Hot sur

La libertad entre muros. Un análisis de “Hot sur” de Laura Restrepo. “La sensación de asfixia es permanente aquí adentro, el aire no circula en estos espacios cerrados, por eso tienes que pelear cada gota de oxígeno contra las demás”. (María Paz).

Hot sur, es la última obra de la escritora Laura Restrepo (1950). En ella se narra una historia que comercialmente se ha vendido como un “thriller”. Está basada en la vida de una joven migrante “María Paz” una chica ingenua, ilusionada por el descubrimiento de un nuevo mundo que es “América” (Así es como llama Bolivia –madre de María Paz- a Estados Unidos); un lugar donde la pobreza no existe, en donde se puede hacer realidad la historia de “Holly Golightly” y se puede comer “Milky way” por montones. La narrativa de esta historia se va entrelazando con los personajes que participan en tres planos; contados por una periodista que funge como autora del libro. El primer plano se mueve en la entrevista con Ian Rose, padre de un escritor que imparte clases de literatura en un reclusorio para mujeres. El segundo es el diario de Cleve (el escritor) que queda impresionado y enamorado de María Paz, pero que muere en un accidente de motocicleta. El tercero, son los escritos de la propia María Paz, en los que narra el cambio de rumbo que da su vida desde su partida de Colombia. En la superficie de estos escenarios, se pone en juego el tema de la migración, de la tiranía del sueño americano y del idealismo de las personas que como María Paz se ve trastocado por una realidad inminente, que proyecta obstáculos, sufrimiento, angustia y terror. Pero más allá de esta historia, que para muchos es ya camino recorrido de escritores, ensayistas, periodistas, etc. La trama de Hot sur, plasma entre sus letras de manera latente la compleja y casi incomprensible naturaleza del ser humano. Se ponen en juego los valores más primordiales: la libertad, la justicia, la confianza, la tolerancia, la verdad y el amor. Valores por los que se lucha, aunque los personajes no sean del todo, conscientes de ello. ¿Qué es lo que busca María Paz en realidad? No busca mostrar su inocencia, ante un crimen que no cometió, no busca sólo escapar de una cárcel en donde la “dignidad” humana desaparece, en donde no existen más que paredes grises que no evocan a nada, que lo único que hacen presente es la imposibilidad de acción, de movimiento, de pertenencia de sí mismo. Lo que busca en realidad es poder respirar, recuperar su espacio robado, el propio, el más privado; del que se sintió despojada desde el momento en que pisó el suelo de Mannipox, en donde le arrancaron sus pertenencias, la medalla que le entregó Bolivia y que le recordaba que tenía una hermana por quien luchar. Su sentir era de impotencia que la debilitaba, suplicaba porque le devolvieran sus pantis, como si al tenerlas puestas le devolvieran “la dignidad”. Eso era lo que buscaba la dignidad perdida, pues se sentía culpable sin saber exactamente de qué o por qué tenía que sentirse así. María Paz se compara con la pintura de Andrew Wyeth “Cristina´s world”, se siente como

esa mujer enferma de polio que se arrastra hacia la cabaña. Ella se siente arrastrándose hacia lo desconocido, sigue viva por inercia, por la única esperanza de salir para poder encontrarse nuevamente con su hermana Violeta, pero eso es suficiente para que no se detenga a medio camino y siga, aunque no tenga claro si llegará a su meta o no. El panorama que tiene frente a ella es desolador, la justicia en ese lugar pierde todo sentido, el tiempo deja de transcurrir, o bien, como la propia María Paz reconoce atrapada entre esas paredes, el tiempo transcurre en reversa, buscando solo en el pasado la posibilidad de mantenerse conectada a la realidad, a la vida, a lo humano. Busca reencontrar la soberanía de sentirse dueña de sí misma y de su espacio, que ahora es compartido, es irrumpido de las maneras más humillantes e inadvertidas y en el camino para lograrlo, conoce dentro de Mannipox a una mujer que no la han dominado la frialdad de las paredes, una mujer que ha encontrado a través de la transformación de su propio cuerpo, conservar su identidad y rescatar su dignidad. María Paz le teme, pero al final termina por pertenecer al grupo más selecto de Mannipox el grupo de las “Nolis” llamadas así por la frase en latín: “noli me tangere” (No me toques); son comandadas por Mandra X “una fortaleza dentro de la cárcel, un refugio para sus protegidas, un terror para sus enemigas, un novio para sus queridas y una líder para sus seguidoras”… Así la define María Paz “una guerrera”. Cristina´s world. Andrew Wyeth (1948).

Todo lo que ella no era y que aunque no lo logra del todo, consigue un poco de espacio y de “libertad” esa que ejerce de manera indirecta, como lo hace el clan de las Nolis con sus acciones que a cualquier persona en su sano juicio le parecerían repugnantes. Sin embargo, ahí adentro cobran todo sentido. Nada más personal que embarrar con la propia mierda las paredes, porque no tienen con qué pintar, hacer pactos de sangre, hacerse tatuajes, escarificaciones, con el único motivo de no perderse, de hacerse presentes, de no ser un número más, de tener un nombre, un reconocimiento entre la multitud aplastante. Mandra X una líder majestuosa, una “reina de hielo” que imponía su presencia ante los demás, sin necesidad de palabras, el lenguaje que expresaba a través del cuerpo lo decía todo “Noli me tangere”. Con esa frase, quien se acerque a ella queda advertido, y a merced de lo que se le pueda ocurrir si alguna que no es invitada, rebasa los límites establecidos. Esta historia es provocadora, porque si bien lo que nos muestra es una cruda realidad de lo que genera traspasar los muros de las fronteras, el tema más incitante es el de ganarse un lugar en el espacio. Un lugar en donde la libertad no tenga condiciones, y los actos que se cometen sean per se libertarios. En sí el concepto de libertad tal como la conocemos es la capacidad del ser humano para actuar según su voluntad de manera responsable a lo largo de su vida y de esta manera es como actúan las “Nolis” realizando actos que en los que ellas deciden responsabilizándose de las consecuencias y sin dañar a nadie. Sin embargo, si dirigimos la mirada a Sleepe Joe nos encontramos con un ser oscuro,

violento y fanático de una religión que lo lleva a realizar los rituales más crueles; como quitarle el rostro a un cartero y exponerlo ante los ojos de los demás como una máscara, dejar que una de sus amantes fuera “cocida” literalmente en un jacuzzi, clavar a un perro inválido en la pared, etc.