Iniciación A La Historia de La Odontología Forense

July 28, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Iniciación a la historia de la odontología forense (Primera parte) Conferencia impartida en el “Curso de Expertos en Peritaciones en Odontología Legal y Forense”. Coordinado por el Dr. Juan López Palafox (Universidad Alfonso X el Sabio) La odontología forense es el conjunto de procedimientos científicos y técnicos dedicados a examinar y evaluar las evidencias dentales en función de su interés judicial al servicio de la justicia tanto en causas civiles como criminales. Seis son sus principales campos de acción: 1.º Identificación de restos humanos. 2.º Identificación de víctimas en catástrofes masivas. 3.º Evaluación de marcas de mordisco en casos de lesiones. 4.º Evaluación en casos de abusos y maltratos (niños, mujeres, viejos). 5.º Casos de mala praxis profesional. 6.º Estimación de la edad. Como método de reconocimiento la observación de la dentadura no cabe duda de que se ha aplicado desde tiempos remotos ya que los dientes, como todos sabemos, son las partes más duras del organismo y las que más resisten, no sólo al paso del tiempo, sino la agresión de agentes externos, frío, calor, fuego, agua e incluso sustancias destructoras como ácidos, cal, etc. El enterramiento mismo, que acaba con las partes blandas, e incluso deshace los huesos, en ocasiones respeta los dientes, que aguantan millones de años, para satisfacción de los  paleoantropólogos. El mismo Plinio en su Historia Natural decía que eran tan duros que no podía con ellos ni la misma piedra “Sarcófago” que era capaz de “comerse” el cuerpo humano. Esa perdurabilidad es la que justifica que muchísimos pueblos hayan conservado los dientes de sus antepasados como recuerdo imperecedero en forma de collares y colgantes. Antecedentes remotos. El caso de Lolia Paulina Lolia Paulina era una gran dama de la aristocracia romana, hija del ex cónsul Marco Lolio, casada con el también ex cónsul Gayo Memio, que acupaba un importante cargo en el ejército. Según cuenta Suetonio de la Vida de los doce Césares, Calígula, movido  por su belleza, la hizo venir de la provincia donde estaba con su marido (obligó al marido a que la llevara a palacio) y se casó con ella, aunque la repudió al poco tiempo prohibiéndole que se casara con otro hombre. Muerto Calígula le sucedió en el cargo su tío Claudio a la sazón casado con Mesalina, mujer tan impúdica y escandalosa que hubo de ser  asesinada por razón de Estado. Claudio ya había estado casado dos veces anteriormente, pero hubo de  buscársele una cuarta esposa. Las candidatas fueron Lolia Paulina y Agripina (sobrina suya). Uno de sus consejeros, Calisto, apoyaba a Lolia Paulina, por su belleza, riqueza y sobre todo porque no tenía hijos (Agripina era la madre de Nerón). Sin embargo pudo más el parecer de Narciso (el que asesinara a Mesalina) y Claudio tomó como esposa a Agripina. Agripina pronto demostró celosa contra Lolia Paulina, abien la que por haber sido su su naturaleza rival acusóirascible de andaryen trato que con descargó magos y caldeos y de

 

haber consultado el Oráculo de Apolo a propósito de las nupcias imperiales. Claudio, que era supersticioso (tanto que permitió a su esposa Mesalina casarse con Silio, delante de sus narices porque le convenció de que ese matrimonio le servía de talismán contra ciertos agüeros de los caldeos), hizo caso a Agripina y acusó en el Senado a Lolia Paulina, a pesar de su estirpe (era hija de Lucio Volusio y era sobrina nieta de Cotta Mesalino) de conspirar contra el estado y pidió la confiscación de sus bienes, el destierro fuera de Italia, dejándole no obstante de su cuantiosa fortuna, la cantidad de cinco millones de sestercios.  No contenta con esto Agripina llevó más lejos su venganza y a espaldas de Claudio envió un tribuno con una cohorte de soldados para que asesinaran a su rival. Para estar segura de haber sido obedecida pidió que le entregaran la cabeza de la víctima. Cuando el macabro despojo llegó a sus manos ya habían pasado unos días y los rasgos faciales estaban irreconocibles. Astutamente recordó que Lolia tenía ciertas irregularidades dentales por lo que separó con sus dedos los labios putrefactos y pudo contemplar la evidencia que buscaba. Efectivamente, aquella era la hija de Marco Lolio, esposa de Gayo Memio, del mismo Calígula y posteriormente de Memmio Régulo. Agripina acabó también con Claudio, ordenando a la famosa envenenadora Locusta que atosigara ciertas setas, plato favorito del emperador, que le hicieron pasar a mejor  vida. Sin embargo haciendo bueno el proverbio de que “quien a hierro mata a hierro muere”, Agripina también fue despachada por su propio hijo Nerón, quien además,  para ensañarse aún más con su recuerdo hizo repatriar las cenizas de Lolia Paulina a las que enterró en un suntuoso mausoleo. Este es, pues, uno de los más antiguos precedentes de lo que pudiéramos llamar  identificación forense dental empírica. El caso de lord Talbot, conde de Shrewsbury Jhon Talbot, duque de Shrewsbury, fue enviado en 1452 a recuperar unos territorios cerca de Burdeos arrebatados a los ingleses por Carlos VII. Talbot ya era viejo y además montaba un jamelgo impropio de su categoría social. Presentó batalla a los franceses cerca del castillo de Perigord, a unos 30 kilómetros de Burdeos. la batalla perdióy también arcabuceros mataron elAdemás rocín y de a élperder le abatió un arquero una vez la envida; tierraUnos le acuchillaron el le cuerpo y la cara dejándole destrozado. Fue reconocido por el cronista francés Mathieu d’Escouci, quien relató el suceso 14 años después. Llevado delante del cadáver observó su rostro desfigurado por lo que no dudó en abrirle la boca para comprobar la falta de cierto diente, comprobado lo cual se echó a llorar  asegurando que aquel despojo correspondía al cuerpo de quien en vida fue lord Talbot. Según algunos autores la batalla del Castillo marcó el fin de la guerra de los Cien años comenzada en el siglo XIV por Eduardo III de Inglaterra. El caso de Carlos el Temerario Carlos el Temerario es uno de los personajes con más redaños de la historia europea. Hijo de Felipe “El Bueno”, duque de Borgoña, y de Isabel de Portugal, se distinguió por  su valor personal y por el arrojo demostrado en el campo de batallas en innumerables

 

guerras que mantuvo contra franceses, suizos y alemanes. En 1477 sucedió a su padre en el Ducado de Borgoña, que comprendía Flandes y casi todos los Países Bajos, además del Franco Condado y la Borgoña propiamente dicha. Con todos estos territorios pretendió restaurar el antiguo reino de Borgoña anexionándose el Delfinado, Lorena y parte de Suiza. Su mayor enemigo fue Luis XI de Francia, pero también luchó contra Lieja, el emperador austriaco Federico III y los suizos de Vaud. Contra estos últimos sufrió varias derrotas, pero no dándose por vencido organizó un importante ejército y pasó a Lorena, poniendo sitio a Nancy en 1476 donde encontraría la muerte el 6 de enero de 1477, según se dice asesinado por un italiano llamado Campobasso. Sea como fuere su cuerpo cayó al lado de un arroyo con la cara hundida en el fango. Para colmo heló terriblemente durante la noche, por lo que la piel se pegó a la tierra. El duque de Lorena ordenó la búsqueda del cadáver que no se encontró hasta el día siguiente cuando estaba prácticamente irreconocible. Al levantarlo media cara se quedó pegada al suelo helado. Además, al  parecer el rostro también había sido picoteado por los pájaros y mordido  por los perros. Jean de Troyes (“Chronicle”, edit. Michaud, t. IV) dice que se le reconoció por seis cosas. 1. Una cicatriz en el cuello recuerdo de una herida recibida en la batalla de Montelherry. 2. La longitud de sus uñas que era superior a la de cualquier otro hombre. 3. Otra cicatriz a nivel del omóplato. 4. Una fístula en la ingle. 5. Una malformación en la uña de un dedo del pie izquierdo. 6. Pero sobre todo por la falta de dos dientes superiores que había perdido a causa de una caída. Una vez verificada su identidad fue enterrado en Nancy y en 1550 el emperador Carlos V lo hizo trasladar a Brujas donde reposa en un magnífico mausoleo mandado construir por  Felipe II. No en vano su hija María se había casado con Maximiliano de Austria de cuyo matrimonio nació Felipe el Hermoso. Así que nieto y biznieto suyo fueron Carlos V y Felipe II. El caso de Luis XVII de Francia Luis, hijo de Luis XVI y María Antonieta, ingresó en la cárcel del Temple, acompañando a sus padres, encarcelados por la Revolución francesa. Había nacido en París en 1785 y contaba apenas siete años cuando le encerraron en el calabozo. Murió, en 1795, a los 10 años víctima de los malos tratos de los carceleros. Siempre hubo leyendas de que no había muerto y diferentes personajes aseguraron ser el desgraciado niño. Se dijo que estaba enterrado en el cementerio de Santa Margarita, pero el doctor Amoedo  junto a los doctores Magitot y Poirier determinaron que el cadáver en cuestión tenía una dentadura que correspondía a una persona mayor. El corazón del delfín Si bien los huesos estudiados por Amoedoo y Magitot no correspondían a los de un niño

 

de 10 años, otro órgano se atribuyó al infeliz hijo de Luis XVII y María Antonieta: el corazón, separado por el forense, durante la autopsia y encerrado en un vaso de cristal, que tras incontables avatares acabó en la Basílica de San Denís, en París. Durante muchos años se discutió si dicha víscera era en realidad de Louis Charles, hasta que por fin fue estudiada genéticamente por Jean Jacques Cassiman, de la Universidad de Lovaina, y por Erris Briuckman, de Münster, los cuales, comparándolo con el ADN obtenido de algunos cabellos de María Antonieta, llegaron a la conclusión afirmativa de  parentesco, por lo que posiblemente la reliquia pertenecía al heredero del trono francés, muerto en la prisión del Temple el 8 de junio de 1895. La identificación del general Warren por Paul Revere Es este uno de los casos mas famosos de identificación gracias a la odontología forense, antes, naturalmente, que tal disciplina se hubiera constituido como tal. Los protagonistas fueron el orfebre-dentista Paul Revere y el doctor y general Joseph Warren. Paul Revere nació en Boston en 1734, hijo de Apollos Rivoire, un hugonote francés, huido de su patria por el tema religioso, y de Deborah Hichborn, hija de una familia de artesanos locales. Comenzó sus estudios en el North Writing Scholl, pero cuando tenía 19 años, murió su  padre y tuvo que hacerse cargo del taller de orfebrería. A los 21 años intervino en la guerra contra los franceses con el cargo de lugarteniente de la artillería colonial. colonial. En 1575 se casó con Sarah Orne con la que tuvo ocho hijos. Enviudó en 1773 y volvió a casarse con Rachel Walker de la que tuvo otros ocho hijos (muchos murieron en la infancia). Durante 40 años mantuvo un floreciente negocio de platería y obras de joyería que actualmente se disputan los coleccionistas. Paul Revere, dentista Hombre habilidoso e imaginativo Paul Revere también realizó otros trabajos, como la impresión de carteles, ilustraciones de libros y, sobre todo, lo que a nosotros nos interesa, fue también dentista. Al menos desde 1865 ejerció en Boston, asociado al gran Josiah Flagg padre “en los asuntos de la dentistería” anunciándose repetidas veces en el Boston Gacette en 1770. Aunque tuvo clientes de categoría, es falso que hiciera ninguna dentadura a Washington como algunos pretenden. Patriota Paul Revere figura entre los héroes de la Revolución americana más destacados. Cuando Inglaterra en 1764 gravó el azúcar con impuestos provocó un gran descontento entre los colonos americanos. Nacieron así los Hijos de la Libertad, para canalizar las  protestas y Paul Revere se afilió a ellos. En se enfrentaron en Boston a los británicos y en la logró refriega murieron civiles.se Paul1770 Revere realizó un cartel representando el hecho que gran impactocinco y el hecho

 

conoció como “la gran masacre”. En 1773 se gravó el té con otro impuesto, los Hijos de la Libertad, disfrazados de indios “mohawies”, asaltaron un barco y arrojaron el té al mar. También en este hecho intervino Paul Revere. A todo esto había entrado en la masonería de manos del Gran Maestre, el doctor Joseph Warren, y cada vez se dedicó con más ahínco a la insurrección. En 1774 en Massachusset se crearon los “minute man”, fuerza que como su nombre indica era capaz de estar lista en un momento y Paul Revere fue encargado de movilizarla avisando a sus componentes a lomos de caballo. Fue muy famosa su cabalgata la noche del 18 al 19 de abril de 1775 en la cual voló desde Boston a Lexington para avisar a John Hancock y Samuel Adams de la llegada de los ingleses para arrestarles. Esto dio lugar a un célebre poema de Longfellow titulado “Paul Revere Ride”, publicado en 1861 en el Atlantic Monthly, que eternizó su fama. Intervino en la guerra con el grado de teniente coronel de artillería y es uno de los mitos, como he dicho, de la Independencia americana. La batalla de Bunker Hill El 16 de junio de 1775 tuvo lugar uno de los primeros combates de la Guerra de Independencia de Estados Unidos de América contra Inglaterra. De la ferocidad del encuentro da idea que murieron los dos jefes de las tropas inglesas, generales Thomas Gage y Willian, Howe y los tres jefes americanos, coronel William Prescott, general Israel Puttman y el general cirujano Joseph Warren. El general Howe partiendo de Boston, bombardeó la colina defendida por 1.000 patriotas y atacó con 5.000 soldados. Después de varias cargas de gran ferocidad y perdiendo 1.000 hombres los ingleses tomaron la posición. Una de las víctimas americanas fue Joseph Warren, cirujano y general del ejército así como Gran Maestro de la masonería americana, cuyo cuerpo fue enterrado por los vencedores. Cuando casi un año más tarde los insurgentes volvieron a recuperar la posición se encontraron con el problema de identificar las víctimas, sobre todo las más importantes entre las cuales estaba el general Joseph Warren. Paul Revere consiguió reconocerle gracias a una prótesis dental que le había hecho anteriormente. El hecho fue resaltado por el New England Chronicle de 25 de abril de 1776 en los siguientes términos. En cuanto al cuerpo del general Warren, que nuestros salvajes enemigos habían recubierto someramente con tierra para protegerlo de las aves de presa, se le reconoció gracias a dos dientes artificiales que se había hecho poco tiempo antes de su muerte gloriosa. El historiador americano de la Odontología B. Weiserger dice que “esta identificación de restos humanos es la primera hecha en América por este procedimiento”. Reconocimiento de un militar inglés muerto en 1775 en el desastre de Fort Duquesne Sin embargo esto no es cierto según refiere R. Grady (famoso dentista de Baltimore) en un artículo titulado “Identificación personal establecida por los dientes” que publicó en el American Journal of Dental Science, 1884.

 

En 1654 comenzó una larga guerra entre los franceses y los ingleses por el control de los territorios de los grandes lagos. Los franceses con un ejército profesional comenzaron llevándo la mejor parte. Considerándose perdidos, los colonos pidieron ayuda a las tropas británicas en 1755. El 9 de julio, un ejército compuesto por 1.495 hombres, al mando del comandante general Edward Braddok, salió para protegerlos, pero cayó en una emboscada a siete millas de Fort Duquesne (hoy Pittsbourg) sufriendo una terrible derrota con numerosísimas bajas. En 1758 sir Peter Malket contrató a varios indios que habían presenciado el combate para rescatar el cuerpo de su  padre, oficial inglés, abatido en la batalla. Uno de los indios le dijo que había visto a un oficial caer  mortalmente herido bajo un árbol que sin duda podía reconocer. Además, le dijo, otro soldado quiso ayudarlo y también cayó fulminado sobre el oficial por un disparo. Llegados al lugar de los hechos el indio señaló el árbol y encontraron enterrado  bajo su copa dos esqueletos, uno encima del otro.  Nada quedaba que certificara su identidad . Entonces sir Peter recordó un diente artificial que llevaba su padre y registrando los maxilares, lo encontró en uno de ellos. ”¡Este es mi padre!”- dicen que dijo sir Peter Malket echándose a llorar. Así pues ya veinte años antes, en América, se había producido la primera identificación  por medio de lo que hoy llamaríamos “odontología forense”. El caso Morgan Un llamativo caso de equivocación forense fue el del francmason William Morgan, asesinado en 1827, que fue confundido con un tal Timothy Monroe, reconocido incluso  por su propia esposa. Entre otras evidencias se adujo la particularidad de una doble fila de dientes de los cuales dos habían sido arrancados en vida. Sin embargo, varios meses después un periódico canadiense informó de la desaparición de Timothy Monroe lo que obligó a desenterrar al supuesto Morgan. Un estudio más detenido de la dentadura demostró el error (a Timothy le habían extraído cinco dientes y a Morgan sólo dos). William Morgan desapareció en 1826 en Nueva York (Batavia) tras escribir un libro titulado Morgan’s Freemasonry Exposed and Explained donde sacaba a la luz los secretos de la masonería. Se supuso que sus antiguos compañeros francmasones lo habían secuestrado y asesinado. Su cuerpo apareció en un río cerca de su domicilio. El caso no fue nunca resuelto satisfactoriamente. En 1848 un tal Henry L. Valance confesó su implicación en el asesinato. Activistas antimasónicos le erigieron una estatua en 1882, en Batavia (Nueva York). El caso de John Wilkes Booth, asesino de Abraham Lincoln John W. Booth nació en 1838 en la granja de Bel Air a 25 millas de Baltimore, sus padres Junius y Mary Ann Holmes habían llegado a Estados Unidos, procedentes de Inglaterra en 1821. Junius era actor, aunque de escaso relieve dada su afición al alcohol y al juego. No

 

obstante pronto se trasladó a Baltimore donde alcanzó cierta celebridad y posición lo cual le permitió enviar a su hijo John a estudiar a Cockeysuille a un colegio cuáquero. Más tarde continuó su educación en el St. Thimothy Hall, en una escuela militar  episcopoliana. Hacia 1850 se alistó en un partido antiabolicionista. En 1852 murió su padre y decidió dejar de estudiar y entrar también en el teatro donde obtuvo un clamoroso éxito interpretando el repertorio de Shakesperare.

En 1860 ya ganaba 20.000 dólares al año y se dedicaba a la especulación petrolífera. Sin embargo sus simpatías por el Sur antiabolicionista eran cada vez más grandes. “Esta tierra —decía— se ha hecho para los blancos, no para los negros”. En 1861 comenzó la guerra civil y rápidamente desarrolló un odio visceral contra Lincoln. Es de destacar que el presidente le vio actuar varias veces, por ejemplo en el papel de Rafael en The Marble Heart, en el teatro Ford y encantado le invitó a su palco, aunque Booth rehusó saludarlo. Incluso se dice que durante la representación le apuntó con un dedo. Desde entonces concibió, junto a otros confederados, el asesinato de Lincoln, primero con veneno, luego secuestrándolo. Pero habría de ser una vez perdida la guerra, cuando este

 

sudista de corazón lograra su propósito, precisamente en el teatro Ford, donde descargó su pistola Derringuer, calibre 44, en la cabeza del presidente, el 14 de abril de 1865, cuando estaba viendo junto a su esposa y el matrimonio Grant “Our  American Cousin”. Inmediatamente después del magnicidio, acompañado de su cómplice David Herald, atravesó los ríos Potomac y Rapphannock, adentrándose en Virginia, donde el doctor  Samuel Madd, le curó las heridas que se produjo en una pierna al saltar, huyendo, en el teatro. Con David Herald se refugió en la granja Garret, cerca de Por Royal (Virginia). Hasta allí le siguieron tropas del ejército que dieron con ellos. Durante la refriega, el sargento Boston Corbett le alcanzó de un tiro hiriéndole en el cuello y atravesándole la médula espinal por lo que quedó paralizado y murió a las dos horas. La muerte tuvo lugar el 26 de abril de 1865. Su cadáver fue trasladado hasta el barco “Montauk” y allí le practicaron la autopsia el general cirujano Joseph K. Barnes y el doctor Joseph Janvier Woodward, quienes verificaron la herida en la pierna izquierda con rotura de la tibia. El balazo efectivamente le dio en el cuello y rompió algunas vértebras cervicales (que actualmente se guardan en un museo del Ejército). En cuanto a la identificación del cadáver, la realizaron varias personas. El cirujano John Frederik May, que le había operado de un tumor fibroso en el cuello, un clérigo que le conocía, un fotógrafo y sobre todo el doctor William Merril, que le había orificado algunas piezas a Booth poco tiempo antes y que, además, señaló un defecto muy especial en la mandíbula. La leyenda de que Booth logró escapar se ha repetido insistentemente, hasta el punto de que en 1999 se pidió la exhumación de sus restos del cementerio de Green Mount, Baltimore, donde por cierto descansa también el emérito John Hopkins. El caso Guerin En Versalles, en 1829 se juzgó el caso Guerin, al que supuestamente había asesinado un hermano, cuatro años antes. Efectivamente se encontró un cuerpo en la bodega de la casa del asesinado, enterrado y reducido a un simple esquelético. La dentadura fue analizada y entre otros detalles se descubrió en sus dientes el desgaste típico de los fumadores de pipa (la víctima, en efecto, usaba ese artefacto) y además dos caninos muy sobresalientes que algún amigo le había aconsejado extraer porque le afeaban. Los testigos reconocieron estas particularidades y el esqueleto fue reconocido como el del desaparecido Guerin. El caso fue incluido en el Tratado de Exhumaciones de Orfila y Lesueur. El caso Parkman (1790-1849) – Webster (1793-1850) George Parkman era un médico de Boston graduado en el Harvard Medical College en 1813. Descendía de una rica familia de comerciantes y su figura fue descrita por Oliver Wendell Holmes como la de un perfecto yankee y, Fanny Longfellow, esposa del poeta Henry Wodswarth, contemporánea suya, lo comparó a Don Quijote. Viajó por Europa, sobre todo Francia, donde estudió varias instituciones nosocomiales

 

dedicadas al cuidado de los insanos mentales, llevando al Massachusetts General Hospital las nuevas teorías del trato humanitario de los locos (antes atados con cadenas y sometidos a duchas de agua fría). Llevado por su altruismo empleó parte de su fortuna en asilos y en la propagación de la vacuna. Ayudó y prestó también dinero al profesor de Química John White Webster, compañero de universidad, para que organizara su colección de minerales. Cierto distanciamiento entre ellos motivó que Parkman  pidiera la devolución del dinero prestado a Webster. El día 23 de noviembre de 1849, cuando tenía 64 años Pakman no volvió a cenar a casa. Hombre de costumbres regulares enseguida alarmó a sus vecinos tal ausencia que fue comunicado a la policía. Ese mismo día se supo que había acudido a una reunión universitaria acompañado del doctor Webster, que fue detenido como sospechoso, y su laboratorio de Química registrado, encontrándose restos humanos y cenizas entre las cuales había tres dientes de porcelana y oro. El testimonio del dentista Nathan Keep fue fundamental para resolver el caso. Explicó al jurado cómo había hecho el trabajo y las vicisitudes de su colocación, que había finalizado 15 días antes. Además demostró cómo las piezas coincidían con el modelo de la boca del doctor  asesinado. El jurado admitió el alegato de Nathan Keep y el doctor Webster fue acusado de asesinato y condenado a la horca. El gobernador de Massachusetts, George Brigss, desestimó las peticiones de clemencia y la ejecución se llevó a cabo el 20 de agosto de 1850. La prensa se hizo eco de este caso y la esposa de Longellow, Fanny, describió el horror  que semejante crimen produjo en Boston. Los periódicos Evening Bulletin y Massachusetts Plouglimar publicaron extensos relatos llenos de sensacionalismo sobre la dentadura del cuerpo y el sadismo del asesino. Socialmente el testimonio de un dentista contribuyó a realzar la profesión que demostró su prestigio convenciendo a un jurado de lo contundente de sus pruebas. Fue la primera vez que un jurado tuvo en cuenta, en América, la evacuación legal de un dentista. Caso de la víctima de los disturbios de 1851 En diciembre de 1851 en París, con ocasión de los disturbios sangrientos provocados por  el golpe de Estado que llevó a Napoleón III al poder, un paciente del doctor Richard d’Aulnay fue muerto en el Bulevar “Poissonnière” y transportado al cementerio de Montmartre. El cuerpo destrozado y descompuesto precisó de identificación fidedigna por lo que los familiares recurrieron al testimonio del doctor Richard d’Aulnay que era el médicodentista que trataba a la víctima, el cual lo reconoció por las orificaciones que le había hecho. Este caso lo refirió Emile Lecaudey en París, en 1898. Caso del coronel Anviti En 1860, en Milán, el populacho masacró a un antiguo coronel del regimiento de la

 

duquesa Louise-Marie de Borbón, viuda de Carlos III, antes duque de Parma. El militar era tan odiado que la muchedumbre se ensañó con él dejándolo irreconocible. Fue identificado por M. Coullionx, asistente del hospital donde se recogió el cuerpo, gracias a que lo conocía y recordaba sus incisivos inferiores cruzados y apiñados. La viuda Houet En 1865 Morillón, en su tesis presentada en París incluye el caso de una anciana cuyo cuerpo fue encontrado 12 años después de ser asesinada y enterrada en un  jardín. Los restos fueron estudiados por Boys de Loury, Chevalier, Marc y el gran Orfila. Entre otros detalles se fijaron en los dientes, muy alargados y comidos por el sarro. Así llegaron a la conclusión de que los restos correspondían a una mujer de 70 años que  bien podía ser la desaparecida viuda Houet.

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