Historia Del Cristianismo Tomo I (Kenneth S. Latourette)
May 1, 2017 | Author: Carlos Aguilar P. | Category: N/A
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"TOMO I POR Íien como pulsaciones de la vida del cristianismo reflejada con todo su vigor y su influencia sobre la historia progresiva de la raza. Lo·s criterios que él cree vá~ licios para discernir estas pulsaciones, son principalmente tres: la expansión o reducción del territorio en el cual han de hallarse cris~ tianos; los movimientos nuevos originados por el cristinismo; y el efecto del cristianismo según el punto de vista de la humanidad como un todo. Fechas exactas rara vez, si no es que jamá,s, pueden fijarse para estas pulsaciones. Las líneas que separan dichas épo~ cas, son indistintas. Una época puede extenderse hasta la que sigue, o puede ser prefigurada antes de nacer. Las épocas son realidades, pero no hay claras líneas de separación entre ellas, de manera que puedan ser identificadar.; por años exactos. Tanto el avance como el retroceso. empiezan frecuentemente en diferentes fechas en las diferentes áreas en que se hallan cristianos, y los primeros indicios de avivamiento a menudo se ven antes que se detenga el decaí~ miento. Las fechas terminales, pues, no son exactas, pero pue~ den mencionarse fechas aproximadas. Al tratar cada una de estas épocas, nos esforzaremos por bosquejar ante todo la situación contemporánea del mundo, en la cual se hallaba el cristianismo, con énfasis especial sobre las condicio~ nes reinantes en las áreas donde el cristianismo florecía lleno de fuerza. Hablaremos del extendimiento geográfico de la fe, averi~ guando las formas del cristianismo por medio de las cuales fue efectuada la expansión, y los procesos por medio de los cuales se llevó a cabo la expansión. Si hubo pérdidas territoriales, tratare~ mos de describirlas, sus causas y el grado de dichas pérdidas. To~ maremos cuenta de los movimientos nuevos en las expresiones ins~ titucionales de la fe, y daremos un breve relato de los individuos más prominentes en la historia cristiana. Haremos un resumen del des.arrollo en el pensamiento de los cristianos acerca de su fe así como de las formas de culto, y los medios empleados para amoldar la colectividad cristiana. También trataremos de decir algo del efecto del cristianismo sobre su ambiente, y notar, a la vez, el efecto del ambiente sobre el cristianismo. No siempre serán tratados estos aspectos exactamente en el orden en que están puestos en este párrafo, pero de alguna manera todos serán tratados. El primer período o pulsación abarca más o menos los cinco primeros siglos. Dentro de estos años el cristianismo conquistó la profesada lealtad de la mayoría de los habitantes del Imperio Romano. Durante aquel período la iglesia vino a ser, y sus expresiones
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institucionales visibles tomaron las formas que en sus lineamien~ tos generales todavía caracterizan las iglesias en las cuales la ma~ yoría de los cristianos. de hoy tknen comunión. Los diferentes li~ bros que componen el Nuevo Testamento, fueron escritos, y co~ leccionados. Se produjo oÚa literatura. Los CJ;istianos lucharon con 'los problemas intelectuales ocasionados pcir su fe, y como resultado la teología cristiana tuvo su origen. Los principales formularios re~ dactados entonces, así como los credos en los cuales fueron com~ pendiados, han continuado como· normas. La vida monástica tuvo su origen, y fue extendida. Las formas de culto se desarrollaron, las cuales han tenido efecto duradero. El cristianismo hizo una señala~ da impresión en las civilizaciones de la Cuenca Mediterránea, la cual no fue tan profunda ni tan patente como h impresión hecha en otras culturas de períodos ~posteriores. En estos cinco siglos sólo una pequeña parte de la superficie de la tierra y una minoría de la humanidad, fueron tocad~s por la fe. La gran mayoría de la hu~ manidad y casi todas las, 1porciones no civilizadas de la raza hu~ mana no tenían. conocimiento de la existencia del cristianismo. Por consiguiente, vino a estas tan íntimamente asociado con una tradi~ ción cultural, que llegó a estar casi identificado con ella, la cual tradición era sólo una entre muchas, y así el cristianismo corría pe~ ligro de convertirse en una fe regional más bien que universal. •· Entre los años 500 y 950 de la era cristiana, el cristianismo su-frió las pérdidas más grandes que jamás hubiera sufrido, al grado de que fue amenazada su misma existencia. La decadencia del im~ perio y de la cultura con los cuales los éxitos extraordinarios del cristianismo parecían estar casi identificados durante estos qui~ nientos años, parecía presagiar también la muerte de la fe. La mis~ ma victoria del cristianismo parecía que resultaría en su ruina. La invasión del mundo mediterráneo por pueblos que no eran cristia~ nos, notablemente por los árabes que traían el islamismo, arrancó a la cristiandad casi la mitad de las áreas que había ganado en el período anterior. El valor de las comunidades cristianas declinó hasta el nivel más bajo. Mas no todo fueron pérdidas, porque otros pueblos fueron traídos a aceptar la fe, y se establecieron avanzadas desde Irlanda hasta la China, desde Escocia y Escandinavia hasta Nubia. Aun dentro de la iglesia se hicieron importantes desarrollos. Sin embargo, desde aquellos largos siglos de agonía nunca ha pa~ reciclo otra vez la perspectiva del cristianismo tan sombría. Siguieron, desde el año 950 hasta el 1350, cuatro siglos de pro~ greso. Se amplió el área al través de la cual fue llevado el cristianis~ mo. Más significativos aún fueron los sorprendentes desarrollos ha~ bidos dentro de las iglesias; la fe cristiana produjo personajes des~ tacados e importantes movimientos en el pensamiento y en la orga~
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nizac10n, lo que contribuyó a traer culturas nuevas, especialmente en la Europa OccidentaL . Entre los años 1350 y 1500 se notó un nuevo decaimiento. Se perdió mucho territorio, y aparecieron en las iglesias desorgani~ zación y corrupción. Sin embargo, la retirada no fue ni tan prolon~ gada ni tim severa como la que hubo entre los años 500 y 950. Una mayor proporción del territorio cubierto fue retenida, se lograron unos pocos avances en áreas nuevas y ciertos movimientos vigoro~ sos brotaron de entre el cristianismo, los que eran indicios de su vitalidad. Los dos siglos y medio entre los años 1500 y 1750 constituye~ ron una época asombrosa. Una serie de despertamientos revivificó y en gran parte cambió el cristianismo de Europa Occidental. Aque~ lla sección del globo e9taba entrando a una era nueva, y el cristia~ nismo tuvo parte importante en modificar la nueva cultura. En gra~ do menor, mas también importante, se vieron cambios en algunos aspectos del cristian¡smo oriental. Las exploraciones, conquistas y 1 misioneros arrÓjados llevaron el cristianismo al través de una por~ ción más grande de la superficie de la tierra, que lo que había hecho el cristianismo u otra religión en tiempos anteriores. Desde el año 1750 hasta 1815 una serie de acontecimientos y movimientos amenazaba al cristianismo. La decadencia de España ,. y Portugal, grandes campeones de la fe durante los dos siglos y medio anteriores, nuevos movimientos intelectuales y una serie de guerras y revoluciones en Europa y América, parecían poner fin al cristianismo. Sin embargo, mirados desde días posteriores, aquellos años fueron más bien una pausa que una retirada. Hubo pocas pér~ didas de territorio y empezaron a aparecer movimientos nuevos, de~ masiado pequeños en su nacimiento para llamar la atención ge~ neral, pero que más tarde habían de traer el cristianismo a un nue~ vo y alto nivel de vigor. El siglo comprendido entre los años de 1815 y 1914 presentó notables contrastes. La civilización occidental estaba entrando a una nueva era. Muchas de las fuerzas que estaban amoldando aque~ lla civilización eran abie¡:ta o tácitamente hostiles al cristianismo. Se amenazaba a la fe en sus principales fortalezas. Pero una nueva vida se inició para el cristianismo aumentando como una marejada. Esto aconteció especialmente en la forma de cristianismo, conocida con el nombre de protestantismo, el cual tuvo su origen en el siglo décimosexto. Esa nueva vida también se dejaba sentir en la que había sido la sección más activa del cristianismo, la Iglesia Católica Romana. El cristianismo continuó ejerciendo su poderosa influencia en la civilización y entre los pueblos occidentales. En un grado considerable el Occidente era todavía considerado la cristian~ dad. Aún más que en los años comprendidos entre 1500 y 1750 el
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cristianismo se extendía sobre la superficie de la tierra. Era un rasgo integral de las naciones nuevas que fueron creadas por los europeos en las Américas y en Australia. Especialment~ por la parte que le co~ rrespondió en modelar los Estados Unidos de América, el cristia~ nismo ganó la victoria en :]a total arena mundial. Por primera vez el cristianismo penetró realmente al Africa al sur del desierto de Sá~ hara y a muchas de las islas del Pacífico. Tuvo un papel prepon~ derante en Asia. La nueva vida dentro de la cristiandad tuvo mu~ chas expresiones en varias tierras,· y obró notables cambios en esa religión. La fe continuaba afectando la forma del Occidente, y te~ nía efectos de importancia bajo diferentes aspectos en los pueblos y culturas a donde era llevada. El período que tuvo su nacimiento en 1914 y que todavía está incompleto, constituye la úl.tirim división de nuestra historia. A pe~ sar de las colosales amenazas y notables pérdidas, el cristianismo ha hecho progresos. Nunca antes en un tiempo dado han sido tan sacudidas todas las culturac:, Las revoluciones han tenido su centro ' ~"'t en lo que alguna vez se llamaba la cristiandad. En verdad, hay cier~ ta razón en cons.iderar a estas revoluciones como el fruto, directa o indirectamente, del cristianismo. Con todo, por primera vez el cris~ tianismo está llegando a ser universal. Está entrando en la vida de más personas de las que él u otra religión lo hayan hecho antes. En la nueva jornada, a veces, aterradora, a la cual la perpleja raza humana está siendo conducida, el cristianismo es más potente que en cualquier otra época, aunque no es aún en manera alguna domi~ nante. Nunca ha sido aquel adjetivo una descripción del lugar de nuestra religión en el escenario humano. Sin embargo, cuando se contempla el mundo como un todo, el c;ristianismo ha de ser toma~ do en cuenta más que en ningún tiempo antes. Es un factor impar~ tante en la cultura mundial que parece estar surgiendo ahora. Los lectores de A History of the Expansion of Christianity propenderán a considerar la presente obra como un compendio de la obra anterior. El plan cronológico, ya familiar a ellos por aque~ llos tomos, parecerá confirmarlos en tal impresión. Inevitablemente mucho de lo que aprendió el au.tor al escribir aquel estudio, ha sido traído a la presente obra. Pero el libro que sigue, no es de ningún modo una condensación de su más grande predecesor. Tiene esta obra un objeto muy diferente. Aquél, como lo indica su título, es un relato de la extensión del cristianismo, pero los capítulos que siguen se esfuerzan por ser un resumen simétrico de la historia entera del cristianismo en todas sus fases y dentro de su posición en el escenario humano. En ellos la expansión tendrá que tener su lugar y a veces tiene que ser prominente. Sin embargo, la expan~ sión es sólo un aspecto de un todo más grande. Esta es una empre~ sa nueva a la cual nos hemos lanzado.
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Se agregará una bibliografía a cada capítulo, generalmente con una breve apreciación de. los varios títulos citados. Estas bibliogra~ fías de ninguna manera están completas. Hacerlas tales, extende~ ría el libro más allá de las dimensiones. razonables. En verdad, im~ portaría la multiplicación de esta ob~a en varios tomos, porque el material pübli
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