Historia Jurídico Social de Guatemala
March 8, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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CAPÍTULO 1 CONCEPTOS SOBRE HISTORIA ¿QUÉ ES LA HISTORIA? El significado de historia se refiere tanto a la disciplina de las ciencias sociales que estudia y relata los acontecimientos pasados de la humanidad, como a las narraciones de los hechos y sucesos verdaderos o ficticios. La palabra historia deriva del latín historia, la cual surgió del griego iotopia (historia), y cuyo significado indica investigación, información. El término historia es bastante amplio, por tal razón es importante exponer cuáles son sus diferentes usos según sea el caso, ya que, en términos generales, siempre va a hacer referencia a un hecho pasado. La historia también puede ser entendida como el ejercicio memorístico que permite realizar conexiones, análisis, así como para resguardar y transmitir los acontecimientos que anteceden y originan los que ocurren en el presente. Otro uso de la palabra historia tiene que ver con el hecho de que una persona o acontecimiento deje una huella, cambiando paradigmas, para ser recordado por mucho tiempo. Por ejemplo: "Usain Bolt ha hecho historia al ser el hombre más veloz del mundo". También, en el área de la medicina se reconoce fácilmente el término "historia médica" cada vez que somos atendidos por un médico, bien sea por una consulta habitual o por un síntoma en particular. En dichas historias los médicos y especialistas redactan el estado de salud del paciente y cómo ha evolucionado a lo largo de un tratamiento, en caso de tener alguna condición en especial. HISTORIA COMO DISCIPLINA DE ESTUDIO El objetivo primordial de la historia, como disciplina, es aportar conocimiento sobre todo aquello que ocurrió en el pasado para así comprender lo que ocurre en el presente y, en la medida de lo posible, prevenir lo que posiblemente ocurrirá en el futuro. De ahí la importancia de que los individuos y la sociedad en general tengan conocimientos de los hechos pasados, de la historia, de esta manera se pueden formular análisis críticos que contribuyan a la com prensión de la diversidad cultural e histórica de los diferentes grupos sociales que existen.
Por ello, en los diversos estudios y análisis que realizan todas aquellas personas que se han especializado en el área de la historia, como investigadores o docentes, se deben tomar en cuenta todos aquellos acontecimientos sociales, económicos, políticos, culturales, religiosos, entre otros, que envuelven la realidad del grupo social que estudian o analizan. Es decir, todo hecho presente tiene un pasado y, a su vez, generará una consecuencia a futuro, de ahí la importancia de conocer y relacionar los antecedentes de la historia, bien sea a modo personal, bien de nuestra sociedad o país. La historia es una herramienta que permite el reconocimiento crítico de la diversidad y las tradiciones que nos rodean. La historia como disciplina, finalmente, también abre las puertas para encaminar a las personas a conocerse más como individuos y como parte de un grupo social. EL CONCEPTO DE HISTORIA Se da el nombre de Historia en general a los sucesos acaecidos a una persona o cosa desde el momento de su nacimiento o aparición hasta la actualidad o hasta el momento en que dejó de existir. Asimismo la Humanidad tiene también su historia, que se ha ido elaborando lentamente y que hoy día constituye una ciencia: la Historia. Estudia la Historia, el desenvolvimiento de la Humanidad a través de los siglos, sus hechos y las causas que los motivaron. Esto constituye la Historia Universal. Ella nos da a conocer hombres y pueblos de otros tiempos, nos dice cómo vivieron, cómo lucharon, cómo crearon sus instituciones y su arte, cómo fueron sus ideas y sus costumbres, y nos da un cuadro completo de la vida de cada país y época, mostrándonos a la vez las múltiples relaciones entre unos y otras. Ningún país ha vivido siempre aislado (sólo la China y el Japón constituyeron excepciones). Toda época es heredera de la anterior o anteriores a ella. Podemos distinguir distintos tipos de Historia, que corresponden a otras tantas formas de exposición y finalidades que persigue el historiador. Cuando éste se limita a narrar los hechos, atendiendo principalmente a la veracidad y estilo en la exposición, tenemos la Historia Narrativa, cuyo primer representante fue el griego Heródoto, que vivió en el siglo V antes de Cristo. Cuando el historiador no se limita a la simple exposición de los hechos, sino que trata de sacar de ellos provechosas enseñanzas para el presente y el porvenir, concibiendo la historia como "maestra de la vida", tenemos la Historia Pragmática, cuyo primer representante fue el griego Tucidides. Por último, cuando la principal finalidad del historiador es buscar las causas y el origen de los hechos, tenemos la Historia Genética.
La investigación de las leyes generales que presiden el desenvolvimiento de la Humanidad, constituye la Filosofía de la Historia. FUENTES DE LA HISTORIA Para llegar al conocimiento de los hechos e instituciones del pasado, o sea, para elaborar la Historia, el hombre ha necesitado utilizar muchos y variados medios. Estos medios reciben el nombre de Fuentes de la Historia, y naturalmente podemos considerar como tal, todo lo que directa o indirectamente nos da noticias de un hecho histórico. Las fuentes históricas han sido divididas en dos grandes grupos: restos y tradiciones. Entran en la categoría de restos, las armas, trajes, instrumentos, documentos, etc., de una época, tuvieran o no carácter conmemorativo. Las tradiciones pueden ser, figuradas como un cuadro, orales como una leyenda o un romance y escritas como las obras históricas o literarias de una época. Las obras históricas que directamente dan noticias de un hecho o de una época, reciben distintos nombres, según su extensión y contenido. Así encontramos: Efemérides: Relación de aniversarios que recuerdan un hecho importante. Diarios: Relación en la que los sucesos están registrados cada día. Anales: Relación en la que los hechos ocurridos se cuentan por años. Cronicones: Son relaciones breves semejantes a los anales. Fueron muy empleados en la Edad Media. Memorias: Son relatos escritos de una manera privada y sin intención de que pasaran a la posteridad, en los que el autor refiere sucesos acaecidos en su época. Crónicas: Son relatos ordenados cronológicamente, que abarcan un espacio limitado de tiempo, como uno o varios reinados. Biografía: Es la relación histórica de la vida de una persona. CIENCIAS AUXILIARES
Ninguna disciplina científica vive aislada, sin relacionarse más o menos directamente con otras. La Historia, por la complejidad de su cometido, necesita el auxilio de otras muchas ciencias. Ella ha de localizar los hechos en el espacio y en el tiempo, ha de interpretar las diversas fuentes históricas y juzgar sobre su autenticidad, etc. Para esta labor necesita del caudal de conocimientos de otras ciencias, a las que llamamos Ciencias auxiliares de la Historia. La Geografía, nos dice dónde ocurrió un hecho, la Cronología, cuándo, por lo que estas dos ramas del saber fueron llamadas por los antiguos "Ojos de la Historia". La Arqueología, que estudia los monumentos del pasado. La Paleografía, que enseña a leer los documentos antiguos, escritos en papiro, pergamino, papel, etc. La Epigrafía, que enseña a leer las inscripciones antiguas, en piedra o metal (mármol, bronce, etc.). La Filología, que enseña las lenguas en que están escritos los documentos de los distintos pueblos o épocas. La Diplomática, que enseña a juzgar la falsedad o autenticidad de los documentos antiguos de carácter oficial (diplomas). La Numismática, o ciencia de las monedas y medallas antiguas; la Heráldica, o ciencia de los escudos y blasones; la Glíptica, o ciencia de los grabados, etc. LA CRONOLOGÍA: LAS ERAS HISTÓRICAS La Cronología es el estudio de la medida del tiempo y facilita a la historia el encuadramiento y localización de los hechos que estudia. La fecha de cualquier documento o inscripción, de distintas épocas o pueblos, puede no estar referida al mismo punto de partida o cómputo. Los puntos de partida, de que se han servido los distintos pueblos y épocas para contar el tiempo, han originado las Eras Históricas. Las más importantes son: Era de las Olimpiadas, utilizada por los antiguos griegos, que arranca del año 776 antes de Cristo.
Era de la fundación de Roma, empleada por los antiguos roma nos, toma como punto de partida el año 753 antes de Cristo, fecha de la fundación de Roma. Era de las Lágidas o de Filipo, tomó sus nombres de Tolomeo 1, hijo de Lago y de Filipo Arrideo, hermano de Alejandro Magno. Comienza el 12 de noviembre de 324 antes de Cristo y fue usada en Egipto. Era de las Seléucidas, utilizada en el próximo oriente, que comienza a contar el año 312 antes de Cristo, cuando Seléuco Nicanor tomó Babilonia. Era Hispánica, utilizada en la Península Ibérica hasta muy avanzada la Edad Media, que parte del año 38 antes de Cristo, fecha en que Augusto pacificó a Hispania. Era Cristiana, que ha ido imponiéndose lentamente y hoy es casi universalmente aceptada, cuenta el tiempo a partir del nacimiento de Cristo. Era de Diocleciano o de los Mártires, que comienza el año 284 después de Cristo. Hégira, utilizada por los musulmanes, comienza a contar el 15 de julio del año 622 de nuestra Era, fecha en que Mahoma huyó de la Meca a Medina. DIVISIÓN CRONOLÓGICA EN EDADES Aun cuando el desenvolvimiento de la historia es contínuo, para su estudio y mejor comprensión se divide en edades en cada una de las cuales la Humanidad tiene distinto aspecto, está regida por distintas instituciones y caracterizada por ideas y sentimientos distintos. Se divide la Historia en edades: Antigua, Media, Moderna y Contemporánea. La Edad Antigua: Desde el comienzo de la Historia, hasta la caída del Imperio Romano de Occidente, el año 476. Hasta bien entrado el Renacimiento, se estudiaba la Historia dividién dola en cuatro grandes épocas imperiales, pero la Reforma, la Contrarreforma y las luchas religiosas, dieron a aquellos hombres la acertada impresión de estar viviendo una época diferente de las anteriores. A fines del siglo XVII el profesor de Halle, Christofer Keller (Cellarius), dividió la Historia Universal en: Antigüedad, Edad Media y Edad Moderna. La Edad Media: Desde 476, hasta la caída de Constantinopla en poder de los turcos, el año 1453. La Edad Moderna: Desde 1453, hasta el comienzo de la Revolución Francesa, el año 1789.
La Edad Contemporánea: Desde 1789, hasta nuestros días. IMPORTANCIA Y UTILIDAD DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA No es necesario encarecer el valor de los estudios históricos. Un pueblo que desconociera su historia sería algo tan anómalo y tan anormal como un hombre sin memoria, que no guardara el menor recuerdo de los hechos de su vida pasada. El estudio de la Historia responde a la necesidad que la Humanidad ha sentido y siente de lo verdadero, lo bueno y lo bello, y poniéndonos en contacto con los hechos y los hombres de otros tiempos es "verdaderamente una resurrección" como dijo Michelet. Cervantes determinó su utilidad llamándola "...testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente y advertencia de lo por venir".
CAPÍTULO 2 EL ORIGEN DE LA POBLACIÓN EN AMÉRICA Juan Brom Muchas teorías se han elaborado para explicar el origen de los indígenas americanos. Actualmente, se acepta en lo general que la mayoría entró por el Estrecho de Behring, angosta faja marina que separa el Continente Americano de la punta oriental del Asiático. Los esquimales, semejantes en sus formas de vida a los primeros pobladores de América, pasaban todavía en épocas recientes de uno a otro lado del Estrecho. Se supone que además de la entrada señalada, ha habido inmigraciones a través de las Islas Aleutianas y otras desde la Polinesia que atravesaron el sur del Pacifico. Se rechazan hoy las ideas del origen americano del hombre, así como las de la Atlántida y otras similares, que llegaron a tener aceptación durante cierto tiempo. El tipo físico del indígena americano es extraordinariamente parecido al del mongol; ambos tienen pelo lacio, color moreno (cobrizo o amarillento respectivamente), poco vello en el cuerpo y ojos oscuros. Gran número de indígenas americanos tienen también los ojos oblicuos característicos de muchos mongoles. La entrada de diferentes grupos, en varias oleadas sucesivas, y la permanencia prolongada en distintas regiones americanas han dado por resultado un gran número de pueblos, con variadas características físicas y culturales. La inmigración procedente de la Polinesia, y algunas otras que
vinieron por el Pacífico del Sur, más que influencia física deben haber producido un impacto cultural de importancia. Son notorias las semejanzas culturales entre los pueblos sudamericanos y los polinesios descubiertas por Paul Rivet. CAZADORES Y RECOLECTORES Los pueblos que entraron al Continente Americano tenían un desarrollo propio de la Edad de piedra; los más antiguos (de una antigüedad entre quince y cuarenta mil años), corresponden al Paleolítico y los más recientes, posiblemente, al Mesolítico y Neolítico. Únicamente los polinesios aportaron ya elementos de alta cultura. Las culturas americanas semejan una gran pirámide cuya cúspide está en las regiones centrales, en el área ocupada por las civilizaciones mexicanas, centroamericanas e inca. Los pueblos al norte de una línea aproximada, que va de Quebec a Los Angeles, y al sur de otra, de Pará a Puerto Montt, nunca pasaron de recolectores, pescadores y cazadores, Eran nómadas de organización tribal; los actuales esquimales y otros pueblos de estas regiones conservan en gran parte sus características antiguas. En los primeros milenios de presencia humana en el continente, todo éste estaba ocupado por pueblos de tal nivel, algunos de los cuales se mantuvieron así, enclavados en las regiones de civilización más elevada, hasta épocas muy posteriores. LOS PUEBLOS AGRICULTORES Entre los límites señalados se desenvolvieron pueblos que combinaban la agricultura primitiva con la caza, la pesca y la recolección. Estos grupos forman el segundo escalón de la pirámide cultural americana. Solamente llegó a cultivarse un único cereal en América: el maíz. El origen de su cultivo, sumamente antiguo, se ha podido estudiar en el valle de Tehuacán, en México; probablemente tuvo lugar también en otras regiones entre el norte de la América del Sur y el centro de México actual. El instrumento principal de labranza fue lo que los aztecas llamaron la coa, que es simplemente una estaca, con la que se hace un agujero en la tierra para depositar la semilla. Este sistema es muy inferior al cultivo con arado, porque no remueve la tierra. Algunos pueblos llegaron a usar sistemas que se aproximan más al arado, pero ninguno llegó a éste. Se utilizaban otras plantas, como la papa o la patata (América del Sur), el camote, la yuca, el cacahuete, el chile, el tomate y el algodón. Los indígenas americanos tenían muy pocos animales domésticos. El más difundido era el perro, traído probablemente ya domesticado por una de las sucesivas olas migratorias. Algunos pueblos cebaban determinadas razas de perros para comerlos. También tenían la gallina americana, el guajolote o pavo común. En las culturas
andinas se habían domesticado varias especies que tienen parentesco con los camellos: la llama, la alpaca, la vicuña y el guanaco. Se les usaba para aprovechar la lana, y en tiempos posteriores también para obtener leche y como bestias de carga. Sin embargo, el uso de estos animales, limitado exclusivamente a la América del Sur, no llegó a desplazar a los cargadores humanos como principal instrumento de transporte. La ausencia casi total de animales grandes capaces de ser domesticados fue probablemente la causa de que los pueblos americanos nunca llegaran a usar la rueda, ni a inventar el arado propiamente dicho. Los pueblos cultivadores tenían ya una cerámica bastante desarrollada, cuyo estudio permite localizar las relaciones entre los diferentes grupos y observar sus adelantos. La tierra era, fundamentalmente, de propiedad comunal. Algunos pueblos la cultivaban colectivamente, mientras otros hacían un reparto de las parcelas de labor, que se entregaban en usufructo pero no en plena propiedad a los campesinos. La organización político-social es la de la tribu, basada en la participación con igualdad de derechos de todos sus miembros. Empiezan a formarse grupos que disfrutan de propiedades particulares y tienen privilegios de gobierno, y otros, sin propiedades y sin intervención en el manejo de los asuntos públicos. Las guerras entre los pueblos acentúan sus diferencias y dan por resultado comunidades explotadas y otras explotadoras, al mismo tiempo que fomentan la desigualdad en el seno de las tribus mismas. LOS PUEBLOS CIVILIZADOS En el área que abarca aproximadamente desde el Perú y el norte de Chile en el sur hasta el Trópico de Cáncer en el norte, se formaron las altas culturas prehispánicas de América. Su periodo es relativamente breve, ya que empieza hacia principios de nuestra era y termina violentamente con la conquista europea en la primera mitad del siglo XVI. Los tres centros que más destacan son el nahua en el altiplano mexicano, el maya en Yucatán y parte de Centroamérica y el Inca en Perú. La base económica de todas estas civilizaciones fue el maiz y los demás productos que tenían todos los pueblos cultivadores americanos. Crearon una cerámica muy hermosa, usaban utensilios de piedra tallada y pulida y llegaron a trabajar el oro, la plata, el cobre y el bronce Algunos pueblos de este nivel desarrollaron un comercio muy intenso y bien estructurado. En su organización social hay una mezcla de elementos propios del comunismo primitivo con otros de una sociedad de clases. Las formas de evolución son muy variadas, y desconocemos muchos de sus aspectos. Sin embargo, sabemos que en la época de la Conquista, la gran mayoría de la tierra entre los aztecas pertenecía al calpulli, o sea, era propiedad comunal; lo mismo sucedía con el ayllu de los incas, en cuyos dominios también los animales importantes, las llamas
y alpacas, pertenecían a la colectividad representada por el gobernante, quien tenía el título de Inca. Algunos pueblos habían conquistado extensas regiones y obligaban a las tribus sometidas a entregarles fuertes tributos. Además, había ya tierras de propiedad personal, pertenecientes sobre todo a los guerreros más distinguidos o a sus herederos; estos campos eran labrados. generalmente por trabajadores siervos. La democracia militar primitiva entre los mexicas y los incas se ve sustituida por una capa dominante perfectamente delimitada, a la que era prácticamente imposible acceder.
CAPÍTULO 3 CULTURA MAYA* VARIOS AUTORES En las Tierras Bajas mayas de Petén y Yucatán, sitios como Nakbé, El Mirador, Tikal y Uaxactún eran ciudades que comprendían un elevado número de pobladores y campesinos, quienes vivían dispersos en los alrededores, y una clase gobernante que se asentaba en la parte central de dichos sitios, asociada al centro ceremonial, o sea, el lugar donde se realizaban los actos públicos y religiosos más importantes, La economía de sitios como los mencionados se basaba en la agricultura y el comercio. Los vestigios arquitectónicos de Petén demuestran la utilización de la piedra, del revoque de estuco y de la pintura de color rojo. Algunos edificios estaban decorados con pinturas murales y mascarones estucados y policromados. En cuanto a la iconografía, es evidente la importancia del dios Sol, las representaciones de Venus y de la Luna, y las imágenes de los Héroes Gemelos. Todo el avance logrado por la civilización maya comenzó a disminuir a finales del siglo VIII y este decaimiento se prolongó durante el IX. Los investigadores han podido observar manifestaciones bélicas en algunos sitios y evidencias de que se abandonaron ciudades importantes, en un proceso que en algunos sitios fue más lento que en otros, y al cual se le conoce como el colapso de la civilización maya. La característica vida urbana no desapareció súbitamente, pero poco a poco se perdió el conocimiento alcanzado en el pasado. Los mayas de las Tierras Bajas constituyen, pues, uno de los prototipos del desarrollo de Mesoamérica y los representantes de uno de los focos culturales más pujantes de la América prehispánica. A continuación se resumen algunos de los elementos característicos más sobresalientes:
RELIGIÓN Los mayas creían que el universo estaba formado por tres estratos principales: el Cielo o la bóveda celeste, la Tierra (que era plana y cuadrada) y el Inframundo. Cinco ceibas nacían en la Tierra, cuatro en los puntos cardinales y una en el centro del Mundo, y sobre ellas se apoyaba el Cielo. Las raíces de estos árboles mitológicos de gran tamaño crecían continuamente y de ese modo se mantenía el contacto entre la Tierra y el Inframundo. La ceiba era, por lo tanto, un árbol sagrado, que servía de comunicación entre los tres estratos del Universo, donde el Sol, la Luna, Venus y otras divinidades se movían cíclicamente entre el mundo. superior y el Inframundo. El Cielo tenía 13 niveles o capas superpuestas, en las que residían diferentes divinidades. El dios Sol, llamado Ah Kin, Kinich Ahau o Kin Kakmoo, era la deidad suprema, y fue ampliamente representada en esculturas y códices; la diosa Luna, llamada Ixchel, era consorte y la patrona de los tejidos, la medicina y el parto. Los mayas también reverenciaban a otros astros, entre ellos Venus y la Constelación Pléyades. El movimiento de los astros era considerado como una manifestación de la actividad de los dioses, por lo que las observaciones astronómicas de las estrellas matutinas y vespertinas eran vitales, ya que el comportamiento de las deidades celestes influía decisivamente en la vida de los hombres. Cuatro dioses, llamados Bacabs, se encontraban apostados en las esquinas del Mundo, donde, con las palmas de sus manos, según esta otra descripción, sostenían el Cielo. Cada Bacab estaba asociado a un árbol, un pájaro y un color. Al Este, o sea la dirección del sol naciente, correspondía el rojo, y a su punto opuesto, el Oeste, el negro. El Norte era representado por el blanco, y el Sur, por el amarillo. Varias deidades velaban por el trabajo de los hombres. Chac, dios de la lluvia, y el dios del maíz, estaban asociados a los trabajos agrícolas. De la misma manera, el viento, los cerros y las plantas estaban animados por poderes espirituales. El Inframundo tenía nueve pisos y estaba habitado por los muertos y los dioses de la noche. El propio Sol moría cada día al atardecer, y se convertía en uno de los Señores de la Oscuridad, adoptando la forma de un temible jaguar. Los mayas consideraban que las cuevas servían como medio de comunicación entre la Tierra y el Inframundo, y por ello realizaban rituales especiales en dichos lugares. Igual que los aztecas, tenían una concepción cíclica del tiempo. Conciben el desarrollo histórico como una serie de ciclos sucesivos de creación y destrucción del Universo, tal y como se describe en el Popol Vult, que, por ello, puede considerarse como un hilo conductor entre diferentes etapas de la antigua evolución cultural. El tiempo se clasificaba en eras de gran duración, que se anotaban en los registros calendáricos. La actividad astronómica estaba estrechamente ligada a la religión y a la política. Por medio del calendario ritual de 260 días, los sacerdotes podían profetizar, en relación con las fechas propicias o adversas para los hombres. De esta manera, los augurios de los sacerdotes permitían programar las celebraciones religiosas destinadas a obtener favores de los dioses.
En la cosmología maya existía una relación mágica entre el mundo terrenal y el sobrenatural. La religión constituía la espina dorsal de esta cultura, pues muchas de sus instituciones sociales se estructuraban de acuerdo con los cánones religiosos. Los soberanos poseían el poder y el conocimiento por derecho divino, y en un mundo sujeto a la voluntad de los dioses, ellos eran los únicos que podían servir de mediadores entre los hombres y sus creadores. En sus manos se concentraba la autoridad política y religiosa, por lo que su intervención ante las deidades era crucial en la toma de decisiones relacionadas con el destino del pueblo. ORGANIZACIÓN SOCIOPOLÍTICA La sociedad maya estaba dividida en tres estratos sociales: nobles, plebeyos y esclavos, cada uno con sus diversas categorías conceptuales y posiciones. Este tipo de organización social surgió en el Período Clásico. La nobleza gobernante y la compleja organización sociopolítica en general se desarrollaron conforme fue necesario enfrentar problemas, tales como el manejo adecuado de la producción agrícola, la mano de obra, la religión, el comercio, el aumento de la población y las guerras. El segmento más alto de la nobleza lo constituía la familia gobernante, en tanto que los otros estaban conformados por nobles de menor importancia, como sacerdotes, guerreros y jefes de linajes y barrios. Los plebeyos se subdividen en las categorías alta, media y baja, e incluían a los artesanos, los agricultores y a otros trabajadores. Una característica muy importante del sistema de estratificación social maya consistía en que, comúnmente, se pertenecia a un estrato por nacimiento, lo cual implicaba ciertos deberes y obligaciones, funciones, ocupaciones y comportamientos específicos. La unidad básica de la sociedad maya era la familia extendida, es decir, aquella constituida por los padres, los hijos, las esposas e hijos de éstos, y a veces también otros parientes y personas allegadas. La familia extendida vivía en las proximidades de sus tierras de labranza, y sus funciones correspondían a su nivel: manejo de la producción agrícola o artesanal, la distribución de bienes dentro y fuera del grupo, el arreglo de matrimonios y herencias, así como la realización de los rituales religiosos. La organización familiar estaba dirigida por un jefe o cabeza de linaje que, dotado de mucho poder y autoridad, tomaba las decisiones dentro del grupo o en el marco de la política local. Muchos centros mayas típicos del Periodo Clásico Tardío presentan pequeñas plazas o patios, alrededor de los cuales estaban las edificaciones residenciales propias de tal tipo de organización social. La parte cercana al patio probablemente era el área residencial, mientras que la trasera se destina a los servicios, al almacenamiento de productos y la servidumbre. El patio central seguramente sirvió como área "pública", y para reuniones sociales, ceremonias y la elaboración de artesanías.
En la organización sociopolítica de las comunidades mayas, los diferentes centros tenían relaciones y vínculos entre ellos, las cuales se basaban en la posición jerárquica y las acciones recíprocas de los gobernantes. Las actividades diplomáticas eran competencia exclusiva de los nobles. La entronización de un gobernante se celebraba con rituales complejos. Los textos jeroglíficos esculpidos durante el Período Clásico glorificaban a las élites gobernantes e informaban sobre sus vidas y hazañas. Registraban las fechas de nacimiento y entronización del gobernante, su árbol genealógico, los hechos militares y de conquista, y la captura de prisioneros sacrificados durante la culminación de las celebraciones. De acuerdo con la información arqueológica y epigráfica, las organizaciones políticas del Periodo Clásico maya no fueron lo suficientemente grandes para definirlas como Estados regionales o "imperios", aunque había centros mayores que controlaban los territorios pequeños de centros satélites. Las comunidades eran similares en cuanto a su grado de organización y coordinación, pero, a pesar de su independencia y la autonomía de los gobernantes, existía cierto grado de jerarquización y subordinación. El poder e influencia política de las élites gobernantes se puede reconstruir en los diferentes centros, según el tamaño del sitio, número y dimensión de las construcciones monumentales y de las plazas ceremoniales. Los centros autónomos y de más alta jerarquía política en el área maya, durante el Clásico Tardío, incluyen Tikal, Dos Pilas, Calak mul, Piedras Negras, Bonampak, Yaxchilán, Copán, Quiriguá, y otros. ECONOMÍA La economía en el área maya se basó en la agricultura de subsistencia y el comercio. El principal cultivo era el maíz, que se combinaba con frijol y calabazas. La alimentación basada en estos productos se complementa con ramón, mandioca (yuca), chile, cacao, aguacate, carne de pájaros, pescado, venado, iguanas, tortugas y otros productos forestales y marinos. Los métodos de agricultura incluían el sistema de milpa y, según la topografía, utilizaban técnicas más complicadas que variaba entre el sistema de canales de irrigación, drenaje, terrazas, campos elevados, etcétera. El comercio, que desempeñó un papel importante, lo efectuaban por medio del trueque o el pago en moneda, para lo cual usaban el cacao. Este producto tenía demanda general, por su fácil transporte y porque se usaba también como bebida, que se servía en comidas especiales y ceremonias. Ciertos recursos básicos, que no existían en Petén, eran importados de las Tierras Altas; por ejemplo, obsidiana, que se utilizaba para fabricar herramientas, y el basalto con el cual se hacían utensilios para moler. El jade, que requería la élite para sus ornamentos, se obtenia en el valle medio del Motagua. El algodón usado en los textiles, y el cacao, en forma de pepitas secas, llegaban de varias regiones de las Tierras Bajas. La sal y el pescado seco se obtenían en la zona costera. Los bosques suministraban pájaros y plumas preciosas, pieles de jaguar y venado, fibras para cuerdas y jarcias, así como madera utilizada en la construcción, en la fabricación de ciertas herramientas y como combustible.
El intercambio de bienes entre las diferentes zonas ecológicas se realizaba de acuerdo con la ubicación de las rutas de comercio. Las más importantes seguían las corrientes de los ríos: el Chixoy y el de La Pasión comunicaban los territorios de Alta Verapaz y Petén; la cuenca del Río Usumacinta unía al Golfo de México con Yucatán, hasta puntos tan lejanos como el norte de Honduras. Dentro del área maya había una red intrincada de caminos, que permitía el comercio a través de las montañas y los bosques de las Tierras Bajas. AVANCES INTELECTUALES EL CALENDARIO El día era la unidad básica de tiempo entre los mayas. Su calendario ceremonial lunar, semejante al que se usa todavía en la actualidad en las zonas indígenas de Guatemala, tenía 20 dias con nombres diferentes y una sucesión ordenada y sin límite. A cada uno de estos 20 nombres se antepone un número, de uno a 13, en una serie que también se repite indefinidamente. Como 13 y 20 no son múltiplos entre sí, sólo cuando transcurren 260 dias (20X13) se repite un determinado día en el calendario. Esto quiere decir que los 20 nombres de los días se convierten en 260 combinaciones, o días diferentes, que conforman un ciclo particular, de igual número de días. En vista de que a cada número y a cada día se asignan características especialmente buenas o malas, la cuenta de 260 días se utiliza para predecir tiempos propicios o nefastos en relación con muchas actividades comunes y particulares, por lo cual el calendario ceremonial tuvo mucha importancia para los mayas. Además de la cuenta ceremonial, existía otro ciclo solar de 365 días. Este consistía de 18 meses, de 20 días cada uno (18x20=360), más cinco días adicionales al final del año, considerados éstos como días nefastos, asociados a la mala suerte. La cuenta de 260 días funcionaba concurrentemente, de manera que cada 52 años (18,980 días) coincidía el punto de partida de ambos ciclos. La culminación de un ciclo de 52 años, conocido como la "rueda calendárica", era celebrada como un evento especial.
LA MATEMÁTICA Para sus cálculos diversos, los mayas tenían varias formas de representar los números. La más común era un punto, que equivalía a uno, y una barra que correspondía a cinco. De esa manera, tres barras representan 15, dos barras con tres puntos equivalen a 13. Este sistema resultaba difícil de manejar si se quería escribir un número largo, por ejemplo 536, por lo cual los mayas diseñaron un sistema vigesimal, de posición de numerales, basado en la unidad 20, comparable con el sistema decimal, en el que se usa la unidad 10. En vez de proceder de izquierda a derecha, como se hace en la cultura occidental, los mayas lo hacían de abajo hacia arriba. El valor de cada unidad estaba determinado por su posición y, según ésta, se progresaba de 20 en 20. Es decir, la
primera incluía números de cero a 19; en la segunda, cada unidad tenía el valor de 20; en la tercera cada unidad vale 400, y así sucesivamente. Sin embargo, para representar la cantidad 20, por medio de un simple punto en la segunda posición, la primera tenía que estar ocupada por un "cero" o, más precisamente, un símbolo de terminación. LA ASTRONOMÍA Para registrar eventos históricos, los mayas diseñaron un sistema conocido como la Cuenta Larga. Ésta estaba relacionada con un punto en el pasado distante, considerado como el inicio del tiempo; algo así como el calendario occidental, que se extiende entre antes y después de Cristo. Desde tal punto (3112 aC), los mayas simplemente contaban los días que habían pasado desde entonces y los registraban en la posición de la numeración descrita arriba. El calendario maya estaba basado en las observaciones de los movimientos del Sol, las estrellas y los planetas. Mediante el uso del sistema numeral se podían registrar los ciclos lunares, solares y estelares, predecir los eclipses y estimar las fechas adecuadas para plantar y cosechar. Posiblemente tuvieron también conocimientos profundos sobre los patrones del tiempo, lo que involucraba el viento, las nubes y la lluvia, de mucha utilidad en relación con las prácticas agrícolas. LA ESCRITURA Gran parte de la escritura jeroglífica maya encontrada en los monumentos esculpidos está relacionada con el registro de datos importantes. sobre eventos ocurridos durante el reinado de un gobernante determinado. Tales datos se refieren a nacimientos, defunciones, acceso al poder, conquistas y rituales asociados. Los mayas también escribieron libros, llamados comúnmente "códices", de los cuales se conocen tres en la actualidad. Los códices son tiras largas de una especie de papel que se fabricaba con corteza de amatle o piel de venado, dobladas en forma de biombo. En ambos lados, recubiertos con fino estuco de yeso, se escribían o se pintaban los jeroglíficos u otras alegorías. Los códices conocidos contienen información astronómica y "almanaques" que desarrollaban un tema específico. Posiblemente servían como guías, a manera de horóscopos o recomendaciones relacionadas con las actividades cotidianas. "El Códice de Dresde, aunque contiene muchos horóscopos y algún material ritual, es esencialmente un tratado de astronomía. El Códice Tro-Cortesiano (de Madrid), si bien encierra algún material perteneciente al ritual, es principalmente un libro de texto de adivinación para ayudar a los sacerdotes a predecir la suerte. El fragmentario Códice Peresiano (de Paris), aunque contiene algunos horóscopos, es básicamente ritualista". (S, G. Morley, La Civilización Maya, 1965).
Los jeroglíficos mayas tienen una forma más o menos cuadrada y se esculpían en los monumentos en forma ordenada, en columnas. Si el texto aparece en una sola columna, la lectura se hace de arriba hacia abajo; si es de dos columnas, se lee cada fila de glifos, de izquierda a derecha. Cada glifo consiste de un elemento principal, o núcleo del glifo, y otros componentes agregados alrededor, los cuales se denominan afijos. Cada glifo puede representar una palabra o una frase corta. Estudios recientes han demostrado que muchos de los elementos citados tienen valores fonéticos, que ayudan al lector en la comprensión del glifo. ARTE Y ARQUITECTURA Los mayas también mostraron excelencia en los campos del arte y la arquitectura. El primero se expresa principalmente en la escultura. monumental (estela, altares, tronos, marcadores de juego de pelota, dinteles, paneles en paredes, entablamentos y escultura en cresterías); en dinteles de madera; en murales pintados; en escultura portátil; en artefactos de madera, hueso, concha, pedernal, obsidiana y jade; en los códices; en vasijas labradas y policromas de cerámica, y en figurillas. Algunas construcciones arquitectónicas consisten de "templos", es decir, edificaciones elevadas sobre plataformas piramidales altas, con espacios interiores estrechos, y fachadas largas en la parte superior, que se sostienen solas, y que se llaman cresterías. Estas construcciones probablemente fueron usadas para ceremonias. También hay "palacios", usualmente ubicados sobre plataformas bajas, y edificios con diversas cámaras o cuartos alargados, que tienen bancas y ventanas pequeñas. Estos fueron usados posiblemente para reuniones, así como para residencias de la élite. Las superficies de las gradas, de las plataformas y de los pisos de los edificios fueron acabados con una gruesa capa de mampostería de cal, y en muchos sitios se decoraron las paredes, fachadas y cresterías, con adornos tridimensionales, modelados en estuco (altos relieves de estuco). PINTURA La pintura policroma se aprecia tanto en vasijas y platos de cerámica como en códices y murales, y representa a gobernantes individuales, figu ras de la nobleza y sacerdotes, la vida en la corte, divinidades, símbolos, emblemas, insignias, guerras, guerreros, el juego de pelota, animales, captura de rehenes y otras escenas de la vida social, política y ritual. Bonampak posee una de las pinturas murales más extraordinarias de toda el área maya. Cubre las paredes de tres habitaciones contiguas de un pequeño palacio, y reproduce en secuencia el procedimiento de sucesión al trono, entre los años 790 a 792 dC., el cual era una de las ceremonias más importantes de las dinastías mayas. A esta pintura sigue otra con una procesión
ritual, una más, que representa una batalla y la captura de rehenes destinados al sacrificio, lo cual consagraba el ceremonial de entronización. MÚSICA, DANZA Y DRAMA En las ceremonias más importantes participaban los miembros de la élite, en calidad de danzantes. Se bailaba al ritmo de atabales, sonajas, caracoles, trompetas, silbatos y flautas. Cientos de individuos, principalmente varones, intervenían en las danzas, las cuales podían durar un día completo, sin interrupción. En general se acompañaban también de drama, en los que los actores representaban eventos relacionados con la historia y la mitología mayas. CAPÍTULO 4 LOS SEÑORÍOS QUICHÉS -UN INTENTO DE INTERPRETACIÓNHoracio Cabezas INTRODUCCIÓN Este análisis sobre los Señoríos Quichés trata de estudiar un momento sobre el proceso. Las explicaciones que plantearon respecto al origen y al fin de los Señoríos Quichés nos mostrarán cómo grupos invasores toltecas impondrían, por medio de las armas y la religión, una relación de sumisión y tributo de las comunidades agrarias hacia ellos. Tal relación nos mostrará, a la vez, la base del poder y grandeza que las minorías teocráticas quichés llegaron a tener. Asimismo en este análisis se contemplará cómo, a lo largo del proceso las relaciones se van haciendo cada vez más tirantes a causa de la explotación que sufren las comunidades agrarias. Tal situación, veremos, facilitará la victoria de conquistadores venidos de más lejos -los Castellanos- y la transformación de las relaciones tributarias en serviles, terminándose así los Señoríos quichés. Mientras tanto, el proceso histórico guatemalteco continúa ya que "las transformaciones de los pueblos no se detienen". TEXTOS INDÍGENAS: SUS AUTORES E INTERESES Para referirnos a los Señoríos Quichés y poder plantear sobre ellos algunas hipótesis que nos ayuden a entenderlos, debemos examinar primeramente la documentación disponible y el tipo de información que ésta nos proporciona.
La documentación indígena existe y es abundante. Parte de ella como el Popol Vuh, el Rabinal Achí y el Memorial de Sololá, forman parte ya de la historiografía selecta sobre América prehispana. El resto de ella es un buen número de "títulos de tierra" de la segunda mitad del siglo XVI. Contienen estos documentos información minuciosa sobre el pasado precolombino, la conquista y los primeros años de vida colonial. El tipo de información que nos proporcionan estas fuentes, así como puede ser cualquier relación documental, conlleva intereses concretos según sea(n) persona(s) que las hayan redactado. En la mayoría de los casos, un documento histórico, sin tener que distorsionar o falsear un acontecimiento, lo puede presentar en forma distinta según sea la persona que lo haya escrito. Los principales acontecimientos sobre el Señorío Cakchiquel, por ejemplo, no están reflejados igualmente en una versión quiché-Popol Vuh-que en una cakchiquel -Memorial de Sololá-. La presentación de estos mismos acontecimientos varía igualmente en los distintos documentos Cakchiqueles -Memorial de Sololá-, Historia de Xpantzay. Y nos podríamos preguntar: ¿Cómo estarían enfocados estos acontecimientos, si por casualidad algún día encontráramos una versión Poqomam-pueblo sometido por los Cakchiqueles-? Del ejemplo podemos deducir que un mismo acontecimiento puede ser planeado en formas varias, sin necesidad de tener que distorsionar el hecho. La función del relato mismo es la que exige diferentes juicios de valor y que éstos respondan a los intereses concretos del grupo a que pertenece el redactor. Por ello, al utilizar la información que nos proporcionan los textos indígenas, tenemos que partir, en primer lugar, del hecho de que son documentos escritos por sectores privilegiados de los que fueron los Señoríos Quichés. En segundo lugar, que ni siquiera podemos decir que exista un texto que refleje el sentir de todo el sector dominante, porque ese sentir no existió. Cada uno de los textos refleja a una parte de las minorías en el poder. Recordemos que si bien es cierto que el Señorío Quiché dominó gran parte del altiplano guatemalteco, no por ello constituyó una unidad granítica o el único Señorío. Todos sabemos que el Señorío Quiché estuvo compuesto por tres ramas-NIMA QUICHÉ, TAMUB e ILOCAB-y que la primera-la NIMA QUICHÉfue la que controló propiamente el poder. Aún más que uno de los linajes que conformaban a los NIMA QUICHÉ el que acaparó con exclusividad los principales cargos. Solo los que descendían del linaje CAVEK tenían derecho a los puestos de honor (Recinos 1975: 104), quedando desplazados a cargos inferiores los linajes NIHAI y AHAU QUICHÉ, y las ramas TAMUB e ILOCAB. De allí que los intereses tengan que ser diferentes: los que convenían a los Cavek, Nihaib, Tamub, Ilocab… Pero en el altiplano guatemalteco no sólo existió el Señorío Quiché. Los Cakchiqueles y los Tzutuhiles impusieron también su señorío dominando y subyugando pueblos. E igualmente podemos decir que en cada uno de ellos un grupo familiar era el que controlaba los puestos
principales. No hay que olvidar que entre estos tres señoríos hubo hostilidad, discordia y lucha contínua, al tratar cada uno de acaparar las regiones más ricas y pobladas. Podríamos preguntarnos si tanta división pudo operar e influir para que los intereses de los antiguos grupos dominantes se hiciesen sentir al momento en que se redactaron los textos indígenas. Surge la duda, sabiendo que éstos fueron escritos a partir de la segunda mitad del siglo XVI, cuando ya los Castellanos se habían enseñoreado de estas regiones y pueblos. Con el Popol Vuh y el Rabinal Achi no hay problema. Sus contenidos reflejan claramente intereses de clase: los de los Cavek y los Rabinales respectivamente. Con el resto de textos indígenas tampoco porque son títulos de tierra, es decir, alegatos presentados por algunos jefes de parcialidades, por antiguos caciques -no por las masas de naturales, indicando en ellos el lugar que ocuparon dentro del Señorío a que había pertenecido y la jurisdicción territorial que, antes de la conquista hispana, les había sido asignada por sus señores para que gozasen del tributo de los pueblos que allí habitaban. Los Castellanos que no encontraron en Guatemala cantidades considerables de metales preciosos, tuvieron que aprovecharse de las formas de explotación prehispánica. Por ello, no les importó reconocer señoríos y cacicazgos, a fin de poder aprovecharse fácilmente del trabajo de los naturales. De todo lo anterior podemos deducir que la mayoría de los textos indígenas fueron escritos con el fin de alegar a la Audiencia méritos antiguos y derecho a jurisdicciones territoriales. En igual forma que cada uno de estos relatos conlleva intereses muy particulares en la información que contienen. A pesar de ser abundante la documentación que contiene información sobre los Señoríos Quichés, no por ello podemos decir que con ella estén representados los intereses de todos o al menos de los principales grupos. Faltan en dichos textos la expresión de las mayorías la de los que en la época prehispánica fueron vencidos y rebajados, la de los que fueron sometidos a tributos y trabajos. La razón está en el mismo surgimiento de los Señoríos Quichés, si los vencidos hubieran tenido la oportunidad de dejar relatado el proceso de luchas que tuvieron que afrontar hasta ser vencidos. Por ello, no nos queda más que leer entre líneas y descubrir, en las versiones dejadas por los grupos dominantes, las verdaderas causas y motivos del proceso de conquista quiché, la cruda realidad que se derivó para los vencidos y las consecuencias de los muchos años de opresión. Para explicarnos el desenlace final de los que fueron señoríos quichés, tendremos que utilizar también fuentes de la historiografía criolla guatemalteca. Estas nos presentarán los intereses que movieron a los castellanos (segundones, curas frailes, aristocracia hispana) a realizar tanta violencia y depredación sobre estas regiones. Entre estas historiografías usaremos las obras de Bartolomé de las Casas, Francisco Ximénez y Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, frailes los dos primeros, encomendero el último. Las tres reflejan intereses particulares, pero ayudan a
entender la gran transformación social que sufrieron los distintos señoríos que imperaban en Guatemala. La Conquista Hispana, en efecto, vino a transformar la estructura social prehispánica y a implantar nuevos sistemas de explotación con nuevas formas de organización y creencia. Así, "la versión de los vencidos", complementada por la historiografía criolla, nos permitirá una mejor comprensión de cómo concluyó una etapa del proceso histórico guatemalteco. PENETRACIÓN Y CONQUISTA: INICIO DEL PRIMER SEÑORÍO QUICHÉ Todos sabemos que el proceso histórico guatemalteco se inició cuando grupos humanos nómadas lograron asentarse en distintas regiones del país, al haber incorporado a sus modus vivendi la producción agrícola. Sin embargo en las TIERRAS BAJAS DEL ATLÁNTICO las actividades humanas evolucionaron en tal forma hasta construir lo que conocemos como CIVILIZACIÓN MAYA, en el ALTIPLANO se formó una cultura con rasgos diferentes. Las excavaciones arqueológicas hechas en el Altiplano no manifiestan la espectacularidad urbanística, ni las grandes dimensiones arquitectónicas, ni mucho menos las técnicas refinadas en el trabajo de la cerámica. Todos sabemos también que la Civilización Maya llegó a su fin a mediados del siglo X de nuestra era. Tal colapso maya no fue sino el resultado de invasiones toltecas, acompañadas al mismo tiempo de sublevaciones populares contra las minorías teocráticas explotadoras. Cesó con el desarrollo material, cesaron los grandes centros urbanos, parte de la población que había servido de base para que el desarrollo técnico y científico quedó sometida a los invasores, y el resto logró escaparse de la nueva explotación internándose en las selvas tropicales peteneras. Las culturas que se desarrollaron en el Altiplano, en donde la explotación de las mayorías no había llegado a grados elevados, sufrieron al igual que los centros urbanos peteneros, las invasiones guerreras de grupos toltecas. La presencia tolteca en el Altiplano ha quedado demostrada plenamente a través de las narraciones históricas contenidas en los textos indígenas guatemaltecos. Señalan éstos cómo en el Altiplano habitaban muchos y muy numerosos pueblos, con numerosos oficios y riquezas (Recinos 1975: 30, 64, 124, 128, 131). Explican asimismo cómo los grupos invasores no eran muy numerosos, pero sí dados a la guerra, con una religión que servía para aterrorizar a los pueblos y que eran grandes codiciadores de las riquezas ajenas (Ibídem: 39, 96, 110, 121, 122, 131; Carmack 1979: 94). Este proceso de conquista nos lo presentaban los textos indígenas ya en forma poética (CONQUISTA DE XIBALBA) en el Popol Vuh, Titulo de los Señores de Totonicapán...) La conquista tolteca de los pueblos que habitaban en el Altiplano fue planificada. El ansia de tributos y de riqueza fue lo que movió a pueblos que residían en el golfo de México a lanzarse a la aventura guerrera. "Entonces se nos dijo -señala el Memorial de Sololá-: En verdad, grandes
serán vuestros tributos. No os durmáis y venceréis, no se réis despreciados, hijos míos. Os engrandeceréis, seréis poderosos. Asi poseereis y serán vuestros los escudos, las riquezas, las flechas y las rodelas. Si os tributan piedras preciosas (jade), metal, plumas verdes y azules, canciones por vosotros despreciadas, vuestras serán también; seréis más favorecidos y se os alegrarán los rostros. Las piedras de jade, el metal, las plumas verdes y azules, las pinturas y esculturas, todo lo que han tributado las siete tribus os alegrará los ojos con vuestros escudos. Tendráis un jefe principal y otro más. joven. A los trece guerreros, a vosotros los trece señores, a vosotros los vosotros los de i igual jefes rango, daré vuestros arcos y vuestros escudos. Pronto se van a alegrar vuestros rostros con las cosas que recibiréis en tributo, vuestros arcos y vuestros escudos. Hay guerra allá en el oriente, en el llamado Zuyua; allá iréis a probar vuestros arcos y vuestros escudos que os daré ¡Id allá hijos mios! Asi se nos dijo cuando fuimos a Tulán" (Recinos 1950: 56). Posteriormente trataron de justificar su acción señalando cómo la conquista la habían hecho porque los pueblos que habitaban esas regiones gustaban de hacer la maldad, incitaban a la discordia, eran falsos de corazón, envidiosos y tiranos (Recinos 1975: 96). Sin embargo, sus escritos se contradicen al anotar informaciones que permiten una mejor explicación. Los documentos, en efecto, señalan que en estas regiones habitan muchas gentes que podían ser empleadas a su servicio, ocupándose en hacer "cacharros, apastes y piedras de moler maíz" (Idem), pueblos que pudiesen tributables (Recinos 1,957:83), lugares con esmeraldas y piedras preciosas que eran el orgullo de estos pueblos (Recinos 1975: 39). Es, en otras palabras, la codicia de riquezas la que hizo lanzar una ofensiva sangrienta contra pueblos en que el desarrollo defensivo y ofensivo no era muy avanzado. Necesariamente la superioridad de las armas ostentadas por la minoría invasora se hizo sentir sobre los pueblos del altiplano.
En un principio éstos se extrañaban de cómo iban desapareciendo poco a poco sus habitantes. "He aquí señala el Popol Vuh, cómo comenzó el robo de los hombres de las tribus por Balam Quitzé, Balam Acab, Mahucutah e Iqui Balam. Luego vino la matanza de las tribus. Cogían a uno solo cuando iba caminando, o a dos cuando iban caminando, y no se sabía cuando los y en seguida los iban a sacrificar ante Tohil y Avilix. Después regaban la sangre en el camino y ponían la cabeza por separado en hijos los salvaron allí en la montaña. (Ibidem: 122-123) el camino. Y decían las tribus: "El tigre se los comió". Asi comenzó el rapto de la gente cuando los brujos cogian a las tribus en los caminos y los sacrificaban ante Tohil, Avilix y Acavitz; pero a sus (propios) Tarde se percataron los pueblos de la violencia planificada a que estaban sujetos. Tarde buscaron la unidad para defenderse de los invasores. Su consigna QUE TODOS SE LEVANTEN, QUE SE LLAME A TODOS, QUE NO HAYA UN GRUPO NI DOS GRUPOS DE ENTRE NOSOTROS QUE SE QUEDE
ATRÁS DE LOS DEMÁS (Ibidem: 124) ya no pudo lograr su cometido, porque los invasores estaban ya bien defendidos en las montañas y contaban con mejores armas (Ibidem: 131). Después a los vencidos se les dijo que su derrota había sido causada por el poder d de los dioses toltecas -Tohil, Avilix, Hacavitz (Ibidem: 124) y que por lo mismo tenían que ser los servidores de los Quichés por toda la vida (Ibidem: 131). Todo esto pasó cuando los invasores quichés estaban fortificados en HACAVITZ. Las avanzadas guerreras Toltecas estuvieron conformadas por grupos distintos, pero el que comandó en un principio fue el grupo quiché. Por ello fueron también los Quichés los que primero tuvieron la oportunidad de estructurar su Señorío. El Señorio Quiché logró subyugar a los pueblos que habitaban la región de la Verapaz (Ibidem: 112), que fue donde iniciaron su conquista y se extendió por lo que actualmente son los departamentos del El Quiché (Ibidem: 131), Totonicapán, Quetzaltenango (Ibidem: 142) y todo lo que es el suroccidente del país (Recinos 1957: 770). La lucha la enderezan contra grupos Pokomames, Uspantecas, Ixiles, Pipiles... El sentido de la lucha varió según las circunstancias. En algunos casos los pueblos se sometían antes de entrar a batalla, como fue el caso de Mazatenango, Cuyotenango, Zapotitlán, Samayaque, Sambó que, conociendo los tormentos a que habían sido sometidos sus vecinos de Xetulul, prefirieron reconocer a los Señores Quichés y obedecerles como sus tributarios (Ibidem: 77, 79). En otros casos, algunos pueblos se rindieron después de presentar batalla como sucedió a los Pokomames (Ibidem: 109). Unos pocos lucharon hasta ser derrotados completamente, y en consecuencia hechos esclavos, heridos y asaeteados contra los árboles y destruidas sus moradas hasta los cimientos (Recinos 1975: 142). Los resultados les fueron favorables a los quichés porque eran gentes capacitadas para la guerra y a la vez estaban bien armados-lanzas, arcos y flechas, escudos- (Recinos 1957: 105). Además, antes de proceder a la conquista de una región situaban avanzadas en lugares estratégicos y fortificados, desde donde observaban y reconocían la región y los pueblos que planeaban conquistar (Recinos 1975: 143). A la vez, de antemano elegían a los que iban a ser los jefes de las tierras que pensaban ocupar, para que así se esforzasen por conquistarlas (Recinos 1950: 236). La implantación del Señorío Quiché significó el establecimiento de mecanismos permanentes de control y de sumisión que facilitó a las minorías en el poder tributos s y presentes en forma continua. "Y ahora que nos han conquistado-señala el Memorial de Sololá seremos vasallos de tu trono y tu poder. Como un solo hombre te serviremos". (Ibidem: 75) Entonces se rindieron todas las tribus, humillándose los pueblos ante Balam Quitzé, Balam Acab y Mahucutah. Tened piedad de nosotros, no nos matéis, exclamaron.
Muy bien. Aunque sois dignos de morir, os volveréis (nuestros) vasallos para toda la vida, les dijeron". (Recinos 1975: 131) Y estando ya los pueblos sometidos y terminada su grandeza las tribus ya no tenian ningún poder y vivían todas dedicadas a servirles diariamente." (Ibidem: 134) Lo que habían codiciado y que les llevó a una guerra de conquista lo habían logrado. Desde entonces grandes fueron sus tributos, se lograron engrandecer y fueron poderosos. CONSOLIDACIÓN DEL PRIMER SEÑORÍO: EL DE LOS QUICHÉS Conforme el grupo invasor quiché fue ampliando sus conquistas, en igual forma fue estableciendo nuevos centros de dominio y ubicando su centro de poder en sitios estratégicos. A esto obedeció la migración desde su primer centro en HACAVITZ a PISTACHI y luego a GUMARCAAJ. El hecho es que los centros de poder se fueron convirtiendo con el tiempo en lugares defensivos y de muy difícil acceso, buscando los grupos dominantes en ello salvaguardarse de los contínuos levantamientos de los pueblos explotados. Así sabemos, por ejemplo, que Pismachi fue fortificada para contrarrestar una rebelión interna entre el mismo sector dominante, cuando los Ilocab querían destruir a los Nimá Quiché. (Recinos 1975: 138) Claro está que la construcción de estos centros urbanísticos fortificados fue hecha por los pueblos sometidos. Pero después se les dijo que "no fue engañándonos, no robándose, ni arrebatándolos violentamente", sino que lo hicieron por la obligación que tenían de servir a sus señores (Ibídem: 141). Fue desde las edificaciones de estos lugares, las Casas Grandes (NIM JA) desde donde se administró las extensas regiones conquistadas a través de una estructura de poder muy rígida. El poder político arrancaba en los NIM JA, en donde el linaje Cavek de los NIMÁ QUICHÉ mantenía la hegemonía, ocupando los principales puestos de mando. De allí por delegación el poder pasaba a centros urbanos intermedios (CHINAMIT), donde jefes menores – AT TZALAM, UTZAM, CHINAMITAL (Recinos 1950: 236), caciques o cabezas de china- mital (Ximénez 1965: 123), administraba a las mayorías poblacionales, que residían desparramados por quebradas y montes (Ibídem: 48). Es decir desde los centros intermedios (CHINAMIT) era en realidad que se administraban a las poblaciones tributarias. Al respecto señala Francisco Ximénez:
Tenían unos como alguaciles, que servían de llamar y convocar el pueblo y andaban de casa en casa señalando el tributo que cada uno debía pagar al rey o al señor. También si alguna cosa se ordenaba en casa del rey y su corte para que viniese en noticias de todos, éstos iban por toda la tierra y lo publicaban pregonando. En lo tocante a las rentas del rey y señores había este orden, que todos venían a un montón y de allí le daban al rey su parte, después daban a los señores
según cada uno era y después daban a los oficiales y a quien el rey les hacía mercedes". (Ibídem 89) Del texto se deduce que los Señores de los Chinamit tenían como función el controlar y recaudar el tributo de grupos familiares "casas" por ello, el hecho de que los grupos familiares conquistados pertenecieran a Chinamit no significó en ningún caso que el Señorío Quiché propiciará un sistema igualitario. En este rígido sistema de poder todos los miembros del sector dominante pertenecían a una misma élite familiar. Éstos desde sus centros de mando los NIM JA y los CHINAMITALES–- no necesitaron de la tenencia directa de la tierra para aprovecharse del trabajo de las mayorías. De hecho, los pueblos vencidos gozaban de autonomía en lo referente al uso de sus tierras. Bartolomé de las Casas plantea cómo los jefes de los grupos familiares eran los encargados de distribuir la tierra dentro de sus componentes y asimismo de resolver los problemas entre las familias (Las Casas 1958: 355). En igual forma los textos indígenas, al hablarnos del proceso de conquista realizado por los Quichés, nos plantean imposición de tributos -piedras preciosas, plumas, miel, cangrejos, algodón, maíz, frijol, cacao, pataxte, frutas, pescados, telas...- (Recinos 1950: 88, 246; 1975: 134, 148), imposición de trabajos artesanales y domésticos, entrega de mujeres; muestran asimismo cómo el fin de la conquista quiché no era el esclavizar o sacrificar a las mayorías, sino el de tenerlos sujetos al control para aprovecharse de su trabajo sin tener que intervenir ellos en forma contínua en la supervisión de las actividades productivas (Recinos 1957: 79; 1975: 96, 131, 143). Es decir, los Señores Quichés sólo poseían indirectamente la tierra a través de la renta contínua significada en el tributo y trabajo de las comunidades sometidas. El poder quiché se consolidó en la medida que logró establecer un control sobre el trabajo de los pueblos. Esto les fue posible al crear una división tajante entre ellos y las masas humanas dispersas por barrancas y montes. En efecto, sólo los que descendían en línea directa patrilineal del grupo conquistador tenían derecho al ejercicio del poder ya sea en los centros principales (NIM JA) o en los centros intermedios (CHINAMITALES). De tal modo que podemos decir que la separación entre la ciudad y el campo obedeció a la situación clasista que obligaba a los últimos a vivir en una contínua dependencia que los sometía a la entrega de tributos ya sea en productos de la tierra o en trabajos (Recinos 1950: 246). Pero no era con gusto que los pueblos hacían el tributo. "Llenos de dolor -dice el Popol Vuh– llegaron a entregarlo" (1975: 149). Y el no pagar el tributo significaba la muerte y el que les destruyesen sus viviendas y sembrados. (Ibidem: 143; Ximénez 1965: 101) A los que se ensoberbeció contra los señores queriendo alzarles el homenaje y obediencia haciendo el cronista Ximénez un análisis desde una perspectiva feudal- y que no les pagaran sus tributos, ahorcándose" (Ibidem: 106).
Fue el trabajo de las comunidades, el de las personas que habitaban por barrancas y montañas, el que permitió el engrandecimiento de las minorías. Así mientras los primeros vivían sumidos en actividades laborales, en las que el excedente producido no les pertenecía, sino que también como mercancía para el intercambio comercial. Las diferencias y desigualdades en la actividad productiva y en la utilización de lo obtenido fueron los que permitieron a las minorías dominantes dedicarse a actividades intelectuales, administrativas, artísticas, comerciales, religiosas. por eilo es que en los centros urbanos existía una gran división laboral -sacerdotes, administradores, artesanos-.De la misma manera es que en los centros urbanos existía actividad comercial; no para las mayorías, puesto que éstas no tenían excedente alguno que intercambiar, sino exclusivamente las minorías. Esta actividad, claro está no la realizaban los linajes hegemónicos, sino que por lo general eran comerciantes extranjeros los que andaban por los diferentes centros urbanos; también se sabe que algunos linajes inferiores como el de los Ilocab, realizaron tal actividad (Recinos 1957: 65). Fue tan compleja la vida en los centros urbanos quichés que se dio en ella la existencia de esclavos de tipo patriarcal-y de grupos humanos sometidos a actividades propiamente serviles (Carmack 1979: 85). Pero realmente no fue la actividad de siervos y esclavos la que mantuvo la grandeza de los señoríos, sino la actividad comunal de las poblaciones rurales tributarias. La diferencia entre las minorías y las mayorías fue clara en muchos aspectos. Hasta en la vestimenta se notó, pues mientras los primeros utilizaban algunas prendas, la mayoría (macehuales) andaban desnudos y a lo más "con unas vendas que cubrían sus partes vergonzosas" (Ximénez 1965: 122). El Señorio Quiché encontró su principal sostén en la religión -RITUALISMO- que impuso a los vencidos. "Si debemos perecer por medio de estos raptos-señala el Popol Vuh en busca de los que iban a ser vencidos- que así sea; y si es tan grande el poder de Tohil, Avilix y Hacavitz, entonces que sea nuestro Dios este Tohil". (Recinos 1975: 124) Desde el comienzo de la conquista, la religión fue para los quichés una de sus principales armas. Las primeras manifestaciones de violencia las realizaron cuando aprisionaba gentes por los caminos para sacrificarlas a Tohil (Ibidem: 123). Sus victorias, a la vez, las celebraban ofrendando sacrificios humanos a sus dioses a fin de aterrorizar a sus enemigos (Ximénez 1965: 80). Hasta el acto de pagar el tributo estaba revestido de todo un ritualismo religioso. "Los pueblos - dice el Popol Vuh- hacían primero sus sacrificios ante Tohil y después iban a ofrecer sus respetos al Ahpop y al Ahpop Camhä. Luego iban a presentar sus plumas ricas y su tributo ante el rey. Y los reyes a quienes sostenían eran el Ahpop y el Ahpop Cama, que había conquistado sus ciudades" (Recinos 1975: 146) La religiosidad que impusieron a los pueblos, en fin, llegó a extremos mayores, al obligarlos a creer que sus señores eran dioses o hijos de dioses (Recinos 1950: 245; 1975: 146; Carmack: 1979:69).
La estructura social quicheana fue pues una relación entre tributarios y señores --el parentesco juega un rol determinante en ambos casos en la que los primeros con una tenencia indirecta de la tierra, debían tributar a sus señores a través de un mecanismo complejo de con trol. En este mecanismo la religión en la que el sacrificio humano era la principal manifestación y las armas fueron los pilares fundamentales.
LUCHA POR LA HEGEMONÍA Durante el siglo XV se consolidó el Señorio Quiché. Pero no había terminado aún de imponer su hegemonía, cuando ya tenía problemas. Fueron los de ILOCAB los primeros en rebelarse, al ver como los NIMA QUICHÉ se quedaban con los principales puestos del poder. En efecto, a ellos no se les había permitido tener Casa Grande -NIM JA-. "Sólo dos tenían casas grandes, dice el Popol Vuh, las dos ramas de la familia -los quichés y los Tamub-" (Recinos 1975: 137). La rebelión, sin embargo, no prosperó, sino que fue aplastada. El Popol Vuh relata con lujo de detalles la forma en que fue sofocada la rebelión: "Sólo llegaron a morir, fueron capturados y cayeron en cautividad y no fueron muchos de ellos los que lograron escapar. En seguida comenzaron a sacrificarlos, los de Ilocab fueron sacrifi cados frente el Dios, y éste fue el pago de sus pecados por orden del rey Cotuhá Muchos fueron también los que cayeron en esclavitud y en servidumbre, sólo fueron a entregarse y ser vencidos por haber dispuesto la guerra co ción y a contra los Señores y contra la ciudad. La destrucción y la ruina de la raza y del rey Quiché era lo que deseaban sus corazones, pero no lo consiguieron. Allí creció el temor a su Dios, sentían terror y se llenaron de espanto todas las tribus, grandes y pequeñas, que presenciaban la llegada de los cautivos, los cuales eran sacrificados y matados por obra del poder y señoría del rey Cotuhá, del rey Iztayul y los de Nihaib y de Ahau Quiché" (Idem). No había pasado mucho tiempo de esta sublevación, cuando nuevamente surgieron discordias entre el sector dominante quiché por el acaparamiento de poder. Las disensiones fueron entre los que componían el grupo NIMA QUICHÉ-los Caveck, Nihaib y Ahau Quiché-. Y la lucha se concluyó hasta que se amplió y permitió una mayor participación en los pueblos de mando. "Esa fue, pues la causa-señala el Popol Vuh- de que se dividieran y que se volvieran unos contra otros, y se arrojaran las calaveras de los muertos, se las arrojaran entre sí. Entonces se dividieron en nueve familias, y habiendo terminado el pleito de las hermanas y de las hijas, ejecutaron la disposición de dividir el reino en veinticuatro Casas Grandes, lo que así se hizo" (Ibidem: 139).
Hasta este momento las luchas y discordias se daban entre ellos mismos, en cuanto sólo existía el Señorío Quiché en Gumarcaaj. Pero una vez que se engrandecieron al ampliar el número de pueblos tributarios con la conquista del occidente y de la costa sur, las disputas fueron mayores. En efecto, los quichés no quisieron reconocer que sin los Cakchiqueles, no les hubiera sido fácil realizar tales conquistas. Los textos Cakchiqueles sobre el particular señalan: "Los quichés comenzaron la pelea; pero después de empujarlos a la guerra (a los tzotziles) se marcharon, regresaron a sus casas y no quisieron pelear más". (Recinos 1957: 137) "Al amanecer entraron al pueblo y le dieron fuego. No lo conocieron los quichés. Llevaron gran cantidad de riqueza y de dinero, el tesoro del pueblo de Coñá. Y como los quichés de Cavek ocultaron mucha cantidad, los tzotziles y tukuchés los insultaron. Asi fue la primera derrota, cuando los tzotziles y tukuches los vencieron con sus flechas y sus escudos. De esta manera fue el incendio del pueblo por la gente en unión de Quicab. Luego entraron en consulta allí mismo en la ciudad. Primero recogió Quicab los huesos de su padre allí en Cobá. En seguida se trasladaron y juntaron los pueblos conquistados, cuyos. nombres son: Cumatz, Tuhal Vinac, Bahay, Tzimol, el gran pueblo el rey de Zaculeu, el pueblo de Chimekenya, Selahub, que habían del r quemado antiguamente Ah Chiyu y Ah Chi Cakix, Halicy Tabanal. Estos son los nombres de los pueblos que conquistaron los tzotziles y tukuchés" (Ibidem: 145). Los Cakchiqueles fueron pueblos dedicados con exclusividad al ejercicio de las armas desde el principio de la conquista quiché (Recinos 1950). Fueron pues sus méritos los que les permitieron engrandecerse y asentarse muy cerca de Gumarcaaj en CHIAVAR, pues servían como soldados a la defensa del Señorío Quiché (Recinos 1957: 161). Su presencia, sin embargo, no era grata a los herederos del Señorío Quiché, a los hijos de Ahpop Kikab. Estos ambicionaban en forma anticipada el poder real y codiciaban las piedras preciosas, los esclavos y la gente de su padre; por ello se amotinaron y encabezaron una lucha cruenta contra su padre. Pero para poder llevar a cabo sus intentos, tenían que destruir primero al principal baluarte del Ahpop, a los Cakchiqueles (Recinos 1950: 98). La rebelión creció: Y los Cakchiqueles, antes de entrar en combate, aconsejados por Quick Ab, abandonaron el sitio de Chiavar y fueron a fortificarse sobre el monte Ratzamut en IXIMCHÉ donde constituyeron su Señorío (Ibidem: 100). Lo hasta aquí planteado es lo que se deduce de una narración Cakchiquel -Memorial de Sololá- El cronista Ximénez hizo suponer, al respecto, que fue la ambición de mandar la que los emigraron (Ximénez 1965: 59). Tal afirmación viene a complementar el planteamiento anterior porque indica que los hijos del Ahpop tenían razones suficientes para envidiar y desconfiar de los Cakchiqueles. Y aún más sabemos que los Cakchiqueles de Iximché emprendieron en forma inmediata una serie de conquistas.
Los Cakchiqueles sometieron, en efecto, a muchos pueblos poko manes y de la costa sur (Recinos 1950: 103). Mantuvieron a la vez una prolongada lucha contra el Señorío de los Tzutuhiles (Ibidem: 80) y especialmente contra el de los Quichés (Recinos 1957: 133-149). Moti s estas contiendas por el ansia de controlar las regiones más vadas todas estas pobladas y ricas. de El engrandecimiento obligó a los Cakchiqueles a fortificar su centro poder en Iximché para defenderse no solamente de sus enemigos principales los Quichés y Tzutuhiles, sino también de una de sus cualidades, la de los Aguajales, y sobre todo de los pueblos que explotaban. De la gran invasión tolteca, tres grupos fueron los que lograron concretar sus conquistas en los Señorios. Los primeros fueron los Quichés, después los Cakchiqueles y Tzutuhiles. Los tres, a fines del siglo XV, eran grandes enemigos y vivían en continuas luchas porque esa era la única forma de sostener y mantener la base de su señorío: la explotación tributaria de comunidades agrarias. EL FINAL DE LOS SEÑORÍOS QUICHÉS Antes de la llegada de los castellanos a Guatemala existían en el altiplano tres Señoríos Indígenas en contiendas continuas ya con los pueblos que explotaban o ya entre ellos mismos al tratar de quitarse unos a otros los pueblos tributarios. Tal situación no sólo fue favorable, sino que fue aprovechada por los castellanos para conquistar con facilidad estos Señoríos, reduciéndolos primeramente a la esclavitud y después al trabajo servil. Estas luchas, lejos de lo que parece a primera vista por los documentos, no fue encaminada contra las masas indígenas que vivían dispersas por montes y barrancas, sino contra los que habitaban centros urbanos. La lucha, por lo mismo, fue más bien entre las soldadescas que habitaban los poblados, -"únicamente partieron los hombres de la ciudad" dice el Memorial de Sololá (Recinos 1950: 125)- y los castellanos, auxiliados estos últimos por indígenas tlaxcaltecas. La población de la mayoría de las comunidades agrarias, al principio, estuvo propiamente al margen. Su lucha y oposición comenzó hasta que sobre ellos recayó no sólo la explotación de sus antiguos dominadores, sino que también la de los nuevos conquistadores. Las minorías que dominaban los Señores Quichés muy difícilmente pudieron haber puesto resistencia a la soldadesca castellana, ya que ésta por un lado venía mejor armada, y además los Señoríos no gozaban de respaldo popular ni de unidad interna. De hecho, desde los primeros enfrentamientos u una de las ramas componentes del Señorío Quiché -los NIHAIB no sólo se sometieron sino que se prestaron a colaborar con los castellanos para vencer a los Cavek Gumarkaah (Recinos 1957:88, 91-92; Gall 1963: 29). Después de pasada la conquista, la Audiencia premió esta acción con el reconocimiento del Señorío de Momostenango (Recinos 1957: 96-105).
Por si fuera poco la división que se daba dentro del mismo Señorío Quiché, el conflicto que tenían con los otros Señoríos viene a debilitarlos más. Los Cakchiqueles, por ejemplo, enviaron gente armada para ayudar a los Castellanos en la matanza de los Quichés (Recinos 1950: 125). Son los Cakchiqueles, a la vez los que contribuyen a que los españoles sometan a los Tzutuhiles y a los de pan atacar-Escuintla ayudándoles a destruir sus moradas y colaborando en las grandes matanzas (Ibidem 12, 127). Los Cakchiqueles, posteriormente son los que tienen que huir de los Castellanos que los acosaban con la ayuda de los quichés. Los Señoríos Indígenas del Altiplano guatemalteco en poco tiempo fueron vencidos por los Castellanos (1525-1530). Entonces comenzó el verdadero terror cuando los castellanos empezaron a esclavizar, herrando a los naturales, y obligándolos a entregarles y extraerles oro de los ríos (Ibidem: 128, 133-134). Los primeros años de lo que fue el Reino de Guatemala se caracterizaron por la acción de los castellanos de esclavizar a los naturales. Tal situación era caótica porque sólo significaba el enriquecimiento de unos pocos y la disminución creciente de los naturales. Por ello la Corona tuvo que intervenir, imponiendo para el Reino de Guatemala, toda una estructuración política-la AUDIENCIA-. Esta dio inicio a sus actividades liberando a los nativos de la esclavitud, pero sometiéndolos al trabajo y tributo servil a favor de los castellanos (Ibidem: 135, 140). Empezó a estructurarse así en Guatemala el sistema de servidumbre que habría de perdurar hasta muy entrado el siglo X o XX. Con la conquista hispana las relaciones de poder prehispánico terminaron, pero no del todo. Fueron acogidas en la nueva estructuración, ya que lo que interesaba a los Castellanos era un mecanismo de control. Para ello permitieron se conservará la subordinación que las Comunidades agrarias --los macehuales- habían tenido hacia sus "Señores", y los sistemas de parentesco-parcialidades. Esto los antiguos cacicazgos y los últimos les sirvió enormemente en la formación de los barrios de los 1968 Tribal "PUEBLOS DE INDIOS" (Ver en Crespo 1968. Título Caucho y Título Sacapulas). Una vez formados los "pueblos de indios", a los conquista dores sólo les bastó controlar a los "Señores" "Principales" indígenas a través de Cabildos y sobre todo de la Iglesia -Cofradías-. Antes de que se formasen los pueblos de indios" se había ya procedido a "doctrinar" los naturales (Recinos 1950: 140). Y ya en los pueblos organizados, los Curas tenían que ver en todos los aspectos principales de la vida municipal. Por ejemplo en el control de la nueva forma de trabajo (REPARTIMIENTO) y tributo servil (ENCOMIENDA) eran los Curatos los que proveían la principal información con sus registros. de bautismos, matrimonios y defunciones; lo mismo se puede
decir de las fechas para el pago del tributo que era en las fiestas de San Juan y Navidad (AGI: Guatemala 128). Su poder llegaba a poder castigar y cambiar a las autoridades de un pueblo. Las autoridades del cabildo-alcaldes y regidores- y los "princi pales" no tuvieron en el nuevo sistema más que la de ser sumisos servidores de los castellanos, ya que estaban sujetos a un estricto control por parte de los Justicias Mayores y de los Curas. Tales cambios señalan la implantación de una nueva estructura social por haber variado funda mentalmente las antiguas relaciones tributarias. Estos cambios respondieron en el fondo al cambio que se hizo en lo relativo a la tenencia de la tierra. De hecho a las Comunidades agrarias naturales se les sacó de sus montes y barrancos para concentrarlos en poblados. Con ello desapareció la libertad que disponían antes para trabajar las tierras en que vivían. Desde entonces tuvieron que trabajar en las tierras ejidales de los poblados o en tierras pedidas en alquiler a sus "principales" o a castellanos para poder producir no sólo lo que les era indispensable para subsistir, sino que sobre todo el tributo que debían pagar al Común del Pueblo y al Encomendero (Recinos 1950: 153, 185, 196). La reducción de los naturales a poblados fue una política que hizo aflorar el verdadero sentido de la forma de tenencia de la tierra prehispánica. La tierra con la conquista comenzó, en efecto, a tener dueños directos -ni indirectos como era antes-. El reconocimiento de cacicazgos por parte de la Audiencia no significó otra cosa que el de adjudicarlos en propiedad a la antigua clase dominante parte de la tierra que había estado bajo su jurisdicción cuando sus Señoríos. La conquista hispana en Guatemala vino a ser más benigna con la mayoría de los sectores dominantes prehispánicos que lo que ellos habían sido cuando conquistaron el Altiplano. La mayor parte de ellos en efecto, conservaron sus antiguos privilegios y llegaron a constituir la ARISTOCRACIA NATIVA que, fundiendo sus intereses con los de la ARISTOCRACIA CRIOLLA, prosiguió dedicada a la explotación de la mayoría de los naturales.. CONCLUSIÓN Hemos tratado de explicar, a lo largo de esta exposición, cómo el surgimiento de los SEÑORÍOS QUICHÉS no fue otra cosa que el establecimiento en el Altiplano guatemalteco de estructuras despóticas tributarias. Los datos que hemos manejado así lo indican. La unidad dialéctica campo-ciudad nos mostró en el fondo la relación entre comunidades agrarias y teocracias militares urbanas, en la que los primeros constituyeron la base y la posibilidad de ser de los segundos. Con la conquista castellana tal unidad dialéctica se transforma al implantarse predominantemente, por un lado, la propiedad privada de la tierra-disminuyendo consecuentemente las tierras para el común de las gentes-, y por otro al establecerse la
obligación de los naturales -exceptuando a los "principales"- a trabajar en las tierras de los nuevos poseedores. La relación ya no fue entonces TRIBUTARIA sino SERVIL Los SEÑORÍOS QUICHES desaparecen y se inicia en el proceso histórico del pais "LA PATRIA DEL CRIOLLO".
CAPÍTULO 5 CARÁCTER DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA* El descubrimiento de América fue una empresa llevada a cabo por comerciantes y navegantes del mar Mediterráneo. Realizado en la época de los grandes descubrimientos geográficos, tuvo por móvil hallar una nueva ruta al Oriente Asiático, rica en especias. Las especias eran tan necesarias para el consumo de los europeos del siglo XV, como el petróleo, el hierro y el estaño para la gran industria de nuestros días. Grandes sumas de dinero y millares de hombres se movilizaban para obtenerlas. Constantinopla, Venecia y Génova debieron su predominio comercial principalmente al tráfico de la especiería, que se vio entorpecido en 1291 por la pérdida de la fortaleza de San Juan de Arce (en Sierra, a orillas Rodolfo Puiggros. De la Colonia a la Revolución, s/e, 1986, pp. 9-38. Entendemos aquí el descubrimiento de América como acto de incorporación del Nuevo Mundo al orden social imperante en aquel entonces en Europa. Prescindimos, por ende, de la cadena de viajes a nuestro continente que se inició mucho antes, tal vez en los siglos VII y IX, cuando los normandos fundaron colonias ubicadas entre el Viejo y el Nuevo Mundo. El hallazgo de un continente desconocido no explica la trascendencia histórica del descubrimiento de América. No basta enunciar el hecho: es menester vincularlo a la expansión de un orden social determinado. Hoy no cabe duda de que Colón no fue el primero en llegar a nuestro continente. *Las especias (clavo de olor, pimienta, azafrán, etc.), lo mismo que el aroma y el azúcar, llegaron a ser de consumo general entre los europeos por diversas razones: la falta de pastos en invierno que obligaba a conservar la carne y otros alimentos un tiempo más que prudencial y sazonarse con fuertes condimentos, la ausencia de hábitos de higiene en las personas de todas las categorías sociales y de obras de salubridad en los centros urbanos que se paliaba mediante perfumes intensos, el refinamiento en el gusto que se despertó después del retroceso de la primera Edad Media ya raíz del contacto con el Oriente, etcétera.
del Mediterráneo) y el avance de los árabes a lo largo del norte de África y oeste de Asia, hasta embotellar el comercio europeo y aislarlo del Oriente. Al caer Constantinopla en poder de Mahomet Ii en 1453 completo el cerco terrestre. El amplio horizonte geográfico y económico que las Cruzadas habían abierto a Europa desaparecía tras el pendón sectario de los súbditos de Mahoma. "Los cristianos no logran que flote en el Mediterráneo ni una tabla", decia Ibn-Kaldun.
La presencia de los magiares en los valles del Danubio y de los eslavos a orillas del Elba y el Saale hacía más riguroso el encierro. La sociedad europea, preñada de fuerzas productivas por nacer, necesitaba expandir su comercio hacia el Oriente para dar el gran salto cualitativo que preparaba desde siglos antes y que la sacaría para siempre de la primitiva Edad Media, de los tiempos carlovingios, cuando la tierra era la única fuente de recursos y los feudos vivían aislados entre sí, como los mundos-átomos de Leucipo y Demócrito. Antes de encontrar la ruta marítima al Oriente Asiático y, al intentarlo, desc unos continentes insospechados, los europeos, acuciados por la necesidad, madre del ingenio, inventaron o asimilaron una serie de medios técnicos que fueron el comienzo de su notable superioridad y el arma con que su civilización se impuso al orbe entero. La imprenta de caracteres móviles, grabados y fundidos en plomo, reemplazó a la antigua escritura a mano, sobre papiro o pergamino, y puso al alcance del vulgum pecus, en millares de ejemplares de libros y periódicos, los conocimientos. y pensamientos ocultos en la torre de marfil de abadías y conventos, reservados a una ínfima minoría que en adelante no pudo contenerlos ni con el Index ni con la censura previa. La pólvora, introducida por los árabes o inventada por el monje inglés Roger Bacon o el benedictino alemán Bertoldo Schwarz, revolucionó el arte militar y, al permitir el ataque a distancia, puso uno de los cimientos de grandes ejércitos nacionales de la burguesía, con gran indignación de los caballeros feudales que la despreciaban como "arma desleal y traidora", porque destruía el concepto homérico del héroe e incorporaba las masas al combate; el famoso caballero Bayardo decía que "sólo la empleaban hombres sin coraje". La brújula, conocida por los chinos desde la más remota antigüedad, transmitida por los árabes y perfeccionada por el italiano Flavio Gioia, y el astrolabio, de inventor desconocido, dieron a los navegantes los instrumentos para orientarse con certeza y confeccionar cartas geográficas veraces. Portugal, balcón hacia el inconmensurable mar ignoto y bastión de la fe católica, estaba destinado a ser el precursor del descubrimiento de América y de la formación del mercado mundial. Su peculiar situación geográfica lo indicaba para iniciar la amplia maniobra envolvente por la retaguardia del Imperio Árabe que sacaría a Europa de su ensimis a a Jak mamiento, y al liberar su comercio cercanía y asfixiaba, a su vez, a las entonces pujantes e s comunidades del Profeta. Los comerciantes, marinos y misioneros portugueses, inspirados en el alto ejemplo de Enrique el Navegante, fueron trazando, paso a paso, en el litoral africano, una linea de puntos de apoyo que culminó en 1486, cuatro años antes viaje de Colón, al ser arrojado Bartolomé Díaz por una violenta tempestad del primer a la costa oriental de África, doblando el cabo de Buena Esperanza. Si bien hasta 1498 no llegó a Calcuta, aquel descubrimiento inicial demostró la posibilidad de enlazar Europa con la India, navegando hacia el Oriente. Quedaba así quebrado el monopolio del comercio y la navegación que los árabes poseían desde muchos años antes por el mar Rojo, entre el golfo Pérsico y Malaca donde se almacenaban, las mercancías tan codiciadas por los europeos! Lisboa se transformó en el mercado de las especias, y la ciudad más rica del continente.
Todos los esfuerzos de los comerciantes y navegantes del mar Mediterráneo se concentraron en la reconquista del cetro perdido. A la muralla que le oponía el imperio Árabe se sumaron más tarde la hegemonía de Portugal. Fuentes de sordos celos y abiertas armonía y el exclusivismo de las rivalidades. Palabras olvidadas de los sabios de la antigüedad clásica se actualizaron. Junto a las estatuas excavadas en las ruinas de Roma y a la exhumación de la antítesis entre Apolo y Dionisio que daba la más humana inmortalidad a la cultura griega, aparecieron los manuscritos acumulados durante siglos y salvados de la caída de Constantinopla. Comenzaba, para emplear palabras de Federico Engels "la más grande revolución progresista que la humanidad había vivido hasta entonces, una época que necesitaba gigantes y engendró gigantes: gigantes en poder de pensamiento, pasión y carácter, en multilateralidad y sabiduría". Al dar el gran salto hacia el mañana, la humanidad descubre no solamente la redondez total del planeta, sino también las maravillas de un pasado que el presente oscuro había pretendido sepultar para siempre. ¿Era la Tierra redonda como un huevo, piña o pera, o como plato, rodeado de valles, el orbis terrarum concebido por Demócrito antes que por los romanos? ¿Sería cóncava o tendrían razón Anaximiandro, Anaxímenes y Lactancio al darle forma llana y sin antípodas? El hombre despertaba del largo sueño escolástico para replantearse el antiguo dilema entre idealismo y materialismo. Atomistas y autonomistas volvían a toparse en agria disputa alrededor de los textos griegos y latinos. ¿Habría muchos mundos y el todo se compondría de átomos y el vacío, como decía Demócrito y reafirmaron Epicuro y Lucrecio, o los infinitos mundos-los 19.000 que con matemática seguridad calculaban los talmudistas - no responden más que a ese vano pensamiento criticado por San Agustin, y fuera de la Tierra y el Cielo no existía nada? Clemente de Alejandria, discípulo de los Apóstoles y doctor de la iglesia, pudo adormecer a los europeos durante doce siglos con la idea de que " "no es navegable el mar Océano y aquellos mundos que detrás de él están se gobiernan por providencia del mismo Dios" como acota Orígenes en el Pericón, pero la brújula y el astrolabio, la necesidad de romper el cerco arábigo, los viajes de los portugueses y imprenta y la las noticias que se filtraban desde el Oriente, traían la certeza de que Aristóteles no se había equivocado al afirmar que "la Tierra no solamente es redonda, sino que es muy grande y el mar que baña el litoral más allá de las Columnas de Hércules baña también las costas vecinas de la India. Platón ubica su Atlántida también al oeste de las Columnas de Hércules, nombre con que los antiguos distinguían las montañas que forman el estrecho de Gibraltar. Así germinó en las ciudades italianas la idea de la expedición que descubrió la nueva ruta a la tierra de las especias navegando hacia occidente pero tropezando antes con un continente poblado e inmensamente rico, cuya existencia modificaría el curso de la historia. A Cristóbal Colón hijo de aquéllas, cupo la gloria de organizarla y dirigirla. Asociado a los Reyes, Católicos, -interesados en superar a los portugueses y disponer de vías propias de expansión comercial al Oriente-,
logró obtener, el navegante genovés los dos millones de maravedíes que necesitaba. Los funcionarios reales Luis de Santangel y Gabriel Sánchez recogieron de la burguesia de las principales ciudades españolas, por intermedio de la Hermandad, parte de ese dinero, y los mercaderes genoveses Di Negro, Capataly Doria, Riberol, Oria, Catano, Spinola y el banquero florentino De Juanoto Berardi, aportaron el resto. El almirante no ocultó el carácter comercial de su expedición y en su diario de viaje confesaba que en cuanto pisó el suelo del Nuevo Mundo. "estaba atento y trataba de saber si habia oro". Los indios "dan grandes cosas a cambio de otras pequeñas y se contentan con poco o nada", le informaba a Luis de Santangel y agregaba que fundó un fuerte en la Española "para conveniencia de todo tráfico y comercio". La sociedad formada entre los Reyes Católicos y Colón, reconocía a éste el derecho a percibir el décimo de las rentas y derechos que produjeran las tierras descubiertas (más la octava parte de las ganancias de la empresa, siempre que contribuye con la octava parte del costo del cargamento) y procuraba asegurarse el monopolio del tráfico prohibiendo el comercio a los particulares, según lo establecen las instrucciones del 20 de mayo de 1493. Para defender esos privilegios, fundose el 20 de enero de 1503 la Casa de Contratación de Sevilla, destinada a almacenar los artículos que se mandaban a América y "recibir todas las mercaderias e otras co sas que de allá se enviasen a estos reinos, y para que allí se vendiese de ello, todo lo que se hubiese de vender y se enviase a vender e contratar a otras partes donde fuese necesario". Los Reyes Católicos autorizaron a Colón: repartir tierras, construir casas, etc.; pero se reservaban el oro, la plata y demás metales preciosos que se hallaran. El descubrimiento de América extendió y modificó fundamentalmente las rutas comerciales hasta entonces conocidas. Las extendió fuera de los mares Báltico, del Norte y Mediterráneo, donde se concentraba el comercio europeo, y las modificó al orientar a éste hacia el nuevo continente, sin abandonar la importante línea descubierta por los portugueses circunscribiendo el África en viaje al Oriente. La presencia del Nuevo Mundo dio formidable impulso en las sociedades europeas a las tendencias en germen o en desarrollo, al paso del feudalismo al capitalismo, y contribuyó al maravilloso florecer de las ciencias y las artes. América obligaba a volver los ojos a la naturaleza, a creer en la materialidad del mundo, a volcar la fe en el poder de la ciencia y la técnica. Fue un triunfo de las ideas y los intereses de la burguesía, no desmerecido por la revancha que los decadentes feudales se dieron al lanzarse tras el botín de metales, tierras e indios. El Renacimiento y la Reforma recibieron la influencia del gran descubrimiento. Nuevos tiempos se anunciaban para la humanidad. Hasta el trono de San Pedro se vio envuelto en las seducciones paganas del Cinquecento, y si Lutero quemó bulas papales y, al decir de Engels, "barrió el establo de Augías de la Iglesia", también "creó la prosa alemana moderna, compuso el texto y la melodía de ese coro triunfal que fue la Marsellesa del siglo XVI". El pensamiento investigador enfrentaba heroicamente al dogmatismo metafísico, y la ciencia recibía las palmas del martirio que durante siglos no pertenecieron más que a la religión. Mientras en Italia, Inglaterra y otros lugares del
Viejo Mundo se disolvía la servidumbre, la Vida de los Santos se esfumaba en una cultivada leyenda; para ceder pasos a la conciencia práctica de la burguesía adolescente que se afirmaba con los grandes descubrimientos científicos y el sacrificio de hombres superiores que opusieron la humana verdad a la divina mentira, como Copérnico y Galileo, Servét y Vesalio. Los dogmas anquilosados de la escolástica y los prejuicios fariseos impuestos por los arquitectos del alma feudal eran atacados desde múltiples ángulos y por múltiples medios: Erasmo de Rotterdam con su sátira demoledora, Rabelais con la risa ("pour se que rire est le propre de l'homme") Montaigne con el buen sentido de la experiencia; ("il n'est desir plus naturel que le désir de connaissance") Leonardo da Vinci con su genio universal. Fue en la aspiración a una sociedad ideal, comunitaria e igualitaria, colocada atrás del feudalismo y del capitalismo, puesto que se proyectaba al margen del desarrollo histórico, donde más evidente se hizo la presencia de América. Renovó la añoranza de la Edad de Oro, tan alabada por Ovidio en sus Metamorfosis y por Virgilio en sus Geórgicas en los tiempos finales de la conquista, el hidalgo manchego la recordó al soltar con toda la voz su famoso discurso a los: cabreros, mientras miraba atentamente un puñado de bellotas: "Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanza en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos s palabras de tuyo y mío" Montaigne en su ensayo dedicado a los caníbales, recogió el relato de un "hombre simple y grosero, que es una condición adecuada para hacer verosímil el testimonio", sobre lo que vio durante su morada de diez o doce años en el Nuevo Mundo, y deducía que las comunidades indígenas no eran "bárbaras y salvajes", a no ser en la medida "llamamos salvajes a los frutos que la naturaleza produce, de sí misma y de su desarrollo ordinario... no modificados por nuestros artificios y desviados del orden común". Decía que esas comunidades sobrepasaba la locura que "no sólo las pinturas de la edad de oro de la humanidad embellecidas por la poesía, sino también el conjunto de fantasías que los hombres pudieron imaginar para fingir una vida dichosa". Afirmaba que Platón su república muy inferior a la perfección de esos pueblos. Los utopistas de los siglos XVI y XVII invirtieron la República: de Platón y De civitate dei ("La ciudad de Dios") del obispo de Hipona al colocarlas sobre la Tierra y pensar en el Nuevo Mundo. El canciller Tomás Moro (1478-1535), quiso convencer nada menos que a Enrique VIII de Inglaterra de del de que con su isla Utopía, inspirada en la descripción d continente americano por Américo Vespucio, pondría fin al "excesivo número de o en el cadalso su ingenua cont de anza. del los demás les zánganos Ociosos que viven del trabajo y del sudor y pagó en el a confianza. Otro canciller Reino Francis Bacon (1561-1622) precursor del muralismo moderno y de las ciencias experimentales, llamó La Nueva Atlántida a su utopía científica, ubicada ubicada en el Nuevo Mundo y regida por un sabio legislador, ad a sueño que le costó un largo encierro en la Torre de Londres. No mejor suerte corrió Tomás Campanella (1568-1639), monje calabrés que declaraba haber nacido para luchar contra tres vicios: la tiranía, la sofística y la hipocresía. Durante sus veintisiete años de cárcel compuso. La ciudad del Sol, diálogo entre el Gran Maestre de la Orden
de los Hospitalarios y un almirante amigo suyo, cuya nacionalidad genovesa denunciaba a Cristóbal Colón; Taprobana se llamaba el lugar en que Moro hacia desembarcar a Rafael Hytlodeo antes de llegar a Utopia. Taprobana era también el nombre de la región a que arribó el almirante: la obra de Campanella, y Taprobana o Trapalanda aparecía como la ansiada "Ciudad del Sol" o de "los Césares" que los conquistadores buscaban, una vez exhaustos los tesoros de los aztecas y de los incas. América inspiró los proyectos reformistas del obispo Berkeley (1685-1753), idealista subjetivo que combatió al materialismo y en su Alción reunió experiencias recogidas durante su residencia en Rhode. Island; el Cándido de Voltaire, con aquel maravilloso rincón del Nuevo. Mundo -El dorado- inmune a la maldad de los hombres; la vuelta a la naturaleza de Rousseau; la interpretación del desarrollo de la sociedad humana en La scienza nuova de Vico; muchas páginas de El espíritu de las leyes de Montesquieu y, en general, las reflexiones de filósofos y sociólogos. que avalaron la trascendencia de América, ya fuera para idealizar las sociedades indígenas o para despreciar su estado de salvajismo. El aná lisis, más tarde, de la composición interna de esas sociedades confirmó definitivamente la idea de que toda la humanidad pasó por una etapa previa a su división en clases, la comunidad primitiva, en la cual los "que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mio" como decía el inmortal Quijote. La ambición cumplida de los comerciantes y navegantes del mar Mediterráneo tuvo consecuencias en el desarrollo de las sociedades europeas que nunca ellos pudieron imaginar. Europa no dio a América su organización social, su pensamiento y su técnica, sin recibir de ella un poderoso influjo, que conduce a la unidad del mundo como fundamento de la fraternización de la humanidad. 1) LOS PORTUGUESES EN LAS INDIAS, EL TRATADO DE TORDESILLAS: ESPAÑA Y PORTUGAL SE REPARTEN EL NUEVO MUNDO Inmediatamente después del regreso de Colón, en 1493, los Reyes Católicos adoptaron las medidas necesarias para asegurarse todos los derechos sobre los territorios descubiertos, y por descubrir, gracias al intrépido genovés. Acudieron al Papa Alejandro VI, que, por ser español de nacimiento, estaba en buenas disposiciones con relación a ellos, y el mismo año obtuvieron una bula que otorgaba a España todos los territorios situados a cien leguas al oeste de las Azores y de las islas de Cabo Verde, obteniendo con ello una magnífica victoria diplomática. No habían contado con los portugueses. El rey Juan II elevó su correspondiente protesta que señaló el comienzo de unas prolongadas negociaciones entre ambos países hasta que por fin pudieron llegar a un compromiso. En 1494, por el célebre tratado de Tordesillas, Juan reconocía los derechos de España sobre los países de Occidente, cond aunque trasladando la línea de demarcación desde 100 a 374 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, reconociéndose como pertenecientes a la esfera de influencia de Portugal las tierras y mares situados al este de dicha
línea. Ello representaba una diferencia trascendental: más tarde advertía que aquella cláusula concedía a los portugueses derechos sobre ciertas comarcas del continente americano, el Brasil, en primer lugar. Concertados los acuerdos con España, los portugueses comenzaron a explorar la parte del mundo que les había sido asignada. Equiparon una expedición que debía dirigirse hacia el este, tras las huellas de Bar omé Diaz, y alcanzar su objetivo máximo, la India. Con todo, Juan II tolomé no pudo asistir a la realización de sus grandiosos proyectos. Murió en 1495, dejando el trono a Manuel I, a quien la Historia califica con el sobrenombre de Afortunado, porque durante su reinado Portugal obtuvo sus mayores triunfos como potencia colonial. En 1494, el Papa Alejandro VI había obligado a los españoles y a los sa firmar el Tratado de Tordesillas que trazaba los límites sos a territoriales e entre España y Portugal: todo lo que se descubriría al oeste del meridiano (América menos Brasil) pertenecería a España y al este (Brasil y África), a Portugal. Obviamente, este Tratado desagradó mucho a Obvia aterra y Holanda porque les prohibía obtener una parte a Francia, Inglaterra y la riqueza del Nuevo Mundo. Ahí tienes algunos extractos de este Tratado: "Ferdinand e Isabelle, por la gracia de Dios, Rey y Reina de Castilla, León, Aragón, Sicilia, Granada, Toledo, Galicia (...). Así pues, altesse, el sérénissime el Rey de Portugal, nuestro gustado hermano bien, nos envió a sus embajadores y mandatarios (...) con el fin de establecer, tomar nota y ponerse de acuerdo con nosotros (...) sobre lo que pertenece al uno y al otro del océano que queda aún por descubrir. Sus altesses desean (...) que se trace y que se establezcan sobre dicho océano una frontera o una línea derecha, de polo a polo, a saber, del polo ártico al polo la Antártida, que esté situada del norte al sur (-) a tres ciento setenta leguas de las islas de Cabo Verde hacia el oeste (...); el Rey de Portugal descubrirá todo lo que hasta entonces se descubrió o en el futuro y sus buques, islas y continente, desde dicha línea como establecida arriba, al dirigirse hacia el levante (...) pertenecerán al Rey de Portugal y a sus sucesores (...). Y así, todo lo que, islas y continente (...), ya se descubre o se vendrá a ser descubierto por el Rey y Reina de Castilla y Aragón (...), desde dicha línea (...) yendo hacia el poniente (...) pertenece a los mencionados el Rey y Reina de Castilla (...)." La división del Nuevo Mundo entre españoles (a la izquierda del meridiano) y portugueses (a la derecha del meridiano). Firmado el 7 de junio de 1494 entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal, bajo los auspicios del Papa Alejandro VI, luego confirmado por el Papa Jules II, fijaba una línea de demarcación en aproximadamente 2,000 km al oeste de las islas del Cabo Verde: los territorios situados al este de esta línea, conocidos y desconocidos, se asignan a Portugal, los del este en Castilla. A veces llamado "tratado de distribución del mundo"," venía a regular, después de los Tratados de
Alcacovas (1479) y Toledo (1480), la rivalidad de los dos países ha sido contratada en "Grandes descubrimientos". El 4 de mayo de 1493, el Papa Alejandro VI Borgia (de origen espa ñol), en la línea burbuja que iba de un polo y que pasaba a 100 leguas al inter Caetera, había fijado el trazado de una primera “línea de marcación” oeste de Azores y del Cabo Verde. Considerando su ámbito demasiado limitado, los portugueses habían protestado y se prorrogó la línea imaginaria a 370 leguas. El Tratado de Tordesillas hacía del Atlántico Sur un mar portugués, el control de la carretera del Cabo y también la libre ejercía Portugal el navegación hacia el oeste, hacia tierras de las que se sospechaba de la existencia. Por ello Brasil, descubierto por Pedro Álvares Cabral en 1500, se volvió portugués. Los intereses de Francia e Inglaterra, otros países ribereños del Océano, no se tienen en cuenta en esta división del mundo que no aceptan. Por eso durante varios siglos las guerras coloniales van a sucederse. 2. CARÁCTER DE LA CONQUISTA DE AMÉRICA Colón obtuvo el apoyo de los Reyes Católicos para su empresa no sólo con el objeto de que le sirvieran de intermediarios para arbitrar los medios de armarla, sino también para no ser instrumento de los mercaderes que la financiaron y asegurarse las ventajas materiales del descubrimiento; pero no tardó en ser desplazado por la burocracia feudal de la Corte, y el disfrute del Nuevo Mundo pasó a manos exclusivas de sus reales socios. Tal ha sido siempre la ley de la sociedad dividida en clases: los iniciadores, los descubridores, los inventores son burlados e inmolados por los otros, por los que niegan o dudan primero y se apropian de todo después. La burguesía comercial de las ciudades españolas e italianas tendió, sin proponérselo, el puente por el cual el feudalismo se trasplantó de España a América. Su ambición se circunscribe a obtener grandes ganancias del tráfico mercantil con lejanas comarcas, pero los señores feudales le salieron al paso cuando se supo que en el Nuevo Mundo había algo más que viles objetos de consumo directo y se le ofrecían tierras, indios y metales a manos llenas. Colón resultó víctima de las felonías de cortesanos interesados en trastocar el sentido del descubrimiento de empresa comercial en conquista feudal. Es muy importante puntualizar desde un comienzo tal substitución de la finalidad puramente comercial del descubrimiento por el ímpetu feudal de la conquista para llegar a una interpretación correcta de los orígenes de la sociedad iberoamericana. Hay actualmente una falsa tendencia a incluir la colonización de Amé rica por España entre las formas expansivas del capitalismo europeo, sin comprender que fue, por el contrario, una transfusión de sangre que recibió el retrasado o no realizado del todo feudalismo en España para no perecer ante el empuje de la burguesía. España debe al descubrimiento de América la grandeza de su monarquía feudal y la decadencia de su capitalismo incipiente.
América debe a España su incorporación al proceso general de desarrollo de la humanidad, a través de un feudalismo agonizante en la época del nacimiento del capitalismo. Algunos investigadores confunden el capital comercial que, como lo demostró Marx, actúa en los regimenes precapitalistas (esclavitud, feudalismo) con el capitalismo propiamente dicho (trabajo asalariado, desarrollo de la economía mercantil y de la manufactura) que es la anti tesis del feudalismo. Deducen, por ejemplo, de la existencia de grandes compañías comerciales, como la de las Indias Occidentales Holandesas, o de la expansión del comercio a Iberoamérica, la îndole capitalista de la colonización, a la que le niegan, más o menos abiertamente, su carácter feudal, o tratan de conciliar feudalismo y capitalismo, haciendo desa parecer su naturaleza imborrable mente antitética. Cuando el "oscuro y poco conocido" hijo de un cardador de lana de Génova importunaba a la corte española con su idea fija del viaje a las Indias por Occidente, los Reyes Católicos acababan de llevar una guerra sin cuartel contra la nobleza insurrecta, a fin de unificar a España bajo el cetro de la monarquía. Castillos y palacios fueron arrasados, se prohibió la construcción de fortalezas, se ajustició y deportó a muchos nobles y se expropiaron grandes extensiones de tierra que pasaron al patrimonio real. La burguesía de las ciudades hizo de puntal de la monarquía en esa lucha contra la nobleza. Los señores feudales quedaron reducidos a cortesanos, pero, no tardaron en reaccionar: sujetos a la corona, procuraron ponerla a su servicio y obligarla a romper con la burguesía. Con la reconquista de los territorios ocupados por los moros, el rechazo de los ejércitos franceses y portugueses que invadieron España, la expulsión de los judíos y la instauración del Tribunal del Santo Oficio, sucesos contemporáneos del viaje de Colón, se vivifico el poder de la nobleza alrededor del trono. La participación de la burguesía en la financiación de la empresa del descubrimiento estuvo determinada por la lucha interna entre burguesía y nobleza por el dominio del Estado, y mientras la segunda se negó a apoyar al plebeyo genovés en su audaz obsesión y luego lo sacrificó, la primera veía en el viaje temerario una brillante posibilidad de acrecentar su poderío económico y político, salvándose de la persecución y la ruina. La interpolación de América entre Europa y Asia modificó tales perspectivas: en vez del tráfico de la especiería, que esperaba la impaciencia de los comerciantes, aparecieron tierras, indios y metales preciosos para los nobles y sus secuaces. Si bien el descubrimiento de América fue, como hemos dicho, un triunfo de las ideas y los intereses de los comerciantes, su conquista dio aliento a la nobleza española para aplastar a la revolución de la burguesía. Los teólogos de Salamanca, que tan empecinadamente se opusieron a los proyectos de Colón, se vieron impelidos en lo sucesivo a readaptar las viejas y fantásticas concepciones feudales a la presencia del Nuevo Mundo que las desbarataba. "Descubrieron", entre otras simplezas, que América era conocida desde los tiempos de Cristo y, por lo tanto, que sus habitantes estaban dentro de la tradición bíblica. Con los nuevos dominios ultramarinos la monarquía dispuso de formidables recursos financieros. Sus ingresos aumentaron treinta veces en los primeros seis años del reinado de Carlos V; el quinto
que le correspondió por el rescate de Atahualpa ascendió a 600 millones de pesetas. Según datos de Becker y González, en el medio siglo comprendido entre 1509 y 1550 ingresaron en la Casa de Contratación, oro, plata y piedras preciosas por valor de 1.557.308.475 maravedíes. Tan enormes fortunas permitieron a la monarquía independizarse de la burguesía, que había sido su aliada en la lucha contra la nobleza, y someter a ambas, mediante el ataque a sus órganos políticos, los dos pilares de la libertad española: las Cortes y los Cabildos o Ayuntamientos, unas y otro nteriores a los de cualquier otro país de Europa. Carlos V ensayó transformar la monarquía en absoluta, pero para lograrlo tuvo que desvincularse de las fuerzas económicas nacionales y rodearse de banqueros alemanes y flamencos que le adelantaba los ingresos de América y de comerciantes del Norte que pronto sustituyeron a los productores españoles en el abastecimiento, tanto del nuevo continente como de la propia metrópoli. España llegó tarde al feudalismo y prematuramente al capitalismo, y esta contradicción en el tiempo planteó la lucha entre un feudalismo rezagado con posibilidades de expansión y un capitalismo que nacía dispuesto a saltar etapas, lucha que la conquista de América contribuyó a definir a favor de la monarquía absoluta antiburguesa. "Que lo que demasiado pronto crece pronto acaba", dijo alguna vez Goethe. Los ríos de oro y plata que en cantidades fabulosas fluían de América trajeron a España un terrible encarecimiento de la vida y la miseria general de la población, salvo de la monarquía y de los nobles y burócratas que vivían pegados a ella y que después de expulsar a judios y moros cayeron en las garras de prestamistas del norte, como los banqueros alemanes Fuggers. "El rey de España no es más que un particular muy rico en un Estado muy pobre", escribía Montesquieu. y añadiría que Francisco I de Francia, al negarse a financiar el viaje de Colón, "hizo por imprudencia una cosa bien sabía". Los intereses usurarios y de los llamados préstamos "a censo" se multiplicaron varias veces. La abundancia de metálico hambrear al pueblo y enriquecer a los comerciantes y prestamistas extranjeros. Las más importantes ramas de la manufactura-acero, seda, jabón, etc.asi como el comercio de los cereales, pasaron a manos de los genoveses. La paralización de la manufactura y la destrucción del artesanado, la asfixia del comercio interno y el languidecimiento de la agricultura, tuvieron pronto graves repercusiones sociales. Las antiguas hermandades, convertidas en comunidades de las diversas ciudades y poblaciones de la península, organizaron el gran movimiento popular de los comune ros, a cuyo frente aparecian los comerciantes, los artesanos y los nobles desplazados del poder por los caballeros flamencos y borgoñeses que Carlos impuso a su lado al viajar desde Flandes a España. Los partidarios de la reina madre, Juana la Loca, y del príncipe ocupar el trono de Fernando, a quien su abuelo, Fernando el Católico, instituyera en un comienzo heredero al trono, se plegaron al movimiento de los comuneros al sólo efecto de suplantar al nuevo monarca extranjerizante. La lucha quedó planteada, en definitiva, entre el poder real y el poder popular; representado por los Cabildos. Carlos V pretendió ampliar las atribuciones de los procuradores de estos últimos, de modo de convertirlos en simples agentes de la corona, pero Juan de Padilla y Pedro Lasso de la Vega, en nombre del Cabildo de Toledo, iniciaron la resistencia a ese avasallamiento de los
fueros comunales. El monarca, elegido también emperador de Alemania por la dieta de Francfort, dejó el gobierno de España a cargo de un extranjero, el cardenal Adriano de Utrecht, a quien nombró regente y encomendó la difícil tarea de enfrentar a los comuneros. El pueblo español en masa empuñó las armas para salir de la miseria y el hambre a que un rey, que no sabía hablar castellano, y sus ministros extranjeros, que se enriquecen de la noche a la mañana, lo condenaban. Segovia se sublevó, eligió por jefe a Juan Bravo y en medio de la plaza erigió una horca, que se barría y regaba todos los días, para colgar al alcalde Ronquillo, siniestro personaje designado por el cardenal regente para aplicar la más cruel represión. Corrieron en socorro de los segovianos con fuerzas populares el famoso Juan de Padilla desde Toledo y el valiente Juan Zapata desde Madrid. El curtidor Villoría encabezó en Salamanca la insurrección contra los opresores extranjeros. En Medina del Campo los comerciantes se batieron heroicamente al frente del pueblo; tanta fue su combatividad que el general Alonso Fonseca, al servicio del regente, hizo arrojar alquitrán sobre la ciudad y, además de novecientas casas, quedaron reducidos a cenizas los depósitos de mercaderías nacionales y extranjeras mayores de España, donde se realizaban tres ferias, anuales de renombre en toda Europa. Poco importaba al círculo áulico la destrucción de tantas riquezas, fruto del trabajo de los españoles, si sabía que en América estaba el cuerno de la abundancia. El incendio de Medina del Campo sólo consiguió extender la insurrección popular al resto de la península y en Ávila se formó la Junta Santa, elegida por una asamblea en la cual predominaban los artesanos y plebeyos, cuya presidencia asumió Lasso de la Vega, mientras Juan de Padilla tomaba el mando de las tropas de las comunidades. Al llegar a esta altura del levantamiento popular, todas las fuerzas de la reacción feudal se unieron, porque "la: revolución ya no se limitaba a la reforma de los abusos y a la defensa de los derechos del pueblo contra los ataques y usurpaciones de la corona, sino que tendia también a cercenar los privilegios de la nobleza y el poder de la clase aristocrática". La nobleza del partido anticarlista traicionó al pueblo, y la reina Juana, cautiva en el castillo de Tordesillas, se negó a aceptar el trono que le ofrecían los comuneros. Una vez que ese sector de la nobleza consiguió la destitución de Adriano de Utrecht y selló un compromiso con el rey, introdujo una cuña en el movimiento popular: Padilla fue reemplazado por Pedro Girón, hijo del conde de Ureña. Lanzadas unas regiones contra otras por las intrigas de los nobles, anarquistas las comunidades, poco pudieron hacer Padilla, Bravo y Maldonado para evitar la derrota que el 23 de abril de 1521 les infligió "la flor de la nobleza castellana" en los campos de Villalar. Los tres murieron degollados y sus cabezas fueron expuestas en la picota como escarmiento. Villalar se produjo en el momento culminante de la conquista del América. Los nobles se fortalecieron con las "riquezas de signo" (oro y plata) que ocuparon el lugar de las "riquezas naturales". La revolución. democrático-burguesa sufrió en España un golpe mortal. Carlos V se convirtió en el abanderado de la reacción europea.
Las ciudades perdieron uno a uno todos sus fueros y los cargos. antes electivos de sus Consejos Municipales se vendieron públicamente. o se otorgaron por gracia del monarca. Los elementos progresistas y avanzados, que daban vida al comercio y la industria, fueron cruelmente perseguidos. Un millón de moros, en su mayoría dedicados a la manufactura textil, tuvieron que abandonar la península en menos de medial centuria. Para ingresar a los gremios se exigió certificado de pureza de sangre, lo que cerraba sus puertas a moros, judíos y conversos. Los campesinos endeudados dejaban las tierras o eran arrojados de ellas por la fuerza pública. La pequeña nobleza, que vivía del tributo de los campesinos, se empobreció rápidamente y emigró a América, el latifundio se extendió por doquier. Secas las fuentes de producción nacionales, el mercado interno pasó a depender de la industria extranjera. Expulsados judíos y moros, abandonada buena parte de las tierras, la conquista de América, a la vez que llenaba de riquezas al rey y su burocracia corte sana, prolongaba un feudalismo estéril y reaccionario que mataba en flor al capitalismo naciente en la península. Las esperanzas puestas por la burguesía española en el viaje de Colón perecieron sofocadas por los cargamentos de metales y piedras preciosas saqueados a Atahualpa y Moctezuma. Sofocada la insurrección popular interna, nada impedía a los nobles proseguir con el disfrute de América. Sentían, y lo eran en verdad, los continuadores de aquellos que lucharon contra los moros y engrosaron los ejércitos de las cruzadas. Toda empresa feudal europea, ya sea en el norte contra los eslavos, en el este contra los turcos, en el oeste contra los sajones y germanos y en el sur contra los árabes, ha sido llevada adelante con el signo de la cruz. La conquista de América formó parte del proceso general de expansión del feudalismo y lo salvo de una muerte segura. España volcó en América los elementos del régimen feudal en descomposición. El poder de la monarquía se afianzó al entregar a sus vasallos vastos territorios, cuantiosas riquezas y millares de seres humanos sometidos a las durezas y crueldades de la servidumbre. Al nuevo continente emigró una parte de la nobleza española a ocupar altos cargos burocráticos y recoger los tesoros almacenados en opulentos imperios. Cruzó el océano, junto con ella, una muchedumbre de hidalgos empobrecidos, de campesinos desalojados de sus tierras, de soldados de los ejércitos feudales disueltos al crearse el ejército real y el servicio militar obligatorio y de artesanos y comerciantes cuya existencia era difícil o imposible en la península. América o la horca: he aquí la disyuntiva que la monarquía ofrecía a los revolucionarios españoles del siglo XVI 3. LA DOCTRINA DE LA CONQUISTA La conquista de América se introdujo durante el siglo XVI en el desarrollo histórico-social de España y lo desvió del rumbo que le imprimían las causas internas. No es posible desconectar la derrota de Villalar que aplastó a la burguesía y tardó varios siglos la revolución democráticoburguesa en España - del rácter que tuvo la conquista de las tierras y los indios del Nuevo Mundo por los hidalgos que vencieron a los comuneros. No animaba a los conquistadores la defensa de los derechos del pueblo, la reforma de la sociedad, el ataque a los privilegios de nobles y monarcas. Esos grandes principios de la revolución democrática fueron condenados a muerte y
ejecutados junto al castillo del señor Juan de Ulloa, al ser degollado el comunero Padilla. Los conquistadores se arrojaron sobre América para apoderarse de sus inmensas riquezas y disponer de siervos y vasallos. Asieron con gigantesca energía la oportunidad de expandir el feudalismo, adaptándolo a las nuevas condiciones históricas. Los más audaces de ellos eran hombres plebeyos, de baja alcurnia, movidos por la ambición de ostentar títulos de nobleza, recibir vasallaje y tener fortuna, y dispuestos a llegar al heroísmo para conseguirlo. Poco importaba que fueran iguales a Juan, Pedro y Sancho los que murieron en las comunas, si la desilusión por la derrota de la causa del pueblo los convertía en abanderados de la causa de la monarquía y la nobleza. El feudalismo español encontró en América millones de nativos sobre cuyas espaldas descargar el peso de todas las faenas. El feudalismo descansa en la servidumbre. Su expansión por el mundo se caracteriza históricamente por la transformación de los miembros de sociedades organizadas en un régimen social más atrasado en siervos de un régimen social más avanzado impuesto por los vencedores y dominadores de aquellas. América hispana se incorporó a Europa cuando sus hijos pasaron a ser por la fuerza siervos de los conquistadores y vasallos del monarca español, Siervos de hecho y vasallos de derecho. Siervos en los latifundios, las minas y los obrajes, vasallos según la legislación conocida con el nombre de "Leyes de Indias". La historia de las naciones iberoamericanas puede exhibir como exacto epígrafe en la primera página: "En el principio fue la violencia". Los dogmas teológicos y las ideas morales, los principios políticos y las normas jurídicas, se emplearon para justificar y consagrar una conquista que se fundaba en la fuerza, aunque la fuerza tuvo que encauzarse dentro de aquellos dogmas, ideas, principios y normas, no por eso dejó de ser origen y sostén del régimen creado por España en América. La cédula de la reina Isabel del 20 de diciembre de 1503 ordenaba el trabajo forzado de los indios como medio de convertirlos al cristianismo. En las doctrinas filosóficas y morales de los tiempos de la esclavitud o del feudalismo abundaban los argumentos en pro del sometimiento de los indígenas a la servidumbre. Nos referimos únicamente a las más inmediatas a la conquista, a aquellas que la Iglesia y los juristas elaboraron algunos siglos antes con vistas a fijar el tipo de relaciones que el mundo cristiano debía mantener con los infieles. Muchos tratadistas caen en el error de buscar en los fueros y ordenanzas internos de España la explicación del régimen que los conquistadores impusieron a los indígenas del Nuevo Mundo, prescindiendo de las ideas inculcadas por los doctores de la Iglesia y los seglares fieles al Papado acerca de la actitud que el cristiano debía asumir frente al infiel. Enrique de Susa, cardenal obispo de Ostia, llamado el Ostiense por los canonistas, expuso en el siglo XIII (en el siglo de Alfonso el Sabio que asombraba a Europa con sus conocimientos universales) una doctrina que, según lo ha probado el investigador mexicano Silvio Zavala, fue recogida por los Reyes Católicos para resolver el problema jurídico de América, a través de los consejos del jurista Juan López de Vivero Pala dos y Rubios. El Ostiense sustentaba la idea de que,
si bien los pueblos infieles tenían jurisdicciones políticas antes del advenimiento de Cristo, al llegar éste al mundo tales jurisdicciones se le transferían, como señor espiritual y temporal del orbe, de tal modo que sus sucesores, los papas, podían reclamar con derecho el dominio de las tierras y de las gentes de las regiones de infieles. Era la negación, lisa y llana, tanto de la propiedad como de la libertad de los seres que no aceptaran la fe de Cristo, muy de acuerdo con el concepto jurídico feudal que sólo admitía la voluntad individual como agente de la voluntad divina. Los conquistadores se valieron de un escrito, redactado por Palacios y Rubios, como fundamento de los derechos españoles. Después de asegurar que Jesús dispuso que San Pedro fuese superior a todos los hombres, dicha instrucción expresaba que también le permitió que su trono estuviera "en cualquier otra parte del mundo (fuera de Roma), y juzgar y gobernar a todas las gentes, cristianos, moros, judios, gentiles y de cualquier otra secta o creencia que fuesen". A renglón seguido afirma que uno de los Papas, como señor del mundo, había donado a los reyes de España" las islas y tierra firme I mar Océano". El conquistador, una vez que informaba a los Indios de tan curioso título de propiedad y de la no menos legítima donación, les daba tiempo para que reconocieran lo uno y lo otro. Si lo hacían, "vos dejarán vuestras mujeres, hijos y haciendas libres sin servidumbre, para que de ellas y de vosotros hagáis libremente lo que quisieredes e por bien tuvieren"; pero sí se negaban, "o en ello dilación maliciosamente pusie redes", el capitán español pronunciaba la siguiente amenaza: "certificó que con ayuda, de Dios yo entraré poderosamente contra vosotros y vos haré guerra por todas partes y maneras que yo pudiere, y vos sujetarse al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Altezas, y tomaré vuestros bienes, y vos haré todos los males y daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protesto que las muertes y daños que de ello se crecieron sean a vuestra culpa y no de Su Alteza, ni mía, ni destos caballeros que conmigo vinieron". Los indígenas debían quedar pasmados al oír el disparatado requerimiento. Tanto era así que cuando uno de los capitanes de Pedrarias Dávila se lo leyó a los indios de Darién, éstos le respondieron "que el Papa daba lo que no era suyo y que el Rey que lo pedía y lo tomaba debía ser algún loco, pues exigía lo que era de otros; que fuese el capitán a tomarlo y le pondrían la cabeza en un palo, como tenían otras de sus enemigos, que le mostraron". La conquista de México se hizo en base al documento de Palacios y Rubios: Hernán Cortés declaró "rebeldes" -y ordenó la destrucción de sus personas y bienes- a los indios que no obedecieron en un plazo de tres días. Pero fue Atahualpa (también llamado Atabaliba), quien dio a los conquistadores el más elevado ejemplo de dignidad e independencia. El dominico fray Vicente de Valverde se le adelantó, por encargo de Pizarro, a exponerle las razones-o sinrazones-del famoso requerimiento: "Respondió Atabaliba muy enojado -refiere López de Gómara- que no quería tributar siendo libre, ni oír que hubiese otro mayor señor que él; empero, que holgaba de ser amigo del emperador y conoscerle... debía ser gran principe, pues enviaba tantos ejércitos como decían por el mundo; que no obedecerá al Papa, porque daba lo ajeno y por no dejar a quien nunca vio el reino que fue de su padre. Y en cuanto a la religión, dijo que muy buena era la suya,
y que bien se hallaba con ella, y que no quería ni menos debía poner en disputa cosa tan antigua y aprobada; y que Cristo murió y el Sol y la Luna nunca murió, y que ¿cómo sabía el fraile que su Dios de los cristianos creara el mundo? Fray Vicente respondió que lo decía aquel libro, y dióle su breviario. Atabaliba lo abrió, miró, ojeó, y diciendo que a él no le decía nada de aquello, lo arrojó al suelo. Tomó el fraile su breviario y fue a Pizarro voceando: "Los evangelios en tierra; venganza, cristianos, a ellos, a ellos, que no quieren nuestra amistad ni nuestra ley". Y la artillería española desencadenó una tormenta de fuego que dejó pocos indios con vida, sin que ninguno de los soldados de Pizarro fuese muerto o herido. Los resultados de la aplicación de la doctrina del Ostiense, por intermedio del documento que servía de guía a los conquistadores, no se hicieron esperar: al cumplirse medio siglo del descubrimiento de América habían desaparecido los veinte mil aborígenes que poblaban la isla de Cuba, decenas de caciques murieron en la hoguera, siete mil criaturas perecieron de hambre, sin contar ya lo sucedido en el continente mismo, donde algunos gobernadores alimentaban a sus perros con niños indígenas y, según Las Casas, murieron 20 millones de indios a manos de los conquistadores, fuera de los que sucumbieron en las minas. Recurrieron los responsables de tantas crueldades a la desfiguración del carácter de los pueblos indígenas. Para justificar sus tropelías los presentaron antropófagos, endemoniados, con vicios repugnantes, ant extremo, pérfidos y perezosos; aseguraban que tenían ocultos terribles sanguinarios al monstruos en subterráneos, que engordaban a los esclavos antes de comerlos, que despachaban carne humana en sus comercios y otras fábulas espantosas que hacían circular con con la pretensión de disculpar sus propios crímenes. Faltaron a los indigenas americanos conocimientos escritura conquistadores, y de lo que sucedía en a en Europa como para acusar a los no sólo de los atropellos y crimenes de que los habían victimas sino da hecho victimas, sino también de la ejecución de cien mil herejes en los Países Bajos durante glorioso reinado de Carlos V y del asesinato de eato da cincuenta mil familias por el Santo Oficio en España en la misma época. Además, el grosero sensualismo de los capitanes españoles y las disputas entre ellos que generalmente culminan en asesinatos, no ofrecían, por cierto, un cuadro ejemplar del orden de vida que a sangre y fuego. implantaron en el Nuevo Mundo, y daban razón al refrán: "Cosas tiene el rey cristiano que parecen de pagano", Tan equivocada es la idealización que Bartolomé de las Casas hizo de la sociedad indigenta con su rudo estilo -proseguido siglos después por Marmontel, el abate Raynal, Montesquieu y otroscomo la idealización de la conquista española. Ni leyenda negra ni leyenda rosa. Los españoles impusieron por la violencia un régimen social superior al existente en América precolombina. Destruyeron, asesinaron, violaron y robaron en escala pocas veces vista, pero transmitieron los elementos de un género de sociedad que, si bien no era el más adelantado de Europa y estaba en decadencia, poseía notable superioridad sobre el indigena. Tal Vez nada sea tan elocuente prueba de lo que fue la conquista como la comparación de los relatos de los descubridores al llegar a distintos lugares de América con los informes de capitanes y cronistas después de la ocupación de tierras, el saqueo y el sojuzgamiento de millones de seres humanos. Los primeros
pintan el asombro, la bondad y la candidez con que los reciben, les daban alimentos y cambiaban tesoros por baratijas, no faltando autor que recuerda casos en que los blancos hambrientos se comieron a los indios y no los indios a los blancos. La actitud de los indígenas cambió en cuanto los españoles los atropellaron: se resistieron y lucharon, en defensa de sus costumbres, de sus mujeres, de sus dioses, de su patrimonio y de la integridad de sus sociedades. Y si las llamas del "amor ilícito" que encendió la hermosura de Lucia Miranda en los primitivos corazones de los caciques timbúes Mangoré y Siripo inspiraron una tierna leyenda de virtud y heroísmo, ¡cuántos relatos no tan tiernos podrían escribirse de las pasiones que desataron las indias indefensas en los nidos guerreros y colonos españoles! Los indígenas permanecieron en pie de guerra durante la época colonial. Fray Juan de Quevedo, obispo de Darién, informaba al rey que los indios "por el maltrato que les han fechado, donde quiera que venen los Cristianos a mal recabado los matan, lo que antes no osaban pensar". Los cronistas no se limitaron a registrar el aplastamiento de las sociedades precolombinas por los conquistadores, sino que dieron además un falso cuadro siniestro de ellas. Fueron los creadores de la "leyenda negra" de América indigena antes que otros crearan la "leyenda negra" de la conquista hispánica. Aunque los conquistadores se adelantaron a San Ignacio de Loyola al adoptar la divisa Ad majorem Dei gloriam, la violencia no podía ser clima favorable a la propagación de la fe cristiana. Pascal diría más tarde que "quien quiere ser ángel concluye en bestia", llamado al sentido común que ya habían comprendido muchos religiosos que se interpusieron entre conquistadores e indios para evitar los excesos de los vencedores que amenazaban con el exterminio de los vencidos. Las ideas del Ostiense y las normas trazadas por su discípulo, el jurista Palacios y Rubios, no eran las más apropiadas para ganar conciencia al reino de Dios. Fueron los religiosos de la orden que dio tantos inquisidores a la Iglesia y entregó tantos herejes a las hogueras del Santo Oficio, los primeros en alarmarse por las consecuencias que acarreaban las matanzas de indígenas. Al llegar los dominicanos (domini canes en latín o "perros de Dios" en castellano) a la isla de Santo Domingo a fundar un convento, a menos de veinte años del descubrimiento de América, comprobaron que casi la totalidad de la población nativa había sido aniquilada por los guerreros españoles y que 40,000 indios trasladados allí desde las islas Lucayas estaban a punto de correr idéntica suerte. Las protestas de los religiosos ante los gobernadores, la corte y el rey cayeron en el vacío y sus sermones se recibían con burlas por los soldados, pero uno de éstos, Bartolomé de las Casas, impresionado por la horrible realidad de la conquista y ganado por la prédica de los dominicanos, vistió sus hábitos y entregó su vida a la causa de los indios. Ello bastó para que se lo acusara de luterano o de agente de los traficantes de esclavos, por haber propuesto la introducción de negros africanos, como mal menor ante el inminente peligro de exterminio total de los indigenas, error injustificable que rectificó más tarde, pero que no puede ocultar el contenido reivindicador de su campaña a favor de los nativos. No faltaban sacerdotes que, al fracasar sus intentos de catequización, se negaban a aceptar a los indios como seres humanos y los califican de animales, siguiendo la jactanciosa declaración de un cristiano del siglo X: "Los hombres somos nosotros; los demás no son más que cerdos y perros". Las Casas
obtuvo del Papa Pablo III una bula que declaraba a los indios verdaderos hombres, lo que no fue obstáculo para que los curas del Perú persistieron en deshumanizarnos y que en varios concilios (tres en Lima y otros en Arequipa, Chuquisaca, La Paz y Asunción) se debatiera ampliamente el tema. La cruzada de Bartolomé de las Casas, el "padre de los indios", coincidió con el florecimiento en Salamanca de la filosofía expuesta tres siglos antes por otro dominicano, Tomás de Aquino (1225-1274) sistematizador máximo de la ortodoxia eclesiástica. Las teorías del autor de la Summa Theologiae tenían sus comentarios en los doctores dominicanos Francisco de Vitoria, Dominico Soto y Melchor Cano y en el cardenal Cayetano. Las Treinta Proposiciones que Las Casas presentó al Consejo de Indias para su defensa y la defensa de la causa de los indígenas se inspiraban en el tomismo. Basta compararlas con las ideas de la "Summa". Las Treinta Proposiciones, aprobadas y firmadas por cinco teólogos (Miranda, Cano, Mancia, Pedro de Soto mayor y Francisco de San Pablo), destruyen la doctrina del Ostiense y las normas de Palacios y Rubios. Si bien Tomás de Aquino, lo mismo que antes Agustín de Hipona, enseñaba que tanto la jerarquía del orden feudal como el poder espiritual y temporal de la Iglesia eran eternos y totales, establecia cierto compromiso entre la omnipotencia de la Iglesia y el derecho natural, que Las Casas esgrimió en sus Treinta Proposiciones y ahondó en su Tratado comprobatorio del imperio soberano y del principado universal que los reyes de Castilla y de León poseen sobre las Indias. Sus proposiciones pueden resumirse en los siguientes puntos: 1° El Papa otorgó a los reyes de España poder exclusivo sobre América poder de origen divino. 2° Este poder dejaba subsistente los derechos de los monarcas naturales de los indios, 3º Los indios no podían ser obligados ni castigados si se negaban a reconocer la soberanía de los rever de España antes de convertirse al cristianismo. 4° Los indios debían ser convertidos mediante la predicación de la fe y no por la guerra, puesto que la violencia perjudica la causa de Cristo y, al presentar a Dios injusto y cruel, haría que aquéllos se negaran a servirlo. “Hay que atraer a los gentiles con suavidad -decía Las Casas-, pero a los cristianos hay que arrancarles por la fuerza lo que está podrido", repitiendo palabras de Agustín de Hipona en De verbis Domini. Lograba así conciliar las terribles persecuciones de la Inquisición a los heréticos y apóstatas con la mansedumbre que aconsejaban en el trato de los indios. Juan Ginés de Sepúlveda, el cronista real contendor de Las Casas, reunió cuanta mentira espantosa se escribiera de los indios; los acusó de ser “más crueles que los tigres de Hircania, los leones de Getulia y los OSos de Libia", y en su Segundo Demócratas volvió a sustentar las teorías del Ostiense y de Palacios y Rubios. Bartolomé de las Casas –hombre del feudalismo que los indios de toda América reverenciaban como su padre y su esperanza más en la tierra que en el cielo- murió sin haber visto triunfar sus ideas reformistas. Trescientos años después, el ciudadano Henri Grégoire, obispo constitucional de Blois, le rindió público homenaje en el Instituto de Francia. “Muy pocos hombres –dijo–, han tenido la ventaja de llenar una vida tan larga como la suya con servicios tan breves para la humanidad. Los amigos de la religión, de las costumbres, de la libertad y de las letras, deben un tributo de respeto a la memoria del que Eguiara ha llamado el blasón de América y que, perteneciendo a España por su nacimiento y a Francia por su origen,
puede ser llamado con justicia el blasón de los dos Mundos." Pero esto sucedió el 22 de febrero del año VIII, en plena revolución francesa.
CAPÍTULO 6 BASES JURÍDICAS DE LA COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA José Maria Ots Capdequi A. EL DERECHO CASTELLANO, LAS PRIMITIVAS COSTUMBRES JURÍDICAS DE LOS INDIOS ABORÍGENES Y EL DERECHO PROPIAMENTE INDIANO Es sabido que al tiempo de producirse los descubrimientos colombinos existía en España, desde el punto de vista político, una unidad dinástica, pero no una unidad nacional. A pesar del matrimonio contraído por Isabel de Castilla con Fernando de Aragón, seguían estos dos viejos reinos peninsulares manteniendo cada uno de ellos su propia personalidad política y administrativa. En tierras de Castilla, continuaban rigiéndose según las normas jurídicas peculiares del derecho castellano. En los viejos Estados que integraban la Corona de Aragón, se mantenía igualmente la vigencia de sus derechos particulares: aragonés, catalán, valenciano y mallorquí. Navarra, incorporada pronto al reino aragonés, conservaba en aquellos años, dentro de la Península, su condición de Estado soberano e independiente. Estas circunstancias, unidas al hecho de que fuera Isabel la que patrocinan los proyectos descubridores de Colón, explican históricamente que los territorios de las que se llamaron Indias Occidentales quedarán incorporados políticamente a la Corona de Castilla, y que fuera el derecho castellano -y no los otros derechos españoles peninsulares- el que se proyectase desde España sobre estas comarcas del Nuevo Mundo, modelando originariamente la vida de sus instituciones. Pero este Nuevo Mundo, de contenido tan vasto y tan complejo, presentaba características geográficas, raciales, sociales y económicas muy diversas. Tan pronto como se superó la primera etapa insular de la colonización y los españoles se adentraron en tierra continental-Tierra Firme-
, tuvieron que enfrentarse con los aborígenes de estas comarcas, muchos de los cuales vivían dentro de fuertes organizaciones políticas -recordemos, como ejemplos más destacados, los viejos imperios de los aztecas en México, de los Incas en Perú-, cuyas organizaciones, pasado el fragor de la conquista, convenía a los hombres del gobierno de España utilizar, en la medida de lo posible, al servicio de su política colonizadora. Se decretó, por los monarcas españoles, que se respetase la vigencia. de las primitivas costumbres jurídicas de los aborígenes sometidos, en tanto estas costumbres no estuvieran en contradicción con los intereses supremos del Estado colonizador, y por este camino, un nuevo elemento, el representado por las costumbres de los indios sometidos, vino a influir la vida del derecho y de las instituciones económicas y sociales, de los nuevos territorios de Ultramar incorporados al dominio de España. Un tercer elemento, que al cabo hubo de prevalecer sobre los dost anteriormente indicados, se hace pronto presente en la vida jurídica, social y económica de los territorios coloniales hispanoamericanos. Las exigencias ineludibles del nuevo ambiente geográfico, económico y social, hicieron prácticamente inaplicable, en muchos aspectos, el viejo derecho castellano para regir la vida de las nuevas ciudades coloniales. Hubo necesidad de dictar desde la Metrópoli, y aun por las propias autoridades coloniales, con aprobación de los monarcas, normas jurídicas especiales que regularán los problemas surgidos a impulsos de una realidad siempre apremiante y cada vez más alejada de los viejos módulos peninsulares. El conjunto de estas normas constituye lo que se llamó específicamente derecho indiano. Este nuevo derecho, o sea el derecho propiamente indiano, presentó pronto como rasgos más característicos los siguientes: 1. Un casuismo acentuado y, en consecuencia, una gran profusión. No se intentaron, salvo en contadas ocasiones, amplias construcciones jurídicas que comprendiesen las distintas esferas del derecho. Se legisló, por el contrario, sobre cada caso concreto y se trató de generalizar, en la medida de lo posible, la solución sobre cada caso adoptada. 2. Una tendencia asimiladora y uniformista. Se pretendió desde la Metrópoli, primero por los monarcas de la casa de Austria, y más todavía por los de la casa de Borbón, estructurar la vida jurídica de estos territorios con visión uniformadora y tratando de asimilarlos a las viejas concepciones peninsulares. No hay que exagerar, sin embargo, los resultados, ni aun los propósitos de esta politica. La realidad se impuso y unas mismas instituciones adquirieron modalidades diferentes en las distintas comarcas, según el ambiente geográfico, social y económico en que hubieron de desenvolverse. No faltan, por otra parte, en la propia legislación, pre lugar. ceptos dictados con una clara visión realista que admiten la vigencia de las prácticas consuetudinarias aceptadas en cada.
3. Una gran 1 minuciosidad reglamentaria. Los monarcas españoles quisieron tener en sus manos todos los hilos del gobierno de un mundo tan vasto, tan complejo y tan lejano. Lo mismo quisieron conocer de los y grandes problemas políticos y económicos que afectan a todas las Indias o a toda la demarcación territorial de una Audiencia o un Virreinato, que de cuestiones pequeñas que interesaban sólo a una ciudad o a un reducido distrito rural. Comprendían las dificultades que esto ofrecía, y movidos por la desconfianza en sus autoridades coloniales, multiplicaron las instrucciones de gobierno y complicaron extraordinariamente los trámites burocráticos y administrativos. 4. Un hondo sentido religioso y espiritual. La conversión de los indios a la fe de Cristo y la defensa de la religión católica en estos territorios fue una de las preocupaciones primordiales en la política colonizadora de los monarcas españoles. Esta actitud se reflejó ampliamente en las llamadas Leyes de Indias. En buena parte fueron dictadas estas Leyes, más que por juristas y hombres de gobierno, por moralistas y teólogos. Se acusa en ellas, sobre todo al abordar el difícil problema del indio, un tono de plausible elevación moral; pero se desconocen al propio tiempo, o se tratan de soslayar, ineludibles imperativos económicos y sociales. Esta es la causa de que se observe, a lo largo de toda la vida jurídica colonial, un positivo divorcio entre el derecho y el hecho. Una fue la doctrina declarada en la ley y otra la realidad de la vida social. Se quiso ir demasiado lejos en el noble afán de defender para el indio un tono de vida elevado en el orden social y en el orden espiritual, y al dictar, para protegerlo, normas de cumplimiento difícil o imposible, se dio pie, sin desearlo, para que de hecho prevalece en buena parte la arbitrarie dad, quedando el indio a merced de los españoles encomenderos y de las autoridades de la colonia. Este desconocimiento de la realidad, unido a la minuciosidad reglamentarista de los monarcas, señalada anteriormente, explica también una práctica política y administrativa que es necesario tener en cuenta para comprender, en su justa verdad histórica, la vida jurídica de los territorios indios. Con frecuencia apelan las autoridades coloniales, frente a Cédulas Reales de cumplimiento difícil, o en su concepto peligroso, a la socorrida fórmula de declarar que se acata pero no se cumple. Recibida la Real Cédula cuya ejecución no se consideraba pertinente, el virrey, presidente o gobernador, la colocaba solemnemente sobre su cabeza, en señal de acatamiento y reverencia, al propio tiempo que declaraba que su cumplimiento quedaba en suspenso. No implicaba esta medida acto alguno de desobediencia, porque en definitiva se daba cuenta al Rey de lo acordado para que éste, en última instancia y a la vista de la nueva información recibida, resolviese. Y si bien es cierto que al amparo de esta costumbre pudieron cometerse abusos y arbitrariedades por parte de algunas autoridades, no lo es menos que, gracias a ella, pudo dotarse al derecho colonial de una cierta flexibilidad que le era muy necesaria, y que de otro modo no hubiera podido conseguirse dada la tendencia centralizadora de los monarcas y de sus hombres de gobierno.
Cerremos estas observaciones haciendo notar que, frente al derecho propiamente indiano, el derecho de Castilla sólo tuvo en estos territorios un carácter supletorio; únicamente a falta de precepto aplicable en la llamada legislación de Indias, podía acudirse a las viejas fuentes del derecho castellano peninsular. Advertimos, sin embargo, que aun siendo esto así, jugó este derecho castellano un papel preponderante en lo que se refiere a la organización jurídica de la familia y al derecho de sucesión: en cuanto a la influencia positiva que lograron ejercer en la vida de las instituciones jurídicas coloniales las primitivas costumbres de los indios aborígenes que no estuvieran en clara contradicción con los principios básicos del Estado español, es cuestión que no ha sido todavía suficientemente estudiada. Sabemos, no obstante, que dejaron huella considerable en orden a la regulación del trabajo, clases sociales, régimen de la tierra, etcétera, instituciones tan representativas como los cacicazgos, la mita y otras que examinaremos en el momento oportuno. B. CARÁCTER DE LAS EXPEDICIONES DESCUBRIDORAS: EL ESFUERZO PRIVADO INDIVIDUAL Y LA ACCIÓN OFICIAL DEL ESTADO. LAS CAPITULACIONES. POLÍTICA DE POBLACIÓN: LAS ORDENANZAS DE 1573 Se ha dicho, y es una verdad histórica absolutamente comprobada, que el descubrimiento, conquista y colonización de América española fue una obra eminentemente popular. Significa esto que en las expediciones descubridoras predominó el esfuerzo privado, individual, sobre la acción oficial del Estado. El título jurídico que sirvió de base a toda expedición de descubrimiento o nueva población fue la capitulación o contrato otorgado entre la Corona o sus representantes y el jefe de la expedición proyectada. En estas capitulaciones, que recuerdan por su carácter y contenido las viejas cartas de población de la Edad Media castellana, se fijaban los derechos que se reservaba la Corona en los nuevos territorios a descubrir y las mercedes concedidas a los distintos participantes en la empresa descubridora. El estudio de sus cláusulas pone de relieve que sólo en muy contadas ocasiones -los viajes colombinos, las expediciones de Pedrarias Dávila y la de Magallanes- participó el Estado directamente en el costeamiento de los gastos que la expedición origina. Lo corriente es que todos los gastos fueran de cargo del individuo que organizaba la expedición, el cual podía ser al propio tiempo caudillo militar de la misma, o simplemente su empresario o financiador. Esto explica que, en ocasiones, la capitulación se convirtiera en un verdadero titulo negociable y fuera objeto de diversas operaciones jurídicas: ventas, traspasos, permutas, contratos de sociedad, etcétera. En algunos historiadores de la conquista -Bernal Díaz del Castillo: Historia de la Conquista de Nueva España-se contienen a este respecto noticias del mayor interés. No faltaron voces que denunciaron los vicios graves que se de rivaban de este sistema privado aceptado por los monarcas españoles. Recordemos entre otros al licenciado Alfonso de Zuazo y
al P. Las Casas. A pesar de ello, el sistema prevaleció y fue sancionado expresamente en las ordenanzas de Felipe II, de 1573, y en la Recopilación de Leyes de las Indias, de 1680. Pesó más en el ánimo de los reyes de España la economía de gastos para el Tesoro que este sistema implicaba, que las dificultades de carácter político y social que al propio tiempo producía. Las consecuencias jurídicas, originadas por este sistema preponderantemente privado, fueron importantes. La fuente primera y principal del nuevo derecho en los territorios de nuevo descubrimiento, la constituyeron las capitulaciones. Tuvo así este derecho, en sus orígenes, un carácter particularista, porque cada capitulación constituyó el código fundamental -especie de carta puebla o fuero municipal- en el territorio a su amparo descubierto. Por otra parte, la necesidad de recompensar con largueza a los particulares que todo lo ponían y que tanto arriesgaban en estas expediciones descubridoras, motivó la concesión a los interesados en las mismas de privilegios extraordinarios de carácter acentuadamente señorial. Se otorgó el título de Adelantado con un carácter vitalicio o hereditario al jefe de la expedición descubridora; se le facultó para repartir tierras y solares, y en ocasiones también para hacer repartimientos de indios; se le autorizó para la erección de fortalezas y para gozar, vitalicia o hereditariamente, de la tenencia de las mismas; se le permitió la provisión de oficios públicos en las ciudades de su jurisdicción, y se unieron a éstas otras lucrativas recompensas de carácter patrimonial. Fue así como la vieja Edad Media castellana, ya superada o en trance de superación en la Metrópoli, se proyectó y se continuó en estos territorios de las Indias. Pero, a pesar de esta preponderancia del elemento privado en las empresas descubridoras, la presencia del Estado español se acusa con matices más o menos acentuados desde los primeros descubrimientos. No se consideran nunca los nuevos territorios descubiertos como meras factorías comerciales o depósitos de esclavos. Colón y sus continuadores obraron siempre en nombre de la Corona de Castilla y con tal carácter tomaron posesión de las tierras y mares que descubrieron. No se produjeron desmembraciones de la soberanía en el orden jurisdiccional: de los fallos dictados por las justicias nombradas por los descubridores podía apelarse ante los Tribunales del Rey, y esto aun en los casos de privilegios más excepcionales. Las cláusulas sobre el buen tratamiento de los indios se intercalaban en los textos de las capitulaciones tal y como quedaron fijadas en la Real Provisión de 17 de noviembre de 1526. También se hicieron constar en los textos de las capitulaciones los fines espirituales de la conquista, junto con los fines políticos, con lo cual se acentuó el carácter público de estos contratos. Se impuso, poco a poco, en el contenido de las capitulaciones, una tendencia a la uniformidad y se dictaron normas reales complementarias, en las que se acusaba una verdadera política de población que tiene manifestaciones destacadas en la Real Provisión de 17 de noviembre de 1526 y en las leyes nuevas de 1542, y que alcanza su expresión más alta y sistemática en las célebres ordenanzas de Felipe II, de 1573, incorporadas más tarde a la Recopilación del año de 1680. Se dispuso que en todas las expediciones figuren clérigos para el mejor cumplimiento de los fines espirituales, y oficiales reales, para la
administración y defensa de los intereses de la Corona. Se articuló por juristas y teólogos un cuadro complejo de teorías en torno al problema del justo título para la penetración española en las Indias, que culminaron con el famoso Requerimiento de Palacios Rubios, intimidando a los indios para su sumisión con argumentaciones conceptuosas, que tuvo en su aplicación manifestaciones trágicas y grotescas. Se articuló igualmente por los juristas un cuadro completo de las regalías inherentes a la Corona en estos territorios, y a su amparo, y a través de pleitos enconados sostenidos con tenacidad, fueron reivindicando los fiscales de la Monarquía los atributos esenciales del Estado, según las viejas concepciones del derecho romano imperantes en la época, frente a los privilegios señoriales excesivos de los primeros descubridores y sus descendientes. Y al mismo tiempo que esto ocurría, se produjo también una fuerte. reacción popular, en lo que pudiéramos llamar el estado llano de la colonización, contra el derecho privilegiado de estos descendientes de los primeros descubridores, que se manifestó en larga serie de pleitos. sostenidos contra ellos por los representantes de concejos y ciudades.
CAPÍTULO 7 ORGANISMOS CECILIA ROSSELL 1. EL REY A los monarcas españoles se les consideraba señores absolutos de las nuevas tierras descubiertas, pasando a pertenecerles éstas en calidad de regalías. Estas eran una preeminencia, prerrogativa o excepción particular y privativa, que en virtud de suprema autoridad y potestad ejercía cualquier soberano en su reino, o Estado". Tenía la propiedad sobre todas las provincias conquistadas, a excepción de las otorgadas a las villas y a los particulares; pero como no podía beneficiarlas todas directamente, cedió parte de su explotación a sus vasallos, castellanos principalmente, a través de toda una serie de concesiones. Garantizando a cambio de esto, la retribución de una parte de lo obtenido para el legítimo propietario, el Rey, quien establecía los impuestos que creyera convenientes; así, se reserva el derecho de otorgar tierras a cambio de tributo; minas por el pago de un porcentaje que podía ser el diezmo o el quinto; impuesto sobre los productos que se comerciaban entre sus reinos; y había productos que tenían un especial interés, como los colorantes y el azogue, que se constituyeron en monopolio del Rey, asentando éste su beneficio y comercio con personas de su elección a cambio también de una contribución por parte de ellos. Todos estos montos entraban a formar parte de sus bienes, al igual que: "...las penas impuestas a sus oficiales y a sus súbditos por incumplimiento de las misiones que les encomendaban o por contravención de las disposiciones vigentes..."? un registro de todas ellas en las aduanas, para
que todos los tratos se realizarán ante los tenientes o delegados de los contadores mayores de Castilla, un Tesorero, un Contador, y un representante del propio Colón. Estos tenían que poner registro de las mercaderías en uno de los libros que llevaban consigo, y en los otros debían quedar asentados todos los rescates y las mercancías que habían sido confiscadas por no haberse registrado y que entraban en su poder. En estas primeras instrucciones, ya se apunta el interés de la co rona por garantizar los derechos que en un principio había cedido y que recuperará rápidamente por medio de la implantación de todo un sistema de control sobre los particulares y sus mismos delegados quienes envió posteriormente a la Española, en 1501 cuando esta recibe el nombramiento del que sería su Gobernador y de los nuevos funcionarios del fisco, esta vez en número de cuatro: Tesorero, Contador, Factor y Veedor, los cuales eran denominados "Oficiales Reales de Hacienda" o simplemente "Oficiales Reales" como seguiremos refiriéndonos a ellos en este trabajo. Estos tuvieron de aquí en adelante, la función primordial de velar por los intereses económicos de la corona; originalmente encargándose del cobro de los impuestos, de la inspección de la explotación de las minas, del cuidado de los asuntos comerciales y del acrecentamiento de las rentas reales en general. A partir de este momento, la administración de la hacienda indiana se empieza a llevar a cabo de una manera sistemática. 3. LA CASA DE CONTRATACIÓN DE SEVILLA Las actividades más importantes para fomentar el desarrollo de las colonias, como eran el apresto de las flotas, la compra y administración de las mercancías, etc., se encontraban en las manos de los Reyes Católicos y de su representante sevillano, Juan Rodriguez de Fonseca quien se había encargado personalmente de las nuevas empresas reales. Pero dadas las nuevas necesidades, creadas por el incremento de funciones y problemas y sobre todo por el desarrollo del comercio, en 1501 se presentó ante los monarcas un proyecto de "Casa de Contratación" a establecer en Sevilla, la cual sería el órgano que se encargaría de regular las cuestiones referentes al comercio y la navegación con las Indias principalmente, además de ser "...una institución de gobierno con atribuciones políticas -singularmente en el orden fiscal-", que sería una fundación muy provechosa para aumentar el bienestar y crecimiento. de las colonias. Por lo que se creó por real cédula de 20 de enero de 1503"...habiendo los Señores Reyes Católicos D. Fernando y doña Isabel, nuestros gloriosos progenitores, fundado la Casa de Contratación de las Indias en la Ciudad de Sevilla, por establecer, y perpetuar el comercio de estos con aquellos reynos, de que han resultado muy buenos efectos," y estuvo integrada en sus comienzos por un Presidente, un Tesorero, un Factor y un Escribano, Escribano-Contador principalmente, con funciones administrativas y comerciales." Al principio, era una autoridad intermediaria del comercio con las Indias y del apresto de las naves, ya que la suprema dirección la tenían los reyes, sus secretarios y consejeros. Por lo que
los Oficiales tenían jurisdicción sólo en lo que tocaba a cosas comerciales de las Indias, además de que podían imponer multas pecuniarias, exigir cantidades en fianza y decretar prisiones a nombre del Rey.10. Desde 1511 por real provisión se le concedió jurisdicción civil y criminal en casos del comercio y navegación con los nuevos territorios, así se ordenaba "...que el presidente, y Jueces Oficiales, y letrados de la Casa de Contratación de Sevilla, conozcan de la guarda, ejecución y cumplimiento de todo lo que por leyes de este libro estuviere ordenado, y después se ordenare para navegación, trato y comercio de nuestras Indias, Islas de Tierra firme del Mar Océano, ajustándose según sus profesiones, a lo que tocare a todos y a cada uno en particular. En las ordenanzas dadas a los Oficiales de la Casa, se registraban también todas las obligaciones de los mismos, dentro de los cuales se marca la orde de que tendrán un libro para asentar todos los despachos dirigidos por el gobierno a las Indias, más dos libros de cuentas para salida y entradas de bienes Reales, un libro de registro para toda clase de objetos almacenados que sirvieran para el apresto de las flotas, y un manual para apuntar las compras de material".12 Así también tenían la obligación de asentar en un libro particular las cuentas que los Oficiales Reales enviaran de las Indias, siendo los funcionarios de la Casa los encargados de su revisión. Recomendándoles, finalmente, el tener mucho cuidado, "...y vigilancia en todas las materias, y cosas, que convienen, y lo que debemos proveer para el bien, y acrecentamiento de la gobernación, tráfico y comercio de nuestras Indias", ésto especialmente, dado que eran los encargados de recibir todo lo proveniente de las colonias, ya fuera en especie y sobre todo, en metales preciosos, oro y plata, que entraron bajo su custodia."
4. EL CONSEJO REAL Y SUPREMO DE LAS INDIAS Los demás asuntos referentes a la administración de los nuevos territorios se encontraban en manos del arcediano Fonseca y de Lope de Conchillos, Secretario y amigo del Rey Carlos V, reservándose los asuntos judiciales al Consejo de Castilla. Pero en 1519, al irse multiplicando los negocios, se ve asimismo la necesidad de crear un organismo que logrará una unidad de dirección en los asuntos indianos con amplios poderes administrativos y judiciales, que se expresó en la creación dentro del Consejo de Indias, compuesto Antología sobre Historia de Guatemala por el mismo Fonseca y otros miembros del Consejo que actúan colegiadamente.
Y para 1524, se organiza con carácter independiente, bajo la dirección del Cardenal Loaisa, recibiendo el título de "Real y Supremo Consejo de Indias", concediéndole el monarca amplios poderes,"...porque los del nuestro Consejo de las Indias, con más poder y autoridad nos sirvan y ayuden a cumplir con la obligación que tenemos al bien de tan grandes Reynos y señoríos. Es nuestra merced y voluntad, que el dicho Consejo tenga la jurisdicción suprema de todas nuestras Indias Occidentales. descubiertas, y que se descubrieran, y de los negocios, que de ellos resultaren y dependieran, y para la buena gobernación y administración ...incluyendo la prerrogativa de la suprema dirección de la de justicia..." Hacienda de Indiana, resultando con esto, la subordinación de la Casa de Contratación Sevillana a este nuevo organismo, con la consecuente reducción y estabilización de sus funciones que quedaron en: El centrarse exclusivamente en los rubros concernientes al comercio y a la navegación; a recibir las fianzas de los funcionarios reales antes de pasar a las Indias; a mantener una estrecha relación con los factores, a quienes remitió mercaderías para su venta; a recibir y custodiar las remesas de oro y plata que le enviaran los Oficiales Reales y cuya contabilidad había de recibir para remitir al Consejo. Se comienza pues, a sentir la intervención de los miembros del Consejo en una materia tan importante como es la toma y previsión de cuentas, dada la acumulación de las mismas, y de la transferencia de funciones. Por lo tanto, una de las funciones primordiales del Consejo de Indias en materia de Hacienda se refería a la revisión de los libros de cuentas que los Oficiales Reales de Indias estaban obligados a llevar, lo que se realizaba de dos maneras: directamente en Indias, por medio de contadores de cuentas enviados por el Consejo, lo que trató de irse constituyendo en una práctica a lo largo de todo el siglo XVI, pero lo que de hecho prevaleció fue el examen riguroso de las copias de las cuentas que los niquito, lo cual dio lugar a la creación en su seno de una sección propia para ello llamada la Contaduría Mayor, que en 1528 tenía ya un Oficial de Cuentas, Otra manera en que se fiscalizan y controlaba la actuación de los Oficiales Reales era mediante las visitas y residencias a las cajas reales o a algún funcionario, que se realizaban por un motivo especial o por una revisión general del territorio, y que consistían en enviar a una persona de suma confianza a inspeccionar un distrito fiscal o determinado Oficial del mismo.16. Además de estas funciones, dado que el Consejo se encargaba de la Hacienda Colonial, cuidaba de escoger a los funcionarios "...para nuestra Real Hacienda, Ministros y oficiales de quien se puede confiar, que será acrecentada, y que habrá en ella el buen recaudo, seguridad y guarda, que conviene", aunque estuvieran sujetos posteriormente a confirmación real.17 Les expedía las ordenanzas que debían cuidar en el desempeño de su oficio con el mayor celo, ya que darían cuenta de ellas el propio consejo. Entre otras funciones, este organismo se encargaba del desarrollo de la explotación de las minas de oro y plata con la consecuente distribución del azogue, elemento que sería necesario, a partir de la quinta década del siglo, para purificación de la plata; de los fraudes que se cometieron en las fundiciones de los metales, alterando la ley de los mismos o las cantidades que debían de contener en la fabricación de moneda. También debía cuidar del régimen de servicios personales y tributos de los indios, con su debida tasación, legislación y cuidado del buen tratamiento de los mismos. De los convenios
financieros o asientos que se realizan entre la corona y los particulares para la explotación de determinados productos coloniales, como eran los colorantes. Se ocupaba asimismo de los problemas del comercio, de las mercancías que debían llevarse a Indias, las aduanas y aranceles, del apresto del las flotas, de las expediciones de descubrimientos, e incluso de combatir el contrabando, colaborando con la Casa de Contratación. Se encarga de sugerir los posibles ingresos que entrarían a las arcas reales por medio de la imposición de nuevos gravámenes, y de la administración e incremento de las rentas reales que ya existían. Por último, entre sus múltiples atribuciones estaba el conocimiento en última instancia de los pleitos civiles procedentes de las audiencias del las Indias, en casos de apelación, y desde ciertas cantidades en adelante, pudiendo conocer los también en primera instancia. Parece ser que también tuvo competencia en cuanto a jurisdicción criminal de las Indias y en general de todos los asuntos referentes a la buena administración y gobernación de los nuevos territorios, junto con la Casa de Contratación, la que le ayudaba en todos los pormenores técnicos,19 5. EL CONSEJO DE HACIENDA El hecho de que al Consejo de Indias se le hubiera concedido la totalidad de la dirección de la Hacienda Indiana, cuando que a la Contaduría Mayor de Castilla se la había dado el control de todos los que hasta entonces iban siendo los reinos de la monarquía, creó una pugna constante entre estos órganos, que se resolvió temporalmente en el corto periodo de 1557-1562 cuando poco después de subir al trono Felipe II, decide que toda la organización fiscal de sus reinos se unifica en un sólo organismo, transformando la Contaduría Mayor de Castilla en el. Consejo de Hacienda. "Estando las cosas en este estado, parece que se tomó resolución de incorporar la real Hacienda de las Indias con la de Castilla, y que la administración, cuenta y razón de ella fuere a cargo del Consejo de Hacienda, por juzgar, que esta materia de ocupación era más propia de los ministros de ella que de los Consejos de Indias". Con lo cual, éste perdió gran parte de su autonomía, al no tener más injerencia en las finanzas indianas; e incluso, a la Casa de contratación. Se le ordena que en adelante todos los asuntos que tienen que ver con las Indias los tratan con el Consejo de Hacienda directamente. Esta reforma había sido inspirada en el modelo flamenco del Con sejo de Finanzas, el cual ya se había tratado de aplicar anteriormente por Carlos V a la administración peninsular, dado que este contaba con autonomía con respecto de los demás consejos, a la vez que se quería lograr con esto la unidad de caja, centralizando la contabilidad y obteniendo un régimen de unidad de cuentas en los libros.
Esta situación se conservó durante largos años, "...pero porque en esto se tomaron más larga mano y superioridad de las que debió convenir, y por otros excesos, quejas e inconvenientes que se ofrecieron y descubrieron, duró poco tiempo esta forma de administración y se mandó cesar por cédula de 1562" "Con esto el año de 1562, se volvió al Consejo de Indias esta administración, porque se embarazan las resoluciones con dividir los papeles en que iban juntos, todos los negocios de Gobierno y Hacienda, El hecho de manejar a la vez las cuestiones de todos los reinos constituía una tarea gigantesca para la cual no estaba preparado el Consejo; al unificar la contabilidad, se lograba uniformidad, pero los papeles se multiplicaban dando lugar a innumerables retrasos en la expedición de los asuntos, ya lentos de por sí. A esto se sumaba el hecho de que estando unificados todos los fondos, cuando los negocios estaban divididos en los distintos organismos todavía, sin contar con su particular administración hacía que existiera el peligro de un despilfarro mayor.. Estos inconvenientes, junto con las continuas protestas del Consejo de Indias hicieron que el Monarca decidiera la desaparición del Consejo de Hacienda, retornando las cosas a como estaban organizadas anteriormente sin que en esto se hiciera novedad, 6. CORREGIDORES Y ALCALDES MAYORES Una de las prerrogativas de que gozaban el Virrey y la Audiencia era el que podían designar a los funcionarios locales que dependían de ellos. Los nuevos territorios se hallaban divididos a efectos de la administración local en jurisdicciones territoriales menores, y éstas a su vez en distritos municipales, si contaban con un número de habitantes suficientes para permitir su concentración en centros urbanos. Estas jurisdicciones locales... eran gobernadas desde sus ciudades principales por funcionarios llamados según el caso... corregidores o alcaldes mayores". 24/ El nombramiento de éstos se llevaba a cabo por parte de la Audiencia y el Virrey, los que enviaban anualmente a la corona una relación con los nombres de las personas que creyeran convenientes para desempeñar el cargo; aunque avanzando el siglo, la metrópoli se fue reservando la designación de los funcionarios más importantes. Los corregidores y alcaldes mayores poseían autoridad política, judicial y administrativa en sus respectivos distritos. El corregidor es "... el que rige y gobierna alguna ciudad o Villa de la jurisdicción Real, representando en su ayuntamiento y territorio al Rey" 25 Sus funciones eran muy variadas, pero una de las más importantes era de que tenía que encargarse directamente de la protección de los indios en su distrito, por lo que tenían que efectuar visitas, haciendo audiencia en los lugares en que se necesitará. Por lo que conocía de los cargos tanto civiles como criminales de los indios, ya fuera que estuvieran encomendados o puestos bajo la corona real, pero si se iniciaba un pleito, éste lo debía de delegar a los alcaldes ordinarios aunque él era el juez superior de éstos, ya que no
debía adjudicarse las competencias de ellos. Su función administrativa más relevante era la recaudación de los tributos de los indios, que aunque tenían el deber de velar por ellos, constantemente les cometieron abusos, sometiéndose a toda clase de exacciones en forma de presentaciones personales gratuitas y de tributos ilegales y excesivos. También obligaban a los indios a que les vendieran los productos de su trabajo a precios bajos, ya fueran en especie como otros manufacturados, para que el Corregidor los vendiera más caros en el exterior de su distrito, y asimismo, efectuaba la operación inversa al revenderlos obligatoriamente a los indígenas, productos excesivamente caros. En su papel de cobrador de tributos, tenía que prestar fianzas, orque vez que había recibido las sumas cobradas, éstas debían de entregarlas a los Oficiales Reales, a los cuales tenía que presentarles las cuentas de lo recaudado, siendo susceptible de que se le efectuará una visita a su distrito o una residencia a él mismo por todos los abusos y violaciones cometidos. Estas otras arbitrariedades podían llevarse a cabo ya que se encon traban protegidos por las distancias que prevalecían dentro del virreinato y por las dificultades de comunicaciones y caminos, lo que hacía que la Audiencia se enterara muchas veces tarde y el Consejo de Indias mucho más o ya sea porque algunos eran nombrados directamente por el Rey, pudiendo actuar con independencia considerable; además de que en sus manos se había dejado la justicia local. Para efectuar ésta, el Corregidor se auxiliaba con un letrado llamado Alcalde Mayor, que era un "...juez de letras sin garnacha, con jurisdicción ordinaria, aprobado por el Rey en su Consejo Real y Cámara de Castilla, como asesor del Corregidor de alguna ciudad". Estos muchas veces en los lugares importantes solían ser dos, uno para la jurisdicción civil y otro para la criminal," Esto se debía a que la mayoría de los casos, los corregidores eran hombres"...de capa y espada", que asumen los asuntos de carácter político y administrativo, reservando los judiciales para un funcionario preparado para ello, porque eran como un "...juez de letras que los Se ñores (que tienen potestad para ello) ponen en sus lugares, para conocer en grado de apelación de los pleitos de los demás alcaldes ordinarios. de su Señorío" 25 A menudo se confundía esta diferencia, ya que sus cargos poseían casi la misma dignidad, muchas veces usándolos como sinónimos; correspondiendo a los alcaldes mayores la misma legislación que a los corregidores, aunque parece que su nombramiento correspondía al mismo Corregidor. También se les llamaba tenientes de Corregidor "...cuando ejercen su cargo en aquellas ciudades que sin ser cabezas de Corregimiento, pertenecían al mismo, o cuando suplían al Corregidor en sus ausencias, enfermedad, etc." 7. VISITAS
"Se llama también el acto de jurisdicción, con que algún juez, o prelado se informa del proceder de los ministros inferiores, o de los súbditos, o del estado de las cosas en los distritos de su jurisdicción, pasando personalmente a reconocerlo, o enviando en su nombre a quien lo ejecute.* Así, cuando de parte de la corona existían algunas sospechas o indicios de que se estaban cometiendo irregularidades y abusos de poder en beneficio propio por parte de los funcionarios reales en las colonias, en lugar de atender a los intereses del soberano, se enviaba a un visitador para reconocer e informar acerca de la actuación, en este caso, de los Oficiales Reales.M Los visitadores podian ser despachados en cualquier momento, y eran nombrados previa consulta con el Rey, por el Consejo de Indias, y enviados a las Indias por medio de la Casa de Contratación dependiendo de la amplitud de sus atribuciones, se dividían en visitadores generales, cuando tenían a su cargo la fiscalización de todo un virreinato o de un organismo del mismo, y en visitadores particulares cuando revisaban la actuación de un solo funcionario, lo cual era raro y correspondía solamente al Virrey. Para la Hacienda Real tocaban los visitadores generales, ya que se trataba de un organismo administrativo cuya dirección se llevaba a cabo de manera colegiada por parte de los Oficiales Reales, que compartían la responsabilidad; o también podía corresponder una visita específica para esta institución, cuando se considerase necesario, pero durante el siglo XVI fue más común lo mero. El salario del Visitador se formaba de los gastos de justicia y penas de cámara, o en su defecto, si no alcanzaban, se formaría éste de la Real Hacienda. El Visitador contaba con amplios poderes sobre cualquier otro organismo de la Colonia, a los cuales no tenía que rendir cuentas, siendo que se le ordenaba formar parte de las funciones de Justicia, Gobernación y Hacienda cuyos funcionarios locales no debían entrometerse e incluso deberían prestarle toda la ayuda que precisara para efectuar la visita. Para esto el Visitador tenía la facultad de emitir autos, ordenanzas, instrucciones y aún leyes que considerara necesarias para la mayor administración y gobierno de los nuevos territorios. El procedimiento comenzaba dándole la mayor publicidad posible, pregonando por toda la Colonia, durante dos meses, para poder du rante este lapso recibir todas las demandas públicas acerca del proceder de los inculpados, para lo cual, el visitador tenía que recorrer personalmente todos los lugares señalados, y después de esto, reunidos todos los informes, procedía a dictar la sentencia. Ahora bien, además de este procedimiento general, y considerando la información secreta, al realizar la visita a la caja real solía nombrar contadores que le ayudarán en la visita, requería de los Oficiales Reales, sus libros, revisando que éstos hubieran firmado los cargos, y las partidas que estuvieren sin firmar y sin asentar, las asientan y firmaran bajo pena; ordenándose además que no despachan libranzas sin avisarle previamente bajo pena de mil pesos y de suspensión del oficio, ya que si se descubren irregularidades en la administración de la Hacienda "...y si se han hecho algunos fraudes en fundir, y quintar, o en otra cualquier forma, y los que han sido culpados, y qué penas se han apli cado a nuestra cámara y fisco, y en qué cantidad, y quien
las tiene...", el Visitador tenía facultad de suspender al Oficial de su cargo, ya que los funcionarios del fisco no dejaban de actuar durante la visita; y "... habiéndose primero dado cargos, y recibido sus descargos, los suspendían del uso y ejercicio, hasta que vista la Visita en nuestro Consejo de Indias, se provea justicia." Mientras tanto el Visitador les cobraba lo que debían, les enviaba alguaciles y escribanos para tomarles los libros, quedando éstos en su poder, y ponía candado a las salas y almacenes de la casa, impidiéndoles la salida de la misma sin su permiso. Si consideraba que la falta era muy grave, mandaba apresar al responsable e incluso lo podía desterrar a España, donde los culpados podían hacer apelación ante el Consejo de Indias; organismo que estaba encargado de revisar el original de la relación de las cuentas y sentencias que le eran enviadas por el Visitador, además de la copia del mismo que quedaba en el archivo de la Real Audiencia, con lo cual daba por terminada su tarea. 8. RESIDENCIAS Por último, además de la revisión colectiva que representaba la visita, que era el procedimiento de control más adecuado para los Oficiales Reales, por ser éstos funcionarios de la corona en lo general estaban obligados a someterse a un juicio individualmente, que era denominado residencia, y significaba "...la cuenta que toma un juez a otro, o a otra persona de cargo público, de la administración de su oficio, de aquel tiempo que estuvo a su cuidado."* Así, este juicio se realizaba tanto cuando un funcionario hubiera terminado su cargo por haber cubierto el tiempo señalado para éste como por otros motivos, ya fuera que por traslado, pena o muerte hubiera cesado definitivamente en su oficio. Existía también la posibilidad de que aún durante el desempeño de su cargo, el Virrey, la Audiencia o el Consejo de Indias o por la Audiencia, recibiera su salario a costa de gastos de justicia o de penas de cámara. El procedimiento duraba sesenta días y el Oficial residenciado que permanecer este plazo en el mismo lugar donde había desempeñado sus funciones, para que allí acudieron sus subordinados ante el Juez para hacer declaraciones, para lo cual antes "...se pusieren edictos, publicar, y pregonar en las residencias, (para) que vengan a noticia de los indios, para que puedan pedir justicia de sus agravios libertad", recibiendo junto con esto, la defensa del acusado. entera El Juez tenía instrucciones de sopesar tanto los buenos o malos procedimientos de los residenciados"...para que los buenos sean premiados y castigados los malos... Finalmente, formulaba un memorial de todo el proceso, declarando los cargos que hubieren resultado, los testigos que se presentaron, y las escrituras de su comprobación para enviarlos al Consejo de Indias, el cual dictaría las penas correspondientes que se ejecutarán en los mis mos culpables y sus bienes, o en el caso de su fallecimiento, en las del sus herederos y fiadores, "...para que más breve y fácilmente se puedan prevenir y despachar, pena de que si así no lo hiziere, mandaremos proveer justicia contra los jueces..."
GOBIERNO Y ADMINISTRACIÓN J:M: OTS CAPDEQUÍ A LOS VIRREYES La institución del virreinato tuvo en las Indias, desde el primer momento de su creación, un carácter netamente estatal. Aún cuando Colón le concedió este título, esta concesión tuvo sólo un valor meramente honorífico. Los dos primeros grandes virreinatos, el de Nueva España y el del Perú, se crearon en el siglo XVI, cuando se empezó a tener en la Metrópoli una visión más precisa del hecho geográfico americano y de la complejidad del nuevo mundo incorporando a la Corona castellana. En el siglo XVIII se crearon los virreinatos de Nueva Granada y del Rio de la Plata, ya que desde Lima era prácticamente imposible la gobernación de una demarcación territorial tan vasta. Fueron los primeros virreyes, como encarnación suprema del Estado español en las Indias, altos funcionarios que gozaban de un complejo de atribuciones hasta entonces nunca igualadas. Como un alter ego, hablan de ellos los monarcas. La inmensidad de las distancias, la dificultad de las comunicaciones con la Metrópoli y la urgencia de los múltiples problemas a resolver obligaban a los virreyes a decidir por sí y ante sí, en muchos casos, sin plantear siquiera la cuestión a los altos organismos del gobierno radicados en España. Por medio de instrucciones trazaron pautas para el desempeño de sus actividades públicas a gobernadores y otros funcionarios de la Ad. ministración, dependientes de su autoridad. En sus memorias dejaron consignadas sus experiencias de gobierno, para que pudieran ser aprovechadas por sus sucesores; en el llamado pliego de mortaja designaban al que había de sucederle en el ínterin, en caso de fallecimiento, hasta la llegada del nuevo virrey nombrado por la Corona. Su nombramiento fue vitalicio en los primeros tiempos. Luego se fijó el plazo de tres años, que gradualmente se extendió hasta cinco, Esta amplitud de poderes de los primeros virreyes se fue limitando. poco a poco, de un lado, por la obligación que se les impuso de informar a los monarcas de todas sus actividades de gobierno con detallado pormenor, y de otro, por la minuciosidad reglamentarista con que se legisla desde España. Ya hemos visto, por otra parte, la fiscalización que sobre los virreyes ejercieron las Audiencias por medio de sus Reales Acuerdos, y ya hemos visto también lo que a este respecto significaron las visitas y los juicios de residencia. La exposición detallada de las atribuciones de los virreyes sería prolija. Su nota distintiva fue la universidad, abarcando, en tarea consecuencia, todos los aspectos de la vida pública: legislativo, guber nativo, fiscal y económico, judicial, militar y aún eclesiástico, por virtud del Regio Patronato Indiano, en su condición de Vice Patronos de las Iglesias del Virreinato.
B. LOS CAPITANES-GENERALES-GOBERNADORES Y LOS GOBERNADORES, ALCALDES MAYORES O CORREGIDORES En el mapa político y administrativo de las Indias se registran otras circunscripciones que fueron designadas con los nombres de Capitanías Generales y Gobernaciones. Al frente de las primeras hubo un alto funcionario de carácter preponderantemente militar -Capitán General pero con atribuciones también de orden civil: gubernativas, administrativas y aun jurisdiccionales. El mando de las segundas lo ejerce un Gobernador, funcionario de nombre civil, pero con facultades también de carácter militar. Ha hecho notar el profesor Haring que no se advierte una concepción sistemática, por parte del Estado español, en la determinación de estas demarcaciones políticas y administrativas. De ordinario se crearon en lugares fronterizos con comarcas inexploradas o habitadas por indios rebeldes al yugo de los conquistadores. Al frente de las ciudades importantes figuró otro funcionario, representante en la ciudad del poder del Estado, con el nombre de Alcalde Mayor en unas regiones y en otras de Corregidor. Estos alcaldes mayores o corregidores, supeditados directamente a los virreyes, presidentes, gobernadores y capitanes generales, según los casos, representaron, en la ciudad en que ejercieron sus funciones de gobierno, el poder inmediatamente superior y con frecuencia tuvieron conflictos jurisdiccionales con los cabildos municipales y con sus alcaldes ordinarios.
C. RÉGIMEN MUNICIPAL El régimen municipal de las ciudades de Indias fue en sus líneas generales, un fiel trasplante del viejo municipio castellano de la Edad Media. Pero así como en Castilla, al tiempo de producirse los descubrimientos colombinos, había llegado el municipio a un momento de postración y decadencia grandes, siendo sólo una sombra de lo que fue el vigoroso régimen municipal castellano de los siglos XII y XIII, en las nuevas ciu dades de las Indias, estas mismas instituciones municipales, caducas en la Metrópoli, cobraron savia joven en un mundo de características sociales y económicas tan distintas, y jugaron un papel importantísimo en la vida pública de los nuevos territorios descubiertos. Para lo que pudiéramos llamar el estado llano de los colonizadores, fue el Concejo Municipal de la ciudad el órgano adecuado para dar curso a sus aspiraciones sociales, así como el punto de apoyo necesario para hacer frente, de una parte, a los privilegios señoriales excesivos de los
grandes descubridores y sus descendientes y, de otra, a los abusos de poder de las propias autoridades de la Corona. No duró mucho este periodo de florecimiento del municipio colonial hispanoamericano. Ya en tiempos de Felipe II, para hacer frente a las apremiantes necesidades del tesoro, se implantó en las Indias, como se había establecido en España, la práctica viciosa de enajenar en pública subasta y adjudica al mejor postor los oficios públicos de más lucrativo desempeño, cuya provisión correspondía a la Corona como una de sus regalías. De este modo los oficios concejiles de las distintas ciudades pasaron a manos de las familias más acaudaladas. Surgió así un tipo de gobierno municipal de carácter oligárquico, en el cual no siempre coincidían los intereses particulares de los regidores con los generales de los vecinos, que debían ser sus representados. Es necesario llegar a los años precursores de la Independencia para que los cabildos municipales vuelvan a recobrar su perdida significación, haciéndose intérpretes de los anhelos generales de la ciudad. El derecho de la época admitió la existencia de Cabildos abiertos, a los cuales concurren todos los vecinos del lugar, y Cabildos cerrados, integrados únicamente por los regidores y demás magistrados municipales, bajo la presidencia de los alcaldes ordinarios o de los alcaldes mayores o corregidores en las ciudades en que existieran estos últimos funcionarios. Los cabildos abiertos sólo tuvieron efectividad considerable en los momentos iniciales de la colonización y en los años precursores de la Independencia. En la legislación se distinguen tres clases de poblaciones: ciudades metropolitanas, ciudades diocesanas o sufragáneas y villas o lugares. El Cabildo de las primeras estaba integrado por "doce Regidores, dos Fieles Executores, dos Jurados de cada Parroquia, un Procurador General, un Mayordomo, un Escribano de Concejo, dos Escribanos públicos, uno de Minas y Registros, un Pregonero Mayor, un Corredor de Lonja y dos Porteros". En las Segundas, "ocho Regidores y los demás oficiales perpetuos". Para las villas y lugares: "alcalde Ordinario, cuatro Regidores, un Alguacil, un Escribano de Concejo público y un Mayordomo". (Ley II, tit. VII, lib. IV de la Recopilación de 1,680). Son muy interesantes los preceptos contenidos en las Ordenanzas de Felipe II, de 1573, sobre fundación de ciudades y urbanismo. CAPÍTULO 8 ALGO SOBRE REPARTIMIENTOS SEVERO MARTÍNEZ PELÁEZ En los libros y artículos sobre problemas de economía nacional es frecuente encontrar, al momento de señalar los antecedentes coloniales de dichos problemas, una gran inseguridad y
verdadera confusión. Ello es particularmente notorio cuando se trata del régimen de trabajo colonial y más concretamente de lo que en aquella época se llamó repartimiento, Este apunte se propone explicar, en síntesis muy sencilla, a qué realidades se le dio el nombre de repartimiento en aquel largo periodo. La palabra repartimiento tiene una significación general de léxico: significa el acto de repartir o distribuir. De ahí que viniera a ser el nombre de ciertos usos coloniales que implican reparto de cosas entre personas y producción y que fueron motivo de normación legal. Hubo pues, cinco instituciones económicas coloniales a las que se dio el nombre de repartimiento, si bien una de ellas la destacaremos más adelante, reviste importancia superior y debe contarse entre los grandes temas de la Historia Económica de Guatemala. COMENCEMOS POR LO MÁS ANTIGUO A raíz de la derrota militar de los indígenas, y como expresión inmediata de su conquista efectiva, fueron repartidos y encomendados. Aquel primer repartimiento surgió ligado a la primitiva encomienda y fueron una sola Institución. El capitán de conquista, con facultades reales para ello tenía, repartía y encomendaba indios entre los conquista que p dores y entre los primeros colonos que lo solicitaban, Posteriormente, siempre en las dos primeras décadas de la colonización española de Guatemala, hicieron repartimientos de Indios los representantes de Alvarado en sus ausencias, y también el Ayuntamiento de la ciudad del Santiago -Cabildo de conquistadores y primeros pobladores-. Este primitivo repartimiento consistía en lo siguiente: Los indígenas repartidos permanecían en sus poblados prehispánicos poblados dispersos de estructura muy peculiar, distinta de la estructura del pueblo de indios colonial que fue creado después. Al beneficiario se le repartieron y encomendaban los indios de uno o más poblados, quienes por ese acto quedaban obligados a tributarle en bienes y trabajo. La tasación de estos tributos dependía arbitrariamente de las exigencias del conquistador o colono - es decir, del llamado encomendero en ese período- y el mecanismo de la institución se apoyaba en el terror bélico, la amenaza de muerte ejercida directamente sobre los indios repartidos. El repartimiento primitivo encubría una forma de esclavitud. El trabajador, ya tributado en frutos, en metales o en trabajo, lo hacía contra su voluntad y sin ningún aliciente, movido por el temor. Aunque los indios repartidos no pasaban a ser por derecho una posesión del encomendero, de hecho eran propiedad suya, porque disponía de sus vidas sin ninguna instancia local que limitara efectivamente su poder. La monarquía española no aceptó nunca expresamente esta esclavitud virtual, pero tampoco pudo refrenarla; ello hubiera equivalido a frenar la acción de los conquistadores y colonos, que estaban fundando un imperio incitados por la perspectiva de un pronto enriquecimiento esclavista. La justificación moral y política del repartimiento primitivo radica en la encomienda
que le era consustancial: se decía que la corona permitía los repartimientos porque los indios quedaban así encomendados a quien los recibía, quien velará por su indoctrinación cristiana y la salvación de sus almas. Estos fueron los repartimientos y encomiendas contra los cuales clamó Fray Bartolomé de Las Casas. Fueron suprimidos a mediados del siglo XVI al llevarse a cabo la gran reorganización definitiva de las colonias con la aplicación de las llamadas Leyes Nuevas. Nótese que el primitivo reparto de indios no implicaba dominio sobre las tierras de los indios repartidos. Esas tierras le pertenecían al rey, por derecho de señorío derivado de la conquista hecha en su nombre, y el rey las dejaba en poder de sus antiguos poseedores -los indígenas- para que en ellas trabajaran para sí y para los primitivos encomenderos -conquistadores y primeros colonos. Debe señalarse que junto a la esclavitud virtual que se escondia bajo "repartimiento y encomienda", existió también la esclavitud legal y declarada, y que la existencia de una y otra es lo que le confiere un carácter decididamente esclavista. Hubo en el primer periodo de la colonización la posibilidad de hacer esclavos legalmente. Bajo el pretexto de que los indígenas oponían una resistencia tenaz y de que era imposible hacerlos aceptar la soberanía del rey de España, obtuvieron los conquistadores el derecho de hacer esclavos de guerra-lo cual dio lugar, por cierto, a que se hiciera la guerra con el único fin de hacer esclavos. En el periodo al que nos estamos refiriendo, los conquistadores también se repartieron tierras. A esto se le llamó repartimiento de indios y el reparto de tierras. Podría pensarse que el reparto de indios y el reparto de tierras guardaban entre sí relación, en el sentido de que las tierras repartidas a un conquistador hubieran sido las de los indios que se le repartieron al mismo conquistador. Pero no fue así. La distribución de tierras afectaba desde luego las de los poblados indígenas. Eran las tierras más apetecidas. Pero estos repartimientos no se sobreponen a los que hemos señalado anteriormente, porque el repartimiento primitivo de indios suponía que éstos se mantenían en el uso de sus tierras para sobrevivir y tributar. Por eso se solicitaban y sel repartían las tierras de aquellos poblados cuyos indígenas no habían sido repartidos; y viceversa: se solicitaban y repartían. Ahora bien, a las tierras repartidas podían aplicarse indios repartidos, pues ya se dijo que éstos estaban obligados a tributar también en trabajo. Pero lo más frecuente fue aplicar a las tierras repartidas el trabajo de los indios legalmente esclavizados. Así el panorama de los dos repartimientos anteriores a las Leyes Nuevas puede esquematizarse del siguiente modo: en los poblados indigenas repartidos o dados en encomienda -que era exactamente lo mismo-trabajaban los indios bajo la presión de una esclavitud virtual. Y las tierras repartidas-arrebatadas también a los nativos-las trabajaban principalmente los indios legalmente esclavizados. El repartimiento de indios configuró el poblado indigena encomendado y el repartimiento de tierras configuró las empresas agrícolas esclavistas de aquel periodo, llamadas "estancias".. PERO ESE CUADRO NO DURÓ MÁS ALLÁ DE 1560 Hacia 1530 cobró un auge inusitado la defensa de los indios realizada principalmente por los frailes de la Orden Religiosa de Santo Domingo. En 1542 fueron promulgadas las Leyes Nuevas, que prohibieron absolutamente todas las formas de esclavitud de indios, inclusive la esclavitud virtual encubierta con el titulo de "repartimiento y encomienda". Entre 1548 y 1555 fue Presidente de
la Audiencia de Guatemala don Alonso López Cerrato, cuyo gobierno se recuerda en todos los documentos de aquella época -españoles e indígenas- como el periodo de la pronta y enérgica aplicación de las Leyes reformadoras. La colonia fue reestructurada desde sus bases. Los nativos fueron concentrados en nuevos pueblos y pasaron a ser tributarios del rey. La tributación fue tasada y recaudada por las autoridades reales para el resto de la época colonial. La instalación de las Audiencias significó la toma efectiva del poder local por los funcionarios del rey. El núcleo esclavista inicial, constituido por las familias de los conquistadores y primeros colonos, quedó relegado a la autoridad media de los ayuntamientos urbanos y de los Corregimientos o jefaturas de distrito, Ese núcleo fue el embrión de la clase latifundista colonial, vinculada al poder monárquico por el común interés de mantener dominados a los indios, y enfrentada al poder monárquico por una constante pugna en torno a la explotación de los mismos indios. El significado profundo de la gran reorganización de las colonias a mediados del siglo XVI debe verse en los siguientes hechos: la monarquía española estimuló la iniciativa conquistadora con la concesión de tierras e indios y con una política de tolerancia frente a la más despiadada explotación de estos últimos -de ahí el carácter verdaderamente brutal de la primera etapa de la colonización; pero cuando estuvo consolidado el imperio cambió su política respecto de los conquistadores y primeros colonos: les quitó el poder amplísimo que antes les había dado en las colonias recién fundadas por ellos, y les arrebató a los indios. El auge de la defensa de los indios hecha por los frailes dominicos, y la culminación exitosa de la dicha defensa en las Leyes Nuevas, sólo pueden entenderse en el marco de los intereses económicos de la monarquía en aquel momento; fueron esos intereses los que depararon las condiciones históricas propicias para la defensa, la cual desembocó, en definitiva, en la transformación de los indígenas en tributarios del rey. Ningún conquistador ni Cabildo alguno volvieron a repartir indios en encomienda ni a repartir tierras. En adelante fue el rey, por medio de sus funcionarios, quien cedió o vendió tierras a los particulares y comunidades que las solicitaron. Demás está decir que las Leyes Nuevas fueron la expresión jurídica de un enorme reajuste de intereses económicos, y que su aplicación-con grandes modificaciones impuestas por la realidadfue la estructuración definitiva de las bases de la sociedad colonial; bases que en este momento dejaron de ser esclavistas para tomar un carácter claramente feudal. Pero únicamente nos interesa señalar la aparición del nuevo repartimiento después de la muerte definitiva del antiguo. Las Leyes Nuevas contemplaban en distintas formas la necesidad de compensar a los conquistadores y colonos por sus servicios en la implantación del imperio. Una de dichas formas, llamada encomienda en el propio texto de las leyes, consistía en ceder a un particular los tributos de uno o varios pueblos de indios -pueblos nuevos, compactos y con régimen de municipio, que reemplazan totalmente a los pobladores prehispánicos. Los conquistadores y colonos comenzaron inmediatamente a solicitar esa merced, y quedó instaurada la nueva institución. La encomienda -completamente distinta de la anterior- fue el derecho concedido por el rey a un particular, en premio por servicios suyos o de sus antepasados en Indias, consistente en recibir
los tributos de uno o más pueblos de indios. Tales tributos eran tasados por la autoridad real, y el nuevo encomendero no tenía derechos sobre la tierra de estos pueblos, ni sobre la fuerza de trabajo de sus indios; únicamente tenía derecho sobre los tributos que el rey cedía, tasados y recaudados por las autoridades reales. Esta encomienda subsistió hasta el segundo tercio del siglo XVIII y fue una renta que fomenta el parasitismo económico entre un grupo de integrantes de la clase terrateniente colonial. Ha habido mucha confusión al distinguir al terrateniente y al encomendero coloniales. Dicha confusión se debe, principalmente, a que muchos encomenderos fueron además terratenientes. El problema queda parcialmente aclarado si se comprende que la propiedad de la tierra y la propiedad de encomiendas respondía a dos titulaciones distintas e independientes una de la otra. Hubo encomenderos que no tuvieron un palmo de tierra, si bien lo más frecuente fue que también poseyeran tierras. Pero la confusión en este punto también se debe a que después de las Leyes Nuevas se fue organizando un nuevo sistema de trabajo forzado de indios, y es preciso explicar por ello, que la titulación de tierras y la de encomiendas, distintas entre sí, eran a su vez distintas del derecho que los terratenientes podían obtener para que se les diera indios de repartimiento. Pero; ¿no se había dicho que los indios quedaban en situación de trabajadores libres conforme a las Leyes Nuevas? Ciertamente, ese fue el propósito de la corona española cuando aquellas Leyes fueron promulgadas. Pero dicho propósito no se cumplió. No se volvió tampoco a la esclavitud de indios. La aplicación de las Le yes Nuevas motivó la importación de esclavos africanos, y desde aquel momento sólo los negros fueron esclavos en el Reino de Guatemala. Los indios pasaron a una situación intermedia entre el trabajador libre y el esclavo, y en dicha situación jugó un papel de primer orden el nuevo repartimiento, cuya aparición pasamos a explicar. La liberación de los indios causó una profunda sacudida en todas las colonias y también en Guatemala. No aceptaron los conquistadores y colonos la obligación de contratar indios para trabajar. Alegaron que los nativos eran por naturaleza holgazanes, y exigieron que en alguna forma se les obligara a trabajar en haciendas. (El prejuicio de la innata holgazaneria del indio nació en ese momento, y fue, desde entonces, una falsa justificación del trabajo forzado). La corona hizo innumerables consultas a sus funcionarios y hombres de confianza en las colonias, y todos ellos le aconsejaron no volver a la esclavitud, sino encontrar la manera de que los indios trabajaran para los hacendados obligatoria mente durante períodos de tiempos limitados. (En Guatemala fue el Obispo don Francisco Marroquin uno de aquellos hombres de confianza. Hombre práctico, aconsejó lo que la realidad exigia). Se comenzó, pues, a obligar a los indios a acudir a las haciendas de los españoles, pero sin la posibilidad de ser retenidos en ellas; tenían que volver a sus pueblos. Lo que estaba ocurriendo, en el fondo, era que la corona y los colonizadores estaban llegando a un ajuste para compartir la explotación de la población indigena. Ese ajuste se hizo necesario porque la libre concentración del trabajo de los indios, con los instrumentos y conocimientos que les fueron proporcionados, hubiera encarecido el costo de la producción en la agricultura y habría reducido mucho, consiguientemente, el margen de utilidades para los terratenientes. Dicho de otro modo: el grado de desarrollo de las fuerzas productivas no permitía la adopción del salario.
El trabajo de libre contratación reducía a niveles muy bajos el aliciente de los colonos para permanecer en las colonias. En todas partes amenazaron con "despoblar", volverse a España, y ciertamente lo hubieran hecho si la monarquía no hubiese adoptado una flexible política de concesiones que desembocaron en el nuevo reparto de indios. En todas las colonias se llegó a resultados parecidos; en México, se adoptó el "cuatequil" (también llamado repartimiento en aquel virreinato); en el Perú se adoptó la "mita". Las modalidades y el El desarrollo peculiar del trabajo forzado de indios en las distintas colonias, viene determinado por el cuadro económico que se daba en cada una de ellas. Puede afirmarse, sin embargo, que allí donde los metales eran escasos y donde el comercio de explotación fue poco activo, allí la La tributación de los indios vino a ser la renta más importante de la corona. En esos s lugares se hizo más indispensable que los indios permanecieran concentrados en sus pueblos, controlados para producir tributos, y a allí tomó el repartimiento una organización más definida y perduró hasta el final de la colonia. Este fue el caso de Guatemala. Hacia 1580 estaba ya funcionando en el reino el repartimiento de indios con sus características; dos siglos y medio más tarde, lo presentan todavía como el régimen de trabajo fundamental. ESQUEMÁTICAMENTE AQUEL SISTEMA DE TRABAJO ERA COMO SIGUE: Tenían que acudir al repartimiento todos los indios varones en edad de trabajar. Se exceptúa solamente a los indios "nobles", que tenían acceso a 60 los Cabildos de los pueblos de indios y que, precisamente, eran los más inmediatos encargados del repartimiento en el seno de los pueblos. La suma de trabajadores de cada pueblo se dividía en cuatro tandas, cada una de las cuales tenía que ir a las haciendas sucesivamente. Se trataba con ello de que todos los trabajadores de cada pueblo desfilaron por las haciendas en el curso de cada mes; se trataba, también, de dejarle al indio tiempo suficiente para trabajar su parcela en las tierras comunales del pueblo, de las que obtenía lo fundamental para susten tarse y lo necesario para tributar (al rey, si era pueblo "realengo", y al encomendero si era "de encomienda"). El domingo por la tarde, cuando estaban llegando los indios del reparto de la semana anterior, se estaban juntando y preparando los de la semana siguiente. Se hacían presentes en los pueblos los mayordomos y empleados de las haciendas, quienes acompañaban y vigilaban a los indios en el trayecto del lunes. A los indios de repartimiento había que pagarles un real por día, en moneda y en mano propia, el último día de la semana y no después. También establecen las Ordenanzas que debía pagarles el día que caminaban hacia la hacienda -el lunes-, aunque no dicen nada acerca de pagarles el tiempo y el esfuerzo invertido en el regreso a sus pueblos. Las anomalías y abusos del repartimiento constituían su más íntima realidad, pero no podemos entrar a señalarlos en esta síntesis. Digamos.
solamente, por razón de su gran importancia, que el real, la paga forzosa, no se pagó nunca por día, sino se adoptó el sistema de pago "por tareas" desde principios del siglo XVII. Esas tareas eran arbitrariamente establecidas por los hacendados, y requerían un esfuerzo que no podía realizarse en una jornada, de modo que el indio de repartimiento venía a ganar menos de un real por día. También el pago en moneda pagada y depreciada, así como el pago en especie justificado por la escasez de metálico-, disminuían la paga del repartimiento, que de por si era insignificante (un real era la octava parte de un peso y su poder adquisitivo equivalía aproximadamente a siete onzas de pan de trigo). A mediados del siglo XVIII estaba ya muy generalizada una importante modificación del repartimiento. Se abandonó el sistema de envíos de indios por semanas, y se adoptó el de enviarlos en las temporadas en que las haciendas tenían más necesidad de mano de obra. Es muy probable que esa modificación haya tenido por causa el incremento de la población mestiza menesterosa -los ladinos rurales pobres- y el consiguiente aumento de la disponibilidad de mano de obra barata por los hacendados. Los documentos del siglo XVII revelan la proliferación de las rancherías habitadas por los ladinos en las haciendas, y ello hace pensar que los hacendados, disponiendo de trabajadores permanentes, encontraron más ventajoso desistir de sus repartimientos semanales y adoptar el sistema de repartimiento por temporada. Esa modificación debe haber presentado cierta ventaja para los indígenas si se atiende a que debe haber disminuido la agitación semanal en los pueblos. Sin embargo, hay testimonios históricos de que, desde otro punto de vista, representó para ellos un grave perjuicio. Al retirar a los indios de sus pueblos en las temporadas de más actividad agrícola temporadas de siembra y de cosecha de los cereales básicos y de otros granos-, los apartaban de sus tierras comunales en los periodos en que era más necesario el laboreo de dichas tierras. Ello redunda en una menor aportación de productos de indios a los mercados locales. y en una mayor aportación relativa de los productos de las haciendas. Observadores coloniales señalaron de cuánto daño era este sistema para los indios, pero su denuncia no cambió las cosas. El repartimiento perduró hasta los días de la Independencia con la modificación que acabamos de señalar, y así continuó practicándose después de la Independencia porque debe saberse que la dictadura terrateniente conocida como "los treinta años" (gobiernos de Carrera y de Cerna) no alteró la estructura colonial del pueblo de indios ni abolió el sistema de repartimientos. Hemos diferenciado, hasta aqui, tres instituciones coloniales que fueron llamadas repartimiento. El reparto de indios esclavista. anterior a la gran reorganización de la sociedad colonial acaecida a mediados del siglo XVI. El reparto de tierras, también de aquel periodo en que los conquistadores gobernaban todavía a través de sus Ayuntamientos y se distribuían las tierras y las gentes conquistadas por ellos. Luego el repartimiento de indios feudales, en que el indio, adscrito a su pueblo y obligado allí a tributar, era enviado por semanas a trabajar a las haciendas a cambio de una paga insuficiente y también obligatoria. Este repartimiento fue, por su significación económica y social, y por su duración, la institución económica más importante de la época colonial.
No es raro encontrar en los documentos coloniales la palabra mandamiento aplicada al sistema de trabajo forzoso que hemos esbozado. Para aclarar este punto basta anotar lo siguiente: al principio se empleó este término para designar los envíos de indios a lugares muy distantes de sus pueblos y por periodos mayores de una semana. Las Ordenanzas de repartimiento estipulaban que los indios no debían ser enviados más allá de diez leguas de sus pueblos ni por más de seis días, de lunes a sábado, una vez cada mes. Pero ciertas empresas situadas en la costa, especialmente las haciendas añileras, exigían mano de obra suplementaria que les era enviada desde lejos. Estos envíos, reiterada e inútilmente prohibidos por la monarquía, se siguieron usando por lo menos hasta finales del siglo XVII. Se hicieron cada vez menos frecuentes, conforme aquellas empresas contaron con una afluencia creciente de mano de obra mestiza. Así, pues, hasta fines del siglo XVII se llamó repartimiento al sistema rotativo de semanas, y mandamiento el envío de indios a lugares distantes y por temporadas mayores que una semana. En el siglo XVIII, en cambio, se le llamó indistintamente repartimiento y mandamiento al sistema de trabajo forzado por temporadas que hemos explicado, aunque puede decirse que fue más usual llamarlo repartimiento. En resumen: en el siglo XVII se le llamó mandamiento a una variante del repartimiento -más distancia y más duración-; y en los siglos XVIII y XIX se llamó indistintamente mandamiento y repartimiento al repartimiento modificado (de temporadas). No se acaban allí las instituciones económicas nombradas repartidas durante la colonia. Hubo otras dos, las cuales; pese a su gran significado como mecanismos de opresión de la clase indigena servil pueden ser explicadas muy brevemente. Mencionemos en primer lugar el reparto de mercancías también llamado de enseres. Existió desde principios del siglo XVII hasta las postrimerías de la colonia, y fue un negocio reservado exclusivamente a los Corregidores o Alcaldes Mayores-jefes de amplios distritos llamados Corregimientos. El reparto de enseres no era ni más ni menos que una venta forzada. Los corregidores, valiéndose para este reparto de las autoridades indígenas de los pueblos-los Alcaldes Indios, procedentes siempre de la camarilla de los "nobles" del lugar, excluidos de tributo y de la obligación de ir al repartimiento-distribuían por la fuerza entre los indios grandes cantidades de mercancías de diversa naturaleza. Repartían herramientas, tales como azadas, hachas, machetes; también telas y ropa; igualmente alimentos. Todo ello imponiendo las cantidades, los precios y las calidades de los artículos, sin dos indicaciones ni que los indígenas pudieran negarse a protestar. El repartimiento de enseres se hacía bajo la presión del terror colonial, y los indios sabían que resistirlo era concitar la aversión el dios sabía que resisto a mandar aazotar 1 Corregidor, quien con cualquier pretexto podía remisos hasta a despellejarlos. Así, aquellos enseres, caros, inútiles, inor endeudaban a los indios. Había que pagarlos en les, inoportunos, eran recibidos y frutos, en moneda o en trabajo. (El indio, obligado a trabajar gratuitamente Pensados -tributo-; y tributo obligado a trabajar en forma semi gratuita para los repartimientos obligado a obligado a trabajar también para pagarle a los Corregidores estas deudas infames. Obsérvese que en estos mecanismos está la causa de la inferioridad económica en que se mantuvo al indio durante los tres siglos coloniales, y por ende la inferioridad de desarrollo general que maliciosamente se le achacó a su raza).
Los puestos de Corregidor sólo eran accesibles a personas muy pequeñas y solían estar en manos de grandes terratenientes. Aunque adineradas, y el puesto tenía un en los grandes de su años un sueldo simbólico, su verdadera retribución radicaban en los negocios que el funcionario podía realizar durante sus su gestión, que solían ser entre cuatro y seis. Para obtener un Corregimiento había que cuantiosas donaciones en dinero a la fabulosas ganan hacer cuanto corona, las cuales eran una inversión que arroja arrojaba cias. La prisa en recuperar el monto de las deudas contraídas con los comerciantes de la ciudad -a quienes se habían comprado los enseres repartidos-, convertían al Corregidor en una figura de voracidad y crueldad proverbial. El reparto de mercancías fue una de las muchas calamidades que pesaron sobre la población indigena en la colonia, y una de las fuentes de enriquecimiento de que maliciosamente se le achacó a su raza). Otro despiadado negocio de los Corregidores fue el Repartimiento de hilados, también llamado de hilazas o de algodones. A diferencia del de mercancías, que se practicó en todo el reino, éste se practicó solamente en los Corregimientos de Totonicapán, Huehuetenango y en el de Quetzaltenango. Los Corregidores compraban grandes cantidades de algodón en mota y en fibra -las cuales solían adquirir en Mazatenango-, y las repartían entre las mujeres de todos los pueblos que caían bajo la jurisdicción del Corregimiento. En esta compleja operación también colaboraban los Alcaldes Indios, obteniendo a veces algún beneficio como verdaderos colaboradores del Corregidor, y en otros casos bajo la amenaza de ser castigados si no prestaban su ayuda. Se sabe de casos en que los Alcaldes Indios fueron azotados brutalmente por no haber puesto bastante empeño en exigir a las indias un trabajo intenso y un producto bien acabado. El algodón se le entregaba a las mujeres indígenas para que lo torcieron y lo devolvieran convertido en hilo. Se les daba y se les recogía pesado, para que no hubiera merma; pero como el trabajo suponía siempre una merma inevitable, las indias ajustaban el peso de la entrega con desembolsos de su corto peculio. Cuando el algodón no era devuelto con puntualidad, o cuando faltaba algo en el peso, y también cuando no estaba bien retorcido, las mujeres indígenas eran azotadas. En algunas regiones y épocas se sabe que los Corregidores pagaron algo por cada quintal de algodón hilado (se usaba esa medida de peso); pero la paga era insignificante, y el terror era necesario para que las indias cumplieran con lo que se les exige, igual que en las regiones en donde no se les pagaba nada. A principios del siglo XVII, al inaugurarse este uso, se exigía el algodón hilado hasta la contextura de pabilo y era usado en la fabricación de candelas (manufactura muy importante en aquella sociedad, tanto para la iluminación como para el culto). Posteriormente se exigió que fuera hilado hasta la contextura de hilo de tejer, con lo cual aumentó notablemente el peso de esta obligación sobre las indias. Al principio se hacía sólo un repartimiento de algodones al año; después se hicieron dos, y a fines del siglo XVII ya se hacían tres, que fue el número de repartimiento de hilazas que se mantuvo hasta la Independencia. Muchos documentos hacen referencia al perjuicio que causaba en el hogar de los indios, y en la estructura de la familia, esta obligación que apartaba a la mujer de sus hijos, de su esposo y de sus padres, y también de la tierra en cuyo laboreo ella cooperaba.
Estos dos repartimientos que hemos descrito brevemente, el de mercancía y el de hilazas, no constituían anomalías o hechos excepcionales. Eran instituciones económicas reconocidas y aceptadas dentro del régimen colonial. Eran, en realidad, la retribución que la monarquía le daba al Corregidor a cambio de mantener a raya a los indios de su distrito y corregidor de velar por la recaudación de los tributos en el mismo. Hemos completado la breve descripción con fines de diferencia nos proponemos. No hay posibilidad de confundir los cinco que nos ción c repartimientos coloniales: el de ti el de indios del periodo escala coloniales: el de tierras y i vista, anteriores a la estructuración definitiva del régimen colonial; el repartimiento de indios o mandamientos, régimen de trabajo forzado de los indios desde mediados del siglo XVI hasta la reforma liberal de 1871-porque, repitamos, la Independencia no abolió el repartimiento colonial de temporadas: el repartimiento de enseres o venta forzosa de mercancías por los Corregidores y el repartimiento de hilados, sistema de explotación que recae directamente sobre la población indígena femenina de ciertos corregimientos. de interés señalar, ya concluyendo este apunte, que la Reforma Liberal y la serie de dictaduras cafetaleras que le fueron subsiguientes no suprimieron el trabajo forzado de los indios; antes bien lo reactivaron y lo llevaron a extremos c on a extremos que no se habían conocido antes. En efecto: la impetuosa multiplicación de las fincas cafetaleras, y la consiguiente necesidad de mano de obra fija y estacional, le impusieron a la Reforma una política sumamente drástica para la legislación agraria del gobierno de Barrios la población. indigena. La s rompió la estructura colonial del pueblo de indios; al convertir en propiedad privada las parcelas de las tierras comunales de los pueblos, favoreció a los núcleos ladinos incrustados desde la colonia en dichos pueblos -la capa media alta rural, que fue uno de los contenidos de clase de la Reforma- y lanzó grandes masas de indios sin tierra a las rancherías de las fincas. La legislación laboral del propio gobierno de Barrios creó instrumentos para retener a los indígenas en las fincas (el endeudamiento forzoso y la retención por deudas) y para enviarlos obligatoriamente a las fincas. cuando los finqueros los necesitaban en mayor número. El tristemente célebre Reglamento de Jornaleros estableció que los finqueros podían pedirle a los Jefes Políticos el envío de indios cuando los necesitaran, y una de las más importantes atribuciones de aquellos jefes también célebres en el mismo sentido- fue la de mantener activo el sistema de envío forzoso de indígenas a las fincas. Estos envíos forzados fueron llamados "mandamientos en la legislación y en el lenguaje corriente, y fueron, en realidad una reactivación del mandamiento colonial en un cuadro histórico distinto. Ciertas modificaciones introducidas en la legislación laboral por los gobiernos cafetaleros, aunque trataron de presentarse como avances liberales, no fueron en realidad otra cosa que habilidosos perfecciona mientos-más eficaces y más disimulados- del aparato de compulsión que obligaba a los indígenas a trabajar en las fincas y que, por lo tanto, mantenía vedada la libre contratación. Así, el gobierno de Reina Barrios prohibió en 1893 los mandamientos, pero al año siguiente (enero) creó las "compañías de zapadores" y también (febrero) decretó una nueva Ley de Trabajadores. Esta última fue un calco del Reglamento de Jornaleros de Barrios, con la única
diferencia de que fueron suprimidas las disposiciones relativas a los mandamientos. En ella se establece, empero, que los trabajadores no podrán ausentarse de las fincas mientras no comprueben su solvencia con el patrono consignada en un libreto especial. Las autoridades perseguirán al "mozo" que se retire de la finca estando insolvente, y el patrono tendrá derecho de pedir que le sea devuelto o decidir que sea remitido a las compañías de zapadores. Las célebres compañías estarían compuestas solamente por indígenas, tendrían por finalidad construir y componer gratuitamente los caminos, y sólo podrían eximirse de ese servicio quienes demostraran, por medio del libreto antes aludido, tener compromisos de servir en una finca. Quiere decir, pues, que la falta de solvencia retenía al indio en la finca, y la disponibilidad de solvencia lo llevaba a la compañía de zapadores. Salta a la vista que con esas innovaciones no eran necesarios los mandamientos antes bien se habían convertido en un sistema anticuado para garantizar el trabajo obligatorio, asegurado ahora en forma mucho más amplia. El trabajo forzado en las fincas se controló con la amenaza de otro trabajo forzado mucho más duro, el cual, en definitiva también era urgente para los finqueros, porque los caminos eran en aquel periodo fundamentalmente una necesidad para el movimiento del café. Lo mismo ocurrió 40 años después, gobernando Ubicó, El 7 de mayo de 1934 fue emitido el Decreto que anula las deudas de los mozos en las fincas y prohibía capturarlos con el pretexto de anticipos. Los propagandistas de aquel gobernante presentaron dicho decreto como un gran avance en las relaciones entre colonos y finqueros. Y realmente lo fue, pero sin ninguna ventaja para los primeros y con algunas muy sustanciales para los segundos. Apenas 3 días más tarde salió un nuevo Decreto que ponía de manifiesto la intención verdadera del anterior. El 10 de mayo se emitió la Ley contra la Vagancia. En su sección dedicada a tipificar a los reos de vagancia se incluyen todos los jornaleros que no tengan comprometido sus servicios con las fincas, ni cultiven con su trabajo personal por lo menos 3 manzanas de café, caña o tabaco en cualquier zona del país, o 3 manzanas de maíz en zona cálida y 4 en zona fría, o 4 manzanas de trigo, patatas, hortalizas y otros productos en cualquier zona. Todos los reos de vagancia -que sería, como se ve, todos los trabajadores privados de tierra o que la tuvieran en cantidades menores de las arriba estipuladas-sufrirían 30 días de prisión dedicados a caminos y obras públicas, entendido que les correría igual pena todas las veces que incurrir en reincidencia. La pena sería conmutable en trabajo en fincas, eso sí, siempre que un finquero se ofreciera para recibir al reo en su finca como jornalero... En septiembre de 1935 firmó Ubico un Acuerdo Presidencial que contiene un Reglamento de Jornaleros, cuyo primer artículo dice que serán tenidos por vagos, y castigados como tales, los jornaleros que no puedan demostrar, con presentación de un libreto especial, haber trabajado 100 jornales al año en las fincas, si se trata de trabajadores con cultivos propios, y 150 jornales cuando se trata de trabajadores sin tierra. Los mandamientos, pues, fueron suprimidos en el papel pero se conservaron en la realidad. Cuando los finqueros necesitaban trabajadores forzados los solicitaban igual que antes, y las autoridades se encargaban de enviar con prontitud una redada de "vagos" en el número exacto solicitado. El finquero los acogía para conmutar la pena en trabajo, y si quería retenerlos no
necesitaba endeudarse, porque bastaba con no firmarles la solvencia en el libreto. Ello significaba que salían de la finca nuevamente como vagos, y que a poco andar los capturará la autoridad específica y los devolvería al patrono. Antes de la Revolución de Octubre, abolidos ya los mandamientos pero creados en su reemplazo los mecanismos señalados, fue escena frecuente y muy conocida, en la ciudades del Occidente del país, el paso de las filas de indios enviados a las fincas de los pueblos del altiplano. Filas de hombres hambrientos y abatidos, siempre escoltados, a veces atados, seguidos de lejos por grupos de mujeres indígenas que los acompañaban en su ominosa caminata hacia las fincas. Viva la estampa colonial en la cuarta década del siglo XX. El trabajo forzado de los indios fue abolido en Guatemala hasta el año 1945. Su abolición fue uno de los más importantes cambios revolucionarios introducidos por la Revolución de Octubre. El Decreto del Congreso de la República de fecha 23 de marzo de 1945 suprimió definitivamente los envíos de indios forzados con pretexto de vagancia, cerró, de ese modo, un largo capítulo de la historia del trabajo en nuestro país. Ese ciclo se había iniciado en los repartimientos coloniales, cuyas características hemos querido esclarecer un poco en estas breves anotaciones.
CAPÍTULO 9 LA POLÍTICA AGRARIA COLONIAL Y LOS ORÍGENES DEL LATIFUNDISMO EN GUATEMALA SEVERO MARTÍNEZ PELÁEZ De sobra se sabe que el problema primordial de la sociedad guatemalteca es la mala distribución de su más importante medio de producción. La tierra se halla concentrada en pocas manos, mientras carece de ella la gran mayoría de la población dedicada a la agricultura, ya porque no la tenga en absoluto o porque sea escasa y y mala la y estudios ponen a la vista las proporciones la que posee. Censos del fenómeno, enes del latifundismo guatemalteco se encuentran en Los orígenes organización económica de la sociedad colonial. El presente trabajo se propone señalar cuáles fueron los principios rectores de la política agraria colonial, de qué manera esos principios determinaron el desarrollo inicial decisivo del latifundismo en nuestro país. (Por tratarse de procesos acaecidos cuando Guatemala era un trozo de la Capitanía General de Guatemala, muchos de los juicios aquí vertidos son válidos para la Historia Económica de Centroamérica y de Chiapas). Algunos estudiosos de las leyes y de las instituciones indianas han insistido en que la legislación de Indias tuvo un carácter marcadamente casuista, vale decir que estuvo enderezada a resolver casos y problemas surgidos en determinados lugares y tiempos, y que, por tal motivo, fue una legislación caprichosa y desprovista de unidad sistemática. Esa es un valioso estudio con base en los datos del Censo Agropecuario de 1950 se encuentra en "Aspectos y Resultados Económicos de la Reforma Agraria en Guatemala", por el Lic. José Luis Paredes Moreira, Revista Economía, No. 12 (diciembre de 1966), pp. 26-60. Muy importante, empleando ya los datos del Censo Agropecuario de 1964, es el capítulo correspondiente a la Tierra en la geografía Económica de Guatemala, de Alfredo Guerra Borges (Editorial Universitaria, Guatemala 1969), pp. 265-333.
Una verdad de superficie, que desafortunadamente encubre importantes hechos de fondo. Las leyes que emite un Estado cualquiera son, en una u otra forma expresión jurídica de los intereses de las clases dominantes a quienes ese Estado representa; y como entre tales intereses tiene que haber necesariamente algunos que sean principales y permanentes, de ahí que toda legislación, por muy casuista que sea, deba estar regida por ciertos principios fundamentales que le confieren unidad interna. La legislación indiana se formó principalmente es cierto-con un caudal de Reales Cédulas que le buscaban solución a problemas muy concretos y hasta circunstanciales, pero ese cúmulo de disposiciones, ordenadas oportunamente en una Recopilación, integraron y ponen a la vista un cuerpo de Derecho bastante coherente. Por lo que hace a la tierra, el estudio atento de las fuentes coloniales guatemaltecas permite descubrir los lineamientos de una política agraria perfectamente definida. Es más: pueden señalarse con cierta precisión los cinco principios que configuraron aquella política, todos emanados de intereses económicos que la propia documentación no oculta. Cuatro de esos principios hallaron expresión en las leyes coloniales de tierra, el otro es revelado por documentos de diversa naturaleza. Vamos a referirnos principalmente a la legislación, pues, sin atribuirle fuerza de factor determinante -que nunca la tiene-, sino como expresión de intereses económicos. El principio fundamental de la política indiana en lo relativo al agro se encuentra expresado en el señorío que ejercía la corona de España sobre todas las tierras de las provincias conquistadas en su nombre. Este principio no era otra cosa que el derecho de conquista como hecho consumado; era la expresión legal de la toma de posesión de la tierra, y constituye, por eso mismo, la base y el punto de partida del régimen agrario colonial. La conquista fue esencialmente un proceso violento Una explicación de la teoría del señorío de la corona sobre las tierras conquistadas puede hallarse en Memorias para escribir la Historia del Antiguo Reino de Guatemala, por Francisco de Paula García Peláez (Tipografía Nacional, Guatemala, 1943, 3 vols.) tomo 1, p. 167. Observaciones importantes sobre el tema, referido de manera general a todo el imperio español, se encuentra en de apropiación proceso económico, por ende- que suprimió auto míticamente el derecho de propiedad de los nativos sobre sus tierras, pero que no se lo dio automáticamente a los conquistadores, como podría suponerse. Unos y otros, conquistadores y conquistados, sólo podían recibir tierras del nuevo y verdadero dueño, el rey, pues en su nombre, y únicamente bajo esa condición, habían venido los primeros a arrebatarle sus dominios a los segundos. Inmediatamente después de consumada la conquista, toda propiedad sobre la tierra provenía, directa o indirectamente, de una concesión real. El reparto de tierras que hacían in real. los capitanes de conquista entre sus soldados lo hacían en nombre del monarca con poderes especiales otorgados por él, y la plena propiedad de aquellas posesiones estaba sujeta a la confirmación. El principio de señorío-hay que repetirlo-tuvo una importancia extraordinaria por haber sido la expresión legal de un acto material absolutamente básico: el despojo de los nativos y el paso de toda propiedad a la corona en cuyo nombre se hizo la conquista. Las enormes proyecciones de este principio deben ser bien comprendidas en sus dos vertientes. Una positiva: sólo el rey cede
o vende tierra; toda posesión deriva de una cesión o venta original de la corona. Y otra negativa no menos importante: cualquier tierra que el rey no haya vendido o cedido es tierra realenga, pertenece al rey y no puede ocuparse ni usarse sin incurrir en delito de usurpación. La corona cedió y vendió tierras cuando y a quien le convino, y también veremos que, al negarle tierras a los mestizos pobres, los lanzó como arrendatarios a las grandes haciendas y creó con ello un motivo adicional para la expansión latifundista de dichas empresas. Con base en el principio anterior, el Estado español desarrolló un segundo principio de su política agraria en Indias; lo llamaremos el Principio de la tierra como aliciente, porque eso fue en realidad. Varios autores han señalado que la corona española, imposibilitada para sufragar las expediciones de conquista como empresas estatales, las estimuló como empresas privadas con el aliciente de ofrecerle a los conquistadores una serie de ventajas económicas en las provincias que conquistasen. Agregamos nosotros que, en la región centroamericana, territorio pobre en metales preciosos, la concesión de tierras y de control sobre los indios fueron los principales alicientes empleados en aquel período. Con diáfana claridad lo manifiesta la Real Cédula de Fernando el Católico, fechada en Valladolid el 18 de junio de 1513-incorporada después a la Recopilación de Leyes de Indias "Porque nuestros vasallos se alienten al descubrimiento y población de las Indias, y puedan vivir con la comodidad, y conveniencia, que deseamos: Es nuestra voluntad, que se puedan repartir y re partan casas, solares, tierras, caballerías y peonías a todos los que fueren a poblar tierras nuevas en los Pueblos y Lugares, que por el Gobernador de la nueva población les fueren señalados, haciendo distinción entre escuderos y peones, y los que fueren de menos grado escude y merecimiento, y los aumenten y mejoren atenta la calidad de sus servicios, para que dé allí adelante los puedan vender, y hacer de ellos a su voluntad libremente, como cosa suya propia; y asimismo conforme a su calidad, el Gobernador o quien tuviere nuestra facultad, les encomiende los Indios en el repartimiento que hiciere, para que gocen de sus aprovechamientos y demoras, en conformidad a las tasas, y de lo que está ordenado". Para que ese estímulo diera los resultados apetecidos, la corona tenía que mostrar mucha magnanimidad en la cesión de tierras, pues hubiera sido desastroso que se propagara la noticia de que los conquistadores no estaban siendo debidamente premiados por su inversión, ni los primeros pobladores por su decisión de trasladarse a las colonias recientes. El rey ofrecía y cedía -nótese este detalle importante- una riqueza que no había poseído nunca antes del momento de cederla. Los conquistadores salían a conquistar unas tierras con autorización, en nombre y bajo el control de la monarquía; y la monarquía los premiaba cediéndoles trozos de esas mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues, con lo que ellos les arrebataban a los nativos y con los nativos mismos. Y como cedía algo que no le había pertenecido antes de cederlo, podía cederlo en grandes cantidades. Las actas del primer cabildo de la ciudad de Santiago de Guatemala, desde el día. muestran un cuadro muy animado d al asiento de la ciudad, desguientadores repartiéndose las tierras entre sí, en grandes extensiones, con base en la autorización que para ello tenía el jefe de la expedición, Alvarado, y las personas en quienes delegó dicha facultad en sus aust en sus ausencias.
Este principio politico -la tierra como omo aliciente, determinado por la necesidad de expandir y consolidar un imperio sin hacer gastos, a expensas de los conquistados, fue a su vez un punto de partida del latifundismo. Las tierras cedidas a los conquistadores y primeros pobla dores, solicitadas por ellos en extensiones que la corona no podía valorar por desconocimiento de lo que cedía, fueron los primeros latifundios coloniales niales - susceptibles de ser ulteriormente ampliados, como se verá delante-. Resta hay que decir que ese principio, segundo de nuestra serie, operó de manera profunda y decisiva en la etapa de la conquista y colonización intensiva, a lo largo del siglo XVI. En los siglos subsiguientes continúo actuando de manera atenuada, porque la posibilidad de adquirir tierra por merced real siguió siendo un incitante de la inmigración española a Indias. Perdió la fuerza y el sentido de la primera etapa, eso sí, por motivos que se desprenden de lo que se verá enseguida. Finalizando el siglo XV, dos generaciones de colonizadores españoles habían echado raíces en las colonias. Habían erigido ciudades, tenían tierras en abundancia, disponían del trabajo forzado de los indios, -muchos de ellos tenían encomiendas-, habían fundado familias ya tenían descendientes criollos. Afianzando el imperio por obra de la colonización y de la toma efectiva del poder local por las autoridades peninsulares, el principio político de la tierra como aliciente perdió su sentido original y siguió actuando en forma atenuada. A tono con la nueva situación, la monarquía se halló en condiciones de aplicar con provecho un nuevo principio: La tierra como fuente de ingresos para las Cajas Reales bajo el procedimiento de "composición de tierras". Veamos. La incitación del período anterior a pedir y obtener tierras había dado lugar a muchas extralimitaciones. En aquel periodo convenia tolerarlas, pero medio siglo más tarde se convirtió en motivo de reclamaciones y de "composiciones". La monarquía comenzó a dictar órdenes encaminadas a que todos los propietarios de tierras presentaban sus titulos, Las propiedades rústicas serian medidas para comprobar si se ajustaban a las dimensiones autorizadas en aquellos documentos. En todos los casos en que se comprobara que había habido usurpación de tierras realengas, el rey se avecina a cederlas legalmente si los usurpadores aceptaban pagar una suma de dinero por concepto de "composición". En caso contrario, era preciso desalojarlas para que el rey pudiera disponer de ellas. En 1591 fueron despachadas por Felipe II las dos Cédulas que definitivamente pusieron en vigencia el principio de la composición de tierras en el reino de Guatemala -y parece que lo mismo ocurrió en todas las colonias en ese año-. Es del mayor interés la lectura cuidadosa de unos fragmentos de dichas Cédulas, ya que ilustran de manera inmejorable los criterios que presidieron el principio de composición de tierras desde sus inicios. Las dos Reales Cédulas son de la misma. fecha (1 de noviembre de 1591) y en la primera se leen los siguientes conceptos: "El Rey. Mi presidente de mi Audiencia Real de Guatemala. Por haber yo sucedido enteramente en el señorío que tuvieron en las Indias los Señores que fueron de ellas (se refiere a los nativos conquistados, S.M.), es de mi patrimonio y corona real el señorío de los baldíos, suelo y tierra de ellos que no estuviere concedido por los Señores Reyes mis predecesores o por mí, o en su nombre y en el mío con poderes especiales que hubiéramos dado para ello; y tengo voluntad de hacer merced y repartir el suelo justamente (...) la y aunque
yo he tenido y confusión y exceso que ha habido en esto por culpa u omisión de mis Virreyes, Audiencias y Gobernadores pasados, que han c consentido que se hayan unos con ocasión que tienen de la merced de algunas tierras se entrado en otras muchas sin título (...) (lo cual) es causa que se hayan ocupado la mejor y mayor parte de toda la tierra, sin que los concejos (se refiere a los municipios de los pueblos, S.M.) e indios tengan lo que necesariamente han menester (...); habiéndose visto y considerado todo lo susodicho en mi Real Consejo de las Indias y consultándose conmigo, ha parecido que conviene que toda la tierra que se posee sin justos y verdaderos títulos se me restituya, según y como me pertenece...", y por ese tenor continua la Cedula ordenando que todas las tierras usurpadas le sean devueltas al rey. Parecería a primera vista, que la usurpación de tierras, su apropiación ilegal y subrepticia, sufría un rudo golpe con aquella categórica disposición real. Pero estaba ocurriendo precisamente lo contrario: se estaban poniendo las bases para que la usurpación se convirtiera en un procedimiento normal para apropiarse la tierra y una de las principales modalidades de la formación de latifundios. No se piense que t todo ello ocurrió a despecho de la voluntad de los reyes; fue un fenómeno promovido hábilmente por la política económica de la monarquía. La Cédula que hemos citado ordena recuperar para el rey todas las tierras ocupadas sin títulos. No ofrece ninguna posibilidad de retenerlas con base en arreglos. Es una orden tajante. Pero en la segunda Cedula de esa misma fecha se le dice al presidente que no obstante lo ordenado en la anterior, se puede entrar en arreglos con los usurpadores si éstos se muestran dispuestos a pagar lo "justo y razonable", Leamos sus renglones medulares: "Por otra Cédula mía de fecha de ésta os ordeno que me hagáis restituir todas las tierras que cualesquiera personas tienen y poseen en esa Provincia sin justo y legitimo título" -dice el monarca, pero seguidamente agrega que:-"...por algunas justas causas y consideraciones, y principalmente por hacer merced a mis vasallos, he tenido y tengo por bien que sean admitidos a alguna acomodada composición, para que sirviéndome con lo que fuere justo para fundar y poner en la mar una gruesa armada para asegurar estos Reynos y esos, y las flotas que van y vienen de ellos (...) se les confirme las tierras y viñas que poseen, y por la presente, con acuerdo y parecer de mi Consejo Real de Indias, os doy poder, comisión y facultad para que, reservando ante todas las cosas lo que os pareciere necesario para plazas, ejidos, propios, pastos y baldios de los lugares y concejos (se refiere otra vez a los municipios de los pueblos, S.M.), así por lo que toca al estado presente como el porvenir del aumento y crecimiento que puede tener cada uno, y a los indios lo que hubieren menester para hacer sus sementeras, labores y crianzas, todo lo demás lo podáis componer, y sirviéndome los poseedores de las dichas tierras (...) que tienen y poseen sin justo y legitimo título, se las podáis confirmar y darles de nuevo título de ellas (la expresión "de nuevo" no significaba en aquel léxico "otra vez", sino "por primera vez, como cosa que antes no había ocurrido", S. M.) (...) y en caso que algunas personas rehusaren y no quisieren la dicha composición, procederéis contra los tales conforme a derecho en virtud de la dicha mi real cédula... Sería ingenuo suponer que las dos Cédulas de aquel día se contra dicen, o que pudo incluirse el contenido de ambas en una sola, ya que tratan del mismo asunto. No se contradicen, sino que se complementan; y el hecho de poner la orden de restitución en un documento y la oferta de composición en otro aparte, obedecia al propósito de no restarle fuerza legal a la primera y
aumentar así el atractivo de la segunda. Porque lo que la corona quería no era que le devolvieran las tierras usurpadas, sino que no se las devolvieran; quería la composición, necesitaba dinero. Es interesante observar que en la etapa en que privó el p el principio de la tierra como aliciente, la corona puso ciertas condiciones al hacer merced de la tierra: había que radicar en ella y cultivarla durante un determinado tiempo antes de obtener la confirmación de su plena posesión -según se leyó en la famosa Cédula del Rey católico que hemos citado páginas atrás-Pasada aquella corta y decisiva etapa, privando ahora el principio de la tierra como fuente de ingresos para la monarquía, desaparecieron totalmente aquellos requisitos: los terrenos realengos usurpados podían titularse por vía de composición "...estando o no poblados, cultivados o labrados..." La composición de tierras fue un mecanismo creado en la última dé cada del siglo XVI; ingresó como un tema permanente en la Recopilación de Leyes de Indias," estuvo causándole ingresos a la corona durante todo el periodo colonial; y fue un importante renglón de la Real Hacienda en el reino de Guatemala hasta pocos años antes de la Independencia." Dicho lo mismo de otro modo: la usurpación de tierras se practicó desde el siglo XVI con base en la liberalidad de las concesiones originales y en el descontrol de la primera etapa colonizadora. En la última década de ese siglo fue instituido el sistema de composiciones, el cual no vino a frenar la usurpación porque no era su finalidad-sino a convertirá en un procedimiento normal para adquirir tierras y ensanchar los latifundios con desembolsos moderados. Al normar la composición, las leyes sistematizaron la usurpación de tierras para todo el periodo colonial. No hay negocio que más prospere, que aquel en que los dos tratantes salen beneficiados. El procedimiento usurpacióncomposición beneficiaba a la corona con la recaudación constante, y favorecía a los terratenientes dándoles facilidades para ensanchar sus propiedades. En las instrucciones que los presidentes le daban a los comisionados de hacer remedidas y composiciones de tierras, se les recomienda, entre otras cosas, regatear en torno al precio de la tierra, pujar para arriba con el fin de que "...siempre lo que se hiciere sea en aumento del real haber..." y naturalmente preferir siempre una composición baja antes que una devolución de tierras sin provecho alguno para el "real haber". La consigna era no permitir el fracaso de la composición. A mediados del siglo XVIII una importante Cédula le dictó nueva forma a la administración del ramo de tierras, y dispuso que los subdelegados percibieran el dos por ciento de las ventas y composiciones que se realizaran bajo su dirección. Tenemos allí, pues, un nuevo factor favorable al proceso usurpación-composición, puesto que la concesión del citado estipendio a favor de los subdelegados a procurar precios altos en las composiciones -que elevarían el estipendio a recibir-, pero al mismo tiempo la inducia a realizar composiciones a cualquier precio antes que malograrlas-más valía pájaro en mano que ciento volando No hace falta demostrar que el resorte fundamental del mecanismo que estamos señalando se hallaba en las necesidades de numerario que eran achaque crónico de la monarquía española. Y resulta harto comprensible que buscara provecho en la concesión barata de tierras que de otro modo no le rendirán ningún beneficio-sin reparar, claro está, en consecuencias históricas como el latifundismo, que no le afectaban ni tenía por qué preverlas-. Desde el punto de vista de la corona, la composición fue un recurso económico inteligente. Usurpar tierras realengas y
componerlas después, fue el procedimiento normal para comprar tierras al rey a precios favorables. El cuarto principio de la política agraria fue la Preservación de las tierras comunales de indios. Al hacerse la gran organización definitiva de las colonias a mediados del siglo XVI, fueron creados los pueblos de indios - completamente distintos de los poblados prehispánicos, que fueron desmantelados para crear estas nuevas concentraciones-Todos los pueblos de indios fueron dotados desde su creación con dos clases de tierras: las llamadas ejidos -también de "pastos y ejidos" o "montes y pastos"-, y las llamadas tierras comunales también mes de "comunes labranza", "de sementera" o "de labranza y sementera" Los ejidos eran la tierra indispensable y de uso común en derredor del pueblo; tierra y montes para recolectar madera y otros materiales de construcción, madera y hojas secas para combustible, espacios para exponer al aire y al sol hilos y telas, y también para soltar algunos animales de propiedad particular a fin de que parecieran en ellas. La ley establece que la extensión de los ejidos debe calcularse representándose dos líneas rectas que se cruzaran en el centro del pueblo -la fuente de la plaza, si la había - cada una de las cuales debía tener una legua de longitud, o sea media legua desde el centro del pueblo. Se suponía que el área encerrada entre los cuatro extremos de esas líneas podría considerarse como ejido de un pueblo, pero esa norma era muy flexible y sufrió toda clase de violaciones. Las tierras comunales se extendían normalmente en los alrededores del pueblo, más allá de los ejidos (aunque también hubo tierras comuna les situadas a considerables distancias de los pueblos). Su extensión era variable, y se suponía que había tierra suficiente para que cada familia pudiera percibir una parcela y cultivarla en forma individual. Al final de la colonia, sin embargo, había pueblos que tenían mucha más tierra de la que necesitaban, y otros que carecían de la necesaria. Los primeros solían arrendarla a los segundos, y más comúnmente a ladinos pobres totalmente desprovistos de tierra. Las tierras comunales eran administradas por el Cabildo o Ayuntamiento indígena. A partir de la dotación original, muchos pueblos ampliaron sus tierras, bien solicitadas por merced, o bien, en muchos casos titulándolas por composición después de haber entrado. en su uso por impulso de la necesidad. Para estas composiciones, y para otras compras eventuales de tierras del común, los Cabildos echaban mano del fondo llamado de comunidad (cajas de comunidad), integrado, con ciertas contribuciones munic entre las que figuraba, de manera principal, cierta cantidad de trabajo en las mismas tierras del pueblo." A ello se debe que, ocasionalmente, los documentos hagan distinción entre las tierras comunales o de sementera y las de comunidad, dándole este segundo nombre a las adquiridas con fondos de comunidad. Deber indicarse, empero, que hubo mucho descuido en la denominación de las tierras de indios, y que fue incluso corriente llamar ejidos al conjunto de dichas tierras, englobando las ejidales y las comunales. Fueron, como ya se dijo, dos tipos de tierra distintos. Además de los ejidos y tierra comunales, hubo tierras que pertenecieron a ciertos indios en forma particular. La estructura colonial propició la existencia de pequeñas camarillas de indios no serviles en los pueblos; indios "nobles" que no tributaban ni acuden al trabajo obligatorio (repartimiento) y que estaban incorporados al aparato de autoridad y de explotación. Dentro de esas facciones cabildescas hubo indios ricos que dispusieron de medios económicos para
componer tierras de su propiedad. También hubo en los pueblos minorías de mestizos que llegaron a poseer las propias en modesta a cantidad. La mediana pequeña propiedad rústica existió, pues, en el cuadro agrario colonial, pero fue una realidad muy limitada. El panorama del agro durante la colonia estuvo predominantemente formado por latifundios y tierras comunales. (El cuadro de latifundios y minifundios, que comprendía el problema agrario de nuestro tiempo, no es colonial. Entre aquél y éste hay que situar la transformación agraria realizada por la reforma cafe talera en el último tercio del siglo pasado (s. XIX): desmantelamiento de la estructura colonial de los pueblos, supresión casi total de las tierras comunales, incremento de las rancherias con introducción de indios en ellas, multiplicación en gran escala de la pequeña propiedad agraria en manos de mestizos, y violenta elevación del número de empresas agricolas grandes o nuevos s latifundios cafetaleros). La legislación colonial de tierras, tanto la general contenida en la Recopilación como la contenida en Cédulas e instrucciones especiales para la Audiencia de Guatemala," expresaba de manera insistente y cla risima el interés de la monarquia en que los pueblos de indios tuvieran tierras suficientes. Las primeras indicaciones precisas en tal sentido no aparecen sino hasta la gran reforma de las Leyes Nuevas, ya que desde ese momento comenzaron a vivir los indios en pueblos y a tributar al rey-anteriormente tributaban a los conquistadores-. Desde entonces, la posición de la monarquia es firme: los pueblos deben tener suficientes tierras comunales para sus siembras, y deben tener sus ejidos. En nin gún caso debe admitirse la composición a quien haya usurpado tierras de Indios, ya se trate de tierras comunales, de ejidos, o de propiedad. particular de indios ricos. Antes de componer tierras con particulares. españoles y criollos, los comisionados deben hacer averiguación en los pueblos indigenas cercanos para asegurarse de que no se está solicitando tierra usurpada a ellos. En unas instrucciones dadas por el Presidente de la Audiencia Don Alonso Criado de Castilla, en 1598, le encarga al comisionado que antes de entrar a composición con un particular "...hará información de la cantidad que será menester agrega- (...) de las tierras de los pueblos de indios comarcanos-y que tuvieran necesidad para sus milpas, pastos, dehesas, potreros y otras granjerías y ejidos, y todo lo demás que viere que los pueblos de los dichos naturales hubieren menester, y eso les dejará y otro tanto más, de manera que siempre procure que los indios queden contentos y no agraviados... Más adelante vuelve a referirse a las tierras de indios, diciéndole que: "...Las tierras para milpas, pastos, dehesas, potreros y ejidos que los indios en particular y las Comunidades de tales pueblos tuvieren y poseyeren, se las deje y no trate de ello en manera ninguna..." Ciento cincuenta años más tarde, en la Cédula de 1754 que reorganizó el ramo de tierras, se incluyen renglones que vuelven a recomendar mucha templanza en la composición con indios particulares, y la más amplia tolerancia con las tierras comunales: "...pues por lo tocante a las de comunidad y las que les están concedidas a sus pueblos para pastos y ejidos, no se ha de hacer novedad, manteniéndolos en la posesión de ellas y reintegrándoles en las que se les hubiera usurpado, concediéndoles mayor extensión en ellas según la exigencia de la población..." Esas recomendaciones reflejan con fidelidad la política de la corona frente al problema de las tierras de los pueblos. No es que estemos tomando cándidamente las leyes como realidades; una
documentación amplia, ajena al texto legal, demuestra que la preservación de las tierras de indios fue efectivamente un principio de la política agraria colonial. Y ello no tiene nada de sorprendente. La organización de los pueblos de indios -que fueron la pieza clave de la estructura económica de la colonia exige la existencia de unas tierras en que los indígenas pudieran trabajar para sustentarse, para tributar, y para estar en condiciones de ir a trabajar en forma casi gratuita a las haciendas y labores y a otras empresas de los grupos dominantes. Se trata pues, de un principio permanente y fundamental de la política agraria de la colonia, porque enraizaba en un interés económico también fundamental y permanente de la monarquía. Para que los indios permanecieran en sus pueblos, controlados para la tributación y para el trabajo forzado, era indispensable que tuvieran allí unas tierras suficientes; que no tuvieran que ir a buscarlas a otra parte. De los cinco principios que nos proponemos señalar, éste es el único que no operó como factor de desarrollo de los latifundios. Su importancia es en todo caso extraordinaria, y no puede faltar en una exposición sistemática de la política agraria de aquel largo período. Los cuatro principios señalados hasta aquí, -el señorío de la corona sobre toda la tierra de las provincias, La tierra como aliciente de la conquista y la colonización, La tierra como fuente de ingresos para la monarquía, y la preservación de las tierras de indios-, todos ellos tienen clara formulación en las leyes y aparecen ampliamente ilustrados en sus pormenores en documentos coloniales de muy diversa índole. El quinto principio-último de nuestra serie- no se desprende de las leyes en ninguna forma, y antes bien, si nos atuviéramos a ellas, pasaría totalmente inadvertido. Nos es revelado por hechos de gran trascendencia consignados en documentos de otra naturaleza, gracias a los cuales sabemos, precisamente, que era un principio que operaba al margen de la ley. Lo llamaremos el principio de bloqueo agrario de los mestizos. Las Leyes de Indias en lo tocante a tierras no hacen discriminación de la gente mestiza-las "castas"-, los ladinos, sino que ofrecen puntos de apoyo legal para que ellos también puedan obtenerlas por los procedimientos usuales. Las Cédulas especiales para Guatemala, así como las disposiciones elaboradas por la Audiencia, tampoco establecen limitación para la adquisición de tierras por mestizos, aunque es de notarse que siempre se refieren a ellos como particulares, facultándolos para adquirir las por composición. Sin embargo, dado que los mestizos formaban una Legislación Agraria, op. cit. p. 12. (Ley VII de la Recopilación. Que las tierras se repartan sin acepción de personas ni agravio de los indios. Felipe II a 6 de abril de 1588), Ibidem., p. 32 (Real Cédula de 15 de octubre de 1754 que dio nueva forma a la Administración del ramo de tierras. No es especial para nieve Guatemala, sino válida para todas las colonias-pues se dirige a Virreyes y presidentes- Da por supuesto que tienen tierras adquiridas "...las espiadas gentes de otras castas..." y agrega que para unos y otros son igualmente v las leyes de tierras de la Recopilación). En todos los puntos en que las leyes se refieren al derecho de composición, indican que puede componerse cualquier nadie ra persona que tenga tierras poseídas sin justo título. No excluyen a nadie, lo cual significa que legalmente incluyen, junto a españoles e indios -de quienes concretamente se hace mención a los negros libres y a todos los mestizos. Lo mismo ocurre cuando las leyes de tierras se refieren al sistema de ventas al mejor postor ("a vela y pregón"): no limitan la posibilidad de compra por motivos de condición social.
En términos generales, se refieren predominantemente a los españoles como particulares, a los indios en sus pueblos como comunidades, y también a los indios como particulares. Pero en ningún lugar excluyen expresamente a los mestizos. En Legislación Agraria, op. cit., pp. 39-46 se encuentra la "Instrucción que se daba a los subdelegados...etc.". (de 1771). Este documento, por contingente humano en crecimiento y de escasos recursos económicos, era de esperarse que el gobierno colonial, a nivel peninsular o a nivel de provincia, dictara las providencias necesarias para dotarlos de tierras, considerándolos como un grupo económicamente diferenciado y muy necesitado de aquel recurso fundamental. Si los indios, como clase, Vivian como pueblos, tienen tierras y gozaban de un fuero especial, los mestizos, como un grupo emergente en la sociedad colonial, no ubicado y carente de medios de producción, debieron ser objeto de la creación de centros especiales para ellos, dotados de tierras para trabajar. Esto, que se hizo en otras colonias y que los mestizos del Reino de Guatemala solicitaron en diversas formas, fue sistemáticamente rehuido por las autoridades de esta provincia. Numerosos documentos dan prueba del fenómeno, y una primera síntesis histórica del mismo fue elaborada por el religioso, economista y notable historiador Francisco de Paula García Peláez en las primeras décadas del siglo XIX. En sus ricas "Memorias" consagró dos capítulos al sistema colonial de ladinos, y en ellos dejó definitivamente señalados los siguientes hechos importantes: que el desarrollo demográfico del mes hubiera ameritado la creación de un crecido número de poblados ladinos-villas, como se les llamaba-, y que las treinta existentes eran del todo insuficientes para las des de aquel gran sector; que los ladinos solicitaron en diversas formas. la creación de villas, pero el gobierno de la provincia no le dio solución favorable a esa tendencia; que varias de las villas existentes en el reino fueron fundadas por el esfuerzo propio de grupos de ladinos, quienes tuvieron que comprar tierras de propiedad particular para establecerse; que el régimen colonial le cerraba las puertas de los pueblos de indios a los ladinos, haciendo que su existencia en ellos fuera siempre difícil e insegura; que por todos esos motivos se veían obligados los ladinos rurales a introducirse en las haciendas, en donde vivían y laboraban en malísimas condiciones a cambio de poder usufructuar parcelas de tierra de dichas empresas, y finalmente, que ciertas modalidades de conducta. de los ladinos, señaladas como "malas" por los grupos dominantes, eran consecuencia necesaria de las limitaciones en que el régimen los obligaba a vivir. No podemos adentrarnos aquí en pormenores acerca del mestizaje y el desarrollo de las capas medias en la sociedad colonial, pero es indios pensables señalar que los lineamientos fundamentales de aquel complicado proceso estuvieron determinados por lo que indiscutiblemente fue uno de los principios de la política agraria colonial: el bloqueo agrario de aquellos sectores emergentes. La proliferación de ladinos configuró en aquella sociedad por lo menos dos capas medias urbanas: una alta y reducida, artesanal proveedora, y otra baja y numerosa, la "plebe" o gente pobre de los suburbios de las ciudades coloniales. También configuró dos capas medias rurales: una alta y reducida, integrada por indios ricos y ladinos acomodados en pueblos de indios, y otra baja de grandes proporciones, constituida por la masa de ladinos pobres dispersos en rancherías. Todas ellas fueron, por así decirlo, caminos que tomaron los mestizos ante la imposibilidad de obtener tierras. La política colonial de ladinos, que
se las negó siempre, los arrojó en esas direcciones, entendido que la última de ellas -el camino hacia las rancherías de las haciendas-fue la adoptada por una gran mayoría de ladinos pobres. Aunque los documentos son pródigos al poner de manifiesto el bloqueo agrario y sus consecuencias históricas, ninguno revela directamente las causas profundas del fenómeno." García Peláez se limita a señalar que había una contradicción entre lo dispuesto por las Leyes de Indias y lo actuado por las autoridades del reino, y solamente denuncia un incumplimiento de aquellas por estas últimas. Pero es seguro que allí hubo algo más que un mero incumplimiento de la ley. Hacia 1642 cesó en el cargo el último presidente que atendió a la creación de villas para los ladinos," y desde entonces quedó abandonado ese grave problema. Tan marcado viraje obliga a sospechar un cambio de política deliberado, y aunque carezcamos de información directa al respecto, hay elementos históricos que con buena lógica parecen indicar la causa fundamental del abandono de los ladinos. El más voluminoso resultado del bloqueo agrario fue el desplazamiento de ladinos pobres hacia las haciendas y la formación de un gran número de rancherías. La multiplicación de las rancherías significó una creciente disponibilidad de mano de obra barata y permanente para los hacendados, y con ello una distensión de la pugna que mantenían con las autoridades en torno al trabajo forzado de los indios. Desde ese punto de vista -que era de la mayor importancia en la dinámica social de la colonia- la política de bloqueo agrario de los ladinos resultaba ser la más conveniente para las dos fuerzas dominantes, la monarquía y los terratenientes criollos, ya que aumentaba constantemente el número de peones que se introducían en las haciendas, que se avenían a formar rancherías estables y a trabajar a cambio de usufructo de parcelas. Esto cuando las haciendas estaban en crecimiento, necesitando mano de obra preferentemente servil-todas quieren indios de repartimiento- y es estando les prohibido retener a los nativos y formar rancherías con ellos. Para la corona, el desarrollo de las rancherías y el aumento numérico de los trabajadores ladinos rurales venía a ser, en definitiva, un factor importantísimo para la conservación de los pueblos de indios con su régimen cerrado, su de tributación perfectamente controlado, y su régimen de repartimientos ya regularizado conforme al número de indios y para un número limitado de haciendas. Así se lo deben haber demostrado al rey los terratenientes y también los funcionarios que estaban viendo de cerca la realidad. La fundación de villas hubiera sido un grave error de política económica desde el punto de vista de los dos grupos explotadores, quienes, desaprovechando un factor que venía a moderar la contradicción básica existente entre ellos, hubieran impedido el crecimiento de una nueva gran masa de trabajadores susceptibles de ser explotados en diversas formas. Dos hechos seguros debemos retener en relación con nuestro asunto. Primero, que el bloqueo agrario de los ladinos fue un importante principio de la política agraria colonial. Y segundo, que ese principio arrojó a un gran número de trabajadores a las haciendas, convirtiéndolos en arrendatarios de distintos tipos -predominantemente usufructuarios de parcelas a cambio de trabajo-. Este último fenómeno guarda estrecha relación con el desarrollo del latifundismo, porque la perspectiva de encontrar un número creciente de trabajadores arrendatarios debe haber sido un aliciente para la ampliación de las posesiones de los terratenientes. Hemos señalado cinco principios que el estudio de la realidad colonial pone de manifiesto como rectores
de la política agraria de aquel período. El primero de ellos fue el fundamento sobre el que operaron los restantes. El segundo fue el punto de arranque del latifundismo en Guatemala. El tercero fue el gran mecanismo generador y ampliador de latifundios durante más de dos siglos coloniales. El cuarto no fue generador de latifundios-tierra comunal para los pueblos de indios. Y el quinto debe haber actuado como incitante secundario. Ahora bien; esos principios actuaban unilateralmente, fomentaban el latifundio desde el ángulo de los intereses de la corona. Para que estos principios fueran operantes, tuvo que haber otros que actuaran unilateralmente desde el ángulo de los intereses de los terratenientes; porque de nada hubieran valido las facilidades que la monarquía ofrecía para ampliar las haciendas, si los hacendados no hubieran tenido motivos para aceptarlas. Hubo, ciertamente, principios que actuaron desde este otro ángulo. Es obvio que el mero hecho de poseer en grandes extensiones el medio de producción básico, era suficiente para estimular el afán de acapararlo. Pero en el marco de esa circunstancia actuó esta otra, originando entre ambas un círculo vicioso: la tierra era para que los indios la trabajaran, pero la posibilidad de disponer de los indios dependía de que la tierra estuviera acaparada. Dicho de otro modo: la tierra era fuente de riqueza si se disponía de indios de repartimiento, pero los indios de repartimiento sólo podían obtenerse si se poseía tierras en considerable extensión. Desde el momento en que quedó organizado el sistema de repartimiento de indios, se vio que el número de éstos, reducido por el hecho de que las autoridades los cedían en cantidades y por períodos limitados. mantener a los hacendados en un constante regateo entre si y con las autoridades, para tener asegurada su cuota de trabajadores forzados. En esas condiciones, la aparición de nuevas empresas agrícolas, de nuevas haciendas y labores, suponía un aumento numérico de los interesados en obtener indios de repartimiento. Como ese aumento no corresponde a un aumento numérico de los indios disponibles, necesariamente se daba una agudización de la pugna en torno a la disponibilidad de mano de obra forzada. El incremento demográfico de los mestizos vino a aliviar parcialmente dicho problema, como ya se señaló. Pero, de todos modos, la clase terrateniente tuvo que asegurar su dominio acaparando tierras, porque era la manera de asegurarse a los indios. Este hecho fundamental -la limitación de la disponibilidad de indios hay que tenerlo presente en la explicación de ciertas caracte rísticas del desarrollo de la clase criolla. Su rechazo y su miedo frente a la inmigración de nuevos españoles al reino, por ejemplo, tenía ese pro blema en el fondo: tierra había suficiente para que grupos de españoles llegaran periódicamente con miras a obtener trozos de ella, desde ciertos puntos de vista, a la clase criolla le hubiera convenido ser un poco más numerosa; pero esas consideraciones perdían toda su validez ante el hecho de que cada nuevo terrateniente era un nuevo aspirante a indios. Guarda estrecha relación con lo que estamos señalando la tendencia, muy acusada de la clase criolla, a constituir una sola gran familia, a ser una parentela cerrada. Es evidente que de ese modo se conseguia acaparar la tierra en las manos de un núcleo social compactado, unificar los intereses básicos e impedir la penetración de advenedizos. La limitación numérica de los indios disponibles también ope raba con base en otro fenómeno importante: el de que la clase criolla, renovada por los elementos extranjeros que lograban
penetrar en ella, se mantuviera como una clase muy reducida, que no crecía, sino más bien tendía a expulsar de su seno a criollos arruinados que pasaban a las capas medias. Esa lucha interna dentro de la clase -lucha de la que ofrece claro testimonio la crónica de Fuentes y Guzmán- revela que la base de sustentación económica de los criollos era una plataforma limitada, que la clase no podía crecer, y que por ese motivo subían unos y caian otros. Había tierra suficiente para todos, pero no habian indios en cantidad ilimitada -esa era la plataforma con límites peligrosos y siendo esto asi, acaparar la tierra, aunque no fuera a utilizarse, era una medida necesaria para conservar el control sobre los indios y para preservar la clase. (Es interesante observar que la clase latifundista pudo ampliarse, como lo hizo con la reforma cafetalera del siglo XIX, cuando, eliminando el dominio español sobre los indios, se pudo echar mano de estos y disponer de ellos ampliamente. Se amplió pues, la plataforma de sustentación de la clase terrateniente la disponibilidad de indios-y la clase pudo ampliarse también). Resumiendo. Los principios de la política agraria colonial no hubieran llevado el latifundismo a los extremos que llegó, si la estructura de la colonia y la esencia de la clase terrateniente criolla no hubieran obligado a dicha clase aprovecharse de aquellos principios para ampliar su dominio, cerrado y excluyente, sobre la tierra. La tierra sin indios no valía nada, pero el gran valor de los indios como creadores de valor, aconsejaba la adquisición de grandes extensiones de tierra. Es interesante anotar que el latifundismo llegó a ser un serio problema todavía en la época colonial. Así lo revelan varios documentos, pero de manera notable los célebres "Apuntamientos sobre agricultura y comercio" que el Consulado de Comercio le proporcionó a Don Antonio Larrazábal como material de consulta para su gestión en las Cortes de Cádiz. El documento refleja los puntos de vista de los grandes comerciantes españoles del reino, cuyos intereses se hallaban en contradicción con los de los grandes terratenientes criollos. Mientras el bienestar de éstos reposaba sobre el trabajo semigratuito y por ende sobre la mi seria de los indios y de los ladinos pobres, el desarrollo del comercio hubiera avioido una elevación de la capacidad de compra de las masas campesinas, la cual sólo podia alcanzarse con reformas profundas. Los comerciantes hubieran deseado, según se ve en su documento, cam bios revolucionarios sin Independencia, mientras que lo terratenientes deseaban una Independencia sin cambios revolucionarios. De ahi que los Apuntamientos contengan información absolutamente franca y fi dedigna acerca del estado del agro en las postrimerías de la colonia, y Antología sobre Historia de Guatemala que una de sus secciones sea un verdadero proyecto de reforma agraria. -realmente el primer proyecto de reforma agraria que conoce la Historia Económica de Guatemala, elaborado en 1810 Ceñidos a lo que nos interesa, destacaremos algunas observaciones y recomendaciones de aquel proyecto. El grado de expansión alcanzado por el latifundismo hacia el final de la colonia, aparece claramente manifiesto de observaciones como la siguiente: "...En cuanto a los hacendados, unos poseen tierras de considerable número de leguas sin trabajarlas, a reserva de alguna muy corta parte, resultado por consiguientes inútiles a ellos y al común, que carece absolutamente de terreno propio para sembrar sus maíces y otro fruto..." En otros lugares el documento es más categórico acerca de la significación del latifundismo: "...Ya queda demostrado-dice- que el origen o causa primaria de los atrasos y obstrucción que experimenta en el Reyno la Agricultura,
apoyo de la subsistencia de todos sus habitantes, es sin contradicción el que las tierras se hallan distribuidas en posesiones inmensas entre pocos individuos, con enorme perjuicio de los muchos que forman la masa del Estado, y que no tienen un palmo de terreno donde sembrar una milpa. Parece, pues, cosa razonable, justa, necesaria al Reyno, y conforme a nuestras Leyes de Indias, que las tierras estén repartidas en muchas manos, para que en este caso quede removida la causa del grave mal indicado..." Si el documento que comentamos no fuera suficiente prueba de que la mala distribución de la tierra llegó a ser, todavía dentro de la colonia, el problema capital de la sociedad guatemalteca, tenemos a mano una última prueba que aportamos con dedicatoria para quienes, cogidos en la ideología de los criollos latifundistas -sin serlo, muchas veces-se estremecen al oír hablar de reformas agrarias. Allí va: El más drástico e intransigente de todos los Capitanes Generales del reino de Guatemala, enviado especialmente para reprimir el movimiento de Independencia, y tristemente recordado por la crueldad que puso en el cumplimiento de su misión; el ceñudo y amargo -pero no tonto- José Bustamante y Guerra, llegó a la conclusión de que en el reino de Guatemala era necesaria una amplia repartición de tierras entre la gente pobre. En un documento de 1813, dirigido al gobierno peninsular y "muy reservado", aconseja: "...Abrir las fuentes de riqueza públicas para desterrar la miseria que dispone a los que la sufren a revoluciones en que esperan variar de suerte, multiplicar el número de propietarios para aumentar el de verdaderos ciudadanos (...) Proteger liberalmente a los indios, clase la más numerosa y recomendable, al mismo tiempo que por su sencillez es la más expuesta a ser seducida". Y a la hora de recomendar las medidas concre tas más urgentes para impedir que en Guatemala se desarrollaran los planes de subversión contra el régimen, Bustamante recomendó mucha drasticidad, reforzar las milicias, pero también: "...que se repartiesen en pequeñas suertes a los mulatos e indios honrados que no fuesen propietarios, las tierras que se pudiesen conceder sin perjuicio de tercero, proporcionándoles caudales del fondo de comunidades para los primeros gastos de cultivo"." Se trata de una medida demagógica, claro está. Pero la eficacia que el presidente le suponía radicaba en que la falta de tierra era un poderoso factor de descontento entre indígenas y mestizos a quienes llama "mulatos" según el uso de la época, y el esperaba que aquellos repartos fueran, por eso mismo, un golpe a la opinión favorable a la Independencia. Es interesante señalar, terminando, que aquel duro funcionario, que fingía achacarle los movimientos de Independencia a la acción de minorías subversivas, reconocía con toda claridad, cuando se dirigía secretamente a la autoridad peninsular, que es la miseria la que arroja a la lucha revolucionaria a quienes la padecen, y que el procedimiento racional para atenuar esa lucha, desde el punto de vista de los domina dores, es conceder el acceso a las fuentes de riqueza a un número mayor de ciudadanos. Recomendó distribuir tierra, porque la tierra era-como lo es hoytodavía la principal fuente de riqueza mal distribuida en el país. La enfermedad de Guatemala ya estaba allí. CAPÍTULO 10 CAPAS Y CLASES SOCIALES EN LA ÉPOCA FINAL DE LA COLONIA
SEVERO MARTINEZ PELAEZ Al desarrollar este tema, es necesario recordar lo siguiente: 1. Que las diferencias entre las clases están condicionadas por la po sición que ocupa en determinado sistema histórico de producción social. Esto quiere decir que cada clase está vinculada a un determi nado modo histórico de producción y que todo modo antagónico de producción lleva aparejado una determinada división de la sociedad de clases. En la sociedad dividida en clases antagónicas, de las relaciones de producción tienen el carácter de relaciones de dominación y subordinación. 2. Las distintas posiciones que ocupen las clases dentro del modo de la producción social, depende del distinto tipo de relaciones entre las clases y los medios de producción. La clase dominante posee los medios de producción, por lo menos los más importantes, en tanto que la clase oprimida se ve privada de ellos, encontrándose en una situación de dependencia económica. Esto permite también que las clases dominantes se apoderan del trabajo de las clases oprimidas y las exploten... 3. Del tipo de relación que las clases mantienen con los medios de producción que es lo que constituye el rasgo social y decisivo de las clases, dependen todos los demás rasgos entre ellos. El de función que cumplen las clases en la organización social del trabajo. Las clases dominantes, explotadoras que representaban una minoría de la población, concentran en sus manos la dirección de la producción y de los asuntos políticos y convierten el trabajo intelectual en monopolio suyo, mientras la enorme mayoría de la población, a la que pertenecen las clases oprimidas, se ve condenada a un duro y extenuante trabajo físico. La clase que posee los medios de producción es también por regla general la clase que dirige la producción. Como ha señalado Marx, capitalista no es tal capitalista por ser director industrial, sino al revés, es director industrial por ser capitalista...
4. El distinto tipo de relación que cada clase social establece con los medios de producción condiciona también las ganancias, en cuanto al modo y la proporción que perciben la parte de la riqueza social de que disponen las clases. El capitalista, por ejemplo, recibe sus ingresos en forma de ganan cias sobre el capital que ha invertido en la empresa, mediante la apropiación de la plusvalía producida por el obrero asalariado, éste, por el contrario, obtiene sus ingresos en forma de salario, que apenas si cubre el valor de su fuerza de trabajo. Todos estos rasgos característicos de la división de la sociedad en clases han sido sintetizados por Lenin en la siguiente definición: "Las clases son grandes grupos de hombres, que se diferencian entre si por el lugar que ocupan en determinado sistema histórico de producción social, por las relaciones que mantienen con los medios de producción, por la función que cumplen en la organización social del trabajo y en consecuencia por el modo de proporción en que perciben la
parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, unos de los cuales pueden apropiarse del trabajo del otro, gracias al lugar diferente que ocupa en determinado régimen económico social". Como producto de la conquista y la colonia, las clases y capas sociales hay que verlas aparecer durante un proceso histórico. Es así que pueden observarse distintos momentos de la configuración de la estructura social colonial.
PRIMERA GRAN DIVISIÓN Que sentará las bases para el aparecimiento de la nueva sociedad dividida en clases sociales y que deviene del impacto inmediato sobre la estructura social preexistente... a. Españoles (conquistadores y primeros pobladores), b. Nativos (esclavos y semi-esclavos). Estas dos clases se mantienen durante el período colonial, que va aproximadamente de 1524 a 1544. Durante este tiempo las relaciones sociales predominantes son las esclavistas. LAS LEYES NUEVAS DE 1542 Fueron un conjunto de leyes que se promulgaron como resultado de la disputa que se planted ente los conquistadores y la monarquía es pañola por detentar el derecho a explotar la fuerza de trabajo del indio. La finalidad de las leyes nuevas fueron esencialmente destruir las relaciones de producción esclavista. Con la destrucción de la esclavitud, surgen nuevas relaciones de producción predominantemente feudales. La estructura social colonial puede integrarse de la siguiente manera: a. Criollos: Grupo social dirigente cuya fuerza económica y política reside en la posesión de latifundios y explotación del indio como trabajador no libre. b. Burocracia española: Estaba integrada por los funcionarios de la monarquía española residente en la colonia cuya finalidad era la de defender los intereses económicos de la clase burguesa española. En tanto que defiende los intereses económicos de una clase social, funciona como clase, pero en si la burocracia no es una clase social. con Tanto los criollos como la burocracia constituyeron el grupo dominante, aunque entre ambos se dan las siguientes diferencias:
c. Indios: Estos constituyen la clase explotada; sus características esenciales son: 1. Vivir en pueblos de indios, 2 2. Estar sujetos a pago de tributo (encomienda), 3. Estar sujetos al trabajo forzado (repartimiento) d. Negros: Estos hacen su aparición como fuerza de trabajo explotada en Guatemala como resultado de la aplicación de las Leyes Nuevas. Éstas como se dejó apuntado, terminan con la esclavitud de los nativos. Los criollos al verse desposeídos de su fuerza de trabajo esclavizada gestionan la importación de africanos. Los negros conforman una verdadera clase social. Al respecto, Severo Martínez apunta lo siguiente: "Los negros fueron una clase perfectamente definida en el primer periodo. Fueron trabajadores cautivos, forzados, exentos de estímulos y de interés en el trabajo y su lucha se enderezó como la de todos los esclavos del mundo hacia la recuperación de la libertad por la evasión en rebeldía". Entre las clases sociales fundamentalmente coloniales, criollos, españoles (burocracia), indios, negros (primer periodo) conformaron las clases sociales coloniales, Sin embargo, nos encontramos ante grupos sociales que ni son: criollos, españoles, indios, ni negros, son grupos con características socioeconómicas distintas, éstas son las capas medias. Estos serían los que se introducen en la vida social sin pertenecer a uno o a otro de los dos campos que se enfrentan, ya sea que provengan de formaciones sociales anteriores o que surjan gracias a condiciones nuevas de existencia. El origen de estas capas medias coloniales lo constituyó el mestizaje. "De las uniones entre los tres elementos sociales básicos: españoles, indios y negros surgieron tres tipos de mestizaje que también podemos llamar básicos: el procreado por español con india, al que se le llamó propiamente mestizo, el procreado de español con negra al que se le llamó mulato, el procreado de negro con india se le llamó zambo. Españoles, criollos, indios, africanos, mestizos, mulatos y zambos, mezclándose entre sí, procrearon seres de fórmulas étnicas variadísimas, todos los mestizos aumentando en número durante la colonia, constituyen el elemento humano de las capas medias de aquella sociedad". CAPAS MEDIAS URBANAS "En las ciudades del reino, el desarrollo de los mestizos configuró tres capas medias urbanas". 1. La Plebe 2. Artesanal proveedora 3. Capa media alta urbana 1. LA PLEBE Esta capa social principia a mencionarse con alguna frecuencia en los documentos coloniales a partir de 1667. Siempre que se utiliza este término se refiere con bastante claridad a la gente pobre de la ciudad. "El concepto colonial de plebe no hacía referencia al color de la piel ni a la ocupación de las personas, sino exclusivamente a su nivel de pobreza y a cierta conducta general que se aprecia como propia de la gente pobre de la ciudad. Así, pues la plebe estaba constituida por mestizos, mulatos, zambos, negros libres y la multitud de combinaciones que se engloban en la designación de pardos".
"Objetivamente, la plebe colonial era población urbana menester rosa". Dentro de las características que presenta esta capa social están: "Una desesperada pobreza, desocupación forzosa, segregación en barrios propios, violencia y vicios como natural consecuencia de las condiciones antes apuntadas". Esta población menesterosa de la ciudad que formaba la plebe la integraban "carreteros, placeros, zapateros, vendedores ambulantes de golosinas y baratijas, bordadoras, empleados menores de talleres y negocios diversos como mesoneros, comedores, cantinas, estanquillos, tiendas, carnicerías, molinos, caleros, panaderías, boticas, etc." "aquí en el seno de esta capa social confusa y heterogénea solo uniformada por el rasero de la pobreza común existieron los prime ros obreros guatemaltecos. Ciertos talleres o pequeñas fábricas no artesanales que empleaban mano de obra asalariada para producir mercancías como la fueron los molinos, las panaderías, los telares grandes, explotaron a los primeros obreros del país. En el marco de las relaciones de producción muy semejante a los talleres manufacturados de las ciudades europeas de la baja edad media, salvadas las diferencias de tamaño. Poco dispersos y sumidos en la turbia y supersticiosa ignorancia de la gente pobre de las ciudades coloniales, esos obreros no configuraron todavía un embrión del proletariado". 2. CAPA ARTESANAL PROVEEDORA "Esta capa social integrada por artesanos, tuvo una gran importancia para el desarrollo económico de la sociedad colonial. Es enorme el recuento de los productos que salían de sus talleres, muchos de los cuales, faltando, hubieran paralizado la vida de la sociedad colonial". "El trabajo artesanal era un factor económico indispensable, no sólo para la comodidad sino para el simple y puro subsistir de la civilización. Es por lo demás la importancia que tuvieron los artesanos de todas las sociedades preindustriales que alcanzaron la segunda división del trabajo". "El trabajo realizado por los cientos y miles de maestros, oficiales y aprendices, en los talleres de silleros, carroceros, guarnicioneros, curti dores, talabarteros, tejedores, pañeros, herreros, herradores, carpinteros, ebanistas ensambladores, cerrajeros, pintores, plateros, orfebres, batojas, sastres, jaboneros, zapateros, calceteros, sombrereros, sangradores, relojeros, forjadores, talladores", fue de una extraordinaria importancia para la vida urbana colonial. "a pesar de su gran utilidad social, los artesanos no tenían por delante una halagadora perspectiva de bienestar económico. Ser artesano significaba haber tomado una ocupación de difícil aprendizaje y generalmente fatigosa en su ejecución; formalmente reconocida como honesta por los grupos dominantes que al mismo tiempo rechazan las artesanías como deshonrosas para ellos y que no brindaban la posibilidad de enriquecerse". Las artesanías se ofrecían como un campo de trabajo para la gente libre no poseedora de medios de producción con una mínima perspectiva de llegar a poseerlos en muy modesta medida. Es evidente que la mayoría de los aprendices oficiales y un número creciente de maestros pobres pertenecían a la plebe urbana. Lo cual quiere decir-nótese bien- una fracción del sector artesanal integrada por algunos maestros y quizá por unos pocos oficiales poseedores de cierto bienestar puede considerarse como perteneciente a una capa media acomodada, no rica ni pobre. Una mayoría de trabajadores artesanales pertenecía a la plebe.
"Aunque comúnmente se habla de los artesanos como de un sector de trabajadores que se definen por ciertos rasgos comunes a todos sus oficios, talleres pequeños, jerarquía de maestros, oficiales y aprendices, empleo de instrumentos relativamente simples y no otra fuerza que la humana, el análisis de la participación de aquel sector en la dinámica de la ciudad colonial, descubre sin embargo una falta de cohesión y unidad". "Se presentan muchas e importantes contradicciones internas de carácter económico. La primera de ellas se daba entre los maestros, por un lado y los oficiales y los aprendices por el otro, el aprendizaje era una forma de explotación de adolescentes, movida por la necesidad que tenían los maestros de contar con alguien que les ayudara en el trabajo y por la necesidad que tienen los jóvenes de aprender el oficio". "Los oficiales recibían un salario, pero les estaba prohibido trabajar por cuenta propia mientras no hubieran alcanzado la maestría". Esta maestría era muy difícil de alcanzar, muchos oficiales, según reza en expedientes, hubieron de ejercer la Oficialía por espacio de hasta 10, 12 y 20 años a fin de lograr ser finalmente, maestros. El aprendiz era un sirviente para el maestro y para el oficial, era un explotado como sirviente y toleraba esa explotación por muchos años por un salario. El oficial a su vez era el trabajador del maestro y ansiaba algún día llegar a formar parte del círculo de éste. "Todo lo cual quiere decir que en el conjunto de trabajadores que generalmente llamamos artesanos, habitan, por lo tanto, una pugna doble: en primer lugar, el forcejeo que siempre se establece entre el explotador que exige y aprieta, el explotado que rehúsa y se defiende; y en segundo lugar, la pugna que también se oculta en las sociedades de clases entre los que enseñan un oficio y profesión y aquellos que aprenden, cuando los últimos son competidores potenciales de los primeros". Otra diferencia importante que se presenta en este grupo social es en lo relacionado a: que fuesen productores de bienes y prestadores de servicios, es decir que fuesen artesanos productivos o no productivos. Los primeros dependían notablemente de la existencia y los precios de sus respectivas materias primas: fibras, cueros, metales, tejedores, zapateros, herreros, mientras que los segundos, no confrontaban ese básico problema: barberos, sangradores y albéitares. "Entre los artesanos productivos hay que señalar una primera. división muy importante: aquellos que encontraban en el país sus principales materias primas, y los que recibían las mismas a través del comercio exterior monopolista y el contrabando. Así por ejemplo, los carpinteros y tejedoresen el primer caso madera y algodón-y los herreros y orfebres en el segundo hierro, -estaño y bronce-". "Estas contradicciones entre artesanos es importante analizarlas en tanto que van a tener vigencia en el estudio del proceso de inde pendencia de España. Por ejemplo, para los tejedores, la liberación del comercio venía a arruinarlos y previeron, sin equivocarse que la independencia sería para ellos muy perjudicial. Los carpinteros por otro lado, la liberación del comercio les era beneficioso en tanto que, para poder desarrollar su proceso de trabajo, necesitaban instrumentos que no se producen en su mayoría aquí desde ese punto de vista, cabe suponer que los carpinteros fueron simpatizantes del comercio libre y por lo tanto, en su hora también de la emancipación."
"Concluyamos. No puede hablarse de una clase social de artesanos en la ciudad colonial ni fue una de ellas, no hubo tal clase. Tampoco de una capa artesanal". "Asi pues, ni la plebe, ni la capa media artesanal proveedora o abastecedora acomodada, eran clase, sino capas de composición compleja". 3. CAPA MEDIA ALTA URBANA Esta capa social hace su aparición en las décadas de la independencia, aunque su desarrollo tiene que venir naturalmente de períodos anteriores, Este sector social lo integran grupos de religiosos, universitarios, profesionales, militares de baja graduación, burócratas, y empleados de modesta categoría, propietarios, agricultores, tratantes. En la sociedad colonial la capa media alta urbana es el único sector oprimido y resentido que tenía en su seno y un grupo de hombres con alto desarrollo intelectual. Este grupo social fue decidido partidario de la independencia. Los movimientos independentistas de León, Granada, San Salvador y Belén, fueron organizados y realizados por ellos. Los principales mártires de aquel hecho histórico pertenecían a esta capa social. "Los criollos consiguieron el control de independencia, ser los patriarcas de ella, aprovechándose para sus fines del trabajo de agitación realizado por la capa media alta entre las capas, medias y pobres". El planteamiento que hacía en lo relacionado con la independencia era el de una independencia violenta, revolucionaria, poniéndola en contacto con la revolución mexicana. "Dentro de ese sector, existía el embrión de una pequeña burguesía y de una clase de agricultores pequeños y medios. El embrión pequeño burgués estaba integrado principalmente por los comerciantes que no se beneficiaban con el monopolio comercial, que no gozaban de relaciones comerciales exclusivas con las Casas españolas de Cádiz y que por eso mismo se hallaban en un plano de desventaja frente a treinta grandes firmas comerciales del Reino de Guatemala. También hay que ubicar allí a ciertos productores no artesanales, manufactureros, explotadores de mano de obra asalariada, que tienen que haber estado interesados en la ampliación del mercado interno y en la abolición de las trabas de la producción, propietarios de molinos, de tenerías, de fábricas de jabón, de aguardientes u otros". "Este grupo de intelectuales y activistas revolucionarios de la época la independencia, no eran exclusivamente una capa urbana -ésa de la in es la clave de su comprensión se prolongaba y completaba en la capa media alta rural de los pueblos y estaba presente en donde hubiera propietarios de rango medio no colonial, no herederos de la conquista ni del apoyo del poder español". La capa media urbana, ampliada y estrechamente vinculada con la capa media alta rural, de la que recibió cada vez más su fuerza económica y política jugó un papel de primer orden en la lucha por la independencia que le fue hábilmente arrebatada por los criollos en una maniobra de entendimiento con las autoridades españolas, en la desanexión a México y en la creación de la política de la sociedad centroamericana en las guerras intestinas de la federación en que ella polarizó y dirigió el bando, liberal y en el movimiento de Reforma de 1871 en que finalmente tomó el poder, aunque para entonces había sufrido importantes alteraciones en su contenido de clase.
4. CAPA MEDIA BAJA RURAL Quedan incluidos dentro de esta capa social los ladinos que trabaja ban en las haciendas de los criollos. Al respecto, apunta Severo Martínez Peláez lo siguiente: "La gran mayoría de los ladinos Vivian desparramados por los campos del interior del país principalmente en las rancherías de las haciendas. No en puntos reconocidos por la administración, ni regidos por autoridades oficiales de ninguna especie, sino en cosorios improvisados, a veces apiñados y juntos, otros muy empobrecidos y en ocasiones alineados de trecho en trecho junto a los polvorientos caminos". La mayoría de estos trabajadores rurales, trabajan en las haciendas, en tierras de propiedad privada y solamente una minoría conseguía trabajar tierras realengas o de comunidades indígenas en forma ilícita. Las rancherías eran ocultadas por los hacendados a la autoridad des, debido a que los ladinos pobres que andaban a la búsqueda de un trozo de tierra se avenían a trabajarles en condiciones desfavorables. En lo tocante a este sector de trabajadores, el historiador Martínez Peláez apunta los tres puntos claves: Primero: que en las haciendas se encontraba un elevado porcentaje del total de los mestizos, el cual puede estimarse en más de un 50 por ciento. Segundo: que los hacendados acogían en sus propiedades a grupos de trabajadores ladinos porque les eran necesarios debido a que les trabajaban con "mucha conveniencia", y Tercero: que los hacendados se oponían a la intromisión de la autoridad religiosa en sus propiedades y ocultaban o trataban de hacer menos ostensible la presencia de los trabajadores establecidos en ellas. "Las relaciones de producción entre los hacendados y la gente de las rancherías tuvieron un carácter marcadamente feudal". La fórmula era sencilla y vieja: típica y predominante en el feudalismo europeo, aunque ya usada literalmente en las antiguas sociedades esclavistas. El trabajador desprovisto de tierra aceptaba cultivar la del hacendado que la tenia de sobra y a cambio de ello, se les permitía cultivar para si una parcela dentro de la misma hacienda. Cedía pues, una parte de su tiempo y de su fuerza de trabajo que le quedaba en el tiempo restante. La cesión de tierra en usufructo a cambio de trabajo fue la relación de producción típica de la ranche ria colonial. Era un sistema muy ventajoso para los terratenientes, porque pagaban la fuerza de trabajo que era lo que necesitaban, no con dinero sino prestando trozos de tierra que tenían de sobra y que estaban desaprovechados". "Como se ve, todos los aspectos fundamentales del régimen de las rancherías, eran de carácter feudal, salvo las circunstancias de que el trabajador no estaba adscrito, -sujeto- a la hacienda". En síntesis, estos son los principales rasgos de las clases y capas sociales de la época colonial. DIAGRAMA ILUSTRATIVO DE LAS CAPAS MEDIAS EN LA DINÁMICA DE CLASES Capitulo Sexto, Apartados VIII, IX y X Nota: Esta es una síntesis extraída del libro La patria del criollo de Severo Martínez Peláez, cuarta edición, Editorial Universitaria Centroamericana, EDUCA Colección 6 y las citas que aparecen en el texto son del libro mencionado.
CAPÍTULO 11 LA UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS DE GUATEMALA MERCEDES ELIZABETH FLORES ORÍGENES DESARROLLO HISTÓRICO La Universidad de San Carlos de Guatemala, fundada según licencia contenida en la real cédula del monarca español Carlos II, de fecha 31 de enero de 1676, es una de las más antiguas de Hispanoamérica. Las gestiones para obtener la autorización real datan de me diados del siglo XVI, cuando el primer Obispo del Reino, Lic. Francisco Marroquín, se dirigió al monarca en 1548, para solicitarle la creación de una Universidad en la ciudad de Santiago de Guatemala. Sin embargo, transcurrieron 128 años, desde que el obispo Marroquín realizó su petición, para que fuera fundada la Universidad en el Reino de Guatemala. Durante ese tiempo, se sumaron las gestiones del Ayuntamiento de la ciudad de Santiago de Guatemala, de la Real Audiencia y de varias órdenes religiosas para la misma petición. Dos fueron los principales colegios, de Santo Tomás de Aquino (fundado con fondos del Obispo Marroquín) y el colegio de San Lucas (abierto por los jesuitas). También le antecedieron a la fundación de la Universidad el Colegio de Santo Domingo y el Colegio Tridentino; lo que nos muestra la inquietud intelectual existente en el Reino de Guatemala durante los siglos XVI y XVII Las generosas donaciones del correo mayor del Reino, capitán Pedro Crespo Suárez, la de Sancho de Barahona y su esposa Isabel de Loaiza, a más de los bienes legados por el Obispo Marroquín, hicieron a erigir la Universidad posible construir el patrimonio que facilitaría las gestiones tendientes a erigir la Universidad. Tantas y tan insistentes opiniones, memoriales e informes hicieron por fin que el monarca español Carlos II, el 31 de enero de 1676 promulgara la Real Cédula de Fundación de la Universidad. La que viene a constituir el fundamento jurídico de la Universidad de San Carlos de Guatemala. En dicha Real Cédula se establece la fundación de la Universidad en el Colegio de Santo Tomás de Aquino. En la misma fecha de la Real Cédula de Fundación, Carlos Il indica las cátedras que deben de impartirse, siete en total siendo ellas: teología Escolástica, Teología Moral, Cánones, Leyes, Medicina y 21 Lenguas. Dichas cátedras debían de otorgarse por oposición, las que no estuvieron ajenas a vicisitudes. Superados diversos problemas que confrontó la organización formal de la Universidad, llegó finalmente la apertura de labores el 7 de enero de 1681. Especial atención corresponde hacer del Lic. Don Francisco de Sarassa y Arce, a quien se le deben las normas reguladoras de la Universidad de San Carlos, contenidas en las Constituciones y Estatutos, que revelan la posesión de una mente de claro raciocinio y eficaz sentido práctico de su actor universitarios. Se instituyó la cátedra de anatomía. Se desarrollaron los estudios históricos, de derecho civil romano y de gentes, asimismo por iniciativa de él, en 1792 se
realizaron por primera vez exámenes de geometría y se introdujo el método experimental en el estudio de las ciencias físicas. También dentro del ámbito universitario guatemalteco, surgen figuras importantes, como: el Dr. José Felipe Flores, autor de inventos y teorías a favor de la medicina; el Dr. Narciso Esparragoza y Gallarda, innovador de la cirugía científica; el jurista Dr. José María Álvarez, autor de una obra sobre Instituciones de Derecho Real de Castilla y de Indias. A consecuencia de los terremotos de 1773, se hace necesaria la traslación de la capital del Reino al valle de la Ermita, siendo e 1777 el traslado oficial de la Universidad a dicho valle. Durante las dos primeras décadas del siglo XIX sucedieron los acontecimientos que al final llevaron a la independencia política Centroamericana, el 15 de septiembre de 1821. En este proceso histórico fue relevante la participación universitaria, a través de personajes como: Antonio Larrazábal, representante de la Provincia de la Capitanía General de Guatemala ante las Cortes de Cádiz en 1812, José Cecilio del Valle, político discutido, valioso humanista y relevante letrado: Pedro Molina, médico y escritor, periodista, etc., quienes dieron su aporte al logro de la independencia política. La Universidad llegó al final de la época colonial, como centro principal de estudios y acciones republicanas. el Reino de Guatemala y como fuente de ideas. La agitación política en los dos primeros años de la llamada época republicana inició en el estancamiento de la Universidad. En 1832 durante el gobierno liberal del Dr. Mariano Gálvez se suprime la Universidad y el Colegio de Abogados y se establece la Academia de Estudios. Durante la breve vida de la Academia de Estudios, el 16 de octubre de 1832 se crea la primera cátedra de Historia, habiendo estado a cargo del Dr. Alejandro Marure, uno de los más ilustres historiadores de la época. Al ser derrocado Gálvez en 1838, se suprime la Academia de Estudios; cuando los conservadores llegaron al poder, se restablece la El 18 de junio de 1687, el Papa Inocencio XII por medio de la Bula Suprema, le otorga a la Universidad de Guatemala, el título de Pontificia. Con dicha disposición completa su nombre de "Real y Pontificia Universidad de San Carlos de Guatemala", nombre este último que honra el de su fundador, Carlos II. Durante la época colonial, la Universidad ofreció estudios de Derecho, teología, Medicina, Filosofía y Lenguas indígenas. En cuanto a grados, otorgaba los de Bachiller, Licenciado, Maestro y Doctor. Durante la colonia, la Universidad se proyectó más en beneficio de los peninsulares y criollos, que, a los indígenas y mestizos, en razón de la misma estructura social que imperó a lo largo del dominio español en América. Negándose la admisión a sus aulas a negros, morenos y mulatos. En las últimas décadas del siglo XVIII, se realizó un movimiento de reforma en la Universidad, bajo la influencia del religioso Antonio Universidad, la que vuelve con muchos de los sistemas y orientaciones de la época colonial. En virtud de esa disolución surgen nuevamente el Colegio de Abogados, el protomedicato y la Sociedad Económica de Amigos del País. En 1845 durante el gobierno de Rafael Carrera, se autorizó la reorganización de la Universidad, con el objeto de incorporar a su plan algunos
elementos de la extinta Academia de Estudios. También se dispuso que toda la instrucción pública quedara a cargo de la Universidad. El 22 de noviembre de 1855 se decreta que es necesario estabilizar las actividades de la Universidad, quedando de acuerdo con las constituciones en 1866, estableciendo los nuevos moldes coloniales que habrían de regir por cerca de 20 años las actividades de la Universidad, hasta que con el triunfo de la revolución liberal se le da forma moderna a esta casa de estudios superiores. El interés de los gobiernos liberales de Gálvez y Barrios de transfor mar la Universidad, obedecia a que no satisfacía las exigencias de la vida moderna pues se mantenía desligada del desarrollo social que operaba en el país, como consecuencia de su desarrollo económico. Durante el gobierno liberal de Justo Rufino Barrios (1873-1885) se transformó la Universidad, creando las escuelas facultativas y dando a la educación superior un espíritu moderno de acuerdo con la época. El 1º de julio de 1875 se emite la ley Orgánica de Enseñanza Superior por medio de la cual se suprime la Universidad y se creaban las escuelas facultativas con reglamentación especifica, siendo ellas: de Derecho y Notariado, de Medicina y Farmacia, de Ingeniería, de Filosofía y Literatura, no habiendo evidencias de que esta última hayas funcionado efectivamente. En la legislación universitaria del liberalismo, el grado de bachiller dejó de ser atributo de la Universidad, quedando a su cargo solo los grados de licenciado y doctor. Esta forma de la educación superior subsistió por más de 40 años, habiendo dado sus frutos no solo en la capital, sino también en Quetzaltenango, donde funcionó la Escuela de Derecho y Notariado y la Escuela de Medicina. Durante el gobierno de Estrada Cabrera en 1917 se dispone la creación de la Universidad Nacional Estrada Cabrera, la que debería reunir en su seno a las distintas escuelas facultativas. La Universidad Estrada Cabrera fue cancelada pocos años después de la caída del régimen de los 22 años, por medio de un decreto legislativo emitido en 1924, durante el gobierno de José María Orellana (1921-1926). En 1923 se crea la Universidad Popular, la vida de ésta no fue muy larga, pues la dictadura ubiquista la clausuró en 1932, efectuándose nuevamente su apertura durante el periodo revolucionario en 1944. Durante el gobierno del general Lázaro Chacón (1926-1930) surge la inquietud por lograr la autonomía de la Universidad, no llegando a lograrlo. De 1931-1944 con la dictadura ubiquista, toda la educación se militariza. En 1943 fue posible restablecer la "Asociación de Estudiantes Universitarios", como entidad federativa del estudiantado y luego rea lizar algunas actividades académicas y culturales que encubrían actos directos de crítica a la dictadura. Los acontecimientos cívicos de 1944, en los que el papel fundamental correspondió a los estudiantes universitarios y a los maestros, culminó con la renuncia del dictador Ubico a fines de junio de ese año. En esas jornadas cívicas, los estudiantes plantearon una serie de demandas a la dictadura, tales como: el cambio total de autoridades universitarias, la reforma de las leyes que regían a la institución, la creación de escuelas técnicas para obreros, la fundación de la Facultad de Humanidades, de la Escuela Superior de pedagogía, de un Instituto de Ciencias Indigenistas y fundamentalmente, la autonomía de la Universidad.
A la renuncia de Ubico siguió el periodo de 198 días de su sucesor Federico Ponce Vaides, durante los cuales, a la par que inició la organización política popular, también desarrolló actividades represivas contra el estudiantado, profesionales, obreros y otros sectores ciudadanos que deseaban el establecimiento de un gobierno democrático. La Universidad, saliendo del letargo en que la dictadura la había asumido por espacio. de 14 años, se convirtió en defensora de las aspiraciones populares. Con el suceso político de la "Revolución del 20 de octubre de 1944" se abrió una nueva etapa en la historia contemporánea de Guatemala y por consiguiente, la posibilidad de un cambio sustancial para la Universidad. La Junta Revolucionaria, establecida el 20 de octubre de 1944, emitió el Decreto N° 12, que entró en vigor el 1º de diciembre de 1944, por medio del cual estableció la Universidad con su nueva condición de entidad autónoma. En ese histórico documento quedó constancia legal del inicio del régimen autónomo, cuya conservación ha sido producto del esfuerzo y la lucha de estudiantes, profesores y profesionales, aunado al prestigio mantenido por la institución a lo largo de los años.
CAPITUL0 12 INTENTOS DE LIBERAR EL COMERCIO EN GUATEMALA y LA IMPLANTACIÓN DE INTENDENCIAS La casa Borbón en España se instaló en el poder a principio del siglo XVIII, o sea en el período histórico en que era franco el declina miento del imperio español. Hasta entonces, el estado español había sostenido el impero fundamentalmente a través de la conquista y dominios colonia les, con la-, riquezas de ellas extraídas y del intercambio comercial. Por otra parte, el capitalismo despuntaba con un arrollador desarrollo originado por la industrialización en la producción agrícola de países, tales como Francia, Inglaterra y Holanda que amenazaban convertirse en las potencias que dominarían el mundo. Los Borbón en el poder consideraron encontrar en la liberación del comercio, tanto interno como externo, hasta entonces monopolizado por diversos sectores, el factor que les permitiría equilibrarse con la pujanza de los países con claro desarrollo capitalista. La Corona esperaba suplir con la acumulación dineraria generada por la actividad comercial, la ausencia histórica de una acumulación originaria desarrollada a partir de la explotación agrícola. Por supuesto que el problema no era de acumulación dineraria sino de desarrollo histórico de las fuerzas productivas y a pesar de todos los intentos borbones por hacer resurgir el imperio, éste decaería para siempre en los años sucesivos. Las consecuencias de esta tendencia borbónica de liberar el comercio se traducen de diversas maneras en América en general y en el Reino de Guatemala en particular, donde los grandes comerciantes asentados en la capital controlaban esa actividad en su totalidad. A'>Í comenzaron a tomarse medidas diversas tratando de romper ese monopolio. Se libero el comercio directo entre las provincias de Centroamérica multiplicando. sus rutas entre 1750 y 1755 se construyó el puerto de Omoa en Honduras, tratando de contrapesar la salida de mercancías por el puerto de Santo Tomás de Castilla, totalmente
controlada por los guatemaltecos en alianza con los comerciantes de Cádiz y Flandes. Por esos años se dio un hecho muy importante cuyas incidencias vale la pena destacar. En el año de 1765, durante el reinado de Carlos III (1759-1788), máximo exponente de los Borbones se autoriza al oj dor de la Audiencia de Guatemala establecer los estancos de tabaco y reorganizar los de la pólvora y naipes y otros ya existentes que para entonces eran todos subarrendados por la nobleza criolla, a excepción del de aguardientes que era controlado por el poderoso Cabildo de Guatemala. Esa medida tenía tres objetivos fundamentales: el prime ro, arrebatar de las manos de los ricos comerciantes guatemaltecos el monopolio que sobre los estancos poseían; el segundo, reivindicar su control con el objeto de estimular -bajo igualdad de condiciones de todos los comerciantes del Reino- la libre concurrencia; y el tercero, no menos importante, fiscalizar directamente la tributación producida por la actividad comercial con el fin de incrementar los ingresos a las arcas reales. Se pretende, además incrementar las exigencias tributarias a algunas actividades. Las reacciones no se hicieron esperar y de inmediato comenzaron a producirse desórdenes públicos manipulados por los ricos criollos locales, quienes aprovecharon la presencia de algunos sectores populares afectados por las pretendidas cargas tributarias como un efectivo medio de presión a la par el ayuntamiento se dirige a la Audiencia adversando la medida sin que este organismo cediera ni un solo trecho, argumentando que sólo había sido afectados productos y actividades no esenciales para la subsistencia. En el mismo sentido, el ayuntamiento eleva un nuevo memorial, sólo que esta vez dirigido concretamente al monarca,” Mientras tanto se inició la ejecución del mandato y en febrero de 1766 se establecieron los estancos de pólvora, agua regia y naipe!" el 15 de marzo, la administración y estanco de tabaco y el 23 de cabal el de aguardientes. Ese mismo año, se aumentó el impuesto. Por su parte, el descontento criollo y de los comerciantes poderosos del Reino se manifiestan con principios de sedición en marzo del mismo año y para noviembre "se compactaron los gremios de la ciudad y eli gieron 25 representantes" quienes como delegados elevaron una nueva petición que buscaba la abolición de lo actuado y obtuvieron nuevamente la negativa audiencia como respuesta. Los desórdenes prosiguieron y la insistencia del Cabildo de Guatemala, también hasta que finalmente el capitán general, temiendo una sublevación de grandes proporciones, accedió a buscar una solución conciliatoria y como resultado, el 19 de noviembre de 1799, dispuso sus pender el cobro de alcabalas a sa artesanos, pulperos, tenderos y caritateros de la ciudad y acordó bajar su costo futuro al 1% y 3% en vez del 6% que se había recientemente. El ayuntamiento ganó la batalla al impuesto. La vez que se mantuvo el control de los guatemaltecos sobre el comercio. Otros intentos en el mismo sentido de romper el monopolio comer cial se hicieron sucesivamente en 1782, cuando se rehabilitó el puerto de Trujillo en Honduras, tratando de estimular por esa vía la exportación e importación mercantil; en 1796, Nicaragua recibió permiso para establecer un puerto en el Atlántico, en 1778 se decretó el reglamento de "comercio libre" y se bajaron los impuestos de importación en Omoa y Santo Tomás y en general, fueron intentadas muy variadas
medidas sin que al final hayan logrado su objetivo. Dentro de esta estrategia borbónica de liberación comercial, se implantó también el régimen de intendencias en América. El despotismo ilustrado que "...entraña un intento de reformar la sociedad desde arriba..." destacó hacia las colonias varios visitadores con el objetivo de conocer el verdadero estado de su administración. Los informes, como era de esperarse, fueron desastrosos. En ellos, entre otras cosas, se consignaba la arbitrariedad que practicaban los alcaldes mayores en el repartimiento de mercancías e hilazas a los indios," obligándolos a comprar las primeras a precios muy elevados y a trabajar las segundas para convertirlas en hilo con muy poca o ninguna paga. Pero a la par del intercambio comercial forzado que imponían a los indígenas, los alcaldes mayores y corregidores fueron paulatinamente parte integrante de la trama monopólica del control comercial guatemalteco. Ellos servían de intermedio a los grandes comerciantes de la capital, compraban a precios arbitrarios y ridículos su producción a pequeños y medianos agricultores que no tenían el medio para trasladarla a la capital; era una especie de ramificación de la tiranía del comerciante monopolista guatemalteco." Esta situación contrariaba los intentos de liberar el comercio y por ello era lógico que, en los informes presentados a la Corona, se planteara la "importancia administrativa del sistema de división política provincial en alcaldías mayores y corregimientos. Se atribuía toda esta situación al hecho de que los cargos de alcaldes mayores y corregidores eran vendidos por la Corona y que, por tanto, quienes los obtenían no pensaban en otra cosa que no fuera resarcirse a costa de cualquier cosa, de los gastos de su compra y los provocados por la toma de posesión del cargo, y por supuesto, en la obtención de pingües ganancias. Para la política borbónica, en relación con los intentos de liberación del comercio y centralización del poder, la respuesta a la situación fue la implantación del régimen de intendencias, ya experimentado en la misma Península Ibérica." Con la implantación del régimen de intendencias se perseguía, anticipo primero "centralizar, uniformar, racionalizar y mejorar el gobierno de la monarquía española"," segundo, eliminar el sistema de alcaldías mayores y corregimientos, y sustituir los funcionarios respectivos por subdelegados por la de intendentes pagados p la Corona." En adelante, las circunscripciones territoriales intermedias pasarían as y las menores las subdelegaciones" o partidos, y tercero, la eliminación ser las intendencias de la venta de cargos de corregidores y alcaldes mayores y la sustitución de estos por el subdelegado de intendentes pagados con "una retribución consistente en cinco por ciento de los tributos recaudados en el distrito". Con esto último se buscaba resolver el problema que los informes que habitan señalado respecto a que el mal de la administración de las Indias estaba en la venta de los cargos mencionados, y esto es lo más importante, romper con la trama monopólica de los comerciantes guatemaltecos y abolir el repartimiento de mercancías e hilazas que desde mucho tiempo atrás había constituido un medio de enriquecimiento y obstaculización de la fluidez comercial. En las ordenanzas de intendencias se indicaba que "ni los subdelegados, ni los alcaldes ordinarios, han de poder repartir a los indios, españoles, Mestizos y demás castas, efectos, frutos ni ganados algunos, bajo la pena irremisible de perder su valor en beneficio de los naturales perjudicados". Por tanto, "los indios y demás
vasallos míos de aquellos dominios quedan por consecuencia, en libertad de comerciar donde y con quien les acomode para surtirse de todo lo que necesiten" Otro fin de la implantación de las intendencias lo explicita la Corona al referirse al nombramiento de los intendentes, "(...) para que dotadas de autoridad y sueldos competentes (...) cuiden de su policía y recuerden los intereses legítimos de su Real Erario con la integridad, cielo y vigilancia que prefieren las sabias leyes de indias." En todas las colonias americanas fueron implantadas intendencias desde 1764. En el año de 1785 se comenzó a implantarlas en Guatemala, con las mismas ordenanzas de la de Buenos Aires; la primera de ellas fue la de San Salvador, creada por Real Cédula de 17 de septiembre de 1785 y con jurisdicción sobre San Salvador, San Vicente y San Miguel, La segunda fue la de Ciudad Real, creada por cédula el 20 de septiembre de 1786 expedida en San Ildefonso y con jurisdicción sobre las provincias de Chiapas, Tuxtla y Soconusco." La tercera fue la de Nicaragua (también conocida con el nombre de Intendencia León) erigida por cédula de 23 de diciembre de 1786 expedida en Madrid. Con jurisdicción sobre el gobierno de Nicaragua, y finalmente, por real cédula de 23 de diciembre de 1786 se creó la Intendencia de Honduras o Comayagua. Un aspecto importante de destacar es que la aplicación del régimen de Intendencias en América fue desigual. Hubo regiones enteras donde su aplicación fue total y otras donde fue parcial." Esta implantación diferenciada se da porque a la Corona, donde le interesaba imponer aquel régimen -que entre otras cosas le provocaba grandes gastos era en aquellas provincias con una creciente actitud comercial pero cuya relación con la metrópoli, en ese sentido, se daba de manera indirecta; es decir, supeditada a la intermediación de monopolistas comerciales. Es por esto que en el Reino de Guatemala se aplica únicamente en las provincias que se encontraban supeditadas comercialmente a quienes en la capital controlaban el intercambio mercantil y para quienes los corregidores y alcaldes mayores provincianos-cargos abolidos como parte de la implantación del nuevo régimen- eran un inestimable re curso de "colaboración". En la provincia de Guatemala no fue aplicado el sistema de Intendencias probablemente por dos razones: la primera, porque esta provincia poseía casi desde inicios de la colonia, un canal directo de actividad comercial con la metrópoli; y la segunda, porque habiendo supuestamente la corona roto la trama monopólica comercial del Reino al afectar, con aquel régimen, la estructura operativa que la sustentaba, no había razón para entrar en hostilidades con el resto de los sectores dominantes guatemaltecos, quienes además eran un importante recurso político para el dominio colonial de España. A pesar de haber impuesto la Corona el control de los estancos de aguardiente, tabaco y naipe en 1765; de haber dispuesto abrir nuevas ru tas comerciales construyendo vias de comunicación y habilitando puertos provinciales; de haber estimulado el tráfico mercantil con la liberación de impuestos para aquellas vías y puertos; de haber impuesto control de precios; y por último, de haber implantado el régimen de intendencias entre 1785 y 1787, no logró romper el monopolio comercial guatemalteco. Y es que los comerciantes guatemaltecos monopolistas no sólo eran eso, sino además eran quienes controlaban también el financiamiento agri cola para los productores provincianos, pero además de todo ello, se encontraban en estrecha alianza con los grandes comerciantes de Cádiz y Flandes que controlaban el comercio español exterior. De
manera pues, que para romper el monopolio guatemalteco tuvo que haberse intentado lo mismo para el monopolio comercial entre España y sus colonias, cosa que la política borbónica no contemplaba y tampoco tenía la capacidad de hacer. Por último, las ventajas topográficas y las condiciones generales del tráfico comercial por Guatemala, favorecidas por muchos años de monopolio comercial facilitaba mucho más la salida de mercancías por aquella provincia que por las nuevas rutas abiertas, lo cual también fue un factor adverso a los intentos de liberar el comercio." Por otra parte, el repartimiento indígena para el trabajo forzado en las grandes haciendas no fue alterado con la aplicación del régimen de Intendencias y, por el contrario, se siguió manteniendo como antes sólo que para el último tercio del siglo XVIII ya existen variaciones en su modalidad producida por la dinámica económica y la interrelación social del desarrollo histórico colonial. Resulta que el auge que las rancherías habían adquirido por su desarrollo durante ese mismo siglo con el incremento de la población mestiza, hizo que gran parte del trabajo cotidiano y normal de las grandes haciendas se tuviera seguro a cambio de concederle al mestizo un pedazo de tierra para su subsistencia; única mente en los períodos de gran actividad agrícola -como en la siembra o en los cortes de cosecha-se requería de gran cantidad de mano de obra y es entonces en estos periodos cuando se exigen los repartimientos indígenas que para entonces se les llamaba también mandamientos. Esta variación tuvo nocivos efectos para las labores de subsistencia del indígena, pues era precisamente en las épocas en que él debía tra- bajar su tierra cuando tenia que trabajar las del terrateniente" y aunque todavía en 1780 "las autoridades recomendaban seguir con el sistema rotativo de tandas por cuartas partes" esta nueva modalidad se impone y perdura hacia la independencia." La división política administrativa del Reino de Guatemala, después de la aplicación del régimen de intendencias y hasta antes de la inde pendencia era la siguiente: cuatro intendencias: San Salvador, Ciudad Real, Nicaragua y Honduras una gobernación que era Costa Rica; ocho alcaldías Mayores, a saber: Suchitepéquez, Sololá, Escuintla, Sonsonate, Verapaz, Totonicapán, Chimaltenango y Sacatepéquez y dos corregimientos: Chiquimula y Quetzaltenango. CAPÍTULO 13 HACIA LA INDEPENDENCIA FRANCIS POLOSIFONTES EUROPA A FINES DEL SIGLO XVIII El siglo XVIII presenció una serie de acontecimientos que, para el objeto de estudio de este capítulo, resultan significativos Inglaterra y Francia se hacían cada vez más poderosas; la primera con su escuadra, la segunda con sus ideas revolucionarias, al paso que, una desafortunada sucesión de reyes más o menos ineptos habían hecho descender a España a un segundo plano. En el aspecto intelectual, se dará en el mundo civilizado un movimiento que se conoce con el nombre de La Ilustración. Consistió éste en un avance inusitado de las ciencias, y al mismo tiempo en un abandono total de las preocupaciones de la Edad Media. Por todas partes surgirán pensadores que revolucionan los conceptos que se tenían hasta entonces sobre el mundo y la
sociedad; podría decirse que los hombres del siglo XVIII se volvieron más materialistas, y como consecuencia de ello, nace una confianza ilimitada en la ciencia, la razón y, retroceden la espiritualidad y el misticismo de épocas. anteriores. Nombres como los de Charles Darwin, con su teoria sobre la Evolución de las Especies; Voltaire con su anticlericalismo, Juan Jacobo Rousseau con sus teorías sobre el Naturalismo y el Barón de Montesquieu con su teoría sobre la separación de los poderes del Es tado, bastan para comprender la magnitud del movimiento cultural a que nos estamos refiriendo. Producto de aquel afán de recopilar el conocimiento de la época, fueron también dos célebres intelectuales de aquel siglo que ha sido llamado, de la enciclopedia y del abanico: el Barón Alejandro Von Humboldt, quien recorrió gran parte del globo, clasificando especies animales, vegetales, así como los minerales, que fue el último sabio de la humanidad; si se entiende por sabio a quien maneja el cúmulo y la suma del saber humano. de poeta, quiso inmortalizar a su patria en las páginas de la celebérrima Rusticatio mexicana, escrita en Bolonia entre los años de 1775 a 1780. Salve caro suelo natal, bienamada ciudad de Guatemala Salve! Tú el júbilo y origen y fuente de mi vida. ¡Cuanto recrea, ciudad augusta, evocar tus blasones Tu temperado clima, tus fuentes, alamedas, tus templos y lares! ¿Por qué me acongojan tales recuerdos Si mansiones enhiestas surgen ya del sepulcro? ¿Y a los cenit imponentes se y erguen los templos? No menos importante fue la carta escrita por el Conde de Aranda, donde manifiesta la posibilidad de una próxima emancipación de las colonias españolas en América. LA ECONOMÍA DE GUATEMALA EN LOS INICIOS DEL SIGLO XIX Puede afirmarse que el cultivo que sostuvo principalmente la economía del Reino de Guatemala fue el añil, a lo largo de las fértiles tierras de la Costa Sur se establecieron obrajes, en donde se procesaba esta planta que produce un tinte de color azul intenso. El añil, al final del proceso, era empacado en cueros de res, cortado en marquetas llamadas. panes. En Europa se le utilizaba como colorante básico para la industria textil. Sin embargo, el desarrollo de las ciencias en el Viejo Mundo hizo que tintes producidos artificialmente, con productos químicos, desplazaran del mercado al añil guatemalteco, que, aunque de mejor calidad, resultaba más caro, por la distancia existente entre los sitios donde se producía y donde se consumía. La anterior situación dio por resultado, que el Reino se vio privado de los ingresos que le producían el principal de sus productos agrícolas de exportación. Otros de los factores que contribuyeron al empobrecimiento general de Guatemala lo fue la ruina que sufrió la capital del Reino en 173, como consecuencia de los terremotos de Santa Marta. Bien sabido es que la ciudad hubo de ser trasladada en 1776 al valle de la Ermita, con lo que podrá el lector imaginar la cuantía de los gastos que ocasionaba una empresa de tal magnitud. Debe recordarse que todo debió reedificarse en relativamente corto tiempo: templos, conventos edificios del poder real y civil, casas de habitación, acueductos, puentes, caminos y hasta los pueblos indígenas circunvecinos hubieron de ser trasladados. Ciertamente el rey cedió sus rentas por un periodo de diez años para ayudar a la reedificación de la Nueva Guatemala, pero, aun así,
el drenaje económico fue de tal magnitud, que mermó las ya castigadas finanzas de los guatemaltecos. A pesar de los descalabros económicos descritos, existía aún algún comercio que nutria a Guatemala mediante la exportación, si bien escasa, de ciertas telas que producía el numeroso gremio de los tejedores, ubica dos en el antiguo barrio de San Sebastián; pero he ahí que el desarrollo de la industria europea hizo que se aplicara la fuerza expansiva del vapor de agua a las máquinas de la industria textil -especialmente en Inglaterra y Holanda- con lo cual se abarató considerablemente el costo de tales productos, en tanto que los infortunados tejedores de Guatemala vinieron a agregarse los añilaros, al número de los que quedaron fuera de competencia comercial, irónicamente por el adelanto de la tecnología en el Viejo Continente. No debe dejarse de lado al contrabando como otra de las causas que contribuyeron a desquiciar la economía guatemalteca en los inicios del siglo XIX. En efecto, el infortunado sistema monopólico comercial impuesto por España en sus dominios, provocó que las colonias buscaron otros medios de abastecerse de los productos que había menester; mientras que Inglaterra y Holanda no deseaban otra cosa y hacen cuanto les era dable para minar las rentas de España, su archienemigo por muchas razones. De este modo, los ingresos por concepto de aforos aduanales vinieron a verse muy menguados, en tanto que la actividad comercial fundamentada en el contrabando subir de punto, con el efecto ya señalado. La piratería fue quizá el mayor de los males de cuantos aquejaron al comercio y a la economía colonial. Esta plaga de bandidos del mar aumentaba sensiblemente durante los conflictos armados entre España y las otras naciones, que, con una absoluta falta de escrúpulos, autorizaban y alentaban la institución del corso. Naves piratas procedentes de Inglaterra, Holanda, Francia y aún de Argel, pululaban en los mares, especialmente en las rutas comerciales que forzosamente debían seguir las naves para aprovechar la ventaja de la corriente del Golfo de México. Ante la constante carnicería que cometían los piratas en las naves mercantes indefensas, hubo de disponerse, por parte de la Corona Español, la organización de flotas, lo cual consistia en agrupar un número considerable de buques mercantes y hacerlos acompañar de naves de guerra, convenientemente artilladas. Esta medida redujo, aunque no elimino- los riesgos de ser apresados en alta mar, pero motivó que el comercio disminuyera, pues la flota tocaba puertos americanos única mente dos veces por año. Los piratas, ante la dificultad de apresar y robar naves protegidas por la marina de guerra, optaron por asaltar los puertos, cuyas bodegas estaban llenas de mercaderías, especialmente unas semanas antes de la llegada de la flota. Ante esta situación, hubo que apelar al supremo recurso de fortificar las costas. Naturalmente que la construcción de fortalezas a lo largo de una costa tan extensa, resultaba sumamente costoso, no sólo por la construcción en sí, sino porque había que mantener en ellas guarniciones en sitios insalubres y apartados.
Para costear todo este aparato de protección contra la piratería, tuvo que recurrirse a elevados impuestos, de los que ya tratamos en el apartado de la economía colonial, lo cual encarecía los productos, frenaba el comercio y fomentaba el contrabando alentado por las mis más naciones piratas. Por otra parte, es preciso recordar, que el comercio que se realizaba estaba en manos de los criollos y, consecuentemente, no debe extrañar nos que hayan sido precisamente éstos quienes pusieran tanto empeño en lograr la independencia de España, porque en esta forma, no sólo se liberaban de la supremacía de los peninsulares en materia de gobierno y empleos públicos, sino que tendrán mano libre para practicar el comercio con las naciones que desearan hacerlo. Por algo, un autor escribió una vez con cierta sorna, que la conquista la hicieron los indígenas, mientras que la independencia la lograron los españoles. LAS CORTES DE CÁDIZ A principios del siglo XIX, hace su aparición en Europa la recia. figura de Napoleón I, quien llegó a hacerse coronar Emperador de los franceses. El célebre guerrero invadió a España en 1808, obligando la abdicación del monarca don Carlos IV en su propia persona; luego de esto, Napoleón coronó a su hermano José I. La reacción de españoles y americanos no se hizo esperar, y se convocó a integrar Cortes Generales, para dirigir la lucha contra los franceses y para lograr la restauración del orden roto por la invasión napoleónica. De inmediato se convocó a las colonias americanas, para que elijan diputados de provincias para integrar aquel congreso de hombres no tables. En momento tan apurado para España, se llegó a declarar en el seno de las Cortes, que los territorios americanos de ultramar, no eran colonias, sino parte integrante y esencial de la propia España. El Reino de Guatemala depositó su representación en el doctor Antonio Larrazábal, a quien se dieron instrucciones especificas por parte del ayuntamiento, mismas que fueron redactadas por don José María Peinado. Las célebres peticiones que Larrazábal presentó en el seno de las Cortes, pueden resumirse de la manera siguiente. • No se deseaba un rey absoluto, sino una constitución, para evitar el despotismo. • Libertad de comercio para las colonias. • Que los puestos públicos no fuesen vendibles. Igualdad ciudadana entre peninsulares y americanos. • Finalmente, en 1812 se puso en vigencia la esperada constitución, la cual se conoce con el nombre de Constitución de Cádiz, o simplemente de 1812. Esta suprema carta de gobierno establece entre otras cosas: • La abolición de la Inquisición La abolición de los tributos: • El libre comercio • La libertad de imprenta • Diputaciones provisionales con voz y voto en la metrópoli. Napoleón sufrió algunos reveses militares y principió a debilitar su posición en España, hasta que terminó por retirar sus tropas de la península; así, en 1814 asciende al trono español el rey don
Fernando VII: lo primero que hizo el deseado príncipe, fue derogar la Constitución de 1812, disolver las Cortes y darle vigencia de nuevo al estado de cosas que prevalece antes de la invasión napoleónica. De este modo, vuelven las colonias a su antiguo status, bajo el control de la Inquisición, vuelven a pagarse los tributos, se restringe el comercio, etcétera. En 1820 ocurre un acontecimiento en España, que viene a modificar una vez más la situación descrita: un ejército español, mandado por el brigadier Rafael del Riego, que esperaba ser embarcado para la América a combatir contra las fuerzas independentistas, se declaró en rebelión contra don Fernando VII, demandando del Rey, que jurara la Constitución de 1812. Al monarca no le quedó otro recurso que ceder, de esta manera su reinado en una monarquía constitucional. Fácil es comprender, para el objeto de nuestro estudio, que esta situación favoreció a las ideas de independencia, no sólo porque la autoridad del rey se había debilitado, sino porque al amparo de las garantías constitucionales, se podía ya hablar sin ambages sobre la separación de Guatemala del tutelaje de España, así se hizo en los periódicos que surgieron, protegidos por la libertad de imprenta y sin el ojo fiscalizador de la Inquisición, que en los últimos años había venido a ser un arma al servicio de los intereses del rey. IDEOLOGÍAS DE LA INDEPENDENCIA Los funcionarios coloniales, solían denominar con el mote de abran cesados a los hombres que predicaban la idea independentista; la cosa no iba descaminada, pues es un hecho conocido, que Francia ejerció una muy notable influencia en los intelectuales americanos mediante la propagación de las ideas de los pensadores de aquella nación. En efecto, la Revolución Francesa marcó un hito en la historia de Occidente al punto que dicho acontecimiento señala el fin de la Edad Moderna y el principio de la llamada Edad Contemporánea. Los pensadores franceses que ejercieron mayor influencia o más fácilmente reconocible entre los intelectuales guatemaltecos de inicios del siglo XIX, fueron: • Voltaire: (Francisco María Arouet). Este pensador fue un filósofo polémico y combativo, que fundamentaba su moral natural en la tolerancia y la razón. Fue además muy conocido por su antimilitarismo, pero, sobre todo, por un marcado anticlericalismo. • Juan Jacobo Rousseau: Fue un hombre sistemático y de carácter apasionado; fue el autor de la doctrina, conocida como el Naturalismo, la cual establece que el hombre es naturalmente bueno; que la sociedad corrompe esta bondad y que, por lo tanto, es necesario volver a la virtud primitiva. Su obra principal se denomina: El Contrato Social. • Barón de Montesquieu: (Carlos de Secondat). Fue un notable. escritor, cuya obra principal se denomina: El espíritu de las leyes, donde expone su famosa teoría sobre la separación de los poderes del Estado, en el sentido de dividir en poder ejecutivo, legislativo y judicial, el omnímodo y absoluto que tenían los reyes. La teoría de Montesquieu constituye la base del sistema parlamentario actual. De manera que cuando leemos escritos de los próceres de la independencia de Guatemala, unos más, otros menos, pero todos, sin excepción estaban influenciados por las ideas de los intelectuales franceses anotados anteriormente. No debe pues extrañarnos, que guatemaltecos (Francisco Barrundia, Pedro Molina), sean una mezcla de las ideas naturalistas de Rousseau, la separación de poderes de Montesquieu y el ataque a la Iglesia de Voltaire.
PERIÓDICOS Y LOS PRIMEROS PARTIDOS POLÍTICOS Se recordará, que en 1820 la llamada rebelión del brigadier del Riego había obligado al rey Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, y que ésta garantizaba la libertad de imprenta, lo cual equivaldría hoy a una ley sobre libre emisión del pensamiento. Precisamente, bajo el amparo constitucional, el doctor Pedro Molina fundó un periódico que llamó, con el significativo nombre de El Editor Constitucional, verdadera tribuna desde la cual Molina, Barrundia y sus correligionarios, exponían sin ambages sobre la independencia. Molina enfrento algunas dificultades con su periódico, el cual tuvo que clausurar para hacerlo reaparecer en breve con el nuevo nombre de El Genio de la Libertad, el cual subsistió hasta los días de la independencia, y aun un corto tiempo después. Casi simultáneamente, apareció otro periódico de contrapartida, jeteado y dirigido por el economista, Licenciado José Cecilio del Valle, el cual llevó el nombre de El Amigo de la Patria. Los artículos que apare cían en sus páginas, hablaban también de independizar a Guatemala de España, sólo que éstos eran más eruditos y mesurados, invitando a hacer las cosas paso a paso, en tanto que el periódico de Molina era más fogoso y atrevido. La importancia que tuvieron estos impresos fue, que en torno de ellos se reunieron grupos de personas con ideas afines y que, rápidamente se convirtieron en corrientes de opinión definida. Dicho en otras palabras, los primeros partidos a la sombra de los periódicos de la independencia. Alrededor de las figuras de Molina y Barrundia, surgió el partido Caco, en el cual, la línea de pensamiento era muy afrancesado, a la manera que expusieron anteriormente. Deseaban los cacos, una inde pendencia inmediata, absoluta, libertad irrestricta para el individuo, obrar conforme a la naturaleza, separar los poderes del Estado y en fin, darle vuelta al país "de derecho a revés". Por otra parte, en torno de Valle y sus amigos, surgió el partido Gasista, el cual era de corte más moderado. Opinaban los gasistas, que la independencia debía hacerse paulatinamente, pues el país no tenía rentas, ni un sistema tributario que permitiera obtener fondos para organizar el nuevo gobierno: opinaban, asimismo, que, careciendo Centro América de agregados comerciales, buenos puertos, caminos, etcétera, sería desastroso iniciar una aventura independentista precipitada. Por lo tanto-recomendaban-obrar con cautela, aunque siempre con rumbo a la independencia del Reino de Guatemala. El partido Caco se transformó posteriormente en el partido Liberal. También se les conoció con los motes de: Jacobino, fiebres, panteritas, volterianos, etcétera. El partido Gasista, por su parte, se transformó en el Conservador. También se le conoció como: Serviles, aristocráticos, clericales, ultra montanos, cachurecos, cachos, etcétera. EL 15 DE SEPTIEMBRE DE 1821 Todos los acontecimientos que hemos estudiado anteriormente confluyeron hacia el objetivo de la emancipación política del Reino de Guatemala, de la que fue su madre patria durante casi tres centurias. La decadencia de España como potencia europea, su propio retraso tecnológico con relación a otras naciones europeas, la independencia de las colonias inglesas de América del Norte en 1776, el crecimiento del grupo criollo, las necesidades de comercio no satisfechas por España, la Revolución Francesa, el espíritu positivista y materialista del siglo XIX, etcétera, pesaron más en la balanza política del momento y así, acelerándose aquel acontecimiento con el
movimiento separatista de la provincia de Chiapas, un puñado de hombres notables, casi todos ellos pertenecientes al partido Gasista, se reunieron, redactaron y firmaron, el célebre documento que se conoce como Acta de Independencia; aquello ocurrió el sábado 15 de septiembre de 1821, en el salón que ocupaba la esquina sureste del Palacio de los Capitanes Generales. Como epílogo de este capítulo, creemos que vale la pena hacer algunas consideraciones finales. Después de este hecho, se puso en boga entre los intelectuales guatemaltecos del siglo XIX, buscar sus valores y puntos de referencia cultural y político en los más avanzados de los países europeos; fueron, sobre todo, Francia e Inglaterra a donde se dirigieron las miradas. Baste para ello recordar el afrancesamiento, un tanto chocante, de Enrique Gómez Carrillo: El Despertar del Alma. Treinta Años de Vida. Así como la profunda admiración de don José Milla por todo lo europeo y particularmente lo francés: un viaje al Otro Mundo, pasando por Otras Partes Ya entrado el siglo XX, los países americanos buscaron sus raíces en lo indígena, negando lo español; sin embargo, a estas alturas, es tiempo ya de conceder sus pueblos indígenas, nos legó su cultura, la universidad, nos puso a punto con la marcha de los pueblos de occidente y nos vinculó definitivamente al mundo civilizado. Sus naves no sólo sacaron las riquezas mineras del reino (que no fueron muchas, en ninguna época) sino que llegaron repletas de libros, misioneros que propagaron el cristianismo, jurisconsultos, artesanos, nuevas semillas y ganados desconocidos aquí, que pronto se reprodujeron en las pasturas de la Costa Sur. En fin, Guatemala recibió una inyección de sangre nueva, que en definitiva forjó el carácter de la actual República. ACTA DE LA INDEPENDENCIA "Palacio Nacional de Guatemala, quince de septiembre de mil ocho cientos veinte y uno. "siendo públicos e indudables los deseos de independencia del gobierno español que por escrito y de palabra ha manifestado el pueblo de esta Capital: recibidos por el último Correo diversos oficios de los Ayuntamientos Constitucionales de Ciudad Real. Comitán y Tuxtla, en que comunican haber proclamado y jurado dicha independencia, y excitan a que se haga lo mismo en esta Ciudad: siendo positivo que han circulado iguales oficios a otros Ayuntamientos: determinado de acuerdo con la Excelentísima Diputación Provincial que para tratar de asunto tan grave se reuniesen en uno de los Salones de este Palacio la misma Diputación Provincial, el Ilustrísimo Señor Arzobispo, los Señores individuos que diputa sen, la Excelentísima Audiencia territorial el Venerable Señor Dean y Cabildo Eclesiástico, Ilustre Claustro, el el Excelentísimo Ayuntamiento, el Muy el Consulado y Colegio de Abogados, los Prelados regulares, jefes y funcionarios públicos: Congregados todos en el mismo Salón: leídos los oficios expresados: discutido y meditado detenidamente el asunto: y oído el clamor de viva la independencia que repetía de continuo el pueblo que se veía reunido en las calles, plaza, patio, corredores, y antesala de este palacio se acordó: por esta Diputación e individuos del Excelentísimo Ayuntamiento Que, siendo la independencia del gobierno español, la voluntad general del pueblo de Guatemala, y sin perjuicio de lo que determine sitio a cada cosa. España trajo al Reino de Guatemala su lengua, que vino a ser el medio común de comunicación entre los distintos sobres
ella el Congreso que debe formarse, el señor Jefe Político la mande publicar para prevenir las consecuencias que serían temibles en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo. 2º Que desde luego se circulen Oficios a las Provincias por Correos extraordinarios para que sin demora alguna se sirvan elegir Capital a formar el Congreso que deba decidir el punto de independencia y fijar, en caso de acordarla, la forma de gobierno y ley fundamental que deba regir. 3%. Que, para facilitar el nombramiento de Diputados, se sirvan hacerlo las mismas juntas Electorales de Provincia que hicieron o debieron hacer las elecciones de los últimos Diputados a Cortes. Que el número de estos diputados sea en proporción de uno por cada quince mil individuos, sin excluir de la Ciudadanía a los originarios de África. Que las mismas Juntas electorales de Provincia teniendo presente los últimos censos se sirvan determinar según esta base el número de Diputados o Representantes que deban elegir. Que, en atención a la gravedad y urgencia del asunto, se sirvan hacer las elecciones de modo que el día primero de marzo del año próximo de 1822 estén reunidos en esta Capital todos los Diputados. Que, entre tanto, no haciéndose novedad en las autoridades establecidas, sigan estas ejerciendo sus atribuciones respectivas con arreglo a la Constitución, Decretos y leyes, hasta que el Congreso indicado determine lo que sea más justo y benéfico. Que el Señor Jefe político Brigadier Don Gavino Gainza, continúe con el Gobierno Superior político y Militar, y para que este tenga el carácter que parece propio de las circunstancias, se forme una junta provisional consultiva, compuesta de los señores individuos actuales de esta Diputación Provincial, y de los Señores Don Miguel de Larrey naga Ministro de esta Audiencia Don Jose del Valle Auditor de Guerra, Marqués de Aycinena, Doctor Don Jose Valdez, Tesorero de esta Santa Iglesia, Dr. Don Ángel María Candina, y Licenciado don Antonio Robles, Alcalde 2º. Por la de Comayagua 3º. Constitucional: el primero por la Provincia de León el, 3. Por Quetzaltenango, 4º. Por Sololá y Chimaltenango 5: Por Sonsonate, y el 6. Por Ciudad Real de Chiapas. 9ª Que esta junta provisional consulte al Señor jefe político en todos los asuntos económicos y gubernativos dignos de su atención. 10. Que la Religión católica que hemos profesado en los siglos anteriores, y profesaremos en lo sucesivo, se conserve pura e inalterable, manteniendo vivo el espíritu de religiosidad que ha distinguido siempre a Guatemala, respetando a los ministros eclesiásticos seculares y regulares, y protegiéndoles en sus personas y propiedades. 11. Que se pase oficios a los dignos Prelados de las comunidades religiosas, para que cooperando a la paz y sosiego, que es la primera necesidad, de los pueblos cuando pasan de un gobierno a otro, dispongan que sus individuos exhorten a la fraternidad y concordia, a los que estando unidos en el sentimiento general de la independencia, deben estarlo también en todos los demás, sofocando pasiones individuales que dividen los ánimos, y producen funestas consecuencias. 12. Que el Excelentísimo Ayuntamiento, a quien corresponde la conservación del orden y tranquilidad, tome las medidas más activas para mantenerla imperturbable en toda esta capital y pueblos inmediatos.
13° Que el señor jefe político publique un manifiesto haciendo notorios a la faz de todos, los sentimientos generales del Pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones: las medidas de este gobierno: Las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del señor alcalde Primero, a pedimiento del Pueblo, el juramento del independencia y fidelidad al Gobierno Americano que se establezca. Excelentísimo 14%. Que igual juramento presten la junta provisional, el Ayuntamiento: el ilustrísimo Señor arzobispo: los Tribunales, jefes políticos y militares: los Prelados regulares: sus comunidades religiosas: jefes y empleados en las Rentas; autoridades, corporaciones: y tropas de las respectivas guarniciones. 15%. Que el señor jefe Político, de acuerdo con el Excelentísimo Ayunta miento disponga la solemnidad, y señale día en que el Pueblo deba hacer la proclamación, y juramento expresado de independencia. 16. Que el Excelentísimo Ayuntamiento disponga la acuñación de una medalla que perpetúa en los Siglos la memoria del dia quince de septiembre de mil ochocientos veinte y uno, en que Guatemala proclamó su feliz independencia. 17%. Que, imprimiéndose esta acta, y el manifiesto expresado se circule a las Excelentísimas Diputaciones provisionales, Ayuntamientos constitucionales, y demás autoridades eclesiásticas, regulares, seculares, y militares, para que siendo acordes en los mismos sentimientos que ha manifestado este Pueblo, se sirvan obrar con arreglo a todo lo expuesto. 18%. Que se cante el día que designe el Señor jefe político una misa solemne de gracias, con asistencia de la Junta Provisional y de todas las autoridades, corporaciones y jefes, haciéndose salvas de artillería, y tres días de iluminación. Gavino Gainza, Mariano Beltraneja, José Mariano Calderón, José Matías Delgado, Antonio de Rivera, Manuel Antonio de Molina, José Antonio de Larrabe, Mariano de Larrabe, Isidoro de Valle y Castraciones, Mariano de Aycinena, Pedro de Arroyave, José Domingo Diéguez, secretario de Palacio; y Lorenzo de Romaña, secretario.
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