José Guillén - URBS ROMA II - La vida pública

March 19, 2018 | Author: quandoegoteascipiam | Category: Romulus And Remus, Ancient Rome, Republic
Share Embed Donate


Short Description

Descripción: Los romanos engrandecieron su patria por medio de las tres formas de gobierno por las que pasaron a lo larg...

Description

VIDA Y COSTUMBRES DE LOS ROMANOS

Los romanos engrandecieron su patria por medio de las tres formas de gobierno por las que pasaron a lo largo de los siglos, aunque de m uy diversa m anera. La m onarquía con su solidez de vida interna, en la que el rey contiene y tem pla las apetencias de los unos y pro­ tege la debilidad de los otros, m antiene un envidioso equilibrio social en que todos los romanos se sienten miembros de un mismo estado, por el que cada cual trabaja y lucha, cuando es preciso, desde el medio social que le corresponde. D urante esta época se desconocen las luchas de clases, porque todos juntos constituyen «el pueblo romano». El ansia de sobreponerse de unos cuantos patricios los lanza contra la m onarquía, e im plantan la República, con lo cual sintió el pueblo sobre sí tantos tiranos cuantos patricios ostentaban el p o ­ der. Con ello surge la lucha de clases que desangra y desvigoriza a la ciudad durante unos siglos, hasta que se logra un cierto equilibrio y grandeza de la patria. Pero pronto el ansia del m ando personal de algunos produce las guerras civiles, que vienen a parar a la sustitución de la República por el m ando absoluto y personal del Imperio. Pero el romano, en m edio de su dedicación política sabe solazarse y distraerse en los goces placenteros de su casa y de sus villas, en m edio de la familia, y sumergirse en los placeres, con frecuencia violentos, que le proporciona una vida alegremente vivida y com ­ partida con los demás en los tablados cómicos, en los circos y en los anfiteatros. En el presente volum en expone el Prof. José G uillén con todo d e­ talle y verismo los avatares de esa vida política y social y las va­ riadas diversiones de esta ciudad que declinaba insensiblemente en m edio de juegos y placeres.

EL PESO DE LOS DÍAS 6

JOSE G U ILLEN

VRBS ROMA Vida y costumbres de los romanos

II La vida pública TERCERA EDICION

Ediciones Sígueme - Salamanca 1986

“Cari sunt parentes, cari liberi, propinqui, familiares, sed omnes om nium caritates patria una complexa est, pro qua quis bonus dubitet mortem oppetere, si ei sit profuturus? ' '. (C ic. D e Off. 1, 57)

Ctibierta: Félix López

© E d ic io n e s S íg u e m e , T 9 7 8 A p a r ta d o 3 3 2 - 3 7 0 8 0 S a la m a n c a (E s p a ñ a ) I S B N 8 4 - 3 0 1 - 0 4 6 0 - 7 (O b r a c o m p le ta ) IS B N 8 4 -3 0 1 -0 7 2 4 -X D e p ó s i t o le g a l: S . 6 9 8 - 1 9 8 6 P r in te d in S p a in E U R O P A A r te s G r á f ic a s , S. A . S á n c h e z L le v o t, 1 - T e l é f o n o 2 2 2 2 5 0 - 3 7 0 0 5 S a la m a n c a

CONTENIDO

Prelusión......................................................................................... I.

L a VIDA SOCIAL Y PO LÍTICA................................................................

1. 2. 3. 4.

9 11

La m o n a r q u ía ..................................................................... La R e p ú b lic a ........................................................................ El I m p e r io ............................................................................. Las m agistraturas a lo largo d e la vida rom ana .

17 41 132 159

La b u e n a v i d a ..............................................................................

207

1. Las c o m id a s ............................................................................ 2. Juegos y diversiones................................................................ 3.Juegos públicos y fiestas religiosas..................................

209 283 333

4. Juegos públicos y fiestas

p ro fa n a s.................................

347

Paseos y viajes de recreo..................................................

417

Índice de nombres propios ..................................................................

441

Indice analítico..............................................................................

451

Indice general................................................................................

467

II.

5.

Prelusión

En el volumen primero presentamos la vida de los ciudadanos romanos en el entorno de 'su hogar, de su domus, como miembros de una familia, y de una gens, y vimos al joven romano creciendo y educándose con la mira puesta en el ejemplo de sus antepasados, con el nobilísimo empeño de superar, si era posible, sus glo­ rias en el servicio de la patria. Porque el romano no se consideraba nunca como persona particular, sino cómo miembro de la sociedad a que pertenecía, dentro de una familia, preocupada toda ella en el interés y en la grandeza de la Vrbs Roma. No olvidaba jamás el cometido que pesaba sobre cada uno, igual que sobre todos los ciudadanos: R ecu érd a te, rom an o, q u e tu d e b e r es gobern ar a lo s p u e b lo s con e l im perio; tu s v ir tu d e s serán d icta r le y e s esta b le s d e p a z en tre la s naciones, d o m in a r a lo s so b e rb io s y tra ta r b en ign am en te a lo s ven cidos. (V ir g . A en. 6 , 8 5 1 -8 5 3 )

El romano es un hombre de acción, que en la ciudad está inmerso en los afanes sociales y políticos, y asi lo vamos a presentar ahora a lo largo de la época de la monarquía, de la república y del imperio. Describiremos el funcionamiento, las prerrogativas e influencias de los comicios, de las asambleas populares, de su fa­ moso senado y de las diversas magistraturas que administraban directamente el quehacer político en sus diversas épocas, porque es natural que estas instituciones, permaneciendo idénticas en su esencia, tuvieran diversas formas de actuar o de manifestarse con el correr de los siglos. Los ciudadanos romanos estaban empeñados en sus ocupaciones desde la sa­ lida del sol; pero a media tarde, de ordinario, cesaban sus trabajos y podían dedi­ carse al cuidado de su persona, al solaz de las cenas con su familia y con sus ami­ gos, y a las diversiones que los entretenían. Por eso el presente volumen estudia dos partes: una sobre la vida social y política y la otra sobre lo que llamamos "la buena vida”, es decir, sus comidas y banquetes, sus juegos y diversiones, tratando de presentar las distracciones de las personas en las diversas etapas de su vida; los juegos del circo y del teatro; los placeres y atractivos menos aparatosos de la caza, y el esparcimiento de los viajes de recreo y de estudio. Todo ello, como hicimos en el primer tomo, lo iremos confirmando y autori­ zando con el testimonio expreso de los mismos latinos, que en la inmensa varie­ dad de sus obras, nos han dejado pruebas directas y fehacientes de su estilo de vida, 1 J o s é G u il l e n

I La vida social y política

« N o str a c iu ita s n o n u n iu s e s t in g e n io , s e d m u lto r u m , n e c u n a h o m in is u ita , s e d a liq u o t c o n s titu ta sa ecu lis e t a e ta tib u s » . (C ic . R e p . 2 , 2 )

No es de nuestra incum benda determinar el origen de cada uno de los pueblos que habitan en la península italiana: yápigas, italiotas, griegos, etc. Lo cierto es que en Italia se advierte muy pronto la cultura indoeuropea, sobre todo en la dedicación a la agricultura, y la constitución de la familia y del Estado. El ele­ mento patriarcal en el Estado tiene en Italia el mismo fundamento que en Grecia, Desde muy temprano se advierte el régimen conyugal, moderado por las más estrictas normas de la honestidad y de la ley moral. Las nupcias legítimas (iustae) tendrán desde muy pronto por objeto la procreación de hijos legítimos. El ma­ trimonio será monogámico y el adulterio se castigará severamente, sobre todo en la mujer. Con relación al Estado, el italiota lo inmolará todo en aras de la libertad política. La obediencia a los padres será la escuela de la obediencia al Estado. El individuo desaparece en bien de la Patria. El dulce et decorum est pro patria m o ri1 de Horacio estaba ya en el ánimo de los primeros pobladores de Italia. De entre todos los pueblos primitivos que poblaron Italia nos importan ahora únicamente los latinos, que se establecen entre la orilla izquierda del Tiber y las montañas de los Volscos, y luego van bajando por la Campania, antes de las inva­ siones griegas y sam níticas.2 1. H o r . O d . 3 , 2 , 1 3 ; h e a q u í l o q u e p ie n s a C ic . acerca d e n u e s tr o s d e b e r e s p a r a c o n la P a tria . D e b e m o s sa crifica rn o s p o r s u b ie n c o m o C a tó n , R e p . 1, 1. N o b a s ta n r a zo n es, h a y q u e obrar e n b ie n d e la p a tria , ib. 2 . E l le g is la d o r e s s u p e r io r al filó s o fo p o r q u e a q u él filo s o fa p o r e l b ie n d e la p a tria (ib. 2 -3 ). H a y q u e e sfo rz a r se e n d ig n ifica r y e n g r a n d e c er la p atria b u sc a n d o e l b ie n c o m ú n , a u n q u e e s o e x ija n u estr a p r o p ia c o m o d id a d (ib. 3 -4 ). A u n q u e la p a tr ia n o n o s c o r r e sp o n d a (ib . 5 -6 ). A s í lo h iz o C ic er ó n (7 ):· « n e q u e e n im h a c n o s p a tr ia le g e g e n u it au t e d u c a u it, u t n u lla q u a si a lim e n ta e x sp e c ta r e t a n o b is ac ta n tu m m o d o n o s tr is ip s a c o m m o d is s e r u ie n s tu tu m p e r fu g iu m o tio n o s tr o s u p p e d ita r e t e t tr a n q u illu m ad q u ie te m lo c u m , sed u t p lu rim a s e t m a x im a s n o s tr i a n im i, in g e n ii, c o n s iliiq u e p a r tis ip sa s ib i ad u tilita t e m su a m p ig n e ­ raretu r ta n tu m q u e n o b is in n o s tr u m p r iu a tu m u s u m , q u a n tu m ip s i su p e r e s se p o s s e t, r e m itte ­ r e t (ib . 8 ). L a te s is co n tr a r ia la s o s tie n e n lo s e p ic ú r e o s, q u e r eh ú sa n e l sacrificio. L o s « b u e n o s » d e b en a d m in istr a r e l E sta d o para e v ita r q u e lo s « m a lo s » l o d e sh a g a n (ib. 9 ). L o p r im e r o q u e d e b e d e ap re n d e r e l c iu d a d a n o e s v e r c ó m o p u e d e ser v ir y ser ú t i l a su p a tr ia (ib. 1 , 3 3 ).

14

L a vida social y política

El Latium está cerrado al Este por los montes sabinos y ecuos; al Sur por las montañas de los volscos, ocupadas en parte por éstos y por los hérnicos; al Oeste por el mar donde tiene escasos y pequeños puertos, como el de Laurentum, y Lauinium, porque A ntium quizás y Terracina ciertamente, pertenecen a los vols­ cos; por el Norte lo cierra el Tiber, que en su orilla derecha riega la Etruria. El Lacio presenta buenas llanuras, recorridas por el Tiber, que baja de la Umbría y por el Anio que viene de la Sabina. Al Norte se eleva el monte calcáreo de Soracte, y al Sur el monte Albano, que sirve de división entre los latinos, los hérnicos y los volscos. El Lacio, pues, propiam ente dicho, está contenido entre el Tiber, los montes Sabinos, el monte Albano y el mar desde Ostia a Ardea. Unos 272 km.2 aproximadamente. El país no es enteramente llano, aparece cortado por barrancos de escasa pendiente, que se abren entre colinas poco elevadas en gene­ ral. Esto motiva encharcamientos de agua en el invierno, y densas evaporaciones en el verano, que cargan la atmósfera de miasmas insanos, por lo que el terreno resulta sumamente insalubre. En esta región se estableció en su día la raza de los casci L a tin i.1 Al asentarse sobre este territorio los prisci Latini lo hacen en porciones de terreno que atribuyen a cada una de las familias que componen el pueblo. Estas familias se agrupaban entre sí, formando los antiguos cantones o circunscripciones rurales (tribus rusticae).· Sabemos, por ejemplo, que la familia Claudia se aposentó en las orillas del Anio y constituyó la tribus Claudiana. Los nombres los toman no del lugar sino de la gente que en él se establece. Estas familias serán luego las primitivas gentes patriciae, los Emilios, los Cornelios, los Fabios, los Horacios, etc., etc., pero muchas desaparecerán en tiempos históricos, como los Camilos, los Galesios, los Lemanios... Ninguna de estas familias se establecen por primera vez en Roma. A pesar de que cada una de estas familias tiene su pequeño territorio propio, ÿ cada grupo de familias, o tribu-aldea, tiene su propiedad cerrada frente a las otras tribus, no son totalmente independientes entre sí, todas ellas son y se con­ sideran parte integrante de una entidad política, que se llama populus Latinus, aglutinado por una conciencia moral, llamémosla ciuitas, de sentirse familias que tiene un origen común, que hablan una misma lengua, qüe obran por las mismas costumbres, que obedecen a las mismas leyes, que adoran los mismos dioses, y se sienten obligados a ayudarse m utuam ente, y a defenderse como un solo pueblo frente a los extraños.

2 . S o b r e e s to s te m a s p u e d e n v e r s e , L . H o m o , L ’Ita lie p r im itiv e e t les d é b u ts d e l’im perialism e rom ain, c o l. « E v o lu t. d e l ’H u m a n ité » , 1 9 2 5 ; S a rto ri, P ro b le m i d i sto ria co stitu zio n a le italio ta , 1 9 5 3 ; P a llo tin o , L e o rigin i sto rich e d e i p o p o li italici ( X C o n g r. D e C ie n c . H is t . 1 9 5 5 , I I ) ; R e llin i, L e origini d ella c iv iltà italica, R o m a 1 9 2 9 ; G . D e v o t o , G li antichi Ita lic i, F lo r e n c ia 1 9 3 1 ; T h . M o m m s e n , E sta b lecim ien to d e lo s L atin os, e n H ist, d e R om a I , M a d r id 1 9 6 0 , p . 566 9 . J. G a u d e m e n t, In s titu tio n s d e l ’a n tiq u ité, P a r is 1 9 6 6 ; R . B lo c h - J. C o u s in , R o m e e t son d estin , P a r is 1 9 6 0 . 3 . D e l o r ig e n d e R o m a s e h a e sc r ito m u c h ís im o , n o p r e te n d e m o s m ás q u e in d ic a r al r e s ­ p e c to a lg u n a s o b r a s ú tile s : C a r d in a le , L e origin i d i R om a, 1 9 4 9 ; L . B lo c h , L es origin es d e R om e, 1 9 4 6 ; F raccaro, L a sto ria rom ana arcaica, 1 9 5 3 ; F . R ib e z z o , R o m a dalle origini, S abin i e Sabelli·. R 'IG A 1 4 (1 9 3 0 ) 5 9 ; E . C ia c er i, L e o rig in i d i R om a, la m onarchia e la prim a fasse d e ll’età repubblican a, M ila n o 1 9 3 7 ; J . G a g é , H u it rech erch es su r lè s origin es ita liq u e s -e t rom aines, P a ­ r is 1 9 5 0 ; D i F r a n c isc i, L e co m u n ità sociale e p o litica rom ana p rim itiv a ( X C o n g r. d e C ie n c . H is t . R o m a 1 9 5 5 , I I ) . C . B a rb a g a llo , I l p ro b le m a d ette origini d i R om a (S tu d ia H is to r ic a 7 3 ) R o m a 1 9 7 0 ; H . J. E ra sm u s, T h e origin s o f R o m e in th e h istoriograph y from P etrarch to P erizo n iu s, A s s e n 1 9 6 2 .

L a vida social y política

Los ciudadanos, miembros de las diversas gentes, habitan en sus respectivas aldeas; sus jefes, es decir, el cabeza de cáda familia, se reúnen periódicamente en' algún lugar determinado [forum), para tratar los asuntos comunes, administrar justicia cuando se precise, y dar normas de vida, tanto para el interior, como con relación a los no ciudadanos4. Este punto de reunión será una altura (capitolium), o un sitio seguro (arx). Todavía no es una urbs, lo será cuando las casas se acojan hacia una fortaleza y se rodeen de un recinto protegido {oppidum). Serán recintos de escaso poblado, de ordinario, pero a ellos acudirán todos para defenderse en tiempo de guerra. El punto más apropiado para esta urbs, refugio, eran sin duda los montes Albanos, y así debió de surgir la ciudad de Alba, cerca del lago Albano y el monte Caro, sin duda la actual Castel Gandolfo. En las faldas de este monte se han encon­ trado los antiguos muros de Lanuuium. y de Tusculum. Es un lugar oportuno para la defensa contra los ataques de los volscos y de los hérnicos, corre por ellos el aire saludable y hay abundancia de aguas cristalinas. Como recuerdas arttiguos se conservan en sus proximidades los restos del templo de Júpiter Latiaris^ y el nemus D ia m e 5. Allí surgió, pues, Alba, la metrópoli más antigua de los latinos y madre 4 . P u e d e le e r s e c o n r e s p e c to a e s to s te m a s: G . L u g li, I san tu ari celeb ri d e l L azio antico, R o m a 1 9 3 3 ; I d ., D o v e so rgeva A lb a L onga (N u o v a A n to l. A g o s t o 1 9 2 9 ); L . M o r p u r g o , N em u s A ricin u m (M A A L 1 3 , 1 9 0 3 ); A . G a lie ti, II te m p io itálico rin ve n u to n ell’acropoli d i L anu viu m (B C A R , L V I ) ; J . C a r co p in o , V irg ile e t le s origin es d 'O stie , P a r is 1 9 1 9 ; M . B r u w a e n e , L a so c iété rom ain e I. L e s origin e e t la form ation , B r u x e lle s 1 9 5 4 . S o b r e la gen s la te o r ía m á s sa tis­ fa c to r ia y m á s c o m ú n p o r e l m o m e n to e s la p r o p u e s ta p o r B o n fa n te , seg ú n la c u a l, la g en s e s an te to d o u n g r u p o p o lít ic o , c u y o je fe e s e l q u e p r e sid e la gen s, y e l te s ta m e n to e l a c to p o r e l q u e e l je fe d e s ig n a su su c eso r . E s t e o r g a n ism o e s a n ter io r a la ciuitas. C a d a gen s e ra a u tó n o m a , p e r o c o n fe d e r a d a s lu e g o p r o d u je ro n la ciuitas. E sta id e a , s e g u id a p o r la m a y o r p a r te d e lo s ita lia n o s , la lle v a a s u s ú ltim a s c o n s e c u e n c ia s W e str u p , S u r le s 'gen tes’ e t le s 'curiae’ d e la ro ya u té prim i­ tiv e d e Rom e·. R I D A , 1 9 5 4 . A s í p ie n s a ta m b ié n D e M a rtin o {L a g e n s, lo sta to e le clasi in R o m a antica, e n S tu d i A ran gio R u iz, 1 9 5 3 ). F r e z za , L a c o n stitu zio n e citta d in a d i R o m a e t il p ro b le m a d e g li o rd in a m en ti giu ridici p re e siste n ti, e n S c r itti V errin i I , 1 9 4 7 , r e n u e v a la te o r ía a n tig u a d e q u e la c iu d a d h a b ía s u r g id o p o r la fe d e r a c ió n d e la s gen tes. L u z z a to , L e organizazio n i p recivich e e lo S ta to , 1 9 4 8 , c o n s titu y e a la fa m ilia c é lu la d e la gens y la gen s d e l E sta d o . L o s a le m a n e s, e n c a m b io , c o n sid e r a n la gens c o m o u n a agr u p a c ió n m e r a m e n te e co n ó m ic a y p r iv a d a ; o b ie n c o m o u n a a so cia c ió n fic ticia , n o m in a l, y sin e n tid a d r ea l d e n in g u n a c la se . A s í M a x K a ser , p o r ej. e n D a s röm . P riva tre ch t, 1 9 5 5 ; y W ie a c k e r , H au sgen ossen sch af u n d E rbein ­ setzu n g , 1 9 4 1 . P a ra u n o s la m o n a r q u ía su r g ió c o m o u n d e s p r e n d im ie n to p r o g r e s iv o d e l p o d er d e la s g en tes, o e fe c to d e u n a r e v o lu c ió n ; para o tr o s la m o n a r q u ía s e im p u s o c o n in d e p e n d e n ­ c ia d e la s g en tes. E l rey t e n ía u n p o d e r c a rism á tic o , r e p r e se n ta b a a D io s , tu v o , p u e s , u n o ri­ g e n r e lig io s o y se m a n tu v o p o r p r in c ip io s r e lig io s o s , p o r ta n to e l p o d e r d e l r ey era a b so lu to . A s í p ie n s a n , C o li, R egn u m , e n S tu d ia e t docu m en ta, 1 9 5 1 ; y e l m is m o a u to r , S u ll paralelism o d e l D ir itto p u b b lico e t d e l D ir itto p riv a to n elle p erio d o arcaico d i R om a, e n S tu dia, 1 9 3 8 ; L übto w , L ex cu riata d e Im perio·. Z S S , 1 9 5 2 . Q u iz á s la s r ela cio n es d e la s g en tes c o n la m o n a r q u ía n o sea n ta n sim p le s n i e x tr e m a s, sin o q u e e l r ey tu v o c o n se g u r id a d u n o r ig e n ca rism á tic o y r e lig io s o , p ero s e e n c o n tr ó d e fr e n te c o n u n a o r g a n iz a c ió n so c ia l, c o m p u e s ta p o r g r u p o s p o lít ic o s in d e p e n d ie n te s , las g en tes, q u e in flu ía n a c tiv a m e n te e n la a d m in istr a ció n d e la c iu d a d . G a g é , L es tra d itio n s d e s P apiri e t qu el­ q u es orig in es d e I’eq u ita tu s rom ain e t latin·. R H D , 1 9 5 5 , d ic e q u e e n la R o m a m o n á rq u ic a e x is t ía u n eq u ita tu s, u n g r u p o a u tó n o m o d e jó v e n e s , h o s t il a la s gen tes y a lia d o s d e la p le b e , q u e s o s te n ía a l r e y . Y c o n e llo te n d r ía m o s y a e sb o z a d o s to d o s lo s e le m e n to s d e la s o cie d a d rom an a: a u to r id a d , g e n te s o p a tric io s, c a b a lle r o s y p le b e . 5 . E l te m p lo d e D ia n a A r ic in a , era e l m á s fa m o so d e to d o s lo s c o n sa g ra d o s a e sta d iv in i­ d a d . E sta b a s itu a d o e n la p a r te m á s b o s c o s a d e lo s m o n te s A lb a n o s , a la d e r e c h a 'd e l ca m in o q u e b aja d e A r icia (P lin . N .H . 1 6 , 9 1 ). S e lla m a N e m u s « e l b o s q u e » q u e h a q u e d a d o fijo al la g o e n c u y o s c rista les se m irab a la d io s a (O v id . Vast. 3 , 2 6 5 ; 6 , 7 3 5 ; M e t. 15 , 5 3 7 ; Serv. a d A en . 7 , 5 1 6 . L a s u p r e m a c ía q u e s e d a a R o m a so b r e la L ig a la tin a d e s d e e l p rim er m o m e n to n o p u e d e p r o b a r se. E s u n a s u p o s ic ió n d e lö s a n a lista s e n c a b e z a d o s p o r F a b iu s P ic to r . R om a

16

L a vida social y política

de las ciudades del Lacio: Labicum, Gabies, Nomentum, Roma, Laurentum, Lauinium, hasta treinta. La comunidad de la raza, la unidad de lengua y de culto mantuvo a estas ciudades, dentro de una autonomía propia, unidas en un pacto de eterna alianza, en torno del santuario federal, junto a Alba. Todos los años, en una solemnidad especial, Latinae feriae, convocados por el jefe de la confede­ ración, se reunían los latinos en el templo de Júpiter Latiaris6 e inmolaban un toro al dios del Lacio. Cada ciudad contribuía con sus aportaciones para el apro­ visionamiento de los banquetes, ganado, leche, queso, y recibía su participación de la carne sacrificada al dios del todo el Lacio. No sólo se reunían con ese motivo religioso, sino que los representantes de las diversas ciudades celebraban frecuentes asambleas en un lugar próximo, junto a la fuente Ferentina, nom bre de la Venus latin a7, hoy Marino, para tratar los asuntos de interés común. Los habitantes de todas las ciudades gozaban de dere­ chos comunes entre sí, y se gobernaban por leyes que todos aceptaban.

e s u n a d e la s tr e in ta c iu d a d e s d e l n om en L atin u m . L a h e g e m o n ía v a p a s a n d o s e g ú n la s ép o ca s d e u n a c iu d a d a otra . T e n ie n d o A lb a la s e d e y lo s te m p lo s L actares n o e s im a g in a b le q u e la lig a h a y a s id o e sta b le c id a p o r lo s T a r q u in io s d e R o m a . A s í p ie n s a J.-C . R ic h a r d , U n e n ou velle h isto ire d e s d é b u ts d e la co n q u ête romain·. R E L 4 4 (1 9 6 6 ) 9 3 -9 7 , a p r o p ó s ito d e A n d . A lfö ld i, E arly a n d th e L a tin s, M ic h ig a n 1 9 6 6 . E s t a id e a la h a b ía d e sa rr o lla d o y a A . M o m ig lia n o , S toriografia su tra d izio n e sc ritta e storiografia su tra d izio n e orale·. C u ltu r a e S c u o la (ju l.-se p t. 1 9 6 5 ). P r o n to s u c e d e L a v in iu m a A lb a , c o m o m e tr ó p o li r e lig io sa d e lo s la tin o s , lu e g o A r ic ia , e n cu ya lig a n o a p a rece R o m a , p o r q u e s e h a lla a se d ia d a p o r P o r se n n á , a ñ o 5 0 5 . S u p e r a n d o R o m a a la lig a e n e l L a g o R e g ilo , p o r u n a e s p e c ie d e áu ocatio lle v a e l te m p lo d e D ia n a a l A v e n tin o , c f. A . M o m ig lia n o , Sul d ie s n atalis d e l san tu ario fed era le d e D ian a su ll'A v en tin o : A c c. N a z . d e l L in c e i (ju l.-se p t. 1 9 6 2 ); S . M a zz a r in o , D a lla m onarchia alio sta to repu bblican o, C atan ia 1 9 4 6 ; A . G u a r in o , D e l 'R e g n u m ’ alla 'r e sp u b lic a ’: L a b e o I X , 1 9 6 3 . 6 . V id . S . S e r g i, D a A lb a L onga a R om a, T o r in o 1 9 3 4 . V e n c id o s lo s A lb a n o s s e in c r e m e n ­ ta n las fa m ilia s p a tric ia s c o n lo s J u lio s , S e r v ilio s , Q u in c tio s , L e g a m o s, C u r ia tio s y C lo e lio s , 7 . L iv . 1 , 5 0 , 1; 1 , 5 2 , 5 ; c f. E . S e r en i, C o m u n ità rurali n ell’Ita lia antica, R o m a 1 9 5 5 ; R . E . E . P a lm e r , T h e arcaich co m m u n ity o f th e rom ans, C a m b r id g e 1 9 7 0 ; M . B o n jo u r , T erre N atale: E tu d e su r une co m p o sa n te a ffec tive d u p a trio tism e rom ain, P a r is 1 9 7 5 ; y c o m e n ta n d o e s t e lib r o P . G r im a i, A u berceau d u p a trio tis m e romain·. R Ë L 5 4 (1 9 7 6 ) 4 2 -4 8 ; E . B a d ia n , R om an Im p éria lism e in th e la te R e p u b lic (C o m u n ic a c . e n la U n iv . d e Su r A fr ic a ), P r e to r ia 21 9 6 8 .

La monarquía

« R e x u e lit h o n e s ta , n e m o n o n e a d e m u o le t» . (S e n e c a , T h y est. 2 1 3 )

1. Orígenes

de Roma (753-509 a. C.)

Dejamos aparte la magnífica leyenda de origen griego, acogida por Fabio Píctor, fundador de la historia romana, narrada espléndidamente por Tito Livio ®, y poetizada por Virgilio, sobre la fundación de Roma por Rómulo y Remo, la Vestal violada por M arte, los dos gemelos, destinados a la muerte por un tío sin conciencia, colocados en una canastilla sobre el Tiber, salvados milagrosamente, amamantados por la loba, recogidos por un pastor, y preparados para hacer jus­ ticia después de haber fundado una ciudad9, todo esto, que es una invención magnífica y no tiene valor más que para la historia de la literatura. Lo normal, es, que algunas de esas tribus, de que hemos hablado, se aposen­ taran en las colinas próximas a la desembocadura del Tiber. Dos de ellas, los Ramnes y los Lúceres, son enteramente latinas, de las asentadas primitivamente en el Lacio; la tercera, los Ticios, serán sabinos 10 o sabélicos. Estos pueblos baja­ ron también del mundo indoeuropeo y eran originariamente vecinos y parientes de los latinos, con lenguas muy semejantes y costumbres casi idénticas. En el mo­ mento de la venida de los Ticios la gente latina no tenía como centro el territorio romano sino todo el Lacio. Los Ramnes, pues, los Lúceres y los recién llegados Ticios tienen sus fortalezas contra los vecinos de la orilla derecha del Tiber, en la cima de los altozanos, y sus aldeas en la llanura que cultivaban aguas abajo del río, y hacia las tribus de A lb a.11 8. 9. 10.

L iv . 1, 3 . L iv . 1, 4 -7 ; C ic . R e p . 2 , 4. T a c. A n n . 2, 54; V arr. L . L. 5 , 2 5 . V id . J . P e r r e t, L es origin es d e la légen de troyen ne d e R o m e, P a r is 1 9 4 2 ; F . B o em er , R o m u n d T roja, B a d en -B a d en 1 9 5 1 ; E . P a is , H isto ire ro­ m aine; d e s orig in es à l ’a ch èvem en t d e la co n q u ête (C o l. G la tz , 1 9 2 6 ); M a zz a r in o , D alla m onar­ chia alio sta to rep u b b lica n o, 1 9 4 6 ; C . B a rb a g a llo , II p ro b le m a d e lle origini d i R om a d a V ico a noi, M ila n o 1 9 2 6 , r e e d ita d o 1 9 7 0 ; U . A n to n ie lli, L e o rig in i d i R o m a alia lu ce d elle sc o p e rte arch eologicbe, B P I , 1 9 2 7 , p . 1 6 6 ; J . P o u c e t, R ech erch es su r la lég en d e sa b in e d e s origin es de R o m e, L o u v a in 1 9 6 7 . 1 1 . G . D e v o t o , L e origin i trip a r tite d i R om a, A th e n . 1 9 5 3 ; L a s tres tr ib u s L iv . 1 , 13 , 6 . C ic . R e p . 2 , 3 6 ; T h . M o m m s e n , D ie röm isch en T rib u s, A lto n a 1 8 4 4 ; O ríg e n e s d e R om a, en H ist, d e R o m a I , M a d r id 1 9 6 0 , p . 7 0 -8 7 ; F . F . A r b o t, A . H isto ry and D escrip tio n o f Rom an P o litica l In s titu tio n s , N e w Y o r k 31 9 6 3 , la 1 .a e d . d e 1 9 1 0 ; I d ., S o ciety a n d P o litics in ancient R o m e, E ssa ys an d S k etch es, N e w Y o r k 1 9 6 3 , 1 .“ e d . 1 9 0 9 ; I d ., T h e C om m on P eo p le o f ancient

18

L a m onarquía

Una de estas tribus, sin duda los Ramnes, tienen un «totem», un lobo, y para honrarle se reúnen con sus mancomunados los Lúceres y los Ticios, y empiezan a celebrar la fiesta del lobo, los Lupercalia, fiesta de labradores y de pastores. Roma no surge de una sola vez, va haciéndose poco a poco. Su tierra es pobre, su emplazamiento malsano, sus aguas escasas; pero tiene la ventaja de que el Lacio domina hasta el mar ambas orillas del río. La desembocadura del Tiber será un medio excelente para la comunicación comercial, y un puerto fluvial, a una distancia corta, pero suficiente para que sus barcos estuvieran a buen res­ guardo de los piratas marinos, que era de todo punto necesario. Es natural, pues, que en ese punto en que el Lacio empezaba a dominar también la orilla derecha del Tiber, en que una serie de colinas ofrecían buena defensa militar, se estable­ ciera un mercado común para todo el Lacio n . Que este emporio se constituyera por una decisión de la confederación latina, o que lo realizaran las tribus aposen­ tadas en esta parte del Lacio, con tan buena salida al mar y tan en contacto con el industrioso pueblo etrusco, no importa mucho. Lo cierto es que, siendo Roma una de las últimas ciudades fundadas en el Lacio, es la primera que aparece con un recinto amurallado, mientras los restantes latinos viven en lugares abiertos, y no se reúnen en sus fortalezas más que en días de fiesta, o en momentos de peligro. Los labradores de Roma siguen cultivando sus campos, viviendo esencial­ mente de ellos y de sus ganados, pero prefieren habitar en las partes elevadas de sus alcores, es decir, en la ciudad. A ella acuden muy pronto otros latinos y extran­ jeros, de forma que en su primera constitución política cuentan con 3.300 hom­ bres armados para su defensa, lo que supone una población de más de 10.000 habitantes. Las primeras colinas habitadas son ciertamente el Palatino y el Quirinal, luego sucedió el Septimontium B, por fin todos se reúnen en la gran ciudad que ciñe el muro de Servio. Desde entonces Roma aspira a ser la cabeza de todas las tribus latinas.

R om e. S tu d ie s o f R om an L ife an d L itera tu re, N e w Y o r k 1 9 6 5 , l . a e d . 1 9 1 1 ; I n s titu tio n s d e l'a n tiq u ité, P a r is 1 9 6 7 .

J . G a u d e m e n t,

12 . C ic er ó n p o n d e r a c u m p lid a m e n te la p r u d e n c ia d e R ó m u lo e n la e le c c ió n d e l lu g a r señ a ­ la d o para e l e m p la z a m ie n to d e R o m a , e n R ep . 2 , 5 -1 1 , p a saje d e l q u e v a m o s a c ita r lo s p árra­ fo s 5 y 6 : « Q u a g lo r ia p a rta , u r b e m a u sp ic a to c o n d e r e e t firm are d ic itu r p r im u m c o g ita u iss e rem p u b lic a m . V r b i a u te m lo c u m ,'q u o d e s t e i, q u i d iu tu r n a m r em p u b lic a m ser e re c o n a tu r, d ilig e n tis s im e p r o u id e n d u m , in c r e d ib ili o p p o r tu n ita te d e le g it. N e q u e e n im ad m are a d m o u it, q u o d e i f u it illa m a n u c o p iis q u e fa c illim u m , u t in agrum R u tu lo r u m A b o r ig in u m q u e p r o c e d e r e t, au t in o s tio T ib e r in o , q u e m in lo c u m m u ltis p o s t a n n is r ex A n c u s c o lo n ia m d e d u x it, u r b e m ip se c o n d e r e t, s e d h o c u ir e x c e lle n t i p r o u id e n tia s e n s it ac u id it, n o n e ss e o p o r tu n is sim o s s itu s m a ­ r itim o s u r b ib u s e is , q u a e ad sp e m d iu tu r n ita tis n o n so lu m m u ltis p e r ic u lis o p p o sita e , sed e tia m ca ec is. N a m terra c o n tin e n s a d u e n tu s h o s tiu m n o n m o d o e x p e c ta to s , s e d e tia m r e p e n tin o s m u l­ tis in d ic iis e t q u a si fra g o re q u o d a m e t s o n itu ip s o a n te d e n u n tia t; n e q u e u e r o q u isq u a m p o t e s t h o s tis a d u o la re terra, q u in e u m n o n m o d o e s s e , s e d e tia m q u is e t u n d e s it, scir e p o s sim u s . M a ritim u s u e r o ille e t n a u a lis h o s tis a n te a d e s se p o t e s t, q u am q u isq u a m u e n tu r u m e s s e s u sp i­ cari q u e a t, n e c u e r o c u m u e n it, p ra e s e fe r t, a u t q u i s it a u t u n d e u e n ia t a u t e tia m q u id u e lit, d e n iq u e n e n o ta q u id e m u lla , p a c a tu s an h o s tis s it, d isc er n i ac iu d a ca r i p o t e s t» . V id . H . M . R . L e o p o ld , L es raisons géograph iqu es e t écon om iqu es d e l’origin e d e Rom te con firm ées par les résu lta ts d es recherches archéologiques·. M N I R 5 (1 9 3 5 ) 1, e n h o la n d é s. 13. T a c. A n n . 1 2 , 2 4 , d a u n a b u e n a o r ie n ta c ió n para seg u ir la lín e a d e l po m o eriu m d e la prim era ép o c a ; y F e s t. 4 5 8 L . c o n s e r v a , se g ú n A n tis tiu s L a b e o , la lis ta d e la s c o lin a s c o m p r e n ­ d id a s e n e l S ep tim o n tiu m , a u n q u e la lis ta d e F e s to d a o c h o n o m b r e s , lo s m o d e r n o s s u e le n e li­ m in ar e l n o m b r e d e Ia S u b u ra; n o se in c lu y e e n la lis ta lo s m o n te s Q u ir in a l, V im in a l y C ap i­ to lio . E l te r r ito r io q u e e n to n c e s t e n ía R o m a se e x te n d ía a c in c o m illa s. C f. p rim e r v o lu m e n de esta o b r a , p . 1 3 -1 6 . C f. A . M a g d e la in , L e pom eriu m archaïque e t le mundus·. R E L 5 4 (1 9 7 6 )

E l rey

19

2. El rey Desde el momento en que los habitantes de estas nueve leguas cuadradas, que hay en torno a las fortalezas de Roma, se centran en una comunidad de vida, en una ciudad propiamente dicha, necesitan un padre de la gran familia que se reúne, es decir, un rey. Recuerdo quizás del predominio de uno de ellos es la imposición de Rómulo sobre Remo; y de Rómulo, jefe del Palatino, de nuevo sobre Tito Tacio, el rey de los sabinos o de los habitantes del Quirinal. Sea de esto lo que fuere, lo cierto es que, así como la familia tenía un rey doméstico, el pater fami­ lias, y la gente tiene su jefe, el pater gentium, la unión de todas las familias y de todas las gentes y tribus, que constituyen como la familia universal, o la ciuitas, debe tener un pater duitatis, que, sin menoscabo del poder doméstico del pater familias, será como un padre común de todos en la vida social, política y militar. Puesto que la ha de regir, se llamará rex; le ha de dar órdenes, será dictator; ha de formar y enseñar al pueblo y será magister populi. Como esta gran familia había surgido de la libre asociación de los aldeanos, todos libres, todos iguales, todos se reúnen para eligir libremente de entre ellos al re y .14 Desde el momento de su elección, y desde el punto y hora en que Je prome­ tieron obediencia fiel y completa, el rey tomaba sobre todos ellos los poderes que el pater familias tenía sobre los de su casa: tenía los sacra publica, sacerdote del pueblo, que conservará junto a su casa, siempre encendido, el fuego sagrado de Vesta; él ofrecerá los sacrificios comunes, él guardará los penates del pueblo en

7 1 -1 0 9 ; R . E . A . P a lm e r , T h e K in g a n d th e C o m itiu m : a S tu d y o f R om e's o ld est p u b lic docu ­ m en t, H is to r ia : E in z e lsc h r ifte n , H e lf t 1 1 , 1 9 6 9 . 14 . L a d e s c r ip c ió n m á s a n tig u a d e l tie m p o d e lo s r ey e s la d a sin d u d a F a b iu s P ic to r . S e­ g ú n P lu ta r c o (R om . 3 y 8 ) s u r ela ció n d e p e n d e d e l g r ie g o D io c le s d e P e p a r e th o s , d e l q u e n o te n e m o s m á s n o tic ia s: « L a r ela ció n q u e pa sa p o r m á s c ie r ta y t ie n e m ayor n ú m e ro d e te stig o s e n s u fa v o r la p u b lic ó e l p rim ero e n tr e lo s g r ie g o s e n s u s m ás señ a la d a s c ir c u n sta n c ia s, D io c le s P e p a r e tio , a q u ie n e n la s m á s d e la s c o sa s s ig u e F a b io P ic t o r ...» , y s ig u e P lu t, r e la ta n d o la fu n d a c ió n d e R o m a p o r R ó m u lo y R e m o (R om . 5 -8 ). L a h isto r ia d e io s r ey es la p r e se n ta T ito L i­ v io e n e l lib r o I , cu y a s ú ltim a s p a la b ra s s o n é sta s: « L . T a r q u in iu s S u p e rb u s r e g n a u it ann os q u in q u e e t u ig in ti. R e g n a tu m R o m a e ab c o n d ita u r b e ad lib er a ta m an n o s d u c e n to s q u a d r a g in ta q u a ttu o r . D u o c o n s u le s in d e c o m itiis c e n tu r ia tis a p r a e fe c to u r b is e x c o m m e n ta riis S e r . T u lli c r e a ti s u n t, L . I u n iu s B r u tu s e t L . T a r q u in iu s C o lla tin u s (L iv . 1 , 6 0 , 3 ). M á s d e ta lla d a la h is ­ to r ia d e lo s r ey es e n D io n is io d e H a lic a r n a so . T a m b ié n e n P lu ta r c o , v id a d e R ó m u lo y d e N u m a . E l r e la to m á s a n tig u o e s e l q u e h a c e C ic er ó n e n R ep . 2 , c u y o ín t im o p a r e n te sc o c o n u n fr a g m e n to la tin o r e fe r e n te a S e r v io n 'T u lio , c o n s e r v a d o e n u n p a p iro d e O x u r h in c h o s 2 0 8 8 p o n e d e m a n ifie sto A . P ig a n io l, L e Pwírjus d e S erviu s T u lliu s (S c r itti in o n o r e d i B . N o g a r a ) R o m a 1 9 3 7 ; G . B in d e r , D ie A u ssetzu n g d es K o n ig sk in d e s K y ro s u n d R om u lu s, M e in se n h e im am G la n n , 1 9 6 4 . H e a q u í la lis ta d e lo s rey es d e R om a: R ó m u lo , rein a 37 años 1-3 7 ab u r b e c. 7 5 3 -7 1 7 a I n te r r e g n u m en e l añ o 38 716 N u m a P o m p ilio , reina 3 9 añ o s 39-81 7 1 5 -6 7 3 T u llo H o s t ilio 4 3 añ o s 8 2 -1 1 3 6 7 2 -6 4 1 A n c o M a rcio 24 años 1 1 4 -1 3 7 7 4 0 -6 1 7 3 8 añ o s L . T a r q u in io 1 3 8 -1 7 5 6 1 6 -5 7 9 S e r v io T u lio 4 4 años 1 7 6 -2 1 9 5 7 8 -5 3 5 L . T a r q u in io e l S o b er b io 2 5 años 5 3 4 -5 1 0 ' 2 2 0 -2 4 4 L a m o n a r q u ía d u ra, p u e s , en R o m a , 2 4 4 añ o s. E n e l 2 4 5 -5 0 9 in ic ia n e l c o n s u la d o L . J u n io B r u to y T a r q u in io C o la tin o , q u e fu e r o n su sti­ tu id o s e l ú lt im o por P . V a le r io P u b lic o la y e l p r im e r o p o r Sp. L u c re c io T r ic ip itin o y é s te por M . H o r a c io P u lv illo .

2 0

L a m onarquía

los almacenes o despensas generales; él consultará la voluntad de los dioses (aus­ picia publica), o podrá delegar en otros que lo hagan en su nombre, eligiendo los sacerdotes, las vírgenes Vestales, y los arúspices. Tenía el derecho de juzgar, de castigar, de imponer multas, de privar de la libertad, de arrojar de la ciudad y de condenar a muerte, como el pater familias en su domus. El podía reunir al pueblo convocándolo en consejo; hacer tratados y mantener relaciones de amistad con otros pueblos diversos. Tenía el mando (im perium) en tiempo de paz y en tiempo de guerra; podía elegir los soldados y castigar a quien resistiera este llamamiento ls. Cuando marchaba oficialmente le precedían los lic­ tores con las fascios, o manojos de varas, con el hacha, indicando que él era dueño absoluto con derecho de vida y muerte. Contra la sentencia capital dictada por el rey, se puede apelar al pueblo (prouocatio), el rey podía conceder este recurso, pero no estaba obligado a ello. 16 Como padre de la gran familia, el rey era el único depositario de todos los poderes, por ser rey pfecisamente. Como el pater familias puede reunir el consejo de su casa, el rey podía constituir colegios especiales de peritos para aconsejarse en los diversos asuntos de la vida común, colegios sacerdotales, grupos de hombres 15. L a n a tu r a lez a d e l im p eriu m n o e stá clara. A lg u n o s p ie n s a n q u e e l im periu m v a in h e ­ r e n te al p o d e r rea l; p e r o p o r lo c o m ú n se c re e q u e e s d e o r ig e n m ilita r . H e u s s , Im p e riu m , en Z .S.S., 1 9 4 4 , y D e M a rtin o p ie n s a n q u e e l im p eriu m e s e l p o d e r d e l je fe m ilita r e n las c iu d a d es d e la lig a la tin a . E s t e je fe n o era e l r ey . E l im p eriu m se a p oyab a e n e l tra ta d o y se e je rc ía s o b r e lo s h o m b r e s lib r e s , e l p o d e r d e l rey r e c a ía s o b r e lo s s ú b d ito s (p o te sta s). E l m a g istr a d o c iv il r e c ib ía e l im p eriu m c u a n d o la c iu d a d e sta b a c o n fe d e r a d a e n se n a d o o e n c o m ic io s ... y se le c o n fe r ía a l m a g istr a d o p o r la le y curiata d e im perio. D e F r a n c isc i, A rcan a im p erii, 3 v o l., 1 9 4 7 -1 9 4 8 la p o n e e n tr e la s a tr ib u c io n e s c a rism á tic a s d e l r e y , rec h a z a n d o c o n e llo la c re e n c ia p o ­ p u la r d e q u e e l im p eriu m ib a in c lu id o e n la m o n a r q u ía c o m o h e r en cia e tru sca ; e l m is m o , Into rn o all'origine etrusco d e l co n cetto d e im perium ·. S tu d i E tr u s c i, 1 9 5 6 . V id . ta m b ié n L ü b to w , L ex cu riata d e im perio·. Z S S , 1 9 5 2 ; u n e x c e le n t e a n á lisis d e la e v o lu c ió n d e la id e a d e im p e­ riu m la h a c e V o g e l, Im p e riu m e t fa sces : Z S S , 1 9 5 0 ; P a o li, O b se rv a tio n s su r la 'Vides', Γ 'Im p eriu m ' e t leu rs ra p p o rts, e n F e s tg a b e S im o n iu s , 1 9 5 5 ; U . V o c i, F er la d efin izio n e d e ll'Im ­ perium ·. S tu d i A lb e r ta r io , 1 9 5 3 ; A . M a g d e la in , R ech erch es su r l ’im periu m . L a fo i cu riate e t le s au sp ices d ’in vestid u re, P a r is 1 9 6 8 . 1 6 . E l p r im e r c a so d e p ro u o ca tio , L iv . 1 , 2 6 , 8 ; L a e x iste n c ia d e la p ro u o ca tio e n tie m p o d e lo s r ey e s, C ic. R ep . 2 , 5 4 . E s e l d e r e c h o d e a p e la c ió n al p u e b lo , a l v e r s e c o n d e n a d o p o r u n m a g istr a d o e n v ir tu d d e la le y V aleria H o ra tia d e 5 0 9 a. C . L iv . 2 , 5 , 8; C ic . R e p . 2, 5 3 . F u e s u sp e n d id a p o r lo s d e c e n v ir o s d e l 4 5 1 -4 4 9 (C ic . R e p . 2 , 6 2 ), ap a rece d e n u e v o e n las X I ’I T a ­ b la s . P o r la s le y e s Porciae e n tr e lo s a ñ o s 1 3 4 y 1 0 8 a. C . s e e x tie n d e e l fa v o r a to d o s lo s c iu ­ d a d a n o s r o m a n o s, e n to d a s la s r e g io n e s d e l im p e r io . E l c iu d a d a n o q u e h aya a p e la d o a R o m a , d e b e ser r e m itid o a la c iu d a d (S a lí. Iu g . 6 9 , 4 ; C ic . V err. 5 , 5 7 -5 8 ; 6 2 -6 5 ). U n a le y S em pron ia d e C . G r a c o , d e l 1 2 3 e q u ip a ra la v io la c ió n d e e sta le y al c r im e n d e l p erd u e llio (C ic . R ab. 12; V err. 5 , 1 6 3 ; P lu t. C. G rac. 4 ). D e s p u é s d e lo s G r a c o s, d u r a n te lo s p e r ío d o s r e v o lu c io n a r io s, q u e d a va ria s v e c e s e n s u s p e n s o p o r la s m e d id a s d e e x c e p c ió n d e c re ta d a s p o r m e d io d e l senatu s co n su ltu m u ltim u m , a u n q u e e l p a r tid o p o p u la r , s ie m p r e c o n s id e r ó la prou ocatio c o m o u n o d e lo s e le m e n to s b á sic o s d e l d e r ec h o p ú b lic o . C f. to d o e l d ise , d e C ic . P ro R ab. P erd . L a pro u o ­ catio n o te n ía lu g a r m á s q u e e n la ju r is d ic c ió n c rim in a l, y e n la c o e r c ió n d e l m a g istr a d o q u e p id ie ra la p e n a d e m u e r te o u n a m u lta . E in c lu s o e n e s t e c a m p o te n ía c ie rta s lim ita c io n e s , p o r ej.: a) e l d ic ta d o r n o e stá o b lig a d o a e lla m á s q u e d e s d e u n a fe c h a n o p r e cisa d a (L iv . 3 , 2 9 , 6 ; 8 , 2 1 , 3 3 -3 5 ); b ) a lg u n o s c a stig o s c o m o la r eleg a c ió n a c ie r ta distaricia d e R o m a , la c o n fis­ c a ció n d e b ie n e s , la con secratio locoru m n o c a e b a jo e l p r iv ile g io d e la prouocatio-, c ) la s persq n as n o lib r e s , la s m u je re s y lo s e x tr a n je r o s n o tie n e n jam ás d e r e c h o d e a p e la c ió n ; d ) e ig u a l­ m e n te lo s c iu d a d a n o s r e b e ld e s, lo s d e s e r to r e s, lo s in cen si y lo s d e cla ra d o s h o stes patriae. L a fo r m a d e la p ro u o ca tio p o s te r io r m e n te p r o c e d ía a sí: E l a c u sa d o q u e era c o n d e n a d o p o r e l ju ez ap ela b a al p u e b lo ; s e in s tr u ía d e n u e v o la c a u sa a n te tres asa m b lea s su c e s iv a s , e n la s q u e el p rim e r ju ez d e fe n d ía su s e n te n c ia y h a c ía d e a cu sa d o r p ú b lic o . E l cu a r to d ía t ie n e lu g a r la v o ­ ta c ió n (in q u isitio ) q u e co n firm a la se n te n c ia a n ter io r o la a n u la. V id . C . E is e n lo h r , P rou ocatio a d p o p u lu m , 1 8 5 8 ; G r o s s o , M onarchia, 'p ro u o ca tio ‘ e processo popolare: S t u d i... d i F ran cisci I I , 1956.

E l rey

21

que investigaran los crímenes (quaestores parricidii); podía nombrar jefes mili­ tares; encargar a otros la administración de la hacienda (quaestores aerarii)·, si se ausentaba del territorio nombraba a otro que hiciera sus veces (praefectus urbi). Pero estos ayudantes o ministros nunca eran magistrados propiamente dichos, sino representantes del rey, por el tiempo y circunstancias que éste juzgara oportuno. Su potestad era vitalicia. Al morir debía nombrar su sucesor, a quien quisiera, con tal fuera ciudadano romano, mayor de edad y sano de cuerpo y alma, sin tener en cuenta ni la familia ni la nobleza. Si el rey no lo había nombrado, se reunía el pueblo, sin previa convocatoria y designaba un interrex 17, cuyo reinado duraba sólo cinco días, sin que se le rindiera homenaje, ni se le jurara fidelidad. Su prin­ cipal cometido era elegir un nuevo rey, cosa que, naturalmente, no hacía sin consultar a los ancianos (senado), ni preguntar el pueblo (curias). Esta sería la ley, pero se consideró elección legítima la realizada por el pueblo, o bien por el senado, como en el caso de Numa Pompilio 18; o bien por el piieblo por con­ sejo de los padres como en el de Tulo Hostilio 19. Esta última debió de ser prác­ ticamente la forma ordinaria: el senado proponía y el pueblo reunido en curias le confería el poder supremo.

17. E l in terreg n u m e s u n g o b ie r n o p r o v is io n a l q u e s e e sta b le c e e n R o m a en d e fe c to de u n m a g istr a d o su p e r io r p r o v is to d e a u sp ic io s, h a c ie n d o q u e u n o o m á s c iu d a d a n o s sea n in v e s tid o s s u c e s iv a m e n te d e l im p eriu m , c o n fo r m e la s reg la s d e l d e r e c h o p ú b lic o y d e la r e lig ió n . E l e le ­ g id o c o n se r v a e l p o d e r y e l im periu m d u ra n te c in c o d ía s , y lu e g o é l p e r so n a lm e n te e lig e , si e s n e c e s a r io , a su su c eso r , y a s í h a sta q u e la s c ir c u n sta n c ia s a c o n seja n a u n in terrex p asar a la e le c c ió n d e lo s m a g istr a d o s o r d in a r io s. S e g ú n T . L iv io (1 , 1 7 ) d e s p u é s d e la m u er te d e R ó m u lo e l tr o n o e s t u v o v a c a n te u n a ñ o , y e l in te r r e g n o n o c e s ó m ás q u e an te e l d e s c o n te n to gen eral d e l p u e b lo . S e s a lió d e é l c o n e l n o m b r a m ie n to d e l s e g u n d o rey d e R om a. P r o p u e s to e l n om b re d e l c a n d id a to p o r e l ú ltim o in terrex d e tu r n o a lo s c o m ic io s c u r ia d o s, se c o n s u ltó a lo s d io s e s, y m a n ife sta d a s u a q u iesc en cia p o r lo s a u sp ic io s fa v o r a b le s ( in auguratio regis), se c o n v o c a ro n d e n u e v o lo s c o m ic io s ; y e n to n c e s e n v ir tu d d e u n d e c r e to , fo r m a l d e l se n a d o , lo s c o m ic io s c u r ia d o s, e s d e c ir la a sa m b lea d e la s gen tes, r e c o n o c ie r o n e n e l c a n d id a to la s c o n d ic io n e s d e rey, se g ú n e l r e s u lta d o d e lo s a u sp ic io s (regem creare iu ssu p o p u li) (D io n is . 2 , 60; L iv . 6 , 4 2 ). T o d a v ía fa lta b a c o n c e d e r al n u e v o rey e l im periu m , c o sa q u e s e h iz o p o r m e d io d e u n a le y rogata d e im p erio suo (C ic . L eg. 2 , 1 3 .1 7 .1 8 .2 0 .2 1 ) q u e d ab an lo s c o m ic io s cu r ia d o s (G e ll. 5 , 1 9 ; C ic . D o m . 2 9 ). D u r a n te la R e p ú b lic a se a c u d ía a l in te r r e g n o p o r e n fe r m e d a d o m u er te d e lo s c ó n s u le s (L iv . 5 , 3 1 .5 2 .6 1 ) o p o r q u e la e le c c ió n d e e s to s m a g istr a d o s se' h a b ía h e c h o v ic io ­ s a m e n te ( u itio creati) p o r n o h a b er o b s e r v a d o r e lig io sa m e n te lo s r ito s sagrad os (L iv . 5 , 17; 8 , 1 7 ), e n e s e c a so e l e le g id o d e b ía r en u n c ia r (h on ore abire, abdicare m agistratum )·, o p o r q u e n o se p o d ía e le g ir a lo s m a g istr a d o s m a y o res a n tes d e l d ía d e s u in a u g u r a ció n o fic ia l d e l d ía 1.° d e e n e r o . E n e sto s c a so s e l im p eriu m v o lv ía a lo s p a d res q u e d e b ía n co n fia r lo in m e d ia ta m e n ­ te al in te r r e x (C ic . Leg. 3 , 3 ). E l p rim e r e sp a c io d e tie m p o g o b e r n a d o p or in terrex o c u r r ió , c o m o h e m o s d ic h o , a la m u e r te d e R ó m u lo (L iv . 1, 1 7 ; D io n is . 2 ), e le g id o s p o r lo s p a tric io s y e n tr e lo s d e s u c la se . L a s c a u sa s para crear u n in terrex la s e x p o n e C ic. R ep. 2 , 2 3 -2 4 . A l in terrex se a c u d e ta m b ié n a lg u n a v e z d u ra n te la R e p ú b lic a , c f. C ic . D om . 3 8 ; Leg. A g r. 3, 5 . D u r a n te e l I m p e r io n o se c o n o c e a p en a s e l m a g istr a d o in terrex, n o o b s ta n te e n tr e A u r e lia n o y T á c ito pa­ saron s e is m e s e s e n q u e sin d u d a se fu e r o n s u c e d ie n d o to d o s lo s c o n su la r es p o r e ste car^o. D ic e V o p is c o en la v id a d e l em p e r a d o r T á c ito , c o m p a r á n d o lo c o n lo s tie m p o s d e tr a n s ic ió n e n tre R ó m u lo y N u m a : « I a m p rim u m e n im , cu m in te r r e g n u m in itu m e s t p o s t R o m u lu m , in ter r e g es tam en fa c ti s u n t, to tu s q u e ille a n n u s p er q u in o s e t q u a te r n o s d ie s s iu e te r n o s c e n tu m sen a to r i­ b u s d e p u ta tu s e s t, ita u t q u i u a le r e n t in ter r e g es e s s e n t s in g u li d u n ta x a t» (1 , 1 ss) y a s í su c ed e e n lo s s e is m e s e s e n q u e e l se n a d o in v ita al e jé r c ito a q u e n o m b r e em p e r a d o r , v e l ejército deja e sa c o m is ió n al se n a d o (c f. ib. 2). C f. J o a q u im J a h n , In terreg n u m u n d W a h ld icta tu r, K alm ünz 1970. ' 1 8 . L iv . 1, 1 6 , 5 - 1, 1 8 , 1 0; C ic. R e p . 2 , 2 5 ; « P a tr ib u s a u c to r ib u s» . 1 9 . L iv . 1, 2 2 , 1; C ic. R ep. 2. 3 1 :-" « M o r tu o r e g e P o m p ilio , T u llu m H o s tiliu m Dopulus reg e m in te r r e g e r o g a n te c o m itiis c u r ia tis c re a u it, is q u e d e im p e r io su o e x e m p lo P o m p ilii p o p u ­ lu m c o n s u lu it c u r ia tim » .

22

La m onarquía

El rey era para Roma lo que Júpiter, cuya estatua le representaba en el panteón romano, para el mundo. El rey vestía con el atuendo propio de Júpiter. Recorría la ciudad en carro, yendo todos los demás a p ie 20. Tenía un cetro de marfil, con un águila en el extremo, una corona de oro figurando hojas de encina, y las mejillas pintadas de encarnado como los inmortales. Le acompañan los lictores con los fascios, y cuando se sienta en público lo hace en una silla cu ru l21. Pero nunca fue considerado como un dios, sino como propietario de la ciudad. El era el primero en todo; el prim er ciudadano éntre los ciudadanos y el prim er soldado entre los soldados. El estaba obligado a hacer el mayor bien a todos. El debía aplicar la ley y hacerla cumplir; pero no podía modificarla22. Si intentaba cambiar una ley o introducir otra debía reunir al pueblo en asamblea para recabar su autorización, sin la cual no producía efectos legales. El rey no venía del cielo, sino que era nombrado por los mismos ciudadanos a los que iba a gobernar, con las condiciones que ellos le habían puesto en su Constitución. 3. Los lictores Puesto que hemos de referirnos tantas veces a los lictores conviene explicar su función desde el primer momento, puesto que constituían una de las característi­ cas externas de los magistrados romanos ya desde sus reyes. Eran una categoría de oficiales públicos que estaban a disposición de los magistrados cum imperio. Lo que se diga de su origen etrusco 23 o de su introducción por obra de tal o cual re y 24 queda en el campo de la leyenda. Lo cierto es que aparecen como una de las imágenes tradicionales de la realeza25 y luego de los magistrados mayores de la República.

20. H . H e lv ig h a ilu str a d o c o n fo r tu n a e l a s ie n to r ea l e n L e C u rru s d u ro i rom ain (e n M éla n g . P e r r o t, 1 6 7 s). 2 1 . L a sella cu ru lis d e r iv a d a d e currus, p o r q u e era e l a s ie n to q u e lle v a b a n la s a u to rid a d e s su p r e m a s c u a n d o eran c o n d u c id a s e n carro p o r la c iu d a d , e n R o m a lo s r ey e s y lu e g o lo s c ó n ­ s u le s, p r e to r e s y e d ile s c u r u le s para d is tin g u ir lo s d e lo s e d ile s p le b e y o s , q u e n o te n ía n d e r e c h o m á s q u e a u n ta b u r e te o su bselliu m . O tr o s , c o m o lo s c u e sto r e s , te n ía n d e r e c h o a sella p ero recta y n o curulis. E n tr e la s cargas d e l p o d e r d e sta c a la a d m in istr a c ió n d e la ju sticia . T o d o s lo s m a g istr a d o s q u e t e n ía n a u to r id a d ju d ic ia l, p o d ía n e n c u a lq u ie r p a r te bajar d e s u carro, m o n ­ tar s u silla e n u n p a ra je e le v a d o [su ggestu s, tribu n al) y ejercer s u m a g istr a tu ra s e n ta d o s . E l e sta r s e n ta d o e s se ñ a l d e a u to rid a d , p o r e s o en c u a lq u ie r s itio , te a tr o , c ir co , s e n a d o , e tc ., al en trar u n m a g istr a d o , o e l m a g istr a d o m a y o r , to d o s s e p o n ía n e n p ie (L iv . 9 , 4 6 , 9 ). A c to d e so b e rb ia cesa ria n a fu e y p o r e llo se le a c u só a C ésa r d e a p e te n c ia s r ea les, c u a n d o n o se le v a n tó d e su silla n i d e la n te d e to d o e l s e n a d o ( D io C a ss. 4 4 , 8; L iv . E p it. 9 5 ; S u e t. Caes. 7 8 ). La silla c u r u l te n ía la s p a ta s e n c o rv a d a s, y era d e c o n fig u ra c ió n cuadrada; fija o p le g a b le , era d e arm adu ra d e m arfil. L a s p le g a b le s la s lle v a b a n lo s m is m o s lic to r e s q u e p r e c e d ía n al m a g istr a d o c o n lo s fa s c io s, y se d e sp le g a b a n y c o lo c a b a n c o n to d a r a p id e z d o n d e e l m a g istr a d o q u isie r a sen ta r se . L a p o s e sió n d e e sta silla lle v a b a c o n s ig o u n m agistratu s curulis, h on or cu ru lis, v id . C ic. A tt. 1 2 , 3 2 , 3 ; L iv . 9 , 3 4 , 5 ; 2 3 , 2 3 , 5 ; 3 4 , 4 4 , 4 ; 3 8 , 2 8 , 1. T e n ía n d e r e c h o a sella c u n d ís to d o s lo s m a g istr a d o s cnm im p e rio , y c o n p o te s ta d ju d ic ia l: e d il· c u r u l, p r e to r , d ic ta d o r, d e c e n v ir o , tr ib u n o s c o n im p e r io m ilita r , c ó n s u l, e l flam en D ialis, q u e e stá in v e s tid o d e lo s h o n o r e s d e lo s m á s a lto s m a g istr a d o s; lo s e m p e r a d o r e s sig u ie r o n s e n tá n d o s e e n la sella aurea q u e e l se n a d o h a b ía c o n c e d id o ya a C ésa r, d ic ta d o r p e r p e tu o ( D io C ass. 4 5 , 6 ). 22. L a s lla m a d a s leges regiae o l u s P apirian u m so n u n a c o le c c ió n d e m á x im a s m u y arcai­ ca s, p e r o su c o m p ila c ió n n o p a rece a n ter io r a l s ig lo i i i . S e c o n tie n e n e n G ir a r d , T e x te s d e d ro it rom ain. V id . J . C a r co p in o , L e s p ré te n d u e s lo is ro y a le s : M E F R 5 4 (1 9 3 7 ) 3 4 4 . J . G u illé n , E l latin d e las X I I Tablas·. H e lm a n t. 61 (1 9 6 0 ) 6 7 ss. 2 3 . L iv . 1, 8 , 1-3; Stat. Silu. 8 , 4 8 4 . 2 4 . L iv . 1, 8 , 1-3; D io n is . 2 0 , 2 9 ; P lin . N . H . 2 , 7 ; 3 , 3 6 ; C ic. R e p . 2 , 5 5 . 2 5 . L iv . 2 , 7 , 7 ; 3 , 3 6 , 3-5; C ic. R ep . 2 , 5 5 .

L os lictores

23

Los lictores en Roma llevan la toga; fuera de la ciudad, y en Roma durante el triunfo, el sagüm militar rojo; en los funerales van vestidos de luto. Sus insignias son los fascios, formados por un fajo de varas o bastones ligados con una correa roja y un hacha. El lictor lleva el haz cogido por el mango con la mano izquierda y echado sobre el hombro. Por eso se decía fasces attollere 26 para indicar la entrada en funciones de un magistrado. En los funerales los fascios iban vueltos para abajo, «a la funerala» 27. En señal de victoria se les unía una rama de laurel (fasces laureati)n como los llevaba el Imperator en el honor del triunfo. César se los dejó perpetuos en sus fasces, y en ello le imitaron luego los emperadores. Los magistrados abajaban sus fascios ante là asamblea del pueblo,, porque así lo hizo por primera vez al principio de la República el cónsul Valerio Publicola29. Las varas sirven para la aplicación de castigos corporales, y el hacha para infligir la pena de muerte. Durante la monarquía, en los fascios iba siempre también el hacha, lo mismo que en los fascios del dictador y del general entrando en triunfo; en cambio los fascios de los cónsules dentro de la ciudad no llevaban el hacha, después de la lex Valeria de Prouocatione. Fuera del pomoerium de la ciudad, ya era territorio militiae y el cónsul tenía derecho de vida y muerte y ponía el hacha.30 Los lictores atribuidos a cada magistrado no se reparten nunca entre los cole­ gas, cada cual los tiene en su totalidad. Lo que sucede es que a veces las magis­ traturas colegiadas se desempeñan alternativam ente31, y en ese caso sólo el ma­ gistrado que estaba en funciones tenía los lictores. Esto sucedía con frecuencia al principio de la República, luego Augusto estableció esta alternativa mensual entre los cónsules. Cuando un magistrado se encontraba con otro superior, retiraba el hacha de sus fascios y los bajaba (fasces subm ittere) 32 y si ha de presentarse delante de él, se acerca sin lictores33. Todo magistrado romano deja sus lictores o no lleva más que uno, cuando entra en el territorio de una ciudad soberana, aliada de R om a34. La ruptura de los fascios indica la destitución del magistrado alguna revuelta, o algún motín. Los enemigos de Roma contaban entre los trofeos los fascios cogidos a los generales romanos. Si el magistrado va en función oficial los lictores le preceden en fila de u n o 35; si no, le siguen 36, pero siempre están a disposición del magistrado, de ahí que el verbo apparere se diga en sentido propio de los lictores37 y antiguamente del lictor primero 38 (proximus, primus o summus) que, por ser elde más categoría iba siem2 6 . V ir g . A en . 7 , 1 7 3 . 2 7 . T a c. A n n . 3 , 2 ; V il'g. A en . 1 1 , 9 3 y S erv . e n e s te lu gar q u e a d em á s e x p lic a la causa: « V e r s is A r ca d es arm is» : « L u g e n tiu m m o r e , m u c r o n e m h a sta e n o n c u s p id e m c o n tr a terram t e ­ n e n te s . S c u ta e tia m in u e r te n te s p r o p ter n u m in a illic d e p ic ta , n e eo ru m sim u lacra cad au eris p o llu e r e n tu r a sp e c tu , u t n o n n u llis fru stra p la c e t: n a m lu g e n tu m m o s e st p r io r is h a b itu s im m u ­ ta tio » . 28. C ic. Lig. 7 ; I n P is. 9 7 ; p ro Sulla, 6 8 ; P hil. 2 , 5 8 ; D iu . 1, 28; C a e s. B.C. 3 , 7. 29. C ic. R ep . 2, 5 3 ; L iv . 2 , 7 , 7 ; P lu t. P o p l. 1 0; V a l. M a x . 4 , 1, 1. 30. L iv . 8 , 3 2 , 1 0 ; 8 , 7 , 19; 2 5 , 1 6 , 1 9 ; 2 6 , 1 6 , 3 ; C ic. V e rr. 3 , 15 6 ; 5 , 11 8 ; 5 , 142. 31. C ic . R e p . 3, 5 5 ; V a l M a x . 4 , 1 , 1. 3 2 . D io n is . 8 , 4 4 ; P lin . N . H . 7 , 3 0 , 1 1 2 ; A p p ia n . B. C. 5 , 5 5 . 3 3 . L iv . 2 2 , 1 1 , 5 ; P lu t. Fab·. 4. 3 4 . T a c. A n n . 2 , 5 3 ; P o m p o n . D . 5 0 , 1 6 , 2 3 9 , 8. 35.' L iv . 2 , 1 8 , 8; 2 4 , 4 4 , 1 0 ; P lin . Paneg. 2 3 . 3 6 . S u e t. Caes. 2 0 , 1. * 3 7 . G e ll. 2 , 2 , 9 ; L iv . 2 , 5 5 , 3 ; 3 , 3 3 , 8 ; 9 , 4 6 , 2 . 3 8 . G e ll. 2 , 2 , 1 3 ; L iv . 2 4 , 4 4 , 10.

24

L a tnonarqttía

pre junto al m agistrado39. Cuando el magistrado estaba en casa, los lictores se aco­ modaban por el vestíbulo40. Fuera de casa le acompañaban siempre, en el paseo, en el teatro, en los baños, etc.; sobre todo los cónsules no pueden ser vistos en público sin los lictores, aun cuando vayan a negocios particulares41. Su principal papel es abrirle paso, apartando a la muchedumbre (summouere), avisando con las fórmulas rituales: date uiam, de uia discedite, a este aviso la gente dejaba paso, se descubría la cabeza, o bajaban del caballo42. La voz del lictor se llama praenuntiatus clamor, con ella el lictor quietus et silens manifestaba la delicadeza y finura del magistrado, como fue C. O ctavio43; en cambio la brutalidad y las voces de los lictores mani­ fiestan la condición de su amo, como V erres44. Las únicas personas que no estaban obligadas a ceder el paso ante los magistrados eran las esposas de los ciudadanos romanos y las V estales.45 Los lictores de ordinario eran los encargados del cumplimiento de las órdenes de los magistrados, incluso para aplicar toda clase de castigos, aunque a fines de la República la pena de muerte la aplicaba un verdugo (carnifex) 46. En las manu­ misiones per uindictam hasta el siglo I I I d. C. era necesaria la presencia de un lictor, que representaba al antiguo assertor libertatis. 47 Según la tradición el rey iba acompañado de doce lictores48. Durante la Repú­ blica doce lictores acompañaban a los cónsules y a todos los magistrados con im­ perio consular: decenviros, tribunos militares, magistrados pro consule, el interrex. El dictador en Roma llevaba doce; en campaña, veinticuatro; después de Sila siem­ pre veinticuatro. El dictador César obtiene deí senado para sus días de triunfo seten­ ta y d o s 49. El magister equitum, seis. Los pretores en Roma, dos; en provincias, seis. El pretor que estaba destinado para el gobierno de una provincia tenía los seis lictores incluso en Roma antes de salir. Los censores no tenían lictores. Los magistrados investidos con potestas solían tener también lictores, pero en número incierto. Durante el Imperio, Augusto tuvo veinticuatro, luego doce. Cada emperador tomó los que quiso. Los sacerdotes, los que dan los juegos, las Vestales van tam­ bién acompañadas en el ejercicio de sus funciones de algún lictor especial, que formaban una decuria dependiente con toda probabilidad del Pontífice Máximo. En Roma los lictores eran en su mayoría libertos, pero ciudadanos romanos. Estaban asalariados. En teoría se los contrataba para un año, pero en realidad era de por vida. Estaban libres de servicio militar. Jerárquicamente eran inferiores a los scribae y accensi·, pero superiores a los uiatores y praecones. Los lictores de los magistrados mayores estaban organizados en tres decurias, teniendo cada una un grupo de diez miembros superiores, los decem primi. Seguramente la primera 3 9 . V a l. M a x . 2 , 2 , 4 . 4 0 . L iv . 3 9 , 12. 4 1 . L iv . 3 9 , 3 2 , 10. 4 2 . S e n e c a , Ep. 7 , 2 , 1 0 ; L iv . 2 4 , 3 3 , 1 0 y G e ll. 2 , 2 e n e s to s d o s ú lt im o s lu g a r e s s e tra ta d e l h ijo c ó n s u l, q u e h a c e bajar d e l c a b a llo a s u p r o p io p a d r e q u e s e h a b ía a c erca d o h a sta e l h ijo c ó n s u l a c a b a llo para p r o b a r s i c o n s e n tía ta l d e s c o n sid e r a c ió n , o lv id á n d o s e d e q u e era c ó n su l. 4 3 . C ic . A d Q . fr. 1, 1, 7 , 2 1 . 4 4 . C ic. V err. 5 , 1 4 2 . 4 5 . F e s t. p . 1 5 4 . 4 6 . C ic . R ab, 4-5 ; S u e t. Claud. 3 4 . 4 7 . U lp . D . 4 , 2, 2 3 ; I d . D . 4 , 2 , 7 e n q u e señ a la c o m o in n o v a c ió n la a u se n c ia d e l lic to r . 4 8 . L iv . 1 , 8 , 3 . 4 9 . D i o C a ss. 4 3 , 1 4 y 1 9 .

E l senado

25

decuria estaba reservada para el Emperador, la segunda para los cónsules y la tercera para los pretores. Cada decuria tenía un número de individuos conveniente para satisfacer sus servicios. E n provincias parece que los lictores eran de rango inferior y escogidos tem­ poralmente y al acaso; aunque en algunos puntos, por ejemplo en Ostia, los vemos organizados en una decuria con otros oficiales de los magistrados. 4. El senado Así como el paterfamilias en su casa debía reunir el consejo de familia para los asuntos graves, el rey, aunque su poder era absoluto, por una regla reconocida, debía en los asuntos transcendentes, aconsejarse de los cabezas de las diversas familias Μ. Era este un principio constitucional durante toda la monarquía, como siguió siéndolo en las instituciones posteriores. No necesitaba consultar ni en los asuntos judiciales, ni en el mando del ejército; pero sí en el campo político. En este aspecto el senado era una verdadera asamblea representativa. Cada familia tenía su jefe formando parte del consejo del rey, o asamblea de los ancianos51. La dignidad de senador es vitalicia, no en virtud de ninguna ley, sino por la fuerza de las cosas. Como en el momento de fusionarse las tres tribus estaban formadas por un número determinado de familias, ese mismo número fijo de representantes había en el senado52. Cuando desapareció la institución de las gentes, y las familias se multiplicaron, la elección de los miembros del· senado, dependió de la libre elec­ ción del jefe de la ciudad que elegía uno o varios senadores de cada gens. El que la institución del senado se viera como algo natural, dimanado de la constitución misma de la ciudad y no de un decreto del rey, le daba una impor­ tancia transcendental en la vida política del Estado, por más que no tuviera más que voto consultivo, y se reuniera tan sólo cuando el rey lo convocaba.53 Ya hemos dicho que el rey, si no quería abusar de su autoridad, debía reunirlo cuando teníá que tomar una decisión en un asunto de importancia, por ejemplo la imposición de un impuesto extraordinario, la exigencia de un servicio fuera de lo común, la repartición de tierras conquistadas al enemigo, o cuando debía reunir al pueblo, como en el caso de conceder la ciudadanía a u n extranjero, o la declaración de una guerra ofensiva. En el caso de que el territorio romano hubiera sido violado por un pueblo extranjero, el rey destacaba a este pueblo un fecial, que ponía a los dioses por testigos de la ofensa inferida y exigía su justa reparación. Si el pueblo ofensor se negaba, el fecial decía: «al consejo de los ancianos es a quien corresponde ahora el velar por nuestro derecho» 54. En este caso el rey escuchaba el parecer del senado, y refería al pueblo lo sucedido. Si el pueblo y el senado estaban de acuerdo, la guerra era justa, y tendría de su parte el favor de los dioses 55. Pero 5 0 . V id . G . B ló c h , L e s origin es d u sé n a t rom ain, P a r is 1 8 8 3 . 5 1 . C ic . Senect, 1 9 ; O v id . Fast. 5 , 6 3 ; C ic . R ep, 2 , 2 3 . 5 2 . E l s e n a d o e m p ie z a c o n c ie n se n a d o r e s, o p o r q u e R ó m u lo crevó q u e era u n n ú m ero s u fic ie n te , o p o r q u e n o h a b ía m á s p a d res d e fa m ilia (L iv . 1 , 8 , 7 ). C o n T a r q u in io e l V ie j o llega y a a tr e sc ie n to s se n a d o r e s. C ic . R e p . 2, 2 0 ; L iv . 1 , 3 5 , 6 . 5 3 . C ic e r ó n a d m ira la g ra v ed a d y sa n tid a d d e l se n a d o , P ro S est. 13 7 ; H ar. R esp. 4 8 ; D iu. 1 , 2 0 ; P o s t R ed . in Sen. p a ssim . 5 4 . L iv . 1, 3 2 , 5 -1 4 ; 1, 2 4 , 4 -9 ; c f. J . G u ille n , L o s sacerdotes romanos·. H e lm a n t. 7 3 (1 9 7 3 ) 5 -7 6 , e n e s p e c ia l 5 6 -6 2 . 5 5 . L iv . 1 , 3 2 , 1-14.

26

L a m onarquía

la realización de la guerra era asunto que sólo competía al re y 56. El senado desig­ naba al rey en caso de interregnum; y daba su auctoritas a las decisiones de los com icios.57 5. El pueblo El pueblo aparece dividido en tres tribus, como ya hemos dicho. Cada tribu se hallaba constituida de esta forma: diez casas formaban una gens o familia en sentido lato; diez gentes o cien casas constituían una curia-, diez curias, o cien gentes, o mil casas, formaban la tribu 58. Todo esto repetido tres veces nos da; tres tribus, treinta curias, trescientas gentes, tres mil casas, Como cada casa daba un soldado de infantería, se juntaban 3.000 infantes; como cada gente daba un caballero y un senador, Roma contaba con 300 jinetes y 300 senadores. Esta organización del pueblo no parece invención romana, sino algo esencial en todo el pueblo latino, aún antes de la dispersión de las gentes de esta raza. Parece que al principio la vida de Roma giraba en torno de la C u ria59. Las únicas asambleas del pueblo que había antes de la constitución de Servio Tulio eran los comicios curiados, que daban las leyes curiadas, y conferían el nombra­ miento y el imperium al rey que proponían los senadores. La curia era laverda­ dera unidad de asociación, cuyos miembros se reunían para celebrar las fiestas comunes. Tenían un procurador (curio) 60 y un sacerdote especial íflamen curialis)*’1. Los soldados se reclutaban por curias, y por curias se reunían los ciudadanos para votar. 6. Los comicios curiados Los pontífices reúnen eñ contiones todos los meses al pueblo, para darle a conocer el calendario y la distribución de días fastos y nefastos. El rey convoca dos veces al pueblo en la primavera, marzo y mayo, comitia calata62, antes de emprender la excursión militar contra los pueblos vecinos. La asamblea se convoca con 17 días de tiempo por medio de un edicto que se fija en el tablero de anuncios (album) es el tiempo en el que transcurrían tres días de feria en los que acudían a la ciudad los que habitaban en el campo. Si en 56. 57. 58.

L iv . 1, 3 2 , 1-5. L iv . 1, 2 2 , 1 ; 1 , 3 2 , 1 - , C ic. R e p . 2{ 31 y 3 5 . V id . so b r e la s tr ib u s C ic. R e p . 2, 26; L iv . 1, 1 3 , 6 . E . T ä u b le r , O ie umbrisch-sab llischen u. d ie röm . Tribus-, S H A W 2 0 (1 9 2 9 - 1 9 3 0 ), fa se. 4 ; A . M o m ig lia n o , T rib u um bro-sab elle e trib u romane-, B C A R , 1 9 3 3 , 2 2 8 ; W . P e r e m a n s , N o te sur les trib u s e t cu ries d e la R o m e prim itive-, A C 5 (1 9 3 6 ) . 5 9 . D io n is . 2 , 6 2 . 6 0 . L iv . 2 7 , 8 , 1. L o s tr e in ta c u r io n e s e sta b a n p r e sid id o s p o r e l m axim u s curio, L iv . 2 7 , 8 , 3; v id . e n P a u l. D ia c . 1 2 6 , 1 7 M ü ll. 6 1 . P a u l. D ia c . 6 4 , 1 M ; G r u te r . In sc rip t. 1 1 0 2 , 2. 6 2 . C u a n d o n o se c o n v o c a b a to d o e l p u e b lo la a sa m b lea n o se lla m a b a com itia, s in o con­ cilium . A l p r in c ip io to d o s lo s co m itia se lla m a b a n calata p o r q u e e l p u e b lo calabatur, e s d e c ir «era c o n v o c a d o » , y s e g ú n fu er a la r e u n ió n se lla m a b a : curiata, cen tu riata, trib u ta . « C u m e x g e n e r ib u s h o m in u m su ffr a g iu m fe r a tu r , cu riata c o m itia e sse ; cu m e x c e n su e t a e ta te , cen tu ria­ ta-, c u m e x r e g io n ib u s e t lo c is , tributa·, c e n tu r ia ta a u tem c o m itia in tra p o m o e r iu m fieri n e fa s e ss e , q u ia e x e r c itu m e x tr a u r b e m im p er a r i o p o r te a t, in tra u r b e m im p era ri iu s n o n s it» . « I s d e m c o m itiis , q u a e calata a p p ella ri d ix im u s , e t sa cro ru m d e te s ta tio e t te s ta m e n ta fieri so le b a n t; T ria e n im g e n e ra te s ta m e n to r u m fu is s e a c ce p im u s: u n u m , q u o d c a la tis c o m itiis in p o p u li c o n tio n e fie r e t» . T o d o e s to en G e li. 1 5 , 17 q u e lo da c o m o to m a d o d e l lib r o A d Q . M u ciu m d e L a e liu s F e lix .

Los comicios curiados

27

los comicios se iba a proponer la votación de una ley, el proyecto de ésta se anunciaba (promulgari) en el edictum. Durante esos diecisiete días se podía hablar y discutir el proyecto de ley, o si luego se trataba de elecciones de magistrados se podían tener contiones63 previas de propaganda, etc. Todo el sistema de propa­ ganda electoral y el arte de hacer la campañana previa realizada por los candidatos a una magistratura mayor lo expone Q. Cicerón en De Petitione consultus, dirigido a su hermano Marcos. Los comicios no empiezan antes de salir el sol y deben terminar con el ocaso del mismo. Previamente se toman los auspicios necesarios, en lo cual tenían una buena baza los magistrados, porque según vieran el ambiente, declaraban alio die con lo que se suspendían los comicios64. Si los auspicios son favorables proceden los comicios y el magistrado que los preside dirige unas plegarias previas y ofrece un sacrificio. Luego explica al pueblo el problema que debía de aprobar o de rechazar. Si se trata de la aprobación de una ley autoriza a los magistrados y a los ciudadanos a hablar en favor o en contra de la misma ley (suadere, dissuadere le­ gem). Cuando parece que el proyecto de ley está suficientemente discutido se procede a la votación. Los ciudadanos se reúnen luego por curias, centurias o tribus, según sea la categoría de los comicios que se celebran, en un espacio cerrado por barreras, cordones o planchas que se llaman ouile65, saepta66. César sustituyó estas barreras que formaban verdaderos rediles, por columnas de mármol, que rodeó de elegantes pórticos, saepta Caesaris, construcción que terminó Agripa en tiempos de Augusto. Los saepta tenían diversas entradas a las que se llegaba por corredores estrechos, llamados pontes, 67 H asta el año 139 el sufragio se pronunciaba en alta voz; a partir de esa fecha se votaba en secreto. A la entrada del puente cada lector recibía una tablita, y en ella escribía o bacía escribir el nombre de su candidato, si se trataba de elecciones; o de su parecer P. {placet)®, N. P. (non placet), N. L. (non liquet), si era un proyecto de ley, y la depositaba en una urna en el otro extremo del puente. Una vez en el ouile, ya no podía salir, con lo cual se impedía que algunos votaran dos veces. Cuando terminaba de votar cada unidad orgánica (tribu, centuria, curia) 63. L a palab ra co n tio sig n ifica tres co sa s: « lo c u m s u g g e stu m q u e , u n d e u erb a fie r e n t, sicu t M . T u lliu s in o r a tio n e q u a e scr ip ta e s t con tra co n tio n em O . M etelli·, 'e sc e n d i -in q u it - in c o n ­ tio n e m , c o n c u r su s e s t p o p u li fa c tu s ’; ite m sig n ifica re c o e tu m p o p u li a d s is te n tis . s ic u t i id em M . T u lliu s in O ra to re ( 1 6 8 ) ait: 'c o n tio n e s s a e p e e x cla m a r e u id i, c u m a p ta u erb a c e c id iss e n t. E te n im e x s p e c ta n t a u res, u t u e r b is c o lig e tu r s e n te n tia ’; ite m o r a tio n e m ip s a m , q u a e a d p o p u ­ lu m d ic itu r » . 6 4 . V id . ca so s d e e s to s su b te r fu g io s e x p u e s to s p o r C ic. e n P h il. 2, 8 3 . 6 5 . S erv . a d Ecl. 1, 3 4 ; L iv . 2 6 , 2 2 , 1 1 . 66. O v id . Fast. 1, 5 3 ; C ic. A tt. 4 , 1 6 , 6. 67. C ic. A tt. 1, 1 4 , 5 ; F e s t. p . 3 3 4 , 11 M ü ll.; O v id . Fast. 5 , 6 3 3 . 6 8 . A la p r o p o s ic ió n o rogatio q u e se b a c ía d e u n a le y , lo s q u e e sta b a n c o n fo r m e s adem ás s o lía n e x p r esa r s u p a recer c o n la fó r m u la u ti rogas, v id . L iv . 1 0 , 8 , 12: « E g o h a n c leerem, q u o d b o n u m fa u stu m fe lix q u e s it u o b is ac rei p u b lic a e , u t i ro g a s, iu b e n d a m c e n se o » . C icerón recu erd a u n a d e la s añ agazas e le c to r a le s e m p le a d a p o r e l c ó n s u l P isó n : « N a m cu m d ie s u en iss e t r o g a tio n i e x s e n a tu s c o n su lto fe r en d a e , c o n c u r sa b a n t b a r b a tu li iu u e n e s , to t u s ille g r ex Ctv:ilin a e , d u c e filio la C u r io n is, e t p o p u lu m u t a n tiq u a r e t r o g a b a n t. P is o a u tem c o n s u l la to r roga­ tio n is id e m e ra t d issu a so r . O p e r a e C lo d ia n a e p o n tis o c cu p a r a n t, ta b e lla e m in istr a b a n tu r ita u t n u lla d a r e tu r V T I R O G A S » (C ic . A tt. 1, 1 4 j 5 ). C o n s e g u id o s lo s v o to s fa v o r a b le s la le v se e n c a b e za b a .co n e sta s pa la b ra s: « C o n s u le s iu r e r o g a u e r u n t p o p u lu s q u e iu r e s c iu it...» (V id . F r o n tín . A q u a e d , 1 2 9 ; C ic . P hil. 1, 2 6 ).

L a monarquía

se contaban los votos. Una vez conseguida la mayoría absoluta, la mitad más uno, cesaba la votación. No se atiende a los votos individuales sino a los de cada curia, tribu o centuria. De aquí procede la importancia del orden de votación de cada curia, ya que prácticamente las últimas nunca votaban porque los problemas los dirimían siempre los primeros. En este tiempo primero de los reyes el pueblo se reúne únicamente por curias. Hay 30 curias patricias69. Una curia es un grupo de familias que tienen un culto común. Cuando los comicios tienen que adoptar decisiones, se reúnen según el orden de las curias. Al frente de cada curia iba siempre su curio. Al pueblo reunido en la curia Hostilia lo presidía el rey, asistido por los pontífices; los augures comunicaban la decisión divina para cada cuestión. A los comicios se proponen dos clases de cuestiones: a) actos propuestos por el rey, decisiones de carácter político, por ejemplo, el foedus o tratado, que debía recibir el iussus del pueblo para que fuera válido. La votación se hacía por curias. Se planteaban una pregunta concreta y cada uno debía decir «sí» o «no». El voto global de la curia era comunicado por el curio 70. b) Actos concernientes a la existencia o a la organización de la gens·, por ejemplo, la cooptatio o agregación de una gens a la ciuitas; la adrogatio·. inclusión de una gens en el seno de otra; la detestatio sacrorum, o expulsión de una gens·, ' el testamentum por el que un padre de familia designa a su sucesor. Había en todo el pueblo una compenetración tal que aún los negocios parti­ culares de cada gens, se resolvían contando con el parecer de todos los demás. Quien se veía afectado por algún problema serio, exponía por sí mismo su peti­ ción al pueblo reunido en comicios, por ejemplo, el paterfamilias que hacía su testamento, proponía su decisión en los comicios y terminaba aseverando solem­ nemente: it a do, ita lego, ita testor, itaque uos, quirites, testimonium mihi per­ hibetote. ; Los comicios daban su decisión concediendo o negando su auctoritas, ratifi­ cando de ordinario y elevando a acto público el realizado por el proponente; para lo cual no necesitaban votar, sino presenciar el acto como testigos públicos. Estos comicios curiados son los únicos que existían antes de la reforma de Servio Tulio. Luego se conservan como una antigualla71 para dar una lex curiata de Imperio, tenida por muchos como una simple formalidad por la que estos comi­ cios curiados confían el imperium al cónsul, pretor, dictador, elegido por los comi­ cios centuriados.72 6 9 . S o b re lo s c o m ic io s c u r ia d o s, v id . G e ll. 1 5 , 2 7 ; C ic . Leg. A gr. 2, 2 7 ; D om . 3 8 ; L iv . 5 , 5 2 , 16. 7 0 . L iv . 2 7 , 8 , 1; V a rr. L . L. 5 , 1 5 , 2 5 ; 6 , 6 , 6 3 . 7 1 . P o m p o n . D . 1, 2 , 2 . C ic . L eg. A gr. 2 , 2 7 : N u n c , Q u ir ite s , p rim a illa c o m itia te n e tis , c e n tu r ia ta e t tr ib u ta , cu ria ta ta n tu m a u sp ic io r u m c a u sa r em a n ser u n t. 7 2 . L iv . 5 , 5 2 , 1 6 -1 7 ; E . U . P a o li, C o m ici la tin i e d ir itto attico , M ila n o 1 9 6 2 ; A . M agd ela in , h a c e u n e s tu d io m u y in te r e s a n te so b r e e l v a lo r d e la lex cu riata d e im p erio , e n s u obra R ech erch es su r V im perium . L a lo i cu riate e t le s au spices d ’in vestitu re, P a r is 1 9 6 8 . L a le y c u ­ riada a b a n d o n a d a e in c o m p r e n d id a d e s d e e l fin a l d e la R e p ú b lic a , h a s id o e l to r m e n to d e lo s h is to r ia d o r e s, q u e s ig u ie n d o a M o m m s e n la c o n s id e r a b a n c o m o u n h o m en a je r e n d id o a lo s m a­ g istr a d o s e le g id o s . M a g d e la in o p in a q u e e s ta le y le jo s d e ser g r a tu ita , era to ta lm e n te n e cesa ria , p o r q u e la s m a g istra tu ra s ro m a n a s o r d in a r ia s n o r e p o sa n so b r e la s le y e s c o n s titu tiv a s : la s e le c ­ c io n e s n o te n ía n p o r fin m á s q u e e le g ir a lo s h o m b r e s , p e r o n o te n ía n fa c u lta d d e in v e s tir lo s e n su d ig n id a d , c o sa q u e r e c ib ía n , d e s p u é s d e s u e le c c ió n , d e la s cu rias m ism a s. N o se c o m ­ p r e n d ía n e sta s le y e s p o r q u e s e ig n o r a b a e s t e h e c h o c a p ita l, y p o r q u e se e x p lic a b a e l d e r e c h o ro m a n o )por lo s d e r e c h o s m o d e r n o s. E n te n d id a s a s í la s c o sa s, la le y c u riad a e s to ta lm e n te n e c e ­ saria para la s m a g istra tu ra s m a y o r e s, e x c e p t o la c en su r a — q u e t ie n e u n a le y c en tu r ia d a — , y

L os ciudadanos

29

7. Los ciudadanos Todos los ciudadanos son sujetos de los mismos derechos y de idénticas obli­ gaciones; y a pesar de que la familia romana nunca ha sido absorbida por el Esta­ do, las diferencias que había en el interior de las casas se borraban completamente en la vida ciudadana. El padre en su casa era un rey doméstico; pero en la ciudad, un hijo suyo, podía ser llamado a tener autoridad política sobre su mismo p ad re73. No hay clases ni privilegios, como sancionó tiempo después la ley de las X II Tablas: priuilegia ne su n to 14. Si estimativamente la tribu de los Ticios precedía a la de los Ramnes, y estas dos tribus a la de los Lúceres, eso no empecía a la igualdad civil entre las tres. Esta igualdad constitucional se manifestaba también

y p a ta la s m e n o r e s. E sta le y lla m a d a curiata d e im p erio c o n fe r ía a lo s m a g istr a d o s tr e s p o d e ­ res: e l im p eriu tn , la iu risd ictio y lo s a u s p ic io s . L a s m a g istr a tu ra s, p u e s , se c o n s titu y e n p o r u n a e le c c ió n y p o r u n a in v e s tid u r a c iv il. Y n o b a s ta e sto : d e s p u é s d e e le g id o s p o r e l p u e b lo , e in ­ v e s tid o s p o r la s cu ria s lo s m a g istr a d o s d e b e n ser a c e p ta d o s p o r J ú p ite r , e s la in v e s tid u r a sagra­ d a q u e r e c ib e n p o r m e d io d e lo s a u s p ic io s , to m a d o s a l in a u g u r a r s u s c a rg o s. E n u n p r in c ip io e sto s d o s a c to s n o s o n d o s fo r m a lid a d e s s in o d o s f u e n te s d e l p o d e r , la u n a c iv il y la otra sagrad a. 7 3 . A u lo G e lio trata m a r a v illo s a m e n te e l a s u n to d e la p r e fe r e n c ia e n tr e e l p a d re y su h ijo c ó n s u l: E n lo s a cto s d e fa m ilia , y d e la v id a p r iv a d a , c o m o u n c o n v ite e n c a sa , e tc . « T u m in te r filiu m m a g istr a tu m e t p a tre m p r iu a tu m p u b lic o s h o n o r e s c essa re , n a tu r a les e t g e n u in o s e x o riri» , e n to d o e s t o p r e c e d e e l p a d r e (G e ll. 2 , 2 , 1 1 ) p e r o e n lo s a ctos p ú b lic o s y d e a u to r id a d c ív ic a p r e c e d e e l m a g istr a d o , y c o m e n ta e sta se g u n d a p a r te c o n u n h e c h o to m a d o d e lo s A n n ales d e Q u a d rig a rio : « D e in d e fa c ti c o n s u le s S e m p r o n iu s G r a c cu s ite r u m Q . F a b iu s M a x im u s , filiu s e iu s , q u i p r io r e a n n o era t c o n s u l. E i c o n s u li p a ter p r o c o n s u l o b u ia m in e q u o u e h e n s u e n it n e q u e d e s c e n d e r e u o lu it, q u o d p a ter e ra t, e t , q u o d in te r e o s s c ie b a n t m a x im a c o n c o rd ia c o n u en ir e , lic to r e s n o n a u s i s u n t d e sc e n d e r e iu b e r e . V b i iu x t a u e n it, tu m c o n s u l ait: 'q u id p o s te a ? ’ ; lic to r ille , q u i a p p a reb a t, c ito in t e lle x it , M a x im u m p r o c o n s u le m d e sc e n d e r e iu s s it. F a b iu s im p e ­ r io p a r e t e t filiu m c o lla u d a u it, c u m im p e r iu m , q u o d p o p u li e s s e t, r e tin e r e t» (G e li. ib. 1 3 ). T . L iv io s e r efiere a l m is m o h e c h o (2 4 , 4 4 , 1 0 ) y c ita la s p ala b ra s d e l p a d re , al b ajar d e l c a ­ b a llo , c o m o le h a b ía in d ic a d o e l h ijo : « E x p e r ir i, in q u it, u o lu i, fili, s a tin ’ scir e s c o n s u le m e sse » . 7 4 . X I I T ablas, 1 2 , 2 ; V id . C ic. Leg. 3 , 1 1 : « p r iu ile g ia n e ir r o g a n to » ; C ic . L eg. 3 , 4 4 ; D om . 4 3 ; S est. 6 5 ; D . 1 , 3 , 4 . 1 5 . 1 6 ; U lp . D . 1, 4 , 1, 1; D . 2 2 , 7 , 4 0 , 4 2 . 4 4 . P u e s t o q u e h e m o s d e m a n eja r d e s d e ahora u n a s c u a n ta s p a la b ra s té c n ic a s, rogatio, lex , p leb isc itu m , p riu ile­ g iu m v a m o s a dar su s e n tid o y s u d ife r e n c ia s e g ú n lo r e c o g ió A u lo G e lio (1 0 , 2 0 ): Q u a e r i, a u d io , q u id « le x » s it, q u id « p le b isc itu m » , q u id « r o g a tio » , q u id « p r iu ile g iu m » . A te iu s C a p ito , p u b lic i p r iu a tiq u e iu r is p e r itis sim u s , q u id « le x » e s s e t h is c e u e r b is d e fin iu it: « L ex , in q u it, e s t g e n e ra le iu s s u m p o p u li a u t p le b is r o g a n te m a g istr a tu » . E a d e fin itio si p r o b e fa cta e s t , n e q u e d e im p e r io C n . P o m p e i n e q u e d e r e d itu M . C ic er o n is n e q u e d e c a e d e P . C lo d i q u a e s tio n e q u e alia id g e n u s p o p u li p le b is u e iu ssa « le g e s» u o c a r i p o s s u n t. N o n s u n t e n im g e n e ra lia iu ssa n e ­ q u e d e u n iu e r s is c iu ib u s, s e d d e s in g u lis c o n c e p ta ; q u o cir c a « p r iu ile g ia » p o t iu s u o c a r i d e b e n t, q u ia u e te r e s « p r iu a » d ix e r u n t, q u a e n o s « s in g u la » d ic im u s... « P le b e m » a u te m C a p ito in ea d em d e fin itio n e se o r s u m a p o p u lo d iu is it, q u o n ia m in p o p u lo o m n is p ars d u it a t is o m n e s q u e e iu s o r d in e s c o n tin e a n tu r , « p le b e s » u e r o ea d ic a tu r, in q u a g e n te s c iu iu m p a tric ia e n o n in s u n t. « P le ­ b is c itu m » ig itu r e s t s e c u n d u m e u m C a p ito n e m le x , q u a m p le b e s , n o n p o p u lu s , accip it. S e d to t iu s h u iu s r e i iu r is q u e , s iu e c u m p o p u lu s , s iu e c u m p le b s r o g a tu r , s iu e q u o d ad sin g u lo s s iu e q u o d a d u n iu e r s o s p e r tin e t, c a p u t ip s u m e t o r ig o e t q u a si fo n s « r o g a tio » etet. I s ta e n im o m n ia u o c a b u la c e n se n tu r c o n tin e n tu r q u e « r o g a tio n is» p r in c ip a li g e n e r e e t n o m in e ; n a m n is i p o p u lu s a u t p le b s r o g etu r , n u llu m p le b is a u t p o p u li iu s s u m fieri p o t e s t. S e d q u a m q u a m h a e c ita s u n t, in u e te r ib u s ta m en s cr ip tis n o n m agn am u o c a b u lo r u m is t o ­ ru m d iffe r e n tia m e ss e a n im a d u e r tim u s. N a m e t p le b is c ita e t p r iu ile g ia tr a n s la titio n o m in e « le ­ g e s» a p p e lla u e r u n t e a d e m q u e o m n ia c o n fu s o e t in d is t in c to u o c a b u lo « r o g a tio n e s » d ix e r u n t. S al­ lu s tiu s q u o q u e p r o p r ie ta tu m in u e r b is r e tin e n tis s im u s c o n s u e tu d in i c o n c e s s it e t p r iu ile g iu m , q u o d d e C n . P o m p e i r e d itu fe r eb a tu r , « le g e m » a p p e lla u it. V e r b a e x se c u n d a e iu s H isto ria h a e c su n t: « N a m S u lla m c o n s u le m d e r e d itu e iu s le g e m fe r e n te m e x c o m p o s ito tr. p l. C . H e ­ r e n n iu s p r o h ib u e r a t» .

30

L a m onarquía

externamente: el senador se distinguía en el vestido y en el calzado del que no lo era, el adulto soldado se distinguía del adolescente; pero fuera de eso, todos, ricos y pobres, nobles y plebeyos iban vestidos con la toga blanca. Una de las obligaciones principales que pesan sobre los ciudadanos es la pres­ tación del servicio militar, todos son quirites, es decir, «lanceros» 75. El que luego uno pertenezca a una de las tres centurias de caballeros, o a una de las tres divisiones de mil infantes, ya depende de su destreza y de sus diversas posibili­ dades; pero por su condición de ciudadano puede servir en cualquier cuadro del ejército. Todos eran guiados por ^l^rey, aunque sobre la caballería estableciera un lugarteniente especial, é ^ m a ^ s t e r equitum . Wv-'buouj cetw.u... O tro deber de los ciudadanos era obedecer las normas del rey, tanto en paz como en guerra. Prestar sus servicios para la construcción de las obras públicas, que debieron ser muy notables en la erección de las murallas de la ciudad; culti­ var los campos del rey. Pero al rey no se le pagaba nada. El erario público, que administraba el rey, se nutría; 1.° de la renta que pagaban los colonos no ciudadanos; 2.° de las'tasas sobre las aduanas marítimas; 3.” de la tasa impuesta a los que pastaban sus ganados en los campos públicos; y 4 ° del diezmo o de la renta fijada a los que arrendaban terrenos comunales. En circunstancias especiales se imponía algún tributo a todos los habitantes ciudada­ nos o no ciudadanos. Pero a la par que estas obligaciones, el ciudadano tenía sus derechos. Todos los quirites, es decir, todos los ciudadanos, a excepción hecha de las mujeres y de los niños, no aptos para el servicio militar, participaban del gobierno del Estado. Todos se reunían invitados por el rey en asamblea pública, o bien para escuchar las comunicaciones regias (contiones), o para votar en las asambleas des­ pués que han sido convocadas por el rey (comitia calata). Estos comicios se reunían regularmente dos veces al año, el 24 de marzo, y el 24 de mayo; y luego, siempre que al rey le pareciera conveniente. En estas asambleas ningún ciudadano tenía derecho a hablar más que el rey, o aquel a quien el rey concediera el uso de la palabra. El rey proponía preguntando {rogatio), y el pueblo respondía sí o no libérrimamente sin discusiones y sin distingos. Si se aprobaba la proposición to­ maba fuerza de ley, si se rechazaba ya no se insistía más sobre aquel punto. El pueblo conoce sus leyes, y el rey las hará cumplir. Si se trata de cambiar el orden establecido, el pueblo se reúne en asamblea constituyente, y determina. El rey es un mandatario del pueblo y en caso de duda sobre la legalidad de una norma, necesita formular una pregunta al pueblo {rogare) y es indispensable el voto favorable de la mayoría de las curias, que eran libres de darlo o de negarlo. Esto había que hacerlo siempre que una acción se apartaba del derecho ordinario. Recuérdese, por ejemplo, lo dicho sobre la arro­ gación 76: todo paterfamilias tiene derecho a incrementar su domus con hijos suyos, habidos de su iusta uxor\ pero si quiere introducir en su familia a un extraño, deberá rogar al pueblo que lo haga: Velitis iubeatis, Quirites, ut N. filius sit T itii Tiburtii... 15. S o b re e l s e n tid o d e Q u irites e sc r ib e K r e tsc h m er : G lo t ta 1 0 (1 9 2 0 ) 1 4 7 ss; V e n d r y e s: B S L 2 5 (1 9 2 4 ) 4 1 ss; F . R e ic h e , Q uirites·. K l. 2 1 (1 9 2 6 ) 7 4 s s. V id . E r n o u t-M e ille t, D iction n . E ty m . s. v. « Q u ir is » . 76. V id . C a p . « L a fa m ilia » , v o l. I , p . 1 7 1 -1 7 6 ; G e ll. 5 , 1 9 , 5 s s. « E iu s r o g a tio n is u e r b a h a e c su n t: 'V e litis , iu b e a tis, u t i L . V a le r iu s L . T itio ta m iu r e le g e q u e filiu s s ie t , q u am s i e x e o p a tre m a tr e q u e fa m ilia s e iu s n a tu s e s s e t, u t iq u e e i u ita e n e c is q u e in e u m p o te s ta s s ie t , u t i p a tri e n d o filio e s t ’. H a e c ita , u t i d ix i, ita u o s , Q u ir it e s , r o g o » .

Los ciudadanos

31

Sólo el nacimiento da derecho de ciudadanía, pero el pueblo, con su voto favo­ rable en las curias, puede concederla... Aquél sobre quien ha recaído la pena legal de decapitación por la sentencia del rey, debe ser ajusticiado sin remedio, porque el rey puede juzgar, pero no puede indultar. Unicamente el pueblo tiene esta facultad, si el rey le concede al reo el derecho de recurrir al pueblo (prouocatio) .77 Esta primera constitución romana nació con el pueblo, sin que la imitara de ninguna parte, ni tratara nadie de idearla78. Es sabido que las formas externas de los mantos de púrpura del rey, del cetro de marfil y los lictores se tomaron de fuera, pero la majestad del senado, la dignidad de las curias, la independencia y señorío moral de vida de los ciudadanos romanos, no podía imitarla de ningún otro pueblo, porque ninguno tenía cosa semejante. La constitución primitiva fue cam­ biando con los tiempos, como es natural; pero su esencia, es decir, el poder ili­ mitado del pueblo, el altísimo consejo del senado y la participación directa del pueblo en todos los asuntos graves, no acabará del todo más que con la muerte de Roma. Cambios accidentales hubo, por ejemplo, cuando los habitantes de la colina del Quirinal se unieron y fusionaron con los del Palatino, la Suburra y las Es­ quilias. Cuando esto sucedió no se aumentaron las curias79, sino que los de la Colina se distribuyeron entre las treinta curias existentes en la ciudad. Con ello, cada una de las tribus y de las curias recibió un número determinado de ciuda­ danos nuevos. Se trató de igualarlos en todo, se les hizo partícipes de las prerro­ gativas de la ciudadanía, pero ya hubo priores y posteriores (antiguos y nuevos), y entre las gentes las antiguas se llamaron gentes maiores y las nuevamente reci­ bidas gentes minores. 80 Algunas instituciones especiales se duplican: las vírgenes Vestales serán tres parejas, y los Lares, honrados en las calles irán también de dos en d o s81. Habrá dos corporaciones sacerdotales, los Salios y los Lupercos, dos sacerdotes de Marte, el uno Palatinus y el otro Quirinus. Cada tribu en vez de presentar 100 caballeros, ofrecerá 200, con lo cual la caballería sube de 300 a 600 jinetes 82. En la infan­

7 7 . V id . su pra n o ta 1 6 . R e c u é r d e s e e l c a so d e H o r a c io , v e n c e d o r d e lo s C u r ia d o s , L iv . 1, 2 6 , 8 -1 2 . 7 8 . S o b re la c o n s titu c ió n ro m a n a p u e d e v e r s e , W e s tr u p , In tro d u ctio n to early R om an L aw : co m p a ra tive sociological stu d ies, a p a recen d e s d e 1 9 3 4 ; L o m b a r d i, Lo sc ilu p p o co stitu zio n a le da lle orig in i alla fin e d ella repu bblica, 1 9 3 9 ; D e M a r tin o , S toria d e lla co stitu zio n e rom ana, 1951 v o l. I a 1 9 7 1 , e n q u e a p a rece e l v o l. V I y ú ltim o ,' N á p o le s ; M a x K a ser, D a s röm . P riva trech t I , 1 9 5 5 ; v o n L iib to w , D a s röm V o lk . S ein S tta t u n d sein R ech t, 1 9 5 5 ; L . H o m o , L a civilisa­ tio n rom ain e, P a ris 1 9 3 0 ; I d ., L es in stitu tio n s p o litiq u e s rom ain es d e la c ité à l ’é ta t (E v o lu t io n d e l ’H u m a n ité 2 4 ) P a r is 1 9 5 0 , 2 e d . 1 9 7 0 ; I d „ Scèn es d e la v ie rom aine sou s la R é p u b liq u e, P a ris 1 9 5 2 . 7 9 . T a r q u in io e l V ie jo , c o m o d u p lic ó e l n ú m e r o d e lo s p a d res y d e la s .g en tes, p r e te n d ió ta m b ié n d u p lic a r e l n ú m e ro d e la s tr ib u s p r im itiv a s , p e r o n o p u d o h a c e rlo p o r la o p o s ic ió n q u e le h iz o e l a u g u r A tto N a v io , in d ic á n d o le q u e n o le era líc ito h a c e r ta l c o sa m ie n tra s n o l e fa v o r e cier a n lo s a u g u rio s, C ic . R ep. 2 , 3 6 ; D io n is . 3 , 7 1 , 7 3 ; L iv . 1, 3 6 , 3. 8 0 . C ic . R e p . 2 , 3 5 : « I s q u e (L . T a r q u in iu s) u t d e s u o im p e r io le g e m tu lit , p r in c ip io du p lic a u it illu m p r is tin u m p a tr u m n u m e r u m e t a n tiq u o s p a tre s m a io r u m g e n tiu m a p p e lla u it, q u o s p r io r e s s e n te n tia m ro g a b a t, a se a d sc ito s m in o r u m » ; D io n is . „3, 6 7 ; L iv . 1, 3 5 , 3 6 ; A u r e i. V ie t. D e uir. 6 . V id . V . C a sa g ra n d i, L e m in ores g en tes ed i P a tres m in oru m g en tiu m , P a ler m o -T o r in o 1892. 8 1 . V id . O v id . Fast. 2 , 6 1 3 : « G e m in o s q u e ... q u i c o m p ita seru an t: e t u ig ila n t n o str a s em p e r in u r b e L a res» . 8 2 . C ic. R ep . 2, 3 6 .

32

L a m onarquía

tería se crean dos legiones, en lugar de una, y los jefes de legión serán seis en lugar de tres que había. El senado no se duplica, continúa con sus 300 miembros, pero se incluyen en ellos las personas más destacadas de la ciudad anexionada. Con todo, estos posteriores votarán siempre después de los priores. 83 8. Formación de la plebe A lo largo del reinado de Rómulo (753-716), de Numa Pompilio (715-672), de Tulo Hostilio (672-640), de Anco Marcio (640-616) y de Tarquinio Prisco (616-578), hasta el tiempo de Servio Tulio (578-534) que modificará la constitu­ ción, se advierte un cambio constante en la sociedad romana: se va formando la plebe. ¿Cómo sucede esto? En otro lugar hemos hablado de los peregrinos, de los huéspedes, de los latinos, de los colonos, de los libertosjf a quienes debemos añadir los comerciantes y artesanos inmigrados, refugiados de ciudades o de tribus próximas o lejanas, los clientes, todos ellos son personas libres, pero carentes de ciudadanía p len a84. Suce­ día además que muchas veces los habitantes de una ciudad dominada no eran muertos ni vendidos, sino que quedaban reducidos a condición de clientes del rey, ya se les dejara en su antigua ciudad, ya se les trasladara aRoma. Estos vínculos de dependencia de los libertos y clientes con respecto a sus patronos, se iban aflojando y soltando con la sucesión de generaciones. Roma era una ciudad comercial, a la que acudía constantemente una m ultitud de extranjeros hacenda­ dos; y por otra parte los libertos, huéspedes y clientes iban adquiriendo sus pro­ piedades, y aunque no eran ciudadanos, sí eran habitantes de la ciudad. En algún momento se pensó en incorporarlos a la ciudad^ pero se hicieron agrupaciones por lazos de vecindad o de oficio.» Con ello las gentes de igual profesión buscaron su domicilio en el mismo barrio.» Se atribuye a Numa la asociación por gremios y por hermandades religiosas 85. Los reyes, excepto los últimos, favorecieron estas sodalitates, e incluso las llamaron a los repartos de tierras conquistadas 86. Esto bastó para que las familias plebeyas prosperasen. Las costumbres tomadas del pueblo, o importadas de sus lugares de origen, dieron a sus relaciones jurídicas cierto orden y dignidad. La autoridad del Estado se desarrollaba sobre todo y ante todo en las relaciones del rey y de la plebe. ' La plebe no se constituye ni en un momento dado, ni de un determinado contingente de personas, sino que va formándose como un sustrato durante largo tiempo de diversos elementos, unos que van llegando a Roma desde los pueblos vecinos, como amigos o clientes de los señores romanos, o como vencidos y subor­ 83.

N o h a y te s tim o n io s e x p líc ito s d e e sta u n ió n , a u n q u e a lg o p u e d e c o n je tu ra r se d e C ic.

R ep . 2, 3 0 y 3 5 ; L iv . 1 , 3 5 ; T a c . A n n . 11 y 2 5 . T o d o s lo s c iu d a d a n o s d e la s tr e s tr ib u s se lla m a n p a tr ic io s e n o p o s ic ió n a lo s c lie n te s y a lo s p le b e y o s . H a s ta e l m o m e n to n o h e m o s h a ­ b la d o m ás q u e d e l p u e b lo r o m a n o , p u e s to q u e lo s c lie n te s y lo s q u e ib a n lle g a n d o a R o m a n o eran c iu d a d a n o s. E l p u e b lo e stá r ep a rtid o e n fa m ilia s, e n g e n te s , d e a h í su c o n d ic ió n d e gen­ tiles, d e p a tres, d e patricii. T a m b ié n se lla m a n Q u irites. A la s g e n te s p a tric ia s rom a n a s y sa b in a s se agru p a ro n o tra s p o r c o o p ta c ió n , c o m o la s s e is d e A lb a , C loelii, C u riatii, G egan ii, Iu lii, Q uinctilii, S eru ilii (L iv . 1 , 3 0 , 2 ) y lo s C lau dii (L iv . 2 , 1 6 , 4-5 ; S u e t. T ib . 1, 1 ). V id . T h . M o m m s e n , H ist. R o m . I A p é n d ic e : L a gen s C lau dia, p p . 1 .2 3 5 -1 .2 5 0 . C f. P .-C h . R a n o u il, R ech erch es su r le p a tric ia t rom ain (5 0 9 -3 6 6 a. C .) P a ris 1 9 7 5 ; y a p r o p ó s ito d e e sta o b ra , J . C . R ic h a r d , O rigin e e t n atu re d u p a tricia t romain-, R E L 5 4 (1 9 7 6 ) 3 4 -4 1 . 8 4 . V id . J o s é G u ille n , L as person as lib re s en R om a, e n G en eth lia k o n Isid o ria n u m , Sala­ m an ca 1 9 7 5 , 2 2 3 -2 4 7 . 8 5 . P lu t. N u m a , 2 9 . 8 6 . D io n is . H a l. 4 , 7 , 4 , 3 ; P lu t: N u m a , 1 6; L iv . 1 , 3 3 ; 2 , 6.

Formación de la plebe

33

dinados, y viven al margen de los derechos de la ciudad, otros, ciudadanos roma­ nos desprovistos de fortuna, arruinados económicamente, o soslayados en la vida, y otros que por diversas causas se veían sin posibilidad de participar y de coope­ rar en igualdad de condiciones con los dirigentes de la ciudad en la administra­ ción del Estado. De esta forma admitimos la parte de razón que pueda asistir a las diversas teorías que se han formulado para explicar el origen de la plebe, porque en ella se encuentran los extranjeros llegados e instalados en la ciudad,» como piensa Fous tel de Coulanges; los extranjeros vencidos y subordinados como clientes de los patricios, según quiere Mommsen; los antiguos siervos rurales emancipados e instalados en la urbe, como dice Neumann 87. Opiniones que recoge y resume G. B loch88, indicando que la'plebe* estaba formada en su mayor parte por clientes de las gentes, es decir, por extranjeros que venían a ponerse bajo la protección de un patricio;’ porque no es probable que la plebe proceda simplemente del elemento latino, que en su unión con los sabinos formó este estamento, al paso que los sabinos constituyeron el patriciado, como opina J. B inder89. Según otros 'investi­ gadores la plebe se inicia por los ciudadanos desbancados o abatidos social o eco­ nómicamente. Cuando unos y otros se ven soslayados de la sociedad y toman con­ ciencia de su estado colectivo, se asocian para reivindicar lo que habían perdido frente a los que conservaban todos sus derechos, y agrupados así, se llamaron «plebe». Esta teoría defienden en el fondo Piganiol99, De tM artino91 y Meyer?2. Dell’O r o 93 propone una tesis nueva* la plebe' sería «una colonia instalada cerca de Rom a-por los latinos, después que vencieron a los etruscos en el lago Regillo, para que vigilaran el cumplimiento del pacto estipulado. Teoría fque nació destinada al fracaso puesto que no explica ni de dónde procede tal colonia, ni cómo se siente desvinculada desde el prim er momento de su país de origen.94 Como las cargas del Estado, por ejemplo, el servicio militan, gravaban única­ mente sobre los ciudadanosj»éstos iban disminuyendof*en cambio, el número de los simples habitantes iba incrementándose, al paso que veían mejorar constante­ K . J . N e u m a n n , D ie G riin fh errsch aft d e r röm isch en R e p u b lik , 1 9 0 0 . G . B lo c h , L a p lè b e romaine·. R e v . H is to r iq u e , 1 9 1 1 , 2 4 1 ; A . M a g d e la in , R em arqu es su r la so c iété rom ain archaïque·. R E L 4 9 ( 1 9 7 1 ) 1 0 3 -1 2 7 d e fie n d e ta m b ié n q u e la p le b e su rge d e la c lie n te la d e lo s n o b le s . 8 9 . J . B lin d e r , O ie P leb s, L e ip z ig 1 9 0 9 , r e im p r e sió n , R o m a 1 9 6 5 . S e g ú n M o m ig lia n o po p u ­ lu s y p le b s s e r ía n e n su o r ig e n d o s g r u p o s d iv e r so s . A s í lo s p r o p o n e e n L'ascesa d ella p le b e n ella sto r ia arcaica d i R o m a : R iv . S to r . I ta l. 1 9 6 7 , p p . 2 9 7 -3 1 2 ; O sserva zio n i sulla d istin zio n e fra p a triz i e p leb ei, e n E n tret. su r l ’a n tiq u ité class., t. 1 3 ; y L es origin es d e la R é p u b liq u e ro­ m aine, F o n d â t. H a r d t, 1 9 6 6 , p p . 1 9 7 -2 2 2 . C f. F . R . C o w e ll, E v eryd a y L ife in an cien t R om e, L o n d o n 21 9 6 2 , a q u ie n h a y q u e creer p o r s í m is m o , y a q u e n o a d u ce d o c u m e n to a lg u n o d e c u a n to afirm a. 9 0 . A . P ig a n io l, E ssai su r le s origin es d e R o m e, 1 9 1 6 . 9 1 . D e M a rtin o , S to ria d ella c o stitu zio n e rom ana, 1 9 5 1 . 9 2 . M ey e r , R öm isch er S taat, 1 9 4 8 . 9 3 . D e Ú ’O r o , F orm azione d ello S ta to p a trizio p le b e o , 1 9 5 0 . 9 4 . V é a n se a d em á s, O b e r z im e r , O rig in e d ella p le b e rom ana, L eip z ig 1 9 0 1 ; R . Z a n ie w sk í, L ’o rigin e d u p ro lé ta ria t rom ain e t con tem porain (F a ite s e t T h é o r ie s ) L o u v a in -P a r is 1 9 5 7 ; M . D e R o b e r tis , C o n trib u ti va rii alla sto ria econ om ica e sociale d i R om a, N a p o li s. f.; I d ., L in ea­ m en ti d i sto ria sociale rom ana. L e classi in fe rio ri (C o r so d i S to r ia rom an a, le z io n i) B a ri 1 9 4 5 ; A . R o se n b e r g , S tu d ien zu r E n tsteh u n g d e r P leb s, « H .» 4 8 (1 9 1 3 ) 3 5 9 ss; H . J. R o s e , P a tri­ cians an d p leb eia n s a t R o m e: J R S 1 2 (1 9 2 2 ) 1 0 6 ss; W . P e r e m a n s. O v e r d e rom ein sch e P lebs: P h il. S tu d . L o v a in 5 (1 9 3 3 - 1 9 3 4 ) 2 2 7 ss; A . P ig a n io l, E ssai su r le s origines d e R om e, 1 9 1 6 , s o s ­ t e n ía c o n e x c lu siv ism o e l carácter é tn ic o d e la c a u sa d e la fo r m a c ió n d e la p le b e , lu e g o e n H isto ir e d e R o m e, P a ris 1 9 4 9 , p . 5 6 p r e fie r e e l m o t iv o e c o n ó m ic o . 87. 88.

34

L a m onarquía

mente su situación. Cuanto más crecían en número, y se veían en mejor situación se sentían más libres, frente a un patriciado decadente. De todo esto surgió la plebe, es decir: la m ultitud de personas libres carentes de los privilegios polí­ ticos, por no ser legalmente ciudadanos romanos. Esta desigualdad cívica, entre los habitantes de una misma ciudad, empezaba a molestar a los plebeyos, y el que éstos se aprovecharan de los sacrificios militares de los nobles exacerbaba a los patricios. Seguramente hubiera empezado muy pronto la lucha de estos dos esta­ mentos, a no hallarse sobre todos ellos la autoridad suprema del rey. En este sentido es exacta la definición que a veces se da de la plebe: «la masa que: se opone al patriciado» 95. La actividad de la plebe se presenta siempre como de una clase bien unida que lucha por sus derechos. Parece que cuando los pri­ meros ciudadanos de Roma se establecieron en las cuatro regiones, dejaron fuera de la comunidad el Aventino, monte bastante grande, cubierto de bosque, poco elevado, jalonado por el Tiber, apto para ser habitado por elementos adventicios. Según las concepciones urbanísticas de los etruscos, los romanos admiten junto a su ciudad todos los elementos advenedizos, pobres desheredados, niños aban­ donados, etc. Esperan que esta población les preste buenos servicios de transpor­ tes , desempeños de pequeños talleres, de ayuda militar en momentos de peligro. Aun cuando estos elementos allegados penetren en la ciudad y ocupen la Suburra y los barrios altos del Quirinal, del Viminal y del E squilm o96, y adquieran los derechos de igualdad, el Aventino quedará como el centro espiritual de la plebe, donde tienen su templo de Ceres. La plebe en la época prim itiva goza de libertad personal, tiene derecho de propiedad en una medida que nosotros no conocemos bien, pero está excluida de los derechos políticos de los ciudadanos y del ejército, aunque forma parte de la cu ria97 está en inferioridad, puesto que no tiene derecho a voto. En un m ollento determinado hay como una selección de entre la plebe, y estas personas entran en el patriciado como gentes minores. ¡lio, Una evolución lenta da a los plebeyos los derechos completos de ciudadanía, y el Esjado patricio se convierte en patricio-plebeyo9S. Luego dentro de la misma se va dfetírfguiendo una élite y un vulgo: los nacidos ingenui y los libertos. Los primeros se constituyen en una especie de organización de stirpes a imitación de las gentes patricias; para reclamar los derechos de tutela y de sucesión " , aspi­ rando* quizás a unos sacra gentilicia·, pero la mayor parte de los plebeyos quedan sin gentilidad.100 Por más que la plebe va consiguiendo poco a poco todos los derechos de los patricios: sacerdocios, magistrados, igualdad ante la ley, en el pueblo romano seguirá distinguiéndose siempre sus dos elementos integradores: patricios y ple­ beyos. Hay una época, por lo menos a partir de la segunda mitad del siglo I I a. C., hasta la venida del Imperio, en que los plebeyos desarrollan una mayor actividad en la vida de Roma que los patricios. Así en el orden legislativo los tribunos de la plebe consiguen mucho mayor número de plebiscitos y de leyes votadas en el senado que los cónsules y los pretores; en lo administrativo algunos tratados de

95. 96. 97. 98. 99. 100.

H . S ib er , e n R . E . 2 1 1 (1 9 5 1 ) 1 0 3 . L iv . 3 , 1 3 , 2 . O v id . Fast. 2 , 5 2 7 . C aí. In st. 1, 3 ; A u l. G e ll. 1 0 , 2 0 . C ic . D e O r. 1 , 176. C IL . V I , 1 5 2 7 : L au d a tio T uriae.

Constitución de Servio Tulio

3 3

paz fueron votados por plebiscito 101; las asignaciones de tierras y de colonias se votaban generalmente por la plebe con el asentimiento del senado, sobre todo después de los Gracos 102. En política la plebe va tomando el derecho de conferir los poderes extraordinarios (imperta extraordinaria) a los magistrados, y en cuanto a la prorrogatio de estas magistraturas, el senado confiere, pero la plebe confir­ ma 103. Pero bajo el Imperio, ya con Augusto y Tiberio, se recrudece la división del pueblo en dos grupos* los honestiores: senadores, caballeros, decuriones; y humiliores, plebeii, tenuiores}w; las penas criminales son distintas para unos y otros; y a los honestiores se les degrada pasándolos a los humiliores mi. Y esto sucede por todas las ciudades: al ordo de los decuriones, se opone la plebs. 9. Constitución de Servio Tulio t A fusionar estas dos fuerzas y organizarías en favor de la Patria, vino la cons­ titución llamada de Servio Tulio'. Ante todo dividió a los plebeyos en 30 tribus o^secctofi^s, Ί 10 por su origen, sino por su domicilio dentro de la ciudad.*Estas tribTTs reunidas formaban los comicios tributos’. La tributación* que antes era per­ sonal se convierte en real, es decir, sobre las posesionesí06. Todos los que poseen una propiedad (locupletes)· o cultivan directamente un dominio (adsidui) sean o no ciudadanos, deben contribuir con su tributo a los gastos de las necesidades ur­ gentes de la ciudad. Todos los hombres domiciliados en la ciudad, sin distinción de linaje, están obligados al servicio m ilitar desde los 16 a los 60 años. Con ellos se formaron 1 0 1 . L iv . 2 9 , 1 2 , 1 6 ; 3 0 , 4 3 , 2 . 102. L iv . 1 0 , 2 1 , 8 ; 3 2 , 2 9 , 3 ; 3 5 , 4 0 , 5 ; C ic. P hil. 13 , 2 1 ; Leg. A g r. 2 , 17. 103. L iv . 8 , 2 3 , 1 2 ; 1 0 , 2 2 , 9 ; « E t L . V o lu m n io e x s en a tu s c o n s u lto , e t s cito p le b is p r o ­ r o g a tu m in a n n u m im p e r iu m e st» . 1 0 4 . N o e s lo m is m o p le b s q u e populus·. « P le b s a u tem a p o p u lo e o d is ta t, q u o d p o p u li a p p e lla tio n e u n iu e r s i c iu e s sig n ifica n tu r , c o n n u m e r a tis e tia m p a tric iis; p le b is au tem a p p e lla tio n e s in e p a tr ic is c e te r i c iu e s s ig n ifica n tu r » (G a i. In st. 1, 3 ). C a llistr. D . 2 2 , 5 , 3 , pr.; U lp . D . 4 7 , 9 , 1 2 , 1; H e r m o g . D . 4 7 , 1 0 , 4 5 ; M a rcia n . D . 4 8 , 8 , 3 , 5 ; M acer. D . 4 8 , 1 9 , 14; V e n u le iu s , D . 4 8 , 1 9 , 15; C a llistr . D . 4 8 , 1 9 , 2 8 ; M a rcia n . D . 5 0 , 4 , 7 p r.; C o d . lu s t. 1, 5 5 , 5; C o d . T heod. 7 , 1 3 , 7 ; 7 , 1 8 , 1. 105. C o d . T h eo d . 2 , 2 2 , 1; 8 , 1 1 , 1; 9 , 2 7 , 1; 9 , 4 5 , 5. E n tie m p o d e A u g u s to e l ju ris­ c o n s u lto L a b e ó n sie n ta e l p r in c ip io d e q u e lo s h u m ild e s n o p o d rá n citar a ju ic io a lo s m ás altos c iu d a d a n o s (U lp . D . 4 , 3 , 1 1 , 1 ), y e s m u y v e r o s ím il q u e A u g u s to e n m a ter ia d e ju stic ia d iera u n tr a to e s p e c ia l a lo s n o b le s , p e r o e n d e r e c h o p e n a l la o p o s ic ió n e n tr e e sta s d o s c la se s d e c iu d a d a n o s n o a p a rece h a sta m á s ta rd e. S e g ú n la s In s titu tio n e s ( 4 , 1 8 , 4 ) e n la le x lu lia d e A d u lte r is (a . 1 8 a. C .) a n te e l m is m o c rim e n s e sa n c io n a : « s tu p r a to r ib u s, s i h o n e s ti s u n t, p u b li­ c a tio n e m p a r tis d im id ia e b o n o ru m ; s i h u m ile s, c o rp o ris c o e r tio n e m cu m r e le g a tio n e » . P e r o c o ­ m o la s In s titu t, n o s ie m p r e m e r ec e n la c r e d ib ilid a d h is tó r ic a , q u e d a la in c e r tid u m b r e d e l tie m ­ p o e n q u e s e e sta b le c e e sta d is tin c ió n q u e en tr a d e lle n o e n la le g is la c ió n e n tie m p o d e lo s S e v e r o s. L a c u a lid a d d e h on estior d a a u n c iu d a d a n o e l p r iv ile g io d e u n tr a ta m ie n to m ejor, m ás lig e r o . D e s d e lu e g o lo s .h o n e stio re s s e v e n lib r e s d e lo s c a stig o s m ás d e g r a d a n te s , e l b as­ to n a z o y la c o n d e n a c ió n a m in a s (C a llist. D . 4 8 , 1 9 , 2 8 , 2 -5 ), y d e la m ism a form a la m u er te v e r g o n z o sa c o m o la cru z, la h o g u er a , la e x p o s ic ió n a la s b e s tia s e sta b a rese rv a d a para lo s hu­ m iliores. E n e s t o s c a so s lo s h on estiores e ra n s im p le m e n te d e c a p ita d o s. E s t o s c o n s e g u ía n tam ­ b ié n m ás fá c ilm e n te gracia, o p e r m u ta c ió n d e la p e n a d e m u e r te p o r r e le g a c ió n y d e p o r ta c ió n . C o n to d a la o d io s id a d q u e e sta d is tin c ió n c o m p o r ta , q u e n i siq u ie r a se d io e n lo s tie m p o s d e S ila , p u e d e ser co n sid e ra d a c o m o u n a fo r m a d e q u er e r su a v iza r la c o n s titu c ió n r o m a n a , al su b str a er d e la s p e n a s d e g r a d a n tes y d e lo s c a stig o s c a p ita le s a u n a p a r te d e lo s c iu d a d a n o s r o m a n o s. L a e x p r e s ió n d e h on estiores y h u m iliores d e sa p a r ec e n h a c ia e l s ig lo I V , c f. C o d . T heod. 1 6 , 2 , 5 (d e l a. 3 2 3 d . C .), p e r o lo s p r iv ile g io s para lo s d e c u r io n e s y h o m b r e s c o n c a r g o p erm a­ n e c e n c o n s ig n a d o s s ie m p r e e n la le g is la c ió n p e n a l. 1 0 6 . L iv . 1 , 4 3 , 9 .

36

L a m onarquía

cinco clases, según la hacienda que poseía cada cual, porque cada uno debía cos­ tearse sus armas y su equipo militar. Las clases se dividían en centurias 107. Se conservó la organización antigua de la caballería, pero se le incrementaron el doble de centurias de los plebeyos más ricos. Esto tiene su explicación poique la infan­ tería no era un ejército permanente. Una vez terminada una campaña se les enviaba a sus casas; pero no sucedía así con la caballería que permanecía en pie de guerra incluso en tiempos de paz. Era, por consiguiente, necesario que se eligiera para estos puestos a los hombres más ricos, que no necesitaban para vivir de su trabajo diario, sin tener en cuenta su situación cívica, basándose para ser admitidos en cierta extensión de sus propiedades. Además había un cierto número de plazas que no se cubrían con hombres hacendados, sino por otros que no tenían esos medios, a éstos los equipaban de dos caballos, forraje, armas, etc., las aportaciones impuestas a las viudas, mujeres solteras, y ancianos sin hijos, que tenían grandes propiedades y no podían servir por sí m ism os108. Las familias no domiciliadas, los ciudadanos que no tienen más de 1.500 ases (proletarii), daban al ejército los músicos, trabajadores especiales, y otros de éstos iban al ejército sin armas (uelati), y en campaña cubrían las bajas que se producían, tomando las armas de los enfermos, de los heridos y de los muertos. El cuadro quedaba formado así, según Tito Livio: 109 O rd en

C en tu rias

.

H acien da

S ervicio m ilita r

P a tr ic io s cab a lle r o s

6

C e n so m á x im o

A c a b a llo

C a b a lle r o s p le b e y o s

12

C e n so m á x im o

A c a b a llo

1.a c la se

4 0 s en io re s 4 0 iu n io r e s

2 0 y u g a d a s, 1 0 0 .0 0 0 a ses

I n fa n t e r ía p e s a d a , lo r ig a , e tc .

2 .a c la se

1 0 se n io r e s 1 0 iu n io r e s

15 y u g a d a s, 7 5 .0 0 0 a ses

A rm a d u ra p e sa d a , s in cudo.

con

g á le a ,

e sc u d o ,

lo r ig a , a p ie , e s ­ L

h

3 .a c la se

10 se n io r e s 1 0 iu n io r e s

1 0 y u g a d a s, 5 0 .0 0 0 a ses

A rm a d u ra a p ie .

4 .a c la se

10 s en io re s 1 0 iu n io r e s

5 y u g a d a s, 2 5 .0 0 0 ases

A rm a d u ra ligera, c o n la n z a , jab alin a.

15 se n io r e s 15 iu n io r e s

2 y u g a d a s, 1 1 .0 0 0 a ses

H o n d e r o s y v e lite s .

5 .a c la se

In g e n ie r o s .M ú sic o s

2



In e rm es.

3



In e r m e s.

p e sa d a , sin

lo r ig a , n i

L o s q u e tie n e n m e n o s d e 1 .5 0 0 a ses, s e lla m a n ca¡ ñ te censi, lib r e s d e l s e r v ic io m ilita r .

107. 108. 109.

L iv . 1, 4 3 , 1 ss. L iv . 1, 4 3 , 9. L iv . 1, 4 3 ; V id . C ic, R e p . 2 , 3 9 -4 2 ; M o m m s e n , H ist, d e R om a I , 1 2 7 -1 3 5 .

grç'v^s,

Constitución de Servio Tulio

37

De esta clasificación quedaban excluidos, como se ve, los niños, y los mayores de 60 años. Gelio, siempre curioso en mil detalles, nos aclara así las etapas de la vida del hombre no: «Tuberón en el libro primero de sus Historias dice que el rey Servio Tulio, cuando estableció aquellas cinco clases de seniores y iuniores para hacer el censo, pensó que los niños eran los que tenían menos de 17 años, y que a los de 17 años cumplidos, que ya eran aptos para servir a la Patria, los alistó como soldados. Incluyó entre los iuniores a los que habían cumplido 17 años hasta los 46. De 46 a 60 los llamó seniores. Esto lo he notado, agrega Gelio, para que se sepa la división que hacían nuestros mayores entre pueritia, iuuentus y senectus, según el modo de proceder del prudentísimo rey Servio Tulio». Más adelante, quizás hacia m itad del siglo V, cuando los comicios por tribus empezaron a tener trascendencia política, puesto que en ellos tenían voto aún los menos hacendados, estos ciudadanos más pobres (capite censi)m formaron una centuria, y se vieron obligados también al servicio. En esto se fue avanzando poco a poco. E n tiempo de Furio Camilo se llamó a los plebeyos, cuya hacienda valía aproximadamente 4.000 ases; después aumentando la necesidad de soldados, en tiempo de Pirro, se llamó a los que tenían 1.500 ases; durante la guerra de Aníbal se llegó al mínimo de 375 ases; y en tiempos de Mario, finalmente, se reclutaban soldados sin miramiento de la fo rtu n a .112 Toda esta organización por centurias tenía por objeto el robustecimiento y la organización del ejército. Para facilitar estas levas se dividió la ciudad y los arra­ bales en cuatro cuarteles o regiones: I) la del Celio con la Suburra y las Carinas; II ) el Esquilino; I I I ) la Collina con el Quirinal y el Viminal; y ÍV ) la Palatina, con este monte y el Velia. En estas regiones se comprendían las tierras externas y el distrito rural adyacente a cada una de ellas, por ejemplo, Ostia pertenece a la región Palatina. El Estado trataba de resolver con esto los viejos antagonismos

110. 111. 112.

G e ll. 1 0 , 2 8 . C ic . R e p . 2 , 4 0 . E n lo s A n n a les d e E n n ío (v . 1 8 3 V a h le n 2) s e le e : « P r o le ta r iu s p u b lic itu s s c u tis q u e fe r o q u e orn a tu r ferro ; m u ro s u r b e m q u e fo r u m q u e e x c u b iis cu r a n t» . D e d o n d e s e v e q u e lo s p r o le ta r io s e n e s t e tie m p o to m a b a n p a r te p o r l o m e n o s c o m o s o l­ d a d o s d e reta g u a r d ia . P r e g u n ta d o J u lio P a u lo q u é sig n ifica b a « p r o le ta r iu s , c a p ite c e n s u s » , r e s­ p o n d ió : « Q u i in p le b e R o m a n a te n u iss im i p a u p e m m iq u e e ra n t ñ e q u e a m p liu s q u a m m ille q u in g e n tu m a e ris in c e n su m d e fe r e b a n t, 'p r o le ta r ii' a p p e lla ti su n t, q u i u e r o n u llo a u t p erq u am p a r u o a e re c e n se b a n tu r , 'c a p ite c e n s i’ u o c a b a n tu r ; e x tr e m u s a u tem c e n su s c a p ite c e n so r u m aeris f u it tr e c e n tis se p tu a g in ta q u in q u e . S e d q u o n ia m r e s p e c u n ia q u e fa m ilia r is o b s id is u ic e m p ign er isq u e e s s e a p u d r em p u b lic a m u id e b a tu r a m o r isq u e in pa triam fid e s q u a ed a m in e a firm am en ­ tu m e ra t, n e q u e p r o le ta r ii n e q u e c a p ite c e n s i m ilite s n is i in tu m u ltu m a x im o scr ib e b a n tu r , q u ia fa m ilia p e c u n ia q u e h is a u t te n u is a u t n u lla e s s e t. P r o le ta r io r u m ta m e n o r d o h o n e s tio r a liq u a n to e t re e t n o m in e q u a m c a p ite c en so r u m fu it: n a m e t a sp e ris r e ip u b lic a e te m p o r ib u s , c u n i iu u en tu tis in o p ia e s s e t, in m ilitia m tu m u ltu a r ia m le g e b a n tu r , arm aq u e is su m p tu p u b lic o p r a e b e b a n ­ tu r , e t n o n c a p itis c e n s io n e , s e d p r o sp e r io r e u o c a b u lo a m u n e re o ffic io q u e p r o lis e d e n d a e a p p el­ la ti s u n t, q u o d , c u m re fa m ilia r i p ir u a m in u s p o s s e n t r e m p u b lic a m iu u a re , s u b o lis ta m e n g ig ­ n e n d a e c o p ia c iu ita te m fr e q u e n ta r e n t. C a p ite c e n s o s a u tem p r im u s C . M a riu s, u t q u id a m fe r u n t, b e llo C im b r ic o d iffic illim is r e ip u b lic a e te m p o r ib u s u e l p o t iu s , u t S a llu stiu s a it, b e llo I u g u r th in o m ilite s s c r ip s is se tra d itu r, c u m id fa c tu m a n te in n u lla m e m o r ia e x sta r e t...» . V e r b a a u tem S a llu sti in H isto ria Iu g u rth in a (8 6 , 2 ) d e C . M a rio c o n s u le e t d e c a p ite c e n s is h a e c s u n t: « I p s e in ter e a m ilite s s c r ib e r e n o n m o r e m a io r u m n e c e x c la ss ib u s, s e d u t lib id o c u iu s q u e e ra t, c a p ite c en so s p le r o sq u e . I d fa c tu m a lii in o p ia b o n o r u m , a lii p e r a m b itio n e m c o n s u lis m e m o r a b a n t, q u o d ab e o g e n e r e c e le b r a tu s a u c tu sq u e erat e t h o m in i p o te n tia m q u a e r e n ti e g e n tis sim u s q u is q u e op ortu n is sim u s» (G e li. 1 6 , 1 0 ).

38

L a m onarquía

de localidad o de familia, y fundir con el espíritu militar en un solo pueblo a los ciudadanos y a los simples habitantes.113 Es natural que éstos, al sentirse obligados a la milicia y al tributo, quieran tener también su voto como ciudadanos. Él pueblo ahora se reunirá en los comi­ cios centuriados (comitia centuriata) que será el pueblo de Roma, organizado mili­ tarmente. Los que tenían mayor hacienda tenían más que perder, y, por tanto, deberán exponer más. Luchaban en las primeras filas. Pero también tenían más influencia en las asambleas, donde se votaba la paz o la guerra, se aceptaban o rechazaban nuevas leyes, se elegía al rey y los funcionarios, puesto que no se votaba por cabezas sino por centurias. Como el orden de caballeros tenía 18 cena­ turias y la primera clase 80, si todos ellos estaban de acuerdo, ellos solos decidían la votación, puesto que en el conjunto no había más que 182 votos. Por eso, esta constitución, aunque parezca democrática, está sin duda inspirada por los ciuda­ danos, que vieron en ella repartidas las cargas de los tributos y del servicio militar también entre los plebeyes; perdiendo, en cambio, los ciudadanos muy poco de sus derechos. Ellos solos tenían acceso a las magistraturas. La asamblea popular era muda, sólo podía admitir o rechazar los proyectos que se lé hacían. El no era su única arma política. Por la preponderancia de esta primera clase les venía el nombre de classici, como dice G e lio .114 Los comicios centuriados los convocaba el rey o el interrex por un edicto. Proponía el asunto o leía la ley que deseaba fuera aprobada, e invitaba a la vota­ ción con estas palabras: Velitis, iubeatis (si uobis uidetur), ite in suffragium. En un principio se votaba de viva voz. Desde el siglo I I a. C., la votación se hizo en secreto por medio de unas tablillas o tejuelas (tesserae). Como toda esta organización se basaba en la fortuna de cada cual, y ésta varía mucho con frecuencia, cada cinco años (lustrum ) se hacía un nuevo censo en el Campo de Marte. En él se hacía una numeración del pueblo y un recuento de todos los haberes: campos, casas, dinero, esclavos que tenía cada cual. Según el resultado, cada uno se ponía en la categoría que ahora le correspondiera. Aunque esta organización centuriada fue esencialmente militar, produjo sin embargo efectos políticos 115. Ya hemos visto que se reúnen en comicios que, se

1 1 3 . L iv . 1, 4 3 , 13. 1 1 4 . G e ll. 6 , 1 3: « C la ssic i d ic e b a n tu r n o n o m n e s , q u i in q u in q u e c la ss ib u s e r a n t, s e d p r i­ m ae ta n tu m c la ssis h o m in e s , q u i c e n tu m e t u ig in t i q u in q u e m ilia a eris a m p liu su e c e n s i eran t. In fr a é lá je m a u tem a p p ella b a n tu r s e c u n d a e c la ssis c eter a r u m q u e o m n iu m c la ssiu m , q u i m in o re su m m a a eris, q u o d su p ra d ix i, c e n se b a n tu r » . 1 1 5 . L o s cu a d ro s d e l e jé r c ito d e te r m in a d o s p o r e l s iste m a ser v ia n o p e r te n e c e n r e a lm e n te al s ig lo V I , se g ú n p ie n s a P . F ra cc? ro , L a S toria dell'an tich issim o esercito rom ano e l'età d e ll’ ord in a m en to cen tu ria to , A H i d e l 2 .° c o n g r e s. n a z. d i s tu d i r o m a n i, 1 9 3 1 ; e l m is m o , A n co ra su ll'etá d ell'o rd in a m en to centuriato·. A th . N . S . 1 2 (1 9 3 4 ) 5 7 ; p e r o D e S a n c tis, L e o rig in i d e ll’ ord in a m en to centuriato·. R F I C , N . S . 11 ( 1 9 3 3 ) 2 8 9 , lo a tr ib u y e a l s ig lo I V ; e in c lu s o F . S m ith , D ie röm isch e T im o k ra tie, B e r lin 1 9 0 6 , lo retra sa a lo s tie m p o s q u e s ig u ie r o n a A n íb a l; y H . M a ttin g ly , T h e p ro p e rty qu alification s o f th e R om an Classes: J R S 2 7 (1 9 3 7 ) 9 9 ss. fija e l añ o 8 9 a. C . A b o r d a n ta m b ié n e l p r o b le m a e n su s e s tu d io s L . Z a n c a n , P er la sto ria d ell'ordin am en to centuriato·. A e R 3 7 ( 1 9 3 5 ) 2 2 9 ; A . P ig a n io l, e stu d ia e l te m a e n su a r tíc u lo U n d o cu m en t d ’h isto ire sociale rom aine, la classification se rv ie n n e : A n n . d ’h is t. é c o n . e t so c . 1 9 3 3 , p . 1 3 3 y ss. s o s tie n e q u e la o r g a n iz a c ió n lla m a d a ser v ia n a n o e s a n terio r al a ñ o 2 4 1 a. C . E n tr e 2 4 1 y 2 1 8 se d e s d o b la n la s c en tu r ia s e n tr e sen iores y iu n iores. L a r e d istr ib u c ió n d e la s 1 9 3 c e n tu r ia s p r im i­ tiv a s e n tr e la s c la se s s o c ia le s y la fija ció n del' c e n s o d e b ió o cu rrir p o r e l añ o 1 7 9 (L iv . 4 0 , 5 1 ). P . G u ir a u d , D e la réfo rm e d e s com ices cen tu ria tes au I I I e s: R H 17 (1 8 8 1 ) 1 ss; M . v a n B r u w a e n e , C u ries e t tribus·. A n t. C la s siq u e s, 1 9 5 2 , s o s tie n e q u e curias y tr ib u s so n té r m in o s e q u iv a le n te s, a u n q u e su o r ig e n sea d iv e r so .

Constitución de Servio Tulio

39

quiera o no, tenían su influjo cívico, como la aprobación de un testamento hecho por un soldado {in procinctu) antes de entrar en batalla; el votar o no la guerra ofensiva, etc. Con la conquista de Alba por los romanos, Roma pasa a ser la cabeza de la Liga latina, preside las grandes fiestas y ejerce una verdadera hegemonía -sobre toda la Confederación. Había derecho de comercio y de matrimonios entre los ciudadanos de toda la Confederación, cada uno podía establecerse donde mejor le pareciera, aunque no podía ejercer derechos políticos más que en su ciudad. Roma va creciendo en sus dominios y como urbe. Se construye la fortaleza (arx), se rodea de un cinturón de murallas, que se llaman de Servio Tulio, y se trata de evitar el peligro de las inundaciones construyéndose la obra más grande de los reyes, la Cloaca m áxim a.116

116. L a cloaca m axim a es u n a o b ra d e sa n e a m ie n to d e la s d e p r e sio n e s d e la c iu d a d , e m ­ p ezad a p o r T a r q u in io e l V ie jo y c o n tin u a d a p o r lo s m o n a rcas s ig u ie n te s . F orm a u n a red d e alca n ta rilla s y a lb a ñ a les q u e d r en a b a n al T ib e r to d a s la s aguas su b te r r á n e a s d e la c iu d a d . C f. V o l. I , p p . 3 1 -3 2 .

2 La República

« P r in c ip e s m o r ta lis, rem p u b lic a m a e te rn a m e s s e » . (T a c . A n ti. 3 , 6 )

I.

ORGANIZACION

1. Cambio de constitución El poder hereditario y absoluto de los reyes fue ciertamente muy beneficioso para los romanos; pero desde el momento en que todos los pueblos próximos, tanto latinos, como sabelios, etruscos y apuJios fueron sustituyéndolos por magis­ trados anuales, estaban los reyes destinados a desaparecer. Es cosa muy notable que en Roma nunca se actuó contra el poder, que creye­ ron siempre necesario, sino contra el modo de representarlo. Los patricios lucha­ ron contra el poder vitalicio del rey, y paralelo a estas aspiraciones de los nobles hay otro movimiento de los no-ciudadanos que aspiran a los derechos de la ciudad. Ya lleven el nombre de ciudadanos, como los plebeyos y los emancipados, o carez­ can de él, como los latinos y los italianos, aspiran a la igualdad política, y ahora con toda justicia. Desde la ordenación centuriada de Servio Tulio todos contri­ buían con su dinero y con el servicio militar a la grandeza de la ciudad, no se podía perm itir que sólo unos cuantos disfrutaran del bienestar conseguido con el esfuerzo de to d o s.1 Las aspiraciones de los nobles se consiguieron. La leyenda ha ideado los moti­ vos inmediatos: el rey no consulta jamás con el senado 2, ni provee sus vacan­ tes 3, exige desmedidos tributos sin consultar al consejo de la ciudad, acapara enor­ mes cantidades de trigo, impone trabajos excesivos para sus haciendas. Se han dado los nombres de los principales promotores del cambio político, como el de los Brutos, que quizás no empezaron a actuar hasta mucho más ta rd e 4. Lo cierto 1. grupos s iste m a O x fo r d

S in e m b a r g o e n lo s p r im e r o s s ig lo s d e la R e p ú b lic a la v id a p o lític a e sta b a d o m in a d a por d e fa m ilia s p o d e r o s a s h a sta m ita d d e l s ig lo I I . a. C . e n q u e s e pasa p r o g r e s iv a m e n te al d e lo s p a r tid o s p o lít ic o s , ta l e s la te s is d e H . H . S c u lla rd , R o m a n P o litic s (2 2 0 -1 5 0 a. C .), 1 9 5 1 . S o b re la c o n s titu c ió n r ep u b lica n a p u e d e v e r s e S ta v e le y , T h e c o n stitu tio n o f th e R om an R e p u b lic: H is t . 1 9 5 6 ; L . H o m o , In s titu tio n s p o litiq u e s rom aines, 1 9 5 0 ; E . M e y e r , Röm . S ta a t und. S ta a tsg ed a n k e, 1 9 4 3 . 2 . L iv . 1 , 4 9 , 4 s. 3 . L iv . ib. 6 . 4 . L iv . 1 , 5 7 , 6 - 5 9 ; C ic. R e p . 2 , 4 6 ss.

42

L a República

es que el último rey, Tarquinio el Soberbio, tuvo que salir de Roma, huyendo primero a Túsculo, después a C um as5, y su familia se estableció en Cerea. Se abolió la monarquía. Todos y cada uno de los ciudadanos juraron por sí y por sus descendientes no admitir jamás a un rey que los gobernara.6 Pero los poderes del rey había que conservarlos. En cuanto era mediador ante los dioses, le sustituye el rex sacrificulus o rex sacrorum 7, que será siempre el primero y el más importante de los funcionarios romanos, aunque prácticamente se quede en un mero título honorífico, ya que después dependerá del Pontífice Máximo. Y en su aspecto de rector del pueblo tomarán sus poderes dos cónsules, con poderes anuales. Después de un período un tanto obscuro, los cónsules Valerio y Horacio tomarán el poder consular8 e inaugurarán históricamente la República con la dedicación del templo de Júpiter en el Capitolio, erigido por los Tar­ quinios. 9 2. Los cónsules Los cónsules de la primera época son propiamente «dos reyes anuales», que se llamaron praetores, en cuanto eran generales del ejército; iudices, como super­ visores de las causas, o consules, procuradores de la Patria, o colegas 10. El poder real no se distribuyó entre ellos, sino que cada uno tiene el poder total como lo había tenido el rey; pero puede cada uno oponerse a las decisiones del otro (ius intercessionis), con lo cual salvaban el peligro de que uno de ellos quisiera gober­ nar tiránicamente. El día de la inauguración del consulado, que debe hacerse solemnemente, marca la fecha en que cesará su investidura de magistrado al año siguiente. E l rey, como magistrado vitalicio, no puede ser llevado nunca al tribunal de la autoridad, puesto que la autoridad es él; pero los cónsules, una vez terminado su mandato, son ciudadanos privados y están sujetos a la justicia del país, incluso por los desafueros que hubieran podido cometer en el año de su magistratura. El rey tenía el derecho de hacer cultivar sus propias tierras por los súbditos, el cónsul no. El rey ejerce el patronato sobre una serie de personas no-ciudadanos, 5 . L iv . 1, 6 0 . 6 . E l p a s o d e la m o n a r q u ía a la r e p ú b lic a tie n e u n a e x p lic a c ió n tr a d ic io n a l q u e s ig u e m u y d e cerca la s n a rra cio n es r o m a n a s. U n a v e z e x p u ls a d o s lo s r ey e s e n e l a ñ o 5 0 9 , se crea ro n d o s m a g istr a d o s su p r e m o s p r e to r e s o c ó n s u le s . L a in n o v a c ió n h a b r ía c o n s is t id o e n q u e la m a g is­ tratu ra p a s ó d e p e r so n a l a c o le g ia d a , y a a n u a l e n lu g a r d e v ita lic ia . E sta te s is d e sa rr o lla d a p or M o m m s e n (H ist, d e R o m a I , 3 0 9 -3 2 0 ) e s m a n te n id a p o r m u c h o s a u to re s, v id . A lth e im , Ita lien u n d R o m e I I , 1 9 4 2 ; C o r n e liu s , U n tersu ch u n gen zu r frühen röm ischen G esch ich te, 1 9 4 0 ; p e r o se in d ic a q u e la r e v o lu c ió n d e l a ñ o 5 0 9 n o e s p r o p ia m e n te u n a em p r e sa é p ic a s in o u n a s u b le ­ v a c ió n d e lo s la tin o s co n tr a lo s e tr u s c o s e n g e n e ra l. O tr o s p ie n s a n q u e la r e v o lu c ió n fu e m ás p r o fu n d a q u e to d o e s o y q u e la o p o s ic ió n regnu m / res pu blica s u p u s o m o d ific a c ió n d e la s fo r m a s ju ríd ic a s y d e l p o d e r . A s í U , C o li e n s u a r tíc u lo R egn u m , c o in c id ie n d o c o n é l e n e l fo n d o D i F r a n c isc i, D a l regnum alla Respublica·. S tu d ia e t D o c u m e n ta , 1 9 4 4 ; y A rcana Im p e rii I , 1 9 4 7 ; y G u a r in o , La form azion e della rep ú b lica rom ana, R I D A . S e g ú n la o p in io n d e o tr o s la R e p ú b lic a su r g ió c o m o e l r e s u lta d o n a tu ra l d e u n a e v o lu c ió n le n ta y larga. A s í A r a n g io R u iz , S toria d e l D ir itto rom ano; M a zz a r in o , D alla m onarchia alio S ta to republican o, 1 9 4 5 , y D e M artin o . S e g ú n G in to w t, D ic ta to r R o m a n u s: M é l. V is sc h e r I , e l rey fu e r ee m p la z a d o in m e d ia ta m e n ­ te p o r u n d ic ta d o r, y c o m o é s te v a a c o m p a ñ a d o s iem p r e d e l m agister eq u itu m , d e l d ic ta d o r se p a só in s e n s ib le m e n te a lo s d o s c ó n s u le s. 7 . L iv . 2 , 2 , 1-2, 8 . C ic . R ep . 2 , 5 4 . 9 . L iv . 2 , 8 , 6. 10 . D e e sta m a g istra tu ra h a b la re m o s m ás a d e la n te , ahora n o s c o n c re ta r e m o s c o n señ alar su s d isc re p a n cia s c o n la m a g istra tu ra d e l rey.

Organización

43

por ejemplo, los dominados en sus conquistas, el cónsul no. En materia criminal el rey instruye la causa y da la sentencia, y concede o no al reo el recurso de alzada ante el pueblo (ius prouocationis), según la ley Valeria del año 245/509, el cónsul debe concederlo siempre, con tal que la sentencia no se haya dado por un tribunal militar; si la niega perderá el derecho de comparecer ante el juez como testigo. Los lictores que acompañan a los cónsules no tienen derecho de vida o muerte sobre los ciudadanos. El rey nombraba sus comisarios, que obraban en nombre regio, como el praefectus urbi y el magister equitum, si quería; el cónsul en caso de guerra podrá nombrar un legado (legatus) que no será más que un lugarteniente suyo. Para casos de suma urgencia el cónsul podrá nombrar un soberano temporal,! el dictador, que, durante su mandato, asume todo el poder incluso el de los cónj suies y el del senado, pero es un magistrado excepcional y transitorio, para seis meses lo más. Hay otros negocios que el cónsul, aunque tiene toda la autoridad, no puede realizar por sí mismo, sino por representantes suyos, aunque sea él quien los elije: esto sucedía en los procesos civiles y en los criminales; en la administración del tesoro y en la ordenación y conservación de los archivos públicos. Todos estos representantes del cónsul, como elegidos por él, dejan también su cargo al termi­ nar el año de gestión. En el gobierno cívico no es posible un representante total del poder; en el ejército son varios los delegados del jefe: procónsul, propteror, procuestor, etc., que carecen en absoluto de poder en el interior. E l rey tenía el privilegio de nombrar a su sucesor, parece que también en un principio lo tuvieron los cónsules, pero se les impuso la obligación de nom­ brarlos por indicación del pueblo. Luego en este acto les quedó el derecho de presidir los comicios electorales, el poder invalidar los votos, el poder rechazar tal o cual candidato, y el poder limitar la elección a la lista de los candidatos ofi­ ciales. A los cónsulos pertenecía el nombramiento de los senadores. El senado en los primeros tiempos de la República seguía siendo el Consejo de los cónsules, sin poder alguno ni de resolver, ni de ejecutar. El rey había tenido el derecho de nombrar a los sacerdotes. Esta facultad no pasó a los cónsules, los miembros de cada Colegio se elegían ellos mismos. El colegio de los Pontífices, que tenía la jurisdicción doméstica y disciplinar de la ciudad sobre las sacerdotisas de Vesta, se eligió un Pontífice supremo (Pontifex Maximus), que^se constituye a la altura de un gran magistrado, aunque sin poder civil de ningi^rfjzlase. Pero el cónsul no procedía contra el parecer de los augures, ni consagraba, pongo por caso, un templo contra las indicaciones de los Pontífices. El cónsul, por fin, no procedía públicamente con los distintivos reales. En vez de la toga real jde. púrpura, llevaba una toga sencilla, pero con orlas encarnadas (trabaea); ni deámrlaba por las calles sentado en su carro, como hacía el rey, sino a pie, como los aemás ciudadanos. En conclusión: los cónsules continúan siendo lo que eran los reyes: directores administrativos, jueces, y jefes del ejército. Presiden los actos religiosos del pue­ blo, ofrecen los sacrificios oficiales, consultan por sí mismos y por los augures la voluntad de los dioses, pero formalmente hay un rex sacrificulus, como recuerdo del poder sacerdotal de los reyes. En caso de peligro pueden restablecer el poder real, sin necesidad de una rogación ante el puehlo, nombrando un dictador, que no duraba en su magistratura más de seis meses. En los primeros tiempos, tanto los cónsules como los funcionarios eran todos patricios. Al paso que los reyes estaban sobre patricios y plebeyos, y muchas

44

veces se opusieron a los patricios en favor propio interés; ahora los cónsules patricios, servidos por funcionarios patricios, son ante un principio no abusaron del poder en contra ésta llamara y apoyara a los reyes.

L a República

de los plebeyos, aunque fuera por aconsejados por un senado patricio, todo gobernantes de partido. Si en de la plebe, fue por el miedo de que

3. Centurias y curias Las reformas constitucionales, que venimos comentando, atribuyen a los ciu­ dadanos derechos considerables, pongo por ejemplo, la designación de los supre­ mos magistrados anuales, y la decisión en ultima instancia, sobre la vida y la muerte de los acusados. Pero ciudadanos ya no eran sólo los patricios, sino el pueblo entero de patricios y plebeyos, entre los cuales se encontraban un buen número de hombres notables y ricos, y por tanto la plebe tenía ya mucha fuerza. Desde el momento en que se convocaron los comicios centuriados para la elección de los magistrados y para tom ar decisiones políticas, los cónsules no son consi­ derados como señores, sino como mandatarios del pueblo. Publio Valerio, uno de los primeros cónsules, hizo inclinar ante la asamblea del pueblo los fascios de los lictores,- para indicar que la maiestas pertenecía al pueblo romano, aunque estuviera representada en el cónsul11. Desde ese momento hubo necesidad de extender la ciudadanía y en ella entraron todos los de la plebe que no fueran esclavos ni huéspedes, es decir, ciudadanos de otros pueblos extranjeros. De esta forma quedan todos constituidos en ciudadanos romanos, con voz y voto en los comicios 12; pero habían de elegir siempre magistrados de entre los patricios; y éstos les seguirán negando el derecho de contraer nupcias legítimas con personas de su alto estamento. De todas formas, casi todos los poderes que en el régimen anterior ostentaban los comicios curiados (comitia curiata) com­ puestos de las 30 curias patricias, como el nombrar el rey y adoptar las leyes, pasan ahora a los comicios centuriados. La competencia de los comicios curiados ahora queda restringida a actos casi de pura formalidad, como la aprobación de una adrogación, y la colación del im­ perium (lex curiata de imperio) a los magistrados mayores, elegidos en los comi­ cios por centurias, y las dispensas legales para testar. 4. Comitia centuriata La distribución del pueblo en clases y centurias sirvió de base para la orgazación militar 13. Por consiguiente, después de Servio, se reunía el pueblo equipado con sus armas respectivas y agrupado en centurias. Recibía las consignas y comu­ nicaciones, pero no tenía poder deliberante, 1 1 . L iv . 2 , 7 , 7. 1 2 . S o b r e e sto s p u n to s u n ta n to o s c u r o s d e la v id a rom an a s e h a e s c r ito m u c h o s in q u e s e h aya c o n s e g u id o u n a e x p o s ic ió n clara d e lo s te m a s; v id . A . D e ll’O r o , L a fo rm a zio n e d ello S ta to p a trizio -p leb eo (B ib lio t. S to ria U n iv . s e r ie , I I , M o n a g r . 2 ) , M ila n o -V a r e se 1 9 5 1 ; A . B acc h in i, C en n i sto rici su i cen sim e n ti d e i p o p o li d e lle an tich itá, M ila n o 1 9 5 0 ; D . P a n ta le o n i, S toria civile e co stitu zio n a le d i R om a dalle su e origitti fin o alie gu erre san n itich c, T o r in o 1 8 9 1 ; F . D e M a r tin o , S to ria d ella c o stitu zio n e rom ana, N a p o li 1 9 5 8 -1 9 7 1 , 6 v o l.; M . A . L e v i, L a co stitu zio n e rom ana d e i G racch i a G iu lio C esare (C o ll. S to r ic a , 3 3 ) , F ire n z e 1 9 2 8 ; C . N ic o le t , L 'O rd re éq u es­ tr e à l'é p o q u e répu blicain e, 313-334 a. C ., I D é fin itio n s ju rid iq u es e t stru ctu res sociales: B E F A R 2 0 7 , P a r is 1 9 6 6 ; G . L o m b a r d i, L o sv ilu p p o co stitu zio n a le d i R om a dalle o rig in i alle fin e della R e p u b b lica , R o m a 1 9 3 9 , 2 .a e d ., R o m a 1 9 4 5 . 1 3 . C ic. P ro Flacc. 7 ; P hil. 2 , 3 3 .

Organización

45

E ntre los años 475 y 430 a. C. estas paradas militares se convierten en comi­ cios centuriados, contando ya con ciertos poderes. Son las asambleas de todo el pueblo, es decir, donde se reúnen todos los ciudadanos ya sean patricios ya plebeyos. Las centurias de seniores y iuniores, como ya las había distinguido Servio Tu­ lio 14, se distribuyen entre las diferentes tribus locales.15 Son convocadas por los cónsules, los pretores o los dictadores; los ediles curules pueden convocarlas para proponer acusaciones leves de ciudadanos 16 y los censores sólo para hacer una lustratio, es decir, el censo.17 Por lo menos desde el año 427 a. C. es convocado el pueblo a comicios cen­ turiados para que diera su opinión o asentimiento a una ley de guerra [lex de bello indicendo). A partir de ese hecho los comicios centuriados cobraron tal importan­ cia que no había acto político de cierta trascendencia que no se sometiera al pueblo, en estas asambleas 1B. En ellas se nombraban los magistrados mayores: cónsulesJ pretores, censores19. Tienen el derecho de hacer y declarar la guerra20, hacerj tratados de p a z 21, alianzas22, concesión de derecho de ciudadanía, fundación de colonias, enajenación del ager publicus, organización de los poderes públicos: magistraturas y sacerdocios.23 Judicialmente es el tribunal supremo de apelación para los que han sido con-' denados a muerte o al destierro. Después de las X II T ablas y la ley Sempronia los comicios centuriados tenían la plenitud de la jurisdicción criminal. No sola­ mente estatuían sobre la prouocatio de un ciudadano plebeyo o no plebeyo contra la sentencia de un magistrado, sino también directamente sobre las acusaciones (crimina) que hiciera una quaestor parricidii25, o un p re to r26. Luego los crímenes graves fueron vistos en tribunales particulares, aunque los comicios podían recla­ mar las causas que creyeran conveniente. Siempre se les dejó el crimen de per­ duellio. 27 Poseía además el poder legislativo, votando las leyes propuestas por los ma­ gistrados ex senatus consultu.28 Los comicios no solían ser muy frecuentes, y debían celebrarse en días hábiles, que aparecían señalados en el calendario con una C (comitialis), los días comitiales coinciden con los fastí. 29

24

,c

1 4 . C ic. V e n . 5 , 1 5; L iv . 1 , 4 3 . 15 . C ic. Plane. 4 9 -5 0 . L a s c en tu r ia s lle v a n e l n o m b r e d e la s tr ib u s l o q u e in d ic a q u e e s u n a s u b d iv is ió n d e la tr ib u , v id . L iv . 2 4 , 7 , 1 2 ; 2 6 , 2 2 , 2 ; 27, 6 , 3. 1 6 . V a l. M a x . 6 , 1, 7 ; L iv . 8 , 2 2 , 3-4 ; 2 5 , 2 , 9 ; C ic . V err. 1 , 12. 1 7 . P lin . N . H . 3 5 , 1 7 , 5 7 ; p e r o n o lo s p o d ía n c o n v o c a r lo s tr ib u n o s d e la p le b e , L iv . 2 6 , 3 , 8; 4 3 , 16. 1 8 . A p p . B. C. 1 0 , 2 , 1 3 ; P lu t. P o m p . 4 7 ; D io C a ss. 3 8 , 4 , 6 . 1 9 . C ic. A tt. 9 , 9 , 3 ; G e ll. 1 3 , 1 5 ; L iv . 7 , 2 2 , 1-2 ; 3 1 , 6 3 . 2 0 . L iv . 6 , 2 1 , 3 ; ib . 6 , 2 2 , 4 : « I ta q u e e x se n a tu s c o n s u lto p o p u liq u e iu ssu » ; 3 1 , 6 , 3; al r e c ib ir la r e p u ls a a la rogatio d e d e c la r a ció n d e g u e r ra a M a c e d o n ia , e l c ó n s u l, r e ú n e d e n u e v o o tr o d ía lo s c o m ic io s y le s e x p o n e la n e c e s id a d d e la g u e r ra , L iv . 3 1 , 7 , y p o r fin d e s ­ p u é s d e s u d is c u r so e l c ó n s u l lo s e n v ía a n u e v a v o ta c ió n : u ti rogaret, b ellu m iu sseru tit (L iv . 3 1 , 8 , 1; L iv . 3 6 , 1 , 2 ; D io C a ss. 3 8 , 4 1 . 2 1 . P o lib . 6 , 1 4 , 15. 22. S a il. lu g . 3 9 , 3 ; L iv . 4 2 , 3 3 . 23. C ic . Leg. 3 , 10 y 3 3 . 2 4 . P o lib . 6 , 1 4 ; C ic . Leg. .3, 1 9 ; R e p . 2 , 3 6 ; S est. 3 4 . 25. V a rr. L. L . 6 , 9 0 -9 2 . 26. L iv . 2 5 , 4 , 9 ; 2 6 , 3 , 5 -1 2 ; 4 2 , 16. 27. V id . e l d is c u r so d e C ic. P ro R abir. perdu el. reo ; p ro D om . 6 8 y 8 6 . 28. C ic. Leg. 3 , 1 8; In V atin . 1 5 ; L iv . 4 1 , 9. 2 9 . C ic. Sest. 1 5 ; Prou. Consul. 19.

46

L a República

Se celebraban extra pomoerium (por su primitivo carácter militar), ordinaria­ mente en el campo Marte, donde había un lugar inaugurado (tem plum ) y un tri­ bunal. 30 Debía ir precedido de auspicios31. Un presagio fatal imponía la obnuntiatio alio die, dejando la asamblea para otro día; lo mismo que cualquier uitium reco­ nocido por el colegio de los augures32. La estrategia patricia se servía a veces de estos subterfugios, para descartar las proposiciones que veían peligrosas, por me­ dio de la seruatio de cáelo33. Esta caución se reguló por la ley Aelia Fufia, del año 157 a. C. Un magistrado podía oponer sus auspicios a los de otro igual o inferior, si le'parecían desfavorables y de ahí se decía auocare comitia per contio­ nem ( = «apartar, sep arar...» ).35 En la elección de magistrados había un orden determinado. Se elegían primero los cónsules (comitia consularia)·, y al día siguiente, o a los dos o tres días los pretores (comitia praetoria).36 En el desarrollo de los comicios podemos observar tres tiempos: Después de la proclamación hecha ex templo, se daba la señal al son de trompetas desde lo alto de la ciudadela al sur de las murallas: classico ad contionem uocantur. Para los comicios judiciarios convocados por los quaestores parricidii la reunión se pro­ clama en los Rostros (comitia edicere de R ostris)37·, el acusado era citado a com­ parecer por una trompeta que sonaba delante de su puerta y en la ciudadela, y después por un heraldo en su casa, y en las murallas. El pueblo se reunía anti­ guamente en arm as38. Sobre la arx del Capitolio ondeaba al viento un estandarte rojo mientras duraba el proceso. La segunda parte estaba formada por la contio 39, después que el heraldo había pronunciado la fórmula: Omnes Quirites, ite ad conuentionem huc ad iudices. En las sesiones legislativas se establecía un debate preliminar. El presidente cede el uso de la p alabra40 a los privados primero, y luego a los m agistrados41. Pero de ordinario la rogatio era propuesta por el presidente42 y desarrollada por él o por otro en su nom bre43. Luego seguían hablando los o tro s44. La discusión no podía 3 0 . L iv . 3 9 , 3 2 ; 5 , 5 2 , 1 6 ; S erv . ad A en . 1, 4 4 1 ; 4 , 2 0 0 . 3 1 . D io n is . 7 , 5 9 ; L iv . 5 , 1 4 , 4 ; C ic . D iu . 1, 3 , 2 8 . 32. C ic. P hil. 2 , 3 2 ; V arr. L . L. 6 , 8 2 ; L iv . 1, 1 8 , 6 -1 0 ; 8 , 3 2 , 4 . 33. C ic. I n V a t. 15 y 1 7; D om . 3 9 -4 0 ; A t t. 2 , 1 6 , 1; D io C a ss. 2 8 , 13. 34. C ic . P o st red. in senatu , 1 1 . E sta le y a l m is m o tie m p o p r o h ib ía e l agere cum p o p u lo e n c ie r to s d ía s , v id . D o m . 2 5 ; S est. 6 6 ; P is. 9 ; 1 0 ; V a t. 5 ; 18. 3 5 . G e ll. 1 3 , 1 5 . L o s m a g istr a d o s m a y o r e s tie n e n au spicia m aiora, qu ae m agis rata su n t qu am alioru m (G e ll. 1 3 , 1 5 , 7 ) p o r e s o e n e l e d ic to d e lo s c ó n s u le s q u e m arcab a e l d ía para lo s c o m ic io s c e n tu r ia d o s se d e c ía e x p r e s a m e n te : « N e q u is m a g istr a tu s m in o r d e c a e lo seru a sse u e lit » (G e li. ib . 1 ). U n c o n s u l a u g u r se o p o n e a o tr o c o n s u l a u g u r, C ic. P hil. 2 , 8 2 -8 4 . 36. L iv . 2 3 , 2 4 , 3-4 ; 3 2 , 2 7 , 5 -6 ; 3 3 , 2 4 , 1-2. 3 7 . V arr. L. L. 6 , 9 0 ; T a c. A n n . 2 , 3 2 ; P lu t. C. Grac. 3; S e n e c a , D e Ira, 1, 16. 3 8 . D io n is . 4 , 8 4 ; L iv . 1, 4 4 , 1-2 ; 3 9 , 1 5; G e ll. 1 5 , 2 7 . E n e l ya a lu d id o p r o c e so c o n tr a R a b ir io , d e fe n d id o p o r C ic e r ó n , c u a n d o é s t e c o n c lu y ó s u d e fe n s a , e l q u a e s to r p a r r ic id ii q u e era J . C ésar, y e l p r e to r q u e era M e t e lo C é ler , m a n d a r o n arriar la b a n d e ra roja q u e o n d ea b a e n e l J a n ic u lo a n tes d e p r o c ed er a la s v o ta c io n e s , in d ic a n d o c o n e llo q u e r etirab an su a c u sa ció n , v id . R . L a llie r, L e p ro cès d e C. R abiriu s. L e g o u vern e m en t e t l'o p p o sitio n d ém o cra tiq u e au d e b o u t d u co n su la t d e Cicerón·. R e v . H is t . 1 2 (1 8 8 0 ) 2 6 0 ss. 3 9 . V arr. L . L. 6 , 8 8 . 4 0 . Q u in til. 2 , 4 , 3 3 ,3 5 ; L iv . 3 , 7 1 ; 4 2 , 3 4 ; 4 5 , 3 6 . 4 0 . 4 1 . D io C a ss. 3 9 , 5 5 . 4 2 . P lu . C at. M in. 2 8 . 4 3 . L iv . 1 0 , 2 ; D io C a ss. 3 8 , 6 , 5 ; L iv . 1 0 , 2 1 , 5 ; 3 1 , 7. 4 4 . D io n is . 9 , 4 4 ; L iv . 4 5 , 5 6 .

Organización

47

conducir mas que a la aprobación o a la reprobación del objeto de la rogatio, por­ que la ley Caecilia D idia45 había rechazado toda votación per saturam46. Ordina­ riamente la discusión se había elaborado en contiones precedentes. Los comicios, electorales rara vez daban ocasión a discursos im portantes, pero los interesados estaban preparados para defender sus proposiciones.47 E n las cuestiones judiciarias primitivamente había tres acusaciones sucesivas seguidas de otros tantos debates en días consecutivos. Después del tercer debate se pasaba a la deliberación. Más tarde el magistrado publicaba su acusación tres veces, en tres nundinae, después del trinundinum 48 acusaba por cuarta vez y se sostenía el debate serio, quarta accusatio. Estos actos solían tenerse no en los saepta u ouilia, sino en lugares próximos, como el Circus Flaminius, o el Campus Agrippae. { Luego venía el tercer acto o el voto, acto que se anunciaba de diversas ma­ neras: centurias uocare, in suffragium m ittere49, etc. Primitivamente el pueblo iba en orden militar, bajo sus insignias, y dirigidos por sus centuriones50, después simplemente discedebat in centurias. Si la contio no había sido iniciada por un sa­ crificio 51,· y no se había hecho la lectura de la fórmula de la rogatio, o si había inter­ cedido algún cambio, el presidente se sentaba en el tribunal, rodeado de escribas y de heraldos, y abría los actos con un sacrificio y una plegaria pública en pre­ sencia de los pontífices 52, de los augures y de los sacrificadores, y enseguida pro­ nunciaba la fórmula: quod bonum felix, faustum, fortunatumque s i t 53 y exponía al pueblo el objeto de la rogatio en términos precisos. Prim itivam ente los votos se daban oralm enteM. La ley Gabinia del 127 a. C. introdujo el voto por escrito en los comicios electorales 5S, cosa que extiende dos años después la ley Cassia, y la ley Papiria del año 121 a los comicios legislativos, y finalmente la ley Coelia del 117 al proceso de Perduellio. Cada votante recibía dos tesserae, tabellae, una con V. R. (uti rogas), y otra A (antiquo, antiqua probo) negativo56. En los comicios electorales el elector recibía una tablilla donde escribía o hacía escribir los nombres de sus candidatos.

4 5 . C ic . D o m . 5 3 , s eg ú n e sta le y n o s e p o d ía p r o p o n e r a v o ta c ió n d o s a su n to s a u n tie m ­ p o : « Q u a e e s t, q u a e s o , a lia u is , q u a e s e n te n tia C a e c ilia e le g is e t D id ia e n is i h a e c , n e p o p u lo n e c e s s e s it in c o n iu n c tis r eb u s c o m p lu r ib u s id , q u o d n o lit, a c cip e re , a u t id , q u o d u e lit , re­ p u d ia r e ? » . 4 6 . C u a n d o se p r e se n ta b a n a sí fr a u d u le n ta m e n te d iv e r so s te m a s a la v o ta c ió n d e l p u e b lo se lla m a ro g a tio p e r satu ram , v id . I sid o r . O rig. 5 , 16: « S a tu ra le x e s t q u a e d e p lu r ib u s sim u l r eb u s e lo q u itu r , d ic ta a c o p ia reru m e t q u a si a sa tu r ita te » . 4 7 . L iv . 1 0 , 2 1 , 1 3 ; 3 2 , 7 , 8 -1 3 ; 3 9 , 3 9 . 4 0 ; 3 7 , 4 7 ; V e li. P a te r e . 2 , 9 2 . 4 8 . C ic . D o m . 4 5 . 4 9 . L iv . 1 0 , 2 1 , 1 3; 3 7 , 8. 5 0 . D io n is . 7 , 5 9 . 5 1 . L iv . 3 1 , 7 , 1 5: « H u iu s u o b is s e n te n tia e n o n c o n s u l m o d o a u ctor e s t sed e tia m d ii im m o r ta le s, q u i m ih i sa crifica n ti p r e c a n tiq u e u t h o c b e llu m m ih i, se n a tu i, u o b is q u e , so c iis ac n o m in i L a tin o , c la ssib u s e x e r c itib u s q u e n o s tr is b e n e ac fe lic ite r e u n e n ir e t, la e ta o m n ia prosp e r a q u e p o r te n d e r e » . 5 2 . D io n is . 7 , 5 9 ; 1 0 , 3 2 . 5 3 . C ic . D iu . 1, 1 0 2 ; v id . L iv . 2 4 , 1 6 , 9 . 5 4 . D io n is . 4 , 2 0 ; C ic . Leg. 3 , 3 3 -3 4 . C ic . recu erd a q u e su a b u e lo M . T u lio C ic e r ó n fu e u n p a la d ín d e la d e fe n s a d e l v o to o r a l e n s u m u n ic ip io d e A r p in o , Leg. 3 , 3 6 . A . N ic o le t , R om e e t le s élections·. R E L 4 5 (1 9 6 7 ) 9 8 -1 1 1 , a p r o p ó s ito d e l lib r o d e L . R o ss T a y lo r , R om an V o ­ tin g A s se m b lie s, fro m th e H an n ibalic W a r to th e d icta to rsh ip o f C aesar, A n n . A r b o r , 1 9 6 6 . 5 5 . C ic . Leg. 3 , 3 5 -3 6 ; A m ic. 4 1 . 56. C ic . L eg. 3 , 3 9 ; A tt. 1, 1 4 , 5 .

Im República

Al principio las votaciones comenzaban siempre por los caballeros, primero los seniores, luego los iuniores, seguían las centurias de la primera clase57, y así sucesivamente, Como las centurias eran 193 apenas se llegaban a los 97 votos en el sentido que fuera, cesaban las votaciones. Pensando que había 16 centurias de caballeros y 80 de la primera clase, entre ellos se solucionaban de ordinario todos los problemas, no interviniendo los de la segunda y menos los de la quinta clase. Los comicios centuriados se llamaban el maximus comitiatus. Andando el tiem­ po se introdujeron profundas reformas. A partir del año 312 a. C. se asimiló la fortuna mobiliaria a la de los bienes raíces, que hasta entonces constituía la base de dichos comicios. En lugar de las yugadas de tierra cuenta simplemente la cantidad monetaria. Las 18 centurias de caballeros, a las que se agregan las 80 de la primera clase, debían poseer 100.000 sestercios como queda indicado en el cuadro de la ordenación de Servio Tulio, por eso, los plebeyos enriquecidos, que por ser comerciantes o industriales no poseían tierras, entran ahora en las p ri­ meras centurias, y por consiguiente votan de ordinario. Con los que estaban por debajo de la quinta centuria, se organizó una centuria infra classem, de los capite censi, llamados también proletarios. En esta centuria se incluían los que ejercían oficios despreciables, aunque fueran ricos. Con la elevación del nivel de vida o la depreciación de la moneda, entre los años 241 y 179, fue necesario organizar de nuevo el cómputo económico de las clases 58. Se multiplicó por un coeficiente diez o cuatro las fortunas familiares para la permanencia en sus antiguas clases. La primera clase exigirá una fortuna de un millón de ases. Y se hicieron otra innovaciones. Se retiró el derecho de votar siempre las primeras a las 18 centurias de caballeros, empezando la votación por una centuria sacada a suerte entre las de la primera clase; y sobre todo se modificó en el reparto de las centurias relacionándola con la dictribución de las tribus que estaba hecha siguiendo los distritos de la ciudad. Se convino en que cada clase debía estar representada en cada tribu por una centuria de seniores y otra de iunio­ res. De esta forma cada clase contaba con un número igual de votos, porque cada 5 7 . C ic. P hil. 2 , 3 3 . 5 8 . Se h a tra ta d o m il v e c e s e l p r o b le m a d e la s fe c h a s d e la s in n o v a c io n e s d e lo s c o m ic io s c e n tu r ia d o s , e in c lu s o d e l tie m p o e n q u e e m p e z a ro n a r eu n ir se e sto s c o m ic io s . V id . M o m m s e n , H ist, d e R o m a I , 3 2 0 -3 2 3 . D e M a r tin o p ie n s a q u e d e s d e e l p e r ío d o e tr u s c o e n tr a b a n ya lo s p le ­ b e y o s e n lo s c o m ic io s c u r ia d o s, y q u e lo s c e n tu r ia d o s s e o rg a n iza ro n m u y te m p r a n a m e n te , r e c i­ b ie n d o d e la s X I I T a b la s su p o d e r ju d ic ia l. Z m ig r y d e r lo s h a c e r em o n ta r a tie m p o s an ter io r e s a S e r v io T u lio . A r a n g io R u iz d ic e q u e n o s o n a n ter io r e s al 4 0 0 . D i F r a n c isc i, C o n trib u tio n à l ’h isto ire d e s com ices centuriates·. S tu d i A r a n g io R u iz I , 1 9 5 3 , r e n o v a n d o la h ip ó te s is d e s u o r ig e n m ilita r , lo s a tr ib u y e a l s ig lo V , y a n ter io r e s a la s X I I T a b la s d e s d e lu e g o , p u e s to q u e e s t e c ó d ig o in c r e m e n ta e l p o d e r d e lo s c o m ic io s c e n tu r ia d o s. A s í ta m b ié n D e S a n ctis y U . C o li, T rib u e cen tu rie d e ll’antica rep ú b lica romana·. S D H I , 1 9 5 5 . P a is lo s s itú a in m e d ia ta m e n te a n tes d e las gu erra s p ú n ic a s. S ib er p ie n s a q u e e sto s c o m ic io s n o e m p e z a r o n a n tes d e l a ñ o 2 1 3 , L es p lu s anciennes a ssem b lées p o p u la ires romains·. Z S S , 1 9 3 7 . C avaign ac, L ’évo lu tio n d e l ’organisa­ tio n cen tu ria te d ’a p rès les dern ie rs travau x num ism atiques·. M é l. V is sc h e r I , 1 9 4 9 , la fe c h a m ás r em o ta n o p u e d e s u b ir m á s allá d e l a ñ o 3 0 0 , y la refo rm a v in c u la n d o la s c en tu r ia s a la s tr ib u s ser á n lo m á s p r o n to d e l a ñ o 2 3 0 , y lo m á s p r o b a b le d e l 1 1 7 . S o b re e l p a r tic u la r p u e d e n v e r s e ta m b ié n la s s ig u ie n te s o b ra s y tra b a jo s: I . G e n t ile , L e elezion i e il broglio n ella rep u b b lica ro ­ mana·. S tu d ia H is to r ic a 8 4 , R o m a 1 9 7 1 , r e im p r e sió n d e la e d . d e M ilá n 1 8 7 9 ; V . S a le tta , L ’o rd in a m en to cen tu riato. D alla riform a d i S erv io alia «T abu la H eban a», R o m a 1 9 5 9 ; R . A . Stac io li, L e elezio n i m u n icipali n e ll’a n tich ità rom ana, R o m a 1 9 6 3 ; G . N o c e r a , II p o te r e d e i cornizi e i su o i lim iti, M ila n o 1 9 4 1 ; G a llo , L a riform a d e i co m izi centuriati·. S D H Ï , 1 9 5 2 ; S c h ö n b a u e r , D i C en tu rien R e fo r m : S tu d i A lb e r ta r io I , 1 9 5 3 ; S ta b e le y , T h e reform o f th e co m itia curiata·. A J P h , 1 9 5 3 ; N ic c h o ls , T h e reform of th e co m itia centuriata·. A J P h . 1 9 5 6 ; M a ier, C en tu ria praero g a tiu a : R E V I'II; R o ss-T a y io r , T h e cen tu ria te a sem bly b efo re a fter th e re fo r m s : A J P h . 1 9 5 7 .

Organización

49

centuria equivalía a un voto; peto la clase prim era seguía con 70 centurias, ade­ más de las 18 de los caballeros. Las centurias se habían elevado a 375, porque hay que contar las cinco centurias que hay por debajo de Ja quinta clase. La mayoría absoluta se conseguía ahora con 187 votos. Al no tener la primera clase más que 88 votos, las votaciones resultaban mucho más populares. Además ahora entre las 88 centurias se sacaba a suerte sortitio praerogatiuae, para ver qué cen­ turia emitía el voto primera, centuria praerogatiua59, y se hacía así: Se deposi­ taban los nombres de las 98 centurias en una urna (sitella)®, que luego se llenaba de agua. Cuando el presidente indicaba se sacaba en medio la sitella (deferre si­ tellam), y el prim er nombre que salían, designaba la centuria privilegiada. Cuando había terminado de votar esta centuria, y hecho el escrutinio {diribitio) el rogator centuriae llevaba el resultado al praeco. Si el presidente quedaba descon­ tento del resultado, podía llamar a la centuria a los saepta (centuriam reuocare) y hacer que votara de n uevo61, porque el voto de esta centuria influía mucho en el voto de las que seguían. Si el presidente estaba conforme proclamaba el resultado (renuntiare)62 por el heraldo. Enseguida eran invitados a votar los ciudadanos de la prim era clase en sus tribus y centurias. Con frecuencia sucede que 12 centurias de caballeros votan después de la praerogatiua6i, a contiuación las otras centurias peditum de la primera clase y luego las otras seis de caballeros. I xds senadores votaban en principio con las centurias de caballeros, según C icerón64. E n oposi­ ción a la centuria praerogatiua sorte uocata, las otras se llamaban iure uocatae65. Cuando había terminado de votar la primera clase se escudriñaban los sufragios y se apuntaban en un tablero (punctum ferre) llamado diribitorum por los diri­ bitores 66. El resultado de cada una de estas centurias lo anuncia el presidente: Olla centuria consules dicit... Pero el orden de estas comunicaciones se sacaba también a suerte, anunciándolo así el presidente67. Solamente en los comicios judi-

5 9 . C ic . Phil. 2 , 8 2 ; Plane. 4 9 ; L iv . 2 6 , 2 2 , 2 ; 2 4 , 7 , 1 2 ; 1 0 , 2 2 , 1; C ic . Diu. 1 , 1 0 3 . 6 0 . C ic. ftg m . P ro C orn el, m aiest. reo, e n A s c o n . « D u m ta b e lla e d ir ib e n tu r , d u m s ite lla d e fe r tu r , d u m a e q u a n tu r s o r te s , d u m s o r t itio fit» ; A d H eren n . 1 , 1 2 ; L iv . 2 5 , 3 , 1 6 : « S ite lla a lla ta e s t , u t so r tir e n tu r , u b i L a tin i s u ffr a g iu m fe r r e n t» . 6 1 . H a y v a r io s c a so s d e e s to s r eg istr a d o s e n la H is to r ia , L iv . 2 4 , 8 , 1 s s; m u y sim p á tic o e l m o t iv a d o p o r T . M a n lio T ó r c u a to , a q u ie n la cen tu ria praerogativa h a b ía d a d o s u v o to y c u a n d o l o fu e r o n a fe lic ita r , e n s ile n c io s e d ir ig ió a l tr ib u n a l e l c ó n s u l q u e p r e s id ía lo s c o m i­ c io s , y le r u e g a q u e s i le p a r e c e v u e lv a a lla m a r a la cen tu ria praerogatiu a V o tu ria , para q u e c o n s id e r e b ie n la s c ir cu n sta n c ia s e n q u e s e e n c u e n tr a I ta lia , y lo s c ó n s u le s q u e n e c e s ita . A r ­ m a ro n u n p e q u e ñ o tu m u lto lo s d e la c e n tu r ia V o tu r ia , in d ic a n d o q u e v o lv e r ía n a v o ta r a lo s m is m o s , e n to n c e s e í m is m o T o r c u a to le s d ijo : « N e q u e e g o u e s tr o s m o r e s c o n s u l fe r r e p o te r o , n e q u e v o s im p e r iu m m e u m . R e d ite in s u ffr a g iu m e t c o g íta te b e llu m P u n ic u m in I t a lia e t h o s ­ tiu m d u c e m H a n n ib a le m e ss e » . E n c er r a d o s d e n u e v o e n e l o u ili h a b la r o n tr a n q u ila m e n te lo s sen io res c o n lo s iu n iores, y e lig ie r o n n u e v o s c ó n s u le s ; v id . ta m b ié n L iv . 5 , 1 8 , 1-6. 6 2 . C ic. d e s c r ib e r á p id a m en te e l p r o c e so d e la v o ta c ió n y lo s e sc r u tin io s: v id . Phil. 2 , 8 2 : « E c c e D o la b e lla e c o m itio r u m d ie s! S o r titio p r a e r o g a tiu a e q u ie s c it; q u ie s c it (A n t o n iu s ). R e n u n ­ tia tu r ; ta c e t. P r im a c la ssis u o c a tu r, r e n u n tia tu r ; d e in d e , ita u t a d s o le t, s u ffr a g ia ; tu m sec u n d a c la ssis u o c a tu r ; q u a e o m n ia s u n t c itiu s fa c ta , q u a m d ix i. C o n fe c to n e g o tio ...» . Plane. 4 9 : « V o ­ c a ta e tr ib u s, la tu m su ffr a g iu m , d ir ib ita e 'ta b e lla e ’, r e n u n tia ta e . L o n g e p lu r im u m u a iu it P la n ­ c iu s . V n a c e n tu r ia p ra e ro g a tiu a ta n tu m h a b e t a u c to r ita tis, u t n e m o u n q u a m p r io r e a m tu le r it, q u in r e n u n tia tu s s it a u t iis ip s is c o m itiis c o n s u i a u t c e r te in illu m a n n u m » . 63. L iv . 4 3 , 16; C ic . P hil. 2 , 8 2 . 64. C ic . R ep . 4 , 2: « ...g r a tia m , q u a m c o m m o d e o r d in e s d is c r ip ti a e ta te s c la sse s in q u o su ffr a g ia s u n t e tia m se n a tu s» . , 6 5 . L iv . 2 7 , 6 , 3 : « G a le r ía iu n io r u m , q u a e s o r te p r a e ro g a tiu a erat, Q . F u lu iu m e t Q . F a­ b iu m c o n s u le s d ix e r a t, e o d e m q u e iu r e u o c a ta e in c lin a s s e n t n i...» . 66. C ic . Plane. 4 9 ; P is. 9 6 ; A d Q . fr. 3 , 4 , 1; P o s t red. in sen. 11. 67. C ic. M u r. 1 ; L iv . 7 , 2 6 , 1 0 -1 2 ; G e li. 12, 8; S u e t. D o m it. 10. C o n fr e c u e n c i

4

L a República

cíales se seguían anunciando los resultados de las votaciones incluso después de obtenida la mayoría absoluta, para dar. tiempo al acusado de desterrarse volun­ tariamente antes de que se le condenara.68 La asamblea debía terminarse el mismo día antes de ponerse el sol. Los comi­ cios consulares duraban unas cinco horas 69, el nombramiento de los pretores nece­ sitaba mucho más tiempo. Terminado el escrutinio el presidente anunciaba quién había tenido más votos y lo declaraba consul primus·, praetor prim us. . . 70 Aunque todos los ciudadanos romanos tenían derecho a asistir a los comicios centuriados, pocas veces se trasladaban a ellos los hombres del campo, y menos los italianos, con lo cual la plebs urbana era la que en verdad influía en las cosas del E stad o .71 5. Comitia tributa La creación de los tribunos de la plebe reabsorbió en sí a los jefes plebeyos que venían desde los tiempos de la monarquía, los ediles de la plebe, que organizaban, con grandes dispendios de su parte, las fiestas de setiembre, pero que en realidad no tenían ningún poder. Al crearse el tribunado los ediles de la plebe pasan a ser una especie de ayudantes de los tribunos. Los tribunos reúnen el concilium plebis, asamblea de plebeyos, presidida por el tribuno del pueblo. Desde el 493 al 449 elige a los tribunos y a los ediles de la plebe. En estos concilia se decide sobre una proposición (rogatio) del tribuno o de varios tribunos y se emite un decreto, plebiscito 72. Así lo define Festo: «Plebiscito es lo que el tribuno de la plebe ruega a los plebeyos sin los patricios, es decir, les propone y ellos aprue­ b a n » 73. Se diferencia de la ley, según Aulo G elio74: «Lo que el tribuno de la plebe propone al pueblo en los concilia plebis y el pueblo sanciona no son leyes, sino plebiscito»; y G aiu s75: «Ley es lo que el pueblo manda y establece, plebis­ cito lo que ordena y determina la plebe». Este nombre no cambia de sentido en toda la trayectoria de la vida romana. En un principio la plebe legislaba sólo para sí, sus decisiones no afectaban ni obligaban en nada a los patricios, y, cuando se relacionaban con los intereses generales, no tenían más valor que el de una peti­ ción al pueblo cuyo rogator era el tribuno y adscriptores los reunidos en el conci­ lium p leb is76. Más tarde fueron elevados a categoría de leyes públicas propiamente dichas77, distinguiéndose únicamente por las expresiones lex consularis, lex tri­ en la le y e l p r im e r o q u e v o ta . A s í e n la lex agraria (B o e b ia ? ) d e l 6 4 3 / 1 1 1 , C IL . I 2, 5 8 5 : « T r i­ b u n i p le b e i p le b e m io u r e r o g a u e r u n t p le b e s q u e io u r e s c iu it... T r ib u s ... p r in c ip iu m fu it, p r o tr ib u Q . F a b iu s Q . f. p r im u s s c iu it» . C f. ta m b ié n la Lex Acilia Repetundarum (C I L . I 2, 5 8 3 ), y R ic o b o n o , F on tes..., p p . 8 5 y 1 0 3 . 6 8 . P o lib . 6 , 14. 6 9 . C ic . Fam. 7 , 3 0 , 1. 7 0 . L iv . 2 9 , 2 2 , 5 ; C ic . I n P is. 2 ; V e li. P a te r c . 2 , 5 9 ; V a l. M a x . 6 , 9 , 14 . 7 1 . C ic . L eg. A g r. 2 , 2 6 . 7 2 . C ic. Leg. 1, 4 3 ; 3 , 3 3 -3 9 ; L iv . 2 , 5 6 ; 2 , 6 0 , 4 -5 ; D io n is . 9 , 4 1 . 7 3 . F e s t. p . 3 3 0 M . 7 4 . G e ll. 1 5 , 2 7 , 4 . 7 5 . G a i. In s t. 1, 3 . 7 6 . C ic. L eg. A g r. 2 , 2 2 . 7 7 . G a i. In st. 1, 3 ; P o m p o n . D . 1 , 2 , 2 , 8 : « . ..M o x cu m r eu o a ca ta e s t p le b s : q u ia m u lta e d isc o r d ia e n a sc eb a n tu r d e h is p le b is c itis , p r o le g ib u s p la c u it e t ea o b se ru a ri, lege H o rten sia , e t ita fa c tu m e s t, u t in te r p le b is c ita , e t le g e m s p e c ie s c o n s titu e n d i in té r e ss e n t: p o t e s ta s a u te m e a d e m e ss e t» .

Organización

η

bunicia. El término de esta evolución lo marca la lex Hortensia de 289 a 286 a. C., disponiendo que «todos los ciudadanos queden obligados al cumplimiento de lo que mande la plebe». Según se cree, dos leyes anteriores habían dado ya esta dis­ posición, que la Hortensia no hace más que confirmar, la lex Valeria-Horatia del 449 a. C .78 y una lex Publilia Philonis del 339 79, pero se discute la verdadera ex­ tension de sus disposiciones. Al parecer sometían el plebiscito a la última apro­ bación de la senatus auctoritas, o convertían los concilia plebis en verdaderos comitia tributa, que tienen en cuenta las tribus o lugar de habitación de los ciu­ dadanos. En la lex Valeria-Horatia aparecen estas asambleas con poder legislativo e integradas también por patricios. En el momento en que las asambleas de la plebe pueden legislar también para los patricios, éstos hacen todos los imposibles por tomar parte en ellas, e incluso tratan de soslayar la influencia de la masa del pueblo. Para ello en el año 443 se excluyó una buena parte de los plebeyos, al no convocar a quienes no tuvieran posesiones sujetas a pago de impuestos, o no estuvieran obligados al servicio militar. Además de las tres tribus primitivas de, Tities, Ramnes y Luceres, que Servio Tullo elevó ya a cuatro, y en el año 493 eran ya veintiuna, cuatro urbanas y diecisiete rùstiças; en el año 341 había treinta y una rústicas amén de las cuatro urbanas. Ahora se incluyen a todos los ciuda­ danos, sin excluir a los no propietarios y a los mismos libertos 80. La plebe, por consiguiente, cuenta con una mayoría enorme de personas, pudiéndose decir que los comicios tributos eran verdaderamente una asamblea popular. P ero... alresi dir los pobres y libertos esencialmente en las ciudades, y sobre todo en Rom toda esa m ultitud enorme estaba incluida en las cuatro tribus urbanas; y además en el año 220 se determina incluir en las tribus urbanas a los trabajadores agríco­ las y a los libertos que vivieran en el campo, con lo cual estas cuatro tribus se engrosaron más y más con elementos procedentes de las tribus rústicas. Como los ricos tenían todos posesiones en el campo, estaban inscritos en las tribus rústicas81.· De todo ello resultaba que entre toda la población pobre contaba cuatro votos, reservándose los patricios y clase media treinta y uno. Estos comicios se reunían, en el F o ro .82 Los comicios tributos podían ser interrumpidos por un rayo caído delcielo o por un relámpago, por un ataque de epilepsia sobrevenido a uno de los asis­ tentes (morbus com itialis)^. Desde el año 157 a. C. la ley Aelia Fufia dio a todos

7 8 . L iv . 3 , 5 5 , 2 ; 3 , 6 7 , 9 . 7 9 . L iv . 8 , 1 2 , 1 4 ; c f. infra n o ta 1 2 2 . 8 0 . L o s n o m b r es d e la s tr ib u s era n é sto s : L a s c u a tr o u rb an as: P a la tin a , C o llin a , E sq u ilin a , S u b u ran a o S u cu sa n a ; y la s rú stica s d ise m in a d a s p o r I ta lia : A e m ilia , A n ie n s is , A r n ie n s is , C a­ m illa , C la u d ia , C lu tu m în a , C o r n e lia , F a b ia , F a ler n a , G a le r ía , H o r a tia , L e m o n ia , M a ec ia , M e n e ­ n ia , V fe n tin a ( o O u fe n tin a ), P a p ir ia , P o llia , P o m p tin a , P u b lilia , P u p in ia , Q u irin a , R o m u lia , S a b a tin a , S c a p tia , S erg ia , S te lla tin a , T e r e n tin a , R o m e n tin a , V e lin a , V o ltin ia , V o tu r ia . T o d o s lo s ciu d a d a n o s d e la R e p ú b lic a y lu e g o d e l I m p e r io d e b ía n estar in s c r ito s e n alg u n a d e e sta s tri­ b u s. A d e m á s h a b ía o tr a s tr ib u s h o n o ra r ia s ú n ic a m e n te m ilita r es: A e lia , A u g u s ta , A u r e lia , F lau ia, I u lia V lp ia . A v e c e s p a ra id e n tific a r m ejo r a u n in d iv id u o a s u s n o m b r es p e r so n a le s s e agre­ g ab a ta m b ié n e l d e la tr ib u a q u e p e r te n e c ía d e o r d in a r io e n a b la tiv o : « S e r . S u lp ic iu s Q . F . L e m o n ia R u fu s » (C ic . Phil. 9 , 1 5 ); « C a lu u ’ P a la tin a u ir n o b ilis ac b o n u ’ b e llo » (L u c il. e n N o n . 4 6 2 , 2 8 M e r e .). 8 1 . L iv . 9 , 4 6 , 1 1; 4 5 , 1 5 , 1; C ic. D e O r. 1 , 3 8 . 8 2 . P r im itiv a m e n te e n e l C o m itiu m , y a q u e lo s m a g istr a d o s s o lía n h a b la r al p u e b lo d e sd e e sta p a r te d e l F o r o ( D io n is . 7 , 1 7 , 5 9 ) y lo s tr ib u n o s d e s d e e l V u lc a n a l ( D io n is . 2 , 5 0 ; 6 , 67; 7 , 17; L iv . 2 , 5 6 , 1 4 ). 8 3 . L iv . 4 6 , 4 2 ; A p p . B. C. 1, 3 0 ; C ic . D iu . 2 , 4 2 : « l o u e to n a n te , fu lg u r a n te , co m itia

•Ï2

L a República

los magistrados el derecho de observación del cielo*4 lo que hacía incierta la fecha de los comicios, hasta el punto de no poderse señalar fecha fija. El día en que se celebraban los comicios, se convocaban las tribus por un heraldo. De ordinario presidía un tribuno, que se sentaba en el tribunal en medio de sus colegas Impuesto el silencio por un heraldo86 se abríanla sesión con unas preces públicas87, e inmediatamente después proponía el tributpysu rogatio88. Nadie po­ día interrum pir al tribuno mientras hablaba bajo pena de gravísimos castigos, según prescribía la ley Tullia, por eso la proposición de la ley solía hacerla un heraldo M, A continuación se abría el debate, y cuando parecía que el asunto estaba suficien­ tem ente discutido el presidente disponía pasar a la votación: «Discedite, Quirites, si uobis u íd eatu r» 90. Cada tribu se ponía en su lugar y emitía su voto. La procla­ mación o el anuncio del voto de cada tribu se hacía por suerte. Los custodes me­ tían en una urna tantos signos como tribus había (sortes aequare) 91, luego se llenaba de agua la urna, se hacía girar y conforme salían los signos representativos el pre­ sidente anunciaba el voto de cada una de las tribus. Sitellam deferre, «traer la urna» eran las palabras con que el presidente indicaba el paso a los escrutinios92. Cada tribu ocupaba su ouile correspondiente No dejaba de ser un problema la fricción de competencias entre las dos clases .de comicios, los centuriados y los tributos, porque ambos tienen potestad legisrlativa, y ambos elegían magistrados. Su formación constitucional determinó por fin las atribuciones de cada una» Los comicios centuriados, como representantes del ejército, fueron los únicos competentes para elegir a los magistrados cum imperio, cónsules, pretores, dictadores; los comicios por tribus elegían a los magistrados menores: cuestores, ediles, curules y jefes del pueblo, esto es, tribunos y ediles de la p leb e.93 E n el terreno judicial la acusación de delitos que pudieran llevar consigo la condena a pena capital, se presentaba en los comicios por centurias; las acusa­ ciones que no llevaran consigo más que multas o castigos menores, se presen­ taban a los comicios por tribus. «Tum leges praeclarissimae de X II Tabulis translap o p u li h a b e r e s n e fa s » ; y 4 3 : « I ta q u e c o m itio r u m s o lu m u it iu m e s t fu lm e n » ; e ib. 7 4 : F u lm e n s in is tr u m a u s p ic iu m o p t u m u m h a b e m u s a d o m n is res p r a e te rq u a m a d c o m itia » . 8 4 . C ic . Prov. C om . 4 6 ; In Vatin. 2 3 ; In Pis. 1 0 ; P ro Sest. 3 3 . 8 5 . L iv . 2 5 , 3 , 1 3 -1 9 . 8 6 . A uct. a i H erenn. 4 , 5 5 y 6 8 . 8 7 . S e iv . tui Aen. 1 1 , 3 0 1 ; C ic . In Caecil. 43. 8 8 . l i v . 3 , 6 4 , 1 0 -1 1 ; 3 , 6 5 , 3 -4 ; 2 2 , 1 0 , 2 -8 ; 2 6 , 3 3 , 1 2 -1 4 q u e v a m o s a traslad ar a q u í, p ara q u e s e v e a u n tip o d e rogatio, c o n s u r e s p u e s ta c o r r e sp o n d ie n te : « L . A t iliu s tr ib u n u s p le b is e x a u c to r ita te s e n a tu s p le b e m i n h a e c u e r b a ro g a u it: 'O m n e s C a m p a n i A te lla n i C a la tin i S a b a tin i q u i s e d e d id e r u n t in a r b itr iu m d ic io n e m q u e p o p u li R o m a n i Q . F u lu io p r o c o n s u li, q u o s q u e u n s se c u m d e d id e r e q u a e q u e u n a s e c u m d e d id e r e agru m u r b e m q u e d iu in a h u m a n a q u e u te n s ilia q u e s iu e q u id a liu d d e d id e r u n t, d e iis r e b u s q u id fie r i u e lit is u o s r o g o , Q u ir it e s ’. P le ­ b e s s ic iu s s it: 'q u o d s e n a tu s iu r a tu s, m a x im a p a r s, c e n se a t, q u i a d s ie n t, id u o lu m u s iu b e m u s q u e » . 8 9 . D io n is . 7 , 1 7 ; 1 0 , 4 2 ; C ic . Sest. 7 9 . 9 0 . C ic . Flacc. 1 5 . 9 1 . C ic . Leg. A gr. 2 , 2 0 -2 2 , p r e se n ta C ic e r ó n lo s m a n ejo s q u e lo s c a c iq u e s h a c ía n para c o n s e g u ir i o q u e q u e r ía n b a jo c a p a d e le g a lid a d : ...« S o r tie tu r tr ib u s id e m R u llu s . H o m o f e lix e d u c e t q u a s u o le t tribus»· . .. Q u i s le g e m tu lit? R u llu s. Q u is m a io r e m p a r te m p o p u li s u ffr a g iis p r o h ib u it? R u llu s . Q u is c o m itiis p r a e fu it, q u is tr ib u s q u a s u o lu it u o c a u it n u llo c u s to d e s o r ti­ tu s, q u is x u ir o s q u o s u o lu it c re a u it? I d e m R u llu s . Q u e m p r in c ip e m r e n u n tia u it? R u llu m . 9 2 . C ic . Nat. D . 1 , 1 0 6 ; L iv . 2 5 , 3 , 1 5 -1 6 ; P lu t . TL Graccb. 11 . 9 3 . V id . C ic . Pro Plane, e n q u e s e tra ta d e la d e fe n s a d e la le g a lid a d e n la e le c c ió n d e e s t e c iu d a d a n o para la e d ilid a d c u r u l. D e e s t o s c o m ic io s h a b la ta m b ié n C ic . e n Leg. Agr. 2 , 2 7 ; Leg. 3 , 4 5 ; y G e ll. 1 5 , 2 7 .

Organización

53

tae duae, quarum altera priuilegia tollit, altera de capite ciuis rogari nisi maximo comitiatu u e ta t» .94 En el campo legislativo los comicios por tribus tienden a suplir los antiguos concilia plebis, y sus decisiones (plebiscitos) son leyes para todo el pueblo a par­ tir, como hemos dicho, de la lex Hortensia, año 248 a. C. Los plebiscitos de dere­ cho privado son muy numerosos durante los últimos siglos de la República. Cita­ remos entre los más importantes: la ley Canuleia, plebiscito del año 445 que auto­ rizaba el matrimonio entre plebeyos y patricios; la ley Poetelia Papiria, del año 386, que suaviza la condición de los deudores; la ley Cincia, de donis et mune­ ribus (año 204), por la que se prohibía a los oradores recibir paga o regalos por la defensa de sus patrocinados: ns quis oh causam orandam pecuniam donumue accipiat95; la ley Aquilia de fecha incierta, sobre el daño causado injustamente; la ley Laetoria de principios del siglo II sobre la condición jurídica de los impú­ beres y menores de 25 años; la ley Falcidia, sobre los regalos, del año 40 a. C., en ella se fija que la legítima del heredero será por lo menos el cuarto de la sucesión. La distribución de los actos legislativos entre los dos comicios no estaba jurídicamente fijada. Por costumbre los cónsules debían presentar sus proposiciones de ley o roga­ tiones a los comicios centuriados; los pretores y los tribunos a los comicios por tribus. Sus disposiciones tenían la misma fuerza. Desde el 286 los cónsules Máximo y C. Elio Peto, para verse libres de la auctoritas patrum, presentaron sus proyectos de ley ante los comicios por tribus. A partir de entonces la acción legislativa se ejercía casi exclusivamente en los comitia tributa, quedando para los centuriata la función judicial, la elección de magistrados mayores y la votación y declaración de g u erra.96 El que preside los comicios es el responsable de conservar el orden en ellos, debe de proceder con suma prudencia para que no surja ningún tumulto ni albo­ roto, así lo indica Cicerón: «Que no haya lugar a la violencia. Nada es tan perni­ cioso a los ciudadanos, nada es tan contrario al derecho y a las leyes, nada menos digno del ciudadano y del hombre que la decisión por la violencia en una repú­ blica ordenada y constituida. La ley manda ceder a la intercesión, y nada más excelente, porque mejor es impedir una cosa buena que conceder una mala. Cuan­ do prescribo que la responsabilidad caiga sobre el autor, de la proposición, lo digo según parecer del sapientísimo Craso, y el senado pensó como él, cuandodecretó según el informe del cónsul C. Clodio, referente a la sedición de C.Carbón, que no podía haber sedición sin consentimiento del que hablaba ante el pueblo, puesto que tiene autoridad para disolver la asamblea en cuanto hay intercesión y la per­ turbación comienza. El que continúa cuando ya no es posible la deliberación, quiere la violencia: nuestra ley le quita la im punidad».97 La vida política de Roma se desarrolla prácticamente en estas asambleas. De su votación dependía el nombramiento de los magistrados, y por tanto indirecta­ mente el reclutamiento de los miembros del senado. Para muchos romanos era la única palestra en que podían actuar públicamente. Quien se ganara la simpatía del pueblo entraba por los comicios en la vida pública, y aunque fuera un plebeyo,

94. 95. 96. 97. e n L iv .

C ic. Leg. 3 , 4 4 . ^ V id . T a c. A n n . 1 1 , 5 ; 1 5 , 2 0 ; 1 3 , 4 2 ; L iv . 2 9 , 2 0 , 11. S o b r e la d is tin c ió n e n tr e e sta s a sa m b le a s e sc r ib e A u lo G e lio , 15 , 17 . C ic. Leg. 3 , 4 2 . U n ca so d e e s to s e n q u e t ie n e q u e in te r v e n ir e l c ó n s u l p u e d e v e rse 2 5 , 3 , 19.

54

L a República

siguiendo el cursus honorum, por el que iba ascendiendo el pueblo, llegaba a las magistraturas mayores y.al mismo senado. Los plebeyos tienen que ganarse a pul­ so todos los honores, como Catón el Censor y Cicerón; a los patricios se los con­ fieren «aun durm iendo».98 A veces surgen individuos que se ganan la popularidad y constituyen facciones políticas, mejor que partidos propiamente dichos. Durante un período de tiempo, años 202 al 184, la gente Cornelia domina la política romana, hasta el punto que la plebe quiere nombrar cónsul perpetuo a Escipión el Africano. La oligarquía luchó contra los Escipiones y logró reducirlos a su primera categoría de gens par inter pares. Polibio juzga la constitución romana como el sistema más perfecto de gobierno, porque reúne las ventajas de los tres tipos de regímenes: monarquía, aristocracia y democracia, atemperado cada uno de ellos por los otros Todos formaban el pueblo romano, todos participaban en su gobierno. En la Roma, pues, de este tiempo, no puede hablarse ni de aristocracia ni de democracia, todo lo hace y administra senatus populusque Romanus. 6. E l senado E l senado continúa siendo una asamblea de notables 10°, con escaño vitalicio, que aconsejaba a los cónsules, como antes lo hacía a los reyes. Las vacantes se pro­ veían después de cada censo, y los nombraban los cónsules, como antes los reyes, por eso nunca se habló de condiciones requeridas para ser senador. Ni el rey ni los cónsules eran miembros del senado.101 Lo im portante en estos momentos es que así como durante la monarquía no eran admitidos en el senado más que los aristócratas, ahora, en cambio, fueron llamados un gran número de plebeyos. De sus 300 miembros tradicionales, los ciudadanos antiguos, los patres, no cubrían más que 136 escaños, ocupando 164 los nuevos ciudadanos, conscripti. De ahí la doble designación cuando se les nom­ braba: patres et conscripti, que luego se redujo a patres conscripti, con el valor de «padreí/eunidos». Sin embargo, esto, que al parecer era una gran concesión al pueblo, no solu­ cionó los problemas planteados en el seno de la sociedad romana, es decir, la igualdad real de todos los ciudadanos. La lucha sigue en un tira y floja de logros y reser­ vas. Como efecto indirecto de esta lucha el senado fue tomando prerrogativas y poderes que nunca tuvo. Para la facción de los nobles los cónsules resultaban ser dos personas destacadas por ellos mismos para su propia defensa, dos mandatarios suyos que debían obedecer tanto a las normas reguladoras de su partido frente a

98. C ic. V err. 5 , 1 8 0 -1 8 2 : « s e d n o n id e m lic e t m ih i q u o d iis q u i n o b ili g e n e r e n a ti su n t, q u ib u s o m n is p o p u li R o m a n i b e n e fic ia d o r m ie n tib u s d e fe r u n tu r ; lo n g e alia m ih i le g e in h ac c iu ita te e t c o n d ic io n e u iu e n d u m e s t ...» . V id . ta m b ié n C ic. R ose. A m . 3; 9; D iu . in Caecil. 6 9 ; Plane. 6 7 . S o b r e sa lía n en e ste tie m p o la s fa m ilia s d e lo s F a b io s, d e lo s E m ilio s , d e lo s F u lv io s F la c o s, d e lo s E sc ip io n e s , d e lo s G r a c o s, c f. F . C a sso la , I g ru p p i p o litic i n ell I I I secolo a. C ., T r ie s te 1 9 6 2 . 9 9 . C ic. R ep . 2 , 4 1 -4 3 . 100. « S u m m u m e s t p o p u li R o m a n i p o p u lo r u m q u e e t g e n tiu m o m n iu m ac r eg u m c o n s iliu m s e n a tu s » , c o m o d ic e C ic er ó n , P ro D o m o , 7 3 ; v id . ta m b ié n Sen ect. 1 8 ; S est. 1 3 7 ; H ar. R espon . 4 8 . 1 0 1 . P r e r ro g a tiv a s, s e s io n e s , e tc ., d e l s e n a d o la s e x p o n d r e m o s u n p o c o m ás a d e la n te al p r e ­ sen ta r e l S e n a d o d e la R e p ú b lic a . U n a m a g n ífic a e x p o s ic ió n d e lo s e le m e n to s d e la v id a p o lí­ tica rom an a : la s m a g istra tu ra s, lo s h o n o r e s , e l p u e b lo y su s a sa m b lea s, e l s e n a d o , lo s ordin es, e l im p eriu m , p u e d e v e r s e e n E . M ey e r , R öm isch er S taat und S aatsgedan ke, Z u r ic h 21 9 6 1 .

Organización

55

la plebe, como a las leyes del Estado. Los cónsules sabían que su poder era suma­ mente efímero, procedente de la nobleza y que dentro del año tendrían que volver a ser simples ciudadanos. Un año era muy poco tiempo para poder impo­ nerse a los jefes de su partido en el caso de que quisiera favorecer al pueblo, podía incluso temer que su colega nombrara un dictador, con lo cual se veía supendido en sus funciones. Prácticamente, pues, quien gobernaba era el consejo de la no­ bleza, que era un organismo estable, frente a la anualidad del cónsul. Los papeles, por ende, quedan invertidos, el senado, de simple consejero, ha pasado a ser el poder reinante y gobernante, y el cónsul, en realidad, viene a ser un simple man­ datario del senado, aunque exteriormente aparezca lo contrario. Tenemos a este respecto un testimonio fehaciente y es un párrafo de Cicerón: «este es el único camino de la dignidad y del honor, creedme: el ser alabado y apreciado por los varones sabios y favorecidos por la fortuna. Conocer la orde­ nación de nuestra ciudad sapientísimamente establecida por nuestros mayores, los cuales, no soportando el poder de los reyes, crearon magistrados anuales de forma que hicieron prevalecer el consejo eterno del senado de la patria, y logra­ ron que las puertas de esta suprema asamblea estuvieran siempre abiertas a todo el pueblo y a los méritos y facultades de todos los· ciudadanos. Hicieron que el senado fuera el guardián, el supervisor y el defensor de la patria, y determinaron que los magistrados participaran de la autoridad de este orden, y que fueran como los administradores y ministros de este gravísimo consejo y quisieron que el mismo senado confirmara el esplendor de los órdenes próximos y protegiera y acrecentara la libertad de la plebe».102 Legalmente las proposiciones o rogaciones que se llevaran a la asamblea del pueblo no necesitaban deliberación, ni asentimiento del senado, pero en este tiempo fue haciéndose así y creando el uso, del que era peligroso apartarse. To­ das las resoluciones que excedieran el año, como los tratados políticos, la admi­ nistración, la división de tierras, etc., dependía del senado. El cónsul tramita los asuntos corrientes, los procesos civiles y manda el ejército. El poder está en manos de la aristocracia.103 Poco importa que en el senado haya un buen número de plebeyos, porque por más que se les llama a boca llena «senadores», su papel dentro de la corpora­ ción pesa muy poco. No eran elegibles para los cargos públicos. Su cometido era muy secundario. Por otra parte eran personas ricas que querían aproximarse a los nobles, cuya posición financiera dependía mucho del senado, tal como su parti­ cipación en la distribución de las tierras públicas, sus derechos al disfrute de los pastos comunales, por todo esto estaban a disposición de los nobles. Por otra parte los cónsules patricios, revisan y modifican cada cuatro años las listas de los senadores, con lo cual los plebeyos que no resultaran gratos eran expul­ sados del senado. C ic . Sest. 1 3 7 . S o b re e l se n a d o d e e sto s tie m p o s p u e d e n v e r s e las o b r a s sig u ie n te s : G . B lo c h , L es o rigin es d u sén a t rom ain (R e c h e r c h e s su r la fo r m a tio n e t la d is s o lu tio n d u sén a t p a tr ic ie n ), P a r is 1 8 8 3 ; M . C a lca g n i, V iltà , n efan dezze e d e liti d e tte gran di assem blee p olitich e. I l sencto rom ano. (C o n u n a c o n c lu s io n e g e n e ra le s u ile p r in c ip a li a ssa m b le e p o litic h e a n tich e e m o d er n e ), I . A r c e 1 9 2 9 ; F . D e M a rin o A v o n z o , La fu n zion e giu risdizion ale d e i sen ato rom dno (U n iv . d i G e n o v a ), M ila n o 1 9 5 7 ; W ille m s , L e sénat d e la ré p u b liq u e rom aine, L o u v a in 1 9 5 7 -1 9 5 8 , 3 v o l.; A . O r m a n n i, Saggi su l regolam ento in tern o d e l sen ato rom ano (E tà d e lla R e p u b b . e d e l P rin cip a to ), M ila n o 1 9 5 9 ; G . B lo c h , L a ré p u b liq u e rom ain e (L e s c o n flits p o litiq u e s e t so c ia u x ), P a ­ ris 1 9 1 3 ; J. G a g é , L es classes sociales dan s l ’E m p ire rom ain, P a r is 19 6 4 . 102. 103.

56

L a República

7. El pueblo: el tribuno de la plebe Por de pronto queda constituido lo que en adelante se llamará el pueblo romano. Los plebeyos que antes apenas se distinguían de los extranjeros domi­ ciliados, de los clientes de los reyes, es decir, de los habitantes tolerados en el territorio romano, ahora, al entrar en las listas de las centurias, son ciuda­ danos romanos. Ello supone un paso muy im portante hacia la igualdad, aunque no puedan ser elegidos para cargos sacerdotales ni civiles, ni puedan disfrutar de los productos de los terrenos públicos, por ejemplo, de los pastos para sus ganados. Por el derecho de la prouocatio sienten protegida su vida, como la de cualquier patricio, y pueden aspirar a ciertos grados en el ejército, aunque no se les permita unirse en matrimonio con la casta de los nobles. Advierte el pueblo que, conforme la lucha por la igualdad va tomando cuerpo y exigencias concretas, los supremos magistrados, miembros de una de las partes interesadas, se inclinan y sirven únicamente a su facción, a la aristocracia, y que antes que comportarse como gobernantes mediadores, como había sucedido con los reyes, los cónsules resultan servidores privilegiados de su partido. El pueblo se desilusiona y exaspera con el resultado de la expulsión de los reyes. Si antes tenían un señor, ahora ven tantos señores como aristócratas. Con todo, viendo las cosâs a nuestra distancia, podemos advertir en la crea­ ción del consulado el principio de la vida política del pueblo romano, aunque está lejana todavía la consecución de sus derechos ciudadanos; y de momento tenga que pasar la plebe por las peores condiciones de su existencia, por la mi­ seria más astrosa, por los vejámenes más humillantes. Pero el pueblo no cesará en su propósito, cuando no pueda de otra forma se retirará ordenado en centurias al Mon­ te Sacro (Crustumerium, hoy M onte Redondo, entre el Tiber y el Anio) con el pro­ pósito de fundar allí una ciudad plebeya. Corrían los años 259/495. El senado nombró una delegación de diez comisionados, presidida por T. Largio, M. Va­ lerio y Menenio Agripa, que negoció la reconciliación. Celebrada ha sido siempré la fábula del estómago y de los miembros con que el gran Agripa explicó a la plebe secesionada la verdadera situación del momento: Los miembros desconr tentos de que les tocaba todo el trabajo mientras que el estómago no hacía más que embuchar, se conjuraron par negarle sus servicios; las manos no llevaron alimento a la boca, y los dientes no mascaron; pero entonces ellos mismos per­ dieron su fuerza, y, finalmente, vieron que no podían pasarse sin el estómago, ni éste sin ellos.104 Vinieron a un convenio: se perdonaron las deudas, los esclavos por deudas obtuvieron la libertad, se creó una nueva magistratura para proteger al pueblo: el tribunado de la plebe I05. En un principio se crearon dos tribunos, frente a los dos cónsules, elegidos por curias. Los tribunos gozarán de inviolabilidad (serán sacrosancti), y su obligación será defender n la plebe de toda injuria, interpo­ niendo su veto contra cualquier resolución del senado y contra las disposiciones

1 0 4 . L iv . 2 , 3 2 , 8 -1 2 . 1 0 5 . L iv . 2 , 3 3 , 1 -3. C ic er ó n . R e p . 2 , 5 8 , c o m o S a lí. H ist. 1 f ig . 1 1 , r e ú n e n d o s tr a d ic io n e s al d e c ir q u e la p le b e se r etira al m o n te S acro y al A v e n tin o . F e s t. (s . c. « s a c e r » ) d ic e q u e a n tes s e lla m a b a V a llo r b a , p e r o « sa cer m o n s a p p e lla tu r tra n s A n ie n e m p a u lo u ltra te r tiu m m ilia r iu m , q u o d e u m p le b e s , c u m s e c e ss is se t a p a tr ib u s , c re a tis tr ib u n is p le b is , q u i s ib i e s s e n t a u x ilio , disc e n d e n te s I o u i c o n sec r a u e ru n t» .

Organización

57

de los cónsules (intercerssio - veto), negando los reclutamientos e impuestos (inhi­ bitio delectus). En materia de justicia criminal su competencia será ilimitada, y en caso de apelación defenderán su sentencia ante la asamblea del pueblo. La tradición recuerda tres secesiones de la plebe. La primera motivada por las deudas, en el año 494 a. C. Después del intento de conciliación del dictador Valerio, la plebe se retira cerca de Crustumina, que luego se llamará Mons sa­ cer 106, o según otros al monte Aventino, hasta que consiguieron la creación del tribunado de la plebe. La segunda provocada por el abuso del poder de los segundos triunviros, dirigida por Virginio e Icilio, tuvo lugar en el Aventino y después sobre el monte Sacro, consiguiendo la ley Valeria -Horada del año 449, confirmando la ley de las X II Tablas, obligando a los cónsules a conformar las normas jurídicas a la ley decenviral, a respetar la prouocatio ad populum, la inviolabilidad de los tri­ bunos y de los ediles de la pîebe, y el valor legal de los plebiscitos. La tercera secesión, que probablemente es la única histórica, entre el año 289 V 286, sobre el Janiculo aboca a la ley Hortensia, que establece definitivamente la validez legítima de los plebiscitos, no sólo para los plebeyos, sino pata todos los ciudadanos.107 Para remediar las querellas, formular acusaciones por cualquier opresión y poder estar al tanto de la opinión del pueblo, podrán convocar a la plebe (comitia tributa) y podrán dirigirla. Tenían facultad de reunir también al pueblo para informarlo de las leyes y plebiscitos que se intentaran proponer, en las juntas llamadas contiones10S. Los tribunos de la plebe tenían su casa abierta día y noche y no podían alejarse más de una milla de Roma. Su poder cesaba fuera de la ciudad, donde sólo persistía la autoridad m ilitar y la de los cónsules. E ste cargo no podrán desempeñarlo más que los plebeyos, los elegirán los comicios por centurias y los confirmarán los comicios por tribus. La inauguración del cargo se hace el 10 de diciembre. Luego ya se eligieron cinco trib u n o s.109 Como insignia tenían asientos de pies rectos {subsellia), y como ayudantes unos alguaciles (uiatores) y los ediles de la plebe, que guardaban sus escritos, vigila­ ban la policía y la caja común de los plebeyos, que se conservaba en el templo de Ceres, en el Aventíno, como los cuestores conservaban la de la ciudad en el tem­ plo de Saturno^ inspeccionaban el mercado, etc. Los tribunos de la plebe tenían derecho de apresar, pero no de llamar a nadie ante sí. Lo vemos en Aulo Gelio uo, expuesto en una carta de Ateyo Ca­ pitón, en que cuenta que el gran jurisconsulto Labeón, citado por un tribuno de la plebe a su presencia, le respondió con el mismo viator que le había enviado 1 0 6 . L iv . 2 , 2 3 -3 2 ; D io n is . 6 , 2 2 -7 1 ; V a tr . L. L. 5 , 8 1 ; P lu t. Coriolan. 6 . 1 0 7 . L iv . E p it. 1 1: « P le b s p r o p ter aes a lie n u m , e t g ra u es e t lo n g a s s e d itio n e s a d u ltim u m s e c e s s it in I a n ic u lu m : u n d e a Q . H o r te n s io d ic ta to r e d e d u c ta e s t » . P lin . N . H . 1 6 , 1 0 . 37; G e li. 1 5 , 2 7 , 4 : « Q . H o r te n s iu s d ic ta to r e a m le g e m t u lit , u t e o iu r e , q u o d p le b s sta tu iss.e t, o m n e s Q u ir it e s te n e r e n tu r » . 1 0 8 . S e n tid o d e C o n tio , v id . G e ll. 1 9 , 7 ; C o m itia y con tion es, C ic. L eg. 3 , 10; G e ll. 13, 1 6 ; L . H o m o , L as in stitu cio n es p o lític a s rom anas, M é x ic o 1 9 5 8 ; G . H u m b e r g , R E I V , c o l. 6 7 9 -7 1 5 ; F . D e M a r tin o , S to ria d ella c o stitu zio n e rom ana, N a p o li 1 9 5 1 -1 9 7 1 , 6 v b l.; A lth e im , L ex sacrata. D ie A n fan g d e r pleb eiscb en O rgan isation , 1 9 4 0 ; N ic c o lin i, II trib u n a to della p le b e , 1 9 3 2 ; B le ic k e n , D a s V o lk strib u n a t d e r K la ssicb en R e p u b lik zw isch en 28 7 u n d 139 v. C., 1 9 6 5 ; H ill, T h e R o m a n M id d le Class in th e R epu blican period, 1 9 5 2 ; L . R o ss-T a y lo r , R om an v o tin g A ssa m b lies, fro m th e H an n ibalic W a r d to th e d icto rsh ip of Caesar, A n n . A rb o r, 1 9 6 6 . 1 0 9 . C ic . Leg. 3 , 1 6 -2 5 ; L iv . 2 , 5 8 , 1-2. 1 1 0 . G e ll. 1 3 , 1 2 , 1 -4.

58

L a República

el tribuno para llam arlo..., «mandó al que le había enviado que volviera y dijera a los tribunos que no tenían potestad de llamarlo a él ni a nadie, porque según el derecho de los antiguos los tribunos tenían la facultad de apresar, pero ñ o ­ la de llamar a su presencia; que ellos estaban en su perfecto derecho de llegar hasta donde él estaba y mandarlo arrestar, pero que no tenían poder de llamar a un ausente a su presencia». Y esto mismo lo confirma Gelio, un poco más adelante, con una palabra de Varrón en su libro 21 de Rerum Humanarum·. «En­ tre los magistrados — dice Varrón— unos tienen el derecho de llamar a su pre­ sencia, otros el de arrestar, y otros, ni lo uno ni lo otro. Pueden llamar a su presencia los cónsules y demás magistrados que tienen el imperium·, el derecho a apresar los tribunos de la plebe y cuantos tienen viador-, no tienen derecho ni a llamar ni a arrestar, por ejemplo, los cuestores y los que no tienen viador ni lictor. Los que tienen derecho a llamar, pueden también arrestar, retener y llevar consigo, y todo esto ya en presencia física del paciente, ya si lo mandan llamar. Los tribunos de la plebe no tienen en absoluto derecho a llam ar;' y a pesar de eso, muchos ignorantes lo hicieron como si lo tuvieran, e incluso algunos llama­ ron no sólo a ciudadanos privados, sino que osaron citar a los rostros a los mismos cónsules. A mí me citó una vez el tribuno de la plebe P. Porcio y no fui, manteniendo el derecho tradicional, según el parecer de personas impor­ tantes. Y siendo yo tribuno jamás llamé a nadie, ni consentí que lo hiciera nin­ gún colega».111 Es un poco extraño, comenta G e lio 112, que quien puede prender no pueda llamar, puesto que prende para llevar a su presencia; pero esto es así, porque el tribunado de la plebe no fue creado para administrar justicia, ni para juzgar las querellas de los ausentes, sino para interponer su intervención en los actos presentes; para impedir que se cometan injusticias -en el momento, y por eso se les prohibe pernoctar fuera de la ciudad, y deben tener siempre abiertas las puertas de su casa, para evitar con su presencia constante que puedan cometerse injusticias contra el pueblo. «No podían los tribunos hacer que el juez no estatuyera, que el senado dejase de tomar su decisión ni que las centurias dejasen de emitir sus votos. Sólo én virtud de su función como jueces podían demandar, por medio de sus alguaciles (uiatores) m, y ante su tribunal, a todo ciudadano, cualquiera que fuese, aun al mismo cónsul en ejercicio, hacerle prender y, en caso de contumacia, arrestarlo preventivamente o exigir una caución, y, por último, pronunciar la pena capital o la multa» U4. Los tribunos citaron «ante los comicios por tribus a los que se

111. G e ll. ib . 6. 112. G e ll. ib . 7 -9. 1 1 3 . D e e s to s u ia tores s a le n lu e g o lo s licto res, c o m o v e m o s e n G e ll. 1 2 , 3: « V a lg iu s R u fu s in s e c u n d o lib ro r u m q u o s s c r ip s it d e re b u s p e r ep istu la m qu aesitis, lic to re m d ic it a lig a n d o , a p p e lla tu m e ss e , q u o d , c u m m a g istr a tu s p o p u li R o m a n i u ir g is q u e m p ia m u e r b e ra r i iu s is s e n t, cru ra e iu s e t m a n u s lie a r i u in c ir iq u e a u ia to r e s o lita s in t, is q u e , q u i e x c o n le g io u ia to r u m o ffi­ c iu m lig a n d i h a b e r e t, lic to r s it a p p e lla tu s ; u titu r q u e ad eam r em te s tim o n io M . T u lli u e r b a q u e e iu s r e fe r t e x o r a tio n e , q u a e d ic ta e s t P ro R abirio (1 3 ): 'L ic to r , in q u it, c o n lig a m a n u s ’. H a e c ita V a lg iu s . E t n o s s a n e cu m illo s e n tim u s; s e d T ir o T u lliu s , M . C ic er o n is lib e r tu s , licto rem u e l a lim o , u e l a licio d ic tu m sc r ip sit. L ic io e n im tr a n u er so , q u o d lim u m a p p ella tu r , q u i m a g istr a ­ tib u s , in q u it, p r a e m in istr a b a n t c in c ti e ra n t» . 114. T h . M o m m s e n , H ist, d e R om a I , 3 4 1 . L o s tr ib u n o s d e la p le b e , c o m o to d o s lo s m a ­ g istr a d o s c o n p o d e r c o e r c itiv o , n o s o la m e n te c ita b a n a ju ic io p o r h e c h o s co n tr a la le v , sin o ta m ­ b ié n p o r p a la b ra s, p o r q u e la d ig n id a d d e R o m a h a b ía q u e c o n ser v a r la c o n u n a d is c ip lin a in ­ v io la b le . A s í se d e d u c e d e l h e c h o q u e n o s refiere G e lio (1 0 , 6 5 ): « A p p i illiu s C a e c i filia a

Organización

59

oponían (por ejemplo) a la ley Agraria, como Tito Menesio, Spurio Servilio y hasta los cónsules Furio y Manlio. Los patricios se asustaron de este paso que denotaba su vigor y el tribuno Genucio fue hallado muerto la víspera de verifi­ carse el juicio. De tales recursos se valían a menudo los patricios para quitar de en medio a sus enérgicos contrincantes. Dión Casio dice terminantemente: "los nobles no oponían resistencia abierta, pero se desembarazaban traidoramente de sus más audaces adversarios”» . 115 No podían los tribunos convocar las centurias porque no tenían mando mili­ tar, pero en cambio podían convocar y dirigir las tribus. Al fin y al cabo eran los mismos ciudadanos los que concurrían por centurias y por tribus, pero en esta segunda asamblea desaparecía la división entre los ricos y los pobres. Había 21 tribus, 4 urbanas y 17 rústicas, ordenadas por el domicilio; no por el naci­ miento ni por la fortuna 116. Aquí los patricios estaban en minoría. Al no votar la primera la nobleza, sino por suertes, podía suceder que en esta asamblea, aun estando compuesta de los mismos individuos, hubiera en sus votaciones una oposición manifiesta a los comicios centuriados. De la mera defensa pasaron pron­ to las tribus al ataque contra la aristocracia, arrebatando despacio pero con. cons­ tancia un derecho tras otro. Es verdad que de las reuniones del tribuno con el pueblo no salían leyes, pero emanaban plebiscitos, o manifestaciones de la volun­ tad de la plebe. Hacia el año 457 los tribunos elegidos llegaron a diez y se obli­ garon conjuntamente a no estorbarse unos a otros. El tribunado no fue evidentemente una solución muy acertada. Lo que de ahí se siguió fue el que la plebe pudiera organizarse mejor e impunemente contra el patriciado, sin que se extirparan las injusticias y las verdaderas causas del mal­ estar 117. Se combatía con frecuencia en la calle y los asesinatos de una y otra parte se multiplicaban. Como las leyes no estaban escritas cada uno las aplicaba en su propio interés. Fue necesario suspender las magistraturas ordinarias, inclu­ so el tribunado y se nombraron los decenviros (decemuiri consulari imperio legi­ bus scribundis). 8. Las X I I Tablas Los decenviros del año 451 gobernaron a gusto de todos: fueron justos, blan­ dos y concordes. E n poco tiempo presentaron diez Tablas; llevadas a los comi­ cios por centurias fueron elevadas a la categoría de leyes 118. La legislación no lu d is , q u o s s p e cta u e ra t, e x ie n s tu rb a u n d iq u e c o n flu e n tis flu c tu a n tisq u e p o p u li ia c ta ta e s t . A tq u e in d e e g re ssa , c u m s e m a le h a b ita m d ic e r et: 'q u id m e n u n c fa c tu m e s s e t’ in q u it 'q u a n to q u e ar­ tiu s p r e ss iu s q u e c o n flicta ta e s s e m , s i P . C la u d iu s , fr a te r m e u s , n a u a li p r o e lio c la sse m n au iu m c u m in g e n t i c iu iu m n u m e r o n o n p e r d id iss e t? C e rte q u id e m m a io r e n u n c c o p ia p o p u li o p p ressa in te r c id is s e m . S e d u tin a m ’ in q u it 'r e u iu is c a t fr a te r a lia m q u e c la ss e m in S ic ilia m d u c a t atq u e is ta m m u ltitu d in e m p e r d itu m e a t, q u a e m e n u n c m a le m ise ra m c o n u e x a u it! ’ O b h a ec m u lie ris u e r b a tam im p r o b a ac ta m in c iu ilia C . F u n d a n iu s e t T ib e r iu s S e m p r o n iu s, a e d ile s p le b e i, m u l­ ta m d ix e r u n t e t a eris g r a u is u ig in ti q u iq u e m ilia . I d fa c tu m e s s e d ic it C a p ito A te iu s in com ­ m e n ta r io d e iu d iciis p u b licis b e llo P o e n ic o p r im o F a b io L ic in o O ta c ilio C r a sso c o n s u lib u s» . 1 1 5 . C ésa r C a n tú , H ist. U n iversal I V , B a rc e lo n a , p . 2 5 7 . 1 1 6 . A s í, se g ú n la d iv is ió n d e S e r v io T u lio (L iv . 1 , 4 3 ; 2, 2 1 ; D io n is . 4 , 1 5 ). D e s p u é s el n ú m e r o d e la s tr ib u s s u b ió a 3 5 (L iv . 1, 4 3 ; E p it. 1 9 ), n ú m e r o q u e ya q u e d ó fijo e n lo su ­ c e s iv o . C f. n o ta 8 0 . U n e s t u d io e x h a u s tiv o d e la s 3 5 tr ib u s r o m a n a s, s u h is to r ia y sai u b ic a c ió n , p u e d e v e r s e e n L . R o ss-T a y lo r , T h e V o tin g d istr ic ts o f th e R om an Republic·. A m a e r ic. A c . in R o m e, P ap . e t M onagr. X X , 1960. 1 1 7 . C o n fr e cu en cia s u ú n ic o o b je tiv o e s o b sta c u liz a r la a c ció n d e l se n a d o , p o n ie n d o en s u m o p e lig r o m u ch a s v e c e s a la. p a tria , v id . C ic. R e p . 2 , 5 9 ; Leg. 3 , 7 . 1 1 8 . L iv . 3 , 3 3 -3 4 . S o b re e l a m b ie n te p o lít ic o so c ia l q u e se c e r n ía en R o m a en la prim era

60

L a República

quedaba terminada y se eligieron de nuevo decenviros para el año 450. Estos terminaron la legislación añadiendo dos tablas más, hasta el número de X II. Resultaron verdaderos tiranos 119, y, aunque pasado su mandato, no querían de­ poner la magistratura hasta tener aprobada toda la legislación 12°. Pero en el código admirable de las X II Tablas, quedaba aún una pequeña semilla de dis­ cordias: la negación del ius connubii a los plebeyos. Como resultado de la arbi­ trariedad de los últimos decenviros, el ejército se retiró de nuevo al Monte Sacro. El senado envió como medianeros a Lucio Valerio y a Marco Horacio, a quienes, después de su gestión conciliadora, se eligió cónsules para el año 4 4 9 .121 9. Nuevas consecuciones de los plebeyos: el censo Los cónsules del año 449 Valerio y Horacio, dieron las siguientes leyes (leges Valeriae-Horatiae): 1) Que las resoluciones de los comicios por tribus, apro­ badas por el senado, en m ateria de derecho privado, tengan el mismo valor que las determinaciones de los comicios por centurias122. Con ello la reunión pri­ vada de la plebe pasaba a ser asamblea nacional. 2) Que quien creara una nueva magistratura, sin los trámites debidos, fuera declarado reo de alta traición y decapitado. 3) Que las personas de los tribunos, de los ediles, de los jueces y de los cónsules fueran inviolables (sacrosantae). 4) Que los decretos del senado serían custodiados por los ediles plebeyes en el templo de Ceres, y no por los cuestores en el templo de S aturno.123 Los tribunos ya no se sientan en la esplanada anterior a la curia, sino que entran en el senado. Los comicios por tribus desde el año 447 eligen no sólo a los tribunos de la plebe, sino también a los cuestores, pero a éstos últimos sólo de entre los patricios. En el año 445, a propuesta del tribuno Canuleyo, y tras largos debates, se deroga la ley de las X II Tablas que negaba el ius connubii a los plebeyos m . De ahora en adelante plebeyos y patricios podrán contraer nuptias legitimas.

m ita d d e l s ig lo V

a. C . y q u e m o t iv ó la c o m p ila c ió n d e l c ó d ig o d e c e n v ir a l, v é a s e m i trabajo

E l la tín d e las d o ce T ablas. A m b ie n ta c ió n h istó r ic a : H e lm á n tic a 6 1 (1 9 6 9 ) 6 7 -1 0 3 . 1 1 9 . C ic. R e p . 2 , 6 3 ; L iv . 3 , 3 5 -3 9 . 1 2 0 . C ic. ib . 2 , 6 2 ; D io n is . 1 0 , 5 6 -6 1 . 1 2 1 . C ic. R ep . 2 , 6 3 ; L iv . 3 , 3 5 -3 9 . 1 2 2 . L iv . 3 , 5 5 . L a s tr e s le y e s q u e e le v a n e l p le b is c ito a le y g e n e r a l so n : 1.a) e sta le x V a leria-H oratia: « C u m u e lu t in c o n tr o u e r so iu r e e s s e t te n e r e n tu r n e p a tr e s p le b i s c itis, le g e m c e n ­ tu ria tis c o m itiis tu le r e u t q u o d tr ib u tim p le b e s iu s s is s e t p o p u lu m te n e r e t» (L iv . 3 , 5 5 , 3 );

2 .a)

L e x P u b lilia P h ilo n is (a ñ o 3 3 9 ): « V t p le b is c ita o m n e s Q u ir ite s te n e r e n t» (L iv . 8 , 1 2 , 1 4 ); 3 .a) L ex H o rten sia , a ñ o 2 8 6 : « V t q u o d p le b s iu s s is s e t, o m n e s Q u ir ite s te n e r e n t» . N o d eja d e llam ar Ia a te n c ió n e l h e c h o d e q u e h a y a tres le y e s d is tin ta s e n e l m is m o s e n tid o . E n tr e lo s in té r p r e te s u n o s lo e x p lic a n d ic ie n d o q u e la le y V a le ria -H o r a cia h a b ía d e te r m in a d o q u e lo s p le b is c ito s t u ­ v ie r a n fu er z a d e le y c u a n d o h u b ie r a n o b t e n id o la a p r o b a c ió n d e l s e n a d o ; la le y P u b lilia o r d e ­ n ab a q u e lo s tr ib u n o s d e b ía n d e h a b er o b t e n id o e l c o n s e n tim ie n to d e l s e n a d o a n te s d e l v o to (A p p . B. C. 1, 5 9 ), y la le y H o r te n s ia s u p r im ía e n a b s o lu to la in te r v e n c ió n d e l se n a d o . O tr o s p ie n sa n q u e e sta s tr e s le y e s r e s p o n d e n a o tr o s tres m o m e n to s d e c is iv o s e n q u e lo s p a tric io s h a b ía n tra ta d o d e e lu d ir la s n o rm a s d e lo s p le b is c ito s , y cada u n a d e e sta s le y e s e sp ec ifica m ás !a fu erza d e le y d e e sta s n o rm a s em a n a d a s d e lo s c o m ic io s tr ib u to s . P u e d e v e r s e I h n e , D ie E n tw ic k elu n g d e r röm ischen T ribu tcom itien ·. R h e in . M u s, N . S . 2 8 , p p . 3 5 3 -3 7 9 . 1 2 3 . L iv . 3 , 5 5 . 1 2 4 . L iv . 4 , 1 ss. C ic. R e p . 2 , 6 3 .

Organización

61

, El mismo año 445 proponen los tribunos que en adelante uno de los cónsules habrá de ser plebeyo. La proposición de la ley suscitó una enorme lucha de parti­ dos que duró ocho años. De todas formas en el año 443 se creó la censura, desglosándola del consu­ lado, y que sólo los patricios podrían desempeñar. Según Tito Livio 125 no fue el exceso de trabajo de los cónsules lo que movió a los padres a tomar esta deter­ minación, sino evitar que, al llegar los plebeyos al consulado, dependiera de ellos la lectio senatus, Los censores eran al principio dos, como los cónsules. Eran elegido en los comicios por centurias, no necesitaban confirmación de los comicios curiados, porque no tenían imperium, sino simple potestas. Al principio el cargo duraba cinco años 06, y al tom ar posesión debían jurar en el templo del Capitolio guar­ dar las leyes (in leges iurare). Este cargo era concedido como recompensa a quien hubiera desempeñado bien otras magistraturas, y se hubiera comportado siempre como un hombre cabal. Empezó siendo una magistratura insignificante y se nom­ bró por primera veç a Papirio y a Sempronio, de cuyo consulado se dudaba, encargándoles de la confección del censo, y de ahí se les impuso el nombre de «censores». «En este año — dice T, Livio— se crearon los censores, magistra­ tura que empezó humildemente, pero que después cobró tanto incremento, que posee el régimen de las costumbres y de la disciplina romana, y el análisis del honor y deshonor de cada uno para entrar en el senado y en las centurias de caballeros; y bajo su voluntad y decisión se halla el derecho de los lugares públi­ cos y privados, y los tributos del pueblo romano». m Su principal cometido era vigilar sobre las costumbres, y formar el censo de los ciudadanos128. Cada cinco años convocaba el censor al pueblo romano a una revista que debía celebrarse en el Campo de M arte. Previamente se daba a conocer el criterio con que se haría el examen del pueblo (formula censendi). Arites del amanecer observaban los auspicios, si eran favorables, daba el heraldo la orden de convocar al pueblo: Omnes quirites, pedites, armatos priuatosque uoca inlicium hue ad m e 129. El pueblo debía presentarse armado en el Campo de M arte. Sólo los aerarii iban desarmados. Cada padre de familia debía contestar según su leal saber y entender (ex animi sententia) a las preguntas sobre-su nom­ bre, edad, mujer, hijos, domicjlio, siervo, animales, fortuna, etc. Los censores, según las necesidades del Estado y los avatares de las haciendas, formaban las nue­ vas listas, haciendo subir a unos en la escala de las fortunas y haciendo bajar a otros, o incluyéndolos entre los aerarii, que no tenían más derechos que pagar el impuesto. Después de la plebe venían al escrutinio los caballeros, llevando de la brida a sus corceles, colocándose según sus tribus y centurias. Los que habían terminado su servicio, obtenían la licencia; a los que habían de quedar en activo, se les decía traduc equum «adelante con tu caballo»; si eran demasiado pobres, o se

125.

L iv . 4 , 8 , s ie n d o c ó n s u le s M . G e g a n io M a c e r in o iteru m , T . Q u in c tio C a p ito lin o quin­

tum . 1 2 6 . L iv . 2 , 2 4 . ' 1 2 7 . L iv . 4 , 8 , 2 -7 . 1 2 8 . A s í l o d e m u estr a e n e l a ñ o 1 7 9 Q . C e c ilio M e t e lo , e n u n d isc u r so p r o n u n c ia d o en e l s e n a d o , a lo s d o s c e n so r e s r e c ie n te m e n te e le g id o s , L iv . 4 0 , 4 6 y v . ta m b ié n 4 2 , 3 , 1 -1 1 . 1 2 9 . V a r r. L . L. 6 , 8 6 . « L la m a a to d o s c iu d a d a n o s ... a c o m íc io a q u í ju n to a m í» .

62

La República

les acusaba de algún delito, se les degradaba diciendo: uetide equum 13°. Los lugares que quedaban vacíos se llenaban con infantes de la centuria siguiente. El censor podía degradar a un ciudadano por acciones inmorales, no sólo por la dilapidación de su hacienda; y en sus reprensiones eran absolutos, nadie podía revocar su juicio, a no ser el próximo censor. No tenía más ley que su con­ ciencia. Si hubiera entre los ■senadores quien hubiera perdido el censo, o se hu­ biese deshonrado, era borrado de la lista de senadores, poniendo a otro en su lugar. Con ello confeccionaba también la lista de senadores, lectio senatus. Con frecuencia las notas de los censores eran demasiado severas, como nos recuerda Valerio Máximo diversos casos131, o motivadas por causas que ahora no parecerían ridiculas. De este tipo presenta Aulo Gelio tres casos notables. 1.° Por un chiste. El censor preguntaba bajo juramento a cada uno de los ciu­ dadanos: «¿Cómo piensas sinceramente que te comportas con tu mujer?». Un guasón pensó que había llegado el momento de hacer un buen chiste delante de las personas que presenciaban su declaración, y cuando el censor le dirigió la fórmula que se había fijado: V t tu ex animi tui sententia uxorem habes? El respondió: Habeo quidem uxorem, sed non her cie ex animt mei sententia ( = l a tengo, pero no a mi gusto). EI censor le impuso una multa y lo calificó en su referencia de dicharachero m entecato.132 2 ° El otro caso es por un bostezo. Llamado un ciudadano romano por un amigo ante los censores y en presencia de éstos bostezó ruidosamente. Sin más, el censor lo mandó azotar allí mismo, por su osadía y descaro de sentirse allí como Pedro por su casa. Del castigo y de la calificación de «descarado» se libró únicamente jurando que lo había hecho contra su voluntad, porque padecía la enfermedad del «bostezo».133 3.° Y por fin, otro por demasiado gordo. El caso lo toma Gelio de Sabino Masurio, en el libro séptimo del Memorial. Haciendo el censo P. Escipión Ná-

1 3 0 . A s í s u c e d ió , s e g ú n G e lio ( 4 , 1 2 ) a u n c a b a lle r o q u e t e n ía flaco y d e s c u id a d o su ca­ b a llo , y a o tr o q u e p o r e sta r m u y g o r d o p e sa b a d e m a sia d o para q u e e l c a b a llo p u d ie ra m o ­ v e r s e á g ilm e n te c o n ta l jin e te ( G e ll. 4 , 2 0 , 1 1; 6 , 2 2 ). L a c o m p e te n c ia d e lo s c e n so r e s la d e ­ te r m in a c la r a m e n te C ic e r ó n {Leg. 3 , 7 ): « C e n so r e s p o p u li a e u ita te s , s u b o le s , fa m ilia s , p e c u n ia s q u e c e n s e n to , u r b is te c ta te m p la , u ia s, a q u a s, aerariu m u e c tig a lia tu e n to p o p u liq u e p a r te s in tr ib u s d is c r ib u n to , e x in p e c u n ia s , a e u ita te s , o r d in e s p a r tiu n to , e q u itu m p e d itu m q u e p r o le m d is c r ib u n to , c a e lib e s e s s e p r o h ib e n to , m o r e s p o p u li r e g u n to , p r o b r u m in s e n a tu n e r e lin q u o n to ; b in i s u n to , e a q u e p o te s ta s s em p e r e s t o » . P a ra J u v e n a l n o c o n ser v a b a la cen su ra e sa d ig n id a d e x tr a o rd in a r ia , s in o q u e a te n d ía s o b r e to d o a la h a c ie n d a y al d in ero : « P r o tin u s ad c e n su m , d e m o r ib u s u ltim a fiet q u a e s tio : q u o t p a s c it s er u o s? q u o t p o s s id e t agri iu g era ? q u a m m u lta m a g n a q u e p a r o p s id e cen a t? Q u a n tu m q u is q u e su a n u m m u m ser u a t in arca, ta n tu m h a b e t fid e i» (I u v e n a l. 3 , 1 4 0 -1 4 4 ). S o b re lo s c e n so r e s y s u s c o m e tid o s p u e d e v e r s e ta m b ié n : E . C a v a ig n a t, P o p u la tio n e t capital, S tra sb o u r g 1 9 2 0 ; I d ., E n core un m o t su r l ’organ isation cen tu riate au I I e siè c le : R B P h 7 (1 9 2 8 ) 1 4 8 1 ; I d ., P eu t-on re co n stitu er l ’éch elle d e s fo rtu n es dan s la R o m e républicaine?·. A H E S 1 (1 9 2 9 ) 4 8 1 ; I d ., L e cens rom ain au x I I I e e t I I e siècle a. C .: R P h , 1 9 3 4 , 7 2 ; K lo t z , Z u r G e s­ ch ich te d e r röm . Zensur·. R h e in . M u s ., 1 9 3 9 ; S c h m a lin g , D ie S itten a u fsic h t d e r Z en soren , 1 9 3 8 ; O . L e u z e , Z u r G esch ich te d e r röm isch en C ensu r, H a lle -S a a le 1 9 1 2 ; A . L o tti F a r a v e lli, O rigin e d ella censura rom ana, 1 9 3 7 ; J . S u o la h ti, T h e R om an Censors. A stu d y on social S tru ctu re, H e l­ s in k i 1 9 5 3 ; F . C a n c e lli, S t u di su i cen sores su ll’a rb itra tu s della le x con tractu s, M ila n o 1 9 5 7 , 2 .a e d ., 1 9 6 0 ; G . P ie r i, L ’h isto ire du C ens ju sq u ’à la fin d e la R é p u b liq u e rom ain e, P a r is 1 9 6 7 . 1 3 1 . V a l. M a x . 2 , 9 . 1 3 2 . G e ll. 4 , 2 0 , 2 -6 . 1 3 3 . G e ll. ib . 7 -1 0 .

Organización

sica y Marcos Popilio vieron que se acercaba a ellos un caballero gordo y lus­ troso y bien ataviado, mientras su caballo estaba flaco y desaliñado. «¿Por qué, le preguntan, tú estás mejor cuidado que tu caballo? — Es que yo me cuido a mí mismo, y al caballo lo cuida Estacio, un siervo que no tiene arte para nada». La réplica no les pareció respetuosa y le impusieron una buena m u lta .134 Vigilaba también las costumbres y las virtudes patrias (regimen morum disciplinaeque romanae), de lo cual resultó, por lo menos en este tiempo y en el que inmediatamente le sigue, una serie de ciudadanos admirables. Dice Dioni­ sio 135: «Los romanos abrían todas las casas y extendían la autoridad de los cen­ sores hasta lo más interior y les entregaban la inspección y observación de todo cuanto allí se hacía, juzgando que ni el señor podía ser cruel en el trato de sus esclavos, ni el padre excesivamente riguroso e indulgente en la educación de sus hijos, ni el marido injusto en el trato con su mujer, ni los hijos desobedientes a los padres ancianos, ni los hermanos podían reclamar mayor parte de la hacien­ da en lugar de la equitativa, ni podían durar toda la noche los banquetes y la bebida, ni permitirse liviandades y seduccciones de gente joven, ni se podían omitir los honores tradicionales en los sacrificios y entierros, ni hacer otra cosa alguna que fuera contra la obligación y la utilidad del Estado». Después del censo venía el lustrum, purificación o expiación general del pue­ blo nuevamente ordenado. Un toro, un carnero y un cerdo (suouetaurile), eran llevados tres veces en torno del pueblo en armas 136. Uno de los censores mataba las víctimas, vestido de toga pretexta y coronada su cabeza. En el tiempo a que nos referimos esta potestas estaba reservada, como hemos dicho, a los nobles. 10. La cuestura Reservada también a los patricios en este momento, los cuestores eran los administradores de los cónsules. Eran cuatro: dos designados directamente por los cónsules estaban encargados de la ádministración del tesoro público; los otros dos eran los intendentes del ejército, y eran nombrados por los comicios por tribus; pero todo ello patricios. La amenaza de que un cónsul fuera plebeyo movió a los nobles a quitar a los cónsules la designación de los cuestores urbanos y pasarlo al nombramiento de los comicios centuriados, donde ellos prevalecían. Con ello buscaban que, lo mismo que los cometidos del censor, no saliera de sus manos la administración del tesoro público. El juego salió mal a la nobleza, porque la designación de los cuestores urbanos no pasó a los comicios centuria­ dos sino a los tributos, lo mismo que se hacía ya con los cuestores del ejército. Basándose el pueblo en que los dos cuestores del ejército no ostentaban un cargo civil, sino militar, y que los plebeyos eran aptos para la cuestura, como lo eran para el tribunado militar, consiguieron poder ser elegidos para esta cuestura, y enseguida, en el año 421 a. C. también para la cuestura urbana 137, con lo cual se les abrió el camino del senado.

134. 135. 136. 137.

G e ll. ib. 11. D io n . F rg m . 2 0 , 3. L iv . 1, 4 4 , 1-3. L iv . 4 , 4 3 , 3 -5.

64

L a República

11. Nuevas intrigas de los nobles Día a día la nobleza iba perdiendo prerrogativas, y notaba que la plebe, subiendo constantemente de nivel social, se les iba equiparando. Como no podían procedet contra estos hechos por vía legal, recurrieron a la intriga: con amenazas, supercherías, cohechos, añagazas, y otros enredos que manejaban a las mil ma­ ravillas trataban de impedir la elección de los plebeyos; hasta el punto de que ya en el año 432 a. C. hubo necesidad de promulgar leyes en m ateria de elec­ ciones {de ambitu). O tras veces en las listas de la elección inscribían un gran número de candidatos plebeyos, para que el pueblo dispersara sus votos, o se ponían sólo los plebeyos que ciertamente no serían elegidos, omitiendo los nom­ bres de los que con toda probabilidad hubieran sido votados por la mayoría. Y si esto no les resultaba se refugiaban en motivos religiosos, porque este campo lo dominaban aún totalmente, al no haber entrado los plebeyos en ningún colegio sacerdotal. Contra toda justicia natural y todo el derecho romano los actos políticos emanados del pueblo, ya fueran leyes o elecciones, se hicieron depender de la aceptación del colegio de los Augures, que se decían interpretar la voluntad de los dioses, Bastaba, pues, que ese colegio se pronunciara en contra de tal elec­ ción, para que fuera anulada. De esta manera, por más que los plebeyos podían ser elegidos desde casi mitad del siglo V cuestores y tribunos militares, ninguno de la plebe fue elegido cuestor hasta el año 40 a. C.; ni tribuno m ilitar hasta el 4 0 0 .138 12. La igualdad politica Estamos por los años 390 a. C. Los galos o celtas han incendiado la ciudad de Roma y arruinado todas las haciendas rústicas de la comarca. Los patricios han disminuido muy notablemente, porque unos perecieron en las batallas y otros fueron sacrificados en Roma por los invasores139. Roma se reconstruye deprisa y mal, porque los pueblos próximos, latinos, hérnicos, volscos, ecuos y etruscos quieren hacer leña del árbol caído y sacudirse el yugo del dominio romano. Por fortuna Roma cuenta con un genio de la guerra y un ideal del ciudadano, que es Camilo 14°. Uno tras otro de los pueblos insurgentes van sintiendo la habi­ lidad del «padre de la Patria», y la ciudad se va recuperando (años 386-377). Pero hay u n peligro inmenso de que, aprovechándose del abatimiento del pueblo, unos cuantos desaprensivos acumulen todas las riquezas en sus manos, aniqui­ lando a la clase media. Los tribunos del año 376, Cayo Licinio Estolón y Lucio Sextio propusieron tres leyes trascendentales (Leges Liciniae Sextiae): 1) Oe aere alieno, lo que hasta ahora se había pagado de intereses en las deudas se debía restar del capital, y el resto de las deudas se debía pagar en tres años Hi. 2) De modo agrorum. En el aprovechamiento del ager publicus tendrían parte los patricios y los plebeyos. Ningún ciudadano poseería más de 500 yugadas (la yugada tenía 2.323 m2) de él, y no podría mantener en los pastos comunales 1 3 8 . L iv . 1 3 9 . L iv . 1 4 0 . L iv . V ir g . A en . 6 ,

141.

4, 5 4 , 2-8 ; L iv . 5 , 1 2 , 9 y 5 , 1 3 , 2 -3 . 5 , 3 9 s s. 5 , 19 ss; v id . ib. 7 , 1 , 9 -1 0 ; 5 , 2 8 ; 6 , 3 y 4 ; C ic . S est. 1 4 3 ; Cael. 3 9 ; Pis. 5 8 ; 8 2 5 ; G eo rg . 2 , 1 6 9 ; H o r . O d . 1 , 1 2 , 4 2 ; P r o p e r t. 3 , 1 1 , 5 9 .

Liv. 6, 35, 4.

Organización

65

más de cien cabezas de ganado mayor y 500 del menor. Se pagaría un diezmo por los campos y un quinto por árboles y viñedos, haciéndose de ello responsable el censor, que lo aplicaría a subvencionar los gastos del ejército. De lo que cada uno poseyese más de las 500 yugadas del ager publicus, se harían lotes de siete yugadas y se darían a los plebeyos pobres en legítima propiedad142. 3) No deben elegirse ya más tribunos militares. Uno de los cónsules ha de ser siempre ple­ beyo. 143 La lucha por estos proyectos de ley duró diez años. Al fin los patricios nom­ braron dictador a Camilo, los plebeyos eligieron por décima vez consecutiva a ambos tribunos, y amenazaron con una secesión 144. Camilo, después de largas resistencia, cedió: las leyes fueron confirmadas (año 366) y Licinio Sextio fue el prim er cónsul plebeyo 145. El mismo Camilo abdicando de sus antiguos prejui­ cios de casta, vio que por fin todos los ciudadanos de Roma formaban un solo pueblo y edificó el templo de la Concordia en un extremo del Comitium, donde se reunían las asambleas del pueblo y donde el senado también celebraba sus sesiones con frecuencia. 13. E l pretor. Los ediles curules Tratando de salvar lo que podían, idearon los nobles rezagados disgregar del consulado otra de sus facultades: la administración de la justicia. Con el pre­ texto de que sólo ellos conocían la jurisprudencia, propusieron, como compensa­ ción de sus cesiones, el que se nombrara un pretor que, en su opinión, debía de ser siempre p atricio.146 Para atender a la vigilancia del mercado, la jurisdicción de policía, y la direc­ ción de las fiestas cívicas, crearon otros dos magistrados, que opusieron a los ayudantes del tribuno de la plebe y llamaron ediles curules, que también habían de ser elegidos de entre los patricios.147 Todo en vano, porque muy pronto (a. 366) consiguieron los plebeyos el acceso a la edilidad cu ru l148 y con ella tuvieron también patentes las puertas del pretorado, en el año 337 a. C., siendo el prim er pretor plebeyo Quinto Publilio Filón í4í>. Desde el año 342 a. C. los dos cónsules pueden ser plebeyos.1S0 14. Acceso a todas las magistraturas En el año 356 los plebeyos tuvieron también acceso a la dictadura, siendo Cayo Marcio Rutilio el primer dictador de este rango. Cinco años más tarde el mismo C. Marcio Rutilio fue el primer censor de su clase151. E n el año 339 Quinto Publilio Filón fue creado dictador, durante su magistratura dio tres leyes muy importantes: I a) que los plebiscitos serían obligatorios para todos los qui­ rites, por consiguiente, los comicios por tribus ya no necesitarían la confirma­

5

142. 143. 144. 145. 146. 147. 148. 149. 150.

L iv . 6 , 3 5 , 5 . L iv . L iv . L iv . L iv . L iv . L iv . L iv .

•151.

Liv. 7, 17-22.

Ib id . 6, 7, 6, 6, 7, 8, 7,

3 8 , 6. 1, 1-2. 42. i l . 4 2 , 1 4 y 7 , 1, 1. 1, 6 ; E l p rim e r e d il p le b e y o fu e u n J u v e n c io , C ic . Plane. 6 8 . 1 5 , 9. 4 2 , 2.

6 6

L a República

ción del senado. 2.a) Que las resoluciones de los comicios centuriados no nece­ sitarían la aprobación de las curias; en realidad los comicios curiados ya no se reunían más que por causa de los auspicios y por pura fórmula; en lugar de las treinta curias se reunían ahora treinta lictores. 3.a) Que en lo futuro uno de los censores debería ser siempre de la p leb e.152 El único campo en que permanecían solos los nobles era en el religioso. Había sacerdocios, como el rex sacrificulus, los flamines y los fratres saliares, que no tenían ninguna importancia política; pero el colegio de los pontífices, con la posesión casi privativa de la ciencia del derecho; y los augures con su supuesta interpretación de la voluntad divina, eran de efectos demoledores. Por eso los plebeyos no podían dejar de intentar su escalada. En el año 300 los tribunos Quinto y Cneo Ogulnio propusieron una ley, según la cual, cinco puestos en el colegio de los augures y cuatro en el de los pontífices habían de ocuparlos los plebeyos 153. La ley Ogulnia fue confirmada ese mismo a ñ o I54. El primer Pontí­ fice Máximo plebeyo fue Tiberio Coruncanio en el año 2 5 3 .155 La igualdad estaba conseguida. El antiguo patriciado quedaba absorbido en el pueblo romano. Desde ahora la única nobleza que se considerará será la de los méritos. Ciertamente que siempre habrá ricos y pobres, pero el agricultor y el jornalero manejaban codo a codo la azada o la mancera. La sencillez, la aus­ teridad, la hombradía reinaba por todas partes. En todas las casas había un salinum y una patera de plata, que pasaban de padres a hijos, como utensilios de los sacrificios dom ésticos156Hay honradez personal, severidad de costumbres, religiosidad y lo que de ahí deriva: un extraordinario respeto a las leyes. Cuando en tiempos venideros se haga alusión al mos maiorum, a la honradez, la fides, la majestas romana, a estos tiempos hay que atribuirla. De ahí salió que no se nombraba cónsul ni al más rico, ni al que más pro­ metía, sino al que se juzgaba más digno y eficaz. Así surgieron los Decios, padre e hijo, que en diversa ocasión ofrecen sus vidas por la victoria de Roma: Manio Curio 157, pobre labrador de la Sabina, que prosigue las labores de su campo des­ pués de haber arrojado a Pirro de Italia, y la ciudad se cuidó de dotar a sus hijas; C incinato158 que al recibir su nombramiento de dictador ahonda en el surco el arado que guiaba, y después de su espléndida dictadura une la yunta y prosigue su labor; Fabio Máximo cuyo entierro tuvo que costearse con donativos voluntarios; Cayo Fabricio, Cayo Atilio Régulo, etc., e tc .159 En realidad los tres órganos rectores del pueblo son: pueblo, magistrados y senado.

152. L iv . 8 , 1 2 , 1 3 -1 6 . 153. L iv . 1 0 , 6 , 4 -1 1 . 154. L iv . 1 0 , 7-8. 155. C ic. Plane. 1 9; L iv . E p it. 1 8 ; G e ll. 4 , 6 , 10. 156. V a l. M a x . 4 , 4 , 3 ; H o r . O d . 2 , 1 6 , 1 3 ; P e r s. 3 , 2 5 ; 5 , 1 3 8 . L o s g r a n d e s y a u ste r o s r o m a n o s, p o r e je m p lo F a b ricio , p o s e ía n u n Salero d e p la ta y p r o h ib ía n q u e h u b ie r a o tr o o b je to de lu jo e n e l h o g a r. S e tr a n s m itía d e p a d re s a h ijo s e l sa ler o , c o m o s ím b o lo d e la c o n tin u id a d de la casa; v id . P lin . N . H . 3 3 , 1 2 , 5 4 : « F a b r ic iu s im p er a to r e s p lu sq u a m p a ter a m e t s a lin u m ex a r g en to h a b er e u e ta b a t» ; v id . ta m b ié n A r n o b . 2 , p . 9 1 . 157. C ic. Plane. 6 0 ; B ru t. 5 5 ; Parad. 3 8 ; V a l. M a x . 4 , 3 , 5 ; M a rtia l. 9 , 2 8 , 4 ; I u v e n a l. 2 , 3 . 158. L iv . 3 , 2 5 -2 9 ; C ic. Fin. 2 , 1 2 ; C ic. R ose. 1 8; V a l. M a x . 4 , 4 , 5 ; V ir g . A e n . 6 , 8 4 5 . 159. L iv . 9 , 4 6 ; 2 8 , 4 2 ; 3 0 , 3 0 ; V a l. M a x . 1 , 8 , 6 ; C ic . Of f . 1, 3 9 ; 3 , 9 9 ; Fin. 5 , 8 2 y 8 8 ; Parad. 5 0 ; T use. 3 , 5 6 ; N at. D . 2 , 1 6 5 ; D e O r. 3 , 1 5 ; P o lib . 1 , 2 5 , 5 -2 8 ; G e ll. 7 , 4 , 3 .

Extensión de la República

67

15. El pueblo El pueblo, reunido legalmente en asamblea, es la máxima autoridad de la República. Las asambleas siguen siendo los comitia centuriata, donde se sigue votando según el orden de las centurias, y eligen los cónsules y los censores; y los comitia tributa, donde el mismo pueblo vota por tribus. Sustituyeron a los concilia plebis y fueron poco a poco cobrando atribuciones y autoridad. Las deci­ siones de los comicios por tribus, hemos visto que en virtud de las leyes Publi­ liae, reiterada luego la decisión por la ley Hortensia (año 287) y después por la ley Maenia 160 tienen el mismo valor que si emanaran de los comicios centuriados. Como defensa contra la reacción de Apio Claudio, el censor Quinto Fabio Ruliano, en el año 304, hizo una nueva ordenación de las tribus, ante el aumento enorme de los ciudadanos, distribuyendo las antiguas patricias entre todas las tribus rústicas. Los ciudadanos aerarii, o privados de fortuna, no podían votar en los comicios centuriados, pero sí en los tributos. Las atribuciones y la compe­ tencia de los comicios va siempre en alza.

II.

EXTENSION DE LA REPUBLICA

1. Las provincias Entendemos por provincia un territorio poseído y gobernado directamente por romanos, fuera de Italia, y sometido al impuesto romano; cualquiera que sea la etimología de la palabra o su sentido primero, el cargo confiado a un magistrado, o la administración de un territorio conquistado, o vencido previa­ mente. 161 Los romanos se manifestaban muy remisos a extender fuera de Italia su territorio. Más bien tendían a conservar seguras sus fronteras; pero las circuns­ tancias y la evolución de las cosas los llevó a combatir en diversas tierras que, al conquistarlas, las anexionaron a los dominios de Roma. La primera provincia incorporada fue Sicilia, en el año 241 à. C. De ordinario la declaración de pro­ vincia seguía a la conquista militar, aunque a veces se confería a un general órdenes militares para que operara en regiones llamadas provinciae, que no lo eran realmente. Así, por ejemplo, a L. Escipión y Manlio Vülno se les enco­ mendó operar en la provincia Asiae sesenta años antes de que lo fuera en rea­ lidad. Al Africa la trataron como provincia muchos antes de dom inarla.162 Cada provincia tenía sus condiciones especiales, recogidas en una lex pro­ vinciae, desde el momento en que se incorporaba al territorio romano. La redac­ taba el general que la había sometido, acompañado de diez delegados del senado. Era una lex data y por ello llevaba el nombre del magistrado que la proponía 163. 1 6 0 . P lin . N . H . 1 6 , 1 0 , 3 7 ; G e ll. 1 5 , 2 7 , 4 ; C ic. B ru t. 55. 1 6 1 . « P r o u in c ia e a p p ella n tu r q u o d p o p u lu s R o m a n u s eas p r o u ic it, i. e. an te u ic it » (F e st. P a u l. 2 3 5 , 1 3 ). 1 6 2 . L iv . 3 0 , 2 7 . 1 6 3 . L e x A em ilia , p a ra M a ce d o n ia , L iv . 4 4 , 1 7 , 1 8 , 2 9 ; le x R u pilia, para S ic ilia , V err. 2 , 3 2 . 3 9 : le x Caecilia, para C reta, L iv . E p it. 5 0 , e tc .

68

L a República

Luego la provincia se dividía en conformidad con su geografía física y humana, en conuentus y dioecesis, procurando que las secciones no coincidieran con las que había antes, y que las presidiera una ciudad, o poblado que organizara la región o la comarca. La ley marcaba también las ciudades en que el gobernador establecería su tribunal. Roma trataba a cada pueblo según la altivez o la resistencia con que se le hubiera opuesto en el momento de su conquista. El foedus que de ordinario se pacta antes de la rendición se tenía en cuenta o no, según conviniera al asenta­ miento y seguridad del dominio de Roma. El tributo (stipendium, uectigal) o bien se establecía en una cantidad fija (stipendium certum), o se dejaba en una décima de los productos de la tierra (decumae). A algunos pueblos, por ejemplo a los griegos, se Ies dejaba en una cierta libertad de mantener sus leyes y regirse por sus magistrados, a otros se les sometía enteramente al ius Romanum. Pero en cuanto a la religión, a las instituciones familiares y a sus costumbres solían ma­ nifestarse respetuosos y comprensivos los romanos con todos los pueblos. Siempre hay que distinguir, como es natural, épocas y épocas de la Historia de Roma. A grandes rasgos: 1) Desde los principios hasta Sila, las tierras conquista­ das las administraban los cuestores en nombre de los cónsules. Cuando este ager publicus se extendió fuera de Italia necesitaba fuerzas militares para defen­ derlo y se crearon pretores o gobernadores de estas regiones 164. Después del 227 hay cuatro pretores, dos de ellos para Sicilia y C erdeña16S; desde 197 hubo que crear dos más para las dos provincias de España 166. Según la ley Baebia, del 181, se crean alternativamente cuatro y seis pretores cada año, porque los de España, debido a su lejanía, duraban dos años en el cargo167; aunque esta ley fue abro­ gada en el año 179. 2) De Sila hasta César el número de provincias crece extraordinariamente. Macedonia, Acaya, Africa, Asia, Galia Narbonense, Cilicia. Se necesitan más pretores. Sila, por medio de la lex Cornelia de prouinciis ordinandis en el año 81, establece que los pretores estén un año en la ciudad y al siguiente vayan como propraetores a gobernar una provincia, con la prórroga del imperium. Igual norma se siguió con los cónsules, para quienes se reservaban las provincias no pacificadas del todo y que, por tanto, exigían la presencia del ejército. Cada m o se reservaban dos provincias de éstas para los cónsules, que se las repartían echándolas a suertes, y a las que iban al año siguiente, como procónsules. A un simple pretor no se le confiaban grandes guerras, ni numerosos contingentes militares 168; pero , a veces se presentaba en una provincia pretoria una guerra, si no podían ir a atenderla los cónsules, se le daba al pretor la dignidad pro­ consular en atención a la urgencia 169, y durante un tiempo se precisaba su situa­ ción llamándolo proconsul ex praetura, o praetor pro consule, aunque pronto se olvidaron de estas distinciones. 3) De César hasta Augusto. César confiaba frecuentemente el gobierno de las provincias a amigos jóvenes e inexpertos, por lo cual sus adversarios propusieron dos senados consultos, confirmados por la lex Pompeia de prouinciis, año 52, por

164. 165. 166. 167. 168. 169.

C ic. V err. 3 , L iv . L iv . L iv . L iv . L iv .

1 2 5 ; F am. 2, 1 7 , 6 ; 1 3 , 5 5 , 2 ; A tt . 2 , 2 1 , 1 1 ; T a c . A n n . 1 , 7 4 ; 4 , 4 3 .

E p it. 30. 32, 2 7 , 6. 40, 4 4 , 2. 3 1 , 4 8 , 8 ; 3 3 , 4 3 , 1; 4 1 , 8 , 2. 8, 2 3 , 12; 8 , 2 6 , 7 ; 4 1 , 12.

Extensión áe la República

69

los que se establecía un intersticio de cinco años entre el pretorado o consulado y el gobierno de una provincia m . recibiendo luego el gobierno de la provincia por una ley curiata de imperio m . H asta entonces, en virtud de la lex Sempronia de prouincits (del año 123) el senado designaba cada año en los comicios de julio las dos provincias consulares, que se sorteaban los consules designati, ha­ ciendo lo mismo los pretores, con ello cada cónsul y cada pretor ya sabía con un año de antelación la provincia que debía de gobernar al salir de su magis­ tratura en la urbe. Los triunviros se desentienden de todo compromiso de comicios y demás requisitos y se reparten entre sí el imperio, y las diversas provincias serán gober­ nadas por legados suyos personales.172 4) Augusto dividió las provincias en senatoriales, o pacificadas y sin tropas, y en imperiales, ocupadas por el ejército. Los gobernadores de las provincias senatoriales se llaman procónsules, porque no tienen jefe alguno sobre ellos, aun­ que en realidad sólo los gobernadores de la provincia de Asia y de Africa eran elegidos de entre los consulares; los gobernadores de las otras provincias no habían ejercido en Roma más que la pretura I73. De las provincias imperiales el gobernador es el príncipe, y las regía por medio de legados: legati Augusti pro praetore. Estos legados, que han sido ya cónsules o pretores, tienen subalternos, tres legados si es consular, y uno si es pretorio. Los eligen ellos y los presentan a la aprobación de Augusto 174. Hay una tercera categoría de provincias que admi­ nistra el emperador no como procónsul, sino como princeps·. Egipto, el reino de Cottius, etc. En estas regiones sus lugartenientes se llaman praefecti o procu­ ratores. Las insignias del gobernador son los fascios. El procónsul de Asia y de Afri­ ca tiene doce; los otros procónsules seis. Porque no tienen poder militar van ves­ tidos de toga. Los legados imperiales no tienen fascios del pueblo sino del em­ perador, y llevan cinco. Visten el paludamentum y tienen ius gladii175. Todos éstos antes de salir hacia sus respectivos gobiernos ofrecen sacrificios en el Capi­ tolio y hacen votos por la prosperidad de Roma, del príncipe y de la familia imperial. Todo gobernador a su salida recibe en concepto de ornatio un equipo de dinero, tropas, navios, empleados subalternos, e tc .176, y una espléndida cohorsamicorum, o comitum, de comites, jóvenes, amigos, deseosos de ver tierras, de conocer provincias, de abrirse camino para ir haciendo fortuna... a veces esta cohorte se llama pomposamente cohors praetoria. Como la mayor parte de éstos solían extenderse por las provincias como verdaderas plagas, el senado podía limitar el número de comites 177. Con frecuencia volvían desengañados, cabizba­ jos, sin un sestercio, maldiciendo del pretor que los había mantenido cohibidos y disciplinados, como vemos en varios poemas de C atulo.178

170. 171. 172. 173. 174. 175. 176. 177. 1 78.

D io C a ss. 4 0 , 4 0 y 5 6 . C a e s. B. C . 1 , 6 , 6 . A p p . B. C. 5 , 1 3 7 . D i o £ a s s . 5 5 , 1 3 ; S u e t. A u g. 2 7 . i D i o C a ss. 5 3 , 14. D i o C a ss. 5 3 , 13. C ic . L eg. A g r. 2 , 1 3 ; Fam. 2 , 3 , 1 ; 1 2 ,< 3 , 2 ; A it . 3 , 2 4 ; I n P is. 5 ; S u e t. Caes. 1 8 . P a p in ia n . D . 1 , 2 2 , 4 ; M o d e s tin . D . 4 , 6 , 3 2 ; I d . D . 1 2 , 1 , 3 3 , e tc . V id . C a tu l. 4 . 1 0 . 2 8 . 3 1 . 4 6 . 5 1 .

70

L a República

Durante la República los gobernadores recibían de sus administrados las pres­ taciones necesarias para su sustento y desplazamientos, el frum entum honorarium y el frumentum aestimatum, con ello procuraban resarcirse ampliamente de la gratuidad de sus servicios. Esto llegó a tales abusos que Augusto Ies estableció un salario fijo m , por ejemplo, el del procónsul del Africa era de un millón de sertercios al a ñ o ,180 Los poderes del gobernador, en principio, son absolutos; no tienen más lími­ tes que las normas fijadas en la lex provinciae. Manda como jefe los soldados destacados en la provincia. Pero sobre todo su función es la de administrar jus­ ticia por su cualidad pretoria. Para ello se desplaza a los lugares principales y prefijados de la provincia, y establece su tribunal asesorado por sus consejeros ordinarios y a veces también por los notables del lugar. Si las partes apelan al tribunal de Roma, el procónsul los debe enviar; y otras veces lo hace por propia iniciativa. En las provincias senatoriales el gobernadot ejerce la justicia por un delegado y él queda como presidente de un tribunal de apelación. Como es natural, el emperador puede reservarse las causas que crea conve­ niente de todas las provincias. No hay que olvidar en este aspecto de la administración de la justicia en pro­ vincias como en todo lo referente a su gobierno, que los romanos consideraban las provincias no como partes integrantes de su Estado, sino como praedia que debían explotar para su enriquecimiento, ya como tal pueblo romano, como indi­ vidualmente cada uno de los que intervenían en su administración. Lo que inte­ resaba de aquella región eran sus productos, sus riquezas, su suelo, no las per­ sonas que lo habitaban, mientras no fueran también medios de servicio en la milicia, en el cultivo del campo, o en las minas.

1 7 9 . D io C ass. 5 2 , 2 3 .« S a la riu m ta m e n p r o c o n su la r e s o litu m o ffe r r i e t q u ib u sd a m a se ip s o c o n c e s s u m A g r ic o la e n o n d e d it » (D o m ic ia n o ). (T a c . A grie. 4 2 ). L a eu eetio o d e r e c h o q u e tie n e n lo s m a g istr a d o s r o m a n o s d e h a c e rse tr a n sp o r ta r g r a tu ita m e n te p o r lo s a lia d o s o s u je to s al E sta d o r o m a n o , tie n e su im p o r ta n c ia , y p o r ta n to , a u n q u e s ó lo sea e n n o ta , v a m o s a e x p o ­ n e r lo . E s t e d e r e c h o lo e x ig ió p o r p rim era v e z e l c ó n s u l L . P o s tu m io e n e l a ñ o 1 73 a. C ., y e n d o a la p r o v in c ia q u e le h a b ía to c a d o e n s u e r te g o b ern a r (L iv . 4 3 , 1; C ic . V err. 5 , 4 5 ). A n te s d e e sta é p o c a lo s q u e ib a n e n u n a m is ió n r á p id a te n ía n la c o stu m b r e d e p e d ir h o s p e d a je e n las v illa s a lia d a s q u e a tra v esa b a n . P e r o e l tr a n sp o r te d e lo s m a g istr a d o s c o rr ía a c argo d e l te s o r o p ú b lic o , y d e sca n sa b a n e n casa d e lo s a m ig o s, priu ata h o sp itia h abeban t. E l u s o c o n tr a r io se e x te n d ió e n s eg u id a y d e g e n e r ó e n a b u so in m e d ia ta m e n te : lo s so cii d e b ía n p r o v e e r d e h o sp e d a je y tr a n sp o r te (A p p . B. C. 4 , 4 5 ). Y a la le x Iu lia d e P rou in ciis tu v o q u e reg la m e n ta r la s euectio n es (C ic . A tt. 5 , 1 0 , 2 ; 5 , 1 6 , 3 ; 5 , 2 1 , 5 ; In Pis. 9 9 ). A d e m á s d e lo s se n a d o r e s, lo s h o m ­ b r e s im p o r ta n te s se h a c ía n dar p o r e l s e n a d o m is io n e s , o fic ia le s e n a p a rien cia ( leg a tio n es lib e ­ rae) para viajar a c o sta d e lo s p r o v in c ia n o s c o n a s u n to s p a rticu la res (C ic . Fam. 1 2 , 2 1 ; A tt . 2 , 1 8 ; Plane. 4 ; R ull. 1, 3 ; 2 , 1 7 ; S u e t. T ib e r. 3 1 ). C ic er ó n y C ésar h ic ie r o n to d o lo p o s ib le p or term in a r c o n e s te a b u so , o p o r lo m e n o s lim ita r lo (C ic . Leg. 3 , 8; A tt. 1 5 , 1 1 ; S u e t. A u g. 4 9 ). C u a n d o C ic er ó n v a d e p r o c ó n s u l a la p r o v in c ia d e C ilic ia n o h a c e g a s to a n a d ie ( A tt. 5 , 16 , 3; 5 , 1 7 , 2 ; 5 , 1 8 , 2 ; 5 , 2 0 , 6 ; 6 , 1, 2 y 7 ). A u g u s to e sta b le c ió p o s ta s p ú b lic a s c o n m u ta tio n es (c a m b io s d e tir o s d e c a b a llo s ), y m an sion es d e s tin a d a s a lo s p r o p io s q u e lle v a b a n s u s d e s p a ­ c h o s a lo s g o b e r n a d o r e s d e la s p r o v in c ia s y je fe s d e l e jé rc ito . E l e m p e r a d o r , e n R o m a , y lo s p r e sid e n te s d e la s p r o v in c ia s, te n ía n e l d e r e c h o d e c o n c e d e r e l iu s eu ection is, e n tr e g a n d o u n d ip lo m a o syn th em a . L a c o n s e r v a c ió n y e l c u id a d o d e e sta s e sta c io n e s c o rr ía a c argo d e la s lo c a lid a d e s (P lu t. G alba, 8 ). M á s ta r d e la s d ir ig ía la a d m in istr a ció n , p e r o s in s o p o r ta r lo s g a s­ to s (V . R u d ig e r , D e cursu p u b lico , B r e sla u 1 8 4 6 , p p . 9 s s). P e r o m u y p r o n to se r eserv a e l E m p e r a d o r e l d e r e c h o d e c o n fe r ir lo s dip lo m a ta , co sa q u e h a c e e n ' s u n o m b r e e l p r e fe c to d e l p r e to r io . E n g e n e r a l se r eserv a b a para lo s o fic ia le s p ú b lic o s, q u e ad em ás te n ía n u n n ú m e ro lim ita d o d e eu ectio n es a n u a les. 1 8 0 . D io C a ss. 7 8 , 2 2 .

Extensión de la República

71

El Estado alquilaba el cobro de contribuciones, impuestos, vectigales, déci­ mas, etc., a sociedades llamadas de publicanos 181. Están organizados en sociedades públicas y privadas, constituidas por accionistas 182. El representante de la com­ pañía firmaba el compromiso con el Estado: manceps ■significabat se esse emptio­ nis auctorem 183. Cada sociedad tiene en Roma un gerente (magister) que llevaba la contabilidad y dirigía el personal. Se hacía representar en cada provincia por un pro magistro, del que dependían toda suerte de subalternos. Estos subalter­ nos, procedentes muchos de ellos de la esclavitud, hicieron odioso el nombre de «publicanos» I84. Estos trataban de triplicar o cuadruplicar la suma que habían pagado al erario público, con lo cual los abusos y rapiñas estaban a la orden del día. Los tipos como Verres, eso que él era propretor, abundaban por las provincias de Roma. Por lo común el Imperio fue una época de. paz y de bienestar en las provin­ cias. Se administraba justicia rectamente, y en cuanto al gobierno la supervi­ sión constante del príncipe, que cortaba enseguida los abusos, les era sumamente benéfica. Como los magistrados duraban más tiempo, ad nutum principis, solían conocer mejor las condiciones y las necesidades de las provincias, y fácilmente llegaban a considerarlas más y a tratar a sus subordinados con más humanidad. 2. Los municipios La palabra municipium, como los términos municeps, municipalis, se ha toma­ do en dos sentidos, uno genérico: toda ciudad de constitución romana en Italia o en las provincias en oposición a Roma; y otro específico: para expresar la con­ dición de derecho público, o una categoría especial de los ciudadanos italianos o provinciales. No vamos a referirnos más que a este sentido concreto. Municipium (municeps munus capiens - munera [ munia] capere). Pero no es fácil precisar el sentido exacto. Puede indicar, como piensan Festo y Varrón, munus fungi, libre de un cargo público, porque no eran ni electores ni elegi­ bles 185: «Y propiamente se llaman municipes, «partícipes del cargo», recibidos en el derecho de ciudadanía, para que participaran en nuestros negocios»186. G e­ lio en cambio mezcla los dos términos munus y b o nos187, por ejemplo, al refe­ rirse a los Caerites, a quienes concedió Roma el municipium sine suffragio: «Se les concedió — dice— que participaran del honor de la ciudadanía, pero no de los cargos y oficios» 188. Según G e lio 189 es de mejor condición ser colonia que municipio. También puede significar «el que recibe presentes, regalos», en este sentido los municipes son los que han recibido de los romanos el obsequio del derecho de ciudadanía parcial o total, y en este sentido se relacionará con el ius 181. « P u b lic a n i d ic u n tu r q u i p u b lic a u e c tig a lia h a b e n t c o n d u c ta » , c f. U lp . D . 3 9 , 4 , 1; 3 9 , 4 , 12 , 3. 1 8 2 . P o lib . 6 , 17. 1 8 3 . C ic . D iu . in Caecil. 3 3 y A sc o n . e n e s te lu g a r; Plane. 6 4 : V err. 3 , 17 2 ; D o m . 25 . 1 8 4 . U lp . D . 3 9 , 4 , 1 2: « D e a u d a cia e t te m e r ita te p u b lic a n o r u m c o m p e s c e n d a ...» . E sta s so c ie d a d e s e sta b a n fo r m a d a s p o r ca b a lle r o s, ya q u e para lo s p a tric io s e sta b a p r o h ib id a to d a c la ­ s e d e u su ra s y m erca d u ría s. 1 8 5 . F e s t. D e V e rb . sign. s. v . « m u n ic ip iu m » ; V a rr. L. L. 5 , 179. 1 8 6 . U lp . D . 5 0 , 1 , 1. ' 1 8 7 . G e ll. 1 6 , 13. 1 8 8 . G e ll. ib. 7 ; M . S o r d i, I ra p o rti rom an o-ceriti e Vorigine della civita s sin e suffragio, R om a 1960. 1 8 9 . G e ll. ib.

72

L a República

hospitii, porque los municipes tienen intercambio de hospitalidad con el pueblo romano. Para la explicación del concepto de municipium nos encontramos con diver­ sos textos que no es fácil, compaginar entre sí. Tales son la definición de Festo, que comprende la idea que se tenía de municipio en los siglos IV y I I I a. C. La lex Iulia M unicipalis190 que se refiere a los municipios después de la guerra social, años 90-88 a. C.; y Aulo G e lio 191, las leyes de Salpensa y de M álaga19®, y la mayor parte de los documentos epigráficos de la época del Im perio refe­ ridos a los municipios provinciales. Siguiendo el axioma distingue tempora et concordabis iura, y considerando que en la historia un elemento esencial es el tiempo, para no dar una imagen confusa ni equivocada del municipio, debemos distinguir esos tres momentos sucesivos: a) Los municipios antes de la guerra social; b) los municipios des­ pués de la guerra social; c) los municipios provinciales. a) Los municipios antes de la guerra social No poseemos ningún documento de la época que nos hable directamente de los municipios; pero Festo recoge unas preciosas definiciones, emanadas sin duda de Varrón, que, completadas con algunas referencias de Tito Livio, Dionisio de Halicarnaso y Veleyo Patérculo, pueden darnos una clara fisonomía de los muni­ cipios en esa época. El texto fundamental de Festo: 193 M u n ic ip io s e lla m a a lo s h o m b r e s q u e h a b ie n d o lle g a d o a R o m a s in ser c iu d a d a n o s r o m a n o s, p a r tic ip a n e n to d o s lo s ca rg o s c o n lo s c iu d a d a n o s e x c e p to e n la e m is ió n d e l v o t o o e n e l d e s e m p e ñ o d e m a g istr a tu ra s, d e e sta c o n d ic ió n fu e r o n , lo s F u n d a n o s, lo s F o r m ia n o s, lo s C u m a n o s, lo s A c e r r a n o s, lo s L a n u v ia n o s, lo s T u s c u la n o s , to d o s e llo s , p a sa d o s u n o s a ñ o s, fu e r o n h e c h o s c iu d a d a n o s r o m a n o s. E n o tr o s e n tid o , c u a n d o h a ­ b la m o s d e h o m b r e s c u y a v e c in d a d e n te r a p a só a la c iu d a d a n ía r om an a, c o m o lo s A r i­ c in o s , lo s C e r íte s, lo s A n a g n in o s . Y e n te rcer lu g a r, c u a n d o s e h a b la d e h o m b r e s q u e lle g a n a la c iu d a d a n ía r o m a n a , s ie n d o m u n ic ip e s d e s u s c iu d a d e s o c o lo n ia s , c o m o lo s T ib u r te s , lo s P r e n e s tin o s , lo s P ís a n o s , lo s U r v in a te s ( o A r p in a te s ), lo s N o la n o s , lo s B o n o n ie n s e s , lo s P la c e n tin o s , lo s N e p e s in o s , lo s S u tr in o s , lo s L o c r e n s e s .

Naturalmente Festo toma la palabra municipium en el sentido abstracto de condición de derecho público. Con respecto, pues, a la condición particular en que se encuentra una vecindad con relación al derecho de la ciudadanía romana, distingue tres categorías de municipios: 1) Los individuos, originarios de poblados italianos, que han instalado su domicilio en Roma, sin ser ciudadanos romanos; que a su vez no son tratados como extranjeros, sin que se sientan asimilados a los ciudadanos romanos con respecto a todos los munera publica, sin que se les dé facultad de participar ni activa ni pasivamente en los comicios electorales o legislativos. Prestan el servicio militar en las legiones, igual que los ciudadanos romanos y lo mismo que éstos

190. 191. 192. 193.

C IL . I , 2 0 1 ; B ru n s, F on tes Iu r is R om . A n t. G e ll. 1 6 , 1 3 .

C IL . I I , 1 9 6 3 -1 9 6 4 . F e s t. s . v . « M u n ic ip iu m » , e d . M ü ll

Extensión de la República

73

pagan el tributo. La primera de estas obligaciones la indica claramente Festo en una de sus dos definiciones de municeps: I g u a lm e n te era n m u n ic ip e s lo s q u e h a b ía n lle g a d o a R o m a d e o tr a s c iu d a d e s , c o m o lo s C u m a n o s, lo s A c er r a n o s, lo s A tè la n o s , q u e era n c iu d a d a n o s r o m a n o s y s e r v ía n e n la s le g io n e s , p e r o n o p o d ía n recib ir d ig n id a d e s .194

Estas personas venían a fijar su residencia en Roma desde sus ciudades de origen, a los que después de algunos años, agrega Festo, se les da la ciudadanía romana 195. La condición de municeps parece intermedia entre la de peregrinus u hostis y ciuis propiamente dicho-, y diferente de la de socius o foederatus. El municeps forma parte de la ciudadanía romana, el socius no. 2) La segunda categoría, a la que Festo aplica la noción de municipium, com­ prende los italianos a cuya ciixdad entera le ha sido concedida la ciudadanía roma­ na, y pone como ejemplos Aricia, Caeres, Anagnia. La condición de derecho lla­ mada municipium, es conferida en este caso, no a individuos, como en el apar­ tado anterior, sino a la colectividad, a una ciudad. La palabra municipium, pues, designa la categoría de ciudades como Aricia, Caeres, Anagnia, que se llaman municipia. Los vecinos de estas ciudades son ciues Romani, sirven en las legiones, y pagan el trihuntum, como los nativos de Roma. El tener derecho de elegir y ser elegido y el que estas ciudades tengan o no magistrados municipales depende de cada caso, porque el senado considera singularmente el estatuto de cada ciudad a la que concede la ciudadanía, como dice Tito Livio hablando del modo cómo se consideró el caso de cada vecindad después de la revuelta latina del año 338 195. Algunos poblados recibían el ius duitatis pleno como Lanuuinum, Aricia, Nomen­ tum , Pedum, cuyos vecinos fueron inscritos en las nuevas tribus romanas 197. Por el mismo tiempo el senado concedió la ciuitas sine suffragio a varias ciudades de los Volscos y de'los Campanos: Capua, Fundi, Formia, Cumas, Suesola 198. Por tanto desde el siglo IV existen municipia ciuium Romanorum cum suffragio y sine suffragio. De todas formas el derecho de sufragio no tenía mucha importancia para los que vivían en Cumas o Capua, puesto que no se votaba más que en los comi­ cios de Roma. Aún los que estaban más cerca, como los de Aricia o los de Lanu­ vio, podemos pensar que serían muchos los comicios a los que no asistirían. De hecho las elecciones dependían casi siempre de los ciues Romani, residentes en Roma. De las condiciones propuestas por el senado dependía también el que estos municipia tuvieran o no autonomía administrativa con sus magistrados munici­ pales. Hay casos en que a algunos municipios por haber faltado a sus deberes, por ejemplo, haciendo causa común con los enemigos del pueblo romano, fueron privados de la autonomía administrativa que se les había concedido. Este esta·

194. 195. P a ter c . Ï , 196. 197. 198.

F e s t. s . v . « m u n ic e p s» . H e c h o q u e s ç co n firm a ta m b ié n p o r T ito L iv io . 14. « R e la tu m d e sin g u lis d e c r e tu m q u e » , L iv . 8 , 1 4 , L iv . 8 , 1 7 , 10. L iv . 8 , 1 4 ; V e l. P a t. 1 , 14.

8, 14;

D io n . H a lic . 1 4 , 6 ;

V e il. 2.

74

L a República

tuto se impuso a Anagnia y a otros municipios del país de los Hérnicos en el año 306 199 y más tarde a Capua, condición de la que Tito Livio nos da estos detalles: P o r lo d e m á s p lu g o q u e C a p u a fu e r a ú n ic a m e n te u n lu g a r h a b ita d o y p o b la d o , u n a m u ltitu d s in c o n c e jo p ú b lic o , n i a u to r id a d , s in d e r e c h o d e a so cia c ió n , in h á b il para to d o c o n v e n io , y q u e d e s d e R o m a e n v ia r ía n to d o s lo s a ñ o s u n p r e fe c to para g o b e r ­ narla y a d m in istra r j u s t i c ia .200

Estas ciudades se llamaban propiamente praefecturae, porque eran adminis­ tradas por prefectos enviados por el pueblo romano, o por el pretor. Los vecinos no perdían su ciudadanía romana, los individuos seguían indemnes; pero su colec­ tividad dejaba de tener una vida propia, quedando sujeta totalmente al pueblo y al senado rom ano.201 Los municipia podían cambiar de categoría, cosa frecuente después de algún altercado social, ya que en esas ocasiones el senado reconsideraba la situación de cada ciudad y castigaba o premiaba, según el comportamiento que hubiera tenido cada una. Así, por ejemplo, a Fundi y a Formia, que habían recibido la ciuitas sine suffragio en 316, y a Arpino que la tenía desde 303, en 188 se les concede la ciuitas plenam . Ya hemos dicho que Anagnia y Capua pasaron a praefecturae. El carácter común de todos estos municipia es que sus habitantes han pasado en bloque a la ciuitas Romana, como dice Festo: quorum ciuitas uniuersa in duitatem Romanam uenit. 3) La tercera categoría, presentada por Festo, es la de los italianos «que habían llegado a la ciudadanía romana, siendo municipes de sus ciudades o colo­ nias, como los Tiburtes, los Prenestinos, los Pisanos, los Urbinates (o Arpinates), los Nolanos, los Bononienses, los Placentinos, los Nepesinos, los Sutrinos, los Locrenses». En ésta, como en la primera categoría, se trata de individuos, no de ciudades enteras. La palabra municipium en este caso significa la condición de los individuos que han adquirido la ciudadanía romana sin haber roto los lazos que los unen con su patria de origen, sean ciudades ajenas a Roma, o sean colonias latinas, como algunas de las nombradas por Festo, por ejemplo, Bononia, Placentia, Sutrium, Nepete. Esta definición de Festo se refiere a los socii o Latini que se trasladan a vivir a Roma, pero sin perder sus derechos en la ciudad de donde proceden. E incluso se da la ciuitas a quien ha desempeñado una magis­ tratura en una colonia latina. Esta tercera categoría, por tanto, es simétrica a la primera; pero extendida a ciudades más alejadas y a colonias latinas: en ambos casos los beneficiados son ciues Romani, municipes Praenestini, o Tiburtini, por ejemplo. De estas tres categorías la prim era desaparece muy pronto, porque las ciu­ dades, cuyos vecinos podían recibir la ciudadanía romana, si se establecen en la urbe, pasaron por una disposición colectiva a ser municipia ciuium Romanorum, es decir, a la segunda categoría. Y las de la tercera, por lo menos con respecto a Italia pierden su razón de ser, cuando después de la guerra social se concede a toda Italia el derecho de ciudadanía. Entonces todos lospoblados de Italia son oppida (municipia) ciuium Romanorum. La concesión del título de municipios fue antes de la guerra social uno de los medios empleados por el senado y por el pueblo romano para extender, si no 199. 200. 201. 202.

L iv . 9 , 4 2 -4 3 . L iv . 2 6 , 1 6 , 9 -1 0 ; v id . ib . 3 1 , 2 9 , 1 1 -1 2 ; C ic. Leg. A gr. 2 , 8 8 -8 9 . F e s t. s. v . « p r a e fe ctu r a » . L iv . 8 , 1 4 , 1 0; V e il. P a t. 1, 1 4 ; L iv . 3 8 , 3 6 .

Extensión de la República

75

el territorio material, sí la influencia y la autoridad política de Roma. Por medio de la concesión de la ciudadanía romana los pueblos sometidos, por ejemplo, en la guerra latina del 338 Lanuvio, Nomentano, Pedano y Aricia, Roma unía a sus destinos a las ciudades más próximas. No era posible hacerles mayor favor, que igualarlas en derecho a su condición de vida social y política. A otras ciudades se les concedía en agradecimiento por algún favor. Así, por ejemplo, en ese mismo año 338 se le otorgó a Capua la ciuitas sine suffragio porque los caba­ lleros campanos no quisieron hacer causa común con los latinos en contra de Roma; a Fundi y a Formia porque dejaron paso libre por su territorio al ejército romano; y a los Caerites se les concedió también la ciuitas sine suffragio porque, cuando la conquista de Roma por los Galos, ofrecieron asilo a las vestales y a los sacra de Vesta 203. Es curioso que cuando a un ciudadano de Roma, se le castigaba privándole del ius suffragii, se le inscribía en la Tabulae Caerítum. Seguramente la concesión de la ciudadanía romana a los poblados itálicos se hacía en virtud de un foedus. Cicerón llama a la ciudad de Aricia: «municipio antiquísimo en el tiempo, federado por derecho, casi vecino por la proximidad, honestísimo por su esplendor» y de Capena se dice en las inscripciones: Mu­ nicipium Capenatium foederatorum, Municipium Capena foederatum 205. Como en la terminología romana una ciuitas foederata es una ciudad cuyas relaciones con Roma están reguladas por un foedus, se sigue que el municipium foederatum, aplicado a Aricia y a Capena, ha sido constituido por un foedus. Por tanto lá variedad de condiciones de los municipios itálicos en sus orígenes era muy grande. b) Los municipios itálicos después de la guerra social Terminadas las guerras sociales (91-88) fueron emanando algunas leyes que cambiaron la condición de muchas ciudades italianas. La lex Iulia del año 90 concedía el ius ciuitatis a todos los socii y Latini, que no se habían rebelado, o que se sometieron enseguida 206; al año siguiente, en 90, la lex Plautia Papiria confirió el mismo derecho a todos los habitantes de las duitates foederatae, con tal que: Γ ) estuvieran domiciliados en Italia en el momento de la votación de la ley; 2o) que hicieran su declaración delante del pretor dentro del espacio de sesenta días después de la promulgación de la ley 207. Y cuando quedaron some­ tidos los últimos reductos de la rebelión, se concedió el derecho de ciudadanía a todos los italianos sin distinción alguna 208. Esta concesión se hizo al mismo tiempo a la Galia Cispadana. La lex Pompeia, del año 89, concede el derecho latino a la Galia Transpadana2®. Con todo, se. toma la precaución de inscribir a todos estos nuevos ciudadanos en sólo ocho tribus, al paso que los ciudadanos antiguos está repartidos en veintisiete, con lo cual tienen siempre asegurada la mayoría en los comicios210. Pero esta condición duró muy poco, puesto que el tribuno S. Sulpicio Rufo, en el año 88 hizo votar un plesbiscito que ordenaba distribuir estos nuevos ciudadanos en treinta y cinco trib u s 211. A partir de esta 203. 204. 205. 206. 207. 208. 209. 210. 211.

S tra b . 5 , 2 , 3 ; G e ll. 1 6 , 1 3 , 7. C ic . P hil. 3 , 6 . C IL . X I , 3 9 3 2 ; 3 9 3 6 . C ic . P ro Balb. 21; A pp. B. C ic . P ro A rch . 7; Vam. 13, A p p . B. C. 1, 5 3 , 6 8 . P lin . N . H . 3 , 2 4 . V e il. P a te r . 2 , 2 0 ; A p p . B. C . 1 , 4 9 . 5 3 . 6 4 . L iv . E p it. 7 7 .

C.1, 49.· 3 3 ; V e il. P a t. 2 , 1 6 , 2 0 .

76

L a República

fecha la ciudadanía romana era idéntica en toda Italia, excepto la Transpadana. Pero en el año 49 se confirió por la lex Iulia la ciudadanía también a la Galia Transpadana.212 Es evidente que todos los pueblos, cuyos vecinos eran ciudadanos romanos, estaban en la categoría de municipia, según la definición de Festo: quorum ciuitas uniuersa in duitatem Romanam uenit. Pero siguen existiendo las coloniae ciuium Romanorum, y las praefecturae, puesto que la condición de los ciues que residen en las praefecturae no queda alterada por ninguna de las leyes que acabamos de nombrar. En efecto, los documentos de finales de la República nombra municipia, coloniae y praefecturae italianas, así, por ejemplo, en la ley R ubra2n, la lex Iulia Municipalis214, el Fragmentum A te stin u m 215 y la Lex Municipii Tarentini. Por tanto después del 90 la palabra municipium designa una de las tres categorías de ciudades que hay en Italia. Hablando de estos municipios hay que preguntar: a) ¿Cuál era el estatuto personal de los vecinos? b) ¿qué derecho vigía en ellos? c) ¿cuál era la condi­ ción de su suelo? d) ¿qué organización administrativa tenían? 1) Todos los vecinos de los municipios itálicos son ciues Romani pleni iuris. Si fijaban su residencia en Roma podía, seguir el cursus hotiorum aspirando a las magistraturas. Para ejercer el ius suffragii debían trasladarse a Roma. En los negocios importantes los cónsules convocaban a comicios a todos los ciudadanos romanos de Italia, que en ocasiones acudían en multitudes incontables, para tomar parte en las decisiones de la vida urbana, como en las guerras civiles y cuando se llamó a Cicerón del destierro. Dice el mismo Cicerón que acudió a Roma una cantidad increíble de gente, casi Italia entera; pero de ordinario, los municipios y colonias más distantes no estaban representadas casi nunca en los comicios. Augusto concedió a los decuriones de las colonias itálicas el derecho de votar sin estar presentes en Roma para la elección de los magistrados urbanos: las tabli­ llas donde estaban escritos los votos se enviaban cerradas, y no se abrían hasta el momento de los comicios. Esta ventaja de las colonias sobre los municipios se acabó pronto, porque en el año 14 d. C., Tiberio pasó de los comicios al senado el derecho de elegir a los magistrados de ,1a ciudad. En ese momento el ius suffragii de todos los ciudadanos romanos quedó anulado para siempre. 2) Es casi seguro que algunos municipia conservaban su antiguo derecho, como se deduce del informe de Adriano al senado 216 hablando de Itálica y de Utica. Otros preferían sustituirlo por el derecho romano, quedando algunos restos de su antiguo derecho primitivo en la administración municipal. Estos últimos se llamaban municipia fundana. A ambas condiciones alude Gelio: «Municipes son los ciudadanos romanos procedentes de los municipios, que usan sus leyes y sus derechos, participando de los honores con el pueblo romano, no están obligados a otras leyes ni perscripciones romanas, más que a las condiciones en que su pueblo se ha hecho fu n d o » 77. Y Cicerón define así la lex Iulia del 90: «Por la ley Julia se concede a los socios y a los latinos la ciudadanía de forma que los que no hubieran sido pueblos fundos no recibieran la ciudadanía rom ana».218 2 1 2 . D io C a ss. 4 1 , 3 6 . 2 1 3 . . C IL . I , 205; c f. E . T . S a lm o n , R om an co lon ization u n d er th e R e p u b lic, L o n d o n 1 9 6 9 . 2 1 4 . C IL . I , 2 0 6 . 2 1 5 : V id . B ru n s, F o n tes iu ris , p p . 1 0 0 -1 0 1 . 2 1 6 . G e ll. 1 6 , 1 3 . 2 1 7 . G e ll. 1 6 , 1 3 . 2 1 8 . C ic . P ro B albo, 2 1 .

Extensión de la República

77

Pero el derecho romano fue imponiéndose poco a poco sobre los antiguos derechos locales, como un fenómeno histórico de la evolución en la unidad de todos los municipios del Estado convirtiéndose todos en municipia fundana. 3) Todos los habitantes de Italia poseían sobre sus tierras el dominium ex iure Quiritium, eran por tanto dueños y soberanos de ellas, sobre las que el Estado no tiene ningún derecho. Todo el suelo de Italia está libre de impuestos, ya sean colonias, prefecturas o municipios, todos son ciues romani pleni iuris. 4) E n cuanto a la administración de los municipia conocemos algunas normas generales, en la lex Iulia municipalis, como por ejemplo que los poderes públicos de un municipio itálico se componía: I o) de comicios, 2°) de un senado de decuriones, 3o) de magistrados. E n general los municipios estaban regidos por dos magistrados duouiri o quattuoruiri, que hacían el censo de la vecindad por medio de dos ediles y un cuestor. E n ocasiones especiales la administración es­ taba confiada a un prefecto iure dicundo, y la economía municipal, durante el Imperio, podía estar encomendada a un curator duitatis. Pero cada municipio era especial, y a veces en los documentos se revela la existencia de magistrados municipales, como duouiri iure dicundo, aediles, quaestor municipalis, praefecti iure dicundo, etc. Las praefecturae eran administradas por prefectos, delegados de los poderes públicos de Roma. Tanto la colonia como la prefectura recuerdan el dominio y la subordinación a- Roma; el municipio recuerda la independencia absoluta que se realiza dentro de la condición de elemento integrante del estado romano. Algunos municipios fueron castigados por Sila o por los triunviros, convirtiéndolos en colonias, al destinar sus tierras a los veteranos que querían poseerlas después de las guerras mantenidas por ellos. Este castigo supone una expropia­ ción, una proscripción o expulsión en masa de los propietarios. De esta forma pasan a la condición de colonias en los siglos I I y I I I del Imperio muchos mu­ nicipios itálicos, como Formia, Canusia, Ricina, Perusa, Verona, Trento, Milán, etc. Sila había convertido en colonia a P ren este2I9, y esta ciudad pide a Tiberio que la constituya en municipio, gracia que le concede el em perador.220 c) Los municipios provinciales Los poblados provinciales ofrecen una variedad mucho más amplia que los de Italia. En principio se reducían a los tres géneros conocidos: colonia, munici­ pium, ciuitas, pero por P lin io 221 sabemos que cada uno de esos tipos generales se subdivide en especies. Las colonias son: ordinariae, y iuris Italici. Las duita­ tes·. stipendiariae, immunes, liberae, y liberae et immunes. Y lo mismo los muni­ cipios, de cuya variedad hablaremos enseguida. Plinio, tratándose de las provincias, tiene buen cuidado de distinguir las colonias de los municipios, llamando a éstos municipia, u oppida ciutum Romanoru, oppida Latinorum ueterum 132. Aulo Gelio da una explicación de las diferen­ cias 223. Durante todo el Imperio es necesaria una decisión del emperador para pasar de una condición a otra, lo que indica pues su diferencia.

219. 220. 221. 222. 223.

A pp. G e ll. P lin . P lin . G e ll.

B. C. 1 , 6 5 ; F lo r u s, 2 , 9 , 2 7 . 16, 13.

N . H . lib r o s 3 al 6 . N . H . 3 , 3; 3 , 4 ; 5 , 1; 3 , 26. 16, 13.

78

Lu República

Nos fijaremos, como hemos hecho al hablar de los municipios itálicos, en estos cuatro puntos: a) El estatuto personal de los habitantes; b) el derecho vigente en los municipios; c) la condición del suelo; d) organización administrativa. 1) No era el mismo el estatuto personal en todos los municipios. Había unos municipia ciuium Romanorum, en que todos sus vecinos eran en bloque ciues Romani; otros municipia Latina o bien en la forma primitiva y restringida del minus Latium, o en la más amplia y reciente del maius Latium. Las Tablas de Salpesa y Málaga 224 nos manifiestan que algunos municipes no tenían más que el derecho latino, pudiendo alcanzar la ciuitas Romana por el desempeño de alguna función municipal. Una inscripción hallada en un pequeño poblado de Africa. Gighthis, ha demostrado que los municipes podían tener el Latium maius, o el Latium minus. ¿Qué diferencia existía entre estas tres categorías? Los habitantes de los municipia ciuium Romanorum son cives■romani. Ya no hay que hablar del ius suffragii, desaparecido bajo Tiberio, el año 14 d. C., para todo el Imperio. Servían en las legiones, no estaban sometidos al arbitrio de los procónsules o administradores de las provincias, no pagaban, como los pere­ grinos, el impuesto personal, que era el signo de la sujeción a Roma. No eran extranjeros sometidos a la dominación romana. En Roma no eran peregrinos. No cabe duda que trasladados a Roma, podían desempeñar las magistraturas, y según Aulo Gelio, fueron los provincianos los que presentaron a Roma sus mejores senadores y magistrados y emperadores, como Trajano, Antonino Pío, Septimio Severo. Sabemos que al final de la República y al principio del Imperio las fami­ lias tradicionales de Roma protestaron contra la política de César y de sus suce­ sores, que admitían en el senado y en las magistraturas a los provincianos; pero esas protestas resultaron inútiles. Los ciues Romani provinciales, estaban, pües, totalmente asimilados a los ciues de Italia y de la misma Roma. Los municipes que poseían el Latium maius no eran ciudadanos romanos pero quedaban hechos automáticamente al entrar en el senado de sus municipios. Los municipes del Latium minus, tampoco eran ciues Romani, lo conseguían al salir del desempeño de una magistratura municipal, al dejar sus funciones. Cuando, un municipe terminaba el cargo de una magistratura, el privilegio de la ciudadanía romana alcanzaba a toda la familia, ascendientes y descendientes, como vemos por la lex Salpesa: «Con sus padres, cónyuges e hijos, logrados en legítimo ma­ trimonio y que permanecieran bajo la patria potestad; con sus nietos y nietas e hijos de éstos, que permanecieran bajo la autoridad paterna» 225. A fortiori hay que suponer que esta norma valía también para los magistrados y para los decu­ riones que ya poseían el Latium maius. En conclusión: I o) Los vecinos de los municipia ciuium Romanorum, eran todos ciudadanos romanos con todos sus derechos; 2°) Los habitantes de los municipios que poseían el Latium maius eran ciudanos romanos todos los decu­ riones con sus familias, y todos los que hubieran desempeñado una magistratura municipal con sus ascendientes y descendientes. 3o) En los municipios que sólo poseían el Latium minus sólo eran ciues P^omani los que hubieran desempeñado alguna magistratura con sus ascendientes y descendientes.

224. 225.

C IL . I I , 1 9 6 3 -1 9 6 4 . C IL . ib . c o l. 1, 1 , 1 - 2 .

Extensión àe la República

79

2) ¿Cuál era el derecho .en vigor en los municipios provinciales? A esta pregunta responde un documento oficial y público del emperador Adriano, con­ servado en Gelio: E l d iv in o A d r ia n o en e l d is c u r so q u e p r o n u n c ió e n e l se n a d o so b r e lo s d e Itá lic a , . d o n d e é l h a b ía n a c id o , d is e r tó p e r itís im a m e n te y m a n ife s tó q u e se so r p r e n d ía d e q u e lo s m is m o s d e I tá lic a , y a lg u n o s o tr o s m u n ic ip io s a n tig u o s , c o p io lo s U tic e n s e s , p u d ie n d o u sa r d e s u s le y e s y c o stu m b r e s, h a y a n d e s e a d o p asar al d e r e c h o d e c o lo n ia s .226

Adriano establece para la época imperial una diferencia esencial entre muni­ cipios y colonias. Los municipios, dice, pueden suis moribus legibusque uti. Qué hayamos de entender por mores legesque nos lo indica Gayo: «Todos los pueblos que se rigen por leyes y costumbres, en parte usan de un derecho privativo suyo, y en parte del derecho común a todas las gentes» 227, Las leyes y costumbres de cada pueblo constituyen su derecho. Ahora bien, las leyes y las costumbres de los municipios difieren del ius coloniarum·, pero el ius coloniarum, es el derecho romano, según indica Gelio (ib. 8): «tienen todos los derechos e instituciones del pueblo romano, no los suyos». Por tanto podemos concluir que las relaciones civiles y sociales de los municipes entre sí, no es necesario que se regulen por el derecho romano, o como dice el mismo Adriano en el senado: «Municipes son los ciu­ dadanos romanos procedentes' de los municipios, que usan sus leyes y sus dere­ chos... no obligados a otras leyes ni prescripciones tomanas, más que a las con­ diciones en que su pueblo se ha hecho fu n d o » .m Es cierto que poco a poco, como sucedió a los municipios italianos, el derecho local se fue haciendo oscuro e incomprensible, al paso que el derecho romano, escrito, comentado y aplicado constantemente, era claro y se iba haciendo uni­ versal. Lo curioso es que no pocos municipios provinciales ambicionaban la condi­ ción de colonias, para borrar todo vestigio de su extranjerismo pasado y presentar de esta forma como su ejecutoria de Romanidad más directa. No se olviden las palabras de Gelio: «Estas colonias parecen ser como retratos e imágenes peque­ ñas de Roma» 229. En cambio en Italia la colonia recordaba los días tristes de la sumisión, o de la expropiación y deportación. E n la lex Salpesana se encuentran diversas disposiciones diferentes de las del derecho romano, lo qué prueba de hecho que el municipium Flauium Salpesanum tenía, y otros municipios de su misma condición, podían tener, mores legesque no inspirados en el derecho romano. 3) En cuanto a la condición del suelo eran diferentes estos municipios de los italianos. El suelo provinciano estaba sometido al impuesto territorial y no era susceptible de propiedad quiritaria, fuera o no posesión de un ciuis Romanus. En principio era ager prouincialis. Los ciudadanos, libres del impuesto personal, pa­ gaban por sus tierras contribución territorial (uectigal, stipendium, tributum). Ño tenían el dominium, sino la simple possessio. . 4) En cuanto a la organización administrativa era más uniforme en estos mu­ nicipios que en los itálicos. Sálvo raras excepciones los poderes públicos eran: I o) El populus, o asamblea de ciudadanos. 2°) El senado municipal, senatus mu­ llí.

G e ll. 1 6 / 1 3 . G a i. D . 1, 1, 9. 2 2 8 . . G e ll. 1 6 , 1 3 , 6 . 2 2 9 . G e ll. 1 6 , 1 3 , 9.

HT.

L a República

SO

nicipalis, curia, decuriones, 3°) Los magistrados, duouiri iure dicundo, duouiri quinquennales, praefectus, o praefectus iure dicundo, aediles, quaestor. E n este sentido había también variedad entre los municipios. Existía además los municipia libera, que podían rempublicam arbitrio suo administrare. E n estos municipios no intervenían los gobernadores de provincias, como tampoco había gobernador alguno para los municipios de Italia. Los municipia non libera, por tanto, debían someter al gobernador o procónsul las decisiones de sus asambleas, aunque no sabemos en qué medida y cómo.

II I .

LOS M AGISTRADOS230

1. El consulado Sin que las supremas magistraturas fueran nunca objeto de ataque en las luchas político-sociales, hemos visto cómo al consulado se le iban desgranando prerrogativas y limitando los poderes. Al principio representa el consulado el poder real único e indivisible. Hay magistrados inferiores, pero éstos son nom­ brados por el cónsul, como durante la monarquía los nombraba el rey, si así lo quería. Cuando por fin se logra la concordia cívica, con las igualdades políticas entre todos los ciudadanos, el consulado no es en realidad la mayor de las ma­ gistraturas, aunque así se le siga llamando. La censura con sus más altas atri­ buciones financieras, con su cometido de confeccionar la lista de los ciudadanos, con su facultad de elegir los miembros del senado, con la vigilancia y atención a las costumbres, sin que nadie pueda substraerse de su observación absoluta, es, en realidad, de mucha más trascendencia que el consulado. La posesión del im­ perium, que antes era uno e indivisible, ahora se ve fraccionado entre el cónsul, con poder militar, y el pretor con poder judicial. Antes los cónsules, al term inar su poder anual, se distribuían ellos personal­ mente el gobierno de las provincias, para el año siguiente, ahora interviene el senado, si no con la potestad legal, por lo menos con la intervención del consejo. El pueblo pudo en otro tiempo firmar la paz con un pueblo extranjero por sí y ante sí; ahora debe solicitar el parecer del senado y seguir sus instrucciones. Facultad del cónsul era nom brar él personalmente un dictador, cuando lo creía oportuno, ahora es el senado quien juzga la oportunidad de la dictadura y designa al dictador. 2. La dictadura La potestad suprema del dictador se conservó intacta durante más tiempo que la del cónsul. Y no es que a la dictadura en sí se le quitaran atribuciones; sino que se le nombra única y exclusivamente para un cometido determinado. En ese campo tenía todo el poder, pero era extraña en los otros terrenos. P or ejemplo, en el año 363 se nombró un dictador para la realización de una simple ceremonia religiosa. 230. A h o r a e x p o n e m o s s o b r e la s m a g istr a tu ra s a lg u n a v a r ia n te su fr id a c o n r e la c ió n a la é p o c a a n ter io r . U n a s p e c to d e s u e v o lu c ió n to ta ] la p r o p o n d r e m o s al te r m in a r la s in s tit u c io n e s d e l I m p e r io , c u a n d o p o d a m o s c o n s id e r a r lo to d o d e c o n ju n to .

L os m agistrados

81

3. El tribunado Desaparecido, en principio, el fin principal por el que se instituyó el tribu­ nado, la defensa de la plebe contra las arbitrariedades de los patricios; y la atri­ bución que él se arrogó, de dirigir la lucha plebeya para conseguir ia igualdad política, el tribunado vino a ser una magistratura más. El tribuno se enroló en el senado, recibió la auctoritas y con ello dejó de tener existencia propia y polí­ tica. No se suprimió, porque hubiera parecido una medida antipopular, pero no existiendo en las formas anteriores, en realidad estaba anulado. E n lo sucesivo, y con cierta frecuencia, sirvió de trampolín de la demagogia, y de ballesta de intereses privados y enconos personales.231 4. E l senado A.

SUS FUNCIONES

Ya indicamos antes, al hablar de la lucha política de las clases romanas, que en realidad el senado, de simple consejo del rey y de los primeros cónsules, pasó a ser el verdadero cuerpo de gobierno de Roma, que, con su permanencia, daba continuidad e inspiración al gobierno anual de sus emisarios, los cónsules. En el tiempo al que ahora nos referimos, siglos IV y I I I a. C., el senado gobierna sin rival. Esta preponderancia del senado cobró toda su fuerza, cuando se disgregó de la facultad consular la confección de la lista de senadores, pasán­ dosela al censor. La ley Ovinia, entre los años 318 y 312, y sobre todo las leyes Licinias, abren el senado a todos los que han desempeñado una magistratura curul, es decir, a los que han sido ediles curules, pretores o cónsules. El censor debe encabezar la lista de senadores con los nombres de todos los que han sido magistrados curules, nombrados por los comicios, en los cinco años precedentes, a no ser que rechace positivamente a alguno, por creerlo indigno del cargo de senador. Pero hasta el número de 300 tenía el censor bastantes nombres que añadir, y ordinariamente los tomaba de los senadores del quinquenio anterior. Esencialmente para poder ser elegido senador se requería: 1) El ius ciuitatis completo con el ius honorum. Los ciudadanos de los muni­ cipios y de las colonias, que viven fuera, aunque sean elegibles, no pueden entrar en el senado porque no tienen el domicilio en Roma 232, Cuando César nombra senadores a los provincianos excita una protesta 233. La capitis deminutio media o máxima lleva consigo incapacidad, pero la llamada o la restitutio in integrum de un exilado devuelve la silla senatorial.234 2) La ingenuidad. Los libertos excluidos. Por excepción al final de la Repú­ blica se admiten obreros a jornal, simples soldados, o quienes hayan desempeñado oficios sórdidos.235

2 3 1 . V é a s e m á s a d e la n te la e x p o s ic ió n c o n ju n tiv a d e esta m agistra tu ra . 2 3 2 . C ic . S est. 9 7 . 2 3 3 . S u e t. Caes. 7 5 ; C ic. P b il. 1 1 , 1 2 ; 1 3 , 2 7 . 2 3 4 . C ic . Of f . 3 , 1 0 0 ; D om . 8 2 ; A tt . 3 , 2 3 , 2 ; C a e s. B. C. 3 , 1, 4 ; A u c t. Bell. A le x . 3 5 ; C ic . C lu en t. 9 8 ; Flacc. 7 9 ; S u et. Caes. 16. 2 3 5 . D i o C a ss. 6 2 , 2 5 ; 7 8 , 1 3 . 1 4 .

6

82

L a República

3) Edad 46 años cumplidos. Los más jóvenes que han ingresado por medio de las magistraturas, hasta que no llegan a esa edad no tienen más que el ius setentiae dicendae, sin estar inscritos definitivamente 236. La ley V ilia rebaja la edad a 27 años; Sila la establece en 30, como para los magistrados, hasta que Augusto la pone luego en 25. 4) Honorabilidad. Se aplican los casos principales de indignidad, exclusión de losindividuos condenados por robo, o por complicidad en el robo; en virtud de la ley Plaetoria por lesión de intereses de menores de 25 años 237; por calum­ nia, o praeuaricatio-, exclusión de los deudores insolventes; o perjuros en mate­ ria de deudas 238; los antiguos soldados despedidos o degradados en el ejército, los delatatores que han recibido dinero por delación de un ciudadano romano; los condenados en ciertos juicios públicos. En la legislación de Sila la interdictio ignis et aquae suponía la exclusion del senado 239. La ley Cassia echaba del senado al senador despojado del imperium en unos comicios. Sila despoja también a todos los proscritos y sus descendientes, y así siguen hasta la rehabilitación hecha por César 240. Hay leyes que imponen a los senadores la obligación del juramento de cumplirlas bajo pena de la expulsión del senado241. Se excluyen ciertas profesiones, como los gladiadores, prostituidos, comediantes, dueños de casas de mala fam a.242 5) Fortuna. No hay censo marcado, aunque la mayor parte de los senadores tienen el censo ecuestre. El senador es vitalicio, pero puede ser removido si el magistrado lo borra de la lista por una de las causas dichas. El modo de proceder del censor en la confección de la lista parece éste: con­ signa primero los senadores que hubiera en la antigua lista y no merezcan borrar­ se; luego los que han desempeñado cargos curules en los cinco años anteriores, a no ser que excluya a alguno por causas que han de expresarse, si quedan aún sitios vacantes hasta los 300, los censores son completamente libres para nombrar a quienes juzguen con mayores méritos y servicios prestados a la patria 243. An­ dando el tiempo las magistraturas inferiores, incluso la cuestura, dan entrada en el senado. Como en las campañas de Aníbal habían muerto gran número de senadores, el año 216 fue necesario hacer una lectio extraordinaria para llenar los 170 esca­ ños que quedaban vacantes. Se incluyeron en la lista incluso a los antiguos ma­ gistrados menores, como cuestores, ediles y tributos de la plebe, y a quienes, sin haber sido magistrados, se habían distinguido por su patriotismo o valentía en la guerra. A partir de este hecho, es decir, al tener acceso al senado también los magistrados menores, los miembros del senado se elegían ya sólo entre los magistrados, con lo cual prácticamente el senado quedaba elegido también por el pueblo. Y como la elección quinquenal del censor era automática, a los que cumplían su magistratura, se les permitía asistir y hablar en las tenidas del

236. 237. 238. d e 8 .0 0 0 239. 240. 241. ( A p p . B. 242. 243.

F e s t., p . 3 3 9 . C ic. C lu en t. 1 1 9 . L a le y S u lp ic ia p r o h ib ía ya e n e l a ñ o 8 8 a lo s sen a d o r es e l te n e r u n a d e u d a d e m ás s e s te r c io s , P lu t. Silla, 8. C ic. D o m . 8 2 . D io n is . 8 , 8 0 ; L iv . E p it. 8 9 ; P ]u t. Silla, 3 1 ; Caes. 3 7 ; S u e t. Caes. 4 1 . T a le s c o m o la le y B antia {C IL . L , 4 5 lin . 1 9 -2 0 ); P le b is c ito A p u le y o , d e l añ o 10 0 C. 1, 2 9 -3 1 ; F lo r . 3 , 1 6 ). U lp . D . 3 , 2 , 2 ; 3 , 2 , 4 , 2 ; T e r tu ll. S p e d . 2 2 , 2 . L iv . 2 3 , 3 3 .

L os magistrados

83

senado, antes de là celebración del censo siguiente en que estarían ya en la lista de los senadores. Como puede adivinarse en el senado los plebeyos eran mayoría. Por ejemplo, en la lista del año 179 a. C., de 304 senadores, 216 eran plebeyos, y 88 patricios. Los plebeyos nombrados al principio por los cónsules y luego por el censor, sin haber sido magistrados, no tienen el tus sententiae dicendae, sino simplemente el del voto. Forman la categoría de los simples votantes, pedarii (pedibus ire in sententiam). En tiempo de Sila disminuyen los poderes del censor, y las vacantes del senado se ocupan por la m ultitud de cuestores que se nombran. En tiempos de Cicerón los pedarii tienen un sentido nuevo, son los últimos de la lista, los antiguos tribunos y cuestores, a quienes no vale la pena de preguntar, su opi­ nión particular, en oposición a los consulares y pretorios.244 En un principio los senadores plebeyos no se llamaban patres, sino conscripti, adlecti 245. Se distinguen también por el modo de vestir, los patricios llevan el calzado encarnado, ajustado con cordones negros, que sujetan la lúnula de marfil. En los primeros tiempos Jos patricios llevan la túnica laticlave, mientras los ple­ beyos la llevan angusticlave. Sólo los patres tenían derecho a hablar y razonar sus votos, los conscripti de ordinario no tenían más que el derecho al voto, pero siempre después que han votado los patres. Y como el voto se expresaba levan­ tándose del asiento para colocarse a la derecha o a la izquierda del local (ire pe­ dibus in sententiam), se llamaban pedarii. Los magistrados en función no votan. El poder del senado en este tiempo se extiende al campo de la legislación, de la elección y del gobierno. a) En el campo legislativo Todo proyecto de ley debía someterse a la autoridad del senado, antes de llevarse a los comicios centuriados o tributos. No había ley que así lo mandara, pero el senado tenía recursos para impedir que esa ley se votara, o bien susci­ tando la intercesión de los otros colegas del proponente; o bien interponiendo el recurso de casación sacerdotal. Sin saber cómo el senado se alzó con el derecho de dispensa legal en casos urgentes, sin que el pueblo se opusiera a ello, y con­ virtiéndolo enseguida en costumbre. ( El senado ejerció siempre una decisiva influencia sobre la legislación, ya porque las decisiones de los comicios necesitaban para su validez la aprobación de la auctoritas patrum 246, es decir, del sector patricio del senado, como por los dictámenes de todo el senado que daban impulso a las leyes que había que pro­ poner a los comicios. Incluso podía declarar no obligatoria una ley comicial por defecto de forma, y puede dispensar a un ciudadano del cumplimiento de los plebiscitos y de las resoluciones populares. Con lo cual, aunque nominalmen­ te todo el poder residía en el pueblo, realmente era el senado quien gobernaba. El senado se ha convertido en el verdadero eje de la política interna y externa de la República.

84

Lu República

b) En materia de elecciones No es que el senado privara de su facultad de elegir los magistrados supremos a los comicios, pero 0n ei fondo, era el senado quien lo preparaba todo. Ya vimos cómo este dicasterio se había apropiado de la facultad de nombrar dictador; tam­ bién nombraba el general en jefe de una guerra inminente y al interrex. La facul­ tad de dispensar de uña ley, que hemos visto que se arrogó a sí mismo el senado, le permitía prorrogar el cargo de un magistrado, lo cual suponía un nuevo nom­ bramiento. Y por fin, el apoyo y la influencia que ponía para que el pueblo nom­ brara a quien interesaba al senado, era lo mismo que si él nombrara directamente a los magistrados, sin la odiosidad que ello supondría. c) Y por 'fiti, en el gobierno E l senado rió anuló las magistraturas ordinarias, muy al contrario, daba la im­ presión de que los magistrados obraban personal y espontáneamente. Pero ¡les quedaban tan pocos asuntos para su iniciativa particular! El senado declaraba la guerra, hacía la paz, pactaba alianzas, distribuía las tierras, señalaba las obras pú­ blicas que debían hacerse, contabilizaba las rentas y administraba el tesoro. Nom­ bra los magistrados provinciales, marca el contingente del ejército, y el presupuesto m ilitar de cada año. El magistrado puede actuar a su modo en lo eventual, en lo momentáneo, en lo intrascendente; pero en las cosas de responsabilidad nacional, de efectos permanentes, ahí está el senado que piensa, disputa, razona serenamente impul­ sado tan sólo por el interés de la Patria 247. Sobre el senado de esta época dice Mommsen: i F o r m a d o d e to d o s a q u e llo s h o m b r e s q u e n o h a b ía n s id o d e s ig n a d o s s ó lo p or e l n a ­ c im ie n to , s in o m á s b ie n p o r la lib r e e le c c ió n d e s u s c o n c iu d a d a n o s ; c o n fir m a d o cada c in c o a ñ o s p o r la s d e c is io n e s d e u n tr ib u n a l d e la s c o stu m b r e s, e n e l q u e se s e n ta ­ b a n io s m a s d ig n o s; n o c o n ta n d o m á s q u e m ie m b r o s v ita lic io s , lib r e s d e to d o m a n ­ d a to a c o r to p la z o , s o b r e la m u d a b le o p in ió n d e la m u ch ed u m b r e ; fu n d id o e n u n s o lo c u e r p o u n id o y c o m p a c to d e s p u é s d e e sta b le c id a la ig u a ld a d c iv il; r e u n ie n d o en su s e n o to d a la in te lig e n c ia p o lít ic a y to d a la e x p e r ie n c ia g u b e r n a m e n ta l d e la n a ­ c ió n ; d is p o n ie n d o c o m o je fe a b s o lu to d e la s r en ta s y d e la p o lític a e x te r io r ; m a n ­ d a n d o , e n fin , a lo s fu n c io n a r io s e je c u tiv o s , a c a u sa d e la c o rta d u r a c ió n d e s u s p o ­ d e r e s y p o r la in te r c e s ió n d e l tr ib u n a d o , c o n v e r tid o e n s u a u x ilia r a l d ía s ig u ie n te d e la p a c ifica c ió n d e lo s ó r d e n e s, e l s e n a d o a p a rece a n te n o s o tr o s c o m o la e x p r e s ió n m á s n o b le d e la n a c io n a lid a d r o m a n a . P o s e y ó la s m ás a lta s v ir tu d e s : ló g ic a y p r u ­ d e n c ia p o lític a , u n id a d d e m ir a s, a m o r a la p a tria , p le n itu d d e l p o d e r y d o m in io d e s í m ism o ; f u e v e r d a d e r a m e n te la a sa m b lea m á s ilu s tr e d e to d o s lo s tie m p o s y n a c io ­ n e s; u n a « a sa m b le a d e r e y e s» , c o m o s e h a d ic h o ; s u p o u n ir e l d e s in te r é s r ep u b lica n o a la ir r e s is tib le e n e r g ía d e l d e s p o tis m o . J a m á s p u e b lo a lg u n o h a s id o r e p r e se n ta d o ta n p o d er o sa y n o b le m e n te c o m o e l p u e b lo r o m a n o . N o d e s c o n o z c o q u e , p r e d o m i­ n a n d o en su s e n o la s a r isto cr a c ia s d e la sa n g r e y d e l d in e r o , p u d ie r o n arrastrarlo c o n fr e cu en cia a se r v ir s u s in te r e s e s e g o ís ta s : a -ca u sa d e e s t o s e h a n e x tr a v ia d o m u ch a s v e c e s , a p esa r d e to d a s u c ie n c ia y e n e r g ía , p o r c a m in o s q u e n o c o n d u c ía n a l b ie n p ú b lic o ; p e r o e n m e d io d e la s lu c h a s in te s tin a s, s a lía e l gran p r in c ip io d e la ig u a l­ d a d c iv il a n te la le y , ta n to r e s p e c to a lo s d e r e c h o s c o m o r e s p e c to a lo s d e b e r e s ; e s ­ ta n d o e n to n c e s a b ie r ta a to d o s la carrera p o lític a , o , m ejo r d ic h o , la e n tr a d a e n e l s e n a d o , s e ñ a la n d o e l a d v e n im ie n to d e la c o n c o rd ia , e n e l E s t a d o y e n la N a c ió n , lo s é x ito s m á s b r illa n te s e n la g u erra y e n la p o lític a . L as d ife r e n c ia s e n tr e la s c la se s n o

247.

T h . M o m m s e n , H ist, d e R om a I , 3 9 7 -3 9 8 .

L os m agistrados



s e m a n ife sta r o n y a p o r o d io s e n c a r n iz a d o s, c o m o e n tie m p o d e la lu c h a e n tr e p a tr i­ c io s y p le b e y o s . P o r ú lt im o , lo s p r ó sp e ro s a c o n te c im ie n to s d e la p o lític a e x te r io r t u ­ v ie r o n ta m b ié n la v en ta ja d e q u e , d u r a n te m á s d e u n s ig lo , e n c o n tr a r o n e n e llo s lo s r ic o s u n a n c h o c a m p o d e a c ció n s in p e r ju d ica r e n l o m á s le v e a la c la se m e d ia . D e e s t e m o d o , a y u d a n d o to d a s la s ca u sa s, h a p o d id o R o m a fu n d a r e n e l s e n a d o , y h a c e r q u e d u r e m á s tie m p o q u e e n o tr o p u e b lo a lg u n o , la m á s g r a n d io sa d e la s c o n str u c ­ c io n e s h u m a n a s: u n g o b ie r n o p o p u la r a la v e z sa b io y a fo r tu n a d o .248

B.

L a s s e s io n e s d e l sç n a d o

El derecho de convocar al senado competí^ a los magistrados ordinarios, cón­ sules y pretores; y extraordinarios: decenviros legibus condendis, tribunos mili­ tares consulari potestate, dictadores, 'magister equitum 249; interrex, prefecto de la ciudad. Los conflictos de competencia en la convocatoria se regulan por las normas habituales 250. El magistrado superior puede impedir la convocatoria de un magistrado inferior, que de ordinario le pide su consentimiento. Si los cón­ sules están ausentes, para tratar los asuntos importantes se espera que vuelvan, o a que se nombren los nuevos251. Un cónsul no puede poner el veto al otro cónsul, aunque sí puede ioterceder contra el senadoconsulto.252 H asta el tiempo de Sila la ausencia de los cónsules daba autoridad de con­ vocatoria al pretor; pero luego es también autoridad ordinaria aun cuando estén presentes los cónsules. Los pretores, como los cónsulos, tiene el tus referendi, pero prácticamente sólo el pretor urbano, salvo impedimento 253, y éste tiene pro­ bablemente derecho de veto contra sus colegas. La relatio de los tribunos puede hacerse en nombré de uno o de varios, en este caso preside el senado uno de ellos; no puede ser vetado por ningún ma­ gistrado, excepto el dictador 254. Pocos tribunos usaron el derecho de la relatio 2 4 8 . D e l a ltís im o c o n c e p to q u e C ic . t e n ía d e l s e n a d o p o d e m o s d arn os c u e n ta p o r e sta s a lu ­ s io n e s e v e n tu a le s : « S u m m u m e s t p o p u li R o m a n i p o p u lo r u m q u e e t g e n tiu m o m n iu m ac reg u m c o n s iliu m s e n a tu s » (P ro D o m o , 7 3 ). « (S i p o p u lu m R o m a n u m ) c u iu s h o n o r ib u s in a m p liss im o c o n s ilio e t in a ltiss im o g ra d u d ig n ita tis a tq u e in h a c o m n iu m terraru m arce c o n lo c a ti su m u s» ( A d Senat. 2 ); « ...S e n a tu m , id e s t o r b is terra e c o n s iliu m » (P h il. 4 , 4 ). Y d e l m o d o d e c o m ­ p o r ta r se e n e l se n a d o , v . Leg. 3 , 4 0 -4 1 : « Q u e s ea n m o d er a d o s s iem p r e lo s d is c u r so s q u e s e p r o n u n c ie n ... a n te e l se n a d o ; q u e sea n d is c ip lin a d o s y tr a n q u ilo s. E s t o n o e s d if íc il p o r q u e el se n a d o r d e b e b u sc a r m e n o s la s p a la b ra s a g ra d a b les para e l q u e e sc u c h a q u e ’ h o n r o s a s para s í m is m o . S e le d a n e sta s tres n o rm a s: q u e e s t é p r e se n te , p o r q u e e l n ú m e r o a u m en ta la a u to ­ rid a d ; h a b la r e n su tu r n o , e s d e c ir , c u a n d o s e le p r e g u n te su o p in ió n ; y h a c e rlo c o n m e su r a , p r o c u r a n d o n o h a c e rse in te r m in a b le , p o r q u e la b r e v e d a d n o s o la m e n te e n e l s en a d o r , sin o e n cu a lq u ie r o r a d o r , e s gran m é r ito para u n a o p in ió n . Ja m á s d e b e n p r o n u n c ia rse largas o r a cio n e s, a n o se r c u a n d o e l s e n a d o se e x tr a v íe , c o sa q u e c o n m u ch a fr e cu en cia p r o c e d e d e la a m b ició n : si e n e s te c a so n o in te r v ie n e a lg ú n m a g istr a d o , e s ú t il o cu p a r to d a la s e s ió n , o b ie n c u a n d o e l a s u n to e s ta n im p o r ta n te q u e se h a c e n n e c e s a r io s to d o s lo s r ec u r so s d e l o r a d o r para c o n v e n c e r o in s tr u ir . E n a m b o s g é n e r o s so b r e sa le n u e s tr o gran C a tó n . L o q u e sig u e ( e n la le y ) 'q u e c u id e d e la s cau sa s d e l p u e b lo ’ im p o n e al sen a d o r e l d e b e r d e c o n o c e r la R e p ú b lic a . E s t o tie n e m u ­ c h o a lc a n c e : e l n ú m e ro d e s o ld a d o s , lo s r ec u e r d o s d e l te s o r o , lo s a lia d o s, lo s a m ig o s, lo s tr i­ b u ta r io s , la le y , la c o n d ic ió n , la a lia n za c o n ca d a u n o , saber la s c o stu m b r e s d e las d e lib e r a c io ­ n e s ; c o n o c e r lo s e je m p lo s d e lo s a n tep a sa d o s. C o m o v e is to d o e s t o e x ig e in s tr u c c ió n , d ilig e n c ia y m e m o r ia , s in lo c u a l n u n c a p u e d e e sta r p r e p a r a d o u n sen a d o r» . 2 4 9 . C ic . Leg. 3 , 1 0 ; L iv . 8 , 3 6 , 1 2; 2 3 , 2 4 , 1; D i o C ass. 4 2 , 2 7 . 2 5 0 . G e ll. 1 4 , 7 , 4 . 251. L iv . 2 , 2 2 , 5 ; 3 0 , 2 3 , 2 ; 3 1 , 2 , 2 . 252. L iv . 2 8 , 3 9 ; 3 8 , 4 3 ; 4 4 , 1 9 ; S a lí. lu g . 2 8 . 2 5 3 . L iv . 2 2 , 7 , 8 y 1 4 . 2 5 4 . P o lib . 6 , 1 6 ; P lu t. T ib. G rac. 1 0 ; C ic . S est. 7 0 .

8 6

L a República

hasta el tiempo de los Gracos, haciendo su relación o bien por plebiscitos, o bien por boca de un pretor o cónsul; pero después de los Gracos intervienen los tribunos en todas las materias, aprovechando las sesiones convocadas por los magistrados mayores. Cuando el presidente ha terminado su orden del día, puede ceder la presi­ dencia y el derecho de relatio a otros magistrados presentes 255. Los magistrados que actúan más activamente en el senado son los cónsules, los pretores y los tribunos, a ellos se dirigen las cartas públicas.256 Los magistrados que no tienen el ius referendi piden a un magistrado compe­ tente que les otorgue una audiencia del senado (senatum dare) y se encarga de la relación257. El presidente puede conceder el uso de la palabra a un postulante incluso no senador.258 Los senadores deben residir en Roma o en sus alrededores, y en circunstan­ cias graves deben permanecer en la ciudad 259; y para salir de Italia necesitaban permiso del senado, en forma de legatio libera. El magistrado los convoca fácil­ mente (cogere, uocare, conuocare) por el anuncio del heraldo en el comitium o el Foro y en caso de urgencia, personalmente 260. 'La convocatoria es necesaria para que la sesión sea válida. El magistrado puede exigir prendas, imponer multas por la falta de asistencia e incluso por la tardanza en llegar, cuando no hay excusa como una función judicial, enfermedad, e tc .261. En el Imperio se dispensaba de la asistencia a los que hubieran cumplido los 60 o los 65 años. Podía exigirse un número determinado de senadores para que las decisiones fueran válidas, pero esto se dejó al juicio del mismo senado. En la convocatoria no se anuncia la orden del día, salvo cuando hay que tratar de re publica. 262 Antes de empezar la sesión preceden los auspicios, y en la época histórica se empezaba con un sacrificio, y la observación de las entrañas de la víctima por parte de los arúspices. La sesión podía durar desde la salida hasta la puesta del sol. Comienza generalmente muy temprano y dura todo el día, cambiando el presidente según las materias que se vayan tratando 263. El senado pu ed e,re­ unirse todos los días, sean fastos o nefastos. No hay sesiones a fecha fija, excepto la del día primero de enero. Se reúne dentro de Roma o dentro de la primera milla extra pomoerium, en un lugar sagrado, cerrado y constituido en templum

2 5 5 . C ic . P h il. 7 , 1; Fam. 1 0 , 6 , 1. 256. C ic . Alt. 1 6 , 4 , 1. 2 5 7 . L iv . 2 6 , 2 1 , 1 ; 2 8 , 3 8 , 2 ; 3 8 , 4 4 ; 4 1 , 6 ; 4 2 , 2 1 . 2 5 8 . L iv . 3 , 3 8 , 1 0 ; 5 , 7 , 5 ; 2 2 , 5 9 , 1 2 ss; 2 5 , 1 9; 4 2 , 3 5 ; D io C a ss . 4 , 15 . 2 5 9 . L iv . 2 7 , 5 0 , 4 ; 3 6 , 3; 4 3 , 1 1 . 2 6 0 . C ic. D e Fin. 3 , 7 ; Fam. 5 , 2 , 3 ; 1 4 , 6 , 2 ; D o m . 11; 6 2 ; C at. 2 , 2 6 ; P hil. 1 , 6 ; 3 9 ; 9 9 ; L iv . 3 , 3 8 , 6 ; .Val. M a x . 8 , 1 3 , 4 . 2 6 1 . G e ll. 1 4 , 7 , 1 0 ; L iv . 3 , 3 8 , 1 2 -1 3 ; C ic . P hil. 1 , 1 1 -1 2 ; Fam. 8 , 8 , 5 ; P lu t. Cic. 4 3 : « A l d ía s ig u ie n te , c o n g r e g a n d o A n to n io e l s e n a d o y p a s á n d o le a v is o a C ic e r ó n , n o c o n c u r rió , s in o q u e s é q u e d ó e n ca m a , e x c u sá n d o se c o n q u e e sta b a fa tig a d o d e l v ia je ; p e r o , a lo q u e p a ­ r e c e , l o q u e v e r d a d e r a m e n te lo d e te n ía era e l te m o r d e a lg u n a asech a n za , p o r cie rta in d ic a c ió n y s o sp e c h a q u e s e le h a b ía d a d o e n e l c a m in o . A n to n io s e m o s tr ó m u y o fe n d id o d e e sta ca ­ lu m n ia , e ib a a e n v ia r so ld a d o s q u e l o tra jera n o le q u em a ra n la casa; p e r o in s tá n d o le y ro­ g á n d o le m u c h o s, se c o n v in o e n q u e s ó lo se l e to m a ra n p r e n d a s» . 2 6 2 . S u e t. Caes. 2 8 , 2 : « M . C la u d iu s M a r c e llu s c o n s u l e d ic to p r a e fa tu s, d e s u m m a se re p u b lic a a c tu r u m r e t u lit a d s e n a tu m » ..., C ic . P hil. 3 , 2 4 . 2 6 3 . G e ll. 1 4 , 7 , 8 ; L iv . 4 4 , 2 0 ; 2 2 , 7 ; 3 6 , 2 1 ; P lu t. C. G rac. 14; C ic . D e O r. 3 , 2; Fam. 1 1 , 6 , 3 ; A lt. 1, 1 7 , 9 ; D e Arnic. 1 2 . L a d is c u s ió n p u e d e c o n tin u a r se e n la s e s ió n s ig u ie n te , a u n q u e n o e s lo reg u la r, C ic. Fam. 1, 2 , 4 ; A d Q . jr. 2 , 2 , 3.

L os m agistrados

87

por los auspicios 264. Lugares ordinarios son la curia Calabra en el Capitolio245 y la curia Hostilia, situada en el Comitium, que quedó como lugar habitual. Luego se celebraba también en la curia Iulia dedicada por Augusto en el año 29; pero se tiene con frecuencia en cualquiera de los templos del Foro: Castor y Pollux, Concordia, Júpiter Stator, etc. En los locales ordinarios, durante la sesión, las puertas están abiertas, salvo si la sesión es secreta266, pero el público no puede estacionarse ni provocar ma­ nifestación alguna. Los senadores no tienen escaño fijo, y no se levantan más que para escuchar con atención un discurso, aproximarse al presidente, o saludar a alguno que lle­ g a 267. Los cónsules y los pretores ocupan las sillas curules; los tribunos su banco; los demás magistrados se sientan entre los senadores. La sala está dividida en dos partes por un pasillo central, y se entra y se sale libremente 268. El presidente tiene sus apparitores y lictores para mantener el orden. Puede exigir prendas, e incluso expulsar de la sala. En cuanto al orden de los asuntos que deben tratarse, excepto Jas cuestiones religiosas, que siempre teñían la preferencia y ocupaban la primera atención de los magistrados que inauguraban, el presidente fijaba a su gusto la orden del día, teniendo en cuenta la voluntad del senado si se había manifestado su pre­ ferencia por algún asunto. Los magistrados pueden tomar la palabra cuantos veces q u ieran 249, cosa que provocaba frecuentemente polémicas entre ellos (alter­ catio)210, pero ellos no pueden formular una sentencia, ni votar. En tiempos del Imperio el presidente sí tenía voto, cuando era el Emperador en persona. Antes de las discusiones el presidente puede hacer toda suerte de comunicaciones, leer documentos, cartas, poner cuestiones a los senadores, recibir comunicaciones, ex­ presar sus puntos de vista sobre una cuestión. Las aclamaciones más o menos anó­ nimas con que se reciban esas comunicaciones presidenciales manifestarán la apro­ bación o el desagrado de los senadores, y luego sirven de base o de pretexto para las relationes de los m agistrados271. Bajo el Imperio esta comunicación, sobre todo del Emperador, tenía suma importancia, porque provocaba la aclama­ ción que tenía valor de voto, que se emitía enseguida o después de la relatio. Muchas veces nos hemos referido ya a la relatio, pero ¿qué es la relatio en concreto? Pedir al senado la ratificación de un deseo popular se decía referre ad senatum; cuando un magistrado proponía una cuestión era senatum consulere, pero ambas intervenciones, a partir de la época de Cicerón, se dirán referre ad senatum o relatio. Derecho de relación lo tiene el presidente, los magistrados superiores a él, los tribunos y los magistrados a quienes el presidente autorice. Los colegas pueden presentar de conjunto la misma relación 272. La relación es «ilimitada» cuando se debate sobre la re publica, en las crisis, al principio del

2 6 4 . G e ll. 1 4 , 7 , 7 ; C ic . D o w . 1 3 1 ; M il. 9 0 . 2 6 5 . M a cr o b . Saturn. 1, 1 5 , 9 . S o b r e e s to s lu g a r e s c f. e sta o b r a v o l. I , p p . 2 2 -2 4 . 2 6 6 . C ic . P h il. 2 , 1 1 2 ; 5 , 1 8; A tt. 1 5 , 3 , 1; L iv . 2 2 , 6 0 , 1-4; 4 2 , 1 4 ; V a l. M a x . 2 , 2 , 1. 2 6 7 . C ic . C at. 1, 1 6; 2 , 1 2 ; Phil. 2 , 1 9; 5 , 1 8 ; A tt . 1, 14 , 3; Fam. 4 , 4 , 3 ; G e ll. 4 , 10 , 8; P lu t. Cat. M in . 2 3 . 2 6 8 . C ic . D om . 1 5 ; S u e t. A u g. 9 4 . 2 6 9 . C a e s. B. C. 1, 2 ; C ic . A tt. 4 , 3 , 3; 1, 1 4 , 5 ; A d Q . fr. 2 , 1. 2 7 0 . L iv . 2 8 , 4 5 , 1-7; 1 0 , 4 0 ; 4 , 6 ; 4 , 5 3 ; C ic. Fam. 1, 2 , 1; A tt. 1, 1 6 , 10; B ru t. 164; S u e t. T ib . 2. 2 7 1 . S a il. C at. 4 8 -5 3 ; L iv . 2 3 , 2 2 ; 2 9 , 1 6 ; 3 0 , 2 1 ; 4 2 , 3; C ic . Fam. 1 0 , 1 6 , 1. 2 7 2 . C ic. Fam. 1, 1, 2-4 ; P lu t. P om p. 5 8 .

88

L a República

año, cuando se trata de la formación de un ejército 273; y se llama «limitada» o «determinada» cuando se debate y se buscá el voto en una sola cuestión. El presidente no debe proponer nunca la solución. Después de empezar con las pa­ labras rituales: Quod bonum felixque sit populo Romano Quiritium rei erimus ad uos, patres conscripti, enuncia el asunto de la relatio y termina indicando que él senado se pronuncie de ea re quid fieri placeatm . Pero debe aclarár el estado de la cuestión, quién la propone, quién se opone, es decir, informar plenamente al senado (uerba facere) .275 La votación El magistrado que preside requiere luego el parecer (sententia) de cada uno (rogare sententiam). E l primero en hablar es siempre el princeps senatus, después los magistrados en orden de categoría 276. Todos los miembros son citados nomi­ nalm ente277. Cada uno responde de pie, en su sitio. En caso de conformidad con la propuesta, se contenta con decir: u tei rogas (utei tu rogas)m , o asintiendo con el parecer de otro: adsentio Catoni·, sentio cum Tuberone, o con un dis­ curso improvisando o preparado. Los senadores (patres) tienen· la libertad abso­ luta de palabra, al ser rogados, y exponen su parecer, explicando a veces amplia­ mente los motivos que le impulsan-a tal o cual decisión. La discusión puede alar­ garse, porque el padre que toma el uso de la palabra puede suscitar incluso una cuestión distinta de la motivadora de la reunión. Recuérdese la forma de ter­ minar todos sus discursos Catón el Viejo que, después de hablar de lo que le habían preguntado, añadía: ceterum censeo delendam esse Carthaginem. Cicerón, en sus Filípica Séptima, alude al principio a dos temas propuestos a discusión, que le parecen dé escaso interés y de fácil solución... «de lo cual, aunque la expli­ cación parece sencilla, sin embargo el ánimo está indeciso, preocupado por cui­ dados más trascendentales» 279 y habla durante todo el discurso de la gravedad de 2 7 3 . L iv . 2 1 , 6 , 2-8 ; 2 2 , 1 1 , 1 ; 2 6 , 1 0 , 2 ; C ic. Phil. 8 , 1 4 ; C at. 3 , 13. 2 7 4 . S u e t. Cat. 1 5; L iv . 2 , 3 1 , 8 ; 8 , 2 0 , 1 1 ; C íe . Cat. 3 , 13; S ail. C at. 5 0 , 3. 2 7 5 . - C ic. P hil. 1 , 4 ; 1 0 , 1 7; C at. 4 , p r o n u n c ia d a p o r e l c ó n s u l C ic . e n e l sen a d o . 2 7 6 . G e ll. 1 4 , 7 , 9 ; 4 , 1 0 , 5 ; C ic . P is. 1 1 ; P h il. 5 , 3 5 ; 6 , 8 ; 1 3 , 1 2 ; T a c. A n n . 3 , 22; S u e t. C laud. 9 ; Caes. 2 1 . A n te s d e la le y q u e a h o ra s e o b se r v a e n e l o r d e n d e rogar la s e n te n ­ c ia e n e l se n a d o , s e h iz o d e v a ria s fo r m a s. E n tie m p o s se p e d ía p r im e r a m e n te e l p ar e ce r d e a q u é l a q u ie n e l c e n so r h u b ie r a p u e s to p r im e r o é ti la lis ta d e lo s se n a d o r e s. P r e s id e n te s h u b o q u e c o m e n z a b a n p o r a lg u n a p e r so n a d e te r m in a d a a q u ie n q u e r ía n h o n ra r, s in se g u ir u n o r d e n d e te r m in a d o ; p e r o p o r lo c o m ú n n a d ie e m p e z a b a p o r a lg u n o q u e n o fu er a c o n s u la r , c u a n d o s e p r e g u n ta b a s in se g u ir u n o r d e n c o n c r e to . C . C ésa r e n e l c o n s u la d o q u e d e s e m p e ñ ó c o n M . B íb u l o (a ñ o 5 9 a. C .) s o la m e n te p r e g u n tó fu er a d e o r d e n a c u a tr o p e r so n a s. D e e sta s c u a ­ tr o e l p r im e r o a q u ie n p re g u n ta b a - era a M . C r a so . D e s p u é s q u e s u h ija s e h a b ía c a sa d o c o n C n . P o m p e y o , sie m p r e p e d ía e l p a r e ce r e n p rim e r lu g a r d e su y e rn o . A s í l o d ic e G e lio , 4 , 10 , 1-5. A n tig u a m e n te s e Ú am aban decem p rim i al sen a d o r p r im e r o d e cad a d e c u r ia d e l se n a d o (P lu t. N u m a. 3 ). E s to s d ecem p rim i r e p r e s e n ta b a n la s d ie z c u ria s d e la tr ib u p r im itiv a d e lo s R am nes. D e s p u é s d e la u n ió n d e la s o tr a s d o s tr ib u s, a sa b er lo s L u c er e s y lo s T itio s , e l n ú m e ro d e s e n a d o r e s s e e le v ó a 3 0 0 , lo s decen t p rim i d e la p rim era tr ib u h a b ía n c o n s e r v a d o la prerro­ g a tiv a d e s u ra n g o c o n e l iu s dicen dae se n te n tia e a n tes q u e lo s o tr o s . M ás ta r d e , b a jo la R e ­ p ú b lic a , s e d io e l n o m b r e d e d ecem p rim i a lo s p e r so n a je s c o n su la r e s, y a lo s sen a d o r es dp las fa m ilia s m á s a n tig u a s, p a tre s m aioru m gen tiu m , q u e e ra n lo s d ie z p rim ero s d e l se n a d o . E n tr e lo s c o n s u la r e s la a n tig ü e d a d d e la gen s fijaba e l o r d e n d e l v o t o (D io n is . 6 , 6 9 , 8 4 ; 7 , 4 7 ; C ic. R e p . 2 , 2 0 ). 2 7 7 . D i o C a ss. 7 9 , 1; L iv . 2 2 , 6 0 , 5 ; C ic . V err. 4 , 1 4 2 ; A tt . 7 , 1, 4 , se p r e g u n ta C ic er ó n h a b la n d o en la ca rta c o n s u a m ig o : c u a n d o se m e d ig a : 'Dic. M . T u llí.' Q u id dicam ? 2 7 8 . C ic . L eg. 2 , 2 4 . 2 7 9 . C ic . P hil. 7 , 1.

L os magistrados

89

la situación creada por M. Antonio y sólo en la frase final se refiere al asunto consultado, para indicar que en ello su parecer es idéntico al de P. Servilio280 De M. Catón el Uticense leemos en un fragmento del libro de Ateio Capitón, De Officio senatorio, esta gesta conservada por Gelio: E l c ó n s u l C ésa r p r e g u n tó su p a recer a M . C a tó n . M . C a tó n n o d e se a b a q u e s e llevara a c a b o lo q u e s e p r o p o n ía , p o r q u e l e p a r e c ía q u e era c o n tr a lo s in te r e se s d e la R e ­ p ú b lic a . P ara alargar la c o sa , e sta b a e c h a n d o u n d is c u r so sin fin , p r o c u r a n d o c o n s u ­ m ir e l d ía e n s u a c tu a c ió n . E r a d e r e c h o d e l sen a d o r q u e , c u a n d o s e l e p r e g u n ta b a s u p a recer p o d ía h a b la r c u a n to q u e r ía y s o b r e l o q u e l e p a reciera . E l c ó n s u l C ésar lla m ó a su a lg u a c il y v ie n d o q u e C a tó n n o te r m in a b a , l o m a n d ó arrestar y lle v a r a la cárcel. E l s e n a d o e n p le n o s e p u so e n p ie y a c o m p a ñ a b a a C a tó n a la c á rc e l. V ie n d o C ésar e l e n c o n o q u e h a b ía s u sc ita d o d e s is t ió d e s u d e c isió n y m a n d ó so lta r a C a t ó n .281

Cicerón nos recuerda otro intento de pasar el día hablando para evitar que se votara la proposición: «Preguntado Clodio, empezó a hablar con la intención de ocupar todo el d ía » 2*2. Este derecho, que suple a la falta de iniciativa y de interpelación, nadie lo puede coartar, mas que la gritería de oposición de los otros senadores, porque impiden que se oíga, no porque le quiten el derecho de hablar 233. Augusto limita el tiempo de cada intervención y poco a poco desapa­ rece también la costumbre de hablar de cualquier problem a.284 El. orador puede manifestar su modo de ver las cosas sea en el sentido que sea; rechazar la proposición, enviarla a otra autoridad, por ejemplo, a los pontí­ fices, a los comicios; plantear otra proposición sobre la que pueda votarse, e introduce su parecer con las fórmulas: censeo, mihi placet, decerno, decernendum censeo245. Cada uno de los senadores pueden establecer una proposición nueva o adherirse al parecer de alguno que haya hablado antes (adsentire)1*6. Por eso la importancia de hablar primero. El que lo hace puede atraerse a su pensa­ miento a muchos que no tendrían quizás opinión formada; también los últimos tienen su ventaja porque pueden recoger los diversos modos de pensar y sinte­ tizar el parecer de otros:, insistiendo o remachando la opinión que ellos crean la más conveniente. En los temas de poca importancia el presidente puede hacer votar inmedia­ tamente después de la exposición per discessionemm . Si no hay oposición dice enseguida el presidente: consule! aut numera! 288. El presidente indica el nuevo episodio diciendo: pronuntiatio sententiarum. Es el momento preciso de votar y contar los votos (ire in sententiam). El haber hablado antes en un sentido cual­ quiera no implica el compromiso de votar según la opinión manifestada 289. El 280. C ic . Phil. 7, 2 7 . 2 8 1 . G e ll. 4 , 1 0 , 8 . 2 8 2 . C ic. A d Q . fr. 2 , 1, 3 -^ , 283. T a c. A n n . 2 , 3 3 . 3 8 ; C ic : Leg. 3 , 4 0 ; A t t. 4, 2 , 4 ; 3 , 1 5 , 6; Fam. 4 , 4 , 3; 8 , 4 , 4; 10 , 2 8 , 2 ; 1 0 , 1 6 , 1; A d Q . fr. 2 , 1, 3 ; D om . 7 0 ; S est. 2 5 ; SaU. C at. 4 8 , 5 ; lu g . 2 7 , 1-2. 284. G e ll. 4 , 1 8 , 8 ; T a c . A n n . 1 3 , 1 8 ; P lin . N . H . 6 , 1 9 , 3. 285. S a il. Cat. 5 1 , 4 3 : « P la c e t ig itu r e o s d im itti e t a u geri e x er c itu m C a tilin a e ? M in im e. S e d ita c e n se o : p u b lic a n d a s e o r u m p e c u n ia s , ip s o s in u in c u lis h a b e n d o s p e r m u n ic ip ia q u ae m a x u m e o p ib u s u a le n t, n e u q u is d e e is p o s te a ad se n a tu m r efer a t n e u e c u m p o p u lo agat». V id . ib. 4 2 , 3 6 ; C ic . Phil. 10 , 2 5 ; 1 4 , 3 1 ; 9 , 1 3; L iv . 3 , 4 0 , 5 . 7 . 1 1 . 1 3 - 1 4 2 8 6 . C ic . Fam. 1 , 1, 3 : « H u ic a d s e n tiu n tu r r e liq u i c o n su la r es praeter S e r u iliu m ...e t A fra­ n iu m , q u i a d s e n titu r V o lc a tio » ; A d Q . fr. 2 , 7 , 3. 287. G e li. 1 4 , 7 , 9 ; C ic. Phil. 1, 3 ; 3 , 2 4 ; S u et. Tib. 3 1 . 288. C ic. A tt. 5 , 4 , 2 . 289. S a il. Cat. 5 0 , 4 , d o n d e n o s recu erd a q u e D. S ila n o d e fie n d e u n p arecer y lu e g o , con-

90

L a República

voto se emite con un cambio de lugar (discessio), cuando el presidente, al fin del debate 290 dice: Qui hoc censetis illuc transite, qui alia omnia in hanc partem m . Los que aprueban una proposición van a sentarse a un lugar, ordinariamente junto al autor de la proposición, pedibus ire in sententiam aliquam·, aliquem, aliquam sententiam sequi·, los otros van a la otra parte, in alia omnia ire, aliquem relin­ quere m . El presidente observa la mayoría. La igualdad de votos supone la repul­ sa de la propuesta m . Del resultado del voto sale la auctoritas patrum o el sena­ tusconsultum. Terminados los asuntos el presidente levanta la sesión (mittere, dimittere senatum), con estas palabras: nihil uos teneo, o tenem us. 294 Los tribunos pueden interceder, es decir, interponer su veto, siempre; los cónsules cuando el senado es presidido por un cónsul, o pretor; pero no si lo preside el dictador; los pretores cuando el presidente es pretor o tribuno. Tene­ mos una especie de rúbrica del senado, redactada por M. Varrón. Cuando Cn. Pompeyo fue designado cónsul por primera vez con M. Licinio Craso, año 70 a. C., porque toda la vida la había pasado en el ejército, se sentía desorientado en los asuntos urbanos, y quería saber cómo debía de proceder en las sesiones del senado. Muy prudentem ente lo consultó a M. Varrón, familiar suyo, que le escribió un opúsculo titulado είσαγογικο'ν para ilustrarlo en cuanto debía hacer y decir cuando convocara al senado. El libro referido de Varrón se había per­ dido ya en tiempos de Celio, pero en cambio se conservaban en el libro 4 episto­ licarum quaestionum muchas cosas relativas al tema. Ante todo nombra los magistrados que pueden convocar al senado: el dicta­ dor, los cónsules, los pretores, los tribunos de la plebe, el interrex, el prefecto de la ciudad. Nadie, fuera de éstos, tiene autoridad para hacer un senadoconsulto. Cuando todos los magistrados se encuentran en la ciudad, el orden de preferen­ cia de convocación del senado es el que hemos puesto en la presentación de los magistrados. Además, con carácter extraordinario, podían convocarlo también los tribunos militares con poderes consulares, los decenviros que disfruten asimismo el imperio consular, y los triunviros nombrados para la ordenación y conserva­ ción del Estado. Al hablar de la facultad de interceder para que no se lleve a cabo un senadoconsulto, dice que la poseen simplemente quienes pueden reunir el senado, o tuvieran mayor autoridad. En cuanto al lugar de la reunión del senado, indica que no puede convocarse fuera del lugar establecido por los augures, llamado «templum», si se reúnen en un lugar diverso el senadoconsulto acordado es inválido. La curia Hostilia, la curia Pompeya y la curia Julia fueron declarados «templa» por los augures para que pudieran celebrarse ritualm ente en ellas reuniones del senado; porque, según dice Varrón, no todas las construcciones sagradas son templa-, no lo es, por ejemplo, la capilla y la casa de las Vestales.

v e n c id o p o r e l d isc u r so d e C é sa r , v o tó c o n tr a lo q u e é l m ism o h a b ía p r o p u e s to a n tes; C ic . P hil. 1 1 , 1 5; P lin . E p. 2, 1 2 , 2 2 ; 8 , 1 4 , 2 4 . · 2 9 0 . C ic . Ad. Q . fr. 2 , 1, 3. 2 9 1 . G e ll. 1 4 , 7 , 1 2 ; P lin . E p. 8 , 1 4 , 1 9 . 292. C ic . S est. 7 4 ; P hil. 6, 3 ; 1 4 , 2 1 ; 1 1 , 1 5; Fam. 1, 2 , 2 ; 10 , 1 2 , 3; A t t. 1, 2 0 , 4; L iv . 9 , 8 , 1 3 ; 2 2 , 5 6 , 1; 2 7 , 3 4 , 7 ; 2 3 , 1 0 , 4 ; G e ll. 3 , 1 8 , 6; C a e s. B. G . 8 , 5 3 ; T a c. A n n . 14, 49. 2 9 3 . S e n e c a , V it. B eat. 2; C ic . C at. 3 , 1 3 . 294. C ic. A d Q. fr. 2, 2 , 1; B rut. 2 1 8 ; Fam. 1, 2 , 3 ; L iv . 2 , 2 4 , 4; 3 8 , 5 0 .

L o s magistrados

η

El senadoconsulto para que sea válido, añade Varrón, ha de establecerse des­ pués de la salida y antes de la puesta del sol. Es necesario además que los miembros que decretan el senadoconsulto hayan sido elegidos por los censores. Luego agrega unos cuantos detalles, por ejemplo, en qué días es ilícito tener asamblea del senado; que el que convoca al senado ha de ofrecer un sacrificio previo, y recabar la voluntad de los dioses por medio de los auspicios, y que en el orden del día ha de dar preferencia siempre a los asuntos divinos sobre los meramente humanos; que puede proponer temas de una forma infinita sobre el Estado, o definidamente sobre temas concretos; que el senadoconsulto se hace de dos maneras, o por desplazamiento a una o a otra parte, si hay consenti­ miento, o si la cuestión presenta sus dificultades y discrepancias preguntando el parecer individualmente; y que en esta petición de pareceres debe seguirse rigu­ rosamente el orden, empezando por la categoría senatorial. Y dentro del orden senatorial hay que iniciar la votación por el que fue elegido primero por los censores (princeps senatus)·, pero en el momento en que Varrón redactaba estas notas, por deferencia y simpatía, el presidente podía pedir su parecer empezando por quien quisiera, con tal que fuera del grado consular. A continuación habla Varrón de la prenda que hay que exigir y de la multa que hay que imponer al senador, que, sin motivo suficiente, no asistiera a la sesión del senado. Gelio, que es quien nos transmite estas noticias de la epís­ tola de M. Varrón a Oppiano, advierte que la forma de votación, según Tuberón siempre exigía el desplazamiento a la derecha o a la izquierda, es decir, al grupo de los que decían utei rogas, o se oponían con nequaquam ita siet. 295 Nos imaginamos que todas las sesiones del senado serían de la catégoría, de la importancia o de la tensión que hubo, por ejemplo, en la convocada por Cice­ rón en el templo de la Concordia el 5 de diciembre del año 63, cuando el cónsul M. Tulio acababa de hacerse con todos los hilos de la conjuración de Catilina y propuso al senado que cada uno pensara sobre los conjurados convictos y con­ fesos de su participación en el atentado de lesa patria 296. Muy al contrario, con frecuencia resultaban sesiones anodinas y de trámite, que era necesario celebrar­ las, pero resultaban sumamente aburridas. Por ejemplo, la relatada por M. Tulio a su hermano Q u in to 297, correspondiente al mes de diciembre del año 57. E l se n a d o e s t u v o m á s c o n c u r rid o d e lo q u e im a g in á b a m o s q u e p o d ía e sta r lo e n el m e s d e d ic ie m b r e y e n d ía s fe s tiv o s . D e lo s c o n s u la te s n o e s tu v e m á s q u e y o y lo s d o s c á n su le s d e s ig n a d o s P . S e r v ilio y M . L u c u lo , y lo s p r e to r es L é p id o , V o c a c io y G la b r ió n . E n to ta l u n o s 2 0 0 se n a d o r e s. E n tr e tie n e g r a ta m e n te la a te n c ió n L u p u s. T ra tó e l a s u n to d e l c a m p o C a m p a n o c o n m u c h o in te r é s y c o m p e te n c ia y se le e sc u ­ c h ó e n s ile n c io r e lig io so . Y a c o n o c e s e l a s u n to . N o d e jó d e r efer ir se a n in g u n o de n u e s tr o s a cto s. S e la n z a r o n a lg u n o s p u lla z o s co n tr a C ésar, a lg u n o s in s u lto s a G e lio , y a lg u n a s d e m a n d a s a l a u s e n te P o m p e y o . T er m in a d a s u e x p o s ic ió n d ijo q u e n o la s o m e tía a v o ta c ió n , p o r n o im p o n e r n o s n in g ú n c o m p r o m iso y n o su scitar p o s ib le s e n e m is ta d e s ; p e r o q u e é l c o n o c ía m u y b ie n e l p a recer d e l sen a d o p o r las in v e c tiv a s p rim era s y p o r e l s ile n c io p r e se n te . H a b ló M iló n , y e m p e z ó a d iv a g a r. L u e g o M a rce­ lin o d ijo : « N o d e d u z c a s, a m ig o L u p o , d e n u e s tr o s ile n c io lo q u e a p ro b a m o s o recha­ z a m o s d e m o m e n to . Y o , p o r m i p a rte, p u e d o d e c ir te y ju zg o q u e a lo s d e m á s les pa sa lo m ism o , m e c a llo , p o r q u e c re o q u e , e sta n d o P o m p e y o a u s e n te , n o e s o p o r ­ tu n o q u e tr a te m o s d e l ca m p o C a m p a n o » . Y a g r eg ó q u e é l n o se s e n tía o b lig a d o por

295. 296. 297.

V id . G e ll. 1 4 , 7. V id . S a il. C at. 4 4 -4 5 ; C ic. Cat. 4. A d Q . fr. 2 , 1.

92

L a República la s d e c is io n e s q u e to m a ta e l s e n a d o e n a q u élla s e s ió n . L u e g o s e le v a n tó R a c ilio y e m p e z ó a h a b la r d e lo s ju ic io s, P r e g u n tó p r im e r a m e n te s u p ar e ce r a M a r c e lin o . E s t e , d e s p u é s d e la m e n ta r s e a g r ia m e n te d e lo s in c e n d io s , a se sin a to s y a p e d r e o s c lo d ia n o s, e m itió su p a recer d e q u e é l m is m o so rtea ra ju e c e s p o r m e d io d e l p r e to r u r b a n o , y q u e o b t e n id o s p o r m e d io d e e s e s o r te o lo s ja e c e s , s e Celebraran lu e g o c o m ic io s ; y q u e lo s q u e trataran d e o b s ta c u liz a r la c e le b r a c ió n d e lo s ju ic io s d e b ía n c o n s id e r a r s e c o m o r eo s d e le sa p a tria . A p r o b a d a a m p lia m e n te e sta p r o p o s ic ió n , C . C a tó n h a b ló e n c o n ­ tra y C . C a ss io c o n g ra n a p la u so d e l s e n a d o , c u a n d o p r o p u so q u e p r e c e d ie r a n lo s c o m ic io s a lo s ju ic io s. F e lip e f u e d e l p a r e ce r d e L é n tu lo . E n tr e lo s s e n a d o r e s n o m a ­ g istr a d o s R a c ilio m e p id ió a m í e l p r im e r o e l p a r e ce r . H a b lé a m p lia m e n te d e l fu ro r y d e lo s c r ím e n e s d e P . C lo d io , l o a c u s é c o m o a u n r e o , y m is p ala b ra s s e v ie r o n c o re a d a s p o r lo s m u r m u llo s d e a p r o b a c ió n d e t o d o e l s e n a d o . V e t o A n t is t io a la b ó m i d is c u r so a m p lia m e n te y c o n b u e n a e lo c u e n c ia y d ijo q u e d e fe n d e r ía la a n tiq u ís im a c a u sa d e lo s jijic io s. P r e v a le c ía ; e s te p arecer. E n to n c e s p id ió e l p r e sid e n te s u o p in ió n a C lo d io , y s e p u s o a h a b la r c o n e l p r o p ó s ito d e c o n su m ir to d o e l r e s to d e l d ía . E sta b a fu r io s o p o r q u e s e c r e ía c o n tu m a z y p ú b lic a m e n te u ltra ja d o p o r R a c ilio . L u e g o s u s m e s n a d a s a lzaron u n g r ite r ío d e c a m p e o n a to d e s d e la tr ib u n a d e lo s in v ita d o s y d e s d e e l g r a d e r ío , c re o q u e in c it a d o s c o n tr a Q . S e x tilio y c o n tr a lo s a m ig o s d e M iló n . T e m ie n d o c u a lq u ie r d e s m á n , pon g r a n p e sa r d e to d o s , se le v a n tó la s e s ió n d e l se n a d o . Y c o n e llo t e h e red a cta d o e l acta d e ,1^ s e s ió n d e e s t e d ía .

Pero no obstante esta relación de Varrón a Pompeyo, no hubo ley que regu­ lara las sesiones del senado hasta los tiempos de César Augusto, que estableció unas normas, que fueron fijadas enseguida pór las leyes, y por los tratados de los jurisconsultos.298

C.

D is p o s ic io n e s p e l se n a d o

a) E l senatusconsultum La decisión votada por el senado se llama senatusconsultum, que define así Gayo: Senatusconsultum est quod senatus iubet atque constituit·, 'tdque uicem legis obtinet, quamuis fuerit quaesitum. 299 EI decreto del senado constaba de tres partes: la praescriptio, que contiene el nombre del magistrado proponente en forma adjetiva, fecha de su votación y lugar en que estuvo congregado el senado. El texto que se divide en capítulos, y está expresado en forma de consejo. Y la sanctio que va seguida del número de senadores que han tomado parte en la votación. Los senadoconsultos se desig­ nan por el nombre del magistrado proponente en forma adjetiva (-ianum), sena­ tusconsultum Hosidianum, Neronianum, por ejemplo; o por la materia de que tratan, senatusconsultum de Bacchanalibus. 300 Se distinguen dos clases de estos decretos: unos que contienen leyes y son fuentes del derecho civil; y otros en los que no se legislaba, sino que únicamente daban instrucciones a los magistrados, y son fuentes de derecho pretorio. La redacción oficial del senadoconsulto se hacía en el senado, después de la votación, o terminada la sesión 301, de memoria o sobrenotas tomadas a lo largo 2 9 8 . D io C a ss. 5 5 , 3 ; G e ll. 4 , 1 0; P lin . E p . 5 , 1 3 , 5 . 2 9 9 . G a i. In s t. 1, 4 . 3 0 0 . G a i. Itisí. 3 , 1 9 7 . P e r o n o s ie m p r e , p o r q u e a lg u n o s s e n a d o c o n su lto s n o lle v a n n o m b r e o fic ia l, c o m o e l p r o p u e s to p o r A d r ia n o , y v o ta d o e n e l a ñ o 1 2 9 d . C ., y q u e lo s c o m e n ta r ista s, para r e fe r ir s e a é l, lla m a n luuent'tanum , v id . U lp . D . 5 . 3 . 2 0 , 6. 3 0 1 . P lu t. M arc. 4. C ic. Fat». 1 0 , 1 3 , 1.

L os magistrados

93

de la junta. Incumbe al magistrado relator, asistido de un comité de redacción, los autores de la sentencia adoptada, los amigos del interesado por el decreto y además dos cuestores 302, de los que se decía scribendo adesse. Cuando el asunto del decreto se refería al Oriente se escribía en latín y luego en griego, expo­ niéndose públicamente en ambas lenguas. En Grecia y en Oriente sólo en griego. Las exigencias del cumplimiento del senadoconsulto recaían en los magistíados correspondientes. No eran taros los casos en .que sé fue demorando su apli­ cación indefinidamente, y como, de no renovarse, caducaba con el año de la magistratura, se convertían en papel m ojado.305 b) Las leyes La ley en un sentido muy g'enérál ¿s cualquier compromiso o contrato de un ciudadano romano con otro ciudadano o con relación a un magistrado. En el prim er caso era lex priuata, én el segundo publica. La lex implica una obligación de voluntades, que si es pública obliga a todos, y si e s :privada a quien toma parte en ella. ■■·■■: ' Pero además hay otras acepciones en la palabra; en un sentido amplio dé­ signa toda decisión impuesta por. la autoridad competente dentro de los limités de sus atribuciones, las disposiciones: contenidas en el edicto del pretor, e igual­ mente las reglas introducidas por la jurisprudencia (legum auctores).304 En un sentido más estrecho, ley es el derecho civil, en oposición al derecho pretorio. Ahora bien, el derecho civil se constituye por la recta ratio imperandi atque prohibendiM5, por el plebiscito30^, por los decretos del senado 3”7 y por las constituciones imperiales. Al hablar ahora de la ley nos referimos a la ley pública que emana del pue­ blo y para el pueblo 308 y se distingue de las otras disposiciones, como los decre­ tos del senado, y las constituciones imperiales por su modo dé formación. Gayo la define: quod populus iubet atque constituit 309 y Papiniano: Lex est... communis rei publicae sponsio·, pero no se concluya por ello que en Roma se admita la soberanía absoluta del pueblo. El pueblo, no puede tomar ninguna resolución por propia iniciativa: necesita la cooperación del magistrado. Por eso, según Gelio: «Ateio Capitón, peritísimo en derechó público y privado, defiiiió la léy con estas palabras: 'Lex — inquit— 'est generale iiissum populi aut plebis rogatite magistratu»im. Cuando el pueblo ha intervenido en la· votación de una ley siem­ pre ha sido por proposición formal de un magistrado: Lex est, quod populus Romanus senatorio magistratu interrogante, 'ueluii coniulè, cotistituebat.'m En ocasiones la soberanía del püebló se ve limitada por un magistrado supe­ rior, órgano del senado, o por la auctoritas patrum ; otras veces, conservando cada cual su tus suffragii, influye más o menos según la ordenación de las cen’ 3 0 2 . C ic . Fam . 8 , 9 , 5 ; 1 5 , 6 , 2 ; D e P rou . C otts. 2 8 ; A t t. 4 , 1 8 , 2 ; 7 , 1 , 7 ; D e H ar. Res. 13; D e O r . 3 , 5 ; C IL . V I I I , 1 1 4 5 1 . 303. L iv . 2 2 , 3 3 , 9 -1 1 ; C ic . Leg. A gr. 2 , 3 6 ; C lu en t. 1 3 7 . 304. C od. lu s t. 1, 1 7 , 2 , 1 0 y 2 0 ; 3 , 2 8 , 3 3 , 1 ; 6 , 2 6 , 1 0 ; 6 , 3 0 , 19. 305. C ic . L eg . 1 , 4 2 . 306. U lp . D . 9 , 2 , 1, 1: « L e x A q u ilia p le b is c itu m e s t » . 307. U lp . D . 1 4 , 6 , 1 ; 4 , 4 ,, 4 9 . 308. D iv e r s o s ju rista s e n e l D . 1 , 3 , 3 2 -4 0 . 309. G a i. In s t. 1, 3 ; P a p in , D . 1 , 3 , 1. 310. G e ll. 1 0 , 2 0 , 2 , 311. l u s t . In s t. 1, 2 , 4.

lJ 4

L a República

turias dentro de la que está encuadrado3I2. En los comiciospor tribus, todos votan al mismo tiempo; pero cada tribu representa un· voto, por tanto, en las tribus en que haya mayor número de individuos, como las urbanas en que están encua­ drados todos los libertos, cuenta menos la opinión particular de cada uno. Es evidente que la ley debe ordenarse al bien común, propuesto por la natu­ raleza, y que no siempre coincide con lo que al pueblo, frecuentemente manejado, se le inspira. De aquí que los pensadores romanos mantengan que n o e x is t e m á s q u e u n s o lo d e r e c h o al q u e e stá s u je ta la s o c ie d a d h u m a n a , e sta b le ­ c id o p o r u n a le y ú n ica : e sta le y e s la r ec ta r a z ó n e n c u a n to m a n d a o p r o h ib e 313, y p o r ta n to q u e « s i lo s m a n d a to s d e lo s p u e b lo s , lo s d e c r e to s d e lo s im p e r a n te s , la s s e n te n c ia s d e lo s ju e c e s fu n d a s e n e l d e r e c h o , d e d e r e c h o se r ía e l r o b o , e l a d u lte r io , e l fa ls o te s ta m e n to , s i e n su a p o y o tu v ie s e n lo s v o to s y a p r o b a c ió n d e la m u ltitu d . S i e n lo s ju ic io s y m a n d a to s d e lo s ig n o r a n te s e x is t e ta n ta a u to r id a d q u e s u s su fra ­ g io s ca m b ia n la n a tu r a lez a d e la s c o sa s , ¿ p o r q u é n o d e c r e ta n q u e lo m a lo y p e r ­ n ic io s o sea d e c la r a d o e n a d e la n te c o m o b u e n o y s a lu d a b le? ¿y p o r q u é la le y q u e d e l o in ju s to p u e d e h a c e r l o ju s to , n o p o d rá h a c e r d e l m a l u n b ie n ? Y e s q u e para d is tin g u ir u n a le y b u e n a d e o tr a m a la te n e m o s u n a reg la s o la m e n te , la n a tu r á lez a . N o s o la m e n te se d is tin g u e e l d e r e c h o p o r la n a tu r a lez a , sin o q u e ta m b ié n to d o lo q u e e s h o n e s to y to r p e e n g e n e r a l. E s t a n o c ió n n o s la d a la in t e l ig e n c ia c o m ú n , in f u n ­ d ié n d o la e n n u e s tr o e s p ír itu , q u e c o lo c a lo h o n e s to e n la v ir tu d y lo to r p e e n e l v ic io . H a c e r d e p e n d e r e sta n o c ió n d e la o p in ió n g e n e r a l y n o d e la n a tu r a lez a , es v erd a d era lo c u r a .314

En los dos últimos siglos de la República la mayor parte de las leyes eran plebiscitos, votados por el pueblo, a sugerencias de lqs tribunos de la plebe, resoluciones que tienen fuerza de ley, en virtud de la lex Hortensia. 315 El proceso de una ley discurría por las siguientes etapas: 1) La confección de la ley, en que se distinguen dos momentos: a) La pre­ paración y la proposición de la ley, y b) su votación. a) El proyecto de la ley lo prepara el cónsul o un pretor urbano, por indi­ cación y según normas del senado. Obraba mal el magistrado que no tuviera en cuenta para ello el parecer del senado 316. El senado puede detener el proceso de un proyecto, indicando a otro magistrado o a un tribuno de la plebe que inter­ ceda con su veto, lo cual era una garantía contra las proposiciones temerarias o precipitadas. De ordinario el senado sugiere a un magistrado superior que tome la iniciativa en la proposición de un proyecto de ley, que luego deberá someter al pueblo. El proyecto de ley se sometía al conocimiento del pueblo por la forma habi­ tual de los edictos de los magistrados: el anuncio verbal por medio de los prae­ cones publici, o por fijación en un lugar público, acto que se llamaba promulga­ tio 317. El proyecto de ley se expone escrito en tablas de madera b lanca318, y al fin de la República en planchas de bronce 319. Esta medida además de proporcio-

3 1 2 . C ic . Leg. 2 , 2 2 ; L iv . 1 , 4 3 , 1 0 -1 1 . 313. C ic. Leg. 1 , 4 2 . 314. C ic. Leg. 1, 4 3 -4 5 ; y e n e s t e s e n t id o v . ta m b ié n Plane. 9. 315. G e ll. 1 5 , 2 7 , 4 ; P lin . N . H . 1 6 , 1 0 , 3 7 . 3 1 6 . L iv . 4 5 , 2 1 : « P r a e to r n o u o m a lo q u e e x e m p lo r e m in g r e ss u s e ra t, q u o d n o n a n te c o n ­ s u lto s e n a tu ... d e su a u n iu s s e n te n tia r o g a tio n e m fe r r e t» . 3 1 7 . F e s t. s. v . « p r o m u lg a ri» : « p r o m u lg a ri le g e s d ic u n tu r c u m p r im u m in u u lg u s e d u c u n ­ tu r, q u a si p r o m u lg a ri» . 318. D io C a ss. 4 2 , 3 2 . 319. C ic, M il. 8 7 ; S u e t. Caes. 2 8 , 3 .

I.os »/agisínidfts

nar _ei conocimiento necesario de la ley antes de votarla, buscaba que el autor del proyecto no introdujera innovaciones fraudulentas en la misma en el mo­ mento de proponerla a la votación, cosa que no siempre se conseguía, y por ello, la ley Licinia Junia del 62 a. C., obligaba al magistrado a depositar en el aera­ rium, en el momento de la promulgación, una copia de su proyecto 320. El edicto presentado por el magistrado debe contener la indicación del magistrado que presidirá los comicios y el día en que tendrá lugar la votación de la ley. El tiempo mínimo entre la publicación de un proyecto de ley y su votación debe ser de tres nundinae, o veinticuatro d ía s321; pero el senado en casos de ur­ gencia preceptuaba al magistrado la convocatoria de los comicios sin dilación 322; y no faltaron casos en que el mismo magistrado por sí y ante sí derogó la norma sin competencia para ello .323 En cambio las leyes tribunicias, las preparadas por el tribuno de la plebe, a diferencia de las leyes consulares, a las que acabamos de referirnos, no se pre­ paraban de acuerdo con el senado. Tan sólo en el período de influjo silano, del 88 al 61 a. C., debían los tribunos someter al senado sus proyectos de ley. b) Luego el proyecto de ley se sometía al pueblo reunido en comicios. Ante todo se proponía, se hablaba de él y se discutía en las contiones 324 (o mítines) celebradas en los días que precedían a los comicios por centurias32S, para infor­ mar al pueblo objetivamente del alcance de la ley, o en el mismo día de la vota­ ción en los comicios por tribus, o en los concilios de la plebe 326. Los oradores que sostenían el proyecto de la ley terminaban con esta fórmula: ego hanc legem quod bonum faustumque felixque sit uobis ac rei publicae, uti rogas iubendam censeo 327; y los que la combatían: ego nullo modo legem abrogandam censeo 328. Los votos se emitían verbalmente durante mucho tiempo; pero la ley Gabinia del año 131 a. C. ordenó que se votara por escrito, para asegurar el secreto del voto. Los ciudadanos que participaban en las votaciones recibían dos tabletas en las que figuraban las letras V ( t i ) , R(ogas) o A (n tiq u o ) 329, y el voto se depo­ sitaba en una cesta a la salida de la sección donde cada uno se encontraba. La ley votada por los comicios centuriados se sometía a la auctoritas patrum. Se discute la intervención que esta auctoritas tenía en las leyes votadas en los comicios por tribus; que según la ley Publilia Philonis quedaba reducida a una simple form alidad.330 2) La redacción de la ley consta por lo menos de dos partes, y muy frecuen­ temente de cuatro: index, praescriptio, rogatio, sanctio. a) El in d e x331 contiene los nombres gentilicios de los magistrados que pro­ ponen la ley, con indicación sumaria del asunto sobre el que versa, por ejemplo: lex Calpurnia repetundarum·, lex Caecilia de urbe augenda·, o, silenciado el nom3 2 0 . C ic . S est. 1 3 5 . 3 2 1 . C o n st, d e Bacchan. C IL . X , 1 0 4 , lin . 2 2 . 3 2 2 . L iv . 4 , 5 8 , 8 ; 2 7 , 3 3 , 9. 3 2 3 . C ic . P hil. 5 , 3 ; A p p . Bell. C iu. 4, 7. 3 2 4 . Q u in til. 2 , 4 , 3 3 : « R o m a n is p r o c o n tio n e su a d e r e ac d is s u a d e r e m o r is fu it» . 3 2 5 . C ic. S est. 5 0 ; I n P is. 1 5 ; P o st. R ed . in Sen. 1 0 . 3 2 6 . L iv . 4 3 , 1 6 , 8 : « D ie m ad e iu s r o g a tio n e m c o n c ilio tr ib u n u s p le b is d ix it; q u i p o s t­ q u a m u e n it , u t c en so r e s a d d issu a d e n d u m p r o c e s s e r u n t, G r a c ch o d ic e n te , s ile n tiu m f u it» . 327. L iv . 10, 8 , 12. 328. L iv . 34, 4, 20. 329. C ic. L eg. 3 , 3 8 ; Of f . 2 , 7 3 ; A lt. 1, 1 3 , 3 y 1 4 , 5 . 330. C ic. P lane. 8 ; L iv . 1, 1 7 , 9. 331. C ic . L e g. A gr. 2 , 22.

96

L a República

bre del magistrado, indica tan sólo el objeto de la ley: lex de dictatore creando (del afío 21.1 a. C.), lex de agro Campano (del 210 a. C.). b) E n la praescriptio se consigna: I o) el nombre de quien (o los nombres de quienes) ha propuesto la ley (rogatores) 2°) consignación del día y del lugar en que ha sido votada la ley 333; 3o) el nombre de latribu o de la centuria de la que se ha dado a conocer el voto en primer lugar; 4o) ypor fin el nombre del ciudadano que ha votado el primero. En Frontinus se conserva la praescriptio de la ley, votada por los comicios tributos en el año 9 a. C. E l c ó n s u l T . Q u in c io C r is p in o p r o p u s o le g ítim a m e n te «1 p u e b lo y e l p u e b lo m a n d ó le g a lm e n te e n e l F o r o , d e la n t e d e lo s R o str o s d e l d iv in o J u lio , e l d ía 3 0 d e ju n io . V o t ó la p r im e r a ia tr ib u S e r g ia , y e n e lla e m itió p r im e r o s u v o t o S e x . V ir r o , h ijo d e L u c io .334

c) La palabra rogatio tiene el sentido activo de someter una ley al pueblo para su votación, que se hacía con la fórmula: Velitis iubeatis, uti'...; y el sen­ tido pasivo de la ley mism'a ya v o tad a335. Doble sentido de la palabra que explica Gelio convenientem ente.336 El texto puede estar dividido en capítulos, que cuando se refieren a materia diferente se expresa también en el index, por ejemplo: Lex Iulia de adulteriis et de fundo dotali; lex Voconia de mulierum hereditatibus et de legatis. Estaba prohibido el presentar al voto del pueblo en un mismo proyecto cuestiones di­ versas que no estén íntim am ente relacionadas entre sí, para que no se involucre bajo una disposición agradable otra que aisladamente no se aprobaría, lex satur a m . Ésta prohibición existía ya en tiempos de los Gracos 338, y fue confirmada luego en el 98 a. C. por la lex Caecilia Didia: S i h u b ie r a s c o n s u lta d o al p u e b lo r o m a n o so b r e e s t e a s u n to y n o l o h u b ie r a s a lla n a d o to d o p o r m e d io d e s ie r v o s y la d r o n e s , ¿ n o h u b ie r a p o d id o su c e d e r q u e e l p u e b lo a p r o b a se la p r o p u e s ta s o b r e e l r e y d e C h ip re , y h u b ie r a r ec h a z a d o l o r e la tiv o a lo s d e ste rr a d o s b iz a n tin o s ? ¿ Q u é o tr o e s e l e s p ír itu d e la le y C e c ilia y D id ia , s in o é s t e , q u e n o s e o b lig u e al p u e b lo , p r e s e n tá n d o le d iv e r sa s n orm as u n id a s , a acep tar lo q u e n o q u ie r e , o a rech a za r l o q u e q u ie r e ? 339

Con todo, esta disposición se la saltaban siempre que podían los legisladores, por ejemplo, Augusto en la lex Iulia de maritandis ordinibus, que contiene dispo­ siciones muy diversas. d) /Y por fin la sanctio, qué es una cláusula destinada a asegurar la ejecución y el cumplimiento de la ley. E n este sentido las leyes pueden ser imperativas o prohibitivas y declarativas Por las leyes declarativas se interpreta la voluntad 3 3 2 . C IL . I , 2 0 4 . 3 3 3 . V id . V a le r iu s P r o b u s , D e L eg ib u s e t P le b iscitis, e n G L K , I V , 2 6 5 : P .I .R .P .Q .Î .S .I .F . P .R .E .Ä .D .P . = « p o p u lu m iu r e r o g a u it p o p u lu s q u e iu r e s c iu it in fo r o p r o r o stris e x a n te d ie m p r id ie » . 3 3 4 . F r o n to , D e A q u is, 1 2 9 : « T . Q u in c tiu s C r isp in u s c o n s u l p o p u lu m iu r e r o g a u it p o p u ­ lu s q u e iu r e s c iu it in fo r o p r o r o str is a e d is d iu i I u li p r id ie K . I u lia s . T r ib u s S ergia p r in c ip iu m fu it, p r o tr ib u S e x ... L . F . V ir r o (p r im u s fu it ) » . 3 3 5 . C ic. Fin. 4 , 7 7 ; G e ll. 1 5 , 2 7 ; 2 0 , 1. 3 3 6 . G e ll. 1 0 , 2 0 . 3 3 7 . V id . F e s t. s. v . « sa tu r a » ; « S a tu r a e t c ib i g e n u s e x v a r iis r eb u s c o n d it u m e s t , e t le x m u ltis a liis le g ib u s c o n fe r ta » . 3 3 8 . C IL . I , 1 9 8 , le x A c ilia lin . 7 2 . 3 3 9 . C ic. D o m . 5 3 . 3 4 0 . M o d e stin . D . 1 , 3 , 7 : « L e g is u ir tu s h a e c e st: im p er a r e , u e ta r e , p e r m itte r e , p u n ir e » .

L os magistrados

97

de J a s partes, y pueden derogarse341. En cambio las leyes imperativas o prohi­ bitivas obligan a todos los ciudadanos. Son imperativas las leyes que se refieren al orden público342, y a las buenas costum bres.343 Diversa es la obligación impuesta por las leyes prohibitivas, cuya sanción varía según los casos. Hay leyes que prohíben la realización de un acto material, como un crimen o un delito, y leyes que prohíben un acto jurídico. Las primeras llevan consigo una pena: o moral, como la declaración de iníame, o intestabilis·, o cor­ poral, o pecuniaria. Las que prohíben un acto jurídico son con respecto a su sanción: pefectae, minus quam perfectae, imperfectae. La lex perfecta tiene como sanción la nulidad del acto hecho contra ella; la minus, quam perfecta lleva con­ sigo una multa al contraventor de la ley 344; la imperfecta no lleva consigo nin­ guna de estas dos penas contra el que la viola. Esta clasificación deriva de los tiempos clásicos, porque en los primeros siglos de la República los que faltaban contra una ley eran considerados siempre como delincuentes; pero distinguían los actos contra legem e in fraudem legis: «Obra contra la ley el que ejecuta lo que la ley prohibe, obra en fraude de la ley quien, salvando sus palabras, contraviene su espíritu». 3) Designación de la ley. Las leyes consulares se nombran de ordinario por dos adjetivos formados de los nombres de los cónsules, precediendo el del que pre­ side los comicios: lex Caecilia Didia; lex Aelia Sentía. Las leyes pretorianas no llevan más que un nombre, por ejemplo: lex Papi­ ria 346. Los plebiscitos igualmente se designan por un solo nombre, aunque el pro­ yecto esté refrendado también por los colegas. Así Cicerón habla del tribuno rogator legis y de sus colegas que la apoyan adscriptores 347. Cuando el nombre de la ley responde a un doble gentilicio, por razón de brevedad se là nombra a veces sólo con el primero: la ley Papia Poppaea = lex Papia 348; aunque encon­ tramos leyes con varios gentilicios sin conjunción o con ella: lex Rubria, Liuia, Sempronia 349; lex Silia et Calpurnia. 350 A veces se designan con el nombre de su contenido principal: lex agraria-, lex frumentaria, lex iudiciaria, o el capítulo concreto de una ley: lex Iulia de fundo dotali, es un capítulo de la lex Iulia de adulteriis. 4) Los romanos no tenían una norma fija de publicación de las leyes. Bas­ taba la comunicación del resultado positivo de las votaciones (renuntiatio). Des­ de ese momento la ley se suponía obligatoria en todo su ámbito. Pero cuando

3 4 1 . V id . L a b e o n , D . 2 , 1 4 , 7 , 1 4 ; P a u l. D. 2 3 , 4 , 1 2 , 1; P o m p o n . D . 5 , 17 , 2 7 : « o b lig a ­ tio n e m c a u sa e p a c tio n e p o s su n t im m u ta ri» . 3 4 2 . P a u l. D . 2 , 1 4 , 2 7 , 4 ; P a p in . D . 2 , 1 4 , 3 8 : « I u s p u b lic u m p r iu a to ru m p a c tis m u tari n o n p o t e s t» . 3 4 3 . U lp . D . 4 5 , 1 , 2 6 : « g e n e ra lite r n o u im u s tu rp es s tip u la tio n e s n u lliu s e ss e m o m e n ti» . 3 4 4 . U lp . Reg, 2 : « M in u s q u a m p e r fe cta le x e s t q u a e u e ta t a liq u id fie r i e t si fa c tu m s it, n o n r e s c in d it, s e d p o e n a m in iu n g it e i q u i c o n tr a le g e m fa c it» . 3 4 5 . P a u l. D . 1, 3 , 2 9 . 3 4 6 . L ie . 8 , 1 7 , 12. 3 4 7 . C ic . Leg. A g r. 2 , 2 2 : « q u i le g e m tu lit? R u llu s ... u t u id e lic e t c o lle g a s su o s, a d sc rip to ­ res le g is agrariae n o n r e p u d ia b it a q u ib u s e i lo c u s p r im u s in in d ic e e t in p r a e sc r ip tio n e le g is c o n c e s s u s e st» . 3 4 8 . G a i. In st. 2 , 2 0 6 ; 2 8 6 . 3 4 9 . C IL . I , 2 0 0 , lin . 8 1 . 3 5 0 . G a i. In st. 4, 19.

7

98

L a República

se trataba de leyes fundamentales y que debían regir durante mucho tiempo se grababan en m adera.351 Bajo Vespasiano se nombra una comisión encargada de recoger y ordenar las tablas de las leyes caídas en desuso por su antigüedad.352 En conclusión, pues, se escribían en madera blanca o se grababan en bron­ ce 353, y se fijaban en un lugar donde todos los ciudadanos pudieran leerlas cómo­ damente: unde de plano recte legi possit*54. La ley de las X II Tablas estaba fiajada en el atrium Libertatis 355. No todas las leyes tenían esta publicación, pero del proyecto de todas ellas, por mandato de la ley lunia Licinia, como ya hemos indicado, se conservaba una copia depositada en el aerario, para que no se cam­ biara. 5) Abrogación de la ley. Toda ley, lo mismo que se da, puede anularse, según un principio famoso de las X II Tablas: In X I I Tabularum legem esse, ut quodcumque postremum populus iusisset, id ius ratumque esset 356. Este principio se aplica ante todo a los tratados públicos, a las alianzas {foedera 357), a las leges sa­ cratae 358. La primera de estas leyes versa sobre la inviolabilidad de los tribunos de la plebe: Q u e lo s m a g istr a d o s d e la p le b e sea n sa cr o sa n to s, p u d ie n d o au x ilia r a l p u e b lo c o n ­ tra la s d is p o s ic io n e s d e lo s c ó n s u le s .359

La segunda que los patres no puedan desempeñar jamás el tribunado de la plebe 36°. Se aplica igualmente a las normas de derecho privado, por el carácter de esta ley. Durante el Im perio el príncipe no se sometió a restricciones y aplicó el principio en un sentido general.361 La abrogación de una ley resulta por la aprobación de otra ley nueva o por su caída en desuso 362. En el primer caso la abrogación puede ser expresa o tácita, total (abrogare) o parcial (derogare)36i. La abrogación tácita (obrogare) resulta de la aprobación de una ley nueva que se opone a la antigua 364. La abrogación de una ley anterior no tiene, por lo común, efecto retroactivo.365 3 5 1 . H o r . A P. 3 9 6 y P o r p h ir . e n e s t e lu g a r : « A e n e is ... ta b u lis a n tiq u i n o n s u n t u s i, s e d r o b o r eis in h a s in c id e b a n t le g e s» ; e n c a m b io la tr a d ic ió n d ic e q u e la s X I I T a b la s fu e r o n p o r p r im e r a v e z e sc u lp id a s e n b r o n c e . L iv . 3 3 , 5 7 , 1 0 ; P lin . N . H . 1 6 , 4 ; F lo r . 1 , 1 1 ; D io n is . 1 0 , 6 6 . 352. T a c. A n n 4 , 4 0 . 353. C ic. A tt. 1 4 , 1 2 , 1; Fam . 1 2 , 1 , 1. 354. V a l. P r o b . D e N o t. A n tiq . 1 0 . 355. V id . C a to e n P a u l. D ia e . s. v . « P r o b r u m » : « L e x fix a in a trio L ib e r ta tis c u m m u ltis a liis le g ib u s in c e n d io c o n s u m p ta e s t , u t a it C a to in o r a tio n e q u a e d e a u g u riis in sc r ib itu r » . 356. L iv . 7 , 1 7 , 1 2; v id . ib. 9 , 3 4 , 6 ; C ic . P ro B alb. 3 3 . 357. L iv . 1 , 2 4 , 7 -8. 3 5 8 . A u n q u e n o h a y u n id a d d e o p in io n e s s o b r e e l c o n c e p to d e la leges sacratae, p a rece lo m ás p r o b a b le q u e se tra ta d e p le b is c ito s q u e c o n tie n e n u n c o m p r o m iso s o le m n e , co n fir m a d o p o r u n ju r a m e n to , d e ccn sa g r a r a lo s d io s e s la ca b e za y lo s b ie n e s d e q u ie n a te n te c o n tr a la p e r ­ so n a y la d ig n id a d d e u n tr ib u n o . D ic e F e s to : « S o n le y e s sagradas a q u e lla s en q u e se p r e s ­ c r ib e q u e s i a lg u ie n o b ra co n tr a e lla s , q u e d e co n sa g ra d o é l, c o n su fa m ilia y h a c ie n d a e n h o n o r d e a lg ú n d io s » . 359. L iv . 2 , 3 3 , 1-3. 360. L iv . 2 , 3 3 , 1, d e l a ñ o 4 9 4 a. C . 3 6 1 .. M o d e s tin . D . 1 , 4 , 4 . 362. I u l. D . 1, 3 , 3 2 , 1. 3 6 3 . M o d e s tin . D . 5 0 , 1 6 , 1 0 2 . 364. P a u l. D . 1, 3 , 2 8 .

L os m agistrados

99

-6) Anulación de la ley. Una ley podía resultar nula por defecto de fondo o de forma, por ejemplo, si no se tuvo en cuenta el veto de un magistrado M; si se ha recurrido a la violencia para conseguir su votación 367; si no se han tomado previamente los auspicios368; si la asamblea no era competente 369. En todos estos casos la ley es nula 370. Los patres en estos casos negaban su auctoritas. Cuando por la ley Publilia, la auctoritas patrum no era más que una formalidad, el ma­ gistrado responsable de la ejecución de la ley negaba su concurso371: «El cónsul respondió sencillamente que no era su ánimo emplear ninguna fuerza ni quitar la vida a ningún ciudadano... y sólo si el pueblo diese algún decreto injusto, persuadido o violentado por Tiberio, no lo tendría por válido»... Para librarse de la responsabilidad solía apoyarse en el senado que decidía si aquella dispo­ sición era una verdadera ley que obligara312. El senado declaró en diversas oca­ siones nulos algunos plebiscitos como el Apuleius 373, el Titius 374, e incluso leyes consulares.375 7) Dispensa de la ley. El poder dispensar a un ciudadano del cumplimiento de una ley (legibus soluere) perteneció sucesivamente al pueblo, al senado y al emperador. Ya muy temprano se conocen dispensas de alguna ley en favor de determinadas personas. Por ejemplo, la ley Horatia concedía diversos e importan­ tes privilegios a la vestal Terr acia por haber regalado al pueblo el Campo Mar­ te 376; y a L. Metelo, cónsul en 251 y 247 a. C. que había perdido la vista sal­ vando el palladium del templo de Vesta en un incendio, se le confirió el privi­ legio de ir al senado en c a rro .377 En caso de urgencia el senado concedía la dispensa de la ley, pero bajo la condición de que la ratificara el pueblo. Así sucedía hasta el tiempo de los Gracos, sobre todo en cuestiones de elección de magistrados, cónsules y pretores 378. Siguen luego unos años de tensión sobre la legítima autoridad de la dispensa de la ley entre el pueblo y el senado, hasta que los emperadores se la atribuyeron al senado y luego a sí mismos. 8) A m bito de la aplicación de las leyes romanas. En principio las leyes de Roma obligan sólo a los ciudadanos romanos donde quiera que se encuentren 379; no se aplican a los no-ciudadanos, aun cuando residan en un territorio sometido a

« L e g e s e t c o n s titu tio n e s fu tu r is c er tu m e s t d a re fo r m a m n e g o tiis , n o n ad fa c ta p r a e te rita re­ vo ca ri, n is i n o m in a tim e t d e p r a e te r ito te m p o r e e t a d h u c p e n d e n tib u s n e g o tiis c a u tu m sit» . 3 6 6 . S u e t. Caes. 3 0 . 3 6 7 . C ic . P b il. 5 , 10; 1 1 , 1 3; 1 2 , 1 2 ; D om . 53 . 3 6 8 . C ic . P b il. 1 2 , 1 2 ; S u e t. Caes. 2 0 . 2 3 . 3 0 . 3 6 9 . C ic . L eg. 3 , 4 5 . 3 7 0 . C ic . D o m . 6 8 . 3 7 1 . P lu t. T ib . G rac. 1 9 . 3 7 2 . C ic. P ro Corn, en A scon ., p . 6 7 : « Q u a ttu o r o m n in o ge n e ra su n t in q u ib u s p e r sen a ­ tu m m o r e m a io r u m , sta tu a tu r a liq u id d e le g ib u s . V n u m e iu s m o d i, p la c e r e le g e m abrogari: u t Q . C a e c ilio M . I u n io c o n s u lib u s , q u a e le g e s m ilita r e s im p e d ir e n t, u t a b ro g a ren tu r. A lte r u m , q u a e le x d a ta e s s e d ic a tu r, ea n o n u id e r i p o p u lu m te n e r i, u t L . M a rc io S e x to I u lio c o n s u lib u s, d e le g ib u s L iu iis ...» . 3 7 3 . C ic . L eg. 2 , 14. 3 7 4 . C ic . ib .; v id . D io d . Sic. 3 7 , 1 0 , 5 : D io C a ss. 3 6 , 4 2 . 3 7 5 . V id . C ic . P hil. 5 , 10; 11, 13; 12, 12; 13, 5. 3 7 6 . G e ll. 6 , 7. 377. P lin . N . H . 7 , 4 3 , 1 4 1 : « „ .tr ib u it e i p o p u lu s R o m a n u s q u o d n u m q u a m u lli alii ab c o n d ito a e u o , u t q u o tie s in sen a tu m ir e t, cu rru u e h e r e tu r ad cu riam ». 3 7 8 . L iv . 1 0 , 1 3 , 9 -1 0 ; E p it. 5 0 . 5 6 ; C ic . B rut. 6 2 ; D io C ass. 3 9 , 2 3 ; V a l. M ax. 4 , 1. 379. M a rtia l. 2 , 9 1 . 9 2 ; 3 , 9 5 ; 9 , 9 7 ; P lin . E p. 2 , 1 3 , 8; C IL . V I , 1 8 7 7 ; V , 4 3 9 2 .

100

L a República

Roma. Es natural que hubiera leyes cuya aplicación no pudiera extenderse a todo el Im perio, por ejemplo, la ley Julia de cesión de bienes, que no afectaba más que a Ita lia .380 Roma solía dejar a los pueblos o provincias una cierta autonomía, y sólo después de un m utuo acuerdo muy estudiado y ponderado les comunicaba sus leyes, Sin embargo, los emperadores extendían la legislación romana a todos los pueblos sometidos, ya por decretos del senado, ya por rescriptos. c) Las penas

E l derecho de castigo (de coerción, de represión) del Estado se apoya en dos principios: 1°) el derecho de legítima defensa contra el ciudadano que, con su crimen o delito, se constituye en enemigo de la comunidad. Y como ese derecho en la familia compete al paterfamilias, en el Estado corresponde al magistrado. 2°) Y por otra parte, contra el único crimen primitivo, es decir, la lesión de la comu­ nidad, la perduellio, no tiene más que una pena, la muerte. Pero como todo cri­ men va contra la vida familiar o social, presidida y compartida por los dioses tutelares de la domus o de la patria, tiene carácter de sacrilegium y el condenado, por ende, es un homo sacer, pertenece a una divinidad, sobre todo de entre los dioses infernales. La aplicación, pues, de la pena merecida será un ritual, tendrá un sentido religioso, que se mantendrá mucho tiempo en la aplicación de la pena de muer­ t e 381, que además implica la consecratio a las divinidades infernales de todos los bienes del condenado.382 E l derecho penal privado se apoya también en la propia defensa, estimulada por el ansia de venganza, condensada en la forma del tallón, o de la compen­ sación pecuniaria. En los primeros tiempos la venganza se la tomaba la víctima y su clan, pero quizás muy pronto, para evitar interminables venganzas en cade­ na, se encargó la autoridad de vengar ella misma el crimen, que al mismo tiempo suponía un desorden social, como los que ya enumera la ley de las X II Tablas, el homicidio, el incendio, el robo de mieses, difamación pública, incumplimiento de obligaciones con respecto al cliente, falso testimonio, robo a mano armada, etc., e tc .383 Más tarde queda abolida totalmente la venganza privada y la pena capital por los delitos privados, pero la exigencia del rescate somete a un deudor insol­ vente a la esclavitud. En la época republicana se suavizan las penas con la prouocatio ad populum, el destierro voluntario, y las quaestiones perpetuae. La pena de muerte se hace muy rara. D urante el Im perio hay una alteración total de penas, entrando en ellas algu­ nos actos nuevos como la herejía y el rapto. Pero se destacan tres momentos prin­ cipales: 1) En el reinado de Augusto reaparece la pena de muerte, impuesta por l tribunales del emperador, del senado, de los gobernantes y delegados del em-

380. 381. 382. 383.

C o d . Iu s t. 7 , 7 1 , 4 . F e s t. s. v . « sa ce r m o n s» ; C ic. D o m . 1 2 3 . P lu t. R o m . 2 2 ; L iv . 3 , 5 5 , 7 ; 8 , 2 0 , 7 ; X I I T ablas, 8 , 8. X I I T a b la s, 8 , 1; 9 -1 0 ; 2 1 , 2 3 , 2 5 ; G a i. D . 4 7 , 9 , 9 .

L o s magistrados,

101

perador. Exceptuados los hombres de cierto rango 384, la muerte es castigo normal de todos los crímenes graves, a partir de Antonino, agravándose cada vez m ás.385 2) Por la división del pueblo que hace Augusto en honestiores y humilioresM , se rompe la igualdad ante el derecho de todos los ciudadanos. Ahora la clase pri­ vilegiada no cae en pena de m uerte más que por parricidio y crimen de lesa, majestad, y para su aplicación necesita la confirmación de la sentencia por el propio em perador.387 3) Ya durante la República, en los tribunales del pueblo, la determinación de la pena era bastante arbitraria, cosa que se generaliza en el Im perio desde sus principios. En el siglo I I I la incertidumbre es absoluta, los rescriptos y las leyes van a la desbandada, y el juez procede con toda libertad 388, aunque debe juzgar según la ley, ya que sólo el emperador puede apartarse de ella. Como circuns­ tancias atenuantes se consideran: la juventud, el sexo femenino, la ignorancia del derecho, la embriaguez, la pasión sobre todo en la m uerte del adúltero, la simple tentativa, la complicidad, la fuerza ejercida por el amo o el padre sobre el esclavo o el hijo, la duración de la búsqueda o la prisión preventiva. Se consideran circunstancias agravantes: la infamia, si el delincuente es funciona­ rio, la reincidencia, la pasión, la frecuencia del crimen. Como principios generales se tenía en cuenta: la desigualdad entre libre y no libre; la desigualdad entre ciudadano y no ciudadano; la responsabilidad del individuo. El infans es irresponsable. El impúber es sujeto de castigo excepto el castigo capital. Con todo, el juez debe examinar la conciencia de responsabilidad del culpable. Los locos y enfermos mentales son irresponsables, aunque pueden ser castigados por los actos realizados en momentos de lucidez. El acto ordenado por el jefe, autorizado por la ley o en legítima defensa no entraña responsabili­ dad. El carácter del acto, depende de la intención y de la voluntad. Los deli­ tos se expresan con las palabras: crimen, delictum, noxa, a las que responden: compensación, represalia, pena. La palabra supplicium se empleó sobre todo cuan­ do no había otro castigo que la muerte. En las X II Tablas damnum se emplea como satisfacción pecuniaria; y por satisfacción o castigo de lesión corporal usa la ley de los decenviros poena 389. Después fue usándose sobre todo poena y multa. Durante la República había ocho penas: mors, seruitus, uincula, uerbera, talio, ignominia, exsilium, damnum. 390

3 8 4 . V e n u l. S a tu rn . D . 4 8 , 1 9 , 1 5 . ’ 3 8 5 . G a i. In st. 1, 1 2 8 ; P a u l. S en t. 5 , 2 3 , 1 ; 5 , 2 9 , 1 . D e s d e e l tie m p o d e lo s S e v e r o s ca si to d a s la s fa lta s te n ía n p e n a d e m u e r te d e la q u e lo s h on estiores s o lía n s e r in d u lta d o s sien d o e n c a m b io d e p o r ta d o s o r e le g a d o s, p e r o lo s h u m iliores n o te n ía n m á s esc a p a to ria q u e la c o n ­ d e n a c ió n a m in a s. T a l s u c e d ía p o r e je m p lo e n lo s c r ím e n e s d e le s a m a jesta d , e n v e n e n a m ie n to p o r im p r u d e n c ia , a b o r to , m u tila c ió n , su b str a cc ió n d e u n m e n o r , a te n ta d o c o n tr a la p r o p ie d a d te r r ito r ia l, r o b o a m a n o arm ada, r o b o c o n fra ctu ra , d e s tr u c c ió n d e c o se c h a s, in c e n d io v o lu n ta ­ r io , r o b o d e b e s tia s , e sp e c u la c ió n c rim in a l, fa ls ific a c io n e s o u s o s d e fa lsific a c io n e s, fa ls o s te s ­ tim o n io s , a b u so d e c o n fia n za , u su r p a c ió n d e in s ig n ia s, e s t e lio n a to , ru p tu ra d e te s ta m e n to , sed i­ c ió n , a te n ta d o c o n tr a la p a z p ú b lic a , in tr o d u c c ió n d e c u lto s n u e v o s , m agia, s a cr ile g io . C f. supra cap . 1, n o ta 1 0 5 . 3 8 6 . M o d e s t. D . 4 9 , 1 6 , 3 , 1; M a rcia n . D . 4 9 , 1 8 , 3 ; C od. T h e o d . 7 , 2 0 , 1. 3 8 7 . D io C a ss. 5 2 , 2 2 ; U lp . D . 2 8 , 3 , 6 , 7 ; M o d e s t. D . 4 8 , 8 , 16; C a llis tr . D .\ 4 8 , 19 , 2 7 ,

1, 2. 388. 389. 390.

U lp . D . 4 8 , 1 9 , 13. V id . X I I T ablas, 8 , 4 : « X X V p o e n a s s u n to » . V id . C ic. D e O r. 1, 1 9 4 , d o n d e s ó lo c ita s e is , y

S . A g u s tín , C iu. D e t, 2 1 ,

11.

10 2

L a República

De tiempos del Imperio mencionamos estos castigos: 1) La muerte. Durante la República no hay intervalo entre la condena y la ejecución (animaduertere)m . La pena se aplica inmediatamente 392. Por un senadoconsulto del año 21 d. C. se establece un intervalo de diez días para los sena­ dores condenados por el mismo senado 393. Teodosio interpone treinta días en las sentencias imperiales 394. Las mujeres encinta no pueden ser ejecutadas hasta sú libramiento. Los magistrados pueden retardar a veces tiempo y tiempo la eje­ cución de una pena de muerte. Las ejecuciones públicas tienen lugar de día y en fecha no festiva, en cualquier sitio. El magistrado se sienta en tribunal con la toga vuelta, y, convocado el pueblo al son de trompetas, los lictores ejecutan al reo, después de haberlo azotado en la prisión, por los triumviri capitales o el carnifex (verdugo).395 2) Pérdida de la libertad. Primitivamente el ofensor o el deudor era adjudi­ cado (addictio) en propiedad al ofendido o acreedor por el robo manifiesto. En la época histórica no subsiste esta pena más que bajo la especie de venta o entrega del delincuente al extranjero, por violación de los deberes de soldado o de embajador; y bajo el Im perio como pena accesoria a la condena a minas o al oficio de gladiador. En este último caso el condenado es serum poena, su m atri­ monio se rompe y sus bienes pasan al Estado. 3) Pérdida de derecho de ciudadanía, capitis deminutio media, pena durante la República de la perduellio-x y bajo el Imperio los condenados a trabajos for­ zados. 4) La cárcel. 5). Destierro, deportación y relegación. 6) Penas corporales: a) mutilaciones corporales; b) azotes (uerbera) por medio del flagellum para los esclavos, y de las fustes para los libres. Es castigo más duro que la multa, y se aplicaba con cierta frecuencia por delitos leves, aún a las personas libres. El esclavo puede ser azotado hasta la muerte. 7) Confiscación de bienes. 8.) Multas. 9) Degradaciones cívicas: a) damnatio memoriae que comporta la pérdida del derecho a sepultura, a honores debidos a su memoria, destrucción de retratos y estatuas en su casa, a veces demolición de la casa 396, prohibición deduelo a los parientes. Toda condena a muerte implica la privación de sepultura. En Roma el cuerpo del ajusticiado es tirado a las Gemonias, luego al Tiber, b) Incapacidad activa y pasiva de testificar y luego más tarde de testar. Era el castigo que imponían las X II Tablas a la injuria pública (carmen famosum). Augusto restableció esta pena como una de las más ligeras contra el carmen famosum y los famosi libelli 397. c) La infamia, d) La exclusión perpetua o temporal de los registros y del senado, e) Las diversas destituciones o degradaciones contra los empleados imperiales, o prohibiciones de desempeñar algún oficio determinado. En el siglo I I I d. C. según el jurisconsulto Paulo, en su libro Sententiae (año 222-235) los delitos más castigados eran: 391. 392. 393. 394. 395. 396. 397.

C ic . V err. 2, 3 3 ; Fam. 5 , 2 , 8;' M a rcia n . D . 4 8 , 1 9 , 1 1 , 3 . 1 2 ; U lp . D . 4 8 , 2 4 , 1. T a c. A n n . 3 , 51; 14, 64. T a c. A n n . 3 , 5 1 ; S u e t. T ib e r. 75, 2. C od. T h eo d . 9 , 4 0 , 1 3 . S o b re la m an era d e a p lica rse la p en a d e m u er te h a b la m o s e n « M u e r te y F u n e r a le s» . L iv . 8 , 2 0 , 7-8; V a l. M a x . 6 , 3 , 1; C ic . D om . 101. G e ll. 1 5 , 1 3 , 11; X I I T abi. 2 , 3.

L os magistrados

103

1) M uerte agravada, para los honestiores, humiliores y serui, por incendio en una ciudad en momentos de revuelta; robo nocturno en los templos; la deser­ ción, envenamiento por filtro de amor, la magia grave, el parricidio. Para los humiliores, y por tanto también para los siervos: asesinato, magia menos grave, lesa majestad, sublevación. Puede reemplazarse la pena de muerte por trabajos forzados en minas, cuando está impuesta por: violación de tumbas, falsificación de monedas, el plagium o el hecho de retener en servidumbre a un hombre libre contra su voluntad, o apropiación del esclavo ajeno. 2) M uerte simple, para las tres clases sociales, por: invasión de morada a mano armada, incendio en un poblado, stuprum sobre una mujer o un niño, con­ sultas mágicas sobre el emperador. Para los honestiores·, asesinato, magia menos grave, lesa majestad. Para los humiliores·, circuncisión de individuos no judíos, la castración violenta, la posesión de libros mágicos, falso testimonio, violencia gra­ ve, fundación de sectas religiosas peligrosas, robo de ganado. Para los serui: de­ lito de falsa moneda y otras falsificaciones. Envío a trabajos forzados a los humiliores·, robo diurno en un templo, incen­ dio de mieses, apertura de un testamento viviendo el testador, usurpación de pie­ zas de un proceso, empleo de documentos falsos, violencia ligera, incendio por venganza en el campo, homicidio cometido en una riña, homicidio por impru­ dencia o negligencia; a los esclavos: injuria grave, usurpación de la libertad, el plagium, el desplazamiento de límites. Los humiliores y esclavos podían ser cas­ tigados con envío al ludus gladiatorum, o a trabajos forzados de por vida, por los golpes seguidos de muerte, robos en los baños, injuria criminal, incendio en el campo. 3) Trabajos públicos de por vida, en los casos ya indicados y con respecto a los humiliores por el desplazamiento de mojones. 4) Trabajos públicos durante algún tiempo, los humiliores, por el robo de ganado, destrucción de árboles frutales. 5) La deportación, para los honestiores por incesto en casa de un hombre, injuria grave, robo diurno en un templo, sublevación, posesión de libros de magia, falsificaciones, falso testimonio, violencia atroz, prevaricación del juez, creación de sectas religiosas peligrosas, la uaticinatio con reicindencia, la castración violen­ ta, apertura de un testamento viviendo el testador, difamación pública, violación de tumbas, estos dos últimos crímenes también pueden castigarse con confina­ ción. 6) La confinación, forma agravada de la relegación, para los honestiores, por adulterio, incendio en el campo, incendio de mieses, la circuncisión, golpes segui­ dos de muerte, empleo de filtros amorosos, hurto de documentos de un proceso, violencia ligera, el plagium, desplazamiento de límites, estupro cometido sobre niños, estos dos últimos castigados también con la relegación. 7) La relegación, con respecto a los honestiores por la destrucción de árboles frutales, prevaricación del juez. d) El arresto Los magistrados tienen derecho de citación, es decir, de hacer acudir a su presencia a un ciudadano, comunicándole la orden por un uiator. Complemento de la cita es el arresto, medio de coerción de que disponen algunos magistrados. Porque la prensio no corresponde más que a los magistrados revestidos de impe­ rium·. cónsules, pretores, procónsules, propretores, y a los triunviros capitales

104

L a República

encargados de la seguridad del Estado. También los tribunos de la plebe, aunque no tienen derecho de citación, pueden arrestar ellos personalmente o por el edil plebeyo.398 El arresto es ordinario en materia criminal, cuando el citado a comparecer ante el magistrado no obedece su o rd e n 3" , y se realiza siempre ante una acusa­ ción capital, aunque hay alguna excepción 400, contra los deudores del tesoro que no pagan la multa im puesta401, y en general, contra cualquier ciudadano que ofen­ de a un magistrado. Esta fórmula, demasiado vaga deja a los magistrados pro­ ceder con cierta arbitrariedad y de ella abusaron sobre todo los tribunos de la p leb e.402 El arresto no considera la condición de las personas. Julio César, siendo cón­ sul, intentó arrestar a Catón, porque quería agotar el día hablando en el sena­ do 403 y durante su pretura hizo encerrar en la cárcel al cuestor N ovio.404 La única defensa contra la prensio es la inviolabilidad del domicilio ya que nadie puede entrar en la casa de uno para arrestarle 405; no hay recurso legal contra la orden de arresto, únicamente se puede invocar la intercesión de un tri­ buno de la p leb e.406 El arresto lleva consigo el encarcelamiento durante el tiempo que el magis­ trado crea conveniente, pero el detenido queda en libertad al terminar la magis­ tratura de su opresor, si quien le sucede no renueva la orden de arresto. En materia criminal el magistrado puede darle libertad provisional hasta que se cele­ bre el juicio, con tal interponga su caución y la promesa de que acudirá cuando se le cite 407. La obtención de este favor depende de la culpa y del rango social del delincuente.408 e) La proscripción La palabra literalmente suena como a venta pública y a subasta de los bienes del deudor. Más tarde, como las penas capitales llevan consigo la confiscación (publicatio) de los bienes de los condenados, la palabra proscriptio significa cual­ quier castigo de esta naturaleza, especialmente el destierro, y se llaman proscri­ tos a los desterrados 409. Pero sobre todo la palabra se ha reservado para las listas negras de ciudadanos condenados por las crueldades de Sila y las arbitrariedades de los triunviros Octavio, Lépido y M. Antonio. Las listas de los proscritos apaT recían fijadas en el Foro, y sin. más legalidad, los que estaban incluidos en ellas quedaban condenados a muerte y sus bienes confiscados410. La vergüenza de 3 9 8 . L iv . 2 9 , 2 0 , 1 1 ; D io n is . 7 , 2 6 . 3 9 9 . C ic . V err. 2 , 9 2 . 4 0 0 . U lp . D . 2 , 1 1 , 4 , 1; D io c l. C od. lu s t. 7 , 6 2 , 6 . 3 . 4 0 1 . G e ll. 6 , 2 9 . 4 0 2 . P lu t. M arius, 4; Q u aesi. R om . 5 0 ; V a l. M a x . 9 , 5 , 2; C ic. A tt. 2 , 1, 8; D io C a ss. 39, 39. 403. S u e t. Caes. 2 0 ; G e ll. 4 , 1 0 , 8. 404. S u et. Caes. 17. 4 0 5 . C ic. D o m . 1 0 9 ; In V a tin . 2 2 . 406. P lu t. C at. M in . 3 3 . 407. L iv . 3 , 1 3; D io n is . 1 0 , 8. 408. U lp . D . 4 8 , 3 , 1. 409. C od. T b e o d . 1 , 1, 3 ; 5 , 8 , 1 . 1 5 - 1 7 .2 0 ; C od. lu s t. 1, 5 . 410. V id . C ic. D o m o , 4 3 : « P r o s c r ip tio n is m ise rr im u m n o m e n illu d e t o m n is acerb itas S u l­ la n i te m p o r is q u id h a b e t q u o d m a x im e s it in s ig n e ad m e m o r ia m c r u d e lita tis? O p in o r p o e n a m in c iu e s R o m a n o s n o m in a tim s in e iu d ic io c o n s titu ta m » .

L os magistrados

105

Augusto y lo que el mundo no le perdonará nunca es el haber consentido en la proscriptio, y por tanto en el asesinato de C icerón.411 M uertes se habían aplicado en Roma antes de Sila y ríos de sangre de ciuda­ danos romanos habían corrido por las calles de la ciudad antes de su tiempo, pero hasta él nunca se había sistematizado el asesinato de una forma regular por la sucesión de listas y más listas de ciudadanos, cuyas vidas había que exterminar apoderándose de sus bienes. La hecatombe de Sila se dirigió sobre todo al orden ecuestre y los simpatizantes de Matio. No menos sangrienta fue la proscripción ordenada por los segundos triunviros Octavio, Lépido y M. Antonio, después de su pacto en una isla cerca de Módena, en el año 44, a fin de asegurar su poder absoluto, y llenar sus arcas con el dinero de sus enemigos412. Según A piano4I3, más de 300 senadores y de 2.000 caballeros fueron inscritos en las listas negras. Durante el Imperio, el príncipe, en virtud de la ley regia, reunía en sí todos los poderes, juzgaba por sí mismo, o lo hacían en su nombre los magistrados, a sus adversarios políticos, y de esta forma encubría las proscripciones bajo capa de legalidad. í) El destierro Puesto que tantas veces sale en la historia de los hombres romanos la palabra fatídica exsilium «destierro», hablaremos un poco de esta pena. En su sentido más amplio se incluían en el exsilium cinco penas, usadas en las diversas épocas de la legislación romana: Io) Aquae et ignis interdictio·, 2o) deportatio in insu­ lam·, 3°) deportatio·, 4°) in insulam relegatio·, 5°) relegatio uel in perpetuum uel ad tem pus). En su sentido jurídico la palabra exsilium no se refería más que a la tres primeras penas nombradas, que comportaban la capitis deminutio media. I o) Prohibición del agua y del fuego. Se usaba durante la República, aunque quizás, como pena, no estuvo organizada hasta el tiempo de los Gracos. Antes de esta época el condenado podía usar el derecho de destierro voluntado, antes de ser condenado por los comicios. Este destierro era iustum si tenía lugar en una ciudad aliada o libre gozando de esa prerrogativa. Según la constitución ro­ mana nadie podía privar de la ciudadanía a un romano, de ahí esta facultad que en otro tiempo tenía el acusado de alejarse de la ciudad por un destierro volun­ tario. Era un derecho conseguido por la lex Porcia. El maximus comitiatus, es decir, los comicios por cenurias, tenían el derecho de pronunciar de capite ciuis, pero estos comicios no podían, según Cicerón, llegar más que por un rodeo a forzar al condenado a salir al destierro, negándole las cosas necesarias para la vida. Obligado de esa forma a salir de Italia, perdía, al ser recibido en otra ciudad, el derecho de ciudadanía. Ordinariamente el acusado no esperaba la con­ dena oficial de los comicios tributos que solían imponer grandes multas a los crímenes políticos: salían voluntariamente al destierro. Los comicios mejor que pronunciar la sentencia del destierro, sancionaban la resolución del exilado. 4 1 1 . V id . J.-M . A n d r é , L e siècle d ’A u g u ste , P a r is 1 9 7 4 , 17-22. 4 1 2 . D io C a ss. 4 6 , 9 , 1 7 ; V e li. P a t e t e . 2 , 6 6 -6 7 : « F u r e n te d e in d e A n to n io s im u lq u e L ep i­ d o , q u o r u m u te r q u e - h o s te s iu d ic a ti era n t, c u m a m b o m a lle n t s ib i n u n tia r i, q u id p à ssi e ss e n t, q u a m q u id m e r u is se n t, r e p u g n a n te C a esa re, s e d fr u str a a d u er su s d u o s , in sta u ra tu m S u lla n i e x e m ­ p li m a lu m , p r o s c r ip tio . N ih il ta m in d ig n u m illo te m p o re f u it, q u a m q u o d a u t C aesar a liq u e m p r o scr ib e r e c o a c tu s e s t a u t ab u llo C icero p r o sc r ip tu s e st...» . 4 1 3 . A p p . B. C. 4 , 6, 7 .

106

L a República

En los casos de perduellione o de maiestate los bienes del condenado eran vendidos públicamente. Más tarde, leyes especiales pronunciaron contra ciertos crímenes la pena de aquae et ignis interdictio, que se aplicaba por las quaestiones perpetuae, cuando la culpabilidad quedaba reconocida. Tales fueron las leyes Cor­ nelia Fuluia de ambitu, de maiestate, de sicariis et ueneficiis-, la ley Licinia de sodaliciis, la ley Cornelia de falsis. Julio César castigó con el destierro los crí­ menes de violencia pública o privada, y de lesa majestad; las leyes de Augusto reprodujeron la misma pena sobre los mismos crímenes. 2°) Pero la interdictio cayó en desuso y se impuso otra pena más conforme con el nuevo gobierno: la deportatio·, aunque se hallan casos de interdictio bajo Claudio, Tiberio, Nerón y Trajano. La diferencia entre la deportatio y la inter­ dictio está en que la primera marcaba el lugar de estancia del deportado. La deportación era especialmente severa cuando se le confiaba en una isla: depor­ tatio in insulam. A veces se le limitaban las provisiones que podía llevar consigo el desterrado y se fijaba el número de personas que le podían acompañar. Tácito nos habla de deportados a las islas Amorgo, Citera, Serifo, Cos, Lesbos, Cerdeña, Patmos, e incluso los oasis del desierto eran lugares de deportación. Podía suce­ der que las deportaciones se hicieran de una muchedumbre de personas, como sucedió bajo Tiberio que por un senadoconsulto desterró a cuatro mil libertos a Cerdeña. Allí debían emplearse en reprimir el bandidaje, et si ob grauitatem caeli interisset uile damnum! Y esto sólo porque practicaban religiones extrañas, como indica Tácito en sus Annales 2, 85. La deportación simple perm itía vivir en una provincia, o en una ciudad y era un castigo más llevadero; aunque cualquier deportatio producía la media ca­ pitis deminutio, con la pérdida de la ciudadanía y con ello de todos los derechos civiles. Los bienes del deportado, como los del impedido de agua y fuego, que­ daban confiscados y su testamento anterior resultaba irritum. La ciudadanía romana la perdía desde el momento de su condenación, salvo el caso de lesa majestad o de concusión, en que la incapacidad remontaba al día del crimen. Podía, como todo peregrino, participar en las prerrogativas del derecho de gentes: comprar, vender, cambiar, dar; pero no podía transmitir por sucesión o por testamento, o figurar como testigo en documentos romanos. 3°) Con la deportación se rompían los vínculos de la familia civil, perdién­ dose hasta la cognatio. Se le privaba de la patria potestas y de la tutela. Perdía el connubium. En buena lógica, si estaba casado, cesaba su iustum matrimonium, y si ambos querían, por la affectio maritalis, seguía la unión regulada por el ius gentium. Los efectos de la deportatio suponen que la sentencia sea de un magis­ trado competente. La capitis deminutio media no se contraía mientras el príncipe o el prefecto de Roma no hubiera fijado el lugar de su deportación. Si la senten­ cia de deportación la había pronunciado un presidente de provincia era radical­ mente nula y, por tanto, no afectaba en nada al interesado. 4o) La relegatio es una especie de destierro, sensu lato, que no comporta la capitis deminutio media. Puede ser perpetua o temporal. La impone el príncipe, el prefecto de la ciudad, el senado y el presidente de una provincia. La relegación más dura es la que confina al desterrado a un oasis o a una isla. Los gobernadores de provincias que no contaban con islas ni con oasis debían exponer al príncipe el caso, para que él indicara el lugar de relegación. El relegado estaba internado, pero no detenido. A veces la pena no consistía más que en la prohibición de que el relegado se acercara a la ciudad más del tercer mijero.

Crisis interna

107

IV.

CRISIS INTERNA

1. Nuevo desequilibrio social Siguen unos años de grandes guerras y de extensas conquistas, llevadas a cabo con un hondo sentido de patriotismo y de confianza en sí del pueblo romano. La antigua nobleza había caído y oficialmente se vivía en una absoluta igual­ dad civil. «Oficialmente» decimos, porque en el fondo de la sociedad romana se va incubando una nueva aristocracia, nutrida por los estamentos más ricos e influyentes de la antigua plebe. Ya vimos cómo en la misma ordenación centu­ riada de Servio Tulio, doce centurias de caballeros se codeaban con las seis cen­ turias de los patricios. Esas centurias, aunque eran y se llamaban plebeyas, par­ ticipaban de los intereses de los magnates y sentían hacia la plebe baja casi más repulsión que los propios aristócratas. El caso es que al desaparecer los patricios, estos plebeyos, favorecidos por la fortuna, tratan de ocupar los lugares vacantes, y tras un período de intensa actividad externa, surgirá de nuevo la lucha social y política entre la plebe y la nueva aristocracia. Los que habían conseguido la edilidad curul entraban automáticamente en la aristocracia, y se apropiaban los privilegios de los antiguos patricios: derecho de imágenes de los antepasados; la franja de púrpura ancha (laticlave) en la tú­ nica; anillo de oro en el dedo; arreos bordados en plata para los caballos; toga praetexta también con su franja de púrpura; la bula de oro para sus niños. Esta aristocracia se va haciendo dueña total del senado, de los comicios por centuriâs; e incluso tiene asientos privilegiados en el teatro y en los espectáculos públicos, cosa que nunca había sucedido hasta el año 194 a. C. siendo cónsul por segunda vez Cornelio Escipión. Es obvio decir que conforme la aristocracia iba cobrando influencia, los ple­ beyos se veían alejados de las magistraturas curules y muy de tarde en tarde apa­ rece un homo nouus que entra en el senado. La constitución, pues, se va aristo­ cratizando. Cuando las familias plebeyas se creyeron ennoblecidas por sus antepa­ sados curules formaron un cuerpo con las castas patricias y conquistaron en el Estado una posición y poder distintos, volvieron las cosas al punto de donde habían partido. Se va haciendo más difícil la consecución de la ciudadanía; pero en cambio se concede con relativa facilidad a ciudades y regiones enteras. 2. El praetor peregrinus y pretores provinciales Al praetor urbanus, que será el juez de los ciudadanos, se añade el praetor peregrinus, que entenderá en las causas en que las partes contendientes sean extranjeros los dos, o uno de ellos. Con el aumento de las tierras dominadas se crean cuatro proconsulados: Sicilia, Córcega y Cerdeña, y de las dos Españas, citerior y ulterior. Tenemos de nuevo frente a frente el senado aristocrático y la asamblea del pueblo. Pero esta asamblea está totalmente desfasada porque tendrían que acudir a ella pueblos enteros de casi toda Italia. Porque Italia ha sido sometida a Roma, y el imperio de la República ha saltado a la otra parte del mar. Las guerras Púni­ cas, Macedónicas, etc., han hecho a Roma señora de todas las tierras del Medi­ terráneo. Desde este momento ha terminado la época del florecimiento de la

108

L a República

República. Las manos libres habían dejado caer el arado; las fuerzas y los sen­ tidos se dirigían hacia el mundo que se quería dominar y gobernar. Se crean los pretores provinciales que ocupan en cada pueblo dominado el rango de la autoridad que antes los rigiera: así, por ejemplo, el pretor de Sicilia ocupa el puesto del antiguo rey e incluso se instala en el palacio de Hierón. No hay que decir que hubo gobernadores de provincias que conservaron en todo mo­ mento la antigua sobriedad y santidad de costumbres, como Catón, que, siendo pretor de Cerdeña nadie lo vio más que a pie y acompañado de un solo sirviente; pero lo ordinario fue que se dejaran llevar del fausto y de la molicie, y que al term inar su mandato, volvieran a la metrópoli cargados de riquezas- desaprensiva­ mente conseguidas. El caso de Verres, tan cacareado por la acusación de Cicerón, no fue desgraciadamente el único. Es verdad que al salir de la provincia podía el senado abrir una inspección sobre su.gobierno, pero la justicia estaba en manos de los aristócratas y se hacía la vista demasiado gorda por aquello, de que «hoy por mí, mañana por ti». Cuando este sátrapa o tirano o reyezuelo' vuelve a Roma, cargado de rique­ zas y seguido de multitudes de esclavos ¿esperamos que obedezca las leyes de la ciudad? Con ello Roma se va convirtiendo en un pueblo de señores que man­ dan y de súbditos que obedecen a la fuerza. Conforme unos se enriquecen enorme­ mente, la clase media de labradores y de artesanos, que ha desaparecido casi to­ talmente en las guerras ·conquistadoras, queda arruinada y confundida con los advenedizos de los pueblos dominados, con los dediticios y clientes que llenan la ciudad, y los manumitidos que surgían por todas partes. Un día una muchedum­ bre de libertos interrumpían con clamores a Escipión Emiliano cuando hablaba en el foro, y éste exclamó: «Silencio, hijos adulterinos de Italia, ¿creéis que puedo temeros libres, yo que os he traído encadenados?».414 3. La plebe se convierte en populacho Es verdad que nominalmente todavía seguía el pueblo siendo soberano porque vota en los comicios; pero una vez que el derecho de ciudadanía se había conce­ dido a todas las ciudades y villas desde Caerea hasta Cumas, sin contar un gran número de colonias diseminadas por toda Italia, y una m ultitud de ciudades espar­ cidas por toda la Península, ¿qué carácter de asamblea de todo el pueblo podían ofrecer los comicios? La constitución de Roma está hecha para un territorio cuyos habitantes pueden reunirse diariamente en el Foro. El ciudadano labrador salía por la mañana de su casa, participaba en los comicios con su voto y volvía tran­ quilo por la tarde después de haber cumplido con su deber de ciudadano. Todo el pueblo conocía y vivía los problemas de la ciudad. Ahora eso es imposible. Los asuntos que se someten a la votación de esta m ultitud amorfa suelen ser muchas veces problemas de allende el mar, e incluso con frecuencia ignoran la existencia de los pueblos de que se trata. A falta de información y de conoci­ miento de los asuntos empiezan a fiarse de quienes creen que saben, y, sin más, votarán siempre que sí, a no ser que hayan sido previamente dirigidos por la 414. V a l. M a x . 6 , 2 , 3 ; V e il. P a te r . 2 , I I . C f. J. B éran ger, O rd re s e t classes d ’a p rè s Cicéron, e n R ech erch es su r les stru ctu res sociales dan s l'a n tiq u ité classique, P a r is 1 9 7 0 , 2 2 5 -2 4 2 ; A . M ic h e l, O rd re s e t classes d ’a p rè s les h isto rien s rom ains, ib ., 2 4 3 -2 5 7 ; J . G a g é , L es classes sociales dan s l ’E m p ire R om ain , P a r is 1 9 7 1 ; M . J o n e s , S tu d ie s in R om an G o v e r n m e n t and L a w , O x fo r d 1 9 6 0 ; P . G r im a i, R o m e d e v a n t César. M ém oires d e T. P o m p o n io A ttic u s , P aris 1967.

C'risis interna

109

acción de quienes tuvieran intereses creados, y entonces, sin saber por qué, vota­ rán que no. Resultaba verdaderamente monstruoso y ridículo el que de estas asambleas salieran las supremas decisiones del quehacer de Roma en el mundo dominado. La plebe ya no es una m ultitud de ciudadanos libres que puede aspirar hon­ radamente a una igualdad de derechos con los aristócratas, sino un populacho que vegeta con las migajas de las mesas de los señores, a cuyo capricho estarán siempre, con tal que les alivien un tanto las miserias de la vida. Para ganarse al populacho en masa los magistrados idearon medios que, de momento, parecían honrados; pero que analizados en el observatorio de la historia han resultado verdaderamente reprobables. Los gobernadores de las provincias, para llamar sobre sí la atención del senado, enviarán inmensas cantidades de trigo, que los señores de la ciudad distribuirán gratuitamente a su antojo a la plebe, para ganar­ se su simpatía. 4. Los juegos como entretenimiento Y como si eso fuera poco, se procurará quitar al pueblo sus preocupaciones, emborrachándolo a fuerza de fiestas y distracciones. Si durante cinco siglos el pueblo romano no conocía más que unas fiestas anuales, y un solo circo, en el año 220 a. C., Cayo Flaminio empezó la construcción del circo de su nombre, y se inaugurará en el 216 con unos juegos nuevos que llamaron «plebeyos» 41S. Na­ turalmente Flaminio obtuvo el consulado para el año 217, teniendo el honor de ser derrotado y muerto por Aníbal en el lago Trasimeno. Así se crean también, poco antes o después, las fiestas de Ceres (Cerealia) en el mes de ab ril416; hacia el 212 los ludi Apollinares, en honor de A polo417; en el 204 las fiestas de la Magna Mater Idaeam ; en el 173 los juegos dedicados a Flora (Floralia, ludi Flo­ ren ses). 419 La celebración de estos juegos se la distribuyeron entre sí los magistrados que todavía necesitaban del favor del pueblo en sus respectivas elecciones para magistraturas superiores: el pretor urbano celebraba las fiestas apolinares; los ediles curules costeaban los juegos antiguos, los Megalenses ludi, y los florales; los ediles de la plebe, los juegos plebeyos, y los de Ceres. Todos ellos eran ofre­ cidos por el peculio particular de cada magistrado, que, si lograba dejar satis­ fecho al pueblo con la esplendidez y la novedad de su presentación, tenía asegu­ rada la elección para la magistratura superior. Pero estos gastos previos para toda magistratura, constituía ya una discriminación de los candidatos, puesto que sólo podían aspirar los que estaban bien provistos de dinero. Frente a la anterior austeridad de los grandes triunfadores romanos que, ter­ minada su gesta heroica, se retiraban a las labores de sus campos, los que ahora triunfan no se dan por satisfechos, si tras apropiarse y distribuir con los suyos el botín de la guerra, no entran en triunfo en la ciudad para recibir el aplauso de sus conciudadanos y ser honrados con una recompensa perpetua: una estatua ecuestre, un sobrenombre que recuerde a todos y continuamente su victoria. Cayo Duilio, el que obtuvo la primera victoria naval sobre los cartagineses en Mila 415. 416. 417. 418. 419.

L iv . 2 9 , 3 8 , 8. L iv . 3 0 , 3 9 , 8 ; V arr. L . L. 6 , L iv . 2 5 , 1 2 , 9 -1 5 ; 2 7 , 2 3 , 5 . L iv . 2 9 , 1 4 ; 36, 36. V a rr. R . R.1 , 1, 6 ; P lin . N . H . 1 8 , 2 9 , 6 9 ;

15.

V e il. P a te r . 4 , 14;

O v id . Fast. 5 , 3 3 9 .

110

L a República

(año 240), cuando en adelante salga de noche por las calles de Roma, irá prece­ dido de un hombre con una antorcha y de un flautista 420. A Cornelio Escipión se le aplicará el sobrenombre de «El Africano», a su hermano «El Asiático», a su primo «El Hispanus»; a Cornelio Escipión Emiliano «El Segundo Africano, Numantino». Quien hubiera llegado a una tal categoría se tendría por deshonrado de servir en el ejército dirigido por otro general. Antiguamente no era así: Quien hubiera capitaneado un ejército, llegado el caso, servía al año siguiente con un grado inferior, como hizo Catón que, después de haber sido cónsul, y haber obtenido, el triunfo, volvió a ser tribuno m ilitar a las órdenes de Tiberio Sempronio (año 214) y bajo Manio Glabrión en el año 2 1 1 .421 5. La mendicidad, la sportula y la annona Este aspecto de la vida romana es el lado sombrío de la ciudad, y es una consecuencia lógica de su desarrollo. Una ciudad enorme, siempre en trance de transformación, centro de la política, de los placeres y de los negocios de casi todo el mundo mediterráneo, era un inmenso atractivo para cuantos sentían el prurito de probar fortuna. O tro defecto particular de Roma era que desde su origen distribuía provisiones en calidad de socorro a los ciudadanos pobres, anno­ na, y luego quedó ya como un deber del Estado. Todos los ciudadanos participaban de una manera o de otra en las conquistas pero al llegar de ordinario la mayor parte del botín a manos del Estado o de los magnates, a los plebeyos les compensaban con la distribución de provisiones manuales. Lo cual no tardó en convertirse en un arma política y, al mismo tiem­ po, en una fuente de corrupción. Ciertamente incrementó el pauperismo, porque las personas holgazanas no se estimulaban al trabajo, prefiriendo pasar el tiempo esperando la annona, los alimenta, la sportula, la invitación a la comida, etc. La declaración de degradante e indigno del trabajo manual para las personas ingenuas 422; y la imposibilidad de contar con que los esclavos o los libertos se ganaran la vida, hacía que muchos miles de romanos no contribuyeran con lo más mínimo a la riqueza pública, ni trataran de salir ellos de su miseria par­ ticular. La agricultura italiana estaba abandonada en parte por la desidia de los ricos propietarios que preferían ver sus campos convertidos en jardines que en rastro­ jos; y en parte también porque lo que podía cultivarse en Italia se traía más barato y mejor de las provincias dominadas. Por eso confluyen los paisanos a Roma, abandonando la campaña, cosa que no comprende Salus'do.423

4 2 0 . C ic. S en ect. 4 4 ; L iv . E p it. 17. 4 2 1 . C ic. S en ect. 3 2 ; P lu t. C at. M ai. 1 2 .1 4 . 4 2 2 . V id . C ic . Of f . 1 , 1 5 0 : « I n lib e r a le s a u te m e t s o r d id i q u a e s tu s m er ce n a r io r u m o m n iu m , q u o ru m o p e r a e, n o n q u o r u m a rtes e m u n tu r ... O p ific e s o m n e s in s o rd id a a r te u e r sa n tu r ; n e c e n im q u ic q u a m in g e n u u m p o t e s t h a b e r e o ffic in a » . 4 2 3 . S a li. C at. 3 7 , 5 -9 ; ta m p o c o lo c o m p r e n d e V a r ró n , R. R . 2 , p r a e f. 3 . Y a s e a d v ie r te e ste an sia d e tra sla d a rse a R o m a p o r lo s a ñ o s 1 8 0 a. C . (L iv . 4 1 , 8 , 7 y 1 2 ). D e s d e e l año 2 04 lo s la tin o s se in s c r ib ía n e n R o m a e n la lis ta d e lo s c e n so r e s, y se te m ía q u e d e n tr o d e p o c o s a ñ o s n o h u b ie r a so ld a d o s e n la s c iu d a d e s la tin a s (L iv . 4 1 , 8 , 7 ); p o r e s o e l s e n a d o e n v ía r e i­ te r a d a m e n te a lo s la tin o s a su s c iu d a d e s (L iv . 4 1 , 9 , 9 ; y a e n e l a ñ o 1 8 7 a. C ., L iv . 3 9 , 3 , 5 ) . t E l c o s m o p o litis m o d e R o m a lo in d ic a b ie n c la r a m e n te S é n eca e n A d H elu . 6, 2 -4 y M a rcia l e n d iv e r so s lu g a r e s, c f. E p ig r . 3 ; 3 , 3 8 . E s c u r io so e l E p ig r . 3 , 1 4 e n q u e p r e se n ta a u n e sp a ñ o l

Crisis interna

111

La sportula, por la que muchos libertos estaban pendientes de sus patronos, loable en un principio resultó perjudicial a la postre, p o -ju e favorecía la pereza y la falta de iniciativa vital. La abundancia de juegos, con la seguridad de la annorta más o menos abundante, despreocupaba a la población de cualquier otra cosa. La distribución de grano y de dinero atraía a Roma a los desheredados de todas partes, con lo cual las tribus que pedían sin cesar panetn et circenses aumentaban temerariamente. Es verdad que en principio sólo a los ciudadanos se les distribuía la annona, pero no hay duda que los advenedizos se ingeniaban para participar ellos tam bién.424 Nada seguro puede decirse de la mendicidad en los primeros tiempos de la República; pero en un pueblo en que los propios senadores cultivan sus campos, como Cincinnato 425, la mendicidad perezosa no tenía éxito. Por otra parte lo que cada cual poseía estaba ajustado a las necesidades de su casa. Naturalmente las razzias de los enemigos, los elevados intereses de los usureros y el tener que dejar los campos por causa de las expediciones militares, creaban necesidades momentáneas que los ediles remediaban con la distribución de grano en el tem­ plo de Ceres 426. Pero conforme se va conquistando tierra enemiga se distribuye entre los que quieren trabajarla, con lo cual la indigencia habitual debía de ser muy ra ra .427 Al principio el heredium de un cabeza de familia son dos iugera, poca cosa realmente para mantener con ello una familia. Servio Tulio distribuye a cada familia plebeya siete iugera. A la expulsión de los Tarquinios cada plebeyo posée siete yugadas 428. Aún incluso más tarde, cuando la primera guerra Púnica, siete iugera constituyen toda la hacienda de Régulo 429. En Roma, en este tiempo, todos eran pobres, pero nadie estaba en la miseria. Naturalmente, tal estado de cosas no podía durar mucho, por varias razo­ nes: El desprecio que se sentía hacia las ocupaciones manuales impedía el cultivo directo de los campos; el lujo que se iba introduciendo poco a poco creaba nue­ vas necesidades, que no todos podían satisfacer con los frutos de su hacienda q u e ib a a R o m a p e n s a n d o e n lo b ie n q u e a llí ib a a v iv ir , p e r o a n te s d e en tra r e n la c iu d a d se e n te r a « d e lo q u e p a sa » y s e v u e lv e d e s d e e l p u e n te M ilv io : « R o m a m p e te b a t e su r ito r T u c c iu s p r o fe c tu s e x H isp a n ia . O c c u r rit illi s p o r tu la r u m fa b u la : a p o n te r e d iit M u lu io » . . U n h o m b r e h o n ra d o n o p u e d e v iv ir e n R o m a , M a rc ia l, 4 , 5 ; t a l e s e l b a r u llo q u e e n e lla se form a. 4 2 4 . V id . S u e t. A u g . 4 2 , 1; I u v e n a l. 1 , 9 5 -1 0 0 ; c f. J . L e G a ll, R om e, v ille de fa in éa n ts?: R E L 4 9 (1 9 7 1 ) 2 6 6 -2 7 7 , s e g ú n J u v e n a l y F r o n tó n la p le b e d e R o m a e sta b a s iem p r e o c io sa y n o c la m a b a m á s q u e p o r p a n y c ir ce n se s; p e r o c o n la sp o rtu la s ó lo n o s e p o d ía v iv ir ; a sí e l m is m o J. L e G a ll, L a " N ou velle p leb e" e t la sp o rtu le qu o tid ien n e , M éla n g . P ig a n io l, p . 14491 4 5 4 ; D . v a n B e r c h e m , L es d istrib u tio n s d e b lé e t d 'a rg e n t à la p lè b e rom ain sous l ’E m pire, G e n è v e 1 9 3 9 ; R . M a ra ch e, L e pro b lè m e social ch ez M artial e t ch ez Juvénal (c o m u n ic . e n la S o c ié té d e s É t . L a t. 5 n o v . 1 9 6 0 ): R E L 3 8 (1 9 6 0 ) 5 1 -5 2 . 4 2 5 . L iv . 3 , 2 6 , 9 -1 0 ; P lin . N . H . 1 8 , 2 0 . 4 2 6 . V a rr. e n N o n . 1, 2 0 9 . 4 2 7 . P lin . N . H . 1 8 , 3. 4 2 8 . L i v . ’2 , 5 ; D io n is . 5 , 13; P lin . N . H . 1 8 , 4 , 1 8: « M a n i q u id e m C u r i p o s t tr iu m p h o s im m e n su m q u e terra ru m a d ie c tu m im p er iu m .n o ta c ö n tio e st: p e r n ic io s u m in t e lle g i 'ciuem , cu i se p te m iu g e r a n o n e s s e n t sa tis. H a e c a u te m m ensura'· p le b e i p o s t e x a c to s r eg e s ad sig n a ta erat», la c a n tid a d d e tie r r a s q u e M a n io C u r io c r e e s u fic ie n te p a ra u n a fa m ilia d e s p u é s d e la guerra d e P irr o . C in c in n a to s e c o n te n tó c o n c u a tr o (P lin . ib .). 4 2 9 . V a l. M a x . 4 , 4 , 6 ; S e n e c a , A d H elu . 12.

112

La República

aun en el caso de que la cultivaran; de ahí procedía la usura sobre el dinero prestado que desnivelaba en absoluto los haberes antes tan proporcionados; y por fin la afluencia de gentes ociosas, que en medio de una gran m ultitud viven con artes más o menos confesables 43°, pero siempre rayando en la mendicidad. Ño faltaban tampoco quienes se arruinaban emprendiendo negocios en los que espe­ raban obtener buenas ganancias431; y otros en las satisfacciones de la buena v id a.432 Las comedias de Plauto nos manifiestan que ya en el primer cuarto de siglo II los mendigos eran bastante numerosos, existiendo entre ellos un medio de vivir muy determ inado.433 A la par que iba desarrollándose Roma, se intensificaban también las causas de la miseria, la lucha de clases entre la plebe y la nobleza, el incremento de las deudas, la frecuencia de las guerras, verdadera calamidad para el pequeño labra­ dor. Toma dinero prestado a intereses elevadísimos, que luego no puede pagar y siente el rigor de la ley implacable. Entre la primera deuda y 1# esclavitud hay una larga etapa de indigencia, miseria y mendicidad. De ahí las retiradas del pue­ blo al monte Sacro o al Aventino, las leyes sobre las deudas, las medidas de cir­ cunstancias que se tomaban de cuando en cuanto para aliviar momentáneamente el malestar. Las leyes agrarias buscaban siempre poner remedio a estos males que no dejaban de ir creciendo. La época de mayor crecimiento de la pobreza sucedió a la caída de Cartago. Los pequeños propietarios se vieron obligados a vender o dejar sus tierras y venirse a vivir a Roma, con lo cual las propiedades pasaron a manos de unos pocos que amasan inmensos latifundios. Ni solucionó tampoco el problema el que a partir de Sila hasta el fin de las guerras civiles, los generales triunfadores acomodaban a sus veteranos en parcelas formadas sobre los domi­ nios de los antiguos dueños, porque además de remover a los antiguos colonos, que buscaban refugio en Roma, los nuevos asentados, muy contentos al principio, cuando no tenían más que recoger los frutos que otros habían cultivado, pero cuando advirtieron que el campo no da, si no es recibiendo antes el esfuerzo y el sudor del labriego, echando de menos las diversiones de la ciudad, volaban también hacia ella; con todo lo cual se formaba la turba forensis pronta siempre a séguir al político más atrevido, y que en realidad constituía la reserva de la m endicidad,434 No hablamos de los pobres, sino de los desgraciados mendigos que no tienen para sustentar su vida otro remedio que la mendicidad. Su número,ciertamente elevado, no es posible calcularlo. Se situaban en los puentes, en la is la 43S, en los alrededores de los templos 436, en las puertas de la ciudad, sobre todo en la que salía hacia Ostia, la puerta Trigémina 437, en los lugares frecuentados de las cer4 3 0 . I u v e n a l. 7 , 1 4 -1 6 . 4 3 1 . P la u t. T rin. 3 3 1 -3 3 3 . 4 3 2 . P la u t. ib. 1 3 3 -1 3 4 . 4 3 3 . P la u t. C a p t. 1 3 : « h is tr io n e m c o g is m e n d ica r ie r » ; E p id . 2 2 3 : « q u id erat in d u ta ? an r e g illa m in d u c u la m an m e n d ic u la m ? » ; T rin . 3 3 9 -3 4 0 : « D e m e n d ic o m a le m e r e tu r q u i e i d a t q u o d e d it a u t b ib a t: n a m e t illu d q u o d d a t p e r d it e t illi p r o d it u ita m ad m ise ria m » , v . e l fr g m . X V ( I I I ) : « m a lim m o r ir i m e o s q u a m m e n d ica r ie r » . 4 3 4 . L iv . 9 , 4 6 ; C ic . S est. 1 7 . 2 7 . 4 9 . 5 0 . 5 3 ; A d Q . fr. 2 , 1; A it. 1, 1 3 , 16; 5 , 2 , 3; P hil. 1, 9; y V ir g . Ecl. l . a. 4 3 5 . I u v e n a l. 5 , 8 ; 1 4 , 3 4 ; S e n e c a , V it. B eat. 2 5 ; S u e t. Claud. 2 5 . 4 3 6 . M a rtia l. 4 , 5 3 ; A m m . M a rc. 1 4 , 6 ; 2 8 , 3 . 4 3 7 . P la u t. C apt. 9 0 : « V e l ire e x tr a p o r ta m T rig e m in a m ad sa ccu m lic e t» , a u n q u e e sta

Crisis interna

113

canias, como el bosque de Egeria, donde abundaban los mendicantes judíos m , y en el camino de Aricia por el que acompañaban a los carros de los viajeros echán­ doles besos de despedida.439 Muchas veces, como si hubieran sido víctimas de un naufragio, cuelgan de su cuello o ponen junto a sí, para mover a compasión, el cuadro de una barca rota por el oleaje 440 y ponderan y cuentan su desgracia. De esta y de otras fic­ ciones semejantes les dieron el nombre de mendicus, como mendum dicens, «que dice mentira», y también «que dice su necesidad o su defecto». No siempre, sin embargo, era fingido el romance, ya que muchos perdían todo lo suyo en un nau­ fragio, y no había seguros de ninguna clase. Otras veces fingían defectos físicos, una pierna rota, ataques de epilepsia, ceguera u otras enfermedades que lamenta­ ban con lágrimas y suspiros441, que tarde o temprano se descubría ser falsos y la gente se mofaba de ellos 442. Algunos llegaban a hacer verdaderas extravagancias, tales como masticar suelas de zapatos viejos, hundirse clavos en la cabeza, lanzarse al agua helada en invierno; y lo que era peor, con frecuencia, si alcanzaban alguna criatura de las expuestas, la mutilaban para que le sirviera siempre de pretexto y de reclamo de limosna 443. Al mismo tiempo que mostraban sus defectos físicos, solían entonar canciones de elevada picaresca, que algunos se campoñaban con sen­ cillos instrumentos músicos, con lo cual la gente se detenía y llovían sobre ellos las monedas. Estos mendicantes solían sacarse un buen jornal de ordinario. No así los que simplemente tendían su mano suplicante. Otros iban ricamente vestidos, y se presentaban como personas de buenas fa­ milias, pero que los reveses de las fortuna los habían arruinado momentáneamen­ te. Estos se presentaban en las casas pudientes y de los limosneros de la Iglesia con la confianza de conseguir una suma mayor en la distribución. Debían ser mu­ chos los que iban dando timos de esta forma puesto que S. Ambrosio se queja de que agotan los haberes de los pobres.444 Mendigos son también realmente esos pobres clientes que todas las mañanas van a saludar a su patrono, que deposita en sus manos la limosna cotidiana, único medio de vida que poseen; los filósofos cínicos 445; los sacerdotes de Cibeles, que

e x p r e s ió n p o d r ía in d ic a r « ir a trabajar d e d e sca r g a d o r al m u e lle tib e r in o » q u e se h a lla b a a la salid a d e e sta p u e r ta (L iv . 3 5 , 1 0 ). 4 3 8 . I u v e n a l. 3 , 1 3 -1 6 ; M a rtia l. 1 2 , 5 7 , 1 3 . 4 3 9 . I u v e n a l, 4 , 1 1 6 -1 1 8 . L o s m e n d ig o s lle v a b a n a lforja y b a s tó n (M a r tia l, 1 4 , 8 1 ; en 4 , 5 3 h a c e M a rc ia l e s te r etra to d e l m e n d ig o : « H u n c , q u e m sa ep e u id e s in tra p e n e tr a lia n o str a e P a lla d o s e t te m p li lim in a , C o sm e, n o u i c u m b a c u lo p e r a q u e s e n e m , c u i ca n a p u tr isq u e s ta t c o m a e t in p e c tu s so r d id a b a rb a c a d it, cerea q u e m n u d i te g it u x o r a b o lla g ra b a ti, c u i d a t la tr a to s o b u ia tu rb a c ib o s , e s s e p u ta s C y n ic u m d e c e p tu s im a g in e ficta: n o n e s t h ic C y n ic u s, C o sm e: q u id e rgo? C a n is» . 4 4 0 . M a rtia l. 1 2 , 5 7 ; H o r . A . P. 2 0 ; P e is . 5 , 8 y 3 2 ; I u v e n a l. 1 4 , 2 9 8 -3 0 2 . 4 4 1 . H o r . E p . 1, 1 7 , 5 8 s. 4 4 2 . H o r . ib. 4 4 3 . S e n e c a , C on trou. 5 , 3 3 ; 10, 4 . 4 4 4 . A m b r o s . Of f . Cleric. 2 , 1 6 . D e s d e e l s ig lo i v m u ch o s p o b r e s para ir a la s casas de lo s c r istia n o s s e v is te n d e m o n je s, y to m a n otra a c titu d d is tin ta c u a n d o va n a la s casas paganas. O tr o s c o r r e n tierra s y m a res, sa n o s y fu e r te s , v iv ie n d o a c o sta d e lo s d e m á s, p o r e l s o lo p lacer d e v a g a b u n d e a r (c f. S. A m b r o s , ib.). 4 4 5 . I u v e n a l. 1, 1 1 8 -1 2 0 ; M a rtia l. 4 , 5 3 ; 1 4 , 8 1 .

8

114

L a República

van recorriendo las ciudades en un cortejo curioso, acompañados de la música de cimbales, de tambores, de triángulos, de flautas, y penetran en las casas de los ricos donde reciben todo género de obsequios y comidas. Y por fin, entre los mendigos más desvergonzados hay que contar a los ricos que no dudan en ir a recoger la sportula a casa de los más ricos que ellos, haciéndose acompañar de su esposa escuálida o encinta.446 E n el concepto legal de mendigos no están solamente los que piden limosna callejera, sino también aquéllos que viven en todo o en parte de las distribuciones del Estado, o de donativos particulares, sin prestar ningún servicio en cambio. Es el caso de la annona ciuica. Las distribuciones de trigo a precios muy reducidos se hacía en Roma antes de los Gracos, en tiempos de escasez 447; pero Cayo Graco la estableció regularmente desde el año 123 a. C. Desde este año hasta el Imperio hubo diversas disposiciones, desde la supresión total de Sila, hasta la distribu­ ción gratuita impuesta por la ley Clodia. A estas distribuciones, en principio, tenían derecho todos los1 ciudadanos, aprovechándose también algunos patricios44e. En tiempos de César había 320.000 beneficiarios, cifra que él redujo a 150.0000449; pero debió de elevar esa cifra muy pronto, puesto que Augusto vuelve a rebajarla otra vez, dejándola en 200.000. Esta cifra se conserva todavía en tiempos de Sep­ timio Severo 450. ¿Sería ese el número de indigentes en Roma? Ciertamente eran muchos. El tribuno M. Philippus escribe en el año 104 «que no eran más de 2.000 los ciudadanos que poseyeran su patrimonio». Cosa que Cicerón califica de inju­ riosa, falsa y merecedora de pena capital451, pero por lo menos es significativa. Fuerte es también el testimonio de Tib. Graco: L o s a n im a le s q u e p a c e n p o r I ta lia , tie n e n ca d a u n o s u r e fu g io y su g u a r id a , m ie n tra s q u e q u ie n c o m b a te y m u e r e p o r I ta lia , n o g o z a d e o tr o s b ie n e s m á s q u e d e l aire y d e la lu z , y s in h o g a r y s in t e c h o v a e rra n te c o n la m u jer y c o n lo s h ijo s . P a tra ­ ñ a s d e lo s je fe s , c u a n d o e n la s b a ta lla s a n im a n a lo s s o ld a d o s a su p e r a r a lo s e n e m i­ g o s para sa lv a r lo s s e p u lc r o s y lo s a lta res. P o r q u e e n tr e ta n to s r o m a n o s n in g u n o p o s e e u n a lta r h e r e d a d o d e s u p a d r e , n i u n a tu m b a q u e h a y a p e r te n e c id o a s u s a b u e ­ lo s , y v a n a la g u erra y a Ja m u e r te p a ra su sten ta r la s r iq u eza s y e l lu j o d e o tr o s , d u e ñ o s d e l m u n d o , d e p a la b ra , m ie n tr a s e n r ea lid a d n o p o s e e n n i u n c é s p e d d e t ie r r a .352

Estas palabras de Tib. Graco nos manifiestan que, ciertamente, muchos roma­ nos habían dejado de ser propietarios. Con todo el que César pueda borrar 170.000 receptores de la annona indica que la plebs no estaba constituida únicamente por personas que vivían de los suministros del Estado. Es verdad que entre esos 170.000 habría no pocos intrusos que no fueran ciudadanos romanos, pero tam­ bién lo es que al matizar César en las necesidades de cada uno, vio que muchos ciudadanos se estaban aprovechando de la generosidad del Estado. El pretor, dice Suetonio 453, llenaba las vacantes que dejaban los muertos, echando suertes entre los que no estaban contenidos en la lista de beneficiarios. Nadie en absoluto, ni 446. 447. 448. 449. 450. 451. 452.

I u v e n a l. 1, 1 2 0 -1 2 6 . L iv . 4 , 1 3 -1 6 ; 3 0 , 2 6 , 2 : 3 1 , 4 , 6 ; 3 1 , 6 0 , 1; 3 3 , 4 2 , 8; P lin . N . H . 18 , 1 5 , 17 . A p p . B. V . 1 , 2 1 ; C ic. T use. 2 , 4 8 . S u e t. Caes. 4 1 . D io C a ss. 1 6 , 1. C ic. Of f . 2 , 7 3 . P e te r , V e t. R o t» . H isto rico ru m reliqu iae I , C C V I I I ; y e n D ie Q u ellen P lu tarch s in den B iographien d e r R ö m er, 9 7 . V id . P lu t. T ib . G rac. 9 . 4 5 3 . S u e t. Caes. 4 1 , 3 .

Intentos de reforma

115

senador ni caballero, está excluido de entrar en la suerte, y mucho menos se con­ sidera su modo de com portarse.454 Aparte de estas donaciones los clientes tenían la sportula, pero hay que contar con que antes del cristianismo no existía centro benéfico alguno. Algunos particu­ lares dejaban legados y donaciones para los pobres de alguna ciudad, como Pli­ nio 455 y no faltaban repartos y congiaria de diversos tipos, y comidas y banquetes con ocásión de fiestas familiares, funerales, triunfos o cualquier ocasión que se bus­ caba para hacerlo 456. Si se atiende a las cantidades que se distribuían eran inmen­ sas, pero la ración de cada cual era escasa, por eso se añadían de cuando en cuando congiaria extraordinarias de dinero* o de otras donaciones. Los 38 kilos de trigo al mes, los cinco modii que cada uno recibía, Au'gusto los duplicaba en tiempos de escasez. En el año 28 d. C. se cuadruplica 457. Y aun con todo Séneca dice que el pueblo está peor tratado que los. prisioneros 458. Muchos de estos pobres no tenían lugar fijo donde dormir 459. Cargados con un pobre colchón, al llegar la noche lo extendían en el Foro 460, bajo los pórticos461, o en los bosques vecinos a la ciudad 462. La misma suerte corrían los pobres socorridos por la Iglesia a partir del siglo II I. Las donaciones en lugar de hacerlas en trigo prefirieron efectuarlas en pan de primera calidad desde Aureliano, que también empezó a distribuir una ración de tocino. Cada uno recibía su tessera y con ella pasaba por delante de la panadería donde estaba el magistrado y tomaba el pan. Las leyes agrarias y la fundación de colonias iban ordenadas a disminuir la plebs urbana. César se proponía colocar unas 170.000 personas en diversas colo­ nias, pero sólo 80.000 aceptaron 463, a ellos les exigió que por lo menos una ter­ cera parte de los trabajadores que emplearan fueran hombres lib res464. Con ello se disminuía la afluencia constante de gentes del campo a la ciudad. Muchos empe­ radores mandaban revisar las condiciones de los mendicantes, echando fuera a los que podían trabajar, y dejando tan sólo a los que estaban inválidos ó eran ancia­ nos. Los mendicantes ualidi deben de trabajar.

V.

INTENTOS DE REFORMA

1. Primeras tentativas Si la República quería subsistir se imponía una reforma radical en su constitu­ ción para mejorar este estado de cosas. No era posible que un Imperio mundial 4 5 4 . S e n e c a , B enef. 4, 2 8 , 2 : « R e x h o n o r e s d ig n is d a t, c o n g ia r iu m e t in d ig n is ; fr u m en tu m p u b lic u m tam fu r q u a m p e r iu r u s e t a d u lte r a c c ip iu n t e t sin e d ile c tu m o r u m q u isq u is in c isu s e st; q u id q u id a liu d e s t , q u o d ta m q u a m c iu i, n o n ta m q u a m b o n o d a tu r, e x a e q u o b o n i ac m ali fe r u n t» . E I c o n g ia r io e s rep a rto d e l v in o y d e l a c e ite y o tr o s d o n a tiv o s q u e a co m p a ñ a b a n a la d is tr ib u c ió n d e l tr ig o . 4 5 5 . P lin . E p . 7 , 18. 4 5 6 . S u e t. D o m 4; P lu t. Lucul. 3 7 ; Caes. 5 5 ; L iv . 3 9 , 4 6 . 4 5 7 . D i o C a ss. 5 3 , 2 . 4 5 8 . S e n e c a , E p. 1 8 . 4 5 9 . S e n e c a , V it. Beat. 2 5 . 4 6 0 . C ic D o m . 3 0 4 6 1 . M a rtia l. 1 0 , 5. 462. Iu v e n a l. 3 , 1 4 -1 7 . 4 6 3 . S u e t. Caes. 4 2 . 4 6 4 . S u e t. A u g . 4 4 .

116

L a República

siguiera con una base de régimen hecho para una pequeña ciudad. Es verdad que se intentó la reforma, pero al limitarse ésta a aspectos concretos, y no abaícar toda la urdim bre de la compleja vida romana, se quedó siempre en conatos ineficaces. Los tribunos trataron de informar al pueblo, reanudando sus antiguas contio­ nes, pero el número de ciudadanos que asistía era exiguo en comparación con los que ahora podrían participar en los comicios centuriados o tributos. Los censores Apio Claudio (año 312), Quinto Fabio (año 304) y Tiberio Sem­ pronio (año 169) trataron de acomodar como mejor pudieron los nuevos ciuda­ danos en las tribus o curias existentes, con lo cual aparentemente todo el pueblo participaba en las decisiones de la ciudad. Los comicios conservarán sus atribu­ ciones anteriores, pero ya estaban totalmente influenciados, como hemos dicho, por senadores ricos, y sus votos tanto en favor de las leyes, como en la elección de magistrados, se los daba ya hechos el senado. 2. Marco Porcio Catón, el censor Impulsado por su vecino L. Valerio Flaco, un noble que no estaba conforme con el sesgo que llevaba la República, M. Porcio Catón, labrador íntegro del cam­ po sabino, y por tanto de la clase media, hizo todas las batallas contra Aníbal des­ de Trasimeno hasta Zama, y llegó al consulado, consiguió el triunfo, y desempeñó la censura. Todo el ejemplo de su vida, toda la potencia de su oratoria, todos sus nobles ideales de defender y promocionar a la clase media se estrellaron con­ tra el torrente de desenfreno y de lujo que ya arrastraba a la nueva aristocracia, y orillaba miserablemente al pueblo. A Catón no le faltó ni energía, ni buena voluntad, ni medios de poner en la picota a los más destacados en el odio al pueblo. Así, por ejemplo, el hermano del Africano fue borrado le la lista de los caballeros 465; y el hermano del libertador de Grecia fue arrojado del senado466. Pero su intento resultó ineficaz por falta de amplitud en el proyecto, que no abordaba la reforma en sus verdaderas dimensio­ nes y por la energía tan cerrada que encontró en la aristocracia. Consiguió, como mucho, que los magistrados se preocuparan de fundar unas cuantas colonias en el año 214 a. C., en que se colocaron unos miles de ciudadanos romanos, que se habían quedado sin nada en la devastación de Italia por Aníbal. Cuarenta y cuatro veces fue acusado por los aristócratas al tribunal del pueblo y todas ellas salió Catón absuelto, defendiéndose él personalm ente447. Sus leyes de policía, presentadas en gran número, sobre la sencillez de la vida y la auste­ ridad de las costumbres, fueron fácilmente aprobadas, pero nunca cumplidas por los rom anos.468 4 6 5 . P lu t . Cat. Mai. 1 8; c f. P . F ra cca ro , Biografía d i Catone·. M e m . A c c a d . V e r g ilin a I I I , 1 9 1 0 ; I d ., Richerche storiche e letterarie sulla censura del 184-183: S tu d i S to r ic i ( 1 9 1 1 ) 1. 4 6 6 . P lu t. Cat. Mai. 1 7 . i 4 6 7 . P lu t. Cat. Mai. 1 5 ; « D íc e s e q u e tu v o q u e d e fe n d e r s e e n p o c a s m e n o s d e c in c u e n ta ca u sa s, la ú ltim a d e e lla s c u a n d o y a te n ía o c h e n ta y s e is a ñ os: e n la c u a l d ijo a q u e lla c é le b r e s e n te n c ia : 'Q u e e s c o sa m u y d u ra h a b e r v iv id o c o n u n o s h o m b r e s y te n e r q u e d e fe n d e r s e a n te o tr o s ’». 4 6 8 . P lu t. Cat. Mai. 1 9 : « E l p u e b lo s e m a n ife stó m u y c o n te n t o d e l m o d o c o n q u e e je rc ió la c en su ra : p o r q u e h a b ié n d o le c o n s a g r a d o u n a e sta tu a e n e l te m p lo d e la S a lu d , n o a n o tó e n la in s c r ip c ió n q u e C a tó n m a n d ó e jé r c ito s, n i q u e tr iu n fó , s in o , s eg ú n la in s c r ip c ió n d e b e tr a ­ d u c ir se , q u e h e c h o c e n so r , r e s titu y ó a su a n tig u a g r a v ed a d , c o n ú t ile s r e g la m e n to s y sab ias m á x im a s e in s titu c io n e s , e l g o b ie r n o d e lo s r o m a n o s, y a d e c a d e n te y m u y in c lin a d o a la c o ­ r ru p c ió n » .

Intentos de reforma

117

3. Pequeños progresos Después de la derrota de Canas (2 de agosto del 216) en la que Roma pierde unos 80.000 hombres, fue necesario rebajar la cuota, fijada en la constitución de Servio Tulio de 11.000 ases como mínimo y prescindir de la ingenuidad para entrar en las clases del pueblo centuriado. Era necesario enrolar dentro de las centurias el mayor número posible. Los ingenuos y emancipados que tuvieran de 4.000 a 1.500 ases servirían en la escuadra. Los que tuvieron 4.000 como mínimo se alistarían en las legiones. En caso de necesidad serán llamados a la infantería los que. poseyeran hasta un mínimo de 375 ases. Esto trajo consigo una reforma de los comicios centuriados, ya que estos hom­ bres que antes estaban excluidos de ellos, al ser inscritos en las centurias, debían participar también en sus comicios. En estas asambleas dijimos que votaban por orden de la cantidad del censo, de forma que rarísima vez llegaba la ocasión de votar a las centurias de las últimas clases; y rarísima era la ocasión en que se daba voto a los emancipados. Ahora ya no votan las primeras las 18 centurias de caballeros, sino las de la primera clase por suerte. Las cinco clases tienen el mismo número de votos, participando tam­ bién en la votación los manumitidos. Sólo cuando hayan votado las centurias de tres de las clases, si han coincidido en su voto, se puede interrum pir ya la vota­ ción, porque ya está manifiesta la mayoría. La aristocracia, es decir, las 18 centurias de caballeros, reaccionó vivamente, y lo que no podía conseguir fiándose en la prioridad de su voto, lo intentaba y con­ seguía por sus presiones sobre el vulgo. La ley Gabinia, del año 139, propuso el voto secreto en los comicios para las elecciones. Pero eso no aprovechó gran cosa. Dice Ihne: T o d o s lo s m a le s a n ejo s a la s e le c c io n e s c o n tin u a r o n c o n la m is m a fu erza , y e n lo s ú ltim o s tie m p o s d e la R e p ú b lic a v e m o s c o n v e r tid a la c a n d id a tu r a d e lo s cargos e n u n v e rd a d e ro arte q u e n o e x c lu ía m e d ió n in g u n o d e p e r su a sió n , d e e n g a ñ o , d e s o ­ b o r n o e in tim id a c ió n . 469

La igualdad del voto entre ingenuos y emancipados fue suprimida muy pronto. En el año 220 el censor Cayo Flaminio los sacó de las centurias. Esta reforma, pues, aunque de ámbito muy corto, dio igualdad de valor al voto de todos los ciudadanos, como ya sucedía en los comicios tributos. a) Abolición de la dictadura Hacia el año 217 se abolió prácticamente la dictadura, por obra de unos de­ magogos embaucadores del pueblo. Con ello el senado había perdido uno de sus frenos más poderosos, cuando trataba de detener o de suspender la acción de los cónsules demasiado lanzados hacia algún asunto menos conveniente. Entonces el senado excogitó la manera de suplir al dictador y fue dar un voto de confianza a

469. I h n e , H ist. R om an a V I , 7 5 ; v id . L . Z a n c a n , P er una valu tazion e dette fo rtu n e della classe senatoria al te m p o deU’E m ilia n o : M e m . d e lla R . A cca d . d i P a d o v a L I I , e v a lú a la fo r ­ tu n a d e a lg u n a s d e la s g r a n d e s fa m ilia s ro m a n a s d e e s t e tie m p o .

118

L a República

los cónsules en momentos de peligro, como ante una guerra o una conjura repen­ tina, con el llamado senatus consultum ultimum, que empezaba siempre con las palabras: caueant consules..., e tc .470 b) Las quaestiones perpetuae E n el campo de la justicia se introducen las quaestiones hacia el año 149. Los casos de derecho se hicieron más frecuentes y mayores con el auge del Imperio, por ejemplo, las querellas por parte de las provincias contra los gobernadores sin conciencia. Naturalmente de estos asuntos el pueblo no podía estar bien enterado, y se nombraron jueces de entre los senadores. Ante la multiplicación de las acu­ saciones y querellas por exacciones, la ley Calpurnia (a. 149) estableció un tri­ bunal permanente para las quaestiones repetundarum 471; luego se establecieron otros tribunales para otros crímenes. Todos ellos recibieron el nombre de quaestio­ nes perpetuae. c) Ruina de la clase media Después de la guerra con Perseo, Roma disfrutó de más de cien años de paz, de una paz enervadora en que exteriormente su nombre infundía respeto y temor en los pueblos extranjeros, pero interiormente se llenó de medianías, tanto entre los aristócratas, que ahpra empiezan a llamarse optimates, como entre los plebeyos, que reciben el nombre de populares. Se preguntaba el gran Catón: ¿qué será de Roma el día que ésta no tenga a nadie que temer? Ese día ha llegado, y lo primero que trae consigo es una crisis social que desembocará en una revolución. Con la sumisión de los aliados aumen­ tan enormemente las tierras comunales, de las que se apoderan los aristócratas, formando enormes latifundos, que fueron absorbiendo también las pequeñas pro­ piedades. Se destinaron grandes dominios a la cría de ganado, de vino, de aceite, y todo ello se explotaba por incontables masas de esclavos, con lo cual los pequeños labradores y los jornaleros se vieron sin haciendas y sin trabajo. Como de esta for­ ma la producción resultaba sumamente barata, los labradores medios no pudieron sostener la concurrencia de los precios y vinieron también a la ruina. Los arruina­ dos de los campos acudieron a Roma y engrosaron la plebe de la ciudad, que vivía a costa de los ricos, puesta para todo a disposición de quien mejor la alimentara y divirtiera. Los optimates a su vez únicamente pensaban en triunfar en la política sobre sus opositores o contrincantes. Y para ello lo más seguro parecía ganarse buenas influencias, no precisamente con méritos de servicio a la Patria, sino halagando a los más poderosos con servicialidades y prosternaciones indignas, y mostrándose ante la plebe complacientes e imbuidos de un profundo espíritu democrático y ansioso de favorecer en todo al pueblo, aunque una vez alcanzado su logro lo piso­ teara por su venalidad.

470.

S o b re la in tr o d u c c ió n d e la le y m a rcia l, s u s titu y e n d o la d ic ta d u r a , v . G . P la u m a n n ,

D a s sen a tu sco n su ltu m u ltim u m , d ie Q u a sid ik ta to r d e r sp ä te rer rörn. R epublik·. K l. 13 (1 9 1 3 ) 3 2 1 . U n a d e fe n s a d e l m is m o en C ic e r ó n , P ro R ab. perd, reo, to d o e l d is c u r so . C . B a rb a g a llo , U na m isu ra eccezionale d e i R om an i: I l sen atu s con su ltu m u ltim u m , R o m a 1 9 0 0 . 4 7 1 . V id . L a le x A cilia R e p e tu n d a ru m : C I L . I 2, 5 8 3 ; B ru n s, F o n te s ..., 5 5 ; G ir a r d , Fon­ t e s ..., 3 2 ; R ic c o b o n o , F o n te s ..., F lo r e n c ia 1 9 4 1 , 8 4 -1 0 2 .

Intentos de reforma

119

d) Los caballeros Si en este momento el gobierno de Roma hubiera aparcelado los terrenos co­ munales distribuyéndolos a los plebeyos, o por lo menos hubiera impuesto a cada explotación agrícola emplear, un número determinado de braceros libres junto a los esclavos, como se había hecho en la primera crisis social, hubiera prestado un buen servi 10 a la República; pero si se hizo algo de esto, fue en muy corta escala. Entonces los más ricos de los plebeyos dirigen sus capitales hacia los ..nego­ cios come cíales que las leyes y las costumbres vedaban a los senadores. Ellos, unidos a los magnates que el censor había degradado, forman un tercer estado, llamado de los caballeros. Por medio de sociedades mercantiles se apoderaron pronto de todo el comercio del mundo romano. Como al senado le resultaba enojoso él cobro directo de los tributos y contribuciones impuestos a los pueblos sometidos, se avino con estos acaparadores del dinero de forma que por un tanto alzado les arrendaba el cobro de las gabelas del Estado. Ellos entregaban previamente el dinero de la contrata al erario público, y luego se esparcían con gran aparato de lictores y publicanos por las provincias. Desgraciadamente se esforzaban en ha£çr fructificar con sobre­ abundancia el dinero adelantado explotando sin miramientos y con infracción de las leyes a los pueblos tributarios. Por muchas que fueran las quejas llegadas a Roma contra los abusos de este cuerpo de esquilmadores, rara vez se les hacía caso, por la buena inteligencia que en ese punto tenían con los senadores. Políticamente los caballeros no forman un partido, porque cada uno de ellos seguía perteneciendo a la plebe o al patriciado; pero sil distinción social perjudicó grandemente a la plebe, que vio separarse de sí a sus miembros más influyentes, ya que poco a poco se iban aproximando a los aristócratas, quienes, por su parte, pre­ cisaban del dinero prestado por los caballeros, convertidos de esta forma en ban­ queros. e) Primeras esperanzas de la reforma Se podía pensar que por la rectitud de miras manifestadas en toda ocasión por Escipión Emiliano, sería éste quien abordara una total reforma de la constitución romana, al volver triunfador de Numancia. Pero desgraciadamente no fue así 472. Siendo censor en el año 142 purga de indeseables la lista del senado e intenta in­ culcar en la vida las costumbres de los antiguos tiempos, pero su gestión no resultó más eficaz que la de M. Porcio Catón, En los albores del consulado de su amigo Cayo Lelio (a. 140) se concibió la esperanza de la ansiada reforma. Hizo el proyecto de una moción para que se qui­ tasen a los detentadores todo los terrenos comunales de Italia, no enajenados por el Estado, distribuyéndolos entre un buen número de colonos. Pero solamente el 472. T . M o m m s e n , H ist, d e R o m a I I , 1 2 3 -1 2 5 ; v . ta m b ién : E . T . S a g e - A . J . W egn s r , A d m in istr a tiv e com m ission s an d th e official career 218-167 B. C .: C P h (1 9 3 6 ) 2 3 ss; G . B lo c h , O b se rv a tio n s su r le procès d es Scipions·. R E A 8 (1 9 0 6 ) 9 3 ; W . S ch u r, Scipio A fricanus u. d ie B egrü n du ng d e r röm . W e lth rrsc h a ft: E r b e d e r a lte n X I I I , L e ip z ig 1 9 2 7 ;' R . M an s­ fie ld H a y w o o d , S tu d ies on Scipio A fric a n u s: J o h n s H o p k in s U n iv . S tu d ie s , 1 9 3 3 ; P . Fraccaro, I p ro cessi d eg li S cip io n i: S tu d i s to r ici (1 9 1 1 ) 2 1 7 ; J. K a e r st, S cipio A em ilian u s, d i Sica u. der P rin zip a t: N J W 5 (1 9 2 5 ) 6 6 5 ; K , B ilz , D ie P o litik d e s P . C orn eliu s Scipio A em ilian u s: W ü rz­ b u rger S tu d ie n zu r A lte r tu m s w is s V I I , S tu ttg a r t 1 9 3 6 .

120

L a República

intento de presentar esta ley levantó tal polvareda'entre los senadores terratenien­ tes que tanto Lelio como su consejero Escipión advirtieron que quien lo intentara se jugaba irremisiblemente la vida. 4. El esfuerzo y sacrificio de los Gracos Desde posiciones menos ventajosas que las que ocupaban Escipión y Lelio se lanzaron a la empresa de salvar a Roma e Italia los dos hermanos Tiberio y Cayo Sempronio Graco 473. No pueden operar juntos porque se llevan nueve años de edad, pero lo que Tiberio emprende, lo intenta proseguir unos años después el joven Cayo. Son hijos de Tiberio Sempronio Graco, dos veces cónsul (años 177 y 163) y censor en el año 169, y de Cornelia, la excelente hija del primer Africano. a) Tiberio Graco (163-133 a .C .) Era un joven, de carácter apacible, asentado, de costumbres sencillas y de po­ derosa elocuencia. Se había distinguido en Cartago y en Numancia luchando a las órdenes de su primo y cuñado Escipión Emiliano 474. Cuando regresa de España y recorre la E truria y gran parte de Italia ve que todos los campos están trabajados no por hombres libres, sino por rebaños de esclavos encadenados, pertenecientes a grandes latifundistas, que han arrojado de sus proximidades a los pequeños pro­ pietarios. Entonces advierte prácticamente lo que muchas veces había hablado con Escipión y Lelio, y no comprende cómo éste había desistido de su propósito. L a s b e s tia s fe r o c e s q u e h a b ita n e n I ta lia — dirá u n p o c o d e s p u é s — e l g a n a d o q u e p a sta e n lo s p r a d o s, tie n e n s u s c u e v a s y cam as, p e r o e s t o s c iu d a d a n o s q u e lu c h a n y m u e r e n p o r I ta lia n o tie n e n o tr a p r o p ie d a d q u e la d e l aire y la lu z d e l d ía . M ie n ­ te n n u e s tr o s g e n e ra les c u a n d o e x c ita n a la s le g io n e s a n tes d e la b a ta lla a d e fe n d e r lo s a lta res y lo s s ep u lc ro s; d e to d o s e s o s ro m a n o s n in g u n o p o s e e la se p u ltu r a d e su s p a d re s, n in g u n o p u e d e m o str a r u n p r o p io hogar. H a n d e p e le a r y m o rir p o r la c o m o d id a d y lu jo d e o tr o s , p o r la a b u n d a n c ia y r iq u eza d e lo s e x tr a ñ o s. S e llam an señ o re s d e l m u n d o , p e r o n i u n a g le b a d e tierra le s p e r te n e c e e n p r o p ie d a d .475

Llegado a Roma fue invitado por muchos, incluso magnates, a realizar la obra de la que incomprensiblemente había desistido Lelio. Con este fin solicitó y ob­ tuvo el tribunado de la plabe para el año 133 476. Apenas tomó posesión del tri­ bunado de la plebe, el día 10 de diciembre del año 134, propuso una ley agraria, que en el fondo no era más que una renovación de la propuesta por la ley Licinia Sextia del año 376, pero mucho más suave, para no herir los derechos adquiridos. Las ideas principales de la ley Sempronia agraria eran éstas: El Estado debe incautarse de todos los terrenos comunales, sin indemnización para los detenta­ dores que los ocupaban abusivamente; pero en nada se tocan los terrenos alqui­ lados como sucedía en territorio de Capua. Estas tierras se dividirán en lotes de 30 yugadas y se distribuirán por suerte a los ciudadanos pobres y a los aliados 4 7 3 . T h . M o m m s é n , H ist, d e R om a I I : T ib e r io , p p . 1 2 5 -1 3 8 ; C a y o , p p . 1 3 9 -1 6 7 . 4 7 4 . P lu t. T i. Grac. 4. 4 7 5 . P lu t. T i. G rac. 9 ; v id . supra, n o ta 4 5 0 . 476. L iv . E p ii. 5 8 ; P lu t. Ti. Grac. 1 -1 4 ; A p p . B. C. 1, 7 -1 7 ; V e il. P a ter , 2 , 2 ; G e ll. 1 5 , 1 2 . V id . R . S ea la is, L a p o litiq u e agraire d e R o m e d e p u is les guerres p u n iq u e s ju sq u ’aux G racqu es: M B 3 4 (1 9 3 0 ) 2 ; M . A . L e v i, L a lo tta p o litica n el m on do antico, M o n d a d o r i 1 9 5 5 ; e in g lé s , L o n d o n 1 9 6 5 .

Intentos de reforma

121

itálicos, no en posesión, sino en arrendamiento perpetuo y hereditario, debiendo el nuevo poseedor cultivarlos y dar una pequeñísima renta al erario público. Nadie podrá poseer más de 500 yugadas del ager publicus, y luego, teniendo más de un hijo, otras 500 yugadas más; pero nadie podía pasar de 1.000 yugadas (252 hec­ táreas). Por los territorios cedidos de su propiedad el Estado pagará una indem­ nización conveniente.477 La finalidad de esta ley era impedir que aumentara el proletariado, y desapa­ reciera por completo la clase media; el que los bienes se acumularan en manos de unos pocos y evitar con ello una lucha fratricida que se vislumbraba ya en el hori­ zonte. Por eso clamaba Tiberio Graco: L a r e v o lu c ió n n o v e n d r á , e stá ya a q u í p o r v u e str a cu lp a; p o r q u e p e r m itís q u e au m en ­ te ca d a d ía m á s la m a sa d e e sc la v o s y d e p r o le ta r io s . P r o p o r c io n a d le s trab ajo, d ad les c a m p o s y u n h o g a r y esta a sig n a c ió n traerá c o n s ig o n o e l e sta llid o d e n u e v a s r ev o ­ lu c io n e s s in o e l a c a b a m ie n to d e la s a n tig u a s. ¿ N o e s ju s to q u e v a y a a to d o e l p u e b lo lo q u e a to d o e l p u e b lo p e r te n e c e ? O ¿ es e l b ie n e s ta r d e lo s c iu d a d a n o s d e m en or im p o r ta n c ia q u e e l d e lo s e sc la v o s ? ¿ Q u ié n d e e llo s to m a las arm as e n fa v o r d e la p a tria ? ¿ S e p u e d e n é s to s en tr e g a r c o n m a y o r co n fian za a lo s e s c la v o s y p r o le ta r io s q u e a lo s c iu d a d a n o s e sta b le c id o s? ¡Q u é p e lig r o s n o s aguardan ! M ie n tr a s p o r la fu er z a d e la s arrnas y la fo r tu n a d e la gu erra h e m o s alcan zad o la p o s e s ió n d e la. m a y o r p a r te d e la tierra h a b ita d a y n o s lis o n je a m o s c o n la esp er a n z a d e g a n a r tam ­ b ié n l o q u e r esta , c o rr e m o s p e lig r o d e p e r d e r p o r la c o d ic ia y la in te r io r d e b ilid a d a u n l o ya a lc a n z a d o . m

Esta ley hería los intereses de la mayor parte de los senadores, y el senado no estaba dispuesto a perm itir que se llevara a la práctica. La ley se aprobó después de duras batallas y grandes aclamaciones del pueblo. Luego se procedió a la designación de los primeros triunviros para llevarla a cabo y resultaron elegidos el mismo Tiberio Graco, su hermano Cayo Graco, a la sazón de veinte años, y su suegro Apio Claudio. Cuando pusieron manos a la obra el senado obstaculizó cuanto pudo para demorar su cumplimiento. Entre tanto llegó a Roma la noticia de que el rey Atalo de Pérgamo había muerto y legaba su reino y sus riquezas fabulosas al pueblo romano. Graco pre­ sentó una proposición para que aquellas riquezas se repartieran entre los ciuda­ danos pobres para que pudieran comprar con ellas los aperos necesarios para la labranza. Al mismo tiempo proponía Tiberio que se pudiera apelar al pueblo con­ tra las sentencias del senado.479 La lucha estaba en su punto más cálido al llegar los primeros días de diciem­ bre, cuando expiraba el año de su tribunado. Pará poder dar exacto cumplimiento a su ley Tiberio Graco pide de nuevo el tribunado para el año siguiente. Los sena­ dores hicieron todos los posibles para impedirlo, pero llegado el día de la elección y ver que ya las dos primeras tribus habían votado en su favor, los senadores, guiados por Escipión Nasica, y pretextando que Tiberio quería proclamarse rey, lo asesinaron vilmente sobre el Capitolio, en el templo mismo de la Fidelidad. Con él murieron unos 300 amigos que trataron de defenderlo, y sus cadáveres fueron arrojados vergonzosamente al T ib er.480 4 7 7 . P lu t. T i. G rac. 8 -1 0 ; v id . L . Z a n c a n , A g e r p u b licu s, ricercbe d i storia e d i d iritto romano·. P u b . fa c o lt. d e lit t , d i P a d u a , 1 9 3 5 . ' 478. 479. 480. 4 , 5 5 -6 8 ;

A pp. P lu t. P lu t. C ic .

B . C . 1, 11. T i. Grac. 1 4; L iv . E p it. 5 8 . T ib . Grac. 1 9 -2 0 ; A p p . B. C. 1, 1 4 , 1 5 . 1 6 . 6 8 ; V e il. P a t. 2 , 3 ; R b e t. a d H eren. R ep . 1, 3 1 .

122

L a República

Los partidarios de la reforma llevaron adelante la ley, continuó la repartición de tierras del ager publicus y con ello se aumentó en 76.000 el número de los ciu­ dadanos rom anos.481 Cuando volvió Escipión Emiliano triunfador de Numancia, logró que se subtrajera el aprecio de la verdadera extensión del ager publicus de la consideración de los triunviros y pasara a los cónsules. Con ello sin derogar la ley, se interrumpió su aplicación. Pero al día siguiente, cuando el pueblo estaba esperando que se presentara el triunfador de Numancia para dirigirle la palabra, se le comunicó que Escipión Emiliano había sido asesinado. Era la venganza popular contra el asesi­ nato de Tiberio Graco. b) Cayo Graco (154-121 a .C .) Este joven patricio era nueve años más joven que su hermano Tiberio. Se había distinguido también en la guerra de Numancia, luchando como un bravo a las órdenes de su primo y cuñado Escipión Emiliano. Cayo era mucho más fogoso y entusiasta que Tiberio para resolverse y emprender sus obras 482. En talento y justeza de miras estaban equilibrados, pero Cayo era aún mucho más orador que su hermano, por lo mismo que estaba dotado de una cultura igual pero de una vehemencia superior, hasta el punto que se ha dicho de él que «su pasión terrible lo había convertido en el primero de los oradores que han levantado su voz en el Foro romano; sin esta pasión y sus extravíos, podríamos contarlo también entre los grandes políticos de su siglo». Después del primer discurso público que pronunció Cayo en defensa de su amigo V edo, el pueblo se sintió arrebatado por su elocuencia y el senado empezó a temer por la personalidad que manifestaba. Se le envió a Cerdeña, como cuestor del cónsul Orestes. Allí se manifestó el primero en todo, por la valentía en la lucha, por la justicia con los naturales; por el amor y el respeto al general; por el pundonor y sencillez en su vida 483. Pretendiendo el senado retenerlo indefinida­ mente en Cerdeña, en parte para tenerlo alejado del teatro de la vida ciudadana y en parte para ver si el clima incómodo o un dardo certero de los enemigos segaba su vida en flor. Pasados tres años se volvió a Roma, sin contar para nada con la decisión del senado. Lo primero que hicieron los senadores fue acusarlo ante el censor de un quebrantamiento de la disciplina militar; pero Cayo se defendió tan bien que sus mismos acusadores quedaron convencidos de que el único agraviado en este asunto era Cayo G raco.484

4 8 1 . P lu t. T i. G rac. 2 1 ; T h . M o m m s e n , H ist, d e R om a I I , 1 4 0 . S e g ú n A p p ia n o la ab roga­ c ió n d e la le y S e m p ro n ia se fu e a p lica n d o e n tres eta p a s. A l p r in c ip io s e a u to riza la v e n ta d e lo s lo te s ; lu e g o s e s u s p e n d e la r e p a r tic ió n , p e r o s e im p o n e u n v e c tig a l al ager p u b licu s (p o r la lex Boria)·, y e n tercera y ú ltim a fa s e s e su p r im e e l v e c tig a l. C ic er ó n , B ru t. 1 3 6 , h a b la e n u n te x to n o m u y claro d e u n a le y T horia, q u e d e jó a b o lid a d e fin itiv a m e n te la le y agraria d e C. G raco. 4 8 2 . P lu t. C. G rac. 1; C ic. B ru t. 1 2 5 ; P r o R abi. reo, 14; H ar. R esp. 4 1 ; v . A . O ltram are, C aiu s G racchus, u n c a p ítu lo m u y in te r e s a n te d e su o b r a H o m es d 'É ta t, B r u x e lle s 1 9 3 7 ; N . H ä p k e , C . S em p ro n ii G racch i o ratoris R om an i fragm en ta collecta et illu strata, d is s . M u n ic h 1 9 1 5 ; E . M ey e r , U n tersu ch u n gen zu r G ech ich te d e r G ra ch en : K l. S c h r ifte n (1 8 9 1 ) ; F . T a eg er, T i. G racchus, U n tersu ch u n gen zu r röm . G esch ich te u. Q u ellen k u n d e, S tu ttg a r t 1 9 2 8 . 4 8 3 . P lu t. C. G rac. 2. 4 8 4 . P lu t. ib. G e lio n o s r ec u erd a a lg u n o s fr a g m e n to s d e e s t e d isc u r so , p e r o s ó lo e n lo re­ fe r e n te a s u p u n d o n o r y m o d e r a c ió n d e v id a ( G e ll. 1 5 , 1 2 ); « V e r sa tu s s u m , in q u it, in p ro u in c ia , q u o m o d o e x u s u u e s tr o e x istim a b a m e s s e , n o n q u o m o d o a m b itio n i m e a e c o n d u c e r e arbi-

Intentos de reforma

123

Entonces presentó su candidatura de tribuno de la plebe para el año 123 485. Si Tiberio se presentó al tribunado con el proyecto de una ley agraria, Cayo llevaba en cartera una nueva constitución. Todo el plan de su actuación se basaba en la reelegibilidad de los tribunos en años consecutivos, que ya tenía fuerza de ley; pero naturalmente para ser reelegido debía contar con el apoyo del pueblo elector. Ante todo aseguró al pueblo que tendría el trigo necesario a un precio menor de la mitad de lo que se vendía: ut semisse et triente frumentum plebi daretur446. Para ello engrandeció los graneros del pueblo romano donde se guardaban los cereales enviados a Roma desde todas las provincias trigueras. Con esta medida la plebe campesina se alistó para vivir en la ciudad. Las dos primeras leyes que presentó al pueblo fueron como una reparación pública a los manes de su hermano Tiberio: 1) Que no se pudiera celebrar un juicio criminal contra un ciudadano romano, sino por mandato del pueblo 487; 2) Que quien fuera desposeído por el pueblo de una magistratura, quedara inhabili­ tado para optar a otra. Esta última ley que se dirigía contra Octavio, depuesto por el pueblo del tribunado a sugerencia de Tiberio Graco, .la retiró Cayo, a petición de su madre C ornelia.488 Luego siguieron una serie de leyes bien pensadas y bien ordenadas, condu­ centes todas ellas a transferir al pueblo los poderes del senado. La lex agraria renovó la de su hermano, que no estaba derogada. Como ya en Italia no podía hacerse nada más en este sentido, pues ya todo el ager publicus estaba distribuido al proletariado, Cayo pensó en los campos que la República tenía alquilados, prin­ cipalmente en Capua y Tarento para fundar en ellos colonias 489. Como esto no bastaba para colocar a todos los populares, pensó en fundar colonias en la fértil tierra de la antigua Cartago 49°. Allí envió 6.000 hombres entre ciudadanos y alia­ dos itálicos, a fundar la colonia Junonia, dándoles el derecho de ciudadanía491. Graco buscaba con ello además de descongestionar a Italia de brazos parados, humanizar el trato que Roma venía dando a las provincias ultramarianas, a las que consideraba únicamente como países dominados. O tra ley militar trataba de suavizar el servicio prestado bajo las armas. En vez de los veinte años de servicio que se exigía, diez a pie y diez a caballo, puso el mínimo de dos años. No se podría llamar a los jóvenes antes de los diecisiete años cumplidos y el Estado debería equipar a los soldados, sin descontarles del sueldo el valor de las armas y del uniforme, como se hacía antes. Vimos en otro

trabar. N u lla a p u d m e f u it p o p in a , ñ e q u e p u er i e x im ia fa c ie sta b a n t, s e d in c o n u iu io lib er i u e s tr i m o d e s tiu s e ra n t q u a m a p u d p r in c ip ia . P o s t d e in d e h a ec d ic it: 'I ta u e r sa tu s su m in p ro­ v in c ia , u t i n e m o p o s s e t u e r e d ic e r e a ssem a u t e o p lu s in m u n e r ib u s m e a c ce p isse au t m e a opera q u e m q u a m su m p tu m fe c iss e . B ie n n iu m fu i in p r o v in c ia ; si u lla m e r etrix d o m u m m e a m intr o iu it a u t c u iu s q u a m se r u u lu s p r o p ter m e s o llic ita tu s e s t , o m n iu m n a tio n u m p o str e m issim u m n e q u is s im u m q u e e x is tim a to te . C u m a se r u is e o r u m ta m c a ste m e h a b u e rim , in d e p o te r itis c o n si­ d erare, q u o m o d o m e p u te tis c u m lib e r is u e s tr is u ix is s e ’. A tq u e ib i e x in te r u a llo : 'I ta q u e , in q u it, Q u ir ite s , c u m R o m a m p r o fe c tu s su m , z o n a s, q u a s p le n a s a r g en ti e x t u li, eas e x p r o u in cia in an es r e tu li; a lii u in i a m p h o ra s q u a s p le n a s tu le r u n t, e a s a r g en to r ep le ta s d o m u m r ep o r ta u e r u n t’». 4 8 5 . P lu t. C. G rac. 3 ; L iv . E p it. 6 0 . 4 8 6 . L iv . E p it. 6 0 : «a u n a tercera p a r te d e i p r e c io c o r r ie n te » . 4 8 7 . P lu t. C. G rac. 4; C ic. P ro Balb. 12. 4 8 8 . P lu t . C. G rac. 4 . ' 4 8 9 . P l u i C Grac. 5 ; c o m o tip o d e le y A graria p u e d e v e r s e C IL . I 2, ‘ 5 8 5 , r ep ro d u c id a en R ic c o b o n o , F o n tes Iu ris R om . A n te iu st., F lo r e n tia e 1 9 4 1 , 1 0 2 -1 2 1 , d e l añ o 1 1 1 a. C . 4 9 0 . P lu t. C. G rac 6 8. 4 9 1 . P lu t. ib. 11.

124

L a República

lugar que del derecho de la prouocatio se exceptuaba el caso en que el reo hubiera sido juzgado por un tribunal militar; como consecuencia de las leyes de Cayo Graco el jefe militar tampoco puede pronunciar sentencia capital más que sobre los aliados y sus súbditos.492 La lex de iudiciis tiene varios aspectos. H asta ahora sólo podían ser jueces los senadores. Cayo añade 300 jueces caballeros junto a los 300 del senado, eligién­ dose de entre esos 600 ciudadanos los jueces para cada caso particular 493. Por otra parte quitó al pueblo el derecho de intervenir en los delitos capitales más ordinarios, como el envenenamiento y el asesinato. Para entender en estas causas eligió comisiones especiales permanentes, quaestiones rerum capitalium, cuÿa acción no podía ser impedida por la intromisión de los tribunos, ni podía presentarse re­ curso de casación contra sus sentencias. Durante el proceso político el acusado permanecía libre y podía substraerse de él renunciando a la ciudadanía, o mar­ chándose voluntariamente al destierro, con tal que sus acreedores pudieran asegurar el cobro de las deudas. El destierro que antes era considerado como una especie de indulto, cobra ahora categoría de pena, sin que el desterrado pierda por ello el pleno dominio de sus bienes. Dice Plutarco: P a ra h a c e r sa n c io n a r e sta le y to m ó c o n gran d ilig e n c ia s u s m e d id a s: u n a d e e lla s fu e e l q u e , s ie n d o a n tes c o stu m b r e q u e to d o s lo s o ra d o res h a b la se n v u e lto s , h a c ia e l s e n a d o y h a c ia e l lla m a d o c o m ic io , e n to n c e s p o r la p rim era v e z s a lió m á s fu er a , p e ­ r o ra n d o h a c ia la p la za ; y e n a d e la n te lo h iz o a sí siem p r e, c a u sa n d o c o n u n a p e q u e ­ ñ a in c lin a c ió n y v a r ia c ió n de· p o s tu r a u n a m u d a n z a d e g r a n d ísim a c o n s id e r a c ió n , c o ­ mo f u e la d e c o n v e r tir e n cie rta m a n er a e l g o b ie r n o d e a ristocracia e n d e m o cra cia , c o n d a r a e n te n d e r q u e lo s o r a d o r es d e b ía n p o n e r la v is ta e n e l p u e b lo y n o e n e l s e n a d o .494

Dio además leyes de creación de colonias, de construcción de caminos y de esta­ blecimiento de graneros públicos.495 P or la lex de duitate sociis danda, se debía conceder los derechos de ciudadanía a los latinos, y el derecho latino a los aliados italianos, con lo cual se robustecía de nuevo la ciudad. ■ Trató de separar a lös caballeros de los aristócratas, rompiendo su buena inte­ ligencia basada en sus mutuos intereses pecuniarios 496. Se explica fácilmente que al buscar unos y otros sus beneficios en los mismos cámpos de las provincias tri­ butarias chocaran con frecuencia entre sí. Graco se aprovechó de estas circunstan­ cias para atraer hacia sí a los caballeros. Les concedió el distintivo del anillo de oro en lugar del ordinario de hierro o de bronce, y, sobre todo les ofreció el cobro de lasrentas del Asia 497, y la formación delos jurados498. La mayor parte 492. P lu t. ib. 5 . 493. P lu t. ib . 5 . U n tip o d e le x iu diciaria q u e reserv a a lo s ca b a lle r o s lo s ju ic io s p o r c o n ­ c u s ió n , v . en C IL . I 2, 5 8 3 , r ep ro d u c id a e n R ic c o b o n o , F o n te s ..., 8 4 -1 0 2 , q u e se g ú n M o m m se n e s u n a le x A cilia v o ta d a d u ra n te e l tr ib u n a d o d e C . G r a c o ( 1 2 3 a. C .) y s e g ú n J. C a r co p in o , e s u n a le x S eruilia, d e S e r v ilio G la u c ia , d e l a ñ o 1 0 8 a. C . 4 9 4 . P lu t. C . G rac. 5 . 4 9 5 . P lu t. ib . 6 -8 . H a y a lg u n a s r efer e n c ia s q u e te s tim o n ia n la la b o r c o lo n iz a d o r a d e lo s G r a c o s e n d iv e r so s p u n to s d e I ta lia , C IL . I 2, 6 3 9 -6 4 0 , y e l L ib e r colon iaru m , q u e fo r m a p arte d e lo s G a m m a tici V eteres·, v id . E . P a is, Serie cronologica d e lle colon ie rom an e e latine·. M A L , S erie V , 1 7 (1 9 2 4 ) ; I d ., S toria d e lle colon izzazion e d i R o m a a n tica: P r o le g o m . I , 1 9 2 2 . 4 9 6 . T h . M o m m s e n , H ist, d e R o m a I I , 1 5 1 -1 5 3 . 4 9 7 . I b id ., 1 5 3 -1 5 4 ; v id . N ic c o lin i, F asti d e i trib u n i della p le b e , M ila n o 1935; M . A . L e­ v i, L a co stitu zio n e rom ana dai G racch i a G iu lio C esare, F lo r e n c ia 1 9 2 8 . 4 9 8 . T h . M o m m se n , o. c., 1 5 4 -1 5 5 .

Intentos de reforma

W

de los procesos civiles o criminales se ventilaban hasta ahora ante un jurado espe­ cial, o comisiones permanentes o extraordinarias formadas por senadores m . Graco hace para estos juicios unas listas anuales del jurado (ordo indicium) tomándolos exclusivamente de las centurias de los caballeros. Priva también al senado de su atribución de designar y distribuir el gobierno de las provincias entre los magistrados salientes, disponiendo que esas designa­ ciones se hagan previamente a las elecciones consulares; y como si eso fuera poco quita también al senado la jurisdicción que se había atribuido sobre la adminis­ tración del tesoro público. Para que en los comicios no influyeran los votos de ninguna centuria privile­ giada, dispuso que se votara por el orden que estableciera la suerte. Como su constitución no quedaba del todo asegurada, se hizo reelegir tribu­ no para el año 1 2 2 .500 Es natural que el senado no se quedara inactivo ante tal despojo de sus prerro­ gativas. Como la oposición defrente no sería eficaz, trató de defenderse con las mismas armas con que se veía atacado: que otro tribuno adicto al senado, arre­ batase a Cayo el favor popular. A este juego se prestó el tribuno Livio Druso 501. Amparado por el senado, se lanzó por los mismos caminos de los Gracos, pero su­ perándolos en concesiones al pueblo. Si la ley agraria Sempronia arrendaba a per­ petuidad las parcelas entregadas, Livio Druso las daba en propiedad; si Cayo Graco vendía el trigo a la plebe más barato de lo que costaba, Druso lo regalaba; si Cayo fundaba tres colonias, Livio creó hasta doce. Por otra parte, así como Cayo Graco lo hacía todo personalmente, trazado de caminos, establecimiento de colo­ nias, etc., Livio lo hacía por intendentes, con lo cual no perdía el contacto inin­ terrumpido con la plebe. Y así sucedió que, cuando Graco marchó a Cartago, a fundar la colonia Juniona, por más que no empleó más qüe setenta días, cuando volvió a Roma, se encontró con que la plebe estaba toda a merced de Livio Dru­ so; y cuando intentó conseguir Cayo por tercera vez el tribunado, pudo conven­ cerse de que la plebe no le seguía por amor, sino por interés. Cuando otro dio más, se vio abandonado. Fue el final de la política de Cayo y la causa inmediata de su muerte. En resumen, pues, las leyes dadas por Cayo Sempronio Graco son las siguientes: 1.a N e de capite cinis Romani iniussu populi indicaretur. 2.a Proposición de ley sobre que el ciudadano depuesto por el pueblo de una magistratura, no pudiera desempeñar ninguna otra. Esto quedó en proyecto, por­ que Cayo la retiró a ruegos de su madre. 3.a Una ley agraria que continuaba la de su hermano Tiberio. 4.“ Una ley militar. 5.a Una ley sobre el derecho de sufragio de los aliados de derecho latino. 6.* Una ley sobre la distribución de trigo. 7.a Una ley sobre la constitución de listas de jurados. 8.“ Una ley sobre el Asia. 9.a Una ley sobre los nuevos derechos de impuestos.

499. 500. 501.

I b id ., 1 5 5 -1 5 6 . I b id ., 1 5 7 -1 6 1 .

S o b r e la figu ra b a s ta n te e n ig m á tic a d e L iv io D r u s o p u e d e v e r se : W . S tre h l, M . L ittius D ru su s V o lk s trib u n i. ] . 91 a. C hr., d issl M a rb u rg 1 8 8 7 ; J. A . S e y m o u r , T h e policy o f D rusu s th e younger·. E H R 2 9 (1 9 1 4 ) 4 1 9 ; M . T . P o lid o r i, I l trib u n a to d i L iv io D ruso: H is t. 1 (1 9 2 7 ) 1 4 0 ; C . L a n z a n i, R icerch e su l trib u n a to d i M . L iv io D ru so il giovan e: R F I C 4 0 (1 9 1 2 ) 2 7 2 .

126

L a República

10.a Una ley sobre las reservas de trigo (Lex de Horréis). 11.a Una leysobre fundación de colonias. 12.a Una leysobre la expropiación necesaria para el trazado de grandes vías. 13.a Una ley sobre las provincias consulares. 14.a Una proposición para enviar colonias de ciudadanos de ciertas categorías a Capua, Tarento y Cartago. 15.a Una proposición de enviar colonias de ciudadanos a todos los aliados de Italia. 16.a Una proposición para modificar el orden del voto en los comicios centu­ riados. Todas estas leyes bien pensadas y ordenadas manifiestan un genio organizador, capaz de cambiar el aspecto de una civilización. Muchas de sus leyes fueron derogadas después de la muerte de Cayo Graco, por más que el espíritu de su renovación no pudo desarraigarse tan fácilm ente.502 c) Efímera restauración senatorial M uerto Cayo Graco, el senado recuperó gran parte de sus prerrogativas, pero se conservaron las distribuciones de trigo, los jueces jurados, el miramiento a los caballeros y a los proletarios, y quizás en esto fueron aún más lejos que los Gracos. Se suprimieron las colonias ultramarinas, la concesión del derecho de ciudadanía a los aliados, y la comisión para el reparto de tierras. E l senado había triunfado de nuevo por medio del asesinato, pero no tenía ningún hombre capaz de llevar una política adecuada. Tampoco el pueblo, muerto su adalid, tuvo quien se ofreciera a una m uerte segura para su redención. Por eso tuvo que sufrir durante mucho años los ultrajes de la aristocracia.503

5. Cayo Mario La guerra de Yugurta (111-105 a. C.) vino a descubrir la debilidad, y las fla­ quezas de la aristocracia, y el pueblo halló por fin un jefe victorioso en la per­ sona del plebeyo de Cereatae, junto a Arpino, Cayo Mario 504. Era éste, hijo de padres muy pobres, trabajó como jornalero hasta que se inscribió en el ejército como soldado raso, haciendo sus primeras armas en la toma de Numancia. Su natural íntegro y rudo, la entereza de su ánimo y sus pocas letras, le llevaron 5 0 2 . P lu t. C. G rac. 1 7 ; A p p . B. C. 1 , 2 4 . 2 5 ; L iv . E p it. 6 1 ; v id . G . d e S a n c tis, R ivo lu zio n e e rea zio n e n e ll’etá d e i Gracchi·. A . e R . N S . 2 (1 9 2 1 ) 2 0 9 ; W . E n s z lin , D ie D e m o k ra tie u. Rom·. P h . 8 2 (1 9 2 7 ) 3 1 3 . 5 0 3 . T h . M o m m s e n , H ist, d e R o m a I I , 1 6 8 ss; v id . R . v o n P ö h lm a n n , G esch ich te d e r so ­ zialen Frage u. d e r Socialism u s in d e r a n tik en W e lt, M u n ic h 31 9 2 5 , 2 v o l.; U . K a h r s te d t, G ru n d lag en u n d V o ra u ssetzu n gen d e r röm . R e v o lu tio n : N e u e W e g e zu r A n tik e (1 9 2 6 ) . 5 0 4 . D ic e P lu t. M ar. 3 : « N a c id o d e p a d re s e n te r a m e n te o sc u r o s, p o b r e s y jo r n a le r o s... tard ó e n v e n ir a la c iu d a d y e n g u sta r la s o c u p a c io n e s d e e lla , h a b ie n d o te n id o s u r e s id e n c ia e n to d o e l tie m p o e n C e r n e to , a ld e a d e la r e g ió n A r p in a , d o n d e su te n o r d e v id a fu e g r o se r o , c o m p a ­ ra d o c o n e l c iv il y c u lto d e la c iu d a d , p e r o m o d e r a d o y s o b r io y m u y c o n fo r m e c o n a q u é l en q u e a n tig u a m e n te se cria b a n lo s r o m a n o s » ... H iz o su s p rim era s arm as b a jo e l m a n d o d e E s c i­ p ió n e n e l s itio d e N u m a n c ia , d is tin g u ié n d o s e ta n to c o m o b u e n s o ld a d o , q u e p r e g u n ta n d o al­ g u ie n a E s c ip ió n « c u á l s e r ía e l g e n e r a l y p r im e r c a u d illo q u e d e s p u é s d e é l te n d r ía e l p u e b lo r o m a n o , h a llá n d o se M a rio s e n ta d o a s u la d o , le p a s ó s u a v e m e n te la m a n o p o r la e sp a ld a y res­ p o n d ió : 'Q u iz á s é s t e ’». V id . M o m m s e n , H ist, d e R om a I I , 2 3 2 -2 4 2 .

Intentos de reforma

127

muy pronto a una oposición manifiesta al senado. Apoyado por el pueblo con­ siguió el consulado para el año 107 505 y el triunfo sobre Yugurta el 1 de enero de 104 506. Los cimbros y teutones que, tratando de invadir la Italia del Norte habían derrotado en varias ocasiones a los ejércitos romanos, mandados por cón­ sules aristócratas, fueron vencidos también por Mario definitivamente en el mes de julio del año 101 M7. Como premio a esas victorias el pueblo le nombró cónsul por sexta vez para el año 1 0 0 .508 Como la aristocracia se había opuesto siempre a la elección de Mario para todas las magistraturas y sobre todo para su repetido consulado, Mario se puso al servicio del pueblo, que entonces estaba manejado por dos tribunos desapren­ sivos. Ante todo reorganiza el ejército, pero de esto hablaremos en otra parte. El tribuno Lucio Apuleyo Saturnino 509 había propuesto una ley para distribuir trigo entre los pobres, casi regalado; otra sobre la creación de colonias en Sicilia, Acaya y Macedonia, y en la parte de la Galia que Mario había arrebatado a los cimbros y teutones, y se distribuyen en el Africa 100 yugadas de tierra a cada veterano de Mario. A todos éstos, al parecer, se' les concedía también el derecho de ciudadanía romana. La ley fue votada en un ambiente de violencia; y estuvo en vigor muy poco tiempo, porque Mario cayó en desgracia del pueblo. El senado determinó, para evitar decretos precipitados del pueblo, que toda proposición de ley, antes de llevarse a los comicios, debía exponerse públicamente por lo menos durante 17 días, en los que había tres días de mercado, para que todo el mundo la conüciéra; y en un mismo proyecto de ley no podrían mezclarse diversas cosas. Ley Caecilia Didia del 98. 6. M. Livio Druso Mucho más moderado que Cayo Graco, y de espíritu más cultivado que Mario, este hijo del adversario de Graco, se hizo el caudillo de una prudente reform a510. Hombre moderado, prudente, trabajador y de una vida intachable, habiendo con­ seguido el tribunado de la plebe en el año 91, propone al pueblo unas cuantas leyes: a) Lex iudiciaria, como los jueces jurados procedían caprichosamente, sobre todo en las causas pecuniarias, se propone una investigación criminal para conocer los hechos de la corrupción judicial y de los sobornos denunciados en los jueces. La ley en este sentido quitaba a los capitalistas su exclusividad en los juicios, puesto que habían de ir a partes iguales con los senadores 511 y traía consigo el castigo de las injusticias cometidas. El senado debía aumentar sus 300 miembros, con otros 300 más, elegidos de entre los más dignos del orden ecuestre. 5 0 5 . P lu t. M ar. 2-3 ; 9. 5 0 6 . P lu t. ib. 9 -1 0 ; v id . Sali. B ellu m lu g u rth in u m . 5 0 7 . P lu t. ib . 1 1 -2 7 . 508. P lu t. ib. 2 8 . 509. P lu t. ib . 2 9 -3 0 ; T h . M o m m s e n , H ist, d e R o m a I I , 2 4 2 -2 5 6 . 5 1 0 . V id . supra, n o ta 5 0 1 , p u e s to q u e la b ib lio g r a fía a llí in d ic a d a s e r efie r e a ' M . L iv io D r u s o e l jo v e n , é s t e p r e c isa m e n te ; T h . M o m m s e n , H ist, d e R om a I I , 2 5 6 -2 6 1 . S ob re la m o d e ­ r a ció n y p u re z a d e s u s c o stu m b r e s, v . C ic . O ff. 1 , 1 0 8 : « E r a t in M . D r u so a d u le s c e n te sin g u ­ la r is s e u e r ita s » ; R abir. 2 1 . 5 1 1 . L iv . E p it. 7 1 : « V t a e q u a p a r te iu d ic ia p e n e s s e n a tu m e t e q u e s tr e m o r d in e m e ss e n t» .

128

L a República

b) Lex agraria, debían aumentarse las distribuciones de la anona, para auxiliar a los indigentes, y al mismo tiempo se proponía acuñar moneda de cobre con igual valor adquisitivo que la de plata; se debía repartir la tierra disponible entre ciu­ dadanos pobres; las tierras libres de Campania y de Sicilia había que destinarlas a la fundación de colonias, con ello se pretendía crear una clase media firme y estable. c) L ex de ciuitate sociis danda, a los confederados italianos se debe conceder la ciudadanía; Roma debía dejar de ser la señora de Italia y convertirse en su centro. Como se ve todas estas ideas son las de los Gracos, que ya habían calado en la aristocracia. Las dos leyes primeras fueron votadas sin dificultad; la tercera fue diferida, porque no gustaba ni a los senadores ni a los caballeros. Los aliados se adhirieron a Druso, con este juramento: J u r o p o r J ú p ite r C a p ito lin o , p o r e l H o g a r d e R o m a , p o r M a rte, d io s d e s u s p a d re s, p o r lo s a n te p a sa d o s d e s u s tr ib u s, p o r e l d io s d e l s o l y p o r la tierra n u tr id a d e las p la n ta s y a n im a le s, y p o r lo s s e m id io s e s q u e fu e r o n lo s fu n d a d o r e s d e R o m a , y p o r lo s h é r o es q u e p r o m o v ie r o n su p o d e r ío ; q u e y o te n d r é c o n D r u s o lo s m is m o s a m i­ g o s y e n e m ig o s y n o p e r d o n a r é n i a m i m ism a v id a , n i la d e m i m u jer e h ijo s s i es n e c e s a r io a D r u s o y a lo s q u e h a n p t e s ta d o e s te ju ra m en to . M as s i p o r la le y d e D r u s o fu e r e c iu d a d a n o , c o n s id e r a r é a R o m a c o m o m i p a tria y r e c o n o c e r é a D r u so c o m o m i m a y o r b ie n h e c h o r ; y e s t e ju ra m en to lo c o m u n ica r é a lo s m á s p o s ib le s d e m is c o n c iu d a d a n o s . Y s i lo g u a r d o m e irá b ie n ; m as s i ju ro e n fa ls o m e h a d e so ­ b r e v e n ir d e s g r a c ia .512

Druso murió también asesinado, sin que nadie se preocupara de dónde pro­ cedía el asesino; y sus leyes fueron anuladas. Los aliados volvieron a pedir la ciudadanía por una embajada, según lo había propuesto Livio D ru so 513. La res­ puesta que recibieron fue negativa y soberbia. Entonces se levantaron en armas contra Roma, y la guerra devastadora duró del 91 al 88. Venció Roma por una condescendencia en la misma causa motivadora de la guerra. En el año 90 se concedió la ciudadanía a todos los aliados que no sé habían unido aún a los rebel­ des y a los que, al conocer la ley, se sometieran a Roma, por la lex Iulia, del cónsul Lucio Julio C ésar514 y en el 89 por la lex Plautia Papiria, de los tribunos Plaucio Silvano y Papirio Carbón, se extendió aquel derecho desde el extremo meridional hasta el Po, a todo hombre domicilado en Italia, que se hiciera inscribir por el pretor en la lista de los ciudadanos dentro de 60 días 515, a los italianos desde el Po hasta los Alpes, se les concedió el derecho latino. Todos estos nuevos ciudadanos fueron repartidos en ocho tribus y se deter­ minó que votaran los últimos, porque de lo contrario, hubieran conseguido siem­ pre cuanto se hubieran propuesto.

5 1 2 . D io d o r . 3 7 , 1 1 . 5 1 3 . L iv . E p it. 7 1 ; C ic . C lu en t. 1 5 3 ; V a tin . 2 3 ; S e n e c a , Benef. 6 , 3 4 , 1; V e il. P a t. 2 , 1 3 -1 5 ; F lo r . 3 , 1 2 , 9 y 3 , 1 7; V a l. M a x . 2 , 1 , 2 ; 9 , 5 , 2 ; v id . M o m m s e n , H ist, d e R o m a I I , 2 6 2 -2 9 6 . 5 1 4 . C ic. P ro Balb. 2 1 . 5 1 5 . C ic. P ro Arch. 7 , to d o e s t e d is c u r so e s u n e s tu d io d e la a p lica c ió n p rá ctica d e la le y .

Intentos de reforma

129

7. Leyes de Sulpicio Rufo En el añd 88 el tribuno de la plebe Sulpicio Rufo, amigo de Livio Druso, presentó una serie de leyes con que pretendía remediar los males de la Repú­ blica 516. Era la última tentativa que se hacía. Propuso al pueblo: 1) Que se depusiera de su categoría de senador a quien tuviera por lo menos 2.00 denarios de deudas (unas 2.500 ptas.). No eran pocos los aristócratas cubier­ tos de deüdas en estos tiempos, y que, por tanto,, aún en los problemas más deli­ cados se ponían a merced de sus acreedores. Sulpicio, que procedía precisamente del orden senatorial, veía esa inmensa lacra, y esperaba que su ley sanearía el senado con un buen número de homines noui\ 2) que fueran llamados a la patria, los hombres del partido reformista que habían sido desterrados por el veredicto de unos jurados sin libertad; 3) que los libertos tengan derecho al voto; 4) que los nuevos ciudadanos, del 91 y 89, acumulados en las ocho últimas tribus, se repartieran proporcionalmente en las 35 tribus, y tuvieran en todo los mismos derechos que las ciudadanos viejos. De momento, y con grandes dificultades, pasaron estas leyes. Los ojos, tími­ damente esperanzados se ponen de nuevo sobre el anciano Mario, como adalid de la causa p o p u lar517; pero ahora la aristocracia tiene un caudillo que podrá medir sus armas con las de Mario, es Lucio Cornelio S ila518. Este hará intervenir por primera vez en la Historia de Homa el ejército en los conflictos políticos, y tras horribles matanzas por una y otra parte, será durante algún tiempo el rey indiscutido de Roma y de sus campamentos, no precisamente con el nombre de rey, sino de dictador por el tiempo que él quisiera, con absoluto poder sobre las vidas y haciendas de todos los ciudadanos, en una palabra: con tales atribuciones que todo lo que hiciera se diera por bien hecho.519 8. Constitución de Sila Después de confiar las ejecuciones en Roma a una horda de galos, y unos cuan­ tos oficiales de Sila, al frente de piquetes de soldados, fueron recorriendo aldea por aldea en la Península italiana para exterminar a todos los supuestos enemigos de Sila, el dictador se encontraba ante un inmenso campo abierto con la seguri­ dad de que nadie en absoluto se le opondría 52°. En todo el suelo italiano no que­ daba ni una persona que pudiera levantar una moción de censura contra los mons­ truosos crímenes silanos. Se mataba, se confiscaba las haciendas sin procesos, sin miramientos. Bastaba que uno tuviera una hacienda regular, para que los perros de presa de Sila se echaran sobre ella y aniquilaran a su dueño. No quedaban ni senadores, ni pueblo; tan sólo los veteranos de Sila que devoraban como buitres la carnaza de sus crím enes.521 516.

T h . M o m m s e n , H ist, d e R o m a Π , 2 9 6 -3 0 4 ;

C . S a u n d e r s, O n th e p o litica l o f S erviu s

R u fu s, C . R . 1 9 2 3 . V id . P . G u ir a u d , R o m e au p o u v o ir d e s m a ria n istes : R C C 6 (1 8 9 8 ) 2 1 7 . P lu t. Sil. 9 -1 0 ; 2 2 ; 2 8 -2 9 . C . L a n za n i, M ario e Silla, C atan ia 1 9 1 5 ; H . B e n n e tt, Cin­ na and h is tim es, C h ic a g o 1 9 2 3 . 5 1 9 . T h . M o m m s e n , H ist, d e R om a I I , 3 0 4 -3 8 1 ; A p p . B. C . 1, 9 9 ; P lu t. Sil. 3 3 ; C ic, Leg. 1, 4 2 . 520. P lu t. Sil. 3 3 -3 4 ; M o m m s e n , o. c., 3 8 2 -4 2 7 . 521. P lu t. Sila, 3 0 -3 1 . L as m a ta n za s y c r u e ld a d e s a sa n g re fr ía cau san e sp a n to a u n cu a n d o 517. 518.

9

130

L a República

Sobre estas ru inas. quiso organizar Sila el nuevo Estado. Pero Sila no tenía un espíritu creador; no podía echar los cimientos de un porvenir grande y her­ moso. Más bien se contentó con restaurar las cosas en el estado en que se hallaban antes de todo intento de renovación, neutralizando todo lo poco que se había conseguido.522 1) Mantuvo el reconocimiento de ciudadanía romana concedida a las ciudades itálicas. 2) Negó el voto a los emancipados. 3) Para administrar justicia nombró unas comisiones especiales, apoyadas por piquetes de soldados. 4) Castigó a las ciudades que quiso, negándoles la ciudadanía, imponiéndoles tributos, derribando sus fortalezas, confiscando los territorios que le pareció con­ veniente; expulsaba aún de los municipios a los que le parecía para que quedaran sin patria civil, y llegó incluso a arrasar ciudades antes florecientes, convertidas ahora en desiertos, así hizo con la colonia de Esernia, y con ciudades en los terri­ torios de Samnio, Etruria, Lacio, Brutium y Lucania. 5) Sobre esos terrenos, que dejó vacíos, instaló 120,000 veteranos suyos, a los que añadió 10.000 esclavos, de los más valientes, a quienes concedió la ciu­ dadanía y llamó Cornelios. Estos 130.000 hombres fuertes y bien favorecidos cons­ tituyen su ejército permanente, para protección de la aristocracia.

s e le e n . A n te la in c e r tid u m b r e d e q u ié n q u e d a r ía c o n v id a d ic e P lu ta r c o q u e se l e a cercó u n d ía C ay o M e t e lo y d ijo a S ila : « T e p e d im o s n o q u e lib re s d e la p e n a a a q u e llo s c o n q u ie n e s te h as p r o p u e s to acabar, s in o d e la in c e r tid u m b r e a lo s q u e p ie n s a s q u e d e n s a lv o s ’. R e s p o n ­ d ie n d o S ila q u e aú n n o sa b ía a q u ié n e s d e ja r ía , r e p u s o M e te lo : 'P u e s d ec lá r a n o s a q u ié n e s has d e c a stig a r ’, a lo q u e c o n te s tó S ila q u e a sí lo h a r ía ... S ila, p u e s , p r o sc r ib ió al p u n to o c h e n ta , sin c o m u n ica r lo a a lg u n o d e lo s q u e e je r c ía n m a g istr a tu ra s, y c o m o m u ch o s s e h o r r o riza se n d e e llo , d e jó pasar s ó lo u n d ía , p r o sc r ib ió d o s c ie n to s v e in te , y a l te rcer d ía u n n ú m e ro n o m en o r; y h a b la n d o e n p ú b lic o s o b r e e s to m is m o , d ijo q u e h a b ía p r o s c r ito a a q u e llo s q u e l e h a b ía n v e n id o a la m e m o r ia , q u e para lo s o lv id a d o s h a b r ía o tr a p r o scr ip c ió n . I m p u s o a d e m á s, al q u e r e c ib ie s e y sa lv a se a u n o d e lo s p r o s c r ito s , c o m o p e n a d e s u h u m a n id a d , la d e la m u e r te , sin h acer e x c e p c ió n n i d e h e r m a n o , n i d e h ijo , n i d e p a d re s, y s e ñ a ló , para q u ie n lo s m a ta se , e l p r e m io d e d o s ta le n to s p o r ta l a s e s in a to , a u n q u e e l e sc la v o m a ta se a s u s e ñ o r y al p a d re e l h ijo ; p e r o lo q u e p a r e ció m á s in ju s to q u e to d o lo d e m á s, fu e h a b er c o n d e n a d o a la in fa m ia a lo s h ijo s d e lo s p r o sc r ito s y h a b er c o n fis c a d o s u s b ie n e s » (P lu t. Sil. 3 2 ). 522. T h . M o m m s e n , o. c., 4 2 1 -4 2 2 . V é a s e ta m b ié n : H . B e r v e , Sulla·. N J W 7 (1 9 3 1 ) 6 7 3 ; A . L e v i, Saggio su lla S toria p o litica d i R o m a n ell'88 all'80, M ila n o 1 9 2 4 ; C L a n z a n í, L. C or­ n elio Sulla d itta to re , M ila n o 1 9 3 6 ; ta m b ié n s o b r e la p o lític a d e S ila e sc r ib e E . M e y e r , D ie an­ g eb lich e C en tu rien refo rm Sullas·. H is t . 3 3 (1 8 9 8 ) 6 5 2 , J . C a r co p in o , S ylla ou la m onarchie manqu êe, P a r is 1 9 3 2 , c u y a te s is e s q u e S ila p r e te n d ió e sta b le c e r u n a m o n a rq u ía m ilita r , p e r o fu e o b s ta c u liz a d o p o r lo s n o b le s s o b r e to d o lo s M e t e lo s , y P o m p e y o q u e e x ig ie r o n su a b d ica c ió n . E l d isc u r so d e C ic. P ro R o se A m e r, e s u n p e q u e ñ o e p is o d io e n la gran b a r a h ú n d a sila n a . S o b re la c o n s titu c ió n d e S i a, p u e d e v e rse : A . L e v i, L a co stitu zio n e rom ana dai G racch i a G iu lio C e­ sare, F lo r e n c ia 1 9 2 8 J L e n g le U n tersu ch u n gen ü b er d ie sullan. V erfassun g, d is s . F r ie b u r g 1 8 9 9 , s e fija so b re to d o e n la s refo rm a s p o lític a s y r e lig io sa s. Y c o n r e s p e c to a l se n a d o y a las m ag istra tu ra s· J . M S u n d e n , O e trib u n icia p o te s ta te a L. Sulla im m in u ta qu aestion es, U p sa la 1 8 9 7 , E G . H a r d y , T h e n u m b er o f th e Sùllan senate·. J R S 6 (1 9 1 6 ) 5 9 ; H . H ill, Sulla’s n e w senators in 81 B. C C Q 2 6 (1 9 3 2 ) 1 7 0 ; N ic c o lin i, I l trib u n a to d e la p le b e , M ila n o 1 9 3 2 ; G a b b a , L e o igine d ella guerra sociale e t la v ita p o litica rom ana d o p o 89 a. C ., A th e n . 1 9 5 4 ; V a lg ig l o S ilia e la crisi repu bblican a, 1 9 5 6 ; J. C a r co p in o , L es lo is agraires d e s G ra cq u es e t la guerre socia es. B A G B (e n e r o 1 9 2 9 ), la g u e r ra r e v is te e sp e c ia l g r a v ed a d e n la s r e g io n e s a fe c ta ­ d as p o r la - le y e s agrarias d e lo s G r a c o s. Y fin a lm e n te , B a k er, S ylla, th e F ortu n ate L o n d o n 1 9 2 7 . D e S ila s e c o n ser v a la lex C orn elia d e X X Q u a esto rib u s {C IL . I 2, 5 8 7 ); B ru n s, F on tes, 8 9 ; G ir a r d , F on tes, 6 5 ; R ic c o b o n o , F on tes, 1 3 1 -1 3 4 .

intentos de reforma

131

6) E n lo sucesivo las elecciones de los altos magistrados no se liarán en los comicios por tribus, sino en los centuriados, en donde se imponían siempre sus veteranos y sus cornelianos. Esta asamblea sancionaría también las leyes. 7) A los 300 senadores añadió otros 300, sacados de entre los caballeros. Al senado atañerían los jurados de las quaestiones. 8) El censor no tendrá intervención alguna en el senado. Los senadores serán elegidos por los comicios, entre quienes hayan desempeñado la cuestura en ade­ lante. 9) El senado confirmará el nombramiento de los diez gobernadores de las provincias, y les concederá las fuerzas militares y el presupuesto que crea conve­ niente en cada caso. Al senado y a los comicios por centurias competirá la pro­ posición de proyectos de leyes. 10) Los cónsules no tendrán atribuciones militares, y su autoridad se limita a Italia. 11) Se limitan los poderes de los tribunos de la plebe, no podrán proponer proyectos de leyes. Su única facultad será el derecho de intercesión contra las injusticias manifiestas y los incumplimientos de las leyes de los magistrados. 12) Quien hubiera sido tribuno una vez no podrá entrar en el cursus honorum, optando a magistraturas superiores. 13) El cursus honorum queda formado en este orden: cuestura, edilidad, pre­ tura y consulado. Para desempeñar una magistratura es necesario haber pasado por las inferiores. 14) Entre el desempeño de una magistratura y la reelección para la misma, tienen que pasar diez años. 15) Habrá 8 pretores, 20 cuestores, 15 augures y 15 pontífices. Los dos pri­ meros pretores entenderán sobre la justicia civil; los otros seis, sobre la crimi­ nalidad. Al año siguiente de la magistratura, los cónsules y los pretores, irán en calidad de procónsules y propretores a gobernar las diez provincias 16) Dio diversas leyes: I a) De ordinandis prouinciis con que limitó el poder de los gobernadores y mejoró la administración de la provincia, cuidando de la seguridad en los caminos; 2a) Lex sumptuaria, contra el lujo; 3a) Lex peculatus, contra el fraude; 4a) Lex de repetudis, contra las exacciones; 5a) Lex de am­ bitu, contra el cohecho en las elecciones; 6“) leyes contra el asesinato, contra el envenamiento, contra los incendiarios, incestos, falsificaciones de documentos, usurpaciones de herencias, etc.; sin que él se sintiera obligado por ellas, puesto que su vida crapulosa y desordenada le hacía el prototipo del ser humano más corrompido y abyecto. El año 79, cuando nadie lo esperaba, depuso la dictadura, se retiró a vivir crapulosamente a Puteoli, y murió al año siguiente, a la edad de 60 años 523. Se cclcula que en estas guerras civiles murieron en Italia de 100.000 a 150.000 ita­ lianos, además de otras matanzas de romanos en el Oriente, que no bajaron de o:ros 100.000 hom bres.524 En conjunto la actuación de Sila podríamos reflejarla en estas consideraciones: Sila se hizo merecedor del agradecimiento no sólo de la aristocracia sino de Italia entera, cuya revolución cerró para siempre, dando a todos los italianos igualdad an e la ley, cosa que habían buscado durante siglos, derramando torrentes de san-

523 524.

P lu t. Sila, 3 7 -3 8 ; M o m m s e n , o. c., 4 2 5 -4 2 7 . T h . M o m m s e n , H ist, d e R om a I I , 4 4 7 .

L a República

gre de una y otra parte. Hacía medio siglo que el poder de Roma venía decayendo, por la anarquía resultante del maridaje del régimen senatorial y de la constitu­ ción de los Gracos. La República estaba minada en sus fundamentos, y sin la inter­ vención de Sila, tanto en el Asia como en Italia, se hubiera derrumbado irreme­ diablemente. Sila trató de consolidar en cuanto pudo la República, pero no tardó en advertir que no podía tener mucha consistencia su restauración por la inutili­ dad absoluta de los aristócratas. Hizo cuanto estaba en sus manos para encauzar la anarquía en todos los campos de la vida politick, desde la organización y restau­ ración de la República aristocrática. Pero la actuación de Sila tiene, ciertamente, su parte odiosa por los actos criminales que él cometió y dejó cometer a los de su facción: proscripciones, re­ compensas ofrecidas y dadas a los verdugos, confiscaciones, ejecuciones incluso de sus subalternos sin formación de expediente, ni manifestación de causa alguna. In ­ justicias y asesinatos se habían visto en todas las épocas de la historia, pero nunca se habían presentado públicamente listas y más listas de personas no gratas, desti­ nadas públicamente al sacrificio, nunca los bandidos habían andado más sueltos y habían recibido pensiones públicas por su vandalismo, nunca la autoridad romana había obrado tan a sangre fría, sin consideración alguna de la dignidad humana, y con un menosprecio semejante de todo sentimiento humanitario. Por eso la me­ moria de Sila ha llegado hasta nosotros empañada en un denso vaho de horror, cuando pensamos que fue el fatídico inventor de las proscripciones. Como dueño absoluto del imperio romano hizo suya la máxima fundamental del absolutismo: «La ley no obliga al príncipe». Y se creyó libre de sus propias leyes contra el lujo y el adulterio 525. Pero lo que más le perjudicó fue la tolerancia con sus paniagua­ dos civiles y militares. Esto, aunque de momento favoreció su política, al cabo arruinó la disciplina militar y creó el favoritismo estatal.526 La constitución de Sila fue atacada al año siguiente por el cónsul Emilio Lepi­ do, que se constituyó en jefe del partido popular y presentó las proposiciones si­ guientes: 1) Que se llamara a los desterrados por Sila y se les restituyera los bienes confiscados. 2) Que se devolviera a los tribunos las facultades de que se les había des­ pojado. 3) Que se concediera a los senadores el exclusivo cargo de jueces. 4) Que los ciudadanos huevos debían distribuirse por igual en las 35 tribus. Un solo hombre se veía de momento en el Imperio que, por su talento y hon­ radez, podía salvarlo. Era Sertorio, proscrito por Sila, pero ya caudillo de Roma en tierras de España. Tuvo la virtud de defenderse contra los emisarios de Sila, pero nunca pensó invadir a Italia como le proponía M itridates, que ponía a su disposición 40 buques y una suma de 3.000 talentos. Asesinado traidoramente Sertorio, se perdió toda esperanza.527 5 2 5 . P lu t. Sil. 2 ; 3 5 -3 6 . 5 2 6 . C f. T h . M o m m s e n , o. c., 4 2 3 -4 2 5 . 5 2 7 . S e r to r io , e n o p in io n d e M o m m s e n , era u n h o m b r e e x c e p c io n a l, v . H ist, d e R om a, 5 3 8 -5 5 6 , d ic e en la p . 5 3 9 : « E s d u d o s o q u e h a y a h a b id o jam ás h o m b r e d e E s t a d o r o m a n o , e n lo s s ig lo s a n tig u o s n i e n lo s c o n te m p o r á n e o s , q u e h a y a ig u a la d o lo s u n iv e r s a le s m é r ito s d e Serto r io . O b lig a d o p o r lo s g e n e ra les d e S ila a r efu g ia r se e n E sp a ñ a , lle v ó p r im e r o u n a v id a d e a v e n tu r e r o e rra n te e n la s c o sta s d e la P e n ín s u la y e n la s a frica n a s, ya a lia d o , y a e n e m ig o d e lo s p ir a ta s c ilic io s e sta b le c id o s ta m b ié n e n e sta s r e g io n e s , d e lo s je fe s d e la s tr ib u s n ó m a d a s d e L ib ia » . Q u iz á s h o y se h aya c a m b ia d o la o p in ió n s o b r e e s te c iu d a d a n o s a b in o , a q u ie n se tie n e

Intentos de reforma

133

9. Cayo Julio César Los hombres más grandes que ahora hay en Roma son: César, Craso, Pom­ peyo, Catón y Cicerón. ¿Quién de ellos podría organizar la Patria deshecha? El que de ellos fuera el hombre más emprendedor y de más acción seguramente toma­ ría el poder y se haría dueño de Roma, porque la República ya no existía. Catón era demasiado austero, y en su exagerada honradez, conocía poco la vida. De él decía Cicerón: «habla como si viviera en la República de Platón y no entre las heces de Rómulo» 52S. Cicerón, aunque trató de formar un partido intermedio con los mejores de la aristocracia y la selección del pueblo, e ideó la imagen de un «príncipe» coordinador, no logró más que alargar las agonías de la República 529. Pompeyo era una general afortunado y ambicioso, pero un pobre político, incapaz de dirigir un partido 530. Craso era un ambicioso aprovechado y enriquecido con las proscripciones de S ila531. No queda más que César, nacido en el año 100 de una antigua familia de la aristocracia. Una hermana de su padre se había casado con Mario, y el mismo César, a los 17 años, tenía por esposa a una hija de Cinna. César recibió la herencia del espíritu de Mario; será, por tanto, el caudillo del partido p o p u lar.532 Pompeyo y Craso son los favoritos de la aristocracia, pero poco podían hacer por ella. Ambos fueron atraídos habilidosamente por César hacia el partido popu­ lar, para derribar la constitución de Sila. César se convirtió en el favorito del pueblo. El año 67 fue cuestor en España; en el 63 Pontífice Máximo, año en que era pretor. Siendo procónsul de la Galia Narbonense, conquistó las Galias (años 58-50), puso el pie en Britania, y pasó el Rin. Después de la inevitable guerra civil entre César y Pompeyo, queda César por fin totalmente vencedor de los restos del ejército Pompeyano en Munda (Es­

c o m o m á s a m ig o d e lo s p u e b lo s s o m e tid o s a R o m a , q u e d e la m ism a R o m a . V id . H . B en v e,

S e rto riu s: H is t . 6 4 (1 9 2 9 ) 1 9 9 ; P . T r e v e s, S erto rio , A th e n . 1 9 3 2 , 1 2 7 . 5 2 8 . V id . C ic . M u r. 5 8 -8 3 ; r e c titu d d e C a tó n , P lu t. Cat. M in. 1 7-23; 4 8 , e tc .; T h . M o m m ­ s e n , H ist, d e R o m a I I , 6 7 2 -6 7 4 . 5 2 9 . C ic er ó n e n su o b r a D e R e P u blica co n fig u ra la im a g e n d e l P rin ceps q u e lu e g o m ás o m e n o s realizará A u g u s to ; p u e d e v e r s e W . W . H o w , C icero's id ea l in h is d e república·. JR S 2 0 (1 9 3 0 ) 2 4 ; A . O ltra m a re , La réaction cicéron ien ne e t le s d é b u ts d u principat·. R E L 1 0 (1 9 3 2 ) 5 8 . C o n e llo C ic er ó n e s u n p recu rso r d e la id e a d e l p r in c ip a d o , c o m o d e m u e str a R e itz e n ste in , e n G G N ( 1 9 1 7 ) 3 9 9 y 4 3 6 ; y e n H . (1 9 3 0 ) 2 4 ; L e p o r e , II prin ce p s ciceroniano e g li ideal} p o litic i d e lla tarda república, 1 9 5 4 , e n q u e e l p rin ce p s ap a rece c o m o e l id e a l d e un a aristocracia r en o v a d a , y q u e lu e g o rea liza A u g u s to ; B o la ffi, La 'd o ttrin a d e l bu on g o vern o ’ presso i rom ani e le orig in i d e l p rin cip a to in R om a fin o A u g u sto , L a to m . 1 9 5 5 ; B aran ger, R ech erch es su r l’as­ p e c t id éo lo g iq u e d u prin cipat, 1 9 5 5 . E n s u tr a ta d o D e L egibu s, C iceró n red acta a r tíc u lo p o r a r tíc u lo u n a c o n s titu c iió n e n su a sp e cto p o lít ic o y r e lig io s o , e n la q u e e l p o d e r le g is la tiv o se c o n fie r e a l s en a d o , c u y a s d e c isio n e s te n d r ía n fu er z a d e le y , y s e e sta b le c e u n a cen su ra p erm a­ n e n t e . L a im p o r ta n c ia d e e sta obra p o c o e stu d ia d a la r e c o n o c e a m p lia m e n te C . W . K e y e s, D id C icero c o m p le te th e d e legibus?·. A J P h 5 8 (1 9 3 7 ) 4 0 3 . C o m o e st u d io s d e la o b r a p o lític a d e C i­ c er ó n n o m e n c io n a r e m o s m á s q u e E m . C ia c er i, C iceron e e i su oi tem p i, 1 9 3 9 , 2 v o l.; G . B oiss ie r , C icerón y su s am igos, B u e n o s A ir e s 1 9 4 4 ; M a fii, C icerón y su dram a p o lític o , B a rcelo n a 1 9 4 2 ; K . K u m a n ie c k i, C iceron e e la crisi della R e p u b b lica rom ana, R o m a 1 9 7 2 ; A . W . L in to tt, V io len ce in R ep u b lica n R o m e, O x fo r d 1 9 6 8 ; E . M a n n i, L ucio Sergio C atilin a, P a le r m o 1.970; R . M ac M u lle n , E n em ies o f th e rom an order: treason , u n rest an d alien ation in th e em pire, H arvard 1966. 530. P lu t. P om peyo·, T h . M o m m se n , o. c., 6 0 7 -6 7 1 ; 5 0 3 -5 1 2 . 531. T h . M o m m s e n , o. c., 6 9 7 -7 0 1 . 532. P lu t. C ésar, 1; S u e t. Caesar, 1.

134

L a República

paña), el 17 de marzo del año 45 533. Desde entonces Césai' no tiene más preocupa­ ción que reorganizar el Estado 534. Que la República no podía seguir tal como esta­ ba lo había manifestado la historia del último siglo, y era la convicción general del mundo romano. Por eso César trató de establecer la monarquía, pero no con el odiado nombre de rey, sino con el de Imperator, de forma que en sus manos se juntaran todas las magistraturas con independencia absoluta del senado.535 Fue nombrado Imperator, dictador 536 y pfaefectus morum, sumo sacerdote vita­ licio, con derechos de transm itir sus prerrogativas a sus descendientes. Con ello en Roma se había restaurado la monarquía, quedando en pie las formas republi­ canas, pero con un contenido totalmente distinto. Persiste el senado, pero ya no será más que un parlamento. Para despojarlo de su carácter aristocrático entran en él incluso galos. SU número se eleva a 900. Se nombraban cónsules, tribunos, cuestores, pero no recibían más que el honor, puesto que sus cometidos eran nulos 537. Había comicios, pero César imponía a quién habían de elegir. Los gobernadores de las provincias eran comisarios de César, contra los que admitía cualquier acusación de los gobernados. Con ello se acabaron los saqueos de las provincias. Dio tierras a sus veteranos, para que se convirtieran^en labradores, y fundó con ellos varias colonias. En la península Ibérica en Emporia, Corduba, Cartagena, Urso, Hispalis, y quizás en Hasta, Illiturgis, Naba y Scallabis. Comunicó el dere­ cho de ciudadanía a 'provincias enteras y recibió en el senado a los provincianos distinguidos. Con ello Roma se convirtió en el centro del mundo, dejando de ser señora de él. Dio leyes sobre el matrimonio, y contra el lujo, imponiendo como norma una vida ciudadana sencilla 538. Proveyó sobre las deudas, impidiendo que el deudor pudiera ser reducido a la esclavitud.539 5 3 3 . P lu t. C es. 2 8 -5 6 . 534. T h . M o m m s e n , o. c., 9 6 8 ss. 535. A s í titu la M o m m s e n e l ca p . X I d e su lib r o V d e la H ist, d e R o m a : « L a a n tig u a R e p ú b lic a y la m o n a r q u ía » , o. c., 9 6 8 -1 0 8 2 . 5 3 6 . 'Plat. Caes. 5 7 ; P lu t, ib 5 1 ; v id . W a r d e F o w le r , Iu liu s Caesar a n d th e fou n dation o f th e R om an im p eria l sistem , N e w Y o r k -L o n d o n 1 9 0 4 ; G . G . B ra n d es J u li u s C aesar, C o p e n ­ h a g u e 1 9 1 8 , trad. alem . B e r lin 1 9 2 5 , s o b r e to d o e l ca p . Caesar als P olitiker, e n la e d . a le m . p p . 1 3 0 -2 4 0 ; M . J e lu s ic h , Julio C ésar, b io g r a f. n o v e la d a , trad. e sp . B a rc e lo n a 21 9 4 3 ; P . S ch n a ­ b e l, D ie sw e ite D ik ta tu r Caesar·. K l. 1 9 (1 9 2 5 ) 3 5 4 ; D . M a c F a y d e n , T h e h isto ry o f th e title im p era to r u n d er th e R om an E m p ire, C h ic a g o 1 9 2 0 ; P G u ir a u d , L e différen ce en tre C ésar e t le sénat, P a r is 1 8 7 8 ; ju ic io c r ític o d e la o b r a p o r F u s t e l d e C o u la n g e s, L a q u estio n d e d ro it en tre C ésar e t le sénat·. J S ., 1 8 7 9 , 4 3 1 ; G . B lo c h , L a ré p u b liq u e rom aine, les con flicts p o liti­ q u es e t sociaux, P a r is 1 9 1 3 . 537. S u e t. Caes. 4 0 -4 1 . S a b id o e s q u e C ésa r lle g ó a n o m b ra r c o n s u l a V e n tid io B a sso , m o z o d e l e sta b lo d e s u s c a b a llo s, h e c h o q u e s e c e le b r ó c o n v e r so s e sc r ito s y c a n ta d o s p o r las c a lle s d e la c iu d a d : « C o n c u r r ite o m n e s a u g u res! p o r te n tu m in u sita tu m c o n fla tu m e s t recen s: ι n am m u lo s q u i fr ic a b a t, c o n s u l fa c tu s e st» . ( G e li. 1 5 , 4 ). J u v e n a l, r id ic u liz a ta m b ié n la e n c u m b ra c ió n d e l b a r b e r o d e C é sa r (1 , 2 4 -2 6 ). 5 3 8 . M , C ary, T h e m u n icipal legislation o f J u liu s Caesar: JR S 2 7 (1 9 3 7 ) 4 8 ; E . G . H a r d y ,

S o m e p ro b le m s in R om an h isto ry, ten essays bearing on th e a d m in istra tive a n d leg isla tive w o rk o f Ju liu s Caesar, O x fo r d 1 9 2 4 . S o b re la le g is la c ió n d e C ésar n o s h a n q u e d a d o alg u n a s le y e s m u y im p o r ta n te s , ta le s c o m o la T abu la H eracleen sis (o L ex lid ia M u n icipalis), v id . C IL . I 2, 5 9 3 , r ep ro d u c id a e n lo s te x to s d e G ir a r d , p. 8 0 : d e B ru n s, p. 1 0 2 y d e R c c o b o n o , p p . 1 4 0 -1 5 2 : d e l a ñ o 4 5 a. C .; L ex d e G d lia C isalpina ( o lex R u b ria d e G . C ) d e l a ñ o 4 9 al 4 2 , C IL . I 2, 5 9 2 , B ru n s, p . 9 7 ; G ir a r d , p . 7 2 : R ic c o b o n o , p p . 1 6 0 -1 7 5 ; L ex cnlonine G en etiu a e Iu lia e S. V rso n en sis, d e l a ñ o 4 4 a. C ., C IL . I 2, 5 9 4 ; B ru n s, p. 1 2 2 ; G ira rd , p. 8 9 ; R ic c o b o n o , p p . 1 7 7 -1 9 8 . 5 3 9 . S u e t. Caes. 4 2 -4 4 .

Intentos de reforma

Unificó los pesos y medidas, y mejoró el calendario.540 En toda esta regulación del Estado trabajaba César, cuando fue asesinado el 15 de marzo del año 4 3 .541 Murió el monarca, pero no desapareció la m onarquía.542 La acción de César fue impulsada siempre por la ley del progreso, que favo­ reció tanto en el país latino como entre los helénicos. No solamente conservó la sociedad romana, sino que trató además de regenerar la sociedad griega, comple­ tando en ello la obra de Alejandro Magno, cuya personalidad tenía siempre delante de los ojos, como un modelo para imitar. Ambas obras las llevó a cabo apoyando la una sobre la otra. El progreso general y el progreso individual, Estado y civi­ lización, estos dos principios que informaban en un principio a los pueblos latino y heleno, y que durante muchos siglos habían permanecido casi antagónicamente separados, se unían bajo la acción de César en el desarrollo de la vida humana, para producir la madurez fecunda de una edad dichosa. La posteridad aprovechará las ideas maestras de la restauración social de César, porque verá en ellas una ordenación largamente pensada y completa en todos sus detalles. En sus manos ciertamente no estaba más que la implantación de los cimientos, y debería dejar el resto de la instauración de su nuevo Estado al porvenir. El lo sabía y por eso pudo decir algún tiempo antes de su muerte que él ya había vivido bastante. Con todo, mientras le acompañó la vida, no dejó de ir perfeccionando su obra con flexibilidad y esfuerzo, sin precipitación alguna, pero con constancia y tesón. Con todo ello su obra es sin duda alguna la más trascendental en la historia de Roma. En el campo de batalla y en la ordenación del Estado fue el hombre que consiguió siempre lo que se había propuesto, y lo mejor de él fue que sabía muy bien adonde iba. El puso fin a la República romana e inició una nueva etapa para la vida de su Patria, por el camino del Im perio.543

5 4 0 . P lu t. Caes. 5 9 ; M o m m s e n , o. c., 1 0 7 6 -1 0 7 9 ; c f. W . S o lta u , R öm isch e C h ronologie, F r e ib u rg 1 8 8 9 . 5 4 1 . S u e t. Caes. 8 1 -8 4 . 5 4 2 . P lu t. C es. 6 0 -6 8 ; C ic. Fam. 1 0 , 2 8 ; 1 2 , 1; 1 2 , 2 ; 1 2 , 4 ; A tt. 1 4 , 12; v id . E . P a is, L ’asp ira zio n e d i C esare al regno e l ’o p p o sizio n e trib u n icia d u ra n te gli an n i 45-44 a. C. D a lle g u e r re p u n ic h e a C esa re A u g u s to I I , 3 1 8 ; E . M ey e r , C aesar’s M onarchie u. das P rin cip a t d es P o m p eiu s, S tu ttg a r t-B e r lin 21 9 1 9 ; D ic ta d o r p e r p e tu o , L iv . E p it. 1 1 6 . 5 4 3 . C f. T h . M o m m s e n , H ist, d e R om a I I , 1 0 8 0 -1 0 8 2 ; S te fa n W e in s to c k , D iu u s Iu liu s, O x fo r d 1 9 7 1 ; G . D o b e s c h , Caesars A p o th e o s e zu L e b ze ite n u n d sein R in gen um d e n K önisgstite l, S e lb s v e r la g 1 9 6 6 ; L . R o ss T a y lo r , P a ty P o litics in th e age o f Caesar, B e r k e le y 1 9 4 9 ; I d ., R om an v o tin g A ssem b lies, from th e H an n ibalic W a r to th e d icta to rsh ip o f Caesar: A n n . A rb o r, M ic h ig a n 1 9 6 6 ; P . G r im a i, R om e d e v a n t César. M ém o ires d e T . P o m p o n iu s a tticu s, P a ris 1 9 6 7 ; J. P . V . L . B a lsd o n , Julius Caesar, L o n d o n 1 9 6 7 .

3 El Imperio

« ...H o c r eg e s h a b e n t m a g n ificu m e t in g e n s n u lla q u o d r a p ie t d ie s: p r o d e s se m is e r is, s u p p lic e s fid o L are p r o te g e r e » (S e n e c a , M edea, 2 2 2 ).

1. C. Julio César Octaviano Augusto Tras el segundo triunvirato formado por Octaviano, M. Antonio y Lépido; quedó sólo en el tablero de la política C. Julio César Octaviano, tras la batalla de Accio, el 2 de setiembre del año 31. El había heredado el poder de su tío Julio César, que lo había adoptado por hijo. También habían desaparecido los prin­ cipales defensores del espíritu republicano M. Catón y M. Tulio Cicerón. El modo de pensar de Octaviano y de los que le rodeaban, lo reproduce Dion Cassio *, poniéndolo en boca de Mecenas: M ie n tr a s n o é ra m o s ta n to s n i ta n s u p e r io r e s a n u e s tr o s v e c in o s , v iv ía m o s f e lic e s y c o n q u ista m o s c a si to d a I ta lia ; p e r o d e s p u é s q u e tra sp a sa m o s e s t o s lím ite s y h e m o s p a s a d o a m u c h o s p a ís e s e isla s y lle n a d o m ar y tierra c o n n u e s tr o n o m b r e y la g lo ­ ria d e n u estr a s arm as, ya n o h a y q u e p e n sa r e n fe lic id a d . E n ca sa y d e n tr o d e lo s m u r o s, lo s p a r tid o s p e le a n e n tr e s í, y n o s o tr o s lle v a m o s esta p e s te aun a lo s cam ­ p a m e n to s. A s í a c o n te c e q u e n u estr a c iu d a d , s em eja n te a u n a g r a n n a v e d e trans­ p o r te , lle n a d e to d a c la se d e g e n te s , a g ita d a p o r to r m e n ta s y a d e s d e m u ch a s gen era­ c io n e s, s in tim o n e l, v a g a p o r e l m ar y v a d e u n a p a r te a otra c o m o si h u b ie r a p er­ d id o e l la str e. N o la d e je s a m e r ce d ä e la to r m e n ta ; d e sa lo ja tú e l agua q u e h a e n ­ tr a d o y a e n e lla . N o p e r m ita s q u e v a y a a ch o c a r c o n tr a lo s e s c o llo s . Y a q u e lo s d io se s t e h a n c o lo c a d o c o m o á rb itro d e la R e p ú b lic a , n o h agas tr a ic ió n a t u p a tria , p ara q u e c o n tin ú e m e d r a n d o .

Y a continuación le aconseja: P r im e r o p u rifica to d o e l se n a d o , c o n se r v a a lo s b u e n o s y b orra d e la s lis ta s a los d e m á s. N o e x clu y a s al p o b re si e s ju s to , s in o d a le ta n to c u a n to n e c e s ite p a ra v iv ir c o n fo r m e a su e sta d o . E n lu g a r d e o tr o s , e lig e h o m b r e s q u e se d istin g a n p o r e l na­ c im ie n to , e l m é r ito y la fo r tu n a , n o s ó lo d e I ta lia , s in o ta m b ié n d e e n tr e lo s aliad os y d e la s P r o v in c ia s. E n to n c e s o b te n d r á s e n e llo s m u ch o s a u x ilia re s y q u ed a rá s ase­ g u r a d o co n tr a lo s c a u d illo s d e to d a s la s p o b la c io n e s. H a z lo m ism o c o n lo s ca b a lle ­ r o s... c u a n to s m á s reú n a s e n to r n o d e ti d e e s o s v a r o n e s d is tin g u id o s , ta n to m á s fácil-

1.

Dio Cass. 51, 16, 19.

EI Im perio

138

m e n t e m a n te n d r á s e n o r d e n la c o le c t iv id a d e in fu n d ir á s a lo s s ú b d ito s la p e r su a sió n d e q u e n o lo s m ira s c o m o e sc la v o s o in fe r io r e s a n o s o tr o s, s in o m ás b ie n lo s d eja s p a r ti­ cip a r d e to d a s la s v e n ta ja s q u e n o s o tr o s g o z a m o s, h a s ta d e l ¡gobierno; para q u e p u e ­ d a n c o n s id e r a r lo c o m o s u y o p r o p io . Y o h a s ta p id o para to d o s e l d e r e c h o d e c iu d a ­ d a n ía , a fin d e q u e te n g a n c o n n o s o tr o s u n a fie l a lian za, c o m o p e r so n a s d e n u e s tr o s m is m o s d e r e c h o s , c o m o si h a b ita r a n c o n n o s o tr o s e n u n a m ism a c iu d a d , y c o n s id e r e n n u estr a c iu d a d c o m o su c a p ita l, y s u s p a tria s s o la m e n te c o m o ald e a s y tierras.

Cuando Octaviano regresó del Oriente, vencedor y único gobernante (año 29 a. C .)2 el senado lo colmó de honores: 1“) Podía llevar toda su vida y en todos los actos públicos las insignias del triunfo, el paludamentum (manto de escarlata) y lacorona de laurel. 2o) Se hicieron grandes fiestas y el Imperator distribuyó dinero entre todo el pueblo y tierras a sus 120.000 veteranos. Veleyo escribe: L a gu erra c iv il d e 2 0 a ñ o s h a te r m in a d o - h a y p az c o n e l e x tra n jero ; v u e lv e la tra n ­ q u ilid a d , e l fu r o r d e la s arm as s e a d o r m e c e; la s le y e s reco b ra n su fu erza ; lo s tr ib u ­ n a le s s u p r e stig io ; e l se n a d o su m a jesta d ; y lo s fu n c io n a r io s su a n ter io r p o d e r . 3

Se cierra el templo de Jano el año 29, el 25 y el 10, cuando hay paz en todo el Imperio. El senado le da el título sagrado dé «Augusto», nombre que explica Ovidio en los Fastos: N u e s tr o s p a d res lla m a n « a u g u sta s » a la s co sa s sa n ta s, « a u g u sto s » so n lo s te m p lo s, r ic a m e n te co n sa g ra d o s p o r la m a n o d e lo s sa ce r d o te s. T a m b ié n « a u g u rio » v a u n id o e n su o r ig e n a e sta palab ra, c o m o to d o l o q u e J ú p ite r « a u (g )m e n ta » c o n s u d ig n a c ió n .4

Augusto sabe conservar todo el poder en su mano, salvaguardando las aparien­ cias de libertad del pueblo, cosa que no hizo Julio César, por lo cual cayó a manos de sus envidiosos enemigos. Dueño absoluto del imperio, Augusto busca un doble fin: organizar el régimen imperial y asegurar su continuidad.5 Aunque Augusto no es un genio, como lo era César, es ciertamente un jefe de espíritu claro y de sentido agudo de la oportunidad. Lo que no haría él personal­ mente sabe realizarlo por sus allegados:. Agripa será su ministro de guerra, y Me­ cenas su gobernador de p az .6 2 . L iv . E p it. 1 3 3 ; S u e t. A u g. 1 7 -1 8 ; v id . L . H o m o , L ’E m p ire rom ain, P a ris 1 9 2 5 , 9 -2 0 ; I d ., A u g u ste , P a r is 1 9 3 5 ; V . G a r d th a u s e n , A u g u stu s u. sein Z e it, L e ip z ig 1 8 9 6 , 2 v o l.; K . H ö n n , A u g u stu s, V ie n a 1 9 3 7 ; P a r ib e n i (y c o la b o r a d o r e s), A u g u stu s, R o m a 1 9 3 8 ; M . A . L e v i, L I m p e r io rom ano, I l S a g g ia to re 1 9 6 7 , 3 v o l.; A . C h a sta g n o l, R ech erch es su r l'H isto ire A u g u s­ te , B o n n 1 9 7 0 . 3. V e il. P a t. 2 , 8 9 , e l te x to s u e n a a sí: « C a esa r a u tem reu er su s in I ta lia m a tq u e u r b e m q u o o c cu rsu , q u o fa u o r e h o m in u m o m n iu m g e n e r u m , a e ta tiu m , o r d in u m e x c e p tu s s it, q u ae m a g n ific e n tia tr iu m p h o r u m e iu s , q u a e fu e r it m u n e r u m , n e in o p e r is q u id e m iu s ti m a ter ia , n e ­ d u m h u iu s tam r e c is i d ig n e e x p r im i p o te s t. N ih il d e in d e o p ta r e a d is h o m in e s, n ih il d ii h o m i­ n ib u s p r a e sta re p o s s u n t, n ih il u o .o c o n c ip i, n ih il fe lic ita te c o n su m m a r i, q u o d n o n A u g u s tu s p o s t r e d itu m in u r b e m rei p u b lic a e p o p u lo q u e R o m a n o ter ra r u m q u e o r b i r ep ra e sen ta u e r it. F i­ n ita u ic e s im o a n n o b e lla c iu ilia ... e tc .» . 4 . O v id . Vast. 1, 6 0 9 -6 1 2 ; L iv . E p it. 1 3 4 ; y S u e t. A u g. 7 , 2 d ic e : « V t A u g u s tu s p o tiu s u o c a r e tu r , n o n ta n tu m n o u o s e d e tia m a m p lio r e c o g n o m in e , q u o d lo c a q u o q u e r e lig io sa e t in q u ib u s a u g u ra to q u id c o n sec r a tu r a u g u sta d ic a n tu r , ab a u c tu u e l a u iu m g e s tu g u s tu u e , s ic u t etia m E n n iu s d o c e t scr ib e n s: 'A u g u s to a u g u rio p o stq u a m in c lu ta c o n d ita R o m a e s t ’». V id . A . E r n o u t, A u g u r A ugustus·. M S L 2 2 . 2 3 4 ; F . M u lle r , Augustus·. M A W A (1 9 2 7 ) ; J . P a g e , R o m u lu s A u g u s tu s : M E F R (1 9 3 0 ) 1; E . K o r n e m a n n , O ctavian s R om u lu s gral· K l. 31 (1 9 3 8 ) 8 1 ; R . H eT nze, Auctoritas·. H is t . (1 9 2 5 ) 3 4 8 . 5 . L . H o m o , L ’E m p ire rom ain, 2 0 -2 9 . 6 . V e il. P a t. 2 , 8 8 , 2 -3 . S o b re lo s c o la b o r a d o r e s d e A u g u s to p u é d e n v e rse : J . H a m m er ,

C. Julio Cesar Octaviano Augusto

139

a) Los poderes de Augusto Conseguida la victoria de Accio, Octaviano tiene en sus manos los poderes suficientes para reorganizar el Imperio. Es cónsul, desde el año 38 tiene el título de Im perator, desde el 36 la inviolabilidad tribunicia. El consulado lo conserva durante 8 años, hasta el 23. De esta fecha en adelante se lanza ya hacia una forma nueva y definitiva. En el año 30 refuerza su poder tribunicio con una prerrogativa nueva, la del poder de intercesión. En el año 28 abroga solemnemente los actos del triunvirato y se le da el título de Princeps senatus7, con lo que siempre votaría el primero. E n el año 27, en una sesión del senado, resigna sus poderes extraordi­ narios, pero ante la insistencia del senado, los acepta por diez años más. Ahora empezará propiamente a amasar su constitución imperial, por la que dará su carác­ ter al sucesivo Imperio rom ano.8 El 23 renuncia al consulado, que no aceptará en adelante más que excepcional­ mente en los años 5 y 2 a , C.; pero en cambio hace que se le otorgue el imperium proconsulare en todo el Estado romano 9. En el año 18 se le confieren más poderes extraordinarios y el 12, a la muerte de Lépido, se hará elegir ,Pontífice M áxim o.10 De esta forma, como quien se contentaba con poco 11, se hace Augusto con el poder tribunicio 12, con el imperio proconsular, y con el Pontificado máximo, que son las bases esenciales de su poder imperial. Por ser tribuno vitalicio, tiene la inviolabilidad, el derecho de veto, de convo­ cación y presidencia, cuando él quiera, de los comicios y del senado.13 Por el imperium proconsulare, tanto en Roma, como en las provincias, es. el generalísimo de los ejércitos, administrador y juez supremo de todo el Estado. El sumo Pontificado le confiere la representación y la guardia oficial de la religión romana. Pero además va consiguiendo poco a poco otras prerrogativas que lo hacen omni­ potente dentro del Estado, por ejemplo, el derecho de hacer la paz y declarar la guerra; la presentación de los magistrados que habían de ser elegidos en los comi­ cios; la concesión de la ciudadanía a quien le pareciera; la dirección de la anona; la acuñación de moneda, etc.; todo lo cual, excepto el sumo Pontificado, llevarán los sucesores de Augusto en virtud de la ley de Imperio. Sin embargo él prefiere el título de Princeps14, el primero del Estado, según la denominación ciceroniana en la organización que el Arpinate hizo del Estado en su tratado De República. 15 T h e m ilita ry an d p o litica l career o f V aleriu s M essala C orvin u s, N e w Y o r k 1 9 2 5 ; R . Sym e, T h e origin o f C o rn eliu s G allu s: C Q 3 2 (1 9 3 8 ) 3 9 ; M . R e in h o ld , M arcus A g rip p a , a m onograp h y, N e w Y o r k 1 9 3 3 ; R . D a n ie l, M . V ip sa n iu s A g rip p a , ein e M on ograph ie, B re sla u 1 9 3 3 . 7 C . A u g u s t. M on. A n cyr. 6 , 2. 8 . C . A u g u s t, ib. 8 , 5 9 . C . A u g u s t, ib . 5 6 ; v id . M a c. F a y d en , T h e h isto ry o f th e title im perator, C h ic a g o 1920. 10. S u e t. A u g. 3 1 ; C . A u g u s t. M on A n cyr. 1 0 , 2 ; 6 , 3. 11 . S u e t. A ug. 2 8 ; rechaza la d icta d u ra p e r p e tu a q u e le o fr e c e e l se n a d o , C . A u g u s t. Mon. A n cyr. 5 , 1. 12 . C . A u g u s t. M on. A n cyr. 6 , 2. 13 . S u e t. A u g. 2 7 , 5 ; O . H irsch fel'd D as N eu jah r d e s tribu n izisch en K aiserjah res: K l. Sehr. 4 3 8 , 1 8 8 1 ; D e V is sc h e r , L a tribu n icia p o testa s d u C ésar à A u g u ste, y L es p o u vo irs d ’O ctavien en l ’an 32·. N o u v e lle s é tu d e s (1 9 4 9 ) ; M a g d e la in , A u c to rita s p rin cipis, 1 9 4 7 . ' 14 . V id . H . W a g e n v o o r t, P rin cep s■ P h . 9 1 (1 9 3 6 ) 2 0 6 ; E . K ö ste rm a n n , S tatio principis·. Ph. 87 (1 9 3 1 1 9 3 2 ) 3 5 8 , 4 3 0 ; D i F ra n c isc i G en esi e stru ttu ra d e l p rin cip a to A u gu steo, 1 941; K o lb e , V o m W e rd en d e s P rinzipats·. K lio , 1 9 4 3 . 15 .

V id . c a p . I I , n o ta 5 2 9 .

140

E l Im perio

b) Los funcionarios imperiales Durante la época republicana los magistrados, fuera de los cuestores, eran elegidos entre los senadores, en los comicios y para un año solamente. Los nuevos agentes de la autoridad imperial son creados personalmente por Augusto, sin mirar si pertenecían o no al orden senatorial. El tiempo de su fun­ ción dependía de la voluntad del Príncipe. Con lo cual no eran propiamente ma­ gistrados, sino funcionarios del em perador.16 El gdbierno central, que aparece un tanto rudimentario en la organización de Augusto, y se irá desarrollando gradualmente bajo sus sucesores, se compone de dos elementos: el órgano deliberativo, el consejo imperial y un órgano ejecutivo, la prefectura del pretorio. El Consejo imperial (consilium Principis) asiste al emperador en el ejercicio de su autoridad administrativa y judiciaria. No tiene ni elementos consultivos fijos, ni atribuciones determinadas. El emperador convoca según las circunstancias o los negocios, a todos aquéllos que cree que le pueden orientar o aconsejar, sean de su familia, sean senadores o caballeros. La prefectura del pretorio, cargo para el que Augusto puso dos titulares, con funciones en un principio puramente militares. Por el hecho de que los empera­ dores no se fiaban mucho de los patricios, casi siempre el praefectus praetorio era elegido de entre los caballeros n . Severo Alejandro fue el primero que eligió a un senador para esté cargo. Su título de honor era uir eminentissimus, y cuando salían del cargo les quedaba el de uir clarissimus 18, como los patricios de orden senato­ rial, porque con frecuencia eran promocioftados al orden senatorial y ornados con el laticlave, como Sejano bajo T ib erio 19, Rufrio Crispin bajo C laudio20, Burrus bajo N eró n .21 Ordinariamente es un militar de carrera, con frecuencia centurión, o que ha pa­ sado mucho tiempo en los campamentos donde lo conoció el emperador. Era el cargo más alto al que podía aspirar un caballeron . La duración, como en todos los cargos concedidos por el emperador, era sin límite fijo, mientras le servía con fidelidad. Algunos estuvieron en el cargo veinte años, otros no llegaron a uno. Entre sus poderes militares citaremos: 1) Manda las cohortes pretorias como lugarteniente del príncipe.

16. P o r q u e e l rasgo e s e n c ia l d e l m a n d o d e l em p e r a d o r e s e l a b s o lu tism o , v id . S trab . 6 , 4 , 2 ; S c h ö n b a u e r , W esen u. U rspru n g d es P rin zip a ts M onarchie·. A u s R o m s Z e itw e r d e , E rb e d e r A lte r . 2 0 (1 9 3 1 ) 3 7 ; H . S ib er , Z u r E n tw ic k lu n g d e r röm . P rin zipatverfassu n g: A S G 4 2 (1 9 3 3 ) 3 ; M . P o h le n z , A n tik e s F äh rertu m : N e u e W e g e zur A n tik e , 1 9 3 4 ; A . P ig a n io l, L es p o u vo irs co n titu tio n n eles e t le p rin cip a l d 'A u g u ste : JS (1 9 3 7 ) 1 5 0 . S o b re e l C o n se jo Im p e r ia l, p u e d e v e r s e C r o o k , C o n siliu m prin cipis: Im p e ria l C ou n cils and C ou n sellors from A u g u stu s to

D io cletia n , 1955. 17. T a c. A n n . 4 , 4 0 . C f. G . G ic o g n a , C on siliu m prin cipis. C on sistoriu m : S tu d ia iu r id ica 3 7 , R o m a 1 9 7 1 , reim p r e s. d e la e d . T o r in o 1 9 0 2 ; J . R . P a la n q u e , E ssai su r la pré fec tu re du p ré to ire d u has-Em pire, P a r is 1 9 3 3 ; G . T ib ile t t i, P rin cip i e m agistrali repu h blican i, R o m a 1 9 5 3 ; I d ., G o vern a to ri rom an i in cita p rovin ciali, M ila n o 1 9 5 3 . 18. V ita A lex . 5 y 6 ; C IL . I l l , 1 4 1 4 9 ; 1 3 7 3 4 ; V I , 1 1 2 5 ; X I I , 1 5 5 1 . 19 . 20. 21. 22.

D io C a ss. 5 8 , 7. T a c. A n n . 1 1 , 4 . C IL . X I I , 5 8 4 2 , e tc . C IL . V I , 1 5 9 9 ; 1 6 3 8 ;

3839; X I , 1836.

C. Ju lio César Octaviano Augusto

141

2) Puede nombrar los oficiales y suboficiales hasta los centuriones inclusive, quedando todos a sus órdenes. 3) Sigue al emperador en sus expediciones militares y le reemplaza en la di­ rección de las operaciones. 4) Este mando militar ponía muchas veces prácticamente en sus manos la vida del emperador, al que derrocaba o ponía en el trono, con cierta frecuencia. Durante el prim er siglo, y sobre todo al fin del segundo, las conjuraciones ordenadas con­ tra los emperadores van dirigidas por el prefecto del pretorio. 5) Coordina las tropas de Roma y de Italia, a excepción de las cohortes urba­ nas, que están bajo las órdenes del prefecto de la ciudad. 6) También le atribuyen la dirección central de la administración militar y de las subsistencias; poder que ejerce en virtud de un mandato especial, o como parte integrante y regular de su cargo. 7) Su estado mayor lo constituyen los oficiales y suboficiales siguientes: corni­ cularii, ■a commentariis, a quaestionibus, stratores, singulares, beneficiarii, y en época tardía los exceptores. Su preponderancia militar le confiará, por concomitancia, ciertos poderes civi­ les y gran influencia política: 1) Desde muy temprano, a buen seguro, era llamado al consejo del príncipe, aunque no tenemos pruebas formales hasta el siglo II. Desde este siglo desempeña un papel preponderante, como un vice-presidente, según opinan algunos. 2) Su entrada en el senado le pone en las manos un ámbito de influencia enorme. 3) Sustituye al emperador en los juicios, así lo vemos desde la época de Trajano, aunque esta función no es aneja a su cargo hasta el siglo III. 4) Luego ya conoce en lugar del príncipe (uice sacra) en todas las apelaciones de sentencias criminales enviadas por los gobernadores; como todos los casos que desde las provincias apelaban para ser juzgados en Roma. 5) Esto explica que a partir de Marco Aurelio se encuentren como prefectos del pretorio tantos juristas insignes como Papiniano, Ulpiano, Paulo; y por eso una Constitución del año 331 declara sin apelación las sentencias deî prefecto del pretorio. 6) Como consecuencias de estos poderes judiciales podía disponer ordenanzas generales, con tal de que no fueran legibus uel constitutionibus contraria.23 7) Con todo, no tenía más insignias que las militares, y cuando se le erigen estatuas llevan siempre ceñida la espada de militar. La división del Imperio en cuatro prefecturas, gobernadas cada una por un prefecto, y dividida a su vez en diócesis, presididas cada cual por un uicarius en tiempo de Constantino, hizo desaparecer la figura del praefectus praetorio. c) Los poderes antiguos Al lado de estos nuevos poderes, creados por él, Augusto conserva los orga­ nismos fundamentales de la antigua constitución: comicios centuriados, comicios tributos, magistraturas, senado, limitándoles, como es natural, sus funciones. Los comicios, la asamblea tradicional de la soberanía del pueblo, en sus dos formas, por centurias y por curias, pierden su competencia judicial; conservan sus 23. C o d . T h eo d . 1, 2 6 , 2 ; v id . H o w e , T h e p re te ría n p re fe t fro m C o m o d u s to D iocletian , 1 9 4 2 ; S c h ille r , T h e J u rists and th e p re fec ts o f R o m : R I D A , 1 9 4 9 .

142

EI Imperio

atributos electorales y legislativos; mas el emperador por el derecho de recomen­ dación puede indicar a quién han de votar; sólo él puede proponer leyes con la indicación de que qu:ere los votos positivos, por decir que emanan de los comi­ cios, ya que puede legislar por decretos imperiales o por constituciones. Las magistraturas republicanas: consulado, pretura, edilidad, cuestura y tri­ bunado se conservan; la censura, suprimida temporalmente por Sila, queda ahora absorbida definitivamente en el magister morum, que es Augusto. Es obvio que estas magistraturas, en la concurrencia con las funciones imperiales, se convierten en cargos dé honor. E consulado, por ejemplo, se convertía fácilmente en un des­ file de personas a las que Augusto quería honrar con el título vitalicio de consu­ lares, por eso era muy frecuente que los sustituyera por los consules suffecti antes de terminar el año. El tribunado quedaba sin valor porque Augusto ostentaba el tribunado de orden superior, como emperador que era. El senado continúa : iendo, por lo menos en apariencia, el órgano del gobierno, que elige Augusto exig endo ciertas condiciones para entrar en él: el censo de un millón de sestercios; haber desempeñado la cuestura, y garantías serias de moralidad. El senado se reunirá dos veces cada mes, de ordinario en la Basílica Julia H a perdido uno de sus principales cometidos, como es la dirección de la política exterior, que en su doble aspecto de diplomacia y de guerra se la ha reservado el emperador 4. En cuanto a la política interior permanece estrecha­ mente asociado al ejercicio del gobierno: conserva en gran parte su actividad en materia de legislación, en la administración del territorio, en la justicia, en la elección de los altos cargos del ejército, e incluso en el campo judicial incrementa sus facultades. Continúa elaborando y votando senadoconsultos, que tienen fuer­ za de ley; en cuanto a la administración territorial, conservaren apariencia a lo menos, una supervisión sobre Italia; y en cuanto a las Provincias se distinguían unas imperiales y otras consulares, sobre estas últimas tiene también el senado una superintendencia general. En materia de hacienda el senado tiene su admi­ nistración particular, paralela a la imperial. El poder de. acuñar moneda está divi­ dido también entre el senado y el emperador: éste podrá acuñar las monedas de oro y plata, aquél de bronce, con la efigie del Príncipe, pero con la inscripción S. C. (senatus consulto). Los legados de las legiones y demás altos cargos del ejér­ cito serán siempre elegidos de entre los senadores; los tribunos de las legiones se eligen proporcionalmente entre los senadores y los caballeros. En el terreno judi­ cial el senado entiende especialmente en casos muy graves de lesa majestad y de concusión. 1 Pero todo esto lo trataba y hacía el senado bajo la presidencia y según las órdenes del princeps senatus, que era el emperador. El nombraba a los senadores, él podía arrojarlos del senado; si él quería nombraba directamente a los goberna­ dores de las provincias sena oriales; pero de ordinario los presentaba al senado

24. S u e t. A u g. 3 5 S o b r e lo s c ó n s u le s y e l se n a d o b a jo e l im p er io , v id . E . G r o a g , Z u m K o n su la t i n d e r K aiserzeit·. W S 4 7 (1 9 2 9 ) 1 4 3 ; D e g r a s si, I fa sti consolari dell'im p ero rom ano d e l 3 0 av. J. C. al 613 d. C ., 1 9 5 2 ; G . F isc h e r , Sena us q u i fu era t A u g u sti tem p o rib u s, d iss. B e r lin 1 9 0 8 ; S to b a r t, T h e S en ate u n d er A u gustus·. C Q 2 (1 9 0 8 ) 2 9 6 ; T . A . A b e le , O e r Sen at u n ter A u g u stu s, S tu d ien zu r G esch. u. K u ltu r d e s A lte r tu n m s I , 2 , 1 9 0 7 ; C ic h o r iu s, D ie N eu o rd ­ nung d e r S ta a tsa m ten du rch A u g u stu s R o m . S tu d ., 2 8 5 , L . H o m o L e s p riv ilè g e s a dm in istra­ tifs d u S én a t rom ain e t leu r disp a ritio n gradu elle au cours d u I I I siè c le : R H 1 9 2 1 ; L a n > b r e c h ts , T ro is é tu d e s sur la c o m p o sitio n du S én at rom ain d e T rajan à D io cletien , 1 9 3 6 -1 9 3 7 ; I d ., R ech erch es su r l'o rd re sénatorial e t l’o rd re éq u e stre au t I I I siècle, 1 9 5 1 ; H a m m o n d , T h e co m p o sitio n o f Senate: 68-23? d. C : J R S , 1 9 5 7 . ,

C. Ju lio César Octaviano Augusto

143

para que los senadores hicieran «como que los elegían»; él presentaba el texto del senadoconsulto, para que el senado lo emitiera; él nombraba los administradores del tesoro del senado; él indicaba la ocasión y la cantidad de moneda que el sena­ do decretaba acuñar, etc., etc. Era una felicidad para el senado y para el empe­ rador el coincidir siempre tan puntualmente en su voluntad y en sus decisiones.25 La sesión del senado se abría siempre con la presentación de la orden del día expuesta en un discurso del Emperador, leído por sí mismo o por un emisario suyo, y de alguna manera ya se dejaba entrever la solución que debía darse a cada problema. La discusión se reducía a exponer desde todos los sillares de la curia las ventajas de aquella disposición, o los méritos que el candidato reunía para ser elegido para aquel cargo determinado. En caso contrario, estaba siempre pendiente, como la espada de Dámocles, el veto del poder tribunicio del em perador.26 d) La administración del Estado En la constitución republicana la administración de Roma y de Italia era com­ petencia directa de los órganos centrales, comicios, magistrados, senado. Augusto no deroga este principio, pero sus funcionarios imperiales concurren con esos po­ deres, por tanto el Emperador va recogiendo poco a poco en sus manos la admi­ nistración total de Roma y de Italia. 1) El prefecto de la ciudad. Augusto dejaba como lugarteniente suyo en Roma y en Italia, cuando tenía que ausentarse, a algún hombre famoso. Durante las guerras civiles a Cilnio Mecenas, después ya en calidad de praefectus urbi durante su ausencia en los años 27 a 24 a. C. a Messala Corvino, que, incapaz de cumplir con tal encomienda terminó a los pocos días; luego, en el año 16 a. C., a T. Estatilio Tauro, que, aunque de edad avanzada, cumplió muy bien con su cargo 27 No obstante esta prefectura no quedó como institución permanente hasta Tiberio, cuando se ausentó de la ciudad por última vez en los años 26-37 d C. El primer prefecto propiamente dicho, con autoridad, incluso estando el emperador en la ciudad, fue Calpurnio Pisón Frugi, que desempeñó el cargo durante veinte años, mereciendo el reconocimiento agradecido del senado.28 El praefectus urbi (urbi dicho con más frecuencia que urbis) era nombrado por el Emperador, de entre la flor y la nata del senado, es decir, entre los varones consulares. Por tanto, es la coronación de la carrera senatorial. Mac ino fue el prim ero que nombró prefecto de la ciudad a un senador antes de haber sido cón­ sul 29. Con frecuencia eran promovidos durante su prefectura a un nuevo consu­ lado. Hay sujetos que habían desempeñado la prefectura dos y tres veces30. El

2 5 . A lg o s o b r e la o b ra d e A u g u s to , p u e d e v e r s e e n A . v . P r e m e r ste in , O ie soziale G ru n d la ­ gen d es P rin zip a ts d e s A u g u stu s, V ie n a , B la tte r , I I , 9 1 ; L . H o m o , P ro b lèm es sociaux d e jadis e t d ’à p ré sen t, P a r is 1 9 2 2 ; I d ., A u g u ste e t la création d e s gran des se rv'ces m un icipaux à R om e, e n M é l G lo t z , I , 4 3 9 ; A . L e v i, I l te m p o d i A u g u sto , 1 9 5 2 , A r a n g io R u iz , S tu d i su A u g u sto , La legislazion e, A c a d d e i L in c e i 1 9 3 8 ; R ic c o b o n o , J r., L ’opera d i A u g u sto e lo sv ilu p p o del d ir itto im p eria le, 1 9 3 9 . 2 6 . S o b r e la a c tu a c ió n d e l se n a d o e n la é p o c a im p e r ia l, v Pirn . E p . 3 , 2 0 , 1 2 ; 8 , 6 , 1 0 . 12; 8 , 1 4 , 7 10. 2 7 . T a c. A n n , 6 , 1 1 , v id . V itu c c i, R icerch e sulla praefectu ra u rbi in età im periale sèc. I - I I I , R o m a 1 9 5 7 ; P E . V ig n a u x , E ssai su r l’h isto ire d e la praefectu ra u rbis à R om e, P a n s 1 8 9 6 . 2 8 . T a c. ib. 2 9 . D io C a ss. 7 8 , 14. 3 0 . C IL . V I , 4 5 ; 1677; 1742.

144

E l Im perio

tiempo de permanencia en el cargo dependía de la voluntad del emperador. En las listas de Borghesi aparecen prefectos que duran meses y otros muchos años. Como es la más alta dignidad del Estado, después del emperador, naturalmente, recoge las insignias de las magistraturas republicanas: toga pretexta, fascios, silla curul; además tiene, según una viñeta de Notitia dignitatum, como atributos, el liber mandatorum (colección de instrucciones imperiales) sobre un pupitre; la pila con la imagen imperial; y la carroza con una magnífica cuadriga para sus despla­ zamientos en la ciudad. Su residencia oficial estaba en la Velia, entre las. termas de Trajano y la actual iglesia de San Pedro ad Vincula. Tiene como encomienda la policía de la ciudad, mantenimiento del orden; sobrevisión de las asociaciones, disciplina de la circulación, organización de los jue­ gos, todo lo relativo a la seguridad y orden dentro de la ciudad. Es un funcionario de carácter civil, en oposición al prefecto del pretorio, que es militar. Le ayuda como auxiliar el cuerpo de policía, tres cohortes urbanas, con un contingente de 3.000 hombres. Esta autoridad m ilitar es una de las innovaciones más profundas y que más le distraen de su ocupación principal. Debe prestar una atención continua sobre los lugares públicos, en que se reúne con más densidad el pueblo romano, tales como: a) los circos y los teatros: «la tranquilidad del pueblo y la disciplina de los espectáculos es cometido propio del prefecto de la ciudad», y a ello debe atender con puestos de guardia y vigilancia de soldados que le adviertan de cualquier mo­ vimiento 31; b) los mercados, atendiendo al género de mercancías, a los precios, a los pesos y m edidas32; c) las oficinas de cambistas, cuyas operaciones vigila para cortar sus posibles abusos.33 Tiene además atribuciones judiciales, tanto en causas civiles como criminales, en los límites precisos de su competencia y determina qué causas ha de juzgar en su tribunal y cuáles puede dejar a la competencia del prefecto de la anona, o al prefecto de los vigiles. Estas atribuciones judiciales se fueron incrementando hasta el punto que en el siglo II I , según U lpiano34: «La prefectura de la ciudad se ha reservado todas las causas criminales, no sólo de las que se plantean dentro de la ciudad, sino incluso de fuera». Su tribunal tiene una mayor eficacia con la rapidez con que puede atender y castigar las felonías de cualquier clase. Cuenta con un tribunal de excepción, en que obra el magistrado libremente, sin publicidad y sin jurados. De la jurisdicción de este tribunal dependían: a) Todo tipo de hombres peligrosos o sospechosos. Roma, como las grandes ciudades, era una sentina moral de toda clase de refugiados y fugitivos de los más apartados rincones del mundo, que, viviendo en el anonimato, no sentían temor a vivir de golpes de mano y de actos de osadía, que había que reprimir con rapi-

31. 32. 33. 34.

U lp . U lp . U lp . U lp .

D . 1 , 1 2 , 1, ib. 11. ib. 9 ; P a u l. D . 1, 1 2 , 1

12. D . 2 , 1 3 , 9 , 2 ; U lp . D . 4 7 , 2 , 2 7 , 1. pr.

Inflo César Octaviano Augusto

145

dez, como dice Tácito en lo que pudiéramos llamar carta fundacional de esta prefectura: A p e n a s se h iz o A u g u s to c o n to d o e l p o d e r , p o r la in m e n sid a d d e l p u e b lo y p o r la le n t it u d c o n q u e p r o c e d e n la s le y e s , to m ó d e e n tr e lo s c o n su la r e s a q u ie n e s rep rim ie ­ ran a lo s e sc la v o s y to d a s la s a c cio n e s tu rb ia s q u e se c o m e te n p o r a u d acia, s i no e x is t e e l tem o r d e u n c a stig o in m e d ia t o .35

Como sospechosos, podía citar a su tribunal a los miembros de asociaciones ilícitas36, a los prosélitos de religiones prohibidas como el judaismo; como sos­ pechosos de sedición llamaba a su tribunal y condenaba a los cristianos, como ve­ mos en las Acta de numerosos mártires, por ejemplo, Santa Cecilia, San Justino, Santa Felicitas, San Calixto, San Lorenzo, etc. b) Los esclavos, cuyas faltas juzga y reprim e37; y a veces interpone su auto­ ridad entre el siervo y su dueño. Atiende al señorcuando acusa a su esclavo de grandes crímenes 38; escucha al esclavo contra su señor cuando éste abusa de su poder y de su autoridad39. De esta forma se constituye en el defensor de los siervos, protege a las mujeres contra la prostitución40; cuida del cumplimiento de las cláusulas protectoras en los títulos de adquisición41; obliga al dueño de mala fe a libertar al esclavo que se ha redimido suis nummis. 42 c) Los libertos. Los patronos deben recurrir al prefecto para que castigue el mal comportamiento de los libertos: su falta de atención, o los ultrajes inferidos al p a ttó n .43 d) La usurpación de la herencia44; abuso de confianza de los depositarios de títu lo s.45 e) Atiende también a la distribución de trigo y de otros artículos alimenticios a la plebe. Hasta mitad del siglo I I este servicio competía a la praefectura annonae, cargo que luego queda subordinado a la praefectura urbi, pasando también a su jurisdicción las infracciones cometidas en este sector. La jurisdicción del prefecto de la ciudad, que abarca lo civil, orden público, y lo criminal, no es solamente en primera instancia, sino también de apelación. En los dos primeros siglos estudia en apelación, por delegación del príncipe, pero en el siglo I I I esta situación se hace permanente: es el juez ordinario en apelación civil y crim inal.46 El prefecto está rodeado de consejeros singularmente expertos en derecho, de ordinario los más ilustres47; Alejandro Severo agregó al prefecto un' consejo per­ manente de catorce curatores urbis. 44

35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48.

10

T a c. A nn. 6 , 11. U lp . D . 1 , 1 2 , 1, 14. T a c. A n n . 6 , 1 1 : « q u i ser u ic ia c o er c e a t» . U lp . D . 1, 1 2 , 1, 5 . U lp . D . 1, 1 2 , 1 , 1 y 8 ; G a i. D . 1, 6 , 1, 2 ; U lp . D . 1, 6 , 2 . U lp . D . 1, 1 2 , 1, 8 . U lp . D . 1, 1 2 , 1, 8 ; 1, 6 , 2 . U lp . D . 1, 1 2 , 1, 1; M arcian . D . 4 0 , 1, 5 pr. U lp . D . 1, 1 2 , 1, 2 y 1 0; 1, 1 6 , 9 , 3; 3 8 , 1 4 , 1 pe. G a i. In s t. 2 , 5 2 y 5 8 ; M a rcia n . y U lp . D . 4 7 , 1 9 , 1, 2 y 3 . M a rc ia n . D . 4 8 , 1 0 , ] , 6 ; P a u l. D . 4 8 , 1 9 , 3 8 , 8 y 9 D i o C as. 5 2 , 2 1 ; P a u l. D . 4 , 4 , 3 8 . P lin . E p. 6 , 11; C IL . X I , 6 3 5 7 . V ita A lex . 3 3 .

146

E l Im perio

No aparece clara la situación en que queda la praefectura urbi con la nueva ordenación de Constantino. Casi mejor que el cargo y las competencias lo que cambia es el nombre. Ahora todo queda en manos del jefe de policía. Todos los jefes de las demás ordenaciones y oficios quedan bajo sus órdenes, según sabemos por Notitia Dignitatum·, el praefectus annonae, el praef. uigilum, el comes forma­ rum (servicio de acueductos y recursos que alimentan la ciudad), el comes riparum et aluei Tiberis et cloacarum, el comes portus, de Ostia, etc., etc. Era el jefe y el primer miembro del senado, él tiene derecho a hablar antes que todos los consulares; después de Justiniano preside incluso el senado. Debe dar cuenta al emperador de todas sus gestiones cada mes; y al principio del año debe presentarle el ofrecimiento de presentes y de votos oportunos49. Ante todo, lleva el título de pacis custos contra los enemigos de fuera y de dentro, Uno de sus cometidos más delicados era la vigilancia sobre las asociaciones, sobre todo las que se dedicaban al aprovisionamiento y distribución de víveres. Reprimía los fraudes pudiendo privar a los delincuentes de sus privilegios; y al mismo tiempo protegía estas asociaciones y defendía sus prerrogativas. Organiza y atiende los juegos públicos50; tiene la vigilancia de la conservación de los monumentos de la ciudad; lleva el control de las pesas y medidas, de los di­ versos mercados de Roma; es una especie de ministro de sanidad pública. El praefectus urbi, después de Constantino, lleva el título de uir inlustris-, es nombrado igualmente por el emperador de entre los consulares, pero su cargo queda como anulado, como el del prefecto del pretorio.51 2) El prefecto de la anona, elegido del orden ecuestre, como el prefecto del pretorio, debe proveer todo lo necesario para la alimentación de la ciudad: trigo, carne, vino, aceite, vigilar sus precios y cualidades en los mercados. Vigila sobre las corporaciones alimentarias, como el gremio de los panaderos, de los carnice­ ros, de los aceiteros, etc. Judicialmente entiende en lo criminal de su jurisdicción, pero si la causa es demasiado grave debe pasarla al prefecto de la ciudad. 3) El prefecto de vigiles, sacado también del orden ecuestre, tiene el doble servicio de la policía nocturna y de la atención a los incendios. Dispone de siete cohortes de vigiles, compuestas cada una de 200 hombres, repartidos en cuarteles por las 13 regiones de la ciudad, a razón de un cuartel por cada dos regiones, y un puesto de observación en cada una de ellas. Tiene igualmente poder judicial en el campo de su cometido; pero las causas graves, debe también pasarlas al tri­ bunal del prefecto de la ciudad. 4) Comisiones y cúratelas. Al mismo tiempo Augusto nombra dos funciones colectivas, llamadas comisiones o cúratelas·, una sobre las aguas de la ciudad y otra sobre las obras públicas. Los miembros de estas comisiones los nombró Augus­ to de entre los senadores, para un tiempo indefinido, lo mismo que los otros funcionarios. La comisión de las aguas velaba sobre el agua y los acueductos de Roma y sus arrabales. Se componía de tres miembros: el presidente del orden consular, y los dos asistentes del orden pretoriano. La comisión de trabajos públi­ cos entendía en la conservación de edificios públicos. Constaba de dos miembros pretorianos.

49. 50. 51.

C o d . T h eo d . 7 , 2 4 ; C od. lu s t. 1 2 , 4 9 . C o d . T h eo d . 1 , 1 0 , 4 ; 1, 6 , 1 1 . C od. T h eo d . 6 , 7 , 1; C od. lu s t. 1 2 , 4 , 1.

C. Ju lio César Octaviano Augusto

147

Creó además curatores uiarum, uno por cada vía, y procuraban tener bien con­ servados los caminos del Estado. Eran elegidos del orden senatorial para las vías principales y de los caballeros para las secundarias. 5) Oficiales de la casa imperial. Los antiguos ayudantes y servidores de los magistrados de la República,' apparitores, lictores, scribae, praecones, uiatores, ac­ censi, nomenclatores, se convierten en oficiales de las diversas dependencias y dicasterios de la casa imperial. Con frecuencia son libertos de los emperadores,'colo­ cados al frente de sus despachos: a libellis, a rationibus, ab actis, a commentariis, a formulis, proximus, princeps, optio, adiutor, tabularius son nombres de servido­ res del emperador que aparecen en las inscripciones. Del siglo I I d. C. se encuentran en los monumentos escritos militares, soldados o centuriones, con nombres como cornicularii, commentarienses, optiones, specula­ tores, stratores, librarii, notarii... Los oficiales son permanentes, y por ejemplo, en la justicia civil o criminal lo hacen casi todo, menos dar la sentencia. Diocleciano organizó todo el servicio dividiéndolo en tres secciones: officiales, apparitores, cohortalini, llamados luego palatini. Constantino terminó la organiza­ ción planteada por Diocleciano, dividiendo el poder civil del. milit3r y escalonando perfectamente el orden jerárquico en atención al servicio de cada provincia, o departamento de gobierno. En una inscripción se establece para la presentación al gobernador este orden: senatores, administratores, princeps, cornicularii, pala­ tini, coronati, promoti officiales, officiales ex ordine. 52 Como encargado de un cuerpo de ejército vemos un ducem > duque, con sus subalternos; y al frente de un negociado un comiten >■ conde, con sus oficiales. 6) Las Provincias fueron divididas en dos clases: unas imperiales y otras se­ natoriales. Como imperiales se reservó Augusto las que podríamos llamar de pri­ mera línea, aquéllas en que había destacadas legiones, así la Galia, la Tarraco­ nense y Lusitania en España, Chipre, Siria y Egipto, todas ellas dependían exclu­ sivamente de Augusto, a las que él mandaba sus representantes personales y cuyos impuestos iban directa e íntegramente a las arcas im periales53. Senatoriales eran las que estaban totalmente apaciguadas: la Bética, Cerdeña, Sicilia, Uiria, Mace­ donia, Acaya, Asia, Cretense-Cirenáica, Africa, para éstas proponía al senado los gobernadores que deseaba fueran enviados, y exigía también un tanto alzado de los tributos para sus arcas, dejando el resto para el erario senatorial» Como magister morum Augusto dio numerosas leyes contra el lujo, los derro­ ches y la moralidad, por ejemplo, contra el celibato las leyes Papia-Poppea. Todo el que no tenía herederos, los hombres a los 25 años y las mujeres a los 20, no tenía derecho más que a la mitad de las sucesiones y de las mandas que pu­ dieran corresponderle, y lo demás ingresaba en el tesoro público. Los padres de familia numerosa eran preferidos en las elecciones al consulado. Tres hijos en Roma, cuatro en Italia y cinco en las provincias eximían de todas las cargas per5 2 . C IL . 8 s u p l. 2 . 1 7 8 9 6 . S o b re e l te m a p u e d e v e rse : F a iro n , L ’O rganisation d u palais im p éria l à Rom e·. M u s é e B e lg e 4 (1 9 0 0 ) 6 ; M ic h e ls , L e s cu bicu laires d es em péreu rs romaines·, ib id . 6 (1 9 0 2 ) 3 6 4 ; F . D r e x e l, Z um kaiserlich en H o fze r e m o n ie ll: P h W , 1 9 2 6 , 1 5 7 ; J. V a n V lie t, D e pra eto ria a tq u e am icorum coh ortibu s, U tr e c h t 1 9 2 6 . 5 3 . S o b r e la a d m in istr a c ió n d e la s p r o v in c ia s d u r a n te e l I m p e r io , v . C . .H a lg a n , E ssai sur l ’a d m in istra tio n d es p ro vin ces sénatoriales soü s l’E m p ire rom ain, P a r is 1 8 9 8 ; W . T . A r n o ld , T h e R om an sy stem o f provin cial a d m in istra tio n to th e accession o f C on stan tin e th e G reat, O x fo r d 31 9 1 4 ; M . V a n d la e r , La fin d ’ttn p eu p le, P a ris 1 8 9 5 , I ta lia se d e s p u e b la e n tie m p o s d e A u g u s to . 5 4 . S u e t. A u g. 3 4 .

148

E l Im perio

sonales. Cuando tenía tres hijos la mujer latina pasaba a ser ciudadana romana, y la ciudadana romana, nacida libre, se emancipaba de la tutela del marido después del tercer parto. La liberta alcanzaba la ciudadanía y podía testar y heredar, cuan­ do le nacía el cuarto h ijo .55 7) El pueblo. En virtud de su autoridad censorial ordenó varias veces que se hiciera el empadronamiento general de los ciudadanos y hasta nosotros ha lle­ gado el resultado de alguno de ellos *. El primero se hizo inmediatamente des­ pués de la victoria de Accio y dio el censo de 4.163.000 ciudadanos romanos; el último, confeccionado,el año de la m uerte de Augusto, presenta una disminución de 30.000. No quiere esto decir que en cincuenta años de paz disminuyera la población del Im perio romano, sino que Augusto se manifestó cada vez menos generoso en la concesión de la ciudadanía, y en la manumisión de los esclavos. Además en el censo de las ciudades desde el año 4 a. C. no quiso que figuraran las ciudades que estaban fuera de Italia, ni las personas que poseían menos de ■200.000 sestercios. Estos, aunque figuraban en el primer censo, estaban exentos de toda carga y privados del acceso a las magistraturas. De aquí se deduce el cre­ cimiento enorme de las riquezas. La gran totalidad de la plebe es alimentada a expensas del erario público. En tiempos de César eran 320.000 los que vivían de las donaciones del emperador; Augusto los pudo reducir a 250.000, esto nos demuestra la importancia que en Roma tenía el praefectus annonae57. Además de los alimentos diarios Augusto distribuyó cinco veces dinero a todos y cada uno de los plebeyos. A su muerte procuró que su sucesor recibiera todas sus prerrogativas, para que pudiera continuar su la b o r.58 2. Tiberio (14-37 d. C.) De este emperador lo único que de momento nos interesa es la llamada su primera época. Tiempo en que sigue las huellas de Augusto, sin que haya solu­ ción de continuidad entre ambos reinados. La política interior de Tiberio, como la de Augusto, se base en dos puntos: poder absoluto del emperador, y colabora­ ción efectiva del senado. Tiberio, en su primera época, no sólo respeta las atribuciones que Augusto había dejado al senado, sino que incluso las refuerza en el aspecto electoral, legis­ lativo y judicial59. La elección de los magistrados: cónsules, pretores, ediles, tri­ bunos y cuestores, que tradicionalmente hacían los comicios, y que Augusto les había respetado, Tiberio la pasa al senado. Igualmente el poder legislativo lo trans­ fiere de los comicios ai senado, que emitirá senadoconsultos y el emperador, por su parte, legislará con constituciones im periales40. Prácticamente, pues, dejan de existir los comicios. V é a s e e l v o l. I , L a fam ilia, p p . 1 7 9 -1 8 0 . C . A u g u s t. M on. A n cyr. 8 , 2 -4 ; S u e t. A u g . 4 0 , 4 4 ; c f. T . Z ie lin s k i, H orace e t la so­ c ié té rom ain e du te m p s d ’A u g u ste, P a r is 1 9 3 8 ; J . G a g é , L e s classes socieles dan s l’em p ire rom ain, P a r is 1 9 6 4 ; M . B ia n c h in i, S tu d i su lla società, M ila n o 1 9 6 9 ; G . P e tr o c h i, O ra zio , T i­ v o li, e la so cietà d i A u g u sto , R o m a 1 9 5 8 . 5 7 . V é a s e a n tes so b r e la M e n d ic id a d en R om a, n o ta s 4 5 3 -4 6 4 . 5 8 . J. G a g é D iu tts A u g u stu s, l ’id é e d y n a stiq u e ch ez le s em pereu rs-Ju lio-C lau dien s·. R A 3 4 (1 9 3 1 ) 11. 5 9 . S tra b . 6 , 2 8 S ; D io C a ss. 5 7 , 8 , 2 . 6 0 . G a i. In st. 1, 5 : « C o n s titu tio p r in c ip is e s t q u o d im p er a to r d e c r e to u e l e d ic to u e l e p is ­ tu la c o n s titu it. N e c u m q u a m d u b ita tu m e s t , q u in id le g is u icern o p tin e a t, c u m ip s e im p e r a to r p e r le g e m im p e r iu m a c cip ia t» . 55. 56.

Tiberio

149

También confiere al senado importantes poderes judiciales: constituye un alto tribunal de justicia, formado por senadores, cuya misión será entender sobre cau­ sas de gran importancia, como los procesos contra la seguridad del Estado, o cuan­ do se sigan causas contra algún senador. Al senado somete la resolución de importantes asuntos de gobierno; y él asiste frecuentemente a sus sesiones, tomando parte en los debates, como quien no pretende imponer su autoridad, sino convencer por la persuasión. El gobierno del Imperio se hace, por tanto, en una íntima colaboración del emperador con el consejo del Estado, que realmente es ahora el senado. La segunda época del reinado de Tiberio, a partir de la traición de su favo­ rito Sejano, es un desaforado despotismo, que no puede historiarse en las Insti­ tuciones rom anas.61 Los favoritos y delatores De la obra de los favoritos durante los reinados de Caligula y de Claudio quedó un elemento bueno; la organización de los dicasterios de la administración central: 1) oficina de correspondencia (ab epistulis)·, 2) oficina de demandas (a libellis)·, 3) oficina de negocios públicos (a cognitionibus)·, 4) oficina de estudios preparatorios (a studiis). La palabra delatores, tan ordinaria en tiempos del imperio, tuvo en Roma tres sentidos: 1) El que intenta una acusación pública ante las quaestiones perpetuae, o comisiones permanentes. El nombre procede de uno de los primeros actos del procedimiento, la nominis delutio, por la que, después de haber hecho la postulatio, el acusador indicaba al presidente de la comisión el crimen y la persona acusada. Más tarde la delatio se confundía con la postulatio, e indicó una acusación criminal perseguida por los ciudadanos. Durante la República las acusaciones eran muy frecuentes, sobre todo contra los magistrados al dejar su cargo. Era el camino ordinario de llamar la atención y de hacerse famoso, para subir por el camino de ios honores. Llegó a ser un abuso. Si el acusador triunfaba conseguía muchas ventajas sociales. Contra las acusaciones injustas pesaba la fuerza de diversas leyes sobre la calumnia, la praeuaricatio y la tergiuersatio. Durante el Imperio el mal creció en proporciones gigantescas en favor del emperador. Se admitían las denuncias sobre todo de lesa majestad, premiándolas con buenas recompensas pecuniarias, dinero que el emperador pagaba de los bienes confiscados al condenado. Algunos delatores tenían organizadas bandas de sico­ fantas, que procedían siempre a las órdenes de su jefe. A veces los emperadores, asqueados de los delatores, se desprendían de ellos, pero la profesión pululaba con los malos gobernantes. La ley de lesa majestad confería al delator la cuarta parte de los bienes del condenado, premio que recibía aunque el denunciado se suicidara para evitar la confiscación. O tra ley confería al delator los honores del denunciado. Bajo los buenos emperadores, una reacción provocada por el clamor popular, hizo caer

61. L a liter a tu ra so b r e T ib e r io e s m u y a b u n d a n te. V é a s e p or eje m p lo : J . C . T a rv er, T ib e­ riu s th e tyra n t, L o n d o n 1 9 0 2 ; tie n e tra d , fra n c, e n 1 9 3 4 ; F . B . M a rsh , T h e reign o f T iberiu s, L o n d o n 1 9 3 1 ; E . C ia c er i, T ib e rio successore d i A u g u sto , M ila n o 1 9 3 4 ; K . S c o tt, T h e d irita s of 'Tiberius·. A J P h 5 3 (1 9 3 2 ) 1 3 9 ; E . K o r n e m a n n . S taaten , V ö lk er, Männer-, E r b e d e r A lte n , 2 Ser. 2 4 . L o s m o d e r n o s tie n d e n a d e fe n d e r a T ib e r io e n su s c o n d e n a s d e lo s n o b le s . P u e d e v e r s e E . C ia c er i, L ’im p era to re T ib e rio e in processi d i lesa m aestà, e n P rocessi p o litici e relazio n i in tern azion ali, R o m a 1 9 1 8 , 2 4 9 .

150

E l Im perio

sobre la turba de delatores castigos arbitrarios. Tito castigó hasta con la escla­ vitud y el destierro a los delatores o mandatarios que habían servido a Nerón; pero el abuso de la delación volvió con Domiciano. Trajano debió proceder de nuevo contra estos infames, que constituían una seria amenaza contra las cabezas y las haciendas de los nobles y ricos. 2) En un segundo sentido delator designa especialmente a los que buscaban los bienes vacantes, sobre los que el fisco tenía derecho, para denunciarlos a los agentes del erario público, mediante una recompensa, praemium delatorum. Tam­ bién en este sentido la delación manifiesta los malos sentimientos de estas perso­ nas, que no iban buscando más que su provecho material. En el Códice Theodo­ siano (10, 10) y en el de Justiniano (10, 11) hay títulos enteros que tratan de poner freno a la avidez de estas gentes desalmadas. Delatores, traidores, enemigos del género humano, de raza execrable, y uno de los grandes males de- la huma­ nidad, a decir de los mismos códigos. Constantino en 313 prohibió escucharles en su corte y los condenó a pena de muerte; en 319 dispuso que se les cortara la lengua y se los decapitara. 3) Y, por fin, se aplica el nombre de delator al simple denunciador privado o agente que, sin acusar él mismo, por vía de inscriptio, daba a conocer un delito al magistrado. 3. Vespasiano (69-79) Nada notable para las instituciones dejan los emperadores que siguen a Tibe­ rio, Caligula (37-41), Claudio (41-54), Nerón (54-68), Galba, Otón, Vitelio (6869), pero sí un imperio casi arruinado por el desorden popular, por la disolución de la vida y por la falta del prestigio de la autoridad.62 Vespasiano restablece la autoridad imperial e impone el orden desquiciado. Al peligro que ahora amenaza constantemente, por parte de las legiones diseminadas por todas las fronteras del Imperio, Vespasiano opone la autoridad civil del sena­ do. Claudio y Nerón habían introducido en él numerosos hijos de libertos y lo había privado de sus prerrogativas. Vespasiano restablece la censura63 y en su calidad de censor, con su hiio Tito como colega (73-74)64, elimina del senado a todos sus miembros indeseables, 6 2 . S u e to n io e sc r ib ió la v id a d e ca d a u n o d e e s t o s e m p e r a d o r es. S o b re C a lig u la e n c o n ­ c r e to p u e d e v e r se : H . W illr ic h , Caligula·. F l. 3 (1 9 0 3 ) 8 5 , 2 8 8 , 3 9 7 in te n ta n d o r e h a b ilita rlo ; m á s e c u á n im e r esu lta la o b ra d e P . V . D . B a lsd o n , T h e em peror G aiu s, O x fo r d 1 9 3 4 ; v . ta m ­ b ié n A . M o m ig lia n o , L a perso n a lity d i C aligu la : A n n . d . R . S c u o la N o r m a le S u p e r, d e P isa I I , 1 (1 9 3 2 ) 1; E . B . V a n D e m a n , T h e h ou se o f Caligula·. A J A 1 8 (1 9 2 4 ) 3 6 8 . S o b r e C la u d io : T . d e C o u r se y R u th , T h e p ro b le m o f Claudius·, d is s . J o h n H o p k in s , B a ltim o r e 1 9 1 6 , lo e stu d ia e n s e n tid o p a to ló g ic o ; A . M o m ig lia n o , L ’o p ere d e ll’im p era to re C lau dio, F lo r e n c ia 1 9 3 2 . S o b re N e r ó n : B . W . H e n d e r s o n , T h e life an d p rin cip a te o f th e em peror N ero, L o n d o n 1 9 0 3 ; M . L . C o n s ta n s , L as puissances tribu n icien n es d e Néron·. C R A I (1 9 1 2 ) 3 8 5 ; H . M a ttin g ly , T rib u n i­ cia potestas·. J R S 2 0 (1 9 3 0 ) 7 9 ; J. W ille m s . L e sé n a t rom ain en Van 65 p. C. d 'a p rès le s n otes d e P. W illem s·. M B 4 -6 (1 9 0 0 -1 9 0 2 ); V . Scra m u zza , T h e em p ero r Claudius·. H a r v a r d H is to r . S tu d ie s 4 4 , C a m b rid g e 1 9 4 0 ; H . P . L ’O r a n g e , O o m u s aurea d e r Sonnenpalast·. Serta E itr e m ia n a , S O , 1 9 4 2 ; A . B o e th iu s , N e ro ’s G o ld en H ouse·. E ra n o s R u d b e r g ia n u s, 1 9 4 5 , 4 4 2 ; F . K lin g n e r , D ie G esch ich te d e s K aisers O th o b e i Tacitus·. B e r ic h ü b er d ie V e r h a n d l. d e r sa ch s. A k . d. W is s . P h . H is t . CI. 1 1 2 / 1 , 1 9 4 0 ; C . M . F r a n z e r o , L a v ita e i te m p i d i N e r o n e : « S ir io » B io ­ grafie e R itr a tti 4 , 1 9 5 5 . 6 3 . S u e t. V esp . 8 , 1: ''id . B . W . H e n d e r s o n , F ive R om an E m perors, C a m b r id g e 1 9 2 7 , d e V e sp a s ia n o a T ra ja n o ; M e E ld e r ry , Som e con jectu res on th e reign o f V espasian : J R S 3 (1 9 1 3 ) 1 1 4 ; M . A . L e v i, I p rin cip ii d e ll’im p ero d i V espasiano·. R F I C 1 6 (1 9 3 8 ) 5 3 ; G . M . B e r s a n e tti, V esp a sia n o (C o ll. R e s rom anae d e V . U ss a n i, R o m a 1 9 4 1 ). 6 4 . S u et. T it. 6.

T ito y Domiciano

151

e introduce en él lo más sano de la aristocracia ecuestre de Italia y de las Provin­ cias 6S. Emperador y senado se han vuelto a encontrar en la honestidad de sus miras políticas y en el deseo de gobernar con la mayor sensatez y provecho del bien común. Reorganiza asimismo la administración del Estado. 4. Tito y Domiciano Tito (79-81) siguió los pasos de su padre, pero con más afabilidad, hasta el punto de merecer ser llamado «delicias del género hum ano».66 Domiciano (81-96) se aparta enseguida de la rectitud de miras de su padre Vespasiano, de la honradez y abertura de su hermano T ito 67 y tiende a un régi­ men de centralización administrativa y de monarquía absoluta68, sin romper del todo con el senado, al que apenas considera. Su poder lo buscará en el ejército. Es un buen administrador y vigila de cerca el comportamiento de los gobernado­ res provinciales, y mejora el servicio de la anona69. Trabaja asiduamente por la romanización del mundo mediterráneo; confiere generosamente la ciudadanía y muchos provinciales entran por el cursus honorum, y son nombrados miembros del senado. Con todo, Domiciano muere víctima de su absolutismo.70 Como su padre y hermano es un gran constructor y Roma queda hermoseada con los suntuosos edificios de los emperadores Flavios.71 5. Trajano (98-117) Nerva (96-98) nombrado emperador, ya muy anciano y enfermo, pasa por el Imperio casi con el único fin de ponerlo en las buenas manos de T rajano.72 Trajano, tiene 45 años cuando Nerva lo adopta y le transfiere el Imperio. Es de Itálica, en la provincia Bética. Había sido un soldado valiente y un adminis­ trador honrado. Pretor en el año 86, legado en España, cónsul ordinario en el 91; legado consular en Germania en el 98, adonde fue a buscarlo Nerva para adoptarlo y hacerlo emperador. Nunca, después de la proclamación del Imperio, había existido una compene­ tración tal entre el príncipe, el senado y el pueblo. Trajano tenía toda la sim­ patía del ejército, pero no quiere gobernar por la fuerza de las armas. Desea un gobierno civil fuerte y busca la total colaboración del senado, tan vilipendiado en su autoridad y en sus miembros por Domiciano. Sin sacrificar ninguna prerro­ gativa fundamental de su autoridad imperial, respeta todos los privilegios políti­ cos y administrativos del senado y lo asocia eficazmente a su gobierno.73

65. S u e t. V esp . 9 , 2 . 66. S u e t. T it. 1; 8 y 9. 67. S u e t. T it. 9, 3 ; D o m it. 1, 3 ; 2 , 3 ; 3 , 2. 68. S u e t. D o m it. 8. 6 9 . S u e t. D o m it. 8 y 1 0; d istr ib u y e tr e s v e c e s u n congiarium d e 3 0 0 n u m o s p o r cabeza (ib. 4 , 5 ); y e sta b le c e la s c en a s reg u la res e n v e z d e la sp o rtu la p ú b lic a (ib. 7 , 1). 70. S u e t. D o m it. 1 3 -1 4 ; 17. V id . S. G s e ll, E ssai su r le règne d e l'em pereu r D o m itien , P a rís 1 8 9 4 ; B . S tec h , S en atores R om an i in d e a V espasian o u squ e ad T raian i ex ittm ·. K l. 10 , B e ih e ft 1 9 1 2 . 7 1 . S u e t. V esp. 8, 5 ; D o m it. 5 , 1; D o m ic ia n o en lo s e d ific io s q u e é l te r m in a n o h a c e figu ­ rar m ás q u e su p r o p io n o m b r e. 7 2 . N e r v a d e jó la im p r e s ió n d e ser u n h o m b r e s e v e r o , v id . R . S y m e, A govern or of Syria u ;der N e r v a : P h . 91 (1 9 3 6 ) 2 3 8 . 7 3 . A e l. S p a rtia n . H adrian . 4, 9. L . C a n ta r e lli, L e f o n ti p e r la storia d e ll’im p era to re Traía-

152

E l Imperto

El orden y el bien público son los dos objetivos de este magnífico emperador. La justicia durante su mandato fue severa y expeditiva. Siempre que podía asistía él a los tribunales. La ley de majestad fue limitada a los casos más graves. Los delatores tan frecuentes y vivaces en los reinos precedentes fueron desterrados. La legislación fue sumamente humana y de orientación tradicional74. La hacienda fue subsanada, más bien porque se evitaron gastos inútiles que por imposición de nuevos im puestos7S. Las injusticias y concusiones de los gobernadores provincia­ les fueron severamente castigadas.· Combate la despoblación de Italia con ayuda racional a los padres de familias numerosas, pero más bien que con limosnas, con prestaciones para que pudieran montar sus negocios.76 6. Adriano (117-138) También su sucesor Adriano trata en un principio de conservar las mejores relaciones con el senado; hasta el punto de que una conjuración de senadores fue abortada por el mismo senado, y el senado mismo juzgó y condenó a muerte a los traidores77. Pero esta consideración para con el senado no era más que apa­ rente, según demostró luego, ya que fue de manos de Adriano de quien el senado recibió los golpes más decisivos: rehace el Consejo imperial: reorganiza las oficinas de la administración del tiempo de Claudio, sustituyendo los oficiales libertos por caballeros78; y crea gobernadores consulares de Italia semejantes a los provin­ ciales, con lo que priva al senado de las prerrogativas administrativas y tiende a la asimilación de Italia a las Provincias. En cuestiones de justicia Adriano hace un gran esfuerzo para fijar la jurispru­ dencia y asegurar la interpretación unánime de la ley. El Edicto perpetuo salido « o : S tu d i e d o c u m . d i S t o tia e t D it it t o (1 8 5 5 ) 1 8 5 ; P lin . P anegiricum , y o tr o d o c u m e n to d e p rim era m a n o la c o rr e sp o n d e n c ia d e P lin . c o n T ra ja n o d u ra n te lo s a ñ o s 1 1 1 -1 1 3 ; v id . la e d i­ c ió n c o m e n ta d a d e M . D u r r y , La correspon dance en tre T rajan e t P lin e, L o n d o n 1 8 8 9 ; G . d e L a B er g e , E ssai su r l'em p ereu r T rajan, P a r is 1 8 7 6 ; R . P a r ib e n i, O p tim u s prin ceps, saggio sulla sto ria e su i te m p i d e ll’im p era to re Traiano, M e s s in a 1 9 2 6 -1 9 2 7 ; L . H o lz a p p e l, R om . K aiserdaten , N e rv a u. Traian·. K l. 1 7 , 4 8 1 ; G . M ic k w itz , Z u d en F inanzen Trajans·. A r cto s 3 (1 9 3 3 - 1 9 3 4 ) 1; P . G s e ll, É tu d e sur le rôle du sénat rom ain à l’ép o q u e d e Trajan·. M E F R (1 8 8 7 ) 3 3 9 ; W e b e r , R o m s H errsch en tu m u n d R eich in sw e ite n Jah rh u n derte, 1 9 3 7 , d e s d e 9 6 al 1 9 2 ; L a m b r e ch ts, T ro is é tu d e s su r la co m p o sitio n d u sé n a t rom ain d e T rajan à D iocletien , 1 9 3 6 -1 9 3 7 ; H a m m o n d , T h e co m p o sitio n o f sen a te 68-235 p. C.·. J R S (1 9 5 7 ) ; B . S te c h , S en atores rom an i q u i fu e rin t in d e a V espasian o u sq u e ad T raian i exitum,·. K l. B e ih e ft 1 0 (1 9 1 2 ) ; C . S . W a lto n , O rie n ta l se­ n a to rs in th e service o f Rome·. J R S 19 ( 1 9 1 9 ) 3 8 ; P . L a m b r e ch ts, T rajan e t le recru tem en t du sénat·. A C 5 (1 9 3 6 ) 1 0 5 ; I d ., L a c o m p p o s itio n du sé n a t rom ain de l ’accession d ’H adrien à la m o rt d e Com m ode·. U n iv . d e G a n d . 7 9 e A fle v e r in g , A n v e r s 1 9 3 6 . 74. P u e d e v e r s e L . H o m o , L e siècle d ’or d e l ’em p ire rom ain, P a r is 1 9 4 7 . 75. A . M e r lin , L es re vers m on étaires d e l ’em p ereu r N erva , P a ris 1 9 0 6 ; G . M ic k w itz , Z u d en F inanzen Trajan·. A r cto s 3 (1 9 3 3 - 1 9 3 4 ) 1. 7 6 . La d e s p o b la c ió n d e I ta lia y d e R o m a , e m p ie z a ser ia m e n te en e l r e in a d o d e M arco A u r e lio , y fu e u n a d e la s ca u sa s d e l e m p o b r e c im ie n to ; v id . A . L a n d r y , La d ép o p u la tio n dans l’a n tiq u ité gréco-rom aine·. R H 6 1 (1 9 3 6 ) 1; T e n n e y F ra n k , N o te s on R om an com m erce·. J R S 2 7 ( 1 9 3 7 ) 7 2 ; J. C a r co p in o , L es richesses d e s D aces e t le re d ressem en t d e l’E m p ire rom ain sons T rajan. P o in ts d e vu e sir l ’im périalism e rom ain, P a r is 1 9 3 4 , 7 3 . 7 7 . A e l. Sp art. H adrian u s, 7 . P u e d e v e r s e , V o n P r e m e r ste in , D as A tte n ta t d e r vier K on su l'àre·. K l. B e ih e ft 8 , 1 9 0 8 . 7 8 . A e l. S p a rtia n . H cdrian . 2 2 , 8 y 1 3 ; v . ta m b ié n ib . 2 7 , 1-2. L . P e r r e t, T itu la tu re im ­ p éria le d ’H a d rien , P a r is 1 9 2 9 ; R . H . L a ce y , T h e equ estrian officials o f Trajan an d H adrian , th e ir caeers, w ith so m e n o tes on H adrian 's reform s, P r in c e to n U . P r e ss 1 9 1 7 ; F . P r in g sh e im , T h e legal p o lic y an d reform s o f H a d ria n : J R S 2 4 (1 9 3 4 ) 1 4 1 ; G . H . P e la u m , E ssai su r les pro cu ra teu rs éq u estres sou s le H a u t E m p ire rom ain (te s is ) P a ris 1 9 4 8 , a c o m p a ñ a d o d e u n co rp u s d e to d a s la s in s c r ip c io n e s r e fe r e n te s a lo s ca b a lle r o s.

De Antonino a Cómodo

w

de sus manos recibe fuerza de ley por decisión del senado 79. Los Responsa Prudentum, que proceden de los jurisconsultos de su tiempo, cobran también fuerza de ley, cuando la opinión de sus autores es unánime. En la administración de la hacienda crea el abogado del fisco, un ministro público que debe velar por los intereses del erario público. Se reorganizan las postas públicas intentadas ya en tiempos de Augusto. Se extiende con abertura la ciudadanía entre elementos provinciales, y con el mundo cristiano deja cierta mayor tolerancia.80 7. De Antonino a Cómodo (138-192) Antonino (138-161). El senado, que se mantuvo con gran tirantez con Adria­ no, capituló ante la buena voluntad de Antonino. El Emperador suprime los consulares de Italia creados por Adriano, y devuelve al senado la administración de Italia, pero conservó el Consejo imperial, y las oficinas con personal de orden ecuestre. Antonino es un juez ejemplar. Las finanzas tendieron hacia una saludable eco­ nomía. Las instituciones alimentarias se abren generosamente y se manifiesta muy tolerante con el elemento cristiano.81 Justiciero fue también Marco Aurelio (161-180). Mejora con cuidado la situa­ ción de los libertos y de los esclavos. Su legislación se llena de humanitarismo y de solidaridad. Trata a los provincianos con justicia; pero no deja ninguna insti­ tución perm anente.82

7 9 . V id . e l E d ictu m P erp etu u m c o n u n a b u e n a in tr o d u c c ió n ju r íd ic o h istó r ic a . S . R ic c o ­ b o n o , F on tes, p p . 3 3 5 -8 9 . S e s ir v e d e lo s ju r is c o n s u lto s d e su tie m p o : J u v e n c io C e lso , S a lv io J u lia n o , N e r a c io P r is c o y o tr o s (A e l. S p a rtia n . H adr. 2 8 , 1 ). 8 0 . S o b r e A d r ia n o y e l S e n a d o , e sc r ib e su b ió g r a fo : « O p t im o s q u o sq u e d e sen a tu in c o n ­ tu b e rn iu m im p e r a to r ia e m a ie s ta ti a d s c iu it... E t in c o n tio n e e t in s e n a tu sa ep e d ix it ita s e rem p u b lic a m g e stu r u m u t sc ir e n t p o p u li r em e ss e , n o n p ro p ria m . T e r tio c o n s u le s cu m ip s e ter f u is s e t p lu r im o s fe c it, in fin ito s a u tem s e c u n d i c o n s u la tu s h o n o r e c u m u la u it... S e n a tu i le g itim o , c u m in u r b e u e l iu x ta u rb em e s s e t, sem p e r in te r fu it. S e n a tu s fa s tig iu m in ta n tu m e x tu lit, d iffi­ c ile fa c ie n s se n a to r e s u t , c u m A ttia n u m e x p r a e fe c to p r a e to r ii o r n a m e n tis c o n su la r ib u s p ra ed i­ tu m fa c e r e t se n a to r e m , n ih il se a m p liu s h a b er e q u o d in e u m c o n fe r ri p o s s e t o s te n d e r it. E q u ite s R o m a n o s n e c s in e se d e sen a to r ib u s n e c sec u m iu d ic a re p e r m isit. E r a t e n im tu n c m o s u t , cum p r in c e p s c a u sa s a g n o c e r e t, e t s e n a to r es e t e q u ite s ro m a n o s in c o n s iliu m u o c a r e t e t se n te n tia m e x o m n iu m d e lib e r a tio n e p r o fe r r e t. E x se c r a tu s e s t d e n iq u e p r in c ip e s q u i m in u s sen a to r ib u s d e ­ tu lis s e n t» (A e l. S p a rtia n . H adrian u s, 8 ). J . D ü r r , D ie R eisen d e s K a isers H adrian , V ie n a 1 8 8 1 ; O . T . S c h u ltz , L e d e s K a isers H adrian, L e ip z ig 1 9 0 4 ; W . W e b e r , U ntersuch, zu r G esch ich te H a­ d rian u s, L e ip z ig 1 9 0 7 ; B . W . H e n d e r s o n , T h e life an d p rin cip a te of th e em peror H adrian, L ondon 1923. 8 1 . I u l. C a p ito l. A n to n . P iu s, 2 , lo p r e se n ta a sí: « F u it u ir fo r m a c o n s p ic u u s , in g e n io c la­ ru s, m o r ib u s c le m e n s, n o b ilis u u ltu , p la c id u s in g e n io , sin g u la r is e lo q u e n tia e , n itid a e litte ra tu r a e, p r a e c ip u e s o b r iu s , d ilig e n s a g r ic u lto r , m itis , la r g u s, a lie n i a b s tin e n s, e t o m n is h a e c cu m m en su ra e t s in e ia c ta n tia , in c u n c tis p o s tr e m o la u d a b ilis e t q u i m e r ito N u m a e P o m p ilio e x b o n o ru m s e n te n tia c o m p a r a tu r. P iu s c o g n o m in a tu s e s t a s e n a t u ... F u it q u a e sto r lib e r a lis , p raetor s p le n d i­ d u s ... H ic in o m n i p r iu a ta u it a in agris fr a q u e n tis sim e u ix it, s e d c la r u s in lo c is o m n ib u s fu it» . C o m o ju ez e je m p la r se sir v e d e lo s ju r is c o n s u lto s V in d io V e r o , S a lv io V a le n te , V o lu s io M aecian o , U lp io M a rc e lo y D ia v o le n o (ib. 1 2 ), s o b r e s u d e lic a d e z a b a sta recordar q u e r e p e t ía c o n fr e c u e n c ia la fr a se d e E sc ip ió n : « q u a ille d ic e b a t m a lle s e u n u m c iu e m seru a re q u a m m ille h o s te s o c c id e r e » (ib. 9 , 1 0 ). S o b re A n to n io P í o p u e d e n v e r se : G . L a co u r-G a y e t, A n to n in le P ie u x e t son te m p s, P a ris 1 8 8 8 ; E . E . B ry a n t, T h e reign o f A n to n in u s P ius, C a m b rid g e 1 895; W . H ü t t l, A n to n in u s P iu s I , P ra g a 1 9 3 6 ; C . H . D o d d , T h e cognom en of th e em peror A n to ­ n in u s Pius·. N C . 11 (1 9 1 1 ) 6 ; F . S c h e ll, U n tersu ch u n gen zu r G esch ich te d es K a isers P iu s : H is t. 6 5 (1 9 3 9 ) 1 7 7 ss. 8 2 . 'Iu l. C a p ito l. M arcus A n to n in u s, 4, 10: « S tu d iu m p h ilo s o p h ia e seriu m e t grau en red d i-

154

E l Im perio

Su hijo Cómodo (180-192) reina despóticamente y, apoyándose en el ejército, trata de aniquilar la aristocracia senatorial.83 8. Septimio Severo (193-211) Tuvo una gran influencia en lo sucesivo porque transformó la constitución en sentido de monarquía absoluta, con auxilio de los grandes jurisconsultos Papiniano, Ulpiano y Julio Paulo, que forman el Consistorium Principis. Al senado no se le dejó más que la opción de aplaudir las decisiones imperiales, y el honor de lla­ marse «senado» 84. Lo priva de las atribuciones legislativas sustituyendo los senadoconsultos por las constituciones imperiales; de las políticas, instalando un cuar­ tel legionario en un arrabal de Roma; de las judiciarias, ampliando los poderes de los profectos de la ciudad y del pretorio; de las financieras, haciendo derivar hacia las cajas imperiales los ingresos de la caja senatorial; de las militares con k crea­ ción de prefectos ecuestres. El senado deja de ser incluso el representante supremo del elemento civil. El Consejo imperial recoge sus facultades.85

d it , n o n ta m en p r o r su s a b o lita in e o c o m ita te , q u a m p r a e cip u e s u is , m o x am icis a tq u e e tia m m in u s n o tis e x h ib e b a t, c u m fr u g i e s s e t s in e c o n tu m a c ia , u e r e c u n d u s s in e ig n a u ia , s in e tr is titia g r a u is» . S o b re s u c o o p e r a c ió n c o n e l s e n a d o d ic e s u b ió g r a fo q u e n o s a lía d e la cu ria h a s ta q u e e l c ó n s u l le v a n ta b a la s e s ió n , c o n la s p a la b ra s r itu a le s : « n ih il u o s m oram u r, p a tre s c o n s c r ip ti» (1 0 , 9 ). D e s il p r e o c u p a c ió n ju d icia ria h a b la e n 1 0 , 1 0 - 1 1 , 10; 2 4 , 1-3; s o b r e s u g o b ie r n o d e la s p r o v in c ia s , 1 7 , 1: « p r o u in c ia s in g e n t i m o d e r a tio n e e t b e n ig n ita te tr a c ta u it» , para n o cargar a lo s p r o v in c ia n o s c o n im p u e s to s , v e n d e la s jo y a s im p e r ia le s e in c lu so la s d e su m u jer para fin an ciar la g u erra M a rc o m a n ic a , c f. 1 7 , 4 -5 y 2 1 , 9 . L a v id a y la obra d e M arco A u r e lio la e stu d ia n : H . D . S e d g w ic k , M arcus A u reliu s, a biograph y, Y a le 1 9 2 1 ; U . v o n W ila m o w its M o e lle n d o r f, K a iser M arcus, B e r lin 1 9 3 1 ; P . L a m b r e c h ts, L ’em p ereu r L uciu s V e ru s, essai d e ré h a b ilita tio n : A C . 3 (1 9 3 4 ) 1 7 3 ss; so b r e la filo s o fía d e M . A u r e lio trata A . M . F e s tu g iè r e , S agesse e t christianism e·. R B i 4 0 (1 9 3 1 ) 4 0 1 ss. 8 3 . A e l. L a m p r id iu s, C o m m o d u s A n to n in u s, q u e lo p r e se n ta a sí: « A p rim a sta tim p u e r itia tu r p is, im p r o b u s, c r u d e lis, lib id o n o s u s , o r e qu o,qu e p o llu tu s e t c o n stu p r a tu s f u it» ( 1 , 7 )... « a tq u e s e g e s s it u t le n o n u m m in iste r , u t p r o b r is n a tu m m a g is q u a m e i lo c o e u m c r e d e r e s, a d q u em fo r tu n a p r o u e x it» (2 , 9 ). C o n fía a l fa v o r ito P e r e n n e la a d m in istr a ció n d e l I m p e r io , « u t ip se d e lic iis u a c a r et... h a c ig itu r le g e u iu e n s ip s e c u m tr e c e n tis c o n c u b in is, q u a s e x m a tro n a ru m m er e tr ic u m q u e d ile c tu ad fo r m a e s p e c im e n co n c iv it, tr e c e n tisq u e a liis p u b e r ib u s e x o le tis , q u o s a e q u e e x p le b e ac n o b ilita t e u i p r e tiis q u e fo r m a d is c e p ta tr ic e c o lle g e r a t, in P a la tio p e r c o n u iu ia e t b a ln ea s b a c c h a b a tu r » . S o b r e la v id a d e C ó m o d o lo s d a to s fu n d a m e n ta le s lo s p r e se n ta H e r o d ia n o . c f. E . H o h l, D ie E rm ordu n g d e s C o m m o d u s, ein B eitrag zu r B eu rteilu n g H e ro d ia n s: O h W (1 9 3 2 ) 1 1 3 5 ss; J . M ., D e r h istorisch e W e r t d e r V ita Com m odi·. P h . B e ih e ft 9 , 1 9 0 4 . C f. ta m b ié n A e l L a m p r id ., C o m m o d u s A n to n in u s, 1 8 -1 9 : E l se n a d o p id e q u e s e le p r iv e d e lo s h o n o r e s y s e tir e a l r ío e l ca d á v er d e C ó m o d o . L as a c la m a c io n e s e m p eza b a n a sí: « H o s t i p a ­ tr ia e h o n o r e s d e tr a h a n tu r . P a r r ic id a e h o n o r e s d e tr a h a n tu r . P a r r ic id a trah atu r. H o s t is p a tria e , p a rricid a , g la d ia to r , in s p o lia r io la n ie tu r ...» . 8 4 . A e l. S p a rtia n , S everu s. S o b re e l s e n a d o b a jo lo s S e v e r o s, p u e d e v e r se : L . H o m o . L es p riv ilèg e s a d m in istra tifs du sé n a t rom ain e t leu r disp a ritio n gradu elle au cou rs d u I I I siè c le : R H , 1 9 2 1 ; L a m b r e c h ts, R ech erch es su r l'o rd re sénatorial e l'o rd re éq u estre d u I I I e siècle', 1951. 8 5 . S o b r e lo s S e v e r o s e n g e n e r a l p u e d e v e rse , L . H o m o , L e H au t-E m pire, en G lo t z , H ist. R om . I V , 1 9 4 1 ; B e sn ie r , L 'em p ire rom ain d e l’a vèn em en t d es S évères au C on cile du N icée, en G lo t z , H ist. R o m . I V , 1 -1 9 3 7 ; M a zz a r in o , L 'im p ero rom ano, 1 9 5 6 ; V . C h a p o t, L es causes de la décaden ce d u m o n d e a n tiq u e (a n á lisis d e la c r isis d e l s. I l l ) : R e v u e d e S y n th e s e , 1 9 2 6 ; C a ld e r in i, I S everi: la crisi d e ll’im p ero n ell I I I secolo, 1 9 4 9 . C o n c r e ta m e n te so b r e S e p tim io S e v e ro : A . d e C e u le n e e r , E ssai sur la v ie e t le régne d e S eptim e-S évère: M e m , C ou ron n ées par l ’A c a d . R o y . d e B e lg iq u e 9 9 / 1 , 1 8 8 0 ; M . P la tn a u e r , T h e life an d reign o f th e em p e ro r L . S e p tim iu s S everu s, O x fo r d 1 9 1 8 ; J . H a s e b r o e k , U n tersu ch u n g, zu r G esch ich te d es K aisers S everu s, H e id e lb e r g 1 9 2 1 ; A . v . D o m a s z e w s k i, D e r S taatstreich d e s S ep tim iu s Severus·. R h . M . 5 3 (1 8 9 8 ) 6 3 8 .

Caracalla

155

Lo único que le preocupó fue tener contento al ejército, según el consejo que daba a sus hijos: «Tened concordia, enriqueced a los soldados y no os preocupéis de nadie más» 86. Concede el derecho de casarse a los soldados, cosa que hasta el momento nunca se había hecho. 9. Caracalla (211-217) A su hijo Caracalla se debe una constitución del año 212 por la que todos los habitantes del Im perio reciben el derecho de ciudadanía 87. Lo que hizo, no impulsado por el deseo de igualdad jurídica sino por la ambición de allegar dinero del que era sumamente avaro, según dice Dión Casio: 88 L o p e o r d e é l era , q u e n o s ó lo p r o d ig a b a g r a n d e s su m as c o n lo s s o ld a d o s , s in o q u e ta m p o c o q u e r ía te n er m o d er a c ió n e n la s o tra s c o sa s; y p ara e sto s d e r ro c h e s n o só lo sa q u e a b a a to d o s lo s d e m á s r o m a n o s, s in o , e n p rim er té r m in o , procu rab a estrujar a lo s se n a d o r e s. P u e s fu er a d e la s co ro n a s d e o r o , q u e e x ig ía p o r la s v ic to r ia s q u e s ie m p r e p r e te n d ía h a b er a lca n za d o d e lo s e n e m ig o s (n o m e refie ro a la s coron as o r d in a r ia s, q u e h u b ie ra n s id o u n a p e q u e ñ e z , s in o a la s gra n d es c a n tid a d e s d e d in er o q u e la s c iu d a d e s te n ía n q u e dar al E m p e r a d o r c o n e l t ít u lo d e d in e r o c o r o n a r io )89, fu er a d e la s p r e sta c io n e s q u e le h a b ía m o s d e o fr e ce r , p a r te d e b a ld e , p a r te a n u es­ tra p r o p ia c o sta ; y q u e é l r eg a la b a e n te r a m e n te a lo s s o ld a d o s , ó v o lv ía a v e n d e r e n p ú b lic o ; fu er a d e lo s r eg a lo s q u e s o lic ita b a d e ricos p a r tic u la re s o d e la s ciu d a­ d e s ; y d e la s g a b e la s y n u e v o s tr ib u to s; d e lo s d ie z m o s q u e im p o n ía e n v e z d e l v ig é s im o e n to d a s la s m a n u m isio n e s d e e sc la v o s , e n la s h e r en cia s y d o n a c io n e s , su ­ p r im ie n d o la s s u c e s io n e s ab in te s ta to y la e x e n c ió n d e to d o im p u e s to a lo s p r ó x im o s p a r ie n te s d e lo s d if u n to s q u e se s o lía c o n c e d e r e n ta le s ca so s; fu er a d e l d e r e c h o d e c iu d a d a n ía , q u e o to r g ó a to d o s lo s s ú b d ito s d e l I m p e r io r o m a n o , al p ar e ce r para h o n r a r lo s, p e r o , e n r ea lid a d , c o n e l d e s ig n io d e acrecen ta r su s in g r e so s , p o r q u e lo s n o c iu d a d a n o s n o h a b ía n d e pagar m u ch o s d e lo s m e n c io n a d o s tr ib u to s ; ad em ás d e e s t o , c u a n d o s a lía d e R o m a , e n la s e sta c io n e s q u e h a c ía , p o r m u y b r e v es q u e fu e ­ ra n , te n ía m o s q u e h a cer c o n str u ir to d a c la se d e e d ificio s y caros a p e a d e r o s, e n los q u e jam ás h a b ita b a , y n i s iq u ie r a lo s lle g a b a a v e r . 90

8 6 . D io C a ss. 7 5 , 15. 8 7 . H e a q u í e l te x to d e la C o n stitu tio A n to n ia n a d e d u i t a t e , d e l añ o 2 1 2 d . C . H a b ía d ic h o U lp ia n o , D . 1 , 5 , 1 7 : « I n o r b e R o m a n o q u i s in t e x c o n s titu tio n e im p e r a to r is A n to n in i C iu e s R o m a n i e ffe c ti s u n t» . E l p a p iro e n q u e s e h a c o n s e r v a d o la C o n s titu c ió n se c o m p r ó en E g ip to e n e l a ñ o 1 9 0 2 , c o n o tr o s m u ch o s p a p iro s: « I m p e r a to r C aesar M arcu s A u r e liu s S eu eru s A n to n in u s A u g u s tu s d ic it: N u n c u e r o ... p o tiu s o p o r te t q u e r e llis e t lib e llis su b la tis q u aerere q u o m o d o d iis im m o r ta lib u s g ratias agam , q u o d is ta u ic to r ia ... m e s e r u a u e r u n t. I ta q u e e x istim o s ic m a g n ific e e t r e lig io se m a ie s ta ti eo ru m s a tisfa c er e m e p o s s e , si p e r eg r in o s, q u o tie sc u m q u e in m e o r u m h o m in u m n u m e ru m in g r e ss i s in t, in r e lig io n e s (? ) d e o r u m in d u c a m . D o ig itu r o m n i­ b u s p e r e g r in is, q u i in o r b e terra ru m su n t, c iu ita te m R o m a n o r u m , m a n e n te o m n i g e n e r e ciu itatu m , e x c e p tis d e d itic iis (o qu izás, p ra eter d e d itic io s o ded iticia s). O p o r te t e n im m u ltitu d in e m n o n so lu m o m n ia ... s e d e tia m u ic to r ia c ir c u m c in g i. P r a e te r ea h o c e d ic tu m a u g e b it ( ? ) m aiesta te m p o p u li R o m a n o r u m c u m fa cta s it e a d e m a lio r u m ( ? ) p e r eg r in o ru m ( ,) d ig n ita s ...» ( esto es: a tq u e e o ru m q u i n u n c c iu e s R o m a n i s u n t). V id . P . G ie s s , n . 4 0 ; G ir a r d , p . 2 0 3 ; R iccob o n o , F on tes, p p . 4 4 5 -9 . E s t e d o c u m e n to h a s id o m u y e stu d ia d o e in te r p r e ta d o en m u y d iv e r ­ s o s s e n tid o s , c o m o p u e d e v e r s e e n la in tr o d u c c ió n q u e p o n e R ic c o b o n o y e n E . B ic k e rm a n n , D as E d ik t d e s K a isers Caracalla in P. G iessen 4 0 , B e r lin 1 9 2 6 ; A . S e g r é, La co stitu zio n e Antoniniana: R F I C (1 9 2 6 ) 4 6 1 ; A . M . H . J o n e s , A n o th e r in terp reta tio n o f th e C o n stitu tio Autoniniana: J R S 2 6 (1 9 3 6 ) 2 2 3 ; J . S tro u x , D ie C o n stitu tio A n ton in ian a: P h . 8 8 (1 9 3 3 ) 2 7 2 , le da u n s e n tid o n u e v o al d e c ir q u e C aracalla lo q u e b u sc a e n la C o n s titu c ió n e s m a n te n e r e l c u lto d e lo s d io s e s r o m a n o s fr e n te al cristia n ism o ; W . S c h u b a r t, Z u r C o n s titu tio A n ton in ian a: A ép . 2 0 (1 9 4 0 ) 3 1 ; I . H . B e ll, P a p yru s G iss. 40 and th e C o n s titu tio A n ton in ian a: J E A 3 8 (1 9 4 2 ) 39. 8 8 . D i o C a ss. 7 7 , 9 . 8 9 . D e e s t o ser b u r la m a n ifie sta m e n te e l s a tír ic o P e r s io , 6 , 4 3 -4 9 . 90. J. B . W e is , H ist. U n iversal I I I , B a rc e lo n a , 9 4 7 -9 4 8 . V id . ta m b ié n O . T S c h u lz, D er rom . K a iser Caracalla, G en ie, "Wahnsinn o d er V erbrech en , L eip z ig 1 9 0 9 , trata d e reh a b ilita rlo ;

1%

EI Im perio

10. Alejandro Severo (222-235) Si lo nombramos es para hacer referencia al Consejo de Estado que él institu­ yó, fundado por los grandes jurisconsultos de estos reinados, que transmitían el derecho romano a todo el mundo para siem pre91. En este tiempo faltaba ya Papi­ niano, asesinado por Caracalla, porque éste le exigió un documento en que legiti­ mara el asesinato de Geta, y el gran jurisconsulto había respondido: « Es más fácil cometer un fratricidio que justificarlo; acusar a un inocente a quien han asesinado, se llama matarlo de nuevo». Acto seguido mandó matar a Papiniano. Pero allí estaba Ulpiano, Modestino y Julio Paulo entre otros muchos. Dice Lam pridio92: N o d a b a su a p r o b a c ió n a n in g u n a o r d e n a n z a s in a n tes h a b er o íd o a 2 0 ju r is c o n s u lto s y p o r lo m e n o s a 5 0 h o m b r e s e r u d ito s , sa b io s y e lo c u e n te s , para te n e r e n a q u e l C o n ­ se jo n o m e n o s v o to s d e lo s q u e e ra n n e c e sa r io s para u n d e c r e to d e l s e n a d o (s e g ú n e s t o e ra n n e c esa r io s 7 0 v o to s ). S u m o d o d e p r o c ed er era in q u ir ir y p r o to c o liz a r la s e n te n c ia d e ca d a u n o d e e llo s , d e s p u é s d e h a b e r le d a d o tie m p o , a n tes d e p r o n u n c ia r s u p a recer, para m e d ita r lo .

11. Diocleciano y la Tetrarquía (285-305) La monarquía absoluta, apoyada en las armas de las legiones, no daba buen resultado, según podemos observar en muchos de los Emperadores que precedie­ ron a Diocleciano, ya que todos acaban asesinados. Así Aureliano, Tácito, Floriano, Probo, Caro, Numeriano, Carino y muchos antes que ellos.93 Diocleciano advierte que el cargo de Emperador del pueblo romano excede las fuerzas de un solo hombre y asocia a su imperio otro colega en la persona de Maximiano, dividiéndose el territorio en dos partes: el Oriente, donde reina Dio­ cleciano, y el Occidente donde impera Maximiano. Esta duarquta dura siete años. En el año 293 el sistema se completa con otros dos emperadores, Constancio Cloro y Galero. Sin embargo, los cuatro emperadores no arrogan el poder en un plano de completa igualdad. Por eso había dos Augustos y dos Césares. El gran peligro del sistema radicará en la posible desavenencia de estos cuatro, poderes.94 Desde luego, bajo Diocleciano se completa la idea de que el Imperio romano es una monarquía absoluta9S. Para definirlo así, toma tres medidas constitucio­ nales: 1) El tipo de gobierno será monarquía absoluta y de tipo oriental, de L . P e r r e t, P ro je t d e partage d e l ’empire·. R E H (1 9 2 2 ) 4 4 5 ; D r e x le r , Caracallas Z ug nach dem O r ie n t u. d e r le tz te P arth erkrieg, d is s . H a lle 1 8 8 0 , 2 1 4 -2 1 7 . E n tr e lo s a c to s m á s r e p u g n a n ­ t e s d e C aracalla s e c ita e l a s e s in a to d e l gran ju r is c o n s u lto P a p in ia n o , p o r n o q u er e r le g itim a r le e l fr a tr ic id io d e G e ta . E s m ás fá c il, d ijo P a p in ia n o a l fr a tr ic id a , c o m e te r u n a s e s in a to q u e le g itim a r lo ( A e l. S p a rtia n , Carac. 8 ). S p a rtia n o , c o n d e n s a a sí su im p r e sió n s o b r e e s t e e m p e ­ r ad or: « V ix it d e n iq u e in o d io p o p u li d iu A n to n iu s , n o m e n q u e illu d sa n c tu m d iu m in u s am a­ tu m e s t, q u a m u is e t u e s tim e n ta p o p u lo d e d e r it, u n d e C a r a ca llu s e s t d ic tu s, e t th er m a s m ag­ n ific e n tissim a s fe c e r it» ( I d ., ib. 2 1 , 1 1 ). 9 1 . S o b r e la v id a y o b r a d e A le ja n d r o S e v e r o , v é a se A . Jard é, É tu d e s c ritiq u e s su r la v ie e t le règ n e d e S évère A lex a n d re, P a r is 1 9 2 5 ; V a n S ic k le , T h e term in al d a te s of th e reign o f A lex a n d er Severu s: C P h 2 2 (1 9 2 7 ) 3 1 5 ; A . v . D o m a s z e w s k i, D ie P ira terie im M itte lm e e r u n ter S everu s A lex a n d er: R h M , 1 9 0 3 , 8 3 2 ; E . G o r lic h , A lex a n d er S everu s u. d e r A u sgan g des P rin zip a tes: A e v u m 11 (1 9 3 7 ) 1 9 7 . 92 L a m p r id . A lex . Se v. 1 6 . E l a s e s in a to d e P a p in ia n o v . A e l. S p artian . Caracalla, 4 , 1; 8,5. 9 3 . S o b re D io c le c ia n o v id . G . C o sta , II D alm ata fatale: A e R 1 8 (1 9 1 5 ) 2 1 7 ; A . P ig a n io l, D io k letia n , en la o b r a e n c o la b o r a c ió n M ensch en d ie G esch ich te M achten, d ir ig id a p o r P . R . R o h d e n , 2 2 3 , V ie n a 21 9 3 3 . 9 4 . G . G a y a u , L a tétrarch ie, S om m aire d'u n e é tu d e d'en sem ble: É tu d e s d ’h is to ir e ju rp : d iq u e o ffe r te s à P . F . G ir a r d , 1 9 1 3 . 9 5 . N . H . B a y n e s, T h ree n otes on th e reform s o f D iocletian : J R S 15 (1 9 2 5 ) 1 9 5 .

Constantino

157

carácter divino. El Emperador se viste de seda, de oro, de púrpura, se recubre de piedras preciosas, pone la diadema sobre su cabeza, y ambienta su palacio en las complicadas ceremonias del Oriente. El vive recóndito en el fondo de su laberín­ tico palacio y sólo alguna vez aparecerá en público, envuelto en las aureolas de una verdadera teofanía. Una complicada etiqueta dirigirá todos los actos de la corte y cuantos lleguen al emperador tendrán que prosternarse y adorarlo, porque el emperador es un dios sobre la tierra. 2) Separación del poder civil y el militar. En esto, que constituye una de las innovaciones del reinado de Diocleciano, ve el emperador una protección contra la usurpación, y un rendimiento mayor en la administración al poderse servir de personas especializadas en uno y otro ámbito. Los gobernadores de provincias serán solamente jefes políticos y judiciales; las atribuciones militares las desempeñarán oficiales de carrera militar, verdaderos jefes. Sin embargo, no lleva este principio hasta lo último, puesto que el prefecto del pretorio seguirá con todas sus atribuciones. Esto se realizará con Constantino. 3) La centralización administrativa. Si algo quedaba del sistema administrativo de Augusto, había desaparecido en la crisis del siglo II I. Después de Galieno y de Auréliano los privilegios tradicionales del senado no eran más que un recuerdo. Diocleciano completa la obra: Italia fue dividida en circunscripciones permanen­ tes, verdaderas provincias96, llamadas correcturas, y queda sometida a la paga de impuestos como cualquiera otra región del Imperio. Unificada la administra­ ción por una burocracia poderosa y bien jerarquizada comunica rápidamente a to­ dos los rincones del Imperio la voluntad del Soberano. El gran organismo delibe­ rativo, el Consejo imperial, queda reorganizado por Diocleciano, bajo el nombre de Consistorio Sagrado ” , Este y la administración central: prefecto del pretorio, maestro de oficios, cuestor del palacio y encargado del tesoro asisten al Soberano en el régimen del Estado. Las provincias quedarán también divididas, para evitar poderes excesivos de sus rectores y para que su administración fuera más eficaz. Un órgano intermedio, la diócesis, administrada por un vicario reforzó la vigilancia y facilitó el control del poder cen tral.58 Todo esto resultaba un tanto artificioso para que pudiera mantenerse mucho tiempo. 12. Constantino (306-337) Constantino advirtió enseguida que la tetrarquía era una idea quimérica de Diocleciano y la derogó.99 La innovación constitucional de Constantino se basa en tres puntos: a) La transformación del poder imperial que evoluciona hacia la monarquía de tipo oriental, más claramente aún que bajo Diocleciano. Traslada la capital del Imperio 9 6 . J . A n d e r so n , T h e gen esis o f D io cletia n ’s provin cial reorganization·, v id . C . J u llia n , De la réfo rm e p ro vin cia le a ttrib u é e à D iocletien : R H I I , 1 8 8 2 , 3 3 0 ; C . E . v a n S ic k le , D io cle­ tian and th e d eclin e o f th e R om an m u nicipalities·. J R S 2 8 (1 9 3 8 ) 9 ; C . L éc r iv a in , L e sénat rom ain d e p u is D io clétien à R om e e t à C o n sta n tin o p le, P a r is 1 8 8 8 , r eim p r e sa e n 1 9 7 1 . 9 7 . S o b r e e l S a g ra d o C o n s isto r io p u e d e v é r s e K a k r z e w s k i, L e con sistoir im périal su BasE m p ire romain·. E o s 3 1 (1 9 2 8 ) 4 0 5 . 9 8 . S o b r e e l o r ig e n d e lo s V ic a r io s , p u e d e v e r s e E . C u q , N R H D , 1 8 9 9 , 3 9 3 , y C R A I, 1 9 1 2 , 3 7 2 ; P a llu d e L e s s e n , N R H D , 1 8 9 9 , 2 5 1 y B S A F , 1 9 1 7 , 2 0 5 ; E . M ic h o n , M S A F 7 4 , 2 4 4 ; W . E n s s lin , D e r vicariu s praefectu rae urbis·. B Z , 1 9 3 6 , 3 2 0 . 9 9 . L H o m o , L 'e m p ire rom ain, P a r is 1 9 2 5 , 1 1 2 -1 1 3 . S o b re e l fin a l d e la te tr a r q u ía véase R . A n d r e o tti, C on sta n zo Cloro·. D id a s k 9 (1 9 3 0 ) 1 3 1 ; E . A . S y d en h a m , T h e vic isitu d e s of M axim ian a fter h is abdication·. N C 3 (1 9 3 4 ) 1 4 1 .

E l Im perio

a Constantinopla por varias razones1UÜ: militarmente Roma está expuesta a fáciles invasiones; políticamente Roma representa lo pasado, las antiguas instituciones republicanas, y la tradición senatorial; religiosamente la Urbe es el centro del paganismo agonizante. Constantino pensó mucho sobre el punto de la nueva capi­ tal, inclinándose algún tiempo por Troya, hasta que se fijó en Bizancio como em­ plazamiento más estratégico. Rehizo y fortificó la ciudad y la llamó con su nom­ bre, Constantinopla. Allí instituyó un senado, magistrados, prefectos, etc., a imi­ tación de la Roma antigua; pero la nueva capital es cristiana. b) En el campo administrativo, Constantino sigue la senda trazada por Dio­ cleciano y la lleva a su perfección. La centralización y la jerarquización son incluso conducidos a sus últimos límites: nombrando tres prefectos del pretorio 101. Sigue separado el poder civil y el m ilitar en las provincias, e incluso Constantino lo aplicará a la administración central. Los prefectos del pretorio serán gobernadores civiles; los poderes militares que antes ostentaban pasan a oficiales de nueva crea­ ción, los maestros de la milicia. En el campo eje las finanzas, de la justicia y de la legislación Constantino llega a una perfección, que hacen de su reino en este sentido un verdadero hito en la historia universal. c) En materia religiosa Constantino publica en su edicto de Milán (año 313) una amplia libertad de cultos 102; aunque poco a poco va el cristianismo convirtién­ dose en la religión privilegiada. Esta época marca también un punto de llegada y un punto de partida: el Imperio pagano acaba de cerrarse, y se abre la edad del Imperio cristiano. Pasados unos años vividos a la luz de estas normas constantíníanas, el Imperio tendrá que defenderse de las invasiones de los bárbaros, y muy poco nuevo podrá crearse en orden a las instituciones político-sociales.103 1 0 0 . V id . C . E m e r e a u , L'archon te-proconsu l d e C onstantinople·. R A 1 (1 9 2 6 ) 1 0 3 ; L . Canta r e lli, II p rim o p re fe tto d i C o h sta n tin o p o li: M A L 2 6 , 1 9 2 7 ; I d ., L a serie d i p ro co n so li e d ei p r e fe tti d i C o n sta n tin o p oli: ib id . 2 7 , 1 9 1 9 ; E . B r e h ie r , L ’O rigin e d e s titre s im périau x à B y­ zance: B Z 1 5 (1 9 0 6 ) 7 4 ; A . A lfö ld i, O n th e fo u n d a tio n of C o n sta n tin o p le, a f e w n otes: JR S 3 7 (1 9 4 7 ) 1 0 ; A . F r o lo w , La dédicace d e C o n sta n tin o p le dans la tra d itio n byzan tin e: R H R 127 (1 9 4 4 ) 6 1 . 1 0 1 . V é a s e M o m m se n , O ie d io k letia n isch e R eich spräfektu r, 1 9 0 1 , G e s . S eh r. V I , 2 8 4 ; J. R . P a la n q u e , E ssa i su r la p ré fec tu re d e p ré to ir e d u B as-E m pire, P a r is 1 9 3 3 ; I d ., S u r la liste d es p ré fe ts d u p ré to ire du I V e siècle: B y z 9 (1 9 3 4 ) 7 0 3 . 1 0 2 . S o b re e l e d ic to d e M ilá n , v é a se : O . S e e c k , D as sogenan n n te E d ik t von M ailand: Z K G , 1 8 9 1 , 3 8 1 ; J . R . P a la n q u e , A p ro p o s d u p ré ten d u é d it d e M ilan: B y z 1 0 (1 9 3 5 ) 6 0 7 ; y H . G r é g o ir e , R é p o n se à J. R . P alanque: ib id ., 6 1 6 ; G . B a rd y , L a p o litiq u e religieu se d e C on s­ ta n tin a près le con cile d e N icée: R e v . S c ie n c . r e lig . (1 9 2 8 ) 5 1 6 ; J . V o g t, D ie B ed eu tu n g des Jah res 321 fü r d ir R e lig io n sp o litik K o n sta n tin s d e s G rossen : Z K G 61 (1 9 4 2 ) 17 1 ; J. G a u d e ­ m e n t, L a législa tio n religieu se d e C on stan tin : R e v . d e l ’é g lis e d e F r a n c e 3 2 ( Í 9 4 7 ) 2 5 ; A . Kan iu th , D ie B eisetzu n g K o n sta n tin s d e s G rossen , U n tersu n ch . zu r religiösen H altu n g d e s K a i­ sers: B re sla u e r h is to r . F o r sch . 1 8 , 1 9 4 1 ; A . A lfö ld i, T h e con version of C o n sta n tn ie and pazan R o m e, O x fo r d 1 9 4 8 . 1 0 3 . V é a s e , K . H ö n n , K o n sta n tin d e r G ro sse, L e ip z ig 1 9 4 0 ; A . P ig a n io l, L 'em pereu r C o n sta n tin , P a r is 1 9 3 2 ; J. B u r ck h a r d t, D ie Z e it C o n stan tin s d es G rosses, 1 9 5 3 ; e d ic ió n r e v i­ sa d a p or S tä h e lin , e n S tu ttg a r t 1 9 2 9 ; E . S c h w a r tz , K a iser C on stan tin u. d ie ch ristlich e K ir­ che, 21 9 3 6 ; J. M a u r ic e, C on stan tin le G ran d, P a r is 1 9 2 4 ; L . S a lv a to r e lli, C o sta n tin o il G ran de (c o ll. d e P r o fili, n . 1 0 3 ), R o m a 1 9 2 8 ; J . R . P a la n q u e , C on stan tin , e n la c o le c . H o m m e s d 'É ta t 1 / 3 3 5 , 1 9 3 6 . S o b re e l fin d e l I m p e r io r o m a n o : E . S a lin - A . F ran ce-L an ord , L ’ép ée longue d e s grandes invasions: C R A I , 1 9 4 6 , 5 8 6 ; R . L a to u c h e , L es gran des in vasion s e t la crise de I’O c c id e n te a u V siècle, P a ris 1 9 4 6 ; S . M a z z a r in o , S tilic o n e , la crisi im p eria le d o p o T eo d o sio , R o m a 1 9 4 2 ; J. L . M a ria d e L e p p e r , D e re b u s g e s tis B o n ifa tii c o m itis A fricae e t m agistri-m ilitu m , T ilb u rg -B r e d a 1 9 4 1 ; L . S c h m id t, G esch ich te d e r W an dalen , M u n ic h 1 9 4 2 ; F . W . W alb a n c, T h e d eclin e o f th e R om an E m p ire in th e W e s t, L o n d o n 1 9 4 6 ; J. V o g t, II declin o di R o m a , m eta m o rfo si d ella c iv iltà an tica dal 200 al 5 0 0 d. C ., M ila n o 1 9 6 5 .

4 Las magistraturas a lo largo de la vida romana

« H o n o r u m p o p u li fin is e s t c o n su la tu s» . (C ic . Plane. 6 0 )

I.

LAS MAGISTRATURAS EN GENERAL

La trayectoria que hemos seguido en la exposición de las Instituciones polí­ ticas y sociales, a lo largo de la historia de Roma, nos ha impedido el plasmar de un golpe la personalidad de cada uno de los magistrados, sobre los que hemos ido constantemente añadiendo y quitando prerrogativas, y con ello difícilmente se concibe la imagen del carácter de cada uno de estos cargos. Dada su impor­ tancia en la vida de Roma, creemos oportuno condensar aquí la esencia de cada m agistratura en los momentos normales de la vida ciudadana, en los siglos III-I a. C. poco más o menos. Sobre las magistraturas en general señalaremos unos principios que luego que­ darán aplicados concretamente a cada una de ellas. 1. Magistrados propiamente se llaman el dictador, el cónsul y el pretor que están investidos de imperium-, pero por extensión también se aplica el nombre a los censores, a los ediles, a los cuestores y a los tribunos, que no tienen más que la potestas. A aquéllos se les llama magistrados mayores y a éstos menores. En el edicto de los cónsules, en que se señalan los días para los comicios cen­ turiados, se prescribe según una vieja fórmula, que durante tales comicios: ne quis magistratus minor de caelo seruasse u e lit1. Esto nos propone, según Aulo Gelio, la distinción entre magistrados mayores y. menores, tema que hallamos solu­ cionado en el libro De Auspiciis del augur Mésala, que escribe así: L o s a u sp ic io s d e lo s p a tric io s se d iv id e n e n d o s c a te g o r ía s. L os m á x im o s s o n lo s de lo s c ó n s u le s , p r e to r e s y c e n so r e s. P e r o , n i siq u ie r a é sto s s o n lo s m is m o s y d e id é n tic a c a te g o r ía , p o r q u e lo s c e n so r e s n o s o n c o le g a s n i d e lo s c ó n s u le s, n i d e lo s p r e to r es, p e r o s í lo s o n lo s c ó n s u le s y p r e to r es e n tr e s í. P o r e so n i lo s c ó n s u le s , n i lo s p r e to ­ r es tu rb a n u o b s ta c u liz a n lo s a u sp ic io s d e lo s c e n so r e s, n i lo s c e n so r e s im p id e n lo s a u sp ic io s d e lo s c ó n s u le s y d e lo s p r e to r e s . E l p r e to r , a u n q u e e s c o le g a d e l c ó n s u l, n o p u e d e rogar e n d e r ec h o n i a o tr o p r e to r n i a l c ó n s u l, c o m o h e m o s r e c ib id o de

1.

Gell. 13, 15, 1.

160

L as magistraturas a ¡o largo de la vida romana n u e s tr o s p a d re s, o c o m o se h a o b s e r v a d o a n te s d e e sto s tie m p o s y se h a lla e x p u e s to e n e l C om en tario d é c im o te r ce r o d e C . T u d ita n o , p o r q u e e l p r e to r tie n e u n im p er io m e n o r , y e l c ó n s u l u n im p e r io m a y o r , n o p u e d e ser r o g a d o e n d e r e c h o p o r e l m e n o r , n i e l c o le g a su p e r io r p u e d e se r r o g a d o e n d e r e c h o p o r e l c o le g a in f e r io r ... L o s c e n ­ so r e s n o s o n r o g a d o s p o r e l m is m o im p e r io q u e lo s c ó n s u le s y lo s p r e to r es. L o s a u sp ic io s d e lo s m a g istr a d o s r e s ta n te s s o n m enores. P o r la m ism a cau sa é sto s s e lla m a n m a g istr a d o s m e n o r e s, y a q u é llo s m a g istr a d o s m a y o res. L o s m a g istr a d o s m e ­ n o r e s r e c ib e n su e le c c ió n y c o n fir m a c ió n e n lo s c o m ic io s tr ib u to s p o r u n a le y cu riad a, a lo s m a y o r e s lo s e lig e n lo s c o m ic io s c e n tu r ia d o s.

Con estas palabras de Mésala, prosigue Gelio, queda explicado quiénes son los magistrados menores y por qué se llaman así. Los magistrados mayores se dice que tienen auspicios, porque sus augurios están más confirmados que los de los otros. 2 Según que los magistrados sean permanentes o no, se distinguen tres clases en ellos: 1) magistrados permanentes anuales: cónsules, pretores, ediles, cues­ tores; 2) magistrados con competencia determinada, pero no permanentes: cen­ sores, dictadores, tribunos consulari potestate, que pueden permanecer en la ma­ gistratura más o menos de un año: 3) los magistrados creados por una ley espe­ cial, que determina su competencia, son extraordinarios: los decenviros legibus scribundis; los triunviros agris dandis, assignandis, coloniae deducendae·, cualquie­ ra que sea la fórmula con que se los nombre: cum imperio, cum potestate esse. 2. La potestas es la facultad, 1) de poder tomar los auspicios dentro del po­ moerium·, 2) de hacer edictos (ius ediscendi); 3) de imponer multas; 4) de poder reunir al pueblo para hablarle (contionem habere), o para someter alguna decisión a su voto (agere cum populo)·, 5) de convocar y presidir el senado (sena­ tum uocare), proponer un asunto a su deliberación (referre ad senatum), pedir su voto (cum patribus agere). EI imperium supone todo lo de la potestas y además: 1) Derecho de auspicios también extra pomoerium. 2) Derecho de reunir y capitanear el ejército, «con­ cedamos, por consiguiente, a César el imperium sin el cual no se puede actuar militarmente, mandar los ejércitos ni dirigir la guerra» 3. 3) Jurisdicción judicial en Roma. 4) Derecho coercitivo, facultad de arrestar a los ciudadanos y obligar­ los a comparecer ante la autoridad respectiva. 5 ) Derecho de convocar al pueblo incluso extra pomoerium, por ejemplo, en el campo Marte, para los comicios cen­ turiados. Hay un imperium domi, es decir, dentro de Roma, e imperium militiae, poder militar fuera de la ciudad. El m agistrado.que ha tomado los augurios en el Capi­ tolio y va vestido con el traje de campañana) el paludamentum 4, una vez ha pasado el pomoerium, pone las hachas en los fascios de los lictores. En los negocios ordi­ narios el punto de distinción entre una y otra potestad es el pomoerium·, para la prouocatio ad populum y la intercessio, se discute si el punto de distinción es el pomerio o el primer mijero después de las m urallas.5 Es natural que en la colisión de dos magistrados que quieren reunir al pueblo, por el motivo que sea, prevalezca siempre la autoridad del magistrado superior.

2. 3. 4. 5.

G e ll. C ic . F e s t. L iv .

13, 15.

P hil. 5 , 4 5 .

p . 1 7 3 ; L iv . 3 2 , 4 9 ; 4 5 , 3 9 , 1 1 ; 2 1 , 6 3 , 9 ; C ic. V e r r . 5 , 3 4 ; V arr. L . L. 7 , 3 7 . 3 , 2 0 , 7 ; s o b r e lo s m a g istr a d o s, c f. T . R . S. B r o u g h to n , T h e M a g istra tes o / th e Rom an R e p u b lik I : 5 0 9 B . C . - 1 0 0 B . C .; I I : 9 9 'B . C . - 3 1 B . C . C le v e la n d (1 9 5 1 - 1 9 5 2 ) 1 9 6 8 .

L es magistraturas en generat

161

A este respecto son muy elocuentes las palabras transmitidas por Aulo Gelio, tomadas del libro de los Magistrados menores de Mésala: E l c ó n s u l p u e d e d is o lv e r o im p e d ir lo s c o m ic io s y la s asa m b lea s c o n v o c a d a s p o r to d o s lo s d e m á s m a g istr a d o s; e l p r e to r ta m b ié n , e x c e p to s i la r e u n ió n h a sid o co n v o c a d a p o r e l c ó n s u l. L o s m a g istr a d o s m e n o r e s n o p u e d e n d is o lv e r n in g u n a a sam b lea. P o r lo ta n to e l p r im e r o q u e c o n g r eg a a lo s c iu d a d a n o s a c o m ic io s , o b r a r e c ta m e n te , p o r ­ q u e n o p u e d e tra ta rse c o n e l p u e b lo e n u n a d o b le a sa m b le a a u n m ism o tie m p o , n i apartar g e n te d e u n o a o tr o . P e r o si q u ie r e n te n e r u n a asa m b lea para h a b la r al p u e ­ b lo (co n tio ), d e fo r m a q u e n o tr a ta se n c o n e l p u e b lo , p u e d e n v a r io s m a g istr a d o s c ele ­ brar co n d o n e s a l m ism o tie m p o » . D e e sta s p a la b ras d e M ésa la s e d e d u c e c la r a m e n te q u e u n a c o sa e s tratar c o n e l p u e b lo (agere cum p o p u lo ), y otra c eleb ra r u n a con tio (co n tio n em h o bere). P u e s tratar c o n e l p u e b lo e s p r o p o n e r le a lg o p ara q u e l o m ande' o l o p r o h ib a c o n s u s v o to s ; y c eleb ra r u n a co n tio e s d ir ig ir la p a la b ra a l p u e b lo sin p r o p o n e r le n in g ú n te m a so b r e e l q u e d e b a v o t a r .6

La lex Villia annalis, promulgada en el año 180 a. C., establecía el modo defi­ nitivo para conseguir las diversas magistraturas. El cursus honorum se iniciaba con la quaestura y terminaba con el consulado. Entre dos magistraturas consecutivas debían de pasar por lo menos dos años. Por eso uno podía ser cuestor a los 28 años; edil a los 31; pretor a los 34 y cónsul a los 37. La edilidad no era obligatoria para pasar al pretorado, pero los plebeyos entraban por ella en la nobleza, y la serie de juegos que organizaban los ediles, eran un señuelo extra­ ordinario para ganarse la simpatía del pueblo y conseguir así el pretorado. Sal­ tando la edilidad, podía uno ser pretor a los 31 años y cónsulo a los 34. Más tarde, la ley Cornelia de Sila modificó las edades: el cuestor debía tener por lo menos 30 años cumplidos, el edil curul 37, el pretor 40 y el cónsul 43. En un principio no se fijaban edades para desempeñar las magistraturas. «No obstante, entre los antiguos los Rullos, los Decios, los Corvinos y muchos otros, y en edades más próxima a la nuestra el Africano Mayor, T. Flaminino creados cónsules muy jóvenes, llevaron a cabo tales hazañas que ensancharon el imperio y honraron el nombre del pueblo romano» 7; pero luego las leyes establecían una edad de ma­ durez para el consulado, porque temían las imprudencias de los jóvenes.8 Las magistraturas se inauguraban el día 1.° de enero, con un sacrificio ofrecido en el Capitolio después de un desfile procesional de todos los nuevos magistra­ dos. Mientras la comitiva va discurriendo por el cliuus Capitolinus el pueblo suplica a Jano el de las dos caras, que ve el tiempo pasado y el futuro, que asista propi­ cio a los nuevos jefes, al pueblo de Quirino y mantenga cerrados durante todo el año sus templos. Amanece un día próspero en que hay que elevar súplicas al cielo y pronunciar durante todo él palabras delicadas, porque hoy no se puede discutir, ni murmurar, ni injuriar.9 Entre tanto los magistrados con sus togas recién estrenadas y todo el pueblo vestido de blanco sube al Capitolio: « S e v a a la s a lta s T a rp ey a s c o n lo s v e s tid o s n u e v o s , y e l p u e b lo v iv e c o n e l m is m o e s p ír itu fe s tiv o . Y a a b ren la m a rch a lo s n u e v o s fa s c io s, e ir isa al v ie n to la r e c ie n te pú rp ura: y e l n e v a d o m arfil s ie n te e l p e s o d e lo s n u e v o s m a g istra d o s.

6. 7. 8. 9.

11

G e ll. 1 3 , 1 6 . C ic . P hil. 5 , 4 8 . C ic . P h il. 5 , 4 7 . V id . O v id . Fast. 1, 6 3 -7 8 .

162

L as m agistraturas a lo largo de la vida romana P in g ü e s te r n e r o s o fr e c e n al c u c h illo sa crificia l su s c u e llo s in ta c to s p o r e l y u g o , q u e h a e n g o r d a d o e n s u s p r a d o s la gram a fa lisc a . C u a n d o J ú p ite r d e s d e s u fo r ta le z a sagrad a d ir ig e s u s o jo s so b r e e l m u n d o e n te r o , n a d a , q u e n o sea r o m a n o , e n c u e n tr a d ig n o d e s u s f a v o r e s » .10

3. En cuanto a los magistrados, la República reemplaza el principio monár­ quico por el de la colegialidad. Es una norma fundamental en el derecho romano. Salva la primacía del Pontífice Máximo, el interregno, la dictadura, la prefectura de laciudad, y en cierto sentido también el pretorado, cada magistratura forma un colegio. Hay magistraturas de dos miembros: cónsules, censores, etc., de seis como los tribunos militares, de diez, los tribunos de la plebe. Algunos colegios ya indi­ can en su nombre el número de miembros, como los decenviros..., triunviros, I I I uiri; X X uiri, etc. Por eso los consulados sine collega, de Pompeyo y de César fueron abusos de poder. Cada miembro del colegio tiene la plenitud del poder, puede obrar solo, dar por sí un decreto válido, pero su acción puede ser invalidada por él veto de un colega, que puede tanto como él, o por un magistrado supe­ rior, que puede más que él. 4. Las principales atribuciones generales, además de los auspicios, el imperium y la potestas, a que ya hemos aludido, tienen a) el derecho de coerción, que en cierta manera se opone a la jurisdicción crim inal11 es la facultad que tiene el magistrado de reducir a obediencia al ciudadano díscolo. La insubordinación pue­ de ser de muchos géneros n , y el magistrado goza de entera libertad para dar la gravedad que estime al acto de insubordinación, y en la represión no está tampoco limitado por ninguna jurisdicción penal. Pero con todo para aplicar las penas ma­ yores debe contar con la prouocatio ad populum y la intercessio de los tribunos. Este derecho forma parte del imperium; y corresponde por tanto a los cónsules 13, a los dictadores y a los pretores. Más tarde también a los tribunos de la plebe. E n la época histórica todos los magistrados investidos de jurisdicción tienen un derecho aunque limitado de coerción 14; el Pontífice Máximo con respecto a los Pontífices, los censores15, los ediles En el territorio militiae el general puede delegarla a sus subordinados, tribunos militares y otros oficiales. b) Iu s agendi cum populo, pertenece a los cónsules, dictadores, pretores, ma­ gister equitum, tribunos consulares, a -veces a magistrados extraordinarios: decen­ viros legibus scribundis, a los tribunos de la plebe, al pontífice máximo cuando convoca las tribus patricio-plebeyas 16, a uno de los pontífices en la elección de pontífice m áxim o.17 c) Ius agendi cum patribus, ius referendi, pertenecen ambos derechos a los magistrados superiores: cónsules, dictadores, pretores, tribunos militares consulari potestate, interreges, decenviros legibus scribundis, triumuiris rei publicae consti■ endae, magister equitum, prefecto de la ciudad 18 No lo tienen los censores, ni los magistrados nferiores, excepo los tribunos de la plebe, que lo consiguieron

10. 11. 12. 13 . 14. 15 16. 17. 18.

O v id . Fast. 1, 7 9 -8 6 . T o d o e l m u n d o s ir v e a R o m a , c f. V o p is c . P rob. 1 5 , 6. C ic. Leg. 3 , 6 ; P o m p o n . D . 1, 2 , 2 , 16. V id . L iv . 3 , 5 1 , 1 3; 6 , 2 8 , 1 2; 2 5 , 3 , 1 9 ; 2 5 , 4, 4; 4 3 , 1 6 , 9 ; P lin . E p . 1, 2 3 . V e il. 2 , 9 2 ; V a l. M a x . 9 , 7 , 1; A p p . B el. C iv. 1, 28; 3 , 31. V id . U lp . D . 5 0 , 1 6 , 1 3 1 , 1; 5 , 1, 2 , 8 . F e s t. p . 5 4 ; L iv . 4 3 , 16. L iv . 4 0 , 4 2 , 10. L iv . 2 5 , 5 , 2 -4 . C ic. L eg . 3 , 6 ; G e ll. 4 , 7 , 8

L as m agistraturas en general

163

muy pronto. El hacer una comunicación al senado está en las atribuciones de todos los magistrados inferiores hasta los cuestores. d) Derecho de cooptación de colegas. El cónsul elige al dictador. Hasta la ley Trebonia del año 448 a. C., en caso de elección incompleta, los tribunos eligen a sus colegas hasta completar el número de diez. Se duda si primitivamente el cón­ sul tenía derecho de cooptación para completar su colegio. e) Derecho de representar al Estado, frente a un dios, o junto a un estado extranjero. 1) Con respecto a una divinidad, la dedicatio, es decir, el traslado de propiedad del Estado a manos de un dios, no pertenece más que a los magis­ trados superiores 19; y entre ellos a los censores y a los ediles; después a los fun­ cionarios creados para el caso, por ejemplo, duo uiri aedi dedicandae. El derecho de hacer un voto que obligue al pueblo, no lo poseen más que los magistrados m ayores20 que habitualmente piden autorización al senado21; para prometer un uer sacrum se necesita además el voto de los comicios22. 2) Para los pactos con­ cluidos con un Estado extranjero, el magistrado superior tiene la debida compe­ tencia para realizar los preparativos de orden- provisional. Al tratado le da valor definitivo la intervención de los feciales. El foedus o la sponsio que el general hace por proia cuenta no obliga al pueblo, que se reserva el derecho de retirar lo pactado, poniendo a disposición del enemigo (deditio) si lo cree conveniente, a los autores del compromiso.23 f) Para todos los actos que no entraban en su competencia habitual los ma­ gistrados deben, según el mos maiorum, consultar al senado, y seguir el parecer de la mayoría, so pena de incurrir en una grave responsabilidad. 5. Una de las características de las funciones públicas, durante la República, es su gratuidad. E incluso algunos cargos, como la edilidad curul, comportaban grandes dispendios, por los juegos públicos que tenían que presentar. Aunque el magistrado utiliza los siervos públicos como aparitores y otros servicios, y aun­ que recibe también alguna indemnización del Estado, su deber de dar una buena variedad de juegos le importan con frecuencia gastos enormes, con los que muchos se empeñaban para toda la vida. Los que salen de Roma con una misión reciben además del equipo de viaje y el derecho de transporte con la presentación de su anillo de o ro 24 los gastos del viaje(uiaticum )25 y a veces una dieta fijada por el sena­ do 26. Los que salen a desempeñar una magistratura fuera de Roma, tienen derecho al transporte por tierra y por mar (equus, mulae, tabernacula, uehicula)21; a ut; equipo de viaje {supellex, uasa, uestis)28; y al viaje sumptu publico para si y para sus compañeros(la cohorspraetoria),y a por requerimiento g ratu ito 29, ya 19 . 20. 21. 22. 23.

L iv . 9 ,4 6 ,6 . L iv . 5 , 2 2 , 7 ; 2 3 , 3 0 , 14; 2 7 , 3 3 , 8 ; 3 0 , 2 7 , 1 1 ; 2 1 , 6 2 , 1 0 ; 2 7 , 1 1 , 6; 2 2 , 1 0 , 10. L iv . 7 ,1 1 ,4 . L iv . 2 2 , 1 0 , 1-3. L iv . 9 , 8 , 6 ; 3 8 , 4 2 ; V a l. M a x . 6 , 3 , 3 ; C ic . D e O r. 1, 4 0 ; 2 , 3 2 ; Of f . 3 , 1 0 9 ; T opic. 9 ; P ro Caec. 3 4 . 2 4 . P lin . N . H . 3 3 , 1, 1 1; V a l. M a x . 2 , 2 , 7. 2 5 . C ic . Fam. 1 2 , 3 , 2 ; V err. 1, 6 0 . 26. P lu t. T ib . G rac. 1 3 . 27. C ic. V err. 4 , 9 ; 5 , 8 3 ; Leg. A gr. 2 , 3 2 ; A tt. 15, 18, 1; G e ll. 1 5 , 4 , 3 ; P lu t. T i. Grac. 13; Cat. M ai. 6 ; S u e t. A u g. 3 6 . 2 8 . C ic . V err. 5 , 4 5 ; 4 , 9 ; L iv . 3 0 , 1 7 , 1 2 -1 3 ; 4 2 , 1, 1 9 ; C e lsu s, D . 3 3 , 10 , 7 , 1; V a l. M a x . 2 , 2 , 7 ; P lu t. C at. M ai. 6 . 29. C ic . A tt. 5, 1 6 , 3 ; 5 , 1 0 , 2 ; V err. 1 , 6 0 d e la 2 .a act.

164

L as magistraturas a lo largo de la vida romana

cargando las compras a cuenta del E stad o 30. Para simplificar cuentas, ya desde muy temprano se les destinó una cantidad muy considerable, en conformidad siem­ pre con el punto de destino, para el equipo, el uasarium 31, fijado comúnmente por el senado, rara vez por el pueblo32 y para el frum entum in cellam, cantidad deter­ minada de trigo y el precio al que debía proporcionárselo33. Sobre estas dos últi­ mas provisiones el magistrado podía beneficiarse en principio saluis legibus34 sin contar con las apropiaciones caprichosas o las exigencias injustas a los naturales de las regiones por donde pasaban. Los inscritos en la cohors praetoria se incluían en los derechos del magistrado. Bajo el Imperio se les suministran cantidades fijas, distintas según las categorías de los magistrados, y lo mismo para los miembros de su com itiva35. Un procónsul consular tiene un millón de sestercios. 36 6. Como distintivos honoríficos los magistrados tienen: a) Los fàscios y los lictores. b) La silla curul: los magistrados mayores hasta el edil curul inclusive, y el censor, por lo menos en época reciente37, el flamen dialis tiene también silla cu­ rul 38. Los cuestores urbanos y provinciales y los iudices quaestionis tienen derecho a sella-, y los tribunos de la plebe a banco (subsellium) 39. Los magistrados curules, al dejar su cargo tiene derecho, por la lex Ouinia, a formar parte del senado, hasta la ordenación de una lista nueva de senadores. Esta prerrogativa se extiende luego a los ediles y tribunos de la plebe, e incluso, después de Sila, también a los cuestores. c) Derecho de administrar sus cargos sentados. Ante un magistrado un ciu­ dadano particular debe bajar del caballo, o si está sentado, levantarse40; lo mismo hace un magistrado inferior ante otro superior.41 d) Asiento de honor en los juegos públicos, en el teatro y en el circo.42 e) La toga pretexta, propia de los magistrados curules, incluidos los censo­ res 43, que se quitan o vuelven al revés en los actos de duelo. La toga purpurea, más tarde bordada en oro (toga pic ta) propia de los magistrados en la celebración del triunfo, y del pretor que preside los ludi Apollinares44. Durante el Imperio la usaban también los cónsules para el processus consularis, y el magistrado que pre­ sidiera unos juegos 45. En campaña el general lleva el paludamentum ro jo 46. Du­ rante el imperio se reserva para el Emperador. f) El derecho de hacerse acompañar durante la noche de luces y antorchas,47

30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47.

P lu t. C at. M ai. 6 . C ic . I tt P is. 2 8 y 8 6 ; P ro D om . 2 3 . C ic . L eg. A g r. 2 , 3 2 . C ic . V e rr. 3 , 1 9 5 . C ic . Fam. 5 , 2 0 , 9. D io C a ss. 5 3 , 1 5 ; 5 2 , 2 3 ; S u e t. A u g . 3 6 . D io C a ss. 7 8 , 2 2 ; C IL . X I I I , 3 1 6 2 . L iv . 4 0 , 4 5 , 8 ; P o lib . 6 , 5 3 , 9 . L iv . 1 , 1 0 , 4 ; 2 7 , 8 , 8 ; P lu t. Q u a est. R om . 1 1 3 . V a tr . L . L . 5 , 1 2 8 . S e n e c a , E p. 7 , 2 ; S u e t. T tb. 3 1 ; L iv . 9 , 4 6 , 9 ; G e ll. 7 , 9 , 6 . P lin . E p. 1, 2 3 ; P lu t. C . G rac. 3 ; G e ll. 2 , 2 , 13. A r n o b . 4 , 3 5 ; L iv . 2 4 , 4 4 , 1 0 ; S u e t. N ero , 1 2 ; D io C ass. 4 4 , 4 ; 5 3 , 27. C ic . A d Senat. 1 2 ; V err. 5 , 3 6 ; L iv . E p it. 1 9 ; P lin . N . H . 9 , 3 9 , 1 3 7 . L iv . 5 , 4 1 , 2 ; P lin . N . H . 3 4 , 5 , 2 0 ; M a rtia l. 8 ,3 3 , 1; I u v e n a l. 1 0 , 3 6 ; 1 1 , 1 9 5 . D io C a ss. 4 9 , 16. L iv . 9 , 5 , 1 2; 2 5 , 1 6 , 2 1 ; S u et. Claud. 2 1 ; V a l. M a x . 1 , 6 , 11 . C ic . S en ect. 4 4 ; H o r . Sat. 1, 5 , 36.

L .’s m agis/ral liras en general

165

g) Los antiguos magistrados tienen el derecho de usar la toga pretexta en las fiestas públicas.48 h) Al magistrado difunto se le puede honrar con las insignias de la magistra­ tura mayor que haya desempeñado. El censor tiene derecho a la púrpura.49 i) Los magistrados mayores, a partir del edil curul, tienen derecho de conser­ var en sus casas las imágenes de sus antepasados.50 j) El derecho a elogio fúnebre, que al principio estaba reservado a los antiguos magistrados y luego se extendió a otras personas, incluso m ujeres.51 7. Las principales condiciones necesarias para ser elegidos magistrados pue­ den reducirse a éstas: a) Derecho de ciudadanía romana. Los plebeyos estuvieron excluidos durante algún tiempo de las magistraturas mayores. Los patricios no pueden desempeñar nunca las magistraturas plebeyas, sino efectúan la transitio ad plebetn. b) La función del rex sacrorum es incompatible, por lo menos hasta el Im­ perio, con cualquier m agistratura.52 c) Ño estar sometidos a ningún proceso penal. El examen del cumplimiento de los requisitos necesarios lo hace el magistrado que preside los comicios electorales. En caso de duda se asesora de un consejo especial; y a veces del senado.53 8. El candidato debe presentar públicamente su candidatura (nomen profiteri, professio) al magistrado que haya de presidir las elecciones. Este lo acepta (normen accipere) o lo rechazaM; aunque al final de la República se recibía a todos los que se presentaban si reunían las condiciones necesarias. Debían presentar la can­ didatura a lo menos 24 días antes de las elecciones5S, dentro de la ciudad56, y desde el año 62 tenían que hacerlo personalmente, si no habían alcanzado la dis­ pensa de ello 57, El candidato ha debido de completar también unos años de ser­ vicio militar, si bien en alguna época, como en la de Cicerón, es un simple expe­ diente de ir con un general, que le nombra enseguida tribuno militar, magistra­ tura que desempeña un año más o menos. Pero desde la edad de los 17 años hasta los 30 está en reserva y a disposición de los jefes militares, por lo menos desde Sila, por lo cual ninguna magistratura puede desempeñarse antes de los 31 años de edad. La expresión annus suus, annus meus, es el primer año legal en que uno

4 8 . L iv . E p it. 1 9 ; C ic . P hil. 2 , 1 1 0 . 4 9 . P o lib . 6 , 5 3 , 7. 50. C ic . In P is. 1; Leg. A gr. 2, 1 y 1 0 0 ; V ert.. 5 , 3 6 ; S ail. lu g . 8 5 , 1 0 y 25 . 51. C ic. B ru t. 6 2 y 8 1 ; L iv . 8 , 4 0 , 3 ; C ic. Sen ect. 1 2 y 6 1 ; L iv . 2 , 6 1 ; Q u in til. 3 , 7 , 2; 1 1 , 3 , 1 5 3 . L a p rim era m u jer so b r e la q u e se p r o n u n c ió u n a o r a c ió n fú n e b r e , seg ú n C ic . (D e O r. 2 , 4 4 ) fu e P o p ilia , m a d re d e Q . L u ta c io C a tu lo y d e C . J u lio C ésar E stra b ó n . S u e to n io n o s h a c o n s e r v a d o e l r ec u e r d o d e la s lau dation es fú n e b r e s p r o n u n c ia d a s p o r C ésar, la p rim era e n h o n o r d e su t ía J u lia (S u e t. D iu . lu í. 6 ) y la o tra e n h o n o r d e su e sp o sa C o r n e lia , s o b r e la q u e ta m b ié n h a b la P lu t. César, 5 . C a su a lm e n te s e n o s h a c o n s e r v a d o u n a lau datio fun ebris e n h o n o r d e u n a m u jer, c o n c ierta e x te n s ió n , e s la lla m a d a L au datio T uriae, v . C IL , V I , 1 5 , 2 7 y B r u n s -G r a d e n w itz , F o n tes lu r is R om an i, p , 3 2 2 ss; V . U ss a n i, S toria d ella L e tte r. Latina, M ila n o 1 9 4 2 , p p . 4 6 8 -4 7 1 . 5 2 . P lu t. O u aest. Horn. 6 3 ; L iv . 4 0 , 4 2 , 8 ; C IL . X I V , 3 6 0 4 ; 4 2 4 6 . 53. L iv . 2 6 ; 1 8 , 7 ; 3 , 6 4 , 5 ; C ic. B rut. 2 2 4 ; L iv . 2 7 , 6 , 9; 3 2 , 7 , 11; 3 9 , 3 9 , 6. 54. L iv . 3 , 6 4 , 5 ; 7 , 2 2 , 8 ; 8 , 1 5 , 19 ;· 9 , 4 6 , 2 ; 1 0 , 15 , 7 -1 1 ; 2 5 , 2 , 5 ; 3 9 , ' 9 , 4 ; C ic. F am. 1 6 , 1 2 , 3 ; B ru t. 2 2 4 ; G e ll. 7 , 9 , 3. 5 5 . C ic . Fam. 1 6 , 1 2 , 3 ; S a il. C at. 1 8 , 3 . 5 6 . P lu t. Caes. 13. 5 7 . C ic . Leg. A g r. 2 , 2 4 ; S u et. Caes. 1 8 y 2 8 ; P lu t. Caes. 13; D io C a ss. 4 0 , 5 6 .

166

L as m agistraturas a lo largo de la vida romana

podía presentar su candidatura; por tanto era de sumo honor para un ciudadano ser elegido tan pronto como se presentaba.58 9. Acumulación de magistraturas. No pueden desempeñarse dos magistraturas patricias, ordinarias a la vez. Sin embargo, al principio podían acumularse magis­ traturas no permanentes, como la de dictador y maestro de caballería; censor y alguna magistratura anual o extraordinaria; cónsul y dictador59. Luego esta acu­ mulación resultó imposible, por la desaparición de las magistraturas no perma­ nentes. Pero siempre un magistrado ordinario pudo acumular un cargo extraordi­ nario, como un triunvirato agris dandis adsignandis, coloniae deducendae, etc. Nun­ ca pudieron acumularse las magistraturas plebeyas entre sí, ni las magistraturas patricias con las plebeyas. Nunca un cónsul pudo ser al mismo tiempo pretor o tribuno de la plebe, por ejemplo. 10. Continuación o repetición de una misma magistratura. Parece que en un principio podían prorrogarse las magistraturas patricias. Pero muy temprano se prohibió tal costum bre60. El tribunado se repitió durante algún tiempo, luego se prohibió tam bién61. En cuanto al consulado, una ley del 343 ó 330 exigía para la repetición de:l consulado un intersticio de diez años por lo menos, que en caso de un interés excepcional podía dispensarse“ . La ley fue'fenováda por S ila0 . La reelección de censor fue prohibida en 265 a. C. por más que solamente tenemos noticias de que fuera elegido dos veces el íntegro Coriolano64. A los tribunos se los reelige con frecuencia, aunque la reelección es siempre ilegal. 11. La elección de magistrados mayores se realizaba por orden de jerarquía: cónsules, pretores, ediles curules, cuestores65 en las fechas siguientes: Desde el año 224 al 154 a. C. en el mes de en ero 66; desde 154 a los tiempos de Sila de ordinario en el mes de noviembre; después de Sila, en el mes de ju lio 67. E ntre la elección y la toma de posesión quedan cinco o seis meses para juzgar de la legitimidad de la elección. Los magistrados menores, por lo menos al fin de la República, se elegían en el mes de ju lio .68 12. La entrada en funciones de un magistrado ordinario a partir del año 153 a. C., era el 1.° de enero. Antes de este año hubo diversas fechas, pero siempre se hacía en las kalendas o en los id u s 69. Los tribunos de la plebe tomaban posesión el 10 de diciembre, los cuestores el 5 del mismo mes. 58. C ic. Leg. A g r. 2 , 4 ; A t t. 1, 1, 2 ; Fam. 1 0 , 2 5 , 2 ; M il. 2 4 . 59. L iv . 7 , 4 2 , 2 e n e l a ñ o 3 4 2 a. C .: « I te m a liis p le b i s c itis c a u tu m n e q u is e u n d e m m a g istr a tu m in tra d e c e m a n n o s c a p e r e t n e u d u o s m a g istr a tu s u n o a n n o g e r e r e t u t iq u e lic e r e t c o n s u le s a m b o s p le b e io s crea ri» ; L iv . 2 , 1 8 , 5 ; D io n is . 5 , 7 2 . 6 0 . L iv . 3 . 2 1 , 2-3 ; 2 4 , 9 , 1; 2 7 , 6 , 4 ; D io n is . 1 0 , 19. 61. C ic . C at. 4 , 4 ; L iv . E p it. 5 8 y 5 9 ; A p p . B. C. 1, 1 4; S a il. Iug. 37, 2. 62 L iv . 7 , 4 2 , 2 ; P lu t. M ario 4 2 ; L iv . 4 1 , 1 5 , 6-8 ; 4 1 , 1 7 , 4 ; C ic. Leg. 3 , 9 d o n d e re­ d a c ta a s í su le y : « E u m d e m m a g istr a tu m , n i in te r fu e r in t d e c e m a n n i, n e q u is c a p ito ; a e u ita te m a n n a li le g e se r u a n to » . 6 3 . A p p . B. C. 1, 1 0 0 ; C ic. Leg. 3 , 9. 6 4 . P lu t. C oriol. 1; V a il. M a x . 4 , 1 , 3. 6 5 . C ic. Fam . 8 , 4 ; D io C a ss. 3 9 , 7 ; L iv . 4 , 4 4 y 5 4 . 6 6 . L iv . 4 3 , 11. 6 7 . C ic . V err. I a, 1, 10 y 1 7; A tt. 1, 1 6 , 1 3 ; Ad. Q . fr. 2, 15 , 5 . 6 8 . C ic . A tt. 1, 1, 1; 1 4 , 1 5 7-8. 6 9 . E n lo s p r im e r o s tie m p o s d e la R e p ú b lic a lo s c ó n s u le s e n tr a b a n e n fu n c io n e s ( consula­ tu m in ire ) e l 2 3 d e m a rzo , d ía d e l R egifu giu m . E n s e g u id a e l 1.° d e a g o sto ; e n tie m p o d e lo s d e c e n v ir o s e l 1 5 d e m a y o ; u n o s 5 0 a ñ o s d e s p u é s e l 15 d e d ic ie m b r e ; d e s p u é s h a sta e l 2 5 3 a. C . e l 1.° d e ju lio . D e s d e e s te a ñ o a l 1 5 4 , e l 1 5 d e m a rzo; d e l 1 5 3 e n a d e la n te , e l 1.° d e e n e r o . V é a s e , L iv . E p it. 4 7 ; O v id . Fast. 1 , 8 1 ; 3 , 1 4 7 ; L iv . 4 1 , 8 , 4 .

L o s m agistrados en particular

167

13. Terminado el tiempo de su función el magistrado sale de su cargo la víspera de la toma de posesión de los designados para el año siguiente. Un magis­ trado puede renunciar (se abdicare consulatu, por ejemplo) por los motivos que él crea oportunos. No está claro si hay autoridad que pueda deponer a un magis­ trado. Desde luego un magistrado mayor no puede deponer a otro menor, excepto el dictador al magister equitum, que él se nombró. El senado puede presionar a un magistrado, pero siempre sale por una abdicación, aunque sea forzosa. Con todo en épocas revolucionarias hay varios ejemplos de destituciones de cónsules, de pretores y de tribunos.70 14. Responsabilidad de los magistrados. En teoría los magistrados están so­ metidos, como cualquier ciudadano, a los tribunales ordinarios incluso durante el tiempo de su cargo; pero prácticamente durante ese año resultaban inmunes por las reglas de la potestas71. Los cónsules, procónsules, pretores y censores no podían ser citados por el p re to r72. Al tribuno nadie lo puede perseguir, y él puede per­ seguir a todos los magistrados, incluso al censor73. El cónsul puede actuar contra los magistrados inferiores a él; el pretor contra los ediles curules y los cuesto­ res 74; pero estas actuaciones resultaron muy raras. 15. Bajo el Imperio las magistraturas republicanas pierden casi toda su impor­ tancia política en aras de la autoridad imperial y de los nuevos cargos creados por los emperadores. Estas diferencias las indicaremos al exponer los avatares de cada una de las magistraturas.

II.

LOS MAGISTRADOS EN PARTICULAR

1. E l tribunado de la plebe Los tribuni plebis (plebi, plebei) en la época histórica son diez, plebeyos por nacimiento o por transición a la plebe75, elegidos por los comicios plebeyospor tribus, forman un colegio presidido por uno de ellos, designado por común acuer­ do o por votación, aunque no obren colegialmente, sino que cada uno puede ejer­ cer todos los poderes. Entran en su cargo el 10 de diciembre. Son magistrados de la plebe, no del pueblo romano. No disponen de lictores, sino de escribas, de uiatores y de heraldos. No ocupan silla curul sino subsellium, un banco menos elevado. Como su elección no va precedida de auspicios, no tienen auspicia populi Ro­ mani·, excepto cuando se los transfiere el pretor por los comicios centuriados. Entonces poseen la obnuntiatio para los actos de la p leb e76. No poseen juris­ dicción civil en Roma, ni mando militar. Su poder no está ratificado por ninguna

70. V e il. 2 , 2 0 ; e l c ó n s u l. L , C o r n e lio C in n a , e n 8 7 a. C .; L iv . E p it. 8 9 ; A p p . B. C. 3 , 9 5 , e l-p r e to r Q . G e lio , e n 4 3 ; P lu t. P o m p . 5 9 , e l tr ib u n o L u c ilio H ir r o en 5 3 ; D io C a ssio , 4 4 , 9 , M a rc e lo F la v io e n 4 5 ; D io C a ss. 4 6 , 4 9 , P . S e r v ilio C a sca e n 4 3 . 7 1 . S u e t. Caes. 1 7 , 2 . 7 2 . U lp . D . 2 , 4 , 2 ; 4 , 8 , 3 , 3 ; 4 , 8 , 4 ; U lp . D . 4 , ' 6 , 2 6 , 2 ; S u e t. Caes. 1 7 , 2>. 7 3 . S u e t. D o m it. 8 ; L iv . 2 4 , 43, 2. 7 4 . G e li. 1 3 , 1 3 . 75 L iv . 3 , 6 5 , 1; 5 , 1 0 , 11. 76 L iv . 3 0 , 2 9 ; C ic . D iu . 1, 2 9 ; A lt. 4 , 1 6 ; A d Q . fr. 3 , 3 , 2 .

168

L as magistraturas a lo largo de la vida romana

ley legítima, sino que se apoya en los tratados entre la plebe y los padres, por los que se declaró su potestas sacrosancta, lo cual les confiere inviolabilidad, en virtud de la cual el tribuno no puede ser forzado, ni arrestado, ni castigado. Todos los ciudadanos deben levantarse ante él y dejarle lu g ar.77 Sus derechos: 1.° Ius agendi cum plebe·, reunir la plebe. Comunicar con ella, presidir las elecciones de tribunos y de ediles de la plebe. Pero no pueden interrumpir otros comicios para reunir a la plebe. 2 ° Iüs intercessionis, común a todos los magistrados. 3.° lu s coertionis, común también a todos los magistrados; pero el de los tri­ bunos es más eficaz, ya que se supone que cuentan siempre con el pueblo. Cuando los tribunos fueron asimilados a los demás magistrados del pueblo romano, continuaron siendo los representantes de los intereses del pueblo, y ade­ más consiguieron estos nuevos derechos: 1.° El ius edicendi, derecho de publicar norm as.78 2.“ La presidencia de las elecciones de cualquier magistrado, incluso de los dictadores.79 3.° Comunicación con el pueblo; citación de particulares, de embajadores, de magistrados, de cónsules.80 4.° Participación en las fiestas latinas, inclusión entre los otros magistrados en las cartas dirigidas al senado.81 5 ° Relaciones con el senado. Entra en el senado en virtud de la ley Hortensia-, y luego puede hablar y goza del ius sententiae dicendae. 82 6 ° Competencias especiales. Autorizan la mayor parte de las veces, a falta del decreto del senado, la dedicación de templos y altares; acompañan al pretor en la designación de tutores; sustituyen a los magistrados en la celebración de los juegos y declaración de ciudadanos para las distribuciones alimenticias; ayuda a los magistrados mayores en los momentos de crisis políticas, de incendios o pro­ blemas de calles y caminos. 7.° Proponen plebiscitos. Desde la ley Hortensia, desempeñan un papel im­ portante en la legislación civil y criminal; en la administración y en la política de Roma. 8.° En la jurisdicción criminal intervienen en m ultitud de casos, cuando no se trata de pena de muerte; salvo el caso en que el reo sea una mujer o un extran­ jero. Imponen multas, provocan la formación de tribunales especiales de quaes­ tiones. 83

P lin . E p . 1, 2 3 . C ic . V e n . 2 , 1 0 0 ; Of f . 3 , 8 0 ; P lu t. T ib . G rac. 10. L iv . 2 6 , 2 , 5 ; 2 2 , 5 ; P lu t. M arc. 2 4 . C ic. In Pis. 1 4; Sest. 3 3 ; A d Senat. 1 3 ; Fam. 1, 14 , 1; 1 2 , 3 , 2; 1 2 , 7 , 1; 1 4 , 2 0 , 5; D o m . 4 0 ; I n V a t. 2 4 ; G e ll. 1 3 , 1 2 , 6 ; V a l. M a x . 3 , 7 , 3. 81. C ic. F ant. 1 5 , 1, 2 ; A tt. 1 6 . 4 , 1. 82. C ic. L eg. 3 , 1 0; G e ll. 1 4 , 8 , 2. 8 3 . G e lio (6 , 1 9) n o s tr a n sm ite c o m o c u r io sid a d u n a s in te r v e n c io n e s d e lo s tr ib u n o s d e la p le b e , to m á n d o la s , s eg ú n n o s d ic e , d e l lib r o E x e m p la d e T ib e r io G r a c o , p ad re, tr ib u n o d e la p le b e . E l tr ib u n o d e la p le b e C . M in u c io A u g u r in o im p u s o u n a m u lta a L . E s c ip ió n A siá tic o , h e r m a n o d e P . E s c io ió n e l A fr ic a n o M a y o r. E l A fr ic a n o e n n o m b r e d e su h e r m a n o s e d ir ig e al c o le g io d e lo s tr ib u n o s p id ié n d o le s q u e d e fie n d a n d e l a ta q u e d e su c o le g a a u n v a r ó n c o n ­ su la r y tr iu n fa l. O c h o tr ib u n o s c o n o c ie r o n la c a u sa y d e c re ta r o n a sí: « Q u o d P . S c ip io A fr i­ c a n u s p o s tu la u it p ro L . S c ip io n e A s ia tic o fr a tr e , c u m c o n tr a le g e s c o n tr a q u e m o r e m m a io r u m tr ib u n u s p l. h o m in ib u s a c citis p e r u im in a u sp ic a to s e n te n tia m d e e o tu le r it m u lta m q u e n u llo 77. 78. 79. 80.

Los magistrados en particular

169

Cicerón propone esta ley sobre los tribunos de la plebe: «Que el pueblo tenga los diez tribunos que él se ha creado para socorrerla contra la violencia; que su prohibición, que sus proposiciones al pueblo, sean ley; que sean inviolables, y que nunca quede el pueblo desprovisto de tribunos» M, y un poco más adelante:· «Qué los tribunos que el pueblo se haya dado tengan derecho de obrar con el senado, y que ellos mismos comuniquen al pueblo lo que sea necesario comu­ nicarle».85 Durante muchos años los tribunos fueron la pesadilla de Roma, es decir, del Senado y de los magistrados, cuando en gravísimos peligros para la Patria pre­ ferían perder una campaña frente a un pueblo extranjero, antes que perm itir una leva de soldados, si previamente no se les concedía lo que ellos buscaban. De estas gravísimas crisis están llenas las historias de Roma. Por eso el tribunado es una magistratura fatídica o providencial, según el punto de vista desde donde se le considere. Cicerón expone los dos aspectos M, el negativo, por boca de su hermano Quinto 87 y el positivo él m ism o.88 Esta autoridad — dicp Quinto— me parece perniciosa, como nacida de la se­ dición y para la sedición. Si recordamos su prim er origen, la vemos alzarse al es­ truendo de la guerra civil, durante la ocupación de algunos puntos de la ciudad. Después, desechada rápidamente como los monstruos de nacimiento que las X II Tablas prescriben matar, volvió de nuevo, no sé cómo, pero más horrible y re­ pugnante 89. Entonces se sucedieron los tribunos violentos y sediciosos, baste re­ cordar a Canuleyo, Licinio Estolón; los dos hermanos Gracos, Saturnino, Sul­ picio, que propuso leyes contra los senadores y en nuestros tiempos, no tenemos más que pensar en Clodio, el hombre más funesto que ha nacido en la ciudad90. «Por eso, prosigue Quinto, alabaré a Sila que por su ley quitó a los tribunos del pueblo la facultad de ser peligrosos, y solamente les dejó la de ser útiles» 91. Sila e x e m p lo ir to g a u e r it p r a e d e sq u e e u m o b e a m r em d a re c o g a t a u t, s i n o n d e t, in u in c u la d u ci iu b e a t, u t e u m a c o lle g a e u i p r o h ib ea m u s; e t q u o d c o n tr a c o lle g a p o s tu la u it, n e s ib i in ter c e d a ­ m u s, q u o m in u s s u a p te p o t e s ta te u t i lic e a t, d e e a r e n o s tr u m s e n te n tia o m n iu m ea e st: s i L . C or­ n e liu s S c ip io A sia tic u s c o lle g a e a rb itra tu p r a e d e s d a b it, c o lle g a e , n e e u m in u in c u la d u c a t, in ­ te r c e d e m u s; si e iu s a rb itra tu p ra ed es n o n d a b it, q u o m in u s c o lle g a sua p o t e s ta te u ta tu r , n on in te r c e d e m u s » . C o m o E s c ip ió n n o p r e se n tó fia d o res, d e s p u e s d e e s t e d e c r e to , e l tr ib u n o A u g u r in o lo en ­ c a rc e ló . V ie n d o a s í la s c o sa s, T ib . S e m p ro n io G r a c o , e l p a d re d e lo s G r a c o s, p r o te s ta n d o q u e jam ás s e a v e n d r ía e n s u s d ifer e n c ia s p o lític a s c o n e l A fr ic a n o , in te r c e d ió , s in e m b a r g o p o r e l A s iá tic o e n e s t o s té r m in o s: « C u m L . C o r n e liu s S c ip io A sia tic u s tr iu m p h a n s h o s tiu m d u c e s in c a rc e r em c o n ie c ta r it, a lie n u m u id e tu r e ss e d ig n ita te r e ip u b lic a e in eu m lo c u m im p er a to r e m p o p u li R o m a n i d u c i, in q u e m lo c u m ab e o c o n ie c ti s u n t d u c e s h o s tiu m ; ita q u e L . C o r n e liu m S c ip io n e m A sia tic u m a c o lle g a e u i p r o h ib e o » . P e r o s e g ú n refiere V a le r io A n tia s la s c o sa s n o s u c e d ie r o n a s í, s in o q u e , c o n d e n a d o E sc i­ p ió n e l A s iá tic o p o r pecu latu s p o r e l d in e r o r e c ib id o e n A n tio q u ía , p o r n o p r e se n ta r fiad ores, l o m e tie r o n e n la c á rc e l, d e la q u e s a lió p o r la in t e r c e s ió n d e l tr ib u n o S e m p r o n io G r a c o . C o n to d o , la s fó r m u la s d e lo s d e c r e to s esta b a n c o n c e b id a s e n e s o s té r m in o s q u e recu erd an lo s A n a le s. 84. C ic. Leg. 3 , 9 . 85. C ic. Leg. 3 , 1 0 . 86. C ic. Leg. 3 , 1 9 -2 6 . 8 7 . C ic . Leg. 3 , 19 -2 2 . 8 8 . C ic. Leg. 3 , 2 3 -2 6 , v . V err. 5 , 1 7 5 lo s tr ib u n o s v ig ila n la s a r b itraried ad es d e lo s pa­ tr ic io s e n lo s ju ic io s. ' 8 9 . C ic. ib . 1 9 , e n e l a ñ o 4 4 9 d e s p u é s d e la c a íd a d e lo s d e c e n v ir o s, v id . M o m m se n , H ist, d e R o m a I , 3 5 5 -3 5 7 . 90. C ic . L eg . 3 , 2 0 -2 2 . 91. C ic . ib . 2 2 .

170

L as m agistraturas a lo largo de la vida romana

había dejado a los tribunos el derecho de intercesión y les quitó el de proponer leyes y otros. Cuando uno se creía atropellado por un magistrado y solicitaba el auxilio del tribuno, acudía a ellos diciendo: A uobis, tribuni, postulo, ut mihi auxilio sitis. Y los tribunos, según el caso, respondían: Auxilio erimus ; auxilio non erimus. Pompeyo Magno les devolvió los poderes de que los había despojado Sila; por eso Quinto dice que en eso no puede alabarlo.92 A esta opinión responde Marcos, distinguiendo entre el tribunado y los indi­ viduos que lo han desempeñado. Por el abuso personal de unos cuantos tribunos deplorables, no puede condenarse el tribunado, porque de esa forma podríamos decir lo mismo del consulado. Por otra parte no está bien enjuiciar las institu­ ciones sólo por su cara negativa. T a m b ié n y o c o n fie s o q u e e n e sa p o te s ta d h a y a lg o m a lo ; p e t o s in e so s in c o n v e n ie n ­ te s n o te n d r ía m o s lo s b ie n e s q u e p o r e lla s e h a n c o n s e g u id o . L a a u to r id a d d e lo s tr ib u n o s e s e x c e s iv a . ¿ Q u ié n l o n ie g a ? P e r o la v io le n c ia d e l p u e b lo e s m u c h o m ás p e r ju d ic ia l y m u c h o m ás v e h e m e n te , y c o n u n je fe será s iem p r e m u c h o m á s fá c il ca lm a rla q u e s i s e e n c u e n tr a lib r e y s in fr e n o . E l je fe r ecu erd a q u e cad a p a s o q u e d é p u e d e s e r le fu n e s to : la m u ltitu d q u e se la n z a , n o p ie n s a jam ás e n lo s p e lig r o s ... — P e r o a lg u n a v e z e s e l tr ib u n o q u ie n s o liv ia n ta a l p u e b lo . — P e r o m u ch a s m á s v e c e s lo ca lm a . ¿ Q u é c o le g io d e tr ib u n o s e s ta n d e te s ta b le e n q u e n in g u n o d e lo s d ie z tr ib u n o s sea ra zo n a b le y n o r m a l? . . . E n e s to v e s la sa b id u r ía d e n u e s tr o s m a y o r e s: u n a v e z c o n c e d id a p o r e l s e n a d o e sta m a g istra tu ra a l p u e b lo , c a y er o n la s arm as y se c a lm ó la s e d ic ió n , s e e n c o n tr ó u n ju s to m e d io en q u e l o s m á s d é b ile s s e v ie r o n ig u a ­ la d o s a lo s m á s p o t e n te s y e s t o ú n ic a m e n te fu e la sa lv a c ió n d e la c iu d a d .93

Hubo ciertamente tribunos sediciosos, como los Gracos y otros, pero gracias al tribunado el pueblo se siente amparado y en posesión de sus derechos. E ra n e c e s a r io , p r o s ig u e M a rc o s, o n o d e ste rr a r a lo s r ey e s, o c o n c e d e r a l p u e b lo la lib e r ta d d e h e c h o y n o d e p a la b ra , y s e le h a d a d o d e m an era q u e p u e d e c on fiarse fr e c u e n te m e n te a lo s m á s e sc la r e c id o s, y c e d e r a la a u to rid a d d e lo s m a g n a te s En c u a n to a la r e fe r e n c ia q u e h a s h e c h o a P o m p e y o , c o m p r e n d ió ( e l G r a n d e ) q u e n o p o d ía carecer p o r m á s tie m p o e sta c iu d a d d e la a u to rid a d d e lo s tr ib u n o s . ¿ Y c ó m o h a b ía d e r en u n c ia r a e lla , d e s p u é s d e c o n o c id a , u n p u e b lo q u e c o n ta n ta in s is te n c ia la h a b ía p e d id o a n te s d e c o n o c e r la ? E ra p r o p io d e u n c iu d a d a n o p r u d e n te n o ab a n ­ d o n a r u n a m e d id a q u e , sin ser p e r n ic io s a , e ta tan p o p u la r , y n o era o p o r tu n o o p o ­ n e r se a u n je fe d e l p u e b lo q u e p o d ía s e r p e lig r o s o .95

La decisión de Pompeyo fue prudente y hábil, puesto que el tribunado en este tiempo, guardando la apariencia exterior, en el fondo estaba anulado. Creado para proteger al pueblo, aun revolucionariamente contra la soberbia y los excesos de los altos funcionarios, pero habiendo conseguido relativamente pronto un cierto equilibrio entre la nobleza aristocrática y la nobleza plebeya, a la que de ordinario pertenecían los tribunos, se suavizó mucho el modo de proceder del tribunado. Ya que la supresión hubiera sido impopular, se procuró reformar la institución, dándole mayores atribuciones y haciéndola instrumento de gobierno como las de­ más magistraturas. Se les dio jurisdicción administrativa, casi igual a la de los cónsules; entraron en el senado, igual que los demás magistrados. Al principio asistían a las sesiones del senado, sentados en un banco cerca de la puerta, como 92. 93. 94. 95.

C ic . C ic . C ic . C ic .

ib . ib . 2 3 -2 4 . ib. 2 5 . ib . 2 6 .

L os m agistrados en particular

171

meros observadores y eso les bastaba para informar aL pueblo, y orientarlo en favor o en contra de las decisiones senatoriales, según los casos. Ahora se .sientan en el interior de la curia, entre los otros magistrados, tienen derecho al uso de la palabra, aunque carecen de voto deliberativo, como no lo tiene ningún magis­ trado en Roma. El voto consultivo, según un principio de derecho público de Roma, lo poseen únicamente aquéllos que no han de obrar. En la consecución de prerrogativas llegan a equipararse con los cónsules y pretores: como ellos tienen facultad de convocar el senado, de presentar en él proposiciones y hacer que se vote un senadoconsulto. Según la práctica, observada, como vemos, en C icérón96, las comunicaciones oficiales que los procónsules, o propretores, etc., enviaban a Roma se dirigían a los cónsules, pretores, tribunos de la plebe y, por último, al Senado. Cuando el tribuno de la plebe llegó a ser uno de los órganos más activos de la administración y del senado, con el cometido de guiar el cuerpo de los ciuda­ danos y de impedir el abuso de los demás magistrados, fue absorbido totalmente en el sistema de gobierno y cesó el objetivo para el que había sido creado. Sus luchas serán contra grupos diversos y en favor de caprichos particulares y de inte­ reses partidistas, jamás en atención al pueblo. 2. La cuestura Según el nombíe, quaestor (quaesitor), esta magistratura fue creada para la investigación criminal, antes que para los quehaceres pecuniarios Existe una tradición, según la cual, la cuestura existía ya en tiempo de los reyes y sería una de las primeras m agistraturas98. Ciertamente coexiste· ya con los primeros cón­ sules. Al principio hubo dos cuestores urbani, según el número que la tradición asig­ na a los reyes Rómulo y Numa 99. El incremento de los negocios administrativos y la sucesión de las guerras casi de una forma ininterrumpida, exigieron la creación de cuatro cuestores más hacia el año 421 a. C., pudiendo ser elegidos también los plebeyos, a partir del año 409 10°. A estos dos últimos se les considera de un grado inferior y se ponen al servicio inmediato de un cónsul cada uno 101. Hacia la mitad 9 6 . C ic . Fam. 1 5 , 1; 1 5 , 2 : « M . T u lliu s M . F . C ic e r o P r o c o s, s . d . c o s ., p r ., tr . p l., s e ­ n a tu i» . S o b r e lo s tr ib u n o s p u e d e v e r se : E . L e fe v r e , D u rôle d e s trib u n s d e' la p lèb e en pro­ céd u re civile, P a r is 1 9 1 0 ; E d . M ey e r , D e r U rspru n g d e s T rib u n a ts: K le in e S c h r ifte n , H a lle 1 9 1 5 , t. I ; G . N ic o lin i, I l trib u n a to délia p leb e, M ila n o 1 9 3 2 ; I d ., I fa sti d e i trib u n i della p leb e, M ila n o 1 9 3 4 ; F . S te lla M a ra n ca , II trib u n a to d ella p le b e dalla « L ex H o rten sia » alla « L ex Cornelia»·. S tu d ia Iu r id ic a 1 0 , R o m a 1 9 6 7 , r e im p r e sió n d e la e d . d e l 1 9 0 1 ; E . d i E . C oc h ia , II trib u n a to d ella p le b e e la sua a u to rità giu diciaria stu d ia ta in ra p p o rte colla procedu ra c iv ile : S tu d ia I u r id ic a 3 9 , R o m a 1 9 7 1 , r e im p r e sió n d e la e d . d e 1 9 1 7 . 9 7 . V arr. L . L . 5 , 8 1 : « Q u a e s to r e s a q u a e r e n d o , q u i c o n q u ir e r e n t p u b lic a s p e c u n ia s e t m a le ficia , q u a e tr iu m u ir i c a p ita le s n u n c c o n q u ir u n t; a b h is p o s te a q u i q u a e s tio n u m iu d ic ia e x er ­ c e n t q u a e s ito r e s d ic ti» ; P o m p o n . D . 1 , 2 , 2 , 2 3 , h a b la d e lo s qu aestores parricidii, y e n e l p árrafo a n ter io r 2 2 , h a e x p u e s to su c o m e tid o fin a n c ie ro : « Q u a e s to r e s , q u i p e c u n ia e p ra essen t: d ic ti ab e o , q u o d in q u ir e n d a e , e t c o n ser u a n d a e p e c u n ia e c a u sa c r e a ti eran t». 9 8 . T a c. A n n . 1 1 , 2 2 ; U lp . D . 1 , 1 3 , 1 pr. « o r ig o q u a e s to r ib u s c re a n d is a n tiq u issim a e st, e t p e n e a n te o m n e s m a g istr a tu s» . 9 9 . U lp . 1. c . « G r a c ch a n u s d e n iq u e I u n iu s , l ib r o se p tim o d e p o te s ta tib u s , e tia m ip s u m R o ­ m u lu m e t N u m a m P o m p iliu m b in o s q u a e s to r e s h a b u is s e , q u o s ip s i n o n su a u o c e ,' s e d p o p u li s u ffr a g io c re a r e n t, r efer t» . 1 0 0 . L iv . 4 , 4 3 -4 4 , 4 5 , 5 4 . 10 1 . V id . infra, lo s c u e sto r e s c o n su la r e s; v id . ta m b ié n C ic. V e rr. 2 a, 1, 3 4 V e r r e s c o n el c ó n s u l C n . C a rb ó n ; ib. 3 7 , e l c u e sto r M . P is o , c o n e l c ó n s u l L . S c ip io .

172

Las magistraturas a lo largo de la vida romana

del siglo I I I a. C., se nombran cuatro cuestores italici, llamados classici·, y el nu­ m ero de estos magistrados aumenta conforme van agregándose provincias y más provincias al pueblo romano. Sila crea hasta veinte en el año 81, por una ley que regula sus atribuciones, sus insignias, y sus ayudantes102; y en el año 45 César crea veinte cuestores más 103. Augusto los reduce de nuevo a veinte y este es el número que se conserva durante todo el Imperio. Los magistrados reales eran creados por el voto del pueblo 104; en los primeros años de la República al parecer los creaban directamente los mismos cónsules105. Después ya, en la época histórica, se crean en los comicios por tribus, presididos por los cónsules o los pretores106. No tienen derecho a lictores, pero sí a viatores, scribas y praecones·, en cuanto al asiento es la sella simplede cuatro patas rectas, sin respaldo. Se conservan monedas con las insignias del cuestor: una bolsa o caja de dinero {fiscus), la cuchara que sirve para echar el dinero en el saco, un bastón recto cuyo sentido no está claro, y la silla, según hemos dicho, muy dife­ renciada de la curul. Desde Sila la cuestura da asiento en el senado. Usan toga pretexta para prestigio de su autoridad 107. Los cuestores y los ediles de la plebe no tiene derecho a llamar a su presencia, ni de prender a nadie; por el contrario, pueden ser citados a juicio por personas particulares, y el pretor tiene derecho a llamarlos. Así lo vemos en Aulo Gelio 108: Esta cuestión, dice, no me la propongo porque sí, sino que es un caso práctico en que ahora estamos metidos, en que el pretor tiene que «llamar» a un cuestor. Algunos piensan que no está en las atri­ buciones del pretor «llamar» a un cuestor, porque es un magistrado romano cier­ tamente, y no puede ser llamado, y, si no quiere ir, no puede ser prendido salua ipsius magistratus maiestate. Pero yo leo en el libro 21 de Rerum humanarum de Varrón lo siguiente: L o s m a g istr a d o s q u e n o tie n e n p o t e s ta d d e lla m a r, n i d e p r e n d e r in d iv id u a lm e n te a lo s c iu d a d a n o s p u e d e n ser c ita d o s p o r u n p a rticu la r. E l e d il c u r u l M . L e v in o fu e c ita d o p o r u n p a r tic u la r al tr ib u n a l d e l p r e to r ; ahora e n c a m b io , e sc o lta d o s p o r s ie r v o s p ú b lic o s , n o s o la m e n te n o p u e d e n ser p r e n d id o s, s in o q u e e llo s ap artan al p u e b lo d e la ca lle.

Esto dice Varrón de los ediles en aquella parte del libro, pero antes en el mismo libro dice que los cuestores no tienen ni uocationem. ni prensionem... «Leídas, por tanto, estas dos partes del libro, todos asintieron a la autoridad de Varrón, y el cuestor fue llamado a juicio ante el tribunal del pretor». El cuestor entraba en funciones el 5 de diciembre 109, fecha que se mantiene también durante el imperio; no obstante los cuestores provinciales entraban real­ mente el día 1 de julio, al mismo tiempo que el procónsul, y estaba allí hasta que lo llamaban porque su magistratura podía prorrogarse fácilmente. La cuestura ur­ bana es anual. Al terminar sus poderes debía esperar a su sucesor para hacerle

1 0 2 . T a c. A n n . 1 1 , 2 2 : « p o s t le g e S u lla e u ig in ti cre a ti s u p p le n d o s e n a tu i, c u i iu d ic ia tra­ d id e r a t» . 103. D i o C a ss. 4 3 , 4 7 , 5 1 ; S u et. Caes. 41, 1. 104 U lp . D . 1, 1 3 , 1, pr. 105. T a c. A n n . 1 1 , 2 2 : « m a n sitq u e c o n s u lib u s p o t e s ta s d e lig e n d i, d o n e c e u m q u o q u e h o ­ n o r e m p o p u lu s m a n d a r et» ; s ie n te lo c o n tr a r io P lu t. P o p lic. 12. 1 0 6 . G e ll. 1 3 , 15. 1 0 7 . C ic . V err. 5 , 1 8 1 ; 4 , 1 1 ; Plane. 9 8 . 1 0 8 . G e li. 1 3 , 13. 109. C ic . V err. 1 , 3 0 .

Los m agistrados en particular

m

entrega de las cuentas y del dinero. Hasta Sila el cuestor acompaña a su magis­ trado mientras a éste le duraba el cargo, es decir, que si al terminar el consu­ lado, iba de procónsul a una provincia, le acompañaba su cuestor 110. A partir de la dictadura de Sila un magistrado puede tener sucesivamente diversos cuestores111. Desde el Imperio los cuestores están mucho tiempo en sus puestos. Cuando a un cuestor urbano se le prorroga el cargo se le llama proquaestor. Con frecuencia al año siguiente de la cuestura urbana se le envía de cuestor a una provincia. Prác­ ticamente el cargo de proquaestor existía: a) cuando por causa de muerte o de ausencia inevitable del cuestor, el gobernador de la provincia tenía que dar el cargo a uno de sus subalternos, de esta forma Verres fue legatus pro quaestore de Dolabella en Cilicia, año 80 a. C. U2; b) y cuando el número de los cuatro desig­ nados no era suficiente para todas las provincias. En este caso se designa un anti­ guo cuestor (uir quaestorius) como procuestor m . La abundancia de plazas, que superaba en mucho a los cuestores designados, obligaba al empleo de estos quaes­ torii 114. El título de proquaestor desaparece muy pronto. Recordemos a los: 1) Quaestores urbani, representantes y ayxiliares de los cónsules, que en un principio tenían poderes judiciales, sobre todo en los crímenes de derecho común, luego se desglosan para este fin los quaestores parricidii. En la época histórica no tienen más cometido que la administración del tesoro público: quaestores aerarii115. Tiberio les agrega tres curatores tabularum publicarum, y Claudio, en el año 44 con­ fia el erario a cuestores escogidos por el emperador, para tres años, con el título de quaestores aerarii Saturni116. En el 56 Nerón confía el erario a antiguos pre­ tores, por el espacio de tres años por lo menos, con el título de praefecti aerari Saturni 117, disposición que se conserva en lo sucesivo. Los cuestores urbanos des­ plazan su atención hacia los archivos, según la orientación dada por Tiberio, se constituyen en sus oficiales y colaboran en la redacción de los documentos del senado 118, llegando así hasta el siglo II I. 2) Quaestores prouinciales que acompañaban a los procónsules y propretores a las provincias, investidos de poderes ordinarios o extraordinarios. El cuestor era el segundo magistrado de la provincia, y suplía en el gobierno al pretor en sus ausencias. A cada provincia se mandaba un cuestor; menos a Sicilia que iban dos, uno a Lilibeo y otro a Siracusa. Su inferioridad con respecto al pretor era manifiesta, pero tienen como una misma autoridad distribuida en los dos. El cuestor es el hacendista, el administra­ dor del pretor, pero con cierta autoridad propia de cuyo desempeño ha de ren­ dirle cuentas. Por su parte el propretor será como un padre para el cuestor. Si

1 1 0 . P lu t. C. 'G rac. 2 , p ro rro g a n la m a g istra tu ra al p r o p r e to r O r e ste s , p ara q u e G r a c o , q u e e s su c u e sto r , s e q u e d e ta m b ié n e n C erd efia. 111. C ic . D iu . in Caecil. 2 , 4 , 1 3 , 6 3 ; V err. 2 , 4 4 ; 3 , 168; 5 , 11 4 ; 4 , 14 6 ; C a e s. B. G. 5, 24; 6, 26. 112. C ic. V e rr. 1 , 9 1 . 113. C ic . S est. 1 3 ; A d Fam. 5 , 6 , 1, 114. C ic. Fam. 2, 1 7; 5 , 6 ; P h il. 1 0 , 1 1 ; A cad. 2 , 1 1 ; V err. act. I a, 11 . 115. T a c. A n n . 1, 7 5 ; 1 3 , 2 9 ; S u e t. A u g. 36 . 116. T a c . A n n . 1 3 , 2 9 ; S u e t. C laud. 2 4 , 2." 117. T a c . A n n . 1 3 , 2 8 -2 9 . 118. D io C a ss. 5 4 , 3 6 .

174

L as magistraturas a lo largo de la vida romana

ambos se entendían bien, salían doblemente beneficiados y seguros en sus ganan­ cias. Las relaciones entre ellos las describe así Cicerón: N u e s t r o s m a y o r e s n o s e n s e ñ a r o n q u e e l p r e to r d e b e s e r p ara c o n su c u e sto r c o m o u n p a d re , y q u e n o h a y , n i p u e d e h a lla r se , c a u sa d e v in c u la c ió n alg u n a n i m á s ju sta n i m á s e str e c h a q u e la u n ió n d e la s u e r te , d e la p r o v in c ia , d e l d e b e r , d e l d e s e m p e ñ o d e u n ca rg o p ú b l i c o . 119 E s t a c o stu m b r e p r e sc r ib e q u e lo s p r e to r e s c o n v ie n e q u e sea n c o m o v e rd a d e ro s p a ­ d r e s para c o n su s c u e s t o r e s .120

3) Quaestores militares. El cuestor es el principal ayudante del general, como demuestra el hecho de que en el campamento el quaestorium está siempre al lado del praetorium 121. Su principal función es la dirección del tesoro m ilitar122. Reci­ be el dinero de la administración central o de los impuestos que no cobran los publicanim . Hace los pagos en el ejército, lleva la intendencia, y acuña monedas provinciales con su nom bre124. Vende el botín que el general no toma para sí, ni reparte entre los soldados 125. Lleva las cuentas del ejército, y no tiene en ello más superiores que los cuestores del tesoro de Roma. El cuestor puede reemplazar a su jefe, aún presente, en la administración civil; pero durante el Imperio esta prerrogativa pasa a los legados 12í. Puede sustituir como propraetor a su jefe muerto o alejado del ejército. En el Imperio no habrá cuestores más que en las provincias senatoriales. Se llaman oficialmente quaestor pro praetore. Desaparecen en el Bajo Imperio. 4) Quaestores consulares. Se llaman asi los dos cuestores que, según hemos dicho, se asociaron a los cónsules al elevarse a cuatro el número de los cuestores urbanos. Servían inmediatamente a las órdenes de los cónsules, sobre todo para la formación de tropas, y le acompañaban al año siguiente cuando salía a gobernar alguna provincia. Así se originan los cuestores provinciales 127. Después del año 38 a. C., cada cónsul elige del colegio de los cuestores dos para su servicio; pero las atribuciones de estos cuatro cuestores no están bien determinadas. m 5) Quaestores Italici, llamados también classici. Creados en el año 267 a. C. m , para ayudar a los cónsules en la atención a las flotas de Ostia, de Cales en Cam­ pania, de la Galia al sur del Po, quizás en Ravena o en Ariminum, y Lilibeo de Sicilia. Su cometido era tener la flota a punto, con hombres y matalotaje, para una guerra eventual, y la de Ostia para transportar el trigo a la ciudad.130 6) Quaestores imperiales. Por lo menos hasta Caracall i, el principe se escogía dos cuestores, cuyo nombramiento él recomendaba, quaestores Augusti, o candi-

119. C ic . D iu . in Caecil. 6 1 . 1 2 0 . C ic . Plane. 2 8 ; C ic e r ó n a fea a l c u e sto r V e r s e s la acción im p e r d o n a b le d e tra ic io n a r a l c ó n s u l a c u y o s e r v ic io e sta b a d e s tin a d o p o r la su e r te ; y lu e g o a G n . D o la b e lla , q u e l o h a b ía e le g id o c o m o c u e sto r v o lu n ta r ia m e n te , V e rr. 1, 4 1 -4 2 . 121. C ic . V e n . 1, 4 0 ; L iv . 1 0 , 3 2 , 9 ; 3 4 , 4 7 , 2 -3 . 122. C ic . V err. 1, 4 0 ; T a c. A n n . 1 1 , 2 2 . 123. C ic . V e rr. 1, 3 4 ; 3 7 ; 3 , 1 7 7 ; 1, 9 5 . 1 2 4 . P lu t . Luc. 2 . 1 2 5 . L iv . 4 , 5 3 , 1 0 ; 5 , 1 9 , 8 ; 5 , 2 6 , 8 ; 1 0 , 4 6 , 5 ; 1 0 , 2 6 , 7 ; C ic. Fam. 2 , 17 , 4 ; A tt. 7 , 1, 6 . 1 2 6 . C ic . D iu . in Caecil. 3 0 -3 5 ; V err. 2 , 4 4 ; S u e t. Caes. 7. 1 2 7 . C ic . S est. 8 -1 2 ; Fam. 5 , 6. 1 2 8 . T a c . >4««. 1 6 , 3 1 ; P lin . Ep. 8 , 2 3 , 5 ; 4 , 1 5 ; 1 0 , 2 6 . 1 2 9 . T a c . A n n . 1 1 , 2 2 ; L iv . E p it. 1 5 . 1 3 0 . T a c. A n n . 4 , 2 7 ; P lu t. S ert. 4 ; C ic. H ar. R e sp . 4 3 .

L os m agistrados en particular

175

dati principis 131. Están dispensados del tribunado y de la edilidad. Al principio elegidos entre los patricios, después de Alejandro Severo también de entre los plebeyos. Los quaestores imperiales leen en el senado las cartas, las orationes prin­ cipis ad senatum. 132 3. La edilidad curul Hemos hablado de los ediles de la plebe, creados por los años 366 a 365, a raíz de la retirada de la plebe al Monte Sacro: «La plebe se creó entonces por primera vez a lo largo de la sedición los tribunos y los ediles» 133. Eran propia­ mente ayudante de los tribunos y participaban de su magistratura. Para celebrar la posibilidad de la elección para el consulado de los plebeyos, se organizaron unos juegos, ante cuya celebración retrocedieron los ediles de la plebe encargados de organizados. Los patricios se ofrecieron a celebrarlos y para ello fueron creados ediles, pero con la categoría de curules 134. Deseándose luego legitimar esta magis­ tratura, un decreto del senado decidió que el dictador pidiera al pueblo el nom­ bramiento de dos ediles patricios. Por eso en un principio (año 366) se elegían de entre los padres B5, luego un año de cada rango, y por fin dos de cada orden social136. Por el mero hecho de ser elegidos ediles curules los plebeyos ingresaban en el estamento de patricios. No es fácil distinguir qué funciones específicas tenían los ediles plebeyos y cuáles los curules. En cuanto a los signos exteriores la diferencia es clara. El edil curul tiene las insignias del magistrado mayor: toga pretexta y silla curul, cuando los ediles de la plebe no tienen más que el subsellium, o banquillo. En cuanto a la elección, ambos se elegían en los comicios por tribus, pero la de los curules era presidida por un magistrado con imperium, de ordinario el cónsul137, y se elegía inmediatamente después de los cónsules y pretores, antes que los cues­ tores 138. Los ediles curules tienen desde el principio el ius contionis, el ius edi­ cendi, y el ius multae dictionis. Cuando Cicerón especifica las atribuciones de los ediles, sin distinguir entre plebeyos y curules, dice: Q u e lo s e d ile s sea n a d m in istr a d o r es d e la c iu d a d , d e l a v itu a lla m ie n to y d e lo s jue­ g o s s o le m n e s , y q u e é s te sea para e llo s e l p r im e r gra d o e n la escala d e lo s h o n o r e s .139

a) La vigilancia o la atención sobre la ciudad importa: 1) La policía municipal. Los ediles disponían de todos los medios para guar­ dar la seguridad interior. Perseguían y apresaban a los malhechores, envenenadores

U lp . D . 1, 1 3 , 1, 4 ; P lin . E p. 7 , 16. T a c. A n n . 1 6 , 2 7 ; S u e t. A u g. 65. G e ll. 1 7 , 2 1 . V id . J . S e id e l, F ásti aedilicii vo n d e r E in rich tu n g d er plebeisch en A edilitä t b is zu m T o d e Caesars, B re sla u 1 9 0 8 . C f. ta m b ié n H . V ic e n t, L e d ro it d e s éd iles, P aris 1 9 2 2 ; D . S a b b a tu c i, L ’e d ilità rom ana: m agistratura e sacerdozio, R o m a 1 9 5 4 ; G . Im a p a llo m en i, L ’e d itto d e g li e d ili curuli, P a d o v a 1 9 5 8 . 1 3 4 . L iv . 6 , 4 2 , 1 3; 7 , 1, 1. 1 3 5 . L iv . 7 , 1, 1. 1 3 6 . G e ll. 7 , 8 , 2 ; L iv . 2 5 , 2 , 7. 1 3 7 . C ic . A lt. 4 , 3 ; Plane. 2 0 ; V a rr. R . R . 3 , 2 ; L iv . 6 , 4 2 , 14 . 1 3 8 . V a l. M a x . 8 , 1 5 , 4 ; L iv . E p it. 5 0 . 1 3 9 . C ic. Leg. 3 , 7 . 131. 132. 133.

m

L as m agistraturas a lo largo de la vida romana

y hechiceros 14°; vigilaban los baños, las tabernas, las reuniones y mítines popula­ res, los castigos otorgados a los siervos. Tenían su tribunal en el Foro, entendiendo en él causas leves, delitos contra las leyes vigentes, y cuantas denuncias se hacían a los comicios por tribus. Su cons­ tante vigilancia por las calles y los barrios les permitía cerciorarse fácilmente de los delitos y de los culpables. La inmensidad de la ciudad aconsejó darles ayudantes para atender mejor a su vastó cometido, y dispusieron de escribas, alguaciles, he­ raldos, los triumuiri nocturni141·, los quinqueuiri cis Tiberim, y ultra T ib e rim 142, los quatuoruiri in urbe, los duumuiri extra urbem uiis purgandis, y las stationes uigilum. No tenían el imperium·, el tus prensionis en un principio lo ejercían por comi­ sión de los cónsules, luego parece que lo tuvieron propio. 2) La vigilancia del culto y de las costumbres. Esta comisión al principio es propia de los censores; pero como éstos eran nombrados cada cinco años y pro­ piamente no estaban en activo más que dieciocho meses, era preciso que alguien corrigiera los abusos y velara por la pureza del. culto. Con todo, los ediles, sin la comisión del senado, no podían más que reprimir los actos que fueran direc­ tamente contra las leyes en vigor. Por tanto podían perseguir la introducción de cultos extraños, tenidos como contrarios al derecho romano 14\ Con frecuencia se encarga a los ediles la celebración de las supplicationes. La alta misión de atender las tiendas y albergues llevaba consigo la vigilancia de las prostitutas y escándalos públicos m . Muchas mujeres principales fueron perseguidas por su vida escanda­ losa y multadas por los ediles en los comicios. Persiguen la bigam ia)45; el estupro masculino o femenino m , los juegos de azar 147 y los delitos contra las leyes agra­ rias y sum ptuarias.148 3) La sanidad, las calles y los edificios. Tenían la atención sobre los baños públicos149, fuentes, acueductos, tomas d e agua, cañerías y albañales 15°. En caso de epidemia los ediles debían investigar las causas y la extensión del mal, para informar a los cónsules 151. Entraba también en su competencia el vigilar la socie­ dades de pompas fúnebres, sobre todo en el cumplimiento de las leyes sumptuarias. Arreglo y limpieza de las calles y el tenerlas siempre expeditas para los vian­ dantes, y libres de animales peligrosos y de carruajes que entorpecieran el libre caminar de las personas 152. Por eso en algunas zonas de la urbe los carros no podían circular durante ciertas horas del d ía .153 i

140. C ic . V err. 1, 12; L iv . 8 , 1 8 , 2 2 . 141. L iv . 9 , 46; 3 9 , 1 4 . 142. P o m p o n . D . 1, 2 . 2 , 31. 143. L iv . 4 , 3 0 , 1 1 ; 2 5 , 1 , 1 0; 3 9 , 1 4 ; C ic . H a r. R esp. 13 . 144. T a c. A n n . 2 , 8 5 ; L iv . 1 0 , 3 1 , 9 ; 2 5 , 2 , 6 -1 0 ; V a l. M a x . 6 , 1, 7 , 8 . 145. G e ll. 1 6 , 7 , 1 2 . 146. L iv . 8 , 2 2 , 3 . 147. P la u t. M il. G l. 1 6 4 ; M a rtia l. 4 , 1 4 , 9 ; 5 , 8 4 ; 1 4 , 1. 148. L iv . 7 , 1 6 , 9 ; 1 0 , 1 3 , 1 4; C ic . P hil. “9 , 7 ; T a c. A n n . 3 , 5 2 . 5 5 . 149. S e n e c a , E p . 8 6 , 1 0 ; V it. B eat. 1. 150. L iv . 1, 3 3 . 5 6 ; 3 9 , 4 4 . 151. C ic . P hil. 9 , 7 ; O v id . Fast. 6 , 663. 1 5 2 . T ab u la e H eracleens. lin . 2 0 -5 5 . 1 5 3 . T ab u la e H eracleen s. lin . 5 6 -7 , e n la s lín e a s s ig u ie n te s in d ic a la s e x c e p c io n e s , c o m o lo s carros q u e s e e m p le a n e n la s o b r a s p ú b lic a s, lo s carros d e la s V e sta le s o d e l R e x sacrifie. c u a n d o v a n a e fe c tu a r su s fu n c io n e s , e tc ., lin . 5 8 -6 5 .

L os m agistrados en particular

177

Los ediles cuidan también de los edificios públicos, que se empleen en aquello para lo que fueron construidos, avisan a los cónsules y a los censores cuando creen que deben ser reparados o embellecidos. En cuanto a los edificios privados los ediles cuidan de que su situación, construcción y altura no perjudique los inte­ reses de nadie, ni al conjunto armonioso de la ciudad. Cuida de los incendios y de su extinción, por medio de sus ayudantes los quinqueuiri, los triumuiri nocturni, y las stationes uigilum. Los cuatro ediles forman un colegio en que los curules se llaman maiores colle­ gae y los plebeyos minores. Tenían dividida la ciudad en cuatro grandes depar­ tamentos basados en las cuatro regiones de Servio Tulio, y al entrar en la magis­ tratura el primero de enero echaban suertes para ver qué parte de la ciudad debía atender cada uno. b) El cuidado de la annona. Desde muy temprano se encomendó a los ediles el encargo de proveer a Roma de trigo 154, de distribuirlo al precio más bajo posi­ ble, persiguiendo a los que trataban de especular con los artículos alimenticios. Con frecuencia distribuyen al pueblo pan y aceite. Atienden y vigilan los merca­ dos, las buenas condiciones de los artículos; inspeccionan las pesas y medidas. Pero sobre quienes asientan bien la mano, cuando tienen ocasión, es sobre los usu­ reros y cam bistas.155 c) Pero lo que da más importancia política a los ediles es la misión de cele­ brar, organizando y presidiendo los juegos y las fiestas públicas. Aunque al prin­ cipio su competencia no se extendía más que a la atención y vigilancia de las fiestas, luego se les confió la dirección. Desde el año 313 a. C., se les ve dirigir la ornamentación del foro por donde debía pasar el cortejo de un general triun­ fa d o r156, cosa que luego hace ya para todas las solem nidades.157 En el reparto de este cometido, es natural que los curules cargaran con la parte más notable, encargándoseles de la celebración de los ludi Romani, y los ludi Me­ galenses·, los ediles de la plebe siguen con la celebración de los ludi plebeii. 154 H asta el año 213 a. C., el erario público costeaba las fiestas; pero desde ese año todo corría a cargo de los ediles curules 159. A partir de esa fecha tan solo los ricos y los caballeros podían aspirar a esa magistratura, que, como hemos visto en Cicerón era «la primera grada hacia las magistraturas superiores» 160. A los ediles curules no les importaba empeñarse, y cubrirse de deudas durante su edilidad, con la esperanza de que, dejando al pueblo satisfecho con la esplendidez de sus munera ofrecidos, seguirían eligiéndolos para el pretorado y consulado, y si esto conseguían, podrían resarcirse a su gusto. César salió de su edilidad empeñado hasta los cabellos, y a los pocos años tenía más dinero en sus arcas qué el Estado en su erario. La organización de las fiestas suponía el orden, los actos públicos del circo, del teatro, las decoraciones y todo el aparato de los cortejos públicos, de la pompa circensis, contrata de compañías de cómicos, etc., etc. y, en otro orden de cosas, la conservación del orden público y la alegría popular durante las fiestas y repre­

154. 155. 156. 157. 158. 159. 160.

12

L iv . L iv . L iv . C ic . L iv . L iv . C ic .

1 0 , 1 1 , 9 ; 3 0 , 2 6 , 6. 7 , 2 8 , 9 ; 1 0 , 2 3 , 1 1 -1 2 ; 3 5 , 4 1 , 9 -1 0 . 9 , 4 0 , 16. v e r r . 4 , 3 ; P lin . N . H . 3 5 , 1 1 , 4 0 ; S u e t. Caes. 10. 2 7 , 3 6 , 8 ; 3 0 , 2 6 , 1 1; 3 1 , 4 , 5 ; 3 3 , 2 5 , 1-2. 9 , 4 0 , 16; 2 5 , 2 , 8 , ju eg o s q u e c o r r e sp o n d ía n al e d il, C ic. V err. 5 , 3 6 . Leg. 3 , 7 ; V err. 1 , 13.

178

L as m agistraturas a lo largo de la vida romana

sentaciones. Aunque algunos juegos, como los Romanos, los preside siempre un magistrado mayor, cónsul, dictador o pretor, sobre el edil recaen los gastos y el honor. Durante el Imperio. El número y clasificación de los ediles no cambia con Julio César, pero su competencia e importancia va disminuyendo poco a poco hasta su total desaparición. La organización administrativa efectuada por Augusto tuvo como resultado la limitación de las atribuciones de los ediles. Estas van pasando a la jurisdicción del pretor, dejando a los ediles poco más que con la multae dictio, que todavía fue limitada por Nerón 161. Con Augusto se les quita también el cui­ dado de los incendios, y la cura annonae 162. Los ediles siguen con la vigilancia especial sobre los mercados: comestibles, pesas, medidas; atención sobre las ca­ lles, edificios públicos, albergues, tabernas, prostíbulos, etc. La cura ludorum pasó a los pretores. Desde ese momento en que la edilidad curul deja de ser el tram­ polín para lanzarse a magistraturas ■superiores, que el Emperador da como quiere, la edilidad no era solicitada por nadie, y los príncipes se veían obligados a impo­ nerla a los antiguos cuestores y tribunos 163. Los ediles se mencionan en el Digesto pero como formando parte del Derecho honorario.164 Su potestad era sacrosanta. La edad que se requería para esta magistratura era por lo menos 37 años. César creó dos ediles más que entendían en la suministración de trigo a la ciudad, y se llamaron ediles cereales.165 4. El pretorado No puede determinarse el año exacto de la institución de los pretores porque en los primeros tiempos se confundían con los cónsules o con los cuestores. Cice­ rón escribe: R e g io im p e r io d u o s u n to , iiq u e p r a e e u n d o , iu d ic a n d o , c o n s u le n d o , p r a e to r e s, iu d ic e s , c o n s u le s a p p e lla m in o : m ilitia e su m m u m iu s h a b e n to , n e m in i p a r e n t o .166

Los cónsules en tiempo de guerra no solían pasar en Roma más que el primer mes y para que en estas ausencias no quedara el pueblo sin autoridad, se creó en el año 367 a. C., este nuevo magistrado, inferior a los cónsules y superior a los

161. T ac. Ann. 13, 28. 1 6 2 . D io C a ss. 5 2 , 2 4 . 1 6 3 . D i o C a ss. 5 5 , 2 4 . 1 6 4 . P a p in . D . 4 3 , 10. 165 P o m p o n . D . 1, 2 , 2 ; D io C a ss. 4 3 , 5 1 . 166. C ic. Leg. 3 , 8 : « Q u e haya d o s q u e o s te n te n e l p o d e r rea l, y p u e s to q u e e llo s tie n e n la p r io r id a d , la ju stic ia y e l c o n s e jo , s ea n lla m a d o s p r e to r e s , ju e c e s, c ó n s u le s; q u e e n e l ejér­ c ito te n g a n u n p o d e r a b s o lu to , y n o e s t é n s o m e tid o s a n a d ie . S e a para e llo s le y su p r e m a el b ie n d e l p u e b lo » (c f. K a lin d e r o , D r o it p ré to rie n e t répon ses d e s p ru d en ts, A e le n 1 9 7 1 , reim p r. d e la e d . d e 1 8 8 5 ). P ra eto r < prae-ire, e l q u e v a d e la n te d e l e jé r c ito (V arr. L . L. 5 , 8 0 ) y a sí se c o n s e r v a n la s p alab ras praetoriu m , « tie n d a , p a b e lló n d e l g e n e ra l e n e l c a m p a m e n to » ; cohors praetoria, « la c o h o r te d e g u a rd ia d e l je fe o p ra e to r m axim u s » , lla m a d o a s í e l d ic ta d o r (L iv ! 7 , 3 0 ; 2 2 , 1 0 , 1 0 ). L u e g o se d is tin g u e n la s fu n c io n e s y se lla m a n cónsules, r e se r v á n d o se e l n o m b r e d e p ra e to r p a ra e s te a u x ilia r s u y o q u e , al crea rse p o r p r im e r a v e z e n e l a ñ o 3 6 7 a. C ., s e e rig e c o n lo s m is m o s a u sp ic io s q u e lo s c ó n s u le s (L iv . 6 , 5 5 , 1 1 ; 7 , 1, 6 ; 8 , 2 3 , 3; 2 7 , 2 5 ; 4 3 , 1 4 , 3 ; C ic, A tt. 9 , 3 , 3 ; G e ll. 1 3 , 1 5 , 4 ; P lin . Paneg. 77). C f. E . M a x is, D ie P rätorem R om a v o r 3 6 7 -167 vo n Chr., B r e sla u 1 9 1 1 ; M . H ö lz , F asti p ra e to rii 167-44 vo n C hr., L e ip z ig 1876.

L os m agistrados en particular

179

otros, para que fuera como un intérprete autorizado d e 'la ley, en nombre de los cónsules. El testimonio de Pomponio es fehaciente: S ie n d o r ecla m a d o s lo s c ó n s u le s p o r la s g u erra s lim ítr o fe s y n o h u b ie r a e n la ciu d a d q u ie n a d m in istr a ra ju stic ia , s e c r e ó e l p r e to r , lla m a d o u r b a n o , p o r q u e a d m in istrab a e l d e r e c h o e n la u r b e . 167

O tra causa de la institución del pretorado pudiera ser la siguiente: en el año 367, precisamente, consiguieron los plebeyos el poder optar al consulado. Pero los nobles se resistían ante la posibilidad de que cayeran sus causas en manos de tribunales plebeyos. Para evitarlo, · disgregaron el poder judicial de las atribu­ ciones consulares y crearon esta magistratura a la que únicamente los nobles podían optar. «La plebe concedió a la nobleza la creación de un pretor, para que admi­ nistrara la justicia- en la ciudad, elegido de entre los patricios».168 Años más tarde también pueden optar los de la plebe, pero después de haber recibido en la edilidad curul el grado de nobleza. Tenían obligación de permanecer en Roma durante todo el pretorado. La ausencia mayor que se les consentía era de diez días. Eran elegidos en los comicios por centurias inmediatamente después de los cónsules. Su cargo era anual y entraban y salían cuando los cónsules. Tenían los mismos distintivos de los ediles curules, más seis lictores fuera de Roma, y dos en la ciudad. Hasta el año 247 no hubo niás que un pretor. En este año se añade el praetor peregrinus, del que se distingue el praetor urbanus o maior. Dos derechos distin­ guían los romanos el ius çiuile, de la ciudad, y el ius gentium, de los pueblos. En este último entendía el praetor peregrinus, el urbanus en el primero. Sus funciones podían resumirse en esta fórmula: Do, dico, addico. «Daban» la acción, la excepción, la posesión, los jueces, los árbitros, los tutores. «Decían» o pronunciaban las sentencias. «Adjudicaban» cuando el derecho lo reclamaba. To­ do lo cual lo resume así Cicerón: Q u e e l p r e to r , á rb itro d e l d e r e c h o , ju zg u e o h aga ju zgar lo s a s u n to s p articu la res; q u e sea e l g u a r d iá n d e l d e r e c h o c iv il; q u e te n g a ta n to s ig u a les e n a u to rid a d c o m o h a y a d e c r e ta d o e l se n a d o o m a n d a d o e l p u e b lo . m

Estos dos pretores al tomar posesión de su cargo venían obligados a redactar un programa de sus intenciones, declarando los decretos de sus antecesores que dejaban vigentes y los que abrogaban 1?0. Esto era indispensable para que los abo­ gados y los jueces supieran en qué fundarse para los pleitos. Este programa, ex­ puesto por un edicto, era leído con suma atención por todos los ciudadanos roma­ nos como una nueva constitución anual. Era el edictum praetoris. Al principio no hubo más pretores que el urbano y el peregrino. Tomada Sicilia y Cerdeña, nombraron también para estas provincias, luego para España y la Galia Narbonense. Estos praetores prouinciales tenían facultad de hacer la guerra. Sila los aumentó hasta 10, de los cuales 6 permanecían en la ciudad para en­ 167. 168. 169. 170. m u m iu s d ic tio n e m

P o m p o n . D . 1, 2 , 2 , 2 7 . L iv . 6 , 4 2 , 1 1 . C ic. Leg. 3 , 8 . V id . G a i. In s t. 1 , 6 : « I u s e d ic e n d i h a b e n t m a g istr a tu s p o p u li R o m a n i; sed a m p lissi­ e s t in e d ic tis d u o r u m p r a e to r u m , u r b a n i e t p e r eg r in i... q u o ru m in p r o u in c iis iu ris p r a e sid e s e a ru m h a b e n t» ; C ic . Fam. 3 , 8 , 4 ; A tt . 6 , 1 , 1 5 .

180

L as m agistraturas a lo largo de la vida romana

tender en los pleitos públicos sobre la falsía, el parricidio, los sicarios, las injurias, el soborno, las denuncias provinciales, la majestad. Estos, al año siguiente, iban a una provincia con el cargo de propraetores. César añadió dos más. Augusto los redujo de nqevo a ocho. De ellos el praetor primus era el que obtenía más votos en los comicios por centurias, y era el publi­ cado el primero. De sus atribuciones y cometidos nada se deja como seguro, puesto que cam­ biaba con frecuencia según los tiempos y las circunstancias; pero resumiremos los más salientes: a) Puede confiarse al pretor urbano funciones militares, judiciarias y financie­ ras fuera de R om a.171 b) Tiene el imperium, por tanto, la facultad de conducir ejércitos.172 c) Atribuciones judiciales 173. El pretor urbano y el peregrino tienen esencial­ mente el ejercicio de la jurisdicción civil, y participan con el cónsul de la juris­ dicción graciosa. En lo criminal el pretor preside las quaestiones- perpetuae, y las cuestiones extraordinarias. Ejerce la jurisdicción criminal en Italia sobre los nociudadanos, con frecuenia también sobre los ciudadanos, y a veces, por delegación del senado, por causas graves que comprometen la tranquilidad pública, juzga tam­ bién a los magistrados romanos 174. Es el guardián del derecho civ il.175 d) La autoridad del pretor es como una desmembración de la de los cónsules*, de los que es colega — minor— , y participa de su imperium - minus 176. El pretor no puede nombrar a un dictador; ni interceder contra un acto del cónsul; pero el cónsul puede impedir que el pretor convoque y presida los comicios. e) En su esfera el pretor tiene un poder propio; y además el pretor urbano ■ — y en teoría también el peregrino— 177 posee a título auxiliar las atribuciones consulares, que en presencia de los cónsules no ejerce más que por orden especial generalmente recibida del senado m ; pero que en ausencia del cónsul ejerce regu­ larmente, porque en ese caso es la autoridad máxima de la ciudad. f) En general hace cumplir las órdenes emanadas del senado, y los mandatos que le delegan los cónsules.179 g) Es el intermediario en la correspondencia entre el senado y los cónsules ausentes180 y elige los senadores encargados de llevarles sus instrucciones.181 h) Reemplaza a los cónsules en los negocios administrativos y judiciales que pesan sobre ellos en lugar de los censores.182 i) En tiempos de Cicerón el pretor participa en las frumentationes, o alta ins­ pección por lo menos, sobre el aprovisionamiento de trigo, como se deduce del hecho de que el año 66 el praetor que preside de maiestate está ausente, auocatus propter publici frum enti curam. 183 171. 172. 173. 174. 175. 176. 177. 178. 179. 180. 181. 182. 183.

L iv . 3 2 , 8 , 4 -8 ; 3 3 , 3 6 ,2 . P s e u d . A sc o n . ad Cic. V err. 3 , 1 4 ; L iv . 2 7 , 3 5 , 1 3 ; 4 0 , 5 9 ; 4 3 , 11. C ic . M u r. 4 1 . L iv . 2 9 , 2 0 -2 1 . C ic . Leg. 3 , 8 . G e ll. 1 3 , 1 5 ; P a u l. D . 4 0 , 1 , 14. L iv . 2 2 , 5 5 , 1; 2 3 , 1 4 , 1. L iv . 4 2 , 3 5 , 4 ; 4 3 , 1 4 , 3. L iv . 4 3 , 1 1 , 2 5 ; C ic. P ro D om . 53. L iv . 2 2 , 2 3 ; 2 5 , 2 2 ; 2 7 , 4 ; 30, 24. L iv . 4 3 , 11. L iv . 4 4 , 1 6 . A s c o n . in C ornel. 5 9, 1 0 .

L o s m agistrados en particular

181

j) Tiene también algunas encomiendas de policía.184 k) Reemplaza al cónsul en la fijación de fiestas móviles, por ej., los Compi­ talia. 185 1) Ofrecía sacrificios públicos en el Ara Maxima: «Como antiguamente se consumía en el templo todo lo que era profano, ahora también se realiza lo que el pretor urbano hace todos los años, cuando inmola públicamente a Hércules una tern era» .186 m) Desde el principio de la República se le había encomendado la organiza­ ción de algunas fiestas, como la del 13 de julio, los juegos Apollinares y otros de orden inferior 187 y seguramente también participa en los ludi saeculares. 188‘ n) El pretor urbano solo, o con el peregrino (y a veces sólo el peregrino 189), tiene como el cónsul el derecho de convocar al senado 19°, pero como el cónsul lo puede impedir por su intercesión, salvo algunas excepciones 191, no suele congre­ garlo más que en ausencia de los cónsules o con su consentimiento, o por una invi­ tación del pueblo o ruego del senado. o) Puede reunir y presidir los comicios curiados, centuriados y por tribus. Convoca los comicios centuriados sobre todo para el ejercicio de iudicium populi, los comicios por tribus para la legislación y elección de magistrados menores; la elección de magistrados superiores y de pretores dirigidos por un pretor son ile­ gales. 192 p) En cuanto a las leyes tiene derecho la misma competencia que los cónsules, aunque las leyes más importantes han sido siempre propuestas por los cónsules 193. De ahí que en la división de las leyes no se distingan más que las consulares y las tribunicias.194 q) El pretor urbano, por delegación del cónsul o por orden del senado, dirige el reclutamiento de soldados 195 y en ese caso nombra también los oficiales 196. Tiene mando militar en la ausencia de los cónsules, en el territorio domi. Puede reempla­ zar a un cónsul, conducirle refuerzos, servirle de legado.197 r) Los pretores provinciales tienen normalmente el imperium militar en el límite de su provincia, que no pueden traspasar. Pueden triunfar, aunque de ordi­ nario las guerras más importantes se confían a lo cónsules.198 Durante el Imperio, a los 8 pretores que deja Augusto,Tiberio agrega luegoen el año 23 a. C., dos praetores aerarii, y al final de su reinado había doce pretores. Claudio creó dos pretores fideicommissarii·, Marco Aurelio un pretor tutelaris·, Nerva el pretor fiscalis, para juzgar los conflictos entre el fisco y los particulares. A finales del siglo I I o principios del I I I se crea el pretor de liberalibus causis para

184. 185. 186. 187. 188.

189.

L iv . 4 0 , 2 9 ; V a l. M a x . i , 1 , 9 y 12. G e ll. 1 0 , 2 4 , 3. V arr. L. L. 6 , 5 4 . L iv . 2 5 , 1 2 , 1 0 ; 2 6 , 2 3 , 3 ; M a cr o b . Saturn. 1, 1 7 , 28 . T ac. A n n . 1 1 , 11.

L iv . 2 2 , 5 5 , 1. Leg. 3 , 6 ; G e ll.

190. 191. 192. 193. 194. }9 5. Î96. 197.

C ic. L iv . C ic . L iv . C ic . L iv . L iv . L iv .

1 4 , 7. 3 3 , 2 1 , 9 ; 4 2 , 2 1 , 8 ; S u e to n . Caes.2 3 ; C ic . A tt. 3, 1 5 , 6; D e Im p . G n . Vom . 58. A tt. 9 , 9 , 3 ; 9 , 1 5 , 2 ; G e ll. 1 3 , 1 5 , 4. 27, 5; 47 , 21. Leg. A g r. 2 , 2 1 . 2 5 , 3 , 4 ; 2 5 , 2 2 , 4 ; 3 3 , 4 3 , 7 ; 3 5 , 2 , 4 ; 3 6 , 2 , 15 . 4 2 , 31, 5; 4 2 , 35, 4. 10; 3 1 , 3-5.

198.

Liv. 38, 48, 4; 33, 44, 1.

182

Las magistraturas a ¡o largo de la vida romana

los procesos relativos a la condición de las personas 1W. Cuando Caracalla concede el derecho de ciudadanía a todo el Im perio, desaparece el praetor peregrinus. Los pretores, ya desde Augusto, se designan por nominatio o commendatio, que venía a ser igual en la práctica, puesto que siempre se elegía al candidatus Caesaris. Sus competencias se disipan paulatinamente, y los pretores van quedando poco a poco para organizar fiestas, cuyos emolumentos pagaba el Emperador, aunque ellos podían dar ludi voluntarios. Con todo, la pretura era apetecida, no por sí; sino porque daba derecho a muchas funciones. De entre los praetorii se reclutaban: 1) el jefe de las legiones; 2) los legados de las provincias consulares, imperiales y del senado; 3) los gobernadores de las provincias imperiales y senatoriales pre­ torias; 4) los prefectos del erario de Saturno; 5) los prefectos frumenti dandi ex S. C.; 6) los curatores uiarum. En el Bajo Imperio persiste el pretor urbano con los dos pretores de las tutelas y de las causas liberales. Pero su cometido se limita a ofrecer las fiestas más cos­ tosas. Todavía Justiniano reemplaza en Constantinople el prefecto de los Vigiles por un pretor popular, ayudado por un cuestor y soldados y está encargado de la policía y de la jurisdicción crim inal.200 Jurisdicción del pretor urbano y del peregrino. Ya lo hemos indicado pero conviene precisar. La jurisdicción de ambos se distinguía por la materia y por el lugar. Todos los asuntos de fuera del Lacio y de Roma pertenecían al praetor peregrinus, ya se desarollaran en la capital, ya fuera; lo mismo que todas las cuestiones de los ciudadanos que hubieran de resolverse fuera de Roma o del Lacio. Las cues­ tiones y denuncias entre ciudadanos y no ciudadanos, donde quiera tuvieran lugar, también eran asunto del praetor peregrinus. De forma que al urbanus tan sólo le quedaba los asuntos de los ciudadanos y de los latinos dentro de la demarcación de su territorio. «Los griegos que habían sido despojados, condujeron a Antonio (ciudadano romano) al tribunal de M. Luculo, pretor que administraba el derecho entre los peregrinos»201. Pero además el senado podía pasar al praetor peregrinus alguna causa del praetor urbanus, como podía confiar a un pretor provincial algún asunto del pretor peregrino.202 El emperador Marco Aurelio estableció el praetor tutelaris. «Fue el primero en establecer el pretor tutelar, porque antes, para que hubiera suma delicadeza en el nombramiento de los tutores, los conferían los cónsules» 203 5. Los propretores Hemos aludido a estos magistrados en páginas anteriores; el papel que desem­ peñan merece que hablemos algo de ellos.

1 9 9 . C o d . Iu s l. 4 , 5 6 , 1. 2 0 0 . I u s t . N o u el. 1 3 , 1 4 , 8 0 . 2 0 1 . A sc o n . p . 8 4 . T . R . S . B r o u g th o n , T h e m agistrates of Rom an R e p u b lic I I , 1 9 5 2 ; F . Serrao, L a ju risd ictio n d u p re teu r peregrin , 1 9 5 5 , e n ita l. M ila n o 1 9 6 8 ; D a u le , T h e p ere­ g rin e praetor·. J R S , 1 9 5 1 ; E . L a b o u la y e , E ssai su r les lo is crim in elles d e s R om ain s, con cer­ n a n t la resp o n sa b ilité d e s m agistrats, A e le n 1 9 7 1 , reim p r e sa d e la e d . d e P a ris 1 8 4 5 ; B . E liac h e v itc h , La perso n a lity ju rid iq u e en d ro it p riv é rom ain, P a ris 1 9 4 2 . 2 0 2 . L iv . 3 8 , 5 4 ; 43 , 2. 2 0 3 . V ita M arci, 1 0 ; C IL . V . 1874; V I I I , 7 0 3 0 : « P r a e to r c u r a to r ib u s e t tu t(o r ib u s) d a n d is» ,

Los magistrados en particular

m

AI principio de las guerras púnicas el senado se vio obligado a prorrogar el imperiutn de los cónsules y muy pronto prorrogó también el de los pretores 205. Durante la segunda guerra púnica se prorrogó el imperiutn de varios pretores aunque como se ve eran circunstancias especiales. Luego las prórrogas se hacen menos frecuentes. En 181 la ley Baebia crea dos propretores permanentes para las provincias de España, citerior y ulterior; pero esta ley no se. aplica más que una vez. Hasta el mandato de Sila se eligen seis pretores, pero la multiplicación de las provincias y el incremento del quehacer judicial exigen prácticamente el empleo de propre­ tores y procónsules. Se podía prorrogar los mandos en todas las provincias consu­ lares y en todos las pretorianas. El senado recurría con frecuencia a estas prórro­ gas y con buen acuerdo, para no confundir estos magistrados con los anuales, se les antepuso el pro- (propraetor, proconsul) 207, por eso los vemos llamados impro­ piamente praetores en varios lugares de Cicerón 208, César y Livio 209. Desde el principio los dos gobernadores de las Españas, de orden pretorio, tuvieron, por excepción, el imperium proconsular, y se llamaron procónsules.210 Por fin Sila crea la propretura provincial, elevando el número de pretores de seis a ocho, y disponiendo que estuvieran un año en Roma como pretores, y al año siguiente fueran a gobernar una provincia con el nombre de propretores. Con ello se separa del pretor el gobierno de las provincias y se hace independiente. El propretor tiene ayudantes delegados, nombrados por el senado, para que le ayuden en la administración de la provincia, son los legati pro praetore, como los quaestores pro praetore. Se nombran para un año, pero su gestión se prorroga con facilidad. Bajo el Imperio el procónsul consular tiene tres legados, y uno el procónsul pretorio; el de Sicilia dos cuestores, los demás uno solo. E n tiempo de la República el gobernador de una provincia puede tener nece­ sidad de un representante, por ejemplo, cuando todavía no ha tomado posesión de su mandato y está entretenido en R om a211; Pompeyo confiando el gobierno de España a sus legados durante dos años lo hizo de una forma ilegal212, o cuando sale de su territo rio 213; cuando un pretor urbano se ve retenido en Roma delega su mando en el extranjero2l4. Lo elige él mismo, de ordinario de entre sus cues­ tores, o el personaje más distinguido dé su com itiva.215 Este delegado obra cum imperio, con el nombre de pro praetore, es título ofi­ cial y se añade al que tenía antes: quaestor o legatus: quaestor et propraetor216.

2 0 4 . L iv . 8 , 2 3 , 12 = a ñ o 3 2 7 , e l p rim e r c ó n s u l a l q u e se le p r o r ro g ó e l imperium f u e Q . P u b lio P h ilo . 2 0 5 . C IL . I, 4 5 8 , a ñ o 2 4 1 , p r e to r Q . V a le r io F a lto . 2 0 6 . L iv . 2 2 , 8 , 7 ; 2 3 , 2 5 , 1 1 ; 2 4 , 1 0 , 3 -4 ; 2 5 , 3 , 5-6 ; 2 6 , 1 , 1-9; 2 7 , 7 , 8 y 1 2 ; 2 8 , 10 , 10-12 y 15; 2 9 , 1 3 , 4 y 7 ; 3 0 , 1, 3 . 7 . 10. 207. P o lib . 2 1 , 1 0 , 11. 2 0 8 . C ic . B alb. 4 3 ; Flacc. 4 5 ; Ligar. 3. 2 0 9 . C a e s. B . C. 1, 6 , 2 ; L iv . 2 2 , 5 2 , 1; 2 4 , 4 0 , 2 ; 4 0 , 19 , 10. 2 1 0 . L iv . 2 3 , 3 0 . 2 1 1 . L iv . 1 0 , 2 5 , 1 1; 3 1 , 3 , 2 ; 2 1 , 4 0 , 3 ; S a il. lu g . 3 6 -3 8 . 2 1 2 . D io C a ss. 3 9 , 3 9 . 2 1 3 . S a lí. lu g . 1 0 3 . 2 1 4 . L iv . 2 3 , 3 4 , 10 s.; 2 7 , 2 4 , 1; 2 7 , 3 5 , 2 ; 2 3 , 3 2 , 2 0 ; 1 0 , 2 6 , 1-4; 4 2 ^ 3 5 , 4 ; C aes. B. G . 8 , 5 2 . 215. C ic . Fam. 2, 1 5 , 4 : « E g o d e p r o u in cia d e c e d e n s q u a esto r e m C o e liu m p r a e p o su i prou in c ia e » ; A tt. 6 , 6 , 3. 2 1 6 . C ic. Fam. 2 , 1 8 , 3.

184

L as m agistraturas a lo largo de la vida romana

El delegado tiene las insignias, los fascios, no más de seis, y la competencia de su jefe. Un general nombrado directamente por los oficiales o por los soldados en caso urgente puede nombrarse propretor. Así Léntulo se constituye a sí mismo en proquaestor propraetore, pidiendo luego la autoridad del senado 217. La suprema asamblea consideraba siempre la urgencia del caso, y por lo general confirmaba en el cargo. 6. El consulado Al desterrar a los reyes al frente del gobierno del pueblo se puso a dos cón­ sules con autoridad regia218. La elección de los cónsules se hacía proponiendo el senado al pueblo los candidatos en los comicios por centurias219, que debían ser presididos a lo menos por un cónsul, ya ordinario, ya sustituto, y en su defecto, si habían muerto los dos, por los tribunos militares, «consulari potestate». Cuando no era elegido más que uno, o el otro moría antes de tomar posesión, o renunciaba, el remanente podía promover nuevos comicios, y era lo más ordina­ rio; o también prescindía de él y era llamado consul sine collega. Así Pompeyo en el 52 y César en el 45. El pueblo elegía y los patricios en los comicios por curias confirmaban. Los primeros cónsules elegidos fueron Junio Bruto y Tarquinio Colatino. Al principio no podían optar más que los patricios; pero a partir del año 367 también los plebeyos. «Los tribunos C. Licinio y L. Sextio promulgaron tres leyes... la tercera, que no se celebraran comicios de tribunos militares, y que de los cónsules el uno fuera de la plebe» 22°. Más tarde los dos podían ser plebeyos: «Que se pudieran elegir los dos cónsules de la plebe»2íl. Su poder al principio era omnímodo, como había sido el de los reyes; pasando el tiempo se les desglosó las atribuciones que hemos asignado a los pretores, a los cuestores y la de los censores y el sumo pontificado. Judicialmente entendían en los crímenes de lesa patria, en los delitos religio­ sos, o solos, o juntamente con los Pontífices feciales o el Pontífice Máximo.

2 1 7 . C ic. Fam. 1 2 , 1 5 , 6. 2 1 8 . A s í C ic . Leg. 3 , 8 : « R e g io im p e r io d u o s u n to , iiq u e a p r a e eu n d o , r a d ic a n d o , c o n s u ­ le n d o , p r a e to r es, iu d ic e s , c o n s u le s a p p e lla n to r ; m ilitia e su m m u m iu s h a b e n to , n e m in i p a r e n to ; o llis sa lu s p o p u li su p rem a le x e sto » . V id . C ic. M ur. 7 4 ; V arr. L . L . 5 , 8 0 . S in e m b a r g o e l tr i­ b u n o s a lía d e s u ju r isd ic c ió n , p o r q u e p o d ía p o n e r le e l v e to s iem p r e q u e q u isie r a : « I llu d q ^ id d e m ip s u m , q u o d in iu r e p o s itu m e s t, h a b e t c o n s u l, u t e i r e liq u i m a g istr a tu s o m n e s p a r e a n t e x c e p to tr ib u n o , q u i p o s t e x s t it it , n e id q u o d fu e r a t, e s s e t. H o c e n im p rim u m m in u it c o n s u ­ la r e iu s , q u o d e x s t itit, ip s e q u i e o n o n te n e r e tu r , d e in d e q u o d a tt u lit a u x iliu m r e liq u is n o n m o d o m a g istr a tib u s, sed e tia m p r iu a tis c o n s u li n o n p a r e n tib u s » , C ic . Leg. 3 , 16 . C ic er ó n n o s r efiere e sp o r á d ic a m e n te u n c a so d e in te r c e sió n . S ie n d o é l c ó n s u l, p r e te n d ió cortar e l a b u so d e la s le g a c io n e s p r iv a d a s, r etrib u id a s p o r e l E sta d o ; c u a n d o y a e l se n a d o e sta b a para ap rob ar la p r o p o s ic ió n d e l c ó n s u l, se lo im p id ió u n tr ib u n o f r ív o lo y c a p r ic h o so : « Q u o d q u id e m g e n u s le g a tio n is e g o c o n s u l, q u a m q u a m ad c o m m o d u m se n a tu s p e r tin e r e u id e b a tu r , ta m e n a d p ro b a n te s e n a tu fr e q u e n tiss im o , n is i m ih i le u is tr ib u n u s p le b is in te r c e ss iss e t, s u stu lis se m » (C ic . L eg. 3 , 1 8 ). S o b re lo s c ó n s u le s p u e d e v e rse : W . .L ie b e n a m , F asti consulares im p erii R o m a n i vo n 30 v. Chr. b is 565 n. Chr.·. K le in e T e x t e d e H . L ie tsm a n n . n . 4 1 / 4 3 , B o n n 1 9 1 0 ; M . H . G r iffin e t G . A . H a r r er , F asti C onsulares: A J A 3 4 (1 9 3 0 ) 3 6 0 ; E . D e R u g g ie r o , II con solato e i p o te r i p u b lic i a R om a, R o m a 1 9 6 8 r e im p r e sió n d e la e d . d e R o n ïa 1 9 0 0 ; A . L ip p o ld , U n tersu ch u n ­ gen zu r G esch ich te d es röm ischen C on su lates von 264 b is 201 v. C hr., B o n n 1 9 6 3 . 219. L iv . 1 , 6 0 , 4 ; D io n is . 4 , 84. 220. L iv . 6 , 3 5 , 5 . 221. L iv . 7 , 4 2 , 2.

L os m agistrados en particular

185

Daban leyes, reunían al pueblo y promulgaban edictos ofales y escritos; con­ vocaban al senado, cosa que en ausencia de los cónsules hacía el senador más anciano o más prepotente de hecho, el princeps senatus, aunque de derecho era de la competencia del pretor urbano; disponían del tesoro público y de los bienes del Estado por medio de los cuestores; nombraban los sacerdotes inferiores y celebraban los sacrificios nacionales; fijaban las fiestas y presidían las asambleas religiosas; de su incumbencia· era celebrar las fiestas mayores; tenían la vigilancia suprema sobre la seguridad pública, en caso de incendio o de cualquier siniestro, o de un tum ulto p o pular.222 Para que no abusaran de su autoridad, eran elegido anualmente, y dos, a fin de que el uno sirviera de contrapeso al otro en caso de que abrigara torcidos propósitos. Podían ser reelegidos, pero mediando el intersticio de diez años: «que nadie desempeñe la misma magistratura sino después de un intervalo de diez años. Que se observe la edad regulada por la ley 'de la analidad’ (lex annalis)» m . Pero no siempre se cumplía esta norma. Se creaban por el mes de julio, en el año anterior y desde entonces se llama­ ban consules designati hasta el día primero de enero en que tomaban posesión, y ya quedaban constituidos consules proprii u ordinarii. Los que sustituían a los ordinarios, por muerte, se llamaban consules suffecti. La edad requerida para el consulado era 42 años. Presidían las asambleas populares y senatoriales y recogían los votos en los comicios. En tiempo de guerra, o cuando el senado les confería toda la autoridad con un voto de confianza, el senatus consultum ultimum, con la fórmula uideant (caueant) consuJ.es ne res publica detrimentum capiat, su poder era ilimitado, in­ cluso sobre todas las provincias: «todas las provincias deben estar bajo la auto­ ridad y el mando del cónsul».224 Reunían tropas, alistaban legiones y ellos eran los jefes supremos. En el campo de batalla vestían el paludamentum, manto de púrpura, como los empéradores. En este campo su principal cuidado era naturalmente obtener el triunfo, y luego cap­ tarse la amistad del senado
View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF