Interpretacion-y-sobreinterpretacion.pdf

August 31, 2017 | Author: fargovallejo | Category: Author, Literary Criticism, Reading (Process), Empiricism, Certainty
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c        Posted by Magda Díaz y Morales in Libros, Teoría literaria "Ciertas novelas se vuelven más bellas cuando alguien las cuenta, porque se convierten en µotras' novelas" (Umberto Eco) Cuando se hace crítica literaria, tomar una herramienta (teórico-literaria) que auxilie en el análisis del discurso ayuda enormemente porque impide que nuestra lectura del texto se ³dispare´, esto es: se escriba sobre él lo que se cree y se siente, sin ningún fundamento concreto que lo sustente y solo porque nos parece que es así en virtud de nuestro propio sistema de expectativas, olvidando que la intención del texto (?  ??) no aparece en la superficie textual. ³O, si aparece, dice Eco, lo hace en el sentido de la carta robada. Hay que decidir 'verla' ´. Existe diferencia entre la crítica o interpretación intuitiva y la crítica o interpretación reflexiva, teniendo presente que para saber si es una mala lectura o interpretación se necesitan criterios para definir una buena lectura o interpretación, como apunta Umberto Eco en   ?   ?  ? , con colaboraciones de Rorty, Culler, Brooke-Rose. Compilación de Stefan Collini, Trad. de López Guix (Cambridge University Press, 1995). Sea como lector empírico (1), como crítico literario o como lector modelo (el postulado por el mismo texto), nuestra lectura interpretativa se inicia con una conjetura sobre esa intención del texto. Como había comentado en otra ocasión, en nuestra situación de lectores realizamos el círculo hermenéutico. ³Un texto puede prever un lector con derecho a intentar infinitas conjeturas´, ¿cómo demostrar una conjetura acerca de la ?  ???, pregunta Eco, y responde: La única forma es cotejarla con el texto como un todo coherente. También esta idea es vieja y procede de San Agustín: cualquier interpretación dada de cierto fragmento de un texto puede aceptarse si se ve confirmada ±y debe rechazarse si se ve refutada- por otro fragmento de ese mismo texto. En ese sentido la coherencia textual interna controla los de otro modo incontrolables impulsos del lector. En ? ?  ? (1998), lo dice asi: La iniciativa del lector consiste en formular una conjetura sobre la intención de la obra. Esta conjetura debe ser aprobada por el conjunto del texto como un todo orgánico. Esto no significa que sobre un texto se pueda formular una y sólo una conjetura interpretativa. En principio pueden formular infinitas. Pero al final, las conjeturas deberán ser aprobadas sobre la coherencia del texto, y la coherencia textual no podrá sino desaprobar algunas conjeturas aventuradas. La crítica literaria, y obviamente quien la hace, es muchas veces rechazada, no agrada. Lo que digo ahora no es en su defensa porque particularmente no pienso que la necesite aunque sea, en ocasiones, rehusada (dentro del tema literario muchas cosas lo son y su por qué es problema de la Teoría de la recepción). Lo que sí me interesa señalar, es que así como hay escritores malos los hay buenos, de igual forma así como hay críticos literarios malos los hay buenos. El escritor sin el lector ¿qué sentido tendría? y viceversa, sin obra no habría lector. El crítico literario ante todo es un lector y su lectura plasmada en escritura es un ensayo, es literatura. Que puede gustar o no, es cierto, como igualmente es cierto el que puede gustar o no una novela o un cuento de un autor.

Recuerdo ahora unas palabras de Alberto Ruy Sánchez: "El ensayo es una memoria cifrada, la bitacora afectiva de una errancia: un recuerdo reflexivo de aquello que la vida depara a quien no puede escribir sino combinando su sabor con su saber. Sabor y saber: fórmula que le encantaba usar casi como emblema al ensayista Roland Barthes, porque para él esa combinación era la clave del ensayo verdaderamente literario. Donde el saber toma sabor aparece el escritor y desaparece el escribano". Con los siguientes señalamientos de Eco, estoy totalmente de acuerdo: ¿Tenemos derecho a preguntar cuál fue la ³verdadera´ intención de Wordsworth al escribir sus poemas de ³Lucy´? Mi idea de la interpretación textual como una estrategia encaminada a producir un lector modelo concebido como el correlato ideal de un autor modelo (que aparece sólo como una estrategia textual) convierte en radicalmente inútil la noción de la intención de un autor empírico. O    (2), no el autor como persona de carne y hueso. No obstante, puede parecer demasiado crudo eliminar al pobre autor como algo irrelevante para la historia de la interpretación. Hay en el proceso de comunicación casos en que una inferencia sobre la intención del hablante es de capital importancia, como ocurre siempre en la comunicación de cada día. Un anónimo que diga ³Soy feliz´ puede referirse a una infinita gama de posibles sujetos de la enunciación, es decir, a toda clase de personas que no se consideran tristes; pero, si, en este preciso momento, pronuncio la frase ³Soy feliz´ es absolutamente cierto que mi intención es decir que el feliz soy yo y no otro, y ustedes están invitados a hacer tal presuposición, en bien de la ³felicidad´ de nuestra interacción. ¿Podemos (de modo similar) tener en cuenta casos de interpretación de textos escritos ante los cuales el autor empírico, aun vivo, reacciona diciendo ³No, no he querido decir eso´? Tema que trata en el siguiente capítulo de este libro y que titula ³Entre el autor y el texto´, del que me gustaría hablar después. Todo esto ayuda a percibir que el acto de lectura, de la crítica literaria, no es cosa fácil ni sencilla, pero siempre muy grata. __________ (1) ³El  ?  puede leer de muchas maneras, y no existe ninguna ley que le imponga cómo leer, porque usa el texto como recipiente para sus propias pasiones´ (Eco, ?     ?, 1996).  : el capaz de participar en la actualización de las intenciones que el enunciado contiene virtualmente ±cooperación textual-. La cooperación textual es un fenómeno que se realiza entre dos estrategias discursivas, no entre dos sujetos individuales. Autor Modelo y Lector Modelo, se entenderán como tipos de estrategia textual. El ? : quien escribe la novela o el cuento (el escritor, que no es el autor modelo). También en ?    ? lo explica visiblemente: El lector modelo de primer nivel desea saber cómo acaba la historia. El lector modelo de segundo nivel se pregunta en qué tipo de lector le pide esa narración que se convierta y quiere descubrir cómo procede el autor modelo que lo está instruyendo paso a paso. Para saber cómo acaba la historia basta, por lo general, leer una sóla vez. Para reconocer al autor modelo es preciso leer muchas veces, y algunas historias hay que leerlas una e infinitas

veces. Sólo cuando los lectores empíricos hayan descubierto al autor modelo y hayan entendido (o incluso solamente empezado a comprender) lo que "Ello" quería de ellos, ellos se habrán convertido en el lector modelo ideal.  : el capaz de participar en la actualización de las intenciones que el enunciado contiene virtualmente ±cooperación textual-. La cooperación textual es un fenómeno que se realiza entre dos estrategias discursivas, no entre dos sujetos individuales. Autor Modelo y Lector Modelo, se entenderán como tipos de estrategia textual. (2) El énfasis es mío. Umberto Eco,   ?   ?  ? ; Gran Bretaña, Cambridge University Press, 1995. 164 pp. 1.550 pesetas.

A todos aquellos que conocen la producción de U. Eco el contenido de este texto no les sonará a nuevo. Aquí se reproducen las "conferencias Tanner" pronunciadas por Eco en 1990. El tema propuesto por la organización es el que da título a este libro. En estas conferencias Eco utilizó diversos materiales ya elaborados o en proceso de elaboración que aparecieron reunidos en su obra ? ?  ? [1] El principal atractivo, por tanto, no es el de nuevas ideas, sino la forma condensada de la conferencia, por un lado, y el incluir la edición los textos de réplica de las conferencias a cargo de Richard Rorty, el filósofo pragmatisma americano (? ? ?  , en su propia definición), de Jonathan Culler, conocido crítico y teórico vinculado con las posturas desconstruccionistas, y de Christine Brooke-Rose, catedrática de literatura de la Universidad de París VIII. Las conferencias de Eco platean un tema recurrente durante los últimos años: la interpretación textual. Eco diferencia la "interpretación" del "uso" de los textos. Un texto puede ser interpretado, lo que implica el deseo de determinar un significado desde del texto mismo. Por el contrario, un texto puede ser "usado", es decir, en este caso la voluntad no es la de determinar un significado ajeno, sino la de imponerle un sentido que no está, por decirlo así, previsto. El debate se centra en la lucha entre la "intentio operis", la "intentio auctoris" y la "intentio lectoris". La intentio auctoris ha sido objetivo de ataques por todos aquellos que defienden la autonomía -el carácter autotélico- del texto; la intentio lectoris, por los defensores d "respuesta lectora" como determinante del significado. Eco toma una vía intermedia: la defensa de la intentio operis, la intención de la propia obra.   -dice Eco-  ???   ?

 ?  ?   [2]. El lector interpreta el texto, pero el texto mismo se esfuerza en llevar al lector hacia el sentido que preconiza. En su tendencia antiesencialista habitual, Rorty trata de minimizar el efecto de la distinción entre "uso" e "interpretación" de los textos: Ésta es, por supuesto, una distinción que los pragmatistas no deseamos hacer. En nuestra opinión, todo lo que uno hace con cualquier cosa es usarla. Interpretar algo, conocerlo, penetrar en su esencia, etcétera, son sólo diversos modos de describir algún proceso de ponerlo en funcionamiento. [3]

Los que conocen la voluntad provocadora de Rorty entenderán la respuesta correcta, pero contundente, de Eco: ...he subrayado lo difícil que es decir si una interpretación es buena o no. Sin embargo, he decidido que es posible establecer algunos límites más allá de los cuales se puede afirmar que una interpretación determinada es mala e inverosímil. Como criterio, mi crítica cuasi popperiana quizá sea demasiado débil, pero es suficiente para reconocer que  ? ?. [4] Con cierta ironía, el papel de moderador queda en manos de Jonathan Culler, que se ve situado en esa posición por la distancia más radical que establecen Rorty y Eco. Culler se ve en la obligación de contestar tanto a uno como a otro: La interpretación no necesita defensa; siempre está con nosotros, pero, como la mayoría de las actividades intelectuales, sólo es interesante cuando es extrema. La interpretación moderada, articuladora de un consenso, por más que pueda ser valiosa en algunas circunstancias, no tiene mucho interés [...] no creo que haya que considerar la producción de interpretaciones de obras literarias como meta suprema, y mucho menos como única meta, de los estudios literarios, pero si los críticos van a dedicar su tiempo a la elaboración y la propuesta de interpretaciones, entonces deben aplicar toda la presión interpretativa que puedan, deben llevar su pensamiento todo lo lejos que les sea posible. No cabe duda de que muchas interpretaciones 'extremas', como muchas moderadas, tendrán escaso impacto, porque se juzgarán poco convincentes, redundantes irrelevantes o aburridas, pero si son extremas, gozarán, en mi opinión, de una mayor posibilidad de sacar a la luz conexiones o implicaciones no observadas o sobre las que no se ha reflexionado con anterioridad que si luchan por permanecer 'sanas' o moderadas. [5] Eco contrarresta el ataque de Rorty explicando que para él "la interpretación de un texto comprende: (i) su manifestación lineal; (ii) el lector que lee desde el punto de vista de un   ? dado; y (iii) la enciclopedia cultural que engloba un lenguaje concreto y la serie de interpretaciones previas de ese mismo texto" (pp. 155-6). Con esta declaración Umberto Eco se introduce dentro de la línea hemenéutica gadameriana que será continuada por Jauss. La interpretación no es tanto la determinación de un sentido que pueda ser tomado como una verdad intemporal y objetiva, sino una afirmación de naturaleza histórica, es decir, determinada por un contexto que a su vez integra las interpretaciones anteriores. El problema que se plantea es el de la convivencia entre interpretaciones tradicionales e interpretaciones extremas. Lo que para Eco es un derroche interpretativo, un abuso, para Rorty es una posibilidad más que funciona con un grado mínimo de consenso. Para Culler, en cambio, lo extremo tiene el atractivo de lo diferenciado y es necesario para mantener viva la riqueza del texto a lo largo de la historia. Desde nuestro punto de vista, las posturas de Eco y Culler pueden coincidir si se atienden desde su desarrollo histórico. Es decir, las interpretaciones extremas son valiosas si logran modificar las interpretaciones consensuadas. De hecho, la intención de cualquier interpretación no ortodoxa es transformar la tradición para convertirse ella misma en

tradicional. El momento de la integración -la absorción de lo extremo por la tradicióndependerá de la confirmación de su viabilidad. Muchas interpretaciones no lograrán introducirse en la corrientes o corrientes interpretativas aceptadas; otras, en cambio, irán logrando constituir una corriente interpretativa que pueda rivalizar con las otras líneas interpretativas. En su devenir estas corrientes pueden tener: 1) procesos de desradicalización mediante la integración de métodos, contenidos, etc. que provienen de corrientes aceptadas por la tradición; o 2) un enclaustramiento sectario, es decir, reafirman sus postulados interpretativos y se mantienen al margen de las corrientes de la tradición, rechazando cualquier

  ? ? exterior. Al no poderse establecer un cierre definitivo del sentido del texto, las interpretaciones se suceden históricamente, pero, señala Eco, '    ??   ?  ? ' (p.162). A este grado de aceptabilidad, Eco añade lo que podríamos denominar "grado de fecundidad": 'ciertas interpretaciones pueden reconocerse como fracasadas porque son como un mulo, es decir, son incapaces de producir nuevas interpretaciones, no pueden ser confrontadas con las tradiciones de las interpretaciones previas' (pp. 163-164) Lo que resulta evidente -ya se podía apreciar en ? ?  ? - es el efecto que ha producido en Umberto Eco su labor como novelista o, para ser más exactos, la observación de los juicios e interpretaciones que sus obras han motivado. La doble actividad de teórico y creador, es decir, el situarse en ambos lados del terreno de juego, ofrecen una posibilidad privilegiada de análisis que Eco ha sabido aprovechar. Christine Brooke-Rose se mantiene al margen de la polémica y teoriza sobre lo que denomina -siguiendo una idea de Salman Rushdie- la "historia-palimpsesto", es decir, la literatura como reescritura de la historia: La novela echó sus raíces en los documentos históricos y ha tenido siempre un vínculo íntimo con la historia. Pero la tarea de la novela, a diferencia de la historia, es extender hasta el límite nuestros horizontes intelectuales, espirituales e imaginativos.[6] En resumen, una obra de interés doble gracias al valor añadido de la confrontación directa entre Eco, Rorty y Culler.

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