Justicia Tridimensional: Redistribución, Reconocimiento y Participación Política

October 14, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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IV JORNADAS DEBATES ACTUALES DE LA TEORÍA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA, BS. AS. 2013.   2013. Eje temático: Identidades Políticas  Políticas  JUSTICIA TRIDIMENSIONAL: REDISTRIBUCIÓN, RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN POLÍTICA   POLÍTICA Harold Fabián BañolAndina Rodríguez: Departamento de Humanidades, Fundacióny Universitaria del Área (FUAA).Docente Seccionaldel Pereira, Colombia. Licenciado e n Etnoeducación en Desarrollo Comunitario. Aspirante a Magister en Filosofía Moral y Política de la Universidad Tecnológica de Pereira. " A  A pesar de las diferencias que existen entre entre ellas, tanto la injusticia socioeconómica como la injusticia cultural se encuentran ampliamente difundidas en las l as sociedades contemporáneas.  Ambas están arraigadas en procesos procesos y prácticas que sistem sistemáticamente áticamente ponen a unos grupos de  personas en desventaja frente frente a otros. Ambas, por lo tanto, deben ser remedia das.”   (Nancy Fraser)

Dentro del desarrollo tanto teórico como practico de la política contemporánea se ha debido asumir el fenómeno del multiculturalismo como una condición problemática de la realidad concreta de las sociedades; dicho fenómeno multicultural plantea la búsqueda del reconocimiento de una pluralidad de movimientos sociales y étnicos, como exigencia de una justicia social; que surge a partir de un nuevo paradigma, que ya no entiende la historia como un decurso teleológico y donde los grandes relatos como el Cristianismo, el Marxismo, el Iluminismo y el Capitalismo, a los que hace referencia J.F. Lyotard, son hoy desplazados por una exaltación a los pequeños relatos, que buscan en pocas palabras las reivindicaciones históricas de las identidades culturales, tanto desde una perspectiva de género género y de condición sexual, com como o desde las identidades étnicas. De aquí, se desprende el problema de cómo deben entenderse o abordarse las reivindicaciones de los movimientos sociales emergentes a partir del fenómeno multicultural, en relación con el proyecto globalizador, liberalizante y democrático, propio de las sociedades contemporáneas. Sin embargo, este fenómeno multicultural, plantea un dilema entre dos aspectos fundamentales de la justicia, entendiéndola en dos dimensiones: la justicia como reconocimiento o, la justicia como mientras se aboga por una, deberá sacrificarse “aparentemente” la redistribución bienes;dedonde, otra, en una de especie reduccionismo de un aspecto por el otro. Este dilema solo llega a superarse, a partir de un proyecto integral de ambos paradigmas de la justicia, el cual establece y garantiza unas condiciones vitales de vida digna, a partir de un esquema de participación, o mejor, de representación política de los diferentes movimientos sociales y grupos identitarios en el plano del debate público, donde estos grupos, sean actores, protagonistas y objetivos, de las políticas que se construyan en el orden social del que hacen parte. Es así, como se podrá comenzar a hacer justicia, a los diferentes movimientos y grupos sociales que surgen en el plano político, alrededor del fenómeno multicultural de nuestro tiempo.

 A partir de lo planteado, esta problemática descrita se pretende abordar desde el trabajo académico de Nancy Fraser, quien plantea una reflexión contemporánea sobre la justicia en un estadio político y social particular que llama "la condición postsocialista" que se caracteriza principalmente, por las dudas de la Izquierda sobre la viabilidad histórica de los ideales socialistas, es decir, por las dudas sobre la capacidad de la izquierda para garantizar las exigencias de 1

 

igualdad social. En consecuencia, surge como alternativa para alcanzar este fin político, la preponderancia por el reconocimiento cultural 1  como discurso emancipatorio. La intención de Fraser consiste entonces en construir una propuesta alternativa respecto a esta condición, donde el discurso socioeconómico y redistributivo 2  no quede reducido por el cultural y viceversa; dado que, como sostiene Fraser, "Dentro de la filosofía política, por ejemplo, los teóricos de la justicia distributiva tienden sencillamente a ignorar la política de la identidad, suponiendo, al parecer, que representa una falsa consciencia. Y los teóricos del reconocimiento tienden análogamente a ignorar la distribución, si la problemática de la diferencia cultural no guardara relaciónentre alguna con la igualdad social.como Ninguna de las dos partes, pues, pone en duda la disociación la economía política y la cultura que caracteriza la 'condición postsocialista'." (Fraser 1997: 10). Para tal fin, la autora plantea una reflexión frente la justicia, en términos de redistribución, (Entendiendo esta como la lucha por un conjunto de demandas sociales bajo la exigencia de una igualdad social); y de reconocimiento (como una defensa y valorización de la diferencia de las identidades culturales); y donde cada una de estas representa un paradigma de lo justo y al mismo tiempo un aparente carácter inconmensurable entre sí. Esta condición particular a la que se hace referencia, Fraser la distingue a partir de tres elementos constitutivos. El primero como como el “agotamiento de las energías utópicas de izquierda” –

haciendo referencia a J. Habermas en este aspecto-, cuyo principal problema frente a la justicia es el de la redistribución; y plantea como en la actualidad no ha surgido una propuesta progresista omnicomprensiva que ocupe el lugar que tuvo el socialismo en el siglo xx, y que visiones como el multiculturalismo central, el liberalismo político y el comunitarismo, aún no logran representar. El segundo elemento lo va a definir Fraser como una transformación gramatical de las exigencias políticas. Así, la reciente proliferación de exigencias en el marco del reconocimiento de la diferencia de los distintos grupos culturales, ha llegado al punto de opacar las demandas por la igualdad social, el cual se desenvuelve en el plano redistributivo. Dicho cambio gramatical puede notarse en el surgimiento da una "política de la identidad" subvalorando la categoría de "clase"; esto a su vez determina un cambio paradigmático en la manera de concebir la justicia. Esto trae como consecuencia la escisión de una política social respecto a la política cultural, resultado que

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  En este punto, se hace referencia a lo que se ha venido desarrollando desde los movimientos sociales por la emancipación, representadas por agrupaciones sociales de carácter feminista, el reconocimiento minorías y las sobre denominadas y lesbianas principalmente; un enfoque que las interpreta losétnicas problemas la justiciasubculturas de maneragay diferente; ya que estos grupos no luchan específicamente bajo exigencias de igualdad económica o redistribución material, sino que sus demandas son por el respeto a las características que los llevan a considerarse culturalmente como grupos, bajo la categoría categoría de reconocimiento; reconocimiento; que desplaza o transforma significativamente los conceptos normativos anclados en términos de distribución, al marco de la exigencia por una política de la identidad frente al fenómeno del multiculturalismo propio de las sociedades contemporáneas. Entre los representantes más destacados de esta propuesta se encuentran Charles Taylor y Axel Honneth 2   Respecto a este paradigma de la justicia John Rawls representa un referente central desde el liberalismo político, quien defiende una concepción general de la justicia que consiste en que "todos los bienes primarios sociales -(libertad y oportunidad, ingresos, riquezas y los fundamentos de la propia estima)- tienen que distribuirse de modo igual, a menos que una distribución desigual de alguno de estos bienes o de todos ellos resulte ventajoso para los menos favorecidos" (Rawls, 1971:34) Esta idea general de la justicia está determinada por el reparto igualitario de los bienes sociales, pero le atañe un giro importante, la desigualdad como un beneficio útil y aceptable en condiciones precisas que el mismo Rawls define como algo ventajoso respecto a los menos favorecidos, en el marco de un Estado liberal l iberal benefactor.  2

 

también puede desarrollarse a la inversa, dejando abierta una confrontación aparentemente irreconciliable entre ambos paradigmas. Y finalmente, un tercer elemento constitutivo es el resurgimiento del liberalismo económico, el cual, a partir del proyecto globalizador, ha generado un aumento en la desigualdad social en temimos temim os de ingresos y adquisición de riquezas, y la mercantilización de las relaciones sociales, empeorando así las posibilidades de vida de millones de personas3. Fraser considerará necesario entonces, someter a un análisis crítico de cada uno de estos elementos, sin embargo, se va a concentrar en el segundo y en el tercer elemento, ya que, es a partir de la reflexión de estos últimos, que podrá estructurar una propuesta clara que articule los proyectos liberales, multiculturales y comunitaristas.

El “ que que”  de  de la justicia: reivindicaciones de primer orden

Lo primero que la autora va a dejar en claro, es que existe una imbricación entre las injusticias económicas y culturales, por lo que la distinción que desarrolla en todo su trabajo es fundamentalmente analítica. Ahora, Fraser va a entender la solución de cada una de estas injusticias de la siguiente manera: "La solución para la injusticia económica es algún tipo de reestructuración político-social. Esto puede implicar la redistribución del Ingreso, la reorganización de la división del trabajo, el someter la inversión a decisiones democráticamente adoptadas, o la transformación de otras estructuras económicas básicas". (Fraser, 1997:24) las soluciones de este tipo las va a entender desde las reivindicaciones redistributivas redistributivas;; por otro lado, en lo que respecta a las soluciones frente a las injusticias culturales entiende, plantea "algún tipo de cambio cultural o simbólico. Esto podrá implicar la revaluación cada vez mayor de las identidades irrespetadas y de los productos culturales de grupos menospreciados. Podría implicar reconocer y valorar positivamente la diversidad cultural. De manera más radical aún, podría implicar la transformación total de los patrones sociales de representación, interpretación y comunicación." (Fraser, 1997: 24) reconocimiento.. Esta última será la manera como la autora va a entender la justicia como reconocimiento El análisis de estas dos soluciones frente a los conflictos económicos y culturales, pretenden develar el tipo de interferencias mutuas que pueden darse en el momento de ejecutar una u otra 3

  Existe una relación directa de este tercer elemento descrito por Fraser, respecto a la crítica que realiza Boaventura De Sousa Santos frente a la articulación entre políticas de igualdad y políticas de identidad, en lo que el autor denomina como "sistema desigualdad y exclusión" propio de la modernidad capitalista, la cual reduce las complejas relaciones entre igualdad e identidad y desigualdad y diferencia, a partir de una subordinación de la clase y una descaracterización de las diferencias culturales, en el marco de un sistema de pertenencia jerarquizada. Por lo que De Sousa Santos va a establecer la necesidad de construir una forma de articulación de las políticas de igualdad e identidad en lo que él denomina un imperativo categórico multicultural, donde se establezca qué "tenemos derecho a ser iguales cada vez que la diferencia nos inferioriza; tenemos derecho hacer diferentes cuando la igualdad nos descaracteriza" como una alternativa política respecto al sistema jerárquico de pertenencia social y cultural; que clasifica a la sociedad a partir de categorías independientes, como la pobreza por un lado y el marginado social o el excluido por el otro. Condición que el autor va a cuestionar a partir de un proceso de hibridación entre los dos sistemas de pertenencia jerarquizada, que combinan en un mismo cuerpo, sea individual o colectivo, elementos propios de la desigualdad y la exclusión.  

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solución, además de establecer las relaciones entre las exigencias redistributivas y de reconocimiento. Así, identificar el tipo de interferencias permite ubicar el punto en el que una solución económica impide que se dé la solución cultural y viceversa; también le permitirá identificar el punto de tensión que genera el dilema frente a una aparente inconmensurabilidad entre el reconocimiento y la redistribución, dada la necesidad que tiene el hombre de negar y afirmar a la vez su especificidad, en aras de la búsqueda de una justicia social. En el proceso de redistribución y reconocimiento, las interferencias mutuas se expresan así: La diferenciación analítica que Fraser hace, tiene como propósito develar o exponer la lógica a la que apunta la reparación desde cada paradigma, y así conocer en esencia hacia dónde se dirige cada solución específicamente4. Así, mientras las exigencias del reconocimiento tienden a promover la diferenciación de los grupos, a partir de la afirmación de valor de una especificidad adoptada putativamente, por un grupo cualquiera; las exigencias de redistribución, por el contrario tienden a promover la desdiferenciación de los grupos al abogar fundamentalmente por la abolición de los arreglos económicos que son soporte la especificidad de los grupos. Esto pone de manifiesto según Fraser una tensión mutua entre ambos paradigmas, que los pueden llevar actuar uno en contra del otro; esto es lo que la autora va a deno minar el “dilema redistribución-reconocimiento” el cual plantea como pregunta central ¿Cómo sería posible garantizar tanto redistribución como reconocimiento bajo la necesidad de enmendar tanto las injusticias económicas y culturales a las que las personas se encuentra sujetas, es decir, cómo negar y afirmar al mismo tiempo la especificidad como una condición sine qua non para non para alcanzar una justicia social?. alternativas tanto de Fraser intentará dar solución al dilema, a partir p artir del examen de concepciones alternativas tanto la redistribución como del reconocimiento (afirmación y transformación, respectivamente), para distinguir dos aproximaciones amplias del problema de la injusticia en los dos paradigmas en disputa. Así, por un lado identifica soluciones afirmativas,  afirmativas,  dirigidas a corregir los resultados inequitativos de los acuerdos sociales, que no alcanzan a afectar el marco general que los origina; y por otro lado, describe soluciones transformativas,  transformativas,  que buscan igualmente corregir los resultados inequitativos de los acuerdos sociales, pero a partir de una restructuración del marco general implícito que los origina; así, las soluciones afirmativas en el marco de redistribución económica apunta fundamentalmente a las transferencias del ingreso en dos tipos o formas -dice Fraser-, los programas de seguridad social y los de asistencia pública, donde buena parte de los recursos recae en bajo la responsabilidad del denominado “sector primario” de la clase trabajadora, cuyos beneficiados directos se encuentran entre “el ejército de reserva laboral” (desempleados y subempleados). En consecuencia, clase menos favorecida quedaría marcada por un estigma parasitario de deficiencialaedenominada insaciabilidad; y donde el efecto general de la soluciones de tipo afirmativo, desviaría la tensión qué debería recaer sobre la división del trabajo entre trabajadores y capitalistas, a las subdivisiones entre empleados y desempleados. Es en este sentido que Fraser sostiene que las soluciones afirmativas de las injusticias inj usticias económicas no afectan el marco general de donde estas se originan, sino que, además, termina generando injusticias de reconocimiento, ya que si bien estos programas de asistencia pública se dirigen los sectores

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Para tal fin, Fraser debe asumir metodológicamente un análisis extremo de la categoría de clase, arraigada estrictamente en una estructura político-económica de la sociedad; y un análisis extremo de la identidad menospreciada, completamente enraizada en la estructura cultural-valorativa de la sociedad. Esto como ya se mencionó, le permitirá evidenciar el punto de interferencia frente a las soluciones redistributivas y de reconocimiento; sin embargo, la autora va a reconocer la imbricación de ambas categorías en la vida real, a la que va a denominar como casos difíciles o bivalentes, pues representan la interferencia que expresa el dilema de los paradigmas de justicia.  

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menos favorecidos5, la representación representación de estos últimos últimos oscilará, no sólo como blancos de ayuda, sino también de hostilidad dado el carácter paternalista de la estrategia de la que son beneficiados directos y de primer orden. La lógica transformativa por otro lado, articula programas universales de seguridad social “tributación altamente pr ogresiva, ogresiva, políticas macroeconómicas dirigidas a la creación de condiciones de pleno empleo, un sector público grande (aislado del mercado), una producción significativa de propiedad pública o colectiva y la toma de decisiones democráticas de las prioridades socio económicas básicas” (Fraser, 1977:43) Esta transformación apunta hacia lo que la autora denomina una "social-democracia fuerte”6  que reduce la desigualdad social, sin la necesidad de crear clases estigmatizadas (como si lo hace la solución afirmativa), sino que promueve una reciprocidad y solidaridad en las relaciones de redistribución económica y en parte las relaciones de reconocimiento. Por lo tanto, mientras las soluciones afirmativas frente las injusticias económicas, no afectan -como ya se dijo- el marco general que los origina, sino que además acentúa las injusticias de reconocimiento al crear clases estigmatizadas, compuestas por las personas beneficiadas por una generosidad especial; la soluciones transformativas por otro lado, eliminan la diferenciación entre las clases, en un marco de ciudadanía social universal dentro de un proyecto “social-demócrata fuerte” el  cual puede ayudar a reparar formas de falta de reconocimiento que se derivan de la estructura político económica. Respecto a las soluciones afirmativas de las injusticias cultural-simbólicas, estos están asociadas a una concepción central del multiculturalismo, que propone reparar la falta de respeto mediante una revaloración y consolidación de las identidades de los grupos injustamente devaluados, dejando intacto el contenido de estas identidades y las diferenciaciones implícitas entre los grupos, en lo que se denomina cómo “políticas de identidad”; la cual trata a los distintos grupos culturalmente diferenciados cómo una realidad cultural de contenido sustantivo propio, en términos de lo que hoy puede entenderse como etnia7, que existe por sí misma y se hace necesario darle un reconocimiento adicional que supere las injusticias frente a la falta de respeto a las que han sido sometidas históricamente. Por otro lado, la soluciones transformativas de las injusticias culturalsimbólico, están asociadas a la deconstrucción (en un sentido derridiano), lo cual permite dar solución a condiciones de falta de respeto, a través de la “transfor mación de la estructura culturalvalorativa subyacente” -sostiene Fraser- lo cual apunta finalmente, no sólo a la elevación de la autoestima de los miembros de los grupos irrespetados, sino que también transformaría la imagen que todos los miembros que una sociedad tiene sobre sí misma, a partir de una desestabilización de la identidad de los grupos existentes y sus factores de diferenciación. En consecuencia, las soluciones afirmativas asociadas al reconocimiento promueven y consolidan la diferenciación existente entre distintos grupos; mientras que las soluciones a las injusticias cultural-simbólica transformativas, tienden a largo plazo a desestabilizar los marcos culturales, dando lugar a nuevas formas de representación y de agrupación social. 5

  En este punto puede evidenciarse una crítica directa al liberalismo político de John Rawls, respecto a noción de los “menos favorecidos” , la cual representa un concepto central en su teoría de la justicia; ya que estos ocupan un lugar privilegiado dentro de la sociedad bien ordenada de su propuesta teórica, como en el marco de sus principios de justicia. 6  Si bien Fraser hace referencia a una social-democracia fuerte, esta concepción está ligada li gada a un sistema político-económico socialista. 7  Lo étnico podría definirse cómo una categoría que está íntimamente ligada al reconocimiento de los valores compartidos, legitimados por tendencias y discursos, usos y costumbres, que se manifiestan a través de símbolos, de mitos, de la me memoria, moria, etc.; que son en sínt síntesis esis el producto de un proceso histórico de cristalización identitária de los diferentes grupos sociales; y que vive en una construcción y reconstrucción constante. 5

 

En resumen, la descripción frente a las soluciones de injusticias económicas y cultural-simbólicas según Fraser, pueden expresarse estratégicamente de manera complementaria, a partir de una relación par entre las soluciones afirmativas de carácter económico representado en un Estado liberal benefactor, y las soluciones afirmativas de corte cultural-simbólico desde el multiculturalismo central; análogamente, plantea también una relación similar entre las soluciones transformativas de tipo económico a partir del pro yecto de una “social-democracia fuerte”, y las soluciones transformativas de la falta de respeto cultural desde una lógica deconstructiva. Sin embargo, la autora va a desconocer la posibilidad cruzar las soluciones tipo económico con lasno soluciones transformativas de cortedecultural-simbólico; y las afirmativas soluciones de transformativas de tipo económico, con las soluciones afirmativas de carácter cultural; aunque no vea en estas últimas una posibilidad clara que permita superar el dilema en cuestión. Este cuadro planteado por Fraser, va a permitir entonces abordar casos específicos en torno a grupos precisos que son afectados directamente por el dilema redistribución-reconocimiento; los cuales la autora enmarca entre: las clases explotadas, las sexualidades menospreciadas y los grupos asociados a la categoría de etnia y género; género; donde todas ellas se encuentran en una relación de colectividades bivalentes, es decir, que exigen soluciones reparadoras desde el paradigma redistributivo económico y de reconocimiento cultural al mismo tiempo. Retomando lo planteado anteriormente, Fraser se propone intervenir directamente sobre el dilema redistribuciónreconocimiento con el ánimo superarlo, a partir de una evaluación preliminar que le permita identificar la compatibilidad mutua y las interferencias entre sí, de las diferentes estrategias de reparación propuestas; esto para realizar una aproximación frente, a que podría suceder cuando varias soluciones respecto a las injusticias, se aplican simultáneamente, y si a partir de esta relación se puede llegar superar el dilema. Existe entonces cuatro posibles parejas de soluciones que permitirán abordar las injusticias entorno a lo económico y a lo cultural simbólico; primero, las estrategias políticas afirmativas de redistribución en el marco de un “Estado liberal benefactor” asociadas a las políticas de

reconocimiento transformativo de carácter deconstructivista; que promueven respectivamente, la diferenciación entre grupos, por un lado, mientras la otra tiende a desestabilizarla. Algo similar ocurre con una segunda pareja qué asocia las políticas de redistribución trasformativas de una “social-democracia fuerte” con las políticas afirmativas de reconocimiento desde la perspectiva del multiculturalismo central, ya que mientras la primera socaba la diferenciación de los grupos, la segunda los promueve. Por otra parte, a primera vista, las otras dos parejas restantes pueden encontrar, -más que una interferencia recíprocarecíproca- compatibilidades estratégicas que pueden ayudar a superar el dilema. Las políticas afirmativas de redistribución del “Estado liberal benefactor”, por ejemplo, en asociación

con las políticas afirmativas de reconocimiento cultural en el marco del multiculturalismo central, parce guardar un estado de coincidencia, ya que ambas promueven la diferenciación de los grupos. Fraser va ejemplificar esta condición a partir de su rrelación elación con un problema específico; el del género. “Dejando de lado los casos que a primera vista resultan poco prometedores, conside raremos,

primero, el caso  prima facie, facie, prometedor en el que se combina la redistribución afirmativa y el reconocimiento afirmativo. Como sugiere su nombre nombre la redistribución afirm afirmativa ativa dirigida a remediar remediar las injusticias de género a nivel económico incluye la puesta en marcha de acciones afirmativas, esto es, esfuerzos para asegurar a las mujeres su porción equitativa de los empleos existentes y de los cupos educativos, dejando intactos la naturaleza naturaleza y numero de esos empleos sin cupos. El reconocimiento afirmativo dirigido a reparar las injusticias de género culturales incluye el feminismo cultural, esto es, el esfuerzo para asegurar a las mujeres el respeto mediante la revaluación de la 6

 

feminidad, dejando intacto el código binario de género que da sentido a esta última. Así, el escenario en cuestión combina la política socioeconómica del feminismo liberal con la política cultural del feminismo cultural.” (Fraser, 1997: 47,48).  

 Ahora, esta aparente articulación entre estas estrategias que resuelven las injusticias económicas y cultural-simbólicas desde una concepción afirmativa, expresa un defecto; la redistribución afirmativa no se compromete con un nivel profundo respecto a la economía política, pues deja intactas las estructuras que generan las desventajas, estando obligada a mantener una serie de asignaciones y reasignaciones económicas a grupos especiales, que puede llevar a generar una forma de irrespeto  –como ya se dijo-; así, las reparaciones afirmativas orientadas a reparar las injusticias redistributivas, terminan alimentando injusticias injusticias de reconocimiento. Por otra parte la estrategia de reconocimiento afirmativo podría avanzar en el desplazamiento de las estructuras etnocéntricas, cuyo efecto terminaría avivando los resentimientos existentes, y que finalmente también promueve la acción afirmativa de redistribución. De manera similar las estrategias transformativas de carácter redistributivo y de reconocimiento parecen ser compatibles, al asociar el modelo distr ibutivo ibutivo de una “ Social-democracia fuerte” con el proceso de deconstrucción, que apuntan –ambas- a la eliminación de los factores de diferenciación intergrupales. Fraser también explica este fenómeno fenómeno desde el caso particular del gén género. ero. “La otra vía que resulta prima facie prometedora combina   la redistribución transformativa con el reconocimiento transformativo. La distribución transformativa dirigida a resolver la injusticia de género en la economía adopta la forma forma de un feminismo soci socialista alista o de una social-democracia feminista. Y el reconocimiento transformativo para resolver la injusticia en la cultura consiste en la deconstrucción feminista, orientada a desmantelar el androcentrismo mediante la desestabilización de las dicotomías de género. El escenario en cuestión combina entonces las políticas del femi feminismo nismo socialista con las políticas culturales del feminismo deconstructiv deconstructivo.” o.” (Fraser, 1997:49) 

Partiendo de esta descripción se puede inferir como el objetivo de la estrategia deconstructivista es crear una cultura que reemplace las dico tomías jerárquicas por unas “redes de dif erencias erencias múltiples” que confluya n en condiciones de respeto mutuo y que estén en un proceso dinámico constantemente; cuya relación con la estrategia de reparación económica transformativa en el marco de una “social-democracia fuerte”, se opone a las formas de cristalización y consolidación de las diferencias determinadas por un orden jerárquico, que si tienen lugar en el modelo de una economía política guiada guiada injustamente por el el género masculino, por por ejemplo. Esta relación plantea un modelo cultural de construcción y deconstrucción libre y constante de la identidad y las diferenciaciones intergrupales que debe desar desarrollarse rollarse en el marco de la igualdad social. Sin embargo, estas dos estrategias de reparación frente a las injusticias económicas y culturalsimbólicas pueden ir en contra de los intereses e identidades de los grupos culturalmente diferenciados, tal y como actualmente están constituidos; por consiguiente, estos últimos deberán desprenderse de las construcciones culturales actuales de sus identidades como una condición necesaria para que la superación del dilema sea posible, tanto política como psicológicamente.  Así, la pregunta que deberá formularse es, ¿Hasta qué punto los grupos culturalmente diferenciados están dispuestos a asumir tal desprendimiento de sus estructuras identitarias? En consecuencia, el reconocimiento entendido desde una perspectiva exclusivamente identitaria, es -según la autora- profundamente inadecuada y teóricamente deficiente, por lo que propone un enfoque alternativo que consiste en tratar el reconocimiento como una cuestión de “posición social”. Así, lo que precisa de reconocimiento, no es la identidad específica del grupo, sino el status status   de los miembros individuales como plenos participantes de la interacción social, es decir, que la 7

 

propuesta de Fraser es desplazar la categoría de identidad por la de status status,, como modelo para comprender o abordar el problema de reconocimiento. La propuesta de Fraser se propone entonces, trasladar la discusión del falso reconocimiento de las deformaciones psíquicas y las ofensas culturales independientes, a una relación institucionalizada de subordinación social, es decir, de un plano cultural a un plano institucional de estatus y derechos, sin desconocer que las instituciones también tienen una configuración determinada por significados y prácticas culturales. En síntesis lo que pretende es desinstitucionalizar los modelos de valor cultural que impiden una participación igualitaria y reemplazarlos por un modelo de paridad de participación (transformación de las instituciones sociales y los valores que regulan la interacción en condiciones de desigualdad). Siguiendo esta línea, sostiene Fraser que, “La manera en que se realiza esta transformación dependerá en cada caso del modo en que la falta de reconocimiento se haya institucionalizado, las normas jurídicas requerirán cambios legales, las formas políticas establecidas harán necesarios cambios políticos, las formas asociativas requerirán cambios asociativos (…) No obstante en todos lo s casos el objetivo es el mismo: Remediar la falta de reconocimiento supone reemplazar los modelos de valor institucionalizados que impidan la participación.” (Fraser, citado en Gonzales 2010: 5).   Hasta ahora, Fraser ha denominado la discusión sobre la justicia dentro de los paradigmas redistributivos y el reconocimiento como una cuestión de primer orden; sin embargo, la autora establece qué esta discusión se concentra en los elementos sustanciales de la justicia y descuida lo que ella llama "las metacuestiones referentes al marco" es decir: ¿Cuál es el marco adecuado dentro del cual han de tomarse en consideración el problema de la Justicia de primer orden? y ¿Quiénes son los sujetos apropiados, con derecho a una justa distribución o al reconocimiento recíproco en un caso determinado? Fraser con este tipo de cuestionamientos pretende aportar, no sólo a las cuestiones sustanciales de la justicia, sino además al marco en el que ésta última deberá desarrollarse o ejecutarse. Por consiguiente el debate de la justicia respecto a las cuestiones de primer orden, es decir, el paradigma redistributivo y de reconocimiento como elemento sustantivos de lo que es justo, deberá complementarse por un tercer enfoque que no sólo integre las categoría sustanciales de la justicia, sino que corrija las cuestiones del marco en que las mismas deberán darse, y que se ha descuidado en lo que respecta al debate frente de a la justicia social. Bajo esta línea Fraser propone un tercer elemento; incorporando la dimensión política de la representación,, a la dimensión económica de la redistribución y la dimensión cultural del representación reconocimiento, argumentando que la primera logra abarcar las otras dos, en una especie de esquema tridimensional, que permita hacer visible tanto él "qué" de la justicia, determinado por el análisis sustancial de la redistribución y el reconocimiento; como el “quien” y "cómo" de la justicia, propios de la reflexión referente al marco. Dichas transformaciones respecto al debate sobre la  justicia está determinado por un cambio paradigmático frente a lla a condición westfaliana wes tfaliana del Estado moderno, a una teoría de la justicia j usticia democrática post-westfaliana. En resumen, Fraser ha venido defendiendo una teoría bidimensional de la Justicia, que integra los dos paradigmas mencionados hasta ahora, entiéndase: la redistribución económica y el reconocimiento cultura. A partir del problema del marco (transformación del Estado westfaliano a un marco post-westfaliano), la autora establece un tercer aspecto en relación con la justicia, que denomina el “quien”  y "cómo" de la misma, el cual se expresa a través de la representación política,, este último aspecto es el elemento central de la teoría de Fraser, pues actúa como agente política regulador y de engrane de los paradigmas de redistribución y reconocimiento.

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 Ahora, Fraser ha descrito toda una reflexión respecto a la justicia de primer orden en dos dimensiones respecto a las injusticias de tipo económico y cultural; empero, la introducción de una tercera dimensión de lo político en términos de la representación le exigirá entonces describir las injusticias entorno a ésta nueva dimensión, por consiguiente Fraser las va a denominar a partir del fallida, que se expresa en dos niveles: en lo político-ordinario qué término de representación fallida, ocurre "cuando los límites políticos y/o reglas de decisión funcionan injustamente negando a determinadas personas la posibilidad de participar en paridad con otras en la interacción social" (Fraser, 2008:43) yde la segunda injusticia de últimas des-enmarque, des-enmarque , que al aspecto de la delimitación fronteras;una cuando estas se tratan de concierne manera que alguien político queda injustamente excluido de la posibilidad de participación en las confrontaciones sobre la justicia que le competen. Esta última -sostiene Fraser- está caracterizada por el proyecto de globalización que ha obligado al marco estatal westfaliano a resguardarse así mismo, mientras el sistema interestatal, salvaguarda la misma compartimentación del espacio político que el institucionaliza, impidiendo que se adopten decisiones democráticas de nivel transnacional en cuestiones de  justicia. Esta situación descrita, pone en evidencia cómo el marco estatal westfaliano, es un poderoso instrumento de injusticia pues manipula el espacio público, poniendo en cuestión las reivindicaciones reales de la justicia de primer orden.  A partir de aquí, la autora va a plantear de manera análoga, soluciones afirmativas y transformativas a las políticas de representación fallida, haciendo énfasis en la última, la cual implicaría una transformación del territorio estatal westfaliano, hacia alternativas que reconozcan principios y derechos de carácter  postwestfaliano  postwestfaliano que  que apunten a solucionar las injusticias de desenmarque propias del proyecto de globalización que vive el mundo hoy. Finalmente se ha descrito hasta este punto una reflexión en lo que respecta a la superación de las relaciones sociales inequitativas frente a la justicia de primer orden en relación con la distribución económica y el reconocimiento de las diversidades culturales, en el marco de los estados nacionales modernos, sin embargo, dadas las condiciones actuales frente al proyecto de globalización se hace necesario extrapolar este tipo de reivindicaciones sociales a un marco interestatal que garantice de manera concreta la superación de las injusticias de primer orden, dadas las implicaciones de carácter internacional, que surgen a partir de unas relaciones de desigualdad y exclusión interestatal, en el marco la globalización.

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