Hortelano - La Psicoterapia Caracteroanalitica; Una Intervención Clínica Psicosocial.pdf

November 3, 2017 | Author: nelrot | Category: Psychotherapy, Neurosis, Psychoanalysis, Sigmund Freud, Psychology & Cognitive Science
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“LA PSICOTERAPIA CARACTEROANALITICA” (POSTREICHIANA) Una intervención clínica psicosocial Xavier Serrano Hortelano Psicólogo clínico Trainer en Psicoterapia caracteroanalítica y Asistencia preventiva en sistemas humanos. Director de la Escuela Española de Terapia Reichiana (ESTER). Profesor de varias Universidades y Escuelas de Psicoterapia y Psicología aplicada en Europa y latinoamérica. Autor de varios libros especializados INDICE 1.-W.REICH Y LA PSICOTERAPIA CORPORAL 2.-APORTACIONES AL MOVIMIENTO POSTREICHIANO 3.-LA PSICOTERAPIA BREVE CARACTEROANALITICA (PBC) 4.-LA VEGETOTERAPIA CARACTEROANALITICA ESTRUCTURAL(VCE)

INTRODUCCION Considero que el objetivo principal de la psicoterapia es evitar o reducir el sufrimiento psíquico y emocional de las personas, causado en gran medida por la falta de conciencia de sus conflictos internos y por desequilibrios estructurales provocados por la acción de sus ecosistemas circundantes pasados y presentes. A través de la psicoterapia ponemos los medios para que la persona pueda recuperar su contacto interno y la sensación de pertenencia social y cósmica. De esta manera llegará a ser más dueña de su vida, tanto en la dimensión personal como en su proyección social, y logrará una mejor gestión de sus recursos estructurales reales. Para alcanzar ese objetivo es necesaria una sistemática clínica que permita aplicar las herramientas técnicas de forma coherente en función de los objetivos clínicos, del encuadre y de las particularidades de cada persona. Todo esto dentro de un espacio donde se pueda desarrollar el proceso psicoterapéutico, cuyo eje principal es la relación terapéutica apoyada en la sólida base de la deontología profesional. Como es sabido la praxis de la psicoterapia está vinculada al tipo de encuadre: atención en crisis, breve o profundo. En nuestro modelo psicorporal postreichiano englobamos esta práctica dentro de la denominada “psicoterapia caracteroanalítica” . Una vez realizadas las sesiones de evaluación con el DIDE (Diagnóstico estructural diferencial), siempre que el paciente tenga un buen pronóstico con nuestro tratamiento, aconsejamos una asistencia focal con un encuadre breve

que denominamos : “psicoterapia breve caracteroanalítica (PBC), o bien, la realización de una psicoterapia profunda que definimos como :”Vegetoterapia caracteroanalítica estructural (VCE) . 1. W. REICH Y LA PSICOTERAPIA CORPORAL W. Reich fue el pionero de las psicoterapias corporales actuales, porque hacia 1930 ejerciendo como psicoanalista en Berlín, influido en cierta medida por otro psicoanalista, S. Ferenczi, empezó a incorporar herramientas clínicas somáticas, siendo el foco de atención no sólo lo que decía el paciente sino también cómo lo decía y cómo respondía su cuerpo mientras lo decía. De esta forma introdujo aspectos somáticos dentro del insight terapéutico. En su trabajo clínico fue observando que los mecanismos de defensa psíquicos que se iban organizando desde la infancia tenían su base somática en las rigideces musculares crónicas y en una respiración alterada, lo cual provocaba disturbios neurovegetativos con el consiguiente riesgo de generar enfermedades sin una causa externa evidente, las “biopatías”, llamadas enfermedades funcionales o psicógenas. Denominó “coraza caracteromuscular” o “carácter” (“carácter del yo”) a esa sumatoria defensiva, evidenciando que se organiza con un orden evolutivo (ontogénico) que comienza en la vida intrauterina afectando a los sistemas imperantes en cada momento. Esto significa que durante nuestro periodo primitivo de vida el distrés, transmitido inicialmente por el ecosistema materno (el cual a su vez lo genera por sus circunstancias familiares o sociales), no puede alterar directamente el psiquismo porque no está todavía maduro y por tanto no puede desarrollar sus funciones, razón por la cual no puede haber recuerdos ni pensamiento, ni conciencia, etc. Pero sí altera los sistemas vitales que están ya maduros y activos, es decir, el sistema neuroendocrino y los sistemas basales esenciales, incluyendo el sistema inmunológico. Todo lo cual es confirmado posteriormente por R. Carballo (952, 1984) cuando describe la influencia de la “urdimbre primaria” en el “proceso epigenético”. Posteriormente la relación generada con el padre o tutores y con el resto del sistema familiar será el siguiente eslabón de esa cadena defensiva somatopsíquica, incorporando las primeras defensas psíquicas a partir de los dos años de vida. Por lo cual dicho período primitivo, fase oral primitiva y primaria, es de vital importancia y se convierte en foco de atención primordial del discurso de Reich, y de la “ecología de los sistemas humanos “(Serrano, 2004, e). Porque es el espacio donde se fundamenta la predisposición a las enfermedades inmunodeficientes, degenerativas y al desarrollo de la Estructura Fusional o Psicótica o donde se desarrolla el “yo biológico”, la identidad y el “si mismo “. Sin que por ello pierda importancia la etapa edípica, más asociada a la etiología de la Estructura Neurótica y a las somatizaciones, proceso que continuará hasta la adolescencia determinando una Estructura organísmica, psicosomática propia. Conociendo pues, que el inconsciente tiene una base somática, y que los moduladores del distrés o estrés patógeno producen una alteración libidinal, energética y una pérdida de contacto con nuestro ser interno y con nuestra “matriz cósmica”, ofuscando nuestros sentimientos, embruteciendo nuestros sentidos, nuestra percepción y por tanto limitando aspectos propios del ser

humano, Reich modifica el setting clásico psicoanalítico ,”corporalizándolo”, e introduciendo nuevas herramientas clínicas. Todo ello le induce a denominar a su praxis clínica: Vegetoterapia caracteroanalítica. Porque, si bien el foco de atención se centrará en la recuperación del equilibrio neurovegetativo, el marco clínico o setting será caracteroanalítico. Por ello seguía siendo una psicoterapia psicoanalítica pero que facilitaba el insight o emergencia de material inconsciente y de las abreacciones (expresiones afectivas emocionales reprimidas acompañadas de recuerdos olvidados) añadiendo a las técnicas clásicas el análisis de las formas comportamentales de las rigideces musculares: “Cada rigidez muscular contiene la historia y el significado de su origen” y de la forma de respirar: “la inhibición de la plena expiración y la actitud inspiratoria crónica del pecho demostró ser un fenómeno universal de las enfermedades “psíquicas” (Reich, 1952). Introdujo algunas técnicas que ayudaban a reblandecer esas rigideces musculares y vicios somáticos, que eran reflejos de dinámicas psíquicas inconscientes. Insistiendo en que se realizaran siempre siguiendo la dirección céfalocaudal, es decir del primer segmento muscular del cuerpo (lo denominó ocular) hasta el séptimo (pélvico). Abordando a través de lo somático los conflictos psíquicos. En 1945, pasó a definir esta praxis clínica como “orgonterapia”, retomando el concepto de orgón (similar a la libido freudiana o al Chi o prana de los orientales) que hace referencia a la conexión energética esencial que hay entre todo lo vivo. El foco terapéutico sería la recuperación de la pulsación bioenergética, vital, que permite la integración funcional psicosomática en el ser humano, lo que implica una capacidad de funcionamiento saludable, pudiendo gestionar nuestra vida cotidiana sin que las dinámicas sociales nos enfermen. Porque para Reich, la enfermedad, el sufrimiento emocional la “neurosis caracterial”, es fruto de la interacción entre los condicionantes históricos (vinculados a lo que Freud denominaba psiconeurosis) y la realidad actual (que determina lo que Freud definió como neurosis actuales).Por ello cualquiera de nosotros, en mayor o menor medida tiene su propia neurosis (tendencias compulsivas, obsesivas, masoquistas, fálicas, ansiedad, trastornos sexuales, distonía neurovegetativa...), porque tiene un carácter (coraza del yo) que puede convertirse en trastorno psicopatológico o psicosomático cuando esa “normalidad” de la neurosis caracterial se disloca y el sufrimiento pasa a ser evidente y se manifiesta en los síntomas. Tras la muerte de Reich, en los años 60, junto al desarrollo de la vegetoterapia en Europa y en Estados Unidos (allí llamada orgonterapia) empiezan a surgir terapias que retoman algunas de estas técnicas somáticas que Reich utilizaba. Cada una fue creando su propio modelo, como fue el caso del Análisis bioenergético de A. Lowen, la corenergética de Pierrakos, el radix de Ch. Kelley, el grito prima de A. Janov, la psicoterapia funcional de L. Rispoli o la integración postural de J. Painter. Actualmente la “European Asociation for body psychoterapy “(EABP) 1 reúne a las asociaciones y profesionales de la psicoterapia corporal que existen en distintos países de Europa, entre ellos España, y que siguen los criterios curriculares de la EAP antes citada. Es también la institución que reconoce las distintas especialidades y sus escuelas de formación, entre las que se incluye la psicoterapia vegetoterapia caracteronalítica, avalada como modelo científico

por ambas asociaciones (EABP y EAP) junto a otros modelos, como el psicoanálisis, la biosíntesis, la gestalt y la terapia sistémica. El Dr. Rafael Estrada, en México, en 1982 potenció la creación del Comité Científico Internacional para la Terapia Psicocorporal que aglutinó a líderes de distintas Escuelas de esta especialidad de todo el mundo teniendo como objetivo la difusión de la obra de W. Reich organizando para ello congresos internacionales cada 3 años con gran éxito de público La primera escuela de formación en vegetoterapia caracteroanalítica se creó hacia 1970 en Italia bajo el auspicio de Ola Raknes, reconocido expsicoanalista noruego, discípulo de W. Reich y uno de sus más queridos colaboradores. Se trataba de la Scuola Europea di Orgonoterapia (S.E.OR), de la que fue miembro fundador y uno de sus máximos exponentes el neuropsiquiatra napolitano Federico Navarro, fallecido en octubre del 2002 (Serrano, 2004,a). Años después sería el presidente honorario de la institución que sustituiría a la S.E.OR, la International Federation Orgonomic Colleg´s (I.F.O.C.)2 la cual agrupa asociaciones y escuelas postreichianas de Europa y Latinoamérica y donde la ES.TE.R3 , una vez más, fue una de las instituciones presentes en su acto fundacional, siendo su actual presidente mi colega M. Redón. Escribiendo estos datos me vienen a la memoria escenas de mi experiencia vital personal que me apetece (o tal vez necesito...) compartir. W. Reich fue para mí, como para la mayoría de las personas que militaban o simpatizaban con movimientos políticos radicales durante los últimos años de la dictadura franquista, en la década de los 70, uno de los principales referentes teóricos tanto por su textos donde abogaba por la libertad sexual como por aquellos en los que reivindicaba una política cotidiana basada en el cambio de las relaciones machistas y patriarcales que imperan en los sistemas familiares y educativos para que pudiera darse una transformación caracterial que respaldara los cambios sociales y jurídicos. Fruto de esa militancia pasé unos meses en prisión que “aproveché” para continuar con mis estudios de psicología y profundizar en la obra de este polémico autor, descubriendo su vertiente clínica, que me fascinó. Al recobrar mi libertad por la amnistía política fui terminando mis estudios universitarios, al mismo tiempo que me formaba en psicoanálisis, psicodrama, bioenergética y sexología en Barcelona y París. De todas esas experiencias docentes destacan dos que marcaron mi dirección profesional y que se produjeron siendo yo muy joven, cuando terminaba mis estudios de psicología. Una de ellas, mi contacto con Eva Reich, ocurrió en 1977 durante su única visita a España, concretamente a Barcelona y Valencia. Fue un acontecimiento histórico que pude vivir en primera línea, al ser una de las personas que organizaban el evento junto con M. S. Pinuaga y el recién formado Instituto W. Reich de Figueras. Recuerdo todavía emocionado la conferencia que dio en el aula magna de medicina de Valencia. Más de mil personas abarrotaron la sala y disfrutaron con la brillante exposición que hizo sobre la obra de su padre, en un ambiente cálido y muy receptivo. Posteriormente unas cuarenta personas participamos en su curso, que duró varios días, sobre las

aportaciones clínicas de W. Reich y su propia experiencia como médica rural asistiendo a partos en casa, transmitiendo con mucha fuerza y pasión la necesidad de poner los medios para que el niño del futuro no pierda el contacto con su naturaleza y pueda contribuir al desarrollo de una sociedad más saludable. Esos días me sentí muy identificado con su visión de la prevención y desde entonces no la he abandonado. (Serrano1997,b; 2004,b) La otra experiencia determinante fue el primer encuentro que tuve en París, en 1978, con el neuropsiquiatra italiano y, como he descrito anteriormente, presidente de la recién formada “Scuola Europea di orgonterapia” (S.E.OR) Federico Navarro 4 (Serrano 2004). Su exposición sobre la vegetoterapia caracteroanalítica y sus diferencias con las terapias corporales fue esclarecedora para mí. La coherencia de su discurso, actualizando el paradigma reichiano biopsicosocial y dotando su praxis clínica de un esqueleto teórico y empírico que permitía una línea clara de trabajo, investigación y profundización, impulsó mi deseo de especializarme en ese modelo postreichiano. Siguiendo la sugerencia de Navarro marché a Nápoles para realizar mi análisis y formación en Vegetoterapia caracteroanalítica con la S.E.OR. La dura pero estimulante experiencia vivida durante mi proceso analítico, en el diván de esa habitación del barrio napolitano de Pósilipo, reactivó la motivación clínica que había perdido durante un tiempo en ese mismo diván al sentir y comprender, entre otras muchas cosas, mis trampas caracteriales y su vinculación con mis proyectos profesionales. Los conceptos que había leído en la obra de Reich empezaron a resultarme palpables, claros y vívidos: la coraza, nuestra actuación caracterial, nuestro miedo a vivir, al orgasmo, a la muerte, nuestra tendencia a la sumisión y a la resignación. Todo esto lo descubría con mi corazón emocionado día tras día y en compañía de un experto guía, R. Sassone, del equipo de F. Navarro. Cuando terminé en 1982 mi vegetoterapia caracteroanalítica y el análisis didáctico o de control que realicé con Piero Borrelli (que fue también mi terapeuta de grupo y de quien guardo un hondo recuerdo) fui admitido en la S.E.Or como orgonterapeuta. Comencé a trabajar en Valencia, tanto en el ámbito clínico como en el de la asistencia preventiva, supervisando durante años con F. Navarro en París. El fue mi didacta principal y mi psicoterapeuta de mantenimiento hasta su muerte en octubre del 2002. En unos años, profesores de la S.E.OR pudimos organizar la primera formación reglada en mi país, a partir de la cual se organizó un colectivo de profesionales, entre los que se encontraban, M. Redón, Mª Montero-Ríos, J. Alemany y M. S. Pinuaga... que culminó en la creación de la "Escuela Española de Terapia Reichiana" (Es.Te.R.), la cual cumplió sus 20 años de existencia legal en el 2005. Durante todo este tiempo los cambios sociales han influido determinantemente en la formación del carácter de las nuevas generaciones. Por ejemplo, algunas reivindicaciones que ya Reich y su movimiento “sexpol” demandaban, como el derecho al divorcio, al aborto, a las parejas de hecho, o a la libre elección de género forman hoy parte de nuestra realidad. Las relaciones familiares, en general, son menos represivas y autoritarias, la mujer ha roto con el rol de ama de casa sometida por el “patriarca” y ha vivido una auténtica revolución, y vivimos en sociedades más tolerantes. Pero al mismo tiempo observamos una serie de realidades preocupantes: el hombre está viviendo una fuerte crisis de

identidad; los padres han reducido mucho el contacto con sus hijos (sobre todo las madres con sus hijos hasta los dos años, ya que sus compromisos laborales las obligan a dejarlos en guarderías o con personas sustitutas); los partos son cada vez más técnicos y menos humanos; la lactancia, olvidando su función esencial afectiva y sexual, se sustituye por biberones con leches artificiales; y se sigue ejercitando con los niños hábitos compulsivos de la limpieza, el orden de día y de noche, es decir la “calma emocional” y la adaptación al medio 5 . Quizás sin ser conscientes, se están sustituyendo unas acciones represivas y “castrantes” por otras, más sutiles e indirectas. Sin entrar a analizar ese estado de cosas, sí puedo afirmar que han cambiado algunos rasgos de carácter y se han ido manifestando Estructuras muy poco visibles en otras épocas, como es el caso de la denominada “nuclear o fronteriza”, tema en el que profundizaremos más adelante. Para afrontar el trabajo clínico asumiendo estos cambios había que modificar algunos aspectos técnicos, sin perder la coherencia de la praxis clínica. Como ya escribió Reich, debemos de tener un método de trabajo que nos permita aplicar nuestra praxis clínica a los nuevos tiempos. Por ello la práctica actual es diferente de la que se realizaba en la Europa de 1940, o de la del psicoanálisis de Freud, en la Viena victoriana de principios del siglo XX. El método actualizado al que Reich se refería, lo hemos ido desarrollando a lo largo de estos años, contribuyendo personalmente en cierta medida gracias a que he continuado adquiriendo conocimientos a través del intercambio con profesionales de otros modelos clínicos que me han permitido enriquecer mi trabajo tanto en la sanidad pública como en la consulta privada ; he podido compartir mi vida profesional con un estupendo equipo de colegas ; he tratado pacientes de muchos lugares de España que han acudido a mi consulta en Valencia; y he supervisado y participado en la formación de psicoterapeutas de distintos países de Europa y Latinoamérica, siendo actualmente colega y amigo de muchos de ellos. Todo esto ha ido modulando mi forma de trabajo y me ha impulsado a realizar aportaciones que he compartido con mi equipo y que junto a las suyas se han ido incorporando a la dinámica de la ES.TE.R creando una identidad Institucional propia. Quizás una de las cosas más importantes que he aprendido durante todos estos años es que para poder llevar una dinámica profesional coherente, satisfactoria y deontológica, debemos cultivar con mucho mimo todo lo que crece en nuestro campo familiar y social (pareja, hijos, familiares, amigos, naturaleza). Hemos de nutrirnos con sus frutos para sentirnos satisfechos en nuestra vida cotidiana. De esta forma también podremos realizar nuestro trabajo de forma satisfactoria, ejerciendo realmente nuestra función en lugar de utilizarlo para cubrir nuestras necesidades o intereses personales. Esto cuesta mantenerlo porque estamos sometidos permanentemente a fuertes presiones sociales de todo tipo. En este sentido hay algunas cosas que, desde mi experiencia, pueden favorecerlo: realizar revisiones psicoterapéuticas personales periódicamente, mantener un cuidado personal psicosomático (una dieta equilibrada, deporte, contacto con la naturaleza) y sumergirse cada día en la fuente de la Vida intentando beber de ella a través de sus caños, a los cuales Reich les puso nombre: “Amor ,Trabajo Creativo y Conocimiento”. 2. APORTACIONES AL MOVIMIENTO POSTREICHIANO

Vemos pues, como a lo largo de estos años el movimiento postreichiano ha evolucionado considerablemente tanto en el plano de la intervención preventiva en el sistema familiar y escolar como en su praxis clínica. En este sentido cabe mencionar, entre otros: - El trabajo con adolescentes desarrollado por G. Guasch ( creador del “Análisis Reichiano”) en México y de Clorinda Lubrano en Grecia, así como sus aportaciones a la Vegetoterapia Caracteroanalíca -La aplicación de la vegetoterapia al mundo artístico de M. Valimaki en Finlandia -La labor divulgativa de H. Volpi y las aportaciones al tema de la Relación Terapéutica en la vegetoterapia de C. Melo, ambos brasileños -Las aportaciones clínicas que han realizado B. Blomenthal en Noruega, y G. Ferri en Italia (dentro del “Análisis Reichiano”). La sistemática clínica de F. Navarro -Asimismo debo destacar las importantes aportaciones de Federico Navarro , especialmente la sistemática clínica que desarrolló , para poder utilizar de forma ordenada y funcionalmente, las distintas técnicas de intervención muscular que Reich empleaba en su praxis clínica con la Vegetoterapia y a las que Navarro denominaría “acting”: “intervenciones musculares específicas que provocan reacciones neurovegetativas emocionales capaces de reestructurar la sana psicoafectividad que ha sido puesta en conflicto a lo largo de la historia del individuo, dentro de un setting y de una relación terapéutica” (Navarro, 1990) De hecho muchos de estos movimientos, durante ciertos periodos de nuestra vida, los hemos realizado de forma espontánea, siendo "señales" de maduración y de integración funcional psicosomática. Es por ello que a través del acting podemos acceder a recuerdos y experiencias vividas en ese tiempo. Por ejemplo, entre otros, practicamos el “acting” de mirar un punto en el techo y después la punta de la nariz, acción que realizamos de forma espontánea a los seis meses de vida aproximadamente y que R. Spitz describe como una señal madurativa del pasaje del “no yo” al “yo”, es decir del proceso de diferenciación y de identidad. También utilizamos un acting que es similar al ”reflejo de succión” y otro que consiste en mover los ojos de un extremo al otro siguiendo el movimiento pendular de algún objeto , y que ponen al sujeto en contacto con vivencias históricas bañadas por el miedo y la amenaza, base de dinámicas paranoides, al mismo tiempo que las va neutralizando.Este movimiento se ha “hecho famoso” porque casualmente es similar a uno que es utilizado por F. Shapiro (1995) en su terapia “antitrauma” denominada “Eye movement Desensitization and Repprocessing “(EMDR). Para que el estímulo neuromuscular sea el adecuado, su tiempo de reproducción es de 15-20 minutos repitiéndose durante varias sesiones. Al mismo tiempo que cumple su función abreactoria, también la forma de hacer el paciente este movimiento es material de análisis, ya que se trata de una conducta más, condicionada por su carácter. Esta sistemática se aplica al setting profundo acompañado del análisis del carácter y de la relación terapéutica, y también se puede aplicar en el setting breve, como veremos más adelante, e incluso en la atención en crisis. Pero

realmente su función abreactoria y de reblandecimiento de la coraza la cumple durante la Vegetoterapia ya que es en el encuadre profundo donde se dan las condiciones adecuadas para ello. El diagnostico inicial diferencial estructural (D.I.D.E.) Por otra parte, dentro del colectivo de la ES.TE.R he desarrollado un sistema de evaluación inicial Estructural que denominé D.I.D.E (Serrano, 1990 c) mediante el cual podemos adelantar un cierto pronóstico que nos orienta para aplicar nuestro método de forma diferencial (en función de la Estructura del paciente) y elegir el tipo de encuadre más adecuado para cada paciente, bien sea el profundo (Vegetoterapia Caracteroanalítica) o el breve (Psicoterapia Breve Caracteroanalítica). Entendemos por Estructura,"la corporeización de un patrón de organización" (Prigogine), siguiendo el concepto de W. Reich de "estructura organísmica". Con este concepto me refiero, pues, no a un rasgo de carácter, o a las particularidades psíquicas de la persona ni a la nosología psicopatológica, sino a la realidad global de la persona, a la forma en que se comunican los distintos sistemas (psíquico, respiratorio, circulatorio, hormonal...) entre sí, a su forma de percibir, de sentir, de pensar, de expresar sus afectos, sus instintos, sus pulsiones, y también de la lógica que tienen sus síntomas psicosomáticos. Es evidente que, influidos por los roles sociales y la educación recibida, las diferencias de género se plasman de forma significativa en nuestra forma de sentir, percibir la realidad, actuar, etc. De ahí el éxito del libro:”los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus”. Pero más allá de los géneros y de otras variables diferenciales, como la clase social o el nivel cultural, hay una diferencia Estructural individual, establecida fundamentalmente por el tipo de relación que la persona ha vivido desde su vida intrauterina hasta el final de la adolescencia y que condicionan el desarrollo de todos sus procesos vitales. Desde nuestra experiencia (Serrano,1990c) observamos que las personas que viven en la sociedad occidental en este período de tiempo desarrollan tres tipos de “Estructura “ con características no sólo psíquicas ( como describe la escuela analítica francesa de Bergeret) sino también somáticas, emocionales , perceptivas y existenciales: -“Estructura de Carácter Adaptativa o Neurótica”: fundamentalmente condicionados por la dinámica triangular edípica patógena y con una coraza organizada -“Estructura Nuclear o Fronteriza”: fundamentalmente condicionada por la dinámica oral ambivalente patógena , con un núcleo depresivo o depresivopsicótico y con una cobertura caracterial cuya función es mantener una "normalidad" social evitando la explosión con ese núcleo patógeno, pudiendo desarrollar una mínima coraza organizada -“Estructura Mimética o Psicótica”: fundamentalmente condicionada por una dinámica oral primitiva patógena que provoca una ausencia de contacto y una incapacidad de relación con el otro limitando casi totalmente la formación de una coraza organizada, lo que le lleva a desarrollar una caracterialidad mimética para sobrevivir. Esta perspectiva no deja de ser una referencia didáctica porque en la práctica cada persona “es diferente”. Pero por sus particularidades globales y

esenciales esta división vemos que es bastante acertada y que reúne a la mayoría de la población. Una de sus características principales es que las tres están separadas por férreas fronteras marcadas por sus propias particularidades. Por eso es muy difícil que una persona con una Estructura Mimética pueda ser Adaptativa o viceversa. Porque la Estructura es lo que configura la particularidad de cada ser. Cada una tiene unas características favorecedoras en unos aspectos y para algunas experiencias y limitantes en otras. Por ejemplo las personas con una Estructura Mimética tienen una gran facilidad para sentir la naturaleza y sentirse integrado, cómodo en ella, teniendo predisposición para vivir experiencias “espirituales”, energéticas. Cosa que a una persona con una Estructura Adaptativa le puede ocurrir contadas veces y las personas con una Estructura Nuclear sólo lo pueden imaginar. La batería de pruebas que permitiría diferenciarlas constituye dicho “diagnóstico Inicial diferencial Estructural” (D.I.D.E) el cual por lo que ya he manifestado es, esencialmente “epistemológico”. Para ello utilizamos pruebas que nos permiten recibir información de los siguientes factores: a) La predisposición constitucional. b) El metabolismo bioenergético c) Relaciones objetales y rasgos de carácter. d) Bloqueos y tensiones musculares. e) Funcionamiento neurovegetativo .perceptivo y somático. f) Realidad actual, familiar, laboral, afectivo-sexual, síntomas clínicos... Desde la experiencia clínica que hemos adquirido con el uso del DIDE hemos ido aplicando la sistemática de la Vegetoterapia de F. Navarro en función de la Estructura de cada paciente, definiéndola como “Vegetoterapia Caracteroanalítica Estructural” (Serrano, 2004 b, d). También ocurre así en la “Psicoterapia Breve Caracteroanalítica”. Lo que implica que tanto la realización de los actings como el resto de herramientas psicoterapéuticas se emplearán teniendo en cuenta, no solo el setting sino también las características propias de cada Estructura. El grupo y la vegetoterapia estructural. También hay que hacer mención de la incorporación del trabajo en grupo como una herramienta convergente que facilita la consecución de los objetivos psicosociales de esta psicoterapia profunda, y que he sistematizado (Serrano,1990,d) dentro de la actividad clínica de la Es.Te.R. Finalmente no hay que olvidar los avances obtenidos en el abordaje de las Biopatías o enfermedades funcionales degenerativas y sistémicas, al combinar la Vegetoterapia con otras técnicas energéticas como los oligoelementos, la homeopatía, la acupuntura, la dieta, la audiopsicofonología, el acumulador de orgón, etc. En este sentido, junto a las aportaciones de algunos orgonterapeutas del ACO (Baker, Dew, Konia, etc.), hay que destacar, de nuevo, la labor de F. Navarro, así como la desarrollada por colegas de nuestro equipo clínico, como M. Redón o M. Montero-Ríos. En síntesis podemos afirmar que en nuestro modelo psicoterapéutico, teniendo siempre presente la Estructura del paciente, a partir del diagnóstico estructural,

comenzaremos nuestra praxis clínica focalizando el objetivo clínico: asistencia individual, grupal, en pareja o familia, y determinando el tipo de setting o encuadre clínico: o Psicoterapia Breve Caracteroanalítica (PBC), Vegetoterapia Caracteroanalítica Estructural (proceso profundo). Profundicemos un poco en estos dos encuadres. 3. LA PSICOTERAPIA BREVE CARACTEROANALITICA En la historia de la psicoterapia hay una serie de aspectos que merecen nuestro interés en cuanto nos ayudan a entender los orígenes de la psicoterapia breve y sus características principales. Sabemos que a partir de su experiencia, o incluso influidos por dinámicas personales, psicoterapeutas de renombre fueron modificando, en mayor o menor medida, su corpus teórico y su práctica clínica. Por ejemplo S. Freud desde la hipnosis pasó a utilizar técnicas sugestivas para posteriormente aplicar “la libre asociación”, técnica fundamental en la práctica psicoanalítica. W. Reich desde el psicoanálisis desarrolló la Vegetoterapia Caractero-analítica y F. Perls también desde el psicoanálisis configuró la terapia Gestalt. En general, con el paso del tiempo los principales modelos psicoterapéuticos han ido modificando algunas variables para hacer más efectiva su praxis clínica. El resultado es que la práctica psicoanalítica en la actualidad es diferente a cómo era en sus orígenes a principios del siglo XX. E igualmente lo es la práctica de la psicoterapia reichiana. Algunos autores plantean la hipótesis de que fueron estos cambios clínicos en busca de una mayor eficacia los que facilitaron el desarrollo de la psicoterapia breve. Pero también sabemos que muchos profesionales tuvieron que modificar su modelo clínico referencial en función de exigencias laborales infraestructurales, al trabajar en centros públicos o en centros privados pero con personas que no podían pagar tratamientos largos. En otros casos la modificación fue debida a situaciones coyunturales específicas, como la que describe O. Raknes, que analizaremos posteriormente, de la paciente que tenía que cambiar de país en unos meses y necesitaba atención clínica. Una de esas modificaciones tenía relación con el factor temporal. En las condiciones descritas no se disponía del tiempo necesario para cubrir objetivos estructurales y profundos por lo que se planteaba la necesidad de diseñar un encuadre breve que permitiera la consecución de unos objetivos realistas acordes con el tiempo limitado de tratamiento. Situación con la que seguramente se encontraron W. Reich y otros colegas en la “policlínica psicoanalítica de Viena” en un medio social abierto y de bajo poder adquisitivo. Experiencia histórica pionera en la aplicación del psicoanálisis al campo preventivo y social, y que Reich continuaría en la década de 1930 en Berlín y otras ciudades europeas. De hecho, conforme Freud y los primeros psicoanalistas fueron observando las dinámicas clínicas que se producían con la emergencia del inconsciente comenzaron a alargar el tiempo del tratamiento, hasta el punto de que en 1938, en uno de sus últimos textos, Freud señaló que, en realidad, el análisis es interminable, si bien el proceso terapéutico debía concluir en un determinado momento, que en la práctica significaba unos cuantos años a un ritmo de 3-5 sesiones semanales. Es decir que, para cubrir los objetivos clínicos del

psicoanálisis, como proceso profundo, se veía la necesidad de utilizar un tiempo amplio, coherente con su objetivo cualitativo y global. Esto, claro está, era imposible de alcanzar en unas cuantas sesiones, que es el espacio del que se disponía y se sigue disponiendo para abordar un caso en los centros sanitarios públicos. Soy de la opinión de que éste, el factor temporal, ha sido fundamental para estimular la investigación de las dinámicas clínicas breves, -al que posteriormente se han ido uniendo otros factores, como el nivel de “insight”-, más que la búsqueda de la eficacia en el tratamiento, como afirman algunos autores:”La técnica activa debe emplearse ante la necesidad de abreviar la cura por razones exteriores, en el tratamiento masivo en el hospital militar o en la policlínica “. (Ferenczi, 1921) Si bien también es cierto que, en esa búsqueda de eficacia, algunos analistas comenzaron una modificación de la técnica del proceso profundo .Por ejemplo S. Ferenczi y W. Reich describieron que analizar como resistencia el hecho de que un paciente no hablara en las sesiones o que hablara mucho pero sin afecto, como un robot, producía repercusiones en el paciente desconocidas hasta ese momento. Igualmente, la mencionada “técnica activa” de S. Ferenczi, uno de los psicoanalistas clásicos de la “primera generación”, que ayudó a comprender, con el tiempo, las consecuencias que tenía que el psicoanalista dejara de estar detrás del paciente reclinado en el diván colocándose junto a él , o que el analista le pusiera la mano en la frente o en el pecho como señal de proximidad o para facilitar una abreacción afectiva ,en contraste con la norma de la técnica clásica de evitar todo contacto. Ferenczi en sus escritos ya dejaba claro que: ” el método catártico pretende la abreacción de afectos bloqueados (fin) mediante el recuerdo, mientras que la técnica activa permite la descarga de afectos (medio) para acceder secundariamente al inconsciente”. (Ferenczi, 1921) En esa línea, W. Reich observó las importantes consecuencias que, para la evolución de los procesos clínicos de los pacientes, tenía el facilitar la expresión de sus emociones. Así mismo, impulsó la investigación de la gestualidad y de las reacciones corporales del paciente en la consulta incluyéndolas como resistencias dando un paso técnico importante dentro del psicoanálisis, el cual llevaría posteriormente a la elaboración de la vegetoterapia caracteroanalítica. Todos estos aspectos clínicos que acabamos de mencionar unidos a la observación de que cuanto más directiva y presente era la posición del terapeuta menos dinámicas regresivas se producían, facilitaron a D. Malan el camino para asentar en la década de 1960 unas bases científico-clínicas sobre las que establecer la psicoterapia breve. Años más tarde psicoterapeutas de otros modelos, como el sistémico o el humanista desarrollaron también un encuadre focal tomando como base sus propias referencias teóricas. De todas formas considero que han sido los especialistas de la corriente de orientación psicoanalítica los que más han contribuido a su desarrollo, tanto desde los fundamentos teóricos como en la investigación clínica. En dicha andadura se ha ido forjando un camino por el que se identifica a ciencia de la psicoterapia breve dentro de su diversidad de modelos y de encuadres y cuyas principales características comunes serían: Aspectos coyunturales: La atención clínica consiste en un total de 20 a 30 sesiones de 45-50 minutos semanales.

Relación terapéutica: Las sesiones suelen ser “bis a bis”, es decir sentados uno frente a otro, con o sin mesa de por medio, con lo cual la relación es más interactiva y más real, y por tanto menos simbólica y fantasmática. De igual manera, la actitud del psicoterapeuta deviene más activa y dinámica que en el encuadre profundo. Dinámica clínica: la neutralización del síntoma suele ser un objetivo primordial buscando ser una alternativa al psicofármaco, aunque en ocasiones se combinen ambas cosas. Se investigará la lógica intra-psíquica y emocional que subyace al síntoma en cada paciente, centrando la atención en un “foco” de atención específico, lo que supone elegir un aspecto primordial de todos aquellos que pudieran surgir de dicha investigación. Se reforzará la dinámica analítica focal con el análisis de ciertos sueños, de resistencias y de actitudes del paciente que puedan ser reflejo de la dinámica transferencial, es decir que puedan ser desplazamientos de afectos de las figuras parentales o relevantes en su infancia hacia el terapeuta, siempre que no tengan esos afectos una base objetiva (por ejemplo sentir al terapeuta muy censurador, cuando realmente es muy tolerante y liberal, mientras que el padre del paciente sí lo era). Todo eso para evitar que se produzca una emergencia de material inconsciente profundo con un arraigo emocional e “histórico” del paciente con el terapeuta (neurosis de transferencia), y por tanto que se mueva un material que no se va a poder elaborar e integrar de forma adecuada durante el tiempo del tratamiento. Lo que sí se dinamiza es aquello que, aunque superficial, pueda influir durante el proceso para restablecer un equilibrio psíquico en el paciente y lograr que sea más consciente de sus mecanismos conductuales y como consecuencia pueda neutralizar la acción del síntoma. Esas características se dan también en nuestro modelo, que yo definí en su día como: “Psicoterapia breve caracteronalítica” (Serrano 1992). Si bien tuve también presentes algunas correspondientes al modelo humanista y sistémico. Fue trabajando en un centro asistencial público, allá por los años 80, cuando me surgió la necesidad de investigar este encuadre desde los conocimientos clínicos incipientes que iba adquiriendo con la vegetoterapia caracteroanalítica, la cual empecé a utilizar en mi práctica privada al haber finalizado mi formación como orgonterapeuta en Italia y Francia, en la “Scuola Europea di Orgonoterapia” (SEOR). En aquel centro empecé a atender algunos pacientes dentro de los criterios de la psicoterapia breve analítica introduciendo progresivamente aspectos caracteroanalíticos, con el fin de ayudar al paciente a tomar conciencia de las tensiones musculares en su cuerpo, de su forma de respirar, de sus gestos, de su forma de sentarse, de mirar, los cambios de su tono de voz en las entrevistas iniciales...Confirmando lo que ya Reich había escrito hacía décadas: “Si aceptamos el hecho de que la base de una neurosis sintomatológica es siempre un carácter neurótico, resulta claro que en todo análisis tendremos que ocuparnos de resistencias neuróticas del carácter, que todo análisis debe ser un análisis del carácter “(Reich,1936). También fui introduciendo algunos actings (movimientos funcionales neuromusculares) de la vegetoterapia como medio para facilitar el insight, empleándolos en función del encuadre, es decir modificando el tiempo y otras variables, como analizaré más adelante.

Los resultados obtenidos en poco tiempo fueron alentadores. Las personas se implicaban más, se iba introyectando el síntoma como algo vinculado a sí mismos, a la persona, que poseía una lógica y un lenguaje que había que descifrar, se asombraban de la vinculación entre su angustia y ciertas rigideces corporales, y se producían cambios cualitativos que permitían modificar aspectos de su vida cotidiana y de su entorno claramente patógenos. Recuerdo que, cuando empecé esta línea de trabajo se lo comenté a Federico Navarro, que ya entonces era mi didacta-supervisor, en uno de los viajes mensuales que hacía a París para supervisar con él mis casos clínicos. No le pareció entonces muy buena idea porque él no confiaba en las psicoterapias breves, pero poco a poco, conforme le iba poniendo al corriente de los resultados, le fue pareciendo una propuesta muy estimulante, dentro del terreno preventivo-social, que es como yo lo planteaba inicialmente. Claro que por aquel entonces ninguno de los dos imaginábamos que aquel conjunto de técnicas se iría articulando hasta consolidarse con los años en una sistemática focal con una identidad postreichiana propia. Ciertamente, la conjunción de años de práctica, seguimiento de los casos tratados, reuniones clínicas, y supervisión del trabajo clínico de otros colegas que empezaban a trabajar en esta línea -siempre dentro de la dinámica clínica de los equipos de la Es.Te.R- me permitió elaborar esta sistemática en la que se aplican a un marco breve los principios de la vegetoterapia postreichiana y de la teoría biopsicosocial de W. Reich. Desde hace algunos años, tanto en nuestra escuela como en otras escuelas europeas y latinoamericanas, se enseña esta sistemática dentro de los planes generales de formación de psicoterapeutas y como especialidad clínica propia. Pasado el tiempo, hace unos diez años, F. Navarro en una entrevista que C. Inza le hizo en Buenos Aires, se pronunciaba en este sentido: “Pregunta: Hasta ahora las escuelas psicoterapéuticas han actuado especialmente a nivel de la práctica privada, a pesar de algunas excepciones como ciertas experiencias en hospitales públicos. Pero esto no significa que hayan tenido un impacto masivo sobre la sociedad en su conjunto, entre otras cosas porque son prácticas caras y a la mayoría de los terapeutas no les interesan los problemas sociales y políticos, ni siquiera en una dimensión tan vasta como la que planteaste. ¿Qué pueden aportar el pensamiento y la práctica post-reichianas a este proceso social? Respuesta: La primera consideración es que la actual entrada del psicoanálisis en la institución pública es un bluff del sistema: cambiar algunas cosas para no cambiar nada, igual que “el Gatopardo”. Y también porque el psicoanálisis tiene el objetivo de recuperar al sujeto para readaptarlo a la sociedad, pero la sociedad está enferma. La posibilidad post-reichiana, si es que tenemos la suerte de entrar en las instituciones, podría estar en el terreno de terapias no tan ortodoxas, por el tiempo que estas requieren. Tal vez terapias breves reichianas como las que proponen Xavier Serrano en Valencia o Gerard Guasch en México. En estos casos sería posible tratar la estructura energética de cada paciente utilizando también las terapias energéticas convergentes”. (Inza, 1995)

La P.B.C. es ,por tanto, una aplicación de la psicoterapia Reichiana profunda, la Vegetoterapia caracteroanalítica a un abordaje breve. Tomando como referencia este hecho me pareció coherente denominar a esta psicoterapia breve, “caracteroanalítica”. Algunos colegas me han hecho el comentario de que con esa denominación da la impresión de ser un modelo psicodinámico y no psicocorporal. Y, en parte, tienen razón. Porque es un modelo analítico, pero que al ser postreichiano incluye herramientas clínicas “somáticas”, como los movimientos neuromusculares que denominamos “acting” empleados de forma diferente que en la vegetoterapia, y no por ello creo que debe emplearse en su definición término alguno relacionado con el “cuerpo”. Porque fue W. Reich quien, al definir el término “carácter” como la “coraza del yo”(Reich, 1936), eliminó la disociación semántica existente a la hora de describir las defensas psíquicas y las reacciones somáticas. Porque, el disturbio energético, afecta en mayor o menor medida, tanto al sistema psíquico, como al somático, ya que desestabiliza el equilibrio defensivo, es decir, el carácter. A sabiendas de que ese equilibrio, o “neurosis caracterial”, egosintónica implica “per sé” un estado patógeno asintomático pero que merma el yo, distanciándolo de sus potencialidades: “La falta de comprensión de la enfermedad no es un indicio absolutamente seguro, pero sí esencial, de la neurosis caracterológica. El síntoma neurótico se experimenta como un cuerpo extraño y crea una sensación de estar enfermo. En cambio el rasgo neurótico de carácter, tal la exagerada tendencia al orden del carácter compulsivo o la angustiada timidez del carácter histérico, están incorporadas orgánicamente a la personalidad. Uno puede lamentarse de ser tímido, pero no se siente enfermo por ese motivo. El individuo no se siente enfermo hasta tanto la timidez caracterológica se convierte en un ceremonial compulsivo, esto es, hasta que el carácter neurótico no se exacerba en cuanto a sus síntomas” (Reich, 1933) Por tanto con el término “caracteroanalítico” se está manteniendo la coherencia del discurso funcional reichiano y de la “identidad psicosomática” sin necesidad de hablar de terapia corporal, psicocorporal, o de somatoterapia, que de alguna manera están reflejando esa disociación. “La psique y el soma son dos entidades independientes, mutuamente interrelacionadas (paralelismo psicofísico).Veo la interacción dinámica de la psique y el soma como una identidad funcional psicofísica. Parecería un sin sentido hablar de dos procesos separados y autónomos que obedecen sus propias leyes, o de una dependencia parcial de uno sobre otro. Más bien, intentaremos probar que, las funciones psíquicas y somáticas primarias son absolutamente idénticas, considerándolas como procesos básicos vitales, y que bajo ciertas circunstancias se dividen en funciones contradictorias -por lo que debemos hablar de una dualidad funcional antagónica”. (Reich, 1942) Es por ello una psicoterapia caracteroanalítica con una actuación basada en el reconocimiento del carácter como clivaje defensivo por un lado y como resistencia por otro, y no en el síntoma clínico en sí mismo. Veamos la diferencia entre ambos tipos de praxis analítica con un ejemplo del propio W. Reich: “Con fines de orientación y a las efectos de esbozar las diferencias esenciales entre el análisis del carácter y el análisis de síntomas, permítasenos suponer dos pares de pacientes, para su comparación. Imaginemos que tenemos en tratamiento al mismo tiempo dos hombres que sufren de eyaculación precoz:

uno posee un carácter pasivo-femenino y el otro, fálico-agresivo. También tenemos en tratamiento dos mujeres con una perturbación digestiva: la primera es un carácter compulsivo y la segunda una histérica. Supongamos además que la eyaculación precoz de ambos hombres tiene el mismo significado inconsciente: el temor al pene paterno en la vagina de la mujer. En el análisis, y partiendo de la angustia de castración que constituye la base del síntoma, ambos pacientes producen una transferencia paterna negativa. Los dos odian al analista (el padre) porque ven en él el enemigo que frustra su placer; los dos abrigan el deseo inconsciente de deshacerse de él. En otra situación, el carácter fálico-sádico se resguardará del peligro de la castración mediante insultos, desprecios y amenazas, mientras el carácter pasivo-femenino aumentará continuamente su pasividad, su sometimiento y afabilidad. En ambos pacientes, el carácter se ha convertido en una resistencia: uno esquiva el peligro con métodos agresivos y el otro trata de evitarlo mediante un sometimiento engañoso. Va implícito en todo esto que la resistencia caracterológica del paciente pasivo-femenino es más peligrosa, pues trabaja con medios escondidos: produce abundancia de material, recuerda toda suerte de experiencias infantiles, en pocas palabras, parece cooperar espléndidamente. En realidad, sin embargo, disimula un rencor y un odio profundos; mientras mantenga esta actitud, no tiene el valor de mostrar su ser real. Si ahora nos concentramos en lo que este paciente produce, sin prestar atención a su forma de comportarse, ningún intento analítico podrá modificar su condición. Puede incluso llegar a recordar el odio hacia su padre, pero no lo experimentará a menos que interpretemos en forma consecuente el significado de su actitud de disimulo antes de comenzar a interpretar el significado profundo del odio hacia el padre. En el caso de segundo par de pacientes, supongamos que se ha desarrollado una aguda transferencia positiva. El contenido central de esta transferencia positiva es, en ambas, análogo al del síntoma, vale decir, una fantasía de fellatio oral. Pero aunque la transferencia positiva tiene el mismo contenido en ambos casos, la forma de la resistencia transferencia será muy distinta: la paciente histérica mostrará, digamos, un silencio angustiado y un comportamiento tímido; la compulsiva, un silencio rencoroso o una conducta fría, altanera. En un caso se esquiva la transferencia positiva mediante la agresión; en el otro, mediante la angustia. La forma de esta defensa será siempre la misma en la misma paciente: la histérica se defenderá siempre con angustia y la compulsiva, con agresividad, no importa cuál de los contenidos inconscientes esté a punto de irrumpir. Esto es, en un paciente la resistencia caracterológica es siempre la misma y sólo desaparece con las raíces mismas de la neurosis. La defensa narcisista encuentra en la coraza caracterológica su expresión concreta crónica. Además de las resistencias conocidas que se movilizan contra cada nuevo trozo de material inconsciente, debemos reconocer un factor constante de naturaleza formal, originado en el carácter del paciente. Debido a este origen, denominamos tal factor de resistencia constante y formal, . Resumiendo, los aspectos más importantes de la resistencia caracterológica son los siguientes: La resistencia caracterológica no se expresa en el contenido del material sino en los aspectos formales del comportamiento general, en la manera de hablar,

de caminar, en el expresión facial y las actitudes típicas tales como sonrisa, burla, altanería, excesiva corrección, la modalidad de la cortesía o la agresión, etc. Lo específico de la resistencia caracterológica no es lo que el paciente dice o hace sino cómo habla y obra, no lo que denuncia en un sueño sino cómo censura, distorsiona, etc. La resistencia caracterológica es siempre la misma en el mismo paciente, sin importar cuál sea el material al que va dirigida. Caracteres diferentes presentan el mismo material de manera distinta. Así por ejemplo, una paciente histérica esquivará la transferencia paterna positiva en forma angustiada; la mujer compulsiva, de una manera agresiva. La resistencia caracterológica, que se expresa formalmente, puede ser comprendida en cuanto a su contenido y puede ser reducida a experiencias infantiles e impulsos instintivos, tal como sucede con los síntomas neuróticos (Mediante la comprensión de este hecho, el elemento formal queda incluido en la esfera del psicoanálisis, que hasta ahora se centraba primariamente en el contenido). Durante el análisis, el carácter del paciente pronto se convierte en una resistencia. Esto es, el carácter desempeña en la vida corriente el mismo papel que en el análisis: es un mecanismo de protección psíquica el individuo está contra el mundo exterior y contra sus impulsos inconscientes”. (Reich.1933) Esta perspectiva del carácter como resistencia es uno de los puntos de partida de la P.B.C. pero teniendo en cuenta el setting de un encuadre breve y sus objetivos nuestra intención será centrarnos en el aspecto del carácter que está desestabilizando la coraza de esa persona, es decir su sistema defensivo. Esto, en principio, parece una contradicción, en cuanto no modificamos su sistema defensivo. Pero en realidad lo que hacemos con esta estrategia es reblandecer la coraza al fortalecer el yo. Aprovechamos la crisis que implica la vivencia dolorosa del síntoma para ayudar al paciente a tomar conciencia emocional de la lógica que subyace al mismo y la relación que tiene con su conducta. Eso implica ayudarle a tomar contacto con su coraza y con su carácter, y por tanto tener más capacidad para gestionar sus límites, es decir su realidad. Lo cual, si se consigue, es un objetivo más que suficiente en un encuadre breve. Estos principios analíticos son los que he ido aplicando al encuadre breve en conjunción con otras variables clínicas. Como ya he comentado antes, la metodología de la PBC la fui estructurando a lo largo de años de investigación y de trabajo experimental con decenas de pacientes. Es en 1990 cuando la presento en un congreso internacional y en 1992 a través de varios artículos en revistas especializadas. Desde entonces más de cien especialistas la están utilizando en su práctica clínica en centros públicos y privados del estado Español, países europeos y en México, Brasil y Chile. Son, por tanto cientos de casos finalizados con buenos resultados , y de todos ellos ,tenemos más de trescientos con toda la información del proceso recopilada y organizada a través de una ficha clínica modélica propia (Serrano, 1992) así como el seguimiento de su evolución durante dos años con sesiones bimensuales .- también cuantificada con una ficha de evaluación del propio paciente y una ficha de seguimiento-, donde se demuestra que el 80 % de esos casos mantiene los objetivos alcanzados con la PBC durante ese

período, lo cual es una muestra holgada que permite avalar científicamente la eficacia y validez de la P.B.C. Vemos pues que, utilizando este abordaje clínico, intentamos paliar el sufrimiento psíquico y emocional, que en muchas ocasiones implica también un sufrimiento físico. A sabiendas de que es un tratamiento de pocas sesiones y por tanto ,en algunos casos , no podremos erradicar las causas que lo provocan, pero siempre facilitaremos medios para que la persona pueda gestionar de forma más funcional y saludable sus recursos cognitivos, existenciales, y corporales, tomando conciencia de su enfermedad, de sus miedos , de su trampa caracterial y de los factores sociales,- así como de aquellos que forman parte de su vida cotidiana, pareja, familia, trabajo -, que han influido en su etiología clínica . Como consecuencia se neutralizarán los mecanismos psíquicos y somáticos que han puesto en marcha sus síntomas y su crisis, alcanzando una estabilidad emocional, una reducción del distrés y un mayor bienestar vital. Si bien la desaparición de los síntomas no siempre será posible porque responden a una lógica que está en relación con el tipo de estructura que tiene la persona, (como ya he comentado en textos anteriores), entendiendo por Estructura, "la corporeización de un patrón de organización" (Prigogine), siguiendo el concepto de W. Reich de "estructura organísmica". Así, la sintomatología que presenta una persona con estructura de carácter neurótica (estados de ansiedad, estados de angustia con molestias físicas como cefaleas, colón irritable, trastornos respiratorios, etc.; trastornos sexuales, trastornos obsesivos, estados depresivos, anorexia, bulimia, trastornos del sueño, estrés postraumático, etc.) sus probabilidades de erradicación serán de un 80%. Del otro 20 %, un 10% se deberá a una relación terapéutica fallida ,es decir, donde no se ha creado la complicidad y alianza de trabajo adecuada o al producirse una ingerencia del profesional, y el restante 10 % a factores sociales que limitan o impiden la fluidez del proceso (influencias de familiares, presiones afectivas de su pareja ,presiones económicas...) En el caso de la sintomatología que presentan las personas con una estructura borderline (estados depresivos, delirios persecutorios, trastornos obsesivocompulsivos, ludopatía, drogodependencia, violencia impulsiva ,duelo patógeno, falta de deseo sexual, eyaculación precoz o trastornos orgánicos diagnosticados como funcionales o psicógenos ), es algo más complejo ,en cuanto que su etiología suele ser una manifestación de una crisis de identidad o de un desmoronamiento del sistema defensivo que deja al descubierto su débil núcleo yoico que suele ir acompañado a una debilidad del sistema inmunitario ,de dinámicas depresivas y de una fuerte falta de contacto con su problemática personal. Por lo que ningún abordaje focal suele ser útil en estos casos, tampoco lo es, en este sentido, completamente la PBC. De hecho las remisiones sintomáticas suelen ser bajas, de un 30 % .Pero, como veremos más adelante, la PBC en estas personas facilitaría un reblandecimiento de su defensa narcisista que le permitiría reconocer los aspectos intrapsíquicos que están influyendo en su enfermedad y por tanto estarían más receptivos para realizar una psicoterapia profunda, -coincidiendo en este aspecto con Braier-, que es lo que realmente necesitan cuando emerge la crisis en estas estructuras. Por tanto, con la PBC estos pacientes conseguirían beneficios parciales pero no por ello de poca importancia, puesto que reducen su

disociación psicosomática, adquieren conciencia de la enfermedad, relativizan sus efectos, reducen su miedo a la crisis y, en consecuencia, también su nivel de distrés y de tensión muscular. En el caso de personas con una estructura psicótica, la sintomatología que suelen presentar (crisis de pánico, fobias, estados de angustia acompañados de confusión y vacío existencial con ideas o intento de suicidio ,trastornos alimentarios -anorexia, bulimia-, adicción al sexo, drogodependencias , estados crepusculares acompañados de actitudes sexuales provocativas y exultantes, depresión postparto, delirios persecutorios ,celotipias ) puede remitir o, al menos perder parte de su gravedad, tanto en el período de atención en crisis como en las sesiones posteriores de acompañamiento terapéutico pero sólo en el caso de producirse una fuerte empatía entre paciente y psicoterapeuta. Porque entonces el espacio terapéutico pasa a ejercer la función de envoltura psíquica, de útero secundario, conteniendo, en cierta medida, el proceso de fragmentación yoica que viven esas personas en los momentos de crisis y que se refleja en la sintomatología que presentan. Es por tanto, en esta estructura, la forma en que se establece la relación terapéutica lo que va a condicionar el desarrollo de los acontecimientos. Con la paradoja de que, al ser un encuadre breve, tendremos que utilizar esa receptividad y disponibilidad inicial del paciente para ampliar el espacio clínico a espacios amicales, o sociales que puedan ejercer una función similar a la descrita. De ahí la importancia de los servicios sociales en este tipo de abordajes y la necesidad de trabajar de forma interdisciplinaria con un equipo donde se pueda dar una atención psicofarmacológica y funcional lo menos yatrogenizante posible, una atención psicosocial con laborterapia, terapia de grupo, atención familiar, etc. y un espacio psicoterapeútico que sería el eje entorno al que girarían el resto de herramientas clínicas y cuya función sería la de acompañar al paciente en su proceso de estabilidad siendo un encuadre particular tanto en el número de sesiones como en el tiempo y en las herramientas a utilizar. Más adelante veremos esto con más en detalle. No tiene sentido hablar de porcentajes para los casos de pacientes con estructura psicótica porque, evidentemente, la PBC cumple aquí objetivos distintos al resto de las estructuras, siendo más bien una aplicación de la sistemática con un encuadre y unas herramientas propias. En síntesis, vemos que la PBC es una metodología clínica focal psicocorporal que en pocas sesiones (y por tanto de forma económica), con herramientas clínicas suaves y sin efectos secundarios ni yatrogenizaciones, obtiene resultados suficientemente satisfactorios. Lo cual nos invita a pensar que tanto por su eficacia como por su economía sería un método clínico que se podría generalizar su praxis a los centros de salud mental y hospitales, resultando mucho más rentable para la seguridad social que un tratamiento farmacológico cualquiera (teniendo en cuenta el coste del medicamento y el coste del posible tiempo de baja laboral de los pacientes). Si bien, hay que tener muy presente que este método clínico si bien estabiliza, también ayuda a que la persona sea más consciente de las estrategias patologizantes y perversas del sistema social que influyen en el proceso de su enfermedad y de su sufrimiento y de cómo esas estrategias se reflejan en el funcionamiento de sus ecosistemas humanos (familia, escuela, instituciones, empresas) con lo que alimentan, mantienen y reproducen el sistema social patológico. Retroalimentación entre la enfermedad individual y la enfermedad

social ya fue descrita por Reich en la década de 1930. Y esto puede no ser “bien visto” por algunas autoridades sanitarias... Por tanto, en cuanto los objetivos clínicos son limitados, tanto el encuadre como la técnica tienen que ser coherente y por eso distintos al de una psicoterapia profunda ,para evitar la ruptura de las defensas esenciales , la regresión y la neurosis de transferencia porque no tenemos tiempo para abordar todo ello, objetivos que sí podemos cumplir con un encuadre profundo,siguiendo nuestra tradición clínica, y que denominamos “Vegetoterapia Caractero-analítica” ( Reich,1942, Navarro,1991). Concretamente,el psicoterapeuta en este encuadre breve seguirá manteniendo una posición analítica pero más directiva, evitando la inducción y trabajando mucho con los señalamientos, los contrastes , la libre asociación. El paciente pasará un tiempo de su sesión en el “diván reichiano” realizando actings (movimientos expresivos neuromusculares) para facilitar la conciencia emocional de sus procesos que combinaremos con otras técnicas somatocorporales. Esto significa que la PBC es una combinación de técnicas psicodinámicas y psicocorporales moduladas desde una perspectiva caracteroanalítica postreichiana. Las sesiones serán semanales y la duración, que tiene como media, unas veinte sesiones, estarán prefijadas y acordadas con el paciente. En la tercera fase de la PBC, las sesiones individuales se pueden combinar una sesión de grupo al mes de tres horas cada sesión . 4. LA VEGETOTERAPIA CARACTEROANALITICA ESTRUCTURAL(VCE) W. Reich desarrolla la técnica del “análisis del carácter” ejerciendo como psicoanalista didacta en Berlín en la década de 1930. Las circunstancias históricas adversas por las que atravesó Alemania en aquellos años (toma del poder político del movimiento nazi) forzaron que Reich se refugiara primero en Suecia y luego en Noruega, invitado y respaldado por el grupo psicoanalítico de aquel país, al que pertenecía Ola Raknes. En esos años, oficialmente fuera del movimiento institucional psicoanalítico y en colaboración con algunos de sus colegas noruegos, investigó en el instituto de fisiología de la universidad de Oslo sobre un tema inédito: los mecanismos que producían placer o angustia (Reich, 1937). Intentó confirmar científicamente, durante cerca de dos años, la hipótesis ya desarrollada años atrás ( Reich, 1934 b y c) de que ambos eran fenómenos antagónicos de un mismo proceso vital y que su emergencia era producida por el predominio organísmico de la contracción vegetativa (angustia ) o de la expansión (placer). El interés por este tema provenía de su época de estudiante de medicina, en la que conoció los estudios sobre la sexualidad y la teoría de la libido de Freud, los trabajos vanguardistas de Muller sobre el sistema nervioso vegetativo y las hipótesis biológicas “vitalistas” de Hraus, Zondek y Hatmann. Todo ello le llevarían a desarrollar su teoría sobre “la función del orgasmo” (Reich, 1927,1942) según la cual, la capacidad de abandono orgástico (vivencia de placer total visceral, sin predominio cortical, racional), era el principal mecanismo regulador biológico del organismo por ser una situación de extrema expansión. La experiencia del orgasmo normalmente se confunde con el “acmé” o nivel máximo de placer en la relación sexual. De hecho el orgasmo se conoce poco

al existir una tendencia en nuestros biosistemas a la contracción y la angustia, lo cual además genera una estasis energética, libidinal, que influye en algunos síntomas neuróticos (neurastenia, ansiedad, somatizaciones histéricas), predisponiendo igualmente al desarrollo de enfermedades psicosomáticas. Desde esta óptica se puede hablar de “disfunción orgástica” mejor que de “disfunción sexual” (Serrano, 1989 a). Lo cierto es que estas fueron las primeras investigaciones, controladas en laboratorio y con baremos científicos, sobre algunos aspectos de la sexualidad. En 1966 serían retomadas, desde otra óptica, por Master y Johnson en Estados Unidos. La diferencia, desde el punto de vista social, es que los estudios de estos autores fueron “primicia” y referencia mundial , y los de Reich no son citados ni en los manuales especializados. En resumen, Reich con estos experimentos “...demuestra sistemáticamente que el potencial eléctrico de las zonas erógenas (supuestamente las zonas de mayor excitación sexual) no aumenta, si no se produce en ellas una sensación agradable, placentera. Así, por ejemplo, puede haber erección del pezón o del pene sin que se produzca el respectivo aumento de potencial bioeléctrico que sería necesario para ello. El cual siempre se va a producir cuando se acompaña de una sensación de placer” (De Marchi,L.,1970). Es decir “... para que la sensación de placer sea perceptible, además de la congestión mecánica del órgano es indispensable un aumento de la carga bioeléctrica. La intensidad de la sensación placentera es proporcional a la cantidad fisiológica del potencial bioeléctrico” (Reich, 1937). “Las personas con bloqueo emocional o vegetativamente rígidas, como por ejemplo los catatónicos, no muestran ninguna reacción bioeléctrica frente a los estímulos, o tan solo una reacción mínima. En ellas el potencial bioeléctrico de las zonas sexuales no se diferencia en mucho de las del resto del cuerpo” (Reich, 1942) Asimismo observó como la respiración profunda facilitaba la carga bioeléctrica, mientras que la respiración inhibida (la habitual en la población occidental) disminuye la carga y por tanto la sensación de placer erógeno, aunque pueda haber respuesta motriz en esas zonas. Por ello Reich concluye que se pueden asociar los procesos vegetativos expansivos a las dinámicas de placer y relajación, y los de contracción (influencia del sistema nervioso simpático, asociado al “distrés” actualmente) a los estados de ansiedad y de angustia. Por lo cual a mayor predominio de la angustia, mayor inhibición de la respiración, con el consiguiente predominio del sistema nervioso simpático y la consiguiente predisposición a enfermedades psicosomáticas. Y, por el contrario, a mayor predominio de estados internos de placer, relajación y bienestar (con capacidad de respuesta y de alarma pero en función de la realidad y no como algo crónico) predominio del sistema nervioso parasimpático, respiración libre y profunda y por tanto predisposición a un estado saludable. Las causas de esa tendencia a la contracción y al predominio de la angustia Reich la concreta en los disturbios libidinales y afectivos que el infante humano sufre desde el principio de su vida, a partir de lo cual genera la ya descrita coraza defensiva en forma de “carácter” y de tensiones musculares crónicas, entre otras cosas. La teoría de la libido psicoanalítica se fundamentaba en una realidad neurofisiológica. Esa fue una de las grandes aportaciones de Reich.

Pero tuvo un mal recibimiento, no porque se cuestionaran su modelo de investigación o sus datos clínicos, sino por las consecuencias sociales que tenía su hipótesis etiológica: gran parte de los trastornos psicopatológicos y de las llamadas enfermedades psicosomáticas eran consecuencia de la educación represiva y de unos sistemas familiares y educativos patriarcales, autoritarios, caducos y carentes de la capacidad de generar organismos humanos maduros y saludables. Esta crítica social fundamentada en aspectos biológicos y clínicos (Reich, 1934, 1942,,1949) provocó, en general, el rechazo por parte de una sociedad en crisis. Sin embargo, décadas después se convirtió en referencia intelectual de los movimientos revolucionarios de la Europa del 68 (Serrano, 2001). También años después algunos de sus postulados se vieron corroborados en estudios realizados por otros científicos como Selye y su teoría del “estrés”, (Selye, H.1978), Laborit con su teoría de la “inhibición de la acción” (Laborit, H.1979) o el propio Carballo con la “urdimbre afectiva” (Carballo, R.1952, 1984). Dicha concepción energética estimularía en Reich su espíritu curioso y de investigador que le llevaría a adentrarse en algunas ciencias físicas, dando un nombre propio,”orgón” a la energía vital, esencial, vegetativa, que caracteriza la realidad del ser vivo. A la cual ya Paracelso denominara “sustancia sutil”; los alquimistas “spiritus Mundis”; Blondot “rayos N”; Tarusov en 1960 “procesos energéticos plasmáticos”; Adamenko basándose en la cámara “kirlian”, que supuestamente fotografiaba “el aura”, afirmó que hay un cuarto estado de la materia que es el “plasma” y otros investigadores rusos se referirán al “bioplasma”. De hecho actualmente se está investigando en Estados Unidos un detector para los aeropuertos basados en esta energía (¿orgónica?).Asimismo se sabe que el universo está lleno de una radiación, de un flujo energético (antes se pensaba que estaba vacío), se habla de la “energía del punto cero” (P.Yam,1998)... Reminiscencias, tal vez, de un saber presente en todas las sabidurías orientales, descrito como “Ch’i”, “Prana”,”kundalini”, A’kinan” o “Maná”, en el que Reich también se vio involucrado al observar y sentir esta “realidad intangible”6. No soy especialista en el tema ni tampoco es este un espacio para tratarlo más a fondo7. Pero sí quería reseñarlo porque para los profesionales que trabajamos con la psicoterapia caracteroanalítica son cosas que vemos y sentimos todos los días, y que de alguna manera hay que nombrar, aún a riesgo de “pecar de hereje”. Retomando el hilo, las investigaciones realizadas por Reich en Noruega fundamentaron racionalmente sus observaciones clínicas lo que le motivó a poner un nombre propio a su trabajo clínico, que definió como “Vegetoterapia caracteroanalítica” (posteriormente “orgonterapia”) y donde se está refiriendo a una “terapia del Vegetativo” (que no vegetariana, como me han preguntado en ocasiones). En este sentido sólo quiero recordar que el sistema nervioso vegetativo (Muller,1937; Pi Suñer,1947) también llamado “autónomo”, regula las funciones de los órganos vitales( funciones cardiacas, renales, digestivas,...), las funciones básicas de la vida en los seres más complejos, como es la temperatura, la respiración, el flujo hormonal...y también ,a través del sistema hipotalámico-hipofisario es el canalizador de los instintos y el regulador de los procesos emocionales y de los estados de ánimo ( del “alma”). Mientras que el

Sistema Nervioso Central se ocupa principalmente del desarrollo de las funciones corticales, racionales, intelectuales, sensitivas y perceptivas. Ambos sistemas (SNV y SNC) se interrelacionan a través del sistema diencefálico (hipotalámico -hipofisario) y también del sistema inmunológico. Esta perspectiva intersistémica se hace más interesante en lo que respecta al estudio de los trastornos psicosomáticos con las investigaciones sobre los neuropépticos descubiertos por Candace Pert (Capra, F.1996) hace unos años. Al tomar como referencia aspectos que corresponden a otras disciplinas, W. Reich empieza a realizar una psicoterapia compleja,con todos los retos y riesgos que ello implica. En ese período inicial, W. Reich, en un texto publicado con el pseudónimo de Walter Frank (sin mencionar aquello que era propio del setting analítico, incluido el hecho de estar tumbado en el diván, porque ya lo daba por conocido) describiría la práctica de la Vegetoterapia en cuatro fases: “a) localizar las actitudes musculares propias, que son la expresión somática del carácter del individuo... b) que el paciente sienta esas tensiones, experimentando su propio cuerpo...Lo cual implica tomar contacto con sus sensaciones organísmicas, c) Disolver dichas tensiones, para lo cual se necesita infinita paciencia, asistiendo al fenómeno de la abreacción (emergencia del recuerdo del afecto)....si bien no siempre dará el resultado esperado por lo que tendremos que recurrir al análisis de las resistencias somáticas, tal como lo hacemos con las resistencias psíquicas. Para ello, entre otras cosas, intentaremos restablecer la respiración normal, profunda y libre, lo que puede provocar episodios de fuerte angustia en el paciente d) “...al liberar la función respiratoria y desbloquear las paredes abdominales, aparecerán impulsos diafragmáticos que irán asociadas con el tiempo a sensaciones de corriente por todo el cuerpo, cosquillas, calor, estremecimiento, sintiendo el cuerpo como algo vivo hasta que en alguna sesión ese impulso toma tanta fuerza que, junto a una respiración profunda espontánea, toda la musculatura del cuerpo desarrolla movimientos expansivos ,incluida la pelvis, recordando la respuesta muscular que se vive en la experiencia orgástica...el paciente ,por tanto, permite que se produzca el reflejo del orgasmo, que será por tanto la expresión de la descarga máxima de energía vegetativa para lo que se requiere una reducción de la consciencia, sin llegar a perderse...” (Walter, F. 1942). En ese mismo texto Reich, intentando dejar claro que su trabajo no pretende la desinhibición sexual caótica, ni el gobierno de los impulsos sobre la razón, que eran supuestos y objeciones que se hacían en aquella época a su trabajo, señala que “realmente la vegetoterapia lo que intenta es liberar a las personas de sus inhibiciones inconscientes desvitalizantes liberando sus energías vegetativas y sexuales, para que estén completamente a su disposición cuando la situación lo requiera y el individuo lo desee, pero solo entonces....No es el instinto o la energía en libre circulación lo que convierte a la persona en neurótico o en criminal” (Walter, F., 1942) Durante algún tiempo Reich se referirá a la teoría que sustenta la Vegetoterapia como “economía sexual”, porque en el fondo el objetivo es conseguir un equilibrio libidinal en función de la realidad de cada paciente. Lo que denomina “reflejo del orgasmo” se convierte en una referencia de la

evolución positiva del proceso terapéutico, con todos los riesgos que ello implica, porque el paciente lo puede vivir como una “meta” lo cual puede ser instrumentalizado como una meta articulándose una nueva resistencia que el especialista tiene que desvelar. Por ello, puede ser una medida “objetivable”, que si bien no siempre se consigue alcanzar, es válido como referente porque nos está indicando que “el proceso de desmembramiento defensivo se ha producido y eso implica que el paciente tendrá más arraigo, más confianza, seguridad recuperando su capacidad de placer, de amar (orgástica) y de concentración y creatividad en su trabajo” (Walter, F.1942) Metas que deberían estar presentes para Reich en toda psicoterapia .A sabiendas de que los resultados que se van obteniendo durante el proceso son el resultado de la dinámica propia de la psicoterapia y de los acontecimientos que vive esa persona en su vida cotidiana. Para Reich el psicoterapeuta nunca debe perder de vista la actualidad del paciente por dos motivos: a) por un lado, algunas situaciones que esté viviendo el paciente pueden influir determinantemente en el proceso psicoterapéutico (muertes o enfermedades de personas queridas, conflictos laborales, crisis de pareja...) por lo que se deben abordar en las sesiones b) por otro, ciertos conflictos que están produciéndose en el espacio clínico y que generan emociones que el paciente inconscientemente no deja emerger, pueden desplazarse hacia determinadas personas de su entorno cotidiano y experimentar dinámicas emocionales que no tienen una relación directa con lo que está sucediendo. Por ejemplo, la rabia contenida puede desplazarse de forma “irracional” hacia sus alumnos o compañeros de trabajo sin que haya motivos “objetivos” para ello, generándole problemas. Que se pueden prevenir si se detectan y se abordan en el espacio clínico, siendo al mismo tiempo un aliciente para la buena marcha del proceso. Otro aspecto importante que deja claro en este artículo es que “Vegetoterapia y análisis caracterial van tomados de la mano”, de ahí la unión de ambos conceptos en la denominación de su praxis clínica. Insistiendo en que exige un setting “profundo”: “varios centenares de horas”, con mucha paciencia y con mucho cuidado. Porque si el desvelamiento de las defensas psíquicas conlleva en la mayoría de los casos reacciones adversas y peligrosas, cuando además se están desmembrando defensas somáticas, el peligro se agrava. De ahí la necesidad de seguir unas leyes clínicas que se fueron desvelando con la práctica. Entre ellas llevar un proceso céfalocaudal, es decir ir abordando el desmembramiento de tensiones y defensas del segmento primero u ocular al séptimo o pélvico. O la de no forzar el cuerpo, utilizando técnicas “suaves” para ir disolviendo las tensiones musculares, de la más superficial a la más profunda, al igual que se hace con las resistencias psíquicas. A sabiendas de que los objetivos clínicos no pueden ser genéricos, sino adaptados a las particularidades históricas y actuales de cada persona. En la actualidad la Vegetoterapia Caracteroanalítica se utiliza en muchos lugares del mundo. Hay algunas diferencias entre determinadas escuelas que la representan, pero todas parten de postulados teóricos similares (“paradigma reichiano” u “Orgonomía”) y de bastantes puntos comunes. Existe un colectivo que agrupa a la mayoría de estas escuelas de Europa y Latinoamérica, que se denomina “International Federation Orgonomic College’s (IFOC), y que históricamente se desarrolla dentro de la S.E.OR.

En cuanto matriz histórica de las llamadas “psicoterapias corporales”, también tiene puntos comunes, más con unas que con otras, pero es un modelo de psicoterapia con una identidad propia. Concretamente, en los equipos clínicos de la ES.TE.R. denominamos al setting profundo de la psicoterapia caracteroanalítica: “Vegetoterapia Caracteroanalítica Estructural” (V.C.E.) en cuya praxis se desarrollan los aspectos ya expuestos en este apartado junto a las particularidades que expongo a continuación de forma sintetizada.8 --Situamos sus fundamentos teóricos en el definido por W. Reich como “funcionalismo orgonómico” al cual se refiere F. Capra como “un sistema filosófico con una gran similitud al nuevo paradigma científico, por definición Ecológico” (Capra, 1996). En ese sentido actualmente utilizamos el término “ecología de los sistemas humanos”, cuyo objetivo principal es investigar y aplicar las leyes que permiten desarrollar una armonía y un equilibrio funcional en la trama intersistémica del ser vivo, en nuestro caso aplicado a los sistemas humanos. Pensamos que la psicoterapia, y dentro de ella nuestro modelo clínico, puede contribuir a ello. --Antes de empezar el proceso psicoterapéutico realizamos un par de sesiones de evaluación y diagnóstico (individual, o a la pareja-familia en caso de que el trastorno sea “sistémico”), tomando como referencia el D.I.D.E. (diagnóstico Inicial Diferencial Estructural), para aproximarnos a conocer la Estructura del paciente y / o del sistema, y consecuentemente el modelo psicoterapéutico más adecuado (Serrano, 1990, C). En el caso de que el nuestro sea válido decidimos el tipo de encuadre que requiere (breve o profundo) y otros aspectos propios previos al establecimiento del “contrato terapéutico”, como la combinación de la psicoterapia individual con sesiones de pareja con otro especialista, o la petición de análisis clínicos en los casos que sea necesario. Con los pacientes en crisis la atención clínica es inmediata utilizando un abordaje específico, como veremos posteriormente. --Si la propuesta de realizar un proceso profundo, aconsejado por el especialista, es aceptada por el paciente, se establece el contrato terapéutico entre el paciente y el especialista asignado-elegido, y se comienzan las sesiones clínicas. --El proceso con la V.C.E. va a estar condicionado a todos los niveles por la Estructura de la persona (de ahí el término “diferencial”) y por los aspectos propios que se articulan en cada una de las tres fases diferenciadas que tiene este proceso. --En función de la Estructura del paciente (Adaptativa-Neurótica; NuclearFronteriza; Mimética-Psicótica) modularemos la relación terapéutica, sintonizando nuestra posición con el paciente a través de la empatía y de las referencias clínicas estructurales. En el caso de personas con la primera Estructura nuestra posición va a ser más formal y neutral con escasas intervenciones o aclaraciones “pedagógicas”, acercándonos a la forma de estar del psicoterapeuta en el modelo psicoanalítico clásico en cuanto que la persona tiene condiciones para experimentar la “neurosis de transferencia”, siendo la fase más delicada la tercera y última ( reactivación de dinámicas edípicas junto

con el trabajo del 5º al séptimo segmento); en el segundo caso , la fase más importante va a ser la primera , en cuanto el riesgo de “fuga terapéutica” es grande por su impronta narcisística. Por ello es muy importante modular una posición más “pedagógica”, más cortical e implicativa centrando el foco de atención de la primera fase en situaciones actuales, a través de las cuales se pueda ir haciendo un ligero análisis caracterial pero suficiente para establecer la “alianza terapéutica”(Zetzel-greenson,1967) necesaria para garantizar la continuidad del proceso; por último en el tercer caso desde el principio se debe articular un espacio clínico “matriz”, a través del cual se pueda establecer una dinámica vincular (“vínculo transferencial o “psicosis transferencial”,según Searles) donde la persona se sienta protegida y acompañada pero no invalidada ni infantilizada, posición que podríamos denominar de “maternage” y que no es recomendable, por la dependencia tan fuerte que se crea con el terapeuta , con su consiguiente idealización, que conlleva el riesgo de introyectar un espacio donde querer compensar su carencia primitiva ontogénica, su vacío “original” imaginando un espacio clínico que no es el real, yatrogenizando su proceso. --Empleamos la sistemática que F. Navarro desarrolló ,con las aportaciones de otros colegas, para desarticular la suma de defensas musculares crónicas organizadas a lo largo de nuestra historia “realizando el paciente acciones musculares específicas (“actings”) que provocan reacciones neurovegetativas emocionales capaces de reestructurara la sana psicoafectividad que ha sido puesta en conflicto desde el nacimiento del individuo, dentro de un espacio( setting) y de una relación terapéutica “(Navarro,1990). Siguiendo el proceso céfalocaudal que sugería Reich, es decir abordando inicialmente las defensas del primer segmento neuromuscular (ocular) hacia el séptimo y último (pélvico). Un segmento está formado por los músculos anteriores y posteriores del cuerpo que fueron los ejecutores de las acciones motrices y expresivas primordiales a lo largo de nuestra historia y esenciales para el proceso de maduración humano (ontogénesis). Su formación es cronológica (PinuagaSerrano, 1997).Así el primer segmento está formado por la musculatura vinculada a los telerreceptores, algunos de ellos maduros ya desde la vida intrauterina. El segundo por los músculos de los labios, mandíbula y zona occipital que fueron los ejecutores de las funciones “orales “, y así sucesivamente hasta el segmento pélvico que está formado por la musculatura que permite la función genital y el encuentro afectivo-sexual con el otro, así como el arraigo en el mundo: la “potencia” (diferente al poder). Las características principales de esta sistemática son: -Permite ir desarticulando las defensas musculares al facilitar dinámicas abreactorias (expresiones emocionales que han estado reprimidas, acompañadas, en algunas ocasiones, de recuerdos) siguiendo un hilo conductor, un orden que sirve de guía clara y segura al profesional y repercute favorablemente en el paciente. Sería como una “arqueología del cuerpo”, utilizando la expresión de un colega uruguayo, en cuanto vamos “accediendo a lo reprimido a partir de la expresión afectiva” (Gonçalvez, Luis, 1999) siendo la llave el “acting neuromuscular” repetido un determinado número de sesiones y combinado con otros para crear una secuencia ordenada y coherente a través de un recorrido céfalocaudal, reflejo cronológico de nuestra

historia. Mi colega M. Redón los define como”homeobióticos”, porque son movimientos a pequeñas dosis que en su día fueron vitales. 9 -El paciente reproduce estos actings de forma secuencial: tres actings en cada sesión. Lo que va unificando segmentos y paralizando procesos defensivos reactivos. Porque al igual que observamos en la psicoterapia psicoanalítica como surgen ciertas defensas psíquicas y resistencias como reacción a ciertos señalamientos o confrontaciones analítica, también lo observamos frente a la reproducción de ciertos actings o de algunas de sus secuencias. Provocando aburrimiento, dolor muscular, o “catarsis histeriformes” (Serrano, 1984, b), es decir explosiones emocionales desorganizadas e impulsivas con el objetivo de rebajar la presión que podría provocar una abreacción funcional. -El análisis sistemático de estas respuestas reactivas defensivas o resistencias ,junto al “análisis caracterológico del acting”, es decir de la forma peculiar con que cada persona, en función de su rasgo predominante realiza esos movimientos (de forma ritualística en el caso del compulsivo , disperso en el caso del histérico...) permite un análisis del carácter radical porque abordamos desde la misma óptica sus variopintas manifestaciones ( en su vida actual, en su historia, en la relación terapéutica, en la forma de hacer los actings...).Por ello solo sugerimos la forma de hacer el acting, no lo mostramos, ni lo representamos. De esa forma respetamos la espontaneidad de la acción que permite que se muestre el carácter, y por tanto su desvelamiento. --La sistemática y la elaboración analítica estará en función de las Estructuras y no se realizan de forma genérica. --Utilizando esta sistemática de Navarro, no es necesario “invadir” el cuerpo del paciente a través de masajes o fuertes presiones sobre sus músculos o su respiración, como ocurre en otros modelos. En nuestro caso ,el paciente reproduciendo los actings de forma activa y consciente, a través del ritmo que le va permitiendo su “yo”,en base a la progresiva reducción del miedo y la consiguiente fortaleza organísmica y bioenergética, va experimentando y encontrándose con sus emociones reprimidas: tristezas, rabias, odios, anhelos, deseos...al mismo tiempo que va articulando su historia y comprendiendo la lógica de su comportamiento actual, de su forma de percibir, de comunicar, de vivir , al conocer su carácter .Para desde ahí, ir viendo como es su propio cuerpo quien ya no reconoce como propio ese comportamiento y va modificando sus pautas a todos los niveles, desde el cognitivo hasta el sexual. -- Esto implica una integración del córtex (razón),el sistema límbico (emoción) y el sistema reptiliano ( instintos), así como un equilibrio en el funcionamiento del sistema nervioso vegetativo recuperando la capacidad de sentir ,de amar pero también de comprometerse y de implicarse responsablemente en los procesos sociales y vitales, porque forma parte de sus necesidades vitales ya recuperadas. --Para potenciar la recuperación de las particularidades sociales humanas frenadas por el miedo y la “paranoia” introducimos el “grupo terapéutico” como

herramienta convergente del proceso individual. Paranoia, grabada a fuego en nuestra piel desde que nacemos violentamente, forzando el desgarro de nuestros pulmones, nuestros sentidos y desterrándonos al separarnos violentamente de nuestro “yo” ( cuerpo materno) durante una eternidad minutos, horas, pero que para la percepción de un recién nacido pueden ser como años para un adulto. Lo que se afianza durante las tortuosas o carentes relaciones afectivas con los pechos y la piel de nuestra madre y el cuerpo de nuestro padre, y que se consolida definitivamente viviendo en una sociedad amenazante y donde difícilmente cabe la espontaneidad. Definitivamente y para siempre llevaremos la huella de la paranoia en nuestra piel, fruto de un mundo violento, insensible y amenazador, que paradójicamente creamos nosotros mismos. --Esta sistemática grupal de propia elaboración con ayuda de algunos colegas (Serrano 1990 d) tiene una duración de dos años con una sesión mensual de 4 horas, siendo todos sus participantes pacientes en Vegetoterapia, preferiblemente de colegas distintos a los propios coterapeutas de grupo. Durante ese tiempo se va creando una matriz social que permite experimentar todos los procesos sociales que participan en la configuración del carácter y por tanto de nuestra coraza, para poder ir cambiándolos con la ayuda de los miembros del grupo, aplicando las leyes de la”ecología” al sistema grupal. --En determinados momentos, para facilitar abreacciones u otras situaciones funcionales, abordamos el cuerpo del paciente con determinadas técnicas manuales, siempre de forma puntual excepto en persona con Estructura Mimética-Psicótica que se utiliza en más ocasiones. Con la misma lógica clínica abordamos aspectos existenciales (sentido de la vida, el miedo a la muerte, el destino...) en ocasiones con connotaciones “trascendentales” (sensación de “comunión” con la naturaleza, entrega amorosa a la pareja, placer vincular con los hijos...) cuando, en determinados momentos que aumenta la pulsación vegetativa, la expansión interna, se crean estados de cierta “alteración de la conciencia”, que es necesario comunicar e integrar en el espacio clínico. --Los sueños y otras experiencias oníricas se tienen presentes tanto como señales que ayudan al “diagnóstico permanente” que realizamos durante el proceso, tomando más presencia y funcionalidad en la última fase del proceso, así como en la Estructura mimética-psicótica (Baker,1969) --En esta evaluación constante, que implica una empatía y una interacción energética entre paciente y terapeuta, las propias sensaciones y estados emocionales o procesos cognitivos que experimenta el psicoterapeuta con cada paciente (contratransferencia general) son una de las variables fundamentales. Pero para que el uso sea correcto su organismo tiene que tener esa capacidad de modulación y eso viene facilitado por la propia experiencia en el “diván reichiano”, con su propio análisis personal, como paciente, porque todos tenemos nuestro carácter y por tanto nuestra “neurosis”. Dentro de nuestra formación ese pasaje por el diván es el elemento fundamental, junto a las supervisiones y seminarios de casos clínicos, que se complementa con los cursos teóricos y clínicos.

Estas variables necesarias para la formación de la V.C.E. en nuestra escuela, permiten prevenir, en gran medida, las posibles reacciones “contratransferenciales negativas” (Racker, 1969 - Reich 1949 c) donde el psicoterapeuta tiene “puntos ciegos” que le impiden sentir la realidad con el paciente o en algunos momentos le hacen sentirla de forma distorsionada. Setting o encuadre de la Vegetoterapia Caracteroanalítica Estructural Todo lo descrito anteriormente se desarrolla dentro de un marco clínico que es, realmente, lo que garantiza el desarrollo del proceso y la eficacia en la consecución de sus objetivos. Veamos cuales son sus variables principales: -- dentro del espacio terapéutico, se acuerdan las condiciones coyunturales del proceso a través del llamado contrato terapéutico, a sabiendas de que será en las primeras sesiones donde se confirmará la decisión, y siendo por tanto sesiones abiertas a cambios de terapeuta o de modelo terapéutico. Dicho contrato se establecerá en base a criterios de “analizabilidad” y al diagnóstico diferencial. Teniendo presente que las sesiones individuales son de 45 -50 minutos, pudiendo unir dos sesiones (1,30 h.) si se ve conveniente. Y que, en general, el mínimo necesario es de 6 sesiones mensuales (pudiendo realizarse de forma sencilla o doble) repartidas a lo largo del mes, aconsejando 8 sesiones mensuales, al menos durante los primeros meses de tratamiento. -- Los honorarios acordados entre el paciente y el terapeuta forman parte del contrato terapéutico y por tanto es secreto profesional. El terapeuta planteará su propuesta económica tomando como referencia la del colectivo profesional al que pertenezca y aplicándola a cada caso en particular. Una vez ultimados los honorarios por sesión o la cuota mensual, se deberá respetar el acuerdo, pudiendo modificarse revisando el contrato y con una nueva resolución común. Una característica de la profesión del psicoterapeuta es que si el paciente no avisa con, al menos tres días de antelación, la sesión debe abonarla (excepto casos particulares), porque son tiempos reservados por el terapeuta para el paciente y fijados con antelación. --Como psicoterapia profunda en la Vegetoterapia hay un pronóstico, pero no se puede predecir exactamente su duración. Existe una referencia estadística de una media de 350 sesiones individuales y un grupo de dos años en las personas con Estructura Adaptativa o de Carácter Neurótica. En el resto la media es de 450 sesiones. --Las sesiones se desarrollan en el llamado “diván reichiano” que sigue la tradición psicoanalítica, pero con variaciones propias. Estas consisten en que el terapeuta está siempre presente y sentado a una pequeña distancia del paciente, quien generalmente, se colocará tumbado en decúbito supino pero con las piernas dobladas, los ojos abiertos y el cuerpo relajado y visible. Ya que los cambios musculares y vegetativos que se producen durante la sesión se manifiestan en el cuerpo del paciente y el terapeuta debe poder observarlos. Conscientes de que esta es una variable peculiar, poco corriente culturalmente hablando, habrá de tenerse en cuenta (posibilidad de utilizar bañador, bikini o

ropa interior), para no violentar la intimidad al facilitar la alianza de trabajo, el contrato inicial y las dinámicas transferenciales. --Durante la sesión, junto a las verbalizaciones, espacios de análisis caracterial y de elaboración, el paciente realizará movimientos neuromusculares conscientes indicados por el terapeuta con una duración de unos 12-20 minutos. Estos siempre serán descritos de una forma genérica, nunca concreta ni modélica, para facilitar que su reproducción sea dentro de la línea de la libre asociación, y por tanto, como respuesta espontánea que permita al terapeuta vincularla con algunos de sus aspectos caracteriales. --Al ser un proceso, durante las verbalizaciones los temas se abordarán dentro de una dinámica analítica evitando consejos, aseveraciones o sugerencias inductivas. --Cuando sea necesaria la introducción de herramientas convergentes para facilitar el desarrollo del proceso se hará fuera del tiempo propio de la sesión de vegetoterapia. Con relación al uso de las herramientas convergentes será conveniente que sea otro profesional especializado quien las realice y controle, dentro del propio marco clínico de dicha especialidad, que incluye sus particulares tiempos y honorarios, si bien los emergentes que aparezcan durante el uso de las mismas deberán elaborarse dentro del marco clínico de la vegetoterapia. --El espacio terapéutico grupal, dentro de la sistemática es también para nosotros una herramienta convergente y esto condiciona su empleo. En este sentido las sesiones de grupo comienzan, de forma similar a cualquier otra herramienta convergente, cuando el terapeuta individual, al considerarlo adecuado desde el punto de vista clínico, se lo proponga al paciente y este lo asuma como parte del contrato terapéutico. Como ya hemos dicho l a duración del grupo de Vegetoterapia es de dos años con una sesión mensual de cuatro horas. El grupo estará coordinado por dos terapeutas de distinto género y sin que existan entre ellos lazos familiares ni afectivos significativos. En algunos grupos podrá incluirse la presencia de un terapeuta observador, con una función distinta a la de los co-terapeutas. --Asimismo la derivación de forma puntual a otro terapeuta del equipo se considera una herramienta convergente, y por tanto, su objetivo será el de facilitar el proceso individual. El terapeuta que recoge la derivación deberá actuar de forma coordinada respetando el objetivo clínico, y la demanda y encuadre del anterior terapeuta. --Las técnicas convergentes empleadas que aun pertenezcan al campo de la investigación deberán estar avaladas por el supervisor y por el equipo clínico. En estos casos el terapeuta deberá proponer al paciente los motivos de su realización y este aceptar voluntariamente su uso, a sabiendas de que es una técnica en investigación, modificando el encuadre y las tarifas económicas. En función de la propuesta, algunas de las técnicas empleadas que estén en investigación podrán ser gratuitas o se pedirá una cuota simbólica.

--Si durante el proceso individual se ve necesario un trabajo focal de terapia de pareja o de familia, siempre se derivará a otro terapeuta especializado. Asimismo si la pareja o familiares del paciente demandan atención clínica el proceso terapéutico será asumido por otro terapeuta del equipo clínico. --Para preservar la intimidad y la particularidad del espacio clínico se evitará el contacto personal entre paciente y terapeuta, incluso de sus familiares fuera de las sesiones ,así como compartir espacios públicos asiduos ( gimnasios, academias, escuelas...) o aquellos que impliquen interacción personal ( cursos, talleres, experiencias de crecimiento personal o espiritual...) --Durante el proceso, las pulsiones y emociones (tristeza, rabia, excitación sexual...) que el terapeuta pueda sentir a partir de reacciones o manifestaciones del paciente, se situarán dentro de la dinámica contratransferencial teniendo su función dentro del proceso, pero se evitará la manifestación de las mismas para no perturbar el proceso del paciente. Y si éstas fueran muy fuertes y periódicas el terapeuta consultará con su supervisor, terapeuta ad-vitam o equipo clínico para evaluar si existe una implicación personal excesiva, que pueda dificultar la funcionalidad del proceso. Y, en tal caso, si no se resuelve de otra forma, se plantearía la derivación a otro terapeuta lo antes posible y de la forma que se considere más adecuada. Este modelo de intervención clínica lo llevamos adelante equipos de profesionales especializados para poder abordar la problemática del paciente de forma global y desde una posición coherente, rigurosa y deontológica. Siendo conscientes de que nuestro trabajo de psicoterapeutas aborda el sufrimiento psíquico y emocional de las personas cuyas causas, en muchas ocasiones son sociales ,las cuales solo se pueden cambiar ,junto a cambios sociales y políticos, con intervenciones preventivas y culturales que faciliten el cambio progresivo de costumbres y dinámicas patologizantes de los sistemas humanos ( educación, familia...) .Junto a nuestra labor clínica realizamos este tipo de intervención dentro de lo que llamamos “ecología de sistemas humanos”, y donde la imbricación entre la clínica y la prevención es evidente y necesaria. Xavier Serrano Hortelano, El Puig, Enero del 2007.

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C/República de Guinea Ecuatorial 4, 1º C. 46022. Valencia. ESPAÑA. http://www..EsTeRnet.org e-mail : [email protected]

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