Jacobs Michael - La Economia Verde - Introducción

March 10, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Michael Jacobs

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MEDIO AMBIENTE DESARROLLO DESARROLLO SOSTENIBLE Y LA POLITICA DEL FUTURO

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504.03 ECO La ECONOMIA verde: medio ambiente, desarrollo sostenible y la politi politica ca del del futuro / Mich Michael ael Jacobs. Jacobs. - Barcelona: Barcelona: ICARIA: FUHEM, D.L. 41.115 432 p.: 21 em. - Econornia Econornia cr criti itica; ca; 12) Tit orig.: The Green Economy ISBN: 84-7426-274-7 Sostenible.. 2. Econom ia Ecologica, 3. Medio Am 1 Desarrollo Sostenible biente. 4. Gestion de Recursos. biente. Recursos. 5. Politica Ambie ntal. I Jacobs, Michael.

A mis padres Betty Upton Hughes y

rthur

Jacobs

Si ser 1 que es hoy Ie re requirio quirio a Inglaterra explotar la mitad del globe i cudntos globos Ie requeriria a la India? Gandhi

ECONOMfA CRiTICA Coordinadora: Graciela Malgesini. Consejo Edi

torial: torial: Mariano Aguirre, Alfons Barcelo, Carlos Berzosa, Miren Etxezarre ta, Valpy FitzGerald, Graciela Malgesini, Angel Martinez Gonzalez Tablas. Titulo original: The Green Economy Traduccion de Teresa Nino Revision tecnica: Jordi Roca © Michael Jacobs, Pluto Press, 1991 © de esta edicion:

ICARIA

Ausias Marc, 16 08010 Barcelona

FUHEM

Duqu e de Sesto, 40 28009 Madrid

Diseno de la portada: Pedro Arjona Segunda edicion revisada: octubre 1997 ISBN: 84-7426-274-7 Dep. Legal: B. 41.115 Irnpresion y encuadernacion: Rornanya Valls, S.A. Verdaguer I Capellades Barcelona) Impreso en Espana - Prohibida la reproduccion total Este libro esra irnpreso en papel ecologico

chezarreta

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parcial

 

Stringfellow, Stringfel low, Ro bert Atkinson, Ann Giletti y Beverly Cox me brindaron asistencia como expertos investigadores. asistencia Frankie Ashton, James Cornford, David Kemball-Cook, Anne Mi ller, Robin Murray, James Robertson, Amanda Root y Martin Stott hi cieron comentarios sobre los primeros borradores del libro, que fueron de mucha ayuda. El texto final se beneficio de una critica detallada y perceptiva de Monica Ali, Victor Anderson, Julian Jacobs, Henry Neu berger y Susan Owens. Estoy inmensamente agradecido a todas estas personas; se que he tornado demasiada poca nota de sus comentarios; por tanto, ninguno de ellos est a implicado en el resultado final. Quisiera expresarles mi agradecimiento a John Arnold y al Departa mento de Educacion de Adultos de la Universidad de Southampton por su cooperacion durante parte de la elaboracion de este libro, y a mis co legas de C.A.G. Manageme Management nt Consultants por su asistencia en la prep a racion de otra parte. No solo me dieron tiempo libre suficiente para completar el trabajo sino que adernas me apoyaron constantemente mientras 10hacia. No habria podido tener prueba mas concreta del valor trabajo cooperativo. del Finalmente quisiera reconocer la ayuda de los muchos amigo s in cluida mi familia) que me apoyaron, moral y emocionalmente, durante el largo periodo que este libro estuvo en proceso. Ellos saben quienes son; muchos tienen que haber perdido incluso la esperanza de ver apare cer el producto final el cual no se habria logrado sin ellos.

Michael acobs

Londres, marzo de 1991

INTRODU

ION

La Integraclon de politica medioambiental y economlca «En el pasado nos preocupamos por los impactos del creci

miento econornico en el medio ambiente. Ahora, en nuestras pers pectivas economicas, necesariamente tenemos que preocuparnos por los impactos de la tension ecologica: degradacion de los sue los, regimenes de aguas, atmosfera y bosques. En el pasado mas reciente nos vimos forzados a enfrentarnos a un agudo incremento de la int erdependencia econornica entre las naciones. Ahora debe mos acostumbrarnos tarnbien a una acelerada interdependencia ecologica. La ecologia y la economia estan entrelazandose cada vez mas - l ocal , regional, nacional y mu n d ia lme n te - en una red sin costuras de causas y efectos.» Cornision Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo

Nuestro futuro comtin Informe Brundtland)? En los ultirnos anos, la creciente evidencia de degradacion del medio ambiente? global, aparentemente ha convencido a la mayoria de los li-

I World Commission on Environment and Development, 1987, p. 5. 2. EI autor utiliza el adjetivo environmental para referirse a una problernatica y a una politica 0 mas precisamente a un conjunto de politicas) que preferentemente traducimos como «rnedioambiental», «del medio arnbiente» 0 «arnbiental» pero a ve ces tambien como «ecologica». Nota del traductor.)

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deres politicos del mundo de que el pla neta se enfrent a a una seria crisis. Ha habido disertaciones, conferencias, declaraciones. Pero hasta ahora la politica econornica ha permanecido basicamente inalterada. A primera vista esto puede parecer sorprendente, puesto que es evi dente que las causas del dana medioambiental radican en las actividades econornicas: en la produccion agricola e industrial, en el consumo de energia y en la descarga de residuos. Pocos negarian que son la escala y el patron de estas actividades los responsables de la contarninacion y del agotamiento de los recursos naturales, que ahora causan tanta alar rna. Para el observador desprevenido puede parecer obvio que si hemos de enfren tar la crisis crisis,, la politica economic a tiene que c ambiar. Pero, naturalmente, desde otra perspectiva la falta de disposicion de los gobiernos para enfrentarse a las causas economicas de la crisis, no es sorprendente en modo alguno. Asimisrno, es evidente que reparar el dana hecho hasta la fecha y evitar que se siga expandiendo, no costara simplemente dinero (probableme nte grandisimas sumas), sino que puede representar un desafio para las estructuras del sistema econornico. La degradacion ecologica no es una consecuencia incidental de la actividad economica, Como 1 mostraremos en este libro, en muchos sentidos es una carac teristica central de las formas en que actual mente estan organi zados la prod ucci6n y el consumo. Si es asi, es de esperar que los gobier gobier nos duden antes de enfrentarse al problema. Los intereses que hay tras la defensa del st tu quo economico son grandes y poderosos: de hecho , la mayoria de la gente del mundo industrializado tiene algo que ver con ellos, y a menudo son inciertas las consecuencias de tomar una medida. No obstante, sigue siendo verdad que la proteccion del medio am biente no puede lograrse a menos que en la politica econornica se integre una perspectiva medioambiental. Consecuentemente, este libro es un in tento de mostrar 1 que significaria tal integracion, tanto en la teoria co

la falta casi comp leta de recon ocimi ento de las bases y consecuencias medioambientales de la actividad por parte de la teoria econornica econornica domi nante, y han observado cuan pocos economistas han mostrado verdade ro interes en el problema. Mas recientemente, el trabajo de un grupo pequefio de economistas del medio ambiente, ha alcanzado mayor pro minencia. Pero lejos de acoger la convergencia potencial, muchos Ver des la han visto con alarma. AI darles valor monetario a cosas vivas y propo ner (por ejemplo) que a las empresas se les les vendan vendan «licen «licencias cias para contarn inar», estos nuevos economistas socavan en su vision vision la base mis rna de la preocupacion por el medio ambiente. Para los Verdes este debe ser entendido como la morada espiritual de la especie humana, no tan solo como su fuente de riqueza; y nuestra relacion apropiada con el, co mo una relacion de gestion y de armonia, no simplemente de explotacion mas eficiente. A los ojos de muchos Verdes, tal comprensi6n sencilla mente no puede tener cabida dentro de los estrechos supuestos del interes personal « racional» y del calculo de costes y beneficios, en los que se ba sa la economia.

mo en la practica. Su intencion es triple: explicar con c1aridad como los procesos econornicos actuales causan degradaci6n del medio ambiente; explorar el concepto de «proteccion del medio ambiente» y, en particu lar, el objetivo descrito como «sostenibilidad»; y mostra r como la politi politi ca economica y la elabora cion de politic as puede n disenarse para alcanzar objetivos medioambientales. Al hacer esto, el libro trata de reconciliar dos corrientes de pensa miento que historicamente se han mantenido separadas, pese a sus preo cupaciones comunes: la disciplin disciplinaa academica de la economia del medio ambiente y la ideologia politica del movimiento Verde. La distancia se ha mantenido desde los dos lados. Muchos Verdes han rechazado integramente la disciplina de la economia. Han senalado

la mayoria de estos economistas del medio ambiente, la posicion Verde sencillamente no ayuda mucho a avanzar hacia la meta cornun." Este libro es un esfuerzo por tender un puente entre las dos posicio nes. El trabajo surge de la prof unda preoc upacion del movimiento Verde Verde por la degra dacion del medio ambiente y la relacion de las socie sociedades dades in

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Para

muchos del mediodeambiente, es el prec preci i samente el enfasiseconomistas en la base espiritual la relaci6n relaci6nelhproblema umana con me dio ambiente. La vision Verde del mundo es muy buena, pero no constituye ninguna guia para la elaboracion de una politica real. El eco nomista arguye que solo media nte la comprension de la forma en que las empresas y las familias toman las decisiones econornicas -decisiones que, sean cuales fueren, genera lmente se basan en algun tipo de interes personal- se puede puede ca mbiar el impacto de su comportamie nto en el me me dio ambiente. Saber en cuanto valora la gente el medio ambiente, da a quienes toman decisiones politicas, argumentos mucho mas fuertes para protegerlo; entonces el uso de instrumentos tales como las licencias de contaminacion comercializables, puede reducir el coste de hacerlo. Para

3. Ver F. Capra 1982; H. E. Daly y J. W. Cobb 1989; P. Ekins (ed), 1986; H. Hend ers on, 1978, 1981; S. McBurn ey, 1990, y N. Singh, 1989. 4. Ver la defensa de David Pearce , 1985, pp. 8-10.

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dustrializadas con el mundo natural; comparte la conviccion de los Ver des de que esa relacion debe sufrir un cambio fundamental, si queremos prevenir la amenaza de catastrofe ecologica. Pero reconoce que tal cam bio requiere la aplicacion de politicas serenas, considerando el mundo tal como es, que las perspectivas tecnica tecnicass de la econom ia medioambi en tal tienen un irnportante papel que desempefiar en el disetio de tales po liticas. Economia medioambiental Como tal, el enfoque adopt ado en este libro probablemente deba describirse como no ortodoxo, tanto desde el punta de vista Verde como del de la economia medioambiental. La gran mayoria de los trabajos acadernicos sobre economia me dioambiental pueden describirse como un esfuerzo por incorporar el medio ambiente al marco convencional 0 «neoc «neoclasico lasico-- del aanalisis nalisis eco eco nornico. El medio ambiente es percibido como un conjunto de articulos (bienes y servicio servicios) s) valorados, como otros productos y servicios, por in dividuos de la sociedad. Pero de bido a que los bienes del med medio io amb iente estan en general general al alcance de todos de fo rma libre (es decir, a preci o ce ro), este valor usual mente pasa sin ser reconocido. El resultado es el uso excesivo, el cual conduce a la degradaci6n del medio ambiente. Por tan to, para incorporar el medio ambiente al calculo economico, es necesario asignar precios 0 valores monetari os a los diverso diversoss bienes servici servicios os que que este proporciona. Se argumenta que una vez hecho esto, tambien pueden aplicarse al medio ambiente los modelos de comportamiento economico usados para analiza r el resto de la economia . Las familias las empresas expresan la demanda de bienes en el mercado; sus preferencias responden al inte res personal son «racional es» (maximizan los beneficios son consis tentes).. Los gustos deseos en lo tentes) loss que se basan se determ inan fuera del proceso econ6mico (por ejernplo en la cultura 0 en la biologia) conse cuentemente son tornados como un dato, en vez de ser analizados. Cuan do al medio ambiente no se Ie asigna ningtin precio, los mercados no expresan por si mismos las preferencias por el, Pero es posible hacerlo, aplicando impuesto impuestoss 0 subsidi subsidios os a productos 0 procesos con determina do impacto medioambientaI. Al incrementar el precio del medio ambien te, estas medidas cambiarian la conducta de los consumidores. El objetivo de la politica es entonces producir un uso socialmente «optimo» de los recursos. Este se define como el punta en el que los beneficios de 3

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quienes participan en el mercado exceden a sus costes en la maxima can tidad posible, Al enfoque neoclasico Ie preocupa en particular que esto se logre «eficientemente», es decir, de la manera mas economica para la sociedad.: No todo el trabajo hecho en materia de economia medioambiental responderia a esta descripcion, pero es justo decir que la misma si repre senta la tradicion dominante u «ortodoxa». Es mas, mas, este amplio enfoque es el que ha recibido considerable atencion del publico en los ultimos anos, a traves de la publicaci 6n de la cober tura por parte de los medios de comunicacion, de textos populares de economia medioambiental tales como el llamado «lnforme Pearce» (en el Reino Unidoj.? El enfoque adoptado por este libro no es un simple rechazo al marco general neoclasico. Por el contrario, empleamos mucho su considerable poder analitico; por ejernplo, con el reforzamos la explicaci6n de las causas de degradacion del medio ambiente presentada en el capitulo 3. 7 En muchos campos ese marco brinda tecni tecnicas cas herrami entas utiles para la elaboracion de politicas: la propuesta de «impuestos ecologicos», por ejernplo, es positivamente cornentada en la tercera parte. en aspec tos mas fundamentales, el marco neoclasico no es una basePero adecuada pa ra pensar sobre el medio ambiente. En primer lugar, la «objetividad» etica aparente (0 declarada) del en foque ortodoxo es enganosa, Las decisiones medioambientales no afec

5. Un buen libro de texto sobre la tradicion neoclasica es eJ de D. W. Pearce, 1976 1976.. La obra basica probablemente sea la de W. Baumol y W. Oates, 1988. 6. D. W. Pearce A. Markandya y E.B. Barbier, 1989. Significativarnente, el in forme de Pearce no es un simple texto neoclasico, Su explicacion inicial de la sostenibi lidad y del concepto de «cantidad con stante de capital natural- no corresponde a la tradici6n neoclasica, ya que se basa en una preocupacion etica par las futuras genera ciones. No obstante el resto dellibro ignora estos argumentos y sigue la linea neoclasi ca. En sus declaraciones publicas, el propio Pearce ha sido un defensor de primera linea del enfoque ortodoxo aunque tam bien bien ocasiona lmente se ha manifestado en fa vor de la vision de la «cantidad constante de capital natural». 7. Alii se u usa sa explic itam ente en vez de, por ejemplo, una explicacion mas marxista de las causas de la degradacion ambiental la cual haria enfasis en la necesidad de las corporaciones capitalistas de expandir sus mercados y en las relaciones de poder y dependencia entre naciones ricas y pobres. Esto se debe a su mayor claridad para el lector no versado en ninguna de las dos escuelas. Ni la explicacion neoclasica ni la marxista son «correctas»; son mas bien dos forrnas alternativas de ver el mismo feno meno. En M. Redclift, 1984, 1987, se encuentra una explicacion marxista sutil y per suasiva.

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tan unicarnente a las personas que pueden hacer que sus preferencias cuenten en el mercado. Tarnbien se yen afectadas personas (y otras cria turas) de lugares distantes. Otro tanto sucede a los que aun no han naci do, las «futuras generaciones». Aun aquellos que pueden participar en los mercados no 1 hacen sobre una base de igualdad: algunos tienen mas poder de compra que otros. Aceptar el resultado de las preferencias del mercado como «optimo» es entonces una decision etica, cosa que raras veces reconocen reconocen los escritos escritos neoclasicos. EI presente trabaj o pa rte del su puesto de que es necesario hacer explicita la base etica de la politica eco nornica ambiental; y en la segunda parte se procura explorar las implicaciones de hacerlo asi. Las conclusiones alcanzadas orientan el resto del libro. Los rectrictivos supuestos sobre el comportamiento del marco neo clasico clasic o tam bien bien se cuestionan. La gente no tiene solo p referencias priva das que pueden expresarse en los merca dos; tam bien tiene preferen cias ptiblicas (particularmente por bienes piiblicos tales como el medio ambiente) que pcdrian manifestarse mas apropiadamente a traves del proceso Es verdad que gran parte delpero comportamiento in teresado politico. y «racional» en el sentido econornico, parte no 10es:esine vitablemente, un reconocimiento de la sentida preocupacion por e me dio ambiente y por las otras personas, que no puede reducirse simplemente a interes personal, afecta la naturaleza del analisis eco nomico, Mas aun, no hay razon para ignorar los origenes de los gustos y preferencias de las personas; parece evidente que la propia econo mia puede afec tar esos origenes origenes y que, por ta nto, tam bien vale la pena ana lizar este proceso. En general este libro tom a como pre misa que el comportamiento economico tiene que entenderse dentro del contexto institucional y cultural mas amplio en el que opera, e cual rara vez se refleja en los modelos abstractos del mercado que ofrece la teoria or todoxa. Aqui estos desacuerdos con el marc o neoclasico no se asumen simple mente, sino que se argumentan. Para criticar ese marco es necesario entenderlo. Asi, el libro tiene la intencion de ser una explicacion de la economia medioambiental ortodoxa, asi como una critica a la misma. Pero desafortunadamente no debe creerse que esto haya conducido a la

8. En este sentido podria decirse que e libro pertenece a la tradicion «instituciona

lista». Ver G. M. Hodgso n, 1988. Entr e otras criticas recientes a la escue1a escue1a neoclasica

estan Daly y Cobb, 1989; A. Etzioni, 1988; M. A. Lutz Y K. Lux, 1988. 4-

forrnulacion de una «sintesis» teorica, y menos aun al desarrollo de un «nuevo pa radigm a economico» (como 10 pretenden muchos Verdes)." Verdes)." Es claro que el reconocimiento de la dimension ecologi ecologica ca de la actividad econornica tiene un profundo efecto en la economia, y bien podria ser que finalmente se desarrollara un marco completamente nuevo para el tema; de hecho se estan haciendo trabajos interesantes que pueden ser presagio de tal avance. ? pero este libro no proclama ser tal cosa. En su lugar, e enfoque eclectico y quiza bastante d h o asumido aqui, tendra que ser suficiente. topia y factibilidad

Si tal enfoque nos deja fuera de la corriente economica dominante, tambien es probable que atraiga la critica dellado Verde. Habra muchos Verdes para quienes este libro sea demasiado poco radical; algunos cues tionaran si realmente deberia calificarse como «Verde» en algiin senti do. ' No hay arbitros de la pureza ideologica, pero la acusacion seria comprensible pues mucha de la literatura Verde ha estado dedicada a la meta de un cambio social de largo alcance. Se preve una sociedad Verde «postcindustrial», en la que la gente vive en comunidades politicamente descentralizadas. Cam bios volun tarios en los valor valores es y estilos estilos de vida conducen a una drastica reduccion del consumo material, 10que permite desarrollar una relacion arrnonica entre la especie humana y el mundo natural. Correspondientemente, el empleo industrial remunerado decli na, al tiempo que la gente encuentra mayor satisfaccion en otras formas de trabajo, en casa 0 para la comunidad. Una meta principal de la politi ca econornica es incrementar la autosuficiencia, particularmente para econornias y «biorregiones» locales. EI Estado brilla por su ausencia.'? EI hecho de que una sociedad asi no pueda vislumbrarse en el futuro cercano, no significa que no deba abogarse por metas sociales radicales. Cualquier movimiento tendente al carnbio, por muy pragmaticas que sean sus politicas, necesita una vision del destino al que pretende llegar. Como dijo Oscar Wilde, «A un mapa del mundo que no incluya la Uto

9. Ver Capra, 1982; Daly y Cobb, 1989; Ekins y J Robertson, 1990. 10. Ver en particular el trabajo de Richard Norgaard, 1984; 1985, pp. 382-394; 1988. Una Una util perspectiva historica se encuentra en J. Martinez-Alier, 1987. 11. Ver la critica de Sandy Irvine al enfoque del presente autor: «No Growth in a Finite World», 23 de noviembre de 1990. 12. Ver R. Bahro, 1984; E. Callenbach, 1978, y J Robertson, 1983.

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pia no vale la pena ni echarle un vlstazoa. ' Pero asimismo, saber don de queda la Utopia no sirve de mucho, a menos que haya tam bien mar cadas carreteras que conduzcan alia (0 como minimo carriles para bicicleta). Claro esta que al preguntarle el camino, un Verde perfecta mente tendrfa derecho a contestar: «Bueno, yo no partiria de aqui». Pe

en primer lugar, para ganar acogida y tarnbien porque las nuevas nuevas institu ciones requieren nuevas actitudes sociales. Es verdad que la sostenibili dad requiere que la gente sea menos materialista y que respete mas profundamente el mundo natural, pero es un error creer (como podrfa aceptarse a la ligera) que, puesto que no es posible cambiar cornpleta

ro nosotros estamos partiendo de aqui, y habra muchos destinos interrnedios que alcanzar antes de terminar el viaje. Este libro se refiere entonces al sendero, y quiza a algunas de las de mas paradas del camino, no a la met a final. La econornia Verde que des cribe, es mas factible que utopica. (En realidad es «una» economia Verde, no el unico tipo que podrf a describirse como tal). Fa ctibl e quiere decir dos cosas. " Prirnero, es posible irnaginar la implantaci6n de las medidas descritas aqui en los paises industrializados, durante los proxi mos diez 0 veinte anos. Aunque tal vez eso no sea probable, no hay que descartar esta posibilidad, siempre que haya suficiente voluntad politica. En segundo lugar, poner en vigencia tales medidas no depende de trans formaciones masivas en los valores de la gente.

mente eI actual sistema econ6mico sin una transformaci6n de la cultura y los valores, este no puede modificarse en absoluto mientras no se haya lIevado completamente a cabo esa transformacion. Como 10 sugerimos en este libro, los cambios de valores y de estilos de vida pueden fomen tarse al mismo tiempo que - y de hecho, a traves del proceso d e - la reforma instituci institucional onal y politica politica.. Entre tanto tienen que disenarse politi cas medioambientales para el mundo en que vivimos. Como observe Bertolt Brecht, no podemos disolver a la gente y elegir una nueva.

Algunos escritos Verdes parecen asumir implicitamente que en una sociedad Verde se conseguira la sostenibilidad medioarnbiental porque las actitudes y las motivaciones de la gente habran cambiado: sera gente no cornpetitiva y no materialista y «en arrnonia con la naturaleza», De hecho, algunos autores han lIegado a decir que la sostenibilidad no pue de alcanzarse hasta que no se haya producido tal transforrnacion.P pe ro evidentemente esta es una posicion de desesperanza. Sea que ese cambio haya de ocurrir 0 no algun dia, no parece inminente; y cierta mente no podemos esperar a que se produzca para actuar, pues de hacer 10, sera poca la naturaleza que quede para que nuestros descendientes vivan en arrnonia con con ella. La sostenibilidad es un tema de la agenda ac tual, no de alguna agenda contingente futura, Por tanto este libro presu pone que la gente para la cual - y acerca de la c u a l - se disenan estas politicas medioambientales, sera muy parecida a la que hoy vemos a nuestro alrededor. Por supuesto, cualquier filosofia que busque cambiar la sociedad tie ne que asumir que los valores valores de la gente carnbiara n hast a cierto punto

13. Wilde, 1891. 14. Este cont raste de ideas factibles y utopica s esta tornado de A. Nove, 1983, pp pp.. II 15-20, 238-239. 15. J. Parrill 1988, p 203.

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Po

tica Verde

Describir las politicas econornicas aqui propuestas como factibles, sus cita el interrogante de que c ase de polftica puede posibilitarles. EI subtitulo dellibro es deliberadamente ambiguo. Como vamos a mostrarlo, la defensa del medio ambiente bien puede describirse como una polftica de interes pa ra el futuro; el que haya 0 no de convertirse tambien en el caracter de la politica del futuro, es debatible. Hay varias form as diferentes de ver esta pregunta, Desde una perspectiva, el aspecto mas importan te es el como. Es claro que la ansiedad por los problemas ecologicos es ahora un factor signi ficativo en la polftica de la gran mayorfa de los paises industrializados. Esto se manifiesta en las encuestas de opinion y por eI creciente numero de per sonas preocupadas por el medio ambiente y de partidos Verdes, asi como en el mayor papel de los asuntos medioambientales dentro de la politica do minante. En consecuencia, se plantea una importante pregunta acerca de como se traduce esta preocupacion en resultados politicos. l.Cuales son los papeles respectivos de los grupos de presion y de los partidos; de los distin tos ambitos, tales como gobierno central, gobierno local y poder de nego ciacion industrial; y de las acciones mas individualizadas, tales como «consurno verde» y cambios de estilo de vida? l.Cuales son los procesos Y las fuerzas requeridos? En general general estos asuntos no son tratado s en es este te libro. De hecho, aquf partimos de una preinisa bien diferente. i Que pasarfa si las preocu paciones medioambientales fueran ya una importante prioridad del go bierno? l.Que politicas economicas podrfan ponerse entonces en practica con el objeto de lograr las metas m edioambientales deseadas? Si bien es ta premisa descarta la cuesti6n poIitica del como, de todos modos la dis -37 

 

 

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cusion resultante contribuye a la respuesta. Porque es muy probable que la clarificacion de 10 que implicara proteger el medio arnbiente, sea parte irnportante del proceso mediante el cual las preocupaciones ecologicas efectivamente se conviertan en accion. Si es posible convencer a la gente de que las politicas Verdes son practicas y no necesariamente demasiado que vote por esas politicas y que los politicos, costosas, es mas mas probable por consiguiente, las lleven a la practica. Esto, claro esta, plantea muchos interrogantes acerca de la relacion entre votantes y politicos y entre estos y la economia. Este libro se centra en las politicas econornicas para los gobiernos nacionales. Por razones que explicamos, la mayoria de los cambios criticos que es necesario ha cer, son responsabilidad del Estado. Pero la vision irnplicita del Estado y del proceso de determinacion de politicas economicas que supone este trabajo, esta abierta a la critica. Aparentemente Aparentemente,, podria suponerse que cuando la mayoria de los votantes quiere algo, los gobiernos deciden ha cerlo, y cuando los gobiernos deciden hacer algo, se realiza. Pero este no es el caso. Por el contrario, reconocemos que en el mundo real operan much as fuerzas que infiuyen en el curso de la economia y el poder de los gobiernos p o r no hablar de los e le c to r a d o s - , 10 cual determina que

el resultado final sea a menu do severamente restringido. Si, por ejemplo, un gobierno quiere imponer una ley medioambiental para poner freno a alguna clase de contarninacion, un anal isis isis simplista po d ria indicar que las compafiias reaccionarian sencillarnente reducien do su contarninacion, puesto que esta vendria a ser ilegal. Pero en la practica, una respuesta mucho mas probable (0 como minimo mas inme diata) seria una campafia de las compafiias unidas en contra de la ley. Dado el poder que pueden esgrimir compafiias muy grandes, a menu do transnacionales, en muchos casos esto podria echar por tierra la pro puesta. En otros casos, las medidas medioambientales podrian no alcan zar nunca el caracter de propuestas, por muy «populares» que fueran entre los votantes, debido a la existencia de otras fuerzas dentro de la arena politica. Los gobiernos no son simplemente vehiculos para la ex presion de la decision democratica.l Todo esto 10 reconocemos. La vision liberal del estado benigno y el proceso democratico, no es un cuadro fiel del mundo real. Pero de todos

16. Un ejemplo seria la respuesta de la lass industrias petroquim ica y automotriz a las propuestas hechas hechas durante las decadas de los afio afioss setenta y ochenta de reducir el plo mo de la gasolin a. Ver D. Wilson, 1983, pp. 121-140. 8-

modos es uti uti en un libro de esta clase. EI propos ito aqui es mostrar que tipos de politica hay disponibles y como funcionarian si pudieran im plantarse y operaran segun 10 planificado. Puede que no suceda asi, asi, pero

no es razon para negarse a proponerlas, a saber como operarian segun estan disenadas. Mas a propos ito quiza, el proceso dernocratico, por muy defectuoso que sea, sigue siendo el mejor (y probable mente el uni co) medio por el cual pueden introducirse politicas econornicas me dioambientales, y a traves del cual puede participar la mayoria de la gente. Para tomar parte en este proceso, es casi con cert eza esencial cier ta dosis de 10 que podriamos Ham Hamar ar «ing enuidad maliciosa», y sobre es ta base tienen que proponerse politicas para el cambio. Esta es la posicion que asumimos aqui. Un segundo elemento de la cuestion acerca de la politica medioarn biental se refiere a su ideologia. Durante mucho tiempo las personas preocupadas por el medio ambiente han discutido acerca de si pertene cen esencialmente a la izquierda 0 a la derecha del espectro politico, 0 si estan definitivamente divorciados de los viejos conflictos
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