Jose Luis Romero - Estudio de La Mentalidad Burguesa
August 18, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Romero José Luis Estudio de la mentalidad burguesa. - 1 ed. 3 rcimp. Buenos Aires: Alianza, 1999. 170 p.; 18 x 11 cm. - ( Ahanza Bolsillo; 16)
ISBN 950-40-0024-X l
Título -
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Historia Universal
© Luis Alberto Hon cro © Alianza Editorial, S.A., Buenos Aires, 1987, 1993, 1996, 1999. Hay edición csparlola: Alianza í-:ditorial S A Madrid, El libro de bolsillo, 1287.
Distribución y venta: Av Córdoba 2 64; 1120 Buenos Aires
Tel/íax: 372-7609 I 373-2614 / 814-4296 Administración y producción editorial: Av Belgrano 355, piso JO; 1092 Buenos Aires Tel/íax: 342-4426 I 342-9025 Hecho el depósito que marca la ley ll.723 Impreso en Argentina - l rinted n Argentina
El texto que se leerá es la versión, apenas corregida, de un curso dictado hacia 1970 por José Luis Romero para un gru po de amigos, semanalmente reunidos en la casa de uno de ellos. Se encontraba entonces en Ja plenitud de su madurez intelectual. Poco antes había concluido La revolución burguesa en el mundo feudal una empresa que le demandó veinte años de trabajo, y estaba escribiendo sus otros dos libros mayores, Latinoamérica las ciudades y las ideas que apareció en 1976, y Crisis y orden en el mundo feudoburgués que quedó inconcluso y fue editado Juego de su muerte en febrero de l 977. Por es esos os años ya había planea planea do los libros que escribiría en Jo que creía que le quedaba de vida útil: Sociedad y cultura en el mundo occidental dos nuevos volúmenes completarían el ciclo histórico que, con La revolución burguesa y Oisis y orden había alcanzado el siglo XVI), Teorz a de la vida histórica La estructura histórica del mun o urbano y éste, La mentalidad burguesa que empezaba a desarrollar como lo hacía habitualmente, expli cándolo en clases y cursos hasta que se sentía listo para
escribir.
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Estudio de la mentalidad burguesa
En 1966 se había alejado de la Universidad, retornando a esa situación de marginalidad que, como ha señalado Tulio Halperin Donghi, caracteriza su posición toda en la historio· grafía argentina. Fuera de la Universidad, siguió dictando conferencias, clases y cursos. Algunos. como los de la Biblio
alguna medida, todo el mundo actual. marcado por esa cultura. Naturalmente, la profundidad en el desarrollo de este vasto pr ograma es desigual. En p arte , refleja el diferente. gra gra do de avance en la construcción que iba haciendo de su libro.
teca del Consejo de Mujeres. alcanzaron cierta notoriedad. Otros tuvieron como destinatarios a amigos interesados por los temas pero, sobre todo, cautivados por su personalidad de maestro. En alguna medida, las características de su público se tra suntan en la densidad y complejidad del texto. Pero no de masiado. Precisamente uno de los rasgos más caracteristicos de sus clases, en el que se reconocia su calidad de maestro, era la capacidad para hacerse entender por cualquier audito rio y a la vez trascenderlo, conservando todo el rigor de un
Pero también testimonia su interés por ciertas coyunturas y particularmente por el momento del cambio, del_ surgimien to de la nueva mentalidad. Corno ha dicho Rugg1ero Roma· no, su idea -q u e era casi una obsesión- era la de sorprender el momento, el ins tante fugaz de una socied ad .. (el de) un nacimiento en el seno de una crisis". As , hace en este libro un amplio desarrollo del surgimien to de la mentalidad burguesa en el marco de la cristiano feu·· dal dominante. contra ella pero también apoyándose en ella. Quienes conocen bien La revolución b rguesa en el m ndo
pensamiento que. por entonces. habla alcanzado un alto gra do de abstracción. No puede omitirse, sin embargo, una reflexión acerca de esta situación, que dice mucho sobre nuestra historia cultural reciente. Un maestro y no los hubo muchos-· en su madu rez, no pudo llegar a quienes mejor podian haber aprovecha do sus enseñanzas. Más aun, una tradición intelectual --esa que, quienes nos formamos en ella. identificamos con la "'his toria social - se vio tajantemente interrumpida. En buena medida esto debe atribuirse al deliberado oscurecimiento de
fl udal reconocerán aquí sus líneas principales. planteadas quizá con menos sutileza y erudición que en ese texto, pero probablemente en forma más clara y categór ica. . Del perfodo siguiente, entre los siglos XIV y XVIII sol_o se plantean las grandes líneas: la forma madura de la mentalidad burguesa del siglo XVIII vista sobre todo en relación con las experiencias iniciales que la constituyen, y antes que eso el proceso del encubrimiento , luego del franco y desemboza do surgimiento de esa mentalidad; esta idea del encubnrn1en· to una de las más sugestivas que se desarrollan en el texto,
por las fuerzas ances nuestra universitaria, tralmentevida reaccionarias que, provocado casi sin interrupción, las rigieron desde 1966. Pero también -d eb e reconocerse- a que el clima de ideas dominante entre los estudiantes y jóvenes gradua dos desde los finales de la década del sesenta era poco pro picio para que el pensamiento de José Luis Romero fuera apreciado.
había sido esbozada en obras anteriores: en Maquiavelo historiador y La cultura occidental, y también en un sugestivo artículo: ''La ópera y la irrealidad irrealidad barroca u . La crisis de la mentalidad burguesa, a partir de la Primera Guerra Mundial, es tratada con más detalle. Sorprenderá que se soslaye el terna de la mentalidad revolucionaria y antibur guesa quizá porque sus cont eni dos ampliamente desarrollarevolución ución contemporánea, de 1948, son dos en El ciclo de la revol ajenos al tema central de este estudio. Quizá también porque, frente a la habitual contraposición mecánica entre un mundo
El terna propuesto para el curso. era vasto y ambicioso: el desarrollo de la mentalidad burguesa, desde su constitu ción en el siglo XI hasta su crisis en nuestro siglo. Suponía estudiar no sólo toda la cultura occidental, de la que lamen talidad burguesa es su meollo, sino también considerar. en
presentados en térmi burgués y otro proletario y socialista, nos absolutamente alternativos, prefería observar el nac1m1en to de éste, en el seno de la propia crisis interna de la mentali-
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dad burguesa, en ese momento sutil del cambio en el que el sentimient9 del agotamiento de una estructura, y la confusa Y contradictoria búsqueda de ·alternativas, aún no ha plasma do en una nueva mentalidad. Tal la característica del discon· formismo contemporáneo, con el que se cierra este Estudio. Junto con el análisis específico de la mentalidad burguesa encontrará en este texto una preocupación por precisar la estructura y dinámica de lo que denominaba la vid vidaa histó· rica . Dentro de su visión radicalmente historicista, este con· cepto debía ser equivalente, en el campo de las ciencias socia· les, al de naturaleza en el de las físico-naturales. En el centro de ese concepto se encuentra la relación -compleja y multi· direccional- entre lo que denominaba orden fáctico y orden potencial, estructura real y estructura ideológica, o más sim· plemente sociedad y cultura. En ese marco se inscribe la
se
texto,
preocupación, ampliamente documentada en este por las relaciones entre situaciones sociales, sujetos y mentalida· des, y particularmente la trasmutación de experiencias con· cretas en formas mentales acuñadas. También es compleja la relación que establece entre estas mental idades constitui· das por ideas vagas, opiniones, saberes no teorizados, actitu· des Y valores, y el mundo de las ideas sistemáticas. de las ideo logias. Nuevamente, Nuevam ente, la relación entre éstas y las sÍtuacio· nes reales es diversa y no reducible a un modelo único: a veces son formas de mentalidad decantadas; a veces las mol dean vigorosamente; en ocasiones explican una situación social, o convencen de su legitimidad a sus actores; en otras se distancian, las las enfrentan crític amente, proyectan otra alter· alter· natjva y guían en ese sentido la acción de quienes se identifi· can con ella. Esta relación compleja y cambiante de dos órdenes de fenómen_os, entre los que no establece jerarquías a priori, resulta sm duda de actualidad hoy, cuando en estos temas parece dejarse de lado el reduccionismo rígido y algo ingenuo que dominaba dos o tres décadas atrás, es menor el gusto por las determinaciones unilineales y, en general, desaparece la subestimación de
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fenómenos ideológicos y culturales.
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otrora remitidos al rincón de las falsas apariencias . El pro grama de la historia de la cultura - c o n el que José Luis Ro· mero identificó en la década del cincuenta sus dos empresas más entrat'iables: el Seminario en la Universidad de la Repú· · blica en Montevideo y la revista mago Mundi- resulta hoy, paradójicamente, un programa de avanzada en las ciencias sociales. Lo que se leerá no es escritura sino palabra viva. Con míni· mas e imprescindibles correcciones, se encuentra en el texto todo lo que es propio de una clase. A veces, un cierto des· equilibrio en el desarrollo de los temas, cuando el interés por un aspecto lo llevaba a incursionar por sus múltiples implica· ciones, al precio de esbozar apenas otros temas previstos. También, cambios de nivel y de registro: coloquial en ocasio· nes, cuando se esfuerza por hacer sencillo un tema complejo; rigurosamente conceptual, cuando cree logrado ese objetivo
sus interlocutores inmediatos, se lanza decompleja. ay.ladistanciándose elaboración más Pero en cambio se encontrará la frescura de la palabra y el pensamiento vivos, creándose en ese momento. También, el deguste del matiz, la anécdota, el detalle significativo, y ese formidable talento que tenía para recrear la vida histó· rica, bullente y simple a la vez, y para sumergir en ella a su interlocutor, haciéndolo participar de su recreación y . de capacidadd para plantea r, su mismo transcurrir. Sobre todo, su capacida con rigor y claridad, las grandes líneas del desarrollo; esas formidables síntesis que fluyen con facilidad admirable , que recordó Ezequiel Gallo; aquellas que, arrancando del más remoto pasado, se enlazan con el presente, vasto y confuso, iluminándolo y tornándolo claro y comprensible. Es fácil, creo, reconocer en estas páginas no sólo al historiador sino también al maestro.
Luis Alberto Romero Marzo
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I. CUESTIONES PREVIAS
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planteó en El siglo de Luis XIV. En el Ensayo sobre l s cos- . tumbres una obra aún más significativa y de extraordinario interés metodológico, dejó incorporado al campo de la inda gación histórica, al lado de las ideas sistemáticas y de las corrientes estéticas - o , dicho en los términos de El siglo de
Luis XIV la estética de Racine o de Corneille, el pensamiento filosófico de Montaigne o Montesquieu- lo que él llamaba las costumbres . Incluía allí lo que hoy seguimos llamando costumbres , es decir formas concretas de vida; pero' junto con ellas, todo ese ese haz de ide ideas as corrientes, de ideas operati- . vas, que funcionan efectivamente en una sociedad, que no :han sido nunca expuestas de manera expresa y sistemática, ·que no han sido nunca ordenadas ni han sido motivo de un7 'tratado, pero que sin embargo nutren el sistema d e pensa-• .fuiento y rigen el sistema de la conducta del grupo social. / 1. Las mentalidades
Antes de introducirnos en el estudio de la mentalidad bur· guesa es convenien te dejar aclaradas algunas cuestiones previas, referidas a los términos usados, "mentalidad'º y burguesia , que en el lenguaje corriente tienen significados diversos e im precisos. Una de las grandes conquistas que los historiadores han hecho en los últimos dos siglos es la incorporación al esque ma de los 'Procesos históricos de o que llamariamos Ja histo: ria de las ideas. Prácticamente" se puede establecer una fecha 'para esto:'no se recuerda una obra significativa dentro de este estilo antes de la :aparicióp del EnsayQ sobre l s costumbres Y de El siglo de f uis XIV de Voltaire.'..Estas dos obras signifi-' ,caron, en Ja segunda mitad del siglo xvm, una revolución en tanto incorporaron a una concepción de la-historia en Ja que' los hechos políticos constituían totalidad del tema7todo un nuevo cauda], un nuevo haz haz de prob lem as que según lo entendía Voltaire- era el de las ideas, del pensamiento o. si se lo prefiere, de la cultura. Como problemas de la historia de la cultura intelectual los 12
Sobre estaOrtega distinción ha hecho observaciones interesant-es' y Gasset En Ideas señalaa que, señal y creencias sumamente ¡al lado de las ideas sistemática , hay un enorme caudal d e ' :ideas no susceptibles del análisis análisis riguroso' que se hace, por ejemplo. con el pensamiento de Kant o Descartes. P?r lo general¡son éstas relativamente más simples, pero se refieren a problemas inmediatos. que constituyen el patrirrionio de · 1 todos. Son ideas, opiniones, creencias, marcadas con ese fuer te signo social que es el-consenso. Son operativas, vigentes: actúan. Son ideas sobre las cuales ningún grupo social tiene una co ncien cia perfect amente clara, 1p 1per ero o son las que secre . tamente se ponen en funciqñamiénto cuando se toma una decisión o se dice: "esto es b ueno, esto es ma o ,, o est o es tolerable, esto es intolerable"., '. . No es fácil de detectar todo este caudal de ideas. Quien hacerlo necesitaría la formidable capacidad de trans: ~ i s i e r formarse en testigo de aquello mismo de lo que es actor. S lograra sortear esa enor ne dificultad descubrirla que esas ideas están operando de mil maneras; que en la vida cada uno se maneja con una enorme cantidad de prejuicios; _que actúa según opiniones de las que ha decidido no hablar, m someter las a juicio. o inclusi inclusive ve que están consagradas por un cierto matiz carismático que las hace indiscutibles.
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