Interpretación Del Relato Sobre Daniel en El Foso de Los Leones Desde La Óptica de Rubens y Rivière
June 30, 2021 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Universidad Pontifica de Salamanca Asignatura: Biblia y Culturas Titulación: Licenciatura en Teología Bíblica Profesora: Dra. Carmen Yebra
Interpretación del relato sobre Daniel en el foso de los leones (Dn 6,2-29) desde la óptica de Rubens y Rivière
SHULZ, María José GÓMEZ JIMÉNEZ, Carlos Norberto 26de noviembre de 2014
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Índice
Introducción ....................................................................02 1.
El libro del profeta Daniel..........................................03 1.1. Título y contenido.................................................03 1.2. Trasfondo histórico y composición........................04 1.3. Género literario y mensaje....................................04 1.4. Daniel en el foso de los leones (Dn 6,2-29) ..........05 a. Estructura y exégesis .......................................05 b. El significado del relato ....................................07
2.
El profeta Daniel en el arte cristiano ........................08 2.1. La interpretación de Dn 6 en los padres de la Iglesia 08 2.2. Tipología de las representaciones .....................10 3.
Daniel en el Barroco y el Impresionismo inglés.........11 3.1. Rubens y su interpretación del profeta ................11 3.2. Rivière y su interpretación del profeta .................13 3.3. Coincidencias y divergencias entre Rubens y Rivière ...........................................................................15
Conclusión ......................................................................16 Bibliografía ...................................................................... 17
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Introducción
Partiendo del título de esta presentación, “Interpretación del relato sobre Daniel en el foso de los leones (Dn 6,2-29) desde la óptica de Rubens y Rivière” queremos dejar en claro nuestro objetivo: Acercarnos a la forma cómo la imagen de este profeta toma cuerpo en la obra de estos pintores, desde claves que han estado presentes desde la escritura de esta famosa leyenda bíblica, y valorar su aporte a la comprensión de este hombre de fe para el observador creyente de este siglo. Seguramente dejaremos de lado lo que pudiera decir al espectador no religioso la interpretación que estos representantes del Barroco del siglo XVI y del Naturalismo de mediados del XIX hacen de Daniel. Hemos de decir en nuestra defensa que cada persona lee la historia desde su propia circunstancia. En ese sentido, otros podrán libremente sacar sus propias conclusiones. Nosotros haremos nuestra “exégesis” guiados por nuestra fe en Dios y su plan de salvación realizado en Cristo. El trabajo lo hemos dividido en tres partes. En la primera nos acercaremos al mundo del libro de Dn, su contexto, estructura, composición y mensaje, para comprender mejor el papel que juega nuestro relato en el conjunto de la obra. Unido a esto recogeremos los datos de la exégesis bíblica y la significación literaria propias del episodio que trabajamos. En un segundo momento, nuestra mirada se detendrá en la representación que ha tenido el profeta en el arte paleocristiano y medieval. A esto nos ayudará la reflexión de los santos padres y las tipologías que se han ido forjando desde que el texto salió a la luz en el siglo II a. C. Finalmente, con todo lo anterior, analizaremos la interpretación que Rubens y Rivière hacen al momento de pintar a Daniel. Las notas propias de las corrientes a las que pertenecen y aquello que creemos que es aporte para la lectura cristiana de sus obras, guiará la exposición de este último apartado. Hemos de alertar al lector que, aun cuando el episodio trabajado corresponda a casi la totalidad del capítulo 6 de Dn, cuando hablemos de este relato nos referiremos a la escena más recurrente en la
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iconografía cristiana: Daniel rodeado de los leones. Y lo haremos desde la versión textual más antigua, escrita en hebreo, y no aludiremos a la presente en el capítulo 14, reconocido con un añadido deuterocanónico1.
1.El libro del profeta Daniel
1.1. Título y contenido: Este libro no lleva el nombre de su autor sino de su protagonista, un profeta del siglo VI a. C. que vivió en Babilonia durante el reinado de los medos y persas. El nombre de Daniel, “mi juez es Dios” en hebreo, según el libro de Crónicas, lo lleva uno de los hijos de David (1 Cro 3,1 = Kilab en 2 Sam 3,3); también, uno de los judíos que regresaron de Babilonia en tiempos de Esdras y Nehemías, en la segunda mitad del siglo V (Esd 8,2; Neh 10,7). Sin embargo, ninguno de ellos puede ser identificado con el Daniel de este libro 2. Es más, por los relatos presentes en la obra no se puede determinar si Daniel fue un personaje histórico sobre el que se fueron fijando después unas leyendas de carácter popular o si es una simple creación del folklore judío3. Tal como se ha conservado en hebreo, Dn se presta a una división en dos partes: La primera (caps. 1-6) contiene seis relatos edificantes sobre Daniel y sus tres compañeros en la corte de Babilonia; la segunda (caps. 7-12) comprende cuatro visiones apocalípticas sobre el destino del pueblo judío. En la redacción griega, el libro contiene además tres relatos sobre el triunfo de Daniel en el caso de Susana, contra los sacerdotes de Bel y contra el dragón (caps. 13-14) 4. El libro de Daniel puede dividirse en los siguientes apartados5:
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GARCÍA GARCÍA, Francisco de Asís, “Daniel en el foso de los leones”. En: Revista digital de Iconografía Medieval, vol I, Nº 1, 2009, pp. 11-24 2
HARTMAN, Louis F., “Daniel“. En: Raymond Brown, Joseph Fitzmyer y Roland Murphy (Dir.), Comentario Bíblico San Jerónimo, Antiguo Testamento, T. II, Cristiandad, Madrid 1971, p. 289. 3 Ibíd., p. 292 4 Ibíd., p. 290 5 Ibíd., p. 295
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I.
Éxitos de Daniel y sus compañeros en la corte de Babilonia (1,1-6,29) a. La prueba de los alimentos (1,1-21) b. Sueño de Nabucodonosor : al estatua de diferentes materiales (2,1-49) c. Los compañeros de Daniel en el horno encendido (3,1-97) d. Sueño de Nabucodonosor: el gran árbol (3,98 [31]- 4,34) e. La escritura sobre la pared durante la fiesta de Belsazar (5,16,1) f. Daniel en el foso de los leones (6,2-29)
II.
Visiones apocalípticas de Daniel (7,1-12,13) a. Las cuatro bestias (7,1-28) b. El carnero y el macho cabrío (8,1-27) c. La interpretación de las setenta semanas (9,1-27) d. La revelación de las guerras helenísticas (10,1-12,13)
III. Otros éxitos de Daniel (13,1-14,42) a. Daniel salva a la casta Susana (13,1-64) b. Daniel y los sacerdotes de Bel (14,1-22) c. Daniel mata al dragón (14,23-42)
1.2. Trasfondo histórico y composición: Con Dn nos encontramos ante una construcción literaria que difícilmente puede ser considerada como historia verdadera 6.El autor seudoepigráfico, situándose entre los siglos VII y VI a. C., época del exilo, presenta las dificultades a las que se ven enfrentados los judíos durante los reinados de Nabucodonosor (Dn 1,1) y sus descendientes (Dn 5,1-2), Darío el Medo (Dn 6,1) y Ciro el Persa (Dn 6,29) 7. Este recurso le sirve para hacer referencia al tiempo de sus destinatarios: el reinado del seléucida Antíoco IV Epífanes, siglo II a. C., marcado por sangrientas persecuciones y levantamientos de los judíos (1-2 Mac)8. Por el hebreo tardío usado en él; su arameo, muy posterior al que se utiliza en los papiros de Elefantina de finales del siglo V; su perspectiva teológica (angelología, apocalíptica, creencia en la resurrección de los muertos) ajena a la época del destierro de Babilonia; su visión histórica, nebulosa al hablar de los monarcas babilonios y persas, y clara para lo acontecido bajo la dinastía de los seléucidas; y la detallada descripción que hace de la profanación del templo jerosolimitano por Antíoco IV Epífanes, la composición del libro podría fijarse en el 165 a. C9.
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Ibíd., Ibíd., Ibíd., Ibíd.,
p. p. p. p.
293 290 292 293
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1.3. Género literario y mensaje: En su desarrollo del libro el autor echa mano de los géneros haggádico10 (caps. 1-6 y 13-14) y apocalíptico (caps. 7-12). El primero, de escaso o nulo fundamento histórico, hace referencia a descripciones o narraciones usadas con el fin de inculcar una lección moral. El segundo género consiste en una “revelación” misteriosa referida a la historia actual y al pasado, así como a la instauración escatológica del reino mesiánico de Dios11. Para Louis Hartman, la obra se escribió para animar a los judíos a que se mantuviesen fieles a la religión de sus antepasados en una época en que no sólo sentían una fuerte presión de la cultura helenística sino que además eran víctimas de una sangrienta persecución con la que se intentaba obligarlos a abandonar la ley de Moisés y aceptar la religión de Antíoco IV Epífanes12. Por otro lado, para Gerhard von Rad, las leyendas relativas a Daniel (caps. 1-6) manifiestan plena confianza en una simbiosis con el imperio pagano. De allí que sus héroes concurran y triunfen en la dura carrera de funcionarios oficiales (Dn 1,3-4; 2,48; 6,29). En este sentido, hay que excluir que el Nabucodonosor o Darío de estas narraciones sea un modelo del terrible Antíoco IV. En la lealtad confiada que Daniel y sus amigos demuestran a Nabucodonosor se reflejan épocas más tranquilas que la de la sublevación de los Macabeos13. Tres de las seis narraciones (Dn 1; 3; 6) constituyen casos de conflictos, en los que los creyentes hubieran estado perdidos si Dios mismo no los hubiera salvado. Para los judíos de la diáspora es un llamado a no sentirse solos o abandonados a la superioridad del poderío de los imperios del mundo. Mientras perseveren en la obediencia, la ayuda de Dios estará cercana (Dn 3; 6). Se amplía por tanto el horizonte teológico: pues detrás del problema de la amenaza y la preservación de unos pocos, se hace patente la mano de Dios que dirige la historia del mundo. Era necesario decir todo esto a quienes estaban sumergidos en el entorno vital de un imperio pagano. La confianza de estas leyendas descansa por tanto en la certeza de la fidelidad de Dios. No solamente saben exhortar, sino también consolar14. 10
Este término se deriva del verbo hagad (contar, anunciar). La haggadah “cuenta”, interpretando y actualizando libremente, los sucesos salvíficos del pasado que se narran en la Biblia, sacando de ellos enseñanzas espirituales y éticas. Junto con la halakah, constituye la Torá oral. En: http://www.mercaba.org/VocTEO/H/haggadah.htm, consultado el 18 de noviembre de 2014. 11 Cfr. HARTMAN, “Daniel“, Comentario Bíblico San Jerónimo, T. II, p. 292. 12 Ibíd., p. 295 13 VON RAD, Gerhard, Teología del Antiguo Testamento, T. II, Sígueme, Salamanca 1984, p. 401 14 Ibíd., p. 402
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1.4. Daniel en el foso de los leones (Dn 6,2-29): a. Estructura y exégesis: -
Vv. 1-4: Motivo para la envidia. Vv. 5-16: Conspiración contra el profeta. Vv. 17-18: Condena al foso. V. 19: Tristeza del rey. Vv. 20-23: Ayuda divina. Vv. 24-25: Castigo a conspiradores. Vv. 26-29: Alabanza final.
En la narración, Daniel se ve enfrentado a los ciento veinte sátrapas15 establecidos por Darío I (v. 1). Este conflicto se justificaría por el deseo del rey de hacer del profeta una especie de gran visir (v. 4), como el faraón había hecho con José en Egipto (Gn 41,39-41). Desde esto se puede ver que la hostilidad que muestran los colegas de Daniel no se debe en primer lugar a motivos religiosos; ellos utilizan la religión como un simple medio para solventar sus rivalidades políticas (vv. 5-6). La prohibición de dirigir una petición a un dios o a un hombre diferente del rey es ajena a la tolerancia religiosa característica de los monarcas persas, pero respondía perfectamente a la actitud de los reyes helenísticos que se consideraban divinos y que, en determinadas ocasiones, suspendían el culto público de los demás dioses durante un mes para que se les rindiera todo el culto oficial a ellos mismos (v. 8). En cuanto al edicto irrevocable e inmutable, según la ley de medos y persas (v. 9), puede que fuera cierto en el caso de los reyes de la dinastía aqueménida (Est 1,19; 8,8), pero no en el de Darío, que era un gobernante enérgico y no un juguete de sus cortesanos, como este Darío de Dn 616. Todo judío, al orar a Dios, debía volverse hacia el templo de Jerusalén (1 Re 8,35; Sal 28,2) tres veces al día: a la tarde, a la mañana, al mediodía (Sal 55,18; Dn 9,21). En la oración pública los judíos se mantenían en pie, pero en el período posexílico empezaron a adoptar la costumbre de arrodillarse para la oración privada (2 Cro 6,13; Esd 9,5; Lc 22,41; Hch 9,40; 20,36). En el piso superior de una casa que tuviera dos, o sobre el techado de cualquier casa; este lugar retirado y tranquilo (1 Re 17,19; 2 Re 1,2; 4,10-11) se consideraba muy adecuado para orar (Hch 1,13; 10,9; 20,8). Daniel hacía su oración en aquella parte de la casa, 15
El número de satrapías (extensas provincias) que estableció Darío I nunca pasó de treinta. El escritor utiliza el término «sátrapa» en sentido amplio, incluyendo en él cierto número de magistrados de rango inferior que gobernaban las subdivisiones de las satrapías (cf. Est 1,1; 8,9). Cfr. Ibíd., p. 310 16 Ibíd., p. 310
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donde, por las aberturas que en ella había para ventilación e iluminación, podía dirigir su mirada hacia Jerusalén (v. 11)17. En Asiria y en Babilonia (Ez 19,2.8-10) se guardaban leones cautivos para soltarlos en las cacerías reales. La cueva en que se encontraban es descrita aquí como un pozo profundo cuya abertura se podía cerrar con una gran piedra 18. La presentación de Daniel arrojado al foso de los leones no es extraña a las costumbres babilonias, persas y helenistas (vv. 17-18); pero aquí sólo tiene un fin edificante, análogo al del relato que mostraba a los tres jóvenes en el horno19. La alusión al ángel de Dios que salva al profeta cerrando la boca de estas fieras (v. 23) hace referencia a 1 Mac 2,60. Tras el milagro de Dios, Darío ordena que los acusadores, sus mujeres y niños sean arrojados al foso de los leones (v. 25). El castigar a una familia por el crimen que ha cometido uno solo de sus miembros se fundaba en la idea antigua acerca de la solidaridad de grupo y la responsabilidad colectiva (Nm 16,25-33; Jos 7,24; 2 Sm 21,6.9; Est 9,13-14) 20. El decreto final del rey (v. 27), refleja un tiempo en el que no se ha abierto todavía la persecución de los adoradores del Dios de Israel. Por tanto podríamos estar todavía en el siglo III o a comienzos del II. El capítulo concluye con la muerte de Darío I y la llegada de Ciro el Persa21. b. El significado del relato: Este es el último de los relatos haggádicos del libro profético. Como en los episodios precedentes (Dn 1,1-6,1), hay una estructura literaria que se repite iterativamente y desde la que se puede afirmar que en Dn existe una clara intención didáctica por parte del autor o autores. Se empieza presentándonos a los malvados actuando en contra de la ley (vv. 1-10) y a los justos cumpliéndola (vv. 11-16), para después mostrarnos la situación indeseable del castigo con la posterior reparación divina condenando a los injustos (vv. 17-25), y concluir con un cántico o alabanza que son una profesión de fe (vv. 26-29)22. 17
Ibíd., p. 311 Ibíd., p. 311 19 GRELOT, Pierre, “El libro de Daniel”. En: Cuadernos Bíblicos Nº 79, Verbo Divino, Navarra 1993, p. 21 20 Cfr. HARTMAN, “Daniel“, Comentario Bíblico San Jerónimo, T. II, p. 311 21 Cfr. GRELOT, “El libro de Daniel”, CB 79, p. 21 22 PANERO GARCÍA, Pilar, “Daniel en el foso de los leones: una fantasía bíblica”. En: Revista “Castilla: Estudios de literatura”, Nº 27, 2002, p. 89 (Artículo descargado el jueves 06 de noviembre de 2014 desde http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo? codigo=1091288) 18
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Para Pilar Panero, la fuerte carga simbólica de la narración busca exaltar la figura de Dios y sus actuaciones en contraposición con las fuerzas del mal; de allí que proponga organizar el relato en orden a dos vertientes: Una negativa, simbolizada por la monstruosidad del león, la negrura del foso y las tinieblas que acompañan la hora en que se ejecuta la condena, y la caída del profeta 23. La segunda, positiva, representada por el ángel que Yahveh envía para tapar la boca de los leones, la presencia divina que llena de luz la escena y la palabra del profeta, y el ayuno del rey como símbolo de un deseo de espiritualización, de pureza y sublimación24. Otra forma de acercase a la narración es la de la “Poética de la imaginación”25, corriente de crítica literaria que defiende que los símbolos, arquetipos de las obras literarias, poseen rasgos antropológicos universales. Desde esto podemos ver:
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Leones: imagen de monstruosidad, es el verdugo del fiel, representan el terror humano al tiempo de destrucción, a la muerte.
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Foso: equivale a las tinieblas, oscuridad, negrura.
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Noche: es el tiempo en el que mal se apodera de las almas y los cuerpos, al mismo tiempo en que los sátrapas encuentran a Daniel orando.
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Anillos del rey que sellan la fosa: es imagen de ataduras temporales.
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Daniel en el foso: supone una experiencia de castigo, trauma, relacionado con el castigo y la pena.
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Ángel de Yahvé: evoca lo celestial, lo de arriba, arquetipo del que está en los cielos, emisario de Dios enviado para cumplir una misión divina.
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Ayuno del rey: símbolo de purificación, sublimación. Darío se aleja de la corrupción.
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Amanecer: al alba se revela el poder de Dios, al entrar la luz al mundo se manifiesta el poder de Yahvé a través del milagro. Es la victoria de Dios sobre el mal.
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Edicto del Rey: representa la palabra escrita. Daniel ha cumplido su misión de transmitir la Palabra al rey, quien la escribe para que todos los pueblos la conozcan.
Ibíd., p. 89 Ibíd., p. 90 Ibíd., p. 89
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Al final, nos encontramos ante un relato que gira en torno al mito del combate divino con las fuerzas del Mal; una lucha que está anticipada con los hechos sobrenaturales que conforman la vida del profeta, y en la que Dios interviene para salvar al justo26.
2.El profeta Daniel en el arte cristiano
2.1. La interpretación de Dn 6 en los padres de la Iglesia: Además de lo presente en el texto bíblico, los Padres de la Iglesia ejercieron una fuerte influencia en la configuración de la imagen de Daniel en el arte paleocristiano. Sus interpretaciones alegóricas ofrecieron nuevas maneras de comprender los símbolos presentes en esta narración. En la tradición judía, el profeta Daniel ha sido visto como modelo de oración. Él invoca a Dios en la adversidad y su ejemplo es prueba de que quién invoca el auxilio divino con fe es salvado como lo fue él de los leones. Sin embargo, en el relato bíblico no se dice explícitamente que el profeta orase durante su encierro, esto se puede intuir por su práctica religiosa, causa de su condena en 6,11. En la versión griega del relato, capítulo 14, se muestra a Daniel elevando su acción de gracias a Dios en el foso (v. 38). A este respecto, serán numerosos los Padres de la Iglesia que afirmen que la oración de Daniel es la que cierra las fauces de los leones, esto llevará a que su representación muchas veces sea en posición orante. Esta imagen también se ha entendido como una referencia al Cristo del Juicio, y si aparece con los brazos extendidos entonces se interpreta como una alusión a la cruz. El león era conocido como el depredador y el que ejecutaba las penas capitales en el Imperio Romano. Daniel, al ser lanzado a la fosa con los leones, representaba que llegaba al lugar temido por todos, era expuesto a la muerte. Ser salvado de las fieras significaba ser arrancado de las fauces de la muerte definitiva 27. Para los primeros 26
Ibíd., p. 96
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Imagen compartida por Hipólito (S. III), Hilario de Poitiers y San Ambrosio.
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cristianos Daniel salvado de los leones es la imagen del alma salvada del mal. La sobrevivencia es una invitación a mantener la resistencia. Desde otra tradición, se destaca a las fieras representadas sin rasgos de agresividad, cercanos a Daniel al punto de acariciar con la pata al profeta. San Jerónimo sería la fuente de esta imagen. Él decía que el temor de las fieras ante Daniel marca el restablecimiento del orden querido en la creación por Dios. Hipólito en el siglo III d. C. relaciona la fosa de Daniel con la tumba de Cristo, en cuanto que el profeta al ser lanzado a la fosa, que representa la muerte misma o bien los infiernos, sale indemne, siendo esto prefigura de la Pasión y Resurrección de Cristo. Por su parte, Afrahates autor siríaco del siglo IV d. C. dirá: “A Daniel lo lanzaron a la fosa de los leones pero fue rescatado, salvado y salió indemne. A Jesús lo hicieron descender a la fosa de la morada de los muertos, pero salió y la muerte no tuvo poder sobre él. Por Daniel fue cerrada la boca de la muerte, ávida y destructora de todo lo que tiene forma”28. Esta interpretación la comparte también Efrén, quien afirma que la fosa se abre como las tumbas, las bestias son vencidas como la muerte. Daniel lanzado a la fosa de los leones prefigura la tumba de Cristo de donde ha salido vivo, arrancado a la muerte y al Hades. Para Hipólito, Daniel se beneficia por adelantado de la restauración del mundo efectuada por la venida de Cristo. De esta interpretación surge la idea que Daniel evoca la esperanza que los difuntos tienen de resucitar con Cristo: “…no se encontrará en ti ninguna herida, será sacado vivo de la fosa y participará de la Resurrección”29. Es por ello que en la primitiva Iglesia, la figura de Daniel, indemne en medio de los leones, se utilizaba para simbolizar la resurrección del cuerpo; en las preces por los moribundos, la Iglesia latina sigue pidiendo: “Libera, Domine, animam ejus, sicut liberasti Danielem de lacu leonum”30. Otra imagen que prevalece y que está retratada en los sarcófagos, es el personaje de Daniel desnudo entre los leones, que representa a Adán de vuelta al paraíso. La serenidad del profeta es también la paz del fiel en el más allá, una imagen del paraíso. Para San Agustín los leones reconocen en Daniel a Adán, pero como el primer hombre que le puso el nombre a las fieras. El león reconoce su poder porque el profeta reconoce el poder de Dios. Por lo tanto, es primicia del paraíso donde también las fieras alaban a Dios porque ha vencido la muerte, el mal. Por la gracia divina, el cristiano puede llegar a ser invulnerable y el pecado no tiene más poder sobre él que el que tuvieron los leones sobre Daniel. 28 29 30
DULAEY, M., Bosque de símbolos, Cristiandad, Madrid 2003, pp. 194-195. Hipólito Cfr. HARTMAN, “Daniel“, Comentario Bíblico San Jerónimo, T. II, p. 311
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2.2. Tipología de las representaciones Las primeras expresiones artísticas que se conocen son del siglo III, y están relacionadas con la liturgia funeraria. Daniel en el foso de los leones aparece en las pinturas de las catacumbas, en estilo musivaria (mosaico), en relieves de sarcófagos y en las artes suntuarias como textiles, ampollas, cerámica (lucernas, ladrillos, tejas, platos), marfil y vidrio. Posteriormente, esta escena de Daniel tendrá auge con la escultura románica, estilo que la ubica tanto en portadas (Jaca, Ripoll, Ydes, Beaulieu), como en interiores de templos y claustros. En el ambiente litúrgico podrá apreciarse en pilas bautismales. El tema de Daniel en el foso fue habitual en multitud de soportes y técnicas durante los siglos medievales, por ejemplo en los siglos altomedievales se reproduce en piezas de metalistería (placas de cinturón burgundias), escultura (capiteles como el de San Pedro de la Nave, cruces irlandesas) y manuscritos (Biblias). Ya en la Baja Edad Media la escena puede encontrarse en la ilustración de Biblias y en algunos ciclos murales. El Arte Bizantino lo representa en capiteles.
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3.Daniel en el Barroco y el Impresionismo inglés
3.1. Rubens y su interpretación del profeta:
Peter Paul Rubens nació en Alemania el 28 de junio de 1577. Fue un pintor barroco de la escuela flamenca. Su estilo exuberante enfatiza el dinamismo, el color y la sensualidad, y representa en pináculo del Barroco europeo31. Sus principales influencias procedieron del arte de la Antigua Grecia, de la Antigua Roma y de la pintura renacentista, en especial de Leonardo da Vinci, Tiziano y Miguel Ángel, de quien admiraba su representación de la anatomía. Trató una amplia variedad de temas pictóricos: religiosos, históricos, de mitología clásica, escenas de caza, paisajes, retratos, entre otros. Rubens, en un cuadro realizado en 1615 32, imagina la actitud con la que Daniel enfrentó su condena. Él pinta al profeta en el interior del foso rodeado por los leones (Dn 6,18) con los siguientes detalles. El pintor coloca a Daniel en una cueva, claramente diferenciada por la oscuridad de fondo del escenario, el relieve de las rocas y los matojos de las grietas. Los huesos secos y el cráneo de la parte inferior del cuadro indican estamos ante un lugar de muerte. Esta 31
El Barroco surgió a principios del siglo XVII en Italia desde donde se extendió hacia la mayor parte de Europa. Durante mucho tiempo (siglos XVIII y XIX) el término «barroco» tuvo un sentido peyorativo, con el significado de recargado, engañoso, caprichoso, hasta que fue posteriormente revalorizado a finales del siglo XIX. Algunos historiadores dividen el Barroco en tres períodos: «primitivo» (15801630), «maduro» o «pleno» (1630-1680) y «tardío» (1680-1750). 32 La obra se encuentra en Galería Nacional de Arte de Washington D. C., Estados Unidos.
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imagen contrasta con la potente luz desciende por la entrada superior del foso y cae sobre el profeta, haciéndolo resplandecer e iluminando con su reflejo a los leones que lo rodean. El artista barroco sitúa al profeta en el centro visual de la obra. Su cuerpo en tensión está orientado hacia el cielo, que se deja entrever por el hueco de la fosa. Las manos juntas, los dedos cruzados, la mirada elevada, la boca entreabierta, el rostro desencajado, el ceño fruncido y un posible nudo en la garganta, hacen ver la angustia por la que atraviesa Daniel y la intensidad con la que hace su oración. Rubens pinta a Daniel semidesnudo, apenas cubierto por una tela blanca, y sentado sobre una vestidura roja. No se percibe en él rasgos de tortura o violencia. Se ve a un hombre fuerte físicamente pero con una condición de fragilidad por la situación en la que se encuentra. Aunque la leyenda bíblica más antiguo (Dn 6) no menciona el número de leones, como si lo hace la versión deuterocanónica que habla de 7, Rubens pinta a Daniel rodeado por nueve fieras que reflejan distintos estados de ánimo: indiferencia, violencia, perturbación, hambre, reposo. Sus posturas también son diferentes: cuatro están erguidos, dos de ellos amenazantes, y el resto recostados delante y detrás del profeta. En el cuadro los leones no miran a Daniel, aunque lo estén rodeando. Según el relato, la entrada del foso es cubierta con una piedra que lleva el sello del anillo del rey y sus magistrados. Rubens obvia este detalle y deja abierta la entrada del foso por donde se ve el cielo de donde le viene la luz al profeta y hacia donde éste eleva sus ojos en actitud orante. Tras lo dicho se puede decir que el aporte del pintor alemán está en haber presentado el mundo interior del profeta. Él va más allá del texto bíblico que no da detalles de la situación de Daniel en el interior de la cueva de los leones. Un primer detalle de este aporte es que Rubens no clausura la entrada del foso como precisa la narración (v. 18) sino que deja la fosa descubierta quizá para significar que para el acceso a Dios no existen barreras físicas que lo impidan, que el hombre de fe siempre habrá un cielo abierto, un espacio al que elevar la mirada buscando misericordia o un milagro. Con esto, el pintor habla al hombre de su tiempo y se aleja del modelo de oración judía. Aquí, el profeta no vuelve la mirada a Jerusalén sino que la eleva al cielo, al espacio de la divinidad, actualizando así la imagen del hombre piadoso según la perspectiva cristiana. La claridad que se descubre tras la abertura nos informa que es de día, quizá el alba del que nos habla el relato (v.20) o el amanecer de la resurrección de Cristo. Daniel, por su posición en el reino quizá fue arrojado con el vestido que llevaba. A este respecto Rubens imagina a un profeta
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semidesnudo, al extremo de la fragilidad y vulnerabilidad. Él está sentado sobre una pieza roja, que podría significar el martirio. El paño de pureza que le cubre a imagen de Cristo crucificado potenciaría su situación de condenado. Lo propio del Barroco se refleja en la calidez y fuerza de la pintura, en las formas definidas y exuberantes de Daniel y los leones. En medio de esta exposición detallada de sentires, el pintor nos pone ante el contraste de la actitud del profeta y de las fieras. Ellos no están enfrentados. Incluso parece que los leones protegen a Daniel. Quizá con ello el pintor ha querido expresar que la oración del justo no sólo aquieta las fieras sino que hace que éstas se pongan a su favor. Un detalle más, si se quitara a Daniel de la pintura, bien podríamos estar ante un cuadro de leones en un foso. Y si quitásemos a los leones, tendríamos a un hombre en actitud orante. Finalmente, Rubens no pinta un ángel. Para él la divinidad se expresa en la luz que lo inunda todo. Es la presencia de Dios la que transforma el caos en armonía, la violencia en paz, la muerte en vida.
3.2. Rivière y su interpretación del profeta:
Briton Rivière nació en Londres el 14 de agosto de 1840 (+20 de abril de 1920) fue un reconocido pintor, posiblemente un exponente del naturalismo de mediados del siglo XIX 33. Fue educado en el 33
No hemos encontrado referencias que avalen que Rivière es de la escuela naturalista. Por el tema de sus cuadros creemos que podría pertenecer a ella, pero es solo una suposición. El Naturalismo surge en la segunda mitad del siglo XIX. En historia de la pintura, la bibliografía denomina naturalismo a distintos movimientos pictóricos. Aplicado a principios estéticos o de teoría del arte, el término "naturalismo" se utiliza muy a menudo de forma intercambiable con el término "realismo". (
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Cheltenham College y Oxford, donde se licenció en 1867. Su formación artística la debe casi en su totalidad a su padre. Sus primeras imágenes aparecieron en la Institución Británica para la Promoción de las Bellas Artes en el Reino Unido, y en 1857 se exhiben tres obras en la Real Academia de Artes en Londres, pero no fue hasta 1863 que se convirtió en un colaborador habitual de las exposiciones de la Academia. Aunque expuso una gran variedad de obras, gran parte de su vida la dedicará a pinturas de animales34. Rivière, en una obra pintada en 1872 35, nos sitúa en el interior del foso contemplando a Daniel enfrentado a los leones (Dn 6,18), con los siguientes detalles: Contraria a la tradición babilonia, persa y griega, el pintor nos coloca ante espacio cerrado que, más que una fosa, parece un calabozo, quizá situado en los bajos del palacio real. Es una construcción firme, con aspecto de fortaleza, con ventanas que se distinguen al fondo. En los muros se aprecian figuras decorativas posiblemente del tiempo del profeta. En el suelo no se aprecian detalles significativos. En ellos el artista ha puesto huesos y trozos de carne como signo de que estamos ante un espacio de muerte. La oscuridad propia del escenario es rota por la luz que desciende de la esquina derecha del cuadro y que ilumina al profeta y a los leones. Daniel, situado a la derecha de la pintura, está de pie, vuelto hacia los leones. Su postura relajada contrasta con el dinamismo y tensión de las fieras que parecen querer lanzarse sobre él. Su vestidura talar oscura y ribeteada en los bordes del cuello, mangas y pies, da cuenta de la dignidad que ha poseído como ministro de la corte real. Aunque está descalzo y con las manos maniatadas por detrás no se ven signos de tortura o violencia. En general, se percibe solemnidad en su porte. No se puede determinar su edad, pero podría decirse que no es un anciano sino más bien un adulto joven. Hay siete leones, como se indica en Dn 14, versión tardía de la escena en estudio. Tres de ellos se presentan dominados por la presencia del profeta. La tensión de sus cuerpos y la distancia que se ha puesto entre ellos y el Daniel, da a entender que le temen. Uno de ellos, aparece erguido en la parte central, mirándolo fijamente, como hipnotizado. Otros tres, también tensos, amenazan el profeta mostrándole sus dientes. La luz cae directamente sobre ellos, dejando ver los detalles de su fuerza y de sus diferentes reacciones ante el 34
En una larga entrevista publicada en el semanario Chums Boys Annual con el título "How I paint animals", (¿Cómo pinto animales?), Rivière manifestó haber pintado animales tanto vivos como muertos, domésticos o silvestres, aunque su gran amor eran los perros. En sus obras se reflejan las emociones que se dan en la convivencia del hombre con los animales. 35 La obra se encuentra en el museo Nacional de Liverpool, Inglaterra.
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vidente. Es esté destello el que mantiene lejos a las fieras. Están frente a él, situados en su campo visual y por debajo de él. A este punto, se podría decir que el aporte de Rivière está en presentar la lucha que acontece en el interior del foso de martirio. El bien y el mal enfrentados. Dios, puesto de parte del profeta frente a los leones, signo de castigo y muerte. Un primer detalle del aporte de este pintor a la compresión del profeta desde la escena analizada, es la disposición de los implicados. En el centro de la obra está Daniel frente a los leones. Detrás de estos, la oscuridad que no logra engullir al siervo de Dios arropado por la divinidad que irrumpe con su luz. No hay un ángel que cierra la boca de las fieras. La potencia de Dios golpea, descubre el mal que se ocultaba en las tinieblas y lo desarma ante un profeta que impávido ha puesto su vida en manos de Dios. Otro elemento con el que Rivière enriquece la escena es la actitud en la que coloca al justo. Este no se presenta como ejemplo de oración. No parece que su cuerpo esté orientado hacia la Jerusalén o hacia el cielo. El permanece con la mirada baja, en silencio, no resignado, sino abandonado en aquél en quien confía. Daniel no se presenta como el típico judío que extiende sus brazos a Dios en medio del peligro. Él se sabe protegido. La luz que lo cubre da cuenta que el Señor está de su parte. El profeta no pone resistencia. En el destaca la imagen del siervo de Yahveh que como cordero es llevado al matadero sin reclamar, pero con la entera confianza de que sus suerte está puesta en Dios.
3.3. Convergencias y divergencias entre Rubens y Rivière: En el análisis hemos visto que ambos pintores, en consonancia con las expresiones artísticas paleocristianas y medievales, han centrado su mirada en las imágenes de Daniel y los leones. Este es el principal punto de convergencia entre ambos. Los detalles del foso es otro elemento común. Aun cuando uno haya pintado una cueva y el otro un calabozo, la oscuridad y la presencia de huesos confirma que se está en un lugar del que nadie puede salir ileso. Las divergencias se dan en orden a la presentación de los actores y la manifestación del poder de Dios. Para Rubens, el profeta es modelo de oración, fervorosa e insistente, mientras que para Rivière es ejemplo de confianza y abandono total en el Señor. El mensaje central del relato es que Dios vence al mal y salva al justo de su martirio. Esto se ve expresado en claves diferentes por los dos artistas. Los claroscuros de pintor inglés dan cuenta que no es el
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profeta, sino Dios quien lucha contra el mal. Él hace suyo los intereses del justo y sale en su defensa. El artista barroco, por su parte, destaca que la presencia de la divinidad troca la violencia en paz y armonía. En la escena de Rubens, el espectador no cae en la cuenta de la ferocidad de las bestias por su ataque a Daniel, sino por cómo se enfrentan al observador. Rubens nos sitúa ante un primer plano del profeta con los leones. En este marco, la presencia de Dios se muestra en la luminosidad del profeta. La acción de Dios se puede percibir en la tranquilidad de los leones que han sido tocados por su luz. Por otro lado, Rivière ilustra a Dios, representado por la luz, poniéndose de parte del profeta. La divinidad está detrás de Daniel y a través de él se proyecta a los leones, aquietándolos y manteniéndolos a distancia.
Conclusión
Desde los datos que nos ha revelado la exégesis, el interés teológico del autor del texto bíblico y el significado literario de su obra, pasando por la interpretación de los padres de la Iglesia y las expresiones artísticas paleocristianas y medievales, hemos decantado en el análisis de las obras de Rubens y Rivière, dos pintores de dos escuelas diferentes, el Barroco del siglo XVI y el naturalismo del XIX. En sus representaciones de Daniel hemos podido constatar la presencia de la tesis sobre el Dios que salva al justo que clama con fe, la cual hemos identificado desde las claves que nos ha dado el pensamiento religioso popular, la teología, las imágenes y símbolos, las prefiguraciones y arquetipos con los que el judaísmo y el cristianismo, enriquecido por la imagen de Cristo, han comprendido desde siempre al profeta. Con relación a la comprensión del relato desde la mirada del hombre de fe de las primeras comunidades cristianas, destacamos
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cómo éste ha alineado la vida de Daniel al misterio de Jesucristo, el justo por excelencia. Esto ha hecho que el profeta del AT, salvado de una circunstancia puntual, histórica, sea visto desde Cristo como imagen de una salvación que toca el ámbito de la eternidad en tanto que va más allá de la muerte física. Es esto lo que ha hecho que el creyente de a pie tome a Daniel, hombre limitado como él, como ejemplo de fidelidad a Dios, de abandono en él. Otro elemento a resaltar al final de la exposición es que, de los seis relatos que se presenta en la obra adjudicada a este profeta, solo se haya mantenido el referido a su condena al foso de los leones (Dn 6,2-29); y que de esta narración solo se haya representado el momento en el que Daniel está en la cueva, justo la escena de la que hay menos detalles en el texto bíblico y de la que se tiene conocimiento porque el profeta la cuenta (v. 23). Conocido el contexto en el que se gestó este libro, no se puede negar el valor catequético que tuvo la imagen que de Daniel ha conservado el arte cristiano y no cristiano. Rubens y Rivière son testimonio de que una escena bíblica puede seguir actualizándose sin perder su esencia, aun en contextos secularizados. Quizá sus obras no signifiquen mucho para el espectador no creyente del siglo XXI, ajeno al lenguaje y modelos religiosos, sin embargo, estamos seguros que no lo dejarán indiferente, ya que recogen símbolos de lo humano, lo divino y lo cósmico válidos para todo tiempo.
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