IVAN ILLICH, crítica a la megamáquina - Revista Integral - Por Octavi Piulats

September 24, 2017 | Author: Mizar Petrus | Category: Medicine, Monopoly, Homo Sapiens, Nature, Society
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Descripción: Un artículo muy interesante, sobre un pionero en la concienciación ecológica. Filósofo y pensador, fue un r...

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Cultura ecológica

Ivan Illich

Crítica a la megamáquina Filósofo y pensador, fue un referente para la lucha ecologista por poner de relieve las trampas de la sociedad industrial, que instrumentaliza al hombre y lo hace esclavo de la tecnología.

H

T E X T O o c t a v i p i u l a t s, d o c to r e n f i l o s o f í a

an existido, desde L. Mumford, muchos críticos de la sociedad industrial y el desarrollismo del siglo XX, pero ninguno ha tenido tanta resonancia y tanta actualidad como Ivan Illich. Muchos de los argumentos que usamos cotidianamente contra la sociedad de consumo y la tecnocracia nacieron de su pluma. Y, sin embargo, siempre ha sido un sociólogo perseguido e ignorado; y sus libros, en los años 70, tuvieron dificultades para ser editados porque su crítica es tan radical, que incomoda tanto a la derecha como a la izquierda política. Ivan Illich, exsacerdote y escritor, murió hace diez años y este artículo pretende recordar su pensamiento y acción. 48

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EL MITO DE PROMETEO

Podemos decir que el punto de partida de Ivan Illich –siguiendo al Romanticismo y al Cristianismo progresista– es la crítica a la sociedad industrial y a la entronización del factor económico como la base de todo el sistema. Y el símbolo de esta crítica y el desarrollismo y maquinismo que la caracteriza lo interpreta Illich a través del mito de Prometeo de la tradición griega. Para Illich, el hombre industrial y económico europeo se convierte en un moderno Prometeo. Según el mito, Prometeo, el Titán, quiso ayudar incorrectamente a los hombres trayéndoles el fuego, o sea la técnica, pero lo hizo a través de un robo efectuado en el Olimpo y contra la voluntad de los dioses, que entendían que la techné traería más males que bienes al género humano. Prometeo comete hybris, es decir, desmesura,

y con el fuego los dioses le enviaron a Némesis, la diosa de la venganza. El resultado es que el hombre prometeico vivirá con su técnica, alejado de la vida natural, como Prometeo vivió encadenado a una roca, soportando el dolor de que un águila picotee constamente su hígado y se alimente de él. Este hígado era repuesto por la divinidad a través de una cirugía reparadora. Todo esto sólo termina cuando Hércules mata al águila y lo libera. Este mito describe para Illich la vida y los valores del hombre moderno industrial. Fascinado por la técnica, el hombre moderno, como Prometeo, comete hybris, desmesura contra la naturaleza, y recibe su venganza, su Némesis. Es una venganza que destruye su salud y que, gracias a la techné, intenta repararla, pero inútilmente. Su única esperanza reside en que, como Hércu-

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Según Illich, el “tiempo industrial” es una falacia: las máquinas de consumo no ahorran tiempo y tienen graves costes medioambientales les, sea capaz de iniciarse en los misterios de la naturaleza y entender su parte divina a través de un proceso de autoconocimiento, que es lo que significan los famosos trabajos de Hércules. CRÍTICA AL modelo INDUSTRIAL

El primer punto de partida de Illich en su crítica a la sociedad industrial se inicia en escritos como Energía y Equidad, en donde critica y valora el desarrollismo, el modelo de desarrollo y progreso de las sociedades industriales avanzadas y sus postulados de transporte y energía. Illich analiza lo que rodea el mundo del automóvil, su consumo de combustible, el impacto que produce con las autopistas y la dependencia que tenemos del

mismo con seguros, impuestos, talleres etc. Muestra que el progreso actual tiene enormes contradicciones y que, en última instancia, la relación entre consumo de gasolina, accidentes y la contaminación del coche no compensa ni su rapidez ni el tiempo que se invierte en él. Illich demuestra que el “tiempo industrial” es una falacia: las máquinas de consumo no ahorran tiempo; al contrario, este tiempo aparentemente ahorrado ya se descuenta en el inicio del proceso de producción y, sobre todo, el automóvil tampoco resuelve la superación o ahorro de tiempo, ya que uno va a trabajar cada día en un radio geográfico más amplio y la industria ya cuenta con esto. Señala asimismo los enormes cos-

tes ambientales del coche y del motor de explosión. Luego, aborda la expansión económica acelerada y explica que, en el mundo industrial, se vive en perpetua aceleración, lo que va en contra de la salud humana. En este análisis, Illich destaca que, en cuestiones de transporte, el ser humano posee una herramienta perfecta, se trata de la bicicleta, que él considera un invento que fomenta realmente una relación correcta de la movilidad humana con la naturaleza. No contamina, no gasta energía fósil, potencia la salud humana y la capacidad pulmonar, tiene una velocidad de hasta 40 km hora y permite disfrutar de la estética y de los paisajes a un nivel humano. integral

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Una vida muy intensa Ivan Illich nació el 4 de septiembre de 1926 en la ciudad de Viena. Fue un parto difícil y los médicos le dieron pocas esperanzas de vida al bebé, pero a los pocos meses sus padres le trasladaron a la Dalmacia (Croacia) paterna para fortalecer su salud y allí creció Ivan con sus abuelos. La infancia en la Dalmacia preindustrial fue decisiva para el adolescente. Allí descubrió la vida campestre y las antiguas formas de vida. A los 15 años se trasladó a Italia para realizar estudios superiores, en plena ascensión del fascismo. Tras licenciarse en Química en Florencia, se inscribió en la Universidad Gregoriana de Roma, en donde cursó Teología y Filosofía. En 1844 se doctoró en Filosofía en Roma y luego, dos años más tarde, se doctoró en Historia en la Universidad de Salzburgo. Al inicio de los años cincuenta, Ivan illich se ordena sacerdote en Roma y su talento parecía destinarlo a una prometedora carrera diplomática en el Vaticano. Pero no fue así, en 1961, decide instalarse como sacerdote en Nueva York en Mannhattan y, en aquella urbe, entra en contac-

to con la problemática de la emigración latina en Estados Unidos. Conoce asimismo al filosofo cristiano J. Maritain y pasa algunos años en la Universidad de Puerto Rico como vicerrector de la Universidad Pontificia. A finales de los cincuenta lo encontramos de nuevo en Nueva York como profesor de Sociología en la Universidad Fordham, fundando el CIF, Centro de Formación Intercultural. Pero uno de los momentos clave en su vida es en 1961, cuando Ivan Illich se instala en México, en Cuernavaca, donde funda el CIDOC, Centro Internacional de Documentación, una universidad alternativa que estuvo activa durante más de diez años. Es allí donde Illich, rodeado de intelectuales como Paul Goodman, Erich Fromm, Paulo Freire y Gregorio Lemercier, empieza el debate mundial sobre la sociedad moderna industrial y su concepto clave: el modelo de desarrollo. En aquella época, Illich empieza a escribir la mítica obra La sociedad desescolarizada, en donde desafía todos los modelos pedagógicos existentes. El Vaticano pronto reaccionó y en 1967 envió al CIDOC una Comisión para La Doctrina de la Fe (o sea, la antigua Inquisición), que acabó por suspender a Illich como sacerdote a divinis. Es interesante señalar que, en la polémica de Illich con el Vaticano, no encontró el apoyo de la izquierda teológica: los teólogos progresistas de la

época encontraron a Illich demasiado radical y sus argumentos demasiado duros como para ser publicitados. En los años 70 Illich pasa de panfletos como La Convivencialidad o Energía y Equidad, dirigidos contra la tecnología moderna, a estudios muy documentados como Némesis Médica. De hecho, posiblemente sea ésta la obra más importante de Ivan Illich, como veremos posteriormente. A finales de los 70 aparecen El trabajo fantasma y El género vernáculo, obras que desmontan valores tradiciones de la derecha y de la izquierda. En los años ochenta, Illich se instala en Alemania y continúa generando ensayos sobre la naturaleza del agua o sobre el arte de habitar, y da clases en la Universidad, basculando entre la Universidad Estatal de Pensilvania y la Universidad de Bremen. En sus últimos veinte años, sufrió un proceso cancerigeno en la cara que, en concordancia con su critica a la medicina institucional, nunca trató con medicina convencional, aunque le dieron solo meses de vida. Sin embargo, consiguió a través de métodos alternativos prolongar su vida durante años. Illich murió el 2 septiembre de 2002 mientras dormía. Su testamento lo encontramos en el libro En los ríos al norte del futuro, donde se recogen sus últimas conversaciones sobre religión y sociedad con David Cayley.

Además, se guarda en un espacio reducido y puede circular por lugares muy estrechos.

lleva, por un lado, a la contaminación y, por otro, al monopolio radical de las empresas, ya que este es su objetivo. El monopolio radical –un término clave en Illich– hace más extremo el problema mismo del monopolio. El monopolio es aquella empresa e industria que acapara y controla el mercado, imponiendo sus precios a los consumidores, pero el monopolio radical significa un grado más, ya que excluye cualquier competencia y es incluso apoyado por el mismo Estado. Illich menciona a los nuevos consorcios –como las bebidas de refrescos–, la necesidad de tener coche si uno quiere ser contratado en una empresa, las compañías de seguros o las compañías eléctricas. n La sobreprogramación. La sociedad industrial es maestra en organizar toda una serie de tareas, objetivos y valores en los que el ser humano se integra sin

mucha reflexión. Programa de forma que la creatividad del individuo se ve amenazada y ocultada. En este escenario, la escuela y la universidad juegan un papel preponderante, ya que son los instrumentos esenciales de la sobreprogramación y, por esta razón, entre otras, la educación estatal muestra muchos inconvenientes. n El consumo inducido. Ivan Illich es uno de los primeros pensadores que, ya en los años sesenta, comprenden el cambio en el mundo del consumo y el despilfarro que ha tenido lugar a partir de que la sociedad industrial avanzada haya acelerado los circuitos del consumo. Se fabricó y consumió más en el siglo XX que en los diecinueve siglos anteriores. El consumo tiene la paradoja de que es inducido la mayoría de las veces, al igual que su correlato, que es el despilfarro. Se trata de consumo ba-

claves de su pensamiento

A nivel global, la crítica de Illich contra la sociedad industrial avanzada puede resumirse en los siguientes puntos: n El problema del supercrecimiento. La sociedad industrial cree firmemente en el mito del crecimiento infinito; de hecho, su noción de progreso se basa en un desarrollo acelerado infinito, como si el planeta fuese inacabable. Sin este crecimiento difícilmente puede subsistir, y en la naturaleza todo ser que crece desmesuradamente está condenado a desaparecer. Para la sociedad industrial la naturaleza es objeto y no sujeto y se halla a su disposición para cualquier manipulación. n Monopolio radical. La construcción de la misma industria, y del maquinismo 50

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Consideraba que la bicicleta es un invento que fomenta realmente una relación correcta de la movilidad humana con la naturaleza sado en la cantidad y la superficialidad. Los objetos consumidos son caducos y breves, y normalmente su brevedad es necesaria para mantener al monopolio, tanto el normal como el radical. n Otro grave problema es la polarización. El monopolio radical, el supercrecimiento y la destrucción de la naturaleza llevan a la creación de polaridades entre las diversas clases sociales, a graves conflictos entre el Tercer Mundo y el Primero. La pobreza, el hambre o la guerra son productos de esta polarización de la sociedad. La guerra en la segunda mitad en el siglo XX se transmutó en la colonización ahora económica, y la destrucción del Tercer Mundo y su naturaleza.

Recordemos un fragmento de Illich en Energía y Equidad: “El norteamericano medio dedica más de 1.600 horas al año al cuidado de su automóvil, conduciéndolo, pagando los impuestos, aparcando en párkings, reparándolo en el taller, trabajando en empleos para pagarlo, tramitando su seguro, aparte de abonar multas y tramitar permisos. De hecho, le dedica unas cuatro horas al día, o bien conduciendo, reparando o trabajando alicuotamente para pagar sus plazos. (…) Sin duda, con estas actividades hace que la economía funcione, procura trabajo a sus compañeros, enriquece a los emires árabes y permite a Nixon tener excusas para su guerra en Asia [Illich publicó

Energía y Equidad en 1974]. Pero si nos preguntamos cómo se atribuyen estas 1.600 horas respecto a la circulación veremos que todo cambia. En estas 1.600 horas hace en realidad unos 10.000 km, es decir, va a 6 km hora. Esta velocidad es la misma a la que va la gente del Tercer Mundo que no posee transporte motorizado. No obstante, mientras que el norteamericano medio consagra a la circulación una cuarta parte de su tiempo social, en las sociedades de países del Tercer Mundo la gente destina a esta finalidad solo entre el 3% y el 8%. Lo que diferencia respecto a la circulación al país rico del país pobre no es la eficiencia en su circulación comparada, sino la obligación de consumir energías integral

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El hombre pierde sus libertades cuando se le exige progresar y crecer materialmente fósiles, condicionadas por la industria del monopolio del transporte.” LA CRÍTICA A LA TECNOLOGÍA

El arranque de Illich respecto a la tecnología se centra en el concepto de “herramienta”. Mientras el ser humano domina la herramienta le da sentido al mundo, cuando es la herramienta la que domina al ser humano, este queda a merced de las fuerzas de la misma. Se actúa como ser humano cuando se da sentido a la herramienta, no a la inversa. La herramienta manejable adapta la energía metabólica a una determinada tarea-sílex, martillo. La herramienta manipulable, en un segundo orden, es movida (total o parcialmente) por energía exterior y sirve para multiplicar la energía humana – los bueyes que tiran del arado–, pero por lo menos son guiados por el labrador. Esta última, sin embargo, puede exceder la escala humana y ser ella la que impone sus normas, por ejemplo, el avión sobre un piloto. El piloto se limita a obedecer los requerimientos de la maquina, lo mismo que alguien que forma parte de una cadena de montaje. Cita al antropólogo polaco Malinowsky, indicando que solo la sociedad industrial ha permitido el uso de las herramientas disponibles hasta su máxima eficiencia; en todas las otras sociedades, el reconocimiento de límites sagrados, el uso de la espada o el arado, por ejemplo, eran una base necesaria de la ética. Solo un acuerdo amplio sobre los procedimientos a través de los cuales puede garantizarse equitativamente la autonomía del ser posindustrial llevará al reconocimiento de los límites de la acción humana. En las sociedades antiguas y tribales, los límites de las herramientas estaban relacionados con los tabúes y lo religioso, pero hoy en día, tras la Ilustración, esto no puede evocarse. Los tabúes estaban vinculados a los modos de producción y sus valores, pero en la sociedad industrial esto ha sido bloqueado. Tampoco se presenta como deseable una nueva religión que se imponga desde fuera al individuo o una dictadura ecológica que se convierta en tiranía para el ser humano individual en aras de lo colectivo. 52

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Así pues, la técnica de la sociedad industrial ya no es productiva, dado que conduce a la degradación de la naturaleza y al control desmesurado del ser humano y la pérdida de su autonomía y dignidad. En este sentido, la sociedad industrial es contraproductiva. En resumen, la perversión de la herramienta amenaza con saquear el medio físico, o sea, el planeta. El monopolio radical amenaza con congelar la libertad del ser humano. La superprogramación, con transformar el planeta en una vasta zona de meros servicios. La polarización, con instituir un despotismo estructural e irreversible. Y el consumo desaforado, con desarraigar al género humano convirtiéndolo en un ser superficial. En cada una de estas áreas, la herramienta supereficiente afecta a la relación entre el ser humano y la naturaleza y amenaza con cortocircuitar esta relación de forma fatal. En este sentido, el ser humano se ha convertido en materia prima para el sistema, que Illich define como la megamáquina. Así pues, la frustración del ser humano moderno tiene como principales desencadenantes las amenazas de la sociedad industrial. El hombre pierde sus libertades, o estas se quedan sin contenido cuando depende de monopolios radicales, cuando aprende a necesitar algo que jamás tendrá, cuando nos dicta a pensar solo con unos determinados valores, cuando ha perdido la capacidad de referirse a lo vernáculo, o sea a las tradiciones de su pueblo, y sobre todo cuando se le exige progresar y crecer materialmente sin cesar como objetivo. LA SOCIEDAD DESESCOLARIZADA

El libro de Illich sobre la educación que aparece en el año 1971 en Cuernavaca, La sociedad desescolarizada, recoge las experiencias pedagógicas de Illich en las universidades. Es posiblemente el libro más radical jamás escrito contra la educación tradicional de los países industrializados. Su tesis de partida es que la educación estatal escolar o privada escolar debe ser superada por contraproductiva, no hace ciudadanos, sino autómatas. Illich describe con minuciosidad los contenidos de la edu-

cación actual que ofrecen los Estados, que tratan de imponer una visión del mundo determinada, una cosmovisión cultural sobre las otras y, en especial, sobre la creatividad del propio individuo. Illich señala que el trabajo pedagógico de las sociedades determinadas no está basado solo en los conceptos de verdad y utilidad, sino que existe un interés socioeconómico en los contenidos educacionales. Igual sucede en la escuela privada de carácter religioso. Illich propone, pues, desescolarizar la educación. Propone un nuevo sistema en el que en las familias se vuelva al autoaprendizaje tras el espejismo de la educación delegada al estado. Esto se puede hacer en redes de información y dedicando un tiempo a la formación del niño y del adolescente a nivel familiar o en cooperativas educativas. Illich habla también de construir telarañas de aprendizaje, algo que precisamente ahora, a través de internet y las nuevas tecnologías de comunicación, podría hacerse realidad de forma fácil.

ser un fin en sí mismo, con lo que el ser humano queda instrumentalizado. La productividad convierte a los seres humanos en piezas de un sistema eléctrico o mecánico, extrañándolos, pues son fácilmente reemplazables, meros medios para las multinacionales. El hombre se ve amenazado y, finalmente, sometido por los ordenadores, aunque aparentemente mejoren nuestra vida. No es una coincidencia lingüística que se le dé el nombre a esa máquina de “ordenador”, una máquina que “ordena”: los protocolos que hay que aplicar, los objetivos y parte del salario profesional que se deriva de todo esto. Con estas herramientas de la megamáquina, el ser humano queda a merced no solo de fallos técnicos sino también de inexorables órdenes que destruyen su creatividad y su autonomía. LA NÉMESIS MÉDICA

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Propuso desescolarizar la educación porque coarta la creatividad del propio individuo LA SOCIEDAD CONVIVENCIAL

Su propuesta creativa respecto a la sociedad industrial avanzada recibe el nombre de “sociedad convivencial”. En ella, la herramienta moderna está al servicio de la persona y no al servicio de un cuerpo de especialistas. “Convivencial” significa aquella sociedad donde el ser humano controla las herramientas. Igualmente, implica que el ser humano encuentre su alegría y su armonía en el empleo de la herramienta controlable. A ese nuevo ser humano también lo adjetiva como “austero” o “ascético”. No se trata de rechazar los placeres, sino de hacer de la austeridad una virtud, que no excluye todos los placeres sino solo aquellos que degradan la relación personal y/o entre humanos. La misión de la sociedad convivencial consistiría en limitar las dimensiones de

las herramientas y presentaría tres valores esenciales: n La supervivencia, como condición necesaria, pero no suficiente, que se basa en el concepto de límite en el desarrollo. n La equidad en la distribución de los productos manufacturados, siempre ligada a la descentralización. n La autonomía, como muestra del poder de control del ser humano sobre las herramientas y la misma equidad. Illich propone pues la construcción de una nueva sociedad posindustrial, donde el ejercicio de creatividad de una persona no imponga jamás a otra un trabajo, un conocimiento o un consumo obligatorio. Y esto con los avances científicos es hoy en día realizable. Cuando la herramienta, desde el coche al ordenador, excede la escala humana, se pervierte y pasa de ser un medio a

Pero quizás la obra más emblemática de Ivan Illich se centra en la salud y su gestión por la sociedad industrial. Se trata del estudio titulado la Némesis Médica, editada en los años setenta. La tesis central del libro, en consonancia con el mito de Prometeo, es que la medicina positivista actual –con su metodología, sus artefactos y la medicalización constante del paciente, pretendiendo buscar la salud– abre la puerta a una Némesis, a una fuerza vengadora que mata y destruye al paciente muchas veces en vez de curarlo. En esta obra, utiliza por primera vez para el gran público un término que luego haría fortuna para definir las enfermedades provocadas por la medicina: la iatrogenia, del greigo “iatros” (médico) y “génesis” (origen). En palabras de Illich: “En los últimos tiempos la medicina establecida se ha convertido en un serio peligro para la salud. Puede afirmarse que la clase médica profesional que ejerce un control sobre los centros de salud de los países, en la actualidad, se ha convertido negativamente en una especie de epidemia. El nombre de la nueva epidemia es iatrogénesis, es decir, las enfermedades producidas por el sistema médico. (...) Yo afirmo, por lo tanto, que es el laico, y no el cuerpo médico, el que tiene hoy en día la fuerza y la visión para terminar con la epidemia de iatrogénesis. (...) El peligro que emana de la tecnomedicina actual para las sociedades es el mismo que se produce con el modelo de desarrollo y tráfico actual, el mismo que amenaza la integral

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La productividad convierte a los seres humanos en piezas de un sistema mecánico, extrañándolos, pues son fácilmente reemplazables capacidad educativa del ser humano, es Illich se convierte en ironía, en especial que utiliza, que procede de un parael mismo peligro que impide al hombre cuando señala que en los países que han digma científico que solo reconoce el y a la mujer construir un hogar natural y sufrido huelgas de médicos y hospitales, mecanicismo– cree firmemente más en agradable, lejos de los planes urbanísti- como en Israel en 1962, la mortalidad las enfermedades y los protocolos que cos de los burócratas.” descendió bruscamente durante meses en los mismos enfermos. Una parte n Iatrogenia clínica. Illich presenta en importante de los errores médicos son en ese país. primer lugar los efectos directos de la Dentro de la iatrogenia clínica, de- consecuencia, pues, de la formación clase médica y el sistema sanitario actual dica un capítulo a los efectos negativos médica en general, orientada hacia un sobre la salud. Debe, pues, desmontar de los medicamentos. Explica: “Cada 24 paradigma determinado, y otros proantes que nada la pretendida fama de horas, el 60% de los estadounidenses vienen de la misma clase médica. la medicina moderna como adalid de ingieren un fármaco. En unos casos, el n Iatrogenia social. Ivan Illich dedica asimismo un capítulo a la sociola curación de un sinfín de logía de la medicina moderna. enfermedades con vacunas, Explica la pérdida de autonomedicamentos y operaciones. mía del paciente moderno, que Citemos al mismo Illich cuanse convierte en un ser pasivo, a do demuestra con cifras y datos merced de los dictados del sisteque la mejora de la salud en la ma médico y, sobre todo, con esModernidad no se debe totalcasos conocimientos higiénicos. mente a la medicina moderna: También señala la conexión en“La tuberculosis en 1812 en tre conocimiento e interés ecoNueva York sobrepasaba la tasa nómico que acecha al médico de mortalidad de 700/10.000. moderno. El imperio farmacéuEn 1882, cuando Koch aisló y cultivó el bacilo, la tasa era ya tico suele financiar parte de los de 370/10.000. En 1910, cuancongresos médicos y, además, do se abrió el primer sanatorio, condiciona muchas veces las rela enfermedad había descendicetas médicas, incluso de las addo ya a 180/10.000. Algo pareministraciones. En el capítulo de cido sucedió a finales del XIX los hospitales (que son comparacon el cólera, la disentería, la dos con el dios fenicio Moloch, fiebre tifoidea o la difteria y el que exigía sacrificios humanos), Cuando la tecnología, como la informática, pasa de ser sarampión. Siempre que apaIllich es muy crítico. Señala que un medio a convertirse en un fin en sí mismo, acaba con recieron vacunas y medicamentos la libertad del individuo, advierte Ivan Illich. la concentración de morbilidad y de síntesis a finales del siglo XIX enfermos en tan reducidos espay principios del XX, la relación causal medicamento es equivocado; en otros, cios responde a meros criterios adminisentre descenso de morbilidad e incluso está caducado o contaminado; en otros, trativos y de control, y no a motivos himortalidad no tiene una relación directa se trata de una falsificación. Unos crean giénicos. Al contrario, el hospital puede y con avances médicos.” adicción, otros desencadenan alergias, suele ser un lugar inhóspito, en donde es Por lo tanto, indica Illich, esta relación otros pueden ser nocivos para los órga- fácil cometer negligencias y en donde los causal hay que buscarla en otros factores nos nobles como riñón e hígado. En el pacientes pueden sufrir infecciones que que pueden comprobarse en la literatura caso de los antibióticos, suelen destruir en su casa nunca tendrían. científica, en especial y en primer lugar la flora intestinal, con lo que el paciente n Iatrogenia cultural. También señala la la mejora de la alimentación en los países pierde peso y se encuentra débil, o ata- noción global de enfermedad de la socieindustrializados, la enorme mejora de las can tejidos nerviosos. Los corticoides dad industrial y la comprensión por parte condiciones higiénicas, con el alcantari- pueden dañar las suprarrenales de los del hombre moderno de la concepción de las enfermedades. De hecho, para Illich, llado, y los cuidados sociales. pacientes, y así sucesivamente.” Por otro lado, señala que el descenso Respecto a la cirugía, contempla el la medicina moderna no comprende realprogresivo de las enfermedades infeccio- 60% de las operaciones como innece- mente las enfermedades y emplea, adesas en la segunda mitad del siglo XX con sarias. En cartas posteriores, alude por más, la noción de tiempo acelerado para la llegada de sulfamidas y antibióticos es ejemplo al drama de la cesárea que se su curación, combate los síntomas pero se desentiende de su etiología. Dedica asireal, pero sorprendentemente aumentan lleva a término por rutina médica. enormemente las enfermedades cróniDedica asimismo un largo capítulo a mismo alguna mención a la medicina que cas y el cáncer, con lo que las camas de la iatrogenia de errores y negligencias hoy se denomina ambiental, señalando lo los hospitales continúan llenas. médicas, señalando que la clase médica antiecológicos que eran los centros hospiEn algunos momentos, la crítica de –en parte debido al modelo positivista talarios de los años ochenta. 82 54

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Muchas enfermedades son producto de la cultura industrial y la contaminación, por ello, aboga por la prevención activa de la salud CONTRA LA NÉMESIS MÉDICA

Para empezar, Illich propone mover el foco de la medicina a la salud y la higiene. Dado que muchas enfermedades son producto de la cultura industrial y de la contaminación ambiental, sería razonable la prevención activa de la salud, ya en la educación básica a través de dietas y medidas higiénicas. Se trataría de controlar los límites del fármaco. En este sentido, propone Illich centros sanitarios descentralizados y en donde el paciente pueda tener tratamientos ambulatorios en un ambiente alejado del gigantismo y el ajetreo casi militar de los hospitales. También propone dar entrada en la sanidad a sistemas alternativos de curación, incluso los métodos tradicionales de otras culturas que hayan demostra-

do su rigor y efectividad. Pero la verdadera revolución en medicina aspira a cambiar la noción de diagnóstico, pronóstico y enfermedad. Es decir, se trata de que el paciente devenga “actiente”, que devuelva la autonomía y el conocimiento al individuo frente a la herramienta del sistema, que el enfermo vuelva a tener la dirección de la medicina bajo su control, no que el aparato lo instrumentalice a él y lo convierta en una estadística. Se propone pues una revolución humanística en medicina como vía para detener la Némesis. ascetismo

Ciertamente, la mayoría de las tesis de Ivan Illich sobre la modernidad y la sociedad industrial avanzada han sido lectura obligada para naturalistas y ecologistas, y puede decirse que la

influencia de Illich sobre sociólogos y ambientalistas ha sido muy relevante. No obstante en 1990, Illich, ante la ola de ambientalismo que recorría el mundo, nos advierte con estas últimas palabras sobre los peligros de la utopía ecológica: “ La tesis de la sostenibilidad es engañosa, ya que conlleva la idea de una responsabilidad global. Si antes el señuelo era el progreso, ahora lo es la amenaza de un cataclismo ecológico. (...) La responsabilidad global que predica la ecología ya no es técnicamente posible, ya que el hombre, como subsistema, se limita a seguir los imperativos dictados por los sistemas.” Illich, desde el escepticismo, en el ocaso de su vida, nos invita finalmente al ascetismo epistemológico. n Más información en integral Práctica

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