José Olinto Rueda - Historia de La Población de Col 1880-2000, NHC (Parcial)

February 5, 2018 | Author: Luis Fernando Zabala Paternina | Category: Colombia, Bogotá, Demography, Mortality Rate, Environmental Social Science
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Descripción: Al finalizar el siglo xix, la población colombiana reflejaba el impacto de los largos períodos de guerras ...

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Nueva

Historia

de Colombia.

Vol. V

Capítulo

357

15

Bibliografía DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA, UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, Estructura de clases en

Colombia, Bogotá, 1971. ECHAVARRÍA, ENRIQUE. Historia de los textiles en Antioquia, Medellín, 1942. ECHAVARRÍA, JUAN JOSÉ. «LOS factores determinantes de la industrialización colombiana entre 1920 y 1950», Coyuntura Económica, Fedesarrollo, Vol. X I V , N.° 1, Bogotá, 1984. GÓMEZ MARTÍNEZ, FERNANDO, y ARTURO PUERTA. Biografía económica de las industrias de Antio-

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ción, Bogotá, Cerec, 1984. POVEDA RAMOS, GABRIEL. Políticas económicas, desarrollo industrial y tecnología en Colombia, 1925-1975, Bogotá, Colciencias, 1976.

Historia de la población de Colombia: 1880-2000 Anfiteatro del Hospital San Juan de Dios, en Bogotá, grabado por Ricardo Moros Urbina publicado en el "Papel Periódico Ilustrado". Los largos períodos de guerras civiles hacen que entre 1870 y 1905 el país alcance el crecimiento de población más bajo de su historia: sólo del 13 por mil.

José Olinto Rueda Plata L a población colombiana a fines del siglo xix. La decadencia demográfica

A

l finalizar el siglo xix, la población colombiana reflejaba el impacto de los largos períodos de guerras civiles, inestabilidad política y estancamiento económico atenuado sólo por fugaces períodos de bonanzas económicas y frágiles intentos de reconciliación política. Entre 1870 y 1905 el país alcanza el ritmo de crecimiento demográfico más bajo de su historia, igual al de 1851-70, con un incremento anual promedio de trece personas por cada mil habitantes. Cien años antes, a finales de la Colonia, el crecimiento de la Nueva Granada era sensiblemente superior. Superadas las luchas de la conquista, se inicia durante los siglos XVII y xvm una fase de rápida expansión demográfica, mestizaje y poblamiento progresivos. Hacia 1778 la población del país ascendía a cerca de ochocientos mil habitantes, y dos años antes del grito de independencia se estimaba, quizá con exageración, en un millón trescientas mil personas.

Este cuadro de acelerada recuperación demográfica durante la Colonia varía, en cuanto a su intensidad, con el inicio de las luchas de la independencia y se acentúa con el prolongado período de guerras civiles que sucedieron a las gestas emancipadoras. Los censos levantados durante la Repúbli-

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Nueva Historia

ca, pese a sus comprensibles deficiencias, ilustran con claridad el desaliento demográfico característico del siglo xix (cuadros 1 y 2). ¿De qué manera la situación económica, política y social proyectaba su influencia sobre la dinámica demográfica? Aunque de modo diferencial, los parámetros demográficos determinantes del crecimiento de la población (la fecundidad, la mortalidad y las migraciones internacionales) se vieron afectados en su comportamiento a consecuencia de la situación social imperante. La mortalidad originada en las acciones de guerra, unida al desamparo en que quedaban los hogares por la ausencia forzosa de los varones .adultos, la falta de fuentes de empleo, la escasez de alimentos, el atraso educativo, la miseria extendida y las epidemias y enfermedades, agravadas por la incapacidad del Estado para atender las necesidades básicas de la

de Colombia.

1825

Cuadro 1

1835

1843

1851

1864

1

1870

1887

1898

122

178

192

206

217

242

336

375

Magdalena

56

61

62

68

89

89

115

132

Santander

201

262

306

360

378

433

565

640

Boyacá

209

289

332

380

456

498

615

685

Cundinamarca

189

256

279

317

393

414

550

630

98

157

183

208

220

231

330

380

Antioquia

104

158

190

243

303

366

520

620

Cauca

150

210

269

324

386

435

635

800

1.129

1.571

1.813

2.106

2.442

2.708

3.666

4.262

Bolívar

Tolima

Total

1

1

1

Fuentes: 1. Censos de Población. Varias publicaciones. 2. Vergara y Velasco, J. F. Nueva Geografía de

1

Colombia,

y

población, contribuyeron a la persistencia y aun agudización de elevados patrones de mortalidad. Los viajeros extranjeros que ocasionalmente nos visitaban y los observadores más perspicaces de nuestra realidad nos dejaron ilustrativas descripciones del estado de pobreza y atraso de nuestras poblaciones. Hacia 1867, publicó Miguel Samper La miseria en Bogotá, un escrito en el que daba cuenta de la situación social de la capital de la República. Decía Samper: «...Los mendigos llenan calles y plazas [...] Pero no todos los mendigos se exhiben en las calles. El mayor número de los pobres de la ciudad, que conocemos con ¿1 nombre de vergonzantes, ocultan su miseria, se encierran con sus hijos en habitaciones desmanteladas y sufren en ellas los horrores del hambre y la desnudez [...] Las calles y plazas de la ciudad están infestadas por rateros, ebrios, la-

Población de Colombia, según Estados (1825-1898) (en miles de habitantes) Estado

Vol.

1

2

Bogotá, Imprenta de Vapor, 1901, pág 841.

Capítulo

15

zarinos, holgazanes y aun locos [...] El obrero no halla constante ocupación, ni el jefe de taller expendio para su obra; el propietario no recibe arriendos ni alquileres; el tendero no vende, ni compra, ni paga, ni le pagan; el importador ve dormir sus mercancías en el almacén y sus pagarés en la cartera; el capitalista no recibe intereses, ni el empleado sueldo; los carros y las mulas andan vacíos; los edificios se quedan sin concluir; los cultivadores venden a vil precio sus papas, trigo, miel y demás productos; los ganados y caballos están escasos y a la vez baratos; no hay numerario, o a lo menos escasea el legítimo; el crédito ha desaparecido porque no hay confianza y los pocos capitales que pudieran circular, se ocultan...». Cuadro ciertamente revelador, aunque incompleto, del estado de postración en que se encontraba el país én esos años. Pero la crisis social no sólo se proyectó en la agudización de las condiciones de mortalidad. Es bien probable que el renuevo generacional se hubiera visto igualmente afectado. El reclutamiento forzoso de varones de todas las edades, la desintegración familiar ocasionada por la Violencia, las separaciones conyugales prolongadas, el destierro y la migración obligados, la viudez y la inestabilidad conyugal propias de épocas convulsionadas debieron incidir en una reducción significativa de las pautas de natalidad de los hogares. La b'aja proporción de niños registrada en el censo de 1870 revela de modo indirecto el descenso de la natalidad en este período. Al lento crecimiento natural generado por los elevados índices de mortalidad y a una natalidad deprimida, se sumó el efecto negativo de las migraciones a los países limítrofes, cuando las persecuciones políticas amenazaban la libertad o la vida de los contrarios en desgracia. El efecto combinado de estos factores da cuenta de la progresiva decadencia demográfica nacional a lo largo del siglo xix. A pesar de las condiciones adversas al desenvolvimiento demográfico, la población se

359

Cuadro 2 Tasas de crecimiento (en miles) de la población colombiana según secciones del país (1825-1870) Secciones

18251835

18351843

18431851

18511870

Panamá

14.0

4.3

21.2

20.8

Bolívar

26.9

10.7

4.9

17.1 10.6

Magdalena

17.6

7.8

12.4

Santander

' 30.7

21.1

18.3

8.8

Boyacá

33.9

12.7

19.3

14.4

Cundinamarca

30.7

13.0

24.9

8.7

Tolima

46.6

14.6

15.3

12.3

Antioquia

41.8

22.4

36.5

21.2

Cauca

34.3

32.3

28.0

14.4

Total

33.2

17.8

21.4

13.3

Fuente: Cuadro 1.

cuadruplicó en la centuria pasando de cerca de un millón de habitantes en 1800 a más de cuatro millones a comienzos del siglo xx. L a ubicación espacial de la población Durante la República, el poblamiento del territorio continuó operando en lo fundamental sobre las bases de la colonización española. La accesibilidad a las comunicaciones internas y con el exterior, los recursos mineros, la existencia de climas benignos y de mercados locales y sobre todo la disponibilidad de una importante fuerza de trabajo aborigen imprimieron en gran medida el carácter de nuestro desarrollo económico y favorecieron los procesos de poblamiento, mestizaje y transculturación. La Amazonia, la Orinoquia, las llanuras de la costa pacífica y las sabanas de la costa atlántica, así como los va-

360

Nueva

Historia

de Colombia.

Vol. V Capítulo

Cuartel de peones en una hacienda antioqueña, a comienzos de siglo. En ese momento, como en las últimas décadas del siglo pasado, existe una extraordinaria movilidad de la población, prácticamente en todo el territorio nacional. Se destaca, sobre todo, la colonización antioqueña en el Gran Caldas y norte del Valle y Tolima.

lies interandinos permanecían prácticamente despoblados a mediados del siglo pasado. Los puertos de Cartagena y Santa Marta, las poblaciones ribereñas del Magdalena; las zonas mineras y las vertientes y altiplanicies andinas concentraban más del 90 % de la población nacional. Hacia 1870, la mitad de la población residía en el oriente colombiano (Santanderes, Boyacá y Cundinamarca); el 30 % en el sur-occidente, en lo que hoy son los departamentos de Antioquia, antiguo Caldas, Valle, Cauca, Chocó y Nariño; el 8 % en el centro (Tolima y Huila) y el 12 % en la costa atlántica. Pese al notorio grado de concentración en el oriente colombiano, se evidenciaba una redefinición de los patrones de asentamiento que habían predominado durante la Colonia. A l

finalizar el siglo xvm, en el oriente del país se concentraba el 53 % de la población; en el sur-occidente sólo el 22 %; en la costa atlántica cerca del 16 % y en el centro el 9 %. Se observa cómo, a lo largo del siglo xix, la costa atlántica va perdiendo importancia relativa, al igual que el oriente, en favor del occidente del país. Este crecimiento diverso obedeció básicamente al efecto de la mortalidad diferencial de las regiones, en gran medida determinada por las condiciones desiguales y cambiantes del desarrollo regional. No debe concluirse de lo anterior que las migraciones internas fueran de poca importancia. Por el contrario, lo que caracteriza al siglo xrx, y sobre todo a las décadas finales, es la extraordinaria movilidad de la población prácticamente en todo el territorio na-

361

15

cional. Sin embargo, dichos éxodos tuvieron un carácter marcadamente intrarregional, y en algunos casos internacional. En Cundinamarca el auge de la economía tabacalera de mediados de siglo abrió nuevas fuentes a la inversión nacional, desplazando capitales e importantes contingentes de fuerza de trabajo hacia la vertiente occidental de la cordillera oriental y al valle del Magdalena. En Los trabajadores de tierra caliente, Medardo Rivas nos dejó una penetrante descripción del proceso de colonización del occidente de Cundinamarca. Miguel Samper, Camacho Roldan y Eugenio Díaz, vinculados a estos acontecimientos, produjeron, entre otros, una significativa documentación acerca de la conquista de la vertiente occidental. De no menor intensidad fueron los desplazamientos originados en la explotación de la quina y posteriormente del café, sobre todo en Norte de Santander, donde la vigorosa expansión del cultivo arrastró a miles de campesinos del sur de Santander hacia este departamento y Venezuela. En el sur de Colombia se registran igualmente corrientes migratorias hacia el Ecuador y en la costa atlántica no fue menor el desplazamiento de población hacia el departamento de Panamá, asiento de una intensa actividad comercial durante este período. Dentro de este panorama sobresale ese formidable éxodo colectivo que constituyó el poblamiento del Quindío, conocido como «la colonización antioqueña», en lo que hoy es el sur de Antioquia, el gran Caldas, y el norte de los departamentos del Valle del Cauca y Tolima. La numerosa fundación de pueblos durante las últimas décadas del siglo xix revela la intensidad, carácter y sentido de los nuevos asentamientos poblacionales. Con la extensión de la economía cafetera en todo el territorio andino se • crean fuentes alternativas de empleo para los desocupados del campo, canalizando a través de flujos migratorios internos la presión demográfica, especialmente en los departamentos

más densamente poblados como Cundinamarca, Boyacá, Santander y Antioquia. De esta suerte, los cambios en la economía nacional fueron sentando las bases de un desarrollo regional más equilibrado. En síntesis, las últimas décadas del siglo xrx se caracterizaron por importantes y generalizados desplazamientos de poblaciones campesinas y aun urbanas hacia las zonas rurales de las vertientes de las grandes cordilleras, predominantemente en las tierras de climas medios, asiento de la economía agraria de la época. La apertura de caminos, la construcción de ferrocarriles, el desarrollo portuario y de la navegación fluvial, fueron interconectando poblaciones, mercados, capitales y culturas, en medio de convulsiones políticas, bajo crecimiento demográfico e intermitentes crisis y bonanzas económicas.

Cuadro 3 Población de las principales ciudades* en el si s>lo xix r%o

1870

40.086 -37.7 29.649

16.9

40.883

9.118

51.4 13.755

40.6

29.765

Cali

10.376

16.6 11.848

3.8

12.743

Cartagena

10.145

-3.1

9.896

7.4

8.603

5.651

9.8

6.114

33.7

11.598

10.657

42.9 15.015

3.5

16.048

86.033

0.4 86.277

1843

1

Bogotá Medellín

Barranquilla Socorro Subtotal

1851

r%o

1

1

17.2 119.640

F u e n t e : 1. M e l ó , Jorge O r l a n d o , « L a E v o l u c i ó n E c o n ó m i c a de C o l o m b i a , 1 8 3 0 - 1 9 0 0 » e n Manual de Historia de Colombia, tomo I I , B o g o t á , Instituto C o l o m b i a n o de C u l t u r a , 1978/79. * C o m p r e n d e tanto la cabecera municipal como su á r e a r u r a l .

362

Nueva

E l crecimiento urbano No fueron favorables en aquellas décadas las condiciones para el desarrollo urbano. A lo largo del siglo xrx, las llamadas «ciudades» eran poco más que villorrios. La capital del país, el centro más importante, hacia mediados de siglo escasamente llegaba a los 30.000 habitantes; y El Socorro, la segunda ciudad, no contaba con más de 15.000 personas. En 1870, Bogotá había alcanzado los 40.000 habitantes; Medellín se constituía en la segunda ciudad del país con cerca de 30.000 residentes, y emergían como centros de relativa importancia Cali y BarranquiUa (cuadro 3).

Cuadro 4 Poblaciones más notables en 1898 Bogotá

78.000

Medellín

30.000

Barranquilla

25.000

Bucaramanga

20.000

Pasto

20.000

Cali

18.000

Palmira

14.000

Cartagena

12.000

Cúcuta

12.000

San Gil

10.000

Sogamoso

10.000

El Socorro

10.000

Ocaña

10.000

Sabanalarga

10.000

F u e n t e : V e r g a r a y V e l a s c o , J . F . : Nueva Geografía de Colombia, Imprenta de V a p o r , 1901, p á g s . 862 y 863.

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Durante los últimos años del siglo xrx, se aprecian ya una cierta dinámica de las actividades urbanas y un incipiente proceso de urbanización en algunas capitales de departamento como Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga. Sin embargo, hacia 1898, sólo Bogotá superaba los 50.000 habitantes, y las cuatro localidades que le seguían en orden de importancia oscilaban entre 20 y 30 mil habitantes (cuadro 4). El hecho de que estos centros registraran tasas de crecimiento dos veces superiores a las del promedio del país denota la canalización de flujos migratorios internos y la definición de un conjunto de núcleos que en el presente siglo constituirían nuestras principales ciudades, advirtiéndose ya la configuración de una malla urbana de gran equilibrio regional.

Capítulo

15

363

Gráfico 1 Evolución de la población y períodos de duplicación (1851-2018) 50 2018 45 -

40 -

35

-

30 -

O

25 "

1973^

3 20

1951/

15 -

10

1917

-

—-""^

5 0 -

L a expansión demográfica (1900-1960) En contraste con el languidecimiento demográfico del siglo xrx, la presente centuria se inicia con una vigorosa expansión favorecida por las nuevas condiciones políticas económicas y sociales que empezaba a registrar el país a partir de la administración del general Rafael Reyes. A lo largo de las primeras seis décadas de este siglo, el crecimiento demográfico se irá haciendo cada vez más acelerado, llegando a mediados de siglo al máximo ritmo de la historia demográfica nacional. En este lapso la población se cuadruplica, pasando de 4.3 millones en 1905 a 17.5 millones en 1964. La población que a comienzos de siglo se incrementaba anualmente en 13 personas por cada mil habitantes, llegaba a mediados de la década del cincuenta a 32 por mil. A diferencia de lo que ocurría a f i nes del siglo cuando se necesitaban cincuenta años para que la población se duplicara, hacia los años sesenta cada duplicación tomaba sólo veintidós años (gráfico 1). ¿Qué factores demográficos estaban incidiendo para tan formidable expansión? Como se sabe, el crecimiento de

1 .50

18.70

18.90

19,10

19.30 AÑOS

una población es el resultado del comportamiento de la natalidad y de la mortalidad, cuando no se presentan movimientos migratorios de importancia. El ritmo de crecimiento demográfico aumenta cuando las diferencias entre las tasas de natalidad y mortalidad se hacen mayores, y disminuye cuando éstas se acortan. Una natalidad elevada y constante A pesar de no contar con estadísticas exactas sobre nacimientos y defunciones para este período, se estima que en el país existía un régimen de elevada natalidad estimulado por las creencias religiosas, las prácticas de nupcialidad temprana, la ideología natalista del Estado, las necesidades de expansión de la economía, los altos índices de mortalidad infantil y, desde luego, la práctica muy reducida de métodos de control natal. No es de extrañar entonces que las tasas de natalidad alcanzaran niveles entre 45 y 50 nacimientos por cada mil habitantes, equivalentes a un promedio de siete u ocho hijos nacidos vivos por mujer.

9.50

19.70

19.90

20.10

Hace parte ya del folclore nacional la idea extendida de la excepcional capacidad procreadora del pueblo antioqueño. Ciertamente llegaron a ser ejemplares en esta región las familias de copiosa descendencia, y en épocas de expansionismo demográfico este fenómeno llegó a convertirse en motivo de orgullo familiar y regional y, a veces, en ejemplo de virtudes ciudadanas. Sin embargo, fuera de la tendencia a matrimonios muy tempranos, no existe evidencia de que los niveles de fecundidad fueran superiores en Antioquia a los del promedio del país. Muy seguramente las pautas de organización de la propiedad y del trabajo, la predominancia de climas benignos, ingresos más elevados, y la existencia de hábitos alimenticios e higiénicos favorables a la prevención y conservación de la salud determinaron una mayor sobrevivencia de la progenie y la formación de familias numerosas. Las desiguales condiciones del desarrollo socio-económico regional, la rica heterogeneidad cultural del país, las variadas formas de organización familiar y la disimilitud correspondiente

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Nueva

de condiciones de mortalidad infantil, dieron lugar a familias de tamaños diferentes a nivel de las regiones y aun entre localidades de un mismo departamento. Las estadísticas de la época revelan ligeras diferencias de natalidad entre regiones, lo que conduce a concluir que más que la existencia de regímenes distintos de fecundidad, lo que determinó el diverso y cambiante crecimiento demográfico regional fueron el influjo de las corrientes migratorias y la vigencia de patrones diferenciales de mortalidad infantil y adulta. L a lucha contra la enfermedad y la muerte A l empezar el presente siglo, las condiciones de vida y de salud eran sumamente precarias para la inmensa mayoría de los habitantes del país. No menos del 90 % de la población residía en el campo o en pequeñas localidades, en donde los servicios de salud gubernamentales eran prácticamente inexistentes. Aun los centros urbanos de alguna importancia en su

Cuadro 5 Principales indicadores de la mortalidad (1900-1960)

Años

Esperanza de vida al nacer (años)

Tasa de mortalidad infantil (miles)

Tasa bruta de mortalidad (miles)

28.5 30.5 33.0 36.1 40.2 48.9 58.2

250 240 215 201 175 122 78

39 35 32 27 22 17 11

1

1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 Fuente

2

2

1. A r r i a g a , E d u a r d o . América Latina: El descenso de la mortalidad y sus efectos demográficos, B o g o t á , A C E P . 1974. 2. C á l c u l o s d e l autor.

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mayoría carecían de los servicios públicos básicos: agua potable, alcantarillado, energía eléctrica, mataderos públicos, plazas de mercado y servicios asistenciales. Los bajos ingresos, el pobre nivel educativo, los hábitos alimentarios y de higiene, las endemias y las enfermedades infecciosas y parasitarias, entre otras patologías, daban cuenta de los elevados índices de mortalidad general e infantil de la época. Hacia 1900 un colombiano vivía en promedio 28 años y anualmente, de mil nacidos vivos, no menos de 250 morían antes del primer año de vida; ello explica por qué más del 60 % de las defunciones totales correspondía a niños menores de cinco años de edad. Con la recuperación observada en todos los órdenes de la vida nacional se inicia en el presente siglo la gran batalla contra la mortalidad. En el transcurso de las primeras tres décadas, la esperanza de vida se incrementa en 8 años, llegando en 1930 a 36 años en promedio. La mortalidad infantil desciende a 200 defunciones por cada mil nacimientos y la mortalidad general a 27 defunciones por cada mil habitantes (cuadro 5). Pese a estos significativos avances, las condiciones de mortalidad eran aún singularmente adversas. Las principales causas de enfermedad y muerte continuaban siendo las inmunoprevenibles: el paludismo, la anemia tropical, las enfermedades diarreicas, las respiratorias, la viruela, el sarampión, la difteria y la fiebre amarilla. En 1920, en Cundinamarca, «el 78 % de la población estaba afectada de uncinariasis, llegando al 95 % en el municipio de La Mesa». Eran frecuentes todavía las epidemias, como la de «gripa» que azotó a Bogotá a fines de octubre de 1918, que en una semana arrojó centenares de muertes. Un cronista de la época anotaba: «... Todavía en las farmacias hay porciúncula' y amanecen las esquinas empapeladas de carteles fúnebres e ingresan apestados a los hospitales que improvisó la benemérita junta de socorros [...]

Capítulo

15

365

Pero ya es mucho que se hayan reducido los enfermos a treinta mil, que traten de reorganizarse varias actividades ciudadanas y que vuelvan a funcionar algunas instituciones tan calamitosas como beneméritas...». A medida que la población se fue urbanizando, a la par que mejoraba el nivel educativo y el Estado disponía de recursos para programas de saneamiento ambiental e inmunización, los avances en la salud se fueron haciendo cada vez más notorios. Los adelantos en las ciencias de la salud, la introducción del D D T y posteriormente de los antibióticos, y el progreso en las actividades preventivas fueron logrando un mayor control de las principales causas de muerte, así como una reducción sustancial en los niveles de mortalidad. Entre 1940 y 1960 la mortalidad se reduce en un 50 %, pasando

de 22 a 11 defunciones por cada mil habitantes. En este lapso la esperanza de vida se incrementa en un año aproximadamente por cada año calendario, ascendiendo de 40 a 58 años en promedio (cuadro 5). La mortalidad infantil igualmente se redujo a la mitad, descendiendo de 175 a 78 defunciones de menores de un año por cada mil nacimientos anuales. Este drástico descenso de la mortalidad en condiciones de una elevada y constante fecundidad ocasionó en el país una verdadera revolución demográfica. A fines de la década de los años cincuenta el crecimiento demográfico nacional parecía incontenible y sus secuelas sobre el desarrollo del país conducían a un replanteamiento de las actitudes y de las acciones hasta entonces favorables al expansionismo demográfico. Gráfico 2

Distribución de la población urbano-rural (1938-2000)

366

Nueva

Cuadro 6 Población según secciones del país (1905-1938) (miles de habitantes) Secciones

1905

1912

1918

1938

Antioquia 666 Atlántico 105 Bogotá, D.E. 110 Bolívar 121 Boyacá 494 Caldas 155 Cauca 222 Cesar 14 Córdoba 80 Cundinamarca 523 Chocó 46 Huila 155 Guajira 102 Magdalena 82 Meta 7 Nariño 251 Norte de Santander 166 Quindío 29 Risaralda 56 Santander 388 Sucre 82 Tolima 210 Valle 201 Subtotal 4.268 Territorios Nacionales 50 Total país 4.319

741 115 133 182 560 216 212 37 118 585 73 158 78 87 28 292 205 51 74 403 117 282 217 4.965 108 5.073

814 136 157 207 627 256 239 49 122 657 91 182 51 129 34 337 239 66 106 439 130 325 272 5.663 192 5.855

1.189 268 356 341 706 402 356 77 249 819 111 217 94 225 52 466 346 165 203 616 175 548 613 8.593 109 8.702

Fuente: Censos de Población. Varias publicaciones.

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vas e introduciendo disposiciones legales ventajosas para la población extranjera, fueron siempre infructuosos. A finales de la década del veinte se emprendieron nuevos intentos para atraer contingentes extranjeros a ciertas regiones del país. Se fundó en 1927 una colonia en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta para establecer 1.600 inmigrantes extranjeros en una extensión de 50.000 hectáreas. En 1928 se creó la Compañía Colombiana de Inmigraciones y Colonización, cuyo propósito consistía en desarrollar en el país las condiciones y mecanismos que aseguraran la canalización regular de poblaciones deseosas de establecerse en el país. Con idéntico propósito se celebró en el mismo año un contrato con un subdito del gobierno japonés para radicar ciudadanos de ese país en la intendencia del Meta. Todos estos esfuerzos, a la postre, resultaron fallidos. Nunca la proporción de extranjeros ha revestido importancia dentro del volumen de la población del país. Si bien su contribución al desarrollo nacional ha sido muy valiosa, su aporte al crecimiento demográfico es prácticamente irrelevante. En 1912 el censo de población registraba 9.755 extranjeros, la mayoría de los cuales residía en Cúcuta y Cartagena. En 1938 su número había ascendido a 56.500 y en 1973 no superaba los 83.000 inmigrantes, cuando la población nacional se aproximaba a los 23 millones de habitantes.

Un país sin inmigrantes A diferencia de la mayoría de los países latinoamericanos, Colombia ha sido una nación prácticamente cerrada a la inmigración extranjera, pese al interés de diferentes gobiernos desde el siglo pasado por estimular el poblamiento del vasto territorio nacional e incorporar fuerza laboral capacitada, recursos y tecnologías nuevas al desarrollo del país. Los esfuerzos que en diversas oportunidades se adelantaron, creando estímulos, ofreciendo posibilidades supuestamente atracti-

Hacia el rejuvenecimiento de la población Una de las implicaciones demográficas más importantes de este régimen de fecundidad elevada y mortalidad en descenso fué el progresivo rejuvenecimiento de la población. En 1912, de cada 100 colombianos, 22 eran menores de 15 años; en 1964 habían ascendido a 47. Merced a esta particular dinámica, Colombia, en el transcurso de seis décadas, se había convertido en un país de niños.

Capítulo

15

'

Cuadro 7

Distribución relativa de la población según departamentos y regiones (1905-1938)

Costa Atlántica Atlántico Bolívar Cesar Córdoba Guajira Magdalena Sucre Bogotá D.E. Oriente Boyacá Cundinamarca Norte de Santander Santander Meta Sur Cauca Nariño Huila Centro occidente Antioquia Caldas Chocó Quindío Risaralda Tolima Valle Subtotal departamentos Territorios nacionales Total país

1905

1912

1918

1938

13.6 2.4 2.8 0.3 1.9 2.4 - 1.9 1.9 2.5 36.5 11.4 12.1 3.8 9.0 0.2 14.5 5.1 5.8 3.6 31.6 15.4 3.6 1.1 0.7 1.3 4.9 4.6 98.7 1.3 100.0

14.4 2.3 3.6 0.7 2.3 1.5 1.7 2.3 2.6 • 35.0 11.0 11.5 4.0 0.6 0.6 13.0 4.2 5.7 3.1 32.7 14.6 4.2 1.4 1.0 1.6 5.6 4.3 97.7 2.3 100.0

14.0 2.3 3.5 0.8 2.1 0.9 2.2 2.2 2.7 34.1 10.7 11.2 4.1 0.6 0.6 13.0 4.1 5.8 3.1 33.0 13.9 4.4 1.6 1.1 1.8 5.6 4.6 96.8 3.2 100.0

16.5 3.1 3.9 0.9 2.9 1.1 2.6 2.0 4.1 29.2 8.1 9.4 4.0 0.6 0.6 12.0 4.1 5.4 2.5 37.1 13.7 4.6 1.3 1.9 2.3 6.3 7.0 98.9 1.1 100.0

Fuente: Cuadro 6.

Una cambiante distribución territorial de la población Concomitantemente con las transformaciones económicas que venían operando desde finales del siglo pasado y con la expansión de la base demográfica, la ubicación de la población se altera significativamente, tanto en la distribución regional como en la concentración urbana. Durante las pri-

meras décadas del presente siglo, el desarrollo de la economía del café define y profundiza las tendencias que ya se observaban en las décadas finales del siglo pasado. Los departamentos del occidente (Caldas, Quindío, Risaralda y Valle) acusan un extraordinario crecimiento. Por el contrario, los Santanderes, Boyacá y Cundinamarca, si bien observan una sensible recuperación de sus

' 367

368

Nueva

Cuadro 8 Población según secciones del país (1951-1973) (miles de habitantes) Secciones Antioquia Atlántico Bogotá, D.E. Bolívar Boyacá Caldas Cauca Cesar Córdoba Cundinamarca Chocó Guajira Huila Magdalena Meta Nariño Norte de Santander Quindío Risaralda Santander Sucre Tolima Valle Subtotal Territorios Nacionales Total país

1951

1964

1973

1.570 2.447 3.177 717 1.029 428 2.862 715 1.697 694 440 981 992 1.040 771 713 744 530 443 607 717 113 261 470 326 586 744 1.122 909 1.176 182 131 251 102 250 147 487 294 416 295 721 528 262 67 166 882 547 706 534 387 758 230 306 354 437 499 308 1.233 748 1.001 313 412 225 712 841 957 1.107 1.733 2.393 11.401 17.174 22.398 310 464 147 11.548 17.484 22.862*

F u e n t e : C e n s o s de P o b l a c i ó n . V a r i a s publicaciones. * N o incluye F F . A A .

tasas de crecimiento, continúan constituyendo las áreas de más bajo desarrollo dentro del conjunto del país. Los departamentos del sur (Nariño, Cauca y Huila) aquejan en promedio un retraso demográfico, en tanto que los de la costa atlántica inician una recuperación sostenida, ganando durante todo el siglo una importancia creciente dentro del conjunto nacional.

Historia

de Colombia.

Vol.

y

Antioquia, pese a su empuje económico presenta un incremento inferior al del promedio del país (cuadros 6 y 7). Estas grandes tendencias de nuestro desarrollo demográfico configuran en la primera mitad del presente siglo dos grandes regiones de importancia demográfica creciente: el norte y el centro-occidente; y dos áreas de menor crecimiento relativo: el oriente y el sur del país. Ya desde finales del siglo xix se advertía que el eje del desarrollo nacional se desplazaba del oriente hacia las zonas recientemente incorporadas a la economía del café: Antioquia, el gran Caldas, el Valle del Cauca y Tolima. Dentro de estas líneas generales de nuestro desenvolvimiento demográfico deben distinguirse dos fases claramente diferenciadas. La primera, que cubre las cinco décadas iniciales del siglo, de notable expansión del centrooccidente, y la segunda, que se extiende hasta el presente, en la que se observa una fuerte desaceleración del crecimiento de esta región y el auge de regiones tradicionalmente rezagadas, así como el empuje de los centros industriales. El afianzamiento de la economía urbana y la pérdida de la importancia relativa del café como elemento determinante del desarrollo regional, explican en buena medida las modificaciones en el ritmo de crecimiento de las zonas que en las primeras décadas observaron el más vigoroso avance demográfico. En lo sucesivo, las regiones de mayor desarrollo industrial (Antioquia, Valle del Cauca, Bogotá y Atlántico) y las áreas de expansión de la agricultura comercial diferente del café (Meta, Cesar, Córdoba, Sucre y los Territorios Nacionales) adquieren el liderazgo en la dinámica demográfica nacional (cuadros 8 y 9). Campesinos y desarrollo urbano Puede afirmarse que nuestro proceso de urbanización sólo se inicia a comienzos del presente siglo. Como se recordará, hasta finales del siglo pa-

Capítulo

15

369

sado el país no había conformado una red urbana de importancia. Salvo Bogotá, que no sobrepasaba los 80.000 habitantes, el resto de lo que hoy son las principales ciudades no pasaban de ser a lo sumo pueblos grandes. El crecimiento rural proseguía sobre las bases de la expansión cafetera. Durante las cuatro primeras décadas del presente siglo, más de las dos ter-

ceras partes del notable incremento demográfico nacional fue absorbido por el campo. Merced a la existencia de un producto de explotación estable, de alta rentabilidad y cultivable en la mayoría de los departamentos, la presión demográfica sobre las ciudades se contuvo en gran medida. Mas esta dinámica económica simultáneamente iba generando las condiciones

Cuadro 9 Distribución relativa de la población según departamentos y regiones (1951-1973)

Costa Atlántica Atlántico Bolívar Cesar Córdoba Guajira Magdalena Sucre . Bogotá D.E.

1951

1964

1973

1985

2000

16.7 3.7 3.8 1.0 2.8 9 2.6 1.9

18.7 4.1 4.0 1.5 3.4 9 3.0 1.8

20.3 4.5 4.3 2.1 3.3 1.1 3.2 1.8

18.7 5.1 3.9 2.1 3.1 0.9 2.2 1.4

19.2 5.7 3.9 2.4 2.9 1.3 1.7 1.3

6.2

9.7

12.5

15.6

17.8

Oriente Boyacá Cundinamarca Norte de Santander Santander Meta

25.0 6.7 7.9 3.3 6.5 6

21.8 5.7 6.4 3.1 5.7 9

19.4 4.5 5.1 3.3 5.4 1.1

18.1 3.9 4.6 3.2 4.9 1.5

16.5 3.1 3.8 3.4 4.5 1.7

Sur Cauca Nariño Huila

11.0 3.8 4.7 2.5

9.9 3.5 4.0 2.4

9.2 3.2 3.9 2.1

8.3 3.0 3.5 1.8

7.1 2.4 3.3 1.4

Centro occidente Antioquia Caldas Chocó Quindío Risaralda Tolima Valle

39.8 13.6 4.6 1.1 2.0 . 2.7 6.2 9.6

38.1 14.0 4.1 1.0 1.8 2.5 4.8 9.9

36.6 13.9 3.2 1.1 1.5 2.2 4.2 10.5

36.6 14.9 2.8 0.9 1.2 2.3 4.1 10.4

35.4 14.6 2.7 0.9 1.0 2.1 3.9 10.2

Territorios Nacionales Total país F u e n t e : C u a d r o 8.

1.3

1.8

2.0

2.7

4.0

100.0

100.0

100.0

100.0

100.0

Nueva

370

sobre las que se afianzaría el desarrollo industrial del país. La demanda por fuerza de trabajo en el campo para las nuevas, crecientes y extendidas explotaciones; el alza real de los salarios; la expansión de actividades anexas al café, como la construcción de vías; el desarrollo bancario; el estímulo al comercio; el auge del transporte y de las actividades portuarias, entre otras, de-

Campesinos de Chitagá, Norte de Santander. El crecimiento de la población campesina proseguía sobre las bases de la expansión cafetera. Durante las cuatro primeras décadas del siglo XX, más de las dos terceras partes del notable incremento demográfico nacional fue absorbido por el campo. La formación de este extenso campesinado ocurrió sobre todo en los Santanderes, Boyacá, Cundinamarca y Tolima, departamentos minifundistas y de alta concentración poblacional.

Historia

de Colombia.

Vol. V

terminaron un incremento sustantivo de la demanda interna, creando de esta suerte las condiciones para la producción de manufacturas, las cuales, de otra parte, se habían visto favorecidas por las medidas proteccionistas ensayadas a fines del siglo xrx e impulsadas desde comienzos del presente siglo. La formación de este extenso campesinado no ocurrió con igual dina-

Cuadro 10 Población de las capitales de departamento* (1905-1938) 1905

1912

1918

1938

Bogotá Medellín Barranquilla Cali Cartagena Manizales Bucaramanga Cúcuta Pereira Ibagué Armenia Pasto Montería Neiva Santa Marta Quibdó Popayán Villavicencio Valledupar Tunja Riohacha Sincelejo

100.000 _ 53.936 " 40.115 30.740 24.520 24.700 20.314 2.163 19.036 24.566 9.632 30.835 14.671 18.333 9.568 14.218 28.448 3.958 4.932 8.407 9.426 9.633

121.257 71.004 48.907 27.747 36.632 34.720 19.735 20.364 18.428 24.693 13.720 27.760 21.521 21.852 8.348 17.681 18.724 4.774 7.301 8.971 9.426 14.021

143.994 79.146 64.543 45.525 51.382 43.203 24.919 29.460 31.790 30.255 17.405 29.035 23.268 25.185 18.340 24.722 20.235 4.733 10.627 10.680 10.001 14.722

330.312 168.266 152.348 101.883 84.937 86.027 51.283 57.248 60.492 61.447 50.838 49.644 64.192 34.294 33.245 30.122 30.038 24.315 15.801 22.849 14.150 19.521

Total

502.151

597.586

753.170

1.543.252

Municipio

F u e n t e : C e n s o de p o b l a c i ó n . V a r i a s publicaciones.

mismo en todo el territorio nacional. Diversas regiones del país como los Santanderes, Boyacá, Cundinamarca, Cauca y buena parte del Tolima, todas ellas departamentos minifundistas y de alta concentración poblacional, se vieron sacudidas por intensos conflictos agrarios, episodios de violencia extrema, además de depresión de salarios y desempleo, circunstancias que

hicieron más crítica la vertiginosa expansión demográfica que experimentaban sus áreas rurales, estimulando procesos muy tempranos de expulsión poblacional. Es precisamente de estas secciones de donde se nutre buena parte del crecimiento de poblaciones como Bogotá, Bucaramanga, Cúcuta, Ibagué, Cali y las ciudades del Antiguo Caldas, en este período.

Nueva

372

Historia

de Colombia.

Vol

Cuadro 11 Tasas de crecimiento de la población de las capitales de departamento (miles) (1905-1938) Municipio Bogotá Medellín Barranquilla Cali Cartagena Manizales Bucaramanga Pereira Cúcuta Ibagué Armenia Pasto Montería Neiva Santa Marta Quibdó Popayán Villavicencio Valledupar Tunja Riohacha Sincelejo Total

1905-12

1912-18

1918-38

28.7 40.9 29.5 -15.2 59.7 50.7 -4.3 -4.8 333.7 .8 52.6 -15.6 57.0 26.1 -20.3 32.4 -62.2 27.9 58.4 16.3 — 55.9

26.0 16.4 42.0 74.9 51.2 33.1 35.2 82.5 55.9 30.7 36.0 6.8 11.8 21.5 119.1 50.7 18.2 -1.3 56.8 22.8 9.0 7.4

42.3 38.4 43.7 41.0 25.6 35.1 36.7 32.8 33.8 36.1 54.6 27.3 51.7 15.7 30.3 . 10.1 20.3 83.3 20.2 28.3 17.7 14.4

24.5

39.8

37.0

F u e n t e : C u a d r o 10.

Si bien la economía cafetera creó las condiciones para nuestro desarrollo industrial y urbano, no debe perderse de vista que su vigorosa expansión de las primeras cuatro décadas de este siglo retardó en cierta medida nuestro proceso de urbanización, al generar en el campo condiciones favorables para la absorción de los nuevos contingentes aportados por el desarrollo demográfico. Es así como el proceso de urbanización transcurre lentamente en las primeras décadas del siglo. Ciertamente, las localidades que hoy constituyen nuestras principales ciudades experimentan en estos años iniciales un notorio crecimiento. Mas en razón

Capítulo

V

de su reducido tamaño al comienzo del proceso, requerirían varias décadas para convertirse en centros de alguna importancia demográfica (cuadros 10 y 11). Todavía en 1938 el 70 % de la población del país residía en el campo y escasamente el 15 % en conglomerados de más de 10.000 habitantes. Bogotá registraba 325.000 personas y sólo dos ciudades (Barranquilla y Medellín) sobrepasaban los 100.000 habitantes. Cali, Cartagena y Manizales superaban los 50.000, siguiéndoles diez capitales con poblaciones entre veinte y cuarenta mil habitantes (cuadro 12). Desarrollo bastante precario si se compara con el crecimiento urbano contemporáneo o

I i i I I I

15

373

con los niveles de urbanización de varios países de América Latina en ese período. Empero, este moderado proceso de urbanización había ya adquirido una dinámica, una dirección y unas características tan definidas que habrían de determinar en lo sucesivo el carácter del desarrollo urbano nacional. Para entonces las principales ciudades del país habían consolidado su primacía y, salvo ligeras variaciones, las hoy llamadas ciudades intermedias les seguían en orden de importancia. Es fácil advertir la orientación del desarrollo urbano hacia la concentra-

ción en un conjunto de núcleos diseminados equilibradamente en la geografía nacional. La expansión de la economía cafetera se constituyó en el motor de este nuevo proceso económico y sociodemográfico. Los pueblos mayores, que a fines del siglo pasado cumplían funciones económicas restringidas, se vieron de pronto animados por el auge comercial, la demanda de servicios, la provisión de insumos agropecuarios, el establecimiento de agroindustrias relacionadas con el beneficio del café, convirtiéndose igualmente en centros de mercado de bienes manufacturados para una deman-

Cuadro 12 Población de las capitales de departamento y tasas intercensales de crecimiento (en miles) (1951-1973) Población (miles de habitantes) Capitales Bogotá D.E. Medellín Cali Barranquilla Bucaramanga Cartagena Manizales Pereira Cúcuta Ibagué Armenia Pasto Santa Marta Neiva Montería Valledupar Popayán Villavicencio Sincelejo Tunja Quibdó Riohacha Subtotal

Tasas de crecimiento

1951

1964

1973

660 328 241 276 103 111 89 76 70 54 57 49 37 33 24 9 32 17 22 23 9 6

1.662 718 618 493 217 218 190 147 140 125 125 83 89 76 71 44 59 45 44 40 20 12

2.845 1.122 972 702 318 312 208 187 234 203 149 130 110 109 104 99 78 88 72 55 29 23

52.1 62.6 76.2 46.1 68.5 31.8 42.1 68.9 43.1 51.8 49.7 43.4 29.4 59.4 46.7 75.3 42.1 78.6 51.2 25.6 40.6 4.0

2.326

5.236

8.149

54.4

F u e n t e : C e n s o s de p o b l a c i ó n , varias publicaciones.

1938-51

1951-64

.

1964-73

70.0 59.4 71.4 44.0 56.6 51.0 57.6 50.0 56.0 63.3 59.5 39:8 66.7 63.1 82.8 119.5 46.1 73.8 53.9 42.7 60.4 51.3

58.0 48.2 48.9 38.1 41.2 38.7 9.8 26.0 55.4 52.3 18.9 48.4 22.9 38.9 41.2 87.5 30.1 72.3 53.1 34.4 40.1 70.2

61.6

47.7

Nueva

374

da en permanente crecimiento. Desde Pasto hasta Barranquilla, de Cali a Cúcuta o de Medellín a Bogotá se desarrolló un conjunto de actividades urbanas complementarias y conexas con la economía del café, configurando las bases de un mercado nacional y el surgimiento de actividades económicas, nuevas y diversas, cambiando defini-

Historia

de Colombia.

Vol.

tivamente en las décadas subsiguientes el carácter de nuestro desarrollo económico. A tenor de las modificaciones sectoriales de la economía se abren paso las transformaciones espaciales de la fuerza de trabajo. En la década del treinta ya era evidente en el país la emergencia de un proletariado urba-

Cuadro 13 Población rural de los departamentos (1938-1973) 1951

1938

Antioquia Atlántico Bogotá D.E. Bolívar Boyacá* Caldas Cauca Cesar Córdoba Cundinamarca Chocó Huila Guajira Magdalena Meta Nariño Norte de Santander Quindío Risaralda Santander Sucre Tolima Valle Total departamentos Territorios Nacionales Total rural

831.224 37.799 23.328 162.610 614.323 280.099 301.499 57.826 197.596 666.542 101.153 152.878 78.989 130.912 45.414 360.854 245.824 107.086 142.254 470.820 121.139 422.602 362.205

y

1964

938.408 1.154.613 51.982 64.976 35.376 54.970 292.232 199.547 752.446 651.354 355.596 342.219 466.485 363.106 163.441 84.414 405.871 245.970 798.485 719.740 139.282 110.950 236.810 200.378 103.128 81.341 294.182 170.793 42.433 87.752 491.432 474.373 271.335 241.926 97.142 128.320 205.348 190.894 561.272 505.010 184.550 150.820 487.213 515.234 513.216 556.369

5.914.976 6.960.551 8.162.183 229.231 119.184 94.723 6.009.699 7.079.735 8.391.414

* No incluye Casanare. ** No incluye 53.111 miembros de las Fuerzas Armadas. Fuente: Censos de población, varias publicaciones.

1973

1.205.226 73.989 16.552 423.570 718.518 334.579 521.998 263.604 474.736 750.646 186.640 245.450 162.035 432.910 113.301 560.523 373.858 105.004 177.307 582.485 220.266 465.542 579.149 8.987.888* 326.047 9.313.935**

Capítulo

15

no. El surgimiento de la organización sindical, la irrupción de huelgas y conflictos laborales, la creación de nuevos partidos y movimientos políticos representativos de la clase trabajadora urbana daban cuenta de un cambio importante en nuestra organización productiva. En las novelas de Osorio Lizarazo y en los murales y lienzos de Pedro Nel Gómez se recoge el nuevo universo del trabajo, y de la vida de los asalariados urbanos. Con todo, era aún incipiente el proceso de transformación social y económica señalado. A finales de la década del treinta todavía el 75 % de la fuerza laboral se dedicaba a las actividades agropecuarias y extractivas; menos del 12 % correspondía al sector manufacturero, incluida la artesanía; el 8 % se ocupaba en el comercio, transporte y servicios y el 5 % restante en otras ocupaciones. L a «explosión demográfica» y la urbanización acelerada Es a partir de los años cuarenta cuando se profundizan los procesos de redistribución espacial de la población. Las áreas rurales aquejan un visible retroceso en su dinámica respecto de las décadas inmediatamente anteriores. Sus tasas de crecimiento se reducen aproximadamente a la mitad de las registradas en los primeros cuarenta años del siglo. La población urbana, por el contrario, duplica su crecimiento, pasando de un incremento anual promedio de 20 a 40 personas por cada mil habitantes en el lapso comprendido entre 1938 y 1951. Para el último período intercensal (1951-1964) estas tasas ascienden a cincuenta y cuatro por mil, el máximo nivel jamás registrado en la historia demográfica del país. Desde luego, no todas las áreas rurales se vieron afectadas por la depresión demográfica. En este período se observan tres tipos de situaciones claramente diferenciadas. En primer lugar, departamentos donde la crisis es singularmente aguda con tasas de ere-

375

Cuadro 14 Tasas intercensales de crecimiento de la población rural según secciones (1938-1973) (miles) Secciones Antioquia Atlántico Bogotá D.E. Bolívar Boyacá Caldas Cauca Cesar Córdoba Cundinamarca Chocó Guajira Huila Magdalena Meta Nariño Norte de Santander Quindío Risaralda Santander Sucre Tolima Valle Subtotal Territorios Nacionales País

1938-51 1951-64 1964-73 9.4 15.7 4.6 24.6 16.9 14.0 66.3 -33.4 -81.9 15.8 28.9 40.0 4.5 10.9 -5.0 15.5 2.9 -6.6 14.4 19.0 12.1 29.3 50.1 51.6 16.9 38.0 16.9 5.9 7.7 -6.4 7.1 17.3 31.6 2.3 18.0 48.7 20.9 12.7 3.9 20.6 41.3 41.7 -5.3 55.1 27.6 10.7 12.9 14.2 -1.2 8.7 34.6 14.0 -21.1 8.4 22.7 5.5 -15.8 5.4 8.0 4.0 16.9 15.3 19.1 15.3 -4.2 -4.9 33.2 -6.1 13.0 12.6 12.1 10.4 17.8 49.6 38.0 12.7

Fuente: Cuadro 13.

cimiento sumamente bajas o aun negativas, como es el caso de Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Norte de Santander, Quindío, Risaralda, Santander, Tolima y Valle, estos dos últimos afectados severamente a partir de 1950, cuando registran tasas negativas de crecimiento. Un segundo grupo integrado por departamentos con niveles de crecimiento similares a los del promedio rural (Cauca, Chocó, Nariño, Sucre y Antioquia) y, por último, un conjunto de notable crecimiento, compuesto por los departamentos de Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Guajira, Magdalena, Meta y los Territorios Nacionales (cuadros 13 y 14).

12.9

11.5

Nueva

¿Qué fenómenos revelaban estas cifras? En primer lugar, la crisis de la economía campesina asentada primordialmente en las mesetas y vertientes andinas, comprendiendo no sólo los departamentos tradicionalmente afectados por el atraso económico, como los del oriente y el sur del país, sino igualmente, y quizá de modo más severo, a los departamentos de Antioquia, Antiguo Caldas, Valle y Tolima, cuya notable prosperidad económica derivada del auge cafetero parecía en los años cincuenta llegar a su término, y donde los centros urbanos como Medellín, Cali, Manizales, Pereira y Armenia absorben el incremento de población. Una situación bien diferente se observaba en las áreas rurales de la costa atlántica, en el departamento del Meta y en los llamados Territorios Nacionales, donde el crecimiento demográfico resultaba impresionante merced al aporte de vigorosas corrientes migratorias provenientes de todas las regiones del país. La presión demográfica del minifundio andino que no se canaliza hacia los centros urbanos se proyecta entonces hacia las tierras cálidas que por siglos habían permanecido al margen del desarrollo nacional. Concomitantemente con estos procesos avanza la transición de la economía agraria hacia nuevas formas de organización productiva. La vinculación de grandes capitales a la producción de materias primas demandadas por la industria nacional y la apertura de importantes mercados externos de productos de la agricultura tropical originan una creciente incorporación de tierras a la explotación económica, la generación de empleo y el poblamiento de vastos territorios hasta entonces virtualmente deshabitados. En los capítulos correspondientes al desarrollo rural y a la colonización se ofrece un análisis detenido de estos procesos. Baste señalar simplemente que en la determinación de los fenómenos de redistribución espacial de la población intervinieron dos órdenes

Historia

de Colombia.

Vol.

y

de factores orgánicamente articulados: de una parte, la existencia de extremas condiciones de expulsión poblacional en las áreas de economía campesina de la región andina y, de otra parte, crecientes condiciones de atracción en las zonas urbanas, particularmente en las grandes ciudades del país. Como se ha mencionado anteriormente, el extraordinario éxodo de la población campesina y de las pequeñas localidades urbanas se originó en líneas generales en la concurrencia de tres órdenes de factores íntimamente asociados: la profundización de la crisis agraria, la agudización de la presión demográfica en las áreas minifundistas como consecuencia del acelerado crecimiento demográfico del período y, por último, el recrudecimiento de la violencia política, excepcionalmente intensa en estas áreas en las décadas de los años cuarenta y cincuenta. La inexistencia de información censal respecto de la migración rural-urbana no permite establecer el volumen de la población migrante hacia los centros urbanos entre 1938 y 1951. Utilizando métodos indirectos se estima que no menos de ochocientos cincuenta mil campesinos se desplazaron hacia las cabeceras municipales en este período. En la década de los años cincuenta, cuando el país alcanza el crecimiento más elevado de su historia, la presión demográfica en las zonas rurales más densamente pobladas se hace prácticamente insostenible. En los trece años transcurridos entre 1951 y 1964 abandonan el campo cerca de' 2.2 millones de campesinos cuyo destino preferencial serían las grandes ciudades del país. La vertiginosa decadencia demográfica de la población rural se refleja en la continua pérdida de su importancia relativa dentro del conjunto de la población nacional; de 1938 a 1964 su proporción desciende del 70 % al 48 % y su crecimiento representa sólo el 27 % del total del período (cuadro 15).

Capítulo

377

15

Cuadro 15 Distribución de la población según zona urbana y rural. Tasas intercensales de crecimiento (miles) (1938-1964)

Zona

Población Total Urbana Rural

1951

1938 %

Población

Tasa de crecimiento

1964 %

Población

%

8.701.8 100.0 11.548.2 100.0 17.484.5 100.0 2.692.1 30.9 4.468.4 38.7 9.093.1 52.0 6.009.7 69.1 7.079.8 61.3 8.391.4 48.0

1938-51 1951-64 21.9 29.2 12.7

31.4 53.9 12.9

Fuente: Censos de población.

Mientras se profundizaba la descomposición del campesinado, el proceso de industrialización proseguía su avance, gracias a las medidas proteccionistas, la política de sustitución de importaciones, el crecimiento del mercado interno por bienes manufacturados y el mejoramiento paulatino de las condiciones de vida urbana. De esta suerte se crean y amplían en el medio urbano factores de atracción que habrían de canalizar los contingentes de desalojados del campo. La urbanización que había venido operando a ritmos moderados en las primeras cuatro décadas, experimenta en los dos decenios siguientes una progresiva aceleración. De un crecimiento promedio de veinticinco por mil hacia 1940, asciende a cincuenta y cuatro a comienzos de los años sesenta. En dicho lapso, las zonas urbanas absorben el 73 % del crecimiento demográfico nacional. Las localidades con más de 20.000 habitantes sextuplican su población y las capitales de departamento alcanzan el ritmo de urbanización más elevado de su historia. Las corrientes migratorias hacia las grandes urbes se hacen cada vez más intensas. En 1964 prácticamente todas ,las ciudades importantes estaban habitadas mayoritariamente por inmigrantes. En un lapso de veintiséis años la población urbana pasó de 2.7 a 9.1 millones de habitantes (cuadros 15 y

16). Naturalmente, este vertiginoso crecimiento no se dio con similar intensidad en todas las áreas urbanas del país. Las capitales de departamento y las ciudades de cierta importancia relativa canalizaron más del 80 % del incremento urbano total. En contraste, las localidades de menos de 5.000 habitantes acusan en este período un decaimiento demográfico similar al de las áreas rurales en promedio. A l cabo de dos décadas se había cumplido en lo fundamental el cambio de una sociedad agraria a otra de características definidamente urbanas. Sin embargo, hace veinte años, sólo la capital de la República sobrepasaba el millón de habitantes. Medellín y Cali eran las dos únicas ciudades con más de quinientos mil, seguidas por un grupo de diez centros con poblaciones entre cien mil y cuatrocientos mil habitantes. E l fin de la explosión demográfica A comienzos de la década de los años sesenta el crecimiento demográfico de Colombia parecía incontenible. El censo de población de 1964 revelaba que entre 1951 y dicho año se había operado una sensible aceleración en el ritmo de crecimiento poblacional. El incremento anual que en el período inmediatamente anterior se aproximaba a veintidós personas por cada mil ha-

378

Nueva

Historia

de Colombia.

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Cuadro 16 Distribución de la población por zona de residencia y tamaño de los conglomerados urbanos (1938-1973) Tamaño de los conglomerados

1938

1951

1964

1973

+500.000 100.000-500.000 50.000-100.000 20.000- 50.000

620.005 212.158 287.773

660.280 1.060.028 401.268 479.278

2.998.015 1.769.221 896.880 734.129

5.418.377 2.160.662 1.138.773 1.120.001

1.119.936

2.660.854

6.298.245

9.837.813

204.028 1.209.722

341.770 1.465.813

833.270 1.861.579

1.006.935 2.703.435

Subtotal

1.413.750

1.807.583

2.694.849

3.710.370

Total urbana Total rural Total país

2.692.117 6.009.699 8.701.816

4.468.437 7.079.735 11.548.172

9.093.094 8.391.414 17.484.508

13.548.183 9.313.935 22.862.118*

Subtotal 10.000-20.000 1.500-10.000

* No incluye 53.111 miembros de la Fuerzas Armadas. Fuente: Censos de población, varias publicaciones.

hitantes, había ascendido a treinta y dos por mil. ¿Qué significaban estas cifras? Entre otros fenómenos, la duplicación de la población en períodos cada vez más breves de tiempo. Según los datos censales, la población se estaba duplicando cada 22 años; en el período inmediatamente anterior se requerían 26 y a comienzos de siglo, alrededor de 40. De acuerdo con esas tendencias el país llegaría a contar con 35 millones de habitantes en 1985 y con cerca de 56 a finales de siglo. Las perspectivas de una mortalidad en continuo descenso y unos niveles de fecundidad invariables a lo largo del siglo conducían a esperar incrementos aún sustanciales en las tasas de crecimiento demográfico.

A consecuencia de la progresiva reducción de la mortalidad infantil y de un creciente número de nacimientos, la población avanzaba en un permanente rejuvenecimiento. Los menores de 15 años ascendían del 22 % a comienzos de siglo al 47 %, y razonablemente se preveían aún mayores incrementos, de continuar las tendencias observadas. Por supuesto, la población en edad de trabajar, aquella comprendida entre los 15 y los 64 años de edad, iba perdiendo importancia relativa. Así, el número de personas económicamente dependientes aumentaba sin cesar, agravando los ya críticos problemas sociales y familiares que planteaba el lento desarrollo económico y el acelerado avance demográfico.

Capítulo

15

Con todo, la preocupación mayor se centraba en el vertiginoso proceso de urbanización. A l elevado y progresivo crecimiento vegetativo de las ciudades se sumaban las masivas corrientes migratorias de las áreas rurales y pueblos pequeños. La mayoría de las ciudades vieron duplicar su población en los trece años comprendidos entre 1951 y 1964 y algunas como Bogotá, Cali, Medellín, Bucaramanga y Manizales en un lapso de diez años doblaron su tamaño. La mitad de este incremento de la población urbana correspondía al aporte migratorio. En los últimos trece años del período, los grandes centros urbanos acogieron alrededor de dos millones de migrantes, compuestos en su mayoría por personas en edad de trabajar, con bajos niveles educativos y sin mayor calificación para el desempeño de ocupaciones propias del medio urbano. La demanda de empleo, vivienda y servicios aumentaba a la velocidad del crecimiento urbano en condiciones en que el ritmo de desarrollo industrial acusaba síntomas de decaimiento comparado con el impulso registrado en las dos décadas anteriores. La demanda interna se había vuelto insuficiente para mantener un nivel de crecimiento adecuado a las exigencias que planteaba la dinámica demográfica. De otra parte, la modernización de la industria conducía a una progresiva disminución de su capacidad de absorción de fuerza de trabajo con lo que los problemas de empleo llegaron a convertirse en la preocupación dominante de la década del sesenta. En las grandes ciudades el desempleo abierto llegaba al 13 % en 1967, y el subempleo al 18 % con tendencias al aumento. El desorden social en los centros urbanos era visible. La llamada marginalidad se extendía en todas las ciudades del país y el clima de inconformidad iba en aumento, cuestionando políticamente las formas de organización social y económica dominantes. Se consideraba en ese momento que la raíz de estos problemas se encontraba

en el desbordamiento demográfico y en la situación de atraso y miseria de las masas campesinas cuya única alternativa consistía en la búsqueda de nuevas oportunidades en los grandes núcleos urbanos. Era necesario entonces crear en el campo condiciones sociales y económicas que permitieran, de una parte, absorber su crecimiento demográfico y retener la población dentro de sus límites y, de otra, animar el desarrollo industrial incrementando en el campo la demanda por bienes manufacturados a través de la generación de empleo y el mejoramiento del ingreso. Se implantó con este propósito la Reforma Agraria y se idearon toda suerte de mecanismos para evitar los éxodos rurales. Se llegó en esos momentos a extremos ingenuos de establecer retenes a las entradas de las ciudades para impedir el acceso de los campesinos, y hasta hubo autoridades bien intencionadas que regresaban en trenes y camiones a los inmigrantes llegados a las estaciones de transporte. Todas estas medidas resultaron por supuesto inoperantes. La llamada en su momento «explosión demográfica» elevaba al primer plano de la discusión nacional el tema del incontrolado auge poblacional como el gran problema del desarrollo del país. De acuerdo con los niveles de crecimiento de la economía y su incapacidad de absorción de la creciente oferta laboral y frente a una reconocida imposibilidad por parte del Estado para atender las postergadas y acuciantes necesidades sociales, se proponía como la más visible y eficaz alternativa para evitar una catástrofe social la aplicación de todos los recursos y energías nacionales al propósito de contener el desbordado crecimiento demográfico. Planteamientos similares habían alcanzado una gran difusión en América Latina, cuyos países en su mayoría atravesaban una situación semejante a la de Colombia. Dentro del marco de la Alianza para el Progreso, en la Conferencia de Punta del Este en 1962 se proponía a los países latinoamerica-

380

_

Nueva

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Carteles del Centro de Planificación Familiar, de Profamilia, en 1965. año en que esta institución inicia en el país la política de contención

demográfica.

nos, como parte de las estrategias para elevar los niveles de desarrollo, la adopción de políticas de reforma agraria y la implantación de la planificación familiar. Era fácil advertir el origen malthusiano de estas interpretaciones económicas y demográficas, promovidas, por lo demás, por los países industrializados de occidente cuya preocupación e interés por el problema los habían conducido a aplicar todos sus recursos políticos, económicos, científicos y tecnológicos al objetivo de controlar la expansión demográfica y sus efectos adversos. El debate demográfico se había abierto en Colombia con particular virulencia, tanto por parte de los sectores liberales como por los grupos conservadores más tradicionales, así como por los voceros de la izquierda radical que veían en las formulaciones neomalthusianas la mano interesada del imperialismo para impedir los cambios sociales que el crecimiento demográfico contribuía a acelerar. En medio de ardorosas controversias ideológicas se fue abriendo paso la idea de la legitimidad del Estado de extender su función planificadora del desarrollo a la esfera del comportamiento demográfico. Fueron los médicos, a través de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina, quienes se convirtieron en los abanderados más conspicuos del cambio demográfico, seguramente en razón de que sobre ellos recaía directamente la responsabilidad de la prestación de los servicios de anticoncepción. Oficialmente se inician las actividades en 1962 en los hospitales universitarios. En 1965, PROFAMILIA comienza sus programas y en 1967 el Ministerio de Salud incorpora las acciones de Planificación Familiar a sus programas de salud materno-infantil. Ya desde comienzos de hi década del sesenta, ASCOFAMH había adelantado los primeros estudios sobre fecundidad, planificación familiar, migraciones internas y relaciones entre el desarrollo económico y la dinámica

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demográfica, con miras a desarrollar la información y el conocimiento requeridos para la formulación de planes y programas en estos campos. Con la cooperación técnica y financiera de gobiernos, fundaciones y agencias extranjeras se despliega una ofensiva en todos los campos relacionados con la planificación poblacional. Se abocan de esta manera aspectos concernientes a la investigación y la información, la formación de recursos humanos, el desarrollo institucional, la creación de la infraestructura de servicios, la educación y difusión de conocimientos sobre métodos y técnicas de planificación familiar, así como la distribución subsidiada y aun gratuita de anticonceptivos modernos. El gobierno, por su parte, además de los programas oficiales, favorecía con su apoyo las actividades del sector privado y estimulaba la canalización de recursos para los diversos programas y servicios. Dentro de la Reforma Constitucional de 1968, oficializa la planificación poblacional, otorgándole al Departamento Nacional de Planeación la facultad de formular políticas demográficas y canalizar recursos de inversión al desarrollo de las mismas. Dentro del Plan de Desarrollo de la administración Lleras Restrepo se incluye por primera vez en el país una política de población, cuyos objetivos principales apuntaban a la reducción del crecimiento demográfico y a la reorientación de los flujos migratorios hacia las ciudades intermedias. Paralelamente se crea el Consejo Nacional de Población, órgano asesor del gobierno en estas materias, en el cual se hallaban representados el Estado, el sector público, la Iglesia católica y las universidades. En 1969 se realiza la primera encuesta nacional de fecundidad. Sus resultados indicaban que a mediados de la década del sesenta se había iniciado en Colombia un cambio de extraordinaria importancia en nuestro desarrollo demográfico. En efecto, los datos registraban un sorprendente descenso de la fecundidad. Se había iniciado en-

Capítulo

15

tonces la «transición demográfica». A partir de este momento la dinámica poblacional entraría en una fase diametralmente opuesta a la que había caracterizado las seis primeras décadas del siglo. Iniciado el descenso de la fecundidad, su evolución adquiere un curso inesperadamente intenso especialmente en la década comprendida entre 1965 y 1975, cuando sus niveles descienden en un 40 %, pasando de 7 a 4.2 hijos por mujer. La última encuesta nacional efectuada en 1980 confirmaba la continuación de las tendencias observadas, aunque con menor intensidad de la registrada al comienzo del proceso. Para entonces, la disminución alcanzada era cercana al 50 %, toda vez que cada colombiana tenía en promedio 3.6 hijos. El cambio demográfico irrumpe de manera generalizada en todo el territorio nacional, abarcando tanto a las grandes ciudades como a las pequeñas aldeas, a las regiones de mayor desarrollo relativo al igual que las más atrasadas, a los sectores campesinos, así como al proletariado urbano. Naturalmente, las pautas reproductivas no se modifican con similar intensidad entre las diferentes poblaciones. En las ciudades mayores, como era de esperarse, las reducciones ocurren con excepcional celeridad, en tanto que en las áreas rurales el proceso se inicia lentamente para adquirir luego un acentuado ritmo de declinación. En las zonas urbanas el promedio de hijos por mujer desciende de 5 a 3, en tanto que en las áreas rurales la disminución parece haber sido más significativa pasando de 9 a 5 nacimientos hacia 1980. Un régimen de siete hijos por mujer, como el que imperó a la fase de la expansión acelerada, suponía una maternidad prolongada casi hasta la culminación de la vida fértil de la mujer. En Colombia siempre fue costumbre que tanto hombres como mujeres iniciaran precozmente la vida conyugal. En una sociedad que no ofrecía mayores oportunidades sociales para la mujer, lo usual era que estas contra-

3S1

Gráfico 3 Tasas específicas de fecundidad estimadas para el país (1964-1969) (1978-1983) (1998-2003)

350

-

300

" \9

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250

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200

-

150

-

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/1978-1983

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///

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\

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-

15-19

\ \ \

20-24

25-29

30-34

35-39

jeran matrimonio una vez llegadas a la pubertad. Las prácticas de nupcialidad temprana unidas a la precaria disponibilidad e ineficacia de la planificación familiar favorecían una sucesión de embarazos que sólo concluía con el término del ciclo fértil femenino. Con la difusión y adopción de la anticoncepción moderna no sólo se redujo el número de hijos en las familias, sino la vida reproductiva de las mujeres. Declinó la proporción de madres muy jóvenes al igual que las de edad madura y, lo que es más interesante aún, la tendencia se orientó hacia la concentración de la maternidad entre los veinte y los treinta años de edad. En un lapso de tres lustros había ocurrido en el país una de las transformaciones demográficas más drásti-

40-44

45-49

382

Nueva

i4.o

S

1

de Colombia.

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Como se recordará, el acelerado crecimiento demográfico había llegado a convertirse al comienzo de la déTasas de crecimiento demográfico cada de los sesenta quizá en el problepromedio anual ma más crítico que afrontaba el desa(1780-2000) rrollo nacional, no sólo por su incidencia inmediata en el agravamiento de la situación social y económica, sino en cuanto a sus alarmantes repercusiones futuras. Esta amenaza que se cernía sobre el porvenir del país condujo a la decisión política de aplicar A los instrumentos, recursos y mecanismos de que disponía el Estado para introducir un efectivo control natal. El gobierno, el sector privado, las organizaciones internacionales, la comunidad científica y los medios de comunicación, en una campaña sin precedentes, se dedicaron febrilmente a informar, motivar, educar y crear conciencia respecto de la conveniencia individual, familiar y social de limitar el número de hijos y conformar familias menos numerosas. Simultáneamente se fue ampliando la infraestructura de servicios de planificación familiar, cobijando no sólo las grandes ciudades sino todas las regiones, centros pobla| S E 8 1i i i í S dos, áreas rurales y zonas apartadas 1 i i 1l i l i l í i del país. ¿Cuál era el contexto social dentro del que se inscribían las nuevas polícas de que se tenga conocimiento en ticas, planes y programas? Durante las la historia contemporánea. Salvo dos últimas décadas el país había venido o tres sociedades con experiencias si- experimentando marcados cambios en milares, Colombia se convertía en pa- su estructura económica y en su deradigma de cambios demográficos ace- sarrollo social. El proceso de migralerados dentro de un marco de plani- ciones y urbanización había conducido ficación familiar no coercitiva. a una radical redistribución espacial ¿Qué modificaciones habían ocurri- de la población, proceso que avanzaba do en la sociedad colombiana para que ininterrumpidamente hacia una mayor se produjera semejante transforma- concentración en las grandes ciudación? Hasta el presente no se dispone des. Se estaba produciendo al mismo de una interpretación comprehensiva, tiempo un avance notable en el campo documentada y satisfactoria acerca de de la educación, sobre todo en la mulos procesos que determinaron el gran jer, cuyas diferencias con los varones cambio demográfico nacional. Sin em- en los niveles de enseñanza primaria y bargo, es posible identificar un con- secundaria se habían eliminado por junto de fenómenos coincidentes en la completo; la participación femenina década de los sesenta, estrechamente en las actividades productivas aumenasociados con las pautas procreativas taba rápidamente y se ampliaba de que pueden arrojar luz sobre este pro- modo progresivo su radio de participación social. blema. Gráfico 4

M.S

Historia

De otra parte, las condiciones de vida tanto en las áreas urbanas como en el medio rural resultaban cada vez más adversas a la conformación de familias numerosas en razón de la escasez y la precariedad de viviendas, el desempleo creciente, los bajos ingresos, el costo de la subsistencia, las necesidades sociales de salud, educación y servicios básicos, entre otros. A esta situación se unía el surgimiento de nuevas necesidades sociales, las expectativas de ascenso social, consumo, bienestar material y confort que el modelo de desarrollo incentivaba en lo que irónicamente se conoció como «la revolución de las expectativas». Si las condiciones económicas y sociales habían venido evolucionando en una dirección favorable al descenso de la natalidad, ¿cómo explicar entonces la permanencia durante todo el siglo de unas pautas de elevada fecundidad y su súbita y radical transformación en los inicios de los años sesenta? Como

Cuadro 17 Población y tasas de crecimiento (miles) (1500-2000) Fecha 1500. 1780 1825 1851 1870 1905 1912 1918 1938 1951 1964 1973 1985 1990 1995 2000

Población

Tasas de crecimiento

3.000.0 768.8 1.129.2 2.105.6 2.708.0 4.319.0 5.072.6 5.855.1 8.701.8 11.548.2 17.484.5 22.915.2 28.610.0 31.301.0 33.959.0 36.359.0

-4.7 8.2 25.0 13.3 22.5 20.0 21.2 21.9 31.4 29.2 18.5 18.0 16.3 13.7

Gráfico 5A Composición de la población por edad y sexo (1964)

í

EDAD 75 y + 70-74 65-6B 60-64 55-59

r

50-54 45-49 40-44

]

35-39 30-34

i

20-24

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10

9

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1

25-29

1

15-19 10-14

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5-9

1, 1 . 1

|

0-4

8

5

4

HOMBRES

3

2

1

0

0 1

2

3

4

5

MUJERES

0

7

8

9

1

%

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Gráfico 5B Composición de la población por edad y sexo (1985)

_ L

se observaba anteriormente, todavía no se dispone de una explicación satisfactoria que aclare lo ocurrido. Con un carácter aún conjetural puede plantearse que en el caso colombiano ocurrieron dos fenómenos que hasta el momento no se habían dado juntos. De una parte, las transformaciones económicas, políticas y sociodemográficas ya señaladas, propicias al control demográfico, y de otra, la disponibilidad de servicios, métodos y técnicas anticonceptivos de gran eficacia y bajo costo hasta entonces inexistentes en el país. Coincidían estas condiciones favorables con los avances científicos en el control de la fisiología de la reproducción humana. Los anticonceptivos modernos recientemente lanzados al mercado, tales como las pildoras, los dis-

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de Colombia.

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positivos intrauterinos, los métodos quirúrgicos y los físicoquímicos estuvieron al alcance económico y cultural de casi toda la población. Ciertamente la existencia de anticonceptivos no era desconocida en el país. Los preservativos, los espermaticidas, los diafragmas y otros métodos de barrera, al igual que los llamados métodos folclóricos y el aborto, eran utilizados desde antes por algunos sectores de la población. No obstante, su utilización demandaba una alta motivación, un mayor nivel educativo, accesibilidad económica y una aplicación cuidadosa en razón del limitado nivel de protección que ofrecían. De esta suerte la planificación familiar constituía un recurso asequible sólo a las clases altas y medias de los sectores urbanos, cuyas familias históricamente siempre fueron menos prolíficas que las de las clases populares. Por tratarse de una minoría, el control natal, ejercido por estos sectores no lograba afectar los promedios de fecundidad nacionales, con lo que los niveles permanecieron virtualmente constantes a lo largo del tiempo. Queda aún por establecer si los sectores populares urbanos, cuya situación económica y social era decididamente adversa a la permanencia de una elevada natalidad, estuvieron culturalmente movilizados hacia la planificación familiar antes que se emprendieran las campañas masivas en este campo. En síntesis, la modificación de las pautas de fecundidad en Colombia pudo obedecer a la concurrencia en los inicios de la década de los sesenta de dos órdenes de factores íntimamente relacionados. De una parte, un cambio en las actitudes respecto del número ideal de hijos propiciado por la transformación de las condiciones objetivas de vida de las parejas y, de otra, la accesibilidad a los servicios de planificación familiar de bajo costo y alta eficacia facilitados por el Estado y el sector privado. ¿Qué implicaciones acarreaba para el país este sustancial descenso de la

Capítulo

15

fecundidad? Sin duda, el más importante y esperado de los efectos consistió en la reversión de las tendencias históricas de crecimiento. A partir de mediados de la década de los sesenta las tasas de crecimiento, por primera vez en el siglo, empezaron a declinar. De 31.4 personas por cada mil habitantes en el período intercensal inmediatamente anterior, descienden a 29.2 en el lapso comprendido entre 1964 y 1973. A medida que el proceso de cambio en las pautas reproductivas fue profundizándose, los niveles de crecimiento se hicieron cada vez menores. Diversos analistas demográficos coinciden en estimar que el ritmo de crecimiento poblacional se ha reducido en las dos últimas décadas en un 40 % aproximadamente, llegando en la actualidad a una tasa de diecinueve por mil. De acuerdo con estas tendencias, la población que venía duplicándose cada 22 años, lo hace ahora cada 45. Merced a la transición demográfica, el país contaba en 1985 con cerca de veintiocho millones de habitantes, cuando podía haber alcanzado un total de treinta y cinco, de haber continuado el comportamiento observado hace veinte años. Una de las consecuencias más significativas de la reducción de la natalidad ha sido la radical transformación de la estructura de edad de la población. La proporción de menores de quince años, que en 1964 representaba el 47 % de la población, abarcaba en 1985 sólo el 36 %, en tanto que la población comprendida entre los quince y los sesenta y cuatro años de edad ha venido incrementando su importancia relativa; hace veinte años, constituía el 50 % y en el año 1985 cerca del 60 %. Otro tanto puede afirmarse de los mayores de sesenta y cinco años, cuya proporción ha ascendido del 3 al 4 por ciento. De esta suerte, la población del país, que venía en un proceso de continuo rejuvenecimiento, ha entrado en una fase de envejecimiento progresivo (ver pirámides de población, gráficos 5A, 5B y5C).

3S5

La reducción de la mortalidad continúa avanzando todavía con progresos significativos. Recuérdese que hacia 1960 fallecían anualmente once personas por cada mil habitantes; en el transcurso de los últimos veinticinco años, se estima que haya descendido a siete en promedio. Avances similares registra la mortalidad infantil. En la actualidad el número anual de defunciones de menores de un año por cada mil nacimientos es de cincuenta y cinco, cuando hace cinco lustros ascendía a setenta y ocho, aproximadamente. Pese a estas importantes mejoras, los índices de mortalidad de este grupo de población son aún demasiado elevados para los niveles de desarrollo que ha alcanzado el país. Los importantes logros obtenidos en la lucha contra la mortalidad han Gráfico 5C Composición de la población por edad y sexo (2000) EDAD

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Historia

de Colombia.

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permitido que los colombianos vivan hoy en promedio cinco años más que a comienzos de la década de los sesenta; en ese momento la esperanza de vida llegaba a 58 años para ascender a 63 en el presente. Restan aún avances importantes para que nuestra expectativa de vida se equipare a la de los países desarrollados, en los cuales ha ascendido a 75 años. El mejoramiento observado en las condiciones de mortalidad ha obedecido fundamentalmente a la reducción de las enfermedades inmunoprevenibles, las infecciosas y las respiratorias, cuya prevalencia causaba las mayores víctimas dentro de la población infantil. Con los avances señalados y merced a la modificación de la estructura de edad de la población, el cuadro de la mortalidad ha variado consecuentemente. A la par que se reducen las causas de muerte de carácter externo que afectan preponderantemente a los menores de edad, se incrementan las de orden endógeno propias de las personas de edad avanzada: tumores malignos, enfermedades arterioscleróticas y degenerativas del corazón y las lesiones vasculares, entre otras. Con la transición demográfica, el proceso de urbanización acelerada parece haber llegado a su término. Como se recordará, hace veinte años las tasas de crecimiento urbano registraban los máximos niveles del presente siglo con tasas de cincuenta y cuatro por mil, el cuadruplo de las correspondientes al área rural. Todo parecía indicar en ese momento que su ritmo se incrementaría en el futuro inmediato. Sin embargo, no ocurrió así. Por el contrario, las cifras censales de 1973 revelaban una reducción importante, alcanzando una tasa de cuarenta y tres por mil. De igual manera las principales ciudades del país, salvo contadas excepciones, vieron reducir inesperadamente su ritmo de crecimiento (cuadro 12). Dos fenómenos habían contribuido a este comportamiento. En primer lugar, la disminución del crecimiento natural como resultado de la drástica

caída de la fecundidad en las áreas urbanas y, en segundo término, el descenso de las tasas de inmigración a estos centros, cuyo desarrollo demográfico se venía nutriendo casi en un 50 % del aporte de las corrientes migratorias. Los estudios de población realizados por el DAÑE entre 1982 y 1984 en más de cincuenta ciudades han permitido establecer que la decli nación del crecimiento urbano es un fenómeno que se profundiza en todo el territorio nacional a medida que avanza la transición demográfica. Si bien ha menguado la intensidad del desarrollo urbano, no por ello se han modificado las tendencias hacia la progresiva urbanización del país. Cada vez son mayores el número y proporción de personas residentes en áreas urbanas. En 1973 el 60 % de la población vivía en localidades de más de 1.500 habitantes. Proyecciones del Departamento Nacional de Planeación estiman que esta proporción ha llegado al 70 % en la actualidad. El crecimiento urbano reciente ha sido de tal magnitud, que el 83 % del incremento demográfico nacional obtenido entre 1964 y 1973 se concentró en las zonas urbanas. Su dinámica permite esperar la absorción de casi todo el crecimiento futuro en dichas zonas. Con el avance de la urbanización, se profundiza la concentración en los centros principales. En 1973 las ciudades de más de 100.000 habitantes albergaban el 33 % de la población del país, proporción que en el presente ha ascendido al 50 por ciento. La desaceleración del ritmo de crecimiento demográfico ha cubierto por igual a las diversas secciones del país, pero con características diferenciales, consolidando las nuevas tendencias de redistribución espacial de la población que se advertían desde mediados de siglo. Es así como los departamentos de la costa atlántica, el Meta, el Valle de Cauca y los Territorios Nacionales prosiguen su vigorosa expansión de las décadas precedentes, en tanto que el resto de los departamentos, ubicados en su totalidad en la región andina, T

15

acusan o bien un estancamiento, una decadencia leve o un incipiente despoblamiento. El oriente del país acentúa su crónica depresión, seguido por el sur y el centro-occidente, de cuyo grupo sólo se exceptúa el Valle del Cauca que, como ya se mencionó, conserva aún cierto dinamismo. La anemia demográfica de estas secciones es fiel trasunto de la crisis de sus áreas rurales que, en departamentos como Boyacá, Cundinamarca, Caldas, Risaralda y Tolima, sufren una pérdida neta de población en los años recientes. Condiciones similares, aunque menos severas, observan departamentos como Antioquia, Santander, Quindío y Huila, cuyo crecimiento demográfico rural prácticamente se ha estancado. En el sur del país el decaimiento es evidente con niveles semejantes a los de las áreas rurales en conjunto. Contrasta este panorama con el que ofrecen los departamentos de la costa atlántica, el Chocó, el Meta, Norte de Santander y los Territorios Nacionales, cuyos niveles de crecimiento en la mayoría de los casos son extraordinarios, como por ejemplo en Cesar, Guajira, Magdalena, Bolívar y los Territorios Nacionales, en donde el crecimiento rural sobrepasa aun el de las grandes ciudades. Muestra de esta excepcional dinámica es el hecho de que estas secciones absorbieran el 98 % del crecimiento rural observado entre 1964 y 1973. La gravedad del problema demográfico de las áreas rurales andinas se revela en el éxodo en este período de nueve años de cerca de dos millones de campesinos hacia los centros urbanos y áreas de colonización y de expansión de la agricultura comercial. Estos fenómenos ponen de manifiesto la profundización del proceso de descomposición del campesinado andino, la crisis de la economía agraria en la mayoría de los departamentos y la dirección que ha tomado el desarrollo rural en el país. No es de extrañar entonces que se prevea en el futuro inmediato no sólo el estancamiento de-

Cuadro 8 Población por departamentos, intendencias y comisarias (1985) Habitantes

Departamentos

Antioquia

3.888.067

Atlántico

1.428.601

Bogotá, D . E .

3.982.941

Bolívar

1.197.623

Boyacá

1.097.618

Caldas

838.094

Caquetá

214.473

Cauca

795.838

Cesar

584.631

Córdoba Cundinamarca

913.636 1.382.360

Chocó

242.768

Huila

647.756

Guajira

255.310

Magdalena

769.141

Meta Nariño

412.312 1.019.098

N o r t e de Santander

883.884

Quindío

377.860

Risaralda Santander

625.451 1.438.226

Sucre

Intendencias

529.059

Tolima

1.051.852

Valle

2.847.087

Arauca

70.085

Casanare

110.253

Putumayo

119.815

S. A n d r é s y Providencia

Comisarías

35.936

Amazonas

30.327 9.214

Guainia Guaviare

35.305

Vaupés

18.935

Vichada

13.770

Total nacional*

27.867.326

* Incluye población de Armero (29.394 habitantes). Fuente: D A Ñ E , Censo 85.

mi

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Historia

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Cuadro 9 Las 50 ciudades con mayor población en el casco urbano (1985) Ciudad

Departamentos

Población urbana

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50

Bogotá Medellín Cali Barranquilla Cartagena Cúcuta . Bucaramanga Manizales Ibagué Pereira Bello Pasto Armenia Neiva Santa Marta Palmira Soledad Villavicencio Buenaventura Montería Valledupar Popayán. Floridablanca Barrancabermeja Itagüí Sincelejo Tuluá Soacha Dos Quebradas Cartago Tunja Envigado Buga Florencia Girardot Sogamoso Villa del Rosario Ciénaga Duitama Ocaña Magangué Malambo La Dorada Quibdó Riohacha Maicao Zipaquirá Tumaco Ipiales Facatativa

Fuente: D A Ñ E , Censo 85.

Bogotá, D . E . Antioquia Valle Atlántico Bolívar Norte de Santander Santander Caldas Tolima Risaralda Antioquia Nariño Quindío Huila Magdalena Valle Atlántico Meta Valle Córdoba Cesar Cauca Santander Santander Antioquia Sucre Valle Cundinamarca Risaralda Valle Boyacá Antioquia Valle Caquetá Cundinamarca Boyacá Norte de Santander Magdalena Boyacá Norte de Santander Bolívar Atlántico Caldas Chocó Guajira Guajira Cundinamarca Nariño Nariño Cundinamarca

3.974.813 1.418.554 1.323.944 896.649 491.368 357.026 341.513 275.067 269.495 233.271 206.297 197.407 180.221 178.130 177.922 . 175.186 164.494 161.166 160.342 157.466 142.771 141.964 137.975 137.406 135.797 120.537 99.721 99.353 93.558 92.524 87.851 85.539 82.992 66.430 66.385 64.437 59.616 56.860 56.390 51.443 49.160 48.984 48.572 47.950 46.667 46.033 45.676 45.456 45.419 44.331

mográfico rural, sino el inicio de su despoblamiento a fines del presente siglo. El recrudecimiento reciente de la violencia política y económica especialmente en el Magdalena medio, en el Valle del Cauca y en el Urabá antioqueño puede convertirse en elemento nuevo de agudización de la explosiva situación agraria y factor desencadenante de renovados éxodos migratorios con lo que el inminente despoblamiento rural puede encontrar en estos fenómenos un adicional estímulo. En síntesis, la redistribución espacial de la población, a partir de la segunda mitad de este siglo, se ha caracterizado por el agravamiento de la crisis de las áreas rurales andinas; la expulsión entre 1951 y 1973 de más de cuatro millones de campesinos de estas zonas, la orientación del poblamiento hacia las grandes llanuras de la costa atlántica, la Orinoquia y la Amazonia, y, por último, el acelerado proceso de urbanización y concentración en las grandes ciudades del país. Dentro de este marco de singular movilidad espacial, ocupacional y cultural surge en los inicios de la década

de los cincuenta un fenómeno relativamente novedoso dentro de la evolución demográfica nacional: el éxodo de colombianos al exterior. Empujados por la violencia, el desempleo, los bajos ingresos y la restricción de oportunidades, miles de compatriotas empezaron a abandonar el país para radicarse en los países vecinos, especialmente en Venezuela y Ecuador, y en los Estados Unidos y Europa. Con la expansión económica de los años setenta los estímulos a la migración se hicieron cada vez más poderosos, generando un formidable éxodo hacia los países que presentaban en ese momento escasez de mano de obra con diferentes niveles de calificación. Por el carácter predominantemente clandestino de este fenómeno no ha sido posible establecer el número de colombianos residentes en el exterior. Cálculos conservadores estiman que en la década comprendida entre 1963 y 1973 cerca de quinientos cincuenta mil colombianos emigraron en su mayoría hacia Venezuela, Ecuador y los Estados Unidos. De acuerdo con estas cifras, en la década del setenta anualmente dos de cada mil habitantes abandonaban el país de modo defini-

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Pirámide de población por edad

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HOMBRES 13777.700

1985 TOTAL

MUJERES 14'060.232

Gráfico 7

Crecimiento intercensal

Gráfico 6

MILLONES 28

-

27'837.932

27 26 25 24 23 22

22'915.229

21 20 19 18

17'484.509

17 16 15 14 13

-

12

-

11'962.360

11 10 9

8'641.801

8 7 6 5 4 3 2 1 0

27'837.932

1938

Total dt pobl.clón lln Incluir Arm«ro.

tivo. Esta notable migración contribuyó, entre otros factores, a reducir el ritmo de crecimiento demográfico nacional, a aliviar la presión migratoria en las grandes ciudades y por ende a atenuar la oferta laboral y favorecer la reducción de los niveles de desempleo en el período. Con la recesión de la economía mundial en los últimos cinco años, han cesado los estímulos que operaron en las décadas pasadas dejando de canalizar no sólo tan importantes corrientes, sino favoreciendo el retorno de compatriotas cuya situación socio-laboral en el exterior se ha vuelto en extremo desventajosa. Estos nuevos eventos han revertido en el agravamiento de la ya complicada situación interna.

Hacia una población estacionaria Pocos fenómenos han suscitado un consenso tan amplio como el del futuro desenvolvimiento demográfico nacional. Organismos internacionales como las Naciones Unidas, el Banco Mundial y el Centro Latinoamericano de Demografía, al igual que instituciones nacionales como la Universidad de los Andes, la Corporación Centro Regional de Población, FEDESARROLLO, el Instituto de Estudios Colombianos, el Departamento Nacional de Planeación o el DAÑE, coinciden en señalar que el país se enrumba definitivamente hacia una progresiva desaceleración de su dinámica demográfica. Acogiéndonos a esta unanimidad, hemos seleccionado las proyecciones

1951

del Departamento Nacional de Planeación para concluir este recuento de la historia demográfica nacional en los últimos 150 años, presentando una sucinta relación de lo que razonablemente cabe esperar de nuestra evolución demográfica en los quince años finales de siglo. A l iniciar el siglo xxi la población del país habrá llegado a un total de 36 a 38 millones de habitantes, de los cuales el 75 % estará residiendo en las zonas urbanas, preferencialmente en las principales ciudades del país donde se concentrará el 60 % de los colombianos. Para esta fecha la población rural habrá dejado de crecer en términos absolutos, no siendo improbable que su volumen empiece a decrecer. Si bien avanzará la urbanización,

su ritmo habrá disminuido notablemente. Las áreas urbanas en su conjunto, al igual que las grandes urbes, crecerán cada vez más pausadamente. Este lento crecimiento unido al singular equilibrio regional de la malla urbana evitará la ocurrencia de fenómenos de primacía urbana, comunes en muchos países latinoamericanos. La conformación de una amplia red de ciudades de regular tamaño hará muy improbable que en el país se presenten situaciones de gigantismo urbano. La capital del país albergará de 6 a 7 millones de habitantes en lugar de los 12 que se estimaban a fines de la década del sesenta. Medellín y Cali, incluidas sus áreas metropolitanas, tendrán alrededor de 3.5 y 2.0 millones respectivamente. Barranquilla cerca de 1.7

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