José María Eguren (Poemas)

 

La ni�a d de e l la a l�mp mpar ara a azu azul l En el pasadizo nebuloso cual cual m�gi gico co su sue e�o de de E Est stam ambu bul, l, su perfil presenta destelloso la ni�a d de e l la a l�mp mpar ara a azu azul. l. �gi gil l

y ri risu sue e�a se se i ins nsin in�a, y su llama seductora brilla, tiembla tiem bla e en n su c cabel abello lo la gar�a de la playa de la maravilla. Con voz infantil y melodiosa con fresco aroma de abedul, habla de una vida milagrosa la ni�a d de e l la a l�mp mpar ara a azu azul. l. Con c�lido lidos s oj ojos os d de e du dulzu lzura ra y besos de amor matutino, me ofrece la bella criatura un m�gico y ce celest leste e ca camin mino. o. De encant encantaci aci�n en u un n der derroch roche, e, hiende leda, vaporoso tul; y me me g gu u�a a tr trav av�s de de l la a n noc oche he �

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la ni a d de e l la a l mp mpar ara a azu azul. l. Del libro libro La c canci anci�n de las f figur iguras as (19 (1916) 16) -----------------------------------------Casa vetusta En el fondo del valle, vetusta casa nos presenta musgosas escalinatas. En el el bo bosq sque ue somb sombr r�o, mustias y raras, como muertas pupilas son sus ventanas. Por los negros pasillos que que se e enm nmar ara a�an, an, el o�do a aca cari rici cian an breves palabras. En su raro aposento viven las hadas y los antiguos seres de la ca camp mpa a�a. Las ancia cianas c ci ig�e�as que en ella paran, de los los m mue uerto rtos s se�or ores es a veces hablan. Por doquiera nos dicen, las luces blancas, el amor misterioso, feliz que guardan. O mira miramo mos s se �al ales es multiplicadas,

 

de la siempre escondida suerte galana. Y por eso los gratos ensu ensue e�os caus causa, a, blanquecina y musgosa, vetusta casa. Del libro libro Po Poes es�as comple completas tas (2 (2015) 015) ---------------------------------El caballo Viene por las calles, a la luna parva, un caballo muerto en antigua batalla. Sus ca casco scos s s som ombr br�os� trepida, resbala; da un hosco relincho, con sus voces lejanas. En la la pl�mb mbea ea esqu esquin ina a de la barricada, con con o ojo jos s v vac ac�os y con horror, se para. �

M s lentas ta tarde rde se e esc scuch uchan an sus pisadas, por v�as de desie siert rtas as y por ruinosas plazas. Del libro libro La c canci anci�n de las f figur iguras as (19 (1912) 12)