Historia Militar Legiones Romanas
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HISTORIA DE LAS LEGIONES ROMANAS: ORGANIZACIÓN, ESTRUCTURA Y ESTRATEGIA EN LA ANTIGUA ROMA
DAVID ODALRIC DE CAIXAL I MATA HISTORIADOR MILITAR
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INDICE: CAPITULO I: EL EJÉRCITO EN LA ANTIGUA ROMA..............................3-16 CAPITULO II: HISTORIA DE LAS LEGIONES ROMANAS......................17-26 CAPITULO III: ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN DE LA LEGIÓN ROMANA..............................................................................................................26-35 CAPITULO IV: TROPAS AUXILIARES EN EL EJÉRCITO ROMANO..............................................................................................................36-81 CAPITULO V: TÁCTICAS DE LA INFANTERÍA ROMANA......................82-96 CAPITULO VI: PRINCIPALES BATALLAS Y Y DERROTAS DE LA INFANTERÍA ROMANA: ROMA CONTRA PIRRO Y LAS GUERRAS PUNICAS.............................................................................................................97-113 CAPITULO VII: INFANTERÍA ROMANA CONTRA LOS PUEBLOS CELTAS............................................................................................................114-131 CAPITULO VIII: HISTORIA DE LA ESTRUCTURA DEL EJÉRCITO ROMANO..........................................................................................................132-156 CAPÍTULO IX: LA REFORMA DE CAYO MARIO EN EL EJÉRCITO ROMANO.........................................................................................................157-162 CAPÍTULO X: LA ARMADA ROMANA; LA MARINA DE GUERRA EN TIEMPOS DE ROMA......................................................................................163-166 CAPÍTULO XI: LA GUARDIA PRETORIANA; LA GUARDIA DEL EMPERADOR EN LA ÉPOCA ROMANA..................................................167-175
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CAPITULO I EL EJÉRCITO EN LA ANTIGUA ROMA MONARQUIA SERVICIO MILITAR El servicio afectaba a los ciudadanos entre diecisiete y sesenta años. Hasta los cuarenta y cinco participaban en las campañas, y los mayores defendían las ciudades y formaban la reserva. Por lo general las clases altas no intentaban rehuir el servicio militar, ya que su cumplimiento era imprescindible para poder acceder a las magistraturas del Estado y hacer carrera política (el cursus honorum). La organización política básica en aquella época era la gens. La leva obligaba a cada gens a proporcionar un cierto número de hombres armados más otros hombres de apoyo. El requisito básico era ser ciudadano romano (infantería o caballería pesadas) o bien ciudadano de algún pueblo bajo domino romano (velites y caballería ligera), lo que contribuía a que el ejército tuviese una moral elevada y un gran fervor patriótico. No se tenían en cuenta otros factores como la religión o el color de la piel. Por el contrario, lo habitual entre los pueblos y civilizaciones de la época era un ejército formado por mercenarios profesionales sin importar su origen. La leva sólo era obligatoria en tiempos de guerra, pero las continuas guerras en las que Roma se veía implicada hacían que en la práctica la leva siempre estuviese en vigor. Aunque los soldados percibían una paga (no muy elevada) sus campos de cultivo quedaban desatendidos, lo que inevitablemente les causaba pérdidas si la campaña se alargaba. Con el tiempo los criterios de sangre noble se fueron relajando. A mediados del siglo VI a. C. el rey Servio Tulio puso la riqueza personal por delante del criterio de sangre en relación a los derechos y deberes de los ciudadanos. Entre estos derechos y deberes se encontraba el ejército. Servio Tulio dividió Roma en treinta tribus, y agrupó a los ciudadanos en cinco clases sociales, subdivididas en un total de ciento noventa y tres centurias. LEGION En los primeros tiempos no había distinción entre ejército y legión, Roma disponía de una sola legión de hasta tres mil infantes y trescientos caballeros. Sin embargo las guerras en aquella época eran escaramuzas limitadas que acababan con el invierno, y es dudoso que alguna vez se llegara a reunir el ejército al completo. Ni siquiera era un cuerpo permanente, se reclutaba y licenciaba según las necesidades. Los trescientos caballeros (centuriae flexuntes o centuriae celeres) formaban la caballería del ejército de la Antigua Roma. Estaban bajo el mando de tres tribunos de la Caballería (Tribuni Celerum) y el jefe supremo de la Caballería era el Magíster Equitum. La aristocracia al principio y las clases ricas posteriormente ocupaban la primera línea como muestra de su liderazgo del pueblo, y también porque podía pagarse el mejor equipamiento, con lo que sus unidades eran muy eficaces y bien armadas. Muy pocos miembros de las clases más bajas podían costeárselo con su paga de soldado. Con el crecimiento de la población de Roma y las mayores necesidades militares el número de legiones aumentó primero a dos y posteriormente a cuatro. El mando supremo de la caballería correspondía a un Magister Equitum, y el de la caballería de cada legión a los Tribunos de la Caballería. El mando supremo de los infantes correspondía inicialmente al rey y después a los Cónsules o Dictadores (o a los Legatus). El mando de los infantes de cada legión correspondía a los Tribunos de la Milicia. Los infantes
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fueron divididos en cinco clases según su armamento (en función de la riqueza personal) siendo las tres primeras llamadas hoplitas (por la armadura) y las otras dos Velites (auxiliares). UNIDADES En los primeros momentos el ejército era simplemente una agregación de unidades indiferenciadas inspirada en la falange etrusca. Esta, a su vez, se creó por la influencia de las unidades de hoplitas de la Magna Grecia con las que habían entrado en contacto. El tamaño de la legión pasó de unos tres mil hombres a más de cuatro mil, pudiendo llegar hasta los cinco mil. También hubo una mayor especialización de los soldados, pero tácticamente no se produjeron cambios y se mantuvo la estructura básica de la falange hoplita. ARMAMENTO Como cada soldado debía pagarse el equipo, éste dependía de a cuál de las cinco clases establecidas por Servio Tulio pertenecía el hombre. La mejor armada era la primera clase: Escudo: circular. Cuerpo: corseles de cuero, pectorales de bronce, grebas. Yelmo: casco cónico de bronce. Armas: gladium (espada corta), pilum (jabalina). Sandalias: reforzadas por una suela de piel gruesa de unos dos centímetros. Las demás clases llevaban progresivamente menor equipamiento, de acuerdo con el poder adquisitvo. La segunda clase carecía de coraza y el escudo era oval, la tercera carecía además de grebas, la cuarta sólo tenía pilum y gladius y la quinta eran honderos (arrojaban piedras). INICIOS DE LA MARINA ROMANA En el año 311 a.C. se instituyó la figura de los almirantes (Duoviri navales) para dirigir la pequeña armada romana formada por unos pocos navíos (galeras sobre todo) y por los contingentes marítimos de las ciudades aliadas que poseían marina (como Nápoles). El 267 a.C. se instituyeron los cuatro cuestores de la marina (Classici quoestores), con sedes respectivas en cuatro puertos: Ostia, Cales (en Campania), Ariminium (Rimini), y otra sede cuyo nombre y situación no es conocido. REPÚBLICA Y SERVICIO MILITAR Con el paso del tiempo el sistema militar iba sufriendo pequeños ajustes. Con el incremento de población la curia acabó desplazando a la gens. Las curias procedían de antiguas organizaciones principalmente económicas y comerciales, pero también religiosas y judiciales. Paulatinamente las curias se fueron transformando en simples organizaciones territoriales que fueron aprovechadas como unidades de leva. El adiestramiento se iniciaba con un entrenamiento físico realizado con el equipo puesto (unos treinta kilos) e incluía marchas y carreras de obstáculos. Posteriormente la
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instrucción militar incluía la práctica de movimientos aplicables en las guerras y el manejo de armas. LEGION A comienzos de la etapa republicana la legión se organizó con una estructura mucho más formal y estricta. Como las guerras eran más frecuentes y habían dejado de ser simples escaramuzas, las batallas requerían más planificación. A medida que las campañas aumentaban en duración se hacía evidente que la situación de una ciudadanía militarizada permanentemente no era sostenible. Esto supuso muchos problemas económicos hasta finales del siglo V. d.C. y principios del siglo IV a.C. cuando Roma empezó a tener tamaño suficiente para que los soldados sólo fuesen una proporción pequeña de la población. Especialmente importante fue la victoria frente a la ciudad etrusca de Veyes (369 a.C.), cuyo territorio y población fueron anexionados. En esta época el Estado ya compensaba a aquellos que sufrieran un perjuicio económico por tener que abandonar su trabajo. La lealtad del ejército se reforzaba por el juramento (sacramento) de fidelidad y obediencia a los superiores y de no desertar de la batalla. Las faltas de disciplina se castigaban de acuerdo a su gravedad con la suspensión del sueldo, con azotes o hasta con la muerte. El castigo para unidades completas consistía en diezmarlas, es decir, aplicar la pena de muerte a uno de cada diez legionarios. Durante el transcurso de la etapa republicana se solía reclutar un máximo de tres o cuatro legiones. Sin embargo continuaron teniendo, como durante la monarquía, una existencia efímera. Únicamente se hicieron permanentes las legiones I a IV. Éstas, mandadas por un cónsul se convertían en los ejércitos consulares. Durante la Segunda Guerra Púnica se reclutaron muchas más legiones para poder hacer frente a la gran amenaza de Aníbal. MANDOS Cada legión quedó bajo el mando de un cónsul elegido por un periodo de un año. Esto suponía que muchas veces estos dirigentes adolecían de dotes militares, y lo más habitual era que los cónsules a su vez nombrasen un legado (legatus), más profesional y con capacidad de mando al que situaban al frente de la legión. La figura del tribuno militar apareció formalmente en el 331 a.C. La legión se reorganizó en seis cuerpos, dirigidos por los tribunos militares electos. Estos cuerpos se dividía a su vez en otros diez, las centurias, bajo el mando de sendos centuriones. Nominalmente cada centuria constaba de cien hombres, pero en realidad su número podía ser de hasta sesenta; la cifra más habitual estaba en torno a ochenta. Así se creó una jerarquía formada en primer lugar por el cónsul electo, sus legados, los tribunos militares y los centuriones. Otro cambio obligado por la mayor duración de las escaramuzas fue la necesidad de prorrogar el mandato del cónsul en campaña. Así surgió la figura del Procónsul. La lealtad de los soldados, que se iba desplazando desde el Estado hacia sus jefes directos, hizo que los cónsules y procónsules empezaran a obtener un gran poder militar y político.
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UNIDADES La infantería pesada era la principal unidad de la legión. Estaba formada por soldados capaces de costearse el equipamiento. Según la experiencia se distribuían en hastati o astados (hastatus era el soldado más joven), príncipes (princeps era el soldado en torno a treinta años) y triarii o triarios (triarius era el veterano). La infantería ligera o velites no tenía una organización ni función precisas. Su actuación se ajustaba a las necesidades de la batalla. Eran un cuerpo de gran ligereza y movilidad que hacía que en muchas ocasiones fuesen los que más bajas infligían al enemigo. Por lo general no eran ciudadanos romanos, sino aliados (allae que, hasta el siglo III a.C.) se reducían aproximadamente a la Italia actual). La caballería ligera o equites estaba formada por jinetes expertos que, al mando de sus oficiales, solían atacar por los flancos. Al cargar por los flancos y por la retaguardia, sorprendían al enemigo y presionaban hasta acorralarle. ARMAMENTO El tronco se protegía con una coraza completa (frontal y espalda) de la que hubo varios tipos. La coraza más cara eran dos piezas de metal que protegían completamente el tronco. Por su precio y vistosidad estaban prácticamente reservadas a los oficiales y a la Guardia Pretoriana. La coraza de escamas estaba formada por pequeñas piezas de metal o hueso superpuestas y unidas por alambre. La lorica hamata era una cota de maya. La lorica segmentata estaba formada por hojas de metal alargadas. Proporcionaba mayor protección que la lorica hamata y permitía más movilidad. Para proteger el vientre utilizaban un cinturón de cuero, con tiras colgantes para proteger los muslos. El escudo podía ser de bronce o de madera recubierta de cuero, y su forma redonda, oblonga o semicircular o cilíndrica El casco protegía la nariz, mejillas y cuello. El de los oficiales llevaba un penacho. El calzado consistía en unas sandalias fuertes, con tachuelas en la suela, de gran resistencia en las largas marchas. Las armas eran un pilum pesado, un pilum ligero, el gladius y un puñal de doble filo. Además llevaban una mochila con objetos personales, agua y raciones para un mínimo de tres días. MARCHA Y CAMPAMENTOS Al frente de la legión marchaban los velites explorando el terreno y posibles trampas. Luego venían la infantería, la caballería, los encargados de levantar el campamento, el general, su guardia, tropas, las máquinas de asedio desmontadas, los oficiales superiores y más tropa cerrando la marcha. Con las reformas de Mario el campamento (castrum) desempeñó una papel fundamental en las tácticas romanas. No se dejó su establecimiento al azar, sino que seguía unos principios rígidos. Probablemente ningún otro ejército de la antigüedad contó con unos campamentos, para una noche o por tiempo indefinido, con tales niveles de seguridad. Externamente se rodeaba por un foso (fossa) de cuatro metros de anchura y tres de profundidad que era excavado por una parte de los legionarios, mientras la otra parte se mantenía en estado de alerta. La tierra extraída se utilizaba para levantar un terraplén defensivo, el agger, a continuación del fosso. En el caso de campamentos eventuales, como los construidos cada día al final de la marcha, el vallum podía ser sólo el agger o también adicionar una empalizada de madera. Si el campamento era semipermanente, como durante el descanso invernal o un asedio corto, el vallum era de madera o argamasa. Y si se
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trataba de algo permanente, por ejemplo vigilar la seguridad de una zona, se utilizaba la piedra. Después del vallum se dejaba un terreno despejado de treinta a sesenta metros, el intervallum. La tienda del general se levantaba junto a la intersección de dos calles que se cruzaban en forma de cruz latina, la via praetoria el brazo largo y la via principalis el brazo corto. En cada una de las zonas se distribuían las tiendas de los legionarios, siguiendo una ordenación específica según el cuerpo. Las tiendas tenían capacidad para cuatro legionarios, pero alojaban a ocho en turnos rotativos. EL COMBATE El esquema romano clásico de combate constaba de una vanguardia de velites. A continuación venía la infantería pesada dispuesta en tres líneas: hastati principes triarii (que sólo entraban en combate en situaciones extremas). A la derecha de la infantería se disponía la caballería romana, y a la izquierda la caballería de los aliados. En vista de sus defectos la formación en falange fue sustituida por el manípulo, consistente en dos centurias bajo el mando del mayor de ambos centuriones. Cada una de estas tres líneas de infantería ya no era contínua, sino que se separaba en manípulos, con un pequeño cambio de orden: hastati, diez manípulos de ciento veinte soldados príncipes, diez manípulos de ciento veinte soldados triarii, cuyo manípulo constaba de sesenta hombres velites, o infantería ligera, que se disponían delante de las líneas de infantería pesada para explorar y hostigar al enemigo sin trabar contacto directo El hueco que quedaba entre dos manípulos de la primera línea se encontraba cerrado por un manípulo en la segunda línea, y a su vez la tercera línea cerraba los huecos de la segunda. El resultado era una disposición en forma de tablero de ajedrez -acciesque dotaba de gran flexibilidad a los movimientos de la infantería. EL TRIUNFO Si en una batalla caían al menos cinco mil enemigos y se obtenía una victoria abrumadora el senado decretaba el Gran Triunfo. Éste se celebraba con un desfile multitudinario por las calles de Roma liderado por magistrados y senadores. A continuación iban los cornetas, el botín, los prisioneros, el general triunfador, con una corona de laurel, y sus tropas cerrando el desfile. BOTIN DE GUERRA Al enemigo, tanto riquezas como tierras, pasaban a ser propiedad del Estado. Muchas de estas tierras se les entregaban a patricios y generales victoriosos, o bien se les arrendaban a precios muy reducidos. Los habitantes de la tierra pasaban a ser esclavos del propietario o arrendatario. Con el paso del tiempo cada vez era más habitual que fuese el propio jefe del ejército el que se alzase con la propiedad del botín y la
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repartiese a su criterio entre sus ayudantes y la tropa, con lo que se ganaba su fidelidad personal. Esto acabó siendo de gran importancia política desde los últimos años de la república. El iniciador de esta medida fue Escipión HONOR Y TITULOS Los soldados reclutados entre la clase aristocrática tenían escaso espíritu combativo. Para elevarlo fue preciso dictar una ley que obligaba, para aspirar a una magistratura, a haber servido diez años en el ejército, con lo que se impidió que la aristocracia desertara de sus obligaciones militares. Los títulos y honores son ambicionados. Antes los honores del triunfo se concedían solamente al cónsul que regresaba victorioso y aumentaba el territorio de la República. Ahora cualquier escaramuza da lugar a la celebración de un triunfo, dentro o fuera de Roma. Para poner coto a ello se decidió en el año 181 a. C. que para celebrar un triunfo, la batalla debía haber originado al menos cinco mil muertos, pero a menudo se aumentaron las cifras en los informes para saltarse la norma. Los títulos de victorias, reales o ficticias, aumentaban. Las familias empezaron a adoptar sobrenombres alusivos (cognomen secundum o agnomen), costumbre iniciada por Escipión (que se tituló Africanus), por su hermano (Asiaticus) y por su primo (Hispanicus). El 163 a. C. el conquistador de Mesina tomó el sobrenombre de Mesala, y así otros muchos. MODIFICACIONES A FINALES DEL SIGLO II a. C. Y EN EL SIGLO I a.C. LA CRISIS DEL EJÉRCITO ROMANO Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a.C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue derrotado en la Batalla de Noreia por tropas invasoras de Cimbrios y Teutones, muriendo la práctica totalidad del ejército (sobrevivieron 20.000 hombres de un total de 200.000). Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el Rey Yugurta de Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no había logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo que le liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a finales del año 108 a.C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos votos había obtenido de los dos) en el año 107 a.C. y se le encargó concluir la guerra contra Yugurta se encontró que no tenía ejército. El ejército de Metelo había sido asignado al cónsul senior, Lucio Casio Longino, para expulsar a los Cimbrios, que volvían a amenazar a Roma desde los Alpes. Por otro lado, los ciudadanos elegibles que quedaban eran muy pocos, debido a los anteriores desastres militares. El fondo de la crisis venía de que, al ir Roma expandiendo sus fronteras y tener que enfrentarse a guerras más largas y lejanas, además de a tener que ocupar territorios extranjeros durante años, se rompió definitivamente el ciclo de servicio militar. Pues los soldados ya no eran licenciados tras una campaña a tiempo para atender sus tierras. Y las deudas les hacian presa fácil de los grandes terratenientes, que dominaban el senado y aprovechaban la situación para hacerse con las tierras de los pequeños propietarios. Unido a las bajas de las guerras, este empobrecimiento fue destruyendo la clase media romana que formaba el núcleo del ejército. Y convirtiendo el servicio militar en cada vez más impopular. Cayo Mario, para solventar este problema, introdujo una serie de reformas.
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LAS REFORMAS DE MARIO Hacia el final de la República, Cayo Mario reformó el ejército. Se hizo permanente. Se abolieron los límites establecidos por las clases de Servio Tulio y se aumentó la paga del legionario, con lo que el número potencial de estos aumentó considerablemente. Los nuevos soldados, sin trabajo y sin propiedades, no deseaban que llegara el final de la campaña, que también significaba el final de la paga. Los soldados se alistaban por dieciséis años, periodo que se fue ampliando hasta veinte o veinticinco. Así se profesionalizó el ejército. PRIMERA REFORMA EL RECLUTAMIENTO La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin tierras ni propiedades, las demoniadas capite censi o censo por cabezas, dentro de las personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres que no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado les suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la gente sin recursos un empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de ganar dinero mediante los saqueos en campaña. La gente, que tenía muy poca esperanza de incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezaron a apuntarse al nuevo ejército de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años. Gracias a esta reforma, Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar suficientes hombres en un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En segundo lugar, solventó un grave problema económico que existía en Roma, provocado por la pérdida de la mayor parte de la clase media en guerras (tanto por la muerte de los ciudadanos, como por su ruina económica, al no poder encargarse de sus propiedades en campaña). SEGUNDA REFORMA: ESTRUCTURA MILITAR Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía a lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la siguiente forma: Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones especializadas: hastati, príncipes y triarii. A partir de la reforma, la infantería legionaria constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo modo, se eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de combate. El número total de hombres en una legión completa era de unos 6.000, de los cuales aproximadamente 5.000 serían soldados. El resto era personal no combatiente. La organización interna de la legión consistía en 10 cohortes de 6 centurias cada una. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente, del I al X, pero están organizadas jerárquicamente: la I Cohorte tiene el doble de soldados que las demás, generalmente la componen los más veteranos, y se despliega en primera fila. Por el contrario, la cohorte X despliega en segunda fila, y está compuesta por los soldados más bisoños. La centuria consistía en 80 soldados apoyados por 20 no combatientes y dirigidos por un soldado profesional ascendido de
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entre los soldados rasos y llamado centurión. La centuria a su vez se dividía en contubernia (sing. contubernium) grupos de 8 hombres que compartían una tienda. Sin embargo, la centuria luchaba como una unidad, marchaba como una unidad y acampaba como una unidad. Acarreaba con ella todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Esta reducción del convoy de suministros hizo que la legión fuese mucho más rápida en sus desplazamientos. De 2 a 6 legiones juntas constituían un ejército. Desde este momento, las cohortes, de las que habrían seis a diez, sustituyen a los manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de 6 a 8 centurias y es liderada por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer y escribir. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado. Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran cantidad de personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a auténticas ciudades. Las legiones pronto se encontraron en una condición física y de disciplina insuperable, sin parangón en el mundo antiguo. TERCERA REFORMA: JUBILACION La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del censo por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y una finca en alguna zona conquistada a la que podían retirarse. Por último, Mario garantizó a los aliados itálicos (Etruria, Piceno, etc.) la ciudadanía romana completa si luchaban como soldados auxiliares y completaban el servicio. IMPACTO DE LAS REFORMAS DE MARIO El primer y más obvio resultado fue una mejora en la capacidad militar del ejército. Ya no era necesario que, cuando la República se viese amenazada, el general de turno tuviera que reclutar a toda prisa un ejército, entrenarlo para luchar y obedecer las órdenes, y luego hacerlo marchar a la batalla completamente novato. Este solo hecho fue imprescindible en el crecimiento y el éxito de la máquina militar romana y tuvo como resultado un éxito continuado de los romanos en el campo de batalla. Otro beneficio de las reformas fue el establecimiento de legionarios retirados en tierras conquistadas. Esto ayudó a integrar la región en el imperio, romanizado a sus ciudadanos, y reduciendo con ello el descontento y la sensación de opresión. Sin embargo, otro aspecto de las reformas de Mario que comenzó a comprobarse más adelante como una especie de efecto secundario, fue que la lealtad de las legiones comenzó a trasladarse desde el estado romano (esto es, el Senado y el Pueblo de Roma) hacia el propio general que dirigía el ejército. Comenzó a ser común que los generales, en lugar de retirarse tras el cese de las hostilidades, rechazasen perder su imperium y usasen su ejército (que le era leal a él) para consolidar su poder. Esto llevó a una serie de guerras civiles a lo largo del siglo siguiente y finalmente condujo a la destrucción de la República y transformación en Imperio. Más tarde, este problema se disparó con la crisis del siglo III, en el periodo de cincuenta años conocido como "anarquía militar", donde los emperadores subían al trono o eran asesinados en función de su capacidad para sobornar a las tropas, y en un año podían
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sucederse varios. Incluso se llegó a subastar el puesto de emperador. Después de este periodo de medio siglo de caos, Roma quedo arruinada y tan débil que los bárbaros comenzaron a ser un problema serio. Posteriormente, el problema de la lealtad de los ejércitos supuso un cancer que minó una y otra vez al Imperio hasta el punto de ser uno de los principales factores, sino el mayor, de su decadencia y destrucción. IMPERIO / SERVICIO MILITAR Los territorios que fueron anexionados a Roma más tempranamente no aportaban casi soldados, y las provincias reclutaban en función del tiempo permanecido bajo soberanía romana. Normalmente no era necesario forzar el reclutamiento pues el número de voluntarios era suficiente para cubrir las necesidades. Los ciudadanos romanos podían alistarse en cualquier unidad, pero, preferentemente, lo hacían en las legiones, mientras que los peregrinos, o personas libres no-ciudadanas, eran enviadas a las tropas auxiliares. Un caso especial lo constituían las tropas de guarnición en Roma, ya que la Guardia Pretoriana y las Cohortes Pretorianas se nutrían con ciudadanos romanos itálicos y de las provincias más romanizadas, como la Bética, Macedonia o la Gallia Narbonense mientras que las Cohortes de Vigiles eran reclutadas fundamentalmente de entre libertos, personas que tenían vedado el acceso al resto de los cuerpos. LEGION En esta época el ejército estaba formado por treinta legiones de unos cinco mil trescientos hombres cada una. La legión ya era un cuerpo permanente, podía variar en número y composición pero siempre existía, cada una con sus símbolos, historia y glorias particulares. En ellas había gran variedad de especializaciones como soldados, zapadores, policía militar, cuerpo médico, etc. MANDOS Cada legión, bajo el mando de un legatus, constaba de infantería y de caballería. Inmediatamente bajo su mando había siete tribunos militares, de los cuales seis eran oficiales procedentes del ordo equester, 5 tribuni angusticlavii con mando sobre dos cohortes y un tribunus sexmestris al mando de la caballería legionaria, y uno era miembro del ordo senatorius como tribunus laticlavius, y era un joven senador que ejercía de segundo del Legado. Por debajo, se encontraba el Praefectus Castrorum, un antiguo Primus Pilus que en vez de jubilarse había ascendido a este puesto e ingresado en el ordo equester. Era el encargado de la logística, del mantenimiento del campamento y del mando de la artillería y maquinaria de asedio en combate. La infantería constaba de diez cohortes, de las que la primera era especial. Estaba formada por cinco centurias de ochenta hombres, cada una de ellas bajo el mando de un centurión, siendo el centurión de la primera centuría llamado Primus Pilus, y por tanto el cuarto hombre de la unidad, con acceso directo al Legado. Además incluía un cuerpo de seiscientos hombres que no participaba en la batalla formado por escribanos y comerciantes. En total unos mil hombres. Las nueve cohortes restantes eran iguales. Cada una de estas cohortes, de cuatrocientos ochenta hombres, se dividía en seis centurias bajo el mando de sendos centuriones. La caballería estaba integrada por unos ciento veinte hombres, en cuatro turmae de 30 jinetes al mando de sendos centuriones. Por debajo de los centuriones se encontraban los suboficilaes, llamados
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principales, de entre los que destacaban el optio o lugarteniente del centurión, el signifer o porta estandare o signum de una centuria, el aquilifer, portaestandarte mayor de la Legión, el tesserarius o suboficial de seguridad, y otros muchos cargos especilizados, como el veterinarius o el duplicarius por citar sólo dos casos. Todavía por debajo estaban los inmunes, exentos de trabajos pesados, formados por algunos especilistas y por todos los jinetes, con doble paga o paga y media. Por último, estaban los soldados rasos. AUXILIARES El punto débil de las legiones estaba en su propia fortaleza: básicamente eran unidades de infantería pesada, con un elevado número de especialistas en las más variadas tareas militares y no militares, y por ello poco adecuadas para tareas rutinarias. Además, su carencia de caballería y potencia de fuego a media distancia hacía que necesitaran ser completadas. En época republicana el estado romano había contratado tropas de auxilia, como los temerarios honderos baleares o grupos de celtas, germanos o mauritanos para campañas concretas para poder cubrir estas carencias. Siguiendo este modelo, Augusto decidió que se crearan tropas de auxilia, pero no ya contratadas para campañas concretas, sino formando parte del ejército regular. Así, se crearon unidades específicas de caballería, Alae, de infantería, Cohortes, o mixtas de infantería y caballería, Cohors equitata, especializadas o no, reclutadas de entre las personas libres que carecían de la ciudadanía romana-la inmensa mayoría de la población del Imperio-, y que, tras 25 años de servicio, obtendrían la ciudadanía romana como premio.A mediados del siglo I, se crearon unidades mixtas de caballería e infantería, llamadas cohortes equitatae, con una proporción de 4 a 1 de infantes sobre jinetes. Las unidades auxiliares fueron asignadas permanentemente a legiones concretas con las que podían compartir campamento, pero a mediados del siglo I, fueron separadas de las legiones e instaladas en campamentos permanentes propios, llamados castellum (castella en plural). En principio, las unidades eran de tipo quincuagenario, similares a las cohortes legionarias ordinarias, con 480 soldados de infantería, 512 jinetes o 480 infantes y 120 caballeros, según fueran cohortes de infantería, alas de caballería o cohortes equitatae; sin embargo, su separación de las legiones y su establecimiento en puntos concretos del limes con su propio campamento provocó la necesidad de que algunos sectores contaran con unidades más numerosas, para lo que se crearon algunas unidades miliarias, con 800 infantes, 720 jinetes, o 800 soldados y 240 caballeros, nuevamente según fueran cohortes de infantería, alas de caballería o cohortes equitatas. El armamento o forma de vestir podía ser similar al de las legiones, o ser completamente específico, como ocurría con las unidades de arqueros sirios, jinetes ligeros del norte de África caballería pesada parta. Por su parte, los mandos eran siempre romanos. Un caballero, miembro del ordo equester, dirigía cada unidad como tribunus cohortis, praefectus alae o praefectus cohortis, y los centuriones y decuriones siempre tenían la ciudadanía, así como muchos de los principales de las unidades. Algunas unidades fueron reclutadas entre itálicos o entre voluntarios ciudadanos, y entonces estaban equipadas de la misma forma que las legiones; en algún momento, otras unidades obtenían por ciertas acciones meritorias en campaña el título de civium romanorum, y pasaban a estar equipadas de la misma forma que las legiones, aunque conservaran algunas armas propias. A mediados del siglo II, el proceso de homologación entre unidades auxiliares y legiones estaba muy avanzado, lo que restaba eficacia al ejército romano, y, además, la aparición de bárbaros
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difícilmente encuadrables en un ejército regular, hizo necesaria buscar alguna solución. La respuesta fue adoptar un modelo similar al republicano, contratando a un grupo de bárbaros, bastante reducido, en torno a 300, ponerlos bajo mando romano y crear unidades llamadas numerus de infantería y cuneus de caballería, y utilizarlos como verdadera carne de cañón, aunque, con el tiempo, estas unidades tendieron a ser permanentes. A partir del siglo IV, la diferencia entre auxiliares y legiones desapareció totalmente y sólo se conservaron los nombres de las unidades. MARINA Cuando Roma comenzó a prestar atención al mar las clases más humildes, raramente encontradas en la infantería y nunca en la caballería, encontraron acomodo en las tripulaciones de la flota. Ésta tenía necesidad de una gran cantidad de personal poco preparado y sin requerimientos de equipamiento especial; un barco de guerra podía necesitar hasta trescientos remeros y ciento veinte marineros. VETERANOS Al licenciarse al final de su servicio -20 años para los legionarios, 16 para la guarnición de Roma, 25 para los auxiliares y 26 para los marineros- los soldados recibían el honroso título de veteranus (veterano), y el emperador, a través del Aerarium Militaris creado en el año 2 a.C. les entregaba un premio en metálico, de 3.000 a 5.000 denarios, según épocas, y recibían ciertos privilegios, como casarse legalmente, regularizando cualquier unión anterior y otorgando la ciudadanía romana a los hijos que hubiesen tenido o a los que fueran a tener. Así mismo, se les permitía instalarse en cualquier parte del Imperio, y si este lugar era una ciudad privilegiada, municipio o colonia, se convertían automáticamente en miembros de su consejo local u Ordo Decurionis, estaban exentos de ciertas cargas, como alojar militares en sus casas y no podían ser sometidos a castigos o penas infamantes. Si habían prestado servicio en la marina o en las tropas auxiliares y no eran ciudadanos romanos, con la licencia se les concedía automáticamente la ciudadanía romana. Se archivaba un certificado o Diploma militaris, consistente en dos tablillas de bronce con la fecha, nombre del emperador, nombre del soldado, grado, privilegios, años de servicio y cuerpo, y se les entregaba una copia, aunque esto sólo afectaba a los soldados de las unidades auxiliares y de la flota, porque con ello demostraban la adquisición de la ciudadanía romana. GUARDIA PRETORIANA Este cuerpo militar fue establecido por César Augusto como guardia personal del emperador, y fue suprimida por el emperador Constantino I después de vencer a su rival Majencio en la Batalla del Puente Milvio. Recibía un entrenamiento mucho más intenso, su paga era mayor, su servicio era de sólo 16 años, y solamente participaba en las guerras si el emperador en persona acudía al frente de batalla. Al mando de los pretorianos estaban los dos praefecti praetorium, que en ocasiones se reducían a uno sólo. Sus hombres eran reclutados de entre los ciudadanos romanos de Italia y, excepcionalmente, de las provincias mas romanizadas como la Galia Narbonense, la Bética o la Tarraconense Augusto organizó la Guardia Pretoriana en 9 cohortes quincuagenarias de 480 soldados cada una, situadas en diferentes ciudades de Italia. Tiberio reunió las 9 cohortes en Roma y creó un cuartel permanente para ellas, el
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castra praetoria. Vitelio transformó las cohortes en miliarias, con 800 hombres, e incrementó su número hasta 12, pero, al año siguiente, Vespasiano redujo su número nuevamente a 9. Por último, Septimio Severo licenció a todos los pretorianos itálicos que habían asesinado a Pertinax y a Didio Juliano, y que se habían atrevido a subastar el puesto de emperador al mejor postor, y los substituyó con legionarios de las legiones de Panonia, y, para asegurarse tropas alternativas a las de la guarnición de Roma, instaló en los Montes Albanos a la Legio II Parthica. Debido a su cercanía al emperador la guardia pretoriana acabó transformándose en un instrumento de poder. Muchos emperadores fueron asesinados o depuestos por su guardia pretoriana, y algunos prefectos llegaron a emperador, tal y como ocurrió con Macrino LISTA GENERAL DE LAS UNIDADES DEL EJERCITO ROMANO Accensus- cualquier oficial público que atendió sobre varios de los magistrados romanos; o una especie de soldado de supernumerario que sirvió para llenar los sitios de oficiales muertos o incapacitado(inutilizado) por sus heridas en la República romana Adscripticius- un soldado de supernumerario de la República romana que sirvió para llenar los sitios de los oficiales que fueron matados o incapacitados(inutilizados) por sus heridas. Antesignani - tropas de Vanguardia. Antesignani quiere decir " aquellos antes del estándar " (Signus, Signum) auxilia- las tropas en el ejército romano de los últimos períodos Republicanos e Imperiales que al principio se quedaron en su provincia, pero fueron formalizadas y más tarde tomaron el papel de apoyo de especialista que provee a las legiones. Un ejemplo sería el arquero sirio. Honderos baleares- honderos Expertos de las Islas Baleares de la costa mediterránea de la España moderna. bucelarii- una unidad de soldados en el tardío Imperio romano y Imperio Bizantino, que no fue apoyado por el estado, sino más bien por los individuos como un general o el gobernador. cataphractarii- soldados de caballería pesadamente armados y con una armadura también muy pesada, adoptados de los Partos y desplegado por los Romanos en el siglo II durante el reinado de emperador Adriano. Se los conocía por el nombre de "jinetes de hierro" a causa de su armadura que cubría jinete y caballo por completo. Era una caballería del Imperio de Oriente. Classiarii- Marineros romanos Celeres- una fuerza de 300-500, probablemente la caballería que sirvió como guardaespaldas a los tempranos reyes romanos, durante la monarquía. Su nombre Celer significa en latino " el rápido ". Clibanarii- una unidad militar de jinetes pesados armados, similares al Catafractos. Como estos anteriores, vestían una pesada armadura y utilizaban un mazo como arma. Unidad del Imperio romano de Oriente. Cohortes urbanae- una unidad de policía de la Roma urbana y que llegó a contrapesar el poder de la guardia pretoriana. Comitatenses- el legionario estándar después de que las reformas de Constantino. Su nombre proviene del "comite" (de ahí la palabra conde) que era el oficial que los dirigía. Comitatenses Palatini o Auxilia Palatina-ejército de campo del tardío Imperio romano que era único ya que siempre estaba bajo el mando directo del Emperador
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romano. Constituían una guardia palaciega aunque también operaba en campaña. Más o menos 1 de cada 5 miembros era bárbaro. Dromedarii- unidades a camello como fuerzas auxiliares reclutadas en las provincias de desierto del Imperio romano del este. Duplicarius- el oficial en el ejército Equites- tropas de caballo romanas ciudadanas establecidas en la clase romana ecuestre. Foederatii- soldados proporcionados por tribus bárbaras a cambio de dinero. Fumetarii- el servicio secreto del Imperio romano. Hastati- la primera línea de batalla en el Ejército romano Republicano antes de las reformas de Mario. Herculiani- la guardia imperial de los Emperadores del Imperio romano de 284 hasta 988 establecida por el emperador Diocleciano. Joviani (también se les llamó Jovianos) - la guardia imperial de los Emperadores del Imperio romano de 284 hasta 988 establecida por el emperador Diocleciano. Su nombre proviene del dios Jove. Lancearii- Lanzeros de campaña enviados para que apoyaron el comitatenses. Se cree que llegaron a ser una unidad de élite. Latini- las tropas aliadas de la República formadas por no ciudadanos que vivían en ciudades aliadas latinas Limitanei-Creados por el emperador Constantino eran una unidad fronteriza, similares a los auxiliares de los primeros siglos del Imperio Romano, que tenían como función repeler a las invasiones bárbaras hasta que llegásen los cominatenses. Lanzeros Menapiam- Menos numerosos y los mejores mercenarios auxiliares. Arqueros Nabateos- arqueros Auxiliares reclutados en Nabataea, en lo que es ahora Jordania. Numerii- un término aplicado para cualquier soldado Pedites- la infantería del temprano ejército del reino romano. La mayoría del ejército en este período. Peditatus- un término que se refiere a cualquier soldado de infantería en el Imperio romano praetorians o pretorianos - una fuerza especial de guardaespaldas usados por Emperadores romanos, disueltos por Constantino. Formaron la Guardia pretoriana. Príncipes- la segunda línea de batalla en el Ejército romano Republicano antes de las reformas de Mario. Rorarii- la línea final, o de reserva, en el ejército republicano de antes de Mario. Estos fueron quitados aún antes de las reformas como el Triarii proporcionó un ancla muy robusta Sagittarii- arqueros, incluyendo arqueros auxiliares que montan caballo reclutados principalmente en el Imperio Oriental y África Scholae Palatinae- una tropa de la elite de soldados en el ejército romano creado por el Emperador Constantino el Grande para proporcionar la protección personal del Emperador y su familia. Eran los sustitutos de la guardia pretoriana. Socii- Reclutas speculatores- los exploradores y el elemento de reconocimiento del ejército romano supernumerarii - una especie de soldado de supernumerario que sirvió para llenar los sitios de los muertos o incapacitado por sus heridas Triarii - la tercera línea estándar de infantería del ejército de la República romana
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Velites- una clase de infantería ligera en el ejército de la República romana. Lanzaban jabalinas. Vigiles- los bomberos y la policía de Roma Antigua.
CAPITULO II HISTORIA DE LAS LEGIONES ROMANAS
Provincias del Imperio Romano al final del reinado del Emperador Trajano en el 117 d. C. Hasta el siglo I a.C, las legiones de la República de Roma eran levas ciudadanas temporales, activadas para campañas específicas y desactivadas al concluir las mismas. A partir de esa fecha, la legión romana era una mezcla de unidades voluntarias y reclutadas en la que la legión en si misma se mantenía activa mucho después de acabada la campaña por la que se activó, y sus efectivos iban siendo renovados. Una gran cantidad de legiones fue activada por pretendientes rivales durante el periodo de guerras civiles del 49 a.C al 30 a.C. Cuando César Augusto consiguió hacerse con el poder y fundar el Imperio romano el año 30 a.C, procedió a licenciar a más de 50 de las legiones existentes. Con las restantes 28 formó el núcleo del primer ejército Imperial, manteniéndose activas varias de ellas durante más de 300 años. Augusto y sus sucesores convirtieron las legiones en unidades permanentes de soldados profesionales que se alistaban durante un período estándar de 25 años de servicio. Durante el Imperio tardío (284 al 476), se cuenta con menos referencias históricas acerca de las legiones. Siguieron siendo unidades profesionales, pero en ese periodo eran radicalmente distintas en tamaño, estructura, y funciones tácticas a lo que habían sido sus predecesoras, a pesar de que muchas aún tenían los nombres tradicionales. Las reformas militares que cambiaron el papel y la forma de las legiones fueron realizadas principalmente por Diocleciano y Constantino I el Grande, y acabaron de completarse con algunos cambios menores en el siglo IV. De algunas se desconoce su final o éste ha sido silenciado por las fuentes clásicas. Hay que tener 16
en cuenta que los historiadores y cronistas romanos eran extremadamente reservados a la hora de registrar en sus escritos aquellas legiones que fueron deshonradas, probablemente debido a que el recuerdo de su memoria estuviera prohibido. Igualmente ocurría con aquéllas que fueron aniquiladas en el campo de batalla, no siendo dado a conocer por cuestión de moral pública y para asegurar la estabilidad política del imperio. NUMERO Y NOMBRE DE LAS LEGIONES La numeración de las legiones es confusa. Muchas comparten el mismo número. César Augusto numeró las legiones que fundó personalmente desde el I, pero también heredó números de sus predecesores. Cada emperador normalmente numeraba las legiones que reclutaba él mismo empezando también desde I. Sin embargo, esta práctica no se siguió de forma consistente: por ejemplo, Vespasiano mantuvo el número anterior para las legiones que reconstruyó a partir de unidades disueltas; la primera legión reclutada por Trajano se numeró como XXX, ya que ya había 29 legiones en servicio en el momento de su fundación. Los números XVII, XVIII y XIX corresponden a las legiones aniquiladas en la batalla del bosque de Teutoburgo, y nunca fueron empleados de nuevo. Como resultado de esta evolución más bien caótica, es necesario mencionar también el nombre de la legión para poder distinguirlas. Las legiones solían tener varios títulos y nombres, otorgados normalmente por el Emperador reinante tras campañas sucesivas. Por ejemplo, la legión XII Fulminata también era Paterna (paternal), Victrix (victoriosa), Antiqua (venerable), Certa constans (confiable, firme) y Galliena (de Galieno). También se hacía entrega a las legiones de otros títulos, como Pia fidelis o fidelis constans, ocasionalmente más de una vez a la misma legión. En esta tabla solo se usan los nombres más comunes y establecidos. El apodo de cada legión pudo haber sido concedido bien como título honorífico (Legio VIII Augusta), por hechos de armas tras haber ganado alguna batalla o campaña (Legio XX Valeria Victrix), por haber permanecido fiel en alguna revuelta (Legio XI Claudia Pia Fidelis), por la región donde estuviese concentrada (Legio IV Macedonica), por el lugar donde fue reclutada (Legio III Italica), por la fusión de dos o más legiones (Legio XIII Gemina), por alguna característica especial (Legio X Equestris), etc. En otro casos su significado es confuso. Por ejemplo, en el caso de la Legio V Alaudae, se cree que tuvo este sobrenombre por el penacho de plumas de alondra en los cascos en vez de crines de caballo como era lo normal, aunque existen otras interpretaciones. Así mismo, y de igual manera que a una legión se la recompensaba con un título honorario por sus acciones, este también podía ser perdido si daba muestras de cobardía o negligencia, como le ocurrió a la I Augusta por haber perdido el águila en combate durante las Guerras Cántabras, con independencia de otros sangrientos castigos como diezmar (ejecutar a una décima parte de los hombres) o quintar (ejecutar a una quinta parte). Los títulos geográficos pueden indicar: La región en la que la legión fue reclutada originalmente, p.ej. Italica => de Italia Pueblos a los que la legión ha vencido, p.ej. Parthica => victoriosa sobre el Imperio Parto Las legiones que llevan el nombre personal de un Emperador, o de su gens (clan), como Augusta o Flavia, o bien fueron fundadas por dicho Emperador, o bien recibieron el nombre como símbolo de especial estimación. El nombre de gemina puede significar que la legión está hermanada con otra. Alternativamente, también
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puede significar que dicha legión está dedicada a los gemini (gemelos) Rómulo y Remo, los legendarios fundadores de Roma BASE PRINCIPAL Esta columna muestra donde se encontraba la base principal o Cuartel General (castra) en el que la legión pasó el mayor tiempo durante el Principado. Véase las notas para cada legión acerca de los nombres romanos de dichas bases, así como fechas y nombres de las principales usadas. Las legiones con frecuencia compartían sus bases con otras estacionadas en la misma zona. Destacamentos de las legiones podían ser enviados por periodos largos a otras bases y provincias, según dictasen las necesidades operativas. EMBLEMAS Las legiones solían tener más de un emblema al mismo tiempo, y ocasionalmente podían cambiarlo. Las legiones reclutadas por Julio César solían usar originalmente como emblema un toro. Las reclutadas por César Augusto solían emplear un macho cabrío. FECHA DE DISOLUCION Para las legiones documentadas en el siglo IV y posteriores, no se sabe hoy día como o cuando fueron disueltas. Las legiones que desaparecieron antes del 284, la razón (cierta o más probable) se muestra como: XX, aniquilada en batalla DD, licenciada con deshonor DE, destino desconocido LOCALIZACION Indica la Provincia romana en la que se encontraba la base (castra) en cada una de las fechas clave. X indica que la legión no existía en esa fecha. Véase las notas para detalles del castra y la duración de los destinos. Los nombres de las provincias y fronteras se usan tal como eran en el periodo del Principado hasta el 107 dC, durante el reinado de Trajano, y tras la anexión de Dacia y Arabia Petraea. El mapa empleado muestra las provincias al final del reinado de Trajano, en el 117 dC. Son las mismas que en el 107 dC, excepto en que Armenia y Mesopotamia aún pertenecen al Imperio (fueron abandonadas poco después de la muerte de Trajano); y Panonia había sido dividida en dos hacia el 107. En realidad, las fronteras provinciales fueron modificadas varias veces durante el periodo 30 aC - 284 dC, lo que causa discrepancias con otras fuentes sobre la localización exacta de una legión en una fecha concreta. LEGIONES DE LA REPUBLICA TARDIA Hasta las reformas de Mario del 107 aC, las legiones de la República de Roma estaban formadas por levas obligatorias de ciudadanos romanos, que debían prestar un servicio militar a la república siempre que cumplieran con los requisitos necesarios, y que eran activadas siempre que fuera necesario. Usualmente eran autorizadas por el
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Senado romano y desactivadas en cuanto pasaba la necesidad. Las reformas de Mario, surgidas por la necesidad de mantener guarniciones en las cada vez más lejanas fronteras de la República, convirtieron a las legiones en unidades permanentes, que podían mantenerse activadas como unidad durante años, o incluso décadas. Aunque aún se practicaban levas, los legionarios podían alistarse voluntariamente por un periodo mínimo de seis años a cambio de un salario fijo. Los requisitos en cuanto a propiedades para poder alistarse, que ya estaban muy reducidos, fueron eliminados por completo. Eso permitió realizar una gran cantidad de reclutamientos voluntarios entre el proletariado que no tenía propiedades, atraído por el trabajo remunerado que ofrecían las legiones. Durante el último siglo de la República, los procónsules que gobernaban las provincias fronterizas se fueron haciendo cada vez más poderosos. El mando sobre legiones activadas que luchaban en campañas militares distantes y ardúas tendía a trasladar la lealtad personal de esas legiones del Senado romano a la persona del proconsul. Estos Imperatores (de Imperator, término con el que los calificaban sus tropas, que inicialmente significaba General victorioso) empezaron a enfrentarse unos con otros, iniciando guerras civiles para conseguir el control del estado. Ejemplos de este tipo de actividades serían Lucio Cornelio Sila, Julio César, Cneo Pompeyo Magno, Marco Licinio Craso, Marco Antonio o el propio Octavio, que sería más tarde conocido como César Augusto, el primer Emperador. En este contexto, los Imperatores activaron multitud de legiones sin la autorización del Senado, a veces usando sus propios recursos (generalmente extorsionados previamente de las provincias que controlaban). A medida que se fueron resolviendo las guerras civiles, muchas de estas unidades "privadas" eran disueltas, aunque siempre se activaban más para ser empleadas en la siguiente. Las legiones incluidas en la lista siguiente tuvieron una historia lo bastante prolongada como para aparecer en las fuentes de la época. La mayoría fueron activadas por Julio César, y posteriormente incluidas por Augusto como núcleo de su ejército, junto con algunas activadas por Marco Antonio. Legio I Germanica (de Germania): 48 a.C.–70 (Rebelión Batavia), Julio César Legio II Sabina (de Sabinia): 43 aC aprox. hasta el 9, primer nombre de la Legio II Augusta Legio III Cyrenaica (de Cirenaica): probablemente del 36 a.C. al (por lo menos) siglo V, Marco Antonio Legio III Gallica (de Galia): de cerca del 49 a.C. hasta por lo menos el siglo IV, Julio César (emblema: Tauro) Legio IV Macedonica (de Macedonia): 48 a.C.–70 (disuelta por Vespasiano), Julio César (emblema: Tauro, Capricornio) Legio IV Scythica (de Escitia): cerca del 42 a.C. hasta por lo menos principios del siglo V, Marco Antonio (emblema: Capricornio) Legio V Alaudae (Alondras): 52 a.C.–70 (destruida en la Rebelión Batavia), Julio César (emblema: elefante) Legio VI Ferrata (Acorazada): 52 a.C. hasta finales del 250, Julio César (emblema: Tauro, lobo y Rómulo y Remo) Legio VII: 51–44 a.C., disuelta y realistada por César Augusto como Legio VII Paterna Legio VIII: 59–48 a.C., Julio César, licenciada y realistada por César Augusto como Legio VIII Augusta Legio IX Triumphalis (Triunfante): 59–48 a.C., Julio César, licenciada y realistada por César Augusto como Legio IX Hispana
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Legio X, también conocida como X Equestris (montada): 58–45 a.C., Julio César, licenciada y reconstruida por Lépido, incorporada a la Legio X Gemina por César Augusto. Legio X Veneria (devota de la diosa Venus): otro nombre para la X Equestris. Legio XI: 58–45 a.C., Julio César (emblema: Poseidón), licenciada y realistada por César Augusto como Legio XI Claudia Legio XII Victrix (Victoriosa): 57 a.C.–45, Julio César Legio XII Antiqua (Antigua): reconstruida por Lépido el 43 a.C., bautizada por Marco Antonio, incluida en el ejército de César Augusto como Legio XII Fulminata Legio XIII: 57–45 a.C.: Julio César, posteriormente (41 a.C.) reconstruida como Legio XIII Gemina por César Augusto Legio XVIII Libyca (de Libia): licenciada el 31 a.C., Marco Antonio Legio XXX Classica (Naval): 48–41 a.C., Julio César LEGIONES DURANTE EL IMPERIO
Directorio de legiones romanas del Imperio temprano (unidades fundadas entre el 59 a.C. y el 250 d.C.) 14 dc: 67dc: 30 adC: Número y nombre Campamento Fecha de Fecha de César dinastía Emblema César de la legión principal fundación/fundador disolución Augus JulioAugusto to Claudia Szöny, Legio I Adiutrix1 Capricornio2 68 / Nerón post 444 X X X Hungría Germa Colonia, nia Germania Legio I Germanica3 Toro 48 a.C / Julio César 70 DD4 Hispania Alemania Inferio Inferior r Svishtov, Legio I Italica5 Jabalí 66 / Nerón post 400 X X Galia Bulgaria Legio I Macriana 68 69 DD6 X X X liberatrix Bonn, Legio I Minervia7 Minerva 82 Domiciano post 300 X X X Alemania Legio I Parthica8 Sinjar, Irak Centauro 197 S. Severo post 500 X X X Budapest, post 269 Legio II Adiutrix9 Capricornio 70 Vespasiano X X X Hungria UF10 Caerleon, Germ Legio II Augusta11 Capricornio pre 9 Augusto post 300 Hispania Britania Gales Sup Lorch, Legio II Italica12 Loba13 165 Marco Aurelio post 400 X X X Austria Albano Legio II Parthica14 Centauro 197 S. Severo post 350 X X X Laziale, Italia Alejandría, Legio II Traiana Fortis15 Hercules 105 Trajano post 400 X X X Egipto Batna, Africa Legio III Augusta16 Pegaso 43 BC Augusto post 350 Africa Pro Mauretania Algeria Pro 36 BC Marco Aegyp Legio III Cyrenaica17 Busra, Siria post 400 Aegyptus Aegyptus Antonio tus
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Legio III Gallica18 Legio III Italica19 Legio III Parthica20 Legio IV Macedonica21 Legio IV Flavia Felix24 Legio IV Scythica25 Legio V Alaudae26 Legio V Macedonica28 Legio VI Ferrata29
Abila, Jordania Regensburg, Alem Ras-al-Ayn, Siria Mainz, Alemania Belgrado, Serbia cerca Gaziantep, Turquía Xanten, Germany Turda, Romania
Dos Toros
49BC Julio César
post 300
Siria
Siria
Siria
Stork
165 Marco Aurelio
post 300
X
X
X
Toro
197 S. Severo
post 400
X
X
X
Toro22
48BC Julio César
70 DD23
Hispania
Hispan Germ Sup ia
León
70 Vespasiano
pre 400
X
X
Capricornio
42BC Antonio
post 400
Dalmacia
Moesi Capadocia a Sup
Elephant
52BC Caesar
70 XX27
Hispania
Bull
43 BC Augustus
post 400
Galilee, Israel She-Wolf30 52BC Caesar
Legio VI Hispana32 Legio VI Victrix34 Legio VII Claudia35 Legio VII Gemina36 Legio VIII Augusta37 Legio IX Hispana38 Legio X Fretensis40 Legio X Gemina42 Legio XI Claudia43 Legio XII Fulminata44 Legio XIII Gemina45 Legio XIV Gemina46 Legio XV Apollinaris47 Legio XV Primigenia49 Legio XVI Gallica51
Marco
post 212 York, Bull England Kostolac, Bull Serbia León, España Strasbourg, Bull France York, Bull England Jerusalem Boar41 Vienna, Bull Austria Silistra, Neptune Bulgaria Malatya, Thunderbolt Turkey Alba Iulia, Lion Romania Petronell, Capricorn Austria Saddagh, Apollo48 Turkey Neuss, Fortuna Germany Mainz, Lion Germany
41BC Augustus
X
Germ Germ Inf Inf Moesi Macedonia Moesia Inf a Inf
post 250 Syria UF31 post 250 X UF33
Syria Syria X
X
Hispan Hispania ia Dalma Moesia c.400 Galatia tia Sup c.400 X X X Panno post 371 Africa Pro Moesia Inf nia post 120 Panno Hispania Britannia 39 UF nia post 400 Judaea Syria Judaea Hispan post 400 Hispania Hispania ia Dalma post 400 Dalmatia Dalmatia tia pre 400
Hispania
43BC Lepidus
post 400
Aegyptus Syria Syria
41BC Augustus
post 400
Dalmatia
41BC Augustus
post 400
41BC Augustus
post 400
39 Caligula
70 XX50
X
X
41BC Augustus
70 DD52
Germ Sup
Germ Germ Inf Sup
58BC Caesar 68 Galba 59BC Caesar 41BC Augustus 40BC Augustus 58BC Lepidus 42BC Augustus
Germ Pannonia Sup Germ Dalmatia Britannia Sup Noricu Dalmatia Syria m
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Germ Inf
Legio XVI Flavia Firma53 Legio XVII54 Legio XVIII56 Legio XIX58 Legio XX 60 Victrix
Samsat, Turkey Xanten, Germany Xanten, Germany
Valeria Chester, England Vienna, Legio XXI Rapax62 Austria Alexandria, Legio XXII Deiotariana64 Egypt Mainz, Legio XXII Primigenia66 Germany Legio XXX Ulpia Xanten, Victrix67 Germany
Lion
70 Vespasian
post 300
X
X
X
41BC Augustus
9 XX55
Aquitania? X
X
41BC Augustus
9 XX57
Aquitania? X
X
41BC Augustus
9 XX59 Gallia? post 250 Hispania UF61
X Germ Inf Germ Inf Aegyp tus
X
Boar
31 BC Augustus
Capricorn
31BC Augustus
92 XX63
48BC
132 XX65 Galatia
Hercules
39 Caligula
post 200
X
X
Germ Sup
Júpiter
105 Trajan
post 400
X
X
X
Hispania
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Britannia Raetia Aegyptus
CAPITULO III ESTRUCTURA Y COMPOSICIÓN DE LA LEGIÓN ROMANA Legión romana
La legión romana (del latín legio, leva) era la unidad militar de infantería básica de la Antigua Roma. Consistía en un cuerpo de infantes pesados de unos 5.000 y más tarde 10.000 soldados de infantería y varios centenares de jinetes. Las legiones tenían asignado un nombre y un número; se identificaron cerca de 50, pero nunca llegaron a existir tantas en un mismo momento de la historia de Roma. Usualmente había 28 legiones con sus auxiliares, y se reclutaban más según las necesidades y la situación en cada momento.
Legionarios romanos representados en la Columna Trajana.
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Originalmente, en la época de los Reyes, la legio englobaba al ejército romano en su totalidad, compuesta de ciudadanos romanos reclutados para las armas. En algún momento, posiblemente al comienzo de la República Romana, la legio estaba subdividida en dos legiones separadas, cada una bajo el mando de uno de los dos cónsules. En los primeros años de la República, cuando las campañas militares romanas estaban centradas principalmente en rechazar multitud de invasiones, no se sabe a ciencia cierta si el poder militar de las legiones fue desplegado completamente en su conjunto. Las legiones se organizaron de un modo más formal en el siglo IV a. C., cuando las guerras en las que Roma se veía involucrada se hicieron más frecuentes y estratégicamente mejor planificadas, y el ejército consular se dividió en dos legiones. Los tribunos militares aparecieron después del año 331 a. C. La organización interna de la legión fue más sofisticada, de la clásica falange se pasó al sistema de cohortes, manípulos y centurias. Más tarde, durante el Imperio, la legión era comúnmente reforzada por tropas aliadas, las allae. Estas tropas eran reclutadas entre mercenarios o entre pueblos cuya habilidad bélica era bien conocida en el mundo antiguo, como los jinetes númidas o los honderos baleares. Su función era generalmente la de actuar como auxiliares de las tropas romanas, principalmente legionarios. Durante los períodos finales de la República de Roma y la Roma Imperial, las legiones desempeñaron un rol político importante, al tiempo que se profesionalizaban completamente. Sus acciones podían asegurar el destino de un Emperador romano, o destruirlo. Un ejemplo es la caída de Vitelio en el Año de los cuatro emperadores, decidida en el momento en que las legiones del Danubio eligieron apoyar a Vespasiano. Cerca del siglo I a. C., la amenaza demagógica de las legiones quedó claramente identificada. Los gobernantes no podían alejarse de sus provincias con sus legiones. Cuando Julio César cruzó el río Rubicón para dejar sus provincias y trabarse en armas en Italia, se precipitó una crisis constitucional. En la República, la existencia de las legiones fue efímera. Con excepción de las Legiones I a IV, que formaban el ejército consular (dos por cónsul), las otras unidades se reclutaban por campaña. El carácter permanente tuvo lugar fundamentalmente por cuestiones internas: en particular para garantizar su lealtad al Emperador, y no a sus generales. Durante el Imperio, la legión fue estandarizada, con símbolos y una historia individual, en donde los hombres servían con orgullo. Las legiones eran comandadas por un legado o legatus. Rondando los treinta años de edad, usualmente serían senadores por tres años. Los subordinados inmediatos del legado, serían seis tribunos militares elegidos: cinco oficiales regulares y el sexto, un noble representando al Senado. Había un grupo de oficiales prestando servicios médicos, ingenieros, cronistas y el praefecti castrorum (prefecto o comandante de campo), que había servido como primipilum, o primer centurión, siendo éste un personaje muy respetado. Por debajo del primipilo se hallaban los centuriones, que tenían como subordinado a un optio. Por debajo se hallaba la masa de legionarios, entre otros especialistas como sacerdotes y músicos. A mediados de la República, las legiones se componían de las siguientes unidades: Caballería o equites. Esta era originalmente la unidad más prestigiosa, donde los romanos jóvenes y saludables comenzaban a destacarse antes de iniciar sus carreras políticas. El equipamiento necesario era pagado por cada jinete, y consistía en un escudo redondo, casco, armadura corporal, espada y una o más jabalinas. La caballería era excedida en número en la legión. En un total de cerca de 3000 hombres, habría apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 unidades de 30 hombres. Al mando de cada unidad, había un decurión. A esta caballería pesada se sumaba una caballería
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ligera que reclutaba ciudadanos más pobres y jóvenes de buena salud, pero sin la edad suficiente para entrar en la hastati o en la equites. Infantería ligera o velites. Los velites eran básicamente lanzadores de jabalina y hostigadores en general, y no tenían una organización formal precisa o una función en el campo de batalla. Eran utilizados según la necesidad y provenían de los estratos económicamente más bajos de la sociedad.
Armas de un legionario. Se puede ver la espada corta(gladius) y el pílum Infantería pesada. Era la unidad principal de la legión. Se componía de ciudadanos legionarios que pudieran pagar el equipo compuesto de casco de bronce, escudo, armadura y lanza corta (pilum). El arma preferida era el gladius, un tipo de espada corta. La infantería pesada estaba subdividida de acuerdo a la experiencia de los legionarios en tres líneas separadas: Los hastati (sing. hastatus)eran los más jóvenes y formaban la línea delantera. Iban armados con dos pilum de distintos pesos, para que una tuviera más alcance y la otra perforase los escudos. En el cuerpo a cuerpo, usaban la espada. Como armadura era común el uso de placas de bronce sujetas con correas de cuero, que tapaban el corazón y parte del pecho. También utilizaban casco de bronce y el scutum (escudo largo romano). Los príncipes (sing. princeps), hombres con edades rondando los 30 años, componían la segunda línea de la legión e iban armados al igual que los primeros, pero en lugar de la placa del pecho, podían pagarse una coraza de cota de malla de anillos. Los triarii (sing. triarius)eran los soldados veteranos y alineados atrás, que sólo entraban en combate en situaciones extremas. A diferencia de los príncipes, en lugar de los pilum manejaban una lanza larga, formando una sólida falange erizada de puntas de lanza que contuviera al enemigo.
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Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. La centuria como unidad de combate estaba formada por 80 hombres. Su nombre viene dado por ser la unidad que acompaña al centurión. Suele pensarse erróneamente que poseían 100 hombres porque se asocia centuria a ciento, y eso es totalmente equívoco. Cada centuria tenía su estandarte y estaba compuesta por diez unidades llamadas contubernia. En un contubernio había 8 soldados compartiendo tienda de 4 plazas (los otros 4 estarían siempre de guardia), piedra de moler, una mula y un caldero (dependiendo de la duración de la travesía). En batalla, los manípulos estaban organizados comúnmente en una formación cuadriculada llamada quincux. Los manípulos de príncipes cubrían los espacios abiertos dejados por los hastati, siendo cubiertos los propios por los manípulos triarii. Cuando se desplegaba una legión en el combate, cada centuria formaba normalmente un cuadrado de 10 hombres de frente por 8 de fondo. Así, una centuria se colocaba tras la otra y formaba un manípulo, constituyendo un cuadrado de 10 hombres de frente por 16 de fondo. En las crónicas de Polibio y Vegecio se relata que el espacio entre filas era de tres pies, siendo entre columnas de cuatro pies (tomando como referencia que un infante pertrechado ocupa un espacio de dos pies de ancho por uno de fondo -60 x 15 cm-, deducimos que cada centuria podía ocupar un cuadrado aproximado de unos 50 pies de frente por 40 de fondo, es decir, 15 metros por 12). En las cohortes, los tres manípulos formaban juntos en línea, pero dejando una distancia entre sí suficiente como para que la segunda centuria de cada manípulo pudiese ocupar el espacio entre las centurias situadas al frente. Esta formación, dispuesta con tres centurias de frente por dos de fondo, ocuparía un espacio en el campo de batalla de aproximadamente unos 75 m de frente, pero teniendo que dejar un espacio de 15 m con referencia a la cohorte situada en su flanco izquierdo, de forma que su centuria situada en la segunda línea a la izquierda pudiera desplegarse en este espacio. Las cohortes generalmente se disponían en tres líneas denominadas acies, o al menos para César la formación en "triplex acies" es la habitual. En caso de que se contase con pocos efectivos, también se podía formar en "acies duplex", pensada para poder mantener un mismo frente de batalla ante un enemigo superior en número, evitando así el ser superado por las alas y, una vez envuelto, derrotado. Dado que una legión estaba formada por 10 cohortes, en la formación de triplex acies se obliga a que una línea tenga una cohorte más que las otras dos, siendo habitual el despliegue en el campo de batalla de cohortes de distintas legiones, eso sí, procurando que las cohortes de una misma legión estuvieran próximas unas a otras. LAS REFORMAS DE MARIO La división de la infantería en secciones especializadas, hastati, príncipes y triarii, desaparecerá con la reforma de Cayo Mario, a finales del siglo II a. C. A partir de la reforma, la infantería legionaria constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento o la edad de los soldados, aunque pervivió de algún modo en la nomenclatura de los empleos de la oficialidad con fines de escalafón. Del mismo modo, se eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas, y fue sustituida por cuerpos especializados de "auxiliares", que en la época imperial procedían de levas entre los indígenas de las diversas provincias, agrupándose según su origen étnico y conservando su indumentaria y estilo peculiar de combate.
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Testudo o formación en tortuga. Esta reforma se debió a la necesidad de crear un nuevo contingente militar para defender el territorio romano tras las gravísimas derrotas sufridas en las guerras contra cimbrios y teutones, dos tribus germánicas que habían atravesado las fronteras romanas en el transcurso de su migración hacia la Galia, entre los años 106 y 105 a. C. Estas derrotas, de proporciones catastróficas, junto con el progresivo desinterés por la milicia por parte de las clases sociales superiores, implicaban que la cantidad de hombres disponibles para combatir era demasiado exigua, y supusieron el paulatino abandono del concepto "ejército de ciudadanos" o ciudadano-soldado por parte de Roma. Mario instituyó un ejército profesional de nueva planta, reclutado entre las clases sociales inferiores, los infraclassem, hasta entonces exentos del servicio militar. A partir de este momento, el legionario es un soldado profesional, que recibe una paga por su servicio y la promesa de mejoras económicas una vez concluido. Pero esto implicaba también un grave riesgo para la estabilidad de la República, ya que a partir de este momento los soldados con frecuencia depositaban su lealtad mas en su comandante que en su metrópoli. Mas aun cuando determinados generales armaban y financiaban legiones de su propio bolsillo (como hizo Cesar en la guerra de las Galias). De ahora en adelante, el ejército se convierte en un factor decisivo en la vida política romana, puesto que cualquier personaje que cuente con el apoyo de las legiones puede utilizarlas como herramienta para obtener el poder. Desde entonces, las cohortes, de las cuales habría diez por legión, sustituyen a los manípulos como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de 6 centurias y es liderada por un centurión pilus prior. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente, del I al X, pero están organizadas jerárquicamente: la Cohorte I tiene el doble de soldados que las demás, generalmente la componen los más veteranos y se despliega en primera fila. Por el contrario, la cohorte X despliega en segunda fila y está compuesta por los soldados más bisoños. Este desdoblamiento de la primera cohorte podia en ocasiones extenderse a las demás, hablándose en este caso de cohortes miliarias. El desdoblamiento o duplicación de efectivos no se realizaba aumentando el número de centurias sino el de soldados, pasando cada centuria a tener unos efectivos teóricos de 160 hombres. Por lo tanto, una legión normal se componía de alrededor de 4.800 hombres de armas y de un gran número de discípulos, sirvientes y esclavos. Las legiones podrían contener hasta 6.000 hombres en batalla, aunque en ciertos momentos de la historia romana se redujeron a cerca de 1.000 para refrenar comandantes rebeldes. Las legiones de Julio César tenían
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sólo 3.500 hombres aproximadamente. Por otra parte, desde la época de Julio César, las legiones incluían un tren de artillería bastante completo: cada centuria estaba equipada con una carroballista, una gran ballesta montada encima de un carro, y cada cohorte con una catapulta, lo que no sólo incrementaba la potencia de fuego de la legión en el combate a campo abierto, sino que servía también para la guerra de asedio. Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad militar, arrastraba (especialmente en la época imperial) una gran cantidad de personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a auténticas ciudades. En principio, era requisito imprescindible para ser legionario el poseer la ciudadanía romana. AUXILIARES Surgen por pura necesidad táctica, dado que la infantería pesada legionaria precisaba el apoyo de otros cuerpos de caballería e infantería ligera. Tras la reforma de Mario aparecen ya cuerpos irregulares de caballería, que reciben el nombre de auxilia, siendo disueltos al finalizar las campañas. Pero es tras la Guerra Social (91-89 a. C.) cuando los auxilia reciben el impulso definitivo al desaparecer las Alae Sociorum. Igualmente, cuerpos de arqueros, honderos y caballería son reclutados, muchas veces mediante levas forzosas, entre los diferentes pueblos del Mediterráneo. No obstante, fue César quien sentó las líneas básicas de lo que luego serán los auxiliares imperiales al reclutar entre galos y germanos unidades de caballería. Por otro lado, los cuerpos de infantería auxiliar parecen haber sido más bien una apuesta de Augusto. En cualquier caso, son pequeños destacamentos que acostumbran a acompañar a una legión ejerciendo una función auxiliar –en todos los sentidos de la palabra-, pero que también pueden actuar independientemente. Su principal característica es que –salvo excepciones- están compuestas por individuos que no son ciudadanos romanos, existiendo fundamentalmente dos tipos de unidades, tradicionalmente asociadas con caballería e infantería, que reciben el nombre de ala y cohors, respectivamente. Caso aparte serían las cohortes equitatae, constituidas por un núcleo fuerte de infantería y un pequeño destacamento de caballería. Todas ellas podían ser quinquinariae o miliariae, es decir, de quinientos o mil hombres. Sin embargo, los estudios más recientes confirman lo que ya Cheesman apuntaba a principios de la centuria pasada: esta estructura numeral es demasiado rígida como para ser cierta. Las excavaciones de los barracones de los soldados –así como las informaciones del Pseudo-Higinio arrojan estos datos: semeja que las cohortes quinquinariae estarían formadas por seis centuriae de 80 hombres –al cargo de un centurión- y la miliariae por diez, lo que nos arroja unas cifras de 480 y 800 hombres, respectivamente. En cuanto a las alae, las miliariae estarían formadas por veinticuatro turmae de 30 hombres –a los que hay que sumar un decurión y un portaestandarte, en total, 32- y las quinquinariae por dieciséis turmae, con cifras totales de 768 y 512 equites. Por lo que a las equitatae se refiere, la situación se complica, pero todo parece indicar que serían unidades de seis o diez centurias y cuatro u ocho turmae, según la dualidad antes expuesta. Aun así, parece que la diferenciación entre unidades quinquinariae y miliariae es fruto de los turbulentos acontecimientos de los años 68-69 –aunque en el caso de las alae parece haber algunos escasos ejemplos anteriores- y que desde la época Flavia habría una clara tendencia hacia el reclutamiento de unidades miliarias. Éstas –tanto alae como cohortes- estarían comandadas por tribunos, mientras que las otras lo estarían por
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prefectos –ambos de rango ecuestre- (Cheesman, sin embargo, dice que las alae miliariae estarían mandadas por prefectos). El primero de los centuriones o decuriones recibe el título de prínceps y ocupa un escalafón inferior al subprefecto, asistente del oficial al mando de la unidad. Queda por mencionar el hecho singular de las cohortes Civium Romanorum, igualmente auxiliares, pero compuestas bien por ciudadanos romanos –libertos que no podían enrolarse en las legiones y que se habrían reclutado en situaciones de emergencia-, bien por peregrini que recibirían el título como premio por un hecho de armas destacado. El título sería conservado en lo sucesivo por la unidad, pese al licenciamiento de las tropas premiadas (los auxiliares se licenciaban con honores tras 25 años de servicio), y estaría bajo el mando de un tribuno. Por lo que se refiere al numerus, en principio designa a cualquier unidad que no se atenga a la regularidad de las antes mencionadas, como puede ser el caso de las guardias de corps de oficiales o cargos administrativos, pero en la forma en que los numeri logran un mayor éxito es como unidades auxiliares, aunque se diferenciarían de las anteriores por su organización interna. Así pues, los numeri son lo que en origen eran los cuerpos auxiliares: unidades de nativos reclutados que mantienen su estructura jerárquica y organizativa propia. Son, por así decirlo, un cuerpo de irregulares. Parece que su desarrollo desde el siglo II vendría a paliar la carencia de armas y modos de combate tradicionales que se produjeron con la paulatina romanización del modo de combate de los auxiliares. Esto anuncia y explica en parte el ulterior reclutamiento de grupos de germanos, sármatas, iranios o mauritanos –muchos de ellos derrotados en batallas por los romanos y desplazados a otro frente del Imperio- que se da durante el Tardoimperio e incluso en Bizancio en época Justinianea. Otros cuerpos, como la marina, en estos momentos centralizada en las flotas de Miseno y Rávena para el Mediterráneo, así como en las periféricas de Britania, el Rin o el Danubio, sobrepasan ya nuestro marco de estudio. En cuanto a las milicias urbanas que existieron, nunca fueron usadas en los conflictos externos o como tropas de choque. Así y todo, para un Imperio tan extenso como el romano, los 240.000 hombres en armas ofrecidos por Tácito o los 315.000 que se estipulan para inicios de la década de 160 son escasos, y no digamos las cifras entre 180.000 y 220.000 hombres para los siglos I-II d. C. que ofrece Cheesman. El Tardo imperio. Andando el tiempo, conocemos mal lo que ocurrió con el ejército en el transcurrir de la llamada “Anarquía militar” pese al triste protagonismo del mismo en estos años. Sin lugar a dudas, muchas de las tendencias anteriores se acentuaron, lo que, junto a notables permanencias, conformó lo que será el ejército del Bajo Imperio. Cheesman señala que, desde el edicto de Caracalla, la diferenciación entre cuerpos auxiliares y legiones se hizo cada vez más accesoria, de modo que la única señal distintiva era su diferente entrenamiento. Desde luego, el auge de los numeri y el edicto se combinaron para hacer de los auxiliares una unidad sin razón de ser. Sin embargo, la legión conservó largo tiempo su carácter elitista y su superior preparación como señales distintiva. No obstante, si en algo se centra la discusión acerca de la organización militar del Tardoimperio es en la cuestión acerca de los cuerpos de limitanei y comitatenses. La tradición ha querido ver en los primeros unas fuerzas fronterizas, como su propio nombre (ribereños) indica, y en los segundos un conjunto de fuerzas móviles con cierto carácter de élite. De todo esto se han derivado numerosos debates que, muy a menudo, han venido a caer en errores de apreciación y convencionalismos más o menos inventados tiempo atrás. Así, los limitanei son poco más que colonos armados, mientras que los comitatenses son los verdaderos soldados profesionales. Por sentido común, cualquier clasificación estricta en historia supone
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otorgarle al pasado una simplicidad que únicamente esconde nuestro desconocimiento. Las realidades siempre son más complejas. Por lo que revelan nuestras fuentes, los limitanei son el conjunto de tropas asignadas a una determinada región, encontrándose bajo la dirección del dux de la misma. Por su parte, los comitatenses están ligados más directamente al emperador o a sus hombres más allegados. Esta clase de unidades se encuentran por lo general asentadas en las provincias interiores, actuando como garantes ante una revuelta interna o el levantamiento de un usurpador. Además, se desplazan con mayor facilidad –que no rapidez-, al no estar asignadas a ningún territorio en el que tuviesen que ejercer labores civiles o administrativas, de las que más adelante hablaremos. A mayores existían, dentro de esta gran división del ejército, unidades de naturaleza y tamaño diverso a las que no nos referiremos por falta de de espacio, pero que verdaderamente merecen una mayor atención por parte de la literatura especializada, a menudo obcecada por los oropeles de la época altoimperial. ADIESTRAMIENTO El adiestramiento cumplia dos funciones: fortalecer el cuerpo y enseñar las técnicas de combate individual y formaciones. Las marchas eran una parte muy importante debido a su importancia táctica, cuanto más rápido se marche antes se entra en combate. Las marchas se hacían regularmente sin importar el tiempo. Todos los soldados iban cargados con un equipo de unos 25 kg y recorrían una distancia de 30 km en cinco horas. Los legionarios también aprendían a construir campamentos donde pernoctar tras las jornadas de marcha. Otra parte del entrenamiento era, sin duda, el aprendizaje de las formaciones, ya que eran estas, las que diferenciaban una legión romana de un grupo de bárbaros. Los legionarios sabían ejecutar relevos de líneas, formaciones de tortuga y despliegues de todo tipo. Los legionarios se ejercitaban con armas falsas lastradas, para que de esa manera las armas normales resultaran más ligeras. Por último hay que hablar de la disciplina. A los legionarios se les enseñaba a obedecer ciegamente las ordenes, siendo, los que las desobedecían, seriamente castigados mediante linchamientos, apedreamientos o diezmos, que eran ejecutados por sus compañeros. SIMBOLOS
Legionarios con aquilifer al frente y "signum" detrás.
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Desde la reforma de Mario –alrededor del año 104 a. C.-, se ha venido priorizando en el seno de la legión una de las enseñas tradicionales que estos cuerpos solían llevar al campo de batalla. Se trata del águila romana, que se impone como símbolo legionario por antonomasia, desplazando al lobo, al toro, al jabalí y al caballo, muestras de animales totémicos pertenecientes a una sociedad campesina. Las águilas se realizan en metales nobles –plata primero, oro después- y se guardan celosamente en el "aedes signorum" o santuario del campamento. La pérdida de las águilas, como les sucedió a Craso o Marco Antonio en Oriente o a Varo entre los germanos, es el mayor deshonor que puede sufrir un cuerpo legionario. El suboficial al cargo del águila era el "aquilifer".A mayores, existen otro tipo de estandartes, como los "signa", "imagines", "vexilla" o "dracones": El "signum" es el estandarte de cada centuria: rematado en forma de asta o mano –en recuerdo del antiguo manípulo-, se decoraba con guirnaldas, cruces y discos. En los cuerpos auxiliares, los "signa" incluyen imágenes de los emperadores, con lo que el segundo tipo de estandartes -las "imagines"- es privativo de las legiones. Por su parte, el "vexillum" es la bandera que marca la posición del general en el campo de batalla, pero también es la enseña de los destacamentos irregulares, por lo que éstas reciben el nombre de "vexillationes". Se cuelgan de una barra cruzada al mástil de la enseña. El "draco" es una cabeza de animal en bronce con las fauces abiertas, a la que se añade un tubo de colores y que al agitarlo producía un ruido sordo. Los portadores de estas enseñas eran, respectivamente, los "signiferes", "imaginiferes", "vexillarii" y "draconarii". El culto a las enseñas se realizaba con carácter permanente mediante la deposición en el "aedes". Sin embargo, existen ocasiones especiales en las que se honran los "signa" y "vexilla" (Rosalia Signorum), las águilas legionarias (natalis aquilae, Honos Aquilae). CONDECORACIONES Las condecoraciones del período republicano consistían en coronas, habiéndolas de varios tipos: Corona gramínea: se concedía por salvar a un ejercito. Corona civica: se concedía por salvar la vida de un compañero, estaba echa de hojas de roble. Corona muralis: se concedía al primero en coronar la muralla enemiga. Corona vallaris: se concedía al primero que asaltara la trinchera enemiga. Corona navalis: premiaba la captura de un barco. En la época imperial se añadieron las phalerae, los armillae y los torques. Los soldados de alto rango también podían conseguir condecoraciones: Centurión jefe y tribunos subordinados podían conseguir una lanza de plata. Tribuno jefe podía conseguir 2 coronas de oro, dos lanzas de plata y dos estandartes pequeños de oro.Los legados podían conseguir hasta tres juegos de condecoraciones. Los cónsules y gobernadores podían conseguir 4 juegos.No obstante la máxima condecoración no era ninguna medalla ni corona sino un Triunfo
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CAPÍTULO IV TROPAS AUXILIARES E HISTORIA DEL EJÉRCITO ROMANO
Infantería auxiliar romana cruzando un río, probablemente el Danubio, durante las Guerras Dacias (101 - 106). Se distinguen de los legionarios por la forma de sus escudos, ovalados en contraposición a los rectangulares de los legionarios. Columna de Trajano, Roma. Las tropas auxiliares (del latín auxilia) eran unidades del ejército romano compuestas por soldados que no eran ciudadanos romanos. Su propósito principal era apoyar a las legiones romanas en combate, compuestas en exclusiva por ciudadanos romanos. Lucharon a lo largo del Principado desde el año 30 a. C. hasta el año 284 d. C. Su número fluctuó durante el transcurso del Imperio, aumentando de manera gradual. Hacia el año 70, las tropas auxiliares contenían el mismo número de soldados de infantería que las legiones, y además proveían al ejército romano de la caballería y de tropas especializadas como arqueros o caballería ligera, así como otros tipos de hostigadores. Hacia el siglo II, las tropas auxiliares representaban cerca de dos tercios de la fuerza militar romana. Las tropas auxiliares eran normalmente reclutadas de entre los peregrini; es decir, de los habitantes de las provincias del imperio romano que no eran ciudadanos romanos (la gran mayoría de la población del imperio durante los siglos I y II).1 Los auxiliares también se reclutaban de entre los bárbaros (en latín, barbari), que era el nombre que recibían los habitantes de territorios no pertenecientes al Imperio. Los auxiliares se desarrollaron a partir de variados contingentes de tropas no itálicas, especialmente de caballería, que lucharon en la época de la república de Roma en apoyo de las legiones, y que fueron incrementándose a partir del año 200 a. C. El gobierno de la dinastía Julio-Claudia supuso la transformación de estas levas temporales en ejércitos permanentes con una estructura homogénea, un equipamiento estándar y unas condiciones de servicio estables, logrando que a finales del periodo no hubiera grandes diferencias entre legionarios y la mayoría de los auxiliares en cuanto a entrenamiento, equipamiento o capacidad militar. Los regimientos auxiliares se estacionaban casi siempre en provincias distintas de la de procedencia. Los nombres de los regimientos de muchas unidades perduraron hasta finales del siglo IV, pero para entonces las unidades habían cambiado en cuanto a tamaño, estructura y calidad.
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REPUBLICA ROMANA (529 a.C - 27 a.C.) A lo largo de la historia de Roma, el núcleo de su ejército estuvo constituido por la legión romana. Este cuerpo, que experimentó una gran evolución a lo largo de los siglos, acabó convirtiéndose en una unidad prácticamente invencible cuando luchaba en un terreno adecuado y estaba dirigida por un comandante diligente. No obstante, la legión contaba con una serie de deficiencias importantes, entre las que destacaban la falta de caballería y arqueros. Alrededor del año 200 a. C., una legión romana estaba formada por 4.200 soldados de infantería y sólo 300 de caballería.2 Esta alarmante escasez de jinetes entre las filas romanas se debía principalmente al pequeño porcentaje de ciudadanos que podía permitirse comprar y mantener a un caballo; los únicos que podían hacerlo pertenecían al ordo equester, la segunda clase más alta de la sociedad romana de la época, sólo superada por el ordo senatorial. Desde el año 400 a. C., los aliados itálicos (socii) proveían al ejército romano de la mayor parte de su caballería. No obstante, cuando en el año 91 a. C. estalló la Guerra Social (91 - 88 a. C.) se rompió esta alianza militar entre pueblos itálicos, y la solución adoptada por las autoridades romanas convirtió a todos los socii en ciudadanos romanos al sur del Rubicón, por lo que los ejércitos romanos quedaron privados de la mayor parte de su caballería e infantería especializada. Los generales del período final de la República, como Lúculo, Cayo Mario, Sila, Julio César o Pompeyo, recurrieron al expediente de contratar auxilia irregulares de entre los pueblos aliados de Roma en las provincias, e incluso alistaron unidades de otros pueblos, como germanos, galos o hispanos no conquistados. Esta situación era a largo plazo insostenible, de manera que cuando el emperador César Augusto instituyó como cuerpo a los auxilia, pretendía crear una serie de unidades que aportasen al ejército romano infantería especializada y caballería, reclutadas de entre los no ciudadanos del Imperio -o de fuera de él- y cuyo uso, al ser su tamaño menor, fuera más flexible que el de las legiones. Las fuerzas latinas se organizaban en alae (que procede del latín «alas»). Este nombre se debía a que los generales romanos disponían a los auxiliares latinos en los flancos de la línea de batalla romana. El porcentaje de infantería comprendida en un ala aliada, liderada por tres praefecti sociorum con ciudadanía romana, era similar o ligeramente más grande en número (4.000-5.000 hombres) al de una legión. Por otra parte, el número de jinetes auxiliares era el triple (900 en contraste con los 300 de las legiones).3 Antes de que estallara la Guerra Social, los ejércitos consulares estaban compuestos por el mismo número de alae que de legiones y, de la caballería, el 75% era proporcionada por los aliados latinos. No obstante, el porcentaje total de caballería seguía siendo modesto: de un ejército consular normal, compuesto por dos legiones y dos alae, había 17.500 soldados de infantería y 2.400 de caballería (c. del 12% del total de la fuerza). Mientras los romanos se enfrentaron al resto de estados que habitaban la Península Itálica, su exiguo cuerpo de caballería fue más que suficiente, pues sus enemigos también estaban limitados por su carencia total o parcial de este tipo de fuerzas. No obstante, a medida que Roma se fue enfrentando con otros enemigos de lugares más distantes, y que desplegaban sobre el campo de batalla poderosos contingentes de caballería, la escasez de caballería romana desembocó irremediablemente en importantes derrotas. La importancia de la caballería se puso de manifiesto durante las invasiones de Italia de los galos y del rey griego Pirro de Epiro (275 a. C.), y lo haría decisivamente en el marco de la Segunda Guerra Púnica (218 202 a. C.). Las victorias de Aníbal en las batallas del Trebia y de Cannas se acreditan en gran medida a la superioridad de la caballería hispana, gala y númida sobre la caballería latina. La victoria romana en Zama (202 a. C.) se debió en gran medida al
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apoyo de caballería que proporcionó el rey Massinisa al ejército de Escipión. Los romanos contaban con un porcentaje tan pequeño de caballería que en Zama los jinetes númidas superaban a sus homólogos latinos en un porcentaje de 2 a 1. A partir de ese momento, los ejércitos romanos estarían siempre acompañados por un gran número de jinetes no itálicos: caballería ligera númida y más tarde caballería pesada gala. Durante la Guerra de las Galias (58 - 51 a. C.), el general Julio César empleó en muchas ocasiones regimientos de caballería gala y germana.4 El papel de la caballería latina dentro de los ejércitos romanos disminuyó a medida que aumentaba el de los extranjeros. Tanto es así que, a principios del siglo I a. C., la caballería romana había sido eliminada por completo de sus ejércitos. Al término de la Guerra Social, cuando se concedió a todos los socii itálicos el estatus de ciudadano romano, las alae también desaparecieron pues, gracias a su recién adquirida ciudadanía, los itálicos podían alistarse ahora en las legiones.5 Por otra parte, la importancia del estatus ecuestre romano dentro de la caballería republicana había desaparecido por completo por esta época.6 Por todos estos factores, la legión republicana tardía estaba totalmente desprovista de caballería y sólo fue hasta el ascenso al poder de Augusto que se le volvió a añadir un contingente de 120 jinetes. Cuando estalló la Segunda Guerra Púnica, los romanos estaban tratando de remediar el hecho de que no contaban con efectivos itálicos especializados, elemento muy importante en los ejércitos romanos de la época. El historiador Tito Livio afirma que el tirano de Siracusa, Hierón II, ofreció al Senado proporcionar a los ejércitos republicanos fuertes contingentes de arqueros y honderos.7 A partir del año 200 a. C., los romanos optaron por contratar un número fijo de mercenarios a fin de subsanar la falta de efectivos itálicos, y desde entonces las legiones romanas estuvieron casi siempre acompañadas por parte de estos mercenarios en sus campañas a lo largo de todo el Mediterráneo: los sagittarii (arqueros) de Creta, y los funditores (honderos) de las Islas Baleares.8 Las tropas auxiliares no italianas que las provincias, las ciudades y los reyes amici (estado cliente) proveían a los ejércitos de la República estaban sujetas a las necesidades del momento. A menudo, se empleaban fuerzas extranjeras comandadas por sus propios líderes y sujetas a su propia organización para campañas específicas y se disolvían poco después.9 REINADO DE AUFUSTO (27 a.C. – 9 a.C.)
Actor vestido con el equipamiento típico de los soldados de infantería romanos y mostrando un gladius.
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Esta espada fue creada a partir del diseño utilizado por los pueblos íberos de la Hispania prerromana. El ejemplar mostrado en la foto es del tipo "Pompeii", usado desde finales del siglo I en adelante. Era más corto y estaba diseñado para ensartar al enemigo en combate cuerpo a cuerpo. En la cadera izquierda del soldado puede verse su pugio (daga) y porta la cota de malla (lorica hamata) y un casco imperial de tipo gálico y se apoya sobre su escudo rectangular (scutum). Las armas y armaduras del soldado de infantería auxiliar eran idénticas, salvo por el hecho de que el escudo que portaba era ovalado (clipeus).10 Al término de la Tercera Guerra Civil de la República de Roma (30 a. C.), Augusto licenció a la mayoría de las unidades extranjeras que componían las tropas auxiliares. No obstante, las más experimentadas no sólo no recibieron la orden de disolución, sino que se convertirían en el núcleo de las fuerzas auxiliares durante el reinado de la Dinastía Julio-Claudia.11 Durante los primeros años de su reinado, Augusto creó el cuerpo de auxilia inspirándose en las fuerzas latinas que empleaba la República antes del estallido de la Guerra Social. Los auxilia, concebidos como un cuerpo de tropas no ciudadanas paralelo a las legiones, tenían una diferencia fundamental con respecto a los auxiliares que empleaban los republicanos: en tiempos de la República, los cuerpos auxiliares estaban formados por meros reclutas que habían sido alistados para una campaña concreta, y que se disolvían una vez que terminara la campaña en la que servían; bajo el reinado de Augusto, este cuerpo estaba totalmente formado por voluntarios profesionales que prestaban servicio en unidades permanentes. Augusto organizó a los auxilia en regimientos del mismo tamaño que las cohortes debido a que consideró que cuantas menos tropas componen una unidad, ésta es más flexible. Estos regimientos eran de dos tipos: el ala quinquagenaria (caballería) y la cohorte (infantería), añadiéndose la cohors equitata (mezcla de caballería e infantería) bajo la dinastía Julio-Claudia. La estructura del cuerpo de auxilia difería de las alae latinas al contar con un porcentaje mayor de caballería. No está claro cuál era el tamaño de estas nuevas unidades instituidas por Augusto, ya que las pruebas más recientes datan del siglo II, momento en que el número de unidades de las tropas auxiliares podría haber cambiado. Las cohortes se dividían al estilo de los legionarios: seis centuriae formadas por 80 hombres cada una.12 Por su parte, las alae se dividían en turmae, escuadrones de 30/32 hombres cada uno liderados por un decurión (latín: «líder de diez»), título que derivaba de la caballería republicana anterior al estallido de la Guerra Social, dividida en turmae y liderada por tres decuriones cada una.13 La cohors equitata estaba formada por un contingente de infantería al que se le añadía cuatro turmae de caballería.14 A nivel total, los regimientos auxiliares estaban dirigidos por un praefectus que podía ser: Un noble nativo al que se concedía la ciudadanía romana. Un ejemplo lo hallamos en el cacique germano Arminio, que actuó como prefecto auxiliar antes de rebelarse contra Roma. Un romano que podía ser un miembro del ordo equester o un centurión de alto rango.15 Al comienzo del reinado de Augusto, el núcleo de las tropas auxiliares de Occidente estaba compuesto por guerreros procedentes de las belicosas tribus galas (especialmente de las que residían en la Gallia Belgica, que entonces incluía las provincias de Germania Superior e Inferior) y de Iliria. Al término de las Guerras Cántabras (19 a. C.), el Imperio se anexionó las provincias de Hispania y Lusitania, territorios que pronto se convirtieron en grandes fuentes de reclutamiento. En los años próximos, Augusto conquistaría las regiones de Recia (15 a. C.), Nórico (16 a. C.),
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Panonia (9 a. C.) y Mesia (6), territorios que junto con Iliria llegarían a ser la principal fuente de reclutas auxiliares del Imperio. En Oriente, donde los sirios suministraban a Roma la mayor parte de los arqueros de su ejército, Augusto anexó las provincias de Galacia (25 a. C.) y Judea (6); la primera de éstas, una región de Anatolia cuyo nombre derivaba de las masivas migraciones que allí habían realizado los galos hacía siglos, se convirtió también en una importante fuente de reclutas. Por su parte, la caballería ligera era suministrada desde las provincias de África, donde se anexionaron las regiones de Egipto (30 a. C.), Cirenaica y Numidia (25 a. C.). El pueblo de los mauri, que habitaba en la provincia de Numidia, constituía el cuerpo principal de los contingentes de caballería ligera que se enviaban a Italia a servir en las legiones y las auxilia. La provincia de Mauritania, conquistada durante el reinado del emperador Claudio, se convertiría asimismo en una importante fuente de reclutas. Las rápidas conquistas realizadas durante el reinado de Augusto provocaron un incremento en el número de reclutamientos, tanto en las legiones como en los auxilia. En el año 23 había ya el mismo número de soldados auxiliares que de legionarios, lo que significa que por las 25 legiones existentes en la época (125.000 legionarios) se habían reclutado cerca de 250 regimientos auxiliares.16 REVUELTA ILIRIA 6-9 d.C. Siempre hubo un riesgo inherente en la política de la Dinastía Julio-Claudia de reclutar a sus contingentes auxiliares entre los mismos pueblos de las provincias en las que servían, ya que, si su tribu o grupo étnico de procedencia se rebelaba contra Roma (o atacaba al Imperio fuera de sus fronteras), las tropas auxiliares podrían verse tentadas a hacer causa común con ellos. Si se diera esta circunstancia, los romanos se verían obligados a enfrentarse a un enemigo cuyos ejércitos se compondrían por unidades totalmente equipadas y entrenadas por ellos mismos, perdiendo así su habitual ventaja táctica sobre las tribus rivales. Como ejemplo a nivel individual tenemos a Arminio, un cacique germano que, tras varios años de servir a Roma como prefecto de un cuerpo de auxiliares en los que aprendió cómo equipar y liderar de manera eficaz a tropas organizadas, se rebeló contra el Imperio infligiéndole una gran derrota en el bosque de Teutoburgo, donde destrozó a tres legiones al mando del general Publio Quintilio Varo. Esta derrota marcaría el abandono por parte de Augusto de su estrategia de conquista de los territorios germanos situados más allá del Elba. A nivel colectivo el riesgo era aún mayor, como demostraron los ilirios en la gran revuelta que encabezaron a finales del reinado de Augusto. Este pueblo, formado por hombres duros, en su mayoría pastores acostumbrados a las penalidades de las montañas de lo que hoy es Bosnia, daba a Roma excelentes soldados, y tanto es así que, a comienzos de Nuestra Era, formaban el núcleo de las tropas auxiliares del Imperio. No obstante, el descontento se había asentado hacía años en la región debido a la rapacidad de los publicani (agentes fiscales), y las siempre presentes voces de insurrección empezaban a encontrar partidarios. En el año 6 el emperador Augusto ordenó a varios regimientos de dalmatae (una tribu iliria famosa por su bravura) que se reunieran con su hijo adoptivo, Tiberio, a fin de iniciar una ambiciosa campaña en Germania. Los rebeldes, viendo la oportunidad que se les presentaba, decidieron acudir al punto de reunión, pero en vez de sumarse a la fuerza romana enviada para escoltarles, se rebelaron infligiéndole una derrota. A los dálmatas pronto se unieron los breucos, otra tribu procedente de Iliria. Los rebeldes se enfrentaron a un ejército romano enviado contra ellos en Moesia, y aunque fueron derrotados, infligieron importantes bajas al contingente romano. Reforzados por un gran número de tribus
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ilirias que habían participado en la rebelión, los insurrectos llegaron a amenazar a su propia provincia de origen. Los cabecillas de la rebelión optaron por avanzar a lo largo de la ribera occidental del Danubio, donde se les unieron los restos del ejército de Panonia, región sometida por Roma entre los años 12 y 9 a. C.. Situada en el flanco oriental de la Península Itálica, la toma de Iliria constituía la conquista de una base de operaciones que amenazaba el mismísimo corazón del Imperio. Viendo el peligro, Augusto ordenó a Tiberio abandonar su campaña en tierras germanas y retroceder con su ejército hasta Iliria. Cuando se hizo evidente que las tropas de Tiberio eran insuficientes para enfrentarse a los rebeldes, Augusto ordenó a su sobrino Germánico dar la libertad a miles de esclavos a fin de encontrar los soldados necesarios, circunstancia que no se daba desde la derrota romana a manos de Aníbal en la batalla de Cannas, acaecida 200 años atrás. Gracias a las disposiciones realizadas por Augusto, Roma fue capaz de poner sobre el campo de batalla a quince legiones y 150 regimientos de auxiliares, de los cuales 50 cohortes estaban compuestas exclusivamente por ciudadanos romanos. Estos eran hombres que Augusto consideraba por su condición o antecedentes inapropiados para formar parte de las legiones: ciudadanos nacidos en las clases más bajas, vagabundos, delincuentes o esclavos liberados (cuando a un esclavo se le liberaba, inmediatamente adquiría la ciudadanía romana). A estas unidades especiales se les otorgó el título de «Civium Romanorum» («de ciudadanos romanos»). Cuando finalizó la revuelta iliria, estas cohortes permanecieron al servicio del Imperio y a cambio conservaron su ciudadanía.17 18 A las tropas reclutadas por Augusto, Germánico y Tiberio se unió un poderoso contingente de tropas procedentes de Tracia, cuyo monarca, Rometalces, era un rey amicus del Imperio. Con todo, el total de tropas que desplegó el Imperio para enfrentarse a los ilirios alcanzaba los 200.000 hombres. Durante tres años de salvaje conflicto, descrito por el historiador Suetonio como la guerra más difícil a la que Roma se enfrentaba desde el estallido de las Guerras Púnicas, los romanos se enfrentaron a los ilirios en una inacabable guerra de guerrillas. En el año 9 Tiberio puso oficialmente fin al conflicto, justo cuando Varo perdía tres legiones en el bosque de Teutoburgo a manos de Arminio. La rápida sucesión de los hechos parece evidenciar que el cacique alemán había firmado un tratado con los ilirios antes de enfrentarse al Imperio.19 20
Casco de infantería romano usado por los soldados romanos estacionados en las Galia a finales del siglo I. Nótese el refuerzo de la parte delantera, para dificultar el golpeo de la espada ancha, y el de las mejillas, a fin de obtener la máxima protección facial, aunque sin cubrir la parte delantera de la cara, lo que dificultaría la visión; las
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protuberancias en las orejas con el fin de protegerlas, aunque sin dificultar la audición; y el ángulo que forma en la parte trasera del cuello para evitar el rozamiento, aunque ofreciendo la adecuada protección. Museo Carnuntum, (Austria).21 A pesar de la gravedad de la rebelión, los ilirios llegarían a convertirse en la columna vertebral del ejército romano. Durante el siglo II, cuando casi la mitad de las tropas imperiales estaban desplegadas en la frontera del Danubio, los regimientos de auxiliares estaban dominados por reclutas ilirios y en el siglo III ya habían sustituido en gran parte a los italianos en la cumbre del orden jerárquico militar (los praefecti en los regimientos auxiliares y los tribuni militum en las legiones). Entre los años 268 y 379 casi todos los emperadores procedieron de esta región, puesto que éstos, importantes miembros de la aristocracia militar, eran los únicos hombres con suficiente poder para disputarse los pedazos del ya muy maltrecho Imperio.22 Como ejemplos del creciente poder de los ilirios en los ejércitos del Imperio tenemos los ascensos al trono de Claudio II Gótico (268 - 270), Aureliano (270 - 275), Probo (276-282), Diocleciano (284 - 305), Constantino I (312 - 337) y Valentiniano I (364 375). Tras la caída del Imperio Romano de Occidente, los ilirios continuarían ostentado gran importancia en los ejércitos del Imperio Bizantino, y el propio emperador Justiniano I era de origen ilirio. DE TIBERIO A NERON (14-68 d.C.) Las tropas auxiliares experimentaron un profundo desarrollo durante el reinado del emperador Claudio (41 - 54). Se estableció un plazo de servicio mínimo de 25 años. Cuando un soldado auxiliar cumplía el tiempo requerido en filas, él y todos sus hijos recibían la ciudadanía romana.23 Esto se deduce del hecho de que el primer militar romano que recibió un diploma militar lo hizo durante el reinado de Claudio. El diploma consistía en un rectángulo plegable de cobre en el que se inscribía los registros del servicio del soldado, y servía entre otras cosas para probar la ciudadanía.24 Durante su reinado, Claudio decretó que los prefectos de los regimientos auxiliares debían ser de rango ecuestre, excluyendo de ese modo a los centuriones.25 El hecho de que los comandantes de las tropas auxiliares fueran ahora del mismo rango que la mayoría de los tribuni militum (tribunos militares y oficiales de alto rango del Estado Mayor de las legiones, de los cuales solo uno, el tribunus laticlavius, era un senador de alto rango) indica el prestigio que había alcanzado el cuerpo. No obstante, los jefes extranjeros continuaron liderando gran parte de las tropas auxiliares, por lo que era necesario conferirles la ciudadanía.26 Los uniformes, armas y equipo de las tropas auxiliares, similares a los de las legiones, se homogeneizaron a finales del reinado de la Dinastía Julio-Clauia. A la muerte de Nerón en el año 68, había ya poca diferencia entre el equipo y forma de combatir de la mayoría de las tropas auxiliares y el de los legionarios. La diferencia principal existente entre los dos cuerpos bélicos era que, mientras los auxiliares contaban con un número considerable de efectivos de caballería, las legiones carecían de esta clase de unidad especializada. Durante el reinado de Claudio se anexionaron tres provincias que se convirtieron en una importante fuente de reclutas auxiliares: Britania (43) y los estados clientes de Mauritania (44) y Tracia (46). Esta última llegó a ser un centro de reclutamiento tan importante como Iliria, especialmente de caballería y arqueros. A mediados del siglo II, la provincia de Gran Bretaña contaba con el mayor porcentaje de efectivos auxiliares del Imperio: 60 de un total de 400 regimientos (15%). Evidencias historiográficas demuestran que, a finales del reinado de Nerón (54 - 68), el número
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de auxiliares habría llegado a los 200.000 hombres, lo que supone alrededor de 400 regimientos.27 REVUELTA DE LOS BATAVIOS (69-70 d.C.)
Mapa mostrando la frontera del Imperio Romano en el Rin (70) y la ubicación de los batavios en el delta del río. La zona sombreada se corresponde con las posesiones romanas de la zona. Medio siglo después de la revuelta de los ilirios estallaría en Alemania otro sangriento conflicto en el que estarían presentes como protagonistas las tropas auxiliares romanas. Los batavios eran una tribu germánica perteneciente al grupo de los chatti que habitaba en el territorio situado entre el los ríos Rin y Waal, el cual posteriormente pasaría a formar parte de la provincia de Germania Inferior (Países Bajos). La imposibilidad de cultivar en sus tierras debido a la presencia de pantanos hacía que fueran una tribu pequeña: no llegaban a los 35.000 hombres.28 A pesar de su reducido número, los batavios eran un pueblo guerrero; formado por hábiles jinetes, marineros y nadadores, pronto se convirtió en una potencial fuente de reclutas. A cambio de una excepcional exención de tributos (impuesto sobre la tierra al que estaban sujetos la mayoría de los pueblos extranjeros), los batavios proporcionaban al ejército imperial la mayor parte de sus reclutas auxiliares. La guardia de élite del emperador Augusto (Germani corpore custodes) estaba formada íntegramente por hombres procedentes de este pueblo.29 El número de tropas auxiliares reclutadas entre los batavios ascendió a unos 5.000 hombres, lo que implica que, bajo el reinado de la Dinastía Julio-Claudia, la mitad de los hombres batavios que estaban en edad militar (16 años) se alistaron en los ejércitos del Imperio. Con estos datos se puede decir que los batavios, que constituían el 0,05% de la población total del Imperio (23), suministraban a sus ejércitos el 4% del total de los auxilia, es decir, 80 veces su número proporcional. Eran considerados por los romanos como los mejores de entre las tropas auxiliares (fortissimi o validissimi) y, durante la época en que sirvieron a Roma, los batavios perfeccionaron una técnica única por la que podían cruzar ríos a nado a pesar de portar armadura.30 31 32 33 Cayo Julio Civilis (su nombre denota que 39
recibió la ciudadanía a manos de un Julio) fue un príncipe batavio, prefecto de una de las cohortes formada por hombres originarios de su pueblo. Militar con gran experiencia, Civilis había servido durante 25 años en las filas romanas, distinguiéndose durante la invasión de Britania, en la que él y 8 cohortes de auxiliares batavios desempeñaron un papel crucial en la victoria del Imperio sobre los nativos del sur de la isla.34 A pesar de su lealtad, en el año 69 el descontento se había asentado entre el pueblo de los batavios. Tres años antes, Nerón había decidido retirar a los regimientos auxiliares reclutados entre este pueblo de Gran Bretaña y Civilis y su hermano tuvieron que responder por traición ante el gobernador de la provincia de Germania Inferior, que envió al primero a que respondiera ante el emperador tras ejecutar al segundo. Galba, tratando de congraciarse con este pueblo, liberó a Civilis, pero cometió el error de disolver el cuerpo de guardaespaldas formado por los batavios, lo que supuso un imperdonable insulto para esta nación.35 Al mismo tiempo, la ya maltrecha relación entra la Legio XIV Gemina y las cohortes batavias se degradó de tal manera que llegaron a estallar combates entre ellos en al menos dos ocasiones.36
Reconstrucción de una embarcación fluvial romana (flotilla del Rin). Su construcción se basa en el descubrimiento de los restos de cinco barcos en Maguncia a principios de la década de 1980. El barco de la imagen estaba concebido para para que se moviera con rapidez, dada a forma de la quilla: larga y estrecha. Esta clase de barco estaba movido por 32 remos, 16 a cada lado. Nótense los escudos montados en los flancos de la embarcación a fin de proteger a los remeros de los proyectiles lanzados por otros barcos. En el momento en que estalló la revuelta de los batavios (69), la mayoría de estos barcos eran tripulados por tripulaciones de este pueblo. Siglo IV. Museum für Antike Schifffahrt, Maguncia, Alemania. Mientras el Imperio experimentaba su primera gran guerra civil desde la Batalla de Actium, acaecida exactamente un siglo antes, el gobernador de la provincia de Germania Inferior se ufanaba de reclutar soldados en donde podía, especialmente entre los batavios. Cuando éste vio que los batavios no alcanzaban las cuotas de reclutamientos exigidas por el Imperio a cambio de su exención de tributos, envió a un grupo de centuriones a reunir hombres a la fuerza. La brutalidad de la que hicieron gala los militares romanos, unida al escándalo que motivaron las violaciones de las que fueron víctimas los menores batavios a manos de los centuriones, fueron la gota que colmó el vaso.37 Liderados por Civilis, los batavios se rebelaron contra Roma. Aunque inicialmente alegaban que su único deseo era apoyar a Vespasiano en su carrera hacia el trono, pronto el levantamiento se convirtió en una lucha por la independencia.38 En el
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momento del estallido de la revuelta, Civilis contaba con una gran ventaja, ya que la mayor parte de las legiones habitualmente estacionadas en el delta del Rin estaban ausentes y los oficiales romanos de alto rango estaban más preocupados por la guerra civil que enfrentaba a los más influyentes generales de la época que por los movimientos que realizaba un pequeño pueblo que habitaba más allá del Rin. La revuelta encontró pronto partidarios entre los pueblos vecinos de los batavios, entre los que se encontraban los cananefates y los frisones. Tras la captura de dos fortalezas romanas en territorio germano, una cohorte de tungros desertó a su bando, y tras la derrota de una fuerza de dos legiones enviada contra ellos, se le unieron ocho cohortes de auxiliares batavios. Tras las deserciones de varios contingentes de soldados galos y germanos que habían sido enviados contra Civilis, la rebelión anti-romana se extendió a lo largo de toda la Gallia Belgica. Los tungros, lingones y tréveres e incluso tribus asentadas más allá del Rin se sumaron a la revuelta. La flota romana que circulaba por estas tierras fue capturada por los insurrectos, que ahora contaban con al menos 7.000 soldados plenamente entrenados y equipados por los romanos, así como un número de hombres mucho mayor procedente de las tribus que habían optado por apoyar a Civilis. Tras su victoria sobre las dos legiones que custodiaban la provincia de Gemania Inferior (la V Alaudae y la XV Primigenia ), el ejército de Civilis amenazaba todas las posesiones romanas sobre el Rin. Los insurrectos batavios y galos no serían derrotados hasta que Roma envió una fuerza formada por ocho legiones al mando de Quinto Petilio Cerial. Según la crónica del historiador Tácito, Civilis y el comandante romano Quinto Petilio Cerealis se reunieron en una isla del delta del Rin a fin de discutir los términos de paz.39 Aunque no sabemos con certeza cuál fue el resultado de la reunión, es probable que gracias a la antigua amistad que Civilis había trabado con Vespasiano en Britania, el cual ya le había propuesto el indulto, el cacique batavio y su pueblo fueran levemente multados.40 Parece que avala esta teoría el hecho de que cuando Petilio Cerealis, al final de la campaña, fue enviado como nuevo gobernador de Britania, se llevó consigo una fuerza compuesta por auxiliares batavios. A pesar de la revuelta, los batavios mantuvieron sus privilegios dentro del ejército41 e incluso a finales del año 395 los batavios seguían siendo considerados una unidad de élite por los soldados romanos: como ejemplo tenemos a los equites batavi seniores (cuerpo de caballería) y a los auxilia batavi seniores (cuerpo de infantería). DINASTINA FLAVIA (69-96 d.C.)
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Lápida del eques alaris Tito Flavio Baso, hijo de Mucala, de la tribu tracia de los Dentheletae (Dansala). Fue probablemente un ciudadano romano (sirvió el tiempo requerido), aunque no se ha averiguado el nombre de su tribu. Perteneció al Ala Noricorum (reclutada originalmente entre los tauriscios, tribu de Nórico). Murió a la edad de 46 años, tras 26 años de servicio. La escena grabada, que presenta a un jinete cargando contra un bárbaro (el Héroe Tracio), nos indica que Baso era tracio. Al romanizar su nombre, adoptó los del emperador Tito Flavio (79 - 81). RömischGermanisches Museum, Colonia, Alemania. La revuelta de los batavios sería determinante en el cambio de la política de despliegue de tropas auxiliares seguida por los emperadores de la Dinastía Flavia. Durante el reinado de la Dinastía Julio-Claudia, las tropas auxiliares se estacionaban en sus países de origen o en las provincias fronterizas, a excepción de periodos de crisis importantes, como durante las Guerras Cántabras, en los que se trasladaba el máximo de efectivos posibles al teatro de operaciones. No obstante, la revuelta de los batavios había puesto en evidencia que en tiempos de guerra civil, cuando las legiones estaban luchando contra los pretendientes al trono imperial, era peligroso dejar las provincias bajo el control de estos auxiliares. Los emperadores Flavios establecieron como regla que los auxiliares debían trasladarse lo más lejos posible de sus provincias de origen a fin de evitar la tentación de rebelarse. La política de traslados se inició con la transferencia, en el año 70, de cuatro cohortes y un ala de auxiliares batavios a Gran Bretaña. Este traslado, dirigido por Petilio Cerealis, gobernador de la isla, marcó un precedente que se mantendría durante los reinados de Vespasiano, Tito y Domiciano.43 La efectividad de la política de traslados de los Flavios se puede observar mediante los siguientes datos: mientras que en el siglo I ninguno de los regimientos de tropas auxiliares estaban estacionados fuera de su provincia de origen, en el siglo II, de los 13 regimientos reclutados entre las tribus britanas, ninguno se hallaba estacionado en Gran Bretaña.44 A pesar de su eficacia al principio, la política Flavia de traslados acabaría por volverse inútil, ya que tras un largo período en el extranjero, los regimientos auxiliares de la provincia acababan por hacer su vida y adoptar el territorio como su nuevo hogar. Este hecho, acentuado por la circunstancia de que la política de traslados no tuvo continuidad, desembocaría irremediablemente en el fracaso de la misma.45 Las tropas auxiliares «britanas» estacionadas en el Danubio estaban compuestas por reclutas ilirios, tracios y dacios, mientras que a finales del siglo II, las tropas auxiliares de Britania seguían estando formadas por una mayoría batavia. Este hecho muestra inequívocamente el estancamiento de la política de intercambios de tropas.46 Durante el reinado de la Dinastía Flavia se prohibió a los nobles nativos liderar a los contingentes de tropas auxiliares de su propia nación.47 Los emperadores Flavios duplicaron el tamaño de los cuerpos militares de su ejército; ahora a una fuerza de 1.000 hombres se la llamaría cohors/ala milliaria. No obstante, en la práctica, la mayoría de las alae milliaria estaban formadas por 720 soldados y las cohors miliaria por 800.48
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PRINCIPADO TARDÍO (97-284 d.C.)
La spatha de la caballería romana era una larga espada, de unos 780 mm de longitud media de la hoja, diseñada para otorgar al jinete mayor alcance que con el gladius.49 En el año 106 a. C., tras la victoria del emperador Trajano sobre Decébalo, rey de los dacios, el Imperio se apropió los territorios de este pueblo y formó la nueva provincia de Dacia. A mediados del siglo II se hallaban estacionados en la recién instituida provincia 44 regimientos auxilia, del 10% del total de las tropas auxiliares del Imperio. Por otro lado, en Britania estaban acantonados 60. A finales de este siglo, entre estas dos provincias albergaban cerca del 25% del total de los auxiliares del Imperio, lo que demuestra la inestabilidad de estos territorios. Por otra parte, de entre los contingentes de auxiliares reclutados en esa época, más del 50% procedían de Dacia y Britania.
Tropas auxiliares romanas defendiendo una posición fortificada frente a los atacantes dacios. Columna de Trajano, Roma. Por esta época había ya cerca de 380 regimientos auxiliares (90 alae y 290 cohortes, de las cuales alrededor de 200 eran cohors equitatae). Partiendo de estos datos, podemos establecer que el número de auxiliares desplegados por todo el Imperio ascendía a 220.000 efectivos, es decir, casi el doble que a finales del reinado de Augusto. De esta fuerza, 150.000 eran soldados de infantería y 75.000 de caballería.50 Estos datos ponen de manifiesto la gran importancia que habían alcanzado ya los auxiliares en los ejércitos del Imperio, pues
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el número de legionarios, considerados como los soldados de élite de la jerarquía militar, ascendía a 154.000 soldados de infantería (28 legiones de 5.500 hombres cada una) y 3.360 soldados de caballería, cifra muy inferior al número de tropas auxiliares. La segunda mitad del siglo II marcó una revolución dentro de las filas del ejército romano con la adición de cinco nuevas legiones (27.500 hombres).51 El número de legiones ascendía ahora a 33. Por su parte, el número de auxilia aumentó en una cifra aproximada de 50 a 60 regimientos. A finales del reinado de Septimio Severo, el número de contingentes auxiliares se elevaba a 440.52 El supuesto crecimiento del número de auxilia puede expresarse de la siguiente manera: Número de efectivos romanos (24 - 305 d.C) Adriano Crisis del siglo Diocleciano Cuerpos Tiberio S. Severo ca. 130 d. III 284 - 305 d. militares 24 d.C 211 d. C. C. ca. 270 d. C. C. 53 54 55 Legiones 125.000 155.000 182.000 56 57 Auxilia 125.000 218.000 250.00058 Guardia ~~5.00059 ~10.00060 ~10.000 Pretoriana 390.00065 Total de efectivos 255.00061 383.00062 442.00063 350,000?64 NOTA: Los datos anteriores no incluyen a los efectivos de la armada romana, ni a los soldados reclutados entre los bárbaros conocidos como foederati.
A partir del siglo II surgen en el panorama militar romano nuevas unidades conocidas como numerus (grupo) y vexillatio (destacamento).66 El número de hombres que componían estos cuerpos se desconoce, aunque se supone menor que el de las alae y las cohortes. Antiguamente, los estudiosos defendieron que estos nuevos cuerpos eran simples regimientos reclutados entre los pueblos extranjeros a fin de defender sus tierras, pero en la actualidad se piensa que formaban parte de las unidades auxiliares, y no que constituyeran un cuerpo independiente.67 Los numerus y los vexillatio alcanzaron gran importancia en el siglo IV. En el año 212 el emperador Caracalla legisla la Constitutio Antoniniana (Decreto Antoniniano), que concede la ciudadanía romana a todos los habitantes libres del Imperio, los peregrini. Con su edicto, Caracalla abolió la única distinción existente entre las legiones y los auxilia, si bien los auxilia seguirían manteniéndose durante más de un siglo. Las legiones, que ahora gozaban de una base mucho más amplia de contratación, engrosaron en gran medida sus filas de mano de todos los varones en edad de combatir que, ansiosos por luchar al lado del cuerpo militar más temido de Occidente, acudieron raudos a alistarse. Por su parte, las unidades auxiliares encontraron reclutas entre los rincones más recónditos del Imperio, donde los barbari aceptaban unirse a ellos. El progresivo debilitamiento de los regimientos auxiliares acabó con su total desaparición a mediados del siglo IV. A mediados del siglo III surgieron las primeras unidades auxiliares con los nombres de los pueblos bárbaros entre los que fueron reclutadas, como el Ala I Sarmatarum, estacionada en la provincia de Britania a finales de siglo.68 Este regimiento, estaba formado por los descendientes de una fuerza de 5.500 jinetes sármatas ubicada en la Muralla de Adriano por órdenes del emperador Marco Aurelio 175 d. C.69 El Ala I Sarmatarum es claro ejemplo del proceso por el que las unidades irregulares reclutadas entre los pueblos bárbaros (foederati) se tranformaban en regimientos auxiliares ordinarios. El Notitia Dignitatum, documento clave para entender la
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estructura del ejército romano tardío, muestra la intensificación de este proceso a mediados del siglo IV y lista un gran número de unidades irregulares bautizadas con nombres bárbaros. A mediados/finales del siglo III, el Imperio se sumió en el caos a causa de una serie de desastres militares consecutivos unidos a una plaga. Entre los años 251 y 271, las posesiones romanas en la Galia, las regiones alpinas e Italia, los Balcanes y Oriente fueron invadidas por los pueblos germanos, sármatas, godos y persas, respectivamente. Estos ataques simultáneos encontraron una débil respuesta en un Imperio cuyo ejército era víctima de una devastadora pandemia de viruela: la Plaga de Cipriano, que duró de 251 a 270, y antes de extinguirse, se cobró la vida del emperador Claudio II Gótico. Para demostrar el terrible efecto que tenían las epidemias en esa época, podemos tomar los datos de la última epidemia que había sufrido Roma, la Plaga Antonina, que costó la vida al 15/30% de la población total del Imperio.70 Durante esta época, los ejércitos perdieron a gran parte de los militares que ocupaban la cúspide de la jerarquía militar, pues esta epidemia les afectó de una manera especial.71 Los efectos de la plaga desembocaron en una gran disminución del número de soldados que integraban los ejércitos imperiales, que sólo se recuperó a finales del siglo, durante el reinado de Diocleciano (284 - 305). Con el objetivo de llenar los huecos dejados por los fallecidos, los oficiales de reclutamiento romanos buscaron nuevos alistamientos entre los bárbaros, cuyo porcentaje entre las filas de los auxiliares se incrementó considerablemente. SIGLO IV Durante el siglo IV, el ejército romano atravesó una reestructuración radical, si bien tenemos pocos datos de la misma dados los escasos escritos que nos han llegado y a la ambigüedad de las evidencias físicas. Durante el gobierno de Diocleciano, las formaciones tradicionales del principado formadas por legiones, alae y cohortes parece que desaparecieron para dar lugar a unidades más pequeñas, muchas de las cuales llevaron una gran variedad de nuevos nombres. Bajo el reinado de Constantino I (312-337) parece que las unidades militares se clasificaron en tres grados basados en el rol estratégico y, en cierta medida, en la calidad de las propias tropas: Estaban en primer lugar las praesentales, tropas de élite del Imperio, y que normalmente tenían su base en Mediolanum (Milán) y Bizancio (Constantinopla), las capitales tardías del imperio. En segundo lugar aparecen los comitatenses, fuerzas de alto nivel y creadas para la intercepción de amenazas peligrosas. Estaban basadas en las diócesis (divisiones imperiales principales), muy alejadas de las fronteras. Por último estaban los limitanei, tropas de bajo nivel y cuya función era proteger las fronteras en las que estaban desplegadas. Las antiguas tropas auxiliares de la época del principado sirvieron como base para las unidades de esos tres tipos. La Notitia Dignitatum nos ofrece un listado de 70 alae y cohortes que mantuvieron sus antiguos nombres del siglo II, y la mayor parte de ellos eran limitanei. Por otro lado, se pueden encontrar algunos rastros de regimientos de tropas auxiliares en los ejércitos praesentales y comitatenses. Especialmente en el Danubio, el antiguo sistema basado en alae y cohortes fue reemplazado por nuevas unidades, cunei y auxilia (que eran sólo de infantería), respectivamente.72 No está claro cuánta diferencia había entre estas unidades y sus predecesoras, aunque la versión limitanei podría haber sido de sólo la mitad del tamaño de las antiguas unidades.73 Por otra parte, el nuevo estilo de unidad llamada auxilia palatina, y que era considerada una de las mejores unidades del ejército, eran al menos del mismo tamaño (500) y posiblemente doblaban el tamaño de los antiguos regimientos auxiliares. Es probable que muchos de estos nuevos
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cuerpos militares estuviesen formados a partir de las tropas auxiliares antiguas, y parecen haber sido muy similares a las viejas cohortes.74 Vegecio, el escritor de temas militares del siglo IV, se queja de los jóvenes de su época, que se unían a los "auxilia" preferiblemente y antes que a las legiones, con el fin de evitar un entrenamiento y unos deberes más duros que en este último.75 Sin embargo, todavía no está claro a qué tipos de unidades se refería. Es posible que esos antiguos términos todavía se utilizasen de forma popular para hacer referencia a los limitanei y a los comitatenses, respectivamente. En cualquier caso, su cita no describe con exactitud a las tropas auxiliares del principado, muchas de las cuales llegaron a ser las mejores unidades con las que contaba el ejército de entonces. RELACIÓN CON LAS LEGIONES
Caballero auxiliar (eques alaris o alarius) con spatha (spada). Además, el soldado porta un hasta (lanza) y un escudo oval (que no se ve al estar tapado por su hombro izquierdo). Nótese la reconstrucción de la sella (silla de montar). La sella fue diseñada con el fin de proporcionar al asiento una mayor estabilidad y de compensar la ausencia de estribos, que no fueron introducidos en los ejércitos europeos hasta el siglo VI.76 Durante el Principado, el reclutamiento de legionarios sólo se realizaba entre los ciudadanos del Imperio que ostentaban la condición de ciudadanos romanos. Esta costumbre, que procedía de la estructura del ejército republicano antes de que estallara la Guerra Social, se aplicó siempre de manera muy estricta.77 En los documentos se hallan pocas excepciones, y aunque se sabe que en tiempos de crisis los oficiales de reclutamiento aceptaban en las legiones a los hijos ilegítimos de los legionarios, ello no implica que esta regla fuera ignorada de manera sistemática. Debido a la influencia en la historiografía antigua de Vegecio, escritor romano de doctrina y prácticas militares, se ha malinterpretado el papel de los auxiliares frente a las legiones en los primeros tiempos del Imperio. Su obra, De re militari, contiene abundante información útil acerca del ejército romano, aunque es engañosa debido a que Vegecio no encaja sus descripciones en un marco cronológico.78 El hecho de que la obra de Vegecio comprendiera una serie de conceptos anacrónicos, a veces fuera de contexto, se debía a que sus principales fuentes fueran Catón el Viejo (234 - 149 a. C.) y el emperador Adriano (76 - 138). Por todo ello, lo que Vegecio escribe sobre los auxilia podría referirse a cualquiera de las clases de regimientos auxiliares que se instituyeron a lo largo de los 500 años de historia del ejército romano: Los socii latinos, contingentes de soldados proporcionados por los reyes y estados clientes de los tiempos de la República tardía.
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Los auxilia de la época augustea o los limitanei, tropas fronterizas posteriores (vd. supra). Además, es probable que el hecho de que Vegecio no tuviera experiencia militar hiciera que su comprensión acerca de la estructura bélica fuera mínima. De entre las afirmaciones erróneas que se incluyen la obra de Vegecio se encuentran las siguientes: Los auxilia eran inferiores a las legiones en entrenamiento y capacidad de combate. Los cuerpos auxiliares admitían únicamente en sus filas a infantería ligera, mientras que las legiones comprendían infantería pesada. La infantería auxiliar no luchaba en primera línea de combate, puesto que allí se posicionaba a las legiones. Los auxiliares funcionaban como unidad de apoyo, asistiendo a los legiones en sus operaciones. Nunca iniciaban una nueva campaña de forma independiente. Los auxiliares pronto se destacaron en puestos fronterizos, mientras que las legiones quedaban como una reserva estratégica; sólo intervenían en el caso de que se llevara a cabo una incursión importante. Las frases anteriores, que pudieron ser verdaderas durante el periodo republicano, están claramente equivocadas a finales del reinado de la Dinastía Julio-Claudia. CALIDAD El origen de la opinión de que los legionarios eran tropas de mayor calidad que los auxiliares reside en el comentario de Vegecio acerca de que los hombres jóvenes preferían alistarse en los auxilia a fin de huir de la severa disciplina de las legiones. Para avalar esta teoría, Vegecio alegó que a los legionarios se les pagaba un salario más alto; no obstante, no existen pruebas de que hubiera diferencias entre los salarios de ambos cuerpos. Aunque anteriores generaciones de estudiosos alegaron que a los auxiliares se les pagaba un tercio menos que a los legionarios, recientes estudios han demostrado que esta diferencia era menor (sólo un 20% menos) y que sólo se aplicaba a la infantería. En cuanto a la caballería, a las equites cohortales (cohorte de caballería) se las pagaba lo mismo que a sus homólogos legionarios; y en el caso de los equites alares, el sueldo era un 20% mayor.79 El hecho de que los sueldos más altos y las primas más valiosas se destinaran a los legionarios se debía probablemente a su condición de ciudadanos romanos. Por otra parte, los relatos de Tácito acerca de los enfrentamientos entre los auxiliares batavios y los legionarios romanos durante la revuelta de los primeros demuestran que no existía una diferencia apreciable de calidad entre ellos. De hecho, en cuanto a la caballería, los alares eran considerados la élite del ejército romano, mientras que los jinetes de las legiones eran adecuados para llevar a cabo tareas de reconocimiento y para transportar los mensajes entre los generales y los soldados durante la batalla. ARMAMENTO La creencia de que los auxiliares eran tropas ligeras procede de las erróneas palabras de Vegecio:
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Los auxilia se unían a los legionarios en el combate siempre como tropas ligeras80 Aunque es cierto que algunas tropas auxiliares especializadas, como los arqueros sirios o los jinetes númidas, portaban armadura ligera (o iban desprotegidos), no era una regla general entre los auxiliae, pues las cohortes auxiliares iban provistas de una armadura pesada similar a la de los legionarios.81 Se ha hablado mucho de la clara diferencia de armadura entre los dos cuerpos que muestra la Columna de Trajano, un monumento erigido en Roma (113) con el fin de conmemorar la conquista de Dacia por el emperador Trajano (97 - 117). Los bajorrelieves de la columna constituyen una fuente clave para comprender cómo era el equipo militar de los soldados romanos. Por lo general, se muestra a los auxiliares llevando cotas de malla (lorica hamata), corazas o simples láminas de cuero, además de un escudo oval. Por su parte, a los legionarios se les representa portando una armadura de láminas (lorica segmentata) en todo momento (ya sea en combate o en otras actividades, como la construcción) y un escudo de forma rectangular.82 No obstante, las figuras representadas en la Columna de Trajano están muy estereotipadas a fin de distinguir entre las dos clases de tropas.83 En otro monumento erigido durante el reinado de Trajano, el Tropaeum Traiani, la lorica segmentata no aparece en ningún momento y los legionarios y los auxiliares se representan portando la misma armadura, la (lorica squamata). En ese sentido, se considera que el trofeo de Adamclisi muestra una imagen mucho más real y más ajustada a la normalidad de las legiones, siendo la segmentata una armadura que se utilizaba raramente, posiblemente sólo para el combate y para los desfiles.84 Las pruebas de ese tipo de armadura en las representaciones históricas modernas han demostrado que se trata de una armadura bastante incómoda, y que su estructura hace que sea dolorosa llevarla puesta durante mucho más que cortos periodos de tiempo. A cambio, ofrece más protección que los otros tipos de armaduras: es impenetrable ante la mayor parte de flechas y proyectiles enemigos.85 Se ha argumentado también que la lorica segmentata fue utilizada asimismo por los auxiliares, si bien no existe evidencia de este hecho. Se han encontrado restos de este tipo de armadura en Recia que datan de una época en la que no había legiones estacionadas en la provincia, pero podría tratarse de restos abandonados por los legionarios de un destacamento temporal.86 Además, las tropas auxiliares en ningún momento han sido representadas llevando esa armadura.87 En todo caso, ambos cuerpos fueron equipados con las mismas armas: el gladius (espada corta que permite el apuñalamiento en la lucha cuerpo a cuerpo) y la jabalina, aunque la clase de jabalina conocida como pilum fue siempre característica de los cuerpos de legionarios.88 Goldsworthy señala que el peso final de los equipos de ambos cuerpos era más o menos el mismo.89 Las diferencias existentes en las armaduras se debían a razones no militares: los legionarios, en su condición de cuerpo superior socialmente, optaban por poner de manifiesto esta superioridad mediante la obtención de armaduras más caras e impresionantes. Cuando en el siglo III se concedió la ciudadanía a todos los peregrini, los legionarios perdieron esta superioridad social y desaparecieron la lorica segmentata y el escudo rectangular 90 ROL EN EL COMBATE Las cohortes auxiliares (a excepción de las unidades especializadas) estaban compuestas por infantería pesada que luchaba en primera línea de combate junto a las legiones. No existen pruebas de que sean ciertas las afirmaciones de Vegecio, en el sentido de que los auxiliae entraran en combate antes o después que las legiones.91 De lo que sí existe evidencia es de que, durante la batalla, los comandantes situaban a los
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auxiliares en los flancos y a los legionarios en el centro; como ejemplo tenemos la Batalla de Watling Street (60), batalla que supuso la derrota definitiva de los rebeldes britanos liderados por la Reina Boudica.92 Este modo de organizar al ejército era heredado de los tiempos de la República Romana, durante los que los alae latinos ocupaban esa misma posición en la batalla. AUTONOMÍA Normalmente se asignaba un regimiento de auxiliares a una legión para que la apoyara en sus operaciones militares; en el alto mando, el praefectus quedaba subordinado al legatus legionis (comandante de la legión). El periodo en que ambos cuerpos permanecían juntos podía ser muy largo. Por poner ejemplo, las ocho cohortes de auxiliares batavios que se adjuntaron a la Legio XIV Gemina permanecieron con ella 26 años, desde la invasión a Britania del año 43 hasta la guerra civil del año 69.93 El número de regimientos auxiliares adjuntos a una legión dependía de las peticiones realizadas por el legatus Augusti (gobernador de la provincia donde la legión estaba estacionada) o por el emperador de Roma. Sin embargo, el hecho de que los regimientos auxiliares quedaran subordinados a una legión no significaba que no se les permitiera iniciar una campaña de manera independiente, es decir, sin el apoyo de las legiones. De hecho, la práctica ausencia de caballería era lo que impedía a las legiones iniciar una campaña por su cuenta y sin auxiliares, peor no ocurría así a la inversa. Como ejemplo tenemos las campañas llevadas a cabo durante el gobierno de Publio Ostorio Escápula en la provincia de Britania contra la tribu de los icenos (47), o el rescate de los brigantes y su líder Cartimandua (52).94 La Columna de Trajano representa las principales escenas de 20 grandes batallas, de las cuales en 19 participan los auxiliares y en 12 solos, sin legionarios.95 PAPEL ESTRATÉGICO Los campamentos de legionarios estaban situados en algunas provincias muy lejos de la frontera, como durante la conquista de la isla de Britania, en la que las principales bases de legionarios se hallaban en Chester y York, a 100 km del Muro de Adriano, que delimitaba la frontera romana de la isla. No obstante, en otras provincias, como en el Danubio (Ratisbona, Viena y Budapest), las legiones se estacionaban justo en la frontera. En Gran Bretaña, la dirección de la guerra quedó en manos de los auxiliares, aunque también es probable que en los destacamentos fronterizos vivieran no sólo los auxiliares, sino también algunos cuerpos de legionarios.96 En conclusión: no existieron diferencias significativas entre la formación, equipo, calidad y papel en el combate o en la estrategia de la infantería de las legiones y sus homólogos auxiliares. La caballería auxiliar era muy superior a la legionaria, pues ésta no estaba pensada para combatir. Por otro lado, las legiones carecían por completo de arqueros u otras formaciones ligeras, comunes entre los auxiliares. En muchas ocasiones se ha planteado la cuestión de si era posible que las legiones provinciales se mantuvieran en activo durante mucho tiempo debido a lo problemático del reclutamiento en zonas con pocos ciudadanos. Mattingly duda que en Gran Bretaña, donde residía una población de 50.000 ciudadanos romanos, fuera posible que se cubrieran las necesidades de las tres legiones estacionadas en la provincia, que requerían 600 reclutas anuales.97 Sin embargo, es probable que tras la revuelta de los batavios, los emperadores optaran por
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establecer colonias en las provincias más inestables. Así, se garantizaba la seguridad nacional al poder reclutar con relativa rapidez cuerpos militares plenamente leales. ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN GENERAL El cuadro siguiente muestra el establecimiento oficial de efectivos auxiliares a finales del siglo II. No obstante, la verdadera fuerza de los auxiliares, cuyo número variaba continuamente, estaba basada en la eficacia de los reclutamientos efectuados a lo largo del Imperio. Regimientos auxiliares romanos: clase, estructura y fuerza.98 Unidad
Servicio Comandate Subcomandante
Ala Caballería praefectus decurio quinquagenaria Ala milliaria Cohors quingenaria Cohors milliaria
Caballería praefectus decurio
Fuerza de Fuerza Nª de las de las subunidades subunidades unidades 480 16 turmae 30 (32) (512) 720 24 turmae 30 (32) (768)
Infantería praefectus * centurión
6 centuriae 80
480
tribunus centurión militum **
10 centuriae 80
800
Infantería
Cohors equitata quingenaria
Mixto: centurión (inf) 6 centuriae 80 infantería/ praefectus decurio (cab) 4 turmae 30. caballería
Cohors equitata milliaria
Mixto: tribunus centurión (inf) 10 centuriae 80 infantería/ militum ** decurio (cab)) 8 turmae 30 caballería
600 (480 inf/120 cab) 1,040 (800 inf/240 cab)
* El tribunus militum mandaba en las cohortes romanas originales.99 ** El praefectus lideraba las cohortes milliariae reclutadas entre los tungros y los batavios.100 NOTA: Existe un debate en torno al tamaño de las turmae, aunque se cree que estaban formadas por 30/32 hombres. Treinta soldados era el tamaño de una turma republicana de caballería y de una cohors equitata de auxiliares de la época augusta era de 30 hombres. Por otro lado, están las declaraciones de Flavio Arriano, que fija el tamaño de un ala en 512.101 Tomando como veraces los escritos de Arriano, una turma de un ala constaría de 32 hombres. RECLUTAMIENTO, RANGOS Y SALARIOS Son escasas las evidencias encontradas acerca de los rangos y salarios de los soldados auxiliares, aunque más numerosas que las de sus homólogos legionarios. Los datos disponibles pueden resumirse en la siguiente tabla:
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Lápida de Tito Calidio Severo, auxiliar romano perteneciente a la tribu romana Camilia. Ascendió desde el puesto de eques (jinete) al de decurión de la cohors I Alpinorum, regimiento reclutado al oeste de los Alpes. Posteriormente Severo pasaría a servir en una legión (tras obtener la ciudadanía romana después de 25 años de servicio) y fue nombrado centurión de la Legio XV Apollinaris. Murió a la edad de 58 años, tras 34 años de servicio. Nótense los grabados de su armadura y las decoraciones de su caballo, distintivos de los decuriones. La historia de Severo muestra que a veces, tras 25 años de servicio, los auxiliares se sumaban a las legiones. Este monumento fue erigido por su hermano, Q. Calidio. Carnuntum, Austria. Rangos y salarios de los auxiliae (mediados del siglo I)102 Rangos de las Rangos de las cohortes Cantidad alae Cantidad de infantería (denarios) (orden (denarios) (orden ascendente) ascendente) 1 pedes 188 gregalis 263 1,5 (sesquiplicarii) tesserarius 282 sesquiplicarius 395 signifer signifer 2 (duplicarii) optio 376 ¿curator? 526 vexillarius vexillarius centurio decurio 2,5 - 5* (triplicarii centurio princeps 470-940 decurio princeps 658-1.315 etc) ¿beneficiarius? ¿beneficiarius? 50 praefectus 9.400 praefectus 13.150 * Partiendo de que los salarios de los oficiales eran equivalentes a los del ejército romano tardío.103 Proporción salarios
de
CALIGATI En el extremo inferior de la pirámide jerárquica del ejército romano se encontraban los soldados ordinarios, los pedes (soldados rasos de una cohorte), los eques (jinetes de las cohors equitata) y los gregalis (jinetes de los alae).104 En los tiempos inmediatamente posteriores a la institución de las tropas auxiliares como unidad, los 51
romanos reclutaban a este tipo de regimientos entre los peregrini romanos, los ciudadanos de segunda clase que habitaban dentro de las fronteras del Imperio. Cuando se inició el reclutamiento de auxiliares entre tribus nativas, se bautizaba a los regimientos con el nombre de su pueblo de procedencia. Posteriormente, cuando el regimiento se estacionaba en una provincia, obtenía la mayor parte de sus nuevos reclutas entre los provincianos, en detrimento de los extranjeros originales. De ese modo perdieron los auxiliares su identidad étnica distintiva.105 Por tanto, el nombre de las unidades auxiliares perdió sentido y se convirtió en una mera curiosidad, aunque algunos de sus miembros podrían haber heredado nombres extranjeros de sus antepasados veteranos. A pesar de todo, los diplomas e inscripciones que se han hallado de la época demuestran que algunas fuerzas siguieron reclutando hombres en sus territorios de origen; por ejemplo, los auxiliares de Britania continuaron reclutándose entre el pueblo de los batavios.106 Las principales fuentes de reclutamiento se mantuvieron en las provincia de Recia, Panonia, Mesia y Dacia.107 108 Se han hallado en Gran Bretaña pruebas de que algunos regimientos contaban con soldados internacionales.109 Al parecer, los regimientos auxiliares contaron también con la contratación de ciudadanos romanos; probablemente hijos de veteranos de este cuerpo que decidían seguir los pasos de sus padres.110 Estos descendientes de veteranos se alistaban en los auxiliae con el objetivo de medrar en una unidad en la que era mucho más fácil ascender que en las legiones. Tanto es así, que algunos legionarios solicitaban el traslado de las legiones a los auxiliae.111 Menos clara está la cuestión de que se reclutara de forma regular a los barbari (personas que vivían fuera de las fronteras del Imperio, a los que los romanos llamaban bárbaros). Actualmente se ha llegado al consenso de que lo hicieron,112 aunque existen muy pocas pruebas anteriores al siglo III, además de que los primeros diplomas datan de 203, fecha muy cercana al año 212, cuando el Edicto de Caracalla concedió la ciudadanía a todos los peregrini.113 A partir del siglo III aparecieron de manera regular regimientos auxiliares reclutados exclusivamente entre los bárbaros. Por ejemplo, el Ala Sarmatarum I y el Numerus Hnaufridi.114
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Lápida de Mario, hijo de Ructicno, un soldado auxiliar cuya carrera fue menos exitosa que la de su padre. Nunca ascendió del puesto de millas (soldado ordinario) en 25 años de servicio con su regimiento, la Cohors I Montanorum(reclutada originalmente en la provincia de Recia y en los Alpes Julianos). No puede despojarse de sus nombres tribales, pues debido a su muerte en el último año del plazo requerido, jamás recibió la ciudadanía romana. Este monumento fue erigido en el siglo I por su heredero. Carinthia, Austria. En cuanto al sueldo, existía también una jerarquía entre las clases de tropas auxiliares, de las cuales la caballería era el cuerpo mejor pagado. Recientes estimaciones han determinado que bajo el reinado de Augusto, los pagos anuales se estructuraban de la siguiente manera: Los Eques alaris (gregalis) recibían 263 denarios Los Eques cohortalis recibían 225 denarios Las cohors ordinarias recibían 188 denarios.115 Al parecer, existieron las mismas diferencias salariales durante el reinado de Domiciano (81 - 96).116 No obstante, Goldsworthy puntualiza que la hipótesis de que las tasas salariales eran comunes en provincias y unidades no está comprobada,117 y que es probable que los sueldos fueran más altos en la élite de la jerarquía auxiliar, como es el caso de los alae singularium, las cohortes batavorum o unidades especializadas, como los sagittarii. Los sueldos de las pedes cohortalis auxiliares pueden compararse a los de los legionarios de la siguiente manera: SALARIOS DE LOS SOLDADOS RASOS AUXILIARES (MEDIADOS DEL SIGLO I)118 Auxiliares c. Legionarios c. Legionarios c. Auxiliares c. 100 100 100 100 XXX Remuneración cantidad anual (tras 25 cantidad anual (tras 25 (denarios) años) (denarios) años) Stipendium (salario) 225 p.a. 225 188 p.a. 188 Donativa 75 cada tres no hay 25 (recompensas) años evidencias Total de anuales
pagos
250
188
Deducción: Comida Deducción: Equipamiento
60
60
c. 50
c. 50
Estipendio final
115
78
Praemia 3.000 (recompensa final)
120
no hay evidencias
El sueldo bruto de los soldados romanos estaba sujeto a deducciones por la alimentación, la ropa y el heno (deducción exclusiva de los soldados montados). No 53
está claro si el coste de la armadura y las armas también era deducido o si era sufragado por el ejército. Tras las deducciones pertinentes, los soldados auxiliares recibían un sueldo de 78 denarios, cantidad suficiente para adquirir los alimentos que necesitaba un adulto medio durante un año. En el año 84, Domiciano aumentó el sueldo base de los legionarios en un 33% (de 225 a 300 denarios): aumento similar al que recibieron los auxiliae, que ahora recibían 140 denarios.119 El hecho de que los soldados estuvieran exentos del impuesto de capitación (capitatio), que no pagaran alquiler (residían en los cuarteles o en los campamentos), alimento, ropa o equipo (cuyos gastos sufragaba el ejército) y que la mayoría procedieran de familias campesinas que vivían de la agricultura de subsistencia, hizo que el sueldo que percibían los soldados en el ejército se tornara muy atractivo. Estos sueldos podían gastarse en actividades de ocio, ser enviados a sus familias o simplemente guardarse para la jubilación. No existen pruebas de que los auxiliae recibieran bonificaciones en efectivo (donativa) cuando un nuevo emperador ascendía al trono, como sí ocurría en el caso de los legionarios.120 Aunque irregulares, estos pagos (75 denarios cada vez para los legionarios ordinarios) se producían cada siete años y medio a principios del siglo I y cada tres en épocas posteriores. Duncan-Jones ha sugerido que los donativa se empezaran a pagar a los auxiliae a partir del reinado de Adriano, lo que explica el gran crecimiento de sueldo que experimentó este cuerpo durante esa época.121 Al finalizar sus 25 años de servicio, los legionarios recibían una gran bonificación de 3.000 denarios (praemia), equivalente a 10 años de su sueldo tras el aumento salarial del año 84, que les permitía comprar una buena porción de terreno. Al parecer, el praemia que recibían los auxiliares era la concesión de la ciudadanía romana, que conllevaba importantes exenciones fiscales. Duncan-Jones sugiere que es probable que sí se pagara una bonificación en efectivo a los auxiliares.122 PRINCIPALES UNIONES En el ejército romano se conocía a los oficiales con el nombre de principales, rango por encima del de centurión, jefe de una centuriae de una cohorte. Entre los legionarios de las centuriae existía una serie de suboficiales: El vexillarius, jefe de una compañía. El optio, suboficial que servía de lugarteniente al centurión de cada centuria. El signifer, suboficial encargado de llevar el signum o enseña de cada centuria. El tesserarius, soldado del ejército romano, con la categoría de miles principalis, que se encargaba en cada centuria de una legión o una unidad auxiliar, de las tareas de seguridad, especialmente de conocer y fijar la tessera o contraseña de cada día. En las turmae de las cohors equitatae y en las alae, el segundo al mando del decurión era probablemente conocido por el nombre de curator, responsable de los caballos.123 Al igual que en las legiones, los jóvenes principales y algunos soldados especializados de los regimientos se clasificaban en dos grupos:124 Los duplicarii, soldados a los que se pagaba el doble. Los sesquiplicarii, soldados a los que se pagaba el sueldo base o la mitad del mismo. Dichos cargos pueden compararse en función de los niveles salariales con los actuales de cabo y sargento. Además de los efectivos militares, los regimientos comprendían soldados especializados integrados en las filas de los duplicarius o los sesquiplicarius
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o con la condición de milites immunes («soldados eximidos», es decir, exentos de las funciones ordinarias). Entre estos soldados especializados se encontraban:125 El medicus, hombre encargado de velar por la salud de los soldados. El veterinarius, médico veterinario a cargo del cuidado de los caballos, los animales y el ganado. El custodio armorum, encargado del arsenal. El cornicularius, soldado encargado del registro y papeleo del regimiento. PRINCIPALES SENIORES En comparación con los centuriones de las legiones, poco se conoce acerca de los centuriones y decuriones auxiliares. Las evidencias existentes muestran que ambas clases de oficiales eran soldados nombrados directamente por el comandante hombres procedentes de la aristocracia provincial- o ascendidos a estos cargos desde las filas de legionarios y auxiliares rasos.126 Bajo el reinado de la Dinastía JulioClaudia, la división entre centuriones y decuriones era similar a la existente entre los ciudadanos y los peregrini. En épocas posteriores, estos cargos serían casi exclusivos de los ciudadanos romanos debido al predominio de la ciudadanía en las familias con tradición militar.127 La manera en que los centuriones y decuriones ascendían a estos puestos desde las filas ha sido comparada al modo en que lo hacen los oficiales con funciones de sargento en los ejércitos modernos. No obstante, esta comparación subestima el rol social de decuriones y centuriones, así como sus funciones, no sólo militares, sino también administrativas.128 Los modernos rangos de capitán y mayor o comandante son más parecidos. No se sabe con certeza el sueldo estipulado para centuriones y decuriones, aunque sí se sabe que éste excedía en más del doble al de un miles.129 A diferencia del legatus legionis (oficial que tenía a su cargo a seis tribuni militum y a un praefectus castrorum), el praefectus auxiliar no parece haber tenido apoyo por parte de suboficiales militares, a excepción del beneficiarius («adjunto»), que podría ser el segundo al mando del prefecto si este cargo fuera ordinario y no un simple nombramiento ad hoc realizado para una tarea específica.130 El praefectus también contaba en su estado mayor con el vexillarius del regimiento (portador del estandarte de la unidad) y el cornicen (portador del cuerno -instrumento de música para dar órdenes- de la unidad). PRAEFECTI Parece ser que a principios del siglo II, la mayoría de los prefectos auxiliares eran aún de origen itálico, a pesar de que este pueblo suponía por esta época una pequeña proporción de los reclutas legionarios.131 Todos los prefectos eran miembros del ordo equester, ya fuera por nacimiento, por alcanzar el estado económico requerido (100.000 denarii, el equivalente a 400 años de salario bruto para un alaris auxiliar) o por promoción militar. Estos últimos eran centuriones primus pilus, rango que normalmente se entregaba a los miembros del orden ecuestre tras un año de servicio.132 Los équites por nacimiento solían iniciar el servicio militar aproximadamente a la edad de 30 años. En los auxiliae, los mandos militares se ejercían en una serie de intervalos de 3 o 4 años: prefecto de una cohors auxiliar, tribunus militum y prefecto de un ala auxiliar. Bajo el reinado del emperador Adriano, se añadió un excepcional mando de cuarto grado, prefecto de un ala milliaria. Al igual que los oficiales de rango senatorial, los miembros del orden ecuestre abandonaban el ejército tras diez años de servicio a fin de tratar de labrarse una
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fructífera carrera pública. Por otro lado, los hombres no pertenecientes al orden senatorial o ecuestre continuaban en el ejército mucho más tiempo, alcanzando puestos privilegiados dentro de las distintas unidades y provincias. En el siglo III, los prefectos auxiliares eran exclusivamente funcionarios de carrera.133 134 Se ha estimado que el sueldo de un praefectus de un regimiento auxiliar a principios del siglo II era cincuenta veces mayor al de un miles (soldado raso).135 La razón de la enorme brecha entre las partes superior e inferior de la pirámide militar romana se debía a que la sociedad romana estaba aún muy sujeta a las diferencias entre las distintas clases sociales. Un praedectus no era sólo un funcionario de alto nivel, sino un ciudadano romano (al cargo de destacamentos de hombres que no lo eran) miembro del ordo equester, un aristócrata. El abismo social existente entre el praefectus y el soldado peregrinus era inmenso, y la diferencia entre los sueldos de ambos reflejaba este hecho. UNIDADES ESPECIALES Durante el periodo republicano, las unidades especiales de los cuerpos auxiliares romanos se limitaban a los honderos baleares, a los arqueros cretenses y a la caballería ligera númida. Estas unidades continuarían formando parte de los auxiliae en el siglo II, aunque ya se habrían añadido algunas nuevas: SAGITARII Los sagittarii formaban el cuerpo de arqueros del ejército romano (sagitta en latín significa flecha). En el siglo II existían ocho contingentes de alae sagittariorum (arqueros montados), 18 de cohortes sagittariorum (arqueros a pie) y seis de cohortes sagittariorum equitatae (cuerpo formado por una fuerza mixta de arqueros a pie y montados). Estas 32 unidades comprendían en total cerca de 17.600 arqueros, de los cuales la mayoría eran de origen sirio y sólo un regimiento, la cohors I Cretum sagitt. eq., era de origen cretense, pueblo que tradicionalmente había suministrado arqueros a Roma en tiempos de la República. De estos 32 regimientos de sagittarii registrados a mediados del siglo II, trece eran de origen sirio, siete de origen tracio, cinco procedentes de Asia Menor, uno de origen cretense y el resto de origen desconocido. En la Columna de Trajano se muestran tres diferentes clases de arqueros:136 Con coraza, casco de forma cónica y capa. Sin armadura, gorra de tela cónica, largo y chaleco largo. Equipados de igual forma que los habituales de infantería auxiliares. Las dos primeras clases de arqueros eran probablemente de origen sirio y la tercera de origen de tracio. No es seguro que todos los contingentes de sagittarii estuvieran formados exclusivamente por arqueros. Algunas unidades de este tipo, además de portar arcos, estaban equipadas de igual forma que las alae y cohortes ordinarias. De hecho, sería sorprendente que las unidades regulares carecieran por completo de arqueros, pues ello limitaría en gran medida su capacidad para llevar a cabo operaciones independientes. Además, las evidencias son ambiguas, pues no sólo muestran a algunos regimientos de sagittarii portando otras clases de armas, sino también a clases de unidades que no eran saggitarii portando arcos.137
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EQUITES MAURORUM Los equites maurorum formban el cuerpo de caballería ligera del ejército romano (equites significa jinetes en latín). Los equites, que eran en su mayoría oriundos de la provincia de Mauritania (región procedente de la fusión de los territorios provinciales de Mauritania y Numidia), formaban parte del pueblo de los mauri (palabra latina de la que se deriva el termino español «moro»). Este pueblo es el antepasado de los modernos bereberes de Argelia y Marruecos. En la Columna de Trajano se representa a los jinetes mauri cabalgando con el pecho desnudo, controlando al caballo sin apenas esfuerzo y sin portar ninguna clase de armadura, sólo una simple túnica. La clase de armas que portaban no puede discernirse de forma clara debido a la erosión de la columna, aunque se cree que llevaban lanzas de una corta longitud. Los jinetes son representados con pelo largo en rastas.138 No está del todo claro qué proporción de caballería mora formaba partes de los auxiliae regulares en contraposición a los barbari, unidades irregulares aliadas. FUNDITORES Los funditores integraban el cuerpo de honderos del ejército romano (funda significa honda en latín), a pesar de no figurar en las licencias militares que se han hallado. Los funditores sí que aparecen, no obstante, en la Columna de Trajano, en la que se les representa desarmados y portando una túnica corta. Llevan una bolsa cerrada, aunque abierta en la parte frontal, a fin de que pudieran arrojar sus proyectiles (glandes). Parece ser que al menos un contingente de funditores participó en las Guerras Dacias.140 CONTARII Los contarii formaban el cuerpo de lanceros del ejército romano (contus es el nombre utilizado en latín para hacer referencia a una lanza larga y pesada). A partir del siglo II figuran como una unidad especial formada por caballería pesada cubierta de la cabeza a los pies por una armadura. Su número aumentó considerablemente a partir del siglo III. Entrenada y armada a imagen y semejanza de los jinetes sármatas y partos, a este tipo de unidad se la conocía bajo los nombres de contarii, cataphractarii y clibanarii. Junto a las nuevas unidades de arqueros montados ligeros, los contarii estaban ideados para contrarrestar las tácticas militares del Imperio Parto, cuyos ejércitos estaban formados principalmente por caballería. Las tácticas de combate de los partos consistían en debilitar y romper la línea defensiva romana y después desbandar al ejército mediante una carga de cataphractarii.141 Las únicas unidades especiales de caballería pesada que figuran en los registros del siglo II son el ala Ulpia contariorum I y el I ala Gallorum et Pannoniorum cataphractaria, estacionadas, respectivamente, en Panonia y Mesia Inferior, aunque se cree que debió haber habido varios regimientos como esos ubicados en el este. SINGULARES Los singulares eran las unidades de caballería instituidas a fin de servir como escolta imperial (singuli en latín significa adjunto a una persona). Desde el reinado del emperador Augusto, que empleaba como guardaespaldas a soldados de origen germano, los Germani corpore custodes, los emperadores habían usado como guardia
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personal a soldados oriundos del exterior de las fronteras del Imperio, probablemente porque consideraban que no podían ser sobornados por sus rivales al trono imperial. Sin embargo, cuando el cuerpo de guardaespaldas germanos fue abolido por el emperador Galba en el año 69, fue reemplazado por los equites singulares Augusti (literalmente caballería personal del emperador), cuerpo militar integrado por los mejores jinetes de los auxiliae, de los cuales la mayoría eran batavios.142 Esta era la única unidad de la Guardia Pretoriana reclutada entre no ciudadanos y, aunque en sus comienzos habían sido instituidas como una ala miliar (720 hombres), los regimientos de equites singulares Augusti habían crecido constantemente hasta contar con 2.000 hombres a finales del siglo II. Cuando los emperadores realizaban sus giras por provincias o encabezaban sus campañas, los llevaban siempre consigo.143 Parece ser que después de algunas campañas, los destacamentos de singulares se quedaban permanentemente estacionados en las provincias a modo de alae regulares, aunque conservaban el prestigioso título de singulares y su reputación. Como ejemplo tenemos el Ala I Flavia singularium, acantonada en Recia a mediados del siglo II. En la Columna de Trajano son fácilmente identificables, pues aparecen siempre acompañando al emperador. El monumento les muestra sin estar vestidos para la batalla, pues no usan coraza, aunque sí ropa de marcha (túnica y manto)144 DROMEDARII Los dromedarii eran unidades montadas en camello. En los registros sólo se ha hallado la existencia de una a mediados del siglo II, el ala I Ulpia dromedariorum milliaria, estacionada en Siria. No obstante, se cree que se reclutaron más con el fin de que patrullaran los desiertos de Arabia y del Norte de África. EXPLORATORES Los exploratores eran las unidades de reconocimiento del ejército romano. Existen dos ejemplos de regimientos de esta clase de unidad acantonadas en Britania a mediados del siglo III: Habitanco y Bremenio (ambos nombres de fuertes), aunque poco se conoce acerca de ellas. EQUITES COHORTALES La teoría tradicional de los historiadores, expuesta por G. L. Cheesman, afirmaba que las cohors equitata estaban formadas sólo por infantería montada en caballos de mala calidad. Los integrantes de esta clase de unidad acudían al campo de batalla a caballo, pero después desmontaban para combatir.145 Sin embargo, esta opinión está desacreditada en la actualidad, pues, aunque es evidente que las equites cohortales no eran equiparables en calidad a las equites alares (de ahí su menor remuneración), existen pruebas de que en el campo de batalla luchaban de igual manera que ellos y, en ocasiones, a su lado; además portaban la misma clase de armas y armadura.146 UNIDADES IRREGULARES Se han hallado pruebas que datan de fechas del periodo del Principado Romano, que demuestran la existencia de una minoría étnica de unidades compuestas por barbari y desvinculadas de la organización auxiliar ordinaria. En cierto modo, este tipo de unidad era una simple evolución del antiguo sistema de clientelado de tiempos de la
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República, que consistía en la existencia de una serie de regimientos ad hoc suministrados a Roma para sus campañas en nombre de los reyes clientes del Imperio. Empero, cuando finalizaban estas campañas, algunos de estos contingentes de soldados permanecían al servicio de Roma manteniendo el liderazgo, vestimenta, equipo y organización que los caracterizaban. Esta clase de unidad era conocida por los romanos bajo el nombre de socii («aliados») o foederati. Sin embargo, debido a la escasez de pruebas, no sabemos mucho acerca de esta clase de unidad. Los foederatii son reflejados por primera vez en la Columna de Trajano (pues durante las Guerras Dacias varias tribus apoyaron a los romanos y lucharon a su lado), donde se les muestra como hombres fuertes, con el pelo largo y barba, descalzos y desnudos hasta la cintura. Usaban un pantalón largo sujeto por un amplio cinturón. No obstante, debido a que en la Columna de Trajano sólo está representada una clase de barbari, el atuendo y las armas que allí exhiben no tiene por qué ser representativo y pudo haber variado en gran medida en función de su población de origen.147 Partiendo de la frecuencia con la que los foederati figuran en las recreaciones de batallas presentes en la Columna, se cree que esta clase de unidad debió ser muy importante en las operaciones militares que realizaron los romanos en el territorio de Dacia. Un ejemplo de regimiento de foederatii fueron los 5.500 jinetes sármatas enviados por el emperador Marco Aurelio (161 - 180) a reforzar la Muralla de Adriano tras su derrota en las Guerras Marcomanas.148 NOMBRES, TÍTULOS Y CONDECORACIONES NOMBRES DE LOS REGIMIENTOS La nomenclatura de la mayoría de los regimientos auxiliares seguía una configuración estándar: tipo de unidad, seguida por el número que expresaba el orden en que fueron reclutados, seguida por el nombre de la tribu o nación de peregrini entre la que fueron reclutados en genitivo plural; por ejemplo, la cohors III Batavorum (tercera cohorte de los batavios) o la cohors I Brittonum (primera cohorte de los britones). Algunos regimientos combinaban los nombres de dos tribus de peregrini, probablemente resultado de la fusión de dos regimientos independientes; por ejemplo, el ala I Pannoniorum et Gallorum (primer ala de los panonios y los galos). Una minoría de regimientos se nombraban en honor a una persona; por ejemplo, el ala Sulpicia (probablemente nombrada así en honor a un romano perteneciente a la gens Sulpicia). Este último caso se producía también en los pocos regimientos que carecían de número de serie. Además, existían una clase de regimientos, que se reclutaban en situaciones de emergencia (la mayoría durante la Revuelta Iliria), cuyo nombre reflejaba el fin de su contratación. El ejemplo más conocido de esta clase de unidad es el Civium Romanorum, cuyo nombre indica que se trataba de regimientos compuestos por ciudadanos romanos reclutados durante la Revuelta de Iliria (6 - 9).149 TÍTULOS Los regimientos podían ser recompensados por su servicio con la concesión de un título honorífico. El mejor considerado entre las tropas era el prestigioso título de Civium Romanorum, que concedía a todos los hombres integrantes del regimiento la ciudadanía romana (aunque no a sus sucesores). El regimiento conservaba el título de Civium Romanorum a perpetuidad.150 Otro título importante era la concesión al regimiento del nombre de la gens del emperador.
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Un título similar era el que se daba a las legiones por el cumplimiento de su deber y su lealtad, el pia fidelis.151 CONDECORACIONES El ejército romano concedía a los legionarios por su valor una gran variedad de condecoraciones individuales (dona): el hasta pura, una lanza en miniatura; el phalerae, que era un gran disco hecho de plata o bronce que se colocaba en la coraza; el armillae, una pulsera que se llevaba en la muñeca; y el torque, que era un collar que los soldados llevaban alrededor del cuello. La recompensa militar de mayor prestigio era la concesión de la coronae (corona), de las cuales la más prestigiosa era la corona cívica, una corona hecha de hojas de roble que se concedía por salvar la vida de un ciudadano romano en batalla. Otro premio muy valioso fue la corona muralis, una corona de oro que se adjudicaba al primer hombre que saltaba las murallas de una fortaleza enemiga. Esta condecoración se concedía en muy pocas ocasiones, ya que el hombre que primero saltaba las murallas del enemigo rara vez sobrevivía. No existen pruebas de que los soldados auxiliares rasos recibieran condecoraciones individuales, aunque los oficiales auxiliares sí lo hacían. En lugar de ello, las condecoraciones se concedían a la totalidad de los regimientos auxiliares. Con el paso de los años, algunos regimientos acumulaban una larga lista de títulos y condecoraciones; por ejemplo, la Cohors I Brittonum Ulpia torquata pia Fidelis Civium Romanorum.152 EL DIA DE LOS AUXILIA
Lápida del soldado raso auxiliar Cayo Julio Baso, oriundo de Lugdunum (Lyon, Francia). Murió a la edad de 38 años, tras 15 años de servicio. En vista de su inacabado servicio, Baso pudo haber sido un ciudadano romano de nacimiento. Su regimiento era la Cohors II Thracum y él era todavía un miles (soldado raso) cuando murió. A diferencia de otras lápidas de militares, Baso, en la suya, no está en una pose activa, sino que se le ve disfrutando de un vino en su casa con los amigos, que es como estos querían recordarle. Römisch-Germanisches Museum, Colonia, Alemania. Los soldados profesionales del Principado, legionarios y auxiliares, pasaban en combate una pequeña parte de sus carreras militares. La mayor parte de sus días de servicio transcurrían marcados por una serie de tareas rutinarias tanto militares como no militares. Esto, junto a la vida social y privada de los soldados, ha sido 60
virtualmente ignorado por los historiadores contemporáneos, como Tácito y Dión Casio. No obstante, hallazgos de la arqueología moderna realizados en excavaciones próximas a antiguos fuertes romanos han arrojado luz sobre este tema olvidado. Hasta el descubrimiento de las tablillas de Vindolanda a finales de la década de 1970, la mayor parte de la información existente acerca de la vida cotidiana de los auxiliares romanos se hallaba en papiros encontrados en Egipto. Sin embargo, la información de los auxiliae que contenían estos papiros estaba reducida a las unidades estacionadas en Egipto y Oriente. Las lápidas de Vindolanda, por su parte, contienen datos concernientes a los soldados auxiliares de las provincias noroccidentales del Imperio, por lo que completan muchas de las lagunas de información anteriores. Las lápidas son una serie de cartas y de recordatorios escritos en relieve sobre tablas de madera y referentes a oficiales de tres regimientos auxiliares procedentes de la provincia de Germania inferior y que se fueron sucediendo en las fortificaciones de Vindolanda, al norte de Inglaterra. Datan del periodo comprendido entre los años 85 y 122, antes de la construcción del Muro de Adriano. La escasez de pruebas que nos han llegado se debe a la descomposición de las mismas, y no a la falta de documentación escrita existente en el ejército romano. Las que han sobrevivido dan muestras de que el ejército romano estaba muy burocratizado. Incluso los asuntos menores, como cuando los soldados rasos informaban por escrito de sus salidas a su praefectus (commeatus).153 Las pruebas halladas han demostrado que se mantenía un registro individual de cada uno de los soldados.154 De lo descubierto en Vindolanda, se deduce que una guarnición media, como la estacionada en Gran Bretaña, generaba por sí misma millones de documentos,155 de los cuales sólo ha sobrevivido una pequeña parte. Los documentos que ofrecen una información más detallada son los renuntiae, informes elaborados periódicamente por el praefectus del regimiento, que informaban acerca de la fuerza y organización de cada regimiento; y los pridiana u hojas de servicio escritas diariamente, que estipulaban los deberes del día anterior y se colocaban probablemente en los tablones de la fortaleza, de modo que quedaban a la vista de todos. Estos últimos reflejan las actividades militares y no militares que realizaban los regimientos de auxiliares dentro y fuera de la base. DEBERES MILITARES Las tareas militares rutinarias de los auxiliares incluían el patrullaje, la realización de guardias y el entrenamiento en el manejo de las armas. Estas tareas no se limitaban al regimiento estacionado en la base o fortaleza y sus alrededores, puesto que las lápidas de Vindolanda muestran que varios destacamentos de una misma unidad podían estar estacionados en diferentes lugares a la vez y, de hecho, un renuntia revela que un destacamento compuesto por la mitad de los hombres que integraban la cohors I Tungrorum estaba estacionado en otro fuerte.156 Otro renuntia indica que una turma de caballería perteneciente a la cohors I Hispanorum veterana equitata, regimiento estacionado en Moesia Inferior (105), estuvo en una misión de exploración (exploratum) en el Danubio.157 El entrenamiento de combate y el ejercicio constituían la parte principal de los deberes militares rutinarios de los auxiliares. Una lápida contiene lo que posiblemente se trata de un mordaz comentario formulado por un oficial acerca de los entrenamientos de los jóvenes militares provincianos que integraban los cuerpos de cohors equitata: A caballo muchos de estos patéticos britanos (Brittunculi) no pueden ni sacar la espada ni lanzar una jabalina sin perder el equilibrio.158
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Los desfiles eran otra importante tarea de los regimientos. Al igual que los ejércitos de la actualidad, cada día comenzaba con una pequeña marcha militar (probablemente llamado numeratio).159 En ocasiones estos desfiles incluían ritos religiosos, aunque normalmente eran puramente militares, como el rosaliae signorum, que se producía cuando se entregaban las condecoraciones militares, y el demissio, que se celebraba cuando los veteranos eran dados de alta del ejército y se les concedía la ciudadanía romana tras completar su periodo de servicio.160 Además, cuando los regimientos eran inspeccionados por un alto funcionario, como el legatus legionis, el legatus Augusti o incluso el propio emperador, los soldados exponían sus habilidades en combate mediante ejercicios militares preparados para la ocasión.161 OTRAS ACTIVIDADES Las tareas no militares incluían los quehaceres rutinarios asociados al hecho de vivir en comunidad en el fuerte (limpieza, lavado de ropa y equipo, alimentación de los caballos), así como el trabajo en la fabrica (taller donde se elaboraban y reparaban armas y armaduras).162 La adquisición de suministros para el regimiento constituía también una actividad esencial. Las materias primas eran adquiridas en los mercados locales siempre que ello era posible, importando de otros lugares todo lo demás. Los hombres de la I Hispanorum veterana, por ejemplo, se vieron obligados a viajar a la Galia desde Moesia Inferior a fin de adquirir ropa y grano.163 Para los productos manufacturados, los regimientos producían ellos mismos parte de lo que necesitaban.164 Las lápidas de Vindolanda atestiguan la adquisición de cereales, cerveza, comida para animales, productos manufacturados, como ropa y clavos, y materias primas, como piedra, hierro, plomo, madera y pieles de animales.165 A determinados soldados con capacidades especiales se les concedía el estatus de immunes, lo que significaba que estaban exentos de realizar las tareas normales comunes en los soldados rasos para que pudiesen trabajar en su especialidad. Entre estos se encontraban los scuttari, herreros y artesanos que trabajaban en la fabrica; los carpentarii (conductores de los vagones, o carpinteros); los seplasiarii, soldados dotados de conocimientos médicos que trabajaban en el hospitium (hospital del fuerte); el balniator (asistentes de los baños) y el cervesarius (fabricante de cerveza).166 Sin embargo, no está probado que todos estos puestos estuvieran ocupados por milites immunes, sino también por civiles contratados por el ejército.167
Vista de los restos de la Muralla de Adriano (Milecastle), construida entre 122 - 32. a.C. a pesar de que se emplearon hasta tres legiones como mano de obra para el proyecto, no existen pruebas que evidencien la participación de regimientos auxiliares en la construcción de la Muralla. No obstante, dado que en la época en la que se construyó los auxiliares estacionados en Britania superaban a los legionarios en una proporción de dos a uno, se estima que debieron estar muy involucrados, posiblemente en la excavación de la zanja paralela. En el siglo II, 35.000 soldados
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auxiliares se encontraban desplegados en los alrededores de la Muralla de Adriano, lo que supone aproximadamente el 15% de la totalidad de cuerpos auxiliares.
Bajorrelieve del Héroe Tracio. Como puede observarse, el relieve está incompleto, pues faltan la lanza y la víctima abatida. Museo de Istria, Rumania.
Fresco mostrando cómo Mitras mata a un toro. Constituye una de las figuras centrales del Mitraísmo. Nótense el gorro frigio que porta Mitras, la serpiente y la cueva donde se lleva a cabo el sacrificio. Los templos de esta religión trataron de reproducir el entorno de las cuevas.168 Hallado en Dura Europos, ciudad a orillas del Éufrates, Siria. CONSTRUCCIÓN La actividad no militar más importante que realizaban los soldados romanos era la construcción. Los disciplinados soldados imperiales eran empleados para esta tarea al resultarles muy económicos al Estado, que les seguía pagando el salario normal; por ello, en tiempos de guerra, era normal que el emperador usara al ejército y no a contratistas privados en la construcción de defensas fronterizas. Generalmente se les destinaba a la construcción de fortalezas y fortificaciones; por ejemplo, el Muro de Adriano fue construido por el ejército. Sin embargo, también construyeron una gran parte de las infraestructuras de las provincias: vías romanas, puentes, muelles, canales, acueductos, las coloniae (nuevas ciudades para legionarios veteranos), edificios públicos, como basílicas y anfiteatros.169 El ejército romano llevó a cabo proyectos a gran escala destinados a aumentar el terreno disponible para la agricultura, tales como la tala de bosques, drenaje de pantanos o la excavación de
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canales de irrigación.170 La mayoría de los hallazgos encontrados tratan de las construcciones dirigidas por los romanos. No obstante, las lápidas de Vindolanda tratan de proyectos dirigidos por auxiliares. En una de ellas se narra cómo una docena de soldados trabajan en la construcción de unos baños (balneum) en Vindolanda. Otra se refiere a la construcción de un puente en otro lugar.171 Los soldados romanos trabajaron también en muchas minas y canteras, donde se obtenían las materias primas necesarias para la fabricación de armas y armaduras.172 Además, sobre ellos recaía la tarea de supervisar a los esclavos que trabajaban como mineros. Un renuntia de la I Hispanorum veterana registra el desplazamiento de un destacamento a los cercanos territorios de Dardania para trabajar en las minas de la región. SEGURIDAD Entre las tareas que los auxiliares desempeñaban fuera de los campamentos o fortalezas, estaba la de garantizar la seguridad en la provincia, realizando actividades de carácter policial e incluso de carácter administrativo. Los gobernadores provinciales no contaban con patrullas policiales regulares, y el personal administrativo a su cargo era muy reducido.173 Por ello, empleaban al ejército para muchas de estas funciones: la escolta del gobernador o de otros funcionarios de alto nivel, el patrullaje de las carreteras, la asistencia y escolta de los recaudadores de impuestos, el transporte de despachos oficiales y el arresto de proscritos.174 Un renuntia registra que un destacamento de 46 hombres fue separado de la I Tungrorum a fin de servir como escolta (singulares) para el gobernador de la provincia.175 Las carreteras romanas eran habitualmente patrulladas en toda su longitud por destacamentos compuestos por soldados. Estos controlaban pequeños complejos, como las mutationes (lugares donde los caballos podían ser intercambiados) y las mansiones (extensos lugares en los que estaban presentes albergues, establos, tabernas y baños).176 Estos complejos podrían ser los 6 lugares no identificados en los que, según un renuntia perteneciente a la cohors I Tungrorum, estaban desplegados pequeños destacamentos de unos 10 hombres al mando de un centurión.177 Otro renuntia, este perteneciente a la I Hispanorum veterana, registra que un eques de esta misma cohorte fue asesinado por unos ladrones mientras patrullaba la carretera. Este hecho demuestra que los gobernadores mandaban a los soldados a patrullar las vías.178 Los soldados se destinaban asimismo para asistir a los agentes del procurator (el máximo oficial económico existente en la provincia), cuando éstos debían recoger el portorium, el tributo imperial impuesto a los transportes de mercancías que atravesaban la vía pública. Éste se pagaba en cada uno de los peajes de la carretera.179 La administración se valía de los dispositi, soldados pertenecientes a los regimientos equites cohortales estacionados en las mutationes, para transmitir rápidamente mensajes entre los fuertes próximos.180 Estos dispositi, cabalgando a todo galope con caballos frescos, podían mantener una velocidad media de 30 km/h. VIDA SOCIAL El hecho de que todos los documentos hallados en Vindolanda fueran escritos por oficiales, apoya la creencia de que muchos de los hombres pertenecientes a los rangos inferiores de la jerarquía militar romana eran analfabetos.181 La lengua empleada es siempre el latín. Incluso los soldados galos, britanos y germanos, cuyas lenguas nativas eran de origen celta o germano, escribían a sus familiares en latín.182 Este hecho no significa que hubieran perdido la capacidad de hablar en su lengua de
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origen, sino que, simplemente, esas lenguas no llegaron a desarrollar una forma escrita. Los registros de Vindolanda indican que los hombres se dirigían a los oficiales superiores como domine ("señor") y entre ellos como frater ("hermano") o collega ("camarada").183 Las cartas halladas en el fuerte muestran que los soldados auxiliares no sólo mantenían amistades dentro de su propio regimiento, sino también en otros regimientos o incluso en las legiones.184 La caza era la actividad de ocio preferida por los auxiliares, o al menos por los oficiales de los regimientos. RELIGIÓN Gracias a su condición de politeísta, la religión romana aceptaba y absorbía muchas deidades procedentes de otros pueblos, cuyas religiones eran igualmente en su mayoría politeístas. Sin embargo, los romanos establecían ciertos límites, prohibiendo todas aquellas creencias o prácticas que fuesen incompatibles con los principios básicos de la religión romana, como, por ejemplo, la prohibición de sacrificios humanos, en parte debido a que el druidismo fue prohibido durante el reinado del emperador Tiberio.185 El cristianismo fue también prohibido por el hecho de que, al ser una religión monoteísta, sus seguidores se negaban a rendir culto a las imagines de emperadores presentes y pasados, y, por tanto, a prestar el sacramentum o juramento militar, negativa que los romanos consideraba un acto de traición. En teoría, los soldados estaban autorizados a rendir culto solamente a aquellos dioses no romanos que habían sido aprobados oficialmente por el collegium pontificum, el consejo de altos sacerdotes romanos que regulaban la religión del Estado y que aprobaban si un culto de origen extranjero era aceptable. Si era así, mediante el proceso de interpretatio Romana, un dios no romano era unido oficialmente a un dios romano con el que compartía unas características básicas. Por ejemplo, Marte Tutatis era resultado de la adhesión del dios galo de la guerra al dios romano.186 Oficialmente, todas las alusiones al dios no romano debían hacerse utilizando ese nombre conjunto, o bien a través del nombre romano solo. No obstante, los mandos del ejército no se esforzaban en la práctica en hacer cumplir estas normas fuera de los campamentos. Así, cuando los soldados estaban fuera de servicio se les permitía rendir culto a cualquier dios, siempre que éste no estuviera prohibido expresamente por el Estado. Muchas de las dedicatorias a los dioses que existen están dedicadas a entidades no romanas, sin expresión del nombre romano, y en especial aquellas que procedían de los rangos más bajos del ejército.187 Sin embargo, los soldados auxiliares tenían que participar en una serie de ritos romanos religiosos oficiales. Estos incluían desfiles religiosos en honor a los dioses romanos más importantes, en especial a Júpiter, dios supremo del panteón romano. Muchos altares y lápidas de militares contaban con la inscripción IOM (Iovi Optimo Maximo), y otras eran dedicadas a Marte, el dios de la guerra, y a Minerva, diosa también asociada a la guerra. Este tipo de desfiles eran acompañados por sacrificios de animales y festejos. Además, los soldados tenían que rendir culto al emperador; se celebraban desfiles el día del cumpleaños del monarca, donde se paseaba su imagina y las de otros emperadores que habían sido deificados.188 Los soldados auxiliares veneraban a un gran número de deidades, las cuales podían dividirse en tres categorías:189 190
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DIOSES ROMANOS Dioses de sus tierras de origen, como el Héroe Tracio, cuya inscripción figuraba casi siempre en las lápidas de los veteranos tracios; era representado como un jinete cargando contra un hombre. Dioses locales de las provincias en que servían, como el culto en Gran Bretaña a Coventina, una ninfa britana asociada a los manantiales. Se han hallado varias dedicatorias a la diosa britana en la fortaleza auxiliar de Carrawburgh, situada en las inmediaciones de la Muralla de Adriano. A partir del siglo II, los cultos mistéricos se extendieron rápidamente por el Imperio. Entre los militares se hizo popular el mitraísmo, que veneraba al dios iraní Mitra, aunque el culto que se seguía en el Imperio pudo haber sido muy distinto del original. Esta religión, basada en ritos y ceremonias de iniciación secretas, estaba presente en el ejército romano, según atestigua el hallazgo de un templo mitraico en Carrawburgh, pero probablemnte su número de creyentes fuera escaso debido al reducido espacio del que se disponía para llevar a cabo las ceremonias religiosas. La posición social no era un requerimiento imprescindible para acceder a la religión, tal y como registran las inscripciones halladas en Nida (Heddernheim).191 El cristianismo encontró muchos menos adeptos entre los militares hasta que se convirtió en la religión oficial romana en el siglo IV. Probablemente su escaso éxito entre los soldados se debió a que era una religión basada en una ideología pacifista, y también por tratarse de una secta proscrita objeto de periódicas persecuciones. Sin embargo, puede que contara con seguidores clandestinos en el ejército, especialmente en Oriente, donde se extendió entre los siglos II y III. El descubrimiento en la fortaleza situada en la ciudad de Dura Europos (Siria) de una iglesia que contenía pinturas cristianas indica que entre los soldados de aquel regimiento existían elementos cristianos. DESPLIEGUE DE LOS AUXILIAE EN EL SIGLO II
Regimientos auxiliares romanos: Resumen de los despliegues registrados c. 130193 Cohortes Fuerza F Región equivalente Alae Total de Provincia (núm. de d actual (no.milliariae) regimientos mill.) caballería i Inglaterra/Gales 11 (1) 45 (6) 10.688 2 Britania 56 Frontera del Rin Germania Sur de Holanda/Valle del Rin 6 17 4.512 8 23 Inferior Germania Palatinado/Alsacia 3 22 (1) 3.336 1 25 Superior Frontera del Danubio 7 (1) 20 (5) 5.280 1 Recia/Nórico Sur de Alemania/Suiza/Austria 27 Panonia 11 (2) 21 (4) 8.304 1 Inferior y Oeste de Hungría/Eslovenia 32 Superior Moesia Serbia 2 10 1.864 4 12 Superior Norte de 'Bulgaria/Rumania 5 12 3.520 5 Moesia 17
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Inferior Dacia Inferior Rumania 11 (1) y Superior Frontera Este Centro/Este Turquía 4 Capadocia Siria Siria/Líbano/Palestina/Jordania/Israel 12 (1) (Judea/Arabia) Norte de África Egipto 4 Egipto Mauritania Túnez/Argelia/Marruecos 10 (1) (África) Provincias 2 Interiores Total del 88 (7) Imperio Notas entre paréntesis relativas a la tabla anterior:
32 (8)
43
7.328
1
15 (2)
19
3.368
7
43 (3)
55
10.240
2
11
15
3.008
5
30 (1)
40
7.796
1
15
17
2.224
7
71.468
1
293 (30) 381
Mapa del Imperio Romano durante el reinado de Adriano. A fin de calcular el número de jinetes existentes entre las filas romanas, se ha aceptado de forma general que el 70% de las cohortes eran equitatae, es decir, que comprendían un contingente de caballería, aunque no está del todo claro que esta cifra sea la real. Las cifras presentes en CAH XI muestran que el 50% de las cohortes han sido identificadas positivamente como equitatae.194 No obstante, se ha demostrado que había cohortes que no llevaban el título de equitata, pero que sí contaban con un regimiento de caballería, gracias al hallazgo de la lápida de un jinete adjunto a una cohorte ordinaria. Holder estima que en tiempos de Adriano (117 - 138), hasta el 70% de las cohortes eran equitata, e incluso piensa que puede ser una subestimación.195 Los regimientos de caballería dotaban de una mayor flexibilidad a la clase de operaciones que podían desempeñar las cohortes, hasta el punto de que una cohors equitata podía considerarse en la práctica como un pequeño ejército independiente.196 Las tablas muestran la importancia de los regimientos auxiliares en el siglo II, cuando éstos superaban en número a las legiones en una proporción de 1.5 a 1. Las tablas
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indican que las legiones no contaban con un complemento estándar de soldados auxiliares y que no existía ninguna relación entre los auxiliae y las legiones de una provincia.197 La proporción variaba de 6 regimientos por legión en Capadocia a 40 por legión en Mauritania. La caballería representaba cerca del 20% de los auxiliae (incluyendo los pequeños contingentes de jinetes legionarios). No obstante, existían pequeñas variaciones; en Mauritania la proporción de caballería era del 28%. Las cifras muestran los masivos despliegues de auxiliares en Britania y Dacia. Juntas, estas dos provincias englobaban al 27% del total de regimientos auxiliares. NOTAS ↑ Hacia el año 75, todos los itálicos eran ciudadanos romanos, así como, probablemente, la mayoría de los habitantes del sudeste de la Galia y el sur de Hispania. En las provincias fronterizas, la proporción era mucho menor, aunque había crecido con el tiempo. Mattingly estima que la cuantía de ciudadanos romanos en Britania en 100 era de unas 50.000 personas, cerca del 3% de la población total (D.Mattingly An imperial possession 166, 168) ↑ Goldsworthy (2000) 51 ↑ Goldsworthy (2000) 52 ↑ Goldsworthy (2000) 126 ↑ Goldsworthy (2000) 107 ↑ L. Keppie in CAH X (1996) 372 ↑ Livio Ab Urbe Condita XXII.37 ↑ G.L. Cheesman, The Auxilia of the Roman Imperial Army (Oxford, 1914), 8-9. ↑ Keppie in CAH X (1996) 373 ↑ Goldsworthy (2005) 123, 133 ↑ Keppie en CAH X (1996) 379 ↑ Holder (1980) 7 ↑ Goldsworthy (2005) 27 ↑ Holder (1980) 9 ↑ Keppie in CAH X (1996) 382 ↑ Tácito Anales IV.5 ↑ Goldsworthy (2005) 64 ↑ Goldsworthy (2000) 127 ↑ Dión Casio, Historia Romana LV.29-34 ↑ Suetonio Las vidas de los doce césares Vida de Tiberio 16, 17 ↑ Goldsworthy (2005) 123 ↑ Goldsworthy (2000) 165 ↑ Keppie in CAH X (1996) 391 ↑ www.romanlegions.info Military Diplomas Online Introduction ↑ Keppie en CAH X (1996) 391 ↑ Keppie en CAH X (1996) 391 ↑ Keppie (1996) 391 ↑ Birley (2002) 43 ↑ Birley (2002) 43 ↑ Dión Casio LXIX.9.6 ↑ Tácito Agricola 18.4 ↑ Tácito Germania 29.1 ↑ Tácito Historiae II.28 ↑ Tácito Anales IV.12
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↑ Tácito Historiae II.5 ↑ Tácito Historiae I.64, II.66 ↑ Tácito Historiae IV.14 ↑ Birley (2002) 44 ↑ Tácito Historiae V.26 ↑ Birley (2002) 44 ↑ Tácito Agricola 35-8 ↑ Notitia Dignitatum Títulos IV y V ↑ Mattingly (2006) 132 ↑ Roxan (2003); Holder (2006) ↑ Keppie en CAH X (1996) 396 ↑ Mattingly (2006) 168-9 ↑ Keppie en CAH X (1996) 394 ↑ Keppie en CAH X (1996) 391. La primera mención de dicha unidad data del año 85. ↑ Goldsworthy (2005) 138 ↑ Holder (2003) 145 ↑ Las Legiones II y III Italica durante el reinado de Marco Aurelio (161 - 180) y la I, II y III Parthica durante el reinado de Septimio Severo (197 - 211) ↑ Hassall in CAH XI (2000) 320 ↑ 25 legiones de 5.000 hombres cada una ↑ 28 legiones de 5.500 hombres cada una (el duplicado del número de hombres que formaban las cortes se produjo durante el reinado de Domiciano (r. 81-96) ↑ 33 legiones de 5.500 hombres cada una ↑ Según Tácito Anales IV.5 ↑ Holder (2003) 120 ↑ J. C. Spaul ALA (1996) 257-60 y COHORS 2 (2000) 523-7 identifica 4 alae y 20-30 cohortes reclutadas a finales de los siglos II y III ↑ Goldsworthy (1995) 58: 9 cohortes de 480 hombres cada una, además de los guardaespaldas germanos. ↑ Goldsworthy (1995) 58: 9 cohortes-dobles de 800 hombres cada una, además de 2.000 equites singulares ↑ Según Tácito Anales ↑ Hassall en CAH XI (2000) 320 estima que eran 380.000 hombres ↑ MacMullen How Big was the Roman Army? en KLIO (1979) 454 estima que eran 438,000 hombres ↑ MacMullen (1979) 455 ↑ John Lydus De Mensibus I.47 ↑ Holder (2006) 985; Roxan (2003) 672 ↑ Campbell in CAH XII (2005) 212 ↑ www.roman-britain.org: Lista de alae ↑ Dión Casio, LXXI ↑ D. Ch. Stathakopoulos El hambre y las pestes de los últimos romanos y los primeros bizantinos(2007) 95 ↑ Zósimo Nueva Historia 26, 37, 46 ↑ A. H. M. Jones Later Roman Empire 608 ↑ Mattingly (2006) 239 ↑ Goldsworthy (2000) 174 ↑ Vegecio De re militari III.3 ↑ Goldsworthy (2005) 138-9 ↑ Goldsworthy (2005) 78
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↑ G.R. Watson The Roman Soldier (1969) 25 ↑ Hassall en CAH XI (2000) 336 ↑ Vegecio op cit II.2 ↑ Goldsworthy (2000) 127 ↑ Rossi (1971) 102 ↑ Rossi (1971) 59 ↑ Mattingly (2006) 207 ↑ Goldsworthy (2005) 129 ↑ Hassall in CAH XI (2000) 337 ↑ Goldsworthy (2005) 136 ↑ Goldsworthy (2005) 136 ↑ Goldsworthy (2000) 127 ↑ Goldsworthy (2005) 209 ↑ Goldsworthy (2000) 127 ↑ Goldsworthy (2005) 52-3 ↑ Tácito Historiae I.59, IV.12 ↑ Tácito Anales 12.31-40 ↑ Rossi (1971) 118 ↑ Mattingly op cit 162-3, 188; Goldsworthy (2000) 156 ↑ Mattingly (2006) 168 ↑ Hassall en CAH XI (2000) 332-4 ↑ Birley op cit 46 ↑ Birley op cit 46 ↑ Flavio Arriano Ars Tactica 17.3 ↑ Tomando los datos de Goldsworthy (1995) 95-5; Holder (1980) 86-96; Elton (1996) 123 ↑ Elton (1996) 123 ↑ Davies (1988) 148 ↑ Keppie in CAH X (1996) 396 ↑ Mattingly (2006) 168-9 ↑ Military Diplomas Online Introducción ↑ RMD Vol V Appendix 4 e.g. RMD 127, 128 ↑ Mattingly (2006) 168-9 ↑ Mattingly (2006) 190 ↑ Holder (1980) 86-8 ↑ Goldsworthy (2005) 74 ↑ Holder (2006) 975 ↑ www.roman-britain.org Lista de unidades auxiliares en Gran Bretaña ↑ Goldsworthy (2005) 94 ↑ Hassall en CAH XI (2000) 336 ↑ Goldsworthy (2005) 95 ↑ Partiendo de los datos de Goldsworthy (2005) 94; Duncan-Jones (1994) 33-41 ↑ Duncan-Jones (1994) 34 ↑ Goldsworthy (1995) 96 ↑ Duncan-Jones (1994) 40 ↑ Duncan-Jones (1994) 36 ↑ Birley (2002) 47 ↑ Goldsworthy (2005) 94 ↑ Birley (2002) 47-8; Vindolanda Tablets Online Introduction: Personnel ↑ Goldsworthy (2005) 73
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↑ Holder (1980) 86-8 ↑ Goldsworthy (2005) 72 ↑ Goldsworthy (2005) 72 ↑ Birley (2002) 47 ↑ Prosopographia Militiarum Equestrium Vol V (2001) ↑ Goldsworthy (2005) 65 ↑ Goldsworthy (2005) 65-6 ↑ Goldsworthy (2000) 165 ↑ Birley (2002) 46 ↑ Rossi (1971) 102 ↑ Goldsworthy (2005) 137 ↑ Rossi (1971) 104 ↑ Campbell in CAH XII (2005) 212 ↑ Rossi (1971) 102 ↑ Goldsworthy (2000) 140 ↑ Birley (2002) 43 ↑ Goldsworthy (2005) 58 ↑ Rossi (1971) 102 ↑ Cheesman (1914) ↑ Davies (1988) 141-3 ↑ Rossi (1971) 104. Rossi sugiere que la tribu de la Columna de Trajano fuera la tribu germánica de los Aestii. ↑ Dión Casio LXXI.16 ↑ Cuya abreviatura es CR ↑ Goldsworthy (2005) 97 ↑ Goldsworthy (1995) 97 ↑ Goldsworthy (2005) 96-7 ↑ Lápidas de Vindolanda 166-177 ↑ Goldsworthy (2005) 90 ↑ Mattingly (2006) 200 ↑ Lápidas de Vindolanda 154 ↑ Davies (1988) 146 ↑ Lápida de Vindolanda 164 ↑ Lápida de Vindolanda 242 ↑ Goldsworthy (2005) 92 ↑ Davies (1988) 146 ↑ Lápidas de Vindolanda 154 ↑ Renuntia presente en Goldsworthy (2005) 145 ↑ Lápidas de Vindolanda 182, 343 ↑ Lápidas de Vindolanda 155, 180, 182, 183, 184, 207, 309 ↑ Birley (2002) 48 ↑ Lápidas de Vindolanda Online Introducción: Soldados y Civiles ↑ Goldsworthy (2005) 112-3 ↑ Goldsworthy (2005) 146-8 ↑ D.J. Thompson en Wacher (1988) 557 ↑ Lápidas de Vindolanda 155, 258 ↑ Goldsworthy (2005) 249 ↑ Burton (1988) 424-6 ↑ Goldsworthy (2005) 149 ↑ Lápidas de Vindolanda 154
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↑ Goldsworthy (2005) 91 ↑ Lápida de Vindolanda 154 ↑ Renuntia mostrado en Goldsworthy (2005) 145 ↑ Burton (1988) 428 ↑ Davies (1988) 146 ↑ Goldsworthy (2005) 73 ↑ Lápidas de Vindolanda 346 ↑ Lápidas de Vindolanda 166, 311 ↑ Lápidas de Vindolanda 311, 174, 213 ↑ Plinio De Historia Naturali XXX.4 ↑ Mattingly (2006) 484 ↑ Mattingly (2006) 214-6 ↑ Goldsworthy (2005) 108 ↑ Mattingly (2006) 215 ↑ Goldsworthy (2005) 110 ↑ Goldsworthy (2005) 112-3 ↑ Meier-Arendt Römische Steindenkmäler aus Frankfurt am Main, Museum für Vorund Frühgeschichte Frankfurt, Archäologische Reihe 1(1983) ↑ Según Holder (2003) 145 ↑ Hassall (2000) 332 ↑ Holder (2003) 119 ↑ Goldsworthy (2005) 168 ↑ Goldsworthy (2000)
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CAPÍTULO V TÁCTICAS ROMANAS DE INFANTERÍA
Escultura de Johann Baptist Moroder-Lusenberg (1870 – 1932) situada en la "Villa Venecia" en Ortisei, Italia Las tácticas romanas de infantería hacen referencia a la colocación, formaciones y maniobras teóricas e históricas de la infantería romana desde los comienzos de la República hasta la caída del Imperio Romano de Occidente. Este capítulo comienza con una visión general del entrenamiento romano. También se analiza el desempeño de la infantería romana contra distintos enemigos, y culmina con un resumen de aquello que convirtió a las tácticas y estrategia romanas en efectivas a lo largo de su historia, al igual que un debate en torno a cómo y por qué esta efectividad finalmente desapareció. Este capítulo se centra principalmente en tácticas romanas: cómo se preparaban para la batalla, y cómo evolucionaron para enfrentarse a una variedad de enemigos a lo largo del tiempo. No intenta una cobertura detallada de temas como pueden ser la estructura o equipación del ejército romano. En dicho capítulo se exponen diferentes batallas que ilustran los métodos utilizados por los romanos. EVOLUCIÓN DE LAS TÁCTICAS Y ESTRATEGIAS ROMANAS Las tácticas militares y estrategia de la infantería evolucionaron desde lo que se puede esperar de un pequeño poder tribal que buscaba la hegemonía local, hasta operaciones masivas coordinadas a lo largo de un Imperio mundial. Este avance se vio afectado por cambios troncales en la vida política, social y económica romana, y del mundo mediterráneo en general, pero también se encontraba apuntalado por una "forma romana" característica de hacer la guerra. Esta aproximación incluía una tendencia
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hacia la estandarización y sistematización del ejército, aprendizaje y copia de tácticas extranjeras, flexibilidad en tácticas y métodos, un férreo sentido de la disciplina, una tenaz persistencia que buscaba la obtención de la victoria en toda su extensión, y la cohesión que les confería el ideal sobre la ciudadanía romana respaldando sus actividades, personificada en la legión.1 Estas características se desvanecieron con el tiempo, pero forman una base distintiva sobre la que se construyó el ascenso de Roma a potencia mundial. Algunas fases clave de esta evolución en la historia militar romana incluyen:2 Fuerzas militares basadas principalmente en infantería pesada de ciudadanos con inicios tribales y uso temprano de elementos estilo falange (ver establecimiento militar del reino romano). Sofisticación creciente a medida que la hegemonía romana se expande fuera de Italia hacia el Norte de África, Grecia y Oriente Medio (ver establecimiento militar de la república romana). Refinamiento, estandarización y mayor eficiencia continuados en el periodo asociado con Cayo Mario, incluyendo una base más amplia de incorporación de ciudadanos en el ejército, mayor profesionalidad y tiempo de permanencia en el servicio militar. Expansión, flexibilidad y sofisticación continua desde el final de la República hasta los tiempos de los césares (ver establecimiento militar del Imperio Romano). Creciente barbarización, trastornos y debilitamiento en las unidades de infantería pesada a favor de la caballería y tropas más ligeras (ver foederati). Caída del Imperio Romano de Occidente y fragmentación en pequeñas y débiles fuerzas locales, inversión del estatus de la caballería e infantería en el Imperio Romano de Oriente, con fuerzas de catafractos conformando la élite, y la infantería quedando relegada a tropas auxiliares. ENTRENAMIENTO, ARMAS Y EQUIPO Con el tiempo, variaron los roles y equipamiento asociados al sistema militar, pero a lo largo de la historia romana, siempre se mantuvo como una máquina de guerra disciplinada y profesional. Los soldados se entrenaban como en cualquier otro ejército desde el reclutamiento inicial, haciendo instrucción sobre armas y armaduras, marcha en formación y ejercicios tácticos. El régimen normal de entrenamiento consistía en gimnasia y natación, para mantener a los soldados en forma, lucha con armatura (armas de madera) para aprender y perfeccionar técnicas de combate, y largas marchas con equipamiento completo para fortalecer el aguante, fondo y acostumbrar a los soldados a la dureza de una campaña, que solían ser de 30 Km y repetirse al menos dos veces en el mes.3 Los ejercicios de entrenamiento de combate consistían en atacar con un gladius de madera a un maniquí, también de madera, portando armadura completa. También combatían entre ellos con esas mismas armas. Los legionarios eran entrenados especialmente para lanzar estocadas desde el resguardo de sus grandes escudos (scutums) ya que eran conscientes de que una simple herida de 3 o 4 cm de profundidad podía causar la muerte; por eso enfatizaban las técnicas de apuñalamiento rápido en áreas vitales o entre los huecos de la armadura. En la columna de Trajano en Roma, se pueden ver imágenes de la época de soldados romanos combatiendo y les muestran con el pie izquierdo y el escudo adelantados, mientras el pie derecho se mantenía apoyado atrás y girado en ángulo recto hacia fuera. Esto indica un estilo de lucha parecido al boxeo, donde el escudo es utilizado para empujar y bloquear al enemigo mientras la espada, en la mano derecha, es utilizada para descargar el golpe de gracia. Otros ejercicios de entrenamiento enseñaban al legionario a arrojar los pila, obedecer órdenes y adoptar formaciones de
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combate.4 Un legionario portaba por regla general unos 27 kilos, entre armadura, armas y equipo de campaña diverso. En el soldado de la Tardorrepublica y del Bajo Imperio, la carga consistía en la armadura, si bien la lorica segmentata (armadura de placas) tenía un peso mayor que la lorica hamata (cota de malla), la espada, un escudo, dos pila (uno más ligero y otro más pesado), el pugio o daga y raciones de campaña para quince días. También llevaban herramientas para cavar y construir un castra, o campamento fortificado base de la legión. Cuando finalizaba el entrenamiento, los legionarios debían realizar un juramento de lealtad al SPQR (Senatus Populusque Romanus, el Senado y el pueblo romano) en época de la república, o bien al emperador en tiempos del Imperio. Cada soldado recibía un diploma y era enviado a combatir por su vida, la gloria y el honor de Roma.5 OPERACIONES TÁCTICAS-TEORÍA
Campamento fortificado romano: Principia 2. Via Praetoria (Vía pretoriana o trasversal) Via Principalis (Vía principal) Porta Principalis Dextra (Puerta derecha) Porta Praetoria (puerta principal) Porta Principalis Sinistra (Puerta izquierda) Porta Decumana (Puerta trasera) AUTORIDAD, MORAL
INTELIGENCIA,
FORTIFICACIONES,
LOGÍSTICA
Y
Autoridad, control y estructura. Una vez el soldado había terminado su entrenamiento, era generalmente asignado a una legión, la unidad de combate masiva básica. La Legión se subdividía en diez unidades llamadas cohortes, a grandes rasgos comparables con un batallón de infantería moderno. Las cohortes, por su lado, se dividían en tres manípulos, que a su vez estaban formadas por dos centurias de entre 60-100 hombres cada una. La fuerza total de la legión al completo era de 60 centurias (6000 hombres). La primera cohorte de una legión era generalmente la unidad de 75
élite, que portaba el mejor equipo y los soldados más veteranos y hábiles. Varias legiones unidas daban lugar a una fuerza de campo distintiva, un "ejército".6 El mando supremo de cada legión o ejército era ejercido por un cónsul, procónsul o pretor. En casos de emergencia en la época republicana, también podía tomar el mando del mismo un dictador. Un pretor o propretor sólo podía comandar una única legión, y nunca un ejército consular, que normalmente consistía en dos legiones romanas y una cantidad pareja de tropas aliadas. En el periodo republicano temprano, era rutinario en un ejército la doble autoridad, con dos cónsules que se alternaban diariamente en el mando. En siglos posteriores esto se vio modificado en beneficio de un único comandante en jefe del ejército. Los legados eran oficiales de rango senatorial que asistían al comandante supremo. Los tribunos eran por regla general jóvenes aristócratas que supervisaban tareas administrativas como la construcción de campamentos. Los centuriones (equivalentes a grandes rasgos a un suboficial de la actualidad, pero que actuaban como capitanes modernos en operaciones de campo) dirigían cohortes, manípulos y centurias. En ocasiones eran utilizados cuerpos especiales de operaciones como ingenieros y armeros.7 Marcha de aproximación. una vez la legión se hallaba en campaña, comenzaba la marcha. En general, el orden de marcha dependía mucho del tipo de resistencia que el comandante de la tropa pensara encontrar en el camino, variando desde el orden habitual que, por ejemplo, nos describe Josefo en sus "Guerras Judías" hasta la formación de un "orbis", una formación especial en el que la legión se dividía en sus respectivas centurias que formaban un cuadro (ver diagrama adjunto;) En un caso de peligrosidad media, la aproximación al campo de batalla se llevaba a cabo en formación de varias columnas, que incrementaban la maniobrabilidad. Normalmente, un cuerpo de vanguardia bien armado precedía al cuerpo principal. Este cuerpo incluía exploradores, caballería y tropas ligeras. Un tribuno u otro oficial acompañaban frecuentemente a esta vanguardia para batir el terreno y buscar posibles lugares donde establecer un campamento. También se desplegaban unidades de flanqueo y reconocimiento que servían de cobertura. Tras la vanguardia venía el cuerpo principal de infantería pesada. Cada legión marchaba como una formación compacta, acompañada de su propio tren de suministros. La última legión normalmente actuaba de retaguardia, aunque las unidades más recientes del ejército podían ocupar este escalón final. Construcción de campamentos fortificados. Las legiones en campaña normalmente construían campamentos fortificados completos, reforzados mediante empalizadas y un profundo dique, que proveían una base para el almacenamiento de suministros, reorganización de tropas y defensa. Los romanos construían un nuevo campamento cada vez que recorrían un día de marcha (alrededor de 30 km).8 Los campamentos eran destruidos al día siguiente, antes de retomar la marcha. Además de una necesidad militar, representaban un simbolismo religioso. Existían cuatro puertas de acceso, conectadas por dos arterias principales, que se cruzaban en el centro del campamento, lugar donde se encontraban las tiendas de mando. Del mismo modo, se respetaba un espacio para la construcción de un altar donde poder llevar a cabo los oficios religiosos. Todo se hallaba estandarizado, desde la posición del equipaje, equipamiento y unidades del ejército específicas, hasta los deberes de los oficiales que debían distribuir centinelas, piquetes y órdenes para la marcha del próximo día. La construcción del campamento llevaba entre 2 y 5 horas, durante las cuales parte del ejército trabajaba, mientras el resto montaba guardia, dependiendo de la situación
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táctica. Ningún otro ejército mantenía durante tanto tiempo este método sistemático de construcción de campamentos, incluso si el ejército descansaba por sólo un día.9 Levantamiento del campamento y marcha. Tras un desayuno regimentado a la hora indicada, sonaban las trompetas. Las tiendas y cabañas del campamento eran desmanteladas y se hacían las preparaciones para la partida. La trompeta sonaba entonces una vez más con la señal de alerta para la marcha. Se cargaban las mulas y vagonetas del tren de suministros y formaban las unidades. El campamento era entonces incendiado y destruido para evitar que fuera ocupado por el enemigo. Sonaban entonces las trompetas por última vez preguntado a las tropas por tres veces si estaban listas y dispuestas, a lo que se esperaba que respondieran al unísono, antes de comenzar de nuevo la marcha.10 Inteligencia. Los buenos comandantes romanos no dudaban en utilizar un servicio de inteligencia, particularmente en situaciones de asedio o cuando se avecinaba un combate campal. Recababan información de espías, colaboradores, embajadores y enviados especiales, y aliados. Mensajes interceptados durante la Segunda Guerra Púnica, por ejemplo, permitieron a los romanos enviar a dos ejércitos a interceptar al ejército cartaginés de Asdrúbal Barca pasados los Alpes, evitando que se reuniera con Aníbal. Los comandantes también se mantenían alerta a la situación en Roma, dado que enemigos y rivales políticos podían utilizar una campaña poco exitosa para infligir un golpe a la carrera de un oficial. Durante esta fase inicial también se llevaba a cabo el habitual reconocimiento de campo, por medio de patrullas o incursiones de prueba, que tenían el objetivo de descubrir puntos débiles en el frente enemigo, capturar prisioneros e intimidar a los habitantes de la zona.11 Logística. La logística romana resultó la más efectiva del mundo antiguo, a lo largo de los siglos: desde el despliegue de agentes comerciales para comprar provisiones de forma sistemática durante una campaña, hasta la construcción de carreteras y almacenes de suministros, pasando por el alquiler de transporte marítimo si las tropas debían viajar sobre las aguas. Todo el equipamiento y material pesado (tiendas, artillería, armamento de reserva, piedras de afilar, etc) era empaquetado y transportado por animales y carros, mientras las tropas llevaban consigo petates individuales, que incluían palas y bastones para construir los campamentos fortificados. Como el resto de ejércitos, aprovechaban las oportunidades puntuales, y los campos sembrados de aquellos granjeros lo bastante desafortunados como para encontrarse cerca del área de conflicto solían ser esquilmados para satisfacer las necesidades del ejército. Como ocurre con la mayoría de las fuerzas armadas, un tropel de comerciantes, buhoneros, prostitutas y otros proveedores de diversos servicios les seguía a todas partes.12 Moral. Si el campo de batalla potencial se hallaba próximo, el movimiento se hacía más lento y cuidadoso. Podían mantenerse varios días en el mismo lugar estudiando el terreno y la oposición, mientras las tropas se preparaban mental y físicamente para la batalla. Arengas, sacrificios a los dioses y anuncios de buenos augurios podían llevarse a cabo. También podían sucederse demostraciones prácticas para evaluar la reacción del enemigo y elevar la moral de las tropas. Parte del ejército podía abandonar el campamento y desplegarse en línea de batalla ante el enemigo. Si el enemigo rehusaba mostrarse dispuesto a ofrecer batalla, el comandante podía lanzar una arenga moral a sus hombres, contrastando la cobardía del enemigo con la resolución de sus propias tropas.13 El historiador Adrian Goldsworthy señala que tales
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maniobras previas a la batalla eran típicas de ejércitos antiguos, pues cada bando buscaba ganar la mayor ventaja posible antes de que estallara el combate.14 Varios autores clásicos relatan escenas de comandantes rivales negociando o debatiendo en general, como ocurre en la famosa conversación entre Aníbal y Escipión previa a la batalla de Zama. Pero sea cual sea la realidad de estos encuentros, o lo floridas y recargadas que fueran las palabras utilizadas en las arengas, el único encuentro que tenía una importancia decisiva era la batalla. DESPLIEGUE PARA LA BATALLA LA “LÍNEA ACIES”
TRIPLE”
O “TRIPLEX
Las maniobras previas a la batalla permitían a los comandantes enfrentados apreciar cómo sería el combate que se avecinaba, pero el momento exacto en que estallara y el resultado final del mismo podían resultar impredecibles. Las escaramuzas podían descontrolarse, terminando con ambas fuerzas lanzándose una contra la otra. Consideraciones políticas, escasez de suministros, o incluso rivalidad entre comandantes en busca de gloria podía desatar también un ataque frontal, como ocurrió en la batalla del Trebia.15 DISPOSICIÓN DE LA LÍNEA TRIPLE Una vez la maquinaria había comenzado a rodar, la infantería romana era por regla general desplegada, como cuerpo principal, de frente al enemigo. Durante el despliegue en la era romana, los manípulos se disponían comúnmente en triplex acies (triple orden de batalla): es decir, en tres niveles, con los hastati o asteros en primera fila (la más cercana al enemigo), los príncipes en segunda, y los veteranos triarii o triarios en la tercera y última, en posición de rodillas, para que no se lanzaran de improviso al fragor de la batalla, o, en ocasiones, incluso más atrás como reserva estratégica. Cuando se sufría una derrota, la primera y segunda línea (príncipes y "hastati") retrocedían hasta los triarios para recomponer las líneas y efectuar un contraataque o retirada organizada. Dado que retroceder hasta los triarios era una medida desesperada, la frase "bajar a los triarios" (ad triarios rediisse) se convirtió en una frase típica romana para referirse a una situación desesperada.16 Con este sistema de triplex acies, escritores romanos contemporáneos hablan de manípulos que adoptaban la formación de damero llamada quincunx cuando eran desplegados para la batalla pero antes de entrar en combate. En la primera línea, los asteros dejaban huecos equivalentes en tamaño al área de intersección entre dos manípulos. La segunda línea consistía en príncipes dispuestos de manera similar, alineados tras los huecos dejados por la primera línea. Esto mismo hacía la tercera línea, que se colocaba entre los huecos de la segunda línea. Los vélites se disponían aún más adelante, en una línea continua y poco compacta. La maniobra romana era compleja, se mezclaba con el polvo de miles de soldados posicionándose, y el griterío de oficiales que se desplazaban entre líneas intentando mantener el orden. Varios miles de hombres debían reorganizarse de una formación en columna a otra de línea, con cada unidad ocupando su lugar designado, junto a tropas ligeras y caballería. Los campamentos fortificados se disponían y organizaban para facilitar el despliegue. La colocación inicial podía llevar algo de tiempo, pero una vez llevada a cabo representaba una fuerza de combate formidable, normalmente dispuesta en tres líneas con un frente tan extenso que llegaba a ocupar más de un kilómetro y medio.17 El despliegue en tres líneas sería mantenido a los largo de los siglos, aunque las reformas
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marianas retiraron paulatinamente la mayoría de las distinciones basadas en edad y clase, estandarizaron el armamento y reorganizaron las legiones en unidades mayores de maniobra como cohortes. El tamaño total del ejército y duración del servicio militar se incrementaron sobre una base más permanente.18 Maniobrabilidad de la línea triple
Mientras el ejército se aproximaba al enemigo, los vélites al frente lanzaban sus jabalinas contra las líneas rivales, y retrocedían por los huecos entre las líneas de asteros. Esto aportaba una importante innovación, dado que en otros ejércitos de la época los escaramuzadores debían retirarse entre las filas de su ejército, causando confusión; o bordeando sus propios flancos. Una vez los vélites se retiraban tras los asteros, la centuria "posterior" marcharía hacia la izquierda y adelante, presentando así una línea sólida de combate. El mismo procedimiento se empleaba a medida que los vélites llegaban a la segunda y tercera línea, o bien éstos se retiraban a los lados para canalizar el hueco existente entre la primera y segunda líneas en ruta, para ayudar en la cobertura de los flancos de la legión.19
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En este punto, la legión presentaba una línea sólida frente al enemigo, con lo que se encontraba en la formación idónea para el choque. Cuando el enemigo se aproximaba, los asteros cargaban. Si estuvieran perdiendo terreno, la centuria 'posterior' regresaría a su posición recreando los huecos. Entonces, los manípulos retrocederían a través de ellos hacia los príncipes, que seguirían el mismo procedimiento de formar una línea de batalla y cargar. Si los príncipes no eran capaces de romper las líneas enemigas, se retirarían tras los triarios, y el ejército al completo dejaría el campo de batalla en orden y concierto. El sistema manipular permitía enfrentarse a cualquier tipo de enemigo, incluso en terreno accidentado, pues otorgaba flexibilidad y consistencia a la legión de acuerdo al despliegue de sus líneas. La carencia de un cuerpo de caballería poderoso, sin embargo, representaba una gran desventaja para las fuerzas romanas. En el ejército tardío imperial, el despliegue general era muy similar: las cohortes se desplegaban en un patrón quincunx. Como reflejo de la colocación inicial de los veteranos triarios en retaguardia, las cohortes menos experimentadas (normalmente la 2ª, 3ª, 4ª, 6ª y 8ª) se disponían en vanguardia; las cohortes más veteranas (1ª, 5ª, 7ª, 9ª y 10ª) se colocaban tras las primeras.20 VARIACIONES EN LA FORMACIÓN El capítulo previo relataba los procedimientos estándar, y era modificado a menudo. Por ejemplo, en Zama, Escipión desplegó toda lu legión en una única línea para envolver a Aníbal, tal y como éste último había hecho en la batalla de Cannas. En la imagen se aprecia un breve resumen de las distintas formaciones alternativas:
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FORMACIONES ALTERNATIVAS Y VARIACIONES EN EL DESPLEIGUE . Enfrentamiento cuerpo a cuerpo tras el lanzamiento de proyectiles. Una vez finalizado el despliegue y escaramuzas iniciales descritos anteriormente, el cuerpo principal de infantería pesada cerraba los huecos y atacaba al unísono. Las primeras filas normalmente lanzaban sus pila, y las siguientes alzaban las suyas sobre las cabezas de los primeros. Si el lanzamiento de una jabalina no causaba la muerte o hería a un oponente, se doblaba, haciéndola inutilizable por sus enemigos. Tras el lanzamiento, los soldados desenvainaban sus espadas y se lanzaban contra el enemigo. Se hacía especial énfasis en la utilización del escudo para suministrar la máxima cobertura del cuerpo, mientras se atacaba la parte expuesta del cuerpo del enemigo. En el combate consiguiente, la disciplina romana, el pesado escudo, armadura y entrenamiento les otorgaba especial ventaja. El "shock" del combate. Algunos sabios de la infantería romana mantienen que el intenso trauma y estrés del combate cuerpo a cuerpo implicaba que los contendientes no se golpeaban uno al otro continuamente hasta que uno caía. En lugar de ello, existían cortos periodos de lucha frenética. En momentos de indecisión, los contendientes podían separarse una corta distancia para tomar aliento, y acelerarse de nuevo hacia delante para retomar el duelo. Otros soldados detrás ocuparían el hueco, enfrentándose a nuevos enemigos o cubriendo a sus compañeros. Un guerrero individual podía, por tanto, contar con un alivio momentáneo, en lugar de una interminable lucha a muerte o hasta quedar incapacitados de una grave herida. Con el progreso de la batalla, el estrés físico y mental se intensificaba. El aguante y fuerza de voluntad requería una nueva carga, que llevaba consigo un ataque más frenético y desesperado.21 Eventualmente un bando comenzaría a romperse, momento en el cual comenzaba la auténtica masacre. Utilización de máquinas de guerra y fuego de cobertura. Muchas batallas romanas, especialmente durante el Imperio tardío, contaban con fuego de preparación procedente de onagros y balistas. Estas máquinas constituían un rudimentario cuerpo de artillería, que disparaban grandes flechas y piedras sobre las formaciones enemigas (aunque muchos historiadores se cuestionan la efectividad real de dichas armas). Siguiendo esta barrera de proyectiles, avanzaba la infantería romana, en cuatro líneas, hasta que se encontraban a treinta metros del enemigo. En ese momento, se detenían, enarbolaban sus pila y cargaban. Si la primera línea era rechazada por el enemigo, una nueva línea ocuparía su lugar rápidamente. A menudo, esta rápida secuencia de 81
ataques mortales, comparable a olas rompiendo contra la costa, se convertía en clave para conseguir la victoria. Otra táctica común consistía en provocar al enemigo con cambios prefijados y misiles rápidos de los auxiliares equites (caballería auxiliar), que forzaban al ejército rival a perseguirles. En este momento podían ser arrastrados a una emboscada, donde sufrirían el contraataque de caballería e infantería pesada romanas. VENTAJAS DE LA LÍNEA TRIPLE Flexibilidad en las maniobras - intervalos en combate Algunas fuentes antiguas como Polibio parecen dejar implícito que las legiones podían luchar con huecos entre sus líneas. Sin embargo, la mayoría de las fuentes parecen admitir que era más común formar una línea compacta que ofreciera un frente sólido. Se han tomado varias aproximaciones para reconciliar estas ideas con los escritos antiguos.22 Las ventajas de los huecos son obvias cuando una formación está en marcha: puede fluir más cómodamente esquivando obstáculos y mejora la maniobrabilidad y el control. Tal y como los romanos hacían en tiempos de la República, posicionar equipajes entre las líneas, de modo que la carga no era fácilmente capturada y el ejército podía disponerse con rapidez para la batalla utilizando éstos como cobertura. Cuando la marcha de aproximación finalizaba, sería muy difícil desplegar un ejército ileso en cualquier terreno que no fuera totalmente llano, sin algún tipo de intervalo. Muchos ejércitos antiguos utilizaban huecos de algún tipo, incluso los cartagineses, que replegaban a sus escaramuzadores a través de esos espacios antes de que comenzara el combate principal. Incluso otros ejércitos más desorganizados como los germanos cargaban en grupos diferenciados con pequeños huecos entre líneas, en lugar de marchar en línea.23 Luchar con discontinuidades en la línea es posible, por tanto, tal y como aseguran escritores como Polibio. Lo que, de acuerdo a aquellos que defienden que la formación de quinqux era la principal matriz de falange romana, hizo que la táctica romana destacara, era que sus intervalos eran por regla general más grandes y sistemáticamente organizados que los de otros ejércitos de la Antigüedad. Cada hueco era cubierto por manípulos o cohortes de líneas posteriores. Cualquier penetración de importancia no ocurriría sin más: no sólo sería golpeada lateralmente cuando cruzara el nivel de la primera línea, sino que sería recibida por unidades agresivas avanzando para cubrir el espacio.24 Desde una visión más general, a medida que la batalla ganaba o perdía intensidad, nuevas unidades de refresco se desplegarían a través de los intervalos para relevar a los soldados de primera línea, permitiendo una presión continua hacia adelante. Un escenario posible para no utilizar huecos es un campo de batalla de espacio limitado, como una colina o garganta, donde es imposible expandirse sin límite. Otro podría ser una formación de ataque determinada, como la flecha discutida más arriba, o un movimiento envolvente como el de la batalla de Ilipa. Otro podría ser una maniobra de cierre, cuando se construye una línea sólida para efectuar un último empujón final, como ocurrió en la batalla de Zama. En el clamor de la batalla también era posible que, a medida que las unidades se fusionaban en línea, el espacio de tablero se comprimiera o incluso desapareciera, y un espectador vería una línea más o menos sólida combatiendo al enemigo. En los ejércitos de Julio César, la utilización del quincunx y sus espacios parecía haber declinado, y sus legiones generalmente se disponían en tres líneas compactas como se muestra más arriba, con cuatro cohortes al frente, y tres de manera escalonada. Esta formación seguía siendo flexible, sin embargo, y seguía utilizando huecos y adoptando una o dos líneas de acuerdo a las necesidades tácticas.25 Mayor aguante en el combate: reservas y formaciones en profundidad
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Otra característica única de la infantería romana era la profundidad de su espaciado. La mayoría de los ejércitos antiguos se desplegaban de forma más superficial, particularmente las tropas de falange. Las falanges podían incrementar su profundidad para añadir aguante y poder de choque, pero su aproximación general seguía favoreciendo una línea maciza, en contraposición con la disposición de tres líneas romana. La ventaja principal del sistema romano consistía en la proyección del poder de ataque hacia adelante continuamente, durante un periodo mayor de tiempo renovando constantemente la presión en el frente - hasta que se rompía la línea enemiga. Entonces era el momento para enviar al combate a la segunda y tercera línea. Dicha operación requería cuidadosa deliberación por parte del comandante romano: si se lanzaban demasiado pronto, podían verse envueltas en la lucha frontal y terminar exhaustas. Si, por el contrario, se desplegaban demasiado tarde, podrían ser barridas por la primera línea en retirada cuando comenzara a romperse. Había de mantenerse un estricto control, de ahí que la tercera línea (los triarios) fuera en ocasiones ordenada arrodillarse o acuclillarse, evitando así que acudieran al frente de forma prematura. El comandante romano se encontraba constantemente en movimiento, de un lugar a otro, y a menudo cabalgando a retaguardia en persona para guiar a los refuerzos, si no había tiempo para mandar un mensajero. El gran número de oficiales en el ejército romano, y la subdivisión flexible en unidades más pequeñas como cohortes o manípulos, ayudaba en gran medida a la coordinación de estos movimientos.26 Fuera cual fuese la formación adoptada, sin embargo, la presión continua del combate hacia el frente se efectuaba de modo constante: Cuando la primera línea como un ente único había hecho su labor, y se veía debilitada y exhausta por las bajas, permitía el relevo de fuerzas de refresco procedentes de la segunda línea quienes, cruzando a través de la primera gradualmente, presionaban hacia el frente uno a uno, o en conjunto, abriéndose hueco hacia la lucha de este modo. Mientras tanto, los soldados cansados de la primera línea, cuando recuperaban fuerzas, se reorganizaban y volvían al combate. Este proceso se repetía hasta que todos los hombres de la primera y segunda línea habían entrado en combate, lo que no necesariamente implicaba una retirada de la primera línea, sino más bien una fusión, mezcla o cohesión de ambas. De este modo, el enemigo no tenía descanso y era enfrentado incesantemente por tropas frescas hasta que, agotado y desmoralizado, cedía ante los repetidos ataques. ÓRDENES TÁCTICAS EN EL DESPLIEGUE
Varios actores muestran una variante del testudo o formación de tortuga romana.
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Cualquiera fuese el tipo de despliegue, el ejército romano tenía una marcada flexibilidad, disciplina y cohesión. Se asumían diferentes formaciones de acuerdo a diferentes situaciones tácticas. Repellere equites ("repeler caballos") era la formación utilizada para resistir las cargas de caballería. Los legionarios asumían una formación en cuadro, sosteniendo sus pila como lanzas en el hueco entre dos escudos, y se dispondrían hombro con hombro. A la orden eicere pila ("lanzar pila", los legionarios arrojaban sus pila al enemigo. A la orden cuneum formate ("formad en flecha"), la infantería formaba una flecha para cargar y romper la línea enemiga. Esta formación se utilizaba como táctica de choque. A la orden contendite vestra sponte ("Enfrentaos a vuestro rival"), los legionarios asumían disposición agresiva y atacaban a cualquier rival que se les opusiera. A la orden orbem formate ("formad en orbe"), los legionarios asumían una formación circular, con los arqueros situados en el centro y tras los legionarios, suministrando fuego de cobertura. Esta táctica se utilizaba principalmente cuando un pequeño destacamento debía mantener una posición y se hallaba rodeado de enemigos. A la orden ciringite frontem, los legionarios mantenían la posición. A la orden frontem allargate ("ensanchad el frente"), los legionarios se dispersaban en una formación más suelta. Esta orden se utilizaba principalmente cuando recibían fuego de flechas enemigas durante una carga. A la orden testudinem formate ("formad en tortuga"), los legionarios adoptaban la formación en testudo o tortuga. Se movía lentamente pero resultaba prácticamente impenetrable al fuego enemigo, y por tanto muy efectiva durante asedios o cuando se enfrentaban a un copioso fuego enemigo. Sin embargo, resultaba una formación débil para el combate cuerpo a cuerpo, por lo cual sólo se adoptaba cuando el enemigo se hallaba lo suficientemente lejos para que los legionarios tuvieran tiempo de recomponer la formación antes de recibir la carga rival. A la orden Agmen formate ("formad en cuadro"), los legionarios se disponían en cuadro, formación más común de una centuria durante la batalla. TÉCNICAS DE ASEDIO Y FORTIFICACIONES DE CAMPO Sitiando ciudades. De oppido expugnando ("sitiando ciudades") era una táctica utilizada cuando los romanos efectuaban un asedio. Se dividía en tres fases:
Reconstrucción moderna de Ballista. En la primera fase, los ingenieros (cohors fabrorum) construían un campamento fortificado cerca de la ciudad, con muros de contravallatum y torres de vigía (turres extruere) para evitar que penetraran refuerzos enemigos. En ocasiones, se construían 84
muros de circunvalación alrededor del perímetro de la ciudad, como Julio César hizo en la batalla de Alesia. También podían recurrir a minas bajo los muros enemigos. La segunda fase comenzaba con fuego de onagros y balistas, que pretendía cubrir la aproximación de las torres de asedio, llenas de legionarios dispuestos a asaltar los muros de la ciudad. Entretanto, otras cohortes se aproximaban a las murallas en formación de tortuga, portando escalas y arietes, destinados a forzar las puertas y escalar los muros de la ciudad. La tercera fase incluía la apertura del portón principal de la ciudad por parte de las cohortes que habían conseguido penetrar en la ciudad o escalar las murallas, si el ariete no había conseguido derribar las puertas. Una vez se abría la puerta principal o se desplomaba una sección de muralla, la caballería y el resto de cohortes entraban en la ciudad para acabar con los defensores restantes. Fortificaciones de campo. Mientras que poderosas ciudades y fuertes, junto a asedios elaborados para capturarlas, eran algo común en el mundo antiguo, los romanos eran únicos entre los ejércitos de la época en utilizar de forma masiva fortificaciones de campo. Campaña tras campaña, se gastaba un tremendo esfuerzo para cavar - un trabajo realizado por el legionario raso. Su equipo de campo incluía una pala, una dolabra o pico, y una canasta para depositar la suciedad. Algunos soldados llevaban también una especie de cortacésped. Con este equipo cavaban trincheras, construían muros y empalizadas y tendían carreteras de asalto. Son bien conocidas las operaciones de Julio César en Alesia. El campamento de César rodeaba la ciudad gala, construido con murallas dobles macizas que mantenían en el interior de la ciudad a los defensores, y evitaban la llegada de refuerzos. Una red de campamentos y fuertes se veían incluidos en estos trabajos. La trinchera interior por sí sola tenía una profundidad de 20 pies (6,096 m), y César reencauzó un río para llenarla de agua. El terreno fue cubierto con alambre de hierro en varios lugares para disuadir a los galos de intentar un asalto. Sorprendentemente para una batalla tan centrada en la infantería, César confiaba en un fuerte contingente de caballería para contrarrestar las salidas galas. Irónicamente, muchos de estos jinetes procedían de tribus germánicas con las que el triunviro se había reconciliado poco tiempo antes.28 El poder de las fortificaciones romanas de campo ya ha sido mencionado pero, en otras ocasiones, los romanos utilizaban trincheras para asegurar sus flancos contra un movimiento envolvente, si eran superados ampliamente en número, como hizo César durante sus operaciones en la Galia belga. En la región de Bretaña, fueron construidos diques y rompeolas para asaltar los fuertes costeros galos. También se utilizaron zanjas, trincheras enfrentadas, y otros trabajos en las luchas internas entre César y Pompeyo, mientras los oponentes maniobraban uno contra otro en batalla campal.29 En los últimos tiempos del Imperio, la utilización extensiva de estas fortificaciones declinó, paralelamente a la utilización de la infantería pesada. De cualquier modo, representaron un punto de inflexión para la ascensión incansable de Roma como poder hegemónico en el mundo antiguo.30
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TÁCTICAS DE INFANTERÍA-ESTUDIO DE RENDIMIENTO Infantería romana contra falange helénica
Falange macedonia en marcha. Puntos fuertes de la falange. Previamente al ascenso de Roma, la falange helénica representaba la principal fuerza de infantería del mundo occidental. Se había convertido en dueña y señora de los campos de batalla desde Esparta a Macedonia, enfrentándose con éxito a otros ejércitos extraeuropeos como los de Persia o India. Unida en una masa acorazada, y equipada con grandes sarissas de 12 a 21 pies (6,4008 m) de longitud, la falange resultaba una fuerza formidable. Aunque en ocasiones adoptaba configuración defensiva, la falange era más efectiva cuando se hallaba en movimiento hacia el frente, bien en una combate frontal, o en orden oblicuo (escalonado) contra un flanco enemigo, como atestiguan las victorias de Alejandro Magno y el innovador tebano Epaminondas. Combinada con otras formaciones - infantería ligera y caballería - resultaba, en tiempos de Alejandro, imbatible. Debilidades de la falange. No obstante, la falange poseía debilidades clave. Disponía de cierta maniobrabilidad, pero una vez se producía el choque ésta se veía reducida en gran manera, particularmente en terreno accidentado. Su aproximación en "masa densa" la convertía asimismo en una formación rígida. Comprimidas en el clamor de la batalla, sus tropas podían únicamente luchar de forma frontal. La diversidad de tropas daba a la falange una gran flexibilidad, pero esta misma flexibilidad se convertía en un arma de doble filo: confiaba en una mezcla de unidades complicada de controlar y posicionar. Esto incluía no sólo la infantería pesada típica, caballería e infantería ligera, sino también unidades de élite, grupos medianamente armados y contingentes extranjeros con su propio estilo de lucha, así como unidades de choque de elefantes de guerra.31 Tales fuerzas "variadas" presentaban problemas de organización y comando. Si eran manejadas por un líder que fuera capaz de organizarlas y combinarlas en combate, resultaban altamente eficientes. Las campañas de Alejandro, Pirro y Aníbal (una formación al estilo helénico con armas combinadas) así lo demuestran. Sin una cohesión permanente y líderes mediocres, sin embargo, su eficacia resultaba desigual, como atestigua la fuerza provisional reunida por Aníbal para luchar en Zama. Para cuando los romanos se enfrentaban a los ejércitos helenísticos los griegos habían dejado de utilizar tropas de protección en los flancos y contingentes de caballería, y su sistema de combate había degenerado en un mero choque de falanges. Una formación de este estilo fue la que los romanos enfrentaron y derrotaron en Cinoscéfalos. 86
Ventajas de la infantería romana. Los propios romanos utilizaban ciertos aspectos de la falange en sus legiones tempranas, de una manera notable la última línea de guerreros de la clásica línea triple: los lanceros triarios. Las largas picas de los triarios eventualmente desaparecieron, y todos los legionarios fueron equipados de manera uniforme con gladius, scutum y pilum, y desplegados al distintivo modo romano, que proveía una mayor estandarización y cohesión a largo plazo contra las formaciones de estilo helénico. Las falanges que se enfrentaban a la legión resultaban vulnerables al despliegue en tablero romano, más flexible, que permitía a cada luchador un cierto espacio vital donde enfrentarse cuerpo a cuerpo al enemigo en orden cerrado. El sistema manipular también permitía a unidades completas maniobrar de un modo más amplio, libres de la necesidad de permanecer siempre empaquetados en una formación rígida. La profundidad del despliegue en triple línea ejercía una presión constante y hacia adelante. La mayor parte de las falanges utilizaban una línea enorme de varios rangos de profundidad. Esto podía resultar ventajoso en las primeras fases del combate, pero a medida que más y más hombres se veían envueltos en la batalla, la formación modular romana permitía relevos en la presión que se imponían en una línea más amplia. A la par que el combate se alargaba y se comprimía el campo de batalla, la falange quedaba agotada o inmovilizada en posición, mientras los romanos podían no sólo maniobrar sino realizar los últimos y definitivos ataques.32 La disposición del ejército de Aníbal en Zama parece dar muestra de ello: los cartagineses utilizaron una disposición de triple línea, sacrificando sus dos primeras líneas de dudosa calidad, y manteniendo en reserva a sus veteranos de Italia para el encuentro final. La colocación de Aníbal era muy recomendable dada su debilidad en caballería e infantería, pero no pensó en un sistema de relevos entre líneas como hicieron los romanos. Cada línea luchaba su particular batalla, y la última finalmente fue destrozada contra el yunque romano al recibir el ataque de jinetes númidas en retaguardia. Las legiones convivían y se entrenaban juntas durante un tiempo más largo, eran más uniformes y eficientes (a diferencia de la fuerza final de Aníbal), permitiendo a comandantes mediocres maniobrar y posicionar sus fuerzas de un modo más o menos eficiente. Estas cualidades, entre otras, les convertían en más que un rival para la falange, cuando se enfrentaban en combate.33 CAPÍTULO VI PRINCIPALES BATALLAS Y LAS DERROTAS DE LA INFANTERÍA: ROMA CONTRA PIRRO Y LAS GUERRAS PÚNICAS El sistema de las falanges de Pirro resultó una prueba de fuego para los romanos. A pesar de varias derrotas, infligieron al rey del Epiro tales pérdidas que la expresión "victoria pírrica" se convirtió en sinónimo de victoria inútil. Como comandante hábil y experimentado que era, Pirro disponía un sistema de falange mixto típico, incluyendo tropas de choque de elefantes de guerra, formaciones de infantería ligera (peltastas), unidades de élite y caballería para apoyar a la infantería pesada. Utilizando este método fue capaz de derrotar a los romanos en dos ocasiones, con una tercera batalla de dudoso resultado o que resultó en una escasa victoria táctica romana. Las batallas a continuación ilustran las dificultades de combatir contra las fuerzas de falange. Si se hallaban correctamente liderados y dispuestos (es interesante por ello comparar a Pirro con la disposición de Perseo huyendo en Pidna), presentaban una alternativa creíble a la legión pesada. Los romanos, en cualquier caso, aprendían de
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sus propios errores. En las batallas posteriores a las Guerras Pírricas, se mostraron como perfectos conocedores de la falange helénica. Batalla de Heraclea. Batalla de Asculum. Batalla de Benevento. Triunfos de la infantería: Cinoscéfalos y Pidna
Disposición inicial de las tropas en la batalla de Pidna. En esta batalla, la falange macedonia ocupaba un puesto de preferencia en terreno elevado. Sin embargo, no todas sus unidades habían conseguido posicionarse debido a las escaramuzas previas a la batalla. De cualquier modo, el avance de su ala derecha hizo perder terreno a los romanos, quienes contraatacaron en el flanco derecho y consiguieron progresar contra un ala izquierda macedonia algo desorganizada. El desenlace seguía en duda, hasta que un desconocido tribuno destacó 20 manípulos de la línea romana y efectuó un movimiento envolvente contra la retaguardia macedonia. Esto causó el colapso de la falange enemiga, asegurando la victoria para los romanos. La organización más flexible y efectiva de los legionarios se había aprovechado de las debilidades de la densa falange. Tales triunfos aseguraron la hegemonía romana en Grecia y territorios vecinos. Batalla de Heraclea La Batalla de Heraclea tuvo lugar el año 280 a. C. en el contexto de las Guerras Pírricas, entre los romanos al mando del cónsul Publio Valerio Levino y las fuerzas griegas combinadas del Reino de Epiro, Tarento, Turios, Metaponto y Heraclea, bajo el mando del rey Pirro de Epiro.
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ANTECEDENTES Después de su victoria en la Tercera Guerra Samnita en 290 a. C., los romanos, siguiendo su política de expansión por la Península Itálica, fundaron en Apulia y Lucania varias colonias, siendo la más importante de ellas Venusia. En 282 a. C., tras una batalla contra los samnitas, ocuparon las colonias griegas en Italia, como por ejemplo Crotona, Locri y Regio. Después de estos hechos, en Tarento (colonia griega, parte de la Magna Grecia) existía la fundada preocupación de que las tropas romanas siguieran su avance y tomaran la ciudad, haciéndole perder su independencia. En el otoño de 282 a. C., durante el festival de Dionisos en Tarento, se avistaron diez naves romanas en el Golfo de Tarento, dirigiéndose hacia la guarnición romana de Turios. Los tarentinos, furiosos porque los romanos habían firmado un acuerdo para no navegar en el Golfo de Tarento, atacaron con su flota a los barcos romanos, capturando uno y hundiendo otros cuatro, y marcharon después contra Turios, expulsando a la guarnición romana y a la aristocracia dominante en la ciudad. Roma envió a Tarento una misión diplomática cuyas negociaciones terminaron abruptamente, por lo que declararon la guerra a la ciudad. En 281 a. C. las legiones romanas se apostaron frente a Tarento. Sabedores de sus pocas posibilidades de victoria contra Roma, los tarentinos pidieron ayuda a Pirro, rey de Epiro. Éste la concedió movido por la deuda que tenía con Tarento, que anteriormente le había asistido en la conquista de la isla de Corfú. Pirro tenía además el apoyo de los samnitas, lucanos, brucios y algunas tribus ilirias, con las que planeaba ayudar a los tarentinos y después atacar Sicilia y Cartago, tras lo cual estaría en disposición de organizar un gran ejército con el que expandirse por toda la península. PREPARATIVOS
Contexto geográfico de la batalla de Heraclea. Después de salir del Epiro, Pirro tomó prestadas algunas falanges del rey Ptolomeo Cerauno de Macedonia, y pidió naves, soldados y dinero a los reyes de Siria (Antíoco) y de Antioquía (Antígono II Gónatas). El rey ptolemaico prometió enviarle 9.000 soldados y 20 elefantes de guerra. También pudo reclutar soldados en Grecia -jinetes de Tesalia y arqueros de Rodas- dado que los regentes griegos querían evitar la guerra 89
con los epirotas. Parte de estas fuerzas deberían defender Epiro en ausencia de Pirro. En la primavera de 280 a. C. Pirro llegó a las costas de la Península Itálica. Tras la noticia de la llegada de Pirro, los romanos movilizaron ocho legiones y algunas unidades auxiliares de sus aliados, en total 80.000 soldados, divididos en cuatro ejércitos que atacarían a los griegos antes de que pudieran reunirse: El primero bajo el mando de Barbula, con base en Venusia, tenía órdenes de mantener ocupados a los samnitas y lucanios. El segundo aseguraría Roma. El tercero, al mando del cónsul Tiberio Coruncanio marcharía contra los etruscos. El cuarto, al mando de Levino marcharía contra Tarento con la intención de separar a Pirro de las colonias griegas de Brucia (Calabria). LA BATALLA
Primera fase de la batalla.
Segunda fase de la batalla. Cuando Pirro comprendió que los refuerzos lucanos, samnitas y brucios que esperaba tardarían en llegar, por lo que decidió tomar posiciones en una llanura de la orilla
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izquierda del río Siris (actual río Sinno), entre Pandosia y Heraclea, confiando en que la dificultad de los romanos para vadear el río le daría tiempo para esperar a sus aliados. Contaba con 25.000 - 35.000 hombres. El bando romano contaba en sus filas con 30.000 soldados acampados en el margen derecho. Levino sabía que el tiempo jugaba en su contra por la dificultad de conseguir suministros para su ejército en territorio enemigo. Esta fue la primera vez que se enfrentaron dos ejércitos de organización tan dispar: la legión romana y la falange macedónica. Al amanecer, la infantería romana intentó cruzar el río, siendo rechazados por la vanguardia que Pirro había dispuesto para la defensa de los vados. Levino entonces envió su caballería a buscar un paso más lejano por donde atravesar el río; una vez conseguido esto, los jinetes romanos atacaron con éxito la vanguardia griega y permitieron que el grueso del ejército romano franqueara el cauce. Pirro, con su caballería tesálica, acudió a hacerles frente antes de que se hicieran fuertes en la orilla izquierda, mientras su infantería marchaba detrás, pero no pudo evitar que los romanos vadeasen completamente el río y se desplegasen. Entablada la batalla, Pirro intercambió su indumentaria con uno de sus oficiales llamado Megacles, quien resultó muerto en el combate poco después; en el campo de batalla se difundió la noticia de que el rey había muerto, lo que trajo la desmoralización al bando griego; Pirro tuvo que recorrer las filas griegas a cara descubierta para convencer a sus hombres de que todavía seguía vivo. La igualdad de las fuerzas combatientes hizo que el encuentro se mantuviera en un estado incierto hasta el momento en que Pirro envió a los elefantes de guerra a primera línea. La presencia de estos animales, desconocidos hasta entonces en Italia, tuvo una participación decisiva en el desarrollo del combate: la caballería romana se retiró en desbandada, y la infantería romana, presa fácil de la caballería tesálica y los elefantes, retrocedió hasta el otro lado del río, dejando el campo a los griegos. Según Dionisio de Halicarnaso, 15.000 soldados romanos perdieron la vida y miles fueron hechos prisioneros, mientras las fuerzas de Pirro tuvieron 13.000 bajas. Jerónimo de Cardia estima las pérdidas en 7.000 romanos y 4.000 griegos. La gran cantidad de bajas entre sus propias fuerzas llevaron a Pirro a pronunciar la famosa frase "otra victoria como ésta y estamos perdidos" o según otros autores "otra victoria como esta, y volveré solo al Epiro". SECUELAS Acabada la contienda, después de haber sido saqueado el campamento romano, llegaron los refuerzos lucanos, samnitas y brucios que Pirro había estado esperando, que se unieron a éste para continuar la campaña. Cayo Fabricio Luscino, cónsul romano, negoció con Pirro la devolución de los prisioneros, que fueron liberados sin condiciones. Cíneas, consejero y diplomático de Pirro, viajó a Roma para ofrecer la paz, que fue rechazada; en respuesta por la liberación de los prisioneros romanos, el Senado romano devolvió a un número equivalente de prisioneros samnitas y tarentinos. Más tarde, Pirro continuaría su marcha hacia Etruria, capturando ciudades de Campania y el Lacio. Al llegar a Anagni, a dos días de Roma, evitó el enfrentamiento con el ejército romano de Coruncanio, considerando su inferioridad numérica. BATALLA DE ASCULUM (279 a.C.) La batalla de Asculum (o Ausculum), ocurrida en 279 a. C., fue un enfrentamiento entre las legiones romanas comandadas por el cónsul Publio Decio Mus y el ejército
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del general griego Pirro de Epiro, junto con tropas aliadas de tarentinos, oscos y samnitas.2 Esta fue la segunda batalla del conflicto entre la República Romana y Tarento por el control de la Magna Grecia. Se produjo después de la retirada de Pirro tras su fracaso en el intento de reclutar aliados en su camino hacia Roma. Se desarrolló en las colinas cercanas a Asculum y se saldó con una ajustada victoria de Pirro. ANTECEDENTES A partir del siglo V a. C., la República Romana consiguió la progresiva conquista de toda la Italia peninsular. Tras las Guerras Latinas, que otorgaron a Roma el control de todo el territorio del Lacio, los samnitas, una tribu muy poderosa que habitaba en el centro de la península, empezaron a oponerse al creciente poder de Roma. Esto llevó a las Guerras Samnitas, que concluyeron con la conquista de todo el Samnio por parte de Roma. En las Guerras Pírricas los samnitas fueron el pueblo itálico que más apoyó a Pirro de Epiro, debido a su profundo odio a los romanos. Roma venció sucesivamente a los pueblos del Lacio, a los etruscos, a los galos (quienes se habían instalado en la llanura del Po) a los samnitas y, finalmente, decidió comenzar la conquista del sur de la península Itálica, también conocida cómo la Magna Grecia entre los pueblos helenos. Esta región era un territorio que abarcaba las antiguas colonias griegas de la costa (Tarento y Crotona) y los pueblos nativos del interior (mesapios, oscos, apulios, brucios y daunios). INICIO DE LAS GUERRAS PÍRRICAS Las Guerras Pírricas tuvieron su origen en una violación por parte de Roma de un antiguo tratado entre esta y la polis griega de Tarento, al enviar una flota en ayuda de la ciudad de Turios contra las incursiones de las tribus de Lucania. Tarento atacó la flota romana, lo que, pese a intentar solucionarlo diplomáticamente, llevó a la declaración de guerra. Los tarentinos pidieron ayuda a Pirro de Epiro quien aceptó ir en ayuda de Tarento. Pirro llegó a Italia en el año 280 a. C. con 25.000 soldados y algunos elefantes. El primer enfrentamiento se llevó a cabo en Heraclea de Lucania, donde el romano Publio Levino fue derrotado perdiendo a más de 7.000 hombres. Pese a haber vencido la batalla, Pirro perdió a un gran número de soldados. Aunque, posiblemente, el golpe más duro que recibió fue que muy pocos nativos itálicos se le unieron en su guerra contra Roma, en contra de lo que él esperaba.
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Pueblos en la península Itálica durante el siglo V a. C. Pirro decidió entonces avanzar hacia la Campania. Pero, tras no poder tomar Capua, decidió avanzar hacia Roma con la esperanza de reclutar pobladores de las ciudades por las que pasaban.3 Tuvo que dar media vuelta estando a tan solo 30 km de la ciudad, debido a la falta de apoyo local. Su intención era imponer duras condiciones de paz a Roma, pero esta no aceptó negociar con él. Los romanos devolvieron a Pirro todos los prisioneros que este había hecho liberar para comenzar las conversaciones. En su retirada hacia el sur desde Roma, Pirro fue alcanzado por el ejército romano en una llanura rodeada de colinas cerca de la ciudad de Ausculum, a 130 km de Tarento. EJÉRCITOS ENFRENTADOS En este segundo encuentro entre las falanges macedonias y las legiones romanas, ambos ejércitos se encontraban en igualdad numérica. Los romanos tenían un mayor número de soldados de infantería (cuatro legiones, 20.000 romanos, más los aliados daunios) y 300 armas especiales. Pirro desplegó su infantería macedonia y su caballería (sus propias tropas), infantería mercenaria griega, aliados griegos de Italia, incluida la milicia tarentina, la caballería e infantería samnitas y 20 elefantes de guerra.4 Los griegos tenían ventaja en cuanto a caballería y los elefantes. Para contrarrestar la flexibilidad de la legiones romanas, Pirro mezcló la infantería ligera itálica con sus falanges. Después de la batalla de Heraclea, donde los elefantes de guerra griegos produjeron un gran impacto sobre los romanos, las legiones se surtieron de proyectiles y armas especiales contra los animales: carros de bueyes equipados con largas picas, recipientes de cerámica ardiendo para asustarlos, además de tropas que se desplegaban para proteger al resto del ejército y lanzar jabalinas y otros proyectiles contra las bestias para que retrocedieran.
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LA BATALLA La batalla transcurrió durante dos días. Como era normal en aquella época, ambos ejércitos desplegaron su infantería en el centro y la caballería en los flancos. Al principio, Pirro situó a su guardia montada personal y a los elefantes de guerra justo detrás de la infantería como reserva.5 En el primer día, la caballería y los elefantes de Pirro fueron bloqueados por los árboles y colinas donde se desarrollaba la batalla. Sin embargo, las falanges no tuvieron inconvenientes en su enfrentamiento con la infantería itálica. Los macedonios derrotaron a la primera legión romana y sus aliados itálicos del ala izquierda, pero la tercera y cuarta legiones derrotaron a los tarentinos, oscos y epirotas en el centro, mientras que los daunios atacaban el campamento griego.6 Pirro envió a parte de su caballería de reserva a tapar el hueco en el centro de su formación y a otro grupo de caballería, más algunos elefantes, para ahuyentar a los daunios. Cuando estos se retiraron hacia una colina escarpada e inaccesible para los animales, decidió desplegar sus elefantes contra la tercera y cuarta legiones. Estas también se refugiaron en las colinas arboladas, pero se vieron imposibilitadas de aprovechar la ventaja, ya que los arqueros y honderos que escoltaban a los elefantes dispararon proyectiles con fuego, incendiando los árboles. Pirro decidió enviar a los atamanios, acarnanios (ambos pueblos griegos aliados de los epirotas) y samnitas para forzar a sus adversarios a salir de la arboleda, pero fueron dispersados por la caballería romana. Ambos bandos se retiraron de la batalla al anochecer sin que ninguno hubiera conseguido una clara ventaja. Al amanecer, Pirro ubicó a su infantería ligera en el duro terreno que había resultado ser un punto débil el anterior día, lo que forzó a los romanos a entablar batalla en campo abierto. Al igual que en Heraclea,7 las legiones romanas y falanges macedonias trabaron combate hasta que una carga de elefantes apoyados por infantería ligera rompió la línea romana. En ese momento, los romanos enviaron a sus «carros antielefantes», pero estos solo resultaron efectivos durante unos breves instantes ya que los psiloi, tras rechazar a la caballería romana, arrollaron a los soldados que conducían los carros. Los elefantes cargaron de inmediato contra la infantería, que comenzó a retroceder. Simultáneamente, Pirro cargó con su guardia personal para completar su victoria. Los romanos se retiraron desordenadamente a su campamento.8 CONSECUENCIAS Los romanos perdieron 6.000 hombres, y Pirro, 3.500,9 incluidos muchos de sus oficiales. Esta victoria griega, con tan escaso margen y grandes pérdidas, llevó a la creación del término victoria pírrica para referirse a una victoria que se consigue con un gran coste humano.10 Pirro, en un momento posterior a la batalla, dijo: «Otra victoria como esta y estaremos acabados», aunque otras fuentes sugieren que fue: «Otra victoria como esta y volveré solo a Epiro».11 Según la tradición Publio Decio Mus murió durante la batalla, al entregar su vida a los dioses a cambio de la victoria; otros escritos sugieren que sobrevivió. Sabiendo que su situación era desesperada, debido a las grandes pérdidas que había sufrido pese a la victoria, Pirro ofreció una tregua a Roma. Sin embargo, el Senado Romano se negó a aceptar cualquier acuerdo mientras Pirro mantuviese sus tropas en territorio italiano. Roma, en cambio, decidió firmar un tratado con Cartago contra Pirro, lo que cortó su carrera militar, ya que las ciudades griegas, a las que él decía defender sentían que por su culpa habían perdido la oportunidad de aliarse tanto con Roma como con Cartago. La única esperanza griega habría sido aliarse con una de las dos potencias y provocar un enfrentamiento
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entre ellas. Muchas de estas ciudades le retiraron el apoyo. Además, el hecho de que pese a seguir venciendo en todas las batallas perdía más hombres de los que se podía permitir, llevó a que se trasladara a Sicilia luego de dos campañas. Allí, los cartagineses ya se encontraban asediando Siracusa por lo que Pirro se desvió y tomó posiciones en Panormo, negándose a entregar Sicilia a Cartago, y llegó a acorralar a estos en Lilibea.12 Finalmente, Pirro fue derrotado en suelo itálico en la batalla de Benevento en el año 275 a. C., tras lo cual regresó a su tierra. BATALLA DE BENEVENTO (275 a. C.). La Batalla de Benevento, ocurrió en el 275 a. C., y fue la última batalla entre las fuerzas de Pirro de Epiro (con sus aliados samnitas) y las legiones romanas, comandadas por el cónsul Manio Curio Dentato ,aunque ,el número de soldados en los dos ejércitos no se conoce. No se tienen muchos datos de la batalla, pero si se sabe, que Pirro se encontraba debilitado debido a la guerra en Sicilia y sus victorias pírricas sobre los romanos, por lo que sus tropas se encontraban desmoralizadas, además, los romanos habían aprendido a neutralizar a los elefantes (verdaderos artífices de las victorias de Pirro) mediante flechas que en su punta tenían cera ardiendo, por lo que en la batalla en Benenvento los elefantes se desbandaron aplastando a amigos y enemigos. Aunque la batalla no se decidió para ningún bando, Pirro perdío a sus mejores tropas, y en esa época en una batalla se debía tener las mínimas bajas, por lo que tuvo que regeresar a Epiro. Debido a ello los samnitas fueron finalmente sometidos y toda la Magna Grecia se perdió, aunque sus ciudades mantuvieron sus privilegios con la condición que juraran lealtad a Roma. Los romanos nunca pudieron vencer a Pirro en una batalla, pero si consiguieron desgastarlo y ganar la guerra a unos de los mejores generales de la Edad Antigua, las Guerras Pírricas demostró la superioridad de las legiones romanas frente a las falanges macedonias, debido a su mayor movilidad. Nunca más los helenos tendrían un general tan capacitado para enfrentrase a Roma. BATALLA DE PIDNA En Pidna, los contendientes se desplegaron en una llanura relativamente plana, y los macedonios habían reforzado la infantería con un importante contingente de caballería. A la hora de la verdad, la falange avanzó en una línea perfecta contra la línea romana, consiguiendo algún progreso inicial. Sin embargo, el suelo sobre el que debía avanzar era algo accidentado, y la poderosa formación de falange perdió su férrea cohesión. Los romanos absorbieron el choque inicial y contraatacaron; su formación más espaciada y presión incesante se mostraron decisivas en el combate cuerpo a cuerpo en terreno desigual. En combate cerrado, la espada y escudo neutralizaban la sarissa, y las armas suplementarias de los macedonios (armadura más ligera y una espada más corta, la clásica xifos) les colocaban en inferioridad ante el hábil y agresivo asalto por parte de la infantería pesada romana. Perseo no consiguió desplegar de forma eficiente tropas de apoyo para ayudar a la falange en momento de necesidad. En realidad, parece que huyó en cuanto la situación comenzaba a deteriorarse sin siquiera utilizar a la caballería. La contienda se decidió en menos de dos horas, con una completa derrota para el Reino de Macedonia.
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Otras tácticas flexibles para enfrentarse a la falange Las técnicas de ruptura de falanges enemigas ilustran con mayor detalle la flexibilidad del ejército romano. Cuando se enfrentaban a ejércitos falangistas, las legiones solían desplegar a los vélites frente al enemigo con la orden contendite vestra sponte, para causar confusión y pánico en los sólidos bloques de la falange. Mientras, los sagittarii o arqueros auxiliares se situaban en las alas, frente a la caballería, para cubrir la retirada de los vélites. Estos arqueros generalmente recibían la orden de eiaculare flammas - lanzar flechas incendiarias - como ocurrió en la batalla de Benevento. Las cohortes avanzaban entonces en formación de flecha, apoyados por el fuego de vélites y auxiliares, y cargaban sobre la falange en un punto concreto, rompiendo su formación. Después, la flanqueaban utilizando la caballería para asegurar la victoria. ¿Por qué no fueron más efectivos contra Aníbal? Superioridad táctica de las fuerzas de Aníbal. A pesar de no tratarse de una fuerza de falange clásica, el ejército de Aníbal se componía de contingentes "mixtos" y elementos comunes a las formaciones helénicas. Se dice que, al final de su vida, Aníbal nombró a Pirro como el comandante del pasado al que más admiraba.34 Curiosamente, Roma había mellado las huestes de Pirro antes del nacimiento de Aníbal, y dadas sus ventajas en organización, disciplina y movilización de recursos, surge la pregunta de por qué no se mostraron más efectivos contra los cartagineses, quienes durante la mayor parte de su campaña en Italia sufrieron de inferioridad numérica y escasez de suministros desde su tierra natal. El genio individual de Aníbal, la profesionalidad del grueso de sus tropas (forjadas tras varios años de luchas constantes en Hispania primero y en Italia después), y su superior caballería parecen haber sido los factores decisivos. Combate tras combate Aníbal aprovechaba las tendencias de los romanos, particularmente su ansia por conseguir una victoria decisiva. Los legionarios cansados y semicongelados que emergieron del Trebia para formar en la orilla opuesta del río, son una clara muestra de cómo Aníbal manipulaba a los romanos para luchar bajo sus condiciones, y en el lugar de su elección. Las posteriores debacles en el Lago Trasimeno y Cannas redujeron a los orgullosos romanos a evitar la batalla, acechando a los púnicos desde los Apeninos, reacios a arriesgar un enfrentamiento directo en la llanura, donde la caballería enemiga tenía una clara ventaja. Sofisticación táctica romana y capacidad de adaptación. Pero, aunque la hazaña de Aníbal subrayaba que los romanos no eran ni mucho menos invencibles, también mostraba sus virtudes a largo plazo. Aislaron y eventualmente embotellaron a los cartagineses, acelerando su retirada de Italia mediante constantes maniobras. Más importante aún, fue el contraataque que iniciaron en Hispania y el Norte de África. Se encontraban deseosos de devolver la humillación sufrida en Italia y permanecían a la defensiva, pero con una incesante tenacidad atacaban en otros lugares, para finalmente destruir a sus enemigos.35 También aprendieron de esos enemigos. Las operaciones de Escipión el Africano consistían en una evolución de aquellas con las que se había enfrentado Aníbal previamente, mostrando un nivel superior de innovación, preparación y organización (comparado con Sempronio en la batalla del Trebia, por ejemplo). La contribución de Escipión consistió en parte en implementar una maniobrabilidad más flexible de las unidades tácticas, en lugar del ataque frontal en triple línea que defendían sus contemporáneos. También aprovechó de manera más eficiente la caballería, un arma que tradicionalmente menospreciaban los romanos. Sus operaciones incluyeron movimientos de tenaza, línea de batalla consolidada, y
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formaciones "inversas a Cannas" junto a movimientos de caballería. Sus victorias en Hispania y la campaña africana demostraron una nueva sofisticación en la forma de hacer la guerra romana, y reafirmaron la capacidad romana de adaptarse, persistir y sobreponerse a las dificultades.36 Ver en detalle las batallas: Batalla de Baecula Batalla de Ilipa Batalla de Zama LA BATALLA DE BAECULA La batalla de Baecula fue un conflicto militar que tuvo lugar en el año 208 a. C., durante la Segunda Guerra Púnica, entre Cartago y la República romana. En ella se enfrentaron el ejército cartaginés, comandado por Asdrúbal Barca, y el ejército romano, a las órdenes de Publio Cornelio Escipión el Africano. La batalla supuso el primer enfrentamiento a gran escala de Escipión el Africano contra los cartagineses en batalla campal, después de que hubiese tomado el mando del contingente romano en la península Ibérica. La batalla, planteada con la intención de frenar la marcha de Asdrúbal hacia Italia, se saldó con victoria romana, si bien el ejército cartaginés pudo finalmente escapar hacia el norte. Otra de las consecuencias de la batalla fue que el ejército romano pudo tomar una posición vital para proseguir desde ahí la conquista del valle del Guadalquivir. PRELUDIO Tras el ataque por sorpresa de Escipión que llevó a la captura de Carthago Nova, los tres ejércitos cartagineses que se encontraban desplegados en la península Ibérica permanecieron separados, lo cual dio a los romanos la posibilidad de enfrentarse a cada uno de ellos por separado. A comienzos de 208 a. C., Escipión marchó contra Asdrúbal Barca , cuyo ejército se encontraba pasando el invierno en la ciudad de Baecula, ubicada en la parte alta del río Betis (hoy Guadalquivir). Tras conocer el acercamiento de los romanos, Asdrúbal trasladó su campamento a una posición muy sólida para su defensa, en lo alto de una meseta escarpada en el sur de Baecula, protegida por valles en los flancos y el río en el frente y la retaguardia. Además, la meseta estaba formada por dos escalones, y Asdrúbal colocó sus tropas ligeras en el inferior y a su campamento principal en la parte más alta. Tras su llegada, Escipión primero dudó sobre cómo atacar una posición tan fuerte, pero a sabiendas de que los otros dos ejércitos cartagineses podían aprovecharse de su inacción para unir sus fuerzas con Asdrúbal, decidió actuar el tercer día. LA BATALLA Antes de lanzar su ataque principal, Escipión envió a un destacamento de soldados para que bloqueasen la entrada al valle, separando los dos ejércitos del que se encontraba en camino de Baecula, consiguiendo con ello una mayor seguridad para su fuerza principal a la vez que cortaba cualquier opción de retirada del ejército cartaginés. Una vez que finalizó este despliegue preliminar, las tropas ligeras romanas avanzaron contra su contrapartida cartaginesa. A pesar del desnivel y de la lluvia de proyectiles, los romanos no tuvieron demasiadas dificultades para conseguir hacer retroceder a las tropas ligeras cartaginesas una vez que logaron entablar un combate
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cuerpo a cuerpo Tras reforzar a su fuerza principal, Escipión hizo desplegar un ataque en forma de tenaza contra los flancos del campamento principal cartaginés. Para ello, ordenó a Cayo Lelio que dirigiese a la mitad de la infantería pesada hacia la derecha de la posición enemiga, mientras que él mismo dirigía el ataque sobre la izquierda. Asdrúbal, mientras tanto, tenía la impresión de que el ataque romano no era más que una pequeña escaramuza, debido a que Escipión había ocultado a su ejército principal en el campamento hasta el momento del ataque final. Por ese motivo fracasó en desplegar adecuadamente a su ejército principal, y se vio envuelto en el ataque envolvente romano. A pesar de haber caído en la trampa, Asdrúbal fue capaz de retirarse del campo de batalla con sus elefantes, su caravana de suministros y gran parte de sus tropas cartaginesas. Parece que sus principales pérdidas en la batalla se centraron en gran parte de sus tropas ligeras y de aliados íberos. Esto se debió en gran parte al hecho de que los legionarios romanos prefirieron detenerse a saquear el campamento cartagines en lugar de perseguir a Asdrúbal sin perder tiempo. HECHOS POSTERIORES Tras la batalla, Asdrúbal dirigió a su mermado ejército a través de los pasos occidentales de los Pirineos y se adentró en la Galia. Desde ahí se dirigió hacia Italia con una fuerza compuesta en gran parte por tropas galas, en un intento de unirse a su hermano Aníbal. Muchos historiadores criticaron a Escipión por dejar escapar a Asdrúbal de la península Ibérica. Sin embargo, también es cierto que una persecución por los romanos a través de terrenos desconocidos, montañosos y hostiles, a la vez que dejaba a dos ejércitos completos y numéricamente superiores en su retaguardia, habría supuesto arriesgarse a un nuevo desastre como el de la batalla del Lago Trasimeno. Por el contrario, Escipión retiró a su ejército hacia Tarraco, y consiguió formar alianzas con la mayoría de las tribus nativas, que cambiaron de bando tras las victorias romanas de Carthago Nova y Baecula. Mientras tanto, los refuerzos cartagineses llegaron a la península durante el invierno, y pronto lanzarían un ataque final para intentar recuperar sus pérdidas. LOCALIZACIÓN Tradicionalmente el escenario de la batalla ha sido ubicado en las cercanías de Bailén por similitud fonética; además, un texto de Polibio señala que Baecula estaba próxima a Cástulo.1 Algunos investigadores de la Universidad de Jaén han afirmado recientemente que el escenario de la batalla se sitúa en las cercanías de la población actual de Santo Tomé, concretamente en el oppidum de Turruñuelos, que sería la población de Baecula que citan las fuentes clásicas, y que dista unos 60 km de Cástulo; próximo a este oppidum se encuentra el Cerro de las Albahacas, donde habría acontecido la batalla. Las campañas de prospección arqueológica realizadas en 2006 y 2007 por el Centro Andaluz de Arqueología Ibérica habrían confirmado estos planteamientos, a través del hallazgo de restos de armas y monedas púnicas que datarían de la época de la batalla. BATALLA DE ILIPA La batalla de Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla) tuvo lugar en la primavera del año206 a. C., enfrentando a los ejércitos cartagineses contra las legiones romanas. El resultado fue una de las más importantes derrotas de los cartagineses en terreno
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hispano, durante la Segunda Guerra Púnica. Esta batalla fue decisiva en la retirada cartaginesa durante la conquista romana de Hispania. TRASFONDO HISTÓRICO Tras la derrota cartaginesa en la Batalla de Baecula, Roma controlaba toda la anterior zona de influencia cartaginesa en la Península Ibérica, excepción hecha del Valle del Guadalquivir, donde Cartago había acumulado una gran cantidad de tropas traídas de África y de mercenarios ibéricos con el fin de detener el avance romano. Todas estas fuerzas acamparon junto a la antigua ciudad turdetana de Ilipa, en espera de que los romanos les presentaran batalla en condiciones favorables. A su vez, Escipión el Africano había salido de Tarraco, recabando apoyos y clientelas entre las tribus hispanas, de forma que llegó al valle del Guadalquivir con una fuerza inferior a la cartaginesa, aunque con una gran moral de victoria. Escipión instaló su campamento en la loma hoy conocidas como «Pelagatos», a poco más de dos kilómetros al oeste de la actual localidad de Villaverde del Río. La decisiva batalla se produjo en el lugar conocido como ‘Vado de las Estacas’, cerca de la ciudad de Ilipa. ORDEN DE BATALLA El comandante de las tropas pinicas en esa batalla fue Asdrúbal Giscón, que comandaba un ejército superior en número al de los romanos: 50.000 infantes, 4.000 jinetes y 32 elefantes. Asdrúbal colocó a los infantes africanos en el centro y a sus lados a los aliados iberos. Como era costumbre, dispuso la caballería en ambas alas, detrás de los elefantes. El ejército romano, dirigido por Publio Cornelio Escipión el Africano estaba formado por 45.000 infantes y 3.000 jinetes. PRELIMINARES Por la mañana, «el Africano» sacó a los equites (jinetes) romanos y a los vélites (soldados ligeros armados con escudo y varias jabalinas) y los dirigió al campamento cartaginés; detrás de ellos iba el resto del ejército en columnas que formaron una línea de combate con romanos e itálicos en los flancos e hispanos en el centro. Asdrúbal frenó la avanzadilla con sus jinetes y tropas ligeras; más tarde todo el ejército se colocó en posición de batalla. Durante horas, ambos ejércitos estuvieron realizando escaramuzas. Luego, Escipión coloco a los «velites» en las alas del ejército. El general formó a todas sus tropas en la más que conocida «triplex acies» y comenzó a realizar un juego de formaciones, cambiando constantemente y dejando absortos a los cartagineses que veían como el ejército enemigo se les iba acercando cada vez más. LA BATALLA Los "velites" iniciaron la batalla arrojando lanzas contra los elefantes, que huyeron asustados y heridos por los proyectiles; los legionarios y las «alae» atacaron con fuerza a los hispanos que se defendieron ferozmente. El centro del ejército cartaginés estuvo largo rato sin entrar en batalla, observando como los romanos atacaban con gran determinación aplastando a los púnicos. Estos africanos serían atacados más tarde por los aliados y/o mercenarios hispanos del ejército romano. A pesar del gran número de soldados cartagineses, los romanos iban presionando cada vez más y más, rompiendo líneas, lo que originó que los defensores fueran retrocediendo. Era tanta la
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presión que los soldados de Escipión creaban a los de Asdrúbal, que cuando los romanos avanzaron hacia delante, los cartagineses cayeron y empezaron a huir. Estos últimos, volvieron a reorganizarse en la colina del campamento, pero cuando volvieron a ver a sus infatigables atacantes volvieron a escapar.. CONSECUENCIAS Tras la gran derrota, los aliados hispanos comienzan a abandonar el ejército cartaginés y Asdrúbal Giscón, al no ver oportunidad de victoria en la Guerra en Hispania, se retira, dejando miles de muertos y más territorio de la Península Ibérica para que los romanos pudiesen conquistarlo. Por su parte, Escipión persiguió a los cartagineses hasta África, derrotando finalmente a un Aníbal apresuradamente retornado desde Italia en Zama. Como recompensa a los heridos y veteranos de ésta y otras batallas en la Península, Escipión repartió tierras en el valle del Guadalquivir, y fundó aquel mismo año la ciudad de Itálica, cerca del escenario de la batalla de Ilipa. BATALLA DE ZAMA La Batalla de Zama, 19 de octubre de 202 a. C., representó el desenlace de la Segunda Guerra Púnica. En ella se enfrentaron el general cartaginés Aníbal Barca y el joven Publio Cornelio Escipión, "el Africano Mayor", en las llanuras de Zama. ANTECEDENTES En el Año 210 a. C., con el ejército de Aníbal Barca aún merodeando por el sur de Italia, el joven Publio Cornelio Escipión es elegido como comandante de las fuerzas romanas en Hispania. La elección fue, por un lado, sorprendente, dada su juventud e inexperiencia en temas de relaciones públicas; sin embargo, por otro lado, no fue tan extraña si se considera que las ideas de Escipión sobre cómo conducir la guerra contra Cartago reflejaban el clamor del pueblo que pedía acción. Como postura contraria estaba la de Quinto Fabio Máximo, que aún mantenía la teoría de aburrir a Aníbal hasta la muerte y, así, hastiado por la pasividad, el cartaginés regresaría a casa; en cierto modo, funcionó. Unos años después, el que fuera hijo de un cónsul de la Segunda Guerra Púnica había demostrado ser un estratega excepcional, tras la conquista de Cartago Nova, la victoria sobre Asdrúbal en Baecula y otra victoria, tácticamente perfecta, en la batalla de Ilipa. El año 205 a. C. fue nombrado cónsul mientras se oponía directamente a Fabio y su estrategia pasiva. Escipión propuso sacar a Aníbal de Italia de la única forma posible: llevando la guerra directamente a Cartago. A estos efectos, y a pesar de la oposición de algunos senadores, le fue asignado el mando de Sicilia y sus dos legiones, principalmente remanentes y veteranos la batalla de Cannas. Tras reforzar su ejército consular con nuevos reclutas, zarpó hacia el Norte de África, donde derrotó a los cartagineses por tierra y mar, en una serie de rápidas maniobras. Esto obligó a los púnicos a negociar la paz.. Mientras tanto, el ejército de Magón - destinado a reforzar las tropas de Aníbal - había sido destruido en Liguria, inutilizando así la "estrategia italiana" del general. Aníbal regresó ante las demandas de la capital, y los ahora envalentonados cartagineses rompieron el tratado de paz con una serie de acciones que los romanos atribuyeron a la naturaleza "traicionera" de los púnicos. Sin embargo, el ejército de Aníbal no se encontraba en su mejor momento. El apoyo político-militar romano en el conflicto por el trono númida había facilitado a Escipión los servicios de Masinisa, nuevo rey de
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Numidia (algo que le daría acceso a la excelente caballería ligera númida). Conocedor de estos hechos, Aníbal confió en poder presentar batalla a Escipión antes de que pudiera reunirse con su aliado. Para reforzar su diezmada caballería, que incluía aproximadamente 2.000 jinetes númidas liderados por Tiqueo1 , amigo de Sifax, Aníbal entrenó rápidamente un cuerpo de ochenta elefantes de guerra. Con ambos generales listos para presentar batalla, el choque terminaría produciéndose en Zama, cerca del pueblo de Naraggara. No obstante, antes de la batalla el cartaginés se entrevistó con Escipión para buscar un final pactado a la guerra, en vista de las imprevisibles consecuencias de la batalla. La propuesta fue rechazada por Escipión, quien pedía la rendición incondicional de Cartago. LA BATALLA
Disposición de los ejércitos. Parece que Aníbal, sabedor de su inferioridad en tropas montadas, confió la responsabilidad de la victoria a su infantería. A ese fin, esperaba que ocurrieran una de dos cosas: que sus elefantes dispersaran a la caballería romana, o que ésta persiguiera a los diezmados jinetes cartagineses fuera del campo de batalla, permitiendo que la infantería de Aníbal se enfrentara a las legiones cuerpo a cuerpo. DISPOSICIÓN INICIAL Aníbal formó a sus 37.000 infantes (50.000, según Apiano) en tres líneas, 3.000 jinetes a los flancos y alrededor de 80 elefantes2 en el frente. Este número de elefantes es mucho mayor que el que normalmente utilizaba Aníbal. Escipión formó alrededor de 20.000 legionarios, más 14.000 auxiliares, que incluían 6.000 númidas traídos por Masinisa,3 2.700 equites. Los cartagineses formaron 3 unidades colocando a los 80 elefantes al frente; la primera unidad estaba formada por la cifra de 12.000 infantes entre ligures, galos, mauritanos y baleares1 ; la segunda, por africanos y cartagineses, de los cuales, entre éstos últimos, había muchos ciudadanos que iban a luchar para defender su tierra, y una legión de 4.000 macedonios4 al mando de Sópatro;5 y la tercera unidad estaba formada por la infantería veterana de Aníbal, en su gran mayoría brutios, directamente bajo sus órdenes. Los romanos adoptaron la disposición clásica de batalla de la legión, denominada triplex acies: con los jabalineros hastati en primera línea, los lanceros principes en segunda, y los veteranos triarii, armados con lanzas largas, detrás. Las unidades se encontraban separadas por pequeños pasillos
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que les permitían maniobrar, por los cuales debían escapar los hostigadores vélites cuando la carga cartaginesa se hiciera insostenible, al mismo tiempo que evitarían que los elefantes rompieran la formación. PRIMERA FASE
Escipión el Africano Con ambos ejércitos frente a frente, los romanos soplaron los cuernos de batalla. Cundió el nerviosismo entre algunos de los elefantes - pues habían sido capturados recientemente -, que retrocedieron en estampida contra la propia caballería númida de Tiqueo, creando un gran desorden. Escipión tomó dos medidas geniales para contrarrestar el ataque de los elefantes: ordenó a sus hombres bruñir corazas, cascos y cualquier cosa de metal, de tal modo que el sol se reflejara en ellos y deslumbrara a los animales, y tomó, así mismo, la compañía de músicos y los llevó a vanguardia, donde sus cuernos y trompetas espantaron a los animales de la izquierda, de tal modo que retrocedieron y sembraron la confusión entre la caballería númida. Masinisa ordenó cargar a su caballería númida contra la menos numerosa de Tiqueo. Los elefantes, lanzados a la carga contra la infantería romana, tuvieron un efecto limitado gracias a los pasillos que había dejado Escipión. Atacados desde los flancos por las lanzas de los legionarios, los elefantes murieron o retrocedieron hacia las líneas cartaginesas. La caballería italiana de Lelio atacó, persiguiendo a los jinetes cartagineses fuera del campo de batalla. SEGUNDA FASE Los supervivientes del ejército de Magón se lanzaron contra los hastati, acabando con gran número de ellos. Aníbal ordenó avanzar a la segunda unidad para apoyar el ataque; sin embargo, los legionarios romanos comenzaron el contraataque antes de que llegara el apoyo. Provistos de sus escudos corporales, consiguieron rechazarles. Esta falta de cooperación sembró la semilla del caos en las filas púnicas, que se vieron obligadas a retroceder. Mientras tanto, los legionarios de Escipión acosaron a sus enemigos en retirada hasta que recibieron la orden de repliegue. Una vez establecidos los cartagineses en posiciones más retrasadas, los romanos lanzaron una nueva ofensiva. Aníbal, deduciendo que sería necesaria una defensa firme, dispuso a su infantería veterana al frente, formando una fila perfecta de lanzas. Los oficiales púnicos dieron órdenes a las tropas en retirada de bordear a la tercera unidad. El campo se hallaba cubierto de sangre y cadáveres, de modo que los veteranos hubieron de mantenerse a la defensiva. La entrada en combate de los veteranos de la guerra en Italia, desgastadas las menos numerosas tropas de infantería romanas, inclinó la balanza del lado de Aníbal, cuyas tropas comenzaron a ganar terreno.
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CONCLUSIÓN La caballería romana de Lelio y los jinetes númidas de Masinisa, ya reorganizados tras la persecución de los jinetes de Tiqueo, regresaron en aquel momento al campo de batalla. Atacaron la formación compacta de los cartagineses desde la retaguardia, de manera que se produjo el colapso del ejército de Aníbal, quien hubo de huir de regreso a Cartago. Las bajas cartaginesas se elevaban a alrededor de 20.000 muertos,6 junto con 11.000 heridos y 15.000 prisioneros. Los romanos capturaron también 133 estandartes militares y once elefantes. Por otro lado, entre las filas romanas hubo 1.500 muertos7 y 4.000 heridos. CONSECUENCIAS Esta derrota marcaba el final de la Segunda Guerra Púnica. Las condiciones impuestas a Cartago fueron humillantes. Aníbal, que había ganado todas las batallas en Italia y en los Alpes, había sido derrotado en su propio terreno. Tras esto ejerció como funcionario del tesoro en Cartago, pero los sufetes le acusaron de robar fondos del estado. Sintiéndose amenazado, huyó de la ciudad, pues sus dirigentes pretendían entregarle a Roma, en la cual había rumores de que el cartaginés se rearmaba para entrar nuevamente en guerra. Como consecuencia de su derrota en la Segunda Guerra Púnica, Cartago sería forzada al desarme militar, prohibiéndosele además tener una flota de guerra, algo que rompía su estatus de potencia. Sus acciones militares quedarían condicionadas a la autorización romana, algo que junto con diversas humillaciones, terminaría desembocando en la Tercera Guerra Púnica, en la que la ciudad de Cartago sería finalmente arrasada. NOTAS ↑ a b Polibio, Historia Universal bajo la República Romana T. III L. XV ↑ Tanto Livio como Polibio coinciden en la cifra, aunque Tito Livio menciona que se utilizaron "más de" ochenta elefantes. ↑ Tito Livio, Ab Urbe condita (Historia de Roma)y L. XXX C. 29 ↑ Tito Livio, Ab Urbe condita (Historia de Roma), L. XXX C. 33 ↑ J.P.V.D. Balsdon, "Rome and Macedon, 205-203 B.C." J.R.S., XLIV (1954), pp. 30-42 (en inglés) ↑ Según Livio, "más de veinte mil fueron muertos, y un número aproximadamente igual de ellos capturados" ↑ Dos mil, según Livio
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CAPÍTULO VII INFANTERÍA ROMANA CONTRA LOS PUEBLOS CELTAS, IBEROS, Y GERMÁNICOS ¿Quiénes eran las 'hordas bárbaras'? Las vistas sobre los enemigos galos de Roma han cambiado mucho. Varios historiadores antiguos los consideran salvajes retrógrados, destructores sin escrúpulos de la civilización y gloria de Roma. Algunas visiones más modernas les ven como una luz proto-nacionalista, luchadores ancestrales por la libertad que resistían el pie acorazado del imperio. A menudo se celebra su valentía como dignos adversarios de Roma, como ocurre con la escultura del gálata moribundo. La oposición gala se componía de un gran número de gentes y pueblos diversos, que iban geográficamente desde los valles de Francia a los bosques del Rin, pasando por las montañas de Helvecia; de tal modo que es complicado categorizarles de forma homogénea. El término "galo" ha sido utilizado indistintamente para nombrar a las tribus célticas de Britania y Caledonia, añadiendo más diversidad a las gentes agrupadas bajo este apelativo. Desde un punto de vista militar, parecían sin embargo compartir varias características generales: políticas tribales con una estructura de estado relativamente escasa y poco elaborada, armamento ligero, tácticas poco sofisticadas, escasa organización, alto grado de movilidad, e incapacidad de mantener poder de combate en sus fuerzas de campo durante un largo periodo de tiempo.37 Aunque los anales populares muestran el poder de las legiones y a un grupo de comandantes carismáticos masacrando rápidamente a grandes hordas de "bárbaros salvajes"38 (como la escena inicial de la película americana "Gladiator" del 2000) Roma sufrió no pocas vergonzosas derrotas a manos de dichos ejércitos tribales. En el período republicano, (hacia 390-387 a. C.), los galos cisalpinos al mando de Breno , saquearon la ciudad de Roma. Incluso finalizadas las Guerras Púnicas, los romanos sufrieron fuertes derrotas contra los galos como el desastre de Noreia o la batalla de Arausio, ambas durante la primera Guerra Cimbria. En el período temprano imperial, bandas de guerra germánicas infligieron a Roma una de sus más severas derrotas, en la batalla del Bosque de Teutoburgo, que termino en la aniquilación de tres legiones imperiales, y marcó el límite de la expansión romana en el centro de Europa. Fueron estas tribus germánicas en parte (la mayoría tenían cierta familiaridad con Roma y su cultura, y se habían romanizado ellas mismas) quienes provocaron la ruina final del poder militar romano en el oeste. Irónicamente, en las postrimerías del Imperio, la mayor parte de los combates se producían entre fuerzas compuestas mayoritariamente por bárbaros, en ambos bandos.39 PROBLEMAS TÁCTICOS A LA HORA DE COMBATIR CONTRA LAS FUERZAS CELTAS Y GERMÁNICAS Ventajas de las tácticas celtas y germánicas Cualquiera que fuese su cultura en particular, las tribus celtas y germánicas probaron ser oponentes duros, que consiguieron varias victorias contra sus enemigos. Algunos historiadores muestran que a veces se producían combates masivos en formaciones compactas al estilo falangista, solapando los escudos, y utilizando cobertura de escudos durante asedios. En batalla campal, ocasionalmente utilizaban una formación de flecha al atacar. Su mayor esperanza de éxito radicaba en cuatro factores principales:
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Superioridad numérica. Factor sorpresa (v.g. una emboscada). Mediante un ataque relámpago. Entrando en combate en terreno boscoso o irregular, donde las unidades de la horda podían buscar refugio mientras atacaban a distancia, hasta que llegaba el momento decisivo, o si era posible, retirándose y reagrupándose en cargas sucesivas.40 Las victorias celtas y germánicas más significativas muestran dos o más de estas características. La clásica batalla del Bosque de Teutoburgo contiene las cuatro: sorpresa, traición por parte de Arminio y su contingente, superioridad numérica, rápidas cargas de acercamiento, y terreno y condiciones medioambientales favorables (bosque espeso y chaparrones constantes) que limitaron el movimiento romano y dieron a los guerreros suficiente cobertura para ocultar sus movimientos y montar ataques sucesivos contra la línea romana. Debilidades de las tácticas celtas y germánicas Contra los legionarios, sin embargo, los celtas se enfrentaban a una tarea desalentadora. Individualmente, en combate singular, el feroz guerrero celta podía probablemente hacer algo más que defenderse contra un romano.41 En combate masivo, por el contrario, la rudimentaria organización y tácticas célticas resultaban un pobre adversario para la máquina militar romana. La fiereza de las cargas celtas es a menudo mencionada por los historiadores, y en ciertas circunstancias podía llegar a desbordar la línea romana. No obstante, la profunda formación romana permitía realizar ajustes, y la presión constante al frente convertía un largo combate en algo muy arriesgado para los celtas. Gracias a su brillante disciplina, moral y entrenamiento, los romanos eran capaces de derrotar a ejércitos celtas que les superaban ampliamente en número. Aunque atacaran por los flancos, la legión era lo suficientemente flexible para pivotar y oponer frontalmente, si no todo, al menos una parte del ejército, bien mediante submaniobras o repliegue de líneas. La pantalla de caballería en ambas alas añadía una capa extra de seguridad. Los celtas y germanos luchaban, asimismo, con poca o ninguna armadura (a veces incluso desnudos)42 43 y utilizaban escudos de madera o cuero, más endebles que los romanos. Como menciona Polibio, hablando de la batalla de Telamón: En efecto, el scutum romano tiene una gran ventaja sobre el galo en defensa, y el gladius para maniobrar y apuñalar en ataque. Por el contrario, la espada gala sólo sirve para cortar. La única diferencia [entre galos y romanos] individualmente o como colectivo, consistía en sus armas y armaduras. Polibio, "Historias" ii, x En la misma línea, ni celtas ni germanos prestaban atención a la logística a largo plazo.44 En general, necesitaban conseguir una posición muy ventajosa de inicio contra los romanos y romper sus líneas cuando la batalla se encontrara aún en fase temprana. Un combate en similitud de condiciones entre los guerreros tribales ligeramente armados, y los bien organizados y armados legionarios, a menudo implicaba la fatalidad para aquéllos.45 Carros de guerra celtas No obstante lo anterior, los celtas mostraron un alto grado de poder táctico en algunas áreas. Los carros de guerra celtas, por ejemplo, mostraron un alto grado de integración
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y coordinación con la infantería. Los anales de Polibio, que se remontan a la batalla de Telamón, e historiadores más tardíos como Diodoro de Sicilia, mencionan la utilización de carros de combate en los ejércitos galos que invadieron Roma. Los celtas aparentemente utilizaban carros con un conductor y un guerrero de infantería ligera, armado con jabalinas. Durante el choque, el carro dejaría al infante en tierra y se retiraría a cierta distancia, en reserva. Desde esta posición podía recoger a las tropas de asalto si las cosas se ponían feas, o recogerles y llevarlos a algún otro lugar. A pesar de ello, los carros resultaban un arma cara y frágil y, para el siglo III a. C., se habían convertido en un arma escasamente utilizada en detrimento de la caballería.46 Guerrilla celtibérica La zona de conflicto ibérica. Los pueblos celtíberos emprendieron una lucha obstinada contra la hegemonía romana. Lucharon continuamente en la Península Ibérica, con varios niveles de intensidad, durante más de dos siglos. Hispania había sido conquistada por los cartagineses, que lucharon contra distintas tribus para crear colonias y un imperio comercial, principalmente costero. Las derrotas cartaginesas a manos de Roma enfrentaron a los locales a un nuevo poder colonial. Tribus como los ilergetes, suesetanos, vacceos o lusitanos de Viriato opusieron una dura resistencia a la dominación romana. La Guerra Lusitana y la Guerra Numantina son sólo ejemplos del prolongado conflicto, que se extendió a lo largo de 20 décadas de la historia romana. El conflicto se prolongó con las Guerras Sertorianas. La subyugación total no fue conseguida hasta el Imperio, en época de Octavio Augusto. La eterna e implacable contienda convirtió a Hispania en un lugar ominoso para los soldados romanos. Sir Edward Creasy, en su obra "Las Quince Batallas Decisivas del Mundo" comentaba esto sobre los conflictos ibéricos: "La guerra contra los iberos, quienes, de todas las naciones subyugadas por Roma, defendieron su libertad con la mayor obstinación... los romanos de ambas provincias [Citerior y Ulterior] eran derrotados en tantas ocasiones, que nada era más temido para un legionario en Roma que ser enviado allí 47
Tácticas romanas. Roma utilizó sus métodos estándar, con especial énfasis en tropas ligeras, combinadas con caballería e infantería pesada para enfrentarse a las tácticas de mobilidad o guerrilla utilizadas por los iberos. Los castri fortificados resultaban un importante añadido a la hora de proteger a las tropas, y actuar como centros de operaciones. Aunque el resultado de un combate a campo abierto era dudoso, los romanos desempeñaron su labor bastante bien cuando asediaban ciudades iberas, eliminando de manera sistemática a los líderes enemigos, bases de suministro y focos de resistencia.La destrucción de recursos ibéricos por medio de la quema de campos de grano o demolición de poblados ejerció una fuerte presión sobre la población nativa. Las operaciones de Escipión durante la Guerra Numantina ilustran estos métodos, lo que incluía una vigilancia constante y una radicalización en la disciplina legionaria.48 Otras tácticas romanas incluían la esfera política, como los tratos de "pacificación" de Graco, traición y engaños, como en las masacres de los líderes tribales llevadas a cabo por Lúculo y Galba bajo la patraña de negociación. Roma confiaba a menudo en dividir internamente las tribus. Utilizaba en este sentido una estrategia de "divide y vencerás", con tratos competitivos (y en ocasiones poco sinceros) negociando el aislamiento de ciertas facciones, y utilizando tribus aliadas para subyugar a otras.49
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Tácticas celtíberas. Mientras luchaban por su autonomía y supervivencia, las tribus ibéricas utilizaban ciudades fortificadas o fuertes para defenderse contra sus enemigos, lo que combinaban con una guerra de movilidad que variaba desde grandes unidades comprendiendo miles de hombres a pequeñas bandas de guerrilleros. Los jinetes celtíberos eran superiores en habilidad a los romanos, un hecho probado años antes con el papel clave que jugó dicha caballería en las victorias de Aníbal. La libertad de movimientos y conocimiento del terreno ayudaron a las tribus en gran medida. Una de las emboscadas más fructíferas fue realizada por un jefe local llamado Caro, que acabó con 6000 romanos en un ataque combinado de caballería e infantería. Otra la llevó a cabo Caesarus, que se aprovechó de una desordenada persecución de que era objeto por parte de los romanos, al mando de Mumio, para tenderle una trampa que resultó en 9000 bajas para los legionarios. Otra táctica similar tuvo éxito ante Galba. Estas batallas, incluyendo tácticas y características particulares de los jefes celtíberos, están relatadas con todo lujo de detalles en la Historia de Roma de Apiano «Guerras Extranjeras: Las Guerras Hispánicas».50 Armamento. Varios historiadores han elogiado la calidad de las armas ibéricas, como la conocida falcata51 o la lanza de una sola pieza llamada por los romanos soliferreum, asimilable al pilum. También utilizaron otras más ingeniosas como la falárica, a medio camino entre lanza y arma incendiaria. Filón de Bizancio relata el proceso de construcción de las espadas iberas, compuestas de tres cuerpos: dos duros, que correspondían con los laterales y el doble filo, y uno blando en el interior, lo que les otorgaba una encomiable flexibilidad.52 El escudo utilizado por las tropas ligeras, conocido como caetra era de un tamaño más pequeño y manejable, lo que les otorgaba una razonable defensa al mismo tiempo que una gran movilidad al utilizar tácticas de guerrilla. Victoria por guerra de desgaste. A pesar de ello, como ocurrió en sus batallas contra otros pueblos, la tenaz persistencia romana, mayores recursos y mejor organización sometió a sus oponentes con el tiempo.53 Este aspecto "agotador" de la aproximación romana contrasta con la noción de mandos brillantes tan a menudo retratadas en relatos populares sobre la infantería romana. Al lado de líderes capaces como los escipiones o los gracos, el rendimiento romano en general fue mediocre, comparado con el desarrollado contra los púnicos y otros pueblos. En Hispania, se enviaron constantemente recursos para curar la herida abierta hasta que ésta terminó cerrándose, 150 años más tarde: una lenta, y ácida contienda de marchas eternas, asedios y luchas constantes, tratos rotos, poblados ardiendo y esclavos capturados. Mientras el senado romano y sus sucesores siguieran dispuestos a reemplazar y gastar más personal y materiales década tras década, la victoria podía ser conseguida mediante una estrategia de agotamiento.54 Tal patrón formaba una parte integral de la "forma romana" de hacer la guerra.
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ANATOMÍA DE UNA VICTORIA: JULIO CESAR CONTRA LOS GALOS
Mapa táctico del ataque galo en el río Sambre. Los bosques cercanos al río ocultaron los movimientos galos por completo hasta el momento exacto de efectuar un ataque relámpago, que a punto estuvo de liquidar las posiciones romanas. La movilidad del ejército galo y su gran número a menudo ponía en problemas a las armas romanas, bien desplegados en ejércitos móviles, bandas de guerrilleros o en una decisiva batalla campal. Lo confirma la dureza de la campaña de las Galias, donde a César le faltó muy poco para ser derrotado, aunque esto también prueba la superioridad táctica y disciplinar romana. En la batalla del Sabis, contingentes de los nervios, atrébates, viromanduos y aduáticos se reunieron en secreto en los bosques cercanos, mientras el grueso de la tropa romana se encontraba algo disperso. En cuanto comenzó la construcción del campamento, las fuerzas bárbaras lanzaron un feroz ataque, cruzando en tromba por el vado y atacando con velocidad de relámpago a los incautos romanos. La situación parecía inmejorable para los galos:55 se cumplían las cuatro condiciones mencionadas más arriba: superioridad numérica, factor sorpresa, ataque rápido y terreno favorable que ocultaba sus movimientos hasta el último minuto. Ciertamente, el comienzo fue espectacular, y la disposición inicial de los romanos fue empujada a retroceder. Parecía muy posible que se produjera una ruptura en las filas de la legión. Julio César en persona hubo de animar a secciones enteras de su amenazado ejército, imprimiendo resolución en sus tropas. Con su acostumbrada disciplina y cohesión, los romanos comenzaron a recuperar terreno, rechazando el ataque bárbaro. Una última carga de la tribu de los Nervi, que cruzó un hueco dejado en las filas romanas, estuvo a punto de cambiar las tornas de nuevo, cuando los guerreros en carrera capturaron el campamento e intentaron rebasar los flancos de la legión, que se hallaban en combate con el resto de la horda tribal. La fase inicial del choque pasó, no obstante, y siguió un trabado combate. La llegada de dos legiones de refuerzo que se habían mantenido en reserva, guardando los suministros, reforzaron las líneas romanas. Comenzó entonces un contraataque por parte de éstas, lideradas por la Legión X Equestris, que desarboló las filas de los bárbaros, quienes partieron en retirada. Fue un combate muy parejo, que ilustraba tanto el poder combativo de las fuerzas tribales como la tranquila y disciplinada cohesión de los romanos. En última instancia, fue esto último lo que resultó decisivo para la larga y costosa conquista de la Galia. Aunque existían grandes diferencias entre las distintas tribus, el historiador alemán Hans Delbrück indica en su "Historia del Arte de la Guerra": [...] la superioridad del arte romano de combatir se basaba en la organización del ejército como un todo, un sistema que permitía a grandes cantidades de hombres concentrarse en un punto determinado, moverse en formación ordenada, ser
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alimentados, residir, conjuntamente. Los galos eran incapaces de llevar a cabo ninguna de estas cosas. 56
INFANTERÍA ROMANA CONTRA CABALLERÍA ENEMIGA Problemas tácticos al luchar contra la caballería La caballería de sus enemigos representó uno de los más duros retos a los que hubo de enfrentarse la infantería romana. La combinación de ataque a distancia y fuerza de choque, con una gran movilidad, que representaba la caballería, se aprovechaba de las principales debilidades de la legión: su despliegue y movimientos relativamente lentos. La derrota a manos de potentes fuerzas de caballería es un elemento recursivo en la historia romana, como ilustran las campañas de Aníbal, donde jinetes númidas y celtíberos rebasaban repetidamente los flancos de la formación romana, propinando devastadores golpes en las alas y retaguardia. La gran victoria de Aníbal en Cannas (considerada una de las mayores catástrofes militares de la era romana) consistió principalmente en un combate de infantería, pero el papel principal lo jugó la caballería, como en tantas otras victorias. Una demostración más dramática incluso de la vulnerabilidad romana se muestra en las numerosas guerras contra los partos y su caballería pesada. Los partos y sus sucesores utilizaban grandes números de jinetes arqueros, con armadura ligera y rápidos caballos, para acosar y escaramuzar con el enemigo, y daban el golpe de gracia con lanceros acorazados conocidos como "catafractos". Ambos tipos de tropas utilizaron poderosos arcos compuestos que lanzaban flechas con la potencia suficiente para perforar las armaduras romanas. Los catafractos servían entonces como tropas de choque, que cargaban con la fuerza de un ariete contra las filas romanas, una vez se habían "ablandado" tras los enjambres de flechas. Al mismo tiempo, utilizaron una estrategia de "tierra quemada" contra los romanos, rehusando las grandes batallas campales, mientras les atraían más y más a terreno desfavorable, donde escaseaban sus suministros y no disponían de una línea de retirada segura. La devastadora derrota de la infantería romana en Carras hacía que la caballería parta pareciera invencible. Utilización de armas combinadas para enfrentarse a la caballería con éxito Ya Alejandro Magno había utilizado este método durante sus campañas. Atacaba a los jinetes asiáticos con destacamentos de infantería ligera, escaramuzadores y arqueros, y los expulsaba del campo de batalla mediante cargas de su caballería pesada. La variante romana utilizaba esta misma aproximación de "armas combinadas", dando mayor importancia al papel de la infantería. En épocas tardías, sin embargo, creció la importancia y número de la caballería: en particular, la mitad oriental del Imperio confiaría casi por completo en sus fuerzas de caballería. Aún en el mediodía del soldado de a pie, se desplegaban grandes unidades de escaramuzadores ligeros con las legiones, para interceptar a los rápidos jinetes a una distancia razonable. La caballería romana desempeñaba un rol importante, consistente en "apantallar" a la fuerza principal, interceptando destacamentos enteros de jinetes merodeadores. Utilizando estos apoyos, las pesadas legiones eran capaces de entrar en contacto con la caballería enemiga.
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Modificaciones de Ventidio. El general romano Publio Ventidio Baso tomó las riendas del reajuste de la legión para enfrentarse a los enemigos montados, en concreto los partos. Enviado por Marco Antonio a Siria para detener la invasión parta del 40 a. C., venció a los asiáticos hasta en tres ocasiones, donde dio muerte a otros tantos generales de Partia.57 Las principales modificaciones tácticas aportadas por Ventidio fueron:58 Mayor capacidad de disparo. Ventidio buscaba neutralizar la superioridad parta en fuego a distancia, añadiendo más unidades a distancia él mismo. Añadió contingentes de honderos a sus legiones, cuyo fuego a distancia fue básico para mantener alejados a los jinetes partos en diferentes batallas. En combates posteriores, otros comandantes romanos incrementaron el número de unidades de caballería y honderos, siendo estos últimos aprovisionados con balas de plomo, que permitían un mayor rango de disparo y poder destructivo.59 Cuadrado Hueco Esta táctica proveía una defensa en todas direcciones, dejando un pivote para comenzar la ofensiva. En el cuadro, las tropas podían parapetarse contra los enjambres de flechas utilizando sus grandes escudos. Esto, por supuesto, ralentizaba su avance y les hacía vulnerables a las cargas de los catafractos. Las legiones aguantaban estas cargas resolutivamente, utilizando sus pila a modo de picas, que ofrecían una sólida estacada de acero al enemigo. Dentro del cuadro se concentraban fuerzas de arqueros para contrarrestar el fuego, y unidades de caballería posicionadas para contraatacar. El cuadrado hueco era más vulnerable cuando el terreno hacía perder cohesión a la formación (escalando una montaña, cruzando una garganta o un puente, por ejemplo). En tal caso, subsecciones de la legión debían ser redesplegadas para suministrar cobertura hasta que el ejército había superado el escollo. La organización flexible de la legión facilitaba estas maniobras, y permitía asegurar la supervivencia hasta que los romanos llegaban al corazón de las tierras del enemigo e iniciaban asedios contra sus ciudades, saqueaban y quemaban sus campos.60 Dispersión y avance rápido. La maniobra de dispersión no podía tratarse de una única carga a grupos de arqueros montados, ni una inocua persecución mientras éstos lanzaban "disparos partos" con sus arcos. Debía amenazarles de una forma creíble, utilizando un movimiento de tenaza o bloqueando una ruta de escape. La consecución de puntos estratégicos por parte de las unidades ligeras romanas ayudaban a este proceso, obstruyendo posibles vías de ataque y suministrando puntos de anclaje que permitían contraatacar a otros destacamentos en maniobras, o bien retirarse con seguridad si empeoraban las condiciones del combate. Las tropas de vanguardia debían ser lo suficientemente rápidos para detener o neutralizar la oposición. Al mismo tiempo, debían ser capaces de apoyarse mutuamente, o podían ser fácilmente aislados y destruidos. La clave residía en tomar la iniciativa contra los jinetes enemigos sin fragmentar peligrosamente a las tropas propias. Resultado desigual contra enemigos a caballo. Las primeras victorias romanas de entidad contra el temible enemigo parto se producen bajo el dominio de Trajano, que arrebató grandes territorios a los partos y recibió por ello el sobrenombre de Parthico (h. 114). Medio siglo más tarde, en 166, Lucio Vero, hermano y co-emperador junto a Marco Aurelio, vuelve a invadir Persia
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como respuesta a la conquista parta de Armenia. Reconquista Armenia, instalando un rey pro-romano en el trono, asegura el norte de Mesopotamia, y arrasa Ctesifonte, la capital del Imperio Parto. La campaña del emperador Juliano el Apóstata contra el Imperio Sasánida es bastante ilustrativa en este aspecto, a pesar de que las fuerzas julianas no estaban compuestas principalmente por infantería pesada como habría ocurrido tiempos atrás. Contra Juliano, los persas rehusaron ofrecer batalla, quemando los campos frente al ejército romano y arrastrándoles a una guerra de desgaste. Pronto, ralentizaron el avance de Juliano hacia la capital enemiga. Rehusando regresar por el camino que había venido, se vio forzado a abandonar el tren de suministros y la flota mercante que había traído navegando Éufrates abajo. Dividió entonces su ejército, dejando a 30.000 hombres detrás, antes de avanzar hacia la capital enemiga. El 29 de mayo de 363, se produjo finalmente un combate a gran escala, cerca de la capital persa, Ctesifonte. Enfrentándose a una fuerza de caballería que amenazaba con diezmar sus tropas a base de fuego de flechas, y viendo el peligro de quedar rodeado, Juliano dispuso a sus tropas en forma de luna creciente, ordenando un avance simultáneo de ambos flancos y evitando al mismo tiempo ambos peligros. El ardid tuvo éxito. Tras una larga batalla, los persas se retiraron, concediendo una victoria táctica (aunque a un alto precio para los romanos, según algunos historiadores).61 Los trabajos del historiador romano Amiano Marcelino ofrecen una descripción detallada de la campaña persa, incluyendo la rápida carga de la infantería pesada romana bajo el mando de Juliano. Para evitar que las ráfagas preliminares de los arqueros rompieran nuestras filas, él (Juliano) avanzó por ambos lados, arruinando el efecto de su fuego [...] La infantería romana, en orden cerrado, efectuó una poderosa carga que empujó a las tropas enemigas ante ella. 62
Los comentarios de Marcelino ponen de relieve el contraste en espíritu combativo de la infantería romana y persa, diciendo sobre estos últimos que tenían "aversión a luchar batallas campales de infantería". En un combate anterior frente a los muros de Ctesifonte, el historiador indica la importancia de un rápido avance de los soldados a pie: Ambos bandos lucharon cuerpo a cuerpo con lanzas y espadas desenvainadas, pues cuanto antes contactaban nuestros hombres con la línea rival, menor era el peligro de exponerse a una flecha enemiga 63
Aunque Juliano finalmente no consiguiera su objetivo (terminaría muriendo en esta campaña), y a pesar de que la fuerza romana incluía grandes contingentes de caballería, sus métodos y los de Ventidio antes que él mostraban que la infantería, manejada efectivamente y trabajando en conjunto con otros contingentes, podía enfrentarse al reto que suponía un ejército de caballería. Las fuerzas de Juliano contenían diferentes tipos de infantería, desde las tropas élite de choque de la guardia imperial (Iovani y Herculiani) a otras levas de menor entidad.
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VALORACIÓN DE LA INFANTERÍA ROMANA Efectividad de la infantería romana Varias de las campañas militares de Roma muestran o bien una invencibilidad sostenida, o un genio deslumbrante. El rendimiento romano en muchas batallas resultaba o bien poco impresionante o desastroso. Cuando de emboscadas se trataba (como la debacle del bosque de Teutoburgo), las fuerzas romanas parecían proclives a recibir cargas sucesivas, como ocurría siglos antes en el lago Trasimeno. A lo largo del Imperio, fueron derrotados por generales como Pirro, Aníbal y otros muchos líderes enemigos. También sufrieron importantes derrotas contra enemigos a caballo, como los partos o sasánidas. Y sin embargo, con el tiempo, los romanos no sólo se reponían de estas derrotas, sino que en su mayor parte acababan con o neutralizaban a sus enemigos. ¿Cómo era posible que lo consiguieran ante tal variedad de enemigos, en diferentes épocas y lugares, más numerosos, mejor liderados o más preparados? Factores principales para el éxito romano Algunos elementos que hicieron de los romanos una fuerza militar efectiva, a nivel táctico y estratégico, fueron: Eran capaces de copiar y adaptar las armas y métodos de sus enemigos de forma eficiente. Algunas armas, como el gladius hispanicus fueron adoptados por los legionarios si resultaban más efectivos que su propio armamento. En otros casos, era posible que los romanos invitaran a enemigos especialmente duros o peligrosos a servir en el ejército romano, como auxiliares. En la esfera naval, los romanos siguieron varios de los métodos utilizados por la infantería, abandonando sus viejos diseños, copiaron y evolucionaron la trirreme púnica (mediante el corvus entre otros detalles estructurales), convirtiendo las batallas navales en combates de infantería sobre cubierta.64 La organización romana era más flexible que la de la mayoría de sus rivales. No sólo era superior a la de los pueblos tribales, que a menudo atacaban en masa y descoordinados, que consistían la mayor parte de sus enemigos; en contraste, la infantería pesada romana era capaz de adoptar diferentes formaciones y métodos de combate dependiendo de la situación. Desde la formación de tortuga en asedios, hasta el cuadro de infantería utilizado contra enemigos a caballo, pasando por unidades combinadas para enfrentarse a la guerrilla ibérica. Los patrones de tablero o línea triple además, permitían cambiar de una formación a otra en combate, y la organización jerárquica de las unidades permitía que los oficiales hicieran su trabajo con una alta efectividad. Eran capaces de improvisar tácticas ingeniosas, como hizo Escipión en Zama, dejando amplios huecos entre líneas para permitir el paso de los elefantes: colocando vélites a ambos lados para asaetearlos y empujarlos de vuelta hacia las líneas cartaginesas, para luego cerrar los espacios en una única línea que se enfrentó a los veteranos de Italia del ejército de Aníbal. La disciplina, organización y sistematización logística mantenían la efectividad combativa durante largos periodos de tiempo. Es de reseñar el sistema de campamentos fortificados o castra, que permitían al ejército una defensa digna del mejor fuerte permanente, descansar y reaprovisionarse para la batalla. La logística romana era capaz de mantener el poder combativo durante largos periodos, desde el
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reavituallamiento y almacenamiento de suministros rutinario, a la construcción de carreteras militares, arsenales estatales y fábricas de armas. En la guerra naval se organizaban convoyes periódicos, pieza clave en la derrota de Cartago. La muerte de un líder, por regla general, no desmoralizaba de manera apreciable a las tropas, pues un nuevo líder emergía y seguía el combate. En la derrota infligida por Aníbal junto al río Trebia, 10.000 romanos escaparon del desastre hacia un lugar seguro, manteniendo el orden y la cohesión en retirada, cuando la línea a su alrededor huía en desbandada. Esto da testimonio de su organización táctica y disciplina.65 Eran capaces de absorber y reemplazar las pérdidas a largo plazo y estaban mejor dispuestos a ello que sus oponentes. A diferencia de otras civilizaciones, los romanos proseguían la lucha sin descanso, hasta que sus enemigos habían sido totalmente destruidos o neutralizados. El ejército actuaba para instaurar la política romana, y no se le permitía detenerse hasta que recibía una orden directa del Emperador o un decreto del Senado. Contra sus enemigos europeos, particularmente en Hispania, la tenacidad y superioridad material romana consiguió finalmente acabar con toda oposición. Las tribus europeas no poseían una infraestructura económica o estatal capaz de aguantar largas campañas, lo que les hacía a menudo (aunque no siempre) susceptibles de aceptar la hegemonía romana. La derrota del bosque de Teutoburgo podría ser vista como una excepción, pero aun así, los romanos regresaron a la guerra cinco años más tarde con un poderoso ejército contra los pueblos germánicos. El hecho de que exista un límite en la tenaz persistencia no niega la regla general. Cuando los romanos se enfrentaban a otra estructura imperial, como el Imperio Parto, las cosas se complicaban, y en ocasiones se veían obligados a llegar a un acuerdo. No obstante, no cambiaba la regla general de la persistencia romana. Roma sufrió sus mayores derrotas contra la sofisticada Cartago, en especial en Cannas, y se vio obligada a evitar batalla durante un largo periodo. Con el tiempo, sin embargo, reconstruyó sus fuerzas en tierra y mar, y persistieron en la lucha, asombrando a los púnicos, que esperaban una rendición de la república romana. Contra los partos, los romanos no se detuvieron ante las terrible derrotas, pues invadieron el territorio persa en varias ocasiones tiempo después; y aunque la propia Partia nunca fue conquistada por completo, Roma impuso su hegemonía en la zona. El liderazgo romano era mixto, pero efectivo para asegurar el éxito militar. Desastres en el liderazgo ocurrieron a menudo en la historia militar romana: Varrón en Cannas o Craso en Carras son fieles ejemplos de ello. La estructura política romana, sin embargo, producía un ilimitado suministro de hombres capaces y dispuestos a dirigir a las tropas en combate. No era inusual para un general derrotado el ser ridiculizado por sus enemigos políticos en Roma, incluso en ocasiones viendo confiscadas parte de sus propiedades o escapando de la muerte a duras penas. La oligarquía senatorial, con todas sus maniobras e interferencias políticas, ejercía las funciones de supervisar y auditar las tareas militares. Algo que se tradujo en resultados a lo largo más de un milenio, tiempo durante el cual Roma vio nacer a líderes capaces como Escipión o Julio César. Es importante indicar la gran cantidad de suboficiales que utilizaban los romanos, lo que aseguraba coordinación y orientación de las tropas. La iniciativa de estos hombres jugó un papel importante en el éxito de Roma, como evidencian las acciones del tribuno desconocido en Cinoscéfalos. Este liderazgo se ve fuertemente ligado a los famosos centuriones romanos, verdadera espina dorsal de la organización legionaria. Aunque no puedan considerarse modelos de perfección, inspiraban un tradicional respeto.
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La influencia de la cultura cívica y militar romana daba al sistema militar romano motivación y cohesión. Tal cultura incluía, aunque no estaba limitada a: El valor otorgado a la ciudadanía romana. El reclutamiento de hombres libres en unidades de infantería, a diferencia de la utilización masiva de contingentes extranjeros, como mercenarios o esclavos. Lealtad a las unidades combatientes (la legión), típicamente romanas en educación y disciplina. La calidad de ciudadano conllevaba valiosos derechos dentro de la sociedad romana, y resultaba otro elemento más que permitía la estandarización e integración de la infantería. Declive de la infantería: controversias Toda historia de la infantería romana se enfrenta a los factores que llevaron a su declive. Tal declive, por supuesto, está asociado a la decadencia de la economía, sociedad romana y escenario político. A pesar de ello, es de notar que la desaparición final de Roma fue consecuencia de una derrota militar, por muy plausible que sea la pléyade de teorías aventuradas por eruditos e historiadores, que oscilan desde bases impositivas reducidas, lucha de clases, o decadencia de sus líderes.66 Se discutirán aquí dos de los principales factores barajados por los eruditos militares: barbarización de la infantería y evolución a una estrategia de "defensa móvil". Existen una serie de controversias y opiniones contrapuestas en esta área. LAS NUEVAS LEGIONES Para combatir las incursiones y ataques de sus enemigos fronterizos, cada vez más frecuentes, las legiones cambiaron desde una fuerza lenta y pesada a una tropa cada vez más ligera, además de introducir elementos de caballería cada vez a mayor escala. Esto implicó que la nueva infantería perdiera el increíble poder de ataque que tenían las tempranas legiones, lo que se tradujo en que, a pesar de que la probabilidad de entrar en batalla fuera mucho mayor, tuvieran menos posibilidades de ganarla. El inferior tamaño de esta nueva legión también influía en este hecho. Los jinetes romanos, aunque rápidos, eran muy débiles en comparación con los invasores hunos, godos, vándalos y sasánidas. Esta ineficacia se demostró en Cannas y posteriormente en Adrianópolis: en ambos casos, la caballería fue totalmente destruida por un enemigo montado muy superior y mejor entrenado para este tipo de combate. «Barbarización» de la infantería pesada La «barbarización» es un tema recurrente en muchos trabajos sobre Roma (ver Gibbon, Mommsen, Delbrück, y otros). En esencia, se discute que la barbarización creciente de las legiones pesadas debilitó la calidad de las armas, entrenamiento, moral y efectividad militar a largo plazo. Los cambios armamentísticos descritos más arriba son sólo un ejemplo.67 Se puede argüir que la utilización de personal bárbaro no resultaba un hecho novedoso. Aunque esto es cierto, dicha utilización se veía claramente definida al "estilo romano": era el personal bárbaro quien debía adaptarse a los estándares y organización romana, y no a la inversa. En el ocaso del Imperio, sin embargo, esto no era así. Prácticas como permitir el establecimiento de grandes contingentes de población bárbara dentro de las lindes del Imperio, la laxitud de la calidad de ciudadanía romana, uso creciente de tropas extranjeras y relajación o eliminación de la severa disciplina tradicional, de su organización y control, contribuyeron al declive de la infantería pesada. Los emplazamientos foederati, por
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ejemplo, consistían en grandes contingentes bárbaros acomodados en territorio romano, con su propia organización y bajo sus propios líderes. Tales agrupaciones mostraban una tendencia a obviar el "modo romano" de organización, entrenamiento, logística, etc., en beneficio de sus propias ideas, prácticas y métodos. Estos emplazamientos pudieron haber traído la paz política a corto plazo para las élites romanas, pero a largo plazo su efecto fue negativo, pues rompía las ventajas tradicionales de la infantería pesada en cuanto a entrenamiento de batalla, disciplina y despliegue sobre el campo. Del mismo modo, dado que los bárbaros recibían un trato igual o mejor con mucho menor esfuerzo, la "vieja guardia" fue decayendo y no recibía alicientes para perpetuar las viejas costumbres. En efecto, estos contingentes de "aliados" a menudo se volvían contra los romanos, devastando y saqueando amplias áreas e incluso atacando formaciones del ejército imperial. ¿Perjudicó la «reserva móvil» el poder combativo romano? Algunos historiadores cuestionan que existiera una «reserva móvil», tal y como se entiende en la actualidad, en tiempos del Imperio, argumentando en su contra que los cambios organizativos representan una serie de ejércitos expedicionarios desplegados en distintas áreas del Imperio cuando se les necesitaba, particularmente en Oriente. Otros apuntan a las graves dificultades fiscales e inestabilidad política del imperio tardío, factores estos que complicaban la prosecución de los métodos militares tradicionales. Ventajas de la estrategia de reserva móvil Esta estrategia, tradicionalmente identificada con Constantino, supuso un giro de 180 grados en la política fronteriza tradicional, que se caracterizaba por fortificaciones resistentes en los lindes del Imperio, respaldadas por legiones permanentes cercanas a las zonas en conflicto. Por el contrario, las mejores tropas se disponían en una "reserva móvil" más centralizada, que sería desplegada en áreas conflictivas a lo largo del Imperio. Algunos, como Luttwak o Delbrück, opinan que se trataba de un acierto, dadas las crecientes dificultades para gobernar el vasto Imperio, donde la inquietud política y dificultades financieras hacían el viejo sistema imposible de mantener. Algunos escritores como Luttwak condenan el viejo estilo, comparándolo a una gigantesca 'línea Maginot', que ofrecía una falsa sensación de seguridad en las postrimerías del Imperio.68 Desventajas de la estrategia de reserva móvil Escritores antiguos, como Zósimo (siglo V) condenaron la política de reservas móviles aduciéndola a un debilitamiento progresivo de la fuerza militar. Otros historiadores modernos, como Ferrill, también ven este sistema como una estrategia errónea, arguyendo que las tropas de limitanei que permanecían en las fronteras eran de baja calidad, los verdaderos encargados de frenar al enemigo hasta que la distante "reserva móvil" llegaba. Aunque el descenso de calidad no ocurrió de manera inmediata, con el tiempo, los limitanei evolucionaron hacia tropas ligeras, centinelas pobremente armados cuya efectividad para detener a los cada vez más numerosos merodeadores bárbaros era, cuanto menos, dudosa. La centralización de la infantería de élite se basaba también en motivos políticos (respaldando el poder interno del emperador y algunas personalidades) más que en la realidad militar. Del mismo
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modo, desdeña la aproximación de "línea Maginot" sugerida por Luttwak, aduciendo que dichas legiones tradicionales y caballería de apoyo podían ser redesplegadas hacia un lugar problemático en la misma frontera.69 Ocaso de la infantería de élite Existen otras muchas facetas en la controversia sobre el fin de las viejas legiones, pero sea cual sea la escuela de pensamiento, todos se muestran de acuerdo en que los valores tradicionales y el armamento de la vieja legión pesada entró en decadencia. Vegecio, un escritor del siglo IV, en lo que es uno de los trabajos militares más influyentes en el mundo occidental, subrayó esta decadencia como parte de un equipo integrado entre caballería e infantería ligera. En los últimos años, esta fórmula que había reportado tantos éxitos se fue esfumando. Atrapada entre el crecimiento de infantes más ligeramente armados y desorganizados, y las cada vez más numerosas formaciones de caballería dentro de las fuerzas móviles, los "pesados" como fuerza dominante, se marchitaron. Esto no implicó que desaparecieran completamente, pero su reclutamiento masivo, formación, organización y despliegue como parte esencial del sistema militar romano se vio grandemente afectado. Irónicamente, en las últimas batallas del Imperio Occidental, las derrotas sufridas fueron infligidas por fuerzas de infantería (muchos luchaban pie a tierra). El historiador Arther Ferrill aprecia que incluso hacia el final, algunas de las viejas formaciones de infantería seguían utilizándose. Tales agrupaciones eran cada vez menos efectivas, sin la severidad en orden y disciplina, instrucción y organización de los viejos tiempos. En la batalla de Chalons (hacia 451), Atila el huno arengó a sus tropas mofándose de la una vez respetada infantería romana, alegando que no hacían más que acurrucarse tras una pantalla de escudos en formación cerrada. Ordenó a sus tropas ignorarles y atacar a los potentes alanos y visigodos en su lugar. Era un triste comentario hacia la fuerza que una vez había dominado Europa, el Mediterráneo y la mayoría del Medio Oriente. Aunque es cierto que en Chalons la infantería romana contribuyó a la victoria al capturar terreno elevado en medio del campo de batalla, sus días habían pasado ya, era el momento de las levas masivas de foederati bárbaros.70 NOTAS ↑ John Warry, Warfare in the Ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-193 ↑ Adrian Goldsworthy, In the Name of Rome: The Men Who Won the Roman Empire, Weidenfield and Nicholson, 2003 pp. 18-117 ↑ Adrian Goldsworthy, The Complete Roman Army, Thames & Hudson, 2003, pp. 72-186 ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit ↑ Albert Harkness, The Military System Of The Romans, University Press of the Pacific, 2004, pp. 53-89 ↑ *José I. Lago. «Las legiones de Julio César, en historialago». «Los romanos articulaban toda su estrategia en base a los campamentos fortificados que albergaban sus legiones.» ↑ John Warry, Warfare in the ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-183 ↑ Williamson, G. A., (tr), Josephus, The Jewish War, Penguin Books, 1959, p. 378179
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↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78 ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78 ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78 ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 50-69 ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 43-78 ↑ Warry, Warfare in the Ancient World, op. cit ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit ↑ Wake, T., "The Roman Army After Marius' Reforms," 28 February 2006. ↑ Harkness, The Roman Military System, op. cit ↑ Warry, op. cit. ↑ Adrian Goldsworthy, The Punic Wars, (Cassell 2001) p. 50-69 ↑ Adrian Goldsworthy, The Roman Army at War, 100 BC- AD200, (Oxford, 1996), pp. 179-80 ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit. ↑ Goldsworthy, 1996, pp. 138-40 ↑ John Warry, Warfare in the Ancient World, p. 169-170 ↑ Goldsworthy, "The Punic Wars, pp.53-62 ↑ "Military Affairs of Rome," by Lt. Col. S.G. Brady, 1947" ↑ Warry, pp. 159-172 ↑ Warry, pp. 159-172 ↑ Warry, pp. 115-169 ↑ John Warry, Warfare in the ancient World, (St. Martin's, 1980), pp. 70-86 ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit. ↑ Goldsworthy, "The Punic Wars" ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, op. cit. ↑ Goldsworthy, The Complete Roman Army, op. cit. ↑ Hans Delbrück, Warfare in Antiquity ↑ La escena de apertura de bárbaros siendo aniquilados fue mostrada a oficiales estadounidenses antes del ataque a Iraq en la Primera Guerra del Golfo, como parte del programa de motivación. - Este hecho ha sido conocido gracias a Michael R. Gordon y Bernard E. Trainor, "Cobra II: The Inside Story of the Invasion and Occupation of Iraq", (Pantheon Books, 2006) pág. 164 ↑ Arther Ferrill, La Caída del Imperio Romano: Una Explicación Militar ↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska Press (1990) [1920-21]. ↑ Adrian Goldsworthy "The Punic Wars", p. 54-112 ↑ Polibio, "Historias" ii, x: Infundía temor la visión y maniobras de aquellos [galos] que desnudos, se situaban al frente, pues destacaban por sus proporciones y corpulencia ↑ Cayo Cornelio Tácito, "De las Costumbres, Sitios y Pueblos de la Germania" versión digital ↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska Press (1990) [1920-21]. ↑ Delbrück, op. cit. ↑ Chariots: Warfare with Attitude ↑ The Fifteen Decisive Battles Of The World:From Marathon To Waterloo by Sir Edward Creasy, M.A., 1851 ↑ History of Rome: The Spanish Wars, by Appian, circa 165 A.D. ↑ Appian, op. cit.
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↑ History of Rome: The Spanish Wars, by Appian, circa 165 A.D. ↑ Dión Casio, Polibio, Diodoro de Sicilia y Tito Livio hacen referencia explícita a las "espadas hispanas", a las cuales atribuyen una calidad insuperable: Estas espadas cortan cualquier cosa, y la calidad de su hierro es tan extraordinaria que no existe escudo, yelmo o hueso que se les pueda resistir Diodoro 5.33, 4 ↑ Filón de Bizancio Mechaniké syntaxis 1V-V ↑ John Warry, Warfare in the classical world, University of Oklahoma Press ↑ Robert Asprey, "War in the Shadows: The Guerrilla in History, Vol 1, Doubleday, 1975, p 21-30 ↑ Hans Delbrück, Warfare in Antiquity ↑ Hans Delbrück, History of the Art of War, Vols. I & II. University of Nebraska Press (1990) [1920-21]. Vol. I, pág. 510 ↑ Denison, op. cit ↑ Denison, op. cit ↑ Denison, op. cit ↑ Jenofonte (Anábasis, Loeb's Classical Library, 1998) menciona los problemas de la infantería pesada (en este caso, la falange helenística) cuando se veía obligada a combatir contra la caballería, incluyendo las desventajas de la formación de cuadro hueco. ↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire: The Military Explanation, (Thames & Hudson, 1986) p. 114-157 ↑ Amiano Marcelino, "The Later Roman Empire," traducido al inglés por Hamilton, W. (Penguin, 1987). Ver también: Chris Cornuelle, An Overview of the Sassanian Persian Military, (n.d.) ↑ Marcellinus, op. cit. ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, 98-162 ↑ Goldsworthy, The Punic Wars, 98-162 ↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire, pp. 43-190 ↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire: The Military Explanation, op. cit. ↑ Edward Luttwak, Grand Strategy of the Roman Empire, (The Johns Hopkins University Press 1979) ↑ Ferrill, op. cit ↑ Arther Ferrill, The Fall of the Roman Empire: The Military Explanation
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CAPÍTULO VIII HISTORIA DE LA ESTRUCTURA DEL EJÉRCITO ROMANO
Estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio. Museos Capitolinos, Roma. La historia de la estructura del ejército romano describe las principales transformaciones cronológicas de la organización y constitución de las fuerzas armadas de la antigua Roma, las cuales han sido calificadas como «la institución militar más efectiva y duradera conocida de la historia».1 Desde sus orígenes alrededor del año 800 a. C. hasta el hundimiento del Imperio Romano de Occidente en 476 d. C., la estructura militar de Roma atravesó una serie de cambios estructurales de gran envergadura. A grandes rasgos, las armas romanas se dividían en ejército y armada, si bien estas dos ramas estaban menos diferenciadas que en los ejércitos nacionales actuales. A su vez, en estas dos ramas los cambios estructurales fueron ocurriendo como resultado de una reforma militar con visión de futuro, así como de una evolución estructural orgánica. Después de un periodo protohistórico del cual no existe información escrita, la estructura del ejército romano puede generalizarse a través de una serie de fases históricas. Inicialmente, el ejército romano consistía en unas levas anuales de ciudadanos que prestaban el servicio militar como parte de sus deberes para con el Estado. Durante este periodo el ejército romano se enfrentó principalmente a adversarios locales en campañas estacionales. A medida que los territorios controlados por Roma se iban expandiendo, y a medida que el tamaño de las ciudades se incrementaba, los ejércitos de la antigua Roma fueron poco a poco profesionalizándose, asalariando a sus soldados. Como consecuencia, los servicios militares de los niveles más bajos de la sociedad se fueron haciendo cada vez a más largo plazo. Las unidades militares de ese periodo eran muy homogéneas y estaban muy reguladas. El ejército consistía en unidades de infantería romana conocida como legiones, así como tropas aliadas formadas por ciudadanos no romanos conocidas como tropas auxiliares (auxilia). Esta última se solía llamar para que proveyese al ejército de infantería ligera o de caballería, formando las legiones el núcleo de infantería pesada. En la tercera fase del desarrollo militar de Roma, las fuerzas estaban encargadas de mantener y asegurar las fronteras de las provincias bajo control 119
romano, así como de la propia Italia. Las amenazas estratégicas de la época eran en general menos serias en este periodo, y el énfasis se puso en la preservación del territorio ganado. El ejército fue evolucionando a la nueva situación y se volvió más dependiente de las guarniciones estables, y menos en los campamentos itinerantes y las operaciones de campo continuas. En la fase final del ejército romano, el servicio militar continuó siendo asalariado y profesional para las tropas regulares. Sin embargo, la tendencia a emplear a aliados o a tropas mercenarias se expandió hasta el punto de que éstas acabaron representando una proporción muy sustancial de las fuerzas de Roma. Al mismo tiempo, la uniformidad de la estructura que presentaba el ejército romano en épocas anteriores desapareció: los soldados de la época variaban desde arqueros montados y muy poco armados a la infantería pesada, en regimientos de muy variable tamaño y calidad. Esto fue acompañado de una importancia cada vez mayor de la caballería frente a la infantería, así como una recuperación de la importancia de la movilidad. FUERZAS TRIBALES (c. 800 a. C. – c. 578 a. C) El primer ejército romano mencionado en los escritos se describe por fuentes mucho más tardías. En concreto, Tito Livio y Dionisio de Halicarnaso hablan del ejército romano remontándose al siglo VIII a. C. A menudo se hace referencia a ese ejército como el ejército curiado de Roma, nombre que procede de las subdivisiones del ejército basadas en las tres tribus fundadoras de la ciudad (en latín: curiae). El ejército era relativamente pequeño, y sus actividades se limitaban «principalmente a saqueos y robos de ganado con escaramuzas ocasionales».2 Carecía del profesionalismo y la organización de posteriores ejércitos romanos, estando las unidades y regimientos probablemente compuestos por divisiones por tribu o por gens. El ejército estaba compuesto de infantería desde sus comienzos en algún momento del primer milenio a.C., mientras que la caballería (conocida como los celeres o, literalmente, 'los rápidos') no se formaría, según la tradición (muy discutida, por otra parte), hasta tiempos de Rómulo.3 Durante esta época, Roma sería probablemente un pueblo fortificado en lo alto de una colina, y su ejército se podría aproximar al típico grupo de guerreros de la edad del bronce, liderados por el jefe de la tribu. Muchas de las armas y armaduras de este periodo eran muy similares al resto de la cultura de Villanova,4 que era la predominante en la región. Los diseños de las espadas, por ejemplo, eran muy similares a las utilizadas por otras poblaciones de esa época.5 El ejército (legio en latín) de este periodo consistía, según Tito Livio, en exactamente 3.000 soldados de infantería y 300 de caballería. Cada una de las tres tribus fundadoras debía aportar un tercio del mismo.6 Sin embargo, Livio es muy posterior a los hechos descritos, lo que unido a la exactitud matemática de estas cifras, las convierte en poco creíbles.7 En lo que coinciden la mayoría de los historiadores modernos es en que la práctica totalidad del ejército la formaban los soldados de a pie o pedites. Posiblemente se tratara de una infantería homogénea armada con jabalinas. La caballería (en latín, celeres), era mucho menos numerosa, y seguramente compuesta por los nobles adinerados de la ciudad. En la entrada del siglo VII a. C., los etruscos (en latín, Etrusci), en la edad del hierro, constituían la civilización predominante en el Lacio.8 9 Como tantos otros pueblos de la región, los romanos guerrearon con los etruscos para conservar su independencia y fueron derrotados. A finales de siglo los etruscos conquistaron Roma, estableciendo una dictadura militar o un reino en la ciudad.
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HOPLITAS DEL MODELO ESTRUSCO (578 a. C. – 510 a. C.)
Escultura de un hoplita de la Antigua Grecia. En este tipo de soldados se basaba la primera clase de infantería desarrollada por Roma (Siglo V a. C.). Aunque algunas fuentes romanas, incluyendo a Tito Livio y a Polibio, hablan en sus relatos del ejército romano de la época de la monarquía romana (periodo que siguió a la captura de Roma por los etruscos), ninguna de ellas son fuentes contemporáneas a los hechos. Polibio, por ejemplo, escribía unos 300 años después de los acontecimientos que relata, y Tito Livio se sitúa cronológicamente unos 500 años más tarde de los hechos. Adicionalmente, los registros y documentos que pudieran ser redactados por los romanos a lo largo de esa época fueron destruidos cuando la ciudad fue saqueada por los galos, por lo que las fuentes no pueden ser tan fiables en este periodo como lo son en la historia militar posterior a la Primera Guerra Púnica. Por todos estos motivos, gran parte de la historia de este periodo se considera apócrifa. De acuerdo, sin embargo, a los escritos que tenemos, los tres reyes de Roma en la época de la ocupación etrusca fueron Tarquino el Viejo, Servio Tulio y Tarquino el Soberbio. Durante esta época, el ejército pasó por una reforma hacia el modelo centurial, basado en la clase socio-económica.10 Esta reforma se atribuye tradicionalmente a Servio Tulio, segundo de los reyes etruscos, que habría llevado a cabo primero el primer censo de todos los ciudadanos romanos.11 Livio dice que Tulio reformó el ejército trasplantando en él la nueva estructura diseñada originalmente para la vida civil como resultado del censo.10 Entre otros motivos, el servicio militar era considerado en este tiempo una responsabilidad cívica y una forma de mejorar el estatus social dentro de la sociedad romana.12 En cualquier caso, las clases sociales romanas no fueron creadas por el censo, sino que más bien fueron calificadas por él. Sería por tanto algo más exacto decir que, en lugar de ser reformada, la estructura militar de la época fue mejor definida: la calificación como ciudadanos de «primera clase» (aquellos calificados para servir militarmente como infantería pesada) a aquellos con activos por valor de 100.000 o más ases (la moneda de la época), no altera el hecho de que antes de esa calificación los ciudadanos más pobres no hubieran sido capaces de pagarse las armas y la armadura necesarias para servir como
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infantería pesada. Los relatos también dicen que el ejército duplicó su tamaño en ese momento, pasando a estar formado desde los 3.000 hasta los 6.000 hombres, que a su vez se dividieron en 60 centurias de 100 hombres cada una.13 El ejército estaba compuesto por una serie de tropas diferentes basadas en las clases sociales de los ciudadanos propietarios, conocidos colectivamente como assidui. Todos, desde los ciudadanos más pobres pertenecientes a la «quinta clase» hasta los más ricos de la «primera clase» y con la orden ecuestre, por encima de todos ellos, estaban obligados a cumplir el servicio militar.14 Es importante hacer un inciso para señalar que los ciudadanos romanos de esta época normalmente veían el servicio militar como un honroso deber para con el Estado. Esta visión contrastaría con la que se tendría del servicio militar en tiempos posteriores, cuando ya se percibía como una carga desagradable y gravosa.15 Mientras que existen relatos de romanos del Bajo Imperio que llegaron a mutilarse para evadir el servicio militar,16 parece que no existían esos problemas en los comienzos de la historia de Roma. Ello, en parte, puede deberse a la menor intensidad de los conflictos en esta época, y en parte también a que solían luchar cerca de sus propias tierras y hogares, y que incluso a menudo su lucha era con el fin de proteger esas posesiones. También podía deberse, como apuntan algunos de los últimos escritores romanos, a la existencia de un mayor espíritu marcial en la antigüedad.17 18 El orden ecuestre, los plebeyos adinerados, servía como caballería montada (de ahí su nombre). La primera clase, compuesta por los ciudadanos más ricos, servía como infantería pesada con espadas y largas lanzas (con cierto parecido a los hoplitas), y ocupaba la primera línea de batalla. La segunda clase iba armada de forma similar a la primera, pero sin un peto que les protegiese el torso, y con un escudo oblongo en lugar de redondo. Se colocaba justo detrás de la primera en formación de batalla. Las tercera y cuarta clases tenían un armamento más ligero que las otras dos, y portaban una lanza y varias jabalinas para ataque a distancia. Normalmente se colocaban detrás de la segunda clase, para dar apoyo con sus armas arrojadizas. Por último, los ciudadanos de la quinta clase eran demasiado pobres para permitirse mucho equipamiento, por lo que iban armados como hostigadores, con hondas y piedras. Se colocaban a modo de pantalla por delante del ejército principal, cubriendo su aproximación y ocultando sus maniobras. Quedaba, sin embargo, una última clase que no figuraba ni en el censo, compuesta por aquellos hombres sin propiedades, que eran excluidos de las clases sociales de los assidui, y se les eximía del servicio militar debido a que eran demasiado pobres como para aportar ningún tipo de equipamiento militar.14 10 Sin embargo, en las situaciones más complicadas incluso esta clase, los proletarii, eran llamados al servicio,19 aunque su valor militar era probablemente muy cuestionable. Las tropas de estas clases lucharían juntas en el campo de batalla, con la excepción de las tropas más veteranas, a las que se encargaba la protección de la ciudad.11 LEGIÓN MANIPULAR (509 a. C. – 217 a. C.) El ejército de los comienzos de la República Romana continuó evolucionando, y si bien existió una cierta tendencia entre los romanos de atribuir los cambios a grandes reformistas, lo más probable es que los cambios fuesen producto de una lenta evolución, y no tanto de una política singular y deliberada de reforma.20 Durante este periodo se denominaba legión a la formación militar compuesta por unos 5.000 hombres. Sin embargo, en contraste con posteriores formaciones legionarias, que estarían compuestas exclusivamente por infantería pesada, las legiones del comienzo
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y mediados de la República estaban compuestas por una mezcla de infantería ligera y pesada. Para referirse a este tipo de legión se utiliza el término ejército manipular. El motivo de este término es marcar el contraste existente entre esta legión basada en unidades de 120 hombres llamadas manípulos, y los posteriores ejércitos legionarios del Imperio, basados en el sistema de cohortes. El ejército manipular estaba basado parcialmente en el sistema de clases sociales y parcialmente en la edad y experiencia militar de los soldados. Representa, por tanto, un paso intermedio teórico entre los anteriores ejércitos basados en la clase social y los ejércitos posteriores, donde el estrato social será irrelevante. En la práctica, incluso los esclavos llegaron a ser llamados para formar parte del ejército de la República cuando ello llegó a ser necesario.21 El ejército manipular recibió su nombre de la forma en la que se colocaba la infantería pesada. Los manípulos eran unidades de 120 hombres que pertenecían a una misma clase de infantería. Eran lo suficientemente pequeños como para permitir el movimiento táctico de unidades de infantería individuales en el campo de batalla y dentro del marco de un ejército más grande. Los manípulos se organizaban en tres distintas líneas de batalla (en latín, triplex acies) basadas cada una en un tipo de infantería pesada: hastati, princeps y triarii.22 La primera clase, los hastati, formaba en primera línea de batalla: Se trataba de soldados de infantería cubiertos con armaduras de cuero, corazas y cascos adornados con 3 plumas de aproximadamente 30 centímetros de altura. Llevaban un escudo de madera, reforzado con hierro, que medía 4 pies de altura (unos 120 cm) y tenía forma de rectángulo convexo. Blandían una espada llamada gladius y dos lanzas arrojadizas conocidas como pila (un pesado pilum y una jabalina más pequeña).23 La segunda clase, los príncipes o princeps, formaban habitualmente la segunda línea de soldados en la formación de batalla. Eran soldados de infantería pesada, armados y protegidos igual que los hastati, salvo por el hecho de que utilizaban una cota de malla más ligera en lugar de una coraza sólida.23 Los triarii, que formaban habitualmente la tercera fila cuando el ejército se colocaba en orden de batalla, eran los últimos remanentes de soldados de estilo hoplita en el ejército romano. Sus armas y armadura eran similares a las de los princeps, con la excepción de que su arma principal era una pica en lugar de los dos pila.23 «Los romanos... habitualmente enrolan cuatro legiones al año, cada una compuesta por cuatro mil soldados de a pie y doscientos a caballo; y cuando surge alguna necesidad inusual, incrementan el número de soldados de a pie a cinco mil y de caballeros a trescientos. De los aliados, el número en cada legión es la misma que la de los ciudadanos, pero la caballería es tres veces más grande». Polibio, Historias, 1:268–70
En la legión manipular estándar se podían encontrar 1.200 hastati, 1.200 princeps y 600 triarii.24 Las tres clases de unidades podrían haber mantenido algún paralelo con las divisiones sociales en la sociedad romana pero, al menos de forma oficial, la pertenencia a cada una de las tres líneas se basaba en la edad y experiencia del soldado, y no tanto en la clase social. Los hombres más jóvenes y novatos servirían en el ejército como hastati, los hombres algo más formados y con experiencia militar
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serían princeps, y las tropas más veteranas de edad más avanzada formarían la línea de triarii. La infantería pesada de los manípulos era a su vez apoyada por las tropas de infantería ligera (en latín, velites) y de caballería (en latín, equites), normalmente 300 hombres a caballo por legión manipular.22 La caballería la formaba en principio la clase más rica de la orden ecuestre, pero en ocasiones se conseguía caballería e infantería ligera adicional de los aliados latinos del resto de la península itálica. Los equites seguían perteneciendo a las clases más ricas de la sociedad romana. Había, por último, una clase adicional de tropas que recibían el nombre en latín de accensi o adscripticii. Más adelante también fueron denominados supernumerarii. Se trataba de tropas que seguían al ejército sin un rol material específico, y que se situaban detrás de los triarii. Su principal función era suplir a las bajas que pudieran producirse en los manípulos, aunque también pueden haber servido de forma ocasional como mensajeros de los oficiales. La infantería ligera de 1.200 velites22 consistía en tropas hostigadoras sin armadura que procedían de las clases sociales más bajas y de los soldados más jóvenes. Estaban armados con una espada y una rodela de 3 pies (unos 90 centímetros) de diámetro, además de varias jabalinas ligeras de madera, también de unos 3 pies de largo, y con una punta metálica estrecha de unos 25 centímetros.23 El número de estas tropas se incrementaba con la inclusión de infantería ligera aliada y los irregulares rorarii (tropas parecidas a los accensi). El reclutamiento efectuado en el año 403 a. C. fue el primero que fue realizado para una campaña más larga que una simple estación,25 y desde ese momento la práctica se fue volviendo cada vez más común, hasta el punto de llegar a ser habitual. En cuanto a las fuerzas armadas navales, hubo una pequeña armada que operó a bajo nivel tras la Segunda Guerra Samnita, y que se vio incrementada de forma masiva durante este periodo, expandiéndose desde lo que sería una simple patrulla fluvial y costera hasta el tamaño de una verdadera unidad marítima. Tras un periodo de construcción frenética debida a la Primera Guerra Púnica, la armada creció hasta un tamaño de más de 400 naves realizadas bajo el diseño naval cartaginés. Una vez completada, esta flota pudo llegar a albergar hasta 100.000 marineros y tropas embarcadas para la batalla. La armada se redujo en tamaño en los años posteriores. Esto, en parte, tuvo lugar porque la pacificación del mar Mediterráneo hizo que no fuera necesario llevar a cabo una política militarista naval, y en parte también se produjo porque los romanos eligieron confiar en este periodo en las naves que aportaban las ciudades griegas, cuyos habitantes tenían una mayor experiencia marítima.26 PROLETARIZACIÓN DE LA INFANTERÍA (217 a. C. – 107 a. C.) Las extraordinarias exigencias militares de las Guerras Púnicas, junto con la falta de mano de obra, pusieron en evidencia las debilidades tácticas de la legión manipular, al menos en el corto plazo.27 En 217 a. C. Roma se vio obligada a ignorar sus principios establecidos de que sus soldados debían ser ciudadanos romanos y propietarios, y se vio en la necesidad de enrolar a los esclavos en el servicio naval.21 Además, aproximadamente en 213 a. C., los requisitos de propiedad se redujeron desde 11.000 a 4.000 ases.21 Teniendo en cuenta que los romanos preferirían utilizar a ciudadanos libres antes que a los esclavos en sus ejércitos,28 debe de asumirse que, llegados a este punto, los proletarii, los ciudadanos más pobres, también debían haber sido llamados al servicio militar a pesar de su incapacidad legal. Para 123 a. C., los requisitos financieros para el servicio militar fueron de nuevo reducidos de los 4.000 ases a solamente 1.500.29 Para entonces, por tanto, está claro que muchos de los anteriores
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proletarii sin propiedades habrían sido admitidos nominalmente en el grupo de los adsidui.29 Durante el siglo II a. C., el territorio de Roma sufrió un descenso demográfico general,30 que en parte de debió a las importantes pérdidas humanas incurridas durante varias guerras. Esto se vio a su vez acompañado por una serie de tensiones sociales y el gran colapso económico de las clases medias, que se fueron incorporando a las clases bajas del censo y a los proletarii.30 El resultado fue que tanto la sociedad romana como su ejército se fueron proletarizando cada vez más. El estado romano se veía obligado a armar a sus soldados a costa del erario público, puesto que muchos de los soldados que formaban las clases bajas se habían empobrecido hasta ser proletarii en todo salvo en el nombre, y no tenían recursos para pagar su propio equipamiento.30 Por otro lado, la distinción entre los hastati, los princeps y los triarii comenzó a ser cada vez más borrosa, posiblemente por el hecho de tener que encargarse el estado de proveer equipamiento estándar a todos salvo las clases más altas, que eran los únicos que podían pagar el suyo propio.30 En la época de Polibio, los triarii o sus sucesores todavía representaban una infantería pesada distinta, armada con un estilo único de coraza, pero los hastati y los princeps se habían vuelto ya indistinguibles los unos de los otros.30 Por último, la falta de hombres llevó a un incremento considerable en la carga repartida entre los aliados (socii) en cuanto a sus aportaciones de soldados,31 y cuando los aliados habituales no fueron capaces de proveer a Roma con las cantidades y tipos de soldados requeridos, los romanos tampoco pusieron pegas a contratar mercenarios para luchar junto con sus legiones.32 LA LEGIÓN MARIANA (107 a. C. – 49 a. C.)
Busto de Cayo Mario, instigador de las reformas de Mario. En un proceso conocido como reformas de Mario o reformas marianas, un cónsul romano llamado Cayo Mario llevó a cabo un importante programa de reformas en el ejército de la república.33 En el año 107 a. C. todos los ciudadanos, sin importar su nivel de riqueza o su clase social, fueron habilitados formalmente para entrar en el ejército romano.21 Este último movimiento formalizó y concluyó un proceso gradual
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que había ido forjándose a través de varios siglos, mediante la reducción de los requisitos económicos para el servicio militar.34 La distinción entre hastati, princeps y triarii, que por otra parte ya se había vuelto muy borrosa, fue oficialmente eliminada,22 35 y se creó la legión romana en el concepto en el que se la recuerda habitualmente. La infantería legionaria pasó a ser una fuerza homogénea de infantería pesada compuesta por ciudadanos romanos. Hay que tener en cuenta que, por entonces, la ciudadanía romana y la latina se había ido expandiendo geográficamente por gran parte de Italia y de la Galia Cisalpina,36 por lo que al hablar de ciudadanos romanos el concepto abarca distintas poblaciones ya romanizadas y no meramente a la ciudad de Roma. La infantería más ligera, como los velites y los equites, fueron reemplazadas por tropas auxiliares (en latín, auxilia) compuestas por mercenarios o soldados que no eran ciudadanos romanos.37 Además, debido a la concentración de las legiones en una fuerza de infantería pesada24 los ejércitos de Roma dependían de la caballería auxiliar que les daba apoyo. Como necesidad táctica, las legiones eran acompañadas casi siempre por un número igual o mayor de tropas auxiliares más ligeras,38 que a su vez eran reclutadas de los no ciudadanos que vivían en los territorios del Imperio. La única excepción en este periodo histórico en la que una legión llegó a estar formada por soldados que no eran ciudadanos romanos fue una Legión de imitación que fue reclutada en la provincia de Galacia.36 Al contrario que en fechas anteriores, los legionarios ya no luchaban sobre la base de campañas estacionales para la protección de su tierra.39 Por el contrario, ahora recibían una paga fija, y eran empleados por el estado por una duración determinada. Como consecuencia, el servicio militar pasó a desplazarse a las clases más bajas de la sociedad romana, para quienes la paga asalariada del estado resultaba un buen incentivo para alistarse.40 A través de este proceso de reformas el ejército fue modificando su composición, de forma que las personas más pobres, y sobre todo las de origen rural, pasaron a constituir un gran porcentaje del total de los soldados.41 Una consecuencia desestabilizadora de este desarrollo fue que el proletariado «adquirió una posición más fuerte y elevada»40 dentro del Estado. Sin embargo, esta profesionalización del ejército era absolutamente necesaria si se quería poder establecer guarniciones permanentes en territorios recién adquiridos y tan distantes como Hispania, lo cual no era posible bajo las anteriores milicias estacionales de ciudadanos. El historiador R. E. Smith apunta que hubo también la necesidad de reclutar legiones adicionales en situaciones de emergencia, con la finalidad de repeler amenazas estratégicas específicas. Argumenta que esto podría haber llevado a crear dos tipos de legiones distintas:42 Por un lado estarían las legiones de larga duración, establecidas en las provincias y compuestas probablemente por tropas profesionales que componían un ejército en pie de guerra. Por otra parte estarían las legiones formadas rápidamente, que estarían compuestas por hombres más jóvenes con poca o nula experiencia militar, con esperanzas de aventura y botín.42 En cualquier caso, no se conoce ninguna distinción en cuanto a la paga básica, la disciplina o el equipamiento entre estos dos tipos de legión. La práctica de las tropas veteranas de enrolarse voluntariamente en las nuevas legiones podría haber significado que ningún ejército se compuso exactamente de uno u otro de esos dos arquetipos. Las legiones de finales de la República estaban compuestas por infantería pesada casi en su totalidad. La principal sub-unidad de la legión era la cohorte (en latín cohors), formada por 480 hombres de infantería.43 La cohorte era mucho más grande que el anterior manípulo, y estaba dividida en seis centurias de 80 hombres cada una. A su vez cada centuria se dividía en 10 «grupos de tienda» (en
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latín, contubernia) de 8 hombres cada uno. Las legiones comprendían también un pequeño cuerpo, normalmente de unos 120 hombres, de caballería legionaria romana (en latín, equites legionis). Los equites se utilizaban como exploradores y mensajeros, y no como verdadera caballería de batalla, dada la inexistencia por aquel entonces de estribos y sillas de montar.44 Las legiones también contenían un grupo dedicado a la artillería de aproximadamente unos 60 hombres, y que operaban las armas de asedio como las ballistas (en latín, ballistae).43 Cada legión iba acompañada normalmente con un número aproximadamente igual de tropas auxiliares de aliados.45 Esto fue una formalización de lo que antes era una práctica habitual, esto es, el uso de tropas ligeras de latinos y otros aliados, que para entonces habían recibido la ciudadanía romana tras la Guerra Social.46 Las tropas auxiliares, además, podían estar formadas por distintos tipo de tropas: Caballería ligera, conocida como alae. Infantería ligera auxiliar, conocida como cohors auxiliae. O unidades combinadas con ambos tipos de soldados, conocidas como cohors equitata.45 Las tropas de caballería incluían a los arqueros a caballo (en latín, sagittarii), a la caballería de choque (cataphractii o clibanarii) o armados con lanzas (antesignani o lancearii). La infantería podía ir armada con arcos, hondas, lanzas arrojadizas, espadas largas o lanzas. Las unidades auxiliares originalmente eran dirigidas por sus propios jefes y, en este periodo, su organización interna dependía de sus comandantes.47 Sin embargo, «la deficiencia más obvia» del ejército romano seguía siendo su escasez de caballería, especialmente caballería pesada,48 hasta el punto de que incluso las unidades auxiliares estaban compuestas principalmente por infantería. Luttwak comenta que las tropas auxiliares consistían en gran parte de arqueros de Creta, honderos baleares e infantería de Numidia, todos los cuales luchaban a pie.49 Sin embargo, a medida que las fronteras de Roma se fueron expandiendo, sus adversarios cambiaron de ser ejércitos basados en la infantería a estar basados en la caballería, por lo que el ejército romano comenzó a encontrarse en una cierta desventaja táctica, principalmente en Oriente. En cuanto a la armada de este periodo, había quedado muy reducida tras las Guerras Púnicas y la conquista de Grecia. En consecuencia, los piratas cilicios se convirtieron en los verdaderos amos del Mediterráneo. A finales del período republicano, en el contexto de las Guerras Mitridáticas y la campaña de Pompeyo Magno contra los piratas26 se acometió una profunda revitalización naval, que sirivó asimismo para hacer frente a nuevos requerimientos: por ejemplo, Julio César reunió una flota en el Canal de la Mancha para invadir Britania. Por último, durante la guerra civil posterior, se llegaron a construir o transformar para el uso militar desde las ciudades griegas un número cercano al millar de naves.26 RECLUTAMIENTO DE NO CIUDADANOS (49 a. C. – 27 a. C.) Durante la época de Julio César, en 54 a. C., las unidades regulares de legionarios fueron apoyadas por nuevas unidades especiales. En concreto, se llevó a cabo el reclutamiento de los exploratores, un cuerpo de exploradores, y de los speculatores, espías cuya misión era infiltrarse en los campamentos enemigos.50 Por otra parte, y debido a las exigencias de la guerra civil, se tomó la medida extraordinaria de reclutar legiones de no ciudadanos. Julio César lo hizo en la Galia Transalpina, Pompeyo lo
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hizo en Farsalia y Marco Junio Bruto en Macedonia.51 Es importante precisar que este reclutamiento tuvo carácter irregular y extraordinario y que no fue, sin embargo, un reclutamiento típico de este periodo. La ley romana siguió exigiendo oficialmente que las legiones estuviesen compuestas exclusivamente por ciudadanos romanos. LAS LEGIONES IMPERIALES Y LAS REFORMAS DE LAS TROPAS AUXILIARES (27 a. C. – 75 d. C.)
Bajorrelieve de mármol representando a soldados de la Guardia Pretoriana de Augusto, aproximadamente del siglo I d. C.
Bajorrelieve representando a un legionario romano sin la indumentaria de combate, aproximadamente del siglo I d. C. A la finalización de la Tercera Guerra Civil la principal preocupación en materia militar del nuevo emperador o princeps, Augusto, fue evitar que los generales romanos continuaran usurpando el poder desde su cargo militar.52 La experiencia de Julio César y, anteriormente, de Mario y Sila, había demostrado cómo las legiones que habían sido reclutadas por causas de «emergencia» estaban compuestas por soldados cuya lealtad era exclusiva hacia su general, que les proveía de los salarios y del botín, y cuya capacidad política les procuraría las tierras para su jubilación. Por 128
este motivo, las tropas dependían casi en exclusiva de su general, y no tanto de la República de Roma ni del Senado, lo cual suponía de hecho que le solían apoyar aunque éste se volviese contra el poder establecido (así había ocurrido con Sila, cuando se dirigió contra Roma, y cuando César cruzó el Rubicón). Augusto eliminó la necesidad de reclutar ejércitos de emergencia mediante el incremento del tamaño de los ejércitos regulares para que hubiese suficientes como para defender adecuadamente el territorio del Imperio.52 53Posiblemente por motivos similares, además de las existentes legiones y tropas auxiliares, Augusto creó una nueva formación de guardias de élite dedicadas a la protección del emperador. La primera de esas unidades tuvo su base en Roma, y fue conocida como Guardia Pretoriana. Otra formación similar recibió el nombre de cohorte urbana.54 55 Las legiones, que habían sido una mezcla de soldados profesionales y civiles, fueron modificadas para convertirse en un ejército permanente compuesto sólo por soldados profesionales.56 Por otro lado, la estructura de cohortes permaneció muy parecida a lo que había sido desde finales de la república, aunque en el siglo I d. C. se duplicó el tamaño de la primera cohorte de cada legión hasta un total de 960 soldados.56 57 Sin embargo, aunque la estructura de las legiones permaneció siendo muy parecida, su forma de creación fue alterada de forma gradual. Mientras que las legiones republicanas habían sido reclutadas mediante levas sobre los ciudadanos romanos aptos para la elección, las legiones imperiales fueron reclutadas solamente a partir de voluntarios, pero a partir de un conjunto de ciudadanos mucho más amplio. Las legiones republicanas se habían reclutado casi en exclusiva en Italia, mientras que las legiones de comienzos de la edad imperial obtenían la mayor parte de sus recursos a partir de las poblaciones de las colonias romanas en las provincias desde el año 68 en adelante. Una estimación coloca la proporción de tropas italianas en un 65 % en época de Augusto, aproximadamente en el comienzo del milenio. Sin embargo, la cifra cae hasta alrededor del 49 % a finales del reinado de Nerón.58 Dado que las legiones estaban oficialmente abiertas sólo a ciudadanos romanos, Cary y Scullard argumentan que al menos en algunas provincias en esa época «se debieron reclutar muchos provincianos que no tenían verdaderamente la ciudadanía romana, pero que la recibieron de forma no oficial en el momento del reclutamiento»,59 práctica que se incrementaría a lo largo del siglo II.60 Esto es más probable en aquellas provincias en las que la población de ciudadanos romanos no era lo suficientemente grande como para cubrir las necesidades de reclutamiento del ejército como, por ejemplo, en Britania, en dónde según una estimación sólo habría unos 50.000 ciudadanos romanos en el siglo I de una población provincial total de alrededor de dos millones.61 Al mismo tiempo la estructura de las legiones fue acometiendo reformas y sufrió algunas transformaciones de cierta envergadura. Los auxilia fueron reorganizados, y un número de tropas aliadas fueron formalizadas en unidades permanentes similares a las legiones. Por otra parte, en lugar de ser reclutadas de forma reactiva, cuando era necesario, las tropas auxiliares comenzaron a ser formadas de forma previa a los conflictos, y de acuerdo con los objetivos anuales.62 Además, mientras que en épocas anteriores la organización interna de las auxilia había sido dejada a cargo de sus comandantes, a comienzos del imperio fueron organizadas en unidades estandarizadas conocidas como turmae,47 si bien no llegaron a estar estandarizadas en su equipamiento de la misma forma que las legiones63 y a menudo mantenían ciertas características de la nación de la que procedían. El tamaño de las unidades, al menos, sí que fue en parte estandarizado. La caballería podía formar bien un un ala quingenaria de 512 caballeros, o en un ala millaria de 1.00045 y la infantería auxiliar podía formarse en una cohors quingenaria de 500 hombres o en una cohors millaria de 1.000.45 Las
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unidades compuestas conjuntamente por caballería e infantería se solían formar en una mayor proporción de soldados de a pie que a caballo: la cohors equitata quingenaria consistía de 380 hombres a pie y 120 a caballo, y la cohors equitata millaria consistía de 760 a pie y 240 a caballo.45 La vitalidad del Imperio en este punto era tal que la utilización de auxilia nativos en el ejército romano aparentemente no barbarizó el ejército, como en cambio algunos estudiosos dicen que ocurrió en el bajo imperio.64 Por el contrario, aquellos que servían como auxilia durante este periodo a menudo buscaban romanizarse ellos mismos. Se les garantizaba la adquisición de la ciudadanía romana a la finalización del servicio, lo cual les aportaba una serie de ventajas sociales, quedando sus hijos en posición de ser elegibles para formar parte de las legiones.65 Como con el ejército, en la armada también se reclutaron muchos no italianos, en parte porque los romanos nunca habían estado muy preparados para la vida marítima.66 Parece que la armada era considerada ligeramente menos prestigiosa que las tropas auxiliares66 pero, al igual que en estas últimas, las tropas podían ganar su ciudadanía al pasar a la reserva. En términos de estructura, cada navío estaba tripulado por un grupo de hombres que equivalía aproximadamente a una centuria, y diez navíos conformaban un escuadrón naval.66 Tras la derrota de Antonio, la flota romana se dividió en dos bases principales: Miseno y Rávena. INTRODUCCIÓN DE LAS VEXILLATIONES (76 d. C. – 117 d. C.)
Soldados romanos de alrededor del año 101 d. C. representados en la columna de Trajano. A finales del siglo I las legiones seguían siendo la espina dorsal del ejército romano, a pesar de que los auxiliares, de hecho, superaban en casi un 50% el número de legionarios.67 Por otra parte, y en lo que respecta a la composición interna de las legiones, el número de soldados reclutados dentro de la península itálica también cayó de forma gradual desde el año 70.68 A finales de siglo la proporción de ciudadanos procedentes de Italia había caído hasta el 22 %, siendo el resto de soldados procedentes de las provincias conquistadas.58 Teniendo en cuenta que técnicamente sólo los ciudadanos romanos tenían derecho a enrolarse en las legiones, se cree que por motivos de necesidad y en algunos casos en los que los reclutas no poseían ésta «simplemente les fue otorgada en el alistamiento».68 69 Para esta época los límites del Imperio se habían mantenido relativamente fijos en los lugares hasta los que se había expandido bajo el gobierno del emperador Trajano. Debido a ello, el ejército fue responsabilizándose cada vez en mayor grado de la protección de las fronteras existentes en lugar de expandirse hacia otros territorios, al contrario de lo que había 130
sucedido en las épocas anteriores.70 El resultado fue que las legiones comenzaron a quedar estacionadas en ubicaciones muy estables. A pesar de que legiones enteras en ocasiones eran transferidas a lugares en guerra, permanecían mucho tiempo de forma estacionaria en una o más bases legionarias en la provincia, dividiéndose en grupos más pequeños de tropas (en latín, vexillationes) según se requería.71 Esta política fue el comienzo de lo que en épocas posteriores supondría la división de las fuerzas militares terrestres, en el bajo imperio, en las tropas móviles y estacionarias. En general, las mejores tropas eran enviadas como vexillationes, y el resto, de peor calidad, permanecían para la protección de las defensas fronterizas. Posiblemente entre las que se quedaban en la zona estaban los soldados heridos y aquellos otros próximos a su jubilación.72 BARBARIZACIÓN DEL EJÉRCITO (117 d. C. – 253 d. C.)
Reconstrucción de una torre romana de vigilancia del Limes, cerca de Kastell Zugmantel, Taunus. En la época del emperador Adriano la proporción de italianos en las legiones había caído hasta tan sólo el 1%58 y «se había vuelto habitual completar los destacamentos [de legionarios] mediante las levas locales»73 Esto es probablemente el resultado directo de un cambio en las necesidades con respecto al personal militar: en la época de Adriano se estableció alrededor de la periferia del territorio imperial un sistema de defensas fronterizas fijas (en latín, limes), con la finalidad de consolidar con ello las conquistas llevadas a cabo por Trajano. Este sistema exigía que las tropas quedasen establecidas de forma permanente en las provincias, lo cual era una perspectiva mucho más atractiva para los ciudadanos nacidos en la región que para las tropas italianas.74 La mayoría de las tropas de las legiones a comienzos del siglo III procedían de la provincia relativamente romanizada (aunque no italiana) de Iliria.75 A medida que el siglo fue avanzando, más y más bárbaros (en latín, barbari) recibían permiso para establecerse dentro del territorio romano a cambio de ayudar en su defensa73 Como resultado un gran número de bárbaros y semi-bárbaros fueron admitidos de forma gradual en el ejército.75 Sin embargo, el hecho de que esta regionalización de las legiones fuese acompañado de una caída en el profesionalismo de las mismas es algo que se discute. Santosuosso argumenta que la estricta disciplina de los días de Mario se había terminado,76 pero Alfoldi dice que las tropas de Ilira eran a la vez valientes y guerreras,75 y Tácito describe a los reclutas germanos como si fuesen mercenarios natos (en latín, vivi ad arma nati).77 Parece que la disciplina en las legiones sí que se flexibilizó, a medida que se comenzó a dar permiso a los soldados para vivir con sus esposas en el exterior de los recintos militares, y se les permitía adoptar un estilo de vida más confortable que contrastaba con el estricto régimen
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militar de años anteriores76 Sin embargo, eso no certifica que se produjera una reducción en la efectividad de las legiones, debido a la gran ferocidad y estatura de los nuevos reclutas bárbaros.
Sarcófago de un general romano en el que se representa una escena de batalla entre soldados romanos y y las tribus germánicas en el siglo II (aprox. 190 d. C.). Palazzo Massimo alle Terme, Roma.
Soldados romanos del siglo III luchando contra tropas godas, representados en un sarcófago romano contemporáneo (aprox. 250 d. C.). El estilo del ejército romano, sin embargo, estaba ahora condicionado por el cada vez mayor número de reclutas de las regiones, que llevaba a una barbarización cada vez más visible de las fuerzas romanas en el comienzo del periodo.78 La barbarización de los rangos más bajos se iba complementando con una barbarización al mismo tiempo de la estructura de mando a medida que los senadores romanos, que tradicionalmente habían sido la fuente de la que procedían los comandantes, eran excluidos del ejército. Para 235 d. C. asciende al trono imperial Maximino el Tracio. Este hecho supone un hito en la historia de Roma, puesto que aunque no se trataba de la primera ocasión en la que el propio emperador, la cabeza del ejército, fuera un hombre nacido fuera de Italia (Trajano y Adriano habían nacido en Hispania, Septimio Severo en África, Caracalla en Galia, Heliogábalo en Siria...), la familia de Maximino no era de origen romano en absoluto, siendo hijo de dos bárbaros: padre godo y madre alana.79 La inclusión gradual de cada vez mayor número de tropas de orígenes diversos dentro del ejército romano se llevó un paso más allá con la creación, en tiempos de Adriano, de un nuevo tipo de unidad añadida a las legiones y a las auxilia, y que sería conocida como numerii.70 Estaba formada por cuerpos de unos 300 soldados irregulares,45 y eran reclutados de las provincias subyugadas, así como de los ciudadanos de los estados-clientes o de más allá de los límites fronterizos del estado. Estaban menos equipadas y menos romanizadas que las tropas auxiliares, con un «pronunciado carácter nacional»,80 incluyendo las vestimentas nativas y sus propios gritos de guerra.64 La introducción de los numerii fue la respuesta a la necesidad de tropas
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baratas, que fuesen al mismo tiempo fieras y con una fuerza equilibrada de caballería e infantería ligera.81 Estaban, por tanto, mucho menos armadas y menos entrenadas que los auxilia o que las legiones,70 aunque también se utilizaban algunas tropas irregulares nativas de élite.82 En cualquier caso, las legiones todavía suponían alrededor de la mitad del ejército romano en esta época.75 CRISIS SUCESIVAS (238 d. C. – 284 d. C.) «Un joven aristócrata, fuerte de manos y rápido de mente y mucho más inteligente que vuestros bárbaros medios... el ardor de su cara y sus ojos mostraban el espíritu ardiente en su interior. Había luchado en nuestro bando en campañas anteriores y se había ganado el derecho a ser un ciudadano romano; es más, incluso había sido elevado hasta el rango de Equestre». Veleyo Patérculo, 2.108
Relieve del siglo VI representando a un caballero sasánida en Taq-i-Bostan, Irán. Éste sería el modelo del catafracatarii romano. En la época del Bajo Imperio Romano, las fuerzas enemigas tanto en el este como en el oeste eran «suficientemente móviles y suficientemente fuertes como para romper el perímetro defensivo [romano] en cualquier eje seleccionado de penetración»;83 desde el siglo III en adelante, tanto las tribus germánicas como los ejércitos persas atravesaron las fronteras del Imperio Romano.70 84 En respuesta, el ejército romano atravesó una serie de cambios, si bien la mayoría se produjeron como una evolución o adaptación natural al cambio y no tanto como reformas militares deliberadas, como las que se habían producido durante la república y a comienzos del Imperio. Se puso un gran énfasis en la habilidad de combate de todos los tipos militares, como la artillería de campo, las ballistae, de mano, arqueros y dardos. Las fuerzas romanas fueron incrementando su movilidad de forma gradual, con un soldado de caballería por cada tres de infantería, en comparación con la proporción de uno a cuarenta de comienzos del Imperio.85 86 Adicionalmente, el emperador Galieno llevó a cabo el
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paso revolucionario de crear regimientos de caballería específicos, separándolos de los regimientos mixtos de caballería e infantería que existían antes, incluyendo catafractarii o clibanarii, scutarii, y la caballería legionaria conocida como promoti. Colectivamente, todos estos regimientos eran conocidos como equites.82 Alrededor de 275, la proporción de catafractarii también se incrementó.82 No existe una opinión unívoca en torno a cuándo exactamente se incrementó la proporción relativa de la caballería, y en concreto se discute especialmente si las reformas de Galieno ocurrieron a la vez que se incremento la proporción de la caballería en la composición total del ejército, o si se trata de dos eventos separados. Alfoldi parece creer que las reformas de Galieno fueron contemporáneas con el incremento en el número de caballería, y argumenta que, para el año 258, Galieno había hecho que la caballería fuese la unidad tipo predominante en el ejército romano, sustituyendo en ese puesto al soldado de infantería pesada que había dominado los ejércitos anteriores.82 Según el historiador Warren Treadgold, sin embargo, la proporción de caballería no cambió entre los comienzos del siglo III y los comienzos del siglo IV.87 Además, durante esta época, grupos cada vez más grandes de barbari comenzaron también a asentarse en los territorios romanos. Las tropas contratadas para que ayudasen al ejército romano ya no se organizaban como los antiguos numeri, sino más parecidas a como lo harían los mercenarios nativos independientes que serían conocidos como tropas federadas (en latín, foederati).88 89 Aunque servían bajo las órdenes de oficiales romanas, las tropas de estas unidades estaban mucho más barbarizadas que los numeri, y no estaban romanizados ni en su estructura militar ni en su ideología personal. Además, tampoco adquirían la ciudadanía romana tras el servicio prestado.88 Por otra parte, a las tropas nativas no se les permitía luchar en bandas de guerra nativas bajo las órdenes de sus propios jefes (cosa que más tarde sí que ocurriría con los foederati), sino que se dividía a las tropas en pequeños grupos adheridos a otras unidades romanas.90 Estaban por tanto a medio camino entre los numeri, a los que se intentaba romanizar, y los foederati, que eran casi por completo independientes. COMITATENSES Y LIMITANEI (284 d. C. – 358 d. C.)
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Soldados romanos representados en un arco del triunfo del año 312 a. C. aproximadamente. Uno de los rasgos más llamativos de los soldados es que todos llevan barba. Más adelante en la evolución de la estructura del ejército romano, y cuando comenzó la aplicación de una serie de tropas a las labores concretas de guardia de las fronteras (como ocurría en el caso de la Muralla de Adriano en Britania en el siglo II d. C.), emergiría una nueva distinción entre tropas específicas de protección fronteriza y fuerzas móviles de reserva. Esta práctica podría incluso remontarse hasta finales de la república, con el uso de las legiones «provinciales» y «de emergencia». En la época del Bajo Imperio, las demandas de soldados para cubrir las necesidades fronterizas, y las reservas estratégicas de fuerza militar habían llevado a la división del ejército en cuatro tipos de tropas. Los destacamentos fronterizos estaban compuestos por una milicia «establecida y hereditaria»75 (en latín, limitanei o riparienses) que estaban «atados a sus puestos».91 En la retaguardia, por otro lado, había tropas con una mayor movilidad para su desplazamiento en los campos de batalla y que eran conocidas como comitatenses, que se mantenían como reserva estratégica.92 Además, en algún lugar intermedio entre estos dos tipos de tropas, había unas reservas más locales y de carácter provincial conocidas como cunei (caballería) y auxilia (para esta época, haciendo referencia solamente a la infantería) que podría haber evolucionado a partir de las unidades de caballería auxiliar de épocas anteriores.93 Por último, desde la época del emperador Constantino el Grande, también hubo dos pequeñas reservas centrales (en latín, scholae) que se mantenían como retaguardia estratégica incluso a los comitatenses, cada una en la presencia de los emperadores de Oriente y Occidente, respectivamente.92 Creadas y expandidas desde las tropas que componían la guardia personal del emperador, estos ejércitos centrales parece que para el año 295 d. C. habrían llegado a un tamaño demasiado grande como para ser contabilizadas como meras guardias personales, aunque todavía eran demasiado pequeñas como para entablar campañas de forma independiente y sin apoyo de los legionarios o vexillationes.94 De los cuatro tipos de tropas, las limitanei (guardias fronterizos) se han considerado generalmente como las de inferior calidad,95 96 estando formada en su mayoría por milicias de soldados formadas a partir de los campesinos de la zona y que eran muy inferiores tanto a las antiguas legiones93 como a su contrapartida en los ejércitos de campo.97 Mientras que los limitanei debían hacerse cargo de las acciones de patrulla y de las incursiones de baja intensidad, el deber de responder ante incidentes más serios recaía sobre las tropas provinciales. Por último, cuando se hacía necesario contrarrestar las incursiones de mayor escala en el plano estratégico, se requería la actuación de los comitatenses o las tropas móviles de campo, posiblemente acompañadas por los scholae del emperador. Tanto las tropas fronterizas como las de campo estaban compuestas por una mezcla de infantería y caballería98 aunque el peso de la caballería era, de acuerdo a algunas autoridades, mayor en el caso de lo ejércitos móviles.92 Otras investigaciones más antiguas, como la edición de 1911 de la Enciclopedia Británica, establece que el ejército romano del bajo imperio estaba «marcado por la predominancia de la caballería que caracterizaba los primeros siglos de la Edad Media»,1 aunque muchos autores recientes creen que la infantería seguía siendo predominante.99 100 Existe alguna discrepancia sobre si esta nueva estructura militar fue puesta en práctica bajo el gobierno del emperador Diocleciano o si es de la época de Constantino, dado que ambos reorganizaron el ejército a finales del siglo III y comienzos del IV hasta cierto punto.101 Tanto Diocleciano como Galieno, su predecesor durante treinta años, podrían haber llegado a controlar las
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reservas móviles estratégicas para ayudar a las fuerzas fronterizas imperiales.102 103 Puede que Diocleciano o puede que Constantino I expandiría esta fuerza hasta constituir ejércitos permanentes.104 El reclutamiento entre los ciudadanos romanos, por otra parte, se había visto muy mermado como consecuencia de varios acontecimientos: Por una parte, se había producido una reducción de la población,105 106 junto con un incremento muy numeroso en las categorías de ciudadanos eximidos del servicio militar,96 así como la expansión del mensaje pacifista cristiano.107 Todos estos factores conjuntos culminaron con «la retirada de la clase urbana de todas las formas de actividad militar».108 En su lugar, gran parte de los efectivos de Roma se reclutaban ahora de habitantes no italianos que vivían en las fronteras del imperio, muchos de los cuales eran bárbaros o semi-bárbaros que se habían asentado recientemente en tierras del imperio,75 91 incluyendo a varias colonias de carpianos, bastarnos y sármatas.109 Aunque las unidades descritas como legiones existieron hasta el siglo V, tanto en las fronteras como en los ejércitos móviles110 el sistema legionario era muy diferente del que hubo en la época del principado y del comienzo del imperio. Si bien el término legión continuaba utilizándose, no está claro exactamente cuándo cambió la estructura y el rol de las legiones. En algún momento entre los siglos III y IV, en cualquier caso, el rol de las legiones como infantería pesada de élite fue reducido de forma sustancial108 y podría haberse evaporado completamente.111 En su lugar, esas «legiones» que todavía existían no se componían ya exclusivamente de ciudadanos romanos (y puede que apenas hubiese entre sus filas).98 Diocleciano112 o Constantino reorganizó el ejército en unidades de infantería más pequeñas98 que, de acuerdo a algunas fuentes, podrían haber ido armadas de forma más ligera que las antiguas legiones.108 Su armamento más ligero podría haber sido porque «no hubieran consentido acarrear tanto peso de armadura como los antiguos legionarios»113 o, como ocurrió al menos en un evento registrado, porque les fuere prohibido por su general el llevar armaduras más pesadas para con ello incrementar su movilidad.114 Las legiones del siglo IV en ocasiones eran sólo un sexto del tamaño original de las legiones imperiales, e iban armadas solamente con una combinación de lanzas, arcos, hondas, dardos y espadas,111 114 reflejando un mayor énfasis contemporáneo en la lucha a distancia.115 Constantino incrementó todavía más la proporción de tropas germánicas en el ejército regular,116 siendo su impacto tan grande que incluso los legionarios comenzaron a vestir de la manera germánica.108 ADOPCIÓN DE LOS BARBAROS COMO ALIADOS (358 d. C. – 395 d. C) A finales del siglo IV el imperio tenía una deficiencia crónica en cuanto a su capacidad de reclutar suficientes tropas de entre su propia población.15 Como alternativa, el incremento de impuestos internos se utilizaba cada vez en mayor medida para pagar a los reclutas bárbaros, cuyo número iba en aumento. Los romanos, en algunos momentos, habían reclutado a soldados no romanos individuales para formar en las unidades militares regulares. Sin embargo, en el año 358 d. C. esta práctica se aceleró mediante la adopción a gran escala de todos los francos dentro del imperio, permitiendo con ello acceder a una gran base de población que reclutar. En contraprestación por permitírseles establecerse como foederati en el norte de la Galia, cerca del Rin, los francos tendrían la obligación de defender las fronteras del imperio en su territorio y de proveer tropas para que prestasen el servicio militar como unidades romanas.
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Retrato anónimo de Atila, rey de los hunos (probablemente del siglo XIX). Aparece representado como un europeo, aunque sus rasgos debieron ser más bien de tipo mongol o centroasiático. La presión de Atila sobre los pueblos bárbaros fue uno de los desencadenantes del colapso del Imperio Romano de Occidente. En el año 376 un gran contingente de godos solicitó al emperador Valente su permiso para establecerse en el sur del río Danubio en términos similares a los acordados con los francos. Los godos también fueron admitidos en el imperio en calidad de foederati, aunque se rebelaron más tarde ese mismo año, lo que llevó a un enfrentamiento que terminó con la aplastante derrota de los romanos en la Batalla de Adrianópolis. Las graves pérdidas que sufrió el ejército romano durante la batalla causaron, irónicamente, que el imperio romano se viese obligado a apoyarse todavía más en las tropas de foederati como apoyo a las suyas propias.117 En el año 382 la práctica se extendió de forma radical cuando las tropas federadas fueron reclutadas en masa como contingentes aliados de tropas laeti y foederatii separadas de las unidades romanas existentes.15 El tamaño y composición de las fuerzas aliadas de los bárbaros, sin embargo, todavía se discute. Santosuosso argumenta que los regimientos de foederati estaban compuestos en su mayoría por caballería118 y que eran reclutadas de forma temporal para campañas específicas y, en algunos casos, como adición permanente al ejército. El historiador Hugh Elton, por su parte, cree que la importancia de los foederati se ha sobreestimado en los relatos tradicionales de historiadores como A.H.M. Jones. Elton defiende que la mayoría de los soldados eran probablemente ciudadanos romanos no italianos,119 120 mientras que Santosuosso cree que las mayoría de tropas eran casi con certeza de origen bárbaro.121 COLAPSO DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE Y SUPERVIVENCIA DEL IMPERIO DE ORIENTE (395 d. C. – 476 d.)
Mosaico representando lo que se cree que es un líder godo. Los godos eran empleados por los romanos como foederati en el siglo V. El ejército móvil compuesto por los no federados y conocido como los comitatenses fue eventualmente dividido en varios ejércitos más pequeños. En la nueva estructura militar había un ejército central bajo el control directo del emperador, conocido como comitatense palatina o praesental, y varios ejércitos regionales.22 Los historiadores Santosuosso y Vogt coinciden en que
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más tarde estos ejércitos irían degradandose para convertirse en unidades de guarnición similares a los limitanei, a las cuales suplementaron o reemplazaron.91 En el siglo V una significativa porción de la fuerza militar del Imperio Romano de Occidente descansaba en los mercenarios bárbaros conocidos como foederatii.122 «Recibimos un terrible rumor de acontecimientos en el oeste. Nos dijeron que Roma estaba bajo asedio, y que la única seguridad para sus ciudadanos era la que podían pagar con oro, y que cuando eso se les había arrebatado, volvían a ser asediados, por lo que perdieron no sólo sus posesiones, sino también sus vidas. Nuestro mensajero nos dio las noticias con voz temblorosa, y apenas podía hablar entre sollozos. La ciudad que había capturado al mundo había sido capturada». Jerónimo de Estridón, Cartas, 127 A medida que el siglo V fue avanzando, muchas de las fronteras originales del imperio habían sido completa o parcialmente despojadas de tropas para poder reforzar el ejército central;122 y algunas áreas como Britania se habían terminado abandonando completamente por la imposibilidad material de defenderlas.123 En 395, el Imperio Romano de Occidente tenía varios ejércitos regionales en Italia, Iliria, Galia, Britania y África, y unos doce ejércitos fronterizos. Para el año 430, se establecieron dos ejércitos más, uno en Hispania y otro en Tingitania, pero los romanos habían perdido el control de Britania y de buena parte de la Galia, Hispania y África. En el mismo periodo, el Imperio Romano de Oriente tenía dos ejércitos móviles En la presencia del emperador (en Constantinopla), tres ejércitos regionales (en el este, en Tracia y en Iliria) y quince ejércitos fronterizos.124 A medida que las tropas romanas se iban extendiendo y diluyendo a lo largo de su gran frontera, el territorio del imperio continuaba reduciéndose en tamaño. Las bandas de bárbaros comenzaron a penetrar cada vez más a través de las fronteras más vulnerables del imperio, convirtiéndose en invasores a la vez que en colonizadores. En 451, los romanos fueron capaces de derrotar a Atila el Huno, pero sólo con la ayuda de una confederación de tropas entre las que se incluían efectivos aportados por los visigodos y los alanos. Las oleadas de invasiones bárbaras continuaron produciéndose, algunas de las cuales llegaron incluso hasta el corazón de Italia, hasta que las fronteras del Imperio Romano de Occidente terminaron por colapsar.122 Simultáneamente, las tropas bárbaras que se encontraban a sueldo de Roma pasaron a «un estado de turbulencias y revueltas casi continuas»125 desde el año 409 en adelante. En 476 estos ejércitos terminarían destronando a Rómulo Augusto, el último emperador del Imperio Romano de Occidente.126 El Imperio Romano de Oriente (conocido también como Imperio Bizantino127 ) continuó en pie, y el ejército y la armada naval bizantina continuarían defendiéndolo hasta su caída en 1453.128 Notas ↑ a b Encyclopedia Britannica, Eleventh Edition (1911), The Roman Army ↑ Goldsworthy, In the Name of Rome, 2003, p. 18 ↑ Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro I, capítulo 15 ↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 9 ↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 11
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↑ Grant, The History of Rome, p. 22 ↑ La edición de 1911 de la Enciclopedia Británica las denomina «claramente artificiales e inventadas» ↑ Pallottino, The Etruscans, p. 68 ↑ Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 5, capítulo 33 ↑ a b c Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 1, capítulo 42 ↑ a b Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 1, capítulo 43 ↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 10 ↑ Grant, The History of Rome, p. 24 ↑ a b Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 2 ↑ a b c Grant, The History of Rome, p. 334 ↑ Campbell, The Crisis of Empire, p. 126 ↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 158 ↑ Este punto de vista aparece en la undécima edición de la Enciclopedia Británica, que argumenta que «Gran parte de su fuerza descansaba en las mismas cualidades que habían hecho terribles a los soldados puritanos de Cromwell — el excelente carácter de los soldados plebeyos, la rígida disciplina y el superior entrenamiento». ↑ Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 5 ↑ Grant, The History of Rome, Faber and Faber, 1979 p. 54 ↑ a b c d Santosuosso, Storming the Heavens, p. 10 ↑ a b c d e Santosuosso, Storming the Heavens, p. 18 ↑ a b c d Polibio, Historia, Libro 6 ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 40 ↑ Livio, Historia de Roma desde su fundación, Libro 5, cap. 1 ↑ a b c Webster, The Roman Imperial Army, p. 156 ↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 2 ↑ Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 5 ↑ a b Gabba, Republican Rome, The Army and The Allies, p. 7 ↑ a b c d e Gabba, Republican Rome, The Army and The Allies, p. 9 ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 11 ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 143 ↑ Santosusso, Storming the Heavens, p. 10 ↑ Gabba, Republican Rome, The Army And the Allies, p. 1 ↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 219 ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 27 ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 16 ↑ Tácito, Anales, IV, 5 ↑ Tito Livio describe un caso en el que un ejército de ciudadanos fue retenido más tiempo de una simple estación en 403 a. C. Los ciudadanos obligados a continuar con la guerra durante el invierno montaron en cólera, y durante un tiempo la sociedad romana se vio muy cerca de romperse en dos (véase Livio, libro V, capítulo 1). Sin embargo, a través de los siglos IV y V a. C. se fue haciendo cada vez más común que las campañas durasen más de una estación, por lo que las reformas de Mario no eran tan radicales en este punto. ↑ a b Gabba, Republican Rome, The Army and The Allies, p. 25 ↑ Boak, A History of Rome, p. 189 ↑ a b Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 29 ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 14 ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 116 ↑ a b c d e f Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 15
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↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 27 ↑ a b Webster, The Roman Imperial Army, p. 146 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 43 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 44 ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 67 ↑ Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 57 ↑ a b Smith, Service in the Post-Marian Roman Army, p. 71 ↑ Boak, A History of Rome to 565 A.D., p. 270 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 17 ↑ Grant, A History of Rome, p. 209 ↑ a b Santosuosso, Storming the Heavens, p. 91 ↑ Hassall, The Army, p. 325 ↑ a b c Santosuosso, Storming the Heavens, p.98 ↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 338 ↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter I, p. 36 ↑ Mattingly, An Imperial Possession — Britain in the Roman Empire, p. 166–8 ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 144 ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 152 ↑ a b Webster, The Roman Imperial Army, p. 150 ↑ Webster, The Roman Imperial Army, p. 147 ↑ a b c Webster, The Roman Imperial Army, p. 165 ↑ Hassall, The High Empire, AD 70–192, p. 320 ↑ a b Hassall, The High Empire, AD 70–192, p. 331 ↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter I, p. 36 ↑ a b c d Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 211 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 124 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, pp. 153–154 ↑ a b Vogt, The Decline of Rome, p. 58. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 98 ↑ a b c d e f Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 208 ↑ a b Santosuosso, Storming the Heavens, p. 173 ↑ Tácito, Historia, 4, 64 ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 174 ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 175 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 122 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 123 ↑ a b c d Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 216 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 176 ↑ Heather, Peter, The Fall of the Roman Empire, pp. 58–67 ↑ Elton, Warfare in Roman Europe, p. 94 ↑ Santosuosso, A., Storming The Heavens, p. 190 ↑ Treadgold, Warren, Byzantium and its Army, 284–1081, p. 56. ↑ a b Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 212 ↑ La palabra puede hacer alusión tanto a las gentes federadas como a las unidades de tropas aliadas que más adelante serían reclutadas entre esas gentes. ↑ Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 219 ↑ a b c Vogt, The Decline of Rome, p. 178 ↑ a b c Vogt, The Decline of Rome, p. 177 ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 173 ↑ Campbell, The Army, p. 121
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↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 188 ↑ a b Grant, A History of Rome, p. 333 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 154 ↑ a b c Cary & Scullard, A History of Rome, p. 534 ↑ Elton Warfare in Roman Europe, A.D. 350–425, pp. 103, 105–106. ↑ Treadgold, Byzantium and its Army, pp. 44–59. ↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 15–38. ↑ Campbell, The Army, p. 121 ↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 11–17. ↑ Southern & Dixon, The Late Roman Army, pp. 15–20 & 37–38. ↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 25 ↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 537 ↑ Gibbon escribe que debido «al abuso de la cristiandad... las virtudes activas de la sociedad fueron desincentivadas; y los últimos remanentes de espíritu militar fueron enterrados en el monasterio». ↑ a b c d Vogt, The Decline of Rome, p. 59 ↑ Gibbon, The Decline and Fall of the Roman Empire, Chapter VI, p. 188 ↑ Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 171 ↑ a b Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 175 ↑ Brian Campbell, The Crisis of Empire, p. 123 ↑ Cary & Scullard, A History of Rome, p. 535 ↑ a b Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 209 ↑ Alfoldi, The Crisis of the Empire, p. 213 ↑ Grant, A History of Rome, p. 310 ↑ Marcelino, Historias, Libro 31, caps. 3–16. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 189 ↑ Elton lo argumenta a través de la proporción de nombres romanos respecto a no romanos entre 350 y 476. ↑ Elton, Hugh, 1996, Warfare in Roman Europe, pp. 145–152. ↑ Santosuosso, Storming the Heavens, p. 192 ↑ a b c Luttwak, The Grand Strategy of the Roman Empire, p. 188 ↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 188 ↑ Treadgold, Byzantium and its Army, 284–1081, pp. 43–59. ↑ Grant, A History of Rome, p. 344 ↑ Vogt, The Decline of Rome, p. 250 ↑ «Imperio Bizantino» es un término moderno que hubiera resultado extraño a sus contemporáneos. El nombre original del Imperio en griego era Romania (Ρωµανία) o Basileía Romaíon (Βασιλεία Ρωµαίων), traducción directa del nombre en latín del Imperio Romano, Imperium Romanorum. La expresión «Imperio Bizantino» (de Bizancio, antiguo nombre de Constantinopla) es una creación del historiador alemán Hieronymus Wolf, quien en 1557 —un siglo después de la caída de Constantinopla— lo utilizó en su obra Corpus Historiae Byzantinae para designar este período de la historia en contraposición con las culturas griega y romana de la Antigüedad clásica. El término no se hizo de uso frecuente hasta el siglo XVII, cuando fue popularizado por autores franceses, como Montesquieu. El éxito del término puede guardar cierta relación con el histórico rechazo de occidente a ver en el Imperio Bizantino al heredero legítimo de Roma. En las tierras occidentales el título Imperator Romanorum (emperador de los romanos) quedó reservado a los soberanos del Sacro Imperio Romano Germánico, mientras que el emperador de Constantinopla era llamado Imperator Graecorum (emperador de los griegos), y sus dominios, Imperium
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Graecorum, Graecia, Terra Graecorum o incluso Imperium Constantinopolitanus. Los emperadores de Constantinopla nunca aceptaron estos nombres. De hecho, los pobladores bizantinos se declaraban herederos del Imperio Romano y los emperadores de Constantinopla se enorgullecían de un linaje ininterrumpido desde Augusto. ↑ Runciman, The Fall of Constantinople: 1453.
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CAPÍTULO IX: LAS REFORMAS DE CAYO MARIO EN EL EJÉRCITO ROMANO.
Actores representando el avance de una legión romana en posición de ataque. Las reformas de Mario fueron un grupo de reformas en el ejército iniciadas en el año 107 a. C. por un político y general de la República romana llamado Cayo Mario. Las reformas de Mario fueron de una gran importancia para dar forma a la legión romana, estructura militar que se impondría en el mundo occidental durante siglos. EL EJÉRCITO ANTES DE LA REFORMA DE MARIO Hasta la última década del siglo II a. C. los requisitos para formar parte del ejército de Roma al servicio de la República eran muy estrictos: Ser miembro de la quinta clase del censo o superior. Tener propiedades valoradas en al menos 3.000 sestercios. Aportar su propio armamento. Por ello, la República en un inicio no tenía un ejército estable. Cuando una guerra amenazaba a la ciudad los cónsules se encargaban de reclutar un ejército entre los ciudadanos de la república elegibles. Como norma, uno de los cónsules sería el encargado de dirigir a la batalla a este ejército prácticamente voluntario en su totalidad. A mediados de la República, las legiones se componían de las siguientes unidades: Caballería o equites. Esta era originalmente la unidad mas prestigiosa, donde los romanos jóvenes y saludables comenzaban a destacarse antes de iniciar sus carreras políticas. El equipamiento necesario era pagado por cada jinete, y consistía en un escudo redondo, casco, armadura corporal, espada y una o más jabalinas. La caballería era excedida en número en la legíon. En un total de cerca de 3000 hombres, habrían apenas unos 300 jinetes, divididos en 10 unidades de 30 hombres. Al mando de cada unidad, había un decurión. Sumada a esta caballería pesada, habría una caballería liviana que reclutaba ciudadanos más pobres y jóvenes de buena salud, pero sin la edad suficiente para entrar en la hastati o en la equites. Infantería ligera o velites. Los velites eran básicamente lanzadores de jabalina y hostigadores en general y no tenían una organización formal precisa o una función en
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el campo de batalla; eran utilizados según la necesidad. Provenían de los estratos económicamente más bajos de la sociedad. Eran alrededor de 1.200 hombres divididos en 10 manípulos de 120 hombres cada uno. Infantería pesada. Era la unidad principal de la legión. Se componía de ciudadanos legionarios que pudieran pagar el equipamiento compuesto de casco de bronce, escudo, armadura y lanza corta (pillum). El arma preferida era el xiphos, un tipo de espada corta de origen griego predecesor del gladius. La infantería pesada era subdividida de acuerdo a la experiencia de los legionarios en tres líneas separadas: Los hastati (sing. hastatus) eran los más jóvenes y formaban la línea delantera, iban armados con dos pila (plural de pilum), jabalinas con un contrapeso de plomo en la punta que servian para inutilizar los escudos enemigos así como desorganizar sus formaciones. Al igual que los velites, estaban divididos en 10 manípulos de 120 hombres cada uno. Los príncipes (sing. princeps), hombres con edades rondando los 30 años, componiendo la segunda línea de la legíon, al igual que los primeros iban armados con los dos "pila" y los usaban de la misma manera que los hastati. Su armadura corporal era más pesada que la de los hastati y su organización y número, el mismo. Los triarii (sing. triarius) eran los soldados veteranos y alineados atrás, sólo entrarían en combate en situaciones extremas. A diferencia de los otros iban armados con una sola lanza larga y un escudo. Formaban habitualmente en falange como los antiguos griegos y se dividían en 10 manípulos de 60 hombres cada uno (600 soldados). Cada una de estas líneas estaba subdividida en manípulos, la menor subunidad del ejército, compuestas de dos centurias comandadas por el centurión mayor. Las centurias eran nominalmente de 60 soldados (en la epoca manipular) y nunca tuvieron 100 hombres pese al parecido con la palabra centuria que deriva de la palabra centurion, que lo comanda. Las centurias de los triarii contaban con 30 hombres nada más. Cada centuria tenía su estandarte. LA CRISIS DEL EJÉRCITO REPUBLICANO Desgraciadamente, no todos los cónsules electos eran muy capaces desde el punto de vista militar. Por ejemplo, en el año 113 a. C. el cónsul Cneo Papirio Carbón fue derrotado en la Batalla de Noreia por tropas invasoras de Cimbrios y Teutones, muriendo la práctica totalidad del ejército (sobrevivieron 20.000 hombres de un total de 200.000). Este desastre fue seguido por una guerra en África contra el Rey Yugurta de Numidia. El cónsul Quinto Cecilio Metelo el Numídico fue enviado a derrotar a Yugurta y, si bien no perdió ningún ejército, tras dos años de guerra todavía no había logrado la victoria total. Cayo Mario, uno de sus legados, solicitó a Metelo que le liberase de su deber para poder volver a Roma y presentarse al consulado a finales del año 108 a. C. Cuando Mario se convirtió en cónsul junior (el que menos votos había obtenido de los dos) en el año 107 a. C. y se le encargó concluir la guerra contra Yugurta se encontró con que no tenía ejército. El ejército de Metelo había sido asignado al cónsul senior, Lucio Casio Longino, para expulsar a los Cimbrios, que volvían a amenazar a Roma desde los Alpes. Por otro lado, los ciudadanos elegibles que quedaban eran muy pocos, debido a los anteriores desastres militares. Cayo Mario, para solventar este problema, introdujo una serie de reformas.
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LAS REFORMAS DE MARIO Primera reforma: Reclutamiento La parte más importante de las reformas de Mario fue la inclusión de las personas sin tierras ni propiedades, las denominadas capite censi o censo por cabezas, dentro de las personas que podrían alistarse. Dado que la mayor parte de este grupo eran pobres que no tenían capacidad de comprar su propio armamento, Mario hizo que el estado les suministrase las armas (que irían pagando a plazos). Ofreció a la gente sin recursos un empleo permanente con paga como soldados profesionales, y la oportunidad de ganar dinero mediante los saqueos en campaña. La gente, que tenía muy poca esperanza de incrementar su estatus por otra vía, en seguida empezó a apuntarse al nuevo ejército de Mario. Los soldados se reclutaban para un plazo de 25 años. Gracias a esta reforma, Mario logró dos objetivos. En primer lugar, consiguió reclutar suficientes hombres en un periodo de crisis y de amenazas externas para Roma. En segundo lugar, solventó un grave problema económico que existía en Roma, provocado por la pérdida de la mayor parte de la clase media en guerras (tanto por la muerte de los ciudadanos, como por su ruina económica, al no poder encargarse de sus propiedades en campaña). Segunda reforma: Estructura militar
Mario introdujo el estandarte del Águila para dar un símbolo que defender a sus soldados. Con este ejército permanente, y siendo el estado quien suministraba las armas, Mario pudo estandarizar el equipamiento de la legión romana. El entrenamiento se mantenía a lo largo del año, y no sólo cuando era necesario. Mario organizó las legiones de la siguiente forma: Hizo desaparecer la división de la infantería en secciones especializadas: hastati, príncipes y triarii. A partir de la reforma, la infantería legionaria constituye un cuerpo homogéneo de infantería pesada, sin distinciones por razón del armamento (ahora estandarizado) o la edad de los soldados. Del mismo modo, se eliminó de la legión el contingente de velites, que ya estaba totalmente en desuso: la infantería ligera de las legiones primitivas era muy poco efectiva, como se 145
demostró una y otra vez durante las Guerras Púnicas y fue sustituida por cuerpos especializados de auxiliares, agrupándose según su origen étnico y conservando su estilo peculiar de combate. El número total de hombres en una legión completa era de unos 6.000, de los cuales aproximadamente 5.000 serían soldados. El resto era personal no combatiente. La organización interna de la legión consistía en diez cohortes de seis centurias cada una. Las diez cohortes que integran la legión van numeradas, obviamente, del I al X, pero están organizadas jerárquicamente: la I Cohorte tiene el doble de soldados que las demás (5 x 160 = 800 hombres), generalmente la componen los más veteranos, y se despliega en primera fila. Por el contrario, la cohorte X despliega en segunda fila (6 x 80 = 480 hombres), y está compuesta por los soldados más bisoños. La centuria consistía en 80 soldados apoyados por 20 no combatientes y dirigidos por un soldado profesional ascendido de entre los soldados rasos y llamado centurión. La centuria a su vez se dividía en contubernia (sing. contubernium) grupos de 8 hombres que compartían una tienda. Sin embargo, la centuria luchaba como una unidad, marchaba como una unidad y acampaba como una unidad. Acarreaba con ella todas las armas y demás provisiones e instrumentos necesarios para mantener a la unidad. Esta reducción del convoy de suministros hizo que la legión fuese mucho más rápida en sus desplazamientos. De dos a seis legiones juntas constituían un ejército. Desde este momento, las cohortes, de las que habría de seis a diez, sustituyen a los manipula como unidad táctica básica. Cada cohorte se compone de seis a ocho centurias y es liderada por un centurión asistido por un optio, un soldado capaz de leer y escribir. El centurión mayor de la legión es llamado primus pilus, un soldado de carrera y asesor del legado. Este pequeño ejército, capaz de batirse por sí solo en casi cualquier modalidad militar, arrastraba (especialmente en época imperial) una gran cantidad de personal civil no directamente relacionado con la legión: comerciantes, prostitutas, "esposas" de legionarios (que no podían contraer matrimonio), que al establecerse en torno a los campamentos permanentes o semipermanentes acababan dando lugar a auténticas ciudades. Las legiones pronto se encontraron en una condición física y de disciplina insuperable, sin parangón en el mundo antiguo. Tercera reforma: Jubilación La tercera reforma que Mario logró introducir fue una legislación que otorgaba beneficios de jubilación a los soldados en la forma de tierras. Los miembros del censo por cabezas que terminaban el servicio recibían una pensión de su general y una finca en alguna zona conquistada a la que podían retirarse. Por último, Mario garantizó a los aliados itálicos (Etruria, Piceno, etc.) la ciudadanía romana completa si luchaban como soldados auxiliares y completaban el servicio. IMPACTO DE LAS REFORMAS DE MARIO El primer y más obvio resultado fue una mejora en la capacidad militar del ejército. Ya no era necesario que, cuando la República se viese amenazada, el general de turno tuviera que reclutar a toda prisa un ejército, entrenarlo para luchar y obedecer las órdenes, y luego hacerlo marchar a la batalla completamente novato. Este solo hecho fue imprescindible en el crecimiento y el éxito de la máquina militar romana y tuvo como resultado un éxito continuado de los romanos en el campo de batalla. Otro beneficio de las reformas fue el establecimiento de legionarios retirados en tierras
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conquistadas. Esto ayudó a integrar la región en el imperio, romanizando a sus ciudadanos, y reduciendo con ello el descontento y la sensación de opresión. Sin embargo, otro aspecto de las reformas de Mario que comenzó a comprobarse más adelante como una especie de efecto secundario, fue que la lealtad de las legiones comenzó a trasladarse desde el estado romano (esto es, el Senado y el Pueblo de Roma) hacia el propio general que dirigía el ejército. Comenzó a ser común que los generales, en lugar de retirarse tras el cese de las hostilidades, rechazasen perder su imperium y usasen su ejército (que le era leal a él) para consolidar su poder. Esto llevó a una serie de guerras civiles a lo largo del siglo siguiente y finalmente condujo a la destrucción de la República y transformación en Imperio. MODIFICACIONES POSTERIORES Las legiones formadas en cohortes de finales de la república y comienzos del imperio a menudo reciben el nombre de legiones de Mario. Tras la Batalla de Vercelae del año 101 a. C. Mario garantizó a todos los soldados itálicos la ciudadanía romana justificando este acto con el comentario de que en el fragor de la batalla no era capaz de distinguir a un romano de un aliado. Esto eliminó la noción de legiones aliadas, y todas las legiones italianas se verían como legiones romanas. Por ello los tres tipos de infantería pesada serían reemplazados por un solo tipo estandar de legionarios, basados en los anteriores Princeps. El rol de las legiones aliadas eventualmente lo retomarían contingentes de tropas aliadas/auxiliares, conocidas como Auxilia. Los auxiliares surgen por pura necesidad táctica, ya que la infantería pesada legionaria precisaba el apoyo de otros cuerpos de caballería e infantería ligera (junto con hostigadores como arqueros, honderos o lanceros). Tras la reforma de Mario aparecen ya cuerpos irregulares de caballería que reciben el nombre de auxilia, siendo disueltos al finalizar las campañas. Pero es tras la Guerra Social (91-89 a. C.) cuando los auxilia reciben el impulso definitivo al desaparecer las Alae Sociorum. Igualmente, cuerpos de arqueros, honderos y caballería son reclutados, muchas veces mediante levas forzosas, entre los diferentes pueblos del Mediterráneo. No obstante, fue César quien sentó las líneas básicas de lo que luego serán los auxiliares imperiales al reclutar entre galos y germanos unidades de caballería. Por otro lado, los cuerpos de infantería auxiliar parecen haber sido más bien una apuesta de Augusto. Cada Legión tenía un Auxilia del mismo o similar tamaño, que contenía unidades especiales: ingenieros, exploradores, artillería, tropas de asedio, servicios y unidades de apoyo, junto con unidades formadas a partir de no ciudadanos (a quienes se les garantizaba la ciudadanía en la jubilación) y otros. A menudo se formaban en unidades completas, como caballería ligera, infantería ligera (velites), arqueros o trabajadores. También había un escuadrón de reconocimiento de 10 ó más tropas de caballería ligera llamados Speculatores, que también servían como mensajeros e incluso como forma de inteligencia militar. Durante estas reformas, las Legiones también se organizaron en cohortes permanentes por primera vez. Las cohortes habían sido hasta entoces unidades administrativas temportales o fuerzas de trabajo tácticas de varios manípulos, siendo incluso más transitorias que las mismas legiones de comienzo de la república. Ahora las cohortes eran de 6 a 10 unidades permanentes compuestas de 5 a 8 centurias, cada una dirigida por una centurión asistido por un optio, un soldado que podía leer y escribir. Estas se convirtieron en la unidad táctica básica de las legiones. El centurión senior de la legión se llamaba Primus pilus, un soldado profesional que hacía también de asesor del Legado. Cada legión tenía un convoy con el equipamiento de unas 500 a 550 mulas (una mula por cada 10 legionarios). Para evitar que estos
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convoyes fuesen demasiado grandes, Mario hizo a sus hombres acarrear todo el equipo que pudiesen, incluyendo su armadura, armas y raciones para 15 días. Para facilitarlo, daba a cada legionario un bastón cruzado para acarrear la carga sobre sus hombros. Por esto los soldados recibieron el apodo de "mulas de Mario", por la gran cantidad de carga que tenían que llevar ellos mismos. Una legión típica de este periodo tenía de unos 4.000 a 5.000 legionarios. Las legiones podían llegar a tener hasta 6.000 soldados divididos en cohortes, aunque más adelante en la historia el tamaño se redujo a 1.000 para incrementar la movilidad. Las número también dependían de las bajas: Julio César, en su campaña en la Guerra de las Galias a menudo sólo contaba en sus legiones con unos 3.500 hombres. CAPÍTULO X: LA ARMADA ROMANA LA MARINA DE GUERRA EN TIEMPOS DE ROMA Los romanos fueron en su origen una potencia terrestre localizada en la Península Itálica, pero cautelosa en el mar. Durante la Primera Guerra Púnica (264 a. C. 241 a. C.), los cartagineses, una potencia basada en el comercio marítimo, dominaban el Mediterráneo occidental y explotaban este potencial en sus luchas contra la República Romana. Dado que durante la guerra la mayor parte de los combates tuvieron lugar en ultramar (especialmente en Sicilia), Roma se vio obligada a disponer de una flota que pudiera desarrollar una respuesta militar eficaz. El resultado fue la rápida construcción en el año 260 a. C. de la primera flota romana importante, compuesta por cerca de 150 quinquerremes y trirremes, la cual operaba cerca del Estrecho de Messina, entre Sicilia y Calabria. Roma se esforzó por anular la ventaja marítima cartaginesa, equipando a sus naves con el corvus, un nuevo invento que constaba de un gran tablón de madera con un garfio con el que se enganchaban las naves enemigas. Esto permitía a los romanos enviar a los soldados a modo de pasarela al asalto de la nave enemiga, evitando así las tradicionales tácticas de la batalla de abordaje embistiendo los cascos con el rostrum, en las cuales inicialmente eran mucho menos experimentados. Aunque la primera acción llevada a cabo en el mar, la batalla de las Islas Lípari en el 260 a. C., terminó en una derrota para Roma, las fuerzas implicadas eran relativamente pequeñas. La neófita marina romana ganó su primera victoria naval importante (triumphus navalis) más adelante ese mismo año en la batalla de Milas. Con el curso de la guerra, Roma continuó ganando batallas en el mar y adquiriendo experiencia naval. Su cadena de éxitos permitió que Roma expandiera su teatro de operaciones en el mar, alcanzando la misma Cartago. A comienzos de la Segunda Guerra Púnica (218 a. C. - 202 a. C.), la hegemonía naval en el Mediterráneo occidental había pasado ya de Cartago a Roma. Esto hizo que Aníbal, el gran general cartaginés, cambiara de estrategia, llevando la guerra a la Península Itálica. FINALES DE LA REPÚBLICA Después de la consiguiente victoria romana sobre Cartago, no existía otra potencia marítima al oeste del Mar Mediterráneo, por lo que la marina romana fue disuelta en gran parte. En ausencia de una presencia naval fuerte, la piratería prosperó a través del Mediterráneo. Roma organizaría periódicamente expediciones para dar cuenta a los piratas. Así, en el año 67 a. C. Pompeyo organizó una fuerza naval que libró eficazmente este mar de ellos durante un tiempo. Mientras en la República Romana se
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desataba la guerra civil, los diferentes ejércitos crearon de nuevo sus propias fuerzas navales. Sexto Pompeyo, hermano del anterior, en su guerra con Octavio reunió una importante flota que operaba con un gran radio de acción para amenazar Sicilia, la fuente vital de grano de Roma, lo que produjo el pánico en la ciudad por el aumento de su precio. Octavio, con la ayuda de Marco Agripa, construyó una flota en Forum Iulii (hoy Fréjus) y derrotó a Sexto en la batalla de Nauloco en el 36 a. C., terminando con toda la resistencia pompeyana. La marina de Octavio fue puesta una vez más a prueba al luchar contra las flotas combinadas de Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Actium en 31 a. C. Esta última batalla naval de la República Romana estableció definitivamente a Roma, con Octavio como único comandante, como la fuerza naval hegemónica en el Mediterráneo. PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS Primera Guerra Púnica Batalla de las Islas Lípari (260 a. C.). Victoria cartaginesa de escasa importancia. Batalla de Milas (260 a. C.). Victoria romana. Batalla de Sulci (258 a. C.). Victoria romana obtenida por el cónsul Cayo Sulpicio Paterculo. Batalla de Tindaris (257 a. C.). Victoria romana. Batalla del Cabo Ecnomo (256 a. C.). Victoria romana. Las flotas implicadas en ambos lados fueron considerables. Batalla de Drépano (249 a. C.). Victoria cartaginesa. Batalla de las Islas Egadas (241 a. C.). Victoria romana, que condujo al final de la guerra. Segunda Guerra Macedónica Guerra contra Antíoco III Megas, rey seléucida. Batalla del Eurimedonte (190 a. C.). Las fuerzas romanas bajo el mando de Lucio Aemilio Regillo derrotan a una flota del Imperio Seléucida comandada por Aníbal, la cual sería su última batalla. Batalla de Mionesio (190 a. C.). La flota seléucida es derrotada por los romanos. Guerra Civil posterior a la muerte de Julio César Batalla de Nauloco (36 a. C.). La flota de Octavio al mando de Marco Vipsanio Agripa derrota a las fuerzas de Sexto Pompeyo. Batalla de Actium (31 a. C.). Octavio derrota a las fuerzas de Marco Antonio y Cleopatra. Año de los cuatro emperadores (69 d.C). La flota romana apoya al emperador Otón contra el usurpador Vitelio. Batalla de Crisópolis (323) - Flavio Julio Crispo, hijo de Constantino I, derrota a las fuerzas navales de Licinio. Cartago (468). La flota de los vándalos mandada por Genserico derrota a una gran armada romana de más de mil naves comandada por Basilisco.
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ALMIRANTES Algunos de los nombres de almirantes de la flota romana que han llegado hasta nuestros días: Cayo Duilio, vencedor de la batalla de Milas (260 a. C.). Marco Atilio Régulo, vencedor de la batalla del Cabo Ecnomo (256 a. C.). Cayo Lutacio Catulo, vencedor de la batalla de las Islas Egadas (241 a. C.). Marco Vipsanio Agripa, vencedor en la Batalla de Actium (31 a. C.). Plinio el Viejo, prefecto de la Classis Misenensis (77–79 a. C.) COMPOSICIÓN DE LA MARINA ROMANA La flota del imperio romano tenía dos bases importantes, así como varias de menor categoría. Las dos flotas principales que controlaban el Mare Nostrum fueron: Classis Misenensis. Creada en el 27 a. C., su base estaba en Miseno. La Classis Misenensis, posteriormente llamada Classis Praetoria Misenensis, fue creada para controlar la parte oriental del Mar Mediterráneo. A los componentes de esta flota, Nerón les denominó la Legio I Classis. En el año 330, las naves se desplazaron a Constantinopla, a donde el emperador Constantino había trasladado la capital del Imperio Romano. Según una inscripción hallada en Miseno, al comienzo de la Era Cristiana, sus principales buques de guerra eran los siguientes: 1 exarreme: Ops 1 quinquerreme: Victoria 9 quadrirremes: Fides, Vesta, Venus, Minerva, Dacicus, Fortuna, Annona, Libertas, Olivus 50 trirremes: Concordia, Spes, Mercurius, Iuno, Neptunus, Asclepius, Hercules, Lucifer, Diana, Apollo, Venus, Perseus, Salus, Athenonix, Satyra, Rhenus, Libertas, Tigris, Oceanus, Cupidus, Victoria, Taurus, Augustus, Minerva, Particus, Eufrates, Vesta, Aesculapius, Pietas, Fides, Danubius, Ceres, Tibur, Pollux, Mars, Salvia, Triunphus, Aquila, Liberus Pater, Nilus, Caprus, Sol, Isis, Providentia, Fortuna, Iuppiter, Virtus, Castor 11 liburnias: Aquila, Agathopus, Fides, Aesculapius, Iustitia, Virtus, Taurus Ruber, Nereis, Clementia, Armata, Minerva Classis Ravennatis. Con base en Rávena desde el año 27 a. C., fue utilizada para controlar la parte occidental del Mar Mediterráneo. En el año 330 las naves se trasladaron a Constantinopla. En cuanto a la flotas provinciales, se tiene constancia de las siguientes: Classis Britannica. Situada en Portus Itius (la actual Boulogne-sur-Mer, también llamada Gesoriacum o Bononia) en la Galia, y desde el año 296 en Rutupiae (Richborough) en Britania. Controlaba el Canal de la Mancha y las aguas en torno a las islas. Esta flota desempeñó un papel importante en la invasión de esta provincia romana por Julio César. Bajo el mando de Agrícola circunnavegó Escocia, y en el 83 atacó su costa oriental. Un año más tarde, la flota alcanzó las islas Orcadas. El control de la Classis Britannica y del puerto de Bononia permitió que dos generales romanos, Carausius y Allectus, declararan la secesión de la provincia de Britania en los años
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290. Cuando Constancio Cloro, por orden de Diocleciano, recuperó Bononia, se puso fin al así llamado Imperio Británico. Classis Germanica. Se creó en el año 12 a. C. en Castra Vetera (Germania Inferior). Esta flota fluvial controlaba el río Rin y el Mar del Norte. Después del año 50 a. C. trasladó su base principal a Colonia Agrippinensis (Germania). Classis Pannonica. Actuaba a partir del 35 a. C. en Aquincum (Pannonia, la moderna Budapest). Esta flota fluvial controlaba el Danubio desde '"Castra Regina (provincia de Recia, la moderna Ratisbona), hasta Singidunum (Moesia, la actual Belgrado). Fue reorganizada bajo la dinastía Flavia, siendo rebautizada como Classis Flavia Pannonica. Classis Moesica. Controlaba el oeste del Mar Negro. Classis Pontica. Operaba desde el año 14 a. C., y su base estaba desde el 54/60 dC en Trapezus (en el Ponto). Esta classis custodiaba el Mar Negro meridional. Classis Syriaca. Establecida en el 63 a. C., y con base desde el año 70 en Seleucia Pieriae (Siria), esta flota controlaba el Mar Mediterráneo oriental y el Mar Egeo. Classis Alexandrina. Con base en Alejandría, en la provincia romana de Aegyptus, controlaba el oeste del Mar Mediterráneo. Classis Mauretania. Controlaba las costas africanas del Mar Meditárraneo occidental. Classis Aquitanica. Intervino en el Golfo de Vizcaya. Participó en la invasión romana de Cantabria durante las Guerras Cántabras y, para algunos autores, en la represión de la sublevación de los aquitanos en el año 28 a. C.
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CAPIÍTULO XI: LA GUARDIA PRETORIANA LA GUARDIA DEL EMPERADOR La Guardia Pretoriana (también, Guardia Praetoriana, en latín: praetoriani) era un cuerpo militar que servía de escolta a los emperadores romanos. Antes de los emperadores, esta escolta era usada por los líderes militares aún desde los días de la familia de los Escipiones alrededor del año 275 a. C. Los miembros de la Guardia Pretoriana estaban entre las más diestras y célebres fuerzas militares de la Historia Antigua. Los soldados de las cohortes pretorianas recibían doble paga y gozaban de numerosos privilegios. Cada miembro, al abandonar la cohorte, recibía 20.000 sestercios después de 16 años de servicios.
Guardias pretorianos El término "pretoriano" tiene su origen en la tienda de campaña del general o praetor de un ejército romano llamada praetorium. Muchos de los generales romanos tenían la costumbre de escoger entre las filas una fuerza privada de soldados para servir como escoltas (guardias) de la tienda o de la persona del general y consistía de una infantería y una caballería. Durante las guerras civiles aumentó el número de los soldados que integraban la Guardia Pretoriana. Con el pasar del tiempo, esta unidad (cohorte) se llegó a conocer como la cohors praetoria y varias figuras notables incluyendo Julio César, Marco Antonio y César Augusto tuvieron una. Julio César se dio cuenta que se necesitaba una unidad más peligrosa que las demás en el campo como la Legión X Equestris (o Legio X Gemina). Cuando Augusto se convirtió en el primer gobernante del imperio en el 27 a. C., decidió que tal formación era útil no solamente en guerra, sino también en política. Así, de las filas de las legiones de todas las provincias, Augusto reclutó a la Guardia Pretoriana. El campo ocupado por esta tropa se llamó «Castra Praetoria» (campamento pretoriano) y su comandante, designado por Augusto, prefecto del pretorio. Este cargo, puramente militar, no tuvo al principio gran importancia, pero la adquirió en la época de Tiberio. Los prefectos
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del pretorio se convirtieron poco a poco en primeros ministros del emperador. En un principio, había dos prefectos del pretorio. LA PRIMERA GUARDIA La primera guardia fue muy distinta a la guardia de los tiempos posteriores, la cual incluso llegó a asesinar emperadores. Aunque César Augusto comprendió la necesidad de tener guardaespaldas en el caos que era Roma, tuvo mucha precaución al preservar los ideales de la República. Augusto solamente permitió que se formaran nueve grupos de guardias. Originalmente contaban con 500 hombres cada uno pero finalmente permitió hasta 1.000, y solamente tres de estas divisiones se encontraban en estado activo dentro de la capital del imperio. Un número reducido de caballería, conocidos como la turmae, también se creó y cada batallón contaba con treinta hombres. La mayoría de los integrantes de esta primera guardia patrullaban el palacio y los edificios más importantes, mientras que otras divisiones estaban posicionadas en los pueblos que rodeaban Roma; se ha determinado que estas unidades eran demasiado pequeñas como para ser una amenaza para el imperio. Cuando dos prefectos pretorianos, Quinto Ostorio Scapula y Salvio Aper, ascendieron al poder en el año 2 a. C., se mantuvieron las mismas figuras en los números de divisiones, pero se mejoró el mando y la organización de tales. Cuando César Augusto falleció, el 19 de agosto del año 14, el periodo de calma entre los pretorianos finalizó y a partir de ese momento comenzaron a usar su fuerza militar para ejercer presión sobre las políticas del imperio. Augusto fue el único emperador que gozó de la lealtad total de los pretorianos. Después de la muerte de Augusto, los pretorianos actuaron según sus intereses personales. Lucio Elio Sejano, un prefecto ambicioso, movió la base de la guardia a las barracas de Roma. En el año 23, Sejano logró convencer a Tiberio para que construyera la Castra Praetoria (el campo de los pretorianos) justo en las afueras de Roma. Uno de los grupos de la guardia mantendría un puesto permanente como guardia del palacio imperial. Desde ese punto de la historia en adelante, la guardia estaría bajo el control del césar, pero la guardia también obtuvo un buen grado de poder sobre el césar. En el año 31, Tiberio tuvo que enviar a su guardia personal, la cohors praetoria, en contra de aquellos ciudadanos y soldados que apoyaban a Sejano. Aunque la guardia le fue fiel a un Tiberio que se encontraba muy envejecido, el poder político de la guardia dejó de ser un secreto. En las campañas militares, los pretorianos mantenían las mismas formaciones que el ejército romano. Ya en el año 69 se les empezó a enviar al campo de batalla y lograron destacarse en la batalla de Bedriacum bajo el mando de Otón. Los líderes Domiciano y Trajano enviaron a la guardia a que luchara en las guerras que tuvieron lugar en Dacia y Mesopotamia, mientras que Marco Aurelio los utilizó durante su campaña del Danubio. Durante el siglo III los pretorianos asistieron a los emperadores en sus diversas campañas militares. ASUNTOS POLÍTICOS Luego que muriera Sejano, como parte del Donativum (regalo imperial) que Tiberio había prometido, la guardia comenzó a jugar un papel más ambicioso y sangriento dentro del imperio. La guardia se convirtió en una fuerza sobornable que - por la suma adecuada de dinero o por pura voluntad - estaba dispuesta a asesinar al césar. La guardia incluso llegó a ser una amenaza para sus mismos prefectos y para el mismo pueblo romano. En el año 41, Calígula fue asesinado en un complot orquestado por
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ciertos senadores y miembros de la guardia. Los pretorianos ayudaron a que Claudio tomara el puesto de emperador y retaron a que el senado se opusiera a su decisión. Aunque la guardia contaba con el poder de matar al césar, sus funciones no incluían ningún papel administrativo, a diferencia del personal del palacio, el senado y la burocracia romana. En muchas ocasiones, las barbaries de la guardia fueron castigadas severamente por el emperador. En el año 193, Didio Juliano le compró el imperio a la guardia por una vasta cantidad de dinero luego que la guardia lo subastara al mejor postor. Ese mismo año, Septimio Severo marchó a Roma y se deshizo de los pretorianos ya existentes para que fuesen reemplazados por miembros de sus propias legiones panonias. En el año 69, Tito Flavio Vespasiano ya había sentado bases para este tipo de hecho: se deshizo de un gran número de guardias cuando llegó al trono después de que Vitelio ya se hubiese deshecho de varios de ellos. Como otra medida de seguridad, Vespasiano nombró a Tito Flavio Sabino Vespasiano, su hijo, como el prefecto del pretoriano. La turba romana luchó en varias ocasiones contra los pretorianos, como fue el caso durante el reinado de Maximino el Tracio. En 271 Aureliano viajó al este, a Palmira en Siria, junto con sus legionarios, pretorianos y su caballería. Los palmirenses fueron derrotados fácilmente, pero este hecho cambió el modo en el que los pretorianos fuesen vistos. Diocleciano y sus colegas crearon el sacer comitatus (escoltas del emperador en el campo de batalla) que incluyó a unidades regulares que trabajaban bajo una estructura pretoriana, pero de una manera menos formal y contando con más unidades. LOS ÚLTIMOS AÑOS DE LA GUARDIA Diocleciano cambió el rol de los pretorianos en el año 284. La guardia ya no desempeñó función alguna dentro del palacio una vez que Diocleciano trasladara la sede real a Nicomedia, a 60 millas de Bizancio en Anatolia. Dos nuevos cuerpos, los Jovianos y Herculianos (que derivaron su nombre de los del dios Jove, también conocido como Júpiter y de Hércules) reemplazaron a los pretorianos como los guardaespaldas del emperador y dicha práctica se mantuvo durante la tetrarquía. El 1 de mayo de 305 Diocleciano se retiró como emperador y ya para ese entonces la Castra Praetoria (las barracas de los pretorianos en Roma) solamente servía como una pequeña base de operaciones militares. En el 306 Majencio, hijo de Maximiano, fue ignorado en la línea de sucesión como emperador y como resultado el ejército se movilizó, el 28 de octubre, e instauró a Majencio como emperador de Italia. César Flavio Valerio Severo, bajo órdenes de Galerio, intentó deshacerse de la guardia pero el resultado fue una rebelión de los pretorianos y estos acabaron uniéndose al ejército que comandaba Majencio. Cuando Constantino el Grande inició la invasión de Italia en el 312, su ejército se enfrentó a las fuerzas de Majencio en la Batalla del Puente Milvio. Una vez que Constantino derrotó a Majencio, se deshizo de los pretorianos, que habían compuesto la gran parte del ejército derrotado. Los soldados de la guardia fueron enviados a diversas partes del imperio y se demolió la Castra Praetoria. La “edad de la guardia”, que duró unos 300 años, llegó a su fin el día en que el susodicho fuerte fue demolido por orden de Constantino.
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EL LEGADO DE LA GUARDIA PRETORIANA Aunque se ha asociado el término "pretoriano" con la intriga, las conspiraciones, la traición y con asesinatos, se podría argumentar que durante los primeros dos siglos de su existencia, la guardia pretoriana ejerció una influencia positiva en el estado romano. Durante este tiempo, los pretorianos se encargaron de deshacerse de aquellos emperadores crueles, débiles y poco populares, mientras que los justos, fuertes y populares contaban con el apoyo y la lealtad de la guardia. Al proteger a estos monarcas y al detener los desórdenes y mantener un cierto grado de control sobre el senado, la guardia permitió que el imperio tuviese un periodo de estabilidad que se denominó como la Pax Romana. No fue hasta que terminó el reinado de Marco Aurelio, que de igual forma se considera el fin de la Pax Romana, que la guardia comenzó a deteriorarse al convertirse en mercenarios crueles, y por estos rufianes se recuerda a los pretorianos como aspecto negativo de Roma. Durante la dinastía de "los Severos" y luego durante la Crisis del tercer siglo, las legiones, el senado y el emperador empezaron a caer en la decadencia al igual que los pretorianos. LA RELACIÓN PRETORIANA
ENTRE
LOS
EMPERADORES
Y
LA
GUARDIA
Emperador
Año
Relación con la Guardia Pretoriana
César Augusto
27 a. C. - 14
Creador de la Guardia Pretoriana, contó con lealtad total
Tiberio
14 - 37
Permitió que Sejano tomará poder como el Prefecto de la Guardia
Calígula
37 - 41
Asesinado por la Guardia
Claudio
41 - 54
Fue proclamado emperador por la Guardia
Nerón
54 - 68
La Guardia lo abandonó
Galba
68 - 69
Asesinado por la Guardia
Otón
69
Elegido por la Guardia
Vitelio
69
Depuesto y ejecutado por la Guardia
Vespasiano
69 - 79.
Redujo el número de la Guardia después de su victoria en el 69
Tito
79 - 81
Fue Prefecto de la Guardia antes de convertirse en emperador
Domiciano
81 - 96
Tuvo el apoyo de la Guardia al ser elegido, pero después fue asesinado por sus Prefectos
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Nerva
96 - 98
Fue humillado por la Guardia y murió durante un sitio contra él
Trajano
98 - 117
Ejecutó a los oficiales pretorianos lideraron la rebelion contra Nerva
Adriano
117 - 138
Fundó la policía secreta (espías) llamados Frumentarii
Antonino Pío
138 - 161
Marco Aurelio
161 - 180
Lucio Vero
161 - 169
Cómodo
180 - 192
Asesinado por su Prefecto
Pertinax
193
Asesinado por la Guardia
Didio Juliano
193
Ofreció dinero por el imperio a la Guardia
Pescennius Niger
193
Septimio Severo
193 - 211
Licenció a los soldados de la Guardia y los sustituyó por legionarios de las legiones de Panonia
Caracalla
211 - 217
Asesinado en un complot por su Prefecto, Macrino
Macrino
217 - 218
Heliogábalo
218 - 222
Asesinado en la Castra Praetoria por la Guardia
Alejandro Severo
222 - 235
Elegido por la Guardia
Maximino Trax
235 - 238
Gordiano I
238
Gordiano II
238
Balbino
238
Asesinado por la Guardia
Pupieno
238
Asesinado por la Guardia
Gordiano III
238 - 244
Fue proclamado emperador por la Guardia pero fue asesinado por su Prefecto, Filipo el Árabe
Filipo el Árabe
244 - 249
que
Usó la Guardia en sus campañas contra las tribus germanas
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Decio
249 - 251
Herrenio Etrusco
251
Hostiliano
251
Treboriano Gallo
251-253
Emiliano
253
Publio Licinio 253-260 Valeriano Galieno
260-268
Claudio II
268-270
Quintilo
270
Aureliano
270-275
Marco Tácito
Claudio
Asesinado por las tropas pretorianas
275-276
Floriano
276
Probo
276 - 282
Caro
282-283
Carino
283-285
Numeriano
283-284
Diocleciano
284 - 305
Maximiano
286 - 305, 307 - 308
Galerio
305-311
Constancio Cloro
305-306
Asesinado por las tropas pretorianas después de una revuelta
Acabó con el poder de los pretorianos
Flavio Valerio 306-307 (Severo II) Majencio
306-312
Último emperador al mando de la Guardia
Constantino I
306-337
Disolvió la Guardia y destruyó la Castra Praetoria (Castillo Pretoriano)
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ORGANIZACIÓN Y CONDICIONES DE SERVICIO Para pertenecer a la Guardia Pretoriana tenían que pasar las pruebas de selección del ejército, y generalmente ser de clase alta, léase hijos de patricios o senadores o estar muy recomendados dentro del ejército. La guardia pretoriana en un principio, para diario o desfiles portaban el equipamiento de combate de la epoca republicana (casco de bronce, cota de malla, escudo ovalado), para combate lucían el mismo equipo y armamento que la legión. En casos especiales como en la época de Nerón, éste los uniformó como hoplitas griegos. Como todas las legiones, la guardia también tenía un símbolo propio para sus estandartes, en este caso era un escorpión (signo zodiacal del emperador Tiberio). RANGO Y JERARQUÍA Rangos de la Guardia Pretoria en Orden Ascendente Milites
Soldados regulares
Immunes
Después de 5 años se les permitía servir en la caballería (Equites pretorii) o como agentes especiales (Speculatores)
Principales
Administradores legionarios
Evocati
Después de 16 años de servicio, se les otorgaba el jubileo pero la mayoría decidían quedarse
Centuriones
Eran soldados que habían sido transferidos a la Guardia Pretoriana después de haber servido en las legiones, los vigiles o la cohorte urbana
Tribuni
Estos oficiales también provenían de las legiones y casi siempre de la clase ecuestre y comandaban una cohorte. Casi nunca se promovía a los centuriones al puesto de tribuni
Procuratores
Un rango de la clase ecuestre
Praefectus
Cargo disponible a los vigiles y las cohortes urbanas; era el rango mayor de la Guardia Pretoriana
USOS MODERNOS ANÁLOGOS DEL TÉRMINO Actualmente se usa el termino pretoriano para hacer referencia a las Guardias de Corps de Monarcas y Presidentes, Pero su uso se generalizo para determinar a los miembros leales de personas importantes, especialmente dictadores. Ejemplos de guardias pretorianas: - Mosqueteros del rey Luís XIV - Guardia imperial de Napoleón I 158
- Schutzstaffel de Adolf Hitler - Securitate de Ceaucescu - Húsares negros de la Guardia del Kaiser Guillermo - Mosqueteros del Duce de Benito Mussolini - Guardia Pretoriana de Saddam Hussein - Guardia Mora del General Francisco Franco - Oprítchnik del Zar Ivan IV "El terrible" - Guardia suiza Pontificia
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