Halperin - Parte II Cap II
July 9, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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PARTE II, Cap 2 A) Nace una vida política El 25 de mayo creo un nuevo actor político, que fundamenta su legitimidad en ser el heredero del poder colonial que había sido desplazado y exige por lo tanto la obediencia de todo el territorio del Virreinato del Rio de la Plata. Quien no se someta, será tildado de rebelde. Y aunque buscará evitarlo, este nuevo poder se deslizará de a poco hacia una guerra civil (el foco principal de sospechas caerá sobre la población peninsular) La Revolución al principio no hará una división tajante entre enemigos/amigos (las bases sociales de este movimiento aún no están claras) y en su inicio es una “aventura estrictamente personal de algunos porteños”. Y no debe engañar a nadie las donaciones y
exclamaciones de adhesión que algunos peninsulares realizan, teniendo en cuenta el peligro que se les cernía si hacían lo contrario (al ser tildados de “rebeldes”) Las adhesiones más sinceras provendrán si, de aquellos que temían represarias ante un retorno al viejo orden (algo que solo iba a darse progresivamnete, pues aún para 1815, varios dirigentes revolucionarios veían con buenos ojos una reconciliación con la metropolia) Asi, por ejemplo, Saavedra, aún presidiendo la Primera Junta, mostraba reticencias en una ruptura que cuestionara la legalidad de la que se reclamaban “herederos”. En este sentido, el temor a una represalia ante cualquier forma de restauración colonial, fue un gran elemento de formación de una solidaridad revolucionaria. Pero el poder revolucionario no parecía estar tan solo cuando se la analiza desde la voz de su detractores, que veían que esta “colmaba las calles”, poseía la maquinaria
administrativa de Bs As y un poderoso ejercito urbano. En Bs As, la Revolución no tenía nada que temer (los opositores no les disputaron desde allí ningún espacio, dada su debilidad) aunque ello nos los eximio de la necesaria tarea de consolidar su poder, buscando vínculos con sus subordinados. Frente a los sectores marginales, buscó utilizar a la iglesia como intermediaria (así, apareció la obligación de predicar sobre el nuevo poder político, y la bendición sacerdotal al nuevo gobierno fue requerida). Otro mcanismo de disciplinamiento fue el del poder policial heredado de la colonia: los alcaldes y tenientes alcaldes (que debían vigilar cambios de domicilio o reuniones sospechosas o incautar correspondencia sospechosa) La revolución hacia sentir su presencia autoritaria, regulando hasta las formas de regocijo público (una vez más, del mismo modo que lo hacía el régimen colonial) y la portación de la escarapela revolucionaria. Se crea una nueva liturgia revolucionaria fomentada desde el nuevo poder: llevar el gorro frigio (medida dispuesta unos pocos meses de 1813) o los festejos por el 25 de Mayo, que rescataban viejas costumbres de celebración, adaptada al nuevo suceso a rememorar, y celosamente vigilado por el poder revolucionario. Mas que a sus gobernantes (siempre efímeros dada la inestabiliad política) la ciudad, en los festejos revolucionarios, se celebra a si misma, se presenta como libertadora de los terrotorios virreinales y del mundo. También celebra la libertad americana, tras siglos de opresión española (frente a una metrópoli de la cua aún no ha roto vínculos, se reivindica el pasado común indígena de América)
Aunque sin sin cuestiona cuestionarr la división estamental heredada de la colon colonia ia (negros, mula mulatos, tos, mujeres y hombres de muy pobre condición eran excluidos, por ejemplo, de las votaciones en la Plaza Mayor para elegir diputados y apoderados de la ciudad) y de esta forma, marcando límites a la movilización política que la Revolución buscaba promover, la movilización plebeya se hace sentir como nunca antes desde el 25 de mayo de 1810, y sus preferencias incluso marcan el paso en algunas crisis internas de las que regularmente se abrían en el curso revolucionario. Y la participación se amplia confrme la Revolución les va pareciendo menos una disputa entre facciones y más como el nuevo estado de cosas del que puedan beneficiarse. Pero esta nueva participación es tomada con cautela por la dirigencia revolucionaria, aún cuando en ciertos sucesos les fue beneficiosa, y las amenazas de ampliación política son esquivadas, especialmente teniendo en cuenta que estas movilizaciones son muy superficiales, ni cuenta con dirigentes que reclamen lugares de poder. A pesar de de sus limitac limitaciones, iones, la movilizació movilización n popular ttiene iene grand grandes es conse consecuencia cuencias: s: la dirección revolucionaria busca evocarla a su favor, especialmente teniendo en cuenta que este grupo es marginal dentro del grupo dominante tradicional de la sociedad y la administración, por lo que se ve forzada a buscar apoyos fuera de ese círculo. A través de reinvindicar “los derechos de todos los americanos” los sectores antes marginados de las
disputas entre elites coloniales, se convierten en dirigentes de nuevas naciones. Otro motivo que explica la gran participación popular ypara es lalos necesidad de ello trae la guerra revolucionaria, en forma de reclutamiento ejércitosque emancipadores tanto de forma compulsiva, como voluntaria (la forma compulsiva fue utilizada con mucha liberalidad) De este modo, se intento influir en los sectores populares una gran fe revolucionaria, tanto mas cuanto era necesaria su participación en los ejércitos. Reconocidos estos limites de la movilización popular, no debe menospreciarse su importancia (que el sector moderado, una vez que se deshizo de sus incomodos aliados revolucionarios revolucionari os más radicales, eliminó iniciativas como la lectura de Rousseau como texto de primeras letras) De hecho, había un alto grado de población alfabetizada, y la palabra escrita fue un gran medio de difusión (“dice Halperin “era raro para 1816 ver a un niño de 10 años que no sepa leer”)
Además, esta esta movi movilización lización pop popular ular tuvo también cconsecuen onsecuencias cias polí políticas. ticas. En tan tanto to la dirigencia revolucionaria alimento una fe enorme sobre el proyecto revolucionario, iba perdiendo margen d elibertad a la hora de tomar desiciones: cuando la táctica del choque frontal y la guerra (que mediante la propaganda, encolumno a la población plebeya tras la empresa emancipadora) fue mostrando sus inconveniencias, y se debieorn adoptar tácticas decuadas con los limitados recursos con los que se contaban, prefirieron no confrontar con la fe ciega hacia la revolución que habían sembrado en la opinión publica, de modo que se fue abriendo una brecha entre la dirección política y la masa que avanza firme sobre el camino que ya se le había abierto. Si durante la guerra de independencia este hiato no se profundiza, fue solo xq la intransigencia del enemigo hizo que el úncio camino posible para la dirigencia revolucionaria sea la guerra frontal. Otro elemento que alimento la movilización popular, además del sentimiento “patrio” hacia la revolución, fue la idea de igualitarismo, asi sea en el plano teorico, que este proceso difuncdía (y a su vez, la dirigencia buscó limitar, para que no se salga de ciertos caudales)
Pero lo que si afecta la Revolución es el equilibrio interno de las elites, primero bajo la lucha política contra los opositores al proceso, que eran identificados especialmente entre los altos funcionarios metropolitanos (el foco principal de la hostilidad del poder revolucionario) y en segundo término, a los peninsulares. La revolución rápidamente despojo de sus cargos a los altos funcionarios metropolitanos, tomando asi el poder político total. Y tras ello, la hostilidad revolucionaria se orienta hacia los peninsulares, a quienes se busca excluir de toda vida política e incluso social (con medidas como explulsar de la ciudad a los que eran solteros, o prohibirles tener pulperias) más allá de ciertos intentos del gobierno de esquivarla (existe según Halperin una constante ambivalencia del gobierno entre excluir políticamente a los peninsulares y preservarlos, siempre que demuestren fidelidad al nuevo gobierno) frente a una opinión pública plebeya que además, se mostraba muy antipeninsular B) La crisis de la Burocracia ----C) La dirección revolucionaria frente al ejército y la elite económico-social urbana El ejercito es la única institución que con la crisis revolucionaria, se ve fortalecida y no debilitada. Con la guerra revolucionaria, la legitimidad del ejercito urbano (producto de la militarización que comenzó en 1806) dejo de estar puesta en duda, aumentando el prestigio militar. La militarización de la vida cotidiana comenzó a tomar nuevo impulso desde 1810, causando alarma en el nuevo poder que de todos modos debe aceptar (especialmente tras la pérdida del Alto Perú para la causa revolucionaria con la derrota de Huaqui) llevar hasta sus ultimas posibilidades el programa de militarización “Todos los ciudadanos nacerán soldados (…) las virtudes guerreras serán el camino a las distinciones” marcando la intención de hacer del ejercito del primer estamento del nuevo
Estado. El ascenso del prestigio militar es acelerado por el estilo de movilización política popular preferido por la dirigencia revolucionaria (que exaltaba los valores patrióticos y militares) y los jefes militares comenzaron a gozar de un prestigio que pocos dirigentes civiles tenían (este prestigio militar será utilizado políticamente, por ejemplo, por Alvear tras vencer en Montevideo, para encumbrar su figura política). Para la élite burocratica, este ascenso del sector militar implicará pérdidas y quiebras, dadas las donaciones (voluntarias y forzosas) que deberán desenbolsar para mantener los crecientes ejércitos revolucionarios. Todo esto implica un “cambio en el equilibrio interno del grupo dirigente” Los reclutas se obtienen, Bs As, dentro de la población marginal, “vagos” y “malentretenidos”. En principio, el gobierno se cuida de realizar su leva dentro de la
población libre y economcamente activa tanto x razones políticas (aquellos que voluntariamente aceptan una leva ya se han incorporado desde 1806) como económicas (necesidad de mano de obra, de la cual había escases en la ciudad) De a poco se da un cambio en el ejercito: los miembros voluntarios van decreciendo en numero frente a los reclutas extraidos de población marginal, vagos y algunos esclavos. La profesionalización del ejercito (es decir, el pasaje de una “milicia” a un “ejercito regular”) evitará que este
nuevo grupo ponga en peligro a la revolución o a la misma ciudad (creando, por ejemplo, un grupo de bandoleros armados antes que un ejercito) Esta profesionalziacion implica un aumento de la disciplina, que se expresa en las crisis de 1811 y 1814 (se llevan a cabo dos grandes motines, el primero de Patricios y el segundo de granaderos de infantería) con una feroz represión por parte del gobierno revolucionario. Además, se busca ampliar con diferentes medidas la distancia entre la oficialidad y las tropas (la jerarquía por sobre la camadaderia, esto último propio de las milicias, al ser cuerpos de vecinos voluntarios) Esta transformación de milicia a ejercito, fogoneada por las necesidades de la guerra revolucionaria, tendrá una consecuencia política particular: los oficiales ya no debían su peso político a un liderazgo que debia ser constantemente revalidado por una milicia voluntaria, sino que lo ejercía por derecho propio, pasando a ser dueño directo de los medios de coacción cuyo fin principal será, junto al proyecto emancipador, mantener el poder dentro de la elite revolucionaria gobernante (limitando de ese modo las consecuencias de una democratización excesiva, tendencia a la que la Revolución se dirigía si no era encausada) Aunque para Halperin constituye un exceso afirmar que el ejercito “constituye en núcleo del nuevo sector gobernante” la profesionalización si
acarrea ventajas políticas (Asi, por ejemplo, cuando en octubre de 1812 los vecinos se reunieron en el Cabildo y la Plaza Mayor reclamando un cambio de gobernantes, el ejecito salió a acompañar en las calles y la Plaza, actuando como elemento de presión hacia el gobierno) La profesionalización, a la par de dar nueva preeminencia a la oficialidad, lo diferencia del resto del personal político revolucionario. La primera de esas diferencias se da con la forma de reclutamiento y promoción dentro del ejercito y los primeros en sentir el cambio son los militares de carrera provenientes de la organización militar anterior a 1806: tras el éxito miliciano en las invasiones inglesas, este sector pasa a un segundo plano desplazados por los oficiales de las milicias urbanas (solo en mínima parte reclutados de entre los militares de carrera pues la crisis abierta en 1806 afecto fuertemente su prestigio) y x ello tendrán un rol secundario en los sucesos que lleven al 25 de mayo de 1810. Desde 1812 aparece en el Rioendela la Platacontra un nuevo saberque militar traídoahora x militares de carrera formados en España guerra Francia, se unen a la Guerra revolucionaria. Entre ellos aparece Jose de San Martin, que se incorpora como coronel al ejercito y adapta sistema tácticos y estratégicos franceses. Se da así otra faceta de la profesionalización: el valor y la pericia en el arte de la guerra que traen estos hombres. Pero esta profesionalización encuentra también ciertos límites, por ejemplo, en el espíritu de facción aún existente en las filas militares, que frena la consolidación de un “espiritu de cuerpo” (así, dentro del ejercito, existirán iguales divisiones entre moderados y radicales,
que es posible encontrar en los sectores revolucionarios no-militares). Otra situación que limitó la formación de una oficialidad con espíritu corporativo fue la polivalencia de tareas que algunos líderes militares debían ejercer. Asi, x ejemplo, Belgrano debió combinar su actividad militar con la de diplomático. Casi todos los jefes superiores eran, además de militares, líderes políticos.
No encontramos todavía con una quiebra de las instituciones, creencias y valores coloniales, sin que la Revolución los haya aún reemplazado por otros nuevos. La independencia significará entonces, la identificación de la causa revolucionaria con la de la nación pues ya para entonces la dirección revolucionaria comprendió que no podía apoyarse ya en un sistema de ideas que venía d ela metrópoli, sino en su capacidad de satisfacer los intereses del país que comenzóma gobernar (al que aún la Revolución no supo drle un nuevo orden coherente que suplante al quebrado orden colonial) Para este desafío, el grupo revolucionario se une a los jefes y oficiales militares que se rehusaban a someterse al virrey e incorpora al sector dirigente a representantes de ciertos sectores sociales (Como el obispo Alberti, o Larrea y Matheu que eran comerciantes) lo cual da cuenta de la sensibilidad del poder revolucionario a encontrar canales de comunicación con la sociedad. Este sector que ha dado impulso a la Revolución, compuesto por oficiales de milicias y “grupos de opinión” laxamente organizados no varía en los primeros meses del movimiento. Estos dos bandos son rivales, y esta rivalidad se refleja en la división de la dirigencia revolucionaria entre el Pte de la Junta, Saavedra, y el secretario Moreno (este ultimo buecaba darle mayor impetú al movimiento revolucionario, mientras el sector saavedrista, prefería pasos más modestos) Es asi que elen bloque revolucionario, formado en sudeorigen x dos sectores distintos, tiende a escindirse grupos opuestos, pero la relación fuerzas en 1810 parece inclinar la balanza en favor del grupo miliciano comandado por Saavedra, aunque progresivamente esta hegemonía se irá erosionando, por dos razones principales: primero, porque que la revolución iba a destruir a las milicias urbanas que la desencadenaron (a través de la profesionalización) y segundo, el propio acontecer de la revolución fue corriendo a lideres milicianos a posiciones menos moderadas, como las sostenidas por los grupos cercanos a Mariano Moreno. Existe de este modo una división entre dos facciones dentro del bloque revolucionario, que de todos modos sacarán similares conclusiones en el primer año de la Revolución: los peligros de la democratización, por lo cual buscaba un ejercito profesionalizado, que le evite tener que depender de la “militancia” de cualquier sector social, tanto de sectores
plebeyos (que aspiraban a un quienes igualitarismo que leselfue negado en elderégimen colonial) como de los más altos (sobre se cargaba costo material la guerra) En contraste con la situación favorable del periodo 1806-10 (la politización avanzó muy rápido, en un contexto donde la aventura de buscar instaurar un nuevo orden presentaba más beneficios que riesgos) a partir del 25 de mayo la situación cambia y por mas que la Revolución se ocultara tras la legitimidad monárquica “La Mascara de Fernando VII” esto no era convincente para sus rivales. Este clima de desconfianza hacia la dirección revolucionaria (permanente en la opinión publica porteña) se tradujo en una toma de distancia (mas que en forma de oposición directa) y ningún sector de la sociedad en Bs As se identifico identifico del todo con la direccion revolucio revolucionaria. naria. Existieron, de todos modos, acercamientos de sectores altos hacia la revolución, en especial entre aquellos miembros de la clases pudientes que supieron aprovechar la guerra para hacer negocios o llevar a cabo actos de corrupción (por ejemplo, eludiendo controles y limites a la venta de ciertos bienes en un contexto de racionamiento para la
guerra) que de todos modos “no bastaban para identificar a los sectores altos con el elenco dirigente revolucionario” (pues en mas de una ocasión, el cambio de autoridades o
la ruina económica del Estado afectaba a sus proovedores de las clases pudientes, llevándolos en más de una ocasión a la quiebra económica). De este modo, las relaciones entre los jefes revolucionarios y los sectores adinerados se vuelven intimas pero también difusas (lejos del “desapego” que unos párrafos más arriba afirma el pelotudo de Halperin)
Por otro lado, no debe perderse de vista que a través de practicas como el matrimonio, varios jefes revolucionarios se vinculas con las familias pudientes de Bs As, que ahora ocupan el lugar de preeminencia en la ciudad, en tanto fueron desplazados por la revolución las familias peninsulares (que ocupaban en tiempos de la colonia los altos cargos burocráticos y de comercio) > Un ejemplo es San Martin, que se vinculo a la rica y prestigiosa familia Escalada. Pero destaca Halperin, este acercamiento de la dirigencia revolucionaria a las familias pudientes crea un nuevo riesgo: provocar nuevas divisiones y rencillas entre los revolucionarios, al adoptar las existentes entre las familias de la elite. Por ello se volvió muy importante lograr la disciplina interna entre los revolucionarios. Para lograr esa coherencia interna, fueron importantes los cafes políticos (como el fundado en 1811 por los morenistas) o las Logias, como la Logia Lautaro , cuyo principal objetivo era “asegurar la confluencia plena de la revoluion rioplatense con la mas vasta revolución hispanoamericana, republicana e independentista” y x ello la logia toma rápidamente la
tradición morenista, impulsando la Asamble de 1813, marcando su momento de mayor apogeo. Sin embargo, 1813 tambien marca nuevas dificultades para el poder evolucionario: por un lado, la disidencia del Litoral, junto a un Montevideo que persistía como fuerte punto realista. Por el otro, la ola de Restauración que comenzaba a crecer en Europa (e implicaba, una restauración de los Borbones, en nombre de quien los revolucionarios seguían gobernando) Es el peligro de una restauración Borbona lo que hace que la revolución nuevamente tome un camino marcado por la prudencia, de modo que la Asamble a de 1813 no dicta ni una Constitución ni mucho menos la independencia, dando lugar a una “inadecuación ideológica” el que ideario radical deRevolución la Logia y la Sociedad Patriotica, y la en realidad hostil del Lioral y entre Europa hace que la nuevamente se concentre los objetivos de corto plazo de tipo tactico, y menos en los objetivos últimos d ela Revolución, como es la independencia.
Esta atención de los problemas inmediatos (frente a un peligro que amenaza su supervivencia) lleva a otro deslizamiento en sus objetivos: que lleva a identificar la supervivencia de la Revolución con la conquista y conservacion del poder en manos de un grupo político. La Logia se vuelve asi una maquina de dominación política controlada por la facción de Alvear. Pero el éxito de esta facción en conquistar y conservar el poder no lleva a que la (nueva) dirigencia revolucionaria este mejor integrada a la sociedad urbana, y que existna en el bando alvearista adherentes que no son de Bs As o si lo son, pero tiene muy poca influencia (más allá del cargo que revisten) muestra una vez mas como el poder político ha ido aislándose de cualquier apoyo social en bloque en la Capital.
Pero una mayor disciplina interna en el grupo dirigente, logrado a través de la logia y la posterior conquista del poder de la línea alvearista, no impedia que sea necesario romper el aislamiento social. El apoyo necesario debería venir del ejercito, y a través de sacar las guarniciones militares de la Ciudad y alejarlas a varios kilómetros de distancia de ella (para aislar a sus soldados de toda agitación urbana, colocándolos bajo las ordenes de una oficialidad probadamente leal al gobierno) Alvear buscaría ganarlo para si. Pero no tiene éxito en esa empresa (una gurnición no es todo el ejército) y será la ampliación de la disidencia del Litoral al mando de Artigas y la sublevación contra él llevada a cabo por el ejercito que iba camino al Norte, lo que provocará una grave crisis política que marcará su caída del poder y posterior huída de Bs As. Fue entonces esete “fallo adverso” del ejercito y su oficialidad lo que provoco la caída de Alvear, pesar de sus éxitos y prestigio militar (que tiempo antes lo encumbró a él y su grupo en la cúspide del poder revolucionario) Para Halperin, era la concentración del poder propia de la Logia (que se caracterizaba por gobernar a través de un cuerpo restringido, en el cual la oficialidad del ejercito no veía posibilidades de acceso) lo que hacía que la traición sea una tentación permanente entre sus subordinados cuando los éxitos iniciales de Alvear pasarona ser fracasos (especialmente tras el avance de la disidencia en el Litoral) Pero esta concentracion de poder es más bien un “acelerador” de la caída del alvearismo, que se ve afectado sobre todo a reveses externos (anteriores al triunfo de Alvear) como es el avance mundial de la contrarrevolución. tal la avance, el sector dominante alvearista estaba ya dispuesta a abandonar elFrente caminoa de Revolución (buscando ya sea, un protectorado británico, o una reconciliación con la metrópoli) Y al mismo tiempo, enfrentaba un desafio interno: la revolución porteña debia aprender a adaptrse al pais que aspiraba a gobernar, si quería sobrevivir. Lo que desde su origen fue la empresa de una minoría urbana que quería imponer su política a un interior poco dispuesto a sacrificarse por objetivos que no veía como propios, había demostrado su agotamiento tras cinco años. Utilizando la fuerza como su máxima herramienta en política interior, el gobierno revolucionario hizo del ejercito su principal instrumento político, y si bien tuvo éxito en cortar el nexo entre el ejercito y la movilización política urbana (a través de la transición de milicia a ejercito profesional) no pudo aislar a la oficialidad de las presiones del medio sobre el cual los oficiales se movían. De este modo, la fatiga de las elites locales asi como el desonctento imperante en buena parte del territorio encontró forma de expresarse. El ejercito, cuyas necesidades sacfrificarse el bienestar de alas elitescuando urbanas y poblaciónpor rural, pronto comenzó debía a vengar los agravios que ayuda causar entendio que para mantener con vida la revolución comenzada en 1810, debia aprender a identificarse con las poblaciones que hasta entonces solo supo dominar y utilizar. Que Alvear haya caido en manos del ejercito destinado a combatir la reacción del Litoralmarca hasta que punto era en las áreas del interior sometidas a su dominio (y no en la capital) donde se estaba decidiendo la suerte de la revolución. D) El fin de la Revolucion, el principio del orden (p. 235) -----
CONCLUSIÓN
A) BARBARIZACIÓN DEL ESTILO POLÍTICO, MILITARIZACIÓN Y RURALIZACIÓN DE LAS BASES DE PODER Hacia 1820, dentro de un marco institucional con una política casi inexistente tanto a nivel nacional como provincial, los distintos poderes regionales eran del tipo provisorio, situación vinculada a la difícil transición entre la estructura administrativa española y la de la etapa independiente. La ausencia de una constitución era sentida por muchos como una falla en el institucional de laaprovincia y lapoblación perpetuación de losy gobernantes y legisladores eraaparato difícil de evitar debido la reducida ilustrada a que las provincias eran demasiado pobres y despobladas para sostener tal complejo aparato institucional. Para entonces, la autoridad en las provincias estaba a cargo de quienes se habían formado en la escuela militar y administrativa del poder revolucionario. La exhibición de miembros de rebeldes ejecutados era un normal recurso de la administración con fines intimidatorios y la ferocidad era considerada como una virtud profesional. Este estilo no solo se reflejaba entre los oficiales del ejército revolucionario sino en la entera élite. No se limitaba al campo estrictamente político sino que se extendía también a disputas privadas, llevando al deterioro de las costumbres de la élite social, política y militar del país revolucionario. B) LOS DUEÑOS Y LOS ADMINISTRADO ADMINISTRADORES RES DEL PODER Luego 1820, quienes tienen poder y losdel que administran no son los mismos.deAparecen ambivalencias surgidas sector de esa élite quenecesariamente se ha hecho rural para utilizar las ventajas que la nueva coyuntura ofrece, dotado de un talento político que excede al de todos los porteños de su generación. En Bs As la distancia entre la élite política y la económico-social en trance de parcial ruralización es menor que en las provincias; sin embargo la convivencia entre los dueños y los administradores se revela desde el principio y es una de las causas de la fragilidad del orden político que surge de los derrumbes de 1820. Entre los administradores del poder se encuentran por un lado los puros profesionales que emprenden una aventura individual (lejos de su comarca y sin apoyos sociales), y por otro lado, en las provincias, los grupos que se mantienen debido a su competencia técnica en las tareas administrativas y su experiencia, pero que para entonces se presentan débiles y descontentos, golpeados por el derrumbe de 1820. El ascenso al poder de la nueva jerarquía política nacida del doble proceso de militarización y ruralización se abre camino a partir de 1835 junto a Juan Manuel de Rosas, quien va a encumbrar figuras secundarias. Aun así, los nuevos dueños del poder, allí donde son más numerosos y cuentan con fuentes adicionales de poder económico (tierra/comercios) se encuentran también dividido por rivalidades internas, por lo que la rivalidad del sector letrado no implica una amenaza seria para el orden que emerge del derrumbe, sino que éste nuevo orden tiene sus propias debilidades. Los nuevos dueños del poder no tienen a menudo los recursos, ni la ambición, necesarios para reemplazar al desaparecido poder central en el desempeño de funciones que éste ya cumplía tan mal. La indigencia del poder político, junto con la relativa riqueza de más de uno de los nuevos dueños del poder real, tiende a crear un vínculo de dependencia financiera que viene a sumarse al político militar. En Buenos Aires, la abdicación de funciones públicas en manos privadas conduce a una nueva imprecisión en los límites entre una y otra esfera, que beneficia a la segunda: Rosas
se apropia de una parte del patrimonio del estado y usa el poder colectivo de éste para cumplir un compromiso destinado a beneficiar a la provincia pero que él asume a título personal. C) LA BUSQUEDA DE UNA NUEVA COHESION La solidaridad familiar es el punto de partida para alianzas y rivalidades en la política. Para entonces, dominaban sin rivales una zona entera, que ocupaban los cargoshabía de lasfamilias miliciasque y las magistraturas municipales de la policíaeny las baja justicia. Aun así estaban lejos de ser estables e institucionalizadas. En las comarcas de población reducida, la escasa gente decente se negaba a mezclar su sangre con las familias de menor alcurnia, las cuales entraban en la clientela como resultado a menudo provisional del patronazgo. La solidaridad interna es el medio que tenía cada familia para defender el lugar que le correspondía en esa constelación de familias con orden dominante. La disolución del estado central de 1820 devuelve un inmenso poder a las grandes familias, sin embargo, la experiencia revolucionaria r evolucionaria dejó su marca, donde la delegación de funcio funciones nes hizo surgir dirigentes diri gentes locales más poderosos, los cuales se destacan destac an por sobre las unidades familiares con más vigor que en los tiempos coloniales, dando como consecuencia luchas políticas en el ámbito local por el patrimonio y el poderío dado por una fortuna. No es sorprendente que esta red de coincidencias, e intereses privados, tengan a veces como consecuencias políticas la ruptura afinidades y no la consolidación del sistema de equilibrio entre los distintos poderes regionales del que depende una paz siempre insegura. En resumen, la base de un sistema político estable debía constituirse dentro de un sistema reducido en conflicto de lealtades, las cuales no podrían ser virtudes practicadas mientras el orden que se trataba de reconstruir no hubiera efectivamente surgido. La solución preparada lentamente por la crisis de la década que comienza en 1820 y madurada la década siguiente por J.M. de Rosas fue la de crear primero en la provincia hegemónica y luego en el país en su conjunto una solidaridad política que afirmara su superioridad sobre las solidaridades preexistentes (alianzas familiares, de intereses) y vencer su resistencia cada vez que fuera necesario.
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