Historia de la Corrupción en el Perú

October 1, 2017 | Author: koetesteve | Category: Peru, Political Corruption, Politics (General), Politics, Government
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Historia de la Corrupción en el Perú, de Alfonso Quiroz I Corrupción, Política, Libros

Grande la expectativa levantada por el libro Historia de la Corrupción en el Perú, de Alfonso Quiroz (1956-2013). La temprana muerte del autor pesa al respecto, pero más su autoridad académica, así como la actualidad de la Corrupción en el devenir social y político del Perú. La lucha política pareciera estar en un hilo, el tema que divide las aguas es la Corrupción y cómo la asumimos. Este libro lo devoramos recorriendo una parte de nuestra patria, preguntándonos como sería si no hubiera Corrupción. Como pasa cuando hay acervo lector, este libro evocó otros, revisados para mención en esta Crónica. Toda estructura cognitiva se basa en libres asociaciones, y espero que mis lectores añadan las suyas y tengan el tema en el candelero. La Historia de la Corrupción en el Perú nos da una estructura útil para articular datos dispersos sobre este tema tan sensible, actual y permanente. Es un Libro que Debe Leerse, pese a que no posee ningún refugio conceptual – emocional que permita por momentos auto engañarse y pensar que la cosa es más fácil. No lo es, y por eso combate la ingenuidad voluntaria, esa que linda con la estupidez auto asumida; tanto como la ingenuidad involuntaria e ignorante. Como saben bien nuestros más renombrados Corruptos, el lenguaje sirve también para ocultar. La peruanísima estrategia de la “finta” esconde la realidad con descaro, y vemos personajes sin irrigación sanguínea en el rostro que navegan entre dos aguas, que se hacen simpáticos a corruptos y antis, pues hay eventuales empleadores en los dos (o más) lados en disputa. Por otra parte, aunque hay muchas definiciones de Corrupción, discutir mucho puede ser una finta en la que Quiroz no cae, definiendo su objeto de modo un tanto laxo – en verdad todos sabemos de qué está hablando. Se sostiene así en una enumeración extensiva: La corrupción (es) un fenómeno amplio y variado (…) No se trata tan solo del tosco saqueo de los fondos públicos (…) La corruptela comprende el ofrecimiento y la recepción de sobornos, la malversación y mala asignación de fondos y gastos públicos…. No se enreda así en teorizaciones, parece presumir que sus lectores saben o deberían saber, y más bien deja el asunto ahí para que no se pierda nada de lo histórico, cuyas fuentes pueden contrastarse, y que hablan por sí mismas. Así la definición de Corrupción se va construyendo conforme avanza el Libro, y salvado lo esencial: Corrupción es lo que ha pasado y pasa en el Perú. (PARÉNTESIS: En este punto me pregunto si lo peor es no-leer o no-saberleer, pues todos arrancamos en la vida sin saber leer. Lo terrible de leer sesgado es la causa: Incapacidad conceptual, abulia cognitiva, pasmo y minusvalía ético-moral. La Corrupción juega con estas y más variables, pues no es “contingente” sino “instalada”. Nos dicen que la Corrupción es

espontánea e inevitable, y nos lo creemos en lo conceptual, lo cognitivo y lo ético-moral, por eso no se combate la Corrupción con eficiencia. En el fondo de la decisión de millones de peruanos que emigran - Quiroz era uno de esos – está la necesidad de conservar la claridad conceptual y mental y la solvencia ético-moral, porque emigrar te aísla de las argollas locales. ¿Quieres verlas? Ve quienes enredan el tema de la Corrupción, y tratan de limitarlo para que parezca otra cosa de lo que es. Una pena que Quiroz sea sólo historiador, y no conceptúe más la Corrupción. El enfoque mejora ampliamente con los conceptos de Psicología Social que, entre otros, Dwight Ordóñez y Lorenzo Sousa usan en El Capital Ausente, obra en la que participó el que estas líneas escribe.) El temprano fallecimiento de Alfonso Quiroz es penoso recordatorio de que nada es eterno. Publicar a la póstuma algo como La Historia de la Corrupción en el Perú libera al autor de las arteras y cobardes reacciones de silencio – los trabajos de Quiroz se conocen poco en el medio – y de ataque directo, indirecto y de costado que de seguro sufriría de estar vivo y al alcance de las Argollas locales. Su lejanía geográfica y académica le protegía; el pan, educación y futuro de sus hijos no dependía de ninguna Universidad, ONG o Institución estatal o privada, donde se le hubiera hecho objeto de bullying directo e indirecto, y eventualmente echado a la calle. Quiroz era mucho lote, pero tal como demuestra la experiencia de Vargas Llosa y otros egregios (egregio = fuera de la grey, y grey = rebaño), nadie es Profeta en su tierra. Los trolls, chuponeadores, plumíferos contratados, emborronadores de papel y demás buitres mediáticos que por centavos se especializan en atacar y destrozar egregios, no lo hacen por el mínimo daño que hacen, sino para aviso y escarmiento de los no-egregios que están acá, que podrían creérsela. Se ataca a los egregios para hacerle saber a la Indiada que sí está sometida a las Argollas, si a los Grandes no les perdonan, menos a ti, insípido y bobo Calixto Garmendia. A ti sí que te harán bullying, te botarán de tu puesto, te bajarán el sueldo, te bloquearán las chambas y te harán conocer el sabor del desempleo, del cómo se suplica y se ruega. Ser eficiente y tener razón en el Perú se castiga. Profetizar en casa no conviene, si lo haces eres muy valiente o muy imbécil o tu menú del día no depende de un sueldo. Esta guerra no se libra como quieren los Ingenuotes, es hora que nos enteremos para no caer en los errores de los dichos ingenuotes. Esta lucha es de largo aliento, las estructuras de la Corrupción juegan con el Tiempo, como saben expresidentes, alcaldes, parlamentarios y demás funcionarios que integran Argollas eficientes. Los asuntos turbios no tienen tanta importancia, cuando se sepan estarás cómodamente muerto, o la cosa habrá prescrito, en especial si controlas jueces y policías. Lo importante es que se mantenga la famiglia, como bien saben los hijos de un expresidente. Y al que le caiga el guante, que se lo chante.

II Corrupción y Virreinato del Perú: Empieza el abuso del Perú desde aquellos que debieran corregirlos.

La Historia de la Corrupción en el Perú tiene la suprema virtud de mostrarnos el proceso histórico “al revés” de como acostumbramos, vale decir, desde una perspectiva inversa en la construcción de escalas de valores deseables. Nos han vendido de siempre un país de opereta, construido sobre valores que nunca existieron, y que es hora de enterrar y sustituir para tener un país real basado en el valor de la verdad. (Cuando digo Valor de la Verdad no me refiero a esa patética parodia televisiva al servicio de los Poderes Corruptores de Turno). Hay que basar la Política en la Realidad, estamos hasta la corona de los cuentazos de la Derecha Bruta y Achorada que siempre gobernó y quiere seguir. Los modelos de la Corrupción actual fueron construidos durante la Conquista y el Virreinato para que unos pocos exploten a muchos. La Corrupción no puede separarse de sus paradigmas de Dominación, Concentración y Exclusión, ni dejar de basarse en un manejo artero y falaz de los Discursos, para lo cual requiere del control del aparato educativo y de comunicaciones. Ello se distingue en la fuente principal – no única - que Alfonso Quiroz emplea para explicar el aparato de la corrupción: El Informe Confidencial intitulado Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú, escrito en 1748-1749 por Jorge Juan y Antonio de Ulloa, jóvenes y hábiles oficiales de la marina española. El dicho Discurso recapitula de frente o de oídas otros esfuerzos hechos para definir y describir las formas institucionalizadas de Corrupción en el Perú, entre ellos algunos que hoy se dicen panacea, como los ineficaces Juicios de Residencia, hoy Comisiones Congresales e Investigaciones de la Fiscalía de la Nación y Poder Judicial. Tales Juicios, entonces como hoy, resultaban en graciosísimas absoluciones o ridículas condenas, pero la estrategia preferida era alargarlas hasta la prescripción (¿Dónde he escuchado eso antes?). Vale decir, existe un continuo modus operandi, como el de la compraventa de cargos e indultos al mejor postor y otras bellezas, que viene repitiéndose más de 200 años en el Perú, y que cada Generación copia y calca a su medida. Bien se dice que el que no conoce la Historia se condena a repetirla. Es hora que los peruanos dejemos de caer del palto y nos enteremos de lo que realmente pasa. Pero esto no lo cuentan en el colegio, diz la verdad daña a los niños, por eso cuentan cuentos. Alfonso Quiroz describe en aséptica prosa la Corrupción Organizada de la sociedad del Virreinato del Perú, así como los intentos Borbónicos de instalar algo que pasara más o menos como “buen gobierno” (Hoy le dicen “gobernabilidad”).

Antonio de Ulloa volvió al Perú en 1758 nada más y nada menos que a gobernar Huancavelica y supervisar la estratégica y legendaria mina de Azogue de Santa Bárbara. Experimentado agente de inteligencia en Flandes, Francia, Suecia y Dinamarca, parecía tener la capacidad para venir a hacerse cargo del asunto, no era ningún caído del palto. Pero ha habido quien ha dicho que era “demasiado ético”, que “le faltó” habilidad política para transar. Es posible, las estrategias para luchar contra los aparatos de la corrupción no pueden ser cosa individual de quijotes solitarios que rompen lanzas contra molinos de viento a los que no les hacen ni cosquillas. Los que hemos tratado de gestionar algo del Estado en el Perú con algo de honestidad podemos responder a la polémica pregunta de la Primera Dama Nadine Heredia ¿Es tan difícil andar derecho? Con la respuesta obvia: Sí, andar derecho en el Perú es lo más difícil que existe. Y el que lo consigue totalmente es un as digno de ser escuchado con unción, para que nos cuente cómo lo hizo y diseminar la experiencia. Cuando toda la estructura está diseñada para ser corrupta, tiene que tener mecanismos de incorporación y reclutamiento de las gentes a la estructura, en especial de aquellos que han logrado posiciones meritocráticas de poder. Dicho en simple, para que la capte hasta el más sonso: La corrupción tiene que corromper para mantenerse. Vale decir, tiene que crecer y formar círculos cada vez más viciosos, o muere. Por eso una de las armas favoritas de las Argollas es acusar al Incorruptible de aquello contra lo cual lucha. Se la hicieron a Ulloa, pero no es cosa del Virreinato: Al finado Javier Díez Canseco sus compañeritos congresistas lo mandaron a su casa acusado de corrupción, y hubo sonsos que se la creyeron. Antonio de Ulloa no trató de erradicar la Corrupción, sólo trató de andar derecho. Y por eso le hicieron absolutamente todo lo que podemos ser capaces de imaginar, y algunas cosas más: Sabotaje de arriba y de abajo, espionaje, difamación, acoso, calumnia, infiltración, agresión, visitas y averiguaciones oficiales digitadas, procesos judiciales, minado de su autoridad, y un larguísimo etcétera. Podemos ubicar en el texto el momento culminante en que Antonio de Ulloa choca con el Chocano más Chocano de todos: El Virrey Don Manuel de Amat y Junyet, al cual – pero mira al insolente éste, qué se habrá creído - se niega a pagar el cupo acostumbrado y oficiosamente obligatorio de 10,000 pesos ensayadísimos que todo Gobernador de Huancavelica satisfacía so pena de ser rápidamente hecho trizas. Dejémonos de vainas, hay que tener bien puesto lo que ponen las gallinas para parársele al mismísimo dueño de la pelota. Ulloa terminó largándose del Perú, y los que lo apoyaron fueron encarcelados, despedidos y maltratados, para dar ejemplo. Más detalles y la manera en que otros Virreyes y funcionarios se tiraban la plata, haga su esfuerzo amable lector, cómprese el libro y léalo. Le prometo que nunca más tendrá pajaritos en la cabeza. Y léaselo enterito y subraye todo aquello que le escandalice (cómprese un par de docenas de lápices, pero de los grandes).

Otros autores mencionados en el texto los conocíamos de antes, y vistos a la luz del tema adquieren nueva relevancia: Felipe Guamán Poma de Ayala y su Nueva Corónica y Buen Gobierno de 1615; Mariano de Chaves y su Estado político y de justicia de el Reino del Perú de 1759; fuentes empleadas por Quiroz entre muchas otras. Asimismo, hacemos clic con otros, como John Fisher en El Perú Borbónico 1750-1824; Jürgen Golte en Repartos y Rebeliones - Túpac Amaru y las contradicciones de la economía colonial; y las compilaciones de Scarlet O´Phelan, La Independencia del Perú – De los Borbones a Bolívar, y la excelente de Claudia Rosas Lauro, El Miedo en el Perú, Siglos XVI al XX. Si, las cosas se ven diferentes cuando tenemos una guía. III Corrupción y República Peruana: en el Perú la clase alta está profundamente corrompida

Así como Alfonso Quiroz siguió en parte la ruta vital de Antonio de Ulloa para comentarnos como se hacía en la época del Virreinato, sigue ahora a tres personajes del Siglo XIX para comentarnos cómo fue la vaina en la República: Domingo Elías (1805-1867), Francisco García Calderón Landa, destinado a ser Presidente del Perú en luctuosa ocasión, y Manuel González Prada, referente de la post-guerra del Pacífico. Con José de San Martín y Bernardo Monteagudo se declara la Independencia del Perú, pero aclaremos que no gobernaban para la salud del Perú sino para la seguridad del Río de la Plata y Chile, y si ello significaba arruinar económicamente al Perú, caballero nomás. Ello explica lo que Quiroz describe llanamente como Saqueo Patriota, que incluyó movidas como las expropiaciones abusivas, el control de las aduanas y los asientos mineros, los cupos y sobornos institucionalizados, el omnipresente contrabando, rasgos que nos contaron en el colegio para justificar la postración en que caímos: los invasores que vinieron a proclamar la libertad e independencia eran crueles, rapaces, carentes de principios e incapaces (William Tudor a John Quincy Adams, 1824). A los males de la Colonia – particularmente el Contrabando – se añadieron nuevos negociados, de los que los empréstitos, préstamos y la Deuda Externa consiguiente inaugurarían formatos de corrupción que hoy las argollas ya manejan a cabalidad. La república sumó redes clientelares a los patronazgos caudillescos heredados del Virreinato, después de todo ya no eran sólo las armas las que otorgan poder. La mayoría de los nombres de la época (Santa Cruz, la asociación GamarraGutiérrez de la Fuente, Riva Agüero, La Mar, Castilla, Echenique, etcétera) eran cabezas de redes clientelares, todos ellos parte del Ejército realista que voltearon casaca en su momento. El proteccionismo se planteó por Agustín Gamarra no como política de progreso, sino como efectivo chantaje a los comerciantes y capitalistas nacionales, en un momento en que los extranjeros no se dejaban expoliar. La técnica de “rodear al príncipe” se perfecciona en

esta época: Francisca Zubiaga, “la mariscala”, esposa de Gamarra, tenía su propia red de monopolistas de la harina, vinculados a su vez con los exportadores de trigo. El estudio del naciente capitalismo peruano (Francisco Quirós, Domingo Elías, Pedro Gonzales Candamo, Manuel Argumaniz) complementa esta interesante sección del libro. Es notable la descripción del largo gobierno de Ramón Castilla, tradicionalmente considerado de estabilización de la República. Y aquí se trata del Guano, el escándalo de la Consolidación de la Deuda Interna, los movimientos financieros de pago del estado a los propietarios de esclavos, el surgimiento de los Piérola como corruptos administradores del estado, las sucesivas renegociaciones de la deuda externa, y la administración contaminada del crédito público. Entre 1860 y 1883 se caminó hacia el desastre: La Guerra del Pacífico. Una fuente importante de Quiroz es el Diario de Heinrich Witt, miembro de la elite de negocios limeña entre 1860 y 1870, y consignatario del guano para Alemania. Siendo él mismo protestante, sus observaciones morales resultan interesantes de contrastar: Aprecia positivamente a Manuel Pardo y Barreda y a Francisco Garcïa Calderón; en cambio sospechaba y temía a individuos como José Gregorio Paz Soldán, Henry Meiggs, Nicolás de Piérola y en general a toda la argolla de Echenique. La atmósfera limeña de aquellos años ha de haber sido casi irrespirable, no importa lo que tradicionistas digan. Los conflictos de intereses eran cosa de todos los días y muy elevados los costos de transacción, pues todas las operaciones financieras y económicas tenían base y cupo en el amiguismo, el clientelismo y la corruptela. La Corrupción opera parasitando las líneas por donde circula la plata, en esta etapa eso es guano y salitre. Por eso cuando España envía la Expedición Científica golpea en la misma médula al Perú al ocupar las Islas Chincha, punto de extracción del guano e inicio de la cadena de la Corrupción. Es probable que por esa razón ganáramos esta Guerra en el Dos de Mayo de 1866. Las manipulaciones políticas implicaban reordenar el reparto del botín entre las diversas argollas, pero la que se llevó la palma fue la que Quiroz llama infame Contrato Dreyfus en donde las argollas y sus aliados extranjeros se enfrentan entre sí. Nicolás de Piérola se hace cabeza de Argolla y testaferro de Dreyfus en el Perú, y de hecho en el principal responsable individual del desastre financiero posterior y la derrota en la Guerra del Pacífico, lo que no obstó para que, financiado por el amigo Dreyfus, volviera a ser Presidente, habilidad cotizada aún hoy en día. Henry Meiggs es personaje vinculado a Piérola, que merecería a nuestro entender una biografía sumamente detallada, él construye los ferrocarriles más caros del mundo, entre otros detalles. Las guerras, como se sabe, son río revuelto, la Guerra con Chile no fue excepcional. Se cedió Tarapacá a pesar de toda la sangre demarrada para evitarlo, dejando una herida abierta hasta hoy. Puede que uno de los regímenes más corrompidos del Perú – y esto es decir haya sido el de Miguel Iglesias, firmante del Tratado de Ancón, que no se pudo llevar más porque no había nada qué llevarse después del profundo cepillo que

Chile le propinó al Perú, pero que significó la mayor rebaja de la moralidad pública que se hubiera visto jamás. (Cabe otro Paréntesis: ¿Es la Corrupción un acompañante eterno del devenir político de las naciones? Estamos tentados a creerlo. Incluso se la considera contrapeso necesario de la Libertad, parece fuera necesario transar con la corrupción si queremos que haya Democracia. Resolver este dilema resulta imperativo.) IV Continuidad de la Corrupción: Todo hombre tiene su precio, y el sistema mucha plata

Tras los gobiernos del Segundo Militarismo y hegemonía de Andrés Avelino Cáceres, vuelve Nicolás de Piérola de su dorado exilio en París, que parece lugar privilegiado para los Corruptos, dígolo sin más intención que apreciar el buen gusto. No creemos en dibujos animados donde los buenos y los malos pelean: Lo objetivo es que no hay ni unos ni otros – Piérola era testaferro de Dreyfus, Cáceres de Grace, así que ya vemos por quienes morían los montoneros de ambos bandos. Apliquemos lo que aprendemos, abandonemos ese palto del que nos paramos cayendo, enseñemos y aprendamos Historia y Política en serio. El wishful thinking y las frustraciones consiguientes con el que rodeamos nuestras creencias políticas son francamente ridículas hasta para los chiquillos de hoy. Tanto el Contrato Grace de Cáceres como las cacareadas medidas económicas de Piérola entre 1895 y 1899 fueron instrumento de exacciones y corruptelas, y si funcionaron bien, no fue por ser esa su intención. Con Cáceres fuera del juego político y el ala izquierda pierolista desgajada, Piérola entrega el país a los civilistas: En el temprano Siglo XX, el país había sido parcialmente modernizado e institucionalizado. En consecuencia el patrón violento y venal del pierolismo se había debilitado. Para remozar los medios oscuros con qué conseguir y conservar el poder, es decir, para reinventar las estrategias corruptas del Califa, era necesario que apareciera un nuevo tipo de líder. El único político que mostraba semejante perfil era Augusto B. Leguía, en varios sentidos un discípulo aventajado de Piérola. Leguía prueba las mieles del poder en su primer período de 1908 a 1912, y forma en este período la Argolla que exprimirá al Perú durante el Oncenio, con apellidos que podemos reconocer por sus actuales descendientes portadores de los mismos: Eulogio Romero, Germán y Roberto Leguía, Julio Ego-Aguirre, Jorge Polar, Juan Antonio Trelles, Víctor Larco Herrera, Pedro Muñiz, Rafael Grau, Alberto Salomón, Pedro José Rada y Gamio, Celestino Manchego Muñoz, Alejandrino Maguiña, Pedro Larrañaga, Julio César Arana, etcétera. La carrera política de Leguía, cuyo Oncenio (1919 – 1930) marcó niveles extraordinarios de Corrupción declarada, abyección en el lenguaje y conducta, es semejante en

mucho a la de Alberto Fujimori, quien se haría con el poder en 1990 hasta el 2001. La formación, desarrollo y consolidación de Argollas que ejercen la corrupción organizada caracteriza así el Siglo XX peruano. Nos parece que un estudio detallado sobre las Argollas en el Perú resultaría en un complemento indispensable a esta Historia de la Corrupción en el Perú. La Argolla civilista de los hermanos Prado (Mariano Ignacio, Javier, Jorge y Manuel) se dio el lujo de deponer al Presidente Billinghurst, poner al Coronel Óscar Benavides como Presidente Provisorio, y devolver el poder a los civilistas. Benavides volvería posteriormente a ser Presidente, cabeza de su propia Argolla, que negociará con los Prado y hará de Manuel Presidente del Perú entre 1939 y 1945. La aparatosa caída de Leguía y su Argolla (1930) abrió paso a la novísima de Luis Miguel Sánchez Cerro, enfrentada con el Apra. El Partido Aprista y las Izquierdas se convierten en duros opositores del sistema de cosas, contra ellos todas las Argollas se combinan para evitar que lleguen al poder. Los acontecimientos internacionales se mezclan al devenir político nacional y para variar llega un hombre honesto – si bien aparentemente ingenuo - a la presidencia de la república: José Luis Bustamante y Rivero, apoyado por el Apra, ya organizada como Argolla, para lo que cuenta con ventajas indudables en comparación con las de otras procedencias, como se demuestra por su supervivencia tras la muerte de Víctor Raúl Haya de la Torre en 1979. Cuando Bustamante trata de gobernar con cierta racionalidad le pasa lo mismo que al Ulloa de dos siglos atrás, y es depuesto por la acción combinada de los apristas y la extrema derecha, resultando en nuevo presidente militar: Manuel A. Odría, quien, naturalmente, tenía su propia Argolla. A excepción de la Argolla aprista – de notable permanencia - las demás se suceden unas a otras: Al clientelismo sanchezcerrista le sigue el de Benavides, a éste el de Odría. Vuelve al poder la Argolla de los Prado, y surge un período reformista en la política peruana con Acción Popular, la Democracia Cristiana, el Movimiento Social Progresista y otras agrupaciones políticas. Llega el muy atípico Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada (1968-1975 y 1975-1980), cuyas Argollas se merecen estudio aparte. Y por último las Argollas Populista (en apariencia heredada por el Perú Posibilismo), Aprista y Fujimorista de nuestros días, consecuencia básica de su enfrentamiento con la Argolla MaoístaPensamiento Gonzalo de Sendero Luminoso. V Colofón

Colofón Lector: Me hubiera gustado detallar más este libro. No me ha sido posible. Pero sí es necesario decir lo siguiente: Este libro se debe reunir con los clásicos peruanos. Hay que tratar que no desaparezca de la memoria de los peruanos. Además, al final Alfonso Quiroz presenta unos preciosos Cuadritos

mostrando los Costos de la Corrupción. Es decir, y para decirlo suave, cuánta plata se han tirado. Y no se lo digo, amigo lector, a fin que se compre el libro: Solamente le diremos que los peores momentos fueron los decenios de 1820, 1850, 1870, 1920, 1950, 1980 y 1990. Saque sus conclusiones.

Colofón Ético: Lo que realmente hace felices a los Capos de la Corrupción es que la gente sea imbécil cognitiva y moral, que pueda ser llevada de la nariz e incorporada por la pasiva o la activa al aparato de la corrupción, estamentario y basado en una “meritocracia” conocedora profunda de las organizaciones y cómo se las parasita. La indiferencia y hartura morales y cognitivas de los ciudadanos - la sensación difusa del “nada se puede hacer” - son operativos sicosociales esenciales para mantener vigentes las Argollas de la Corrupción, y proporcionar una forma de participar simbólicamente en ella al identificarse con los “Pepes Vivos” y no con la multitud de “Juanes Sonsos” de que viven los primeros. El que tenga Ojos, que Lea.

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