Jean-Claude Guillebaud - La Traición a La Ilustración
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JEAN.-CLAUDE GUILLEBAUD ,
LA TRAICION ,
A . LA ILUSTRACION
Investigaci6n sobre el malestar __...__~ntemooraneo
LA TRAICI6N A LA ILUSTRACI6N
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La traici6n a la Ilustraci6n
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Investigaci6n sobre el malestar contemporaneo
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Titulo original: La trahison des Lumieres. Enquete sur /e desarroi contemporain Editions du Seuil, Paris ©Editions du Seuil, enero de 19%
Traducci6n: Horacio Pons
Disei\.o de tapa: Estudio R
H echo el deposito que marca Ia ley 11.723 Impreso en la Argentina
© 1995, de la edici6n en castellano, Ediciones Manan tial Avda. de Mayo 1365, 6° piso, (1085) Buenos Aires, Argentina Tel: 383-7350/383-6059 Fax: 813-7879
ISBN: 950-9515-96-5
Derechos reservados Prohibida su reproduccci6n total o parcial
A Michel Albert
I
UN SIGLO PREMATURO
E19 de noviembre de 1989, 1 en Berlin, el siglo XX termin6 prematurarnente. Con once ail.os de anticipaci6n, el ail.o 2000 nos cay6 del cielo. Nos alegramos con demasiada ligereza. Habra que recordar los candores de la epoca ... El hundimiento de las tiranias y los Gulag, ese "genio de la libertad" que derrumbaba muros y p uestos de vigilancia, todo preparaba el advenimiento de esa "sociedad global de individuos" sofi.ada por Kant, de esa "civilizaci6n coordinada a escala universal" evocada por Hannah Arendt. 2 El segundo gran totalitarismo del siglo, el mismo al que se creia fijado en su eternidad de bronce, cay6 hecho polvo cincuenta aii.os despues del primero. Esta vez, sin guerra mundial ni proceso de Nuremberg. El siglo que habia dado a luz a uno y a otro oscilaba sobre su eje, y nuestro mundo -es verdad:... parecia "darse vuelta".3 Por primera vez, unos valores compatibles, unas convicciones comunes, un mismo credo politico se ofrecian para ser compartidos por los hombres. zApoteosis democratica? zFin de la historia? Fue, en todo caso, un bello aleluya. Durante el invierno
1. Apertura de una primera brecha en el Muro de Berlin. 2. Hannah Arendt, L'Imperialisme, Parfs, Fayard, 1987. 3. Bertrand Badie y Marie-Claude Smouts, Le Retournement du monde, Paris, Presse de Ia FNSP, 1993.
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LA TRAICI6N A LA ILUSTRACI6N
de 1989-1990, en ese farrago de ruinas, detras del humo de los derrumbes, crey6 percibirse la promesa de un mundo reconciliado. La alegria fue breve. El siglo estaba bien muerto pero su cadaver apestaba. Por debajo del deshielo, vimos resurgir libertades largo tiempo escarnecidas, nacionalidades renacientes pero sobre todo inirnaginables espectros, como convocados para el desfile del nuevo milenio. Mezclados a las promesas del momento, resucitaban viejos resentirnientos que el tiempo no habia desgastado: particularismos de barricada, determinaciones belicosas, violencias grupusculares. En Europa o en otras partes se hacia reaparecer los mapas y los viejos tratados, se articulaban quejas fronterizas, linguisticas, etnicas o aldeanas. (En el siglo II, el sirio Bardesanes ya describia el despertar de los "paises" contra un fondo de lasitud imperial.) Nuestros diarios debieron volver a aprender en algunos meses una letania de nombres propios olvidados desde hacia tres generaciones en los mapas escolares de Paul Vidal de La Blache: Moldavia, Bosnia-Herzegovina, Chechenia ... El presente, extraii.amente, recuperaba el tono sepia de las viejas secuencias de actualidad. Liberado de sus cadenas, desordenado, el mundo se parcelaba mucho mas rapido de lo que se unificaba. Y no solamente en Europa. La aldea planetaria hacia la cual pensabamos se encaminaba la modernidad se fragmentaba finalmente en barrios rivales y caserios celosos. A la utopia de la uniformidad respondia -en todas partes- el fetichismo de la diferencia. jEstupor! El dulce comercio de Montesquieu, incluso globalizado, incluso convertido en "racionalidad mercantil" y propalado a grito pelado por la CNN, no podia con las pasiones y las pertenencias. Muy por el contrario, las exacerbaba pretendiendo desarraigarlas. Concomitancia de los opuestos ... He aqui que, en pie a uno y otro lado de las fronteras, volvian a enfrentarse esos "odios de tez livida" que describia en el siglo XV el te6logo aleman Nicolas de Cusa.4 El mundo tal vez se inflamaba de deseo contemplando nuestras mercancias y nuesl
4. El cardenal Nicolas de Cusa (1401-1464) fue el autor de la ultima
UN SIGLO PREMA TURO
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tras licencias, pero a ras del suelo, alla lejos, sobre los escornbros de Ia antigua tirania, en Iugar de las policias politicas proliferaban ya las mafias y las sectas. Duelo prematuro por una esperanza. .. ..
De la comodidad de los imperios Hoy, tanto el nuevo siglo como el milenio que se anuncian es-
tan a tal punto "dados v uelta" que nos parecen poco rnenos que opacos. Sobre el mundo occidental y sobre ese " Club de los Siete" (los paises ricos) avergon zado de su propia victoria pesa el desconcierto. Desengaii.ado de su optimismo, el hombre occidental avanza hacia el porvenir de manera extrafia; titubea a disgusto como si estuviera prometido no al "fin de la historia" sino ala deportaci6n hacia lo desconocido. LEI porvenir? Su representaci6n misma esta fuera de alcance. El futuro ha dejado de ser un destino razonable, y el progreso, otra cosa que una fabula sospechosa. "Hemos caido en una precariedad inesperada -se cuchichea-. Las sociedades viven de probabilidades enumerables. En el presente todo se torn6 posible, y en ese todo es preciso incluir lo inimaginable. Cada pensamiento abriga una inquietud latente."5 . "El fondo del espiritu de Ia epoca son la actitud def~nsiva y el retraimiento inquieto en s1 mismo. [... ] Ya no hay sino relaciones de incertidumbre." 6 Por la fuerza de las cosas, se dice ailn, los intelectuales que eran mercaderes de felicidad son hoy profetas de - desdicha. 7
gran suma escohistica de Ia Edad Media. Fue tambien un adversario declarado del aristotelismo. 5. Chantal Millon Delsol, revista Commentaire, no 65, primavera de 1994. 6. Marcel Gauchet, "Le mal democratique", revista Esprit, octubre de 1993. 7. Olivier Mongin, Face au scepticisme, Paris, La Decouverte, 1994.
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LA TRAIC!6N A LA ILUSTRACI6N
El planeta se volvio tan poco gobernable como una nave que ha escapado d e su inercia. El viejo orden del terror, esa cogestion del mundo por dos amos rivales, esa razon obligada, encerrojada p or la p romesa de un anonadamiento cruzado, ha pasado. Como ha pasado el tiempo de las clientelas, de las zonas d e influencia- y de los dos "grandes", condenados ala connivencia por la virtualidad de lo peor. Yalta, como antailo el edicto de Nantes, ha queda"d o revocado. Terminados los dos Molocs mimeticos -el Este y el Oeste- que, desde hace medio siglo, restregaban uno contra otro su poderio, haci~ndo surgir en los margenes, lejos de nosotros, guerras por procuracion, despiadadas pero controladas. El mundo ha perdido sus polos, sus centros, sus gendarmes, sus coherencias. En todos !ados estallan violencias locales, autonomas, frente a las cuales las antiguas tutelas atomicas son mas inope rantes que fusiles de m adera. El canon retumba, y esta vez es en los suburbios europeos de Paris o de Roma. Lo que recorre el planeta ya no es el espectro prometeico d el Apocalipsis, es la realidad cotidiana, repetitiva, de los degi.iellos locales, las purificaciones etnicas y las masacres impunes. Si el antiguo orden era tiranico, el nuevo desorden, policentrico, extraviado, esta rojo de sangre. Tan rojo que ya, bajo la verborrea elegante de los diplomaticos, vemos asomarse evasivas nostalgias por la comodidad bien desempolvada de los imperios.
Fragilidades democraticas
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En casa, en Occidente, reinan aun la indolencia ahita y la profusion d e mercancias. Acarnpamos en un presente atiborrado de pan y circo. Los tiempos solo son duros p ara algunos. Colectivamente, en efecto, hemos transferido el peso del presente a los hombres de una m inoria desafortunada. Los excluidos, esos nuevos esclavos, asumen p or si solos la preocupacion por las deudas. Para el resto, el escepticismo desencantado y la irrision chusca gobiernan el espiritu de la epoca. Pero, a d ecir verdad, el miedo a la
UN SIGLO PRE.MATURO
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carencia volvi6 a la sociedad. Y, con el, la conciencia de una nueva inseguridad, de una conmoci6n subtewinea que dejan casi sin voz a los politicos. (Quien se atreveria a articular en voz alta lo que presiente? Esto. El enriquecimiento continuo sobre el cual habiamos fundado, despues de la guerra, nuestros sistemas democraticos y garantizado la paz social, aparece crudamente como lo que era: menos un destino asegurado que una temporalidad eflmera, una fase al margen de las normas del destino occidental, el fruto de una reconstrucci6n de posguerra. Noes imposible que la fiesta haya terminado ... De resultas, el mismo modelo europeo esta virtualmente arruinado. Treinta Gloriosos,· Estado providencia, Seguridad Social y tutti quanti. Bajo los parches improvisados, d etnis de los regateos de la politica, se ahonda ya un vacio tan profundo como una pregunta. Asi, pues, (que era, en el fondo, este "estado de crecimiento" sino un c6modo hundimiento de la desigualdad, una tregua parcial entre ricos y pobres, pacientemente prorrogada de presupuesto en presupuesto? Cu ando la torta se agranda, las disputas son n egociables y, mas alia de las guerras civiles frias, lo social puede manejarse. Por adelantado. l_No trae el manana, desde hace medio siglo -e incansablemente- algo mejor? Manana cuyos rasgos los europeos, leyendo a Lord John Maynard Keynes, habian aprendido a conocer. Ya noes asi. En la Europa de los antiguos parapetos, el "crecimiento fuerte" se ha debilitado, cuando no se detuvo. Es en otra parte, el Asia maravillosa, la China enloquecida por eruiquecerse o el Oriente industriosor d.onde se expatri6 el crecimiento. Entre nosotros, a duras penas reencuentra sus tempos modestos de antaii.o -digamos un dos por ciento anual- y toea La Arlesiana del vodevil electoral. En este terreno, el futuro no promete gran cosa. Mas all
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