Harvest-of-Health_308040S-offr-20141027.pdf

April 6, 2019 | Author: Lizeth Iturriago | Category: Prayer, God, Faith, Holy Spirit, Jesus
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GLORIA COPELAND

 TM

P u b l i c a c i o n e s K e n n e t h C o p e l a n d

 A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas fueron tomadas de la Versión Reina Valera 1960.  , Las citas marcadas con las siglas LBLA fueron tomadas de La Biblia de la Américas®  © 1986, 1995, 1997 por The Lockman Foundation. Usado con permiso.

Las citas marcadas con las siglas AMP  son traducciones libres The Amplified Bible, Old Testament  © 1965, 1987 por The Zondervan Corporation, y The Amplified New Testament  © 1958, 1987 por The Lockman Foundation. Usado con permiso.

Cosecha de Salud Harvest of Health PDF ISBN 978-0-88114-338-6

30-8040S

Traducido y editado por KCM Guatemala. © 1992 Eagle Mountain International Church Inc., también conocida como Ministerios Kenneth Copeland © 1996 Publicaciones Kenneth Copeland. Traducción autorizada de la edición en inglés. Esta traducción es publicada y vendida de acuerdo con el permiso de Publicaciones Kenneth Copeland, propietario de todos los derechos para publicar y  vender este material. Derechos reservados de acuerdo con leyes internacionales. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida en ninguna forma o por ningún medio electrónico o mecánico, de fotocopia, grabación, por ningún sistema de almacenamiento y recuperación informática sin el permiso escrito del editor; a excepción de citas breves usadas en reseñas. Este libro digital es autorizado para su uso personal, no comercial y no puede ser re-vendido o regalado a otras personas. Si usted desea compartir este libro, o desea sembrar una copia en la vida de otra persona, por favor, compre una copia adicional para cada persona con quien desea compartirlo. Si está leyendo este libro y no lo compró, y/o no lo adquirió para su uso personal, por favor visite es.kcm.org y adquiera su propia copia. Publicaciones Kenneth Copeland Fort Worth, TX 76192-0001 Para obtener más información acerca de Ministerios Kenneth Copeland, visite es.kcm.org o llame al 1-800-600-7395 (sólo EE.UU.) o +1-817-852-6000.

¡Dios desea que usted esté bien! Le tengo buenas noticias: ¡Dios desea que usted viva saludable todos los días de su vida! Quizá piense: “¡Ah sí, eso ya lo sabía! Sé que si me enfermo, Dios me sanará”. Sí, tiene razón, Él lo hará. Pero no me refiero a eso, sino a que la perfecta  voluntad de Dios es que usted disfrute de salud divina siempre. Su deseo es que viva con tal plenitud en el poder de Su palabra que la enfermedad y las dolencias sean, de forma literal, removidas de su vida. ¿Acaso no son buenas noticias? Es probable que haya escuchado mucho acerca del poder sanador de Dios. Sin embargo, existe una diferencia 3

entre sanidad divina y salud divina. Hace años, el poderoso predicador John G. Lake, lo presentó de esta manera: «La sanidad divina es curar mediante el poder de Dios la enfermedad que haya en el cuerpo. Mientras que la salud divina es vivir día tras día y hora tras hora en comunión con Dios, permitiendo que la vida de Dios fluya en su cuerpo, así como ésta fluye en su mente y en su espíritu». (John G. Lake: His Life, His Sermons, His Boldness of Faith  [Fort Worth: Kenneth Copeland Publications, 1995]).

Estoy de acuerdo en que resulta maravilloso sanarse de una enfermedad. No obstante, es mucho más emocionante gozar de salud divina de forma permanente. Y eso es lo que Dios siempre ha deseado para Su pueblo. Incluso bajo el Antiguo Pacto, Dios le prometió a Su pueblo inmunidad 4

de las enfermedades. En Éxodo 23:25, leemos: «Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti».

Esa promesa tiene un respaldo mucho más sólido en el Nuevo Pacto. Al visualizar lo que Jesús habría de realizar en la Cruz, Isaías escribió: «Ciertamente llevó él [Jesús] nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores… él herido  fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» (Isaías 53:4-5). El apóstol Pedro, al recordar ese mismo sacrificio, expresó: «quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; 5

 y por cuya herida fuisteis sanados» (1 Pedro 2:24).

La frase: fuimos sanados   está en tiempo pasado. Pues en la Cruz, Jesús completó la sanidad que le corresponde a usted. Él pagó el precio para que usted fuera una persona sana, y compró la justificación para su espíritu, la paz para su mente, y la sanidad para su cuerpo. En lo que a Jesús le concierne, usted no es una persona enferma intentando recibir su sanidad, sino una persona sana a quien Satanás trata de robarle la salud. Recuerdo que cuando Kenneth y yo nos percatamos de esta verdad, todo cambió en nuestra vida. Ya no tratábamos de convencer a Dios para que nos sanara; sino que empezamos a oponernos a la enfermedad y a la dolencia, así como lo hacíamos con el pecado. 6

No puede edificar un tercer nivel sobre un terreno baldío Una vez que comprenda que la  voluntad de Dios es que disfrute de una vida en salud divina, no puede evitar preguntarse por qué hay tantos creyentes enfermos. Al principio parece un rompecabezas, pero la respuesta es sencilla: la mayoría de personas no está dispuesta a hacer lo que se requiere para vivir saludable. La gente desea poseer una buena salud. Nadie desea estar enfermo. Sin embargo, para estar saludable, es necesario tomar ciertas determinaciones. ¿Cuántas veces ha  visto a alguien fumando, aun cuando padece una tos seca? O ¿cuántas veces ha visto a una persona con sobrepeso comiendo helados?  A nuestra naturaleza carnal le gusta tomar el camino fácil. Y es más difícil 7

acabar con los malos hábitos que ceder ante ellos. Es más fácil rendirse ante la carne viendo televisión por las noches, como el resto de la gente, que tomarse el tiempo para depositar en su corazón la Palabra de Dios en relación a la sanidad. Recientemente, escuché a Charles Capps decir que hay quienes tratan de construir el tercer nivel de un edificio sobre un terreno baldío. Se oye gracioso, sin embargo, es una realidad en el área espiritual. Mucha gente desea disfrutar de los beneficios de la sanidad sin antes haber edificado, mediante la Palabra de Dios, el fundamento de ésta. No es posible construir nada de esa manera. Si desea construir, debe empezar por debajo del nivel del suelo. Igualmente, si quiere una cosecha, primero debe depositar una semilla en el suelo. 8

En el mundo natural todo funciona en base a ese principio. Kenneth lo llama la ley del Génesis. Esta ley de sembrar y cosechar también produce resultados en el reino espiritual. Ésta gobierna la salud y la prosperidad —de hecho, todo en el reino de Dios es gobernado por la ley de la siembra  y la cosecha—. Jesús enseñó al respecto en Marcos 4:26-29: ...Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado. 9

Según la ley de la siembra y la cosecha, si desea salud, necesita hacer algo más que sólo desearla. Incluso debe hacer algo más que sólo creer en ella. Debe sembrar la semilla que con el tiempo crecerá y le dará una cosecha de salud. ¿Qué clase de semilla produce salud física? En Proverbios 4:20-22 encontramos la respuesta: «Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído a mis razones; que no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón. Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo» (La Biblia de las Américas).

El término salud en hebreo significa: “medicina”. La Palabra de Dios contiene vida en sí misma, y ésta en realidad es alimento espiritual. Al alimentarse de ella, usted se fortalece espiritual y físicamente. 10

«...No se aparten de tus ojos...».

Leer y meditar en la Palabra es tomar la medicina de Dios. Si es fiel en tomarla de continuo, con el tiempo le será tan difícil enfermarse como antes lo era recuperarse. Pero alcanzar este nivel requiere de un proceso. No se trata de leer las escrituras de sanidad una vez, y después ocuparse de otros asuntos. No, usted debe alimentarse con regularidad de la Palabra de Dios, a fin de mantener una constante cosecha de salud en su vida.

¿Qué está confesando usted? En Isaías 55:11, se nos enseña que la Palabra de Dios prospera (o tiene éxito) en aquello para lo cual es enviada. Eso significa que la Palabra de Dios acerca de sanidad, producirá sanidad. Quizá no la produzca en ese 11

mismo instante, pero cuanto más le permita a ésta obrar en su vida, le brindará mayores resultados. En otras palabras, el tamaño de su cosecha dependerá de la cantidad de semilla que usted siembre. El tiempo y atención que le dedique a la Palabra de Dios, determinará cuánta cosecha recogerá. Su corazón en realidad es su espíritu. Entonces eso significa que éste tiene una capacidad ilimitada;  y puede sembrar en su corazón tanta semilla como las horas del día se lo permitan.

Si edifica su vida con la Palabra, podrá gozar de una ganancia total. Jesús le llamó a esto: la cosecha del ciento por uno (Marcos 4:20).  Ahora bien, quizá alguien lo contradiga y le exprese: “Bueno, en mi caso no dio resultado. Deposité en mi 12

corazón la Palabra de Dios referente a la sanidad, y ¡todavía sigo enfermo!”. Pero esas personas se delatan a sí mimas al momento que se expresan de esa forma. Pues Jesús enseñó: «…porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Lucas 6:45). Si ellos de verdad

hubieran depositado en abundancia la Palabra de Dios en su corazón, estarían hablando de sanidad, ¡no de enfermedad! Estarían diciendo: “¡Soy sano por Su llaga!”. Esto también se aplica en su vida. Cuanto más deposite la Palabra de Dios en su corazón, más fuerte será. Y eventualmente, la Palabra que haya en su interior empezará a salir por medio de su boca, con poder y libertad. No espere que la necesidad llegue a su vida para empezar a declarar la Palabra: mejor comience desde ahora. 13

Nunca olvidaré la primera vez que me percaté de la importancia de confesar la Palabra de Dios. Ocurrió hace varios años, cuando Kenneth apenas había empezado a predicar,  y yo me quedaba estudiando en casa con nuestros hijos. Atravesábamos una desesperante crisis financiera, y  yo ansiaba encontrar respuestas. Un día, mientras estaba sentada frente a mi máquina de escribir, transcribiendo notas y escuchando unas enseñanzas, leí Marcos 11:23: «Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho».

De repente, la verdad de esa última frase cobró vida en mí. Y el Señor le habló a mi corazón: En la perseverancia reside el poder.

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Él me estaba revelando que no son sólo las palabras que se dicen al orar las que cambian las cosas, sino las que se hablan ¡todo el tiempo! Si quiere que su deseo se cumpla, entonces sus palabras deben concordar con su forma de orar. No trate de orar en fe y luego levantarse y hablar con incredulidad. ¡Hable fe en todo tiempo! En Romanos 4:17, se nos enseña que Dios: «…llama las cosas que no son, como si fuesen». Entonces si desea recibir algo de Dios, siga Su ejemplo: hable. Así obra la fe: usted habla la Palabra con respecto a lo que desea que ocurra. Si anhela disfrutar de salud divina, acuda a la Palabra, la cual le asegura que: «Por su llaga fuimos nosotros curados»; y después, exprésela con su boca. No hable de la enfermedad; sino de la salud. No hable del problema, sino de la solución. 15

Lo que siembra siempre crece Quizá usted exprese: “Pero, hermana Gloria, ¡todo eso suena muy sencillo”.

¡ Es sencillo! Algunas veces creo que por esa razón Dios me eligió a mí para enseñar al respecto: porque soy una persona sencilla. Cuando leo la Palabra, simplemente creo que me está hablando a mí en forma personal. No me preocupo ni me complico, diciendo: “Bueno, desearía que obrara a mi favor, pero no creo que lo haga debido a esto o aquello…”. No, yo sólo estoy a la expectativa de que Dios hará lo que Él dice que llevará a cabo. Usted puede actuar igual. Puede acudir a la Palabra como si fuera un niño, y declarar: Señor, recibo Tu Palabra. Creo en Tu Palabra por sobre todas las cosas, confío en Ti con todo mi ser.  Si actúa así, Dios jamás lo decepcionará. 16

¿De qué manera puede obtener una fe tan sencilla como la de un niño? Escuchando la Palabra de Dios. En Romanos 10:17, se nos revela: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios».  Ahora bien, es importante que usted sea consciente de que la duda también viene por el oír. Por esa razón, Jesús expresó: “Tengan cuidado con lo que están escuchando…” (Marcos 4:24, Traducción libre de The  Amplified Bible).

Cuando se trata de sanidad, lo que oye puede ser un asunto de vida o muerte. Por ejemplo, si asiste a una iglesia donde se enseña que la sanidad fue para los tiempos antiguos, o que Dios usa la enfermedad para enseñarnos una lección —y usted sigue oyendo lo mismo domingo tras domingo—; ¿qué semilla cree usted que se desarrollará en su corazón? La semilla de la duda, y no la de la fe. 17

Todo lo que siembra dentro de su corazón siempre crece. Cuando la duda crece, ésta lo mantiene atado. No obstante, la verdad crece y lo hace libre. Entonces tenga cuidado con lo que oye; mejor escuche la Palabra de Dios, así como se nos indica en Proverbios 4:21: «No se aparten [las palabras de Dios] de tus ojos;  guárdalas en medio de tu corazón».

Lea la Palabra todos los días. Haga tarjetas para usted mismo en las que cite las escrituras de sanidad, y luego colóquelas sobre su espejo. Escuche enseñanzas de sanidad. Escúchelas mientras conduce su automóvil. Óigalas mientras se viste por las mañanas. Si escucha la Palabra todos los días en su trayecto de ida y  vuelta a su trabajo, se sorprenderá de lo fructífero que ese tiempo será. Le cambiará la vida. ¡Lo reto a intentarlo!

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¡Que no lo hagan desistir! Las palabras de Dios contienen poder. Cuando las guarda en medio de su corazón, éstas se convierten en  vida, sanidad y salud. Son medicina, son el remedio de Dios. Pero manténgase alerta. La gente tratará de desanimarle, a fin de impedir que siga tomando este medicamento. Quizá le digan cosas parecidas a ésta: “Si Dios desea que  vivamos en salud divina, ¿por qué la hermana zutana se enfermaba tanto? Ella era buena cristiana”. No les permita que lo hagan dudar. En lugar de ello, recuerde lo siguiente: Usted no vive en salud divina porque sea un buen cristiano. Nadie vive sano por esa razón. Usted goza de salud divina porque “toma” la Palabra de Dios, manteniéndola frente a sus ojos, permitiéndole entrar por sus 19

oídos; guardándola en su corazón y poniéndola en práctica en su vida. Usted se mantiene saludable porque le cree a Dios que así vivirá, y también porque habla de su salud y porque sus acciones son congruentes con la Palabra, día a día.

No espere hasta enfrentar una emergencia. No espere hasta que su cuerpo se sienta débil y enfermo para empezar a alimentarse con las escrituras acerca de sanidad. Mejor comience ahora. Siembre a diario la Palabra de Dios en relación a la sanidad en la buena tierra de fe de su corazón. Luego, alégrese. ¡Su cosecha de salud viene en camino!

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Oración para recibir salvación y el bautismo del Espíritu Santo Padre celestial, vengo a Ti en el nombre de Jesús. Tu Palabra dice: «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo» (Hechos 2:21). Jesús, yo te invoco y te  pido que vengas a mi corazón y seas el Señor de mi vida de acuerdo con Romanos 10:9–10: «Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación». Yo confieso ahora que Jesús es el Señor, y creo en mi corazón que Dios le resucitó de entre los muertos.  ¡Ahora he nacido de nuevo! ¡Soy cristiano, hijo del Dios todopoderoso! ¡Soy salvo! Señor, Tú también afirmas en Tu Palabra: «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más  vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas 11:13). Entonces te  pido que me llenes con Tu Espíritu. Santo Espíritu, engrandécete dentro de mí a medida que alabo a Dios.  Estoy plenamente convencido de que hablaré en otras lenguas, según Tú me concedas expresar (Hechos 2:4).  En el nombre de Jesús, ¡amén!  En este momento, comience a alabar a Dios por llenarte con el Espíritu Santo. Pronuncia esas palabras y sílabas que recibes, no hables en tu

idioma, sino en el lenguaje que el Espíritu Santo te da. Debes usar tu propia voz, ya que Dios no te forzará a hablar. No te preocupes por cómo suena, pues ¡es una lengua celestial! Continúa con la bendición que Dios te ha dado, y ora en el espíritu cada día.  Ahora, eres un creyente renacido y lleno del Espíritu Santo. ¡Tú nunca serás el mismo! Busca una iglesia donde se predique la Palabra de Dios valientemente, y obedece esa Palabra. Forma parte de la familia cristiana que te amará y cuidará, así como tú ames y cuides de ellos. Necesitamos estar conectados unos con otros, lo cual aumenta nuestra fuerza en Dios, y es el plan del Señor para nosotros. Vuélvete un hacedor de la Palabra. Tú serás bendecido al ponerla en práctica (lee Santiago 1:22–25).

 Acerca de la autora  Gloria Copeland es una destacada autora y ministra del evangelio, cuya misión de enseñanza es conocida a nivel mundial. Los creyentes de todas partes del planeta la conocen por medio de las convenciones de creyentes, las campañas de  victoria, artículos de revistas, audios y videos de enseñanzas, y a través del programa de televisión La voz de victoria del creyente  que se transmite de lunes a viernes y los domingos. Ella presenta el programa junto a su esposo Kenneth Copeland. Gloria es conocida también por La escuela de sanidad que inició en 1979 en las reuniones de KCM. Enseñando así cada año la Palabra de Dios a millones de personas, y compartiendo las claves de una vida cristiana victoriosa. Gloria es la autora del libro God’s Master Plan for Your Life , el cual es el best seller  del New York Times , así como también de numerosos libros entre los cuales se incluyen: God’s Will for You [La voluntad de Dios para usted], Walk With God, God’s Will is Prosperity   [La voluntad de Dios es la prosperidad], Hidden Treasures  y To Know Him. Ella y su esposo han sido coautores de diversos materiales entre los que figuran: Family Promises  [Promesas para la familia], Healing Promises   [Promesas de sanidad] y el best seller   devocional diario From Faith to Faith [Crezcamos de fe en fe: Una guía diaria para la victoria] y Pursuit of His Presence  [En búsqueda de Su presencia]. Gloria tiene un doctorado honorífico de Oral Roberts University . En 1994, recibió la distinción de  Mujer cristiana del año, un reconocimiento que se otorga a mujeres cuyo ejemplo de liderazgo cristiano es excepcional. También es cofundadora y vicepresidenta de los Ministerios Kenneth Copeland de Fort Worth, Texas. Adquiera más información acerca de los Ministerios Kenneth Copeland visitando nuestra página web www.kcm.org

Material que le ayudará a recibir su sanidad Por Gloria Copeland  Libros Y Jesús sanaba a todos La prescripción de Dios para la salud divina La voluntad de Dios para su salud Cosecha de salud

Cuando el SEÑOR le indicó a Kenneth y Gloria Copeland que iniciaran la revista La Voz de Victoria del Creyente... Les dijo: Ésta es su semilla. Envíensela a todo el que responda a su

ministerio, y ¡jamás permitan que alguien pague por su suscripción!  Por más de 40 años, ha sido un gozo para los Ministerios Kenneth Copeland llevarles las buenas nuevas a los creyentes. Los lectores disfrutan las enseñanzas de ministros que escriben acerca de vidas en comunión con Dios, y testimonios de creyentes que experimentan la victoria en su vida diaria a través de la Palabra. Hoy, la revista LVVC  es enviada mensualmente por correo, llevando ánimo y bendición a los creyentes de todo el mundo. Incluso muchos de ellos la utilizan como una herramienta para ministrar, se la obsequian a otras personas que ¡desean conocer a Jesús y crecer en su fe!

Solicite hoy una suscripción GRATUITA para recibir  la revista La Voz de Victoria del Creyente!  Visita es.kcm.org/LVVC  para enviar tus datos, o escríbanos a: Kenneth Copeland Ministries, Fort Worth, TX 76192-0001. También puede suscribirse llamándonos al 1-800-600-7395 (sólo en EE.UU.) o al + 1-817-852-6000

¡Estamos aquí para ti!

 Tu crecimiento en la PALABRA de Dios y tu victoria en Jesús son el centro mismo de nuestro corazón. Y en cada área en que Dios nos ha equipado, te ayudaremos a enfrentar las circunstancias que estás atravesando para que puedas ser el  victorioso campeón que Él planeó que tú sea. La misión de los Ministerios Kenneth Copeland, es que todos nosotros crezcamos y avancemos juntos. Nuestra oración es que tú recibas el beneficio completo de todo lo que el SEÑOR nos ha dado para compartirle. Dondequiera que te encuentres, puedes mirar el programa La Voz de Victoria del Creyente  por televisión (revisa tu programación local) y por la Internet visitando es.kcm.org. Nuestro sitio web: es.kcm.org, te brinda acceso a todos los recursos que hemos desarrollado para tu victoria. Y, puedes hallar información para comunicarte con nuestras oficinas internacionales en África, Asia, Australia, Canadá, Europa, Ucrania, y con nuestras oficinas centrales en Estados Unidos de América. Cada oficina cuenta con un personal dedicado, preparado para servirte y para orar por ti. Puedes comunicarte con una oficina a nivel mundial más cercana a ti para recibir asistencia, y puedes llamarnos para pedir oración a nuestro número en Estados Unidos, 1-817-852-6000, de lunes a viernes de 9:30 am a 5:00 pm (Hora central).  Te animamos a que te comunique con nosotros a menudo y ¡nos permitas formar parte de tu andar de fe de cada día! ¡Jesús es el SEÑOR! Kenneth y Gloria Copeland

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