José S. Lasso de la Vega - SINTAXIS GRIEGA vol. I INTRODUCCION GENERAL y SINTAXIS NOMINAL

March 4, 2018 | Author: quandoegoteascipiam | Category: Greek Language, Syntax, Linguistic Morphology, Syntactic Relationships, Rules
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Descripción: El presente volumen es el primero de una obra cuyo plan comprende otros dos, dedicado el segundo al estudio...

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ENCICLOPEDIA

SINTAXIS

CLASICA

GRIEGA

POR

JOSE S. LASSO DE LA VEGA

i

C. S. I. c. MADRID

Jo sé S. Lasso de la V ega ha cur­ sado la carrera de Filosofía y L e ­ tras, alcanzando el doctorado en Fi­ lología clásica. Posteriormente se doc­ toró en Ciencias políticas. Desde el año 1952 es catedrático de Univer­ sidad. En el transcurso de sus activida­ des docentes universitarias ha publi­ cado numerosas colaboraciones en las revistas Em erita y Estudios C lásicos; ostentado el cargo,' sucesivamente, de secretario y vicepresidente primero de la Sociedad Española de Estudios Clásicos. Investigador constante de su disciplina, ha estudiado la Filología griega tanto en los aspectos litera­ rios y gram aticales como en los filo­ sóficos. Como resultado de sus trab a­ jos, ha venido publicando en los úl­ timos tiempos una serie de volúme­ nes que le acreditan como una auto­ ridad eminente en el terreno sometido a su investigación. Por su interés para los estudiosos de la especialidad, re­ cogemos algunas de estas publicacio­ nes: L a oración nominal en Homero (Madrid, C. S. I. C., 1955); Héroe grie­ go y santo cristiano (Madrid, 1962; traducción italiana, Brescia, Paideia, 1967); Ideales de la form ación griega (Madrid, Rialp, 1966); Helenismo y li­ teratura contem poránea ( M a d r i d , Prensa Española, 1967). En colabora­ ción: El concepto del hombre en la antigua Grecia (Madrid, Facultad de Filosofía y Letras, 1955); El descubri­ miento del am or en Grecia (Madrid, Facultad de Filosofía y Letras, 1959); El mundo clásico en el pensamiento español contemporáneo (Madrid, S o ­ ciedad de Estudios Clásicos, 1960); Introducción a Homero (Madrid, G ua­ darrama, 1963). A ellas se une el presente volumen de S i n t a x i s g r i e g a , que supone una aportación de gran envergadura para el conocimiento y el estudio de la lengua griega.

Precio: 380 ptas.

SINTAXIS

GRIEGA I

POR

JOSE S. LASSO DE LA VEGA

MADRID

1968

ENCICLOPEDIA

CLASICA

N.° 6

CONSEJO

SUPERIOR

DE

INVESTIGACIO NES

CIENTIFICAS

PATRONATO , MENENDEZ Y PELAYO»

Depósito Legal: M. 11.408 - 1967

SUCS. DE RI VADENEYRA, S. A. - Onésimo Redondo, 26 - M AD R I D - 8

A la memoria de mis tíos M aría de las Mercedes y José M aría

N O TA P R E L IM IN A R

E l presente volumen es el prim ero de una obra cuyo plan comprende otros dos, dedicado el segundo al estudio de lo que a éste le fa lta para completar el examen de la frase sim ple ( sin­ taxis pronominal y verbal partículas y preposiciones), y el tercero al estudio de la subordinación. E l original del volumen segundo se halla prácticamente terminado y esperamos que su aparición no se demore. E l tercero está todavía en elaboración. Como es natural los índices completos irán al fin a l de la obra. Deseo dar las gracias a los colegas que me animaron a em­ prender este trabajo y , m uy en especial a los alumnos de mis cursos universitarios pensando en los cuales ha sido escrita la obra.

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M adrid, enero de 1967.

SUMARIO

SUMARIO Paginas

N ota pr e lim in a r .............................................................. B ibliografía g en e r a l .....................................................

IX XXV

I N T R O D U C C IO N G E N E R A L I.

CONCEPTO, H ISTO R IA Y METODO D E LA SIN TA X IS GRIEGA §1. Contenido de la sintaxis: historia crítica del problem a.................................................. §2. Breve historia del problem a........................ §3. Sistem a de Ries: crític a ................................. §4. Posiciones actuales: sistem a de esta obra. §5. H istoria de los estudios de sintaxis griega: Su nacim iento................................................ §6 . Los estoicos y la sintaxis griega................ §7. La sintaxis griega en la E dad Moderna. §8. T ratados de sintaxis descriptiva................ §9. La sintaxis científica en este período. . . . §10. La sintaxis la tin a .............................................. §11. Godofredo H erm ann y su escuela.................. §12. L a psicología en la sin ta x is........................ §13. E l m étodo com parado..................................... §14. Aplicación de este m étodo a la sintaxis. . §15. Homero y la literatu ra postclásica............ §16. Sintaxis d ialectal................................................ §17. La sintaxis ática y sus arcaísm os................ §18. Im portancia de la sintaxis ta rd ía y mo­ derna.................................o............................. §19. Inventario crítico de los tratad o s actuales más im portantes............................................ §20. Sintaxis y métodos estadísticos.................... §2 1 . E l m étodo sintáctico tradicional: críticas actuales............................................................ §22. Lógica y sin tax is.............................................. §23. L a doctrina de las partes del d isc u rso .. . . §24. Crítica de la sintaxis lógica.........................

3 4 7 11 14 17 19 20 21 24 25 27 30 33 38 40 42 46 50 54 56 59 61 63

XIV

SIN TA X IS GRIEGA Páginas

§ 2 5 . L a lógica como introducción al estudio del lenguaje............................................................ § 26. Psicología y sin ta x is.................................... § 27. Categoría gram atical y categoría psico­ lógica ................................................................ § 28. Desajustes entre am b as................................ § 29. E structuralism o y sin tax is............................ § 30. L a fonología........................................................ § 3 1 . E l Círculo de Copenhague............................ § 32. Otras escuelas estructuralistas.................... § 33. Las oposiciones sin tácticas............................. § 34. Clasificación de las oposiciones lingüísticas § 3 5 . L a neutralización de las oposiciones sintác­ ticas .................................................................. § 36. Conclusiones actuales y program a de estos estudios en el fu tu ro ................................ § 37. Sintaxis y estilística......................................... § 3 8 . La elección en sintaxis estilística: Casos po­ sibles................................................................. § 39. Algunos ejemplos griegos................................

II.

65 66 68

69 70 72 73 75 76 77 82 87 89 93 95

LOS CONDICIONAMIENTOS Y LAS T E N ­ DENCIAS PSICOLOGICAS E N LA S IN ­ T A X IS GRIEGA L O S CONDICIONAM IENTOS P S IC O I^G IC O S .......................

§ 40. § 41. § 42. § 43. § § § § § § §

44. 45. 46. 47. 48. 49. 50.

§ § § § § § §

51. 52. 53. 54. 55. 56. 57.

Los condicionamientos lingüísticos direc­ tos ..................................................... Los medios expresivos indirectos............... Medios extralingüísticos...... .......... ............... Condicionamientos de la psicología popu­ la r .................................................................... Lógica popular................................................. Em oción............................................................. F a n ta sía ............................................................. Pensam iento sucesivo.................................... Egocentrismo.................................................... Pensar asociativo................................... ........ Las faltas sintácticas y sus condiciona­ mientos psicológicos................................... Clasificación de las faltas sintácticas----E l origen de las faltas sintácticas........... F altas por frecu en cia.. . ............................... F altas por perseveración............................ F altas por anticipación................................. F altas por s e m e ja n z a .................................. F altas por contam inación.............................

97 98 100 102

103 104 105 106 107 108 109 109 112

113 115 117 119 120

123

XV

SUMARIO

Páginas

§

58. Observaciones com plem entarías sobre es­ ta s falta s....................................................... § 59. F altas emocionales......................................... § 60. Los condicionamientos del m undo cir­ cundante ........................................................ § 61. Condicionamientos provenientes del mundo cultural........................................................... § 62. Sintaxis y cultura primitiva: Religiosidad, animismo, orendisino, concretism o.. . . § 63. Sintaxis y escritu ra......................................... § 64. Condicionamientos impuestos por el m un­ do social........................................................ § 65. Algunos ejem plos............................................ § 66 . Limites de la sintaxis sociológica............... § 67. Lenguas especiales.......................................... § 68 . V ulgarism os....................................................... § 69. Cronología.......................................................... § 7 0 . Préstam o sintáctico........................................ § 71. Los helenismos de la sintaxis l a t i n a . . . . § 7 2 . Los semitismos en el griego b í b l i c o . . . . § 73. Los latinism os en la sintaxis g r i e g a . . . .

125 127 129 130 131 136 139 140 141 143 144 146 147 149 150 152

L a s t e n d e n c ia s g e n e r a l e s p s ic o l ó g ic a s e n l a SINTAXIS GRIEGA

§ 74. §75. §76. § 77. § 78. § 79. § 80. § 81. § 82. § 83. § 84. § 85. § 86. § 87. § 88.

J53 Observaciones metodológicas........................ Tendencia a la representación i n t u i t i v a . . 155 Tendencia a la descarga em ocional........................ 157 Tendencia al menor esfuerzo.................... 160 Tendencia al o rd en ..................................... 165 Tendencias estéticas....................................... 168 Selección de ejem plos................................... 171 Paralelism o y sim etría ................................. 174 H iperurbanism o................................................ 175 Tendencias sociales.......................................... 176 Más ejemplos m otivados por tendencias sociales........................................................... 178 Interrelaciones entre condicionamientos y tendencias psicológicas.............................. 180 Complejidad de los factores condicionantes 184 Caracterización sintáctica de una lengua 186 U n cotejo especialmente ilustrador: Sin­ tax is griega y sintaxis la tin a ................... 188

XVI

SIN TA X IS GRIEGA

SINTAXIS NOMINAL III.

LA CATEGORIA D E L G EN ER O § 89. § 90. § 91. § 92.

§ 93. § 94. § 95. § 96. § 97. § 98. § 99. § 100. § 101. § 102.

IV.

Conceptos generales e historia del prob lcniä · · · · · · « · · · · · · · · · · · · · · · · · » . * · « » El género en indoeuropeo y la clasificación v it alista de los géneros. Clasificación sexualista....................................................... Género anim ado e inanim ado y caso agente y p acien te.................................... L a atribución del género a los seres des­ provistos de género n a tu ra l................... Teoría de G rim in............................................. L a teoría de B rugm aim ................................ La explicación vit alista y la mecánicoanalógica no se excluyen........................ Diferencias en la atribución del género entre lenguas p arientes............................ La atribución del género en griego: El neutro para los seres anim ados........... El masculino y femenino para los inanim a­ dos. Grupos más im p o rtan tes............... Género común y epiceno........................... Representación morfológica del género en griego.............................................................. L a moción en las diferentes declinaciones Observaciones: La -a del plural neutro; cambios de género; diferencias dialec­ ta le s................................................................

I í)3 195

197 198 198 201 203 205 206 207 209 211

2J2 215

E L NUMERO

§ 103. § 104. § 105. § 106.

Conceptos generales: singular, dual y plu­ ral en indoeuropeo.................................... E l núm ero d u a l............................................ Su historia en griego................................... Usos del dual: a) b) c) d) e) f)

§ 107. § § § §

pásina9

108. 109. 110. 111.

N atural y anafórico............................. Con el cardinal «dos»............................... Dual elíptico............................................. Dual doble................................................. Dual distributivo..................................... Otros tipo s.................................................

Interpretación genética de los diferentes tipos de d u a l........................................ .... E l dual en Homero. Observaciones previas Plural y d u a l................................................ ¿Dual por plural en H om ero?................... Singular y p lu ra l........................................

219 221

222 224 225 226 227 228 228 228 229 232 235 238

XVII

SUMARIO

Páginas

§ 11 2 . E l plural como núm ero a u m e n t a t i v o . . . . § 113. Usos del singular:

§ 114. §115. §116. § 117. § 118. § § § § § § § §

V.

119. 120. 121. 122. 123. 124. 125. 126.

a) Colectivo.................................................... b) D istributivo.............................................. c) Genérico o representativo...................... d) Poético....................................................... Observaciones: Singulares por retrogre­ sión; singularia tantum ............................ Pluralia tantum : Grupos más im portantes El plural de los nombres propios de per­ sona................................................................. E l plural de los ab stracto s......................... Plural poético: Sus condicionamientos, con especial referencia a los de tipo métrico. Valor enfático de este plural. Observacio­ nes v a ria s..................................................... Plural colectivo.............................................. Plural individualizador.......................... . . . . E l plural sociativo y sus diferentes tipos. H istoria en griego de estos tipos. De H o­ mero a la tra g e d ia .................................... E n la comedia y la p ro sa ........................... E n la sintaxis helem stica........................... E l pluralis reuerentiae.................................... E l pluralis auctoris........................................

239 241 242 242 243 243 244 247 249 251 254 255 256 257 259 263 264 266 267

LOS CASOS § 127. Orígenes de la declinación indoeuropea.. § 128. Origen de las desinencias flexivas: agluti­ nación y ad ap tació n ................................ § 129. Las «significaciones fundamentales» de los casos ................. .. § 130. E tap as en la historia de la declinación in­ doeuropea: caso agente y caso paciente. § 131. L a significación de los casos: teoría loca­ lista ................................................................. § 132. Las dos clases casuales................................. § 133. Estudios estructuralistas: L a definición de caso........................................................... § 134. El sistem a de los casos: Exam en crítico de las diferentes te o ría s................................ § 135. E l problem a de la clasificación de los ca­ sos: doctrinas de Kurylowicz, De Groot y Ebeling...................................................... § 136. Su posible aplicación al griego....................

269 271 275 279 283 288 290 292 297 300

XVIII

SIN TA X IS GRIEGA Páginas

§ § § § §

VI.

137. Sincretismo casual........................................... 138. Factores condicionantes delsincretismo: Estudio especial del sincretismo en la de­ clinación griega........................................... 139. Casos y preposiciones..................................... 140. Preposición, adverbio y preverbio........... 141. Los nombres de los casos.............................

305 309 310 313

E L NOMINATIVO

§ 142. § 143.

Conceptos generales......................................

§ 144. § 145. 146. 147. 148. 149. 150. 151. 152. 153.

317

U SO S NORMALES D E L NOMINATIVO:

a) b)

§ § § § § § § §

303

Caso del su je to ........................................ E l predicado y la oración nom inal. . Usos e s p e c i a l e s D E L n o m i n a t i v o : Des­ ajustes entre el sujeto gram atical y el su­ jeto psicológico............................................ N om inativo aislativo-enfático y nom ina­ tivo tem ático ............................................... N om inativo anacolútico................................. N om inativo denom inativo............................. N om inativo enum erativo............................... Nom inativo apositivo..................................... Nom inativo absoluto...................................... N om inativo de aposición oracional............. Nom inativos adverbiales.............................. N om inativo exclam ativo..............................

318 319 322 324 328 329 330 331 331 333 334 335

V II. E L VOCATIVO § 154. Conceptos generales........................................ § 155. E l uso con el vocativo de la partícula ώ : H istoria de la construcción desde H o­ mero a la κοινή, pasando por la urba­ nitas á tic a ..................................................... § 156. Crítica de otras interpretaciones de esa h istoria........................................................... § 157.Vocativo por nom inativo................................ § 158. N om inativo por vocativo: a) Sintagm a Ζευ πάτερ ήέλιός τε............... b) Sintagm a φίλος ώ Μενέλαε................... c) Sintagm a ό παίς ακολουθεί................... § 159. Observaciones varias; el vocativo con el nom bre de «Dios»....................................

337

339 342 344 347 348 348 349

X IX

SUMARIO

Páginas

V III. § § § § § § §

KL ACUSATIVO 160. Conceptos generales: L a significación del acusativo....................................................... 161. A c u s a t i v o d i r e c t i v o o i l a t i v o ............... 162. A c u s a t i v o p r o p i o : O bjeto ex tern o ........... 163. Intransitivación de verbos tra n sitiv o s.. 164. Transitivación de verbos in tran sitiv o s.. 165. Em pleo adnom inal del acusativo objeto externo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166. A cusativo objeto interno: E studio particu­ lar del acusativo de contenido y sus dife­ rentes clases: a) b) c)

Usos §

A cusativo etimológico........................... Acusativo sem ánticam ente afín al verbo...................................................... Giros abreviados.....................................

d e riv a d o s

d e l a c u s a tiv o

353 355 357 359 361 363

365 366 367

p ro p io :

167. E l acusativo doble: a)

§ § § § § § § § § §

Con un acusativo de resultado o con­ ten id o ................................................. b) σχήμα καθ’ όλον και μέρος................... c) De persona y cosa.............................. d) Con u n acusativo predicativo ........ 168. A cusativo de extensión en el espacio.. . . 169. A cusativo de extensión en el tiem po o du­ ra ti v o .............................................................. 170. Acusativo de relación adverbal: Estudio de sus diferentes orígenes....................... 171. Acusativo de relación adnominal: Empleos y orígenes..................................................... 172. Alternación del acusativo de relación con otras construcciones y notas sobre su carácter peculiarm ente griego............... 173. A cusativo de aposición oracional................ 174. A cusativo anacolútico..................................... 175. Acusativo exclam ativo................................... 176. A cusativo absoluto: a) Im personal............................................. b) Personal.................................................. 177. Acusativo adverbial: a) Procedente de acusativos directivos. b) Procedente de acusativos de conte­ nido....................................................

370 371 372 373 374 375 377 382 384 387 389 390 393 394 397 397

XX

S IN T A X IS GRIEGA Páginas

c)

§

IX . §

Procedente de acusativos de exten­ sion ................................ d) Procedente de acusativos apositivos. 178. Situación sintáctica especial del acusativo neutro: E l problem a................................ a) Ejemplos excepcionales.................. b) Categorías generales........................

399 400 403 406 407

E L GENITIVO 179. Conceptos generales........................................ Sincretismo en el «genitivo» griego.............. La «significación fundamental».................... Tipos generales de u so ...................................

G enitivo

409 410 411 413

partitivo

§ 180. E l genitivo partitivo adverbal...................... §181. E l partitivo suj e to ........................................... § 182. E l genitivo partitivo alternando con acu­ sativo: Concepto general........................ Categorías de verbos que se construyen con este genitivo......................................... § 183. Su construcción como régimen de ad­ jetivos............................................................. § 184. Genitivo partitivo alternando con instru­ m en tal............................................................ Otros casos (dativo, acusativo) alternantes § 185. Genitivo partitivo alternando con loca­ tivo: Genitivo de lu g a r............................ Genitivo de tiem p o ........................................ § 186. Otros usos: Dependiente de adverbios. . . . Genitivo corográfico...................................... § 187. E l genitivo partitivo adnominal: Priori­ dad del uso ad v e rb a l................................ § 188. El genitivo de c an tid a d ................................. § 189. El genitivo del to d o ..................................... § 190. Estudio particular del genitivo de encare­ cimiento y sus orígenes en griego clá­ sico.................................................................. Influencia sobre esta construcción del: a) Genitivo de origen........................... b) De giros par onomásticos del tipo cotccis τταίδων............................... c) De otras construcciones etimológicas. d) Del orden de palabras.................... e) Del genitivo p a rtitiv o ..................... / ) De otros giros...................................

414 415 418 419 424 426 427 427 429 431 432 433 436 437 439 441 442 443 446 451 453

XXI

SUMARIO

Páginas

Genitivo

posesivo

§ 191. Concepto general: Su derivación del par­ titiv o Categorías m ás corrientes del pertinentivo. § 192. E l sintagm a έν, είς, εξ Αϊδου...................... § 193. Uso predicativo del genitivo p o sesiv o .. . . Usos derivados del genitivo posesivo: § 194. Genetiuus auctoris........................................... § 195. Genitivo explicativo o epexegético.......... § 196. Genitivo de inherencia............................... § 197. Genitivo de cualidad..................................... § 198. Genitivo de precio.......................................... § 199. Genitivo subjetivo.......................................... § 200. Genitivo objetivo: Como partitivo ori­ ginario § 201. Genitivo objetivo «por acusativo».......... § 202. Genitivo objetivo «por dativo».................. Genitivo § § § § § §

203. 204. 205. 206. 207. 208.

455 456 458 460 461 465 468 472 475 477 478 481 482

ablativo

Nociones generales........................................... A blativo de punto de p a rtid a ....................... Genitivo de separación.................................... Genitivo de origen............................................ Uso adnom inal del genitivo a b l a t i v o . . . . E l genitivo ablativo con a d v e r b i o s . . . .

485 485 487 489 490 492

Usos derivados del genitivo ablativo § 209. E l genitivo com parativo: Generalidades. § 210. Los sufijos -τερος e -icov................................. § 211. Valor funcional de la construcción con caso com parativo: L atín arcaico y Homero. § 212. E n griego posthom érico................................. § 213. Valor funcional de la construcción con la partícula........................................................ § 214. Diferencia funcional entre caso compa­ rativo y construcción con partícula. §215. La partícula ή com parativa........................ § 216. Observaciones v a ria s..................................... § 217. N ota sobre el genitivo ablativo con su­ perlativos...................................................... § 218. Genitivo de referencia: Concepto general. § 219. Con verba iudicialia..................................... § 220. Origen de este sin tagm a............................. § 221 . El sintagm a ευ εχω -f genitivo.................. § 222. Genitivo articular del infinitivo................ § 223. Sintagm as είπε δε μοι πατρός y τί μοι εριδος

494 497 498 501 505 507 510 512 514 517 518 520 522 524 524

X X II

S IN TA X IS GRIEGA Páginas

§ § § § § § §

224. Algunas construcciones anacolúticas. . . . 225. Genitivo te m ático ............................................ 226. Tipos inscripcionales....................................... 227. Tipo αυθάδης φρένων....................................... 228. Conclusiones sobre la inexistencia en griego del llam ado genitivo de refe­ rencia.............................................................. 229. Genitivo de cau sa......................................... 230. Genitivo exclam ativo.....................................

525 525 527 528 529 530 533

Usos sincréticos del genitivo § § § § § § § § § § X.

231. Genitivo de m a te ria ..................................... 232. Genitivo en el σχήμα καθ’ δλον καί μέρος 233. D istintos genitivos con un mismo regente o en la misma frase.................................... 234. E l genitivo absoluto: Condiciones gene­ rales................................................................ 235. Orígenes varios de esta construcción. .. . 236. El sintagm a ήμΐν... δεισάντων...................... 237. Genitivo absoluto con participio de pre­ sente y ao risto ............................................. 238. Observaciones: Omisión del sujeto; particulas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239. Genitivo absoluto cuyo sujeto está ya en la frase........................................................... 240. E l genitivo en griego m oderno....................

534 536 537 537 538 540 541 54^ 543 545

E L DATIVO §

241. Conceptos generales: Sincretism o................

547

D a t iv o p r o p io

§ § § § § §

242. E l dativo directivo-final: Su origen........... 243. Exam en de los ejemplos griegos............... 244. E l dativo propio: Concepto general........... 245. Dependiente de verbos intransitivos, con especial referencia al dativo posesivo. 246. Dependiente de verbos tran sitiv o s........... 247. E l dativo propio con sustantivos y adje­ tiv o s................................................................

550 554 557 558 562 564

Otros usos derivados del dativo propio: §

248. E l dativo sim patético: Sus seis catego­ rías de em pleo.............................................

565

SUMARIO

X X III Páginas

§ 249. § § § § § § §

Observaciones varias sobre el origen de esta construcción y sobre la alternación entre caso posesivo y adjetivo posesivo. 250. E l dativo é tic o .................................................. 251. Observación sobre la partícula xot.............. 252. D ativo de interés commodi et incommodi. 253. Datiuus indicantis............................................ 254. Datiuus auctoris: E m pleos............................. 255. Orígenes de esta construcción.................... 256. D ativo libre con su stan tiv o s........................

568 573 574 574 575 578 581 582

D a t iv o i / ) c a t iv o

§ § § § § § § §

257. Locativo: Usos locales.............................. 258. Alternación con giros p rep o sic io n ales.... 259. Locativo con nombres de p ersona........ 260. Locativo en usos preg n an tes................. 261. Locativo con verbos com puestos............. 262. Locativo σχήμα ετυμολογικόν..................... 263. Usos tem porales del lo cativo ................. 264. Alternación del locativo de tiem po con otros casos.................................................

584 586 588 590 591 592 593 595

D a t iv o in s t r u m e n t a i,

§ 265. E l instrum ental: Conceptos generales. . § 266. In strum ental com itativo: Usos adverbales norm ales.............................................. § 267. Uso con otros verb o s.......................... § 268. E l sintagm a aÛToîç nrrrois.................. N ota sobre el instrum ental prosecutivo. § 269. Instru m en tal propio: Usos normales. . . § 270. Em pleo con otros verb o s.................. §271. Instrum ental etimológico: Sus cuatro tipos generales............................................. § 272. Observaciones v arias............................

597 598 600 602 604 605 609 611 613

Usos derivados del dativo instrumental·. § § § §

273. D ativo de m odo............................................... 274. D ativo de can tid ad ........................................ 275. D ativo de limitación: Orígenes................. . . 276. Observaciones varias sobre este dativo.

614 617 620 622

X X IV

S IN T A X IS GRIEGA Páginas

§ 277. D ativo de causa: Orígenes......................... Alternación con giros preposicionales. . . . La causa y la finalidad en griego............... § 278. D ativo de precio y m ed id a......................... § 279. Usos sincréticos del d a tiv o ......................... § 280. D ativo y locativo............................................ Dativo, locativo e in stru m en tal............... § 281. Locativo e in stru m e n tal............................... § 282. D ativo doble..................................................... § 283. D ativo absoluto................................................ § 284. N ota sobre el «caso épico» en -φι(ν)......... § 285. L a desaparición del dativo en griego: G eneralidades............................................... § 286. La desaparición del locativo........................ § 287. L a sustitución del in stru m en tal................ § 288. L a desaparición del dativo p ro p io ...........

624 626 626 628 629 630 631 631 633 635 637 639 640 641 643

INTRODUCCION GENERAL

BIBLIOGRAFIA GENERAL Solo aparecen en esta lista las obras generales, a las que con m ás frecuen­ cia se hace alusión en las referencias bibliográficas. E l procedim iento de m ención (norm alm ente, con el simple nom bre del autor) no ofrecerá d ificu lta­ des p a ra el lector y, p o r ello, prescindim os de lista de abreviaturas. E n cuanto a las revistas, se las cita por las siglas usuales (IF “ Indogerm anische Fors» chungen” , K Z “ K uhns Z eitschrift” etc.): la referencia al lugar de publicación, antigüedad etc. puede encontrarse en las listas iniciales de cualquier repertorio ( U année philologique, Bibliographie linguistique de la UNESCO).

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SIN TA X IS GRIEGA

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Ca p í t u l o I

CONCEPTO, HISTORIA Y METODO DE LA SINTAXIS GRIEGA Co n t e n id o

de

ia

s in t a x is : h is t o r ia

c r ít ic a d e i , p r o b l e m a

1. La dualidad Morfología/Sintaxis, admitida por las gra­ máticas de carácter escolar y práctico, por la gramática tradicional y por muchos científicos de la gramática, plantea problemas teóricos de ardua resolución. En efecto, usual­ mente se entiende que mientras la Morfología se ocupa del estudio de las formas gramaticales, la Sintaxis debe estudiar la función o significación de esas formas, su unión en la ora­ ción y la significación de las unidades oracionales. Ahora bien, fácilmente se aprecia que esta división de la gramática en Morfología y Sintaxis, así entendidas, aplica criterios equí­ vocos. Si la Morfología estudia la forma, la Sintaxis debe es­ tudiar las significaciones; pero ambas, la forma y significa­ ciones de todas las unidades lingüísticas (palabras y complejos de palabras u oraciones). Si la Sintaxis estudia las oraciones, la Morfología deberá estudiar las palabras; pero unas y otras en todos sus aspectos (forma y función o significación). El cri­ terio quf* tradicionalmente —desde la época de fundación de la lingüística histórico-comparada— se aplica para distinguir Morfología y Sintaxis, bien se ve que es un criterio hetero­ géneo. Porque para elaborar una división de la gramática puede recurrirse a cualquiera de estos tres criterios: a) El de los aspectos o elementos básicos del lenguaje: elemento ma­ terial o sonidos (Fonética-Fonología), elemento espiritual,

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INTRODUCCIÓN GENKRAL

ideal o significativo (Semántica) y, junto a ellos, un tercer elemento formal o lingüístico, objeto específico del estudio gramatical; b) El de las unidades lingüísticas: sonidos, pala­ bras y oraciones, objeto de estudio de la Fonética, teoría de las palabras y teoría de las oraciones o Sintagmática; c) El criterio que opone forma y significación gramatical o funcional, según el cual la gramática debe dividirse en una teoría de la forma o morfología en sentido restringido y una teoría de la signi­ ficación gramatical o sintaxis. En principio, parecería el pri­ mero el criterio más apropiado, pues que parte de la convic­ ción de la posibilidad de existencia de un aspecto propia­ mente gramatical o lingüístico-funcional del lenguaje; pero la verdad es que han sido los otros dos los utilizados normal­ mente en casi todos los intentos de división de la gramática. A lo largo de la historia de los estudios gramaticales han sido aplicados estos tres criterios de división, a veces separada­ mente; otras, en cambio, muy numerosas, allanando sus límites mutuos y aplicando criterios híbridos. Advirtamos, desde luego, en lo que al tercer criterio respecta, la necesidad de salvar el peligro de confusión entre significación gramatical o función y significación léxica. 2. ^ E n la gram ática india antigua no son claros los límites entre sintaxis y morfología. Dentro del estudio, fundam ental en lengua de estructura tan m arcadam ente flexional, de las formas incluían tam bién aquellos gramáticos el de las significaciones. La división aristotélica de la gram ática en prosodia, analogía, etimología y sintaxis perdura hasta comienzos de la E dad Moderna y hasta fecha mucho más reciente en la práctica escolar de algunos países. Mientras que la prosodia y la etimología estudian aspectos paragram aticales, la analogía se ocupaba del estudio de las partes de la oración en todos sus aspectos, aunque predominantemente en el aspecto formal, y la sintaxis del estudio de la constructio, clases de oraciones, orden de palabras en las distintas especies de oraciones, aspectos predominantemente formales de la frase. Es decir, por una parte, las palabras, complejos relativam ente estables, en su carácter de partes del discurso, y, por otro lado, las combinaciones de palabras, grupos más fortuitos, formando oraciones o sintagmas. Es, pues, una división de la gram ática que atiende al segundo de los criterios que antes enumerábamos,

CONCEPTO, HISTORIA V METODO

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restringido en el sentido de que, en el estudio de las palabras por la analogía y en el de las oraciones por la sintaxis, se prescinde de los aspectos léxicos y semánticos, estudiados por la etimología. Tam bién para los gramáticos romanos la analogía sigue siendo una Theoria partium orationis, y la sintaxis, la doctrina de la cons­ tructio. A lo largo de la Edad Media cabe señalar dos direcciones al respecto: por un lado, la orientación greco-latina estricta con la cuádruple división señalada; por otro, una división igualmente cuatripartita en Orthographia, Etymologia, Dyasyntastica (des­ figuración del térm ino Syntaxis) y Prosodia, entendiendo por Etymologia la antigua analogía, a la que se añadían el estudio de la formación, derivación y composición de palabras, incluida la his­ toria de estos aspectos. E sta división se impone tan to en obras escolares como el Doctrinale de Alejandro de Villa Dei como en otras de más alto vuelo teórico como la Grammatica speculativa de Tomás de E rfurt, que, aplicando la doctrina aristotélica de las cuatro causas, reserva a la etimología el estudio de las ocho par­ tes de la oración en cuanto principio formal del discurso y a la sintaxis o Dyasyntastica el estudio de las partes de la oración en cuanto causa o principio eficiente de la construcción frenemos que llegar al siglo x v m pará encontrar una reforma dé esta con­ cepción de la división de la gram ática en la obra del inglés J. H arris, Hermes, 1 que, distinguiendo tres tipos de unidades lingüísticas (sonidos, palabras, oraciones) y tres aspectos del lenguaje (mate­ rial, morfofuncional y semántico), y ocupándose sólo del aspecto gram atical (con exclusión del m aterial —sonidos— y del signi­ ficativo léxico-semántico), divide su semasiología gram atical en dos partes: estudio gram atical integral de las palabras como partes de la oración y estudio de las oraciones como combinacio­ nes de las clases morfofuncionales de palabras. La estructuración de la gram ática en la obra de los primeros cultivadores de la gram ática comparada indoeuropea, heredada por nosotros en la práctica, distingue: Fonética (estudio de los sonidos), morfología (estudio de la forma de las palabras) y sin­ tax is (estudio de la significación gram atical de las palabras y estudio de las oraciones en todos sus aspectos, tam bién en el for­ mal). Durante bastante tiempo (prácticamente hasta B. Del­ brück, quien hacia 1870 comienza sus estudios de sintaxis com­ parada indoeuropea), la gram ática comparada indoeuropea se 1 Cf. O. Funke Studien zur Geschichte der Sprachphilosophie T. B em a, 1927» págs. 10 sigs.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

redujo a morfología (dominio en que primeramente comenzó a aplicarse el método comparativo) y fonética. La morfología es­ tudiaba exclusivamente la forma de las palabras (también la com­ posición, derivación, formación de palabras), desentendiéndose del estudio de la forma de las combinaciones de palabras o frases. La sintaxis debía estudiar la oración en general y las distintas cla­ ses de oraciones en todos sus aspectos semasiológicos y formales. La sintaxis histórico-comparada, así concebida, es desde luego la parte más gram atical, frente a la morfología, en cuanto estudio exclusivo de la forma de las palabras, prescindiendo de su fun­ ción gram atical. Es verdad que, a p artir de Brugmann, se deja sentir una tendencia a enriquecer el dominio de la morfología traspasándole aspectos estudiados antes por la sintaxis. Bn la segunda edición del Grundriss estúdianse conjuntam ente las formas gramaticales y sus significaciones, y, de acuerdo con esta orienta­ ción —en la que no cabe desconocer el influjo de la crítica de Ries a que luego aludiremos—, tam bién Meillet, en la Intro­ duction, reduce la sintaxis a un pequeño capítulo sobre la frase3, m ientras que el empleo de las formas (casos, modos, etc.) es estudiado solidariamente con el examen de dichas formas. B sta orientación de Meillet estaba quizá inspirada en la enseñanza de F. de Saussure, quien explícitam ente señala en su Cours de linguistique générale 3 el contrasentido inherente a la separación del estudio de las formas del de las significaciones de las formas: «Para separar este estudio (el de las formas de las palabras) de la sintaxis se alega que la sintaxis tiene por objeto las funciones propias de las unidades lingüísticas, m ientras que la morfología no se ocupa más que de su forma; la morfología se contenta, por ejemplo, con decir que el genitivo del griego φύλαξ es φύλακος, y la sintaxis indica el empleo de esas dos formas. Pero ta l distin­ ción es ilusoria; la serie de formas del sustantivo φύλαξ sólo se convierte en paradigm a de flexión por la comparación de las funciones asociadas a las distintas formas; y, recíprocamente, esas funciones sólo se justifican en la morfología si a cada una de ellas corresponde un signo fónico determinado. U na declinación no es ni una lista de formas ni una serie de abstracciones lógicas, sino una combinación de ambas cosas; formas y funciones son soli­ darias y es difícil, por no decir imposible, separarlas. Lingüísti­ camente la morfología no posee objeto real y autónomo; no puede * 8

Págs. 355-77* P ágs. 185-6.

CONCEPTO, HISTORIA V MÉTODO

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constituir una disciplina distinta de la sintaxis.» La división saussureana de la gram ática en gram ática asociativa y gramática sintagm ática (que estudian, respectivamente, las relaciones aso*· ciativas in absentia y las relaciones sintagmáticas in praesentia) se refiere predominantemente a los aspectos formales de esas relar ciones 4. Bs de señalar igualmente que en obra tan m eritoria (y tan im portante en la historia de los estudios de sintaxis indoeuror pea) como la Vergleichende Grammatik der slavischen Sprachen, IV 5, de F. Miklosich, y ya antes —en 1853—, en un interesante trabajo de L. L ange6, se había señalado la necesidad de distinguir dentro de la gram ática dos partes: Morfología o estudio de las formas y sintaxis o estudio de las significaciones, aplicando rigurosamente el tercero de los criterios que al principio enumerábamos. 3· Frente a esta actitud divergente de algunos indoeuropeístas, la m ayoría de las obras de gram ática comparada indo­ europea, tan to los manuales generales como los Prinzipien der Sprachgeschichte, de H. Paul, como los tratados de gramáticas particulares de una lengua determ inada, siguieron fieles a la división tradicional. La crítica más aguda de esta división de la gram ática la hizo J . Ries en su opúsculo Was ist Syntax 7. Apli­ caba aquí Ries el segundo criterio de división por unidades lin­ güísticas, según el cual la gram ática debería dividirse en: Fonética, Tratado de las palabras y Sintaxis o Tratado de la oración. El Tratado de la palabra (Wortlehre) abarca el estudio de la forma y tam bién el de su significación (casos, tiempos, modos, género, etcétera, capítulos incluidos hasta entonces en la sintaxis). La sintaxis se dividía en morfología sintáctica o estudio de la forma de las oraciones, y en semasiología sintáctica. E l opúsculo de Ries, escrito con claridad y energía, produjo una auténtica con­ moción entre los lingüistas de la época y puso, desde luego, de manifiesto, por lo menos, lo impropio de las denominaciones morfología y sintaxis, inadecuadas al m aterial a ellas tradicio­ nalmente asignado. Lingüistas como Sütterlin, Séchehaye, Dela­ croix, Vendryès y otros se adhirieron al sistema de Ries. Otros, como Brugmann, Jespersen, Behaghel, M arty, etc., se opusieron 4 O. c. pág. 188. 5 Viena, 1883. 6 «Andeutungen über Ziele und Methode der syntaktischen Forschung». Gotinga, 1853. 7 Marburgo, 1894. Recogido después como primero de lo s tres estudios del libro Beiträge zur Grundlegung der Syntax. Praga, 1927-31.

B

INTRODUCCIÓN GENERAL

a él, más o menos definidamente; pero, en sustancia, el estudio de Ries tuvo el m érito de incitar a un examen serio del problema, que la inercia y rutina de la tradición gram atical había enmas, carado. Por ello, de un modo más o menos decidido, en muchas obras de gram ática, indoeuropea o no, posteriores a la polémica suscitada por Ries, los resultados de su crítica de la división trad i­ cional se dejan traslucir en nuevas clasificaciones de la gram ática. Por citar un solo caso, O. Behaghel, el gran germanista, distinguía: Fonética (Lautlehre) y Semántica (Bedeutungslehre). La semán­ tica, dividida en cuatro partes: semántica propiam ente dicha (significaciones léxicas), sinonimia, tratado de la formación y deri­ vación de palabras, y sintaxis. Dentro de la sintaxis («no como parte de la sintaxis, sino como un compendio de la sintaxis» 8), incluía Behagel la teoría de la flexión ( Flexionslehre). Otros autores adoptaron otros sistemas de división. Desde luego, la crítica de Ries y su nueva construcción no están libres a su vez de reproches 9. Critica Ries lo que él llama la Mischsyntax, una sintaxis híbrida que estudia no sólo los com­ plejos de palabras y oraciones, sino tam bién la significación de las palabras aisladas. Frente a esta clasificación debe alzarse otra en que las uniones de palabras —y no sólo las oraciones— se opongan a las palabras, como éstas se oponen, en cuanto unidades superiores, a los sonidos. La teoría de las palabras se dividirá en una teoría de la forma dé las palabras y en una teoría de la sig­ nificación de las palabras. La sintaxis se descompondrá en una doctrina de la forma y otra de las significaciones de las uniones orgánicas de palabras. Ahora bien, cabe objetar^ sonidos, palabras y uniones de palabras no son térm inos equiparables. Los sonidos son realidades lingüísticas de orden distinto, que no incluyen ne­ cesariamente una significación, la cual es, por el contrario, parte integrante del concepto de palabra y de oración. M ientras que la significación de las uniones de palabras proviene de la función de las palabras que las componen, juntam ente con otros factores (orden de palabras, acento de frase, entonación, etc.), la signifi­ cación de una palabra nada tiene que ver con los sonidos que la componen. Al sonido se contrapone no el complejo semántico que llamamos palabra, sino el complejo fonético. H ay que dis-

8 Literaturblatt f. germ, und rom. Philologie V III, 1887, pág· 203. 9 Cf. sobre todo A . Marty «Satz und Wort» en Nachgelassene Schriften II (ed. O. Funke). B em a , 1950.

CONCEPTO

HISTORIA V MÉTODO

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tinguir, pues, entre fonética, de un lado (estudio del elemento m aterial o físico del lenguaje), y estudio de las significaciones. No el criterio sonido-palabra-oración es el utilizable, sino la contraposición forma-significación, ta l y como ha sido explotada por Miklosich y otro££Por otra parte, la separación tajante entre palabra y oración es, con frecuencia, borrosa. Por no hablar de lenguas en que ta l distinción es normalmente difícil de señalar, en las lenguas indoeuropeas existen grupos de palabras que pasan a palabras (Ζεΰ πάτερ, lat. Iuppiter; amaré < amar he < lat. amare habeo, etc.), palabras-frase (¡fuego!, ¡cuidado!), etc. La pa­ labra-compuesto está a m itad de camino entre la palabra simple y el sintagm a, y el criterio de la inseparabilidad, que en defi­ nitiva es el único decisivo, es, con frecuencia, muy fluctuante. Además, es imposible estudiar la significación de muchas palabras fuera de la frase, porque precisamente sólo en las uniones de pala­ bras o combinaciones sintagm áticas cumplen aquéllas su peculiar función. Al eliminar estas palabras preposiciones, partículas como αν, etc.), el campo de estudio de la teoría de la significa­ ción de las palabras de Ries queda bastante reducido; pero mucho más aún, si se cae en la cuenta de que tam bién los adjetivos y ad­ verbios son de naturaleza sinsemántica o sincategoremática, es decir, sólo significan algo dentro de un complejo sintáctico (con un nombre, con un verbo). Esto aparte de que tampoco Ries explica con claridad la separación entre teoría de las palabras y teoría de las imiones de palabras (Wortgefü g e), ni puede m ante­ nerse, dentro de los complejos de palabras, la distinción entre frases y no-frases («grupos cerrados» y «grupos abiertos», según la terminología de Sütterlin, entendiendo por grupos abiertos las locuciones y grupos sinsemánticos formados por una palabra principal y otra circunstancial: junto al muro, delante de la puerta, etc.), pues estas últim as deberían caracterizarse positivamente y no de un modo meramente negativo con respecto a las prim eras^ La vislumbre —o clara percepción en otros casos— de que existen categorías de palabras que funcionan sólo sintácticam ente (y, por consiguiente, que la sintaxis no sólo debe estudiar la forma y significación de las oraciones, sino tam bién la significación de esas categorías de palabras), es algo cuyo mérito incumbe a la llam ada por Ries peyorativam ente Mischsyntax. Lo cual, por su­ puesto, tampoco perm ite considerar a la sintaxis, sin más, como teoría de la significación, pues, junto a aquellas palabras, hay otras que tienen significación por sí mismas: habría que dividir la teoría de la significación en tantos capítulos como clases de

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INTRODUCCIÓN GENERAL

significaciones distintas nos ofrecen los medios usuales de expre­ sión lingüistica. Tampoco la morfología, concebida al modo tradicional, deja de ser una Mischmorphologie de carácter heterogéneo en la que se agrupan materiales de vario acarreo clasificados (sustantivo con las subclases de nominativo, genitivo, etc.; verbo con las subclases de tiempos, modos, etc.) con arreglo a criterios muy varios (genéticos, semasiológicos, morfológicos). Bn definitiva, parece que la más tajan te y nítida diferenciación es la que se establece entre lo fónico o m aterial (fonética) y lo significativo o espiritual (semasiología, en la que las formas lin­ güísticas se ordenan de acuerdo con la igualdad o parentesco de las significaciones, sobre- la base de la dualidad: identidad funcio­ nal/diversidad funcional). Pero algunos piensan que la separación de forma y significación violenta la realidad gram atical, y si­ guen creyendo que es más científico separar el estudio de los sonidos, palabras y oraciones. Otros —y no se negará, en princi­ pio, lo justificado de su actitud— niegan la posibilidad de separar el estudio de la forma del de la significación, el de la palabra del de la frase: la gram ática es una unidad que no puede descom­ ponerse. Las vacilaciones en que incurren, las interferencias y dificultades con que tropiezan todos los intentos de clasificación hasta ahora realizados son la prueba práctica de esa imposibilidad. Lingüistas como Kretschm er y Kroll, D auzat y Delacroix y, más recientemente, otros muchos, se han mostrado, en fin de cuentas, convencidos de la unidad de la gram ática y de la impo­ sibilidad de diferenciar netam ente subaspectos gramaticales. La '■•ή*. palabra no se puede estudiar sino como «parte de la oración», y ésta sólo como unión de palabras; las formas poseen siempre un significado y los significados sin base formal no se prestan a un estudio eficaz. Hjelmslev se declara convencido de la indivisibi­ lidad de la gram ática. Tres tipos de unidades lingüísticas distingue el gramático danés: fonemas; morfemas y semantemas; palabras. La fonología y fonética estudian los fonemas; la lexicología y semántica, las palabras. Objeto de estudio de la gram ática pro­ piamente dicha son los morfemas y semantemas, unidades lin­ güísticas propias. Cuando la gram ática estudia las combinaciones de morfemas y semantemas en contacto, la podemos llam ar mor­ fológica; cuando estudia las combinaciones de esos elementos a distancia la podemos llam ar sintáctica. Pero morfología y sintaxis no son partes independientes de la gramática, aunque en la prác­ tica esta delimitación de campos pueda resultar conveniente.

CONCEPTO, HISTORIA Y MÉTODO

H

t

xLa convicción, más o menos patente, de que divisiones como morfología y sintaxis, adoptadas en la práctica de tratados y manuales, no suponen la existencia de subaspectos gramaticales distintos, sino que responden a un im perativo de tipo metodoló­ gico, la encontramos en buen número de lingüistas modernos. Tal en Jespersen 10, que divide la gram ática en fonética, semántica, morfología (estudia los accidentes y formación de las palabras) y sintaxis (significaciones gramaticales de las formas léxicas dentro de las oraciones). La morfología es el estudio gram atical que parte de las formas y representa el punto de vista del oyente que percibe la forma y tiene que interpretarla. La sintaxis es el estudio gram atical que arranca de las significaciones o nociones, y representa el punto de vista del hablante, que parte de las nociones y tiene que revestirlas en formas. Viggo B randal, en su ensayo «L'autonomie de la syntaxe», y en el intitulado «Déli­ m itation et subdivisión de la grammaire» u , llegó, por el contrario, dentro de su orientación aristotéüco-escolástica, a dividir la gra­ m ática en cuatro partes fundamentales (prosodia, fonología, sin­ taxis y morfología) y seis secundarias (morfosintaxis, fonoprosodia, morfonología, prosodia sintáctica, morfoprosodia, morfo­ logía sintáctica), atomizando en extremo el fenómeno gram atical, pero evidenciando, al propio tiempo, que si no se es estrictam ente unitario a este respecto, el intento de captar el hecho gram atical en toda su hondura conduce al señalamiento de m últiples aspectos y subaspectos. Otros lingüistas teóricos, como S. U llm ann12, mantienen como criterio diferenciador la división sonido-palabraoración. Dentro del tratado de la palabra o lexicología distingue una lexicología morfológica y otra semasiológica. Asimismo dis­ tingue una sintaxis morfológica o morfología sintáctica (orden de palabras, entonación, flexión, palabras gramaticales) y una se­ masiología sintáctica (tipos de oraciones, miembros oracionales, categorías gramaticales). Es decir, con algunas diferencias de detalle, el mismo proyecto de división de Ries, que, según vimos antes, a salvo todos sus m éritos de planteam iento de un problema descuidado antes, se basa en un criterio altam ente criticable. 4· Ningún hecho puede dar m ás cabal idea del estado de la cuestión que ahora discutimos que el siguiente. E n el VI Congreso 10 Philosophy of Grammar. la n d res, 1924, pág. 37* 11 Incluidos en Essais de linguistique générale. Copenhague, 1943. 12 «language and Meaning» Word II, págs. 2 ss.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Internacional de Lingüística, celebrado en París en 1948, la ter­ cera cuestión general discutida rezaba así: «¿Se puede dar una división universalmente válida de los dominios respectivos de la morfología y de la sintaxis?» Aunque esta cuestión tocaba directa­ m ente al problema de si morfología y sintaxis pueden distinguirse en todos y cualquier tipo de lenguas, dando por supuesto que en algunas ta l distinción sí que se da, la verdad es que esta premisa previa había de constituir el quicio sobre el que girara lógica­ m ente la discusión 13. Se estuvo casi generalmente de acuerdo en negar la posibilidad de una definición umversalmente válida de los dominios respectivos de morfología y sintaxis, que serían distingui­ bles en cambio —según el parecer de la m ayoría de los lingüistas allí congregados— en las lenguas flexionales y concretamente en las indoeuropeas. De todos modos hay que señalar la circuns­ tancia de que bastantes lingüistas negaron allí validez a la distin­ ción entre morfología y sintaxis. Algunos lingüistas neoidealistas italianos (Bonfante^ por ejemplo) negaron validez filosófica y teórica a la distinción entre morfología y sintaxis, léxico y foné­ tica, que desmenuza la insobornable unidad artística que es la lengua' y Potros, como Frei, Buyssens y Kurylowicz, que tienen iguaheÜhte una concepción unitaria de la lengua, conferían a esa división un alcance meramente metodológico. O viendo en la mor­ fología un aspecto de la sintaxis, pues que las palabras aisladas no son sino abstracciones: la sintaxis, afirmó Kurylowicz, es definiens de la morfología —definiendum— . O tratando en plano igualitario los aspectos morfológico y sintáctico, como Pulgram y Pisani. O considerando, como Holt, que la sintaxis no es autó­ noma, sino sólo un aspecto de la doctrina de las formas funcionales o morfología. Bn muchos de los lingüistas que expusieron su parecer en aquel Congreso (Hjelmslev, Pulgram, Sauvageot, Pisani y otros) se m anifiesta la convicción de que la división morfología-sintaxis debe sólo considerarse un recurso metodológico, orientación contra la que difícilmente puede aceptarse la dificultad esgrimida por el rapporteur Vachek de que «la práctica muy difícilmente se basa en lo que no se halla presente intrínsecam ente en la naturaleza semiótica del lenguaje». La historia de los estudios gramaticales nos provee de sobrados ejemplos de pervivencia, por gracia de la 13 Cf. Actes du sixièm e Congrès International des Linguistes. Paris, Kl incsieck, 1949. U n resumen, bien ordenado, de las distintas opiniones allí susten­ tadas, puede verse en el libro de A. Llórente Morfología y sintaxis. E l problema de la división de la gramática. Granada, 1955, págs. 151 sigs.

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inercia y rutina de la tradición, de conceptos y distinciones ca­ rentes de toda base real. Aquellos otros lingüistas que se m anifestaron afirm ativam ente sobre la diferenciación entre morfología y sintaxis estaban lejos de ponerse de acuerdo sobre la naturaleza de esa diferenciación, que centraban en muy diversas dualidades: palabra-frase (Cantineau, Tm ka, al modo más o menos tradicional; M artinet: palabra-sintagm a; Kurylowicz: palabra parte del discurso-palabra parte de la frase); forma-significación (Bonnard, Larochette, H avranek y otros); langue-parole (Ivanescu, Camoy); sistem a-pro­ gresión del texto (Hjelmslev, K. Togeby, Holt). Con nuevas —a veces, extrañas y pintorescas— denominacio­ nes o conservando las tradicionales, de las Actes du V I Congrès International de Linguistique, qué con toda justicia podemos considerar como espejo del estado de opinión sobre el problema que nos ocupa de la lingüística actual, se deduce que no se ha llegado ni muchísimo menos a un acuerdo en punto a esta cuestión de la división de la gram ática y de la delimitación de los campos de morfología y sintaxis. Sigue existiendo oposición entre lingüistas que adoptan el criterio palabra-oración y los que adoptan el cri­ terio forma-significación, aparte de aquellos otros que represen­ tan tendencias más modernas, la saussureana y la escuela danesa de Hjelmslev, que recurren, sin éxito aparente, a otros criterios: langue ¡parole, sistema/progresión del texto. Tal vez la más clara enseñanza de aquel Congreso en la tercera cuestión de su tem ario fuera esa que antes señalábamos de considerar tal división como un recurso práctico y metodológico. Su utilidad práctica, de una parte, y la inercia de la tradición gramatical, de otra, explican que, con gran escándalo de algún lingüista convencido de la inexistencia de esa división (concretamente, Frei, Rapport, pág. 56), en el V II Congreso Internacional de Lingüistas de Londres en 1952 (y lo mismo en los Congresos siguientes), prácticam ente to ­ dos los lingüistas asistentes siguieran utilizando la clásica dis­ tinción. Pero que la base real de estas distinciones no es firme basta a indicarlo la proliferación infinita de sistemas distintos en cada obra y cada gramático (en alguno, un sistema distinto en cada obra). Cf., por ejemplo, otro sistema reciente, edificado sobre la oposición langue ¡parole (y tam bién forma/función y medios de significación/medios de relación), en la obra de E. Otto, Stand und Aufgabe der allgemeinen Sprachwissenchaft14. 14

Berlin, 1954, pág. 43.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Ante tal situación no extrañará que en ima obra como esta nuestra, sin pretensiones especulativas generales ni filosóficolingüísticas, nos sintamos extremadamente tradicionales y conservadores en lo que respecta a la asignación de contenido a la Sintaxis. Sólo insistiremos otra vez, para justificar la inclusión en esta Sintaxis del estudio de la significación de categorías gramaticales como los accidentes del nombre y del verbo, frente al proceder (inspirado por la crítica de Ries) de algunos otros autores, en las consideraciones críticas que más arriba hacíamos sobre la validez de la propuesta de Ries. Para justificar la presencia, dentro de un tratado de sintaxis griega, de capítulos dedicados al estudio del género, casos, tiempos, etcétera, no creemos sea preciso recurrir al ingenuo argumento 10 de que, de no hacerlo así, como la gran mayoría de los tratados de morfología excluyen de sus páginas ese estudio, se correría el peligro de dejar sin examinar esos capí­ tulos. Admitiendo, por argumentos de tipo teórico o por simple conveniencia metodológica, la necesidad de distinguir entre Morfología y Sintaxis, creemos que el criterio palabra/oración descompone y parcializa el aspecto unitario gramatical en subaspectos o variedades de otras realidades de naturaleza distinta, cuales son la palabra y la frase, además de las difi­ cultades prácticas y teóricas de otro tipo, a que antes aludimos, que presenta la adopción de este criterio diferendador. Frente a él parécenos más adecuado —salvando, por supuesto, el peligro de confusión entre significación gramatical o función y significación lexical— el criterio forma/significación. H

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de

los

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g r i e g a 16.

5. E n sentido estricto la gram ática nacional griega extiende su influencia hasta el siglo xv. Ni la gram ática nacional rom ana ni las especulaciones gramaticales en la Edad Media hacen otra 16 W ackem agel Vorlesungen i pág. 4 y H . H irt Indogerm. Gr. V I pág. 6: «F,n verdad es totalm ente indiferente dónde y cómo tratem os algo. Carece de importancia que los com puestos sean descritos a i el tratado de la formación de palabras o en la sintaxis. L o principal es que sean tratados. B n la sintaxis deberá ser estudiado lo que no lo haya sido en la fonética ni en la morfología.» 16 Sobre los estudios gram aticales en la época grecorromana cf. H . Steinthal Geschichte der Sprachwissenschaft bei den Griechen und Röm ern. Berlin, 189Γ.

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cosa que traducir y adaptar, con variable fortuna, a los gramáticos griegos. A p artir del siglo xv la gram ática experimenta de nuevo una notoria transformación: aparece la gram ática moderna. Dos direcciones se aprecian en la gram ática nacional griega. Para muchos pensadores, a p artir de la sofística (Platón, Aristó­ teles, los estoicos) la gram ática es un πάρεργοι; o una propedéu­ tica o una parte integrante de su sistema filosófico. A otros hom­ bres, en cambio, atrae absorbentemente, constituyéndose en dis­ ciplina autónoma, cuya finalidad práctica será la aclaración y comentario de los viejos tesoros lingüísticos: son los gramáticos alejandrinos, que, a través de los sumarios de la gram ática ro­ mana, se entroncan directam ente con la actividad gram atical stricto sensu de Occidente. La lengua griega, en el epos, la elegía, la mélica y el dram a había llegado a la cima de su perfección sin que ni uno solo de los autores que contribuyeron a su espléndido desarrollo hubiera sentido las mínimas preocupaciones teóricas sobre los elementos de la frase, los componentes de las palabras y sílabas o cualquier otro aspecto gramatical. Sólo cuando la reflexión comenzaba a suplantar al genio creador y a la sombra de éste alcanzaba su desarrollo el filosofar, advino la lengua el objeto de estudio de sofistas y filósofos. A dos finalidades inm ediatas servía la ciencia naciente: la necesidad, cada vez más urgente, de aclarar e ilustrar textos cuyo sentido literal a veces se hacía oscuro, y, mucho más frecuentemente, su sentido real; el interés especulativo que en­ contraba en la lengua una sustancia espiritual digna de investi­ gación. A ello se unía la necesidad de probar el poder de la palabra, aprestándola a la lucha política, que atrae en la época todos los intereses. E l problema filosófico del origen del lenguaje es el Sobre la sintaxis «lógica» en la Antigüedad y en la E dad Media cf. C. Prantl Geschickte der Logik im Abendlande. Leipzig, Fock, 1927 (especialmente los dos primeros tomos). Sobre la îiistoria de la sintaxis griega cf. E . Hübner Grundriss zu Vorlessungen über griechischen Syntax, E n conexión con la historia de la sintaxis indoeuropea en general, B. Delbrück Vergi. S y nt. I, págs. 1-72, Wacker­ nagel Vorlesungen I, págs. i sigs., y A. Thumb en la Geschichte der indogermanis­ chen Sprachwissenscltaft de Streitberg II, 1, 1916, especialm ente págs. 9 sigs,. 31 sigs., 78-92. L a historia de la sintaxis latina puede seguirse en J. Golling «Einleitung in die Geschichte der lateinischen Syntax» en G. Landgraf H is­ torische Grammatik der lateinischen Sprache III, 1. Leipzig, 1903, págs. 1-96; A . W . de Groot en Mélanges Vollgraf págs. 62-70, y K . Büchner-J. B . Hofmann Lateinische Literatur und Sprache. B em a, Francke, 1951. Cf. tam bién O. N aes «Noen retninger i moderne syntaksforskning» en M aal of M inne. N orske Studien. Oslo, 1948, págs. 12-27 y Ε· R isch en Glotta, 1954, págs. 179-227 y 1956, 33-76.

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INTRODUCCIÓN GENERAI,

primero en centrar la atención de los pensadores: ¿Es el lenguaje φύσει o θέσει? ¿Se encuentra en la όμοιότης, Ισότης, όρθότης, άναλογία o, por el contrario, es cosa de experiencia y uso, τρίβη, έμπειρία, συνήθεια, άνωμαλία? Desde Heráclito a los alejandrinos ésta es la cuestión en tom o a la cual se polemiza vivam ente. Su carácter general y abstracto —más abstracto en una época en que la ciencia positiva no prestaba aún su concurso de acopio de datos para resolver el problema— hizo derivar la cuestión hacia términos cada vez más vagos; pero, simultáneamente, la investigación de lo concreto y particular en el caos de la lengua fue abriéndose paso progresivamente: se hacía preciso encontrar divisiones, diferencias, definiciones para poner orden en la m asa hasta entonces informe de la lengua. Platón descubría las dos partes esenciales del discurso en el nombre y verbo, όνομα y ρήμα. Antes, Protágoras había clasificado los nombres, según su género, en άρρενα, Θήλεα y σκεύη, y vislumbrado una clasificación de los modos del verbo, al descubrir que todo verbo se resuelve en una εύχωλή, έρώτησις, άττόκρισις o εντολή. A Hipias le preocupaba la naturaleza de las letras y sílabas y su conexión en la palabra. A Pródico, las diferencias sinonímicas. Y, si bien no conocemos con mucho detalle el curso de las investigaciones lingüísticas en esta primera época fundacional, la relativa madurez con que los pro­ blemas se presentan ya en la obra aristotélica perm ite vislum brar su evidente desarrollo. Para el E stagirita (περί έρμηνείας) es la lengua formal expresión del pensamiento: εστι μέν otfv τά εν τή φωνή τών έν τή ψυχή παθημάτων σύμβολα. Las categorías del λόγος, en cuanto raciocinio, se estam pan en el λόγος, en cuanto discurso: del análisis de la frase nacerá la lógica. E l estudio gram a­ tical, lógicamente concebido, es para Aristóteles introducción a la técnica del pensar y no objeto propio de una investigación insisten­ tem ente perseguida. Junto al nombre y verbo, φωναι σημαντικαί, descubre las φωναι άσημοι (partes del discurso no autónomas): άρθρον (artículo, pronombre dem ostrativo y relativo) y σύνδεσμος. E l nombre, por su género, es άρρεν, θήλυ o μεταξύ; uno o m últi­ ple, por el número; tam bién se diferencia por sus -πτώσεις (concepto muy amplio: δικαίως y δικαιοσύνη son -πτώσεις de δίκαιος, y tam bién lo son el comparativo y el superlativo). Se individualiza el verbo en la activa, pasiva y media, en la persona y tiempos. La frase le interesa en cuanto juicio (su corrección ló­ gica, su verdad o falsedad, posibilidad o contrariedad, etc.), pero el descubrimiento de las diez categorías del juicio fue un hallazgo de incalculables consecuencias para la gramática.

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Se hace poca justicia a los estoicos cuando se centra toda su contribución al progreso de la gramática en la más exacta división y distinción de algunas partes del discurso. Lo funda­ m ental radica en que, de una serie de observaciones fragmen­ tarias, integraron un sistema gram atical coherente, como parte de su sistema filosófico. E sta insistencia sistem ática había de llevarles a captar los fallos y lagunas de la especulación antece­ dente y a intentar subsanarlos. Nos interesa ahora menos insistir sobre la filosofía general del lenguaje de los estoicos: para ellos es el lenguaje algo φύσει, y para probar el carácter objetivo del λόγος se dedicaban a una serie de escarceos etimológicos que habían de atraerles, en su época y posteriormente, las burlas de muchos. Más im portante nos es ahora su gram ática positiva. E n el espí­ ritu, fina sustancia corporal, se asientan, como pies de pólipol siete órganos (los cinco sentidos corporales, el σπερματικόν y el φωνητικόν) regidos por un octavo, τό ήγεμονικόν. La acción del pensamiento está en recoger las impresiones exteriores que se ejercen sobre la tabula rasa del espíritu, configurarlas y darles expresión por medio del lenguaje. La lengua, medio de comuni­ cación, adviene imprescindible objeto de la investigación filosó­ fica, y por ello los estoicos se dedicaron al estudio de sus elemen­ tos y caracteres: φωνή (puramente físico), φωνή Ιναρθρος (len­ guaje articulado), λέξις (lenguaje fijado por la escritura). Los ele­ mentos de ésta, στοιχεία της λέξεως, son las 24 letras, γράμματα. La λέξις en cuanto portadora de un determinado sentido es el λόγος. Cuando los sonidos expresan un sentido, designan un ττραγμα; sólo entonces propiamente hablamos: λέγεται τα πράγματα. L a sistematización de las partes del discurso, la creación de la term i­ nología gram atical deben a los estoicos im portantes hallazgos. E l género de los nombres lo designaban como άρρεν, θήλυ o ουδέτερον (los términos σκεύη de Protágoras y τό μεταξύ de Aristóteles se pierden definitivamente). Con relación al número, los nombres son ενικά o πληθυντικά (Aristóteles: εν y πολλά). E l término πτώσις se precisa para designar sólo un accidente de nombres (parte del discurso πτωτικόν, frente al verbo). Los casos son πτώσεις πλάγιαι o ύπτιαι (γενική, δοτική, αιτιατική y προσαγορευτική, más tarde llamada κλητική) y πτώσις ορθή ο ευθεία (nominativo). Los sustantivos pueden ser ομώνυμα, συνώνυμα, στερητικά, etc. Las conjunciones (σύνδεσμοι) son διαζευκτικοί y παραδια ψυκτικοί (disyuntivas), αΙτιώδεις, (causales), συναττΐικοί (ilativas), συμπλεκτικοί, etc. Menos fructífera fue la clasifi­ cación de las frases en σύμβαμα o κατηγόρημα (Δίων περιπατεΐ),

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INTRODUCCIÓN GENERAI,

τταρασύμβαμα (μέλει Δίωνι), Ιλαττον ή σύμβαμα (Δίων φιλεΐ Σωκράτη) y ΙλοΓττον ή τταρασύμβαμα (Σωκράτει Άλκιβιάδους μέλει). Redu­ ciendo los estoicos la lengua a un esquematismo, a una obra de construcción, era posible distinguir y denominar sus diferen­ tes elementos y conexiones, la anatom ía de los elementos del lenguaje. Con los estoicos se cierra la prim era etapa de la historia de la gramática, cuyo resultado más sobresaliente es la fundación y creación de la terminología gram atical, trabajo preparatorio —filosófico— de la gramática, al que los estoicos estaban especial­ m ente llamados por el carácter dogmático de su sistema. Que­ daba a la especulación subsiguiente reservada la tarea de llenar esos esquemas abstractos con un contenido concreto. Hombres como Zenódoto, Aristófanes de Bizancio, Aristarco, etc., en Ale­ jandría, Crates y otros en Pérgamo y sus colegas de otras escuelas posteriores en Rodas, Efeso, etc., cumplieron esta tarea. Con ellos comienza una nueva etapa de la historia de la gramática, que había ganado tan ta extensión que podía ya atraer, con carácter ex­ clusivo y absorbente, a su cultivo la plena actividad de un hombre, de un gramático. E)n el comentario y aclaración de los autores, en la obseruatio, en la τταράδοσις, comentarios y léxicos se centraba la praxis gram atical de estos eruditos, más que en la elaboración de tratados sistemáticos de gramática. Un reflejo, aunque en tono m uy modesto, de este período de intensa actividad gramatical, es el prim er m anual de gram ática griega que ha llegado a nosotros, la τέχνη γραμματική de Dionisio Tracio, que vivía en Roma en tiempos de Pompeyo. Es un pequeño tratado (25 parágrafos que caben en unas 14 páginas impresas) con finalidad escolar. Por la misma época, gramáticos como Dídimo, Asclepiades, Tiranión, Trifón y otros muchos han des­ arrollado sus actividades en Roma. Las necesidades de la ense­ ñanza a niños hablantes de otra lengua explica la aparición de estos manuales de cortos vuelos teóricos. Una im portancia extra­ ordinaria tienen, sin embargo, las obras del gran gramático Apolonio Díscolo y de su hijo Herodiano. Las cimas alcanzadas por estos hombres se elevan a una altura no superada después a lo largo de doce siglos de estudios gramaticales. Apolonio —que debió el epíteto de Díscolo (difícil) a la oscuridad y concisión de su expresión— heredó de los estoicos su pensamiento sistemático, pero sin aferrarse a las exigencias de un sistema rígido, y de los gramáticos alejandrinos la erudición gram atical y observación, sin perder de vista los puntos generales entre la barahúnda de observaciones singulares. La apetencia de orden y totalidad es

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una exigencia misma de su método: τάξις es, dice (de syntaxi, pág. 9, Bekk.), μίμημα τοΟ αυτοτελους λόγου. Así justifica el orden de las letras en el alfabeto como algo necesario, la seriación de las partes del discurso, la precedencia del nominativo al geni­ tivo, de éste al dativo, etc., o del presente al imperfecto, etc. Si estas justificaciones son a veces pueriles, ello no empece al respeto que este método científico y ordenador nos merece. La misma apetencia trasparece en su búsqueda, entre las distintas esferas del lenguaje, de una ley de paralelismo o analogía: entre los elementos, στοιχεία, de la palabra y de la frase, entre los ττάθη de ambas. Al pleonasmo en la palabra (δ en ύδωρ cf. υω) correspon­ den en la frase las partículas expletivas; a la elipsis en la palabra (αία, por γαΐα), la elipsis de un elemento en la frase (άλλ* υμείς ερχεσθε por άπέρχεσθε). Como las vocales son el elemento pri­ mario de las sílabas, y las consonantes sólo en conexión con una vocal pueden darse, así en la frase el verbo es el elemento esencial, m ientras que conjunciones, preposiciones y partículas sólo en conexión con el verbo acontecen. La agudeza de su sentido crítico se documenta en la polémica constante contra puntos de vista equivocados, a muchos de los cuales había de desterrar definitiva­ mente de la gramática, y en sus finos análisis de ejemplos con­ cretos, de diferencias de m atiz entre frases aparentem ente equiva­ lentes, etc. Lo que Apolonio significa en el terreno de la sintaxis griega significa su hijo Herodiano en el de la morfología y prosodia. La obra de estas dos figuras eminentes contrasta con la labor meramente epigonal de la m ayoría de los gramáticos subsiguien­ tes, cuando la gram ática se hace simple técnica escolar rudimen­ taria, labor de epitomator y breuiator, m anual escolar de preguntas y respuestas (ερωτήματα)... La gram ática romana, si se exceptúan los méritos de alguna figura como Varrón o Prisciano (méritos de recolectores de materiales más que especulativos), se mueve toda ella, casi desde el principio, en esta labor de traducción y abre­ viación.

7. Cuando, en el siglo xv, los últimos reductos de la ciencia gram atical griega de Oriente emigran desde Bizancio a Italia, renacen los estudios gramaticales, en los distintos centros italianos sobre todo. La situación inicial es, sin embargo, m uy diferente. La gram ática nacional griega, en posesión inm ediata de la lengua m aterna objeto de su estudio, sin que existiera otra instancia o norma superior a la propia lengua. La gram ática griega cultivada en Italia, España, Francia, Alemania, etc., era, en cambio, medio

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instrum ental para el conocimiento de la literatura antigua helé­ nica, y frente a la propia lengua m aterna, la lengua griega tendía a ser considerada como norm a superior (o bien sobre ambas lenguas, la griega-latina y la propia, se alzaba una instancia o norm a a que ambas debieran someterse). Mientras que la antigua gram á­ tica nacional griega se situaba frente al objeto de su estudio como frente a un πρώτον, en sentido aristotélico, por encima del cual no hay ningún πρότερον, la nueva gram ática tom a, sobre la inmediatez de las reglas y leyes de la lengua propia, como punto de referencia una ley más general, un πρώτον o άρχή, en que se fundam entan los fenómenos particulares de las distintas lenguas. Mientras que la gram ática nacional m uestra sólo la existencia de la regla, el δτι de la ley del lenguaje, la nueva busca el διότι. Durante cuatro siglos, hasta el siglo x ix , más o menos consciente­ mente, en esta dirección se mueve la evolución de la ciencia gramatical. E l nombre de Godofredo Herm ann podría tomarse como el final y el coronamiento de esta larga etapa. 8,

A lo largo de todos estos siglos la actividad gram atical se desarrolla en dos vertientes netam ente diferenciadas. De una parte, la actividad escolar e instrum ental; de otra, la especulación grama­ tical de más altos vuelos. Las gramáticas prácticas y escolares del griego comienzan a proliferar en Italia a p artir del momento de la llegada de los sabios bizantinos. Manuel Crisoloras y Demetrio Calcondilas pu­ blican sus ’Ερωτήματα. Constantino Láscaris es el autor de la primera gram ática griega impresa (Milán, 1476), basada para la morfología en los gramáticos bizantinos; tra ta la sintaxis κατά τόν δεινόν Άπολλώνιον. Especial atención prestaba al estudio de la rección casual, clasificando los usos de los casos de acuerdo con la significación de los verbos regentes. Así, rigen acusativo: 1) τα εις σωματικήν διάθεσιν άναφερόμενα βήματα (γυμνάζω, τρίβω, etc.); 2) τά εϊς ψυχικήν και ήθικήν διάθεσιν (φιλώ); 3) έπιδεικτικά καί âyκωμιαστικά (υμνώ, αδω); 4) σεπτικά (τιμώ, σέβομαι) y así otras muchas categorías. Rigen genitivo: 1) αίσθητικά (ακούω, άπτομαι); 2) μετοχικά πάθους (έρώ, έπιθυμώ, κήδομαι); 3) φροντιστικά y κτητικά; 4) αρχικά; 5) διαφορικά; 6) άποστηματικά. Rigen dativo: 1 ) περιποιητικά (δίδωμι, λέγω, πέμπω); 2) άντιπεριποιητικά (άντιλέγω); 3) άντιπειστικά (φιλονεικώ, έρΐ3ω, παλαίω); 4) προαι­ ρετικά, etc. La prim era gram ática griega escrita por un no griego Insti­ tutiones linguae graecae, de Urbano de Bellino (Venecia, 1497),

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contiene sólo una morfología. Los grandes hum anistas de la época, Erasmo o Reuchlin (autor de un manualillo Μικροπαιδία), aprendieron el griego en Italia y con estos manuales. También Melanchton, praeceptor Germaniae, autor de unas extendidas Institutiones Graecae grammaticae (Tubinga, 1518). La lista de estas obras en otros países sería excesivamente larga. Mencione­ mos en Francia la Grammatica graeca de Pedro Ram us (1560), y un siglo después, el famoso Nouvelle méthode pour apprendre facilement la langue grecque (Paris, 1644), de Lancelot, inspirado por la Grammaire générale et raisonnée, de P ort Royal. E n España, la Gramática griega de Francisco Sánchez de las Brozas (1581) y la de Francisco de Vergara (1550). E n Alemania, las de Gretser, G. I. Voss, J. Weller (Leipzig, 1635), la Gramática de Halle (la prim era escrita en alemán, 1705; en 1809 llegaba a la X X IX ed.), cuya sintaxis se diferencia de la de Weller (muy poco extensa: págs 226-71; el resto, morfología) por la selección y ordenación pedagógica de los ejemplos; la editada en Berlín en 1730, Mär­ kische Grammatik, por ima comisión de rectores y correctores de gimnasios berlineses, que utiliza toda la producción anterior moderna, nacional y bizantina, y a los escoliastas. La sintaxis, reducida hasta entonces a la teoría de los casos, se amplía con un principio de la doctrina de los tiempos y modos y conjunciones. E sta gram ática sirve de base a la de J. B uttm ann (1792). E s de señalar que estas gram áticas se van sucediendo unas a otras como texto en las escuelas: Melanchton-Camerarius, Weller, H attische Grammatik y Märkische Grammatik. Sólo en Francia la Nouvelle Méthode, de Lancelot, pareció obtener una m ayor per­ manencia. Del siglo XVI son dos obritas, de contenido exclusiva­ m ente sintáctico, que, por ello, hay que citar aquí: la Syntaxis linguae graecae, de Joh. Varennius (1530), y la obra de igual título de J . Posselius (15¿5). Se basan en Apolonio, Teodoro, Gaza y Láscaris, y señalan casi sólo las discordancias con la sintaxis latina.

9. Mayor interés tienen para nosotros los estudios propiamente científicos. Lugar especial hay que asignar a los comenta­ rios, colectáneas críticas y exegéticas, emendationes de filólogos como Leopardus, Sylburg, Casaubonus, Salmasius, Hemsterhuis, Dorville, Markland, Dawes, Valckenaer, Reiske, Reiz, Brunck y tantos otros. La labor objetiva de colección de ejemplos, de cola­ ción, de obseruatio, en que se concentra la actividad gram atical de estos siglos, se traduce necesariamente en un segundo aspecto teórico: la empiría lleva a la reflexión, de la obseruatio nacen las

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reglas. Pero, nacidas de la empiría, estas reglas carecen de m utua relación e interdependencia. Por otra parte, lo que queda fuera del campo de aplicación de las reglas se explica recurriendo al pleo­ nasmo, elipsis y enálage, usados de modo mecánico y arbitrario. En los comienzos de la producción gram atical griega sobre suelo italiano merecen ser citadas especialmente dos obras cien­ tíficas. Es la prim era la Γραμματική είσα/ωγή de Teodoro Gaza (1495), cuya médula es la sintaxis expuesta con un método racio­ nal a ultranza (regla que resume el uso de diferentes épocas, dis­ cutida luego en exposiciones amplias que buscan la explicación ló­ gica o empírica; lo que no se ajusta a las reglas, lo anómalo, es casi siempre explicado recurriendo a la άνθυτταλλαγή). Ju n tó a esta obra de conjunto hay que citar la m eritoria monografía De graecae linguae particulis liber, de Mateo Devario (1527; ed. Reusmann, Leipzig, 1793), im griego de Corcira, discípulo en Roma de Juan Láscaris. Aunque las significaciones generales que asigna a las partículas son con frecuencia o demasiado amplias o dema­ siado estrictas, sus explicaciones recurren con exceso a la elipsis, le falta morosidad crítica especialmente necesaria en este terreno, etcétera, la obra de Devario documenta una rica cultura gram atical que posibilitaba el tratam iento, conseguido para su época, de tan difícil capítulo de la sintaxis. E n autores posteriores el momento empírico domina sobre el teórico. Prim a la investigación lexicográfica. E n la Bibliotheca graeca, de Fabricius (ed. Harles, 1798, págs. 651-83), la enume­ ración de títulos de los léxicos elaborados durante esta época ocupa más de treinta páginas. Los Commentarii graecae linguae, de Budeo (París, 1529), son, más que un tratado gramatical, una suma lexicológica, base del Thesaurus, de H. Stephanus, autor tam bién de unos Paralipomena grammaticae graecae. Lo mismo cabe decir del Hellenismus, de Caninio (París, 1555). E ntre la investigación científica y los manuales prácticos está el De praecipuis graecae dictionis idiotismis (París, 1627), inspirado principalmente en Budeo, pero con m ayor atención al acopio de ejemplos que pueden hablar por sí mismos, independientemente de las regulae; de aquí su extraordinaria pervivencia en sucesivas reelaboraciones (Hoogeveen, Zeune, Hermann). Si en Gaza y Devario teoría y empiría se armonizan y si en Budé o Estienne predomina la empiría m asi­ va, la teoría se exagera en la generación de los D. Vechner, 17 L. 17 Hellenolexia sive parallelismus graeco-latinas, imitationem graecorum in lingua latina duobus libris iusta methodo monstrans. Frankfurt, i6 io . Esquem a­ tism o puramente lógico y presentación formal.

CONCEPTO. HISTORIA Y MÉTODO

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Bos18 y H . Hoogeveen .19Poca obseruatio propia se manifiesta en estas obras: la m ayoría de los materiales, indistintam ente mezclados épocas y géneros, pertenecen al Nuevo Testamento. H asta 14 Wissenschaftliche Syntax, de Bem hardy, no se aplica sistemá­ ticam ente en este campo el principio del desarrollo histórico, eti épocas y géneros distintos, del griego, aunque ya Hemsterhuis y Valckenaer, incidentalmente, apliquen este principio y J. F. Fis^ cher, en sus Animaduersiones ad fac. Velleri Grammaticam Grae* cam (1749).20 Los principios de la explicación teórica siguen siendo la trim urti de elipsis, pleonasmo y enálage. Kilo lleva, por ejemplo, a Hoogeveen a considerar «expletivas et otiosas» a la m ayoría de las partículas griegas en casi todos los ejemplos: έκ περιττού κεΐται, έκ περιουσίας, παρέλκει, πλεονάζει son expre­ siones con que a cada paso tropieza el lector de esta obra, que, a pesar del intento del autor de sistem atizar, a p artir de su valor etimológico, los usos de cada partícula ordenadamente, falto de finura de juicio, de capacidad adivinatoria y demasiado inclinado al esquematismo, no había por ello de suponer progreso alguno considerable. A mediados del siglo x v m la literatura gram atical griega atra­ viesa un período de evidente decadencia. La dirección teórica se acercaba a lo contrario justam ente de lo que había intentado ser, a un trastueque consecuente en la explicación de las construcciones. La orientación empírica se perdía en el desierto del mero colec­ cionar. E l juicio condenatorio de un V alckenaer 21 y de H er­ m ann 22 parece desde luego estar justificado. 18 Ellipses graecae sive de vocibus quae in sermone graeco supprim untur, i7 i2 ; reeditado m uchas veces, la últim a por Schaefer en 1808. Según su doc­ trina no h ay en griego frase que no presente eüpsis: «ita enim scripserunt, u t nullus fere sit versus in quo non appareat βραχυλογίας studium, omisso modo uno modo duobus modo pluribus vocabulis, quae ad plenam orationem, legi­ tim am et analogicam structuram necessario requiruntur... quanto plura intel­ legenda relinquuntur, tanto ornatius et elegantius ea dicuntur». Praef. «mys­ terium ellipsios». 19 Doctrina particularum linguae graecae. L yon, 1709. 20 Obra carente, por lo demás, de sano m étodo, aunque rica en materiales; proscribe expresamente la cita de ejemplos del N . T. y de los Padres. Hermann De emendanda ratione grammaticae graecaet pág. 260, la trata duramente: «ille si usquam alias h ic ea attu lit quae hominem sanae m entis legere taedeat, scribere autem pigeat pudeatque». 21 «Id vero dolendum est, gram m aticos graecos recentiores et lexicographos plerosque omnes m inus fuisse eruditos e t ab ista egregia iudicandi virtute, quae omnibus quidem in rebus sed in linguis rite tractandis valet maxim e, non fuisse paratissimos.» 22 «Atque equidem tantum abest ut grammaticorum libros arti grammati»*

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INTRODUCCIÓN GENERAI,

10. Nos hemos limitado hasta ahora a señalar los nombres más representativos en la historia de la gram ática griega, especial­ mente de la sintaxis de estos siglos. La gram ática latina sigue una evolución paralela: un período romano de conocimiento de la γραμματική τέχνη griega y aprovechamiento (a veces como tra ­ ducción que violenta los hechos) para la descripción y observación de la lengua latina; un largo período epigonal de resúmenes y epí­ tomes: el Ars grammatica, de Donato (resumen breve de Prisciano, reelaborado por Remigio, Mariniano y A. Rábano Mauro), que sirvió de texto en las escuelas durante muchos siglos; el Doctrinale del m aestro franciscano de Dole en Bretaña, Alejandro de Villa Dei, en versos leoninos, que, aparecido en el siglo x m , sería utilizado en las escuelas hasta el xvx. Después, un segundo momento, a p artir del siglo xvi, caracterizado por la proliferación de manuales escolares,23 y el nacimiento de la investigación cien­ tífica (Linacer, Bscalígero, Sanctius, Perizonius, Voss, Rudditnann), nombres que simbolizan la cultura gram atical latina durante los siglos x v i al xvm . Los tres primeros, más inclinados a la investigación teórica; los tres últimos, a la empírica. Linacer es autor de un De emendata structura latini sermonis libri V I (Lon­ dres, 1524; sólo sintaxis; escolástica). J. C. Bscalígero, de un De causis linguae latinae libri X I I I (Lyon, 1540; filosófica, pero or­ denada —casos, tiempos y modos— por criterios reales). Francisco Sánchez es el autor de la Minerva sive de causis linguae latinae commentarius (Amsterdam, 1587), sistem ática fundamentación lógica de la sintaxis latina .24 Detalles de resaltar son la considera­ ción del pronombre como parte de la oración más antigua que el nombre y el ser Sanctius menos exagerado que sus contemporá­ neos en la utilización de la elipsis, adelantándose a su tiempo en muchas cosas, lo que hizo que incluso un Perizonius (que lo reedi­ ta) no lo entendiera siempre. G. I. Voss es autor de un De arte grammatica libri V I I (Amsterdam, 1635), y Th. Ruddim ann, 'de las Grammaticae latinae Institutiones (Bdimburgo, 1735 y 1741). fc-

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va.e m ultum profuisse credam, eos u t magis, si a quibusdam partibus discedatur, insigni ad eam rem im pedim ento fuisse censeam.» De em. rat. praef. pág. IV . 23 Cf. B em hardy Encyclopädie der Philologie, págs. 220 sigs. 24 «A philosophis — inquis—■ista sumis; m e tuebam ne a leonibus diceres; q uasi sit u lla ars, quae possit esse a ratione aliena. Itaque verba neutra neque u lla sunt, neque natura esse possunt, quoniam illorum nulla p otest demonstrari definitio», pág. 385 ed. Scheid.

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Labor de exégesis y comentario, útil para la sintaxis, ejercitan Lipsius, Gronovius, Heinsus, etc .25 11 .

B n la época inm ediatam ente precedente a Godofredo Hermann, grandes filólogos como Tiberio Hemsterliuis y su dis­ cípulo L. C. Valckenaer, con sus estudios sobre lexicología y mor­ fología, habían intentado poner cierto orden en el caos de los datos dispersos de la empiría. La rei natura y la ratio comienzan a ser tenidas en cuenta. Bn el cúmulo de reglas y observaciones empí­ ricas algunos quieren poner coherencia, introduciendo los princi­ pios de un sistema filosófico. Tal Hasse, Versuch einer griechischen und lateinischen Grammatologie (Königsberg, 1792), que aplica la filosofía kantiana con poca fortuna . 26 Godofredo Herm ann es el verdadero padre y fundador de la gram ática griega moderna, y lo es, independientemente de los excesos logicistas de su método, por haber postulado enérgicamente la necesidad de una gramá­ tica que trascendiera la mera colección de reglas, observaciones y excepciones con la finalidad práctica de entender a los autores, para convertirse en ama disciplina científica. Crítica negativa de la tradición anterior y fundamentación positiva sistemática de una nueva arquitectura gram atical son los dos aspectos de su célebre obra De emendanda ratione graecae grammaticae pars prima (Leip­ zig, 18'Dl). De una situación puram ente ancilaria e instrum ental, la gram ática griega pasa a ser una ciencia, cuya independencia le viene conferida por su objeto propio, la lengua, espejo en que se reñeja la razón. La gram ática debe justificar, a p artir de postu­ lados racionales, todos y cada uno de los fenómenos de la lengua: «Etenim duplex omnino gram m atici officium est, alterum, u t quae necessariae sint cuiuscumque linguae et ab ipsa natura constitutae partes, bene intelligat, alterum , ut, qua ratione ea quam sibi explicandum sumpsit, lingua istis partibus sit ura, easque conformarit, probe habeat perspectum ».27 Si la lengua es reflejo de la razón, en ella se realizarán las cate­ gorías fundamentales de la lógica. Hermann, kantiano, piensa que estas categorías son las cuatro de cantidad, cualidad, relación y modalidad, con sus subdivisiones: unidad, pluralidad, totali­ dad; realidad, negación, limitación; sustancia, causalidad y 25 Cf. R eisig Vorlesungen pág. 228 ss. 26 «Accidit ei u t m ale intellecta summi m agistri disciplina male uteretur», dice Hermann De em. rat., pág. 122, quien llam a tam bién a este libro «librum adm odum incogitauter scriptum». 27 O. c. pág. 2.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

cambio; posibilidad, positividad y necesidad. Bstas categorías las adopta como normas fundamentales de la gram ática, a las que deberá, en últim a instancia, reducirse todo fenómeno lingüístico. Cierto que no todo lo resuelve Herm ann a esas categorías: por ejemplo, la división de la gram ática (págs. 3 y sigs.), la definición de las partes del discurso y elementos de la frase (págs. 127 y sigs.), y no por simple inconsecuencia con el principio previamente acep­ tado, sino de acuerdo con las exigencias mismas del objeto estu­ diado; lo cual, por lo demás, supone ya una flagrante contradicción con aquellos principios. Bn gran parte, sin embargo, la obra de Hermann deja ver un esfuerzo exagerado de deducción a p artir de un esquema lógico apriorístico, que se resuelve muchas veces en un esquematismo mecánico y arbitrario. ¿Por qué, por ejemplo, la noción del nombre se desarrolla a p artir de la categoría de cantidad y no según la de cualidad? Madvig28, con su sano sen­ tido común, acusa a Hermann de falta «de un sistema natural, que siga el movimiento real de la lengua». Bn todo caso, y aparte el logicismo exagerado de la obra, su im portancia como eslabón fundacional es innegable, como lo es el de muchas investigaciones de detalle que en ella se contienen, y en otros escritos como De ellipsi et pleonasmo, De particula άν, reelaboración del Viger, numerosos programas, ediciones, etc., en que la agudeza y excep­ cional riqueza de conocimientos en gram ática griega de Hermann se evidencian en todos los dominios. Sus dos fallos fundamentales son, lo repetimos, el intento de derivar siempre lo individual (particulare) de lo general (uniuersale) , al querer justificar ra­ cionalmente todo fenómeno de la lengua, de acuerdo con la orien­ tación general de la época del racionalismo y la üustración, y el p artir en sus investigaciones particulares de postulados apriorísticos que quiere ver comprobados 29; por otra parte, lo particu­ lar queda atomizado y diluido en una serie de reglas sin m utua conexión. La obra de Hermann sirvió de incitación al florecimiento de una serie de estudios en los que, de acuerdo con la nueva sistem a­ tización gram atical y tomando por base los materiales lingüísticos más depurados proporcionados por las nuevas ediciones, se clasi­ ficaban los fenómenos lingüísticos latinos y griegos. Para el estu­ dio de la lengua griega sirvió especialmente de impulso, por estar edificada fundam entalm ente la gram ática de Hermann sobre 28 Bemerkungen über verschiedenen Punkte der lateinischen Sprachlehre, Pág. 329 Cf., por ejemplo, la explicación del «aoristo segundo» en o. c. págs. 241-7.

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esta lengua. M ultitud de trabajos de detalle produjo esta gram á­ tica filológica durante los primeros lustros del siglo xix80. Por otra parte, el primado de las dos lenguas clásicas comenzó a per­ derse y la nueva filosofía del lenguaje de los Schlegel, Guillermo de Hum boldt y otros, de un lado, y de otro la gram ática com­ parada recién estrenada, fundada por Bopp, Grimm y otros, orientaron hacia nuevos rumbos a la ciencia gramatical. Si hubo durante bastante tiempo filólogos que, sin preocuparse por los problemas glotogónicos generales o despreciando —como la es­ cuela de Hermann— los hallazgos del método comparativo, si­ guieron cultivando la tradicional «gramática filológica» (tal un Ch. Augusto lyobeck, en sus Paralipomena y Pathologia), la actitud cada vez más general fue la de los M. Schmidt, H artung, Kühner, Rumpel y otros muchos, que utüizaron los nuevos mé­ todos en sus estudios de sintaxis griega y latina. 12. Hacia 1870 comienza a aplicarse la psicología al estudio de la historia lingüística. H ay precedentes más antiguos como el opúsculo de Chr. Koch, De linguarum indole non ad logices, sed ad psychologiae rationem revocanda31, y, sobre todo, los A ndeutungen über Ziele und Methode der syntaktischen Forschung (Gotinga, 1852), de L. Lange, que plantean ya la utilidad del empleo de los factores condicionantes de la «lógica popular» para aclarar los fenómenos sintácticos, expuesto ello a modo de crítica positiva, más que negativa, por lo que su alcance no fue inm ediatam ente valorado quizá. La consideración psicológica de la lengua se opone a la anató­ mica, que disgrega el organismo lingüístico en sus más pequeñas partes y examina cómo aquí se aplican las reglas, allí, en cambio, parecen sufrir excepciones. No el nacimiento o la niñez o el des­ arrollo del cuerpo lingüístico interesan a este estudio, sino en su estado más pleno y perfecto, a p artir del cual puede dogmatizar sobre lo que es o no normal o es una formación defectuosa. La carne del objeto lingüístico, pero no su espíritu, es el contenido propio de este estudio. A remediar esta m anquedad se había en cierto modo orientado el intento de razonar la gram ática me­ diante la especulación füosófica y la abstracción deducida de las categorías lógicas, ta l y como lo hiciera G. Hermann cuando 30 Cf., por ejemplo, en lo que al latín respecta, las referencias de W eis­ senborn en Jahn Jahrb. X X X IV , 1842, H eft 4. 31 Marburgo, 1809. Sobre la atracción; pasó inadvertido.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

sustituía la Ratio y el Usus de los alejandrinos por las cuatro categorías kantianas. La gram ática comparada y la gram ática histórica, desentendiéndose de este logicismo, afanáronse en la búsqueda de las leyes fonéticas y morfológicas de la correspon­ dencia entre las lenguas de una misma familia. Pero para aquellas formas que carecen de ascendencia regular, restituible a la lengua fundamental, para las «falsas formaciones analógicas», no había reconocimiento de derecho de ciudadanía en la república de la gramática: eran inexorablemente condenadas como errores o faltas de la lengua. La escuela que, aceptando un térm ino quizá en su origen irónico32, denominamos de los Junggrammatiker, de los «jóvenes gramáticos», se levantó contra esta interpretación, «que no acepta la lengua hum ana como es, sino como uno mismo, en su calidad de grammaticus, querría que fuera, que juzga los fenómenos de la lengua no según los factores que actúan en el hombre como portador y transm isor de la lengua a él legada y bajo cuyo influjo se plenifican todas las modificaciones y nue­ vas formaciones, sino con formas de comprehensión forjadas a priori y no pertinentes a su objeto». Criticaba la nueva escuela el género de investigación del lenguaje que prescinde del hombre, portador de esa lengua y, con omisión de todo factor psíquico, estudia la lengua sólo sobre el papel. Con los precedentes arriba citados, el prim er investigador que abrió paso al aprovechamiento de la psicología en la lingüística fue H. Steinthal, con su memoria Assimilation und Attraktion, psychologisch betrachtet83. Bl ha­ llazgo básico de la psicología de la época, la convicción de que una gran parte de los procesos psíquicos se realiza inconscientemente, y que todo lo que está en la conciencia actúa en el inconsciente, la aplicó Steinthal consecuentemente a la lingüística. Su obra Psychologie und Sprachwissenschaft84 hace época al respecto. Los factores psíquicos que actúan al hablar deben haber sido fun­ damentalm ente los mismos en todos los hablantes y en todas las épocas. Cual en la naturaleza, así en las lenguas de la antigüedad han obrado las mismas fuerzas: las alteraciones de las lenguas grie­ ga y latina se han operado según las mismas leyes y condiciones psíquicas que actúan en los cambios de las lenguas actuales. La doctrina, cuyas bases sienta Steinthal, fue aplicada inm e­ diatam ente por Scherer en su im portante monografía Zur Ges82 Parece que fue Zam cke el primero en aplicarlo. 38 Publicada en el tomo I de la Zeitschriß für V ölkerpsychologie págs. 83-179· 84 Segunda ed. en 1881.

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chichte der deutschen Sprache35, en la que hace un amplio (¡excesivo!) uso del concepto de «falsa analogía». Defectos innegables de esta obra, sobre innegables virtudes, contribuyeron a obstaculizar durante algún tiem po la extensión del método psicológico. Los «jóvenes gramáticos» (Leskien, Brugmann, Osthoff, Sievers, O. Behaghel, B. Delbrück, Wölfflin, etc.), en sus perseverantes estudios sobre las leyes fonéticas sin excepciones, aplicaron la psicología a la explicación de las «aparentes excepciones» de esas leyes. Su método prudente y exacto, a veces casi m atem ático por lo escrupuloso, contribuyó a deslindar los campos de lo psicológico y lo fisiológico, de la analogía y de la ley fonética, mezclados aún con frecuencia por Scherer. Ante la Geraer Philologen- Versamm­ lung de 1878 pronunciaba imo de los corifeos de la joven escuela, Osthoff, una conferencia sobre Das physiologische und psycholo­ gische Moment in der sprachlichen Formenbildung3e. Aunque contra alguna resistencia de ciertos círculos fieles al tradicional método boppiano (Bezzenberger, Kuhn), el método de los «jóvenes gra­ máticos» dejaba pronto de ser un torso para convertirse en una arquitectura completa. Ninguna obra más decisiva al respecto que los justam ente famosos Prinzipien der Sprachgeschichte, de H. Paul87, que podemos considerar como la prim era metodología sistem ática de la escuela (de la que, por lo demás, difería en algún punto fundam ental, como la sobrevaloración por Osthoff del momento fisiológico en la ley fonética). E l objeto de la lingüística radica para Paul en el conocimiento de los condicionamientos gene­ rales, físicos y psíquicos, especialmente estos últimos; de una clasificación de los cambios lingüísticos, insistiendo sobre el foné­ tico; estudio de los grupos de representación y su acción sobre la lengua; el aislamiento, la creación lógica; las partes del discurso; el fraccionamiento dialectal; lengua y escritura, lengua común. Pero en esta obra se presta poca atención a la sintaxis, frente a la fonética, morfología o tematología. E l autor se disculpa por ello38. Lo mismo sucede en la obra de B. Delbrück, Einleitung in das Sprachstudium. E in Beitrag zur Geschichte und Methodik der vergleichende Sprachforschung39, que contiene una historia de los

35 Berlín, i868; 2.a ed. 1878. 36 E ditada después com o cuaderno 327 de la colección Germ. W issen sch aft. V orträge, d e Virchow y V on Holtzendorff, 1879. 37 H alle, 1880. 38 0 . c. pág. 35. 89 Leipzig, 1880.

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estudios de lingüística comparada, seguida del examen de algunos problemas seleccionados (aglutinación, ley fonética, etc.).

13. Por razones fácilmente comprensibles, los primeros indo europeístas aplicaron el método comparativo exclusivamente a la morfología y fonética. Los grandes manuales de Bopp y Schleicher no contienen una sintaxis. Los primeros manuales de gram áticas particulares, que aplican el método comparado, tampoco: ta l la excelente Griechische Grammatik, de G. Meyer (1880). E n parte, este abandono de la sintaxis no dejó de influir en el recelo y hosti­ lidad con que durante cierto tiempo fue m irada la nueva ciencia por la vieja filología clásica. Durante el prim er medio siglo de vida de aquélla son muy pocos los títulos sintácticos que se con­ tienen en la literatura indoeuropeística: Ein Kapitel vergleichender Syntax, de Jolly, algún trabajo sobre sintaxis germánica de O. Behaghel y, sobre todo, los estudios de Berthold Delbrück, como Ablativ, Localis, Instrumentalis im Altindischen, Griechischen und Deutschen40, y los recogidos en sus Syntaktische Forschun­ gen, I-V41. Por ello la bibliografía práctica y escolar, que en me­ dida lim itada comienza a aprovechar los resultados de la gram á­ tica comparada, se lim ita a hacerlo en el campo de la fonética y morfología. Tal es el caso, por ejemplo, de la Griechische Schul grammatik, de Koch, a partir de su séptima edición (1880). Sin duda el hombre a la sazón más capacitado para haber cumplido la tarea de elaborar una sintaxis científica griega sobre base com parativa era el propio Delbrück, que en el tomo IV de sus citadas Syntak­ tische Forschungen (1879), con el título de Grundlagen der grie­ chischen Syntax, había estudiado la pervivenda en griego de una serie de construcciones en la oración simple (de verbos, formas ora­ cionales, órdenes de palabras, etc.), heredadas del indoeuropeo, sentando con ello los fundamentos para la comprensión histórica de la sintaxis griega. La comparación con el sánscrito y otras lenguas, aplicada al estudio del género de los sustantivos, del dual, dél neutro plural más verbo en singular, genitivo y otros casos adverbales, preposiciones, aumento, la voz media, los modos, etcétera, aclaraba bajo una nueva luz estos fenómenos de la sin­ taxis griega. Pero se tratab a sólo de un prim er ensayo breve (155 páginas), sobre un m aterial seleccionado entre los casos más seguros y convincentes. Tampoco en el campo de estudios de la 40 Berlín, 1867. 41 H alle, 1871-88.

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sintaxis latina se aplicaba el método comparado de modo siste­ mático. Obras tan m eritorias como la Syntaxis priscorum scrip­ torum latinorum, de B. F. Holtze, o el m anual de Kühner, o la Historische Syntax der lateinischen Sprache, de Draeger, que por el acopio de datos e ingente empiría recuerda los trabajos anterio­ res de un Madvig, tienen un carácter exclusivamente constatador y seleccionador, sin aplicar todavía el método comparativo, cuan­ do en otros campos (fonética, morfología) hacía ya muchos años que era de aplicación general. IyO mismo sucede, en el campo griego, con la todavía hoy fundam ental sintaxis de R. Kühner, revisada por B. Gerth, o con las sintaxis de K. W. Krüger y W. Scheuerlein, por no hablar de obras algo más antiguas como las de G. Bemhardy, J. R. Madvig, Augusto M atthiae y F. W. Thi­ ersch, por ejemplo. No es por ello extraño que todavía por estos años fÜólogos emi­ nentes, y no sólo clásicos (también un germ anista como Moriz H aupt, que inicialmente había saludado con alborozo la gram ática comparada) se muestren escépticos y displicentes con la lingüística comparada, achacándole la preponderancia concedida al sánscrito por encima de las lenguas clásicas, el desconocimiento riguroso de estas lenguas por parte de más de un indogermanista (Bopp, por ejemplo, había sido un mal latinista), que trabajan sobre léxicos y gramáticas, sin poseer a fondo el espíritu de ninguna de las len­ guas que comparan y que, sobre todo, se lim itaban al estudio fonético y morfológico, con olvido de la sintaxis. E sta, empero, había sido campo de estudio predüecto de la füología tradicional y en ella de modo eminente se trasluce el espíritu de una lengua y el de sus hablantes. De aquí la aplicación burlona a los comparatistas del viejo epigrama de Heródico de BabÜonia contra los gramáticos (A. P . 16, 19 A): φεύγετ’, ’Αριστάρχειοι, επ' ευρέα νώτα θαλάσσης Ελλάδα, τής ξουθής δειλότεροι κεμάδος, γωνιοβόμβυκες μονοσύλλαβοι, οΐσι μέμηλε τό σφιν και σφώιν, και τό μιν ήδέ τό νίν * τουθ5 υμϊν είη, δυσπέμφελοι * Ήροδίκω δέ Ελλάς άει μίμνοι και Θεότταις Βαβυλών. Bn 1882 aparecen los Jung grammatische Streifzüge im Gebiet der Syntax, de H. Ziemer, que corroboran la utilidad y necesidad de aplicar los criterios psicológicos a la aclaración de la sintaxis. Un fenómeno tan im portante como la contaminación sintáctica

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INTRODUCCIÓN GENERAI*

quedaba allí definitivamente aclarado sobre gran lujo de m ate­ riales. Bn 1893 aparecía por fin el prim er tomo de los tres dedicados a la sintaxis en el Grundriss de gram ática indoeuropea, de K. Brug­ mann: Vergleichende Grammatik der indogermanischen Sprachen (1893-1900). Su autor era Berthold Delbrück, quien con esta obra fundaba definitivam ente la sintaxis comparada indoeuropea. Desde casi treinta años atrás llevaba trabajando sobre estos tem as Delbrück, cuyos dos primeros estudios publicados datan del año 1867: De usu dativi in carminibus Rigvedae y Ablativ, Localis, Instrumentalis im Altindischen, Lateinischen, Griechischen und Deutschen42. Otros estudios, como los recogidos en sus ya ci­ tadas Syntaktische Forschungen, y una decena de trabajos mono­ gráficos sobre sintaxis germánica, se escalonan desde 1867 a 1893, año de aparición del prim er tomo de la Vergleichende Syntax. La aplicación, con pleno éxito, del método comparativo al campo sintáctico era ya un hecho. Si ese método había sido ya, en me­ dida limitada, aplicado al estudio de la sintaxis de otras lenguas indoeuropeas, como las germánicas (en el volumen IV de la Deuts­ che Grammatik, de J. Grimm, en 1837) o las eslavas (en la parte cuarta de la Vergleichende Grammatik der slavischen Sprachen, de P. Miklosich, 1868-74), la verdad es que la filología clásica, por las razones antes expuestas, había mirado con recelo a la indogermanistica. A p artir de la obra fundacional de Delbrück tam bién la sintaxis de las dos lenguas clásicas habría de hacerse sobre los principios del método comparativo. Si la Griechische Grammatik, de G. Meyer, todavía carecía de sintaxis, la Griechische Gram­ matik, de K. Brugmann, en el Handbuch der Altertumswissenschaft, de Müller (1885; cuarta ed., al cuidado de A. Thumb, en 1913), posee ya una sintaxis, que es, por cierto, dentro de su concisión, una obra de admirable arquitectura y todavía hoy útilísim a. Si en el caso de la sintaxis latina, las dificultades que se oponen a un conocimiento histórico, desde fecha antigua, de la misma hacen que sólo en medida lim itada pueda ser histórico-comparado un manual como el de Schmalz-Hofmann, en lo que a la sintaxis griega concierne, la exigencia de una sintaxis histórico-comparada es algo que se impone de suyo. La fecha m uy antigua en que comenzamos a conocer el griego (ahora, desde el siglo x n o x m

42 Cf. nota 40.

CONCEPTO, HISTORIA Y MÉTODO

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a. de C., con el desciframiento de las tablillas micénicas) y la rica variedad de sus dialectos convierten en un im perativo obligado la utilización del método comparativo.

14. Claro es que, como ya indicamos, la aplicación del método comparativo al estudio de la sintaxis tropieza con mayores inconvenientes aquí que cuando de la fonética, la morfología o el vocabulario se trata .43 Verdad es que, en general, los tipos morfológicos suelen ser poco variados y que como sólo los procedimientos morfológicos particulares son aprovechables por la gramática comparada, las lenguas de morfología simple se prestan poco a la comparación: de ahí que sea tarea punto menos que imposible la creación de una gramática comparada de las lenguas de la familia del chino, por ejemplo. Pero la fonética indoeuropea es extremada­ mente rica en conservaciones e innovaciones específicas, que facilitan la tarea comparativa (tratamiento de las vocales, Lautverschiebung, tratamiento de las semivocales y, u, etc.). En el terreno sintáctico la cosa es bastante más difícil. Cuando dos lenguas atestiguan un tratamiento común, ello puede deberse a una primitiva comunidad de origen; pero puede también ser el resultado de desarrollos paralelos. Si el trata­ miento común puede explicarse en virtud de las leyes univer­ sales que presiden los cambios del lenguaje humano o de tendencias de tipo general, es entonces muy probable que haya de verse en aquella comunidad simplemente el resultado de evoluciones paralelas. Si sólo en virtud de condiciones 43 Cf. A . M eillet «Sur la m éthode à em ployer en syntaxe» B S L X X , 1916, págs 133 sigs.; E . P . Morris On Principles and Methods in Latin Syntax. N ueva York, 1901; A. M eillet L a méthode comparative en linguistique historique. ParisOslo, 1925; A. Sèchehaye «La m éthode constructive en syntaxe» Kév. des lang. vom. IyVI, págs. 464 sigs.; Johann K nobloch «Wege und Ziele der indogermanis­ chen Sprachwissenschaft» Lexis III, 1953, págs. 286-99; A * Senn «Zur sprach­ wissenschaftlichen Methode» en Sprachgeschichte und Wortbedeutung. Festsch­ rift A. Debrunner, págs. 418 sigs.; Georg von der Gabelentz «Ideen zu einer vergleichenden Syntax» Zeitschr. /. Völkerpsychologie IV , 1869, págs. 378 sigs.; L. Spitzer «Ueber syntaktische Methoden au f romanischen Gebiet» D ie neueren Sprachen X X V I, 1919, págs. 326 sigs.; J. Marouzeau «Principes et méthodes de la syntaxe» Donum natalicium Schrijnen, 1929, págs. 112-25; M. R egula Grundlegung und Grundprobleme der Syntax. Heidelberg, 1951; M. Leroy Les grands courants de la linguistique moderne. Bruselas-París, 1963s5, passim.

INTRODUCCIÓN GENERAL

específicas es explicable aquel tratamiento común, será enton­ ces muy probable que repose sobre una comunidad originaria entre las dos lenguas que lo evidencian. El método compa­ rativo lleva de suyo a dos diferentes tipos de conclusiones. Unas de tipo general: las consonantes en posición apoyada son más resistentes, la pérdida de la flexión nominal ocurre en muchas lenguas que conservan sin embargo la flexión verbal, etc. Otras de tipo específico: en latín y celta la pér­ dida de los valores aspectuales del verbo y la edificación de una conjugación sobre los valores temporales son llevadas al extremo; en los dialectos germánicos, la influencia sobre las vocales de una sílaba de aquellas otras vocales de la sílaba siguiente, da origen a una variada serie de fenómenos de Umlaut, sin par en el resto del ámbito lingüístico indoeuropeo, etcétera. Sólo estas últimas conclusiones interesan a efectos del establecimiento de un parentesco lingüístico. Y aun limi­ tándose a ellas, las dificultades siguen siendo grandes. Hasta qué punto influye el «coeficiente personal» en la interpreta­ ción de un mismo sistema de correspondencias lingüísticas es algo bien conocido de toda persona iniciada en la literatura gramatical comparada. El espectador que en el juego de dados ve repetirse la misma figura una serie de veces concluye por afirmar que los dados están cargados. ¿Cuántas coincidencias y de qué tipo son necesarias para que el lingüista afirme el parentesco de dos tratamientos o construcciones? Meillet solía insistir machaconamente sobre la difficulté générale con la que a cada paso tropieza la gramática com­ parada: la posibilidad de hallarse frente a desarrollos para­ lelos. Estos pueden consistir en innovaciones paralelas (por ejemplo, la adopción de la desinencia atemática -mi en la pri­ mera persona de todos los verbos, también los temáticos, en los dialectos eslavos: -m y en los dialectos indios: -mi), o tam­ bién en pérdidas paralelas (por ejemplo, la pérdida del tipo de concordancia τά jcoa τρέχει, sólo conservada en Homero y, en parte, en ático y en los Gathas). Por otra parte, en el curso de la historia de una forma o construcción hay que pen­ sar en la posibilidad de creaciones, pérdidas y nuevas crea­ ciones sucesivas, anteriores a nuestro primer conocimiento

CONCEPTO, HISTORIA Y MÉTODO

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de las mismas: piénsese, por ejemplo, en el caso del futuro griego, formación inexistente con ese valor en indoeuropeo, creada en fecha relativamente reciente por el griego y desapa­ recida luego, sustituida por giros perifrásticos. Si sólo cono­ ciéramos el griego desde época medieval o moderna, eviden­ temente no podríamos ni sospechar la complejidad de la historia, ni siquiera la existencia, de esa categoría. Pues bien, el caso es que cuando se comparan no sonidos ni formas, sino sintagmas o construcciones, la probabilidad de que los tales reposen sobre tendencias generales lingüísticas, o sobre leyes universales del psiquismo humano, es mucho mayor que en el caso de la fonética o la morfología. Que dos lenguas posean la construcción de la oración nominal pura (como acontece con las lenguas semitas y muchas indoeuro­ peas), por ejemplo, no puede utilizarse como argumento probatorio de un posible parentesco lingüístico. Que otras dos lenguas posean el nominativo aislativo-enfático tampoco prueba nada, porque dicha construcción reposa sobre motivaciones psicológicas (cf. § 145 ), connaturales a la psique humana. H. Jacobsohn ha hecho notar 44 que la preferencia que algunas lenguas indoeuropeas muestran por la expresión negativa en el aspecto verbal imperfectivo (tipo griego ούκ επειθον), se encuentra también en las lenguas de la familia bantú, que po­ seen una forma especial para la negación en ese caso. Eviden­ temente si, por una parte, este tipo de comparación no de­ muestra comunidad de origen alguna, por otra no deja por ello de ser menos útil al sintáctico, permitiéndole muchas veces la recta inteligencia de los condicionamientos psicológicos de la construcción que estudia. Peligro de confusión a este respecto no lo hay, desde luego, cuando se compara un fenómeno sintáctico griego con otro bantú. Sí lo hay, empero, cuando se compara un fenómeno sintáctico griego con otro sánscrito o latino. El indio antiguo posee un genitivo absoluto, igual que el griego: Brugmann mostró 45 que, por una parte, ,1a 44 Gnomon II, 1926, pág. 387. Cf. R . I*azzeroni «Considerazioni su ll’asp etto verb ale in frase negativa nel greco classico» A nn. Sc. Sup. N orm . P isa 25, 1956, 213-33. 45 Internationale Zeitschr. f. allgem. Sprachwiss. I, 1883, págs. 248 sigs.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

fecha reciente de la construcción en antiguo indio y, por otra, las circunstancias de tipo general y paralelo, que explican el nacimiento de todas las construcciones participiales absolutas (cf. § 234 y sigs.), demuestran que la construcción del genitivo absoluto no puede ni debe ser restituida al indoeuro­ peo. Lo mismo cabe decir, por ejemplo, de fenómeno tan ge­ neral y conocido como el nacimiento de un artículo a partir de un demostrativo; 46 pero a veces la interpretación de los hechos ya no es tan clara. Así en griego, latín y antiguo indio se da la construcción de un acusativo dependiente de nom­ bres verbales (cf., § 165); pero en latín parece responder a condicionamientos estilísticos especiales 47 y en griego sólo la conoce el ático. Schwyzer48 interpreta la construcción griega como un arcaísmo sintáctico del dialecto ático, que no posee ya la lengua homérica. Pero la restitución al indoeuropeo de este acusativo adnominal encontrará sin duda en más de un lingüista serias reservas. Aún más graves son las que ha de despertar la pretensión de Humbert de retrotraer al indo­ europeo la construcción del genitivo partitivo sujeto, cons­ trucción que muy probablemente en griego clásico empieza por no existir (cf. § 181), y en los dialectos eslavos y ger­ mánicos, en donde ocurre en determinadas circunstancias, seguramente se origina de desarrollos paralelos. 49 Ante una construcción como el futuro gnómico griego, que se da tam­ bién en indoiranio, lituano y otras lenguas, pero que reposa sobre un condicionamiento psicológico de tipo general, la decisión del estudioso dependerá en último término de un coeficiente subjetivo. La comparación en sintaxis puede aplicarse, pues, a len­ guas no emparentadas, aclarándose así a veces las bases psico­ lógicas generales de una construcción. Debe aplicarse más especialmente a las distintas lenguas de una misma familia, tanto con vistas a ese mismo objetivo cuanto con vistas a una posible restitución de dicha construcción a la lengua común. 4β Cf. por ejemplo § 41. 47 L öfstedt Syntactica, I, pág. 199. 48 II, pág. 74· 49 Synt. gr. pág. 268, y E . Kleckers Sprachwissenschaftliche Miszellen IV . Acta et comm. Univ. Dorpatensis, 1926, págs. 43 sigs.

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En fin, la comparación debe aplicarse muy especialmente a los distintos dialectos de una misma lengua y a las distintas etapas de la historia de una misma lengua. Porque es de saber que la historia de una lengua no puede hacerse sin el método comparativo. Puestos en orden cronológico los docu­ mentos escritos de una lengua dada, sólo éstos no nos permiten hacer la historia de dicha lengua, por la fundamental razón de que toda lengua escrita falsea y simplifica los hechos. Compárese el latín de Plauto con el de San Agustín: entre la lengua de ambos escritores hay indudablemente algunas dife­ rencias, pero sustancialmente se trata del mismo latín. En cambio, ¿quién puede dudar de los graves cambios y trans­ formaciones experimentados por el latín a lo largo del amplio período que va de uno a otro autor? Sólo la gramática com­ parada románica nos permite restituir al latín hablado una forma como auricula , frente a auris empleado por toda la literatura, o bucca frente al os de la literatura, y si la pérdida de la nasal final en todas las lenguas romances nos lleva a restituir formas latinas de acusativo del singular en -a o en -u frente al testimonio casi constante de las grafías en -am o -um, en el fondo la razón está de parte de la gramática com­ parada y no del testimonio de la lengua escrita: por una serie de razones sabemos que la nasal final en -a(m ) o -u (m ) en realidad ya no se pronunciaba. La lengua escrita aporta pre­ cisiones; pero éstas deben ser interpretadas por la gramática comparada. El lingüista debe servirse de los datos de la filo­ logía, pero aplicar a la vez la comparación más rigurosa y precisa. En el terreno sintáctico es bien conocido a este res­ pecto el caso del latín con las curiosas coincidencias entre el latín arcaico (el plautino, por ejemplo) y el latín vulgar, que fueron señaladas especialmente por F. Skutsch: uso casi como artículo de unus y de Ule, illa (y precisamente con la acentua­ ción illa, que es forzoso admitir para explicar el románico la)) el sintagma dare ad) los comparativos con magis e incluso plus) el tipo gaudia , -ae; uso de la preposición de que recuerda al de francés del partitivo, etc. 50 La capa de hielo de la sintaxis 50 Cf. F . Skutsch D ie lateinische Sprache en Die K ultur der Gegenwart de Hinneberg, pág. 550 y sigs.

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INTRODUCCIÓN CENTRAL

clásica disimula a veces totalmente estas construcciones. Sólo, pues, el método comparativo nos permite entrever adecuada­ mente la historia de las mismas, y no la documentación li­ teraria. En lo que al griego concierne, es verdad que la sin­ taxis literaria o de la lengua escrita no alcanzó nunca en Grecia el rigor de la sintaxis clásica latina. Sin embargo, está perfec­ tamente claro que dicha sintaxis repugna por principio la admisión de vulgarismos o construcciones propias de la lengua demasiado popular. El carácter popular de la lengua de la comedia ática, por ejemplo, radica más en el vocabulario y metáforas que en la sintaxis, que es sustancialmente la misma que se nos ofrece en otros géneros literarios más nobles y menos populares.51 De aquí que nuestro conocimiento de la sintaxis vulgar griega sea extraordinariamente fragmentario. El mé­ todo utilizado por latinistas como Skutsch, al emplear el latín vulgar o incluso las lenguas románicas para aclarar construc­ ciones del latín clásico, puede y debe ser aplicado también por el helenista.

15. En el estudio de la sintaxis griega hácese preciso abarcar el conjunto histórico de todas las épocas de la lite­ ratura helénica. Durante siglos existió en el campo de la gramática de las lenguas clásicas el prejuicio de autolimitación al terreno de la literatura «clásica». Hay que reconocer, desde luego, que la cosa no fue tan perjudicial en el caso de la sintaxis griega, pues que desde siempre se entendió que la literatura clásica comenzaba con Homero, mientras que para muchos estudiosos de la gramática latina, en cambio, la latinidad arcaica no contaba en absoluto. La decidida vo­ cación decimonónica, heredada del romanticismo, hacia todo lo arcaico y primitivo, unida al nacimiento del método histórico-comparado, fue causa de que los hechos homéricos tuvieran desde el principio la significación que merecían tener. Se tardó, en cambio, mucho tiempo hasta que, a conse­ cuencia, en definitiva, de la valoración histórica positiva de la época helenística por obra de Droysen, se comenzó a pensar 51 Cf. J. W . P oultney «Studies in the S yntax of A ttic Comedy» A . / . Ph. 84, 1963, págs. 359*76.

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que el griego bíblico no era sólo cosa de teólogos y que el es­ tudio de la sintaxis de Polibio o de Epicteto y de la helenidad posterior era indispensable tarea de una sintaxis ver­ daderamente histórica. En 1896 aparecía la primera edición de la gramática neotestamentaria de F. Blass, espléndida­ mente reelaborada después por A. Debrunner 52 y especial­ mente dedicada a la sintaxis. La literatura sintáctica comenzó a enriquecerse con una serie numerosa de trabajos monográ­ ficos sobre sintaxis de la κοινή 53. Los hallazgos papirológicos, multiplicados a principios de este siglo, atrajeron igualmente la atención de los sintácticos, y en 1900 aparecía el estudio, que quedaría incompleto, de Fr. Völker. 54 Hasta 1926 no comenzaría a salir la obra, fundamental al respecto, de Edwin Mayser, insustituible. 55 Homero, que se había quedado siempre con la parte del león en el reparto, no podía mantener esta situación privilelegiada. Bastantes de los estudios primerizos de sintaxis com­ parada griega se centraban exclusivamente en el material homérico: así el clásico estudio de Delbrück (con adiciones de Windisch) sobre el uso del subjuntivo y optativo en sánscrito y griego 56 o el estudio de Carl Mutzbauer sobre los funda­ mentos del sistema temporal griego con base en el uso homé­ rico de los tiempos 57. De todos modos, se había llegado ya al convencimiento de que no siempre los hechos más antiguos son los documentados por Homero: en una serie de aspectos es, como veremos en seguida, más arcaica la sintaxis ática. Por otra parte, también en sintaxis la lengua homérica es, en buena medida, una lengua artificial: la sintaxis del dual, con 52 Grammatik des neutestamentlichen Griechisch. Gotinga, 1961 (11.a ed.; hay trad, inglesa, Cambridge U. P. 1961). 53 Cf. un cómodo resumen en A. Debrunner Gesch. der griech. Sprache II págs. 115 y sigs. 54 Papyrorum graecarum syntaxis specim en. Bonn, 1900 (los casos). 55 Grammatik der griechischen Papyri ans der Ptolomäerzeit. II Satzlehre, i , Analytischer Teil (dos vols. Leipzig, 1926 y 1933-4). 2, Syntethischer Teli (Leipzig, 1934)· 66 Der Gebrauch des Conjunctivs und Optativs im S anskrit und Griechischen H alle, 1871 (tomo primero de las Syntaktische Forschungen) . 57 Die Grundlagen der griechischen Tempuslehre und der homerische Tenu pus gebrauch 1-2. Estrasburgo, 1893 y 1909.

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INTRODUCCIÓN GENERAI#

sus vacilaciones múltiples (cf. § 108 y sigs.), es quizá el ejemplo sintáctico más claro del carácter compuesto y artificial de la lengua homérica. Junto a la excelente sintaxis contenida en la Homeric Grammar, de Monro, y sin olvidar las obras más antiguas de Thiersch y Vogrinz 58, contamos hoy con una obra segura en el tomo segundo de la Grammaire homérique, de Pierre Chantraine 59. Un interés metodológico especial tiene en el estudio de la sintaxis homérica el tema de los condiciona­ mientos métricos. Estos son, para algunos autores (un K. Witte, por ejemplo, cf. § n 7 ), decisivos. La verdad es, sin embargo, que casi nunca lo son: el poeta puede casi siempre rehuir la estricta ανάγκη του μέγρου recurriendo al cambio de orden de palabras o a otros procedimientos 60. No es tanto el pie forzado de la métrica, cuanto la naturaleza misma de esta poesía, el factor decisivamente condicionante de su carácter compuesto y artístico, carácter que no empece, en todo caso, al tono en general arcaico y primitivo, y hasta natural, de la sintaxis homérica, intuitiva y popular, además de literaria y noble.

16. En cuanto a la utilización en un estudio histórico de la sintaxis griega del material epigráfico, hoy es ya del do­ minio público la enorme importancia del desciframiento sen­ sacional, en 1952, por M. Ventris y J. Chadwick, de las tablillas en escritura lineal B. Desde ese momento ha quedado probado que se trata de un dialecto griego, al que hoy se suele llamar generalmente micénico. Por su gran antigüedad (es un griego del siglo x ü i ) , su testimonio resultaría decisivo normalmente, si no fuera por el carácter inseguro de muchas interpretaciones. La investigación en este campo se encuentra todavía, en mu­ chísimos puntos, en un estado fluctuante; pero ello no obsta a que, en otros muchos, se haya conseguido ya una cierta communis opinio. Esto ha hecho posible incluso la redacción tie alguna primera Gramática micénica, como la debida a 68 χ?. w \ Thiersch Griechische Grammatik vorzüglich des homer. D ialekt. I*eipzig, 1829 (3.a ed.); G. Vogrinz Grammatik des homerischen Dialektes. P a ­ derborn, 1889. 69 Grammaire homérique. Tom e II: Syntaxe. París, 1953· 60 Cf. La oración nominal en Homero, págs. 140.

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n

E. Vilborg y publicada en 1960 61. La sintaxis ocupa en esta obra sólo nueve páginas. En la medida limitada en que ello sea posible, y basándonos normalmente en investiga·* ciones ajenas, liaremos uso de e;emplos micénicos a lo largo de los diferentes capítulos de esta obra. La utilización de las inscripciones de otros dialectos que el ático choca también en sintaxis con el inconveniente de que de muchos de estos dialectos no tenemos inscripciones hasta una época avanzada (a partir del siglo iv a. de C.), en que dichos dialectos sufren una fuerte influencia del ático. Más intensa aún es esta influencia en el terreno sintáctico que en el de la fonética o morfología, cuyos rasgos distintivos —más llamativos y evidentes— son conservados duiante más largo tiempo. De aquí que todavía hoy sea escasa la biblio­ grafía sobre la sintaxis dialectal. Muy útiles indicaciones se contienen en las obras fundamentales de conjunto de F. Bech­ tel y A. Thumb-E. Kieckers. 62 Estudios sistemáticos de la sintaxis de un dialecto determinado casi no pueden citarse más que los de Edith Claflin, The syntax of the Boeotian Dialect Inscriptions 63 y el amplio capítulo dedicado a la slntaxsis de los dialectos tesalios en la obra de G. Fohlen, Untersuchungen zum thessalischen Dialekte 64. Otros estudios, de tema con­ creto, hay muy estimables, como los de Jacobsthal, sobre el uso de los tiempos y modos en las inscripciones cretenses, 65 el de Karl Meister sobre el uso del genitivo en esas mismas inscripciones66, o los de Günther 67 y Ed. Hermann 68 sobre las 61 B . Vilborg A tentative Grammar of Mycenaean Greek. Göteborg, i960. B n la s págs. xi-8 contiene una bibliografía bastante com pleta. B l sistem a de referencias a las diferentes series de tablillas, que aquí utilizam os, es el usado en esta obra. 62 D ie griechischen Dialekte. Berlín, 1921-4 (tres vols.). Handbuch der griechischen D ialekte. Heidelberg, 1932 (dos vols, el I I de 1909, reelaborado en 1959 por A. Scherer). 63 Baltimore, 1905. 64 D is. Estrasburgo, 1910, págs. 92 sigs. 65 Der Gebrauch der Tempora und M odi in der kretischen Dialektinschriften, Estrasburgo, 1907 (Beiheft de I F) . 66 «Der Genetiv in den kretischen Dialektinschriften» I F X X , págs. 133 sigs. 67 «Die Präpositionen in den griechischen Dialektinschriften* I F X X , págs i sigs. 68 Griechische Forschungen I. Leipzig-Berlin, 1912.

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INTRODUCCIÓN GENERAI*

preposiciones y las oraciones subordinadas, respectivamente en los dialectos.

17. La sintaxis del dialecto ático ocupa, por razón de su favorable y riquísima transmisión, una posición de privilegio en todos los estudios generales de sintaxis griega. Las particu­ laridades de la sintaxis del ático de las inscripciones arcaicas están reseñadas en la clásica obra de Meisterhans 69 y las del ático reciente en la monografía de H. Widman sobre la sin­ taxis de Epicuro 70. Y en el estudio de P. Kretschmer sobre las leyendas de los vasos 71 hay numerosas referencias a la sin­ taxis, altamente popular, de estas inscripciones. Hasta mediados del siglo v a. de C. el ático no fue sino uno entre otros muchos dialectos, y precisamente —en opo­ sición sobre todo al jonio— un dialecto altamente conservador. Siendo un resto aislado en el continente de un grupo dialectal, otrora mucho más extendido, presenta una fisonomía peculiar y arcaica. Ya la morfología evidencia este carácter: com­ párense las formas áticas οίδα/ΐδμεν, εθηκα /εθεμεν, êJMcov, λήψομαι, ττόλεως frente a las jónicas correspondientes οιδαμεν, έόήκαμεν, εβίωσα, λάψομαι, ττόλιος. El mismo talante arcaizan­ te se manifiesta en una serie de rasgos sintácticos 72. Quizá sea el más conocido el uso relativamente sistemático y cohe­ rente hasta el siglo iv del número dual (cf. § 105 y sigs.), número desaparecido del jonio desde el comienzo de su trans­ misión y cuyo uso en Homero demuestra que es allí ya un rasgo puramente tradicional, que no corresponde a un uso lingüístico real. La preferencia por la paronomasia, típica de toda lengua arcaica, es, en una serie de aspectos, mayor en ático que en Homero: tipos como el genitivo ττιστά ττιστών, el instrumental γονή γενναίε y otros no los conoce la lengua homérica. En el empleo de los casos muestra el ático una

69 70 71 72 Ak. d.

Grammatik der attischen Inschriften. Berlín, 19003. Beiträge zur Syntax E p ik u rs. Stuttgart, 1935. Die griechischen Vaseninschriften. Gütersloh, 1894. E . Schwyzer Syntaktische Archaismen des Attischen. Abh. Preuss. W iss. phil. hist. K l. nr. 7, 1940.

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serie de particularidades especialmente arcaicas, no todas documentables en jonio. Así el tipo αυτός έαν/τον (cf. § 217), el ablativo local del tipo πρός βορέω τών *Αγβατάνων (cf. § 208 obs.), el genitivo corográfico τής ’Αττικής ές Οίνόην, el genitivo posesivo con un valor cercano a genetivus auctoris (cf. § 194), sintagmas todos ellos propios también de la sintaxis herodotea. Así también el instrumental ττολλω con comparativos (frente al homérico πολύ φέρτερος), que parece restituible al indoeuropeo 73, y el acusativo con nom­ bres verbales del tipo χοάς προπομπός (cf. § 165). El uso de las preposiciones documenta algunas diferencias con el uso homérico: pérdidas como la construcción con dativo de ovó y μετά y la de διά con acusativo de lugar, y nuevos usos de preposiciones como επί, μετά, παρά y περί. Un arcaísmo puede ser también la falta de preposición en el segundo de dos verbos coordinados, como en Esq., Pr. 331, πάντων μετασχών και τετολμηκώς έμοί. No nos parece, en cambio, contra la'opi­ nión de Schwyzer, que el tipo de locativo etimológico πήματα πήμασιν sin preposición (frente al tipo επι νόσω νόσον), sea un arcaísmo, sino el resultado de una mecanización (cf., § 262). Dentro de la sintaxis pronominal, el tipo de­ mostrativo (también herodoteo) καί τόν (τήν) ειπείν no es homérico; 74 un arcaísmo es también la conservación del uso libre, para todas las personas y números, del reflexivo. En el terreno verbal la indiferencia con respecto a la voz de algunos imperativos (el tipo παύε = π α ύ ο υ ) , 75 la pasiva impersonal, el presente histórico, son fenómenos antiguos, conservados por el ático y no por Homero. En fin, en lo que a la sintaxis oracional concierne, nótese el uso muy amplio que el ático hace de la oración nominal pura 76 y del tipo de concordancia τά φύλλα πίπτει, tan característico que ya los antiguos le denominaban σχήμα αττικόν, y del nominativo

73 Brugmann Grundriss II 2, págs 530 sigs y 543. 74 Cf. Gildersleeve Syntax of classical Greek, 523-4 y 521-2. 75 W ackem agel Vorlesungen I, pág. 122. . 76 José S. I*asso de la Vega «Sobre la oración nominal pura en ático», Emeritdy 1952, págs. 308-36.

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de aposición oracional (cf. § 151; Homero sólo conoce el acusativo)» La precedente enumeración de ejemplos corrobora el ca­ rácter arcaizante en muchos aspectos de la sintaxis ática, a veces incluso en rasgos que faltan en Homero. Esta ausencia puede reposar sobre condicionamientos estilísticos: así la menor profusión de la paronomasia, típica figura de la lengua popular, o la falta del presente histórico; pero otras veces se trata realmente de sintagmas eliminados ya en la época de elabora­ ción de los poemas y que, sin embargo, el ático ha conser­ vado. Insistiendo sobre lo que antes decíamos acerca de la posición central tradicionalmente otorgada a Homero en el estudio de la sintaxis griega —en parte, muy justificada—, hemos podido observar en los ejemplos anteriores que no siempre Homero conserva la construcción más antigua. La sintaxis no hace sino corroborar aquí el testimonio de la morfología: Homero desconoce el correlato de formas tan ar­ caicas como el optativo arcadio έξελαυνοια o de los aoristos beocio άνεθε y arcadio έττοιες. Convendrá, desde luego, dis­ tinguir aquí entre la situación asignable realmente al fondo antiguo homérico (como en los ejemplos mencionados) y lo que pueda ser el resultado de una modernización del texto; por eso no nos hemos referido, por ejemplo, a la incipiente formación del artículo determinado, correlato de la extensión, en morfología, de -οις frente a -οισι o de la generalización, en fonética, de las contracciones vocálicas. En la historia de la bibliografía sintáctica moderna se ha hecho, en cierto modo, realidad también aquella frase famosa de Wilamowitz, 77 referida al influjo literario de los poemas: Homer ist eine Macht, aber eine überwundene. Si todavía en el prólogo de la primera edición de la Gra­ mática de Kühner podemos leer una profesión metodológica como ésta: «Porque yo he adquirido la convicción de que de la lengua más artificial y antinatural, o también pervertida, de la época tardía muy poca cosa puede sacarse para la inteli­ gencia y fundamentación más profundas de la lengua clásica», 77

Homerische Untersuchungen. Berlin, 1884, pág, 381.

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desde el comienzo mismo, a fines de la pasada centuria, de la aplicación a la sintaxis griega del método historico-comparado, tales apreciaciones estaban condenadas a una radical superación. Si la sintaxis contenida en la Ausführliche Gram­ matik der griechischen Sprache, de R. Kühner, sigue siendo útilísima por la inmensa colección de materiales, la escasa comprensión del método histórico-comparado que allí se evi­ dencia (escasa por parte de Kühner, casi nula por parte del reelaborador B. Gerth), la hace hoy perfectamente anticuada y condenada ya a ocupar el lugar de honor que le corresponde en la historia, superada, de nuestros estudios. Por ello mismo, y aun con mayor razón, son hoy perfectamente anticuadas las obras, estimables por su empiría y como colecciones de ma­ teriales, de un K. W. Krüger, 78 Matthiae 79 y otros. Verdad es que no todas las tituladas «Sintaxis históricas» del griego o del latín lo son realmente: más de una confunde lo auténti­ camente histórico con la pura descripción con ejemplos or­ denados cronológicamente 80; pero desde los últimos años del siglo XIX el carácter histórico y comparado es insoslayable exigencia de todo estudio sintáctico. No una sintaxis que abarque sólo los hechos de la literatura ática clásica o de la época que va de Homero a Alejandro, sino una sintaxis en la que lo preclásico y lo postclásico intervengan con tanto de­ recho como los autores más depuradamente clásicos. Apli­ cando el criterio del puro ático (Aristófanes, Lisias), habría que eliminar también al propio Platón (cuya lengua tantas influencias poéticas documenta) y, desde luego, a Tucídides. Frente a tales criterios, que gozaron de una larga tradición en la escuela clásica, el método histórico-comparado imponía 78 Karl W . Krüger Griechische Sprachlehre. Leipzig, 1875-9 (es la 5.a ed. a cargo de W . Pökel). D ividida en dos partes, la primera dedicada al ático (con el error de considerarlo especialmente representado por Jenofonte) y la segunda de los restantes dialectos, con particular referencia a la sintaxis. 79 Aug. M atthiäe Ausführliche griechische Grammatik. Leipzig, 1827 (2.a ed.). I*a sintaxis está en las págs. 537-1318. Y lo mismo cabe decir de la Wissenschaftliche Syntax der griechischen Sprach-e de G. Bernhardy (Berlin, 1829) y de la Syntax der griechischen Sprache de W . Scheuerlein (Leipzig, 1846). 80 Reproche que puede hacérsele, por ejem plo, a la Kritisch-historische S yn tax des griechischen Verbums der klassischen Zeit de J. M. Stahl (H eidel­ berg, 1907).

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INTRODUCCIÓN GENERAL

una visión más universal y comprehensiva, la que se aplicaba, desde 1882, en los trabajos monográficos que componen la colección Beiträge zur historischen Syntax des Griechischen, editada por Martin Schanz en Wurzburgo.

18. Sólo al término de ese período de introducción en la sintaxis griega del método histórico se estaba en condiciones de valorar rectamente la importancia del griego tardío e incluso moderno para la recta comprensión de muchos fenó­ menos de la sintaxis del griego antiguo. Sólo entonces hallaría un cierto eco en el terreno griego la actitud metodológica adop­ tada por un F. Skutsch en el campo latino, según más arriba veíamos. Poca atención se había prestado —y escasa es todavía la que hoy se presta— a la sintaxis del griego tardío y moderno. Mientras que escuelas enteras de investigadores se dedican al estudio de la sintaxis latina tardía y medieval, bien poca cosa es lo hasta ahora hecho en este sentido en el terreno griego. La fonética y la morfología han sido mucho más afortunadas y, sin embargo, es lo cierto que, en el fondo, entre una lengua que conserva las formas antiguas, pero dotándolas de nuevo significado, y otra que, cambiando las formas, las pone al servicio de un sistema de menciones semejante al antiguo, es esta última la más conservadora y semejante a la antigua. En la bibliografía de carácter general, como en el manual de A. Thumb 81, se concede poca atención a la sintaxis, y lo mismo en las monografías, por ejemplo en la ya clásica descrip­ ción del dialecto lesbio, que se debe a P. Kretschmer 82. Lugar de honor debe ocupar, pese a su carácter forzosamente in­ completo, la obra de A. Tzartzanos 83; pero se refiere sólo al griego moderno, no al medieval y bizantino. La comparación entre la sintaxis del griego antiguo y la del griego tardío evidencia seguramente más diferencias, 81 Handbuch der neugriechischen Volkssprache. Estrasburgo, 19102. 82 Der heutige lesbische D ialekt verglichen m it den übrigen nordgriechischen M undarten. Viena, 1905. 83 Νεοελληνική σύνταξις (τής κοινής δημοτικής) Atenas, 1928 (hay 2.a ed. del tom o I. Atenas, 1946). Cf. buenos m ateriales en B . M iheva-Gabrovec E tu­ des sur la syntaxe de JoannesMoschos. Ljubljana, i960.

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porque para uno de los términos de la comparación (el griego antiguo) apenas conocemos nada de la sintaxis popular. Aun así, rasgos como la prevalencia de la parataxis con καί, o el nominativo aislativo enfático del tipo ενας χωριάτης άπέθανε τό παιδί του o el sintagma (con adverbio y pronombre rela­ tivos) ό άνδρας που τόν είδα, demuestran la estrecha rela­ ción entre la sintaxis tardía y la sintaxis popular antigua. En conjunto, la sintaxis griega antigua se ha conservado relativamente bien en los estadios medievales y moderno. Las pérdidas, sin embargo, han sido notorias. Enumeremos las más importantes: Prácticam ente se han perdido las oraciones de infinitivo, sustituidas por oraciones introducidas por partículas (ποϋ, πώς; tam bién, detrás de muchos verbos, por oraciones con vá); el infi­ n itiv o sustantivado no existe (un tipo como τό φαγί se entiende com o un nombre y no como un verbo). También es muy grande la regresión del participio, salvo en las perífrasis que sustituyen a algunas formaciones del verbo antiguo, sintéticas. No existe, desde luego, el número dual, perdido pronto en griego, y poco a poco son eliminadas las expresiones que se rela­ cionan con la dualidad: ετερος, ττότερος. En el dominio de los modos verbales, el optativo ha desapare­ cido desde época bastante antigua 84 y el subjuntivo se ha conver­ tido en un modo mecánico empleado sólo en las subordinadas (en oración principal sólo el prohibitivo, tipo μή δέσης; pero tam ­ bién νά μή δέσης). E l rico juego de las partículas de la sintaxis antigua se ha perdido en buena parte, en beneficio del brutal principio utilitario. E l empleo de la partícula άν en un clisé como ôcrrtç αν r\ es puram ente mecánico, y para la expresión del irreal (άν είχε ορεξι, θα έτρωγα) la partícula se emplea en la protasis, pero ya no en la apódosis (ni en el tipo, sin condicional, uà τόν εβλεπα). Si el aspecto verbal se ha conservado sustancialmente (en el futuro incluso se distinguen con formaciones diferentes el aspecto infectivo y el confectivo), tam bién ha habido una progresión creciente en la estructuración de un sistema verbal edificado

84

Schwyzer II, págs. 337-8.

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sobre el tiempo. Si es corriente la perfectivación por preverbios, ello no llega al extremo de las lenguas eslavas. E l artículo indeterminado fue creado ya por el griego tardío, y en lo que atañe al determinado, algunos usos son nuevos, por ejemplo, con sustantivos (no con adjetivos) predicativos o la repugnancia por intercalar el genitivo en sintagmas como του φόνου τό πηγάδι o la repetición del artículo en ό φτωχός ô Γιώργης, etcétera. Dentro de la sintaxis de los casos, el rasgo más im portante es la pérdida del dativo (cf. §§ 285-8), junto con el papel domi­ nante que adquiere el acusativo, a costa del dativo y tam bién del genitivo. E l genitivo plural no es usado, y una serie de em­ pleos antiguos del genitivo han desaparecido (cf. § 240). Algún fenómeno de signo contrario a esta tendencia (por ejemplo, la sustitución, en el sintagma εϋ λέγειν, ποιεΐν, etc., del acusativo por el dativo), es cosa propia ya del griego helenístico. E l acusativo se ha convertido en el caso universal con las preposiciones, salvo en clichés muy localizados como μέ pias, κατά κρότου, etc. También el nominativo ha experimentado alguna extensión de sus usos: la más notable es seguramente el nom inativo absoluto con los participios activos del tipo δένοντας; pero tam bién otros, como el nominativo apositivo de la clase μεγάλο πλήθος Τούρκοι o el uso del nominativo (juntam ente con el acusativo) con la pre­ posición άπό. Algunos prim itivos adverbios (άμα, μόλις) pueden emplearse como conjunciones.

En conjunto, pues, los cambios, aunque numerosos, no son ciertamente trascendentales, y por ello la sintaxis griega mo­ derna es quizá una de las más conservadoras de entre todas las lenguas actuales de la familia indoeuropea 85. Hasta qué punto resulte útil el estudio de la sintaxis del griego tardío, medieval e incluso moderno, para la recta inte­ ligencia de algunos fenómenos de la sintaxis griega antigua, es algo que podemos aclarar con un par de ejemplos: E n algunos pasajes homéricos acontece un uso del adjetivo pronominal οίος que parece un tanto anómalo: Σ 262 οΐος έκείνου 85 Cf. H. Schwyzer «Neugriechische S yntax und altgriechische», Neue Jakrb. /. kl Altertum X X I , 1908, págs. 498-507; A. Mirambel «Dialectes néohéUeniques et syntaxe» B S L 58, 1963, págs. 85-134.

CONCEPTO,

h is t o r ia y m éto do

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θυμός υπέρβιος, ούκ έθελήσει/ μίμνειν εν πεδίω, Φ 108 ούχ ôpaçrç oíos έγώ καλός τε μέγας τε, Λ 653 εί; δέ σύ οισθα, γεραιέ διοτρεφές, οϊος εκείνος/δεινός άνήρ. Los intérpretes recurren generalmente a explicaciones ciertam ente inverosímiles e inconsecuentes (léanse, por ejemplo, los comentarios de Ameis-Hentze). La comparación de τ 493 οίσθα μέν, olov έμόν μένος εμπεδον ούδ’έπιεικτόν con O 93 οΙσΟα και αύτή/οίος εκείνου θυμός υπερφίαλος καί άπηνής, que responden evidentemente a im mismo tipo de uso, demuestra que tenemos aquí un empleo de οϊος determinando a un adjetivo y equivaliendo por ello a un adverbio, construcción normal. Desde el punto de vista de la sintaxis clásica esto es muy raro, y se explica así la resistencia de los autores a adm itir en Homero este tipo de construcción. Pero ello es corriente en griego tardío 88 y medieval, y no sólo con oîoç, sino tam bién con τοιοΟτος, τοίος, ποίος, etc. Ya en Luciano, Dial. deor. 6, 5 encontramos άλλ* οίοι ττάντες άνθρωποι απειρόκαλοι είσιν αυχήσει κατελθών ίσως y, más tarde, con mayor frecuencia, en ejemplos como este de la Hist. laus. 131, 13 ουτος ό Ίννοκέντιος οϊος μέν γέγονεν ελεήμων, λήρος οφθήσομαι τάληθη διηγούμενος. La construcción tardía, más generali­ zada, aclara la construcción homérica y, una vez reconocida, puede incluso aplicarse a la aclaración de ejemplos como Sóf. Ant. 845 οΐα φίλων άκλαυτος y quizá Eur. Fen. 1639 ώ πάτερ, έν οίοις κείμεθ* άθλίοις κακοΐς, evitándose la corrección άθλιοι. Otro ejemplo. E n N T . Mat. 18, 21 ποσάκις άμαρτήσει εϊς έμέ ό άδελφός μου και άφήσω αύτω, nos encontramos con un ejemplo de καί con valor final (= ίνα άφιώ), en el que Blass-Debrunner § 471, 2, ven un semitismo. Pero en Leoncio de Nápoles Vita Ioannis(eá. H. Gelzer), cap. 33, tenemos otro ejemplo: τί γάρ, είπέ μοι, και εδωκεν άνθρωπος και ήγόρασεν τόν κατ’ εικόνα και όμοίωσιν θεου κτισθέντα και τιμηθέντα; («pues, dime, ¿qué ha dado un hombre para comprar al que ha sido creado y estima­ do a imagen y semejanza de Dios?»), en donde εδωκεν άνθρωπος καί ήγόρασεν equivale a τί εδωκεν ΐνα άγοράση.87 La construcción grie­ ga, documentada en este ejemplo, aclara y justifica, como griega, la que encontramos en el texto evangélico.

86 Cf. D . Tabachovitz Etudes sur le grcc de la basse époque. Uppsala, 1943, ágs. 17 sigs. 87 Cf. D . Tabachovitz o. c, págs, 8-9.

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19. La sintaxis griega, empíricamente concebida o domi­ nada por la lógica durante muchos siglos, quedó convertida, como resultado de la evolución de la lingüística durante el siglo XIX, en una sintaxis psicológica e histórico-comparada. La inmensa mayoría de las obras sobre sintaxis griega apare­ cidas en lo que va de siglo responden a esa nueva orientación. Ellas constituyen el instrumental bibliográfico hoy necesario para un estudio serio de la sintaxis griega. Sin poder detenemos en una crítica de pormenor (que en muchos casos hallará su lugar adecuado a lo largo de los diferentes capítulos de esta obra), vamos a limitamos a enumerar los títulos de las más importantes. Sigue siendo la obra fundam ental sobre sintaxis com parada de las lenguas indoeuropeas la Vergleichende Syntax, de B. Delbrück, de la que hablábamos antes. Naturalm ente, la huella del tiem po se ha dejado sentir sobre ella, y en muchos capítulos y en las orientaciones generales de muchos problemas está francam ente anticuada; pero no ha sido sustituida, como tam poco lo ha sido en conjunto el Grundriss de que forma parte. E n la segunda edición del Grundriss, en el tomo II, 2 y 3 (1901-16), Brugmann estudiaba, integrándolas en la morfología, de acuerdo en parte con el sistema propugnado por Ries, las funciones de las palabras, como lo hace tam bién A. Meillet, en cuya Introduction a Vétude comparative des langues indoeuropéennes (primera ed. en 1922), el capítulo dedicado a la frase cuenta sólo 23 páginas, estudián­ dose las funciones de los casos, género, modos, voces, etc., a la vez que se estudian las formas. De la proyectada teoría de las oraciones de Brugmann aparecieron sólo dos trabajos parciales: Verschiedenheiten der SatzgestaUung nach Massgabe der seelischen Grundfunktionen in der indogermanischen Sprachen 88 y Die Syntax des einfachen Satzes im Indogermanischen89. Sin embargo, en la Kurze vergleichende Grammatik der indogermanischen Spra­ chen 90 se contiene una sintaxis completa, a modo de esbozo del plan más ambicioso que nunca sería llevado a la práctica. E l

88 Sächs. Ber.y phil. hist. K 1. I*XX, 1918, núm. 6. 89 Berlín-Iyeipzig, 1925 (Beiheft de I F 43). 90 Leipzig, 1904. Ttad. francesa A bregé de grammaire comparée des langues indoeuropéennes. Paris, 1905.

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método comparativo es utilizado, sobre la sintaxis del griego, latín y alemán, fundamentalmente, en una bien escrita obra pedagógica de F. Sommer, Vergleichende Syntax der Schulsprachenn . E n la Indogermanische Grammatik de Hermann H irt, los tomos V I y V II están dedicados a la sintaxis92. Las opiniones de H irt, siempre osadas en todos los terrenos, son quizá más aven­ turadas aún en la sintaxis, campo en el que explícitamente acon­ seja 93 comenzar por poner en duda, cartesianam ente, todas las opiniones recibidas. Si en una serie de puntos concretos pueden hallarse en esta obra observaciones e intuiciones de gran interés, en conjunto es libro poco recomendable y harto inseguro. Todo lo contrario acontece con las justam ente famosas Vorlesungen über Syntax 94 de Jacob Wackemagel, en dos series. No es un tratado sistemático de sintaxis y sólo son estudiados algunos puntos seleccionados: en la prim era serie, una introducción his­ tórica, el número, personas, voces, tiempos y modos del verbo, infinitivo y participios y unas notas generales sobre los casos; en la segunda serie, el género, sustantivo y adjetivo, pronombre, artículo, preposiciones y negaciones. Es una obra brillante que, salida de un curso de lecciones, no pretende ser completa ni apor­ ta r muchos materiales nuevos; sin embargo, la inteligente aplica­ ción de un método combinado histórico y psicológico pocas veces se ha producido, en la literatura sintáctica, de modo tan eminente. Concretamente dentro de la bibliografía especialmente dedi­ cada a la sintaxis griega, ya dijimos antes que es en la Griechische Grammatik, de K. B rugm ann96, donde por prim era vez sen o s ofrece una sintaxis completa sobre base histórico-comparada. Por cierto que, contrariam ente a lo que sucede en las obras que antes mencionamos de Brugmann, aquí la sintaxis aparece sepa­ rada al modo tradicional de la morfología. La cuarta edición fue cuidada por A. Thumb, especialista en tem as de κοινή, p o r lo que la sintaxis concretamente se vio bastante enriquecida a ese respecto. Un resumen de esta obra es la sintaxis griega contenida en los dos últimos tom itos de la Griechische Grammatik de E. K iec­ kers96. 91 Leipzig, 1931 (3.a ed., reeditada en Darm stadt, 1959). 92 Heidelberg, 1937. 93 O. c. V I, pág. 9. 94 M it besonderer Berücksichtigung von Griechisch, Lateinisch und Deutsch. Basilea, 1926-8 (2.a ed.). 95 Munich, 1913 (4.a ed.). 96 Historische griechische Grammatik. Berlin, 1925-6.

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La sintaxis de las dos lenguas clásicas es estudiada en el co­ nocido Traité de grammaire comparée des langues classiques, de Meillet y Vendryés97. E l título, que responde a una tradición muy arraigada en Francia, afortunadam ente no influye en el método o contenido de este libro, que ofrece en realidad dos tra ­ tados de sintaxis independientes. Al filólogo americano Basil L. Gildersleeve se debe una Syntax of classical Greek", de la que sólo aparecieron los dos primeros fascículos (el segundo en colaboración con Ch. W. E. Miller, quien elaboró concretamente la doctrina del artículo). E l térm ino «clá­ sico» se entiende abarcando la literatura desde Homero a Demós­ tenes. E l uso de los oradores áticos es tom ado como punto de refe­ rencia, comparando con él el de la poesía y demás prosistas. Las colecciones de ejemplos son nutridísim as y verdaderamente re presentativas. La obra es histórica sólo en un sentido limitado, por la limitación misma del campo de estudio, y, al propio tiem po, puede servir como una sintaxis del estilo. E l fascículo prim ero estudia la oración simple, con los tiempos y modos; el segundo, la concordancia y especialmente el uso del artículo. Al filólogo polaco Stanislaw Witkowski debemos una His to­ ry czna skladnia grecka na tie porôwnaczem («Sintaxis histórica del griego sobre base comparativa»), publicada en 1936". Contiene una pequeña historia de la sintaxis griega (págs. 1-29), estudio del número (pág. 69-87), verbo (págs. 88-224), casos (págs. 225-318), pronombre (págs. 318-45), género (págs. 345-81) y preposiciones (págs. 382-417). Falta, pues, fundam entalm ente, la sintaxis oracional. Es obra bien informada, aunque poco original, y recu­ rre con frecuencia a la comparación con los hechos eslavos, espe­ cialmente polacos, para aclarar algunos fenómenos sintácticos griegos; cf., por ejemplo, en la pág. 68, polaco czytano sem ejante al τούτων ετηστατητέον o (po)trzeba = χρή, o en la página 205, sobre el uso del futuro por presente, o en la página 280, sobre el genitivo con superlativos. E l capítulo sobre el género gram atical es especialmente notable. De una extensión aproximada a la de la obra anterior, pero más completa, es la Syntaxe grecque, de Jean H um bert, cuya primera edición apareció en 1945, y en 1960 la tercera100. Además 97 98 99 100 E xiste

París, 1953 (7.a ed.). N ueva York, 1900 y 1911. I^emberg, Mianowski-Kasse, 1936. Cf. una crítica extensa de esta obra en Emerita XXV, 1957, págs. 514-24. traducción griega de la 2.a ed.: Atenas, 1957. Citemos tam bién la breve

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de algunas omisiones (por ejemplo, falta un estudio sobre la sin­ taxis del adjetivo y algunas reglas y detalles de interés para u n estudiante no son siquiera mencionados) y de un cierto descuido en las citas y otros puntos, caracterizan a esta obra la propensión hacia construcciones generales apresuradas y un notorio exceso de logicismo, que parece una regresión hacia etapas de la historia de la sintaxis, que parecían definitivam ente desterradas. Ello se traduce en algunas oscuridades y en un excesivo espíritu siste­ m ático a ultranza. Sin duda alguna el tratado más completo y al día sobre la sintaxis griega es la Syntax und syntaktische Stilistik, que cons­ tituye el segundo tomo de la gran Griechische Grammatik, de Eduard Schwyzer101. Muerto su autor en 1943, se encargó de la puesta a punto del manuscrito, que estaba prácticam ente concluido, a falta de detalles (sobre todo, los ejemplos y el capítulo de las preposiciones), A. Debrunner, publicándose por fin la obra en 1950. El espíritu que la inspira es m uy conservador en lo que a los mé­ todos se refiere: no se hace en ella, por ejemplo, la menor alusión a los métodos estructuralistas. En este sentido está plenamente en la línea tradicional de la sintaxis histórico-comparada. Aunque incidentalmente son aceptadas aclaraciones procedentes del campo de la psicología, esta actitud dista mucho de advenir sistem ática en este libro. Ofrece éste una visión de la sintaxis griega, utilizando prácticam ente toda la bibliografía existente hasta el m om ento de su publicación, y en los temas o problemas poco o nada estudiados hasta ahora su contribución es prácticam ente nula. Tal vez por las circunstancias mismas de su publicación las colecciones de ejem­ plos son, en la gran mayoría de los capítulos, tom adas de los reper­ torios anteriores, especialmente de K ühner-Gerth, con todas las desventajas que esta ausencia de propia empiría com porta en vista a posibles nuevos resultados o interpretaciones. Algunos capítulos (casos, aspecto verbal y otros) son especialmente exce­ lentes, evitando siempre novedades demasiado aventuradas; alguno es, en cambio, particularm ente incompleto, como el rela­ tivo a las oraciones compuestas. Sólo una docena de páginas es dedicada a la estilística sintáctica. En conjunto, sin embargo, es la obra de referencia indispensable en esta m ateria, y sus mé­ rito s superan con mucho a sus limitaciones. sintaxis (de carácter programático y con aplicación de estructuralismo) debida a A . Ghiselli ν publicada en I*. Heilm ann Grammatica storica delta lingua greca. Turin, 1963, págs. 283-347. 101 Munich, 1950.

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En fin, dentro de la literatura introductoria o más elemental, al que pertenecen, por, ejemplo la vieja y excelente sintaxis de J . R. M advig102 o el muy conocido manual de Riemann-Cucuel1® 3, merecen ser citadas obras como A Syntax of Attic Greek, de F. E. Thompson y A short Syntax of Attic Greek, de H. P. V. N unn104; Sintassi della lingua graeca antica, de V. Pisani105, la útil Syntaxe grecque, de M. Bizos,106 la breve Sintaxis (ática espe­ cialmente) de I. G. Tsapëki. y la de N. D. Tzouganatos Σύνταξή Tfjs άρχαίσς έλληνικής γλώσσης* Ό ύποτεταγμένο$ Aôyoç107. Bn la bibliografía española sólo puede citarse el tomo IV de la Gramática histórica griega, de Sebastián Cirac.108

20. Esta ojeada somera del desarrollo de los estudios de sintaxis griega nos ha servido para presentar las distintas soluciones históricamente dadas a la cuestión de cuál deba ser el método o los métodos de la sintaxis griega. En sintaxis, como en los restantes dominios de la enciclopedia clásica, existe una multisecular tradición de minuciosa empiría, huida de las construcciones generales apresuradas, fidelidad en el detalle, etc., que constituye el principio mismo del cometido sintáctico. Sobre el material de la sintaxis griega el método empírico ordena y colecciona y sienta así las bases de la ul­ terior explicación o justificación de los fenómenos. 109 Son aquí de aplicación todos los procedimientos de racionalización del trabajo que cuentan en toda ciencia, con inclusión de los más modernos, por ejemplo, del cálculo estadístico. Ya Lange 102 Syntaxe de la langue grecque, principalement du dialecte attique. Paris, 1884 (trad, de una obra danesa). 108 Règles fondamentales de la syntaxe grecque. Paris, 1901 (4.* ed.; es originalm ente traducción de una obra alem ana de A. von Bamberg H auptre­ geln der griechischen S yn tax. Berlin, Springer). 104 la n d r es, 1907. y Cambridge, 1948, respectivam ente. 105 Milán, 1951.

loe Paris> I955 (3.a ^ 107 Atenas, i9 6 0 , y Atenas, 1963, respectivam ente.

108 Barcelona, 1957. Cf. H . Reckendorf «Ueber syntaktische Forschung» en Beilage x. Allgemeinen Z eitung Jahrg., 1899, núm. 165; J. M. Stahl Kritisch-historische Syntax des griechischen Verbums, págs. 1-17 («Methodologie»); A. Gercke «Me­ thodik» en la Einleitung in die Altertumswissenschaft I. Leipzig, 1910, págs 1 sigs.; A. Oguse «Sur la possibilité de recherches de syntaxe grecque descriptive et historique» V Inform ation Littéraire 1958, págs. 73-7 y 114-9·

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se refería hace bastante años 110 a la utilidad de las estadísticas en los estudios sintácticos, comprobándolo con algunos ejemr píos tomados de la doctrina de las preposiciones. Aunque la lengua es algo demasiado complejo y espiritual para poder ser plenamente captado en gráficos estadísticos o sistemas de abscisas y ordenadas, los métodos estadísticos discretamente aplicados son de evidente utilidad y proporcionan el dato de frecuencia previo que luego intentará aclarar la sintaxis razonada. Como es bien sabido, la estadística aplicada a los rasgos sintácticos o de estilo (estilemas) de un autor determi­ nado ha sido aplicada a los problemas de cronología literaria, especialmente a la de los diálogos platónicos por obra sobre todo de Lutoslawski111 y C. Ritter , 112 y sin que pueda decirse que el método estilométrico lo resuelve todo, tampoco hay razói? para ser excesivamente escéptico al respectou s. Convendrá tan sólo indicar que no siempre la ausencia de una construcción determinada deberá ser considerada como un cero absoluto en las tablas de frecuencia. Motivos estilísticos, sociales o de otro tipo pueden justificar la falta de la construcción en la literatura de una lengua que, sin embargo, la conoce. El ejemplo clásico al respecto es el del presente histórico. Bab­ eándose en la falta de esta construcción en Homero o en 1$ más antigua literatura germánica o eslava, un autor como O. Behaghel114 declaraba concluyentemente «que es cierto que en indoeuropeo no se ha dado». Esta conclusión no es verosímil. Homero, como en general la épica (el Heliand o Beowulf), no lo emplea porque es una construcción de signo eminentemente afectivo. El gótico o el eslavo eclesiástico 110 «Andeutungen über Ziel und M ethode der syntaktischen Forschung* en Verhandle der 13. Versammlung deutsch. Philologen, Schulmänner und Ortentalisten in Göttingen. Gotinga, 1853, págs. 103 sigs. 111 The Origin and Growth of Plato's Logic. Londres, 1897. 112 «Die Sprachstatistik in Anwendung auf Platon und Goethe» Neue Jahrb. /. kl. A ltert. X I, 1903, págs. 241-61 y 314-25. 113 Como lo es, por ejem plo, I. A. H eikel «Bemerkungen zur Sprachsta­ tistik und zur sogennante Stylometrie» Eranos IV , págs. 11 sigs. Cf. tambiéft A. Thumb Germ. roman. Monatschrift III, 1911, págs. 2 sigs. y J, WhatmougU en Sprachgeschichte und Wortbedeutung. F estschrift A. Debrunner, 1954, pá­ ginas 441 sigs. 114 Deutsche Syntax II, pág. 268.

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tampoco, porque responde a una vivencia propia, muy ale­ jada del modo específico de ser de toda lengua de traducción. L,a situación en medio alto alemán 115 es sobremanera ins­ tructiva: en el siglo xin la literatura popular lo emplea masi­ vamente, pero desaparece casi totalmente del resto de la literatura hasta el siglo xv, en que de nuevo reaparece. Evi­ dentemente no es una construcción muerta y luego resucitada: simplemente durante ese paréntesis la literatura lo proscribe, porque suena a demasiado popular y afectivo. Cuando faltan los factores generales que apoyan determinada construcción o aquellos otros de tipo más particular que permitirían uti­ lizarla a un autor determinado, la construcción no aparece documentada; pero sí que existe, y por ello su ausencia no equivale a un cero en las estadísticas.

21. Sobre el material sintáctico adecuadamente coleccio­ nado y ordenado por el gramático se aplica una sintaxis jus­ tificativa. Como la lengua no es estricta lógica, habrá de recurrirse a cada paso en esa justificación a la psicología, y como las construcciones y su uso cambian con el decurso del tiempo, esa sintaxis justificativa tendrá que comenzar por ser his­ tórica en el sentido que antes precisábamos. Al preparar los materiales deberá olvidarse a veces el gramático de su condi­ ción de gramático, que podría llevarle con frecuencia a una ordenación de acuerdo con determinados prejuicios o ideas preconcebidas, con el consiguiente perjuicio para la recta inteligencia de los fenómenos. I,a crítica textual es el instru­ mento previo para la depuración de aquellos materiales. Con frecuencia una interpretación errónea se basa sólo en una falta de previa depuración crítica de los materiales: si los autores que defienden la existencia de un genitivo partitivo sujeto en griego clásico hubieran atendido a las especiales condicio­ nes en que, a este respecto, se encuentran muchos de los pre­ tendidos ejemplos, esta sola precaución les habría puesto probablemente en guardia sobre lo apresurado de sus conclu116 Cf. H . Herchenbach Das Präsens historicum im Mittelhochdeutschen, Berlin, 1911, págs. 145 sigs.

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siones.lle Por no haber entendido bien los editores, ya los antiguos, el valor que, excepcionalmente en griego antiguo, puede poseer la perífrasis de έθέλω + infinitivo equivaliendo simplemente al futuro, corrigieron arbitrariamente el texto de Hes., Tr. 39 βασιληο^ δωροφάγους, oí τήνδε δίκην έθέλουσι δικάσσαι117. En cambio, es altamente improbable que, como pretende Slotty, Polibio conozca el uso de άν con subjuntivo en frase principal, y ejemplos como 18, 35, 2 θαρρήσω δν (con el hiato inconcebible en este autor), deben ser corregidos118. Un ejemplo muy ilustrativo de la arbitrariedad que se comete cuando, en función de tina determinada regla sintáctica, se eliminan drásticamente los ejemplos en que la tradición manus­ crita se aparta de la misma, lo tenemos en el uso de la par­ tícula αν con futuro de indicativo en ático . 119 Por obvio no insistimos más sobre este punto de la necesidad de depurar críticamente los materiales. Por supuesto, ello no siempre es fácil: piénsese, por ejemplo, en la posibilidad de un cambio entre las terminaciones -σαι/ -σειν, -σασθοα / -σεσθαι. Si el m étodo de la sintaxis griega h a sido h asta nuestro tiem po u n m étodo em pírico, lógico-psicológico e históricocom parado, hoy parece que nuevos dioses se alzan en estos dom inios. Se acusa a la sintaxis tradicional de rígida y p ura­ m ente descriptiva y, concretam ente, se alega co n tra la sin­ tax is histórica que se lim ita a d ar una sucesión o catastro cronológico de los hechos; que es h arto apresurada en sus conclusiones, conform ándose a veces con una interpretación sim plista de hechos con raíces m ucho m ás com plejas; que in ­ voca la prehistoria in ten tan d o explicar lo menos conocido por lo to talm en te desconocido; que piensa que la com plejidad de los hechos lingüísticos está en razón inversa de su a n ti­ güedad, y de ahí su em peño en restitu ir situaciones prim itivas m uy sim ples de las que supone derivados luego los estados posteriores m ás complejos, etc. 116 Cf. Actas del I Congreso Español de Estudios Clásicos,págs. 462 sigs, 117 Así lo explica P . von der Mfihll. 118 W ackem agel Vorlesungen I , pág. 231. 119 I*a actitud extrem a a este respecto es la adoptada por J. M. StahJ Kritisch-historische Syntax des griech. Verbums, págs. 287-90.

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Frente a la tradicional sintaxis histórica se levantan hoy dos enemigos: de un lado, el estructuralismo; de otro, la esti­ lística. Parte el estructuralismo de la convicción de que los hechos sintácticos constituyen un sistema cuyas partes son solidarias, y que impone sus funciones respectivas a los diver­ sos elementos. Parte la estilística de que la lengua es creación del individuo y por ello sólo una exégesis filológica y una interpretación estilística pueden dar razón profunda de los hechos sintácticos. En parte, estas premisas son ciertas: sin partir de la convicción de que la sintaxis es un sistema, nunca podrá entenderse adecuadamente, por ejemplo, la sintaxis del verbo (las voces o los aspectos). Que en su origen el hecho sintáctico es una creación individual es también algo de lo que estamos persuadidos. Pero, al propio tiempo, los hechos sintácticos están situados en el tiempo, tienen su vida propia y están sometidos a mutuas influencias, fuera ya del sistema que por sí constituyen. La sintaxis estructural, sincrónica, aisla los sistemas de los factores externos e históricos que sobre ellos actúan. Por ello, parece imponerse la necesidad de un estructuralismo diacrónico, como lo han visto W. von Wartburg 120 y, en otro sentido, A. M artinet121. Abandonada a la arbitrariedad de la psicología individual, la sintaxis no pasaría nunca de ser una disciplina conjetural. Iya tradicional sintaxis histórica cuenta en su haber con una prodigiosa labor de clasificación positiva de los hechos lingüísticos, con el reconocimiento del papel que lo irracional, la analogía y el mecanismo juegan en la historia de la sintaxis, y, aun que­ dándose muchas veces en el terreno de la hipótesis llevada a estadios lingüísticos remotos, hay que reconocer que una hipótesis por inducción y comparación vale bastante más que una simple hipótesis arbitraria, situada a priori fuera de toda verificación real y presentada con un aparato abstracto y esotérica terminología.122 -------------------

120 «Betrachtungen über das Verhältnis von historischer und deskrip­ tiver Sprachwissenschaft» Mélanges B ally, págs. 3 sigs. m Economie des changements phonétiques. Berna, 1964*, págs. 17 y 33 sigs· 122 Cf. F . Thom as Rév. et. anc. 1956, pág. 328.

CONCEPTO, HISTORIA Y MÉTODO

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Fácil ha de ser la colaboración de la sintaxis tradicional histórica con los métodos de la moderna estilística, que, al fin y al cabo, no hace otra cosa que perfeccionar la tradicional exégesis filológica. Según sea el autor estudiado, según las condiciones o temperamento del estudioso, etc., predominará en el estudio sintáctico la dimensión histórica o la valencia estilística. En definitiva, la sintaxis está por encima de un método determinado, que apunta sólo a un aspecto, entre otros varios posibles, del todo que constituye la sintaxis. Pero hay que reconocer que se presenta, al menos de mo­ mento, menos fácil la colaboración con los métodos estructu­ rales que en algún caso parecen actualizar el viejo peligro de convertir a la sintaxis en un formalismo, como aconteció en los tiempos de la gramática lógica. Pero éstos son temas de los que conviene hablar más despacio.

L ó g ic a ,

p s ic o l o g ía

v

s in t a x is .

22. Una cosa es lo lingüísticamente correcto y otra lo lógicamente correcto. Una frase como Hesíodo, Trabajos 40, νήπιοι, ουδέ ΐσασιν δσω πλέον ήμισυ παντός, o como Heráclito, fr. Β 62, αθάνατοι θνητοί, θνητοί αθάνατοι, jcoirreç τόν εκείνων θάνατον, τόν δέ εκείνων βίον τεθνεώτες, son lingüísticamente correctas y, sin duda, estudiadas a la luz de un profundo simbolismo filosófico podrán resultar verda­ deras. Ahora bien, desde el punto de vista de la lógica no parecen correctas, pues por definición la mitad no puede ser mayor que el todo cuya mitad es, ni se puede ser al mismo tiempo mortal e inmortal. Y es que la verdad de experiencia, la documentada por la historia o la corrección lógica, nada tienen que ver con la corrección lingüística: las mayores monstruosidades carentes de toda lógica pueden revestirse de la más digna forma lingüística y literaria. La justificación de la corrección gramatical se encuentra, en definitiva, en el uso del idioma, codificado por la gramática práctica y depu­ rado por la gramática académica. Claro es que las decisiones y dogmas de esta gramática deben apoyarse en algo: el porqué

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INTRODUCCIÓN GENERAI,

y el fundamento del uso idiomático, codificado por la gramá­

tica académica, intenta darlo la gramática científica en sus distintas variedades. Durante muchos siglos, desde Aristóteles al siglo pasado, la gramática científica fue exclusivamente lógica, intentaba fundamentar lo lingüísticamente correcto en lo lógicamente correcto. Para esta gramática el lenguaje no sería otra cosa que reflejo del pensamiento lógico y, por ello, a las categorías de la lógica corresponderían rigurosamente las categorías lingüísticas: a la categoría de sustancia, el sustan­ tivo; el adjetivo, a la de cualidad; a la categoría de moda­ lidad, el adverbio, y a la de relación, las flexiones, etc. Si el adjetivo posee la gradación, es que corresponde a la categoría de potencialidad; en cambio, el sustantivo sólo puede ser o no ser, como la realidad, y por ello carece de grados y sólo tiene número, género, caso y determinación (artículo). De la naturaleza lógica del lenguaje, Aóyos, que es pensa­ miento y tam bién palabra, estuvieron firmemente convencidos los filósofos y gramáticos antiguos, medievales y de la Ilustración: la Grammaire générale et raisonnée, de P ort Royal (1660), se m antuvo en Francia y fuera de Francia hasta bien entrado e l siglo XIX. La historia de ningún capítulo de la gram ática puede ilustrar mejor que la de la sintaxis esa tutela o tiranía de la lógica sobre la gram ática. Si el objeto de estudio de la sintaxis es la oración gram atical, ésta fue durante todos esos siglos concebida lógicamente, de acuerdo con la venerable definición que podemos leer ya en la τέχνη γραμματική de Dionisio Tracio (págs. 22, 5 Uhlig) Aôyoç έστι ττε^ής λέξεως σύνθεσις διάνοιαν αυτοτελή δηλοΰσα123. Como todo juicio lógico consta de un sujeto y un predicado en­ lazados por una cópula o ser de predicación, los gramáticos lógicos no vacilarían en violentar la evidencia lingüística, descompo­ niendo toda frase verbal en otra copulativa. Ya Aristóteles, Met. 4, 7, había escrito: ούδέν yáp διαφέρει τό άνθρωπος uytaívcov εστίν ή τό άνθρωπος Oyιαίνει ή τό βαδί^ων êcrriv ή τέμνων του άνθρωπος β α δ ίζει ή τέμνει.. Bn im füósofo español del siglo ΧΠΙ, Pedro Hispano 124, podemos encontrar análoga resolución de una frase 128 Prisciano I I 45: «oratio est ordinatio dictionum congrua sententiam perfectam demonstrans». 124 Como en otros m uchos d e la época: cf. C. Prantl Geschichte der Logik im Ahendlande III, pág. 42.

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como homo currit en otra como homo est currens, exactamen­ te como la Gramática de Port Royal analizaría la oración Pierre vit en Pierre est vivant, y ya en el siglo xix, la interpre­ tación sería repetida una vez más por G. Hermann:, «Itaque nulla reperiri potest enunciatio qua non contineantur tres istae orationis cogitionumque partes. Nam si quae sunt enunciationes, quae duabus tantum aut una etiam orationis parte videantur constare, u t 'sol oritur1, 'vivo', iis videtur tantum aliquid deesse, non vere deest. Significantur enim istis exemplis haec 'sol oriens est', 'ego vivens sum'»126. De la pervivencia de esta interpretación lógica dará idea el que, muchos años más tarde (en 1932), la en­ contremos todavía en la Linguistique générale et linguistique fran­ çaise1**, de Charles Bally, en donde toda frase se reduce a la fór­ mula «sujeto + cópula 4 -' predicado», y una oración como la terre tourne se considera equivalente a la terre est en rotation. Ello por no hablar de autores que no disimulan su filiación lógico-aristotéliea, como Viggo Brandal. Toda la doctrina de la «elipsis» (ελλειψις), que arranca ya de Apolonio Díscolo (Synt. 11, 3 y 6, 15) y se continúa en la Minerva del Brócense (1, 15 sigs.); las Ellipses graecae (año 1702), de Lam­ berto Bos, y la Dissertatio de ellipsi et pleonasmo in Graeca lingua, de G. Hermann, y, en nuestra época, en Charles Bally, L. Hjelmslev y otros, es demostración de este intento de reducir las formas más o menos lógicamente anómalas de la fauna sintáctica al esquema del juicio lógico correcto (αξίωμα de los estoicos).

23. La historia de la doctrina de los miembros de la oración y de las partes del discurso es igualmente instructiva en cuanto reflejo del avasallamiento de la gram ática por la lógica. La obra, clásica, sobre la historia de la gram ática entre griegos y romanos, de Heymann Steinthal, lleva un título muy significativo: Geschichte der Sprachwissenschaft bei den Griechen und Römern mit besonderer Rücksicht a u f die Logik127. En la prim era página del Discours de la Méthode escribe Descartes que la razón hum ana es por doquiera idéntica a sí misma, «une et entière en un chascun». E sta creencia fue la de los peripatéticos y estoicos antiguos, la de los escolásticos medievales, la de los racionalistas del xviii. La Bruyère escribía: «La razón está en todos los países y se piensa bien en todas partes 125 De em. rat . graecae gramm . 12e Pág. 43. 137 Berlín, 1863.

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donde hay hombres.» E l propio David Hume, em pirista radical, escribiría: «Para conocer a los griegos y romanos hay que estudiar a los ingleses y franceses de hoy», y J. J. Rousseau: «Hoy no hay franceses, alemanes, españoles, ingleses; sólo hay europeos.» La m entalidad hum ana es por doquiera la misma, y la m entalidad se refleja fielmente en la lengua. Guillermo de Hum boldt diría: «No podrá uno representarse nunca suficientemente lo idénticos que son lengua y espíritu.» La lengua refleja la razón y el estudio de la lengua dem uestra la existencia de un fundam ento lógico co­ mún a todas las lenguas. Las partes del discurso responden exacta­ mente a las categorías de la lógica. «El valor lógico de una palabra —escribe en 1928 Viggo B ran d al128— es constante y no podría, como alguna vez se h a creído, pertenecer ora a una clase, ora a otra. No solamente se ha atribuido a los adjetivos el papel de sus­ tantivos... y al sustantivo el del adjetivo, sino que con frecuencia se ha hecho entrar a ciertas pequeñas palabras que no poseen más que un solo valor ya en una clase, ya en otra.» La insuficiencia de estas clasificaciones desde el punto de vista lógico proviene en parte de que faltan definiciones estrictas de clases particulares. Fiel a este principio, el gramático danés nos dirá que las partes de la oración corresponden rigurosamente a las categorías lógicas del modo siguiente; los nombres propios a la sustancia (Relatum), los numerales a la cantidad (Descriptum), los adverbios a la cua­ lidad (descriptor) y las preposiciones a la relación (relator)', el nombre común a la sustancia y cualidad, el verbo a la relación y cualidad, el pronombre a la sustancia y cantidad, la conjunción a la relación y cantidad, etcétera, etc. Una lengua debe contener como mínimo dos clases m utuam ente correlativas, como máximo ni más ni menos que quince clases, que, reunidas, realizan los cuatro grados lógicos 4 (2 -f 2) abstractos, los 6 (4 + 2) concretos y los 4 (2 + 2) complejos y una única clase indiferenciada. Si se cuentan las clases procedentes de substituciones hay que conside­ rar un máximo de 65 clases, 3 por cada una de las clases concretas, 7 por cada una de las complejas y 15 exactam ente dentro de la clase única indiferenciada. Al lector de tan inapelables lucubra­ ciones le parece estar leyendo otra vez a G. Herm ann cuando pon­ tificaba que el número de casos propios de la declinación no podía ser otro que el de seis (los de la declinación latina), poco antes de que la gramática comparada descubriera en el indio antiguo, bien conservados, los ocho casos de la declinación indoeuropea 188 Les parties du discours, pág. 236.

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en su últim a etapa. También Hegel había declarado ex cathedra que el número de planetas de nuestro sistema solar no podía ser superior a siete, los entonces conocidos desde que en 1781 W. Herschel descubriera el séptimo, Urano. Pocos años después, en 1846, Le verrier descubría el octavo, Neptuno, y todavía en 1930 cono­ ceríamos un noveno, Plutón. Se cuenta de Leverrier que para llegar a su descubrimiento hubo de llenar de complicados cálculos m atem áticos unas diez mil cuartillas. E n ese trabajo perseverante y humilde ante los datos de la realidad que siempre nos reserva sus sorpresas debe celebrar su grandeza la razón humana, no en definiciones dogmáticas inapelables basadas en tal o cual sistema lógico, 24. Lástim a grande que la lengua casi nunca quiera coincidir con la lógica ni abdique de la traviesa costumbre de usar adjetivos por sustantivos, nombres por adjetivos, de atribuir a la sustancia el grado comparativo, de utilizar el sustantivo para indicar la posibilidad y hasta la irrealidad, y de entremezclar y allanar las rígidas fronteras de las categorías lógicas. Claro es que ningún gramático ni filósofo en su sano juicio piensa en negar la existencia de numerosísimos desajustes entre la lógica y el lenguaje; pero el ideal a que este últim o tiende es la lógica, dicen, la intelectualización progresiva, que evitará esas monstruosidades y chapucerías de la lengua de todos los días. La razón cuasi m atem ática se erige en disciplina y castigatio de la fantasía, la divina loca en la morada del lenguaje. Ante el tribunal de la lógica deberá dirimirse cual­ quier posible litigio. Nada más falso, pues, como escribe Vossler12*, «toda técnica tiene su ideal, es decir, la medida de su justeza, en sí misma, y no por fuera ni por encima de si misma. Mal pintor el que quisiera trab ajar con la técnica del pensador; mal músico el que adoptara la técnica del poeta o del matemático. Siempre que hay una técnica especial hay tam bién eo ipso un pensamiento especial. L a técnica del pintor está al servicio de un pensamiento pictórico; la del músico, al servicio de un pensamiento musical. Así tam bién la gram ática, técnica del idioma, está sólo al servicio del pensar idiomático, y no del pensar lógico. La verdad, tan sencilla, de que el pensamiento idiomático es una cosa por sí, una cosa independiente, esencialmente distinta del pensamiento lógico; esta verdad tan sencilla es de continuo olvidada». l2*

Filosofía del lenguaje, págs. i o n .

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Nada justifica, por otra parte, la hipótesis de que en un período primitivo de la historia del lenguaje las categorías gramaticales se adaptaran estrictamente a las categorías lógi­ cas del espíritu y sólo después, y a consecuencia de alteraciones producidas por el uso, se habrían ido divorciando de ellas. La forma más antigua de lengua a que podamos remontamos no es ni más ni menos lógica que cualquiera forma de una lengua hablada hoy. Más aún, probablemente será «menos lógica», pues la etnología comparada y la sociología de los últimos tiempos nos han enseñado a admitir la existencia de una «men­ talité primitive» (Levy-Bruhl) de naturaleza mágica y mística, prelógica o, mejor dicho, lógico-popular, con todos sus atri­ butos (cf. § 44 y sigs.). Pues, entiéndase bien, el pensar ló­ gico es tan antiguo y tan humano como el pensar lingüístico, y no puede sostenerse la pretensión de que la razón y la inte­ ligencia sean adquisiciones tardías frente al lenguaje infantil del hombre primitivo. Desde el mismo cabal instante de su creación el hombre fue άνθρωπος λογικός a la vez que άνθρω­ πος λάλος. Lo que sucede es que esa lógica no es, por supuesto, la lógica griega codificada por Aristóteles. No existe una escisión de la razón humana en un tipo lógico heredado por nosotros de los griegos y otro tipo prelógico: simplemente la lógica primitiva es una «lógica popular», con características accidentales propias. Ahora bien, que la razón sea exactamente tan antigua como el primer hombre no presupone que el pensar lingüístico se confunda con el pensar lógico. Como el rayo solar que penetra en la fontana, que ni vuelve luz al agua ni él mismo se humedece y no hay mezcla, sino sólo reflexión, así sucede con el pensamiento lógico y el lingüístico, y, por ello, el len­ guaje no es nada esencialmente lógico ni rigurosamente ra­ cional. Hay en el lenguaje inteligencia y organización; pero sólo como medio y no como fin. «El lenguaje —escribe Bal­ ly 180— no está regido por el intelecto, sino que lo hace servir a sus fines y sabe prescindir de él cuando es preciso.»

1M Le langage et la vie, pág. 27.

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25. No es lícito constreñir los fenómenos y categorías del len­ guaje a los modos y categorías de una lógica aristotélica o kan­ tiana. Convendrá advertir, sin embargo, que el lenguaje, producto humano el más específico, ha sido casi siempre considerado como la mejor introducción para el estudio del intelecto y la psique humanos. Nadie ignora que la interpretación equivocada de ciertos fenómenos del lenguaje ha llevado alguna vez a la estruc­ turación de categorías lógicas o psicológicas sin base real firme. Los estudios lingüísticos de un Leibnitz en el siglo xvii apuntaban a una finalidad últim a de tipo filosófico, en la creencia de que el análisis del discurso era el mejor camino para penetrar en el mecanismo del espíritu y para descubrir las formas diversas y operaciones del espíritu. H usserl 131 postula «la necesidad de co­ m enzar la lógica por consideraciones referentes al lenguaje, reco­ nocida muchas veces desde el punto de vista del arte lógico», y, en efecto, el gran fenomenólogo ha dado el ejemplo sin dejar de ocuparse del lenguaje desde el año 1901, fecha de publicación de la I I de las Investigaciones lógicas, hasta las formidables Médi­ tations Cartésiennes, de 1931. Bl propio Bertrand R ussell 133 se expresaba así: «El estudio de la gram ática es, a mi parecer, capaz de arrojar más luz sobre las cuestiones füosóficas que lo que ordi­ nariam ente le conceden los filósofos», y no se olvide que quien así se expiesa es uno de los fundadores de la logística o lógica de base m atem ática. En fin, Luis Hjelmslev llegaría a afirm ar183: «La lengua es la forma por la cual concebimos el mundo. No hay teoría del conocimiento objetiva y definitiva sin recurrir a los hechos de lengua. No hay fílosofía sin lingüística.)) Cuando la vieja gram ática tradicional hubo de ceder paso, en el siglo x i x , ante u n a nueva gram ática histórica, comparativa y psicológica, que sentaba interpretaciones alejadas de las de la lógica tradicional, ésta, renunciando a la gramática, buscó nuevo fundamento para su especulación, declarando el divorcio entre lógica y gramática:

181 Investigaciones lógicas II (trad, esp.), pág. 7 E n el concepto de «Bedeu­ tung», explicitado por Husserl en las Investigaciones lógicas, b a sa W . Porzig su intento de construir una sintaxis indoeuropea desde un punto de v ista fenó­ m eno lógico, «Aufgabe der indogermanischen Syntax» en Streitberg Festgabe. Heidelberg, 1924, págs. 126-51. E l m étodo propuesto es aplicado a varios ejem­ plos (sincretismos, nacim iento de nuevas categorías, comparación de los sis­ tem as para mostrar la unidad de la sintaxis analítica occidental). 182 The Principles of Mathematics I. Cambridge, 1903, pág. 43. 188 Actes du I V Congrès Intern. Ling. Copenhague, 1938, pág. 150.

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tal la logistica o lógica matemática. Verdad es que si la lógica hubiera de limitarse a traducir a su ámbito todas las distinciones de la gramática práctica o descriptiva, tendríamos una lógica indo­ europea, una lógica semítica y hasta una lógica española; pero m> es menos cierto que hubiera sido deseable que, evitando el divorcia con la gramática, se hubiera adoptado una gramática científica a la altura de nuestro tiempo como base para una lógica nueva. Dicho se está que, con mayor razón que en lo relativo a la lógica, cabe señalar el papel decisivo de la observación del lenguaje para la edificación de la psicología. Guillermo Wundt, autor de la famosa Völkerpsychologie, cuyo segundo tomo está íntegramente dedicado al lenguaje, declaraba en Sprachgeschichte und Sprachpsychologie 134 que su intento e» aquella fundamental obra había sido en realidad construir una psicología con leyes deducidas de la observación del lenguaje, utilizar la lingüística para la psicología y no simplemente ésta como auxiliar de la lingüística. También L. Hjelmslev155 piensa que «es posible construir una teoría psicológica sobre las bases de la gramática».

26. Porque —prosigamos— si la justificación de la gra­ mática no está siempre en la lógica es porque, con frecuencia, el uso lingüístico lo explica y condiciona la psicología. El lenguaje no es solamente un instrumento intelectual que sirve para formular ideas; junto al lenguaje lógico hay un lenguaje activo, dominio de la voluntad (sus medios de expresión más sólitos son el imperativo y el vocativo) y, especialmente, un lenguaje afectivo, expresión de la sensibilidad o de los senti­ mientos. Ea lengua no sirve solamente al hombre para ex­ presar alguna cosa, sino también para expresarse a sí mismo. A salvo las lenguas técnicas y, sobre todo, la lengua de la ciencia, por definición al margen de la vida, la expresión lingüística jamás deja de traducir un sentimiento. Que en la psicología y no en la lógica está la explicación de la mayoría de las construcciones de una lengua es algo que la lingüística descubrió, según veíamos en el apartado anterior, muy tarde. 134 Leipzig, 1901, págs. 8 sigs. *35 principes de grammaire générale. Copenhague, 1928, pág. 170.

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Con algún precedente de escasa resonancia, puede decirse que el fundador de la gramática psicológica fue H. Steinthal, en 1864, con su Philologie, Geschichte und Psychologie. Claro está que en la utilización de la psicología como fundamento de la sintaxis y, en general, de la gramática, caben dos posturas. El uso lingüístico se apoya en un hábito físico del hablar (base de articulación) y en un hábito psíquico del pensar (asocia­ ción de representaciones); ¿pero es un hábito innato, natural, físico, determinado o, por el contrario, adquirido, cultural, espiritual, indeterminado? Una orientación de la gramática psicológica, representada sobre todo por eminentes «jóvenes gramáticos», eligió el camino del deterninismo físico y natural. Las formas y fenómenos lingüísticos obedecen, se decía, a leyes naturales o físicas, y estas leyes carecen de excepciones. «Las transformaciones fonéticas —escribe Sommer136— se determinan según leyes que, como las naturales, no admiten excepciones; es decir, que todo sonido, dentro de una unidad idiomática y temporal y en las mismas circunstancias, se trans­ forma del mismo modo.» Dudando de la existencia de leyes fonéticas (vale decir, en general, lingüísticas) sin excepción, se declaraba, niégase la posibilidad de construir científicamente la gramática (H. Paul) y de cultivar la ciencia etimológica (Nyrop). «Las leyes fonéticas —escribe Brugmann 137— son sólo leyes empíricas, en las cuales los motivos psicológicos son codeterminantes. El concepto de ley sin excepción deriva lógicamente y por sí mismo del propio concepto de ley. Los autores de estas gramáticas (empíricas) no reflexionaban, m reflexionan siempre que sus excepciones no son en sí mismas también más que fenómenos sometidos a una estricta causa­ lidad, fenómenos en los que se puede reconocer, en gran parte, el efecto de leyes de un valor más o menos general.» No es cosa de hacer aquí historia de esta famosa cuestión de la «inexcepcionabilidad» de las leyes fonéticas (ausnahmlose Gesetzmässigkeit) t ni de repetir la argumentación contraria a dicha admisión de autores como Schuchardt, Kretschmer, E. Wechsler, O. Jespersen, etc., que es hoy de todos conocida. 1

l *e Handbuch der lat. Laut und Formenlehre, págs. 35-6, 187 Abrégé, págs. 42-3.

^

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«La vida del lenguaje —escribía Jespersen en 1904 138— es mucho más compleja de lo que nos permiten sospechar sea nuestras doctrinas científicas y particularmente proposicio­ nes como la que establece la existencia de normas fonéticas sin excepción. Gracias a Dios resta mucho por inquirir, por investigar, por meditar.» Pues bien, la meditación a lo largo de este siglo sobre el tema relaciones entre lengua y psicología se ha orientado, en contraste con la actitud de los Junggram­ matiker, hacia la segunda actitud que señalábamos antes como posible al respecto. No una gramática psicológica natura­ lista y determinista, sino cultural, espiritual y no determi­ nista, nada dogmática ni preceptiva, respetuosa con la liber­ tad y flexibilidad de la lengua, que no es sólo epyov, algo con­ cluso y objetivado, sino también ένέργεια, viva energía y actividad espiritual. El estudio de las categorías psicológicas, el de su acuerdo o desacuerdo con las gramaticales lógicas y el de las causas de esta concordancia o desajuste, constituyen sin duda el capítulo fundamental de toda gramática justifi­ cativa actual·

27. La categoría gramatical es una petrificación de la psi­ cológica, más varia y cambiante y susceptible de plasmarse de acuerdo con la mentalidad y psique de cada hablante. Si normalmente se ajustan categorías gramaticales lógicas y psi­ cológicas, en multitud de ocasiones preséntanse desconecta­ das. Lo vario y mudable, por definición, de la categoría psico­ lógica explica lo inútil de los esfuerzos por hallar reglas o sig­ nos universalmente válidos para su determinación: el sujeto psicológico sería siempre distinguible por el orden de pala­ bras, entonación, e tc .139 La categoría psicológica nos lleva a una situación humana de tipo primario universal; pero que sólo aparece y se ejerce en el individuo en algunos casos concretos. Por otra parte, conduce a posibilidades lingüísticas de alcance general, cuya realización ha de ser preparada por circunstancias históricas 138 Phonetische Grundfragen, pág. 182. 339 Cf. la critica de A. Marty «Ueber die Scheidung von gram matischen, logischen und psychologischen Subjekt» en Archiv f. system. Philosophie III.

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e idiomáticas especiales. Distintas nociones psicológicas pue­ den latir bajo una misma construcción gramatical, sobre todo en el lenguaje más afectivo y sentimentalmente explosivo: la interjección (como, en literatura, la lírica); cuanto menos interesan a la sintaxis logidsta las interjecciones, exclamacio­ nes y demás formas primarias del lenguaje, tanto más apasio­ nan al psicólogo del lenguaje. En definitiva, categoría lógico-gramatical y categoría psicológica están en la relación primaria de forma y signifi­ cación, entendidos estos términos no logicistamente, sino en su sentido gramatical. En frases como «esta flor es una rosa», rosa es el soporte de la significación psíquica y esta flor es la preconsideración o base formal de la estructura oracional. Las categorías psicológicas no son conceptos axiológicos ni existenciales, sino «de relación» entre lo mentado y lo expre­ sado; constituyen un inventario de formas lingüísticas esperables o futuribles, de las cuales algunas llegan a cumplirse, quedando otras nonatas. La categoría psicológica, respuesta subitánea hecha a la medida de la urgencia de un momento o situación, vislumbra muchas veces el camino por el cual puede ampliarse el ámbito de la gramática consagrada por una comunidad. Quien para el estudio del lenguaje —se ha dicho— se sirve de categorías psicológicas camina como sobre una línea de cumbres divisoria de cuencas fluviales: a un lado le es dable contemplar los caudalosos ríos de la evo­ lución del idioma; al otro, las fuentedllas y filetes de agua de las menciones psíquicas individuales. Baja la primera vertiente hada la gramática histórica y comparada; la segunda desdende hacia los dominios de la estilística y de la historia lite­ raria.

28. Cuatro tipos fundamentales de desajustes entre cate­ gorías gramaticales y psicológicas cabe descubrir140: a) Los debidos al abandono, precipitación, falta de atendón, memo­ ria, etc. (cf. para todo ello § 51 y sigs.); b) El hablante mis­ mo no está seguro de lo que quiere dedr, presa de estados 140

Cf. K. Vossler Filosofía del lenguaje, págs. 136 sigs.

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crepusculares, transitorios en hombres de normal salud mental, más o menos cercanos a la idiocia patológica en otros. Las libertades, negligencias, desfallecimientos de este tipo de expresión son, naturalmente, susceptibles de explotación estilística consciente; c) El hablante no encuentra en la gra­ mática de su lengua, afirmada en el uso lingüístico de la comunidad, medios expresivos adecuados a las exigencias de una mención psíquica suya que le ocurre en determinado momento: si este momento es de signo rigurosamente intelectual, su lengua le parecerá harto imprecisa; si de tipo sentimental, demasiado poco delicada; si de cariz utilitario, demasiado ampulosa y poco precisa; harto abstracta, si se halla en una coyuntura sensual, etc. Para suplir estas reales o supuestas deficiencias la necesidad expresiva del hablante entra en con­ flicto con el orden gramatical; y d) En estadios o en capítulos concretos de la gramática, en que la lengua carece todavía de unidad formal y firmeza o se muestra todavía insuficiente­ mente elaborada, hormiguean las construcciones κατά σννεσιν, hay una lucha enconada entre construcciones de valor más o menos semejante o próximo, que dirimen una posible hege­ monía: no son rasgos estilísticos que arrancan del capricho o de las necesidades psíquicas del individuo, sino que parten de la lengua misma y son rasgos idiomáticos. Sobre una consideración pesimista de estos desajustes vistos sólo como algo monstruoso, como medioseres o engen­ dros matricidas de la gramática, cabe una interpretación más optimista. ¡Cuántas veces el resultado lingüístico de una de esas discordancias posee un encanto y atractivo irresis­ tibles! Si el cabal ajuste de la lengua con las categorías es un ideal, este ideal, por fortuna, nunca es plenamente aprehensible. Moviéndose entre la armonía matemática y la armonía de la libre fantasía, y gracias a los titubeos y desajustes psi­ cológicos, la lengua evoluciona. E

s t r u c t u r a ijs m o

y

s in t a x is .

29. La gramática del siglo xix y la gramática tradicional cultivada por la mayoría de los lingüistas de nuestro siglo,

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parte, se ha dicho, de presupuestos y postulados extralingtiísticos: naturalistas (físicos, fisiológicos), lógicos, psicoló^ gicos. Considera la lengua como medio de comunicación del pensamiento (lógica) o de la psique humana en su totalidad (psicología) o atiende sólo a los elementos materiales en que el lenguaje humano se manifiesta (gramática naturalista, fisio­ lógica). De acuerdo con estas distintas orientaciones la gra«mática tradicional somete a una consideración atomizante y disgregadora a cada uno de los planos de la lengua; pero no al elemento propiamente lingüístico, consistente en la relación entre esos dos planos. Es una lingüística trascendente al fenó­ menos lingüístico, no una lingüística inmanente. Frente al logi* cismo de la gramática hasta comienzos de la pasada centuria, que a un sistema construido apresurada y apriorísticamente, intentaba luego someter —violentándolos muchas veces— los datos reales de la lengua, el método histórico-comparado supuso el triunfo en lingüística de la orientación positivista, y, con él, de la prescripción del examen empírico escrupuloso de aquellos datos, huyendo de generalizaciones apresuradas; poco a poco las «significaciones fundamentales» fueron susti­ tuidas por la más minuciosa enumeración de todas las signifia caciones particulares. La introducción de la psicología —pienr san algunos— no modificó el carácter puramente empírico o, en su caso, todavía lógico, de la inducción de las significaciones gramaticales. L a enseñanza de Fem ando de Saussure, publicada despué$ de su muerte, en 1916, por sus discípulos Ch. Bally, A. Séchehaye y A. Riedlinger (Cours de linguistique générale), debe ser consi­ derada el punto de partida de la nueva lingüística. La tajante distinción entre una consideración sincrónica y otra diacrónica del lenguaje, la afirmación de que la gram ática sensu stricto ha de ser sincrónica (estudio de un estado de lengua como descripción del mecanismo de sus elementos o piezas del sistema), la distinción saussureana entre langue y parole, lengua y habla (sistema de signos lingüísticos adoptado por una comunidad y uso individual de ese sistema), el análisis saussureano del signo lingüístico (co­ rrespondencia de un significado y un significante), son las pre­ misas de que arranca la nueva lingüística. E sta ha intentado ex­ plicar la estructura y el funcionamiento de los sistemas lingüísticos.

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àpîicando las doctrinas de De Saussure, no sin modificaciones. Por ejemplo, se concibe ahora la langue como lo puram ente funcional, el sistema, y la parole como lo m aterial, los sonidos, la realización del sistema, frente a la concepción m ás sociológica de De Saus­ sure, y, últim am ente, se ha intentado tam bién salvar la tajante solución de continuidad entre sincronía y diacronía: así se h a venido elaborando, entre los lingüistas del Círculo de Praga, una fonología diacrónica, y por A. M artinet y sus discípulos, y en un sentido algo diferente por W. von W artburg, una lingüística estructural diacrónica, que está aún en sus comienzos. E. Cas­ sirer 141 ha señalado que la orientación estructuralista no es algo aislado ni peculiar de la lingüística, sino que responde a una tendencia más general en el panorama de la ciencia actual, frente al historicismo y genetismo predominantes en estadios inm ediata­ m ente anteriores. En el dominio de la historia natural, por ejemplo (que sirvió de modelo a la lingüística naturalista de la Stammbaumtheorie, de un Schleicher), en los trabajos de autores como L. Berg, M. Novikoff y otros, la consideración morfológica y homomórfica se aplica incluso allí donde los portadores de ór­ ganos o estructuras semejantes no descienden de un antepasado común. La distinción de los organismos naturales en emparentados y no emparentados cede paso ante un estudio convergente que apunta a masas inmensas de individuos sobre todo un vasto terri­ torio. Al atomismo del evolucionismo ortodoxo se opone una con­ cepción del conjunto que determina todas sus partes. 30. Las escuelas y direcciones surgidas en el seno de esta lla m ada nueva lingüística son varias, separadas entre sí por im por­ tantes diferencias teóricas y metodológicas. No es éste el lugar de resumir con cierta am plitud el cuerpo de doctrinas de estas orientaciones diversas; nos limitaremos a señalar los rasgos más salientes. E n lo que se refiere a la fonología, la publicación, en 1939, de los Grundzüge der Phonologie, de Ν. S. Trubetzkoy142, supone la llegada hasta el gran público de los principios de una escuela, desarrollados hasta entonces y durante algo más de una década en el seno de un pequeño círculo (Praisky linguisticky krouzek, fundado en 1926). Trátase de una auténtica Summa de la fonología y de un m anual de referencia indispensable. Frente a la fonética, ciencia de la faz m aterial de los sonidos del lenguaje humano, la 141 Word I, 1945, págs. 99 sigs. Cf. el vol. col. Entretiens sur les notions de 'Qcnèse et Structure. París-La H aya, 1965. 142 H ay trad. fr. de J. Cantineau: Principes de phonologie. París, 1940.

CONCEPTO, HISTORIA Y METODO

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fonología estudia el valor funcional de los sonidos, traducido en las oposiciones fonológicas distintivas. Objeto del estudio fono­ lógico son las tres funciones de los fonemas: culm inativa (especial­ mente, el acento), delim itativa (signos demarcativos, objeto del estudio de la horística) y, sobre todo, distintiva (objeto del estudio de la fonología propiamente dicha o diacrítica). Capítulos de la fonología son el estudio de los fonemas, de la clasificación de las oposiciones distintivas, de las correlaciones y haces de correlación, la clasificación y características de las particularidades fónicas distintivas (vocales, consonantes, particularidades prosódicas) y su inclusión en sistemas, el examen de los tipos de neutralización de las oposiciones, de las combinaciones de foneíhas, etc. Sobre la orientación eminentemente sincrónica de la fonología de Tru­ betzkoy, Roman Jakobson sobre todo ha ampliado la consideración fonológica en un sentido diacrónico (fonología histórica). 31. E l Círculo de Copenhague, cuyo corifeo ha sido L. Hjelms­ lev143, ha abordado, con ambición más amplia que recubre todo el campo de la gram ática tradicional, el estudio de la lengua. La glosemática hjelsmleviana estudia los dos planos de la lengua (sistema) : el plano del contenido o pleremático y el de la expresión o sustancia (plano cenemático). Aplicando un método de descrip­ ción y análisis deductivo sui generis registra las dependencias o líneas de conexión entre los elementos del sistema de la lengua y descubre sus cadenas y partes, paradigmas y miembros, y las funciones entre estos elementos (selección, solidaridad, combi­ nación, especificación, complementaridad, autonom ía). Apli­ cando la prueba de conmutación (— toda forma de contenido que está asociada con una forma determ inada de expresión consti­ tuye una unidad diferenciada) clasifica aquellos elementos en variantes e invariantes. E l plano de la lengua es una categoría de dos miembros llamados constituyentes y exponentes. E n el plano cenemático los constituyentes son los cenemas centrales (vocales) y marginales (consonantes) objeto del estudio de la cenémica, y los exponentes los prosodemas extensos (sintonemas) e intensos (acentos) que estudia la prosodémica. En el plano pieremático los constituyentes son los pleremas centrales (raíces) y marginales (derivativos) que estudia la plerémica, y los expo143 Cf. un asequible resumen en español de las doctrinas de esta escuela ea A. Alarcos I^lorach Gramática estructural. Madrid, 1951.

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nentes son los morfemas extensos (verbales) e intensos (nomi­ nales) que estudia la morfémica. Más o menos, el dominio de la cenemática coincide con el de la fonología praguense. La pleremática, en cambio, recubre aproximadam ente el campo de la antigua gramática. La frontera entre la morfología y sintaxis tradicionales es im pertinente en cuanto que las unidades pleremáticas de un paradigm a (= palabras) se definen por sus fun­ dones en la cadena (= funciones sintácticas). La aplicación de la prueba de la conmutación y la observación de las dependencias paradigmáticas y sintagm áticas de la m agnitud considerada permite establecer el número de morfemas y pleremas de una lengua y distinguirlos gracias a la rección (los plerematemas que son susceptibles de contraer rección heterosintagm ática, es decir, de entrar en concordancia o rección, son los morfemas; los plereínas no presentan esta particularidad). Los morfemas pueden ser fundamentales (forman parte de un paradigm a cuyos miembros pueden ser regidos heterosintagmáticamente) y convertidos (forínan parte de un paradigma en el cual ninguno de sus miembros es susceptible de ser regido), intensos (susceptibles de ser regidos en rección homosintagmática = morfemas nominales) y extensos (no pueden ser regidos en rección homosintagmática = morfemas verbales), homonexuales, heteronexuales, mixtos y alternos. Mor­ femas intensos son el caso, número, género, artículo y compara­ ción. Morfemas extensos son la persona, voz, aspecto, tiempo, modo, énfasis. Bn cuanto a los constituyentes en el plano pleremático, los pleremas, funcionan como magnitudes regentes en la rección y su número es indefinido, aunque interesa a la plerémica conocer qué pleremas son posibles en un estado de lengua dado, según el sistema que lo organiza, catalogándolos según criterios propiamente lingüísticos. Los hay centrales (raíces) y marginales (derivativos), flexivos (nominales) y no flexivos (anominales: conjunciones, preposiciones, combinativos, interjec­ ciones, adverbios). Los pleremas nominales son clasificables en treinta y dos especies, según las posibilidades que adm itan de combinación de morfemas intensos (caso C, comparación Cp, número N, género G, artículo A y cero 0). Por ejemplo: pleremas con una sola posibilidad C son el reflexivo se o los nombres propios geográficos; con dos posibilidades: CN (pronombres yo, tú, etc.), CA (numerales dos, tres, etc.; pluralia tantum: albricias, etc.); con tres posibilidades: CNA (sustantivo; numerales ciento, mil); CNG (indefinidos, alguno, ninguno, etc.; relativos cuyo, etc.); con cuatro posibilidades: CANG (tanto, cuanto, poco, mío; adjeti­

CONCEPTO,

h is t o r ia

y

m étodo

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vos como alto, etc.); con cinco posibilidades, CANGCp (bueno, malo, etc.), etc. 32. Aparte del Círculo de Copenhague144, otros estructuralis­ tas han pretendido am pliar los métodos estructurales, aplicados hasta ahora en el dominio fonológico, al estudio de la sintaxis tradicional. La sintaxis estructuralista es disciplina aún en sus comienzos, y que cuenta sólo con estudios monográficos (sobre el sistema de los casos, de los aspectos verbales), siendo el único tratado de conjunto (esbozo o esquema más que tratado elabo­ rado) la Struktur ele syntaxis del holandés A. W. de Groot145. Como ejemplo de aplicación a la sintaxis de las lenguas clásicas de estos métodos (predominantemente los de la escuela de Copenhague), hay que citar el Précis de syntaxe latine, de F. B latt148. A dvirta­ mos que, a veces, el térm ino «estructural» se aplica a la sintaxis en un sentido muy diferente al que aquí nos ocupa. Por ejemplo, Lucien Tesniére, en su breve Esquisse d*une syntaxe structurale147, parece que se propone sólo reflejar por medio de un gráfico ade­ cuado a cada caso (stemma) la arquitectura de las conexiones sintácticas entre los núcleos en la frase simple y en la junción (coordinación) y traslación (transferencia de una categoría gra­ m atical a otra o de una frase a una categoría), operando con un análisis tradicional y de tipo muy elemental. Muy diferente del valor que confieren al térm ino «estructural» autores como Jakob­ son, Ruipérez y otros que han ensayado los métodos de la fonología sobre el dominio sintáctico, es el que le otorga E. H erm ann en su interesante estudio sobre los tiempos del verbo griego148. Para Herm ann el análisis estructural consiste en separar las categorías lingüísticas de aquellos otros fenómenos lingüísticos que no constituyen categorías y están condicionados por el contexto sintáctico o por factores psicológicos. Las «categorías» constitu­ yen un esquema de validez general por encima de la diversidad 144 Que, fuera de los lingüistas pertenecientes a esta escuela, goza de casi general repulsa por lo apriorístico y arbitrario de sus m étodos y doctrinas: ci. y por ejemplo, la instructi va crítica de otro estructuralista A. Martinet «Au sujet des fondem ent de la théorie linguistique de I^ouis Hjelmslev* en B S L XT,II, 1942-5, págs. 19-42. 145 I*a H aya, 1949. 146 I«yon, 1952. Hs trad. fr. de una obra danesa. 147 París, 1953. Posteriormente ha publicado irnos extensos Eléments de syntaxe structurale. París, 1959. 148 Nachr. Gott. Gel. Ges. phil. hist. K l. 1943, págs. 583 sigs.

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lingüística; por ejemplo, en lo que a los «tiempos» respecta, dis­ tingue Hermann las seis siguientes: Verhaltnisart, Zeit, relative Zeitangabe, Zeitdauerart, Schau, Geschehnisart. Para la elaboración de un sistema de categorías se aplican consideraciones lógicas y psicológicas, y no simplemente formales y gramaticales, y, desde luego, no se parte rigurosamente de la concepción de la lengua como un sistema de oposiciones. Tampoco G. Guillaume, en sus estudios sobre Temps et verbe 149 y Varchitecture du temps dans les langues classiques150, puede llamarse un estructuralista en el sen­ tido adoptado por el Círculo pragüense. In ten ta Guillaume abor­ dar el estudio de la arquitectura de los tiempos «desde dentro», desde el pensamiento, «deduciendo analíticam ente del conjunto complejo del lenguaje la parte sistem ática ideal, con vistas a so­ meterle a un estudio exclusivo que revele sus propiedades y leyes»151. Le interesa el estudio de la organización potencial de la lengua, concebida como depósito virtual de conceptos y del me­ canismo de empleo de estos conceptos (esquema sublingüístico) f considerado como un complicado juego de relaciones psicológicas y lógicas, descubrible por un análisis introspectivo.

33. Prescindiendo ahora de estos ensayos «estructuralistas», vamos a referimos a aquellos otros que han sido realizados desde la base de operaciones de los métodos estructuralistas orto­ doxos aplicados a la fonología por la escuela de Trubetzkoy. Como es bien sabido, el fundamento de este método consiste en el establecimiento y clasificación de oposiciones. ¿Pueden ser aplicados los principios fonológicos de clasificación de oposiciones a otras ramas de la gramática y concretamente a la sintaxis? Ya en 1932 R. Jakobson152 analizaba la estruc­ tura del verbo ruso a partir de un sistema de oposiciones entre un término caracterizado y otro no caracterizado. Veinte años después J. Cantineau153 ha estudiado lo que él llama las «oposiciones significativas» entre dos signos de la lengua cuyos significantes son diferentes; para establecer estas oposiciones es primario el análisis formal, no el lógico o 149 París, 1929. 150 París, 1945. 151 Temps et verbe, pág. 6. 152 «Zur Struktur des russischen Verbums» en Charisteria G. Mathesio, 1932, págs. 74 sigs. 153 Cahiers Saussure X , 1952, págs. 11-40.

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semántico. La dificultad de señalamiento del término carac­ terizado de una oposición en el plano del significante cuando la característica es cero, o en general en cualquier caso (λόγος /λόγον, λείττειν /λνττεΐν, etc.), piensa Cantineau que debe resolverse aplicando la ley estadística de Zipf, llevada ya a la fonología por Trubetzkoy 154, según la cual el término carac­ terizado es el más frecuente. Entiende Cantineau que para establecer las oposiciones significativas debemos basamos en el plano del significante, prescindiendo del plano del significado; pero la circunstancia de que una misma oposición en el plano del significado pueda traducirse de múltiples maneras en el plano del significante (por ejemplo, la oposición singular/ plural, que en alemán moderno puede expresarse por media docena de procedimientos diferentes), parece una dificultad de cierto peso contra esa actitud. Basándose en ello M. S. Rui­ pérez 155 define la oposición significativa como «la formada por dos signos de la lengua cuyos significados son diferentes: equus/ -is, dominus¡equus». Mientras que no puede haber una oposición de significados sin la correspondiente oposición de significantes, puede haberla de significantes sin la corres­ pondiente oposición de significados.

34. Trubetzkoy clasificó las oposiciones fonológicas aten­ diendo a tres diferentes criterios: según sus relaciones con todo el sistema de las oposiciones (bilaterales y multilaterales —homogéneas y heterogéneas—, proporcionales y aisladas), según la relación existente entre los términos de la oposición (privativas, graduales y equipolentes) y en relación a la ex­ tensión de su poder distintivo (constantes y neutralizables). ¿De qué naturaleza y tipos son las oposiciones morfológicosintácticas? A) Cantineau afirma 156 que las oposiciones gramaticales (contrariamente a las léxicas, que son aisladas) son oposiciones proporcionales, es decir, que la relación existente entre sus 154 0 . c. pág. 282. 155 Estructura del sistema de aspectos y tiempos del verbo griego antiguo. Salamanca, 1954, págs. ro sigs. 156 O. c. págs. 27 sigs.

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términos es idéntica a la relación existente entre los términos de otra oposición (o de otras varias del sistema). La oposición latina entre p-b es proporcional porque la relación entre sus términos es idéntica a la existente entre los términos de las oposiciones t-d, k-g. Una oposición significativa como άγαθός /αγαθή es proporcional porque se da también en καλός /καλή, etcétera. En cambio, la oposición de vocabulario entre γυνή y άνήρ es una oposición aislada. Las unidades, términos de una oposición significativa gramatical, son las llamadas categorías gramaticales. B) Clasificación lógica.—Trubetzkoy divide a este respecto las oposiciones fonológicas en: privativas (en las que uno de los términos está caracterizado por una «marca», ausente del otro), graduales (los términos están caracterizados por grados diferentes de la misma particularidad) y equipolentes (los dos términos son lógicamente equivalentes; es decir, no pueden ser considerados ni como la negación y afirmación de una particularidad ni como dos grados de la misma; son las oposiciones más numerosas en fonología). Para R. Jakob­ son 157 las oposiciones gramaticales son siempre privativas. Para Ruipérez pueden ser privativas y graduales, teniendo en cuenta que una oposición gradual puede integrarse en el término caracterizado de una oposición privativa. Por ejemplo, en el sistema modal griego el subjuntivo y el optativo son dos grados distintos de la posesión de la noción básica de modo (posibilidad/eventualidad, deseo/voluntad), y ambos, en blo­ que, se oponen al indicativo, término no caracterizado. Cantineau adm ite158 la existencia de oposiciones gramaticales equipolentes (tipo inglés foot¡feet, I takejl took, etc.). Ruipé­ rez, en cambio, la niega 150 con razones no muy convincentes* En una oposición gramatical privativa de la fórmula AxjA, el término caracterizado Ax expresa positivamente la noción básica de la oposición (valor positivo) de la cual es portador el morfema x. El término no caracterizado A tendría, según Ruipérez, un doble valor: indiferente a la noción distintiva 157

O. f. págs. 74 sigs.

158

O. c. pág.

31.

359

O. c. páí:.

16.

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(neutro) y opuesto a Ax, en cuanto significa la ausencia o negación de x (valor negativo). Así, por ejemplo, según la interpretación de este autor, el género neutro designa no sola­ mente lo inanimado, sino también aquello que no existe in­ terés expreso en designar como animado (diminutivo en—íov, lat. scortum, etc.). También en el sistema aspectual, en la opo­ sición presente/aoristo, el término caracterizado es para Ruipérez el presente (consideración del contenido verbal en su duración); el tema de aoristo, término no caracterizado, poseería un valor neutro (indiferencia a la consideración de la duración: aoristo complexivo εβασίλευσε είκοσι ετη) y un valor ne­ gativo (valor puntual o momentáneo). Este último valor pertenecería al signo lingüístico propiamente dicho y no sería simplemente una realización de la parole, pues el aoristo es incompatible con el presente en varios respectos.160 Contra esta interpretación se alza la de R. Jakobson,161 para quien el único valor del término no caracterizado es el neutro, pues cuando indica la ausencia o la negación de la noción básica trátase de la realización, determinada por la situación, de la categoría, que sólo posee una Gesamtbedeutung y sólo una. En sustancia, la interpretación de Ruipérez es traducción al dominio de las oposiciones morfológico-sintácticas de la inter­ pretación dada por M artinet162 al tipo de oposición bilateral n n/d, que recubriría en realid ad -----d-t Caracteriza a las oposiciones gramaticales, según Ruipé­ rez, su carácter de irreversibilidad de sus términos (contraria­ mente a lo que sucede con una oposición como e/i, que puede considerarse como no cerrada/cerrada y como abierta/no abierta), y la no identidad de las oposiciones morfológicas que se interfieren (cuando en uno o los dos términos de una oposición se establece otra oposición, las nociones básicas respectivas son diferentes). De acuerdo con estos principios el análisis estructural pro­ cede por dicotomías, señalando oposiciones privativas (en 160 181 162

0 . c. págs. 104 y 107-8. Ö. c. pág. 74. B S L ΧΧ,ΪΙ, 1946, pág. 17.

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cuyo término caracterizado puede haber una oposición gra­ dual), a veces sucesivas, por establecerse en el interior de un término de una oposición otra oposición. Tal es, al menos, el proceder de Jakobson, Cantineau, Ruipérez y otros, frente al de la Escuela de Copenhague (Hjelmslev, Holt y otros), que niega el derecho de la significación (sustancia) a ser tenida en cuenta en la delimitación de los valores de los términos y prefiere aceptar de la gramática tradicional las categorías empíricas por ella elaboradas (por ejemplo, presente, aoristo, perfecto; presente, futuro, pasado, etc.), comenzando por ellas a clasificar los valores en cuestión en un sistema de dos hasta seis términos. La oposición binaria es del tipo A/A + no A, que Hjelmslev interpreta como términos intensivo y extensivo, respectivamente. Cuando dentro de una serie de clases una clase tiene función con otra u otras de la misma serie, se la llama suma. En el decurso (texto) la suma es llamada unidad; en el sistema es llamada categoría. Establecida una categoría se define cada uno de sus elementos por su oposición mutua, que no es exclusiva (como en la lógica), sino participativa. Un miembro del paradigma de una categoría puede significar no sólo su propio campo de contenido, sino, en ciertas circuns­ tancias, lo que es peculiar de otros miembros. Como las opo­ siciones posibles en un paradigma son de tres clases (simple, contraria y contradictoria), el número de miembros opuestos por un solo rasgo diferencial será de seis, en tres parejas de un miembro extensivo (que puede extender su propia signifi­ cación al campo significativo de otro miembro) y otro inten­ sivo. Jens Holt, que en sus Etudes d*aspect163 ha aplicado el método hjelmsleviano al estudio de las oposiciones de as­ pecto verbal, ha criticado el análisis dicotómico sucesivo* n perfecto Piensa que en una oposición del tipo ----- - -----------------:----d-t presente-aoristo los términos d-t, presente-aoristo no tienen existencia real en el sistema de la lengua, ya que no poseen expresión propia; y, por otra parte, en una «categoría» (en sentido hjelmsle­ viano) de más de dos términos no se puede señalar la relación 163 Copenhague, 1945.

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inmediata en que están dos cualesquiera de ellos, ni se puede decir que A esté más próximo de B que de C o D, por ejem­ plo. Para señalar el máximo de miembros opuestos por un solo rasgo diferencial (6) establece Holt una notación numé­ rica. Al más claramente delimitado se le considera positivo (+) y se le designa con el 1; su contrario es el negativo (—), 2; el que no designa ni el aspecto positivo ni el negativo es defi­ nido como neutro (0) y notado con el número 3. En categorías de más de tres miembros en una sola dimensión la parte neu­ tra puede tener un miembro más cercano al positivo (-\-----), 4, otro más cercano al negativo (-----[-)> 5, y otro (+ /—) que sea tanto positivo como negativo, notado con el número 6.

C) Por razón de la extensión de su poder distintivo las oposiciones fonológicas pueden dividirse en constantes y neutralizables 164. En ciertas posiciones (posiciones de neutraliza­ ción, frente a posiciones de pertinencia) una oposición fonoló­ gica puede ser suprimida. La neutralización fonológica la define Martinet: «cuando en un contexto definido en términos de fonemas, rasgos prosódicos (suprasegmental) y límites entre elementos significantes (junturas) se revela inutiüzable la distinción entre dos o más de dos fonemas que son los únicos en poseer ciertas características fónicas». En español, por ejemplo, en posición final de palabra queda neutralizada la oposición nasal m/n/ñ. En la posición de neutralización uno de los términos de la oposición adviene el representante del archifonema de esta oposición (conjunto de particularidades distintivas comunes a ambos fonemas). Naturalmente, sólo las oposiciones bilaterales son neutralizables, lo cual no quiere decir, por supuesto, que lo sean todas. El representante del archifonema de una oposición neutralizable puede realizarse fundamentalmente por uno de estos cuatro modos: a) El archi­ fonema no es idéntico a ninguno de los dos términos de la oposición, viniendo realizado por un sonido fonéticamente em­ parentado, de tipo intermedio entre ambos, fonema que puede poseer rasgos específicos por lo general inducidos por el fonema 164 cf. Trubetzkoy, o. c. págs. 8o sigs. y T C L P V I, págs. 29 sigs.; A. Mar­ tinet T C L P V I, págs. 46 sigs.

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en cuya vecindad se produce la neutralización; b) El repre­ sentante del archifonema es idéntico a uno de los términos de la oposición, siendo condicionada la elección entre éstos exteriormente (por vecindad de otro fonema); c) La elección es condicionada internamente, es decir, no depende de la natu­ raleza de la posición de neutralización: a) el término adoptado como archifonema es no-marcado (archifonema cero), mientras que el otro término aparece como marcado (archifonema marca), lo cual sólo es posible tratándose de oposiciones lógi­ camente privativas; β) en las oposiciones graduales es siempre el término extremo de la oposición el que aparece en la posi­ ción de neutralización; d) Los dos términos de la oposición nautralizable representan, en partes distintas de las posiciones de neutralización, el archifonema. Por ejemplo, en alemán la oposición ss-sch es neutralizada delante de consonante: sch representa el archifonema en inicial, ss en posición interior o final. Por la neutralización las oposiciones lógicamente privati­ vas advienen efectivamente privativas y con ello recibe un fundamento objetivo la distinción, en esas oposiciones, de un término marcado (merkelhaft) y otro no-marcado (merhelios).

35. ¿Cabe aplicar el concepto de neutralización (Aufhe­ bung, suppression)> nacido en fonología, al dominio de la sintaxis y morfología tradicionales? Algunos estructuralistas lo creen posible; pero hasta ahora no existe acuerdo sobre el tipo de situación aludible con este término en este campo. Repasemos la doctrina de los autores que más netamente se han definido en punto a este problema: Para L. H jelm slev 165 ocurre que, a veces, la conmutación entre dos invariantes es anulada bajo ciertas condiciones: la conmutación está suspendida. Dado un funtivo que aparece en ciertas condiciones y no en otras, en estas últim as prem isas se dice que el funtivo está suspendido. Una conmutación suspendida entre dos funtivos es una cobertura, que establece un sincretismo en el que las magnitudes en cuestión de invariantes que son en i65

T C L P V III, págs. 51-7.

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sa

general pasan a variantes. Las premisas para el sincretismo son determ inadas relaciones de estas magnitudes en la cadena: para el sincretismo latino de nominativo y acusativo, la variante de neutro, que es solidaria con esos dos casos. A la solidaridad entre esa variante del neutro y la cobertura de nom inativo y acusativo latinos se la llam a dominancia. Otro ejemplo: el sincretismo ale­ m án de genitivo y dativo bajo la dominancia de längs. Los sincretimos son de dos clases: coincidencias e implicaciones. Kn la coin­ cidencia. la manifestación del sincretismo en el plano de la sustancia es la de todos los funtivos a la vez o la de ninguno de ellos. Bn la implicación, la manifestación del sincretismo en el plano de la sustancia es idéntica sólo a la de uno o varios de los funtivos (por ejemplo, el fenómeno frecuente de que una consonante sorda se pronuncie como sonora delante de consonante sonora, suspen­ diéndose entonces la conmutación sonora/sorda o la suspensión en francés de la oposición me/moi después de preposición, posición en que siempre aparece moi). Bn los sincretismos pueden inter­ venir magnitudes cero en estado de latencia (cobertura con cero); por ejemplo, en la frase al diablo hay latencia de las magnitudes segunda persona e imperativo, que reaparecen bajo otras prem i­ sas: /váyase usted, vete al diablo! Bxiste, pues, neutralización y posibilidad de fusión de fonemas (por ejemplo, ruso t-d bajo la dominancia de la posición final) y de morfemas (exponentes en el plano pleremático, unidades de contenido). Los contextos (do­ minancias) en que se revelan los sincretismos del contenido son presentados estrictam ente en términos de contenido, sin necesidad de una estructura sintagm ática particular. R. G odel16® se inclina, por el contrario, a señalar aquellos contextos en términos de estructura sintagm ática. Distingue entre casos de «oposición latente» en que los térm inos son homó­ fonos, pero no idénticos (latín dat. domino, ablat. domino, pero femenino dat. dominae, ablat. domina; nom. iugum, acus. iugum, pero nom. ager, acus, agrum), y los casos de neutralización en que una oposición es suspendida en una estructura sintagm ática particular. Por ejemplo, en latín, en la oración infinitiva el sujeto (en acusativo) está en el mismo caso que el objeto directo, y por ello la oposición nominativo/acusativo está suspendida. J. C antineau 167 llama suprimibles o neutralizables «a las

166 167

Cahiers Saussure X III, pá¿s. 35-7. Cahiers Saussure X , ig y 2 t págs. 31-3.

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oposiciones de significados que no tienen siempre significantes diferentes, de suerte que los dos términos pueden ser a veces idénticos desde el punto de vista formal». Por ejemplo, en francés, la oposición tercera persona del singular/tercera persona del plural no neutralizable en il fin it ¡ils finissent, se neutraliza en il mange/ ils mangent, y es siempre neutralizada en el imperfecto y en el condicional: il finissait/ils finissaient, il mangeait/ils mangeaient, il finiraitjils finiraient, etc. La oposición entre el hebreo z&kar «él se ha acordado» y zâkâr «macho» se neutraliza ante pausa, posición en la que siempre tenemos zâkâr. E l condicionamiento de la neutralización puede ser de naturaleza lexical (por ejemplo, se da sólo en ciertos verbos), morfológica (en la vecindad de deter­ minado morfema: después del de imperfecto, condicional, etc.) o sintagmática, como se ejemplifica respectivamente por los ejemplos arriba citados. Los tres tipos de condicionamiento radican en la forma fónica. Cantineau, consecuente con su concepción de la naturaleza de las oposiciones significativas (cf. supra, § 34 A), no tiene en cuenta el comportamiento de los significados. La «neu­ tralización» de Cantineau viene a corresponder a la «oposición latente» de Godel. M. S. Ruipérez 168 se opone a Cantineau en el sentido de que m ientras que éste habla de neutralización cuando desaparece la diferencia entre dos significantes, Ruipérez llam a neutralizable a una oposición significativa en la cual la diferencia entre los significados puede desaparecer. E l valor de la unidad que aparece en la posición de neutralización (archivalor) es neutro, es decir, sólo son pertinentes las características de significado comunes a los términos de la oposición, no las distintivas. E n el plano del significante la neutralización repercute en que el archivalor posee un significante propio (archimorfema). Aplicando estricta­ mente la casuística establecida por Trubetzkoy (cf. supra, § 34 Q para el archifonema de la neutralización fonológica, establece Ruipérez las distintas posibilidades de representación de un archimorfema y los condicionamientos de la neutralización gra­ matical, por razones inherentes siempre al significado. Cualquiera que sea el archimorfema y la causa condicionante de la neutraliza­ ción, el archivador es neutro. Por otra parte, la presencia de un morfema común a dos uni­ dades morfológicas distintas no significa necesariamente la exis­ 168 Estructura del sistema de aspectos y tiempos del verbo griego antiguo págs. i sigs. y Word IX , 1953, págs. 241-52.

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tencia de una neutralización. Puede tratarse —cuando está condi­ cionada fónicamente— de una coincidencia (il mange¡ils mangent, λύω indicativo y subjuntivo, etc.). Cuando la identidad formal no es constante (latín dat. dominae, ablat. domina, plural dat. y ablat. dominis, nom. y acus, plural consules, frente a nom. domini, acus, dominos, etc.), tampoco hay neutralización. Esta requiere igualmente para su existencia el darse en una oposición simple (oposición directa de términos basada en un mínimo de contraste) : no hay, por ejemplo, neutralización en latín nom. plural domini, feminae ¡gen. singular domini, feminae , porque genitivo singular y nominativo plural constituyen una oposición compleja (por lo menos, de dos dimensiones: número y caso). Además, en fin, la neutralización debe explicarse en el plano del significado: no hay neutralización entre dativo y ablativo plural dominis, feminis (frente al singular feminae/-a), porque no se explica que exista incompatibilidad ninguna entre la noción de plural (léxica, se­ mántica) y la noción distintiva de dativo y ablativo (sintagmá­ tica, funcional). B1 sincretismo de los casos (el sincrónico, no el diacrónico como el de dativo, locativo e instrumental en el «da­ tivo» griego) no invalida el principio fundamental de que toda oposición de significados no existe sin la correspondiente oposición de significantes: la independencia de un caso se basa en una serie de coincidencias formales que se producen de modo diferente en cada posición o tipo de flexión; la diferencia de significantes puede presentarse directamente, pero también indirectamente por su independencia como elemento combinatorio. Así, pues, para Ruipérez (frente a Cantineau), el contexto en que se revela la neutralización es el conjunto de rasgos significativos que se ex­ presan en la misma palabra: en λείψω los rasgos de futuro, activo, primera persona, singular, forman un contexto en que se neutraliza la oposición presente/aoristo λείπω / ελιττον. Parece que en la actualidad este autor ve un paralelo de este fenómeno, más que en la neutralización fonológica, en lo que sucede cuando un rasgo distintivo como la sonoridad (/t-/d/) pierde su pertinencia en /n/ en donde se combina con el rasgo de nasalidad. Luis J. Prieto 169 pone también en paralelo la situación que presenta il finit/ils finissent con su oposición expresada tercera persona singular/tercera persona plural, frente a il mange/iis mangent con esa oposición neutralizada, con lo que ocurre en la oposición fonológica /t/-/d/, donde existe la oposición sonoridad/ 169

B S L I, págs. 140-1, nota.

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no sonoridad frente a /n/ donde no existe. Kn el marco elegido por Cantineau estima Prieto que no podría hablarse de neutrali­ zación más que en casos como francés petit/petite, con significan­ tes y significados distintos, en donde la diferencia entre los sig­ nificantes se neutraliza delante de vocal: petit orage, petite orange. De los tres condicionamientos (lexical, morfológico y sintagmá­ tico) de Cantineau, retiene sólo el sintagmático. No se ve claro, afirma, que las oposiciones definidas por Cantineau 170 como suprimibles o neutralizables («oposiciones de significados que no siempre tienen significantes diferentes, de suerte que los dos términos pueden ser a veces idénticos desde el punto de vista formal») puedan ser oposiciones significativas (definidas por el propio Cantineau 171 como las que «forman dos signos de la lengua cuyos significantes son diferentes»). Bn un caso como il mangef ils mangent, frente a il fin it ¡ils finissent, difícilmente se puede sacar la consecuencia de que la oposición se encuentra neutralizada, porque /i maz/ es siempre el significante de il mange y de ils mangent. Bs como si se dijera que por existir una oposición en es­ pañol entre /t/ sorda y /d/ sonora, el fonema español /n/ es el archifonema que resulta de una neutralización de /n sorda y de /n sonora. Sería justificado, dice Prieto, hablar de neutralización cuando la diferencia entre dos significantes es pertinente en determinadas condiciones, por distinguir dos morfemas o dos lexemas, mientras que en otras condiciones no es pertinente. Bn francés /pti/ y /ptit/ son morfemas distintos delante de conso­ nante o h aspirada o delante de pausa, pues que uno es masculino y el otro femenino; pero delante de vocal o h muda la oposición se neutraliza y no encontramos más que /ptit/. Bl ejemplo hebreo citado por Cantineau zâkâr/zâkâr (cf. supra, pág. 84), sería com­ parable a este tipo, aunque los significados demasiado lejanos («él se ha acordado»/«macho») no ofrecen base de comparación y, por ello, más que de una neutralización debería hablarse de, homonimia limitada a ciertas posiciones. La neutralización per­ tenece exclusivamente al plano plerológico. Incluso delante de vocal o h muda, /ptit/ es fonológicamente distinto de /pti/ y, por consiguiente, conmutable con él. S. Lampach172 acude insistentemente al concepto de «marca» (Merkmal). II neutro en il pleut tiene la forma del masculino il, 170 171 172

0 . c. pág. 32. 0 . c. pág. 16. Word X II, 1956, págs. 51-65.

CONCEPTO. HISTORIA Y MÉTODO

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pronombre personal de tercera persona del singular, término no marcado de la oposición de género il ¡elle. E sta forma rep resen tad archimorfema del pronombre personal de tercera persona del singur lar en los contextos gramaticales en que se neutraliza la oposición, masculino/femenino. Es mi caso paralelo al del sonido p en alemán, que posee la forma del fonema /p/, térm ino no marcado de la opo­ sición /p/-/b/, y que representa el archifonema /p-b/ en final de palabra, posición en que se neutraliza esta oposición. El elemento demostrativo ce- (de ceci, cela) figura en las posiciones en que no aparecen las formas flexivas del tipo celui-, celle-, ceux-, y repre­ senta el archimorfema en posición de neutralización de las oposi­ ciones de género y número. Es un caso paralelo a la neutraliza­ ción en ruso de /a/-/o/ en átona no inmediatam ente pretónica, en donde el archifonema está representado por la vocal neutra. Como veíamos más arriba (cf. § 34), en los casos de neutrali­ zación fonológica en que el representante, condicionado interna­ mente, del archifonema es idéntico a la realización de uno de los términos de la oposición, éste es el térm ino no marcado173. Ruipé­ rez 174 admite que puede ser el morfema del término caracterizado o del no caracterizado indiferentemente.

36. Como se deduce de este muestrario de opiniones di­ vergentes,175 no puede decirse que los lingüistas estructuralistas se hallen todavía de acuerdo ni en la posibilidad de traducir al campo morfológico-sintáctico tradicional el concepto fono­ lógico de neutralización, ni en lo que respecta a los límites, esfera de cumplimiento, condicionamientos, etc., de la neu­ tralización de oposiciones significativas. En convocatoria de A. Martinet para una encuesta sobre este problema, 176 el profesor francés insistía sobre la conveniencia de precisar estos puntos: a) La neutralización de oposiciones significativas, ¿debe buscarse en el plano hjelmsleviano del contenido (significado con exclusión de los significantes) o en el dominio del signo, el de la «primera articulación» lingüística que participa de los 173 Cf. Trubetzkoy o. c. pág. 84. 174 0 . c. pág. 26. 175 E . K oschm ieder «Die Aufhebung morphologisch-syntaktischer Opposi­ tionen» Münchener Studien zur Sprachwissenschaft X I II, 1959, págs. 7-21. 176 Cuyos resultados, poco aclaratorios, han sido publicados en Travaux de VIn stitu t de Linguistique de P aris, II, 1957.

HS

INTRODUCCIÓN GENERAL

dos planos del contenido y de la expresión y provee unida­ des significativas de dos caras, oponiéndose a la «segunda articulación», que provee unidades de una sola cara, los fo­ nemas? (cf. A. Martinet TCLP V, págs. 30-7). b) Los rasgos que pierden su pertinencia en la posición de neutralización, ¿son de naturaleza fónica o semántica? c) ¿Cuáles son las unidades (palabras, significantes de significados múltiples), paralelas a los fonemas, cuyas oposi­ ciones se neutralizan en ciertos contextos? d) ¿De qué naturaleza (fónica o semántica, localizable o no) son los contextos o dominancias que condicionan la neutralización? Conviene advertir que el estudio de los tipos de neutrali­ zación, según la índole de sus condicionamientos, no está ni siquiera iniciado en este campo. En lo que a la neutralización fonológica atañe, Trubetzkoy177 distinguía tres tipos: a) Con­ dicionada por el contexto (asimilativa, disimilativa, combi­ nada y condicionada a la vez por el contexto); b) Condicio­ nada por la estructura (centrífuga —sólo en los límites de la palabra o morfema—, reductiva —en todas las posiciones menos en la culminativa— y combinada y condicionada a la vez por la estructura); y e ) Tipos mixtos condicionados por el contexto y la estructura. La preferencia por tipos y po­ siciones determinadas de neutralización puede constituir un rasgo característico de una lengua dada. La cuestión está todavía, como puede apreciarse, en sus inicios, y en cualquier caso convendrá insistir sobre la cir­ cunstancia de que sólo son neutralizables las oposiciones bila­ terales, no las multilaterales, que son precisamente las más numerosas en cualquier lengua, al menos en fonología. Mar­ tinet 178 ha puesto en duda el fundamento real de la clasifi­ cación de Trubetzkoy de las oposiciones en bilaterales (eindi­ mensionale Opposition) y multilaterales: en una oposición como el francés d/n no hay una oposición bilateral, ya que la sono­ ridad no es cualidad distintiva del fonema /n/ (no hay oposi­ 177 178

O. c. págs. 246-61. B S L X ly ll, 1946, pág. 27.

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ción /n sorda /n sonora). La oposición se da entre /n/ oclusiva apical nasal y el archifonema de /t-d/ oclusiva apical oral, tér­ mino en el que se establece a su vez la oposición sonora d/ sorda t: d-n =

. Atento a esta crítica, en lugar de operar con

d-t oposiciones bilaterales y multilaterales, Ruipérez toma de Vaschek 179 el concepto de oposición simple (la oposición se establece en torno a una sola noción básica) y oposición com­ pleja (los términos difieren con respecto a más de una noción básica). Si el intento de aplicar, como si se tratase de dominios rigu­ rosamente paralelos, los métodos de la fonología al estudio de la gramática propiamente dicha (morfología y sintaxis tra­ dicionales) tuviera éxito, el resultado habría de ser el estable­ cimiento, mediante la clasificación de las oposiciones, del inventario de morfemas (y semantemas) de una lengua dada y el estudio de sus particularidades distintivas, de las corre­ laciones significativas (conjunto de todas las parejas correla­ tivas con una misma marca de correlación, entendiendo por pareja correlativa la formada por dos morfemas en relación de oposición bilateral proporcional lógicamente privativa) y de los haces de correlación significativa, así como el de los sis­ temas de oposiciones significativas. La función culminativa (acento de frase) y la delimitativa (signos demarcativos ob­ jeto del estudio de una horística sintagmática) requerirían igualmente la atención de los estudiosos en esta materia.

S in t a x is

y

e s t il ís t ic a .

37. Frente a la gramática, la estilística no se define bien así como la forma se revela ante la m ateria180: la forma gramati­ cal, un procedimiento o una regla sintáctica, por ejemplo, es tan parte del material lingüístico como pueda serlo una flexión ö 179 T C L P V I, 1936, págs. 235 sigs. 180 Así H . Steinthal «Zur Stilistik* Zeitsschr für Völkerpsych. und Sprach· wiss. 4, 1866, 474 sigs.

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un sonido. Más adecuado parece distinguir entre material lingüístico y uso de ese material por el sujeto hablante, la elaboración metódica por ese sujeto de los elementos cons­ tructivos que la lengua le ofrece 181. Esa elaboración implica normalmente una elección entre las diferentes posibilidades de expresión que se ofrecen ante el sujeto en un momento dado. Por gracia de esa elaboración la gramática, repertorio de posi­ bilidades, se hace acto real de lengua. Evitando la falta o la incorrección lingüística, evitando también traicionar su pensamiento, el hablante o el escritor procura en lo posible responder, en cada acto concreto de lengua, a la llamada de su sensibilidad y su inteligencia, así como a la del mundo cir­ cundante, mundo cultural y mundo social. Reacción ante esas llamadas es el acto lingüístico, pero no reacción pasiva, sino ενέργεια, actividad creadora por parte del individuo. Iva lengua, producto social, es también creación individual. La lengua, producto de la necesidad, es a la vez respuesta a una apetencia artística. La huella que en el producto lingüís­ tico y literario imprime el lado volitivo, emocional, afectivo del lenguaje es el objeto de estudio propio de la estilística. Porque no sólo la lógica decide y dirime inapelablemente el acto de elección entre dos palabras o dos giros distintos, que se ofrecen ante el sujeto hablante para traducir en un momento dado sus necesidades o apetencias de expresión, sino también, y muy especialmente, las diferencias afectivas o artísticas. Los procedimientos estilísticos comportan la elaboración artística o afectiva de todos los recursos de la lengua: fónicos, morfo­ lógicos, semánticos, sintácticos. Sin erigirse en una categoría nueva del lenguaje, la consideración estilística está presente en todos esos recursos de la lengua, cuando a éstos se les mira desde una perspectiva especial: su campo de estudio no se reduce al de ninguno de esos recursos, sino que se extiende a todos, tan pronto como una realización dada de los mismos es vista en confrontación con el repertorio de posibilidades de que la lengua disponía para ese caso y aclarada a la luz de las 181 J. Marouzcau «Les tâches de la stylistique» Mélanges R ozwadow ski, págs. 47 sigs.

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acciones, tendencias, necesidades e intenciones de todo tipo que han podido influir en su elección. ¿Qué distinción cabe hacer entre estilística y sintaxis? Si por sintaxis se entiende solamente el estudio de los proce­ dimientos formales por los que los aspectos lógicos del pensa­ miento encuentran su expresión en la lengua, entonces no hay comparación posible. La sintaxis sería entonces un edificio de inconmovible solidez, en el que todos y cada uno de sus elementos constructivos poseerían una y sólo una función. Pese a la simplista y engañosa apariencia de la sintaxis de una lengua a través de los manuales escolásticos de sintaxis de la misma, tal cosa no sucede nunca. Si el presente de indi­ cativo de un verbo griego designa muchas veces la actualidad, refiérese otras al pasado y otras al futuro e implica otras veces matices que no son sólo los de la realidad desnuda de todo matiz subjetivo; por otra parte, presente, pasado, futuro, subjetividad, etc., pueden expresarse por otros muchos medios lingüísticos. Si la posesión se expresa muchas veces en griego mediante un genitivo, otras veces puede ser expresada por un adjetivo o incluso por algún giro preposicional. La sintaxis no es sólo el estudio de lo que Bally 182 ha llamado los procedi­ mientos formales indirectos (por ejemplo, la expresión de la idea-forma del deseo por medio de un si o un είθε). Si tal fuera no habría, lo repetimos, comparación posible entre sin­ taxis y estilística, no tanto porque la sintaxis tenga que ver con los aspectos lógicos del lenguaje y la estilística con los aspectos afectivos, cuanto por la imposibilidad de comparar un sistema de medios de expresión con un sistema de valores expresivos. Pero la sintaxis puede ser también entendida no como un sistema de procedimientos, mas como un sistema de valores. Para clasificar los procedimientos formales de expre­ sión la sintaxis puede partir de un sistema de ideas-formas e ir buscando los tipos gramaticales que estas ideas-formas revisten en un estadio determinado de lengua183. Como en la 382 Traité de stylistique française I. París, 1950, pág. 250 sigs. 183 E u parte ésta es la intención perseguida por C. Juret en su Systèm e de la syntaxe latine. Paris, 1933.2

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lengua no hay dos sistemas de valores netamente separados, lógicos los unos y afectivos los otros, sino que ambos se pre­ sentan integrados en una síntesis indisoluble, las mutuas rela­ ciones entre sintaxis y estilística saltan entonces claramente a la vista. Todo el mundo sabe, y sobre ello vamos a insistir reiteradamente, que existen hechos sintácticos en los que la expresión de un sentimiento predomina sobre la expresión pu­ ramente intelectual o lógica. Una separación rigurosa entre el repertorio de fenómenos sintácticos de una lengua sometidos a la lógica y el vasto dominio restante liberado, más o menos completa y habitualmente, de su imperio resultaría artificial y prácticamente muy difícil. Sin el concurso de la estilística no sería posible explicar los hechos de ese dominio. Histórica­ mente los hechos sintácticos comenzaron por ser hechos esti­ lísticos: nihil est in syntaxi quod prius non fuerit in stylo. Las construcciones normales, sancionadas por el sistema de la len­ gua, comenzaron por ser actos de creación individual. La busca de la expresividad, especialmente intensa en algunos períodos de la historia de una lengua o en algún género de­ terminado, generaliza lo que ha sido originalmente un pro­ cedimiento expresivo; la generalización lo convierte muchas veces en obligatorio, y entonces deja de ser expresivo, gramaticalizándose. Otras veces, por una razón u otra, un proce­ dimiento otrora normal va perdiendo terreno y convirtiéndose en construcción obsoleta: un autor arcaizante encontrará entonces en esa construcción un recurso para adornar su estilo. Ninguna sintaxis es el dominio exclusivo de la lógica. Ni siquiera lo es, por supuesto, la sintaxis latina de la prosa clásica. «¿Qué lógica observa la sintaxis clásica —escribe Marouzeau184— empleando concurrentemente potiri rerum y potiri rebus? ¿O construyendo en el singular ore tenus y en el plural labrorum tenus? ¿O admitiendo el singular colectivo del tipo Poenus en el nominativo y acusativo, pero no en el genitivo? ¿Y qué decir del uso (tardío) según el cual, siendo el ablativo propio para expresar la fecha y el acusativo la dura184

Traité de stylistique latine. París, 1946 (2.· ed.), pág. 204.

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don, se emplea el acusativo si la duradón se expresa en meses y el ablativo si se expresa en años?» Pero si la historia de la sintaxis latina dásica puede ser concebida como un proceso progresivo, por virtud del cual la técnica de la sintaxis se pone al servido d d análisis lógico, las condiciones del des­ arrollo de la sintaxis griega son diferentes. A lo largo de toda la historia de la sintaxis griega, pensamiento y sentimiento están equilibrados, sin que se dé nunca un predominio mani­ fiesto del uno sobre el o tro 185. La mutua interrelación entre sintaxis y estilística se hace aquí especialmente necesaria y particularmente útil. 38. Aunque alguna vez una determinada construcción o sintagma es el único posible para un caso dado, lo normal es que resulte en principio posible expresar una misma relación o idea-forma por varios procedimientos diferentes, quedando así abierta a la iniciativa u originalidad del hablante una cierta posibilidad o alternativa. A ese respecto pueden presentarse distintos casos: Hay dos construcciones posibles para un caso dado, pero de ellas una es la absolutamente normal y frecuente, la otra una rareza. Aunque posible en principio, la opción o alterna­ tiva casi no pasa de ser teórica. Para expresar la reladón de lugar quo el ático emplea d acusativo preposicional, con είς sobre todo. El empleo de un dativo directivo, posible sólo en algún caso en la poesía (cf. § 242-3), no nos permite, cuando encontramos un ejemplo de acusativo directivo, pensar que el hablante se haya planteado, como alternativa, la posibilidad de un dativo directivo. Por supuesto, la inversa no es cierta: el uso de un dativo directivo responde normalmente a una apetencia estilística, frente al empleo normal del acusativo. En este ejemplo, en rigor, d dativo, más que una construcción alternante, aunque menos usada, es ya propiamente un ar­ caísmo. La alternancia de genitivo posesivo y adjetivo (d. § 191 y sigs.) nos ofrece otro ejemplo especialmente ilus­ 185 Cf. G. Rudberg Gedanke und Gefühl. Prolegomena zu einer hellenischer SHlbetrachtung. Oslo, 1953 (supl. X IV de Sym b. Osl.).

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INTRODUCCIÓN GENERAI,

trativo de cómo el juego de opción entre dos construciones puede variar, y a veces cambiar polarmente, de sentido. En Homero, todavía, en la mayoría de los giros integrables en esta construcción, lo normal es el adjetivo: frente a él el genitivo es un neologismo, siquiera en algún tipo especial (por ejemplo, con υίός,θυγάτηρ), sea ya la construcción triunfante* En la literatura ática, en cambio, lo normal es el genitivo y el uso del adjetivo, el arcaísmo dilecto de los poetas; pero éstos, en algún tipo determinado en que es de uso común el adjetivo (’Άρειος Tràyoç), emplearán entonces el genitivo (*Αρεως πάγος). La innovación, el neologismo sintáctico se origina como una falta sintáctica, según estudiaremos detenidamente en el capítulo siguiente. Esta falta, sancionada después por el sis­ tema y el uso de la lengua, no procede generalmente ni de los círculos culturales inferiores ni de los más altos, sino de la lengua del pueblo, rica en toda clase de asimilaciones, analo­ gías y contaminaciones. Para cualquier literatura de derto nivel vale el consejo de Víctor Hugo: Paix à la syntaxe, aparte el caso de algún movimiento, como el futurismo de Marinetti, víctima de la más ridicula pedantería, que, al declarar la guerra a los rigores de la sintaxis tradicional, cae en la escla­ vitud de una nueva sintaxis más rigurosa y mucho más arti­ ficial. Junto al neologismo y al arcaísmo, en opción o alternativa con el procedimiento de expresión normal, está también el préstamo sintáctico, que puede encontrar aceptación, al so­ caire de ciertas circunstancias, en algunos autores, géneros o épocas. Tal ocurre, por ejemplo, con los semitismos del griego bíblico o con los helenismos de la sintaxis clásica latina (cf. §§ 71 y 72). Otras circunstancias y factores pueden conferir a determi­ nada construcción el signo de un estilo determinado, propio de un género literario particular o de un autor dado: así, hay construcciones exclusiva o casi exclusivamente propias de la poesía por ejemplo (lativo sin preposición, aoristus tragicus, etc) o de los historiadores (praesens tabulare) o de Tucídides (tipos: οικειουται τε και πολεμουται; του + infinitivo; εχομεν παραίνεσιν καί άξίωσιν, διά τής Λευκάδος την ού

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ττεριτείχεσιν; ούδ* ύφ9 ετέρων; αδύνατα f)v; repugnancia a la sustitución del infinitivo por el optativo—un solo ejemplo—; τό Συρακόαιον; preferencia por ottcoç final frente a iva, etc.) De suerte que, en la alternativa entre dos construcciones sin­ tácticas para un mismo caso determinado, una suele ser la construcción sólita y banal, mientras que la otra aparece ma­ tizada por una cierta expresividad, que le viene dada por circunstancias y factores muy diversos: es un neologismo, es un arcaísmo o una construcción exótica tomada en prés­ tamo, o un giro poético o propio de un género o estilo deter­ minado, o simplemente es una construcción menos frecuente y por ello menos banal y más expresiva. En algún caso, en fin, la construcción alternante se debe simplemente a que el hablante se siente incómodo dentro de los límites de una ar­ quitectura gramatical cualquiera, que encuentra insuficiente, o excesiva, para la expresión de las menciones psíquicas que en ese momento le embargan y se ve obligado a un acto de creación individual. Asistimos entonces al momento natal de una construcción que puede estar condenada a morir sin ulterior sucesión, pero también, alguna vez, a ser aceptada por la comunidad y por el uso general.

39. Por una u otra razón el hecho es que el estudioso de la sintaxis de una lengua se encuentra habitualmente frente a la posibilidad de empleo, para un mismo caso dado, de dobletes sintácticos: acusativo y dativo directivos, vocativo con o sin ώ, genitivo posesivo o adjetivo, uso de un caso solo o de un giro preposicional, partitivo de tiempo, locativo temporal o acusativo durativo, presente histórico, imper­ fecto o aoristo de indicativo, optativo de subordinación o bien indicativo o subjuntivo, futuro de indicativo o subjuntivo en las oraciones a las que se aplica el canon Dawesianus, oración nominal pura o copulativa, varías posibilidades en el orden de palabras, etcétera, etc. La elección por el hablante de una de entre esas varias posibilidades no es capaz de explicarla la sintaxis sin el concurso de la estilística, la sintaxis que no se hace sintaxis estilística. Sin el recurso a las consideraciones estilísticas, vale decir, afectivas, emocionales, valorativas,

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no sería arriesgado afirmar que ninguna construcción sintác­ tica griega podrá encontrar su aclaración cabal y entera. Entre los mil ejemplos posibles, limitémonos a poner uno solo: la alternación entre el singular y el plural en muchos casos, los usos «ilógicos» del plural. Son «ilógicos» según enseñaba la antigua gramática lógica; esto es, deben ser explicados por fac­ tores y condicionamientos distintos de los de la lógica. En el empleo de un plural lógicamente equivalente a un singular (cf. § 114 y sigs.) pueden influir razones formales: analogías formales y semánticas, conservación del primitivo valor colec­ tivo en el caso de las palabras neutras, razones métricas... ^ pero también razones sociales (como en el tipo ko ípavo i, βασιλείς, etc., y especialmente en el plural sociativo y en el pluralis reuerentiae con los pronombres personales) y de psi­ cología religiosa (valor aumentativo originario del plural, según la doctrina de Havers que exponemos en el § 112). Este valor aumentativo (en intensidad o en extensión) del plural en parte se ha conservado en etapas muy alejadas de aquellas presididas por la mentalité primitive, en parte ha sido rehecho, por los poetas sobre todo, que ven en el plural un procedimiento para poner en vedette el carácter enfático de un determinado vocablo. Lenguas y estilos, de suyo muy aleja­ dos entre sí, como la lengua poética y la lengua popular, que una y otra buscan la expresividad, han podido utilizar, con especiales intenciones estilísticas, este tipo de plural; pero de alguna variedad concreta, como el pluralis maiestatis, ha podido echar mano también la lengua menos poética y popular que existe, la fría y pedante lengua oficial de las cancillerías.

Ca p ít u l o I I 1

LOS CONDICIONAMIENTOS Y LAS TENDENCIAS PSICOLOGICAS EN LA SINTAXIS GRIEGA De dos tipos son los factores cuyo estudio interesa a una sintaxis psicológicamente razonada y justificativa: condicio­ namientos y tendencias generales. Los primeros constituyen el factor estático, y sobre ellos actúa un factor o elemento dinámico y teleológico, a cuyo servicio, en definitiva, evolu­ cionan las lenguas. LOS CONDICIONAMIENTOS PSICOLOGICOS EN LA SINTAXIS GRIEGA Los condicionamientos de los hechos sintácticos son de tres tipos: yacen unos en la propia lengua; otros, en la psico­ logía de los hablantes; otros, en fin, en el mundo exterior a los hablantes. A) Los

CONDICIONAMIENTOS LINGÜÍSTICOS.

Dentro de ellos cabe igualmente hacer una triple división: hay condicionamientos lingüísticos que dependen de los medios 1 E s fundam ental el libro de W ilhelm H avers Handbuch der erklärender Syntax. E in Versuch zur Erforschung der Bedingungen und Triebkräfte in S yn tax und Stilistik. Heidelberg, 1931, cuya sistem atización de los condiciona­ m ientos y tendencias hem os adoptado. Vid. también Joh. Traunwieser Die Psychologie als Grundlage der Grammatik. Progr. Mährisch Trübau, 1897; H . Ziemer Streifzüge auf dem Gebiet der Syntax. Colberg, 1882.

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expresivos directos, otros de los medios expresivos indirectos (tono, pausa, «tempo») y otros, finalmente, se hallan relacio­ nados con los medios expresivos extralingüísticos (situación externa, gesto, mímica...). a)

Condicionamientos lingüísticos directos.

40. Muchos fenómenos sintácticos se explican en virtud de l situación dada por las condiciones mismas (fonéticas, morfo­ lógicas) de la lengua. He aquí una selección de ejemplos: La ordenación de las palabras en la cadena frásica —orden que no es totalm ente arbitrario, ni siquiera en lenguas como el griego antiguo, sino que se ajusta a determ inadas leyes y tendencias— condiciona algunos fenómenos sintácticos, que son, en cierto modo, correlato de los fenómenos de asimilación y disimilación de la fonética. Bn definitiva, todo el capítulo de la concordancia encuentra aquí su prim itiva justificación. Bn principio, por ejem ­ plo, no está de acuerdo con la naturaleza misma de un adjetivo que expresa una cualidad, la de lo blanco o lo negro, el adoptar formas diferentes para el masculino y femenino, para el singular y el plural. Sólo un fenómeno de asimilación a las formas variables, éstas sí justificables, del sustantivo explica esta concordancia de género y número, como tam bién, por ejemplo, la presencia del signo de la determinación gram atical (artículo) en el adjetivo atri­ butivo: el tipo ó Trocís ó καλός. Bs probable que en ciertas circunstancias y, desde luego, con la presencia obligatoria del pronombre personal, se diera en indoeuropeo, a juzgar por la situación testim oniada en antiguo indio, balto-eslavo y griego homérico 2, la oración nom inal pura en prim era y segunda persona, presente e indicativo. Bs el tipo griego Y 434 οίδα δ* ότι σύ μέν έσθλός, έγώ δέ σεθεν πολύ χείpcov. Ahora bien, si a este respecto no creemos que tenga toda la razón Julius B enigny 3 al explicar todos los casos de oración nominal pura de este tipo, como «Ergänzungssätze», m otivadas 2 Cf. L a oración nominal en Homero. Madrid, 1955, págs. 100 sigs. 3 I F X L V II, págs. 124 sigs. Se aplica aquí el tercero de los tipos de «Er­ gänzung», señalado por B. Maurenbrecher Streitberg Festgabe. Leipzig, 1924, págs. 234 sigs.: «cuando el miembro elíptico se deduce de otra oración del con­ texto (especialmente, antecedente) del mismo hablante o de otro (por ejemplo, en las respuestas del diálogo)».

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLOGICAS

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por el contexto, en el sentido de que la oración nominal pura esté siempre en contextos en inm ediata vecindad con otras oraciones nominales copulativas o con otro verbo cuyo sujeto sea idéntico, en algunos ejemplos sí que ha podido ser éste un factor coadyu­ vante a la conservación de un tipo oracional, la oración nominal pura en prim era y segunda persona, que ya en griego homérico sólo m uestra los restos de un sistema en decadencia. Son ejemplos como ε 218 ή μέν yàp βροτός έστι, σύ δ3 άθάνατος και άγήρως. La persistencia, algo más sostenida que en otras condiciones, de las formas del dual acompañadas de δυοίν. La frecuencia de ciertos clisés en que aparecen normalmente unidos dos vocablos, de tal suerte que la sola mención del tino nos trae a la mente la del otro: arriar (bandera) , consecuencias (inferir, deducir), explica en parte muchos casos de elipsis. Así, el tipo έλαύνειν (ππτους), αΐρειν (άγκυρας), etc., imo de los más notables de intransitivación de antiguos verbos transitivos (cf. § 163 y); sustantivación de adjetivos eñ casos como άκρατος (οίνος), δεξιά (χείρ), etc. Inversamente, la pérdida de conciencia del valor originario de uno de los términos de aquellos clisés (en los compuestos, por ejemplo) puede llevar a fenómenos de contra­ dictio in adiecto: cf. el caso οινοχεΐν νέκταρ (cf. § 164 β). Bn una construcción como el locativo etimológico, locativo σχήμα έτυμολογικόν, del tipo ττήματα ττήμασίν, εργον εργςρ, etc. (cf. § 262), ha influido la circunstancia de que, en virtud de una tendencia muy sensible en la ordenación de palabras a yuxtaponer elementos contrapuestos (así, dos casos de la misma palabra), se daban frecuentemente los tipos: Hes. Tr. 644 επί κέρδει κέρδος εσσεται, Jen .C ir. 5, 20 εμποιοΰντες ΐχνεσιν ίχνη, θ 228 άλλος γάρ τ ’ άλλοισιν έπιτέρπεται, Α . Ρ. 11, 109 περί χείλεσι χείλεα, 5, 171 ύπ* εμοΐς ... χείλεσι χείλεα, Arquíloco fr. 72 D. καί γαστρι γαστέρα προσβαλεΐν μηρούς τε μηροΐς, etc. A p artir de sintagmas muy varios en que la dependencia de un verbo, de una preposición, etc., justifica la presencia del dativo se abs­ trae un clisé χείλεσι χείλεα, etc. Algo parecido ha influido segu­ ram ente en el tipo de genitivo de encarecimiento αγαθά αγαθών (cf. § 190 D). La defectividad morfológica del m aterial lingüístico en un punto concreto condiciona fenómenos sintácticos de la importancia de ciertos sintagmas peculiares tan sólo de las palabras del género neutro (cf. § 178): Hdto. 7, 139 ούκ άν άμαρτάνοι τό άληθές, Hes. Teog. 426-7 εμμορε τιμής και γέρας; acusativos de relación*

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INTRODUCCIÓN GENERAL

acusativo participai absoluto, infinitivo del tipo Sóf. Ant. 778 τεύξεται τό μή θανεϊν, etc. Bl nominativo por vocativo en un ejemplo como τ 406 γαμβρός εμός puede, en parte, descansar sobre la carencia originaria de forma propia de vocativo en los adjetivos posesivos (cf. § 158 (3). El paso de los valores cupitivos o potenciales de un modo ver­ bal (subjuntivo, optativo) a una partícula como αν o είθε, que originariamente se lim itaba a reforzar esos valores, deriva igual­ mente de un fenómeno de asimilación contextual. Algunos elementos del m aterial lingüístico son poco usados; otros, por el contrario, sufren de una acentuada usura lingüí stica. Estos últimos pierden a veces su valor antiguo y se fosilizan. Los llamados empleos adverbiales de algunos casos —acusativo, por ejemplo (cf. § 177 )— descansan en parte sobre este condicio­ namiento. El cuerpo fonético de los vocablos cortos, sometidos a la usura lingüística, tiende a ser reforzado. La historia de muchas partículas griegas (toi, toívuv, τοίγαρ, μέντοι, etc.) es m uy ilustrativa a este respecto.

b) Medios expresivos indirectos.

41. Consisten especialmente en el tono y pausas. De la importancia que, en la evolución de la sintaxis, poseen los desplazamientos de pausa dentro de la frase bastará a dar idea decir que el nacimiento mismo de la subordinación o hipotaxis se debe, en buena medida, a la existencia de esos desplazamientos. Frente a la situación indoeuropea con muy escaso desarrollo de la subordinación (sólo en las frases de relativo), frente al empleo muy amplio que de la parataxis hacen los poemas homéricos, a medida que se progresa en el estudio cronológico de la sintaxis griega van surgiendo ante nuestra vista nuevos tipos de hipotaxis. Mientras que en las oraciones yuxtapuestas o paratácticas sindéticas la pausa existente entre una oración y otra es notoria, si por cualquier razón esa pausa se achica o desdibuja, puestas en más íntima relación ambas frases surge normalmente la conciencia de una cierta dependencia de una con respecto a otra. Unos cuantos ejemplos muy netos:

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLÓGICAS

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E l tipo de subordinación Λ 470 δείδω μή τι πάθησιν vale ori­ ginariamente «temo, ojalá no sufra nada», con un subjuntivo vo­ luntativo; pero, desdibujándose la pausa > «temo que sufra algo». La situación prim itiva explica el empleo de la negación. E l tipo de subordinación condicional H 28 άλλ’ εϊ μοί τι πίθοιο, τό κεν ττολύ κέρδιον εΐη era, en un principio, «ojalá me obedecieras; esto sería mucho mejor» > «si me obedecieras»... E l tipo de infinitivo con artículo u 52 άνίη καί τό / φυλάσσειν πάννυχον εγρήσσοντα se explica a p artir de un «locura esto: vigilar...», y de ahí άνίη / τό φι/λάττειν (cf., para el valor demostra­ tivo claro, el tipo u 220 τό δέ (Myiov ανθι μένοντα ... αλγεα ττάσχειν). También por ima atenuación o desaparición de la pausa se explica la inserción dentro de una frase de elementos que prim iti­ vamente constituían paréntesis. Con frecuencia se hace preciso entonces, al integrar aquellos elementos dentro de la frase, reinterpretarlos para encajarlos dentro de un esquema sintáctico· Así, un nominativo apositivo puede pasar a acusativo, comen­ zando el proceso por las palabras neutras que no distinguen ambos casos, (cf. § 173 ). E n parte, al menos, el tipo de acusativo de relación (con όνομα, εύρος, etc., cf. § 170 g) reposa sobre antiguas oraciones nominales puras parentéticas. E l llamado σχήμα Πινδαρικόν del tipo Sóf. Tr. 520 εστι δέ êirrà στάδιοι o el inscripcional επεστιν πίθοι supone la existencia de una pausa fuerte detrás del verbo (como en francés il est des choses) ; perdida ésta, la concordancia norm al se impone. La aparición de una pausa puede independizar de una frase a uno o varios de sus elementos. E n el nacimiento de las construcciones participiales absolutas (cf. § 234) la posición marginal (sobre todo, inicial), por ejemplo, de determinados genitivos depen­ dientes de una palabra (verbo, nombre, etc.) de la frase contri­ buye a independizarlos. E n cuanto a la im portancia de los cam bios de tono en la evolución sintáctica, baste con señalar que el nacim iento del valor causal de la gran m ayoría de partículas introductorias en las diferentes lenguas de estas oraciones reposa sobre el paso de un prim itivo tono interrogativo a otro aseverativo. De un «no le vi. ¿Por qué? No estaba allí» se pasa a un «no le vi porque no estaba allí» (cf. lat. quare, fr. car, ουκοΟν interro­ gativo > o w k o O v ilativo, δια τί > gr. mod. γ ι α τ ί «pues, por­ que», etc.).

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Por un paso del tono exclamativo al aseverativo (y desdibujam iento de pausa) se insertan en la frase como meras modificaciones adverbiales prim itivas oraciones exclamativas del tipo ώς αληθώς, θαυμαστως ώς, θαυμάσια oîa, μικρόν όσον: Plat. Fed. 63 a ανδρες σοφοί ώς άληθώς, Carm. 155 c ένέβλεψέ μοι τοϊς όφθαλμοΐς άμήχανόν τι οϊον.

También el «tempo» del discurso puede influir como condi­ cionamiento lingüístico indirecto, por ejemplo, la rápida pronunciación de lo menos importante en forma de paréntesis: de ahí el empleo muy predominante en ático 4 de la oración nominal pura en los paréntesis y, en general, de las construc­ ciones más cortas. En cuanto al ritmo, disposición de κώλα y períodos, cláu­ sulas, etc., y su posible influencia sobre la sintaxis, es asunto a estudiar detenidamente en otro lugar. 5 c) Medios extralingüísticos.

42. La situación externa que rodea a los hablantes en un determinado momento, el gesto, la mímica, etc., condicio­ nan algunos fenómenos sintácticos: por ejemplo, dentro del capítulo de la elipsis o construcciones abreviadas o aligeradas de elementos, que fácilmente se sobrentienden por un hablante que pertenece a un círculo técnico específico, en el que es fre­ cuente, digamos, el empleo de un determinado clisé de verbo más complemento, y, por ello, puede omitirse este último. En la lengua de la justicia «deponer» (un testigo), en la de la Iglesia «administrar» (un sacramento), etc. En cuanto al gesto y la mímica, un capítulo sintáctico tan importante como el de los demostrativos conserva una serie de huellas notorias de estos medios extralingüísticos : el empleo en ático de las formas reforzadas ούτοσί, τοδί, etc., que eran acompañadas de una indicación enérgica; el tipo huius non fado; el tipo Ar. Av. 136 t í δαί σύ;-τοιούτων êpco κάγώ; el tipo τωδε άνδρί. 4 Cf. «Sobre la oración nom inal en ático» en Emérita X X , 1952, pág. 318. 5 Algo decimos en §§ 80-86. Su estudio detenido será objeto de la estilística sintáctica.

CONDI CI ONAMI lyNTO S Y TE N D EN C IA S PSICO LÓ G ICAS

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El capítulo de la elipsis y la aposiopesis, el de la reticenda, y una serie de rasgos a estudiar por la estilística, encuentran aquí su explicación. Piénsese, por ejemplo, en el tipo de pe­ ríodo condicional con un si δέ μή, al que falta la apódosis, o en el valor distinto (dolor, asombro, etc.) de una misma interjección (δ, oí., al), aclarable sólo por el gesto que la acom­ paña. Pero aquí, como en otras ocasiones, nos sale al paso la gran dificultad o el inconveniente inicial con que tropezamos en el estudio de la sintaxis de una lengua antigua: trabaja­ mos sobre una lengua escrita, no sobre material oral, y ello enmascara muchas cosas. De todos modos, si siguiéramos siempre el consejo de Nietzsche, que recomendaba no leer jamás un texto griego con los ojos, sino de viva voz siempre, mit lauter Stimme, procurando captar las inflexiones, el tempo, la modulación tonal, etc., estaríamos, en principio, mejor si­ tuados para entender algunos fenómenos de la sintaxis griega B)

Co n d ic io n a m ie n t o s

que

r a d ic a n

en

ia

p s ic o l o g ía

HUMANA.

En unos casos se trata de condicionamientos que yacen en la psicología popular; en otros (faltas sintácticas) juega uu papel preponderante lo psíquico individual. 1.

Condicionamientos de la psicología popular.

43. El estudio de la evolución de las lenguas está ligado al de las condiciones psíquicas y espirituales de los pueblos: la etnología comparada, la psicología de masas y social, la psicología del niño, etc., son disciplinas, en su mayoría de desarrollo moderno, a que debe recurrir constantemente el estudioso de la sintaxis de una lengua, especialmente de los estadios antiguos de una lengua. El estudio de la sintaxis de una lengua nos ilustra sobre la psicología de sus hablantes y, a su vez, el conocimiento de los rasgos generales y distintivos de una psicología nacional nos sirve para aclarar desarrollos peculiares y también el con­ junto de la evolución de su sintaxis. Los modernos estudios

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Sobre «estilos nacionales», la «idiomatología» en tanto que búsqueda de las características de una lengua en cuanto forma de expresión de una cultura nacional (en el sentido en que la han cultivado Vossler y sus discípulos, M. H. Roberts sobre todo), los estudios de tipología lingüística realizados con singular acierto, en el campo fonético, por Paul Menze­ rath, etc., han abierto campos de investigación muy fértiles para los estudiosos de las lenguas germánicas y romances, que, en la medida de lo posible, sería conveniente aplicar al estudio de las lenguas antiguas. Al considerar ahora los condicionamientos característicos de la psicología popular convendrá advertir, para evitar posibles confusiones, que al hablar de «popular», «pueblo», etc., no empleamos estos términos como sinónimos de «nación» en un sentido político, ni de «masa» en el sentido de plebe o populacho: nos referimos a un concepto distinto, a lo que queda en esa noción de «pueblo» cuando realizamos una operación sustractiva de todas las resonancias políticas, económicas, sociales... que suelen habitar a ese vocablo, y entonces nos queda tan sólo la sustancia: el suelo originario sobre el que se desarrollan los estratos superiores de una cultura, que parten siempre del «pueblo». Exactamente como cuando hablamos de cantos o bailes «populares». La diferencia entre el «pueblo» y los estratos superiores de una cultura radica sustancialmente en que el pensamiento, los sentimientos y la expresión de los mismos no se encuentran, en el pueblo, tan presos de un sistema de menciones lógicas, científicas, intelectuales, como el pensar o el sentir de aquellos estratos. Pues bien, a la psicología popular, así entendida, la carac­ terizan los siguientes condicionamientos: a) Lógica popular. 44. Que tiene sus leyes propias, que no son las de la ló­ gica científica o filosófica6. La lengua no es, como pretendían *

Cf. A. Knabenharts «Zur Psychologie des primitiven Menschen» en Schweizer. Archiv, f. Volkskunde X X I II , 1921, págs. 121 sigs.; I*évy-Bruhl Les fonctions mentales dans les sociétés inférieures. Paris, 1918.

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los gramáticos lógicos hasta el siglo xix, hasta los tiempos de G. Hermann, ancilla logicae. Hoy sabemos que en la lengua del pueblo no juega el pensamiento lógico el mismo papel que en la lengua de los letrados o científicos. Ejemplos de dominios, categorías, construcciones que ejemplifican esta falta de lógica son tan numerosos que resulta difícil seleccionar unos cuantos. A lo largo de nuestro ulterior estudio nos los iremos encontrando. De momento citemos un solo ejemplo: Dentro de los usos de άλλος en griego, tipos como δ 415-6 μήτε τι τόν ξεΐνον στυφελί^ετε μήτε τι ν’ άλλον δμώων ... (cf. β 412, ρ 401, ο 407, etc.) no entran dentro de una lógica ri­ gurosa: el extranjero no es un criado y el empleo de άλλος, que lógicamente indicaría que los dos términos opuestos (ξεΐνον, δμφων) pertenecen a una misma categoría, es aquí improcedente. Este tipo de usos explica el genitivo con superlativos de la clase B 673 Νιρεύς δς κάλλιστος... τών άλλων Δαναών (cf. Α 505, ε 105, etcétera), en el que al emplear el superlativo se esperaría un πάντων y no un άλλων, que parece exigir el uso de un com parativo. Algu­ nos autores lo explican como un supuesto genitivo ablativo con superlativos: no hay tal; es sólo un ejemplo de construcción ♦ilógica» de άλλος (cf. § 217 ).

b)

Emoción.

45. He aquí unas cuantas construcciones en las que juega este condicionamiento, tanto más importante cuanto más baja es la categoría de los hablantes, frente a la reserva y pathos de la distancia, tan característicos de las clases más altas y cultivadas. Ea lengua del pueblo, lingua del cuore, provee múltiples ejempHficaciones del influjo de la emoción a una filología preocupada por los sentimientos subyacentes en las construcciones lingüísticas, a una Gefühlsphilologie: Empleo por la lengua popular o afectiva de los diminutivos; de las formaciones especiales en -μα (por ejemplo τρίμμα, παιπάλημα, άλημα, κρότημα, en Aristófanes), en -ας; empleo fre­ cuentísimo de los superlativos por Píndaro; renovación constante de las formas expresivas: σφοδρώς, ϊσχυρώς por σφόδρα, ούδέν por ουκ (cf. sobre la intensificación en las cartas cristianas del siglo v, R. Camps Studia Papy y. 2, 1963, págs. 53-6: tipos προ πάντων

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INTRODUCCION GENERAL

τά πάντα, ώς άληθώς); dativo ético (cf. § 250) y dativo sim patético (cf. pág. 248), cuya alternación con el genitivo posesivo respon­ de a una diferencia de carga emocional. Cuando Vegecio refunde la Mulomedicina Chironis ha observado Lofstedt que sistem áti­ camente sustituye los dativos simpatéticos por genitivos posesi­ vos, que prestan un tono más intelectual al escrito; el nom ina­ tivo aislativo-enfático, en parte (cf. § 145); empleos enfáticos de los pronombres de prim era y segunda persona (cf. § 143 a); en parte, el plural sociativo cuando posee un valor enfático (cf. §§ 121 -2); genitivos comparativos del tipo λευκότερος χιόνος (cf. § 211 ), etc.

c)

Fantasía.

46. El pueblo piensa en imágenes y metáforas, y en la lengua del pueblo hay mucha poesía vital. La significación de la fantasía en la evolución de la sintaxis griega ningún capítulo la pone tan de manifiesto como el de la teoría de los géneros. Iva distribución del material lingüístico con arreglo a la clasificacian sexualista, en masculino, femenino y neutro, se ha hecho, en su origen, como un verdadero proceso poético. La doctrina de Grimm, que en su momento expondremos (cf. § 93)» está en lo cierto en este punto, siquiera haya que dejar un amplio margen de influencia a la analogía puramente mecánica (formal o semántica), como querían los «jóvenes gra­ máticos». Es la fantasía, unida a determinadas creencias religiosas, la que explica el origen de las personificaciones, tan características de una m entalidad prim itiva, y de las que habremos, en lo sucesivo, de echar mano a cada paso: genitivo explicativo del tipo Τροίης πτολίεθρον, (cf. § 195, i), dativo directivo (cf. § 242), etc. Incluso en etapas de una m entalidad m uy evolucionada, cuando el proce­ so de desvitalización se ha abierto paso ampliamente, pueden seguir jugando estos factores. La historia misma de la personifi­ cación en griego lo demuestra; en el siglo iv se aprecia un renaci­ miento de las personificaciones 7. 7 Cf. Nilsson Eranos L, 1952, págs. 31 sigs. y José S. Lasso de la Vega Emerita X X I I 1954, pág. 86.

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E n el capítulo del empleo de los tiempos juega igualm ente un gran papel la fantasía: imperfecto descriptivo frente al aoristo objetivo (en las lenguas románicas los estudios de Iyorck y E. Lerch han comprobado esta diferencia entre imperfecto y pasado de­ finido 8); el presente histórico, el presente profético... Los fenómenos que entran dentro de los que Leo Spitzer ha denominado «fait-accompli» ·: la fantasía se adelanta a la realiza­ ción y da por hecho lo que aún está por hacerse. Aquí encuentran su explicación usos como el perfecto retórico del tipo Ar. Lis. 859 εΐρηκα ευθέως «voy a decir seguidamente», el tipo O 128 διέφθορας «eres hombre muerto»; el tipo Δ 482 χαμαί (loe.) ττέσεν o ήλθεν âv τη ττόλει (cf. lat. ponere aliquid in mensa).

d) Pensamiento sucesivo.

47. Frente al pensar más intelectual, que se representa en bloque el despliegue de una acción ensamblando cada uno de sus elementos de acuerdo con sus conexiones lógicas de dependencia, causalidad, anterioridad, etc., el pensar popular procede por saltos sucesivos de un aspecto de la acción a otro, según se van produciendo éstos en el proceso psicológico de la apercepción. Nada más ilustrativo a este respecto que el estilo de expresión propio de los niños o de los pueblos natura­ les. Este carácter sucesivo del pensamiento popular se traduce en multitud de construcciones: Muchos detalles concernientes al orden de palabras: el tipo estudiado por W ackernagel 10 Άλκίβιος άνέΟηκεν κιθαρωδός νησιώτης frecuente en inscripciones votivas; el tipo que separa los

8

K. Lerch «Das Imperfektum als Ausdruck der lebhaften Vorstellung» en Zeitsch. f. rom. Phil. ΧΖ,ΙΙ, 1922, págs. 311 sigs. y 385 sigs.; B. Lorck Passé in défin i, im parfait, passé défini. Heidelberg, Winter, 1914. 9 Muy característico también del español, según lo ha estudiado Leo Spitzer en Stilstudien I. Munich, Hueber, 1928, págs. 258-94: «me vo y y se acabó», «me consta», «bien te lo tienes merecido», «claro está», «este autobús le dejará en la calle tal», etc. 10 I F I, págs. 430 sigs. Cf. también K. Kieckers Die Stellung des Verbs im Griechischen und in den verwandten Sprachen. Estrasburgo, Trübner, 19 11. págs. 87 sigs., sobre este orden.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

epítetos del sustantivo, al intercalar un elemento más esencial Διός γόνος αΙγιόχοιο o el frecuente tam bién en inscripciones πρόξενον είναι και εύεργέτην. Bl «estilo-καί» originariamente p o p u lar 11 y adoptado después por los escritores para conferir a sus obras un carácter popular o ingenuo. Cf., por ejemplo, D ittenberger Sylloge 1175 Μικίωνα έγώ ελαβον και κατέδησα τάς χεΐρας και τούς πόδας καί τήν γλώσσαν καί τήν ψυχήν* και εΐ τι μέλλοι κ. τ. λ. Las varias realizaciones del σχήμα καθ’ όλον και μέρος: acu­ sativo (cf. § 166 α)ρ genitivo (cf. § 190), dativo (cf. §§ 262 y 271 ) También el instrum ental del tipo frecuente en las inscripciones délficas στεφανώσαι δάφνη στεφάνω «coronar con laurel, con una co­ rona» > «coronar con una corona de laurel». Tam bién el tipo Hdto. 8, 4 επί μισθφ τριήκοντα ταλάντοισι ο Jen. An. 1,6, 11 είς τήν *Αρταπάτου σκηνήν είσήχθη, του πιστοτάτου τών Κύρου σκηπτούχων. También, la appositio partitiva (cf. K ühner-Gerth I, pág. 288). Todo el capítulo sintáctico-estilistico de la λέξις εϊρομένη (frente a la κατεστραμμένη o έν περιόδοις) entra bajo este condi­ cionamiento del pensar sucesivo. A veces el andamio por el que progresa es la repetición de una misma palabra: A 595 ώς φάτο, μείδησεν δέ θεά ... μειδήσασα δέ..., y en muchos ejemplos herodoteos. También el empleo del paréntesis, frecuente en el estilo popular, entra aquí.

Por supuesto que parataxis y otros procedimientos popula­ res semejantes son susceptibles de un refinado aprovecha­ miento estilístico por autores que no tienen nada de populares. e) Egocentrismo.

48. El egotismo del hombre del pueblo, como el autismo del niño, la creencia del hombre ingenuo de que todos sus se­ mejantes están organizados enteramente como él y como él piensan y se expresan, se traduce en múltiples construcciones. Al comprender después que el auditorio no está realmente en condiciones de captar algunos elementos que han sido sobrentendidos, surge la epexegesis o rectificación: 11 Cf. S. Trenkner Le style και dans le récit atiique oral. Bruselas, 1948, (2.a ed. Assen, i960), y H. Ljunvick Beiträge zur Syntax der spätgriechischen Volkssprache. Upsala ,1932, pág. 55.

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Bn el origen del paso del dem ostrativo a artículo ha podido jugar un cierto papel el tipo A 348 ή δ* άκέουσ’ άμα τοΐσι γυνή κίεν 12, Ν 823 ό δ* άμείβετο φαίδιμος "Εκτωρ, Plat. Carm. 161 c ή δ* ôç ό Χαρμίδης. Β1 tipo τότε... τφδε τω χρόνω; gran número de aposiciones; en parte, tam bién las construcciones del σχήμα κάθ’ δλον καί μέρος; el dual elíptico del tipo Pínd. J. 5, 77 άμφοΐν Πυθέα τε «a ambos (a ti) y a Piteas» (cf. § io6 c) y otros casos de construcciones elíp­ ticas o braquilógicas; variedad de anacolutos; el acusativo interno de contenido del tipo Plat. A p. 27 c ήμών έγράψω, την γραφήν ταύτην, etcétera.

f) Pensar asociativo. 49. Se designa con este término la tendencia de la lengua popular a representarse los acontecimientos atendiendo a puntos de referencia más bien externos, y no a sus conexiones internas y lógicas. El hombre del pueblo, que narra un aconte­ cimiento, se detiene en cada momento integrante de la acción, una palabra cualquiera le sugiere una serie de consideraciones marginales a su propósito primero, vuelve de nuevo al asunto para volverse a perder otra vez en nuevas consideraciones extemporáneas... Basta leer, en cualquier drama, un recitado de un mensajero o cualquier otro hombre de pueblo para encontrar un ejemplo vivo de este tipo de pensamiento aso­ ciativo. El capítulo de los anacolutos, tan frecuentes en la sintaxis de todos los casos, se explica normalmente en virtud de este peculiar carácter de la λέξι$ popular. 2. Las faltas sintácticas y sus condicionamientos psico­ lógicos 13. 50. Mientras que los condicionamientos hasta ahora es­ tudiados caracterizan en general a la psicología colectiva, al 12 Tipos que, cuando el tema *so es considerado ya un artículo, se ponen al servicio de una propensión hacia la insistencia ( U eberdeutlichkeit) , como en francés sintagmas cuales Pierre est-il arrivé o cet homme-ci (cf. ático ουτοσ-ί) 13 Cf. H. Weimer Psychologie der Fehler . Leipzig, 1929; Fehlerbehandlung und Fehlerbewertung. Leipzig, 1926; «Fehlerkunde» en el Pädagogisches Lexikon de H . Schwartz II. Bielefeld-Leipzig, 1929, págs. 54 sigs.; A. Kiessling Die Bedingungen der Fehlsamkeit . Leipzig, 1925; H. Frei La grammaire des fautes ; Ginebra, 1929; Ν. K. Collinge «The mental equation factor in aberrant Syntax of Greek and Isatin» en Greece and Rome 1953, págs. 130-9.

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INTRODUCCIÓN GENERAI#

alma del pueblo, no hay que olvidar que, como alguna vez se ha dicho, «toda innovación lingüística es originariamente una falta» (von der Gabelentz), y una falta individual, come­ tida por un individuo. Juegan aquí condiciones y caracterís­ ticas propios de la psique individual. El estudio de las faltas sintácticas fue sistemáticamente abordado hace unos cuarenta años por H. Weimer en sus obras Psychologie der Fehler (1929) y Fehlerbehandlung und Fehlerbewertung (1926); por A. Kiessling, en Die Bedingungen der Fehlsamkeit (1925) y por H. Frei en La Grammaire des fautes (1929). La falta gramatical inicial (Urfehler, de Weimer), una vez cometida por un individuo, puede parecer como algo mons­ truoso y sin sucesión, o bien, repetida por otros individuos, convertirse en una falta habitual, masiva, y, con el tiempo, lograr carta de ciudadanía en el sistema de là lengua. Socioló­ gicamente ello depende de muy varias condiciones. Normal­ mente las faltas contra la gramática, muy numerosas, que comete la impericia de los niños, no hallan eco. En cambio, por moda, prestigio social, snobismo, etc., la falta cometida por una personalidad sobresaliente puede caer bien en un círculo determinado y ser repetida por otros muchos individuos. Pero lo general es que ni las faltas cometidas en los estratos culturales inferiores ni las que se permiten a veces los individuos pertenecientes a las altas esferas de la sociedad encuentren la gracia de esa resonancia. En cambio, aquellas otras faltas cometidas por los estratos intermedios, que con frecuencia responden a condicionamientos psicológicos de validez bas­ tante general, se convierten frecuentemente en faltas habi­ tuales y, alguna vez, en construcciones sancionadas por la gramática. De acuerdo con una ley generacional bien compro­ bada, mientras que las generaciones más jóvenes son propicias a la admisión de las faltas, las generaciones más viejas se hermetizan frente a todo lo que suponga innovación. Faltas gramaticales, y concretamente faltas sintácticas, las cometemos todos y las han cometido casi todos los grandes escritores de todas las lenguas. Psicológicamente, casi más interesante que la falta misma es, muchas veces, la actitud de los lectores, comentaristas o intérpretes, que, cegados por el

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prestigio del autor que leen o comentan, no reparan en la exis­ tencia de aquellos lapsos o faltas. Durante un siglo entero, y hasta que J. J. Bellerman no reparó en ello 14, nadie percibió que en la Emilia Galoüi de Lessing (II, 6), cuando uno de los per­ sonajes se dirige a su hija y le habla del contento que a su fallecido padre le habría producido saber que el príncipe la ha mirado con agrado, literalmente se expresa así: nicht ohne Missfallen, cuando sería de esperar un nicht mit Missfallen («no con desagrado»), o bien nicht ohne Wohlgefallen («no sin agrado»). En el dominio de las negaciones, como en ese ejemplo concreto, son harto frecuentes en todas las lenguas estos casos de empleos ilógicos, por expresivos o emocionales 1δ. He aquí unos cuantos ejemplos tomados de algunos de los autores más representativos de la literatura griega: Sof., Ant., 4-5: ούδέν γάρ o u t ' αλγεινόν ονηλάτης ατερ οΰτ' αίσχρόν o u t ' άτιμόν έσθ' όποιον ού (...οττωπα εγώ), la doble negación ουτε, όττερ convierte en positiva la expresión o u t ' ατη$ ατερ frente a todos los demás miembros negativos o u t ' αλγεινόν, αισχρόν, άτιμον. Ya el gramático Dldimo lo había notado así (cf. schol., loe. c.) y muchos editores modernos han intentado «sanar» el pasaje: ακους ατερ, άτήσιμον, etc. Se trata sencillamente de una falta semejante a la antes citada de Lessing. Tue., I, 30, 4: εττέττλεόν τε ουδέτεροι άλλήλοις. Sería de espe­ rar o b i e n ουδέτεροι t o I ç ετέροις ο b i e n ούκ επέττλεον άλλήλοις. Tue., 4, 16, 2: ότι δ'άν τούτων τταραβαΐνωσιν έκάτεροι και ότιουν, τότε λελύσθαι τάς σπονδάς. El uso de έκάτεροι es ilógico: lo que se quiere decir es que las treguas quedarían rotas cuando uno u otro bando cometa una transgresión.

14

Cf. Fr. Polle Wie denkt das Volk über Sprache. Leipzig, 18982, pág. 18.

15

Cf. D. Tabachovitz Eranos , 1949, págs.

1-6;

Fr. Polle Philologus L,

1891, págs. 759 sigs.; A. C. Moorhouse Studies in the Greek Negatives Cardiff, * 959 î Β· T. Köppers Negative Conditional Sentences in Greek and some others

Indo-European Languages . Dis. Utrecht, 1959.

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INTRODUCCIÓN GENERAI,

Plat., Prot., 324 e: έν τούτω γάρ αυτη λύεται ή απορία, ήν σύ άττορεΤς, ή άλλοθι ούδαμονλ Dem., 01., 2, 3 ό μέν γάρ οσω ττλείον' ύπέρ τήν άξίαν ττεποίηκε τήν αυτου, τοσούτορ θανμαστότερο? παρά ττασι νομί^εται* υμείς 5' οσω χείρον ή προσήκε κέχρησθε toTs ττράγμασιν, τοσούτω ττλείον' αισχύνην ώφλήκατε. La expresión resulta forzada: se esperaría sólo οσω χείρον, δσω μάλλον χείρον ή προσήκε o sólo χείρον ή προσήκε.

51. H. Weimer clasifica las faltas en tres grupos: debidas a la poca atención del escritor o hablante, faltas contra la ló­ gica, faltas de memoria. Las faltas contra la lógica son, en sustancia, las estudiadas antes al considerar los rasgos carac­ terísticos de la psicología popular discordantes de la estricta lógica (lógica popular, fantasía, pensamiento sucesivo, aso­ ciativo, etc.). Las faltas de atención son muy numerosas: con frecuencia un hablante, un escritor, no dice, por relajamiento de la atención, lo que desearía expresar exactamente y, a las veces —como en los ejemplos antes citados—, dice exacta­ mente lo contrario de lo que querría. Las formas o expresiones sometidas a un constante uso lingüístico se fosilizan y son a veces empleadas con absoluta pérdida de conciencia de su valor originario. También son frecuentes las faltas producidas por una pérdida u obnubilamiento de la memoria lingüística. No ya palabras aisladas, sino tipos y esquemas oracionales, clisés fijos, órdenes de palabras, etc., son heredados por el hablante de la tradición lingüística en que se inserta. A veces el olvido de las formas aisladas adecuadas a un caso dado no entraña el olvido del esquema general de ordenación de esas palabras en la frase, y así se ha hecho notar precisamente que los en­ fermos de amnesia y otras dolencias de la memoria suelen recordar más los esquemas que las formas sueltas. Una fuente muy importante de faltas sintácticas está en la pérdida de conciencia del valor antiguo de una construcción dada. Por ejemplo, fenómeno tan importante como el nacimiento de las preposiciones a partir de primitivos adverbios, como palabras regentes con una rección casual determinada. Los antiguos

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLÓGICAS

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adverbios, que precisaban el valor del verbo, coincidiendo a veces en la expresión de un determinado matiz local, etc., con un caso determinado (locativo, directivo, etc.), acabaron por desligarse del verbo y por perder su independencia, consi­ derándose ligados a aquel caso como preposiciones. Restos de la situación primitiva los hay muy numerosos —piénsese en la tmesis—. Pues bien, hubo de ser esencial en este proceso la pérdida de memoria del valor primitivo adverbial de esas palabras, pérdida de memoria que precedería ampliamente a su uso como preposiciones. Con frecuencia, en el estudio de la sintaxis de los casos, habremos de aludir a fenómenos seme­ jantes (cf., por ejemplo, lo que decimos en § 208 sobre el tipo έκτός más genitivo de lugar). El fenómeno de la fosiliza­ ción en adverbios de múltiples formas casuales (cf. el estudio, por ejemplo, del acusativo adverbial, en § 177) presupone igualmente una falta de memoria de la integración de esas formas, con un valor casual especifico, en un paradigma no­ minal, adjetival, etc., determinado. Faltas de atención, de memoria o de lógica puede come­ terlas cualquier hombre hablante de cualquier época; pero existen determinadas circunstancias que son especialmente propicias para la comisión de tales faltas. Estas, en el fondo, reposan muchas veces sobre una falta de voluntad y, a veces también, sobre una falta de posibilidades, esto es, sobre una mentalidad, memoria o facultad de atención que aún no han alcanzado su pleno desarrollo. A. Kiessling clasifica los fac­ tores condicionantes de las faltas gramaticales en dos grupos: objetivos o exteriores que dependen del mundo circundante, entendido en el más amplio sentido, y subjetivos o internos (fisiológicos —enfermedades: amnesias, afasias— y psíquicos). Son estos últimos los más interesantes para nosotros. 52. Una fuente de primer orden de las faltas la ofrece la circunstancia de que en la comunicación lingüística, con harta frecuencia, el auditor entiende al hablante sólo a medias. La organización espiritual de ambos es esencialmente la misma; pero los intereses, la situación emocional, la cultura lingüística, etc., son generalmente diferentes, y ello hace

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INTRODUCCIÓN GENERAI#

que la comunión espiritual, que supone cualquier intento de comunicación lingüística, no sea completa y que, por ello, ni todo el contenido puesto por el hablante en sus palabras sea captado por el auditor o, a veces, que éste ponga en aqué­ llas algo que originalmente les falta. En un ejemplo como u 52 άνίη καί τό φυλάσσει ν πάννυχον εγρήσσοντα, ya citada an­ tes (cf., § 41), en el que primitivamente τό posee un valor plenamente deíctico, bastará que la fuerza expresiva que supone la deixis y que el hablante pone en sus palabras se pierda al pasar éstas a la mente del auditor para que el deíctico tienda a convertirse en un presentativo, en un artículo. Si el juego de pausas, el fuerte staccato que el hablante pone en sus pala­ bras, no halla eco en el auditor, la frase en cuestión puede pasar de ser άνίη καί τό /φυλάσσει v... a άνίη καί τό φυλάσσει ν*.. El paso a partículas introductorias de frases completivas de elementos relativos como ότι (lat. quod, alemán dass, etc.), descansa en el fondo sobre un fenómeno semejante (ich sehe das: er kommt > ich sehe dass er kommt). Ί,ο mismo, por ejem­ plo, el valor adversativo que en la mente del auditor puede prestarse a la expresión relativa objetiva en un caso como εφ' φ μηδέν κακόν ττοιήσουσιν άτταγαγόντες, άπέκτειναν que originariamente tiene valor estipulativo. La misma razón de insolidaridad sentimental entre hablante y auditor está en la base del paso de primitivas partículas temporales a partícu­ las opositivas: «mientras tú dormías, yo me mojaba bajo la lluvia». Mientras que el hablante que se expresa en B 409 ήδεε γάρ κατά θυμόν άδελφεόν ώς εττονεϊτο pone en sus pa­ labras cierto matiz sentimental que hace que ώς conserve su valor modal: «cómo sufría», el auditor, más fríamente, puede percibir el hecho objetivo o desnudo de sentimentalismo: la partícula modal pasa a completiva: «sabía que sufría». Si el valor exclamativo de frases como θαυμά μ'εχει ώς ου τι πιών τάδε φάρμακ5 εθέλχθης ο ώ ττόποι, ή μάλ' ελαφρός άνήρ, ώς ρεΐα κυβιστα no encuentra igual resonancia en el auditor, éste puede convertir la relación paratáctica exclama­ tiva en una conexión objetiva causal: «como» pasa a «porque». E l núm ero de ocasiones abiertas a la comisión de faltas sintácticas sería aún m ayor si la apercepción lingüística re­

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLÓGICAS

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posara —como quería la antigua psicología asociacionista in­ glesa de Stuart Mill— sobre un proceso que va de la per­ cepción de cada una de las palabras o elementos de la frase, pasando por la de los complejos de palabras, hasta llegar a la percepción del sentido total de la frase. El esfuerzo de atención y de lógica exigido sería aún mayor. Por el contrario, como ha probado Carlos Bühler, 16 el proceso sigue el camino in­ verso. El auditor intuye el sentido general de una frase al que ajusta después el de los diferentes elementos, adaptando el carácter normalmente polisémico de éstos a las concretas cir­ cunstancias contextúales. La conciencia de la situación, de las intenciones del hablante, etc., desempeña un papel pri­ mario en este proceso aperceptivo; pero, a veces, el auditor se anticipa a la comprensión total de la frase partiendo de la interpretación apresurada de algún elemento (sin recibir, paciente y pasivamente, el resto de la frase), y esto puede oca­ sionar malentendidos. En el estudio de una serie de casos-tipo de faltas sintác­ ticas seguiremos a H. Weimer, clasificándolas en faltas pro­ ducidas por: frecuencia, perseveración, anticipación, seme­ janza, contaminación y faltas emocionales. a)

Faltas por frecuencia.

53. Hay medios expresivos más frecuentes que otros; algunos son, por el contrario, prácticamente muy poco usados. Si el rigor lógico y gramatical se relaja en un momento dado por cualquier causa, los tipos de expresión más frecuentes tienden a imponerse, aunque gramaticalmente no convengan a un caso dado: son más cómodos y están más en la conciencia lingüística de los hablantes. Dentro del sistema casual indoeuropeo la forma norm al de un tem a nominal es el nominativo, la ορθή πτώσις, con respecto a la cual las demás formas casuales eran, en el sentir de los gram áticos 16 Bericht über d. I I I Kongress /. exper. Psychologie. Leipzig, 1909, pá­ ginas 94 sigs.

116

INTRODUCCIÓN GENERAL

antiguos, «desviaciones», πλάγιαι πτώσεις. Pues bien, cuando la tensión sintáctica se relaja y tiende a volver a lo que O. Behaghel ha llamado da posición de descanso» (Herstellung der Ruhelage) puede ocurrir que, en lugar de un acusativo, genitivo o vocativo, que serían exigidos por la estructura gram atical de la frase, apa­ rezca un nominativo, la forma casual más frecuente: nominativo aislativo-enf ático en sus diferentes variedades (cf. § 145), no­ m inativo enumerativo (cf. § 148), quizá el tipo de nominativo por vocativo Ζευ πάτερ ... ήέλιός θ’ ... (cf. § 158). Las oraciones independientes son más frecuentes que las subor­ dinadas; toda sintaxis popular, todo estilo descuidado, pero tam bién con frecuencia los autores de sintaxis más rigurosa y cuidada, m uestran esta propensión hacia el uso de oraciones independientes. Con h arta frecuencia un período que ha comenzado por una es­ tructura hipotáctica cede paso a nuevas frases paratácticas. El fenómeno es especialmente frecuente con las oraciones de relativo: K 244 ού πέρι μέν πρόφρων κραδίη καί Θυμός άγήνωρ ... φίλε! δέ έ Παλλάς Άθήνη (cf. Μ. 300, α 70, Α 78, etc.), ι 20 δς πασιν δόλοισιν άνθρώποισι μέλω, καί μευ κλέος ουρανόν ϊκει. E l discurso directo es más frecuente que el estilo indirecto: de ahí la vuelta al estilo directo de un período que ha comenzado en la forma de oratio obliqua, vuelta frecuente en griego y especial­ mente típica de la sintaxis homérica: Δ 301 sigs., Ψ 855 sigs., Jen. A n . 4, 8, 10, Lisias 32, 9, Plat. Prot. 322 c, etc. Las formas verbales personales son más frecuentes que las participiales: de aquí que un período que se ha iniciado recurriendo a participios recaiga luego en una forma personal verbal, produ­ ciéndose el consiguiente anacoluto. Tal ocurre en: Z 510 ό δ* άγλαίηφι πεποιθώς/ρίμφα έ youva φέρει, Ε 145 sigs. τόν μέν υπέρ μα^οΐο βαλών χαλκήρει δουρί, τόν δ* ετερον ξίφει μεγάλω ... πλήξε, Tue. I, 141, 4 και οί τοιουτοι ούτε ναύς πληρουντες, ούτε πε^άς στρατιάς πολλάκις εκπέμπειν δύνανται. E l indicativo es más frecuente que los otros modos personales. A veces un período, construido en subjuntivo u otro modo, re­ vierte al indicativo: Δ 483 ή ρά τ* âv είαμενη ελεος μεγάλοιο πεφύκη/λείη, άτάρ τέ οί ôjoi επ’ άκροτάτη πεφύασι, ξ 85-8 και μέν δυσμενέες καί άνάρσιοι οΐ τ ’ επί γα(ης / άλλοτρίης βώσιν καί Ζεύς σφιν ληίδα δώη / πλησάμενοι δέ τ* εβαν οΐκόνδε νέεσθαι / καί μέν τοϊς οπιδος κρατερόν δέος εν φρεσί πίπτει.

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLOGICAS

b)

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Faltas por perseveración.

54. El concepto de «tendencia a la perseveración», utilizado primeramente por la patología médica, ha sido aplicado con éxito al estudio de las faltas sintácticas, especialmente por H. Oertel17. Palabras o elementos de palabras, así como las categorías gramaticales que les son inherentes (género, número, voces, etc.), pueden perseverar en la frase cuando han pasado ya las condiciones que gramatical o lógicamente apoyaban su primer empleo. En algún caso se trata de fenómenos de perseveración esporádicos, que no prosperan luego en el uso lin­ güístico («Augenblicksbildungen»); en otros casos estas faltas por perseveración se extienden luego a todo un grupo de hablantes o a la comunidad entera; en otros, aunque esas faltas no son sancionadas por la comunidad, poseen, por uno u otro motivo, la suficiente vitalidad y justificación para vivir más o menos productivamente en un momento determinado. He aquí una serie de casos de perseveración: En el tipo inscripcional: ó Πάυ, ó Μήν, χαίρετε Νύμφαι καλσί, Οε, κύε, ύττερχύε con toda probabilidad (si es que no hay que leer Οττερκνε) la forma, gram aticalm ente anómala, ύττερχύε se ex­ plica por perseveración de la final -υε de los dos im perativos an­ teriores. E n Hiponacte fr .24 a D. 60s χλαΐναν Ίττπώνακτι και κυπάσσικον καί σαμβαλίσκα κάσκερίσκα, esta últim a forma άσκερίσκα (en lugar de άσκέραι) sé explica por perseveración de las formas dim inutivas normales con los vocablos anteriores. E n definitiva, los tipos de concordancia, bastante corrientes, en que un atributo, aposición o verbo conciertan con un predicado del sujeto en lugar de concertar con el sujeto mismo, pueden explicarse casi siempre por un fenómeno de perseveración: P lat. Parm. 134 b πάντα, ά δή ώς Ϊδέας αύτάς ούσας ύττολαμβάνομεν, Dem. 31, 7 ή προΐξ όγδοή κοντά μναΐ γενήσονται, etc. Cf. el tipo francés de guerre lasse. 17 «Heber grammatische Perseverationserscheinungen» en I F X X X I , 1912-3, págs. 49 sigs. y R . J. A. Izagas Syniactische Perseveratie -en A n tici patie - Vers chij ns eien bij oudere grieksche dichters (Dis. Nimega). Amster­ dam, 1942.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Probablem ente tam bién, el número plural con sujeto neutro en casos como: Jen. Cir. 3, 3, 26 ol Άσσύριοι καί ol σύν αύτοΐ$, έπεί ήδη εγγύς άλλήλων τά στρατεύματα έγίγνοντο, τάφρον περιεβάλοντο, Mem. 2, 4, 7 αί χεϊρες έκάστω ύπηρετούσι και οί όφθαλμοί προορώσι καί τά ώτα προακούουσι. La aposición del sustantivo al que se refiere una oración de relativo puede concertar con el relativo y no con el antecedente: β 120 (cf. δ 11, Η 187, α 69, etc.); P lat. A p. 41a εύρήσει τούς ώς άληθώς δικαστάς, οίπερ και λέγονται Ικεΐ δικά^ειν, Μίνως τε και ‘Ραδάμανθυς .··> Rep. 402 c ούδέ μουσικοί πρότερον έσόμεθα, ουτε αύτά ούτε ούς φαμεν ήμϊν τταιδευτέον είναι, τούς φύλακας. La atracción del relativo en ejemplos como: Jen. A n. 1 , 7, 3 όπως εσεσθε άνδρες άξιοι της έλευθερίας ής κέκτησθε, Ar. Tesm. 835 êv τε ταΐς άλλαις έορταις αίσιν ήμείς ήγομεν, etc. El tipo σοφώτερος ή αμαθέστερος (Plat. Rep. 409 d). E l dativo por acusativo con los participios: Jen. Hipp. 7f 1 παντί προσήκει άρχοντι φρονίμω είναι, Plat. Fedr. 279 b δοίητέ μοι καλώ γενέσθαι, etc. Algunos nominativos aislativo-enfáticos, que lo son por perseveración (cf. § 145). Sólo en parte (pues, al menos originariamente, se tra ta de un uso propio de los modos) pueden entrar aquí casos de asimilación modal como: Ar. Avisp. 1431 ερδοι τις ήν έκαστος είδείη τέχνην, Sóf. E. R. 505 ουποτ* εγω γ’ άν, πριν ίδοιμι ορθόν εττος, μεμφομένων άν καταφαίην, Jen. Cir. 2, 3, 7 ελεξαν ότι πέμψειε σφας ό Ινδών βα­ σιλεύς, κελεύων έρωταν έξ δτου ό πόλεμος εϊη, o de asimilación tem ­ poral, como: Jen. Cir. 5, 4, 5 έπει έγνώσθη δς ήν, Antifonte 5, 15 ούδεις άν ήν σοι δς έμου κατεμαρτύρησεν. E l tipo Jen. A n. 4, 8, 1 άφίκοντο επί τόν ποταμόν, δς ώρι^ε τήν τών Μακρώνων χώραν και τήν τών Σκυθινών, Plat. Crit. 47 d διαφθερουμεν εκείνο καί λωβησόμεθα, δ t c o μέν δικαίω βέλτιον έγίγνετο, τώ δέ άδίκορ άπώλλυτο (= γίγνεσθαι... έλέγετο). En parte, quizá podría explicarse como fenómeno de perseveración el uso de la partícula ή introduciendo el segundo término! de un comparativo: a p artir de su empleo -normal- disyuntivo en las preguntas: βούλει τούτο ή εκείνο; βούλομαι τούτο ή έκεϊνο

(cf. § 215). Porque es de esperar que una circunstancia especialmente fa­ vorable para la perseveración lingüística se dé en las respuestas

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLOGICAS

119

con relación a las preguntas 18. He aquí un par de ejemplos muj claros: Sóf. El. 1035-6: άλλ* oOv έπίστω y* oí μ* ατιμίας άγεις - άτιμίας μέν ου, προμηθίας δέ ... con un genitivo por perseveración del anterior ατιμίας. Sóf. EL 921-2 ούκ οισθ* οποί γης ούδ* δποι γνώμης φέρη; —πώς δ* ούκ εγώ κάτοιδ’, ά y ’ είδον έμφανώς; con im κάτοιδα por perseveración de οίσθα. Otros ejemplos: Tue. 1 , 143, 1 τών Όλυμπίασιν ή ΔελφοΤς (por êv ΔελφοΤς absolutam ente normal) χρημάτων. Tue. 1, 123, 1 της άλλης ‘Ελλάδος πάσης ξυναγωνιουμένης, τά μέν φόβίρ τα δέ ώφελία (—έπ* ώφελίςχ). Tue. 2, 9, 4: ’Αθηναίων δέ Χΐοι, Λέσβιοι ... καί άλλαι πόλεις αί υποτελείς ουσαι âv εθνεσι τοσοισδε, Καρία ή επι θαλάσση, Δοριής..,

c)

Faltas por anticipación.

55. Mientras uno está hablando piensa ya en lo que ha de decir seguidamente: este trabajo mental preparatorio tiene muchas veces por consecuencia la aparición de faltas por anticipación19. En algún caso puede influir también la ten­ dencia perseverativa. Pongamos algunos ejemplos: La concordancia, en muchas lenguas, de los adjetivos (o adver­ bios) que significan «poco, mucho, todo», etc., está sometida % fenómenos de anticipación: cf. el tipo francés toute puissante; Jen. Cir. 3, 2 , 2 πολλή τής χώρας, Tue. 5, 31 επι τή ή μισείς της γης, etc. La llam ada atracción inversa del relativo (que en principio tiene que habérselas con nominativos aislativo-enfáticos; cf. § 145 obs. 4. °), del tipo Θ 371 ασπίδες δ’οσαι άρισται ενί στρατφ ήδέ μεγισται, έσσάμενοι ... ΐομεν, Θ 75 νήες όσαι πρώται εΐρύαται άγχι θαλάσσης, ελκωμεν, etc. Si la explicación apuntada en el § 40 para el tipo de nomi­ nativo por vocativo representado por τ 406 γαμβρός έμός está en lo cierto, es decir, se debe a la defectividad de vocativo del 18 Cf. H. Sperber «The Speaker and the Hearer» en TA PhA gina 16 sigs.; M. Leumann I F X L V , 1927, pág. 114 sigs. ^lfl Cf. H. Weimer Psychologie der Fehler pág. 31.

1921, pár

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INTRODUCCIÓN GENERAL

adjetivo posesivo, tendríam os aquí un caso de anticipación en la forma γαμβρός. E l típico sintagm a de dativo instrum ental con αυτός (cf. § 262): Ύ 8 άλλ* αύτοίς ιτητοισι ... άσσον ΐόντες, si procede de αύτοί Ιτητοισι ... ΐόντες. Ar. Paz 291 ώς ήδομαι καί χαίρομαι καί ευφραίνομαι, con un uso chocante, no ático, de la voz media en χαίρομαι puede explicarse tan to por anticipación cuanto por perseveración. Sería un fenómeno semejante a las asimilaciones bilaterales de la fo­ nética. Casos como (cf. H . Jacobsthal I F Beih. 21-1907, págs. 138 y sigs.) σύν Μενοντίδαι τώ (en lugar de τώι) Άκάσσωνος. H dto. 9, 109, 1 20: τη δέ κακώς γάρ 2δει πανοικίη γενέσθαι εϊττε. E l tipo que hallamos en Teocr. 17, 66 όλβιε κοΟρε γένοιο I en el significado de «alrededor de», debe construirse con genitivo, pero en Hdto. 4, 72 nos encontramos, por influjo de preposiciones semánticamente afines, como περί (o *ττέρι§), el acusativo. B1 tipo de acusativo ad n om in a l con nombres verbales, típico de la sintaxis ática y que, a juzgar por el paralelo indio y latino, (pero aquí muy localizado y con un valor estilístico especial23), pue­ de ser indoeuropeo, se ha tenido que hacer analógicamente sobre las construcciones verbales equivalentes: Bsq. Coef. 23 έκ δόμων 2-βην χοάς προπομπός = προπέμπουσα, Plat. Cartn. 158 c εξαρνός εϊμι τά έρωτώμενα = έξαρνουμαι, etc. A veces la analogía se opera por contraste: si los verbos o ex­ presiones que significan «llenar» se pueden construir con genitivo (cf. § 184), este hecho no ha podido dejar de tener consecuen­ cias en lo que respecta al régimen de los verbos y expresiones que significan «vacío», etc. (cf. 207 obs. 2.a; aquí, desde luego, hay primi­ tivamente un valor ablativo). Sobre el sintagma clásico διδόναι τινί τι se ha podido hacer un άφαιρεϊν τινί τι (cf. § 249 al tratar el llamado dativo simpatético). Si ό σκότος ha pasado ya en ático a τό σκότος y si antes del período dela κοινή esel único ejemplo de este paso, las razones que explican el tránsito posterior más intenso y general probablemente no han influido aquí (cf. § 102, 2): se trata simplemente de una analogía con τό ερεβος y, por contraste, con τό φάος. Sobre el uso con genitivo de los adverbios de lugar που, πη, etc. (que, a su vez, es el resultado de una dislocación sintáctica, cf. § 186), también los adverbios de modo καλώς, εύ, etc., han po­ dido construirse con un genitivo (cf. § 221 sobre el sintagma εύ εχω -f genitivo), e incluso se ha llegado a un intento de inde­ pendizar el sintagma de toda relación verbal2*. 22 28 14 de un 1910,

Cf. M atthiäe Gr. Gr. § 5 8 6 c. Cf. Iyöfstedt Syntactica I, pág. 199. Cf. para el caso parecido del francés bien du pain a partir, por ejemplo, je mange bien du pain E. Herzog, B eiheft Zeit sch. f. rom . Phil. X X V I, págs. 83 sigs.

CONDICIONAM IENTOS Y T E N D E N C IA S PSICO LO G ICAS

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La construcción del acusativo con infinitivo ha resultado de la extensión analógica de aquellos casos en los que el acusativo, que después sería sentido como sujeto del infinitivo, era real­ mente el complemento del verbo principal: εποτρύνω σε/μάχεσθαα) έττοτρύνού/σέ μάχεσθαι. Jugó sin duda la analogía de frases como «yo exhorto el combate». e)

Faltas por contaminación. 57. Ocurre la contaminación cuando de dos construccio­ nes paralelas, más o menos equivalentes, que acuden simul­ táneamente a la conciencia del hablante para la expresión de una noción determinada, resulta una nueva construcción mezcla de ambas. H. Ziemer denominaba a este fenómeno «Kombinations-Ausgleichung» 2S, Havers «mezcla de construcciones»26, Azelius «assimilatio compromissalis»27. En reali­ dad, resulta difícil de distinguir a veces este fenómeno del de la asimilación interna o analogía semántica que considerába­ mos antes. Ante una construcción como έξαρνός είμι ταυτα podemos dudar si estamos simplemente frente a un giro producido por la analogía de la construcción verbal έξαρνέομαι ταυτα o si se ha operado realmente una contaminación entre εξαρνός είμι τούτων y έξαρνέομαι ταυτα ) εξαρνός είμι ταυτα. Un ejemplo como εδοξεν αύτω μόνος έλθει ν que Ziemer28refiere a la «Kombinationsausgleichung» ((εδοξεν αύτώ μόνω έλθεΐν + έβουλήθη μόνος έλθεΐν) puede explicarse por una «reale Ausgleichung», analogía semántica, en cuanto que εδοξεν αύτφ y έβουλήθη son formas análogas realmente 29. En un enunciado como λαός Α χαιώ ν έπικείσονται Ziemer ve una asimilación interna (concordancia προς (κατά) τόν σημαινόμενον) por el valor colectivo de λαός, pero cabría hablar igualmente de un compromiso entre λαός ’Αχαιών έττικείσεται y / Αχαιοί έτπκείσονται. o

Señalemos, entre la multitud de ejemplos existentes, una serie de casos escogidos: 25 Streifzüge, págs. 92 sigs. 2e Handbuch, pág. 82. 27 O. c. pág. 38. 28 Strcifzügey pág. 93. 29 Cf. K autzm ann en Philol. Rundschau, 1882, págs. 1042-9.

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Tipos como #· £5οξεν αύτοΐς έθελονται Ιέναι, διαλεγόμενος αύτώ 2δοξέ μοι, §6οξεν αύτω μόνος έλθειν, Hut. Or. 1069 Sv μέν ττρώτά σοι μομφήν έχω pueden resultar de una contaminación entre μέμ~ φομαί τινί τι y §χω μομφήν τινός τινί, etc. E l tipo Bur. Hec. 970 αΙδώς μ* £χει έν τωδε ττότμορ τυγχάνουσα podría interpretarse tam ­ bién como contaminación entre αΐδώς μ* έχει τυγχάνουσαν y αϊσχύνομαι τυγχάνουσα. ΚΙ nominativo participial en ejemplos como ε 6 μέλε γάρ oí (a Ulises) έών èv δώμασι νύμφης (cf. Y 21 ) se ex­ plica a partir de una contaminación con un έπιμέλεται, como Plat. Leyes 769 c θνητός ών σμικρόν τινα χρόνον αύτω πόνος παραμενεϊ παμπολύς ( = θνητός ών πόνον 2χει), etc. La construcción del sujeto del adjetivo verbal en -τέος en acusativo, y no en dativo (cf. § 254), Isócr. 9, 7 ού δουλενττέον τούς νουν έχοντας τοϊς κακώς φρονοΟσιν, Ar. Αν. 1236 όρνιθες άνθρώποισι νυν εΐσίν θεοί, οίς θυτέον αύτούς, etc., puede reposar sobre una contaminación entre οϊς αύτούς δει θύειν y οίς θυτέον αύτοίς. Β1 sintagma χαλεπώς φέρω τοϊς παρουσι πράγμασι (en lugar de acusativo) (χαλεπώς φέρω τά παρόντα πράγματα -f άχθομαι τοϊς παρουσι πράγμασιν. Β1 tipo, relativamente frecuente en Platón, τόδε, ώς οίμαι, άναγκαι ότατον είναι (τόδε, ώς οίμαι, άναγκαιότατόν έστι y οίμαι τόδε άναγκαιότατον είναι. Β1 tip o 31 Lisias 13, 9 λέγει ότι ... ποιήσειν (λέγει ότι ποιήσει -}- λέγει ποιήσειν. Las dobles preposiciones o partículas en casos como πλήν άλλά ( I y U C . Dial. deor. 16,Prom. 20), τίνος δέ χάριν ενεκα (Plat. Leyes 701 d)> άχρι είς Κοτυώρα (Jen. An. 5, 5, 4), άπό βοής ενεκα (Tue. 8, 92, Jen. Hell. 2, 4, 31) y en inscripciones ενεκεν μνήμης χάριν, ύπό μνείας χάριν 32, εκτός εΐ μή, άμα σύν Βάκχαις (Kur. Ion. 717; cf. Ν. T. I Tes. 4, 17y 5 , 10), ταΐς τριηκόσιοι ταύροι συνάμα έστιχόωντο (Teócr. 25, 126), άμα μετ’ αύτών, (Dittenberger SylL 70, 57). A un tipo semejante pertenece Έρμης σύν τε χρόνω (Έ.σύν χρόνω + Έ. τε χρόνος (cf. Δ 161 σύν τε μεγάλω άπέτεισαν y Sóf. Ant. 172). Los cambios en la persona de los pronombres (de la primera a la tercera o a la inversa, etc.), que implican un entrecruzamiento de estilos indirecto y directo, no son infrecuentes en griego: *° Cf. Kühner II, 105 y E . Bruhn Anhang zu Sophokles § 176-182. S1 Cf. Kühner II, 357 nota 3. 32 Cf. Nachm anson Eranos IX , págs. 68 sigs.

CONDICIONAM IENTOS Y T E N D E N C IA S PSICO LÓ G ICA S

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Sóf. Ay. 864 τουθ’ ύμίν Atas τοΰπος ύστατον ΘροεΙ * τά δ’άλλα έν τοΐς κάτω μυθήσομαι (cf. β 40 sigs., Esq. Pr. 304 y sigs., etc.), sobre todo en el estilo epistolar: Tue. 1 , 128 Παυσανίας ό ήγεμών της Σπάρτης ... άποπέμπει ... καί γνώμην ποιούμαι ... Θυγατέρα την σήν γημαι, y en las inscripciones: B C H 16, 21ö nr. 7. Una contaminación entre una segunda y una tercera persona puede yacer también en el fondo (cf. § 158) del tipo ό παϊς άκολούθει (ό παϊς άκολουθείτω + ώ παΐ άκολούθει (cf. lat. Plauto Epid. 398 sigs. Heus foras ¡Exite huc aliquis). E n el dominio de la comparación y de las oraciones compara­ tivas, altamente expresivo, las contaminaciones son en todas las lenguas muy frecuentes: cf. el tipo 6) 243 ^ηίτεροι μάλλον, Esq. Supl. 673 τίς άλλος μάλλον ένδικώτερος; (contaminación de μάλλον ένδικος -f ένδικώτερος). En realidad se trata, como vio bien B rugm ann38, de una especie de asimilación progresiva o persevera­ ción. Cf. tam bién el tipo Δ 277 μελάντερον ήύτε πίσσα (μέλαν ήύτε πίσσα μελάντερος πίσσης (vid. § 215 ).

58. A veces no se trata propiamente de una mezcla de dos construcciones que simultáneamente se presenten como posibles a la conciencia del hablante, sino de una contaminación entre una construcción adecuada al momento y el recuerdo de otra que la pudo preceder en un momento anterior. Si uno ha pensado, en un momento dado, que los caudillos de los Feacios son todos prudentes y justos y posteriormente descu­ bre su error, puede, por una contaminación entre el presente que debería emplear y el recuerdo de su pensamiento anterior ahora corregido, utilizar un imperfectum correctionis o didáctico: v 210 ώ πότΓΟί, ούκ άρα πάντα νοήμονες ούδέ δίκαιοι ήσαν Φαιήκων ηγήτορες ήδε μέδοντες, π 420 Ά ντίνο 5 ύβριν εχων, κακομήχανε, και δέ σέ φασιν έν δήμω Ιθάκης μεθ' όμήλικας εμμεν άριστον... σύ δ 7 ούκ άρα τοίος εησθα (cf. λ 553, Sof., Fil., 978, etc.) Como en algún caso hemos indicado explícitamente, ejem­ plos que pueden aclararse acudiendo a una contaminación, admiten igualmente otras explicaciones (analogía real, etc.). Por otra parte, en sintaxis es peligroso empeñarse en rotular con etiqueta única los fenómenos. Una construcción que en 33

K urze vergl. Gr, pág. 703.

INTRODUCCIÓN GENERAL

unos casos determinados ha podido tener su origen en una contaminación, ha podido producirse, en otros casos, por efecto de un mecanismo distinto. E l tipo de acusativo proléptico con una frase interrogativa modal B 409 ήδεε γάρ κατά θυμόν άδελφεόν ώς εττονειτο podría a veces explicarse 34 por una contaminación ήδεε ώς άδελφεός έπονεΐτο -f- ήδεε ά. ίτονΟυντα 3δ; pero, otras veces, puede tratarse de una epexegesis: Hdto., 3, 80, εΐδετε μέν γά ρ τήν Καμβύσεω ύβριν επ' δσον έξήλθε y, en definitiva, casi siempre responde a una estructura sucesiva o paratáctica del pensamiento: Dem., 28, 7, δείξατε ταύτην τήν ούσίαν τίς ήν, και που παρέδοτέ μοι και τίνος εναντίον. En fin, otras veces el acusativo proléptico es ver­ daderamente un acusativo anacolútico (cf., § 174). Los condicionamientos psicológicos del fenómeno de la con­ taminación atañen a los tres grupos generales que hemos es­ tablecido. Los condicionamientos propiamente lingüísticos entran aquí en juego, en tanto es condición precisa para que se produzca una contaminación la existencia de las dos cons­ trucciones que se contaminan. En los ejemplos considerados antes hemos visto de qué modo influyen los condicionamientos psicológicos (psicología popular o individual). En fin, tampoco cabe desatender la posible influencia de los condicionamientos derivados del mundo circundante: la relación de hablante a auditor (en el estüo epistolar también); la circunstancia, por ejemplo, de que el hablante se coloca a veces mentalmente en la situación de su interlocutor y puede emplear elementos que sólo en boca de este último serían adecuados. Y si en el fondo del sintagma ό τταις άκολούθει ha podido haber el entrecruzamiento de dos construcciones, no olvidemos que la contaminación ha podido ser favorecida porque en boca de un amo que da órdenes la tercera persona parece y es más distanciadora que la segunda 36. 34 Cf. H . Paul P rinzipien pág. 166. 36 Cf. W . Kroll Glotta III, págs 4 sigs. y J. Gonda Mnemosyne, 1958, pág. 117 sigs. ** Cf. H. Paul «Ueber Kontamination auf syntaktische Gebiete» en S BA W . X919, II; P. Menzerath «Psychologische Untersuchungen über die sprachliche Kontamination» en Zeitsch. f. angewandte Psychologie II, 1909, págs. 280 sigs.; K. Witte Glotta I, 1909, 140; H. Bruhn Anhang zu Sophokles , págs. 100 sigs.

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLÓGICAS

f)

127

Faltas emocionales 37.

59. Las faltas condicionadas por el interés del hablante son, en definitiva, faltas emocionales. Lo que nos interesa especial­ mente en un momento domina sobre el resto de nuestras re­ presentaciones mentales y su expresión lingüística se impone, atropellando muchas veces a la gramática. Toda la teoría del orden de palabras está presidida por una ley de interés: lo que interesa al escritor o lo que le interesa resaltar ocupa los lugares destacados de la frase (posición inicial, a veces la final), ordenándose en torno suyo la cons­ telación de los elementos restantes. La colocación preferente­ mente inicial de ciertos elementos como las negaciones es especialmente significativa a este respecto. La primera masa de representaciones que acude a la mente del hablante se pone con frecuencia en nominativo, en cuanto que es el sujeto psicológico. A veces la posterior ordenación lógica de esa frase lleva al hablante a atribuir el papel de sujeto lógico o gramatical a otra palabra, puesta también naturalmente en nominativo. El primer nominativo queda entonces gramaticalmente aislado: es el origen fundamental de los nominativos aislativo-enfáticos, que estudiamos en los §§ 145 Y sigs. Algunos casos de enálage del adjetivo, frecuente en el estilo poético, reposan sobre la impresión más fuerte producida por la cualidad de ese adjetivo, que lleva al hablante a expresarla en primer lugar, concertándola con el primero de dos sustantivos, cuando lógicamente se referiría al segundo. Son ejemplos como Eur. Troy. 563 καράτομος ερημία νεανίδων, Esq. Sup. 21 ττεριθύμους κατάρας Οϊδπτόδα, etc. E l fenómeno que Fr. H o rn 38 ha denominado «desplazamiento del centro de interés» (Interesseverschiebung), explica muchas construcciones; por ejemplo y especialmente, el caso frecuente en griego de construcciones participiales más o menos en camino 37 H alle, 38 Latein.

H . Sperber Ueber den A ffekt als Ursache der SprachverÄnderungen. 1914. Fr. Horn Z u r Geschichte der absoluten Partizipialkonstruktionen im I^und-I^eipzig, 1918, pág. 54.

128

INTRODUCCIÓN GENERAL

de convertirse en absolutas. Las discordancias de número o su­ jeto que estas construcciones suelen m ostrar se explican por desplazarse el interés del hablante desde una representación inicial, con arreglo a la cual ha iniciado la frase con una cons­ trucción participial, a otra con un sujeto diferente o, al menos, con cambio del número gramatical del sujeto (cf.§ 150 obs. 4 .a): Esq. Eum. 100 παθουσα δ* ούτω δεινά πρός τών φιλτάτων, ουδέ iς υπέρ μου δαιμόνων μηνίεται ( = ούδενός δαίμονος μήνιν έχω), Jen. Hell. 2, 3 , 54 εκείνοι δέ είσελθόντες ... είπε μέν ό Κριτίας. Como el interés del hablante no está siempre ordenado a una rigurosa perspectiva cronológica, puede ocurrir que lo que es posterior en el tiempo y según la naturaleza preceda en la expre­ sión lingüística a lo que es primero según ambos respectos: lo que es πρότερον πρός ύμας antecede a lo que es πρότερον τή φύσει. Es la figura que llama la retórica ύστερον πρότερον y que casi nunca es un capricho rebuscado de un autor, sino algo psicológica­ mente condicionado: Ικέσθαι/ οίκον εύκτίμενον καί σήν(έήν) ές πα­ τρίδα γαΐαν (δ 476, ξ 315, t 533 κ 474, ο 129, ψ 259 y con comienza οίκον ές ύψόροφον en ε 42, 115, η 77 39). Quien para explicar el orden de palabras en esta fórmula recurre al metro como causa decidente, «ése —escribe Améis 40— convierte al príncipe de los poetas en un poetastro fabricante de versos». Cf. otros casos en δ 723, ε 264, π 41 y 341, etc., y en: o 547-8 έκέλευσε δ* έταίρους/αύτούς τ* άμβαίνειν άνά τε πρυμνήσια λυσαι, ψ 22 ταυτ’ έλθουσ’ ήγγειλε και έξ ύπνον άνέγειρε, Tue. 5 , 61, 1 όρώσι δι* ολίγου τούς εναντίους έν τάξει τε ήδη πάντας καί άπό του λόφου προεληλυθότας. Dentro del ύστερον πρότερον, entendido en un sentido m uy amplio, se incluyen igualmente muchas construcciones y giros propios de un lenguaje impresionista como el lat. terra mouit. En el uso del imperativo y en el del vocativo hay casi siempre un fondo emocional. E l empleo con frecuencia ilógico de estas cate­ gorías les puede llevar a una fosilización o mecanización, cual es el caso de ειπέ, ays, φέρε, ιδέ cuando el hablante se dirige a varios interlocutores: Ar. Ac. 318 ειπέ μοι, τί φειδόμεσθα τών λίθων, ώ δημόται, Tesm. 789 φέρε δή, τί γαμεΤθ’ ύμάς, γ475 παϊδες έμοί, άγε Τηλεμάχω καλλίτριχας ίππους ¿εύξατε (cf. ρ 190 άλλ9άγε νυν ϊομεν;

Cf. F. Schnorr von Carosfeld Verborum collocatio homérica. Berlin, 1864, págs. 84 sigs. 40 Anhang tu Odyssee. Leipzig, 1865, pág. 54.

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLÓGICAS

129

en cambio, en ψ 254 άλλ* Ιρχευ, λέκτρονδ* ΐομεν, ξ 45 άλλ* εττεο, κλισίηνδ* ΐομεν el singular está todavía justificado) 41. E n cuanto al vocativo cf. el lat. Iuppiter, beocio Máwei (cf. § 157 A a), ruso batjusko «papaito» (el nom. batjuska), usados como nominativos; μα, βρέ ( paréntesis exclamativos (juramentos, cf. § 159, 3a); la αποστροφή (ξ 55 τόν δ’ άπαμειβόμενος προσέφης, Ευμαιε = ξ165, 360, 442, 507, ο 325, π 60, 135, 464, etc.; en la Ilíada: con Patroclo Π 20, 584, 692, etc., Menelao Δ 127, Η 104, etc., Melanipo 102 Cf. Stahl Rhein. M us. 1899, págs. 150 sigs.; Gildersleeve A J P h X IX , págs. 463 sigs.; E. A. Hahn CI. J . X X I II , 1927, págs. 266 sigs.; F. P. Jones Language Suppi. X V , i. Baltimore, 1939. 303 Cf. E . Iycrch Beiheft 42. de la Zeitschr. f. rom . Phil. 1912. 104 Cf. A. Kocevalov en Rhein. M us. L X X I X , 1930, págs. 44 sigs.; Mehlhom Commentatio de adiectivi pro adverbio positi ratione et usu . Glogau, 1828. 106 W. Heise Zur historischen Syntax des adverbial gebrauchten A djektifs im Französischen . Dis. Go tinga, 1911. 106 Cf. J. E . Kemmer Die polare Ausdrucksweise in der griechischen L ite­ ratur. Würzburg, 1903. 107 Cf. Bruhn Anhang § 14 sigs. Para el inglés moderno, donde esta ten­ dencia se deja sentir fuertemente, cf. Deutschbein System der neuengl. S yn t. § 88.

CONDICIO NAM IENTO S Y TE N D E N C IA S PSICO LÓGICAS

157

o 582, Febo o 365, Y 152, hijo de Peleo Y 2 108); parataxis sindética descriptiva («estilo ueni, uidi, uici»; Sóf. Ay. 896 ωχωκ\ ολωλα, διοπτεττόρθημσι, φίλοι, Lisias 12,100 άκηκόατε, έοράκοττε, ττεττάνθατε, εχετε * δικάζετε); clímax asindético (Π 802 εγχος βριθύ, μεγα, στιβαρόν, κεκορυθμένον, Ar. Αν. 527 y sigs. ΐστησι βρόχους, παγίδας, ράβδους, ερκη, νεφέλσς, δίκτυα, ττηκτάς); paronomasias y repeti­ ciones (Ar. Cab. 247 παιε παιε, Ran. 759 πραγμα, πραγμα μέγα κεκίνηται, Herodas 4, 61 αί σάρκες οΐα θερμά θερμά, frecuentísimas en la tragedia); el infinitivo exclamativo del tipo Esq. Eum. 837 εμέ τταθεΐν τάδε, φευ, etc. Bl presente histórico es, al menos en su origen, más bien tm medio expresivo que un procedimiento impresivo. No es que el escritor o hablante, para impresionar al auditor, le presente ante la vista, como en la representación de un drama, las acciones pasadas, sino que el recuerdo de éstas se le ofrece tan vivo que de nuevo le revive, sea porque él mismo tomó parte en ellas, sea porque las considera insólitas y excepcionales. Se ha hecho notar 109 que es frecuente con expresiones que significan lo visto, lo oído, el movimiento..., sensibles e intuitivas. E l imperfecto coincide con el presente histórico (y frente al aoristo) como rasgo expresionista y descriptivo. El tipo de adjetivación apositiva Teócr. 15,148 ώνήρ δξος ατταν, Luc. dial. mer. 11,3 Φιλημάτιον, τήν σορόν (cf. Ar. A visp. 1365 εραν ώραίας σορου), etc. El tipo de metonimia θέατρον por θεαταί (Herod. 6, 21), etc.

B)

T

e n d e n c ia

a

la

d escarga

e m o c io n a l .

76. Las emociones y afectos intensos del hablante des­ cargan en una serie de procedimientos expresivos: interjec­ ciones, exclamaciones, interrogaciones. Una repugnancia hacia la forma regular, unida a una propensión hacia la expresión abrupta, atropello de la lógica y la gramática caracterizan al habla emocional, tendencias revolucionarias que general­ mente son luego remansadas y sujetas por la norma. No sólo 108 Cf. Niltsch Philologus X V I, págs. 151 sigs. y Samuelsson Eranos V I, pág. 40. 109 Heitize en Streitberg Festgabe , págs. 123 sigs. y J. B. Hofmann «Wege und Ziele der umgangsprachlichen Forschung» en B ayer. Blätter f. d. Gym ­ nasial· Schulwesen L X I I , 1926, págs. 319 sigs.

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IN TR O D U C C IÓ N GENERAL

la emoción individual mas también las tendencias sociales pueden influir aquí, y así hay épocas de reserva y frialdad en la relación social, frente a épocas cordiales y afectivas. La emoción se traduce ante todo en los procedimientos fonéticos y prosódicos («tempo», acento, modulación frásica). Las órdenes propenden a la expresión corta y pregnante, las súplicas al circunloquio. Una pronunciación melosa caracteriza a los diminutivos e hipocorísticos, la energía articulatoria suele acompañar a las interpelaciones, insultos, etc. La sintaxis de las negaciones ofrece múltiples ejemplos de construcciones sometidas al influjo de una fuerte tendencia emocional: Tue. 3, 36 μετάνοιά tiç εύθύς fjv ocutoIç... ττόλιν δλην διαφθεΐραι μάλλον ή ού τούς αυτούς.

Kn punto al orden de palabras, lo que atrae la emoción del hablante ocupa las cimas más relevantes de la frase. Bn tom o a ello se ordena después el resto de los elementos: cf. otra vez el nominativo aislativo-enfático (cf. § 145 y sigs.), el acusativo proléptico en parte de sus tipos (cf. § 172 nota), órdenes de palabras del tipo de Plat. Rep. 328 c ευθύς ouv με ΐδών ό Κέφαλος ήσττσ^ετο τε και είπεν, Hdto, 6, 23 πειθομένων τών Σαμίων και σχόντων τήν Ζάγκλην ενταί/Θα οί Ζαγκλαϊοι έβοήθεον frente al tipo Β 49 ήώς... ττροσεβήσετο ... φόως έρέουσα (orden lógico, frente al emocional en Hdto. 6, 70 ές Δελφούς χρησόμενος τω χρηστηρίω ττορεύεται). Palabras que significan «más, tanto, mayor», etc., suelen ponerse a la cabeza de la frase 11°. También la parataxis caracteriza a la lengua emocional y al estilo eruptivo. Desde luego, muchos ejemplos de parataxis sindética están puestos rebuscadamente en boca de personajes poseídos de una emoción fuerte. El sintagma δείδω / μή τι ττάθησι paratáctico posee una fuerza emocional que, al relajarse, lleva a la hipotaxis δείδω μή τι ττάθησι 111. «El afecto complica, la lógica simplifica», escribió Schuchardt112. El estilo afectivo propende a veces a la perífrasis. No deja de ser 310 Cf. L a oración nom inal en Homero , págs. 154 sigs. sobre el orden de los elementos en la frase nominal: los predicativos semánticamente fuertes ante­ ceden al bloque sujeto (cópula). 111 Cf. W. Schadewaldt M onolog und Selbstgespräch. Berlín, 1926. In d e x , pág. 263, donde se mencionan otros ejemplos. 112 Brevier. Ein Vademecum der allgem. Sprachwiss. zusammengest. und eingeleitet von L. Spitzer. Halle, 1928, pág. 324.

CONDICIONAM IENTOS Y TEN D EN C IA S PSICO LÓGICAS

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significativo que el tipo de repetición, dilecto del drama por ejemplo, acontezca con frecuencia en los imperativos: Eur. Res. 676 θεΐνε θεϊνε, Ar. Cab. 247 παίε τταϊε y en los vocativos: Teócr. 6, 8 τάλαν τάλαν, 11 , 72 ώ Κύκλοοψ Κύκλωψ, etc. E ntran aquí también los dobletes o formas mellizas, frecuen­ tes ya en Homero, del tipo: σ 80 τρομέεις και δείδιας αινώς, 0 134 οϊδέ τε και δεδάηκε, Dem. 12, 14 άρχαΐα καί παλαιά, 18, 6 άξιώ καί δέομαι, 21, 187 κλάειν καί δακρύειν, 56, 37 ή vous ... σέσωσται καί εστι σωα, etc. Toda clase de reduplicaciones: κακός κακώς άπόλοιο, καλώς κάλλκττα, μέγας μεγαλωστί (Π 776, etc.), οΐόθεν οιος (Η 39 y 226), όργα περιόργως (Esq. A g. 215), el tipo μυρία μυριάκις, Ar. Paz 291 ήδομαι καί χαίρομαι και ευφραίνομαι, etc. 113.

Formas intensivas del comparativo y superlativo 114. Plural aumentativo que, en ocasiones, lo es afectivo (cf. § 112 ).

Oposiciones ilógicas, por ejemplo, dentro de la llamada «expre­ sión polar»: Sóf. Ant. 1108 ϊτ \ ϊτ* όπάονες οΐ τ* οντες οΐ τ* άπόντες (cf. el ejemplo de Jen. Cir. 8, 7, 28, citado en el § 75 ), El. 305 τάς ουσας τέ μοι και τάς απούσας ελπίδας διέφθορεν, Ar. Ran. 486 δειλότατε θεών σύ κάνθρώπων, etc.

Pero, en cierto sentido, el afecto «simplifica» la expresión. La estructura eruptiva de la frase elimina elementos super­ fluos, la parataxis desdeña las partículas de la hipotaxis, el infinitivo se emplea en lugar de las formas finitas más com­ plicadas, hay elipsis afectivas, aposiopesis. He aquí algunos tipos: μή τριβάς ετι (cf., § 175), μή γάρ δή δίναν γ ' Ευρώτα (cf. Dem., 18, 200; 2, 23; 4, 19, etc.), el tipo Tue. 2, 5 τά έκ τής χώρας εσεκομίσαντο, los zeugmas y anacolutos, etc. Naturalmente* hay autores o géneros enteros caracterizados 113 Cf. Em érita 1959, págs. 138 sigs. Sobre el adjetivo geminado cf. E . Me­ rone Giorn. It. FU. 1958, 337-46, y ejemplos como: Sóf. A y. 414 ττολύν ττολύν, Eur. Andr. 245 σοφή σοφή σύ y 678 γέρων γέρων εί, H ipól. 830 μέλεα μέλεα, Anacr. λεωφόρε λεωφόρ’ Ήροτίμη, Calím. καλός καλός, etc. L a «iteratio adiectivi» no es un semitismo (cf. un triplicativo en Isaías 6, 3), sino algo propio de toda lengua popular (cf. latín multa m ulta, malus malus , etc.). Sobre el tipo A 363 εξαύδα μή κεΰθε^ΐ. E . 816, o 263, ε 143, A 22, A 246, etc.) vid. H. Humbach Münch. Stud, z . Sprachw iss 14, 1959, pág. 25. 114 Cf. H. Thesleff Studies on the Greek Superlative. Helsingfors, 1955, y Studien on intensification in early and classical Greek . Helsingfors-Copenhague, 1954.

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IN T R O D U C C IÓ N GENERAI#

por una sintaxis emocional y otros, en cambio, por una sin­ taxis fríamente lógica y reservada. Por otra parte, los proce­ dimientos emocionales no son siempre los mismos. Si hubié­ ramos de juzgar de la temperatura emocional de la prosa tucididea por el número de sus interrogaciones retóricas y otros efectos teatrales semejantes, habríamos de calificarla quizá como la más fría de toda la literatura griega: los retóricos antiguos no contaban en él más que tres hipóforas y una sola interrogativa retórica emocional, el moçou δεινά εΐργασθε; con el que acaba un discurso 115. Pero el historiador υπεροπτικός τ% ακολουθίας tiene sus propios procedimientos (anacolutos, «uariatio», asimetrías, etc.) para expresar su fuerte emoción contenida.

C)

T

e n d e n c ia

al

m enor

esfuerzo

.

77. La lingüística positivista consideraba que las lenguas evolucionaban buscando fundamentalmente la mayor como­ didad, el menor esfuerzo de los hablantes. Tales puntos de vista no son hoy, después de una etapa de lingüística idealista, compartidos. Juegan un papel no despreciable estas tendencias económicas; pero constantemente alternan en la lengua la economía y el ahorro de energías con el lujo y el dispendio de medios expresivos, la elipsis y el pleonasmo. En muchos fenómenos en los que se suele ver una ejemplificadón de la tendencia al menor esfuerzo intervienen también otras ten­ dencias. Piénsese en el corrientísimo fenómeno de la analogía sintáctica. Las construcciones y, en general, las formaciones analógicas son, por una parte, más cómodas que las anómalas e irregulares; pero, al propio tiempo, ponen orden en el mate­ rial de la lengua y sirven así a otro tipo de tendencias que luego estudiaremos. En definitiva, el conservatismo de la lengua es más cómodo que el esfuerzo penoso de creación ori­ ginal.

115

Pero cf. W. Schmid Gesch. d. griech. L it. I 5 pág. 198.

C O NDICIO NAM IENTO S Y TEN D EN C IA S PSICOLÓGICAS

161

Consideremos algunos casos típicos: En el capítulo de la prosodia y fonética, la ordenación de pala­ bras persigue frecuentemente fines de comodidad para el hablante: se evita la sucesión de palabras o sonidos de pronunciación costosa o difícil, exactamente como dentro de la palabra acontece con algunos fenómenos fonéticos. Se evita igualmente que los acen­ tos, de articulación nítida y expresiva, se sigan continuamente. De ahí, en parte, la conocida tendencia en griego a colocar esas frecuentísimas enclíticas περ, δε, γε, etc., detrás de la palabra im­ portante de la frase: queda así aislada y se la pone en vedette ; pero, al mismo tiempo, se evita someter al hablante a un esfuerzo fuerte de tension articulatoria: Dem. 4, 2 τί οΰν έστι τοϋτο; E n lenguas de acento intensivo, que requiere mayor esfuerzo que el musical, el orden de palabras e incluso ciertos sintagmas «de relleno» se deben muchas veces a idéntica tendencia a evitar la contigüidad inmediata de las cimas tonales: tal es el caso del llamado «infinitivo hendido» (split-infinitiv) en inglés, del tipo to strongly sustain 11β. E n los variados fenómenos que tradicionalmente se integran bajo la rúbrica de «braquilogía» influyen diversos condiciona­ mientos y tendencias: emocional, tabú religioso o social, las len­ guas especiales, etc.; pero, en fin de cuentas, toda elipsis o b ra­ quilogía sirve a una tendencia al menor esfuerzo. E l capitulo es m uy amplio y a él habrá que dedicar la debida atención en nues­ tra estilística sintáctica. Mencionemos ahora una serie de ejemplos: Aunque el tipo de expresión εϊς (âs), εν, έξ Aï δον (cf. § 192 y sigs.) es seguramente un genitivo ordinario, desde el momento en que alterna en el uso lingüístico con el tipo más desarrollado, «is δόμον Αΐδου, etc., se siente como una construcción braquüógica y en su empleo pueden intervenir las tendencias económicas de la lengua. El tipo de construcción 1451 ή δ3αΐέν εμέ λισσέσκετο γουνών es una variante comprimida del completo Z 45 λαβών ελλίσετο γουνών (a aquel tipo se asocia, aunque quizá sea origi­ nariam ente un genitivo ablativo, β 68 λίσσομαι ή μέν Ζηνός ’Ολυμ­ πίου ήδέ Θέμιστος). Un tipo semejante a la contracción fonética y que podríamos denom inar «contracción sintáctica» (su análogo en lexicología son las «portemanteau-words» del género de Ölberg etc) tenemos en 116

Cf. J. H. Hoops Englische Sprachkunde. Stuttgart, 1923, pág. 120.

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IN TR O D U C C IÓ N GENERAL

casos como A 135 άλλ’ ει μέν δώσουσι γέρας μεγάθυμοι ’Αχαιοί (i. e. καλώς εξει) * ει δέ κε μή δώωσιν, εγώ δέ κεν αύτός ελωμαι, α 188 ξεΐνοι δ* άλλήλων ττατρώιοι εύχόμεθ’ είναι / êj αρχής, εϊ πέρ τε γέροντ* εϊρηαι (esto es: και τοΰτο γέρων φήσειε, εΐ ...), Ζ 150 εΐ 6’ έθέλεις καί ταΟτα δαήμεναι (sc. ϊσθι), εστι ττόλις Έφύρη, Γ 52 ούκ άν δή μείνειας άρηίφιλον Μενέλαον; ( —-εΐ μείνειας) γνοίης χ* οιου φωτόδ Ιχεις θαλερήν παράκοιτιν. También el tipo ενθα καλείται ( = ubi situm est quod καλείται; cf. W. Schulze Quaestiones epicae Güterloh, 1892, pgs. 286 y 526) y expresiones como παρεΐναι είς Σάρδεις, στήναι εις τόπον τινά, ήλθεν έν τή πόλει, etc. (cf. lo dicho en § 46 sobre la expresión del «fait accompli»). Igualmente el tipo εΐπερ τις, ειπερ που, εΐπερ ποτέ. 117 El uso pregnante de ciertos verbos transitivos, que les puede convertir en intransitivos (cf. § 163). La comparatio compendiaria (cf. § 216) y giros análogos: Φ 191 κρείσσων αυτε Διός γενεή ποταμοΤο τέτυκται, Ρ 51 κόμαι Χαρίτεσσιν όμοΐαι. La construcción que Th. Kalepky ha llamado 118 «persona pro re», de la que en griego ofrece variados ejemplos el estüo conciso de las inscripciones. Así esta tesalia (del año 214 a. de C., recogida en Solmsen-Fränkel In ser. Graec. ad inlustr. Dialectos selectae. Leipzig, 1930, pág. 21, lín. 27 y sigs): πννθάνομαι τους πολιτογραφηθέντας κατά τήν παρ’ έμου επι­ στολήν και τό ψήφισμα τό υμέτερον και άναγραφέντας είς τάς στήλας έκκεκολαφθαι. El cambio, sin mención expresa, del sujeto o del obje­ to: Tue. 2, 65 οσον χρόνον προυστη (Pericles) τήςπόλεως... ασφαλώς διεφύλαξεν αυτήν, και έγένετο (ή πόλις) επ’ έκείνου μεγίστη;4, 96 τό μέν ευώνυμον τών Βοιωτών... ήσσατούπότών *Αθηναίων, καί επίεσαν (sc. oi ’Αθηναίοι) τούς τε άλλους, etc. El tipo «café cantante» U9: τό εύρίσκον (εύρύν) «el precio conse­ guido» 12°, ό έπιβάλλων (— φ έπιβάλλει), τό συνειδός, etc., puede, en parte, reposar sobre abreviaciones propias de estratos socia­ les determinados 121. El tipo χλωρόν δέος (Η 479, Θ 77, etc.; cf. Κ 376 — 0 4 χλωρός ύπαί δέους); ήλεός οίνος (η 182, ξ 464); κρυόεις, κρυερός γόος, κρυόεσσα ΐωκή; θάνατος δυσηλεγής (χ 325), τανηλεγής θάνατος (β 100); λυγρόν κήδος, πένθος; οιστοί στονόεντες (φ 12), loi ώκύμοροι (χ 75), etc. Cf. lat. pallida mors, gelida formido, etc. 117 118

Cf. Kühner II, pág. 573.

Zeitschr. f. französische Sprache X L L 1913, págs. 257 sigs. y X I J V ,

1917, pág. 243. 119 120 121

Cf. A. Debrunner M u s. H elv. I, 1944, págs. 31 sigs. Una interpretación diferente en Schwyzer II, pág. 121, nota r. Cf. L . Spitzer A u fsä tze , págs. 18 sigs.

CONDICIONAM IENTOS Y TEN D E N C IA S PSICO LO G ICAS

163

Fundamentalmente reposa sobre la personificación de estos con­ ceptos φόβος, yóos, etc., basada en creencias religiosas o en motivos poéticos; pero, en etapas posteriores, puede influir un cierto momento de propensión hacia la brevedad. F. Sommer los llama «schiefen Attributen» 122. La tendencia al menor esfuerzo condiciona el uso de términos imprecisos como «cosa», «hacer», etc., que se utilizan como como­ dines, evitando el esfuerzo que supone la busca del término espe­ cífico y más matizado: así, en griego, ocurre con vocablos como χρήμα, τι, etc. Tabachovitz 123 incluye dentro de esta tendencia el tipo, fre­ cuente en griego medieval y moderno, que designa la casa, palacio, iglesia, etc., de una persona, santo, etc., con un τά + genitivo. El sintagma es, como se sabe, ya clásico: Jen. An. 3, 1, 10 τά τών στρατιωτών 124, etc. La fosilización de ciertas partículas relativas, cualquiera que sea su antecedente, como ocurre con el gr. mod. ττου12s. Ya el uso clá­ sico de los adverbios relativos ενθα, ή, δθεν, oí, con antecedentes personales puede responder a la misma tendencia: Hdto. 9, 1 οκού δέ έκάστοτε γίνοιτο, τούτους τταρελάμβανε 12β. A veces la imprecisión debida a la pereza mental puede enla­ zarse con un cierto egocentrismo en virtud del cual el hablante rehuye situarse en la postura del auditorio. El cambio, tan carac­ terístico, de sujeto en el estilo de la Ley de las Doce Tablas (si in m s uocat, ito. N i it antestamino: igitur em capito) tiene su co­ rrelato en griego, como antes hemos visto (cf. § 53). El tipo braquilógico que Havers denomina «representación» puede llevar también a ambigüedades. W. Carland 127 estudió en el Avesta el tipo de designación de un dios, que incluye implíci­ tam ente a los dos que con él están relacionados: cuando se dice Mazdah se está mencionando también a Asa γ Vohumanah. Por medio del nombre de una persona principal (un rey, por ejemplo) pueden ser «representadas» o tra s12S. Cf. el tipo de dual elíptico que estudiamos en § 106 c. 122 Zum Attributiven A djektivum SB AW , 1928. 123 Sprachliche und Textkritische Studien zur Chronik des Theophanes Confessor. Dis. Upsala, 1926, pág. 3. 124 Kühner I, pág. 269. Cf. Hdto. 7, 200τ6 Δήμητρος y § 192. 125 Η. Jensen I F XI*VII, 1929, págs. 295 sigs. 126

127 128

Kühner II, págs. 401 nota i. K Z X X X , 1890, págs. 540 sigs. Cf. lyöfstedt Syntactica, 68.

IN T R O D U C C IÓ N G ENERAI/

También lo que Brugmann llamaba «distensión» (Streckung) de verbos y nombres verbales de aspecto ingresivo que pasan a d u rativos 129 por circunstancias contextúales. A. Persson 130 ha estudiado el tipo Σ 96 μεθ* Έκτορα, Tue. 3, 68, 1 μετά τόν Μήδον (— μετά τά Μηδικά, «después de las guerras médicas»). Para la expresión de estas nociones suele generalmente emplearse un Sicilia amissa como Hdto. 1, 34 μετά Σόλωνα οΐχόμενον, Ού 575 μετά Πάτροκλόν γε θανόντα. El tipo Tue. 6, 27 τό πράγμα μει^όνως ελάμβανον (cf. lat. male reprehendunt). La «vuelta a la posición de descanso» (Herstellung der Ruhela­ ge) de Behaghel (cf. § 148): nominativo, indicativo, etc. La repelencia hacia la subordinación es característica de todo estilo perezoso. Entre los muchos condicionamientos que, como hemos ido viendo, puede haber en la base de la parataxis en la lengua popular, es éste uno de los más importantes. El estilo adicional o supletorio (Nachtragstil) es igualmente característico de esta sintaxis. Nachm anson 131 cita la siguiente inscripción: ó γραμματεύς τοΰ Θεού άποδεξάσθω έξαντής τάς άττογραφάς τών βουλομένων χρηστηριασθήναι καί ττάντας άναγράψας τά ονόματα εϊς λεύκωμα, τταραχρημα προθέτω τό λεύκωμα, etc. Se ha querido corregir πάντα [ς] τα ονόματα. No es necesario: «Inscriba a todos, sus nombres», expresión apositiva en vez del genitivo normal. Estas epexegesis se hacen necesarias, porque la tendencia al mínimo esfuerzo evita que el pensamiento pueda ordenar previamente una expresión adecuada. Lo cual se traduce, por otra parte, en cantidad de monótonas repeticiones: las tenden­ cias económicas no siempre llevan a la braquilogía, mas también al pleonasmo. Tal es el caso de las «muletillas» y de los paréntesis más o menos vacíos semánticamente: ή δ* ος, ήν δ* έγώ, οίμαι, δοκώ, ευ ίσθι, εφαμεν, πώς δοκεϊς, πώς οιει, δηλονότι, etc., puntos de apo­ yo y descanso en que se detiene el pensamiento para cobrar fuerzas. A esta tendencia puede responder también la «repetición para­ lela» del género de θ 322 ηλθε Ποσειδάων γαιήοχος, ήλθ* εριούνης Έρμείας, ήλθεν δέ άναξ εκάεργος 9Απόλλων que, anáfora estilística, reposa primitivamente sobre un procedimiento popular.

. 329 Ber. Verh. Sächs. Ges. PV^'ss. phil. hist. K l. 69, 1917, i. Heft. 28. 330 Eranos X X , 1921, págs. 58 sigs. 131 Beiträge zur K enntniss der alt griechischen Volkssprache. Upsala, 1910, pág. 69·

CONDICIONAM IENTOS y

t e n d e n c ia s

p s ic o l ó g ic a s

165

La tendencia a uniformar los medios expresivos, puesta fundamentalmente al servicio de la ordenación del material lingüístico (qí. infra), es, en parte, resultado de la propensión al menor esfuerzo. Con la fuga anomaliae se elimina el lujo de formas más o menos equivalentes, se poda la abundancia y riqueza de medios. En el proceso de desaparición de la flexión sintética, alternante ya largo tiempo con procedimien­ tos perifrásticos, esta tendencia desempeñó una función muy importante.

D)

T

e n d e n c ia

al

orden

.

78. La lengua es un fenómeno social; sirve primariamente a la comunicación entre individuos. Cuanto más amplia es la comunidad lingüística, más imperiosamente se hace sentir la necesidad de claridad. Alguien ha dicho 132 que la historia de las lenguas se mueve en la diagonal de dos fuerzas, la ten­ dencia al menor esfuerzo y la necesidad de claridad. Todos los miembros de la comunidad deben entender lo expresado por un individuo determinado. De aquí que éste deba sujetarse a la norma y, en la variada fauna lingüística, poner el orden de la clasificación de los géneros, especies y sus relaciones mu­ tuas. No en vano se ha dicho también 133 que «el hombre es un animal clasificador». En definitiva, la gran tendencia que rige el desarrollo de las lenguas, la analogía (sobre la que influ­ yen también otras fuerzas encaminadas al menor esfuerzo, etc.), no hace otra cosa sino poner orden en el material gramatical, eliminando las anomalías, destruyendo las especies raras o sobrevivientes en beneficio de la regularidad. Que la tendencia al orden coincide a veces con otras tendencias ya lo acabamos de indicar refiriéndonos a su relación con la tendencia hacia el menor esfuerzo. Sus conexiones con la elocución afectiva y enérgica son también frecuentes, y, en última instancia, por servir a la finalidad social de la lengua se relaciona igualmente 132 133

G. von der Gabelentz Die Sprachw issenschaft. Leipzig, 1901, pág. 256. Ο. Jespersen D ie Sprache . Trad. alem. Heidelberg, 1925, pág. 375.

166

IN T R O D U C C IÓ N GENERAI*

con las tendencias sociales que luego estudiaremos. En oposi" ción a W. Wundt. para quien la analogía se opera sin que el hombre salga de un estado de pasividad, ni participe en ella su voluntad o pensamiento, es preciso insistir, con E. Otto, Vossler y Havers, sobre el punto de vista contrario. El proceso de asociaciones que está en la base de los fenómenos de ana­ logía no es algo absolutamente pasivo, sino de tipo «reactivo» al servicio de la «ley de totalidad». En cualquier capítulo de la sintaxis que tomemos como ejemplo, la historia de las construcciones que se incluyan en él nos permitirá, al comparar estados de lengua cronológica­ mente diferentes, documentar esta tendencia general hacia el orden y la claridad. Las construcciones equivalentes desapa­ recen en beneficio de una sola; si no desaparecen, son dotadas de una significación distinta, que les confiere derecho a vivir en una comunidad económica y ordenada. Tal vez no exista capítulo en el que esta tendencia se evidencie más claramente que en el de la historia misma del período sintác­ tico: el paso de la parataxis a la hipotaxis, el nacimiento de las varias especies de oraciones subordinadas, con las reglas cada vez más constantes y precisas sobre partículas introductorias, uso de modos y tiempos, etc., frente a la mayor libertad y am­ bigüedad de las situaciones anteriores. Como apartado im por­ tante a este respecto señalemos la historia de la inserción de los paréntesis o frases intercaladas o miembros marginales (cf. el acusativo de aposición oracional, el acusativo apositivo, § 173 , etc.). Toda la historia de la categoría del género gramatical con la conclusión de asignar la flexión tem ática al género masculino (y neutro) y la flexión en -â al género femenino, pasando de una a otra declinación a ciertos nombres, caracterizando a los mascu­ linos en -â, etc. (cf. § 101), ejemplifica igualmente esta tendencia al orden. En fin de cuentas, las realizaciones del esquema coró κοινού, por el que lo dúplice viene simplificado, entran también en este tema. E l típico «zeugma» (también motivado muchas veces por una tendencia económica), igualmente: M 319 εδοι/σί τε πίονα μήλα οίνον τ ’ Ιξαιτον, Pínd. Ο. 1 , 88 ελεν δΌΙνομάου βίαν παρθένον τε «τύνευνον.

CO NDICIO NAM IENTO S Y T E N D E N C IA S PSICO LÓ G ICA S

167

Otras veces la tendencia al orden se alia con un cierto lujo de medios expresivos: las dobles preposiciones συνάμα, σύν τε, etc., que examinábamos antes (§ 57 ), los tipos compuestos para ex­ presar la reciprocidad 134 y toda una serie de pleonasmos de los que mencionaremos una serie dentro de la sintaxis del genitivo (cf. § 190 y sigs.), por seleccionar un caso típico. Así, los tipos ποδάνπττρα ττοδών, βοών βουκόλος, υπώρεια του όρους, ώμοβόϊνα βοών, etc.; άπαις άρρένων παίδων, ερσενος yóvou; una variada serie de tipos más o menos próximos al genitivo de identidad (cf. § 190 A y sigs.) τω φρονίμω τής γνώμης, νιφάδες χιόνος, etc.; el tipo μέχρι τήμερον τής ήμέρας (cf. fr. vulg. au jour d'aujourd'hui, esp. en el día de hoy; hoy < hodie, hoc die), etc. Muy corriente en griego es el tipo Tue. 1 , 23 τάς αίτιας προέγραψα πρώτον; 6. 57 έβούλοντο πρότερον προτιμωρήσασθαι, etc. Repetición de preposiciones: είσ (βαίνειν, -πλεΐν, -ιέναι, etc.) εις, άπελαύνειν άπό, etc. Otro tipo: Hdto. 3, 16 εκ τής ταφής έκφέρειν εξω, Ar. Plut. 238 κατώρυξέν με κατά τής γής κάτω; hom. εξ άλόθεν, εϊς άλαδε. Otro: άληθώς όντως, ώς άληθώς τω όντι, αύθις, πάλιν αύτις, τάχα ίσως, έπειτα μετά ταυτα, άλλος ετερος. Parejas de sinónimos verbales: Dem. 18, 6 άξιώ και δέομαι, 18, 321 δύνασθαι καί Ισχύειν, 9, 45 εκόλα^ον και ετιμωρουντο, etc. Bl tipo: Ar. Avisp. 795 εφασκε λέγων ο ελεγε φάς, είπον λέγων, etc. Bl tipo ψ 265 μυθήσομαι ούδ* έπικεύσω, Hymn. Herrn. 243 γνώ δ" ούδ* ήγνοίησε, etc. Bn algún caso la epexegesis sirve también a la claridad: α 299 Ικτανε πατροφονήα ... ό οι πατέρα κλυτόν §κτα; cf. los tipos de σχήμα κάθ’ ολον καί μέρος, y también la epexegesis local en casos como los estudiados en el § 186. B1 seña­ lamiento de la persona gramatical por el pronombre de primera y segunda persona (cf. § 143). Bl tipo gr. mod. αυτός εινε ó άνδρας που τόν είδα «éste es el hombre que (ht. en donde yo a él) he visto». La estructuración periódica de la prosa griega membratim, simétrica, antitética o paralelística, con sus minuciosos procedi­ mientos objeto del estudio estilístico, constituye la cima misma de la tendencia al orden de la lengua griega. Bn esta tendencia, quizá más que en ninguna otra, se corporeiza el progreso de la lengua: claridad, exactitud (y también, elegancia) son las metas a que tiende ese progreso, en el que con frecuencia desempeña su papel el esfuerzo y la actividad organizadora de los gramáticos. Claro es que, de acuerdo con la estructura misma de la psicología 134 Schwyzer II, pág. 198; sobre las construcciones σατό κοινού cf. E . des Places R E G 1962, págs. 1-12.

168

IN T R O D U C C IÓ N G EN ER AI,

ÿ de los ideales más o menos intelectuales, estéticos, etc., de cada pueblo. Si los griegos, por ejemplo, viven en el presente, con poca consideración del pasado en sí o del futuro, no es extraño que la expresión del tiempo relativo, que Wilmanns 135 ha com­ parado al nacimiento de la perspectiva en las artes, no alcanzara en ellos gran desarrollo, como lo alcanzó entre los latinos. Construcciones a primera vista anómalas y que parecen ir contra la tendencia a la regularización y al orden, están, sin embargo, por ella condicionadas en cuanto que son debidas a un tratam iento profiláctico de posibles anfibologías. Frente a la calculada técnica de ambigüedad cultivada por la lengua de los oráculos (cf., por ejemplo, el famoso aio te, Aeacida, Romanos uincere posse, que engañó al rey Pirro), cuando por haber en una misma frase de infinitivo dos acusativos, sujeto y complemento, podrían caber dudas con respecto al papel desempeñado por cada uno, puede aparecer el tipo sintáctico representado por υ 139 ή μέν δέμνι* ccvcoyev ύποστορέσαι δμωησιν 13β.

Ε)

T

e n d e n c ia s

e s t é t ic a s .

79.

L a dimension social no agota el contenido de la lengua. E l elem ento ornam ental y estético está presente siempre en to d a lengua auténtica: sólo los idiomas artificiales, como el esperanto, elim inan el elemento artístico de la lengua. P or­ que el ornam ento, en su función originaria, reúne lo bello con lo útil: la colum na que sostiene el edificio es, al mismo tiem po, u n a obra de arte, y la escalera cómoda in v ita, por la elegancia de sus proporciones, a subir a la casa hospitalaria. Sólo los lenguajes superestilizados y pedantes son inútües, en cuanto inutilizables p ara los fines de comunicación social. E n su libro Die Entwicklungsphasen der neueren Baukunst137, P aul F ran k acuñó el concepto de la «finalidad como inspira­ ción» (Zweckgesinnung). «También los idiomas —escribe

135 Deutsche G ram m atik III, i. Estrasburgo, 1906, pág. 182. 136 Kn algún caso pueden influir razones distintas para evitar dos casos de Idéntica terminación seguidos, como en este ejemplo latino: perdicca pueris equos iu ssit conscendere. Cf. Baehrens Eranos X I II, 1913, pág. 21. 137 Leipzig, 1914.

CO N D ICIO N AM IEN TO S Y T E N D E N C IA S PSICO LOGICAS

le a

Vossler 138—, gracias a su ordenación de formas más o menos simétricas, gracias a su llamada gramática, tienen en sí algo arquitectónico de lo que no se puede dar cuenta con una explicación puramente mecanicista ni tampoco por medio de referencias exclusivas a necesidades endoidiomáticas, teleológicamente económicas. Porque, a la par y hasta dentro de ellas, lo ornamental tiene sus derechos». Qué lejos estamos hoy, después de los fecundos estudios de la escuela de lingüística idealista, de suscribir la afirmación que en 1880 hacía Franz Misteli: «Aclaraciones deducidas de leyes y tendencias armó­ nicas o de cualquier otra especie estética están todo lo más lejos posible del espíritu de la lingüística actual»139. Afirmación que en aquella época desde luego era cierta. Por encima de la ordenación conveniente o finalista apunta la inspiración de lo ornamental. ¿No es acaso ornamental toda la teoría del hiato severamente cultivada por toda la literatura oratoria ática? ¿No es acaso ornamental un rasgo como el de la ν εφελκυστικόν? ¿O la alternación de sufijos o terminaciones como ώτερος /-ότερος, -po /-λο, καλλύνω /γλυκαίνω y tantos y tan­ tos otros? ¿O la conservación, en cualquier estado de lengua diaria, de múltiples arcaísmos, que hacen el efecto de piezas heráldicas recordatorias de generaciones desaparecidas? Cuanto más ajena sea una forma idiomática a sus fines actuales de comprensión, por desdibuj amiento de sus condiciones origi­ narias, el espectador, el auditor que no cuenta con especiales conocimientos históricos, verá en ella sólo lo ornamental, bien así como el visitante de una fortaleza medieval, que desconoce el valor funcional de los elementos constructivos y sólo capta la atmósfera romántica o sentimental. Cuando se afloja la conexión entre el carácter documental o pragmático de una lengua y el factor ornamental, ambos si­ guen caminos distintos: la lengua de la comunicación práctica se barbariza, la ornamental se academiza y escolariza, divor­ ciada de la vida. En aquellas épocas o grupos sociales en que

138 139

Filosofía del lenguaje, pág. 26 r. Zeitschr. /. V ölkerspsy cholo gie und Sprachw. X I, 1880, pág. 471»

170

INTRODUCCIÓN GENERAL

ambos aspectos logran unificarse al máximo, la historia de la lengua alcanza su más alta plenitud. Claro es que la mayor o menor participación de ambos aspectos en el ingrediente de una lengua depende de muchos factores: situación general más o menos urgida por necesidades apremiantes, estructura­ ción de la sociedad, etc. «Es imposible —escribía en 1923 Vossler140— realizar el proyecto esperantista mientras no se tenga o logre producir una mentalidad esperantista. Esta mentalidad se llama pacifismo, socialismo radical, comunismo, racionalismo, igualitarismo absoluto, utilitarismo y tecni­ cismo.» Quizá en nuestro siglo las posibilidades de una jerga pura y exclusivamente práctica hayan aumentado considera­ blemente con relación a otras épocas. Quizá; lo que en todo caso se puede afirmar es que pocas veces habrá visto el mundo una posibilidad conseguida al precio de tanta renuncia y abdicación. Una lengua así puede entrar en el dominio del estudio sociológico, tanto más cuanto más menesteroso sea su carácter artístico y decorativo. Pero donde la voz de la poesía, lanzada al cielo por los hijos de Atenea y Zeus, se deje oír y la de los pensadores especulativos, y la de los gramá­ ticos que purifican el sistema de la lengua, allí el interés so­ ciológico, químicamente puro, se autocondena, al ser aplicado exclusivistamente, a no revelar el misterio de la lengua. En el pensamiento lógico, concentrado en un sistema con­ ceptual, la sintaxis, en cuanto aspiración a lo lógico, prima más que en la poesía, dominio libérrimo del arte. Pero poesía y prosa se atraen recíprocamente, fortaleciéndose en mutuas influencias y trenzados. El caso del científico puro, que es­ cribe una prosa abyecta, o del poeta químicamente puro, en cuyo yunque falta el fósforo filosófico o el hierro pedagógico, son especies que no se dan en la buena época griega. Por otra parte, el lenguaje diario y corriente, que en rigor no es poesía ni prosa, tiene su forma artística pertinente, que se llama elocuencia. Y quizá en ninguna parte como en Grecia estuvo el habla corriente tan vocada hacia el arte. Dicho se está que la mutua compenetración entre estética y sociología se hace 340

o. c

pág. 265.

CONDICIONAMIENTOS Y TENDENCIAS PSICOLÓGICAS

171

más necesaria en la consideración de esta lengua que busca la eficacia y la acción a través de la elegancia. Nunca tampoco como en la antigüedad clásica, retórica y política, oratoria y acción, arte y práctica estuvieron tan inextricablemente unidos.

80. Hacer un estudio sistemático de los medios sintácticoestilísticos de la lengua griega ha de ser el cometido de la úl­ tima parte de esta obra. Ahora sólo queremos pasar somera revista de algunos ejemplos de construcciones o preferencias sintácticas condicionados por tendencias estéticas. Prescindi­ mos de todo lo que se refiere a la estilística de los sonidos y a la estilística de la palabra 141 para referirnos exclusivamente al dominio sintaxis-estilística (estética). El goce en el sonido (aliteración, asonancia, rima, etc.) juega en la sintaxis griega el papel considerable que puede deducirse de la consideración de estos tipos 142: Ante todo las variadas realizaciones del σχήμα έτυμολογικόν. Bn la sintaxis de los casos: el nominativo etimológico del tipo κειμήλια κεϊτο, άοιδός αείδει, τέκουσι τοκήες, κόκκυξ κοκκύ^ει, Ιτλην ό τάλας, ό άγων άγεται, etc.; el acusativo etimológico bien conocido: βουλήν βουλεύειν, ττήματ1 επασχον, etc. (cf. § ι 65·)> los varios tipos de genitivos etimológicos del género de βοών βουκόλος, τταϊδες τταίδοον, τόκοι τόκων, πας παντός, πολλή πολλου, κακά κακών, άναξ άνάκτων, μιαρών μιαρώτατος, έν μαλακωτάτοις τών μαλακωτάτων, του κοινού λόγου κοινωνήσομεν (cf. § 190); locativo etimológico del tipo πήμα έπί πήμασι, άλγεα άλγεσιν (cf. § 262); instrumental etimológico μάχεσθαι μάχη, 3*ίν βίω, etc. (cf. § 271 ) ο πυρι πυρ (έδάμασσε, etc., cf. § 190) ο γονή γενναίος, μεγάλη μεγάθει, etc. Los tipos λέγουσι λέγοντες* τεθνδσι θανόντες; εγγύβεν εγγύς, μεγάλως μεγαλωστί, άπειράκις άπειρα, άλλοι άλλως, πάλαι παλαιάς άπό συμφοράς (Bur. Or. 811), πολύ πολυϊδρίδας (Sóf. Inaco Pap. Tebtuni I I I 1, 692). Bl tipo, dilecto

P. Chan traîne «La stylistique grecque» en Actes du premier Congr. In t. E t. Class . París, 1951, págs. 5-12, y J. Carrière Stylistique grecque pratique págs. 168 sigs. 142 E . Hoffmann Ausdrucksverstärkung . Gotinga, 1930, passim. 141

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INTRODUCCIÓN GENERAI/

de la tragedia άδωρα δώρα, άνομος νόμος, γάμος άγαμος (cf. § 190 C) y otros semejantes: εύθάνατος θάνατος (Men. fr. 16), μάτερ δύσμητερ, etc. E l tipo άθλοφόρους οΐ άεθλα ... άροντο, etc 143. Las repeticiones, epanalepsis, anáforas, etc.: Bsq. Pers. 256 άνΓ άνια, 560-2 ναες-ναες-ναες, 930 αΐνώς αΐνώς, 940 πέμψω πέμψω, 980 μυρία μυρία, 985 Ξλιττες ελιπες, 1010 νέα νέα δύα δύς«, etc. Jue­ gos verbales más o menos conscientes: Gorg. B 11 μετεωρο-λόγων λόγους, Orfeo B 4 συμττ-όσιον τών όσιων, Pitag. 44 A έκ τας πυραμίδος τό πυρ, Λ 749 ούδας όδάξ έλέειν, Ar. Cab. 1057 χέσαιτο γάρ εΐ μαχέσαιτο, Jen. An. 7, 4, 11 εδοξε δέ αύτω αύτοϋ αύλισθηναι, Teócr. 24, 50 αυτός άυτεί, A . Ρ. 11 , 323 κόρακας κολάκων, A. Ρ. 7, 425 γλαυξ άδε γλαύκας Παλλάδος, A. Ρ. 14, 31 του πάτρη πατρός, etc. Bl όμοιοπρόφορον (Gorg. Β 11 , 9 δει δέ και δόξη δειξαι) y el όμοιοκάταρκτον (Plat. Rep. 480 α φιλοδόξους... φιλοσόφους), etcétera. La repelencia por el hiato justifica la construcción con o sin partícula en un caso como K 325 δφρ* αν ϊκωμαι frente a un οφρα Τδωμαι ((fi5-). Se ha hecho notar 144 que el uso muy amplio (cf. § 116 ) que de los plurales de abstractos hace Isócrates puede en parte deberse a la repugnancia por el hiato: Areop. 30 έν ταϊς πολυτελείαις ένόμι^ον, 38 ταϊς αυτών κακίαις έμμένοντας, 55 ταϊς έργασίαις, ταϊς έπιμελείαις, etc. Bn Areop. 76 οί τοιουτοι τών λόγων construcción un tanto rara por evitar τοιουτοι oí λόγοι. Y, naturalmente, como medio más banal de evitación del hiato sur­ ge el hipérbaton 14δ. Bl homeoteleuton o rima final (cf. Bsq. Pr. 690-1 ώδε δυσθέατα και δύσοιστα πήματα, λύματα, δείματα) puede excepcional­ mente imponer una construcción menos normal o irregular, por ejemplo la creación de un superlativo (άπαξ) en Jen. Sytnp. 8, 40 άξιοπρεπέστατος, Ιεροπρεπέστατος. Cf. J. Nussbaumer Die Figuren des Gleichklangs bei Euripides Dis. Freiburg, 1938, passim. A veces, por reacción, juega una tendencia contraria: cf. los tipos την ταχίστην Ιέναι (cf. § 168) ο λήθην ποιεΐσθαι (cf. § 166 Cobs.). Frente al tipo ξύλινα λίνα (LXX Sir. 22,16), cf. Hdto. 7, 25 βύβλινα τε καί λευκολίνου con una uariatio impuesta por el horror aequi. H asta qué punto juega esta tendencia a la μεταβολή en un autor como Tucídides es algo que toda persona iniciada en

143 Cf. Kühner II, pág. 586. 144 Blass D ie attische Beredsamkeit II, p. 134. 145 Para Polibio cf. H ultsch en Philologus X IV , págs. 288

sigs.

CONDICIONAM IENTOS Y TEN D E N C IA S PSICO LÓ G ICA S

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la lectura de dicho autor conoce perfectamente 146. Ya Dionisio de Halicarnaso caracteriza su elocución como una φράσις δυσπαρα­ κόλουθος. No siempre estos fenómenos están al servicio del principio uariatio delectat, Bn Tucídides concretamente la inconcinnitas casi siempre sirve a una vocación de matización y distinción de diferencias, en que es maestro el historiador ateniense, no simplemente a un deseo de apartarse de lo corriente, que inevitablemente llevaría al amaneramiento: no son θεατρικά σχήματα, sino άκριβολογία. A veces —y en esto la lengua sigue ima tendencia perceptible tam bién en las artes arquitectónicas— la uariatio se introduce sólo en el último miembro de una construcción, que goza como cláusula de un relieve especial. A este respecto es digna de se­ ñalar la tendencia a edificar la frase con arreglo a un climax ascendente, siendo el último miembro el más completo y largo. Algunos hechos métricos, como la distribución de algunos versos por obra de las cesuras, en partes desiguales, de las cuales es algo más larga la última, evitando el corte simétrico, o en varios trozos de extensión creciente 147 podrían aducirse aquí como pa­ ralelo. Incluso contra la propensión bien documentada en griego 148 a poner en las enumeraciones el artículo en los primeros miembros y omitirlo, en su caso, en el último (Jen. Mem. 3, 10, 5 τό μεγαλο­ πρεπές τε καί έλεύθερον καί τό ταπεινόν τε καί άνελεύθερον, A n. 3, 2, 20 περι τάς έαυτών ψυχας καί σώματα) puede aparecer el tipo Bur. EL 1352 οίσιν 5’ όσιον καί τό δίκαιον φίλον èv βιότορ, σ 229 οίδα εκαστα έσθλά τε καί τά χέρεια, Ar. Poet. 4, 1449 a 1 Μλιάς.καΙ ή ’Οδύσσεια, Plat. Symp. 179 b ού μόνον δτι ανδρες αλλά καί αί γυναίκες. A la misma tendencia responde la aparición de una preposición sólo en el segundo miembro de una enumeración de dos objetos: Pínd. I. 1, 29 ^εέθροισί τε Δίρκας εφανεν καί παρ’ Εύρώτα, Ν. 10, 38 Χαρίτεσσι τε καί σύν Τυνδαρίδαις, Anacr. 14, 21 πέτασθαι όρη τε και κατ' αγρούς, Sóf. Ant. 1176 πότερα πατρώας ή πρός οίκείας χερός, δ 476 Ικέσθαι οίκον εύκτίμενον και σήν ες πατρίδα γαΐαν.

146 Cf. J. Ros D ie μεταβολή {uariatio) als S tilprin zip des Thukydides. Paderborn, 1938, y, en general, G. Ottervik Koordination inkonzinner Glieder in der attischen Prosa. Lund. 1943. 147 Cf. A. W. de Groot «Wesen und Gesetze der Caesur» Mnemosyne, 1935, págs. 106-7. L a tendencia ha sido señalada como típica del famoso E pitafio tucidideo {II, 35 y sigs.) por J. T. Kakridis Der thukydideische E pitaphios, Munich, 1961, cf. registro s. u. «auxesis». 148 Kühner I, pág. 612.

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Dissen, el editor de Pindaro, comentando los ejemplos arriba aducidos, caía bien en la cuenta de su significación estética: «Quum in continuata constructione facilius languescat oratio, hoc artificio poetico nova vis et alacritas secundo membro conci­ liatur, eaque vere causa est huius collocationis.» También a esta misma tendencia responden ejemplos en los que un genitivo se pone sólo en el segundo miembro de una enumeración, como Bsq. Pr. 21 ουτε φωνήν ουτε του μορφήν βροτών οψει, Bur. HeracL 158 ήν δ* εϊς λόγους τε και τά τωνδ” οικτίσματα βλέψας πεπανθής. Por la uariatio se explican cambios en el uso de las preposi­ ciones, como este de Hdto. 6 , 86, 1 άνά πάσαν μέν τήν άλλην Ελλάδα, έν δέ και περί Μωνίην. También el quiasmo: Δ 63 σο! μέν έγώ, σύ δ* έμοί, Anacr. 21 Hiller-Crusius ή γή μέλαινα πίνει, πίνει δέ δένδρε* αυ γην ... ό δ* ήλιος θάλασσαν, τόν δ’ ήλιον σελήνη, A. Ρ. 14, 9 άνδρ* όμόν έκταν* έκυρός, έκυρόν δ* Ικτανεν άνήρ.

81. Las grandes tendencias estéticas que han caracteri­ zado la historia del período en la prosa artística griega son la simetría o paralelismo, característica de la λέξις κατεστραμ­ μένη o εν ττεριόδοις (precedida por una λέξις άντικειμένη o antitética, cultivada especialmente por Gorgias), y junto a ella (y frenando sus exageraciones y carácter un tanto μειρακώδες) la disimetría o μεταβολή, especialmente peculiar de un Tucídides.149 A la claridad (καθαρότης, σαφήνεια, συντο­ μία), pero también impericia, de la prosa preherodotea y a la gracia (χάρις, άρεταί επίθετοι) un tanto monótona de la prosa herodotea sucede con Tucídides una prosa difícil (Θύρα^ε βέβηλοι) y severa que parece puesta bajo el lema heracliteo ουτε λέγει ν ουτε κρύπτει ν άλλά σημαίνειν. Cuando con los grandes prosistas clásicos (Platón, Demóstenes, Isócrates) el período griego queda definitivamente constituido, la tendencia a la simetría y al paralelismo se impone y a su realización con­ tribuyen toda clase de elementos: rítmicos, orden de palabras, sintácticos propiamente dichos. Limitémonos a enumerar unos cuantos ejemplos en que puede apreciarse, en el terreno de las construcciones sintácticas, esa propensión hacia el paralelismo: 149 Cf. J. D . D enniston Greek Prose Style. Oxford, 1952, págs. 70 sigs.; B. A . van Groningen De antithese ais Griekse denkvorm. Meded. Vlaamse Akad. Amsterdam, 1953.

C O NDICIO NAM IENTO S Y TE N D E N C IA S PSICO LÓ G ICAS

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El uso de las partículas καί, τε, ή repetidas con los miembros de una enumeración o todo: hom. πατήρ άνδρών τε θεών τε,A 177
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