Jaramillo Velez Ruben - Colombia La Modernidad Postergada

June 11, 2019 | Author: Giovanni Libreros Jiménez | Category: Spain, Age Of Enlightenment, Nobility, Nation, Late Middle Ages
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Excelente ensayo crítico e histórico sobre la postergación de la "experiencia moderna" en el contexto colombia...

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Segunda edición, 7 de agosto de 1998 ISBN 958-9091 58 X RUBEN 1mm Vnuz

A. A. 2932

GERARDO Rms Monmo

A. A. 17217

Portada: Óleo de Eduardo Mejía Ceballos (1946-1996) Armada electrónica:

Henry Sánchez Ramkez

Impreso en Selene lmpnsores. Calle 28 No. 25-65. Tel.: 287 78 87 Edición de 3.000 ejemplares Hecho el depósito que exige la Ley Esta edición y sus características gráficas

son propiedad de Rubén Hecho en Colombia " PRINTBD IN COIDMBIA

4,.=

Presentación de la primera edición Aunque los doce ensayos que se reúnen en el presente volumen fueron elaborados en diferentes oportunidades a lo largo de los últimos diez años, todos ellos parecen motivados por la misma preocupación: hacer consciente la peculiaridad idiosincrática de nuestro país en relación con la modernidad. Peculiaridad idiosincrática que hemos querido caracterizar como de la "postergación" de su experiencia plena, y que en mayor o

menor grado comparte Colombia con las otras naciones del subcontinente hispano-indoamericano, aunque en nuestro caso debamos tener en cuenta factores y rasgos peculiares, como la reconocida medianía de nuestra actividad económica, comercial e industrial, hasta hace relativamente poco -si se la compara con la de países como México o laArgentina, por ejemplo , y la ausencia de un significativo flujo de inmigrantes centroeuropeos o mediterraneoeuropeos, como el que tanta in uencia tuvo en el desarrollo y la educación de las sociedades y los países australes. Sin embargo, si bien algunas de estas condiciones básicas debcn ser consideradas, creemos que en lo esencial es en razón y como consecuencia de procesos y decisiones políticos que se ha rezagado cl nivel de la conciencia y la cultura ciudadanas frente a las exigencias de la modernidad entre nosotros. Como creemos haberlo ilustrado con las referencias a la Regeneración, el movimiento ideológico y político que se pone en marcha a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado y que tendrá como efecto la virtual consolidación de la unidad nacional de acuerdo con un patrón rígidamente centralista y una cultura autoritaria, vinculada desde sus orígenes al catolicismo ultramon-

tano antirnoderno que desde su juventud tanto influyó en la formación de Miguel Antonio Caro, desde de Bonald, José de Maistre,

Jaime Balmes, pasando por el Syllabus de Pío IX, hasta las obras y las cartas de don Marcelino Menéndez y Pelayo, el erudito polígrafo

Vl

santanderino, tan caracterizadamente antieuropeo, tan recalcitrante apologeta de la España premoderna: clerical, parroquial, anacrónica. Creemos haber demostrado, por ejemplo, que la tardía recepción de la filosofía moderna en nuestro país, cuyos primeros vestigios apenas se registran a comienzos de los años cuarenta del pre-

sente siglo, fue una consecuencia de las políticas establecidas por entonces, y que el proceso de la "acumulación primitiva" del capital - que en Colombia se prosigue através del período de la "violencia" tiene lugar bajo el signo de una cultura en lo esencial antimoderna, aunque ya impregnada por el positivismo y el pragmatismo (que dejaron honda huella en la personalidad de Rafael Núñez) y de todos modos vinculada a políticas modernizantes en el campo infraestructural, las que, por lo de- I más, resultaban impostergables ante las exigencias que le plantea ba al país su vinculación con el mercado mundial. Podríamos hablar de la "disimultaneidad de lo simultáneo (Ernst Bloch) para comprender y explicar nuestras deficiencias, en buena parte originadas en la coexistencia de formas de experiencia x y comportamiento anacrónicas e inclusive contradictorias con los patrones de la modernidad, en las que se reflejan los compromisos y las transacciones, las soluciones a medias, las semiverdades y semimentiras que han resultado de todo ello ante la tensión entre lo premodemo y lo moderno a lo largo de nuestra historia. ¿O de "retroprogresismo" (Gutiérrez Girardot) como resultado

final de esta historia que no parece haberse resuelto nunca en la formulación y concreción de un auténtico, orgánico, proyecto nacional, con base en el cual se hubiesen desarrollado genuinos pro- ' cesos democráticos, la participación, la ampliación de los derechos, la mayoría de edad efectiva como responsabilidad del constituyente primario en el ejercicio pleno de la ciudadanía? Rubén Jaramillo Vélez

Departamento de Filosofía Universidad Nacional

Bogotá, julio dc 1994

Nota a la segunda edición Para esta segunda edición hemos realizado una cuidadosa revisión del texto. Hemos corregido algunas erratas y en algunos casos

modificado la puntuación. Además hemos agregado dos textos a la

parte segunda: uno de homeriaje al maestro Rafael Carrillo Luque,

pionero de la losofía moderna en Colombia, publicado original-

mente en la prensa dominical con motivo de su fallecimiento hace

dos años, y ,otro sobre la influencia alemana en los orígenes del

ejercicio de la loso amodema en nuestro pais. . Igualmente hemos reorganizado el índice, de tal manera que e tercer articulode esta segunda parte ha pasado a convertirse integralmente en la parte tercera, pues nos parece que por su extensión lo ametitaba. Desean ms manifestar aquí nuestro sincero agradecimiento a

Gerardo Rivas Moreno, coeditor de esta segunda edición, por su interés, su' apoyo ycolaboración. ' Esperamos que esta segunda edición despierte tanto interés

como la primera y contribuya a la re exión sobre nuestra sociedad. Bogotá, 1 de maya de 1998

INDICE GENERAL Presentación de la primera edición ............................................. .. v Nota a la segunda edición .......................................................... .. vn

PARTE i l ¿Qué universidad para qué sociedad? ................................. .. 5 ll La postergación de la experiencia de la modernidad ...... .. 27 III El naufragio de la sociedad civil ......................................... .. 59 I II

PARTE n

¿Puede haber una filosofía latinoamericana? ................... .. 79 Introducción de la filosofía moderna en Colombia ............ 95 Apéndice: La semilla de Rafael Carrillo: Del tomismo a la modernidad ................................................................... .. 110 III La in uencia alemana en el surgimiento y desarrollo de la filosofía moderna en Colombia ................................ .. 113

PARTE m

Recepción e incidencias del marxismo en Colombia ..... .. 131

PARTE IV

I Ecos de la Revolución Francesa en nuestra historia ........ 193 II A los doscientos años de la Revolución Francesa .......... .. 209 III La celebración del bicentenario de la Revolución Francesa entre nosotros ...................................................... .. 213 I II

PARTE v

Tolerancia e Ilustración ...................................................... .. 225 La Ilustración: A propósito de una educación para la mayoría de edad ................................................................. .. 241 III La tolerancia y la paz. Una aproximación a la «Carta sobre la tolerancia» de Locke ................................ .. 259

I ¿QUÉ UNIVERSIDAD PARA QUÉ SOCIEDAD? Las implicaciones dela mentalidad hispánica"

lil problema de las relaciones existentes entre estas dos nociones y las realidades a que corresponden ha sido desarrollado recientemente por Rafael Gutiérrez Girardot, en un ensayo elaborado para l.) serie monográfica Argumentos que intenta una nueva definición (lo estas relaciones al considerar una universidad que se acomode a las exigencias de la democratización de la sociedad sin que por l'llÜ descuide o pervierta su tarea y su misión . Esta redefinición sólo seria posible, según el autor, en sociedades como las europeas, con una larga tradición universitaria y cientifica, es decir, en sociudades en las que ha existido una auténtica relación con la Universidad y en las que la institución universitaria ha tenido un status social especial, propio de su tarea, a su función y al papel que juega el saber en dichas sociedades". Pero -agrega - este no ha sido el caso de las sociedades hispánicas o hispanoamericanas". Ni de la madre patria ni de los paí: ses que emergieron a la vida de naciones independientes hacia finales de la segunda década del siglo diecinueve después de más de trescientos años de colonización, es decir, en lo que se re ere al

asunto que nos ocupa, de educación y socialización en los patrones ' Conferencia dictada en la Universidad Distrital 'Tlancisco José de Caldas" de Bogota,

dentro del ciclo realizado entre el 2 de septiembre y el 23 de octubre de 1987. Publicado en l989 en Bogota. D. E, por el Fondo Editorial Universidad Elancisco José de Caldas, con el titulo ¿Qué universidad para qué sociedad? (pags. 3-21). Publicado igualmente en Caminos hacia la modernidad - Homenm'e a Rafael Gutiérrez Girardot, Vervuert Verlag. Piar duri. Am Main, 1993, pags. 237-250.

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culturales de esa España adalid de la contrarreforma y que tras la derrota del levantamiento comunero en los campos de Villalar a comienzos del año 1521 tendría en su rey y emperador de Alemania al "abanderado de la reacción europea , como denomina Rodolfo Puigross a Carlos v, elmonarca bajo cuyo reinado se inicia

la colonización de los pueblos americanos. En estas sociedades "no hay que de nir de nuevo, ni siquiera de nir por primera vez esa relación. En ellas hay que crearla, es decir, poner de presente la signi cación vital de la Universidad para la vida política y social, para el progreso, la paz y una democracia e caz y no solamente nominal. Con otras palabras: para establecer una relación entre Universidad y Sociedad en los países hispánicos, es necesario demostrar a esas sociedades que el saber cientí co no es comparable con un dogma, que es esencialmente antidogmático; que el prove cho inmediato del saber científico no es reglamentable ni determinable por ningún grupo de la sociedad, sino que surge de la libertad de la investigación, de la libertad de buscar caminos nuevos, de descubrir nuevos aspectos por vías que a primera vista no prometen resultados traducibles en términos económicos, que

nalmente, el saber científico y la cultura no son ornamentos, sino el instrumento único para clari car la vida misma del individuo y de la sociedad, para cultivarla , y conello, pacificar y dominar la violencia' implícita en la sociedad moderna burguesa, esto es, en

la sociedad en la que todos son medios de todos para sus propios nes, en la sociedad egoísta . En efecto, el concepto mismo de sociedad aparece vinculado

desde sus orígenes al desarrollo de la burguesía, él fue formulado en el período de su ascenso, en oposición al de corte . Ya al nal de la Baja Edad Media, en la cultura del Renacimiento italiano, pri-

mer momento en la gestación de la sociedad burguesa - que José Luis Romero cali ca de "feudoburgués - y ante la desintegración de la "comunidad" medieval, en el interior de la cual los indivi-

duos vivían orgánicamente vinculados a través de los lazos tradi'Raiael Gutiérrez Girardot. 'Unlversidad y Sociedad", enhgumsnra. núms, 14-17, Bogotá. ¡985. pag. 66.

Colombia: La modernidad postergada

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cionales y una explicación teocrática, finisecular y consuetudinaria les fijaba, sancionado por la providencia divina, su lugar en el con¡unto social, la circunstancia de la convivencia humana hubo de ser

rcintcrpretada, reconstruida, elaborada a la manera de una 'obra de arte , para recordar la expresión de Jacobo Burkhardt. Como lo dice un jurista y politico alemán en un diccionario de Derecho público editado a mediados del siglo pasado, la noción misma de la "sociedad" es "un concepto del Tercer estado . Pero, ¿no fue acaso precisamente el Tercer estado español el derrotado en Villalar, esa burguesía incipiente que ante los desmanes dc flamencos y borgoñeses que conformaban el séquito del joven ( arlos se había rebelado y había intentado restaurar en el trono a luana, la madre del rey, a quien los procuradores de las ciudades

presentaron un pliego de 88 peticiones entre las que se contaba el que se reconociera a la demente como "señora de estos reinos y se la restituyera en el trono cuando mejorase de su dolencia, y que no saliera del país el infante Fernando, a quien según Puigross se consideraba "símbolo de una monarquíaabsoluta sobre bases nacionales"? El mismo historiador argentino califica el movimiento comunero como levantamiento ciego, instintivo, desesperado, que

pareció destinado a desembocar en un callejón sin salida". La verdad es que la burguesía española no estaba preparada ni poseía una ideología universal que hubiera podido aglutinar a todos los demás sectores de la sociedad a su alrededor, "un pensamiento filosófico-político que rompiera el cascarón teológico y pusiese, siquiera en forma embrionaria, los cimientos de las tesis ma-

terialistas, empiristas e individualistas del capitalismo, como sucedió en Inglaterra y Francia durante el largo período de preparación ideológica de sus grandes revoluciones. La batalla de Villalar no definió una alternativa histórica... . Ante la carencia de esta ideologia transformadora, el pensamien1 Articulo "Gesellscha " (Sociedad) da Bluntschi en elDoutsches Stands Wortarbucm l 859). citado por Adomo-Horkheimer en La Sociedad-Lecciones de Sociología (original aleman:-

Soziologische Exkurse). Buenos Aires. Ed. Proteo, 1969, pág. 24 .

Rodolfo Puigross, La España que conquistó el Nuavo Mundo, Buenos Aires, Ed. Slglo xx,

I 970, pág 150.

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to español se enquistó en dogmas teológicos y la omnipresente inquisición arrancó todo brote de conciencia revolucionaria. La sociedad española se asumió en el parasitismo medieval al entrar en la edad moderna que tanto había contribuido a preparar . Contemporáneamente al triunfo de la nobleza en Villalar, la dieta de Worms, convocada por el joven y recién coronado emperador, condenaba a Martín Lutero, el fraile agustino que cuatro años atrás había clavado el mani esto de la Reforma en la puerta lateral de una iglesia de Wuttemberg sin imaginar que con ello inauguraría un ciclo revolucionario en Europa. Pero también en ese año se produjo la entrada de Hernán Cortés a Tenochitlán y la expedición de Magallanes regresó de la primera vuelta al mundo. Cuando Carlos volvió a España, esta vez sin la compañia de sus consejeros amencos y borgoñeses y en particular sin la de su tutor y regente - Adriano de Utrecht, que entretanto había sido ungido como Papa- pudo proclamar solemnemente en Valladolid, el 10 de noviembre de 1522, el fin de la insurrección, imponiendo el des-

tierro y la con scación de sus bienes a los 293 jefes que no habían sido ahorcados. Puigross resume en las siguientes palabras la situación de la peninsula durante los primeros años del reinado de Carlos: Una vez aniquiladas las últimas germanías a principios de 1524 y aplastada la postrer insurrección de los moros valencianos en 1525, España se congeló en el empobrecimiento y la decadencia social. Las ciudades perdieron uno a uno sus fueros y los cargos antes electivos de los Concejos Municipales se vendieron públicamente o se otorgaron por gracia del monarca. Los elementos que

daban vida al comercio y la manufactura fueron cruelmente perseguidos. Un millón de moros, en su mayoría dedicados a la tejeduría y a la agricultura, abandonaron la peninsula en menos de una centuria. Para ingresar a los gremios se exigió certificado de pureza de

sangre, lo que cerraba sus puertas a moros, judíos y marranos.Los campesinos endeudados abandonaban las tierras o se los arrojaba de ellas por la fuerza pública. La pequeña nobleza se empobreció rápidamente y emigró a Américas El latífundio se extendió por doquier. Secas las fuentes de producción nacional, el mercado inter-

no pasó a depender de la industria extranjera

.1 :Iumbia: La modernidad postergada

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Expulsados judíos y monos, esterilizadas la agricultura y la manufactura, la conquista de América, a la vez que traía riquezas al rey, a su noblezacorteeana y a sus usuieros, prolongaba un feudalismo parasitario que mataba en flor el capitalismo naciente en la península. Las esperanzas puestas por la burguesía española en el descubrimiento de Colón parecieron aplastadas por los cargamen-

tus de metales y piedras preciosas saqueados a Atahualpa y Montezuma. España seria el canal a través del cual esas inmensas riquezas se derramarán por los países de desarrollo manufacturem de Europa occidental. Un médico y filósofo francés que vivió en ol oriente asiático desde 1667 a 1669 informaba al ministro Colbert que el oro y la plata de América iban a sepultarse -vía España y luego de recorrer Europa, Turquía, Persia yArabia- en los gigantcscos tesoros del gran Mogol. Sin los metales preciosos americanos los comerciantes europeos no hubieran podido acrecentar sus compras en especies, sedas, porcelanas y otros artículos de lujo del extremo oriente, de tal modo que el trá co entre Europa yAmérica contribuyó a intensificar el trá co entre Europa y el oriente asiático. Entre los dos extremos de su periplo monetario los metales preciosos americanos dieron formidable impulso a la economía mercantil y estimularon su paso a la economía capitalista en las comarcas europeas preparadas para emplearlos como medios de circulacion y medidas de los valores de economías en desarrollo. El despilfa rro de España y el atesoramiento de Mongolia les desconocía la substancia social de mercaderías, la forma dinero dentro de la cual se ocultaba el carácter social del trabajo que adquirían mientras giraban en el círculo de la producción, de la distribución y del consumo del sistema capitalista naciente .

L0 confirma de su parte el profesor Juan Regla, de la Universidad de Barcelona, en el tomo m de la Historia de España y América dirigida por J. Vicens Vives, en un ensayo intitulado "La época de los primeros Austrias , en donde dice: La nobleza forma - - con el

('lvro la pieza básica en el mecanismo de la sociedad española de los Austrias... el siglo xv1 fue propicio tanto a los intereses cuanto a 4 Op. dt, pág. [56

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la expansión de la aristocracia. En España la crisis decisiva se produjo a comienzos del reinado de Carlos v... Con la cabeza de los jefes comuneros, Castilla perdió el ideal del patriciado urbano medieval y se entregó en brazos de la oligarquía nobiliaria triunfante, que proporcionó al país sus cuadros de mando durante los siglos xv1 y XVII". Lo mismo que aconteció en Levante tras el alzamiento de las Germanías: la derrota de la burguesía valenciana en provecho de la aristocracia territorial... "A partir de Villalar, la oligarquía nobiliaria monopolizó el poder con riguroso exclusivismo... La aristocracia española apoyó el ideal cesáreo de Carlos v y secundó los adrnirables esfuerzos de Felipen en pro de la causa dela catolicidad; acaudilló ejércitos y desempeñó virreinatos y embajadas, acrecen» tó su in uencia, identi cándose con el ímpetu espiritual y político del país... y contribuyó decisivamente al orecimiento intelectual y literario del Siglo de oro. Pero después de haber absorbido todos los puestos de responsabilidad, languideció en la magnificencia de sus blasones y de sus tesoros, sin haber dado al país una auténtica minoría dirigente"? La paradoja de España en los comienzos de la modernidad consistió en que al tiempo que favorecía notoriamente, por la consolidación del mercado mundial, el desarrollo del capitalismo, ella

misma permanecía feudal, y proyectaba en los territorios por ella conquistados la anacrónica estructura señorial y el espíritu medieval: En España... el feudalismo encontró, a costa de la parálisis del

capitalismo que germinó prematuramente en su suelo, una nueva e inesperada expansión con el descubrimiento de América. También en la península la nobleza feudal se sometió al Estado de Carlos v con el fin de aplastar la insurrección de los comuneros, pero su victoria fue más rotunda que la de su congénere alemana y que la de la francesa y la inglesa. No necesitó transar con la burguesía,

ni dedicarse a la producción mercantil a través de un sistema híbrido de feudalismo y capitalismo. Le bastó usufructuar parasitariamente las rentas de América. Si el 25 de abril de 1521 festejaba su victoria Historia de España y América dirigida por I. Vivens Vives, tomo m. Buenos Aires, Ed.

Vicens Vives, i957, pág. s2.

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sobre los comuneros en Villalar, el 15 de agosto del mismo año se le abría el camino de la riqueza fácil con la entrada de Hernán Cortés enla capital del imperio azteca... La nobleza española logró de golpe dos objetivos: desviar hacia América -con la emigración de una muchedumbre de hidalgos empobrecidos, campesinos sin tierra y artesanos sin trabajo- al peligroso fermento revolucionario para que se disolviera en la ilusión del Velloc-ino de oro, e incrustarse como sanguijuela en el Estado para vivir de los monopolios que la corona entregaba y que ella, a su vez, traspasaba lucrando a los proveedores y prestamistas extranjeros . Se piensa en la España que conquistó a América, esa sociedad peninsular contemporánea ala fundación de los primeros caseríos en el nuevo mundo, en la que menos del 3% de la población, los grandes propietarios nobles, poseía el 97% y 98% de las tierras y solo lun, 5% de las mismas se encontraban repartidas en pequeñas

parcelas entre las clases medias, urbanas y rurales, ese reino en el cual el, alto clero tan decisivamente contribuía a mantener fuerte-

mente consolidada la estructura señorial, ylno puede uno menos de adrnirarse que resistiera tanto tiempo al embate y las tareas de la época. Un coloso con pies de barro que en la segunda mitad del siglo manifestaría sus grietas, iniciaría su decadencia ante las nue-

vas potencias mercantiles;

Con el hundimiento de la Armada Invencible al mando del Gran Duque de Medina-¿Sidonia por las naves de Isabel, cuyos corsarios continuaron la guerra en todos los mares, la metrópoli de los pueblos americanos comienza en efecto a ser desplazada, porque ha llegado tarde a ser una nación y haahogado los gérmenes de la Revolución industrial que germinarán en otras partes. Perry Anderson sostiene en su obra clásica sobre este período de la historia europea que "ninguno de los grandes Estados absolutistas de Europa occidental habría de tener un carácter tan mobiliario o tan enemigo del desarrollo burgués", y agrega como explicación de ello: La misma fortuna de su temprano control de las minas de América, con su primitiva pero lucrativa economía de extracción, le empujó a no promover el desarrollo de manufacturas ni fomenPuigross.

op. dt, pág. 170.

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tar la expansión de empresas mercantiles dentro de su imperio europeo. En lugar de eso, dejó caer su enorme peso sobre las comunidades comerciales rnás activas del continente, al mismo tiempo que amenazaba a las otras aristocracias terratenientes en un ciclo de guerras interaristocráticas que duraría ciento cincuenta (150) años". Tal vez sea pertinente reproducir aquí un párrafo de su libro, en el cual muy condensadamente resume la problemática que acompañó a la llegada de Carlos v, el nieto de los reyes católicos y del emperador Maximiliano, educado en Gante y que cuando llegó a la península aún no manejaba la lengua española: El resultado más inmediato de la llegada de un soberano Habsburgo fue una corte nueva, llena de extranjeros y dominada por amencos, borgoñeses e italianos. Las extorsiones financieras del nuevo régimen provocaron muy pronto en Castilla una'ola de intensa xenofobia popular. La marcha del monarca hacia el noi te

de Europa fue la señal para una amplia rebelión urbana contra lo: que se sentía como expolio extranjero delos recursos y las posicio-

nes castellanas. La rebelión comunera de 1520-1521 el apoyo inicial de muchos nobles de las ciudades, apelando a un conjunto tradicional 'de demandas constitucionales. Pero su fuerza

impulsora fueron las masas artesanas populares de las ciudades, y su liderazgo dominante fue la burguesía urbana'del ¿biie y 'el cen-

tro de Castilla, cuyos núcleos comerciales'y mnufactureros lia-1

bian experimentado una fuerte alza económica en el periodo

cedente. El movimiento encontró 'poco o ningún eco en el campo,

tanto entre el campesinado como entre la aristocracia rural, y no

afectó seriamente a aquellas regiones cuyas ciudades eran pocas o débiles, Galicia, Andalucía, Extremadura o Guadalajara. El programa federal' y 'protonacional de la junta revolucionaria que crearon las comunas castellanas durante su insurrección definía con toda claridad a ésta, básicamente como una sublevación del tercer Estado. Su derrota ante los ejércitos reales a los que se habia unido el grueso de la aristocracia una vez que se hizo evidente el radicalismo potencial de la sublevación, representó, pues, un momento crítico en la consolidación del absolutismo español. El aplastamiento de la rebelión comunera eliminó realmente los últimos

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vestigios de una constitución contractual en Castilla, y enadelante, condenó a las Cortes para las que habían pedido los comuneros sesiones regulares trianuales- a la nulidad. Con todo, fue más significativo el hecho de que la victoria fundamental de la monarquía española sobre una resistencia corporativa contra el absolutismo real en Castilla en realidad, su única confrontación armada con una oposición en el reino- fuese la derrota militar de las ciudades y no una derrota de los nobles. En ninguna otra parte de Europa Occidental le ocurrió lo mismo al naciente absolutismo: el modelo principal fue la supresión de los rebeliones aristocráticas, no de las burguesas, incluso cuando ambas estaban mezcladas

estrechamente. Su triunfo sobre las comunas castellanas, al comienzo de su existencia, habría de apartar en adelante el curso de la

monarquía española del de sus equivalentes europeos".

El latifundio señorial continuaría siendo el régimen imperante en la distribución del suelo. "Casi todo el sur de Cataluña (suponiendo que la jurisdicción coincide con la propiedad) pertenecía a tres señores, el arzobispo de Tarragona, la Orden de San Iuan deJerusa-

lén y la poderosa casa nobiliar de los Prades Cardona... Las inmensas planicies de la Mancha se repartían prácticamente entre las órdenes de Santiago de Calatrava y el arzobispo de Toledo... Los Enriquez (almirantes de Castilla) poseían buena parte de la actual provincia de Valladolid y Palencia, y los Pimentel (Condes de Benavente), de la de León, mientras que los Pacheco- Téllez Girón

(Duques de Villena y Condes de Escalona) señoreaban inmensos dominios en el valle del Tajo y otras comarcas de Castilla . Aproximadamente unos 115.000 individuos, el 1,64% de la población, que agrupaba a los grandes dignatarios eclesiásticos y los magnates de la aristocracia, los miembros de la nobleza militar y los de la aristocracia urbana, constituían el estamento superior,

mientras sólo un 3,65 % correspondía a las clases medias: unos

70.000 clérigos, unos 160.000 ciudadanos, de los cuales 40.000 pro-

venían del judaísmo y unos 25.000 campesinos ricos o acomodaPerryAnderson. El Estado absolutisia, Madrid. Siglo m, 1979, pág. 63, ' Historia de ¿maria yAmórica, op. dt, tomo u. pág. 420.

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dos (tan sólo el 0,35% de la población global), mientras casi el 95%

se puede considerar pueblo llano: más de seis millones y medio de individuos, de los cuales unos 850.000 son menestrales, artesanos,

jornaleros urbanos y 5 780.000 son campesinos o semi-campesinos, de los cuales 200.000 son mudéjares de Aragón y unos 400.000 son moriscos de Castilla, en el sur.

Pero para comprender efectivamente la magnitud del conflicto en que se encontraba la sociedad española a comienzos de la edad moderna y la intensidad con que la aristocracia y el alto clero defendieron sus privilegios debe considerarse que ella acababa de emerger de una lucha contra otra nación que desde hacía ocho siglos la subyugaba. Con la expulsión de los judíos, en 1492, el "problema judío se convertiría en el "problema converso". Aunque muchos conversos habían abrazado sinceramente el catolicismo más ortodoxo y ocupaban posiciones importantes en la jerarquía eclesiástica, los conversos eran, aunque sólo fuese por su orígen, objeto de sospechas, y el hecho de que algunos de ellos se sintieran atraídos por el cristianismo de Erasmo, con su poca estima por las formas externas, no hizo más que aumentar las sospechas de los 'cristianos viejos . La sociedad castellana, al emerger de la Edad media, estaba obsesionada por la cuestión de la honra, que se refería no sólo a la

valía intrínseca de un hombre y de su familia, sino también a la apreciación de esta valía por los demás y por la sociedad en su conjunto. Los nobles siempre estuvieron preocupados por la cuestión de la honra, pero la mayoría de ellos tenia alguna grieta en la armadura susceptible de ser explotada por todos aquellos que estaban resentidos por no ser nobles. Era un hecho notorio que la mayoría de las grandes familias castellanas habían recibido aportaciones de sangre judía, por medio de matrimonios. Así, pues, si el

noble se jactaba de su honra, el plebeyo envidioso podía alardear otra y acaso superior honra: la de proceder de una ascendencia sin mancha. Desde mediados del siglo xv, ciertas corporaciones de Castilla

comenzaron a insistir en la pureza de sangre limpieza de sangre (ser 'cristiano viejo , o sea no tener sangre judía) como requi-

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sito indispensable para ser miembro. Pero parece ser que fue durante el reinado de Carlos v cuando el movimiento contra la ascendencia judía tomó verdadero ímpetu. En 1547, el Capítulo de la catedral de Toledo, bajo las presiones de un arzobispo de baja cuna, [uan Martínez Silíceo (1486-1557), estableció un estatuto de limpieza , que hacía de la pureza racial condición indispensable para la obtención de dignidades o prebendas. El estatuto de Toledo sir vió de modelo para una sede de entidades, tanto seculares como

eclesiásticas, hasta el punto que aquellos de quienes se sospechaba que tenían antepasados judíos se encontraron con el acceso cerrado a multitud de cargos y con su honra y por implicación su ortodoxia indeleblemente manchada . Quisiéramos detenernos en una apreciación del historiador ingles que acabamos de citar, la circunstancia de que de todos modos

los conversos continuaron siendo "objeto de sospechas , en particular por su inclinación al Erasmismo, a la religión interior, íntima, alejada de los cultos externos. Los cristianos viejos mantuvieron a toda costa el estatuto de raza vencedora similar al que mantendría en su pretensión la nobleza francesa hasta el fin del Ancien ri'gime, descendiente, según afirmaba, del pueblo franco invasor

que subyugó a los aborígenes celtas de la Galia , y acudió al procedimiento de la exclusión y la persecusión. La precariedad de su

identidad nacional , por decirlo asi, la fragilidad de esta na-

ción que hacía apenas unos lustros había expulsado al último califa y se veía ahora involucrada en un proceso de guerras mundiales la lucha universal que se inicia con las guerras de religión en Europa- hace comprensible que se echara mano de tal mecanismo de autodefensa: que se acentuaran esos rasgos, que se resaltaran las diferencias, comenzando por la racial. Pero con los judíos no era tan fácil, por su presencia en el seno de las familias de la burguesía enriquecida y aun de la nobleza, hecho que ha llevado a estudiosos de la condición de un Américo ( astro e'l mismo de origen sefardita- y un JoséAntonio Maravall a afirmar el origen predominantemente judío del tercer estado es9 Ii H. Elliot, "Monarquía e Imperio (1474 -l 700)", en Introducción ala cultura hispánica (P! lL Rusell. editor), tomo I, Barcelona, Editorial Critica - Gmpo Editorial Grijalbo, l982, pag. 181i

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pañol. En este caso, como es frecuente en las encrucijadas de la historia, se llegó a un compromiso, porque el dinero todo lo puede. Pero la persecusión a los judíos sirvió también de pretexto para perseguir las ideas, y enparticular las alemanas, las de aquel joven fraile agustino del cual se lamentaría Carlos en su vejez, ya retirado al monasterio de Yuste: el haberle cumplido con las garantías del salvoconducto en Worms y no haberlo entregado a la hoguera como hereje. Ya pasado el medio siglo, hacia 1557 y 1558, se percibiemn manifestaciones de pánico cuando se descubrieron células protestantes en ciudades tan importantes como Sevilla y Valladolid. Téngase en cuenta que para entonces la primera se estaba convirtiendo en una gran metrópoli, sede de un importante emporio europeo gracias al comercio de Indias, impregnada por el espíritu empresarial característico de los nuevos tiempos. La reacción condujo a prohibir la importación de libros extranjeros, estableciéndose la más rigurosa censura para los editados en España. "En 1559 hizo su aparición un nuevo índice español, mucho más severo que los anteriores de 1545 y 1551, y en ese mismo año se prohibió a los estudiantes españoles ir a estudiar al extranjero, excepción hecha de algunos colegios específicos en Bolonia, Roma, Nápoles y Coimbra" °.

El feudalismo triunfante, la aristocracia, que habiendo renuncia-

do a recuperar los privilegios particulares que les habían arrebatado los abuelos de Carlos se había convertido en el estamento cortesano que rodeaba al monarca, mantuvieron a la península en buena parte cerrada a los in ujos innovadores de la moderna conciencia europea, que se estaba gestando.

Aunque ya no era posible aislar completamente al país. España continuó manteniendo fuertes lazos con otros países como Italia y Flandes, región ésta que se encontraba en plena efervescencia, pues los disturbios que en 1556 ahogara el sanguinario duque de Alba no detendrían la rebelión calvinista. Si bien todavía persistieron por algún tiempo esos grupos que manteníanvivos los gérmenes del nuevo espíritu de la moderna esfera de lo público", como aqueII

II

llos a quienes se llamó "alumbrados , esas medidas draconianas...

w op. en, pág. 162.

(. n/ombia. La modernidad postergada

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marcan el principio del intento de impermeabilizar la península ante las pemiciosas in uencias extranjeras, y son también responsables del progresivo aislamiento intelectual de la España de fines del siglo wr. A medida que se iba haciendo más difícil seguir la corriente de los movimientos intelectuales europeos y conforme los focos de la disidencia en el interior iban quedando sofocados en pos de un contnrmismo que llegó a considerarse como una necesidad nacional, también disminuía la capacidad de respuesta antelas nuevas condi-

ciones, con lo que la adaptabilidad de Castilla a las circunstancias cambiantes se vio reducida en proporciones análogas" . Esta es la España queconquistó el nuevo mundo, para decirlo brevemente con las palabras del título del libro de Rodolfo Puigross. Y sin embargo, con los galeotes y los desterrados, con los aventureros -plebeyos andaluces y extremeños, hidalgos empobrecidos de Vizcaya, antiguos comuneros castellanos , las naves que transportaban las riquezas de América, cada vez más amplias y eficientes, traían también las ideas y los conflictos característicos

del verdadero mundo nuevo moderno que se estaba gestando vertiginosamente.

También en el continente americano prende la semilla. Tardíamente, durante los casi treinta años del reinado de Carlos m - cuyo ministro el Conde de Aranda se cartea con Voltaire y que expulsa a los jesuitas en 1769- se inician reformas en el espíritu de la Ilustración. Como entre nosotros las emprendidas por su funcionario, el fiscal Moreno y Escandón, tan emparentadas con el magno acontecimiento Zle la Expedición botánica del canónigo gaditano José Celestino Mutis, el primero en haber explicado una lección sobre la obra de isaac Newton en el Colegio de Nuestra Señora del Rosario de Santa Fé de Bogotá. La generación que nace por esos años, durante la segunda mitad del siglo xvm, despierta al in ujo de las nuevas ideas y con la ocupación de España por las tropas de Napoleón que afecta la legitimidad de los lazos coloniales - los criollos ilustrados ven llegada su hora. En 1794 Antonio Nariño había llevado a la imprenta la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que vincula Loc. cif.

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universalmente a todas las revoluciones americanas de las primeras décadas del siglo x1x con su circunstancia contemporánea. Una de las primeras tareas que se debieron plantear los patriotas americanos una vez que han logrado expulsar al español y sentar las bases de la nacionalidad entre los pueblos recién independizados de su yugo será la de "universalizar" por medio de la educación a esas gentes, multitudes ignorantes cuya única cultura, cuyo único vínculo con la historia universal ha sido du-

rante siglos la religión y la moral cristianas en su versión hispánica, que resume a nales del primer siglo colonial y concretamente a partir del año 1599 el Catecismo de la Doctrina Cristiana del padre GasparAstete, del cual afirma Gutiérrez Girardot que gracias a su in ujo "los niños del siglo xvm, de los siglos xxx y xx han sido acuñados en un momento decisivo de su socialización por una concepción del mundo y de la vida no solamente anacrónica sino determinada por los problemas de militancia que acosaron al catolicismo español del siglo XVI, por los problemas que le plantearon la Reforma de Lutero y el Erasmismo . Y agrega: "Tras su forma simple de preguntar y de responder, tras su apariencia racional , se oculta la intolerancia y su forma decisionista de pensamiento (¡Sí o no, como Cristo nos enseñal, que

impone naturalmente el sí y crea la noción de amigo-enemigo, popularizada luego en la asignatura de Historia Sagrada' con la frase de Cristo, ¡el que no está conmigo está contra mil). Para el niño, el mundo histórico se reduce a los partidarios del sí', los bue-

nos y los católicos, y los del no , necesariamente los malos por no católicos. Esta estructura antagonista se profundiza con el curso de los estudios cuando al adolescente se le enseña a odiar literalmente... a todas las figuras históricas que dijeron no al Padre Astete y a lo que él representaba, a los otros que, para agravar la maldad, no eran españoles. El odio trajo como consecuencia la calumnia y la deformación, y al mismo tiempo la hipocresía..." . Consecuencias inevitables de ese mecanismo paranoide que parte del principio según el cual los otros son los malos , justamente el antagónico a ese otro de la convivencia civil entre los hombres l Gutiérrez Girardot, op. cít, pag. 69.

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por el cual se estaba librando las batallas decisivas por entonces en Europa, los sacri cios de calvinistas y hugonotes, y talvez no sea inapropiado recordar que a Felipe n, que terminaría sus días cuidándose la gota en el frío claustro de El Escorial, no le fue dado impedir que al trono francés ascendiera el hereje de Navarra, coronado como Enrique IV al concluir la guerra civil en el vecino país ante las puertas de la capital que se le abrieron después de la comunión... De individuos pensantes y autónomos como sus antecesores y precursores, un Erasmo, un Lubero- que creían indefectiblemente en la suprema dignidad y absoluta verdad del ser humano genérico. Ése habrá sido uno de los efectos de tal catequesis si bien seria torpe e injusto desconocer el efecto civilizaer que de todos ¡nodos albergaba la prédica del Evangelio. "Lloremos hermanos, nuestro país no existe , clamará el rev má tico Esteban Echevarría en el exilio, al constatar que la revolu-

ción habia conducido, por las disidencias de los caudillos de la pampa, al encumbranúento del tirano Rosas que ahogaba las libertades protectoras y patrocinadores de su gestación y consolidación.

Y afirmaba: "No hay salud, ni futuro feliz, ni sólido progreso para

estos paises sin esta condición: la educación para el pueblo, el símbolo, la religiónysoci'al del hombre inteligente de ambas márgenes

del Rio de la' Plata . En el Do grrta'socialista de la Asociación de Mayo,

de 1837, insiste en la necesidad de a rmar los vínculos societarios y garantizar la conviiIencia civil que favorezca la prosperidad y el progreso: "'Ii abajad' en confraternidad, no caigáis en el error de nuestros padres; nosotros nos perdimos porque gritamos libertad, libertad, y no éramos hermanos: la desunión hizo inútiles todos nuestros sacri cios... Asociación, progreso, libertad, igualdad, fraternidad. Estas palabras resumen la gran síntesis social y humanitaria; son los símbolos divinos del feliz futuro de las naciones y la humanidad . Era el espíritu de los tiempos, porque a pesar de la restauración de los Borbones en el trono de Francia, a pesar de la Santa Alianza

y las "Leyes contra los Demagogos , en Europa las ideas del 89 y del Siglo de las luces ya se habían propagado por todos los con nes del continente y habían llegado a los circulos educados de las

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antiguas colonias. Para Echevarría constituía una tarea primordial liberarse del pesado fardo que representaba el pasado de la dominación española. "El gran pensamiento de la revolución no se ha llevado a cabo, somos independientes pero no somos libres; las armas de España no nos oprimen, pero sus tradiciones aún nos agobian. De la anarquía ha salido la contrarrevolución . Y con ella la restauración de la "idea estacionaria": la de España. Lo subrayaba también Domingo Faustino Sarmiento, en un escrito intitulado Educación Popular, publicado en 1857, cuando con-

sideraba que la igualdad de derechos sería un hecho que en las repúblicas americanas servía de base a la organización social, que de ese "derecho imprescriptible nacía "la obligación de todo gobierno a proveer de educación alas generaciones venideras": La condición social de los hombres depende muchas Veces de circunstancias ajenas de la voluntad. Un padre pobre no puede ser responsable de la educación de sus hijos, pero la sociedad en masa

tiene interés vital en asegurarse de que todos los individuos que

han de venir con el tiempo a formar la nación, hayan por la educación recibida en su infancia preparádose suficientemente para desempeñar las funciones sociales a que serán llamados. El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral, e intelectual de los individuos que la componen; y, la educación pública no debe tener otro n que el aumentar estas fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada

vez más el número de individuos que las posean. La dignidad del Estado, la gloria de una nación no pueden ya cifrarse, pues, sino en la dignidad de condición de sus súbditos, y esta dignidad no puede obtenerse sino elevando el carácter moral, desarrollando la

inteligencia, y predisponíéndola a la acción ordenada y legítima de todas las facultades del hombre.

Pero él, como Echevarría, insistía en que el esfuerzo de la educación debería orientarse a superar el estado de postración y el anacronismo heredado de la madre patria: La España y sus descendientes se presentan hoy en el teatro del mundo modemo destituidos de todas las dotes que la vida de

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nuestra época requiere. Carecen de medios de acción, por su falta radical de aquellos conocimientos en las ciencias naturales o fisicas, que en los demás paises de Europa han creado una poderosa industria que da ocupación a todos los individuos de la Sociedad; la produccion hija del trabajo no puede hacerse hoy en una escala

provechosa sino por la introducción de los medios mecánicos que ha conquistado la industria de los otros paises; y si la educación no prepara a las venideras generaciones para esta necesaria adaptación de los medios de trabajo, el resultado será la pobreza y oscuri-

dad nacional, en medio del desenvolvimiento de las otras naciones que marchan con el auxilio combinado de tradiciones de ciencia e industria de largo tiempo echadas, y el desenvolvimiento actual obrado por la instrucción pública que les promete progresos y desarrollo de fuerzas productivas mayores... Nuestros esfuerzos deben ser mayores para educar completamente las generaciones proximas, si se atiende a otras condiciones desfavorables que ha

producido la colonización española. No bastaría el legado de atraso intelectual e industrial que nos ha dejado y que a ella en Europa misma la ha hecho descender a la insignificancia y nulidad en que hoy yace sumida, siendo nada más que una colonia en el seno de

la [Europa misma, a donde todas las demás naciones exportan sus artefactos para el consumo del pueblo que por incapacidad nacional no puede producirlos; no bastaba tampoco que nos legase la Ineptitud civil que ella misma tiene envuelta bajo el peso de deudas insolventes en el exterior, y del mas espantoso desorden administrativo que se conoce en Europa en su interior; era preciso ade-

más que de la colonización misma resultare para nosotros un int onveniente con que habremos de luchar durante siglos.

Otro intelectual rioplatense de la misma generación, Juan Bau(¡sta Alberdi, cuyas Bases y puntos de partida para la organización dc lu República Argentina, publicadas en Valparaíso, Chile, con un prólogo fechado el 1 de mayo de 1852, fueron llamadas por el mismo Sarmiento un Decálogo Argentino , ve enla raíz de las dificultades por las que atraviesa la incipiente nación, tan similares cn todas las del subcontinente americano, la pobreza, la negligencia, la población y la miseria , por lo cual formula su célebre aforis-

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mo "gobernar es poblar que no ha de entenderse de una manera simplista sino en el espíritu y la seriedad con que él lo formulara: "Gobemar es poblar en el sentido de que poblar es educar, mejorar, civilizar, enriquecerse y hacerse grandes espontánea y rápidamente... . En un escrito intitulado Fragmento preliminar al estudio del Derecho, que había publicado en 1837 con un extenso subtítulo a la usanza de la época en el que se dice que él va "acompañado por una numerosa serie de consideraciones que forman, por decirlo así, un programa de las tareas futuras de las clases cultas argentinas", se subraya la dificultad específica del proceso de la emancipación: Es un complejo de todas las libertades, que son infinitas, y como las virtudes, solitarias y correlativas; por mejor decir, no hay más que una libertad -la de la razón- con tantas fases como elemen-

tos tiene el espíritu humano. De modo que cuando todas estas libertades o fases de la libertad racional, no existen a la vez, puede decirse que ninguna libertad existe propiamente... Nuestros pa-

dres nos dieron una independencia material; a nosotros nos toca la conquista de una forma de civilización propia, la conquista del genio americano. Dos cadenas nos ataban a Europa: una material que trono; una inteligente que vive aún... El pensamiento es llamado a obrar hoy por el orden necesario de todas las cosas... Pasó el reinado de la acción, entramos en el del pensamiento. Tendremos héroes, pero saldrán del seno de la filosofía... Réstanos pues una grande mitad de nuestra emancipación, pero la mitad lenta, inmensa, costosa, la emancipación íntima, que viene del desarrollo inteligente. No nos alucinemos, no la consumaremos nosotros. Debe-

mos sembrar para nuestros nietos. La edad de oro de la República de Argentina no ha pasado, está adelante, está en la perfección del orden social. Nuestros padres no la han visto, nuestros hijos la alcanzarán un día, a nosotros nos toca abrir la ruta . Los esfuerzos civilizatorios de los criollos emancipados se en-

contraban fuertemente arraigados en la tradición liberal de la Citado por William Rex Crawford: El pensamiento Latinoamericano de unsiglo, México Editorial Limusa-Wiley. ¡966, págs. 36-37.

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ilustración europea. Cinco años antes de la toma de la Bastilla y a casi treinta apenas de los acontecimientos de mayo en el Virreinato de la Plata lnmanuel Kant anunciaba en un artículo para una revista berlinesa un futuro luminoso para el género humano, conside-

rando que toda la historia de la humanidad conducía, a través de un hilo o plan secreto" de la naturaleza, a una plenitud de la especie, a una suma perfección que el hombre conquistaría por la ilustración que unas generaciones se trasmitirían unas a otras en el proceso finito infinito del conocimineto y el intercambio libres. Po« demos considerar los lineamientos generales de la historia de la especie humana como la realización de un plan oculto de la naturaleza, destinado a producir una constitución politica interiormente perfecta y, con este fin, también perfecta desde el punto de vista exte rior, pues tal es la única condición por la cual la naturaleza puede desarrollar todas la disposiciones de la humanidad de modo acabado , y los signos de los tiempos permiten predecir que después de muchas revoluciones y transformaciones se llegue a producir alguna vez la suprema intención de la naturaleza; una condición cosmoo

polita universal entendida como el seno en que se desarrollarán todas las disposiciones originarias de la especie humana . En otro artículo para la misma revista y del mismo año se pregunta Kant si "vivimos en una época ilustrada", y responde que no, "pero si en una época de ilustración , pues si bien aún falta o pudieran mucho para que todos los hombres sean capaces llegar a serlo de servirse correctamente del entendimiento propio sin la condición de otro en asuntos de religión, es decir, de acceder a su condición de mayores de edad, agrega que sólo ahora se les abre el campo para trabajar libremente hacia ese fin, y los obstáculos para una ilustración general o para la salida de su culpable minoría de edad son cada vez menores , cosa de la cual según dice,

tenemos claros indicios . Lo expresaba el venezolano Andrés Bello -uno de los maestros Kant. Idea de una Historia Universal desde eIpunto de vista cosmopolita ( l 784) en ¡62:12. Filoso a de la Historia. tradución de E. Estiu, Buenos Aires. Editorial Nova, l964. pags. 52 y 54. 1 Kant, "Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la ilustración?", traducción de Rubén Jaramillo en Argumentos núms. l4-l7, pags. 39 y 41.

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gestores de nuestra América - cuando al agradecer al supremo gobierno de Chile el 17 de septiembre de 1843 y en nombre del Consejo de la Universidad en el discurso de su inauguración, por las distinciones y la confianza con que éste se dignaba honrarle, afirmaba que ella le debía menos a sus aptitudes y fuerzas que a su antiguo celo la "sola virtud que podía atribuirse sin pretensiónpor la difusión de las luces y de los sanos principios", y a la dedicación laboriosa con que he seguido algunos ramos de estudio no interrumpidos en ninguna época de mi vida, no dejados de la mano en medio de graves tareas". La fe, la con anza en el progreso de los americanos lo llevan a refutar a quienes, beneficiarios de la ig-

norancia de las masas populares, procuran por evitar la difusión del saber arguyendo que el cultivo de las ciencias y las letras "pudiese mirarse como peligroso bajo un punto de vista moral o bajo un punto de vista político". La moral (que yo no separo de la religión) es la vida misma de la sociedad; la libertad es el estímulo que da un vigor sano y una actividad fecunda a las instituciones sociales. Lo que enturbíe la pureza de la moral, lo que trabe el arreglado, pero libre desarrollo de las facultades individuales y colectivas de la humanidad -y digo más- lo que las ejercite infructuosamente, no debe un gobierno sabio incorporarlo en la organización del Estado. Pero en este siglo en Chile, en esta reunión, que yomiro como un homenaje solemne a la importancia de la cultura intelectual; en esta reunión,

que, por una coincidencia significativa, es la primera de las pompas que saludan al día gloriosode la patria, al aniversario de la libertad chilena, yo no me creo llamado a defender las ciencias y las letras contra los paralelogismos del elocuente filósofo de Ginebra ni contra los recelos de espíritus asustadizos, que con los ojos fijos en los escollos que han hecho zozobrar al navegante presuntuoso, no querían que la razón desplegase jamás las velas, y de buena gana la condenarian a una inercia eterna, más perniciosa que el abuso de las luces a las causas mismas porque abogan °. Pero es que como lo expresara José Luis Romero en discurso pronunciado en el mes de junio de 1956, conmemorativo, tras la " Argumentos, 14'17. pág. 274.

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caída de Perón, del 38 aniversario de la Reforma de Córdoba , la fe no abandona a quienes se sienten movidos "por el hacia la libertad, propia del hombre y particularmente del que se siente consustanciado con los altos valores de la cultura, cuya atmósfera propia e irrenunciable es el reinado de la libertad ,

"Munpngl.

II La postergación de la experiencia de la modernidad en Colombia" No es desde luego una casualidad que en el artículo de la Enciclopedia de las ciencias sociales sobre "Modernización" se recuerde una célebre a rmación de Marx: "El país que está más desarrollado industrialmente, sólo muestra al menos desarrollado la imagen de su propio futuro . En efecto, con la gestación del mercado mundial y con la Revolución industrial, la interdependencia de todos los países de la tierra va a constituirse en un elemento determinante de su historia. Queremos acentuar con ello ese carácter ineludible que trae consigo la Revolución industrial, que dividió al mundo bien pronto, de acuerdo con lo que pensaba Adam Smith, en países industriales y paises productores de materias primas, minerales y agropecuarias. Pero la Revolución industrial, cuya primera etapa se despliega aproximadamente entre 1760 y 1810, no puede ser pensada sino en relación con la revolución burguesa: en Inglaterra porque a ésta la había precedido (en sus dos etapas, de 1643 y 1688), y en Francia, porque la gran revolución de 1789 se convertiría en el acontecimien-

to histórico-universal por antonomasia de los tiempos modernos, la "aurora" de la época moderna como la llamara Hegel en sus Lecciones sobre Ia loso a de la historia universal.

Ahora bien, si el proceso de la independencia de los países his-

panoamericanos se relacionó desde un principio con estas "revoConuibiciónaluminanodalaMmóndoCiendayTemologíaylaFaculhd deCiencias Humanas de la Universidad Nadoml. Riblicado en el vol. 2.. t. u. deBItmclum cientí ca. desarrollo tecnológico y entorno modal, Empresa Editorial Univenidad Nacional de Colombia. Bogotá, 1990. págs. 535-560.

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para recordar el título de Hobsbawm , reluciones burguesas sulta por lo demás bien característico el constatar de qué modo desde el comienzo mismo de su historia como naciones independientes estos países tuvieron que enfrentar la tarea de "actualizarse" o de hacerse propiamente contemporáneos sin contar con los recursos para ello, por la precariedad de su actividad económica,

por la ausencia de una genuina burguesía y deun pensamiento que estuviese a la altura de las tareas que deberían enfrentar. Debemos recordar que en sus orígenes las que luego serian las naciones hispanoamericanas surgieron de la coyuntura inaugurada por la Revolución francesa - y más concretamente por el ciclo napoleónico , bajo la in uencia determinante de las ideas de la Ilustración y las doctrinas jurídico-políticas que acompañaron el proceso revolucionario y sancionaron una nuevalegitimidad, el surgimiento de nuevas instituciones que articulaban la sociedad burguesa que se había gestado durante los últimos decenios en el interior del ancien régime. Pero en estos países no se habían producido los mismos desarrollos, no se habían gestado las mismas clases sociales ni las correspon. dientes relaciones de producción, que pudieran servir de agentes concretos a las ideologías llegadas del otro lado delAtlántico y también de la naciente y pujante república del norte cuyo proceso emancipador tanto habia llegado a in uir en la eclosión del proceso revolucionario en la misma Francia. El entusiasmo de las élites criollas por los ideales de la Asamblea constituyente y legislativa o por el texto de Filadel a respondía desde luego al "espíritu de los tiempos , aunque distaba mucho de estar respaldado por hechos concretos: por procesos efectivos y desarrollos socio-económicos, culturales e idiosincráticos que se correspondiesen con este espíritu. Se trataba más bien de una abstracta identificación por parte de sectores minoritarios ilustrados, que tal vez no resultaría exagerado calificar de ingenua. Se ha dicho que en Colombia la colonia persistió hasta mediados del siglo XIX (hasta las reformas de José Hilario López), con lo

cual se quiere significar que las estructuras fundamentales de la sociedad no fueron alteradas, a pesar de que los grupos más desa-

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rrollados espiritualmente, que constituían una ínfima minoría en

un país de grandes masas analfabetas, desde un principio quisieron adoptar modelos provenientes de los países más avanzados, los que por entonces podían considerarse modernos . Así, por ejemplo, la primera mención del filósofo pragmatista Jeremías Bentham se encuentra, en los orígenes mismos de la nacionalidad,

en un ejemplar de "La Bagatela", el periódico de don Antonio Nariño, hacia 1811. Y alrededor de Bentham se desplegará una de las primeras, polémicas de importancia, relacionada con la orientación de la educación pública, con los valores que deberían regir la conducta civil, con la ideología, la idiosincracia y la ética social, las

motivaciones y el comportamiento de los ciudadanos. Así, por ejemplo, encontrarnos en el Manual de Historia de Colombia una observación sobre la forma como Mariano Ospina Rodríguez 44a quien con razón sc considera como el fundador, con José Eusebio:Caro, del partido conservador y que efectivamente redactaría con éste s'u' primer programa;- inspiraría una reforma educativa durante el gobierno del presidente Herrán queimplicaba abandonar la inspiración pragmatista anglosajona y dealgún modo volver al modelo hispano-católico premoderno: "En 1844 retornó al país la Compañía de jesús y se expidió un plan de estudios que reemplazó a Tracy por Balmes y a Bentham por Iuan Heinecke, teólogo y jurista alemán, lo cual indicaba la forma en que se pretendía entronizar de nuevo el providencialismo . Bien sintomático resulta esto, y aun más si se recuerda que ya unos 16 años antes, tras la conspiración septembrina, el propio Bolívar había prohibido la enseñanza de Bentham en el Colegio del Rosario de Santa Fe de Bogotá. Para entonces, tanto Destut de Tracy como Bentham representaban la cultura burguesa, el sensualismo y el utilitarismo, una doctrina secular que intentaba fundamentar

la acción de los hombres en sociedad sin acudir a una instancia trascendente o metafísica , la que obviamente ocupa el centro en las muchas obras que en su breve vida elaboró el sacerdote catalán. En realidad, en sus orígenes, tanto el partido "liberal" como el ' Fernando Diaz Díaz, Estado, Iglesia. Desumom zación. en op. dt, t. u, Bogota. Colcultum.

1982, ¡3619434.

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"conservador" habían sido liberales en el sentido de las ideas de la Ilustración y de 1789. No debe olvidarse que la generación de la gesta emancipadora se había formado en el espíritu de las luces, que llegó al Virreinato de la Nueva Granada durante los últimos lustros del siglo xvm con algunosde los Virreyes ilustrados de Carlos m (que expulsó a los jesuitas en 1769 de España y de sus dominios y cuyo ministro, el Conde deAranda, se carteaba con Voltaire); con las reformas de Moreno y Escandón y la Expedición botánica. No debemos olvidar el impacto de la gran revolución de Francia, la traducción de la Declaración de los Derechos del Hombre por parte de Antonio Nariño, la in uencia de Rousseau en la formación del mismo Simón Bolívar. Los criollos, que habían sufrido las limitaciones y anacronismos de la cultura hispánica (que desde el fracaso de la insurrección comunera en la península a comienzos del tercer decenio del siglo xvx se había cerrado al espíritu de la modernidad en ascenso) acudieron desde el primer momento a buscar en las ideas francesas y anglosajonas orientación para la conformación de las nuevas repúblicas: ya a partir de 1820 el torrente de nuevos elementos espirituales, ajenos a la tradición española, es de tal magnitud, que la

crítica a la herencia hispánica se convierte casi en afán de ruptura completa y de transformación del tipo nacional hasta en sus elementos originarios . Iaime Jaramillo Uribe, a quien acabamos de citar, resume ma-

gistralmente la función que debería llenar el utilitarismo benthamista en los primeros lustros de nuestra vida independien- . te, en el intento de abandonar el in ujo del pasado colonial español que pesaba en nuestras costumbres, en la falta de una organización que siquiera en germen sígnifícase un remedo de sociedad civil, en la carencia de un ethos de la regularidad, del ahorro y la acumulación, de la disciplina industrial, de la educación secular y legal: "La primera corriente de los nuevos elementos espirituales que se presentaba con virulencia avasalladora, fue la doctrina utilitaria inglesa en la modalidad benthamista, llegada hasta noso¡cima Jaramillo Uribe, El pensamianlo colombiano en al siglo m. 3 od, Bogotá. Editorial Tenis. 1982, pág. 32.

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tros a través del liberalismo español. El utilitarismo significa un divorcio del espíritu español, no sólo porque implicaba un nuevo patrón en las ideas éticas y en la concepción metafísica, sino también porque como teoría del derecho, del Estado y de la administración representaba la antítesis de la tradición hispánica. No solamente por elevar el placer o la felicidad al rango de principios éticos fundamentales, sino por representar los ideales de una clase media comerciante e industrial, pragmática y racionalista, la moral utilitaria chocaba con los sentimientos nobiliarios de honor e hidalguía, en lo profano, y con los religiosos de caridad y salvación ultraterrena que constituían el núcleo de la concepción española del mundo, en la cual se había modelado también el espíritu del criollo americano. Por otra parte, la pretensión del racionalismo jurídico utilitarista de derivar toda la legislación de unos pocos principios simples, del principio del mayor placer o de la mayor felicidad para el mayor número, era la antítesis del espíritu del derecho español inclinado a lo concreto, casuista, desordenado si

se quiere, por no ser una construcción deducida de un principio racional básico, pero más adecuado para resolver los casos parti-

culares, más personalista y más fundado en las realidades históri-

cas y sociales . De los intelectuales e ideólogos de la generación de medio siglo tal vez haya sido don José María Samper, en su Ensayosobre las revoluciones políticas y la condición social de las repúblicas colombianas, publicado en París en 1861, quien más consecuente y críticamente reflexionó sobre el peso de la tradición y la cultura colonial españolas en el estancamiento, en la no consolidación de un cuerpo civil, en los conflictos que afectaban a la incipiente república, de manera que en algo se asemeja a lo que por entonces pensaba y escribía un Domingo Faustino Sarmiento en el mismo respecto. Samper ejemplificaba esto en "la clausura o reclusión de las colonias respecto del mundo exterior, en cuanto las relaciones no se

limitasen a España o a las mismas colonias entre sí ; en las trabas al comercio, en el aislamiento, en el monopolio en todos los campos de la actividad económica, en el comercio exterior y la industria, la Idem.

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agricultura y las actividades extractivas, en "el abandono total de las más seguras fuentes de riqueza en beneficio de la minería" que perpetuaba y acrecentaba el sistema esclavista, y con ello detenía ' el ensanche de la agricultura y la industria y limitando la riqueza a los metales preciosos suprimía en muchas partes la necesidad de buenas vías de comunicación, concentraba las fortunas en pocas

manos y facilitaba su salida de las colonias, sin retorno de valores equivalentes y fecundantes ; en "el sistema de ventas y privilegios en la concesión y el ejercicio de los empleos, unos vitalicios, otros de duración limitada, pero en todo caso accesibles sólo a un núme ro muy reducido de personas, poco interesadas, por otra parte, en las comarcas donde servían"; en la instrucción pública, "descuida-

da y reducida a proporciones muy mezquinas y entrabada por la inquisición, la censura, el fanatismo y la superstición". Vale la pena transcribir un extenso pasaje que mani esta, como en el caso de Sarmiento, la profunda admiración por el estilo de la colonización

anglosajona en el norte del continente:

Los puritanos que fundaron esas colonias no fueron los instrumentos de un gobierno codicioso, destructor y armado contra las hordas americanas. Ellos llevaban consigo el sentimiento de libertad y personalidad excitado en lo más vivo y caro para el hombre - la creencia religiosa- , y al emprender la colonización no iban al

Nuevo Mundo en solicitud de oro y como aventureros militares sino en busca de una patria, resueltos a fundar una sociedad fija y permanente y animados por las virtudes de la vida civil. Además, la colonización que ellos emprendieron, veri cándose de 1606 (colonia de Virginia) hasta 1732 (colonia de Georgia), en cuanto a los

13 estados primitivos, pudo contar con los muy notables progresos que la civilización habia hecho después de la época de las conquistas españolas; y de ese modo la obra de la colonización en esa América, esencialmente civil o social, se encontró libre de los vi-

cios profundamente engendrados en las colonias españolas desde principios del siglo xvr. La naturaleza y forma de la colonización en el Norte, conducida por los ciudadanos mismos, hizo que la intervención del gobierno británico se lirnitase a la concesión de cartas o patentes, y más tarde a la protección de las colonias con-

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forme a reglas que respetaban la autonomía de cada establecimiento. De ese modo cada sección tuvo su vida propia y su libre desarrollo y la emulación comenzó desde temprano a producir sus bené cos efectos. La libertad religiosa, la libertad de explotación y la autonomía fueron las bases fundamentales de la organización social. Cada individuo se habituó desde temprano a cuidar de sus pro« pios intereses y a intervenir en cierta medida en los colectivos. El acceso a todas las profesiones fue fácil para todo el mundo y el interés por los negocios públicos hizoparte de la vida del colono. Cada colonia tuvo su legislatura, sus instituciones locales, sus condiciones propias; el clero no fue una institución dominante ni oficial; la religión quedó fuera del resorte del gobierno, la milicia fue civil y popular, y no tuvo otro destino que el de la defensa respecto de las tribus indígenas; y el monopolio no vició las fuentes de la riqueza y los resortes de la actividad.

Jaramillo Uribe comenta a renglón seguido: La herencia que el imperio español dejó a los nuevos paises fue la turbulencia e inestabilidad de una sociedad compuesta de los más heterogéneos grupos raciales, sin clases dirigentes capaces de afrontar las nuevas tareas administrativas y politicas, donde la intolerancia y el recelo hacia el extranjero, el vicio de la empleomanfa y el desdén por el trabajo, la falta de confianza en la acción individual propia y el hábito de esperarlo todo del Estado cerraban el paso a la creación de una sociedad civilizada, que, naturalmente, para ser civilizada, debería tomar como modelo a las naciones

anglosajonas .

Mas, sin embargo, debemos pensar que lo que precisamente olviJaramillo Uribe, op. dt, pag. 46. También Miguel. Samper -hennano de lose Mmla- se ocupó del asuma Clr. La miseria en Bogotá (1867): "lA guerra de religión y el espiritu comprensor, mcerbado entre los espanoles por la lucha ¡aunar contra los moros, y el odio de sus monarcas y mas monjes contra la reforma herétioa, y contra toda reforma. dieron el tono del caracter nacional. Y este coniunlo de vicios y de ideas violentas. mezclados con algunas virtu-

des mas heroicas que industriales, fue lo que trajeron a la América. al menos a la que llamamos latina. como elemento moral, nada a propósito para establecer una civilización inndada en la ley divina del amor". La miseria en Bogotá y olms escritos. Universidad Nacional do colombia, Biblioteca Universitaria de Cultura. Dirección de Divulgación Cultural Bogota, 1969, pag. 194

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daron considerar estos ideólogos del liberalismo o utilitarísmo neogranadino fue hasta qué punto pesaba en la "facticidad" del país el carácter de la colonización española, tan esencialmente diferente de la que se había llevado a cabo en el hemisferio norte del continente. "La colonización de los Estados Unidos, como la for-

mación de la riqueza privada en Inglaterra, fue el producto de la iniciativa individual, la resultante del esfuerzo tesonero y anarquico de la burguesía puritana, bajo la égida del liberalismo político. Entre nosotros, en cambio, el único creador de la riqueza y el único

colonizador fue el Estado. La herencia económica, social y cultura] que recibieron los libertadores, al desprendernos del trono español, no fue obra del esfuerzo ni de la iniciativa individuales. Fue

un propósito político, realizado por un Estado intervencionista, lo que hizo el Virreinato de Nueva Granada la nación que era en los albores del siglo Los sistemas ingleses fueron exactamente lo contrario de los españoles. La colonización de Norteamérica se hizo por medio de charters o concesiones por medio de las cuales determinados individuos o compañias, mediante el lleno de unas pocas formalidades externas, adquirieron el derecho de explotar pedazos de territorio, sin otro propósito que el de hacer fortuna. El

Estado poco o nada tenía que ver en el desarrollo de estas empresas y la Iglesia Anglicana aún menos"? Fue con base en esa experiencia hasta cierto punto "autogestionaria de las trece colonias, sobre la que tanto han insistido los estudiosos de la historia y la sociedad norteamericanas que se llegó naturalmente a la concepción y a la configuración federalista: "Las trece colonias inglesas de Norteamérica habían sido entidades autónomas durante la Colonia y la Confederación, y era lógico que entraran a formar un solo Estado bajo un régimen federal. Pero, ¿cómo pretender, por ejemplo, formar nueve Estados que nunca habían existido en el Nuevo Reino de Granada, sólo para poder crear los Estados Unidos de Colombia?". Alfonso López Michelson. H Estado Phone. una ¡ntmducdón al estudio do la Constitución de Colombia. Pbpuhbm, Bogotá. l966. págs. 25-26. Véase, por ejemplo, el libro de Hanna Brandt. Sobre la Revolución Madrid. Editorial Revista de Occidente, 1963.

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La imitación abstracta e ingenua- de] modelo anglosajón norteamericano, que desconocía las premisas reales de nuestro proceso histórico e idiosincrático, va a caracterizar en gran medida el comportamiento y la ideología de los radicales colombianos: "En síntesis, el llamado progreso se reduce a sustituir al análisis objetivo delos fenómenos americanos, que guió al Concejo de Indias en la expedición del Derecho indiano, por la aplicación discrirninada

de principios abstractos, propios del concepto individualista de la civilización inglesa . Mientras los Estados Unidos de Norteamérica adoptaron el federalismo "no por copiar instituciones extrañas sino porque allí la federación era el mejor camino hacia la unidad nacional , en Colom-

bia aquel fue "el fruto de ambiciones parroquiales, de intereses encontrados de gamonales y caudillos, de sueños de intelectuales

sin originalidad, que alcanzaron cierto éxito por haber estallado en pueblos jóvenes y sin las nociones necesarias para el ejercicio del

gobierno propio . Liévano Aguirre llega a hablar del "incalificable infantilismo de los convencionistas de Rionegro: "Nada de lo que pretendieron hacer lo realizaron y nada de lo que intentaron evitar se dejó de cumplir. Quisieron evitar la dictadura de Mosquera y lo que lograron fue obligarlo a declararse dictador, después de lo cual no les quedó mas camino que amarrarlo', pero desgraciadamente cuando habían dictado, con el pretexto del temor a este hombre, la más

absurda de las Cartas Constitucionales. Desearon terminar la supremacía de los grandes caudillos y lo que obtuvieron fue fomentar la de los pequeños sátrapas y gamonales de los Estados, más crueles, más bárbaros y menos inteligentes que los otros. Quisieron imponer en el país un régimen civilista y republicano, y lo lanzaron en medio del más oscuro y atrasado de los feudalismos, como fue la época federal colombiana; quisieron consagrar el régimen de los derechos individuales y no lograron otra cosa que construir el procedimiento capaz de anularlos todos. Desearon la paz y fomenLópez Michelsen op. cit., pág. 27.

' lndalecio Liévcmo Aguirre, Rafael Núñez. Segundo Festival del Libro Colombiano, Bogotá, Cia. Gral. de Ediciones S. A, 1960, pág. 96.

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taron las guerras civiles; quisieron la tranquilidad de las conciencias y fomentaron las guerras religiosas; desearon el orden y precipitaron al país en la anarquía . Contrasta el juicio del biógrafo de Núñez con una opinión más reciente de otro historiador a quien ya hemos citado, Jaime Jaramillo Uribe, quien de todos modos reconoce que durante el período del así llamado Olimpo radical el país avanzó en algunos aspectos hacia el progreso intelectual y material y que con los radicales, por ejemplo, "se inició en Colombia la era de los ferrocarriles" (que desde un principio se orientaron a sacar los productos de exportación a los puertos). "Se estableció el telégrafo eléctrico, se fundó el primer banco comercial; se organizó la Universidad Nacional que habia desaparecido en la década anterior al 60, se impulsaron las

profesiones técnicas y las ciencias... No obstante las visicitudes de la politica y la economía, el país tuvo en las décadas del 60 a 80 una de sus más brillantes épocas intelectuales °. En ningún caso debe olvidarse algo que mucho tiene que ver con nuestro propósito de indagar por las vicisitudes del proceso de la modernización y los cambios en la mentalidad que él conlleva: la política educativa, la fundación de escuelas normales para la formación de maestros, y las de artes y o cios; la notable extensión de la escolaridad, la contratación de la primera misión de pedagogos alemanes que introdujeron en el país el pensamiento pedagóo gico de Pestalozzi y de Froebel, tan vinculado a los desarrollos de

la Ilustración en Europa. Sin embargo, y aunque no estamos en condiciones de hacer a rmaciones demasiado categóricas, nos atrevemos a pensar, de acuerdo con las conclusiones a que han llegado muchos estudiosos e historiadores de los dos partidos, que la derrota del radica-

lismo en la guerra del 85 y el proyecto de Rafael Núñez de reorganizar sobre nuevas bases el país (que formularía en su célebre consigna de "Regeneración o catástrofe ) seguramente estaban históricamente justificados. Idem. pag, 98. ° Jaime Jaramillo Uribe. Elapas y sentido de la historia de Bogota Siglo xx Editores, 1985. pag. 47.

en Colombia Hoy,

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De otra parte, una consideración menos partidista y más objetiva sobre el fenómeno del radicalismo y el federalismo permite comprender que su función no fue otra que la de permitirle a las oligarquías regionales repartirse las tierras de los indígenas tras la disolución delos resguardos, así como las de la Iglesia tras la desamortización decretada por Mosquera a finales del 61. Según Álvaro Tirado Mejía, el federalismo fue la forma de "descentralizar las guerras" e impedir una confrontación global a escala nacional, y la

manera más efectiva para que, en ausencia de una clase dominante consolidada en todo el territorio, "las oligarquías regionales pudieran resolver a su favor el problema agrario y apropiarse de los bienes nacionales según las peculiaridades de cada región". Y en efecto, durante la vigencia de la Constitución de Rionegro sólo se produjo una guerra general la de 1876-, mientras que las frecuentes rebeliones regionales no fueron más que "la lucha de las oligarquías, en el ámbito de los Estados, para controlar en su favor el aparato estatal con su secuela burocrática y con la posibilidad de obtener monopolios y contratos de obras públicas, así como la apropiación de la tierra ". En realidad, también los conservadores

fueron federalistas cuando les convino, de la misma manera que

en su momento y haciendo caso omiso de sus escrúpulos religiosos habían adquirido los bienes de los conventos y las órdenes religiosas. Como lo ha descrito Fernando Guillén Martínez,

dentro del

partido liberal, los intereses de la élite agroexportadora habían sido reflejados claramente en la organización administrativa del radicalismo federalista ; aunque federalistas "fueron igualmente los

grupos dirigentes conservadores desde 1853 y su combate antiliberal se redujo a la utilización de las racionalizaciones seudorreligiosasm. Pero además, tampoco puede ignorarse que durante el período del radicalismo el país experimentó un notable avance de su capacidad exportadora. Hasta mediados del siglo y continuando con la tradición colonial había exportado principalmente oro; ahora ya Mejia. Colomme siglo ymedlo de bipar di smo, en op. dt, pag. 125. Álvaro Tirado Femando Guillén Martinez, La Regeneración: primer Renfe Nacional, Bogotá, Carlos Valencia Editores, l986, pag 47.

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colocaba en el mercado mundial algunos productos agrícolas: tabaco y quina, añil y algodón, café (que comenzaba a ser cultivado, inicialmente en las grandes haciendas semiseñoriales del oriente). Simultáneamente avanzaba la colonización, sobre todo en el occi-

dente del país, así como en las tierras de vertiente de Cundinamarca hacia el río Magdalena, en donde los comerciantes montaron grandes haciendas cafeteras. Probablemente sea acertado considerar que tanto el federalismo como el centralismo, que se impone a partir del 86, representan dos momentos, ambos necesarios, en la historia de las élites colom-

bianas: dos intentos de asegurarse el predominio. Durante la federación se fortalecen las oligarquias regionales; pero cuando este modelo se agota, particularmente por la crisis del tabaco --que a partir de un determinado momento no puede competir en el puerto de Bremen con el que producen los holandeses utilizando mano de obra servil en el Asia suroriental- se hizo necesario un poder central unificador: basta pensar que el monto de las exportaciones, que en 1875 había alcanzado casi los treinta millones de dólares,

descendió a siete millones trescientos mil en 1885, y que el precio de la quina de exportación descendió en un 80% entre el 79 y el 81. Esto explica el movimiento hacia una reagrupación de los grupos dominantes. Doña Soledad Acosta de Samper reveló que desde antes de 1857 su esposo (José Maria Samper) había pensado en la posibilidad de una candidatura de Núñez y le había escrito a Liverpool en ese sentido: "La inclinación de las clases dirigentes provincianas hacia alguna forma de entendimiento interpartidista es coincidente con el progresivo deterioro de los precios del tabaco y luego de la quina... particularmente en aquellas zonas cuya vida económica dependía más directamente del comercio agroexportador y de las importaciones suntuariasm. La lucidez de Núñez, a quien una historiografía partidaria ha acusado, tal vez ingenuamente, de traidor a la causa del liberalismo, lo convirtió más bien

en realidad en "la encarnación de las nuevas necesidades de los sectores dominantes (Tirado Mejía).

El tránsito de la federación al centralismo se impuso como una n Ídom, pag. se.

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necesidad, pues el país "iba hacia la desmembración al impulso de fuerzas centrífugas expresadas en intereses internacionales y locales . Por entonces el futuro regenerador repetía en sus artículos periodísticos: A otro ministro americano le hemos oído recientemente estas palabras: en Colombia sólo hay dos cosas organizadas, el ejército y el clero . Y es apoyándose en buena parte en estos dos sectores, a los cuales además fortaleció notablemente, que el políti-

co cartagenero llevó a cabo su empresa. Tirado resume la coyuntura en los siguientes términos: "El crecimiento de las importaciones

que tenía que ser suplido con numerario de oro contribuyó a la falta de moneda circulante; proliferaron los bancos que se aprovechaban de la escasez de circulante y de las altas tasas de interés propiciadas por ésta. Cuando al fin del periodo las exportaciones bajan aceleradamente y crece la penuria fiscal, está ya en proceso de consolidación una clase dominante de ámbito nacional cuyos multiformes intereses se expresan en la tierra, el comercio y la banca, y a cuyos antecedentes doctrinales, liberales o conservadores,

se impone la necesidad de consolidar un poder autoritario central, que en lo político cumpla la función de crear un mercado y una entidad nacional. En estas circunstancias surge la Regeneración ? Al establecer el balance del proceso político de la segunda mitad del siglo XIX considera Liévano Aguirre que Núñez es "el verdadero organizador de la República, y ante todo el constructor

del Estado colombiano". Cuyo idearium el mismo historiador resume en los siguientes términos: "Intervención del Estado en la economía, tolerancia religiosa, centralización política y autonomía municipal, protección aduanera a las industrias nacionales, dere-

chos individuales limitados por el interés social y moneda dirigida , planteamientos que además agrega son hoy "las doctrinas básicas del moderno liberalismo colombiano . Núñez, que vivió durante varios años enLiverpool desempeñando las funciones de cónsul de la República por entonces el puesto más importante en la representación comercial del país y A. Tirado Mejía, op. dt. pag. ¡25. 5 Idem. pág 58. Liévano Aguirre, op. dt, pág. 449.

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que permitía, al estar remunerado por un porcentaje relativo el monto de los negocios, hacer alguna fortuna- tuvo, por contraste con la mayoría de los dirigentes políticos colombianos de su tiempo, una experiencia cosmopolita, universal. Conoció in situ la realidad de la era industrial capitalista, el nacimiento del proletariado,

la así llamada "cuestión social . Por lo cual al regresar al país traía el convencimiento de la necesidad de impulsar la industrialización. Era verdaderamente contemporáneo y acaso hubiera sido el único entre nuestros dirigentes que hubiese entendido en su momento la a rmación de Marx que mencionábamos al principio de este ensayo. De ahí su obsesión por los ferrocarriles a los que consideraba "la verdadera medida del progreso justificando su opinión en lo que se re ere aColombia cuya topografía constituía uno de los más grandes obstáculos para hacer efectiva la unidad nacional- en la necesidad de vincular las distantes regiones aisladas del inmenso territorio. Y en efecto, para nales del siglo se han duplicado los kilómetros de vías férreas (aunque la cifra es bien modesta: 650 kilómetros que en realidad simplemente buscaban "comunicar cada región con el río Magdalena para encontrar una rápida salida a los mercados exteriores... re ejando de manera indudable la dependencia 'neocolonial' heredada de la era del tabaco, pese a toda la literatura nuñista") 7. Pero la industrialización no se podía llevar a cabo sin establecer un banco nacional, en el cual obligatoriamente se depositaran los dineros o ciales y no en los bancos privados, como acontecía en la época radical durante la cual un Estado débil contribuía a nanciar y enriquecer a los particulares- de tal manera que el Estado pudiese concentrar recursos para atender al crónico dé citfiscal, y que tuviera igualmente el monopolio de emision de una moneda estatal de circulación obligatoria en todo el ámbito nacional: "El papel moneda, cuando hasta eSe momento los bancos privados tenían el derecho de emisión, llevaba como propósito conjurar la escasez de dinero motivada por la fuga de numerario metálico y contribuyó a rebajar el tipo de interés y a dinamizar la actividad económica en el sector agrario y en la construcción . Guillén Martinez. op. dt pág. 83. Tirado Mejia, op. cif, pógi l27.

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También exigía una política encaminada a favorecer la industrialización, la protección del trabajo nacional por medio de tarifas aduaneras y aranceles que gravaran los productos extranjeros que pudiesen competir con los que se producían en el país. La política librecambista, que había introducido el liberalismo gólgota de mediados de siglo a través de Florentino González, había fortalecido considerablemente al sector agroexportador (y a los comerciantes, que además se hicieron en buena parte terratenientes tras la desamortización de los bienes de la Iglesia decretada por Mosquera en el 61) y había traído igualmente la ruina a las incipientes manufacturas del oriente y de Samacá. Núñez se había enfrentado a las doctrinas del librecambio. Él comprendía que incluso en el viejo continente éste sólo se había impuesto como una etapa posterior al despegue del proceso industrial. Como Friedrich List, el economista alemán del sistema de la "economía nacional , sabía que esa doctrina, aplicada indiscriminadamente, sólo favorecía a las nacio-

nes ya desarrolladas industrialmente en concreto a Inglaterraen detrimento de las menos desarrolladas. Al monopolio se le encuentra sistemáticamente en el origen del desarrollo industrial de todas las grandes naciones modernas. La época mercantilista, tan trascendental en la historia económica del mundo, por ser ella el crisol donde se crearon las bases de la gran industria moderna, puede definirse sin exageración, como la época de los monopolios . Liévano Aguirre cita, sin dar su nombre, a un "ilustre eco-

nomista francés " que a rma: "Sin los monopolios de fabricación y la creación de manufacturas reales, la industria en grande escala no habría nacido. Por otra parte, las industrias importadas a Francia

necesitaban por algún tiempo verse libres del régimen de la concurrencia. Cuando en términos absolutos se condenan los monopolios y privilegios, se hace caso omiso de estas necesidades históricas . Y es precisamente esto lo que sucedió en general en la América hispana: "El gran problema de hispano-américa ha sido siempre, que en su admiración de pueblo joven por los pueblos ya maduros del continente europeo, se ha sentido tentada por el deseo dominante de imitar los sistemas económicos y políticos de aquellos, pero no siguiéndolos en su evolución y desarrollo lógicos, sino sal-

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tándose etapas, tomando partes de ellos, partes que casi siempre correspondían a una etapa final 0 a una ya muy evolucionada, para injertarlas arti cialmente en el primitivo medio americano... La libertad industrial de que hablaban nuestros cándidos economistas y políticos para combatir los monopolios, supone una industria ya formada y en desarrollo; en cambio, el régimen intervencionista, los privilegios y los monopolios, son antecedentes necesarios de la iniciación de tal industria. Lo que no entendían bien los economistas colombianos enemigos de la Regeneración, y que de buena o de mala fe para hacer oposición a este régimen, trasladaban al país los argumentos que en Europa en esos momentos se esgrimían contra los monopolios, era simplemente que esa reacción contra ellos en aquel continente obedecía, allí sí, a una realidad, pues en

Europa los monopolios habían cumplido ya sumisión histórica; pero que eso no justificaba que se afirmara lo mismo con relación al medio americano que presentaba por entonces todas las características del feudalismo económico y que se hallaba por lo tanto preparado para la iniciación de una política de fomento manufacturero en la cual el monopolio debía jugar un papel principal °. Pero no sólo protegió el gobierno de la Regeneración las manufacturas nacionales con una política arancelaria, sino inclusive al garantizarles a las fábricas que estaban comenzando a producir la venta de por lo menos una parte de su producción, que el gobierno adquiría a buenos precios durante un período. "Con este nuevo rumbo, la política proteccionista iniciada de una manera incompleta en 1881, alcanzó su perfecto desarrollo a partir de 1886, año en que se estableció una nueva tarifa que ya consultaba científicamente todas las necesidades de esta nueva orientación económica... Y a pesar de los funestos augurios que contra la política económica de la Regeneración habíanacumulado los defensores del librecambio, sus efectos bené cos no tardaron mucho en presen-

tarse. Las fábricas de hilados y tejidos tomaron un incremento in esperado y no pocos establecimientos fabriles de diversos órdenes surgieron no sólo en la capital sino en los departamentos, para asombro de quienes negaban a Colombia toda posibilidad de industriaLiévano Aguirre, op. dt, pág. 427.

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Ud

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lización ï Como fue el caso, significativo también como índice de progreso industrial", del auge de las ferrerías de Samacá y LaPradera, aunque en opinión de Alberto Mayor éstas "nunca lograron resolver el problema fundamental: una producción continua ? Empeñado el señor Núñez en implantar en el pais la industria del hierro - su más constante preocupación desde que fue presidente de la república en 1881- no economizó a partir de esta época ninguna clase de esfuerzos para obtener su plenodesarrollo; continuas exenciones y fuertes subvenciones en papel moneda fueron valiosos aportes del gobierno a esas empresas, que no tardaron en estar en condiciones de fabricar numerosos instrumentos de hierro para el abastecimiento del consumo interno del país'm. También en las concepciones del derecho público se produjo una transformación radical en relación con la situación que había imperado durante la vigencia de la carta de Rionegro. En la medida en que ahora se consideraba que la soberanía residía única y unitariamente en la nación, "representante ya de clases con ámbito

nacional y no de oligarquías regionales (Tirado Mejía), se fortaleció el Estado centralizado, se unificó la legislación y se establecieron los mecanismos que permitían la intervención del Estado en el manejo de la economía. "Claro está que lo que se manifestaba como asunto técnico, de descentralización administrativa , tenía un hon-

do contenido político pues era el asentamiento de un poder central, expresión del interés general , encarnado en la clase dominante para mejor regular las condiciones de explotación de las masas populares e imponerse, en aras de ese interés general, sobre los intereses parciales de las oligarquías regionales o de las fracciones de clasem. Para lo cual, además, se imponía una reorganización en

el terreno militar, la centralización del poder armado y el establecimiento de un ejército y una policía nacionales. Pero tal vez el fenómeno más significativo que acompaña a este período de la vida nacional haya sido el auge y la consolidación de la producción cafetera. Basta pensar que durante los dos lustros m A Mayor, Industrializcrción colombiana y surgimiento de las profesiones. Informe ul seminario sobre 'Modenildad, modernización y cultura". Misión de Ciencia y Tecnología. 1 Liévrmo Aguirre. op. dt, pags. 375-377. a Tirado Meiía, op. cin, pág. 128.

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que siguieron a la puesta en vivencia de la nueva Carta constitucional se sembraron treinta millones de cafetos, particularmente en el occidente del país en donde, como una consecuencia del proceso de la colonización que se orienta hacia el sur del departamento de Antioquia y llegará hasta lo que hoy constituye el norte de los departamentos de Tolima y Valle- surge una nueva modalidad de cultivo diferente al característico de la gran hacienda semiseñorial que predomina en el oriente, en Cundinamarca y el Tolima en una fase anterior y en la cual todavía rigen relaciones de dependencia sernifeudales y el sistema de aparcería (aunque cada vez se hace más necesario emplear trabajadores asalariados en los períodos de cosecha), haciendo posible el surgimiento de una franja en expansión de pequeños y medianos propietarios que establecen núcleos de economía campesina en las tierras de vertiente. La comercialización del café, que se cultivaba en las estribacio

nes de las cordilleras, bastante lejos de los puertos, incidió en el desarrollo de un sistema de transporte orientado a las necesidades de la exportación, principalmente de los ferrocarriles, en dirección a la costa o al río Magdalena, en donde embarcaciones de vapor retomaban la carga. Si en 1885 la red ferroviaria sólo llegaba a los 203 kilómetros, hacia 1914 ya era de 1.116. A comienzos del siglo veinte la cuota del país a la cosecha mundial todavía no era sino el 3%; en 1915 ya será el 5,2% y en 1925 el 9%. Aunque la exportación del café estuvo en buena parte en manos de grandes sociedades mercantiles, los pequeños y medianos propietarios que lo cultivaban, así como todos los involucrados en el proceso de comercialización (actividades de empaque y transporte del grano) recibían un ingreso regular que aumentó sus posibilidades de consumo. Este elemento democratizador incidirá en la formación de la primera clase media rural enAmérica Latina, como sostiene Orlando Fals Borda, una órbita de circulación para bienes de consumo masivo en una densa zona de consumidores, tanto de

las zonas cafeteras propiamente dichas, como de algunos centros urbanos que tomaron impulso y prosperaron gracias al comercio y transporte del café. La existencia de este mercado interno favorecerá los inicios de la industrialización.

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Las trilladoras del grano constituyen probablemente las primeras grandes empresas que emplean trabajo asalariado, y no es casual que en 1905 comenzara a producir la primera fábrica textil en Bello, una aldea suburbana de Medellín, con 150 trabajadores, la

mayoría de ellos mujeres. El proceso de consolidación de la unidad

nacional, para el cual la politica de Núñez había sentado las

premisas, se acelera con el auge del café, lo que sin embargo no acontecerá sin con ictos . Debemos mencionar otro factor material que desempeñó un papel de primer orden en el proceso económico de Antioquia: la minería, el oro. No podemos olvidar que en 1885 se determinó la fundación de la "Escuela de Minas" en Medellín, una institución académica que va a ejercer un importantísimo influjo en el proceso modernizador y tecnológico del país, que comenzará sus actividades en 1888. Pero debemos regresar otra vez al 86, para retomar el hilo de nuestro asunto. Hemos considerado necesario hacer una justa evaluación de lo que significó para el destino de la nación el "viraje" del antiguo radical y ministro de Mosquera que pusiera en marcha el proceso de desamortización. Creemos que, más allá de cualquier consideración partidista, la obra de Rafael Núñez resultó determi-

nante de nuestro desarrollo histórico. Y también de nuestra personalidad, de la idiosincrasia que predominará en Colombia hasta bien entrado el siglo xx. En ese sentido, no deberíamos olvidar conside-

rar expresamente de qué manera y hasta qué punto la alianza con los conservadores independientes quienes de hecho terminaron por ser los beneficiarios del proceso tras la disolución del "partido nacional" y el retiro de Núñez a su refugio de "El Cabrero" iría a tener consecuencias bien características en relación a lo que nos interesa aquí. Porque Miguel Antonio Caro, el jefe de los independientes y a quien se ha considerado el verdadero "cerebro" de la carta del 86, representaba enfáticamente el regreso a la tradición hispánica. Dice al respecto Jaime Jaramillo Uribe: Miguel Antonio Caro representa la fidelidad completa y sin 7 La obra de Charles Berquist, Café y conflicto, que novamos a maiden: aqui. (mia

ampliamente el asunto, relucionándolo con lu mayor de las guerras civilel que hemos sufrido: la de los Mi] dim. que enlaza el fin del siglo m con el comienzo del siglo xx.

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reservas a la tradición española, en cuanto ésta significa una concepción tipica de la vida personal y de la organización del Estado, y en cuanto simboliza una gestión histórica. En ningún momento de su vida llegó a pensar que los ideales del mundo anglosajón pudiesen ser superiores a los hispánicos y por lo tanto pudiesen o debiesen remplazar a los que constituyen la esencia de la tradición latinoespañola... Ni el progreso industrial, ni las ciencias, ni el liberalismo económico, ni la sociedad individualista, ni el positivismo, ni el método de las ciencias naturales en el campo de las ciencias del espiritu, fueron considerados por Caro como valores absolutos y máximos, y menos aún, como llegaron a conside-

rarlos la mayor parte de sus contemporáneos de Colombia y de América, como objetos de veneración y culto. Por esta misma circunstancia nunca creyó que pudiera ser una grave acusación con-

tra la obra de España en América, el hecho de no haber organizado y traido a sus colonias lo que la mayor parte de sus críticos consideraban el ápice y la esencia de la civilización, es decir, la gran industria y la técnica, la economia de mercado libre, el estado neu-

tral en materias religiosas, las libertades políticas individuales, sobre todo las libertades económicas; la libertad de prensa y el sufragio universal. Caro poseía una idea metafísica de la sociedad y del hombre muy diferente de las entonces en boga... No acoge la concepción optimista de la sociedad que considera a ésta compuesta de individuos libres, que al perseguir y buscar su propio interés logran automáticamente el equilibrio social y el beneficio de todos; ni acepta el moderno hedonismo que declara ser misión de la sociedad y del Estado buscar el confort del ciudadano (o el mayor placer para el mayor número, como lo expresaba la escuela de Bentham); ni la idea de que la expresión más alta de los derechos

de la persona es la participación en la elección de los gobernantes, es decir, el sufragio universal. Todos estos elementos de una con-

cepción del mundo le parecían contrarios al estilo español de vida. El español era personalista, pero no individualista a la manera del moderno liberalismo, y gustaba de la riqueza más como elemento de pompa y fuente de prestigio que como instrumento de bienestar. En fin, la honra y el honor de la persona eran para el peninsu-

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lar los más altos valores, ante los cuales carecían de importancia derechos políticos como el de participar en la elección de gobernantes... Caro captaba también en el hispanoamericano este mismo fondo de actitudes tipicas. Para América, por lo tanto, ser fiel a su propia esencia, ser auténtica, ser independiente espiritualmente, era ser fiel a la tradición española de vida, fidelidadque en ningún caso consideró incompatible con la independencia política . Ésta habia sido necesaria, "pero la ruptura con la tradición era

una catástrofe y un imposible".

El mismo Caro se expresaba en forma bien clara al respecto, en un articulo sobre la fundación de Bogotá: "El año de1810 no establece una línea divisoria entre nuestros abuelos y nosotros; porque la emancipación política no supone que se improvisase una nueva civilización; las civilizaciones no se improvisan. Religión, lengua, costumbres y tradiciones, nada de esto lo hemos creado; todo lo hemos recibido, habiéndonos venido de generación en generación y de mano en mano, por decirlo asi, desde la época de la Conquista

y del propio modo pasará a nuestros hijos y nietos como precioso depósito y rico patrimonio de razas civilizadas... Nuestra independencia viene de 1810, pero nuestra patria viene de siglos atrás. Nuestra historia desde la Conquista hasta nuestros días es la historia de un mismo pueblo y de una misma civilización. Cultura religiosa y civilización material, eso fue lo que establecieron los conquistadores, lo que nos legaron nuestros padres, lo que constituye nuestra herencia nacional, que pudo ser conmovida, pero no destruida, por revoluciones políticas que no fueron una transformación social . Finalmente, en una nota a la Oda a la Estatua del Libertador y como para no dar lugar a equivocas en relación con su ortodoxia de catóIdme Jaramillo Uribe. Elpensamiento colombiano en dn glonx pags. 77.79. ce. igual-

mente: quosubiaponotrm'enloesenciadohlummqspañoluymeliondodelm quem olmisrnoumconcrecióndemiomndom,unotobaulgoqueeeesoapa

ba a muchoo de ¡un contemporáneos, seducido. por la tradición de Inglaterra: qu. nada hu-

bia más antagónico con la tabla de valores propia de la concepción burguesa del mundo, que

la deelolmn hispánica. Poruompodiahccomdaunupanolpmmmlm. pero tampoco de lu heredero, el espanol americano. un ser calnilador y hodonisla en mom]. demócrata liberal en politica, frugal y racionalistq en economia. El antiguo espanol obeervaba ya desde su: primeros articulo: escritos sobre este problema , será cuanto te quiera.

meno- trio eahrlador de sensaciones". (Idem. pág. 81).

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lico ultramontano, decía: "Yo creo, como aquel gran poeta, que vale más el Evangelio que cuantos libros antes y después de él se han escrito; y que el Decálogo, que sólo consta de diez renglones, ha hecho más bien a la humanidad que todos los ferrocarriles y telégrafos, y velas y vapores y máquinas, cuyas resurrecciones, si no invenciones, aprecio como es justo y disfruto agradecido". Como ilustración bien característica de lo que significó la Regeneración en el terreno idiosincrático valga la pena transcribir unos párrafos de la presentación a las "Lecciones de Filosofía según el espíritu del doctor Angélica Santo Tomás de Aquino, por P. Vallet, P. S. S., profesor de filosofía en el seminario de Issia, traducidas de la se-

gunda edición latina y anotadas por Gabriel Rosas, profesor de filosofia en la Universidad Católica", quien, entre otras cosas, sostiene (en un prólogo fechado en Bogotá, febrero de 1886 y después de una "protesta" que dice: "Someternos nuestra traducción al juicio de la autoridad eclesiástica, y declaramos que estamos prontos a corregir cualquier pasaje que pueda parecer contrario a las doctrinas de la Iglesia, que íntegramente y decorazón profesamos ) lo siguiente: Nuestro país, llamado a grandes destinos por la naturaleza de su suelo y por la vigorosa inteligencia de sus hijos, no puede permanecer indiferente al movimiento filosófico, sin menoscabo de su preeminencia intelectual sobre los demás paises de Hispanoamérica. No nos faltan, es verdad, distinguidos matemáticos, naturalistas, jurisconsultos y publicistas; contamos con filólogos que, siguiendo con perseverancia las lecciones de los grandes maestros europeos, compiten con Littré y conDietz; y figuran en nuestro Parnaso poetas de primer orden; pero en el vasto campo de la filosofía cristiana hemos explorado muy poco, cuando los progresos del sensualismo y la audaz impiedad debían empeñamos en su cultivo. Acaso el haberse adueñado los sectarios de Tracy y deDarwin de la enseñanza pública, ha sido obstáculo, más bien que estimulo, a nuestros adelantos en aquel estudio. Hoy ese obstáculo ha desaparecido. Colombia reaparece, después de largos años de agonía, a nueva vida, en la cual todos, hemos de trabajar en la medida de

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nuestras fuerzas, y para hacernos dignos de la protección que Dios nos ha dispensado, en devolver a la verdad los dominios usurpados por el error, y en consagrar al bien la fecunda labor que pmmete una sociedad regenerada. Nuestra juventud, ansiosa de luz, creyó hallarla en el materialismo, pero no encontró allí más que tinieblas y ruina, y fue tal la tiranía con que aquel sistema se enseñoreó de su espiritu, que no dió acogida a otras doctrinas, falsas ciertamente, pero menos inno-

bles, que en Europa cuentan con libros, cátedras y periódicos. Ni Krause ni Hegel, el más grande de los so stas modernos, tienen

discípulos en Colombia. Beban en las impuras fuentes del sensualismo los jóvenes abyectos, que no tienen alas para elevarse al cielo de la verdad católica, pero aquellos en cuya inteligencia se alimenta la fe recibida al calor del hogar, y en cuyo corazón arde el amor a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida , concurran a las fuentes vivas de la

losofia espiritualista. Alli verán convertida en amplia y luminosa región, el caos espantoso que de Dios y de las obras de sus manos han maquinado los hijos del error...

Vale la pena recordar la consideración de Tirado Mejia según la cual la política de la Regeneración se plasmó en un proyecto económico y administrativo "que a nombre del orden consolidó la represión", y en"la utilización de la ideologia y la reorganización de los aparatos ideológicos del Estado, que fueron entregados a la Iglesia Católica para su manipulación". En primer lugar la escuela, la educación pública, colocada en manos del clero de acuerdo con lo estipulado por el concordato firmado con la Santa Sede en 1887 y adicionadoen 1891, cuyo artículo 12 dice que "en las universidades y en los colegios, en las escuelas y en los demás centros de enseñanza, la educación e instrucción públi-

ca se organizará y dirigirá en conformidad con los dogmas y la moral de la Religión Católica", agregando luego que la enseñanza religiosa "será obligatoria en tales centros y se observarán en ellos las prácticas piadosas de la religión católica". Pero, no contentos con ello, el artículo 13 estableció que el gobierno deberia impedir que en el desempeño de asignaturas literarias, cienti cas y, en general,

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en todos los ramos de la instrucción, se propaguen ideas contrarias al dogma católico y al respeto y veneración debidos a la Iglesia". Pero esas "ideas contrarias al dogma católico no eran otras que los "errores" de los tiempos modernos que el Syllabus del Papa Pío 1x había minuciosa y prolijamente enumerado y condenado, y del cual decíaCaro que era "el decálogo aplicado a la nueva y gigantesca forma que ha tomado la libertad del mal en la sociedades modernas", libertad del mal que seria la esencia del liberalismo .

Para el socio de Núñez - el agnóstico, el escéptico pragmático y realista , lo que Pío ix formulara con aquel documento no era otra cosa que el programa del "partido católico que él quería impulsar para "ennoblecer la politica conservadora y elevar al rango de "escuela tradicionalista, depositario de verdades inmortales", par-

tido católico que es "la iglesia militante en el orden social y político", cuyo jefe es el Papa mismo, "el inmortal Pío ix , que "desde su cátedra infalible ha condenado el liberalismo, "el estado anormal de las sociedades producto del liberalismo y queel liberalismo apellida civilización moderna ? Para Guillén Martínez que considera a la hacienda hasta bien entrado el siglo xx como el "modelo social integrador (expandido rápidamente por toda la nación), condicionante de todas las articuladores de poder, cuyos valores se proyectan sobre las institudones de la sociedad global mucho más allá (en tiempo y espacio) de los límites objetivos de las circunstancias históricas que les dieron origen a las relaciones de trabajo, propiedad y autoridad en las zonas andinas del centro de país el concordato, "al garantizar a los clérigos privilegios individuales y fueros de excepción, así como asistencia financiera permanente por parte del Estado" hizo posible la existencia de "un cuerpo sumiso y disciplinado al cual se encomendó la socialización cultural del país, entregándole la inspección general de la enseñanza haciendo y obligatoria la instrucción católica en colegios, escuelas y universidades, lo cual garanti-

zó, por generaciones, la reproducción del modelo hacendarío de 5 Citado por Femc'm González; Iglesia ymodamidad en Colombia. documento presentado al seminario sobre "Cultura, modsmización y modernidad" (Misión de ciencia y tecnolo-

gía). pág. 13.

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lealtades y de dominación social que la Iglesia había adoptado en los siglos coloniales, al servicio de los grandes terratenientes ? Y Alfredo Vásquez Carrizosa, quien como canciller y a través de Darío

Echandía como embajador ante la Santa Sede adelantó las negociaciones encaminadas a la reforma del Concordato en 1973, sostiene que "el arreglo concordatario fue más amplio que el intentado en 1880 por el general Sergio Camargo con el secretario de su Santi-

dad"... Pero agrega que el Concordato de 1887 "se situó en la época del Syllabus, por el cual la Iglesia condenaba el modernismo. Reci> bíó ese convenio el sello de su tiempo y estuvo ligado a los artículos de una carta fundamental que establecían la tolerancia religiosa y la preeminencia de la Religión Católica en el Estado colombiano. Constitución y concordato formaron así un solo bloque... Colombia adoptó el esquema de una República donde imperaba la teoría del Estado confesional, acompañado de un principio de no tolerancia religiosa, sin que ese molde político e intelectual se modificara con las reformas constitucionales de 1910" . Esta vinculación entre la carta fundamental y el Concordato firmado con la Santa Sede un año después de aprobada aquélla, del cual decía Núñez que había sido "el complemento obligado de la Constitución, por no decir su alma", será lo que permita asignar a la ideología religiosa "el papel de amalgama para solidificar el proyecto económico y administrativo de la represión" (Tirado Mejía). Guillén Martínez va más lejos, al considerar la función subal-

terna del clero dentro del esquema señorial hacendario: "Independientemente del contenido dogmático y doctrinal, de las concepciones éticas, de las formas jurídicas del catolicismo ecuménico, el

clero colombiano transmite las experiencias y los intereses sociales determinados por su propia historia subaltema y porlas condiciones de su inserción en el modelo del poder dominante, tradicional. Aun sin proponérselo intencionalmente, como agente socializador reproduce y propaga las racionalizaciones que legitiman y hacenviable ese modelo de poder, condicionando cada uno 2 Guillén Martínez, 0p., dt, págs. l7 y 37. ¡7 Citado por A. Tirado Mejia: Las relaciones entre la Iglesia y el Estado en Colombia Revista de la Universidad de Antioquia. núm. 210, octubre/diciembre 1987, pág 58.

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de los actos individuales y colectivos y dando un perfil característico al grupo cultural entero. Lo que aparece claro es el hecho de que el Concordato asegura al Estado colombiano el servicio obsecuente, constante, ubicuo, eficaz e incansable del clero colom-

biano, como agente socializador, portador de los viejos valores 'hacendarios , en un medio social que cambia y amenaza con la desintegración de su modelo... Esto es lo que ha permitido, más que otro factor cualquiera, que la estructura socioeconómica de la nación cambie de manera dramática y acelerada a lo largo de un siglo, sin que simultáneamente cambien sus estructuras de poder ni las imágenes míticas del conSenso colectivo, creando un caso excepcional en la historia de la América Latina ? Por ello resulta tan característico y sui generis este sincretismo colombiano, esta modernización en contra de la modernidad, que

permitiría en los primeros decenios del siglo avanzar en el terreno infraestructural de la industrialización, de las vías de comunicación y también, relativamente, de la educación pública (en la medi-

da en que ello era imprescindible para adecuar a las mayorías a los procesos de cambio que se estaban viviendo); de la urbanización y el desarrollo económico, aunque en menor grado que otros países del subcontinente más estrechamente vinculados ya por entonces al mercado mundial- sin variar substancialmente la concepción tradicionalista o la "visión de mundo y la ideología, que desde la firma del Concordato de 1887 estuvo sometida al control, por el de la educación pública, de la iglesia católica romana. Para expresarle en palabras de José Luis Villaveces, "en Colombia se han implantado las formas de racionalidad propias de la ciencia moderna, occidental, burguesa, sin que se haya asumido del todo su profanidad" porque, "más que por un esfuerzo de racionalización del mundo y de confrontación experimental, de organización del saber integrandolo a una concepción naturalista, la ciencia ha llegado a Colombia por revelación . Después de una extensa cita de José Luis Romero sobre la forma como, contra la experiencia primaria y empírica de los hombres, se produce "la impostación autoritaria de un esquema de pensamiento que enseña a pensar contra lo que dicen los 2 Guillén Martinez. op. cit, págs. 92 y93.

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sentidos afirma que "la larga y paciente labor pedagógica llevada a cabo en Colombia, en buena medida, por el catolicismo, ha introducido una ciencia impuesta por revelación, en la cual las cosas se aprenden por autoridad. A pesar de que vemos que la tierra es plana, sabemos que es redonda, porque nos lo han enseñado así, a pesar de que vemos que los objetos se detienen al mOVerse y que el estado natural de ellos es el reposo, sabemos que no se detienen nunca, porque nos lo han enseñado; la 'fuerza de la gravedad' es una explicación tan mítica como la gracia santificante y para la mayoría de los colombianos el arcángel San Gabriel o José Gregorio Hernández están tan cerca o tan lejos de la cotidianidad como Isaac Newton o Galileo Galilei, para no hablar de Robert Boyle o de

Antoine Lavoisier . Liévano Aguirre afirma que el criterio que llevó a Núñez a las negociaciones concordatarias "fue el de dar por un lado una decisiva influencia a la religión y a la moral en la educación de los niños colombianos, y por el otro, el de dejar a la ciencia libre para que adelantara sus trascendentales investigaciones", y que "no hay tal, pues, como continuamente se ha afirmado que aquella "tuviera facultad de impedir la enseñanza de los nuevos descubrimientos de la ciencia . El mismo Núñez en una respuesta a un periódico mexicano afirmaba que en Colombia la enseñanza era libre: "tiene, pues, la ciencia ilimitado campo para revelarnos, si puede, lo que hay arriba de las nebulosas, y lo que hay debajo de los microbios"3°. Pero este sincretismo, del que se jactará luego monseñor Rafael María Carrasquilla el "filósofo" oficial de la hegemonía conservadora hasta su muerte en 1931- es el que garantizará una concepción fundamentalmente utilitarista del quehacer científico, que

en realidad no fue tal entre nosotros. Como lo dice, de nuevo, el

profesor. VillaVeces, "durante casi toda la historia del país la quími-

ca, las matemáticas, la física, han sido enseñadas, presentadas y

utilizadas más como herramientas para otros fines que con interés en ellas mismas. No se ha esperado, en general, que la actividad 1 l. L Villaveces Cardoso, Modernidad y ciencia en Colombia. Informe para el seminario sobre "Cultura, modernización y modernidad" de la Misión de ciencia y temologia. ° Citado por Liévano Aguirre, op. ciL, pág. 329.

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científica genere conocimientos especializados e, incluso, poco o ningún reconocimiento social han tenido por su valor intrínseco. Se ha tendido a usarlas como constructos ajenos, útiles para resolver algún problema y por ello mismo no se han apropiado. Así, la enseñanza de las ciencias ha sido y es fundamentalmente enseñanza de recetas aplicables a la solución de problemas típicos, sin bus-

car la versatilidad, la adaptabilidad y la capacidad de aprendizaje continuo que caracterizan al científico del hemisferio norte. Dentro de este esquema utilitarista, muy pocos en Colombia han recorrido el todo in nito con su mente y su ánimo y por ello para la mayoría el aprendizaje de las ciencias no ha conducido a la independencia del sujeto, a su liberación de sistemas trascendentales y ajenos a sí mismo, se han aprendido pero no se han aprehendido, han servido para resolver problemas típicos como el saber de las abejas les sirve para construir panales típicos , pero sin realizar lo que Marx llama la diferencia fundamental entre la abeja y el arquitecto: que éste construye la celda en su cabeza antes de construida en el panal. No vacilamos en afirmarlo: la concepción utilitarista, al impedir o desestimular la apropiación real del saber cientí co, no ha permitido, o al menos ha dificultado, que las ciencias contribuyan a la modernidad . Para terminar, nos parece oportuno adelantar una breve re exión sobre las consecuencias ético prácticas del proceso que hemos venido analizando: el de una secularización a medias, la postergación dela experiencia de la modernidad en Colombia. Nos limitaremos a citar las palabras de un sacerdote jesuita en un artículo motivado por los dramáticos acontecimientos que nuestra sociedad ha estado viviendo y padeciendo en los últimos años y que no por casualidad se intitula El precio de la paz en el vacío ético y social: secularización acelerada de la sociedad colombiana de los últimos veinte años es el cambio más importante del país en el mismo período. Pero, a mí juicio este proceso sano, ha conllevado un problema grave: durante este período se desvanece la moral religiosa y las gentes no han sido preparadas con una ética cívica " Villavocea, loa. dt,

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que sustituya lo que antes se cumplió como mandamiento divino.

De hecho, lo que se ha dado es el secularismo. Es una sociedad que salta del institucionalismo católico a la anomia social sin haber conocido la secularización. Este problema parece estar en el núcleo de comportamientos anormales peligrosamente diseminados en'Colombia. Y ante esta realidad puede ser absolutamente irrelevante llamar de nuevo al pueblo desde las pastorales y los púlpitos a un comportamiento religioso. Una hipótesis para explicar esta situación es que la iglesia católica, tan asidua en una predicación ordenadora del comportamiento social desde los templos, y encargada, no sin disputas ni forcejeos, de la tutela de la educación nacional hasta hace dos décadas, no se preocupó o no encontró una metodología para contribuir a desarrollar una civilización estatal o una comunidad civil. Lo que parece haber centrado la preocupación de la Iglesia fue el desarrollo de la civilización católica y de la comunidad religiosa. Lo importante para la Iglesia era hacer buenos católicos y eso no coincidía necesariamente con hacer buenos ciudadanos. Por eso, normas importantísimas de la vida ciudadana como disposiciones sobre el contrabando y la tributación o el manejo de los dineros públicos por los funcionarios de turno, podian pasarse por alto, sin incurrir en pecado, siempre y cuando se cumplieran los dictámenes de Dios y de su Iglesia .

La carencia de un elhos secular, de una ética ciudadana «como escribía Alejandro López en 1927 y lo repite en nuestros días Francisco de Roux- constituye nuestro mayor problema. Como lo a rma este último, nuestra sociedad ha saltado "del institucionalismo católico a la anomia social" sin haber pasado por un proceso de secularización. Naturalmente, esta de ciencia nos remite a todo nuestro pasado colonial español. La misma España, nuestra "madre patria", se cerró desde el siglo XVl y tras la derrota del levantamiento comunero -que en opinión del historiador José Antonio Maravall, hubie" Ramiro l. de Roux. en; Re na de la Unlvorsidad de Antioquia, núm. 210, octubre/

diciembre l987, pág. 12.

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ra sido la primera revolución modema - al proceso secularizador de la modernidad. Debemos recordar en este contexto lo que estaba aconteciendo por entonces en el norte de Europa y que también enfrentó al emperador Carlos v con otra revolución: la Reforma se constituiría a partir de entonces en el hemisferio norte en el vehiculo de la secularización, que permitió la maduración de la religión cristiana hacia una eticidad que en últimas fundamentará el proceso moderno de la individuación y la experiencia de la autonomía. De la Ilustración, que definiera Kant como "la salida de la minoría de edad de la que uno mismo es culpable". Pero cuando se trata de naciones enteras no se pueden considerar culpables de ella a sus pueblos sino a sus grupos privilegiados, dominantes, mas no dirigentes. Lo que se ha dicho de la aristocracia española, vencedora sobre el tercer estado en la batalla de Villalar:

que no tuvo necesidad de convertirse en una verdadera élite en el sentido moderno de la palabra, vale en buen grado de las clases privilegiadas tradicionales del subcontinente americano.Al no haberse esforzado por amoldar sus actitudes y sus valores a la realidad del mundo moderno que indefectiblemente se fue gestando a nivel planetario durante los últimos doscientos años de la historia devenida universal que coinciden aproximadamente con la de nuestras propias naciones- han terminado por adoptar en forma apresurada y sincrética patrones de comportamiento que imponen la vinculación al mercado mundial, la industrialización, el desarrollo económico y la acelerada urbanización, sin que éstos sean consciente y sistemáticamente asimilados por las grandes masas populares, mantenidas hasta el día de ayer en un estado de somnolencia tradicional y que han despertado abruptamente a las impostergables tareas que impone el mundo contemporáneo. El sonambulismo que caracteriza en buena medida las actitudes del ciudadano, la persistencia de vicios tradicionales que impiden una auténtica solidaridad y cohesión social particularismos, fulanismos, clientelismos, dependencia y falta de autonomía en los procesos de decisión politica prueban ese peculiar sincretismo de lo moderno y lo premodemo, tan característico de la vida pública en nuestro país.

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De donde la precariedad de nuestro proceso democrático. La núsma España sucumbió hace cincuenta años - tras seis años de ensayo republicano y de modernización de las estructuras del Estado y la sociedad, de la educación y la cultura en general- al embate del totalitarismo. Ello fue una consecuencia del atraso, del carácter nezagado de su desarrollo histórico anacrónico en la época moderna. Casi cuarenta años tuvoque soportar el pueblo español una dictadura que quiso ser imitada en Colombia a comienzos de los años cincuenta. Hoy en dia, el rechazo de la cultura de la modernidad continua vinmlando a actitudes an democráticas. Pero ésta constituye un neto ineludible, aunque el nivel del con icto y la magnitud delas tareas a enfrentar cada día es más grande.

III

El naufragio de la sociedad civil

En 1927 Alejandro López - -uno de los pocos "ideólogos" de signicación con que ha contado Colombia en el presente siglo- decía que nuestro mayor problema radicaba en una deficiencia: la carencia de un ethos secular, similar al que habia acompañado el desarrollo del capitalismo universal, devenido ahora imperialismo, en

el hemisferio norte del planeta. Con ello y en forma sucinta ubicaba el ingeniero antioqueño el asunto en la dimensión moderna que le correspondía: la de la ideología. Plantearlo en esos términos significaba en efecto preguntar en primer lugar por la estructura axiológica" de la realidad, de la sociedad colombiana. El problema es más complejo de lo que a primera vista parece, el remite de antemano al de España, la "madre" patria, y previene, también de antemano, ante una demasiado apresurada desvalorización del elemento "barroco" en nuestra civilización como pueblo cristiano. No estaría en su lugar una respuesta eventual, emocional, que desconociera, como bien se dice, las dos caras del asunto.

Los Buendía, por ejemplo, no logran nunca, no llegan a ser, no

devienen citoyens, ciudadanos: personas, como las define desde los

romanos el Código Civil. Recordemos el episodio aquel en que uno de ellos se atraganta consumiendo Viandas y llega al borde de la muerte en su indigestión, cosa que evitó Sancho en las bodas de Camacho el rico; el coronel se consume en las fiebres de la guerra civil que no conducen a nada: al marasmo económico, a la paráli' WO inicialmente en la revista Fam. num 5, de marzo de 1988, Bogota. paga. 60-68.

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sis, a la pobreza y la soledad. Pero el impacto de la historia mundial, el eco de los acontecimientos del siglo en que el capitalismo llega a ser universal, su influjo sobre los desarrollos de nuestra formación social y nuestra condición, no pueden ya ignorarse: el país tradicional agrario, parroquial- termina por desaparecer, dando paso a las estructuras de una nación en vía acelerada a la plena secularización y modernización. No es casual ciertamente que Alejandro López consigne esa reexión por esos años. Ese lustro representa en efecto para la historia de nuestra sociedad y denuestro país una condensación prodigiosa de acontecimientos materiales y sociales, algo así como un despegue hacia el país moderno. No fue tampoco casual que apenas dos años más tarde se derrumbara la hegemonía conservadora que desde el régimen de la Regeneración y enmaridaje con las altas jerarquías eclesiásticas, mantenía férreamente controlada la sociedad a través de una cultura y una legalidad anacrónicas que por entonces se habían desgastado casi por completo. Darío Mesa lo ha resumido en breves y concisas palabras: Nunca ha tenido el país un desarrollo moderno más rápido que el experimentado de 1925 a 1929. La deuda pública aumentó alarmantemente, sin duda, pero los 200 millones de dólares inver-

tidos durante este período en lo que llaman los economistas equipo básico (carreteras, ferrocarriles, energía eléctrica, etc.) empezó a destrozar la organización colonial que tuvimos hasta entonces. Las viejas formas culturales quedaron convertidas en cenizas en los hornos de los primeros organismos financieros .

Sin lugar a dudas, este vertiginoso crecimiento, este anhelante desarrollo del país hacia la modernización, es el resultado nal de un largo y lento proceso de acumulación, iniciado entre las montañas del oro, o

detrás de la veta más preciosa. La de la vida de la planta, que se va descubriendo en el trabajo, en el cuidado del caficultor que desde su ' Dario Mesa, Think: anos de historia colombiana (publicado inicialmente en la revista Mito, Ano In. num 13. Bogotá. mano/mayo 1957) en Colombia: estudwupolf ca yagnm'a, Bogotá. Edic. Estrategia (selección de Gonzalo Caetano). 1971, pág. 22.

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parcela en alguna vertiente del occidente del país en el suroriente antioqueño, en el sur del departamento, que Reyes convertiría en 1905 en el de Caldas- procura, por su esmero y esfuerzo, que la planta viva, que germine y prospere: ¿no es conocida la anécdota de aquel párroco que por los años de la colonización del occidente ponía a sus feligreses como tarea de su penitencia a sembrar almácigos de café sobre las laderas? Ya a mediados de la primera década comenzó a producir la primera fabrica textil en Bello, un suburbio de Medellin,

con 150 trabajadores, la mayoría de ellos mujeres.

El auge delos precios del café en el mercado mundial, que inte-

rrumpirá abruptamente la crisis del 29, es sin lugar a dudas el factor determinante de esta coyuntura de los veintes en Colombia. El aumento de los ingresos cafeteros causados por la progresiva alza del precio del grano conduce a que la super cie del café se duplique entre 1925 y 1930, un dato su cientemente signi cativo. Pero además, este ascenso en el occidente afecta a la otra gran región cafetera del oriente: Santander, en donde se produce el con icto entre los aparoeros de las grandes haciendas, que comienzan a sembrar café en sus parcelas, y los jornaleros, empujados por la mayor demanda de mano de obra en tiempos de cosecha, exigen mejores salarios. Otro factor determinante y también obviamente ligado a la circunstancia universal del capitalismo - -al mercado mundial y a incidentes con el imperialismo- lo constituye el pago de los 25 millones de dólares que el Congreso de los Estados Unidos ha acordado como indemnización por la desmembración de Panamá, que comienzan a llegar desde el año 1923 y se complementan con los considerables empréstitos internacionales que permiten dotar al país de un equipo básico de infraestructura. La construcción de carreteras y ferrocarriles, muy vinculada a la necesidad de colocar los sacos de café en el puerto a la desembocadura del río Magdalena, que comienza gracias a ello a convertirse en una genuina urbe modema; puentes, como el de Girardot; túneles, como el de "La Quie-

bra , que "desentbotellaba" una gran región cafetera y agraria del noroccidente, en cuya construcción intervino el citado ingeniero e ideólogo liberal: había sido su "tesis de grado . Tendido eléctrico y de comunicaciones, caminos, telégrafos, escuelas...

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De nuevo, la demanda de mano de obra que se orienta hacia

estas obras públicas incide a la presión al alza de salarios por parte de los jornaleros cafeteros y agrarios. Llegaron a emplearse entre treinta a cuarenta mil trabajadores en los planes de obras públicas,

que previniendo de las mismas regiones en donde aquellos se realizaban incidían en estrechar la oferta de mano de obra para las faenas agrícolas, con lo cual estimulaban una exigencia a favor de mejores jomales. Por la misma época y a consecuencia de los desarrollos que hemos señalado se reorganiza institucionalmente el país. En 1924 y con la asesoría de la misión Kemmerer se estructura el sistema de las finanzas públicas; se funda el Banco de la República como institución bancaria central y se organiza racionalmente la Contraloría General de la República. En el 27 se crea la Federación Nacional de Cafeteros bajo la dirección de Mariano Ospina Pérez, al año siguiente inicia operaciones la bolsa de valores de Bogotá. También en los años veinte se registra un avance en las ganancias de dos sectores de la economía dominados por el capital extranjero. La producción del banano en los territorios de la United Fruit constituye en 1925 un porcentaje significativo de las exportaciones colombianas (29.6%). Y en el sector petrolero, el capital norteameri-

cano mantiene el control con aproximadamente 50 millones de inversiones directas que conducen a un permanente aumento de la producción que en los años 1928-1929 llega a ser de 20 millones de barriles, el 2% de la producción mundial. Por ello, no resulta desde luego causal que sea en estos dos sec-

tores dela sociedad colombiana en donde se desencadenan los primeros conflictos de envergadura entre los trabajadores organizados y el capital, en ambos casos foráneo. En Barrancabermeja, en donde la empresa norteamericana Tropical Oil Company había establecido un régimen autárquico y despótico sobre los tres mil trabajadores colombianos, que vivían segregados de los trabajadores norteamericanos y eran sometidos a la competencia de asalariados traídos de las Antillas por la empresa para mantener bajos los salarios, tienen lugar por entonces las primeras grandes huelgas en las que se destaca Raúl Eduardo Mahecha. Y en la zona bananera, el con-

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flicto conduce a la masacre del año 29, que empaña en sangre la agonía de la hegemonía conservadora. No hubiera podido plantearse el asunto de la ideología sino por entonces, en una circunstancia como aquella, que sacudía al país de su modorra tradicional, por los conflictos sociales que lo convulsionaban y acompañaban el acelerado desarrollo del capitalismo y la progresiva desintegración, desigual pero ineludible, de la sociedad premodema. Porque como lo ha formulado un intelectual que mucho ha pensado sobre el proceso de la modernidad, la ideología aparece cuando ya se han desarrollado las relaciones burguesas de producción e intercambio y la clase supone que es suficiente poner orden en la conciencia para ordenar la sociedad . "Pero no sólo es burguesa esa fe, sino además, la esencia misma de la ideología. Ésta, como consecuencia objetivamente necesaria y al mismo tiempo falsa, como entrielazamiento inseparable de verdad y contraverdad, que por lo tanto se distingue de la verdad total lo mismo que de la simple mentira, pertenece, si no únicamente a nues-

tra sociedad, por lo menos a una sociedad en la cual ya se ha desarrollado una economía urbana de mercado. La ideología, en efecto,

es justificación. Presupone, pues, ya sea la experiencia de una condición social que se ha vuelto problemática y conocida como tal, pero que debe ser defendida, o bien, por otro lado, la idea de la equidad sin la cual aquella necesidad apologética no subsistiría, y que a su vez se basa en el intercambio de equivalentes . En Europa se planteó el problema hace unos cien años. Precisamente en el pasado se hizo centenaria una obra de Ferdinand Tónnies Comunidad y sociedad que en opinión de los entendidos propiamente inaugura la sociología alemana, cuyo decano sería hasta su muerte en 1931 este intelectual de origen aldeano, descendiente de pastores luteranos y de campesinos libres, los frisios, una tribu que pudo subsistir evadiendo el yugo feudal a través de los siglos en las islas que prolongan la presencia germanica hacia el norte. 1 Theodor W. Adorno. "La ideología", em La sociedad-Lecciones de sociología (con M. Horkheimer), Buenos Aires, Edit. Proteo, 1969, pág. lgl,

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A la entrada del Báltico, aledañas a la gran zona agraria tradicional de Schleswig Holstein que atravesaba por entonces por una profunda crisis motivada por el progresivo desarrollo del capitalismo en el campo, con la agricultura extensiva, la introduc-

ción de la maquinaria agrícola y la consolidación de los grandes consorcios agrocomerciales con su presión sobre los precios, que sacudió, disolvió, terminó por desintegrar la estructura tradicional

de la aldea rodeada de pequeñas y medianas parcelas. Tónnies contrapone al pequeño mundo orgánico de la "comunidad" de la aldea o del cortijo de campesinos y artesanos, caracterizada por la vigencia de relaciones y patrones de conducta que sancionan la presencia de vínculos inmediatos (de parentesco, de vecindad, de solidaridad y afectividad, en los cuales opera una "vo-

luntad esencial o Wesenswille) el de la "sociedad". La sociedad burguesa moderna, en la cual ya no rigen esos prín-

cipios inmediatos porque todo ha llegado a devenir mediado por el principio de la equivalencia y la lógica del valor: de la acumulación. En esta no se da ya una voluntad inmediata de cohesión sino otra que podemos considerar arbitraria : Kurwille. Sin lugar a dudas actuaba en el proceso intelectivo de este sociólogo alemán por los años del apogeo de Bismarck un momento afectívo, de resentimiento. Al pensar su época yllevarla al concepto también dejaba actuar sobre el proceso el tiempo vivido de otra edad anterior, la infancia en la granja del norte, en el interior de una pequeña comunidad aldeana que ya desdeentonces pudiera haber estado condenada a desaparecer, irremediablemente...

No puede negarse que la re exión de Tónnies estaba en buena parte motivada por ese momento afectivo, de resentimiento y dolor. Este individuo trataba de pensar su tiempo y llevarlo al concepto, porque tal era su tarea y oficio. Pero al pensar su época no podía saltar sobre su propia sombra. Por los años que siguieron al triunfo prusiano en Sedán (que liquidó el segundo imperio francés y dio nacimiento al alemán, dando paso al programa del canciller de hierro, que sentó las bases institucionales para el pleno desarrollo de la revolución industrial y el capitalismo en Alemania) reflexionaba él sobre la desaparición de una forma de vida tradi-

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cional y su sustitución por otra: desarraigada, dinámica, secularizada por completo, multitudinaria y abstracta. Escribía por entonces en su libro, durante los años que asistieron a la consolidación definitiva del capitalismo industrial y financiero en su patria: "Lo que en todos los tiempos ha sido el valor de la vida en el campo, es que la comunidad es ahí más fuerte y más viva entre los hombres; la sociedad es solamente pasajera y aparente. Y, en cierta

medida, se puede comprender la comunidad como un organismo vivo y a la sociedad como un conjunto mecánico y artificial . Como lo resume Michael Lówy en su biografía intelectual del joven Lukács y a propósito de ese importante tópico sin el cual todos los desarrollos ideológicos del siglo veinte resultan incomprensibles, comenzando por el fascismo europeo -el del anticapitalismo romántico , un "temple de ánimo político y cultural que afectó notoriamente a la "intelligentsia" centroeuropea a finales del siglo pasado, en Alemania no sólo a Tónnies sino a sus colegas de la Verein für Sozialpolitik o Asociación para la Política Social", un Gustav Schmoellers, un Lujo Brentano o un Adolph Wagner (contra cuyo texto de economía política escribe Marx esas formidables e irónicas "Glosas marginales ), y en Francia a un Renan, a un Gustav Le Bon (el autor de

La sicología de las masas), más adelante y de forma enfática a un Maurice Barrés... y ya en nuestro siglo a uno que no sería fusilado por su colaboración con el régimen títere de Vichy: Charles Maurras- , según Tónnies, "el universo comunitario (familia, pue-

blo, pequeña ciudad tradicional) está reglamentado por hábitos, costumbres y ritos; el trabajo es motivado por el placer y el amor por producir que se manifiestan en la economía doméstica, la agricultura el y artesanado; las relaciones sociales se caracterizan por la ayuda mutua y la confianza mutua y el todo es coronado por el reino de la Kultur (religión, arte, moral y filosofía) .

El mundo societal, por el contrario, la gran ciudad, el estado nacional, etc., es movido por el cálculo, la especulación, la utilidad.

La ganancia es el objetivo único del trabajo, que es degradado a la condición de simple medio en el comercio y la industria moder nos; la vida social es desgarrada por el egoísmo y la guerra hobbesia-

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na de todos contra todos, en el marco de desarrollo constante e irreversible de la Zivilizatíon (progreso técnico-industrial) . Ese elemento romántico, que en Alemania ha jugado un papel tan importante desde los tiempos de Novalis y Adam Müller, impregnaba el enjuiciamiento de los sociólogos alemanes que aparecían solidarios con el mundo tradicional, al compartir con la pe-

queña burguesía, a la que se encontraban vinculados en general por lazos familiares y de toda índole, sus preocupaciones socieconómicas. Y en particular su angustia, que todavía un intelectual de algún modo arraigado en esa tradición y como Tónnies oriundo de una pequeña aldea - Martin Heidegger - también buscará expresar en nuestro siglo. Un elemento propiamente artesanal, como es precisamente arquetípico en las descripciones de la circunmundanidad de este filósofo de la selva negra, es propio del oficio de los intelectuales, cierta independencia y la posesión de los elementos de trabajo. En buena parte también de sus propósitos, del objetivo del mismo. Y fue esto lo que comenzó a estar amenazado con el pleno desarrollo de la gran industria y el gran capital industrial y financiero hace cien años en Europa. Las consideraciones precedentes pueden resultar no completamente elaboradas, podría faltarles alguna hilación e integración. Ellas pretenden únicamente dibujar un marco de referencia más universal al planteamiento del problema, con el propósito de aportar algunos elementos que puedan eventualmente orientar la reflexión y la discusión público política sobre la crisis de la sociedad civil en Colombia. Para evitar así la frivolidad, que tan frecuentemente acom-

paña a la angustia, a la ansiedad, y aparece vinculada al surgimiento de actitudes y movimientos antidemocrácticos. Porque hoy como ayer --hace treinta, cuarenta o cincuenta años- se vuelven a escuchar voces que claman por un reordenamiento de la sociedad colombiana de acuerdo con patrones que la historia ha clausurado como infamantes, indignos de pueblos que

han alcanzado la mayoría de edad ciudadana por su esfuerzo civilizatorio, por su trabajo. Michael Lowy, Para una sociología delos intelectuales revolucionarios La evolucion de

Lukács 1909-1929, México. Sigloxn Editores, l978. PÓQA 36.

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Para volver a la coyuntura de los años veinte y treinta en nuestro país, debemos recordar de qué manera la desintegración de una forma tradicional de convivencia como consecuencia de los desarrollos de la civilización material produjo también aquí ese rencor. la formación de un campo contrarrevolucionario en el seno dela oposición conservadora, que recibió particular aliento por los años en que se combatía en España. En un libro-panfleto del año 1937 que aspiraba por entonces a formular la ideología de un eventual fascismo criollo sostenía Silvio Villegas que a la violencia proletaria y citadina debería oponerse "la violencia aldeana : En Colombia existe una mayoria aldeana y campesina comprimida por una demagogia urbana. En esta forma no es posible concurrir eficazmente a las urnas. Por eso es preciso modificar la táctica. Hay que darles incremento a los equipos de ataque de los partidos conservadores, para romper el más fuerte y poderoso silogismo de las izquierdas: el terror en las calles, en los talleres, en las salas

donde se celebran los mítines. Sólo mediante este contraterror lo ha expresado y demostrado magistralmente Hitler , enmudeceria la eterna amenaza de los puños del proletariado y el dominio de las calles. Sólo con sus propias armas puede ser derrotada la dictadura roja. No es posible presentarse a un plebiscito político con un electorado inerme, cuando se tiene la certidumbre de que el adversario hará uso de la fuerza. La iniquidad perentoria del régimen ha venido creando una sensibilidad de derechas en el partido conser vador, Las masas desencantadas de las actividades democráticas terminarán por buscar en los métodos fascistas la reivindicación de los derechos conculcados .

Una politica guiada por el resentimiento ante los acontecimientos definitorios de la contemporaneidad, el establecimiento de la demo-

cracia de masas en occidente y el experimento de la construcción del Silvio Villegas, No hay enemigos a la derecha. Manizales. Arturo Zapato Editor. 1937, pág. 215.

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socialismo en un país que seguramente no reunía los requisitos y justamente por ello hubo de realizar los más grandes sacri cios. El segundo lustro de los años treinta se caracterizará en el mundo entero por la confrontación directa con el fascismo. Ya en los campos de España, en esa escaramuza general de la guerra mundial, que estallará pocos meses después de vencida la República tras una guerra civil que deja un millón de muertos y lanza al exilio a otro tanto de españoles. Cuando aparece el libro de Silvio Villegas

se ha cumplido ya un año desde esa mañana de julio, cuando los aviones prestados por Mussolini y aprovisionados por un magnate catalán comienzan a trasportar la tropas moras desde África al continente, y los requetés, la falange, el clero: la burguesía, los latifundistas hispanos, despiertan a esa desigual contienda contra su pueblo que dude un comienzo bautizaron de "cruzada" los altos dignatarios de la Iglesia. Recordemos no más esa fotografía en que el joven y apuesto militar gallego cabecilla de la rebelión contra el gobierno legítimamente constituido sale por la puerta gótica de la catedral burgalense rodeado de sus generales y es saludado por los obispos y arzobispos con el saludo fascista, al estilo de Roma o Berlín.

Hoy se considera exageración el mero hecho de recordarlo que ha sido la infamia de nuestro siglo. Mantener en la memoria de los pueblos aquellos momentos de indignidad en los cuales las instituciones más arraigadas y vicerales del orden social se entregan irrestrictamente a los imperativos de la fuerza que mantiene el privilegio, recordar nuestro pasado anterior, el naufragio de que provenimos, puede alertar contra una posible repetición de la iniquidad. Porque ninguna re exión sobre lo que nos está ocurriendo puede dejar de considerar ese pasado anterior: de qué manera este país sufre aún las consecuencias de lo que aconteció por entonces, tras el asesinato de Gaitán (del cual se cumplen este año cuarenta), cuando se desencadenó la violencia contrarrevolucionaria,

sistematizada y agenciada desde el gobierno y que llega a su auge en los años 52 y 53, provocando finalmente el golpe de estado o "golpe de opinión , como lo calificara un patricio liberal del 13 de junio de 1953.

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El naufragio de la sociedad civil. En 1952 los crímenes de las fuerzas o ciales llegan a su extremo límite: aparece el tráfico de orejas humanas. Casi todos los cadáveres aparecen sin orejas. En los cuarteles este trofeo se recompensa. En diciembre de este año los guerrilleros denotan a las fuerzas o ciales. Setenta guerrilleros contra 200 hombres de tropa regular. El enemigo se retira con 17 bajas y la guerrilla sólo pierde 4. En ese mismo mes la población de Yacopí es incendiada por las fuerzas armadas oficiales. Saúl Fajardo se retira de la guerrilla y se refugia en la Embajada de Chile. De ahí lo saca el gobierno y lo asesina en las calles de Bogotá . En Antioquia se acostumbró utilizar las ceremonias religiosas para efectos de inteligencia: la procesión de la Virgen del Carmen se convirtió en el santo y seña", la señal para que los forajiclos contrarrevolucionarios, sicarios beatos, similares a los "pájaros" del Valle del Cauca, se lanzaran sobre las veredas ypoblados liberales, a diezmarlos en nombre de Cristo Rey y la Santísima Virgen. ¿Se exagera? Basta recordar las palabras de un comandante guerrillero, un ciudadano que como otros en los más diversos con nes del país no pudo quedarse con los brazos cruzados ante la orgía de terror y amedrentamiento y organizó grupos de resistencia. En un memorial de agravios dirigido por Juan I. Franco en su calidad de jefe del Comando Revolucionario del suroeste y occidente antioqueño al gobernador militar del nuevo gobierno del 13 de junio le recuerda de qué manera se inició en esa región la "cruzada": Por las aldeas y poblaciones de Colombia comenzaron a verse, por primera vez, gentes extrañas importadas a sueldo del gobierno, las cuales, amaestradas por instructores traídos especialmente de España se dedicaban a recorrer valles y montañas y dondequiera que llegaban la emprendian contra los ciudadanos de filiación liberal a quienes ultrajaban, requisaban y decomisabansus cédulas para inhabilitarlos electoralmente. Era la falange en acción. Después siguieron las depredaciones y como cada día trae su afán, otros siste-

mas regian para aplicarlos; la policía, fusil al hombro, entró a los 5 Diego Montana Cuellar: Aris formal ypak real. 3° od, Bogotá, Editorial Latina. 1977. pág 172.

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campos, no propiamente en son de paz, sinocon el ánimo de ejercer venganzas, sembrar el tenor y arrasar poblados; en fin, el exterminio desorbitado de vidas y haciendas. Asi caían asesinados honrados y pací cos campesinos, humildes labriegos que no habían cometido otro delito, si así podria llamarse, que el de profesar ideas contrarias a las de los que eran dueños de la fuerza... Me tocó pre-

senciar cómo a las ciudades llegaban hombres mutilados, mujeres violadas, niños agelados y heridos. Vi a un hombre a quien le cen cenaron la lengua, y re eren los testigos que, amarrados a un árbol, presenciaban esa escena dantesca, que los policias que ejecutaban ese acto decían: te la cortamos para que no volvás a gritar vivas al partido liberal... .A algunos les amputaron los órganos genitales para que no procrearan más liberales; a otros les amputaban las piernas y los brazos y, sangrantes, los hacian caminar de rodillas. Y supe de campesinos a quienes mantenían sujetados mientras que otros pblicias y civiles conservadores, por turnos rigurosos, violaban-a sus esposas y a sus hijas. También supe del incendio de la histórica y gallarda ciudad de Rionegro, por tratarse de que era la meca del liberalismo antioqueño. Era el.desarrollo de un preconcebido plan de exterminio. Los agents o ciales se posesionaban de las fincas de

los dueños liberales... La impunidad y las sombras de la noche cobijaban esos atroces pmcederes estimulados por altos funcionarios del gobierno. Y todo eso se cometía en el falso nombre de Dios, con escapularios en el bolsillo y sin remordimiento. Los principales actores del sangriento drama eran policías y conservadores...°.

Era el rencor de la agonía, en el sentido originario de la palabra, que un título de Unamuno recuerda. La rabia, el resentimiento y el odio que constituyen el aliento de los movimientos contrarrevoludonarios. Como magistralmente lo ha expresado llya Ehremburg en su segundo libro de memorias, cuando recuerda la ferocidad de los cosacos en su lucha desesperada contra los bolcheviques y a rmaba que lo eran por tradición; pero sobre todo, "por el rencor ante la vida sacada de sus cauces y la confusión de la época". ' Citado por Montaña Cuéllar, op. cil.

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Cómo no contrastar esta suscinta re exión del escritor soviético con una página de un conservador colombiano, alto funcionario de la presidencia de Ospina Pérez y testigo de excepción de los acontecimientos del 9 de abril, intitulada "Meditación sobre las ruinas . Estas ruinas supérstites de Bogotá dejan en mi espiritu una honda sensación de hastio, de desencanto, de agonía, de sabor

acre. De los escombros asciende, todavía, el humo de los incendios y hay unos muros ennegrecidos y agríetados que amenazan

desplomarse sobre los transeúntes. La antigua calle real, estrecha y prolongada, con sus casonas coloniales, sus palacetes franceses de fin de siglo. Sus tiendas y bazares, sus cafés bulliciosos, sus sitios historiados, todo eso que le comunicó un ambiente caracte-

rístico a la Santa Fe del siglo x1x e inició el proceso arbitrario y anárquico de su transformación urbanística, ha desaparecido casi por completo y es ahora un informe hacinamiento de piedras, de

ladrillos, de lodo, de maderas derribadas que ha podrido la lluvia. La historia de 200, de 300, de 400 años, ha quedado sepultada ahí entre esos rescoldos, que contemplan bajo la nerviosa vigilancia castrense gentes azoradas y atónitas que cruzan, en contrito desfile, bajo un silencio penitente. El esqueleto de hierros retorcidos de un tranvía eléctrico hace más desolada la espaciosa plaza central, donde se yergue, solitario y adusto el bronce de Tenerani, con su Bolivar melancólico, frente a las columnas rubias del Capitolio, donde parece evaporarse, como la niebla de las cenizas trágicas, una democracia ruidosa y desenfadada que vibró, durante un siglo, en aquel recinto solemne.

Pero no es propiamente este el fragmento que deseariamnos poner a consideración en cae momento, sino otro delcapitulo final de su libelo en el cual intenta pensar sobre los hechos acaecidos tras el asesinato del tribuno popular y para explicarse lo acontecido considera necesario aclarar primero de qué manera se mantenía sólidamente consolidada la estructura, el orden del edificio social

anacrónico de la hegemonía conservadora:

La tranquilidad del país permaneció inalterable, dentro del ejercicio de las más amplias libertades civiles, porque se afirmaba sobre

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una base triangular, de granitica consistencia: el gobierno, la jerarquía eclesiástica y la organización disciplinaria del conservatismo, estrechamente unidos para sus determinaciones solidarias, en un generoso prospecto de salud pública. El ejecutivo podia adelantar asi una labor eminentemente administrativa de progreso patrio, sin preocuparse demasiado por las incidencias politicas. La paz delas conciencias la custodiaba el celo evangélico de un cierto doctor vir tuoso y luchador, fundamentalmente preocupado por la propagación del pensamiento secular de la iglesia, magistralmente expuesto, con extraordinario acopio doctrinal en las Enciclicas pontificias que contemplaban la solución del problema social contemporáneo, bajo el influjo de la fecunda sabiduría cristiana. Esos tres poderes reales, de tipo patriarcal, solidarios en el común esfuerzo, impedían la disolución custodiando el orden. El sacerdote, el alcalde, el jefe politico l0cal - lleno, en ocasiones. de pequeños vicios fulanisms, pero represado por la moral católica. que impedía el desborde de sus pasioncillas lugareñas-, obedecian a esas superiom jerarquías nacionales en que gobierno, clero y partido se influenciahan recíprocamente, formando el trípode autoritario que garantizaba, con su armónica distribución de fuerzas, el equilibrio de la patria. El liberalismo sosegado, con participación proporcional en la diplomacia, el Parlamento, los ministerios, los gobiernos seccionales y, en general, en todo organismo del Estado, gozaba, al mismo tiempo de libertad auténtica para adelantar en los congresos y en la prensa sus campañas de oposición al régimen, sin interferencias o ciales, ni denegación de justicia. Jamás un partido vencido vio mejor garantizados sus fueros. Así la democracia fue en Colombia una viviente realidad y no una entelequia... .

Por los años en que nacía el Frente Nacional" acordado en los pactos de Sitges y Benidorm, un joven intelectual liberal que desaparecería trágicamente apenas unos años más tarde en un accidente aéreo, intentaba re exionar en unos por él llamados "Apuntes sobre la cn sis y el desarrollo en Colombia sobre los cuales advertía que "no eran un ensayo sociológico o económico sino apenas una tenta7 Rafael Azula Barrera. Do la revoludón al orden nuevo, Bogotá, Edit. Kany. l956, pag. 284.

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tiva de estudio político , sobre ese proceso iniciado unos diez años atrás y del cual la caída de Rojas Pinilla era el antiepílogo. En La revolución invisible, cuyos primeros capítulos aparecieron en el semanarioln Calle, el órgano del M. R. L. y luego integralmente como fascículo (Ediciones de la revista Tierra Firme, 1959), Jorge Gaitán

Durán afirmaba, acaso en forma un tanto esquemática en cuanto a1

empleo de los conceptos pero no por ello de algún modo sin acierto: Estamos en la fase postrera de la transición del feudalismo al capitalismo; la cual no se reduce a una simple asociación de intereses entre el presidente y los burgumes, sino exige un proyecto concreto, basado en el conocimiento a fondo del país y centrado en la industrialización y la reforma agraria. Pero los soportes culturales, técnicos, cientificos- indispersables para coronar esta obra monumental fueron barri dos por la violencia y por la intromisión de las Fuenas Armadas... en la vida nacional: nuestro proyecto encuentra pues el vacío, causado por la tragedia colombiana cuyos tres actos duraron mas de diez años. Me pregunte entonces si el liberalismo y el conservatismo podían colmar tan evidente nada: mi respuesta fue el fracaso de los partidos que no consiguieron impedir el desastre ni luchan hoy por establecer una política en profundidad, a largo plazo, pues su acuerdo o frente de contenido ideológico, socialy económico, se reduce a la repartición mecánica de la burocracia, en la cual el gobierno se as xia, maniatado por compromisos insensatos, sin que nuestra poderosa y patriarcal prensa le preste ayuda con la crítica y con la explicación a las masas de los intrincados proble mas nacionales. El comunismo en Colombia, débil y dogmático, no es actualmente una alternativa. Las conclusiones son claras: nuestro pro yecto debe plantearse en el plano de las dos clases sociales que corresponden a nuestro instante histórico: burguesía y proletariado, interesadas estructuralmente en la industrialización y en la reforma agraria, con el control del Estado la planeación- y con la contribución lúcida de tal vez sin fortuna - precilos intelectuales que yo he intentado samente por medio de estos apuntes .

Así trataba de sintetizar Gaitán Durán el resultado de los acon' Jorge Gaitán Durán La revolución invisible, Bogotá, Colcultura, Biblioteca Básica Co lombicma-Obra literaria de Jorge Gaitán Durán. l975, pág. 317.

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tecirnientos que se habían producido desde comienzos de mayo de 1957, cuando un paro nacional patrocinado por la Asociación Nacional de Industriales y la banca había dado al traste con el gobierno del general Rojas Pinilla, quien abandonó el pais el dia 10 dejándolo en manos de una Junta Militar que patrocinó lo acordado por Alberto Lleras y Laureano Gómez en los pactos mencionados: La elección de Alberto Lleras a la presidencia de la República irnplica en verdad un fenómeno que algunos habíamos ya sospechado: el traslado del poder real de partidos políticos sin ideas originales o proyectos específicos de gobierno y endesacuerdo con la evolución de las estructuras del país, a las fuerzas económicas en ascenso, es decir, a nuestra burguesía industrial y bancaria. Asistimos a una singular campaña electoral, marcada por intervenciones de gerentes de monumentales empresas o dirigentes de los gremios económicos, en las cuales se hablaba un lenguaje desconocido en las luchas políticas de Colombia: se proponian soluciones concretas para los problemas de la Nación, se planteaban las relaciones decisivas en el futuroentre industria y agricultura, se echaban las bases para una política internacional que se oriente de acuerdo connuestra situación de país monoexportador y precariamente desarrollado. Frente a este lenguaje de nuestro tiempo, los discursos, los editoriales, los manifiestos de los sectores políticos que tradicionalmente han dirigido la opinión colombiana son de una pobreza y un anacronismo aterradores, siguen movilizados en el reino de los 'slogans', de las generalidades, del sentimentalismo, de la retórica, Esta notoria disparidad expresiva no es gratuita: explica por qué la presidencia de Alberto Lleras no ha sido impuesta por los liberales y los desconcertados partidarios de Laureano Gómez, sino por élites industriales y bancarias, cuyos intereses coinciden hoy con los de las clases trabajadoras. Los hechos que no acaban de producirse indican que el Frente Civil, en cuanto alianza de los partidos políticos, ha fracasado rotundamente y hasido reemplazado en la práctica por un Frente Nacional, dirigido por una burguesía cada vez más capaz y poderosa... los gerentes no votaron por Alberto Lleras porque eran liberales o conservadores, sino porque eran gerentes. Por Lleras votaron los conservadores y liberales que tienen en sus manos el poder real.

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Podemos ciertamente preguntamos sien realidad se daba esa comunidad de intereses entre las clases trabajadoras y el patronato. En todo caso el asunto se debe meditar, no vendría al caso una

respuesta apresurada y militante. Objetivarnente considerado: el país necesitaba desarrollarse, industrializarse, modemizarse. Pero lo que sí debe ser objeto de una expresa reflexión es el aspecto ideológico, la significación que tendría para Colombia ese peculiar "arreglo" constitucional del plebiscito de 1957 cuyo origen político se encuentra en los pactos firmados por Lleras y Gómez en Cataluña. De nuevo Diego Montaña Cuéllar nos indica, en forma por lo demás dramática, lo que estos significaron: Alli el señor Gómez, como si hubiera sido extraño a todo el proceso de alteración de las garantías constitucionales del país y como si hubiera sido víctima del régimen de violencia que él desató y lle vó hasta los umbrales de una constitución fascista, no tuvo di cultad para ponerse de acuerdo con Lleras, que ostentaba la jefatura

del liberalismo sangrientamente perseguido por Gómez. Con viva satisfacción declaran que "se ha llegado a un vivo acuerdo sobre la necesidad inaplazable de recomendar a los dos partidos históricos una acción conjunta destinada a conseguir el rápido regreso a las formas institucionales de la vida política y a la reconquista de la libertad y de las garantías que han sido el mayor orgullo patrimonial de las generaciones colombianas hasta el presente .

Si se enjuicia el asunto desde el punto de vista más realista, es decir, el que considera el objetivo primordial: modernizar el país, podría pensarse que algo se ha logrado. Palabras recientes del actual presidente de la Asociación Nacional de Industriales parecen confirmarlo. Podría pensarse que esta sociedad ha ingresado a la modernidad y a un ritmo autosostenido de desarrollo y -eventual -progreso. Pero también debemos considerar y preguntar si al desarrollo material y social, al crecimiento de la producción y dela riqueza corresponde un avance espiritual, una maduración en los hábitos,

en las prácticas, en la mentalidad de las gentes, en particular de la clase dirigente y de la clase política. Gaitán Durán escribía hace 30 Montana Cuéllar. op. cit, pág, 188.

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años. Pero muchas de sus páginas no solo no han perdido actualidad sino que a ratos parecen escritas para el presente: El Liberalismo y el Conservatismo quieren transformar su fracaso, que se traduce en doscientos mil colombianos asesinados y enormes pérdidas de riqueza, en un instrumento para dominar el Estado y restablecer su autoridad y por lo tanto la paz. Para ello han sumado dos series de problemas, de responsabilidades, de ignorancias y pretenden basar la e cacia de esa alianza viscosa en el olvido de los agravios y en la repartición mecánica de la burocracia. Tal mezcla de dos debilidades contiene una muy grave probabilidad: la suposición de que cualquier reforma social y económica o cualquier movimiento politico revolucionario o cualquier politica cultural o educativa avanzada perjudica al adversario de ayer y aliado de hoy, a una de sus ¡las o a uno de sus grupos o a unade sus instituciones o entidades en que se funda, podría a ¡la larga engendrar la convicción de que convivir signi ca no hacer nada. La segunda República sería entonces pura pasividad; de nada valdrían los planes económicos o sociales o educacionales que oomien-ï za a elaborar el gobierno deAlberto Lleras, porque en su adópción y funcionamiento operaría furtiva o abiertamente este freno, como sucede yaen el Parlamento, maniatado por la mayoría calificada que se necesita para tomar decisiones, cuyo espectáculo grotesco

es justificado hoy con el argumento deque la Cámara y el Senado existen apenas para que los representantes del pueblo hablen y discutan y hagan debates pueriles o inútiles y aprueben] dísciplinadamente los proyectos del gobierno o acaten las órdenes de los jefes, cuando en realidad el progreso democrático depende de que el Parlamento obre, es decir, de que tenga suficiente fuerza y capacidad no solo para controlar, sino también para mejorar y, estimular o sustituir si es el caso las iniciativas del Ejecutivo. En un instante en que el país para desarrollarse y superar una arraigada anarquía exige la mvilización total, nada más absurda que una inmavilidad vergonzante. Habríamos salido de la República de los vagabundos, sólo para entrar a la república de los mediocres .

w Ganan Durán. op. dr. pag. 352.

PARTE SEGUNDA

I ¿Puede haber una "filosofía latinoamericana ? A propósito de nuestro pasado losó co'

Lo que conmemoramos el pasado 12 de octubre el quinto aniversario del día en que un puñado de españoles hincara sus rodillas sobre las arenas de una isla que resultó ser luego el preámbulo a un continente y una época durante la cual, por la gestación del mercado mundial, por la circunstancia del general intercambio entre todas las regiones, todas las naciones y todos los pueblos del planeta, a consecuencia del descubrimiento y de los que le acompañaron, la historia se haría universal- es un acontecimiento de tal dimensión y significación que de antemano previene ante actitudes apresuradas, por ejemplo en lo que se refiere al hecho de que efectivamente, en nuestro país y todos los de América, grupos étnicos de marcada personalidad han argumentado enel sentido de considerar la fecha no propiamente como memorable. Porque desde entonces y a lo largo de estos cinco siglos prodigiosos en la aventura del ser genérico, la modernidad ha desplegado su portentoso proyecto, caminando, como dijera uno de sus pensadores, por sobre las ruinas de lo egregio... Y sometiendo el orbe entero al imperio de la ratio del valor, a la voluntad de poder. Sin querer desconocer o ignorar el justo sentimiento de los oprimidos, aquellas ingentes masas de indios, pardos y negros para quienes la conquista y colonización significaron la pérdida de sus libertades, el ocaso de sus culturas, su degradación como pueblos Publicada enla revista Seriales Abienas. num. l de octubre-diciembre de 1992, Bogotá,

págs. 50-6 l.

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y naciones, hasta la coyunda servil sobre la cual se erigirían nuestras sociedades en el nuevo mundo, la significación del acontecimiento es de tal naturaleza que nos obliga a ubicarlo en su más genuina dimensión histórico-mundial en la escena contemporánea, considerándolo además en relación con el asunto de nuestro tiempo: la vigencia de los derechos humanos entre nosotros. En la Ideología Alemana se relacionaba llanamente al descubrimiento de América con el acontecimiento que Hegel considerara la "aurora" de los tiempos modernos, la Revolución francesa: La historia no es sino la sucesión de las diferentes generaciones, cada una de las cuales explota los materiales, capitales y fuerzas productivas transmitidas por cuantas las han precedido; es decir, que, por

una parte prosigue en condiciones completamente distintas la actividad precedente, mientras que, por otra parte, modifica las circunse tandas anteriores mediante una actividad totalmente diversa, lo

que podría tergiversarse especulativamente diciendo que la historia posterior es la nalidad de la que le precede, como si djjésemos, por ejemplo, que el descubrimiento de América tuvo como finalidad ayudar a que se expandiera la Revolución francesa...". Recordemos no mas a Fray Bartolomé de las Casas, a FrayAntón de Montesinos y a tantos otros entre los apóstoles de la justicia y la caridad cristianas entre nosotros, de qué manera en este

subcontinente que con Martí, Henriquez Ureña y Alfonso Reyes acostumbramos llamar "Nuestra América , esa forma de piedad

tan diferente a la que entrara en acción unos cien años más tarde en el norte y que Calvino resumiera en su consigna: fidem est e cacitas- impregnó hasta en lo más íntimo nuestra manera de ser, determinó nuestra idiosincrasia, impuso nuestros paradigmas, limitó nuestras experiencias, sancionó nuestros rituales, nuestros logros y nuestros fracasos, y nos dió esperanza, nos acompañó en la adversidad y nos sostuvo ante el misterio de la muerte. Y sin embargo, lo que acaeceria en el norte y había comenzado definitivamente a partir de aquel otoño del año mil quinientos diedsiete (un cuarto de siglo apenas después del descubrimiento) significaría también en el terreno idiosincrático un ascenso definitivo: la Reforma, la modernidad.

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¿Por qué desde un principio los patriotas, los revolucionarios y los intelectuales de Hispanoamérica se hicieron conscientes de que al emanciparse de la metrópoli deberían luchar contra el pesado tardo que representaba, ante la empresa de consolidar auténticas repúblicas modernas, el pasado colonial español? ¿Por qué el libertador Simón Bolívar trae las escuelas lancasterinas cuyo fundador visitó Caracas en 1824- a la Nueva Granada? ¿Por qué consagra el general Santander buena parte de sus esfuerzos como gobernante a fundar colegios y universidades, por qué los radicales de la Constitución de Rionegro que abolió la pena de muerte y consagró la disolución de las manos muertas- contrataron la primera misión de pedagogos alemanes que nos aportaron la ideas de Pestalozzi y Froebel? En la primera página del ensayo intitulado Nuestro Pasado Filosó ca ha descrito Danilo Cruz Vélez en su tan característico estilo, llano y conciso, la circunstancia y la penuria de la recepción de la filosofía moderna de occidente en el continente iberoamericano, sintetizando el asunto al a rmar que el rasgo distintivo de nuestro pasado filosófico es la anormalidad. La causa de esa anormalidad fue el rumbo que tomó España en el siglo xvn, al desviarse del camino que venía recorriendo con las otras naciones europeas . Cuando en dicho siglo comenzó propiamente una historia cultural hispanoamericana, España ya se habla aislado de.Europa. Encerrada en sí misma detrás de los pirineos, había decidido vivir de espaldas a la filosofia y a la ciencia que habian fundado Descartes y Galileo; y enquijotesco oposición al espiritu de la modernidad estaba empeñada en mantener viva en su territorio y ensus colonias una Edad Media que ya pertenecía al pasado. Nuestra anormalidad filosófica fue, pues, una consecuencia de la anormalidad histórica de la madre patria .

Lo cual se explica por la vigencia entre nosotros durante toda la colonia de la visión teocéntn'ca medieval que veía en la realidad "un ordo fijo creado por Dios , por lo que la secularización o, como lo ' Danilo Cruz Vblu. 1990, prim parto.

Nm pasado

en Tabula Raso. Bogotá. Ed. Planeta.

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nombra Cruz Vélez, el "antropocentrismo moderno, que funda ese

ordo en la razón humana "no haya llegado hasta nosotros". No existieron intelectuales entre nosotros: durante la colonia "los protagonistas de la vida intelectual fueron casi todos representantes de la clerecía, como en la Edad Media . Pero, "a diferencia de los creadores de los grandes sistemas metafísicos medievales , el

verdadero interés de los clérigos que vinieron al Nuevo Mundo "no fue la losofía propiamente dicha ". Tenían algún manejo de la segunda escolástica, del Tomismo, renovado por Suárez, pero en

realidad eran en su gran parte rutinarios repetidores de manuales y breviarios: "transmitían respuestas ya dadas a preguntas auténticamente filosóficas, pero lo que se proponían era darles con ellas un fundamento conceptual a los dogmas religiosos o hacerlos más comprensibles". Siguiendo implícitamente la clásica tipología y los criterios de Mannheim y A. Weber, establece el autor que por ello entre nosotros no existió al comienzo el intelectual suelto, el intelectual desli-

gado de la Iglesia y del Estado y otante entre todas las clases sociales, quien fue el gestor de la losofía y de las ciencias modernas . Lo que nos trajeron los españoles fue "una filosofía medieval tardía que, pese a débiles intentos de superarla en el siglo x1x, imperó entre nosotros hasta comienzos del siglo xx. Pero que con el correr del tiempo se fue haciendo cada vez más anacrónico y fantasma], en tal medida que a fines del primer tercio de dicho siglo sólo aparecía en colegios secundarios y en seminarios para sacerdotes a las horas de clase, para tormento de los estudiantes

que se tenian que aprender de memoria los manuales de metafísica que ya no les decian nada, porque estaban compuestos sólo de palabras muertas". ¡El asincronismo de nuestra América en el mundo moderno y contemporáneo, su pecularidad idiosincrátíca! Apenas a comienzos del siglo XIX, cuando por la fuerza de las armas conquistamos la independencia política - que provocó un debilitamiento de los lazos que nos unían con España- aparece el pensador laico, "interesado más por los problemas de este mundo,

de la sociedad y del ciudadano que por los de la salvación del

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comienza a desplazar a los clérigos del centro de la vida intelectual. Y a la par que ese intelectual laico se libera de la tutela cultural hispana, dirige su atención al pensamiento francés e inglés, lo que signi có un primer conato de acercamiento al mundo occidental moderno". También, como lo expresara el maestro Pedro Henríquez Ureña en un precioso ensayo publicado en La Nación de Buenos Aires el 25 de febrero de 1945 y que había sido incorporado como presentación al libro De la Conquista a la Independencia, ese brevian'o ejemplar del venezolano Mariano Picón Salas, en relación con las tareas que ensu

momento emprendiera un Domingo Faustino Sarmiento: Cuando se propuso observar de cerca la vida española como clave para comprender los problemas de su Argentina, se adelantó, como siempre, a su tiempo. Para transformar al país, quiso primero explicarse su peculiar configuración cultural. Dijo, en Facundo, la parte que se debía al suelo, deshabitado y fértil, y a las maneras de vida que el suelo favoreció. Ahora España había de darle las razones históricas, los fundamentos del tranquilo pasado colonial donde se engendro la inquieta nación independiente. De paso, entre muchas cosas singulares, observó alli signos de falta de cohesión en el Estado, imperfecciones de estructura: la España invertebradaz.

Tópico de la crítica en Hispanoamérica: el fardo que representó y áun representa para nuestras naciones el peso prodigioso y falso del barroco de la contrarreforma hispánica. Como lo recuerda Cruz Vélez, desde el siglo xvu España se replegó sobre sí misma, se ensimismó en su pasado, de espaldas a la modernidad. No debe extrañamos entonces el constatar que ya enla primera generación de críticos neogranadinos y americanos siempre de nuevo se exprese la misma queja ante el peso que significaba la herencia del pasado colonial español ante las tareas que deberían enfrentar las incipientes naciones de América. Así el romántico Esteban Echavarría quien exclamaba: "Lloremos hermanos, nuestro país no existe... somos independientes pero no somos libres... las armas de EsMariano Picón Salas. De la Conquista ala Independencia l ed., México, Fondo de Cultura Económica. 1946. pág. 9.

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paña no nos oprimen, pero sus tradiciones aún nos agobian..." Se lamentaba desde el exilio por el hecho de que las discordias entre los caudillos de la pampa hubieran conducido al encumbramiento del tirano Rosas que ahogaba el clima de las libertades civiles y con ello impedía la consolidación de un estado liberal de derecho. Pero además, con él, la restauración de una cultura gastada que él llamaba "la idea estacionaria: la de España". Y el cartagenero Iuan Garcia del Río, nacido a nales del siglo xvm y representante por lo tanto de la primera generación neogranadina, que alcanzaría el honor de ser el secretario de Estado del

general San Martín en Quito, de los generales Santacruz y Flórez y, por un tiempo, del propio Libertador Simón Bolívar, quien en un artículo intítulado justamente "Revisión del Estado anterior y actual de la instrucción pública en la América antes española y publicado en El Repertorio americano, la revista que editara con don Andrés Bello, llegaría a afirmar de las universidades - que según el profundo Condillac tanto han retardado los progresos de las ciencias - que "sólo habían servido en América para enseñar quimeras despreciables . Eran empero semejantes establecimientos un monumento de imbecilidad: en todos ellos se nos ponían en las manos libros pésimos, llenos en su mayor parte de errores y patrañas; en todos se vendían palabras por conocimientos y falsas doctrinas por dogmas. Los colegios no eran en rigor otra cosa que seminarios eclesiásticos, donde los jóvenes educandos perdían su tiempo para todo lo útil, y estaban sujetos ademasiadas prácticas religiosas... Confiada la educación a los jesuitas primero, después a otros eclesiásticos en su mayor parte orgullosos y fanáticos, cuyo saber se componía de las pueriles nociones adquiridas en la escuela y cuya moral antisocial estaba vestida con las formas más extravagantes, no resonaba en las aulas más que una ciencia presuntuosa e inútil, formada de ideas abstractas y de vanas sutilezas, explica-

das en un estilo bárbaro y grosero. 3 Iunn Garcia del Rio. escritos varios, En Meditaciones colombianas. Ediciones del Ministerio de Educación Nacional. 2° ed.. Bogotá, Imprenta NacionaL 1945. págs. 385 y ss. El texto en letra más pequena que sigue proviene de aqui.

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Formaba la lengua latina la base de nuestros estudios por la necesidad que de ella había para el estado eclesiástico, para la jurisprudencia civil y canónica y para la práctica de la medicina, únicas puertas que estaban abiertas al americano para obtener una mediana subsistencia, o merecer en la sociedad alguna conciliación. De aquí resultaba que se llenaban nuestras cabezas de frases y versos en una lengua muerta, y rara vez su cientemente entendidos para apreciar su mérito con mengua del cultivo y posesión de nuestro propio idioma: esta lengua tan rica, elegante y majestuosa, que se cuenta en el número de las pocas cosas buenas que debemos a los españoles. Tal era una de las causas principales de nuestro atraso en la literatura y ciencias, como lo ha sido siempre en toda edad y país donde estas no se han enseñado en idioma vulgar.

Oigamos de nuevo a Cruz Vélez: De estos comienzos resulta el rasgo sobresaliente de nuestra vida filosó ca durante tres siglos de existencia histórica: la anormalidad. Además de lo anómalo que es comenzar a losofar intentando comprender lo que otro pueblo ha pensado en circunstancias históricas diferentes y para resolver problemas diferentes, la losofía que trajeron los españoles aAmérica era una losofía caduca, la losofía medieval. Totalmente de espaldas a la filosofía moderna, puesta en marcha por Descartes en el siglo xvu, justamente cuando comenzaba a impulsar una cultura colonial americana propiamente dicha, España estaba empeñada en prolongar el mundo medieval en su propio suelo y en sus colonias. Aesta anormalidad de doble raíz que nos hizo ser, a pesar de estar insertos cronológicamente en la Época Moderna, quiméricos continuadores de una Edad Media tardía, hay que agregar esta otra anomalía: el filosofar que introdujeron entre nosotros los españoles no tendía a resolver problemas filosó cos, sino a propagar el cristianismo en sus dominios, una empresa muy laudable, pero que no tenía nada que ver con la losofía en sentido estricto . Pero, ¿en qué consistía la enseñanza de lo que también entonces se llamó losofía ?: Aprendíamos también, bajo el nombre de lógica, a porfiar mas bien que a razonar, a jugar con la razón mas bien que a fortificarla...

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cualquiera hombre sensato que hubiese entrado en nuestros claus tros, sin estar advertido antes, habría juzgado por los gritos descompensados, el furor y el empeño que se tomaba por el ergotismo ridículo, que se hallaba en medio de una multitud de locos o energúmenos... Habiéndose introducido el espíritu de facción en la filosofía como en la teología, se desatendía el provecho, solo se buscaba

la gloria estéril de un triunfo vano, inventando, para conseguirlo,

sutilezas y distensiones con que eludir la dificultad. La moral no se nos enseñaba con los atractivos que ella tiene: no se estudiaba la naturaleza del ser inteligente para establecer como base y móvil de todas sus acciones el amor de sí: antes bien la calumniaban, haciendo consistir la ciencia de las costumbres en la abnegación de si propio, en una especie de ascetismo.

Abusábase del nombre de la santa filosofía y bajo el título de esta ciencia que tiene por objeto tan sublime el distinguir los ermres e investigar la verdad nos vendían una miserable jerga escolástica. La filosofía comenzaba a romper en Europa los grillos de la terminología, cuando entre nosotros consistía en un modo de racio nalizar sutil, alambicado y abstracto. Aristóteles, desterrado de ella por el universal Bacon, se había refugiado en América: la duda

reinaba en la patria de Galileo, de Descartes, Newton y Leibnitz, mientras que del otro lado del Atlántico estaba entronizada la más ciega credulidad. La teología escolástica, tan inútil y tan fatal para el género humano, algo de las matemáticas y una jurisprudencia capciosa embrollada, ajena de nuestras costumbres, cerraba la ca-

rrera de nuestros estudios. ¿Pero qué debía esperarse en América en este género cuando en España misma era tan defectuosa la educación, y tan escasas las luces? Si consultarnos el erudito Feijóo veremos que aún a mediados del siglo xvm, los filósofos españoles hallaron el arte de tener razón

contra lo que dicta el buen juicio, y de dar no sé qué color especioso a lo que más dista de lo razonable.

Sobre el buen juicio ya habian pensado bastante en su momento los dos grandes precursores del pensamiento moderno, Francis Bacon y René Descartes. Precisamente este último a rmaba de aquel Ie bon sens, el buen sentido - que era "lo mejor repartido en el

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mundo , es decir, que todos los hombres por el hecho de serlo tenían la capacidad de entre lo verdadero y lo falso, como lo dice en ese mani esto de la madurez de Europa en la aurora de la modernidad, el Discurso del método: El buen sentido es la cosa mejor distribuida en el mundo, pues cada cual piensa estar tan bien provisto de él que aun aquellos que son más difíciles de contentar en cualquier otra, no suden desear más del que tienen. No es verosímil que todos se equivoquen en eso, antes bien, eso acredita que la potencia de juzgar bien y distinguir lo verdadero de lo falso que es propiamente lo que se denomina buen sentido o razón- es por naturaleza igual entretodos los hombres, y así la diversidad de nuestras opiniones no viene de que unos sean más razonables que los demás, sino solamente de que conducimos nuestros pensamientos por caminos diferentes, y no consideramos las mismas cosas. En efecto, no basta tener un buen entendimiento, sino que lo principal es aplicarlo bienl Las almas más grandes son capaces de los más grandes vicios, como

también de las más grandes virtudes; y los que no caminan sino muy lentamente, si siguen siempre el camino recto, pueden adelantar mucho más que los que corren y se aparten de él. Pero entre nosotros lo que predominaba era la descon anza ante

las capacidades y los talentos humanos, solo valía la autoridad de la tradición, el seguro y rutinario y burocrático dogmatismo del "magister dixit". Porque, como lo a rmaba García del Río, no era

en el examen de las cosas mismas a donde apuraban el discurso,

sino en los conceptos y los términos:

materias físicas se trataban metafísicamente, y solo metafísicamente. Disputábase mucho del compuesto natural, de la materia, de la forma, de la unión, del movimiento; pero se trataban idealmente estos objetos, no sensiblemente; se examinaba solo la superficie, no el fondo; en nada se corría el velo ala naturaleza, no

se hacía sino palparle la ropa... Ya en la polémica contra el nominalismo Ia vía moderna, como

se llamó entonces- San Bernardo de Claraval argumentaba contra

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Abelardo acusándolo de herejía porque éste "parece que quiere ver las cosas en sí, como son, y no como a través de una bruma . A quinientos años de este comienzo bajomedieval del pensamiento moderno, la losofía escolástica tardía que enseñoreaba en América eludía la confrontación con lo real: la experiencia. Ignorábase en España por lo común el estado actual de la física en las demás naciones. La enseñanza de la medicina estaba reducida a lo general, a cuestiones de mera especulación, a vanas teorías, a disputas... En cuanto a las ciencias naturales, se padecía notable atraso por el corto alcance de algunos profesores, por la preocupación que reinaba en el pais contra toda novedad, por el errado concepto en que se estaba de que cuanto presentaban los nuevos filósofos se reducía curiosidades a inútiles, por el celo indiscreta y mal fundado que hacía temer que las doctrinas nuevas en materia de filoso a trajesen algún perjuicio a la religión...

El autor recuerda las expectativas y esperanzas que despertara el reinado del rey Carlos m, durante el cual llegaron a la Nueva Granada, con la Expedición botánica y las reformas de Moreno y Escandón, los primeros ecos de la renovación que en la madre patria por entonces se intentara, acaso en vano:

¿Qué debía esperarse en América, volvemos a preguntar, cuando en la metrópoli era tal el estado de la instrucción pública? Excltadas en el tiempo de Carlos ma reformar sus estudios, contestaron las célebres universidades de Alcalá y Salamanca que no podían apartarse del sistema del peripato; que los de Newton y Galileo no estaban de acuerdo con las verdades reveladas, y que el estudio de la jurisprudencia romana debía ser el primer objeto de los que se dedicaban al derecho; cuando casi todo era ignorancia en España aun en una época en que en otros países habían brillado ya Galileo y Maquiavelo, Bacon y Newton, Montaigne y Descartes, Montesquieu y Adam Smith?

Rolando por José Luis Romero: Estudio de la Manialidad Burguna, Madrid. Alianza Editorial. 1988.

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Intentemos primero una genuina re exión sobre lo que todo eso ha significado para nosotros: de qué manera nuestro continente se destinó para expresarlo utilizando una noción de Martín Heidegger , a través de un paradigma, de un estilo, de una forma peculiar de piedad. Y de qué modo ese paradigma, ese estilo, esa forma peculiar de piedad nos preparó y no nos preparó para la modernidad. Cuán sólida sea nuestra cultura ciudadana depende de la respuesta a tal interrogante, porque tal vez ya no sea posible difamar de la filosofía moderna entre nosotros. O de la filosofía alemana, a

la que por ejemplo solía referirse el eminente erudito y filólogo santanderino don Marcelino Menéndez y Pelayo que tanta influencia ejerciera en su momento a través de sus cartas y consejos sobre nuestro compatriota Miguel Antonio Caro- con la denotación, que él imaginaba peyorativa, de "nieblas germánicas" (del pueblo, la nación y la cultura alemanes en general como de "los enemigos de nuestra raza ) y de la cual también tan frecuentemente reniegan algunos personajes en las tertulias de algunas de las grandes novelas de Benito Pérez Galdós, como el cura de Villahorrenda en Doña perfecta o el ricachón venido de Cuba que compra un título nobiliario y frecuenta a la propietaria del inquilinato en donde se hospeda El amigo Manso . Tal vez ya no sea posible escribir sobre Kant afirmando que es "el principal responsable de todos los "errores que aquejan al mundo moderno , como lo hace un teólogo jesuita en un texto de

Apologética , disciplina de reciente creación por entonces, junto con la Cátedra bolivariana y obligatoria para el pensum de bachillerato por los años sin cuenta de la violencia, justamente cuando en nuestro país se hablaba oficial y oficiosamente de la defensa de la cultura de occidente amenazada. Pero es que en la "madre patria había vencido a finales de los treinta la cruzada en la que los muchachos de la Legión Cóndor y los Stukas de Goering se entrenarían para el raponazo al mundo. Con la liquidación de la república en España la reflexión filosófica y el ejercicio público de la tarea crítica fueron silenciados. Por lustros. Acaso para bendición de nuestra América, por el aporte tan

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significativo de sus gentes, de sus intelectuales exiliados, a la maduración de nuestra cultura y a nuestra --tardia- incorporación espiritual al mundo moderno y contemporáneo. Quizás no resulte excesivo agregar a esta condensada y casi breve re exión una citación más, del eminente historiador Tulio Halperin Donghi, profesor de la Universidad de Berkeley en California y que será familiar a muchos por su Historia contemporánea de la América latina, en una muy reciente intervendón a propósito de la celebración de los quinientos años de América, cuando decía que su equivoco en relación con España era "insuperable". Pero agregaba que la España de la restauración y posteriormente la del exilio republicano "reconfortan a los latinoamericanos que, de nuevo ahora, con la España de la democracia advierten no al 'opresor externo del pasado sino a un elemento con el que contar para establecer el futuro". ¿Hay hechos en la historia reciente que pudieran decirnos hoy que el malentendido España-América se está acabando? El fin del franquismo supuso que España volviera a existir en el mundo. Eso para América Latina fue algo muy importante. Ahora el problema es de coyuntura: España está en alza, vive una euforia extrema y está volcada en Europa, mientras que la América Española está en una condición opuesta. Así que no es raro que sea también distinto el ánimo con que se encara el v Centenario. Creo que de hecho aquella opción europea, aunque no se quiera, si bien no las excluye, pasa las otras a segundo plano. Ahi nos encontramos con otro elemento que, con todo lo que tenemos en común, hace que nuestros destinos sean separados. Cada nueva etapa lo confirma .

Otro es el equivoco y anterior: el de España misma. Esa España que somete y coloniza el vasto subcontinente americano, en su peculiar proceso, de lado o a espaldas de la modernidad en tantos aspectos.

Nunca olvidaremos la otra España, aquella para la cual comenza-

rá a nales del 39 la opresión, el silencio, el exilio. ¿Para bien de

América? Si respondemos que sí, debemos incluir a la España contemporánea, que representa hoy un genuino esfuerzo de consolida"El malentendldo no

Bogotá, EJ Espectador, enero l6 de 1992.

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ción como nación moderna democrática en el concierto de los pueblos y las naciones civilizadas tras casi cuarenta años de dictadura: De esa otra España que nunca olvidaremos en nuestra América aprendimos a pensar, por que es mucho lo que le debe nuestra cultura a esos maestros que abandonaron sus gabinetes de trabajo con sus manuscritos entre los mínimos menesteres del exilio mientras caían los obuses en la vecindad, como, para dar un solo ejemplo bastante conocido, le acontenció a José Gaos a mediados del año 39 en la ciu-

dad universitaria de Madrid, que presidía como Rector, con su traducción de las Meditaciones Cartesianas de Husserl que nalmente publicarla el Colegio de México esa gran casa de cultura que acogió a los intelectuales españoles exiliados- unos años más tarde. _ Esa otra España de los aldeanos sin tierras y sin aguas, de los mineros y metalúrgicos en armas, de los maestros, los ingenieros y los poetas con el brazalete del miliciano, la España heroica a que se refería Ilya Ehrenburg en un poema justamente intitulado Enero, 1939: En aquella húmeda noche el viento pulía los cerros. Arrastrando su armadura marchaba España hacia el Norte y hasta el amanecer sonaba el clarín del enloquecido cometa. Los soldados sacaban los cañones del combate, los campesinos arreaban el ganado aturdido, los niños llevaban sus juguetes y las muñecas tenían la boca ladeada. Parían las mujeres en el campo, a los niños los envolvían en harina y para morir de pie marchaban adelante. Ardían aun las fogatas después de la partida, aun no habían callado todos los bronces de las autas. Qué puede ser más maravilloso y triste! Las manos aun apretaban un montón de tierra, aquella noche de las palabras se libraban las canciones. Y avanzaban las aldeas como navíos en la aurora.

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Si es cierto - como quería Benjamín- que nada de lo que se ha verificado está perdido para la historia , pero que, por otra parte, "sólo a la humanidad redimida le concierne enteramente su pasado , debemos mantener vivo el recuerdo de esa otra España de

los vencidos. Esa otra España, que es también la de las "comunidades", la de aquellos representantesdel tercer estado que acudieron al alcázar de Segovia con la esperanza de que la reina Juana curara de la demencia en la que la precipitó el duelo por la muerte de su esposo, y que se hicieron certificar por el joven emperador que se la reconociese como "señora de estos reinos", los procuradores de las ciudades, que le presentaron ochenta y ocho peticiones, que no saliese de España el infante Fernando a quien según anota el historiador argentíno Rodolfo Puigross, cuyo libro La España que conquistó el Nuevo Mundo bien puede tenerse por el breviario clásico sobre el asunto- se consideraba "símbolo de una monarquía absoluta sobre bases nacionales . La España de los Comuneros levantados con dignidad en contra del séquito de amencos y borgoñeses que rodeaba a Carlos y entraron a saco al país. La España de Padilla, el cura guerrillero que recorriera las soledades de Castilla incitando a la rebelión. Desde allí en la memoria, en el sentido de esa catástrofe de la historia que contempla estupefacto el ángel, quedan y arden para siempre los rescoldos de lo que fue, entonces y hoy, promesa de la verdadera y futura humanidad, las "astillas del tiempo mesiánico" de la redención, en la que pensaba Benjamín cuando se había iniciado ya la gran con agración a que había conducido el fascismo. Porque pensaba que "articular históricamente el pasado" no significaba simplemente reconstruir el mero decurso de los hechos sino más bien "adueñarse de un recuerdo tal y como este relampagea en un instante de peligro : fijar la imagen del pasado tal y como se presenta el sujeto histórico en tal circunstancia. Y tal vez sólo eso queriamos en esta ocasión: invitar a una genuina y franca re exión sobre nuestro pasado, a una meditación consecuente que de algún modo contribuya a explicarnos las razones y causas de nuestra crisis. No es con la afirmación voluntarista

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y sofistica de una presunta "identidad" de la América Latina, que con frecuencia se alimenta del rencor en contra de la modernidad, anidado en el inconsciente de tantos, ese inconsciente colectivo del

paradigma, de la cultura, de ese su intento agónico por articular un sentido, su piedad y su cuidado, y también... su envejecimiento. No olvidemos nunca esta verdad: que la filosofía pertenece a su tiempo, que la idea misma de lo perenne signi ca un desconocimiento de la naturaleza humana, de su esencial nitud y limitación. Acaso sólo Dios pueda ser perenne, del cual sin embargo de-

cía Tomás que se podía saber qué no es, mas no qué es. La universalización de la historia que se inició hace quinientos años se llevó a cabo por la conquista, la colonización y la explotación de los territorios del planeta que componen lo que se ha dado en llamar el "Tercer Mundo , expresión por lo demás en muchos sentidos quizás ya un poco obsoleta. Este es el otro lado de la moneda, el lado oscuro de la historia. Porque para millones de seres humanos aquí la existencia aparece, en el sentido Benjaminiano, como la situación límite, el "estado de excepción" que es la regla.

En su miseria y postración, en su confusión, en su desesperación, peor aun, en su desesperanza.

Y sin embargo, los problemas y traumas que estos pueblos enfrentan y padecen no son susceptibles de ser solucionados sino mediante esos logros de la cultura occidental -devenida universalque identi camos con el desarrollo de la ciencia: del conocimiento de la naturaleza el cuerpo inorgánico del hombre", como se la denominaba en los manuscritos de París- y de la aplicación de dicho conocimiento a través de la técnica. Es la civilización planetaria la que se ha erigido en este capítulo portentoso en la historia del ser genérico que llamamos la modernidad. Se han sentado las premisas de una humanidad no escindida en cuyo interior ya no se determine ni discrimine a los hombres por el color de su piel, por su condición material, por las palabras de su plegaria, por la peculiaridad de su ritual. Por el modo de su amor, por su tamaño, por la forma de su nariz. Como producto de la lenta y práctica escuela del Derecho, a partir de la abstracción

universal del citoyen con toda su precariedad y verdad

se abre

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Ia posibilidad de una humanidad redimida En el sentido de Benjanún. Haciendo memoria de su prodigiosa infangzia y de la dramática historia de su pueblo -'-el pueblo de Israel- decía: Los adivinos no consideraban _el tiempo, al queintermgaban en relación con lo que albergaba en su seno, ciertaniqnte ni como homogéneo ni como vacio. Quien tenga presente estqipuede qui. I zás llegar a hacerse una idea de la! forma en que el pasado en experimentado en la memoria, es, decir, en sí Se sabe que a, , los judíos les estaba prohibido indagar por el lm En cambia la a Thom y la oración los instmían en la memoria. Emula. libanba de

la fascinación del futuro a la que han sucumbido los que búocan

información en los adivinos. Pero-a pesar de ello, d Mum' no ¡ev hizo para los judíos un tiempo homogéneo y vacío. Puesen ¿lada _ segundo era la pequeña puérta pdrla que podía pmét rdm

W. Benjamin. Mdola boo adolahmon amuo mwnióm.

II Introducción de la filosofía moderna en Colombia"

Acaso valga la pena detenerse a considerar este hecho, preguntar por qué quienes en Colombia, por los años 30 y 40 del presente siglo, sentaron las premisas para la normalización de la losofía, fueron personas vinculadas por sus origenes a la provincia colombiana y no a la capital de la República o a las viejas ciudades señoriales. Si se examina el caso de los intelectuales colombianos que por aquella época accedieron a la filosofia bajo la in uencia de Ortega, de Kelsen y Scheller, mas tarde de Husserl, Heidegger, Iaspers y Sartre para mencionar únicamente los nombres más sintomáticos- y que en general provenían del cultivo de las disciplinas jurídicas, resalta una circunstancia que podría llegar a considerarse característica. En primer lugar, todas esas personas -o sus discípulos inmediams- son originarias de la provincia. De ciudades comerciales como Sogamoso, Bucaramanga, Barranquilla; de Medellín o sus

pueblos circunvecinos, de Manizales y Salamina; de aldeas integradas a la economía campesina y la producción artesanal; de Villorrios perdidos en los valles cálidos de la Costa Atlántica también. ¿No resulta extraño constatar que una ciudad a la que el filólogo 'EJpn-ernoonaayoiueleldomlnndóninmigmaldd m nanmdomósda del Viejo Caldas"me porla SecretarindeEduoadónyln O cina do Baden-ión Culturaldedidiodopanumoutquuemvohigmdumtelaoogundnmiadolmndoago dodo l982con müvodocabbrmseloa 75 (¡noc dohndaciórndolCologiodoCrl omManhakl.

FbopubhmdohiduhwnhendMagu nDommkddo'uEIpxndm".mmBSyudous y 1.7 de 1984. conolt ulo "La Filosofiayla Provincia".

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español Marcelino Menéndez y Pelayo bautizara en su momento la Atenas Suramericana no hubiese aportado mayor cosa el surgimiento de la losofía moderna en Colombia, mientras gentes nacidas en lugares bien apartados de la capital, y de sus posibilidades culturales, hubiesen llegado a ser, por la época a que hemos hecho alusión, los pioneros de esta actividad sin la cual ninguna cultura, ninguna nación, ningún pueblo acceden a su mayoría de

edad, a la conciencia universal del género y por lo tanto del carácter universal de su destino? Para intentar una respuesta a tales interrogantes resulta imprescindible considerar el efecto de acontecimientos históricos que afectaron la vida nacional en forma decisiva y le irnprimieron, particularmente en lo que a los procesos de la cultura y la ideología se refiere, un carácter que, para decirlo en pocas palabras, era francamente hostil al desarrollo de las ideas filosóficas en el país. La Regeneración clausuró el debate ideológico del siglo XIX -en el que se enfrentaron los positivistas y utilitanstas liberales a los conservadores, partidarios irrestrictos de la ideología hispano-católica y de su interpretación ortodoxa por parte de la Iglesia- al entregar a esta última la dirección y orientación de la educación e instrucción públicas. A tal punto llegó el celo de los conservadores en este asunto, que durante el mandato de don Miguel Antonio Caro (el cerebro de esta Constitución que alguno de los constituyentes llamara "monarquíca ) se llegó a confiar a un sacerdote la Secretaría de Educación, con

el propósito más o menos expreso de dar cumplimiento a instruccio-

nes impartidas solemnemente por el Papa León xm a través de su EnciclicaAetemi Patris (1879), en la cual el Sumo Pontífice exhortaba a la restauración de la filosofía Tomista en las cátedras universitarias, para lo cual en Europa ya se habían dado pasos significativos con la fundación de la Escuela de Tomás y el restablecimiento de la Universidad de Lovaina, Bélgica, la obra del cardenal Desiderio

Mercier, quien comparte con el sacerdote español Jaime Balmes el dudoso mérito de haber sabido restaurar el interés por la filoso-

fía del Doctor Angelicus y de quien se haría discípulo amado aquel secretario de Educación Pública llamado a implantarla en Colombia por gestión gubernamental: monseñor Rafael María Carrasquilla.

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Tan estrechas se hicieron por entonces las relaciones de la regenerada sociedad colombiana con el Estado Vaticano, que vale la pena recordar de qué manera otra de las Enciclicas del mencionado Pontí ce encontró en un poema de Guillermo Valencia "un resumen versi cado de las ideas socülles de León xm", como a propósito deAnarkos comenta maliciosamente un Pero "si en el horizonte de las ideas y de los movimientos sociales de la Europa en veloz proceso de industrialización y después del Mani esto de Marx y Engels, las ideas sociales del Pontí ce ya eran una trivialidad piadosa, ¿qué otra cosa podría ser el resumen versi cado de estas ideas sino una nueva tn'vilización de lo trivial, pese a que su intención social puede interpretarse como la respuesta del genio prematuro de Valencia a los con ictos sociales que se habían manifestado ya en los albores de la segunda mitad del siglo y que escondidos y sofocados por la lucha de los partidos, las discusiones constitucionales y las rivalidades complejas dentro de la clase señorial, volvían a expresarse una vez más en la época que precedió a la guerra de los mil dias . En su ensayo Temas y corríen tes de la losofía colombiana en el siglo xx ha resumido acertadamente Rubén Sierra Mejia los efectos de tal circunstancia en lo que al desarrollo de la filosofía en el país se refiere. "Durante las primeras décadas de este siglo, los estudios filosóficos estuvieron dominados en Colombia por el Neotornismo, que como reacción al utilitarismo y al positivismo impuso Rafael María Carrasquilla desde su cátedra del Colegio del Rosario, que durante toda la república conservadora apareció como la losofía oficial. El ambiente para este auge neotomista se preparó en el siglo pasado por acción de dos hechos históricos que tienen cierta conexión: La Regeneración de Rafael Núñez y la promulgación de la Enciclica Aetemi Patris de León x111. El concordato que en 1887 firmó el gobierno colombiano con el Vaticano, en el cual se concede a la Iglesia Católica el control del contenido de la enseñanza, es el punto de con uencia de aquellos dos hechos . ' Rafael Gutiérrez Gircn'dot. "La literatura colombiana en el siglo u". en Manual de Histon'a de Colombian Bogota, Colcultura, t. m (1980). ¡Rubén Sierra Mejia, Ensayos filosóficos, Colcultura, Colección Autores Nacionales

(1978), pág. 94.

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No queremos significar que a consecuencia de tales acontecimientos históricos hubiera desaparecido por completo la posibilidad de una actividad intelectual más o menos libre y que se correspondiera efectivamente con las inquietudes más genuinas del momento histórico, que en realidad eran reprimidas por el humanismo cristiano neotomista que rige o cialmente en el país durante los años de la hegemonía conservadora y constituye en el fondo una ideología de dominio. El caso de algunos establecimientos de educación superior que surgen como reacción a la política dericalista oficial, como el Externado de Derecho, fundado el mismo año de 1886,

es testimonio de que las tendencias liberales de todos modos mantuvieron alguna vida. Pero es indudable que la posición hegemónica de la Iglesia en la orientación de la educación pública no favorecía propiamente el desarrollo de una cultura que condujera en su lenta maduración a la urgencia del interrogar filosófico. En su lugar se impuso una cultura señorial y de viñeta como la llama Rafael Gutiérrez Girardot -, resultado de una fórmula política que permitió a las clases tradicionales mantener su predominio sin tener que realizar grandes esfuerzos de adaptación y legitimación, y que consiste "en considerar como sustancia de la nacionalidad colombiana ciertos elementos de la cultura de la hacienda en su versión señorial, lo que viene a significar en última

instancia que se identifica la nación colombiana con un sistema patriarcal de explotación, al cual se le da carácter definitivoy sagrado y que adquiere por eso una función de resistencia frente a cualquier impacto de la historia... . Con su centralismo de ancestro español y encomendero, la cla-

se señorial sabanera había arrastrado a todo el país en su pacata mentalidad colonial y, como ocurrió en España, lo encerró en su

ambiente opaco y conventual, imponiéndole no mesura, tacto y discreción, sino mediocridad, pobreza y terco aislamiento del mundo moderno. En más de medio siglo de vida independiente, la clase señorial logró sofocar los impulsos de modernización social y política que surgieron de las sociedades democráticas y a las que quiso dar cause José Hilario López con un programa de gobierno menos radical y consecuente que el de su modelo, la revolución

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francesa de 1848, el cual, pese a las violentas reacciones de los agonizantes restos feudales de la sociedad europea, había abierto el camino hacia la modernidad. Colombia siguió el camino inverso .

¿No tenía que conducir todo esto a confundir el sentido de una auténtica cultura con esa simulación que parece presidir el comportamiento de las clases señoriales colombianas a finales del siglo pasado y comienzos del presente? El mismo autor que hemos venido citando lo afirma perentoriamente: "El signo bajo el cual se inicia la literatura colombiana en el siglo xx fue el de la simulación . ¿Cómo habría de arraigar en esas condiciones, en un medio a tal punto limitado y por lo que se refiere a la élite de la capital más o menos frívolo y simulador, esa actividad y esa disciplina que fueron siempre el resultado de procesos históricos y antagonismos sociales de naturaleza compleja, ese saber tardío, del ocaso?

No hay otra filosofía que la burguesa dice Horkheirner, porque ella nace en los Burgos, en las ciudades. Del Asia Menor y de la Europa Medieval. Y si pensamos en nuestra América, no es ciertamente una casualidad verificar que los dos países que accedieron más tempranamente a la normalización de su actividad filosófica fueran México y la Argentina, dos sociedades que en contraste con las otras del sub-continente mantuvieron los más estrechos lazos con la historia universal de su momento. Pero es que Buenos Aires es un puerto que ya a finales del siglo xvm alberga una población de 40.000 habitantes. Si se piensa que Santa Fe de Bogotá ni siquiera alcanza los cien mil, cien años más tarde se pueden apreciar las diferencias. Un escritor y diplomático argentino que la visitó a comienzos del presente siglo la describe como una gran aldea... Una gran aldea señorial en cuyo seno, como en el resto del pais, comenzaban a gestarse las tensiones sociales propias del siglo, que la élite bogotana sin embargo apenas percibía y en la cual en lugar de losofía se produjo entonces una bohemia de cachacos, como dice irónicamente el mismo Gutiérrez Girardot a propósito de la Gruta Simbólim, el grupo de señoritos que quisieron jugar al enfant terrible en una villa cuyas clases más bajas todavía llevaban alpargatas y Gutiérrez Girardot, op. cil.

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se embrutecían con la misma chicha que seguramente también contribuyó a amenizar las tertulias de nuestros "malditos". Si se recuerda que dicha sociedad se encontraba presidida más que por el supremo dignatario de la República por el arzobispo primado de la capital, podemos comprender cuán desfavorables eran las condiciones para el desarrollo de la filosofía en Colombia a comienzos del siglo. Naturalmente, razones de nuestra morfología histórica más profunda también incidían entre los factores determinantes. La comparación con la capital argentina -un puerto que prosperó notablemente gracias a la politica de los Borbones ilustrados del siglo xvm y que durante la segunda mitad del siglo xrx recibió oleada tras oleada de emigrantes europeos- podría bastar para hacerlo percibir. Debe tenerse en parücular cuenta el hecho de que a Colombia, por contraste con esa Argentina aluvial de que hablara José Luis Romero y si se exceptúa el caso singular del Departamento de Santander, no arribará una fuerte migración, en especial de aquellos paises con una arraigada tradición filosófica y cien ca, la cual en muchos casos y particularmente en el de la losofía pudo ser decisiva, si so piensa por ejemplo en el de unAlejandro Korn (nacido en el poblado de San Vicente, provincia de BuenosAires, en 1860, como hijo de un médico alemán que había abandonado su patria por razones políticas y quien por ello se encontró desde un principio en condiciones de aproximarse a las fuentes mismas del pensamiento moderno en su lengua original) y se considera su influjo decisivo en el debate ideológico argentino a comienzos del siglo, que contribuyó a la superación de una etapa durante la cual los intelectuales de las clases dirigentes parecían fuertemente impregnados por el positivismo de inspiración francesa y anglo-sajona, con base en la losofía kantiana, que Korn se encargó de difundir desde comien-

zos de la segunda década del siglo. Baste recordar que fue también el primer decano elegido por los estudiantes en 1919 a consecuencia del movimiento de Córdoba para considerar hasta qué punto habia llegado a valer ya su in ujo sobre la juventud del momento . José Luis Romero, Las ideas políticas en Ia Argentina. México, E C. E.. 1965. Alejandro

Korn. Influencias filosófica: en Ia ovaludón nadonal. Buenos Aires, Ed.Clm ldad. 1938.

Colombia; La modernidad postergada

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También en México, que había estado fuertemente influenciado por el positivismo de los científicos que bajo la orientación de Justo Sierra constituyeron la élite intelectual del Porfiriato, se comenzaba

por entonces a reaccionar contra esta corriente hasta ese momento prácticamente hegemónico, particularmente desde el Ateneo de la juventud, que se fundó en la ciudad de México en octubre de 1909 y tuvo como principal animador al dominicano Pedro Henríquez Ureña, quien evocando ese momento recuerda cómo por entonces "nos lanzábamos a leer a todos los lósofos a quienes el positivismo condenaba como inútiles, desde Platón que fue nuestro mayor

maestro, hasta Kant y Schopenhauer' . Pero en Colombia, que acababa de pasar por una guerra feroz, un desangre de tres años durante los cuales el presidente de la República tuvo tiempo sin embargo para componer una gramática en verso de la lengua castellana, ni siquiera existia ya un positivismo que superar porque el neotomismo, administrado desde su cátedra del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario por monseñor Rafael María Carrasquilla, se había convertidoen la filosofía oficial del país. Bohemia y neotomismo, cultura señorial y simulación no parecen ser propiamente los elementos propiciadores de un clima en el cual la filosofía se hiciera posible y necesaria. Insistiremos particularmente en un aspecto que quisiéramos ejemplarizar igualmente en el caso de Korn. Hemos dicho que su padre se había visto obligado a abandonar su patria alemana por razones políticas. En efecto, como soldado se habia negado a disparar contra los trabajadores, había rehusado reprimir la insurrección de los tejedores de Silesia en 1844, que junto con los levantamientos de Lyon de 1831 y 1834 pasa por ser uno de los acontecimientos gerrninales de la conciencia y la experiencia proletarias en Europa. Las oleadas migratorias del viejo al nuevo continente se alimentaban de continuo por el ujo de personas que huían de las persecuciones a que se veían sometida por su participación en las luchas Citado por Juan Mora Rubio: Proyecto y perspectiva de la loso a en México. en: Dialec ca. cmo v, núm. 9, México, diciembre 1980. Escuela de Filosofia y Letras, Universidad Autónoma de Puebla.

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de resistencia a la opresión del absolutismo restaurado en Europa;

también tras el aplastamiento de la revolución del 48 y la derrota de la Comuna, para no hablar de los judios rusos ypolacos que huían, aldeas enteras, de los pogroms horripilantes organizados por las centurias negras bajo los últimos Romanoff y que a uían por millares a Nueva York y en menor escala a las otras ciudades que les acogieron en el continente americano, que parecía destinado (desde sus comienzos, si se piensa en los comuneros castellanos a

quienes se dio a escoger entre la horca o el traslado a Indias tras la derrota de Villalar o en los peregrinos del Mayflower una centuria más tarde) a servir de refugio a hombres y mujeres que huían de persecusiones, de la opresión. Siempre que enEuropa se produjo un retroceso en la lucha por la libertad, algunos de los que por entonces quisieron cambiar las circunstancias encontraron una nueva patria en América, el Nuevo Mundo. ¿Resulta extraño constatar

entonces que con el paso de las generaciones el hijo de un exiliado político que se desempeñara como médico rural en un villorrio de la pampa inmensa y quien inicia propiamente su magisterio como catedrático de losofia tras más de 3G años de ejercicio de la medicina en los mismos poblados que recorriera su padre, se consagre a la difusión de ese pensamiento por el cual, de uno u otro modo,

había combatido este último? No era solo Kant contra Mettemich,

es cierto, lo que estuvo en juego por entonces en Europa, peroalgo de lo que ya era definitivo, algo de lo que por entonces ya constituía una adquisición de la civilización una herencia - se contiene en su filosofía. El super-yo de los hijos no se forma de acuerdo con el yo de los padres sino con el super-yo de los mismos, a rma Freud.Y para bien, agregamos nosotros, porque de esa manera también llega a ser portador de tradiciones de lucha, agente de una nostalgia que preserva la memoria del sufrimiento y el anhelo de los hombres por su dignidad y por la justicia. Si volvemos al caso de Colombia, es indudable que en el más

tardío germinar de la actividad filosófica también incidieron aconte« cimientos universales de la historia vinculados con la expatriación y el exilio de personas que en el viejo continente se consagraban a ella y otras tareas del espíritu. Sólo queremos mencionar como ejem-

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plar el caso de los intelectuales españoles que se vieron obligados a abandonar su patria a consecuencia de la derrota de la República, porque este capítulo de la contra-revolución del siglo xx tuvo especiales consecuencias para la cultura de nuestra América y muy en particular para la losofía. Baste pensar en lo que significó su presencia en los dos países a que nos hemos venido refiriendo, el irn-

pulso que dieron a la enseñanza, la investigación, el rigor y la disciplina que imprimieron a su ejercicio en los más diversos campos del saber humano, la losofia, la sociología, la historiografía, el Derecho; su presencia orientadora al frente de empresas editoriales, las traducciones que emprendieron de obras clásicas e imprescindibles de las diversas disciplinas que se habían venido constituyendo en el ascenso de la civilización europea, ahora en crisis. Para dar solo unos cuantos nombres ¿podríamos imaginar lo que sería la filosofía en América si no hubiésemos contado con el concurso de intelectuales como José Gaos, Wenceslao Roces, José Medina

Echeverría, Eugenio lmaz, Joaquin Xirau, que a través del Fondo de Cultura Económica de México nos hicieron accesibles algunas de las obras fundamentadoras de las modernidad, las de Hegel y Marx, Husserl y Heidegger, Weber y Dilthey? ¿Y qué decir del influjo que llegaría a ejercer desde su cátedra de Tucumán, República Argentina, don Manuel García Morente otro maestro traductor cuyas Lecciones preliminares de losofïa ya deben ir por la trigésima edición desde que algunos de sus discípulos decidieron hacerlas públicas en el año 1938? Lo definitivo era sin embargo la circunstancia que los había lanzado a la incertidumbre del exilio: lacontrarrevolución, que tras haber vencido en Roma y Berlín y con el apoyo de las potencias totalitarias también triunfaba en España. En las páginas introductorias a su traducción de las primeras cinco de las Meditaciones cartesianas de Husserl, que publicara el Colegio de México en el año 1942, relata el maestro Iosé Caos de qué manera salvó su manuscrito, apenas en el último momento, cuando los obuses de los "naciona-

les" ya estallaban en los predios de La Moncloa, la Ciudad Universitaria madrileña que presidía como rector. Acaso valga la pena recordar que por esos años los mismos manuscritos de Husserl

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sv salvaron de desaparecer bajo la confiscación general del fascismo al ser trasladados a Bélgica por un alumno suyo: un sacerdote, el padre Van Breda. Otro alumno de Husserl, que no había tenido que exiliarse y en su momento manifestó sus simpatías por la "revolución nacional , escribiría tras la catástrofe, en 1949: el desarraigo

deviene un destino del mundo. No pensaba Heidegger en el desarraigo efectivo de las personas que a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y de los acontecimientos que la habían precedido se habían visto obligadas a abandonar su patria, cuya condición en último término era en

realidad resultado de un desarraigo más esencial, un desarraigo cuyo proceso también constató el joven Marx en el trabajo enajenado y que tras el agotamiento del Humanismo llegaría a su perfección mal podría hablarse de plenitud- en la movilización total propia del sistema fascista plenamente desarrollado tal y como se produjo en laAlemania hítleriana: efectivamente, en los campos de exterminio la racionalidad capitalista del beneficio llegaría a su grado máximo. Con el asesinato de millones de seres por vía administrativa, dice Theodore Adorno, no se liquidaron individuos sino

al ejemplar, al representante de la especie. El grado máximo de desarraigo se alcanzaría con la movilización de los cadáveres como materia prima, su "reciclaje" en el proceso productivo: el individuo fue expropiado de lo último y más pobre que todavía le quedaba". Durante todo este tiempo de penuria, durante esos años en los cuales parecia que la sombra del fascismo cubriría los territorios

de los pueblos y ahogaría en ellos su anhelo de libertad, mientras los ejércitos imperialistas avanzaban victoriosos primero hacia el oeste, luego hacia el este

la comunidad internacional de

exiliados continuaba laborando por la dignidad, preservaba la herencia. ¿Qué parte d'e ella nos correspondía? La generación que inaugura en Colombia la práctica responsalílv de la filosofía tras ese largo y solemne silencio que preside des¡lv su cátedra del Rosario monseñor Carrasquilla, está integrada ¡un ju'l'SUllilS nacidas hacia la primera y segunda década del siglo, ¡"Ji' . nlj'JU que inauguraría la revolución rusa de 1905. Es una gene ¡.u ¡un (¡ur .lhlSll igualmente al nacimiento de la República Espa-

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ñola y percibe las transformaciones asombrosas de su tiempo, también los grandes movimientos de masas que agitan a otros países deAmérica: la revolución mexicana, el ascenso del radicalismo y el

movimiento de Córdoba en la Argentina, la agitación del APRA en el Perú. Bajo la in uencia de pensadores como Ortega y Gasset, que habra desempeñado además un papel de primer orden como editor y difusor del pensamiento moderno (en particular en lengua alemana), ha accedido a una experiencia más universal de su pro-

pio tiempo. Por lo demás, se trata de una generación que emerge de un proceso de modernización que se acelera considerablemente

a finales de la década del 20 y en la del 30 puede disfrutar del am-

biente más secular que caracteriza a la "República Liberal en su intento por modernizar el país y adecuarlo al desarrollo del capitalismo. No Se puede negar que la política educativa de los regímenes liberales favoreció la gestación de un clima que haria posible la regularización y profesionalización de la actividad intelectual en el país. L'a reforma universitaria de 1935, la'fundación de la Escuela Nortnal Superior en 1938, el establecimiento de las facultades

antes dispersas en la Ciudad Universitaria, sede de la Universidad Nacional; la reorganización de la Biblioteca Nacional y la edición de algunas colecciones o ciales de literatura colombiana para enumerar algunos ejemplos pertinentes- todo ello tenía que incidir favorablemente en el desarrollo espiritual de los jóvenes que por entonces frecuentaban las aulas universitarias. Debe considerarse como una circunstancia peculiar y común a los primeros lósofos colombianos el provenir del cultivo de las disciplinas jurídicas y la profundización en la Filosofía del Derecho. Nos resulta sintomático, si se tiene en cuenta la circunstancia

universal que les correspondió vivir por la época de su primera maduración: el ascenso del fascismo europeo, la guerra civil española, la segunda guerra mundial. Una preocupación práctica, una preocupación moral tenía necesariamente que impregnar la actitud de personas que por los años de la segunda conflagración universal accedieron a 1a experiencia de la filosofía en Colombia. Porque lo que estuvo en juego entonces fue el destino mismo de la

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civilización: el fascismo significaba precisamente el sacri cio de valores y de una tradición que la losofía tenía también como tarea preservar. Esto no contradice la circunstancia por la que atravesaba la losofía europea misma, en proceso de disolución. Es imposible supev rar lo que no se ha vivido, porque carecer de algo nunca constituyó una herencia, Por ello podemos asegurar, con gratitud además, que todo lo que en Colombia es todavía serio y responsable, honesto y digno en el ejercicio intelectual bien sea a través de la cátedra, la divulgación pública o el mero ejercicio profesional en las diversas cspecialidades se encuentra desde sus orígenes estrechamente vinculado al esfuerzo y la consagración de personas que sembraron en el país preocupaciones universales de las más diversas disciplinas humanas, en un momento de universal penuria. En la circunstancia de los años 30 y 40 del presente siglo se inaugura en Colombia el ejercicio responsable de la actividad filosófica, que conduce enel año de 1946 a la fundación del Instituto de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, en donde se agruparon unos cuantos investigadores y maestros que ya laboraban en las cátedras de la Facultad de Derecho. Esta institución puede ser considerada literalmente el Alma Mater de nuestra disciplina, cuyos aportes más significativos en buena parte han sido presentados al público a través de su Revista -ldeas y Valores- que comenzó a aparecer en e] año 1950. Los fundadores de nuestra academia fueron el maestro Cayetano Betancourt, fallecido hace apenas unos meses ,

y que había nacido en Copacabana, Antioquia, en el año 1910; el maestro Rafael Carrillo Lúquez, nacido en el poblado de Atanquez del Valle de Upar en el año 1907; el maestro Danilo Cruz Vélez nacido en Filadelfia, Caldas, en el año 1920. Debe mencionarse ade-

¡mis ol papel que desempeñara el doctor Rodrigo Jiménez Mejía, -..il.¡mincño, quien como decano de la Facultad de Derecho de la l lnh'l'l'síddd Nacional creó las condiciones y propició ampliamen-

h- l.| tumlación de nuestro Instituto de Filosofía, siendo rector del

a l.m.-.tru vl maestro Gerardo Molina. En una relación sobre los colllll'ltltl'n llt' la actividad filosófica en nuestro medio sería injusto ' ("ll vh- "Ill'lu ¡ln 332).

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olvidar el aporte de otros intelectuales, como Luis Eduardo Nieto Arteta y Julio Enrique Blanco, nacidos ambos en Barranquilla en 1913 y 1893 respectivamente. Nieto Arteta murió en condiciones trágicas en 1956, Blanco todavía goza decabal salud y mantiene contacto con jóvenes que se en el ajetreo de la disciplina filosófica. La filosofía en Colombia fue el resultado de tensiones sociales que el país nunca antes había experimentado, por lo menos en lo que a la envergadura de los con ictos y a la circunstancia universal del momento se refiere. Tras un largo período de acumulación, durante el cual los sectores señoriales y las clases dirigentes todavía pudieron detener las consecuencias plenas del proceso de secularización que ellas mismas impulsaban y asentaron las "bases éticas del desarrollo apoyándose en la Iglesia, que sin lugar a dudas llegó a cumplir en las regiones más vinculadas a la modernización un papel comparable al que desempeñaron en Europa y Norteamérica las sectas protestantes, el país ingresó a una nueva etapa de su evolución histórica. La burguesía antioqueña, que ya a comienzos del siglo desempeñaba un papel de primer orden en la nanciación del comercio exterior, del cual dependía en buena parte el grupo predominante de la capital, llegaría a in uir en forma determinante sobre el proceso político de los primeros decenios. Aunque ya durante el gobierno del general Rafael Reyes se dieron algunos pasos, fue particularmente durante la experiencia "republicana", durante el gobierno de Carlos E. Restrepo y luego durante el del general Pedro Nel Ospina, que se sentaron premisas materiales e institucionales inherentes a la adecuación de la sociedad colombiana a las exigencias del desarrollo capitalista y la plena vinculación del país al mercado mundial. La losofía en Colombia aconteció a consecuencia de un proceso complejo -del país y dela totalidad del mundo histórico , fue resultado de tensiones que comenzamos a experimentar desde el primero y segundo decenio del presente siglo, pero que ya en los años veinte se agudizan en forma considerable. El proceso de urbanización, la industrialización, que se acelera en los años treinta v

cuarenta, la migración masiva a los centros urbanos y la formación

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th' un proletariado que ya cuenta por entonces con dirigentes como María Cano, Ignacio Torres Giraldo y Raúl Mahecha, todo ello acompañado por el eco de acontecimientos universales como los que hemos reseñado, es lo que va a definir la circunstancia que propicia en Colombia el surgimiento de una primera generación de filósofos. Nos parece peculiar del desarrollo histórico del país una circunstancia sobrela cual hemos venido insistiendo desde un principio. A partir de la Regeneración y tras la derrota de los liberales en la Guerra de los Mil Días, se impuso en Colombia una modalidad de gobierno, la hegemonía conservadora, que consideraba imprescindible restaurar el papel hegemónico de la Iglesia en el campo de la educación pública. Como lo hemos visto, esto tuvo consecuencias determinantes para el desarrollo cultural del país e incidió en el tardío germinar de la actividad filosófica. No quisiéramos dejar de considerar sin embargo, pues la historia de un pueblo es un hecho milagroso en el que inciden los más variados factores materiales y culturales y porque nos hemos venido refiriendo a la idiosincrasia, a procesos particulares de un conglomerado humano que se reconoce de algún modo bajo el nombre de Colombia, que si se enfoca el problema desde una perspectiva más vasta, en el sentido ético del proceso de acumulación cultural más general, la contribución de la Iglesia también resultó determinante y desempeñó su papel en la gestación de la filosofía colombiana. Para contrastarlo basta considerar el caso de distinguidos colegas de nuestro gremio cuya formación filosófica estuvo vinculada en su momento a la preparación para el sacerdocio cristiano o de quienes aún reparten su tiempo entre la docencia en colegios y universidades y el ejercicio de tareas pastorales. Al iniciar esta intervención llamábamos la atención sobre otra circunstancia que juzgábamos igualmente peculiar de nuestro desarrollo filosófico, el hecho de que quienes en el país sembraron su '¿imivnte hubiesen sido personas vinculadas por su orígenes a la provincia colombiana, No hemos querido plantear tal asunto con la i-wlusiva intención de rendir un homenaje a quienes abrieron el uvmh'm luminoso de nuestra actividad, sino para incitar a una rel'\ll)ll (¡tw quizá tenga algo que ver con el destino de la losofía y

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del pais. Porque ella resultó del proceso de integración nacional, emerge con la Nación, que ya desborda la supremacía de las culturas señon'ales, cuando ya existe un mercado interno y el proceso de secularización propio de la modalidad urbana de vida y del progresivo desarrollo del capitalismo (vinculado además a la dinámica del mercado mundial y del imperialismo, de los cuales depende en los sectores claves de su economía) ha creado un espacio enel cual la actividad filosó ca pudiera efectivamente desplegarse. Podemos a rmar entonces que ella ha constituido también un factor de integración y considerar con gratitud de qué manera ha contribuido a forjar lo que ya se ha dado en llamar nuestra "personali-

dad historicaf',. algo de lo que constituye nuestra nacionalidad,

nuestra manera de ser. Acaso podamos felicitamos de que ello sea

¿SL para bign de Colombia, porque ello significaría igualmente que l la re eydon arraigado en una sociedad que no hace muchos lustros parecía víctima de una general insania: también por entonces se combatia por la libertad. Para bien de Colombia, porque el iritelectiaíapcomo pensabaAntonio Gramsci desde la cárcel, no quie-

re,

en el

cosa que el " lósofo democrático , un compañero de de la liberación, l

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Apéndice La semilla de Rafael Carrillo: del Tomismo a la Modernidad" A la generación de quienes inauguraron en los años cuarenta el cultivo de la filosofía moderna en Colombia le correspondió cumplir con una tarea colosal: desmontar la inercia en relación con el interrogar filosófico, en un país que desde el tristemente célebre movimiento de la Regeneración había estado dominado espiritual, moral y autoritariamente por la ideología de la hegemonía conservadora, de la cual hacía parteconsubstancial la mediocre y soporífera neoescolástica que el cardenal Desiderio Mercier, fundador de

la «Escuela de Tomás» y «restaurador» de la Universidad de Lovaina (Bélgica), agenciaba desde allí a escala mundial por comisión de su santidad el Papa León XIII en desarrollo de su exhortación a la restauración del tomismo contenida en la encíclica Aeterni Patris del año 1879. Precisamente un discípulo Suyo entre nosotros, monseñor Rafael María Carrasquilla, llegaría a ocupar unos años más tarde la secretaría (ministerio) de Educación durante la administración de Miguel Antonio Caro, el verdadero cerebro de la constitución del 86 y uno de los más encamizados enemigos del pensamiento moderno en Colombia, convirtiendo el neotomismo en la filosofía oficial del régimen y la única que debería enseñarse en el país luego de que se firmara, al año siguiente de aprobada la constitución, el concordato con la Santa Sede, que entregaba la orientación de la instrucción

pública a la Iglesia Católica en todo el territorio nacional. Sin embargo, en parte a consecuencia de la centralización y de las políticas que se pusieron en marcha por entonces, el desarrollo económico que se produjo a finales del siglo condujo, aunque más lenta y tardíamenteque en otros países del subcontinente hispanoamericano como México y Argentina, a la gestación de una sociedad que irreversiblemente ingresaba a la era del capitalismo industrial, con todas sus secuelas secularizadoras, una sociedad en ' Amculo publicado el l 1.8.98 en las "Lecturas Dominicalas dal Periódico El Tiempo, con motivo del lallecimiento de Carrillo.

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la cual ya no pudieron eludirse los efectos del acontecer contemporáneo como consecuencia de la plena integración de la economía al mercado mundial y, con ello, a la circunstancia universal de la

modernidad, cuya plena conciencia y ejercicio habían sido reprimidos o postergados entre nosotros hasta los años veinte. La tarea de adecuar la sociedad colombiana a esta circunstancia le correspondió, en el terreno de la losofía, a un puñado de indivi-

duos quellegaron todos ellos a su cultivo tras haberse formado inicialmente en el estudio del Derecho, como fue el caso de Rafael Ca-

rrillo, Cayetano Betancourt, Danilo Cruz Vélez, Luis Eduardo Nieto Arteta y AbelNaranjo Villegas, los tres primeros de los cuales fundaron el 20 de marzo de 1946 --hace exactamente cincuenta añosel Instituto de Filosofía, que inició por entonces sus labores como adscrito a la Facultad de Derecho de la UniVersidad Nacional. Rafael Carrillo, el mayor de los mencionados, había nacido en 1907 en Atanquez, villorio poblado por campesinos de ancestros arhuacos ubicado sobre el lomo de una estribación de la Sierra Nevada de Santa Marta, que limita por el sur con Valledupar y por el occidente con Aracataca, la tierra del coronel Aureliano

Buendía... Tras aprender las primeras letras con un sacerdote de la misión

de los padres capuchinos hizo su primaria en la escuela pública de Valledupar y se trasladó luego a Santa Marta, en donde concluyó a finales de los años veinte su bachillerato en el célebre Liceo Celedón,

uno de esos institutos de la provincia que -como el San Simón de Ibagué o el Santa Librada de Cali- tanto han contribuido a forjar a través de sus egresados lo más consubstancial de la cultura democrática de este país. Justamente el mismo año de 1928, en el que terminó sus estudios de bachillerato, tuvo lugar en la región un acontecimiento que tendria hondas repercusiones en su vida, y en la de todos los co-

lombianos: la masacre de las bananeras, que aceleraría notablemente el derrumbe de la hegemonía conservadora. En enero de 1929 Carrillo se trasladó a la capital del país a fin de iniciar en la Universidad Nacional sus estudios de jurisprudencia. Aunque cursó toda la carrera de derecho, bien pronto comenzó a orientarse hacia la

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filosofia, a la cual se entregaría luego por completo y con gran fervor por el resto de su vida. Alcanzó a conocer el hostigamiento a su tarea docente a comienzos de los cincuenta, cuando en el pais se puso en marcha un proyecto totalitario inspirado en la dictadura española. En 1952 viajó a Europa. Asis ó inicialmente a las lecciones de Karl Jaspers en Basilea y se trasladó luego a la Universidad de Heidelberg, ciudad en la que permaneció seis años, para regresar a finales de la década a asumir de nuevo 1a dirección del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional, dependencia de la cual fue ordinario, muy apreciado por estudiantes de sucesivas generaciones, hasta su emeritación acaecida hace apenas unos diez años. De temperamento jovial, Sencillo, extremadamente modesto, genuino y generoso, fue siempre un hombre de carácter; consecuente, leal, ajeno a la envidia, a la intriga y a la simulación, muy solidario con sus colegas, discípulos y amigos. Toda su personalidad revelaba su condición de caribeño, y no en último término su asom-

brosa vitalidad, su pasión, su gran amor por la vida, que lo acompañaron hasta sus últimos días. Somos muchos los que en este pais lo recordamos hoy y lo recordaremos mañana, por el german que sembró yrporque gracias a la perseverante labor de individuos como él ya no es posible que se persigan las ideas en Colombia.

III

La in uencia alemana en el surgimiento y

desarrollo de la filosofía moderna en Colombia" En una perspicaz observación en el interior de un reportaje al pe-

riódico Le Monde de París, a finales de los sesenta, decía Gabriel

García Márquez que, desde el punto de vista idiosincrático, las características más sobresalientes de Colombia, en contraste con sus

países vecinos, provenían del hecho de que en nuestro país l_a gran contienda sociopolítica, ideológica y militar del siglo xrx había concluido con el triunfo de los sectores más tradicionalistas, los cuales integraron en su proyecto político el papel preponderante en la práctica, hegemónico- de la iglesia católica en la orientación y control de la educación pública y del ambiente cultural en general. Hoy esto podria parecemos demasiado obvio. Creemos, sin embargo, que resulta oportuno recordarlo: de esta constatación debería partir cualquier intento por comprender el proceso de la sociedad colombiana, en todo respecto, a lo largo de este siglo que ya termina. Porque particularmente en lo que tiene que ver con los asuntos de la cultura, de la vida del espíritu y delos desarrollos del pensamiento, lo cierto es que la tristemente célebre "regeneración" de Nuñez y Caro significó el repliegue del país, su aislamiento con respecto de los procesos universales de la modernidad, el provincianismo, la mediocridad parroquial que caracterizó a la sociedad colombiana hasta bien entrado el siglo xx a consecuencia de la orientación que le impartiera don Miguel Antonio Caro, un individuo que se jactaba de no haber salido nunca de la sabana de Bogotá. ' Contribución al catálogo de la exposición Kolumbien-Presancias alemanas en Colombia. Biblioteca Nacional - Biblioteca Luis Ángel Arango. Giorgio Antei. editor, Bogotá, 1998.

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Como lo ha formulado Rafael Gutiérrez Girardot, al definir la cultura señorial y de viñeta que resultó de tal propósito la cual consiste en "considerar como sustancia de la nacionalidad colombiana ciertos elementos de la cultura de la hacienda en su versión señorial, lo que viene a significar en última instancia que se identifica la nación colombiana con un sistema patriarcal de explotación al cual se le da carácter de nitivo y sagrado y que adquiere por eso una función de resistencia frente a cualquier impacto de la historia" -, el proyecto de la hegemonía conservadora era el heredero de los mismos vicios, de las mismas costumbres, de la misma iner-

cia que habia postergado en la propia España la experiencia plena de la modernidad, y que ya durante la primera mitad del siglo había frustrado el proyecto, las ilusiones de las primeras generaciones de intelectuales y dirigentes cívicos de nuestra precaria vida republicana: Con su centralismo de ancestro español y encomendero, la clase señorial sabanera había arrastrado a todo el país en su pacata mentalidad colonial y, como ocurrió en España, lo encerró en su ambiente opaco y conventual, imponiéndole, no mesura, tacto y discrecrón, sino mediocridad, pobreza y terco aislamiento del mundo moderno. En más de medio siglo de vida independiente, la clase señorial logró sofocar los impulsos de modernización social y política que surgieron de las sociedades democráticas y a las que quiso dar cauce José Hilario López con un programa de gobierno

menos radical y consecuente que el de su modelo, la revolución francesa de 1848, el cual, pese a las violentas reacciones de los agonizantes restos feudales de la sociedad europea, había abierto el camino hacia la modernidad. Colombia siguió el camino inverso .

Para llegar a percibir el nivel de precariedad en que se encontraban el estudio y el ejercicio de la losofía en Colombia a finales del siglo pasado y durante los primeros decenios del presente, y de esa manera tomar conciencia sobre la ignorancia reinante al respecto sobre la banalidad y el parroquialismo con que se consideraba el i Roioel Gutiérrez Girardot, "La literatura colombiana en el siglo

Historia de Colombia, Bogotá, Colculturu, tomo m (1980), pdgi 465.

En: Manual de

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asunto entre nosotms- bastaría con citar dos párrafos del "proe-

mio a las Lecciones de Metajisim y Ética dictadas en el Colegio Mayor de

Nuestra Señora del Rosario porMonseñor Rafael María Carrasquilla, Doctoren Sagrada 'Ikologla, tal y como reza la página titular de un libro en cuyo anverso se puede leer el ímprima tur de Bernardo, arzobispo de Bogotá, fechado el 27 de enero de 1914: Allá por los años de 1891, el que estas líneas escribe se hizo cargo de leer metafísica y ética en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Adoptó como texto o derrotero para si y para sus discípulos el libro de P. Vallet, sacerdote de San Sulpicio, recientemente vertido al castellano por el doctor Gabriel Rosas, catedrático entonoes de lógica en el Colegio citado y entodo tiempo propagador dela losofía tomista, por lo cual merece su memoria aplauso y gratitud... La obra de Vallet tiene aquel método estricto, aquella claridad de exposición que parece monopolio de los escritores franceses... Mérito suyo ante Dios y ante la historia losófica de nuestra patria será el de haber iniciado en el tomismo a una generación entera de eclesiásticos y laicos, que servirán de fundamento, asi lo espero, a nuevos y más fecundos investigadores de la doctrina del Angélico Doctor. '(...) Cada nación tiene unos problemas filosó cos que interesan particularmente a sus sabios, en cada región pululan de preferen-

cia ciertos amores. Menéndez y Pelayo señala, en la ciencia española, entre los heterodoxos de su tierra la tendencia panteísta; en los

británicos domina la experimental; la subjetiva en los franceses; la panteiata trascendental en los alemanes. En Colombia, por más que seamos nietos de españoles, el pantelsmo no ha echado raíces y la inclinación ha sido crudamente sensualista. Destutt de Tracy y Jeremías Bentham fueron los maestros de nuestra juventud, de 1825 a 1886, y si hoy sus obras casi no se leen, su doctrina vive en la

parte de la juventud que se ha alejado de la enseñanza católica. Si Spencer ha tenido discípulos, lo debe al lado empírico, no al metafísico de sus obras.

Con una clara intención apologética escribe un comentarista, en una especie de prólogo a la segunda edición de este libro, apare-

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cida en 1918, y después de recordar que el autor es actualmente director de la Academia Colombiana de la Lengua y uno de los escritores más competentes de Suramérica , que todo el que se interese por el resurgimiento neoescolástico debe leer el libro del filósofo bogotano", citando al respecto las palabras de un "eminente educador suramericano, don Martin Restrepo Mejia : Textos mejores sobre tan intrincada materia pueden escribirse,-

pero hoy no existe en castellano, o a] menos no lo conozco, texto alguno que a este supere en ortodoxia, precisión y claridad, que son las cualidades supremas en un buen texto didáctico.

Es explicable que en tan precarias condiciones para el ejercicio académico de la losofía, el pensamiento de la vanguardia europea se introdujvra subrepticiamente, a través de otros canales: las revistas extranjeras, particularmente las editadas en Francia (que traían los escasos viajeros colombianos o que algunos lectores curiosos se hacían enviar de Paris) o los testimonios de los aún más

escasos extranjeros residentes en el país. Esto vale en particular de un gran pensador alemán que, en general, impactó a la generación que en todo el subcontinente agenciaría un movimiento renovador de gran significación y que en su momento representaría la primera toma de conciencia global sobre la anacrónica situación de nuestros países respecto de la circunstancia contemporánea del momento, un movimiento que no casualmente se autodenominó modernismo : Federico Nietzsche. Al parecer, el primer artículo sobre el solitario de Sils Maria en Hispanoamérica fue elaborado por Rubén Darío y apareció en La Nación de Buenos Aires hacia1898. En un escrito autobiográ co (Dc mi z'ída 3/ otras vidas, 1949) relata Baldomero Sanin Cano (Rionegro, 1861) la forma como escuchó por primera vez su nombre de labios de Jose Asunción Silva:

L'n dia vino Silva a verme con un número de la Revista azul (Rt z m' Blt lll ) de París, para hacerme leer un articulo de Theodor Dwyzewa, escritor francés de origen polaco, cronista literario durante muchos anos de la mencionada IEVlSta, acerca de un filósofo alemán de nomim» Federzco Nietzsche. Comentamos la noticia con grande interés.

Colombia: La modem/dad postergada

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Habla citas curiosas de aforismos del atrevido pensador y nos dimos a buscar la manera de procuramos sus obras. Silva tenía relaciones con casas editoras francesas, de quienes recibió información de no haber sido traducidas en francés la obras del inmisericorde. Las pedí a los libreros alemanes y me llegaron oportunamente.

Esto debió acontecer hacia el año de1890. Sobre la forma como el pensador alemán in uyó en los dos amigos informaría Sanin en los siguientes términos: A veces solíamos buscamos. En noches tranquilas, lejos de los penosos o cios a que los dos estábamos uncídos por un burlón determinismo, solíamos comentar lecturas, sucesos, asesinar espe-

ranzas; analizar hombres y tiempos con la libertad que dan el silencio y la confianza. Nietzsche nos ayudaba en estas funciones. El espíritu líbérrimo y audaz del que se llamó a sí mismo el crucificado y el transvaluador de todos los valores, suministraba contenido y base para nuestras inocum especulaciones de rebeldia...

Con otros poetas y escritores, como Guillermo Valencia y Max Grillo, formaron parte Silva y Sanín de una tertulia a la que Valencia baulizaría en broma como "la gruta de Zaratustra y en relación con la cual comenta Udo Rusker: Así se constituyó un centro iniportante que se preocupaba por difundir las ideas de Nietzsche. Tuvo que haber existido por entonces un verdadero entusiasmo por Nietzsche en Bogotá, muchos de los escritores eran considerados 'nietzscheanos"". Cuando Valencia viajó Ea uropa a nes de los noventa visitó todos los lugares que había frecuentado el lósofo y hasta se inventó sus historias, que luego harían parte de cierta leyenda difundida por su familia sobre una supuesta relación del poeta payanés con aquél. Sanín comenta que la in uencia de Nietzsche en algunos versos de Silva proviene de los aforismos de Más allá del bien y el mal que él letradujo de viva voz. Y a propósito, resulta ineludible, en relación con el asunto que

nos ocupa, mencionar el papel que cumplió el ensayista antioqueño, 1 Udo Bunker, ¡Viandas in dor Hispania - Ein Beitmg zur hispanlschon Kultur- und Geisiosgeschichro. Ranch Verlag, Bam, [962. Pág. 276.

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Rubén Jaramillo Vélez

quien después de concluir su formación como maestro normalista tomó conciencia del aislamiento en que se encontraba el país y emprendió un gran esfuerzo como autodidacta, llegando a dominar varias lenguas modernas, entre ellas el alemán (e inclusive el

danés, para mantener correspondencia regular con el erudito Georg Brandes, quien había sido el primero en difundir a Nietzsche en los

países escandinavos).

Justo es reconocer, por lo demás, que Sanín Cano llegó a ejercer como publicista un verdadero magisterio en su momento entre nosotros, in uyendo muy bené camente también por el trato personal en quienes con el tiempo resultaron siendo los pioneros en el ejercicio dela filosofía en el país, tal y como lo reconocería años más tarde quien puede ser considerado el senior de tal actividad entre nosotros, Rafael Carrillo Luque (1907- 1996).

De otra parte, y retomando el texto de Monseñor Carrasquilla

que citábamos al comienzo, consideramos necesario detenernos un

poco en la alusión a Menéndez Pelayo, que no podía faltar en aquel "proemio". Pues no debemos olvidar que don MiguelAntonio Caro, el cerebro de la constitución autoritaria y centralista de 1886 y principal artí ce del régimen cuasiteocrático de la "regeneración" conservadora, durante cuyo gobierno monseñor Carrasquilla había ocupado la cartera de instrucción pública, siempre consideró al polígrafo santanderino e ideólogo ultramontano (el mismo que bautizaría a Santa Fe de Bogotá con el desproporcionado y rimbombante título de Atenas suramericana , cuya hostilidad a la filosofía moderna, y en particular a la filosofía alemana, que tími-

da y equivocamente habían introducido en la península los krausistas españoles a través de la Institución Libre de Enseñanza , era tan evidente) como su tutor, su guía espiritual. Acaso resulte pertinente en este respecto recordar unas palabras de don José Ortega y Gasset: Cuando yo era muchacho leía, transido de fe, los libros de Menéndez Pelayo. En estos libros se habla con frecuencia de las nieblas germánicas'. Yo me sentía, de una parte, profundamente hala-

ando; de otra, me nacía una compasión hacia estos pobres hombres del norte, condenados a llevar dentro una niebla... Más tarde he po-

Colombia: La modernidad postergada

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dido averiguar que se trata simplemente de una inexactitud, como otras tantas con que se viene envenenando nuestra raza sin ventura.

No hay tales nieblas germánicas , ni mucho menos tal claridad latina . Hay sólo dos palabras que, si significan algo concreto, significan un interesado error. Existe, efectivamente, una diferencia eseno cial entre la cultura germánica y la latina; aquella es la cultura de las realidades profundas, y esta la cultura de las superficies. En rigor, pues, dos dimensiones distintas de la cultura europea integral .

Y fue precisamente Ortega y Gasset quien, al fundar en 1923 la Revista de Occidente y su editorial, dio un paso decisivo, que tuvo hondas repercusiones en todo el ámbito de la cultura hispánica e hispanoamericana, las cuales, gracias a su portentosa gestión editorial, se abrieron a la experiencia de la modernidad europea, a la

que hasta entonces habían permanecido tan ajenas. Como constata Cayetano Betancur, otro de los pioneros del quehacer losó co en Colombia en los años cuarenta del presente siglo y a quien podemos considerar como un discípulo del pensador madrileño entre nosotros, "de un catálogo de los autores que cita, to-

mando en cuenta solamente a los escritores y pensadores de un siglo para acá, cuya vigencia Ortega reconocía o imponía, podemos discernir, mal contados, unos 60 españoles, 80 franceses, 35 ingleses,

contra 150 alemanes. Y la biblioteca de la Revista de Occidente, hasta la fecha en que Ortega deja de inspirarla realmente, muestra una proporción de escritores germánicos todavía más crecida". Y agrega en el mismo ensayo, intitulado precisamente El mundo alemán a través de la Revista de Occidente : Ortega nos dejaba sólo con los libros y ensayos a cuya lectura nos llevaba con tan diestra exigencia. Y sin embargo, hoy comprendemos que esos libros de la Revista de Occidente eran, en general, los que más nos convenían como guía certera de acceso al pensamiento moderno. Y esos libros y ensayos fueron en su gran mayoría de origen alemán. Creo que muy otra sería la suerte de nuestra actual cultura de no haber tenido desde 1923 a nuestro alcance la biblioteca de la Revista de Occidente".

Citado por Cayetano Betancur: "El mundo aleman a través de la Revista de Occidente . Eco, Tomo m [4, Bogota, agosto 1961. pags. 401-417.

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Él recuerda una opinión de un escritor muy conocido en Colombia, GermánArciniegas: "En aquellos días en que el imperio de Ortega se ejercía sobre nosotros, imponiéndonos lecturas que jamás pasaron por la mente de nuestros profesores, una arqueología de profesores que en cada frase que hacían vaciaban un fósil, Ortega

nos decía: este es el mundo. Y nos señalaba los volúmenes de la biblioteca de la Revista de Occidente. Sólo quien haya participado del fervor de una generación aguijoneda por un brujo como aquél puede entender estas cosas". Pero incluso un crítico tan acerbo de Ortega como Gutierrez Girardot reconoce que "frente a lo que había en Colombia, que era monseñor Rafael María Carrasquilla, la

Revista de Occidente era una liberación absoluta, pues no había otras... . ¿Qué significó la empresa editorial de don José Ortega en su momento para nuestros intelectuales y enparticular para los entonces jóvenes futuros cultores de la filosofía en Colombia? Betancur nos lo dice en forma llana, casi lapidaria: "En efecto, el primer con-

tacto con los alemanes nos enseña una cosa: que hamuerto en no-

sotros la escolástica (...) la 'escolástica' como mamotreto, como

esquema muerto, como enseñanza y aprendizaje estáticos, firmes, indubitables, pétreos... Y agrega: La biblioteca que dirigía Ortega nos puso en contacto con los historiadores de la filosofia, los cuales nos trajeron no sólo una

nueva visión de los maestros historiadores, sino un método hasta entonces desconocido entre nosotros, cual era el de presentarles dentro de una época, en un contorno histórico que hacía ver a otra luz y muchas veces sin su tremenda pesadumbre, las grandes líneas de una gran doctrina.Así conocimos en los trabajos de Herman Siebeck y enla pequeña monografía de Franz Brentano una magm fica exposición sobre los estoicos; en Mehlis, su estupendo Plotino; Stieler, Hofdding, Heimsoeht, Tónnies nos enseñaron mucho sobre Malebranche, Rousseau, Fichte y Tomas Hobbes. Y la colección Los Grandes Pensadores, con los pequeños pero excelentes trabajos Rafael Gutiérrez Girardot en diálogo con Numas Armando Gil: Reponaie ala filosofía.

Tomo l. Editorial Punto Inicial. Bogotá, l993, pág. 51.

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de Naborp, Medicus, Menzel, Falkenheim, Aloys Fisher, Pfánder,

etc., nos dijeron entonces mucho más que los cursos completos de historia de la filosofía. Las obras de Litt y Heimsoeht sobre la ética y la metafísica modems, lo mismo que la del último sobre los grandes temas de la metafísica occidental, son libros que quien no los leyó hace veinte o más años, estando en edad de leerlos, podrá explicar por ello muchos vacíos en su formación intelectual (...) Libros precisos, rigurosos, esclarecedores, de esos que marcan una

época y se hacen también clásicos para el espíritu que los estudia con plena atención, fueron, ante todo El origen del conocimiento moral y la simlogfa, de Franz Brentano, la Teoría de la relatividad y la loso a, de Hans Driesch, Lujo y capitalismo, de Werner Sombart, La lógica y la fenomenología de la voluntad, de Alejandro Piander, La Santa, de Rodolfo Otto y los libros de Celms y de Grundhler sobre fenomenologia y fenomenologia de la religión (...) Textos de honesta propedéutica a la filoso a de serios profesores alemanes, modelos de exposición y de exigente saber, son la Introducción a Ia sicologfa, de Aloys Müller, la Teoría del conocimiento de Hessen, la Historia de la losoffa, de Augusto Messer. De tres grandes maestros alemanes publicó la Revista obras de mayor aliento. La Sociología de Jorge Simmel, junto con sus sutiles y maravillosos ensayos estéticos... Otra fue la monumental Investigaciones lógicas, de Husserl, apenas ahora vertida al francés, y los cinco o seis libros de Max Scheler que, como El resentimiento en la moral y El Puesto del hambre en el cosmos, nadie puede olvidar. De otra parte, no debemos olvidar que, como es obvio, el efec-

to de las publicaciones que orientaba Ortega se hacía sentir en primer lugar en la propia España y luego a todo lo largo del subcontinente hispanoamericano, creando en él, por primera vez en su historia, un ambiente y un clima propicio a la difusión universal de las ideas. Por ello enumera Betancur en el penúltimo párrafo de su ensayo algunos nombres de los más significativos intelectuales en el ámbito de la lengua española que desde mediados de los veinte de nuestro siglo le debieron buena parte de su formación a las obras publicadas por la editorial:

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Lain Entralgo, Ruiz Jiménez, José Luis Aranguren, Julián Marías, Truyol y Serra, Gómez Arboleya, etc., en la España territorial; García Bacca, María Zambrano, José Caos, Recaséns Siches,

Ayala, Luzuriaga, etc, en la España peregrina; Romero, Victoria Ocampo, Vásquez, Cossío, Pucciarelli, Llambías de Acevedo, Ramos, García Maynez, Wagner de Reina, etc., en la América hispana; y concretamente en Colombia, Arciniegas, Rafael Carrillo, Danilo Cruz Vélez, Nieto Arteta, Abel Naranjo Villegas, Jaramillo Uribe, etc., todos estos, nombres de alta prestancia intelectual, sea

en su sí, sea en su no, ya en lo que afirman, ya enlo que niegan, en mucha parte giran dentro del núcleo de problemas que se plantean en las obras de los maestros que he citado.

De esta manera, el autor puede concluir su ensayo con una intensa re exión y un ambicioso balance: "Esta trasvasación de la cultura alemana a los odres hispánicos tal vez no tenga, en su di-

mensión y proporciones, otro antecedente que el que Cicerón y sus sucesores realizaron del mundo cultural griego a los moldes latinos. Roma recibió la filosofía griega, a su manera tal vez la empo breció, pero permaneció el a sus más hondos destinos. Así noso tros, leales a nuestra más íntima realidad espiritual, estamos reco-

giendo esencias filosóficas de las 'nieblas germánicas , todo con el fin de que se asegure y se acreciente el haz de luz que cae sobre nuestra actual humanidad"? Vale la pena recordar que precisamente dos de los intelectuales colombianos mencionados en el antepenúltimo párrafo citado aparecen estrechamente ligados a los inicios de la "normalización" (Francisco Romero) de la práctica filosófica entre nosotros. Para decirlo de nuevo con palabras de Gutiérrez Girardot, "es de justicia reconocer que fueron Rafael Carrillo y Danilo Cruz Vélez quienes introdujeron la filosofía moderna en Colombia. Cierto es que la obra de Luis Eduardo Nieto Arteta, Lógica, fenomenología y jormnlismo jurídico (1942) merece una menciónen cualquier recuen-

tn Hultl'u ese capítulo de la historia de la filosofía en Colombia, pero nn w. monos cierto que esa obra fue conocida por muy pocos, y que ' í uyuhmn¡hvluncun Op. Cih, pág . 409.

Colombia: La modernidad postergada

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su efecto e in uencia no es comparable a la que tuvo la fundación del Instituto de Filosofía (1946), anexo a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional y que fue obra de Rafael Carrillo y de Danilo Cruz Vélez. Pues esta institucionalización del estudio de la filosofía no sólo pretendía renovar la filosofía parcial y anacrónica que se trillaba en todos los establecimientos de enseñanza, sino

preparar y formar adecuadamente a quienes tenían vocación por esa disciplina . Podría resultar oportuno en este respecto recordar las palabras del maestro Rafael Carrillo, quien con justicia ha sido considerado el "pionero de la filosofía moderna en Colombia , al responder a una pregunta de un joven filósofo sobre los "antecedentes" que condujeron a la fundación del Instituto de Filosofía, inicialmente adscrito a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en Bogotá y que unos años más tarde ya adquirió plena autonomía y vida propia: La expresión antecedentes está aquí oportunamente empleada. En efecto, ese centro de filosofía de la Universidad Nacional donde nunca había existido nada parecido a la preocupación filosó ca- tuvo sus antecedentes. Es decir, no fue una creación ex-nihilo.

O sea que el Instituto de Filosofia, que llevó por primera vez esta rama del pensar a la Universidad Nacional, fue determinado por las circunstancias. Cuando hablo de circunstancias, en este caso, quiero decir que antes de esta creación había ya verdadera preocupación losófica. La losofía, los grandes representantes de la filosofía de todos los tiempos, y en special del pensamienlo losó co alemán moderno (resaltado por nosotros, RJV) constituían el centro de interés de algunos estudiantes que se convirtieron en autodidactas del saber filosó co. Había, pues, en nuestro ambiente, la necesidad de fundar un centro en la Universidad Nacional, que constituyera como un

hogar espiritual de todos los que quisieran ingresar en él y encauzarse en el ejercicio del pensamiento fílosófico . Rulael Gutiérrez Girardot, "la introducción de la filoso a moderno en Colombia". Magazín Dominical de "El Espectador , No. 135, 27 de octubre de 1985. págs. ¡445. Recogi. do en: füspanoamárim: imágenes ypeupectivas. Editorial Temis, Bogota, pág. 308. Numas Armando Gil Olivera. "Rafael Carrillo. pionero de la filosofia moderna en Colombia . En: Reportaje ala filoso a. Op. cil, pag. 5.

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Vale la pena recordar que tanto Carrillo como Cruz Vélez, y los demás pioneros del quehacer filosófico en Colombia, se habían formado inicialmente en el estudio del Derecho. Por ello, al lado de Ortega y Gasset la in uencia más determinante en el despertar de su vocación filosófica- debemos mencionar el nombre de un eminente jurista vienés: Hans Kelsen, cuya influencia en la cultura jurídica colombiana comienza a percibirse vigorosamente por la época en que aquellos se están formando . Como sostiene Hernán Ortiz Rivas en la reseña del libro Kelsen en Colombia (Luis Villar Borda) , "a partir de la década del trein-

ta, el neopositivismo normativo de Kelsen, en América Latina, ha ejercido una notable in uencia en las diferentes disciplinas del derecho con mayor o menor fuerza en cada país, según el grado de desarrollo de las investigaciones jurídicas. En Colombia los estudios de derecho, antes de la etapa señalada, estaban

al margen del moderno pensamiento jurídico europeo. Debido a ' nuestra secular anormalidad histórico-cultural heredada de España, como califica este fenómeno Danilo Cruz Vélez, nos ha-

bíamos mantenido prisioneros en las ideas caducas del iusnaturalismo católico con algunos logros tomados de la ilustración francesa en la gesta emancipadora y luego en la época republicana con fugaces alientos del primer positivismo jurídico, tendencias que fueron encapsuladas por la regeneración de 1886. La normalización de nuestra cultura jurídica era una ne- I cesidad apremiante y ella tuvo su principal asiento en la Universidad Nacional, alentada por los gobiernos liberales de los ' años treinta. El grupo normalizador estuvo representado por Luís E. Nieto Arteta, Rafael Carrillo Luque, Cayetano Betancur Campuzano, Abel Naranjo Villegas, Benigno Mantilla Pineda, Luis Villar Borda, quienes desde puntos de vista contrapuestos posibilitaron el acceso a la corriente más viva del pensamiento jurídico moderno: la Teoría Pura del Derecho de Hans Kelsen .

Y agrega, recordando al autor, que la obra de Kelsen "tuvo un papel importante en nuestro medio legal y iusfilosófico, en cuanto que contribuyó a remover el obsoleto neotomismo jurídico predominante en la república señorial y en tanto que sirvió para

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superar la mera exégesis en la interpretación del llamado derecho positivo . Podría resultar pertinente en este contexto recordar la función que cumplieron los libros del jurista vienés durante los años de la confrontación con el fascismo y las teorías totalitarias del Derecho y el Estado, en particular por su contraposición al decisionismo jurídico ( Der Fühner schaft das Recht, el Führer crea el Derecho )

de Carl Schmitt. A comienzos de la década de los cincuenta viajaron a Europa

tanto Carrillo como Cruz Vélez, radicándose el primero de ellos en

Basilea para escuchar las lecciones de Karl Iaspers (aunque luego se trasladó a Heidelberg, en donde permaneció seis años), y el segundo en Friburgo de Brisgovia, la pequeña ciudad de la Selva Negra en cuya universidad volvía a enseñar Martin Heidegger, a quien los aliados habían inicialmente vetado, a mediados de 1945, por su equi-

voca colaboración en los inicios del régimen nacional-socialista. También Gutiérrez Girardot pasó algunos años en Friburgo asistiendo a los seminarios de Heidegger a finales de los cincuenta, precisamente cuando Cruz Vélez y Carrillo regresan al país. El panorama losófico en Alemania en los cincuenta el período dela reconstrucción, al cual entretanto se ha acostumbrado llamar la "Era Adenauer" estaba preponderantemente dominado por los discípulos de los dos maestros alemanes mencionados y los de Edmund Husserl. No se reanudó por entonces en Alemania el diálogo filosófico con otras corrientes del pensamiento, que había sido abruptamente interrumpido a partir del 30 de enero de 1933 el día en que Adolf Hitler fue nombrado canciller del Reich , como por ejemplo la que conocemos con el nombre de "Teoría Crítica", que se asocia regularmente a la así llamada "Escuela de Frankfurt ,lcuyos miembros tuvieron que huir de Alemania tras ese acontecimiento, estableciéndose, tras una breve estadía en Francia e Inglaterra, en Nueva York y California, y que sólo en los sesenta volvió renacer a vigorosarnente en la vida académica alemana, asociada a partir de mediados de la década al movimiento ju' Hemón Ortiz Rivas, reseña de: Luis Villar Borda. Kelsen en Colombia. En Argumentos

No. 2 (Presentación de la Teoría Crítica dela Sociedad. segunda edición, Bogotá. 1991) .

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venil, el cual, sin lugar a dudas, signi có una cisura definitiva en la historia alemana de la postguerra y aportó una profunda renovación de la sociedad alemana cuyos efectos todavía hoy son percep tibles. Para decirlo brevemente, ni Marx ni Freud eran objeto de un

regular tratamiento académico en los institutos de filosofía de las universidades alemanas durante el período a que nos hemos venido refiriendo, a pesar de los esfuerzos tan significativos de un Alexander Mitscherlich, por ejemplo, director del Instituto Sigmund Freud de Frankfurt yeditor de la revista Psyche, co-autor también, con su esposa, de una obra imprescindible (La incapacidad para sentir duelo - Fundamentos del comportamiento colectivo) para comprender precisamente el comportamiento de los ciudadanos alemanes de esos años a partir del concepto freudiano de represión : Verdra'ngung, es decir, en este caso, represión o voluntad de olvido respecto del pasado criminal de la dictadura nacional-socialista, y también de los aportes revolucionarios de Freud, a los que se quiso sustituir por sicologias fenomenológicas o "existenciales", que en realidad profundizaban aún más la represión o voluntad de oivido y, en algunos casos, lindaban con la franca charlatanería. En lo que se refiere al legado de Marx, debetenerse en cuenta la

peculiar situación de la Alemania dividida durante los años de la

"guerra fría . Debemos reconocer también en este respecto el esfuerzo de académicos alemanes como, por ejemplo, Iring Fetscher y H. J. Lieber (editor de una selección de sus escritos en varios to-

mos para la Wissenscha liche Buchgesellscha ) por recuperar sus ideas originales y diferenciarlas de las deformaciones del Diamat, es decir, del marxismo soviético del período estalinista. Debemos recordar igualmente la excelente colección de los Marxismus-Studien editados por la Academia de las Iglesias Evangélicas desde mediados de los cincuenta bajo la dirección del profesor Petscher. Consideramos importante recordar esta circunstancia tan peculiar del olvido en la Alemania de los cincuenta, pues obviamente ella influyó en la formación de los dos maestros colombianos, quienes al regresar al país retomaron su actividad docente y desde comienzos de los sesenta contribuyeron notablemente a la

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profesionalización de los estudios filosóficos en él. Tanto Carrillo como Cruz Vélez fueron decisivamente in uidos por las obras de Husserl y de Heidegger, a cuya difusión se consagraron por entonces entre nosotros, aunque, desde luego, también leyeron a Aristóteles, Descartes, Kant y Nietzsche- para mencionar sólo algunos clásicos- con sus alumnos. Merece una particular mención el hecho de que, en los inicios de la década de los sesenta, comenzara a aparecer en Bogotá, con el apoyo de la República Federal de Alemania, una excelente revista: Eco, editada por la librería Buchholz y cuyo comité de redacción integraron inicialmente los dos lósofos colombianos mencionados y el lingüísta Carlos Patiño ROSSelli (también formado en Alemania), al lado de Karl Buchholz, Hans Herkrath, Hasso Freiherr von Maltzahn y Antonio de Zubiaurre, a los cuales se

sumaron con el tiempo otras prestantes figuras del pensamiento y la cultura nacional. Aunque esta publicación también abrió sus páginas a la problemática histórica, social, política y literaria colombiana e hispano-

americana, en cada una de sus entregas era notoria la presencia de

la cultura alemana, a través de artículos traducidos de filosofía, sociología, historiografía, ciencia política, ciencias naturales,

lingüística, critica literaria y estética, además de valiosas versiones de la literatura alemana, clásica y contemporánea,como por ejemplo de la poesía de Holderlin y de la de Gottfried Benn, Georg Trakl o Else Lasker-Schüler (hasta entonces prácticamente desconocidos en Colombia), o los relatos de Heinrich Bóll y Günter Grass, para mencionar sólo unos cuantos nombres. Textos muy importantes de la filosofía contemporánea alemana de Heidegger a Adorno, Bloch, Benjamin, Marcuse y Haberrnas

se dieron a conocer en

esta importante revista, en la que también publicaron sus trabajos algunos filósofos colombianos y que desafortunadamente dejó de aparecer a mediados de los ochenta. Vale la pena recordar que en los últimos años ha sido notable la labor de traducción de textos de filósofos alemanes por parte de profesores colombianos, como por ejemplo de Kant, Leibniz, Hegel; Husserl y Heidegger,- Nietzsche, Marx, Adorno; Horkheimer,

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Benjamin, Marcuse; Habermas, Franz Borkenau y Hanna Arendt, 4 así como de textos sobre ellos, en algunos casos - como en el de Hegel- libros enteros. En la actualidad conviven en la vida académica colombiana unas tres generaciones de lósofos, dentro de las cuales es notable la y presencia de docentes formados en Alemania yque trabajan en la difusión de la filosofia alemana, clásica y contemporánea. Al parecer, los prejuicios frente a la cultura alemana han ido desaparecien- l.

do. Cada día es más perceptible el interés por leer a los lóso os

alemanes en sus textos originales, lo cual también ha incidido en

ampliar el número de intelectuales colombianos gemianop arlantes, I. o que, por lo'me'nos, pueden leer el idioma aleman. Un sentimiento de gratitud y un creciente interés por Alemania w pqr sus gentes,

su cultura, sus universidades, sus publicaciones-:- es claramente

perceptible en sectores cada vez más amplios de la intelectualidad colombiana. ' "

PARTE TERCERA

Colombia: La modernidad postergada

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Recepción e incidencias

del marxismo en Colombia"

Una aproximación rigurosa al problema "Recepción e incidencias del marxismo en Colombia requiere, en primer lugar, de una mínima caracterización sobre lo que ha sido la formación social colombiana, porque sin ella el asunto nada tendría que ver con la realidad, y porlo tanto, tampoco consigo mismo. Si esta exigencia vale de todo genuino preguntar y del asunto de la filosofía - cuando ella no se limita a recitar doctrinas y saberes sino se plantea las preguntas decisivas- cuanto más pertinente ha de ser de un pensar que se sabe otro respecto del tradicional porque no se piensa a si mismo sino precisamente piensa lo real, o se piensa a sí mismo en lo real y como su posibilidad. Si no es la conciencia lo que determina el ser sino el ser el ser social, agregaríamos nosotros- lo que determina la conciencia, convendría comenzar entonces preguntando por la peculiaridad de la formación social colombiana. La imposibilidad de realizar tal tarea en el marco de esta presentación, fundada ciertamente en la carencia de un saber factual aproximado (fundamentado de su parte en un conocimiento preciso y precisamente mediado por disciplinas como la historia social y de la cultura, la economía política, la sociología, el derecho público, la antropología y la sicología sociales), nos obliga de antemano a escoger elementos muy determinados de esa peculiaridad y que de inmediato tendrán que ver con el asunto. Una caracterización, o intento de caracterización, negativa , ' Contribución presentada al w Conan» de loso a latinoamericana consagrado a la: "thmuactmhsülamoed aanColomhld'yquo ¡whagarentuol'lyel ll dejuliode 1987 en la Univenidad de Santo Tomó: de Bogotá. Publicado en ol tomo conupondiento de ponencias del Cannot: (U. Santo Toman. Bogotá. l988).

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podría resultar particularmente útil, también en consideración a las carencias de que se ha hablado. Podemos en primer lugar decir que Colombia, a diferencia de otros países del

subcontinente americano, como Chile, no logró desarrollarse como país capitalista dependiente (dependiendo precisa y necesariamente de aquel producto que en un determinado momento de su evolución comenzó a asegurar el ujo de divisas necesario para ello) con base en actividades extractivas de mineral, y

por lo tanto ingresó más tarde a una etapa de vinculación con el mercado mundial, con el capital internacional y el imperialis-

mo, con los cuales ese país y otros, desde mucho antes de termi1 nar el siglo diecinueve, ya se encontraba en avanzado estado de. integración: como reserva de materias minerales, América Lati-

na ya era por entonces incluso el terreno en disputa por diver-

sos imperialismos, como lo sería a finales del siglo decididamente entre el británico y el norteamericano. Si en Chile el salitre, luego el cobre; en Bolivia el estaño, en Veneo

zuela el petróleo, son los productos con baSe en los cuales los respectivos países logran acumular las divisas que les permitirán mo-

dernizarse e integrarse al mercado, al mundo capitalista internacional del cual dependen, en Colombia fue el café el producto que le permitió al país entrar en un proceso de modernización, industrialización y secularización parangonable al de los otros países del subcontinente. De otra parte, tampoco fue Colombia un país que se hubiese desarrollado corno nación con base en una temprana introducción a los mercados mundiales de una amplia producción agropecuaria, como lo fue Argentina, cuya capital ya albergaba a finales del siglo xvm unos 40.000 habitantes y que alo largo del siglo XIX se convierte en puerto de salida de ingentes cantidades de cereales y carne, así como también de ingreso para miles, millones de

emigrantes. l Ya los factores mencionados permiten inferir algunas consecuencias en lo que se refiere a caracterizar nuestra formación social. Colombia pertenece como el último de los mencionados- a una serie de países cuya dependencia está mediada por la clase terrateniente y la de los capitalistas comerciales na-

Colombia: La modemidaa postergada

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tivos, como una consecuencia del control nacional sobre la pro-

ducción del más importante artículo de exportación . En efecto, desde el último cuarto del siglo pasado Colombia

comenzó a convertirse en país exportador de café, al punto de que iniciándose la segunda década del presente este ya aportaba más de la mitad delas divisas, las dos terceras partes unos quince años después. En 1905 la cuota del país a la cosecha mundial es de sólo el 3%; en 1915 ya será el 5,2% y

en1925 el 9%. Ahora bien, por

contraste con otros países, en los que el capital extranjero posee los medios de producción del principal producto de exportación (como sucede conel hierro, el salitre, el petróleo y la producción sernicolonial de la economía de plantación), en Colombia el cultivo del café se encuentra casi exclusivamente en manos de naturales colombianos. El café fue cultivado en dos modalidades sociales peculiares: la gran hacienda cafetera, en el oriente y centro del país: Santander,

Cundinamarca y Tolima; y la economía de pequeños y medianos ca cultores de la colonización antioqueña, hasta el norte del Valle. Si en la primera etapa de su desarrollo cafetero predominan las grandes haciendas - en las cuales todavía persisten relaciones de dependencia cuasifeudales y el sistema de aparcería, aunque cada vez más será necesario emplear trabajadores asalariados durante los periodos de cosecha-, en la segunda etapa predominará la economia de pequeños y medianos propietarios, que han ido estableciendo núcleos de economía campesina en las tierras de vertiente de los territorios del sur de Antioquia (que Reyes convertirá en el departamento de Caldas en 1905) y más hacia el sur, buscando el curso y el puerto sobre el río Cauca. Como el café debía ser transportado desde las regiones apartadas donde se cultivaba, ubicadas en las estribaciones de las cordinana Mushkin Mandamus in ambien-Zum Vbrhál'tnh von Revohi onsünon'o und nodalochwogung. BdidónonMultilithdolSozinlwhemchidhhn Smünnrdela Uniwnidad de Hunnowt. BHD (1980). En. trabajo, oncuya traducción hemos venidotmbajando dudalmcalgikiñompoommmamwbumdér dihddupaoon domelamorm umnokrboradón).umonhualabmodolmmtroynostnmvidodoguiayorhnod ón onlulocmdoloctmdoabúsicos. Cucmdoucmuentrencitasquenoe únpmodidmdo una alusión explicita a otra obra. deberá ontondene que provienen de este toxic.

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lleras, muy lejos de los puertos, se hizo necesario construir un sis-

tema de transporte orientado a las necesidades de la exportación, principalmente de ferrocarriles hacia la costa o hacia el río Magdalena, en donde embarcaciones de vapor retomaban la carga. Así surgió desde muy temprano, como un elemento dinamizador dela

economia, con la arriería y los buhoneros, una industria del transporte de mercancías que se desarrolló luego, en buena parte con participación del capital extranjero, y representó en cierto sentido un temprano sector "moderno" de la economía, en el cual se concentró trabajo asalariado capitalista (trabajadores portuarios, ferroviarios).

Aunque la exportación del café fue en buena parte monopolizada desde un principio por grandes sociedades mercantiles (con a1guna participación de capitalistas extranjeros), al conjunto de pequeños y medianos propietarios caficultores, así como a los ocupados en las actividades de empaque y transporte del grano, les llegaba regularmente un considerable ujo de ingresos monetarios que aumentaba sus posibilidades de consumo. Este elemento "democratizador", la creación de una clase media rural -la pr-imera en América Latina, como afirma Fals Borda- conduciría de. finitivamente a la consolidación de una economía de mercado, al

crear un "mercado interno", una órbita de circulación para bienes de consumo masivo representado en una densa zona deconsumidores, tanto de las zonas cafeteras propiamente dichas, como de

algunos centros urbanos que tomaron impulso y prosperaron gracias al comercio y transporte del café. No es por ello ciertamente

ninguna casualidad que la industrialización se iniciaría en el noroccidente del país, con el siglo... En 1905 comenzó a producir la primera fábrica textil en Bello, una aldea suburbana de Medellín,

con 150 trabajadores, la mayoría de ellos mujeres. La acumulación del capital provenía de la arriería, del comercio y del oro. Pero todo ello mediado por el café, por la colonización. La situación geográ ca aislada de Antioquia favorecía este propósito de algunos comerciantes ya su cientemente enriquecidos que quisieron producir textiles baratos en Medellín en lugar de importarlos, como lo habían hecho hasta entonces, de Inglaterra.

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Tras el fracaso de los primeros intentos de establecer factorías para el consumo interno del país como por ejemplo, las hilanderías de Santander y deSamacá, en Boyacá , con la excepción de algunas cervecerías, fábricas de cementos y deloza ordina-

ria, la demanda regional alimentada por la economía cafetera pudo contribuir ciertamente al surgimiento de nuevas industrias, "por lo menos allí donde en razón de ventajas locales (materias primas nativas a disposición, elevados costos de transporte de las mercaderías de consumo masivo importadas) se estaba a la altura de la

competencia extranjera (sobre todo en el campo de los textiles, cigarrillos, bebidas) . De otra parte, al lado de las escasas empresas de tipo gran industria, que se encontraban en una fase incipiente, las pequeñas empresas y los talleres artesanales continuaron alimentando los mercados de consumo locales. Algunas medidas de índole proteccionista durante el quinquenio de Reyes (1904-1909) y sobre todo el periodo de contracción de las importaciones y exportaciones durante la Primera Guerra Mundial favorecieron el surgimiento de una industria de bienes de consumo masivo en Colombia. Sin embargo, también en Colombia existían dos grandes sectores de la economía de exportación en donde la dependencia económica se presentaba sin la mediación de productores y comerciantes nacionales. Estos eran los enclaves del capital norteamericano: de un lado los territorios de la United Fruit Company, en la región nororiental de la Costa Atlántica, de otra parte los yacimientos y centros de refinación delpetróleo, principalmente los de la Tropical Oil Company en Barrancabermeja. "En estos enclaves el imperialismo, en ambos casos ya el norteamericano, era manifiesto: los trabajadores concentrados allí eran entregados a sociedades foráneas que - sobre todo en el caso de la United Fruit- formaban verdaderos Estados dentro del Estado y enla mayoria de los casos podían contar con la protección del gobierno colombiano . Es comprensible por ello, que la formación de la clase trabajadora en Colombia se encuentre en principio estrechamente vinculada a estos sectores, en donde impera un tipo de dependencia de

características coloniales. Como lo ha expresado Francisco Posada

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en su trabajo sobre Los orígenes del pensamiento marxista en Latinoamérica, el proletariado se cohesiona no en relación con la burguesía criolla, sino en oposición a las empresas extranjeras que se fueron estableciendo paulatinamente. Las primeras luchas de la clase obrera tuvieron lugar contra el capital foráneo. Su actitud fue desde el primer momento una actitud antiimperialista". También en Colombia, sólo encontramos grandes concentraciones de trabajadores en los primeros decenios del presente siglo en las re nerías del petróleo, asi como entre los trabajadores del transporte - los ferroviarios, los estibadores del río Magdalena, los portuarios - y, naturalmente, los de la zona bananera de la United Fruit. Sólo un

sector numéricamente muy reducido de los trabajadores urbanos laboraban en empresas industriales de algún volumen, ocupándose la mayoría en manufacturas y talleres pequeños y medianos; sus primeras organizaciones tienen el carácter de sociedades de ayuda mutua que ofrecían a sus miembros una especie de seguro en caso de enfermedad, accidentes de trabajo y muerte. Estas asociaciones de artesanos recordaban un poco a las "so-

ciedades democráticas de mediados del siglo (que habían sido liquidadas en 1854 tras el derrocamiento del general Melo y prohibidas expresamente por la Constitución del 86). Las primeras organizaciones parecidas a los sindicatos de artesanos, en la mayoría

de los casos formadas según sectores profesionales, surgieron en los primeros decenios del siglo, con frecuencia por iniciativa de párrocos católicos o bajo el in ujo del "catolicismo social . Mientras en Argentina y Chile, Brasil y el Uruguay, la ola de inmigrantes principalmente españoles, italianos y alemanes- aportó también las ideas corrientes del movimiento obrero europeo de entonces el anarquismo y el socialismo marxista de la Segunda Internaciona1 en Colombia apenas si existió este vínculo con las tradiciones del movimiento obrero europeo, por ser muy escaso el ujo migratorio de trabajadores, y también de intelectuales. Las publicaciones de las ligas de artesanos y trabajadores re ejan una concepción impregnada de catolicismo social" en lo relativo a la cuestión social y manifiestan ideas y aspiraciones vagamente reformistas. Sin embargo, ya en 1913 se fundó en Bogotá la

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"Unión Obrera de Colombia , que debería contribuir a las activi-

dades de las organizaciones ya existentes y propugnar por el derecho de los trabajadores a reurirse libre e independientemente de los partidos tradicionales, de cuyas luchas estos deberían mante-

nerse alejados representando específicamente sus intereses: mejoras en la legislación laboral, protección contra la sobreexplotación, elevación del nivel cultural, lucha contra el analfabetismo y el alcoholismo. En enero de 1916 se publicó en Bogotá un manifiesto refrendado por 600 firmas que llamaba a la fundación de un partido de trabajadores en el cual se decía que los trabajadores políticamente activos deberían reconocer que ni los liberales ni los conservadores estarían en condiciones de resolver los problemas sociales, por representar el dogma de la propiedad privada y que, por lo tanto, debería crearse un partido que hiciera valer los intereses del proletariado. Este partido se funda apenas en el mes de mayo de 1919 en un congreso de trabajadores que se reúne entonces en Bogotá, con el nombre de "Partido Socialista" (aunque en realidad predominan en él las ligas profesionales y las asociaciones locales de artesanos). Este partido se reconoce expresamente partidario de un "socialismo moderado . Así por ejemplo, se dice en los primeros articulos de su plataforma: Primero: la asamblea obrera declara que la organización obrera actual es independiente de los partidos militantes establecidos y delas sectas religiosas; que su acción es política, económica y social y que dentro de sus filas caben todos los seres humanos de buena voluntad, dispuestos a luchar en causa común por las reivindicaciones del proletariado. Segundo: la nueva agrupación se llamará Partido Socialista, y se basará en los principios del socialismo moderado... Tercero: la bandera del Partido Socialista será roja como emblema de combate, y el lema, Libertad, Igualdad y Fraternidad Cuarto: el Partido Socialista Colombiano no pretende la abolición del Estado, la sociedad (actual), la propiedad o

el capital: quiere que aquel elimine los monopolios, los privilegios y las arbitrariedades... . Por otra parte, también entre sectores juveniles de la clase media urbana comenzará a manifestarse, sobre todo iniciándose la

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tercera década, una curiosidad y un interés crecientes por la causa del socialismo y los desarrollos de la revolución rusa. Periodistas liberales de tendencias izquierdistas, como el malogrado Luis Tejada, José Mar o Roberto García Peña (que más tarde será por varios lustros el director del periódico El Tiempo), así como jóvenes políticos que luego harán carrera en el Partido Liberal, como Moisés Prieto, Felipe Lleras Camargo y Gabriel Turbay (que sería el candidato de la derecha del partido contra Gaitán en 1946), pertenecieron a una tertulia marxista animada por un emigrante ruso, Silveso tre Zawitzky, comerciante arruinado que tras muchas peripecias y después de haber estado en México y el Perú había llegado al país y era propietario de la "Tintorería Frankfurt" ubicada en un sector céntrico de la capital. Ninguna huella dejará este grupo de intelectuales en lo concerniente al desarrollo del pensamiento marxista en el país, pero muchos de ellos pasarán a desempeñar algún papel más o menos significativo en la vida nacional política y cultural. Quien acaso hubiera persistido y que poseía realmente talento como escritor público y cronista, hubiese sido Tejada; pero murió muy joven, de leucemia, a la edad de 26 años. De todos modos, no es exagerado afirmar que el marxismo de esta generación de intelectuales radicales y dirigentes obreros era superficial y ecléctico. El mismo Ignacio Torres Giraldo reconocerá en su crónica de las luchas populares en Colombia, que comenzó a considerarse "marxista" tras haber leído el resumen de El Capital de Deville, un librito de vulgarización. En su libro sobre Gaitán y el camino de la revolución colombiana, el socialista Antonio García caracteriza en los siguientes términos el nivel teórico de los intelectuales de izquierda de los años veinte en Colombia: La genera ción de 1920 llega al socialismo más por la influencia emocional de la revolución rusa de 1917 que por un decantado proceso de maduración critica: la revolución proletaria la toma por asalto, lo mismo que la revolución francesa de 1848 a la inconforme juventud de 1850. Este es el origen de la inconsistencia ideológica de esa generación y de las normas ortodoan y simples que adquieren sus enunciados proselitistas. Nadie estaba preparado en la universidad colombiana de la primera postguerra hecha al espí-

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ritu confesional y a las orientaciones escolásticas y absolutistas de la contrarrevolución de 1886- para entender la filosofía dialéctica, el materialismo histórico y la economía marxista: de ahí que solo se hubiese tenido una concepción escoiástica del marxismo, que no se hubiesen conocido los grandes y fundamentales problemas de los paises atrasados y que nadie estuviese capacitado para escudriñar y descubrir los hechos, leyes y tendencias de la sociedad colombiana. Ninguno de los marxistas de entonces conocía la obra científica o filosófica de Marx, Engels, Lenin, Kautsky o Trotsky Su débil información económica no alcanzaba para estudiar directamente El Capital o La historia crítica de la teoría de la plusvalía, ni para ' determinar el, trecho ideológico que va dela economía clásica liberal a'la economía marxista; su muy delgada y precaria información ' sociológica m bastaba a comprender la trascendencia y limitaciones deEl de lafnmilia, la propiedad privada y el Estado, de Engels; su asimila información filosófica no servía para estudiar la linea que va de la filosofia clásica alemana a la losofia dialéctica materialista; su escasa información política apenas hacía visible ciertas

- semejanzas entre el socialismo humanista de mediados del siglo

vox y ei socialismo proletario de Carlos Marx. Las fuentes de información que llegaron ¿nuestro pais no fueron las mejores obras de

análisis de la lüeraturasocialista y marxista sino las obras hechas

para la propagar-¡day la catequesis religiosa, como El A B C del comunismo; de BujarineLa'imwentud revolucionaria no se planteaba w- ni podia facilmente hacerlo- el problema esencial de aprender 'a pensar ai cmmnte, sino el problema elemental de memorizar

los dogmas de la revolución proletaria .

Esta ¡"inconsistencia que parece ha caracterizado de un modo u otro desarrollo de nuestras generaciones de intelectuales, y cierto parroquialismo que apenas si comenzamos a abandonar, se re eja en la apropiación del pensamiento materialista. Es bien probable que en la mayoría de los casos, del propio Marx sólo conocieran el Mani esto del Partido Comunista, limitándose su apropiación del materialismo histórico a obras de divulgación, como la ya menAntonio Garcia, Gaitán y el camino dela revolución colombiana, 2 l od., Bogota. 1974, pág. 86-87.

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cionada de Deville o las de Plejanov, Bujarin, el equivoco AntiDühn'ng de Engels. "Esta limitación en la apropiación del marxismo es característica tanto de los comunistas posteriores que tienden a una organización independiente del proletariado colombiano de tipo revolucionario, como de los socialistas que venen el partido liberal la fuerza política que puede provocar una profunda transformación social de la sociedad colombiana a favor de las masas trabajadoras . Esto vale también y en particular del joven Jorge Eliécer Gaitán -el portavoz intelectual de esta segunda posición- , que ocupará la atención del país al hacerse oír en el Parlamento como vocero de la indignación popular ante el magnicidio de las bananeras en 1928 y que precisamente se convertirá en los años cuarenta en el líder - y candidato presidencial- del liberalismo popular, tras haber fracasado en la consolidación de un nuevo movimiento en 1934: la UNIR (Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria). Él se había ocupado del asunto en su tesis de grado como abogado en 1924, intitulada: Las ideas socialistas en Colombia. En ese mismo año tuvieron lugar dos acontecimientos que señalaban la primera confrontación de las diversas corrientes que por entonces oríentaban, mal o bien, el movimiento obrero en Colom-

bia. En mayo de ese año se reunió el "Primer congreso obrero nacional (convocado por una organización bastante moderada, el Sindicato Central Obrero), en el cual estuvieron representadas todas

las diferentes vertientes del movimiento de los trabajadores: la representación sindical, apolítica; la tendencia comunista y socialista, los anarcosindicalistas. De acuerdo con una resolución aprobada en la primera sesión se había prohibido toda discusión de política partidista. Muy seguramente tendía la mayoría de los delegados a un socialismo moderado que con frecuencia va ligado a cierta displicencia, o incluso rechazo a las actividades de política partidista, también las de la izquierda. Simultáneamente a este congreso sesionó una "Conferencia socialista instalada el 19 de mayo y que fue más bien el foro de discusión de intelectuales izquierdistas, aunque en ella participaron algunos jefes sindicales. Según Torres Giraldo, la conferencia

deseaba inspirarse en la in uencia

soviética y la Internacional Comunista y su labor "hubiera sido

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de trascendencia histórica, si en lugar de una discusión abstracta de los grandes principios revolucionarios hubiese derramado la esencia de la doctrina sobre un análisis concreto de la situación colombiana, y a base de ese análisis hubiese dado las consignas de lucha para la etapa en movimiento y la perspectiva cercana". Se destacaron dos tendencias, "una de acento hacia la izquierda que veía la revolución social casi inmediata, y otra de acento a la

derecha que la veía lejos", tendencias que se re ejaron en dos proyectos programáticos específicos, el que pudiéramos llamar "reformista" de Francisco de Heredia, un dirigente del Partido Socialista- y el "revolucionario", que provenía del grupo de intelectuales (Zawitzky, Tomás Uribe Márquez y Pepe Olózaga) y que según el testimonio ulterior de Torres Giraldo, "sobreestimaba la

situación revolucionaria". Para estos intelectuales radicales, estaba por fuera de toda duda que la revolución rusa debería ser el modelo a seguir: durante una de las sesiones, el joven médico y político Gabriel Turbay presentó una resolución para erigir un monumento a Lenin, que acababa de morir. La conferencia clausuró

sus sesiones con el nombre de "conferencia comunista , adoptando los 21 puntos exigidos por la internacional para ser miembro. "De todos modos, un partido que hubiese podido llenar esos requisitos no existía aún, aunque si existía el consenso entre los delegados de fundar en Colombia un tal partido revolucionario de los trabajadores". Durante los años veinte y particularmente durante su segundo lustro, la sociedad colombiana comenzó a experimentar un brusco cambio económico-social que conducirá al final de la década a la crisis de la hegemonía conservadora, dando paso a la "República Liberal". Pero será la hegemonía conservadora la que habrá presidido ese período de cuarenta y cinco años durante los cuales se produce el proceso de acumulación originaria de capital y la apertura definitiva de la economia nacional al mercado internacional, lo que no deja de tener importantes consecuencias, particularmente en el campo ideológico y cultural. En todo caso, al final de ese lapso, Colombia ingresó de nitivamente en la etapa de modernización. Como afirma Darío Mesa, nunca ha tenido el país un de-

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sarrollo moderno más rápido que el experimentado de 1925 a 1929. Ï La deuda pública aumentó alarmantemente, sin duda, pero los 200

millones de dólares invertidos durante este período en lo que llaman los economistas equipo básico (carreteras, ferrocarriles, ener-

gía eléctrica, etc.) empezó a destrozar la organización colonial que tuvimos hasta entonces. Las viejas formas culturales quedan convertidas en cenizas en los homos de las fábricas y enlas o cinas de los primeros organismos financieros . Este vertiginoso crecimiento descansó fundamentalmente en dos hechos: el aumento muy considerable de los ingresos cafeteros desde mediados del decenio, debido en buena parte al alza progresiva del precio del grano en el mercado mundial hasta 1929 y que conducirá a que se duplique la super cie cultivada de café entre 1925 y 1932, particularmente en el occidente, creando además serios

con ictos sociales en las grandes haciendas semiseñoriales del oriente, en donde los aparceros comienzan a cultivar café en sus propias parcelas contra la prohibición de los terratenientes, y en donde además la demanda de mano de obra en los períodos de cosecha incide en un aumento de la paga exigida por los jornaleros. El otro factor determinante es el ujo de capital extranjero, preferentemente norteamericano, que llega en dimensiones hasta entonces desconocidas al país. Desde 1923 comienzan a pagarse los 25 millones de dólares que el Congreso de los EEUU. ha aprobado como indemnización por la desmembración de Panamá. En 1924 son reorganizadas las nanzas públicas con la asesoría de la Mi sión Kemmerer: se funda el Banco de la República como institución bancaria central y se organiza racionalmente la Contraloría General de la República. En 1927 se crea la Federación de Cafeteros, bajo la dirección de Mariano Ospina Pérez; la Bolsa de Valores

de Bogotá inicia operaciones al año siguiente. Los empréstitos fueron empleados por el gobierno central y los gobiernos departamentales y municipales en especial para obras de. infraestructura: construcción de carreteras y ferrocarriles, puenDmio Mesa. "Treinta años dehistmia colombiana( l925-l955)". en: Colombia. estudiar: ¡nlnm y agraria, selección y prólogo de Gonzalo Castaño, Bogotá, Ediciones Magia, 197 l. [un] 21 .

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tes (como el muy importante de Girardot, sobre el río Magdalena) o el famoso túnel de "La Quiebra" enAntioquia, el mejoramiento de la red eléctrica y de comunicaciones, empleándose para estas obras un total de entre 30 a 40 mil trabajadores que provenían de las mismas regiones en donde se adelantaron las obras y provocaron en ellas una escasez temporal de mano de obra que ejerció una presión hacia el alza en los salarios. En todo caso, durante este período se ha decidido, además, la puja entre las potencias imperialistas frente a Colombia, de tal manera que los Estados Unidos sustituyen a Inglaterra, que predominaba todavía a comienzos del siglo. A finales de los veinte los enclaves del capital norteamericano representan un factor económico muy significativaAsí por ejemplo, los bananos de la United Fruit ya constituyen en 1925 el 29,6% del valor de las exportaciones, y en el sector petrolero mantiene el control con aproximadamente 50 millones de dólares en inversiones directas que conducen a un permanente aumento de la producción, que en los años 1928-1929 llega a ser de 20 millones de barriles, el 2% de la produc-

ción mundial. Durante estos años de crecimiento económico ininterrumpido, el proletariado colombiano aumentó considerablemente. "Entre 1925 y 1928 se emplearon 140.000 nuevos trabajadores, de ellos 42% en la agricultura y 58% en el sector no agrario. La industria absorbió el 11% de estos nuevos asalariados, la construcción el 12 %. En este período, que se extiende hasta la crisis económica, predominó prácticamente el pleno empleo y los trabajadores colombianos lograron, pese a la inflación, salarios reales en aumento .

A este período de crecimiento económico y prosperidad burguesa que con frecuencia ha sido nombrado por los historiadores con el título de "la danza de los millones corresponde también un auge del movinúento huelguistico, en cuyo desarrollo se destacarán algunos dirigentes obreros y que, en último término, conducirá a la fundación del Partido Socialista Revolucionario, PSR. Las más importantes y combativas huelgas tienen lugar en los enclaves norteamericanos semicoloniales, las instalaciones de la Tro-

pical Oil Company una lial de la Standard Oil de New Iersey

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en Barrancabermeja, y en los territorios de la United Fruit en la costa atlántica. En Barranca, la empresa norteamericana había establecido un régimen autárquico y despótico sobre los 3.000 trabajadores colombianos, segregacios de los empleados norteamericanos y discriminados, sometidos a la competencia desleal de trabajadores de las Antillas que importaba la empresa para mantener deprimidos los salarios, controlados por un cuerpo de policía especial que no se encontraba bajo la jurisdicción del jefe de policía de la villa. Las condiciones de salubridad eran catastróficas: solamente dos médicos atendían a los 3.000 trabajadores, aunque la ley prescribía uno por cada 400 (en el año 23 el 40% de los trabajadores enfermaron). Los salarios eran 1,50 más bajos que los de los ferroviarios del vecino Puerto Wilches y los extranjeros recibían más del doble que los nacionales. El mismo gobierno central había enviado enmarzo de 1924 al ministro de industrias para que sirviera como mediador. La compañía norteamericana prometió en un acuerdo respetar las disposiciones legales vigentes y atender a la protección social de los trabajadores. Pero bien pronto archivó sus promesas y buenas intenciones , lo que condujo a la primera gran huelga, que estalló en octubre de ese año bajo la dirección del sindicato "Unión Obrera", que

había sido fundado el año anterior, entre otros por el dirigente obrero Raúl Eduardo Mahecha, quien sería encarcelado junto con otros líderes poco después de estallar la huelga, declarada ilegal por la compañía, que despidió a 1.200 trabajadores (que el gobierno se encargó de trasladar a la Costa Atlántica una forma de deportación- para evitarle problemas a la Troco). Esa primera gran huelga contra una empresa extranjera motivó igualmente la convocatoria del Segundo congreso obrero nacional en julio de 1925 en Bogotá, en el cual estuvieron representadas las diversas corrientes social-reformistas, anarcosindicalistas y de los marxistas revolucionarios, al final del cual se decidió crear

una instancia coordinadora de las luchas de los trabajadores: la ( '«m/i'rlvmción Obrera Nacional (CON), con sede en Cali y cuyo prinu-r secretario fue Ignacio Torres Giraldo, quien en su runwmlimnza recuerda que ella, aunque no era precisamente un

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partido político, sí realizaba tareas más amplias que las de una mera representación de intereses sindicales: Los primeros partidos obrero-socialistas habían desaparecido completamente al promediar el año de 1925. Pero las masas estaban en acción. En estas condiciones, la CON nacía como central del

movimiento obrero y también como bandera de la opinión popular, porque no existía evidentemente un partido político de vanguardia del pueblo, pero en la concepción de partido entonces la CON no estaba lejos de él. No en el sentido de que fuese ella misma un partido, sino de que pudiera formarsede sus propios activos, sin desprenderse de ellos. Esta concepción podía estar en retraso histórico y ser de origen socialdemócrata de la época de la Segunda lntemacional... ¿Qué eran los partidos socialistas de Europa sino vanguardias de los sindicatos? El laborismo inglés, la socialdemocracia alemana, el socialismo en España, en Francia y en Italia? De todos modos, los cuadros dirigentes de la CON concebían el partido en las

masas y así procedieron a la hora de la prueba. En el momento de relativa pausa en la ofensiva popular y de grandes esfuerzos patronales y del Estado por cerrar sus filas y aplastarnos- , la tarea fundamental inmediata de la CON estaba en el frente de la organización: consolidar, ampliar y cerrar nuevas asociaciones en bloques regionales; acercar estos bloques entre sí,

y primeroque todo, vincular mucho más al comando confederal las organizaciones proletarias del litoral atlántica y el río Magdalena. Desde luego, había que agitar, difundir las ideas, adoctrinar .

En el mes de agosto del año 26 se desencadenó una gran huelga en el Ferrocarril del Pací co que logró movilizar a más de 10.000 trabajadores y afectó los departamentos de Cauca, Valle y Caldas, en los que se manifestó la solidaridad con los huelguistas, que lograron obtener considerables reivindicaciones bajo la dirección de Torres Giraldo. El 21 de noviembre de ese mismo año se reunió en Bogotá el tercer congreso obrero que habia sido preparado intenIgnacio Torres Giraldo, Los inconformes - Historia de la rebeldía de l maso! en Colunbia. Bogotá, Editorial Latina. 1978. pág. 787 (Tomo 3). Citaromos frecuentemente esta obra aludiendo a ella en el texto y sin dar la reierencia en cada C030.

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samente por medio de giras de agitación de los dirigentes obreros, en especial de Maria Cano, una joven activista antioqueña proveniente de una familia acomodada de la clase media (hija de un educador y sobrina de Fidel Cano, el fundador de El Espectador) a quien los trabajadores habían distinguido con el mote cariñoso de "Flor del Trabajo", quien recorrió el Tolima, la zona cafetera del occidente y los puertos del Magdalena, Girardot, Honda, concen-

trando su agitación en la consigna de las "tres ochos": ocho horas de

trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas de estudio. El cronista

resume en los siguientes términos la representatividad del congreso: Desde el punto de vista de la representación de los trabajadores de las empresas fundamentales, inclusive de la producción nacional más importante, fue seguramente muy débil en relación al café, a la minería de oro y carbón, y al denso personal de los puertos maritimos sobre todo del Mar Atlántico. Las zonas de explotación imperialista, agrícola, petrolera, de algunos transportes férreos y servicios públicos de tipo urbano; las empresas oficiales y particulares de transportación uvial y ferrovial; trilladoras de café, fábricas, talleres industriales y artesanales, inclusive algunos ingenios azucareros como "La Manuelita y "San Antonio", estuvieron representa-

dos. Hubo, asi mismo, delegados de regiones campesinas de Cundinamarca, Boyacá, Tolima, Huila y Caldas; de empleados de comercio, de estudiantes, de pequeños comerciantes, de inquilinos y de numerosas organizaciones de trabajadores de la construcción.

Quintín Lame, el más importante dirigente indígena y que por entonces dirigía la lucha de su pueblo por recuperar las tierras arrebatadas por los terratenientes del Cauca, no pudo hacerse presente en el congreso por encontrarse en prisión. La fundación de un nuevo partido socialista, que no había sido prevista por los dirigentes y las organizaciones que convocaron el congreso, se impuso de manera más o menos espontánea como una necesidad desde las primeras sesiones, también como consecuencia de los acontecimientos a que hemos hecho alusión v que señalaban un ascenso en el movimiento de las masas trabajadores. Dice Torres Giraldo:

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Pero, ¿de qué partido se trataba? De nir la naturaleza social y politica dentro del momento histórico de la Nación colombiana y la relación de sus fuerzas: diseñar la estructura de un partido que fuera vanguardia de las masas en movimiento, siendo el propio partido una estructura interior de masas, era realmente la cuestión fundamental que requería el análisis marxista sopesado serenamente. Pero sería presuntuoso decir que los seis u ochoprincipales dirigentes del movimiento de masas estaban a la altura de la situación. En ninguna otra vez, quizás, como en esta, se ha revelado tanto el bajo nivel ideológico y político de los dirigentes populares

frente a las tareas históricas de su hora. En el pensamiento casi unánime de crear el nuevo partido, se per laron tres nombres: partido comunista, partido socialista y partido obrero. Claro que lo esencial no era el nombre sino su contenido. Pero el nombre decía mucho en las condiciones concretas del momento. Los delegados, en su gran mayoria, estábamos en la brecha del comunismo: éramos socialistas de izquierda, revolucionarios, pro-soviéticos. Sin embargo, recelamos de crear un partído comunista, ¡sentimos temor de que pudiera aislamos de las masas, de que llegáramos a constituir una secta! Nuestra idea cardinal consistía en tener un partido con base en los sindicatos, en las agmpaciones campesinas e indigenas, en las vanguardias de los estudiantes, es decir, en lo que ya existía. La base celular, la estructura monolitica, el tipo de partido proletario uniclasista, lo veíamos en una perspectiva. Lo concreto, lo práctico y lo que parecia expedito era la creación de un partido con base territorial y composición social popular.

Un mes y medio después del tercer congreso obrero estalló la segunda gran huelga contra la Tropical Oil en Barrancabermeja, el 8 de enero de 1927, dirigida también enbuena parte por Raúl Mahecha, que había sido elegido en la mesa directiva del congreso al lado de Torres Giraldo, María Cano, Tomás Uribe Márquez y

Alfonso Romero y entre tanto se había hecho a una pequeña imprenta y editaba un periódico revolucionario. De nuevo las exigencias eran relativamente modestas, como por ejemplo un aumento del 25% que ni siquiera alcanzaba a cubrir la depreciación de la

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moneda- y de nuevo la compañía se negó a negociar. Pararon los 4.500 trabajadores de la extracción y re nación del petróleo que encontraron apoyo en la población de Barrancabermeja (también entre los pequeños comerciantes, que colaboraron en el aprovisionamiento de los huelguistas, ya que también ellos resultaban afectados por las prácticas semicoloniales de la Troco, que mantenía el monopolio de los suministros a través de sus comisariatos ). Se produjeron, además, paros de solidaridad de los estibadores en los puertos del río desde Neiva hasta Barranquilla y de los ferroviarios de La Dorada. El gobierno reaccionó con medidas drásticas, reemplazando al alcalde civil por uno militar y enviando una cañonera a Barranca; cuando el ejército intervino, se produjeron choques con saldo de muertos. No sólo los dirigentes de la huelga, entre ellos Mahecha, fueron arrestados y deportados; también en todo el país fueron arrestados los principales dirigentes del PSR. Miles de trabajadores huyeron de Barranca por temor a la represión. Esta huelga contribuyó a activar notablemente la campaña y el sentimiento antiimperialista del PSR. En su clímax, el 24 de enero,

se produjeron grandes manifestaciones en Bucaramanga y Bogotá, en las cuales se vinculó el problema de Barranca con la invasión de los marines yanquis a Nicaragua. De hecho, luego de que los liberales nicaragüenses hubieran pactado con el invasor y de que los liberales colombianos abandonaran la actitud antinorteamericana,

la solidaridad con el general Sandino fue la causa exclusiva del PSR, que organizó un comité de solidaridad y finalmente, en enero de 1928, hizo un llamamiento para enviar un contingente de voluntarios a luchar al lado de Sandino contra el invasor yanqui y porla liberación del continente. Hay que anotar que en el 27 se había organizado en Colombia la sección nacional de la "LigaAntiimperialista", en la cual desempeñaba un importante papel el joven Julio Antonio Mella el fundador del partido comunista de Cuba- con quien había estrechado contactos Torres Giraldo. La reacción de los círculos gubernamentales ante esa primera ofensiva del socialismo en realidad todavia incipiente, pero que tania lugar en una situación de aguda crisis social- fue la de

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sistematizar la represión. Así, por ejemplo, clausuró violentamente las sesiones del tercer congreso del PSR, que se reunió en La Dora-

da en el mes de septiembre de 1927 y en el cual también tomaron parte algunos liberales de izquierda y veteranos de la Guerra de los Mil Días y que tuvo que concluir sus deliberaciones desde la cárcel. Para el ministro de Guerra y mano fuerte" del gobierno presidido por Miguel Abadia Méndez el general Ignacio Rengifo Borrero, vástago de familias terratenientes del Valle , el auge

huelguistico y la agitación social, así como toda manifestación de oposición al régimen, no era otra cosa que síntoma de una insurrección de inspiración bolchevique. El afirmaba que Colombia se encontraba ante "un peligro nuevo y terrible... el peligro bolchevique. Porque, la ola monstruosa y demoledora de las ideas revolucionarias y disolventes de la Rusia del sóviet... ha venido a golpear a las playas colombianas amenazando destrucción y ruina y regando la fatídica semilla del comunismo que... empieza a germinar ya en nuestro suelo y a producir frutos de descomposición y revuelta...". Según Rengifo, al amparo del ambiente de amplia libertad que se respira en el territorio colombiano, no pocos nacionales y extranjeros, por su propiacuenta o en calidad de agentes asalariados del gobierno soviético, hacen por doquier activa y constantemente propaganda comunista...". Por lo cual, en opinión del general, las huelgas "no pueden ser consideradas como tales... sino como verdaderos movimientos o actitudes subversivas y de carácter revolucionario". Es con este pretexto que el gobierno logra hacer aprobar con la oposición de los sectores "civilistas" de ambos partidos- la famosa ley heroica , un dispositivo francamente dictatorial. Esta legislación castigaba explícitamente la realización de huelgas; limitaba la propaganda de la oposición; cohibía la agitación política en el seno de las fuerzas armadas; instituía la censura de prensa y finalmente establecía mecanismos para condenar rápidamente a los implicados en algunos de los delitos contemplados en la nueva ley. Aprobada esta disposición, estaba claro que cualquier movimiento o huelga que estallara en lo sucesivo sería vista, no como una pacífica protesta, sino como el inicio de una insurrección ar-

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mada. Las huelgas no se resolverían dentro del marco de la estrecha legislación laboral vigente, sino apelando a las armas . La masacre de las bananeras lo demostraría muy poco después de haber sido aprobada la ley en octubre de 1928. Este episodio trágico marcará un hito en la historia de las luchas populares en Colombia y contribuiría notoriamente a la caída del régimen conservador. En los territorios de la United Fruit Company, que se habían venido extendiendo desde 1898, se había consolidado un enclave

semicolonial en el cual la compañía se las arreglaba para burlar toda disposición laboral hacia sus trabajadores, que eran vinculados por medio de "contratistas" que hacían las veces de empleadores directos (de manera que la compañia quedaba eximida de toda clase de prestaciones sociales), explotando además a los pequeños propietarios y colonos que se veían obligados a vender a muy bajos precios su banano a la compañía, propietaria del ferrocarril que lo transportaba hacia el puerto. Ya en 1918 habia tenido lugar una primera huelga infructuosa; en 1925 se había formado una organización obrera de tendencias anarquistas bajo la influencia de algunos emigrantes españoles e italianos. Cuando Torres Giraldo y Maria Cano llegaron a la zona a comienzos del año 28 encontraron a los trabajadores en actitud de lucha. Fue de nuevo Mahecha el encargado de organizar la huelga, esta vez ya actuando en nombre y por cuenta del PSR y junto con otro dirigente que acababa de regresar de una breve estadía en Moscú, en donde había asistido a una reunión internacional de

organizaciones sindicales: Alberto Castrillón.

Según testimonio ulterior de Mahecha, le fue posible a él du-

rante el medio año que precedió al estallido de la huelga, organizar efectivamente a los 32.000 trabajadores de la zona, que se lanzaron al paro tras presentar a comienzos de octubre un pliego de peticiones, cuyo punto principal lo constituía la ocupación directa sin intervención de los "contratistas", que obligaría a la compañía a cumplir con disposiciones legales como el pago de un seguro social de 5 Renán Vega, La mme de las Bazmerus", en Historia de Colombia testículo núm. 9, Bogota. Oveja Negro, l 985, pág 144. Las palabras de lgnado Rengifo también provienen de aqui,

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accidentes. Se pedía además un aumento del 50%, descanso dominical y liquidación del pago en certi cados para los almacenes de la compañía. Aunque el movimiento huelguistico se inició respetando los términos legales y aunque el inspector del trabajo declaró legítimas las aspiraciones y exigencias de los trabajadores, el gobierno aplicó de inmediato la represión militar, nombrando jefe civil y militar de la zona al general Cortés Vargas, que mandó a la cárcel al inspector laboral y a 400 activistas obreros, declarándose el estado de excepción en toda la provincia el día 4 de diciembre. En la noche del 5 a 6 la tropa disparó sobre una multitud inerme, entre la cual se encontraban mujeres y niños que se habían reunidoal frente de la estación del ferrocarril en la población de Ciénaga. No se limitaron a asesinar a cientos de los presentes, los soldados iniciaron una verdadera cacería en los poblados de la zona, ultimando a los huel-

guistas que habían logrado escapar a la matanza. El gobierno reconoció apenas unos cuantos muertos, pero los periódicos independientes y de oposición mostraron al país la magnitud del crimien: al parecer fueron cerca de 1.400 los asesinados por la violencia oficial. El aplastamiento de la huelga signi có un duro golpe para los socialistas revolucionarios: a nales de 1928, se encontraban todos los dirigentes de importancia del PSR en la cárcel o habían tenido que abandonar el país. Cuando en diciembre de ese año se reunió una asamblea del partido, ésta sólo congregó a unos cuantos intelectuales de la capital, sin vínculos ni arraigo en el trabajo de masas. De esa manera, la crisis general del régimen, que se precipita en el año subsiguiente en razón de la suspensión de nuevos créditos internacionales y el descenso de los precios del café, encuentra al

PSR paralizado, sin ninguna capacidad para movilizar al pueblo y a los trabajadores. De todos modos, los restos del partido quisieron mantener su independencia frente al liberalismo y postularon la candidatura presidencial de Alberto Castrillón, un dirigente poco conocido pero de quien se sabía que había participado en los preparativos de la huelga de las bananeras. Precisamente en el primer aniversario de la masacre se proclamó su candidatura ante una voluminosa

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manifestacion electoral en Bogotá y Castrillón pronunció un discurso que Torres Giraldo caracteriza críticamente en su recuento ulterior en los siguientes términos: En esta ocasión leyó Castrillón un extenso discurso anticapitalista y por ende antiimperialista, desgraciadamente armado sobre un esquema teórico sin base en la realidad colombiana. Para los revolucionarios de entonces la ignorancia de la realidad colombia-

na partía del casi total desconocimiento del método marxista en todo análisis; del también casi completo desconocimiento del proceso histórico de la nación colombiana, de la formación y el papel de las clases propias de la sociedad burguesa, de la presencia y todavia predominio de las clases de la sociedad feudal. Para Castrillón y sus instructores ¡la cuestión se planteaba entre dos clases: burgueses y proletarios! La tendencia a formar bloques y operar en este sentido con toda la población laboriosa, con todas las fuerzas progresistas, que fue intuición de los socialistas revolucionarios, había desaparecido así, en diciembre de 1929, para reaparecer con cierta conciencia de Frente Popular en mayo de 1936.

Aunque el mismo Torres Giraldo afirma que los votos socialistas fueron ignorados por algunos jurados "y en algunos casos escrutados por lo mínimo para que la gente viera que las exóticas ideas comunistas no se aclimatan en Colombia... , lo cierto es que la votación por este primer candidato socialista a la presidencia de la República resultó insigni cante. Sería el partido liberal el que lograría captar la ola del inconformismo popular para llevar ala presidencia de la República a Enrique Olaya Herrera, el ex-embajador de Colombia en Washington, que logra imponerse con unos 370.000 votos gracias a la división conservadora y a la indecisión del alto clero frente a las candidaturas de Guillermo Valencia y el general Alfredo Vásquez Cobo, que lograron obtener 240 y 213.000 votos, respectivamente. Las masas y muchos activistas del PSR se pasaron al partido liberal y aquel entró en proceso de disolución. A mediados de 1930 llegó al país una delegación de la internacional comunista que reunió a los dirigentes que aún militaban en

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el PSR y convocó un pleno ampliado del mismo, en el cual participaron delegados de diferentes regiones, jefes obreros e intelectuales. Allí se criticó lo que se denominó el "putchismo" del partido (muy vinculado a cierto voluntarismo y a la alianza con antiguos guerrilleros liberales de la última guerra civil, que habían trabajado con miras a un levantamiento armado en el interior delo que se denominó el Consejo Central Conspirativo en el año 28), al que se condenó como "herencia de la ideología del liberalismo pequeño burgués en las filas del proletariado y se procedió a la fundación de un partido comunista que debería dirigir una revolución cuyas fuerzas motrices deberían ser "el proletariado y otros sectores de la pequeña burguesía urbana rural", considerándose que el contenido de la revolución conforme a la formulación del pleno- consistiría principalmente en la solución del problema agrario, aboliendotodos los vestigios del feudalismo y entregando la tierra a quienes la trabajan directamente, sin pago de indemnización alguna a los terratenientes: consistirá tambien en la liberación del país del yugo del imperialismo, empezando por desconocer las deudas provenientes de los empréstitos y nacionalizando las empresas directa o indirectamente controladas por los imperialistas . Otros objetivos de la revolución serían "la implantación general de la jomada de ocho horas y el establecimiento del control obrero sobre la industria nacional; la autodeterminación de los pueblos indígenas y la entrega a ellos de las tierras que les han arrebatado los latirundistas, el establecimiento de la igualdad de derechos de los dos sexos; la separación del Estado y de la Iglesia, la liquidación de las

diferencias de casta; la elevación del nivel cultural de las masas de la ciudad y el campo . El 17 de julio de 1930, en una manifestación en la que se produjeron choques con algunos liberales que protestaron contra los ataques al recientemente elegido Olaya Herrera, se hizo pública la fundación del Partido Comunista, un acontecimiento que en opinión de uno de sus más acerbos críticos - -el socialista Antonio García- significó el que un movimiento que había tenido la capacidad de movilizar a los sectores más representativos de la clase Treinta anos de lucha del partido comunista de Colombia, Bogotá, 1960, pág. 22.

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trabajadora, de los campesinos, y a la élite intelectual de la pequeña burguesía, había sucumbido a la tentación de convertirse en una

"iglesia revolucionaria minúscula y autosuficiente . En la propia historia oficial del PC, elaborada por una comisión del comité cen-

tral y publicada en 1960 con el título Treinta años de lucha del partido comunista de Colombia se afirma, en pleno acuerdo con la opinión de García, que durante su período inicial el partido fue infantil, extremista y sectario", agregándose a renglón seguido: "como era lógico", aunque no se explica por qué lo era, Pues en realidad ello era consecuencia de las directrices de la Internacional, que por entonces aplicaba en forma más o menos arbitraria una línea extremo-izquierdista": la misma que, por ejemplo, en Alemania conduciría a difamar a los socialdemócratas con el mote de "socialfascistas" en lugar de hacer frente común con ellos como lo pedirían todavía en el verano del 32 Heinrich Mann y K'áthe Kollwitz- para evitar el triunfo de los nazis y el ascenso de Hitler al poder. Desde luego, resulta imprescindible considerar

que por la época en que se funda el partido comunista de Colombia, las pugnas intestinas que estallan en el seno del partido soviético tras la muerte de Lenin en enero de 1924 ya se han resuelto a favor de Stalin, y que la Internacional ahora también obedece a los criterios del secretario general, tal vez el menos cosmopolita y enterado de los dirigentes bolcheviques. El mismo documento oficial del partido a que hemos hecho alusión parece reconocerlo cuando afirma que "en el movimiento coo munista internacional eran frecuentes aquellas tendencias y predorninaban concepciones dogmáticas que retorzaban el sectarismo en la dirección y en todo el colectivo de nuestro partido . Aunque el documento evita un análisis de fondo sobre los efectos del estalinismo para el movimiento internacional de los trabajadores y concretamente para el desarrollodel mismo en el pais, afirma que "el sectarismo y el extremismo, enfermedad infantil del comunismo,

predorninaron en toda la actividad y en las concepciones del Partido Comunista de Colombia durante sus primeros años. Los comunistas colombianos en ese entonces, fervorosos propagandistas de la ideología marxista leninista, la interpretaban empero de ma-

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nera dogmática; eran doctrinarios sectarios que ateniéndose a la letra de los textos de Marx y de Lenin dejaban de lado su método para la interpretación creadora de la realidad y para guiar la acción revolucionaria . De esta manera, en la historia del marxismo colombiano, el año

1930 parece señalar el n de una etapa. Según la periodización establecida por Michael Lówy7, el período inicial revolucionario del marxismo en Latinoamérica alcanzaría hasta 1935, cuando los partidos comunistas acogen las instrucciones delvu Congreso de la Internacional que ha adoptado la estrategia diseñada por Dimitrov sobre el "Frente Popular y por lo tanto, para los países atrasados, una valoración positiva de la así llamada "burguesía nacional (y de su representación política, como por ejemplo el Kuomintang en China), buscando una colaboración con ella. Sin embargo, en Co-

lombia el primer periodo concluye cinco años antes y durante esta etapa intermedia el partido desarrolla sus actividades dentro de una actitud de verbalismo extremoizquierdista. Un estudioso resume dela siguiente manera este proceso, en el cual se percibe una clara dependencia del partido respecto de' las directrices impartidas por Moscú: Si bien el-partido comunista colombiano se mantiene en los ini-

ciales años treinta fielensu programa a la idea del levantamiento

armado y el establecimiento ulterior de la dictadura revolucionaria democrática delos trabajadores y campesinos, bajo la forma de , los soviets, no corresponde esto ya a una evaluación de la situación

colombiana que se pudiera fundamentar. Setrata simplemente de la adopción de una estrategia global obligatoria de la Internacio-

nal! Comunista para todos los partidos comunistas, que no toma en

consideración las coyunturas económicas y politicas de los países particulares; después de 1935 se hace obligatorio lo contrario con un viraje abrupto de 180 grados. Si se puede suponer hasta 1930

un marxismo independiente, en todo caso más intuitivo que reflexivo, de los revolucionarios colombianos, a partir de entonces el " Michael lbwy. Lo marxismo on Ámerique Latino de ¡909 a nos jours. Anthologio, Paris (edición en espanol: México, Ed. Era, 1983).

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marxismo colombiano está representado por el Partido Comunista en forma casi exclusiva: no es otra cosa que la adopción de esque< mas preestablecidos de la supuesta central de la revolución mundial. En este sentido, el estalinismo en Colombia no comienza con el Frente Popular sino ya enel año 1930 .

En todo caso, resulta bien peculiar que, a pesar de su "fijacion" en el proletariado industrial , que por entonces, además de poco desarrollado, se encuentra preponderantemente bajo el in ujo del liberalismo (con alguna razón, pues Olaya Herrera ha hecho algunas concesiones a los trabajadores al hacer aprobar en el Parlamento la ley 83 de 1931, que por primera vez reconoció oficialmente la organización sindical y el derecho de huelga), el partido comunista realiza progresos efectivos más bien en el campo, y particularmente en las zonas cafeteras de Cundinamarca, en donde rápidamente logró convertirse en el portavoz de los aparceros y jornaleros, inuyendo en la formación de "ligas campesinas que agrupaban a los aparceros y ensindicatos agrarios para los jornaleros y peones agricolas. "Para cada uno de estos sectores elaboró el PC un catálogo de exigencias amplio, que correspondía a las condiciones específicas. Para los aparceros exigió el PC, entre otras cosas, la liquidación de todo resto de trabajo forzado y de servicios no pagados en la casa de los hacendados, el levantamiento de la prohibición de cultivar café en las parcelas propias, la limitación de los derechos de aparcería, la disolución de una policía rural (guardias) que se encontraban de hecho bajo la dirección del hacendado y presentaba una forma mixta de fuerzas oficiales del orden y grupos de sicarios. Para los jornaleros elevó el PC la exigencia de la jornada de 8 horas, una atención médica adecuada, seguro social, alojamiento higiénico, aumento salarial y liquidación de todos los restos de esclavitud, por ejemplo, la servidumbre por deudas y el pago del salario en certificados que solo tenían validez en la hacienda, así como el castigo corporal . Con base en la ley sindical de 1931 deberían ser reconocidos oficialmente los sindicatos rurales y su derecho a la huelga. ' Meschkat. op cit, pág. 79.

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Con el regreso de los delegados colombianos al vu Congreso de la Internacional se implanta en noviembre de 1935- la línea del Frente Popular y el partido decide apoyar la "revolución en marcha de López Pumarejo (que había resultado elegido por una votación sin precedentes de 1.500.000 votos), que aparece a sus ojos como ejemplo de lucha antifeudal y "revolución democrático-burguesa . Una "conferencia nacional del partido aprobó en ese mes un programa que comprende en primer lugar la formación inmediata de un amplio frente único para la lucha contra el imperialismo y las fuerzas reaccionarias del país, invitando a los grupos socialistas y a los liberales de izquierda; el apoyo al gobierno de López en la realización del plan de reformas democráticas en que estaba empeñado y una amplia política de masas que permitiera a los comunistas vincularse al pueblo, manteniendo su fisonomía e independencia como partido proletario. Pero en realidad, el Frente Popular que se anunciaba con esta

proclamación nunca se concretó en la consolidación de un aparato que hubiese coordinado las actividades de cooperación entre los comunistas y los liberales de avanzada. Torres Giraldo que entre tanto había sido nombrado secretario general del PC- hace notar la ausencia de una plataforma común y una alianza formal entre los partidos; según su testimonio, el Frente Popular en Colombia

era más bien "un movimiento del consenso de las masas y sus caudillos", en el interior del cual el propio presidente de la República aparecía como uno de los caudillos más signi cativosAsí por ejemplo, al enviar a su ministro de Guerra a Barrancabermeja en di-

ciembre de 1935 para solucionar un con icto laboral que había originado una nuevahuelga, logró mejoras significativas para la situación de los trabajadores. El 1° de mayo de 1936 marcó un hito en la historia de este Frente Popular: entre los oradores que se dirigieron a los 60.000 manifestantes - -que salieron a la calle bajo la consigna: Con López, contra la reacción - se encontraba, en un balcón del propio palacio presidencial y al lado del presidente, un joven dirigente sindical comunista que se había distinguido particularmente en la reciente y exitosa huelga de Barranca y que después de la guerra pasaría a ser, hasta

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nuestros dias, el Secretario general del partido: Gilberto Vieira White. La consigna que congregó a los comunistas a] lado de socialistas y liberales de izquierda estaba hasta cierto punto justi cada, pues las derechas -no sólo del partido conservador, una de cuyas fracciones manifestaba claras simpatías por el nazifascismo- 'se es- taban organizando con propósitos conspirativos, por ejemplo a través de la APEN: "Asociación Patriótica Económica Nacional , que congregaba a latifundistas y a algunos industriales de ambos partidos. Uno de los resultados más signi cativos de esta "táctica de Frente Popular sin Frente Popular como la ha llamado Boris Goldemberg° fue indudablemente la consolidación de una cen; tra] única de trabajadores: la C.S.C. Confederación Sindical de C03 lombia, que en 1938 pasó a llamarse CTC, (Confederación de Irabajadores de Colombia), constituida en el segundo congreso sim dical, que se reunió en agosto de 1936 en Medellin y en cuyo comité ejecutivo se encontraban 8 liberales, 4 comunistas, 3 socialistas y' 1 anarcosindicalista. Este congreso sindical aprobó dar franco apoyo a López en contra de las "fuerzas reaccionarias . López había logrado efectivamente ganarse este apoyo, que resultaba imprescindible para llevar a cabo sus planes de modernizm ción del Estado y su adecuación al desarrollo del capitalismo, a la par que evitaba la revolución social. En su menSaje al Congreso el mismo año en que se reunió el congreso sindical a que hemos he. cho alusión afirmaba, recordando las cincunstancias que pr'ece dieron a la caida del régimen conservador: "Un año más de régi. men conservador, si no hubiese candidatura liberal, habría sido la quiebra y la anarquía . Para López había sido precisamente la rev pública liberal la que había evitado la consolidación de un Frente Popular: "Los derechistas exclusivos y reaccionarios crean los fren- ' tes populares, las alianzas de izquierda, las victorias agresivas. La _ democracia liberal realmente practicada será siempre mejor barrera para los extremistas que la violencia conservadora, que quiere someter el mu'ndo a una concepción rígida y autoritaria, y encuenBoris Goldemberg, Komunilmusln Lateincnnon'ba. Stuttgart. 197l, citado por Muchkat; op. cif.

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tra subversivo todo propósito de abolición de las jerarquías tradicionales, y el eterno anhelo de cambio".

De todos modos, es innegable que el primer gobierno de López Pumarejo, y el impulso que él inaugura, significará un notable progreso en la modernización de la sociedad colombiana, y que si se considera la coyuntura internacional además, con el auge delos movimientos totalitarios en Europa y la guerra civil española (que tendrá hondas repercusiones en nuestro país, al inspirar también aquí movimientos antidemocráticos), la política de alianzas y el respaldo de los comunistas estaba hasta cierto punto justificada. Para mencionar sólo unos cuantos ejemplos, baste con recordar

que López lleva a cabo una reforma tributaria que impone por primera vez el impuesto directo sobre el patrimonio y las rentas e hizo aprobar una reforma constitucional el acto legislativo núm. 1 de 1936- enla cual se reorienta el concepto de derecho de dominio,

acogiéndose la tesis del jurista León Duguit, según la cual la propiedad es "una función social que implica obligaciones , institucionalizándose la intervención del Estado en las actividades económicas como función estatal, para proteger al trabajador y racionalizar la economía. Como comenta el tratadista Luis Carlos Sáchica en su Constitucionalismo colombiano, "el artículo 32 fue fundamental . En él se declaraba "la posibilidad de que el Estado interviniera en la explotación de industrias o empresas, tanto públicas como privadas. No fue obligatoria, imperativa, obligación del Estado; era la atribución de una facultad potencial, virtual . Ade-

más, se introdujo la norma según la cual el trabajo es obligación social y se lo protege expresamente, garantizando el derecho de huelga. En el terreno de las libertades públicas se introdujo el sufragio universal, secreto y directo, para concejos, asambleas, Sena-

do, Cámara y Presidencia; se declaró la libertad de cultos. López dio impulso además a la Universidad Nacional y patrocinó un proceso de secularización de la cultura que favoreció la irrupción renovadora de nuevas generaciones con una voluntad de integración al mundo contemporáneo. Particularmente benéfica para el desarrollo cultural del país será, además, la fundación de la Escue-

la Normal Superior que tiene lugar ya durante el gobierno de

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Eduardo Santos en 1938- en donde encontrarán refugio intelectuales y catedráticos europeos que huyen de la noche del fascismo y realizan en esta institución una gran tarea de formación de los pioneros en muchos campos de las ciencias humanas, la antropología, la pedagogía, la lingüística, la historia, y enla cual también se trabajará con rudimentos de marxismo.

Nota En la elaboración de] presente trabajo nos hemos encontrado con una gran

dificultad para continuar desarrollando el tema a partir del momento a que hemos llegado, hasta la finalización de los años cincuenta. Particularmente en el curso del último lustro de los años treinta (con la guerra civil y la derrota de la República en España, el pacto de Munich, el pacto germano soviético, la iniciación de la Segunda Guerra Mundial) el desarrollo universal del marxismo «como el de la propia historia mundialse ve afectado de manera tan peculiar, que no teniendo el tiempo y tampoco la información necesaria para tratarlo seriamente en esta ocasión, seria

ligero considerarlo aquí. Al historiador de las ideas que quisiera enfrentar el problema le correspondería específicamente además realizar un estudio sobre la in uencia . del pensamiento contrarrevolucionario

desde de Maistre, de Bonald y

Burke, pasando por Donoso Cortés, Balmes, Barres y la Action Francaise; Ortega y Gasset, Spengler, Gentile, Mussolini y otras aves- para poder comprender con acierto el fenómeno de la contrarrevolución colombiana de los tardíos cuarenta y tempranos cincuenta, que acaece además contemporáneamente al período de la llamada guerra fria y comprende todo lo relacionado con "la Violencia . En todo caso remitimos al lector a los numerales siguientes provenientes de nuestra Sinopsis, la que sí fue entregada a los asistentes al IV Congre-

so de Filosofia Latinoamericana, que tuvo lugar en la Universidad Santo

Tomás los dias 7 al 11 de julio de 1986 y estuvo consagrado a las "corrientes actuales dela filosofía en Colombia". XI. Con la fundación del Partido Comunista como seccional de la m í Internacional el marxismo en Colombia comenzará a depender, tanto en sus formulaciones teóricas como en sus actividades políticas y sindicales, de las orientaciones del Partido Comunista de la Unión Soviética que entre i

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tanto se encuentra bajo la dirección hegemónica y burocrática de Stalin. XII. En su primera fase, que dura hasta 1935, el partido se deja guiar por los lineamientos del vr congreso de la Internacional y desarrolla una linea que se puede considerar "extremoizquierdista", para cambiar en ese año y, de acuerdo con lo planteado por el vu congreso, girar hacia una política de "Frente Popular que lo lleva a apoyar la "revolución en marcha" de López Pumarejo, a colaborar con el liberalismo, también en el campo sindical, lo que conducirá en el segundo congreso sindical, celebtado en Medellín en agosto de 1936, a la fundación de una central unitaria de trabajadores: la C.S.C , que en el 38 pasará a llamarse CTC, Confederación de Trabajadores de Colombia. XIII. El partido apoyará igualmente la candidatura de Eduardo Santos a la Presidencia de la República. Con el estallido de la segunda guerra mundial y tras la invasión de la URSS por el ejército alemán en junio de 1941, el partido estrecha sus relaciones con el liberalismo y es fuertemente influido por el partido comunista estadounidense, que bajo la dirección de su secretario general, Browder, dirige la politica de acercamiento entre su pais y la Unión Soviética. Se debe recordar que en el desarrollo de esta politica Stalin disuelve la Internacional. Consecuentemente conello, en el n congreso del partido colombiano este decide abandonar su nombre y adoptar el de "Partido Socialista Democrático". XIV. En el v Congreso, reunido en Bucaramanga en julio de 1947, el partido vuelve a su nombre inicial y realiza una autocrítica a lo que entonces se llamará el "revisionismo browderiano , expulsando a Augusto Durán, su secretario general y sostenedor de la linea de Browder. XV. Durante los años de la llamada violencia y tras el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el partido es fuertemente perseguido,- se clandestiniza y organiza la resistencia a las dictaduras conservadoras en las llamadas zonas de autodefensa campesina. XVl. Tres acontecimientos internacionales acaecidos a finales de la década de los 50 y a comienzos de la de los 60 marcarán notablemente el futuro del marxismo en Colombia: el informe secreto de N. Kruschev, en el xx Congreso del Partido Comunista de la URSS, el distanciamiento de las dirigencias china y soviética y, muy especialmente, el triunfo de la revolución cubana. Con los años 50 concluye una etapa durante la cual se puede comiderar al PC como portador e intérprete hegemónico del marxismo en Colombia.

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Al nalizar la década de los cincuenta concluye una etapa de la historia colombiana, durante la cual el PC puede hacer valer su pretensión de intérprete hegemónico del marxismo y su aplicación a las luchas de los trabajadores. ll es acontecimientos internacionales incidirán en la evolución del marxismo en Colombia. En primer lugar, el )0( Congreso del partido comunista de la URSS, en cuyo transcurso N. Kruschev leyó su famoso informe sobre los crímenes y errores de Stalin en la conducción del país y del partido, que produjo honda conmoción en el movimiento comunista internacional. En ese mismo congreso se aprobó la política de "coexistencia pacífica" con los países capitalistas. Estos dos aspectos del xx Congreso incidieron en el distanciamiento de la dirigencia del Partido Comunista chino, e in uiran también en la formación de grupos militantes de tendencia maoísta en Colombia. Finalmente, debe considerarse el triunfo de la revolución cubana, que tuvo implicaciones casi im'nediatas en Colombia e influyó en la consolidación de grupos guerrilleros que se inspiraron en la estrategia del "foco", que había triunfado en'Cuba. Mientras el Partido Comunista continuaba con una política de alianzas con los sectores "progresistas" de la burguesía, representados ahora en el Movimiento Revolucionario Liberal, M. R. L., que acaudillaba el hijo de López Pumarejo (Alfonso López Michelsen), surgieron ya enel mismo año (1959), grupos revolucionarios que se comprenden a sí mismos como "castristas", particularmente en

el ambiente universitario. En julio de 1960 tiene lugar el primer congreso del Movimiento Obrero Estudiantil Campesino, MOEC, al cual se habían integrado también algunos exmilitantes del Par-tido Comunista. De ese grupo surgió una organización guerrillera

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que no tuvo larga vida: en abril de 1961 cayó en combate con el ejército su fundador, Antonio Larrota, el primero de una serie de muertos.

A comienzos delos sesenta el partido comunista, al lado de su trabajo legal y político, había concentrado su labor en el campo en la consolidación de algunas zonas de autodefensa campesina cuyo origen se remontaba a la época de la violencia , ya que en ellas se agruparon campesinos perseguidos que mantenían un régimen de autogestión dentro del cual los antiguos dirigentes de las guerrillas comunistas poseían gran autoridad. La prensa burguesa llamaba a estas zonas repúblicas independientes y consideraba que en ella se estaba gestando la "Sierra Maestra de la revolución colombiana, por lo cual el ejército preparó cuidadosamente, con la asesoría de militares y expertos norteamericanos, su ocupación, que se inicia en 1964 con cientos de víctimas civiles, producto de campañas de exterminio y bombardeos con napalm. Los cuadros militares del partido comunista se replegaron salvando sus vidas y organizando la guerrilla comunista todavía combatiente, llamada Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC.

Al año siguiente y en un momento de creciente pauperización de las masas y represión, se organizó un movimiento muy amplio de oposición, el Frente Unido, que se agrupa alrededor de Camilo Torres Restrepo, sacerdote de profundas convicciones cristianas,

que provenía de una familia granburguesa pero había entrado en contacto con la situación de aguda miseria del pueblo colombiano, como representante de la Iglesia en el Instituto para la Reforma Agraria (INCORA). En marzo de 1965 este grupo lanzó un manifiesto y la "plataforma para un movimiento hacia la unidad del pueblo , la cual partía de considerar el hecho de que en el país se

concentraba el poder en una pequeña minoría que no in'a a actuar en contra de sus propios intereses, por lo cual resultaba imprescindible un cambio en la estructura política que le diera representación .i la mayoría, e imponer un mínimo de reformas, como la reforma

agraria, que diera la tierra a quien la trabajaba, una reforma urbaun, mm reforma empresarial (en el sentido de la autogestión), la mlrmluvción de impuestos progresivos e inclusive la nacionaliza-

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ción limitada en importantes dominios, un programa ecléctico que, sin embargo, tuvo la virtud de agrupar a militantes de muy diversos grupos revolucionarios, desde el MOEC y otros de extrema izquierda, pasando por el PC y sectores del MRL, hasta la incipiente democracia cristiana y, sobre todo, la masa de los no alineados

que manifestaban esporádicamente su protesta por medio de la abstención electoral. En junio del mismo año Camilofue degradado al estado de laico por su arzobispo, que consideraba incompatibles su actividad revolucionaria y su condición de sacerdote ca tólico; pero continuó con su agitación tratando de llegar a todos los sectores por medio de una serie de "mensajes" a los cristianos, a los campesinos, a las mujeres; los estudiantes, los comunistas, los sindicalistas, los no conformistas. El periódico del movimiento alcanzó de inmediato una edición,

sorprendente para Colombia, de 50.000 ejemplares. Sin embargo, a lo largo del año se hizo mani esta la crisis de la organización, todavía incipiente. Camilo abandonó el trabajo político en octubre y se integró a la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (que había hecho su aparición el 7 de enero con la toma del poblado de Simacota, Santander) manifestándose desde las montañas en ene-

ro del año siguiente con un llamado al pueblo colombiano. Cayó en combate el 15 de febrero del año 1966. El ELN era el más importante de los grupos guerrilleros que por entonces habían iniciado la lucha armada siguiendo el ejemplo cubano e independientemente del PC. Sus iniciadores provenían del MOEC, de la juventud del MRL y de la oposición de izquierda enel interior del PC, por decirlo así. Algunos de ellos, como su máximo dirigente, Fabio Vásquez Castaño, habían estado en Cuba. También el maoísmo tuvo efectos inmediatos en la conformación de grupos políticos, partidos y organizaciones guerrilleras en esos años. El famoso artículo de Lin Piao - Viva el triunfo en la guerra popular", de 1965- indujo también en Colombia a "cercar las ciudades desde el campo y la "aldea mundial" (los países del Tercer Mundo) a la "ciudad mundial". En 1963 son excluidos del

Partido Comunista Pedro Vásquez Rendón, miembro del Comité Central, y Francisco Garnica, presidente de la juventud Comunista

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en el Valle, en razón de sus simpatías con las posiciones de China. Varias organizaciones regionales y un gran sector de la juventud Comunista se encuentran de su lado. En el mes de febrero de 1964 se aprueba la decisión de fundar con los verdaderos marxistas-leninistas un nuevo partido comunista (M-L) de Colombia, lo

que se cumple en su congreso de fundación en mayo de 1965 (que llamarán, sin embargo, siempre como décimo , como si quisieran expresamente disputarle la herencia al partido comunista prosoviético, el de los viejos militantes del partido). La línea del nuevo partido descansa inicialmente menos en una imitación del modelo chino que en una estrategia ofensiva que parte de la actualidad y factibilidad de una ofensiva revolucionaria en Colombia. En este sentido todavía no existen en 1965 diferencias entre la línea cubana y la china y los documentos del 10° Congreso se re eren tan frecuentemente a la segunda declaración de La Habana y a las palabras del "Che" Guevara como a los dirigentes chinos. En la caracterización de la situación nacional es innegable la in uencia de Mario Arrubla: se habla de la crisis estructural del capitalismo, del agotamiento de las posibilidades del desarrollo capitalista, de la imposibilidad de desarrollar una industria de bie-

nes de capital y dela estrechez del mercado interno. De las consecuencias sociales de este estancamiento, la progresión geométrica de la miseria de las masas. Se produce una situación explosiva que es interpretada como la propia de un levantamiento que comienza. El PC (ML) debe crear un frente patriótico de liberación bajo la hegemonía del proletariado como instrumento del levantamiento armado, cuyo brazo armado debe ser el Ejército Popular de Liberación (EPL). La lucha armada contra el Estado proirnperialista de la burguesía y los terratenientes será largo, su objetivo es la creación de una República Popular de Colombia, esto es, de un "régimen patriótico antiimperialista" en cuyo marco debe comenzarse, bajo la dirección de la clase trabajadora, la construcción del socialismo. Todavía en diciembre del mismo año (1965) el segundo Pleno del C. C. de PC (M-L) precisa la linea militar: el campo es el principal escenario de la lucha armada, la dirección del partido debe trasladarse a las zonas rurales e introducir allí la lucha. En este punto

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coincide con el ELN, de modo que se propone incluso la fusión con esta guerrilla castrista. Sin embargo, existen diferencias en la idea de la relación entre partido y ejército: la dirección radica en el partido proletario, el EPL es su instrumento. Esto se expresa en el hecho de que en el EPL existen comisarios políticos nombrados por el partido al lado de los comandantes militares. Las primeras operaciones del EPL, brazo armado del partido ML, comienzan en 1967 y con grandes pérdidas de dirigentes, tam-

bién de Pedro Vásquez Rendón, que cae en abril de 1969. Un proceso de diferenciación interna y defraccionamiento en el interior del partido produce a comienzos de los setenta una profusa multiplicidad de organizaciones ML: se habla entonces del "campo" ML. En diciembre de ese mismo año se funda en Medellín un nuevo movimiento como "agrupación de sindicatos que quería coordinar las luchas económicas y políticas de la clase trabajadora", aunque en realidad era más bien un partido que no se reconocía como tal y en el cual los intelectuales y estudiantes sobrepasan frecuentemente a los dirigentes obreros.... . Se trata del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR, que, aunque polémico con el PC - por razones obvias, por orientarse según el modelo chino- participó en una alianza con él para las elecciones presidenciales de 1974, oponiendo a las candidaturas tradicionales de López Michelsen y Alvaro Gómez, la del médico Hernando Echeverry Mejía. "La fuerza inicial en el movimiento organizado de los trabajadores se perdió muy pronto, mientras que encontró mucho tiempo partidarios en el medio estudiantil y alcanzó regionalmente a la fuerza electoral del P . En lo fundamental se podría caracterizar, muy condensadamen»

te, la concepción básica del MOIR, diciendo que procura por una revolución por etapas dentro de una praxis legal que debe conducir, por la alianza con la así llamada burguesía nacional", a cons-

truir una sociedad de Nueva Democracia . La juventud universitaria sobre todo, de los más diversos estratos sociales, siguió las

consignadas del MOIR en los tempranos setenta y su fuerza, según concepto que nos parece válido, se debe atribuir a la circunstancia de que bajo el signo de la lucha contra el imperialismo, propaga una versión muy simple del 'marxismo', que se agotaba en la lectu-

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ra de algunos articulos populares de Mao Tse Tung . Finalmente debe decirse, en aquello que nos concierne, que el maoísmo "no produjo en Colombia ningún enriquecimiento del pensamiento marxista, sino un nuevo dogmatisrno que sobrepasa al del viejo partido comunista... . De esta manera, "la orientación por el modelo chino conduce a la esterilidad teórica y práctica que caracterizó al movimiento comunista orientado hacia Moscú durante decenios. Una comprensión del marxismo que no puede entender la propia revolución sino como imitación de pasados movimientos revolucionarios, sólo está en condiciones de legitimar cualquier clase de praxis (desde la lucha armada hasta maniobras electorales sin principios), no puede conformar ninguna praxis nueva. En el mejor de los casos, queda lugar para un pragmático trabajo cotidiano de activistas motivados por modelos; pero en un pensamiento en donde no existe nada fuera del seguimiento de una linea correcta y múltiples desviaciones de izquierda y derecha, esta praxis múltiple no puede ser elaborada y solo rotulada. Esto no sólo es válido para las variantes del maoísmo sino también para muchas otras corrientes marxistas que quieren basarse en una tradición fundada por Lenin . El año 1971 marca una coyuntura en la historia reciente de las luchas populares porque, precedido por un progresivo desarrollo de la organización campesina a través de la ANUC y enla atmósfera caldeada de un país que ha conocido el ascenso populista de la Anapo y un con icto vinculado a la legitimidad de la autoridad máxima del Estado. se produce un vigoroso movimiento estudiantil, a escala nacional, motivado en buena parte por la lucha contra fundaciones norteamericanas que buscan implantar una "reforma tecnocrática" de la educación colombiana. El con icto se origina en Cali alrededor de un nombramiento y provoca enfrentamientos con la fuerza pública que conducen a una masacre, el 26 de febrero. La masacre estudiantil de Cali desata un movimiento de solidaridad en todo el país. Representantes estudiantiles de la mayoría de las universidades se unen alrededor de un "programa minimo de los estudiantes colombianos" que demanda una reforma democrática de la universidad: se deben suprimir los consejos su-

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periores universitarios de las universidades estatales, en los cuales dominan los partidos tradicionales, la Iglesia y las ligas patronales, y deben ser reemplazados por gremios provisionales en los que tienen la mayoría los representantes de los estudiantes y los profesores; las universidades deber ser financiadas por el Estado y no

depender más de las fundaciones extranjeras; las universidades privadas deben otorgar a sus estudiantes y profesores análogos derechos de autogestión y someter a revisión los contratos existentes con financiadores extranjeros. Para poner fin a las confrontaciones armadas en muchas ciudades universitarias, se muestra el gobierno finalmente dispuesto a hacer concesiones e introduce en algunas universidades oficiales la autogestión con comités paritarios, aunque sin renunciar a ulteriores medidas represivas (expulsión de estudiantes, apresamiento de dirigentes estudiantiles). En Cali se organiza ese mismo año una nueva agrupación que se va a considerar a sí misma como una Tendencia Socialista: El nombre de una de sus revistas, Crítica marxista, de Cali, caracteriza su posición básica: se trata de marxistas no dogmáticos que nose quieren orientar por los manuales soviéticos o los ensayos elementales de Mao y buscan la via a la auténtica teoría de Marx. Rechazan la idea del marxismo vulgar de una sucesión de etapas en el proceso revolucionario, tal y como lo sostienen tanto los comunistas orientados hacia Moscú como los prochinos, y se orientan, todavia bajo el in ujo de la revolución cubana y de la teoría de Mario Arrubla, por la idea del carácter necesariamente socialista de la futura revolución colombiana. Es difícil resumir la historia de este "trotskismo" colombiano,

una agrupación que, sin lugar a dudas, tiene las más peculiares raíces en la circunstancia histórica, social y cultura] de entonCes y aparece vinculada a fenómenos tan determinantes de la misma como el gran movimiento estudiantil europeo que culmina en el mayo francés: el 68, tan relacionado de suyo con la resistencia internacional contra el crimen de Vietnam; la nueva cultura contesta-

ría (que se inicia ya con los Beatles), el movimiento de las mujeres, la matanza de Tlatelolco... El agudo crítico que hemos venido ci-

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tando condensa el proceso "hacia adentro que experimentaron las agrupaciones troskistas, en las siguientes palabras: "Mientras más se perdia la relación hacia las luchas reales de las masas, más se concentraban las energías de la Tendencia Socialista en el desarrollo de la propia organización, que pronto se constituyó en Bloque Socialista". Y añade, analizando una resolución del constituido Bloque So-

cialista de septiembre de 1972 vinculada al fracaso del trabajo con la ANUC, que ella "muestra ya la tendencia a plantearse tareas políticas de envergadura con base en consideraciones generales de teoría revolucionaria que sobrepasan las fuerzas y posibilidades de una organización todavia predominante estudiantil, en la mayoria de los casos invocando a Lenin, y más tarde a Trotsky, y que por ello se convierten en postulados ideales", para concluir afirmando que "la discrepancia entre las dificultades prácticas y la magnitud de las tareas propuestas, de las que debería depender el destino de la revolución colombiana, produjo pronto ese espíritu misionero y la autodesignación como vanguardia que es típico de la mayoría de las organizaciones leninistas... Como la falta de arraigo en las luchas de clases en Colombia no producía ninguna experiencia en la que se hubieran podido confrontar realmente las posiciones políticas encontradas, la discusión sobre la interpretación acertada de los escritos de Lenin se hizo cada vez más importante y la orientación hacia una línea internacional llegó a ser fácilmente el criterio decisivo... Los trotskistas no ganaron en fuerza organizativa por su vinculación formal a la 4' Internacional, sino que tuvieron que soportar el traslado de todos los debates y contradicciones del movimiento trotskista mundial a Colombia, con

las consecuencias de nuevas divisiones y fundaciones de partidos condenados a llevar una existencia de sectas . Sin lugar a dudas, el desconcierto que caracteriza a muchos de los militantes trotskistas es auténtico, en el sentido de re ejar un elemento real de la sociedad colombiana en esos años y especí mmcnte de sus estratos urbanos medios. La pequeña burguesía de las ciudades intermedias, en particular, sufrió un proceso de crisis inlvrnn profunda en lo que se refería a sus valores, su modo de ver l.i vida y de legitimarse, una "crisis de identidad de los jóvenes

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colombianos de esa extracción es marcadamente la característica de los tempranos años setenta: ciudades que hace 30 años todavía eran villas se transforman en verdaderas urbes industriales y comerciales, las comunicaciones pasan a desempeñar tareas de socialización de masas, los elementos más íntimos de la ontogenia son manipulados progresivamente, la familia decae. A la "necesidad de identidad , a la urgencia por proyectarse más o menos definidamente en el futuro y a la conciencia del desbarajuste y la injusticia, le sigue con frecuencia un anhelo simbiótico, de herman-

dad. Pero ello incide en el trabajo político, en cerrarlo más pronto posible el círculo, en dirección a la secta. Sin embargo, debe decirse que en el proceso de los socialistas colombianos se destacó siempre un elemento característico que debe ser tomado en consideración, el esfuerzo intelectual y el deseo de apropiarse del pensamiento de Marx y sus desarrollos, por lo menos entre los cuadros más serios de las organizaciones. Seguramente de este difuso sector de la izquierda colombiana en los tempranos años setenta

o en todo caso, del círculo de sus simpa-

tizantes- provengan los intelectuales que han llevado a cabo los mejores trabajos de la ciencia social contemporánea colombiana, que pudiéramos considerar fundamentados en un conocimiento y manejo del materialismo histórico, particularmente en campos como los de la economia política, en el análisis de aspectos y desarrollos específicos de la formación social colombiana, como, por ejemplo, el proceso de concentración del capital, el desarrollo del capitalismo en el agro, la movilidad de la fuerza de trabajo. El mismo agudo crítico que hemos venido citando lo reconoce cuando a rma que "más tarde, la organización fue importante, no a causa de sus éxitos en el

movimiento obrero sino por la calidad de la producción intelectual de algunos de sus miembros . El proceso divisionista condujo nalmente al Bloque Socialista a originar dos partidos hostiles entre sí: el PSR y el PST; las elecciones de rnitaca del 76 brindaron la ocasión,

reiterando de nuevo el dilema que para los revolucionarios colombianos ha signi cado la participación electoral. La alusión al importante libro de Arrubla los Estudios sobre el Subdesarrollo Colombiano- parece muy pertinente, pues se puede

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decir de esta obra que como pocas en la historia de los con ictos sociales en Colombia, ejerció un in ujo decisivo en las concepciones y enlas mismas líneas estratégicas de los nuevos revolucionarios. Tal vez la crítica posterior más acertada provenga de Salomón Kalmanowitz, quien afirma que Arrubla generalizó su experiencia de la "coyuntura" de su momento o de los últimos seis años de la vida nacional , convirtiéndola en un elemento "estructural" carac-

terístico de la sociedad colombiana:

En verdad, la coyuntura de 1962-1963, cuando Arrubla escribe

su obra, fue bastante crítica. Para ese entonces, la burguesía y su acumulación de capital llevaban ya seis años de vacas flacas, con recuperaciones muy esporádicas: los precios del café con tendencia larga a la baja, grandes restricciones a las importaciones, inflación desenfrenada originada por las devaluaciones continuas, lento crecimiento de la industria, mercado interior poco dinámico, etc.

El haber asumido esta situación como permanente, es decir, como estructural, es algo explicable dentro de las condiciones económicas y teóricas del pais en ese entonces .

Mario Arrubla pertenecía a un grupo deintelectuales que a comienzos de la década de los 60 había abandonado el Partido Comunista, pero sin participar del activismo y voluntarismo de otros ex-militantes, que habían cogido para el monte , a la lucha armada. Para este grupo, que animaba también Estanislao Zuleta, la nevolución colombiana debería también ser objeto de una meditación y una investigación expresa; debería averiguarse bien cuál era y sería la peculiaridad de la sociedad y de la revolución colombianas: ...quieren fundamentar una nueva praxis política - más allá del realismo oportunista y del aventurerismo moralizante-- por medio de un esfuerzo teórico, por medio de una nueva comprensión de la realidad económica y social de Colombia . Este grupo de intelectuales se cohesiona alrededor de la re vista Estrategia, dela cual sólo se publicaron tres o cuatro números, en los cuales aparecen los ya mencionados Estudios sobre el ° Salomón Kalmcmowitz, Ensayos sobre el desarrollo del capitalismo dependiente. Bogok'r. Oveja Negra, pág. 21.

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subdesarrollo colombiano (que son reunidos en 1969 como libro, desde entonces muchas veces reeditado), así como el ensayo de Zuleta sobre Marxismo y psicoanálisis, pionero en Colombia, si se tiene en cuenta que por entonces tanto el uno como el otro ape-

nas comenzaban a arraigar en la sociedad y la cultura colombianas: apenas en 1956, en el congreso de Edimburgo, Anna Freud había recibido a la sociedad sicoanalítica que por entonces agrupaba a solo un puñado de analistas- en la Asociación Sicoanalítica Internacional que fundara su padre. También deben mencionarse sus trabajos sobre la coyuntura política del momento (desde mediados del 62) y la traducción parcial de la Autobiografía de Sartre, a cargo de Jorge Orlando Melo, que también traduce su renovador ensayo -Questions de methode, la in-

troducción a la Crítica de la razón dialéctica , publicado como texto aparte por el mismo grupo y que desempeñó un gran papel y ejerció un saludable influjo, no en último término por ser una de las primeras grandes obras que se producen contemporáneamente al proceso de desestalinización, propugnando por un encuentro del materialismo histórico con la fenomenologia (en su versión existencial), un empeño vinculado a obras tan significativas como la de Tran-Duc-Thao (Fenomenología y materialismo dialéctica, que también se leyó en este círculo por entonces), reivindicando dimensiones del hom-

bre que el Diamat y sus grotescas simplificadones había desconocido, peor aun: ignorado y prohibido. En uno de sus ensayos explicaba el mismo Zuleta la necesidad de fundamentar por medio de un expreso trabajo teórico de investigación, la actividad política: una linea política justa y eficaz en una sociedad determinada puede y suele resultar completamente inadecuada y perjudicial si se traslada a otra. Por esto no hay probablemente nada tan peligroso para la acción y el pensamiento revolucionario como el vicio de las analogías y el intento de imponer a la realidad un esquema táctico y estratégico que no fue elaborado sobre el terreno, a partir del estudio de la situación, de la actitud y la experiencia de las

clases y de sus perspectivas reales de desarrollo.

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Lo que puede llamarse oportunismo de derecha no es por lo tanto el simple hecho de buscar alianzas con sectores no revolucionarios, ni el hecho de considerar que es necesario cumplir tal o cual etapa previa en el camino de la revolución; sino el hecho de crear en las masas toda clase de ilusiones sobre posibilidades que la estructura económica y política descarta objetivamente, el vicio de crearse aliados imaginarios y de inventar fuerzas progresistas so pretexto de no quedarse aislados, el abandono reformista de las reivindicaciones que ponen en cuestión el sistema .

Klaus Meschkat resume de la siguiente manera el planteamiento original de Mario Arrubla: Se remite ciertamente a teóricos marxistas contemporáneos como Paul Baran y Ernest Mandel, pero sus estudios representan una contribución autónoma y original a la, teoría de la dependencia que se anticipa a la lineas centrales de la argumentación de la teoría marxista de la dependencia desarrollada apenas a finales de los años sesenta (A.G. Frank, Theotonio Dos Santos, etc), y sólo

encontró poca resonancia en la discusión internacional sobre el imperialismo, porque Colombia era un estado relativamente aislado cuyas publicaciones apenas si se conocían por fuera del país. Arrubla retoma de otros autores el intento de utilizar los esquemas

marxianos de la reproducción, en forma análoga a Rosa Luxemburgo, para el analis de la relación metrópoli-periferia; antes que otros desarrolla él también una tipología de la dependencia neocolonial.

El punto de partida metódico y simultáneamente el resultado de sus investigaciones, los nombra el mismo Arrubla con la frase provocadora yfrecuentemente citada: no existe una historia nacional. No sólo una historiografía superficial sino también todas las ideas de un posible desarrollo capitalista autónomo parten de una mistificación. Ellas no quieren conocer que las estructuras económicas, sociales y políticas de los estados latinoamericanos son el pro¡llamame Zuleta '1ntroducción a un debate sobre la politica (Estrategia núm. 2. Bogotú.1963). enColombta: mampollucayagmña op. dl. pag. 254.

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ducto de fuerzas que han obrado y continúan obrando desde fuera sobre esos países. Lo que haya sucedido y lo que suceda en Colombia sólo sepuede comprender en el contexto del sistema imperialista mundial, cuyo epicentro y cuyos centros de decisión se encuentran en la metrópoli. El desarrollo de la colonia española, pasando por la semicolonia dominada por Inglaterra hasta la neocolonia del imperialismo norteamericano representa solo un cambio en la forma de estructuras permanentes de dependencia. Arrubla argumenta que con la industrialización tendiente a sustituir importaciones y con la crisis económica de 1930, en las que muchos ven el punto de partida de un desarrollo nacional, no se suprime la dependencia sino incluso se la fortalece. Con la transición al neocolonialismo se produjo, por la dependencia de la industria nacional de bienes de consumo con respecto a los bienes de capital no producidos en el país, una vinculación indisoluble con la economía imperialista. Antes, un descenso de los ingresos de exportación y de las divisas podía enfrentarse por medio de una limitación del consumo de las mercancias importadas; ahora, bajo el signo de la estructura neocolonial, signi ca una crisis de divisas una conmoción de toda la economía pues ella tiene efectos sobre las inversiones industriales y produce creciente desocupación urbana y estrecha aún más el mercado. Para Colombia esto significa que continúa existiendo la dependencia con respecto al producto de exportación predominante y que se desarrolla una industria de naturaleza peculiar: una industria moderna que se cambia por café... tiene que convertir los campos del propio país en una especie de colonia interior. En todo caso, el efecto de trabajos como los que acabamos de

mencionar no se debe medir por su concreción a corto plazo: de hecho, su proyecto político el PRS (Partido de la Revolución Socialista) no fue más que un episodio efímero. Su importancia real radica propiamente en el campo de las ideas, en el enriquecimiento que pudo haber significado para muchos, por haberse planteado la necesidad de realizar una aproximación genuina al pensamiento y a la obra de Marx y de su tradición; la recuperación de su potencial crítico (también consigo mismo), el potencial crítico del marxismo original, en el sentido de un Georg Lukacs de quien la revista

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Es trategia anunciaba en su último número la publicación de su ensayo, fundamental, sobre la "Reificación y la conciencia del proletariado", de Historia y conciencia de clase -; de un Lucien Goldmann, un Henri Lefebre o un Jean Paul Sartre (desde 1956 o algo más atrás...),

en síntesis, de ese marxismo que Merleau Ponty bautizara de "occidental" para contraponerlo al "marxismo-leninismo soviético, un marxismoque había sido olvidado o mejor, silenciado- - por el estalinismo. Porque ya en el tercer congreso de la Internacional y con sustentación de Zinoviev, la obra del filósofo húngaro (así como

la de Karl Korsch: Marxismo y losofía, de 1923) había sido "condenada". De otra parte, parece una contribución bien específica el que en los análisis concretos sobre la sociedad colombiana y de acuerdo conla afirmación de Arrubla no existe una historia nacional señalaron un contexto y un amplio marco de referencia universal del proceso revolucionario colombiano. La organización cuya praxis querían fundamentar Zuleta y Arrubla con sus ensayos teóricos de los años 1962-1963 fracasó después de un corto tiempo. "La contradicción entre la actualidad de la revolución, resultante de la situación critica del capitalismo de-

pendiente, y un trabajo de formación de cuadros y de apropiación de la teoría que no podía ser medido por éxitos a corto plazo, fue insoportable para activistas motivados políticamente. En vista de las di cultades casi insuperables para arraigar en el proletariado urbano no era difícil realmente seguir el ejemplo cubano (o también chino) y comenzar la lucha en las regiones rurales. Justamente porque en aquel momento no se daba ninguna praxis real que hubiese podido hacer plausible otra opción, la discusión interna condujo a los resultados corrientes: divisiones, expulsiones, apresura-

da liquidación de la organización, que a pesar de su nombre todavía no se había desarrollado como un partido . A pesar de la opaca desaparición del PRS, el efecto del análisis del capitalismo dependiente elaborado por Arrubla no puede ser subvalorado. Por primera vez se había desarrollado una concepción teórica que refutaba concluyentemente la idea de un proceso linml de las etapas de la revolución y el mito de una "burguesía nuriunnl" que pudiese jugar un papel progresista. Pero la fascina-

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ción del trabajo de Arrubla descansa propiamente en que anuncia una especie de teoría del colapso para el capitalismo dependiente. Esto sólo fue posible porque, como lo demostró agudamente un crítico ulterior, él confundió la coyuntura de los primeros años de la década del 60 con defectos de estructuras permanentes del capitalismo colombiano , Tal vez constituyan estos aportes de la revista Estrategia -prin cipalmente los deArrubla, Estanislao Zuleta y Jorge Orlando Meloel primer capítulo de un "marxismo académico en Colombia, aunque en este respecto sea justo mencionar ciertos antecedentes en algunas obras que reflejan algún contacto con el materialismo histórico y entodo caso pretenden basarse en él: así, para dar dos ejemplos pertinentes, Economía y cultura en la historia de Colombia (1942), del malogrado Luis Eduardo Nieto Arteta, y De los chibchas a la colonia y a la república, posterior en unos 7 años, de Guillermo Hernández Rodríguez. Este "marxismo académico" se desarrolla propiamente con los años 70 y produce notables contribuciones para la interpretación del desarrollo económico social del país en el campo dela historiografía, la historia social y económica, el análisis del proceso de industrialización. Muchos de sus autores provienen del socialismo o del Partido Comunista, pero así mismo son, con frecuencia, intelectuales aislados que extraen la conclusión del evi-

dente fracaso de las izquierdas organizadas, de que sus proyectos teóricos son muy de cientes. Los resultados negativos del traslado apresurado de modelos históricos o actuales de la revolución de otros países hacen factible la conclusión de que sin un conocimiento más exacto de la sociedad colombiana, de su historia, no es posi-

ble una praxis política que tenga sentido. Al invertir la conocida tesis sobre Feuerbach, estos cientí cos sociales parten del conven-

cimiento fundamental (muchas veces a pesar de su militancia en organizaciones revolucionarias) de que una mera voluntad de transformación sin una elaboración teórica de la realidad nacional no basta, que en primer lugar "no se trata de querer transformar el mundo, sino de interpretado de nuevo . Este marxismo académico se desarrolla principalmente es obv vio- en las cátedras universitarias; pero también en instituciones

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del Estado como Planeación Nacional, el DANE y otras entidades

consagradas a labores investigativas, a cargo de jóvenes investigadores que con frecuencia también realizan un trabajo docente. Los resultados de su trabajo se reflejan en algunas revistas importantes, como las dos del PC Documentos políticos y estudios marxistas , en las que se encuentran, al lado de ejemplos de cruda polémica, también importantes investigaciones sobre la historia del movimiento obrero y la estructura de clases de Colombia ; o Ideología y sociedad, "que se desarrolló en el ámbito de la tendencia socialista, pero desgraciadamente pierde interés desde 1977 cuando re eja, tras la vinculación del Bloque Socialista a la 4 Internacional, preferentemente los productos idelológicos del trotskismo internacional . Teoría y práctica en In América Latina, que aparecerá entre el 75 y el 78; o Cuadernos colombianos, que completó 12 números hasta mar-

zo de 1979, editados por Arrubla yen donde se publican por primera vez contribuciones importantes de historiadores y economistas marxistas sobre diversos aspectosde la realidad nacional y la peculiaridad de la formación social colombiana, que también encuentran acogida en algunas de las ediciones subvencionadas por el Estado del Instituto Colombiano de Cultura, que recogen significativos ensayos de historia y economía, como los "clásicos" de la Biblioteca Básica, los de volúmenes como el consagrado a la "Nue-

va Historia de Colombia y los 3 que conformanel Manual de Historia de Colombia. Particularmente difícil resulta precisar de qué manera se produjo el in ujo del materialismo histórico en el campo de la losofía, si

se tiene en cuenta que en nuestro país ella apenas si tiene la edad de quienes todavía con ella nos recreamos. Con gratitud hacia quienes inauguraron su ejercicio, debe resaltarse una dificultad específica que necesariamente habría de encontrar su cultivo y en particular el de la teoría crítica y el pensamiento radical. Esta dificultad nos remite al proceso de la sociedad colombiana a fines de la década delos cuarenta (durante la cual se han publicado los primeros trabajos filosóficos, de L. E. Nieto Arteta, Rafael Carrillo y Danilo Cruz Vélez) y a comienzos de los cincuenta; tam liión .1 la especificidad de la cultura contrarrevolucionaria, que vol-

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vía a insistir en un discurso considerado "connatural" a la personalidad de las naciones hispánicas y que en Colombia ya había presidido el desarrollo de la Regeneración y el ambiente ideológico de la hegemonía conservadora. Baste pensar de qué manera esto afectó la todavía incipiente actividad filosófica del país, para comprender cómo necesariamente tenía que retrasar el impacto ya el conocimiento- del materialismo histórico aquí. Porque si hay un elemento peculiar que debe ser resaltado en nuestro no tan remoto pasado y específicamente en el de la filosofía, es ese momento de frustración, ese momento contrarrevolucionario.

Quienes inauguraron en Colombia el ejercicio responsable de la losofía se ven obligados a presenciar un proceso represivo en sus mejores años- deben asistir al enlutamiento del espíritu, el

control, la censura. Apenas se ha fundado el Instituto de Filosofía en el interior de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional en 1946, el intento por hacer efectivamente contemporáneo el país, la apertura a esa gran tradición de la ilustración liberal, europea, cosmopolita y fraterna , esa tradición que pasa por Kant y Lutero, por Johann Sebastian Bach, Jorge Federico Hegel, Karl Marx (y más atrás, porque en estos in uyeron, J. I. Rousseau, Voltaire, el barón de Holbach, Renato Descartes y Francis Bacon),

se ve frustrado. No es casual que, vinculado íntimamente con esos acontecimientos,

la temprana década de los cincuenta sea el período de emigración de dos lósofos colombianos (Carrillo y Cruz Vélez) que en particular han sido impulsados a la indagación filosófica por la fenomenología husserliana, tras el primer gran momento inaugural: Ortega. Porque el "caso Ortega" para decirlo con el título de un ingenioso ensayo de Patricio Canto- no se puede comprender o ni tan siquiera plantear- sino a partir del de su patria, si es que de veras es cierto aquello de que el mundo es todo lo que es el caso (lo que seguramente no viene al caso). Digámoslo brevemente: el proceso de la contrarrevolución colombiana se vincula al de España y se consolida aquí durante los años de la "guerra fria . No sólo el ejercicio de la filosofía, toda la vida del espíritu se vio afectada por esta circunstancia.

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Por ello, la filosofía entre nosotros propiamente "renace" hacia nales de la década de los cincuenta y a comienzos de los sesenta: y son los mismos maestros pioneros quienes la animan y patrocinan. Para decirlo en pocas palabras: afortunadamente para el país, para la sociedad colombiana y también para el todavía incipiente marxismo

colombiano, persistieron ese puñado de individuos

que recuperaron para Colombia el legado: la obra de Immanuel Kant y Renato Descartes y Edmund Husserl, y realizaron entonces modestos ejercicios de exégesis la silenciosa tarea de carpintería filosófica- sobre sus textos, y los de Platón y Aristóteles.

Acaso no resulte pretendoso a propósito recordar aquí lo que pensaba Jorge Plejanov sobre el atraso y la penuria espiritual de su patria, la misma que resultaría llamada para bien y para mal- a inaugurar en la noche roja de octubre un nuevo capitulo de la humanidad: ese que, según estaba escrito, debería ser el último de su

prehistoria. Y Plejanov decía que no era posible construir el tejado directamente sobre el césped, y que su atrasado país tendria que transitar por esas etapas que algunas sociedades centroeuropeas habían vivido con plenitud. Ernst Bloch las enumera cuando recuerda que la sociedad rusa no conoció ni la Esoolástica tardía ni el Humanismo del Renacimiento, ni la Reforma y la Ilustración muy restringida allí- y, desde luego, tampoco la revolución burguesa. En la medida en que ecos de esos acontecimientos fundamentales dela historia del ser genérico hayan contribuido a con gurar la personalidad de nuestra nación, podemos plantear la pregunta por la presencia auténtica del "marxismo" en ella, y su futuro. El caso de Rafael Gutiérrez Girardot debe ser considerado en forma singular, por razones bien peculiares: se trata de un intelectual que ha vivido ausente del país durante la mitad de su viday, sin embargo, ha dejado una huella profunda, sustancial, en la for-

mación de la gente seria, apareciendo a los ojos de las nuevas generaciones como parámetro de laboriosidad, precisión, honestidad, incluso de redacción y gracia. Nacido en Sogamoso en 1928, Rafael Gutiérrez reside en Bonn,

de cuya universidad es ordinario. Estudió Derecho en el Colegio del Rosario, y Filosofía en el por entonces recientemente fundado

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Instituto de la Universidad Nacional, para viajar luego a España, en donde estudió Sociología y siguió los cursos de Xavier Zubiri, pasando a Friburgo de Brisgovia, a escuchar a Heidegger -a quien se le había permitido por entonces regresar a la cátedra- y hacer su doctorado con Hugo Friedrich. Ya a nales de los cincuenta, cuando renacía la actividad losófica en el país, Rafael Gutiérrez Girardot realizaba una profunda labor crítica desde el extranjero, reseñado para Mito, por ejemplo, a solo dos o tres años del evento, la nueva edición de Nietzsche y los escritos del profesor Schlechta sobre "El caso Niezsche", o traduciendo para Taurus la "Carta sobre el Humanismo" de Martín Heidegger (1959).

En lo que se re ere a nuestro asunto y muy brevemente comentado, la importancia de Gutiérrez para el desarrollo de la crítica materialista en Colombia es bien clara: casi que podemos decir que es el único, y en todo caso el primero, que ha realizado en Colombia un trabajo serio en ese campo. ReSulta sorprendente, además, que pueda simultáneamente "manejar" con tal propiedad complejos problemáticos tan variados como el de las letras hispánicas, hispanoamericanas y europeas. Sus escritos comenzaron a ser recogidos hace unos diez años. Asi, por ejemplo, Colcultura agrupó en 1976 (en Horas de estudio) 20 ensayos, que van de Borges a Pedro Henríquez Ureña, pasando por "Fin del arte y pérdida del aura (Hegel y Walter Benjamin) y un trabajo que originalmente apareció en alemán, en el tomo congratulatorio a Georg Luckács como motivo de su 80aniversario: Lo grotescto literario y su función crítico-social en la literatura hispanoamericana (Luchterhand Verlag, 1965).

Gutiérrez Girardot colaboró además con un excelente ensayo sobre la literatura colombiana en el siglo xx en el tomo m del Manual de Historia de Colombia del Instituto, que bien puede ser considerado como modelo de analisis crítico materialista a los desarrollos literarios en nuestro sociedad, y que es "crítico" en el eminente

sentido de fijar criterios para hacer resaltar lo genuino y lo retórico, lo que aún perdura y lo que ya es "museal" en la precaria tradición de nuestras leuas.

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De otra parte, basta con considerar otra de las di cultades para que se hubiera producido un mayor desarrollo de la investigación marxista en Colombia antes de la década del sesenta: el desconocimiento delas obras de Marx, por falta de traducciones al español. El Capital había sido traducido por primera vez en 1931 y publicado por Aguilar, en una edición bastante defectuosa y dela cual sólo circularon algunos ejemplares en Colombia. En 1946 el Forrdo de Cultura Económica de México editó una traducción mejor, de 3.000 ejemplares, de Wenceslao Roces, que, sin embargo, también deja

que desear (aunque menos que su versión de la Fenomenologia del espíritu de Hegel) y que, además, fue reimpresa apenas en 1963. La teoría crítica de la plusvalía se edita por primera vez en español en 1946, y con excepción de una edición cubana de principios de los sesenta, su primera reimpresión es de 1981. Los Grundrísse se editan por primera vez en francés (idioma relativamente accesible a los estudiosos colombianos) a fines de los sesenta (y a mediados de

los setenta en español). Aunque las apreciaciones de Gabriel Misas se refieren, como lo dice el título de su contribución a la serie de conferencias motivadas por el centenario de Marx y editadas por la Universidad Nacional, al Marxismo en la investigación económica", creemos que

pueden ilustrar una forma muy característica en la recepción del mismo. Él dice que entre 1960 y 1965 únicamente se podían contar en la Universidad Nacional, por ejemplo, tres profesores marxistas, "ninguno de ellos en la Facultad de Economia", y agrega: Si durante casi toda la década de los sesenta, el marxismo estuvo ausente dela enseñanza universitaria, la década de los setenta es la época de la gran irrupción del marxismo en la universidad, que no sólo abarca la universidad pública sino también las universidades privadas. Irrupción que la podemos denominar como el fenómeno: Marta Hameker. Se inicia la introducción masiva de los conceptos desarrollados por L. Althusser, pero bajo una modalidad deformada y mistificadora, bajo la forma de una cartilla resu mida, elaborada por Hameker. En lugar de significar un avance positivo para la comprensión del marxismo, el fenómeno Hameker

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significó un gran retroceso. Se invadió la enseñanza universitaria con manuales de muy baja calidad pero con una temiinología cientí ca. A diferencia de los manuales anteriores, que en formaexplícita, como su nombre mismo lo indicaba, se presentaban como una vulgarización de los aportes de Marx, por el contrario, el trabajo de la Hameker, bajo un pretendido rigor cientifista en el lenguaje, dio pie para que se le tomara como sustituto del trabajo no solo de Althusser, sino también deMarx. En lugar de leer El capital, como lo pretendía Althusser, en Colombia se leía a Hameker. Estudiante y profsores "formados" en la lectura del nuevo manual, creían saber los conceptos del marxismo, al recitar el catecismo del nuevo manual. Conceptos que no les servían ni a los estudiantes ni a los profesores como elementos metodológicos para aprender la realidad, para emprender análisis concretos. Muchas de la críticas que se le hacen al marxismo, especialmente por parte de antiguos militantes, por su pretendida simpli cación en el estudio de la realidad, por la falta de conceptos para estudiar las formaciones sociales concretas, provienen de militantes formados con los manuales antes mencionados .

No debemos olvidar además cuán tardíamente se leen las obras fundamentales del marxismo del siglo veinte el "marxismo occidental en la propia Francia. Pensadores como Lukács, Korsch, Gramsci, apenas comienzan a conocerse allí por los tempranos sesenta, treinta o cuarenta años después de haber aparecido en sus idiomas originales. Las dos obras de Lukács y Korsch Historia y conciencia de clase y Marxismo y losofía, de 1922 y 1923- se editan por los años 62 y 64 en la colección Arguments que dirigen para las Editions du Seuil el filósofo griego Kostas Axelos que en buena parte ha introducido a Heidegger- y el siquiatra húngaro Joseph Gabel, un discípulo cle Goldmann: pero al parecer su efecto es opacado por el de_ Althusser y su equipo. En todo caso, en Colombia el "discurso" del "althusserianismo" comenzó a fatigar a mediados de los setenta: Gabriel Mm. "E mandame y la investigación económica", en: H marxismo en Colombia. Bogotá. Universidad Nadonal de Colombia, Depto. de Historia, 1984, 13691215216.

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comenzó a agotarse, degenerando en algunos casos en una jerga epigonal propia de administradores y tecnócratas. Pero es bastante comprensible que mucho en los inicios, en esa desaforada búsqueda de explicación a la aguda crisis que vive la sociedad colombiana por esos años, fuera confuso, vago, producto

más de la inseguridad que de la formación de generaciones que emergen de un naufragio de la sociedad civil durante el episodio negro de la historia de Colombia Mala hora", como tan acertadamente bautizara Gabriel Garcia Márquez al período a finales de los cuarenta y comienzos de los cincuenta en Colombia. La violencia, la persecución, la indignidad, el abuso del poder... Estos acontecimientos terribles en la reciente historia nacional necesariamente tenian que haber afectado en el fondo de su ser de su "identidad a quienes a comienzos de los sesenta intentaron de nuevo retornar a una tradición, de suyo bastante endeble entre nosotros,

la de la filosofia. El momento contrarrevoludonario afectó de nitivamente el proceso intelectual de la nación: como en España (tras un episodio republicano de sólo seis años, lleno de posibilidades y algunas realizaciones) éste se apagó, fue silenciado. Para intentar de nuevo los viejos tópicos,los viejos trucos en contra del espíritu universal y de la modernidad. Se examinan hoy algunos de los textos que por los cincuentas desarrollaban los programas de las asignaturas llamadas "sociales" en los programas oficiales de la enseñanza secundaria en Colombia la filosofía, la historia (universal y patria) - y no puede uno menos de avergonzarse por esa época en la historia del país como si no existiesen ya razones macabras para hacerlo- - por el grado de banalidad con que se consideran los problemas más genuinos y se relatan los acontecimientos fundamentadores de la humanidad de la era moderna, trátese de La Reforma, la filosofía

crítica o el aporte de Charles Darwin. Para lirnitarnos a un solo ejemplo, se explicaba el movimiento de la Reforma en la primera mitad del siglo xvt exclusivamente con base en las urgencias pasionales de Martín Lutero, quien, por lo demás, en 1517 era un monje ejemplar (inclusive excesivamente riguroso, pero lo que im-

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porta aquí es que ello ya sería su ciente mérito, porque pertenece a la naturaleza del hombre: como el sufrimiento, que la culpa y la necesidad de venganza le impusieron contra ella, algo sobre lo que mucho sabía Juan Jacobo Rousseau otro apestado de entonces- - porque lo había vivido y tuvo la valentía de confesámoslo). Pero si se partía de considerar, como lo hace un teólogo jesuita en un texto de enseñanza obligatoria para una asignatura introducida en el pensum por esos años al lado de la "Cátedra bolivariana : la "Apologética", que la obra de Inmanuel Kant era el origen de todos los errores que aquejan al mundo moderno", ¿qué otra cosa se podía esperar? La vinculación con lo acaecido trágicamente a la república española no es casual ni arbitraria, y debe considerarse expresamente su significación en el específico aspecto ideológico. Piénsese en la restauración , piénsese en el contenido del concepto franquista de la "Hispanidad" y su función paranoide, la proyección delirante y la ubicación del otro que nos amenaza porque no es como nosotros. Pero, ¿no hablaba ya don Marcelino Menéndez Pelayo (el

mismo que hubiera bautizado a la aldea regeneradora de Atenas Suramericana" y se carteaba con Miguel Antonio Caro) desde finales del siglo pasado de las "brumas germánicas y de"los enemigos de nuestra raza para referirse a la losofía alemana? Considerándolo así, podemos acaso caracterizar como una

"aclimatación" del materialismo en Colombia el intento por salir al encuentro de la enérgica, lúcida tradición del marxismo ale-

mán, cuyos desarrollos pasan por obras del calibre de Rosa Luxemburgo y Franz Mehring, para conducir - en las de un Lukács o un Korsch, un Horkheimer o un Adorno, un Walter Benjamin y un Marcuse- al replanteamiento más agudo del mismo en el proceso contemporáneo. En el caso de la teoría crítica de Frankfurt - como en el de Gramsci, de quien todavía debemos hablar y quien falleciera en prisión después de años de encierro cancelario- se debe decir que se trata de un pensamiento interrumpido , aplazado, que tras ser silenciado por la dictadura durante 12 años y tras el exilio (del cual muchos no volvieron) todavía durante los años de la "restaura-

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dados tradicionales por modernos terratenientes o por financistas e industriales de portafolio . En la realidad, la "revolución en marcha" se constituyó en una

de las frustraciones más evidentes para las clases subaltemas, "porque en sustancia no se alteró nada del edificio social y político establecido desde los tiempos de la hegemonía conservadora , y a través de ella la movilización de las masas populares solo fue promocionada por el partido de gobierno "como forma de contar con una sólida base de apoyo, perono con el ánimo real de impulsar importantes transformaciones en los planos político y social . Es en este contexto en que se produce el ascenso político de Gaitán: se enmarcaba dentro de parámetros "anticapitalistas y moralizantes, los mismos que desde el punto de vista ideológico habían planteado la pequeña burguesía y los sectores populares en la Revolución Francesa . Un "anticapitalismo romántico también, que propugnaba por la defensa de la pequeña propiedad, la del tendero y el artesano, a cuyos intereses se sumaban los de la clase media profesional y que denunciaba los "abusos" de los acaparadores, de los monopolios, los usureros y agiotistas "que vivían como sanguijuelas chupandole la sangre al pobre . Gaitán en realidad era partidario de un virtual "capitalismo democrático , proyecto ideológico que los autores califican de "inconsistente : en este sentido el proyecto pequeño burgués de Gaitán era un anacronismo histórico; era nadar contra la corriente pretender la

defensa de la pequeña propiedad del embate del gran capital". De otra parte, la concepción gaitanista identificaba más con la defensa etérea del pueblo antes que con fuerzas concretas (como los obreros o los campesinos) que eran las señaladas para hacer viable un capitalismo democrático , por lo que aquella en realidad no sv apoyaba en las capas sociales que habían hecho su aparición con vl desarrollo mismo del capitalismo, sino en las arcaicas, en los re-

ledos primitivos a los cuales les esbozaba un programa apropiado ¡mm movilizarlos pero anticuado e irrealizable históricamente . Por a-llu concluyen los autores , el radicalismo gaitanista tenía cierto ¡um wuln n m v] utopismo jacobino, "pues ambos pretendían defen-

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der la pequeña propiedad citadina (artesanal tendera) y propugnar a su vez por el desarrollo capitalista . Pero con razón se preguntan si acaso lo uno no contradecía de plano a lo otro. En realidad Gaitán estaba más cerca ideológicamente de Proudhon que de Marx, y lo que en su análisis relativo al papel que debía jugar la clase media resultó planteando como solución para reestablecer el equilibrio fue "el retorno a la época feliz donde reinaban los pequeños propietarios". Lo cual en realidad no era ni más ni menos que "el regreso a la sociedad precapitalista en la que no existiría la voracidad por la acumulación, ni la competencia que desgarraba al pequeño propietario, ni la generalización del trabajo asalariado que carcomía las estructuras del artesanado y el pequeño tendero . De este modo "en última instancia la prédica gaitanista era una forma de resistencia de todos aquellos sectores afectados por la consolidación del capitalismo y quese enfrentaban eramente a su inconteníble avance . La categoría de "pueblo" considerado como "el alma de la nación"- era en el fondo anacrónica y aparecía vinculada al ideal de la pequeña democracia "y al sueño de un pasado democrático feliz , lo que de nuevo tenía mucha más relación con la revolu-

ción francesa y el radicalismo jacobino que con otras corrientes del pensamiento". No sería exagerado a rmar que el gaitanismo como movimiento político hubiera llegado a ser un callejón sin salida. Pero seguramente su debilidad re ejaba el retraso politico y cultural del país, consecuencia a su vez del debilitamiento democrático que trajo consigo la Regeneración, que estableció la república señorial de la hegemonía conservadora durante la cual se inicia el proceso de industrialización y la adecuación infraestructura] del país, vinculada a esta y a la necesidad de abrirse a las expectativas del mercado mundial. Por ello, como conclu-

yen los autores, el reformismo liberal que vino luego fue "enclenque y modificó muy escasamente las condiciones de desarrollo del capitalismo "salvaje" entre nosotros, contribuyó muy precariamente al proceso de conformación de una sociedad civil amplia y progresista dentro de un proceso de acumulación que a finales de los cuarenta alcanzó índices "que producirán envidia a cualquier capitalista del mundo".

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Por ello nos resultan muy pertinentes las siguientes palabras de los autores: "A ello se agregaba que la burguesía industrial pactaba con otros sectores, como los terratenientes, en contra del conjunto de las clases subalternas, para negar la menor dádiva democrática; no impulsó ni siquiera una tímida reforma agraria, no dió participación real al movimiento obrero; no rompió con la dependencia secular frente al clero y luego respecto a los militares; y facilitó la intervención del Estado pero en aras de una reducida minoría . Podemos afirmar a manera de conclusión, que a lo largo de la historia colombiana el proceso de la revolución democrático-burguesa y la propia experiencia plena de la modernidad se han venido postergando inde nidamente, aunque sin lugar a dudas los pro blemas y conflictos que caracterizan nuestra circunstancia contemporánea provienen de la confrontación con ellas. El peso de la inercia y de los privilegios, los vicios heredados de la tradición señorial, anacrónica, hispánica, los compromisos de las clases emergentes con el pasado y el atraso, el sincretismo de lo moderno y posmodemo, todo ello ha conducido a una circunstancia que con mucho acierto designará Rafael Gutiérrez Girardot con el neologismo de retroprogresismo : aquí se ha marchado un poco, en sectores esenciales de la vida ciudadana, de acuerdo con la con-

signa de dar un paso adelante y dos atrás.

II A los doscientos años de la Revolución Francesa"

¿De qué manera pudiéramos expresar 'en pocas palabras la significación universal y especi ca de esos acontecimientos que sacudieron a Francia y pronto a toda Europa- a partir del verano de 1789? Con la siguiente consideración comenzaba uno de los primeros comentarios sobre la toma de La Bastilla, el del corresponsal del Morning Post de Londres el día 21 de julio: "Un inglés que no esté lleno de estima y admiración por la sublime manera en que se está efectuando una de las más importantes revoluciones que el mundo ha conocido, debe de estar muerto para todo sentimiento de virtud y libertad...". Y agregaba: "Ninguno de mis compatriotas que hayatenido la buena fortuna de presenciar las transacciones de los últimos tres días en esta ciudad, testi cará que mi lenguaje es hiperbólico . Es bien conocida la anécdota sobre Kant: el único día en que,

conmovido por las noticias provenientes de París, dejó de realizar su puntual paseo vespertino por el cual ponían sus relojes los tenderos de Konigsberg, pensó que una nueva época de la Humanidad se había iniciado. Lo mismo que anotó Goethe en su Diario unos tres años más tarde, cuando el ejército de plebeyos derrotó en Valmy a los prusianos al mando del Duque de Brunswick que querían restaurar en el trono de Francia a Luis xv1. También se sabe que algunos días después del asalto a La Bastilla tres adolescentes, seminaristas de Tubinga, sembraron un árbol en homenaje a los revolucionarios franceses: Jorge Federico Guillermo. Hegel, Guillermo Schelling, Federico Holderlin. ' Presentación al Dossier" o separata con motivo del bicentenario de la Revolución irancesa en la Revista de la Universidad Nacional de Colombia (núm. 21, julio de 1989).

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Pero volviendo a Kant, vale la pena recordar de que modo él, en un escrito del año 98, a sólo cinco años de su muerte y cuando la

revolución en cierto sentido ya había concluido, consideraba que la Revolución Francesa demostraba "una tendencia moral del género humano hacia el constante progreso: "hacia lo mejor . La revolución de un pueblo lleno de espíritu, que hemos visto realizarse en estos días, puede tener éxito o fracasar, puede acumular tantas miserias y horrores, que un hombresensato, que pudiera realizarla por segunda vez, con la esperanza de un resultado feliz, jamás se resolvería sin embargo a repetir ese experimento a ese precio; esa revolución, digo, encuentra en los espectadores... una simpatía rayana en el entusiasmo y cuya manifestación, que lleva aparejado un riesgo, no podía obedecer a otra causa que a una disposición moral del género humano.

En el apartado séptimo del mismo escrito que hemos citado (El con icto de lasfacultades), intitulado Historia pmfética de la humanidad, sostiene el filósofo que en lo esencial -la conquista de una constitución republicana que garantice la paz entre las naciones- él puede asegurar "también sin espíritu profético y "por los aspectos y signos precursores de nuestros días", que la especie humana "va a lograr este fin y que desde ese momento "su progreso hacia lo mejor nunca reconocerá una regresión total . Y concluye: "Porque un fenómeno como ese no se olvida más en la historia de la humanidad,

pues ha revelado en la naturaleza humana una disposición y una capacidad de mejoramiento que ningún político hubiera podido desentrañar con toda su sutileza de la marcha de los acontecimientos ocurridos hasta ahora, y que sólo la naturaleza y la libertad, unidas

en la especie humana según los principios jurídicos internos, podían prometer, pero, en lo que se refiere al momento, sólo de una manera determinada y como un acontecimiento contingente". A cinco años de la decapitación del rey considera Kant que incluso si la revolución fracasase la huella que ella ha dejado en la memoria genérica de la humanidad es indeleble: Si el fin propuesto por este acontecimiento tampoco fuera alcan7.!(ln ahora; si la revolución o reforma de la Constitución de un pue-

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blo fracasara al nal o si después de durar algún tiempo, todo volvia» ra nuevamente a lo de antes (como lo anuncian algunos políticos), esa

predicción filosó ca no pierde nada de su fuerza Pues ese acontecimiento es demasiado grande, está demasiado ligado a los intereses de la humanidad y, tiene una in uencia demasiado extendida sobre e] mundo y todas sus partes, como para que no sea recordada a los pueblos y en cualquier ocasión propicia y evocada para la repetición de nuevas tentativas de esta índole; y sin duda, enun asunto tan impor-

tante para la humanidad, la Constitución deseada llegará necesariamente en cualquier momento a esa solidez, que la enseñanza de experiencias múltiples no dejaria de realizar en el espíritu de todos. También debemos recordar la apreciación del Hegel maduro,

en sus Lecciones sobre la loso a dela historia universal:

Nunca antes, desde que el sol ha estado en el firmamento y los planetas han girado a su alrededor, se había visto que el hombre se coloque sobre su cabeza, esto es, en el pensanuento, y construya la realidad de acuerdo con éste. Anaxágoras fue el primero en decir que el espíritu (Nous), la razón, gobierna el universo; pero sólo ahora ha llegado el hombre a reconocer que el pensamiento debe regir la realidad espiritual. Así fue esta una gloriosa aurora. Todos los seres pensantes han celebrado esta época.

Cierto que todo parecía brillar en esa aurora, aunque muy pron-

to lo que brillaría, a la luz del sol y de la luna, sería la hoja de la máquina macabra introducida desde Italia y adoptada por la Asamblea a propuesta del doctor Guillotin. Saint-Just justificaría su uso a tres meses de la ejecución del rey el 21 de enero del 93, aunque implícitamente también abogara por y propusiera un medio más humanitario, después de todo: Pronto las naciones ilustradas procesarán a quienes las han gobernado hasta ahora. Los reyes serán enviados al desierto a hacer compañía a las bestias feroces a las que se parecen, y la naturaleza recobrará sus derechos . bcn palabras de Saint-Just y del corresponsal del MomingPoarde Londres constith el epigraio al capüulo tercero del libro de E. l. Hobsbawn. Las revoluciones burguesa: (Madrid. Guadarrama. 1971).

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Esta ambivalencia de la revolución: el propósito humanitario envuelto en el lenguaje del terror, resultó ser una de sus características. Es el mismo Robespierre, que habla a favor de la ilimitada libertad de expresión y en contra de la pena de muerte en la primera etapa, el que envía al cadalso a sus antiguos camaradas, Camilo Desmoulins y Danton. La Constitución del 93 -la más democrática de todas, la que mayor representatividad otorgaba al pueblo llano, aquella que no consideraba sólo la libertad y la igualdad formal ante la ley sino también, en germen, la exigencia de la felicidad para las mayorias nunca entrará en efecto, porque la guerra hará inevitable la dictadura: primero la de los jacobinos, hasta Termidor, y luego la más larga y significativa, la que se fue montando desde el golpe de Brumario en los días postreros del siglo... Sin embargo, ¿cómo no evaluar justamente todos los momentos

de la revolución, inclusive aquellos con los que en principio no es-

tuviéramos completamente de acuerdo: el abuso del terror, la arbi-

trariedad e indiscrirninación, la impetuosidad, los excesos? El tigre Clemenceau dijo una vez, en medio de las refriegas de la tercera república que se sostuvo, tras los días de la Comuna, contra la reacción derical y todavía monárquica o ya casi prefascista (si se piensa en el Boulanguerismo o en la "Action francaise", que aparece

durante el proceso a Dreyfus a nales del siglo) que la revolución había que tomarla "como un bloque . Es eso lo que se nos plantea a nosotros hoy. Porque, querámoslo o no, provenimos de ella.

III La celebración del bicentenario de la Revolución Francesa entre nosotros"

La celebración del bicentenario de la Revolución Francesa entre nosotros se constituyó en una buena oportunidad, no sólo para conmemorar lo acaecido en Francia a partir de la primavera y el verano de ese año -la reunión de los Estados Generales y su conversión en Asamblea Nacional Constituyente del pueblo francés, el asalto a La Bastilla, la derogatoria de los privilegios feudales, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la confiscación de los bienes delos nobles emigrados y dela Iglesiasino también para re exionar sobre nuestro propio destino, sobre el prescnte y el futuro de nuestra nación, sobre la vigencia entre nosotros de los principios del 89, la democracia, el respeto a la voluntad general, la consideración del pueblo como "constituyente primario que otorga un mandato y, muy en particular, sobre el grado en que se cumplen -o no- entre nosotros las exigencias de aquella justamente célebre declaración del 26 de agosto de 1789, que fuera refrendada por la de la Asamblea General de las Nacio nes Unidas en su reunión de San Francisco del 10 de diciembre de 1948 como "Declaración Universalde los Derechos del Hombre". Ocasión para meditar sobre el proceso de la modernidad entre nósotros, para interrogamos en relación con el grado de madurez

ciudadana que hayamos

o no- alcanzado, y constatar con ello

¡ Rosana del libro Libertad y terror publicado por la Universidad do Ánlioquic. En el Boletin Culturaly'Bibliogrú co del Banco de la República, vol. m. núms. 24-25, Bogotá. 19%. págs. 8 l -84.

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hasta qué punto somos verdaderamente contemporáneos, hasta qué punto y cuánconscientemente pertenecemos a esta civilización planetaria moderna cuya "aurora", como lo enseñara Guillermo Fe-

derico Hegel en sus Lecciones sobre Ia loso a de la historia universal, fuera la gran revolución de Francia. Ocasión igualmente para despejar equivocos, porque todavia en nuestro medio es corriente la consideración parroquial, mezquina y rencorosa, ante los acontecimientos que dieron nacimiento a

la modernidad, esa actitud frívola, tan frecuente entre nosotros.

que se niega a ubicarlos en la dimensión que les corresponde, así ello incluya la reflexión y la crítica, por ignorancia, por desconocimiento o deformación de los hechos, por vanidad y fatuidad ante los desarrollos universales de la historia y cultura modernas, acti-

tud que por otra parte tan fácilmente se compagina con el ansia de novedades, el deseo compulsivo de vivir siempre a la última mo

da, pendiente de lo más reciente que produce la "industria de la cultura , como sucede en el presente con casi todo lo que se refiere a la problemática de la "postmodernidad", sin haber comprendido ni asimilado y en ocasiones sin haber ni siquiera sospechado las raíces, los procesos esenciales y los acontecimientos definitorios de esa circunstancia global: la modernidad, hoy en crisis. Para contrarrestar esta banalidad resulta necesaria la conmemoración de acontecimientos tan significativos como el de la Gran Revolución. Si tomarnos en cuenta los ciclos de conferencias, los cursos, las exposiciones, las muestras cinematográ cas, las discusiones y mesas redondas, las publicaciones universitarias, podemos

consideramos satisfechos al hacer el balance de las actividades realizadas en nuestro país con tal motivo. Pero en lo que se re ere a estas últimas, sin lugar a dudas ha sido el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, que también patrocinara un ciclo de conferencias sobre el asunto, el que de lejos se ha llevado las palmas de la excelencia con esta obra de características excepcionales, el gran libro 500 páginas, con un formato de 28,5 por 22,5 centímetros elaborado

por un consagrado equipo de investigadores y compiladores bajo I.i dirección general del profesor Félix de Bedout Gaviria, uno de

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los más conspicuos estudiosos del tema entre nosotros, diagramado

e ilustrado con gran acierto por Diego Mesa González, quien ha utilizado las bellísimas ilustraciones (grabados) de la Historie de Ia revolutionfrangaise de Louis Blanc, obra en dos tomos publicada en París en 1870 (ornée de 600 gravures executes par I elite des artistes sur les dessins de M. H. de la Charlerie). La edición del libro contó con el apoyo de las autoridades de la Universidad y del Departamento de Antioquia y esta dedicado a la memoria de Antonio Roldán, gobernante honesto, cuya vida absurdamente

segada fue testimonio de adhesión a la democracia y amor a la Universidad; de la Biblioteca Central y del primer director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad, Carlos Gaviria Díaz, quien en

su calidad de vicerrector general de la misma hace la presentación, afirmando en el primer párrafo que "la Revolución Francesa, como cualquier hecho históricamente significativo, tiene un carácter

bifronte: clausura una época e inaugura otra . Lo que quiere decir que "declara caducos ciertos modos de vida seculares y los correspondientes hábitos espirituales dispuestos para preservarlos , para crear sobre sus ruinas otros nuevos, homólogos. El mismo presentador resume en un párrafo ulterior las características del libro y el propósito que los llevó a editarlo: "mostrar las actitudes más diversas y aun contradictorias- dentro de un heterogéneo collage' que registra opiniones no sólo de historiadores e ideólogos sino de filósofos de todos los rangos y procedencias, escritores políticos y novelistas cuya diferenciación no siempre es fácil , analistas rigurososos y cronistas intencionados...", agregando más adelante que ex profeso "se ha excluido cualquier orden metódico que dispusiera, verbigracia, en un apartado los hechos en sí y en otro los juicios de valor, para precaver toda posible contaminación". Por el contrario, lo que se ha querido aquí es más bien "descubrir entre la maraña de objetos heterogéneos el que a uno más le seduce o, como en los jardines infantiles, aprender en el

juego". Una cita del gran historiador Lucien Febvre cierra la presentación e ilustra a cabalidad el modelo hermenéutico que se propone. ¿Comprender? Se puede comprender tomando directamente de los libros las ideas políticas de los reformadores, comparando-

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las, poniendo de relieve las posibles combinaciones, sus contradic-

ciones no mani estas, sus probables consecuencias. Pero no es a eso a lo que un historiador llama comprender. Para él, comprender no es clarificar, simpli car, reducir a un esquema lógico perfecta-

mente claro, trazar una proyección elegante y abstracta. Comprender es complicar. Es enriquecer en profundidad. Es ensanchar por todos lados. Es vivi car". Como ejemplo de tal metodología valga la pena recordar la forma peculiar como se desarrolla el libro. Si en las primeras páginas se estudia el concepto, la condición y los criterios para estudiar la revolución con base en textos que se pueden considerar "clási-

cos" sobre el asunto, de Hanna Arendt (Sobre la Revolución), Crane Briton (Anatomía de la Revolución), Bakunin, J. Vincens Vives, Marc Bloch, Denis Richet, Albert Soboul, Alice Gerard, Alfred Weber, Manuel González Prada, Plejanov, José Luis Romero,Adam Schaff, Manfred Kossok, Daniel Guerin y Carlos Arturo Torres, entre otros-

en las subsiguientes se hace un breve recorrido por los antecedentes teóricos de la revolución: la Ilustración. Entonces se cita un fragmento del célebre opúsculo de Immanuel Kant (Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?) o de la irónica carta de Voltaire a Rousseau a propósito de su Discurso sobre las ciencias y las artes, de las obras clásicas de Taine y Lamartine Los orígenes de la Francia contemporánea, la Historia de los girondinos , y también reflexiones de historiadores contemporáneos, como Georg Rudé (La Europa revolucionaria), o Hans Freyer (Historia universal de Europa).

En seguida comienza a desarrollar el drama, haciendo la

presentación de los personajes: Luis xv1 y MaríaAntonieta, los hermanos del rey (condes de Artois y de Provenza, que serían reyes tras la restauración). Madame Elisabeth, la princesa de Lamballe. Los últimos ministros del rey: Turgot, Necker, Calonne, Lomenie de Brienne. Los personajes de la primera fase de la revolución: el marqués de Lafayette, el duque de Orleans (aquel opulento primo del rey que pronto sería llamado "Felipe igualdad , que militaría en La Montaña hasta perder la cabeza y cuyohijo sería coronado rey por la burguesía triunfante en julio de 1830). lil abate Siéyes, de cuyo famoso pan eto ¿ Qué es el Tercer esta-

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do ? se transcriben algunos pasajes. Mirabeau, Madame de Stáel, Madame Roland, la princesa de Polignac; el príncipe de Conde, el diputado Le Chapelier, Bamave. Tal galería de personajes se continúa luego con otras guras que van siendo reseñadas aproximadamente en el mismo orden en que hicieron su aparición por entonces. Por ejemplo Robespierre, Camilo Desmoulins, Marat; Bailly, Brissot, el marqués de Bouillé, Drouet

(el modesto jefe de postas de Saint Menehould que reconociera a Luis cuando huía y al galopar hacia Varennes impidió su fuga). Dumouriez, Collot D Herbois, Danton, Saint-Just, Chaumette; el

renano Anarcharsis Clootz y el inglés Thomas Paine. Fabre D Eglantine, Fouquier vaille (el fiscal de los juicios contra el rey y la reina y contra tantos otros). Herbert, el extremista, que también sería guilloünado por orden del Comité deSalud Pública; el exclérigo Iacques Roux, dirigente de los rabiosos , el actor Talma.

O el zapatero Simón, a quien se confiara la educación republicana

del Del n; el sanguinario Carrier, Tallien, Cecile Renaut,

Madame Recamier y Madame Tallien; la ciudadana Jose na de Beauhamais, Cayo Graco Babeuf, Chateaubriand..., hasta el joven

general Bonaparte y quien sería por lustros su ministro de asuntos exteriores y enel 89 aún era el joven obispo deAutun: De TalleyrandPerigord. Lo interesante y sugestivo es que toda esta pléyade de personajes aparece retratada con base en las más disímiles fuenteszAlfonso de Lamartine, cuya obra, por razones obvias, es frecuentemente citada. Thomas Carlyle, Albert Mathiez o Franz Funck Brentano; Saint-Beuve,Albert Sorel, G. Lenotre, Jules Michelet, Albert Soboul (varias de sus obras). Roland Mousnier, F. C. Montague, Georges Lefebvre, Iean Jaurés, Paul Hazard, L. A. Thiers. Pero también Ale-

jandro Dumas (El Collar de la reina, Angel Pitou, El camino de Varennes, LA condesa de Chamy) o Charles Dickens (Historia en dos ciudades), Alexis de Tocqueville (El antiguo régimen y la revolución), Proudhon o Ilya Ehrenburg (La conspiración de los iguales), Balzac (Los chuanes) o Victor Hugo (El noventra y tres).

Con esto no hemos hecho mención sino de algunos de los protagonistas y delas fuentes más relevantes. En lo que se refiere al cur-

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so de los acontecimientos, el libro va mostrando paulatinamente de qué manera se fueron produciendo los hechos, cómo se desa-

rrolló el drama. Desde la Asamblea de los Notables del reino con textos de Michel Vovelle, Max Weber y Albert Mathiez -, la aper-

tura de los Estados Generales y el juramento del Salón del juego de la pelota unas semanas más tarde, recordado con emoción en sus

Cuadros históricos de la revolución francesa por un contemporáneo: Chamfort. La agitación en París durante los días que siguieron a aquel hecho, en particular tras conocerse la destitución de Necker el 11 de julio; la apasionada intervención del joven Camilo Desmonlins en los jardines del Palais Royale: ¡Ese es el toque de rebato que anuncia una San Bartolomé de patriotas! Sólo nos queda un recurso... correr a las armas . El desfile del pueblo detrás de los bustos de Necker y el duque de Orleans, el primer choque con la caballería en la plaza de Luis xv (que luego sería rebautizada de la concordia ). El repliegue de las tropas reales al Campo de Marte, la formación de los destacamentos armados de los que saldría luego la Guardia Nacional al mando del marqués de Lafayette; el asalto al cuartel de los inválio

dos para hacerse a las armas en vísperas del 14 de julio, la caída de La Bastilla, todo esto relatado con base en textos de Thiers, George

Rudé, Jules Michelet, F. C. Montague, Jean Royusselot, Alfredo Stern, Albert Soboul, Dumas...

Y también el viaje de las mujeres de París a Versalles, que obligan a los reyes a trasladarse a la capital el 6 de octubre de ese año; la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, el juramento de la Constitución por parte del rey. El intento de fuga de la familia real y su detención en Varennes,

el humillante regreso a París, la invasión de las Tullerías el 20 de junio y el 10 de agosto, el traslado del rey y la familia real al seno de la Asamblea para protegerlo, dramáticamente relatado por Pierre Louis Roederer, procurador general y síndico, en su Chronique de cinquantejours du 20juin uu10 aóut 1792, publicada en París en 1832 y de la cual se transcribe un pasaje.

¡El confinamiento de la familia en la torre del Temple, según el "l Mario de lo que sucedió en la torre del Temple durante el cautive-

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rio de Luis XVI , dramático testimonio de Jean Baptiste Clery, ayuda de cámara y barbero de Luis XVI que escapó por una ventana el 10 de agosto cuando los reyes abandonaron para siempre el palacio de las Tullerías- y luego se ofreció para continuar sirviendo al monarca en su cautiverio, convirtiéndose por ello en testigo de excepción de sus últimos días. Su relato de la postre: entrevista del condenado con su defensor, el filósofo y jurista Malesherbes, que le comunica en medio de sollozos el veredicto de la Convención; de

la última misa de Luis y su decapitación el 21 de enero de 1793, todo ello también contado alternativamente a través de Alejandro Dumas (la condesa de Chamy) y de Victor Hugo (su patética relación del momento en que se procedió en la Convención a votar nominalmente la suerte del rey, en la novela que escribiera poco antes de morir, El noventa y tres).

Pero también nos encontramos con una afortunada selección de consideraciones y re exiones generales sobre la revolución, favorables y desfavorables, críticas o entusiastas, por ejemplo del célebre y polémico libro de J. J. Talmon sobre Rousseau: Los orígenes de la democracia totalitaria; del príncipe Kropotkin, uno de los grandes teóricos del anarquismo decimonónico: La Gran Revolución (1909); de Edmund Burke (sus Re exiones sobre la revolución de Francia,

apareciadas en 1790), Gustav Le Bon (La revolución francesa y la psicología de las revoluciones), Norman Hampson (Historia social de 1a o León Trotsky (Termidor y bonapartismo). revolución francesa) Ola re exión de fondo sobre la circunstancia social del momento, a través de un texto de Paul Hazard (La crisis de la conciencia euro-

pea), seguido de los primeros párrafos de la gran y terrible novela de Dickens (Historia en dos ciudades), para pasar en seguida a una consideración global sobre la Europa de entonces: Las revoluciones, 17701790 de]. Godechot, a la que sigue un texto de Lenin, La bancarrota de la II Internacional, que antecede a otro de Michelet sobre el Terror, el

cual a su vez precede a varios fragmentos tomados de un libro bien curioso, la Historia de las creencias, supersticiones, usos y costumbres, del cual se citan por ejemplo algunas de las Oraciones y los evangelios laicos, la Invocación y el catecismo republicano, de Chabeaussiere, que obtuvo el premio en un concurso abierto por entonces:

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¿Quién sois? Hombre libre, francés y celoso de mis derechos, nacida para amar a mi

hermano y servir a mi patria, vivir de mi fortuna o de mi industria, aborrecer la esclavitud y someterme a las leyes... etc.

Y luego, un fragmento de los apuntes autobiográficos de Pierre Joseph Prudhon, del libro de Tocqueville y de otro que ha sido considerado también como un clásico : Esencia y valor dela democracia, de Hans Kelsen. El libro conduce, como es lógico, a la crisis de Termidor: al régimen del Directorio y, nalmente, a] golpe de Brumario. Recordemos, por ejemplo, un sugestivo fragmento (pág. 437) sobre el Salón de Barrás (en el que se gestó la conspiración y en donde, también, el joven general Bonaparte conocería a su futura esposa, que por entonces era la amante de aquel), tomado de un libro de recuerdos de la duquesa de Abrantes, su Historia de los salones de París - Escenas y retratos de la sociedad aristocrática en tiempo de Luis xw, el Directorio, el

Consulado y el Imperio, la Restauración y el reinado de Luis Felipe.

Otro texto, tomado del clásico Compendio de Albert Soboul, so-

bre el proceso de la de-sans-culottisation y la iniciación del "terror blanco", nos recuerda de qué manera se produjo el movimiento de los termidorianos, que introduce ese período de apaciguamiento o estabilización de la revolución y de los buenos negociostras el ajusticiamiento de Robespierre y sus amigos, período durante el cual en el último lustro del siglo y mientras se desencadenaba 1a persecución a los jacobinos recalcitantes y los primeros comunistas (Babeuf, Buonarrotí) pero también contra la embestida de la reacción monárquica se produce el vertiginoso ascenso de Napoleón, ese coloso en quien viera Hegel, cuando concluía la redacción de su gran obra en Jena, la encarnación del espíritu absoluln universal: de la Historia que, según escribiera, camina por so-

Colombia: La modernidad postergada

22 l

bre las ruinas de lo egregio... Un texto de Guillermo Tower (Lo que las biogra as de Napoleón no dicen) recoge conceptos antagónicos sobre la personalidad del emperador, de Heinrich Heine, Goethe, Nietzsche, Tolstoi, Madame de Remusat (dama de honor de la emperatriz Josefina); Chateaubriand, Emerson, Taine, Madame de

Stáel... En las últimas páginas del libro nos volvemos a encontrar con fragmentos de re exión sobre el significado profundo de la revolución. Para transmitir la mejor impresión sobre su calidad y el acierto dela selección nos limitaremos a enumerar los textos en el mismo orden de sucesión en que aparecen, a partir de la página 445: Eliseo Reclús (El hombre y la Tierra), George Rudé (La Europa revolucionaria 1783-1815), Enrique de Gandía (Napoleón y la independencia de América), Hipólito Taine (Los orígenes dela Francia contem-

poránea), Albert Soboul (La crisis del antiguo régimen), Harrington Moore (Los orígenes sociales de Ia dictadura y de la democracia), Jules Michelet (Historia de la revolución francesa), Walter Goetz (Historia

universal: historia de la Revolución francesa, Napoleón y la Restaura-

ción), E. J. Hobsbawm (Las revoluciones burguesas), A. Camus (El hombre rebelde), R. Rocker (Nacionalismo y cultura), Daniel Guerin (La

lucha de clases en el apogeo dela Revolución francesa), Buchez (Historia parlamentaria de la revolución francesa), E. H. Carr (La nueva sociedad), E. Fromm (El amor a la vida), A. Soboul (La revolución francesa. Prin-

cipios ideológicos y protagonistas colectivos), Gerardo Molina (El concepto de libertad en la revolución francesa) y, de nuevo,Alberto Soboul. Finalmente, el libro se cierra con la transcripción de las dos De-

claraciones de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la más conocida, del 26 de agosto del 89, y la más radical, expedida por los jacobinos en el cenit de su dictadura revolucionaria, el 24 de junto de 1793, aquella que comenzaba por proclamar en su artículo primero que la meta de la sociedad era la felicidad común... Treinta páginas están consagradas a la bibliografía, en las cuales el lector encuentra las referencias completas de las fuentes utilizadas para la elaboración de la obra, así como otros libros sobre el tema, todos ellos en lengua castellana. Desde luego, no se trata de

una bibliografía "exhaustiva": el historiador alemán Eberhard

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Schmidt, constataba en su Introducción a la Historia dela revolución , francesa que solamente en el período de entreguen'as habían aparecido 40.000 títulos sobne el asunto (!),. Se trata de una bibliogra a accesible, útil, variada, resultado de una selección paciente e inteli-

gente - como lo es la de los textos que componen el libro- por parte de quien ha acumulado un conocimiento extenso, certero y profundo sobre la materia, y que ha trabajado con pasión; con honestidad y rigor, llevado porel deseo de hacer partícipes a los otros de sus propios conocimientos-sobre el gran acontecimúento. 'Ejemplo también de comportamiento ciudadano y deresponsabilidad intelectual, el aporte de la Universidad de Antioquia enriquece no sólo nuestra memoria sino nuestro presente como nación moda-ná y democrática.

PARTE QUINTA

I Tolerancia e Ilustración

Desearía comenzar leyendo dos párrafos de un artículo aparecido hace quince días en las Lecturas Dominicales del periódico EI Tiempo con el título "Contra la insolencia y cuyo autor es el doctor Abel Naranjo Villegas. Dice: Nuestro catolicismo... heredó todo el autoritarismo y dogmatismo que la iglesia romana estableció como rompeolas contra las guerras religiosas de los siglos xv1 y xvn. Ortodoxia y moralidad se homologamn hasta tal punto, que el Concilio Vaticano n apenas está logrando disolver ese quiste para que el ecumenismo logre ¡eavivar un cristianismo petn'ficado en el catolicismo. Esta fundición de ortodoxia y moralidad, como estructura de poder, tienen la imagen institucional de un demoteocratismo que prescribe la intolerancia para el pensamiento y aceptación de cualquier conducta.

Lo que me propongo hoy, de manera por lo demás muy aproximada, es reflexionar alrededor del problema de por qué, desde los orígenes mismos de nuestra historia y enrazón de la circunstancia a que alude el doctor Abel Naranjo Villegas en la cita que acabo de leer, hemos sido educados más para la intolerancia que para la tolerancia de cómo en el comportamiento del autoritario político, tan característico en nuestro medio y contra el cual se ha venido 'lntemrdonmelpnnm'EncuontmNadonalporlnTolomnda", oonvocadoporlaUnivanidad dal'l'ollmay Vivalaú'udadanla. lbagub 26-27 ¿chulo/91. Publicadon Rmomma universitario, Universidad del Tolima. octubre-diciembre 1991. Y lugo onlryumon!o: núms. ill-m ("Derechos Humanos"). Bogotá. septiembre 1992. paga. 7734.

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haciendo un esfuerzo que hoy en día refuerza cae tipo de actos, muchas veces en vano, se re eja un patrón de comportamiento que hunde sus raíces en nuestro más remoto pasado: en la propia España que nos colonizó e impregnó nuestra idiosincracia. Ahora bien, para comprenderlo, debemos ir a las raíces del pro-

blema. Desde un principio el asunto de la tolerancia aparece vinculado al de la religión. Cristo mismo podría ser el mejor ejemplo, pues fue víctima de la intolerancia, no de parte de las autoridades

romanas, que eran, como se sabe, bastante tolerantes para con los

múltiples cultos religiosos a lo largo y ancho del imperio, sino por parte de los sumos sacerdotes de la religión judaica, de los filisteos y los fariseos. El estrecho vínculo que se puede establecer entre religión y tolerancia o entre religión e intolerancia- podría explicarse a su vez por el nexo que desde siempre existió entre la religión y la autoconservación. En efecto, en último término es, fue y ha sido esta

la preocupación fundamental de aquella, y durante todo el largo período de desarrollo de la humanidad histórica que preoedió a la irrupción de la modernidad, y con ella de la comprensión cientí ca secularizada del acontecer del mundo, tuvo a su cargo la religión no solo la explicación del misterioo de los misterios que enfrentaban los hombres, sino inclusive la intervención más o menos efectiva en

la problemática de su cotidianidad: la vida y la muerte, el nacimien-

to, el crecimiento, la reproducción, la enfermedad, el malestar. El

malestar en y de la cultura sobre el cual re exionara con extraordinaria lucidez uno de nuestros grandes abuelos, Sigmund Freudcuyo "horizonte", como afirmara Nietzsche, ha sido la religión, en

nuestro casoy desde hace 2.000 años la religión cristiana. Por cierto que el mismo Nietzsche afirmó en alguna ocasión exagerando, como lo hacía con frecuencia- que no había existido en realidad sino un cristiano: el que mun'ó en la cruz, un asunto que de todas maneras valdría la pena considerar en el contexto de lo que nos ocupa aquí, porque bien pronto su prédica del amor dio paso justamente a la práctica de la intolerancia. Ya en San l ablo, quien declaraba por ejemplo todo el saber antiguo como no válido, como locura, incluyendo a Platón y Aristóteles.

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Ejemplo de intolerancia militante a partir de esta actitud es en la temprana Edad Media San Agustín, obispo de Hipona, aunque él mismo durante mucho tiempo viviera en la herejía maniquea. La integración de la Iglesia y el Estado desde Constantino que después de perseguir a los cristianos pensó que al convertir su religión en la oficial del imperio evitaría su desintegración contribuyó notablemente a polarizar las actitudes hacia la intolerancia. Es con el "Constantinismo" que se integra el destino de la religión al del estado, en contra de la prédica original de Jesús y del espíritu evangélico. La intolerancia, tan característica de la edad media y de la cual constituyen una prueba fehaciente y cruel las persecusiones contras las sectas: contra los cátaros o albigenses, contra los valdenses, contra los franciscanos, que pretendían justamente volver al espíritu tolerante del Evangelio, a la religión del amor, es un testimonio evi-

dente de ese vínculo entre la Iglesia y el poder secular del estado. Por ello, el tema de la tolerancia vuelve a aparecer propiamente en esa "época de primavera" como denomina Ernst Bloch al Renacimiento. La experiencia de la tolerancia corresponde a un período de secularización de la cultura y de afirmación universal de los valores humanos a través delHumanismo del Renacimiento. La burguesía, el Tercer estado, que se había venido gestando desde las postrimerías del siglo x1 enfrentándose al feudalismo, formula una teoría universal del hombre que opone a la concepción estamentaria que aseguraba y legitimaba la preeminencia de la nobleza feudal, afirmando, ante la pretensión particularista de la "nobilitas" la uni-

versalidad de la humanitas , la existencia de valores universalmen-

te válidos y por lo tanto de una cultura del hombre en cuanto hombre, el cual debería realizar en esta tierra su proyecto. Esta liberalidad se manifiesta también en forma de un extraordinario sincretismo que permitía por ejemplo a Marcilio Ficino (uno de los maestros de la Academia Platónica fundada por Cosme de Medicis al mediar el siglo xv, traductor, de toda la obra de Platón al

latín y demuchos de sus diálogos al italiano) en su calidad de canónigo iniciar sus prédicas en el Duomo la catedral de Florenciacon las palabras: amadísimos hermanos en Platón , para luego pasar a explicar el Evangelio.

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Esta primavera de la humanidad moderna, el Renacimiento, tie-

ne como ambiente natural la tolerancia, y la recuperación de un profundo sentido de lo humano por la a rmación y proyección de los ya mencionados valores humanos universales. Como lo han afirmado Ruggiero Romano yAlberto Tenenti en su obra Losfundamentos del mundo moderno , el Humanismo "había querido cla-

ramente restablecer el equilibrio armónico de la criatura hasta entonces metafísicamente escindida en materia y forma, y más aún en alma y cuerpo , una reivindicación que se había traducido en dirección a una explícita toma de conciencia sobre el valor autónomo de las actividades humanas, comenzando por la cultura y por sus manifestaciones. No se a rmaba aún de manera directa la dignidad del hombre en cuanto hombre, porque el mismo Pico Della Mirandola (como Ficino también profesor de la academia y uno de los maestros de Lorenzo El Magnífico) afirmaen su Oratio pro dígnitate homini la divinización del hombre más que su dignidad en cuanto tal. Y sin embargo de todas maneras los humanistas, para continuar citando a Romano y Tenenti, "mantuvieron una prolongada

lucha por la belleza y porla poesía, por una libertad cultural que era fundamento y condición de la recuperada autonomía del juicio individual . En realidad, como bien lo han demostrado las conquistas del arte, el anhelo de ideales en cierto modo todavía

supraterrenales no excluía en absoluto la voluntad de hacer del hombre no solo un imitador sino un heredero orginal". Surge así la idea del hombre como Homo faber ( ontocreador , para decirlo de una manera moderna). Un filósofo de una generación subsiguiente a la de Pico, Pietro Pomponazi, "no temió demostrar en su Tractatus de inmortalitate animae, que según la verdadera doctrina de Aristóteles, a la que estaba adscrita por entonces

una gran parte de la teología, no sólo la inmortalidad del alma era indemostrable sino que el intelecto individual estaba destinado a c-xtinguirse con el cuerpo , como escribia ya en el año de 1516. Con toda su inconsecuencia, con todas sus contradicciones y a través de sus limitaciones, a través de su carácter asistemático y fragmenta' A. Tnnnnti y R4 Romo, Los hmdamentos del mundo moderno, México, Siglo im, (1974).

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rio, de su sincretismo, el pensamiento renacentista expresaba en todo caso la irrupción del individuo humano, en el cual encuentra su centro la virtud "toda vez que sólo gracias a él se hace realidad la exigencia universal de obrar el bien , y cuando el individuo lo ha querido y logrado "de ello se sigue, inseparadamente, un sentido autónomo de felicidad que no debe esperar por tanto de nadie, ni buscarlo en otro mundo". En ese contexto se debe ubicar también el esfuerzo de otro precursor de la Modernidad y el ideal de la tolerancia: Erasmo de Rotterdam, que vive del año 1466 al año 1536, un crítico implacable de la decadencia de las costumbres de su época, de la superstición, de la Iglesia, y que por ello mismo plantea también la recuperación de un sentido integral para el individuo cuando publica en 1511 su Elogio de la locura, texto precursor de un moralismo laico que de algún modo, así lo podemos considerar hoy, se anticipa a la Reforma y deese modo proyecta elementos de la primera etapa de la conciencia burguesa en los tiempos modernos. Mientras el Elogio de la locura y algunos coloquios de Erasmo indican que el camino a seguir es "la lucha de un elevado buen sentido contra las exigencias exclusivasy contrastantes del alma y del cuerpo, otras obras tratarán de alcanzar una conciliación y un compromiso entre sus exigencias". Pero como comentan Romano y Tenenti, "la diosa Razón había hecho ya una aparición sobre la tierra a la que poco después seguirían otras . Particularmente en relación con Erasmo resulta bien pertinente recordar la cita del doctor Abel Naranjo Villegas con la que iniciábamos esta intervención, porque en España aquel alcanzó a tener un gran eco y otro hubiese sido el destino de ese país y de los nuestros si se hubiesen seguido los consejos de Gattinara, consejero del emperador Carlos v y discípulo de Erasmo, y no se hubiese perseguido luego, como se lo hizo a lo largo del siglo XVI, a los erasmistas españoles. También se debe recordar en este contexto, que por la misma época de los humanistas orentinos a que se ha hecho alusión, ya

el preceptor del propio Papa Sixto IV le decia que quien viviera correctamente y actuara según las leyes de la naturaleza entraría

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en el cielo sin que importase a qué pueblo perteneciera. Surgió con ello una actitud generosa, de una gran amplitud, que reconocía en la religión natural,en la práctica del bien y en la virtud moral la única condición del ser cristiano, tal y como lo expresará cien años

más tarde Miguel de Montaigne. De otra parte, también debemos recordar de qué modo algunos lustros después del aplastamiento del levantamiento Husita, la primera revolución de masas campesinas en el centro de Europa, que había tenido su origen en un acto de intolerancia (la muerte en la hoguera deJuan Huss, rector de la Universidad de Praga, por orden del Concilio de Constanza, en 1418), meditaba el cardenal Nico-

lás de Cusa con un espíritu de fraternidad cristiana sobre la posibilidad de una reunión no solo de los rebeldes de Bohemia, de los

campesinos husitas, sino de los ortodoxos griegos, de los musulmanes e hindúes, en una religión común que asegurase una "concordia universal y diera paso a una "paz religiosa perpetua . Resulta bien significativo constatar de esta manera como aparece ya en el Cusano esta noción de paz perpetua, que será el título del célebre tratado que escribiera Kant tras la firma de la Paz de Basilea el primer triunfo diplomático de la Revolución francesa- en 1794. Erasmo no ocultó nunca al principio sus simpatías por Lutero, a quien escribió en 1519 anirnándolo a continuar en su empresa. Los enemigos de Lutero también quisieron vincular a Erasmo al origen del movimiento de la Reforma, porque ya él había protestado en sus escritos contra los abusos de la iglesia o cial, contra la intolerancia, contra las persecusiones. Sin embargo, a éste bien pronto le desilusionaron los métodos violentos de los reformadores, aunque siempre se opuso al empleo de la fuerza en contra del agustino. Interpretaba la parábola evangélica de la cizaña que crecía al lado del trigo en forma tolerante y decía: Los criados que quieren arrancar la mala hierba antes de tiempo son aquellos que piensan que los falsos apóstoles y los heresiarcas debieran ser suprimidos por la espada y por el castigo corporal, pero el dueño de los campos, el señor Dios, no desea su destrucción, sino por el contrario que sean tolerados, que se enmienden y se conviertan de cizaña en trigo.

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Y no es que Erasmo adoptase la nueva doctrina. Cuando en el año 1524 y mientras la Reforma ya había tomado pleno cuerpo, sobre todo a través de los tres grandes escritos de Lutero tras la dicta de Worms, publicó su pan eto De liberum arbitrium (Sobre la voluntad libre, que contiene una polémica frontal con Lutero) ya era clara su profesión a favor de la Iglesia y ya había manifestado su temor y supesar ante la escisión de la cristiandad. Como comenta Henry Kamen, autor de una obra clásica sobre la inquisición española, "lo que dictó su actitud fue su falta de inclinación a aceptar coerciones en asuntos de importancia secundaria". "En otras palabras, su postura firmemente pacifista hizo que le fuera imposible aceptar que debiera perseguirse a nadie por doctrinas que incluso no habían sido definidas dogmáticamente 2 y que tampoco exigía Erasmo que lo fueran, pues muy consecuentemente con su actitud tolerante consideraba que cuanto menos dogmas hubiese mayor probabilidad existiría para que los cristianos convivieran con unas pocas verdades. Como lo había dicho en una carta el arzobispo de Palermo un año antes, "el compendio de nuestra religión es paz y unanimidad, pero esto sólo puede conseguirse cuando se define lo menos posible y se deja libertad al juicio en muchas materias . Sobre todo porque agregaba "existe una gran oscuridad en muchísimas cuestiones... . Era el momento en que todavía, corno sucederá con una generación de erasmistas posterior a la muerte del maestro, se albergaba aún la esperanza en una

reconciliación. Por el mismo año de1524 afirmaba que los luteranos tenían siempre en los labios cinco palabras: Evangelio, Palabra de Dios, Fe, Espíritu Santo. Y sin embargo decía, veo a muchos comportarse de un modo que no puedo dudar que están poseídos por el demonio". En 1526 increpó a Lutero: "Es esto lo que me a ige y conmigo a las mejores personas, que con ese temperamento tuyo arrogante, imprudente y sedicioso, estás agitando al mundo entero con una discordia ruinosa . Ese mismo año escribía al duque de Sajonia que no era justo castigar con la hoguera un error, fuera de la clase 3 H. Kanon. Camino- de la tolerancia Guadarrama. Madrid, l960. Todas las citas de Erasmo provienen de esta fuente.

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que fuera, a menos que estuviera vinculado a la seducción o a cualquier otro delito que las leyes castigasen con la muerte. Dos años más tarde se llegaría a un compromiso político patrocinado por Erasmo que se anticipaba al principio de la paz de Ausburgo, el cual sin embargo instauró la intolerancia ai establecer que los súbditos del príncipe debían adoptar su religión: Cuyus regius eius religius. En realidad, se dejó pasar por entonces una oportunidad para instaurar efectivamente la religión de la tolerancia, el pacismo de Erasmo. Éste tenía, como lo considera Huizinga el gran humanista flamenco de nuestro siglo- una tendencia a admitir el libre albedrío, una cierta inclinación racionalista que se expresaba en su desagrado respecto a una concepción dogmática y exclusiva administrada por la Iglesia. Huizinga llega a constatar cierta cercanía entre él y los anabaptistas que dirigieron la guerra de los campesinos en el 24 y encontraron en Thomas Münzer, como decía Bloch con el título de su se-

gundo libro (1921), el "teólogo de la revolución". Erasmo afirmaba que los príncipes conspiraban con el Papa contra la felicidad del pueblo, era conciente de que practicaban la intolerancia. Con su famoso pan eto Contra las bandas de campesinas salteadores y asesinos en apoyo a la causa de los príncipes y en especial al MargraVe Felipe de Hessen, que los derrotó en la batalla de Frankenhausen e impulso la decapitación de Münzer, terminó la actitud tolerante de Lutero, quien comprendió que la Reforma había desencadenado una revolución social y quela prédica del evangelio entre los sectores oprimidos por la sociedad feudal y también por el incipiente capitalismo renovaba el ideal milenarista que expresaron primero los profetas de Zwickau y luego Münzer: instaurar el Reino de Dios sobre la tierra y predicar el evangelio para practicarlo, para realizarlo efectivamente. Pero tal vez deberiamos volver al asunto que nos ocupa, a la reflexión sobre nuestro destino y nuestro proceso como nación y como cultura, considerando también que el año entrante celebraremos los quinientos años de América. Recordaba que a partir de mediados del siglo XVI se persiguió en España no solo a los luteranos o luterizantes , corno los

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"alumbrados" de Sevilla- - sino también a los eramistas, a los grandes discípulos que había tenido Erasmo en España, entre quienes se contara un consejero del emperador Carlos. Afirma el historiador británico J. H. Elliot que para comprender la magnitud del con icto en que se encontraba la sociedad española a comienzos de la edad moderna y la intensidad con la que la aristocracia y el alto clero se apertrecharon en sus privilegios, se tiene que considerar esa circunstancia tan peculiar de su historia como nación que acababa de concluir la reconquista: en el año de 1492, unos meses

antes de que Colón llegara a Santo Domingo, había caídoel último baluarte de los moros en el sur. Inmediatamente los reyes católicos darían inicio a una empresa de persecución contra los árabes y los judíos. Cuando 25 años más tarde se desencadenó la Reforma en el norte de Europa, su nieto las emprendería (también militarmente, desde luego) contralos protestantes, portadores del espíritu de los tiempos nuevos. Dice Elliot: Con la expulsión de los judíos en 1492, el problema judío se convertiría en el problema converse. Aunque muchos conversos habían abrazado el catolicismo más ortodoxo y ocupaban posicio nes importantes en la jerarquía eclesiástica, los conversos eran, aunque solo fuese por su origen, objeto de sospechas y el hecho de que ayunos de ellos se sintieran atraídos por el cristianismo de Erasmo, con su poca estima por las formas externas, no hizo más que aumentar las sospechas de los cristianos viejos. La sociedad castellana al emerger de la edad media estaba obsesionada por la cuestión de la honra, que se refería no sólo a la valia intrínseca de un hombre y su familia sino también a la apreciación de esta valía por los demás y la sociedad en su conjunto. Los nobles estuvieron preocupados por la cuestión de la honra. Pero la mayoría de ellos tenían una grieta en la armadura susceptible de ser explotada por todos aquellos que estaban resentidos por no ser nobles Era un hecho notorio que la mayoría de las granl.H. Elliot. 'Monarquia o Imperio". en Ina'oducdón ala Cultura Hispánica. tomo l, Barco-

lona. Ed. Critica. Grupo Editorial analbo, 1982. pág. [61.

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des familias castellanas habia recibido aportaciones de sangre judía por medio de matrimonios. Así pues, si el noble se jactaba de su honra, el plebeyo envidioso podría alardear de otra, y acaso

superior honra, la de proceder de una ascendencia sin mancha.

En realidad, la presencia del elemento judio en el pueblo español es tan profunda que, como sostiene Américo Castro, el eminen-

te historiador y pensador hispanista (el mismo, por su apellido, de origen sefardita) y el gran historiador Fernando Maravall, prácticamente se puede decir que el Tercer estado español (la burguesía, derrotada en 1521 en la batalla de Villalar por Carlos v) era en buena parte judía, de origen sefardita. De manera que el problema racial en España estuvo directamente vinculado al de la intolerancia. Fue un recurso de la oligarquía, de la nobleza triunfadora en Villalar, para detener en España lo que en opinión de Maravall hubiera sido la primera revolución burguesa de los tiempos modernos, la revolución de los comuneros de Castilla, que se levantaron contra los

abusos del séquito de amencos y borgoñeses que acompañaron al joven emperador Carlos v cuando llegó a la península a posesionarse de su cargo. Continúa Elliot: Desde mediados del siglo xv, ciertas corporaciones de Castilla comenzaron a insistir en la pureza de sangre Iimpieza de sangre', ser cristiano viejo' o sea no tener sangre judía- como requisitos indispensable para ser miembro. Pero parece ser que fue durante el reinado de Carlos v cuando el movimiento contra la ascendencia judía tomó verdadero ímpetu. En 1547 el capítulo de la Catedral de Toledo bajo presiones de un arzobispo de baja cuna, Juan Martinez. Silíceo, estableció un estatuto de limpieza' que hacía de la pureza racial condición indispensable para la obtención de dignidades o prebendas. El estatuto de Toledo sirvió de modelo para una serie de entidades, tanto seculares como eclesiásticas, hasta el punto que aquellos de quienes se sospechaba que tenian antepasados judíos se encontraron con el acceso cerrado a multitud de cargos con su honra y por implicación ortodoxia- indeleblemente manchada.

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En ningún país de Europa por la época posterior a la gran eclosión renacentista se hizo de la ortodoxia y la intolerancia frente a la otra opinión una actitud tan afirmada como en la España delos Austrias, como en la España de Carlos v y de su hijo Felipe n. Resulta particularmente interesante la circunstancia en la que se detiene el profesor Elliot: que de todos modos los conversos, que eran millones en la España del siglo xv1, los moriscos, los judíos, los

llamados marranos (o sea judíos conversos, que tienen una gran importancia en la historia espiritual de España) fueron objeto de sospecha, en particular por su inclinación al Eramismo, es decir a

la religión interior, íntima, alejada de los cultos externos, que era una herencia del Humanismo renacentista y que evidentemente había sido precursor de la Reforma. El mecanismo de exclusión y la persecución, el señalamiento, el chantaje permanente a que se sometió al estamento derrotado de la revolución comunera en el año 1521, permitió la estabilización de la nobleza castellana que a partir de entonces domina hegemónicamente a lo largo de la larga decadencia y también detuvo el ujo de las ideas. Cuando a mediados del siglo XVI se descubrieron células protestantes en ciudades tan importantes como Sevilla y Valladolid - y tengamos en cuenta que Sevilla se estaba convirtiendo en un emporio mercantil tan importante como lo serían luego las ciudades flamencas, porque a Sevilla llegaba todo el comercio de Indias y se estaba fomiando allí una burguesía que naturalmente encontraba mucho de legitimación en la reforma protestante y enel erasmismo- se produjo una reacción que condujo a la prohibición de la importación de libros extranjeros, estableciéndose la más rigurosa censura para los editados en España. En el año 1559 apareció un nuevo Index Iibrorum prohibítorum, un nuevo índice español de libros prohibidos, mucho más riguroso que los índices anteriores, de 1545 y 1555, y enese mismo año de 1559 se prohibió a los estudiantes españoles ir a estudiar al extranjero, con la excepción de algunos colegios especí cos en Bolonia, en Roma, en Nápoles y Coimbra, en donde los sacerdotes de la Compañía de Jesús (que habia sido fundada hacía poco en el proceso de la Contrarreforma) podían impartirles una enseñanza que estuviera alejada del espíritu moderno, y sobre todo de Erasmo.

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Por eso dice Rafael Gutiérrez Giradot, que el trabajo de la educación de las masas en América se vio afectado desde un principio por la empresa de la Contrarreforma que resumió a finales del primer siglo colonial (concretamente a partir del año 1599) el célebre Catecismo de la Doctrina Cristiana del padre Gaspar Astete. Durante 300 años, afirma Gutiérrez Girardot, que, gracias a su influjo, los niños del siglo xvm, de los siglos xxx y xx, han sido acuñados en un momento decisivo de su socialización "por una concepción del mundo y de la vida no solamente anacrónica sino determinada por los problemas de militancia que acosaron al catolicismo español del siglo XVI, por los problemas que la plantearon la reforma de Lutero y el Erasmismo". Y agrega: "Tras su forma simple de preguntar y de responder, tras su apariencia racional' se oculta la intolerancia y suforma decisionjsta de pensamiento (¡sí o no como Cristo nos enseña!, que

impone naturalmente el si y crea la noción de amigo-enemigo popularizada luego en la asignatura de historia sagrada con la frase de Cristo ¡el que no está conmigo está contra mil) . Dice Gutiérrez Girardot que para el niño el mundo histórico se reduce a los partidarios del sí , los buenos y los católicos, y los del 'no , necesariamente los malos y los no católicos. Esta estructura antagonista se profundiza cuando en el curso de los estudios a los adolescentes se le enseña a odiar literalmente a todas las figuras históricas que dijeron no al padre Astete y a lo que él representaba, a los otros que para agravar la maldad no eran españoles. El odio trajo en consecuencia la calumnia, la deformación y al mismo tiempo la hipocresía ... . Porque se partía del criterio paranoide según el cual "los otros son los malos", los que "no son como nosotros . Todavía a finales

del siglo pasado un erudito castellano, Marcelino Menéndez y Pelayo, autor de una obra monumental, la Historia de los heterodoxos españoles, hablaba por ejemplo de la filosofía alemana como la de los enemigos de nuestra raza" y delas nieblas germánicas" que nada tenían que ver con la supuesta claridad latina... e hispánica. lluleol Gutiérrez Girardot. 'Univarsidad y sociedad". en Argumento; N°. 14-17, Santafé al" "mmm. 1986. 53-75.

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Así es como hemos sido educados en el paradigma del dogmatismo y de la intolerancia. La mediocridad espiritual de España y de América, producto de la falta de filosofía (mientras el idealismo alemán es un resultado secular de la Reforma protestante, porque Kant y Hegel lo que hacen es profundizar en el camino abierto por Lutero, de quien dijera Hegel en sus Lecciones sobre la Filosofía dela historia universal que fue el primero en haber pensado que el hombre es libre por sí mismo) es un resultado de esta actitud que constituye el meollo de nuestra propia personalidad histórica. Y es que nosotros utilizamos abreviaciones de nuestras experiencias genéricas: toda cultura se estructura a partir de los prejuicios que son esas abreviaturas. Esto fue lo que pensó un muy agudo crítico de su tiempo y de la cultura humana en general, Arthur Schopenhauer, al comprobar la vigencia de esas abreviaturas que operan pragmáticamente en la cotidianidad, como perjuicios. Pensemos nosotros entonces en los 500 años de cultura autoritaria y dogmática, en los perjuicios en contra del espíritu de la modernidad que nos afectan. Decía al principio que el asunto de la tolerancia aparecia muy ligado al de la religión y que a su vez el asunto de la religión aparecía muy vinculado al de la auto-conservación. Debemos ahora preguntarnos por la relación que existe entre auto-conservación y perjuicio. Cierto que estamos estructurados a partir de una comprensión previa de los valores, de los criterios fundamentales de la

vida, y esa comprensión previa lo es de prejuicios. Entonces debemos considerar un elemento de amor propio , para hablar en tér minos psicoanalíticos, freudianos, un elemento de

narcicismo ,

alrededor del prejuicio. La costra que envuelve al autoritario es una costra de prejuicios. Es el momento en que el servicio de la autoconservación como prejuicio que esta función de intolerancia, esta abreviación del pensamiento como medio de autoconservación de la vida, se convierte en un instrumento de agresión. En este contexto tendrá que investigarse de verdad la dimensión clinica de "la violencia en Colombia. Aquí, en este Departamento que tanto sufrió en los años 50,

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cuando se estigmatizaba al que no pensaba de acuerdo con el pensamiento oficial y cuando se empleaba, como en las guerras carlistas de España en el siglo pasado o como en las luchas de los cristeros contra la revolución mexicana en los años 20, el evangelio en con-

tra del evangelio mismo, porque no era propiamente cristiano perseguir por ejemplo a los liberales o asimilar a los que no pertenecían al partido de gobierno bajo el nombre de "comunismo". El anticomunismo. Hemos sido testigos en los últimos años de esta infame matanza de dirigentes de la Unión Patriótica y con ello volvemos a ser testigos de una manifestación clara de intolerancia. Porque no se está discutiendo, no se está argumentando, no se está haciendo la crítica, no se está en la controversia, sino que se está eliminando a

través de sicarios a grandes dirigentes de este país como Bernardo

Jaramillo Ossa, como el colega nuestro de la Universidad Nacional, el

profesor Jaime Pardo Leal, candidato de la UP antes de Bernardo Jaramillo Ossa, asesinado dos años antes. También en estos casos podemos constatar de qué modo el perjuicio surge como ideologia vinculado a la auto-conservación, a la identidad del grupo, a través de

ese mecanismo paranoide de tipo proyectivo, junto con la necesidad del odio frente a quien piensa y siente de otro modo, el prejuicio y el odio, que, como dice Max Horkheimer es irrevocable , porque permite al individuo ser malo pero sin embargo considerarse buenos. Ser malo, asesinar, y sin embargo considerarse bueno. A manera de ejemplo puedo traer a cuento un testimonio dramático de un amigo que, en su calidad de psiquiatra vinculado a las tareas de pacificación en el Urabá antioqueño, encontró por ejemplo que en cadáveres de sicarios que habían asesinado a dirigentes populares la cruz estaba grabada en la uña, precisamente la del dedo que oprimió el gatillo. De este modo, allí se podía ser malo creyendo que se era bueno, De la misma manera que en el levanta» miento de La Vendée, en la guerrilla contra la revolución francesa,

los "Chuanes" y los campesinos de la Bretaña se tatuaban el corazón de Jesús en el pecho porque estaban convencidos de que estaban ganándose el cielo en la lucha contra la revolución. Max Horkhelmor. "Sobre el

Barcelona. Editions. Peninsula, 1976.

en Sociedad en transición - Estudios do loso a

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Sabemos que el odio colectivo y la proyección paranoide es un resultado de la organización del prejuicio. Porque el prejuicio negativo tiene un aspecto positivo, son caras de una misma moneda. Si se tiene un prejuicio, por ejemplo contra un grupo racial, es porque se está valorando el propio grupo racial, si se tiene un perjuicio contra el negro o contra el indígena es porque se está considerando que la pertenencia a la raza blanca lo eleva a uno automáticamente. La Alemania Hitleriana es un ejemplo impresionante y dramático de como todo un pueblo fue sometido a ese narcisismo que llama Heinz Cohut, el gran psicoanalista, el "Self grandioso", la idea de que por el hecho de pertenecer a una determinada comunidad racial se era superior y que por lo tanto todos los demás grupos raciales y étnicos podrian ser objeto de la expropiación y del asesinato, como sucedió en primer lugar con los judíos, pero también luego con los rusos, los eslavos, con todos los pueblos que sojuzgaron los ejércitos nazis. Tenemos que hacer un esfuerzo, teniendo plena conciencia de esa larga historia de la intolerancia en nuestro medio y recuperando, como decía Abel Naranjo Villegas en la cita que leí al principio de mi intervención, recuperando de ese catolicismo anquilosado y

autoritario el auténtico espíritu evangélico, el auténtico cristianismo, tenemos que hacer un gran esfuerzo en contra del perjuicio que conlleva el autoritarismo. Los autoritarios y sobre esto victimas del más grande despotismo que ha existido en la historia, la dictadura hitleriana, realizaron grandes investigaciones, como la

obra fundamental La Personalidad autoritaria-no conocen criterios de solidaridad, de interés genuino por el otro, de amor, no pueden tener un vínculo horizontal, de igual a igual, con los otros.

Pero lo que está en marcha es un proceso de renovación de nuestras costumbres políticas. Acabamos de asistir a una reforma de las instituciones rectoras de la vida ciudadana, la cual puede tener proyecciones históricas o puede conducir también a una nuevay a una de las más grandes frustraciones. Entonces, si nos limitamos a la mera palabrería, al acostumbrado nominalismo colombiano, no

estaremos contribuyendo en nada. Tenemos que ser muy conscientes de ello si queremos poner en marcha un proceso de auténtica reno-

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vación nacional. Kant decía que la verdad es la meta ala cual, en un proceso in nito através de las diversas genes-¡ciones de sujetos finitos, el hombre y el pmsamiento se acercabanpaulatimmente. Tammqueseroonsciemes de quehúrúaposibihdgddehstamar latolerandaesmtapolí ca delaverdad,ympoli cadelaverv dad tiene que ser radical en el reconocimiento de los sintomas. Muchas gracias por su atención, esperb con esto haber contribládo enalgoalau eadm. " . "'

II La Ilustración: A propósito de una educación para la mayoría de edad Vamos a intentar una aproximación a un texto de Kant Respuesta a la pregunta; ¿Qué signi ca la llustración? - que tradujimos hace ya ocho años y fue publicado inicialmente en el Magazine Dominical de El Espectador en septiembre de 1984, justamente a los 200 años de aparecido, pues Kant lo había publicado en la Berlinsche Monatsschrift (Revista Mensual de Bean) en 1784. Con lo cual hacía manifiesta su intención de llegar al gran público lector de su tiempo. x . Claro que la filosofía difícilmente se puede popularizar. Hasta cierto punto sería reaccionario hacerlo. No se debe vulgarizar pero si puede hacerse accesible. Porque la gran losofía siempre se sintió comprometida con el destino y la esperanza de los hombres. Con sú tiempo, que ella, según diría Hegel, "apresa en conceptos . Siempre fue un prejuicio seudoaristocrático considerar que los filósofos sólo han pensado para si mismos; pero esto, naturalmente, no implica que la filosofía se puede vulgarizar: cuando se la vulgariza generalmente se la traiciona. Y sin embargo, era muy consciente Kant de que existen dife-

rentes niveles de aproximación a los problemas de la filosofía; y por ejemplo, después de haber escrito esa gran obra, probablementela más importante en la historia del pensamiento humano des-

pués dela Meta/¡ sim de Aristóteles, la Crítica de la razón pura (que comenzó aelaborar ya en el año de 1770, después de haber presentado su

latina a la Universidad de Konigsberg, y se de-

'WAWhWMQnolthWaCWm lPC.do Medellínolndoupüombndolm.

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moró once años en concebir) elaboró una obrita menor, los

Prolegómenos a toda metafísica delfuturo, que intenta hacer más accesible la problemática de la Crítica. Kant era muy consciente de que esta obra era difícil y que sólo individuos iniciados en la filosofía reunían las condiciones para asirnilarla plenamente; inclusive modi có la redacción para la segunda edición, por lo cual en las ediciones críticas se coloca la edición B al lado de la edición "A" allí donde en la redacción el autor modi có el texto buscando más claridad. Porque en verdad, en ocasiones quien lo lee se pierde en los pasajes más intrincados de la obra, como por ejemplo en el intitulado "El esquematismo de los conceptos puros del entendimiento , que muy pocas veces se tiene la seguridad de haber comprendido del todo. Por lo cual se recomienda cotejar siempre las dos versiones para comprender lo que quiso decir Kant. Menciono esto porque en nuestro medio generalmente se ha difamado de la filosofía. Debido a la circunstancia peculiar de nuestra cultura hispano-católica-tridentina, la cual se vio siempre alimentada por un permanente rencor contra la reforma protestante, que es el origen de la filoso a moderna y en particular del idealismo alemán. Esta cultura de la contrarreforma ha hecho de la losofía un limbo y hadifundido una radical descon anza en las capacidades del individuo para pensar en si mismo. Pero para continuar con el tema que nos ocupa, resulta muy interesante constatar que inmediatamente después de publicar esa ° gran obra Kant se vuelque sobre los problemas práctico-políticos: los problemas de la sociedad. Después de la Crítica dela razón pura, publicada en 1781, aparecen en el 84 dos escritos breves, ambos

destinados al gran público y ambos publicados en la Revista Mensual de Berlín. Primero un ensayo intitulado "Idea de una historia universal en sentido cosmopolita , que inaugura la re exión de Kant sobre el sentido de la historia, y luego el que hemos mencionado. Alguna vez se argumentó que éste no había incorporado la dimensión dela historia a su filosofía. Lo que hasta cierto punto puede ser válido: en la Crítica de la razón pura no aparece expresa-

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mente tal dimensión. Sin embargo, no debemos olvidar, como lo

recordara Max Horkheimer , que la primera premisa para la

historización de la realidad hubo de ser su fenomenalización (lo

que se cumple en dicha obra). Pero además, tres años después de su publicación, en el fascículo mencionado expone Kantuna idea teleológica de la historia. Kant se plantea el problema de la Entelequia del ser humano, aludiendo al concepto aristotélico, el cual significa que el ente tiende a su pleno desarrollo (En-Telos-Ejein, tener en sí mismo su objetivo), y se re ere al hecho de que en el hombre, en el ser humano, la plenitud no se podrá producir en el individuo sino en la especie. Explica entonces que todos los seres vivos tienen en sí mismos un Telos. Esta palabra proviene de los libros de la Física, en donde Aristóteles explica, con esa sencillez de maestro niral, el extraordinario proceso de la vida. Allí introduce ese concepto y dice que del germen de una planta determinada surge esa planta y no otra, y del huevo deuna serpiente surge una serpiente y no una gallina, por ejemplo. Y Kant afirma que en el hombre esa Entelequia, esa plenitud, nun-

ca se podrá lograr en el individuo por una sencilla razón: por su condición finita. El individuo es nito, y no sólo porque muere. Es nito en todos sus actos, todos los actos del hombre son actos finitos. Esta insistencia en la condición finita del ser humano emparenta a Kant con Ludwig Feuerbach y constituye un tópico que ha hecho posible recuperar un poco a Kant frente a Hegel en la perspectiva del materialismo histórico, por ejemplo a través de Lucio Coletti, Jürgen Habermas y Alfred Schmidt, entre otros, en una discusión

de una gran importancia para la actualidad. A rma Kant que el individuo humano no puede llegar a la plenitud, que sólo lo hará la especie, porque el hombre no posee en sí mismo ese saber ciego guiado por el instinto que caracteriza al animal. Algunos de ustedes conocerán los "manuscritos parisinos de Marx, en los cuales afirma, entre , otras cosas, que el animal es "uno" con la naturaleza mientras el hombre media la naturaleza y mientras más universalmente la media más libre es. Pues bien, esa me' Max Horkhoim. '11: loso a de Kant y la Ilustración". on Teoría crítica Barcelona, Barral. 197i

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diación de la naturaleza es la cultura: la ciencia, la tecnología, el

símbolo, el arte. Desde que el Homo Sapiens se encuentra sobre la tierra tenemos testimonio de esa mediación en el pedemal labrado de las flechas que utilizó el hombre del paleolítico, en la pintura rupestre de Lascaux y Altamira. Y es de esta manera como el hombre se ha introducido en el universo de las formas simbólicas -para utilizar la terminología de Cassirer- fundamentalmente a través del alfabeto, que universaliza el símbolo y permite en esa dimensión una mediación universal. Pero en el principio se encuentra el trabajo, la gran invención de la especie, a la que ésta debe su supervivencia y que según Hegeli fue precisamente una respuesta al pavor ante la muerte. Kant resulta sumamente didáctico, utiliza ejemplos muy senci- ' llos, dice por ejemplo que al hombre no se le han dado "ni las garras del tigre ni los dientes del perro" para defenderse, sino solamente manos. Lo explica así, en esa forma tan sencilla, al plantear

el problema de la supervivencia de la especie que en el momento de su reproducción ontogenética, en el nacimiento, es la menos apta para sobrevivir. Pues en efecto, como lo ha afirmadoAmold Gehlen,

el ser humano en el momento de nacer es el menos apto para sobre- , vivir, es, como él lo llama, fundamentalmente un ser menesteroso,

requiere de cuidados maternos mucho más extensos en el tiempo y mucho más intensos en la relación que el animal. Aquí Kant se anticipa a Marx. Lo que intentaré será precisamente ubicar la problemática kantiana en la perspectiva del pensamiento de Marx, porque ciertamente estoy de acuerdo con lo afirmado por Lucien Goldmann en su disertación doctoral de 1945: "El Hombre y la Comunidad Humana en Kant", cuando dice que en su filosofía de la historia se encuentra en germen la de Hegel, la de Marx y la de Georg Lukacs, su maestro. Lo que Kant plantea aquí es la característica del ser humano como Homo Faber: el trabajo. Pues fue a través del trabajo que la especie humana sobrevivió y llegó a ser propiamente humana. El trabajo, dice Marx en sus cuadernos parisinos de 1844, que ya he mencionado, constituye la esencia del ser humano. El pasaje dice litvmlmvnte: Lo grandioso de la fenomenología hegeliana se ne- _

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fiere a la Fenomenología del espíritu- y de su resultado final, la dialéctica de la negatividad, es, pues, que Hegel, concibe al hom-

bre como producto de su propio trabajo". El trabajo fue lo que permitió que el hombre subsistiera, el trabajo acumulativo como cultura. Aquí volvemos a encontrar otra coincidencia entre Kant y Marx, la idea de la historia como una sucesión de generaciones que se suceden y se apoyan, como dice Marx, las unas sobre los hombres de las anteriores, heredando un conjunto de saberes y a su vez legando a la posteridad un acrecentamiento de esos saberes. También en ese punto se ha dado una recuperación de Kant para la herencia del materialismo histórico, inclusive en polémica con Hegel, por lo menos muy claramente en Lucio Coletti y también en Habermas. Porque aquí no se trata de un espíritu absoluto que se despliega en realidad una formulación secularizada delo pensado por Plotino sobre las emanaciones de Dios- sino que son "generaciones", un concepto para la condición finita del hombre, un concepto filosó co muy fecundo, que no es ni mucho menos exclusivo de Ortega, pues lo encontramos en Marx, en Heidegger, en Hegel, y muy claramente en Kant y que implica finitud. Una generación aparece en un momento dado y desaparece en otro. Las generaciones de los hombres finitos se transmiten ese saber acumulado. Y aquí es donde entra a jugar un papel capital la ilustración, porque ese saber acumulado a través de la ilustración va pasando de generación en generación y cada generación que llega al mundo hereda ese saber anterior, que deberá conducir, en cuanto formación (Bildung) a la plenitud de la especie humana. Algunos de ustedes sabrán que el joven Kant recibió dos in ujos decisivos en su formación: el de David Hume (el más radical de los empin'stas ingleses de quien din a que lo había "despertado" del sueño dogmático de la escolástica alemana, la losofía leibniz-

wolf ana) y el de Juan Jacobo Rousseau, a quien llamaría "el New-

ton del mundo moral . Si se tiene en cuenta que el impulso que llevó a Kant a escribir la Crítica de la razón pura fue precisamente la experiencia de la obra de Newton se podrá comprender el significado que le atribuía al llamarlo de tal manera.

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Conocerán ustedes la teoría de Rousseau. Según Rousseau el "Contrato Social modifica la naturaleza humana, gracias a él el hombre se acostumbra a una existencia legal, abandona la libertad

natural, la libertad propia del salvaje, y empieza a vivir de una manera normativa.

De ello deduce Rousseau el principio de la soberanía. Porque su idea es que el hombre sólo debe aceptar la ley que él, por delegación, se ha impuesto. Kant incorpora esto a su Metafísica de las costumbres y a su Crítica dela razón práctica para explicar de qué modo el principio de la ley ha de ser la autonomía. Porque no acepta la heteronomía, como sucedía en el feudalismo, antes de la revolución burguesa: la arbitrariedad de uno que impone la ley (Hegel explicará que la forma máxima de esta arbitrariedad está representada en el déspota oriental que es el único libre, porque en el antiguo oriente no había sino un libre, el déspota, mientras los demás

eran siervos, esclavos).

Es el principio de la ley y de la legalidad, el principio rector que incidió en los acontecimientos de 1789. Esta idea según la cual el hombre acepta la ley que él por delegación se impone sanciona la transformación del hombre, que antes de la experiencia contractual sólo pensaba en la satisfacción ciega del instinto: era el BeIIum omnium contra omnes de Hobbes, la guerra de todos contra todos.

Al aceptar que es necesario regular la convivencia el hombre empieza a vivir legalmente: ya tiene una libertad que no es "natural" sino legal, porque respeta las necesidades de los otros. Dicho en términos freudianos podría hablarse de "narcisismo" y de superación del narcisismo. Kant nos dice que a través del mecanismo de la "insociable sociabílidad de los hombres y a través de la competencia entre ellos se ha desarrollado la cultura humana, la cual por medio de la ilus-

tración legada de generación en generación conducirá a un perfeccionamiento de la naturaleza humana misma. (Ïon ello se muestra Kant, por su fe en el progreso, como un pensador muy característico de la burguesía, representa como l lumv, como Adam Smith, como Rousseau y Voltaire- a la burnuwaiai vn vigoroso ascenso durante la segunda mitad del siglo xvm.

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Porque, como lo ha desarrollado Max Horkheimer en uno de sus ensayos más característicos: "Egoísmo y Movimiento Liberador" (que tiene como subtítulo "Consideraciones sobre la antropología de la época burguesa"), el antagonismo y el intercambio funcionan como premisas de la civilización e inclusive expresamente del socialismo, de la alternativa subsiguiente al capitalismo, la cual según la teoría de Marx habría de resolver sus contradicciones e inaugurar una etapa superior de la cultura humana. Asunto el cual, por lo demás, según nos parece, es de mucha

actualidad ante la disolución de la Unión Soviética y de las sociedades del oriente de Europa que surgieron a raíz de la liberación por el ejército rojo de los países que había ocupado Alemania durante la segunda guerra mundial. El primero que en el interior de la intelectualidad socialista los formuló muy claramente fue Rudolph Bahro, en su libro La alternativa-crítica del socialismo realmente existente, que constituyó un verdadero acontecimiento bibliográfico cuando se publicó hace más de quince años y en su momento se anticipó a muchos de los desarrollos que estamos viviendo. Recordaba que Rusia no había vivido etapas definitivas en la con guración de Occidente, que Ernst Bloch resume al a rmar que no conoció ni la escolástica tardía (es decir, el nominalismo, el mo-

vimiento filosófico precursor de la losofía de la subjetividad) ni el Humanismo del Renacimiento, ni la Reforma protestante (un aspecto que debemos considerar aquí porque en ello nos encontramos con un parentesco entre Rusia y España). Ni la Reforma protestante ni la Ilustración, ni la Revolución burguesa. Rusia no "pasó" por ello. La Ilustración estuvo restringida a circulos muy reducidos, a pesar de que Catalina la Grande hubiese comprado la biblioteca de Diderot y lo hubiese nombrado bibliotecario a él mismo, a pesar de que Pedro el Grande hu-

biera introducido la primera Ilustración, la del siglo xvn. Todo lo

cual debe ser tenido en cuenta expresamente para comprender también porque la revolución en un país atrasado hubiera degenerado en la dictadura burocrática de Stalin. 1 Op. dt. También en Teoría crítica Buenos Aires, Ámorro u. 1974.

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Tenemos que considerar la vigencia de la Ilustración y el desarrollo de formas mercantiles plenamente desarrolladas como premisas de lo que habían pensado los clásicos para la consolidación del socialismo. Y no debemos olvidar que los mismos bolcheviques nunca habían planteado una revolución socialista en Rusia hasta las "tesis de abril (de 1917), cuando Lenin llegó, a comienzos de ese mes, a la estación de Finlandia en Petrogrado y se dio cuenta del radicalismo de las masas, insatisfechas con la política del gobierno provisional que se había formado en febrero de 1917. Pero era porque esperaba una revolución global en la Europa occidental que permitiera crear un mercado y posibilitan también educar a las masas atrasadas de Rusia con la ayuda de los gobiernos de los países europeos en manos de la clase trabajadora. Esto no se produjo, y el hecho de que Lenin hubiera firmado el tratado de Brest-Litovsk prueba que todavia estaba a la espera de la revolución alemana. Que estalló efectivamente a nales de ese año, el 9

de noviembre de 1918, pero muy rápidamente hizo crisis.

Pero para continuar con nuestro tema, recordemos que la cultura alemana es una cultura muy tardía, una cultura caracterizada

por la coexistencia de ideas muy avanzadas y libertarias con elementos muy atrasados, circunstancia que la hace padecer de un fuerte asincronismo. Bloch, por ejemplo, que es un pensador marxista, reconoce que la supervivencia del feudalismo en Alemania (sobre todo tras la derrota de los campesinos en 1525) hasta cierto

punto favoreció el que la especulación, cierto demorarse en la mera especulación, haya estimulado el proceso del nacimiento de la filosofía alemana. Que tiene una de su fuentes en esa interiorización

del anhelo de libertad que se cumple con Lutero. Esa idea suya, formulada en el ensayo "La Libertad de un Hombre Cristiano

(1521), según la cual el cristiano por el mero hecho de serlo es libre, asi en su vida externa, material, se encuentre sometido a la servidumbre. Cuando los campesinos se levantaron, cuando lanzaron

su mani esto los "Doce artículos" de los campesinos de Suaviav acudieron a Lutero a plantearle sus reivindicaciones, este les recomendó no hacer de la libertad algo terrenal. Pues para él lalibertad vru la comunicación con Dios: Ni la injusticia ni la tiranía jus-

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tifican una revuelta. No resistáis a quien os hace mal, Vosotros decís: No debe existir la servidumbre porque Jesucristo nos ha hecho libres a todos. ¿No es hacer de la libertad cristiana una cosa enteramente carnal?".

Por ello, la burguesía alemana se refugió en esa cultura de la interioridad que encuentra su máxima expresión en la música (de Bach a Mozart, Beethoven y Wagner), en la losofía y en la gran lírica. En Alemania encontramos un parentesco, sobre el que ha meditado mucho Theodor Adorno - el mismo compositor y musicólogo- entre la metafísica y la música: es tan metafísica la cultura alemana en las cantatas de Bach y enlos Lieder de Schubert y Schumann como en los textos de Kant y Schopenhauer. Y por ello también la filosofía alemana es tan diferente de la filosofía inglesa (desde sus inicios, desde Francis Bacon, quien ya a comienzos del siglo xvn formula una losofía de los hechos, y dela necesidad pragmática de dominarlos, de organizar el conocimiento).

Tal alejamiento de la realidad en un refugio de absoluta libertad interior, que coexiste con una impotencia real de la burguesía, siempre supeditada a la aristocracia terrateniente y a la dinastía hasta prácticamente el final de la monarquía Hohenzollem, va a traducirse en un peculiarísimo desarrollo nacional, sobre el cual siempre se lamentaron sus intelectuales radicales, como Heine, Marx, Engels,

el mismo Nietzsche. Lo que la burguesía inglesa había conquistado con la revolución del siglo xvn (en sus dos etapas, de 1640 y 1688) y lo que la francesa conquistó a partir de 1789, apenas lo logró la burguesía alemana en septiembre de 1918, un mes antes de la abdicación de Guillermo n: la monarquía constitucional. Sin embargo debemos recordar de qué manera esas revoluciones burguesas así como la primera de ellas, la revolución calvinista en los países bajos- forman parte de un proceso, constituyen eslabones en el ascenso de la modernidad europea. De la misma manera que en último término los gérmenes de la Ilustración provienen del Renacimiento. El primer impulso hacia la Ilustración moderna lo encontramos en los filósofos toscanos de la segunda mitad del siglo xv, filósofos todavía muy eclécticos, que no desarrollan un sistema, que no alcan-

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zan todavía una plena configuración ni adquieren una conciencia plena dela subjetividad. Y sin embargo son ellos quienes inician el proceso de la Ilustración: "la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual el mismo es culpable , tal y como la defi-

ne Kant al comienzo del texto que ustedes habrán leído. Bastará con mencionar tres nombres: Marsilio Ficino, que tradujo toda la obra de Platón al latin y parte de sus diálogos al italiano. Giovanni Pico Della Mirandola, quien ensu muy breve vida

(apenas si pasó de los treinta años) se convirtió en uno de los más grandes eruditos de su época y escribió el breve tratado Oratio pro dignitate hominis, un manifiesto precursor de la Ilustración. Y Pietro Pomponazzi, probablemente el primero que se atreve aponer en duda la inmortalidad del alma. El intenso movimiento cultural que por su origen conocemos con el nombre de "Renacimiento Italiano" se convirtió luego en un acontecimiento histórico-universal precursor de la época moderna. Porque inundó todo el continente. Llegó con Francisco l a Francia y con Em'iquevm a Inglaterra, y alcanza aquí su plenitud durante el reinado de su hija Isabel que coincide con la vida de Shakespeare y Francis Bacon, que son contemporáneos (incluso se ha llegado a plantear la hipótesis según la cual Shakespeare y Francis Bacon habrían sido la misma persona). Este Francis Bacon es el que funda concientemente la teoría de la Ilustración también, hasta cierto punto, la de la "ideología"-

con su teoría de los Idola, que explica de qué manera el hombre es preso de ídolos (de donde, por lo demás, proviene el título del libro del liberal colombiano de principios de siglo, Carlos Arturo Torres: Idola Fori, los ídolos del Foro, que son los prejuicios de la

vida pública). La Ilustración inglesa encuentra un primer gran momento en Bacon, que nace hacia 1561 y vive en plena época isabelina. Cuyo caso resulta muy interesante porque representa, como Lutero en Alemania un siglo antes, el nacimiento de una clase: el abuelo de

Bacon había sido e] mayordomo de una hacienda eclesiástica y cuando Enrique VIII rompió con la Iglesia y secularizó los bienes del clern .¡poderándose de sus tierras hizo propietario de esa hacienda al

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hijo de mayordomo. Pues en realidad Enrique vm creó con medidas como esa una nueva clase social: la de los Landlords, los terrate-

nientes que ya empezaron a explotar sus tierras con el criterio modemo de la renta, la renta del suelo.

La vida de Francis Bacon aparece muy ligada a ello. Además de pertenecer a la segunda o tercera generación calvinista inglesa, como lo resalta un estudio muy pertinente de Benjamin Farrington. De qué manera la cultura que rodeó desde la infancia a Bacon estuvo impregnada de ese calvinismo, de esa "religión del día laborable : la secularización que se cumple con la reforma, tal y como lo for mulaba un poema clásico de esa tradición que recitaba la madre de Bacon y cita Farrington, el cual recordaba que el hombre ora a Dios haciendo bien su trabajo cotidiano. Toda la Ilustración inglesa resultó impregnada de ese pragmatismo, de ese realismo. Pero naturalmente la gran figura es Newton, otro intelectual de origen puritano o reformado. En el siglo XVII madura su re exión de consecuencias histórico-universales descomunales: no es una casualidad que en el importante libro de Ernest Cassirer La 'losofía ladeIIustración- Newton ocupe el lugar central. Luego debemos mencionar naturalmente a John Locke, quien estuvo vinculado a la revolución en su calidad de secretario de Lord Shaftesbury, político whig que actuó en la segunda etapa de la revolución (contra la restauración), la cual culminan'a en el pacto de

la burguesía con la nobleza y la realeza que le permitió luego a Inglaterra desarrollar la revolución industrial y mantener un "bloque hegemónico" para decirlo con el término gramsciano- prácticamente hasta el día de hoy, un bloque sumamente sólido que le permitió mantener su predominio y resistir al embate del proletariado, que se formaba vertiginosamente a consecuencia de esa revolución industrial. Esta Ilustración inglesa va a in uir mucho en la francesa. Debemos recordar de qué manera, a comienzos del siglo xvm, cuando el

joven Voltaire abandonó la Bastilla - en donde estuvo recluido varias semanas- se trasladó a Inglaterra y cultivó allí la amistad de Hume. Y como, al regresar a Francia, publicó aquí un libro de

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divulgación de las teorías de Newton: Elements de la philosophie de Newton mis a la porteé de tout le monde (Elementos de la filosofía de Newton puestos al alcance de todo el mundo). Y lo mismo acontece en el terreno del derecho público y la reflexión política con la obra del barón de Montesquieu, EI espíritu de las leyes, que se publicó hacia 1748. Montesquieu tenía en la mira la revolución inglesa, la glorious revolution de 1688. Pero en la Ilustración francesa nos encontramos con un proceso de una gran diversificación y enriquecimiento, en la obra de esos portentos de la inteligencia y dela gracia como el mismo Voltaire, que no solo es un gran pensador sino también un extraordinario escritor con una vasta producción, la de un hombre muy atento y preocupado por todo el saber de su momento. Esa dispersión, que además está vinculada ya desde Bayle a la voluntad enciclopédíca y que precisamente llega a su mayor concreción y objetivación en ese monumento de la cultura racionalista: Ia Enciclopedia, que comenzó a publicarse en 1751 con el patrocinio de Madame de Pompadour, la favorita de Luis xv(porque en el propio seno de la corte la vocación por el saber había impregnado las mentalidades) re ejaba también el espíritu de su tiempo: todo el siglo xvm nos aparece así como una preparación de la Revolución francesa, de tal manera que, mirándolo en una perspectiva suficientemente amplia, nos parece válida la hipótesis formulada hace unos años por Francois Furet según la cual el propio Luis XlV, con su política antifeudal y centralista ( ¡el aplastamiento de la fronda!) sería también un precursor de la revolución. Me refiero a todo esto para comprender de qué manera la Ilustración alemana es un fenómeno tardío si se la compara con la inglesa y la francesa, que ya han logrado desplegarse plenamente antes de mediar el siglo xvm. Diderot, D'Alembert, el barón de

Holbach, Rousseau, Montesquieu, Voltaire, ya tienen una obra antes de 1750 (aunque muchos de ellos continúan trabajando y algunos mueren apenas a unos años del estallido de la revolución: Rousseau y Voltaire, con diferencia de algunas semanas, once años l antes del asalto a La Bastilla, Diderot unos cinco años antes).

lïn cambio la Ilustración alemana, que en su primera etapa

1

y l .

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identificamos con Kant y Lessing, madura apenas a nales del siglo xvm. Es tardía, porque todo lo alemán es tardío, y también un poco lento. Alemania configura una cultura tardía y en muchos sentidos rezagada. Es una "nación retrasada , como se intituló un libro bien

pertinente de un discípulo de Husserl, Helmut Plessner, publicado en Suiza en el exilio, en 1933: Die Verspiitete Nation, literalmente "La nación que llegó tarde . Ustedes saben que Alemania como nación apenas existe desde 1871. Pero siempre hubo algo así como una Alemania y yo creo que es una "patria cultural", como la postulaba Herder y lo ha recordado recientemente Günter Grass. Me refiero a esto para explicar porque resulta una característica de la cultura alemana, por haber llegado tarde a su condición de nación y por haber asimilado lo producido por otros pueblos (como lo pensaba Nietzsche quien decía que Alemania era una "cultura hembra" que recogía in ujos y los transformaba genialmente), su aspiración losófica, la necesidad de realizar eso,que llamara Hegel "el esfuerzo del concepto": los alemanes recogieron ese proceso de la Ilustración que ya llevaba 300 o más años y lo elevaron al concepto. Porque en realidad no se encuentra en ninguno de los grandes ilustrados franceses una concreción conceptual sobre lo que es la Ilustración como en este breve texto de Kant que comienza diciendo: La Ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable . Él desarrolla luego esa idea cuando define la minoría de edad como "la incapacidad de servirse del entendimiento sin la ayuda de otro . Por lo tanto, el meollo de la Ilustración lo constituye la

experiencia de la autonomía: lo que aprendió el joven Kant de Rousseau, que el hombre tiene una vocación hacía la autonomía. Autonomía significa darse la propia ley, (auto-nomos, ley-propia; lo contrario de heteronomía, hetero-nomas, ley de otro).

La Ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. Esa minoría de edad consiste en la incapacidad para servirse del entendimiento propio sin la dirección de otro. Por ello la consigna de la Ilustración es, según

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Kant: Sapere dude, atrévete a saber, atrévete a utilizar tu propio entendimiento sin la ayuda de otros. Él afirma que es por pereza y cobardía que los hombres acuden al tutor. Pues según dice, el hom-

bre tiende por naturaleza a la mayoría de edad (escribe en latín que ellos son naturalites majorensis). Pero si el hombre por naturaleza tiene vocación para ser mayor de edad, ¿por qué acude al tutor? Por comodidad, porque resulta más cómodo obedecer que seguir los dictados de la propia conciencia.

Así comienza a desarrollar Kant esta idea: que el hombre no quiere correr el riesgo de utilizar su propia contienda, por lo cual los tutores se aprovechan de ello. Entonces plantea lo que ya es un lugar común en la exégesis de Kant en este punto, la "Pfaffentheorie" (el término "Pfaffe" es el término despectivo que se utiliza en alemán para designar al "cura"). La teoría de los pastores, de los curas. Los curas, dice Kant, los Pfaffen, se aprovechan de esta

inercia, de esta tendencia del hombre a la comodidad, por pereza y cobardía, y empiezanentonces a dirigirlos. Naturalmente no quiero con ello desconocer la legitimidad que pueda existir en un momento dado a la función de orientación que asumen el pastor, el maestro o el conductor; porque el mismo Kant, que estaba muy impregnado de luteranismo y había crecido en el ambiente de la más rigurosa de las culturas de la Reforma el pietismo, una forma de protestantismo particularmente rigurosa y exigente, que llevaba a una impresionante separación de la vida espiritual respecto de la vida prosaica material , llega a sostener que el pastor, el director de las almas, puede cuestionar en cuanto teólogo lo que enseña en tanto pastor de una determinada iglesia o confesión. Porque para Kant el meollo de la libertad en el uso del entendimiento radica en que no debe haber ningún límite al "uso público" de la razón. Él establece una distinción entre el "uso privado y q-l "uso público" de la razón. lil uso privado de la razón tiene que ver con la división del tralmjn. No lt' puedo discutir al ingeniero que construye mi casa si no w ¡lv ingeniería; si soy el paciente y estoy siendo atendido por el

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cirujano no puedo darle instrucciones. Kant trae varios ejemplos, dice que el soldado no puede discutirle al oficial en medio de la batalla: si el o cial da una orden aquel debe cumplirla; igualmente, cuando llega el funcionario recolector de los impuestos no puedo negarme a pagar el impuesto: se lo debo pagar. Pero he de tener la posibilidad de discutir sobre todo ello, en cuanto sabio", afirma Kant (el término en alemán se re ere directa-

mente alo púm'co porque es Gelehrter y en alemán al público lector se le llama Gelchrtenpublikum: "público-sabio", el que está en contacto con la doctrina). Aquí se encuentra el sentido: el hombre en cuanto mayor de edad debe hacer uso de la razón aunque acepte también su uso privado y por lo tanto una restricción de su libertad.

Pero en cuantosabio , es decir, en lo que se re ere al uso pú-

blico de la razón, puede y debe por ejemplo el subordinado escribir un libro discutiendo la estrategia del general. En la batalla ha de cumplir las órdenes pero después de ella puede escribir un artículo de prensa, por ejemplo, en el cual aclare que no estaba de acuerdo con la estrategia del superior, y eso tiene que ser tolerado. Lo mismo sucede conel pastor en cuanto teólogo, una cosa que sería imposible en el ámbito católico-romano o por lo menos en la iglesia oficial. El hecho de que el individuo pueda discutir en cuanto teólogo, porque aquí se trata del uso público de la razónlo que él en cuanto funcionario o sea en cuanto cura párrocodebe hacer de una manera canónica, siguiendo una liturgia, una disposición, un ri to que no puede alterar porque crearía confusión: pero sí puede escribir un libro cuestionando todo ello. Esto es algo muy típico de la teología protestante. Hasta el punto de que uno de los más importantes pensadores religiosos del siglo xx, que además intentó una teología socialista, por ejemplo a través de su intenso ensayo "El Principio protestante y la situación proletaria : Paul Tillich, uno de los primeros catedráticos destituidos enAlemania por el régimen nazi en el año 33, que emigró a los Estados Unidos en donde falleciera a mediados de los sesenta como catedrático de la Universidad de Princenton, un gran pensador religioso de nuestro tiempo, muy vinculado a los intelectuales de la así llamada "Escuela de Frankfurt", amigo personal de Theodor

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Adorno y Max Horkheirner y muy estimado por ellos, a rma en alguna parte que solo quien está en duda puede tener fe. Se trata de la ansiedad que domina al protestante, quien vive oscilando enbe la duda y la fe, vive atormentado, y nunca tiene esa seguridad, por lo demás bastante autoritaria, esa seguridad canónica del indivi-

duo que se con esa, recibe la absolución y sale otra vez a pecar: el luterano tiene que soportar en su conciencia y a través de su duda el peso de su culpa y porello se hace responsable ante sí mismo. A esa radicalidad llega Kant, inclusive en el caso del pastor que tiene la libertad de cuestionar, cuando se dirige al público lector o sea "en cuanto sabio el mismo rito que en cuanto funcionario por ejemplo, como cura párroco- ha de cumplir. Por lo cual plantea Kant que es absolutamente ilegal impedir la absoluta libertad en lo que se re ere al uso público de la razón, porque, según afirma, eso sería atentar contra las generaciones futuras. Y aquí recojo lo que comenté al comienzo de la charla, recordando el texto "Idea de una historia universal en sentido cosmopolita . Si en un momento dado se coarta la libertad de investigación y divulgación del conocimiento, no sólo se está atentando contra los hombre actualmente vivientes sino contra sus descendientes. Y eso para Kant es absolutamente ilegal. De ahí que Kant reconozca en la figura del monarca que coincide con su madurez un agente de la Ilustración, al punto de a rmar que su época es la época de la Ilustración, "o el siglo de Federico . Precisamente en el año en que Kant se matriculara en la Universidad de Konigsberg (1740) fue coronado como rey de Prusia Federico u, sin lugar a dudas una de las figuras más notables del siglo xvm, también en el ámbito de la cultura.

Federico n fue un déspota, pero un déspota ilustrado que permitió la libertad de religión en Prusia y sancionó el Código Frederirimm muchos lustros antes del Código de Napoleón, el cual modernimlm el Estado al separar las instancias de la judicatura, establecer l.| obligación de la formación profesional para los juristas, sancionar lu .wparación y la independencia de la justicia, y quien nunca mtv! vinu ¡mte sus súbditos en materias religiosas. Por eso, cuando Lmt w pregunta: "¿Vivimos ahora en una época ilustrada? res-

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ponde que no, que todavía no vivimos en una época ilustrada (a fines del siglo xvm en Prusia). Pero sí en una "época de ilustración . Porque todavía falta mucho, agrega, para que los hombres, en su actual condición, "sean capaces o puedan llegar a serlo, de servirse bien y con seguridad del entendintento propio sin la dirección de un extraño en cuestio-

nes religiosas". Es consciente, por ejemplo, de los efectos del analfabetismo, aunque Prusia fue el primer estado de Europa en

crear la escuela obligatoria para todo el pueblo.

Dice sin embargo que, aunque no vivimos aún en una época

ilustrada, se ha abierto el campo para trabajar libremente hacia ese fin" y lós'obstáculos para una ilustración general/ es decir para la salida deillxarcullpable minoríade edad de los hombres, son cada vez menoresf , cosa de lo cual, afirma, tenemos claros indicios . Y agrega: "desde ese punto de vista nuestra época no es una época ilustrada, es la época de la Ilustración o el siglo de Federico".

(Resulta interesante recordar como anécdota biográfica que tras la muerte de Federico en 1786 el filósofo comenzó a tener problemas cqnsu hijo, que nombró a un cura -Wóllmer- como ministro de culto, como sucesor del famoso barón vonZedlitz a quien le dedicara Kant, con un texto latino de Bacon, la Crítica de la razón pura. El cura Wóllmer amonestó a Kant en nombre del monarca, entre otras cosas por la publicación de un escritointitulado la religión en los límites dela pura razón. ' Para terminar consideremos que la Ilustración en nuestro siglo ya implica otras dimensiones. No puede haber una ilustración en el siglo xx que desconozca el aporte de Marx y de Darwin, por ejemplo, así como no puede haber una Ilustración en el siglo xx que no incorpore la herencia de la obra de Sigmund Freud. Tal vez haya sido Freud el último gran representante de la gran Ilustración. Lo coloco a Freud en el nivel de Diderot, de Voltaire,

de Rousseau y los grandes ilustrados. Él era consciente de ello y en un texto como El porvenir de una ilusión, que corresponde a su plena madurez, manifiesta una radicalidad apenas parangonable a la de Voltaire. En pensadores como Theodor Adorno y Herbert Marcuse nos encontramos con el intento de incorporar al filosofar

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esas dos dimensiones de la Ilustración: el Materialismo histórico, la obra de Marx, y la Teoría de la libido, la obra de Freud: son las dos grandes vertientes del materialismo contemporáneo. Así por ejemplo en este escrito de Adorno: "Educación para la Mayoría de Edad , que tradujimos y publicamos en 1986 en Argumentos al lado del texto de Kant, el cual tuvo su origen en, unaemiá

sión radiofónica de la Radio de Hessen en la República Federal del:

Alemania, un diálogo con su amigo el profesor Helinuth Becker:

quien por entonces era el director del Instituto de aneá gadones'

Pedagógicas de la Sociedad Max Planck en Berlin; ' ' y Este diálogo, que corresponde a la última manifestación públi-_ ca de Adorno sufrió un infarto fatal quince días despúes de haberlo grabado en los estudios de la emisora de'Frankfurtï-á es un desarrollo de la idea de la Ilustración vinculado al'ïsúhto d é' educación, y muy especi camente de la educación popular y pari"

la democracia. Me parece que sería muy importante

ustedes, bi:

quieren realmente tener una genuina experiencia intelectual, voivieran a leer frase por frase el texto de Kant y el comentario de Adorno, re exionaran sobre todo ello y lo relacionaran con lasprbó pias experiencias, sobre lo que desafortunadamente estamos'padeciendo en nuestro país. Espero que mi exégesis les haya servidorl para incitarlos a ello.

L

III . La tolerancia y la paz. rUna aproximación a la "Carta sobre la tolerancia de Locke ,

a

En la historia de la idea dela tolerancia, es la pugna religiosa que se desencadena en Europa a consecuencia de la Reforma protestante del siglo xvr lo que conducirá a plantear su urgente necesitarian hemos recordado el caso de Erasmo de Rotterdam, quam se enfrentó como crítico, aunque en forma tolerante, tanto a Iglesia como a Lutero'. No podemos reconstruir en detalle todo el impresionante proceso de las guerras de religión 'queasolan al antiguo continente a lo largo de aquel siglo, el cual concluye en Francia en donde la matanza de la Noche de San Bartolomé (1572) significó el asesinato de unos treinta mi] hugonotes y el exilio de los sobrevivientes- con el Edicto de Nantes; que promueVe ese monarca magnánimo que se dejaba aconsejar por Miguel de Montaigne: Enrique Iv, para garantika'rles a todos sus súbditosel derecho a la libertad religiosa y, con ello, dar término a la guerra civil.

l Hammamet a nuestra conierencia en el Primer Encuentro Nacional por la Tolerancia mw! la Universidad del Tolima y "Viva la ciudadania". que ¡e reunió en lbague lo: dias É {22 dp julio de 199 l: Tolerancia e ilustración". publicada en Argumentos mima. 2829 ('antho'e Humanos"), Bogota. septiembre de 1992. pags. 77-94. En esa ocasión y, por razonu 'de Maipo tuvimos que omitir en la lectura de nuestra intervención dot capitulos consagrado. respectivamente a la Carta sobre la tolerancia de [peke y al Tratado de la tolerancia de Voltaire. Por solicitud expresa de la revista Consenso hemos reelaborado el primero denuncupituloe para su publicación: Revieta ConsensoU NR), Bogota. enero 1994.

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También en Inglaterra, la persecución contra los católicos y los

creyentes de las sectas fue con frecuencia la conducta característica de la iglesia anglicana que fundara Enriquevm al separarse de Roma en 1532, razón por la cual se formula allí repetidamente la idea de la

toleranda.Así por ejemplo, cuando en 1653 Oliverio Cronwell el dirigente de los puritanos es nombrado "Lord Protector , declara que la libertad de conciencia es un derecho natural, "y que si se tiene ese derecho es para ejercerlo . Es la herencia del Renacimiento, representada por los platonicos de Cambridge y que en el período que sigue ala Restauración será retomada por el "partido latitudinario" en el interior de la propia iglesia anglicana. Como comenta Henry Kamen, "aparece una tendencia de aproximación no dogmática a la religión y una corriente partidaria de dar supremacía al racionalismo y a la moralidad que representan una separación fundamental dela tradición. Los teólogos de la Restauración reaccionaron conscientemente contra el entusiasmo irracional por la doctrina, basado únicamente en la devoción. Los

latitudinarios promovieron la tolerancia poniendo especial énfasis

en el elemento racional del individuo. Cada hombre, usando su

propia razón, sería el árbitro de sus propias creencias y acciones; y la religión personal así constituida tenía derechos inherentes que no podían ser menoscabados por ninguna autoridad. Las pretensiones de la Iglesia, asi como las del Estado, representaban una ame-

naza a los derechos de la razón, ya que podían poner en peligro la libertad y capacidad de decisión personales. Por ello, los latitudinarios se preocuparon de que la creencia en una tolerancia correcta llegara a ser algo indispensable para poder preservar la dignidad de hombre racional De esta manera continuaba desarrollándose la concepción humanística de la religión que había formulado a comienzos de la época moderna el cardenal de Cusa. Un ejemplo bien característico de tal actitud es el que reflejan las palabras de John Tillotson, quien llegaría a ser arzobispo de Canterbury, cuando decía: "Yo persuadiría a un hombrepara ser un buen hombre antes que para formar H. Kamen. Los caminos de la tolerancia. Madrid. Editorial Guadarrama. 1967, pág. 203.

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parte de cualquier grupo o denominación cristiana; porque no dudo que la creencia del antiguo credo, siempre que no abriguemos nada que pueda destruirlo,j1mto con una vida honrada, pueden salvar a un hombre, y sin esto no existe hombre que pueda esperar razonablemente la salvación, ni siquiera en una iglesia infalible si es que se puede encontrar alguna en este mundo . Como comenta Kamen, al parecer fue la "sustitución del dogma por el moralismo lo que preparó el camino para la tolerancia.En realidad todo ello forma parte del lento y persistente proceso de ascenso y emancipación del individuo, y del reconocimiento del mismo como la "interiorización de esta sobre el supuesto, explícito o no, de la posesión por el individuo de virtudes que se estiman su cientes para la salvación . Otro ejemplo pertinente trae a cuento Kamen cuando cita a Gilberto Bumet, obispo de Salysbury en su obra History of my own time (Historia de mi tiempo): "Siempre he considerado que la libertad de conciencia es uno de los derechos de la persona humana para actuar libremente, es presupuesto de toda sociedad y norma establecida por nuestro Salvador, algo en que todos los hombres están de acuerdo . Son ideas que convergen en el texto clásico de John Locke: A letter concerning toleration, la célebre

Carta sobre la tolerancia ,

publicada en 1689 en Inglaterra y que había sido elaborada originalmente en latín, en Holanda, pais al que había huido el autor acompañando en el exilio al conde de Shaftesbury, dirigente político whig (liberal) del cual el filósofo era consejero, en 1683. Alli sos-

tiene Locke, ya en la primera página, que la tolerancia es "el rasgo más característico de la verdadera Iglesia y que el objetivo de la verdadera religión "no ha existido para la pompa, el señorío de los prelados o la fuerza compulsiva, sino para asentar una vida guiada por la rectitud y la caridad". Op. cit.. pag. 204. Pedro Bravo Gala en Ia Introducción a Ia Cana sobre la tolerancia de John Locke (traducción de Maria Luengo de Valdés). instituto de Esmdios Politicos. Facultad de Derecho. Universidad Central de Venezuela, Caracas, ¡966. pag. IS. Las citas que siguen provienen de la traducción de Alfredo Juan Álvarez: I. Locke, Carta sobre la tolerancia y otros escritos. México, Edit. Grljalbo, 1970.

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Por lo cual afirma la necesidad imperiosa de separar las esferas de la Iglesia y el Estado: Considero que por encima de todo es esencial establecer exactamente la diferencia que existe entre los asuntos civiles y los religiosos . La cura de almas no podría corresponder nunca a la autoridad civil porque su autoridad agrega depende de la fuerza externa , mientras que "la verdadera religión salvadera consiste en la persuasión interna de la conciencia". Este elemento de intimidad, la a rmación de la interioridad del individuo, de su convencimiento personal exento de coacción, re-

sultaba inherente a su propia definición de la Iglesia como una asociación voluntaria de hombres unidos entre sí de común acuerdo para adorar y reverenciar públicamente a Dios . En Locke prima la vocación la y voluntad moral, confirmando plenamente su caso el aserto de Kamen según el cual la sustitución del dogma por el moralismo fue lo que preparó el camino de la tolerancia. Afirmaba que quien careciera de caridad, humildad y buena voluntad

hacia toda la humanidad en general, incluso

hacia quienes no son cristianos" estaría muy lejos de ser un cristiano auténtico. Porque decía que quien deseara militar o se "alistara" bajo la bandera de Cristo tendría que luchar en primer lugar "contra sus propios vicios, contra su orgullo, contra su concupiscencia" . Y agregaba: "De nada sirve usurpar el nombre de cristiano si falta la santidad de vida, la pureza de costumbres, la humildad y

la bondad de espíritu... si creemos en el Evangelio y en los apóstoles, nadie puede ser cristiano sin caridad, sin la fe práctica que no nace de la fuerza sino del amor". Por lo que apelaba a la conciencia de quienes "torturan, maltratan, hieren y degüellan a otros hombres pretextando la religión , para que declararan si los movía la bondad o el amor filial. En Locke convergen la piedad evangélica y el racionalismo, la herencia de la interpretación humanística renacentista de la religión cristiana: Tolerar a aquellos que di eren de los demás en asuntos de religión es asunto que concuerda con el Evangelio y con la razón y extraña que ciertos hombres cieguen ante esta luz . Pero, naturalmente, para poder llevar a la práctica estos principios se requería de una decisión política que estableciera claramente los

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limites entre las dos potestades que antes de la Reforma se habían mantenido virtualmente unidas, aunque con frecuencia en una si-

tuación de con icto. Por ello a rmaba que para que nadie "disfrazara su espíritu de persecución y su crueldad anticristiano simulando preocupación por el interés público o el respeto a la ley, o para que otros se escudaran en la religión buscando impunidad a su libertinaje y disipación", para que nadie pudiera "engañarsea sí mismo ni engañar a los demás con el pretexto de su lealtad y obediencia al príncipe o de su ternura y sinceridad al culto de Dios - - estimaba necesario "sobre todas las cosas" distinguir exactamente entre las cuestiones del gobierno civil y las de la religión, determinando con claridad los límites entre uno y otro. Pues de otro modo no se pondría fin a las controversias entre quienes tenían o simulaban tener interés por la salvación de las almas. La jurisdicción del gobernante alcanzaría de este modo solo a los derechos civiles y todo el interés civil se reduciría a tales asuntos: porque el Estado es, a su parecer, "una sociedad de hombres constituida solamente para procurar, preservar yhacer avanzar sus propios intereses de índole civil: la vida, la libertad, la salud, el descanso del cuerpo y la posesión de cosas externas tales como el dinero, tierras, casas, enseres y otras semejantes , constituyendo el

deber del gobernante o del magistrado civil asegurar, mediante la ejecución imparcial de leyes equitativas en general para el pueblo y cada uno de los súbditos, la posesión justa de estas cosas externas . Pero tal jurisdicción no podría ser extendida, bajo ningún pretexto, a la salvación de las almas, "porque la atención hacia las almas no está más al alcance del gobernante que de otros . La salvación ha de ser considerada asunto de cada cual. Es el individuo quien debe asumir la responsabilidad por sí mismo, por su destino; no puede ser dirigido desde fuera, y ningún acto que no descanse en una profunda y sincera convicción carece de validez para ese efecto: "Nadie puede creer conforme a los dictados de otros y toda la fuerza de la religión verdadera radica en la interna persuasión. Cuanto profeses de palabra, cuanto acto externo lleves a cabo, como no tengan la interna persuasión no serán útiles a tu

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eterna salvación, sino, por el contrario, la perjudicarán, pues al ofre-

cer a Dios el culto que no crees adecuado, se agrega a los pecados que expiarán los ejércitos de la religión, el de la hipocresía y el desprecio a la divina majestad". De otra parte, a rmaba que el cuidado delas almas no podía ser asunto del gobernante o del magistrado civil "porque la fuerza de este es exterior , mientras la religión verdadera y salvadera consis te en la persuasión de la conciencia, sin la cual nada puede agradar a Dios . Es una consecuencia de la fundamental idea que expresara Lutero en su escrito de 1521: La libertad de un hombre cristiano sobre el cual afirma Herbert Marcuse que en él "se reúnen por primera vez todos los elementos que constituyen el concepto específicamente burgués de libertad y se convienen en las bases ideológicas de la forma también específicamente burguesa de la autoridad 5 según la cual éste en cuanto hombre interior es libre de todas las cosas así sea, en cuanto hombre exterior, "prisionero de todas las cosas y por lo tanto también de la ley. Pero el justo se salva por su fe. Lo expresa Locke enfáticamente

cuando afirma que la naturaleza del entendimiento es tal "que no puede ser obligado por la fuerza externa". Aún más: "Confiscación, tortura, cárcel, todo esto es inútil para que la mente humana

cambie su juicio sobre las cosas . Por lo cual afirma que "unacosa es persuadir y otra es obligar , porque se lucha con argumentos y no se impone mediante edictos , remitiendo el edicto al poder civil y el argumento a "la buena voluntad humana". Y concluye con vigor: "todos los hombres tienen facultad para exhortar o convencer a otros de error y medianterazones llevarlo: a la verdad", mientras "dictar leyes y obligar por la espada es asunto del gobernante". Pero el poder civil no debe imponer mediante su ley civil "artículos, dogmas o modos de adorar a Dios".Aunque reconoce que la fuerza de las leyes termina sino van acompañadas de sanciones, afirma que estas en materia de religión son "altamente inoperantcs y "mínimamente prácticas para lograr la persuasión. Si al" Marcuse Herbert: Parte ideohistoriogró ca de lo: Estudios sobre antañde y lani la (Hum. Félix Alcan, l936). En H. M., Para una teoría crítica de la nociodad. Traducción de t 'lumluin Lonminn de Planeta, Caracas, Editorial Tiempo Nuevo, 197], pág. 8 l.

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guien pretende para la salvación de su alma abrazar cualquier fe religiosa resulta necesario "que crea en su intimidad que es verdadera", por lo cual cualquier sanción resulta impotente para persuadir el espíritu , porque "únicamente la ilustración operará cambios y la ilustración no procede de padecimientos corporales . La ilustración es un procedimiento de la razón autónoma, justamente lo contrario de la obediencia mecánica producto de la coacción: heteronomía. Aquí Locke rea rma su convicción de absoluto respeto por las creencias y decisiones del individuo siempre y cuando no redunden estas en perjuicio de los demás; afirma no haber leído - "en ningún lugar del Nuevo Testamento" que la verdadera iglesia deba obligar "por la fuerza, a hierro y fuego . Y más adelante agrega: En segundo lugar, ningún hombre puede atentar o disminuir los derechos civiles de otro por el hecho de que este se declare ajeno a la religión y rito de aquel... . Lo dicho en tomo a la tolerancia entre particulares vale también para las iglesias, "las cuales son entre si como personas particulares, y ninguna tiene derecho sobre otra, ni en los casos en que el gobernante pertenezca a alguna, pues el Estado no puede dar a la Iglesia ningún derecho ni esta a aquel... . Porque cualquiera que sea el origen de tal autoridad, siempre debe estar con nada dentro de los limites de la Iglesia y no debe ser extendida a los asuntos mundanos, puesto que la Iglesia es algo muy diferente del Estado y los asuntos mundanos". Por lo cual los mismos clérigos han de cumplir según su parecer con esa tarea pedagógica primordial: enseñar con su ejemplo y predicar el respeto a los que piensan en forma diferente, la tolerancia: Pero no es preciso solamente que los eclesiásticos se abstengan de la persecución, la violencia y la rapiña; quien se considere sucesor de los apóstoles y tiene a su cargo la tarea de adoctrinar, está obligado a aconsejar a sus oyentes al deber de la paz y buena voluntad hacia todos los hombres, sean disidentes u ortodoxos, piensen igual que ellos o en contra de su fe y sus ritos; exhortar a los hombres,

sean gobernados o gobernantes (silos hay en la Iglesia) a una pro-

fesión de caridad, mansedumbre, tolerancia, así como minimizar

la repugnancia porlos disidentes".

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Insiste en que la cura de almas "no pertenece al gobernante", re riéndose expresamente a lo que llama "una cura autoritaria, que consiste en emitir leyes y hacerlas cumplir , si bien considera que la orientación

una cura caritativa, que consiste en llamar a la

razón, en persuadir no puede negarla nadie. Pero reitera que la cura del alma "pertenece a cada hombre y a él exclusivamente habrá de dejarla . En ese contexto recuerda la arbitrariedad de los monarcas que quisieron imponer a la fuerza sus conviccionesy una forma determinada de culto en su país: "La historia de Inglaterra nos ofrece ejemplos más recientes de cómo el clero elaboraba rápida e imprudentemente sus artículos de fe, la forma del culto y demás acciones de acuerdo a los caprichos de Enrique vm, Eduardo v1, Maria e Isabel,

príncipes de opiniones muy diferentes en cuanto a culto, y nadie sino un insensato afirmaría que un hombre honesto y prudente adorador de Dios podría, consciente de sus actos, obedecer todas las

variadas decisiones que aquellos tuvieron en materia de religión". Porque insiste en que "nocorresponde al magistrado castigar con las leyes o reprimir con la fuerza lo que él cree ofensa contra Dios , agregando expresamente que el gobernante "no tiene poder para prohibir en las asambleas religiosas de cualquier iglesia los ritos sacros y el culto ya establecidos , pues dehacerlo así "suprimiría la iglesia misma, cuyo fin es adorar a Dios según su manera".

Pero además afirma que el gobernante "no debe prohibir que se enseñen opiniones especulativas en cualquier iglesia, pues no tienen ninguna relación con los derechos civiles". Y pone los siguientes ejemplos: "Si un católico romano cree que es verdad el cuerpo de Cristo en tanto que otro solamente cree que es pan no ofende con ello a su prójimo; si un judío no cree que el Nuevo Testamento es palabra divina no altera en nada los derechos humanos . En el fondo su re exión descansa en el convencimiento de que la verdad se impone por sí misma, inclusive a través del error, y no requiere de la coacción: "La verdad no tiene necesidad de fuerza para entrar a la mente del hombre ni es enseñada mediante la ley. Los errores reinan por la ayuda de socorros extraños. Si la verdad no gana el entendimiento por su sola fuerza, no podrá hacerlo con

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ayuda de otros apoyos... Puesto que el hombre no viola derechos ajenos con su culto erróneo, ni ofende a otro al divergir en opiniones religiosas, el cuidado de su salvación le pertenece sólo al hom-

bre particular... Todos pueden emplear exhortaciones y argumentos para lograr la salvación de otro hombre, mas toda fuerza debe ser evitada y nada debe obligarse. Nadie debe obedecer incondicionalmente las admoniciones ni la autoridad de otro más allá de los límites de su propia persuasión". Porque en lo que corresponde a la salvación, cada hombre es "dueño de sí mismo y de su supre-

mo juicio ". Y reitera que "no es la diversidad de opiniones, que no puede ser negada, sino la nula tolerancia a quienes difieren la que ha producido disputas y guerras que han surgido en el mundo cristiano por motivo de religión , acusando a los jerarcas de la Iglesia - -quienes "movidos por avaricia y ansia de dominio" y aprovechándose de "la ambición delos gobernantes y la superstición obcecada de la multitud" la han excitado contra los heterodoxos y han predicado "contra las leyes del Evangelio y los preceptos de caridad" que los cismáticos deban ser desposeídos de sus bienes- de haber confundido dos cosas diferentes: la Iglesia y el Estado. Asunto sobre el cual se pronuncia expresamente inclusive en el caso de que alguien aceptara en principio la idea del soberano: "aunque la opinión del gobernante sea sana y el camino que señala re-

sulte verdaderamente evangélico, sino tengo convicción intima de sus verdades estas no son válidas para mí . Porque "ningún camino que recorra contra mi voluntad me ha de llevar al paraíso de los bienaventurados... no me ha de salvar una religión que me parece errada y cuyo culto detesto. Vanamente el incrédulo se cubriría con el culto exterior, cuando la fe y el convencimiento interiores son lo necesario para resultar grato a Dios". Y concluye: "Ninguna religión que yo no crea verdadera puede ser verdadera y provechosa para mi". El proceso de la Ilustración, uno de cuyos precursores había sido tras el aporte de Erasmo y los humanistas del Renacirniento- a comienzos del siglo un compatriota de Locke: Francis Bacon, acompaña el ascenso y la maduración de la civilización europea. Se ex-

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tiende a Francia a comienzos del siglo xvm y llega tardíamente, aunque con extraordinario vigor, a Alemania.

Este proceso de la modernidad coincide también con el de la secularización de los contenidos de la vida y su sentido, secularización que libera a la razón de las limitaciones a que había estado sometida tradicionalmente. Sin embargo, como hemos vis-

to en las palabras de Locke, la razón no es necesariamente irreligiosa, aunque reivindique la libertad de los hombres para indagar sobre los procesos de la naturaleza, en la conciencia de que esta obedece a una legalidad que le es inherente, y también procure por una configuración racional de la convivencia humana, una reorganiza-

ción de la sociedad que obedezca al mandato de la razón. Es a través de Juan Jacobo Rousseau por cierto un pensador profundamente religioso- - que se seculariza la idea de la autonomía. Precisamente con la noción del "Contrato Social por medio del cual los individuos, al delegar su primitiva y rudimentaria soberanía pueden ser libres en la ley que ellos mismos se otorgan- sentó las bases del moderno derecho constitucional y de la moderna democracia republicana. Con razón lo llamaría Kant a Rousseau el Newton del mundo moral : desde su más temprana juventud in uyó decisivamente sobre él, como es claramente preceptible en sus escritos ético-

práctico-políticos, la Crítica dela razón práctica, la Fundamentación dela metafísica de las costumbres, sus dos opúsculos de la Revista mensual de

Berlin de 1784: Idea de una historia universal en sentido cosmopolita y Respuesta ala pregunta: ¿Qué signi ca la Ilustración? Precisamente este último comienza afirmando la autonomía: "La Ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable . Por lo tanto el meollo de la Ilustración es la experiencia de la autonomía: lo que aprendió el joven Kant de Rousseau, que el hombre tiene una vocación hacia la autonomía. No debemos olvidar tampoco la influencia del propio Locke. Si bien el filósofo de Kónigsberg superará las limitaciones de su epistemología a la que llama en la introducción a la primera Crítica una fisiología del conocimiento , encontrarnos en su escrito sobre la Ilustración un eco de aquella Carta sobre la tolerancia que hemos glosado en detalle.

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La Ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable, minoría de edad que con-

siste agrega Kant- en la incapacidad para servirse del entendirniento propio sin la dirección de otro". Por ello la consigna de la Ilustración es: ¡Sapere audel, atrévete a saber, atrévete a utilizar tu propio entendimiento sin la ayuda de otros.Afirma que la pereza y la cobardía son las causas de que la mayoría de los hombres, des-

pués que la naturaleza los ha librado desde tiempo atrás de conducción ajena (naturaliter majorennes), permanecen con gusto como menores de edad a lo largo de su vida, por lo cual le es muy fácil a otros el erigirse en tutores . E instaurar la heteronomia: "por ello le es difícil a cada hombre individual salir de esa minoría de edad casi convertida en su naturaleza a la que ha cobrado afición y por lo pronto es realmente incapaz de servirse del propio entendimiento, porque jamás se le dejó hacer el ensayo . Para contrarrestar esta inclinación reivindica Kant la libertad de pensamiento, de comunicación y transmisión del pensamiento, lo que él llama el "uso público de la razón propia: Pero para esa Ilustración solo se exige libertad y, por cierto, la más inofensiva de las que pueden llamarse libertad, a saber, la libertad de hacer uso público de la prosa razón en todo respecto ", definiendo como "uso público de la razón (que "debe ser libre siempre y es el único que puede producir la ilustración de los hombres ) el que ejercen los escritores, los teólogos, los intelectuales: "el que alguien hace de ella en cuanto sabio ante la totalidad del público lector . A1 cual contrapone el uso privado de la misma, que "debe ser con frecuencia severamente limitado sin que obstaculice con ello particularmente el proceso de la Ilustración y que se refiere de una parte a la división del trabajo, a la profesionalización de los saberes y, de la otra, al empleo de la razón que se le permite al hombre en el interior de una posición civil o de una función que se le ha confiado , porque "en muchas ocupaciones que conciernen al interés de la comunidad es necesario cierto mecanismo por medio del cual algunos de sus miembros se tienen que comportar de modo meramente pasivo, para que, mediante una unanimidad artificial,

el gobierno los dirija a nes públicos, al menos, para impedir la

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destrucción de los mismos", en cuyo caso

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no es permitido razo-

nar sino que se debe obedecer . Pero también piensa Kant que en cuanto el funcionario o el profesional se considera miembro de toda una comunidad o incluso de la sociedad cosmopolita y, por lo tanto se le estima en la calidad de un sabio que con sus escritos se dirige a un público en el enten-

dimiento propio, puede en todo caso razonar sin que por ello padezcan los asuntos para los que ha sido designado en parte en cuanto miembro pasivo . Por ello llega a afirmar que si bien el oficial tiene que obedecer a la orden impartida por su superior durante el servicio y el ciudadano debe pagar los impuestos que le corresponden, tanto el uno como el otro pueden hacer uso público de su razón en cuanto sabios" es decir cuando se dirigen a la opinión pública -que Kant llama acá el "público ilustrado" cuestionar por ejemplo la estrategia del general o la pertinencia de la política fiscal del gobiemo. Y esto debe Ser tolerado, aun más, debe ser expre-

samente permitido, inclusive debe ser estimulado. También el sacerdote -quien está obligado a enseñar a sus catecúmenos" y a su comunidad según el símbolo de la Iglesia a la que sirve pues ha sido admitido en ella con esa condición"- tiene como sabio "toda la libertad y hasta la misión de comunicar alpú blico todas sus ideas cuidadosamente examinadas y bien intencio- " nadas acerca de los defectos de ese símbolo y debe exponerle ¡las " propuestas relativas a un mejoramiento de las instituciones de la religión y la Iglesia , asunto en el cual tampoco habría nada que v pudiera provocar en él escrúpulos de conciencia. El uso que él hace de su razón ante la comunidad es un uso privado pues esta "sólo es una reunión familiar, por amplia que sea, y con respecto a la misma no es libre en cuanto sacerdote ni tampoco debe serlo porque ejecuta un cargo ajeno . Pero en cambio, en cuanto teólogo, "como sabio que habla mediante escritos al público propiamente dicho, es decir, al mundo, el sacerdote gozará, en el uso público da su razón, de una libertad limitada para servirse de la misma y hablar en

nombre propio. Pues pretender que los tutores del pueblo en cuestiones espirituales hayan de ser también menores de edad constituye un disparate que conduce a la etemización del disparate .

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De esta manera rechaza Kant la jación dogmática en una determinada interpretación, porque ella "excluiría para siempre toda ilustración ulterior del género humano". Considera que un contrato de tal naturaleza sería "sin más ni más nulo e inexistente aunque fuera confirmado por el poder supremo, los parlamentos y los más solemnes tratados de paz . Porque piensa - -como lo dirá con el subtítulo de un capítulo de uno de sus últimos escritos- que la humanidad se encuentra en permanente progreso hacia lo mejor", hacia un perfeccionamiento moral, argumenta que "unaépoca no se puede obligar ni juramentar para colocar a la siguiente en una situación en la cual le sea imposible ampliar sus conocimientos (sobre todo los muy urgentes), puri carlos de errores y, en general, avanzar en la Ilustración". Pues ello constituiría "un crimen contra la naturaleza humana, cuya determi-

nación originaria justamente consiste en ese progresar , por lo que

la posteridad "está plenamente justi cada para rechazar aquellos decretos aceptados de modo incompetente y criminal . En ese sentido y teniendo en cuenta la precariedad de las instituciones humana considera Kant toda legislación hasta cierto punto como provisional: Es algo absolutamente no permitido adherirse a una constitución religiosa e inconmovible que no deba ser puesta en duda públicamente por nadie, aunque solo fuera durante el tiempo que dura la vida de un hombre, y con ello aniquilar y hacer infecundo un período en el progreso de la humanidad hacia su perfeccionamiento, haciéndolo de este modo nocivo para la posteridad ; pues si bien acepta que un individuo pueda postergar en lo que respecta a sí mismo y por cierto tiempo la adquisición de la Ilustración, opina que "renunciar a ella con relación a la propia persona y peoraún, con referencia a la posteridad, significa violar y pisotear los sagrados derechos de la humanidad . Una conclusión que afecta, condiciona y limita también al príncipe: "Lo que ni siquiera un pueblo puede decidir sobre si mismo menos lo podrá decidir un monarca sobre el pueblo; pues su actividad legisladora se basa en que reúne en la suya la voluntad de todo el pueblo", una consideración en la cual, aunque se afirma la

legitimidad de la monarquía se la retrotrae y fundamenta en la no.-

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ción del contrato, de acuerdo con una interpretación frecuente en el

derecho público de la época anterior a la revolución francesa y enla que encontramos igualmente un eco de Rousseau y, hacia atrás, de Locke y Hobbes: "si él se preocupa para que cualquier perfeccionamiento verdadero o presunto sea compatible con el orden civil, puede permitir que los súbditos hagan por sí mismos lo que consideren necesario para la salvación de sus almas, pues se trata de algo que no le concierne; pero, en cambio, sí le importará mucho evitar que unos

impidan a otros con violencia el trabajar con toda la capacidad de que sean capaces por la determinación y el fomento de dicha salvación . Esta última a rmación nos recuerda la del rey de quien era súbdito Kant: Federico II ese monarca ilustrado que acostumbraba autodenominarse "el filósofo de Sans Souci" y que compuso un concierto para auta en homenaje a su admirado amigo Voltaire- quien solía

decir, acaso recordando a Locke, que ¡cada cual debería buscar a Su manera la bienaventuranza ]eder soil nach seíner Pagan selig werden- por lo que nunca intervino ante sus súbditos en materia de religión. Asunto que expresamente elogia Kant: "Un príncipe que no encuentra indigno de sí declarar que tiene por deber no prescribir

nada a los hombres en materia de religión sino dejarles en eso gn plena libertad, y que inclusive rechaza para sí el altivo nombre de tolerancia, es él mismo ilustrado y merece que el mundo agradecido y la posteridad lo ensalcen como aquel que, al menos desde el gobierno, fue el primero en sacar al género humano de la minoría de edad para que se sirva de su propia razón en todo lo que concierne a cuestiones de conciencia . Esto fue escrito hace más de doscientos años. La Carta sobre la tolerancia de Locke se había publicado casi un siglo antes, el mismo año en que se expidiera en ese país, tras el triunfo de la Glorius Revolution y la expulsión de jacobo Il de Inglaterra, la Ley de tolerancia: 1689. Valdría la pena preguntarse en qué medida practicamos aquí la tolerancia y si más bien sería necesario impartir unaenseñanza que, desde la infancia, educara a los futuros ciudadanos para ella. ' Inmanuol Kant. Respuostu a ln pregunta: ¿Qué signi ca lu Ilustradógï". traducción de Rubén Jaramillo. Argumentos. núms. 14-17 (Universidad y Sociedad"), Bogota, septiembn de 1986, págs. 28-43.

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