río por Julián y mientras era arrastrado río abajo, pudo observar que su doble corría río abajo junto a él. Al final, don Juan sobrevive para poder contarlo (Conocimiento silencioso, 255). Como mínimo, estos incidentes apuntan a una contradicción, son la prueba de que hay contradicciones en las enseñanzas. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Significa esto que el trabajo de Castaneda no es válido? ¿O está tergiversando las enseñanzas de don Juan sin darse cuenta? ¿O significa que don Juan usó la amenaza de muerte para hacer que Castaneda le dedicara toda su atención? Después de todo, no es nada improbable que don Juan engañara a Castaneda para ayudarle a aprender. Por otro lado, si la afirmación es verdad en algún sentido, ¿qué quiere decir exactamente «cara a cara»? Tenemos pruebas de que el mero hecho de observar el propio doble no significa una muerte cierta. Pero hay otro pasaje en el que Castaneda se encuentra observando a su doble durmiente y dice: «Sé que sería mortal para mí despertarme.» Si es así, surge otra pregunta: ¿Es el hecho de tocar al doble lo que amenaza la propia vida? Si seguimos investigando, descubrimos que don Juan dice que es el «contacto físico directo» con la energía del segundo campo lo que produce la muerte (Relatos, 73, 185). Como el segundo campo es el terreno del doble, volvemos a la pregunta inicial después de hacer todo el círculo. Evaluar las contradicciones, lo mismo que recorrer cualquier tramo de este camino, es algo que depende de ti. Simplemente debes asegurarte de que el estándar de investigación que apliques sea riguroso. Descubras una falacia o acabes olvidándote de esos detalles, en cualquier caso saldrás beneficiado. Lo que es seguro es que si no te tomas el tiempo necesario para examinar cuidadosamente la situación, te quedarás dentro de un campo condicionado. Cuando no reconocemos las contradicciones, en el mejor de los casos nos quedamos en desequilibrio con nosotros mismos; no podemos desarrollar la conciencia negándola. En el peor de los casos, esa falta de atención nos produce una falsa sensación de invencibilidad, el mismo sentimiento que llevó a la caída del mundo tolteca. No debemos rechazar las pruebas arbitrariamente. Al mismo tiempo, el hecho de descubrir algo no significa que lo tengamos todo claro. No podemos confirmar nuestro conocimiento tomando una prueba de aquí o de allá, asociándola según nuestros intereses y generalizándola posteriormente. Disonancia cognitiva. La disonancia cognitiva se define como «un incómodo estado psicológico en el que el individuo experimenta dos creencias o cogniciones incompatibles». Como consecuencia de este estado, la persona tiene que disminuir la tensión, reducir la disonancia. En general, cuando nuestros campos energéticos no funcionan armónicamente nos sentimos incómodos. Como dice Tiggs, la gente habla de la separación y desequilibrio entre mente y cuerpo, «pero la dicotomía real está entre el cuerpo físico y el cuerpo energético». Ignorar el desequilibrio lleva a una disfunción mientras que prestarle atención lleva a la resolución del conflicto, especialmente cuando se trata de asuntos toltecas.

Para dar un ejemplo de disonancia cognitiva, en el libro de Castaneda El arte de ensoñar, don Juan dice que los videntes del segundo ciclo llevaron sus puntos focales hasta lo incognoscible. Por definición, esto significa que situaron sus puntos focales fuera de sus cuerpos energéticos y ese movimiento es el que los alteró, produciendo en ellos lineas rectas en lugar de la habitual uniformidad esférica. En el mismo libro, don Juan afirma que los videntes del segundo ciclo sólo hicieron movimientos dentro de lo desconocido humano (Ensueño, 12, 80). Siguiendo sus propias definiciones, esto significa que eligieron quedarse dentro de su cuerpo energético y la banda humana de la Tierra, transformándose en diversas formas animales y vegetales. Sentí un estremecimiento cuando tomé conciencia de esta aparente inconsistencia. Me pareció una contradicción tan flagrante que creaba una disonancia; perdí temporalmente la sensación de la continuidad de las enseñanzas de don Juan. En el mismo libro, casi a modo de preparación, don Juan habla de perder los estribos. Dice que cuando perdemos el rumbo, la visión del mundo se unifica de nuevo y vuelve a crear el mundo (Ensueño, 76). Por tanto, me dispuse a recorrer más detalladamente las regiones de mi cuerpo energético. Después de meses de rastrear y ensoñar el tema, llegué a un planteamiento que me proporcionaba una sensación más consistente. Una vez reconciliada la disparidad, esta lucha reforzó mi opción de adherirme al espíritu como medio de acercarme a lo incognoscible. No quería confiar demasiado en ninguna enseñanza, incluida la tolteca. Al considerar qué método seguir, sentí que si seguía totalmente el espíritu en lugar de las convenciones sociales, podía dejar que se fuera desarrollando dentro de mí en sus propios términos. Con el tiempo, esto haría emerger mi esencia a una posición frontal. Así, de la misma forma que voy superando ciertos períodos de mi vida, iría superando gradualmente todos los dominios de la experiencia humana a medida que el espíritu creciera dentro de mí. Sentí que ese era mi camino para experimentar el fuego interno. También comprendí mejor una enseñanza de don Elias, el benefactor de don Juan y profesor de Julián, que aconsejaba buscar el aspecto artístico de la vida, liberarse de todas y cada una de las convenciones perceptuales (Conocimiento silencioso, 285). Aplicación. Usando como ejemplo el aprendizaje del cuerpo de ensueño, así es como funcionan los elementos que hemos mencionado: 1. A través de la señalización selectiva, oyes hablar del cuerpo de ensueño. 2. Usando la proyección, imaginas lo que podría ser esa experiencia. También obtienes una estructura que te permite encontrar sentido a las experiencias de ensueño. 3. Asociando tus experiencias con las historias que has oído, conectas con algo que está fuera de tu mundo conocido. 4. Las expectativas respecto a los resultados enfocan tus energías. 5. Practicas regularmente los ejercicios de ampliación de la percepción y finalmente entras en el carril y experimentas el cuerpo de ensueño. 6. Como esto interfiere con tu visión ordinaria del mundo, experimentas la disonancia cognitiva. 7. El recuerdo de las lecciones sobre las pruebas contradictorias te ayuda a superar este obstáculo. Entonces tratas de recuperar el equilibrio porque ya no puedes dar la espalda a la realidad del cuerpo de ensueño. 8. Cuanta más experiencia tienes, más te cierras. Es decir, adquieres una nueva sensación de estabilidad en el cuerpo de ensueño. Recuerda que no es el momento de descansar. No permitas que el cierre te desconecte. Puedes aplicar estos elementos a diversas capacidades. Por ejemplo, aplícalos a otras experiencias no ordinarias, como ver. Después, paso a paso, obsérvate construir otro inventario y conformar un nuevo mundo.

CAPITULO 6 CONCIENCIA DEL YO QUE ESTÁ MÁS ALLÁ Don Juan dice que los humanos tenemos la capacidad de percibir muchos mundos. Nuestro mundo ordinario, dice, «sólo es uno dentro de una serie de mundos consecutivos, dispuestos como las capas de una cebolla» (Ensueño, viii). Añade que los demás mundos existen independientemente de nuestra conciencia y que todo lo que hace falta para percibirlos es tener la suficiente energía. Los sistemas metafísicos desarrollan esquemas para explorar estos mundos. Son mapas que nos proporcionan el contexto y las técnicas. Es fundamental contar con un contexto porque nos facilita los puntos de referencia del nuevo territorio. Cuando vislumbras un nuevo orden de conocimiento, el contexto te permite capitalizarlo. Por ejemplo, una reacción muy común cuando alguien comienza a ver es que lo descarte pensando que es una anomalía del ojo físico. La reacción también puede ser más drástica. Una persona me dijo que cuando empezó a ver regularmente una luz anormal, se preguntó si se estaba volviendo loca. El hecho de poder situar sus experiencias dentro de un contexto que les daba validez, no sólo alivió su ansiedad sino que le dio una vía para desarrollar esas nuevas percepciones. Un contexto viable debe contener instrucciones para salir de sus limites. Cuando los esquemas de exploración son demasiado concretos, demasiado condicionados, el sistema degenera en un dogma. Así como los mapas de las ciudades, estados y naciones cambian con el tiempo, también lo hacen los paisajes de la percepción. A medida que el mundo conocido se expande, los mapas metafísicos deben tener en cuenta esa nueva conciencia y evolucionar también. Por ejemplo, el significado de la antigua máxima «como arriba, así abajo» está actualmente plasmado en la noción de un universo holográfico. A saber: cada parte de cualquier cosa contiene la estructura de todas las demás partes. Las técnicas, a su vez, también son importantes porque estabilizan la conciencia real del nuevo terreno. La técnica de mirar, por ejemplo, facilita el ver. Mientras que el contexto señala el camino, la técnica permite los alineamientos energéticos que producen los cambios. Cuando utilizamos un contexto abierto, las técnicas tienen la ventaja adicional de llevarnos más allá de él. Es decir, las técnicas pueden producir una conciencia que esté más allá del sistema. Uno de los principios toltecas nos indica que si cambiamos la fijación de nuestra conciencia, nos daremos cuenta de que el mundo físico nunca ha sido realmente físico; es otra forma de energía. En cuanto a las técnicas, el ensueño y el rastreo nos proporcionan medios para comprobar este punto de vista. Pero tanto el contexto como la técnica son aspectos de un inventario. Para evitar que se conviertan en un dogma, don Juan sugiere que dediquemos el tiempo suficiente a hacer inventarios muy detallados y después nos riamos de ellos sabiendo que sólo son esquemas mentales (Fuego, 256). Esta libertad abre el camino hacia los dominios del vidente. Campos de energía Una parte importante del esquema tolteca es la señalización selectiva de los campos primero, segundo y tercero. Cada campo es infinito. Además, están interconectados y en su origen —el Águila— son uno. (Recuerda que el Águila no existe realmente. Sin embargo, como puede ser vista, existe. Está en todas partes y en ninguna.) Sin embargo, los campos también están separados. Como cada campo de energía es producto de sus propias emanaciones, tiene sus propiedades características. También podemos pensar que los campos son bandas de energía. Pasando de la primera banda a la segunda, por ejemplo, entramos en mundos que están más allá de lo ordinario. En los primeros estadios de desarrollo de este modelo, el primer campo suele ser descrito como el mundo físico. El órgano que usamos para percibirlo es el cuerpo físico. El segundo campo se presenta como el mundo luminoso y energético, y dentro de ese dominio, el cuerpo energético es el

órgano de percepción individual. Se cree que los cuerpos físico y energético abarcan toda la conciencia humana. El tercer campo es descartado temporalmente, y se considera irrelevante. Abordarlo demasiado pronto no hace sino interferir con el aprendizaje de los fundamentos. Más tarde, los términos cambian y el primer campo se convierte en lo conocido, lo familiar u orden. El segundo campo se convierte en lo desconocido y el tercer campo se considera incognoscible, no tiene puntos de referencia dentro de la conciencia humana. Este cambio de términos altera rápidamente las posibilidades. Redefinir el mundo físico como lo conocido abre las puertas a una nueva forma de percibirlo. En lugar de encerrar sus posibilidades bajo una corriente de pensamientos sobre el significado del término «físico», se convierte en la energía que nos es familiar. Así se hace más maleable y puede ser tratado como energía en lugar de como algo concreto. Esto abre el camino a la posibilidad de encender el fuego interno, de hacer ese salto de conciencia en el que el cuerpo físico desaparece totalmente de esta dimensión. Y, al introducir el tercer campo, sabemos hacia dónde dirigir nuestra conciencia. A través de la maniobra de desafiar a la muerte, entramos en un campo de energía que está fuera de los campos primero y segundo. En resumen, transcendemos la condición humana. El cuerpo de energía Habitualmente, la enorme energía que dedicamos al mundo conocido nos impide desarrollar lo desconocido, pero el trato con lo desconocido es el núcleo de las prácticas toltecas. El desarrollo del cuerpo energético es el medio para entrar en lo desconocido, por tanto, entremos en él más a fondo. Don Juan dice que tanto el cuerpo físico como el energético son energía, pero el cuerpo de energía es puro. Él pone mucho énfasis en el cuerpo de energía y dice que es responsable de la conciencia en general (Ensueño, 1, 8). El lado derecho percibe el mundo conocido mientras que el lado izquierdo percibe lo desconocido. A medida que los videntes expanden el lado derecho hacia el izquierdo, lo desconocido se reduce y el mundo conocido se expande. En el caso típico, controlamos un margen muy estrecho del lado derecho que indica la cohesión de la realidad ordinaria. Las capacidades no ordinarias comienzan a formarse cuando contactamos con el lado izquierdo. Don Juan relata a Castaneda que para obtener la «percepción total» del cuervo, tuvo que aprender a utilizar su lado izquierdo y aprender paso a paso a cambiar su cohesión hasta poder percibir el mundo como un cuervo (Ensueño, 217). Cuando nos ponemos de acuerdo con los demás respecto a nuestras experiencias, desarrollamos una realidad no ordinaria y expandimos lo conocido. El rastreo y el ensueño se combinan para generar cambios deliberados en la cohesión. El rastreo es característico del lado derecho, es la técnica del primer campo; el ensueño es característico del lado izquierdo, es la técnica del segundo campo. Don Juan enseña que el segundo campo debe ser atemperado por el primero. Dicho de otra manera, afirma que para usar el segundo campo, debe prevalecer el primero (Relatos, 253, 265). De otra forma nos perdemos dando vueltas en el segundo campo y perdemos la relación con el mundo conocido y su significado. Quizá este sea el sino de alguna de la gente que está confinada en los hospitales psiquiátricos. El cuerpo de energía contiene los campos de energía primero y segundo. El lado derecho del cuerpo de energía se considera lo conocido y el izquierdo lo desconocido. Empujando las energías del lado derecho hacia el izquierdo, expandimos el mundo conocido. El fuego interno se activa cuando ampliamos el lado derecho a todo el cuerpo energético. Entonces ambos cuerpos actúan como uno, permitiéndonos llevar la conciencia hasta el tercer campo energético. El punto focal La cohesión nos da una perspectiva desde la que percibir el mundo. Los cambios de

cohesión pueden ser medidos por los cambios que sufre el punto focal. El punto focal está formado por una coagulación de filamentos de energía (emanaciones) que se intersectan en el cuerpo energético (Ensueño, 7). Una cohesión integrada produce un punto focal estable o fijo. En otras palabras, a medida que se adquiere cohesión el punto focal se estabiliza en un lugar. Cuando tenemos un punto focal estable, percibimos un mundo estable. Un cambio de cohesión produce un cambio en el punto focal. Consecuentemente, cambias tu mundo. El rastreo contiene los procedimientos destinados a adquirir cohesión. El ensueño consiste en una serie de prácticas que unifican la energía para hacer un cambio en la cohesión. Aplicando ambas técnicas, vemos que mantener un sueño es aprender a fijar el punto focal en una situación no ordinaria. El contenido de cualquier percepción, dice don Juan, depende de la localización del punto focal (Conocimiento silencioso, 165). Es decir, como la cohesión es un patrón de energía dentro del cuerpo energético, el punto focal indica la naturaleza de ese patrón. Tal como se ha dicho previamente, el tercer ciclo descubrió que el punto focal no genera la percepción, sino que la matiza. Usando el punto focal como referencia, los videntes pueden hacer cambios precisos en la cohesión porque disponen de un indicador que permite definirlos. También existen otros indicadores de la cohesión. En Tite Holographic Universe, Michael Talbot informa de los experimentos hechos por Valarie Hunt, terapeuta físico y profesor de kinesiologia de la Universidad de California en Los Ángeles. Talbot dice que «Hunt ha descubierto que el electromiógrafo, un invento utilizado para medir la actividad eléctrica de los músculos, también puede detectar la presencia de electricidad en el campo energético humano». Hunt ha correlacionado ciertos comportamientos humanos con frecuencias especificas. Los psíquicos, por ejemplo, tienen campos energéticos que vibran de dos a cuatro veces más rápido que el ritmo normal de las frecuencias físicas corporales. Otro indicador de los tipos de cohesión es el color del campo áurico. Cada color, como sabes, tiene asociada una frecuencia. Si mueves el dedo con la suficiente rapidez verás que emana color. Hunt también comparó los patrones de las ondas eléctricas con las descripciones hechas por los lectores de auras. Varios lectores informaban de ver el mismo color en el campo energético de una persona y entonces Hunt pudo relacionar las frecuencias del electromiógrafo con colores específicos. Los experimentos de Hunt prueban que la gente puede aprender a percibir otra dimensión de frecuencias o campos energéticos. La visión de auras es un ejemplo. Por tanto, el color de los campos áuricos, la medición de frecuencias físicas y la localización del punto focal representan el estado de ser de una persona. Estos indicadores no son la esencia de la cohesión, sino que la reflejan, y por tanto pueden ser usados para medirla y diagnosticaría. Percibir el cuerpo energético es ir un paso más allá de estos indicadores. Un exceso de fatiga, tensión o ansiedad puede hacer que el punto focal se mueva. Cuando desciende el nivel de energía que mantiene la cohesión, puede ocurrir el cambio. El primer cambio del punto focal puede producir ansiedad, o incluso miedo, porque perder la definición de la realidad que hemos tenido toda la vida nos deja desconcertados. La ansiedad a menudo vuelve a aparecer cuando entramos en terrenos nuevos. Cuando Castaneda se enfrentó al mundo inorgánico por primera vez, experimentó miedo y repulsión (Ensueño, 39). Posteriormente pudo tratar con ese mundo con toda tranquilidad y eficiencia. Esta primera reacción de ansiedad es la que con toda probabilidad ocurrió a la pareja mencionada en un capitulo anterior; ellos atribuyeron su terror al árbol más que a un movimiento significativo del punto focal. ¿Ves el efecto que tienen las distintas interpretaciones? Por un lado, las experiencias con otras dimensiones provocan miedo. Por otro, un cambio del punto focal produce una disociación temporal de los sucesos habituales. La falta de familiaridad nos produce ansiedad. Una de las interpretaciones nos sitúa ante un mundo hostil mientras que la otra examina los procesos de percepción.

El examen de los procesos nos proporciona un contexto más amplio que nos permite elevar la percepción. Para hacerse tolteca uno tiene que sumergirse en la forma tolteca de hacer las cosas el tiempo suficiente como para que cambie su cohesión. Entonces es cuando se percibe el mundo tolteca. El vidente, por su parte, desea ampliar su comprensión todavía más. Por tanto estudia los sistemas, la cohesión, el punto focal y las fuerzas que conforman la percepción. Así adquiere la libertad de desarrollar cohesiones que proporcionen un contexto más amplio y abarcante que el de las cohesiones que ofrecen los sistemas. En la realidad ordinaria no sólo tenemos fijado el punto focal, sino que además lo tenemos inmovilizado. Por tanto, no percibimos otras opciones que las reflejadas por esa realidad. Vemos que la participación en una visión del mundo no ordinaria también moldea nuestra percepción y comportamiento según sus visiones y dictados. Como dice don Juan, en ambos casos vemos la realidad más a través de un sistema de realidad que a través de los sentidos (Ensueño, 76). Los videntes, por tanto, confían en su capacidad de cambiar el punto de encaje fluidamente. Entonces el sistema queda relegado a su lugar, el de ser un paso dentro de un sendero que es más significativo. Este planteamiento no sólo impide que nos quedemos atascados en una versión del mundo, sino que también libera otros modos de percepción. Las piedras angulares de la percepción

Las piedras angulares de la percepción (adaptado de: Calssen, Das Wissen, 112) Las piedras angulares de la percepción son lo que don Juan llama los ocho puntos de la totalidad del propio ser. Dice que todos tenemos estos modos de percepción pero la forma de presentarlos varía (Relatos, 98). Las piedras angulares de la percepción residen dentro del cuerpo energético. Cada una de ellas es un modo de conciencia diferente. Por ejemplo, manejar la piedra angular de la razón y el intelecto no es lo mismo que manejar la del ensueño. Nuestra forma de usar las piedras angulares determina si nos quedaremos en el mundo ordinario, desarrollaremos un mundo no ordinario o iremos más allá de ambos. Don Juan dice que es evidente que el primer campo suprime la conciencia del segundo (Relatos, 132). Es decir, cada vez que algo del segundo campo sale a la superficie hacemos que ese suceso encaje en lo conocido. Lo racionalizamos y producimos un mundo autorreflexivo y condicionado. Como indica el diagrama anterior, las piedras angulares de la razón y el diálogo mantienen los mundos autorreflexivos. La voluntad, por otro lado, conecta con otras formas de conciencia y nos permite una

percepción directa. Diálogo. Obsérvate reflexionar casi sobre cada cosa que ocurre a lo largo del día. Esto es así, eso es de esa forma y aquello debería ser de otra manera. Dialogamos continuamente con nosotros mismos sobre cómo es el mundo y cómo debería ser. Como agente de la razón, el diálogo nos ayuda a estabilizar la cohesión. La energía mental dirige las demás energías hacia sus senderos. Pero un exceso de actividad cohesiva calcifica la realidad. Como dice don Juan: «Los nuevos videntes dicen que cuando nos enseñaron a hablarnos a nosotros mismos, nos enseñaron a obnubilarnos para mantener el punto focal fijado en su lugar» (Fuego, 153). Para aprovechar esta capacidad y comenzar a desarrollar una realidad no ordinaria, simplemente tienes que hacerte con un inventario no ordinario. Para ir más allá de cualquier visión del mundo, tienes que quedarte callado, dejar de hablarte. Como no reflexionas sobre tus ideas del mundo, no mantienes una visión. Entonces puedes entrar en contacto directo con las energías del mundo. Razón. La razón toma el diálogo, lo sintetiza y produce una sensación de orden. Lo razonables que somos mide el encaje de nuestra cohesión en el consenso social prevaleciente. Nuestro grado de éxito demuestra lo bien que nos hemos moldeado para encajar en ese orden social. Pero, de nuevo, lo que hacemos es una proyección porque intentamos conformar el mundo según los limites de nuestros pensamientos, una forma limitada de energía Los videntes no están en contra de la razón. Don Juan sugirió a Castaneda que cultivara su razón para evitar excesos (Ensueño, 8). Donner también aprendió que los toltecas necesitan una racionalidad bien desarrollada para saltar a lo desconocido. De hecho, los profesores usan la razón para orientar las energías de sus aprendices. Por ejemplo, la señalización selectiva de los misterios del mundo y de las maravillas de mover el punto focal aleja la energía de la autorreflexión y la dirige hacia nuevos propósitos. Por medio de la señalización selectiva, la razón también ayuda a forjar los pasajes hacia las demás piedras angulares. Por ejemplo, discutir racionalmente el valor del ensueño motiva a la gente a experimentarlo. Todas estas maniobras preparan el primer campo, un punto muy importante en la formación del ranger. Gracias a esta disciplina, llega un momento en el que el primer campo está suficientemente reforzado, lo que nos lleva a dejar que la cohesión cambie hacia otros patrones. Don Juan dice que durante el aprendizaje tolteca el simple peso de las opciones no ordinarias reduce la fijación del primer campo (Relatos, 177). La reducción de esta presión nos abre automáticamente al segundo campo y la voluntad sostiene esta nueva relación con el mundo. Voluntad. La voluntad es la fuerza del alineamiento energético, un efecto de las emanaciones del Águila. Como si fuera un cordón umbilical, la voluntad individual está directamente conectada con las emanaciones. Esta voluntad no tiene que ver con el hecho de ser voluntarioso porque se trata de una fuerza impersonal; sin embargo, es el foco del intento personal o espíritu interno. La voluntad, localizada en el punto medio del cuerpo, también representa el equilibrio. Como indica el gráfico, la voluntad sostiene el ensueño, el sentimiento y el ver. El diálogo conecta indirectamente con la voluntad a través de estas piedras angulares. Y aunque podamos hablar de ellas, deben ser activadas por sí mismas. Por tanto, podemos usarlas aunque nuestra comprensión de ellas sea limitada. A lo largo del libro se describen ejercicios para desarrollarlas de la misma forma que leer, escribir y debatir desarrollan la razón y el discurso. La voluntad también conecta directamente la conciencia individual con el primer y segundo campos. Date cuenta de que estos campos no están conectados con el diálogo porque, en esencia, son misteriosos. Cualquier cosa que se diga sobre ellos sólo son palabras. Pero, para seguir adelante con el programa, su existencia debe ser señalada. Debemos ser conscientes de que hay algo allí y de que podemos tener tratos con ello. El caso típico es que la voluntad permanezca dormida mientras confiamos en que la razón

nos lleve por la vida. Activar la voluntad significa poder ejercer un control deliberado sobre nuestro cuerpo energético y sus alineamientos. En nuestro estado habitual, el diálogo y la razón son los únicos que mantienen los alineamientos. Por ejemplo, cuando pensamos en una realidad, la energía mental nos ayuda a participar en esa visión, pero sólo parcialmente. No es una experiencia plenamente encarnada porque las experiencias se nos suben a la cabeza (el cerebro es el asiento de la razón). La voluntad, por otra parte, nos permite participar plenamente en energías que la visión del mundo sólo describe: energías como las asociadas con el cuerpo de ensueño, los fenómenos psíquicos, la curación no ordinaria y otras dimensiones. El uso de la voluntad hace pedazos la mayoría de las visiones del mundo. La visión tridimensional del mundo da paso a otros formatos. Como dice don Juan: «Cuando percibimos el mundo con nuestra voluntad sabemos que no está tan “ahí fuera” ni es “tan real” como pensamos» (Realidad aparte, 181). El mundo interno y el externo se reflejan mutuamente y, en consecuencia, sólo existe lo que percibimos y nuestra forma de relacionarnos con ello. Dependiendo de nuestro patrón de cohesión, hay una miriada de formas de relación. Sentir, ensoñar y ver son distintas formas de percibir la energía. Sentir es como tener una luz que nos guía e ilumina nuestro camino; ensoñar nos permite explorar y estudiar nuevas formas de comportarnos en esta o en otras dimensiones; y ver nos ofrece una amplia comprensión o conocimiento. Con una voluntad funcional, estos modos de conciencia están a nuestra disposición. Sentir. El sentir es como el agua, moldea la percepción como un río que se abriera paso a través de la tierra. Como no tiene forma determinada, puede asumir cualquier forma. La forma de sentir las cosas te ayuda a formar tu visión del mundo. A su vez, tu visión del mundo te ayuda a forjarte una manera de sentir las cosas. Para comenzar a educar el sentimiento, no actúes únicamente siguiendo tus pensamientos. Dentro de los límites de no dañar a los demás ni a ti mismo, actúa de acuerdo a lo que sientes. Sal regularmente a dar una vuelta y sigue el dictado de tu corazón con fe y sin miedo. No censures tu intuición. Este ejercicio también libera el pensamiento. Al no seguir tus pensamientos, te resulta más fácil explorarlos. Por otra parte, tampoco debes seguir siempre tus sentimientos. La gente tiende a dejarse llevar por la vehemencia emocional. La certeza asociada a la intensidad emocional suele ser considerada una señal de verdad. Esto puede llevar a una persona a creer inocentemente que los demás saben más que él o ella. Lo más probable es que esta pasión esté relacionada con la santurronería o la complacencia, lo que no significa que uno tenga razón. El tipo de liderazgo habitual en nuestra cultura trata de inducir a la gente a seguir ciertos canales. Las personas con mucho carisma suelen ser consideradas grandes líderes, pero no siempre llevan a otra persona o a toda una población hacia la libertad. Lo más probable es que usen algún tipo de encantamiento o artimaña para que la gente siga el camino que a ellos les Interesa. Paradójicamente, la reducción de la excitación emocional desarrolla la intensidad o densidad de energía. Mantener en suspenso las olas emotivas permite una evaluación más detallada de nuestros sentimientos. Por otro lado, una precaución excesiva amortigua los sentimientos. Cuando te asalten los sentimientos, como suele suceder en el ensueño, no luches ni te preocupes por perder el control. Pero tampoco tienes que actuar necesariamente a partir de esos sentimientos. Experiméntalos. Aprende de ellos y después actúa. Además, si no rastreas la comunicación emocional en una situación cualquiera te estás perdiendo una parte significativa de lo que ocurre, y eso reduce tu capacidad de interpretar los eventos con precisión. Para funcionar mejor, deja de lado tus tendencias personales. Por ejemplo, si te alineas con la energía de otra persona y después te sientes enfadado, eso no significa que la otra persona

también está enfadada. Debes mantener la percepción clara para evaluar con precisión si es así o no, de otra forma estarás en manos de la proyección. En los capítulos siguientes se ofrecen varias técnicas destinadas a educar y manejar los sentimientos. Por ahora, para sentir las energías de los campos primero y segundo, haz los ejercicios siguientes: 1. Siente las sensaciones en la superficie de tu cuerpo físico 2. Siente las sensaciones y emociones dentro de tu cuerpo físico. 3. Siente las sensaciones de las energías sutiles desde la superficie de tu cuerpo hasta una distancia de medio metro. 4. Siente las sensaciones de la energía sutil dentro de tu cuerpo físico. Ensoñar. El ensueño nos garantiza un acceso directo al segundo campo, que actualmente es la mayor parte de nuestro cuerpo energético. Por tanto es un gran paso hacia el conocimiento. Durante el ensueño puedes usar el sentimiento activamente. De hecho, las emociones son la arcilla que forma el ensueño y el intento moldea esa arcilla. Como modo de percepción, el ensueño no implica estrategias ni procesos. Simplemente es. Sin embargo, la piedra angular del ensueño es diferente de la técnica del ensueño. El ensueño como técnica incorpora el rastreo, lo que nos permite contactar con el segundo campo y utilizarlo. Como esta técnica está basada en la piedra angular y es una parte fundamental del Camino Tolteca, le dedicamos toda una sección. Ver. Ver es la piedra que corona las demás piedras angulares. Todas las filosofías metafísicas que tienen valor nos enseñan a ver, que posteriormente nos lleva más allá de la filosofía. Reconociendo este poder, don Juan dice que aunque el tolteca tenga voluntad, puede no ser capaz de ver con precisión (Realidad aparte, 181). Es decir, la marca del tolteca es una voluntad funcional. El vidente va más allá de este nivel, hacia un sentido de la totalidad aún mayor. Ver obvia las visiones del mundo. Para ver, debemos descartar lo que creemos que es verdad, una y otra vez. Y para ello, debemos renunciar a nuestro sentido del yo. Este alineamiento requiere la toma de conciencia de que somos parte del mundo. Como dice don Juan, para ver debes convertirte en nada convirtiéndote en todo. Desapareces pero sigues estando allí (Realidad aparte, 186). Con el ver, traspasas la superficie del mundo material y sintonizas con el movimiento de la energía misma. Este proceso requiere mucha dedicación. Una de las aprendices de don Juan, la Gorda, comentaba que aunque todos vernos, elegimos no recordar (Segundo Anillo, 265). Pero, como dice don Juan, ver no es difícil. Lo difícil es romper el muro protector dentro de nuestras mentes que mantiene la percepción en su lugar (Ensueño, 9). Ver no es imaginación y tampoco es visualización. Es obtener conocimiento sin usar palabras y suele adoptar formas diferentes. Puede ser un sentimiento particular, un conocimiento directo y repentino, o un despliegue de luz. Puedes ver campos áuricos, patrones de energía como olas que se elevan desde el asfalto, una suave lluvia de luz, visiones, espíritus elementales o las emanaciones del Águila. Ver requiere un grado de alineamiento mayor que lo habitual. Por ejemplo, ver una mesa de café es el resultado de alinear el primer campo de energía de la mesa con el tuyo. Pero ver esa misma mesa requiere que también se alineen los segundos campos. Todo el mundo ve de una manera única y eso hace que a veces este concepto sea más difícil de entender. Una persona podría ver líneas ondulantes de energía, mientras que otra ve lo mismo como una luz azul. Comunicar con palabras lo que percibimos por canales no verbales crea confusión cuando intentamos verificar su validez. Sin embargo, en el ver hay algunos rasgos comunes. Por ejemplo, cuando ves durante el día el mundo suele oscurecerse. Por el contrario, cuando ves por la noche el mundo suele parecer más claro. La primera vez que vi un aura, una clara tarde se volvió amenazadoramente oscura. Aunque sabia de auras, no sabía que la luz cambiaba y probablemente

hubiera sentido pánico si no hubiera comenzado a ver el violeta, azul y amarillo del aura de la persona. Entonces supe que estaba viendo y no quedándome ciego. Ver requiere el uso de todo el cuerpo y por eso don Juan insiste en que hay que mantener el cuerpo físico en buena forma. Durante el ensueño el esfuerzo necesario para ver es menor. Como ya hemos elevado la conciencia, tenemos más energía y sentimos menos tensión. A veces, ver durante el ensueño funciona así: después de cenar con una amiga, la vi esa misma noche durante el ensueño. Su cuerpo energético parecía un globo lleno de luz que giraba suavemente. El aura que la rodeaba cambiaba grácilmente y bailaba mientras se acercaba. Noté un profundo cambio en su energía cuando su intento cambió: Se enfocaba más cuando ella se movía físicamente y se relajaba cuando hablaba. Entonces, de repente, «supe» que estaba dedicada a su propia curación. Al despertar, experimenté un recuerdo doble. Recordé que estaba viendo mientras ensoñaba. También recordé haber visto exactamente lo mismo durante nuestra cita de la tarde. Algunas semanas después me dijo que había vivido una temporada de intensa preparación física. Poco después planeaba recorrer caminando toda la cordillera de los Apalaches. Durante la caminata planeaba trabajar en algunos traumas emocionales para poder curarse. Para practicar el ver, comienza con el ejercicio que describo a continuación. Los primeros cuatro pasos también son los preliminares de la técnica de mirar fijamente. Mirar desactiva los campos de energía condicionados. Entonces el intento de ver mueve el punto focal y prepara el camino para ver. 1. Desenfoca los ojos mientras miras al mundo físico. 2. Toma un objeto. Miralo pero sin enfocar la vista en él. Contémplalo. 3. Relájate. 4. Para alinear más tus energías con el objeto, siente tu energía salir del cuerpo físico y acercarse al objeto. Entonces siente que la energía del objeto entra en tu conciencia. Hazte uno con ese objeto. 5. Escucha con todo tu cuerpo. Relaja la tensión de los ojos. Manténlos desenfocados y relajados. Déjalos «suaves». 6. Toma conciencia de cualquier cambio fuera de lo ordinario. Permanece atento — pero sin enfocar— a cualquier color, punto, imagen o patrón de energía. Si intentas distinguir estos fenómenos demasiado rápido, es probable que desaparezcan; son vislumbres del segundo campo. Con la práctica, podrás hacer que se mantengan y con la práctica continuada, irás más allá de ellos hacia otros ámbitos más profundos del ver. Ver requiere una profunda relajación y una intensa concentración interna. Este equilibrio puede ser la parte más difícil de aprender. Para desarrollarlo, practica fijando la mirada. Debes practicar a menudo. La práctica de fijar la mirada abre el camino a sentir, ensoñar y ver. Las indicaciones para desarrollar esta técnica están en el capitulo 10, que además te indica las precauciones que debes tomar cuando practicas solo y cuando miras con otros. La transición de la racionalidad a la voluntad El cambio de la racionalidad a la voluntad es el resultado de aplicar una estrategia y de una intensa práctica. La estrategia implica seguir minuciosamente la propia evolución para percibir este cambio. La práctica se basa en ejercitar el rastreo, el ensueño y las piedras angulares. Estos trabajos sintonizan la percepción con las regiones señaladas por la estrategia. En este caso, el objetivo es desarrollar la totalidad del cuerpo energético. Es importante no luchar con la racionalidad. Déjala estar. Deja que la energía fluya hacia

ella y a partir de ella. Una manera de ejercitar la racionalidad es desarrollarla al máximo para que pueda reconocer sus límites. Al tomar datos de la voluntad, la racionalidad va soltando su fijación porque se da cuenta de que no puede explicarlo todo. Recuerda que la racionalidad es un instrumento importante en el desarrollo de la cohesión. El desarrollo de una cohesión no ordinaria te hace ser lo suficientemente fluido como para aceptar la posibilidad de mover el punto focal. Cuando le das seguridad a la razón, ella suelta. Entonces te das cuenta de que la inmersión en el orden infinito del primer campo te ofrece una estructura mejor y más abarcante que la facilitada por la racionalidad exclusivamente. Entonces la racionalidad deja de ser dominante y comienza a trabajar en conjunto con las demás piedras angulares. A medida que continúas con la práctica, el segundo campo comienza a emerger. Poco a poco, vas encontrando nuevas formas de hacer las antiguas tareas. Durante su visita al equipo de don Juan, en México, Donner trabajó en la preparación de un informe universitario. Mientras intentaba dar coherencia a su trabajo, surgió el segundo campo de manera mágica ante sus ojos: «emergió toda la estructura de mi informe, sobreimpresa en el borrador original como una doble exposición en un rollo de película fotográfica». Cuando emerge el segundo campo es probable que tengan lugar otros sucesos poco habituales. Como dice don Juan, a menudo esta emergencia va acompañada de lapsus en el razonamiento y en la memoria, y de sacudidas que van desde tics nerviosos hasta grandes movimientos de energía (Relatos, 133). Estos incidentes son fluctuaciones del punto focal producidos por el despertar de esa persona. Con el tiempo, el equilibrio que previamente proporcionaba la racionalidad, ahora se encuentra trabajando con los campos primero y segundo. Cuando se realiza esta transición, acaba el período de aprendizaje y el ejercicio de la voluntad pasa a ser la disciplina diaria. Otros mundos, reencarnación y fuego interno Ampliar la conciencia de lo desconocido te lleva a mundos desconocidos. Según don Juan, la estrategia del vidente incluye el ensueño. El ensueño, como utiliza directamente el cuerpo energético, integra el segundo campo y lo hace Funcional. Don Juan añade que el cuerpo energético trata con la energía de tres formas. Una es percibir el mundo ordinario. Otra es percibir el flujo de energía, es decir ver. Y la tercera es impulsar la conciencia hacia otros reinos (Ensueño, 31). La voluntad gobierna estas capacidades. Uno de los e[ectos del desarrollo de nuestra totalidad es que nos damos plena cuenta de que cualquier cosa que percibamos depende de nuestra cohesión. Por ejemplo, tanto la visión de que el mundo está hecho de objetos materiales, como la visión metafísica habitual de que el mundo es una ilusión, son válidas en función de sus cohesiones respectivas. Por tanto, cada visión está producida por una cohesión particular y hay un número infinito de cohesiones posibles. Este sentido más amplio de la realidad nos permite manejarnos mejor en cualquier mundo. Tomemos, por ejemplo, el mundo de la reencarnación. En la mayoría de las visiones no ordinarias del mundo la reencarnación es válida. Pero este tema no ha sido tratado directamente en el trabajo de Castaneda. Posiblemente la omisión se debe a que los toltecas luchan por realizar el trabajo de sus vidas en esta vida y no responsabilizan de sus problemas a los incidentes de vidas anteriores. Sin embargo, don Juan ofrece unas cuantas referencias indirectas que indican experiencias de este tipo. Por ejempio, una de ellas tiene lugar cuando don Juan critica el interés de Castaneda en el punto focal. Hablando del mundo ordinario, le dice que «la fijación de nuestro punto de encaje es tan intensa que nos ha hecho olvidar de dónde venimos y cuál era nuestro propósito al venir aquí» (Ensueño, 197). Lo que le falta a esta alusión es algún tipo de prueba existencial que la sostenga. Hace algunos años, tuve una experiencia relacionada con esta misma línea de investigación. Poco después de entrar en mi sesión de ensueño de la tarde, me sentí impulsado hacia otra dimensión. Allí me encontré con una entidad que identifiqué como mi difunto padre. No fue un espejismo. Era exactamente igual que

mi padre cuando estaba vivo. Cuando decidí conectar con él, mi cuerpo se relajó y supe que había tomado la determinación correcta. Entonces viajamos juntos hacia otra entidad que vi como una gran esfera, mucho mayor que ninguna otra cosa que me hubiera encontrado hasta entonces. Su entorno era una luz de color pastel que daba vueltas. Entonces mi padre entró en la esfera y desapareció como si fuera una célula de un organismo grande y complejo. En una gestalt intuitiva, sentí que mi padre sólo era una de las experiencias de esa entidad mayor. Según esto, la reencarnación es una forma de explicar las experiencias multidimensionales de las grandes entidades. Quizá cuando la energía que yo conocía como mi padre entró en nuestro mundo ordinario desde aquella extraordinaria dimensión, la sensación de su identidad mayor quedó velada. Mi padre nunca habló de experiencias antes o después de la muerte, al menos conmigo. Don Juan también dice que el punto focal y «la luminosidad que le rodea son la señal de la vida y la conciencia» (Ensueño, 8). Por tanto no podemos ver un campo áurico o cuerpo energético alrededor de un cadáver. Hace aproximadamente un año pude comprobarlo. Estaba sentado en el porche de una granja. Caía la tarde y los trabajadores de la granja estaban limpiando sus equipos después del trabajo del día. A unos treinta metros de mí, uno de ellos se desplomó de repente. Los demás corrieron a ayudarle mientras yo me quedaba en el sitio, incapaz de moverme. Sentí como si hubiera entrado en un suave estupor. Entonces vi los cuerpos de energía de los trabajadores superpuestos sobre sus cuerpos físicos. Como si estuviera viendo un repetición instantá nea, también vi que el cuerpo energético del afectado comenzaba a disiparse mientras caía. Era como si algo en él hubiera estado atado demasiado fuerte y se soltara. Los pedazos de su cuerpo energético salieron girando de él y se evaporaron. Cuando llegó al suelo, ya no tenía luz a su alrededor. Como descubrí más tarde, había muerto en el momento. ¿Qué es lo que esto nos dice sobre la reencarnación? Si la luz de una persona se extingue en el momento de la muerte, ¿qué es lo que continúa más allá? Quizá el cuerpo de energía sea el punto focal de otra entidad. Tal vez aquella gran entidad que conocí con mi padre situó su punto focal en distintos mundos y quizá su energía en este mundo era percibida como el cuerpo energético de mi padre. Así, cuando esa entidad cambia su punto focal a otra experiencia, el cambio es percibido en este mundo como la disipación del cuerpo energético: el final de una vida y el comienzo de otra. El fuego interno —que hace que una persona retenga su luminosidad— señala un punto en el que cambian los escenarios de la vida y de la muerte ordinarias. Para realizarlo, don Juan dice que tienes que situar toda tu masa física en el cuerpo energético (Ensueño, 189). Es decir, si consigues unificar tus campos primero y segundo, retienes una conciencia completa. Una vez más, la puerta se abre a numerosas posibilidades y una de ellas es que la persona pueda volver a poner su cuerpo físico en el mundo. Creo que es lo que hizo don Juan cada vez que se reunió conmigo. Cuando me encontré con él por primera vez ya había acabado de instruir a Castaneda y hacía tiempo que había ardido con el fuego interno, alejándose de este mundo. Por algún capricho del destino volvió para enseñar a otros. Dicho de otra manera, las enseñanzas de don Juan nos permiten consolidar nuestras energías. Al hacerlo, quizá reflejamos el hecho de que una entidad mayor estabiliza una cohesión particular. Quizá esta cohesión represente la experiencia que esa entidad tiene de nosotros. Cuando mueres, esa cohesión se deshace y acaba la experiencia de «ti». Pero digamos que ardes con el fuego interno. En tal caso, la entidad controla esa cohesión; por tanto tu conciencia no se pierde, simplemente deja de enfocarse en el mundo físico. Pero cuando la cohesión se reforme, «tú» vuelves. Si esto es verdad, el proceso refleja lo que hacemos dentro de nuestros cuerpos energéticos. Por ejemplo, si consigues controlar tus sueños, puedes volver al mismo sueño una y otra vez. Has aprendido a controlar cohesiones específicas. Quizá este sea el misterio del «soñador y lo soñado» del que habla don Juan en Relatos de Poder (cap. 2). Quizá todos seamos el sueño de un soñador que está soñando muchos sueños.

CAPITULO 7 PREPARADOS, APUNTEN, FUEGO INTERNO En El fuego interno, don Juan dice a Castaneda que hay cuatro pasos en el camino del conocimiento: aprendiz, ranger (guerrero), persona de conocimiento (tolteca) y vidente (Fuego, 36-37). En Una realidad aparte, don Juan dice que el ranger activa la voluntad y entonces se convierte en un tolteca (Realidad aparte, 185). Teniendo en cuenta el electo de los sistemas sobre la percepción, creo necesario considerar el paso de ranger a tolteca como un estadio diferenciado, al igual que lo es el paso de tolteca a persona de conocimiento. Esta división nos presenta el desarrollo del arte, lo que ocurre cuando el arte ha sido consolidado y dónde ir a partir de allí. Por tanto, este capítulo muestra un modelo para el desarrollo y la transformación radical dividido en cinco estadios. Dentro de este modelo, «maestría» no significa ser el maestro de otra persona, posición que don Juan evita. Este término hace referencia a un método educativo estandarizado de aprendizaje de la maestría.

Estadios de la conciencia Haciendo eco a las instrucciones de don Juan, los estadios son orientación, aprendizaje, destreza, domino del arte, maestría. Recuerda que cada estadio contiene a los demás holográficamente. En realidad, nunca dejamos el estadio uno porque siempre nos planteamos preguntas sobre la vida para poder orientarnos. Entonces, por medio del estadio dos o aprendizaje, el estadio uno de orientación se convierte en la base desde la que medir todos los demás. Además, como todos los estadios están dentro de nosotros, todos tenemos la capacidad de desarrollar el estadio cinco o maestría.

Maestría Dominio del Arte Destreza Aprendizaje Orientación

Cada cuadro representa un cambio importante en la cohesión. En conjunto representan la totalidad de la conciencia humana. Fuera de los cuadros está lo incognoscible.

Cada estadio tiene su propia cohesión, su propio orden, su propio significado. Cada uno de ellos es una configuración de energía diferente, que es resultado de múltiples influencias. Estas estructuras energéticas actúan como filtros que afectan nuestras percepciones mentales, emocionales y físicas. Los filtros conforman nuestras experiencias y nuestras experiencias conforman nuestras vidas. Así, para percibir más, debemos trabajar en el desarrollo de nuevas cohesiones. A medida que lo hacemos, vemos que en cada estadio incorporamos conscientemente los estadios previos y después los

transcendemos. El núcleo de este trabajo es la reducción y eliminación del autorreflejo. Mientras sigamos diciéndonos a nosotros mismos cómo es el mundo, defendiendo nuestras posiciones y trabajando duro por convertirnos en parte de un grupo que comparte nuestros puntos de vista, estamos evitando activamente nuevas formaciones de energía. Por tanto, cada estadio representa niveles de autoimportancia y refleja en qué medida el espíritu fluye en nuestra vida. La autoimportancia es la medida del desequilibrio. El equilibrio se deriva de seguir el espíritu y por tanto encontrar nuestro camino natural. Cuanto más viajes con el espíritu, menos necesitarás reflejarte a ti mismo porque eres tú mismo. Los primeros tres estadios están formados por campos de energía condicionada. Al avanzar a través de esos estadios pasamos de un campo ordinario a otro no ordinario. Pero al alcanzar el cuarto estadio se desarrolla el campo natural. En el estadio cinco se alcanza la maestría de los campos energéticos. Además, cada estadio refleja un equilibrio entre el rastreo y el ensueño. El ensueño expande rápidamente la conciencia mientras que el rastreo pone a punto la atención y la capacidad de concentración. Cuando se integra una cantidad de energía suficiente de un estadio dado, ese estadio queda estabilizado. Entonces se puede pasar al siguiente. Cuando se percibe el siguiente estadio, tiende a percibirse de acuerdo a la conciencia previa. Un aprendiz podría ver a alguien comportándose como un «maldito idiota», por ejemplo, mientras que el tolteca podría ver el mismo comportamiento como el efecto de un exceso de energía condicionada. Ser consciente de que hay otros estadios y mantenerse abierto a ellos reduce las fijaciones. También debemos recordar que podemos expandimos infinitamente dentro de cada estadio. De la misma forma que los ingenieros aprenden cada vez más en sus especialidades, podemos extender nuestros conocimientos de cada estadio hasta la eternidad. Sin embargo, en este caso, se trata más bien de adentrarse en cada campo lo suficiente como para aprender de él, y de aprender lo suficiente como para dejarlo atrás. Un modelo normalizado como este puede ayudarte en tu desarrollo, pero nadie puede decir lo que te encontrarás en tu camino o cómo percibirás el mundo en un estadio dado. Si el objetivo es convertirse en pura energía y arder con el fuego interno, ¿cómo se pueden predecir los pensamientos o sentimientos en cualquiera de los pasos del camino? En cada estadio, tienes que estar dispuesto a soltar todo lo que sabías anteriormente. Los cambios son radicales, lo que significa que no tenemos referencias reales de ellos; sólo tenemos ideas. Por tanto, recuerda que no debes engañarte pensando que has estabilizado un nuevo estadio cuando sólo has conseguido echarle una ojeada, aunque sea una ojeada muy prolongada. Elementos dentro de los estadios La maestría de la conciencia 1

2

3

4

5

Estadio

Iniciado

Aprendiz / ranger

Tolteca

Persona de conocimiento

Vidente

Nivel de investigación campo de trabajo

Orientación

básica/ avanzada

destreza

dominio del arte

maestría

visión ordinaria del mundo

visión no ordinaria del mundo Yo(+) vida/día positivo-negativo Paciencia/ voluntad claridad

cuerpo de energía

Fuego Interno

libertad total

natural una hora punto focal tareas

místico momento mente transcendencia

poder

ancianidad

Orden Medida temporal Interpretación Búsqueda Barrera

Yo(-) aleatoria bueno-malo condiciones del conocimiento miedo

Dentro de cada estadio hay elementos consistentes, aunque las dinámicas de cada elemento cambien. Por tanto, a medida que atravesamos cada estadio, comprobamos cómo evolucionan sus elementos. Estos estadios no reflejan únicamente nuestra adaptabilidad mental sino que indican cambios en todos los aspectos del comportamiento. El cuadro anterior expone lo que puedes esperar encontrar cuando atraviesas la senda tolteca. Nivel de investigación. En el nivel de iniciado, dedicamos la mayor parte del tiempo a descifrar qué está pasando. Incluso tenemos que tomar la decisión de si queremos seguir este camino o no. La investigación se repite en cada estadio, en el sentido de que en cada uno ellos debemos orientarnos y saber a qué nos dedicamos. En los estadios de aprendiz y ranger nos dedicamos a aprender. El ranger ya entiende mejor las cosas y su formación implica prácticas más avanzadas sobre el cuerpo energético y la utilización de sus recursos. El tolteca practica su arte deliberadamente. Se practica en cada estadio, pero al llegar al de tolteca tenemos la capacidad de usar las enseñanzas de la misma forma que las usan los abogados y médicos cuando hacen sus «prácticas». Hemos llegado a ser hábiles ensoñadores y rastreadores, y trabajamos para refinar estos conocimientos. La persona de conocimiento eleva su práctica a la categoría de un arte. Puede salir de las convenciones tradicionales e innovar. Una vez que somos videntes, elevamos nuestro conocimiento al nivel de la maestría. Campo de trabajo. Mientras que el iniciado funciona principalmente dentro del sistema de realidad ordinario, el aprendiz o ranger desarrolla marcos de trabajo no ordinarios. En su intento de salir de la energía condicionada, el tolteca usa su cuerpo energético y no encierra sus experiencias en un marco de referencia particular. La persona de conocimiento se dedica a viajar mucho más allá de lo ordinario. Como quiere volar deliberadamente más allá de la fuerza del Águila, adquiere más conciencia y control sobre su cuerpo energético. Esta conciencia le lleva a controlar el fuego interno. Entonces puede entrar y salir de las dimensiones, incluida la física, a voluntad. Mientras que un tolteca puede experimentar este cambio, la persona de conocimiento lo utiliza y el vidente lo gobierna. El vidente, haciéndose maestro de estos tránsitos, entra en otro reino de vastas proporciones. Toda una vida de trabajo le ha llevado a la libertad completa. Orden. El estadio de iniciado es relativamente lento y poco activo. Uno trata consigo mismo dentro del orden social prevaleciente, está encerrado dentro de esos confines. Como se nos enseña a definirnos como parte de ese orden, perdemos automáticamente el impulso hacia la libertad. El aprendiz y el ranger conservan un sentido del yo que, como dice don Juan, no es egoísta (Fuego, 37). El trato con el yo se hace desde una posición evolutiva y liberadora. El tolteca cultiva un campo natural, trata con el equilibrio de la naturaleza, que también incluye lo que se ha considerado sobrenatural. La consecuencia es que se expande nuestra comprensión del orden natural. Después de haber desarrollado un campo natural, la persona de conocimiento toca el orden místico y los reinos de la creatividad pura. No tengo pistas de lo que pueda encontrarse el vidente. Por tanto, los elementos restantes de este estadio quedan abiertos, indicando el nivel de libertad personal adquirido. Medida temporal. La forma de medir la vida del iniciado es aleatoria. Como no tiene una sensación clara de adónde va, su vida carece de sentido. Lucha por orientarse para que su vida adquiera significado. El aprendiz se mide a si mismo según su propia forma de construirse la vida. Por ejemplo, al usar la muerte como vara de medida, el aprendiz se encuentra con las cosas que más le importan en la vida. Habiéndose trabajado el nivel anterior, el ranger usa su energía para aumentar su disciplina general y se centra en el día de hoy, aceptando cada suceso como un desafío.

El tolteca sigue trabajando la conciencia, pero ahora la referencia que utiliza es una hora (Conocimiento silencioso, 262), lo que refleja un aumento de la disciplina similar al que necesita el soldado ordinario para destacar y pasar a formar parte de las fuerzas de elite. La persona de conocimiento vive el momento; ha refinado su conciencia que ahora incluye un sentido innato del orden facilitado por el primer campo de energía. Ha aprendido a ser. El efecto de esta progresión es aprender a mantener la mente en lo que uno hace. Dar mucha importancia a las acciones pasadas o futuras disminuye la importancia de lo que está ocurriendo en este momento. Y el ranger «no puede permitirse eso de ninguna manera», dice don Juan (Relatos, 108). Cuando descubrimos a qué queremos dedicar nuestra vida, vamos centrando nuestra atención gradual y eficazmente mientras participamos de lo que tenemos a mano y dejamos que nuestro camino se desarrolle naturalmente. Interpretación. Basándose en las convenciones sociales, inicialmente la persona interpreta el mundo como bueno o malo. El condicionamiento social es la fuerza que impulsa la realidad ordinaria y tiene una influencia especial sobre el iniciado. Pero, como Castaneda aprendió, sólo existe la energía. La percepción del mal, dice, procede de los efectos negativos acumulados por un punto focal rígidamente fijado (Ensueño, 238-239). Con entrenamiento y experiencia, el aprendiz y el ranger aprenden a ver el mundo en polaridad magnética, positiva y negativa, más que como algo bueno o malo. Dando un paso más, el tolteca interpreta el mundo según la localización del punto focal. Como persona de conocimiento, uno sale del modelo tolteca y ve sus experiencias como estados «mentales». No como estados de la mente racional, sino como condiciones metafísicas de la energía informe y creativa. Búsqueda. Para empezar la búsqueda de su integridad, el iniciado lucha por alinearse con las cualidades del camino de conocimiento que, como hemos visto, son: miedo, claridad, seguridad en uno mismo y respeto. El aprendiz, a medida que recorre un camino con corazón, adquiere paciencia. Ahora sabe a qué dedicar sus energías vitales. Este paso marca el comienzo del aprendizaje avanzado. El ranger, hace una verdadera apuesta por el poder y la conciencia y espera que surja la voluntad. Una vez en contacto con la voluntad, el tolteca se ocupa de tareas específicas (Relatos, 277). El aprendizaje de ciertas tareas es un componente esencial de cada estadio. Las tareas toltecas están destinadas a ayudarnos a hacer nuestro camino hacia la libertad natural dentro de este arte. También nos señalan la dirección para aprender a estar en equilibrio dentro de la referencia de una hora. Cuando se completan las tareas, se consigue un equilibrio tal que se entra en un nuevo estado. La persona de conocimiento, centra su búsqueda en volar hacia la libertad pura. Barrera. Las barreras de la percepción son lo que don Juan llama los «enemigos naturales» (Enseñanzas, 93). Son el miedo, la claridad, el poder y la edad avanzada. Actúan como indicadores y nos dirigen en la gestión de nuestra vida diaria. Las barreras no sólo muestran cómo una persona permanece encerrada dentro de un nivel especifico, también nos proporcionan los medios de dirigir nuestra evolución personal hacia el estadio siguiente. Cada barrera, por tanto, debe ser examinada en relación a su estadio especifico. El iniciado En el estadio de iniciado te das cuenta de que tus pensamientos comienzan a cambiar. Exploras nuevas opciones, nuevas realidades. Hay tantos senderos viables esperándote que puedes sentirte confuso respecto a cuál seguir. La experimentación está a la orden del día y el objetivo es encontrar el camino que resuene profundamente con nosotros. Una vez elegido, ese es el camino que debes recorrer. Este también es un estadio en el que profesor y estudiante encuentran un terreno común.

Castaneda dice que conoció a don Juan un año antes de que comenzara su aprendizaje. Según él, durante ese tiempo llegaron a conocerse muy bien. El profesor evalúa el curso que debe seguir y el estudiante aprende a confiar en su profesor. Uno de los aspectos más difíciles de este estadio es redefinir el sentido del yo. Soltar la identidad forjada a lo largo de toda una vida, aunque no sea muy buena, agota nuestros recursos. Este estadio también constituye un test crucial para el trabajo en equipo. Para participar plenamente como miembro de un equipo, tienes que renunciar a ti mismo sin perder tu integridad. De otra forma podrías pelearte arbitrariamente con otros miembros del equipo o chupar su energía como una sanguijuela. También podrías preferir seguir tus propios criterios, con lo que no llegarías nunca a perder la autoimportancia. De esa forma nunca llegarías a desarrollar plenamente otros estadios. Si decides seguir el Camino Tolteca, tienes que empezar por estudiar los fundamentos del ranger. Lo esencial de este estudio son las condiciones del camino de conocimiento. La claridad te da flexibilidad de pensamiento y acción. Tus prioridades están en orden. Por medio del miedo, vas atemperándote poco a poco y refinas tu capacidad de supervivencia. El respeto te impide dictar normas a los demás o que ellos te las dicten. La seguridad en ti mismo permite que aflore el espíritu. Con el tiempo, este aprendizaje te lleva a una vida deliberada y llena de propósito. Barrera: Miedo. ¿Cómo puede el ranger usar el miedo como condición del camino de conocimiento si es una barrera? Como dice don Juan, el miedo puede ser usado como acicate para aprender (Fuego, 57). Durante los primeros tiempos de su aprendizaje tolteca, su miedo a perder la conexión con el espíritu hicieron de él una persona rígida (Ensueño, 250). Pero el miedo, dice, sólo pertenece a las emanaciones del Águila de la vida cotidiana (Fuego, 243). El miedo surge en el encuentro con criaturas de otras dimensiones únicamente porque el primer campo no ha soltado todas sus preocupaciones mundanas. Por tanto vuelve a aparecer el problema de la autoimportancia. Olvídate de ti mismo, dice don Juan, y no temas nada (Ensueño, 190). Llegar a este nivel de destreza lleva tiempo. En principio, la instrucción para manejar el miedo es muy simple. Cada vez que te encuentres en una situación donde lo único que te impide seguir adelante es el miedo, tu decisión está tomada. Vas a seguir adelante. Permítete estar muy atemorizado, pero cuestiona ese temor (Enseñanzas, 95). No quieras evitarlo ni controlarlo. Abandónate a él. Usalo para estar alerta. Esto genera un impulso hacia la libertad. Y la libertad es al mismo tiempo contagiosa y aterradora, dice don Juan, pero no aterra a quienes han dedicado su vida a prepararse para ella (Fuego, 101, 268). El aprendiz En el estadio de aprendiz, comienzas a hacer un mapa de los terrenos Toltecas. Hay muchas posibilidades que activan la imaginación. Para poder avanzar, debes aprender los fundamentos del rastreo y el ensueño. La práctica del rastreo te permite alterar tus rutinas diarias, reducir deliberadamente tu autoimportancia, usar la muerte como consejera para que guie cada uno de tus pasos y hacer muchos otros ejercicios. En cuanto al ensueño, en primer lugar oyes historias de viajes en esta y otras dimensiones. Oyes hablar de aventuras con seres inorgánicos y oyes que el propósito del ensueño es convertirte en una persona de conocimiento. Esto te orienta inmediatamente hacia los estadios tres y cuatro. En este momento, tienes pocas historias propias, pero estás abriéndote al segundo campo y con esta apertura llegan todo tipo de alegrías y pesares. Estás comenzando a desarrollar otra realidad y naturalmente deseas aferrarte a la anterior. El cambio energético que esto supone, junto con la falta de fuerza para manejar la nueva energía, te mantiene ocupado en la búsqueda de un equilibrio.

El medio más importante de que dispones para equilibrarte es el camino con corazón. Sabes a qué quieres dedicar tu vida y cómo hacerlo. Volveremos a comentar el camino con corazón y otras prácticas de rastreo en los siguientes capítulos. Al final del aprendizaje, te das cuenta de que has trabajado con personas que aún no conoces; una generación anterior de toltecas ha estado muy presente en tu formación. Al ser testigo de la impecabilidad de tu profesor, también te das cuenta de que, estés donde estés en tu camino, siempre eres un aprendiz. Siempre hay algo más que aprender. El «ranger» Como aprendiz, has aprendido a ponerte en marcha. Ahora estás aprendiendo a establecer un ritmo. Un elemento definitorio del ranger es que ha emprendido un camino con corazón. Los distintos aspectos de su vida forman un todo integrado. Ha aprendido los fundamentos de soltar y trabaja con lo abstracto, con el espíritu. Deja que sea el espíritu el que le guíe, más que sus deseos personales. Hasta este punto de su aprendizaje ha estado educando su sentimiento y las demás piedras angulares. Ahora está mejor equipado para viajar con el espíritu. Una parte de la preparación es que ha estabilizado un campo condicionado no ordinario. En efecto, la realidad no ordinaria se ha vuelto ordinaria. El ranger ha introducido un poco más de lo desconocido en su mundo conocido. Ya se ha dado cuenta de que la vida ofrece muchas posibilidades y la mejor forma de responder a ellas es trabajar en el presente. De otra manera, uno cobra demasiada ventaja sobre sí mismo. El intenso trabajo con el rastreo y el ensueño da acceso a la conciencia acrecentada. Pero, en si misma, esta conciencia no significa demasiado. Lo que produce resultados es la fortaleza obtenida con el aprendizaje. Por ejemplo, en un parte de noticias emitido durante la guerra del Golfo Pérsico, un conductor de tanque relató lo ocurrido la primera vez que su equipo entró en combate. Cuando comenzaron a volar los morteros, todos perdieron la conciencia de sus acciones; pero también dijo que el aprendizaje realizado tomó el mando de la situación y actuaron adecuadamente. Desde la perspectiva tolteca, la intensidad de la situación les resultó traumática, haciéndoles entrar en un estado de conciencia acrecentada. Y uno de los efectos de la conciencia acrecentada es que se pierde la pista de la situación. Estoy seguro de que con más experiencia en combate su pérdida temporal de conciencia se acabaría. Al entrar en contacto con las energías del segundo campo, puedes experimentar esta pérdida momentánea de conciencia. Entras en la conciencia acrecentada y después olvidas lo sucedido. Otra de las cosas que se aprenden es que si no eres íntegro simplemente se potencian tus puntos débiles. Incluso a los consumados videntes del equipo de don Juan les costó años reconocer que el cuerpo energético de Castaneda tenía tres puntas. Así, lo que no es muy inteligente es pensar que una persona en formación pueda entrar en cualquier situación y resolverla perfectamente. Al final, la disciplina del ranger —a base de sobriedad y fuerza interna— acaba rectificando cualquier desequilibrio personal o del equipo. Según enseña don Juan, lo más importante para los rangers es llegar a la totalidad de su ser (Relatos, 13), un estado que ya no parece tan lejano como antes. Como ranger, encarnas la disciplina tolteca y has aprendido a tener paciencia. Sabes esperar y sabes a qué estás esperando: tu voluntad (Realidad aparte, 174). Mientras activas tu voluntad, sigues refinando tu esencia natural más que tus aspectos socialmente condicionados. Los elementos de tu camino con corazón te sustentan. Don Juan dice que a medida que desarrollamos la voluntad, podemos sentir convulsiones (Realidad aparte, 185). Si es así, esta es una buena ocasión para ser prudente y detenerse. Debemos ser capaces de reconocer la diferencia entre las dolencias fisicas y las reorganizaciones del segundo campo. Para ello, debemos percibir con precisión las diferencias entre las energías discordantes y las

evolutivas. Por otra parte, este sigue siendo un tiempo maravilloso porque el mundo renace fresco cada día. Por tanto, como sugiere don Juan, mientras esperas simplemente ríe y diviértete (Relatos, 282). Si te preocupan los síntomas, consulta con tu médico. Según mi experiencia personal, este camino promueve la salud y los consejos médicos que he recibido cuando he consultado sobre algunas anomalías físicas, me lo han confirmado. Barrera: Claridad. Después de una larga y dura batalla con el miedo, desarrollas la claridad. En este momento ya entiendes bien la realidad no ordinaria e investigas todo con avidez. El mundo físico te muestra imágenes más claras y precisas. Tus pensamientos discurren con suavidad y orden. Todo esto evidencia tu progreso. Entonces, ¿por qué la claridad es mala? Al principio, la claridad emerge de un grado de mayor armonía, pero es precisamente este mismo hecho el que señala la existencia de una trampa en cada curva del camino. Podrías pensar que has conquistado cierto conocimiento cuando sólo has descubierto lo que lo encubre: No te has sumergido con la profundidad suficiente para reclamar ese nuevo terreno como propio. Cuando insistes en tus victorias, te cierras al misterio y dejas de aprender. Expandir la propia comprensión no es lo mismo que dirigir el conocimiento, aunque ambos elementos pertenecen al mismo programa aprendizaje. Así, el nivel de la maestría señala el valor de ir fortaleciéndose a cada paso. Don Juan dice que la claridad hace que nunca dudemos de nosotros mismos. Tenemos todo muy claro y por tanto actuamos cuando deberíamos esperar y esperamos cuando deberíamos actuar. Si mantenemos esta actitud el tiempo suficiente llegamos a echar a perder todo lo conseguido. Don Juan aconseja usar la claridad únicamente para ver (Enseñanzas, 96, 97). Debemos usar el conocimiento de que disponemos para los complicados objetivos del alineamiento de la energía. De otra forma, reivindicar nuestra claridad casi es un error. Debemos tomar nuestras decisiones con toda deliberación antes de dar el paso siguiente. Y, mientras que en la etapa anterior éramos impulsados por el miedo, la claridad nos proporciona la moderación necesaria para controlar ese impulso. El tolteca El puente para pasar de la etapa de aprendizaje a la de destreza es la activación de la voluntad. Don Juan dice que este momento mágico puede ocurrir en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia. Castaneda y otros aprendices saltaron desde un risco al abismo de la percepción pura; Don Juan, a su vez, masajeó las tetas de un puma (Realidad aparte, 262, 186); y don Genaro se las vio con el «aliado» en medio de un campo de cultivo (Viaje, 304). Por tanto, cada uno descubre su manera de hacerlo cuando le llega el momento. Parece que un rasgo que se repite en la mayoría de los casos es que se tiene una experiencia real del fuego interno. Volver o no de esa aventura no es algo que uno pueda decidir previamente. Don Juan dice que la voluntad determina si una persona volverá o no a caminar sobre la faz de la tierra (Relatos, 277). El uso de horas —en lugar de días y años— como referencia temporal significa que uno ha estabilizado la conciencia acrecentada. También significa que las capacidades rastreadoras y ensoñadoras se han refinado enormemente. El desarrollo de las tareas toltecas permite esta evolución y nos lanza desde el campo condicionado no ordinario al campo natural. Un problema bastante habitual es el de pensar que uno ya está establecido en un campo natural: puede hablar con los elementales y cambiar de dimensión a voluntad. Pero el hecho de pensar que estas habilidades indican un crecimiento que aún está por llegar, señala que uno todavía está encerrado en si mismo y no fluye con el espíritu; la realidad se convierte en una gran proyección. Puedes haber despertado parcialmente el cuerpo energético, pero todavía hay objetivos mucho más importantes por conseguir. Barrera: Poder. Habiendo saltado dentro del seno de la creación, tienes acceso a tu totalidad. Como dice Don Juan, ahora te encuentras con el poder (Relatos, 277) y añade que, debido a su seducción, esta es la barrera más difícil de superar. Después de haber trabajado con diversos campos

condicionados, ahora puedes controlarlos. Controlas la cohesión del cuerpo energético y puedes determinar la localización del punto focal. Por tanto, puedes determinar lo que percibes. Es decir, puedes conseguir con la voluntad cualquier cosa que quieras. Es como si la vida se hubiera convertido en un sueño lúcido que pudieras controlar. Afortunadamente, gracias al aprendizaje anterior has aprendido a ordenar tus deseos y necesidades. Sin embargo, don Juan dice que si sucumbes a la tentación, nunca aprenderás verdaderamente a controlar tus recursos (Relatos, 97). Permanecerás aislado de tu verdadera naturaleza y vivirás sólo en el nivel de los deseos personales. Por tanto, por muy grande que sea este logro, don Juan aconseja no usarlo bajo ninguna circunstancia. Esta es una restricción difícil de observar porque el aprendizaje te ha dado las capacidades y el deseo de examinar, medir y validar todo por ti mismo. Aplicar los frenos de repente requiere un inmenso esfuerzo, pero tus forcejeos con el miedo y la claridad te facilitan una buena base para orientar tus pasos a lo largo de este estadio. Como el ensueño y el rastreo conllevan poderes automáticamente, requieren una astuta autosupervisión. El rastreo te permite maniobrar, entrar y salir de la vida de la gente, sentir y vivir sus deseos y motivos, tomar cosas de ellos y dejar en ellos lo que quieras. También puedes alinear la energía de los demás con la tuya y hacer que sigan tus deseos. El ensueño te da acceso a las áreas más remotas de tu ser, aumentando así tu poder personal y potenciando tus habilidades rastreadoras. Algunos linajes metafísicos enseñan a sus pupilos a abstenerse de toda actividad relacionada con las capacidades paranormales. Las prácticas avanzadas de ensueños suelen incluirse en esta lista. Sin embargo, los toltecas consideran que el ensueño es natural y por tanto lo desarrollan, pero siguen ciertas directrices. Las directrices les proporcionan estrategias para desarrollar el ensueño y las tareas del ensueño enfocan sus energías personales. Hace algunos años, salí a dar una vuelta una cálida noche de verano. Me detuve a descansar en el área de recreo del complejo de apartamentos donde vivía. Me apoyé contra una pared de ladrillos y repentinamente entré en una sensación de notable claridad. Los alrededores parecían estar vivos y tenían una textura extremadamente rica. Simplemente me relajé en ella. Pronto sentí que mis pies se elevaban del suelo. Al mirar hacia abajo pude ver que mis pies y piernas estaban levitando. Se elevaron como un metro del suelo y volvieron a caer. Pronto me di cuenta de que podía controlar estos movimientos. Entonces dirigí mis piernas arriba y abajo con la voluntad tres veces más. En cada ocasión sentí como si mis omóplatos hicieran de bisagra con la pared y una fuerza misteriosa me moviera como un muñeco de guiñol. Te ocurrirán experiencias inesperadas e indeseadas con el poder, como si estuvieras participando involuntariamente en la película Los diez mandamientos. Estas experiencias sirven como preparación para aprender a manejarlo. El ejemplo previo es bastante sencillo ya que la levitación puede ser considerada una forma refinada de ensueño. Normalmente, una tarea especializada de ensueño me permite situar las experiencias de este tipo en el nivel de destreza. En realidad, la levitación se convierte en algo secundario respecto a la ampliación de nuestras ideas sobre las capacidades humanas. Mantener bajo control las manifestaciones del poder requiere que ordenes y controles todas tus capacidades. Pero esta restricción no es perversa; se trata de que tus logros no te afecten negativamente. Don Juan dice que si puedes mantenerte alineado, llega un momento en el que sabes cuándo y cómo usar el poder. Pero en primer lugar debes darte cuenta de que el poder no es tuyo y, si no tienes control sobre ti mismo, usarlo es el peor de los errores. Para entonces ya te has convertido en una persona de conocimiento (Enseñanzas, 98). La persona de conocimiento Los niveles de aprendiz, ranger y tolteca son grados de participación y dominio dentro del campo condicionado de una realidad no ordinaria. Siguiendo rigurosamente tu camino con corazón, has

desarrollado el intento, lo que te permite soltar todavía más y producir un alineamiento completo entre tú y el mundo; ahora puedes mantener un campo natural. Una vez desconectado el autorreflejo, ya no pones condiciones a la realidad y por tanto entras en una danza íntima y completa con el espíritu. Don Juan dice que para poner en práctica las capacidades toltecas no es necesario ver. La persona sólo necesita la voluntad. Pero es necesario ver para hacerse una persona de conocimiento. Obviamente, si puedes ver con destreza ya no tienes que vivir como un ranger ya que cuentas con una guía suficiente. Si eres capaz de ver muy bien, puedes mantener la autoconciencia sin necesidad de aferrarte a una identidad. En ese punto, como dice don Juan, nada es más importante que cualquier otra cosa. El efecto es que la persona de conocimiento «no tiene honor, ni dignidad, ni familia, ni nombre, ni país, sólo una vida por vivir...» (Realidad aparte, 240, 20, 182, 107). Otro punto de referencia interesante de este estado es que la persona de conocimiento no puede causar daño a otra. Don Juan dice que si no puede prever un problema y sale dañada de una situación, la persona de conocimiento acepta este giro del destino sin recriminación (Relatos, 64). Esta postura puede reflejar los planteamientos de las tradiciones espirituales de no dañar a los demás, pero también indica que la persona ha perdido su interés por los demás porque se ha redefinido fundamentalmente. La persona de conocimiento no abriga sentimientos de venganza porque ha reducido su autoimportancia a la nada. Equilibrando adecuadamente las energías del rastreo y del ensueño, evolucionas más allá de la destreza y entras en el dominio del arte. La paciencia que has desarrollado previamente ahora se expande y tienes acceso a una coordinación exquisita con el espíritu (Fuego, 37). Permaneces en el ahora, y no tienes expectativas más allá del momento. Esta falta de expectativas indica una flexibilidad inalterable debida a tu conexión con el espíritu. La flexibilidad fluye libremente y produce cambios repentinos en tu camino. Llegado este momento ya te has dado cuenta de que la vida tiene tantas dimensiones que residir en el momento es la manera más eficaz y práctica de proceder. Este es un comportamiento extremadamente complejo. Por ejemplo, cuando bailas, coordinas una serie de actividades físicas, emocionales y mentales. Cuando eres, no sólo te coordinas con tu comportamiento inmediato sino que estás automáticamente alineado con tus futuras actividades de supervivencia. Como las criaturas salvajes, afilas tus instintos hasta niveles insuperables. Don Juan dice que convertirse en una persona de conocimiento es un estado temporal (Enseñanzas, 94). Creo que se refiere a que la persona de conocimiento se siente momentáneamente inundada de conocimiento y energía, lo que es un rasgo de las experiencias místicas. El conocimiento llega, pasa y se va. La conciencia acrecentada permanece. Para poder manejar este nivel de energía y permitir que obre su magia, tienes que estabilizar el campo natural. En estos términos, ser una persona de conocimiento es producto de la constancia, es un efecto de haber trabajado diligentemente durante muchos años. Si no cuentas con un campo natural, el conocimiento se traduce a los términos del campo condicionado. Midiendo las experiencias místicas que he tenido y sobre las que he leído y comparándolas con las anécdotas que relata don Juan, considero que convertirse en persona de conocimiento representa la experiencia mística quintaesencial o es algo de un orden aún más elevado. Barrera: Ancianidad. La ancianidad es el momento en el que entramos naturalmente en las abstracciones superiores y tenemos ideas más amplias sobre la vida y la muerte. Uno de los problemas es que, a nivel cultural, nunca hemos explorado adecuadamente esta etapa de la vida y por tanto no sabemos capitalizarla. Habitualmente consideramos que el mundo de la actividad humana es la totalidad, por eso don Juan consideraba que la gente mayor había agotado el mundo de la gente, pero no el mundo mismo (Realidad aparte, 264).

La gente mayor suele tener la sensación de no haber realizado sus sueños, cuando, de hecho, esta edad es muy propicia para ensoñar y aventurarse más allá de las preocupaciones sociales. Muchos de nuestros mayores han dedicado toda su vida a abrirse camino en medio del laberinto de las exigencias sociales. Por otra parte, a nivel social no contamos con un contexto como el tolteca en el que desarrollar la totalidad de la vida y, por tanto, no podemos cosechar los dividendos de llevar una vida natural. Don Juan dice que siguiendo cuidadosamente la senda tolteca se descubre que la ancianidad es una etapa libre de miedos y de la impaciente claridad mental, y que la barrera del poder está controlada. Pero también es un tiempo en el que uno desea descansar (Enseñanzas, 98). El ímpetu se desvanece y aparentemente se vuelve sobre sí mismo. También añade que si puedes resistir el cansancio y vives tu destino hasta el final, llega un momento en que la claridad, el poder y el conocimiento se combinan para hacer que todas tus luchas hayan merecido la pena. El vidente Don Juan a menudo usa los términos «tolteca» y «vidente» de manera intercambiable. Aunque hayamos considerado que los toltecas del segundo ciclo eran muy indulgentes, él señala que estudiaron las fuerzas que afectan la percepción y buscaron expandir su conocimiento. Por tanto, algunos de ellos también fueron videntes. Vidente es quien se convierte en maestro de las cohesiones de su cuerpo energético y demuestra una coherencia extrema en el ver. Y ver, dice don Juan, es la realización final de la persona de conocimiento (Viaje, 233). El vidente es un conocedor de la percepción, una persona que mueve fácilmente su punto focal dentro del cuerpo energético. Si ponemos demasiadas condiciones en la definición del vidente lo reducimos al nivel previo y, en realidad, este nivel está relacionado con la libertad más que con ninguna otra cosa. Para ver, don Juan dice que se debe «parar el mundo» (Viaje, 233). Cuando paras el mundo, toda la actividad a tu alrededor parece quedarse congelada en el sitio, el mundo podría romperse ante tus ojos. Por ejemplo, en diversas ocasiones he visto partidos de la pequeña liga de béisbol congelarse en la mitad mientras mi mundo físico temblaba y se desgarraba. Entonces el mundo ordinario de los objetos es sustituido por un mundo de gruesas fibras luminosas y tonalidades brillantes. Para parar el mundo, debes encontrar la grieta entre los mundos, un espacio entre pensamientos. Esta conciencia es producto de un cambio en la cohesión, que es la marca del ranger. El tolteca aprende a entrar y salir de la grieta. La persona de conocimiento la dirige con habilidad. El vidente la gobierna. A partir de las instrucciones de don Juan, entiendo que cuando se alcanza el nivel de vidente, uno ha estado en muchos mundos completamente diferentes. Sin embargo, aunque uno trate con dimensiones más allá de la comprensión, el estilo de vida del vidente está marcado por su capacidad de experimentar los estados refinados de esas dimensiones. Por tanto, para dominar el arte de ver hace falta una habilidad insuperable en el alineamiento de los diversos campos de energía. Gobernar el cuerpo energético con tanta habilidad requiere toda una vida de trabajo. Pero en primer lugar debes traer el segundo campo a la vida, a la plena conciencia. Castaneda dice que su único propósito es despertar el cuerpo energético y añade que el cuerpo energético se usa para ensoñar, para navegar en el segundo campo. Es lo que nos empuja a la libertad. Un cuerpo energético despierto acaba llevando al fuego interno. El fuego interno El fuego interno ocurre cuando combinas toda la energía de tu masa física con el cuerpo energético (Ensueño, 189). La profesora de Abelar, Clara, dice que para realizar esta maniobra debes

soltar todo tu inventario, incluyendo todas tus preocupaciones humanas. Sin embargo, don Juan afirma que después de que el mundo humano haya desaparecido, aún persiste una sensación de yo; menciona que esta paradoja es «el último bastión de la conciencia, con el que cuentan los nuevos videntes» (Fuego, 291). Según la visión tolteca del mundo, el cuerpo físico y el mundo físico forman una cohesión específica. Cambiar esta cohesión para percibir otros mundos requiere actos de voluntad. La diferencia entre el tolteca y la persona de conocimiento reside en su capacidad de manejar la voluntad. En un momento, Castaneda observa a don Genaro saltar desde la cumbre de una montaña hasta otra situada a quince kilómetros de distancia. Don Juan dice que don Genaro es una persona de conocimiento, y por tanto «es perfecta-mente capaz de desplazarse a grandes distancias» (Relatos, 48). Además, Castaneda, después de saltar del risco, tuvo que cambiar su cohesión antes de llegar al suelo; tuvo que encajar un mundo completamente nuevo o morir. Recordemos que don Juan dice que el regreso de una persona después del salto perceptivo depende de la voluntad y no del pensamiento racional. Si la persona vuelve y se convierte en persona de conocimiento, el grado de puesta en acción de su voluntad queda notablemente potenciado. El resultado de esta potenciación es la capacidad de entrar y salir de las dimensiones. En varias ocasiones he visto a don Juan emerger a esta dimensión desde otras. Le he visto extender su conciencia desde un brillante campo de luz y aparecer de repente junto a mí. A lo largo del tiempo, tuve la impresión de que se había desarrollado hasta convertirse en un vidente pleno. Pienso que al acabar su trabajo con Castaneda, siguió un impulso que le sacó del nivel de persona de conocimiento. Además, supongo que los videntes cambian de cohesión con tanta facilidad que entran y salen de las dimensiones como uno entraría y saldría normalmente de un supermercado. Por tanto, el fuego interno es una cuestión de tener la voluntad de alcanzar la libertad. Mientras activamos la voluntad, podemos ser caprichosos o flexibles. Los toltecas del segundo ciclo fueron caprichosos. Empujaron ardientemente su conciencia dentro de sus cuerpos energéticos hasta que acabaron deformándolos. Los videntes del tercer ciclo corrigieron este planteamiento y trataron de cultivar la evolución natural de la conciencia humana. Aunque usaron prácticas del segundo ciclo para acelerar su proceso, su objetivo central fue el desarrollo de un campo natural, no el de un campo condicionado muy sofisticado. Uno de sus méritos es haber instituido las prácticas de los desafiantes de la muerte que fueron el preludio del arte de la mayoría de los videntes actuales, el fuego interno. Los antiguos aprendieron a introducir cambios en su cuerpo energético, pero se quedaron aislados dentro de la totalidad de la banda humana. Los videntes del tercer ciclo mantuvieron las prácticas pero reformaron su uso, preocupándose de hacer movimientos de energía completos dentro del tercer campo. Equipararon este movímíento con la libertad. Así, el segundo ciclo se relacionó con el fuego interno como si fuera una cuestión de poder personal mientras que el tercero se relacionó con él como si tratara de conseguir un equilibrio mistificante. ¿Por qué intentar llegar al fuego interno? Don Juan dice que el misterio de nuestra totalidad es revelado a la hora de la muerte y añade que los toltecas deciden vivir con esa maestría y conocimiento (Relatos, 133). Y por eso viven para extender su conciencia hasta la tierra de la muerte, más allá de la condición humana. Otro rasgo curioso es que —dentro del contexto general de la evolución de la conciencia— estas capacidades están destinadas a ser manejadas pero no necesariamente comprendidas. De hecho, don Juan dice que hablar de estos asuntos sólo sirve para señalar una dirección, no para comprenderlos (Relatos, 120). Afirma que los fracasos de Castaneda en el mundo tolteca a menudo eran debidos a su insistencia en comprender (Realidad aparte, 315). Lo importante es introducir

en la propia vida tanta conciencia como se pueda. Por tanto, no te quedes a medio camino marcándote un objetivo restrictivo. Si tu objetivo es el de convertirte en vidente, entonces, dadas las complejidades, las barreras, el tiempo y la devoción necesarios para realizar el viaje, puedes imaginarte por qué don Juan dice que nuestra posibilidad de éxito es muy remota. Pero él, como muchos otros, lo consiguió. Y para permitir que nuestra posibilidad de éxito fuera mayor, los videntes del tercer ciclo rediseñaron el rastreo. La esencia de su trabajo fue cultivar la fortaleza, la perseverancia y el refinamiento. La integridad resultante es lo que les llevó al éxito. Por tanto la sección siguiente está relacionada con los ejercicios de rastreo.

PARTE III – EL RASTREO CAPITULO 8 MANTÉN EL RITMO Don Juan dice que el rastreo tiene un doble propósito: mover el punto focal constantemente y con seguridad, y «grabar sus principios a tal profundidad que el inventario humano sea superado... (Fuego, 187). El resultado es que, por medio del rastreo, cultivas espontáneamente un campo natural, lo que quiere decir que te conviertes en una persona de conocimiento. Y, según Castaneda, ese es el destino de los conocimientos toltecas (Enseñanzas, 218). Siempre dentro del marco de mover el punto focal y grabar sus principios, el rastreo utiliza muchos planteamientos y habili dades específicos. Las distintas formas de rastreo finalmente dan paso a una conexión con la esencia de lo que se está rastreando. Esta es la maniobra quintaesencial: convertirse en el objetivo mismo. El rastreo, por tanto, requiere una realización total, no una mera comprensión intelectual (Fuego, 195). Este requisito significa observar, seguir, vivir y convertirse en la energía del propio objetivo. La plena realización de una de las habilidades rastreadoras incluye saber que esa técnica funciona y tener la capacidad de hacerla funcionar. Como siempre podemos encontrar nuevas explicaciones para todo, no es estrictamente necesario que sepamos por qué funciona. Más allá de las habilidades individuales, alcanzar la plenitud del rastreo significa que has desarrollado la fortaleza personal para manejar los cambios del punto focal. También significa que tienes la fuerza de carácter suficiente como para soportar la constante presión de las fuerzas que quieren sacarte de tu camino. En esencia, el rastreo impide la complacencia. Como se basa en la estabilidad, engendra una relación personal única con el mundo. Por ejemplo, como permite mantener el equilibrio en medio del clamor de las ideas opuestas, proporciona una guia para trabajar con el mundo de la gente (Fuego, 172). El rastreo requiere un aprendizaje para ser efectivo, no basta con ser voluntarioso. Además, uno descubre que cuanto más entra en contacto con el mundo de la voluntad, tanto menos apoyo le ofrece el mundo de la racionalidad, por muy bien construido que esté. El resultado es que las directrices toltecas, su estrategia y disciplina, proporcionan una forma de dejar atrás la realidad ordinaria sin sacrificar la integridad personal. Directrices para el rastreo En cada faceta de sus enseñanzas, don Juan tocó algunos temas comunes. Florinda Grau los llama los preceptos del rastreo (Don, 281). He comprendido que son las directrices que nos permiten seguir en la pista a medida que atravesamos cada uno de los estadios que nos llevan a la maestría de la conciencia. Son los siguientes: 1. Hay una fuerza superior que guía toda la creación. Esta fuerza es el verdadero Poder o Espíritu. 2. La realidad es una interpretación de los acontecimientos. Nuestra forma de organizar nuestra visión del mundo surge de un reflejo dentro de nosotros mismos. 3. En nuestra naturaleza hay más de lo que actualmente utilizamos e incluso de lo que sospechamos. 4. Nuestro trabajo consiste en desarrollar estas capacidades de la conciencia. 5. Al mezclarnos con la fuente de la creación, y por tanto con la fuerza que nos impulsa, podemos desvelar los niveles más profundos de nuestra naturaleza. 6. El mundo es, en esencia, misterioso. Como parte del mundo, nosotros también somos misteriosos. 7. Cualquier cosa que descubramos de nosotros mismos y del mundo sigue siendo un

misterio; de otra forma lo único que hacemos es seguir reflejándonos a nosotros mismos. Principios Don Juan y su equipo presentaron los principios del rastreo a Castaneda desde distintos ángulos. En El conocimiento silencioso, don Juan dice que el primer principio del rastreo consiste en ser despiadado. En El don del Aguila, Grau dice que el primer principio es que los rangers eligen sus campos de batalla (Don, 280). Aunque ambas a firmaciones pueden parecer diferentes, el fondo de la cuestión es que tienes que ser despiadado para elegir las condiciones de tu campo de batalla. El campo de batalla puede ser tu trabajo, tu lugar de residencia, un estanque de agua silvestre o el punto donde trazas la línea que separa tu comportamiento del de los demás. Es cualquier cosa que tú elijas. Entre otros principios están los de relajarse y abandonarse al propio destino, descartando todo lo innecesario de nuestra vida. El principio definitivo, dice Grau a Castaneda, consiste en no ponerse al frente de las situaciones y está basado en el éxito de las demás maniobras. Así descansas fuera del círculo que presiona a os demás. Por ejemplo, mientras curaba la pierna de Grau, el curandero tolteca hacía que otra persona aplicara los remedios y le ensañara a entrar en el camino tolteca. El curandero permaneció detrás del escenario mientras dirigía la actividad y así pudo ver con precisión lo que estaba ocurriendo. Orquestó la curación y aprendizaje de Grau mientras ella pensaba que era el portero (Don, 288-293). Castaneda fue introducido a estos principios al comienzo de su aprendizaje y más tarde los presentó como técnicas específicas. Fueron los títulos de los capítulos de su tercer libro, Viaje a Ixtían. Por ejemplo, descubrió que tener «a la muerte como consejera» le hacía ser despiadado. «Borrando su historia personal» aprendió a tapar sus pistas y «el digno oponente» le obligó a comprobar periódicamente sus recursos. En general, estos principios son reglas para guiarse a uno mismo. La forma de presentarlos es secundaria, lo importante es la gestión real de nuestros recursos. También podríamos decir que el primer principio del rastreo es el desarrollo de un campo natural y un ejercicio añadido sería el de no esperar nada. Esto prohibiría o remodelaría automáticamente buena parte de nuestros comportamientos. En lugar de proyectar continuamente hacia el futuro, comenzaríamos a rastrear nuestra permanencia en el presente. También comenzaríamos a cultivar nuestra naturaleza esencial. En medio de todo este proceso aprenderíamos a elegir nuestros propios campos de batalla. También podríamos decir que la primera barrera de la percepción es la soledad. En nuestro trato con ella, tendríamos que enfrentar el miedo y encontrar nuestra manera única y personal de estar en el mundo. Por tanto, creando otro conjunto de principios y prácticas podríamos alcanzar resultados similares. Básicamente, los principios toltecas nos proporcionan una orientación para evitar sentirnos sobrecargados en las situaciones; para poder relajarnos y no apegamos a nada; para alcanzar puntos de conciencia muy altos y dirigir nuestra propia vida. Pero antes de poder hacer todo esto, don Juan dice que el primer principio del rastreo es rastrearse a uno mismo (Conocimiento silencioso, 101). Sin el concentrado esfuerzo que es necesario para rastrear y eliminar los propios puntos débiles, y reconocer y potenciar los puntos fuertes, se pierde de vista el principal propósito del rastreo: alcanzar la libertad. Estrategia Para poner en práctica estos principios, los toltecas usan las lecciones aprendidas en la transición al tercer ciclo. Don Juan menciona a los toltecas del tiempo de la conquista como los incuestionables maestros del rastreo (Fuego, 29). Dejando atrás las prácticas del segundo ciclo, construyeron una «estrategia muy efectiva» que consta de seis elementos interrelacionados. Los primeros cinco elementos son control, disciplina, paciencia, precisión y voluntad. El sexto elemento, que

para don Juan es el más importante, está relacionado con el mundo externo. Es el pinche tirano, la persona que esgrime cierto grado de control sobre ti. Una vez más, como esta estrategia requiere un gasto energético significativo, la clave para dominarla es una reducción significativa de la autoimportancia. Control o constancia. Este elemento permite la armoniosa contención de la energía característica de estar centrado en el presente. También permite que la energía fluya libremente en cualquier dirección que se desee. Esta dinámica suele medirse en términos de un control interno constante: La agitación es contraria a ella, la perseverancia y la independencia indican su presencia. Disciplina o vigilancia. Este elemento consiste en una notable habilidad para evaluar y analizar los puntos fuertes y débiles del entorno, de los demás y de uno mismo. Nos permite controlar la energía y cultiva nuestra fuerza. La disciplina del ranger es la capacidad de permanecer vigilante incluso bajo las condiciones de mayor tensión (Fuego, 39). Paciencia o dominio de si. Esta forma de contención nos permite soltar lo que no nos pertenece y reclamar únicamente lo que es nuestro (Fuego, 39). La persistencia tranquila indica nuestro compromiso con objetivos a largo plazo. Precisión o equilibrio exquisito. La precisión requiere que te sintonices con los ritmos del espíritu. De esta forma te equilibras automáticamente contigo mismo, con el entorno y con las dimensiones que están más allá de lo ordinario. Voluntad o intento personal. El éxito en cualquier tarea es el resultado de la adecuada acumulación y uso de la energía personal. La esencia del rastreo es ordenar y conformar la propia vida a las corrientes naturales del espíritu reduciendo cualquier gasto innecesario de energía; su resultado es la activación de la voluntad. Pinche tirano o práctica rigurosa. Contar con un pinche tirano nos garantiza abundantes ocasiones de practicar y aplicar las enseñanzas. Dada su importancia, este elemento se presenta con más detalle en la sección «Prácticas» de este capitulo. Esta estrategia ofrece un programa de acción en el que destacan los puntos esenciales: adquirir experiencia, asimilar los resultados y seguir practicando para poder afinar más. Rasgos Presentando los puntos esenciales de otra forma diferente, don Juan dice que hay cuatro estados de ánimo básicos, cuatro rasgos del rastreo: implacabilidad, astucia, dulzura y paciencia. Son niveles del intento, o corrientes individuales de energía, lo que significa que también son posiciones del punto focal (Conocimiento silencioso, 89, 186). Estos rasgos orientan nuestro comportamiento en las cuatro direcciones: implacabilidad para el oeste; astucia para el norte; dulzura para el este y paciencia para el sur. La combinación y el equilibrio de estos rasgos en su medida justa llevan al ranger al estado de ser. Implacabilidad. El indicador de este rasgo es la determinación absoluta. Es valentía sin descuido, control sin arrogancia; es la premisa básica del Camino Tolteca. Don Juan dice que su principal requisito es apartar la autoimportancia, restaurando así nuestra habilidad natural para percibir el conocimiento silencioso y directo del espíritu —un «conocimiento» inmediato sin que medie la deliberación ordinaria (Conocimiento silencioso, 169-170). Don Juan añade que los antiguos videntes desvelaron la autoimportancia y descubrieron que no era sino autoconmiseración disfrazada. Por tanto, para conseguir el éxito es fundamental mover la cohesión al punto de «no piedad», una localización del punto focal equivalente a la implacabilidad

(Conocimiento silencioso, 153). Sin este rasgo estás completamente abierto para que los demás te pasen por encima. Con él, eres más objetivo, más capaz de gestionar tus recursos y también más capaz de rastrear el conocimiento. Uno de los objetivos inalterables de don Juan mientras enseñaba a Castaneda era conseguir que moviera su punto focal. En aquellos momentos Castaneda consideraba a don Juan una persona eminentemente racional. Este le dijo que sólo aparentaba serlo y que su implacabilidad estaba disfrazada de racionalidad. Gracias a esta apariencia, Castaneda obtuvo la seguridad intelectual suficiente para tomar el riesgo de hacer las cosas de otra manera. Lo más importante era conseguir que Castaneda alineara su energía con la de don Juan. Este alineamiento requería una consistencia sin par por parte de don Juan, por eso él dice que para el tolteca la implacabilidad no es crueldad sino sobriedad (Conocimiento silencioso, 153, 174). Astucia. La astucia requiere examinar la situación para conseguir lo que uno quiere sin manipular a los demás. Buscando la precisión, estudias los rasgos de la situación y las fuerzas que influyen en tu campo de batalla. Debes estar preparado y ser innovador. Tienes que saber bacia dónde te diriges y qué quieres conseguir. Además, la astucia incluye el uso del arte del engaño sin ser engañoso. Sin astucia, tienes que confiar en las valoraciones y conclusiones de los demás. Con ella, desarrollas tus recursos y adaptabilidad. Dulzura. Para equilibrar la implacabilidad y la astucia, presentas una fachada amable. La dulzura a menudo parece contradecir la implacabilidad, sin embargo esta dulzura no es condescendencia porque tus ojos siguen siendo fríos y calculadores. Paradójicamente, también eres bueno ya que, como dice don Juan, la sabiduría sin bondad es inútil (Fuego, 12). Este rasgo no significa que debas rezumar dulzura constantemente. De hecho, don Juan aconseja que es bueno sacar las uñas de vez en cuando (Realidad aparte, 185). La dulzura te permite cultivar un agudo sentido del humor. También te permite renunciar a tus ganancias o pérdidas y pasar a la situación siguiente. Sin dulzura puedes perder el equilibrio y obsesionarte con tus objetivos, tal vez acosando a otros para conseguirlos. Con ella adquieres la habilidad de reírte de ti mismo y del mundo. Paciencia. La paciencia es control sin laxitud. Sólo tomas lo que necesitas y dejas el resto. También nos da la capacidad de escuchar y esperar. El silencio nos garantiza el acceso a un conocimiento más profundo, el conocimiento silencioso, y nos proporciona un equilibrio que mantiene en orden los demás rasgos. Como resultado, el espíritu se mueve calladamente dentro y fuera, creando suavemente las circunstancias que el intento pone en movimiento. Sin paciencia, vuelve a surgir la autoimportancia y nos aferramos a los deseos superficiales. Con ella encontramos la paz. Prácticas En comparación con el ensueño, el rastreo se ocupa de pequeños cambios del punto focal. Para el observador medio, sin embargo, un pequeño movimiento puede parecer una maravilla, pero para don Juan convertirse en un cuervo era un cambio pequeño. Antes de que pueda ocurrir cualquier cambio, el primer campo debe estar desestabilizado o suspendido. Para conseguirlo, debes romper la continuidad normal de tu experiencia. Por tanto, para desencajar el punto focal son necesarios ejercicios preliminares, como alterar las rutinas, mirar fijamente y borrar la historia personal. El siguiente paso es mover el punto focal. El intento es la fuerza que cambia tu cohesión y tener claro tu objetivo reduce las posibles interferencias durante la transición. El intento también solidifica o estabiliza el cambio. Una visión del mundo no ordinaria, el aprendizaje de tareas y el camino con corazón te ayudan a estabilizar el punto focal en ubicaciones no ordinarias. Uno de los principales objetivos del aprendizaje tolteca actual es desestabilizar el mundo ordinario de la razón y estabilizar el mundo no ordinario de la voluntad. El objetivo es desestabilizar el mundo no ordinario para estabilizar un campo natural. Entonces es cuando se libera la voluntad.

Los procedimientos de rastreo limpian tu conexión con el espíritu y te permiten realizar esta transición. Por ejemplo, saber que el mundo es un lugar misterioso te impide tomar conclusiones prematuras y, cuando defines algo, no haces de la definición un dogma, te reservas la opción de cambiar de opinión. Además, esta disciplina libera energía, lo que te permite evaluar tus acciones y sus resultados. Cuando rastreas el espíritu, consigues un éxito fuera de lo común en cualquier actividad. Como el espíritu lo penetra todo, tu conciencia está conectada con algo que está más allá del conocimiento inmediato. Es decir, el espíritu te guía mejor de lo que te puedes guiar a ti mismo. Estas son algunas de las prácticas que pueden ayudarte a tener éxito en el rastreo. Desatino controlado. En El conocimiento silencioso, don Juan se refiere al desatino controlado como una técnica de rastreo. En el mismo libro la equipara con el rastreo. Dada la flexibilidad de la terminología, dice, llamar a un rastreador un «creador de desatino controlado» es demasiado complicado y entonces propone a Castaneda que use el término que desee (Conocimiento silencioso, 102). En El don del Águila, Castaneda cuenta que don Juan se refiere a los rastreadores como los que practican la locura controlada y a los ensoñadores como los que practican el ensueño. Grau, en su instrucción, dice a Castaneda que el desatino controlado consiste en aplicar a todo los principios del rastreo (Don, 213, 293). Según ella, los resultados son que los rastreadores nunca tienen prisa y por tanto no se ponen nerviosos; no se toman las cosas demasiado en serio e improvisan libremente. En otras palabras, controlan su comportamiento aunque no entiendan nada. Don Juan dice que únicamente quienes ven pueden controlar su locura. Los videntes trabajan tan duro como cualquiera, pero pueden elegir con más fluidez porque son más intuitivos respecto a los efectos de sus decisiones. Además, como ven, están muy presentes y saben que hay una fuerza indefinible que guía sus pasos. Consecuentemente, tratan «el mundo como un misterio interminable y lo que la gente hace como desatino controlado» (Realidad aparte, 186, 265). Dentro del dominio humano, los que ven pueden practicar la locura deliberadamente. Eligen una dirección y la siguen como si les importara más que ninguna otra cosa. El arte fundamental del desatino controlado es no estar apegado a nada al tiempo que se participa en todo (Conocimiento silencioso, 266). Adaptabilidad. Don Juan dice que el ranger debe ser fluido y adaptable tanto en el mundo de la racionalidad como en el de la voluntad. Con estos rasgos, el ranger mira al mundo desde diversos ángulos. Proceder de otra manera mantiene la energía estancada dentro de un campo condicionado. Por ejemplo, gran parte del aprendizaje de Castaneda tuvo lugar al aire libre. Castaneda siempre parecía sorprendido cuando don Juan le llevaba a las calles de una ciudad. Por otro lado, prácticamente toda mi interacción con don Juan ocurrió dentro de los limites de la ciudad de Tucson, por lo que me enseñó a convertir la ciudad en un terreno de caza. En lugar de buscar aliados en los bosques montañosos, me enseñó a encontrarlos en las esquinas de las calles locales. Los oficiales de policía, por ejemplo, son símbolos de poder. Hablar con los policías de Nueva York y observarles me enseñó a estar más alerta en su intenso entorno. Según mi experiencia, los mejores oficiales siempre estaban relajados pero muy atentos a lo que les rodeaba. Los más maduros de entre ellos siempre tenían una sonrisa en la boca y se tomaban tiempo para ayudar a la gente antes de recuperar su postura vigilante. Los más jóvenes solían evitar la interacción con la gente y preferían permanecer atentos a las calles. También aprendí que sin un propósito, la persona está sujeta a todos los depredadores que deambulan por las calles. El propósito nos mueve en el mundo, nos proporciona la fuerza que determina nuestras experiencias. Por otra parte, en lugar de usar como presagios el ulular de un búho o el vuelo de un cuervo, puedes usar las bocinas de los automóviles y los colores de la ropa. En lugar de mirar fijamente al humo, puedes mirar al vapor de las rejillas de ventilación en las aceras. También puedes practicar la mirada fija con las hojas de algún roble que haya en el vecindario. De hecho, sentarse a mirar un árbol

rodeado por la luminiscencia de una farola desde las escaleras de casa es casi una imagen del cielo. Parte del rastreo consiste en presentar una imagen coherente a quienes te rodean. Sin embargo, en entornos urbanos como Manhattan, puedes hacer muchas más cosas fuera de lo ordinario porque no suelen parecer extraordinarias. En ciudades así, parece que lo peculiar es habitual. Por ejemplo, si te paras a mirar la sombra de un edificio la gente no se aglomerará a tu alrededor para curiosear como lo haría en una ciudad pequeña. Mezclarse. Como tuvieron que tratar con los ejércitos invasores, los antiguos toltecas tuvieron que aprender a mezcíarse. Es una práctica que sigue vigente porque nos ofrece lecciones directas sobre la gestión de la energía. También aparta la atención de los demás de nuestros objetivos, lo que nos da más libertad. La práctica incluye aprender de otras energías, mezclarse con ellas y poder suspender su influencia. Don Juan dice que un componente del rastreo es el arte de disfrazarse (Conocimiento silencioso, 85). Por medio de los disfraces proyectamos deliberadamente una identidad. Mientras caminaba por una calle abarrotada en el centro de Tucson, pasé junto a una mujer mayor que llevaba un vestido amarillento. Parecía desplazarse de lado a lado al caminar, como lo haría una abuela corpulenta. Resultó ser don Juan; Julian le había enseñado a disfrazarse de esa manera durante su aprendizaje. Otro caso es el de Josefina, una aprendiz de don Juan que era muy atractiva y aparentaba ser una mujer mayor. De esa manera nunca atraía el interés de los vecinos (Segundo anillo, 98). Un disfraz, por mínimo que sea, puede conseguir resultados. Otro aprendiz de don Juan, Benigno, llevó una cámara durante su visita a la ciudad de México y sacó 425 fotografías sin película, proyectando así la imagen de turista (Don, 104). Una de mis experiencias también puede servir de ejemplo. Hace algunos años trabajé de profesor de psicología en un instituto. Aunque estaba soltero, llevaba puesto un anillo de matrimonio porque mi supervisor me había dicho que algunas estudiantes se dedicaban a intercambiar favores sexuales por mejoras en las calificaciones. Pensé que al llevar el anillo las maniobras sexuales de mis alumnas se reducirían al mínimo. Hacia el final del semestre vila oportunidad de utilizar esta situación para hacer una demostración en clase de una práctica muy común dentro de la psicología transpersonal. Por tanto tomé mi«centímetro cúbico de oportunidad» y di una lección sobre la suspensión de la interpretación o cómo no seguir los patrones culturales. Pregunté a los alumnos quiénes creían que estaba casado; toda la clase levantó la mano. Me quité el anillo, lo puse en el bolsillo y les dije que estaba soltero. Comentamos que los símbolos suscitan ciertas percepciones; en este caso, basándose en un símbolo bien conocido, habían encerrado la percepción y definido mi status marital. Les dije que si no hubieran seguido los patrones culturales, no habrían interpretado nada sobre el anillo, aparte de que era un anillo. Sólo investigando más podrían haber descubierto mi status real. Todos murmuraron su acuerdo. Entonces les pregunté cuántos creían que era soltero y la mayoría levantaron la mano, aunque algunos se olieron algo raro. Volví a ponerme el anillo en el dedo mientras sonaba la campana y disfruté de sus expresiones desconcertadas mientras salían por la puerta. La idea es provocar en los demás una impresión particular y dejar que hagan el trabajo de asociarlo con lo que conocen. Para asegurarse del éxito, el profesor de don Juan insistía en que tenias que conocer tan bien las peculiaridades de tu disfraz que nadie supiera que estabas disfrazado (Conocimiento silencioso, 85). Conociendo sus recovecos, te mezclas energéticamente con esa forma y así tu comportamiento se corresponde con el disfraz. Además, como cada disfraz representa un pequeño cambio del punto focal, comienzas a manipular tu cuerpo energético. Recuerda también que uno de los procedimientos más transformadores que puedes utilizar es el de mezclarte con el mundo hasta tal punto que te conviertas en un individuo y por tanto sepas cuál es tu lugar en él. El arte del rastreo te conduce a esa realización.

Cambio de forma. Una aplicación más rigurosa de la técnica de mezclarse es el cambio de forma, en el que la cohesión cambia hasta tal punto que el cuerpo físico también cambia. Por ejemplo, mientras daba a Castaneda una lección sobre la implacabilidad, don Juan ajustó su energía a la de un viejo histérico. Don Juan era un hombre mayor pero tenía la fuerza y el vigor de un joven. A mí no me pareció viejo ni una sola vez, pero aparentó ser viejo y senil para desmontar la confianza que Castaneda había depositado en él. También dijo a Castaneda que lo había hecho para probar si podía adoptar esa forma (Conocimiento silencioso, 77, 156). Don Juan añade que convertirse en un anciano supone un cambio muy sutil. Julian era capaz de convertirse en una minada de formas humanas; era un gran experto en esta práctica. Otro movimiento más drástico, aunque sea considerado como un cambio menor, es el de convertirse en cuervo. Don Juan lo aprendió del inquilino y después pasó ese conocimiento a Castaneda (Enseñanzas, 188). Al principio, don Juan dio plantas de poder a Castaneda para facilitar estos cambios. Yo también me he dado cuenta de que el cuerpo de ensueño ofrece estas lecciones. En una ocasión, mientras volaba en mi cuerpo de ensueño, me convertí espontáneamente en un halcón. Perdí mis referentes humanos y disfruté de un vuelo encantado. Años más tarde, durante el ensueño, me transformé en una serpiente de cascabel. En primer lugar vi que la serpiente se acercaba a mí en el sueño, abría la boca y sacaba los colmillos. Sentí terror, pero seguí observando a pesar de todo y vi aparecer una imagen en la garganta de la serpiente. Concentrándome en ella, descubrí que me estaba mirando a mí mismo. Aunque al principio me quedé sorprendido, me relajé y empecé a cambiar de forma espontáneamente. Permitiendo que se hiciera ese cambio, me encontré en un nido lleno de serpientes de cascabel. Me sorprendió no sentirme amenazado por ellas. Mi confusión se aclaró cuando me di cuenta de que yo era una de ellas. Como serpiente, sentí que estaba compuesto por una energía condensada y muy poderosa. Dentro del ámbito general de la transformación, estas experiencias son intranscendentes excepto porque dan una idea de las auténticas posibilidades humanas. Aprendí de don Juan que trayendo del ensueño la conciencia del cambio de forma, podía realizar cambios en mi cuerpo físico. Aunque esto me parecia magnífico, él dijo que únicamente servia para liberar el cuerpo energético. Era una simple práctica para acelerar el proceso del fuego interno. Conociendo las fuerzas que conforman la percepción (tales como la asociación, encarrilamiento y la disonancia cognitiva), y practicando el desatino controlado y con pinches tiranos, creas una base desde la que afrontar la práctica de mezcíarse; esta, a su vez, se convierte en un paso hacia el cambio de forma. El entendimiento puede ayudarte a realizar estos cambios pero su ejecución requiere un alineamiento de toda la energía corporal. Por tanto el principal ingrediente es un intento inflexible. La receta completa incluye aprender el inventario especifico de aquello en lo que te estás convirtiendo. En otras palabras, aprender los detalles y peculiaridades de esa forma concreta de percepción (Ensueño, 78). Explorar. En tu faceta de explorador puedes lograr grandes cosas: dominar el reconocimiento básico, ser un experto de no dejar nada al azar, adquirir un conocimiento profundo... Algunos toltecas eligen hacer de la exploración su estilo de vida. Crecen en la soledad y en su capacidad de soportar los rigores que supone ser la avanzadilla de su equipo. Don Juan dice que los toltecas emplean exploradores regularmente para «sondear nuestros límites perceptuales» (Conocimiento silencioso, 133). Él incluso adaptó la poesía a este uso. Cuando probé esta táctica, descubrí que se puede acceder a otra dimensión de conciencia empleando un verso como puente. En una ocasión, durante un paseo vespertino, me encontre pensando en los problemas de Somalia. Mi hermano acababa de volver de un viaje de trabajo a ese país y estaba dando vueltas a la conversacíón que acabábamos de mantener. Simplemente por pensar en Somalia entré en un ensueño despierto. El entorno físico comenzó a cambiar convirtiéndose en la sabana. Oí el fuerte rugido de un

león cerca de mí. Mi asociación sutil, casi lánguida, con Africa encarriló mi energía hacia aquel entorno. En otras palabras, mis pensamientos hicieron de explorador y todo mi cuerpo energético les siguió. Incluso comencé a sentir percepciones físicas, como si estuviera físicamente cerca del león. Cuando me di cuenta de que estaba siendo transportado a una tierra lejana mientras mi cuerpo físico seguía despierto sentí una sacudida que me devolvió a mi vecindario. No era un tipo de ensueño al que estuviera acostumbrado. Tomé nota mentalmente para ser más cuidadoso con mis pensamientos. Entre las prácticas más elementales de la exploración se incluyen las de reducir los deseos a un mínimo, viajar ligero, dispersar un mínimo de energía y mezclarse. El explorador también necesita implacabilidad para seguir adelante con vigor, control para soportar la expedición, disciplina para medir el viaje, astucia para aplicar todas sus evaluaciones y paciencia para seguir adelante con tranquilidad. El resultado es que se desarrolla la capacidad de entrar en nuevos terrenos y escrutarlos sin dejar rastro. Cuanto más conocimiento tenemos, más podemos empujar las barreras de la percepción. A menudo lo que conseguimos es salir de la tierra plana y darnos cuenta de que no hay ningún monstruo esperando para que seamos su aperitivo de mediodía. Contar historias. Una de las formas de explorar es contar historias, un arte tradicional muy respetado. Para algunos toltecas es una forma de vida, un camino hacia el espíritu y la libertad. Don Juan dice que las historias son el mejor medio para aprender el Camino Tolteca, quizá porque las mejores historias toman vida y activan varios modos de percepción simultáneamente (Conocimiento silencioso, 143, 22). Los libros de Castaneda, por ejemplo, entran dentro de esta práctica y todos ellos son grandes éxitos de ventas. Contar historias también es un puente hacia la comprensión pura. Parte de ésta consiste en saber que la historia está ocurriendo realmente en algún lugar dentro del entramado del infinito. Cuando te rindes a una historia y la sigues como un explorador, la percepción te sigue. Cuanto más entra la percepción en estos carriles mágicos, tanto más la historia se convierte en realidad y tanto más la realidad se enriquece. El pinche tirano. Los antiguos videntes se divirtieron dividiendo en categorías el comportamiento tiránico. A la fuente primal de energía se le llamó el tirano, el único amo y señor del universo. Todas las demás autoridades fueron clasificadas de acuerdo a su grado de mezquindad. Don Juan dice que para manejar a los pinches tiranos sólo se necesitan los elementos básicos de la estrategia: control, disciplina y tolerancia. Añade que el otro elemento de la estrategia, la voluntad, sólo debe usarse en caso de necesidad desesperada porque implica «una maniobra suprema que no puede ser ejecutada en el estadio humano habitual» (Fuego, 30, 32). Los pinches tiranos son tan críticos que don Juan aconseja a sus aprendices que los busquen deliberadamente en caso de que no se crucen en su camino. Los pinches tiranos ideales son los que tienen autoridad sobre ti; cuanto más manipuladores sean, mejor. Entonces tienes que vértelas con puñaladas por la espalda, fanatismo sutil o menos sutil, odio ciego y explosiones de furia. Aprendes a lidiar con todo esto a la luz del rastreo. El hecho de tener que perder la autoimportancia al tiempo que mantienes tu integridad te hace ir más allá de tus limites. Lo único cierto dentro de este escenario es que perderás muchas batallas antes de llegar a entender. Entonces tu lucha será supremamente liberadora porque aprenderás a encontrar la libertad en medio de la opresión. Para lograr el éxito, debes aprender a soltar tus deseos y expectativas, y después todo lo demás. Reduce tu planificación personal y deja que fluya el espíritu. Comienza por deshacerte de todas tus respuestas condicionadas y lucha por no sentirte afectado por cada giro y curva de tu camino. Evita la confrontación a menos que quieras generar más energía en tu opresor. Si es así, debes estar dispuesto recibir sus embates y si no es así, deja que las confrontaciones se diluyan. En medio de estas escaramuzas, te darás cuenta de que el camino con corazón te mantiene centrado. Te aliviará cuando estés nervioso y te permitirá reír cuando todo parezca perdido. Sin embargo, debes seguir rastreándote en todo momento. Evalúa tus puntos fuertes y débiles y tapa los agujeros por los que se escape la energía.

Debes recordar siempre en qué estás metido, saber que estás en relación con un pinche tirano. Las escaramuzas con los pinches tiranos te dan mucha práctica en la regulación de tus recursos. Con el tiempo, te darás cuenta de que te ves menos pillado en los asuntos ordinarios del mundo y estás más dedicado a la libertad. Recuerda que estás frente a un gran obstáculo. El efecto general de lidiar con pinches tiranos es que tienes que elevar la conciencia continuamente para disminuir la irritación y así entras en un camino de liberación. De hecho, la noción de pinche tirano puede ser aplicada a todo lo irritante de la vida y cuanto más entres en la conciencia acrecentada, menos efecto tendrá sobre ti. Con el tiempo, aprenderás que el control te impide reaccionar ciegamente y la disciplina te permite evaluar lo que está ocurriendo aunque te sientas vapuleado. También aprenderás que la astucia te permite dar la vuelta gradualmente a la situación y la paciencia te abre el camino a una resolución deliberada. Y, sobre todo, aprendes que la estrategia y las prácticas toltecas impiden que tu te conviertas en un pinche tirano. Voluntad. Don Juan dice que la coordinación de todos los componentes de la estrategia sólo puede ser conseguida por una persona que haya desarrollado la voluntad. Quizá un ejemplo claro de este principio es la vuelta de Castaneda a México para visitar a los demás aprendices. Después de verlos por última vez, había saltado a un precipicio, un suceso que activó su voluntad. Cuando llegó, se alojó con las Hermanitas, un grupo de mujeres con una notable habilidad en el arte de ensoñar. Siguiendo las instrucciones de don Juan, para espolear a Castaneda y permitirle entrar en niveles de conciencia más profundos, estas mujeres intentaron asesinarle en varias ocasiones (Segundo anillo, 60). Sin embargo, don Juan no les había dicho nada del lado «terrible» de Castaneda. En medio de una de las batallas, Castaneda mantuvo el control y pudo ver los puntos débiles de los cuerpos energéticos de las Hermanitas. Dándoles patadas en esos puntos, las dejó inutilizadas para futuros conflictos. En otra de las batallas emergió la energía de Castaneda: su «doble» salió de su cuerpo y dio un fuerte golpe a doña Soledad, dejándola casi muerta. En ambos casos, la voluntad de Castaneda conectó con distintos niveles del segundo campo de energía, produciendo resultados no ordinarios que le salvaron de una muerte segura. Rastrear el segundo campo de energía. La estabilidad, orientación y templanza conseguidas gracias a la práctica del rastreo son necesarias para explorar el segundo campo y nos proporcionan una forma de integrar nuestros hallazgos. El rastreo está relacionado con el asentamiento de los ínovimientos del punto focal, pero el ensueño nos proporciona la gran mayoría de las opciones. Hay muchas formas de abrirse al segundo campo. En general, uno de los requisitos es ir más allá de los campos condicionados ordinarios. En los capítulos siguientes se proponen muchos ejercicios de rastreo y ensueño que pueden ayudarte. También hay ejercicios que combinan ambas prácticas activando energías de los campos primero y segundo. Por ejemplo, por medio del intento, Abelar aprendió a extender líneas de energía fuera de su cuerpo físico con las que formaba una red o capullo a su alrededor. Aprendió a entrar en contacto con el segundo campo y a activar su voluntad manteniendo en todo momento la conexión con su cuerpo físico. También hay otras formas de combinar el rastreo y el ensueño. Hace algunos años visité mi lugar predilecto en la costa noreste de los Estados Unidos. Don Juan dijo a Castaneda que un lugar predilecto se utiliza para almacenar energía y también es el lugar donde tiene lugar la danza final del ranger en este mundo (Viaje, cap. 13). Llegué de noche, caminé una corta distancia y me detuve. La oscuridad parecía impenetrable. Los bordes del horizonte tenían un tono rojo-naranja, un color que estimula mi ensueño. Pero se estaba formando una tormenta y el resto del cielo estaba cubierto. No se distinguía la luz de las estrellas ni de la luna. Años antes había visitado el mismo lugar de noche y casi me caigo en una grieta; de haberme caído, hubiera resultado herido de gravedad y posiblemente habría muerto. Por tanto, me detuve e intenté orientarme. Entonces noté relámpagos de luz que surgían de las rocas y producían

suficiente luz como para guiar mis pasos. Entré en el bosque, me senté frente a un árbol y comencé a practicar la mirada fija. Mientras tanto, el área que me rodeaba se fue aclarando un poco, como suele ocurrir cuando se practica este ejercicio. Entonces tuve una visión en la que vi una figura humana inclinada sobre un objeto que me recordaba a una lápida incrustada en el suelo. La figura parecía estar escribiendo a máquina. Esta percepción hizo que cambiara de asociación y en lugar de asociar el objeto con una lápida lo asocié con un ordenador portátil. Pero seguí sin interpretar la situación, sin aplicarle un patrón. No quería interferir con esta historia-presagio. Entonces la figura-sombra se retiró gradualmente fundiéndose en un árbol y el ordenador portátil cobró vida propia. Tomé esto como una indicación de que me mezcíara con el mundo y permitiera que el libro que estaba escribiendo cobrara vida por si mismo. Sentí que el propósito del libro estaba más allá de mi intención personal. Mientras tenía esta comprensión, las nubes se abrieron parcialmente y apareció en el cielo la constelación de Orión, el guerrero celestial. Asumí que era un presagio de que mi interpretación de lo anterior era correcta. Las capacidades rastreadoras también son necesarias para manejar la emergencia del segundo campo en la vida diaria. Por ejemplo, durante una reunión de negocios, puedes ver el aura de otra persona aunque el control te impida expresarlo. Si quienes están negociando contigo no son conscientes de los campos áuricos, tu comportamiento puede parecer muy inestable.., y ese negocio se te va de las manos. Por otro lado, si eres muy bueno en la lectura de auras, puedes usarlas para discernir el estado de ánimo de los demás. Unida a la astucia, esta habilidad puede hacer de ti un negociador más hábil. *** El gran propósito del rastreo es alinearse con un objetivo para llegar a convertirse en él. Para conseguirlo, los principios del rastreo, las estrategias y las prácticas están diseñadas para producir cambios estables en el punto focal. Realizar un objetivo es el equivalente a estabilizar un movimiento. El punto más alto del rastreo es alinear plenamente la propia vida con el espíritu y una intensa manifestación de este alineamiento es el fuego interno. Para llegar a tal grado de sintonía con el espíritu, debes contrastar cada aspecto de tu vida con ese propósito. Don Juan aconseja que los movimientos del punto focal deben ser hechos pacíficamente, en armonía con uno mismo y con el mundo (Fuego, 216). Debes darte tiempo de ponerte al día contigo mismo, de hacer la transición de la racionalidad a la voluntad, y de realizar tus tareas en tus propios términos. El rastreo te ayuda a hacer estos cambios con suavidad. Así, en lugar de despotricar y desbarrar sobre esto y aquello, en lugar de sentirte impotente y temeroso, y en lugar de quedarte sentado esperando que alguien te salve, puedes usar el rastreo para ayudarte a forjar con firmeza y seguridad el camino que tu corazón elija.

CAPÍTULO 9 LA CAJA DE HERRAMIENTAS Don Juan dice que para soportar el estilo de vida tolteca se necesita fuerza interior. También añade que si se tiene la sobriedad suficiente, se elimina la necesidad de un profesor (Fuego, 182, 178). Se puede considerar que en este caso sobriedad quiere decir carácter o integridad. La integridad permite a una persona desarrollar un vínculo con el espíritu y posteriormente ese vínculo proporciona todo lo necesario para seguir adelante. El desarrollo de esta relación es la principal función del rastreo. El rastreo imprime carácter a la persona gracias a dos maniobras principales. La primera consiste en atemperar el primer campo energético; don Juan lo llama «limpiar el tonal». La segunda es la reducción del primer campo o «contracción del tonal». Don Juan dice que este aprendizaje genera suficiente fortaleza como para manejar el segundo campo (Relatos, 174). Atemperar el primer campo abre la puerta al segundo. Es decir, cuanto más puedas contraer el primer campo, más podrás entrar en el segundo. Pero para el primero debes ser lo suficientemente fuerte como para no desaparecer. Sin un primer campo fuerte, tus experiencias del segundo campo no serán significativas y pueden llegar a ser peligrosas. Contraer el primer campo es como bajar el volumen de la radio para poder oír una conversación. El miedo, la vergüenza o la novedad de una experiencia pueden contraer el primer campo. Pero estos sucesos suelen ser aleatorios y los toltecas buscan el control de esta maniobra. Por tanto, mientras aprendes a atemperar el primer campo, debes descifrar cómo contraerlo deliberadamente sin hacer que desaparezca del todo. Puedes medir tu primer campo (si pones en él poca o demasiada atención) a través del sentimiento. A medida que aumenta la exposición al segundo campo aumenta también la confianza. Pero no debes sobreestimar tus nuevas capacidades: aunque desarrollen tu claridad y poder, no son liberadoras de manera inmediata (Don, 188), fácilmente pueden conducirte a la complacencia. El encaje del primer campo mantiene controlada esta tendencia. Don Juan dice que para llegar al cuerpo energético, necesitas energía. Añade que el Camino Tolteca es un medio de reducir los gastos energéticos, así como de recargar con efectividad la energía existente (Ensueño, 23, 32-33). El resultado es un campo de energía fuerte y fluido. Los siguientes ejercicios y perspectivas te ayudarán a fortalecer la conciencia, lo que incluye desestabilizar, mover y reestabilizar la cohesión. Por tanto, las herramientas de rastreo te permiten ir más allá de cualquier campo condicionado y establecer las condiciones para que pueda darse un campo natural. Por medio de estas herramientas, puedes empezar a reactivar el intento, el vínculo que te conecta con el espíritu. Traveling with Power ofrece más ejercicios de estas técnicas. Accesibilidad. Mientras don Juan enseñaba a Castaneda a cazar comida, también le enseñaba a cazar conocimiento. Durante sus excursiones por el desierto, le enseñó a tratar con los espíritus de los charcos, los presagios y la ensoñación, por nombrar sólo algunos de los temas de su agenda. El resultado es que Castaneda aprendió a tener acceso al poder. Este conocimiento le sirvió a su vez como un preliminar para acceder al espíritu. Abrirse a lo desconocido puede darnos mucho miedo, pero también sentimos mucho miedo cuando tenemos que cruzar una calle abarrotada de tráfico y nunca lo hemos hecho antes. Nos enfrentemos con lo desconocido o con una calle abarrotada, lo que estamos haciendo es aumentar nuestra conciencia y desarrollar nuestras habilidades. En resumen, estamos aprendiendo a manejar el conocimiento y a desarrollar nuestro poder personal. Para entrar en el flujo del espíritu es necesario vivir con él. Viviendo con él, aprendemos a habitar en él. Por tanto, para tener acceso al espíritu, ábrele la puerta. Actitud. Atemperar el primer campo produce un cambio muy marcado en la persona porque

transforma la manera que uno tiene de encajar en el mundo. Don Juan dice que este cambio es necesario si se quiere tener una probabilidad de éxito (Relatos, 227). No es simplemente un cambio de estado de ánimo o de actitud, aunque la actitud correcta ayuda a realizarlo porque afecta a nuestro comportamiento. Además, la actitud de que las decisiones no son ni grandes ni pequeñas allana los picos y valles de la vida diaria. Sólo hay decisiones que tomamos teniendo en cuenta que vamos a morir, dice don Juan, y esto hace que todas las decisiones tengan el mismo peso (Viaje, cap. 4). Además, el hecho de mantener una actitud flexible te impide embrollarte en tus propios propósitos. Por ejemplo, si te dedicas a criticar a los demás constantemente no tienes tiempo de aprender nada nuevo. Evaluar una situación no es juzgarla. El ranger extrae claridad de la gente y de los sucesos para tomar decisiones cuidadosas, pero no pierde su energía en juzgar. Por otra parte, la actitud de dirigirnos hacia el éxito permaneciendo desapegados del resultado nos permite responder rápidamente a las circunstancias cambiantes. Si nos apegamos demasiado al resultado estaremos llenos de nudos. Una reflexión memorable respecto a la actitud correcta es la que aparece en la película de Steven Seagal, Hard to Kill. Seagal hace el papel de un oficial de policía versado en artes marciales y en las prácticas curativas orientales. Sufre un intento de asesinato por parte de un grupo de policías corruptos que le hace pasar siete años en coma. Mientras se recupera, planea castigarles con la ayuda de un amigo íntimo en el que confía. En respuesta a la preocupación de su amigo porque los otros son muchos más, Seagal replica que conseguirán triunfar porque «tienen una actitud superior, un estado mental superior». Equilibrio. Uno de los efectos del aprendizaje tolteca es que se consigue un estado de calma y seguridad sin estar seguros de nada. Esta ecuanimidad emocional produce dividendos durante toda la vida y refleja una combinación equilibrada de cuerpo, mente y espíritu. El equilibrio también se traduce en permanecer . Consecuentemente, ambos tuvieron que dedicar una enorme cantidad de energía a enderezar sus caminos, lo que les restó energía para explorar su totalidad. Quizá estas limitaciones fueron la causa de que don Juan dijera que aunque ambos llegaron a divisar la plenitud de su naturaleza, el misterio completo tuvo que esperar hasta su muerte para revelarse(Relatos, 21~9-240). Desde cierta perspectiva; ambos hombres ampliaron enormemente sus visiónes del mundo, pero se mantuvieron dentro de un campo condicionado no ordinario. Don Juan dice que en los tiempos antiguos los profesores movieron los puntos focales de sus aprendices practicando oscuros hechizos, rituales y subyugación. Para experimentar algo más de su totalidad, los estudiantes tenían que confiar, en el temperamento de sus profesores. Don Juan añade que los profesores actuales insisten en que los alumnos deben percibir la energía por sí mismos. Por tanto, es un logro personal y no una bendición que se recibe de un profesor. (Ensueño, 205). Uno de los intentos fundamentales de la instrucción tolteca moderna es asegurarse de que los aprendices aprenden a limpiar sus vínculos con el espíritu por sí mismos. El profesor Don Juan dice que el primer paso del profesores introducir al estudiante al hecho de que el mundo sólo es una idea. A partir de ahí, el aprendiz se instruye en que cualquier realidad sólo es un barniz de energía que ninguna visión del mundo describe adecuadamente. Después, cuando construye el muundo tolteca, el estudiante aprende a moverse entre la realidad’ ordinaria y la no ordinaria. En este caso se trata de impartir suficientes conocimientos del inventario tolteca como para que el aprendiz

pueda discernir que existen otros mundos, pero sin darle un exceso de información que le llevaría a perderse en ellos (Relatos, 231:240). Por tanto, la construcción de un mundo tolteca es una práctica para salir de cualquier realidad condicionada al mundo de la percepción pura y abstracta. Llegada a este punto, la persona tiene suficiente integridad personal como para tirar las reglas por la ventana. Como dice don Juan, se trata de vivir la vida. Aunque se imparten las mismas lecciones a cada aprendiz; el orden de las lecciones varía según el estudiante (Relatos, 239). Las lecciones también varían según la personalidad y estilo del profesor. Por ejemplo, don Juan no considera eficiente esperar a que sus pupilos entiendan o decidan si quieren seguir adelante o no. Prefiere darles un empujón y ponerles en situaciones en las que tengan que poner en práctica sus enseñanzas. Por otro lado dice que Julian; aunque era muy severo, nunca hizo nada de manera directa para alterar el curso de los acontecimientos. Pensó que nada era gratuito, por lo que era preferible que cada uno se ayudara a sí mismo. Don Juan también dice que Julian ayudó libremente todo el mundo para que pudieran ayudarse a si mismos (Don; 184-185> y, de hecho. Aunque Julian perdió el barco de la libertad siguió siendo impecable y permitió que don Juan fuera él mismo (Ensueño, 206). Con la excepción de los que tienen el don de la impecabilidad, el profesor es necesario para inculcar en el estudiante el poder personal (Conocimiento silencioso, 10, 11). El profesor presta su energía para que el estudiante la pruebe de primera mano (Ensueño, 25). Entre tanto, se centra en formar al estudiante. Uno de los rasgos del camino tolteca que más me gustan es que los estudiantes siempre son preparados para la libertad. El profesor educa plenamente al estudiante y después le deja que se defienda por sí mismo. Así, el método tolteca hace eco a las enseñanzas toltecas. Por ejemplo, asumir la responsabilidad personal es algo que se enseña, se espera y se requiere. El profesor enseña a aprender para que los estudiantes puedan reivindicar su propio conocimiento y puedan evolucionar más allá de las enseñanzas. Los mejores profesores cortan sus lecciones —incluyendo las que describen el mundo— a medida para que encajen en las mentalidades de sus estudiantes. Don Juan hizo que sus enseñanzas fueran relevantes para Castaneda y Castaneda dice que hizo lo mismo por nosotros (Ensueño, ix). Por ejemplo, mientras enseñaba a cazar a Castaneda, don Juan le recordaba constantemente que estaba sujeto a fuerzas más allá de su control (Viaje, 115). También le enseñó extrañas prácticas de brujería, como la de coser los ojos de las lagartijas (Realidad aparte, 124). En ambos casos, don Juan intrigó tanto a Castaneda que no tuvo ningún problema para captar su atención. Cuando Castaneda se rebeló, don Juan hizo pequeñas maravillas, como la de permanecer sin moverse durante horas. Entonces Castaneda tuvo que reconocer las habilidades de don Juan y decidir si quería seguir adelante con el aprendizaje o no (Viaje, 8 1-82). Haciendo que su instrucción fuera funcional, don Juan y Castaneda demostraron que no estaban apegados a sus enseñanzas y sin embargo fueron impecables en dar lo mejor de sí para educar a otros. Si se cometen errores, como la lectura imprecisa que hizo el equipo de don Juan del número de compartimentos en el cuerpo energético de Castaneda, son atribuidos a la educación personal de cada uno. Preocuparse por los errores haría accesibles a los toltecas y sería contrario a sus propias enseñanzas. A lo largo de todo el proceso, don Juan añade que los profesores no deben presionar en exceso porque eso sólo produce obsesión y morbidez (Relatos, 22). Como líderes de grupo, tanto don Juan como Castaneda tuvieron un impacto más allá de la siguiente generación tolteca. El estilo de don Juan también queda reflejado en su forma de tratar con su equipo y se evidencia, por ejemplo, en su intento de disuadirles de entrar en el mundo inorgánico. Y parece que Castaneda está siguiendo su propia estrategia. Donner dice que no les da directrices para la vida cotidiana sino que les guía a través del ensueño. Sería muy interesante que Castaneda asumiera la tarea de pasar directamente las enseñanzas a la generación siguiente. Don Juan dice que la presencia de un líder de grupo proporciona la fuerza suficiente como para cambiar el punto focal de otra persona (Ensueño, 144). Añade que uno de los roles del líder de

equipo es romper el espejo personal del autorreflejo, un efecto natural del movimiento del punto focal. Cuando tiene lugar este cambio la gente suele ponerse nerviosa, incluso volverse hostil, porque el mundo conocido pasa a un segundo plano. Aunque quizá no sea muy eficaz, la hostilidad le permite a la gente seguir su propia pista. En el caso óptimo, este tipo de escudo es sustituido por las predilecciones de poder que permiten que el punto focal se mueva libremente. El aprendiz Los profesores no buscan aprendices y la gente no puede inscribirse a voluntad para aprender con un profesor (Relatos, 229). De hecho, se suele evitar a los voluntarios porque tienen sus propios propósitos, dice don Juan, y no están dispuestos a perder su sentido del yo. Si el mundo tolteca les plantea demandas contrarias a sus propósitos, se niegan a seguir adelante (Conocimiento silencioso; 62). Como puedes imaginar, esta negativa puede empantanar a todo un equipo en la inacción en el mejor de los casos o en la acción destructiva en el peor. Por tanto, la decisión de si una persona entra o no en el camino tolteca depende totalmente del espíritu. El tolteca capaz de enseñar debe seguir los presagios respecto a si la persona está en la lista o no. Los libros de Castaneda, Donner y Abelar sugieren que con el tiempo se organiza un nuevo equipo para que la generación anterior pueda salir y arder con el fuego interno. Sin embargo, esto no significa que se trate de un club exclusivo. Don Juan dice que si una persona practica seriamente las técnicas de borrar la historia personal, perder la autoimportancia, usar la muerte como consejera y asumir responsabilidad, acabará adquiriendo suficiente poder personal para encontrar un profesor. Por tanto, encontrar un profesor no es tanto una cuestión de solicitarlo sino de almacenar la energía suficiente. Según don Juan, esto es parte de la regla (Relatos, 235-238). En mi caso, descubrí que practicando las técnicas de rastreo, conseguí aliviar las molestias de una úlcera sangrante. Cuando eliminé la medicación, vi el valor del mundo tolteca y me comprometó con él. Un año después estaba viviendo en Tucson, donde me encontré con don Juan. De manera similar, don Juan relata que se dio cuenta de que merecía la pena vivir su vida y por tanto cambió para ganarse su propio respeto (Viaje, 80). El tema de ser atraído o repelido por el mundo toltec a surge frecuentemente: Florinda Grau estuvo a merced de un curandero hasta que aceptó el estilo de vida tolteca. Por otra parte, mientras curaba a don Juan de una herida de bala, Julián lo atrajo a su mundo. Algunos reconocen inmediatamente que ese es su mundo una vez que el espíritu les ayuda a traspasar el umbral. Por ejemplo una de las Hermanitas, Rosa, entró en el mundo tolteca sin coerción. Pero don Juan nos advierte que es difícil comenzar el camino de la pura abstracción por uno mismo. Añade que poca gente escucha, aún son menos los que actúan, e incluso menos los que aprenden de sus acciones (Relatos, 221-227). Por tanto, los profesores cultivan los campos de energía de sus estudiantes, les ofrecen una dirección y les proporcionan el contexto de su búsqueda. Cuando se trata con un poder tan inmento, la independencia es un rasgo que se adquiere con duros esfuerzos. Al principio del aprendizaje no se aceptan fácilmente las innovaciones. Hasta que uno no se entera de qué es lo que está innovando, las especulaciones añaden confusión y alargan el período de aprendizaje. Don Juan dijo a Castaneda que debía guiarse por reglas claras y determinadas y a Clara y Abelar que el intento de los pases energéticos ya había sido establecido. Pero, como dice Grau, hace falta una renovación constante. De otra manera, la oportunidad de convertirse en persona de conocimiento es prácticamente nula. La permanencia dentro de un marco nos mantiene sujetos a un campo condicionado. Para desarrollar el campo natural, debemos aprender a fluir libre y fácilmente con el espíritu, acción que requiere estar tan disciplinados que podamos salir de la forma sin perder la dirección. La ventaja de seguir un camino metafísico es que vamos acumulando la disciplina que nos

permite innovar. Enseñanzas del lado izquierdo y del lado derecho Don Juan dice que los aprendices masculinos requieren dos profesores principales. Don Juan fue el profesor de Castaneda y don Genaro su benefactor. Los Genaros –Pablito, Nestor y Benignotuvieron a don Genaro como profesor y a don Juan como benefactor (relatos, 249). Según don Juan, el profesor imparte la estructura del sistema y cultiva la impecabilidad en el aprendiz. El papel del benefactor es familiarizar al aprendiz con el segundo campo y está relacionado con el ensueño. Castaneda dice que, según recalcó don Juan, la forma que tenga un aprendiz de relacionarse con el inundo tolteca está gobernada por la personalidad del benefactor. A Pablito le motivaba el miedo que le producía el autoritarismo de don Juan, mientras que Castaneda era gobernado por el afecto, porque don Genaro era dulce y afectuoso. El emparejamiento entre estudiante y profesor depende de la personalidad del estudiante. Don Juan dice que Castaneda necesitaba un profesor fuerte y un benefactor suave, mientras que Pablito necesitaba lo opuesto (Relatos, 264). Don Juan presenta sus enseñanzas comparando la percepción con una burbuja y dice que nos reflejamos continuamente a nosotros mismos las condiciones existentes dentro de la burbuja. El trabajo del profesor es limpiar y barrer el interior de la burbuja, minimizando así el autorreflejo y generando integridad. El benefactor rompe la burbuja desde fuera, abriendo el camino a percibir algo más allá de los reflejos (Relatos, 248). Este doble énfasis puede no ser evidente en el caso de las mujeres. Mientras que los hombres deben aprender a conectarse con el mundo, las mujeres tienen conexiones naturales y preestablecidas con él. Por tanto, el método puede variar siguiendo la pauta de las variaciones naturales. Lo que permanece constante son las instrucciones respecto a los procedimientos del lado derecho e izquierdo del cuerpo energético, el rastreo y el ensueño respectivamente. Esta instrucción también puede ser considerada un tutelaje para aprender a manejar lo conocido y lo desconocido. Don Juan considera que las mujeres son rastreadoras y ensoñadoras de manera natural, dependiendo de sus predilecciones. Su socia, Florinda Grau, piensa que los hombres pueden practicar tanto el rastreo como el ensueño pero sin sobresalir en ninguno de ellos hasta los niveles alcanzables por una mujer (Don, 290). Por eso las mujeres son las componentes esenciales de un equipo. Cuatro rastreadoras, una de cada dirección, y cuatro ensoñadoras, igualmente de cada dirección, pueden abastecer al equipo del intento rastreador y ensoñador que necesita. El equipo puede percibir cualquier cosa dentro del dominio humano cuando tiene una dotación completa de rastreadores y ensoñadores. Como un electrón que saltara a la órbita de otro núcleo debido a un exceso de excitación, cuando experimentamos la plenitud del estado humano, el punto focal salta fuera de este dominio. Por tanto, usamos el rastreo para atemperar el primer campo y el ensueño para atemperar el segundo. Otra forma de verlo es pensar que la instrucción del lado derecho concierne la vida cotidiana y su objetivo es limpiar el propio vinculo con el intento. En algunos casos el proceso está disfrazado. En el caso de Castaneda, por ejemplo, se utilizó la artimaña de la caza y la brujería. La instrucción del lado izquierdo ocurre a través del intento mismo y sin que medie la palabra hablada (Conocimiento silencioso, 12). En otras palabras, don Juan y don Genaro aplicaron presión al cuerpo energético de Castaneda, encarrilándolo hacia nuevas cohesiones. Su aprendizaje del lado derecho ocurrió mientras estaba en la conciencia normal y la instrucción del lado izquierdo tuvo lugar en un estado de conciencia acrecentada. Como Castaneda es un líder de equipo, también rastreó en su lado izquierdo. Los líderes de grupo deben aprender los principios del rastreo cuando sus puntos focales están profundamente inmersos en el lado izquierdo de sus cuerpos energéticos y mucho más allá de sus inventarios humanos, dice don Juan. Como son

líderes, deben ser capaces de actuar sin reflexión previa (Fuego, 9, 172). Este procedimiento también es aplicable al aprendizaje individual. Por ejemplo, mucho antes de que fuera publicado el libro de Castaneda El arte del ensueño, yo estaba practicando una forma espontánea y fluida de recapitulación. No recuerdo haberla comentado con don Juan ni con ninguna otra persona y sólo recuerdo haber leido en los libros previos de Castaneda sobre el método formal. Sabía que estaba obteniendo resultados; pero me sentía un poco culpable porque creía qué era demasiado vago por no practicar el método formal de elaborar listas. Me sentí aliviado cuando leí sobre el método fluido. Me di cuenta de que había estado practicando una técnica estándar de rastreo y no recordaba haber recibido ninguna instrucción al respecto. Como las enseñanzas del lado izquierdo tienen lugar en un estado de conciencia acrecentada, el aprendiz sólo recuerda una pequeña porción de ellas, si es que recuerda algo. Pero cada lección queda almacenada en el cuerpo energético y está marcada por una situación específica del punto focal (Ensueño, 145). El objetivo por tanto, es elevar la percepción hacia un estadode conciencia acrecentada permanente. Durante este viaje, se recuperan las piezas perdidas de la instrucción. Parte del método consiste en dejar que tras recibir la formación, la persona la descifre con la única ayuda de su poder personal. Sus profesores se han ido y el neófito tolteca debe emplearlo todo para volver a mover el punto de encaje a los numerosos lugares en los que ocurrieron las lecciones. Castaneda, por ejemplo, olvidó la mayor parte de lo que experimentó en estado de conciencia acrecentada. Sin embargo recuperó esas enseñanzas por medio de sus tareas. Creo que El fuego interno y El conocimiento silencioso reflejan con gran precisión esa capacidad de recordar las instrucciones de don Juan para el lado izquierdo. Además, la principal tarea del post-aprendizaje es volver a acumular todas las enseñanzas y al hacerlo alcanzar la to talidad del ser (Fuego, 129). Este proceso suele recibir el nombre de
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