Jacques-Alain Miller - Piezas sueltas.pdf

July 30, 2019 | Author: juanpablo1980 | Category: Jacques Lacan, Ludwig Wittgenstein, Psicoanálisis, Verdad, James Joyce
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Jacques-Alain Miller

Piezas sueltas

TEXTO ESTABLECIDO POR

GRACIELA BRODSKY

~11~ PAIDÓS Buenos Aires Barcelona México

Diseño de cubierta: Gustavo Macri Imagen de cubierta: Unity, de Bohyun Yoon (2009) Diseño de colección: Estudio Roberto García Balza

Índice

Traducción: Gerardo Arenas Establecimiento del texto: Graciela Brodsky

Miller, Jacques-Alain Piezas sueltas -1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Paidós, 2013. 432 pp.; 22x16 cm. Traducido por: Gerardo Arenas ISBN 978-950-12-8864-3 1. Psicoanálisis. l. Arenas, Gerardo, trad. 11. Título. CDD 150.195

1ª edición, agosto de 2013

Reservados toqos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático. © © © ©

2013, Jacques-Alain Miller 2013, Gerardo Arenas (por la traducción) 2009, Bohyun Yoon (por Unity, imagen de cubierta) 2013, de todas las ediciones en castellano: Editorial Paidós SAICF Publicado bajo su sello Paidósº Independencia 1682/ 1686, Buenos Aires - Argentina E-mail: [email protected] www.paidosargentina.com.ar

Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 Impreso en la Argentina - Printed in Argentina Impreso en Primera Clase, California 1231, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en julio de 2013 . Tirada: 3.500 ejemplares ISBN 978-950-12~8864-3

l. II. III. IV. V. VI. VIL VIII. IX. X. XL XII. XIII. XIV. XV. XVI. XVII. XVIII. XIX.

Bricolaje....................................................................................... De la mano de Jo y ce ... .. ... .. .... .. ............... ..... .. .. ...... .. .. ... .. ....... ... . El traumatismo de !alengua..................................................... La perspectiva borromea .......................................................... Síntoma y sinthome ......................................................... .......... La teoría del escabel ........ .. .... ... ... ... .. .. .. .. ... .. .. ..... .... ... .. ..... ...... ... Del objeto a al sinthome .. .. ....... .. .. .. .. .. .. ..... .. .. ... .......... .. .. ....... .. .. Despertar..................................................................................... Justicia y goce......................................................... .................... El no todo de Lacan ................................................................... Las rcc: una utopía totalitaria.................................................. ¿Puede evaluarse el psicoanálisis?.......................................... La insistencia de lo real............................................................. El régimen del no todo...................................... ........................ El amo y el saber ............. :.......................................................... La era de la ciencia..................................................................... Los nombres de parentesco.................................. .................... La naturaleza y lo real............................................................... La relación corporal...................................................................

9 27 41 53 67 77 97 119 143 167 191 225 259 279 305 327 351 375 399

Referencias bibliográficas de los textos citados................................. 421

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1 Bricolaje

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Les agradezco que estén aquí. Eso me permite recordar que existen, ya que en verdad los había olvidado un poco por no pensar más que en Lacan, por no pensar más que en redactar a Lacan. Me doy cuenta de que esta ocupación borra la presencia de ustedes, tanto que apenas anoche pensé que tenía que hablarles. Entonces hoy les daré lo que se me ocurrió esta misma mañana. Como verifico que ustedes están aquí y que esperan algo de mí, ahora pensaré en ello a lo largo de toda la semana. Lo que más claro tengo es mi comienzo. Y mi comienzo es mi título, a saber, Piezas sueltas. 1 Lo elegí anoche porque no compromete a nada. Abre, deja abierto lo que puede venir y que vendrá; tengo confianza, confío en ustedes. Es un título que no prejuzga nada y que precisamente me alivia de tener que velar por la coherencia. A fin de cuentas, al tomarme a mí mismo por sorpresa, noto que la coherencia es un artificio y que si este título me va es porque da a la contingencia prioridad sobre la coherencia. Me agrada más todavía porque es una actitud que puede jactarse de ser psicoanalítica, o en todo caso jactarse de conllevar la regla analítica. Usé el término actitud. Nótese que es un término codificado, pues se lo emplea en la lógica matemática, al menos en su filosofía. Allí se

l. Pieces détachées significa "piezas sueltas" o "repuestos"; literalmente, "piezas separadas (de algo)". [N. del T.]

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habla -Bertrand Russell lo hacía- de actitudes proposicionales. Debo explicarlo. ¿Qué se designa mediante la expresión actitudes proposicionales? Las diversas relaciones que pueden establecerse entre los enunciados y lo que en esa filosofía sigue llamándose espíritu -o mind, ya que se nos presenta en inglés. (El mind tiene un carácter que implica un prestar mucha atención. Este es el objeto que John Locke había aislado, y el término conserva su carga.) Denominamos actitudes proposicionales a las diversas relaciones que se establecen entre el mind y los enunciados. Estas relaciones son, por ejemplo, la creencia, el temor, la esperanza, el conocimiento, la comprensión, la suposición, etcétera. Cuando digo algo, cuando planteo una proposición, puedo calificar lo que digo aclarando que eso es lo que creo, que eso es lo que sé, que eso es lo que espero, o incluso lo contrario: que digo lo contrario de lo que pienso. En otras palabras, una actitud proposicional, una actitud en sentido lógico, es una relación entre el enunciado y la enunciación. No ha sido posible librarse de eso. Así, cuando doy como título Piezas amontonadas ... o más bien sueltas, quiero decir que pienso que puedo no hacerme totalmente responsable de eso, y que puedo hacer pruebas sin demasiadas verificaciones. Pensar que existe la actitud, en el sentido en que la definí, recuerda que tras lo que se dice puede haber algo, a saber, el hecho de que se diga. Es el recordatorio que Lacan efectuó al comienzo de su escrito "El atolondradicho" y que encuentran en la página 473 de la recopilación de Otros escritos: "Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se oye". Este que se diga, la actitud proposicional, el hecho de la enunciación, a menudo queda olvidado -es lo que Lacan subraya- tras lo que se dice. ¿Dónde está el lo que se dice? El lo que se dice no es un dato elemental, no es un dato primero. El lo que se dice -no hago más que retomar lo que Lacan sugiere- está en el lo que se escucha. En este sentido, lo que se dice -y que llegado el caso ustedes registran en sus papeluchos, así como yo mismo hice escrituras antes de venir aquí-, lo que se dice, entonces, es lo que-para ustedes se dice en lo que escuchan de mí. Lo que se dice ya es lo que se lee y que ustedes escriben. Por lo demás, esa es la prueba de que se lee, de que hay algo que se lee. El lo que se escucha es el hecho, lo que tiene lugar, lo que se registra. Alguien que no supiese francés, si le pasáramos las pequeñas cintas

de esos magnetófonos que están ante mí, al menos accedería a lo que se escucha. He aquí lo que tiene lugar en esta sala: lo que se escucha. El verdadero positivismo, el factualismo, es atenerse a lo que se escucha. Conviene recordarlo, conviene no olvidarlo cuando está en juego la interpretación en psicoanálisis. En efecto, la interpretación analítica es, ante todo, lo que se escucha; corre por cuenta de quien la recibe, si lo desea, buscar lo que se dijo en lo que escuchó. Pero no simplemente diciendo ¿Puede usted repetirlo? La interpretación analítica a menudo suscita esta pregunta, pero jamás se debe repetir la interpretación. Esta distancia entre lo que se escucha y lo que se dice existe por estructura. Lo que se dice en lo que se escucha es ya una construcción, una elucubración. Por eso me absorbe tanto escribir Lacan sobre la base de lo que fue escuchado, pues aún falta saber qué se dice allí. En cada palabra, en cada línea, siento que hay que hacer una construcción. Hay que probar una construcción, y no solo una, antes de publicar un manuscrito de Lacan. Entre el hecho de que se diga y el hecho de que se lo escuche está lo que no es un hecho sino una construcción, o lo que podría denominar un elucubrado [élucubrat]. El elucubrado es lo que se dice, y de lo que se dice jamás estamos muy seguros. Aquí hacemos uso de la forma pronominal -lo que se dice- porque en general lo que se dice no es lo qµe queremos decir. Esta es para mí la venti:lja de haber lanzado eso sobte el papel: no tuve que ocuparme de lo que yo quería decir, pasé por alto ese momento. La distancia entre lo que se dice y lo que queremos decir es precisamente lo que da lugar a la interpretación analítica. La interpretación se apoya en ese desajuste. Ese desajuste significa que siempre podemos seguir elucubrando más, en el orden de un Me dice eso ... pero ¿qué quiere decir? Alguien me dice algo en sesión, y yo me parto de risa. Río, es decir, leo. Reír es un modo de decir. Y en ese momento, ¿qué digo exactamente? ¿Digo por fuerza que me divierto? ¿Digo por fuerza que es divertido? Tal vez digo exactamente lo contrario; por ejemplo, que desespero. Pues podemos reír en vez de llorar. El analista no llora. Nunca se ha visto un analista que llore en sesión, ¿verdad? Mejor así, por cierto. Los analistas no lloran en sesión, quienes llegado el caso lloran son los analizantes. Pero cuando les ocurre, ello aún no dice por sí mismo lo que quiere decir. Tal vez llorar sea

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una resistencia: llorar en vez de hablar. Pero en fin, también logramos llorar mientras hablamos. Quizás eso señale que hemos soltado una verdad, que lloramos por ese desprendimiento. Cabría incluso elucubrar que los llantos conmemoran la castración, y que lo que se dice sirve para eso.

señalé aquí como hoy señalo en qué medida dejó de resultarme natural, si cabe decirlo. Es la primera vez que lo siento así: esta posición de enseñante no es natural. Esta posición es en verdad la de convertir la pasióh por el psicoanálisis, el sufrimiento que este puede acarrear, en una exhibición de la pasión. La actitud por la cual podría sustituir el yo sé, que es la que sostiene la enseñanza, es la de un yo sufro. Paso por un vía crucis para hablarles. No lo parece, por cierto. Pero al percibir lo ridículo del asunto, sustituyo el sufrir por el reír, al menos el sonreír. Mejor sonreír que sufrir .. '. Por eso digo Piezas sueltas. \

¿Quién llora allá, sino el simple viento, en esta hora sola con diamantes extremos? ... ¿Pero quién llora, tan próximo a mí en el momento de llorar?

Esta es una actitud proposicional: hice una cita, pasé a citar los tres primeros versos del poema titulado La joven Parca, de Paul Valéry. En la cita habla otro que dice que lo único que llora en la soledad de esa hora es el viento. ¿Quién llora en la soledad de la sesión analítica? Por regla general son mujeres. Ellas llevan la queja hasta el llanto. Al hacerlo muestran que la sesión analítica es a menudo la hora de las lágrimas -la pl'heure, 2 si me permiten. Bueno, eso valdrá lo que valga ... También podemos decir -y lo asocié con ese pl'heure-que enseñar es ensangrar. 3 Es otra hora, a la cual soy convocado en calidad de enseñante. Hay sangrado en el asunto, no solo saber. Podría entonces decirles Esta es mi sangre. En efecto, esta mañana, antes de venir, no pude más que notar que llegué al punto en que enseñar es algo así como exhibir los propios estigmas. Enseño como mártir, como mártir del psicoanálisis. Noto bien la ridiculez de esto, por cierto, pero sin duda a la posición de mártir se llega cuando uno tiene una pasión. Tener una pasión es padecer, es sufrir. Así puede parecer la enseñanza del psicoanálisis cuando se está lejos de la posición universitaria, coino lo noté esta mañana cuando me encontraba en posición de tener que volver a girar la manivela. La posición universitaria es aquella de la que partí y la que .seguí ocupando durante varios años al enseñar psicoanálisis. Una vez, aquí mismo, dije que esa posición que hacía de mí un enseñante se alteraba, vacilaba. Lo

Lo que no sirve para nada

2. Neologismo por condensación entre pleure ("llora") y l'heure ("la hora"). [N. del T.] 3. Hay homofonía entre enseigner ("enseñar") y en saigner ("padecerlo", literalmente "sangrar por ello"). [N. del T.]

Las piezas sueltas son lo que tengo que arrancarme para traérselo. Les dije que es una actitud analítica porque a un analizante no se le pide otra cosa. No se le pide más que entregar su pensamiento como piezas sueltas, sin preocuparse por el orden, por la congruencia, por la coherencia, por la verosimilitud. Debe garantizarse al analizante que, surja lo que surja, no carecerá de relación. Así es como nos fiamos del procedimiento inventado por Freud y que L.acan tradujo mediante el sujeto supuesto saber. El sujeto supuesto saber se reduce a lo que resulta de la relación o de la conexión que para simplificar escribimos 51-fo. Todo lo que les digo adquirirá sentido poco a poco, no tengan dudas. En el seminario La angustia, Lacan aísla la función de la pieza suelta como un módulo de objeto característico de la experiencia moderna. Allí la·pieza suelta sirve de aproximación, de esbozo de lo que Lacan elucubra como objeto a. La pieza suelta, en efecto, no es un todo. Lo que constituye a la pieza suelta como tal es precisamente que remite a un todo que ella no es. Se la extrae de ese todo en el cual tiene su función. La cuestión es qué es la pieza suelta sola, fuera del todo. Y, peor aún, qué es la pieza suelta cuando ya no existe el todo en el cual ella tendría su función. Ahora lo vemos todos los días cuando queremos que reparen algo. ¡Oh, lo siento, ya no se fabrica! Ustedes tienen en sus manos la pieza suelta que puede ser todo el aparato menos aquello que lo convertiría en un todo. He aquí pues el aparato depreciado, rebajado al estatus de pieza suelta. Por otra parte, les aconsejan librarse de él pitando, ya

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que el aparato, sin el chirimbolo que ya no se fabrica, no vale nada. Por cierto, podemos hacer que lo traigan, pero eso cuesta más que el aparato mismo. Hoy en día esta experiencia es entonces absolutamente corriente y justifica la pregunta que Lacan plantea sin darnos respuesta alguna, a saber, ¿cuál es pues el ser de esa pieza suelta, definitivamente suelta? ¿Cuál es su subsistencia cuando el todo al cual remitiría periclitó, se volvió anticuado? ¿Cuál es su sentido? 1 Así Lacan nos muestra cómo la pieza suelta, una vez que se la ha / separado como tal de su función, se torna enigmática. No sabemos lo que significa, pues ya no sirve para nada. Saber para qué sirve es un criterio para saber qué significa. Tal es el pragmatismo elemental de la significación resumida en el aforismo wittgensteiniano Meaning is use, es decir, La significación, el sentido, es el uso. De ese modo, la pieza suelta, cuando ya no sirve para nada, es una figura fuera del sentido. Pero en el momento mismo en que ella no sirve ya para nada en cuanto tal, puede ser sometida, prestarse a mil y un usos, y ante todo a un uso que, si me permiten, es de goce puro, si el goce es precisamente, como Lacan lo evoca en la página 11 de su seminario Aún, "Io que no sirve para nada". Ese valor de goce de la pieza suelta es lo que con sutileza explotó Marce! Duchamp mediante el gesto del artista que convierte la pieza suelta en objeto estético. Un mingitorio colocado sobre un pedestal con la firma del artista, un mingitorio en el cual no es por cierto cuestión de que hagan sus necesidades, puede en consecuencia resplandecer como una Madona, como un puro objeto de goce. Mucho habría para decir sobre la estetización de la pieza suelta como aquello que marcó duraderamente la actividad artística en lo que fue el arte contemporáneo. Cuando repase el asunto, cuando haya refrescado mi memoria, intentaré volver sobre esto. Se inscribirá por cierto en esta serie de piezas sueltas. Una vez eliminado de la pieza suelta su uso natural, ella se presta a otros usos ocasionales para los cuales no estaba hecha. Esa práctica de bricolaje es un proceso, un procedimiento fundamental. Desde este ángulo podemos incluso considerar de manera fecunda la historia del pensamiento. Aristóteles, en efecto, no había previsto - al menos nadie se lo había dicho- que algún día llegaría Santo Tomás, quien lograría maridar extraordinariamente el motor inmóvil con el Dios de la zarza ardiente. La teología se construyó mediante la reutilización de piezas

sueltas de la filosofía griega, para intentar hallar algo que decir de la Revelación bíblica de la zarza ardiente. Muchos de los que fueron traumatizados por esa revelación hicieron un bricolaje con piezas sueltas de la filosofía griega. Eso se convirtió en una disciplina, muy respetable aunque chapuceada de cabo a rabo, llamada teología. Por lo demás, está tan bien hecha que ni siquiera se ven las costuras o las soldaduras que hubo que hacer para que encaje. Debo decir que se la pulió durante siglos y siglos. También está el bricolaje según Lévi-Strauss. Pueden remitirse al primer capítulo de El pensamiento salvaje. El hecho de que Lévi-Strauss , coloque esa referencia al comienzo de su obra indica bien que hay un lazo absolutamente esencial entre el ángulo estructuralista y la pieza suelta, entre la estructura y la pieza suelta. La pieza suelta es un objeto al que Lévi-Strauss llama concreto, es decir, un objeto que siempre tiene, cuando queremos reutilizarlo, algo predeterminado en virtud del uso original para el cual ese objeto fue concebido. Así, las iniciativas y los proyectos del bricolador están limitados por la conformación de la pieza, que fue pensada y producida para el uso anterior del cual ahora está separada. Lo que el bricolador debe entonces emplear es un elemento preconstrefüdo, un elemento que tiene propiedades determinadas y del cual no podemos hacer cualquier cosa. De tal suerte que si bien quien hace bricolaje tiene cierta libertad de maniobra, esta se ve restringida por la configuración concreta del objeto. El bricolador acumula, sin saber por qué, piezas sueltas que siempre podrán servir. Luego, cuando tiene el proyecto, se las arregla con lo que encuentra a mano, con lo que tiene en su poder, con un conjunto finito de materiales de orígenes diversos y heteróclitos. Entonces, no creamos que la estructura sea uniforme. Se dice que la estructura es homogénea, que es un todo que forma sistema, pero nótese que la estructura está sostenida por lo heteróclito. He aquí una palabra, heteróclito, que deberemos retomar. El tesoro del bricolador se forma al capricho de las ocasiones. Es el resultado contingente de residuos diversos que pudo recuperar. En este aspecto siempre es un elemento semiparticularizado, un elemento que tiene determinaciones muy precisas pero cuyo empleo queda por hallar. Desde el punto de vista psicoanalítico cabe también decir -es lo que a mi entender implica el seminario El sinthome- que el cuerpo es com-

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parable a un montón de piezas sueltas. No lo notamos en la medida en que permanecemos cautivados por su forma, en la medida en que la pregnancia de su forma impone la idea de su unidad. ¿Cuántos lugares hay en esta sala? El punto de vista según el cual un cuerpo es uno es irrefutable, consistente, y tiene tanta consistencia que ese cuerpo es lo que vale como modelo del individuo en su indivisión. Si me permiten, la palabra indivisión se convierte en lo que el individuo debe a la visión. Incluso la biología permanece tributaria de ese punto de vista. Nota1 rán que cuando en su seminario La angustia Lacan apela a las referen1das biológicas, recuerda que si está en juego el cuerpo, la diferencia estructural sigue siendo primitiva e implanta en él -dice en la página 79- "rupturas, cortes, introduce enseguida la dialéctica significante". Entendamos que esto significa que el estatus primitivo del cuerpo, contrariamente a la evidencia de lo visible, es estar hecho de piezas sueltas. Solo recuerdo, para que no se olviden, los fenómenos que fueron investigados por Melanie Klein y que Lacan reunió bajo una expresión que introdujo en el vocabulario del psicoanálisis en Francia, la expresión cuerpo fragmentado, que designa un estatus subjetivo del cuerpo que es primario en relación con la satisfacción de la buena forma, de la Gestalt. Esto es incluso lo que da su sentido a la muy conocida experiencia del estadio del espejo, que constituye un acontecimiento -si no como fenómeno empírico, al menos en la construcción de Lacan- precisamente debido a que allí tenemos que vérnoslas con un estatus subjetivo del cuerpo como hecho de fragmentos. Es así como mucho más adelante, en "El atolondradicho", Lacan escribe que el cuerpo de los hablantes está sujeto a separarse de sus órganos. Este enunciado adquiere todo su valor con respecto a la referencia, en él recurrente, a la unidad del cuerpo vivo, al alma como forma del cuerpo vivo, con la cuestión de saber si el concepto del Uno encuentra allí su fuente o no. Saben que en el seminario Aún vemos reaparecer varias veces esta interrogación acerca de la unidad del cuerpo, acerca de la indivisión del cuerpo, que es un espejismo del cual hay que desprenderse. A esos órganos que, en cierto nivel de concepción, se ensamblan, se corresponden, conspiran para la buena salud, desde otro punto de vista debemos encontrarles un sentido, un valor, donde la forma nunca es lo que debería ser -una pierna más corta que la otra, etcétera-, sobre todo en nuestros días, cuando la norma es muy exigente desde este punto de

vista. Los órganos son piezas sueltas. Como lo vemos en la esquizofrenia, el sujeto debe encontrarles una función: aquí vemos desplegarse el hecho de la fragmentación, cuando la operación de unificación imaginaria no intervino. En "El atolondradicho" Lacan toma el ejemplo que recuerda de su seminario La angustia, a saber, el de la circuncisión, es decir, una cirugía que logra dar un uso a un trozo de carne hasta entonces desatendido en su eminente dignidad. Esta vez podemos decir que el prepucio encuentra su función al separarse. Pero esa referencia solo está allí para introducir el principal ejemplo de pieza suelta en psicoanálisis, que es el falo, ese órgano fálico que, como pieza separada del cuerpo, deviene significante en el discurso analítico. La significantización del falo depende de la lógica del bricolaje. Podemos reconocer perfectamente el falo como un elemento preconstreñido en el sentido de Lévi-Strauss, en la medida en que como objeto concreto ya está de hecho aislado como tal en el cuerpo por aparecer como caído siendo eréctil, hasta el punto, señala Lacan, de parecer amovible -experiencia corriente que se aparece en el sueño, incluso en la literatura. Lo que aquí vale para el significante fálico, vale para toda operación de significantización. Digamos que esta operación se apropia de una pieza suelta para elevarla a la dignidad del significante.

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El lenguaje y lalengua Cuando me doté del título Piezas sueltas lo hice ante todo para no tener que hacer plan alguno, para poder acoger lo que iba a surgirme. Hay un título del que se libraron -finalmente preferí dejárselo a su creador-, a saber, Zibaldone. Ahora se consigue en francés, y eso no me agrada demasiado, ya que leo ese libro en italiano desde hace algunos años. Es una obra extraordinaria de Leopardi, una suerte de diario formado por piezas sueltas, de diario mescolanza. Al dar con él en una librería italiana, me dije que lo leería todo. Son cerca de dos mil páginas impresas de un modo en extremo abigarrado. Transité esta obra que desde hace unos meses está en francés, creo que en ediciones Allia. Tengo una fascinación especial por este libro de Leopardi, y me dije que habría que hacer eso: decir lo que surja con el correr del tiempo. Pero en fin, preferí

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el título Piezas sueltas ante todo porque Zibaldone ya estaba usado, pese a que esa palabra no entró aún verdaderamente en la lengua francesa. Habrá que hacer un esfuerzo para ello, y quizá vuelva a hablar del asunto durante este año. Pero no usé ese título de Leopardi sobre todo porque el título Piezas sueltas es un recordatorio esencial concerniente a la estructura, a saber, que la estructura siempre debe ser referida a una fragmentación inicial, a un montón de piezas sueltas. Para decirlo bajo la forma de un eslogan, digamos que la estructura, antes de ser sistema, es división. Por eso la estructura nunca es síntesis. Ya Lévi-Strauss en Antropología estructural aportó una definición del inconsciente de la cual Lacan luego se adueñó, la de un inconsciente que, como tal, es siempre vacío, y que es el operador quien impone leyes estructurales. ¿A qué, exactamente? Pues bien, a elementos inarticulados, y lo hace de tal suerte que los convierte en un discurso. Cuando Lévi-Strauss aporta esta definición del inconsciente como vacío, tenemos estos dos registros: la estructura, que es un orden, pero cuya materia o vocabulario es algo previo, un material que ya está antes. Cabría decir que la estructura siempre tiene un Otro que aquí es el amontonamiento previo de su material. Lévi-Strauss dice que son elementos inarticulados que logran articularse en la estructura. Pero en fin, ya son elementos, por muy articulados que estén. Ya están, como tales, sueltos. Digamos que aquí la estructura-sistema, de orden simbólico, debe ser distinguida de la estructura-división. La interrogación que en Lacan se torna cada vez más insistente y apremiante al final de su seminario Aún apunta a saber cómo se pasa de esta estructura-división, de la división significante de los elementos, a la estructura-sistema, esto es, en qué aspecto el elemento siempre conserva algo de la pieza suelta.

estructurarse sino como un lenguaje, un lenguaje siempre hipotético respecto a lo que lo sostiene, a saber, lalengua". Este enunciado de Lacan apunta a la estructura-sistema, y Lacan introduce asimismo la diferencia entre el lenguaje y !alengua a partir de esto. Una vez que !alengua surge detrás del lenguaje, este es rebajado al estatus de una elucubración de saber sobre !alengua, un elucubrado. El lenguaje es el sistema gramatical o lingüístico que construimos o inventamos a partir de lalengua. En eso se funda el debate entre los filósofos y los lingüistas: ¿cómo hay que estructurar !alengua? Lacan llega a decir que el lenguaje no existe como tal, que es una ficción, una construcción. Es lo que se intenta saber con respecto a la función de !alengua.

estructura-división

! estructura-sistema A partir de esto, Lacan interroga la definición del inconsciente estructurado como un lenguaje en el último capítulo de Aún, al cual los remito, y en cuya página 168 dice textualmente que "por eso el inconsciente, en tanto le doy aquí el soporte de su desciframiento, no puede

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Sinthome Este punto es por cierto lo que abre el camino a lo que Lacan intentará con sus nudos y con la definición inédita que da del sinthome. En efecto, escindir así el lenguaje diferenciándolo de !alengua afecta nuestra referencia al inconsciente en la práctica analítica: el inconsciente deja de ser un dato inicial. Para tomar aquí un atajo, diré que el dato primitivo es el sinthome. Por otra parte, di el título Piezas sueltas ante todo para cubrir el año, ya que, si no, les habría dicho que de entrada iba a comprometerme, hasta la interrupción de Navidad, en un comentario del seminario El sinthome. De hecho, eso es lo que significa el título

Piezas sueltas. Sabemos que el cambio de ortografía que Lacan realiza en síntoma señala un cambio de sentido. Cabe decir que la diferencia entre el síntoma y el sinthome es un eco de la diferencia entre el lenguaje y !alengua. Eso indica un punto de vista sobre el síntoma, desde el cual este ya no es una formación del inconsciente que puede ser sometida al desciframiento. síntoma "'- sinthome

! lenguaje "'- !alengua

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Para pensar las formaciones del inconsciente Lacan daba un modelo extraído del registro de la vida, del registro vegetal. Subrayaba que en sus deducciones Freud se había apoyado en menudos acontecimientos de la vida psíquica -el lapsus, el acto fallido, etcétera-, y en la página 592 de los Escritos dice que no hacen falta empero microscopios ni "instrumentos especiales para reconocer que la hoja tiene los rasgos de estructura de la planta de la que ha sido cortada [détachée]". Me alegró encontrar ahí el término détachée [cortada], ya que es evidente que la hoja cortada de la planta de ningún modo es una pieza suelta [détachée], es estructuralmente diferente de una pieza suelta pues está formada por la planta y es estructuralmente idéntica a esta. La planta que Lacan busca como referencia es un organismo vivo, y para pensar las formaciones del inconsciente pone el acento más bien sobre el hecho de que todas las partes de la planta convergen en la misma totalidad: la totalidad acabada de la planta. Pero el sinthome que Lacan inventa después de su seminario Aún es, por el contrario, una pieza suelta. Si me permiten, es una pieza que se separa para disfuncionar, una pieza carente de función, o que no tiene otra que la de trabar -así es como se la aísla- las funciones del individuo. Podemos pues mostrar que, lejos de ser tan solo una traba, en una organización más secreta la pieza suelta tiene una función eminente. De ahí la idea de que en el análisis es cuestión de encontrarle, de improvisarle, una función. Una idea inicial del seminario El sinthome se apoya en Ja especialísima literatura de James Joyce y, en particular, en lo que por cierto constituye el testimonio de una pieza suelta de la literatura, a saber, Finnegans Wake, una obra con la que nunca se supo muy bien qué hacer. (En lengua inglesa no hacen más que reeditarla sin cambiar el número de páginas, pues en caso contrario nos perderíamos para siempre.) Finnegans Wake es en verdad un residuo de la literatura, quedó fuera. No está hecha más que de ecos -no entre todas las lenguas, sino entre numerosas lenguas-, de juegos de palabras que mezclan varias lenguas, y la idea inicial de Lacan es entonces que esa obra solo puede brotar del síntoma de Joyce, de un síntoma concerniente al lenguaje (cuyo testimonio encuentra en el síntoma comprobado de su hija), y que Joyce supo hacer, de su síntoma, arte. De la pieza suelta de su síntoma, Joyce supo hacer como Marcel Duchamp, supo colocar su mingitorio sobre el pedestal, le

inventó una función a su síntoma. La base de la elaboración de Lacan es el ejemplo de un escritor o de un sujeto afectado por un síntoma que no es automatismo mental pero que sin duda depende de ecos en el lenguaje, un sujeto que lejos de hundirse en él, de ser esclavizado por él, tiene esa libertad de maniobra, ese margen que le permite construir con ese síntoma lo que en otro lugar Lacan denomina su escabel, es decir, el pedestal sobre el cual ponemos algo bello. 4 ¿Es esa la finalidad del análisis? Porque salta a la vista que tomar la cosa de ese modo está muy lejos de la idea de que el síntoma pueda curarse. El síntoma, en el primer sentido de Lacan, se cura, pero el sinthome no: la cuestión es qué función encontrarle. Aquí Lacan introduce esta noción de función -que no pertenece a la literatura sino a la lógica- que debe aplicarse al sinthome, lo que significa que la cuestión es, ante todo, reconocer la naturaleza del sinthome -en particular, que no es una formación del inconsciente- y además usarlo lógicamente hasta alcanzar su real, suponiendo que al final el sinthome está saciado. Lacan señala que Joyce lo hizo aunque en forma aproximada, a ojo de buen cubero. Sin duda volveré sobre esto en el curso del año, pero digamos que el uso lógico del sinthome, que Lacan propone, se opone a su uso de desciframiento. El desciframiento remite a la noción de verdad del síntoma, mientras que cabe decir que el uso lógico llevaría a lo real del sinthome. Nótese que, tanto en los esbozos de teoría que propone como en su práctica, Lacan conduce a una depreciación de la verdad, a la idea de que apuntar a la verdad del síntoma es alimentarlo. Lacan ya no toma la representación del sinthome prestada del dominio vegetal -la hoja de la planta-, sino del registro animal. El síntoma es como una entidad voraz que bebe la verdad, si me permiten, una entidad voraz que bebe el vino de la verdad, de la significación. Lo mismo ocurre con la interpretación. En efecto, si esta apunta a enunciar una verdad, pues bien, alimenta el síntoma. Cuando Lacan, en las conferencias que dio en los Estados Unidos el mismo año de su seminario El sinthome -ya publicadas en Scilicet-, nos dice que la interpretación no debe ser ni teórica, ni sugestiva, ni imperativa, y que no está hecha para ser comprendida, sino para hacer olas, en el fondo quie-

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4. Juego de palabras entre escabeau ("escabel") y beau ("bello"). [N. del T.]

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re decir que no debe ser alimenticia, que no debe alimentar el síntoma, que no debe ser el atavío de la mentira, de la mentira verdadera, del mentir verdadero del síntoma.

Chomsky no hizo más que inscribirse en el mismo camino, en ese camino que conduce a plantear que la filosofía es una actividad que en esencia consiste en una elucidación, en clarificar las proposiciones para que el lenguaje se adapte a la realidad. En el horizonte -un horizonte que constriñe tanto al Tractatus como a las Investigaciones de Wittgenstein- está la creencia de que los problemas se disiparán. Wittgenstein lo dice en el Tractatus, 6.521: "La solución del problema de la vida está en la desaparición de este problema". Esta idea de que el objetivo de la sabiduría o de la filosofía es enseñarnos a dejar de plantearnos el problema de la vida, es lo que Wittgenstein creía, pero también lo que creían Paul Valéry y André Gide. No corresponde plantearse problemas. La filosofía es el barrido de problemas que no corresponde plantear. La verdadera filosofía es enseñar a no plantearse problemas. No exagero. Voy un poco rápido pero no exagero un ápice. Por otro lado, en la fenomenología y en lo que provino de ella, tuvimos el culto a la pregunta, el culto a la pregunta infinita que jamás hay que cerrar. Pero en esto, ¿dónde se inscribe Lacan? Para él, hay un problema de la vida que no tiene solución aunque no podemos dejar de planteárnoslo: el problema de que no hay relación sexual para la especie humana. Toda la sabiduría o la filosofía concerniente a los falsos problemas no quita que esta cuestión se plantee, aunque la forma proposicional bajo la cual se enuncia esta tesis -no hay- sea insatisfactoria. Lo es para el propio Lacan, ya que procede mediante la negación, y la negación es una relación, es decir, una construcción, cuando lo que habría que delimitar aquí es el hecho, el trozo de real al cual apuntamos al decir No hay relación sexual. Digamos que el enunciado No hay relación sexual es el lado negativo del hecho positivo que es Hay sinthome.

Nuestra modernidad Por un atajo, Lacan aborda la cuestión bajo el ángulo de los nudos. Estos siguen siendo geometría, pero una geometría que podemos considerar antiintuitiva y que en sí misma es una crítica de la geometría de las superficies. Digamos que es una geometría que ya no puede apoyarse en la forma, en esa forma que cautiva al sujeto, precisamente. Tanto es así, que en ese seminario Lacan dice que habría que envidiar a los ciegos. Esto significa desprenderse de lo imaginario, dejar de ser cautivado por las formas para no tratar más que lo simbólico. Aunque debamos constatar que estamos obligados a abrir los ojos para manejarlos, los nudos son una geometría que Lacan define como inaccesible a lo imaginario. Esta dificultad para imaginar es la verdadera sustancia del nudo como geometría antiintuitiva. En ella rozamos los límites de todas las metáforas naturalistas o vitalistas. Por otra parte, Lacan se vio confrontado por Chomsky en persona, con quien se encontró en los Estados Unidos. Chomsky, el lingüista, lo dejó pasmado al defender la tesis según la cual el lenguaje sería un órgano, un órgano suplementario del cuerpo, que asegura su supervivencia en el ambiente. Para él, el lenguaje es un órgano de prensión, de prensión mediante la palabra, mediante el concepto. Nótese que esta idea del lenguaje como un órgano se inspiró en el positivismo lógico, particularmente en el propio Wittgenstein. Es la idea de que hay enfermedades del lenguaje, síntomas del lenguaje, y que la buena filosofía es de hecho una terapéutica del lenguaje. La lógica debe ayudarnos a decir lo que es y a librarnos de los falsos problemas. Tal es el sentido de la expresión juegos de lenguaje, de Wittgenstein, que no significa que jugamos, sino que hablar siempre es parte de una actividad, de una forma de vida. Por lo demás, esto es coherente con la noción, presente en el Tractatus, según la cual el lenguaje es un órgano. Los remito a su proposición 4.002: "El lenguaje cotidiano es una parte del organismo humano".

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No hay relación sexual Hay sinthome Debido a eso, cabe decir, ¿por qué no?, que el psicoanálisis -o el sujeto- es radicalmente zetético. Zetético significa que busca. El sujeto zetético es aquel que radicalmente busca. Zetético es el calificativo que se atribuía a los escépticos.

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Aquí debemos decir que el psicoanálisis se vio llevado a abordar lo que fue nuestra modernidad. Digo bien, lo que fue nuestra modernidad, porque está cambiando a ojos vista. La modernidad que sabe que todo es puro semblante, esa modernidad para la cual todo es semblante, provoca ante nuestros ojos un contragolpe, es decir, el retorno de un punto singular que hoy considera la tradición y hasta la Revelación como principios de una moralidad objetiva. En la actualidad, podemos enunciar con claridad que los famosos comités de ética, de los cuales hemos hablado con Éric Laurent, no bastan como contrapeso. Si lo recuerdan, en 1996-97 lo habíamos anticipado y comentado. Los comités de ética, en los cuales la gente se reúne y se pone de acuerdo para discutir y negociar la norma, hoy no bastan como contrapeso en lo tocante a la existencia del Otro. Por el contrario, tenemos todos los signos que se afirman sin cesar de un retorno a un Otro que sea uno, es decir, un retorno a tomar en serio el hecho de la Revelación, y la moralidad -lo que está bien y lo que está mal- ya no es algo a discutir con el vecino para tal vez ponerse de acuerdo, sino que el bien y el mal proceden de un discurso que fue sostenido por el Otro en cierto momento de la historia y que constituye los denominados mandamientos. Eso nunca dejó de existir, pero se había vuelto más discreto. En ciertos aspectos, pasaba desapercibido bajo el peso de la modernidad triunfante. Pero hoy en día presenciamos su sensacional retorno a la escena del mundo, y por todos lados, porque Revelación no solo hay una. Si no hubiera más que una, tal vez habríamos podido arreglárnoslas ... Presenciamos un retorno, a la escena del mundo, de sujetos atrapados por la verdad de la Revelación, que realizan ante nuestros ojos el anhelo de lo que Lacan denominaba un discurso que no fuera semblante. Wittgenstein, Paul Valéry y André Gide podían muy bien soñar con una filosofía que se anularía a sí misma porque dejaría de haber cuestiones de valía. Pero podían proceder de ese modo a anular la filosofía porque esta siempre se había basado en su relación con la divinidad, y luego también en su relación con la Revelación. Fue lo que sostuvo el esfuerzo de pensamiento durante todo el Medioevo. Después vino, con Descartes o Malebranche, la relación entre la ciencia y la Revelación, que continuó así hasta Hegel. Una vez dejada allí la Revelación,

no había en efecto nada más que hacer, salvo adaptarse a la ausencia de problemas. Pues bien, ¡sorpresa!, he aquí que la pieza suelta, esa pieza suelta que ya no servía de mucho, ahora se subió a un carro de combate, si me permiten, y se impone en la escena pública, se impone en lo que cabe llamar la política del mundo. Pero en fin, todo esto no constituye demasiadas piezas sueltas, pues se ordena muy bien en función de que ahora tenemos esta elección: o la Revelación o el sinthome. Listo. Hasta la semana próxima.

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SRA. X: Si es tan amable, ¿podría usted, que es filósofo, decirnos algo sobre Derrida? Pues bien, diré algo sobre Derrida. 5

17 de noviembre de 2004

5. Las clases 1-vm fueron publicadas en Freudiana (2006-2008) 48-51. [N. del T.]

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11 De la mano de /oyce

Este año di a mi curso el título de Piezas sueltas porque quiero ... ¿Quiero? Porque me vi llevado a hacer aquí algo diferente de lo que siempre hice. En efecto, intento esta vez fiarme de la ausencia de orden, y dejarles el cuidado de encontrar sentido. Lo que siempre hice fue introducir orden en los dichos de Lacan. Desde siempre ordené mi elucubración de acuerdo con Lacan, y me digo que por una vez, para cambiar, no razonaré, en el sentido de la racionalidad. Me contentaré con resonar, en el sentido de la resonancia. 1 Pero tal vez eso sea lo que siempre hice sin saberlo: hacer resonar el dicho de Lacan. A fin de cuentas, así es como escribo Lacan, como lo redacto. No busco introducirle mi orden sino, por el contrario, abstenerme de ello. Hacer resonar a Lacan es además sin duda lo que conviene en particular al leer y escribir el seminario El sinthome, ya que es un recorrido por completo singular en la elaboración de Lacan, un recorrido formado por resplandores y en el cual la coherencia no se encuentra -es lo menos que cabe decir- en primer plano. En él se prefiere el vistazo antes que el orden. No obstante, hay un hilo: a lo largo de todo este vigesimotercer seminario Lacan va de la mano del escritor James Joyce. Esta es una imagen dantesca. Quiero decir que viene de Dante, quien va de la mano de Virgilio a lo largo de todo su viaje a través del infierno, del purgatorio y del paraíso. Quizá siempre haya que reconocer u ocultar un intermediario

l. Hay homofonía entre raisonner ("razonar") y résonner ("resonar"). [N. del T.]

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o, más exactamente, un intercesor. ¿Qué es un intercesor? Alguien que tiene influencia y que la usa en favor de ustedes, que interviene. Si reflexionamos sobre esta función del intercesor, no podemos dejar de reconocer que Freud fue ese intercesor para Lacan. A lo largo de todos sus seminarios, Lacan fue de la mano de Freud. No consideró que pudiese avanzar en el psicoanálisis, avanzar para elucubrar qué es el psicoanálisis, sin escudarse, como decía, en Freud. Freud es el intercesor bajo cuya influencia cayó el propio Lacan. Seguimos en eso, por cierto, si bien Lacan se debatió contra esa influencia del intercesor. Se enredó y se libró de esa influencia, la reconoció como lo que era, a saber, un ascendiente sobre él, una autoridad, una dominación que se impuso, un imperio que amplió, una influencia que se volvió más estrecha, y también una fascinación que lo cautivó y que adquirió poder sobre él, una fascinación que ejerció su poder y que él padeció. Eso es una pasión: lo que padecemos. De pasada, enumeré los diversos términos en que se reparte la significación de la palabra influence [influencia] en el diccionario Le Robert. Esta es una de las manos que tomo.

.

/oyce contra Freud La enseñanza de Lacan es su modo de relacionarse con el intercesor Freud, con la intercesión de Freud. Es su modo de sacudírsela y de intentar desembarazarse de ella, ya que de hecho ella lo embaraza. Lo embaraza para captar lo que tiene lugar en lo que él practica, a saber, un psicoanálisis. Por eso, en el seminario El sinthome apela a Joyce contra Freud. En vez de Freud, trae a otro intercesor, que es un artista, un escritor en vez de un analista. Escribo en el pizarrón entonces, como al comienzo de lo que ahora será una serie de sustituciones, la sustitución del psicoanalista Freud por el escritor Joyce. Joyce Freud

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De igual modo diré que el sinthome remplazó al síntoma en la enseñanza de Lacan, y que eso acompaña la precedente sustitución de Freud por Joyce. sinthome síntoma ¿Por qué ese término nuevo? ¿Por qué sinthome? Porque el síntoma, tal como Freud lo aisló, lo renovó, lo articuló, lo inventó, es la verdad. El síntoma no es otra cosa que la verdad, a tal punto que Lacan, cuando está a punto de elegir a otro intercesor, define la operación freudiana -cito su texto titulado "Del sujeto por fin cuestionado", que encuentran en la página 227 de la recopilación de los Escritos- como "la operación propia del síntoma". ¿Qué significa este dicho? Creo que significa que el síntoma freudiano es, en sentido estricto, lo que se interpreta y, con mayor exactitud, lo que se interpreta -según se expresa Lacan- en el orden del significante. Repetimos el orden del significante, y hacerlo nos desliza la noción de que el significante es solidario de un orden. Por otra parte, también nos desliza la noción de que lo simbólico -el orden simbólico, como decía Lacan- no solo tiene la primacía, sino que además es primario. Y lo que está en tela de juicio es precisamente eso: ¿es primario el orden? El orden en cuestión ya es lo que expresa la relación S1-S2, que es la más tonta que hay. ¿Por qué es la más tonta? Porque se ajusta a la sucesión numérica, y más simple es imposible. También hay que decir que este orden es la condición del sentido. El significante no tiene sentido, para hablar como Lacan, más que a partir de su relación con otro significante. Lo fundamental es la relación. Lo fundamental de la operación freudiana yace en esa relación que, para no calificarla, denominamos articulación. Ese sentido del significante es lo que llamamos verdad. Cuando nos perturba, damos a esta verdad otro nombre: por intercesión de Freud la denominamos síntoma. El síntoma es, si me permiten, el nombre clínico de la verdad. Imagino que debido a eso Lacan termina por cambiar el nombre que designa el síntoma, precisamente cuando separa síntoma y verdad y, en esa separación, hace lugar al goce. Continúo entonces mi pequeña

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serie en el pizarrón, y escribo la sustitución de la verdad por el goce. Si bien dije que no pondría las cosas en orden, me modero bastante, pero en fin, ya llegará ...

Pues bien, tomar la mano de Joyce significa para Lacan que hay un más allá del desciframiento. En mi opinión, este es el valor preciso que debe darse al recordatorio humorístico que hace Lacan, a saber, que Joyce contaba con mantener ocupados a los universitarios por mucho tiempo. Esa era la profecía de Joyce: Lo que escribo no cesará de dar trabajo a los universitarios. Es una profecía que se verificó, pues hay estudios joyceanos que, en la universidad de lengua inglesa, parecen una falange o una comunidad creciente de universitarios, que tiene cierto retoño

goce verdad Puedo incluso estirar esta pequeña serie y decir que la sustitución de la verdad por el goce refleja lo que surge y se impone al final del seminario Aún, a saber, la sustitución del lenguaje por lalengua. lalengua lenguaje Tras el lenguaje y el ordenamiento lingüístico y filosófico que constituye una estructura de lenguaje, está lalengua, que es otra cosa y que no funciona; en todo caso, que no funciona como el lenguaje. "El lenguaje", nos dice Lacan, "es una elucubración de saber sobre lalengua". Este es un enunciado extraordinario, sobre el cual bascula la enseñanza de Lacan. A partir de él, Lacan buscará otra mano. El lenguaje consiste en imaginarse que hablar sirve para comunicar. Tiene todo el aspecto, en efecto. La enseñanza, además, se edifica sobre eso. Pero lo que !alengua deja entrever sirve a algo muy distinto de lo que llamamos comunicación, a algo muy distinto de lo que puede tomar forma de diálogo. Lalengua es el concepto que quiere decir que el significante sirve para .el goce y que el lenguaje no es más que una elucubración sobre ese uso primario, una elucubración que nos hace creer que su uso primero es servir para la comunicación. No obstante, el psicoanálisis reposa sobre esa elucubración, debemos considerarla bien anclada. Lacan surge de ella, surge de haber estructurado el psicoanálisis sobre la base del modelo de la comunicación denominada intersubjetiva, pero lo esencial no es que sea intersubjetiva, ya que ese modelo sigue prescribiendo las relaciones entre el sujeto y el Otro. El inconsciente freudiano solo tiene sentido en ese nivel, el de la comunicación. Esto significa simplemente que la comunicación puede ser cifrada, y que entonces requiere ser descifrada.

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en Francia. Por otra parte, Lacan había cooptado, en su seminario El sinthome, al más brillante retoño francés de esa comunidad, Jacques Aubert en persona, gracias a quien ahora tenemos la edición de Joyce en La Pléiade, con un magnífico aparato crítico. Muy recientemente, Jacques Aubert también se convirtió en el autor de la puesta en escena de una retraducción del Ulises a varias voces. Está allí, si me permiten, como el mojón testigo a quien Joyce podía destinar su obra. De paso, debo decir que por mi parte coopté a Jacques Aubert para que releyera mi redacción del seminario El sinthome y para solicitarle algunas notas de lectura, tras lo cual él me maravilló al dirigirme hace quince días un aparato crítico digno de La Pléiade, que figurará en el volumen de El sinthome aunque no sea mi costumbre. Es un aparato crítico que se concentra en las referencias de Lacan a Joyce. Pero ¿qué significa esa presencia de la universidad a propósito de Joyce? Pues bien, a mi entender significa algo muy preciso y que implica a Lacan, a saber, que descifrar la obra de Joyce es asunto exclusivo del universitario, y esto quiere decir exactamente que no lo es del psicoanalista. Lo que contrasta con esa industria universitaria que toma la obra de Jo y ce como materia prima es, en su conjunto, la posición de abstención, de retirada, de reserva, en que se mantiene Lacan con respecto a la interpretación de la obra joyceana. Desde el punto de vista del seminario El sinthome, lo único que podemos pescar en el texto de Joyce, al menos en Finnegans Wake, es el goce, un goce por el cual -debemos suponer- Joyce estuvo animado para escribir Finnegans Wake, y que este escrito testimonia. Hay por cierto elementos de interpretación de Joyce en el seminario El sinthome, pero todos se apoyan en lo que está más acá de esa obra última que sigue intocada por la interpretación. Decir que el goce es lo

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único que podemos pescar en Finnegans Wake significa que lo que está en fuego es goce y no comunicación, no una verdad descifrada. James Joyce es el intercesor que conduce a que el significante es ante todo causa de goce. De esto se deduce que el síntoma como tal -es decir, desnudo-, reducido antes que interpretado, no es verdad, sino goce. Y entonces tenemos, para continuar la serie, la reducción en vez de la interpretación. Si hay interpretación, es para que sirva a la reducción del síntoma.

A fin de cuentas, estas consideraciones que aquí les brindo son las que me llevaron a elegir un título para el primer capítulo del seminario El sinthome. No es fácil dar un título ni poner este orden en ese seminario, ya que cada una de sus clases abre tantos caminos que siempre es un abuso decir Esta es la clave. Pero en fin, fui llevado a dar el siguiente título al primer capítulo: "Del uso lógico del sinthome". En efecto, en eso veo el conjunto de la orientación de ese desbroce singular efectuado por Lacan en su seminario El sinthome. Agregué a este título del primer capítulo "Freud con Joyce". En esto calqué, de hecho, el "Kant con Sade" de Lacan, para señalar que aquí Freud es modificado por Joyce. La obra de Freud es modificada, así como Lacan incluye de entrada que la lengua inglesa fue modificada por Joyce. Fue modificada en Finnegans Wake hasta el punto de haber sido pulverizada, aniquilada por esa obra, tanto que cabe decir que en los hechos esa lengua no existe, tal como lo había señalado a modo de prefacio para ese seminario Philippe Sollers en un artículo escrito,

según creo, entre la conferencia dada por Lacan en el mes de junio y la primera clase de El sinthome. En el fondo, es como si en Finnegans Wake Joyce revelase de hecho en qué sentido el lenguaje no existe como estructura, cómo el lenguaje se deshace bajo el empuje de lalengua. Psiquiátricamente, puede hablarse -Lacan lo evoca- ·de manía, al igual que puede hablarse de ella cada vez que el lenguaje es asediado, cada vez que está en vías de descomposición, en vías de disolución. Aquí, en Finnegans Wake, sin la referencia psiquiátrica, eso sólo significa que el orden del lenguaje revela estar descompuesto, deshecho, lleno de ecos que despierta homofónicamente en otras lenguas. Allí, el autor avanza como amo del significante, no se amolda a sus formas. Bajo este punto de vista, bajo esta perspectiva, hay un privilegio de Joyce sobre Freud, a saber, que Joyce ataca lo que podemos llamar la rutina -es el término que Lacan emplea en la página 55 del seminario Aún-, la rutina que asocia el significante con el significado, esa buena rutina que nos asegura que el significado siempre dé el mismo sentido, esa buena rutina que nos garantiza la veracidad del sentimiento de que formamos siempre parte del mismo mundo o, mejor aún, de lo que nos queda como mundo, y que no tiene gran alcance, es decir, el mundo de nuestras costumbres, el mundo de los allegados, el mundo de la familia, un mundo ultrarreducido que se encoge a medida que las intenciones que proceden del discurso de la ciencia lo hacen vacilar. Globalización, decimos. Pero la globalización es de hecho una desmundialización, es decir, algo que asola lo que podríamos imaginar que es nuestra posición. Nos desplaza, nos deslocaliza. Además comenzamos a notar que el mundo que nos queda, lo que nos queda como mundo, solo está allí por un tiempo. La familia, la procreación, el cuerpo: todo esto será conquistado sin cesar por la descomposición científica. Pues bien, por eso cabe decir que Joyce, con su Finnegans Wake, es profético. En efecto, la operación que allí se efectúa, la operación joyceana, consiste en hacer disfuncionar el orden del mundo que nos queda y en hacer que veamos, al menos a partir de Lacan, que el sinthome, si no lo vestimos por medio del síntoma ni de su verdad, objeta el lazo social y la forma bajo la cual hemos abordado ese lazo, a saber, la de la comunicación. Esto es lo que da todo su valor al recurso a la lógica. Esta es un orden, sin duda, una articulación, pero nótese que no rinde pleitesía

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reducción interpretación Por consiguiente, lo que se percibe entre líneas en el seminario El sinthome, así como en los últimos seminarios de Lacan, es que en el análisis se trata menos de descifrar el síntoma que de hacer uso de él. Uso es aquí un término clave, si sabemos oponerlo a desciframiento.

El uso lógico del síntoma

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alguna al lazo social. El uso lógico del sinthome está, como tal, disyunto de su uso social, que siempre es comunicacional. El uso lógico del sinthome, en torno al cual creo que Lacan intenta volver a centrar la operación psicoanalítica en su seminario El sinthome, tiende a ser, para decirlo en términos filosóficos, un uso solipsista o incluso autista. El uso lógico del sinthome es el punto central del seminario El sinthome, y ese uso se opone al desciframiento en términos de verdad. Es un uso que introduce sin ninguna duda un desarrollo. Salta a la vista que el uso lógico no es un anquilosamiento, sino que introduce un desarrollo, pero nótese que este no es-¿cómo decirlo?- una revelación, es más bien una reducción. ¿A qué? A un hueso. Reducción a un elemento, cabe decir, incluso al significante, a un significante. De cualquier modo, todo cambia si se concibe el significante -si se lo representa y de ese modo se lo concibe- como un redondel de cuerda. También puede decirse, ¿por qué no?, que en el seminario El sinthome el redondel de cuerda que compone el nudo, y que en el fondo es un redondel para todo servicio, ocupa el lugar del uso que Lacan daba al significante. Tenemos pues una sustitución más.

supone la relación. El significante se une al otro significante. Esto es lo que manifiesta el materna elemental 51-Si, tan elemental y utilizable cuanto fascinante. A eso se opone lo que Lacan evoca en una frase que parece aproximativa, a saber, que "el lenguaje está ligado a algo que agujerea lo real". Esta proposición -esencial porque se desprende de la captación por la concepción lingüística- es la que elegí para intitular el segundo capítulo del seminario, a saber, "De lo que agujerea lo real".

Goce parásito

Lo que Lacan tomó de la lingüística saussureana es el rasgo, la definición del significante como rasgo, el significante como rasgo diferencial. Por el solo hecho de ser diferencial se presenta en relación con otro significante, forma sistema con ese otro significante. La definición del significante está entonces enlazada, sea como sea, al concepto de un sistema que constituye un todo. La diferencia, que es la única sustancia del significante en la concepción saussureana,

Observen que los nudos de Lacan están íntegramente construidos sobre la base de esa función del agujero. Lo que muestra bien el alcance de este desplazamiento, por elemental que sea, es que de ahí en más Lacan hace del agujero la característica esencial de lo simbólico. Esto significa que la característica esencial de lo simbólico no es la diÍerencia, no es el sistema, no es la relación, no es el orden, no es el rasgo, sino el agujero. La consistencia, por ende, es remitida a lo imaginario. El empleo del término consistencia es por cierto el correlato desplazado, la traducción desplazada, de lo que constituía la vieja idea de sistema, es decir, lo que se mantiene unido. Nos imaginábamos que eso era lo característico de lo simbólico como orden, pero referir la consistencia a lo imaginario significa -hay que llevar las cosas al extremo- que toda consistencia es sospechosa de no ser más que imaginaria. Lo que se mantiene unido es sospechoso, incluso el nudo mismo. Todo lo que forma sistema es sospechoso de no ser más que imaginario. Por eso Lacan, en cierto momento de su seminario, pregunta como por sorpresa si el inconsciente es simbólico o imaginario. En la medida en que lo construimos como un sistema, ¿no será acaso el inconsciente simplemente una consistencia imaginaria elucubrada, que deberíamos remitir en lo esencial a su agujero en vez de fascinarnos con que un significante corresponda a otro? -si bien por cierto los significantes se corresponden, aunque sin duda funcionan al unísono. Lo real es ex-sistencia, lo cual significa que se añade. Es el tercer redondel que mantiene unidos lo imaginario y lo simbólico. Ese es el nudo concreto, el nudo de partida: una relación entre tres redondeles.

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redondel de cuerda significante Noten al menos que en Lacan el redondel de cuerda no es un rasgo. El redondel de cuerda encierra, aísla, supone un agujero. Prosigo entonces la serie y escribo la sustitución del rasgo por el agujero. agujero rasgo

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Sin duda es un conjunto pero no forma sistema. Es el conjunfo formado por la ex-sistencia, por el agujero de lo simbólico y por la consistencia. Y en el seminario El sinthome encuentran todo lo necesario, incluida la imagen o la representación del nudo, para plantear que este nudo de tres redondeles se basta como tal. Bastan tres redondeles dispuestos de manera borromea para que se mantengan unidos y para constituir el soporte del sujeto. De ahí lo extraño de que se añada un cuarto, el sinthome. Este aparece cuando el nudo básico no se mantiene solo. Ese cuarto es lo que Lacan descubre al seguir la pista de Joyce. Desde esta perspectiva, que es la de la consistencia y ya no la del sistema, nótese que lo fundamental no es el orden simbólico. Lacan mismo invierte aquí toda su construcción. Lo primordial, lo fundamental, es la consistencia del cuerpo. De ahí el valor nuevo que adquiere esta referencia al cuerpo en Lacan. Dar ese valor al cuerpo no es simplemente un giro hacia lo concreto. El cuerpo es lo que el Derecho concede al sujeto como propiedad suya: habeas corpus, tu cuerpo es tuyo. El cuerpo es concedido por derecho al sujeto, quien luego se toma por un alma. Se toma por un alma cuando se excluye del mundo y siente que lo soporta, es decir, que lo sufre. Siguiendo las huellas de Lacan podemos notar, por un atajo, que lo que un análisis revela de entrada es la adoración que quien habla tiene por su cuerpo en la medida en que experimenta su consistencia -su consistencia imaginaria, ya que en lo tocante a su materia, o más bien a sus órganos, ya es bastante increíble que puedan mantenerse unidos durante cierto tiempo. No obstante, esta consistencia imaginaria del cuerpo es insuficiente porque está el amor y porque en la medida en que hay amor se plantea la cuestión del amor, es decir, la de elegir otro cuerpo. Esto es algo aleatorio, que depende de un encuentro, y es notable que el propio Joyce no escape a ello. Por consagrado que se encuentre al uso literario de su sinthome, de todos modos considera a una mujer como su mujer. Aquí también es un asunto de propiedad. En este caso, eso pone de manifiesto la chifladura mejor de lo que lo hace la relación con el cuerpo propio. "Una-mujer-entre-otras", dice Lacan, "es también la que se relaciona con cualquier otro hombre". Decir que una mujer les pertenece es por cierto una elucubración. Mientras ella lo crea, la cosa marcha, y aun así. .. Esta es la traducción humorística de la no relación sexual.

¿Por qué el amor? ¿Por qué la especie es atormentada por la cuestión del amor? Amor sí, amor no, capacidad de amar, amor contenido, amor desgraciado, amor feliz, amor insatisfecho, amor satisfecho ... Ante todo, hay que relacionar el amor con lo que la consistencia del cuerpo propio tiene de insuficiente. Pero nótese que el amor en la perspectiva del sinthome es también un modo de dar sentido a un goce que siempre es parasitario. ¡Ah! He aquí un término, parásito, cuyo empleo no cesa de aumentar en la enseñanza de Lacan. ¡Sin duda las elucubraciones son parásitas, la verdad es parásita, la palabra misma es parásita! Este es un planteo de sabio, el planteo de una sabiduría que desafía la sabiduría común, que por el contrario se fía del lenguaje para tamiar todo eso, esa sabiduría común que consiste en enseñarles que pueden vivir en buena armonía con el goce. Mientras que aquí, con Lacan, tenemos una antisabiduría, si me permiten, una sabiduría subversiva que les explica que hay un parásito que no se deja eliminar y que solo podemos modificarlo, transformarlo. Lo que es hombre y habla hace hormiguear los parásitos. Hormiguear es un verbo presente en Laca~1. ¿Qué es este goce parásito? El goce no está en el cuerpo como consistencia. El cuerpo como consistencia está articulado a su forma. El goce tampoco está en lo simbólico como agujero. Subráyese que ese parásito, el goce, se añade entre el cuerpo y lo simbólico y, si se quiere, los anuda. Por eso Lacan habla del goce parásito como de algo real.

Existe entonces el caso Joyce. ¿Qué valor tiene? En el seminario El sinthome se lo presenta como el ejemplo de suplencia de un desanudamiento del nudo borromeo. Si el goce del cuerpo del Otro no basta para nnudar el nudo, debe agregársele el goce del sinthome. Y en el caso Joyce, ¿cuál es ese goce? Ante todo, es el recurso secreto de cada uno, al que podemos caracterizar psiquiátricamente como megalomanía. En Joyce toma la forma metódica de la ambición de promover su nombre propio al lugar del homenaje que él no rindió al Nombre-del-Padre, nos d ice Lacan. De ahí esos elementos de análisis clínico del caso Joyce según Lacan. En primer lugar, el padre de Joyce no fue un padre. En segundo término,

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La dimisión del padre

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DE LA MANO DE JOYCE

¿qué significa esto? Lo único que hallamos en el seminario El sinthome es que no fue un padre porque no le enseñó nada. Eso significa que no le transmitió ningún saber hacer respecto del mundo, a tal punto que Joyce tuvo que encomendarse a los padres jesuitas para aprender cómo hacer, cómo negociar las cuestiones de su vida. En tercer lugar, Lacan supone pues una dimisión del padre. Joyce habría padecido una dimisión del padre, y esto nos muestra que la función del padre es tener una misión, es decir, lo que antaño Lacan denominaba humanizar el deseo. Es cuestión de que el padre humanice el deseo, pero podría bastar con decir que se trata de que enseñe la comunicación. La misión del padre es enseñar la comunicación, o sea, elucubrar un lenguaje, introducir una rutina que haga coincidir el significante con el significado. Pues bien, si esta es la función del padre, cabe decir que el sinthome siempre se inscribe para cada uno en la dimisión del padre y que el significante es causa de goce en el margen abierto por la dimisión del padre. De ahí que se atribuya al sinthome la función de ser reparador - algo increíble, sí, pero perfectamente freudiano. El sinthome es una curación, un factor terapéutico. Es lo que destaca el Seminario 23, donde vemos que el sinthome viene a reparar la cadena borromea cuando los elementos de esta no se mantienen bien unidos, de suerte tal que aparece como un operador de consistencia que posibilita que lo simbólico, lo imaginario y lo real se mantengan unidos. En el caso Joyce, el sinthome es exactamente compensación de una carencia paterna que una generación después culmina en la esquizofrenia de su hija, como si Joyce hubiese sido el intercesor entre la carencia de su padre y la esquizofrenia de su hija. Gracias a ese intervalo en el que Joyce se aloja, podemos plantear la hipótesis de que él fue esclavo de la polifo1úa de la palabra. Para él, la lengua no consiguió ordenarse dentro del régimen del padre, y entonces se puso a murmurar con ecos. La hipótesis de Lacan es que ese era el sinthome de Joyce y que él supo convertirlo en producto de su arte. Acogió su sinthome para hacer uso de él. A este título, Lacan da a Joyce como ejemplo de que el síntoma no debe interpretarse sino reducirse, que el síntoma no debe curarse sino que está para que hagamos uso de él. No hay aquí entonces, vale aclararlo, ninguna resonancia de resignación. La idea es por el contrario que nos las arreglamos con el resto y que el resto es fecundo, que el resto es el resorte.

Respecto de la reducción del síntoma, el Nombre-del-Padre se presenta a Lacan como "algo leve". ¿Leve en relación con qué? El Nombredel-Padre es leve en relación con lo que Lacan llama lo real, que no es algo leve, sino que es un trozo, un cogollo, como decimos, es decir, una pieza suelta que precisamente no está en la relación, que es aquello en torno a lo cual lo que llamamos pensamiento da vueltas en círculo. Cuando hemos reducido lo que está en juego en el análisis, la verdad que en ese momento se vislumbra y que apunta a lo real es que el pensamiento da vueltas en círculo. Lacan lo expresa diciendo que "el pensamiento teje historias" en torno de lo real. Se trata de un bordado, que son las formaciones del inconsciente. Mientras vamos de la mano de Freud, hay formaciones del inconsciente, pero cuando vamos de la mano de Joyce, adquirimos esta perspectiva desde la cual las formaciones del inconsciente no son más que bordados en torno del cogollo de lo real, desde la cual la meta del análi~ ,1 sis es aislar ese cogollo, y para hacerlo habrá que dejar caer el bordado.' Dejar caer el bordado es diferente de descifrarlo, pues descifrar siempre es enlazar. Lacan, por el contrario, en el seminario El sinthome muestra bien que lo real, si bien es invención de algo no leve, es una invención frágil en sí misma, en el sentido de que lo real no se enlaza con nada. En este preciso punto Lacan arroja una duda sobre el No hay relación sexual y dice que ese enunciado también es un bordado pues participa del sí o no, es decir, de la relación. Es un enunciado que sigue estando capturado en la lógica de la diferencia. Y entonces, en su seminario El sinthome, Lacan intenta decirlo de otro modo para que sea real. Esta es la ocasión para tomar un poco de distancia respecto de lo que en nuestra práctica denominamos caso. Muy a menudo decimos que presentamos un caso, y a fin de cuentas siempre lo abordamos por medio de la historia del sujeto. Pero nótese que la historia, desde la perspectiva del seminario El sinthome, es el mayor de los fantasmas. La historia nunca es más que un mito, nos dice Lacan. La historia solo es un modo, que parece factual, de dar sentido a lo real. Por eso Lacan aprueba que Joyce haya sentido el mayor desprecio por la historia. Esta era para Joyce una pesadilla. Lacan dice que la historia es fútil. Es fútil respecto a un síntoma, cuando alcanzamos ese punto de reducción donde nada más puede hacerse para analizarlo.

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JACQUES-ALAIN MILLER Como saben, Lacan dijo que Joyce estaba "desabonado del inconsciente". ¿Pero qué es, de hecho, lo propio de Joyce? Nótese que estar desabonado del inconsciente es lo real de todo síntoma. En ese sentido, Lacan hace de lo real su propia respuesta al descubrimiento freudiano en cuanto elaboración. La elucubración freudiana es que el síntoma es verdad, y Lacan, en el diálogo que inventa con Freud, responde al síntoma-verdad por medio del sinthome en cuanto real. ¿Cuál es el valor de esta respuesta? Su valor es que no es una deducción. Lacan subraya que el inconsciente de Freud no supone obligatoriamente el real del cual él se sirve. Freud, sin duda, tenía una idea de lo real, la idea de que había que buscar ese real en la dirección de la energética. Lo real para Freud era algo como la libido, es decir, una energía constante, que encontramos siempre igual. Lo que define una constancia es que siempre se encuentre el mismo número. Pero de hecho esto significa que la idea más profunda que Freud tenía al respecto -lo muestra su idea de la constancia de la energía libidinal- es que hay un sab_er en lo real. Eso es incluso lo que dirigía su manejo del síntoma. Decir que hay saber en lo real es decir que lo real es equivalente al sujeto supuesto saber. En este sentido cabe decir que, mucho más allá del Edipo, Freud cree en el Nombre-del-Padre, y que la hipótesis del inconsciente no puede sostenerse más que a condición de suponer el Nombre-del-Padre, es decir, suponer que hay un real que es saber, un real que está articulado, un real que está estructurado como un lenguaje. El psicoanálisis, al menos el que Lacan practicaba, demuestra que se puede prescindir del Nombre-del-Padre en la medida en que aquel conduce a una reducción a lo que no tiene sentido, a lo que no se enlaza con nada. No obstante, nos servimos del Nombre-del-Padre en psicoanálisis: pasamos por el desciframiento, pasamos por los efectos de verdad, pero estos efectos se ordenan según un real que no tiene orden. Esta era la esperanza de Lacan, la esperanza de llegar en la teoría a un trozo de real. Y mediante las Piezas sueltas tal vez yo quiera esbozar, aludir a lo que sería un trozo de real. Hasta la semana próxima.

24 de noviembre de 2004

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111 El traumatismo de lalengua

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¡Detesto este anfiteatro! AUDITORIO: ¡Nosotros también! Ustedes también. Al llegar descubro que cambiaron de anfiteatro, y eso viene como anillo al dedo porque no tengo ganas de hablar. Sin ti uda estoy poseído por La can, quien a lo largo de todo su seminario El sinthome dice que enseñar le cuesta. Ponerme así en armonía con él me lleva a decirme que son muy amables por venir a escucharme. Me lo decía hace algunas horas cuando anticipaba este encuentro con ustedes: son muy amables. Al decir esto, ¿soy yo quien habla o es Lacan, dado que él también decía tener relación con los muy amables? Sin duda le parecía increíble que pudiera encontrarse algún interés en lo que él tenía para decir. Ese es por cierto el caso cuando no hay un examen final. Por lo demás, lo lamento, ya que si lo hubiese eso me daría un puesto en la universidad, del cual hasta ahora creí poder prescindir. En el fondo, me agradaría que ustedes tuviesen que explicarse acerca de lo que digo aquí. Me ayudaría a saber en dónde me encuentro, ya que ustedes, los muy amables, son para mí la figura del Otro ante el cual comparezco Lodas las semanas. Sí, ustedes son los amables, son quienes consienten, los complacientes, los que aceptan abrirse y permiten que al hablar yo pueda atrapar algo de su inconsciente. En efecto, debo constatarlo: no es más que una palabra, a lo sumo

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JACQUES-ALAIN MILLER

EL TRAUMATISMO DE LALENGUA

una frase, lo que los retiene, lo que los engancha de tanto en tanto a lo que les digo. Y eso es lo que los hace pensar. A decir verdad, no hay otro testimonio que este: eso los hace hablar, hablarme, en análisis -no todo el mundo, de todos modos. En efecto, ¿cómo podría, en el punto donde ahora me encuentro, desconocer que lo que digo, que lo que aquí enseño, tiene un alcance que me muestran quienes luego vienen a hablarme en análisis? Pues bien, ellos son quienes me enseñaron algo, a saber, que lo que cuenta en lo que enseño no es lo que deduzco. Lo que les queda no es eso, sino lo que a veces digo al margen de mis deducciones. Por lo demás, estoy muy persuadido de que lo mismo ocurre con toda enseñanza, a saber, que de esta solo quedan piezas sueltas y nada más. Eso me convenció de que lo que cuenta es que yo hable, no que piense lo que pienso. Aprendí la lección. Finalmente caló en mí. Por lo tanto, me dije que ante todo debía esforzarme en hablar sin pensar. Pues bien, he aquí que no pienso. En fin, no pienso demasiado, o digamos que me esfuerzo en no pensar, solo me esfuerzo en hablar. Para mí esto es una ascesis, por haber creído, tal vez hasta ahora, que pensaba. Pero es una tontería. Escribamos penser [pensar] como lo hace Lacan en el seminario El sinthome, con una a, panser [remediar], para decir que el pensamiento es un emplasto. El lenguaje usual lleva incluso a decir que es un emplasto sobre una pata de palo. La pata de palo es el título que habría debido dar al curso de este año: he aquí una pieza suelta, cada uno camina con una pata de palo. La pata de palo tiene tanta función como la pata viva. Es el milagro de la pieza suelta. De eso se trata: conocer la pata de palo en torno a la cual se formó el cuerpo de ustedes a fin de esconderla, para darle una función.

En verdad, nadie piensa, dice Lacan en el seminario El sinthome. Si tomamos en serio este enunciado, deberemos notar que tiene gran alcance. Es muy realista. Nadie piensa, pero escuchamos. Es una ilusión pensar que pensamos. No obstante, Spinoza -a quien Lacan, según dicen, frecuentó casi desde su más tierna infancia- enunciaba un axioma, ya que su estilo era proceder así, que reza: "El hombre

piensa". Nótese que esto vale para cada uno de ustedes, tantos como 11can. Spinoza dice que el hombre piensa. Es el segundo axioma del libro n de la Ética: "El hombre piensa". Spinoza no dice más al respeclo, y esto no es mucho, pero de todas maneras este axioma dice que hay pensamiento en el hombre, que pensar pertenece a la naturaleza del hombre. Y sabemos además que demasiado a menudo ese pensamiento lo atosiga. Sabemos que bien puede impedirle dormir y que el hombre puede exigir que anestesien ese pensamiento que forma parte de su naturaleza. Sin embargo, el tercer axioma de Spinoza aclara que ese pensamiento tiene modos, y entre esos modos enumera el amor, el deseo el afecto en todas sus formas. Pero lo que más quiero recordar es el cuarto axioma de Spinoza, ya que es el más extraño que aparece en t.•sta secuencia, y también el más lacaniano. Ese cuarto axioma relacionn esos modos del pensamiento con el cuerpo. "Sentimos - dice Spinoza- que cierto cuerpo es afectado de muchos modos". Dice bien: t"ierto cuerpo. Es muy bello que no se diga a quién pertenece ese cuerpo. 1 labrá que deducirlo. Si alguien piensa que es su cuerpo, se le dice 11penas que cierto cuerpo es afectado. No se puede ser más realista, y precisamente en el seminario El sinthome Lacan recupera esa evidencia primera. Esta referencia al vínculo con un cuerpo es en sentido estricto 11 lgo constitutivo de la experiencia humana. Después del Libro r, que está consagrado a Dios, el Libro n de la Ética m:: consagra a lo que Spinoza llama en latín la mens, que en inglés está hostante bien traducido por mind. ¿Debemos en francés decir ['esprit Id alma]? Pero en fin, no comentaré el Libro u, solo puntuaré su deci1notercera proposición, que se sitúa en la cadena de las deducciones que Spinoza cree poder elaborar a partir de sus definiciones y de sus 1xiomas. Esta decimotercera proposición dice: "El objeto de la idea que l'Onstituye el alma [esprit] humana es el cuerpo", y Spinoza aclara: "o l
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