Josefina, Atiende A Los Señores y Otros Textos

September 6, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Guillermo

CABRERA INFANTE  Josefina, atiende a los señores otros textos.

de Regalo Josefina,Libros atiende 24 a los señores

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y otros textos.

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Guillermo Cabrera Infante

Edición digital gratuita de

Libros de Regalo 24 Escríbenos a: [email protected] [email protected]   [email protected]   [email protected] Primera edición: Agosto 2008 Santo Domingo, República Dominicana

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Contenido Cabrera Infante o la elección de la decencia, por Aquiles Julián La apuesta  Josefina, atiende a los los señores La visita Lo peor del dragón está en la cola / entrevista Cervantes, mi contemporáneo Y va de cuento Entrevista a Guillermo Cabrera Infante

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Notas biográficas

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Cabrera Infante o la elección de la decencia 

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Uno tiene sus escritores favoritos, esos que admira, que imita, que relee, que ama. Guillermo Cabrera Infante es uno de mis principales. Es, simultáneamente, un escritor que atrapa y encanta, a la vez que un carácter indómito, que eligió el destierro y la dignidad antes que la complicidad y la alcahuetería servil y deshonrosa. De hecho, una de sus mayores enseñanzas para mí fue el valor de disentir, de discrepar, de separarse de la manada y el conciábulo, del conturbernio y la abyección, de la indignidad y la infamia, para mantener la honestidad consigo mismo, con su propia verdad. Sus cuentos y novelas, sus artículos y entrevistas, son un homenaje a una Cuba que se perdió en medio de de las fanfarrias y los los espejismos, y un clarinazo por una Cuba Cuba que debe emerger en algún momento. Ha sido un crítico mordaz y certero de los excesos y delirios de ese ensayo de estalinismo tropical que tanto dolor, frustración y atraso ha generado. El potente aparato de propaganda estalinista, que contaba y cuenta todavía con tantos mequetrefes mequetrefes voluntarios que se prestan para cualquier infamia y tantas gallaretas convencidas de que son “parteras” de la “Historia”, intentó descalificarlo y sepultarlo en un torrente de infundios, calumnias y bajezas, pero su talento se abrió paso pese a la descomunal vocinglería y al miedo de muchos frente al chantaje seudoprogresista. Con los años, los viejos slogans y promesas se han desteñido y las realidades se han impuesto. Pero, todavía por estos lares, demostración de que no aprendemos y persistimos en el error, proliferan los mesías de izquierda, los redendores de pacotilla, los demagogos que prometen el paraíso a la vuelta de la esquina a condición de que renunciemos a los magros derechos que a un alto precio hemos podido alcanzar. La libertad es innegociable. Los dominicanos sabemos de eso, luego de 31 años de tiranía, abusados más que gobernados por un delincuente común endiosado por quienes se cobijaron bajo su capacidad de matar, para escalar posiciones y disfrutar privilegios.

 

 

También sabemos la añoranza del foete y el abuso que padecen algunos, y que proclaman en voz alta cuando c uando las deficiencias de nuestra endeble democracia se hacen patentes.

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Pero, con sus altibajos, sus baches, sus su s puntos ciegos, desde finales del 1961 hasta la fecha, salvo durante el lamentable período del Triunvirato, Triu nvirato, los dominicanos hemos vivido una precaria, pero cada vez más amplia, democracia; hemos ido superando la paranoia social, el miedo miedo que nos aherrojó y nos degradó; ese miedo, fomentado fomentado desde el poder, que produjo las muestras de infamia personal más vergonzosas y, simultáneamente,, que indujo las acciones libertarias más desinteresadas. simultáneamente Aquí los esbirros intelectuales de la tiranía trujillista, desde embajadas y ministerios, urdían patrañas, tejían complots, sobornaban y comprometían para denostar, infamar y calumniar a los escritores dominicanos que enfrentaban a su amo. Y también coparticipaban en secuestros, como el de Galíndez, y en asesinatos como el de Requena. Debido a eso, como escritor dominicano aprecio el valor de Guillermo Cabrera Infante cuando escapa de la prisión dorada a los riesgos y afanes de la libertad, y desde allí mantiene una denuncia continua e implacable de la situación de Cuba. Y es que, por precaria y limitada que sea, por insuficiente que sea, pese a sus lacras y deficiencias, la democracia, con sus derechos, sus debates, sus enfrentamientos, sus elecciones, sus principios y valores, es superior a cualquier otro modelo, a cualquier otro sistema, a cualquier otra ideología. Los tiranos siempre creen que tienen una mejor solución, pero sólo es mejor para ellos. Ni siquiera para sus adláteres, pues, sometidos a los caprichos de un solo hombre, condenados a rebajarse y a mostrarse obsecuentes e incondicionales, pídase lo que se pida, sometidos a la mirada desconfianza del tirano y a las intrigas de los paniaguados que pugnan por ser favoritos y que producen casos como el de Ramón Marreno Aristy en el caso dominicano, los esbirros intelectuales, los serviles del tirano, terminan viviendo el continuo infierno al que su afán de sobresalir y ascender, los condena.

 Aquiles Julián

 

 

La apuesta

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-Usté, vamo. -¿Qué pasa? -El salgento que lo quiere ver. -¿Para qué? -¡Cómo queaquí pa qué! -Salgento, está Vamo, éte. vamo. Andando. -Está bien, retírate. ¿Qué, cómo anda esa barriga? Duele, ¿no verdá? Ah, pero te acostumbras, viejo. Dos o tres sacudiones más y nos dices todo lo que queremos. -Yo no sé nada sargento. Se lo juro ju ro y usted lo sabe. -No tiene que jurar, mi viejito. Nosotros te creemos. cr eemos. Nosotros sabemos qué tú no tienes nada que ver con esa gente. Pero te he traído aquí para preguntarte otra cosa. Vamo ver: ¿tú sabes nadar? -¿Qué? -Que si sabes nadar, hombre. Nadar. Así. -Bueno, sargento… yo… -¿Sabes o no sabes? -Sí. -¿Mucho o poco? -Regular. -Bueno, así me gusta, que sea modesto. Bueno, pues prepárate para una competencia. Ahora por la madrugá vamo coger una lancha y te vamo llevar mar afuera y te vamo echar al agua, a ver hasta dónde aguantas. Yo ya he hecho una apuestica con el cabo. No, hombre, no pongas esa cara. No te va a pasar nada. Nada más que una mojá. Después nosotros aquí te esprimimos y te tendemos. ¿Qué te parece? Di algo, hombre, que no digan que tú eres un pendejo que le tiene miedo al agua. Bueno, ahora te vamos devolver a la celda. Pero recuerda: por la madrugá eh. ¡Cabo, llévate al campión pal calabozo y ténmelo allá hasta que te avise! Oye: y va la apuesta.

 

 

 Josefina, atiende a los señores

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Bueno, la cosa es que cuando c uando uno tiene una casa no puede dejarse pasar la mota, porque ya se sabe que camalión que no muerde. Porque, mire, por ejemplo ejemplo,, esa muchacha Josefina. Es de lo mejorcito. Limpia, asiadita, no arma bronca nunca y vive aquí, con poco, lo queque unosilaeltiene a mano, nunca si leque ha si quedado tantosiempre por siento de la ycasa, queanda si esregatiando mucho queque si esto lo otro y lo de más allá. Por ese lado no tiene un defegtico. Bueno, pero sin emb embargo, argo, no hay quien la haga moverse de la cama. Mire que yo le digo: Josefina, has esto,  Josefina, has lo otro. Josefina, Josefina, esta niña, muévete. muévete. Sé más viva. Pue Puess ni con eso. Y le ando atrás todo el bendito día. Porque a diligente sí que no me gana nadie. Si no, ?cómo cre usté que yo hubiera llegado a montar montar este localsito¿ No crea crea que me he ganado esto con el sudor de mi sintura nada más. Qué va. De eso nada. A fuersa de espabilarme y de trabajar muy pero muy duro. Y no sólo orisontal. Porque, el difunto, que en pas descanse, no me dejó más que deudas. Y ya usté sabe lo que era esto: yo aquí, una mujer sola para atenderlo todo y llevarlo alante. Pero yo ni dormía. (Bueno, igualito que ahora.) A las cuatro o las sinco cuando se iba el último cliente, yo cogía y meque ponía contar el y a repartir de quien cada una eso después sí: a repartir lo conajusticia le dinero toca a cada una, nolohay me (porque gane). Pues que parejo repartía el dinero, levantaba al chiquito que me limpia y lo hacía ponerse a trabajar a esa hora. Bueno y para no cansarlo, me acostaba dos o tres horas nada más y a las ocho ya estaba yo despertando a las muchachas que tienen el turno de por la mañana para que se arreglaran y recibieran limpias y compuestas a los clientes mañaneros. Porque usté sabe que hay gente que tienen sus manías y vienen aquí al ser de día para coger a las muchachas frescas y descansadas, y otros para evitar lo de las enfermedades. Vea, ¡como si una noche pudiera borrar las cruses! Pero bueno, hijo, hay que complaserlos a todos, porque eso sí: si una fama tengo yo es la de ser complasiente, porque para mí siempre el cliente, cliente, como es el que paga, tiene la ra rasón són y no porque éste sea un negosio de andar en cueros, c ueros, no vaya a pensar que no hay que darle a cada uno lo que pida. Bueno, pero para no cansarlo, le diré... ?por dónde iba yo¿ Ah sí. Pues mire usté, después de las ocho ya no paraba yo: vaya a la plasa a haser los mandados, cáigale arriba a la cosinera, después de comer, a resibir a las que duermen fuera y ponerlas pronto a trabajar (porque usté sabe que si una u na fama tiene mi casa es la de tener siempre muchachas a disposición del que venga, a cualquier hora del día que venga, hasta las dos o las tres de la madrugada), bueno, pues después de eso, me pongo a sacar lo que hayan ganado las vitrolas de los tres pisos, reviso cómo anda a nda el baresito y mando al chiquito a la bodega, si hase falta cualquier bobería, y luego como ya es hora de la comida, c omida, pues a comer; y al acabar ya es de noche y bueno, para no cansarlo, que ya es la hora de empesar el ajetreo de a verdá verdá. Bueno, pues en todo ese tiempo ?qué cre que ha estado hasiendo Josefina¿ ¡Dormiendo! Yo la he dejado porque ella lo único que pide es que la dejen dormir y ni siquiera anda peliando por la

 

 

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comida, que si es poco que si es mala, como algunas que yo conosco, y claro, yo la dejo dormir porque tengo que tenerla contenta: porque ella es muy mu y solisitada por la clientela buena, pero rialmente esa muchacha es un dolor de cabesa contante. Yo comprendo que ella tiene proglemias de a verdá, pero ¡por favor! Quién no los tiene. Bueno, y usté u sté me ve a mí detrás de ella: Josefina, vieja, baja baja que te buscan. Esta niña, ¿por qué no estás en el recibidor, atendiendo atendiendo a la gente y no aquí tirada en la cama? Pues ella ni ca caso so que me hase y entonses no me queda más remedio que mandar a buscar a Bebo, su marido, y únicamente así es como ella se levanta, se arregla y está dispuesta a trabajar. Yo creo que ella no se da cuenta de cómo la trato, con qué consideración. Porque bueno, vamos a ver: si ella estuviera en uno de esos guachinches de entra que te conviene, y no en una casa como ésta, de las grandes, respetada, autorisada por la policía y sin un proglemia nunca, donde no se arresiben menores y hay que tocar para entrar y no entra todo el que quiere; ¡y en la calle que está! Porque usté u sté sabe que eso de tener una calle seria no lo consigue todo el mundo. Pero bueno, para no cansarlo, voy a terminar de contarle lo de Josefina. Claro que ella no se llama Josefina. Ése es el nombre para el negosio, pero todo el mundo cre que es el de a verdá, y yo creo que le conviene esa crensia. Yo no voy a cogerme las nada glorias mismadelaMargó que loyescogió, porque no le gustaban losdedehabérselo siempre, puesto. de Berta,Fue de ella Siomara, los demás. Así que se quedó Josefina. Claro que tampoco es de por aquí. Es de Pinar. Ella vino de allá a trabajar en una casa particular. Por Almendares. Y aunque ganaba poco, estaba contenta porque le daban cuarto y comida y sus ventisinco. Y entonse llegó este Bebo (que tampoco se llama Bebo), que entonse tenía uniforme. Y la enamoró y a la semana se metía en su cuarto de encima del garaje. Y ya usté se puede imaginar el resto. Bueno, total: que él dejó de ser soldado y ella dejó de ser criada. Ella al a l principio se resistió y cuando me la trajieron aquí la primera ves, mordía. No hablaba con nadie. Hasta trató de matarse. ¿Usté no ha visto las marcas que tiene en la muñeca? Pero se acostumbró como se acostumbra uno a todo. Yo al principio era igual y ya ve usté. Ahora, que yo después de todo he tenido suerte. Ella no. Ella se le fue a Bebo B ebo un día con un chulo medio aalocado, locado, bien parecido él, Cheo, que vino de Caimanera: un verdadero pico de oro. Figúrese que le dicen Cheo Labia. La bia. Pues no duró mucho. Entonses fue cuando ella se metió en aquello de las canosas de carnaval y usté recuerda lo del fuego. Bueno, total: que tuvieron que cortarle el braso y el otro la dejó. Entonse yo por pena la fui a visitar al hospital y al salir fue ella la que me pidió que la trajiera de nuevo. Luego volvió con Bebo. Y para que vea usté lo que es la gente, en ves de perjudicarla lo del braso, la benefisió. y con su defegto y todo, es la que más hase. Porque oiga, hay gente para todo. Dígamelo a mí que a lo largo de mi carrera me he topado con cada uno. Conosí un tipo que no quería acostarse más que con mujeres con barriga y siempre andaba cayéndole atrás a las en estado. Había otro tipo que se privaba por las cojas ¡y cómo las pagaba! Podrá creer que ese tipo no las quería para acostarse, sino que las desnudaba a las pobres y se ponía acarisiarle la

 

 

pierna mala, hasta que le ocurría y se iba, sin haberse quitado ni el sombrero. Y allá en Caimanera conosí un yoni, marinero él, que no quería más que biscas. Desía "cokay, cokay", y de ahí no había quien lo sacara. ¡Hay cada uno!

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Bueno, para no cansarlo, esta muchachita, Josefina (porque como usté habrá visto es linda sin cuento), se volvió la perla de mi casa. Y es claro, en esas condiciones hay que complaserla y por eso es que yo la tengo como la tengo, que le doy lo que pida. Si no. ¿Esigente? ¿Ella? Si no pide ni agua. Ahora que desde que volvió, después del susedido, tengo que guardarle de su parte para que se compre pastillas para dormir. Sin que se entere Bebo, claro. Porque parese que ella se acostumbró en el hospital, pa dormir y aguantar los dolores y eso, pienso yo, a tomar esas pílduras y ahora no hay quien se las quite. Entonse es cuando lo único molesta, cuando le falta su "sedonal" y no viene rápido el chiquito de la botica con el mandado. Oiga y que eso es como la mariguana y la cocaína. Un visio. Yo digo que con visios sí que no se puede ni trabajar ni vivir tampoco. Porque, diga, bastante tiene uno ya con estar esclavisada a un hombre para que también tenga que estar gobernada por unos frijolitos de ésos. Pero bueno, ése es su único alivio y como a mí no me cuesta ni dinero ni trabajo guardarle su parte y encargarle con el chiquito las pílduras, pues lo hago. Ahora que es una lástima una niña tan bonita eso sí: ella eslo undel cromo. Unycromito. Pero bueno, resinnasión. Ellacomo nacióella. conPorque mala pata. Primero camión ahora lo del niño, no es jarana. Porque eso último ú ltimo sí que no lo quiero ni pa mi peor enemiga. Porque hay que ver cómo se esperansa uno con una barriga. Ya cre usté que va a salir de todos los apuros y que el hombre se va a regenerar y a portarse como persona desente de ahí palante. aunque luego uno se desilusione, como me pasó a mí. Aunque a Dios grasias, mi hija salió buena. Está mucho mejor que yo. Porque oiga, ahí en Panamá está ganando lo que quiere y es la envidia de todas las que hasen el Canal: desde negras jamaiquinas hasta fransesas. Bueno, para no cansarlo, como le iba disiendo: eso del niño sí que fue un u n jaquimaso. Porque perder un braso, bueno todavía queda otro para acarisiar y si no, la boca: mientras no se pierda lo que está entre las piernas. Pero ella pasó una. Las de Caíñas, sí señor. Ella que como le dije estaba tan esperansada y va, y la criatura le nase muertesita. Ahora mejor así: porque era un un femómemo, un verdadero mostro. Oiga, un femómemo completo. Hasta podía haberlo enseñado en un sirco, que Dios me perdone. Es claro, eso la acabó de arrebatar. Estaba como boba, hubo días que ni salió del cuarto. Pero bueno, se le pasó. Es claro, que si no hubiera sío por las pastillas. Usté ve, ahí sí que la ayudaron mucho. Bueno, para no cansarlo, que si esa muchacha no estuviera conmigo que soy considerada y hasta me he encariñado con ella, la pasaría muy mal, porque yo sí que no la molesto y con tal que ella me cumpla. Porque si algo tengo yo es que soy comprensible, yo entiendo los proglemias proglemias de cada cual y repeto el dolor ajeno, claro mientras no me afette. Ni a mí ni a mi negosio. Porque como disen los americanos bisne si es bisne. Pero esa muchacha Josefina, como le he contado, le tengo afegto de madre de a verdá. Sin motivo, porque mi hija es mucho más joven (y así y todo todo quién va a decir que yo tenga ya una hija de vente años, eh), es más joven y es más bonita,

 

 

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además que mi hija tiene su apreparasión. Porque eso sí: yo siempre me dije... Usté perdone, con permiso, me va a disculpar un momentico porque por ahí entra el Senador con su gente, siempre bien acompañado el Senador. Quiay Senador. Cómo le va. Enseguida estoy con usté. (Aquí enternós: el Senador está metido con josefina, dise que no hay quien se mueva como ella, además dise que ese mocho de braso lo ersita como ninguna cosa, me dise el Senador: Esa manquita tuya vale un tesoro, cará, dise. Si no fuera tan dormilona, dise. Ahora que hasta dormida se mueve, dise. Se mueve. Es una anguila la chiquita, dise él. ¡Ese Senador es el demonio!) Bueno perdóneme. Que tengo que llamar a esa muchacha antes que el Senador se me impasiente. ¡Josefina! ¡Josefina!  Josefina, atiende a los los señores.

La visita El hombre no estaba ahí y de pronto estaba ahí. Debía haberlo visto cuando entró pero no lo vi. Después de una peritonitis por ruptura de la vesícula, con un catéter a través del pene, una sonda en la herida y dos botellas goteando agua y antibióticos allá arriba y detrás de mí, no estaba preparado para nada que no fuera oír cómo ella contaba un cuento de su niñez allá en el Escambray. Pero quince kilosque menos reconocible por miSólo barba y mi y las gafascon de aro de metal sontodavía ya comoera una tarjeta de visita. que erabigote yo el que recibía la visita ahora. El hombre, que había empujado la puerta sin siquiera tocar, se instaló, sin pedir permiso, en la banqueta donde ella descansaba los pies, casualmente junto a la única puerta. Al otro lado de la cama estaba el timbre para llamar a la enfermera de turno pero quedaba fuera de mi alcance ahora. El hombre sonrió una extraña mueca de convidado de piedra. Iba vestido, pude notar, correctamente y por un momento pensé que era otro médico, con un traje sin embargo que no podía llevar ningún médico inglés porque era de una seda (era verano) que brillaba barata, como si quisiera al llevarlo dar la falsa impresión de ser importante. Fue, por supuesto, casi decisivo. Cuando se sentó ella le preguntó quién era porque también creía que era otro médico: un especialista de visita. Hubo tantos de la mesauna de bacteria operaciones donde habíamás quedado infectado por unalrededor estafilococo áureo, de quirófano que se comporta como un virus oportunista.

 

 

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—Who are you?— preguntó ella de nuevo. —Yo soy un cubano —dijo el visitante inesperado. Enseguida ella y yo supimos que era un cubano, casi un cubanazo c ubanazo por su desenfado y sus ojos maliciosos debajo de las gafas calobares, que se aclaraban ahora a la baja luz del cuarto. —Pero ¿cómo supo que estábamos aquí? —Señora, yo lo sé todo. —¿Cómo supo que estábamos en este hospital?

Era el Cromwell Hospital, donde aislándome. me habían ingresado del Chelsea-Westminster Hospital para combatir la infección —Ah, fue muy fácil. Fui a los bajos de su casa y le pregunté a la vecina del sótano en qué hospital estaba él (señalando) ahora. Así había hecho y así le habían dicho después de declararse, enfático, muy buen amigo mío y sabido que había sido trasladado a otro hospital. La mentira crecía creíble todavía: —Me dijo que él se estaba muriendo. Miriam Gómez lo encaró de frente. —No, él no se está muriendo. Se le reventó la vesícula y tuvo después una infección. El visitante era insistente y sabía inglés. —Pero en la puerta dice que él está muy mal y que en este cuarto no se puede entrar. —Solamente tiene un microbio fecal que puede contagiar a otros enfermos. —Pero las enfermeras vienen siempre con delantal de plástico y guantes. Es lo que dice ahí. —Yo estoy aquí sin delantal ni guantes —dijo ella decisiva. El visitante cambió de conversación cuando vio su resolución. —Yo los vi a ustedes en el concierto c oncierto de Rivera. Como si hicieran falta más credenciales llamó Rivera a Paquito, como lo conoce todo el mundo, menos sus enemigos de Cuba. Luego, de pronto musical, preguntó: —¿No fueron ustedes a oír a la Orquesta Aragón? Sabía por qué quería saber: la Aragón es una orquesta oficial. —Nosotros no vamos a esas cosas. —Ya veo. —¿A qué vino usted aquí? —Señora, soy un testigo de Jehová y vengo a ayudar a su marido a pasar al otro mundo —y metiendo la mano en un bolso-sobre de cuero dijo: —Tengo aquí un librito para que él vea lo que pasa en el más allá cuando uno deja este mundo. Casi dijo "este valle de lágrimas", pero con un ademán siniestro de su mano derecha me extendió un librito rojo. Que ella, rápida, interceptó y puso enseguida fuera de mi alcance en la mesita de noche para decir: —¿Pero ustedes no fueron los que le llenaron la Plaza a Fidel Castro pidiendo el fin del embargo? —Nosotros, señora, no hemos a ninguna parte —dijo y se puso de había pie para irse como había venido el hombre queido estuvo ahí y de pronto no estaba. Pero cometido un error: habló demasiado y demasiado pronto. Ella, tan ágil como se lo

 

 

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permitió la banqueta, abrió la puerta pero no vio a nadie. Ahora apartó la parafernalia médica y fue a la ventana, con tiempo para ver salir a la calle a nuestro visitante y dar palmaditas en la espalda a un acompañante que vestía con el atuendo que hizo popular entre la diplomacia cubana Robertico Robaina cuando era ministro de Relaciones Exteriores. Sólo que éste no era Robaina, a quien en España llamaron el Embajador de la Salsa: la suya era otra misión, pero también era un agente a la moda de los años sesenta. Ahora ella se movió hacia la puerta y el pasillo, donde se encontró por una casualidad más divina que humana con la enfermera-jefe, que se movía ignorante de todo. Ella le informó que nuestra habitación había sido allanada por un obvio ajeno: an alien, dijo ella. "¡No puede ser!", dijo la enfermera-jefe. "Ahí no está autorizado a entrar nadie más que nuestras enfermeras cubiertas. ¡Imagínese el peligro que corremos de regar la infección que padece su marido!" —Nosotros hemos corrido algo peor que un peligro de infección. ¡Ha sido un peligro de exterminio! Entonces la enfermera-jefe se dirigió rápida al servicio de seguridad del hospital y regresó con uno de los guardas. Los visitantes nada bienvenidos habían penetrado sin saberlo sa berlo en un sancta sanctorum árabe: el hospital donde van todos los jeques a morir. Había un servicio de vigilancia por control remoto que alcanzaba a todo el lobby. Allí, frente a la recepción. ¿Quién estaba atrapado por el video? Nada menos que nuestro visitante con su carnal, a quien daba la señal del deber cumplido —pulgar arriba— y el video los delataba. Ella los reconoció enseguida: "¡Son esos dos hombres! Pero sólo uno vino vi no arriba". Alguien que vio la película dijo que de haber sido un u n hitman profesional, al estilo de Bullitt, nos habría acribillado con una pistola con silenciador y habría salido por la puerta más próxima, tan tranquilo. Mi médico de cabecera disintió: "Una almohada en la cara habría sido más eficaz. De haber estado usted solo". Pero no era la obra de un profesional al estilo de El padrino: era un funcionario del ministerio del miedo: su misión no era matar, sino asustar. De todas formas, vino un policía regular avisado por la seguridad del hospital y ella le relató todo: la visita inesperada, amenazas veladas, la impostura, la rojo, cara de peligroso del falso testigo de Jehoválasque había dejado, además del librito una tarjeta de visita ¡de una peluquería! El policía se fue para volver, autorizado por Scotland Yard, a ordenar que me cambiaran de habitación. Viajé en mi cama con ruedas hasta la habitación h abitación 222, justo enfrente del servicio diurno de enfermeras. También me cambiaron de nombre: ahora me llamaría, para el hospital y todos sus servicios, Christian Smith. Los visitantes no volvieron al hospital, por supuesto. Pero si ustedes creen que mi fallido impostor se había conformado sólo con mi miedo, se equivocan. Dado de alta, al día siguiente de regresar a casa estaba tocando mi timbre y pidiendo que le abrieran la puerta. "Señora", dijo una voz por el intercomunicador, "somos los cubanos que fuimos a ver a su marido al hospital y le llevamos el librito rojo. ¿Se acuerda? ¿Ya lo ha leído?" "No, yo no lo he leído, pero al hospital no fueron dos, subió uno solo". "Sí, es verdad. Nada más que subí yo solo. Pero ahora somos dos. ¿Nos puede abrir la puerta?" "¡No!", dijo ella. "No voy a abrirles la puerta", dijo y corrió hacia

 

 

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la ventana: frente a la entrada estaban los dos visitantes, mirando para todas partes. Días después vino un inspector de Scotland Yard, quien tras identificarse —carnet y chapa— preguntó por los detalles de los visitantes: estatura, aspecto y al ser un policía inglés también preguntó por el acento del agente que habló. Pidió, además, ver el librito rojo y tomó nota en una u na libretica negra antes de irse. No volvimos a ver a ninguno de los visitantes. -

"Lo Peor del Dragón Está en la Cola"  Entrevista con Guillermo Cabrera Infante Por JESUS HERNANDEZ CUELLAR Sus padres fueron fundadores del Partido Pa rtido Comunista en Gibara, en el oriente de Cuba, pero este hombre de prosa irreverente probablemen probablemente te nunca imaginó que viviría exiliado de un régimen marxista-leninista casi la mitad de su vida, hasta ahora. Guillermo Cabrera Infante nació el 22 de abril de 1929, y con su familia se trasladó en 1941 a Laliteraria. Habana, la ciudad que ha marcado rigurosamente el mundo anecdótico de su obra Hoy día, después de más de 30 años en el destierro, vive en una de las ciudades menos tropicales del mundo: Londres. Y los círculos intelectuales y académicos lo consideran el escritor cubano vivo más importante. Sus libros Tres tristes tigres, La Habana para un infante difunto, Vista del amanecer en el trópico y otros son ya parte de la historia de la literatura en lengua castellana. No es solamente un gran escritor, es también -es obvio que no lo puede evitar- un anticastrista empedernido. empedernido. En 1997, con notable retraso, recibió el Premio Miguel de Cervantes, considerado el Nóbel en español. Es el tercer cubano que lo recibe, el único vivo de los tres y el único

 

 

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que ha residido fuera de Cuba. El primer cubano en ser galardonado con tan alta distinción fue Alejo Carpentier, quien era funcionario diplomático cubano y miembro del Partido Comunista de Cuba. El otro Cervantes fue entregado a la poetisa Dulce María Loynaz, quien nunca abandonó la isla pese a no simpatizar con el régimen de Fidel Castro.

_ Dentro de Cuba ha surgido un movimiento en favor de los derechos humanos y la democracia bajo el acoso de la Seguridad del Estado. También se sabe de algunos artistas contestarios que critican cuando pueden. ¿Cree que esto es síntoma de alguna apertura, un estallido de ciertos sectores que han llegado al límite pese a la represión, o pura debilidad del castrismo? G.C.I.- Puede haber diferentes motivos (no razones: Fidel Castro es cada vez más irracional) para el comportamiento del régimen. régimen. Uno de ellos es que ni la KGB ni la Stasi existen más como consejeros del diablo. Pero las amenazas contra cualquier disidente y las detenciones de periodistas independientes permiten creer que las palabras apertura y Castro son incompatibles. El régimen, es evidente, se tambalea. Pero hay que creer el viejo proverbio chino: "Lo peor del dragón está en la cola". _ ¿Cómo evalúa la presencia de ese "nuevo exilio" intelectual cubano en Europa? ¿Es monolíticamente anticastrista, anticastrista, hay matices o hay una tendencia, con excepciones, a consagrar el castrismo en el extranjero? G.C.I.- El régimen de Castro inventó una nueva modalidad de lo invisible: los "quedados". Se trata de exiliados que viven en el extranjero pero no están en el exilio. Han salido de Cuba con permiso pero con una condición: podrán ganarse la vida en el extranjero, y no serán hostigados ni hostilizados por los miñones de Castro dentro o fuera de Cuba. Pero que no se les ocurra ocur ra siquiera criticar al régimen castrista. En esa categoría hay varios cubanos conocidos (o desconocidos) que cumplen rigurosamente el acuerdo con Castro como un pacto con el diablo. _ Zoé Valdés ha sido finalista del Planeta en 1996. ¿Qué opina de su labor literaria y de sus posiciones políticas respecto a Cuba? G.C.I.- Ha habido una reacción negativa con (o contra) Zoé Valdés, motivada en parte por la envidia y en parte porque Zoé se ha mostrado más valiente que los "quedaditos" que ahora la atacan. No quiero cometer la grosería de decir que ella ha evolucionado hacia un contra-castrismo, sino que a medida que su voz se ha hecho más fuerte su mensaje es cada vez más claro. Como sucede con todo cubano decente ese mensaje es cada vez más enemigo de lo que ella ha llamado el Comediante en Jefe. Zoé nació en 1959. Esa fecha sirve para distinguir a los que nacieron bajo Castro de los que conocían Cubaestos de antes a ntes y han mentido por interés personal o por lo que peor - por miedo.laTodos escritores (y no escritores), toda esta generación fuees engañada no sólo por Fidel Castro y sus secuaces, sino también por sus padres,

 

 

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madres y maestros que conocían otra Cuba y presenciaron su destrucción en silencio. Como cómplices. Para ellos, para la gente de Zoé Valdés, dentro o fuera de Cuba, tengo, si están adentro, compasión y comprensión, si están afuera y si han sabido liberarse de la larga mano de Castro, tienen toda mi simpatía y, si puedo, mi colaboración: presenté a Zoé Valdés en la entrega de los premios Planeta y la hubiera presentado con gusto si ganara el premio Cervantes. Sólo tengo que añadir que literariamente,, no se merecía el segundo premio, se merecía el primero -y ahí está de literariamente best-seller. _ ¿Ciertos sectores académicos, intelectuales y artísticos de Occidente siguen haciendo oídos sordos a los reclamos de democracia y libertad de expresión para Cuba, o no tanto últimamente? En cualquiera de los dos casos, ¿por qué ocurre esto? G.C.I.- Son los que miran al régimen de Castro como el último arcoiris y creen ver la utopía cuando no es más que una u na de las más crueles distopías del siglo --y sólo Dios sabe las distopías que hemos sufrido en nombre de la utopía. ¿Les ¿ Les dicen algo los nombres de Hitler, Stalin, Mussolini, Franco? Hay más. Recuerdo a los intelectuales franceses yendo en peregrinación a la China de Mao y a los que celebraron a Pol Pot como un enviado de Dios cuando sabían que era un emisario del diablo. Los videntes acrepúsculo distancia creen en el amanecer Castrosus más sedistantes, conviertegente en ele que de un menos solo dios. Castro tienede todavía sucuando s defensores gent sabe la verdad de su régimen, aunque, como dice Aldous Huxley en Brave New World: "Grande es la verdad, pero todavía más grande, desde el punto de vista práctico, es el silencio de la verdad".

_ ¿Existe una cultura cubana del castrismo, y si existe qué legitimidad tendrá cuando se escriba la historia del arte y la literatura de Cuba, hechos en los últimos 40 años? G.C.I.- Como enseña esa gran novela cubana del presidio, Hombres sin mujer, de Carlos Montenegro, existe una cultura de la cárcel. Toda Cuba es una enorme cárcel. Es legítimo que exista una cultura en la Cuba de Castro. Pero es, inevitablemente, una cultura cautiva. _¿Le molestaría que su nombre estuviera junto al de Carpentier y Nicolás Guillen en los libros de historia de la literatura cubana? G.C.I.- En absoluto. Los dos son escritores cubanos. cu banos. Nativo uno, adoptivo el otro. Algún día se verá que a Nicolás Guillén le hizo un daño irreparable hacerse comunista. Hasta entonces había sido un poeta de "vuelo popular". A partir de entonces fue un escritor al servicio del Partido Socialista Popular. Carpentier en sus últimos años, no sólo era un funcionario acomodaticio (vicepresident (vicepresidentee de la Unión de Escritores, director de la Imprenta Nacional, consejero cultural en París) del gobierno castrista, sino que en sus últimas novelas se hizo un oportunista literario. Pero sus primeras novelassobre hastatodo El siglo las luces, a pesar del lenguaje elitista y rancio, son obras maestras, Los de pasos perdidos.

 

 

_ ¿Qué ha significado la literatura para Guillermo Cabrera Infante? ¿Cuál es su mejor libro?

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G.C.I.- Un vasto campo de juego. Tal vez Exorcismo de esti(l)o porque ahí llevé el lenguaje cubano y el juego a extremos que nadie había hecho antes en español. (O tal vez debiera hacer una excepción con Gómez de la Serna. Aunque había ha bía antecedentes en francés, como Jarry, Satie y Queneau y en inglés con Lewis Carroll y Joyce). Por otra parte, Un oficio del siglo XX es no sólo só lo mi último libro (y mi primer libro libre) publicado en Cuba. Ahí están los segmentos como elementos de Tres tristes tigres y por supuesto de Exorcismos. _ ¿Qué significa ser un escritor exiliado? G.C.I.- Para mí es esencialmente un escritor que ha perdido su lector natural, que es el lector de Cuba. Tengo, es verdad, mis lectores repartidos por el mundo. Incluso lectores cubanos en Estados Unidos y otras tierras. Pero el lector cubano es el que está sometido a otras presiones, no sólo políticas sino vitales y lingüísticas, para quienes mis libros son una conexión con el pasado que es presente y no sujetos de la nostalgia, que es la prisión de la memoria. Espero, como ocurrió con Martí y Cirilo Villaverde, que mis libros se puedan leer en Cuba libre un día sin zozobras, como son comprarlos en bolsa negra o leerlos con los agentes de Seguridad del Estado ahí, mirando por encima del hombro- leyendo sin mover los labios. _ Si Fidel Castro y el castrismo desaparecieran mañana, ¿podría Cabrera Infante insertarse en La Habana de hoy, otra vez? G.C.I.- Me preguntan a menudo si volveré "con la frente marchita" y siempre contesto: No en el primer avión. Lo único cierto es que llevo viviendo 31 años en esta casa de Londres. Es probable que pueda cambiar de dirección pero no de sentido. Esa es una ley de física. He aprendido que la física es más importante que la metafísica. (Esta entrevista se publicó originalmente en CONTACTO Magazine, en marzo de 1997). 

 

 

Discursos de Guillermo Cabrera Infante cuando recibió el Premio Cervantes y de respuesta del Rey Juan Carlos  

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Cervantes, mi contemporáneo In memóriam Octavio Paz

Hay un juego literario que es, como la literatura, un salto mortal sin red. Consiste en preguntarle al otro: ¿con quién famoso te gustaría cenar esta noche? Me propusieron ese árbitro de elegancias que dormía de día y celebraba la noche. Pero yo no sé latín y no creo que pueda aprenderlo para esta noche. Me nombraron a Shakespeare, pero entre su inglés y el mío hay distancia de olvido. Por último me susurraron el nombre de Cervantes. [...] Ahora estamos sentados a la mesa en medio del comedor. La misma mesa y todos los muebles son lo que se vendría a conocer como Renacimiento español: muebl muebles es macizos, muebles sólidos. —Para mí —le dije—, todos sus libros son un libro: único, real y maravilloso y el mejor que se ha escrito en nuestro idioma. —Si no fuera por mis años y el sol de estas Castillas que me han cu curtido, rtido, me sonrojaría. —Ya sé que usted no ha padecido nunca de vanidad ni de envidia literaria. —Nunca —dijo Cervantes. [...] En algún lugar de la casa alguien tañía una vihuela vih uela y una voz de mujer cantaba. Reconocí la melodía. Era Guárdame las vacas, la tonada que originó las variaciones de Cabezón. —Me parece que le gusta la música. —Mucho. —A mí también. Cultivo varias melodías en mis escritos. Su nombre me es familiar. Uno de mis personajes del Quijote se llamaba así. —Fue uno que murió de amor al ver v er morir a su mujer.

 

 

—Así es. ¿De dónde viene su nombre?

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—Alemán de origen. —¿Es usted alemán? —Oh, no. Vengo de América. —Allá quise ir varias veces. —Si hubiera ido nunca habría escrito el Quijote. —Pero habría escrito otras aventuras. Realistas unas, mágicas las otras. Como hicieron Bernal Díaz y Cabeza de Vaca. —Pero son memorias, no invenciones. No puedo evitar pensar que si los reaccionarios que ocuparon el lugar de los adelantados le hubieran dado permiso para emigrar a lo que ya se llamaba América, su gran libro hubiera sido escrito no en España, sino en la Nueva España ¿Qué les parece Don Quijote Indias? ¿Qué tal Sancho Pampa? No habido molinos, pero habría vientos. de ¿Eslas u na una fantasía americana? Cervantes, en habría la segunda parte del Quijote, hace elogio y alabanza de Hernán Cortés y lo muestra como un caballero ejemplar. Ni más ni menos su par impar. [...] —¿Es el Quijote una alegoría de su vida? No lo pensó mucho para decir: —Es la parodia de una alegoría. —En todo caso es un libro maravilloso. —Es muy amable con mi libro. [...] Cervantes tendría mi edad exactamente ahora, pero era obvio que estaba en el invierno de nuestro contento: Cervantes por su Don Quijote, yo por mi Cervantes. —Eso es inevitabilidad —dije. —Es una palabra larga —dijo Cervantes. —Es una palabra demasiado larga —dije—, pero inevitable. El mobiliario del comedor se hizo contemporáneo, las bujías se hicieron bombillas, el banquete se vuelve una última cena. Pronto se disolverá el autor, pero antes de que desaparezca el maestro desaparecerá el aprendiz de Cervantes.

 

 

¿Qué es morir sino una forma de organizarse? ¿Lo dijo Cervantes? ¿O fue mi otro maestro, Martí mártir? [...]

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Cervantes dejaba de ser un mero mortal para pasar a la inmortalidad. Aquí debe acabar mi discurso. Pero permítanme una palabra o dos antes de irme. Por mi casa de Londres han pasado varias generaciones de escritores españoles, algunos bisoños, otros veteranos. Muchos de los jóvenes escritores han devenido una generación que escribe los libros mejores que se escriben en español. Grande ha sido mi contento de que así sea. Quiero destacar a mi agente, la formidable Carmen Balcells, porque fue ella quien me dio la noticia de haber ganado el premio por teléfono. Su alborozo fue más grande que el mío porque a pesar de las voces de Carmen siempre he sido un tanto escéptico. Todavía lo soy ahora. A todos, empezando por Miguel de Cervantes Saavedra, ¡muchas gracias!

Y va de cuento Cabrera Infante traza en esta conferencia inédita un atlas geográfico e histórico del cuento: desde la aparición de la onomatopeya hasta el arte narrativo de Borges. El autor de Puro humo (Alfaguara,  2000) también forma parte de de ese mapa, como lo demuestran los tres cuentos cuentos que componen su libro Delito por bailar el chachachá. 

El cuento es tan antiguo como el hombre. Tal vez incluso más antiguo, pues bien pudo haber primates que contaran cuentos todos hechos de gruñidos, que es el origen del lenguaje humano: un gruñido bueno, dos gruñidos mejor, tres gruñidos ya son una u na frase. Así nació la onomatopeya y con ella, luego, la epopeya. Pero antes que ella, cantada o escrita, hubo cuentos todos hechos de prosa: un cuento en verso no es un cuento sino otra cosa: un poema, una oda, una narración con metro y tal vez con rima: una ocasión cantada no contada, una canción. Aun antes de que aquel anónimo artista de Altamira pintara sus minuciosos murales, habría habido un autor anónimo en la zona que contara cuentos a sus compañeros de cueva sentados alrededor de una hoguera. El hombre, lo sabemos, es

 

 

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el único animal que hace fuego. El cuentista es el solo ser humano que hace cuentos. Esos cuentos serían, por ejemplo, narraciones de un día de caza perdido tras un ciervo blanco con un cuerno en la frente. Los cuentos no perduraron en los muros de la cueva, pero no se perdieron: fueron de nuevo encontrados, contados, en la memoria colectiva. Siglos más tarde otro cuentista con el mismo cuento embelleció al ciervo blanco y lo hizo mito al llamarlo unicornio. La experiencia sería ajena pero ya fue suyo el tema del unicornio perdido.poéticamente) Muchos siglos después otro cuentista con metáforas (es decir, embelleció poéticament e) a ese animal único con suadornó único cuerno. Cuando pasaron otros siglos ya el hombre que cuenta había aprendido a escribir (y por supuesto a leer) y otros animales y otros hombres que se convertían en animales poblaron con cuentos lo que llamamos mitología pero que eran para ellos esa trascendencia que es la religión. En otro siglo, cuando ya otros hombres no creían en esa religión de dioses tan humanos que se confundían con los meros mortales, uno de ellos, un poeta llamado Ovidio, escribió Las metamorfosis. Allí de la religión no quedaban más que los cuentos que se contaron por primera vez alrededor de una hoguera en una cueva. Eso ha hecho del cuento el género literario más antiguo y más proteico. Proteico, como sabemos, viene de Proteo, dios griego que hace su debut en la  Odisea, poema hecho de cuentos. Proteo lo sabía todo de todo, pero cambiaba su forma para no ser interrogado. Es decir, lo contrario de un autor actual que nunca cambia de forma pero busca siempre ser interrogado: por la prensa, la radio y la televisión —y a veces por la policía. No creo que haya h aya que insistir en que Proteo era una metamorfosis hecha dios. Proteo queda muy cerca de prosa, que es lo que los cuentistas cultivan. Proteico, prosaico —da igual. Los griegos, además de Homero y su Odisea, cultivaban el cuento, y una novelita, que es lo que es Dafnis y Cloe, publicada en el año segundo de nuestra era, es un posible antecedente. antecedente. Pero son cuentos los que componen como novela al Satiricón y uno de sus fragmentos más memorables es el llamado "La viuda de Éfeso", que es un cuento perfecto muchas veces citado, copiado incluso. Entre otros por Jean Cocteau,

poeta tan teatral queproteico, convirtióparece el cuento una pieza,encobrada el teatro. El cuento, pronto queen desaparece la Edadpara Media y es que se arropa con los versos del romance, en los romans courtois, donde aparece como cuentos de aventuras o el Roman de Renart, en que sirven a un fabulario, no lejos del zoológico de Esopo. En la saga arturiana (que no hay que confundir con la sopa asturiana, cuento de fabas) el romance adquiere un tono mágico, casi místico que le es exclusivo. Pero la historia paralela del amor fatal de Tristán por la bella Isolda es, como quiere Bedier, un cuento de amor, de locura y de muerte en que el aura mágica no debe nada a los modelos griegos y romanos. Pero el cuento, siempre recomenzado, reaparece donde menos se lo esperaban los trovadores medievales —en el Oriente. Los árabes siempre se mueven entre el harén y la arena  Las mil y una noches es la más monumental compilación de cuentos del fin de la Edad

Media. Esos cuentos son la más traducida (y conocida) literatura árabe después del

 

 

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Corán. Sus historias ("Alí Babá y los cuarenta ladrones", "Aladino y la lámpara maravillosa" y "Simbad el marino") tienen tanta popularidad como cuando fueron traducidos a los distintos idiomas europeos. Su influencia es perceptible perceptible desde Boccaccio y Chaucer. Pero antes un extraordinario escritor español, el Infante Don  Juan Manuel, incluyó en en su Libro de los ejemplos más de un cuento árabe que venía de Las mil y una noches, convertida entonces en tradición oral. Al revés de lo que ocurre con los cuentos contemporáneos en Europa, Las mil y una noches tiene mil y un autores

ymujer. la despabilada princesa Sherezada es un autor colectivo queencuenta voz de Son en todo caso cuentos de encanto y hasta su título árabe con es encantador, encantatorio: Alf Layla wa Layla. De esa vasta colección de cuentos se ha rastreado su origen hasta el siglo IX después de Cristo. Su última forma es del siglo XVI. Es decir que el libro cubre con su embrujo oriental casi toda la Edad Media cristiana —a pesar de que cada comienzo de cada cuento dice: "...pero Alá es más poderoso". Después sigue una clase desconocida de poesía que las infieles y cruentas traducciones no han conseguido aniquilar. Sherezada es la más poderosa máquina de matar el aburrimiento y la crueldad del rey que siempre asesinaba a la consorte de cada noche con excepción de la cuentista, una mujer aunque amenazada amena. Chaucer repitió el esquema en verso en sus Cuentos de Canterbury. Pero lo logró Boccaccio en prosa en su imitado, inimitable Decamerón. Es curioso que Cervantes, un artista supremo, buscara la inspiración en los cuentos italianos y no en los ejemplos del Infante Don Juan Manuel, que inclusive regaló a Shakespeare su "Mancebo que casó con mujer brava". Pero es que Boccaccio es un cuentista natural, como lo fue la cuentacuentos árabe. Cervantes, que inauguró la novela moderna, la más imitada, llamó libro al Quijote y "novelas ejemplares" a sus cuentos y declaró "que en ningún modo podrás hacer", lector, "pepitoria". Pero reveló su arte y oficio: "Mi intento ha sido poner... una mesa de trucos". Y añadió: "donde cada uno pueda llegar a entretenerse". Un escritor cairota, Naguib Mahfuz, en sus Días y noches árabes, que el editor cataloga como novela (los editores son capaces de llamar novela a la guía de teléfonos, que no tendrá narración pero tiene personajes), este escritor, consciente, demasiado consciente, trata de hacerse una Sherezada frecuente. Pero fracasa. El libro quiere ser árabe y es sólo egipcio. Mientras que Los cuentos negros de Cuba son mis Mil y una noches negras, contadas por una Sherezada blanca, Lydia Cabrera, para entretener entretener las noches en vela de una amiga moribunda. Al final del libro ya la enferma estaba muerta, pero los cuentos viven en la inmortalidad de la literatura. Los he clasificado, calificado como antropoesía. La trama que teje Sherezada cada noche, Penélope cuentista con miles de pretendientes, pretendient es, ha llevado a muchos escritores —desde Don Juan Manuel y Boccaccio y Chaucer— a intentar una imitación en que diversos talentos quieren emular el encantamiento árabe. Pocos lo han logrado, pero un escritor que es nuestro contemporáneo, Manuel Puig, en su Beso de la mujer araña, es una Sherezada argentina y cuenta cada noche una película que inventa para su compañero de celda, que es su visir cruel: totalmente sordo a los regalos orales que le hace Puigerezada —como es ciego a sus avances sexuales.

 

 

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Edgar Allan Poe inventó con tres cuentos —"Los crímenes de la calle Morgue", "El misterio de María Roget" y "La carta robada"— él solo la literatura policial, que son el cuento y la novela de misterio. Todos los cultivadores del género recién creado fueron sus epígonos, desde Arthur Conan Doyle, originador del insólito Sherlock Holmes, hasta Dashiell Hammett y Raymond Chandler, novelistas que fueron también cuentistas y de paso renovaron el género. Una epígona (si alguien ha dicho  jóvenas yo puedo decir epígona), Agatha Christie, ha dicho: "El cuento es el dominio

natural de la literatura de crimen Muchos cuentistas, casi todos anglosajones, hicieron del cuento ysumisterio". hábitat, que era como una casa con fantasmas. Todos siguieron el dictado de Poe, que dijo que el cuento "es una narración corta en prosa" y definió el cuento corto como una pieza literaria que "requiere de media hora a hora y media o dos para leerla". Esta es una importante manera de uso, "con cuidado". Pero hay, ¡ay!, lectores descuidados. Para éstos la mejor manera de leer es leer en el avión —un best-seller  o  o libro que se compra porque se vende. Los herederos de Mark Twain fueron tantos como los seguidores de Poe, pero ellos, llamémoslos humoristas, atendieron sólo al lado luminoso de la luna de Twain —sin ver sus zonas de sombra y de penumbra. El más exitoso de ellos fue Damon Runyon con sus historietas en que el bajo mundo de Nueva York aparecía poblado de gángsters sentimentales, sentimentales, jugadores sementales y unas u nas cuantas mujeres de dudosa moralidad con un seso que se leía como sexo. El cine y el teatro, donde nadie lee, crearon un Runyon ilustrado para iletrados. Runyon, que hacía reír, se iba riendo al banco siempre: risa y prisa. No sólo los cuentistas con humor han tenido éxito popular. A partir del siglo XIX también cultivaron —y fueron populares por un tiempo— esa rara planta elusiva que se llama "cuento fantástico". En Inglaterra, donde habían desperdiciado la tradición realista iniciada por Chaucer, hubo muchos autores de fantasías cuyo objeto no era inducir el sueño sino la pesadilla. Están entre otros Arthur Machen, Saki y Roald Dahl. En Irlanda, tierra de lucidas leyendas nada lúcidas, Sheridan Le Fanu fue un cuentista de misterio y terror, cuya colección In a Glass Darkly (en Dublín, ciudad alcohólica, toman el espejo,  glass, como vaso y el libro se llama En un vaso oscuro) es uno de los clásicos del cuento de terror como horror. Su contrapartida fue más tarde en Estados Unidos H. P. Lovecraft, un antecedente de la ciencia ficción, género que prácticamente inventó H. G. Wells en Inglaterra. La ciencia ficción encontró en el cuento su forma perfecta para un arte imperfecto. Todos los maestros del cuento de horror anglosajón tienen, hay que decirlo, como antecedente primero, una vez más a Poe. Hay que hacer un punto y aparte para Rudyard Kipling, tal vez el más grande cuentista inglés de todos los tiempos. Kipling no debe nada a Poe o a Mark Twain y es a Inglaterra lo que Maupassant fue a Francia y Chejov a Rusia: un cuentista natural. Comenzó publicando en periódicos indios y cuando por fin vino a Londres, que era entonces el centro del universo literario, tenía apenas veinte años. (Kipling es casi un contemporáneo —murió en 1936.) Detrás dejaba la India, aunque fue precisamente su lado musulmán que más interesabaa del subcontinente. Kipling cultivó todas las modalidades dellocuento, dellemonólogo la conversación y hay algunos cuentos que están todos hechos, como quería Sterne, de digresiones, pero

 

 

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también de invenciones memorables. Mucho antes que Conrad o Somerset Maugham descubrieran el mundo exótico del Oriente. Pero para Kipling, nacido en Bombay, era la vida vivida y vívida. En Francia no tuvieron un Chaucer, pero tuvieron un maestro del cuento ya tarde en el siglo XVIII, temprano en su arte de la ironía, realizado con una inteligencia poco común. Me refiero a Voltaire, cuya obra maestra, Cándido, no es una novela sino una fábula con una moraleja en cada página. Los franceses debieron esperar todo el siglo XIX para que, al final,asombroso surgiera uno de los grandes degénero todos los Guy de Maupassant, autor de una obracuentistas maestra del trastiempos, otra. Maupassant tuvo de maestro a Gustave Flaubert y de mentor a Émile Zola. Pero ninguno de los dos, a pesar de que tanto Flaubert como Zola escribieron cuentos memorables, pudo superar al alumno que nació para el cuento. Su influencia fue enorme en todas partes y tuvo seguidores (si no verdaderos plagiarios) en Inglaterra, Estados Unidos y Rusia. Es en Rusia donde tiene Maupassant un rival extraordinario, Anton Chejov, que comenzó haciendo chascarrillos y chistes para la prensa y terminó trasladando sus cuentos maestros, con un arte inesperado, al teatro. Chejov, que podía reclamar para sí a Nicolai Gogol (autor de "La nariz" y "El capote", entre otros cuentos), era un admirador de Tolstoi que escribió cuentos como partes de guerra y fue contemporáneo de otro maestro de laperrito" forma breve, Iván Turgueniev. Pero la influencia mayor en elcultivador autor de "La dama del y "La cigarra" es, es evidente, Maupassant. De Chejov derivan Gorki y todos los cuentistas rusos de principios de siglo, que parecían salir de la tierra rusa —hasta que llegó Stalin y con su cultivo forzado del realismo socialista convirtió la fértil literatura rusa en un desierto con tractores. Otro seguidor de Chejov fue en Inglaterra Somerset Maugham, maestro del cuento inglés como del relato extranjero. Fue, es todavía, un autor de una popularidad que llegó a la escena y al cine: varias películas maestras, como La carta, están basadas en sus cuentos. Maugham, en sus cuentos exóticos, está influido por las narraciones de los Mares del Sur de Conrad, y a su vez Maugham ha influido en otros cuentistas, sobre todo en los cuentos urbanos de John Cheever o John Updike, productos típicos de la revista The New Yorker . Si James Joyce hubiera muerto después de publicar Dubliners sería todavía considerado un escritor notable y un u n gran cuentista. Traducir es reescribir. Traduje Dublineses y pude encontrar los tricks y tics de Joyce, pero también sus cuentos cu entos maestros originales y sombríos tanto como su escritura cómica. "The Dead" (que traduje como "El muerto") es una obra maestra dolorosa y uno de los grandes cuentos escritos en inglés, casi una novela por sus personajes inolvidables y su extensión. "The Dead" no es un antecedente de Ulises, sino una pieza acabada en sí misma de una prosa milagrosamente extraordinaria. Habría que hablar de uno de los escritores más originales del siglo XX, Franz Kafka, inventor de la fábula con una moraleja teológica, es decir metafísica. A su vez su influencia segentiles hace es sentir muchos escritores c omopara como Isaac Bashevis Singer genuinamente gentil comoenMilan Kundera, quejudíos, lo reclama la literatura checa,o a pesar de que Kafka escribía en alemán y pertenece a la cultura talmúdica.

 

 

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Afortunadamente para los que no somos ni checos ni judíos ni alemanes Kafka se puede leer con un genuino deleite literario. Un epígono de Kafka, judío como Kafka, apareció no en Checoslovaquia sino en Polonia. Se llamó Bruno Schultz, cuentista. Su Tiendas de la canela es de una originalidad delicada: una visión de la vida judía en un pueblo de Polonia que oscila entre la magia y un realismo tierno. Schultz, no debemos olvidarlo, fue asesinado por un teniente de los SS, castigo tremendo sólo por estar parado en una esquina sin

hacer nada. Al revés deliteratura. Kafka, nunca soñó siquiera su final. Es que el totalitarismo es siempre enemigo de la El cuento americano del siglo XX no debe nada a Maupassant pero sí, luego, a Chejov. Su renacimiento se parece más a Twain que a Poe y comenzó, como con Twain, por una literatura regional que saltaba las fronteras del Medio Oeste para alcanzar a Nueva York y de ahí al mundo. El pionero se llamó Sherwood Anderson, patrocinador de William Faulkner y modelo de Ernest Hemingway. Su libro Winesburg, Ohio (conocido en Sudamérica y en Cuba como Las novelas de lo grotesco, aunque no son novelas sino cuentos y eso de grotesco es gratuito, pero de alguna manera es un título con gancho) contenía una nueva visión del mundo adolescente en un pueblito de Ohio y su lenguaje, cosa importante, era entre inge ingenuo nuo y sabio. Faulkner, que gracias a Anderson publicó su primera novela, es famoso como novelista o, mejor, como un poeta gárrulo, pero ha escrito una media docena de cuentos memorables. Hemingway por su parte es más cuentista que novelista: un artista que renovó la prosa moderna americana con sus diálogos sofisticados para conversar con primitivos, que son de una maestría todavía actual. Su cuento "Los asesinos", en que sólo con el diálogo se da una muestra del mal en forma de una conversación aparentemente aparentemente casual, revela una violencia latente que nunca se hace patente. De este breve cuento partió la renovación de la novela policial con Hammett y Chandler, que escribieron primero cuentos de mentira y de muerte. Una película reciente, Pulp Fiction, con sus diálogos recurrentes, interminables interminables y peligrosos, no tendría lugar de no haber existido "The Killers". Su mismo título, directo y brutal, sirvió al cine desde los inicios de las películas habladas: diálogos dichos por el costado de la boca —que es como se leen, sin mover los labios, las conversaciones de Hemingway. De los grandes escritores americanos de los años veinte, Scott Fitzgerald es el único que fue a la universidad —pero nunca se graduó. Todos, entonces, fueron autodidactas. Algunos como John Steinbeck y William Faulkner ejercieron los más variados oficios, casi siempre manuales. Ernest Hemingway se hizo periodista —que es casi un trabajo manual. El único utensilio que hay que aprender a manejar es la máquina de escribir y Hemingway siempre fue un mal mecanógrafo. Ellos eran cuentistas considerables pero su cultivo de la novela ha conseguido, con la excepción de Hemingway, ocultar su arte de cuentista. El ejemplo más a mano es Fitzgerald. Ustedes han leído o saben que hay que leer El gran Gatsby, exaltado por los críticos, favorecido por el cine con producciones en color y en blanco y negro, con Alan Ladd, el perdedor nato, y "Un Robert Redford una versión de Alan conocen su cuento diamante tanengrande como sosa el hotel Ritz",Ladd. pero Algunos pocos saben

 

 

que vino de su colección de cuentos Historias de la era del jazz  y  y nadie sabe nada de sus colecciones  Jóvenes tristes todos y Toque de queda en la diana.

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Después de su muerte se publicaron dos colecciones de cuentos, El atardecer de un autor y Los cuentos de Pat Hobby, una compilación sorprendentemente ligera para un tema dolorosamente autobiográfico: las venturas y desventuras de un u n escritor de alquiler en Hollywood —donde murió el autor. también fue como y como Fitzgerald también fueFaulkner a Hollywood y sirvió como Fitzgerald un alquilónun dealcohólico oro (o dorado), especialmente para el director Howard Hawks. Más astuto o más duro de domesticar, Faulkner iba a Hollywood pero una vez que cobraba su dinero salía corriendo a Oxford. No la universidad inglesa sino el pobre pueblo de Mississippi, en que nació y murió, en el más profundo y racista Sur. Al revés de Fitzgerald y Hemingway, Faulkner era un reaccionario público y un liberal privado. De estas tensiones están hechas no sólo sus novelas sino los muchos cuentos que escribió. A veces sus novelas como Las palmeras salvajes, cuyo hermoso título acaba de ser robado y jorobado por Oliver Stone, y Desciende, Moisés, están hechas de cuentos más o menos largos —algunas obras maestras tal "El oso". Otras de sus narraciones cortas, como "Una rosa para Emilia" y "Quemagraneros", aparecen en todas las antologías y formaron parte de la selección que hizo el propio Faulkner en sus Cuentos escogidos. Faulkner llegó a publicar un libro de cuentos —detectivescos. Se llama Gambito de caballo y el hilo conductor es una actividad que uno no asociaría con el narrador de Mientras agonizo y El sonido y la furia —el ajedrez. Contradictorio como Faulkner fue John Steinbeck: primero comunista, luego liberal y más tarde uno de los defensores más pertinaces del presidente Johnson y la guerra de Vietnam. Aparte de sus grandes éxitos en la novela, como Viñas de ira  (conocida en España por un título menos bíblico pero más vitícola, Las uvas del rencor )),, que es, a pesar de ciertos críticos americanos como Mary McCarthy, una obra maestra popularizada en todas partes por John Ford en sus Grapes of Wrath, Steinbeck escribió y publicó muchos cuentos y su segundo libro, Las pasturas del cielo, es una colección de cuentos. Su cuento "El caballito rojo" es una pequeña obra maestra y sus cuentos largos, como De hombres y ratones y La perla, son obras maestras de ese género, la novella, que parecen haber inventado los escritores americanos, de Henry James con Otra vuelta de tuerca, hasta Hemingway con El viejo y el mar . Pero he venido a hablar del cuento. Cualquier intrusión de otros géneros debe considerarse una digresión. La digresión no debe considerarse nunca una agresión. Como dice Laurence Sterne, es el sol que brilla sobre la conversación. También, dirían ustedes, sobre mi monólogo. Otro escritor contemporáneo de estos autores artistas fue un periodista que era un cuentista nato: el risueño y frágil Ring Lardner, que influyó a todos los maestros del humor americano que vinieron después. Lardner, embarcado en una misión imposible —crear el cuento de humor absurdo—, se autodestruyó por el alcohol. Otro escritor ahora olvidado, Erskine Caldwell, antes considerado el mejor cuentista del Sur

 

 

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salvaje, sabía mezclar el drama rural con una sexualidad que era entonces franca y atrevida pero divertida. Ahora, frente al cine, sus cuentos parecen suceder en un convento de monjas que fuman. Lardner, sin embargo, tuvo colegas de mérito, como James Thurber, Robert Benchley y Dorothy Parker, que se lo jugaban todo al humor. Mientras, otros de sus colegas en la revista The New Yorker  se  se fiaban pero no confiaban en el elusivo amor — que muchas veces se escribía odio, otras tedio. Tal vez el mayor maestro entre ellos

fue John O'Hara,en queque hizo de se losfiaba diálogos aprendidos depara Hemingway unamuchas suerte de sabia zarabanda todo a la conversación, revelar pero veces ocultar a los conversantes, conversos de una religión atea. Desde entonces no ha habido un cuentista americano tan influyente y tan leído —si exceptuamos a Raymond Carver. Ambos, O'Hara y Carver, son a su manera epígonos de Hemingway. Hay otro gran cuentista contemporáneo que no viene de la tradición americana, que no es americano pero crea su propia tradición en América, aunque su arte singular no tiene seguidores. Aparte de sus grandes novelas escribió cuentos perfectos que, cosa curiosa, casi todos se publicaron por primera vez en la revista The New Yorker . Se llama, por supuesto, Vladimir Nabokov. Se acaban a caban de publicar sus cu cuentos entos completos, donde hay por lo menos media docena de obras maestras del género —la docena de Nabokov. Si Los cuentos de Canterbury no tuvieron continuadores (excepto, por supuesto, en el uso del inglés: Chaucer juega en la literatura inglesa el mismo papel crucial que Dante en la literatura italiana) es tal vez porque los ingleses del siglo XVI y XVII no sabían leer pero sabían oír y apreciar la música de las palabras. Que venía de poetas dramáticos como Marlowe y Shakespeare y Ben Jonson, que eran, a su vez, sobre todo  Jonson y Shakespeare, Shakespeare, grandes cuentistas. Otro tanto ocurrió en España, España, donde se prefirió la novela picaresca y la comedia al cuento. Cervantes, qué duda cabe, es un gran cuentista, tanto en sus "novelas ejemplares" como en sus entremeses y en muchos de los cuentos que detienen con pasos ciertos los pasos inciertos del caballero, jinete loco, y su demasiado cuerdo escudero que va en burro a su lado. Todos sabemos que los siglos XVIII y XIX hicieron de España una tierra baldía literaria y aun el gran cuento español que recorrerá el mundo y la escena y el cine fue escrito por un francés. Se trata de "Carmen", cuyo autor, Prosper Merimée, lo situó en Andalucía pero lo escribió en París. Como ocurrió en Estados Unidos con el cuento cu ento escrito en inglés, el cuento escrito en español se escribirá en la América hispana. Un crítico peruano llamó a América (se refería más bien a Hispanoamérica) "novela sin novelistas". Se equivocó, claro está, pero no habría errado si hubiera llamado a las Américas continente que contiene cuentos. Por lo menos, si el título no es exacto, se hubiera podido beneficiar con mi aliteración. Thomas Colchie, traductor americano, pudo organizar una u na antología que tituló La hamaca bajo los mangos, que parece la descripción de un sostén, digamos, de Sarita Montiel. Pero es una excelente colección de cuentos cortos sudamericanos. No podría sin embargo haber compilado una antología similar llamada, digamos, Los dones de Rocío  Jurado, con cuentos españoles. ¿Por qué? Porque simplemente habrá tetas que

 

 

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contener pero no cuentos contados. En toda regla hay una excepción luchando por salir y hay que decir que una reciente colección de cuentos de Javier Marías, Cuando fui mortal, que contiene cuentos no inmorales pero sí inmortales, podría continuar la tradición creada por Don Juan Manuel, que fue nieto y sobrino de reyes, r eyes, adelantado del reino de Murcia cuando Murcia era un reino. Pero no es el escritor de la nobleza lo que nos interesa, sino la nobleza del escritor —y sobre todo su popularidad: Marías ha vendido cerca de cincuenta mil ejemplares de su libro de

cuentos enno pocos meses.aquí a ensalzar a Marías sino al cuento americano o Pero yo he venido hispanoamericano, aunque tres de los más grandes cuentistas cubanos (Hernández Catá, Carlos Montenegro y Lino Novás Calvo) nacieron en España: en Castilla y en Galicia respectivamente. respectivamente. Lino Novás, otra sorpresa, fue el verdadero creador de esa cosa curiosa que se llama realismo mágico. Aparece en un cuento suyo, "Aquella noche salieron los muertos", mucho antes de que Alejo Carpentier formulara su teoría estética (pedida prestada a un surrealista francés) de "lo real maravilloso". Horacio Quiroga es el primer cuentista qua cuentista (me gusta esa palabra latina, qua, porque recuerda al agua, aqua, y repetida, qua, qua, parece un señuelo para patos, qua, qua, qua), es un loco perseguido por el infortunio. Perdió a su padre en un accidente de caza (cazaba patos en la frontera de Uruguay y Argentina: ambos países reclaman su paternidad) y su padrastro se suicidó poco más tarde. Perder un padre puede ser una desgracia, pero perder un padrastro me parece un descuido. Ambos, por favor anoten, murieron muertes violentas. Pocos años después Quiroga mató a su mejor amigo en lo que se calificó por los jueces como un accidente. Quiroga se casó y no mucho después de la luna de miel (obligó a la joven esposa a pasarla en la selva más espesa de Brasil), casi no tengo que decirlo, se suicidó su icidó ella. Casado de nuevo, su esposa, como la octava que desposó Barbazul, le sobrevivió. Enfermo de cáncer de la próstata (hasta en eso fue un adelantado) a delantado) Quiroga escogió el suicidio. Me he detenido en la vida de Horacio Quiroga porque parece un violento culebrón y es más interesante que su ficción —que no es menos violenta. Uno de sus libros de cuentos se titula La gallina degollada y en el cuento que da al tomo su tono dos hermanos gemelos, idiotas ambos, tienen una hermanita es unauna belleza. dos hermanos ven —o mejor, observan— cómo la madre que degüella gallinaPero paralos la cena. Ellos prueban que la imitación es la madre de la experiencia y le rebanan el cuello a la hermanita. Leí los cuentos de Quiroga, todos, de adolescente y me los creí todos. Era, ya lo adivinaron, sano de mente pero impresionable. Ahora, aunque me amenazaran con la expulsión de esta charla no los leería ni amarrado. Habrán adivinado que Horacio Quiroga era un adicto no sólo a la morfina sino a la literatura de Edgar Allan Poe. Otro escritor de cuentos nacido en Argentina pero con la cabeza bien puesta es Adolfo Bioy Casares. A menudo se le asocia con Jorge Luis Borges, todo porque eran amigos y colaboraban en empresas narrativas. Alguien los ha llamado, a los dos, Biorges. Pero Bioy ha seguido escribiendo después de la muerte de Borges y cada ca da vez es más individual y distinguido —no sólo de porte sino de escritura. Bioy escribió la más conmovedora historia de amor de la literatura en español de este siglo. Se llama La invención de Morel y aunque algunos la llaman novela, es una novella o cuento largo y,

 

 

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para mí, es perfecta. Es la mejor ilustración del consejo francés cherchez la femme. Ahora una breve interpolación para hablar, brevemente aunque él se merece ensayos y tratados, de este gran autor: un americano que no escribe en español y que no sigue la tradición de su lengua porque está creando ambas. Me refiero a Machado de Assís, el único gran novelista sudamericano del siglo XIX, que es a la vez un cuentista extraordinario: siempre original, siempre en la vanguardia de un hombre solo. Lean como aperitivo para una cena de un Trimalción literario su cuento "El

psiquiatra". Felisberto Hernández de Uruguay era el opuesto físico de Virgilio Piñera de Cuba. No le gustaban los hombres flacos, como a Virgilio, sino las mujeres, muchas, gordas y caras: se casó cuatro veces. Al revés r evés de Virgilio, que nunca fue musical, Felisberto (le podemos llamar Felisberto: nadie se llama así) era un músico profesional, que, cosa curiosa, era pianista de teatro pero en el foso, no para acompañar a sopranos más o menos ligeras, sino haciendo música de fondo a películas mudas. mu das. Sus vidas distintas tuvieron un final parecido pero diferente. Virgilio murió reconocido como un pederasta pasivo y había estado en la cárcel condenado por evirado. A su muerte fue llorado por poetas pederastas pero de su velorio desapareció su cadáver: las autoridades estaban convencidas de que su cuerpo presente recrearía al ausente con fines políticos. Felisberto murió de leucemia mucho más joven que Virgilio, pero su cuerpo se hinchó con tal desmesura que hubo que encontrar rápido un ataúd adecuado —que era tan enorme que no se pudo sacar por la puerta de la funeraria y salió hacia la eternidad por una ventana. Hay un refrán latino que propone que al final se llega según fue la vida antes. Los respectivos finales de Virgilio Piñera y Felisberto F elisberto Hernández fueron si no vidas, muertes paralelas. No es casualidad, me parece, que la editorial americana que publicó los Cuentos fríos de Piñera ahora publique los cuentos completos de Hernández. Pero hay que hacer notar y anotar una u na diferencia notable: Felisberto estaba un poco loco, Virgilio por el contrario tuvo siempre su cabeza bien dispuesta para la guillotina. No le hacía falta más que una revolución —y la tuvo.  Juan Rulfo ha llamado llamado a Guimaraes Rosa "el más grande autor que que ha surgido en las Américas este siglo". No hay que exagerar, pero Guimaraes Rosa, que escribió la mejor novela de lo que se ha llamado "realismo mágico", es un gran escritor y para regalo de ustedes (ya que su obra maestra, Grandes Sertao: Veredas es larga, compleja y metafísica) hay un volumen de cuentos suyos titulado, sugestivamente, La tercera orilla del río, que es más zen que sensacional. Hay otros compatriotas de Machado de Assís que vale la pena citar aunque sea someramente. Murilo Rubiao con su cuento "El ex mago de la taberna de Minhota", que es sui géneris, como lo son los cuentos de Ubaldo Ribeiro, sobre todo su "Fue un día distinto cuando mataron el cerdo" y el elusivo y alusivo Rubem Fonseca, que con su "Corazones solitarios" creó un escándalo internacional al prohibirlo las autoridades de su país. El escándalo llegó hasta el presidente Carter, más conocido como el Manisero, no por la sabrosa rumba habanera sino por haberse enriquecido cultivando lo que en otras partes se llaman cacahuetes. Hay otra rumba llamada "Tanta lipidia por un medio de maní" cuyo título me lleva a explicarles mi interés y hasta mi afecto por los cariocas del cuento. No hay otro país en América que se parezca tanto a la minúscula Cuba como el gigantesco

 

 

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Brasil: ambos tienen su musicalidad en la música y en la lengua, ambos son una mezcla de blancos íberos y negros africanos, ambos han creado una nueva religión, que se llama en Brasil macumba y en Cuba santería. Todos creemos c reemos que el ritmo no sólo está en la música sino en el habla, en los movimientos del cuerpo y en eso que en La Habana se llama el caminao. Este ensayo mío, por ejemplo, está escrito como hablan en La Habana los hablaneros. No pienso muy bien, lo siento, de los cuentos de Rulfo, que me parecen parcos

 Pedro Páramo es una gran novela en pocas pero primitivos. Sinnovela embargo creo que palabras y la mejor mexicana que se ha escrito —en este y en otros siglos. Lo contrario ocurre con el difunto Julio Cortázar: sus novelas son para mí aburridos ejercicios de una vanguardia a la que el tiempo ha enviado a la retaguardia. Pero sus cuentos, sobre todo los cuentos de familia, son extraordinarios y uno o dos —por ejemplo "El perseguidor", por ejemplo "La autopista del sur"— son admirables. Lo mismo ocurre con Alejo Carpentier, cuyas últimas novelas son lamentables si se comparan con las novelas que escribió en Venezuela: El reino de este mundo, Los pasos  perdidos, El acoso. Pero su cuento "Viaje a la semilla" es una obra maestra del género. También lo es su cuento largo "Concierto barroco" —si se puede olvidar su final, que yo no quiero olvidar. También Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa han escrito y publicado cuentos. Pero, apreciados o despreciados, hay que considerarlos novelistas antes que nada o después de todo. Aquí llegamos a la gran literatura no sólo regional o continental sino mundial, universal incluso. Ahora viene y la trae con ella Jorge Luis Borges. No ha habido en el idioma un escritor más grande desde que Calderón de la Barca murió en Madrid en 1681. Cualquiera que haya leído un solo cuento de Borges (y afortunadamente Borges sólo escribió cuentos y ensayos como cuentos) se dará cuenta de que está frente a un escritor excepcional. Fue Borges quien dijo de Quevedo que no era un escritor sino una literatura. Con mayor justicia se puede afirmar que Borges es una literatura. Él solo, en su lejano Buenos Aires que después de él nos queda siempre cerca, ahí al lado, al doblar de una página, sólo Borges ha hecho del cuento toda una literatura y aun más, una teoría literaria. No tengo que citarles un solo título porque ustedes los

conocen todos.yPero cuentos no para leerlos sino para No releerlos, memorizarlos estarson siempre acompañados del asombro. sólo derecordarlos, su cultura y de su humor sino también de su arte a rte narrativo. El oportunismo político le privó de ganar el Premio Nobel que tanto anheló. Peor para el premio: no se merece a Borges. Pero sus lectores todos, todos los días, le ofrecemos el placentero desagravio de la lectura que es, argentino noble que era, nuestro premio. No se me escapa ni, por supuesto, se les escapará a ustedes, que me he quedado corto de nombres y largo de adjetivos. Pero nunca fue mi propósito componer una guía de autores, sino dar una visión más má s geográfica que histórica del cuento. Después de pasearme —como quería Anatole France que fuera la visión, no la misión del crítico— por entre obras maestras, puedo llegar a una conclusión —si es que llego. Tal vez el cuento requiera más arte que verdad. Es decir, una cantidad ca ntidad mayor de ficción. Anatole France por cierto nos dio una lección sobre qué es la memoria histórica en su cuento magistral "El procurador de Judea". Regresa a Roma Poncio Pilatos y en

 

 

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una fiesta romana, que ustedes pueden llamar orgía, su anfitrión le pregunta a Pilatos, que ha sido procurador en Judea, por "un "u n judío díscolo" llamado Jesús. Pilatos, una taza de vino en la mano, la toga impecable, el peinado a lo César, piensa un momento y después dice: "¿Jesús? No he conocido a nadie de ese nombre". Por favor, no me pregunten por los autores que he olvidado. -

Entrevista

En los últimos días de febrero, visitó Bogotá Guillermo Cabrera Infante, el conocido autor de Tres Tristes Tigres, novela considerada el paradigma de la nueva narrativa latinoamericana. Recientemente Recientemente apareció la que es, hoy por hoy distinguida por la crítica unánime como su obra maestra: La Habana para un infante difunto. La Habana como la llamaremos de ahora en adelante, cuenta la vida erótica de un

adolescente, y luego de un hombre joven, en La Habana de los años cuarenta c uarenta y cincuenta. Es, por tanto, una Habana difunta, la de los recuerdos de Cabrera infante, difunto muchacho de un reino que ya había inmortalizado en su obra anterior. De esa obra y mucho más de la reciente, conversó G.C.I. con el autor de esta entrevista, concedida excepcionalmente, ya que el prestigioso autor cubano, que vive ahora en Londres, no responde sobre estos temas sino por escrito. ¿Qué relación hay, en su obra, entre experiencia y literatura? En realidad es una pregunta compleja. Me gusta que me hable de experiencia y no de experimento que es una palabra que yo detesto con respecto a la literatura. Yo trabajo poco con experiencias, para mí ese clisé de la agonía de la página en blanco no existe, porque yo fundamentalmente con lo que voy cubriendo la página es con recuerdos, todos esos recuerdos han sido facilitados por la memoria, y la memoria, como usted sabe, es una traductora y a veces una intérprete, intérprete en el sentido de interpretar un lenguaje en otro, una intérprete muy fiel. Yo acepto que es un inconveniente, pero eso me garantiza que tenga una base primera, un fundamento sobre el cual trabajar más tarde. Entonces en realidad la experiencia o las experiencias están siempre limitadas por arbitrio del recuerdo, pero, finalmente, yo no voy en busca del tiempo perdido sino del espacio a encontrar, que es el espacio lingüístico, que es a veces oral o simulacro de oralidad como ocurre oc urre en T.T.T. o es un espacio dado como en La Habana. Con La Habana yo tenía un primer borrador que era mucho más lineal que el libro actual, pero que estaba atiborrado de datos, tanto es así que en la versión final,

 

 

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aunque yo soy un escritor que tiende a añadir más que a quitar, en la versión final, en el borrador final, limé ciento veinte páginas del libro. Entonces este primer borrador a mí me servía como un andamiaje para construir mi edificio de palabras, en este caso una ciudad de palabras, y al hablar h ablar de ciudad le puedo hablar no solamente de topografía, la referencia al terreno, sino de topología en el sentido que tiene esta ciencia moderna que entre otras cosas se dedica al estudio de los nudos, es una ciencia que a mí me interesa mucho, aunque yo soy poco científico, me interesa porque interesa por fenómenos que en otro tiempo y aún hoy, a otros científicos, parecensemeros juegos. Leyendo en La Habana para un infante difunto, las primeras ciento y pico de páginas se percibe un tono autobiográfico que desaparece después… Bueno, en realidad estas ciento y tantas páginas de La Habana juegan el papel del maestro de ceremonias en T.T.T., eso es exactamente un prólogo, una presentación, que es algo más difícil de describir pero que parece una verdadera metamorfosis, hay una localización suya en un tiempo histórico-humano, hay una presentación de un local absolutamente extraordinario y desconocido para el narrador, como es el solar habanero. Ese extraordinario falansterio. Ese descubrimiento de La Habana primero que nadade que realiza que en esas ciento páginas, está el descubrimiento lenguaje LaélHabana él tiene queveinte aprender como si estuviera en tierra del extranjera y está, además, muy importante, el descubrimiento del sexo. Después de publicar La Habana , de haberla escrito y decidido publicarla ¿cómo ve usted , cómo leería T.T.T.? ¿cómo la arqueología de La Habana para un infante difunto? No, es un libro. T.T.T. es un libro que siempre pretende o quiere dar a entender que pretende una aspiración constante de oralidad. Si se da un estudio bastante minucioso del texto, se demostraría que esto es falso porque el texto se presenta en ocasiones como eminentemente escrito, esta oralidad es falsa, esta exaltación de un dialécto inútilhablaba porqueasí en en realidad todo Es es una granelconstrucción verbal,ver se puede decir queesnadie la Habana. el autor que está haciendo que la gente hablaba así. Esa es una lectura posible de T.T.T. Veo el libro no como algunos que pretendían era el comienzo de algo, sino como el fin de mi relación con las posibilidades de la escritura dialéctica, y en ese sentido quiero decir de dialéctico. Además hay una constante preocupación por una organización musical del texto, bien sea porque uno de los protagonistas del libro es un músico, otra porque uno de los grandes manes del libro es una cantante, siempre la música popular está presente en el libro y su exaltación es extraordinaria, cosa que no ocurre en La Habana. ¿Qué relación ha tenido con Conrad, Nabokov y Borges? Yo soy un admirador de Conrad lo quepersonal diviso fue una hazaña literaria. Conrad eragran un hombre de una enormepor valentía y es curioso que estos tres escritores mencionados son escritores de un gran coraje tanto personal como

 

 

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intelectual. Conrad lo que hizo fue, después de hacerse embarcado en muchas aventuras físicas, se embarcó en una última aventura, que es la aventura del lenguaje, cómo él llegó a conquistar el idioma inglés, que es un idioma desordenado, caótico, con más excepciones que reglas. Yo nunca me lo explicaré, porque además él comenzó muy tarde, él no tenía una base inglesa, de haber aprendido inglés cuando niño como Nabokov, y Conrad lo hizo admirablemente. admirablemente. Su inglés no es que sea impecable, es un inglés creador, a mi no me interesa si él comete faltas o si hay frases

que no son gramaticalmente eso espara lo denada menos, lleno de es incorrecciones gramaticales, correctas, eso no interesa a la Faulkner literatura,está la gramática una cosa, la literatura es otra. Pero no puedo decir que Conrad haya tenido en mí una influencia porque mayormente la de Conrad es una literatura de aventuras y hacia el final de su vida es una especie de literatura introspectiva introspectiva que va a recordar algo que él rechazaba profundamente: profundamente: el alma eslava. El decía con toda razón que no era ortodoxo, que era un polaco y que era católico en vez de ortodoxo, pero sin duda está presente, bajo los ojos de Occidente es una novelística eslava, y a mí francamente este tipo de novela no me interesa para nada. Otra cosa que yo hecho de ver v er mucho en Conrad es su sentido del humor, no tiene ninguno, no existe para él, se toma terriblemente en serio. Por el contrario, Borges y Nabokov son escritores, todo último el difícil humordeesapreciar primordial y más que nada esencial. Elsobre humor de el Borges es para más quienes sutil, más cuando él esta hablando en serio de cuando está hablando en broma, y aún sus pretensiones metafísicas son en últimas una broma. El mismo cuento El Aleph es todo una gran broma y no hablemos de Borges cuando escribe los cuentos policíacos junto ju nto con Bioy, los cuentos o problemas de Parodi, el hecho mismo de escoger el nombre Parodi para el personaje principal indica sus intenciones paródicas. Yo mediría las influencias de Borges en mí en unas cosas muy voluntarias. v oluntarias. Además de préstamos de ciertas fórmulas borgianas, por ejemplo, entre a hacer esa distinción entre el uno y el mucho y que finalmente se prueba indistinguible como en cantaron varios pájaros al alba o tal vez cantó uno muchas veces, eso es una construcción que yo aprendí de Borges, igualmente de Nabokov, pero por ejemplo yo me doy cuenta de que cualquiera de los dos se horrorizaría ante la lectura de mis textos, le espantaría la buscada vulgaridad. Borges me dijo que él era indigno de Conrad … Borges siempre tiene esas actitudes de modestia, que bien examinada se muestran como falsa modestia. Yo estoy seguro de que él íntimamente no se encuentra indigno de ningún escritor del siglo XX, él podrá encontrarse indigno de Shakespeare porque todos nos encontramos indignos de él, pero no estoy seguro de que se encuentre indigno, por ejemplo, de Nabokov, a quien yo tiendo a considerar como mejor escritor que Conrad. Sí hay una conciencia, es decir, en Conrad había una conquista del lenguaje, en Nabokov hay una conciencia del lenguaje, hay un uso de la parodia, un uso de ciertos recursos retóricos tomados como un gran grano de sal. Pero a mí realmente lo que sí me interesa es Conrad, es su gran triunfo en el aspecto literario,

 

 

cómo él logró imponerse en una sociedad absolutamente extraña, y una sociedad que en esa época era muy realmente enemiga de los extranjeros.

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La prueba de esto es que Eliot escribió un artículo sobre Conrad, Eliot, un americano que se anglicanizó voluntariamente de una manera decisiva, fue a ver a Conrad y se sorprendió de que él tuviera un acento polaco muy fuerte, al extremo de que él no podía entender casi lo que Conrad decía, y no olvide que Eliot se s e había convertido en un inglés absoluto, no seespodía distinguirque su le ascendencia visita de Eliot a Conrad esa anécdota repito. americana. Lo mejor de la ¿Qué relación hay entre Rayuela y T.T.T.? Alguien me dijo que Cortazar conocía y utilizó para esa novela su libro Un oficio del siglo XX, del cual también surge T.T.T. Bueno, yo no tengo evidencias de eso, yo no puedo acusarlo de semejante uso. Lo único que tengo es el conocimiento de Cortazar no como escritor, yo conocí a Cortazar en el año sesenta y dos porque amigos habaneros lo habían h abían conocido en Cuba e insistían en que yo lo conociera … y cuando lo conocí él no había publicado Rayuela entonces yo si le lleve un ejemplar de Un oficio del siglo XX y a él le gustó bastante y me dijo: ¡ah, que bien estas colecciones! Y me mencionó dos o tres autores que han hecho sacoso por paralometerlo pero yo creo que en ese tiempo ya Rayuela estabasemejantes en la imprenta menos todo, terminada. Yo no creo en su afirmación de que no haya leído  Paradiso . Le puedo confesar que yo leí exactamente diez páginas de Paradiso y la encontré absolutamente impenetrable. impenetrable. Sin embargo yo soy un gran lector de la poesía de Lezama y ésta aparece citada muchas veces en La Habana , versos enteros. Recientementee he escrito un largo ensayo sobre Lezama Lima y Virgilio Piñero, una Recientement biografía a dúo, se titula Vidas para leerlas … ¿Cuál es su relación con los clásicos griegos y los romanos? En el bachillerato yo era un buen estudiante pero en realidad un pésimo oyente de clases, yo me leía el texto un poco antes de entrar al examen y como la mayor parte de los estudiantes lo regurgitaba todo en la mañana del examen. Pero un día estaba en una clase de literatuta clásica con un profesor que era un hombre extremadamente extremadamente afectado y hasta distante, un poco amanerado al hablar, y empezó a hablar de Ulises U lises y llegó a la parte en que Ulises regresa a Itaca y de como sólo es reconocido por su perro, Argos, quién al reconocerlo muere. Entonces yo tenía un perro, yo era un gran amante de los perros y a mí me conmovió profundamente este relato y fue para mí un verdadero cambio de vida. Ahí fue donde yo empecé a interesarme por la literatura. Fuí a la biblioteca y pedí La Odisea , me la leí completa, me leí también La Iliada que me pareció, contra muchas opiniones contrarias un libro inferior a La Odisea , es decir mí no medeinteresaba nada Aquiles, me parece un personaje lleno de ira, una ejemplo héroe negativo. Pero Ulises me pareció un héroerepulsivo, extraordinario, me gustó mucho su astucia y su relación con dos o tres mujeres del libro, concretamente

 

 

con Naussica y con Circe y menos interesante con Penélope, porque Penélope representa la vida doméstica, y allí empecé a leer.

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¿Cuál sería la relación entre Tristán e Isolda, Trópico de cáncer y La Habanera para un infante difunto? Yo no puedo hablar de Trópico de cáncer porque nunca lo he leído. Pero es interesante que señale Tristán Isolda, porque es unaTristán leyendae que meinclusive interesa profundamente. Yo melohedeleído casi etodo lo que hay sobre Isolda, me compré antes de venirme para acá un libro que no he terminado de leer. He viajado a los sitios donde supuestamente se desarrolla la leyenda, donde todavía se conservan los nombres celtas de la época donde se supone ocurrió. Para mí es una de las grandes invenciones literarias y míticas de Occidente, además hay citas textuales en La Habana de Tristan e Isolda. Tampoco Durell … Yo nunca había leído el Cuarteto de Alejandría, entonces cuando terminé La Habana tuve la curiosidad de saber exactamente que había hecho él con respecto a Alejandría … Terminemos entonces hablando de Kafavis … Para mí Kafavis es hasta ahora, y faltan todavía veinte años, el más grande poeta del siglo. Sin nada de todas esas citas de Eliot, a escondidas o después, hechas explícitas al final, nada de toda esa serie de trucos malos de Ezra Pound, y así podíamos seguir revisando poetas más o menos importantes que en realidad no lo son, lo son simplemente porque los ha impuesto la cultura anglosajona, pero no porque sean realmente poetas importantes. importantes. Además yo te diría a ti que yo detecto un gran tufo de fraude de Ezra Pound, y Kavafis, por ejemplo, es un poeta que yo me imagino que será un poeta aún más extraordinario en griego, pero es un poeta que vence las traducciones, yo he leído eneinglés, lo he leídodel en escritor español catalán -déjameJoan decirte que al hay una traducción lamentablemente lamentablement no continuada, Ferrate español que es mucho mejor inclusive que la traducción de la señorita Dalven al inglés y que incluso Kavafis alcanzó a aprobar personalmente-. Entonces hay una especie de abismo que se salva por el puente de la poesía entre Kavafis y la mayor parte de los lectores que es su homosexualidad, la condición verdaderamente verdaderamente declarada de homosexual del autor es decir, no hay nada de los disfraces de otros escritores. Yo quisiera, ojalá que hubiera una verdadera influencia de Kavafis en La Habana para un infante difunto, porque ése si que yo creo es el poeta de Alejandría y que Durell es el falso fa lso cronista de Alejandría. ®Harold Alvarado Tenorio 

 

 

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Notas biográficas La vida de un escritor cubano es una vida complicada, dirigida, y restringida por la política; la vida de Guillermo Cabrera Infante ha sido una vida así. Desde su nacimiento nacimiento en 22 de abril, 1929, en el pueblo de Gibara en el noroeste de Cuba, Infante fue destinado a una vida turbulenta. turbulenta. Sus padres, el el periodista Guillermo Cabrera y su esposa Zoila Infante, fueron comunistas antes de la Revolución con opiniones políticas muy fuertes y fundaron el partido comunista en Gibara. Desde los principios de su vida Cabrera Infante era rodeado por ideales revolucionarios, y aunque su historia personal y su relación con la escritura empezó en esta vena, ahora vive en el exilio, borrado de la mente de Cuba. El camino de su vida ha sido un camino muy duro, lleno de ilusione ilusioness destruidas y confianzas rotas que termino en la separación de una patria y un hogar por un tiempo indefinido Las actividades de los padres de Cabrera Infante, hechas todavía bajo la dictadura de Batista, Guillermo Sr. y Zoila fueron encarcelados cuando Guillermo Infante tenia solamente solamente siete anos. El y su hermano menor fueron testigos de su arresto durante la noche y la confiscación de sus libros. Después de seis meses, meses, la familia estaba estaba reunida, pero, con su conexión a actividades subversivas, sus padres tenían muchos sumudaron búsquedaa de trabajo lucharon variosproblemas anos hastaen que Habana eny1941. En la Habana Cabrera Infante y su familia sufrieron una pobreza mucho más intensa que en el pueblo de Gibara. Cabrera Infante, ddee una parte, desarrolla su agudeza y su actitud hacia la vida de su lucha por sobre vivencia en las calles y las escuelas de una ciudad tan grande donde el se sintió sintió por primera vez como afuerino. Esta actitud le conducía a su primera experiencia con la escritura a diecinueve diecinueve anos de edad. Desde una apuesta con un amigo, Cabrera Infante escribió una parodia del libro El Señor  Presidente de Miguel Ángel Asturias y lo llevo a las oficinas de Bohemia, la revista más popular de Cuba en estos anos, y, en las palabras de Infante, “lo que ocurrió entonces, cambio mi vida definitivamente” (Souza, 22). Desde esta primera primera publicación en 1948, Cabrera Infante dejo sus estudios en la universidad, trabajando para Bohemia donde publico publico varios artículos y cuentos. En Octubre de 1952, fue encarcelado por cinco días por el contenido de su cuento c uento

 

 

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“Balada de plomo y yerro”. yerro”. El uso de blasfemias por por un personaje secund secundario ario en el cuento fue el motivo motivo de su arresto. Esta fue su primera experiencia experiencia con la censura censura política de su escritura. escritura. En los anos siguient siguientes es Cuba paso por la Revol Revolución ución y Cabrera Infante, quien apoyaba la lucha revolucionaria, surgió como uno de los escritores de la Revolución, nombrado como director de la jornada cultural, Lunes de Revolución. Lunes fue un suplemento de Revolución, el periódico oficial de la revolución. Lunes represento los sueños de libertad y desarrollo cultural de la revolución, pero,

después de 129 ediciones, fue cerrado por el gobierno por su, “posición independista y su insistencia en la libertad artística” artística” (Souza, 38). El proceso de este cierre empe empezó zó con la censura de la película “PM”, una producción dirigido por Saba, el hermano menor de Cabrera Infante (quien apoyo la película con finanzas de Lunes), que toco los temas de la vida nocturna de una sección de Habana. La culminación de este proceso ocurrió el 30 de junio, 1961, con el discurso famoso de Fidel Castro “Palabras a los intelectuales”, cuando proclamo, “Dentro de la Revolución, todo; fuera de la Revolución, nada”. En este momento, el proceso proceso de exilio empezó para Cabrera Infante. En 1962, Cabrera Infante fue mandado a Bélgica, con su segunda esposa y sus su s dos hijas, para servir como agregado cultural en la embajada embajada cubana. Vivió en Bélgica hasta 1965, después de una experiencia traumática con su regreso a Cuba por causa de la muerte inesperada inesperada de su madre Zoila. Su salida de Cuba fue fue prohibida por cuatro meses. Durante este tiempo, tiempo, Cabrera Infante “acepto su inevitable inevitable exilio” (Gale: Contemporary Contemporary Authors Online). En 1965 se mudo a Madrid con su familia familia donde trabajo escribiendo escribiendo su libro, Tres Tristes Tristes Tigres. Muy pronto, la la familia tuvo que mudarse otra vez a Londres donde Cabrera Infante finalmente podía escribir y publicar sin censura. Después de la publicación publicación de Tres Tristes Tigres en 1967, Cabrera Infante fue “expulsado del Sindicato de Escritores y Artistas de Cuba por ser traidor . . . y empezó escribir y hablar en publico sobre Cuba” (Gale: Contemporary Authors Online). Sufriendo la separación separación de su país, sus amigos, amigos, y familia, ahora perdió su conexión con la revolución completamente. completamente. Cabrera Infante entro entro en un periodo de depresión entre los anos siguientes, viviendo en Londres, escribiendo guiones y oyendo sobre la opresión constante constante en Cuba. En los fines de los setenta, salio de su depresión y empezó a viajar. Viajo a los Estados Unidos varias ve veces, ces, sirviendo como escritor en residencia en la Universidad de West Virginia, la Universidad de Virginia, Virginia, Wellesley, y West Point. Durante este tiempo viajo también a México, Colombia, Colombia, y Venezuela dando conferencias. Todo el tiempo Cabrera Infante estaba escribiendo ensayos y cuentos, tocando temas de la censura, criticas fílmicas, escritores escritores cubanos, y Ronal Ronaldd Reagan. Ahora vive con su esposa Miriam Gómez en Londres y sigue escribiendo. Obras

Laspremios obras deprestigiosos, Guillermo Infante han recibido ganado prest igiosos,Cabrera y han sido traducidas a variosatención idiomas.internacional, Establecido han como uno de los grandes escritores de América Latina, la escritura de Cabrera Infante

 

 

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esta en una diversidad de formas, como ensayos con temas políticos y sociales, grandes obras de ficción ficción y cuentos jugando con la forma propia ddee la literatura. Su estilo es muy original, usando el humor y ingenio, jugando con el lenguaje y gozando de su arte. Sus obras reflejan sus experiencias experiencias como cubano, cubano, como revolucionario, como amante de la Havana, como exiliado y expresan una actitud artística que es seria y ligera a la vez. Sobre todo, su escritura ha reflejado un dese deseoo por la libertad, si esta expresando sus opiniones políticas o esta jugando con la forma de su arte.

Sus primeras publicaciones fueron muy serias, y consistieron en cuentos publicados en la revista Bohemia que fueron recopilados en 1960 en su primer libro, Así en la paz como en la guerra . Estos cuentos, escritos entre 1949 y 1960, junto con quince viñetas narran la violencia violencia bajo la dictadura de Batista. Recibió atención internacional y gano el Premio Premio Internacional de Literatura de Fr Francia ancia en 1962. Desde este primer libro, el estilo y propuesta literario de Cabrera Infante ha cambiado mucho. Ahora Infante rechaza su libro por su mezcla de lo político y otros aspectos de la existencia y por su estilo sentimental sentimental que eleva tanto los ideales políticos. Su conciencia política y social es algo reflejada en sus siguientes obras, aunque de un estilo diferente. Vista del amanecer en los trópicos, publicado en 1965 que fue transformado por Cabrera en Tres Tristes Tigres, publicado en 1967, fue su próxima obra, la primera publicada en el el exilio. Su censura completa en Cuba empezó empezó con la publicación de Tres Tristes Tigres que toco temas, “considerados anatemas por el gobierno revolucionario, en particular la espontaneidad irracional, cultura popular del mundo capitalista, y una falta de respeto para la autoridad” (Souza, 58). Tres Tristes Tigres estableció la reputación de Cabrera Infante en el mundo literario como un buen escritor de ficción, con su uso (aunque no fue el primero autor hacerlo) original de lenguaje oral y albures para recrear la escena de la década de los cincuenta en Havana. En Tres Tristes Tigres es donde el estilo propio y más madurado de Cabrera Infante surgió. Sus siguientes obras están escritas en el mismo eestilo, stilo, llenos de albures y humor creado por sus juegos con palabras. Exorcismos de estilo, publicado en 1976, fue una colección de escritura dedicada a la forma literaria y no su contenido, donde Cabrera Infante investigo orígenes de palabras y lenguaje. La Habana para un infante difundo, escrito en 1979, y Holy Smoke, escrito en 1985, fueron recibidos con una mezcla de entusiasmo y criticas. “Mientras algunas personas hacían elogios para su uso constante de albures, otras fueron cansados de las contorsiones verbales del cubano” (Gale). Estos libros, libros, juntos con Vidas para leerlas (1998) y Mea Cuba  (1992) muestran diferentes aspectos del estilo de Cabrera Infante, que a veces esta, como en Mea Cuba, muy político y serio, narrando la violencia y capturando el dolor de su vida y la vida en general de Cuba, y a veces es muy ligera, como Holy Smoke,  que explica la historia de los cigarros, una cosa favorita de Cabrera Cabrera Infante. Desde su gran ruptura con la revolución, su estilo ha sido uno que, “trata la vida como es, y no como él quiere que sea” (Souza, 44)

 

 

Libros de Regalo Colección gratuita enviada por email, obsequio de INTERCOACH

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Libros de Regalo 1. Llevar a Gladys de Vuelta a Casa y otros cuentos 2. Letras sin Dueños (Selección de parábolas) 3. Música, Maestro 4. Una Carta a García 5. 30 Historias de Nasrudín Hodja 6. Historias para Crecer por Dentro 7. Acres de Diamantes 8. 3 Historias con un país de fondo 9. Pequeños prodigios 10. El Go-getter 11. Mujer que llamo Laura 12. Historias para cambiar tu vida 13. El ingenio del Mulá Nasrudín 15. Algo muy grave va a suceder en este pueblo 16. Cuatro cuentos 17. Historias que iluminan el alma 18. Los temperamentos 19. Una rosa para Emily 20. El abogado y otros cuentos 21. Luis Pie y Los Vengadores 22. Ahora que vuelvo, Ton 23. La casa de Matriona 24. Josefina, atiende a los señores y otros textos

Aquiles Julián Aquiles Julián Aquiles Julián Elbert Hubbard Aquiles Julián Aquiles Julián Russell Conwell Armando Almánzar R. Aquiles Julián Peter Kyne Aquiles Julián Aquiles Julián Aquiles Julián G. García Márquez Juan Bosch Aquiles Julián Conrado Hock William Faulkner Arkadi Averchenko Juan Bosch René del Risco Alexander Solzenitsin Guillermo Cabrera Infante

 

 

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CIENSALUD 1. Inteligencia de Salud y Bienestar: 7 pasos 2. Cómo prevenir la osteoporosis

Cristina Gutiérrez Cristina Gutiérrez

Iniciadores de Negocios 1. La esencia del coaching 2. El Circuito Activo de Ventas, CVA 3. El origen del mal servicio al cliente 4. El activo más desperdiciado en las empresas 5. El software del cerebro: Introducción a la PNL 6. Cómo tener siempre tiempo 7. El hombre más rico de Babilonia

Varios autores Aquiles Julián Aquiles Julián Aquiles Julián Varios autores Aquiles Julián George S. Clason

8. Cómo hacer proyectos y propuestas bien pensados

Liana Arias

 

 

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Libros de Regalo

 

 

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