Imagen y Sentido_completo-González Ochoa

August 22, 2020 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Cuadernos del Seminario de Poética 9

César Gonz.i1ez Ochoa

n01718

Imagen y sentido Elementos para una semiótica de los mensajes visuales t

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INSTITUTO DE INVESTICACIONES FILOLÓGICAS

- ..........

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO México 1986

INTRODUCCIÓN _EUratamiento_.~~ó!icC?_~e I~~_!!!_e!!s~~~_ ."isuales eJlcu_en!~ª ~n S!! ..fªmino, tarde o tempralll:ltJa_ IlOC~!!ACl.jt;:ºniSJllo ~e ic~:mici~a.~,

IJIª.

puesfo--que este- tipo-de m~nsaj~~_~e.~n~tderan como p~ocesos icónic~~~de-=-sii~ificación~ La bibliografía reciente se orienta, en general, lÍacia la crítica de esta noción; es decir, se dirige hacia la puesta en crisis de la concepción de iconicidad 19ún la cual los signos icónicos son tales por tener la propiedad de semejanza o de analogía con respecto a los objetos de los cuales son signos. Los trabajos sobre este tipo de mensajes recurren permanentemente a términos tales como los de semejanza, analogía, parecido, similitud, y otros del mismo campo semántico, pero cada uno de éstos se define, ya sea en los diccionarios comunes como en los de la literatura especializada, en función de alguno o algunos de los demás mencionados. Esto constituye un indicio de que no contamos con una teoría específica de lo icónico dentro de los distintos acercamientos a la significación; es decir, que no contamos con un metalenguaje descriptivo y explicativo que dé cuenta de lo icónico concebido como un concepto semiótico. Un primer problema que se plantea es el de precisar si los mensajes visuales están sometidos a alguna codificación o, en otras palabras, si son susceptibles de un tratamiento semiótico. De acuerdo con uno de los teóricos que más influencia tienen en este campo, "Iª_ iconicidad es la base de la imagen visual. rºº~rll0s leer la imagen porque la reconocemos como una jInitªción de lª r~a­ lidad" (Gombrich, 1981:11). Aquí aparece otro de los términos de uso corriente al menosdesde Platón y Aristóteles: el de imita~ión, que más adelante se discutirá. Desde una postura diametralmente opuesta, Greimas afirma que "reconocer que la semi.ótica visual es una inmensa analogía del mundo natural es perderse en los laberintos de los presupuestos pQsitivistas, confesar que sabemos lo que es la 'realidad', que conocemos los 'signos naturales' cuya imitación producirá tal o cual semiótica, etcétera. Al mismo tiempo es negar la semiótica visual en tanto que tal" (1979:177). Ante estas dos posturas, lo que está en juego es la pertinencia de un tratamiento se-

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mlótico de los mensajes visuales en particular, y de lo icónico en general. Un poco a la manera de los sofistas, Eco habla de la semiótica como una disciplina "que estudia todo lo que puede usarse para mentir" (1978:31); aparentemente, desde la perspectiva que encontramos en el ensayo d~__Q~.mbrich,.nQh.aYl!!g~p_lY".!lJll.~~i~t~ncia de una __~'!lJ~ti~!.g~JQ.(.m~n$ajes icónicos,p"~~tº.._que. podemos .ver la realidad y nue_s~Ea ~!si9!!..!l.2~n.Q.~. ~ga!\¡!t tal como lo sostiene una de las vérdadés evidentes del sentido común. Este supuesto del sentido común se basa en que la fisiología del sistema de la visión no puede tener muchas diferencias entre individuos de diferentes sociedades o de diferentes épocas; en todos ellos los objetos del mundo producen por reflexión una cierta distribución de luz en el ojo; esta luz entra a través de la pupila, se nItra por la lente del cristalino y se proyecta en la retina, localizada en la pared posterior. Allí, una red de fibras nerviosas pasa la luz -o más bien las diferencias de luminosidad, el gradiente de iluminación- a través de un sistema de células hasta los receptores, "conos" y "bastoncillos", sensibles a la luz yal color, desde donde se conducen hasta el cerebro. Hasta este punto, el sistema deper~ep~iº!:l visual es relativamente uniforme para todos los se res_ hum~os; hasta allí es un fenómeno natural, pero a partir de este punto se convierte en un fenómeno cultural, es decir, en algo construid,q: el cerebro interpreta esos datos de luz y color de acuerdo con mecanismos aprendidos, por medio de los cuales selecciona los aspectos pertinentes de acuerdo con una serie de esquemas, categorías y hábitQl que dan a las complejas informaciones provenientes del ojo una~~­ tructura y un significado. En otras palabras, la visión humana no es un simple reflejo neurológico de una cadena causal que empieza con un haz de luz sobre el ojo y termina en el córtex; aunque esta cadena sea una condición necesaria para la visión, la visión misma es una práctica humana: vemos nosotros, no nuestros ojos, ni la porción visual del córtex, ni siquiera nuestro sistema neurológico completo; vemos nosotros, como seres humanos, como agentes cultural e históricamente desarrollados y diferenciados. La visión h!lmana es algo construido, es el producto de nuestro propio hacer; es un artefacto histórico y cultural, creado y transformado por nuestros propios m()dosde r~­ presentación. Tales modos de representación n~_s()n .fij()_s, sino históricamente variables, yson"los que transforman I~ base natur~ del MsteJIl8 de la visión en un art~Jacto. cultural. ",'. La representación, concebida como imitación de lo real, no presenta ningún problem'a: el hombre, desde esta perspectiva, se encuentra inmerso en mundo de hechos brutos los cuales, para conocer, solamente tiene que recurrir a ciertos procedimientos, tales como

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la observación y la dete,?ción de regularidl!.~.e-ª. ~Í!lembargo, consi-

-aéfár la representación como imitación de lo real es unil

,

hipersiiñ~

plificación, pues los"seres humanos-,--en tarifo qúe seres s()ciales, nunca estámos frente-a- lo real, frente a los hechos brutos, y no es necesario estudiar semiótica paiá-' cOI!1Probar~(). El hombre,diceDurk.heim, no puede vivir en medio- de las cosas sin "formularse ideas sobre ellas, ji "las cuitIes ajusta su conducta. ~s1as -ideas o nociones no son_!lustitutos legítimos de las cosas; productos de la experiencia vulgar, tienen por objeto, ante todo, armonizar nuestras acciones con el mU!1d_o que nos rodea; están estructuradas por la práctica y para ella; y no es a través de su elaboración como llegaremos a descubrir las leyes sobre la realidad. Por el contrario, son como un velo que se interpone entre el mundo Y..!!.o~()tro~, que nos disfraza las cosas tanto mejor cuanto más transpareIltc:ls las creemos. Dicho en otras palabras, de los hechos, eventSs, acontecimientos, objetos, el mundo en general, tenemos acceso solamente a sus representaciones, las cuales son siempre construcciones, pues no hay fenómenos naturales en estado bruto: como señala Lévi-Strauss, los fenómen()~ existen solamente conceptualizados y nItrados por normas lógicas y afectivas que participan de la cúltura (Lévi-Strauss, 1970). Cassirer, por su parte, habla de la existencia en el hombre -y sólo en élde un sistema, el simbólico, que transforma la totalidad de la vida humana y hace que su realidad no solamente sea cuantitativamente inásamplia sino que, de hecho, habite en otra dimensión de la realidad. El lenguaje, el mito, el arte,entre otros sistemas, son los hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre de la experiencia humana. Según el mencionado filósofo alemán, el hombre no se enfrenta a la realidad de modo directo e inmediato, no puede verla cara a cara; en lugar de tratar con las cosas del mundo, está envuelto en formas lingüísticas, imágenes artísticas, ritos religiosos, símbolos míticos, de manera tal que no puede ver o conocer nada si no es por la interposición del aparato simbólico mediador formado por los sistemas mencionados (Cassirer, 1979). Todos ~stos argumentos, que no constituyen ni pretenden ser una lista exhaustiva, vienen a plantear uno de los aspectos mát profundos de la condición humana, que es el hecho de que no hay relación inmediata y directa entre hombre y mund9, o entre el hombre y los demás hombres. A este aparato simbólico, que es específico del ser humano, se le denomina lenguaje, el cual se puede definir como una facultad, como una capacidad que es la de sinlbolizar, es decir, la de poder representar los elementos de la realidad por medio de otro tipo de elementos -los signos- y de entender éstos como representantes de aquéllos (Benveniste, 1980); en otras palabras, la capacidad de establecer una relación de significación entre una cosa y algo dis-

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tinto. En estas condiciones, existirá una disciplina ampli~ que se ocupe de estudiar las propiedades y leyes de este aparat0!TIedia_dor, en su generalidad, y esta disciplina es lo que conocemos como semiótica generl!l, Pero además será necesario contar con disciplinas más específicas que se ocupen de analizar la significación, o la intervención del aparato simbólico del lenguaje, en un dóniiJÍlo partiunto de encuentro de semas que provienen de categorías sémicas distintas, y que mantienen entre sí relaciones jerárquicas. Una vez que forma parte de un enunciado, el lexema puede producir uno o más efectos de sen-

ti do o sememas, que son unidades del plano del contenido, aunque estas unidades no tengan una correspondencia con los signos mínimos, es decir, aunque no estén delimitados por las dimensiones de éstos. El semema "no puede ser considerado como una colección de semas, producto de una pura combinatoria", sino que se presenta como una organización sintáctica de semas (1982:359). En consecuencia, si el sema es elemento tanto del lexema como del semema, estará por tanto relacionado con los dos universos que configuran los dos modos de existencia de la significaCión: el universo de la inmanencia y el.universo de la manifestación. La relación entre ambos universos es de presuposición recíproca puesto que la significación sólo puede manifestarse si está articulada en estructuras elementales, pero nada puede decirse de ella más que si se manifiesta (1971: 159). Ambos universos, con este vínculo de presuposición recíproca, constituyen el universo semántico. El objetivo sería analizar este universo semántico; pero, dada su magnitud, el análisis total constituirá una empresa interminable ya que será equivalente a analizar una lengua y, junto con "ella, el todo de una cultura; de allí que Greimas prefiera utilizar el concepto de microuniverso semántico, que es una porción del universo total, cuyas manifestaciones corresponden a corpus limitados; cada una de estas porciones es articulable en su base por una categoría semántica. Este concepto se considera como englobante y productor de una clase de discursos (1982:266, 427). La estructura semántica aparece, entonces, como una combina· toria virtual de categorías sémicas, mientras que los usos corresponden a las manifestaciones, que son particulares a cada individuo y a cada cultura. Habrá, por tanto, dos acercamientos posibles: "a) una exploración de los universos semánticos virtuales y abiertos, considerados como las posibilidades creativas del hombre; b) una descripción de universos semánticos, pasados o presentes, pero res· tringidos y realizados, que recubren el conjunto de las dimensiones históricas y tipológicas de la humanidad" (1970:41). La dicotomía hjelmsJeviana de proceso y sistema permite entender de tres mU{leras la descripción del universo o de los microuniversos semánticos: en primer lugar como sistema virtual, lógicamente anterior al proceso; en segundo, como su combinatoria manifiesta, como un proceso, es decir, como un programa orientado, de carácter algorítmico; finalmente, como discurso. Manifestación y discurso son, entonces, dos fases reconocibles en el paso de la inmanencia a su realización. Dentro de esta concepción semiótica, para llegar a la construcción de cualquier objeto cultural (mítico, liter.lrio, pictórico, etcétera): se parte de elementos simples en el nivel de la inmanencia

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y, por medio de un complejo recorrido, se alcanza el nivel de la manifestación. Este recorrido tiene tres etapas principales, que son: - las estructuras profundas, que definen la manera de ser fundame~t.al de un individuo o de una sociedad, y, por ello, las condIcIOnes de existencia de los objetos semióticos [... ] Los constituyentes elementales de las estructuras profundas tienen un estatuto lógico definible; las ~~t~cturas superficiales, que constituyen una gramática semlO!lca que ordena en formas discursivas los contenidos su~c~ptibles .de manifestación. Los productos de esta gra~a!lca son mdependientes de la expresión que los maniÍlesta, por lo que pueden aparecer teóricamente en cualquier sustancia [... ]; la.s estruct~ra~ ?e la manifestación [que] producen y orgamz~n los slgmÍlcantes. Aunque puedan comprender cuasiumv~rsales, son p.articulares a tal o cual lengua (o, más preCIsamente, defme las particularidades de las lenguas) a tal o cual materia. Se estudian por las estilísticas super: ficiales de los lexemas, de las formas, de los colores etcétera." (1970: 135-136). ' Según esto, Greimas concibe la teoría semiótica de manera tal que, entre las instancias fundamentales -ab quo, como él las lla· ma.- que es donde. la sustancia semántica recibe sus primeras articulaCIOnes y se constItuye en forma Significante, y las instancias donde se manifiesta la significación -las instancias ad quem- existe un espacio suficiente. para .ciertas etapas de mediación, que son las que elaboran las artIculaCIOnes complementarias de los contenidos. En las instancias ab quo se encuentran la gramática y la semántica fundamental pues "la teoría semiótica no será satisfactoria más que si hay en ella lugar para una semántica y una gramática fundamentales'" (~970: 160); ambas constituyen la llamada estructura profunda o el ruvel profundo de la estructura semiótica narrativa. La sem~.tica fundamental está relacionada con la explicitación de las condICIOnes de aprehensión del sentido y con la estructura elemental de la significación. Esta semántica tiene un carácter abstracto, pues corresponde a la instancia ab quo del recorrido generativ~, y está representada. por la estructura elemental de la significaCIón, que puede conSIderarse como un modelo constitucional. Como ~a se ~recisó, esta estructura es el desar¡pllo lógico de una categona sémlca que, considerada en sí misma: 'ruera de todo contexto significante, es binaria, pero este rasgo, como señala Greimas n~ es "por r~o~e~ teóric~s sino por consenso"; es decir, no pro: vIene de un pnnclpIO que nJa su modo de existencia sino que se trata

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más bien de una regla de construcción. Dicha estructura elemental puede articularse por medio del llamado cuadrado semiótico, lo cual le da un estatuto lógico y lo hace operatorio. El cuadrado semiótico es la representación gráfica de la articulación lógica de una categoría sémica. Como se ha visto una categoría sémica es una articulación diferencial de sernas o rasgos elementales de sentido. Todo análisis sémico pretende reducir las significaciones a rasgos sémicos. Los sememas, unidades de significación percibidas, corresponden a los efectos de sentido; éstos son reuniones de sernas, y es precisamente gracias a la presencia de sernas semejantes o diferentes que los elementos de una lengua pueden establecer relaciones entre sí. La función del serna es diferencial, gracias a ella se producen las diferencias de sentido; en otras palabras, la significación se produce por medio de la red de diferencias. Como tales semas están articulados y se aprehenden en su función diferencial, el análisis sémico tiene por tarea dar cuenta de la forma de articulación, es decir, de la estructura. Definir una estructura elemental es lo mismo que especificar las formas de articulación de las diferencias. Como un tém1Íno único carece de se~tido, la estructura será no sólo. diferencial sino también opositiva; en consecuencia, la estructura elemental de la significación será una relación de dos términos, de un par de sernas. El establecimiento de este par de sernas se basa en la existencia de algo· común entre ellos, es decir, de un fondo sobre el cual se destacan. Por ejemplo, la pareja de opuestos blanco y negro tiene en común el eje semántico del color en el cual destacan las diferencias. Este fondo, sin embargo, sirve para destacar sólo ciertas diferencias, es decir, lo que cada uno tiene de distinto. Si el par de sernas son s, y S2, englobadas por el eje semántico S, tenemos para empezar dos tipos de relaciones: una relación de oposición entre s, y S2, Y una relación jerárquica entre serna y eje s, y S, ~ y S. Estas relaciones pueden definirse por medio de un modelo lógico que dé cuenta de la red de relaciones y de la forma de articulación de las diferencias, y este modelo que representa las relaciones principales entre \ las unidades significantes para producir un microuniverso (o un universo) semántico capaz de ser manifestado en el cuadrado semiótico o modelo constitucional. El cuadrado semiótico es un modelo constitucional considerado desde dos perspectivas: como modelo de organización de la significación y como modelo de producción (Greirnas, 1982: 159); es la forma que se utiliza para "la articulación de la sustancia semántica de un microuniverso" (1970:161). Este modelo es de una gran simplicidad y, según Ricoeur, lo "genial" '" Greimas es haber bus127

y, por medio de un complejo recorrido, se alcanza el nivel de la manifestación. Este recorrido tiene tres etapas principales, que son: - las estructuras profundas, que definen la manera de ser fundame~t.al de un individuo o de una sociedad, y, por ello, las condiciOnes de existencia de los objetos semióticos [... ] Los constituyentes elementales de las estructuras profundas tienen un estatuto lógico definible; las ~~t~ucturas superficiales, que constituyen una gramática semlOtlca que ordena en formas discursivas los contenidos su~c.eptibles .de manifestación. Los productos de esta gra~atlca son mdependientes de la expresión que los manibesta, por lo que pueden aparecer teóricamente en cualquier sustancia [... ]; la.s estruct~ras. ?e la manifestación [que] producen y orgafl1z~n los slgfl1ÍJcantes. Aunque puedan comprender cuasiufl1v~rsales, son p.articulares a tal o cual lengua (o, más precisamente, defme las particularidades de las lenguas) a talo cual materia. Se estudian por las estilísticas super: ficiales de los lexemas, de las formas, de los colores etcétera." (1970: 135-136). ' Según esto, Greimas concibe la teoría semiótica de manera tal que, entre las instancias fundamentales -ab qua, como él las llama.- que es donde. la sustancia semántica recibe sus primeras articulaCIOnes y se constituye en forma significante, y las instancias donde se ~anifies~a la significación -las instancias ad quem- existe un espacIO suficiente. para .ciertas etapas de mediación, que son las que elaboran las articulaCiOnes complementarias de los contenidos. En las instancias ab qua se encuentran la gramática y la semántica fundanlental pues "la teoría semiótica no será satisfactoria más que si hay en ella lugar para una semántica y una gramática fundamentales"· (~970: 160); ambas constituyen la llamada estructura profunda o el ruvel profundo de la estructura semiótica narrativa. La sem~.tica fundamental está relacionada con la explicitación de las condiCiones de aprehensión del sentido y con la estructura elemental de la significación. Esta semántica tiene un carácter abstracto, pues corresponde a la instancia ab qua del recorrido generativ~, y está representada. por la estructura elemental de la significaCión, que puede considerarse como un modelo constitucional. Como ~a se ~recisó, esta estructura es el desar¡pUo lógico de una categona sémlca que, considerada en sí misma: ruera de todo contexto significante, es binaria, pero este rasgo, como señala Greimas n~ es "por r~o~e~ teóric~s sino por consenso"; es decir, no pro~ viene de un pnnclplo que nJa su modo de existencia sino que se trata

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más bien de una regla de construcción. Dicha estructura elemental puede articularse por medio del llamado cuadrado semiótico, lo cual le da un estatuto lógico y lo hace operatorio. El cuadrado semiótico es la representación gráfica de la articulación lógica de una categoría sémica. Como se ha visto una categoría sémica es una articulación diferencial de sernas o rasgos elementales de sentido. Todo análisis sémico pretende reducir las significaciones a rasgos sémicos. Los sememas, unidades de significación percibidas, corresponden a los efectos de sentido; éstos son reuniones de sernas, y es precisamente gracias a la presencia de sernas semejantes o diferentes que los elementos de una lengua pueden establecer relaciones entre sí. La función del serna es diferencial, gracias a ella se producen las diferencias de sentido; en otras palabras, la significación se produce por medio de la red de diferencias. Como tales semas están articulados y se aprehenden en su función diferencial, el análisis sémico tiene por tarea dar cuenta de la forma de articulación, es decir, de la estructura. Defmir una estructura elemental es lo mismo que especificar las formas de articulación de las diferencias. Como un témlino único carece de sentido, la estructura será no sólo. diferencial sino también opositiva; eh consecuencia, la estructura elemental de la significación será una relación de dos términos, de un par de sernas. El establecimiento de este par de sernas se basa en la existencia de algo· común entre ellos, es decir, de un fondo sobre el cual se destacan. Por ejemplo, la pareja de opuestos blanco y negro tiene en común el eje semántico del color en el cual destacan las diferencias. Este fondo, sin embargo, sirve para destacar sólo ciertas diferencias, es decir, lo que cada uno tiene de distinto. Si el par de sernas son SI y S2, englobadas por el eje semántico S, tenemos para empezar dos tipos de relaciones: una relación de oposición entre s) y S2, Y una relación jerárquica entre serna y eje s) y S, S:z Y S. Estas relaciones pueden definirse por medio de un modelo lógico que dé cuenta de la red de relaciones y de la forma de articulación de las diferencias, y este modelo que representa las relaciones principales entre \ las unidades significantes para producir un microuniverso (o un universo) semántico capaz de ser manifestado en el cuadrado semiótico o modelo constitucional. El cuadrado semiótico es un modelo constitucional considerado desde dos perspectivas: como modelo de organización de la significación y como modelo de producción (Greimas, 1982: 159); es la forma que se utiliza para "la articulación de la sustancia semántica de un microuniverso" (1970:161). Este modelo es de una gran ~ simplicidad y, según Ricoeur, lo "genial" c.' Greimas es haber bus127

·:11 cado este carácter ya articulado en una estructura lógica simple que e~ l~ estructura elemental de la significaci6n, que proviene de las' condICIOnes de ~pre~e~si6n del sentido. Si algo significa, "no es porque tengam~s la rntulcl6n de que significa, sino porque se puede desplegar u~ s~stema elemental de relaciones de la manera siguiente: blanco slgfi1fic~ ~orque puedo articular tres relaciones: una. relación de contradIccIón: blanco-no blanco; de contrariedad: blanco-negro' y de presuposición: no blanco-negro. (Ricoeur, 1980:7). ' Las. re~aciones que pueden establecerse entre un par de sernas son las sIgUIentes de acuerdo con el diagrama:

SI

S contrariedad -----=~~~~~--~l

t--------- ~

Sl~.1

presuposición

presuposición

SI

S

en,tre. SI y ~ o entre ~ y S, es decir, entre serna y eje sem~ntlCE, eXIste una relación hiponímica. Igual entre SI y S o ~ y S. entre SI y SI o entre ~ y Sl la relación es de tal naturaleza q~e sólo es posible tener uno de sus elementos; es decir, SI v SI o ~ V Sl; como cada pareja cubre todo el universo semántico, entonces no hay otra posibilidad. Se trata de una relación de contradicción. . SI Y ~ mantie.nen, de entrada, una relación de oposición; SI es rncompa.tlble en el discurso con ~, pero uno no puede p~nsarse .srn el, otro. Los dos se oponen, pero su aprehenSlOn es SImultanea: SI implica ~ y ~ implica s . Esta relación de implicación doble es la relación de contrariedad. A diferencia de la de constradicción, los términos contrarios no se oponen como únicos en una alternativa, sino que pueden tenerse o~ro~, como. son su conjunció,E SI/\ ~ ~qu: es el eje semantlco S) y la negación de S, S, que es SI v ~. (De acuerdo con el teorema de Morgan, S1V S1 = Sl/\ ~

-

=s).

_

......

entre SI y ~ o entre ~ y SI existé' una relación de presu- ., posición o de imp.licación. Es decir, la negación, al anular uno de los contranos, hace posible la aserción del otro. En otros términos, la negación de un término es un punto de paso de su contrario: SI ---->- SI ---->- ~.

entre 51 Y ~ hay una relación similar a la existe{lte entre SI y ~; en la relación de contrariedad. el eje S engloba los EOS términos contrarios ~ se l~ llama eje de lo complejo; S engloba las negaciones SI Y Sz, Y se llama eje de lo neutro respecto a S¡ Y Sz, pues se define como SI/\ Sz. Entre S y s existe una relación de contrariedad. la relación entre los contradictorios se llama esquema: tendremos entonces dos esquemas, uno para SI-81 y otro para ~-~.

los términos en relación de presuposición configuran las deixis; hay una positiva, SI-8:1, y otra negativa, Sz-SI'

Lo que esto demuestra es que, desde el punto de vista de Greimas, el sentido es producto de la relación; es una de las premisas de la semiótica narrativa. Otra es que, para el análisis del sentido, es fundamental el descubrimiento de la unidad mínima de significación puesto que, a partir de eUa, es posible Uegar a descubrir-conjuntos significantes cada vez mayores. Pero antes de entrar a estos conjuntos, que presuponen un conocimiento de las distintas etapas del recorrido generativo, es necesario descubrir el otro componente de la estructura profunda: la sintaxis fundamental, que se concibe como un conjunto de operaciones lógicas que se realizan en el marco de su microuniverso establecido. La sintaxis trata con operaciones. o transformaciones, Y son de dos tipos: negación y aserción. Paradigmáticamente, la aserción se defrne como contradictoria a la negación; ésta se presenta como la operación que establece la relación de contradicción entre dos términos, de los cuales el primero, previamente planteado, se convierte en ausente mediante esta operación, mientras que el segundo, su contradictorio, adquiere gracias a ella una existencia in praesentia (Greimas, 1982: 87, 281). En el par mencionado antes, blanco-negro, el término blanco y su contradictorio no blanco mantienen una relación que se caracteriza por la oposición resultante de la presencia y de la ausencia de un rasgo; dicha relación se defrne por la imposibilidad de estar preserttes ambos a la vez. En la oposición binaria blanco-negro, sin embargo, el mismo rasgo se manifiesta en ambos elementos pero bajo formas distintas; se trata, como hemos visto, de la relación de contrariedad y que es la relación constitutiva de la categoría semántica. Dos términos sólo pueden ser contrarios si "el término contradictorio de cada uno de ellos implica el término contrario del otro" (lbíd.: 87-88); es decir, si no blanco implica negro o no negro implica blanco. Esta operación de implicación establecida es de hecho una relación de complementaridad la cual es, junto con la de contradicción 129

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y la de ,contrariedad, necesaria "para la elaboración de una estructura elemental de la significación"; todas ellas, además, "son independientes de las operaciones de transformación, que aseguran el paso de una estructura de relación a la otra" (Coquet, 1982:25). Todos estos elementos que mantienen entre sí las ya mencionadas relaciones de contradicción, contrariedad y presuposición, así como los sistemas de ejes, esquemas y deixis, forman parte de la estructura profunda de la gramática semiótica; estructura, como hemos visto, que es una instancia "capaz de describir la producción, el funcionamiento y la aprehensión de las organizaciones sintagmáticas llamadas discursos que dependen de las semióticas tanto lingüistas como no lingüísticas. Representan, pues, la instancia ab quo del recorrido generativo de esos discursos" (Greimas, 1982:386). El cuadrado semiótico representa, en resumen, un sistema de relaciones binarias, y este rasgo de binaridad, como se mencionó, no significa que las cosas del mundo posean este atributo, sino que se trata más bien de una regla de construcción de las unidades de sentido: lo que está en relación binaria son los rasgos elementales del sentido, que son construidos. Por tanto, el cuadrado semiótico es Wl conjunto organizado de relaciones capaz de dar cuenta de las articulaciones de la significación; por medio de este mecanismo podemos ordenar los elementos cuyas relaciones rigen la manifestación del sentido de un discurso particular. Por otro lado, las relaciones manifestadas en el cuadrado clasifican los rasgos mínimos del universo semántico del discurso; sus términos sólo tienen valor por la existencia de dichas relaciones. Es, pues, un modelo taxonómico si lo vemos estáticamente. Sin embargo, un discurso no solamente es una articulación de relaciones; no sólo es una clasificación de valores, sino también es una red de operaciones en la cual estos valores están en con tinua transformación. Para dar cuenta de ello es necesario sobrepasar la dimensión estática y considerar el cuadrado como un modelo que regula las operaciones. Por tanto, la sintaxis fundamen tal descubre a la vez el modo de existencia y el modo de funcionamiento de la significación. Tenemos, según Greimas, dos operaciones sintácticas fundamentales o transformaciones: la negación y la aserción: "si la negación sirve, esencialmente, para producir los términos contradictorios, la aserción reúne los términos situados en los ejes de los contrarios y los subcontrarios" (1982:386). No obstante, si tomamos en cue.n ta estas dos. ?peraciones, no habrá una correspon
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