José Luis Alonso de Santos - La verdadera y singular historia de la Princesa y el Dragón (r 1.1)
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José Luis Alonso de Santos - La verdadera y singular historia de la Princesa y el Dragón (r 1.1)...
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José Luis Alonso de Santos La verdadera y singular historia de la Princesa y el Dragón
Segunda edición: Septiembre 1985 Colección: Las Campanas, n. 32 Miñón, S. A. Vázquez de Menchaca, 10 Valladolid Impreso en España por: Macrolibros, S.A. Vázquez de Menchaca, 9 Valladolid I.S.B.N.: 84-355-0728-9 (rústica) I.S.B.N.: 84-355-0590-1 (cartoné) Depósito Legal: VA-457-1985
José L. Alonso de Santos es licenciado en Ciencias de la Información (rama Imagen), y en Filosofía y Letras (rama Psicología). Tras realizar estudios dramáticos su actividad profesional se centró en el teatro, donde ha trabajado como actor, director y dramaturgo. En la actualidad es profesor de Interpretación en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y dirige, desde 1971, el grupo Teatro Libre. Como autor de obras teatrales ha conseguido varios galardones, entre ellos el Premio Ciudad de Sitges y el Premio Aguilar. "La verdadera y singular historia de la Princesa y el Dragón" es una obra montada por el grupo Teatro Libre, que la ha representado por toda España.
Presentación
Después de haber escrito y estrenado varias obras de teatro, un día mi hija Vega me planteó la necesidad -con sus cuatro años- de que escribiera también teatro para niños. Por esas fechas ya andaba yo viendo, con ella, todo el teatro para niños que se representaba, y veía ese nuevo público -fresco, vivo, y con una capacidad imaginativa total- responder siempre positivamente a obras que, en general, al ser "para niños" no pasaban de un par de payasos dándose golpes tontos, contagiando el histerismo televisivo de los programas infantiles al uso, o unos seres haciendo "de niños" en unos juegos torpes y sin ton ni son. Me puse entonces a escribir esta obra, y leídas sus primeras hojas, Félix -uno de los miembros del Grupo Teatro Libre de Madrid, donde trabajo- se entusiasmó, se cogió el papel de Trovador para sí, y se lanzó a la aventura de montarla. Fue contagiando con su entusiasmo a otros miembros del grupo: a Ignacio, que luego haría un inolvidable Dragón Regaliz; a Raquel, la Princesita que siempre soñé de pequeño -y de mayor-; a Fausto, un Pelón de Ardilla de tomo y lomo, con cara de malo y corazón de niño; a Vere, el Tonto de Capirote, especie de angelote bueno arrancado de un retablo medieval; a Zuru, el Soldadote, que hacía temblar a los niños... de risa; a Jota y a Arturo, que hicieron el Rey, con sus barbas blancas y sus tripas y almas de goma espuma; a Mercedes y a Eloína, que hicieron el Hada, dicharachera y pizpireta la primera, azul y de algodón la segunda, con su cucurucho de cartón y sus manos acostumbradas a sacar punta a las estrellas; y por último, a Pepe Iges, que le puso música y luz al sueño, para que se viera y se oyera la obra de "tablao" en "tablao" por esos mundos de los niños..., y entre todos fuimos montando la obra primero y representándola después durante varios años. El resultado ha sido completamente satisfactorio. He visto a los niños -de 1 a 91 años- reírse con las diabluras del Pelón, escuchar entristecidos las penas de amor del Dragón, sorprenderse con la varita mágica y medio loca del Hada Madrina, seguir entusiasmados las peleas entre el Soldadote y el Tonto de Capirote, mirar con ojos de "haberlo visto ya antes, en los sueños", a la Princesa Peladilla entre sus sauces llorones, escuchar ensimismados al Trovador contar la historia, jugar con el Rey comilón, y cantar las canciones del Coro de Campesinos Románticos al terminar la representación. Aquí va ahora el texto de la obra -¡ay si pudiera poner, además de las palabras, sus músicas, sus latidos, sus emociones...!- esperando que al leerlo -¡ojalá que al verlo o al representarlo vosotros mismos!- pueda llevaros a ese mundo que nos llevó a nosotros al escribirlo, ese mundo de cristal que estaba detenido, guardado entre algodones en el nido mágico de nuestras almas donde reposan los sueños. J. L. Alonso de Santos
A mi hija Vega, que me llevó de su mano chiquitita al mundo de los niños y me hizo escribirles esta obra.
Personajes
{Trovador}, con pluma en el sombrero y verde jubón. {Peladilla}, princesita soñadora de nariz bastardilla. {Regaliz}, Dragón de larga cola que duerme en perejil. {Rey}, con servilleta puesta hace guardar la ley. {Hada}, madrina singular y peregrina de varita encantada. {Pelón de Ardilla}, valiente y fiero el pequeño caballero. {Soldadote}, con escudo, con lanza y con bigote. {Tonto de Capirote}, que va pegando saltos, que va pegando botes. {Coro de Campesinos Románticos}, de dulce arrullo y pegadizos cánticos.
"La verdadera y singular historia de la Princesa y el Dragón"
(Entre gasas y luces de colores asoma un trovador, y entre las flores nos muestra un bello cuadro que estaba detenido, un mundo de cristal reposando en su nido. De magia y fantasía los aires llenará, y suave, dulcemente, el amor volverá de manos de dragones que habitan en sus cuevas, de Princesas dormidas en las enredaderas, y pueblos chiquititos que cantan en las eras. El castillo del rey asoma en un costado, la cueva en la montaña -muy llena de primores, de olores y sabores, y bellos cortinones- está en el otro lado. Y empiezan las canciones los aires a llenar, con flautas y laúdes, y gaitas del lugar. Historias de otros tiempos que cuenta el trovador, con pluma en el sombrero, con un verde jubón. Suenan ya medievales músicas de color, se encienden candilejas, se va abriendo el telón...). Trovador: En un país oriental de leyenda y pacotilla vivía una princesita llamada Peladilla, bella como una rana, lista como una ardilla, con carita de fresa y nariz bastardilla. (Soñadora y etérea como un pitiminí, llega la princesita deste cuento infantil). Su padre Godofredo -llamado el de Gullónes el Rey, es el amo, es el dueño y señor de toda la comarca, de toda la región, con cuarenta caballos y un hermano Prior. (Entonces aparece -achacoso, imponente- el Rey de nuestra historia, con servilleta puesta y corona en la frente). El castillo es muy grande, almenas y demás, torre del homenaje, puente que levantar, con perros y soldados de los de armas tomar, muralla protectora y campana de llamar. (Se ilumina ahora el majestuoso castillo, todo él de cartón-piedra pintado de ladrillo). El pueblo es chiquitito, no tiene catedral, tiene sólo una iglesia, plaza con soportal, mercadillo los jueves, el tonto del lugar, y muchos campesinos para fabricar pan. (De las casas del pueblo sale el de Capirote, y va pegando saltos, y va pegando botes). Todo allí se encontraba tan contento y feliz hasta que entró en la historia ¡el Dragón Regaliz!, que tiene un rato cola y es feroz en la lid, sus fauces echan fuego, y duerme en perejil. (Surge la fiera entre las montañas y tiembla el cielo, pues va rugiendo de amor, pues va rugiendo de celo). Llegó Pelón de Ardilla, un bravo paladín que ha estado en las cruzadas, y ha matado a diez mil; su caballo: "el Espanto", su espada: "la Jazmín", ¡oh qué gran caballero al Dragón combatir! (Con la espada en la mano -galopando- aparece él; relincha su caballo, brilla el
negro pelaje del corcel). Hay otros en la historia que luego se verán: algún hada madrina, ques harto singular, un fuerte Soldadote que el orden impondrá, algún metomentodo, y más que danzarán. (Y sale el hada, el soldado y el resto del personal actuante, al conjuro de los versos del recitante). Y yo soy Trovador que la historia dirá, narrador y coplero, cómico y pregonero que va siempre contando, de uno a otro lugar, la verdadera historia del país oriental. (Saluda el trovador pelota y complaciente, queda compuesto el cuadro, se acomoda la gente y se oscurece la escena lentamente). (Cuando vuelve la luz del sol naciente, vemos a la Princesa reclinada indolente, empezar este cuento, diciendo así a la gente:) Princesa: Soy la bella Peladilla, princesita del lugar protagonista del cuento que va agora a comenzar. (Se reflejan los sauces en lagos de cristal. Suenan trinos y arrullos de pájaros y flores en este despertar). Me estaba una mañana solazando, por mi hermoso, por mi bello jardín, -de nenúfares lleno, de rosas y de flores de todos los aromas y colores-, cuando asoma el morrete ¡Regaliz!, ¡Dragón malo, y ufano, y no cristiano!, ¡oh qué susto, desnudo y sin pijama, todo lleno de escamas, la piel tecnicolor!!! (Por entre las montañas de cartón, gigantesco y estirado, asoma la figura del Dragón). Dragón: Princesa Peladilla, por ti padezco y muero, por ti no crezco, por ti miro al cielo, y cuento las estrellas en las noches de luna, y sueño con un niño de escamas en la cuna. Sé que este amor es loco, no tiene solución, pero todo mi cuerpo es sólo corazón. (Se ha acercado el Dragón, tierno y enamorado. Se aleja la Princesa corriendo de su lado). Princesa: ¡Dragón peludo, y feo, y malo más que malo!, que a asustarme has venido con tu cola de palo, se lo diré a mi padre, que es el Rey del lugar, y ¡ay de ti!, por osado a do irás a parar. A la estrecha mazmorra muy llena de cadenas, llena de la humedad y llena de la pena, porque yo soy Princesa y sólo me han de hablar los que sean "princeses", los demás ¡a callar!
Dragón: ¡Mira aquestos mis ojos, ríos son de cristal, mira este lago grande que pronto será mar, de lágrimas amargas que derramo por ti, Princesa de mis sueños, amor de Regaliz! (Lágrimas de cocodrilo él suelta del desamor, y ella protesta asustada, pues no tiene flotador). Princesa: ¡Ay, Jesús, que me mojas, basta ya de llorar! Peligra Peladilla, que no sabe nadar, y me ahogo en el charco y qué triste final. ¡A mí la guardia, todos, soldados y demás!!! Trovador: Al gritar la Princesa, ellos la alarma dan, ya suenan los clarines, los perros ladran ya, y todos los soldados acuden al lugar. (Gran lío en el castillo en seguida se va a armar, ladridos y clamores, trompetas y tambores empiezan a sonar). El Dragón, asustado, no sabe lo que hacer, coge a la princesita muy loco del amor, y trata de marcharse del jardín con prestor. A los guardias que lleguen, fritos les dejará, ques mucho Regaliz para no respetar, y más que está en sus brazos prenda tan singular. Princesa: ¡Socorro, socorrito, que me lleva el Dragón! ¡Mesnadas de soldados, vasallos con honor, criados y criadas, campesinos de pro, acudid a salvarme! ¡Ay qué horror! ¡Ay qué horror! ¡¡Tan joven y tan dulce en todo este follón!! (Ante el jaleo formado se encabrita el Dragón, y princesita al hombro se encara al Soldadote que llega -lanza en ristre- para cerrar el paso al bichote grandón). Dragón: ¡Paso, paso y repaso! ¡Y requetequetepaso! ¡Al que se interponga en mi camino voy y le abraso! ¡Que estoy muy enfadado y me voy a cabrear, si alguno se interpone, en mi tripa acabará, que no estoy para bromas, y lo meto en el saco, y lo mato, y lo aso! ¡Paso, paso y repaso! Soldadote: ¡Pies para qué os quiero! ¡Socorro, un dragóóóóóónnn!!!! (Vase despavorido armando mucho ruido. Y el Dragón, a zancadas, con su fardo amoroso cargado, también con viento fresco del jardín se ha largado).
Trovador: Así fue cómo el Dragón a Peladilla raptó, la sacó del palacio, y a su cueva la llevó. El Rey, D. Godofredo -su padre-, se enteró en medio de un banquete, y corriendo salió. ¡Y a gritos la llamaba, y a gritos la llamó! (Entra el Rey muy afectado, por su fiel Soldadote -que le lleva la capa de armiñoescoltado). Rey: ¡Ay de mi hijita querida! ¡Ay mi Princesa adorada! ¡Ella en manos de Dragón! ¡Ella traída y llevada! ¡Toque a rebato el tambor, y que acudan caballeros! ¡Paren la luna y el sol, y se oscurezcan los cielos! ¡Que nadie duerma en el reino siendo mi filla raptada! ¡Que nadie coma ni beba! ¡Que nadie cante tonadas! ¡Que todos vistan de luto, con la cabeza agachada! ¡Ay dolor de los dolores, Princesa de mis amores! (Se va el hombre, trágico y deshecho, soltando lagrimones todo el trecho). Trovador: Y el Rey se aleja entre gemidos tantos que se estremecen los cielos con sus llantos. Y salen pregoneros de uno a otro confín, buscando un esforzado y valiente paladín que enderece el entuerto que ha sucedido aquí. (Aparece el Soldadote redoblando, y por orden real va lo que sigue pregonando). Soldadote: "De orden de su Majestad, se hace saber al lugar: que la Princesa raptada, nadie sabe dónde está. Que un Dragón la tiene presa a la carita de fresa y la piel de mazapán. Que aquel que la rescatare con ella se casará como mandan las costumbres, y en Rey se convertirá". (Y va a hacer mutis por el foro otra vez redoblando, cuando aparece el Tonto de Capirote muy feliz y cantando). Capirote: "De orden mía personá se hace saber al lugá: que la Princesa raptá yo sé muy bien dónde está. La tié el Dragón en su cueva, y no la quiere soltar. Y hace mu requetebién mientras le tenga que hablá". (Se acerca con sigilo el Soldadote, agarra de la oreja al Capirote y le vocea muy cerca del cogote).
Soldadote: Está prohibido reírse porque el Rey lo ha decretado. Todo el mundo a estar triste puesto que así está ordenado. Y el que no siga la orden ha de ser encarcelado. Capirote: "Sé dónde está la Princesa metida, que la tiene el Dragón en su cueva escondida". Soldadote: Calla, cara de tonto y nariz de cereza, ¿cómo vas a saber dónde está la Princesa si no sabes siquiera dónde tienes la cabeza? Capirote: Sé más que tú, tío feo, de aquí a un rato. Soldadote: ¿Que sabes más que yo tú, mentecato? Capirote: Que yo sé más que tú, cara de gato. Soldadote: ¿Que sabes más que yo tú, tonto del bote? Capirote: Que yo sé más que tú, tío monigote. Soldadote: Tonto de Capirote, como te coja te doy en el cogote. Capirote: ¡Soldado monigote, límpiate el culo con el bigote! ¡Soldado pirulí, métete el dedo en la nariz! (Corre el Soldadote dando brincos detrás del Capirote, que está hecho un bruto pinturero, questá hecho un zote. Y la chiquillería del lugar, se pone toda ella ahora a cantar). Canción: "La Princesa Peladilla no quiere al Dragón, porque cuando está en la cama le pisa el talón, le pisa el talón, no puede dormir porque dice que su cola huele a perejil". (Desaparecen Soldadote y Capirote, dándose el bote. Entra por otro lado
-brillante, circense y saltarina- la buena hada madrina). Hada: ¡Hale, hop!: ¡Aquí estoy porque he venido...! Trovador: Pero, Hada, ¡ahora no! A ti te toca salir luego, en la segunda parte. Hada: ¿No salgo yo ahora? Como no salía nadie y estaba yo ahí pues... Trovador: Pues nada. Ahora no te toca. Te estás ahí fuera quietecita hasta que te toque entrar en la segunda parte... después del descanso. Hada: Pues en todos los cuentos el hada sale también en la primera parte... Trovador: ¡En éste no! ¡Fuera de aquí! ¡Largo!... (Sale el Hada madrina con mucho desagrado, y el Trovador entonces, el percance saldado, va y regresa a su lado. Regresa digo entonces a su lugar, y entre músicas varias y luces encantadas nos va a seguir contando la historia singular). Han pasado los días, los tiempos han pasado, mucha lluvia ha caído, mucha agua a la mar los ríos han llevado, se recogió la mies, y aún no se ha encontrado valiente caballero -de aquí o de otro lado que salve a la Princesa de aquel Dragón malvado. Veamos mientras tanto en la cueva feroz qué hace con Peladilla aquel bicho grandón. Abramos pues la puerta de esta cueva, su casa, y veamos ques lo que adentro pasa... (Corre ahora el Trovador un gran pedrusco montañoso y aparece una cueva grande, como de oso. Dentro todo está muy lindo y coquetón: hay flores, hay olores y hasta hay un cortinón con gran primor bordado, que lo bordó el Dragón, todo es muy modernista y alegra así la vista, no de oropeles palaciegos lleno, o de electrodoméstico asqueroso, no, que sólo está adornado del trabajo manual y personal que se hace con esmero, que se hace con cuidado). ¡Mirad aqueste cuadro dulce como la miel: ella posa sentada, detrás de pie está él, a punto de cantarle una bella canción con la cual él pretende llegarle al corazón! (Canta ahora el Dragón enamorado una bella tonada a su Princesa y todo le acompaña en su dulce trovar: los trinos de los pájaros, el silbo de los vientos, la
fuente en su arrullar, y un coro campesino ques coro del lugar). Dragón: "Sin ti, la vida no tiene sabor... sin ti, sin ti, la tierra apaga su calor... sin ti, sin ti ya no quiero vivir, sin ti sólo quiero morir... sin ti. Sin ti, los dulces no saben igual... sin ti, sin ti, no hay agua en el manantial... sin ti, sin ti no podré respirar, mi cola no podrá jugar... sin ti". (Canta el coro ahora enamoradizo, en un arrullo bucólico y pegadizo). Coro de Campesinos Románticos: "Sin ti, la vaca leche no dará... sin ti, sin ti, el trigo ya no nacerá... sin ti, el tomate se secará y el horno el pan quemará... sin ti". Dragón: "Sin ti, no podré caramelos chupar... sin ti, sin ti, el pelo ya no me saldrá... sin ti, los dientes se me caerán, mi escama dura se pondrá... sin ti". Coro: "Sin ti, la gallina huevos no pondrá... sin ti, sin ti, el árbol frutos no dará... sin ti, sin ti nunca más lloverá, la cosecha se secará... sin ti". Todos: "Sin ti, no late ya mi corazón... sin ti, sin ti, nunca más cantaré una canción... sin ti, sin ti ya no quiero vivir, sin ti sólo quiero morir... sin ti... la vida no tiene sabor... Sin... tiiiiiii!!!!!!!!! (En gran final operístico el cuadro se ha terminado. Ya todo se ha oscurecido y la cueva han retirado; suena un gran trompeterío y a las puertas del castillo de nuevo nos han traído). Trovador: Palacio de Godofredo. En la almena el Soldadote, dentro el Rey en una cena. Se oyen cascos de un corcel que se acercan al galope, y con estruendo muy fiero se acerca ¡Pelón de Ardilla!, muy valiente caballero. Monta en su caballo "Espanto" y su espada la "Jazmín" porta orgulloso en la mano, y se acerca al foso ufano, y les grita desde allí con ronca voz de soprano: (Como una centella a ritmos marciales ha entrado el Pelón. Con la espada en ristre, largo pantalón, plántase en el foso ante el gran portón, relincha el caballo,
grita el valentón). Pelón: ¡Ah, del puente levadizo! ¡Ah, de la almena Jimena! ¡Ah, de todo lo que haya, que aquí está la flor y nata de todos los caballeros y las sardinas en lata! ¡Que avisen a Godofredo, que ha de recibir al Par más grande que vio la luna, desde el uno al otro mar! ¡Que resuenen los timbales, atambores y flautines, de todos los Paladines ha llegado el campeón! ¡En lo de darle a la espada, a la lanza o al arnés, nadie hay mejor en el mundo, por delante o por revés! ¡Ay del Dragón Regaliz que osó a la Princesa hollar, le partiré la cabeza en cuanto encuentre el lugar! ¡Con mi caballo el "Espanto", y mi tizona "Jazmín", Pelón de Ardilla hallará triunfo completo en la lid!!!!!!!!! (Ante héroe tan famoso que promete quitarle su pena, el Rey aparece muy contento en la almena, con un muslo de pollo que se trae de la cena). Rey: ¡Oh el más grande caballero que calza espuela y sombrero! Si hicieres lo que ofrecieres, muy contento me tuvieres. Si eres capaz de salvalla, luego con ella casalla, -yo mi palabra te doy-. ¡Vete corriendo a encontralla! Pelón: ¡Hijo me puedes llamar, yo te llamaré papá! Y te daremos mil nietos para que puedas jugar. Pero primero al trabajo, a partirle la cabeza al mal bicho con un tajo. ¡Salud, buen Rey! ¡Orrebuar! Rey: ¡Tres hurras al campeón más grande de la región! Soldadote: ¡¡Hip, hip!! Todos: ¡¡Hurra!! (Tres veces) (Sacan todos sus pañuelos, vitorean al campeón, que cabriolea entre trompetas como pompa de jabón). Pelón: ¡Que tiemble el mundo, que yo he venido, que se escondan los niños corriendo en su nido! ¡Soy el terror, el miedo y el horror, el cielo se llene de pavor y de ruido!
Todos: Suene el redoble furioso del tambor: ¡Porrorón, porrorón, porroporrorón!, que ha llegado el famoso Pelón, de los torneos el campeón, salvará a la Princesa de manos del Dragón. Pelón: Choquen espadas, dispare el cañón, saquen las banderas todas al balcón, ni flechas, ni picas, ni fuego, ni el sol, nada podrá con el fiero Pelón, de los torneos el campeón, suene el redoble furioso del tambor. Todos: Porrorón, porrorón, porroporrorón, que ha llegado el famoso Pelón, salvará a la Princesa de manos del Dragón... (Y sale trotando, blandiendo "la Jazmín", entre vítores y saludos mil, el feroz y bajito paladín). (Animado por el bullicio, entra el de Capirote y hace burlas del heroico y marcial caballerote, ante la mirada torva del Soldadote). Capirote: "!Chucuchón, chucuchón, chucuchucuchón! ¡Ha llegado el tonto de Pelón, de los torneos el más cagón, zaldrá corriendo en cuanto vea al Dragón!" Soldadote: ¿Qué dices, monigote? Pelón es el terror, el miedo y el horror. Capirote: Pelón zaldrá corriendo en cuanto vea al Dragón. Soldadote: ¿Serás tonto del bote? Pelón es muy valiente, muy fiero y campeón. Capirote: Se cagará de miedo en cuanto vea al Dragón. Soldadote: Zote de Capirote, como te coja te atizo en el cogote. Capirote: ¡Soldado monigote, límpiate el culo con el bigote! ¡Soldado pirulí, métete el dedo en la nariz!
(Y de nuevo persigue por doquier Soldado al Capirote con la intención malsana de darle en el cogote. En estas el Hada Madrina sale otra vez de su esquina). Hada: ¡Hale, hop! "Aquí estoy porque he venido...". Trovador: ¡Que no! Todavía no. Hasta después del descanso no sales. Hada: Pues sí que estamos bien. Es que me canso de esperar ahí fuera... yo quiero trabajar ya. Trovador: Lo estás estropeando todo; lo estás haciendo aposta. ¡Con lo bien que estaba saliendo la obra, y vas tú y...! Hada: Ya han salido todos por lo menos dos veces cada uno, que lo he visto yo; ha salido el tonto, ha salido la Princesa, el Pelón, el Soldadote..., todos, y tú estás aquí todo el rato, y yo nada. Trovador: Pero, mujer, lo que importa es participar... Hada: Pues por eso. Yo participo ahora un poco, y luego ya seguís los demás. Trovador: ¡No puede ser! Te lo he dicho veinte veces. Hay que hacer la obra como la ha escrito el autor y no como te dé la gana a ti. Y en esta obra, y van ya veintiuna veces, el Hada sale sólo en la segunda parte. Y como tú haces el Hada... ¡Sales sólo en la segunda parte! ¿Está claro? Hada: ¿Sólo en la segunda parte? Trovador: Sólo. Hada:
¿Y ahora en la primera parte no salgo? Trovador: Eso es. En esta primera parte, no sales. Hada: ¿Y ya que estoy aquí no podría hacer un poquito de mi papel y luego me voy? Trovador: No. No puedes hacer ni un poquito ni un muchito de tu papel. Te esperas a que te toque, luego, en la segunda parte. ¡En la segunda parte! ¿Cómo quieres que te lo diga, en chino? ¡Tú salil sólo palte segunda!!!!! Hada: ¡Bueno! No me grites, que no soy sorda. Trovador: ¡Fuera! Hada: Ya me voy, pero ¿sabes lo que te digo? ¡En la segunda parte lo vas a hacer tú! ¡O tu tía! ¡Ya está! (Y sale el Hada airada chispas echando, el Trovador se queda disimulando, y la obra con sus versos anunciando. Trompetas y timbales anuncian que algo va a pasar; y todo se transforma a base de banderas, doseles y tribunas, en campo del honor en donde pelear). Trovador: Y es aquí cuando llegamos al momento singular, en que Pelón y el Dragón, van sus armas a cruzar. Ya las justas se preparan y acuden los del lugar, pues los dos han aceptado en torneo pelear. Y a la Princesa han traído para que pueda mirar, y el que venza -han acordado con ella se ha de casar. Ya se preparan tribunas donde el lance presenciar, ya se transportan las armas que se van a utilizar, todos visten de domingo por lo que pueda pasar, y el Rey grita diciendo... Rey: ¡Que me den de merendar! Me ponen ahora un torneo y estoy muriéndome de hambre, ¡¿es que me quieren matar?!
(Y va y se acomoda en regia silla, cerca de Peladilla, muy bella y con mantilla. Anuncia el Soldadote a tambor batiente, y va presentando cada contendiente). Soldadote: ¡Que todo el mundo se asiente y acomode de algún modo, que va a comenzar la lucha más terrible imaginada! De un lado: ¡Pelón de Ardilla!, cincuenta kilos escasos, no mide más que una silla, pero es valiente y muy fiero el pequeño caballero. (Entra aquí al galope el susodicho, y el clamor de los gentíos es tanto, que se estremecen los tímpanos de espanto). Del otro: ¡El Dragón furioso!, más grande que una montaña, y más fiero que cien osos. Echa fuego y es goloso, así que no os acerquéis al peludo y escamoso. (Ha entrado ahora entre rugidos el Dragón, y tiembla el cielo ya de la emoción). ¡Del Rey su Majestad la orden sea dada y comience la gran sonada! (Entre trompeteríos el Rey levanta su real pañuelo, bordado por monjitas celestiales que quieren ir al cielo, y va y lo deja después caer, hasta el suelo. Empieza el lío. Crece el clamor de la plaza llena. ¡Está por armarse la marimorena!). Pelón: ¡Madre mía, si me atrapa me cepilla, si me coge se acabó Pelón de Ardilla! ¡Eh! ¡Dao de sí! ¡Postra en tierra tu rodilla o mi espada te puede hacer papilla!!! Dragón: ¡Ni papilla ni papillo, y basta de hablar, que cuando te agarre te vas a enterar, de un solo mordisco te voy a atrapar, romper, estrujar, rajar y aplastar! (Cuando se van a encontrar y empezar a pelear, vuelve grupas el Pelón, ante el mucho desconcierto de su rival el Dragón). Pelón: -O me invento algún truco ventajoso o va a acabar conmigo este asqueroso-. ¡Eh tú, rivalucho! ¡Aunque seas odioso, brindar en la lid es siempre muy honroso! ¡A ver, los criados, el vino oloroso! (Traen jarrillas y botas los sirvientes, y ofrecen el morapio con agrado. Beben primero los que son contendientes, y después beben los pajes y criados. Y los que están mirando, también algún tientillo le van dando). Trovador: ¿Se matan o no se matan?, que tengo que merendar. Llevamos aquí una hora, ¡venga, hombre, que acaben ya!
Soldadote: ¡Una vez que han bebido y brindado los rivales, vuelvan a sus posturas los dos a sus lugares, y que siga el combate feroz de estos mortales! (Da de nuevo la señal, y se arranca el Dragón. El Pelón titubea ante tal situación). Pelón: -Voy a ver si bebido va y se traga el anzuelo, si no, estoy perdido, más muerto que mi abuelo-. ¡Eh tú, dragonzucho, dragoncín, dragonzuelo! ¡Ríndete, o mi espada te hará besar el suelo! ¡Mendiga clemencia a este bravo soldado o por mi fiero Espanto serás pisoteado! Dragón: ¡Venga, que tengo ganas de con esto acabar! ¡Cuando con él termine no lo van a encontrar, no lo va a conocer ni su propia mamá! (Entre un clamor gordísimo se acercan los rivales, y va a correr la sangre ya prontísimo; cuando gira de nuevo el caballerete y regresa a su rinconcete rapidísimo). Pelón: ¡Alto, alto y realto! ¡Alto otra vez! ¡Que no hemos dicho por quién brindábamos, pardiez! ¡Y así no vale, mecagüen diez! (Traen de nuevo los criados lo que ha ordenado el Pelón, el Rey parece irritado, desconcertado el Dragón). ¡Lo primero ordenado es brindar por el Rey, sigamos lo mandado, cumplamos con la ley! (Aceptan todos brindis tan señalado, y levanta el Rey la copa muy encantado). Rey: ¡Viva el Rey! ¡Yo! Todos: ¡Viva el Rey! Pelón: ¡Lo segundo es brindar por Peladilla, tan bella con mantilla ahí en su silla! Capirote: ¡Viva la princesita Peladilla!
Todos: ¡Viva! Pelón: ¡Lo tercero es brindar por mi rival valiente, y ahora por mí, por éste, por aquél, por el otro, y por toda la gente! Todos: ¡Viva el Dragón! ¡Viva el Pelón! ¡Viva todo el mundo! (Y se pasan las botas de boca en boca, y se pasan las jarrillas de mano en mano, y bebe todo el mundo, ya sea moro o cristiano). Trovador: Y de tanto darle al tinto se olvidan de pelear. El Dragón se tambalea y hasta se pone a bailar. Y el "valiente" de Pelón vuelve ahora a respirar. Todos están encantados de que nadie mate a nadie, que ya está bien de matar; quel torneo acabe en fiesta ques como debe acabar; y que esta primera parte vaya bien a terminar, y lleguemos al descanso marcándonos unas jotas muy típicas del lugar. (Y sacan los panderos y flautas populares; botellas y guitarras salen de aquí y de allá, de todos los lugares. Y calientes del mosto se ponen a cantar, se ponen a bailar esta rica jotilla, que habla del vino tinto y de la pantorrilla, y de otras muchas cosas que en la letra saldrán). Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla porquel rey quiere verte la pantorrilla, porquel rey quiere verte la pantorrilla, y arremángate, reina, la faldilla". Uno: "El agua sale del río, y la piña del pinar, si de la uva sale el vino, muy malo no debe estar". Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla... (etc.). Uno: "Muy malo no debe estar, que le gusta hasta a un Dragón, que se ha echado cuatro tragos, y se ha vuelto bonachón".
Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla... (etc.). Uno: "Que llueva vino del cielo, y se vuelva tinto el mar, el árbol que dé chorizos, y la tierra mazapán". Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla... (etc.). Uno: "Un moco le doy al rey, pa que ponga en su coroona y así pueda tener algo en ella de mi persoona". Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla... (etc.). Uno: "El moco se le ha de dar como manda el protocoloo, en bandejita de plataa y con asitas de oroo". Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla... (etc.). (Y siguen dando vueltas cantando todo el rato, festivos y felices desgastando el zapato. Y le dan a la jota con mucha maestría, mientras corre la bota y corre la alegría. Y se va haciendo oscuro, y se cierra el telón. Porque ya ha terminado la primera parte de esta función).
Segunda Parte
(Sobre unas dulces músicas se va abriendo el telón. Sigue al fondo el castillo, y en medio de la plaza de la pequeña aldea se ve una jaula negra -dentro de ella, el Dragón-. Se acerca lentamente al centro el Trovador, y con sus dulces cantos, y con su dulce voz, va a continuar narrando esta historia de amor). Trovador: Y de esta historia bella y singular, va la segunda parte a comenzar. Borracho el Dragón, le han encadenado y a la negra jaula le han arrojado. ¿Qué le había pasado al feroz Dragón?: le había engañado, astuto, el Pelón. Cuando despertó, yacía en la mazmorra, lleno de cadenas, lleno de la argolla. Muy solo y muy triste estaba en su pena, por el ventanuco, ve la luna llena. ¡Ay, la luna llena, llena de su pena! Mientras tanto Peladilla -la de la cara de fresa y la nariz bastardilla espera sentada en su palacio, bordando tristemente otra mantilla. Está triste y apenada, melancólica y ajada... ¿estará enamorada? (Y mientras extiende la mano a la luna el enamorado dentro de su jaula, ella allá en su almena toca dulcemente en su arpa regia la dulce tonada que cantó el Dragón; y como es otoño caen suaves las hojas sobre el torreón). Princesa: No sé qué me pasa que no puedo dormir, no sé qué me pasa que no quiero vivir, no quiero comer, no quiero esta casa, todo me entristece, no sé qué me ocurre, no sé qué me pasa. Mi cara se ha vuelto de blanco jazmín, mi cuerpo sus galas no quiere vestir, el aire a mi pecho no quiere venir, y el agua en mis ojos se quiere salir. No sé qué me ocurre... no sé qué me pasa. "Sin ti, la vida no tiene sabor, sin ti, la tierra apaga su calor, sin ti ya no quiero vivir, sin ti sólo quiero morir... sin ti". (Y mientras Peladilla canta la canción, se le une a dúo desde allá a lo lejos la voz del Dragón. No valen distancias para el corazón). Princesa y Dragón: "Sin ti, los dulces no saben igual, sin ti, no hay agua en el manantial, sin ti no podré respirar, mi cola no podrá jugar... sin ti". (La Princesa se retira con su pena de la almena. Queda en su jaula el Dragón cantando a la luna llena). Dragón:
"Sin ti, no late ya mi corazón, sin ti, nunca más cantaré una canción, sin ti, Peladilla, no podrá esta vida Regaliz soportar... sin ti". (Lloran pájaros y flores, que está llorando el Dragón, llorando del mal de amores). Trovador: Mas cuando todo perdido, parecía para el Dragón, llega su Hada Madrina, de varita peregrina, cucurucho de cartón. Viene desde las estrellas, entre nubes de colores, llena de tules y flores, de las hadas, la más bella. (Llega en esto -en efecto- la nombrada; y al ver que ya le toca se pone muy encantada, y recita brillante y maga y saltarina, como recita un hada). Hada: Aquí estoy porque he venido, triste Dragón, a salvarte y en mis brazos a llevarte, de aquí volando a tu nido. Soy tu dulce Hada Madrina, que al verte tan compungido, tan pachucho y tan corrido, vengo agora a rescatarte. ¡Justicia pa los dragones, que ya está bien de matallos, cogellos y encarcelallos, y ponellos en los cuentos, como si fueran bribones! Príncipe bello te haré con mi varita de amor, y a caballo con primor, serás un gran caballero de los de la capa y sombrero. Ya nadie se reirá, ni piedras te tirará, la Princesa te querrá, y un palacio te dará. Gallardo, hermoso doncel, tan dulce como la miel, con mi varita te haré y todo te lo daré. Tendrás jardines de rosas, serás grande y envidiado, estarán siempre a tu lado mil lacayos con mil cosas. Y por siempre viviréis juntos los dos y felices, y comiendo mil perdices toda la vida estaréis. (Ha sacado de la jaula al condenado, rompiendo con hechizos el candado; y hacerle un hombre de provecho quiere, mas él va y dice que morir prefiere). Dragón: Mi querida Hada Madrina, te agradezco aqueste don, mas no quiero ser "princese", prefiero morir dragón. No quiero de los blasones, de las normas ni oropeles. No quiero de los papeles, que dicen lo que hay que hacer. No quiero de las coronas, que hacen daños en las sienes. No quiero de las comidas, sentados y con manteles. Yo quiero que la Princesa viva en la cueva a mi lado, que acaricie mis escamas, y haga canciones de cuna, bajo la luz de la luna.
Quiero que sus dulces besos hagan abrirse mi piel. Quiero tener su cabeza, y sus manos, y sus pies. Quiero su cuerpo entre flores, quiero pintar mil primores, muchas canciones hacer. Y quiero que ella me quiera, pero en mi cueva ha de ser. Como ella así no me quiere sólo quiero perecer. (Y regresa entre músicas de fondo, a su jaula el tierno enamorado. Se coloca de nuevo la cadena y se cae en el suelo desolado. Queda perpleja el Hada allí a su lado). Hada: El asunto es complicado, ¡seguir quiere de dragón!, con eso no había contado. Puedo hacerte poderoso príncipe, rey, ¡hasta oso!, pero casar un dragón y una princesa... es dudoso, un asunto sospechoso. (Repiquetean en esto las campanas, llenas de fuerza, de alegría y de ganas). ¡Se oye sonar el badajo!, espérate tú aquí abajo, yo voy al palacio a ver, no la boda se celebre y colorín colorado, este cuento se ha acabado. ¡Ay Jesús! Qué compromiso de difícil solución. Sigamos para adelante, y veamos cómo acaba esta enredada cuestión. ¡Hale, hop! (Y se va el Hada volando -tirando un beso al Dragón- a Peladilla buscando, muy preocupada y confusa. ¡Todo se está complicando!) Trovador: Y al marcharse la Madrina le deja tan compungido, tan triste y descolorido, que se arroja en un rincón, bajo la luz de su pena, pena de la luna llena. Y es que en efecto es el día en que el Rey ha decretado que el enlace se celebre tal y como está mandado. (Va el Rey de un lado a otro órdenes dando -toda la real boda preparando-, mientras el palacio van engalanando). Rey: ¡Que traigan al reverendo, y esté todo preparado. Que venga el novio a mi lado, y todos los invitados a la iglesia vayan yendo! ¡Que preparen el banquete lleno de pollos capones, con manzanas y melones, y que haya muchos filetes! ¡Que traigan muchos jamones, helados de chocolate, cuatro latas de tomate, y mil cajas de bombones! La tarta nupcial que sea, de miel y de caramelo, y que llegue de aquí al cielo, ¡quel mundo entero la vea! Vino, como pa una boda, o mejor, como pa dos, así lo ordenamos Nos, ¡ah!, también un poco de soda. (Sale el Rey muchas cosas ordenando. Detrás, el Soldadote, con su lápiz de tinta,
va apuntando). Trovador: Todo está para la boda preparado. Mientras tanto, el Hada ha encontrado a Peladilla, paseando en su jardín, y entre sauces llorones y jazmín, muy triste y melancólica la ha hallado. (Se acerca ahora a la Princesa la dulce Hada Madrina, y muy maga y saltarina, le habla a la cara de fresa). Hada: ¡Hale, hop! Princesita Peladilla, te estás poniendo amarilla y aquesto no puede ser. Yo sé muy bien qué te ocurre, yo sé muy bien qué te pasa. Es que tu padre te casa con el tonto del de Ardilla, ques bajito y no te gusta, y encima tiene perilla. Peladilla: ¿Y qués lo que puedo hacer? Hada: Yo tengo la solución: Has de negarte a esa boda, que parece un panteón. Tengo un novio para ti que ése sí te gustará, y que se muere de amores, muy cerca de este lugar. Él, que te canta canciones, y te borda cortinones. Él, que te baña en las flores, y te mece con olores. Él, que es grande y generoso. Él, que no quiere vivir porque sin ti no es dichoso. Él, tu Dragón amoroso, y no ese Pelón odioso. (Llega el Soldadote muy marcial andando, y al Rey su Majestad viene anunciando). Soldadote: ¡Atención! ¡El Rey! (Entra el Rey con el Pelón, que de novio y con chistera parece ahora un pollopera). Rey: ¿Está mi adorada filla ya lista para el casamiento? ¡Cómo! ¿Aún no está preparada y con mantilla adornada? La gente está engalanada, y en la capilla sentada... ¡Hijita, no seas pesada!
Peladilla: Mi padre, rey y señor: Yo con eso, no me caso, ques muy feo y muy payaso. Y no me canta canciones. Sólo sabe pelear, y con su espada jugar. Va siempre en ese caballo con un sombrero de plumas, que me hacen estornudar, que me hacen palidecer, verlo ya es un padecer, con él no me he de casar. Pelón: ¿Cómo? ¿Qué oyen mis orejas? ¡Insultos, mofas y quejas! O se casa o la denuncio a la Santa Inquisición. Habrá boda y seré rey, como mandaba el pregón, así que andando pal cura, que nos dé la bendición. Rey: Princesita, entra en razón, sabes que te quiero bien, y me da pena casarte, pero ya no es ocasión. Él te salvó de las garras en que te tenía el Dragón, yo le he dado ya tu mano... no hay ninguna solución. (Aprovechando sus mágicos poderes, se acerca -invisible- a la Princesa el Hada, pues estaba acechando y ve que la Princesa está dudando). Hada: No lo hagas, Princesita, o serás muy desgraciada. Te lo dice el corazón, y te lo dice este Hada. Tú sabes que no le quieres, tú sabes que no le amas. Estará siempre a caballo, ¡te lo meterá en la cama! (Saca fuerzas de flaqueza la Princesa, y ante los sabios consejos del Hada, va y se rebela contra la realeza). Princesa: Si tú se lo has prometido, tú has de casarte con él. Yo desde luego, ¡nanay!, no me caso con el mono ni aunque lo mande la ley. Pelón: ¿Por quién va eso de mono? ¿No lo habrás dicho por mí? Cuando me case verás si te vas a arrepentir. ¡Mono yo, hombre! Princesa: ¡Mono, sí!, ¡un mono y requetemono! ¡y requetequetemono! A ti no te quiero, no,
y a él sí le quiero, sí. Encontré el amor de mis amores, entre la luz del sol y entre las flores, oliendo a hierbabuena y a jazmín, con sabor a turrón y a regaliz. Rey: ¡¿Regaliz?! ¡Ah no, no y no! Ya sé lo que aquí pasa; pero no, no y no, no entra un dragón en casa. ¡Con lo que come un dragón! Tú cumplirás lo ordenado, y si no te gusta el mono -digo el novio, con perdón-, pues miras para otro lado. Cortaremos la cabeza a ese Dragón por malvado, vosotros os casaréis, y este cuento se ha acabado; así es como se ha hecho siempre ¡y así será ejecutado! (Y la orden regia se va a efectuar. Traen al sacerdote que los va a casar y al negro verdugo que va a ejecutar al muy triste preso quen cárcel está. Se han llevado a la Princesa para la boda real, y mientras, todas las gentes de la aldea y del lugar, una muy triste tonada -dedicada al Dragón- van ahora a cantar). Coro de Campesinos Románticos: "Dicen que no quiere salir de la cadena, dicen que se muere del dolor y de la pena. Qué pena más grande que maten al Dragón, todos le llevamos en el corazón. No quiere collares, la mitra ni el sillón, le cortan la cabeza porque quiere ser Dragón. Qué pena más grande que maten al Dragón, todos le llevamos en el corazón. Contaba las estrellas en noche serena, cuidaba del jazmín, regaba la azucena. Qué pena más grande que maten al Dragón, todos le llevamos en el corazón". (Redobla el Soldadote de nuevo su tambor, y anuncia triunfal y decisivo el desenlace "oficial" de la función). Soldado: "Habiendo derrotado al Dragón en buena lid, se casa Pelón de Ardilla con Princesa Peladilla, y habrá corte de cabeza del malo de Regaliz. Ya el verdugo preparado para esta faena está. El cura está al otro lado, pues la boda hoy será. Y el rey ha dictaminado que haya fiesta en el lugar, y que cante todo el mundo porque es hora de cantar, y que bailen, y que coman. ¡Muy alegres deben estar!" (Se está el Soldado marchando cuando entra el Tonto llorando, aún cantando la canción -muy triste y muy desolado-, ques amigo del Dragón). Capirote: "... qué pena más grande que maten al Dragón, todos le llevamos en el corazón". Soldado:
Está prohibido estar triste, porque el Rey lo ha decretado, todo el mundo a reírse, puesto que así está ordenado. Y el que no siga la orden ha de ser encarcelado. Capirote: ¡Ay qué risa, tía Felisa, se ha cagado en la camisa! Soldado: ¿Qué dices, tonto del bote? ¿Es que quieres que te atice otra vez en el cogote? Capirote: Si me das un golpe me pongo a llorar, así que hoy, si quiero, te puedo insultar: ¡Ay qué risa, tía Felisa, se ha cagado en la camisa! ¡Soldado monigote, límpiate el culo con el bigote! ¡Soldado pirulí, métete el dedo en la nariz! (Suenan en esto acordes nupciales. Deja al Tonto el Soldadote y anuncia con voz de trueno y con aires muy marciales). Soldadote: ¡Atención al personal, que la boda va a empezar! (Sale ahora la regia comitiva preparada para el gran ceremonial. Ante el cura se coloca la pareja, y al Dragón han sacado de la reja, y en el tajo le han puesto de cortar cabezas. Ya la cosa parece inminente -suenan las campanas, se prepara la gente- y levanta la real mano el Rey de repente. ¡Qué emoción se siente!, pues cuando la baje se habrá consumado para unos la boda, para el otro el corte, en el otro lado). Hada: ¡No, no y requetenó! ¡Alto! ¡Quieto todo el mundo! ¡No puede acabar así, de esta forma la función! (Queda todo congelado -muy quieto y paralizado- porque el Hada lo ha ordenado). ¡No lo voy a consentir!, esta boda desdichada, ni que corten la cabeza al ahijado de este Hada. Yo digo la formulita, y tú los salvas, varita, con tu magia tan bonita, a él y a la princesita: "Ruma, rumosa, culito de rosa, que se arregle aquí esta cosa". (Ante el conjuro ordenado todo muy oscuro ha quedado. Cuando regresa la luz vemos aquello cambiado, y que han quedado a lo loco ahora todos colocados). Hada: ¡Te ha salido mal, varita, toda la combinación! Al soldado decapitan, y se casa
ahora el Dragón con el tonto del Pelón. ¡Ay madre, qué confusión! Vamos a probar de nuevo, a arreglar este follón: "Ruma, rumosa, culito de rosa, que se arregle aquí esta cosa". (Vuelve otra vez el oscuro al ser dicho este conjuro. Y de nuevo se ha quedado -vemos al volver la luz- todo revuelto y liado). ¡Otra vez te has confundido! Cortan la cabeza al Rey y eso va contra la ley. Y allá en el otro lado van a casar al Dragón con el infeliz soldado. ¡Ay Jesús la que has armado! O arreglas la situación, o te ganas un capón: "Ruma, rumosa, culito de rosa, que se arregle aquí esta cosa". (Por tercera vez la varita se trafulla, y va y se lía y hace de las suyas). Esto ya es demasiado, esta vez te la has ganado: Cortan la cabeza al tonto, se casan Rey y soldado y la Princesa... ¡ha volado! Te avisé, ya no te quiero, te cojo y te tiro a un lado. (Nuevo oscuro misterioso, y al dar la luz sucede algo asombroso, muy dulce y deleitoso). Trovador: Cuando el Hada Madrina la varita tiró aconteció de pronto una transformación, que a todos boquiabiertos y mudos los dejó: y fue que Peladilla un dragón se volvió. Un dragón no, ¡dragona!, y a todos asustó. El Rey dijo: Rey: ¡Mi hija! Trovador: Y allí se desmayó. Y "el bravo" de Pelón, al verla así, exclamó: Pelón: ¡Mi madre! ¡Arre, caballo! Trovador: Y corriendo salió. Y el Hada dijo: Hada: ¡Cáspita!, pues sí que funcionó, ésta era sin duda la mejor solución. Trovador:
Y el Dragón encantado, al verla -enamorado-, a ella con un ramo de flores se acercó... ¡Nadie jamás un sueño mejor de amor soñó! Dragón: Estás aún más bella, más dulce y delicada, estás como arrancada de un cuento de color, estás como encantada, y yo estoy encantado de que seas dragona, y yo, Dragón. Peladilla: ¿Cómo era el sol cuando no estabas tú?, ¿cómo la luna cada noche salía?, ¿cómo comía, reía y vivía?, ¿cómo latir mi corazón podía? Había estrellas y yo no las veía, había amor, y yo no lo sentía, vivías tú, y yo no lo sabía... ¿Cómo latir mi corazón podía? (Y juntan sus bocas en un beso de amor, que suelta chispitas en tecnicolor. Todos los demás se van a acercar, y muy contagiados se van a abrazar, se van a querer, se van a besar, y en muy dulce arrullo se van a poner todos a cantar). Todos: "Sin ti, los dulces no saben igual, sin ti, no hay agua en el manantial, sin ti, no podré respirar, mi cola no podrá jugar... sin ti". Trovador: Si el amor ha quedado sólo para dragones, los únicos que entienden aún de corazones, cubrámonos con pieles de escamas y colores, salgamos con las nubes, salgamos con las flores, que si eso nos perdemos, nada nos quedará, que el que viva sin amor, sin vivir vivirá. Todos: "Sin ti, no late ya mi corazón, sin ti, nunca más cantaré una canción, sin ti ya no quiero vivir, sin ti sólo quiero morir... sin ti, la vida no tiene sabor... ¡¡¡Sin ti!!!" (Y de esta forma operística y feliz, acaba aquesta historia de la Princesa Peladilla y el Dragón Regaliz. Y ya como despedida, festivos y populares nos cantan otra jotilla, típica en estos lugares). Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, y arremángate, reina, la faldilla". Uno: "El Dragón y la Dragona, juntos se van a vivir, en una cueva preciosa, muy llena
de perejil". Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, y arremángate, reina, la faldilla". Uno: "Y tendrán mil dragoncitos, verdecitos y bonitos, y vivirán muy felices, y comerán mil perdices". Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, y arremángate, reina, la faldilla". Uno: "Por fin algo sale bien, y no todo sale mal, por fin se cuenta esta historia, como se debe contar". Todos: "Y arremángate, reina, la faldilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, porque el Rey quiere verte la pantorrilla, y arremángate, reina, la faldillaaaa!!!!" (Y colorín colorado) Fin de la obra
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