Hobsbawm - Crisis Del Siglo Xvii - Silvina
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HOBSBAWM, ERIC J. (1983), “La “crisis” del siglo XVII, en: ASTON, TREVOR (comp.): Crisis en Europa, 1560-1660, Madrid, Alianza Explique la hipótesis de Hobsbawm sobre la crisis del siglo XVII y del efecto de “concentración” para el advenimiento del capitalismo 1) Guía de análisis 1.a - Hipótesis sobre la crisis del siglo XVII. Crisis y capitalismo H. sugiere la hipótesis de que durante el siglo XVII la economía europea sufrió una “crisis general”, última fase de la transición global desde una economía feudal hacia una economía capitalista. Esta crisis difiere de sus predecesoras en que llevó a una solución fundamental de las dificultades que habían obstaculizado el triunfo del capitalismo 2) Descripción de la crisis 2.a - Diferencia entre crisis y recesión. Los efectos según las áreas europeas Crisis general no equivale a recesión económica. Mediterráneo: dejó de ser el centro económico, político y cultural Potencias marítimas y sus posesiones: Suecia, Provincias Unidas, Rusia e Inglaterra: progreso, sobre todo en esta última. Francia: posición intermedia: triunfo político pero no tanto económico. Si bien el balance general fue de estancamiento, lo decisivo fue el avance hacia el capitalismo que de allí resultó. 2.b - Los efectos sobre la población, la producción y el comercio. La expansión europea. Las revueltas sociales. El papel de los Estados absolutos y de las “revoluciones burguesas”. La Guerra de los Treinta Años Población: En algunos casos, decadencia real: España, Inglaterra, Alemania, Francia, Hungría. En otros, meseta. Sólo aumento de población en Países Bajos, Noruega y quizás Suecia y Suiza y otras zonas locales. Muchas epidemias y hambre. Crecieron metrópolis cortesanas y administrativas y centros internacionales de comercio y finanzas, se mantuvieron las grandes ciudades surgidas en el s. XVI y decayeron las pequeñas y medianas ciudades. Producción: Algunas áreas se desindustrializaron: Italia, Alemania, zonas de Francia y Polonia. Desarrollo industrial bastante rápido en Suiza, Inglaterra y Suecia: gran aumento de la producción rural, a expensas de la artesanal, urbana y local. Descenso de la industria textil. Comercio: Crisis más general. Las dos principales regiones del comercio internacional – Mediterráneo y el Báltico – sufrieron una revolución y un descenso pasajero del comercio. En el Báltico los productos alimenticios fueron reemplazados por maderas de construcción, pertrechos navales y metales; disminución de importación de lanas occidentales. Después de 1650 el Mediterráneo se convirtió, como el Báltico, en un área que intercambia mercancías locales, principalmente materias primas, por las manufacturas atlánticas y las mercancías orientales. El balance general de las alzas y bajas del comercio demostró que las cifras de exportación (a pesar de la expansión colonial) no aumentaron significativamente y es improbable que los mercados interiores compensasen esto. Expansión europea: Es evidente que sufrió una crisis. Los imperios español y portugués se redujeron y cambiaron sus características. Los imperios holandés e inglés se contrajeron. Revueltas sociales: El s, XVII fue un siglo de revolución social en Europa oriental y occidental. Multitud de revueltas, crisis social generalizada a mediados de siglo: Francia, Cataluña, Nápoles y Portugal (estos 3: crisis del imperio español); revolución del campesinado contra la servidumbre creciente. Malestar de la clase media, gente del mar y del campo.
El papel de los Estados absolutos y de las “revoluciones burguesas”: Unico “éxito” del siglo XVII: la mayor parte de Europa encontró una forma de gobierno eficiente y estable en el absolutismo, conforme el modelo francés. Por 1ra, vez, los grandes estados territoriales podían solventar 3 problemas fundamentales: 1) cómo hacer efectivas órdenes del gobierno en áreas extensas; 2) cómo tener suficiente dinero al contado y 3) cómo mantener sus propios ejércitos. La pompa y esplendor de los estados absolutos tal vez distrajo la atención sobre la crisis del s. XVII. También los que experimentaron “revoluciones burguesas” tuvieron una relativa inmunidad. La Guerra de los Treinta Años en Europa central, así como otras guerras, no fueron la causa de la crisis. Por el contrario, dieron empuje a la minería y la metalurgia. La tendencia a la crisis existía con anterioridad a las guerras, que no venían a crearla sino a agravarla. 3) Causas de la crisis 3.a – Los obstáculos para el desarrollo del capitalismo. La condición del mercado de productos y de mano de obra. El obstáculo de las estructuras feudales. Los límites de la expansión del siglo XVI Los obstáculos fueron de 2 clases: i) de tipo general; ii) de tipo particular i)De tipo general: Para que el capitalismo pudiera triunfar, era necesario que la estructura general de la sociedad feudal o agraria experimentase una revolución. La división social del trabajo debe estar muy avanzada para que se incremente la productividad; para ello es necesario redistribuir radicalmente la mano de obra, trasvasándola desde la agricultura hacia la industria. La proporción de la producción que ha de ser intercambiada en el mercado supra-local debe subir drásticamente. Mientras no exista un gran ejército de asalariados; mientras la mayoría de los hombres satisfagan sus necesidades con su propia producción o intercambiando en la variedad de los mercados locales, más o menos autárquicos, subsiste una limitación para el margen necesario del beneficio capitalista y es pequeño el incentivo para emprender la producción en masa, base de la expansión industrial capitalista. La “acumulación primitiva” (Marx): la creación de un mercado de productos, grande y en expansión y la creación de una mano de obra libre, numerosa y disponible, van juntas, siendo dos aspectos del mismo proceso. La expansión capitalista se vio obstaculizada por el predominio de la estructura feudal de la sociedad, que es el predominio del sector rural. La expansión fue posible en la medida en que la estructura general de la sociedad rural no experimentó la revolución, fue limitada. Cuando tropezó con sus propios límites, entró en período de crisis. Esta crisis fueron incapaces de superarla los “hombres de negocios feudales”.. ii)Obstáculos de tipo particular: Existían importantes bloques de capital móvil aptos para la inversión y en el período de crecimiento demográfico, importantes reservas de asalariados libres de variadas especialidades, Pero ni lo uno ni lo otro fueron canalizados hacia una industria moderna. 3.b – El caso de Italia. La decadencia de Italia fue el resultado más dramático de la crisis, por la debilidad del “capitalismo” parasitario propio de un mundo feudal. En el s. XVI los italianos controlaban las mayores aglomeraciones de capital, pero no lo reinvertían adecuadamente: invertían en lujosas construcciones, obras de arte y préstamos al extranjero durante la revolución de precios (beneficiando a los deudores) y no en realizaciones fabriles. 3.c – Las contradicciones de la expansión: Europa Oriental. Los efectos de la expansión de la agricultura basada en la servidumbre sobre el mercado La relativa especialización de Europa occidental se logró gracias a la producción de Europa oriental, basada en una agricultura fuertemente feudal, de servidumbre. Esto empobreció al campesinado y a la baja nobleza, en beneficio de un puñado de magnates. La expansión tuvo dos resultados: mientras creaba las condiciones para la expansión de los productos
manufacturados en Europa occidental, cortó las salidas de estos productos en la zona del Báltico. Mercados de ultramar y mercados coloniales: Gran parte del comercio entre Europa y el resto del mundo fue pasivo durante siglos porque los orientales no tenían necesidad de los productos europeos en la misma medida en que Europa necesitaba de los suyos. Hasta la Revolución Industrial, las ventas de manufacturas europeas no revistieron importancia. La conquista europea de las principales rutas comerciales y de América no cambió fundamentalmente esta estructura, pues incluso las Américas exportaban más de lo que importaban. La actividad general de los negocios se vio fuertemente activada, e igualmente fue enorme el capital acumulado, pero las exportaciones de productos manufacturados no alcanzaron gran expansión. Las potencias colonizadoras siguieron una política de restricción constante de la producción y de monopolio sistemático. El beneficio que Europa sacó de estas conquistas iniciales consistió en una bonificación aislada. Cuando eso se agotó, llegó como consecuencia lógica la crisis. Autoabastecimiento: La emigración a América estimuló temporalmente la exportación de mercancías hacia la metrópoli, pero muchas de las necesidades de los colonizadores quedaban satisfechas donde residían; las manufacturas españolas en expansión sufrieron las consecuencias. El viejo sistema colonial atravesó una profunda crisis, con fuerte impacto sobre la economía europea. 3.e – Las contradicciones de los mercados interiores. Las características de la expansión del siglo XVI. Las inversiones urbanas en el campo y la persistencia de las estructuras feudales. El descenso de la productividad. Las características del mercado rural. Una poderosa combinación de fuerzas, entre las que cuentan, incluso, grandes intereses feudales, amenazaba seriamente la resistencia de las ciudades dominadas por los gremios. La industria rural basada en el trabajo a domicilio (putting-out) que se había limitado anteriormente a los tejidos, se extendió en varios países y a nuevas ramas de producción (metales por ej.). Pero la expansión generó sus propios obstáculos. Nuevamente la naturaleza esencialmente feudal de la organización social distorsionó y desvió las fuerzas que, de otro modo, podían haber promovido un avance directo hacia el moderno capitalismo. Los señores franceses alteraron la tendencia hacia la independencia campesina desde mediados del siglo XVI, y progresivamente recuperaron el terreno perdido. Ciudades, comerciantes y agentes de negocios locales invirtieron en el campo a causa de la seguridad de los productos agrícolas y porque era fácil lograr un beneficio de esa inversión dentro de un sistema feudal, siendo su explotación más eficaz por estar combinada con la usura y también en la competencia política con los feudalistas. Pero esto no implicó el nacimiento del capitalismo rural. Sí en cambio produjo una burguesía parásita en un campesinado cada vez más esquilmado por ella y por las demandas crecientes del Estado. Seguía la antigua estructura feudal. Esto provocó dos resultados: 1) No existió mucha innovación técnica. El incremento de la producción agraria no siguió a la demanda. Hubo rendimientos decrecientes y escasez de alimentos. 2) Sufrimiento de la población rural: explotación servil, hambre y guerra; aterradora tasa de mortalidad. Hubo un descenso en la productividad durante el siglo XVII: el campo era sacrificado en beneficio del señor, de la ciudad y del Estado, El mercado rural: el campesinado medio y rico no le atrae la producción en serie: la mayor parte de su riqueza se invierte en comprar más tierra o ganado, en tesoros, en nuevos edificios o en el despilfarro. 3.f – Los límites de la expansión económica. Crisis y cambio. La expansión económica tuvo lugar dentro de una estructura social que, por falta de fuerza, no podía hacer estallar los comportamientos de esta estructura, que no se adaptaban al mundo del capitalismo moderno.
Hubo varios factores que precipitaron la crisis: la restricción de la plata americana, el colapso del mercado del Báltico, y otros. Pero fue el período subsiguiente de crisis económica y de sacudida social cuando tuvo lugar el decisivo cambio desde la empresa capitalista capaz de transformar el mundo según sus propias pautas. Inglaterra fue, así, el incidente más dramático en la crisis y su punto decisivo. 4. Los resultados de la crisis La crisis general del siglo XVII en la economía europea se debió fundamentalmente, a no haber superado ciertos obstáculos generales que aún se oponían al pleno desarrollo del capitalismo. Por otro lado, la crisis misma creó las condiciones que hicieron posible la revolución industrial. 4.a – Los procesos de concentración económica. Sus características; diferencias regionales. La crisis del s. XVII dio por resultado una concentración considerable del poder económico. Directa e indirectamente esta concentración sirvió a los fines de la futura industrialización. Directamente, al reforzar la industria del trabajo a domicilio a expensas de una producción gremial y las economías “avanzadas” a expensas de las “retrasadas”, y activando el proceso de acumulación del capital. Indirectamente, al ayudar a solucionar el problema de suministrar un excedente de productos agrícolas. La concentración económica tuvo lugar en formas diversas, en el Este y el Oeste, bajo condiciones de expansión, contracción o estancamiento. En el campo, los grandes terratenientes prosperaron a expensas de campesinos y pequeños propietarios, lo mismo en la Restauración inglesa que en la Europa del este. En las zonas no industriales, las ciudades ganaron a expensas del campo. Las grandes ciudades de la metrópoli crecieron a expensas de la ciudad, del campo, o de ambos. El comercio internacional se concentraba en los estados marítimos. 4.b – La agricultura. Aumento de la productividad y excedentes alimentarios. Los procesos en Europa Occidental y en Europa Centro-Oriental El vasto excedente esencial para el desarrollo de la moderna sociedad industrial se conseguiría primordialmente mediante una revolución técnica: elevando la productividad y expansionando el área cultivada por medio de una agricultura capitalista. Únicamente así pudo la agricultura producir no sólo los necesarios excedentes alimentarios para las ciudades, sino también la mano de obra para la industria. En los países desarrollados, especialmente en los Países Bajos y en Inglaterra, los signos de revolución agrícola eran visibles desde hacía tiempo y desde mediados del s. XVII empiezan a multiplicarse. Se ve un significativo aumento de cultivos nuevos y raros, como el maíz, las papas y el tabaco, que puede considerarse como una especie de revolución agrícola. En Europa occidental, Inglaterra exportó cada vez más cereales desde finales del siglo XVII. En Francia, la creciente demanda de Paris se satisfacía recurriendo a las reservas de áreas agrícolas ricas y explotando furtivamente las reservas de otras ciudades. Los campesinos empeoraron su dieta, vendiendo su trigo en el mercado. En Europa central y oriental, el desarrollo de una economía basada en la servidumbre se aceleró y acentuó en el siglo XVII, lo cual señala la victoria decisiva de los magnates (nuevos propietarios de siervos). Se acrecentó el poder económico político y económico de los magnates, que redujeron al campesinado a servidumbre. Las monarquías absolutas fomentaron su poder, en detrimento de los nobles inferiores. La economía basada en los siervos era muy ineficiente: el trabajo forzado limitaba a rendimientos mínimos del campo y de la mano de obra. Cualquier acontecimiento exterior –guerra, hambre, incremento de tributos- debilitaba a los campesinos (y con ello, a la tradicional estructura agraria) y fortalecía a sus explotadores. La crisis, además, alentó a todos a salvarse a expensas de los campesinos.
4.c – Las manufacturas. El desarrollo del trabajo domiciliario. La concentración regional de la industria. La concentración del control comercial y financiero La principal consecuencia de la crisis del siglo XVII sobre la organización industrial fue la de eliminar a los gremios (y con ellos las ciudades dominadas por los mismos) de la producción a gran escala y establecer el sistema de trabajo a domicilio, controlado por hombres con horizontes capitalistas y ejecutado por mano de obra rural de fácil explotación. La transformación de los gremios en industrias de trabajo a domicilio empezó en serie durante el boom de finales del siglo XVI, afianzándose en el s. XVII. Las industrias rurales no padecían los altos costes de las urbanas y con frecuencia, el pequeño productor rural de artículos de baja calidad se vio capacitado para expandir sus ventas, ya que los costos artículos de alta calidad de las antiguas industrias exportadoras perdieron sus mercados. El sistema del trabajo a domicilio hizo posible la concentración regional de la industria. La crisis fomentó esa concentración regional. El lado negativo de este desarrollo consistió en que las ciudades quedaban reducidas a pequeños islotes de autosuficiencia y de estancamiento técnico bajo una dominación gremial más estricta que antes. Las ciudades se vieron obligadas a medrar a costa del campo circundante o del tráfico comercial. El lado positivo consistió en que el sistema de trabajo a domicilio era el más eficaz disolvente de la tradicional estructura agraria, y proporcionaba un medio para aumentar rápidamente la producción industrial antes de la adopción del sistema de factoría. El sistema de trabajo a domicilio contribuyó a incrementar la acumulación de capital en unos pocos centros de riqueza. 4.d – La acumulación de capital. Concentración y acumulación. Definición de concentración. El papel de las monarquías absolutas. La concentración de poder económico en las economías marítimas. La concentración ayudó a aumentar la acumulación de capital de varios modos. Por un lado, la industrialización requería una previa acumulación de capital. Por el otro, se requería una inversión en los sitios idóneos: donde aumentase la capacidad productiva. La concentración, es decir, una distribución de riqueza desigual, echó los cimientos para una acumulación acelerada, pero no abolió la mala inversión. Sin embargo, fomentó las industrias, las colonias y los impulsos a la exportación. Por otra parte, se concentró el poder económico en las economías marítimas. El flujo creciente del comercio colonial o extranjero estimuló las industrias metropolitanas y la agricultura que las abastecía. Existió una cantidad muy grande de inversión nacional en Inglaterra entre 1660 y 1700, que se refleja en el desarrollo, sumamente rápido, de las principales industrias británicas. El origen de la revolución industrial La concentración y la redistribución tal vez sentaran los cimientos para un avance posterior, pero no explican por sí misma su naturaleza precisa. Porque si la industrialización había de surgir ahí, tuvo que producir dos formas peculiares de expansión. Primero, tuvo que estimular la industria en los países con base “capitalista” más fuerte y a una escala capaz de revolucionar el resto del mundo. Segundo, tuvo que estabilizar la primacía de la producción sobre el consumo, lo que constituye un requisito previo y fundamental del capitalismo industrial. El caso holandés . Las operaciones de los holandeses contribuyeron al avance del desarrollo industrial. Constituyeron un dispositivo sumamente poderoso para disolver las
economías y sociedades feudales, así como para producirlo de forma más efectiva en la economía internacional. Además, la mera existencia de un mecanismo inmenso para el comercio y las finanzas a disposición de todos, ayudó a las economías más progresivas. El hecho de que los holandeses, principales e inmediatos beneficiarios de la crisis, lograran acaparar una parte tan grande del comercio mundial, consiguió que sus competidores y sucesores hicieran lo mismo con mayor facilidad. Las condiciones para la revolución industrial La producción capitalista tenía que hallar caminos para crear sus propios mercados de expansión, no dependiendo solo de la demanda. Alcanzó este objetivo con la transformación de la estructura social. El mismo proceso que reorganizó la división social del trabajo, incrementó la proporción de trabajadores no agrícolas, diferenció al campesinado y creó la clase de asalariados; también creó hombres que dependían, para sus necesidades, de las compras al contado: los clientes comerciales. Si había de producirse la revolución industrial, cierto número de países o industrias tuvieron que actuar, por consiguiente, dentro de una especie de “chorro de aire a presión” que avivara la codicia de los empresarios hasta el punto de la combustión espontánea. El comercio de todos los países estaba en gran parte concentrado directa o indirectamente en manos de los más avanzados industrialmente. En segundo lugar, estos países – especialmente Inglaterra- produjeron una demanda grande y expansiva dentro de sus mercados interiores. En tercer lugar, un nuevo sistema colonial, basado principalmente en la economía de plantaciones con esclavos, fue decisivo para la industria británica del algodón, sector en el que fue el verdadero pionero industrial. Los mercados subdesarrollados En la era moderna hubo una demanda de bienes y servicios sin precedentes. Nuevos productos como el tabaco, el té, el café, el chocolate, artículos de indumentaria, etc. sustituyeron la demanda de necesidades antiguas. La crisis difícilmente pudo haber favorecido el desarrollo espontáneo de la industria capitalista para los mercados interiores de la Europa continental. Pudo haber favorecido: a) la producción gremial para una serie de mercados locales, que retardó el progreso de la industria; b) el auge de fabricantes muy baratos, surgidos del ocio o la opresión campesinas. El mercado más accesible en la mayoría de tales países era también el menos adecuado para el desarrollo capitalista: el de los estados y las aristocracias, aunque también accedieron en parte otras clases con menor poder adquisitivo. Los estados absolutos proporcionaron apoyo financiero, político y militar para arriesgadas empresas comerciales, como guerras y nuevas industrias, y actuaron como agentes para la transferencia de riqueza acumulada desde el campesinado y otros sectores a los empresarios. En las áreas marítimas, el mercado interior creció. En Inglaterra, el siglo XVII fue decisivo para la creación de un mercado nacional. La 2ª mitad del siglo contempló el auge de importantes industrias especializadas en artículos de consumo baratos. Lo más significativo fue que la población rural se convirtió en cliente. El crecimiento del mercado interior superó al de la población. El incremento de las importaciones fue mayor que el de las exportaciones. Del desarrollo de estos mercados interiores se seguirían tres resultados: 1º) ayudaría a la desintegración de la vieja economía, convirtiendo gradualmente a los ciudadanos en compradores y cobradores al contado, y contribuiría al fomento de una importación creciente de alimentos y materias primas, estimulando el aumento de las exportaciones. El
desarrollo de un intensivo mercado interior fue una señal de transformación social, ya que no solo demanda bienes de consumo, sino también bienes de capital. 2º) suministró una reserva de demanda de mercancías, grande y bastante estable, de capacidad productiva: fundamento firme para una rápida expansión y elemento amortiguador frene a las contingencias del mercado de exportación. 3º) podía expansionarse con la rapidez necesaria para producir el ímpetu capaz de revolucionar determinadas industrias. Mercados coloniales y de exportación El mayor logro de la crisis del s. XVII fue la creación de una nueva forma de colonialismo. Bajo el sistema colonial del s. XVI el mercado colonial de productos manufacturados en la metrópolis era insignificante. Los nuevos tipos de colonia fueron “mercados cautivos”, que dependían de las provisiones de la metrópoli. La mitad de los beneficios del colono plantador retornaban a las Indias Orientales en forma de mercadería. El creciente aprovisionamiento de esclavos dio lugar a una progresiva demanda de productos desde África. El aumento de la oferta de productos de plantación cada vez más baratos, como el azúcar y el tabaco, dio lugar a una creciente demanda de mercancías europeas en las plantaciones y en otras partes. El control político permitió hacer frente a cualquier competencia inoportuna de las colonias, y robar a sus desdichados nativos con notable eficacia. Ésta era la clase de expansión que más necesitaban los fabricantes. Las colonias eran excelentes clientes. Pero tampoco las nuevas economías coloniales fueron capaces de una expansión permanente, y por las mismas razones: su explotación de la tierra y la mano de obra era extensiva e ineficiente. El agotamiento del suelo, las ineficiencias de la gestión administrativa y las dificultades laborales condujeron a una “crisis de la economía colonial”. El triunfo de la revolución inglesa precipitó la transformación social de Inglaterra y con ella, la formación de un activo mercado interior. El nuevo colonialismo se desarrolló allí donde el viejo era imposible. Conclusión 1) La crisis del siglo XVII proporcionó su propia solución 2) Lo hizo por caminos indirectos y tortuosos 3) De todas las economías, la más “moderna” la más entusiasta en su subordinación de la política al empresario capitalista fue la de Inglaterra: la patria de la primera “revolución burguesa” completa. 4) Hubo una “refeudalización” de la agricultura (excepto en Holanda e Inglaterra) desde finales del s. XVI que, con el empobrecimiento consiguiente del campesinado, contrajo el mercado básico para la industria y el comercio, permitiendo únicamente el reducido mercado de los ricos.
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