Introducción a La Sagrada Escritura - Fray Milton Jordán Chigua

January 10, 2017 | Author: Libros Catolicos | Category: N/A
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INTRODUCCIÓN GENERAL A LA SAGRADA ESCRITURA

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FRAY MILTON JORDÁN CHIGUA INTRODUCCIÓN GENERAL A LA SAGRADA ESCRITURA

“Desconocer las Escrituras es desconocer a Cristo” (San Jerónimo)

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PRÓLOGO “Encontramos a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia. La Sagrada Escritura, “Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo”, es, con la tradición, fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar a anunciarlo”. Documento de Aparecida (DA 247).

El lector tiene en sus manos una interesante Introducción general a la Sagrada Escritura, en la que su autor, Fray Milton Jordán Chigua OFM, nos hace una visión panorámica importante, fruto de sus años de trabajo pastoral y de investigación, así como de su labor docente como profesor de Sagrada Escritura. A más de cuarenta años de la publicación de la constitución dogmática “Dei Verbum” (DV), sobre la Divina Revelación, que nos regalara el concilio Vaticano II, reconocemos que aún debemos volver a las invitaciones de este documento teológico-pastoral, para tomar de allí elementos orientadores de una Iglesia que pone con creciente decisión la Palabra de Dios como fundamento de su fe. El concilio Vaticano II ha devuelto la Biblia al pueblo de Dios. La recomendación de “facilitar a todos los fieles el acceso a la Sagrada Escritura” (DV 22) ha descubierto a los católicos un tesoro que durante muchos años había permanecido enterrado. Como cristianos estamos invitados a poner nuestra mirada en Jesús, Palabra y Pan, para alimentarnos de Él en “las dos mesas”, con el fin de robustecer nuestra fe y ser así anuncio de luz y de esperanza para nuestro pueblo. El presente libro es una herramienta valiosa para seguir profundizando en el estudio de la Sagrada Escritura, buscando en ella una luz que ilumine nuestro camino. El autor, a lo largo de los siete capítulos, abordará temas como la división de los libros de la Biblia, los idiomas en que fue escrita y las traducciones, recomendando qué criterios se deben utilizar para una adecuada lectura y abordando el tema de los géneros literarios. Se presenta una síntesis de cada uno de los libros bíblicos. Los temas que el autor considera necesarios, para una lectura creyente y contextualizada de cada uno de los libros, son los que se refieren a la geografía y arqueología bíblica, acercamiento que nos pondrá en relación con la situación social, económica, religiosa y política, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Hay que hacer notar que, si bien es cierto, el contenido tiene la peculiaridad de querer ser accesible para todas las personas, no por eso pierde el rigor científico que debe tener la ciencia bíblica. Por esta razón, en los últimos capítulos se

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desarrollará el contenido referente a la inspiración, la canonicidad, la hermenéutica y exégesis bíblica, resaltando también el papel de la Iglesia como garante de dicha interpretación. Esta Introducción a la Sagrada Escritura viene en un momento propicio en el que el Magisterio latinoamericano nos recuerda el lugar preponderante que la Palabra de Dios tiene en el itinerario formativo de los discípulos misioneros. En el documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, realizada en Aparecida, Brasil, en mayo del año 2007, nuestros obispos nos recordaban los lugares de encuentro con Jesucristo, entre los cuales mencionaban: la Sagrada Escritura –valorando la lectura orante de la Palabra de Dios–, la sagrada liturgia –destacando los sacramentos de la Eucaristía y la reconciliación–, la oración personal y comunitaria , y de un modo especial los pobres, afligidos y enfermos (cf. DA 246-257). En esta relevancia de la Palabra de Dios nuestros obispos llamaban la atención sobre algunos puntos que es importante tomar en cuenta en nuestra tarea evangelizadora, entre los cuales señalo: La comunión de la Iglesia que se nutre con el Pan de la Palabra de Dios y con el Pan del Cuerpo de Cristo (cf. DA 158). Todas las comunidades y grupos eclesiales darán fruto en la medida en que la Eucaristía sea el centro de su vida y la Palabra de Dios sea faro de su camino y su actuación (cf. DA 180). Entre los ejes a reforzar se menciona la formación bíblico-doctrinal, destacando la necesidad que los fieles profundicen en el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe (cf DA 226c). Es importante una “pastoral bíblica”, entendida como animación bíblica de la pastoral; privilegiando la lectura orante de la Sagrada Escritura (cf. DA 248-249). La Virgen María nos enseña el primado de la escucha de la Palabra en la vida del discípulo y misionero (cf. DA 271). El proceso de iniciación cristiana comienza por el kerygma, guiado por la Palabra de Dios, y conduce a un encuentro personal con Jesucristo (DA 289). La importancia de “un itinerario catequético permanente” que se extienda por todo el arco de la vida, para que el pueblo sea conducido en la lectura

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y meditación de la Palabra de Dios (cf. DA 298). Destaca la relación entre religiosidad popular y lectura orante de la Palabra de Dios (cf. DA 300). La V Conferencia propone y recomienda una nueva pastoral urbana que difunda la Palabra de Dios, la anuncie con alegría y valentía, realice y promueva la formación de los laicos (cf. DA 517h). No cabe duda que el lector tiene en sus manos un buen instrumento no sólo para ampliar sus conocimientos bíblicos, sino también para amar más esta Palabra que seguirá siendo luz en nuestro camino, lluvia que fecunda y pan que alimenta. Ella nos interroga, nos interpela, nos anima, nos enseña, nos amonesta, y nos lleva a vivenciar la experiencia de los discípulos de Emaús, cuando se dijeron uno a otro: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (cf. Lc 24, 32). Que crezca siempre más en nuestros corazones el aprecio por la Palabra de Dios, para descubrir en ella el apasionante rostro de Cristo. Que sigamos aprendiendo de la Virgen María el primado de la escucha de la Palabra de Dios en nuestras vidas. Así nuestras comunidades lograrán ser “sal y luz de la tierra”, anuncio de gozo y bienaventuranza para nuestro pueblo. P. ANGEL ANTONIO RECINOS LEMUS Ex Director del Instituto de Teología Seminario Mayor Nacional de la Asunción, Guatemala, C. A.

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INTRODUCCIÓN

El libro que tienes en tus manos nace de un gran deseo que por años, como la Virgen María, he ido meditando en mi corazón, investigando pacientemente, tratando de captar las intuiciones de la gente humilde y sencilla, obreros y campesinos, estudiantes y profesionales, incrédulos y creyentes. Agradezco a Dios y su Santo Espíritu, que ha iluminado mi mente y orientado el orden de esta Introducción general a la Sagrada Escritura (SE). Aquí recojo muchas horas de investigación y al mismo tiempo muchas horas de trabajo pastoral. Es un libro que está dirigido a toda aquella persona de buena voluntad que desea acercarse con sencillez y profundidad a la Palabra de Dios que alimenta nuestra vida. No dudo que será de gran beneficio también para estudiantes y profesores de SE, para catequistas, delegados de la Palabra y líderes laicos. Desde pequeño podía ver a mi madre que escudriñaba con atención las Sagradas Escrituras, que le enseñó a mi hermana menor, a recitar el Salmo 91: “Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno”. En las noches de inseguridad o de miedo, después del terremoto de 1976, nos repetía: “En paz me acuesto y enseguida me duermo, porque tú sólo Señor me haces vivir tranquilo” (Sal 4, 9). Cuando murió mi único hermano varón a la edad de 20 años, repetía: “El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, ¡bendito sea el nombre del Señor!” (Jb 1, 21). No tengo duda de que la Palabra es siempre luz en la oscuridad, fortaleza en la debilidad. Cuando inicié mis estudios teológicos, siempre sentí un amor especial por las clases de SE. Mis estudios sacerdotales los realicé en el Instituto Teológico de América Central, en Costa Rica. La mayoría de cursos de Biblia, me los dio el licenciado Carlos Arias, jesuita costarricense. Fue él quien me orientó e invitó a que profundizara más en la Palabra de Dios y que pensara hacia el futuro, estudiar las ciencias bíblicas. Ese acariciado sueño se comenzó a fraguar cuando en 1986, después de estudiar inglés en Estados Unidos, inicié mis estudios bíblicos en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y que concluí en la Universidad Gregoriana de los padres jesuitas en 1989, terminando mi licenciatura en teología bíblica. Después trabajé tres años, enseñando la “introducción a la SE” en el mismo Instituto donde había estudiado en Costa Rica. Eran los años de 19911993.

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A partir de 1994, volví a mi patria querida, Guatemala de mis amores. Era joven y no tenía gran experiencia pastoral; me sentía un poco cansado de tanta teoría, de estar como encarcelado en libros; deseaba experimentar el ambiente vital de la gente sencilla y humilde. Regresé a mi país y comencé a trabajar, no ya en el área académica, sino en una región de ambiente pastoral. Chiquimula, Quezaltepeque y San José la Arada, fueron parroquias que dirigí por espacio de 12 años, junto a mis hermanos capuchinos. Allí les ofrecí los contenidos estudiados de las ciencias bíblicas. Frecuentemente impartí cursos bíblicos en la diócesis de Zacapa y Chiquimula. Recuerdo el esfuerzo que hacía por hacer entendible y digerible los estudios bíblicos. Fueron ellos quienes me explicaban con más sencillez y claridad los contenidos de la Palabra. En enero de 2006, mis superiores me designan para trabajar en el campo de la formación de los frailes capuchinos, específicamente con los teólogos que se preparan para el presbiterado. En enero de 2007, me invitaron para enseñar en el Seminario Mayor de la Asunción, en el Seminario de la Fraternidad Misionera de María y en la escuela para laicos monseñor Gerardi. Volvía nuevamente al área académica. Me siento contento de volver a investigar. Ahora con algunos años acumulados que me permiten cierta experiencia en ambos campos: los estudios y la vida. Como dicen los andaluces: “Una mano se lava la otra y las dos se lavan la cara”. La teoría y la práctica, son como dos alas que nos permiten alzar vuelo. Muchas personas me han invitado a escribir. Después de los cursos, me piden copias. Yo reconozco que hablo mucho más de lo que escribo y que no soy un investigador de tiempo completo, por varias razones: primero, es muy difícil encontrar los libros y fuentes escritas en nuestro medio; segundo, los niveles académicos de nuestra gente son muy bajos y Centroamérica tiene un alto índice de analfabetismo, se lee muy poco… finalmente, hay otras personas con mejores capacidades y posibilidades de hacer ese trabajo tan necesario. Además, los profesores tenemos también muchas responsabilidades pastorales. Mis objetivos son modestos: tratar de conocer mejor la Palabra de Dios, para poder vivirla y aplicarla en el campo pastoral… que esa Palabra sea fermento que pueda transformar para bien, nuestra sociedad. Para los estudiantes de teología y siguiendo los lineamientos del Seminario Mayor, exigencias un poco más elevadas: proporcionar los criterios fundamentales de aproximación científica, teológica, espiritual y pastoral a la SE, a partir de los lineamientos de la tradición y del Magisterio de la Iglesia, así como de las corrientes actuales de investigación y elaboración del mensaje de la Palabra de Dios. Situar la SE como fuente expresiva de la revelación en íntima relación con la tradición y el Magisterio. Proporcionar los datos fundamentales

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sobre el proceso de formación textual y literaria de la Biblia. Descubrir la singularidad de la SE como palabra divina y humana, así como la conciencia de su canonicidad e inspiración. Establecer los criterios básicos que guían la hermenéutica de la SE como lectura eclesial en su dimensión divino-humana, a la vez que definir el lugar de la misma en la vida de la Iglesia. En noviembre de 2006, el padre Ángel (misionero del Sagrado Corazón), me invitó a impartir en su parroquia, un breve curso introductorio de la SE a sus feligreses. Me pidieron que les ofreciera una frase motivadora a modo de “eslogan” que atrajera a los invitados. Vino a mi mente una frase famosa: “Desconocer la SE, es desconocer a Cristo” decía san Jerónimo, patrono de los biblistas. Les gustó, pero cuando fui el primer día al salón donde ofrecí el curso, me gustó ver y leer que la expresión la habían formulado positivamente: “Conocer las Escrituras es conocer a Cristo”. Debo decir que quedé gratamente sorprendido. Aquel curso fue un éxito. Allí, les pedí a los participantes escribir una expresión de lo que significaba la Palabra de Dios para cada uno de ellos. Recopilamos por escrito los sentimientos de la gente y estructuré en un poema muy sencillo pero significativo, lo que ellos escribieron. Este ejercicio nos sirvió para comprender la forma en que fueron elaborados los escritos del Antiguo y el Nuevo Testamento. Comparto el contenido del mismo.

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LA PALABRA DEL SEÑOR ES (YAHVÉ)

La Palabra del Señor es Oasis en mi desierto. Nueva vida en mi corazón muerto. Camino, verdad y vida. Consuelo en la tribulación. Es mi bendición. Luz en mi camino. Liberadora y comunicadora. Ella es transformadora. Mi existencia en cada amanecer. Acompaña cada parte de mi ser. La Palabra del Señor es poderosa. Ella es hermosa. Alumbra mi caminar. Me enseña a amar. Revelación de la presencia divina. De nuestra alma, vitamina. Es mi refugio y fortaleza. Ella es mi belleza. La Palabra del Señor es esperanza. Que a todos alcanza. La Palabra del Señor es agua viva. Ella es fuente de sabiduría. Creadora del universo. Alimento de mi espíritu. Es paz y tranquilidad. En medio de la tempestad. Luz para nuestros pasos. Es un sin fin de abrazos. Faro en mi negrura, consuelo en la amargura. La Palabra del Señor es semilla sembrada debo regarla todos los días Para ver la cosecha de mi vida. Ella es descanso del alma. Me regala gran calma. La Palabra del Señor es mi guía.

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Ella es mi alegría. Me da fe, esperanza y amor. Me consuela en mi dolor. La Palabra del Señor ES.

La Biblia es el libro más traducido de la historia. Hasta en la más humilde casa de nuestros pueblos, encontramos un texto del Nuevo Testamento (NT) o de la SE. En ese sentido, la pobreza de nuestra gente no ha sido obstáculo para tener una copia del texto sagrado de los cristianos. Sin embargo, cuando la gente comienza a leer o a dialogar con hermanos cristianos de otras congregaciones o religiones, comienzan a dudar de muchos aspectos; más aún, cuando tratan de buscar una ayuda para leer la Biblia, se encuentran que los libros son difíciles de asimilar, además del alto costo de los mismos. Esta introducción está ordenada desde los elementos sencillos hasta los más difíciles del tema bíblico. Son capítulos largos, pero he tratado de escribir lo esencial. Sabiendo que el número 7 en la simbología bíblica, es signo de plenitud y perfección, he querido ordenar esta introducción a la SE en 7 capítulos. El primer capítulo recoge las nociones básicas introductorias de todo estudio bíblico: origen de la palabra “Biblia”, las divisiones generales y específicas: desde el Antiguo Testamento (AT) y Nuevo Testamento (NT), por contenidos y en capítulos y versículos. Trata también aquí algo sobre las lenguas y primeras traducciones. Otro elemento importante son los criterios básicos de lectura bíblica (histórico, literario y teológico). Aunque señalo algunos géneros literarios, en el transcurso del trabajo los veremos con mayor detenimiento. Me pareció importante señalar algunas lecturas inadecuadas y el tipo de lectura bíblica que debe hacerse. Al mismo tiempo, analizar tres grandes dimensiones del estudio bíblico: la revelación divina, Jesucristo y la Iglesia. No podía faltar aquí, el papel fundamental de la Iglesia, su Magisterio y la tradición en relación con la SE. Ofrezco también, una visión sintética de los principales documentos del Magisterio que han orientado la interpretación de la Biblia en los diferentes momentos históricos que le ha tocado experimentar a la Iglesia. El capítulo segundo tiene un tema amplio: cómo se escribió el AT; los grandes momentos históricos del pueblo de Dios, puesto que son los contextos desde donde surgen los escritos bíblicos. Esta empresa es amplísima, puesto que se trata de resumir en pocas páginas, una larga historia que abarca desde las tradiciones orales hasta las tradiciones escritas. Ofrezco una síntesis de cada uno de los libros, tomando en cuenta el espacio histórico en que aparecen. Por supuesto que quedan muchos aspectos abiertos, pero creo que nos dará una visión amplia y nos ayudará a ubicar cada libro en su contexto histórico con

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algunas características específicas. En el capítulo tercero, otro de los temas fundamentales: el contexto histórico amplio de la SE. Trata de ser como un puente entre el AT y el NT pero enfatizando la importancia de la geografía y arqueología bíblica. La situación social, económica y política en tiempos de Jesús; la influencia del Imperio Romano, las clases sociales, las costumbres familiares. En el contexto religioso, hago un breve recorrido por las instituciones, las fiestas, grupos religiosos y sus creencias en relación con Jesús. Este capítulo es clave e iluminador para la lectura del NT y una comprensión más clara de la visión cristiana, puesto que nos permite comprender las relaciones de Jesús con las instituciones y los grupos religiosos, filosóficos y políticos de su tiempo; sobretodo, porque el cristianismo nace en medio de una confluencia de culturas: hebrea, griega y romana. En el capítulo cuarto: cómo se escribió el NT. Sigo un esquema tradicional: desde el Jesús histórico que no escribió nada, hasta los diferentes momentos en que se escriben los libros del NT, también aquí ofrezco una síntesis de cada uno de los 27 libros que lo conforman. He seguido más una dimensión literaria en tres grandes bloques: hechos y evangelios sinópticos, la literatura espistolar y apostólica, para concluir con todos los escritos joánicos. El objetivo de este libro no es hacer un análisis exhaustivo de cada libro, sino un acercamiento introductorio que nos familiarice con los contenidos de los mismos y esbozando el ambiente vital que les dio origen, a qué problemas quieren dar solución y en algunos casos, ofreciendo una estructura mínima de cómo están ordenados. La SE como Palabra divina y humana (es decir todo el análisis de la inspiración) se recoge en el capítulo quinto. Trato de hacer un recorrido histórico en el camino cristiano y las diferentes concepciones de inspiración que van surgiendo en las épocas del cristianismo. Las posturas erróneas, para que no cometamos los mismos errores y las posturas de la Iglesia católica a través de su Magisterio y los documentos producidos. El capítulo sexto acoge otro tema fundamental: el canon de la SE. Creo que de estos capítulos en adelante nos adentramos propiamente en la investigación científica bíblica y de los avances en dicho campo. Este estudio nos abre el horizonte para responder a preguntas que la gente se hace: ¿por qué los católicos y protestantes tienen Biblias diferentes respecto al número de libros en el AT? ¿Por qué determinados libros y no otros son los inspirados y canónicos? ¿Si aparecieran nuevos libros, qué pasaría? ¿Pueden conseguirse y leerse los libros apócrifos? El capítulo 7 nos introduce en la interpretación o hermenéutica de la SE. Rápidamente ofrezco un recorrido histórico que nos muestra, a grandes rasgos, las características de las lecturas bíblicas que se han realizado a lo largo de la

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historia. En otras palabras, se trata de los métodos de lectura bíblica. A mi parecer, este capítulo es el más complicado en cuanto que nos acerca a los autores y sus investigaciones modernas en los últimos siglos, campo que se ha ampliado de una manera que no existe estudioso alguno que pueda dominar todas las áreas de investigación. He tratado de hacer una síntesis, empresa casi imposible en nuestros días. Las interpretaciones hermenéuticas y las lecturas bíblicas nos ofrecen un abanico de posibilidades y cada una con parte de razón. Al igual que en la medicina, el estudio bíblico se ha especializado en áreas bien específicas. No quiero ser pretencioso aquí; sólo deseo al menos dejar ver la inquietud de lo difícil de dicha situación. Me pareció importante también compartir con el lector, algunos métodos de lectura bíblica; haciendo énfasis en la Lectio Divina, que tanto bien hace en nuestras comunidades cristianas. Finalmente, le pedí al padre Ángel Recinos, jutiapaneco de pura cepa, que escribiera un prólogo para el trabajo realizado. Él es el responsable de la teología en el Seminario Mayor de la Asunción y colega de estudios bíblicos. También quiero agradecer a mi hermano capuchino Alejandro Nuñez y la licenciada Eduina Linares por las correcciones hechas al presente trabajo. Como ya es costumbre en mí, les ofrezco unas preguntas que despierten el diálogo, cuando el libro sea leído en pequeños grupos o comunidades (en esta oportunidad, las preguntas son para el capítulo primero solamente). Bien, en tus manos, dejo este libro introductorio a la Palabra de Dios. Que sea lluvia que fecunde tu vida; que sea pan que alimente tu espíritu. Estoy consciente de que muchos temas quedan en el tintero; por ejemplo, un análisis más amplio de cada uno de los libros de la SE. Sin embargo, esos son estudios más específicos y, si Dios lo permite, espero abordarlos en una próxima oportunidad.

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INDICACIONES PREVIAS Y GENERALES 1. Origen de la palabra La palabra Biblia viene del griego Biblion (neutro), que significa libro. Biblia es el plural de biblion; por tanto, quiere decir: libros. Es una colección de libros. Cada libro tiene su propia historia. La Biblia no fue escrita de una sola vez para siempre y luego enviada a la imprenta para ser impresa. Tampoco fue escrita por un solo autor, ni en un solo lugar. La Biblia es el fruto de siglos de reflexión, predicación y vida religiosa. No es pues un libro como los otros, sino una biblioteca, una colección de libros religiosos. De aquí la diversidad de nombres que se usan para definirla: Biblia, Libros Sagrados, Antiguo y Nuevo Testamento, Palabra de Dios, Libro de los libros, Libro Sagrado, Sagrada Escritura, Libro de la Vida, Libros Santos. Para nosotros los cristianos, el centro de la Biblia es Jesucristo. Desde su persona enfocamos toda la Sagrada Escritura. Aunque reconocemos que las raíces del cristianismo se encuentran en el judaísmo, en Jesucristo hay continuidad y ruptura con el judaísmo. Los judíos lo expresan con sencillez y profundidad: “La fe de Jesucristo nos une. La fe en Jesucristo, nos divide”. Por supuesto que esa ruptura no afecta la continuidad de los acontecimientos: “No piensen que he venido a abolir la ley y los profetas, sino a dar cumplimiento” (Mt 5, 17. cf. Lc 24, 44).

2. División de la Biblia 2.1. Antiguo Testamento y Nuevo Testamento En términos generales, la Biblia se divide en Antiguo y Nuevo Testamento. La palabra “Testamento” no tiene el sentido que le damos en nuestra cultura. La lengua latina ha utilizado la palabra Testamentum para traducir la palabra hebrea Berit, que en español traducimos por “Alianza”. En griego se usa Diatheke. Se trata pues, de la Antigua Alianza establecida por Dios con su pueblo por medio de Moisés, y de la Nueva Alianza en Jesucristo. Ambos Testamentos surgen en contextos diferentes. Sin embargo, la lectura judía y lectura cristiana de la Biblia no implica oposición, sino correlación. Son lecturas complementarias. Hay un reconocimiento implícito y explícito de la autoridad de las Escrituras del pueblo judío. Judaísmo y cristianismo, comparten tradición, Escritura, métodos de interpretación. Compartimos también los grandes temas: revelación del Dios

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único, la grandeza y la miseria de la persona humana, Dios liberador y salvador, la elección de un pueblo, la alianza, la oración, el culto, Jerusalén, el templo. Razón tiene la Pontificia Comisión Bíblica, al afirmar: “Sin el AT, el NT es un libro indescifrable, una planta privada de sus raíces y destinada a secarse”1. Desde Jesucristo, se establece una doble relación: releídos a la luz de la fe pascual, los textos veterotestamentarios2 adquieren su significado último. Y viceversa: la lectura del AT permite comprender a Jesús, porque desde nuestro punto de vista, Él es el cúlmen de la revelación divina. De ahí, hay tres instancias que caracterizan la relación entre el AT y el NT: continuidad, discontinuidad y progreso. Sin embargo, ambos testamentos forman una unidad, ya que todos tuvieron un único autor principal: Dios, sabiduría infinita en quien no hay contradicción. Desde este punto de vista, algunos estudiosos de la Biblia, han comenzado a hablar de “Primer Testamento” para referirse al AT. El Evangelio de san Mateo y el escrito a los Hebreos son los escritos del NT que subrayan con más insistencia el cumplimiento en Jesús de lo anunciado o prefigurado en el AT. En Mateo llama la atención las numerosas citas en que afirma: “Esto sucedió para que se cumpliera lo anunciado por el profeta cuando dice…”. Si bien, el movimiento hermenéutico es exactamente el inverso (del acontecimiento salvífico actual a los profetas y no de los profetas a la historia presente). La discontinuidad, no suprime la continuidad. Aunque en algunos temas es notable, por ejemplo, en el sacerdocio, en el templo, en la Pascua, circuncisión, puro e impuro, el sábado. Leyes imperfectas como el divorcio, etc. Por tanto, hay un progreso en el proceso de la revelación… que culmina en Jesucristo y en un universalismo cristiano. Al hablar de “Primer Testamento” en lugar de “Antiguo Testamento”, tiene sus ventajas: Evita la infravaloración del judaísmo. Es una expresión bíblica. Se encuentra en el escrito a los Hebreos (8, 7. 13; 9, 1.15.18) y la traducción de los LXX. Corresponde mejor a la continuidad histórica, ya que las Escrituras judías surgieron primero y fueron la primera Biblia de la joven Iglesia. Se evitaría una adecuación ingenua: “Promesa” – “cumplimiento”3. Por supuesto, el NT, es más que un “Segundo Testamento”, que viene después del Primero. No todas las promesas veterotestamentarias pueden considerarse

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cumplidas en Jesús (por ejemplo el reino de paz shalom, que los profetas prometieron), como no todas las afirmaciones que se hacen en el NT sobre Jesús, tienen una base en el AT. El canon del AT comprende 46 libros en las Biblias católicas (puesto que sigue el canon griego de los LXX) y 39 libros en las Biblias protestantes (ellos siguen el canon hebreo). No se puede decir como ignorantemente lo hacen algunos, que los católicos agregaron 7 libros a la Biblia; tampoco es válido expresar que los protestantes le quitaron 7 libros a la Biblia. Simple y sencillamente, cada grupo sigue un canon diferente. Esos 7 libros: Baruc, Judit, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Tobías (más algunos textos de Daniel y Ester), son llamados en la tradición protestante como “apócrifos”; mientras que en la tradición católica reciben el nombre de “deuterocanónicos”. El NT es idéntico para todos los cristianos, comprende 27 libros. 2.2. Por contenido o visión literaria En este aspecto, no encontramos normas comunes y las divisiones de los libros pueden cambiar en las diferentes versiones. A nivel literario, por contenido y/o tradición, y siguiendo la Biblia de Jerusalén, en su última edición de 1998, hace la siguiente división en el AT: La ley o la Torá (El Pentateuco): Génesis, Éxodo, Levítico, Deuteronomio, Números. Libros históricos: Josué, Jueces Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías, Tobías, Judit, Ester, 1 y 2 Macabeos. Lírica: Salmos, Cantar de los Cantares, Lamentaciones. Libros sapienciales: Job, Proverbios, Qohelet, (Eclesiastés). Sabiduría, Sirásida (Eclesiástico). Libros proféticos: Isaías, Jeremías, Barut, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. El Nuevo Testamento por su parte: Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, Juan. Hechos de los Apóstoles.

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Epístolas de san Pablo: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonisenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, Filemón. Epístolas católicas: Santiago, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan, Judas. Apocalipsis. 2.3. División de la Biblia en capítulos y versículos (para buscar y citar). Para designar los libros bíblicos se suelen utilizar abreviaturas. Hay varios libros que usan su nombre en griego y/o hebreo, lo cual vale la pena saberlo. Eclesiástico (Eclo), se cita a veces como Sirácida (Si); lo mismo Eclesiastés (Ecl), se cita Qohelet (Qo); Crónicas (Cro) es igual a Paralipómenos (Par). Desde el renacimiento, cada una de las partes de los libros bíblicos lleva un número; ese número indica el capítulo. Dentro de cada capítulo, cada frase o grupo de frases –esto es, cada versículo– está también numerado. Normalmente los capítulos se citan con números grandes y los versículos con números pequeños. Fue el canciller de la Universidad de París, posteriormente cardenal y arzobispo de Canterbury, el inglés Stephen (Esteban) Langton (+1228), quien en 1226, dividió la Biblia en capítulos, en su versión Biblia parisiense. El dominico italiano, judío converso, Santos Pagnini (1470-1536) la subdividió en versículos en 1528, que la introdujo en su versión latina de los textos originales. La división final, se la debemos a Robert Estienne, más conocido como Stephanus, quien la introdujo en la Biblia que publicó en 1555. Los nombres de cada libro, hacen referencia a la primera palabra con que inician (hebreo o griego) y/o al contenido del libro. Esta división no tiene ningún valor científico, (incluso a veces es arbitraria), pero es muy práctica. Nos permite fácilmente encontrar un texto. Basta indicar el título del libro, el número del capítulo y el número del versículo. A esto se le llama dar la referencia o la cita de un texto. Para la referencia de los textos se usan varios sistemas: Hasta (Mt 5, 1-12; Ex 12, 3-14, 6). , Divide un capítulo de un versículo. ; División de una cita con otra (Is 6, 5; 7, 15). s Siguiente. ss Siguientes. . Divide un versículo de otro(s) versículos.

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v Versículo. vv Versículos. Cf Confrontar. La numeración de los Salmos, es distinta en la Biblia hebrea (texto masorético) y en la Biblia griega (LXX). La Biblia latina y los textos litúrgicos católicos, siguen el texto griego. El problema inicia en el Salmo 9 y 10 que es alfabético (estilo acróstico). El texto griego lo juzga un mismo salmo, mientras que el texto masorético lo divide. Lo mismo sucede en el Salmo 114 y 115. Por otra parte, el Salmo 116 y 147 (texto masorético) son divididos en dos partes en griego. Se deduce el siguiente esquema: TM LXX 1-8 1-8 9-10 9 11-113 10-112 114-115 113 116 114-115 117-146 116-145 147 146-147 148-150 148-150

3. Lenguas y primeras Traducciones En la antigüedad, se recurría a la piedra, (en la cultura maya, tenemos las estelas y monolitos, donde se escribía la historia del pueblo maya… es famosa la columna o escalinata de los jeroglíficos en Copán, Honduras), metales, tierra cocida, tablillas de madera recubiertas con cera. Luego vino el papiro (fibras de caña), pergamino (pieles de animales) y el papel. De aquí surge el rollo (meguillah en hebreo; volumen en latín), es la forma más antigua del libro. Se construye con hojas de papiro pegadas o con hojas de pergamino cosidas en sus extremos. El Códice, también muy antiguo, se compone de hojas de papiro o pergamino pegadas y cosidas juntas, los cuales forman cuadernos. El Palimpsesto, consiste en que los pergaminos por lo costosos y escasos, se vuelven a utilizar… los raspaban y volvían a escribir sobre ellos. Normalmente escribían en esticos (columnas) y/o en frases largas o cortas. Frecuentemente

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escribían de forma continua, sin separación entre las palabras ni frases4. A todo este enorme trabajo, debemos agregar la transmisión del texto a través de las diferentes lenguas. Una “versión” es una traducción de los textos bíblicos a una lengua diferente a la original en que fueron escritos. El AT fue escrito en hebreo (con algunos pasajes en arameo), exceptuando algunos libros en griego. En Galilea, donde vivió Jesús, se hablaba arameo, lengua que había ido desplazando al hebreo a partir de la expansión asiria. El arameo fue la lengua materna de Jesús y en la que anunció su mensaje. El arameo se hablaba en la vida corriente. El hebreo que había sido la lengua de los grandes profetas, decayó mucho después del exilio de Babilonia, pero no se perdió del todo y era utilizada en el culto del templo y en ciertas oraciones; los escribas la dominaban perfectamente. En las sinagogas se leía la SE en hebreo, pero se comentaba en arameo. La lengua hebrea posee la particularidad de tener dos tiempos: perfecto e imperfecto. “Perfecto” es lo que nosotros llamamos “pasado”; ellos lo ven como perfecto, porque Dios así lo permitió. El imperfecto lo traducimos como presente o futuro, puesto que todavía tiene que suceder. Parece algo sin importancia, pero sí que lo es, porque nos ofrece una visión del mundo desde la perspectiva de la fe. Lo pasado, incluso aquellos acontecimientos que nos han hecho sufrir son algo perfecto, porque esa fue la voluntad de Dios; mientras que el porvenir está en nuestras manos perfeccionarlo, pero una vez realizado, es perfecto. Al texto hebreo se le llama algunas veces “texto masorético” (TM). Los masoretas fueron unos sabios judíos que pusieron vocales para facilitar la lectura del hebreo que como todas las lenguas semitas se escribe normalmente con consonantes. Eso explica las distintas traducciones que tienen en el castellano: YHVH. Si le introducimos las vocales a y e nos da: Yahvé. Mientras que si se le colocan las vocales e, o a, tenemos Yehovah. La Y griega latinizada pasa a ser J = Jehová. El NT fue escrito íntegramente en griego, en la lengua común de aquella época, que no es el griego clásico (a veces se le llama a esta lengua griega, “Koiné” o “común”). En un largo proceso, la Biblia pasa del hebreo al griego, luego al latín y después a nuestras lenguas. Es normal que en esas traducciones, se pierdan muchos sentidos originales, porque los sentidos cambian en cada idioma, como muy bien lo expresa el autor del libro de Sirácida o Eclesiástico en su prólogo. Entre las traducciones más importantes tenemos5. 3.1. La LXX

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El AT fue traducido al griego a partir del siglo III a.C. en Alejandría. Esta traducción, muy cuidada, es llamada de “los Setenta”, “LXX” o “Septuaginta”, debido a los 70 sabios que según la leyenda, tradujeron el texto hebreo.6 Es el primer intento de versión de la Biblia en otra lengua. También se le llama “Alejandrina” porque fue realizada en Alejandría y “Griega”, por ser la principal traducción griega. Es anterior a los más antiguos manuscritos completos del texto original (de aquí su importancia para la crítica textual). Se convirtió en la fuente del griego del NT y la Biblia utilizada por los cristianos. El prólogo de Sirácida (Eclo), escrito hacia el 130 a.C. habla de la existencia de traducciones de la ley, los profetas y los demás escritos. 3.2. Otras traducciones en griego Se conocen otras traducciones griegas antiguas del AT como la de Aquila, de Símaco, de Teodoción. Aquila era un pagano convertido al judaísmo, nativo del Ponto. Su traducción es del 130 y 150 d.C. Traducción sobre el texto hebreo original; preferida por los hebreos de la diáspora. Teodoción (prosélito de Éfeso), hace su traducción hacia el 180 d.C. sobre los textos de los LXX; seguida más por los cristianos. Símaco, judío, tradujo hacia el 200 d.C. 3.3. Las Hexaplas de Orígenes Esta es una obra colosal de Orígenes, realizada entre el 240 y 245 d.C. Escribió 50 tomos. Dispuso en seis columnas paralelas, el texto hebreo, el texto griego, Aquila, Símaco, Los LXX y Teodoción. Se encontraba en la biblioteca de Cesarea de Palestina. En el año 638, cuando Cesarea fue conquistada por los árabes, se perdieron las hexaplas con toda la biblioteca. 3.4. La Vetus latina Aquí nos encontramos con las versiones de ambos testamentos. La “Vetus latina” designa todas las traducciones latinas de la Biblia, anteriores a la Vulgata de san Jerónimo. También se le denominan por esto, versiones prejeronimianas. Su objetivo fue difundir el cristianismo en occidente, en una época en que el latín estaba ya generalizado. Hay dos versiones principales: una surge en África proconsular, alrededor del 150 d.C. La otra, en un lugar de Europa, probablemente Roma, entre los siglos II y III (es una traducción de los LXX). La Vetus latina representa el modo en que la Iglesia latina leía la Biblia hasta que se impuso la Vulgata, a la que sirve como texto base.

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3.5. “La Vulgata” Traducción latina de la Biblia realizada por san Jerónimo en el siglo III y IV. Fue el texto oficial de la Iglesia hasta época reciente. San Jerónimo comenzó en Roma en el 383 y concluyó en Belén (404-406). Fue un trabajo doble: revisión (de la “Vetus”) y traducción (AT del hebreo y NT del griego). Su objetivo fue poner a disposición de los cristianos, un texto fiel al original, que pudiera ser utilizado en la polémica con los judíos, que rechazaban el testimonio de los LXX y de la Vetus. Para este trabajo, estaba listo: conocía las lenguas bíblicas originales. Se encontraba en Belén (donde la Palabra se hizo carne), en los lugares donde se habían desarrollado los acontecimientos de la historia bíblica; estaba en contacto con rabinos doctos. Tenía una sólida formación teológica y exegética que había adquirido en las escuelas más conocidas de su tiempo: Antioquía, Constantinopla y Alejandría. Las características de la Vulgata se pueden reducir básicamente a dos: fidelidad al sentido de los textos bíblicos y una cierta elegancia de forma. La Vulgata (lenguaje vulgar = vulgo, lenguaje popular) ha estado vinculada a la vida de la Iglesia latina: a su liturgia, teología y espiritualidad. Fue la primera Biblia impresa, por el mismo inventor de la imprenta, J Gutenberg, en Maguncia en 1452. 3.6. Otras traducciones antiguas Versión gótica Es la obra de literatura más antigua en lengua teutónica. Realizada por Ulfilas (+383) a mediados del siglo IV d.C. Versión eslava Realizada solo para los textos litúrgicos por Cirilo y Metodio (s. IX d.C.). Versiones siríacas Poseen especial importancia porque a través de la literatura en lengua siríaca, el cristianismo se difundió en Oriente. La más célebre de todas es la Peshittá (es decir, corriente, Vulgata). El Diatessaron (armonía evangélica de los cuatro evangelios. Diatessaron significa “a través de los cuatro”). Versiones coptas La expansión del cristianismo a Egipto, hizo que la Biblia se tradujese a la lengua hablada entonces, que era el copto. Con certeza hacia el siglo II y III d.C. Versión armenia Realizada en el siglo V por el patriarca san Isaac el Grande (390-440) y por san Mesropio (+441). Es de gran calidad literaria, motivo por el que se la ha llamado

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la “reina de las versiones”. Versión Etiópica Hacia mediados del siglo IV d.C. La versión georgiana (Siglos VI y VII). Hacia el siglo VIII comienzan las versiones árabes. 3.7. Versiones modernas La Biblia de Martín Lutero (1534) fue la primera completamente traducida a una lengua moderna directamente desde las lenguas originales; se difundió ampliamente en el mundo protestante. El NT había sido publicado en Wittenberg en 1522; se considera, generalmente, como un monumento de la literatura en lengua alemana. Puesto que el latín permaneció como lengua literaria hasta finales del siglo XII, sólo a partir de entonces comenzaron a editarse en España, las traducciones de los libros bíblicos a lengua vulgar. Se conocen varias traducciones entre los siglos XIII y XV. Entre las Biblias protestantes son célebres las de Casiodoro de Reina (ex monje Jerónimo de san Isidoro de Sevilla, convertido al protestantismo), Basilea 1567, revisada después por Cipriano de Valera, Ámsterdam 1602. Conocida como Reina-Valera. Ha tenido varias revisiones y es la que usan preferentemente los cristianos de confesión protestante. Después del largo período de restricciones magisteriales a causa de la difusión del protestantismo, a partir de 1760, florecen las traducciones de la Biblia en España como en toda Europa. Completas, se encuentra la del escolapio Felipe Scio de san Miguel (Valencia, 1790-1793) y la del obispo de Astorga, Félix Torres Amat (Madrid, 1823-1825), que completó una versión iniciada por el jesuita José Miguel Petisco. Entre las numerosas e importantes traducciones en lengua castellana, merecen señalarse tres versiones completas realizadas en copias de los autores: Nacar-Colunga. Eloíno Nacar Fuster (canónico salamantino) y el dominico Alberto Colunga. Madrid, 1944. Ultima revisión en 1974. Bover-Cantera. Del jesuita José María Bover y el hebra-ísta Francisco Cantera. Madrid, 1947. Revisada en 1962. La de Francisco Cantera y Manuel Iglesias González. Madrid, 1975. A partir de 1960, los trabajos de traducción en lengua castellana, se multiplicaron. En Latinoamérica, a finales de 1960. R Ricciardi y B. Hurault, dirigieron la Biblia Latinoamericana, con amplios comentarios y notas de carácter

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práctico, orientadas al ámbito de las comunidades latinoamericanas. La Biblia de Jerusalén. Hecha por un equipo de biblistas coordinados por J.A.Ubieta (Bilbao, 1967, revisada en 1975 y 1998). La más usada en los seminarios y estudios serios, por su aparato crítico. Existe la Dios Habla Hoy, 1979. Esfuerzo de traductores católicos y protestantes, de carácter ecuménico, aprobada por el Consejo Episcopal Latinoamericano y las Sociedades Bíblicas Unidas. Con deuterocanónicos para católicos y sin deuterocanónicos para los protestantes. En 1975, surge la Nueva Biblia Española, bajo la dirección de Luis Alonso Schökel y Juan Mateos. Biblia de las Américas. 3.8. Traducciones en idiomas mayas. Gracias al esfuerzo de algunos obispos y de Sociedades Bíblicas Unidas, la Biblia se encuentra traducida en los siguientes idiomas mayas: Kanjobal, Mam, Quiché, Chuj de San Sebastián Coatán, Kaqchiquel, Tzutuhil, Q’eqchí y Pocomchi. En Chortí, Ixil y Jacalteco se encuentra el NT. La traducción en K´iché es un paciente trabajo del padre Bernard Goose (sacerdote, misionero francés, trabajando desde 1988 en Quiché); la colaboración de la licenciada Sucuquí (mujer, antropóloga y maya quiché), más el decidido esfuerzo y apoyo de su obispo monseñor Julio Cabrera Ovalle. La versión en Q´eqchí fue una iniciativa de monseñor Rodolfo Valenzuela (Obispo de las verapaces) y Sociedades Bíblicas Unidas.7 Hasta este momento: ¿qué te ha impresionado más de esta introducción? ¿Te cuesta encontrar las citas en la Biblia? ¿Por qué es importante estudiar y meditar la Sagrada Escritura? ¿Cuál es la ventaja de tener tantas versiones de la Biblia? ¿Cuáles son las desventajas? ¿Puedes ofrecer algunas ideas del trabajo que conlleva traducir la Biblia? ¿Conoces alguna versión en lengua maya?

4. Criterios básicos de lectura bíblica 4.1. Criterio histórico y colaboración de otras ciencias Todo texto bíblico debe ser encuadrado dentro de las diversas etapas históricas del pueblo del AT (Israel) o del NT (Las primeras comunidades cristianas). Es lo que técnicamente se llama el ambiente vital. La palabra técnica es alemana: “Sitz in leben”. En este aspecto, son muy importantes las otras ciencias, porque desde

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su especialidad iluminan la realidad bíblica. No sólo como el estudio de acontecimientos pasados, sino como instrumento que nos ayuda a comprender el presente y el texto bíblico. Es decir que se deben tomar en cuenta los aspectos históricos para no deshistorizar el texto. Estudiar la situación concreta del autor y de la comunidad a la que se dirige. Es diferente por ejemplo, leer el Levítico que la Carta de san Pablo a los Filipenses, puesto que tienen diferentes autores humanos, escritos en épocas diferentes, a comunidades y culturas distintas, contenidos y problemáticas separadas por siglos. Sin embargo, a nivel teológico hay aspectos comunes. 4.2. Criterio literario. Los géneros literarios Este criterio es importante porque nos introduce directamente en el texto. Ningún método de estudio bíblico puede prescindir de este criterio. Más aún, los métodos son medios; en el transcurso del tiempo, cambian, se modifican, se transforman e incluso, pueden desaparecer. De aquí, el esfuerzo por detectar las formas de hablar y de expresión; es lo que llamamos “géneros literarios”. La Biblia está llena de géneros literarios: cuentos, narraciones históricas, fábulas, salmos, proverbios, dichos, parábolas, himnos, relatos de nacimientos, milagros, etc. En este campo son invaluables los avances que se han hecho desde el campo de la literatura, filología, semántica, retórica. Trataremos más ampliamente este aspecto. Lo ideal es conocer el hebreo y el griego que fueron las lenguas en las cuales se escribió la Biblia; sin embargo, como eso es difícil en nuestro medio, por lo menos, podemos adentrarnos en el ámbito de las formas de expresión. La Pontificia Comisión Bíblica en una carta que escribió el 21 de abril de 1964, habla de las diversas formas de expresión, “que aparecen en la Sagrada Escritura y que estaban en uso entre los hombres de aquel tiempo”. Lo importante es el mensaje que quieren transmitir, lo que quieren decir y no tanto lo que dicen. Eso forma parte de cada cultura y se expresa de diferentes maneras. Por ejemplo, nosotros, para decir que alguien está cumpliendo años, decimos: “Está de manteles largos”... si alguien le fue infiel a su pareja: “Le quemó el rancho”..., etc. Estudiar esto es importante porque nos permite no tomar ni entender al pie de la letra las expresiones, sino descubrir su contenido. Lógico que esto es difícil porque significa entrar en la profundidad de la cultura y captar su esencia. Las formas de expresión o “géneros literarios” son maneras de expresar el pensamiento. Entre las que encontramos en la Biblia, vamos a mencionar: a) Género histórico (narrativo)

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Muchos libros de la Biblia se escribieron en forma de historia de los antepasados, a la luz de la fe. Los autores narraron los hechos más importantes del pueblo de Dios, por ejemplo, la llamada de Abrahán, la liberación de Egipto, la Alianza, los años en el desierto, la conquista de la tierra prometida, los reyes, las guerras, etc. Aunque estos libros tienen un fundamento histórico (es decir fueron acontecimientos que sucedieron; son hechos verídicos acontecidos en diferente época), no se pueden interpretar todos los detalles al pie de la letra, pero sí, descubrir su mensaje teológico. Esto es algo normal, puesto que una persona de fe, verá siempre lo que pasa, a la luz de la fe. Por ejemplo, un campesino prepara su tierra, escoge la semilla, siembra, cuida su siembra, la abona, etc... Sin embargo, si tiene fe, dirá: “Dios me ha dado una buena cosecha”... “Dios nos envía la lluvia”... “Dios me ha curado”... “Dios me ha dado inteligencia”... “Dios le castigó”... De la misma forma, los autores de la Biblia explican todo lo que les pasa (guerras, plagas, victorias, exilios) como obras de Yahvé: “Maravillosas son las obras del Señor”. Algunos de los libros que se expresan en forma de historia son: Éxodo, Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, Reyes, Crónicas, Macabeos, (los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles). Son historia vista a la luz de la fe. Acontecimientos que verdaderamente sucedieron aunque en la manera de transmitirlos, usen muchos detalles. Entre los géneros literarios narrativos, se encuentran los relatos “primitivos” o “etiológicos” (= origen de los orígenes). Es el género literario que aparece en todas las culturas, puesto que tratan a su manera y con su lenguaje de explicar cómo se inició la humanidad y el porqué de los comportamientos y situaciones vividas. Estas historias se transmitieron primero oralmente y luego se pusieron por escrito. Pensemos por ejemplo en los relatos de la creación del hombre del maíz que nos ofrece el Popol Vuh en la cultura maya. Los primeros 11 capítulos del Génesis pertenecen a este género de “historias primitivas”. Fueron escritos más o menos en la época de Salomón. Esos poemas, como el de Adán (polvo, hombre) y Eva (viviente, mujer) son muy didácticos y atractivos. Lo importante aquí no es lo que dicen, sino el mensaje. Vale la pena mencionar el género literario de las genealogías. Aunque nos parezcan un poco aburridas, para el pueblo de Israel era importante descubrir sus raíces primigenias, por eso gustan de las genealogías. Los mismos evangelistas, Mateo y Lucas, escriben una genealogía de Jesús (Mt 1, 1-12 y Lc 3, 23-38). Su objetivo es ir a los orígenes y demostrar la importancia de la persona; del “apellido” diríamos en nuestro medio. Guardaba la memoria histórica del pueblo como tal, le daba identidad a los individuos, pertenencia. Este género

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literario lo encontramos frecuentemente en el AT y NT. En los relatos históricos, las personas son adornadas con virtudes extraordinarias y/o exageradas. Abrahán, Moisés, Sansón, David que mató a Goliat... “Saúl mató a mil, David a diez mil”. Salomón que tenía hasta 1000 concubinas... Ésta es una manera de resaltar las virtudes de los personajes. Esta manera narrativa será aplicada por la Iglesia a los santos: se les atribuyen los mismos milagros a un montón de santos. – Cuentos con mensaje religioso Éste es un género literario que recoge la imaginación del pueblo. Se inventan personajes para dar un mensaje o enseñanza, son didácticos. También en ellos está el espíritu de Dios. Ofrecen una moraleja, enseñanza religiosa importante. Por ejemplo, el libro de Tobías, nos enseña el valor de ayudar a los pobres, enterrar a los muertos, dar limosnas, etc. Sin duda se inspiraron en algún personaje histórico, pero lo legendarizaron (pensemos por ejemplo en personajes de películas: Supermán, Batman, Cantinflas, Juan Pueblo, etc). En este género, ubicamos los libros de Judit, Ester, Jonás, Daniel, Job...). b) Jurídico Se utiliza para recoger normas, legislación, costumbres. Su lenguaje es legalista, técnico. Dicho género se extiende a muchos textos de la Sagrada Escritura. Pensemos en los mandamientos, en las normas, etc. c) Formas de expresión profética Los autores de los libros proféticos, recogen una manera de actuar especial: denuncian el pecado y anuncian el mensaje de Dios. Lo hacen con su palabra: “Así dice el Señor”... “Oráculo del Señor”... Los profetas, como Jesús, usaron parábolas para comunicar sus enseñanzas: Natán por ejemplo, contó al rey David la parábola del hombre rico con sus muchas ovejas que, sin embargo, robó la única ovejita de un pobre (2S 12, 1-14). Las adivinanzas, son otra manera de expresión que usan, son preguntas que nos hacen pensar. En Isaías, tenemos la viña bien cultivada que dio agrazones: ¿qué otra cosa podía hacer a mi viña que no se la haya hecho? ¿Por qué esperando que diera uvas, sólo ha dado racimos amargos? (Is 5, 1-7; Ez 17, 1-12). Las expresiones poéticas, abundan en todos los profetas, pueden ser de lamento, esperanza, acción de gracias, etc. “Israel es como una tortilla que se ha quemado por un solo lado...”. “Es como una paloma, tonta sin juicio...” (Os 7, 8. 11). Comparaciones: Israel como viña (Os 10, 1; Jr 2, 21); como esposa infiel (Is

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54, 6-8). Encontramos también los relatos de vocación y nacimientos (1S 3); otro de los géneros literarios impresionantes de los profetas, son todos los gestos simbólicos que realizaron: Oseas se casa con una prostituta (Os 1, 3-4). Isaías camina desnudo “tres años” (Is 20, 2ss). Jeremías hace pedazos un jarro ante los jefes (Jr 19, 1.10ss). Jeremías se amarra un yugo al cuello (Jr 27). Ezequiel se rapa la cabeza (Ez 5, 1-12). d) Género apocalíptico Esta forma de expresión se hizo popular durante los últimos doscientos años antes de Cristo. El autor presenta una visión llena de figuras, signos, comparaciones, para atacar al enemigo y defender la fe y comunicar esperanza al pueblo de Dios. Utiliza mucho los números como símbolos (el 3 es signo de divinidad. El 4 es humanidad. El 7 es perfección y totalidad. El 6 es imperfección. El 9 es eternidad, puesto que es el único número que no desaparece al multiplicarlo por otro. 10 como los dedos de la mano significa una cantidad grande. El 12, vocación, llamada, elección. 24, 40, 72, etc..., frecuentemente son múltiplos de los anteriores. 1000 significa una gran cantidad, multitud), colores, animales, materiales, símbolos celestes... En el AT nos encontramos con el libro de Daniel 7-12 y algunos textos de Ezequiel (40-48). En el NT con algunos textos de los evangelios y el libro del Apocalipsis. e) Género lírico Expresa las vivencias internas, los sentimientos, el dolor, el amor. Encontramos dicho género especialmente en los libros de los Salmos, Cantar de los Cantares y Lamentaciones, pero también en otros libros de la Sagrada Escritura. Aquí tenemos: cantos y poemas, himnos. Son poesía que expresan con el alma, con el sentimiento humano, la presencia de Dios. Estos escritos fueron usados frecuentemente en el culto. El canto de Moisés (Ex 15, 1-20) y muchos textos de los profetas, usan esta manera de expresión. También aparecen en el NT. f) Género sapiencial: sabiduría popular: Proverbios Esta manera de expresión es una forma de consejos o resúmenes de la sabiduría de un pueblo. Son como colecciones de dichos, consejos,

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comparaciones y reflexiones sobre los grandes problemas de la vida. Son libros con gran actualidad porque recogen la vida del pueblo de una manera sencilla. Aquí encontramos: Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría, Eclesiástico, algunos Salmos y partes de los libros de Tobías y Baruc. g) “Evangelio” como género literario h) Género “epistolar” o “cartas” Estos dos géneros los veremos con más amplitud en el capítulo IV: cómo se escribió el NT. i) Tradiciones escritas (yahvista, eloista, deuteronomista, sacerdotal) Ésta es la famosa teoría de Wellhausen. En el siglo XIX, con el “Historicismo”, un grupo de científicos estudian las culturas antiguas. Wellhausen es de esa época y al leer la Biblia se da cuenta de que hay muchos detalles que se repiten hasta tres veces de una manera diferente: por ejemplo la creación del universo, del hombre y la mujer, del diluvio, la construcción del templo, etc. Todo eso lo llevó a una gran investigación “histórico literaria”, que dio como resultado esta famosa teoría de las cuatro tradiciones; aceptada comúnmente hoy (en la introducción al Pentateuco, la Biblia de Jerusalén, explica con lujo de detalles esta teoría). Nosotros las estudiaremos en el momento histórico que van apareciendo. Las cuatro versiones anteriores fueron modificadas y fundidas en una sola que dio origen al Pentateuco, después del Exilio. Nos damos cuenta de que lo importante no son los detalles, sino el mensaje que deseaban comunicar y que fueron adaptados a las situaciones históricas del pueblo. En ocasiones, los relatos se vuelven hasta contradictorios: la Pascua aparece en tres versiones: Éxodo 12, 21-30, 38 y 39 es yavista. Éxodo 12, 1-20 y 43-50 es presbiteral. Éxodo 13, 3-16 es deuteronomista. Los diez mandamientos aparecen en su versión presbiteral: Éxodo 20, 1-20 y en su versión deuteronomista: Deuteronomio 5, 6-20. Los detalles son como el marco del relato que nos da una enseñanza. Esta realidad nos permite entender todo el proceso lento y humano en la formación del A.T. En todo esto, el espíritu se reveló. Todas estas Escrituras fueron proclamadas y reflexionadas en las celebraciones religiosas del pueblo, en el templo, en las sinagogas. 4.3. Criterio religioso (teológico) Se trata de descubrir y experimentar la fe que transpira el texto, escrito bajo la luz del Espíritu. Este criterio es el que da unidad y sentido a los otros dos.

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Lógico, eso sólo se entiende a la luz de la fe. De aquí que la Biblia puede ser leída por toda persona, pero si falta éste criterio, la convertiríamos en un libro cualquiera, sólo de placer literario. Son criterios interpretativos de la Biblia como un libro divino (inspirado por Dios) y humano (escrito por seres humanos). Hay que guardar el equilibrio entre ambos polos. El peligro está en hacer decir a un texto lo que nosotros pensamos de antemano. El texto interroga al hombre y viceversa. El gran reto está en establecer un diálogo entre las exigencias técnicas del texto y las exigencias personales del lector o lectores. Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre es la clave de lectura de la SE. Entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe, no hay ruptura ni separación, sino unidad y complementariedad. La afirmación más acertada es que el Jesús histórico es el Cristo de la fe. De hecho, los primeros cristianos reconocieron a Jesús como Hijo eterno de Dios, al descubrir el carácter único y singular de sus enseñanzas, sus acciones y su vida. En otras palabras, una lectura actual de la Biblia, debe adaptar su lenguaje al mundo de hoy. Interpretarla desde nuestra realidad, desde nuestro mundo. Eso es tomar en cuenta el contexto histórico; esta perspectiva es radical porque va a la raíz de lo que es la Biblia: revelación de Dios en la historia. Hay una relación dialéctica en la lectura bíblica: el texto interroga al lector y el lector interroga al texto, logrando un diálogo enriquecedor para ambos. De aquí la vitalidad y la actualidad de la SE, que es siempre viva y actual. La Biblia no es un libro cerrado de leyes ni de concepciones científicas; no es un catecismo, ni algo caído del cielo. La Biblia nos presenta un mensaje de salvación encarnado en una historia humana. Es decir que Dios se revela en un ambiente histórico bien concreto. La Sagrada Escritura como testimonio de la revelación nos presenta acontecimientos históricos en los que se manifiesta el hecho salvífico. Las dificultades que se presentan para ver una historia de salvación en la Biblia son varias: la diversidad de concepciones de salvación en el Antiguo y en el NT. La salvación no es mítica (aunque a veces se utilice ese lenguaje para expresarla), sino de carácter histórico. El problema es la interpretación adecuada de la misma. La Biblia se fue formando en un largo proceso de gestación. Primero fue vivida, transmitida oralmente y solamente después fue escrita. Incluso después de escrita, se reinterpreta nuevamente a la luz de los nuevos acontecimientos que se viven. A pesar de la diversidad de autores y destinatarios, la Sagrada Escritura posee una unidad que le viene de Jesucristo, como punto de llegada y de partida. Es lo que se define como unidad bíblica.

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4.4. Lecturas inadecuadas de la Sagrada Escritura a) Desde una reflexión greco-latina, nos lleva a posturas estáticas, inmóviles. Dios pasa a ser idea clara y definible. Desde esta postura podemos afirmar que Dios ya se reveló en su totalidad. Es el problema de absolutizar la Biblia. La Biblia es Palabra de Dios escrita, pero la Palabra de Dios sigue revelándose en toda la vida. b) Leerla sólo como un libro divino, conlleva el peligro de espiritualizar la Palabra y deshumanizarla. El hombre queda como un títere. Ese dios no existe en la Biblia. El otro extremo de esta lectura es verla sólo como un libro humano con lo cual se le vacía de su contenido fundamental (la fe). El hombre bíblico es un ser orientado hacia Dios. c) Los que sólo buscan pruebas para su fe, seleccionando textos que les aseguren sus creencias. Peligro de deshistorizarla, manipular los textos, cayendo en el subjetivismo. La utilizan como un libro de recetas. d) Hay otros que sólo centran su atención en las contradicciones que aparecen en la Biblia, sin tomar en cuenta la unidad bíblica. e) Los que buscan datos científicos para justificar situaciones actuales. Se debe tomar en cuenta que la Biblia utilizó los datos que se manejaban en su tiempo y no se le puede exigir pruebas de avances actuales que no aparecen en la Sagrada Escritura. (Por ejemplo que la tierra gira alrededor del sol, era inconcebible en aquel tiempo. El SIDA, etc). 4.5. ¿Qué tipo de lectura hacer? Una lectura cristológica. Porque Cristo es la unidad profunda del AT y del NT y Él es la imagen plena de Dios. Una lectura creyente, en el sentido que no tiene que ser exclusivamente de fríos especialistas, sino desde el calor de una comunidad. Una lectura histórica, porque Dios se revela en la historia del pueblo que esperó en Dios. Esto nos lleva a repensar la historia, desde nuestra propia historia. Una lectura militante, desde la praxis cristiana. No se trata de un desprecio por la teoría; al contrario se ve como algo importante y necesario. ¿Qué aspectos nuevos has aprendido? ¿Habías escuchado hablar de los “géneros literarios? ¿Hay algún género que te agrade de manera especial y por qué?

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¿Ocupa algún lugar importante la Sagrada Escritura en tu vida? Además de los criterios ya mencionados, ¿cuáles actitudes son necesarias para leer la SE? ¿Qué problemas descubres en el estudio de la Biblia?

5. Revelación Revelación divina: manifestación sobrenatural que Dios ha hecho a los hombres de sí mismo y de sus designios salvíficos. La revelación que Dios hizo de sí mismo se manifestó ya desde el principio de la creación. Dios se comunica en el hombre por la Palabra y el acontecimiento. El hombre responde por la fe. La revelación no es algo acabado en la Palabra de Dios escrita (Biblia), sino que Dios se va revelando en la historia (Palabra de Dios actual). Más aún, la “Palabra” (dabar en hebreo) no equivale simplemente a “logos” (griego), como palabra pensada, pronunciada y anunciada, sino que además conlleva el evento o acontecimiento. Es lo que frecuentemente se denomina la eficacia de la palabra. Las palabras interpretan e iluminan el significado de los acontecimientos; de lo contrario, éstos podrían resultar ambiguos y sujetos a interpretaciones arbitrarias y contradictorias. Sin los hechos, las palabras perderían su concreción significativa, reduciéndose a enunciados abstractos, sin fuerza para convencer. La fe: no va a ser sólo una realidad intelectual (aceptación mental del plan de Dios), sino que va a ser encuentro personal con Dios en la historia, encuentro con Cristo y los hermanos. Va a ser lectura de la historia. Cómo Dios se revela en ella.

6. Jesucristo: centro y plenitud de la historia salvífica 6.1. ¿Quién es Jesús de Nazaret? El Jesús histórico es el fundamento de la cristología. Una cristología fuera de la historia y de nuestra realidad es falsa. La palabra Cristo es de origen griego y traduce la palabra hebrea Mesías = ungido. Jesús es nombre propio (nombre frecuente en nuestra cultura e inexistente en otras culturas), mientras que Cristo conlleva la dimensión de la fe (nombre común en otras culturas). Desde esta perspectiva, nos referimos al Jesús histórico, en el sentido de la palabra: al hombre de carne y hueso que nació en Belén de Judá, que caminó por las calles de Nazaret, que disfrutó del paisaje que ofrece el lago de Galilea y sus

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alrededores; de Aquél que tenía amigos y enemigos como todo ser humano y que es crucificado en Jerusalén. ¿Cómo podemos saber quién es Jesús de Nazaret? Cada año, nos vemos sorprendidos con nuevas visiones históricas, literarias y/o teológicas de Jesús. Cada especialista defiende sus tesis basados en distintas fuentes. Debo confesar que me siento bastante perdido y a veces hasta confundido con las exposiciones y disquisiciones. Aunque no podemos ni debemos rechazar todas esas investigaciones y reflexiones, cuando tengo duda, me dejo guiar por las orientaciones del Magisterio de la Iglesia. El objetivo de este libro, como ya lo expresé en la introducción, es compartir con la gente sencilla, la mayor cantidad de información que podamos, sobre el Antiguo y el Nuevo Testamento, especialmente los datos que nos iluminen mejor sobre Jesús y nos ayuden a ser fieles seguidores de su persona y su doctrina. a) Documentos históricos extra bíblicos Todos tenemos una historia. Nacimos en un país, tenemos nuestros padres, desempeñamos un oficio, vivimos dentro de una sociedad. Para acercarnos adecuadamente a alguien debemos conocer sus datos; mientras más cerca de la historia estén esos datos, tienen mayor validez. Entre los autores extrabíblicos más conocidos tenemos a Suetonio, Tácito, Plinio, Flavio Josefo. Todos ellos se refieren a Jesús como un ser real, concreto, histórico; no niegan la existencia de Jesús. Después de muchas investigaciones que incluso pusieron en duda la existencia de Jesús, estamos en un momento histórico en el que su existencia está científicamente comprobada, independientemente que alguien crea en Él como Dios o que lo vea simplemente como una gran figura humana, despojándolo de su dimensión divina. b) Fuentes bíblicas (NT, especialmente los evangelios y Hechos) De aquí surgen los datos históricos y humanos de Jesús. Aunque es verdad que a partir del siglo XIX, la investigación científica sometió a una dura crítica la historicidad de los evangelios y de todos los escritos de la Sagrada Escritura, actualmente podemos afirmar que los evangelios no son cuentos de ficción y si bien es cierto, no son crónicas históricas, porque no era ese su objetivo, sí transmiten datos históricos, aunque muchas veces no puedan verificarse. Los evangelios son textos narrativos que presentan el curso de la vida de Jesús y su enseñanza. Vale la pena citar lo que expresa la constitución Dei Verbum, del concilio Vaticano II, en el número 19: La santa madre Iglesia ha defendido siempre la historicidad de los evangelios; es decir, que narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente hasta el día

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de la ascensión (Hch 1, 1-2). Después de este día, los apóstoles comunicaron a sus oyentes esos dichos y hechos con la mayor comprensión que les daban la resurrección gloriosa de Cristo y la enseñanza del Espíritu de la verdad. Los autores sagrados compusieron los cuatro evangelios seleccionando datos de la tradición oral o escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolo a la situación de las diversas Iglesias, conservando siempre el estilo de la proclamación: así nos transmitieron datos auténticos y genuinos acerca de Jesús. Sacándolo de su memoria o del testimonio de los ‘que asistieron desde el principio y fueron ministros de la Palabra’, lo escribieron para que conozcamos la ‘verdad’ de lo que nos enseñaban.

Así pues, podemos asegurar los siguientes datos, respecto a Jesús. Nació en Belén de Judá (Lc 2, 4-7). Sus padres: María desposada con José (Mt 1, 18; Lc 1, 26-31). Su nacimiento tiene lugar en una época bien determinada. César Augusto era emperador y cirino, gobernador de Siria (Lc 2, 1-2). Herodes gobernaba Judea (Mt 2, 1). Herodes El Grande, fue sin duda un reyezuelo cruel. Jesús no lo conoció, porque nació poco antes de su muerte. Vive su infancia y adolescencia en Nazaret (Mt 2, 19-23), en medio de su familia, bebiendo de aquella familia nazaretana, los valores más profundos de los campesinos y de la gente sencilla. Se hizo bautizar por Juan Bautista, el profeta del desierto que con su vida y mensaje descubre y muestra la buena noticia que se acerca en Jesús. Aunque, los evangelios reconocen en Él a Alguien más grande que Juan. Su mensaje central es el “reino de Dios”; esa es su convicción más profunda y la pasión que anima su actividad. Profeta que anuncia su Evangelio a todos, pero de una manera particular a los más pobres, buscando una vida más digna en la que Dios sea acogido y su reino de justicia, misericordia, paz y alegría se convierta en realidad. Es el que pide dejarlo todo para seguirlo, aun la propia familia (Mc 10, 29-31). Desde un inicio hay un grupo de seguidores y seguidoras que se ven deslumbrados por su persona y mensaje y lo siguen fielmente. El que no tiene miedo ante el poder político (Lc 13, 31s) ni ante el poder religioso (Mc 14, 53-64). De hecho, será víctima de ambos poderes que tenían oprimido y explotado al pueblo. Es el que denuncia el poder del pecado (Mt 20, 25), de la avaricia e injusticia (Lc 16, 19-31), de la hipocresía de vida (Mt 23), de la

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explotación de los peregrinos en Jerusalén (Mc 11, 15 -18). Es el que perdona el pecado: come con los pecadores, con las personas de mala fama y les ofrece el perdón, comparte con ellos en sus casas; de sus comidas y hospitalidad (Lc 15). El Dios compasivo y misericordioso. El que no se deja llevar del modo de pensar de los grupos religiosos de la época: saduceos, fariseos, rabinos, sacerdotes, ni de las clases sociales: ricos, pobres, etc. Trata a todos por igual. No le interesa el dinero (Mt 8, 20), ni el poder (Jn 6,15). El que cumple la voluntad de Dios Padre (Jn 3, 34). Es el enviado de Dios (Lc 4, 18-19). El que se atreve a llamar a Dios, Abbá: Papaíto querido. Mantiene una relación muy íntima con Dios Padre (Mt 11, 27). Es el que sirve a los demás (Mc 10, 45). Es el que ama a todos, pero especialmente a los marginados, a los pecadores, a los enfermos, a las mujeres (Mc 2, 6). Habla de Dios desde la imagen de una mujer en las parábolas (Lc 15, 810). De todo lo que Jesús hace y dice, vemos que es el hombre coherente, que cumple la voluntad de Dios, su Padre; que se da a todos, pero especialmente a los pecadores, enfermos, marginados y mujeres; que no se identifica con ninguno de los grupos religiosos o políticos de su tiempo. ¿Quién es Jesús para mí? ¿Cuál de los rasgos que el Evangelio nos presenta sobre Jesús me atrae más? ¿Por qué? ¿Qué rasgos de Jesús presentaría con más fuerza? Escoger un texto bíblico y reflexionarlo. 6.2. Jesucristo, revelación total de Dios y del Hombre “Nos ha hablado por medio de su Hijo” (Hb 1, 1-2). “A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado” (Jn 1, 18). Jesucristo es el mediador y plenitud de toda la revelación (DV 2). Dios se ha revelado, no para imponer su voluntad, sino para que el hombre le acoja razonablemente, en un diálogo familiar. Su revelación por tanto, es por amor. La

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Biblia constituye el ámbito de un encuentro interpersonal, existencial, dinámico, del hombre con un Dios que revela su vida y designios. El mismo Yahvé que ha actuado en la historia de Israel, en favor de su pueblo, ha actuado una vez para siempre y de manera nueva y definitiva en favor de todos los hombres en la encarnación (vida, muerte y resurrección) de manera culminante. En este aspecto, la diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento radica en la totalidad de la revelación de Dios a través de su Hijo. En el AT, Dios se va revelando gradualmente. En el NT se reveló totalmente. El Dios histórico del AT, al llegar la plenitud de los tiempos (Ga 4, 1; Ef 1, 10), cumplió su promesa de fidelidad a los hombres, de manera inaudita: se hizo hombre Él mismo en la encarnación del Hijo y adquirió una historia humana con todo el realismo que ello encierra: la de Jesús de Nazaret. No fue ninguna apariencia. Que la encarnación de Jesús era una apariencia y no realidad fue una de las herejías del cristianismo primitivo. La Palabra de Dios tan realísticamente revelada en el AT, adquiere su realismo último en Jesucristo al hacerse hombre (Jn 1, 1-18). En Jesús de Nazaret aparece el primer hombre que vive totalmente para Dios, pero también vive de Dios cuya existencia es totalmente transparente para Dios y para los hombres. En Jesucristo, ese Dios para los hombres vierte su Palabra. En Jesús, el Cristo muerto y resucitado, tiene lugar la transformación del hombre en hombre nuevo, es decir, salvado, porque en Cristo todo lo humano ha sido acogido por Dios y al mismo tiempo comunica a los hombres una dimensión divinizante. Fue el concilio de Calcedonia (s IV dC) que definió la divinidad y la humanidad de Jesucristo. La nueva relación entre Dios y los hombres la llama el NT: filiación divina (Rm 8, 1523; 9, 14; Ga 4, 5; Ef 1, 5). 6.3. Jesucristo es el centro y cúlmen de la salvación: sentido último de la historia Unigénito de Dios, primogénito de muchos hermanos, primogénito de toda la creación (Col 1, 15). El hombre es nueva creación en Cristo. En Cristo fueron creadas todas las cosas. El hombre es hombre en cuanto creado a imagen de Cristo; hombre en cuanto que vive en Cristo y por Cristo y Cristo vive en Él (Ga 2, 20). Cristo vive solamente de Dios y por Dios (Rm 6, 10-11). Así, el hombre que vive en Cristo y por Cristo, vive orientado hacia Dios como su Padre. Si dejamos que Cristo viva en nosotros obtendremos una línea clara de nuestra realización. Tendremos un amor tan grande que nada ni nadie nos podrán separar del amor del Padre (Rm 8, 35 - 39).

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Cristo revela la imagen auténtica de Dios porque Él y su Padre son uno sólo. Cristo revela también con su vida, la imagen nueva del hombre verdadero; como debe vivir uno. Nosotros creemos en el Dios que nos revela Jesucristo en la historia. Jesucristo da el sentido último a la historia: la que precede y la que antecede. Fin y principio de la historia. Sólo que el acontecimiento de Cristo está consumado en la resurrección, mientras que la historia habiendo ya recibido su sentido último, por el acontecimiento de Cristo, está por consumarse. El acontecimiento de Cristo da su sentido último a la historia de la salvación porque en Él, Dios se revela en forma insuperable. El acontecimiento de Cristo es la afirmación históricamente sucedida de que Dios es el origen, meta y consumación de la historia del mundo y la humanidad. Cada hombre ya está salvado y todavía está por salvarse en la realización histórica de la respuesta a Cristo. Toda la historia humana y divina pasa por Jesucristo y recibe de Él su significado. El acontecimiento de Cristo tenemos que verlo desde nuestra situación vital. Este acontecimiento histórico y salvífico de Cristo depende del anuncio y testimonio que demos de Él. No podemos tomar una postura indiferente. Cada hombre ha recibido en y por Cristo, la misión de ser co-salvadores con Cristo, de nosotros mismos, de los demás y del mundo. Si nos comprometemos no solo con palabras, sino con hechos concretos, estaremos construyendo el reino de Dios. 6.4. Conclusiones. a) Jesús de Nazaret constituye el centro y plenitud del plan de Dios y de la historia. En Él se aúna toda la espera anhelante del pueblo de Israel y toda la humanidad que halla en Cristo su realización. b) Actualidad de Jesús. Según la fe de la Iglesia en todos los tiempos, ha proclamado que Jesús no ha pasado; al contrario se mantiene vivo, presente y actual y es la fuente de la salvación: principio y fin, alfa y omega en el orden de la salvación. c) Cristo es la Palabra de Dios por excelencia (Jn 1, 1-18). Si en el AT, Dios se había revelado por la Palabra, con Cristo esa Palabra adquiere su plenitud al hacerse carne y poner su morada entre nosotros. Dios nos habla directamente por Cristo, complementa plenamente la palabra del AT, que se había transmitido. d) Jesucristo es la Nueva Alianza. La alianza es uno de los elementos importantes que sostiene y da cohesión al plan de salvación de Dios. La última cena, con referencia a la muerte y resurrección de Jesús, celebra la

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nueva y definitiva alianza. El fundamento de la alianza en el AT, es el decálogo, la ley; en el NT, es el amor. Jesucristo no viene a romper la alianza, sino a darle una nueva dimensión. Por eso nos ofrece la nueva ley del amor (Jn 13, 34; 15, 12 - 17). e) Jesucristo es la plenitud de la revelación de Dios en la historia y es un comienzo nuevo. Ser cristiano no es sólo creer en un mensaje, sino también creer en una persona: Jesucristo. En Jesús, Dios no sólo se revela en la historia, sino que se hace historia. Pone su tienda o morada en medio de la historia. Es un hecho histórico que no cierra la historia, sino que la abre a caminos insospechados. f) Jesucristo es el principio hermenéutico de la historia. Es el principio de interpretación de la Escritura. El círculo hermenéutico fundamental va del hombre a Dios y de Dios al hombre (es el famoso giro antropológico), de la historia a la fe y de la fe a la historia, del amor fraternal al amor del Padre y viceversa. h) El Espíritu Santo (Ruáh = Espíritu) es el hilo conductor de la acción de Dios en la historia. Es el Espíritu Santo quien le da unidad a la historia de la salvación; al mismo tiempo es el motor que la mueve.

7. La Iglesia, tradición y escritura (documentos) A una primera fase de transmisión de la revelación de Cristo y de su Espíritu a los apóstoles, siguió una segunda fase, la transmisión de ésta, a los apóstoles, a la Iglesia de todos los tiempos. La revelación se transmite integralmente, por tanto, bajo la doble forma de tradición y Escritura, por la sucesión legítima de los sucesores de los apóstoles. La tradición es enseñanza y vida, en cuanto tal, no se reduce a una mera repetición de palabras y hechos pasados, ella tiene una dimensión dinámica. Escritura y tradición no son vías independientes o paralelas de la Palabra de Dios: cada una, por el contrario, afirma la existencia de la otra, y sin la una la otra quedaría irremediablemente sujeta a la arbitrariedad de la subjetividad del pensamiento. Mientras la Escritura posee las características de un texto escrito y, por tanto, fijo y definitivo en sí mismo, la tradición es una realidad viva, llamada a crecer y desarrollarse. La tradición precede, acompaña y sigue a la Escritura, constituyendo su contexto natural de interpretación. La tradición es la Palabra de Dios transmitida íntegramente y auténticamente a la Iglesia gracias a la sucesión apostólica y a la asistencia del Espíritu Santo (DV 9). La Escritura y la tradición constituyen, en consecuencia, un solo depósito

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sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia, que ha de custodiarlo y transmitirlo fielmente y del que tiene que sacar alimento constante para la vida del pueblo cristiano. “El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Su misión, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, es escucharlo con piedad, guardarlo con exactitud y exponerlo con fidelidad” (DV 10). “Interpretar” significa descubrir el verdadero sentido: no crearlo, transformarlo o modificarlo. El Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio. El documento conciliar reconoce así la trascendencia de la Palabra de Dios con relación al Magisterio, el cual se autodefine como siervo de la Palabra de Dios. El Magisterio cumple así una doble función: en relación con la Palabra de Dios, la transmite con fidelidad en una constante actualización según los tiempos y las culturas; en relación a la Iglesia, custodia e interpreta auténticamente la Palabra de Dios. Por todo eso, la sagrada tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, están entrelazados y unidos de tal forma que no tienen consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas (DV 10). La Palabra de Dios está por encima de la Biblia. Dios nos habla por medio de ella. Karl Barth distinguía entre la Palabra de Dios revelada (la persona de Jesucristo), la Palabra de Dios escrita (la Sagrada Escritura) y la Palabra de Dios predicada (la predicación de la Iglesia). También Dios nos habla a través de la naturaleza, de los acontecimientos históricos, de las personas. La Palabra de Dios en su forma más perfecta es Jesucristo. Cristo es la Palabra de Dios hecha carne en el hombre Jesús de Nazaret. Él nos revela el rostro del Padre, con quien es uno: el que me ha visto a mí ha visto al Padre (Jn 14, 9). Esta revelación acontece en el curso del tiempo y en la historia. En un sentido más amplio, es Palabra de Dios todo acto revelador de Dios. Sin embargo, Cristo es el centro y principio unificador de todas las etapas de la revelación, que se prolonga en el testimonio de los apóstoles y la predicación de la Iglesia. La atribución global de la condición de Palabra de Dios a toda la Escritura es un fenómeno cristiano. El lenguaje humano queda elevado al orden divino. La declaración de toda la Escritura (AT y NT) como Palabra de Dios es obra de la tradición. Se puede describir la Sagrada Escritura en general como aquel conjunto de escritos que, en una religión determinada, se consideran como provenientes, directa o indirectamente, de la divinidad. O, también, aquellos escritos que transmiten las tradiciones religiosas fundamentales de un grupo religioso.

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La Biblia es la Palabra de Dios, manifestada a la humanidad en y a través de los hombres inspirados, y dejada a la custodia, transmisión e interpretación de la Iglesia de Cristo. Vale la pena recoger desde un principio, los documentos más importantes que el Magisterio de la Iglesia ha producido con referencia a la Sagrada Escritura. La mayoría de ellos, surgen como respuesta a las preguntas, dudas, confusiones o discusiones de los diferentes momentos históricos de la Iglesia. 7.1. Concilio de Hipona (393) y de Roma (392) En la época patrística, hay un enorme movimiento literario como teológico. Sin embargo, la Iglesia, al vivir en una situación de persecución, no cuenta con la tranquilidad, ni los espacios y estructuras que le permitan definir muchos de los problemas que existían. Eran esfuerzos de grandes teólogos, papas y obispos, más las escuelas de Alejandría, Antioquía, Jerusalén, Roma, Constantinopla. Sólo después que el cristianismo adquiere una dimensión de estatus, en el Imperio Romano, la Iglesia jerárquica adquiere un papel protagónico a través de los concilios y puede producir documentos con carácter de oficialidad. Un concilio es la reunión de obispos de todo el mundo (ecuménico o universal) o de una región determinada, para tratar temas relacionados con la Iglesia. En el sínodo que se realizó en Roma en el 392 convocado por el papa san Dámaso I, se trata el tema bíblico de los libros sagrados y menciona todos los libros, tanto del NT como del AT. En el concilio de Hipona, en el año 393 d.C., se trató de establecer el canon o listado de los libros sagrados. 7.2. Concilio de Florencia (1431-1447) y de Trento (1545-1560) Con el protestantismo el tema del canon y la inspiración vuelven a ser polémicos. El concilio de Florencia sostiene que un solo Dios es el autor de toda la Escritura, frente a los maniqueos y otros grupos que hacían una separación radical entre el Dios del NT y del AT. Aquí se detallan el listado de los libros canónicos de la Iglesia e inspirados por el Espíritu Santo. El concilio de Trento, define el canon de los libros sagrados, oficializa la Vulgata como la versión auténtica de la Iglesia y habla del modo correcto de interpretar la Sagrada Escritura, es decir, establece las reglas de la hermenéutica bíblica. El Magisterio de la Iglesia es el órgano de interpretar correcta y auténticamente la SE. Trata de evitar la interpretación individualista, subjetiva y fundamentalista de la Biblia. 7.3. Concilio Vaticano I (1869 - 1870)

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En la constitución Dei Filius, define la inspiración como norma de fe. No debe verse solo desde el punto de vista de la razón, ya que la Escritura fue escrita por inspiración del Espíritu Santo. Confirma nuevamente el listado de los libros canónicos con todas sus partes, tal como se enumeran en el mismo concilio y se contienen en la Vulgata. 7.4. Encíclica Providentissimus Deus Del León XIII, escrita a finales de 1893: inerrancia bíblica (vs racionalismo), tono apologético; reafirma la naturaleza divina de la Escritura; el exégeta católico debe trabajar bajo la guía del Magisterio de la Iglesia, utilizar la ciencia de la crítica, estudiar las lenguas semíticas y tener en cuenta los avances de las ciencias físicas y naturales, así como de la historia y de la arqueología. 7.5. Decreto Lamentabili y Encíclica Pascendi dominici gregis (1907) El papa Pio X, condena el modernismo. Apologético. Defiende la inspiración y la naturaleza divina de la Biblia. 7.6. La encíclica Spiritus Paraclitus de Benedicto XV (1920) Juicio negativo respecto a los géneros literarios. De estos años (1905-1915) las respuestas más severas de la Pontificia Comisión Bíblica (PCB) sobre las interpretaciones no históricas de los primeros capítulos del Génesis y la atribución de los libros bíblicos a sus autores tradicionales. 7.7. Pío XII, Divino Afflante Spiritu (1943) Espíritu nuevo que abre las puertas a la exégesis católica… necesidad de acudir a los textos originales, emplear el arte de la crítica con todos sus recursos; es decir, admite la investigación histórico crítica de la SE. Tomar en cuenta la enseñanza de la Iglesia, de los Padres y la analogía de la fe. Mayor aportación: uso y cultivo de la orientalística y de los géneros literarios… iniciándose la era moderna de la exégesis católica. Desde esa época, la exégesis católica conoce un esplendor magnífico que concluirá en los planteamientos doctrinales del concilio Vaticano II. 7.8. Santa Mater Ecclesia El 21 abril de 1964 publica, la PCB, esta instrucción sobre la verdad histórica de

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los evangelios… que se utilice con cuidado los nuevos recursos, especialmente los del método histórico. Utilizar el “método de la historia de las formas”, atendiendo a la posible infiltración de principios filosóficos y teológicos reprochables (ej: racionalismo que no reconoce el orden sobrenatural). 7.9. Concilio Vaticano II y la Constitución Dei Verbum (1965) Culmina un largo proceso, especialmente con el número 12. Renueva las enseñanzas del Magisterio. Los grandes temas: La divina revelación. Inspiración divina de la SE y su interpretación. El Antiguo y el Nuevo Testamento. 7.10. Interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993) Documento de la PCB que ofrece orientaciones sobre el modo actual de proceder en el estudio de la SE. Describe los métodos y acercamientos para la interpretación bíblica, aspectos de la hermenéutica bíblica. El servicio de la Iglesia en dicha interpretación y el uso que se le debe dar a la Escritura. 7.11. El Pueblo Judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana (2002) Documento de la PCB. Reconoce el valor del AT como revelación de Dios y el invaluable aporte que hace al NT y la Iglesia. Ve a los judíos como los hermanos mayores. Respetar la interpretación judía del AT, que puede ayudar a la interpretación cristiana y viceversa. 7.12. Sínodo de los obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia (octubre 2009) ¿Conocías algún documento de los ya mencionados? ¿Cuál es tu pensamiento del pueblo judío? ¿Por qué es importante el Magisterio de la Iglesia? 1 PCB. El pueblo judío y sus Escrituras Sagradas en la Biblia Cristiana. Roma, 2002. 2 Palabra que se refiere al Antiguo Testamento. 3 Cf. La introducción del Comentario Bíblico Latinoamericano del AT, I, Verbo Divino, Navarra, 2005. pp. XV - XXI.

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4 En este campo, vale la pena leer a Dupont-Roc - Philippe Mercier. Los manuscritos de la Biblia y la crítica textual (Cuadernillos bíblicos). Verbo Divino, Navarra, 2002. 5 La mayoría de Introducciones desarrollan las principales versiones de la Biblia. Sigo aquí, a Miguel Ángel Tábet. Introducción General a la Biblia. Palabra, Madrid, 2004. pp. 263-292. 6 El testimonio más antiguo es un relato de la carta del Pseudos Aristeas a su hermano Filócrates. Según Filón de Alejandría, los 72 traductores fueron alejados en celdas separadas, y cada uno de ellos elaboró la versión completa; al final del trabajo, todas las versiones habían resultado idénticas. 7 Datos tomados de algunos trabajos de investigación realizados por los alumnos de 1o Teología del Seminario Mayor de la Asunción, Guatemala, en 2007. Es todo un campo por seguir profundizando.

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II

CÓMO SE ESCRIBIÓ EL ANTIGUO TESTAMENTO

El AT, tal como lo tenemos actualmente, encierra un largo proceso que abarca diferentes épocas históricas. Eso es importante tenerlo en cuenta, porque nos ayuda a descubrir y entender los grandes contenidos de los libros. Haremos aquí una síntesis de dichos períodos históricos y los libros que van surgiendo en los mismos.

1. Época pre-monárquica (tradiciones orales) El mensaje nació y se extendió primero en forma hablada, de familia en familia y de grupo en grupo. El libro del Génesis, menciona las familias de Noé, Abrahán, Isaac, Jacob y muchas otras. En ese tiempo se buscaba el significado de las cosas que pasaban; rezaban, meditaban, sobre las actividades de su vida. No hicieron una distinción clara entre la acción directa o indirecta de Dios. Todo para ellos, venía directamente de Dios. Igual que hoy, los padres de familia de aquellos tiempos pasaron esta comprensión a sus hijos. En sus hogares recordaban y contaban a sus hijos, los hechos e historias populares de su vida; les contaban de sus antepasados. Así se fueron formando costumbres y tradiciones transmitidas verbalmente, de familia en familia y en la celebración del culto. No había nada escrito, fuera de algunos cánticos y resúmenes de fe (cf. Dt 6, 4-9; 26, 5ss). La Palabra de Dios fue vivida durante muchos siglos antes de ser escrita. Cuando por fin se escribió, los autores resumieron estos siglos de experiencias y pensamientos de la gente, en un libro que es el AT, el Espíritu de Dios estuvo en todo ese proceso. Toda esta época es la que conocemos como de los patriarcas y los jueces. Haciendo una resumida síntesis histórica, podemos mencionar: Abrahán en Mesopotamia (1900 a.C.), con las ideas propias de aquellos países. Seguidamente es llamado por Dios desde Ur de Caldea. Esta llamada tuvo que comportar necesariamente un cambio en su vida. Será el Dios “Él”, quien dirija la historia patriarcal. Lo que llevará un proceso lento de adaptación a las nuevas costumbres de los países cananeos, hititas, etc (1850 a.C.). Aquí sigue toda la época de los patriarcas. Será la gesta del Éxodo (1250 a.C.) la que de una fe patriarcal se pasa a un verdadero carácter comunitario. Los patriarcas se habrían trasladado a Egipto

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(1700 a.C.). El Dios de los padres se convierte en el Dios del pueblo. Éste es el evento fundante de Israel como pueblo y que dará origen a la Palabra. Finalmente, la sedentarización en Canaán. En contraste con el duro caminar por el desierto, traerá consigo una crisis seria de fe, originada por el contacto con los cultos cananeos y alimentada por el cómodo bienestar de un pueblo que ya no conoce la lucha. (Eso nos pasa a nosotros actualmente. Cuando la diversidad de cultos, de sectas pseudoreligiosas y la sociedad de consumo, cuestionan el sentido de nuestra fe, entramos en crisis).

2. Época monárquica (de las tradiciones orales a las tradiciones escritas) 2.1. Monarquía unida Hacia el año 1000, David se apodera de la ciudad de los jebuseos, y la convierte en su capital: Jerusalén. El reino de David era dinámico, siempre en movimiento, en guerras de conquista o de defensiva. Con la instauración de la monarquía y en una situación de relativa hegemonía, con más calma, surgen los escribas. El pueblo comienza a escribir su propia historia, la historia de una alianza progresiva con Dios. Desde ésta fecha hasta el 587 a.C., Israel vive bajo un régimen monárquico, su literatura llegará a su apogeo con los profetas. Salomón hereda de David su padre, un reino unido, fuerte, poderoso. Heredero del imperio paterno, Salomón se contentó con disfrutarlo y gozar de él; se vuelve un reino estático. Todo este período de paz, ofrece la posibilidad de pensar en el pasado y ponerlo por escrito. En este período se construye el templo, que se convertirá en la institución más fuerte y poderosa desde el punto de vista religioso, social, político y económico. El culto a Yahvé hace surgir la necesidad de los Salmos para alabar al Señor. El templo era una verdadera joya arquitectónica alrededor del cual girará la vida del pueblo de Israel. Los Salmos Israel como sus vecinos de Mesopotamia y Canaán, cultivó desde sus orígenes la poesía lírica en todas sus formas. No cabe duda, que los Salmos son fruto de una experiencia religiosa. Dicha experiencia abarca todos los aspectos de la vida humana. Tristeza y alegría, temor y confianza, introspección y contemplación cósmica… son actitudes, fruto de una multiforme experiencia religiosa. El libro de los Salmos, se denomina en hebreo Tehillim o Sefer tehillìm que significa poemas religiosos de loas y alabanzas al Señor. Pero lo correcto, dicen algunos autores,

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sería Mizmor que significa cantar con acompañamiento, que designa un poema cantado y acompañado con instrumentos de cuerda. Los Salmos fueron escritos en hebreo. Salmo es voz de origen latino y griego (LXX) significa canto con acompañamiento musical que se practicaba en el templo de Jerusalén. Posteriormente se incorporaron al compendio de oraciones y plegarias de los judíos y aun de los cristianos. El libro se compone de 150 cantos o capítulos. A David rey de Israel se atribuye la paternidad literaria de éstos; evidentemente gran numero de los Salmos fueron escritos en épocas históricas mas tardías. De lo que se concluye que David fue el que impuso el tono y la línea lírica de este poemario que se fue gestando en un lapso de aproximadamente 800 años. Por tanto, podemos descubrir a través de ellos, la historia del pueblo de Israel y el desarrollo de las grandes ideas israelitas. Los autores de los Salmos, como los de la poesía popular tradicional anónima, son desconocidos. Indudablemente que en su origen tuvieron un autor individual, quizás en su generación bien conocido. Pero luego pasaron a ser propiedad de todos, y los nombres del autor se fueron olvidando. Las generaciones sucesivas los adoptaron como suyos y cada uno ha dejado en su momento su impronta de ellos. En el período primero de transmisión oral e incluso al ser consignados por escrito, los Salmos conocieron innumerables cambios de actualización y adaptación. Finalmente el salterio se dividió en cinco partes, sin duda a imitación del Pentateuco, como veremos seguidamente. 1) 2) 3) 4) 5)

Salmos Salmos Salmos Salmos Salmos

1 - 41. 42 - 72. 73 - 89. 90 - 106. 107 - 150.

Dentro de los Salmos, nos encontramos con muchos géneros literarios: Las súplicas o lamentaciones: individuales, colectivas y nacionales; está el canto funerario (practicado en las celebraciones funerarias), era una respuesta al dolor provocado por la muerte. La lamentación se desarrollaría a partir del canto funerario. Las súplicas son oraciones nacidas de la angustia en demanda de socorro. Las súplicas o lamentaciones individuales, forman el grupo mayor de Salmos como género. A veces son individuales y a veces colectivas. Otro género literario es la acción de gracias: individuales, comunitarias; himnos: desde el punto de vista temático, los himnos son cantos de alabanza a Yahvé.

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Yahvé es el único objeto de la alabanza: por la creación del cosmos o del hombre, por la relación con su pueblo, por su reinado sobre el universo y las naciones, por su elección de Sion y de la dinastía davídica, incluso por su Palabra. El himno tiene su origen en la liturgia. Es clara su vinculación con la acción de gracias y la súplica, especialmente con la primera. Los himnos pasaron por diferentes situaciones vitales. Salmos didácticos o sapienciales. Su más común denominador es la tendencia a enseñar; los más comunes son los sapienciales escritos propiamente por los sabios de Israel. No se puede obviar la influencia sapiencial en los Salmos. Muchas características así lo indican: “Vengan hijos, escúchenme, los instruiré en el temor del Señor (34, 12; 49, 2-5), los macarismos o enhorabuenas, los proverbios numéricos, el binomio justo/malvado, el estilo autobiográfico, conminaciones en imperativo, el acróstico alfabético, etc. Sería erróneo pensar que los Salmos sapienciales fueron compuestos y usados en ámbitos privados y educativos, ajenos a los intereses cultuales. Posiblemente fueron piezas litúrgicas desde sus orígenes y que conllevaban la instrucción comunitaria y litúrgica. Pretendían la edificación y orientación de los miembros de la asamblea sinagogal. Salmos de bendición y maldición. A veces encontramos unos Salmos que escandalizan, porque piden la muerte o la destrucción de los enemigos, pero debemos saber que los Salmos son la expresión humana de los hombres y mujeres de todos los tiempos. Aunque aquí se inician a escribir algunos Salmos. No todos son de este período. Los salmos se fueron agrupando y sólo hasta la época post-exílica se llegan a tener en bloque y como un libro aparte. Literariamente es el momento en que empezarán a recogerse las tradiciones que estaban dispersas en la memoria del pueblo. Con Salomón comienza propiamente la literatura en Israel. Se recopilan las tradiciones sobre los patriarcas, el Éxodo, la entrada en Canaán. De allí nacerá la “historia sagrada judía”, la tradición yahvista (J); llamada así porque su autor llama a Dios “Yahvé”. La letra J viene del alemán Jahwiste. Tradición yahvista (J). Se llama así porque los autores usaron la palabra Yahvé para nombrar a Dios. Estos autores (J), fueron los primeros en recoger los relatos y cuentos verbales de la gente. Usan un lenguaje poético, muy humano en su modo de escribir; pintoresco, describen a Dios en figuras antropomórficas: Dios modela al hombre, le saca una costilla para darle una compañera (historia religiosa). Es un estilo concreto, vivo (950 a.C.). El gran problema es que no tenemos los documentos escritos de esta fuente. La J, nos viene del alemán Jawiste

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para referirse a Yahvé. 2.2. Monarquía dividida (931 a.C.) Con Salomón llegamos al apogeo del reino unido. Sin embargo, se pasó de la raya, jugando al gran señor y explotando a su pueblo, lo cual desembocará en la división del reino. A partir del 931, nos encontramos con dos reinos: el reino del Sur o Judá, con la capital en Jerusalén. El reino del Norte o Israel, con su capital en Samaría. Aquí están los orígenes de las divisiones históricas, culturales y religiosas de los judíos y samaritanos. En el reino del Norte surgen los textos escritos que dan origen a la tradición Elohista. Tradición elohista (E). Después del cisma, los del Norte rescriben la historia. Llaman a Dios Elohim = altísima majestad. Estos escritos son más moralistas, más sobrios; separa más al hombre de Dios, más teórico, trascendente. Dios se revela en sueños, visiones, teofanías, por ejemplo en las nubes, etc. Éstos escribieron alrededor del 900 a.C. Es la misma historia, pero escrita con un estilo diferente. Tampoco poseemos un documento escrito que confirmen los estudios. Tanto la yahvista como la elohista recogieron las tradiciones sobre los patriarcas, el éxodo y la entrada en Canaán. Hacia el año 750, los dos reinos llegan a la cima de su poder. No tienen de qué preocuparse y se dedican a gozar de sus riquezas. Es sin duda en esta época de euforia material cuando el pueblo se olvida de su Dios y cuando los ricos oprimen a los pobres. En este contexto histórico surgen los profetas. Los profetas son hombres que descubren el designio de Dios en los acontecimientos humanos y ayudan a sus contemporáneos a descubrirlo. El profeta es un hombre que habla en nombre de Dios para “decir” y no precisamente para “predecir” el porvenir. Entre los años 750 y 700 aparece un primer grupo de profetas: Amós y Oseas en el reino del Norte; el primer Isaías (caps. 1-39) y Miqueas en el reino del Sur. Amós Predicó en el reino del Norte durante la segunda mitad del reinado del rey Jeroboam II (782 - 753 a.C.), era pastor en Técoa en el límite del desierto de Judá (Am 1, 1). Su nombre es una posible abreviación de ‘amasyah: “Yahvé ha llevado”. Fue tomado por Yahvé desde su rebaño y enviado a profetizar a Israel (7, 14). Su ministerio tuvo como marco principal el santuario cismático de Betel

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(7, 10); luego fue expulsado de Israel y volvió a sus ocupaciones. La época de Joroboam II era gloriosa humanamente hablando, en la que el Reino del Norte se extiende y enriquece pero en la que el lujo de los grandes es un insulto para la miseria de los oprimidos, mientras que el esplendor del culto encubre la ausencia de una religión verdadera. Con la rudeza, sencilla y noble, y con la riqueza de las imágenes de un hombre del campo, condena en nombre de Dios la vida corrompida de las ciudades, las injusticias sociales, la falsa seguridad que se pone en ritos en que el alma no se compromete (5, 21-22). Yahvé castigará a Israel por medio de un pueblo llamado por Dios: (6, 14) ¿Asiria?... Pero abre una esperanza a la casa de Jacob (9, 8; 5, 15), hablando ya de un pequeño resto. Muchos lo consideran el prototipo de la denuncia social; de aquí que se le considere como el profeta de la justicia. Denuncia la vida frívola y superflua de las clases ricas de la ciudad. Es el primero de los profetas que deja su mensaje por escrito. Oseas Su nombre significa: “Yahvé ha salvado”. Nació en el reino del Norte; contemporáneo de Amós, comenzó a predicar bajo Jeroboam II (782 - 753) y su ministerio se prolongó hasta antes de la ruina de Samaría (721 a.C.). Fue un período sombrío para Israel: conquistas asirias de 734 - 732, revueltas interiores; cuatro reyes asesinados en quince años, corrupción religiosa y moral. De su vida en tal situación solo conocemos su drama personal (1–3). Oseas se casó con una mujer a la que amaba y que lo abandonó, pero siguió amándola y volvió a tomarla después de ponerla a prueba. Su matrimonio con una prostituta es signo profético de la infidelidad del pueblo, que se ha ido tras otros dioses. A pesar de eso, Dios es fiel a su alianza. Su experiencia se convierte en símbolo de la relación matrimonial de Dios e Israel (cap. 2). Todo su mensaje tiene como tema fundamental el amor de Dios despreciado por su pueblo. Ataca sobre todo a las clases altas dirigentes de la sociedad. Los reyes elegidos contra la voluntad de Yahvé han bajado al pueblo al rango de los demás pueblos; los sacerdotes ignorantes llevan al pueblo a la ruina. Condena las injusticias y violaciones pero insiste en la infidelidad religiosa. Con su vida y su palabra, manifiesta el inmenso amor que Dios tiene por su pueblo; es el profeta del amor. Primer Isaías (1–39) Nació hacia el 765, actuó durante el reinado de Ozías, Yotán, Acaz y Ezequías

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(765 – 698, vive la amenaza del imperio Asirio) en el 740 recibió su vocación en el templo de Jerusalén: la misión de anunciar la ruina de Israel y de Judá en castigo de las infidelidades del pueblo (6, 1-13). Ejerció su ministerio durante 40 años que fueron dominados por la amenaza creciente que Asiria hizo pesar sobre Israel y Judá (cumplimiento de la profecía de Amós). Su nombre significa: “Yahvé es liberación” (Yesayahú). Según se cree, Isaías fue martirizado bajo el reinado de Manasés en el 700. Dirige su mensaje en el reino del Sur. Los primeros 39 capítulos del libro, responden a ese momento histórico de plenitud del reino del Sur, pero también de un pueblo de labios impuros, un culto vacío y un mundo lleno de injusticias. No sólo es profeta, sino también, poeta. Es el más grande de los profetas mesiánicos. Denuncia el pecado y la infidelidad del pueblo, pero al mismo tiempo, les anuncia un nuevo reino de paz y armonía. Dios es el Santo, exige la justicia en las relaciones sociales, pide la sinceridad en el culto que se le tributa. Pide una confianza absoluta en Dios. El libro recibió varias añadiduras, las cuales analizaremos más tarde y que forman los capítulos del 40–55 y 56–66. Es el libro con más capítulos en la Biblia. Miqueas Su nombre es una abreviatura de mikael o mikayyah, y significa: quién como Dios o quién es como Yahvé. Dirige su mensaje en el reino del Sur. Denuncia la injusticia. Habla del Mesías que nacerá en Belén de Judá. Era de Moreset, Judá, al oeste de Hebrón. Actuó en los reinados de Yotán (740-734), Acaz (734-727) y Ezequías (727- 698), es decir antes y después de la toma de Samaría el 721 y quizá hasta la invasión de Senaquerib en el 701. Fue contemporáneo de Oseas e Isaías; por su origen campesino se asemeja a Amós con quien comparte la aversión por las grandes ciudades, el lenguaje concreto y el gusto por las imágenes rápidas y los juegos de palabras. El libro se divide en cuatro partes donde se alternan amenazas y promesas: 1, 2 - 3, 12 proceso de Israel; 4, 1 - 5, 14 promesas a Sión; 6, 1 - 7, 7 nuevo proceso de Israel; 7, 8 - 20

esperanzas.

Ataca a los ricos acaparadores, a los acreedores despiadados, a los comerciantes fraudulentos, a las familias divididas, a los sacerdotes y profetas

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codiciosos, a los jefes tiranos y jueces venales. El castigo está decidido, en medio de una catástrofe mundial vendrá Yahvé a castigar a su pueblo; anuncia la ruina de Samaría (6–7) y la de Jerusalén 3, 12. Da la esperanza de un Mesías (7, 7) (Mt 2, 6; Jn 7, 42).

3. Exilios 3.1. Destrucción del reino del Norte (Exilio Asirio) y sobrevivencia del reino del Sur (Judá) Hacia el 721 a.C., el imperio asirio (Salmanasar – Sargón II), conquista y toma el reino del Norte, Samaría. Hay deportaciones, establecimiento de extranjeros y sincretismo religioso (2R 17, 5s). Sólo permanece el reino del Sur, Judá, con su capital Jerusalén. Hacia el año 640 a.C., con el rey Josías, aparecerá una nueva generación de profetas: Sofonías, Nahún, Habacuc y Jeremías. El año 622, con ocasión de ciertos trabajos en el templo, el sumo sacerdote descubrió el Deuteronomio. Deuteronomio En hebreo, se le llama “debarim” = “palabras”. A nosotros nos quedó la expresión griega que viene de Deutero = segundo y Nomos = ley. Se vuelven a escribir todas las leyes o sea, es la segunda ley. El libro del Deuteronomio fue encontrado en el templo en la reforma del rey Josías (2R 22–23). Así lo aseguran muchos e incluso lo acepta la Iglesia. Otros lo ponen en duda. Lo cierto es que el Deuteronomio, se vuelve un libro clave en la comprensión de la Sagrada Escritura. Este sería un Deuteronomio preexílico; otros creen que es difícil hablar de este libro hasta en el exilio o después del exilio. Vale la pena decir que a nivel bíblico se distingue entre Deuteronomio e historia deuteronomista (tradición deuteronomista). Lo deuteronomista depende de lo deuteronómico. La ley deuteronómica es anterior a la deuteronomista. Los libros deuteronomistas son: Josué, Jueces, Samuel y Reyes. Desde este punto de vista el Deuteronomio adquiere una gran importancia, porque se vuelve como un puente: es cúlmen del Pentateuco y puerta abierta para los libros deuteronomistas. La corriente deuteronomista recoge la reflexión teológica anterior, adaptándola a la nueva situación del pueblo. Así lo ven muchos estudiosos que consideran la obra deuteronomista como el fruto impresionante de teólogos o de una escuela particular que concibió la primera gran teología de la historia del pueblo de Israel, desde su establecimiento en la tierra de Canaán hasta la cautividad de

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Babilonia. Desde el punto de vista teológico, el libro del Deuteronomio es uno de los más densos y ricos del AT. Entre los grandes temas que enfatiza encontramos: “La alianza”, vista ahora no sólo unilateralmente, sino bilateralmente. Es decir que le da importancia a la responsabilidad humana en el cumplimiento de los mandamientos. La elección del pueblo y “La tierra” es otro de los grandes temas deuteronómicos. “La totalidad” en la conducta, el templo...

Historia deuteronomista Josué El nombre se origina de Joshua: “Yahvé salva”; en griego es Iesous = Jesús. Josué es protagonista del libro que lleva su nombre, anque no lo esribió él. Hace de puente entre el camino del desierto y la entrada en la Tierra Prometida. En el libro podemos encontrar tres partes bien marcadas: 1) Comprende la narración de la conquista de la tierra por las 12 tribus, bajo la guía de Josué (1–12). 2) Narra la división del país (13–21). 3) Se refiere a la asamblea de Siquén (23–24). Los estudios actuales están de acuerdo en que fue una entrada en la Tierra Prometida, donde ya habían otras tribus y que no fue tanto una conquista como nos la narran los textos. Jueces El libro se origina de los personajes que son los protagonistas del mismo. Más que Jueces en el sentido que nosotros lo entendemos hoy, se trata de “gobernantes” carismáticos. La primera parte del libro nos relata las expediciones de algunas tribus (1, 1–2, 5). El cuerpo del libro lo constituye la segunda parte del 2, 6 –16, 13, que nos relata en un esquema fijo, la vida de los jueces. Algunos los dividen entre jueces mayores y menores. Entre los mayores se mencionan: Otniel, Ehud, Débora, Barac, Gedeón, Sansón. Entre los jueces menores: Tolá, Yair, Visan, Elón y Abdón. Jefté. La tercera parte del libro, presenta dos episodios: la conquista del propio territorio en el extremo norte de parte de Dan (17–18) y una guerra civil contra Benjamín (19–21). En la base de la obra, especialmente del cuerpo, están en el origen, narraciones que contaban las gestas de los héroes israelitas que habían

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salvado al pueblo de la desgracia. Samuel Del hebreo Shemuel que significa: “Su nombre es Dios”. Es como un puente entre la época de los Jueces y la incipiente monarquía israelita. En la Biblia tenemos dos libros de Samuel. Su nombre viene del personaje principal que aparece en los libros y no porque él fuera quien lo escribió, sino quien dio pie a su inspiración. No hay duda de que es obra deuteronomista. Reyes Como su nombre lo indica, los dos libros de los Reyes (que inicialmente eran uno sólo), relatan la vida y actividades de los reyes. Pueden fácilmente dividirse en cuatro partes: 1) El epílogo de la historia de la sucesión al trono davídico (1R 1–2). 2) La historia del reino de Salomón (1R 2–11). 3) La historia de los dos reinos divididos, hasta la caída del reino de Israel (1R 12 – 2R 17). 4) La historia del reino de Judá hasta la segunda caída de Jerusalén y la última deportación (2R 18–25). En estos libros encontramos también las tradiciones de algunos profetas, especialmente de Elías y Eliseo. Los exilios, fueron vistos como el juicio divino ante el comportamiento infiel del pueblo. Por supuesto que la esperanza no muere.

OTROS PROFETAS Sofonías Del hebreo Shefanyah o Shefanyahu: “Yahvé protege”. Profetizó en tiempos de Josías (640 –609). Aparece como hijo de Cusi (So 1, 1), lo cual puede significar que era hijo de alguien cuyo nombre era Cusi o que el profeta era de origen cusita, es decir, de Etiopía; en éste caso, sería un “negro” del África. Sus ataques contra las costumbres extranjeras (1, 8) y los cultos a los falsos dioses: (1, 4 5). Sus censuras a los ministros (1, 8); y su silencio respecto del rey indican que predicó antes de la reforma religiosa y durante Josías, Judá privada por Senaquerib de una parte de su territorio, vivió bajo la dominación Asiria y los

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reinados impíos de Manasés y de Amón favorecieron el desorden religioso. Pero el debilitamiento de Asiria suscitó en este tiempo la esperanza de una restauración nacional que iría acompañada de una reforma religiosa. El libro se divide en cuatro secciones: El día de Yahvé:

1, 2 – 2, 3.

Contra las naciones: 2, 4-15. Contra Jerusalén:

3, 1-8.

Promesas;

3, 9-20.

Su mensaje se resume en el anuncio del día de Yahvé, la catástrofe que alcanzará a las naciones tanto como a Judá. A Judá se le condena por sus culpas religiosas y morales, inspiradas por el orgullo y la rebeldía (3, 1-11). La salvación solo se promete a un resto humilde y modesto (3, 12-13). Nahún Su nombre se origina del hebreo Nahún = “Consolado”. Actúa durante el reinado de Manasés (698 - 643); la profecía es algo anterior a la conquista de Nínive (612). El opúsculo de Nahún, parece que alimentó las esperanzas humanas de Israel hacia este tiempo, pero la alegría fue breve y la ruina de Jerusalén siguió de cerca a la de Nínive. Acentúa el pecado de los extranjeros y no tanto los de Judá. Comienza con un Salmo de la cólera de Yahvé contra los malos y con sentencias proféticas que contraponen el castigo de Asur y la salvación de Judá (1, 2–2, 3); pero el tema principal es la ruina de Nínive (2, 4– 3, 19). Yahvé aparece como el vengador de la injusticia que se comete contra Israel. Habacuc Su nombre tiene relación con una planta de huerta: “Menta acuática”. Su vida nos es desconocida. Se cree que se compuso entre el 605-597 durante el reinado de Joaquín (609-598) y durante el primer asedio a Jerusalén por Nabucodonosor. Inicia con un diálogo entre el profeta y Dios; a dos quejas del profeta responden dos oráculos divinos (1, 2 – 2, 4); la profecía se sitúa antes de la caída de Nínive en el (612); los caldeos han sido los instrumentos de Dios para castigar a su pueblo pero a la vez serán castigados por su violencia, porque Yahvé sale a pelear por su pueblo y el profeta espera esta intervención divina con una angustia que finalmente se convierte en alegría. Dentro del mensaje de los profetas, Habacuc aporta algo nuevo: se atreve a pedir a Dios cuenta de su

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gobierno del mundo; ciertamente Israel ha pecado pero ¿por qué Dios escoge a los caldeos para ejercer su venganza? Jeremías Su nombre puede significar: “Yahvé levanta, exalta” o “Yahvé abre”. Actúa durante los reinos de: Amón (642-640), Josías (640-609), Joacaz (3 meses), Joaquín (609-598), Jeconías (3 meses), Sedecías (597-586). Nace en el 650 de una familia sacerdotal residente en los alrededores de Jerusalén; su vida se conoce mejor que la de otros profetas por la biografía que nos presenta el mismo libro. Le tocó vivir el trágico período de al ruina de Judá (586). Es el único profeta en el AT que lleva una vida célibe (sin esposa, ni hijos), como signo profético del futuro del pueblo de Dios. Las reformas de Josías despertaron esperanzas que fueron destruidas por la muerte del rey en el 609 y por el cambio del mundo oriental, la caída de Nínive en el 612 y la expansión del imperio caldeo. Desde el 605, Nabocudonosor impuso su dominio en Palestina, luego Judá se reveló por instigación egipcia hasta que fue destruida en el 597 y una parte de sus habitantes fueron deportados; una nueva rebelión hizo volver los ejércitos caldeos, Jerusalén fue tomada, el templo incendiado y sus habitantes deportados por segunda vez. Jeremías atravesó esta etapa amenazando en vano a los reyes incapaces que se sucedían en el trono, acusado de derrotismo por los militares, fue perseguido y encarcelado. Él era de alma tierna, hecha para amar y fue enviado para extirpar y destruir, reconstruir y plantar (cf. Jr 1, 10), le tocó sobre todo predicar desgracias (20, 8). Su misión fracasó en su vida, pero dejó una religión pura de corazón. En el 605 dicta a Baruc los oráculos que había pronunciado desde el comienzo de su ministerio (36, 2). En el libro se distinguen varias partes: Amenazas contra Judá y Jerusalén

(25, 13–38 y 46 – 51).

Profecía contra las naciones

(25, 13–38 y 46 – 51).

Trozos optimistas:

26 –35 (especiales son 30–31 que son consolaciones).

Biografía de Jeremías

(36 – 44).

Concluye con la firma de Baruc (45, 1-5).

3.2. Fin de la Monarquía: exilio Babilónico (587 – 538 a.C.) Hacia el año 612 a.C., Babilonia comienza a convertirse en Imperio.

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Nabucodonosor toma por primera vez la ciudad de Jerusalén, deporta a una parte de la población, dejando allí a un rey vasallo. Aquel rey se alía con Egipto. Furioso Nabucodonosor, vuelve a castigarlos. En el 587, se apodera de la ciudad, la destruye, incendia el templo, quema el Arca de la Alianza, deportando finalmente a los habitantes a Babilonia. Pensando humanamente, aquello era el final del pueblo, de su historia: sin territorio, sin rey, sin templo, con la prohibición de practicar la ley. Sin embargo, en medio de la tormenta, aquel pueblo encontrará un nuevo camino. Aquella resurrección sin duda, se debió a dos profetas: primero a Jeremías y luego a Ezequiel. El pueblo de Israel tiene que rendirse a su dura realidad; los dos profetas tenían razón al advertirles del destierro. En este período surge también el libro de Lamentaciones, el DeuteroIsaías o Segundo Isaías (caps 40–55) y algunos Salmos. Así pues, los judíos vivirán durante medio siglo en Babilonia. No tienen ya ni templo, ni rey, ni culto, ni posibilidad de ofrecer sacrificios. En este período surgen las sinagogas como lugar de reunión, de culto, de enseñanza, para mantener la fe y las tradiciones del pueblo. Esta época les permite profundizar en su historia pasada para encontrar su sentido. Así surgirá la corriente espiritual que lleva como nombre tradición sacerdotal Tradición sacerdotal (P.) La tradición sacerdotal o presbiteral se identifica con la letra P = Priestche, palabra alemana que significa sacerdote. La experiencia dolorosa del exilio les enseña a ver las cosas de una manera nueva. Ya no ven a Dios solamente como todopoderoso, sino también como santísimo, trascendente (Gn 1–2). Algunos estudiosos, consideran que esta tradición recopiló todo el Pentateuco. Como los autores de esta tradición eran sacerdotes, le dieron más importancia a los detalles que se referían a ellos y sus oficios cultuales. La importancia de la ley, el sábado, etc. La versión sacerdotal fue escrita unos 500 años a.C. Su estilo es más teológico, más sencillo, abstracto, poco variado, menos humano que el yavista, más moral, las leyes son lo esencial. Ezequiel Ejerció su actividad con los desterrados de Babilonia entre los años 593-571, fechas que da el texto (1, 2 y 29, 17). Fue sacerdote, e hijo del sacerdote Bozi. Su nombre significa: “Dios fortalezca” (al niño); el templo es su preocupación mayor (1, 3) y por ende, todo el énfasis de su predicación será en cuestiones morales y legales con respecto al templo y la torá. Se cree que se quedó en Palestina hasta la ruina de Jerusalén en 587 y que después se unió a los cautivos

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de Babilonia. La visión del rollo en (2, 1–3, 9) señalarían la vocación del profeta en Palestina; la del carro divino (1, 4-28 y 3, 10-15) señalarían su llegada donde los desterrados. Fue un sacerdote que utilizó mucho el simbolismo (4, 1 – 5, 4). Es un visionario, su libro contiene cuatro visiones: (1, 1- 3; 8 - 11; 37; 40 – 48). Descubre un mundo fantástico (23, 27, 29, 32, 31). Es un libro bien ordenado: después de una introducción donde recibe su misión de Dios (1 – 3), el libro se divide en cuatro partes: 1) Reproches y amenazas contra los israelitas ante el asedio de Jerusalén (4 – 24). 2) Oráculo contra las naciones donde extiende la maldición divina a los cómplices y a los provocadores de la nación infiel (25 – 32). 3) Durante y después del asedio el profeta consuela a su pueblo prometiéndole un porvenir mejor (33 – 39). 4) en fin del estatuto político de la comunidad futura, reestablecida en Palestina (40 – 48). Se le considera el padre del judaísmo puro, por su esfuerzo y lucha por la pureza espiritual y cultual. Ezequiel da comienzo a la corriente apocalíptica; sus visiones anuncian las de Daniel y en el Apocalipsis neotestamentario, encontramos sus influencias.

Lamentaciones La tradición fundada en 2Crónicas 35, 25 atribuye el libro de las Lamentaciones a Jeremías. Es una lamentación colectiva. Se ubica en la literatura lírica, junto a los Salmos y el Cantar de los Cantares. Probablemente fueron compuestas en Palestina por un discípulo de Jeremías después de la ruina de Jerusalén (587), refleja el duelo de la ciudad y de sus moradores, pero de estos dolorosos lamentos brota un sentimiento de invencible confianza en Dios y de hondo arrepentimiento. El pueblo ha quedado sin sus instituciones políticas y religiosas. Con respecto al autor, algunos consideran que se trata de un solo autor o de varios autores. La pluralidad de autores sigue siendo la hipótesis más compartida por los biblistas; sin embargo, reconocen que está presente la mano de un redactor final que le da unidad al relato. Incluso se piensa que los autores de los cinco poemas pudieron haber sido testigos oculares de los acontecimientos, pues la manera en que escriben, parecieran conmocionados por las escenas de muerte y dolor. La época de composición se ubica entre el 587 (caída de Jerusalén) y 537 a.C. (edicto de Ciro). En Jerusalén. Aunque su origen haya estado en la caída de Jerusalén, los textos fueron

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utilizados después para las celebraciones litúrgicas que conmemoraban la caída de Jerusalén y la destrucción de la ciudad. De hecho, se celebraban “lamentaciones” por dicho acontecimiento (Jr 41, 5). El pueblo se había sumido en el más profundo fracaso humano y político. Lamentaciones descubre que dicho acontecimiento es producto del pecado del pueblo. El autor o los autores, dominaban las ideologías profética, deuteronomista y sapiencial (de las que hizo un uso ecléctico); al mismo tiempo que tuvo el valor de relativizar el carácter sagrado de la inviolabilidad de Sion y de las promesas davídicas. El libro está compuesto por cinco poemas, con versos estructurados alfabéticamente. Un escenario de dolor. La terminología sobre el dolor, la destrucción, abatimiento y duelo, es abundante. El autor se convierte en portavoz de la conciencia colectiva, él habla en nombre del pueblo. Desde el punto de vista literario, se consideran como “Elegías fúnebres”, pero también nos encontramos con las “lamentaciones comunitarias”. En sentido estricto, no pueden ser elegías fúnebres, puesto que su ambiente vital no corresponde a la de las exequias de un individuo. Mientras la elegía tiene la función del desahogo ante una muerte, la lamentación va dirigida a Dios. Aunque perfectamente podemos imaginar que se trata de la muerte de la ciudad, de la aniquilación de las instituciones de la realeza y del culto. Son lamentaciones por la destrucción del santuario, lo cual implicaría una ceremonia cultual. Las liturgias lamentatorias tenían una función catártica, la de superar el abatimiento y la aflicción y de abrirse a la esperanza del futuro. Los poemas serían recitados en determinados días conmemorativos y en la recitación tomarían parte posiblemente diferentes personas y grupos, que representaban a Sion, a los ciudadanos de Jerusalén, a los espectadores, etc… Entre los cristianos, han sido aplicados a la pasión de Jesucristo y leídos en los oficios de Semana Santa. Deutero isaías Los capítulos 40 –55 (el Deutero Isaías = segundo Isaías) se cree que se compusieron en el destierro de Babilonia. Durante las primeras victorias de Ciro en el 550. Esta parte comienza con los relatos de vocación profética (40, 1-11) y finaliza con una conclusión (55, 6-13). “Consuelen, consuelen a mi pueblo”, por eso se le llama el libro de las consolaciones de Israel. El juicio ha concluído y se acerca el tiempo de la restauración; en el libro hay cuatro piezas o poemas líricos: los cantos del siervo (42, 1-4; 49, 1-6; 50, 4-9; 52, 13-53, 12), de profundo contenido teológico sobre el sufrimiento y que los autores de los evangelios los vieron como una prefiguración de Jesús de Nazaret en sus padecimientos.

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Abdías Su nombre se origina del hebreo Obadyah: “Servidor de Yahvé” es el más corto de los libros proféticos pues solo tiene 21 versículos; se cree que se compuso en el 587 cuando los edomitas se habían aprovechado de la ruina de Jerusalén para invadir la Judea meridional. Sus profecías se desenvuelven en dos planos: el castigo de Edom: (1– 14); el día de Yahvé cuando Israel tomará su desquite de Edom: (15–18) con la conclusión “ha hablado Yahvé”. Las promesas escatológicas son adicionales: (19–21). Es un grito apasionado de venganza cuyo espíritu nacionalista contrasta con el universalismo de la segunda parte de Isaías. Salmos Nos encontramos con otro grupo de Salmos propios de esta época. Lo sabemos por las referencias a la opresión babilónica o a los personajes de este tiempo histórico; por ejemplo, el Salmo 137 (136).

4. La restauración o período persa (538–333 a.C.) época post-exílica En el año 538, Ciro, rey de los medos y de los persas ocupa Babilonia. Monarca lleno de humanidad, permite a los deportados volver a su país. Una parte de los judíos se queda en Babilonia y otra vuelve a Palestina. La reinstalación resulta difícil, ya que sus tierras están ocupadas. Aquí surgen varios profetas que sostienen sus esfuerzos: Ageo que anima al pueblo a reconstruir el templo, Zacarías, el Tercer Isaías o Trito Isaías (caps 56–66). En este período de dos siglos surgen Nehemías (445-443) y Esdras (398), dos judíos, altos funcionarios de la corte persa. Esdras restaura la ley judía que se convierte en ley del Estado. El pueblo vive una calma relativa. El profetismo va evolucionando hacia la apocalíptica y la esperanza mesiánica; sin embargo, todavía nos encontramos con los profetas Abdías, Malaquías, Joel, Zacarías. Trito isaías Profeta anónimo posterior al exilio. Profundamente poético y despertador de las esperanzas del pueblo en el duro proceso de reconstrucción. Abarca los últimos capítulos de Isaías: 56–66. Ageo

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El nombre de Ageo significa: “El festivo”, “el nacido en una fiesta”. La ausencia del preámbulo habitual; el estar escrito en tercera persona y referirse a Ageo como “el profeta”, más detalles lingüísticos, confirman que el libro de apenas dos capítulos y 38 versículos, no fue escrito por el profeta, sino que es un relato de su actuación histórica. Ageo actuó en un período de gran importancia en la formación del judaísmo, después de los terribles años del exilio babilónico. Consiguió infundir actividad religiosa a un pueblo desmayado; enseña que la fe no puede carecer de culto y de allí la necesidad de un centro. Otro de los temas que se vislumbra en el libro es el del futuro mesianismo. Con él comienza el último período profético, el posterior al destierro. Puesto que cada uno de los oráculos que pronuncia están claramente datados en el inicio, se puede definir claramente que profetizó entre junio y diciembre del año 520 a.C., cuando gobernaba el imperio persa, Darío I. Hay un cambio total en la profecía: antes del destierro solamente se hablaba de castigo, en el destierro era consolación y ahora restauración. Ageo llega en un momento decisivo para la formación del judaísmo: el nacimiento de la nueva comunidad de Palestina. Los primeros judíos que llegaron del destierro se desanimaron pero Ageo y Zacarías les reanimaron e indujeron al gobernador Zorobabel y al sumo sacerdote Josué a proseguir los trabajos del templo (1, 14). Malaquías Este nombre significa “Mensajero de Yahvé” y parece deducido de (3, 1): “Mi mensajero”; el libro es posterior a la reconstrucción del templo en el 515 y anterior a las prohibiciones de los matrimonios mixtos bajo Nehemías, (445); se compone de seis trozos construidos en los cuales hay dos temas: 1) Las faltas cultuales de los sacerdotes y también de los fieles (1, 6-2, 9 y 3, 6-12). 2) El escándalo de los matrimonios mixtos y los divorcios 2, 10 - 16. Anuncia el día de Yahvé que purificará y dará el triunfo a los justos (3, 1-5, 13-21). Joel Su nombre significa: “Yahvé es Dios”. Su composición es aproximadamente del 400 a.C.; sus vínculos con el culto son evidentes (1–2) son una liturgia penitencial que concluye con la promesa profética del perdón divino. Se divide en dos partes: 1) una invasión de langostas que causa estragos en Judá provoca una liturgia de duelo y de súplica; Yahvé responde prometiendo el fin de la plaga y la vuelta de la abundancia (1, 2-2, 27. 2) describe en estilo apocalíptico el

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juicio de las naciones y la victoria definitiva de Yahvé y de Israel (3–4). Las langostas son el ejército de Yahvé mandado para ejecutar su juicio “el día de Yahvé”, del que pueden librarse por la penitencia y la oración y esto abrirá los tiempos escatológicos donde vendrá el Espíritu profético sobre todo el pueblo (3, 1–5). Profeta del espíritu, de la penitencia y la oración. Zacarías Su nombre significa “Yahvé recuerda” (Zakar: recordar, hacer memoria; ya: abreviatura de Yahvé). Desarrolla su actividad en la misma época histórica de Ageo. Se compone en noviembre de 520, dos meses después de la profecía de Ageo, también durante Darío I; el libro consta dos partes distintas (1–8 y 9–14); de aquí que algunos hablen del primer Zacarías y del segundo Zacarías. 1) La primera parte refiere ocho visiones del profeta (1, 7 – 6, 8); seguidas de la coronación simbólica de Zorobabel (6, 9-14). El capitulo 7 es una ojeada al pasado nacional y el capitulo 8 abre perspectivas de salvación mesiánica. Al igual que Ageo se preocupa de la reconstrucción del templo y de la restauración nacional y sus exigencias de pureza y moralidad y la espera escatológica es más apremiante. 2) La segunda parte (9–14), es diferente, se cree que fueron compuestos después de la conquista de Alejandro; se distinguen dos secciones: (9–11 y 12– 14); la primera parte se refiere a sucesos de historia, la segunda parte describe con terminología apocalíptica las glorias de Jerusalén de los últimos tiempos. Esta parte del libro es importante sobre todo por su doctrina mesiánica.

La Torá, literatura sapiencial y otros escritos La calma política, la madurez que da el sufrimiento, le permiten a Israel reflexionar sobre el sentido de la vida, sobre los grandes problemas humanos, el sufrimiento, la muerte. Surge pues, con fuerza, la literatura sapiencial con sus grandes cuestiones humanas, sabiduría popular y tradicional, relatos educativos, poesías y oraciones cultuales: se recogen los Proverbios, Rut, Jonás, Job, Cantar de los Cantares, Salmos. La corriente sacerdotal, produce el libro de Crónicas, Esdras y Nehemías, Levítico. El Pentateuco adquiere su obra definitiva en la síntesis que hace la tradición sacerdotal u otro redactor o redactores como suponen otras teorías, de las cuatro tradiciones nacidas a lo largo de la historia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Vale la pena señalar que la corriente sacerdotal, reescribe nuevamente la historia de Israel, pero desde un contexto diferente. Aunque posteriormente se ubicaron en el bloque de los libros históricos, no los

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podemos entender estrictamente en el sentido histórico como relatos fidedignos de lo que sucede en el pueblo de Dios. Sí podemos entenderlos como relatos históricos, escritos a posteriori, en el cual sus personajes fueron agigantados, para que sirvieran como modelos a los creyentes de una época. De esa manera, reanimaban al pueblo para reconstruir sus ciudades, su religión, su historia. Nos encontramos con un avance en el desarrollo de las ideas teológicas. Pentateuco: (Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio) El Pentateuco que se refiere a los cinco primeros libros de la Biblia, llamados entre los judíos Torá. La Torá fue traducida al griego, Nomos, palabra que traducimos en español por ley. Del griego viene el nombre Pentateuco (Penta = cinco y toukhos = rollo o libro enrollado). Fue entonces que lo dividieron en cinco partes por comodidad y practicidad para leerlos. Lo importante del Pentateuco es que quiere transmitirnos la fe de un pueblo, Israel, que en medio del paganismo se mantiene fiel. En hebreo, los libros de la Torá, se denominan con la primera palabra importante de cada libro. La traducción griega de los LXX les dio un titulo referido al contenido del libro: Génesis (orígenes del mundo, de la humanidad y de Israel). Éxodo (“salida” alusivo a la salida de Israel de Egipto). Levitikon (“Levítico”, referente a las leyes y ritos levítico-sacerdotales). Aritmoi (“Números”, debido a los censos conservadores en el libro). Deuteronomio (segunda ley). El Pentateuco forma los primeros cinco libros que aparecen en las Biblias. Génesis Es el primer libro del Pentateuco y de la Biblia; sin embargo, no fue el primero que se escribió. Su nombre en hebreo es Bereshit. Significa, orígenes, inicios, comienzos, principio. Está formado por dos grandes bloques: los capítulos del 1 al 11 y del 12 al 50. El tiempo en que el Génesis es redactado, era necesario reconstruir y devolver la esperanza al pueblo que se encontraba destruido, no sólo materialmente, sino en todos los aspectos: económico, político, espiritual y moralmente. La caída del reino de Judá en manos de los babilonios los deja sin reyes, sin sacerdotes, sin templos, Jerusalén destruida, perdieron su tierra. Por su mensaje teológico, el Génesis ocupa un lugar central y es clave en la interpretación no sólo del AT, sino también del NT. Los primeros once capítulos conforman una unidad literaria que trata de explicar la existencia del mundo, de la naturaleza y de la humanidad. No podemos sacar mensajes históricos, ni científicos de estos textos. No los interpretamos al pie de la letra, sino que descubrimos el tesoro escondido que

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contienen. Esta sección, está llena de mitos de creación, que son comunes y normales en toda cultura. Los mitos, difícilmente desaparecen, más bien, evolucionan o se transforman. La segunda parte, narra las tradiciones de los patriarcas: Abrahán, Isaac, Jacob y el ciclo de José. Éxodo El libro del Éxodo tiene 40 capítulos y 1209 versículos. Comienza con un sumario (resumen) de la historia de José que hace de bisagra entre la “historia de los patriarcas” o “historia de los antepasados de Israel” y la historia del “pueblo de Israel” (Ex 1, 1-7) y termina con el momento en que, después de varios acontecimientos, la “gloria de Yahvé llena la morada o “tienda del encuentro”. Narra la salida de los israelitas de Egipto y su llegada a la montaña santa. Con el Éxodo propiamente surge el pueblo de Dios. Los grandes símbolos de la presencia son “la gloria” y “la nube”. La cuestión de la soberanía de Yahvé sobre Israel recorre todo el libro del Éxodo. Éxodo, significa: salida de la esclavitud de Egipto. Propiamente es el libro más importante del Pentateuco, porque aquí surge la historia del pueblo como tal. Es el principio de una alianza entre Dios y su pueblo. Son los momentos claves de la fe e historia del pueblo de Israel. Dios revela su nombre: Yahvé, que se relaciona con el verbo ser y estar. Se trata de una presencia de Dios en la historia; liberador y novedoso en su acción salvífica y que manifiesta la fidelidad a su compromiso perpetuo con el hombre. Por supuesto, el gran protagonista del libro es Yahvé, cuyas maravillas las realiza a través de Moisés y del pueblo. A nivel estructural, en general, los exégetas distinguen al menos tres partes en el libro del Éxodo, las cuales coinciden geográficamente con tres lugares: Egipto, Desierto y Sinaí. Primera parte: la salida de Egipto (Ex 1, 1-15, 21). Segunda parte: la marcha de Egipto hasta el Sinaí o paso del desierto (Ex 15, 22-18, 27). Tercera parte: los acontecimientos del Sinaí (19–40) Levítico La palabra viene de Leví, una de las tribus que se encargaba de todo lo concerniente al templo. En gran parte es un libro de ceremonias. En hebreo es Wayikrá: “Y llamó”, pues el libro comienza así: “Yahvé llamó a Moisés”. Por supuesto que hace referencia al llamado de Dios no sólo a Moisés, sino a su pueblo elegido. Su título en español, deriva del griego Levitikon (LXX) y del latín Leviticus (Vg). Es como un manual litúrgico del sacerdocio levítico y, al mismo tiempo, enseñaba a los israelitas la necesidad de una santidad en todos los

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aspectos de su vida. Sin embargo, esta forma definitiva de culto dista varios siglos del primitivo culto en el desierto. Es fruto de una sociedad sedentaria bien estructurada. A diferencia de Génesis, Éxodo y Números, donde se funden varias fuentes y tradiciones, el Levítico pertenece por completo a la tradición sacerdotal. El libro lo podemos estructurar de la siguiente manera: 1–7: Ley de los sacrificios y ofrendas. 8– 10:

Consagración sacerdotal y primeros sacrificios.

11– 15:

Ley de pureza ritual. Los sacerdotes ejercen su oficio de distinguir lo puro de lo impuro, lo santo de lo profano.

16:

El día de la expiación: (yom kippur).

17– 26:

Ley o código de la santidad. Se le llama así por su tema dominante y sus fórmulas frecuentes de santidad.

Números Su nombre le viene de los números del pueblo de Dios que salió de Egipto. Recoge los censos. En hebreo es llamado: Bemidbar = “En el desierto”. En los LXX: arithmoi; en latín: númeri = Números. A diferencia de los otros libros del Pentateuco que reciben el nombre griego, éste es el único que tiene nombre latín: Números. Seguramente su nombre se debe a la cantidad de números, censos, listados y empadronamientos que encontramos en el libro. Desde el punto de vista literario, nos encontramos en este libro con narraciones, leyes, instrucciones, itinerarios de viajes, censos, datos sobre guerras, una bendición famosa y más. Desordenado y episódico. Se encuentra dividido en dos visiones contrarias: el pueblo sigue en el desierto, sale del Sinaí (1-10) y se acerca a la Tierra Prometida (21, 10-33, 49), después de un largo rodeo. Dentro de los temas fundamentales, se encuentra “el desierto”, no sólo como lugar geográfico, sino como lugar teológico. Es allí precisamente que afloran, dos sentimientos propios de todo ser humano: por una parte, el desarraigo, las dificultades, que les llevan a clamar y protestar, hasta niveles de rebeldía; por otra, el sentido de pertenencia a Dios. Muchas de las narraciones, son repeticiones que encontramos en el Éxodo y Levítico, aunque con un significado nuevo y quizá con un tinte más pesimista con respecto a las rebeldías del pueblo. Es el desierto el lugar y el espacio en que Dios va moldeando a su pueblo y éste a su vez, adquiere ese sentido de pertenencia y de verse protegido por Yahvé. Allí se va revelando también el carácter y la presencia de Dios. Él va purificando a su pueblo hasta introducirlo a

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la Tierra Prometida como un pueblo nuevo. El tiempo de estancia y peregrinación por el desierto, se conservó en la memoria de Israel como una época dorada de relación con Dios, en contraposición con la vida cómoda y relajada de épocas posteriores. Allí experimenta la tentación y el desánimo, pero también el perdón y la misericordia de Dios. Dios e Israel son los dos grandes protagonistas. Deuteronomio Ya lo analizamos. Crónicas Su nombre viene del griego Cronos = tiempo. En hebreo dibere hayyamím = palabra o hechos de los días. Durante mucho tiempo se le llamó “Paralipómenos” que significa: cosas omitidas, complementos; eso fue por influencia del latín. Siguiendo la traducción de los LXX se volvió a su nombre en griego y ellos mismos dividieron el libro en dos. Estos libros trazan la historia de Israel que va desde los orígenes del mundo hasta el edicto de Ciro en el año 538 a.C. El libro comprende cuatro grandes partes: a) De Adán a David (1Cro 1–9). b) David (1Cro10–29). c) Salomón (2Cro 1–9). d) Los reyes de Judá (2Cro 10–36). Al autor de este libro se le da el nombre de Cronista. Junto con Esdras y Nehemías se consideran una unidad. Su teología va en la línea de la teocracia. Se escribió al final de la época persa o inicios de la helénica. Esdras - Nehemías En su origen formaban un solo libro. Esdras viene del hebreo ‘ezra’ = “Dios ayuda”. Mientras Nehemías se origina de Nejemyah: “Yahvé consuela o reconforta”. Son los principales organizadores de la comunidad judía postexílica. Esdras era sacerdote de genealogía arónica (Esd 7, 1-5); es doctor de la ley, consejero del gobierno persa para los asuntos judíos. Su misión se situaría alrededor del 398 a.C. Nehemías por su parte, era laico judío y copero de Artajerjes. Ambos libros no entraron en el canon judío. Se refieren a tres grandes momentos de la restauración postexílica: Retorno del exilio y reconstrucción del templo (Esd 1–6).

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Misión de Esdras (Esd 7–0). Misión de Nehemías (Ne 1–13). Ambos libros se consideran redacción del cronista. Rut Posiblemente su nombre signifique “amiga”. Rut queda viuda y permanece con su suegra Noemí, quien regresa a Belén y Rut con ella, expresando: “Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios” (Rt 1, 16). Se casará con Booz, pariente próximo que la podía rescatar; es decir, trata la “ley del levirato”. Rut da a luz a Obed, padre de Jesé, padre de David. El libro que lleva su nombre, alaba su piedad y la pone como ejemplo de una extranjera, integrada en el pueblo elegido. El libro puede tener como objetivo: subrayar la obligación del levirato, mitigar la prohibición de casarse con extranjeras como era Rut o bien ilustrar los antepasados del rey David. Incluso algunos, haciendo una lectura con matiz político, creen que se trata de un libro que se opone a las políticas conservadoras de Esdras y Nehemías, poniendo como heroína de Israel, no sólo una mujer, sino además, extranjera. Ester Escrito en el siglo IV a.C., puesto que refleja bien el ambiente persa. Se dirige al pueblo judío con el afán de despertar el valor de la nación. Dos temas claves en el libro son: la humillación y la exaltación del justo. Dios interviene siempre en la historia de su pueblo para liberarlo de la esclavitud. El libro fundamenta la fiesta de los Purim o Suertes, probablemente de origen persa. La fiesta es una memoria histórica de la liberación de los enemigos, la tristeza transformada en alegría, el luto en fiesta, con banquetes, intercambio de regalos y donativos a los pobres. La fiesta tiene un carácter profano y popular, aunque el judaísmo trató de convertirla en una fiesta religiosa con el libro de Ester. Baruc Su nombre significa “Bendito”. Baruc, aparece como secretario de Jeremías en Babilonia después de la deportación. Contiene: una plegaria de confesión y de esperanza (1, 15 –3, 8); un poema sapiencial (3, 9 – 4, 4) donde la sabiduría es identificada con la ley; una pieza profética (4, 5–5, 9) donde Jerusalén personificada rechaza a los desterrados y donde el profeta la anima con la evocación de las esperanzas mesiánicas. Este libro es interesante porque nos introduce en las comunidades de la dispersión y nos muestra cómo se conserva

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en ellas la vida religiosa por medio de las relaciones con Jerusalén, la oración, el culto de la ley, el espíritu del desquite y los sueños mesiánicos. No se le considera estrictamente profético y es deuterocanónico. Jonás Se cree que existió antes del 612, de la destrucción de Nínive; es el Jonás de 2Reyes 14, 25, contemporáneo de Amós y Oseas, hijo de Amitay. El libro es posterior a los acontecimientos históricos que describe, post-exílico. Es una verdadera joya de la narrativa hebrea: su gran objetivo es dar a conocer la voluntad de Dios de una “salvación universal”. Lo importante es su mensaje. Cuenta la historia de un profeta desobediente que primero quiere sustraerse a su misión, puesto que Dios lo envía a predicar a Nínive, para que se conviertan. Nínive era la capital del imperio asirio que tanto daño había causado al pueblo de Dios; por eso Jonás no quiere ir. Huyendo en una embarcación, descubren que las tempestades son producto de su desobediencia y lo arrojan al mar donde se lo traga una ballena y luego es salvado milagrosamente. Ese acontecimiento será relacionado por los evangelistas como signo de la resurrección de Jesús. Aunque está colocado entre los profetas, es más un libro didáctico y sapiencial. Su profecía destructiva no se cumple y por eso se enoja y se queja ante Dios, del éxito inesperado de su predicación. Lo que Dios quiere es la conversión. Predica el universalismo de Dios, Dios es el Dios no solo de los judíos sino también de los paganos. Popularmente se le conoce como el “profeta de la mala suerte”. La estructura del libro es sencilla: 1) Jonás, rebelde a su misión. 2) Jonás salvado. Oración de Jonás. 3) Conversión de Nínive y perdón divino. 4) Despecho del profeta y respuesta divina. Job Prototipo de la literatura sapiencial. Muchos relacionan su nombre con el significado de “enemigo de Dios”. El libro trata uno de los problemas más difíciles humanamente hablando: “El hombre ante el sufrimiento y el dolor”. Pone en crisis el principio de retribución, según el cual, Dios le da a cada uno lo que se merece. Para plasmar su mensaje, el autor utilizó un viejo relato que sin duda alguna, era muy conocido de sus contemporáneos. El hombre, va a llegar a una experiencia profunda de Dios, después de haber sufrido mucho. Es decir, que

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para llegar a Dios, el sufrimiento es un ingrediente inevitable; no se trata de un masoquismo tonto de buscar el sufrimiento, sino que éste llega a la vida de los seres humanos y a veces actuamos como Job: pacientemente o rebeldemente. Lo importante es que nos sirva para llegar a Dios8. El libro consta de tres partes: un prólogo (1–2), y un epílogo (42, 7-17); en medio de los cuales se extiende el cuerpo del libro (3, 1–42, 6). El prólogo y el epílogo están escritos en prosa, mientras el cuerpo del libro en verso. ¿Por qué el mal afecta a personas inocentes? ¿Por qué Dios bendice a unos con muchos bienes y a los pobres no? ¿No es que los pobres son los favorecidos de Dios? Job quiere ser un intento de respuesta a estas cuestionantes. Los amigos de Job defienden la tesis tradicional de la retribución temporal: “Si Job sufre, es por que ha pecado; él puede considerarse justo a sus propios ojos, pero no lo es ante Dios”. Eclesiastés o Qohélet Qohélet es el participio femenino singular de la forma qal, de qahal, de la que se deriva el nombre que significa “asamblea, congregación” (Ecclesía = Iglesia). Por tanto el término designa a alguien que tiene una determinada relación con una asamblea e indica posiblemente algún oficio en concreto (posiblemente un maestro 12, 9). Actualmente se quiere significar con Eclesiastés al dirigente de la Iglesia. Se cree que se compuso cerca del siglo III o IV a.C. “Vanidad de vanidades” resume el tema del libro, pero no agota el interesante conjunto de pruebas a las que el autor somete la vida. El libro lo podemos dividir en dos grandes partes: a) narración de las experiencias de la vida de Qohélet: el autor nos narra sus esfuerzos por encontrar valor real en la vida: lo buscó en la sabiduría pero ésta no hacía mas que mostrarle la impotencia universal; lo torcido no puede enderezarse y lo manco no se puede completar. Lo que existe no puede ya modificarse y lo que no existe debe ser dejado de lado (1, 12-18). Buscó entonces en los placeres, pero una vez mas se encontró ante el vacío. Entonces acusa al dolor y el sufrimiento que le producen los desórdenes sociales capítulos 1 – 6. b) Conclusiones prácticas a las que le ha conducido su experiencia 7, 1 –12, 8. El libro termina con un epílogo. Proverbios En el original hebreo el libro de los Proverbios se llama “Misle Selomoh”, los “dichos de Salomón”. Es uno de los libros más antiguos de la literatura sapiencial,

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es una antología de colecciones anteriores. Los proverbios, adagios o dichos, forman parte de todas las culturas. En sentencias cortas, se transmite un caudal de conocimientos que son útiles para la vida y que dejan siempre una moraleja. Aunque todo el libro de los Proverbios es atribuido a Salomón (Pr 1, 1), solamente dos colecciones son puestas en directa dependencia literaria de él; probablemente el libro alcanzó su forma actual a finales del siglo V a.C., para responder a las necesidades religiosas del judaísmo post exílico. Los sabios antiguos se preocupaban primeramente de guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en el curso de la vida terrena, pues no sabían de una vida posterior a la muerte. Por eso aplicaban claramente la doctrina de la retribución: la nación prosperaría materialmente si el pueblo era fiel a la ley de Yahvé. La felicidad consistía en riquezas, honor y larga vida; estas bendiciones acompañaban a la humildad y el temor del Señor 22, 4. En resumen, parece que la intención del libro es inducir a los hombres a aceptar la doctrina de la Sabiduría. Lo mas antiguo del libro son los llamados “Proverbios de Salomón” (10, 1-22, 16) y los transcritos por los hombres de la corte de Ezequías, rey de Judá capítulos 25 – 29. A la primera de estas dos colecciones le fue añadida a modo de apéndice, una segunda colección que se titula “Palabras de los sabios” (22, 17-24, 34). A la segunda colección de Salomón le fueron añadidos a su vez tres apéndices o colecciones más, dos de ellas atribuidas a los sabios Agur (30, 1-14) y Lemuel (31, 1-9), y la tercera anónima (30, 15-33). Todo este conjunto se halla prolongado por una extensa exhortación inicial capítulos 1 – 9 y epilogado por un poema alfabético de elogio a la mujer fuerte (31, 10.31) En resumen, el libro de los Proverbios está integrado por cuatro unidades literarias parciales, pertenecientes a distintas épocas y diferentes en cuanto a su naturaleza. Cantar de los Cantares Se va imponiendo entre los especialistas esta opinión: el Cantar es una colección de poemas en los que se advierte la maestría literaria de un redactor o redactores que tratan de conferirle cierta uniformidad con relativo éxito. El título es un superlativo análogo (frecuente en la SE); por ejemplo, al que se empleaba para designar al lugar más sagrado del templo (santo de los santos), al rey más augusto (rey de reyes), (vanidad de vanidades). Es decir, el título de Cantar de los Cantares quiere ser expresión de la alta perfección del libro. Todos los hagiógrafos son santos, pero el Cantar es sacrosanto. Fue escrito en hebreo. ¿Cómo un poema tan profundamente erótico, sin explícitas referencias religiosas, entró a formar parte del canon judío y luego del cristiano?

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Indudablemente la asociación del Cantar con Salomón y la interpretación alegórica a la que fue sometido en el judaísmo y en el cristianismo, facilitaron su entrada en el canon. Incluso en época tardía, pasó a formar parte de los textos litúrgicos de la Pascua judía. Aunque se le atribuye a Salomón, sabemos que no lo escribió él. Seguramente tuvo como ambiente vital el territorio palestino. Probablemente fue redactado finalmente en Jerusalén. Muchos aceptan el siglo III como fecha de composición, sin negar el carácter antiquísimo de algunos poemas individuales. Se presenta como un diálogo entre dos amantes, que se buscan celosamente, que aspiran al mutuo amor y la mutua posesión, que se reúnen para separarse de nuevo con la esperanza de llegar a poseerse definitivamente. También hay monólogos. El género literario Cantar es una composición literaria con vínculos originales en la danza y la música. Es un poema recitado o cantado con acompañamiento musical. Unos dicen que Cantar es un drama, un poema. Hay una abundancia de los términos relativos al amor (de ahí las abundantes descripciones del cuerpo), la alegría. El autor nos regala un mundo de sensaciones, espacios poblados de flora y fauna exóticos y eróticos. En el caso del amado, el poeta recurre a elementos botánicos (mirra, ciprés, manzano, palmeras, cedros), zoología (gamo, cervatillo) personajes (pastor). Se puede estructurar así: Prólogo:

la esposa aspira a encontrarse con el esposo: 1, 2-4.

Primer canto:

anhelos de la esposa: 1, 5 – 2, 7.

Segundo canto: mutua búsqueda: 2, 8 – 3, 5. Tercer canto:

que llega el esposo: 3, 6 – 5, 1.

Cuarto canto:

posesión mutua: 5, 2 – 6, 3.

Quinto canto:

desenlace final = posesión definitiva: 6, 4 - 8,7.

Dos apéndices: reflexiones sobre el Cantar, añadidas posteriormente: 8, 8 -14

5. Período helenista o griego (333 – 63 a.C.) El año 333 a.C., marca un nuevo giro histórico. Alejandro Magno conquista Grecia y extiende su imperio. Esparce la cultura griega y la lengua común (Koiné). Alejandría se convertirá en un nuevo foco intelectual y teológico. A su muerte el reino se divide en sus dos hijos: Ptolomeo (Lágidas) y Seleuco (seléucidas). Los Lágidas es la dinastía griega que gobierna en Egipto, hasta que cae en manos de los romanos. En Alejandría, la Biblia se traduce del hebreo al griego (los LXX). Los judíos de Alejandría que no comprendían el hebreo,

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quisieron tener, para el uso litúrgico en la sinagoga, la ley, en su lengua. Esta traducción tiene el mérito de haber forjado el vocabulario y el estilo que servirá para escribir el Nuevo Testamento y será también la usada por todos los cristianos. Los estudios bíblicos le conceden gran importancia a este período por la influencia que tendrá en el NT. Además, debemos tener en cuenta que la cultura helénica por su reflexión filosófica, adquiere una dimensión universal. Las diferentes escuelas griegas que existen antes, durante y después del nacimiento del cristianismo influirán de una u otra manera en la visión cristiana. Pensemos solamente en la gnosis, los estoicos, los epicúreos, los cínicos y otras escuelas filosóficas existentes. La cultura griega era cosmopolita y aceptaban todo tipo de pensamiento. De hecho la lengua griega fue el vehículo adecuado para que el cristianismo adquiriera una dimensión universal. En el año 198 a.C., Israel cae bajo el yugo de los seléucidas que, negándoles el derecho a un estatuto particular, querrán imponerle por la fuerza la cultura y la religión helenista. Matatías y su hijo Judas “Macabeo”, huyen al monte y organizan la resistencia armada. Su guerra subversiva acabará con la liberación de Jerusalén en el año 165. Los hermanos de Judas, y luego sus descendientes, restablecerán durante algún tiempo el reino de Israel. 1Macabeos favorable a los combatientes, narra su epopeya. Otros creyentes piensan que sólo Dios puede concederles la liberación. Hay que suplicar a Dios que intervenga y entretanto, ofrecer valerosamente la cabeza a los perseguidores. Esta será la postura de los autores del Apocalipsis de Daniel. 2Macabeos relata el martirio de los 7 hermanos. Aquí surgen también Ester, Judit y el libro de la Sabiduría. De esta época histórica son los fariseos, saduceos y la mayoría de los grupos que se encuentran en tiempo de Jesús. Daniel Es el prototipo de la literatura apocalíptica que surge a comienzos del siglo II y no desaparece sino hasta el siglo I d.C. Aparece como modelo de la piedad judía y del cumplimiento de su ley, frente al dominio griego. Es otro de los libros colocados entre los profetas, aunque no lo podamos identificar como tal. Su texto tiene partes en hebreo, arameo y griego, lo cual indica lo complejo de su formación. Judit Judit es un nombre hebreo que significa: la judía. Después de quedar viuda

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lleva una vida de austeridad. Aparece como joven, hermosa, rica, sabia y decidida. Cuando Holofernes asedia Betulia, la astucia y el coraje de Judit salvan a la ciudad del desastre. Seduce a Holofernes y lo decapita durante el sueño, aprovechando que éste estaba borracho. Muere a los 105 años sin volverse a casar. Ella es una representación simbólica de todo el pueblo judío. Es un libro deuterocanónico. Sólo se conoce la versión griega de los LXX. Los primeros 8 capítulos presentan el ataque de Holofernes y los 8 restantes, la intervención de Judit. Aunque aparece en los libros históricos, es difícil comprobar que responda realmente al contexto histórico que describe; por ejemplo, Nabucodonosor no reinó jamás en Nínive (Jdt 1, 1). Betulia no se ha identificado… Mejor es verlo como un libro didáctico, que demuestra la presencia salvadora de Yahvé entre su pueblo, adaptándolo a la época que vive. Su autor es desconocido y se sitúa a mediados del siglo II a.C., en el contexto de la persecución de Antíoco y de la rebelión Macabea. Nos regala un mensaje de esperanza fundado en la fe en el Dios de Israel. Dios es quien dirige la historia de su pueblo. Tobías Del hebreo Tobbiyah, que significa “Yahvé es bueno”. Libro deuterocanónico que narra la bella historia de una familia de Israel en tiempo del exilio en Nínive. El libro se inicia con un prólogo que presenta los personajes (1 –3). Tobit y su esposa, viven exiliados en Nínive, con su hijo Tobías que se encuentra ciego. Por su parte, Sara, acosada por un mal espíritu está desesperada por la muerte de sus siete maridos. Del capitulo 4 al 11, se nos presenta el viaje que Tobías hace a Ragués, en Media, a recuperar el dinero depositado antaño en casa de Gabael. El ángel Rafael (= medicina de Dios) es su guía. El ángel le enseña a Tobías a enfrentarse con los peligros, le da a conocer los remedios que curan la ceguera y alejan a los demonios y lo conduce a un matrimonio feliz con su prima Sara. Llegado a Ecbatana, Tobías se casa con Sara. Luego vuelve a Nínive donde cura a su padre. El desenlace se describe en los capítulos 12 al 14. El libro se sitúa alrededor del año 200 a.C. Es un libro pedagógico, didáctico. Volviendo hacia acontecimientos históricos del pasado, construye una novela fabulosa, obra maestra del arte narrativo, mostrando cómo la providencia de Dios actúa en sus servidores. Insiste sobre el respeto y la estricta observancia de la ley, diezmos, observancias alimenticias. Acentúa las obras de caridad, limosnas, enterrar a los muertos, importancia del matrimonio. Dios no abandona a sus fieles en la aflicción, pues cura a Tobit, lo bendice, otorgándole descendencia, riquezas y larga vida. Dios conduce la historia de su pueblo; en esta ocasión, a través de su ángel Rafael. Este arcángel, patrono de los hospitales es muy

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apreciado en los mismos. Macabeos Macabeo es un sobrenombre de Judas, hijo de Matatías, que significa: “Martillo”. Los dos libros relatan la revuelta de los judíos ante el acoso helenístico. Los libros nos han venido a través de los LXX. Deuterocanónicos. No son continuación uno del otro, aunque ambos se refieren al mismo período histórico (175 – 135 a.C.). Su tema principal es el conflicto entre el judaísmo y el helenismo. Muestran cómo Judas y sus hermanos, aseguraron la autonomía y la libertad del culto judío, gravemente amenazado por la persecución de Antíoco IV, Epífanes y sus sucesores. Constituyen una valiosa fuente de datos sobre el judaísmo de esa época. Su autor se sitúa alrededor de los siglos II y I a.C.; se trata posiblemente de un judío de Palestina. Insiste en la fidelidad a la ley judía ante el peligro de la helenización. En el segundo libro de los Macabeos se habla sobre el valor de la oración por los muertos; es decir, que el tema de la vida después de la muerte ocupa un lugar importante. Eclesiástico o Sirácida El título hebreo de este libro debió haber sido “La sabiduría de Jesús, Ben hijo de Eleazar, hijo de Sirá”, como se encuentra en la Biblia de los LXX. Fue escrito por un solo autor que firmó su obra. Se conoce por los nombres: Eclesiástico o Libro de la Iglesia, bien sea por el amplio uso que hizo de él la Iglesia, bien por la disputa histórica referente a su autoridad canónica; libro de Ben Sirá o Sirá, o simplemente Sirac, por el apellido del autor, cuyo abuelo parece que disfrutó de mayor notoriedad. Sirac fue un escriba y maestro muy estimado, hombre culto y acomodado, que viajó mucho durante su vida, quizás en calidad de diplomático ante las cortes extranjeras. En sus últimos años dirigió una escuela en Jerusalén, impartiendo a los jóvenes sus conocimientos y comunicándoles su amor a las Escrituras, así como la sabiduría práctica que había adquirido con su experiencia. La mayoría de los autores dicen que se escribió cerca del 116 a.C. Paralelamente a como ocurría en Proverbios, Ben Sirá recoge, en forma rimada y poética, dichos, refranes y sentencias sobre las materias mas diversas: vida familiar, relaciones sociales, trato con los mayores, educación de los hijos, administración de la hacienda, duelo por los muertos, comportamiento con los huéspedes, instrucciones sobre los negocios, valor de los médicos y medicinas, etc. A diferencia de Proverbios, aquí en el Eclesiástico las unidades literarias son más extensas y homogéneas. Ben Sirá escribe cuando los seleúcidas toman

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Palestina y hay un proceso de helenización que Antíoco IV quiere imponer por la fuerza. A esto Ben Sirá se opone con la tradición. Sus escritos fueron una de las causas que motivó la rebelión contra el helenismo. Estableció como principio fundamental el temor de Dios, hecho de respeto y obediencia, de fe y confianza absoluta en el Dios de la alianza. Presta atención, a diferencia de los demás sapienciales, al tema de la alianza capítulos 44 – 50 y evoca incluso a la esperanza mesiánica (36, 1-19). Su fe reposa en el Dios de la alianza, en el Dios Padre (23, 1-4), y esta fe debe reflejarse en las obras, especialmente en el ejercicio de la justicia y la misericordia hacia el prójimo; nos invita a perdonar a nuestros prójimos si queremos nosotros mismos ser perdonados (28, 1-7). Ben Sirá es un hombre sano íntegramente, lleno de buen humor. Amante de la música, inquieto por la cultura y vive feliz con la compañera de su hogar. Es, en una palabra, un buen humanista. El libro es esencialmente una apología (defensa) del judaísmo. Escribiendo en defensa de la cultura y la herencia religiosa de su pueblo frente al desafío del helenismo, el autor intentaba demostrar a los judíos de Palestina y de la diáspora, así como a los paganos de buena voluntad, que la auténtica sabiduría reside en Israel. Sabiduría Éste es el título que tiene en la Biblia de los LXX “Sabiduría de Salomón”. Pero es claro, como ya hemos dicho anteriormente, que a pesar de la atribución a Salomón el libro de la Sabiduría se escribió muchos siglos después de este rey. El lugar de composición es, al parecer, Egipto; probablemente Alejandría, el gran centro intelectual y científico del mundo mediterráneo y uno de los mas importantes centros de la diáspora judía; porque las ideas que tiene el libro muestran afinidad con las ideas que se manejaban en ese lugar en ese período y también porque ese nombre constantemente a Egipto y sus relaciones con Israel capítulos 11 – 19. El autor es un judío de lengua griega. Era un tiempo de crisis en la fe, que algunos judíos habían abandonado (2, 12); otros estaban en peligro de seguir el mismo camino. A los problemas que esta atmósfera intelectual planteaba a muchos judíos venía a sumarse otro, viejo ya de siglo, pero reavivado ahora por los sufrimientos presentes y el antisemitismo: el de la retribución. ¿Cómo es que los malvados prosperan mientras que los justos sufren? ¿Cuándo y dónde imparte Dios su justicia? El autor se valió de los conceptos griegos de alma y cuerpo, y llega a la conclusión de la inmortalidad partiendo no de la naturaleza del hombre, sino de sus relaciones con Dios. El objetivo del autor es demostrar a los judíos, seducidos por la filosofía y costumbres griegas, que la sabiduría de Israel es superior,

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puesto que se fundamenta en Dios. La mayoría de estudiosos lo ubican en Alejandría en el segundo y primer siglo antes de Cristo. Entre los temas que trata el libro, los podemos sintetizar así: la sabiduría: personificación de la sabiduría, sabiduría humana, sabiduría divina. El Espíritu y el destino inmortal del hombre.

6. Período romano (63 a.C. al 135 d.C.) En el año 63 a.C., Roma, por medio del general Pompeyo, hace una entrada en el Medio Oriente y conquista Palestina. Las causas eran sencillas: el Imperio Romano se expandía y adquiría hegemonía y Palestina era débil interiormente. El año 40 a.C., Herodes obtiene de Roma, el título de rey, con la condición que conquiste su reino, reinará hasta el año 4 a.C., durante su reinado, hacia el año 6, nació Jesús. Creo que vale la pena detenernos en este momento histórico para analizar el significado de la dominación romana y dar un espacio más amplio al contexto general de Palestina en tiempos de Jesús, para luego adentrarnos en el NT, puesto que en este período histórico se redactan todos los escritos neotestamentarios. 8 En el año 1989, terminé mi licenciatura en teología bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana, defendiendo la tesís: “Job: del sufrimiento al encuentro con Dios”. Aún hoy recuerdo el impacto que me produjo y me sigue produciendo este libro bíblico.

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III

CONTEXTO GENERAL DE LA SAGRADA ESCRITURA 1. Geografía y arqueología bíblica La geografía bíblica, trata del análisis de todos los lugares y accidentes geográficos que aparecen en la Biblia. A veces hay lugares que aún hoy no han sido descubiertos o identificados: por ejemplo, los ríos que aparecen en la creación: Pisón y Guijón. El reino de Basán; lo mismo sucede con Emaús en el NT. Sin embargo, la mayoría de lugares permanecen allí con toda la riqueza que el devenir histórico y sus habitantes le han hecho sobresalir. No hay duda que visitar y adentrarse en dichos lugares nos dan una visión nueva para leer la Sagrada Escritura. Palestina está situada en lo que frecuentemente se llama la “media luna fértil”, por la forma que toma desde el golfo Pérsico (la antigua Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates) haciendo una curva hacia el Oeste, rodeando el mar Mediterráneo. Tierra apta para la agricultura, a pesar de los desiertos del sur (el Negueb). Israel ocupa un lugar estratégico desde todo punto de vista; podía servir como tapón o como puente para comerciantes e invasores, pues se encuentra en medio de los grandes imperios de la antigüedad: Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, Roma. De los lugares del AT, se pueden identificar el monte Hebrón, el desierto del Negueb. El monte Moria, es colocado por la tradición en Jerusalén, en el lugar del templo. Sodoma y Gomorra podrían estar hipotéticamente sepultadas bajo el mar Muerto, al sur de la península de Lisán. El monte Sinaí (tradición yahvista) y Horeb por la Elohista y el Deuteronomio se encuentra actualmente en el Este de Egipto. La geografía es importante para estudiar la Biblia puesto que los accidentes geográficos importantes permanecen. Por ejemplo, el río Jordán que nace al pie del Hermón, desemboca en el lago de Galilea, hermoso desde todo punto de vista, se curvea a lo largo de todo el país para descansar en el mar Muerto. El lago de Galilea, llamado también de Genesaret o Tiberíades, cuya profundidad alcanza algo más de 40 metros, es de agua dulce y abundante en peces. El mar Muerto tiene una longitud de unos 85 kilómetros, su agua es muy salobre y carece de peces por el alto grado de salinidad que posee. Situado a más de 300 metros bajo el nivel del mar. También se puede identificar el Tabor con sus 588 metros de altura y que la tradición identifica con el lugar de la transfiguración. Aún hoy se encuentra allí una hermosa iglesia. El monte Nebo con sus 808 metros de altura, desde donde Moisés divisó la Tierra Prometida.

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El clima de Palestina está influenciado por dos factores geográficos: el mar Mediterráneo y el desierto. El Estado de Israel fue fundado en 1948. Tiene aproximadamente unos 3 millones y medio de habitantes, de los cuales, tres millones son judíos. Éstas son las tres regiones en las cuales se dividía Palestina en tiempo de Jesús. Judea: donde se encuentra la capital Jerusalén, centro del poder político y económico, allí reside el Sanedrín. Todo está centralizado en el templo. Los lugares más importantes son Jerusalén, Jericó, Belén, Arimatea, Betania, Emaús, etc. Jesús es judío, porque nació en esta región. Samaría: poblado por samaritanos, gente de origen judío y pagano. Tenían profunda enemistad con los judíos. Samaría, Siquem y Cesarea eran sus ciudades más importantes. Galilea: región muy rica en cultivos, población mezclada de judíos y paganos; tenían mala fama, de Nazaret no puede salir nada bueno. Sus ciudades más importantes estaban a orillas del lago de Galilea (también llamado Genesaret por los judíos y Tiberíades, por los romanos): Nazaret, Cafarnaún, Séforis, Tiberíades, Magdala, Caná, Naín, etc. Jesús se crió en Nazaret, un pequeño poblado en las montañas de la Baja Galilea. Ubicada a unos 340 metros sobre el nivel mar. Nunca aparece mencionada en los libros sagrados del pueblo judío, ni siquiera en la lista de pueblos de la tribu de Zabulón. Jesús era galileo, porque en esta región vivió la mayoría de años. Es decir que la vida de Jesús se desarrolla en el campo. Jesús es una persona sensible a la naturaleza y a su belleza. Otro poblado importante era Magdala; era el lugar preferido de descarga del pescado, pues allí se encontraban las fábricas más famosas de salazón. El otro poblado importante es Cafarnaún; sus habitantes son gente modesta, viven del producto de los campos y las viñas de las cercanías, aunque la mayoría vive de la pesca. Algunos investigadores, gustan hablar de arqueología bíblica, para referirse a la investigación científica de los restos materiales de culturas pasadas que pueden iluminar los períodos y descripciones de la Biblia. Un arco de tiempo amplio que comprende del 2000 a.C., hasta el 200 d.C. Dichas investigaciones nos ayudan a ubicar los lugares, gobernantes, ciudades, personajes y otros. Por supuesto, que el hecho que algún lugar, no se descubra, no significa que no haya existido o que pueda tener otro significado, desde el punto de vista bíblico. Hay en el comportamiento humano algo que impulsa al grupo a establecerse en los mismos lugares en que lo hicieron sus antepasados. Las destrucciones de los pueblos pueden obedecer a catástrofes humanas o a destrucciones o guerras entre los pueblos. La arqueología requiere de una sofisticada técnica de

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excavaciones para poder recuperar todos los datos con exactitud, sin confundir estratos o épocas. El arqueólogo del Oriente Medio, debe ser un conocedor de aquella cultura. En el equipo hay también zoógrafos, fotógrafos, geólogos, un químico, un zoólogo y un botánico, además de un epigrafista. En el proceso de excavaciones se emplean dos métodos: el llamado “excavación en vertical” (consiste en la realización de zanjas profundas, lo suficientemente anchas para asegurar su estabilidad); la “excavación en horizontal” pone a la vista grandes extensiones de yacimiento. Ambos métodos se suelen combinar. La horizontalidad, no debe entenderse en sentido geométrico, sino en el sentido de seguir “un piso natural de ocupación”. Es innegable que los hallazgos modernos resplandecen de nueva luz, los textos bíblicos. Entre los más importantes tenemos: Qumram, El Santo Sepulcro, la casa de Pedro, el túnel de Ezequías (de 533 metros, para proveer a Jerusalén de agua ante la invasión asiria), las murallas de Jericó (1550 a.C.?), la piscina de Siloé, los restos del templo, etc.

2. Situación social, política y económica de Palestina 2.1. El Imperio Romano Desde el año 63 a.C. Palestina se encontraba bajo el dominio romano. Roma era un imperio, es decir, un sistema de gobierno que tenía como cabeza al emperador, éste controlaba la política, el ejército, la economía y también la religión (aunque en este aspecto eran bastante tolerantes). Abarcaba un territorio inmenso que se extendía desde España hasta Mesopotamia. El imperio era dividido en provincias, regidas por un gobernador que era el encargado de mantener el orden, vigilar la recaudación de impuestos e impartir justicia. Roma no se permitía el mínimo signo de debilidad ante los levantamientos o la rebelión. La política de la crucifixión, los degüellos masivos, la captura de esclavos, los incendios en las aldeas y las masacres de las ciudades no tenían otro propósito que aterrorizar a las gentes y demostrar quién mandaba. Entre las características de su organización podemos mencionar: Vías de comunicación adecuadas. El derecho romano que afecta a todos por igual. Dos lenguas: al Oeste, el latín; al Este, el griego. Hay hombres libres (que gozan de derechos) y esclavos (quienes no tienen ningún tipo de derechos).

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Grandes ciudades: Roma, la capital con más de un millón de habitantes; Alejandría, Tarso, Corinto, Antioquía eran ciudades importantes. En ellas habitaban poblaciones considerables de judíos (formaban lo que se conoce como diáspora). 2.2. Herodes el Grande y la dinastía herodiana Roma tenía la costumbre de gobernar los territorios sometidos, por medio de soberanos a ser posible, nativos, que ejercían su autoridad como vasallos o clientes del emperador. Herodes el Grande gobernó la provincia de Siria a la cual pertenecía Judea y Galilea; era un rey cliente, aliado de Roma, que le brindaba apoyo como garantía contra la amenaza de otras naciones y de las sublevaciones judías nacionalistas. Herodes permanece como instrumento político del imperialismo romano en el Oriente. Como nació de padre idumeo y madre nabatea, no era ni judío ni asmoneo. Eso, además de su estilo helenista, hizo que nunca pudiera contar con la simpatía de los judíos piadosos. Era un rey de los judíos, pero no un rey judío. La historia lo muestra como un rey cruel y obsesionado con el poder. Con el afán de destruir todo peligro a sus intereses, hizo ejecutar a todo el que supusiera algún peligro a su poder. Asesinó a su cuñado Aristóbulo, a su misma esposa Mariamme, a su suegra Alejandra. Debilitó el sanedrín, ejecutando a 45 de sus miembros, depuso a los sumos sacerdotes que se opusieron a él, nombraba y destituía a su antojo a los sumos sacerdotes. Tres años antes de su muerte, hizo estrangular a sus hijos Alejandro y Aristóbulo; también mandó ejecutar a su hijo Herodes Antipatro, cinco días antes de su muerte a los 70 años. No hay duda de que esa personalidad paranoica y asesina de Herodes el Grande se encuentra en el trasfondo del relato mateano sobre la matanza de los inocentes en Belén a manos de sus soldados (Mt 2, 1-18). Herodes reprimió siempre con dureza, cualquier gesto de rebelión o resistencia a su política de rey vasallo de Roma. Intentó complacer a Roma y como buen camaleón se fue adaptando a las políticas de los diferentes emperadores que se fueron sucediendo en el trono. Es importante recordar también que logró hacer grandes construcciones: Samaría, el nuevo puerto de Cesarea (donde vivía Poncio Pilato), construyó palacios-fortalezas en Jericó, el Herodium, Maqueronte, Masada, un sistema de riego a base de acueductos y sobretodo el templo de Jerusalén, que inició en el año 20 a.C. A la muerte de Herodes el Grande, la situación no cambió mucho. La paz herodiana era superficial y mantenida a fuerza de represión. Los disturbios

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populares no se dejaron esperar. El ambiente judío era de ansias de liberación. La represión romana no se dejó esperar. Crucifican miles, quema la bella ciudad de Séforis, a sólo seis kilómetros de Nazaret. Jesús era apenas un niño; ¿recordaba Jesús aquel acontecimiento y de qué manera le afectó en su vida? Roma, respetando el testamento de Herodes, reparte el territorio de Palestina entre los hijos de Herodes, quienes continuarán su dinastía. Arquelao se quedaría con Idumea, Judea y Samaría. Herodes Antipas gobernaría en Galilea y Perea. A Filipo se le darían Galaunítida, Traconítida y Araunítida, tierras gentiles poco habitadas, hacia el Norte y el Este de Galilea. Según el Evangelio según san Mateo, “cuando José, el padre de Jesús, se dio cuenta de que Arquelao gobernaba Judea, tuvo miedo de ir allá y se dirigió a Galilea que estaba gobernada por Antipas” (Mt 2, 22), y es que Arquelao heredó la crueldad de su padre Herodes. Gobernó del 4 a.C. al 6 d.C. Roma lo desterró a Francia y esos territorios quedaron gobernados por un procurador romano. Herodes Antipas gobernó Galilea desde el año 4 a.C. hasta el 39 d.C., es decir, durante toda la vida de Jesús. Mantuvo cierta estabilidad en Galilea. Construyó la ciudad de Tiberíades en honor a Tiberio, a orillas del lago de Galilea; lo mismo hizo con Séforis. Todo parece indicar que Jesús evitó estas grandes ciudades y prefirió desarrollar su ministerio en las aldeas campesinas de Galilea y específicamente en Cafarnaún, aldea importante, lugar estratégico por la comunicación y paso de judíos y gentiles. El Evangelio recuerda a Antipas como el asesino de Juan Bautista, quien había denunciado su situación de adulterio con la esposa de su hermano Filipo (Mt 14, 1-12); aunque lo más probable es que lo haya decapitado por considerarlo una amenaza política. Jesús le llama “ese zorro” (Lc 13, 31ss). Roma lo desterró a Francia y Agripa I, su sobrino, quedará en su lugar. El Imperio Romano significó para Palestina, opresión y dominio. Humillación y pobreza. Limitados a su religión; opresión económica y su identidad judía amenazada. Significaba la incomprensión del modo de ser de los judíos, corriendo el riesgo de perder su identidad cultural y religiosa. Es volver a experimentar lo que habían sufrido los siglos anteriores bajo la dominación babilónica y griega. Surge la esperanza mesiánica en alguien que los liberara de la esclavitud. Aunque los romanos respetaban la religión judía y les dejaba exentos del culto al emperador divinizado. En Jerusalén se le permitirá al sanedrín desempeñarse como senado judío. El dominio romano significó corrupción y explotación de los gobernantes. 2.3. Situación socioeconómica de Palestina

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Ya hemos analizado la situación política de Palestina bajo el Imperio Romano. Desde el punto de vista social, la sociedad judía podemos dividirla en: a) La clase rica: sacerdotes (jefes del sanedrín, dominaban los cargos religiosos, controlaban el dinero del templo), comerciantes y terratenientes (formaban parte del sanedrín, tenían en sus manos el comercio, el préstamo del dinero, la industria y una gran cantidad de tierra), funcionarios públicos (recaudadores de impuestos). b) Clase media: sacerdotes que vivían del diezmo, pequeñas industrias, comerciantes y artesanos. Posiblemente podemos ubicar a Jesús en esta categoría. c) Pueblo: son el grupo más numeroso, viven pobremente, jornaleros. d) Marginados: esclavos, mendigos, enfermos, lisiados, prostitutas, rabinos ambulantes. La región de Galilea era muy rica y poblada. El lago de Genesaret de agua dulce y abundante en peces, permitía a los habitantes de Cafarnaún, Magdala y Tiberíades, vivir de la pesca, además de la agricultura como recurso principal, pues cultivaban: el trigo, la cebada, los olivos, viñas, granadas, dátiles. La ganadería, especialmente ovejas, cabras, bovinos, asnos, camellos y caballos. En el campo de la industria: la construcción, artesanía, curtido de pieles, etc. Puesto que era una sociedad agraria, la tenencia de la tierra es de importancia vital. Las clases dirigentes de la ciudad viven de los tributos, tasas, impuestos y diezmos que les imponen a los campesinos. Se pagaba en especie o en moneda. Los encargados de cobrarles eran los publicanos. En el grupo de los publicanos, se pueden distinguir tres niveles: las grandes familias a las que Roma confiaba la recaudación de sus tributos; estas familias buscaban también su propio interés, tenían sus propios siervos, que hacían el trabajo sucio de recaudar en las aldeas del campo o en los embarcaderos del lago; los jefes de los publicanos, que contrataban con las clases dirigentes para recaudar en una determinada zona, (este sería el caso de Zaqueo); por último, los publicanos que son siervos e incluso esclavos que llevan a cabo directamente el trabajo de recaudación, al servicio de los grandes recaudadores y de los jefes de los publicanos. Son éstos, probablemente, quienes se acercan a Jesús. Las mujeres como seres humanos se encontraban en todas las clases sociales. Su marginación era de tipo social, puesto que no se les permitía estudiar la Torá, ni hablar en público con los hombres. Hemos visto que Jesús crece en la familia de Nazaret. La familia era una institución fuerte. Abandonar la familia era muy grave. Significaba perder la

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vinculación con el grupo protector y con el pueblo. Era una decisión extraña y delicada. Jesús lo hizo. Hay dos aspectos que Jesús va a criticar de la estructura familiar de su tiempo: el machismo y la marginación de la mujer. La autoridad patriarcal lo dominaba todo, al padre se le debía obediencia y lealtad. La mujer por su parte cuando estaba en casa, pertenecía y dependía del padre; cuando se casaba, pasaba a ser parte de su esposo. Las viudas eran una categoría de pobres, porque no tenían quién respondiera por ellas. A las mujeres se les inculcaba castidad, silencio y obediencia. Vale la pena mencionar también la vulnerabilidad de los niños; la mortalidad infantil era muy grande. Uno de los aspectos desconcertantes de Jesús es su vida célibe, es decir, sin mujer ni hijos, puesto que el pueblo judío y la mayoría de culturas, tienen una visión positiva y gozosa del sexo y del matrimonio. Los judíos consideraban condenable el hecho de no tener mujer; más aún, lo consideraban “medio hombre”. Seguramente Jesús fue objeto de burlas por esa decisión. Pero Jesús no desprecia o desvaloriza la familia; la razón de su opción sólo tiene un motivo: el reino de Dios. Él no se casa con nada ni nadie que pueda distraerlo de su misión al servicio del reino.

3. Situación religiosa En este aspecto podemos hablar de instituciones, fiestas y grupos religiosos del tiempo de Jesús. Todo judío tiene una conciencia profunda de pertenecer a un pueblo muy querido por Dios. Los varones judíos eran circuncidados a los 8 días de nacidos; era el signo que los identificaba como miembros del pueblo elegido. Asumir la Torá como guía que les ayudaba a vivir dignamente la alianza con Dios, era algo normal. 3.1. Instituciones El templo Desde todo punto de vista religioso, el templo es la institución más importante de Israel en tiempos de Jesús. Los templos son edificios dedicados al culto de la divinidad. En la antigüedad son famosos los templos egipcios, romanos y griegos (Hekal = templo o casa). En Israel, solo habrá uno, en Jerusalén, el único lugar sobre la tierra donde el Único y Bendito, podía ser adorado. Jesús por su parte va a relativizar el templo material y a Dios se le encuentra en todo lugar. a) Construcciones

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El primer templo construido por Salomón en el año 966 a.C., formaba fundamentalmente una parte del palacio real. El relato de la construcción y la descripción se halla en 1R 6; 2Cro 3. Este templo fue destruido por Nabucodonosor en el 587 a.C. Después del exilio, se construyó otro sobre las ruinas del templo salomónico, pero en condiciones mucho más modestas. Sobre su plano y erección no se ha conservado ningún relato completo y nos hallamos reducidos a observaciones incidentales en Esdras, Nehemías y Macabeos. En el año 20 a.C., al 60 d.C. Herodes lo construyó en todo su esplendor. Sus dimensiones eran enormes en su explanada (500 metros de largo por 300 de ancho). Tito lo destruyó en el 71 d.C. b) Significado Signo de elección: Dios los escoge como pueblo y quiere que tengan ese templo en Jerusalén. Si Jerusalén llegó a ser la ciudad santa fue porque poseía el templo. Signo de la presencia divina (Shekinah): Dios habita allí. A nivel teológico: lugar de encuentro entre Dios y el pueblo. Era el centro del judaísmo y de las actividades comerciales. Era el único sitio donde podían ofrecerse sacrificios. El lugar más importante de comercio y cambio de dinero. Sede del sumo sacerdote y sanedrín. Era obligación de los judíos visitarlo una vez en la vida. Jesús adopta una actitud crítica ante el templo. Respeta el templo, pero denuncia los abusos del culto oficial, relativiza su importancia y predice su destrucción. Él mismo, se identifica como templo (Mc 14, 58; Jn 2, 21). El sanedrín (Mc 14, 53-64; Mt 26, 57-66; Lc 22, 66-71; Jn 18, 12-27). Sanedrín significa = sentarse juntos. Era el senado y la autoridad primitiva de Israel. Como se puede ver, los cuatro evangelistas le dan una importancia central en el proceso y juicio contra Jesús. La misma situación encontramos frente a los apóstoles que anunciaban el Evangelio (Hch 5, 34-39). El sanedrín estaba compuesto de tres grandes grupos: Jefes del alto clero (aristocracia sacerdotal). Ancianos (jefes de la nobleza o aristocracia laical). Escribas o doctores de la ley. Los integrantes del Sanedrín eran setenta y algunos han querido buscar su

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origen primero en Moisés (Nm 11, 16ss), donde Yahvé le pide a Moisés que reúna 70 ancianos para que le ayuden. Actualmente, nadie acepta eso. Los orígenes de dicha organización vienen atestiguados en la época macabea y por el escritor judío, Flavio Josefo. En tiempos de Jesús, tenían cierta estructura a nivel de comunidades de tres. Legislaba la doctrina, gobernaba toda la vida religiosa y juzgaba los delitos. Servía de lazo de unión entre las comunidades y el centro de Jerusalén, controlaba la limosna; tenía que ver con las genealogías para dar identidad al pueblo y las distinguían. También, el sanedrín servía de enlace principal con Roma. La sinagoga (Lc 4, 15-22; Mc 1, 39) a) Origen Sinagoga significa: lugar de reunión, casa de oración del pueblo. A la caída de Jerusalén (587 a.C.), el pueblo queda sin templo y siente la necesidad de juntarse para sustituirlo. Retoman la Palabra de Dios y así florecen los judíos como también las sinagogas. Las sinagogas llegan a convertirse en un lugar cultural, aunque también social y espiritual. En este primer momento no se trata tanto de un edificio, sino de la asamblea que se reúne en un lugar determinado. Uno de ellos hace de presidente y se pueden reunir sin necesidad de templo porque la sinagoga la hacen ellos mismos reuniéndose en cualquier lugar como en casas particulares (Ez 8, 1). En el lugar más destacado del edificio está el tabernáculo con los rollos de la ley = la Palabra. A nivel arqueológico, la más antigua referencia, la tenemos en documentos del siglo III a.C., y excavaciones arqueológicas han descubierto restos de sinagogas del siglo II a.C. b) Importancia La importancia radica en que es un lugar de catequesis, de escuela donde se enseña y estudian las Escrituras. Eso es lo que le da la identidad al pueblo judío y le ayuda a conservarla. Vale la pena señalar que Jesús anuncia su mensaje en las sinagogas de Israel y que los apóstoles y cristianos de la primera hora, extienden su mensaje en las sinagogas, hasta que son expulsados de las mismas, como lo refiere el capítulo 9 del Evangelio según san Juan con ocasión de la curación del ciego de nacimiento. c) Culto sinagogal El culto sinagogal tenía tres momentos importantes: 1) Oración (Shemá Israel = “Escucha, Israel”) Deuteronomio 6, 4-9. Aquí mismo

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hacían los Salmos y las diez y ocho bendiciones. 2) Lectura de la Torá (o de los profetas). El lector debe ser un varón adulto (mayor de 12 años). 3) Comentario: éste lo puede hacer cualquier judío adulto (Lc 4). La estructura de la sinagoga con sus ancianos es la misma estructura de las primeras comunidades cristianas. 3.2. Fiestas judías Todas las fiestas judías son un hacer “memoria” de los acontecimientos. Sólo vamos a estudiar las que tienen relación con el cristianismo. Es importante tomar en cuenta dichas fiestas porque son el trasfondo y las raíces de las fiestas cristianas. El sábado La palabra Shabbat, significa. un dejar de hacer algo, un parar, un descansar, detenerse. Es un verbo, no tanto el nombre de un día. Por eso es que en este día para todo: transporte, electricidad, trabajos, diversiones, etc. Todo ello se hace para descansar más, para compartir más con la familia, en una palabra para disfrutar la vida, para alabar a Dios. Comienza el viernes a las seis de la tarde y termina el sábado a las seis de la tarde. Profanar el sábado era despreciar la elección y la alianza. Dios mismo había descansado el sábado, después de crear los cielos y la tierra, y el mismo Dios, bendijo el día séptimo y lo santificó, porque en él cesó Dios de toda la labor que hiciera (Gn 2, 1-3; Ex 20, 8-11; 31, 17). La resurrección gloriosa de Jesucristo el primer día de la semana (domingo domini = Señor, día del sol) fue desplazando el sábado en la celebración de las comunidades cristianas. La Pascua Es la fiesta más importante de los judíos. Originariamente era una festividad agrícola. Mas tarde va a recordar la liberación de Egipto. En la Pascua sacrificaban el cordero pascual. El acontecimiento de la liberación de la esclavitud en Egipto se convirtió en la gran celebración de la Pascua judía. La muerte de Jesús ocurrió exactamente en esta fecha. La Pascua judía como toda celebración a lo largo de la historia, se fue transformando, sin olvidar el acontecimiento principal. Podemos descubrir tres etapas:

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a) Primera etapa: era fiesta de primavera de los nómadas. Sacrificaban las primicias del rebaño y rociaban la sangre en los postes de las tiendas con el objetivo de espantar los espíritus malos. b) Segunda etapa: en Canaán, ya sedentarios, ofrecen las primicias de la cosecha. Sacrifican un cordero en lugar del primer hijo nacido (Ex 13, 12-13). c) Tercera etapa: la Pascua es reinterpretada como fiesta de liberación de Egipto. Todos los símbolos (sandalias, bastón, cordero asado, luna llena, sangre rociada, pan ácimo) adquieren un nuevo sentido. En el NT. La pascua se reaplica al misterio pascual de Jesucristo. Se presenta a Jesús en el templo y se paga su rescate (Lc 2, 22-24). En la última cena, junto al pan y el vino, Jesús se ofrece como el cordero pascual (1Co 5, 7. Jn 19, 36; Lc 22, 7-20). En la crucifixión, Jesús paga el rescate con su propia sangre, no de animales (Hb 9). La Pascua cristiana es fiesta movible, puesto que la celebramos la primera luna llena después del 21 de marzo, que marca el equinoccio de primavera. Pentecostés Cincuenta días después de la Pascua. Llamada también fiesta de las semanas. 7 por 7 (Lv 23, 15-16). De aquí se origina también la celebración del año jubilar cada 50 años. Con el tiempo se convirtió en fiesta de la alianza. Recuerda la alianza entre Dios y Moisés en el Sinaí y se ofrecen los primeros frutos de la cosecha de trigo (Dt 16, 9ss). Primeramente se le llamó la “fiesta de las semanas”, más tarde, “fiesta de Pentecostés”, utilizando la terminología griega. Los judíos dicen que esta fiesta significa el “don de la Torá”. Cuando los primeros cristianos están reunidos (Hch 2, 1-11), están celebrando esta fiesta de Pentecostés judía. Los cristianos aplicarán a esta fiesta, la venida del Espíritu Santo, y de ahí la relación: el Espíritu es la ley nueva. ¿Qué sentido tiene la ley para el judío? Para el judío, la ley es el sostén, es una orientación para la vida, es la manifestación del amor de Dios que le dice al hombre por dónde debe caminar. Sukot: fiesta de las tiendas, chozas o tabernáculos ( Lv 23, 23) Esta fiesta recuerda el día de la liberación y hacen tiendas para recordar que fueron peregrinos, y que pasaron el desierto. Durante ocho días el peregrino come allí según su ritual. Para todas estas fiestas el judío se cubre la cabeza para decir, que por encima del hombre, sólo está Dios. De esta fiesta no encontramos paralelo en el cristianismo.

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Otras fiestas a) Rosh Ha Shaná: fiestas de año nuevo. Se celebra la recreación de la naturaleza. Cae en septiembre u octubre. Se hace un autoexamen para preparse al Yom kippur b) Yom kippur = día del perdón. Se le pide perdón a los hombres. Concluye la celebración del año nuevo. Hay confesión pública de pecados. c) Shavuot = don de la Torá, ley, enseñanza para la vida. (Existe también la Shimja Torá = alegría de la ley. d) Janucá = fiesta de las luces. Conmemora la victoria de los Macabeos sobre Antíoco IV Epífanes en el 165 a.C. (cerca de la Navidad nuestra). 3.3. Grupos religiosos El clero Antes del exilio babilónico, los grupos más importantes de Palestina eran: los reyes, los profetas, el movimiento deuteronomista. Con la caída de Jerusalén fracasó su proyecto y vienen nuevas realidades. Durante y después del exilio surge el movimiento teocrático sacerdotal que va a reponer a los grupos antes mencionados. a) El sumo sacerdote Su importancia y dignidad: (2R 22, 8; Jr 52, 24; 2M 4, 7; 10, 20; Eclesiástico 50). Presidía el sanedrín. Era el sacerdote principal del judaísmo. Era el máximo representante de Dios. El vocero ante Dios. Era el único mortal que podía entrar en el lugar santísimo del templo. Hacía llegar las plegarias del pueblo a Dios y traía bendiciones y respuestas de Dios. Ofrecía el perdón de los pecados del pueblo: Yom kippur, día de la misericordia, del perdón (Lv 16). Este poder expiatorio lo tenían también sus ornamentos. Cristo aparecerá con todos estos poderes expiatorios (Escrito a los Hebreos). Algunos requisitos para ser sumo sacerdote: ser de la línea sacerdotal (hereditaria): Leví, Aarón, Sadoc. Había conflicto cuando este requisito no se cumplía.

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Su ordenación: se consagraba con óleo y con la investidura, con los ornamentos (Ex 29, 5). Si no se tenían puestos los ornamentos, el poder del sacerdote quedaba limitado. Por ello los romanos encerraron los ornamentos en la fortaleza Antonia. El cargo del sumo sacerdote era vitalicio y hereditario. Cuando en el NT se habla de los sumos sacerdotes en plural, se está refiriendo a ellos en conjunto, pero sólo había un sumo sacerdote. b) Jefes de los sacerdotes En el NT se habla de “jefes de los sumos sacerdotes”. A veces aparecen como miembros del sanedrín al lado de los ancianos (Mt 26, 59). ¿Quiénes eran? Eran sacerdotes principales de la nobleza que dictaban sentencias en asuntos de culto. Estos jefes de los sumos sacerdotes eran el núcleo más importante dentro del sanedrín. Ayudaban al sumo sacerdote en sus funciones y estaban en segundo grado. Jefe supremo el templo Este fue uno de los que llevó preso a Pedro y a Pablo cuando predicaban en el pórtico del templo (Hch 4, 5-17). Era el rango más alto después del sumo sacerdote. Normalmente eran nombrados por el sumo sacerdote como el pariente más cercano. Era el principal supervisor del sumo sacerdote y de los sacerdotes de turno, por ejemplo, si el día de Yom kippur no podía estar el sumo sacerdote, lo hacía el jefe supremo del templo. Era el jefe de la seguridad del templo. Bajo sus órdenes estaban las ganancias del templo. Guardianes o vigilantes del templo Eran siete miembros (Lc 22, 4). Eran subalternos del jefe supremo del templo. Mantenían las llaves, estaban encargados de la vigilancia y del mantenimiento del templo. Tenían tres tesoreros para ingresos y finanzas del templo que recibían las donaciones (Mt 17, 24). Los jefes de los 24 grupos sacerdotales Estos sacerdotes dispersos por Judea y Galilea servían solamente una de cada veinticuatro semanas (por turno). Estaban encargados de recibir las ofrendas para la purificación. Estos dirigentes formaban una verdadera “aristocracia sacerdotal”. Era este clero superior de la nobleza, quienes monopolizaban los asuntos del templo para su propio provecho .

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c) El clero menor Simples sacerdotes: (Jn 1, 19; Lc 10, 31; Hch 6, 7) Los simples sacerdotes tenían que ser descendientes de la tribu de Leví. Formaban una comunidad bien organizada. Quizás en tiempos de Jesús había unos siete mil sacerdotes. Por ello se dividían en 24 agrupaciones de trescientos cada grupo. Durante la semana que les tocaba tenían a cargo los sacrificios del amanecer (incluían incienso, un cordero quemado y otras comidas). Las primeras horas de la mañana se echaban a suerte para la distribución de los oficios; además de que tenían sacrificios privados. El privilegio del incienso era para pocos. El resto del año cuando no tenían sus oficios, regresaban a sus lugares para realizar trabajos, aunque recibieran parte del diezmo. Trabajaban en oficios de carpintería, albañilería, etc. Algunos estudiaban y entonces se convertían en escribas y servían de lectores en la sinagoga en donde comentaban las lecturas. Conocían muy bien la realidad del pueblo. De aquí la gran diferencia entre la aristocracia sacerdotal y ellos dado a que estaban inmersos entre el pueblo. A ellos perteneció Zacarías, cuando recibe el anuncio del nacimiento de Juan Bautista (Lc 1, 5-25). Levitas; (Lc 5, 27-29; Hch 4, 36) Era un clero considerado inferior de la tribu de Leví. La tradición deuterocanónica y sacerdotal consideraba inútiles a los levitas por aceptar el culto a los dioses de la fertilidad. Por esa razón fueron considerados inferiores en el templo de Jerusalén ocupando oficios de sacristanes y ayudantes. Y algo más: tenían prohibido bajo pena de muerte, meterse en asuntos del sumo sacerdote. Se considera que en tiempos de Jesús había unos diez mil levitas. A cada grupo le tocó dos semanas en el culto. Dentro de ellos también habían divisiones: superiores eran considerados los que tocaban la música del culto; inferiores eran los encargados de la limpieza del templo, etc. No recibían remuneraciones en el culto del templo. Trabajaban de jornaleros para ganarse la vida (Lc 5, 27; Hch 4, 36). Los saduceos Nacieron en la época de los Macabeos. Su nombre lo toman de Sadoc (2S 8, 17; Ez 44, 15). Representan a la clase rica del país. Familias sacerdotales, comerciantes, dueños de las tierras. Influían en la elección del sumo sacerdote y

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el sanedrín. Lo más importante para ellos es el templo y el culto. Para introducirnos quiénes eran, por favor leer Marcos 12, 18; Hechos 23, 6-9; Hechos 4, 1; Hechos 5, 17. Desde sus inicios estaban en conflicto con los fariseos por creencias judías. Sus creencias: éstas vienen por influencia griega. Creen que la salvación es intrahistórica (aquí y ahora), es materialista; por ello no creen en la resurrección. Se trata de salvarse aquí en la tierra y todo lo provechoso para el individuo es muy bueno. Reconocen solamente los cinco libros del Pentateuco (Torá escrita) como palabra autoritaria de Dios. De ahí que rechazan a los profetas y la tradición oral del los escribas. Afirman que todas las cosas son deformaciones. Rechazan también la resurrección corporal, el juicio después de la muerte, la existencia de los ángeles. Dicen que el premio o castigo de Dios lo recibimos aquí en la tierra. La relación de Jesús con los saduceos: se contradicen en que Jesús insiste en la resurrección, lo cual no se da en los saduceos. El conflicto de Jesús fue más que todo con los saduceos que con los fariseos, porque ellos ven una amenaza al templo de que Jesús habla. Están en un conflicto sobre el templo y Jesús y prefieren acabar con Él. Con la destrucción del templo en el 71 d.C., van a desaparecer. Los escribas o maestros de la ley Para empezar el estudio de los escribas sería bueno que se leyera las siguientes citas: Esdras 7, 6; Hechos 5, 34. ¿Quiénes eran? Eran los especialistas y profesionales de la Torá. Eran los letrados, la parte educada, la parte culta, los teólogos, los juristas del pueblo judío, pues dedicaban toda su vida al estudio de la ley de Moisés para explicarla y actualizarla a la vida. Así crearon todo un cuerpo de aplicación de la Torá para la orientación de la gente. Eran personas de toda clase social: clero menor, saduceos, jornaleros, etc. La importancia de los escribas no viene de la clase a que pertenecían, sino de sus estudios, de su saber, su conocimiento profesional de la Torá; esta importancia del saber les lleva a que algunos formen parte del sanedrín. Ejemplo Gamaliel (Hch 5, 34) que fue maestro de Pablo. El que no tenía una formación académica se consideraba como un “no estudiado”, así le decían a Jesús (Jn 7, 15). El joven comenzaba en un contacto personal con el maestro. Era una educación personalizada: de rabino a alumno, que lo acompañaba hasta el matrimonio (una especie de proceso). Aprendían de las palabras y de los hechos del maestro. De ahí la “imitación”. Ahora hablamos de seguimiento que es más apropiado. Cuando el discípulo dominaba la materia tradicional y tomaba

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decisiones en cuestiones legales, era considerado como estudiante sabio. La edad que se consideraba para darle el título de escriba era de cuarenta años. Una vez que era ordenado escriba, era recibido en el grupo con derechos plenos y podía tener sus propios alumnos. Solamente ellos transmitían las tradiciones de la Torá. Podían atar y desatar, lo que es dado a Pedro en el NT. Por eso a los escribas les dieron posiciones claves. Además de su conocimiento de la ley, recibían “enseñanzas secretas” y sabían a quiénes revelárselas: secretos del Ser divino, del pasado, del futuro, la lectura apocalíptica. El NT critica esta parte secreta de los escribas (Lc 11, 52). Para Cristo, al contrario, no hay nada secreto que no llegue a saberse (Mt 10, 26). Así Jesús va en contra de eso porque con ello se manipula. Los cristianos no esconden esos secretos, sino que los difunden. Los textos que se refieren a la hipocresía en la observancia de la ley, deben limitarse a los fariseos y no a los escribas. Los escribas son criticados por imponer leyes muy pesadas. Mantienen en secreto sus conocimientos, los primeros puestos en las sinagogas y que les saluden con respeto en las plazas (Lc 11, 46-52), texto que no debe atribuirse a los fariseos. Las críticas a los fariseos son: hipocresía en cuestiones de pureza, en el pago del diezmo, mientras descuidan el amor y la justicia. Los escribas eran los legalistas y juristas “abogados de la Torá”, los ideólogos del judaísmo, los maestros teóricos; mientras que los fariseos eran un grupo religioso que se preocupaba por el cumplimiento de la ley. Así no todos los fariseos eran escribas, ni todos los escribas eran fariseos. Esa confusión en Mateo y Lucas representa más el rabinismo de los años ochenta que los tiempos de Jesús. Esto porque los fariseos renuevan el judaísmo. Sus actividades: Tenían prohibido cobrar, y enseñaban sin derecho a remuneración (Mt 10, 8-10). Tenían su trabajo de lo cual vivían, también de la hospitalidad y gratitud de los alumnos. Era tanto el prestigio que tenían, que el pueblo los respetaba con títulos de: maestro, padre. Eso será prohibido para los cristianos. De todas partes del mundo venían a ellos para estudiar. Pablo fue uno de ellos. La relación de Jesús y los escribas: Jesús era un escriba en cuanto enseñaba y era un maestro con discípulos al igual que los escribas. También lo llaman Rabí (significa: mi maestro). Además, Jesús comparte sus enseñanzas y vive pobre. Jesús se distingue de ellos en cuanto a que no es un estudiado, en el sentido estricto de la palabra; en que relativiza el legalismo, en que no se reserva sus conocimientos y en que no ambiciona los honores.

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Los fariseos Nacieron en la época de los Macabeos (S. II a.C.). Vivían para el cumplimiento de la ley. Se consideran justos y creen en la resurrección de los muertos. La palabra fariseo significa: separado. Separados de los sumos sacerdotes (asmoneos que no eran sadoquitas). Separados de todo lo impuro en sentido religioso y político; separados de los fanáticos de la ley de Qumrán en cuestiones de pureza, culto, calendario; separados en el sentido de “santos”. En el AT no se nombran. Sería un subgrupo de piadosos (1M 2, 42). Estos piadosos se aliaron con los Macabeos por el año 167 a.C., pero después se separaron de ellos, por nombrar sacerdotes sin ser de la línea sadoquita (Sadoc). Años después, hubo otra división y así nacieron, por un lado los escenios y por otro lado los fariseos. La característica que les identifica era la enorme cantidad de preceptos que exigían para el cumplimiento de la ley o Torá. Se han llegado a identificar 613 mandamientos. 365 de ellos (uno para cada día del año), formulados en forma apodíctica: “No harás…”. Los fariseos son presentados en los evangelios, de una manera muy negativa; esa visión se ha extendido hasta nuestros días; de hecho, cuando queremos ofender a alguien, simple y sencillamente lo tildamos de fariseo, que es sinónimo de hipócrita, orgulloso, soberbio, etc. Haciendo justicia a su forma de ser no eran tan malvados; no debemos olvidar que fariseo era Nicodemo que vino a ver a Jesús de noche y se transformó (Jn 3); fariseo era el gran Gamaliel que defendió a los apóstoles (Hch 5, 33-42); fariseo y de la tribu benjaminita, era el mismo Pablo a quien le debemos tanto los cristianos (Flp 3, 4-6). En la actualidad y gracias a las investigaciones modernas, nadie duda que esta visión negativa de los fariseos está fundada en los años posteriores al cristianismo en que los cristianos se debatían buscando su identidad a nivel religioso, entre los fariseos que fue el único grupo que sobrevivió a la destrucción del templo. De allí que los pongan tan mal en los evangelios. Los escenios deciden retirarse de todo contacto con el templo y de sacerdotes y forman su grupo en Qumrán. De igual manera lo hicieron los fariseos, pero aún se logran mantener activos. Era algo que les caracterizaba: muy activos dentro de la situación política y religiosa. Algunas de las características: Comunidades: se organizan en comunidades de hermanos. Tenían pruebas como iniciados antes de ser admitidos. Se juntaban para compartir y estudiar los días viernes; trabajaban en asociaciones de la comunidad, ayudaban a los pobres, tenían sus lugares de consumo. Se cree que en

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tiempos de Jesús habían unos seis mil fariseos. Laicos: la mayoría eran laicos, aunque también habían sacerdotes. Tenían mucha popularidad en el pueblo y habían artesanos, albañiles, carpinteros, etc. Preceptos: se impusieron los preceptos de la pureza sacerdotal. Los fariseos consideraban que había que extender la santidad del templo hacia afuera para que todos vivieran como sacerdotes. Era un pueblo santo, de aquí la importancia que le darán a la pureza ritual y a la Palabra de Dios. Creencias o fundamentos: las tradiciones orales, la Palabra de Dios. Los fariseos ponían las tradiciones orales por escrito. Fueron liberales en el sentido que interpretaban la ley y la aplicaban a determinada situación que estaban viviendo. Eran celosos de sentirse influenciados por la cultura griega y romana. Ellos dieron cierta seguridad al pueblo. Desarrollan todo un cuerpo de enseñanzas para hacer practicar la ley antigua. Creían en la resurrección, en el juicio después de la muerte, en ángeles, espíritus, en la libertad y voluntad humana y eran dualistas en su visión de la persona. Creían que la fidelidad a la Palabra y a la pureza prepararía la venida del Mesías. Consideraban que este reino era político y nacional, Yahvé era el único rey y mantenían la esperanza en un reino celestial. Buenas obras: uno de sus preceptos fundamentales era guardar el amor y la misericordia como mandamientos: dar de comer y beber al necesitado, vestir al desnudo, acompañar al sepelio, consolar a los tristes, ser hospitalarios, rescatar a israelitas cautivos, etc. La conversión consistía en regresar arrepentido a la Palabra y a la ley: Shub = regresar (metanoia). Este arrepentimiento simboliza su conversión: se ponían cenizas y se vestían de sacos miserables; ayunaban sin lavarse ni peinarse. Eran bastante proselitistas en el sentido de buscar discípulos por un lado y por otro para llevarlos al judaísmo, además, tenían un baño ritual y la circuncisión. Hay cierta semejanza en la praxis farisea y en los evangelios. Compartieron con Jesús la misma audiencia y el mismo campo. La gran diferencia entre fariseos y cristianos es la creencia en Jesús, por eso es que los fariseos los expulsan de la sinagoga. Y junto al idealismo nació el nacionalismo y superioridad. Cayeron en el legalismo del que habla el NT. Son los que reorganizan todo el judaísmo en Jamnia.

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Los ancianos: (Nm 11, 16; Hch 14, 23) Los orígenes: pertenecen a las estructuras más antiguas de Israel. Primero eran una organización tribal donde ocupaban el puesto de jefes o autoridades. En el NT, los ancianos son los jefes de las principales familias de la nobleza judía. Flavio Josefo habla de ellos como los poderosos del pueblo. Era una nobleza laical y algunos pertenecían a los saduceos. Cada pueblo tenía su consejo de ancianos y como tales colaboraron en la captura y condena de Jesús. Posiblemente José de Arimatea haya pertenecido al consejo de ancianos. En las Iglesias apostólicas: son los presbíteros que dirigen las comunidades. En Jerusalén aparecen al lado de los apóstoles (Hch 15) dirigiendo comunidades. En Hechos capítulo 20 aparece cómo Pablo se despide de ellos. Aparecen las cualidades que deben tener los ancianos (Tt 1, 6-10; 1P 5, 1-4). Sus funciones: predican, enseñan y gobiernan la Iglesia (1Tm 5, 17); ungen con óleo de los enfermos (St 5, 14); ofrecen dones por la imposición de las manos y tienen funciones como dirigentes epíscopos (Epi = alrededor, scopos = ver). En el Apocalipsis aparecen los 24 ancianos que representan al pueblo fiel de Dios. Los escenios Los escenios surgen en el tiempo de los Macabeos (1M 2, 29), cuando “muchos bajaron al desierto, porque deseaban vivir según derecho y justicia, con sus hijos, mujeres y ganados”. Posiblemente de este grupo que se fue al desierto nacieron los escenios; se fueron desilusionados por el sacerdocio ilegítimo y formaron su comunidad: comunidad de Qumrán. Se esfuerzan por vivir toda la pureza sacerdotal. El fundador de ellos se llamaría como “el maestro de la justicia”. Este maestro era sacerdote de la línea sadoquita. Son los hijos de la luz que están en constante lucha con los hijos de las tinieblas. La comunidad estaba bien organizada, se dice que eran monjes. Esta comunidad estaba en el desierto de Judea (Qumrán). Se dedicaban a escribir y tenían su jerarquía dentro de la comunidad: un sacerdote, un levita, un hijo de la alianza y un postulante. Les daban fajas para ceñirse los genitales, después les daban el vestido blanco como signo de pureza. Es lo más cercano a lo que en la comunidad cristiana denominamos como “vida religiosa”, puesto que llevaban una vida en común con una regla que orienta sus vidas. Los escenios adquieren una gran relevancia en la actualidad, con los descubrimientos de sus escritos. Los rollos de Qumrán fueron encontrados en 1947 (500 libros o partes de libros). Ello ha servido para revitalizar libros como algunos proféticos entre otros.

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Todo eso refleja la importancia que ellos le daban a los estudios. Entre otras novedades que la arqueología ha descubierto allí, es todo su trabajo en el campo agrícola: tenían sus tuberías y cisternas para guardar el agua, ésta la utilizaban para la irrigación de los cultivos y para las abluciones cultuales.

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IV

CÓMO SE ESCRIBIÓ EL NT

Los

escritos neotestamentarios, no cayeron del cielo. Dios los inspiró, pero también utilizó todos los recursos humanos de los autores, su inteligencia y esfuerzo. Por eso, son Palabra de Dios y palabra de hombres, con sus limitaciones, su historia, y dirigidos a culturas concretas. Al extenderse, se fueron encarnando en las diferentes culturas. Podemos sintetizar ese proceso en tres grandes momentos: la vida de Jesús, la Iglesia y los autores neotestamentarios.

1. Vida y predicación de Jesús Jesús no escribió nada, pero tuvo una vida muy activa. Lo único que escribió en el suelo, en el encuentro con la adúltera (Jn 8, 1-10), quedó perdido en el polvo. El centro de la actividad y predicación de Jesús fue el reino de Dios, como ya iniciado y no solo en el futuro último. Vino a enseñar una imagen nueva de Dios (Padre) y del hombre. Traía la salvación a los pobres y a los pecadores, sin excluir a nadie. En este comportamiento de Jesús se puede vislumbrar ya, aquella apertura a la misión universal de la Iglesia. Podemos hablar de unos 30 años de tradición oral respecto a los evangelios. La vida y predicación de Jesús la encontramos en los evangelios. El Evangelio es uno, aunque en cuatro versiones diferentes. En términos generales podemos decir que Juan y Mateo escriben para comunidades judeo cristianas, mientras que Lucas y Marcos, escriben para comunidades cristianas del mundo no judío o gentil como le llamaban ellos. Los evangelios pretenden transmitir tradiciones de lo que Jesús dijo e hizo durante su vida. No sólo el estilo de los autores, sino también sus destinatarios nos ayudan a comprender algunas diferencias entre los evangelios, pues cada evangelista tiene su auditorio particular. En la comunidad pre-pascual del grupo de Jesús debió existir una tradición del maestro, si no escrita, podemos afirmar que había una tradición oral; sobretodo porque es costumbre judía aprender, memorizando. Las tres instituciones que transmitían las tradiciones eran: la casa paterna, la sinagoga y la escuela elemental. Podemos asegurar que existía una tradición de las palabras de Jesús. La resurrección de Jesús transforma la visión e interpretación de todo, incluso de la Palabra de Dios escrita en el AT. De hecho, fue lo que hicieron los autores neotestamentarios: descubrir en el AT, los textos en los cuales veían las palabras y hechos de su maestro. Cuando leemos los evangelios, ipso facto, debemos

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preguntarnos por su trasfondo en el AT.

2. Vida y predicación de los doce (la Iglesia) 2.1. La predicación de los doce Todos los exégetas de nuestro tiempo aceptan la formación pre-pascual de los doce (antes de la Pascua). El hecho de que quiso que fueran “testigos íntimos de su reino”, es prueba de que Jesús quería formar la comunidad salvífica. Pero también, alrededor de estos doce, había muchos simpatizantes y colaboradores. Fue el encuentro con Jesús resucitado, más el Espíritu Santo, los elementos que convierten a los discípulos en misioneros incansables. Jesús, de sujeto, se convierte en objeto de predicación; se pasó del Evangelio predicado y vivido por Jesús, al Evangelio vivido y predicado sobre Jesús. Jesús escogió doce apóstoles (enviados) para continuar su misión. El hecho de escoger doce quiere simbolizar la continuidad del pueblo de Dios (doce tribus de Israel) con el nuevo pueblo de Dios. Quiso que fueran testigos íntimos de su ministerio y los dotó de sus mismos poderes salvíficos. Esta comunidad prepascual (es decir, la que vive antes de la muerte y resurrección de Jesús), conserva y transmite fielmente la enseñanza del maestro; seguramente, cultivan una tradición de las palabras de Jesús que muy pronto se ponen por escrito. Entre la comunidad pre-pascual y la post-pascual existe continuidad y discontinuidad. Continuidad porque se trata del mismo grupo de personas, que arriesgándolo todo, tenían cierta fe en Jesús y que después de la resurrección del Señor, se transforman. Aquí está la discontinuidad, puesto que la experiencia del resucitado, les ha descubierto una nueva luz que ilumina su vida anterior. El alma y corazón del movimiento cristiano es la persona de Jesús; la cual se vuelve inseparable de su doctrina. La Iglesia (Luna) refleja la luz del Sol (Jesucristo). Jesucristo es como el espejo donde siempre se ve la Iglesia. La primera comunidad cristiana, según los Hechos de los Apóstoles, recibía la instrucción de los apóstoles, celebraban la fracción del pan, compartían lo que tenían, se ayudaban unos a otros y oraban en común (Hch 2, 42-47). Querían que su vida se pareciera a la de Jesús. El origen de la primera comunidad es judeo-cristiana, poco a poco llegan al universalismo. La comunidad post-pascual conserva, reelabora y transmite la tradición evangélica. Los discípulos recordarán la actividad pública de su predicación y la fe en Él. El Señor muerto y resucitado, presente en su comunidad con el Espíritu Santo y la Eucaristía, serán los elementos de su predicación (es lo que conocemos como Kerigma = vida, muerte y resurrección). La comunidad que nació en Pentecostés

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(Hch 2, 1) es una comunidad judeo-cristiana que vive todavía bajo la sombra del templo; más tarde, comienzan a entrar algunos judeo helenistas (lengua griega) Hechos 6–8. Los helenistas fueron perseguidos y expulsados de Jerusalén por los judíos de la sinagoga. Esto dará un impulso a la misión hacia los que estaban al margen del judaísmo. Es en relación a la persecución de las comunidades helenistas, que tiene origen la vocación de Pablo. Había nacido en una familia judía de la diáspora de la tribu de Benjamín. Tarso de Cilicia (Hch 21, 39), hijo de un judío (Hch 22, 3) gozaba de la ciudadanía romana (Hch 16,37). Así, Pablo era un hombre universal, de tres culturas: judía, helénica y romana. 2.2. La Iglesia, desde los comienzos hasta el 70 d.C. La Iglesia se va haciendo cada vez más universal. El último paso hacia el “universalismo”, se da en Antioquía (la tercera ciudad en importancia después de Roma). Entonces, los cristinos se convirtieron en un grupo más independiente, allí se les llamó por primera vez “cristianos” (Hch 11, 26). Los conflictos entre los grupos serían evidentes. ¿Qué problemas surgen? El primero fue sobre la circuncisión y el cumplimiento de la ley de Moisés. Es en esta misión a los paganos donde se pone de manifiesto de manera inequívoca el camino de la salvación. Antes era el cumplimiento de la ley, ahora será Cristo. Estamos hablando del período 34 - 70 d.C. Entre los años 50 y 62 destacan tres figuras claves: Santiago: comunidad judeo cristiana Pedro: comunidad judeo helénica Pablo: paganos Cada uno de ellos tenía una orientación diferente, bien marcada, sin embargo, luego se unen. Santiago seguirá firme como guía autorizado y respetado de la Iglesia madre (Jerusalén): en la comunidad judeo-cristiana a la que perteneció. Santiago encuentra su propio modus vivendi a la sombra del templo; solamente la aristocracia saducea del templo molestará a la comunidad hasta eliminar a Santiago (su jefe). Fue un golpe fatal, pues la comunidad decapitada perdió su importancia como guía de la Iglesia. Hasta el 62, Jerusalén fue el punto central de las comunidades. La comunidad romana parece haberse creado entre los años 40 y 50; esto si aceptamos que Aquila y Priscila fueron expulsados en el 49 por Claudio; se van a Corinto y se encuentran con Pablo, lo que indica que la comunidad cristiana ya

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estaba fundada. Pedro va desapareciendo y se convierte en misionero itinerante alejándose de Jersusalén. Su autoridad, aunque no central como la de Santiago por estar ligado a la Iglesia madre, es sin embargo, más universal. Está presente en todas las grandes ciudades conquistadas por la fe cristiana: Jerusalén, Corinto, Roma, etc. Pedro es la autoridad principal por: El hecho de haber sido el apóstol más autorizado ya en la primitiva comunidad de Jesús. Su actividad misionera. Su posición moderada que lo convertía en un mediador natural entre las posiciones extremas de los judeo-cristianos con Santiago como líder, y de los paganos con Pablo. De Pablo es de quien mejor conocemos su intensa actividad que ejerció como “apóstol de los gentiles”. Los diez años de intensa actividad misionera de Pablo (del 50 – 60 d.C.), son de importancia primordial para el desarrollo de la Iglesia primitiva. Entre otros motivos, porque junto con su actividad misionera iniciará su actividad literaria. La separación definitiva de la comunidad judía se habría realizado después de la destrucción de Jerusalén y del templo. Tras la muerte de Santiago, el liderazgo de Jerusalén se desplaza a Roma. Roma, ciudad capital del Imperio Romano y cuna del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo, se sintió con la autoridad para intervenir en las controversias entre las Iglesias hermanas. 2.3. Consolidación y expansión (del 70 al 100 d.C.) Hasta el 70, la Iglesia cristiana había vivido a la sombra del judaísmo y por lo tanto pasaba como religión lícita. Después del 70, es reconocida como religión autónoma y peligrosa. En este período de 30 años no se registran nuevos acontecimientos ni surgen nuevas personalidades que hagan historia. Se trata sin embargo, de un período muy importante, ya que se redactan los últimos libros del NT. El problema crucial en este período será la unidad y la ortodoxiaortopraxis. Además de las comunidades judeo cristianas de Jerusalén (Santiago), anclada en la ley; la comunidad de Pedro, que tiende a la unión pacífica entre judeo-cristianos y pagano-cristianos mediante un compromiso pastoral; y la comunidad paulina, que representa a las comunidades compuestas en su mayor parte por pagano-cristianos y orientadas por tanto a la libertad de la ley, libertad que a veces es mal entendida e interpretada como libertinaje (1Co 6, 12; 10, 23; Rm 3, 8). Aparecen las comunidades joánicas del Asia Menor y la lucha contra las

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primeras herejías y divisiones de la Iglesia. Los autores se muestran cada vez más de acuerdo en atribuir a un mismo ambiente vital, pero con diversos autores, el cuarto evangelio, las tres cartas de Juan y el Apocalipsis. Los problemas ahora son con cierto tipo de sincretismo religioso, de tinte gnóstico y con el judaísmo reorganizado después del consejo de Jamnia que se había difundido en la diáspora. Con este judaísmo, hostil al cristianismo y en particular al grupo judeo cristiano, parece que tiene algo que ver el cuarto evangelio y en parte las cartas y del Apocalipsis. Los judeocristianos son expulsados de la sinagoga (Jn 9, 22; 12, 42; 16, 2) y corren por tanto el peligro de volver a su religión original. Precisamente por eso, el cuarto evangelio acentúa la identidad cristiana en comparación con el nuevo judaísmo. El primer gran problema que aparecerá será el de la encarnación. Hay algunos que la niegan y por tanto surge una falta de compromiso en el nivel concreto de la caridad con el hermano. Se trata sustancialmente de la huída de la historia y del mundo. Estas amenazas, acechan la fidelidad, la fe y la unidad de las comunidades joánicas. Ellas van a responder apelando a la tradición que se recibió en la catequesis bautismal “desde el principio”. Contra la huida de la historia se recuerdan los mandamientos del Señor y en particular el del amor mutuo; se remite a los sacramentos (bautismo, Eucaristía, perdón de los pecados), que son la continuación lógica de la encarnación. Se reafirma la autoridad de los testigos originales y de los pastores, puestos por Jesús como cabezas de su Iglesia con ministerio pastoral (Jn 21). A modo de conclusión, podemos decir que la segunda generación cristiana que asiste al ocaso de los grandes testigos, los apóstoles, va perdiendo progresivamente la carga escatológica inicial e intenta instalarse en el mundo, pero sin perder su identidad y su orientación hacia la ciudadanía del cielo. La estructura eclesial se consolida precisamente en la tercera generación con el episcopado, los presbíteros y los diáconos. La comunidad cristiana tuvo que encarnarse en la lengua y en la cultura griega de los paganos; tuvo que encarnarse en el ambiente socio-político romano. La vasta extensión y el carácter cosmopolita del Imperio Romano favorecieron ciertamente la concepción paulina de la misión universal a los gentiles. Pero la encarnación más profunda se llevó a cabo en la religión judía, de donde procedían Jesús, los apóstoles y todos los primeros grandes misioneros. Fueron ellos los que llevaron la fe cristiana de Jerusalén a Antioquía, a Éfeso, a Tesalónica a Atenas, a Corinto, a Roma y a las demás ciudades. A pesar de esa enorme variedad, se conservó una unidad igualmente sólida en torno a la persona de Jesús: el Jesús histórico y el Cristo Señor resucitado. En torno a esta unidad se consolidará la unidad de la Iglesia.

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3. Los autores neotestamentarios El NT fue escrito en griego, lengua internacional de aquella época en el área mediterránea. Aunque Jesús habló en arameo, su mensaje llegó a nosotros en griego. Podríamos hablar, desde el punto de vista literario de un tríptico en el NT: la literatura sinóptica y de los Hechos de los Apóstoles, pertenecen al género narrativo; la epistolar al género discursivo; la joánica finalmente, ligada unitariamente por el mismo ambiente vital, es mixta: narrativa, discursiva y apocalíptica. En esta etapa, algunos cristianos comienzan a escribir sobre cómo ven a Jesús y cómo su comunidad vive a Jesús. De la tradición oral se pasa a la escrita. Los evangelios serán respuestas a la llamada de fe de las comunidades, no sólo tenemos un testimonio escrito, sino cuatro. Cada evangelista anuncia a Jesús de manera distinta ya que la comunidad de seguidores de Jesús aumenta. Ya no están solo en Palestina, sino que proceden de distinto origen. La Iglesia se universalisa. Son portavoces de sus iglesias; en ese sentido, los evangelios son libros de la Iglesia, porque en ellos se ha recopilado lo que ella ha transmitido y reelaborado en su vida y porque la Iglesia se reconoce en estas obras. 3.1. Literatura sinóptica y Hechos de los Apóstoles “Evangelio” era una palabra ya usada en el griego profano, para significar la recompensa que se daba al mensajero de una buena noticia; en plural (euaggelia) indicaba las ofrendas de acción de gracias a los dioses por el anuncio de un acontecimiento feliz. “Evangelio”, en lo que respecta a su significado, es una voz cristiana utilizada probablemente en el ambiente misionero helenista en que actuó Pablo. Evangelio significa por consiguiente, el anuncio de la buena noticia de la salvación escatológica mediante la fe en Cristo, que vivió, murió y resucitó por nosotros. Será hasta el siglo II cuando el vocablo “Evangelio” se usará habitualmente para señalar a nuestros cuatro evangelios. “Evangelio” pasó así del sentido kerygmático, que tiene en Pablo y en Marcos y Mateo, al sentido literario. Los evangelistas fueron verdaderos y propios autores y no meros recopiladores de tradiciones populares. Los evangelios no son una historia en sentido estricto ni tampoco una biografía detallada de Jesús. Por ejemplo, no nos dicen nada de los rasgos físicos de Jesús: ¿de qué color eran sus ojos o su estatura, si tenía el cabello largo o corto, etc? Los evangelios intentan despertar la fe en Jesús. Nacen de la fe de las primeras comunidades cristianas y son escritos al servicio de esa fe. Es una proclamación para que otros crean. Son testimonio de una persona y de unos

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acontecimientos. Aunque actualmente, algunos biblistas comienzan a hablar de los evangelios como biografía de Jesús, en el sentido que nos transmiten su vida; por supuesto que se trata de una biografía inacabada… y ¿acaso hay alguna biografía completa? Los evangelistas son verdaderos autores, porque tienen su peculiar estilo literario de conformar, seleccionar y ordenar la tradición, su propia visión teológica; cada uno refleja la experiencia propia de Jesús y una manera de responder a las necesidades de sus comunidades. Existen tres evangelios (Mc, Lc y Mt) que concuerdan en lo que dicen, aunque también tienen sus diferencias. Por eso se les llama Sinópticos (= visión conjunta o global). El Evangelio según san Marcos es el más corto y más antiguo. Mateo y Lucas montaron su narración evangélica sobre el modelo de Marcos, teniendo también sus puntos de información particulares. Es lo que se llama fuente “Q” (del alemán Quelle = fuente). La existencia de este documento está ampliamente aceptada en la actual investigación sobre los evangelios. Era un documento muy antiguo, conocido por Mateo y Lucas y consistía en una colección de palabras de Jesús sin marco narrativo. Aunque se basaron en Marcos, enriquecieron el texto con nuevas aportaciones, en función de las necesidades de sus comunidades. La Iglesia siempre aceptó la pluralidad de los evangelios y se opuso a las intenciones de quedarse con uno sólo o de realizar un relato sintético de todos ellos. Ese intento de hacer un solo Evangelio de los cuatros se dio en los primeros siglos del cristianismo con Marción (85-160) y con el Diatesseron de Taciano. No hay duda que la pluralidad de textos evangélicos supone una riqueza teológica. Es mucho mejor con cuatro versiones de un acontecimiento que con una sola; al mismo tiempo se refleja la apertura a la comunión y a la unidad; ninguna versión del Evangelio, agota la riqueza de Jesús y su mensaje. Con respecto a las lecturas de los evangelios, puede hacerse, una vertical y otra horizontal. La horizontal es hacerla sinópticamente: sobre un texto se buscan los paralelos en los otros evangelios, se analizan las semejanzas y las diferencias. Este tipo de lectura comparada nos permite descubrir las distintas maneras de la vivencia cristiana en las comunidades. La lectura vertical es una lectura seguida de cada Evangelio. Cada evangelio se estudia como unidad narrativa y literaria; así se capta el dinamismo interno y la unidad de cada evangelio. Ambas lecturas no se contraponen, sino por el contrario, son complementarias. ¿Cuáles son las etapas en la formación del Evangelio? ¿Cuál es su mensaje? ¿Qué función tuvieron los evangelios? ¿Cómo se puede aplicar hoy el Evangelio a nuestra realidad?

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Escoger un texto evangélico y reflexionarlo juntos. Marcos La tradición de la Iglesia primitiva atribuye unánimemente a san Marcos, discípulo de Pedro, el segundo evangelio, de acuerdo al canon. El evangelista es identificado corrientemente con Juan Marcos (Hch 12, 12.25) y el Marcos de 1Pedro 5, 13. Es importante porque es el primer evangelio que se escribe, unos 40 años después de la muerte de Jesús, (aproximadamente en el año 70 d.C.). Los otros evangelios fueron escritos entre 15 y 25 años después de éste. Marcos es importante porque sirvió de base para los evangelios de Mateo y Lucas. Consta de 16 capítulos; es el más corto de los evangelios. Seguramente se basó en las tradiciones escritas y orales que giraban alrededor de Jesús. Escrito en griego popular, koiné, pero con influencia semita. Su lenguaje es libre y aunque muchos lo consideran simple y burdo, desde el momento que uno comienza a leerlo, capta la atención y es agradable. Haciendo énfasis en la humanidad de Jesús nos lleva a descubrir en Él, al Hijo de Dios. Escrito para cristianos de origen pagano. Es decir que el cristianismo se está extendiendo y está siendo bien acogido entre no judíos. Como no conocían las costumbres judías, Marcos se las explica y, también traduce las expresiones arameas que utiliza en varias ocasiones. Ofrece un Jesús actuante; más que hacer discursos, actúa. Presenta un Jesús muy humano. Jesús es el “Hijo de Dios”. Así inicia y termina su evangelio. Es la cumbre más alta de fe. Sin embargo, aparecen también títulos como Cristo, Mesías, Hijo del Hombre, Hijo de David. Marcos presenta a Jesús como un hombre, que come y duerme, que habla y reza, se encoleriza y se compadece, se extraña de que no crean. El Jesús que camina, que se cansa, etc. Es un Jesús muy humano. Jesús no lo sabe todo, ignora de qué hablan los discípulos y tiene que preguntárselo (9, 16), ignora el día del final de los tiempos y se asusta ante la muerte (14, 33); muere desesperado (15, 34). Es tan desconcertante que hasta sus parientes desconfían de Él: “No está en sus cabales...” (3, 21). Para Marcos, Jesús es el que enseña a la gente, es decir, el Maestro. Jesús es el Mesías crucificado. El es el Hijo del hombre (14 veces). La tradición popular, basada en la literatura apocalíptica de Ezequiel 1 y Apocalipsis 4 lo identifica con un León, por ser aguerrido y atrevido. Mateo

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Se ha identificado al autor de este evangelio con el recaudador de impuestos, cuya vocación se relata en Mateo 9, 9-13 y que es contado en la lista de los doce. El problema es que el recaudador de impuestos de Marcos 2, 13-17 y Lucas 5, 27-32 es Leví y éste no aparece en la lista de los doce. Lo cierto es que se trataba de un judío. Por eso Mateo ha sido llamado escriba o rabino cristiano. Eso se refleja en la forma de escribir y en el uso del AT (lo cita 41 veces). Por eso aparecen expresiones como “para que se cumpliera la Escritura”. Él escribe para cristianos judíos. Su gran objetivo es presentar a Jesús como el Mesías del AT. Los judíos deberían haberlo reconocido y no lo hicieron; la mesianidad de Jesús destaca sobre un fondo de incredulidad y hostilidad de los judíos. Fue escrito aproximadamente en el año 85 d.C. De los cuatro seres vivientes, se le identifica con el ángel. Presenta a Jesús como Emanuel (Dios con nosotros), como el nuevo Moisés o Mesías que organiza a su pueblo. Aunque sea un evangelio judío, es también un evangelio eclesial, universal, abierto al mundo gentil debido al rechazo judío. Mateo construye su evangelio en cinco discursos como cinco son los libros de la ley atribuidos a Moisés: El sermón de la montaña (5, 1 – 7, 28). Discurso apostólico (10). Discurso en parábolas (13). Discurso sobre la Iglesia (18). Discurso sobre el fin de este tiempo (24, 1 – 26, 1). Jesús es Señor glorificado, ante quien hay que postrarse (Mt 2, 7.11; 28, 17); es el Hijo predilecto de Dios (11, 27; 26, 63-64) Jesús es salvador y Maestro, modelo de su comunidad. El Mesías, hijo de David, rey de Israel, Hijo del hombre. Lucas La tradición cristiana señala sin vacilación alguna a Lucas, el “médico querido” de Pablo (Col 4, 14) como autor del tercer evangelio. La dificultad está en que Lucas no era apóstol ni testigo presencial de la vida terrestre de Jesús. Sin embargo, aparece unido a Pablo en la misión (Flm 1, 24; 2Tm 4, 11). Según el prólogo antimarcionita, Lucas era soltero, trabajó en Acaya (Grecia) y murió a la edad de 84 años. Con él, el NT entra en el ámbito de la buena literatura; se le

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considera como el evangelista pintor. Escrito aproximadamente en el año 90 d.C. Surge para las comunidades del mundo pagano. Ofrece detalladamente los relatos de la infancia de Jesús; adquiere una importancia fundamental la Virgen María y las mujeres; los pobres, La salvación de Dios se ofrece a todos. Jesús es el viviente, el misericordioso. Jesús es el profeta, encargado de revelar a Dios (Lc 7, 16-39); es el nuevo Elías. Hechos de los Apóstoles Su autor es el mismo evangelista Lucas, llamado también “Actos de los Apóstoles” (traducción del griego Praxis). Si en el Evangelio trata de la vida de Jesús, en los Hechos, ofrece la vida de la Iglesia, resaltando los dos pilares de la Iglesia primitiva: en la primera parte, la actividad de san Pedro y en la segunda parte, toda la actividad de san Pablo. El Evangelio según san Lucas y los Hechos de los Apóstoles, son como las dos caras de una misma moneda. El Espíritu Santo es el gran protagonista de este libro. La palabra Pneuma, (Espíritu) aparece 70 veces en los Hechos que algunos piensan que debería llamarse “Hechos del Espíritu Santo” 9. Recoge ampliamente las características de la Iglesia, especialmente en Jerusalén y Antioquía. La estructura del libro es variada. Podríamos hablar de varias etapas: 1, 1 – 11, 18: últimas instrucciones de Jesús. La ascensión de Jesús al cielo. Sustitución de Judas y elección de Matías. Pentecostés, discurso de Pedro y características de los primeros cristianos (se reúnen para escuchar las enseñanzas de los apóstoles, orar y para la fracción del pan, comparten sus bienes). Son los 12, que representan el pueblo de Israel, reunificado por el Espíritu Santo y se convierten en testigos de Jesús resucitado. La persecución dispersa a la comunidad madre. La Palabra crece al pasar de Jerusalén por Samaría hasta Cesarea. 11, 19 – 20, 38: desde Antioquía de Siria, parten Pablo y Bernabé hacia el Asia Menor; después, el gran viaje misionero de Pablo y Silas, anunciando la Palabra de ciudad en ciudad. 21, 1 – 28, 31: Pablo justifica su misión a los paganos durante un doble proceso judío y pagano. Llega a Roma, después de un naufragio. En la capital del imperio permanece durante dos años hasta sufrir el martirio por causa de Jesucristo.

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3.2. Literatura epistolar paulina y apostólica Entre los 27 escritos del NT hay hasta 21 cartas, aun cuando algunas de ellas por su forma o por su contenido encuentren cierta dificultad en ser enumeradas como literatura epistolar (1Jn, Hb, St). El predominio de la literatura epistolar continúa también en los escritos de los Padres apostólicos, en donde entre las 13 obras hay 11 cartas y dos solamente pertenecen a otro género literario (Pastor de Hermas y Didaché) ¿Qué significa este predominio del género epistolar en la literatura cristiana de los orígenes? Revela ante todo la existencia de iglesias en la diáspora, de misioneros itinerantes y de responsables de comunidades lejanas que, al no poder hablar directamente, establecen relaciones con ellas a través de sus cartas. Demuestra que existía un intenso diálogo e intercambio entre las diversas comunidades cristianas, que de esta manera se sentían unidas en medio de la dispersión por aquel océano inmenso del Imperio Romano, sobretodo cuando sufrían persecuciones y tenían que enfrentarse con dificultades internas. Se confirma que la literatura cristiana de los orígenes se dirigía a las comunidades para sostenerlas en su vida cristiana y misionera. El género literario epistolar. En el siglo I se escribían muchas cartas. La carta sustituye al coloquio personal, cuando éste es imposible por la distancia. La escritura corresponde por consiguiente a una necesidad particular y no es un elemento constitutivo como en una obra literaria. La verdadera carta tiene un destinatario bien concreto: una persona, un grupo, una comunidad, etc. La verdadera carta está motivada por una situación particular. Hay varios tipos de cartas: la carta privada, las cartas dirigidas a un público más amplio, las cartas de amistad y la epístola (usa el instrumento literario de la carta para enseñar filosofía, ciencia, ética o alguna otra cosa). ¿En qué categoría se colocan las cartas del NT? Entre las cartas privadas podría clasificarse la tercera carta de Juan, escrita al querido presbítero Gayo (v. 1); la carta a Filemón de Pablo, supera la carta privada, ya que va dirigida también a la comunidad cristiana que se reúne en su casa. Las cartas pastorales (Tm, Tt), aunque dirigidas a personas particulares, son por su contenido de interés público, en cuanto que dan indicaciones prácticas sobre la guía pastoral de las iglesias. Todas las demás cartas, van dirigidas por Pablo a las comunidades; por tanto, no son cartas

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privadas, sino apostólicas, y tienen un carácter público y autoritativo. Son las situaciones concretas las que determinan el contenido de estas cartas, aun cuando el contenido teológico supera, y a veces en mucho, a las circunstancias y a los problemas particulares que están en el origen de las mismas. Las cartas católicas (St 1 y 2P, Judas y las tres de Juan) o universales, por no estar ligadas a unas circunstancias bien determinadas, se acercan más a la epístola; pero también éstas se enfrentan con problemas presentes en las comunidades cristianas. El contenido tenía una estructura fija: proemio, el cuerpo de la carta y los saludos finales. a) Pablo de Tarso y el “corpus epistolar paulino” Pablo es la versión griega o romana del nombre hebreo Saulo (así se llamaba el primer rey de la monarquía israelita). San Pablo es el hombre de las tres culturas: Griego: porque había nacido en Tarso de Cilicia (Hch 22, 3), aproximadamente en el año 5-8 d.C. Tarso se encuentra actualmente en el país de Turquía. Hebreo: porque fue educado en la escuela de Gamaliel. Hijo de hebreos. Fariseo perteneciente a la tribu de Benjamín (Flp 3, 5; Rm 11, 1). Ciudadano romano (Hch 22, 25-28). No debemos olvidar que antes de su conversión, Pablo es un perseguidor de los cristianos. Él mismo, en la carta que escribió a los Gálatas, nos cuenta con qué violencia perseguía a la Iglesia de Dios y procuraba destruirla hasta el momento de su conversión (Ga 1, 1-17). Sin embargo, san Pablo habla poco de su conversión, lo cual no nos debe hacer dudar de la historicidad del acontecimiento. Dicha experiencia transformó a Pablo y le cambió el sentido de su vida. De fariseo pasa a ser apóstol; de perseguidor se convierte en perseguido. Es san Lucas, a través de los Hechos de los Apóstoles, que nos relata con algunos detalles el momento de su conversión. Tanta importancia le da, que nos ha dejado tres relatos: Hechos de los Apóstoles 9, 3-19; 22, 6-16; 26, 12-18. De hecho, después de la muerte y la resurrección de Jesucristo, el acontecimiento más influyente en la vida del cristianismo fue la conversión de san Pablo. Muchos hablan o han escrito y pintado, sobre la conversión de san Pablo y lo han imaginado cayéndose de un “caballo blanco”. Los Hechos nunca nos hablan del

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caballo, ni que haya sido blanco. Una cosa es verdad, el antiguo perseguidor de los cristianos, cae, ve una “Luz” y escucha una “Voz”: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? -¿Quién eres tú? Es la pregunta a otra pregunta-. “Soy Jesús de Nazaret a quien tu persigues. Pablo quedó ciego; Ananías lo curó de su ceguera imponiéndole las manos. Fue bautizado y permaneció en Damasco durante algunos días (Hch 9, 19). Posiblemente la conversión de san Pablo se haya realizado en el año 33 d.C., cuando él tendría unos 25 años, puesto que era un joven cuando Esteban fue lapidado (Hch 7, 58). El caballo blanco y la espada que se le colocan en algunas imágenes, son fruto de la literatura apocalíptica que se aplican al apóstol. La caída de un caballo la encontramos en el Segundo libro de los Macabeos 3, 24-40 (allí se nos relata la caída del caballo de Heliodoro). Lo de “blanco” y de la espada, viene de Apocalipsis 19, 13-21. En un primer momento, san Pablo no hizo ningún esfuerzo por convertirse; todo fue puro regalo y generosidad de Dios. De aquí se origina su doctrina sobre la justificación por la fe y no por las obras que desarrolla amplia y claramente en la Carta a los Romanos. Independientemente de esos detalles secundarios, el “Corpus Paulino” (el grupo de cartas de san Pablo) está compuesto por 13 cartas. Son los primeros escritos del NT., unos 20 años después de la muerte de Jesús. Viajero incansable, Pablo recorrió miles y miles de kilómetros. Su experiencia en las diferentes comunidades le permite presentar un Cristo vivo. Murió en la persecución de Nerón (año 67 d.C.). El Señor glorificado, es el mismo Jesús crucificado. Pablo no conoció personalmente a Jesús; cuando se encuentra con Él es como resucitado glorioso, como Señor. Jesús es el Mesías, el crucificado (1Co 2, 2). El Nuevo Adán, es el segundo y primer hombre de un mundo nuevo. Pablo reconoce el verdadero lugar de Cristo en el universo. Jesús es el salvador, Señor de la historia, imagen del Dios invisible, Primogénito de toda creatura, Creador del universo. Es Señor para gloria de Dios Padre. Los códices del NT, asignan al corpus epistolar paulino 13 cartas. Pablo escribe sus cartas en un lapso de tiempo relativamente breve: del 51 – 52 al 62 ó 64 – 65. Hay 7 cartas paulinas cuya autenticidad está garantizada: 1Tesalonisenses, Romanos, Gálatas, 1 y 2 Corintios, Filemón, Filipenses. Las otras seis son pseudoepígrafes: Colosenses y Efesios, las cartas pastorales: 1 y 2 Timoteo y Tito. Finalmente 2Tesalonisenses. Algunos añaden el escrito a los Hebreos; sin embargo, actualmente se le considera fuera del ambiente paulino. Existen tres características que aparecen en todas las cartas escritas a las comunidades fundadas por Pablo:

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Su profunda implicación personal con ellas como padre de la comunidad. Desde este punto de vista, las cartas de Pablo, a pesar de haber sido escritas a unas comunidades, tienen el tono afectuoso de una carta familiar. Esta implicación profunda y personal con su comunidad explica también la apología que hace de sí mismo. Sus cartas son “ocasionales”; es decir que responden a problemas concretos que se vivían en las diferentes comunidades. Pablo se siente implicado de este modo, porque se identifica a sí mismo con su misión, con el Evangelio que predica, hasta el punto de llamarlo “nuestro Evangelio”, no porque tenga su origen en él, sino porque lo ha hecho tan suyo que su persona es inseparable del Evangelio; por eso, la fe en el Evangelio, se identifica con la fidelidad al apóstol. Pablo usa un lenguaje muy particular. Es hiperbólico (forma exagerada para animar el espíritu; comparaciones, por ej: gigante para decir un hombre grande. Pigmeo para referirse a uno pequeño). Carga las tintas, tanto del entusiasmo por su queridísima comunidad de hijos, como de la condenación de los judíos perseguidores, que lo habían ido echando de ciudad en ciudad. El interés de recopilar un “Corpus Paulino” tiene varios motivos y objetivos: La polémica contra los gnósticos. Conservar la herencia espiritual del apóstol. Interés catequético.

Los catálogos del siglo II, atestiguan que no se hacían distinciones entre cartas auténticas y pseudoepigráficas. Sólo la moderna investigación histórica, ha sabido distinguir entre los escritos auténticos del apóstol y las cartas de sus discípulos, que continuaron su obra, no sin adaptaciones, correcciones y hasta censuras. Primera carta a los Tesalonicenses Es el primer escrito del NT. La ciudad de Tesalónica se encuentra en la actual Grecia. En aquel tiempo era la metrópoli de la provincia romana de Macedonia. Pablo llegó allí en su segundo viaje misionero en el año 50 (Hch 17, 2-4). Allí fundó una comunidad cristiana, la cual valora mucho y la coloca como ejemplo de cristianos. Los paganos convertidos a la fe cristiana, corrían el peligro de desmoronarse por las persecuciones de sus mismos connacionales; además, su formación religiosa era débil. En su carta, Pablo responde a problemas sobre la

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“segunda venida del Señor”, la cual considera inminente. ¿Qué pasará con los que mueren antes de la segunda venida? Pablo les asegura que ellos no estarán en desventaja con respecto a los que vivan en ese momento. El apóstol mantiene viva la esperanza en la resurrección de los muertos y en la unión definitiva con Cristo. Lo importante es vivir como “hijos de la luz”, para que su venida no nos tome desprevenidos. La estructura de la carta es simple y clara: 1 – 3: acción de gracias. 4 – 5: exhortaciones, estímulos, advertencias e instrucciones. Posiblemente la escribió en Corinto en el año 50. Primera carta a los Corintios Corinto se encuentra en la actual Grecia. Como uno de los puertos más importantes, tenía fama de pagana, de permisivismo sexual, divisiones, etc. Era la primera gran comunidad cristiana llamada a vivir en un contexto social greco romano; pero había también una comunidad hebrea. La carta fue escrita en el curso de su tercera expedición misionera y durante su estancia en Éfeso (1Co 16, 8), aproximadamente en el año 53 d.C. Es un escrito que traza el camino de la existencia cristiana. Un esquema de su estructura nos muestra los tipos de problemas que existían.

saludo, acción de gracias, diversos problemas: divisiones de la comunidad por escuelas 1– filosóficas y grupos. Hay una valoración humana de las personas, por la sabiduría 4: personal, más que por el ministerio que ejercitan. 5:

caso del incestuoso: un cristiano convive con su madrastra.

6:

recursos de los cristianos a los tribunales paganos y exhibicionismo sexual.

7:

matrimonio y celibato. Ambos son don de Dios

8– problema de la carne inmolada a los dioses paganos. 10: 11: emancipación de las mujeres y divisiones en la celebración eucarística. 12 Pablo instruye sobre los carismas. Son dones recibidos para ponerlos al servicio de los – cristianos. Todo debe servir para edificar a la comunidad. Recurre a la imagen del cuerpo, 14: interpretándola a la luz del cuerpo de Cristo. 15:

esperanza cristiana en la resurrección de los muertos.

16: procedimiento a seguir en la colecta.

109

Segunda carta a los Corintios

La reacción a la primera carta fue dura y surgieron muchos adversarios que atacaron y separaron una parte de la comunidad (2Co 2, 3-5). La Segunda carta la escribe Pablo preparando a los hermanos para su llegada. Desahoga su afecto sobre la comunidad, para eliminar malentendidos sobre su persona y obra, para ilustrar a fondo la naturaleza de su ministerio y para desenmascarar definitivamente a los adversarios. Escrita al final del tercer viaje misionero, posiblemente en el año 57 d.C. Insiste en los mismos problemas de la Primera carta. Son como piezas de un rompecabezas. Carta apologética, después de la crísis (2, 14 – 7, 4). Carta polémica: 10, 1 – 13, 10. Carta de reconciliación: 1, 1 – 2, 13 más 7, 15-16. Dos cartas para recordar la colecta: una a la iglesia de Corinto (8) y otra a las comunidades de Acaya (9). Carta a los Gálatas Territorio de Asia Menor. Pablo escribe esta carta aproximadamente en los años 55- 56. La carta puede estructurarse en tres partes: Apología personal (1 – 2). Pablo legitima su condición de apóstol como fundamento de la autenticidad de su anuncio evangélico. Su enseñanza la ha recibido del mismo Dios por medio de Jesucristo, Pablo responde así a los predicadores que había llegado a la región y que ponen en entredicho la validez y legitimidad de Pablo. Argumentos contra los judaizantes (3 – 4). La verdadera salvación viene de Dios a través de Jesucristo, aceptado por la fe. La fe en Jesucristo libera de las obras de la ley. Los cristianos ya no están sometidos a la ley de Moisés. Ya no hay distinción entre judío-griego, esclavo-libre, circunciso-incircunciso, hombre-mujer. La libertad de los hijos de Dios (5 – 6). El cristiano debe vivir según el Espíritu liberador y no según la carne esclavizante. Carta a los Filipenses Filipos se encuentra actualmente en Grecia. Fue la primera iglesia que Pablo

110

fundó en Europa (Hch 16, 11-40), el año 50. Era la comunidad predilecta de Pablo y la comunidad siempre fue fiel a él hasta el final. Únicamente de ella, aceptó el apóstol subsidios financieros (Flp 4, 10-18). Es una “carta de la cautividad”, Pablo está en la cárcel (1, 7.12-17) no se sabe dónde ni cuándo. Muy probablemente en Roma. Se escribe aproximadamente entre el 61 – 62 d.C. La carta tiene un carácter polémico contra los judaizantes. Les relata las circunstancias de su encarcelamiento, les manifiesta su cariño, les hace un llamado a la concordia. Una síntesis estructural nos puede ayudar a captar los temas de la carta: Primera parte (1, 13 – 2, 29). El Evangelio no ha sufrido detrimento por su cautividad. Él desearía morir para “estar con Cristo”, pero cree que los Filipenses todavía lo necesitan. Exhorta a los cristianos a vivir a ejemplo de Cristo. Aquí desarrolla su teología sobre la Kénosis (abajamiento) de Dios en la cruz. Segunda parte (3, 1 – 4, 3). Advertencia contra los malos obreros. Se presenta como un corredor en el estadio, lanzado hacia la meta e invita a imitarlo, perseverando en el camino del Señor. Tercera parte (4, 2-23). Exhortaciones a la alegría y la oración. Les deja una bendición que desea la paz de Dios. Agradece efusivamente a los Filipenses su generosidad. Termina con unos breves saludos. Carta a Filemón Con apenas 25 versículos, es otra de las cartas de la cautividad, escrita por Pablo, alrededor de los años 60 d.C. a su querido amigo Filemón. El esclavo Onésimo, cristiano, había escapado de su amo Filemón, también cristiano y se había refugiado junto a Pablo. Pablo lo devuelve a su amo, pidiéndole que lo trate no como a un esclavo, sino como a un hijo queridísimo (v. 16). Reconoce la ordenación jurídica y social de la esclavitud. Aunque la carta tiene un destinatario personal, el contenido de la misma tiene una repercusión social. Pablo se dirige a los que se reúnen en casa de Filemón. La carta contiene un saludo (vv. 1 – 3), la acción de gracias que valora la personalidad cristiana de Filemón (4 – 7), luego continúa el cuerpo de la carta (8 – 21) para terminar con un saludo y una bendición (23 – 25). Carta a los Romanos

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Preocupado por su próxima confrontación con los dirigentes de Jerusalén, Pablo se prepara para defender la verdad de su Evangelio y la legitimidad de sus iglesias pagano-cristianas, para participar con pleno derecho y en situación de igualdad con las iglesias judeo-cristianas, en la única y universal Iglesia de Cristo. Todo eso se deja ver en los primeros 11 capítulos, mientras la segunda parte (12 – 15 es exhortativa). Escrita entre el 57-58 d.C. No debemos olvidar que Roma era la capital del imperio. Los grandes temas de la carta son: la justificación por la fe, la gratuidad de la gracia frente al pecado, la vida que se da en Cristo Jesús, la salvación de todos, además de otros. Esta carta ocupa un lugar preponderante en el Corpus Paulino. Se trata del escrito más largo, mejor estructurado y con una gran profundidad teológica. Además de su influencia histórica. Allí se basó Marción para fundamentar su cristianismo separado del AT. San Agustín la utiliza para su polémica antipelagiana y los protestantes la convirtieron en su texto sagrado por excelencia, respecto a la justificación por la fe. Carta a los Colosenses La carta va dirigida a la comunidad de Colosas, que se encuentra en la actual Turquía; ésta nunca había sido visitada por el apóstol. Fue evangelizada por Epafras, su colaborador, originario de Colosas (1, 7 y 4, 12). Quienes consideran a Pablo como su autor la datan alrededor del año 60 d.C. Mientras que si consideramos que la carta es de uno de los discípulos de Pablo, se data entre el 80-100 d.C. Es una polémica contra los defensores de una filosofía desviada. La primera parte es doctrinal (1 – 2) y la segunda de tipo exhortativo (3 – 4). Pablo aparece como el “apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios”. Frente a las diferentes doctrinas, el autor afirma que todas las fuerzas cósmicas están sometidas a Jesucristo, quien es el Señor. Carta a los Efesios Éfeso se encuentra en la actual Turquía era un ciudad importante en el Imperio Romano e inicios del cristianismo. Los manuscritos más antiguos no mencionan a los destinatarios: los Efesios. Es una de las cartas más densas del NT. Desde el punto de vista teológico, centra su interés en la unidad de judíos y paganos en el seno de la Iglesia. El término Ekklesía, aquí, se refiere no a una comunidad concreta, sino a la totalidad de los cristianos. Desarrolla y precisa la eclesiología de la Iglesia como Cuerpo de Cristo y éste su cabeza; aquí encontramos también la comparación y relación de Esposo (Cristo) y Esposa (la Iglesia). Posiblemente

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escrita en el Asia Menor entre los años 80-100 d.C., por uno de los discípulos de Pablo. La Carta es muy dependiente y semejante a la Carta a los Colosenses. El autor quiere salvaguardar la unidad eclesial. Cartas pastorales: Primera y Segunda a Timoteo y Tito Junto a la carta a Tito son llamadas las “Cartas pastorales”, por el hecho de ir dirigidas a pastores, de cuyos deberes, cualidades y responsabilidades hablan. Son pseudoepigráficas en doble sentido: por el autor y por el destinatario. Aunque se dirijan a personas, tratan los asuntos de la Iglesia. Nos encontramos con una estructura ya formada al interno de las comunidades, aspecto inexistente en tiempos de Pablo: apóstoles, delegados, presbíteros, diáconos. Timoteo y Tito son dos colaboradores de Pablo, hijos suyos en la fe. Las Cartas se refieren también a las luchas contra las falsas doctrinas, a la organización de las iglesias y exhortaciones morales. Al mismo tiempo, trata el tema de la parusía y los falsos doctores. Los apóstoles y delegados tienen el ministerio de evangelizar, enseñar, defender la sana doctrina contra las herejías; eligen a los presbíteros (1Tt 1, 7), imponiéndoles las manos (1Tm 5, 20) y si es preciso, juzgarlos y reprenderlos públicamente (1Tm 5, 20). Los presbíteros o ancianos (aunque no se eligen necesariamente por la edad, son los que dirigen la comunidad. Como en Hechos 20, 28, no se distinguen de los obispos. La palabra epíscopo no debe ser entendida como el episcopado monárquico actual. No deben actuar por amor al dinero (1Tm 3, 3), se les exigen muchas cualidades (1Tm 3, 2-7). Los diáconos son ministros encargados de un servicio y entre quienes hay mujeres (1Tm 3, 11). De los fieles se habla poco; aparecen como sometidos a la autoridad de los presbíteros y de las autoridades civiles. Segunda carta a los Tesalonicenses Aunque muchos la consideran como auténtica de Pablo, la investigación actual, la ve como de un seguidor de san Pablo, que retoma de manera magistral, los grandes temas de su mentor. En ese sentido es dependiente de la Primera carta desde el punto de vista estructural, terminológico y temático. Los problemas en Tesalónica continuaban respecto a la segunda venida del Señor; algunos habían tomado la postura de no querer ya trabajar ante la venida inminente del Señor, pensando que lo importante era prepararse para ese gran día. El autor de la carta escribe en nombre de Pablo, para serenar los ánimos y para animarles a que

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trabajen. Los que la consideran auténtica paulina la fechan alrededor del año 51; mientras que quienes la consideran pseudoepigráfica la datan entre los años 80100 d.C. Escrito a los Hebreos El escrito a los Hebreos, empezando por el papiro más antiguo el Cheaster Beatty (p 46), se inserta en el Corpus Paulino y en Oriente se le atribuye a Pablo, mientras que en el Occidente esto sucede sólo más tarde y no sin cierta perplejidad. Ciertamente, no es de Pablo. Y el título “a los hebreos” se ha sacado del contenido, dado que no se menciona a los hebreos para nada en este escrito. Y es, finalmente, el único escrito, inserto en el Corpus Paulino, que no es una carta propia y verdadera, sino un discurso. No es epistolar, porque falta la dedicatoria al principio; los saludos y despedida final (13, 22-25). El dominio magistral de la Biblia en la traducción de los LXX, revela a un autor judeocristiano de la diáspora. Los destinatarios son cristianos de la segunda o tercera generación. ¿Su autor? “Sólo Dios lo conoce” decía ya Orígenes. El fervor de los comienzos se iba enfriando. El autor presenta una cristología soteriológica particular sobre el fondo del culto del templo judío y del sacerdocio que lo practicaba. La temática y estructura general podemos verla así: 1, 1 – 10, 18: superioridad de la religión cristiana sobre la judía. Jesucristo es el mediador de la nueva alianza, superior a los ángeles y a Moisés, mediadores de la antigua. El sacerdocio y el sacrificio de Cristo, superiores al sacerdocio y a los sacrificios levíticos. 10, 19 – 12, 29: exhortación a la perseverancia. Fidelidad de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. Ejemplo de fe que nos dieron los antiguos patriarcas y profetas. Constancia en las tribulaciones. 13: recomendaciones particulares y saludos. b) Las cartas católicas: Santiago, Primera y Segunda de Pedro, Judas, Primera, Segunda y Tercera de Juan Llevan el nombre tradicional de “cartas católicas” las 7 cartas que hay fuera del Corpus Paulino. Este nombre se le debe a Eusebio (s IV). Este calificativo, en el sentido que el destinatario sería universal; lo cual no puede aplicarse a la 2 y 3 de Juan. De las otras cinco, la 1Pedro va dirigida a las iglesias del Asia Menor, y es por tanto limitada; mientras que la Carta de Santiago no tiene limitación geográfica; Judas y la 2Pedro se dirigen a todos los cristianos y la 1Juan no lleva ninguna dirección. En el canon de la iglesia griega, van delante de las cartas

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paulinas, mientras que en el canon occidental, van detrás. Carta de Santiago Al autor se le identifica con Santiago “el hermano del Señor”, primer obispo de Jerusalén; escrita por tanto alrededor del año 62 d.C. La Carta de Santiago es una parénesis cristiana (parénesis = exhortar, predicar). Utiliza el método de la diatriba estoica, haciendo intervenir a un interlocutor imaginario en la disputa; tenemos un ejemplo muy diciente de ello en la disputa sobre la fe sin las obras en 2, 14-26. Por consiguiente, quien la escribió tuvo que ser un helenista culto, que manejaba bien la retórica y estaba familiarizado con la Biblia griega de los LXX. Lutero llegó a despreciarla, calificándola de “carta de paja”. Es un escrito muy vivaz y de gran actualidad por su parénesis práctica y social. El autor trata de las tentaciones (1, 2-18), de la fe, la cual sin obras está muerta (1, 19 – 2, 26); de los peligros que amenazan la caridad fraterna: la lengua, las discordias, el espíritu del mundo (3,1 – 4, 12); de las riquezas, los cuidados a los enfermos, la confesión de los pecados, la caridad fraterna (4, 13 – 5, 20). Primera carta de Pedro La Primera carta de Pedro, está dirigida a los cristianos de origen pagano del Asia Menor. La lengua es de una persona que piensa y escribe en griego. Las formas literarias utilizadas son de dos géneros: formas litúrgicas y parenéticas. Los cristianos son odiados y sufren por denuncias privadas y no por una persecución general. Desde el punto de vista histórico literario esta carta hay que colocarla en la tradición paulina, por los temas que trata. Compuesta en Roma (5, 13: “Babilonia”). Probablemente hay que situarla entre el 70 y 85 d.C. La podemos estructurar así: 1, 1-2:

saludos y destinatarios.

1, 3-12: acción de gracias y meditación sobre una situación de padecimientos. 1, 13 – invita a los cristianos de origen pagano a tener un comportamiento santo. 2, 3: 2, 11 – exhortaciones relativas a la existencia cristiana en un mundo pagano. 4, 19: 5:

características de los jefes de las comunidades y exhortación a la humildad, la vigilancia y saludos finales.

Segunda carta de Pedro y carta de Judas

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Sin lugar a dudas son cartas pseudoepigráficas. Desde el punto de vista literario y teológico, más en consonancia con la tradición paulina. La carta de Judas y la Segunda de Pedro, entre las más breves del NT son afines entre sí. Los dos intentan defender la ortodoxia de sus destinatarios judeo-cristianos con una polémica contra los “falsos maestros” (2P 2, 1). Las dos deben colocarse en el ambiente apocalíptico y con problemas que han surgido de unas esperanzas escatológicas no realizadas (2P 3). Las dos suscitaron problemas para su introducción en el canon. Son más interesantes para la historia de la Iglesia primitiva que para la teología. El tema y el contenido es único: la defensa de la escatología cristiana. Los destinatarios son indeterminados, aunque por el contenido de las cartas parecen ser judeo-cristianos, en un ambiente muy influido por la apocalíptica. 3.3. La literatura joánica La literatura joánica abarca cinco escritos que pertenecen al menos a tres géneros literarios distintos: Evangelio, cartas y Apocalipsis. ¿Por qué entonces tratarlos juntamente como una especie de “corpus joáneo”? Por tres razones fundamentales que se derivan del estudio y del análisis de las obras mismas: En primer lugar, el vocabulario teológico singular que es común solamente a estos cinco escritos: logos, referido a la persona de Jesús, se encuentra sólo en estos escritos y en ningún otro escrito del NT. Alêthinos (veraz) de 28 veces en el NT., 23 en los escritos joánicos. Zôê (vida), de 135 veces en el NT., 66 en los escritos joánicos. Martyria (testimonio), de 37 veces en el NT., 30 en los escritos joánicos. Otros términos como kosmos (mundo), menein (permanecer), gignoskô (conocer), etc., son comunes solo al cuarto evangelio y a las Cartas, pero no al Apocalipsis. Esta coincidencia singular en el vocabulario teológico, orienta lógicamente hacia un mismo ambiente cultural y vital. En segundo lugar, por el fondo litúrgico, fuertemente presente sobre todo en el Evangelio (las festividades judías reinterpretadas, la liturgia del templo, los sacramentos) y en el Apocalipsis (marco litúrgico, himnos) y algo menos en las cartas. En tercer lugar, el ambiente vital, es decir, una misma comunidad con problemas parecidos, de dos géneros distintos: las persecuciones de la sinagoga por fuera y el ataque de las herejías por dentro de la misma comunidad. ¿En qué cultura nacieron el cuarto evangelio y las cartas de Juan? Hay que distinguir dos momentos en la formación del evangelio: el de la tradición oral y el de la redacción escrita. La primera debe colocarse en el ambiente de Palestina, antes del 70 d.C., es decir, antes de la destrucción de Jerusalén. Conoce bien la

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liturgia del templo en las grandes fiestas judías, el ambiente samaritano y algunos motivos típicos del movimiento de Qumrán. Por el contrario, la redacción del evangelio, a pesar de seguir arraigándose en la Biblia, se abre sin embargo, al mundo más amplio del helenismo, precisamente porque escribe su evangelio en un ambiente helenista, por eso se esfuerza en explicar a sus lectores la tradición que transmite, traduciendo los nombres arameos y explicando las costumbres, los lugares y las fiestas de la Palestina de Jesús. San Juan Este evangelio fue escrito alrededor del año 95 d.C. Es el último de los evangelios escritos. Sobre su autor se ha escrito mucho. Algunos lo atribuyen al apóstol Juan; otros a un presbítero de Éfeso, llamado Juan. En el arte se representaba al autor como un águila, por su mirada tan penetrante, su vuelo tan alto en el misterio de Cristo, ya que se trata del evangelio más teológico, cuidadosamente elaborado. Este evangelio se distingue de los otros por su estilo, sus palabras y su forma como está escrito. El camino de Jesús comienza en el Padre y termina en el Padre. Muestra a Jesús como manifestación de la verdad divina. “Yo soy”. Su vocabulario es especial. Frecuenta las palabras: logos = palabra, verdad, luz, mundo, etc. Muchas palabras típicas de los sinópticos, aparecen aquí solo marginalmente (reino, demonio, pueblo, etc). Su estructura es muy particular. El principio hermenéutico que da unidad a la estructura se puede formular de la siguiente manera: el Hijo, el Verbo encarnado, es el único mediador de la revelación del Padre, interpretada y comprendida en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo paráclito, enviado por el Señor resucitado; acogiendo esta revelación por la fe en Jesús, el hombre tiene la vida eterna y la promesa de la resurrección futura. Después del prólogo, viene el libro de los signos (1, 19 – 12, 50), la segunda parte es la vuelta de Jesús al Padre (13 – 20). Las cartas de san Juan La fuerza de las Cartas de Juan, no proviene tanto de los medios literarios utilizados, que son más bien modestos, sino de la densidad doctrinal y de la fuerza de convicción que los anima. La Segunda y la Tercera son auténticas cartas, con todas las características del género epistolar. La Primera por el contrario, carece de dedicatoria y de saludos finales. Las cartas pueden datarse hacia finales del siglo I d.C., dirigidas a los cristianos del Asia Menor, donde Juan gozaba de gran autoridad. Primera carta. El autor escribe en nombre de un grupo de cristianos

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autorizados y enviada a un grupo de cristianos. Posiblemente dirigida a los cristianos del Asia Menor. La estructura mínima de la carta. 1, prólogo. 1-4: 1, 5 criterio y formas de vivir la comunión: “Caminar en la luz”: no pecar, amar al – 2, hermano, mantenerse en la fe recta, preferir el amor del Padre al amor del mundo 28: y guardarse de los anticristos. 2, otra forma de alcanzar la comunión: “Vivir como hijos de Dios”: romper con el 29 – pecado, amar al hermano, confiar en Dios que está por encima de nuestra 4, conciencia. 6: 4, 7 tercera forma de alcanzar la comunión. Bajo el principio “Dios es amor”: amar a – 5, Dios y a los hermanos. 13:

Segunda carta. El autor se presenta como el Presbítero. Los destinatarios los presenta como “una señora elegida y sus hijos (1), refiriéndose a una comunidad local; sin embargo, es el escrito más corto de la Sagrada Escritura, puesto que sólo tiene 13 versículos: un saludo, dos exhortaciones referentes al mandamiento del amor, a los anticristos y termina con una conclusión. Tercera carta. El autor aparece nuevamente como el Presbítero dirigiéndose a un cristiano llamado Gayo. Sólo tiene 15 versículos en los cuales elogia a los dirigentes de la comunidad y reprende a Diótrefes. El Apocalipsis El Apocalipsis, representa siempre una respuesta consoladora de esperanza y de estímulo en períodos de persecución, empezando ya por el primer apocalipsis de Daniel, escritos en tiempos de la persecución de Antíoco IV Epífanes (167164 a.C.). Respecto a la época en que se escribió, las opiniones se dividen entre las persecuciones de Nerón en el 64-65 y las de Domiciano en el 95, con predominio de los que defienden esta segunda fecha, lo cual explicaría el conflicto con la sinagoga judía. El autor, a diferencia de lo que se acostumbra en el género apocalíptico, se presenta con su nombre: Juan; la tradición lo ha identificado con el apóstol. La verdad es que el autor era una persona que conocía la lengua hebrea bíblica y también el griego, aunque lo usara a su manera. Dirige su libro a siete comunidades del Asia Menor (1, 4). Dichas comunidades se encuentran actualmente en Turkía. Como todo género apocalíptico está lleno de imágenes, metáforas, visiones, símbolos de animales,

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colores, números y animales. Ofrecemos una estructura del libro de Apocalipsis. Introducción y visión inaugural

(1).

7 cartas a las comunidades

(2 – 3).

Visión del trono, del cordero y del libro de los siete sellos (4 – 5). Los siete sellos

(6 y 8, 6).

Las siete trompetas

(8, 6 – 11, 19).

La mujer, su hijo y el dragón

(12).

Las dos bestias

(13).

Los 144000 y el juicio

(14).

Las 7 copas

(15 – 16).

El juicio de Babilonia

(17, 1 – 19, 10).

El Mesías juez

(19, 11 – 21).

El milenio y el juicio

(20).

La nueva era

(21, 1 – 22, 5).

Epílogo

(22, 6-21)

9 Cf. El libro de Raymond Brown. Las Iglesias que los apóstoles nos dejaron. Bilbao, Desclee de Brouwer. En el capítulo cuarto, analiza la tradición paulina en Lucas/Hechos.

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V

LA SAGRADA ESCRITURA COMO PALABRA DIVINA Y HUMANA. EL AUTOR SAGRADO Y LA INSPIRACIÓN “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia” (2Tm 3, 16) “Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la SE, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo. La santa madre Iglesia, según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del Antiguo y NT con todas sus partes, porque, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo (cf. Jn 20, 31; 2Tm 3, 16; 2P 1, 19-21; 3, 15-16), tienen a Dios como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Para la composición de los libros sagrados, Dios eligió y empleó hombres en posesión de sus facultades y capacidades, y actuó en ellos y por medio de ellos, para que escribiesen como verdaderos autores, todo y solo lo que Él quería” (DV 11).

Para

entender el sentido de la inspiración, se necesita la fe para captar el mensaje, porque estamos hablando de la “Palabra de Dios”, escrita en un lenguaje humano. ¿Puede lo divino captarse en expresiones humanas?; para quienes tenemos fe, podemos decir que sí; por supuesto que el depósito y la razón humana no es tratar de aprisionar ni manipular el Espíritu divino. Si no hay fe, nos encontramos con un obstáculo insalvable. ¿Qué culpa tenemos que existan seres humanos que en la tierra no ven más que tierra? Hace falta la trascendencia para entrar en un nivel que está por encima del razonamiento humano. Afirmar que la SE es un libro inspirado es lo mismo que decir que ella ha sido escrita bajo la acción del Espíritu Santo, y que por eso se distingue de los otros libros, que son obra puramente humana. En el estudio de la inspiración concurren tres factores: Dios que inspira. El hombre que es inspirado. El texto escrito bajo la inspiración (trasciende al autor). Antes de entrar en el estudio de este tema, quiero recurrir a dos ejemplos que nos puedan ayudar a colocarnos en el espacio adecuado para abordar los contenidos del mismo. En Chiquimula de la Sierra, departamento de Guatemala, vive un buen amigo que es ebanista y escultor profesional, el profesor Raul Barahona. Hace unos años, ofreció elaborar la imagen de un “Cristo de Esquipulas”10 para regalarla a los frailes capuchinos de Chiquimula. Dicha imagen se encuentra en el templo de El Calvario en la misma ciudad. Raul pasó aproximadamente dos años para llevar a cabo su obra maestra. Cuando por fin la

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terminó y el 15 de agosto del año 2000, monseñor Rodolfo Quezada la bendijo en el Santuario de la Virgen de La Asunción en la ciudad de Chiquimula… recuerdo que Raul con lágrimas en los ojos me decía: “Fray… mire… no puedo creer que yo haya realizado esa obra”. La gente que se acercaba a venerar la imagen se arrodillaba con una fe envidiable para aquellos que estamos llenos de elucubraciones intelectuales. El ejemplo viene a colación porque nos puede ayudar a entender el misterio de la inspiración en el autor sagrado. Dios lo posee de una manera tal que es Él quien actúa, pero a través de los seres humanos. Todo eso adquiere su significación desde el momento de la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, puesto que todo lo humano, adquiere una dimensión divina. Por supuesto que se puede leer la SE sin fe y sólo buscando en ella el placer literario y recreativo, pero la estaríamos despojando de su verdadera riqueza y sentido de ser. Describo otro ejemplo que nos pueda clarificar más. Cuando una mujer queda embarazada por el misterioso designio de Dios y de la naturaleza humana; puesto que es maravillo apreciar cómo el óvulo es fecundado por un espermatozoide en el vientre femenino y comienza ha gestarse el don de la vida; lentamente, sin que el padre o la madre de la criatura sepan cómo… aquel nuevo ser va creciendo, hasta que llega el momento de dar a luz y abrir sus ojos al nuevo ambiente que le tocará vivir. Para quienes tenemos fe, en ese proceso está la presencia divina de Dios y es Él quien permite la vida. Por supuesto que el hombre y la mujer son necesarios para engendrar dicha vida, pero hay un límite en el cual no pueden entrar: el hombre y la mujer no son dueños de la vida humana, sino sus servidores, sus administradores. Después de estos dos ejemplos que nos pueden ayudar a acercarnos al estudio de la inspiración, es necesario aclarar varios términos que serán de mucha utilidad: Hagiógrafo: hagios = santo, sagrado. Grafos: escritos. La palabra se refiere al autor sagrado y por extensión a quienes escriben libros sobre los santos. Inspiración: acción de Dios, del Espíritu Santo, sobre los autores sagrados, en virtud de la cual, sus escritos son Palabra de Dios. Inerrancia: cualidad del la Escritura, consecuencia de la inspiración, en virtud de la cual está libre de error (infalibilidad). Actualmente se prefiere hablar de “Verdad de la Escritura”, en un sentido más positivo.

1. Naturaleza de la inspiración La inspiración bíblica es aquella forma de presencia del Espíritu que pone al

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mensajero humano en condiciones de recibir en sí la Palabra de Dios, y de transmitirla en actos de lenguaje oral o escrito. Primer momento: “Insuflación” divina que hace penetrar en el hombre el hálito divino al estilo del “soplo” primero que animó a Adán en el paraíso (Gn 2, 7)… Segundo momento: recepción humana del soplo, con unos efectos maravillosos de elevación a niveles de dinamismo cualitativamente superior. En casos de liderazgo carismático la acción del espíritu comienza con la irrupción sobre la persona elegida por el Señor; es el caso de los Jueces en el AT. El soplo viene sobre Otniel, Jefté; invade a Sansón. Con esta irrupción queda el héroe “revestido” de una fuerza nueva; como efecto inmediato vienen las hazañas portentosas. En forma casi idéntica actúa el Espíritu sobre el profeta. Unas veces el soplo lo “invade”, o sencillamente “cae” sobre él, “irrumpe”, “viene”. A veces este momento se describe como la mano de Dios que se coloca sobre el profeta y se identifica con la venida del Espíritu. La consecuencia de la “insuflación” es que el profeta se siente penetrado por la fuerza del Espíritu que queda “en él” o “reposa” sobre él, dejándole “lleno del Espíritu”. Por ello el profeta puede ser llamado “el hombre del Espíritu”. Una vez lleno del Espíritu, viene la actuación mediante la palabra oral y/o escrita, las acciones simbólicas, los portentos, etc. El autor sagrado no fue un simple secretario o amanuense, tampoco actúa solo por su cuenta. Sin el impulso divino en la voluntad del escritor, sería el hombre y no Dios quien toma la iniciativa. Porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, hablaban de parte de Dios, inspirados por el Espíritu Santo (2P 1, 21). Dios mismo ha actuado también en la inteligencia del autor sagrado. No lo hace forzando las aptitudes naturales, ni exime al autor del esfuerzo necesario para componer su obra. El influjo del Espíritu Santo se extiende a todas las facultades del autor: su personalidad, su preparación intelectual, su cultura, ambiente, su esfuerzo humano, etc. En ese sentido podemos entender las palabras de san Lucas: “…Yo también, después de investigarlo todo, cuidadosamente desde los orígenes, he resuelto escribírtelo por su orden, para que compruebes la solidez de las enseñanzas que has recibido” (Lc 1, 1-4). Las facultades del autor son puestas al servicio de un poder superior, íntimamente presente e interior. Sin perder nada de su vida personal, de su libertad o de su espontaneidad, la persona inspirada se convierte en portavoz de Dios. El texto sagrado fue confiado por Dios a la Iglesia, para que lo reconociera e interpretara como Palabra de Dios escrita.

2. Explicaciones a lo largo de los siglos 122

2.1. En el AT y en la tradición judía Antes que la Torá asumiese su forma definitiva hacia el siglo IV a.C., Israel consideró el conjunto de tradiciones orales y escritas, que confluyeron en la Torá, una revelación proveniente del mismo Dios a través de Moisés, con valor normativo para la propia vida. La misma tónica encontramos en los escritos proféticos con expresiones como: “Así dice el Señor”…”. Oráculo del Señor”… “Palabra de Dios dirigida a Oseas, Jeremías, Miqueas, Joel, Sofonías (leer el cap. 1 v. 1 de esos libros). Un proceso más delicado tuvieron los Ketubim o demás escritos del AT, los cuales, sin embargo, a finales del siglo II a.C., comienzan a ser mencionados junto a la Torá y los profetas. La tradición judía, reconoce a Moisés y los profetas como los “autores” de los libros sagrados. Dos de sus insignes literatos (Filón y Flavio Josefo), consideran que sus libros fueron escritos por “inspiración divina”. Flavio Josefo escribe: “Tan es así que en tantos años, nadie se ha permitido un añadido, un corte, un cambio. Para todos los judíos, es natural… pensar que en sus libros se encuentra el querer divino, respetarlos y si surge la ocasión, morir por ellos con alegría”. 2.2. Testimonios del NT Puede hablarse de los testimonios indirectos: Mateo 5, 18: “En que mientras no pasen el cielo y la tierra no pasará de la ley ni tilde o signo hasta que todo se cumpla”. Los autores constantemente el AT como autoridad más de 350 veces. expresiones:

verdad les digo, la más pequeña del NT citan Utiliza muchas

“Lo que el Señor ha dicho por medio del profeta” (frecuentemente en Mt). “Está escrito”, “la Escritura dice”. “Todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura”. Los textos fundamentales escogidos por la DV 11, son: 2Tm 3, 16, 17; 2P 1, 19-21; 3, 15-16. Analicemos brevemente dichas citas bíblicas. En la 2Tm 3, 16-17, el contexto es exhortativo. San Pablo amonesta a su fiel discípulo Timoteo, encargado de regir la Iglesia de Éfeso, para que persevere en la enseñanza que había aprendido de sus maestros y de la lectura de la Escritura, realizada desde su más tierna infancia. El término theópneustos, que es un hapaxlegómena (es decir que aparece una sola vez en la SE), quiere decir “insuflado”, “inspirado por Dios”. San Pablo usa un término muy apreciado en el

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ámbito helenístico, para expresar el origen divino de los libros sagrados. La Escritura es inspirada, goza de un influjo divino, por eso, afirma el apóstol es “útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado para toda obra buena”. 2P 1, 19-21, san Pedro, queriendo demostrar contra los falsos doctores que la parusía o segunda venida del Señor, tendrá lugar, efectivamente, al final de los tiempos, se basa en dos argumentos: el hecho de haber sido testigo personal de la majestad gloriosa de Jesús cuando se manifestó en la transfiguración y en el testimonio de los profetas: “Ante todo, tengan presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres movidos por el Espíritu Santo han hablado de parte de Dios”. El texto petrino se refiere, en general, a toda la Escritura del AT y no solo a los libros proféticos. 2P 3, 15-16, este texto tiene una importancia particular porque, a diferencia de los dos precedentes, se refiere a la inspiración del NT, concretamente a las cartas de san Pablo, que san Pedro coloca a la par de los escritos del AT. Con la expresión: “Según la sabiduría que le fue otorgada”. El origen divino de estos escritos se compara con todos los del AT. 2.3. La patrística y época medieval Hay una sólida continuidad entre el pensamiento de los Padres y la doctrina del NT. Si bien los santos padres subrayaron más la acción de Dios, que la de los hagiógrafos en la composición de los libros sagrados, hacen un enorme esfuerzo para explicar la inspiración divina: Dios autor de los libros sagrados; el hombre, instrumento en las manos de Dios; la Escritura como dictado divino, manifestación de la condescendencia divina y carta de Dios enviada a los hombres. a) Deus auctor. Dios es el autor de los libros sagrados. Los hagiógrafos fueron simplemente “instrumentos”, algunos los consideran conscientes de su trabajo; otros no, como si hubieran caído en un éxtasis, que no sabían lo que decían; como un poeta se inspira y produce obras verdaderamente bellas. El Magisterio defiende la conciencia de los escritores sagrados. La imagen de un “instrumento musical que toca un artista” es de Atenágoras, que hablando de los autores del AT, afirma que el Espíritu Santo se sirvió de ellos, como el “flautista toca la flauta”. Con las necesarias aclaraciones, la fórmula homo instrumentum se convirtió en una expresión clásica de la teología de la inspiración; probablemente, sea la

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fórmula que tuvo mayor trascendencia en la elaboración teológica de la patrística. La fórmula parece haber nacido en el contexto de las polémicas contra las herejías dualísticas, que surgen desde el siglo II hasta el IV. Estas herejías, compartían la tendencia a oponer el AT al NT. La Iglesia siempre defendió que el único y mismo Dios es el autor de uno y otro testamento. El NT está oculto en el AT y el AT se hace evidente en el NT. b) Dictatio. Se encuentra en san Jerónimo y san Agustín. Aunque ellos no le dieron una interpretación de “Dictado Mecánico” hecho por Dios al hagiógrafo. c) Condescendencia divina. Elaborada sobre todo por san Juan Crisóstomo en el siglo IV. Dios, al dirigirse a los hombres, tiene en cuenta su pequeñez, y condesciende con sus modos de decir, su lenguaje ordinario, sus palabras, sus modos de sentir y pensar. En estrecha unión con el concepto precedente, los escritores de la edad patrística elaboraron una analogía de gran alcance teológico, que tuvo un amplio desarrollo en la teología medieval: la relación entre el Verbum Dei Incarnatum y el Verbum Dei Scriptum. El primero que la formuló fue Orígenes, que la utilizó no tanto para explicar el concepto de inspiración, sino para ilustrar su teoría de los sentidos bíblicos. Con respecto a la naturaleza de la inspiración, la analogía entra en el siglo XX gracias a la encíclica Divino Afflante Spíritu, que condensa la doctrina precedente con la siguiente fórmula: “En efecto, al igual que el verbo substancial de Dios se ha hecho semejante a los hombres en todo, excepto en el pecado (Hb 4, 15), del mismo modo, las palabras de Dios, expresadas en lengua humana, se han hecho semejantes al lenguaje humano en todo, salvo en el error. d) La Biblia, carta de Dios. La patrística utilizó otras fórmulas llenas de contenido teológico y pastoral, como “carta de Dios”, “testimonio divino”, “diálogo del Padre con los hijos”. La época medieval continuó con la tradición patrística y no encontramos muchas novedades. 2.4. La inspiración de la Escritura en la teología protestante Los reformadores subrayaron la actitud subjetiva del lector, en el sentido que la palabra de la Biblia puede ser reconocida como Palabra de Dios, sólo si el Espíritu actúa sobre el que la lee o la escucha. De los dos aspectos de la Escritura: sola Scriptura e Interpretación libre gracias al Espíritu, Lutero establece una distinción entre libros inspirados y menos inspirados. Lutero abre una brecha que tendrá profundas consecuencias: el criterio de canonicidad ya no dependerá de la tradición viva de la Iglesia, sino de lo que el lector retenga divino en los libros

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sagrados porque le mueve a Cristo. 2.5. Visiones actuales Karl Barth considera que la inspiración es un misterio inefable que la teología no podrá jamás explicar. Una exégesis exclusivamente racional oscurecería peligrosamente la intervención de la gracia divina. El problema del protestantismo es caer en el subjetivismo extremo y entender la inspiración como un dictado mecánico, palabra por palabra del Espíritu Santo (fundamentalismo), rechazando todo el esfuerzo de los hagiógrafos. La consecuencia es palpable: cada quien interpreta según le inspire el Espíritu Santo y ¿quién puede afirmar o negar la inspiración del Espíritu? En la actualidad, los exégetas se esfuerzan en clarificar la “inspiración”. Por ejemplo, Luis Alonso Schökel recurre a la comparación de un buen secretario y un buen jefe; o el secretario de un jefe de estado que le prepara los discursos. El discurso es en cierto sentido de los dos. Uno es el autor principal y otro el secundario. Algunos le señalan que la comparación es poco feliz, porque no se tiene en cuenta debidamente la simultaneidad de la acción de Dios y la del hombre en la redacción de los libros sagrados. El cardenal John Henry Newman desarrolla su teoría de obiter dicta (dicho de paso). La Escritura tiene autoridad en materias de fe y moral, pero el resto del texto (los obiter dicta) puede contener errores humanos. Newman parece haber puesto un límite a la inspiración de toda la Biblia. La Biblia es inspirada totalmente, como un todo, no en todos sus elementos tomados separadamente. O quizá mejor: es inspirada toda, en su extensión cuantitativa, pero no totalmente, en todos sus aspectos y en todos los detalles de cada texto. Esta distinción, pone de relieve la existencia de una “analogía” en materia de inspiración. La Biblia es un todo, cuyas partes, no tienen todas el mismo valor. Newman pone varios ejemplos, entre ellos, que Pablo dejó su capa en Tróade (2Tm 4, 13). A mí se me ocurre la comparación con un cuerpo humano que tiene tantos miembros y todas las partes de nuestro cuerpo son importantes, aunque algunas más importantes que otras, puesto que podemos vivir sin ellas. Según el cardenal J. B. Franzelin, en todo libro se deben distinguir dos elementos, uno “formal”: los pensamientos, conceptos e ideas del autor; otro “material”: las palabras, frases, estructuras literarias del libro. En la SE habría que atribuir a Dios el elemento formal, mientras que el elemento material podría ser obra de solo el autor humano, quien, sin embargo, en virtud de la inspiración, habría expresado de modo infalible todo lo que Dios había querido comunicar. La

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teoría será criticada y rechazada por J. Lagrange (1938), quien afirma rotundamente que no es posible concebir una escisión entre el pensamiento y el lenguaje. Karl Rahner, desarrolla la teoría eclesiológica. El verdadero sujeto de la inspiración es, por tanto, no el escritor sagrado, sino la Iglesia. De modo semejante a como el romano Pontífice puede hacer suyo un documento compuesto por otros y aprobado por él como expresión de su pensamiento. Los libros sagrados son, de hecho, el modo privilegiado con que la Iglesia expresa su fe y aun su propia esencia. Así, por medio de los libros sagrados, la Iglesia apostólica ha sido establecida por Dios como fundamento y norma para todas las generaciones de creyentes. La Iglesia primitiva sería el sujeto y la portadora de la inspiración. El autor humano le competería el título de “autor literario”. En cuanto creador de la Iglesia, Dios quiere y crea la Escritura de tal forma que se convierte por la inspiración en su “originador” y “autor”. Dios y el hombre actúan al unísono, pero lo hacen en distintos niveles: Dios como Dios y el autor inspirado como agente humano. Dios y el hagiógrafo concurren para producir un mismo efecto: el texto sagrado. Rahner considera la inspiración escriturística en estrecha relación con la historia salutis, que llega a su culminación en Jesucristo y en la Iglesia apostólica. Rahner desarrolla su teoría de la inspiración a partir del NT y no del AT, ya que éste solo puede ser comprendido plenamente a la luz de la nueva alianza. La inspiración del AT se recupera en cuanto que la Iglesia apostólica ve en los libros veterotestamentarios el testimonio de su prehistoria. La inspiración es la misma en los dos testamentos, pero la comprensión última de la inspiración y de la fijación del canon es posible únicamente en el NT. Los escritos del AT son inspirados en la medida en que preparan la llegada de la plenitud del tiempo. Un libro es canónico porque la Iglesia lo reconoce y declara inspirado por Dios. Los hagiógrafos son deudores de la comunidad a la que pertenecen, dependen de una tradición a la que ellos mismos enriquecieron. Es lo que suele llamarse el carácter social de la inspiración. Son fruto del momento histórico del pueblo o la comunidad. Es decir, la elaboración de un libro, tanto en su contenido como en su expresión literaria, depende del contexto vivo en que nació (sitz im leben). Si no fuera así, no cabría la posibilidad de entenderlo. El autor recoge el sentir, la experiencia de toda la comunidad cristiana. En otras palabras, el carisma de la inspiración, se extiende a la comunidad de fe. Esta teoría permite evitar ver al autor sagrado como un individuo arrebatado por la divinidad; es visto como un teólogo que habla a la comunidad a partir de lo que se vive en la comunidad. (Esta teoría ha sido desarrollada por John L. McKenzie).

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El hagiógrafo es una expresión viva del grupo social al que pertenece y que es el primer destinatario de su mensaje. La sociedad a la que se pertenece se expresa por medio de él. Ellos son los representantes de su comunidad y la obra que producía estaba destinada a edificar la comunidad. Los autores del NT escribieron como representantes de la Iglesia, de manera que la Iglesia es la verdadera autora del NT. Es decir, que, la revelación bíblica, no solo se realiza en la historia, sino que tiene una historia. La crítica a esta teoría es que conlleva el peligro de anular al autor individual y es necesario tomarlo en cuenta, pues al fin y al cabo es quien da el toque final al texto (por ejemplo, la fuerte personalidad y preparación de san Pablo). 2.6. Algunas conclusiones En conclusión, la inspiración bíblica es ante todo un carisma que afecta a todas las etapas de la composición literaria; es necesario ver la totalidad: el recoger materiales, las experiencias de vida del autor, sus conocimientos, sus fuentes, el impulso de escribir un texto y la ejecución. En todo ese proceso, está indudablemente la acción del Espíritu Santo. Es importante tomar en cuenta la “totalidad” de la Biblia respecto a la inspiración. Un texto de Isaías o de San Pablo, no es más inspirado que una genealogía elaborada por un escriba anónimo. Tanto aquellos textos como éste, han sido redactados bajo el mismo carisma de la inspiración. Una cosa es el carácter inspirado de un texto bíblico y otra distinta la relevancia de su contenido teológico. Aunque el autor inspirado actúa bajo el influjo de una especial acción divina, no por eso pierde todas sus facultades humanas. Las personas elegidas por Dios para la composición de los libros sagrados, no tienen por qué ser escritores excepcionalmente dotados, ni sus escritos van a ser modelos de perfección literaria. Por tanto, es razonable examinar todas las fases de su trabajo: sus intenciones al escribir, como organizaron su material, el texto, las particularidades de su lenguaje y los condicionamientos que sobre él han ejercido el tiempo, la cultura y la sociedad en la que vivía. La dimensión social de la inspiración es muy importante. Satisface a estudiosos de la Biblia y a la mentalidad moderna, acostumbrada a relacionar los hechos con el contexto social en que se originan. Todos los seres humanos, y los autores sagrados no son la excepción, están condicionados por la sociedad en que viven. Pero no debemos olvidar, el estilo personal que cada autor le imprime a su texto. Fuera de toda duda, hay una dimensión social en el carisma de la inspiración. El texto trasciende a su autor. De acuerdo al contexto donde uno se encuentre, el mensaje puede transformarse. No es lo mismo leer la SE en USA que en un país

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africano o latinoamericano. La misma Palabra de Dios leída hoy, releída años después, nos ofrece nuevos e inesperados mensajes.

3. Posturas erróneas 3.1. Dualismo (Marción, maniqueísmo, prisciliano, albigenses, cátaros). Comparten una idea contundente: “El Dios del NT no es el mismo del AT”. El del AT es muy duro… de un plumazo, niega la inspiración de los libros del AT. Aquí hay variedad de posturas, puesto que algunos reconocen que hay continuidad en algunos profetas y sólo aceptan esos libros o pasajes como inspirados. En esta misma línea, pero en la actualidad, se puede hablar del error de la dicotomía entre ideas y palabras. En este caso, solo las ideas serían las inspiradas, no lo que se escribió. En un lenguaje más sencillo: Dios pone las ideas, el autor humano, las palabras; Dios inspira el pensamiento, el autor humano lo expresa verbalmente. El problema de esta teoría es que no se puede separar el pensamiento del lenguaje. El pensamiento necesita del lenguaje para aclararse y formarse a sí mismo, en un juego permanente de interdependencias recíprocas. Cierto es que no puede identificarse pensamiento con lenguaje, pero uno y otro se hallan ligados inseparablemente. Por otra parte, creer que el fondo es de Dios y la forma del hombre, es un dualismo insostenible. El hecho de poner en líneas paralelas el pensamiento y el lenguaje, el contenido y la forma, introduce una fisura que separa a Dios y al hombre en la composición de la Biblia. Modernamente, aquí se incluye a Franzelin11. 2.7. Dictado mecánico Aunque reconoce la inspiración de los libros sagrados, no explica cómo; es decir, la naturaleza de la inspiración. El Espíritu Santo inspira a cada uno para interpretarla. El mismo Espíritu Santo da testimonio de sí mismo en el corazón de los creyentes y les revela interiormente el carácter divino de la Escritura. Algunos llegaron a decir que la Escritura era Dios (Bibliolatría). Los hagiógrafos fueron instrumentos mecánicos, escribieron exactamente todo como Dios se los dijo. Se minimiza el papel de los escritores sagrados. Es un “dictado mecánico”. El Espíritu Santo “dictó” la Escritura a distintas personas, que transcribieron una por una las palabras dictadas por Dios. Es una postura que mantienen el judaísmo radical y el protestantismo fundamentalista.

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2.8. Racionalistas, historicistas Esta visión es fruto del avance de las ciencias y de la filosofía positivista. Si no está de acuerdo con la razón, no está inspirado. Si no es histórico, no es inspirado. Le dan tanta importancia a la ciencia que se les olvida una visión de fe. No toman en cuenta la dimensión teológica. Podemos hablar de verdades teológicas que creemos por fe, aunque no las lleguemos a comprobar científicamente. 3.2. Reduccionistas Actualmente se habla de aprobación subsiguiente (Dios, en forma directa o a través de la Iglesia, aprueba o declara exento de error un libro compuesto por el autor humano). La teoría de la asistencia externa reduce la inspiración a una acción de Dios puramente negativa, que preserva de error al autor humano. En uno y en otro caso, Dios no es el autor del texto bíblico.

4. Algunos documentos de la Iglesia Vale la pena aquí, leer la constitución Dei Verbum del concilio Vaticano II. “Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano. La Escritura se ha de leer con el mismo espíritu con que fue escrita: por tanto, para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener muy en cuenta el contenido, la unidad de toda la Escritura, la tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe” (DV 12). La constitución dogmática Dei Verbum, es el cúlmen de siglos de reflexión teológica. Sin embargo, antes de llegar a esta síntesis, pasaron muchos años. El concilio de Florencia (1441), la Iglesia confiesa un solo e idéntico Dios como autor del AT y NT. Esta conclusión fue retomada en el concilio de Trento. Los teólogos protestantes impugnaban el canon de los libros sagrados y negaban la inspiración de algunos o de algunas de sus partes, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. No tanto a la igualdad de los dos testamentos, como a la igualdad de todos sus libros. Ante la proliferación de Biblias de naturaleza diversa, surgidas en aquel tiempo, la Iglesia definió no sólo el canon de los libros inspirados, sino también el uso de la Vulgata como la versión oficial de la Iglesia. La fórmula evidencia la realidad de que Dios es autor de todos y cada uno de los libros sagrados; es decir, no hay grados diferentes de inspiración, que pudieran llevar a aceptar o venerar más un libro que otro. Para Trento, toda la Escritura debía considerarse inspirada, cualquiera que fuese el contenido de un libro o de un texto, fuese o no estrictamente religioso, esencial o aparentemente marginal.

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El concilio Vaticano I (24-4-1870), definió el dogma sobre la inspiración, allí se rechaza otras dos teorías modernas: “Teoría de la aprobación subsiguiente” y “teoría de la asistencia negativa”. Lo expresa así: “…La Iglesia los tiene por sagrados y canónicos, no porque, compuestos por la sola industria humana, hayan sido luego aprobados por ella; ni solamente porque contengan la revelación sin error, sino porque escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido transmitidos a la misma Iglesia”. Desde el momento que se convierte en dogma, es una verdad que debe ser aceptada a la luz de la fe, sin contradecir la razón. De lo contrario, el creyente queda excluido de la verdad de la Iglesia. La encíclica Providentissimus Deus (18-9-1893), es el primer documento bíblico pontificio de larga extensión que trata de modo completo los temas referentes a la Sagrada Escritura. Afronta los dos grandes temas que se habían discutido después del Vaticano I: la naturaleza de la inspiración y la problemática alrededor de la verdad de la Escritura. Declaró categóricamente que no se podía en absoluto “restringir la inspiración sólo a algunas partes de la Sagrada Escritura o admitir que el mismo autor sagrado hubiera errado”. Siguiendo esta línea, aunque predominantemente de tipo apologético, están los documentos del pontificado de Pío X: el decreto Lamentabili (3-7-1907) y la encíclica Pascendi (8-11-1907). Tienen el mérito de haber defendido el dogma de la inspiración, ante los ataques a los que estaba siendo sometida por parte de los modernistas. La encíclica Divino Afflante Spiritu (30-9-1943), en el 50 aniversario de la Providentissimus Deus, tiene el mérito de haber dado un fuerte impulso a los estudios bíblicos y haber exhortado a los exegetas, para que basados en los principios de la recta exégesis, afrontasen todas las cuestiones relacionadas con las ciencias bíblicas, haciendo uso de los medios puestos a sus disposición por las ciencias modernas. La Dei Verbum del concilio Vaticano II (1965), logra una fórmula que además de calificar convenientemente la acción de Dios y los hagiógrafos, evitaba las interpretaciones de la palabra “instrumento”; es decir, considerar a los hagiógrafos como simples secretarios del Espíritu Santo o que igualaban la inspiración a un dictado mecánico. Con respecto a la inspiración en los diferentes colaboradores y coautores en la composición del texto bíblico, la Iglesia considera inspirado y por tanto canónico, el libro final, no las fases parciales de redacción. Participan del carisma de la inspiración en la medida de su colaboración. Por ej, los autores de añadidos, de

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versículos o de algún bloque que forman parte del texto inspirado y canónico. Los amanuenses, es decir, personas que escriben al dictado del verdadero autor humano, como el profeta Baruc (Jr 36, 4.18.32; 45, 1), y Tercio, a quien Pablo parece haber dictado la Carta a los Romanos (Rm 16, 22)… el amanuense participó realmente de la asistencia divina de la que gozaba el autor inspirado. Por último está el caso del redactor. Tratando de sintetizar las grandes conclusiones de la Dei Verbum, podemos decir: Las Sagradas Escrituras, contienen la Palabra de Dios y, al ser inspiradas, son en verdad Palabra de Dios (DV 24), no obstante su revestimiento humano, la Escritura no deja de poseer un lenguaje divino, donde el lenguaje humano está como envolviendo la palabra divina o, mejor dicho, es asumido como expresión del lenguaje divino. El lenguaje humano, sin dejar de serlo, ha sido asumido por Dios hasta convertirse también en divino. No se puede atribuir parte de la Escritura a Dios y parte a los hagiógrafos, porque la acción de Dios alcanza plena y totalmente los textos inspirados, hasta en sus menores detalles. No existe Palabra de Dios, sin palabra humana. La inspiración bíblica no admite grados diferentes de inspiración. Este principio no niega, evidentemente, que los diversos libros y textos bíblicos puedan poseer un mayor o menor contenido teológico, según los casos, sino que indica que todo cuanto ha sido escrito en la Biblia procede igualmente de Dios como autor principal de los libros sagrados. Dios no es más autor de un libro que de otro, aunque en algunos haya manifestado una verdad más alta que en otros. Conviene precisar que directamente inspirado es sólo el texto original en su forma definitiva, es decir, el autógrafo del autor inspirado. Las copias, transcripciones y traducciones se pueden considerar inspiradas en la medida en que reproducen con fidelidad el contenido y la forma literaria del texto original.

5. La verdad de la Escritura Como todo lo que los autores inspirados o hagiógrafos afirman, se debe considerar afirmado por el Espíritu Santo, hay que confesar que los libros de la Escritura, enseñan firmemente, con fidelidad y sin error, la verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación (DV 11).

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Puesto que Dios es el autor principal de los libros inspirados, éstos no pueden contener error, ni llevar a engaño, debido a que Dios, suma verdad, no puede ni engañarse ni engañarnos. Por error, se entiende no la equivocación material debida a la falta de pericia del hagiógrafo (por ejemplo, pueden haber errores de sintaxis), sino el error lógico, es decir, la falta de conformidad entre el juicio del hagiógrafo y la realidad objetiva. Esta afirmación tiene su testimonio en la Sagrada Escritura (Mt 4, 4.7.10; Lc 24, 44; Jn 10, 34-35; Hch 13, 33-37). La misma línea encontramos unánimemente en la tradición de la patrística y medieval. San Agustín, en una carta que escribe a san Jerónimo, afirmaba: “Creo firmemente que ninguno de los autores ha cometido error alguno al escribir. Si alguna vez me encontrase en ellos, algo que parezca contrario a la verdad, no tendré la menor duda en afirmar que eso depende o del códice defectuoso, o del traductor, que no ha interpretado rectamente lo que está escrito, o que mi mente no ha llegado a comprender”. Hasta el Vaticano I, la verdad de la Biblia no había sido puesta directamente en discusión por los teólogos católicos. El problema surgió cuando a causa de los descubrimientos de las ciencias naturales e históricas, se formularon hipótesis bíblicas que estaban en contraste con la enseñanza común de la Iglesia. La encíclica Pascendi (1907), condenó a los modernistas, que admitían la existencia de numerosos errores en la Biblia. La encíclica recuerda que eso equivaldría a convertir al Espíritu Santo en autor de falsedades. La ciencia y la exégesis bíblica, bien conducidas, están llamadas a convivir en un diálogo armónico. La ciencia verdadera, lejos de oponerse, servirá siempre, por tanto, de ayuda eficaz para el conocimiento de la Palabra de Dios escrita. San Juan, presenta a Jesucristo como “la verdad” (aletheia). La ley ha sido dada por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Jn 1, 17). Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida ((Jn 14, 6). Esta verdad, debe expresarse en la conducta del creyente, que “es de la verdad” (1Jn 3, 19) y ha de “caminar en la verdad” (2Jn v. 4). La verdad los hará libres (Jn 8, 32). El Espíritu es la verdad (1Jn 5, 6). El concilio Vaticano II, expresa: “La profunda verdad… acerca de Dios y de la salvación, resplandece en Cristo, el cual es a la vez mediador y plenitud de la revelación” (DV 2). Esta palabra: verdad, sustituye a “inerrancia”. 5.1 Unidad en la verdad bíblica Los diversos autores inspirados expusieron una sola verdad, aunque lo hicieran desde perspectivas diversas. Santo Tomás hacía la distinción de verdades: “Hay

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verdades que son por sí mismas objeto de fe; otras no lo son por sí mismas, sino en relación con las primeras. Es lo que la teología más reciente suele llamar: jerarquía de verdades. La unidad en la verdad de la Biblia, no excluye que en la Biblia existan concepciones diferentes sobre el modo de presentar el misterio de Dios y del hombre, debido a la pluralidad de autores humanos. Unidad, no significa uniformidad, ni repetición. Jesucristo es quien les da esa unidad: “Todas las páginas de los dos testamentos convergen hacia Cristo, como a su punto central”, escribe san Jerónimo en carta a santa Paula. Dios ha querido comunicarnos su verdad salvífica. El objeto propio de la Escritura es comunicarnos la verdad salvífica. A la luz de este criterio fundamental se pueden y deben resolver las dificultades e inexactitudes que se encuentran en la Sagrada Escritura. La Biblia enseña la verdad, pero la enseñanza de esa verdad es compatible con: Una considerable variedad de estilos literarios. Una mayor o menor variedad de detalles en la presentación de un mismo hecho. La necesidad de resolver problemas de distinta índole, sea de interpretación, de traducción, de crítica textual. 5.2. Unidad entre el AT y NT Dios, en su sabiduría, dispuso las cosas de modo que “el NT estuviese escondido en el Antiguo, y el Antiguo se hiciese patente en el Nuevo”. Unidad, como ya vimos, dada por Jesucristo: “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la ley de Moisés y en los profetas y en los Salmos acerca de mí” (Lc 24, 44). La ordenación del AT al NT se expresó también por medio de figuras o tipos. Por ejemplo, el diluvio, figura del bautismo; el maná, figura de la Eucaristía. Esto sin embargo, no debe llevar a olvidar que el AT posee un valor propio como Palabra de Dios dirigida a los hombres. Pues él contiene la historia sagrada del pueblo de Israel. AT y NT no se pueden entender como una sucesión de dos fases parciales y complementarias de la revelación, que se unen por ejemplo al modo como alma y cuerpo o como oxígeno e hidrógeno para formar el agua. Siguiendo la imagen tradicional, el NT se presenta como el árbol respecto a la semilla: desarrolla de modo explícito y total el mensaje de salvación todavía en germen en el AT. Cristo es la palabra única, perfecta y definitiva de la SE. La Biblia, no es un tratado científico, ni un libro de historia, aunque no se

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oponga a ellas. Dios nos ha hablado para comunicarnos su revelación. Por tanto, la verdad de la Escritura se circunscribe al ámbito propio de la revelación: el misterio de la salvación realizada en Cristo. Esto quiere decir que la revelación divina tiene un ámbito propio, y que, por lo tanto, sólo han de considerarse verdaderas, las enseñanzas que de uno u otro modo, están relacionadas con el misterio de la salvación. Fuera de ese ámbito, la Biblia no contiene ninguna enseñanza positiva que requiera de nuestra parte, una adhesión de fe. Estos principios tienen importantes aplicaciones prácticas. Por ejemplo: la cosmografía bíblica (la tierra descrita como una superficie plana) está en consonancia con los conocimientos que se tenían cuando fueron escritos. La idea de la creación: que el mundo fue creado en seis días, que el hombre fue creado de arcilla o polvo, que la mujer salió de la costilla de Adán. Es tarea de los científicos plantear esos problemas y tratar de resolverlos con los métodos más adecuados. En lo que respecta a la historia, la cuestión es más delicada, puesto que la revelación se da en la historia. Lo que le interesa, no es narrar exactamente los acontecimientos, tal como ocurrieron, sino el descubrimiento del significado que ellos encierran 5.3. Verdad bíblica y géneros literarios “Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas, se deben tener en cuenta los géneros literarios” (DV 12). La expresión: “Entre otras cosas” implica que el problema de la verdad bíblica no se puede limitar al examen de los géneros literarios. Por géneros literarios se entienden las formas o modos habituales y originales de entender, de expresarse, de narrar, en uso en una determinada época o región, regulados por normas particulares y utilizados por el que habla o por el que escribe con una finalidad determinada. Se trata de un fenómeno presente en todas las obras literarias. El estudio de los géneros literarios recibió un fuerte impulso, como el resto de toda la ciencia bíblica, gracias a la encíclica Divino Afflante Spiritu. La encíclica señala que este análisis literario constituye un medio necesario para resolver los aparentes errores o inexactitudes que se observan en el texto bíblico, ya que, “si se mira bien de cerca, se encuentra que sencillamente se trata de las formas nativas de decir o narrar, que los antiguos solían utilizar en el intercambio mutuo de ideas en las relaciones humanas”. La inspiración admite cualquier género literario, siempre que no repugne a la verdad y la santidad de Dios. 10 El Cristo de Esquipulas es una imagen esculpida por el artista portugués Quirio Cataño, en el año 1595, en la Antigua Guatemala. Es un Cristo negro que en su peregrinaje hacia Esquipulas fue adquieriendo fama de milagroso y es muy venerado por los habitantes de Centroamérica y México. 11 Algunas ideas de este capítulo son un resumen de Armando J. Levoratti en su artículo La inspiración

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de la Sagrada Escritura. En el Comentario Bíblico Latinoamericano, Antiguo Testamento. Verbo Divino, Navarra, 2005.

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VI

EL CANON DE LA SAGRADA ESCRITURA

Canon (= caña, unidad de medida) puede significar cualitativamente “la medida” de la fe, o bien, cuantitativamente, un catálogo o lista de libros que contienen dicha regla de fe. De aquí que inspiración y canon están íntimamente ligados. Más aún, el canon es un punto clave para la teología de la inspiración. Al fin de cuentas, es el canon el que nos dice qué libros son inspirados y qué libros no lo son. El Espíritu Santo guió a la Iglesia en la fijación del Canon. ¿Cómo ha llegado la Iglesia a definir ese conjunto de 73 libros que forman la SE: 46 del AT y 27 del NT, es decir, la regla de la fe? Un libro es canónico porque la Iglesia lo reconoce inspirado por Dios. Inspiración y canonicidad, son dos conceptos diferentes, pero inseparablemente unidos. La canonicidad presupone la inspiración, pero no al contrario. Vuelvo aquí a definir alguna terminología técnica para enriquecer nuestro lenguaje y hacer más comprensible lo expuesto. Canon: es el conjunto de libros “inspirados” y que contienen por tanto la revelación histórica de Dios en Jesucristo, la verdad de Dios revelada para nuestra salvación (DV 11). Protocanónicos: libros aceptados como canónicos desde siempre y sin discusión, en todas las comunidades cristianas antiguas. Deuterocanónicos: aquellos libros canónicos sobre cuya canonicidad se ha discutido alguna vez. Entre los protestantes y ortodoxos, son denominados “apócrifos”. Son libros y pasajes deuterocanónicos: en el AT: Tobías, Judit, Baruc, Sabiduría, Eclesiástico, 1 y 2 Macabeos, Ester 10, 4 – 16, 24 y Daniel 3, 24-90; 13 –14; así como la carta de Jeremías, que la traducción latina y Vulgata sitúa en Baruc 6; en el NT: Hebreos, Santiago, Judas, 2Pedro, y 2 y 3 de Juan, Apocalipsis y los pasajes Marcos 16, 9-20 y Juan 7, 53 – 8, 11. Para los católicos, los deuterocanónicos no son menos en canonicidad que los otros protocanónicos. La Iglesia declara canónicos esos libros, no porque ella tenga algún poder sobre ellos, sino porque ellos eran ya regla y norma de fe y de vida para la misma Iglesia, es decir, eran su “canon” y por eso los ha declarado “libros canónicos”. La Iglesia no crea su canon, declara como tal aquellos libros en los que ha descubierto la Palabra normativa de Dios. Apócrifo: etimológicamente: cosa escondida, oculta. Luego, libro de origen

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dudoso cuya autenticidad se impugnaba. Escrito sospechoso de herejía o poco recomendable. Con relación a los libros canónicos se llaman libros apócrifos los que han sido rechazados por la Iglesia como inspirados y canónicos. Entre los protestantes se denominan pseudoepígrafos, es decir, libros atribuidos a un falso autor. Ágrafa: son dichos aislados atribuidos a Jesús por alguna tradición incierta y que, por tanto, no se encuentran en los evangelios canónicos. Ágrafa significa precisamente: no escrito. También se les designa como Logia (dichos). Por ejemplo Hechos 20, 35: “Hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: mayor felicidad hay en dar que en recibir”. Estas palabras que san Pablo atribuye a Jesús, no se encuentran, sin embargo, en los escritos evangélicos. Muchos ágrafa, aparecen en los variantes de los manuscritos del NT. Para ser considerados como tales deben: tener a su favor varios testimonios dignos de fe, independientes entre sí, y que contenga una doctrina conforme con la enseñanza auténtica del Señor. ¿Cómo se llegó a definir el canon? ¿Qué criterios se utilizaron? Veamos rápidamente en un recorrido histórico, dicho proceso. La proclamación del canon se enraiza en el uso que la Iglesia apostólica y primitiva hicieron de los libros sagrados en la vida eclesial, tal y como lo manifiestan principalmente los testimonios de los Padres, escritores eclesiásticos, las decisiones de los concilios y la vida litúrgica de la Iglesia. El canon de los libros sagrados debe considerarse una doctrina que forma parte de las verdades reveladas por Dios, por lo que, de modo semejante a lo que ocurre con otros dogmas, al proclamarlo, la Iglesia no lo constituye, sino que lo recibe, reconoce y lo acepta.

1. El canon del AT La división en tres partes: la TaNaK (Torá, Nebiim y Ketubim) = ley, profetas y escritos, la atestiguan dos textos del AT: 2Macabeos 2, 13 y el prólogo del Eclesiástico. También hace referencia el NT en Lucas 24, 44). Los Escritos se agrupan en Lucas con el nombre de Salmos, probablemente porque este es el libro más importante de la tercera colección. La Biblia hebrea está formada por 24 libros12. Todos los profetas son ubicados en un solo bloque; se dividen en anteriores y posteriores (teniendo la monarquía, como referencia). El libro de los Salmos se divide en cinco libros (salterio). El canon del AT se fue formando poco a poco en diversas etapas. La Torá, considerada desde antiguo como colección bien definida de carácter normativo. En tiempos de Josías, rey de Judá (639 -609), en el año 621, durante

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los tiempos de restauración del templo de Jerusalén, por muchos años abandonado, se encontró el “libro de la ley” (2R 22). La Torá ha sido el fundamento sobre el que se ha basado la nación israelita, para mantener su identidad como pueblo de Dios. Con respecto a los profetas, Nebiim, parece lícito afirmar que, al menos a finales del siglo II a.C., esta colección estaba ya constituida. El Eclesiástico o Sirácida, menciona los profetas anteriores y posteriores, siguiendo precisamente el orden de los libros de la Biblia hebrea (Si 46, 1 – 49, 15). Este dato, sugiere que el proceso de canonización de los Nebiim tuvo lugar hacia mediados del siglo II a C. Los Ketubim (escritos), es menos conocida, sin embargo, ya en tiempos de Ezequías, rey de Judá (716-689), recogió cierto número de Proverbios de Salomón (Pr 25, 1), e instituyó y reglamentó el cántico de los Salmos de David y Asaf (2Cro 29, 30). El prólogo de Sirácida menciona expresamente los Ketubim (vv 2.10.15), aunque sin especificar su extensión. La fijación del canon de la Biblia hebrea, surge dentro de las diferentes situaciones: diversidad de grupos o sectas dentro del judaísmo antiguo. Había judíos de la diáspora y judíos de Palestina. Los primeros poseían una cultura fuertemente influenciada por el helenismo, que había penetrado en todo el mundo antiguo. Ambos grupos usaban su SE: los judíos de Palestina con el canon en el cual faltan los libros deuterocanónicos y los judíos de la diáspora usando la versión de los LXX que incluía los deuterocanónicos. Es decir: existían dos colecciones que dieron lugar a dos cánones: uno amplio (el de los LXX) y uno breve (la Biblia hebrea). Hasta el año 70 d.C. no hubo en el judaísmo una opinión única sobre los libros que debían ser considerados sagrados y normativos. Entonces, la religión estaba basada en el culto y centrada en el templo, y no se había transformado, como sucederá posteriormente, en una religión del libro. Se llegó sustancialmente a una uniformidad sólo en los años posteriores al 70 d.C., después de la destrucción de Jerusalén, cuando los fariseos se convierten en guías fieles de la comunidad hebrea, a la que impusieron sus creencias religiosas, estableciendo las bases firmes para el judaísmo posterior. Es decir que el canon de la Biblia hebrea se fija en Jamnia entre fines del siglo I y el siglo II d.C. Los rabinos parecen haber seguido tres criterios internos fundamentales: a) La antigüedad del libro: solo se debían considerar inspirados los libros escritos antes de que la cadena de profetas se cerrase con el último de ellos, Malaquías (s Va.C.).

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b) Que estuviese escrito en la lengua sagrada (Hebreo). c) Su conformidad con los principios religiosos transmitidos por la secta farisea. En síntesis son tres criterios claros: histórico, literario y doctrinal. A estos criterios internos, hay que añadirle dos motivaciones externas: la polémica con el cristianismo naciente y la lucha contra las sectas que surgían en el seno del judaísmo. Este movimiento de renovación judaica, rechazó la versión griega de los LXX que utilizaban los cristianos. La tendencia a rechazar algunos libros (especialmente de 5, que luego entraron en el canon) se debía a: parecían contradecir la ley (Ezequiel), presentaban aparentes contradicciones internas (Qohélet y Proverbios), tenían un contenido al parecer profano (Cantar de los Cantares), resultaban de época reciente (Ester). Sobre los deuterocanónicos: Sabiduría, por ser de época reciente y estar escrito en griego. Por el mismo motivo, Macabeos, pero también y sobre todo, por la hostilidad de los fariseos contra la dinastía de los asmoneos, descendientes de los Macabeos. Al aplicar los criterios ya mencionados, quedaron fueran los deuterocánonicos. La Iglesia primitiva recibió el canon del AT de la tradición judía. Jesús, los apóstoles y los autores del NT, recurren con frecuencia al testimonio de las “Escrituras”, término que aplican a los libros sagrados del AT. El texto bíblico utilizado por los autores inspirados fue, generalmente la versión griega de los LXX y su canon fue aceptado, al menos implícitamente, por la comunidad cristiana del período apostólico.

2. El canon del NT 2.1. En el siglo I: formación de los libros del canon Cristo y la predicación apostólica son el punto de partida del canon bíblico del NT. Como es lógico, la Iglesia de los orígenes (s I) no poseía ningún canon del NT, sino todo lo más un “corpus” de libros sagrados del AT. (La LXX en griego, así como el texto hebreo y arameo en los ambientes judeo-cristianos de Palestina). Pero tenía como punto de referencia la autoridad absoluta de Jesús, tan trascendente que era considerada como superior a los libros sagrados. Los apóstoles eran considerados como los depositarios vivos de la revelación histórica de Jesús. Aquí debemos agregar a Pablo. Los apóstoles eran el canon vivo, los que habían vivido con Jesús, habiendo recibido de Él una misión particular y la promesa del Espíritu, que habría interpretado a través de ellos, de forma autorizada, el mensaje y el

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acontecimiento salvífico de Jesucristo. Todos los libros del NT fueron escritos en la segunda mitad del siglo primero, en un período de unos 50 años. 2.2. En el siglo II: hacia la formación de dos colecciones de escritos autoritativos: el corpus de los cuatro evangelios y el paulino ¿Cuándo empezaron a considerar los libros del NT, como “Escritura” con autoridad absoluta en lo que atañe a la fe? Lógicamente, cuando ya no fue posible referirse con una seguridad razonable al Evangelio vivo de Jesús, esto es, cuando murieron los primeros testigos y sus discípulos. Un fuerte impulso para el reconocimiento oficial de los libros del NT como Escritura con autoridad divina se debió, en el siglo II a la necesidad de distinguir entre los evangelios auténticos y los no auténticos. Y junto a ello, el problema de la aparición de los herejes que se servían de evangelios compuestos por ellos mismos como “el Evangelio de la verdad”. Además, la crítica de algunos que llegaron a rechazar las Escrituras del AT y algunos libros del NT. La idea de considerar los libros del NT como “Escritura” parece datar en la iglesia de Alejandría a comienzos del siglo II. En la segunda mitad del siglo II se llega a constituir un “corpus” de cuatro evangelios, presupuesto por el Diatessaron de Taciano (+180 d.C.). Según Justino, los evangelios se leían durante la celebración eucarística. El testimonio papirológico más antiguo que poseemos es del año 250 d.C.: el papiro Chester Beatty P. 46, en el que se recogen los cuatro evangelios. Además, como se deduce de Marción (+ 160 d.C.), se tiene un corpus de al menos 10 cartas de Pablo. Marción habría sido el primer autor en redactar un canon neotestamentario, dando así a la Iglesia católica, un ejemplo a seguir. Marción fue condenado como hereje porque rechazaba el AT y varios libros del NT; siendo un seguidor a ultranza de san Pablo, lo lleva al extremo. Los demás escritos del NT incluyendo los Hechos, no se consideran aún como importantes. 2.3. Finales del siglo II y comienzos del III: hacia la definición del corpus neotestamentario Si los apóstoles y solo ellos, habían recibido la misión de transmitir de forma auténtica la revelación histórica de Jesús, para que un escrito pudiera ser tenido por auténtico tenía que ser de origen “apostólico”. Si no lo era, no era auténtico. Había dos caminos para demostrarlo:

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a) La tradición: demostrar que ese escrito era leído en público desde la edad apostólica. b) Estar de acuerdo con la colección fundamental, considerada como genuinamente apostólica. El fragmento muratoriano13 de finales del siglo II contiene una lista de 22 libros de los 27 neotestamentarios. Un testimonio importante es el de Ireneo (+ 202), porque es testigo de la Iglesia oriental al haber sido discípulo de Policarpo de Esmirna (discípulo a su vez de san Juan evangelista); además conocía bien a la iglesia de Roma y tenía un gran respeto por las tradiciones apostólicas; señala también 22 libros de los 27. Es el primero en delimitar expresamente los cuatro evangelios, en el mismo orden con que aparecen en el canon (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y justifica el número cuatro comparando los evangelios con los cuatro vientos y los cuatro ángulos de la tierra. Usando los métodos de la crítica literaria, demuestra que los Hechos pertenecen a Lucas y afirma que Juan no sólo escribió el evangelio, sino también el Apocalipsis y dos cartas por lo menos. 13 cartas de Pablo. Si ponemos juntas las dos listas: la del fragmento muratoriano y la de Ireneo, todavía quedan fuera de la lista: el escrito a los Hebreos, Santiago, 2Pedro y 3Juan. El corpus neotestamentario está ya casi completo. Tertuliano usa por primera vez la expresión “Nuevo Testamento”. A finales del siglo II, el canon bíblico del NT estaba prácticamente formado y existía un consenso casi unánime sobre todos los libros que había que considerar inspirados y normativos. 2.4. La iglesia de Alejandría y la definición del canon en el siglo IV La carta escrita por Atanasio para la Pascua del año 367, es precisamente obra del obispo de Alejandría. En esta carta se enumeran sin vacilación la Escritura del N.T. (los 27 libros). Este catálogo, 18 años más tarde, el año 385, será aceptado por Jerónimo y divulgado por él en occidente a través de su traducción oficial latina (la Vulgata). En Laodicea, hacia el 360, enumera 26 libros canónicos, faltando Apocalipsis. En África, los concilios locales de Hipona, 393, y Cartago del 418, acoge Hebreos como escrito paulino y recibe la aprobación decisiva de san Jerónimo. Las actas del gecreto gelasiano del sínodo de Roma del 382, en caso de que sean auténticas, nos ofrecen el primer documento romano autorizado con la lista completa del canon, la misma que el papa Inocencio I comunica en el año 405 a un obispo de las Galias que le había pedido información.

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No es una casualidad que este catálogo fuera publicado oficialmente en Alejandría. En efecto, era éste el centro cultural superior y más vivo de aquel tiempo, y era en esta ciudad donde durante los siglos II y III se había discutido más el problema de los libros qué aceptar como “apostólicos” y “auténticos” y de los qué rechazar como “apócrifos”. El canon del NT, por consiguiente, surge de un ambiente cultural, en el que estaban presentes además de los del canon, otros libros que pretendían ser “autoritativos”, es decir, “apostólicos”. En esta situación, caracterizada por controversias, especialmente con los gnósticos, es donde se fue definiendo progresivamente el canon actual. Dos lumbreras de la iglesia alejandrina a finales del siglo II y comienzos del III fueron los grandes artífices: Clemente de Alejandría y Orígenes.

3. Criterios para establecer el canon del NT Debe tenerse en cuenta que en este momento histórico, la Iglesia goza ya de un “status” en el Imperio Romano; deja de ser perseguida y se estabiliza desde todo punto de vista, lo cual le permite reflexionar con calma y contar con los medios adecuados para rehacer su pasado reciente y establecer normas fijas que le guíen en el futuro. Puede decirse en sentido estricto, que fueron tres grandes criterios que el Magisterio de la Iglesia utilizó para definir el canon. 3.1. Origen apostólico. El primer criterio, de naturaleza histórico literaria, es el del origen apostólico de un escrito, es decir, la apostolicidad. Había que demostrar que el libro en cuestión había sido escrito por un apóstol o por alguno de sus estrechos colaboradores, quizás incluso por encargo del apóstol. Por consiguiente, el período de composición tenía que ser antiguo y llevar alguna señal de dependencia de la Iglesia de los orígenes. Existe también otra dimensión de apostolicidad referente a su “contenido”: es apostólico, lo que coincide con el kerygma apostólico, aunque no coincida exactamente con el tiempo de los apóstoles. 3.2. El sensus fidelium. El segundo criterio utilizado fue el teológico de la fe ortodoxa, que pertenece al sensus fidelium de los primeros siglos. Ningún evangelio podía pretender ser auténtico si contenía una interpretación de la encarnación contraria a la ortodoxa, que se había formado con la tradición viva. El escrito tenía que estar en armonía con el resto de la Escritura. Claridad de su lenguaje, calidad de sus enseñanzas y ausencia de fantasías puramente imaginarias respecto a Jesús y a las

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comunidades primitivas. 3.3. Uso litúrgico. Un criterio de gran importancia, fue el del uso en la lectura pública. Se exigió que un libro determinado se hubiera demostrado útil a la fe y que hubiera superado el examen del sentido crítico. Se examinaba si un libro había sido leído en las asambleas cristianas desde los tiempos apostólicos o si había entrado sólo en épocas recientes. Si el primer criterio pone de manifiesto la importancia de la historia y el segundo el de la teología, éste tercer criterio pone de manifiesto la importancia de la liturgia en la determinación del canon. Fue así como se formó el NT. Este canon de 27 libros del NT se mantiene a lo largo de los siglos en todas las iglesias cristianas. También se utilizaron otros criterios para definirlo, pero los tres anteriores son los fundamentales. 3.4. Valor constructivo y edificante. Es un criterio vivencial. Debía ser no solo circunstancial, sino para todas las iglesias. 3.5. “Experiencia pneumática”. La Iglesia acepta como canónicos solamente aquellos libros que son “inspirados”. Hay una “experiencia del Espíritu”, por parte de la Iglesia, al entrar en contacto con determinados escritos. De ahí que pueda hablarse de un “criterio espiritual” interno a la Escritura, que se actualiza cada vez que la Iglesia se ve obligada a discernir si un escrito es inspirado o no. Ohlig, divide los criterios en tres grupos: a) Externos: apostolicidad, antigüedad del escrito, la aprobación apostólica, la ortodoxia doctrinal, la armonía con otros libros de la SE aceptados por la iglesia, su carácter edificante y la universalidad. b) Los criterios eclesiales: recepción de los libros por las iglesias particulares, citación como Escritura por los escritores antiguos, el empleo litúrgico y el reconocimiento por parte de la autoridad eclesiástica. c) Criterios internos: los ofrecidos por el mismo libro sagrado y reconocidos por la experiencia pneumática de la Iglesia. Desde el punto de vista de la fenomenología de la religión se hacen las

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siguientes observaciones: Tiene mucha importancia, a la hora de establecer una literatura como canónica, el que ésta refleje el pensamiento del fundador religioso y de la tradición primera. Siempre existe una tradición oral, más o menos larga, previa a cualquier literatura canónica. Siempre se da un proceso doloroso de exclusión de algunos libros o tradiciones que no se consideran como fiel reflejo de la tradición religiosa primigenia. Siempre hay una decisión de la comunidad sobre cuáles son los libros normativos y canónicos. Es importante en dichos libros su relación con la tradición recibida como auténtica. A partir de la declaración de una determinada literatura como canónica ésta ya no puede modificarse, no se le puede añadir ni quitar nada. Los libros canónicos en la Iglesia católica, son descritos y señalados en el concilio de Trento (1546), por primera vez, como decisión dogmática explícita y universal, aunque la lista se había fijado ya en el concilio de Florencia (1441). Motivación dogmática: “Conservar en la Iglesia la pureza del Evangelio”. Se enumeran varias cuestiones de interés: a) Acto de fe. La Iglesia no decide su canon, lo recibe con fe. b) Tienen a Dios como autor. c) Se enumeran los libros. d) Libros en su integridad, con todas sus partes. e) Acto jurídico, no dogmático: se autentica la versión Vulgata. Son libros sagrados que contienen la revelación. El concilio Vaticano I, en la constitución dogmática Dei Filius (1870), confirma lo ya señalado. Lo mismo sucede con el concilio Vaticano II, Dei Verbum (1965). Ver DV 11 y DV 20.

4. El canon de la Biblia en el protestantismo actual El problema teológico del canon, desde el punto de vista protestante, es que

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algunos libros no conducen a Cristo como lo hacen otros; habla de libros privilegiados (Rm, Ga); libros ordinarios, que en cierto modo son testimonio de una catolicidad primitiva y libros postergados que no conducen del todo adecuadamente a Cristo (Hb, Judas, St, 1Pe, Ap), colocados al final de su Biblia. Consecuentes con el principio “Sola Scriptura”, el criterio decisivo para establecer cuáles son los libros canónicos había de encontrarse en la misma Escritura. Trento estableció el canon basándose en criterios teológicos, línea seguida por Vaticano I y II. Los protestantes han acusado a la Iglesia de ponerse por encima de la Escritura, cayendo en un círculo vicioso: la Iglesia católica habría definido cuál es su SE para apoyarse después en ella y justificarse como Iglesia fiel a la Palabra de Dios. A esta acusación responde el Magisterio de la Iglesia, asegurando que cuando ella interpreta la Palabra de Dios oral o escrita, no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio, lo cual hace con la asistencia del Espíritu Santo. Tradición, Escritura y Magisterio de la Iglesia están íntimamente relacionados y contribuyen eficazmente a la salvación (DV 10).

5. Literatura intertestamentaria y literatura rabínica Todos los escritos que no están en el canon, producidos entre los siglos II a.C., hasta el II d.C., se llaman técnicamente “Literatura intertestamentaria”. Las razones por las cuales no entraron en el canon, las hemos visto anteriormente. Son cuatro siglos de producción muy abundante. Su conocimiento es importante por las siguientes razones: Ayuda a precisar la historia de la formación del canon. Para la interpretación bíblica. Conocer el ambiente cultural y religioso en que nacieron los textos inspirados. Influencia en la mentalidad de los creyentes y de la religiosidad popular. Dicha literatura puede clasificarse en cinco grandes áreas: literatura litúrgica, literatura rabínica (Halákica y Hagádica), literatura apócrifa del AT (palestinense y helenística) y del NT, los escritos de Qumram y la producción literaria del judaísmo helenístico. 5.1. Literatura litúrgica

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Nacida como fruto del culto sinagogal que se componía de tres momentos: oraciones, lecturas bíblicas y comentarios homiléticos. De aquí que hay libros sobre las Oraciones y sobre los Comentarios. Entre las oraciones, el shemá (Dt 6, 4-9), profesión de fe que toma el nombre de la primera palabra con la que comienza. La shemoné ´esreh (las 18 bendiciones), llamada sencillamente tefillah (oración), por ser considerada la oración por excelencia. Esta oración, en su núcleo fundamental, se remonta al siglo I d.C., y probablemente como la anterior, fue conocida por Jesús y los apóstoles. Otra oración muy antigua es el Qaddish (Santo), del siglo I d.C., oración que guarda un cierto parecido con el Padrenuestro. La Qedushah (santificación), inspirada en la teofanía de Is 6, 3. Los comentarios fueron recogidos en los Targumim. Se hacían dos lecturas: una de la Torá y otra de los profetas. Los Targumim eran versiones arameas de la Biblia hebrea para el uso litúrgico de las sinagogas. 5.2. Literatura rabínica. De tipo halákico y haggádico a) Halakah, quiere decir: camino, vía. Es la interpretación legal, jurídica. Se aplica sobretodo a la Torá, para deducir normas de vida y de conducta. La Halakah, orienta la vida judía en todos sus aspectos. Se encuentra en el Talmud y en los midrashim más antiguos. Midrash, significa: explicación, comentario. Aunque es una literatura muy antigua, adquirió una estructura definitiva siglos después de la era cristiana. La mishnah, (etimológicamente: repetición; grabar la doctrina en la memoria por medio de la repetición. Es la primera recopilación oficial de la tradición judía postbíblica, específicamente jurídica. Se compone de 73 tratados. La guemará, (etimológicamente: complemento, tradición aprendida). Recopilación de comentarios que los rabinos hicieron a la mishnah. Hubo dos recopilaciones, denominadas, según el lugar de origen: palestinense o de Jerusalén, que es parcial, y la babilónica, más completa y orgánica. Esta última es considerada el “Talmud” por excelencia. Talmud, es el conjunto de la mishnah, texto base, y de la Guemará, que es su comentario. Talmud significa: estudio, doctrina. El palestinense es del siglo IV y el babilónico del siglo V.

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b) Haggadáh: etimológicamente significa: narración, exposición, enseñanza. Es una interpretación de carácter moral-parenético con elementos narrativos y a veces legendarios. Interpreta su significado para el tiempo presente. Se encuentran en los Midrashim más recientes y en los libros apócrifos 5.3. Escritos apócrifos del AT y del NT Los escritos apócrifos son escritos judíos y cristianos, que no han sido reconocidos por la Iglesia como inspirados y canónicos. La palabra “apócrifo” se origina del griego apokriphos, que significa: oculto, secreto, misterioso. Esta literatura se separa de la convicción rabínica que consideraba la revelación bíblica concluida con la muerte de los últimos profetas (Ageo, Zacarías, Malaquías). Se caracteriza por dos peculiaridades: sus autores se ocultan detrás de seudónimos o permanecen anónimos y se presentan como continuación o complemento de las Escrituras. Los autores de los apócrifos intentan responder a cuestiones que quedan sin explicación en los escritos inspirados y canónicos. Entre los apócrifos del NT, intentaban llenar las lagunas existentes en los escritos canónicos, se inventaban anécdotas sobre la historia evangélica. De ellos nos vienen los tres nombres de los magos de Oriente: Melchor, Gaspar y Baltasar; los nombres de los dos ladrones: Dimas y Gestas. Aunque estos escritos fueron rechazados oficialmente, lograron gozar de éxito entre los primeros cristianos. En la actualidad se siguen utilizando aunque de manera poco científica y tendenciosa. Sin embargo, conocerlos, ayuda a valorar mejor los evangelios oficiales y ofrecen luces de la situación que se vivía en aquel momento. No fueron aceptados por sus narraciones llenas de fantasía, exageraciones, contrarios a la doctrina cristiana, 5.4. Los manuscritos de Qumrán Se les conoce también como “Manuscritos del mar Muerto”. Fueron descubiertos entre los años 1947 y 1956. Recogen la literatura de un grupo judío (los escenios), del siglo II a.C. hasta el I d.C., que vivieron a la orilla noroeste del mar Muerto. Son fragmentos de diverso material, dimensiones y fines de la primera guerra judía (66-70 d.C.). Sus escritos tienen un interés particular para una comprensión mejor de los textos neotestamentarios. Se pueden clasificar en cuatro categorías: a) Manuscritos del canon hebreo del AT. b) Fragmentos del original semítico de algunos libros deuterocanónicos como

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Tobías y Sirácida. c) Fragmentos de algunos libros apócrifos. d) Manuscritos de la misma comunidad de Qumrán. 5.5. Judaísmo helenista. Hay gran cantidad de literatura. Se menciona a los dos máximos representantes: Filón de Alejandría (20 a.C. - 50 d.C.) y Flavio Josefo (37/38 100 d.C.). a) Filón de Alejandría Nacido en una rica familia judía de Alejandría. Ilustre como filósofo y teólogo judío de lengua griega. Es considerado el mayor representante del judaísmo helenista, tanto por su amplia producción literaria (36 obras) como por la profundidad de su pensamiento. En la interpretación bíblica, Filón utilizó el método alegórico, heredado del mundo griego a través del judaísmo alejandrino y que aplicó de modo sistemático a la Biblia. b) Flavio Josefo Nacido en Palestina. Es el último gran representante del judaísmo helenista. Tenía gran familiaridad con los históricos, filósofos y poetas griegos, como también un sincero y ferviente celo por su religión. Sus obras de mayor interés son La guerra judía y las Antigüedades de los judíos, escritas ambas en Roma alrededor de los años 90 d.C.; son importantes porque ofrecen datos valiosos para conocer el contexto político, social y cultural de Palestina en tiempo de Jesús. Conoce muy bien Galilea, pues tuvo el mando militar supremo de las fuerzas judías de aquella región en la guerra contra Roma (66-67 d.C.). Menciona a Jesús en dos ocasiones en sus escritos. El más importante es: “En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio. Fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. Y, cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los hombres principales de entre nosotros, lo condenó a la cruz, los que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo. Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido” (Antigüedades de los judíos 18, 3.3) 12 A veces aparecen 22 libros, porque quieren adecuar el número de libros bíblicos con el número de letras del alfabeto hebreo. 13 El canon muratoriano es el más antiguo que se conoce hasta ahora. Fue compuesto en Roma, a fines del siglo II (190-200), probablemente por un autor privado. El manuscrito existente del siglo VIII, fue

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encontrado en la biblioteca ambrosiana de Milán y publicado en 1740, por Ludovico Antonio Muratori (+ 1750), su descubridor; de ahí el nombre con que se conoce el manuscrito.

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VII

INTERPRETACIÓN (HERMENÉUTICA) DE LA SAGRADA ESCRITURA. MÉTODOS DE LECTURA BÍBLICA

Hermenéutica:

ciencia de los principios de interpretación del texto bíblico. Hermes mensajero de los dioses, fue considerado en la época helenista como el dios de la sabiduría, que revela a los hombres los secretos divinos. Exégesis: explicación (interpretación) de un texto bíblico. Utiliza ciencias auxiliares: filología, semántica, etc. No hay una distinción clara entre una y otra.14 La hermenéutica es más amplia que la exégesis. Incluso, la exégesis se considera parte de la hermenéutica. La hermenéutica es importante porque la SE contiene cosas que no son fáciles de entender, debido a que sus textos han sido escritos en lenguas antiguas, diferentes a las actuales, en tiempos y lugares distantes, y por autores que tenían una cultura y un modo de pensar diversos a los nuestros. Por ejemplo: Marcos 7, 1-13, aclaraba a sus lectores, cristianos que se encontraban en Roma, las costumbres de los judíos. Lo mismo, Felipe interpreta el texto de Isaías 53, 78, al etíope (Hech 8, 26-40). En el primer caso son costumbres de circunstancias históricas, en el segundo es de contenido y de un significado profundo. En términos generales podemos encuadrar toda hermenéutica en los tres ejes claves que convergen en la lectura: autor, texto, lector. El problema si así queremos llamarle consiste en la dimensión humana y divina de estos tres factores. El autor de la Biblia es Dios y el hombre a la vez. Es un texto escrito en palabras humanas y al mismo tiempo es divino, puesto que es inspirado por el Espíritu Santo. El lector, puede ser creyente o no creyente y allí si cambia mucho la interpretación. Para no falsear la lectura bíblica, me atrevo a decir que se debe leer como “persona de fe”. Junto a estos tres ejes, importa mucho la intencionalidad del autor. En la Biblia la intencionalidad de Dios y la del hagiógrafo, coinciden y se funden en una sola. Lo ideal sería que el lector sintonice con esa intencionalidad. Es muy importante también, el lugar desde donde se lee el texto y la situación histórica que se vive. No basta descubrir el “Sitz in leben” (ambiente vital), donde nace y se desarrolla el texto; se necesita también, conocer la historia de la transmisión y la interpretación de la Palabra; es decir las diferentes lecturas que a lo largo de la historia los individuos y comunidades han hecho de la Palabra de

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Dios. Así podemos leerla como fue escrita: “En el Espíritu”. Con respecto a la exégesis es imprescindible el conocimiento de las lenguas originales en que fue escrita y las de los pueblos vecinos. Sin embargo, eso no es obstáculo para que quienes no tienen acceso a esos conocimientos, puedan leerla y captar los valores y el significado profundo que palpan en la Biblia; esa es la realidad de la mayoría de la gente en América Latina. Por todos esos motivos, me ha parecido fundamental tratar de captar las diferentes formas de interpretación que se han hecho de la SE en los grandes momentos históricos del cristianismo, dónde hace énfasis determinada lectura. Por otra parte, pienso que en el momento actual no podemos prescindir de una lectura “interdisciplinar”, es decir, que tome en cuenta todos los factores y medios que están a nuestro alcance.

1. Exégesis judía y cristiana Midrash: método de interpretación de la Escritura. Es de carácter preferentemente homilético. El midrash es halaká: si se trata de actualizar un texto legal. El midrash Hagadá busca edificar o comunicar una verdad de fe a partir de textos no legales. Ambos procedimientos se encuentran también en el NT. “Ustedes han oído que se dijo, pero yo les digo…” (Mt 5, 21-48). Por supuesto que la exégesis judía se refiere al AT. Uno de los métodos que ellos utilizaron y utilizan es el alegórico, uno de sus representantes es Filón de Alejandría. Decían los rabinos que “la Biblia tiene setenta caras”, en lenguaje moderno: la hermenéutica bíblica es una tarea inagotable. La manera de leer el AT de los judíos es de gran ayuda para los cristianos. La interpretación del AT desde el NT. Como su nombre lo indica, el punto clave y de partida es el NT, supeditando la escritura del AT en función de Jesucristo. Mateo 1, 23 ve cumplido el nacimiento virginal de Jesús en el texto de Isaías 7,14. Desde aquí va surgiendo la separación del cristianismo del judaísmo. La reinterpretación del NT en su interior. No se trata de conservar congelada la Palabra del Señor, sino de descubrir su fuerza actual frente a las nuevas situaciones que van surgiendo en las iglesias. Por ejemplo, es diferente la lectura paulina a la joánica, puesto que han pasado muchos años y han cambiado las situaciones.

2. Época patrística Enmarcamos esta etapa histórica, desde los primeros siglos del cristianismo hasta el siglo VII. En este largo período, podemos descubrir algunas

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características generales. La interpretación bíblica, depende de la situación histórica que se vive. Entre las características que destacan podemos mencionar: cristológica, apologética, alegórica, literal, espiritual, tipológica. Se vive un momento histórico de persecución, no sólo del Imperio Romano, sino también de los grupos religiosos judíos así como el ataque de la cultura griega. En medio de estas tres grandes culturas, el cristianismo se va abriendo paso. Este momento es de gran producción y creatividad. Las dos características fundamentales generales son: Cristológica. Los cristianos interpretan todo desde Jesucristo. Apologética. Los cristianos actúan a la defensiva frente al judaísmo y las diferentes herejías al interior del cristianismo. 2.1. Escuela de Alejandría: interpretación alegórica Es un método de interpretación dominante en la escuela de Alejandría, seguramente por influencia de Filón. En polémica con el gnosticismo. Desde principios del siglo III, domina hasta el siglo XVII. Parte del principio de que el AT es figura anticipada del NT. Por eso, sobre el sentido literal de los textos (historia), monta un sentido espiritual. Su representante principal fue Orígenes. La SE es voz del logos divino. El Evangelio es la realización plena de la ley, por eso debe interpretarse el AT desde Cristo. Nada hay superfluo en la Escritura, aunque a veces su sentido puede estar escondido. Por eso se necesitan dos momentos: 1) inmediata comprensión. 2) encontrar su significado escondido por medio de la alegoría. Orígenes, estructura la hermenéutica bíblica como una verdadera ciencia. En sus homilías, comentarios, estudio filológico, de la SE, aplica los diferentes sentidos. Sentido literal: comprender según la carne; sentido moral o psíquico: comprender según su alma; sentido espiritual o místico: entenderse según su espíritu (al que se llega por la interpretación alegórica). La Palabra de Dios es fecunda, el ser humano no puede agotar su significado. Nos propone conectar la letra y el espíritu del texto bíblico. Sentido anagógico (typos: figuras de las realidades celestes)… sentido moral. 2.2. Escuela de Antioquía (interpretación literal y espiritual) Muy sobria, le da importancia a la historia, la cultura y los datos de la antigüedad, sobre el texto escrito. Sus representantes principales fueron: Teodoro de Mompsuestia y Teodoreto de Ciro. Eusebio de Cesaréa: interpretación

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más literal, sin desaparecer la alegórica. Diodoro de Tarso: acepta la tradicional tipología y cultiva una tendencia literalista, crea la noción técnica de teoría (contemplación, visión)... la sombra o typos es el medio para llegar a la luz o realidad. El sentido literal se abre a una realidad más profunda, pero no independiente de él. Teodoro de Mopsuestia: literalismo exegético que le hace interesarse por la historia de Israel, el contexto histórico de los textos y su análisis literario. San Juan Crisóstomo: uso exhortativo y edificante de la SE, con finalidad pastoral. 2.3. Los Padres capadocios Al final del siglo IV, actividad homilética de san Basilio, interpretación literal con predominio de una finalidad parenética y moral. Más uso de la alegoría hace san Gregorio de Nisa, místico y autor espiritual. No debemos perder de vista que la mayoría de ellos dominaban el griego y el latín que eran lenguas normales en los primeros siglos por el dominio del Imperio Romano y de la cultura griega. 2.4. Interpretación de la Biblia en Occidente Justino: tipológica, considera la ley como typos o figura de las realidades futuras, Cristo y la Iglesia, mientras que las profecías son logoi, palabras que hablan de Cristo. Usa una selección de textos del AT que llama testimonia… con interpretaciones targúmicas añadidas. Ireneo, vs los gnósticos, desarrolla una interpretación tipológica del AT, la cual quiere demostrar la continuidad entre AT y NT. Uso de la tipología que ha de apoyarse en la tradición eclesial, interpretación “en el Espíritu”, interpreta cristológicamente el AT. Parecido método usa en el norte de África, Tertuliano. Hipólito de Roma (s II-III): Interpretación literal y tipología alegórica cristológica. Mario Victorino, 360, comentario literal, aportes: comentarios a las cartas paulinas, especialmente a Romanos. Ticonio, 370-390, siete reglas “para abrir los tesoros de la Verdad” de la Escritura, acepta la interpretación alegórica. San Jerónimo, interés por lo filológico e histórico, se acerca después a la interpretación literalista antioquena, no abandonó el magisterio de Orígenes. San Agustín, al principio fuertemente alegorista (le influye el platonismo), luego llega a posturas más equilibradas… homilías, comentarios. Usa la tipología tradicional y la alegoría del AT. En De doctrina cristiana, aconseja el estudio de las lenguas bíblicas, insiste en las disposiciones espirituales del intérprete, comprensión del texto bíblico que edifique la caridad y establezca la verdad de fe.

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3. Época medieval Comienza una separación entre la teología y la Biblia. Surgen grandes movimientos de reforma en la Iglesia. Al interno de los monasterios surge La lectio divina. Continúa también la lectura del estilo patrístico. En el siglo XII. San Gregorio Magno sentido literal e histórico del texto… sentido típico... sentido moral… “Descubrir en la Escritura un modo nuevo de vida… Escuchamos la Escritura, si obramos según ella”… lectura espiritual que orienta la vida del lector hacia Dios… lectura inserta en el contexto litúrgico. San Bernardo, finalidad de la Lectio Divina: la experiencia religiosa de la presencia de Dios. En esta época surgen san Francisco de Asís y santo Domingo. El primero hace una lectura bíblica sin glosa del Evangelio. La Biblia en la escuela: se pasa de la lectura del monasterio a la escuela (… universidad). Respecto al AT, uso de las opiniones de los rabinos judíos. La alegoría: los 4 sentidos: (cf. Orígenes y patrística). Sentido literal: muestra hechos históricos (historia de la salvación), esconde el misterio de Cristo (el sentido espiritual de los padres). Alegoría: referencia a Cristo y la Iglesia. Moral o tropológico: orientar la vida según Dios. Anagogía: interpetación mística de la SE; nos abre al conocimiento de las realidades escatológicas, objeto de nuestra esperanza. La lectio scholastica: Santo Tomás de Aquino: literal – alegoría – tropología – anagogía. Partir de la letra y tener en cuenta la globalidad de la revelación (la ortodoxia); la coherencia con los textos bíblicos paralelos, la coherencia interna con la doctrina revelada, la analogía de la fe. … Separación Escritura – teología.

4. Renacimiento y reforma Con el renacimiento surge el humanismo, una vuelta a las fuentes clásicas. Aparece un nuevo modo crítico de estudiar los textos, redescubrimiento del hombre y su interioridad. 4.1. La reforma protestante John Wyclif (+ 1384) interpretación literal siguiendo la autoridad del Espíritu… Martín Lutero (+ 1546) (Comentario a los Romanos)… Inutilidad del mérito y las indulgencias… Propone el gran principio: sola gratia, sola Scriptura, que no necesita ni puede apoyarse en la autoridad humana del Papa, los concilios u

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otros. El cristiano tiene acceso directo a la Escritura, siempre que se acerque a ella con disposiciones adecuadas para recibir la luz del Espíritu… La Escritura es intérprete de sí misma… su verdadera interpretación tiene que ver con la experiencia interna que nos conduce a Cristo, que es el corazón de todas las Escrituras. En la misma línea se mueven Calvino y Zwinglio. 4.2. Trento y la exégesis postridentina Condena el principio de la libre interpretación de la Biblia; se aceptan todos los libros… con todas sus partes… se aceptan las tradiciones apostólicas no escritas: la Vulgata como punto de referencia obligado. La exégesis: mera servidora de la teología dogmática y de la apologética.

5. Época moderna Con la revolución teológica realizada por los reformadores, nació un nuevo modo de interpretar la Biblia, una nueva metodología exegética, una nueva mentalidad hermenéutica. Paralelamente a la hermenéutica católica, basada en la tradición viva de la Iglesia, la unidad de la Escritura y la analogía de la fe, surgen una gran cantidad de interpretaciones. Del siglo XVII al apogeo del siglo XIX. Búsqueda del sentido literal originario del texto, desde la razón, ignorando la naturaleza inspirada de la Escritura. 5.1. El racionalismo del siglo XVII Minusvaloración del carácter autorizado de la Escritura y de la Iglesia. Baruch Spinoza (1632 - 1677), hebreo holandés, interpreta la Escritura desde presupuestos racionalistas. “Comenzar por una historia exacta…. Penetrar en el pensamiento de los autores…”. Somete el AT a una interpretación crítica, llegando a negar toda realidad sobrenatural. J. S. Semler (+ 1791) es considerado como el creador del racionalismo bíblico. Niega la inspiración bíblica y el orden sobrenatural. Estos principios se aplicaron tanto al AT (J.S. Vater; J. G. Eichhorn; M. L de Wette) como al NT (H. E. Paulus; F. Ch. Baur; D. F. Strauss; B. Bauer; E. Renan). Richard Simon (1638 - 1712), análisis literario e histórico de la Escritura; concluye que Moisés no es el único autor del Pentateuco…, trata de conciliar en su obra al crítico literario y al teólogo creyente. Esta gran oportunidad de conjugar crítica racional y fe sincera en el estudio de la Biblia se pierde para los católicos (se incluye en el Indice de libros prohibidos).

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5.2. La hermenéutica filosófica contemporánea Friedrich Schleiermacher y la teoría de las fuentes (1768 - 1843). Mateo influyó en Lucas. Marcos es el último de los tres y condensó los evangelios de Lc y Mt. Deduce que hay otros documentos anteriores a los evangelios, de los que habían sacado sus notas los evangelistas. Papías había hablado de los logia, que fueron formando una colección que se designó como la fuente “Q”. Julius Wellhausen y las fuentes del Pentateuco (1844 - 1918). Enseñó hebreo y árabe y luego historia de Israel en varias universidades alemanas. Aunque varios autores hablaban de las fuentes: yahvista, elohista, deuteronomista y sacerdotal, él es el primero en estructurar la teoría y hacer accesible al público dichas fuentes. Su punto débil fue considerar los “relatos” como imaginarios y despojarlos de su historicidad y contenido. Adolf von Harnack (1851-1930). Historiador de la antigüedad cristiana y de los dogmas. Uno de los mejores representantes del protestantismo liberal. Aplicó el método histórico. Atribuyó a san Pablo una gran importancia en la formación del canon del NT. Marie Joseph Lagrange (1855 -1938). Dominico francés, promociona la exégesis histórico - crítica en la Iglesia católica. Influye en la Divino Afflante Spiritu y en el concilio Vaticano II. En 1890 funda la “Ecole Biblique” en Jerusalén. Todo lo que se ve, ayuda a explicar lo que se oye. Estudiar la arqueología e historia, trabajar los textos, aprendiendo las lenguas y hacer una crítica textual y literaria con seriedad. Sus escritos fueron prohibidos en los seminarios en 1912. Lagrange relaciona la Escritura con la Iglesia, no como vínculo de sumisión, sino como de producción del texto. La Iglesia es el ambiente en que apareció la Escritura (el NT). Permitió avanzar a la exégesis católica, perdiendo el temor de utilizar los métodos históricos modernos. Herman Gunkel (1862-1932). Hijo y nieto de pastores luteranos. Se interesó por la historia y la literatura. Siguiendo a sus maestros Harnack y Wellhausen. A él le debemos la introducción de los géneros literarios como método de estudio en la Biblia. Investigando el sitz in leben litúrgico, distingue los géneros literarios (especialmente en los Salmos): himnos, súplicas, acción de gracias y sapienciales. Comenzó a formular los principios sobre la “Historia de las formas”. Rudolf Bultmann (1884-1976). Teólogo luterano. Consagró toda su vida a la exégesis del NT. Es el creador de la “teología de la desmitologización”. Hace un análisis serio entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. El crucificado es el Señor. Hace una interpretación existencialista. Dificultad de llegar al Jesús histórico. Joaquín Jeremías, asegura que es posible llegar al Jesús histórico.

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Hermenéutica histórica de W. Pannenberg: revelación como historia; heredero de G. Von Rad vs. Bultmann; importancia del hecho histórico tanto para el AT como para el NT. La historia como lugar privilegiado de la revelación, de la hermenéutica y de la teología; todo camina hacia una plenitud, transformación… dimensión política de la hermenéutica. Hermeneútica política de J. Moltmann: hermenéutica política de la esperanza. Influencia del marxista judío. E. Bloch (1885-1977), quien hace una lectura atea de la Biblia, en la que el hombre no debería hacer un éxodo de Egipto, sino de Dios. El punto máximo de su interpretación se encuentra en su análisis del libro de Job; donde Bloch afirma que la lógica de este libro es la del hombre que supera a su Dios, es decir, de un hombre que puede comportarse mejor que Dios. Lee los profetas, el Éxodo y los evangelios en clave marxista, descubre en ellos elementos explosivos de liberación que protestan contra el presente, en nombre de ese reino del futuro por construir ya aquí, en nuestra historia. Al positivismo histórico y a la interpretación existencial, Moltmann opone el concepto de historia como recuerdo (ziqqaron - anámnesis) y como promesa. Un futuro todavía no alcanzado en el presente: un pasado que es promesa, esperanza… proclamar esta promesa de un nuevo futuro en el tiempo presente, testimoniar el futuro prometido y sentirnos responsables, necesidad de la misión en este preciso horizonte… llevar a una liberación práctica, hermenéutica política. Transmisión de la revelación. Ebeling: la palabra humana no es una simple transmisión de ideas y contenidos, sino algo más: es el lugar donde surge la existencia humana. En ella se descubre y crea todo un universo. La vida humana se realiza entre palabra y respuesta. La Palabra de Dios puede cambiar nuestra existencia, suscitando una respuesta es opción existencial… ha de ser una palabra viva y actual, lo que ocurre en la proclamación de la Palabra, en la predicación. E. Fuchs. Es el texto el que nos interpreta, y nuestra precomprensión, además de cumplir su función de guía para interpretar el texto, nos lleva a someter a discusión nuestra propia autocomprensión, a base de esa otra autocomprensión que el texto nos propone. “Principio hermeneútico” = lugar en que es necesario poner el texto para que comience a hablar, ejemplo: “Pon un ratón frente a un gato y sabrás que es de verdad el gato”. Ese lugar donde empezamos a escuchar el texto del NT es nuestra propia indigencia, nuestra existencia en carne (Rm 7, 24): ahí está el “lugar” donde nos encontramos con Dios… dejar hablar el texto con su lenguaje auténtico, pues sólo así descubriremos lo que tiene que decir sobre nosotros.

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A modo de conclusión, podemos decir que entre las “escuelas de estudio bíblico” en la actualidad, sobresale la alemana por su rigor científico; la Anglosajona (USA, Inglaterra, Holanda) por su liberalismo y/o fundamentalismo. La orientación latina (España, Francia, Italia, Latinoamérica, Jerusalén), más vivencial, sin despreciar los avances científicos. Desde el concilio Vaticano I (1869) hasta nuestros días, hay tres grandes corrientes: los intransigentes, que se oponen a la entrada de las ciencias modernas en la interpretación bíblica. Se apoyan en la autoridad infalible de la Iglesia; los racionalistas: rechazan bloques enteros de la SE, porque no están acordes con la razón o no corresponden a hechos históricos. Los progresistas: aprovechar los avances científicos y todo lo que ayude a esclarecer la interpretación bíblica.

6. Principios de interpretación bíblica Los principios de interpretación de la hermenéutica bíblica católica se encuentran en la Dei Verbum y específicamente en el número 12: Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la SE comprenda lo que Él quiso comunicarnos, debe investigar con atención lo que pretendieron expresar realmente los hagiógrafos y quiso a Dios manifestar con las palabras de ellos… Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a los géneros literarios (…). Y como la SE hay que leerla e interpretarla con el mismo Espíritu con que se escribió, para descubrir con exactitud el sentido de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Escritura, teniendo en cuenta debidamente la tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe.

Tomando como punto de partida, este texto, enfatizo algunos principios de interpretación bíblica: 6.1. Punto de partida: naturaleza humano – divina de la Escritura. Dos cualidades inseparables 6.2. Tener en cuenta los géneros literarios Indagar lo que el autor sagrado intenta decir y dice, según su tiempo y cultura… tener en cuenta los modos de pensar, de expresarse, de narrar que se usaban en tiempos del escritor, y también las expresiones de que entonces se valían en la conversación ordinaria (DV 12). 6.3. Aprovechar todos los métodos y los aportes de las ciencias humanas

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Es condición indispensable para el uso de estos instrumentos y métodos el liberarlos de aquellos principios filosóficos, a veces conectados con ellos, que entran en contradicción con la naturaleza divina de la Sagrada Escritura; es decir, principios ideológicos cerrados a la trascendencia, contrarios a la fe cristiana. 6.4. Responsabilidad del intérprete El intérprete debe ser un hombre de fe, creyente, de lo contrario despojará al texto de su esencia: inspirado por el Espíritu Santo. Después de esa condición sine quan non, se pueden hacer las otras observaciones. a) Conocimiento de las lenguas originales (hebreo, arameo, griego) y otras lenguas antiguas auxiliares: latín, siríaco, ugarítico, etc… Un buen conocimiento de la historia, el ambiente y la cultura en que nacen los textos bíblicos. b) Estudio crítico y literario, ayudados por la filología, la estilística; estudio de los géneros literarios y de la situación vital en que nacen y se desarrollan. Análisis de las tradiciones… análisis de la composición o redacción. Análisis de los géneros (historia de las formas), análisis de las tradiciones (historia de la tradición) y análisis de la composición (historia de la redacción) constituyen los llamados métodos histórico-críticos en sentido estricto. 6.5. Lectura “en el Espíritu” Leer e interpretar en el mismo Espíritu en que fue escrita… tener en cuenta el contenido y la unidad de toda la Escritura, la tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe . La interpretación queda sometida al juicio de la Iglesia, que recibió el encargo y el servicio de conservar e interpretar la Palabra de Dios. Un largo camino.

... necesidad de la ayuda del Espíritu Santo… La función de la exégesis consiste en desvelar lo que Dios ha querido manifestar en los textos inspirados. Concebir la Escritura como una realidad litúrgica y profética, como una proclamación, más que como un libro; siguiendo la tradición oriental, la Escritura es “la consagración de la historia de la salvación bajo especies de palabra humana”. Igual que no es posible la realidad de Cristo sin la carne de María y la acción del Espíritu… del mismo modo la Biblia no es palabra viva solo por ser libro, sino que es necesaria la fuerza vivificante del Espíritu. Cuando realiza tareas de tipo filológico, literario, histórico, etc., el intérprete debe ser consciente que se encuentra ante un texto inspirado: no un mero documento arqueológico, sino un texto vivo, enraizado en la tradición viva de la Iglesia, que exige una actitud de escucha para abrirse a la comprensión. Esta actitud hermenéutica no elimina de

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ningún modo el esfuerzo intelectual de búsqueda, pues la fe requiere siempre del ejercicio de la razón, según el adagio: fides quaerens intellectum. 6.7. Leer la Escritura en la única historia de la salvación y en el conjunto literario 6.7. La tradición viva de toda la Iglesia Atender la tradición viva de toda la Iglesia... en el contexto de la tradición apostólica... teniendo en cuenta el testimonio de los Padres y de la liturgia, el consentimiento del pueblo de Dios en las cosas de fe y costumbres y las orientaciones concretas de su magisterio.

La SE confiada a la Iglesia: la SE entregada a toda la Iglesia, lugar por excelencia para la comprensión de la Escritura y… (DV 8): tradición apostólica que va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo… El depósito de la palabra oral y escrita ha sido confiado a la Iglesia, a todo el pueblo de Dios... El servicio del magisterio: apóstoles… obispos… sucesión apostólica, tradición apostólica… su tarea no consiste en sustituir la Escritura, ni en colocarse sobre ella, sino en interpretarla auténticamente. Debe escucharla, custodiarla, explicarla con la asistencia del Espíritu Santo... enseñar en nombre de Cristo. El servicio del intérprete y el magisterio y sus relaciones. Las relaciones entre el intérprete católico y el magisterio deben ser armónicas. El intérprete recibe las orientaciones del magisterio no como una imposición externa y contraria al trabajo científico, sino como quien sabe que la Escritura ha sido encomendada a la Iglesia, de la que forma parte y en la que trabaja con una misión y carisma específicos. A la escucha del magisterio y de todo el pueblo de Dios, que es el depositario de la Palabra revelada (tarea de divulgación)... contribuye a la comprensión de la Escritura (DV 8b), ayuda a madurar el juicio de la Iglesia, ofreciéndole los resultados de su trabajo científico (DV 12d), colabora en la formación de los ministros de la Palabra (DV 23).

7. Métodos de lectura bíblica y otros acercamientos La Pontificia Comisión Bíblica define los métodos, como un “conjunto de procedimientos científicos puestos en marcha para explicar los textos. Mientras que los “acercamientos” responden a una “investigación orientada según un punto de vista particular”. 7. 1. Lectura orante de la Palabra: lectio divina Éste es un método de interpretación vivencial. Aunque es muy antiguo, es el

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más practicado en la realidad de las comunidades. Se preocupan de preparar el ambiente externo para que el encuentro con la Palabra sea un momento de alegría y comunión. Así como una fiesta importante no se hace en cualquier lugar o cuando se prepara algo especial en la comida, el creyente se sumerge en una lectura orante de la Palabra, tratando de distanciarse de las preocupaciones diarias de la vida. Se enciende una vela, se preparan flores, música de meditación, alguna frase alusiva… se trata de practicar la creatividad para que sea verdaderamente un encuentro agradable. Después de la preparación externa, se entra al ambiente interno de la Palabra. La lectura bíblica, constituye personal y comunitariamente, un medio poderoso en la renovación y dinamización de la vida espiritual. Hemos estudiado que la Biblia es el libro de la Iglesia, comunidad de fe. De ahí la necesidad de leer la Palabra de Dios desde una comunidad cristiana. Este enfoque eclesial es insustituible y nos convierte en escuchadores y servidores de la Palabra, dispuestos a compartir con los hermanos. La Lectio no es una pura lectura espiritual, menos un estudio de carácter exegético o intelectual. La Lectio busca en la Escritura, más el sabor que la ciencia, el espíritu antes que la letra, porque las palabras del Señor son espíritu y vida. Se trata más de admirar que de cuestionar. La Lectio debe hacerse en un ambiente de fe en la Palabra de Dios, como los Tesalonicenses que la recibieron no como palabra humana, sino lo que es realmente, como Palabra de Dios que actúa en los que creen (1Ts 2, 13). La lectura orante de la Biblia, se mantuvo viva durante siglos en la tradición monástica. En primer lugar, se invoca al Espíritu Santo para que ilumine nuestras mentes y corazones para que podamos comprender lo que Él quiere comunicarnos. Es el Espíritu Santo quien nos fortalece para que llevemos a la práctica el querer de Dios en nuestra vida. Es ese mismo Espíritu Santo, que procede del Padre y el Hijo, que habló por medio de los profetas e iluminó a la primitiva comunidad. Por eso se le identifica con una lectura orante de la Palabra. Sin la asistencia del Espíritu Santo, la lectura de la Biblia se vuelve un ejercicio intelectual, una investigación del texto escrito quedándose en detalles, sin llegar al mensaje de Dios que el texto contiene. Es preciso orar, para comprender las cosas divinas. No podemos hablar de Dios, si antes no hablamos con Dios, porque podríamos tergiversar su mensaje. El Espíritu es quien nos pone en sintonía con la voluntad de Dios. Ciertamente, la oración profunda no es sólo fruto de una técnica puramente humana. Es el Espíritu Santo el que viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos pedir lo que nos conviene (Rm 8, 26). Vale la pena también, adoptar una

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posición corporal correcta, que no canse y favorezca la concentración. Eso ayuda a poder acoger y recibir la Palabra. Los pasos de la Lectio Divina Guido II, prior de la Cartuja en Grenoble, Francia, describe las cuatro gradas de la escalera espiritual como medio para hacer una lectura orante, espiritualmente provechosa: lectio, meditatio, oratio, contemplatio. No son técnicas de lectura, sino un proceso dinámico, destinado a encarnar la Palabra de Dios en la vida. La Lectio representa el alimento sólido; la meditatio, la masticación; la oratio, el saboreo; y la contemplatio, el sabor mismo. En síntesis y profundamente se trata de dos momentos: la lectura atenta de la Palabra y la respuesta de la persona y la comunidad a través de la fe y la oración. La lectura. Se selecciona el texto a ser leído. Leer y releer hasta comprender en profundidad lo que está escrito. Se trata de seguir el comportamiento del discípulo que se dispone a aprender algo nuevo. El alumno que a los pies del maestro se prepara para escuchar. La disposición de escucha lo lleva a comprender la Palabra. ¿Qué dice el texto, qué expresión me impacta más? ¿Por qué? ¿Qué me dice el Señor por medio de la Palabra? ¿Qué aplicaciones prácticas podemos hacer? ¿Hay algo que no entiendo?... Es una observación atenta. El texto lo hacemos nuestro, debe convertirse en nuestra palabra. Lo esencial es dejar que Dios nos hable y recibir su Palabra con respeto, reverencia, con espíritu de adoración y acogida. La meditación. Es una acción penetrante de la mente a fin de obtener, como ayuda de la propia razón, el conocimiento de la verdad revelada. Es un proceso de apropiación de la Palabra. La imagen del animal que rumia su alimento, se usaba en la antigüedad como símbolo del creyente que medita la Palabra de Dios. Lo importante es lograr que la Palabra, pase de la cabeza al corazón. En silencio, se medita la Palabra. Se puede imaginar la escena, recrearla. Hacerla presente, transformarla, vivenciarla. A partir de la situación actual, interrogamos al texto, tratando de encontrar en él, una luz que ilumine nuestros pasos. La Virgen María es modelo: ella conservaba y guardaba estas cosas y las meditaba en su corazón (Lc 2, 19). La oración. Es un entretenerse en Dios con el corazón, pidiendo que aparte de nosotros los males y nos conceda los bienes que necesitamos. Es la respuesta suscitada en nosotros por la Palabra de Dios. La respuesta llega en forma de adoración, acción de gracias, súplica y alabanza. Es entrar en esa común unión con el Dios que nos ama, sintiendo su amor, su cariño. Estar atento a las mociones del Espíritu. Las experiencias pueden ser variadas: de alegría inmensa,

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de compunción que nos lleva al arrepentimiento y la conversión. En el momento de la oración nos amenazan las preocupaciones de la vida, las distracciones, las dispersiones, el cansancio, la aridez espiritual. Es necesario recordar que cuando oramos, no estamos sólos; el Espíritu Santo está en nosotros. Él ora en nosotros y quiere que nos dejemos sostener y guiar por Él. La contemplación. En este cuarto paso, la experiencia de Dios se intensifica y profundiza. Entramos en el mundo de Dios; interpretamos cada situación, según el pensamiento de Dios. La contemplación contiene también, la operación, la acción, el llevar a la práctica lo contemplado. No debe ser confundida con una introspección psicoanalítica. En este estado, entra el discernimiento, para que conozcamos la voluntad de Dios en todas las situaciones que nos toca vivir. Mirar el mundo de manera distinta. Impregnados del reino por medio de la Palabra, se lleva a la práctica para no quedar como oyente olvidadizo, que después de verse en el espejo se olvida como es (St 1, 22-25). ¿A qué conversión y acciones concretas nos invita el Señor? Conclusión. Se trata de un ejercicio práctico que se realiza personalmente. Luego viene un segundo momento, cuando se comparte en comunidad. Es en esa instancia precisamente que adquiere otra dimensión la Palabra de Dios. Cada uno enriquece con su reflexión, a toda la comunidad. En grupo se pueden aclarar las dudas que hayan surgido. En América Latina son famosos los “círculos bíblicos” o “encuentros bíblicos”. Se trata de una lectura existencial de la Palabra, que sobrepasa la curiosidad intelectual y compromete toda la vida de una persona o comunidad. La Palabra es puesta en nuestra boca, por la lectura; en el corazón, por la oración y la meditación; en la práctica, por la contemplación. 7.2. Análisis histórico literario y método histórico crítico Surge en el renacimiento y se va desarrollando poco a poco. La Pontificia Comisión Bíblica, en La interpretación de la Biblia en la Iglesia, de 1993, señala que se trata de un método indispensable para el estudio científico de la Biblia, puesto que su objeto fundamental es la tarea “de sacar a la luz, de un modo sobretodo diacrónico, el sentido expresado por autores y redactores”15. Histórico, porque procura dilucidar los procesos históricos de producción del texto bíblico. Crítico, porque opera con la ayuda de criterios científicos, tan objetivos como sea posible en cada uno de sus pasos de la crítica textual al estudio de la redacción y transmisión del texto. Crítica textual, análisis lingüístico (morfología y sintaxis) y semántico, crítica literaria, crítica de los géneros literarios, crítica de la tradición y crítica de la redacción… todo este conjunto de

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operaciones es lo que se entiende como método histórico crítico. El método histórico crítico ha creado la conciencia clara de las condiciones históricas concretas y originales en las que la Palabra de Dios se ha enraizado, haciendo comprender el dinamismo histórico que anima la Sagrada Escritura y manifestando su rica complejidad. Existe una íntima relación entre fe e historia. Nos ayuda también a interpretar los textos de nuestra historia actual. Podemos resumirlo en tres momentos simultáneos. a) Historia de las formas (formgeschichte) Tiene sus orígenes en los trabajos del exégeta alemán H. Gunkel (1862-1932). Pone atención a la forma particular de las diferentes unidades del texto bíblico, procurando definir el género de cada una (por ejemplo, narración o himno) y su ambiente de origen o Sitz im Leben (situación jurídica, litúrgica, etc). Posteriormente K.L. Schmidt, M. Dibelius y R. Bultmann, entre los años 1919 y 1922, lo aplicaron al NT. En el caso del NT, tal y como lo entendían sus promotores, partía de dos postulados fundamentales: un postulado sociológico, que afirma el papel creativo de la primitiva comunidad cristiana, y un postulado literario, según el cual, los hagiógrafos y, en particular los evangelistas, debían ser considerados como simples recopiladores del material pre existente creado por la comunidad. Desde el punto de vista metodológico, abarca cuatro etapas: a) Individuar la unidad formal y catalogarla de acuerdo con sus características. b) Determinar el ambiente vital (Sitz in leben) de cada unidad. c) El estudio de la evolución de las unidades formales hasta su integración en los evangelios. d) Formular un juicio sobre el carácter histórico de la unidad que se está examinando. b) Historia de la redacción (Redaktionsgeschichte) Nació a mediados del siglo XX, como contraposición al método histórico formal. Se interesó por el estudio particularizado de la historia de la redacción del texto final. El elemento de novedad que se introducía era, pues, considerar a los hagiógrafos como verdaderos autores, teólogos que habían recibido los datos de la tradición reelaborándolos según su modo de entender. Los principales iniciadores de esta escuela fueron los exégetas protestantes H. Conzelmann (1954), G. Bornkamm (1948), W. Marxsen (1959) y el exégeta católico W. Trilling

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(1959). Intenta descubrir el trabajo de redacción de los autores bíblicos y analizar la perspectiva literaria de sus escritos, presenta un gran interés para la exégesis, como lo manifiesta su uso generalizado especialmente a partir de los años 1960. c) La historia de las tradiciones (Traditionsgeschichte) Como su nombre lo indica, pone de relieve, la tradición en que un texto se ha forjado y se ha transmitido hasta su integración en el libro final. Tradición oral o escrita. Estudia las tradiciones del pueblo de Israel y/o de las comunidades cristianas, las interpretaciones de las que han sido objeto. Por ejemplo, sobre el desierto, hay una tradición que lo considera como tiempo de dificultad y tentación (Ex 20) y otra, como época de juventud y de fidelidad de Israel (Dt 8; 29, 2-6). Por ejemplo en el NT, las diversas tradiciones sobre las palabras y gestos de Jesús en la última cena. 7.3. Lectura existencialista R. Bultman inició dicha lectura. Ante la dificultad de llegar al Jesús histórico. Importancia de llegar a la historia de Jesús en cuanto es significativa para mi existencia, encontrarme con Él y con Él confrontarme. Lo que se debe buscar no es el mero hecho histórico objetivo sino el compromiso existencial. Redescubriendo el kerigma de Jesús, que nos permite un encuentro existencial con su persona, encuentro que lleva acabo mi transformación por la fe. Se conjugan en esta interpretación existencial del NT varios factores: 1) las aportaciones de los géneros con su escepticismo histórico; 2) la hermenéutica de Heidegger; 3) la concepción luterana de la fe, puro don de Dios sin apoyo humano alguno. Sus limitaciones: Interpretación excesivamente individualista de la Escritura. No tener en cuenta la importancia de la Biblia como obra literaria (cosa que si harían el segundo Heidegger y después Gadamer). Su concepción de la sola fe luterana le ha impedido tener en cuenta el aspecto de tradición, que la misma reflexión hermenéutica, sobre todo con Gadamer, ha puesto de relieve. 7.4. Métodos desde un análisis literario El apreciar y disfrutar la SE como literatura es válido y normal; mejor aún, si no la vaciamos de su profundidad teológica. Los análisis linguísticos, han permitido

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visiones nuevas de la Biblia. Haciendo una síntesis de las diferentes visiones, podemos mencionar. Desde 1970, el análisis linguístico, aplicado a la exégesis bíblica ha tenido un desarrollo notable. El conocimiento de las diversas lenguas: hebreo, arameo, griego, latín, ayudan a clarificar las formas de expresión y sus contenidos de acuerdo al tiempo en que se escribieron los libros inspirados. a) Análisis estilístico; L. Alonso Schökel, acceso literario al texto (estilo, singularidad, estudio sincrónico, análisis de “estilemas”, como en la poética hebrea: material sonoro, ritmo, paralelismo, sinonimia, repetición, merismo, figuras, desarrollo, composición. b) Análisis retórico; G. A. Kennedy, “análisis de géneros retóricos, mensaje para persuadir a los lectores, utilizando procedimientos retóricos del momento… análisis sincrónico… considera el texto desde el punto de vista de la intención del autor, del efecto conjunto que produce y de la manera como sería percibido por una audiencia de contemporáneos a él. 4 pasos: 1) delimitación de la unidad retórica; 2) determinación del contexto retórico de la unidad (en paralelo con el contexto vital o Sitz in Lebem); análisis de la organización del material en el texto; reconsideración de toda la unidad en su conjunto. c) Análisis narrativo. Como su nombre lo indica, estudia el modo en que se relata la historia del AT y del NT y la forma en que influye en el lector de nuestro tiempo. d) Análisis semiótico. Antiguamente se le llamaba método estructural. Aplica a la Sagrada Escritura los principios de la gramática estructural o, en general, del estructuralismo. Basados en el texto, organiza los elementos o factores que contiene. Corre el riesgo de detenerse en un estudio formal del contenido y no centrarse en el mensaje de los textos. Como comerse la cáscara y tirar el contenido. 7.5. Acercamientos por las ciencias humanas Las ciencias humanas contribuyen a una mejor comprensión de los textos bíblicos. Santo Tomás de Aquino, lo expresó con las siguientes palabras: “Los que usan los conocimientos humanos en el estudio de la SE, poniéndolos al servicio de la fe, no mezclan el agua con el vino, sino convierten el agua en vino. El documento de la PCB de 1993, señala la sociología, la antropología y la psicología. El estudio de los comportamientos sociales, las dimensiones económicas, institucionales (sociología) y el análisis de los aspectos que se reflejan en la lengua, en el arte, la religión, vestidos, ornamentos, fiestas y todo lo referente a la etnografía (antropología cultural), contribuyen a comprender

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variados aspectos de los textos bíblicos. En cuanto a la relación entre exégesis y psicología o psicoanálisis, este diálogo debe ser crítico y respetar las fronteras de cada disciplina. Buscar psicólogos que sean creyentes, de lo contrario, despojan a la Biblia de su esencia: la fe. Por ejemplo, entre los autores que intentan un análisis psicoanalítico de la Biblia está Freud y Jung. Mientras el segundo ve la religión como la apertura del hombre a la trascendencia; el primero la niega totalmente. Se presentan como lecturas reduccionistas de la Biblia. A Paul Ricoeur, le debemos el intento más serio de valorizar la hermenéutica psicoanalítica en la lectura de la Biblia. El empirismo lógico, condujo a la teología de la muerte de Dios (Wittgenstein (1889-1951); F. Nietzche (1844-1900). El empirismo lógico establece que las afirmaciones significativas son solo las que se pueden verificar empíricamente. Éstas serían principalmente las de las ciencias naturales. Por el contrario, las afirmaciones éticas o metafísicas, carecerían de significado. Despojan de la dimensión trascendente a todos los seres humanos. 7.6. Acercamientos contextuales a) Lectura feminista La hermenéutica bíblica feminista nace a fines del siglo XIX en USA, en el contexto socio cultural de la lucha por los derechos de la mujer. Aquí podemos mencionar a E.S. Fiorenza; Elsa Támez. Existen tres grandes orientaciones. Las radicales, rechazan la autoridad de la Biblia, afirmando que ha sido escrita por varones y que ha servido para dominar a la mujer. La neo ortodoxa,, acepta la Biblia como profética, en la medida que reinvindique a la mujer. La forma crítica, procura redescubrir la posición y el papel de la mujer cristiana en el movimiento de Jesús y en las iglesias paulinas. La PCB (1993) reconoce que “las mujeres han tomado parte activa en la investigación exegética y a menudo han conseguido percibir mejor que los hombres, la presencia, el significado y el papel de la mujer en la Biblia, en la historia de los orígenes cristianos y en la Iglesia”. b) Desde América Latina (teología de la liberación) Doble fuente: la reflexión teológica histórica – política y la situación global de América Latina caracterizada por la opresión y la miseria. Es una reflexión crítica a la luz de la Palabra del Señor aceptada en la fe, sobre el proceso complejo de liberación que abarca la liberación socioeconómica, humana y cristiana. No sólo reflexión teórica sino transformadora… reinterpretación desde el propio mundo en que se vive, una lectura desde la propia experiencia humana y creyente.

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Insiste en la dimensión comunitaria de la fe, un modo de leer la Biblia que busca convertir la Palabra de Dios en luz y alimento del pueblo de Dios en medio de sus luchas y sus esperanzas. Características generales: * lectura hecha desde la situación del pobre oprimido de América Latina; * esta situación histórica ha de ser compartida; * encaminada a una praxis transformadora; * se privilegia el análisis histórico, la búsqueda del contexto histórico y social en que nacen los textos… para descubrir modelos de acción para el presente; * lectura creyente en contexto eclesial, fe que se manifiesta en hechos y se verifica, en una comunidad eclesial de base, surge del pueblo. Entre sus representantes, ofrecen matices diversos según cada autor (G. Gutiérrez; C. Mesters, S. Croatto; J.L. Segundo; L. Boff; H. Assman). c) Lectura fundamentalista Es la interpretación en sentido literal primario de la Escritura. Este tipo de lectura ha existido desde el inicio en la hermenéutica judía ortodoxa y entre los cristianos. En la actualidad, como reacción a toda la corriente histórico crítica y del empirismo lógico, se acentuó entre los protestantes conservadores quienes en el Congreso Americano tenido en Niágara, en el estado de New York en 1895, defendieron la lectura bíblica basada sobre el sentido literal, puesto que la Biblia, siendo libro inspirado por Dios, excenta de error, debe ser leída e interpretada literalmente en todos sus detalles. Se oponen a cualquier método científico en la interpretación de la SE. Desde otro punto de vista, esta lectura no admite que la palabra inspirada por Dios se ha expresado en un lenguaje humano y ha sido escrita por autores humanos que poseían capacidades y recursos limitados. La serpiente le habló a la mujer… la mujer surge de la costilla del hombre… andan buscando el arca de Noé… 7.7. Peligros y errores de algunas interpretaciones Lectura fundamentalista. Interpretación al pie de la letra de lo que dicen los textos, sin ningún criterio de interpretación. Su principal falla es que se niega a reconocer que la Palabra de Dios ha sido transmitida en lenguaje humano, condicionado por la mentalidad y la época de los escritores. Rechaza todo análisis histórico crítico, los géneros literarios. Por ejemplo, Génesis 1-2: Dios creó el mundo en siete días de 24 horas cada día. La serpiente habló a la mujer; la mujer tiene su origen en la costillas del hombre… el mar rojo se abrió. Lectura dualista. Fue realizada por muchas sectas de los primeros siglos del cristianismo. Dividiendo los autores del AT y del NT, sin ninguna relación.

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Lectura subjetivista. Separa al autor del texto escrito. Traslada la intención del autor a la del lector, que aparece como único intérprete del texto. El lector puede hacer decir al autor de un texto, lo que jamás imaginó el hagiógrafo o discrepar del significado del autor. Lectura descontextualizada. No toma en cuenta el contexto histórico en que fue escrito determinado texto. Se refiere también a omitir el contexto desde donde se lee la Palabra. 14 Sigo en toda la primera parte de este capítulo, el libro de Antonio M. Artola y José Manuel Sánchez Caro. Bibllia y Palabra de Dios. P. 246ss. Además de otros libros referentes al tema. 15 Seguiré en las páginas siguientes, tratando de sintetizar dicho documento que es de gran importancia y orientación en el estudio bíblico.

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CONCLUSIONES

Quiero

agradecer a Dios haber podido concluir este libro que estoy seguro servirá mucho a la gente sencilla. No hace falta redundar en muchos contenidos que he desarrollado a lo largo del mismo. Al final, si me parece conveniente hacer algunas conclusiones a modo de sugerencias.

1. Un aporte humilde y limitado Me siento satisfecho del trabajo realizado; sin embargo, siento todavía que quedaron muchos vacíos. El caudal de información que la investigación bíblica nos ha ofrecido y ofrece en los últimos años es extenso y profundo. He pretendido sí, tratar de ser lo más sencillo posible, sin perder el rigor científico. Se trata de un aporte humilde de alguien que ama la Palabra de Dios. Creo que en el último capítulo me quedé corto, pero no he querido expresar aspectos que yo mismo no entienda y por eso he privilegiado la claridad. El libro puede ser de mucha utilidad para dirigentes religiosos en los grupos bíblicos. Si no entienden algo, pueden preguntarles siempre a su párroco y a otras personas que han estudiado más. De todas maneras, les dejo mi correo electrónico por si desean comunicarse conmigo: [email protected]. Una de las características en la lectura de la Biblia debe ser la humildad. Humildad para acercarnos al gran misterio de Dios que es inabarcable. Humildad para reconocer la limitación humana y los recursos pobres con los que contamos en América Latina. Humildad para preguntar, pedir ayuda y orientación cuando no entendamos algo. Humildad del líder para reconocer que no lo sabe todo y que mejor prometer investigar y estudiar que decir mentiras o falsedades para salir de alguna situación embarazosa. Humildad para no ser egoístas y quedarnos con lo que sabemos; por el contrario, compartirlo con los demás. Humildad que nos permitirá adentrarnos en el gran tesoro y la perla fina que es la Palabra de Dios.

2. Valorar la lectura de la Palabra de Dios Uno de los miedos que debemos superar es el miedo a leer la Palabra de Dios. No debemos abrir el espacio para convertirnos en gente que puede leer pero

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nunca lee. El hecho de no tener muchos conocimientos no debe impedir acercarnos al estudio de la Sagrada Escritura. El miedo nos puede venir porque nos damos cuenta de que un estudio serio de la Biblia es difícil y exige un esfuerzo grande; sin embargo, así como en la Iglesia entra el rico y el pobre, el alto y el bajo, el hombre y la mujer de cualquier cultura… la Palabra de Dios se deja leer por el erudito e intelectual así como por aquellos que apenas pueden deletrear. Al fin y al cabo, Dios no hace acepción de personas, sino que recibe a todo aquel que cree con sinceridad en Él. Por otra parte, quienes hemos tenido la oportunidad de adquirir conocimientos más amplios y profundos en la Sagrada Escritura no podemos despreciar, ni minusvalorar el esfuerzo que se hace en este campo. No estamos por encima de la Palabra, ni lo sabemos todo; debemos superar ese peligro de soberbia de pensar, sentir o creer que somos más que los demás, porque hemos estudiado, porque sabemos más; el mismo peligro existe para el rico y el poderoso. ¿Cómo lograr ese equilibrio? Se trata de una batalla permanente. Conozco incluso gente que aprendió a leer, leyendo la Biblia; he visto la ilusión y alegría en sus ojos hasta las lágrimas de poder sentir que estaban entrando en un contacto directo con Dios, porque la gente sencilla ve la Biblia como el gran mensaje escrito de Dios. Por supuesto que el peligro en una lectura ingenua de la Biblia puede llevar a engaño, a confusión, incluso a la desilusión. Es allí precisamente donde entra el aporte del estudioso bíblico para propagar, informar, aclarar sobre aspectos oscuros de la Sagrada Escritura, para quitar la venda de los ojos y mostrar el resplandor de la verdad. Otras veces nos da un poco de miedo exponer los avances de los investigadores bíblicos. Creo que debemos perder el miedo a hacerlo, siempre y cuando nazca de la comunidad cristiana y aclarando sobre las tesis de los exegetas y lo que nos enseña y orienta el Magisterio de la Iglesia.

3. La Biblia: lo antiguo y lo nuevo se entrelazan En las culturas de nuestros antepasados se valoraba inmensamente la ancianidad, la prolongación de la vida era considerada una bendición. En la cultura actual, que enfatiza la eficacia, se va marginando poco a poco lo anciano; se ha desvalorizado lo antiguo. La Biblia es un ejemplo bello de cómo lo antiguo, representado en el AT es un tesoro que debemos descubrir y valorar; es una manera de conservar la herencia de siglos. En sus mensajes hay valores perennes. Por eso, la Iglesia no se equivoca al afirmar que el Nuevo Testamento ofrece una nueva luz al AT. “A vino nuevo, odres nuevos”. La Buena Noticia de Jesucristo viene a despertar nuevas esperanzas, a fortalecer la fe que tenemos, a

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confirmarnos en Él . Como ustedes han podido darse cuenta, he dado una importancia grande al AT y al NT. Me he esforzado por dar a conocer la forma en que fueron surgiendo y en ofrecer una síntesis del contenido de sus libros. Personalmente, pienso que allí está el corazón de este libro. El Antiguo y el Nuevo Testamentos, son como las dos alas que nos permiten alzar vuelo hacia la eternidad. Son como los dos pulmones que nos permiten respirar aire puro y renovado; son como los dos pies que nos permiten caminar sólidamente por los caminos de este mundo; son como dos oídos para escuchar atentamente lo que quiere decirnos el Omnipotente.

4. La Biblia: arcoiris de mil colores, jardín de hermosas flores Aprovechando una imagen poética, puedo decir que después de esta recopilación de material y de estructurarlo a mi modo, descubro que la Biblia es como un arcoiris de mil colores, como un jardín de hermosas flores. Cada libro tiene su belleza y su riqueza. Fue surgiendo a lo largo de los siglos. En ella vemos reflejados los valores y antivalores de muchas culturas: egipcia, mesopotámica, asiria, babilónica, persa, griega, romana. Más aún, ni siquiera se cierra a las culturas del continente asiático, africano o europeo, sino como una flor se abre ante el beso del sol, la Biblia se abre a la multiculturalidad de América. El Dios vivo y verdadero sigue cultivando su hermoso jardín. Cada libro de la Biblia es como una bella flor, por supuesto que cada flor necesita su hábitat para poder resplandecer normalmente. Esa imagen nos puede ayudar a no olvidar en la lectura de la Biblia el contexto en que nace y fue escrito cada libro, el contexto del hagiógrafo o autor sagrado y el contexto desde el que se lee la Palabra. La flor muestra su belleza, no para que la admiren, sino porque es bella… el pájaro canta, no porque quiere que lo escuchen, canta porque le gusta cantar… Dichosos aquellos que se detienen a contemplar la belleza de las flores. Bienaventurados aquellos que se detienen a escuchar el canto del pájaro. Felices quienes reservan un buen tiempo para contemplar y escuchar la Palabra de Dios. No sólo es un arcoiris de mil colores o un jardín de hermosas flores, por la diversidad cultural que nos ofrece, sino también por la variedad de sus autores. Cada uno con sus talentos y virtudes, limitaciones y defectos. Otro aspecto a tomar en cuenta es el de la variedad en los géneros literarios; en ella encontramos para todos los gustos y hasta para los literatos más exigentes. No hay un libro como la Biblia en este campo. Valiosos son también la diversidad de

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contenidos y temáticas que trata con gran profundidad; lo mismo podemos decir de la amplitud de los libros.

5. Sigue caminando La lectura y el estudio de la Sagrada Escritura son siempre como un sendero por caminar, una verdad siempre por descubrir, vida nueva en nuestra vida. Expresiones que podemos resumir en Aquél en quien creemos y tenemos nuestra fe, Jesucristo, el Señor y Maestro. Es una meta en la cual fijaremos nuestros ojos; es un poco como aquel principio referido a la escatología: “Ya, pero todavía no”. Por eso, aunque difícil he querido hacer un recorrido sintético por la carretera de la historia, ofreciendo las diferentes maneras como la Biblia ha sido y es savia nueva en el árbol de la humanidad. Cada época con sus alcances y limitaciones y en ellas, brillando siempre con luz clara y brillante el mensaje de la Palabra de Dios. La Biblia sigue siendo actual, sigue inspirando a los creyentes y no creyentes. La Iglesia y su Magisterio, debe seguir promoviendo y valorando la lectura de la Palabra de Dios individualmente y en pequeñas comunidades. Aunque un texto lo hayamos leído varias veces, siempre nos dará un mensaje nuevo; sus mensajes son como los alimentos que comemos día a día y que siempre nos regalan un sabor especial en nuestro paladar y fortalecen nuestra existencia. Quisiera terminar con aquella anécdota tan conocida de los niños que caminan hacia el horizonte. Ambos entran en un diálogo sencillo. Uno pregunta: oye, ¿para qué sirve el horizonte, si nunca lo vamos a alcanzar? El otro responde: “Sirve para caminar”. Siempre habrá una grada que subir en el escalafón de la vida; siempre habrá una lágrima que derramar todavía en el devenir de la existencia; siempre queda una sonrisa para compartir con los demás; siempre tendremos una segunda oportunidad después de los fracasos y desengaños; siembre habrá una miel qué deleitar en las sagradas palabras que aparecen en la Biblia y que son “palabras de seres humanos”, pero que también son “Palabra de Dios”, porque el Maestro sigue siendo “Camino, Verdad y Vida”.

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Índice Introducción general a la Sagrada Escritura Fray Milton Jordán Chigua PRÓLOGO INTRODUCCIÓN LA PALABRA DEL SEÑOR ES (YAHVÉ) IINDICACIONES PREVIASY GENERALES IICÓMO SE ESCRIBIÓ EL ANTIGUO TESTAMENTO IIICONTEXTO GENERAL DE LA SAGRADA ESCRITURA IVCÓMO SE ESCRIBIÓ EL NT VLA Sagrada Escritura COMO PALABRA DIVINA Y HUMANA. El AUTOR SAGRADO Y LA INSPIRACIÓN VIEL CANON DE LA SAGRADA ESCRITURA VIIINTERPRETACIÓN (HERMENÉUTICA) DE LA SAGRADA ESCRITURA. MÉTODOS DE LECTURA BÍBLICA Conclusiones Bibliografía

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