H Haverkate La Cortesia Verbal
May 2, 2017 | Author: Maja Milanovic | Category: N/A
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
LA CORTESÍA VERBAL
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA FUNDADA POR DÁMASO
ALONSO
II. ESTUDIOS Y ENSAYOS, 386
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
HENK HAVERKATE
LA CORTESÍA VERBAL ESTUDIO PRAGMALINGÜISTICO
BIBLIOTECA ROMÁNICA HISPÁNICA EDITORIAL GREDOS MADRID
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
©
HENK HAVERKATE
©
EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 81, Madrid.
Depósito Legal: M. 17680-1994. ISBN 84-249-1652-2. Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A., Sánchez Pacheco, 81, Madrid, 1994. – 6627.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
Para Willy, Doenja, Iskander, Katinka
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
Politeness costs nothing but buys everything Für jeden ist es wichtig: Benimm dich richtig Buen porte y buenos modales abren puertas principales
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
PRÓLOGO
Este libro pretende ofrecer una visión de conjunto de las propiedades pragmalingüísticas de la cortesía verbal. El marco de referencia dentro del cual se realiza
la
investigación
reúne
las
aportaciones
de
las
principales
teorías
pragmalingüísticas modernas, entre las que figuran, en primer plano, las desarrolladas por Searle (1969), Grice (1975) y Brown y Levinson (1978). A pesar de las diferencias de enfoque, la obra de estos autores puede ser integrada coherentemente en un modelo de análisis que abarca, de modo complementario, las perspectivas pragmática y lingüística. Por lo que se refiere a la primera, se prestará atención particular a las nociones de cortesía positiva y negativa, al análisis coste-beneficio y a las máximas conversacionales y de cortesía. En el plano lingüístico, el centro de gravedad será el estudio de las características formales de los actos de habla corteses y no corteses. De acuerdo con los criterios establecidos por Haverkate (1979, 1984), se someterá a un análisis específico la distinción entre actos de habla directos e indirectos, así como la que existe entre la focalización y desfocalización referencial.
A partir de la publicación del opus magnum de Brown y Levinson (1978) Universals in language usage: politeness phenomena, el interés por el estudio de la costesía verbal ha ido adquiriendo proporciones espectaculares, culminando en la organización de gran cantidad de simposios y congresos internacionales, así como e la publicación de numerosos artículos y monografías dedicadas al tema. Lo que llama la atención, curiosamente, es que esta vertiginosa evolución parece ajena al mundo del hispanismo. Tanto es así que sólo se podría citar un número muy reducido que estudios sobre fenómenos de cortesía en español.
Este libro aspira a llenar una parte, por modesta que sea, de la laguna señalada.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Para terminar estas palabras iniciales, doy mis más sinceras gracias a Leo Serrano por la revisión crítica y minuciosa del manuscrito original.
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1 EL ANÁLISIS DE LA CORTESÍA VERBAL
Tal como sugiere la etimología del término, el origen de la cortesía hay que buscarlo en la vida de la corte1. Por lo que a las culturas occidentales se refiere, es relevante el hecho de que a fines de la Edad Media los cortesanos empezaran a distinguirse del pueblo común creando un sistema de modales que sirvió de pauta social distintiva. La etiqueta correspondiente abarcaba formas de comportamiento público y privado. Como ejemplos ilustrativos pueden mencionarse la codificación de normas para las bodas y entierros en el primer caso, y normas para el trato social de individuos de ambos sexos en el segundo. La importancia sociocultural asignada a la etiqueta es la causa de que, hasta el día de hoy, sea corriente que los padres se esfuercen por enseñarles a sus hijos las normas vigentes de cortesía, desde el momento en que éstos dicen sus primeras palabras2. Lógicamente, cabe señalar una correlación negativa entre esta preocupación educativa y el prejuicio de que la falta de buenos modales es característica del estilo de vida de gente de extracción humilde. La exposición anterior implica que el análisis de la cortesía puede emprenderse desde dos perspectivas diferentes, según el investigador examine la dimensión diacrónica o la sincrónica del fenómeno. En el presente estudio, el foco de interés será el análisis sincrónico. Una segunda restricción consistirá en que nos ocuparemos exclusivamente de la realización lingüística de la cortesía.
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Obsérvese que la voz alemana Höflichkeit, que procede de Hof (“corte”), revela la misma etimología. Lo mismo ocurre con el equivalente holandés hoffelijkheid, que actualmente tiene una connotación arcaica. 2 En un estudio sobre la adquisición de rutinas pragmáticas por parte de niños de habla inglesa, Gleason y Weintraub (1975) comprueban que la primera fórmula de cortesía que les enseñan los padres es bye-bye. Incluso en el período en que no saben hablar, se les enseña a los hijos a repetir el saludo, sirviendo de estímulo verbal: Say : «Bye-bye». Desde una perspectiva histórica, es interesante remitir a un tratado de Erasmo, titulado De civilitate morum puerilium, en el que el filósofo de Rotterdam subraya la necesidad de enseñar buenos modales a los niños de alcurnia.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Aunque la cortesía se considera como una forma de comportamiento humano universal, es bien sabido que existe una serie de diferencias interculturales en lo que respecta no sólo a la manifestación formal, sino también a la función interactiva de las normas vigentes en cada cultura específica. Examinemos dos ejemplos concretos. La cultura tamul del sur de la India contrasta con las culturas occidentales en el sentido de que, para un tamul, es descortés preguntar a una persona a dónde va. Se trata aquí de un tabú que debe explicarse según ciertos conceptos escatológicos acerca del destino del hombre, a los que los tamules no se refieren explícitamente (Brown y Levinson, 1987, 12). La idiosincrasia de los aspectos formales de la cortesía ha sido estudiada frecuentemente en la cultura japonesa. Así, por ejemplo, Matsumoto (1987) hace notar que, según la relación social entre los interlocutores, la conjugación del verbo japonés revela distintos grados de cortesía. Para aclarar este mecanismo, la autora compara los siguientes ejemplos, equivalentes a la locución española Hoy es sábado:
a) Kyoo-wa doyoobi da (verbo copulativo neutro) lit.: «Hoy sábado es» b) Kyoo-wa doyoobi desu (verbo copulativo cortés) c) Kyoo-wa doyoobi degozaimasu (verbo copulativo supracortés)
Refiriéndose también a la situación del japonés, Ide (1989) señala que los japoneses perciben la cortesía verbal de un modo totalmente distinto al de los pueblos representativos de las culturas occidentales. El contraste radica esencialmente en que los hablantes del japonés disponen de relativamente pocas opciones estratégicas, puesto que el rígido sistema de la interacción honorífica les obliga a hacer uso de expresiones de cortesía preestablecidas por la relación social entre los interlocutores. Para el japonés, por lo tanto, la cortesía verbal no se manifiesta tanto a través de un conjunto de normas flexibles, adaptables a la situación comunicativa concreta, como a través de un sistema de reglas determinadas por la jerarquía social, que se aplican más o menos automáticamente. Tras estas observaciones sobre la diversidad intercultural de los fenómenos de cortesía, centraremos la atención en la definición del concepto. Consideraremos, para empezar, dos definiciones de diccionario:
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
Cortesía: «Demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene una persona a otra» (Real Academia Española, 1956, 375).
Cortesía: «Conjunto de reglas mantenidas en el trato social, con las que las personas se muestran entre sí consideración y respeto» (M.a Moliner, 1966, 785).
En la definición de la Real Academia Española llama la atención la falta de referencias explícitas a las convenciones socioculturales que determinan el comportamiento cortés. Formalmente, extraña la disyunción «demostración o acto», ya que cualquier demostración representa un determinado tipo de acto, por lo que la referencia al primer término es redundante. La definición de Moliner es más satisfactoria, porque enfoca tanto el carácter social como el convencional de la cortesía. Únicamente, el criterio de «reglas», que se deja sin especificar, sería más aplicable a sociedad como la japonesa que a la española. En aquélla, como hemos visto, la cortesía queda determinada preponderantemente por un sistema honorífico codificado. En la sociedad española, en cambio, sería preferible hablar de normas de cortesía, que permiten un uso flexible de las estrategias disponibles. Obviamente, las definiciones lexicográficas sólo pueden servir de introducción global al tema que nos ocupa. Pasemos a examinar, por tanto, las caracterizaciones de la bibliografía pragmalingüística. Siendo la cortesía verbal un objeto de análisis de interés palpitante, no sería difícil enumerar una larga lista de publicaciones en las que se intenta definir el concepto. En este contexto nos ceñimos a la obra de dos autores citados con frecuencia: Fraser (1980) y Lakoff (1973)3. Fraser sostiene que la cortesía verbal reside esencialmente en lo que llama el «contrato conversacional». Por este contrato entiende los derechos y las obligaciones mutuas
de
las
personas
que
traban
una
conversación.
Las
convenciones
correspondientes pueden variar de una cultura a otra, pero cabe suponer que, en su mayoría, son de carácter universal. Así, por ejemplo, los interlocutores fijan implícita o 3
Vale la pena consultar también Ammon, Dittmar y Mattheier (1988, 1196), Franck (1979, 157), Goffman (1971, 56), Ide (1986, 26, 33), Koike (1989, 189) y Zimin (1981, 41).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ explícitamente las fórmulas de tratamiento. Si son españoles, tendrán que decidirse sobre si conviene tutearse o hablarse de usted. De acuerdo con la índole de la conversación, el «contrato» está fundado en derechos y obligaciones específicas. Menciona Fraser el ejemplo de la visita al médico. Al entrar en el consultorio, el paciente le reconoce implícitamente al médico derecho a hacerle preguntas personales sobre su vida privada, sometiéndose al mismo tiempo a la obligación de contestarlas. En un examen oral, por poner otro ejemplo, el examinador, por lo común, no tiene derecho a hacer preguntas de índole personal al estudiante, sino que sus preguntas deben limitarse a verificar el grado de conocimientos de éste en un terreno predeterminado. Estableciendo una relación intrínseca entre el contrato conversacional y la cortesía verbal, Fraser (1980, 343-344) llega a formular la siguiente definición:
Given this notion of the conversational contract, we can say that an utterance is polite, to the extent to which the speaker, in the hearer’s opinion, has not violated the rights or obligations which are in effect at that moment. [Dada la noción del contrato conversacional, podemos decir que una locución es cortés en el sentido de que el hablante, a juicio del oyente, no ha violado los derechos y obligaciones vigentes en ese momento en que la profiere.]*
Es importante añadir a esta definición que las normas de cortesía determinan el estilo de la interacción verbal, pero no afectan al contenido proposicional de lo que se comunica. Formulado de otra manera, el expresar cortesía no es un acto autónomo; es un acto que se efectúa como subacto del habla. Elaborando este punto podemos afirmar que las normas de cortesía funcionan como reglas regulativas, o sea, como reglas que regulan las formas de comportamiento humano que existían ya antes de crearse las reglas. Por ese motivo, la comunicación verbal podría darse perfectamente sin aplicar las normas de cortesía. Una persona que actuara como si estas normas no existieran, violaría profundamente las convenciones inherentes a los buenos modales, pero lograría hacerse entender sin la menor dificultad. En este aspecto, las normas de cortesía difieren fundamentalmente de las reglas gramaticales, que son reglas típicamente constitutivas. Esto quiere decir que la comunicación verbal sería imposible si no se basara en un sistema de reglas formales que determinan la estructura del mensaje lingüístico. Una persona que actuara como si
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ las reglas gramaticales no existieran, no lograría hacerse entender4. Volviendo a la definición de Fraser, conviene hacer destacar que no encierra ninguna información sobre la actualización empírica de la cortesía, o sea, sobre las distintas formas lingüísticas con que se manifiesta. Surge, pues, la pregunta: ¿cuáles son las estrategias verbales de las que se vale el hablante cortés? Pues bien, la contestación a esa pregunta que tanta resonancia ha tenido en la bibliografía pragmalingüística es la dada por Lakoff (1973). Distingue esta lingüística tres estrategias básicas, que formula en forma de máximas: I) No impongas tu voluntad al interlocutor. II) Indica opciones. III) Haz que tu interlocutor se sienta bien; se amable5.
Aunque ninguna de estas máximas tropiece en su interpretación con problemas, debemos hacer hincapié en que no enfocan la interacción verbal desde la misma perspectiva; es decir, (I) y (II) representan estrategias desarrolladas típicamente por hablantes exhortativos, mientras que (III) tiene un alcance general y no se asocia con ningún acto verbal en especial. Esta distinción es crucial, porque corresponde a una de las nociones básicas de los estudios actuales sobre cortesía verbal. No imponer uno su voluntad e indicar opciones son estrategias que se aplican para prevenir que el interlocutor se sienta amenazado por el acto exhortativo; es decir, el hablante que emite una exhortación penetra en el ámbito intencional del interlocutor, incitándole a que realice cierta acción en beneficio del hablante. Por lo tanto, el hablante que respeta las máximas (I) y (II), da a entender al interlocutor que se da cuenta de que amenaza su libertad en acción. En pocas palabras, cuando evitamos imponer nuestra voluntad e indicamos opciones, estamos expresando un ruego y no un mandato, que es en lo que radica precisamente la cortesía exhortativa. Nótese, a propósito de esto, que la máxima de indica opciones halla un eco empírico en exhortaciones disyuntivas del tipo: Ven con nosotros, ¿o prefieres quedarte en casa?
* La traducción al español de las citas es mía [H. H.]. 4 Para una descripción más detallada de la distinción entre reglas regulativas y constitutivas, véase Searle (1969, 33-42). 5 El texto original dice: (a) Don’t impose. (b) Give options. (c) Make the listener feel good; be friendly (1973, 293-298).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La máxima (III) no tiene como función primaria prevenir que el interlocutor se sienta amenazado. Los hablantes que la cumplen aspiran más bien a crear en él la impresión de que la consideran como una persona respetable y apreciable. Las dos clases de cortesía manifestadas mediante las estrategias (I) y (II), por una parte, y la estrategia (III), por otra, se denominan cortesía negativa y cortesía positiva, respectivamente. En el segundo capítulo ahondaremos en esta distinción. Concluimos esta parte introductoria haciendo explícita una observación derivada de la exposición anterior: ningún hablante, cualquiera que sea su lengua materna, es capaz de expresarse de forma neutra: sus locuciones son corteses o no lo son, lo cual equivale a afirmar que la cortesía está presente o está ausente; no hay término medio6. Este fenómeno no se debe considerar aisladamente, ya que se deriva de la naturaleza del comportamiento humano en general. Como cada forma de comportamiento, sea verbal, sea no verbal, se manifiesta de una manera determinada, no hay un comportamiento neutro, ni siquiera existe un no comportamiento: …behavior has no opposite. In other words, there is no such thing as nonbehavior or, to put it even more simply: one cannon not behave (Watzkawick, Beavin y Jackson, 1967, 48-49). […no hay fenómeno opuesto al comportamiento. En otras palabras, no existe una cosa que se pueda llamar no comportamiento o, para decirlo de un modo más simple, no podemos no comportarnos.]
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Nótese también: In other words, it would appear to be imposible to express oneself «neutrally» (Mey, 1979, 134). [En otras palabras, parece imposible que uno se exprese de una manera «neutral».]
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2 EL CONCEPTO DE IMAGEN («FACE»)
Desde que se introdujo en la literatura pragmalingüística (Brown y Levinson, 1978), el concepto de imagen ha jugado un papel primordial en el análisis de la cortesía verbal. El término inglés –literalmente “cara”-, se emplea en sentido metafórico, refiriéndose a la personalidad del hombre como miembro individual de la sociedad de la que forma parte. La imagen de cada ser humano se compone de dos factores complementarios, marcados con los términos positivo y negativo. El primero designa la imagen positiva que el individuo tiene de sí mismo y que aspira a que sea reconocida y reforzada por los otros miembros de la sociedad. El segundo se refiere al deseo de cada individuo de que sus actos no se vean impedidos por otros. Brown y Levinson (1987, 13) definen el concepto de imagen como sigue:
Central to our model is a highly abstract notion of «face» which consists of two specific kinds of desire («face-wants») attributed by interactants to one another: the desire to be unimpeded in one’s actions (negative face), and the desire (in some respects) to be approved of (positive face). [El centro de nuestro modelo lo ocupa una noción muy abstracta, que consiste en dos clases específicas de deseos («face-wants»), que los interactantes se atribuyen mutuamente: el deseo de que uno no vea impedidos sus actos («negative face») y el deseo de que los actos de uno sean aprobados (has cierto punto) («positive face»).
Postulando la validez universal del concepto de imagen, se justifica la hipótesis de que la interacción social en general y la verbal en especial impone a los participantes la norma de que respeten mutuamente lo que Brown y Levinson llaman “face-wants”. Es
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ inherente a esta visión que la personalidad humana es un objeto sagrado cuya violación no suele quedar impune. La sanción es el conflicto, o sea, un tipo de interacción marcado, valorado negativamente por ir en contra de las normas generalmente aceptadas. Para evitar que se produzca esta situación, los interactantes buscan un equilibrio, intentando proteger su propia personalidad, así como la del otro. Como cualquier acto social –sea verbal, sea no verbal- conlleva una ofensa virtual del otro o de los otros, es corriente que los que establecen una relación interactiva adopten una actitud profiláctica, acomodándose al patrón de expectativas que se asignan mutuamente. Dicho de otro modo, lo normal es que al desarrollar estrategias de cortesía, los interactantes partan de la interpretación más desfavorable de sus actos. Sugerir, por ejemplo, que el interlocutor está equivocado o mal informado puede implicar que es incompetente o ignorante. Para excluir tal interpretación, las aserciones en cuestión suelen hacerse de un modo mitigado. Fórmulas estereotipadas son: en mi opinión, si no me engaño y puede ser que me equivoque, pero… El análisis semántico de las dos últimas expresiones revela la puesta en práctica de una máxima que puede formularse como sigue: critícate a ti mismo antes de que pueda hacerlo tu interlocutor7. Conviene añadir a todo esto que, en caso de disconformidad, muchas veces lo más importante no es la verdad o la falsedad de lo discutido, sino más bien la vulnerabilidad de la persona del interlocutor8. Evidentemente, lo que estamos considerando aquí son normas o convenciones de las que el individuo puede desviarse incidental o incluso estructuralmente. Esto tiene como consecuencia que la personalidad
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En relación con esta máxima es interesante tomar nota de un estudio de Adegbija (1989) sobre dos culturas africanas, la ogori y la yoruba. Señala el autor que en estas culturas los parientes mayores gozan de tanto prestigio que, al dirigirles los menores un reproche, sólo pueden hacerlo de manera indirecta. Una estrategia frecuente consiste en introducir el reproche con una autocrítica. 8 A propósito de esto, véase la siguiente valoración: Besonders häufig erscheinen indirekte Sprechkate dort angewendet zu werden, wo Sprecher auf die Erreichung eines inhaltlichen Konsensus grossen Wert legen, d.h. Diskrepanzen in der Beziehungsebene nicht aufkommen lassen wollen. Dies gilt besonders auch für solche Diskussionen, wo ein Konsensus nur vorgerspielt wird oder wo er demonstriert werden soll (z.B. in der Fernsehdiskussion) (Maas y Wunderlich, 1974, 293). [Los actos de habla indirectos se efectúan sobre todo en los casos en que los hablantes conceden gran valor a llegar a un acuerdo respecto al tema discutido. De esta manera procuran evitar que su relación se vea amenazada de discrepancias. Se trata especialmente de discusiones en las que importa fingir o demostrar que los interlocutores están de acuerdo (por ejemplo, en las discusiones televisivas).] Un problema interactivo similar al creado por el disentimiento se da cuando el hablante tiene que defraudar el patrón de expectativa de su interlocutor. En relación con esto, considérese la reacción insegura del locutor B del siguiente diálogo: A: ¿Usted no me recuerda? B: No…; sí, señora…; no, no, señora, francamente no la recuerdo a usted (Beinhauer, 1985, 181).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ social del individuo no sea necesariamente una constante. Por citar a Goffman (1967, 10): …while his social face can be his most personal possession and the center of his security and pleasure, it is only on loan to him from society; it will be withdrawn unless he conducts himself in a way that is worthy of it. […aunque su imagen social puede ser su bien más personal y el centro de su seguridad y su placer, la sociedad sólo se la ha prestado; se la quitará a no ser que se comporte de manera que se le considere digno de mantenerla.]
En 2.1. y 2.2. volveremos sobre la distinción de imagen positiva e imagen negativa, prestando especial atención a su manifestación en las conversaciones cotidianas.
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2.1. LA IMAGEN NEGATIVA La mayor parte de los estudios dedicados al concepto de imagen se centran en el análisis de las estrategias que sirven para proteger la imagen negativa del interlocutor. El foco de interés, por tanto, son las normas de interacción que establecen que los actos del individuo no se impidan injustificadamente. Como se ha insinuado más arriba, los actos exhortativos constituyen el prototipo de los actos de habla que amenazan el derecho del individuo para actuar autónomamente. Goffman, en cuya obra hay que buscar los orígenes del concepto de imagen como categoría de pragmalingüística, considera la exhortación como un acto del hablante cuya finalidad es pedir permiso al interlocutor para infringir esos derechos. Para Goffman (1971, 112), un ruego es: …asking license of a potentially offended person to engage in what could be considered a violation of his rights. […pedirle permiso a una persona potencialmente ofendida para participar en lo que podría considerarse como una violación de sus derechos.]
Enfocando la cortesía negativa desde una perspectiva intercultural, Brown y Levinson (1978, 134-135) observan:
When we think of politeness in Western cultures, it is negative politeness behaviour that springs to mind. In our culture, negative politeness is the most elaborate and the most conventionalized set of linguistic strategies…; it is the stuff that fills the etiquette books… [Cuando pensamos sobre la cortesía en las culturas occidentales, lo primero que se nos viene a la mente s el comportamiento de cortesía negativa. En nuestra cultura, la cortesía negativa es la categoría más elaborada y convencionalizada de las estrategias lingüísticas…; es la materia que llena los manuales de urbanidad…]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Hay que distinguir cuatro estrategias para realizar un acto de habla que amenaza potencialmente la libertad de acción al interlocutor:
I) se realiza el acto directamente sin mostrar cortesía; II) se realiza el acto mostrando cortesía positiva; III) se realiza el acto mostrando cortesía negativa; IV) se realiza el acto indirectamente. Lógicamente, hay una quinta alternativa, que consiste en dejar de actuar el acto. Esta opción es la que se prefiere en los casos en que el acto amenazaría gravemente la personalidad del interlocutor. Piénsese, por ejemplo, en preguntas indiscretas, críticas personales e insultos. No es una coincidencia, desde luego, que sean precisamente estos tipos de actos los que se condenan en los manuales de urbanidad. Fijémonos ahora en las cuatro estrategias arriba indicadas, ilustrándolas con ejemplos concretos. Supongamos que el hablante A quiere que el interlocutor B le pague una factura dentro de un mes. Según la estrategia que seleccione, A puede dirigirse a B por lo menos de cuatro maneras distintas:
1) Usted deberá pagar la factura dentro de un mes. 2) Comprenderá usted que tengo que disponer del dinero dentro de un mes, ¿no? 3) ¿Podrá usted pagarme la factura dentro de un mes? 4) Para financiar un gran proyecto tengo que cobrar las facturas de mis clientes dentro de un mes. (1) es un ejemplo característico de un acto verbal directo. Ciñéndose al uso del verbo modal deóntico deber y la especificación literal del acto que el interlocutor debe realizar, A expresa la exhortación sin mostrar ninguna forma de cortesía. En virtud de su carácter directo, actos exhortativos como (1) no manifiestan consideración por la imagen negativa del oyente; su realización, por tanto, suele quedar limitada a situaciones comunicativas en las que la transmisión del mensaje es urgente o difícil por causas externas a la comunicación. Huelga decir que la falta de cortesía negativa es típica también de hablantes emocionados o enfurecidos. Un caso extremo, finalmente, es el que señala Goffman
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ (1969, 34) al observar que en los interrogatorios policiales el que dirige las preguntas recurre, a menudo, a estrategias que sirven para desestabilizar emocionalmente al que ha de contestar. Nos encontramos aquí, pues con una violación intencional de la libertad de acción del interlocutor. En el ejemplo (2), el hablante apela a la solidaridad de B de dos modos diferentes. Primero da a entender, mediante comprenderá usted, que considera a B capaz de formarse un juicio sobre el problema señalado, sugiriendo que B es una persona dotada de inteligencia. Luego, A solicita la conformidad de B, indicándole con la coletilla interrogativa ¿no? que la solución del problema depende de su colaboración. Es obvio que las dos estrategias tienen por objeto reforzar la imagen personal que B tiene de sí mismo; la cortesía mostrada, por consiguiente, es de tipo positivo. La estrategia reflejada por el ejemplo (3) representa una manifestación convencional de cortesía exhortativa. Haciendo una pregunta informativa sobre la capacidad de B para realizar el acto pedido, A protege la imagen negativa de aquél, porque da a entender que es consciente de que penetra en el campo intencional de su interlocutor. Se trata aquí de una fórmula utilizada en muchas lenguas para expresar cortesía negativa. La estrategia del ejemplo (4), para concluir, consiste en la realización indirecta del acto verbal. La aserción emitida sin más no encierra ningún indicio formal de la intención exhortativa de A, lo que produce la impresión de que no tiene el propósito de amenazar la libertad de acción de B. Esta forma de cortesía negativa le ofrece incluso al interlocutor la oportunidad de responder sólo a la carga asertiva de la locución, sin tener que prestar atención al acto exhortativo implícito. Así, por ejemplo, una posible reacción a (4) –evidentemente, no deseada por A- podría ser:
4a) ¡Qué casualidad! Yo también tengo entre manos un proyecto importante.
Como sugiere la variedad de estrategias ilustradas por los ejemplos anteriores, la exhortación ocupa un lugar central entre los actos de habla que amenazan la imagen negativa del interlocutor. Para verla centraremos la atención en el carácter idiosincrásico de este tipo de actos. Su objeto ilocutivo puede definirse como sigue: el hablante que emite una exhortación tiene como fin influir en el comportamiento intencional del oyente de forma que éste lleve a cabo la acción especificada por el contenido
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ proposicional de la locución. Los actor exhortativos se subdividen en actos impositivos y no impositivos, clasificación basada en un criterio teleológico; es decir, el hablante impositivo quiere que el oyente realice el acto exhortado antes que nada en beneficio del hablante mismo. Ejemplos prototípicos de esta clase son: el ruego, la súplica y el mandato. A diferencia de los actos impositivos, los no impositivos se realizan para beneficiar primariamente al oyente y no al hablante. A esta clase pertenecen el consejo, la recomendación y la instrucción. Aunque en la realización de las dos clases de exhortaciones el hablante invade el campo intencional del oyente, el grado de imposición es mayor en las peticiones, las súplicas y los mandatos, ya que estos actos encierran una apelación inherente a la colaboración del interlocutor. Por eso, el hablante socialmente competente procurará formular el acto impositivo de tal modo que respete, en lo posible, la imagen negativa de su interlocutor. Así, puede indicarle que no hace falta dedicar mucho tiempo a la realización del acto exhortado. Considérese la función estratégica de la oración hipotética que sirve de coletilla en el ejemplo siguiente:
5) ¿Me ayudas a subir esta maleta, si tienes un momento?
Otra estrategia de cortesía negativa consiste en indicar que no hay que invertir mucha energía en la realización del acto pedido. El hablante de (5), por ejemplo, podría conseguir esta finalidad añadiendo: No pesa mucho. La categoría del mandato ocupa un lugar particular, puesto que abarca actos impositivos realizados por hablantes que no toman en consideración la imagen negativa de sus interlocutores. Esta falta de cortesía es característica de tres situaciones comunicativas diferentes:
I) el hablante se halla en una posición de poder con respecto al oyente, bien se trate de poder físico, como en el caso de un secuestro, o bien de poder social, como en el caso de que ocupe una posición institucional superior; II) el hablante está emocionado o enfadado por el comportamiento del oyente; III) hay circunstancias externas a la relación interactiva que requieren que el oyente reaccione inmediatamente a la exhortación.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Cabe suponer que la amenaza de la imagen no desempeña un papel tan preponderante en la realización de los actos exhortativos no impositivos, puesto que en este caso el oyente es el beneficiado por el acto. Sperber y Wilsol (1986, 250) van tan lejos que, al analizar el siguiente diálogo:
6) HE: Could you tell me the way to the station? SHE: Turn right at the traffic lights and keep straight on [ÉL: ¿Podría usted decirme cómo se va a la estación? ELLA: Al llegar al semáforo doble usted a la derecha y vaya todo recto], afirman que a “Ella” le trae sin cuidado que “Él” siga o no las instrucciones. Esta caracterización de la situación, sin embargo, está bastante lejos de la realidad cotidiana. Sabemos por experiencia que si no se sigue debidamente una instrucción o consejo, la persona que lo ha dado suele insistir repitiéndolo o aclarándolo. Esta reacción es aún más previsible si se trata de un consejo personal. Piénsese, por ejemplo, en el hablante que recomienda a un amigo o pariente enfermo que tome cierta medicina. En el caso de que éste se niegue a cumplir el consejo, es muy probable que se produzca una discusión sobre los pros y los contras del medicamento. ¿Por qué? Porque no atender un consejo o recomendación puede implicar que el consejero es una persona incompetente o, peor aún, una persona ignorante. Éste es el motivo por el que el contenido proposicional de un acto exhortativo no impositivo a menudo se negocia. Desde el punto de vista interactivo, podemos afirmar que la personalidad de los interlocutores se ve amenazada en dos niveles distintos. Primero, el consejero invade el ámbito intencional del interlocutor, exhortándole a que realice una acción determinada. Amenaza, pues, es la imagen negativa del otro. Luego, éste, al negarse a seguir el consejo, amenaza la imagen positiva del hablante original, implicando que duda de su competencia en la materia. De todo esto es lícito sacar la conclusión de que en no pocas situaciones comunicativas es más fácil no cumplir un ruego que desatender un consejo. Conviene poner de relieve, para finalizar, que a este aspecto sociopsicológico de la interacción exhortativa apenas si se le ha prestado atención en la bibliografía sobre los hechos de cortesía verbal. Los actos de habla impositivos y no impositivos no sólo se diferencian en el plano interactivo sino que también contrastan en el propiamente lingüístico. Refiriéndose a
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ una publicación en prensa de Fraser, Koike (1989) señala las siguientes características distintivas9: I) Por favor, se emplea casi exclusivamente en actos impositivos, rara vez en actos no impositivos. Esto puede verse en la siguiente variante, pragmáticamente mal formada, de la segunda parte del ejemplo (6):
7) *Al llegar al semáforo doble usted a la derecha y vaya todo recto, por favor.
II) Según el objeto ilocutivo de la exhortación no impositiva o, por citar a Fraser otra vez, según el contrato conversacional, el oyente no tiene obligación de seguir el consejo del hablante. Así se explica que el ejemplo (8), que contiene una reacción ante el rechazo de un consejo, no esté bien formado desde el punto de vista pragmático:
8) *¿Cómo se atreve usted a no seguir mi consejo?
III) Según el criterio del beneficio primario del oyente, éste puede comentar positiva o negativamente un consejo:
9) Me has dado un buen (mal) consejo.
En la respuesta a un acto impositivo, en cambio, el criterio del beneficio primario del hablante hace que se excluyan valoraciones como:
10) *Me has hecho una buena (mala) petición.
Fraser llama la atención, por último, sobre un interesante fenómeno sintáctico del inglés, que no tiene equivalente en español: el imperativo del verbo try (“tratar de”) admite dos clases de complementos oracionales: el gerundio y el infinitivo. En el primer caso, lo que se expresa es un consejo, como en:
11) Try opening the window. [Trata/ trate usted de abrir la ventana.] 9
Aunque Fraser sólo se ocupa del inglés, sus observaciones son válidas también para el español, como se ve por la traducción de los ejemplos reproducidos aquí.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Si se opta por el infinitivo, sin embargo, lo que se expresa ante todo no es un consejo, sino un mandato:
12) Try to open the window.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
2.2. LA IMAGEN POSITIVA En el párrafo anterior hemos visto que los actos de habla exhortativos constituyen el prototipo de los actos que amenazan la imagen negativa del oyente. En éste nos ocuparemos de la pregunta: ¿cuáles son los actos de habla que dejan sentir sus efectos en la imagen positiva del interlocutor, o sea, en la imagen positiva que éste tiene de sí mismo? Recuérdese que esta imagen está basada en el deseo de cada individuo de que otras personas deseen para él lo que él desea para sí mismo, como, por ejemplo, salud, libertad y honor. Brown y Gilman (1989, 162) ilustran el concepto de imagen positiva señalando que la expresión Have a nive day (Que tengas/ tenga un buen día, Buenos días), que se suele repetir a diario, supone un acto de cortesía que refuerza de un modo característico la imagen positiva del interlocutor; el hablante le desea al interlocutor lo que desea para sí mismo. Otros ejemplos típicos de actos de habla que apoyan la imagen positiva del oyente son el cumplido, la felicitación y la invitación10. La cortesía positiva no sólo se manifiesta en los actos de habla intrínsecamente corteses, también se maneja para mitigar actos de habla no corteses. En 2.2.1. y 2.2.2. examinaremos una serie de estrategias representativas, tomando como marco de referencia la distinción entre el macronivel del discurso y el micronivel del acto del habla.
2.2.1. El macronivel del discurso
En el macronivel del discurso, conviene distinguir una gran variedad de estrategias para expresar cortesía positiva.
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La cortesía positiva se manifiesta también a través de actos no verbales. Piénsese, por ejemplo, en un tenista de mucha experiencia que deja de exhibir parte de su talento en un partido contra un jugador de menor categoría. Evidentemente, esta actitud tiene por fin proteger la imagen positiva de este.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Haciendo una selección representativa, empezaremos con el análisis de una estrategia general, que consiste en mostrar conformidad con la opinión emitida por el interlocutor. Nuestro punto de partida es el macroacto argumentativo, que tiene como finalidad discutir la justificación de opciones contrarias. Pues bien, en los turnos alternativos que caracterizan este tipo de acto de habla es corriente que los hablantes manifiesten cortesía positiva para no manifestar abiertamente que opinan de modo diferente. La mitigación de la propia opinión sirve, entonces, para minimizar el disentimiento, por lo que se crea la impresión de que hay una conformidad parcial respecto al tema debatido. Remitiendo a la nota [8], subrayamos una vez más que hay muchas situaciones comunicativas en las que los interlocutores conceden más importancia a la ficción de que coinciden en sus opiniones que a la verificación de las mimas. Para un resumen de las estrategias aplicadas para conseguir este objetivo, vale el análisis de Pomerantz (1984, 620):
Some of the ways of minimizing or de-emphasizing the stated difference between oneself and co-interactants are: including claims of uncertainty when disagreeing […], forming a disagreement as a partial agreement, stating a disagreement as an impersonal position (e.g. couldn’t it be the case that… or some people think…), and even withholding a disagreement entirely. [Algunas de las maneras para minimizar o reducir la disconformidad entre uno mismo y sus interactantes son: expresar incertidumbre al formular la disensión […], presentar el disentimiento como una conformidad parcial, formular la disensión desde un punto de vista impersonal (por ejemplo, ¿no podría ser el caso que…? o hay gente que cree…) e incluso abstenerse de emitir la disensión.]
Recuérdese que ya hemos considerado algunas estrategias para expresar incertidumbre, que se aplican frecuentemente para atenuar una opinión divergente: si no me engaño… y puede ser que me equivoque, pero… Otra estrategia consiste en que el hablante acentúa su modestia fingiendo ignorancia o incompetencia, como por medio de no sé mucho de este asunto, pero… De este modo se implica que el oyente sabe más o está mejor informado que el hablante del tema en cuestión. Para presentar el disentimiento como una conformidad parcial se prestan específicamente locuciones adversativas del tipo: tienes razón, pero… Además, la opinión divergente puede
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ introducirse por el adverbio bueno, que sirve de enlace pragmático entre la locución del interlocutor que expresa la opinión no aceptada y la locución del propio hablante que expresa la opinión contraria. Es interesante constatar que el sentido léxico positivo de bueno está en entera consonancia con su función atenuadora. En conclusión, los ejemplos tratados arriba nos muestran que, es el macroacto argumentativo, la finalidad primaria de respetar la imagen positiva del oyente es establecer la impresión de que se le considera como una persona competente, capaz de pensar y actuar racionalmente. El respetar y reforzar la imagen positiva del oyente juega también un destacado papel en la comunicación de masas. A propósito de esto, Simons (1976, 18) observa que a los confereciantes y oradores se les aconseja orientarse hacia su auditorio, esto es, proteger el ego de éste, y adaptarse a su marco de referencia. La finalidad de la aproximación psicológica al auditorio es conseguir que adopte una actitud positiva aceptando el mensaje emitido como un mensaje digno de ser tomado en consideración. La estrategia en cuestión se denomina «persuasión coactiva». Finalmente, nos queda llamar la atención sobre una estrategia de cortesía positiva de índole empática. Se manifiesta a través de dos variantes, una profiláctica y otra alterocéntrica. La primera consiste en evitar entablar una conversación sobre asuntos controvertidos que puedan dar lugar a una divergencia de opiniones entre hablante y oyente. La variante alterocéntrica consiste en sacar a colación temas de interés personal, que se introducen preferentemente con preguntas sobre la salud, el trabajo o la familia del interlocutor. Un reflejo característico de este tipo de interacción es la repetición de las palabras del otro para mostrar solidaridad. Considérese el siguiente fragmento de diálogo:
13) A: A mi mujer le han robado un collar de perlas. B: ¡Válgame Dios, un collar de perlas!
2.2.2. El micronivel del acto de habla
En el micronivel del acto de habla, en este párrafo nos dedicaremos particularmente al análisis de dos categorías de expresiones referenciales indirectas que se utilizan para
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ silenciar o impersonalizar la identidad del interlocutor. En 8.1.2.2.2.1. volveremos sobre estas estrategias, situándolas en una perspectiva lingüística coherente. Empezaremos con un tipo de referencia que se manifiesta por el uso de la desinencia verbal de la primera persona del plural. Se trata aquí de una estrategia que puede llamarse pseudoinclusiva. Este neologismo, introducido por Haverkate (1984), se deriva de la tradicional distinción entre referencia inclusiva y exclusiva. Como se argumenta en dicho estudios (1984, 19-21), la realización inclusiva o exclusiva de la primera persona del plural debe describirse fundamentalmente dentro del marco de la clasificación de los actos de habla. Así, por ejemplo, el pedir permiso requiere la interpretación exclusiva, como puede verse por un ejemplo como ¿Podemos entrar?, en el que la desinencia del verbo modal excluye referencias al interlocutor. En las propuestas, en cambio se da el fenómeno inverso; la referencia expresada por el sujeto incluye tanto al hablante como al oyente, por lo que es inherentemente inclusiva, como, por ejemplo, en ¿Vamos al cine hoy? Ahora bien, al realizar un acto de habla exhortativo, los hablantes que se valen de la estrategia pseudoinclusiva fingen que en la actualización de lo descrito participan colectivamente ellos mismos y sus interlocutores. En realidad, sin embargo, se implica a quieres les corresponde la realización del acto pedido, que son sólo los interlocutores. Surge, pues, la pregunta: ¿en qué tipo de interacción sirve la referencia pseudoinclusiva para mostrar cortesía positiva? La respuesta es unívoca; el factor decisivo es la relación social asimétrica entre los interlocutores, o sea, para puntualizar, el hablante tiene que tener autoridad o poder sobre el oyente. Específicamente, podemos pensar aquí en la comunicación entre padres e hijos, maestros y alumnos, y enfermeras y pacientes. La referencia pseudoinclusiva de los ejemplos (14) – (16) ilustra la relación jerárquica inherente a dichos tipos de interacción, respectivamente:
14) Y ahora vamos a acostarnos tranquilamente. 15) Este ejercicio lo hacemos por escrito. 16) Es hora de que tomemos nuestras medicinas.
Nótese, luego, que las exhortaciones pseudoinclusivas requieren un análisis en dos planos diferentes: el plano de la interpretación del oyente y el de la intención del hablante. Siendo evidente el carácter ficticio de la referencia inclusiva, la reacción del
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ que recibe el mensaje suele distar de ser positiva. Concretamente, es fácil que al hablante pseudoinclusivo se le considere como un interlocutor paternalista. Con relación a esto, es relevante hacer mención del paternal we (el nosotros paternal), acuñado por Jespersen (1955, 217) para indicar esta interpretación. Situándonos del lado del hablante vemos un panorama totalmente distinto. Su intención perlocutiva es crear una solidaridad simbólica con el oyente, borrando el perfil de la distancia social que les separa. Beinhauer (1985, 404) analiza un ejemplo ilustrativo:
Dirigido al enfermo, resultaría más personal y afectuoso ¿cómo andamos?, pues al formular así la pregunta el médico se hace solidario con el destino del interrogado por medio del «plural inclusivus».
La segunda categoría de referencia indirecta que interesa para este análisis es la que se emplea para mitigar una crítica dirigida al interlocutor. Fijémonos en los dos ejemplos siguientes:
17) Esta carta no está bien traducida. 18) Usted no ha traducido bien esta carta.
La diferencia es evidente: utilizando una construcción pasiva sin agente especificado, el hablante de (17) deja de referirse abiertamente al oyente, por lo que el reproche adquiere un carácter indirecto. La estrategia aplicada consiste, pues, en proteger la imagen positiva del oyente y en consecuencia, la cortesía comunicada es de tipo positivo. El hablante de (18), en cambio, no manifiesta ninguna forma de cortesía. Mediante el pronombre personal de segunda persona se refiere explícitamente al oyente, dirigiéndole un reproche directo, no atenuado. Para concluir, nos centraremos en dos tipos de situaciones comunicativas en las que la protección de la imagen positiva del individuo ocupa un papel idiosincrásico. El primer tipo concierne a la situación compleja que se da cuando un hablante, para no violar la imagen positiva de un interlocutor, viola intencionadamente la de otro. Piénsese, por ejemplo, en una situación en la que, en una calle concurrida, un niño, acompañado de su padre, choca con un adulto. Si el padre, sin ver quién tiene la culpa,
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ le reprocha a su hijo falta de atención, es obvio que su reacción tiene como único objeto prevenir que se viole la imagen positiva del transeúnte. Ni que decir tiene que la conducta del padre es moralmente condenable porque viola intencionadamente la imagen positiva de su hijo. En segundo lugar, conviene tener en cuenta que no es siempre la imagen positiva del otro la que se protege o refuerza. Igual pasa con la imagen positiva que tiene el individuo agente de sí mismo. Con relación a esto, es interesante estudiar el comportamiento de personas que se enfrentan con problemas imprevistos de índole física como, por ejemplo, resbalar con una cáscara de plátano, darse con una puerta en las narices o caérsele un libro en un charco. Es un hecho empírico que, en tales circunstancias, las víctimas reaccionen de una manera estereotipada gritando o hablando solas para dar a entender a los testigos del incidente que no son responsables de lo que les ha sucedido. Sugieren, pues, que son factores ajenos a su voluntad lo que han causado el problema, lo que equivale a decir que esta forma de pseudocomunicación no tiene más función que proteger la imagen positiva del emisor mismo11. De los análisis llevados a cabo en este párrafo y el anterior se saca la conclusión de que la cortesía positiva es un recurso estratégico del que se sirve el hablante para conseguir diferentes objetos perlocutivos: reforzar o proteger la imagen social del interlocutor, por una parte, y manifestarle, por otra, que el hablante le considera digno de formar parte del grupo o de la clase social a la que él mismo pertenece. Esta forma de solidaridad puede designarse adecuadamente con el término inglés in-group solidarity (solidaridad de grupos). Obsérvese, por último, que las categorías analizadas son tanto de tipo lingüístico como metalingüístico; es decir, en el nivel metalingüístico se trata fundamentalmente de la estrategia que consiste en evitar trabar conversaciones sobre asuntos controvertidos, así como su complemento positivo, o sea, la estrategia que consiste en sacar a colación temas de interés personal. Las principales estrategias lingüísticas a las que hemos pasado revista son la repetición empática de las palabras del interlocutor, la referencia pseudoinclusiva y la referencia indirecta.
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En un original estudio dedicado al análisis sociopsicológico de la emisión de gritos, Goffman (1978) habla de response cries (gritos de reacción).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
3 EL ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO
A la categoría de imagen, tratada en el párrafo anterior, se le asigna validez universal. Por muy difícil que sea verificar esta hipótesis, hasta el día de hoy no se han descubierto culturas en las que las imágenes positiva y negativa del individuo interactante no desempeñen un papel social, aunque sabemos que la función e interpretación de las mismas pueden variar de una cultura a otra. Haciendo abstracción de diferencias culturales, podemos sostener que, en el plano de la interacción verbal concreta, los locutores suelen ser conscientes de su propia imagen y de la de su interlocutor. Esta conciencia cobra una forma específica cada vez que se aplica una estrategia de cortesía para conseguir un determinado objeto comunicativo. Aquí el factor central es el procedimiento racional del hablante, que busca, selecciona y despliega la estrategia. Efectivamente, la racionalidad constituye la base de la cortesía en general, y, como veremos más adelante, de la cortesía lingüística en especial. En este sentido, merece la pena citar la siguiente observación:
Discourse politeness is a cost parameter of a general principle of rationality, regulating all intentional activities, when applied to speech acts (Kasher, 1986, 112). [La cortesía del discurso es un parámetro de coste de un principio general de racionalidad que regula toda actividad intencional relativa a los actos de habla.]
La racionalidad inherente a la cortesía verbal se manifiesta de dos modos distintos:
I) por medio de la justificación del acto de habla; II) por medio de la valoración del balance coste-beneficio.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En el primer caso, nos encontramos con aclaraciones hechas para motivar qué es lo que induce al locutor a realizar el acto de habla. Este tipo de comportamiento racional se refleja particularmente en la realización de los actos exhortativos. Como hemos visto, las exhortaciones constituyen la clase de actos de habla que amenazan el espacio intencional del interlocutor, razón por la cual en no pocas ocasiones el hablante se ve obligado a motivarlas. La justificación exhortativa, por tanto, es un acto de cortesía que sirve para indicar al oyente que su libertad de acción no se ve impedida arbitraria o inútilmente. Frecuentemente, la justificación se realiza mediante un acto de habla indirecto. Por ejemplo:
19) Está oscuro en este rincón.
Emitida en un contexto o una situación apropiada, esta locución puede utilizarse perfectamente para exhortar al interlocutor a que encienda la luz, sin que la proposición contenga referencia alguna al acto pedido. Evidentemente, es la distancia inferencial entre aserción explícita y exhortación implícita la que crea, de forma simbólica, la interpretación cortés de la locución. Nótese que la exhortación siempre puede hacerse explícita, en cuyo caso la justificación pierde su función indirecta:
20) Encienda la luz, que está oscuro en este rincón.
Tanto (19) como (20) son ejemplos ilustrativos de la inclinación del homo loquens en general, y del homo exhortativus en especial, a racionalizar su comportamiento verbal. Esta actitud sirve a un doble objetivo: por una parte, el locutor se muestra cortés, proporcionando al interlocutor información que no le es necesariamente manifiesta; por otra, se presenta a sí mismo como un interlocutor dotado de razón, capaz de motivar sus actos. De este modo, aspita a reforzar su propia imagen positiva. Lógicamente, se manifiesta la misma actitud en la realización de los actos argumentativos:
Thus, instead of presupposing that the goal of arguing is to convince alter of the truth of one’s own statement (opinion), of reaching a consensus, we can now
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ include a goal suck as conveying a certain image of ego to alter (the rational intellectual who «thinks it out logically»… (Quasthoff, 1978, 13). [De modo que, en lugar de presupones que la finalidad de argüir es convencer a alter de la verdad de la aserción (opinión) de uno, es decir, llegar a un consenso, podemos añadir ahora otra finalidad, que consiste en transmitir cierta imagen de ego a alter (el intelectual racional que «reflexiona lógicamente»…]
En la bibliografía pragmalingüística actual se advierte un marcado interés por el segundo tipo de racionalidad que hemos distinguido: la valoración del balance costebeneficio. Como el término sugiere, este parámetro está derivado de las ciencias económicas. Puede definirse formalmente en los siguientes términos: los economistas que se valen del análisis coste-beneficio aplican una técnica que expresa y cuantifica las ventajas y desventajas de un proyecto, basándose en una unidad monetaria común. El objeto de este análisis es la maximalización de los beneficios. Obviamente, dentro del presente marco de referencia, el concepto de coste no debe definirse en términos de dinero, sino en términos de energía verbal. Esto significa que, dado un objeto comunicativo determinado, el hablante escogerá la estrategia de cortesía que, con menos coste verbal, alcance ese objetivo. Como las estrategias son variables, adaptándose particularmente a la situación comunicativa concreta, el grado de cortesía de un acto de habla aislado no puede medirse, sino que queda determinado por el contexto o la situación en que se efectúa. Esto quiere decir que la cortesía no es propia de determinadas clases de oraciones, sino de locuciones emitidas en una situación comunicativa específica12. Veamos algunos ejemplos ilustrativos. La interpretación estándar de la locución imperativa Cierra la puerta es la de un mandato hecho por un locutor que tiene poder o autoridad sobre el oyente. No obstante, la interpretación autoritaria no se impone de una manera absoluta o necesaria. Cierra la puerta puede emitirse perfectamente como exhortación cortés, por ejemplo, en el caso de que uno invite a un amigo o colega a entrar en su despecho para comunicarle una noticia confidencial. En estas circunstancias, el hablante no necesita recurrir a una 12
Considérese también: …no sentence is inherently polite or impolite. We often take expressions to be impolite, but it is not the expressions but the conditions under which they are used that determines the judgment of politeness (Fraser y Nolen, 1981, 96). […ninguna oración es inherentemente cortés o descortés. Muchas veces ciertas expresiones nos parecen descorteses, pero no son las expresiones sino las circunstancias en las que se emplean las que determinan la calificación de cortesía.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ fórmula de cortesía especial, porque su interlocutor se dará cuenta de que el efecto de la acción que se le pide redunda en beneficio de ambos13. Incluso puede darse el caso de que el imperativo se profiera enfáticamente, sin que se interprete como mandato categórico; entonces sirve de seña convencional para llamar la atención del interlocutor sobre un peligro inminente. Así, por ejemplo, la exclamación ¡Párese!, para indicar que se acerca un coche a toda velocidad, no refleja por parte del hablante ninguna intención de expresarse descortésmente. Otro ejemplo parecido, que no es de índole incidental, sino estructural, es la comunicación de los médicos que efectúan una operación quirúrgica. Aquí, la situación comunicativa requiere que las exhortaciones se emitan con un mínimo de energía verbal o, en muchos casos, tan sólo por gestos. Dicho de otro modo, la urgencia del reflejo rápido excluye el uso de fórmulas de cortesía explícitas. Un caso distinto de los anteriores lo ha señalado Goffman (1971, 84), quien observa que en el primer encuentro entre dos amigos que no se han visto durante largo tiempo es corriente que se intercambien largas y efusivas salutaciones. Si el contacto se hace regular repitiéndose varias veces al día, los saludos tienden a hacerse cada vez más cortos, hasta que llega la fase en la que se reducen a fórmulas rutinarias. Lo que queda demostrado por todos estos análisis es que el hablante racional busca un equilibrio entre coste verbal y beneficio interactivo, guiándose tanto por su relación social con el interlocutor como por la índole de la situación comunicativa. La variabilidad de las estrategias aplicadas refleja el resultado de la valoración correspondiente. Para medir el grado en que el acto de habla amenaza la imagen del interlocutor, Brown y Levinson (1987, 76) han ideado un esquema analítico compuesto de tres parámetros. Su hipótesis es que la selección de estrategias de cortesía depende de la correlación de estos factores. El esquema tiene la estructura de una ecuación: 13
El ejemplo del imperativo ha sido tomado de Rintell (1981, 33). Véase también la siguiente exposición sobre el uso del imperativo inglés: This form (sc. the imperative) is rarely used in both British and American English, where its use is generally deemed to be impolite. There are a number of exceptions to this which are generally handled well only by native speakers, for instance, the imperative is correct if the action commanded is clearly for the benefit of the hearer, or in special circumstances where the authority hierarchy is clearly defined, or in an emergency (Brend, 1978, 254). [Esta forma (sc. el imperativo) se usa raras veces, tanto en el inglés británico como en el americano, porque su empleo suele considerarse descortés. Hay excepciones a esto, manejadas bien, en general, sólo por los hablantes nativos. Así, por ejemplo, el uso del imperativo es correcto si la acción exhortada redunda claramente en beneficio del oyente, o también en circunstancias especiales en las que la jerarquía de autoridad está claramente definida, o en caso de emergencia.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ W = D (S,H) + P (H,S) + R
Los símbolos deben interpretarse así: W (weightiness) corresponde al peso del acto de habla en cuanto amenaza la imagen del interlocutor. D (distance) es la distancia social que media entre S (speaker, o sea, hablante) y H (hearer, o sea, oyente). P (power) representa el poder que el oyente tiene sobre el hablante. De acuerdo con una metáfora espacial, D y P pueden asociarse con las dimensiones horizontal y vertical de la relación social entre locutor e interlocutor, respectivamente. El símbolo R (Rank), por último, se refiere al grado de imposición implicado por el acto de habla. Lógicamente, la categoría de imposición es una variable que difiera de una cultura a otra. En lo que se refiere a la realización cortés del acto de habla, están vigentes las siguientes correlaciones:
I) la cortesía se aumenta en la medida en que es mayor la distancia entre hablante y oyente; II) la cortesía se aumenta en la medida en que es mayor el poder del oyente sobre el hablante; III) la cortesía se aumenta en la medida en que es mayor el grado de imposición.
De estas correlaciones se infieren dos conclusiones: si el peso de la imposición es muy reducido, como en el caso en que el hablante tiene poder sobre el oyente y la exhortación es una exhortación rutinaria, no hace falta aplicar una estrategia de cortesía especial; el hablante puede limitarse a la realización directa del acto de habla. La situación inversa se da cuando el peso de la imposición es muy grande, incluyendo el riesgo de amenazar la relación social de los interlocutores; en tal caso, el hablante preferirá no realizar el acto de habla. Ni que decir tiene que las situaciones que acabamos de describir representan dos casos extremos. Pasemos ahora al análisis de algunos ejemplos concretos:
21) ¿Puede usted decirme qué hora es? 22) ¿Quiere usted decirme qué hora es?
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ (21) y (22) sirven de fórmulas convencionales para hacer una petición cortés. Nótese que la cortesía radica en la estructura sintáctica de las oraciones, que expresan, literalmente, preguntas empáticas sobre la capacidad y la disponibilidad del interlocutor, respectivamente. En casos como éstos, se considera que hay un balance entre el coste verbal invertido por el hablante y la energía que se le pide invertir al oyente en contestar a la pregunta. No obstante, conviene resaltar que las fórmulas arriba mencionadas no pueden utilizarse automáticamente para hacer una petición cortés. Así, por ejemplo,
23) ¿Puede usted prestarme 100.000 pesetas?
dirigido sin más ni más a una persona desconocida no será interpretado como exhortación cortés, ya que una apelación tan grave y confidencial al interlocutor requiere de una amplia justificación por parte del hablante. En otras palabras, el ejemplo (23) refleja un patente desajuste entre corte y beneficio, por lo que está pragmáticamente mal formado. Hablando en términos generales, podemos decir que, cuando más difícil de efectuar por el hablante mismo sea el acto exhortado y, en consecuencia, mayor sea el poder o la competencia del oyente, más se le impone al hablante la necesidad de aumentar la energía verbal requerida para la expresión cortés de la exhortación14. El siguiente ejemplo, tomado de Brown y Levinson (1987, 93), ilustra la cortesía de un hablante que considera muy alto el grado de imposición y, por ese motivo, invierte gran cantidad de energía verbal al formular el ruego: I’m terribly sorry to bother you with a thing like this and in normal circumstances I wouldn’t dream of it since I know you’re very busy but I’m simply unable to do it myself. [Siento terriblemente tener que molestarle con una cosa como ésta y, en circunstancias normales, no se me habría ocurrido pedírselo, porque sé que está muy ocupado, pero me es materialmente imposible hacerlo yo mismo.]
Para concluir este capítulo, dedicaremos unas palabras a la adquisición de estrategias de cortesía. Bates (1976, 316) sostiene que los niños aprenden a expresarse 14
Obsérvese que esta correlación refleja un marcado aspecto icónico del signo lingüístico.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ cortésmente a una edad relativamente tardía. Esta evolución contrasta con la de la adquisición de las reglas formales inherentes a los sistemas fonológico y sintáctico de la lengua, que se llegan a dominar mucho antes. La diferencia tiene su explicación natural en el hecho de que, desde un punto de vista puramente racional, las normas de la cortesía verbal van contra la claridad y la eficacia comunicativa. Lo que sucede, pues, es que los niños tienden a orientarse hacia el componente proposicional y al objeto ilocutivo de las locuciones que producen, sin tener en consideración los factores interactivos que hemos visto en este capítulo, a saber, distancia socia, poder y grado de imposición. Recuérdese, a propósito de esto, que hemos observado en el primer capítulo que los padres empiezan a enseñarles a sus hijos las normas de cortesía prácticamente a partir de su nacimiento. Probablemente se dan cuenta de que el camino por recorrer es largo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
4 MÁXIMAS CONVERSACIONALES Y DE CORTESÍA
La exposición sobre el análisis coste-beneficio ha puesto de manifiesto que la cortesía verbal representa una forma de comportamiento regida por principios de racionalidad. En circunstancias normales, los que participan en un diálogo o conversación se guían por estos principios para prevenir que la relación social con el interlocutor pueda entrar en un estado de desequilibrio. Formulado más detalladamente, la racionalidad inherente al comportamiento cortés crea un sistema de normas que deben aplicarse para conseguir determinados objetivos comunicativos. En la bibliografía pragmalingüística es corriente distinguir entre normas comunicativas globales y específicas. Esta categoría última abarca las máximas de cortesía elaboradas por Leech (1983); las normas globales corresponden a las máximas conversacionales de Grice (1975). Dada la importancia de la aportación de Grice al estudio de las estrategias comunicativas, pasaremos revista primero a las categorías básicas de su teoría. La distinción primaria que hace el filósofo americano es la que se da entre principio y máxima. Un principio es una categoría fundamental, irreducible, que se toma como base para explicar la operación de una serie de categorías derivadas, que son las máximas. El principio conversacional postulado por Grice es el que denomina principio de cooperación (cooperative principle). Este principio tiene carácter prescriptivo, definiéndose así la forma general: «adapta tus contribuciones conversacionales a la índole y al objetivo del intercambio verbal en que participas». Las máximas que proceden del principio de cooperación representan normas específicas. Se distinguen las siguientes: la máxima de calidad, la máxima de cantidad, la máxima de relación y la máxima de modo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La máxima de calidad concierne a la sinceridad del hablante. Encierra dos submáximas que rezan como sigue:
I) no digas lo que crees que es falso; II) no digas lo que no puedes probar adecuadamente.
La máxima de cantidad prescribe: «proporciona la cantidad de información requerida por el objetivo de intercambio verbal». La máxima de relación prescribe al hablante que sus contribuciones conversacionales sean relevantes. La máxima de modo, finalmente, se compone de varias submáximas, y la más importante de ellas sería: «evita usar expresiones oscuras o ambiguas». Una de las consecuencias principales del sistema de las máximas es que puedan ser burladas. Estas desviaciones de las normas ocupan un papel central en la teoría de Grice. Se trata aquí de las llamadas implicaturas, que pueden ejercer diversas funciones comunicativas. Dentro de este marco de referencia, es importante hacer notar que las implicaturas sirven a menudo de estrategias de cortesía. Consideremos algunos casos concretos. La máxima de calidad se incumple por motivos de cortesía si decir la verdad encierra una evidente amenaza de la imagen positiva del oyente. La estrategia correspondiente es la que normalmente se indica con la expresión mentira piadosa. En lo que respecta a la manifestación de la máxima de cantidad, puede darse el caso de que no nos sea posible transmitir toda la información que tenemos a nuestra disposición, porque conllevaría expresar opiniones desfavorables sobre el interlocutor u otras personas. En estas circunstancias, opera la siguiente correlación: a menor cantidad de información, mayor grado de cortesía. Véase el siguiente ejemplo, tomado de Leech (1983, 80):
24) A: Todos echaremos de menos a Guillermo y Ágata, ¿no? B: Bueno, todos echaremos de menos a Guillermo.
Evidentemente lo que implica la reacción de B es que no todos echarán de menos a Ágata. Esto equivale a decir que B incumple la máxima de cantidad, porque hubiera
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ podido expresarse con mayor rigor informativo, pero sólo a costa de mostrarse descortés con una tercera persona. Otro ejemplo tratado por Leech (1983, 96) es este diálogo:
A: ¿Dónde está mi bombonera? B: Los niños estuvieron en tu habitación esta mañana.
Aquí la implicatura conversacional de B, que burla la máxima de relación, corresponde a la respuesta directa: Los niños pueden haberla cogido. La justificación de la implicatura hay que buscarla en el deseo de B de evitar referirse explícitamente a un posible acto reprochable de los niños. En vez de acusarlos, B hace una observación aparentemente inocente sobre su paradero temporal, dejando interlocutor sacar la conclusión descortés. En lugar de callar información, el hablante puede optar también por la estrategia inversa: proporcionar al interlocutor información ya conocida. Podemos pensar aquí, por ejemplo en una técnica conversacional aplicada comúnmente en las entrevistas televisivas; es decir, en vez de dirigir una pregunta directa al entrevistado, el entrevistador puede limitarse a hacer una aseveración para enterarse de determinados aspectos confidenciales de la vida personal del interlocutor. Narbona Jiménez califica esta estrategia de la manera siguiente: …la utilización de una mera secuencia enunciativa en lugar de una pregunta directa, para provocar una reacción por parte del interlocutor, recurso del que se abusa hoy en las entrevistas ofrecidas por radio o televisión (1986, 248).
He aquí algunos ejemplos:
25) Entonces tuviste un conflicto con el entrenador. 26) Pero tu mujer decidió no volver a verte más. 27) A los quince años ya había ganado usted muchos premios.
En el contexto que aquí nos interesa, (25)-(27) son ejemplos característicos de actos de habla indirectos, ya que, a pesar de tener estructura sintáctica de aserciones, sirven
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ para provocar reacciones verbales específicas en el interlocutor. Esto puede verse por la estructura interrogativa de las variantes directas de (25)-(27):
25a) ¿Por qué tuviste un conflicto con el entrenador? 26a) ¿Por qué decidió tu mujer no volver a verte más? 27a) ¿Qué premios había ganado ya usted a los quince años?
Ahora bien, formulando aserciones indirectas en lugar de preguntas directas, el entrevistador de los ejemplos (25)-(27) contribuye a proteger la imagen positiva del interlocutor, que se ve amenazada por las referencias de su vida privada. En términos generales, podemos afirmar que los hablantes que proceden de esta manera incumplen la máxima de cantidad, puesto que, estrictamente, cometen una tautología comunicándole al interlocutor información con la que éste está más familiarizado que ellos mismos. Obsérvese, por último, que hay expresiones estereotipadas del tipo como ya sabe usted y como es bien sabido, que se utilizan exclusivamente para dar a entender que se repite cierta cantidad de información conocida ya por el interlocutor. La siguiente cita resume la esencia de lo que llevamos expuesto sobre los efectos de cortesía producidos por las implicaturas griceanas;
We know that when we are being polite, we tend not no be as truthful as Grice enjoins us to be, nor as brief and clear and to the point –politeness has to be paid for, with insincerity, vagueness and verbosity (Lauerbach, 1989, 30). [Sabemos que, cuando somos corteses, no nos inclinamos a ser tan sinceros como nos prescribe Grice, ni tan breves, claros y precisos –la cortesía se paga con insinceridad, vaguedad y verbosidad.]
De la definición de las máximas conversacionales dada al principio de este capítulo se colige que las normas derivadas de las mismas son normas que regulan ante todo la estructuración cognitiva del mensaje lingüístico; es decir, las máximas están orientadas hacia el contenido proposicional de las contribuciones conversacionales. Específicamente, la máxima de calidad radica en la verdad o falsedad de la proposición expresada. La máxima de cantidad regula la extensión de
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ las locuciones intercambiadas. La máxima de relación estimula al locutor a hacer contribuciones relevantes que se adapten de modo racional al contexto lingüístico. La máxima de modo, por último, prescribe al locutor que construya su mensaje de forma que pueda ser interpretado inequívocamente. El resumen anterior muestra que las máximas conversacionales no abarcan el componente social de la interacción verbal; la cortesía sólo entra en juego cuando el hablante incumple las máximas, pero no sirve de parámetro para definirlas15. Esto ha llevado a algunos investigadores a postular un sistema de máximas de cortesía como complemento de las máximas conversacionales de Grice. La propuesta más elaborada es la de Leech (1983), que establece un principio de cortesía análogo al principio de cooperación de Grice. El principio de cortesía se manifiesta a través de seis máximas: la de tacto, la de generosidad, la de aprobación, la de modestia, la de unanimidad y la de simpatía. Cada una de estas máximas encierra dos normas complementarias basadas en factores minimizadores y maximalizadores. Así, la máxima de tacto prescribe al hablante que minimice el coste para el hablante y que maximalice el beneficio para el interlocutor. El hablante que respete la máxima de unanimidad, por poner otro ejemplo, minimiza la disconformidad y maximaliza la conformidad entre él y el interlocutor. Las máximas de cortesía están asociadas con determinadas clases de actos de habla, repartiéndose de la siguiente manera: las máximas de tacto y generosidad se aplican a los actos exhortativos y comisivos16, las máximas de aprobación y modestia se aplican a los actos expresivos17 y asertivos, y las máximas de unanimidad y de simpatía se aplican a los actos asertivos. Leech ilustra dos de estas correlaciones señalando que la máxima de aprobación se manifiesta típicamente en la realización del acto expresivo de felicitar y la máxima de modestia en el acto de pedir perdón. Todavía no se han hecho investifaciones empíricas suficientes para verificar la potencia teórica de las máximas de cortesía. Lo mismo ocurre con las escalas de 15
En su discutida obra Relevance. Cognition and communication (1986), Sperber y Wilson propugnan la idea de que toda interacción verbal queda regida por un solo principio racional, el principio de relevancia. Lógicamente, esta concepción excluye cualquier interés por el estudio de las relaciones sociales entre los interlocutores y, en consecuencia, por el estudio de la cortesía como objeto de análisis pragmalingüístico. Para una extensa crítica de la teoría reduccionista de Sperber y Wilson, véase Mey y Talbot (1988). 16 El acto prototípico de los comisivos es la promesa. 17 La clase de los actos expresivos incluye actos como agradecer, felicitar y dar la bienvenida.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ minimización y de maximalización asignadas a cada una de las mimas. De ahí que algunos críticos de la teoría de Leech (Dillon et al., 1983) hayan observado que, sin una justificación empírica rigurosa, la lista de las máximas podría extenderse ad infinitum. En resumen, hemos distinguido dos clases de máximas: las máximas conversacionales de Grice y las máximas de cortesía de Leech. Las primeras están orientadas primariamente hacia la estructura cognitiva de la conversación; éstas, determinan ante todo los aspectos sociales de la interacción verbal. La diferencia se manifiesta claramente en el incumplimiento de las máximas: en el caso de las máximas griceanas, es corriente que el incumplimiento tenga como fin producir efectos de cortesía. El incumplimiento de las máximas de cortesía de Leech, en cambio, da como resultado un comportamiento no cortés o incluso descortés. Sea cual fuere el caso, incumplimiento o cumplimiento, hay que tener en cuenta que la interpretación de cortesía o descortesía es siempre la interpretación del interlocutor; es él quien juzga el efecto perlocutivo del acto de habla independientemente de la intención comunicativa del hablante.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
5 LA CORTESÍA VERBAL: ACCIÓN, TRANSACCIÓN E INTERACCIÓN
En los capítulos anteriores se ha puesto de manifiesto que mostrar cortesía verbal es un tipo de acción. El carácter específico de esta acción consiste en la selección de determinadas estrategias convencionales, lo que implica que la cortesía no representa una acción autónoma, sino que siempre está integrada en la acción verbal total. Por eso, en cuanto acto, la cortesía es un subacto del acto del habla. El carácter transactivo de la cortesía se define según el balance de coste y beneficio. Las transacciones se verifican a base de la inversión de energía verbal por parte del hablante, con el objeto de lograr que el oyente reaccione de acuerdo con la finalidad comunicativa del acto de habla. En el caso del acto exhortativo, son fundamentales tres estrategias transactivas:
I) la justificación de la exhortación; II) la minimalización del coste para el interlocutor; III) la maximalización del beneficio para el interlocutor.
La categoría de interacción, por último, se manifiesta a través de las consideraciones de imagen. Desde esta perspectiva, el hablante desarrolla, guiándose por la índole específica de la situación comunicativa, estrategias que sirven para reforzar la imagen positiva de su interlocutor o para prevenir que la imagen negativa del mismo se vea amenazada. Resumiendo, el carácter inherentemente racional de la cortesía como categoría de acción, transacción e interacción está reflejado ante litteram por la siguiente cita, tomada de un manual de urbanidad escrito hace más de medio siglo:
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En somme, théoriquement, la politesse paraît indifférente à la morale. Elle n’est ni une vertu ni un vice, simplement un procédé (Mirepoix, 1937, 273). [En suma, teóricamente, la cortesía es indiferente a la moral, no es una virtud ni un vicio. Son simplemente, modales…]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
6 EL ANÁLISIS TIPOLÓGICO
En los capítulos anteriores hemos elaborado la tesis de que la cortesía representa una forma de comportamiento humano regido por determinados principios de racionalidad. Como hemos visto, estos principios regulan actividades interaccionales para conseguir que se produzcan estados de cosas deseados. Las correspondientes acciones teleológicas se manifiestan tanto en la realización de actos comunicativos como en la de actos no comunicativos. En el último caso, el agente cortés efectúa actos puramente instrumentales, como, por ejemplo, dejarle abierta una puesta a alguien, recoger y devolver un objeto que se le ha caído a un transeúnte o ayudar a una persona ciega a cruzar la calle. A esta categoría de cortesía pertenecen también los actos que se efectúan para resolver el problema que surge cuando dos o más personas quieren conseguir objetos físicos entre sí incompatibles: aparcar el coche en el mismo sitio, entrar en una tienda al mismo tiempo, ocupar la única silla libre en una terraza, etc. En todas estas situaciones, constatamos que el interactante cortés, que es el que cede la prioridad al otro o a los otros, se guía básicamente por el principio de racionalidad. Como es sabido, los aspectos normativos de la cortesía instrumental se describen en los manuales de urbanidad. En cuanto al estudio de la cortesía tal como se manifiesta en la interacción comunicativa, es indispensable partir de la distinción entre varios niveles de análisis, que pueden visualizarse mediante el siguiente esquema de estructura arbórea:
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
CORTESÍA
-/comunicativa/
+/comunicativa/
-/lingüística/
-/paralingüística/
+/lingüística/
+/paralingüística/
-/metalingüística/
+/metalingüística/
comunión fática -/micronivel/
etiqueta conversacional
+/macronivel/
DIAGRAMA 1 Como indica el cuadro, se establece una oposición fundamental entre la cortesía lingüística y la no lingüística18. La propiedad esencial de la última consiste en que el aparato articulatorio no interviene en la producción de los signos de cortesía correspondientes. Siguiendo la ramificación del esquema, vemos que la cortesía no lingüística se divide en dos subclases: la paralingüística y la no paralingüística. Ésta se verifica exclusivamente por gestos que sirven para proporcionar los mismos efectos perlocutivos que consiguen los actos puramente lingüísticos. Así, por ejemplo, por medio de una inclinación de cabeza podemos dar a entender que estamos escuchando con atención las palabras de nuestro interlocutor. Un signo verbal equivalente podría ser: Continúe usted o Siga usted hablando. Obsérvese que el lenguaje gestual puede ser también vehículo de expresión de cortesía ritual. Piénsese
18
Para una taxonomía de los signos comunicativos no lingüísticos, véase Maas y Wunderlich (1974, 8586).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ aquí en gestos que representan el saludo militar, un saludo civil a la bandera o una actitud de respeto ante el paso de un cortejo fúnebre19. La cortesía paralingüística se expresa igualmente mediante gestos, pero, a diferencia de los no paralingüísticos, aquéllos aparecen sólo conjuntamente con signos verbales, lo que equivale a decir que desempeñan una función comunicativa concomitante. El saludo es una categoría interesante para este análisis, puesto que puede efectuarse de tres maneras distintas:
I) por medio de una expresión verbal sólo; entonces, se especifica por: +/comunicativo/, +/lingüístico/; II) por medio de un gesto sólo, en cuto caso pertenece a la subcategoría especificada por los rasgos: +/comunicativo/, -/lingüístico/, -/paralingüístico/; III) por medio de una expresión verbal acompañada de un gesto. En este caso, el gesto –esencialmente, un abrazo, un beso o un apretón de manos- tiene una función paralingüística. Esta realización del saludo, por lo tanto, se especifica por los rasgos: +/comunicativo/, +/lingüístico/, +/paralingüístico/20. En lo que se refiere a la distinción entre signos verbales y signos no verbales, hay que mencionar como categoría especial el silencio. El silencio puede desempeñar distintas funciones comunicativas, tanto corteses como descorteses. Como veremos en 6.2., el silencio cortés puede ser la manifestación concreta de la máxima Presta atención a lo que dice tu interlocutor, que guarda una estrecha relación con otra que reza: No interrumpas al que está hablando. Luego el silencio puede tener por objeto evitar un conflicto en el caso de que uno de los interlocutores se abstenga de reaccionar ante un
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Para una detallada descripción de la fisiología de estos gestos, véase Meo Zilio y Mejía (1983, 130). Respecto a la inherente indisolubilidad del comportamiento lingüístico y paralingüístico, es relevante la exposición siguiente: To focus on language alone or on body motion alone is thus to focus on only a part of the system, and until its relationship with the other parts is also understood, our understanding of communication will be limited indeed. It makes no sense to speak of «verbal communication» and «nonverbal communication». There is only communication, a system of behavior patterns by which people are related to one another (Kendom, 1977, 211). [Centrarse solo en el lenguaje o sólo en los movimientos del cuerpo equivale a centrarse sólo en una parte del sistema; mientras no entendamos sus relaciones con las otras partes, nuestra comprensión de la comunicación será limitada. No tiene sentido hablar de «comunicación verbal» y «comunicación no verbal». No hay más que comunicación, o sea, no hay mas que un sistema de patrones de comportamiento por medio de los cuales los que comunican están mutuamente relacionados.] 20
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ acto descortés del otro. Se trata, entonces, de la estrategia evasiva que, siguiendo a Grice, se denomina opting out. Finalmente, el silencio, o, mejor dicho, el dejar de hablar, puede ser interpretado como señal de descortesía. Respecto a esto, Leech (1983, 141) sostiene: …if one has been engaged in conversation by someone else, silence is a sign of opting out of a social engagement to observe the interpersonal rhetorical principles, and is hence in many circumstances a form of impoliteness. […si uno se ha visto implicado en una conversación entablada por otra persona, el silencio es una señal del deseo de anular el compromiso social de observar los principios retóricos interpersonales, y por ello, en muchas circunstancias, una forma de descortesía.]
En 6.3. tendremos ocasión de ver que esta forma de descortesía es característica de la situación en que uno de los interlocutores deja de responder a la primera parte de una pareja adyacente, o sea, para poner un ejemplo concreto, cuando la persona a quien va dirigida una pregunta se calla en lugar de contestar a la pregunta o de explicar por qué no la contesta. Para redondear la exposición sobre la cortesía comunicativa no lingüística, es interesante señalar dos ramas de la psicología aplicada que se ocupan de su estudio en un contexto más amplio: la «cinésica» y la «proxémica». La primera tiene por objeto investigar el aparato gestual del hombre con atención especial a las funciones comunicativas del mismo21. La proxémica se dedica al estudio de la repartición del territorio entre dos o más personas interactantes que se encuentran en el mismo espacio físico. Las normas que determinan esta repartición varían de una cultura a otra. Así, por ejemplo, al sostener una conversación, los ingleses suelen guardar una distancia espacial mayor que los árabes, lo cual conlleva que a un inglés le pueda parecer descortés el comportamiento proxémico de un árabe, dándole la impresión de que éste invade su espacio, tanto físico como mental. A los árabes, mutatis mutandis, les sucede lo mismo: pueden interpretar la distancia proxémica relativamente grande de los ingleses como señal de falta de interés o, peor aún, como señal de descortesía intencionada.
21
La contribución más valiosa al estudio del lenguaje gestual representativo de España e Hispanoamérica es el diccionario de gestos de Meo Zilio y Mejía (1980, 1983).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En términos generales, puede decirse que el hombre muestra tolerancia a violaciones de normas proxémicas. Sobre esto, Vine (1975, 379) observa:
In general it would appear that far from being the is one of the
LEAST
MOST
aggressive species, man
physically aggressive over space, and particularly where
strangers invade personal space. Even when crowded into close physical contact with others, we can tolerate such invasions for short periods, as in elevators or subway trains. [En general, parece que, lejos de ser la especie
MÁS
agresiva, el hombre es una
de las especies físicamente MENOS agresivas al delimitar el espacio; sobre todo para las situaciones en las que personas extrañas invaden el espacio personal. Aun hallándonos en estrecho contacto físico con otros individuos, podemos tolerar estas invasiones por poco tiempo, como en los ascensores o en el metro.]
Volviendo al diagrama arbóreo, seguimos la ramificación de la cortesía lingüística, que se divide en dos subclases: la metalingüística y la no metalingüística. En 6.1. y 6.2. nos ocuparemos de la cortesía metalingüística, que cumple dos finalidades fundamentales: establecer o mantener un contacto social apreciable, por una parte, y observar las reglas de la etiqueta conversacional22, por otra. La primera estrategia se denomina «comunicación fática», expresión acuñada por el antropólogo Malinowski en el primer tercio de este siglo. En análisis de la comunión fática constituye el tema central del párrafo siguiente. A la cortesía no metalingüística, o sea, la propiamente lingüística, dedicaremos atención especial en los capítulos 7, 8 y 9.
6.1. LA COMUNIÓN FÁTICA Los orígenes de la comunicación social hay que buscarlos en la inclinación innata de los seres humanos a reunirse, a estar juntos y a disfrutar de la mutua compañía. En el plano de la interacción verbal, esta inclinación halla su exponente más característico en la comunión fática, cuya función primaria consiste en crear un ambiente de solidaridad 22
Esta expresión se toma de Garvey (1977, 67), que la usa en un sentido específico, aplicándola a la obligación social del hablante de responder adecuadamente a los actos de habla de su interlocutor. En este contexto, el término denota un concepto más amplio, es decir, el comportamiento conversacional en general.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ que permita entablar una conversación placentera para los interlocutores. Para alcanzar esta finalidad, es condición necesaria evitar que se produzca la tención psicosocial inherente a situaciones potencialmente comunicativas en las que deja de desarrollarse un intercambio vernal. Mirando las cosas desde otra perspectiva, podemos afirmar que la comunicación fática es incompatible con la interacción de personas que tienen sentimientos de mutua antipatía. Siendo una categoría normativa, la comunicación fática se manifiesta como la realización lingüística de una máxima que, de acuerdo con la índole del intercambio verbal, se define positivamente en términos de Sigue hablando o negativamente en términos de Evita el silencio. Los temas de la comunicación fática son estereotipos, por lo que el contenido de lo comunicado suele carecer de valor informativo. Ejemplos característicos son: Hace buen día hoy y ¡Cuánta gente por aquí! La comunión enfática orientada hacia el hablante se advierte en frases como: Es un trabajo muy duro éste y Mis piernas no valen para subir estas colinas. La orientación hacia el oyente, finalmente, se manifiesta típicamente por interrogaciones empáticas como: ¿Lleva usted mucho tiempo aquí? y Eso será un trabajo muy duro, ¿no? La tipología descrita se basa en la índole de la relación social de los interlocutores. Como se infiera del término, la categoría neutra puede utilizarse en cualquier situación comunicativa. La orientación hacia uno de los interlocutores, en cambio, refleja diferencias de estatus social. Esto es, en las interacciones de personas que no pertenecen a la misma clase socioeconómica, se respeta, por lo general, la convención de que el hablante superior tome la iniciativa de invadir el espacio mental del inferior, haciéndole preguntar sobre su salud, su familia o su profesión. El hablante inferior, a su vez, no suele pasar los límites de su propio mundo de interés, prefiriendo participar en la conversación mediante frases egocéntricas, orientadas hacia sí mismo. Al establecer un contacto comunicativo, puede darse el caso de que uno de los interlocutores ocupe una posición estática en el espacio donde tiene lugar el encuentro, mientras que el otro invade este espacio moviéndose hacia donde se halla el primero. En tales circunstancias, el que inicia la conversación suele ser el «invasor». Quizá sea lícito ver en esto un paralelismo con la manifestación de cortesía negativa, que, como hemos puesto de relieve en 2.1., sirve para compensar la invasión del hablante en otro espacio, o sea, el territorio intencional del oyente.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Resumiendo la función intrínseca de la comunicación fática, podemos concluir que el tipo de silencio que tratan de evitar o romper las personas interactantes encierra una amenaza potencial para su relación social. (Hayawaka, 1952, 70) formuló este punto de la siguiente manera: …it is possible to state, as a general principle, that the prevention of silence is itself an important function of speech, and that it is completely impossible for us in society to talk only when we «have something to say». […se puede sostener, como principio general, que evitar el silencio es en sí una importante función del lenguaje; y que es absolutamente imposible para nosotros, en sociedad, hablar solamente en los casos en que «tenemos algo que decir».
El principio expuesto por Hayakawa se aplica también a la cultura española, como muestran los siguientes pasajes de La ciudad de los prodigios de Eduardo Mendoza (1988):
-Ven, Delfina, acabó diciendo, vamos a sentarnos un poquito en aquel banco. -Aquí estaremos muy bien –dijo él cuando se hubieron sentado lado a lado en el banco de piedra-; ahora la necesidad de mantener una conversación se hacía imperiosa (342; el subrayado es mío). Ella dijo: Soy María Belltall. -Sé muy bien quién es usted –dijo él-. Hace tanto calor en esta habitación – añadió para combatir el silencio (352; el subrayado es mío)23.
En contra de lo que pudiera sugerir la exposición anterior, la comunicación fática dista de ser un fenómeno de cortesía universal. Varios estudios empíricos han demostrado que está ausente en gran número de culturas. Basta con llamar la atención sobre las siguientes observaciones de Lévi-Strauss (1958, 77-78):
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Considérese también el caricaturesco ejemplo citado por Jakobson (1960, 355): «Well! » the Young man said. «Well!» she said. «Well, here we are», he said. «Here we are», she said, «Aren’t we? » «I should say we were», he said, «Eeyop! Here we are. » «Well! » he said. «Well! » she said. «Well! » he said, «well». [«Bueno», dijo el joven. «Bueno», dijo ella. «Bueno, aquí estamos», dijo él. «Aquí estamos», dijo ella, «¿no?» «Yo diría que estamos», dijo él, «Je, je, aquí estamos». «Bueno», dijo ella. «Bueno», dijo él, «bueno».]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ …notre civilisation traite la langue d’une façon qu’on pourrait qualifier d’immodérée : nous parlons à tout propos, tout prétexte nous est bon pour nous exprimer, interroger, commenter … Cette manière d’abuser du langage n0est pas universelle ; elle n’est même pas fréquente. […nuestra civilización maneja la lengua de una manera que podría calificarse de inmoderada: hablamos a cada paso, cualquier pretexto nos sirve para hacer una observación, una pregunta, un comentario… Este modo de abusar de la lengua no es universal, ni siquiera es frecuente.]
Milroy (1987) pone de relieve que los padres rusos animan a sus hijos para que participen en la conversación con la visita que viene a cenar, mientras que a los niños franceses se les dice que no intervengan. En su estudio sociolingüístico sobre la interacción verbal en los barrios bajos de Belfast, la misma investigadora nos informa de que, entre los irlandeses del Norte, no es raro que amigos o vecinos estén juntos varias horas sin cruzar palabra. En Tannen y Saville-Troike (1985) se mencionan ejemplos de culturas –como la finlandesa y la de los indios atabascos del Canadá- que muestran una tolerancia relativamente grande a intercalar pausas y períodos de silencio en las conversaciones cotidianas. De lo anterior pueden extraerse dos conclusiones:
I) la comunicación fática está repartida de un modo arbitrario entre las culturas del mundo; II) las diferencias correspondientes pueden dar lugar a malentendidos interétnicos.
Por lo que a este problema se refiere, se ha constatado, por ejemplo, que en los colegios norteamericanos a menudos los profesores interpretan el comportamiento marcadamente silencioso de sus alumnos indígenas como actitud de descortesía24.
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La comunicación fática puede incluso experimentarse como un choque entre dos culturas. Valgan como ejemplos las siguientes observaciones autobiográficas de dos extranjeros que trataban de adaptarse a las tradiciones conversacionales de la cultura india: I was certainly learning to handle conversations, now that I had been in New Delhi for nearly two years; meaningless, insincere, but light. You had to keep it frothy, that was all that mattered (Naipaul 1985, 63).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Conviene destacar, para concluir, que el silencio puede desempeñar otra función, totalmente distinta de la que acabamos de examinar. Esto es, el no hablar o dejar de hablar puede ser una señal de cortesía ritual o institucional manifestada por personas de categoría social inferior. Así, por ejemplo, en otros tiempos era corriente que los padres de familias jerárquicamente organizadas obligaran a sus hijos a callar hasta que ellos mismos les dieran permiso para hablar25. Es interesante observar que el tipo de cortesía de que aquí se trata queda reflejada por la evolución semántica del sustantivo «infante», que vio transformado su primitivo significado de «incapaz de hablar», por el que denota la obligación del hijo del rey de guardar silencio en presencia de su padre.
6.2. LA ETIQUETA CONVERSACIONAL Continuando nuestro recorrido por el diagrama arbóreo, llegamos a la segunda categoría de cortesía metalingüística, que corresponde a la etiqueta conversacional. Esta etiqueta se compone de normas cuya aplicación tiene como fin la organización racional del intercambio lingüístico. Las normas que deben respetar los interlocutores pueden definirse con máximas como no hables gritando ni susurrando, no interrumpas al que está hablando y presta atención a lo que dice tu interlocutor. Fraser y Nolen (1981, 96) mencionan las siguientes violaciones de la etiqueta conversacional:
The speaker who insists un speaking unclearly, interrupting, switching languages, or perhaps whistling for his dog while the other is speaking is violating general terms of the conversational contract and is viewed by the hearer as impolite.
[Seguro que estaba aprendiendo a conversar, ahora que llevaba casi dos años en Nueva Delhi; sin valor informativo, insincero y sobre todo ligero. Lo único que importaba era que hablaras sobre cosas insignificantes. The conversation in our hut followed established patterns and rules. It was employed to occupy space and time; the need for communication with nothing new to say. To break out of the convention of acceptable topics or, worse, to question them, was to disturb the known order, to alienate oneself from the group. Conversation was relaxation: it heightened reality and reinforced the status quo. It neither provoked thoughts nor required it (Lloyd, 1984, 219). [Las conversaciones en nuestra cabaña seguían patrones y reglas establecidas. Servían para ocupar tiempo y espacio; se trataba de la necesidad de comunicar sin que nadie tuviera nada nuevo que decir. Rompiendo con la convención de hablar de tópicos aceptable o, peor aún, poniéndolos en tela de juicio, equivalía a romper esquemas conocidos, a distanciarse uno del grupo. Conversar era relajarse: fortalecía la realidad y el status quo. No provocaba pensamientos ni los quería.] 25 Véase Leech (1983, 141).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ [El hablante que persiste en hablar de una manera confusa, en interrumpir a su interlocutor, en cambiar de una lengua a otra, o quizá en silbar a su perro mientras el otro está hablando, viola los términos generales del contrato conversacional, por lo que su interlocutor lo considerará un hablante descortés.]
A propósito de cambio de una lengua a otra, que, según Fraser y Nolen, representa una forma de interacción descortés, hay que tener en cuenta que el llamado codeswitching (cambio de código) constituye una evidente excepción a las violaciones de la etiqueta conversacional. Muchos estudios sociolingüísticos han revelado que, dentro de subculturas bilingües, el cambio de la lengua vernácula a la lengua estándar, y viceversa, no supone infracción alguna a las normas de cortesía, sino que marca la transición de temas personales a otros formales. Como tal, el cambio de código es un fenómeno natural, que se da en las más diversas partes del mundo26. La máxima no interrumpas al que está hablando concierne al sistema de los turnos conversacionales. Halla una resonancia empírica en fórmulas de cortesía como: Perdóneme que le interrumpa, pero…, o sea, fórmulas que indican que el hablante se da cuenta de que amenaza potencialmente el espacio intencional del interlocutor. Las interrupciones, en efecto, son actos amenazadores si impiden que el que está hablando alcance su objetivo comunicativo. Esto se aplica especialmente a interacciones con respecto a las violaciones de la máxima. A propósito de ello, remitimos a una observación de Díaz-Plaja (1976, 88-89):
La frase «el diálogo es un monólogo intercalado» ha nacido, probablemente, en España. Cuando dos individuos empiezan aquí una conversación no intentan intercambiar ideas, sino afirmar las propias todo el tiempo que le permita el otro.
La siguiente cita aclara que la máxima no interrumpas al que está hablando debe considerarse desde dos perspectivas, una cultural y otra individual: …whereas some people feel certain that it is impolite to talk at the same time as someone else, there are many other people –many New Yorkers among them- for whom it is «polite» (that is, socially appropriate) to talk along with others as a way 26
En cuanto al estudio de dialectos españoles, vale la pena remitir a una publicación de Lance (1975) sobre el cambio de código entre el inglés y el mejicano hablando en Estados Unidos.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ of showing enthusiasm, understanding, and rapport. For them, an overlap is not an interruption (Tannen, 1987, 157). […mientras que algunos consideran que es descortés hablar al mismo tiempo que otra persona, hay muchos otros –y entre ellos, muchos neoyorquinos- para quieres es «cortés» (es decir, socialmente apropiado) hablar al mismo tiempo que otros. De esta manera muestran entusiasmo, comprensión y simpatía. Para ellos, la duplicidad no es una interrupción.]
Frente a culturas y subculturas, como la española y la neoyorquina, se han identificado otras en las que los diálogos se componen de monólogos estrictamente separados. Así, por ejemplo, en un estudio etnográfico sobre los kunas, pueblo indígena de Panamá, Sherzer (1983) señala que la interacción verbal de este pueblo se caracteriza por el hecho de que los participantes en una conversación hablan a menudo durante un largo período sin ser interrumpidos. Esto lleva consigo que el interlocutor tenga que armarse de paciencia antes de poder hacer uso del turno siguiente. Sherzer ha descubierto también que las conversaciones kunas tienden a estructurarse de manera que se transforman en diálogos diádicos, aun cuando estén presentes más de dos personas. Obsérvese, por último, que la máxima No interrumpas al que está hablando se cumple también mediante formas de comportamiento no verbal. En el estudio de Adegbija (1989, 75) sobre dos culturas nigerianas se describe un ejemplo ilustrativo. En dichas culturas, la yoruba y la ogori, se respeta la norma de que, cuando una persona investida de poder o autoridad se dirige a otra de categoría social inferior haciéndole una advertencia o reproche, ésta no mira a la cara al hablante superior; la actitud que le corresponde adoptar es tener las manos a la espalda y estar serio. La máxima Presta atención a lo que dice tu interlocutor se aplica a dos categorías de cortesía que pueden denominarse «intra» y «extraconversacional». Los hablantes que dejan de manifestar cortesía extraconversacional son hablantes que no prestan atención física a las palabras de su interlocutor porque están absortos, escuchan la radio, saludan a un transeúnte, etc.; se trata, pues, de reglas interaccionales que no afectan al contenido o la estructura interna de la conversación. En términos generales, puede decirse que la etiqueta extraconversacional está basada en lo que Searle (1969, 57) denomina «condiciones normales de aducto y educto». «Aducto» se refiere aquí a la percepción e interpretación del oyente, «educto» a la producción lingüística del hablante. Para llegar
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ a un intercambio verbal adecuado hace falta que se cumplan tanto las condiciones normales de aducto como las de educto. Así pues, el hablante debe hallarse a una distancia del oyente que le permita percibir lo que dice, los dos deben saber hablar la lengua que utilizan y no deben ser físicamente incapaces de hablar y escuchar. La cortesía intraconversacional estriba en lo que Stati (1982, 193) llama il codice dell’interscambio verbale. Este código especifica las reglas conversacionales que deben observar los interlocutores al responder a sus respectivos actos de habla. Algunos ejemplos concretos son corresponder a un saludo, contestar a una pregunta e indicar la razón o las razones que uno tiene para no acceder a un ruego. En 6.3. volveremos detalladamente sobre estas relaciones diádicas. Nos queda, para concluir este párrafo, señalar que en muchas culturas se aplica o se aplicaba una etiqueta especial relacionada con la organización de conversaciones formales, como las que se mantienen, por ejemplo, en recepciones y banquetes. En esas ocasiones, lo corriente es que los participantes respeten un sistema de turnos preestablecidos. Considérese la siguiente nota autobiográfica de una mujer británica de alta alcurnia que se fue a la India en la época colonial:
I can remember being very nervous of the conversation when I first went out to India. My mother would say, «You must make conversation. You must talk first to the man on your right and then to the man on your left – and you must talk. You must never close a conversation» (Allen, 1976, 114). [Recuerdo que estaba muy nerviosa a propósito de entablar conversación, cuando me fui a la India por primera vez. Mi madre repetía: «Debes entablar conversación. Debes hablar primero al hombre que está a tu derecha y luego al hombre que está a tu izquierda – y debes hablar. Nunca debes cerrar una conversación».]27.
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En el mismo libro de Allen se describe el protocolo que regulaba las recepciones oficiales en la corte del virrey británico en la India: […] if you were greeting a prince of a certain standing you had to go down to the bottom of the steps outside to meet him. With one of less standing you would greet hum at the top steps and one of no standing you would probably greet while you sat in your study […] (1976, 95). [[…] si ibas a saludar a un príncipe de alta categoría, debías salir y bajar por la escalera para recibirle. Si el príncipe era de categoría menor, le saludabas desde lo alto de la escalera, y si era de poca categoría, podías recibirle en tu despacho.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 6.3. LA CORTESÍA Y LOS MACROACTOS DE HABLA
El siguiente nivel de análisis es el de la cortesía propiamente lingüística, es decir, utilizando la terminología de nuestro diagrama, el nivel de la cortesía no metalingüística. Aquí es necesario hacer una distinción primero entre actos de habla globales y locales. Los primeros pueden denominarse «macroactos», éstos «microactos». Como es bien sabido, hay una estricta correlación entre estas categorías en el sentido de que, en un texto bien estructurado, los microactos se integran tanto formal como conceptualmente en los macroactos. Y lo mismo ocurre con la información sociocultural del texto. Esto conlleva que, en lo que concierne a la expresión de cortesía, no deban producirse discrepancias entre la micro y la macroestructura del discurso. En el micronivel del acto de habla, la cortesía se manifiesta a través de una variedad de categorías lingüísticas: selección de pronombres de tratamiento, uso del condicional o imperfecto de cortesía, realización indirecta del acto de habla, etc. En el macronivel del discurso, que es el que enfocaremos ahora, la cortesía queda determinada por factores de coherencia y relevancia interaccional. Estos factores deben analizarse desde dos perspectivas, según la cortesía se produzca en el turno de un solo hablante o en los turnos alternativos de dos interlocutores. En el primer caso se trata de aportaciones monádicas al diálogo, de extensión variable. Los ejemplos más característicos los encontramos en los actos exhortativos. Fijémonos primero en la estructura de la petición siguiente:
28) Ah, veo que te has cortado el pelo. Estás muy guapa así. A propósito, ¿tienes tiempo para cuidar del bebé esta noche?
En este ejemplo salta a la vista que el acto exhortativo central, que se formula mediante una pregunta informativa, precede una secuencia que tiene carácter de comunicación fática, o, mejor dicho, tiene carácter de comunión pseudofática, ya que el hablante finge no aspirar a ningún otro objeto que el de manifestar una forma de comportamiento socialmente apreciado, mientras que, en realidad, intenta reducir los posibles efectos negativos de su acto exhortativo. En resumen, el macroacto (28) encierra dos estrategias de cortesía diferentes: la comunión pseudofática sirve para
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ expresar cortesía positiva, en tanto que el carácter indirecto de la exhortación, manifestado por la interrogación informativa, sirve para expresar cortesía negativa. Un segundo tipo de macroacto exhortativo, que se lleva a cabo con relativa frecuencia, se compone de una petición precedida o seguida de una secuencia de aserciones que tienen por objeto justificar el acto exhortativo central. Procediendo de esta manera, el hablante se comporta como un agente racional, anticipando posibles preguntas sobre su penetración en el territorio intencional del interlocutor. Al mismo tiempo, manifiesta cortesía negativa ofreciendo al oyente la oportunidad de juzgar la razonabilidad de la exhortación. Lógicamente, cuanto mayor sea el grado de imposición, más se le impone al hablante la necesidad de motivar su apelación a la colaboración del oyente. Examinemos un ejemplo concreto tomado de Rintell (1981, 20):
29) Disculpe, señor, mi sobrino no puede ver bien el juego, y yo le agradecería si Vd. Fuera tan amable de cambiar su sitio con él. Porque como Vd. Sabe, la localidad es muy cara, y el niño se va perder el juego si no puede ver.
Este macroacto consta de tres componentes claramente distinguibles: una presecuencia, que encierra la motivación, «mi sobrino no puede ver bien el juego», el núcleo exhortativo: «yo le agradecería que Vd. fuera tan amable de cambiar su sitio con él», y una post-secuencia, que añade dos motivaciones más: «la localidad es muy cara y el niño se va a perder el juego si no puede ver». Nótese que la última motivación no es más que una repetición de la expresada en la presecuencia. La referencia al precio de la entrada, finalmente, es una motivación de segundo orden, que no guarda relación indirecta con el núcleo exhortativo. En (29) las motivaciones están orientadas hacia el hablante. Paralela a esta categoría, existe otra que consiste en motivaciones orientadas hacia el oyente. Para ver la diferencia, fijémonos en el ejemplo (30):
30) (Madre a su hijo:) Oye, Pepito, se me ha olvidado recoger la tarta que tenía pedida para la visita de esta tarde. Si vas a la pastelería ahora mismo, te daré un trozo. Puedes tomar mi bicicleta.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La macroestructura de (30) es idéntica a la de (29); reconocemos la tripartición de presecuencia, núcleo exhortativo y postsecuencia. La presecuencia sirve para justificar la petición del hablante, mientras que la postsecuencia expresa una motivación orientada hacia el oyente, especificando el provecho que éste puede sacar si cumple el deseo del hablante. Además, se le indica que puede ahorrar tiempo y energía aceptando la oferta de la bicicleta. Estas dos formas de cortesía positiva reflejan la operación de la máxima de tacto de Leech mencionadas en el capítulo 4. La máxima se compone de dos submáximas complementarias, que rezan:
I) Maximaliza el beneficio para el interlocutor. II) Minimaliza el coste para el interlocutor.
Evidentemente, la hablante de (30) actúa conforma tanto a la primera como a la segunda submáxima, haciendo la oferta del trozo de tarta y de la bicicleta, respectivamente. La última variante del macroacto exhortativo que queda por analizar presenta la petición en forma de un problema. Consideremos el siguiente ejemplo:
31) Necesito un coche urgentemente. ¿Sería posible que me dejaras el tuyo durante un par de horas?
La estrategia desarrollada por el hablante de (31) consiste en hacer una apelación al interlocutor en su calidad de agente racional, capaz de resolver un problema al que el hablante no encuentra solución. La cortesía manifestada de esta manera es de tipo positivo, porque el objeto interaccional que se intenta conseguir es reforzar la imagen positiva que el interlocutor tiene de sí mismo. De los análisis anteriores se deducen dos patrones –uno bipartito, otro tripartitoque parecen ser característicos del macroacto exhortativo en general. La fase inicial, y en el caso de las secuencias tripartitas, también la final, suele tener un marcado carácter periférico; allí es donde el hablante aplica diferentes estrategias de cortesía, tanto positiva como negativa. Así pues, puede recurrir a la comunión pseudofática, justificar su exhortación o apelar a la ayuda del interlocutor para resolver un problema. En la fase nuclear se enfoca el núcleo ilocutivo del macroacto, especificándose el contenido de la
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ exhortación. Obsérvese que, a las fases arriba indicadas, puede añadirse la de la salutación. Como el saludo es un acto cortés desprovisto de valor conceptual, se explica que ocupe la posición más periférica posible, o sea, la posición inicial absoluta del macroacto. Conviene observar, para concluir, que los subactos del macroacto de habla son actos opcionales que sirven de soporte al acto ilocutivo central. Formulado de otro modo, es el contexto situacional el que influye en la decisión del hablante de efectuar un macroacto de habla en lugar de un microacto, o sea, un acto que se realiza mediante una sola locución. Por lo que al factor de opcionalidad se refiere, es interesante detenerse ante una diferencia con macroactos no verbales, que no se dejan reducir a un solo acto nuclear. Compárese, por ejemplo, el hacer un viaje en avión, macroacto determinado por un conjunto de subactos imprescindibles: reservar un billete, ir al aeropuerto, facturar el equipaje, subir al avión, etc. Es evidente que todos estos subactos, por diferentes que sean, integran en su totalidad el macroacto de hacer un viaje en avión. El segundo tipo de macroacto, mencionado al principio de este párrafo, contrasta con el que acabamos de examinar por consistir en, por lo menos, dos turnos alternativos de los interlocutores; se trata, pues, de aportaciones diáticas o poliádicas al diálogo. Dentro del presente contexto, nos centraremos sobre las llamadas parejas adyacentes. Este concepto, que ocupa un papel primordial en el análisis conversacional, tal como lo practican los etnometodólogos28, puede definirse así:
Key to an ethnomethodological approach, for example, is the adjacency pair: is a sequentially constrained pair of turns at talk in which the occurrence of a first-pairpart creates a slot for the occurrence of a second-pair part, such that the nonoccurrence of that second-pair-part is heard as an official absence… Example are question and answer pairs, compliment and response pairs (Schiffrin, 1986, 48-49). [Un ejemplo clave del análisis etnometodológico es la pareja adyacente, o sea, una pareja de turnos de habla definida como una secuencia en la que la ocurrencia de la primera parte de una pareja crea una posición para la segunda parte, de modo que la no ocurrencia de esta segunda parte se interpreta como una ausencia oficial… Son ejemplos de esto las parejas de pregunta y respuesta, de cumplido y reacción ante el cumplido.] 28
El origen del análisis etnometodológico hay que buscarlo en las publicaciones de Garfinkel (1967) y Sacks, Schegloff y Jefferson (1974).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Esta cita pone de manifiesto que la pareja adyacente refleja la estructura canónica del diálogo que se caracteriza por una repartición equilibrada de turnos; es decir, lo normal es que el turno de uno de los interlocutores provoque el siguiente turno del otro. Formalmente, cabe hacer una distinción entre parejas simétricas y asimétricas. En el primer caso, el segundo miembro de la pareja se da como eco del primero, fenómeno típico del intercambio de fórmulas de saludo y despedida. Como sugiere el término en sí, la pareja simétrica se manifiesta a través de turnos no idénticos. Un ejemplo ilustrativo es la secuencia de pregunta y respuesta, en la que la estructura del segundo miembro es necesariamente distinta de la del primero. Si nos fijamos en la realización cortés de la pareja adyacente, constatamos en primer lugar que hay casos en que el primer miembro provoca una reacción estereotipada. Así, es cortés devolver un saludo o agradecer una oferta o invitación. En otros casos, sin embargo, el segundo miembro no se da de una manera preestablecida. Aquí se percibe una diferencia entre respuestas preferidas y respuestas no preferidas. Veamos algunos ejemplos. El acto de dirigir un cumplido al interlocutor puede provocar varias respuestas preferidas. Brown y Levinson (1987, 39) mencionan tres variantes distintas:
I) aceptar el cumplido reduciendo el elogio; II) aceptar el cumplido atribuyendo el elogio a una tercera persona; III) devolver el cumplido.
Cabe deducir que una respuesta no preferida es aceptar el cumplido sin más ni mas, pues este tipo de reacción implica que el que recibe el cumplido sólo concede importancia al refuerzo de su propia imagen positiva. Un caso más complicado es la invitación. Ya hemos visto que la respuesta convencional es agradecer al interlocutor la realización de un acto comisivo. No es raro, sin embargo, que la pareja adyacente correspondiente sufra una expansión, puesto que, si por una parte es cortés invitar a una persona, por otra es también cortés negarse a aceptar la invitación. Lógicamente, si el primer interlocutor insiste en que el segundo acepte, y éste, a su vez, insiste en no aceptar, la secuencia puede desembocar, en teoría, en un proceso de regreso infinito. En un estudio empírico del chino moderno, Gu (1990, 253) llega a la conclusión de que la secuencia de invitar y rechazar suele repetirse tres
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ veces antes de que se acepte la invitación. Mirando las cosas desde una perspectiva universal, podemos formular la hipótesis de que las cultures difieren notablemente con respecto a la realización del macroacto en cuestión. Una comparación global entre las culturas holandesa y española, por ejemplo, muestra que los holandeses hacen uso en general de menos turnos alternativos para llegar a la aceptación de la invitación que los españoles. En lo que respecta a algunos aspectos idiosincrásicos de la interacción española, es de interés remitir a Beinhauer (1985, 142):
Para insistir en una invitación que no ha tenido éxito se recurre a una forma muy característica de la mentalidad española: ¿Me va usted a hacer ese desaire? (o ese desprecio, o ese feo). Y para evitar que así se interpreta la no-aceptación, se suele decir: no me lo tome usted a desaire. El mismo pundonor característico revela la pregunta del que invita: ¿me lo desprecia usted? (es decir, «¿me cree usted indigno de ofrecerle esto?»).
A continuación, centraremos la atención en la pareja adyacente aserción-respuesta a la aserción. Aquí, la reacción preferida consiste en mostrarse de acuerdo con la aserción hecha en la primera parte de la pareja. El segundo locutor puede aumentar el grado de cortesía de la respuesta preferida reforzando el núcleo proposicional de la aserción. Por ejemplo:
32) A: Me ha gustado la última novela de Delibes. B: Sí, es un libro fenomenal.
La respuesta no preferida a la aserción consiste en negar que la proposición expresada corresponda a un estado de cosas real. Como la disensión amenaza la imagen positiva del interlocutor, poniendo en duda sus conocimientos del mundo o la veracidad de lo que asevera, es corriente que se introduzca por medio de una afirmación, que va seguida de una conjunción adversativa que divide el turno en dos partes, una afirmativa y otra negativa. La formulación prototípica es: Sí, pero… Este sí funciona como señal de cortesía positiva, porque sugiere que hay un acuerdo parcial con relación a la opinión expuesta. En realidad, sin embargo, no se trata sino de un pseudoacuerdo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Un caso especial es el del diálogo sobre un tema específico entre un locutor experto en la materia y otro no experto. El tipo de interacción más profundamente investigado es la conversación entre médico y paciente. Se ha comprobado (Atkinson, 1982; Heritage, 1984) que en la mayoría de los casos los médicos escuchan la anamnesia de sus clientes sin intervenir, o si intervienen, es mediante un breve sí o una inclinación de cabeza. Estas llamadas respuestas mínimas caen fuera de la clasificación de los actos de habla corteses y no corteses; sirven únicamente para indicarle al locutor que se está prestando atención a lo que dice, de modo que no significan ni asentimiento ni disentimiento. La última categoría de macroacto diádico relevante para esta investigación es el acto exhortativo. La reacción preferida, que puede o no ir acompañada de un asentimiento verbal, consiste en acceder a la exhortación. En lo que se refiere a la reacción no preferida, o sea, el rechazo de la exhortación, cabe advertir que las estrategias de cortesía muestran diferencias interculturales. Así, por ejemplo, en las culturas asiáticas es descortés formular una reacción abiertamente negativa. Esto lo ilustra la siguiente observación de Lloyd (1984, 87): una británica casada con un hindú, que pasó dos años en el campo de la India:
I later learnt that no-on ever flatly denied a request, however outrageous. [Más tarde me di cuenta de que nadie se negaba nunca rotundamente a cumplir una petición, por muy extravagante que fuera]29.
En las culturas occidentales, la reacción no preferida suele mitigarse mediante una justificación que indica por qué le es imposible al hablante exhortado acceder a la exhortación. Llama la atención que, en general, la respuesta no va introducida por la 29
Este tipo de reacción es similar a la manifestada por personas que fingen estar enteradas de hechos de los que sus interlocutores creen que están enterados. Beinhauer (1985, 134) cita este ejemplo: Julia (hablando de su marido): Calixto Romero; le oiría usted nombrar. Guzmán: Sí, tengo una idea. Y éste es el comentario de Beinhauer: Calixto Romero es un fabricante enriquecido, y, naturalmente, su mujer cree que todo el mundo le tiene que conocer. Guzmán en su vida ha oído hablar de él, pero evita confesarlo a Doña Julia y contesta: Sí, tengo una idea. Obviamente, la mentira piadosa –Beinhauer habla de «mentirijilla»- tiene por objeto no defraudar las expectativas del interlocutor, de modo que sirve de estrategia de cortesía positiva. Refiriéndose a la mentira piadosa en términos generales, Bienhauer observa: Lo desagradable que es para un español tener que dar negativas rotundas está reflejado de un modo característico en la calificación de algo árido como más seco que un no (1985, 134135).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ negación explícita no; es indudable que se trata aquí de una estrategia que tiene por objeto prevenir que se vea amenazada directamente la imagen positiva del interlocutor30. Otra estrategia que sirve para atenuar los efectos negativos del rechazo de la exhortación consiste en acompañar la justificación con una contrapropuesta. En resumen, la distinción entre respuestas preferidas y no preferidas es fundamental para el análisis de la cortesía, como se manifiesta en las parejas adyacentes. La conclusión general es que las respuestas preferidas expresan cortesía por respetar la imagen positiva que la persona a quien van dirigidas tiene de sí misma. En las respuestas no preferidas, el hablante cortés se esfuerza por compensar verbalmente la reacción negativa al acto de habla de su interlocutor. Según el tipo de acto de habla, hemos visto que las estrategias de cortesía tienen como finalidad:
I) reducir el elogio de un cumplido; II) mostrar empatía por el interlocutor al negarse a aceptar una invitación; III) introducir el disentimiento por medio de un pseudoasentimiento; IV) indicar el motivo o los motivos por los que se rechaza una exhortación.
Para concluir, es interesante constatar que, a diferencia de las respuestas preferidas, las no preferidas suelen producirse con un breve aunque perceptible retraso, intercalándose entre la primera y la segunda parte de la pareja una pausa o una interjección monosilábica, como eh….
6.4. LA CORTESÍA Y LOS MICROACTOS DE HABLA
Tomando como marco de referencia la tipología de los actos de habla elaborada por Searle (1976), efectuaremos el análisis del micronivel del acto de habla de acuerdo con la distinción de actos corteses y actos no corteses. El rasgo distintivo de estas categorías 30
Nótese también: Goffman (1976, 284) […] explains the observes fact that, as a rule, one does not, e.g., turn down a request in a non-verbal manner only (by, e.g., merely shaking one’s head), whereas this is perfectly normal and possible when granting a request (by, e.g., nodding); in the first case one is always obliged to add a reason for one’s non-complying (and usually «dispreferred» behavior) (Bubblitz, 1988, 257-258). [Goffman (1976, 284) […] explica que no se suele rechazar, por ejemplo, una petición de un modo no verbal solamente (meneando, por ejemplo, la cabeza), en tanto que esta reacción es perfectamente normal y posible en el caso de que se acepte una petición (asintiendo, por ejemplo, con la cabeza); en el primer caso, se está obligado siempre a motivar el no cumplir la petición, porque esto se suele considerar como una forma de comportamiento «no preferida».]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ concierne a los efectos interaccionales que suministra la realización del acto de habla; si ésta no sirve a la finalidad intrínseca de beneficiar al interlocutor, el acto no es cortés. Ejemplos prototípicos de esta categoría son los actos asertivos y exhortativos. Si, por el contrario, la realización del acto de habla redunda en beneficio del interlocutor, el acto es cortés. Los principales representantes de esta categoría son los actos expresivos y comisivos. En relación con la oposición entre «cortés» y «no cortés», nótese en primer lugar que la cortesía inherente a los actos de habla corteses es de tipo positivo31. En segundo lugar, es importante resaltar que la calificación «no cortés» no debe tomarse en un sentido antónimo respecto a «cortés», sino en un sentido complementario. Esto es, «no cortés» no implica necesariamente descortés. Para puntualizar, la categoría de actos no corteses se divide en dos subcategorías: los actos descorteses y nos actos no descorteses. Los actos no descorteses son neutros en lo que respecta a la expresión intrínseca de cortesía. Los miembros más representativos de esta categoría ya los hemos indicado antes: son los actos asertivos y exhortativos32. Obsérvese, de paso, que la distinción que acabamos de hacer es una distinción entre actos de habla; no se aplica a determinados tipos de oraciones. Remitiendo a la observación de Fraser y Nolen citada en la nota 12, insistimos en que no hay oraciones corteses, ya que la cortesía de cada oración depende del contexto o la situación en que se emita. Formulado de otra manera:
It means, for example, that we shall not be able to predict when an «inherently polite» sentence will be too polite for the context, and so interpreted as ironic or impolite (Butler, 1988, 97).
31
A propósito de esto, considérese también: […] positive politeness is found pre-eminently in the COMMISSIVE and EXPRESSIVE classes (Leech, 1983, 107). [[…] la cortesía positive se halla sobre todo en las clases COMISIVA y EXPRESIVA.] 32 En relación con la distinción entre actos corteses y no corteses, Leech observa: Some illocutions (eg orders) are inherently impolite, and others (eg offers) are inherently polite (1983, 83) [Algunas ilocuciones (p. ej. Los mandatos) son inherentemente descorteses y otras (p. ej. Las ofertas) son inherentemente corteses], y, a propósito de los actos asertivos: Such illocutions tend to be neutral as regards politeness […] (1983, 105). [Tales ilocuciones tienden a ser neutras respecto a la expresión de cortesía.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ [Esto significa, por ejemplo, que no somos capaces de predecir cuando una oración «inherentemente cortés» es demasiado cortés para el contexto, en cuyo caso será interpretada como irónica o descortés.]
A continuación, pasaremos revista a los actos descorteses. Sus representantes más característicos son los actos expresivos que denotan un estado psicológico negativo del hablante respecto al oyente. Ejemplos ilustrativos son actos como insultar, agraviar y expresar desprecio. Formalmente, los actos expresivos negativos se distinguen por el hecho de que no pueden efectuarse mediante locuciones performativas. Así, por ejemplo, para insultar a nuestro interlocutor podemos decir: Eres un sinvergüenza. Ni siquiera al emitir la locución Te desprecio provocamos incondicionalmente que el interlocutor se sienta de verdad despreciado. La conclusión, pues, es que los actos expresivos que proceden de emociones negativas hacia el oyente, deben ser definidos de acuerdo con los efectos perlocutivos que el hablante intenta producir33. Fraser y Nolen interpretan la descortesía como violaciones del llamada contrato conversacional, basado, como hemos visto en el primer capítulo, en los derechos y obligaciones que los interlocutores se conceden mutuamente. Como ejemplos de la violación del contrato conversacional, dichos autores (1981, 96) mencionan los siguientes tipos de interacción: el niño que dirige una orden a su padre, el empleado que critica públicamente la política de la compañía donde trabaja, y el inquisitivo cliente que pregunta al comerciante sobreexcitado si ya ha mejorado su problema de impotencia. Además de la descortesía que se manifiesta como forma de comportamiento individual, cabe señalar un tipo de interacción verbal en el que la descortesía o falta de respeto hacia la persona del interlocutor no tiene carácter incidental, sino estructural. Se trata del interrogatorio policial o judicial al que se ve sometido el acusado de un delito. En un estudio sobre los tribunales estadounidenses, Lakoff (1989) hace notar que el discal tiene derecho a atacar al procesado de una manera incompatible con los principios de cortesía que regulan las conversaciones ordinarias. La descortesía
33
Obsérvese que los insultos pueden desempeñar también un papel irónico o jocoso. El ejemplo más conocido de este tipo de interacción no sincera es el que describe Labov (1972) en su estudio sobre los insultos rituales entre los adolescentes negros de Nueva York. Como las proposiciones expresadas por estos insultos son claramente falsas, de lo que son conscientes todos los participantes, Labov concluye que los intercambios ofensivos rituales funcionan como manifestación simbólica de la solidaridad entre los miembros del grupo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ manifestada en tales situaciones estriba en la presión psicológica que se ejerce sobre el procesado para hacerle perder su equilibrio emocional. No es necesario decir que, con estas breves caracterizaciones de la descortesía verbal, el tema dista mucho de estar agotado. Y así, de acuerdo con el objetivo central de este libro, volveremos a ocuparnos de la descortesía incidentalmente.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
7 ACTOS DE HABLA CORTESES De acuerdo con la taxonomía expuesta en 6.4., dedicaremos este capítulo y el siguiente al análisis de los actos corteses y no corteses, respectivamente. Como ya se indicó, aquella categoría comprendía fundamentalmente los actos expresivos y comisivos, ésta los actos asertivos y exhortativos.
7.1. ACTOS EXPRESIVOS El objeto ilocutivo de los actos de habla expresivos puede definirse como al expresión de un estado psicológico del hablante, causado por un cambio, que atañe al interlocutor o a él personalmente. En la definición original de Searle (1976, 12-13) el contenido proposicional del acto expresivo describe una propiedad atribuida sea al hablante, sea al oyente. No obstante, entre los ejemplos dados por Searle –thank, congratulate, apologize, condole, deplore, welcome («agradecer, felicitar, pedir perdón, dar el pésame, lamentar, dar la bienvenida»)- no figura ningún acto que denote una propiedad atribuible solamente al hablante; todos especifican una reacción del hablante ante una situación en la que el oyente toma una parte activa o pasiva. En cuanto a la enumeración citada, podría decirse que es un fiel reflejo de la distribución de los actos expresivos centrados en el hablante y en el oyente; es decir, cuantitativamente, esta categoría predomina con mucho sobre aquélla, que cuenta relativamente con muy pocos miembros. Algunos ejemplos son: lamentarse34, avergonzarse y arrepentirse. Y aun estos verbos se emplean frecuentemente para
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Considérese: The act of lamenting is like condoling in expressing sorrow; but while condoling is directed at the misfortune of others, lamenting expresses sorrow at one’s own misfortune (Norrick, 1978, 288). [El acto de lamentar es parecido al de dar el pésame al expresar dolor; no obstante, dar el pésame está centrado en la desdicha de otras personas, mientras que lamentar expresa dolor respecto a la desdicha del hablante mismo.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ denotar un estado psicológico del hablante acarreado directamente por su relación con el oyente. Por consiguiente, Verschueren (1981, 141) parece tener razón al observar:
Thus, if my hypothesis is correct, the distinguishing trait of expressives is not the expression of a psychological state as such but the expression of a psychological state important to the hearer. [Entonces, si mi hipótesis es correcta, el rasgo distintivo de los actos expresivos no es la expresión de un estado psicológico como tal, sino la de un estado psicológico importante para el oyente.]
Ejemplos paradigmáticos de actos expresivos centrados en el oyente son: agradecer, felicitar y dar el pésame. Su realización se considera como un gesto de cortesía convencional provocado por situaciones en las que el oyente desempeña un papel activo o pasivo. Así, por ejemplo, si el hablante le felicita por cumplir años, el papel del oyente es necesariamente pasivo. Por otra parte, si el hablante le da las gracias, se presupone que el oyente ha realizado cierta acción en beneficio del hablante, a la cual el acto de agradecer sirve de respuesta cortés. Estas caracterizaciones ponen de manifiesto que los actos de agradecer, felicitar y dar el pésame son actos reactivos ante un cambio en el mundo relacionado con el interlocutor. Una importante implicación de esto es que el hablante que desatienda estos cambios, dejando de dar las gracias al interlocutor, dejando de felicitarlo o dejando de testimoniarle el pésame, será considerado como un hablante socialmente incompetente, o sea, como un interlocutor descortés. En resumen, agradecer, felicitar y dar el pésame son actos corteses, porque sirven para apoyar o reforzar la imagen positiva del interlocutor. Merece la pena añadir que los efectos positivos producidos por estos actos no pueden ser cancelados. Sólo los actos que ocasionan efectos negativos para el interlocutor pueden anularse verbalmente mediante la disculpa, la excusa o el perdón. Partridge (1982, 66) aclara este punto describiendo el caso hipotético en que una persona A cree haber pisado a otra persona B. Entonces A quiere indicar que lamenta lo ocurrido diciendo: Siento haberle pisado. Sin embargo, resulta que está equivocado y B le dice: Pero usted no me ha pisado. En ese caso, a A no le es posible salir del apuro respondiendo: *Entonces no lo siento.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En cuanto a su realización sintáctica, los actos expresivos se efectúan típicamente por medio de locuciones performativas como Te lo agradezco, Le felicito por su restablecimiento y Le doy mi más sincero pésame por la muerte de su madre. Estos ejemplos nos muestran que la causa del estado psicológico en el que se encuentra el hablante se describe opcionalmente a través del contenido de la proposición subordinada. Si deja de describirse, como en el caso de Te lo agradezco, la causa se infiere del contexto o la situación comunicativa. De lo anterior puede deducirse que el valor cognitivo de los actos expresivos es reducido; no derivan su función del intercambio de información factual, sino que sirven para resaltar el componente social de la interacción verbal. En el plano lingüístico, esta función queda reflejada por el carácter factivo de los predicados expresivos. Si, por ejemplo, damos las gracias a nuestro interlocutor diciéndole Le doy las gracias por haberme enviado los libros, no afirmamos que éste nos haya enviado los libros, sino que presuponemos que lo ha hecho. De acuerdo con los criterios formales establecidos por Kiparsky y Kiparsky (1971), los verbos factivos se distinguen porque la información presupuesta por el contenido proposicional de la oración incrustada como en el caso de que ésta se emita en forma interrogativa. Examines, para ilustrar este mecanismo formal, el carácter factivo del verbo lamentar tal como aparece en los ejemplos siguientes:
33) Juanita lamenta haber causado el accidente de tráfico. 34) Juanita no lamenta haber causado el accidente de tráfico. 35) ¿Lamenta Juanita haber causado el accidente de tráfico?
La interpretación de estos ejemplos es inequívoca; en cada uno se presupone que Juanita ha causado el accidente referido. Con respecto a la estructura sintáctica, por último, es notable que los verbos expresivos tiendan a seleccionar el infinitivo como complementizador, aun en el caso de que no haya correferencia de sujetos. Esto puede verse en el ya citado ejemplo Le doy las gracias por haberme enviado los libros35. 35
Para el inglés, Searle señala también una estructura complementizadora específica: apologize y congratulate son incompatibles con oraciones subordinadas introducidas por la conjunción that (que). Estos verbos exigen el gerundio como complementizador, como demuestran los ejemplos siguientes: I) I apologize for stepping on your toe. *I apologize that I stepped on your toe.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En los párrafos que siguen someteremos a un análisis más detallado cuatro tipos de actos expresivos que son de uso frecuente: el saludo, el cumplido, el agradecimiento y la disculpa.
7.1.1. El saludo El saludo es un acto expresivo idiosincrásico por varias razones, entre las cuales destacan las siguientes:
I) el saludo se considera como un acto expresivo universal; esto es, no se conocen culturas en las que no esté integrado en el componente verbal de la interacción social; II) su realización formal está basada en fórmulas rutinarias, en su mayor parte fosilizadas; III) el acto de saludar no sirve para transmitir información proposicional36.
Elaborando este último punto, podemos sostener que, a diferencia de los demás actos expresivos y de los actos de habla en general, los saludos no se intercambian para expresar una descripción del mundo extralingüístico. Por este motivo, en la realización del saludo intervienen, más que en la de otros actos de habla, signos paralingüísticos y no lingüísticos37. En el plano del discurso, el saludo forma parte de una pareja adyacente cuyos miembros suelen ser idénticos. Así, por ejemplo, A: Buenos días – B: Hola, ¿qué tal?, la pareja es excepcional en el sentido de que las dos partes que la componen actualizan el mismo acto de habla. Las principales funciones interactivas del saludo pueden especificarse como sigue:
[Siento haberle pisado el dedo.] II) I congratulate you on winning the race. *I congratulate that you won the race. [Te felicito por haber ganado la carrera.] 36 Greet is to be treated as an expressive verb, even though it lacks the typical syntactic indicators of that category (Leech, 1983, 209) [Saludar debe calificarse como verbo expresivo aunque carece de estructura sintáctica típica de esa categoría.] 37 Para la distinción entre signos lingüísticos, paralingüísticos y no lingüísticos, véase lo expuesto en 6.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ I) el saludo sirve para abrir el canal comunicativo; es decir, funciona como señal para llamar la atención del interlocutor, incitándole a participar en un intercambio verbal; II) el saludo puede contribuir a evitar que se produzca una tensión social, provocada cuando dos personas se encuentran en una situación comunicativa potencial sin cruzar palabra; en ese caso, el saludo es el acto de habla que se presta, por excelencia, a introducir la comunicación fática; III) de acuerdo con la fórmula seleccionada, el saludo sirve para establecer o confirmar una determinada relación interaccional, tal como se define por factores como posición social, grado de intimidad y afecto.
El análisis semántico de las fórmulas de saludo, que constituyen una clase típicamente cerrada, lo efectuaremos según los siguientes criterios:
(I) significado léxico; (II) dimensión temporal; (III) distancia social.
Significado léxico: la extensión de las fórmulas de saludo varía normalmente de una sola palabra, como, por ejemplo, hola, adiós, a dos o tres, como ¿qué tal?, ¿cómo te va? La diferencia semántica es obvia: la categoría de saludos monoléxicos carece de contenido proposicional; son fórmulas que sólo se pueden utilizar para saludar. La segunda categoría consta de fórmulas que literalmente especifican preguntas sobre la vida personal del interlocutor, particularmente sobre su salud o bienestar. Convencionalmente, estas preguntas se interpretan ante todo en un sentido simbólico; no se suele esperar una respuesta concreta a las mismas, lo cual queda sutilmente ilustrado por el adagio inglés: Don’t tell your friends about your indigestion: «How are you!» is a greeting, not a question [No hables a tus amigos de tu indigestión: «¿Cómo estás?» es un saludo, no una pregunta]. En el plano sintáctico, para concluir, el saludo puede realizarse mediante una fórmula léxicamente vacía, una fórmula de estructura proposicional o mediante una combinación de estos dos tipos. Así, por ejemplo, se representa una variación entre Hola, ¿Qué tal? y Hola, ¿qué tal?
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Dimensión temporal: en español, la dimensión temporal se manifiesta a través del sistema tripartito de los saludos convencionales buenos días, buenas tardes y buenas noches. Conceptualmente, estas fórmulas se reparten de una manera asimétrica, lo cual se debe a la falta de la expresión *buenas mañanas como complemento de la serie de buenas tardes y buenas noches. Esto tiene como consecuencia que buenos días, a pesar de su significado léxico genérico, tenga una intensión predominantemente específica, sirviendo de sustituto de la forma no existente antedicha. Respecto a la actualización de la dimensión temporal, las lenguas no presentan una correlación uno-a-uno. Limitándonos a una comparación contrastiva entre el español y el holandés, llegamos a la conclusión de que en holandés el sistema de las fórmulas de saludo no sólo es simétrico, sino también más extenso que el del español. Es decir, el holandés cuenta con la fórmula goede morgen, que, en español, correspondería a *buenas mañanas. El término equivalente a la interpretación genérica de buenos días es: goede dag. Además, la extensión relativamente mayor del sistema holandés se refleja a través de la distribución tripartida de goede middag, goede avond y goede nacht. El primer término abarca desde mediodía hasta las seis de la tarde, goede avond se emplea a partir de esta hora hasta medianoche; goede nacht es el saludo que se usa antes de acostarse. Distancia social: la distancia social es un factor que opera en dos planos distintos, según sea horizontal o vertical. En el primer caso, se trata del contacto entre personas que no se conocen, en el segundo, la distancia es jerárquica, basada en el poder o autoridad de uno de los interlocutores respecto al otro. En una lengua como el español, que no cuenta con un amplio sistema de expresiones honoríficas, como, por ejemplo, el japonés, el factor de la distancia social repercute, fundamentalmente, en la selección del pronombre de tratamiento cortés. Así, se establece una oposición entre las fórmulas de solidaridad ¿qué tal? y ¿qué hay?, por una parte, y la fórmula de distanciamiento ¿cómo está usted?, por otra. Para concluir, pasaremos revista a algunos temas de interés aislados. Dentro del marco de los universales pragmalingüísticos, cabe señalar el fenómeno de que las fórmulas de saludo que sirven para abrir el contacto verbal difieren en su gran mayoría de las que se emplean para cerrarlo. Hasta pronto, adiós y te veo mañana, por ejemplo, sólo se emplean como fórmulas de despedida y, por este motivo, contrastan con ¿qué tal?, ¿qué hay? y hola, que nunca pueden desempeñar esa función.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Normalmente, la despedida no se hace mediante una fórmula aislada, sino que se inicia por medio de una presecuencia. Ejemplos estereotipados son: Lo siento, pero que hacer y Me gustaría quedarme más tiempo, pero me esperan en casa. La categoría de las fórmulas de despedida contiene también variantes empáticas, que expresan una actitud altruista por parte del hablante: No quiero entretenerle más, Me voy, porque tendrás un millón de cosas que hacer, etc. Evidentemente, la cortesía inherente a estas expresiones es de tipo negativo; el hablante da a entender que se retira del espacio intencional del oyente. En cuanto al origen etimológico de las fórmulas de saludo y despedida, conviene destacar que, en no pocos casos, revelan alusiones a la religión, la cultura o la sociedad. En español, el aspecto religioso predomina en adiós, vaya con Dios y en el arcaísmo si Dios quiere, utilizado como expansión de varias fórmulas de despedida. Un ejemplo característico del alemán aparece en algunos dialectos hablados en el área alpina; así, en dialecto tirolés, el saludo corriente es Grüss Gott («Saluda a Dios»). Desde un punto de vista sociocultural, es interesante llamar la tención sobre un saludo tradicional chino, que actualmente va cayendo en desuso. La traducción sería: ¿Ha cenado usted? o ¿Ha comido usted su arroz? La respuesta convencional a este saludo es: Sí, he sido tan egoísta. El origen de estas fórmulas no es difícil de rastrear; se refieren literalmente al bienestar de la persona saludada, implicando que la carencia de alimento se da con tanta frecuencia que el hambre es un fenómeno estructural. Como las fórmulas de saludo y despedida tienen una estructura fosilizada y son de uso estrictamente convencional, valdría la pena hacer un análisis comparativo con otras fórmulas estereotipadas restringidas a situaciones preestablecidas, como ¡Que aproveche!, ¡Salud! y ¡Jesús! Dentro del contexto de esta investigación, dicho análisis se justificaría por dos razones: las categorías indicadas representan actos de habla expresivos y, al mismo tiempo, sirven para denotar cortesía positiva.
7.1.2. El cumplido El objeto ilocutivo del cumplido se deriva de un objeto social general que consiste en crear o mantener un ambiente de amabilidad. Específicamente, los hablantes que emiten un cumplido tienen como fin expresar solidaridad y aprecio, así como establecer un contexto interaccional que facilite la colaboración entre los interlocutores. El
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ cumplido, por tanto, es una estrategia de cortesía eficaz para introducir un acto de habla que amenaza la imagen negativa del oyente. A propósito de esto, recuérdese el ejemplo:
28) Ah, veo que te has cortado el pelo. Estás muy guapa así. A propósito, ¿tienes tiempo para cuidar del bebé esta noche?
En este macroacto exhortativo, el cumplido sirve para mitigar la amenaza potencialmente encerrada en la petición, que es el acto de habla central del turno38. El efecto perlocutivo que el hablante aspira a producir es crear una situación en la que, por el aprecio expuesto, le sea difícil al oyente negarse a colaborar, o sea, dejar de cumplir la petición. Desde una perspectiva más amplia, podemos afirmar que el cumplido es un poderoso instrumento persuasivo en los tipos de interacción en los que el balance costebeneficio puede ser objeto de negociación. En contextos no exhortativos, el cumplido puede inducir al interactante a quien va dirigido a sentirse obligado a compensar al que lo ha emitido, de acuerdo con el principio normativo de noblesse oblige. Por lo que al intercambio de cumplidos se refiere, podemos sostener que sirve a la finalidad primaria de crear o reforzar solidaridad. Esta función puede ser la única manifestada, puesto que, como ha observado acertadamente Leech (1983, 84), el cumplido puede emitirse en situaciones comunicativas en las que no se requiere la realización de ningún otro acto de habla. La estructura sintáctica del cumplido se caracteriza por dos patrones básicos, que se adaptan, flexiblemente, a un gran número de situaciones comunicativas en las que el hablante desea dirigirse al oyente para emitir un juicio positivo sobre
el mismo.
Fundamentalmente, se trata de esquemas que tienen la forma general de me gusta X y X tiene buen aspecto. Manes y Wolfson (1981, 123) señalan que, sustituyendo X por la frase nominal apropiada, se pueden formular cumplidos sobre objetos tan diversos como un corte de pelo, pan hecho en casa, un vestido, un coche nuevo o un trabajo bien hecho. Respecto al esquema X tiene buen aspecto, compárense los cumplidos del
38
Examinemos también el ejemplo de Brown y Levinson (1978, 108): Goodness, aren’t your roses beautiful! I was just coming by to borrow a cup of flour. [¡Caramba, qué maravillosas están tus rosas! Pasaba por tu casa a ver si me podías dejar una taza de harina.] Es interesante observar que tanto el ejemplo de Brown y Levinson como el del canguro guardan una estrecha relación funcional con la figura retórica de la captatio benevolentiae.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ ejemplo (28) Estás muy guapa así y el de la nota 5: Goodness, aren’t your roses beautiful! Otra estructura sintáctica, que parece ser típica del piropo, es la oración exclamativa marcada por una forma de presente de subjuntivo. La función ilocutiva del cumplido así formulada es optativa, como puede verse por los siguientes ejemplos, tomados de Beinhauer (1985, 152): ¡Viva la gracia!, ¡Viva la sal!, ¡Bendita sea la madre que la parió!, ¡Benditos [sean] los ojos que te ven! Pasando por alto las propiedades sintácticas arriba indicadas, Beinhauer saca una conclusión demasiado pesimista al observar: «Ya se comprende que estos fuegos multicolores del momento difícilmente se dejan aprisionar en el cuadriculado de un esquema científico» (1985, 152). Aparte de los cumplidos que expresan un aprecio directo, se distinguen otros que se realizan de manera indirecta, indicando únicamente el objeto del aprecio sin calificarlo. Se trata aquí de expresiones exclamativas como: ¡Te has comprado un vestido para la fiesta!, ¡Ha hecho usted pintar su casa! y ¿Qué veo? ¡Un coche nuevo! Fórmulas de este tipo son variantes indirectas del esquema me gusta X y como tales se asocian con las realizaciones directas: Me gusta tu vestido – la pintura de su casa – el coche nuevo. Nótese que el carácter indirecto de dichos cumplidos puede explicarse como violación de la máxima de cantidad. Esto es, tomadas en sentido literal, estas expresiones no proporcionan información nueva, sino información de la que el interlocutor ya está enterado. Lo que se transmite, pues, es información relativa a hechos que, siguiendo a Labov, hemos denominado «sucesos AB»39. Fijándonos en la labor interpretativa del oyente, advertimos que éste, al verse enfrentado con aserciones exclamativas cuyo contenido proposicional es literalmente irrelevante, se deja guiar por dos factores para llegar a la correcta interpretación de las mismas: la situación comunicativa, por una parte –conoce al locutor y sabe que éste no tienen ningún motivo para no dirigirle un cumplido- y la entonación exclamativa, por otra –un hablante racional no puede tener ningún interés en comunicar información presupuesta de manera enfática-40.
39
Para una explicación del término, véase cap. 6, nota 6. Proporcionar información presupuesta puede servir también para reprochar o poner en ridículo al interlocutor. Se trata, entonces, de actos exhortativos que no consiguen el efecto deseado, debido a la impericia o falta de atención al oyente. Un ejemplo ilustrativo sería: El ascensor se llama oprimiendo el botón. 40
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Es importante hacer constar que la realización indirecta del cumplido no puede explicarse como intento por parte del hablante de atenuar la fuerza de su acto de habla41. La mitigación no cumple ningún papel en la realización del cumplido, puesto que, en virtud de su objeto ilocutivo, es un acto de habla cuya realización no conlleva consecuencias negativas para el oyente. El mismo efecto perlocutivo es característico de otro acto expresivo, la felicitación. Véase la siguiente exposición:
I can, for example, congratulate you indirectly by saying «That was just great», or «I am very pleased with the results of your efforts», or «I couldn’t have done better myself». Each of these is indirect, but none counts as mitigation, since congratulations involve no unwelcome effects (Fraser, 1980, 346). [Puedo felicitarte indirectamente diciendo, por ejemplo, «Muy bien hecho» o «Me gusta mucho lo que has conseguido» o «Yo mismo no habría podido hacerlo mejor». Cada una de estas locuciones es indirecta, pero ninguna cuenta como mitigadora, puesto que las felicitaciones no acarrean efectos desfavorables.]
Pasando a un análisis comparativo del cumplido y la felicitación, comprobamos en primer lugar que ambos actos de habla tienen en común al expresar cortesía positiva. Luego resulta que su relación es tan estrecha que a veces es difícil trazar una línea divisoria. Norrick (1978, 286) enfoca el problema señalando que, en algunos casos, el mismo acto puede interpretarse indistintamente como cumplido o felicitación. Ejemplos ilustrativos son las locuciones indirectas analizadas por Fraser en la última cita mencionada. En otras situaciones, sin embargo sólo se puede efectuar uno de los dos actos de habla, excluyéndose la realización del otro. Considerando algunos casos concretos, Norrick indica que no podemos felicitar a un tenista porque haya mejorado la técnica de sus golpes de revés; sólo le podemos dirigir un cumplido. A una persona que cumple ochenta años, en cambio, no le podemos dirigir un cumplido; conviene felicitarla. Sin aducir argumentos explícitos, Norrick propone atribuir al acto de felicitar la propiedad de clase genérica, reservando para el cumplido el estatus de subclase de la misma. Esta taxonomía se podría defender tomando en consideración que el cumplido se refiere, esencialmente, a situaciones producidas por la intervención activa del interlocutor. La felicitación, por su parte, es una categoría más aplica, ya que abarca 41
Valgan los ejemplos (4) y (19) para ilustrar que la realización indirecta del acto de habla es una estrategia prototípica del hablante exhortativo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ también situaciones que no son producto de una actividad humana, como, por ejemplo, cumplir años. En resumen, podemos sostener que, salvo contados casos, como el piropo, el cumplido supone la participación activa del interlocutor en la situación descrita, mientras que la felicitación se refiere a situaciones en cuya realización el interlocutor ha participado activa o pasivamente. Al pasar al nivel del discurso, donde el cumplido ocupa el papel de miembro inicial de una pareja adyacente, comprobamos que es más fácil dirigirle un cumplido a una persona que responder adecuadamente al mismo. Es decir, la respuesta al cumplido requiere que se atenúe con cierta sutileza el aprecio expresado. He aquí la razón por la que este tipo de acto de habla forma parte de la categoría de actos de habla cuya realización se suele considerar delicada42. A propósito de esto, conviene recordar que en 6.3. hemos indicado que la reacción preferida al cumplido admite tres variantes estereotipadas:
I) aceptar el cumplido reduciendo el elogio; II) aceptar el cumplido atribuyendo el elogio a una tercera persona; III) devolver el cumplido.
Entre las reacciones no preferidas destacan el refuerzo o la afirmación sin restricciones, o sea, actos que revelan falta de competencia social por parte de quien recibe el cumplido. Para terminar, valdría la pena indicar un campo de investigación en el que no podemos entrar en el contexto de este estudio; se trata del análisis etnolingüístico del cumplido como vehículo de expresión convencional de cortesía positiva. Al hacer una comparación especulativa entre las culturas norteamericana y holandesa, por poner un ejemplo contrastivo, podríamos decir que en la primera el afán de estimular la imagen positiva del interlocutor mediante un cumplido se manifiesta de un modo mucho más marcado que en la segunda. No está claro todavía en qué punto de la escala correspondiente habría que colocar la cultura española.
42
Para una calificación de otros miembros de esta categoría, considérese: Most adults, in fact, never learn to condole and some never learn to deny very effectively (Shuy, 1978, 95). [De hecho, la mayoría de los adultos nunca aprende a dar el pésame y algunos nunca aprenden a negar de un modo eficaz.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 7.1.3. El agradecimiento El acto de «agradecer» es un acto expresivo reactivo cuya realización queda determinada por un acto previamente efectuado por el interlocutor. El efecto de este acto, que puede ser verbal o no verbal, redunda en beneficio del hablante que da las gracias. De esta caracterización cabe deducir que «agradecer» es un acto de habla que sirve a la finalidad particular de restablecer el equilibrio de la relación coste-beneficio entre hablante y oyente, lo cual equivale a afirmar que las fórmulas de agradecimiento compensan simbólicamente el coste invertido por el oyente en beneficio del hablante. Todo ello implica que el dejar de restablecer el balance coste-beneficio, no dando las gracias al interlocutor cooperativo, se considera como una forma de comportamiento descortés. En muchas culturas es cortés informar a la persona que agradece, que no hace falta restablecer el balance coste-beneficio. Esto puede ilustrarse por medio de las siguientes fórmulas, usadas por hablantes de holandés, inglés y español, respectivamente: géén dank, niet ni danken; don’t mention it; de nada, no hay de qué, no las merece. Según Coulmas (1981, 81), «agradecer» es un candidato plausible para la categoría de los universales de cortesía:
As regards apologies and thanks, it seems to e a reasonable assumption that they exist as generic speech acts in every speech community. I would even go so far as to venture the hypothesis that every language provides a stock of conventionalized means for fulfilling these functions. En lo que se refiere a la disculpa y al agradecimiento, es razonable supones que existen como actos de habla genéricos en cada comunidad lingüística. Me atrevería incluso a formular la hipótesis de que cada lengua dispone de un conjunto de medios convencionales para desempeñar esas funciones.]
El investigador que intente verificar esta hipótesis, debería tener en cuenta el hecho empírico de que el acto de agradecer muestra rasgos culturales específicos, porque no se produce en todas partes en las mismas situaciones comunicativas. Para ilustrarlo, empecemos con un ejemplo concreto de la cultura norteamericana. En Estados Unidos es costumbre cerrar una conversación telefónica comercial con Thank you for calling (Gracias por haber llamado), fórmula rutinaria emitida por el interlocutor que ha sido
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ llamado. En el plano etnolingüístico, esta estrategia, desconocida o poco corriente en los países europeos, puede ser interpretada como rasgo distintivo de una cultura que concede mucho valor al mostrar cortesía positiva. En España, por poner otro ejemplo, las reglas normativas que determinan la interacción entre camarero y cliente no prescriben que el cliente dé las gracias al camarero al servirle éste la comida o consumición. Del mismo modo, el camarero suele abstenerse de acompañar verbalmente el acto de servir. En un restaurante holandés, sin embargo, la ausencia de respuestas verbales en el tipo de interacción descrito se podría considerar como señal de descortesía intencionada. Otro ejemplo contrastivo hispano-holandés: el revisor de los ferrocarriles holandeses intercambia diariamente mil gracias con los viajeros al recibir y entregar los billetes que debe controlar. Su colega de la RENFE, en cambio, puede ahorrarse esta energía verbal por completo. De estos análisis se extraen dos conclusiones, una específica, otra general. La específica es que la cultura española difiere de la holandesa en que, por regla general, no concede valor particular al emitir fórmulas de agradecimiento como respuestas verbales a actos rutinarios efectuados dentro de un patrón interaccional preestablecido. Podríamos decir, pues, que el español adopta una actitud esencialmente racional ante el acto rutinario, inclinándose a ahorrar energía verbal, en tanto que el holandés tiende a acentuar el aspecto social de la interacción, prefiriendo mostrar cortesía positiva. La conclusión general es que las diferencias descritas pueden dar lugar fácilmente a malentendidos o conflictos de tipo etnolingüístico. Así pues, no es raro que, dentro del contexto de los actos rutinarios, el comportamiento interaccional de los españoles les parezca descortés a los holandeses, mientras que a los españoles la reacción verbal preferida por la cultura holandesa les dé la impresión de ser exagerada o superflua43. Acerca de la problemática de los contrastes etnolingüísticos, Leech (1983, 84) hace este comentario: …I am aware that people typically use «polite» in a relative sense: that is, relative to some norm of behavior which, for a particular setting, they regard as typical. The norm may be that of a particular culture or language community. For 43
Es curioso que en la enseñanza de lenguas extranjeras se preste poca atención, por no decir ninguna, a estas cuestiones de importancia vital. Los cursos de lengua holandés-español, por poner un ejemplo, indican, en general, que Dank je wel equivale a gracias; no obstante, dejan de proporcionar toda la información principal al no explicar en qué circunstancias se dice gracias en un intercambio verbal español.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ example, I have been seriously told that «Poles/Russians/ etc. are never polite», and it is commonly said that «the Chinese and Japanese are very polite in comparison with Europeans», and so on. There stereotypic comments are often based on a partial evidence, and one of the tasks of what I earlier called «sociopragmaties» is to examine the extent to which language communities do differ in their application of the PP ( = Politeness Principle, H.H.). […me doy cuenta de que la gente usa «cortés» fundamentalmente en un sentido relativo: es decir, relativo con respecto a cierta norma de comportamiento, que se considera típica de un contexto particular. La norma puede ser la de una cultura o comunidad lingüística determinada. Me han dicho en serio, por ejemplo, que los «polacos/rusos/ etc., no son nunca corteses» y es una opinión común que «los chinos y japoneses son muy corteses en comparación con los europeos», etc. Estas observaciones estereotipadas están basadas muchas veces en una evidencia parcial, y una de las tareas de lo que he llamado antes «sociopragmática» es investigar hasta qué punto las comunidades lingüísticas difieren en la aplicación del Principio de Cortesía.]
Hemos visto que las circunstancias en las que se expresa gratitud pueden variar de una cultura a otra. A esto conviene añadir ahora que no sólo el contenido léxico de las fórmulas, sino también el componente instrumental del acto puede diferir. Veamos dos casos ilustrativos. En japonés, las fórmulas de agradecimiento expresan lo que en las culturas occidentales corresponde a una disculpa. Así, por ejemplo, un japonés que ha pasado la velada en casa de amigos, invitado a cenar, darás las gracias a sus anfitriones valiéndose de una expresión como: «Os he causado mucha molestia esta noche». Naturalmente, las normas de la cortesía obligan a éstos a insistir en que no ha sido molestia alguna. El segundo ejemplo concierne a la realización no verbal del acto de agradecer. El botswana, lengua indígena de África del Sur, no tiene fórmulas lingüísticas para expresar agradecimiento; los hablantes de esta lengua se valen de un gesto manual, elevando los dedos de la mano de tal modo que las puntas se tocan delante del cuerpo. Finalmente, tenemos que llamar la atención sobre un uso particular del acto de agradecer, o sea, el anticipar las gracias. Desde el punto de vista semántico, el acto de anticipar las gracias se desvía de la norma de que el contenido proposicional sea factivo;
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ es decir, no se refiere a un hecho consumado, sino a un acto que queda por realizar por parte del interlocutor. Por esta razón, podría argumentarse que el objeto ilocutivo no es expresivo, sino exhortativo, visión sintácticamente corroborada por el hecho de que el subjuntivo es el modo del verbo subordinado:
36) Agradeceré que me MANDE los géneros a la mayor brevedad posible.
7.1.4. La disculpa El hablante que se disculpa realiza un acto de habla expresivo cuyo objeto ilocutivo es dar a conocer al interlocutor que sea ha violado cierta norma social y que él, es decir, el hablante, se cree, al menos parcialmente, responsable de haber ocasionado dicha violación. En consecuencia, la disculpa refuerza la imagen positiva del interlocutor, amenazando al mismo tiempo la del hablante. El carácter factivo del contenido proposicional puede o no estar basado en situaciones reales; en el primer caso, el hablante ha realizado un acto que ha provocado un efecto desfavorable para el oyente; en el segundo, el hablante ha dejado de realizar un acto que habría proporcionado un efecto favorable para el oyente. Goffman (1971, 113) señala que la disculpa contiene varios elementos: la expresión de arrepentimiento, dolor o empatía y también la expresión o implicación de que el hablante ha dejado de actuar conforme a las normas sociales vigentes en la comunidad de la que forma parte. Otra característica es la presuposición de que el hablante asume la responsabilidad de evitar la violación de la norma en el futuro. En el plano perlocutivo, la reacción del oyente de que el hablante intenta provocar es el perdón, lo cual queda reflejado claramente por fórmulas de disculpa de uso frecuente como: perdóname, dispense usted y discúlpeme. En virtud de lo anterior, podría sostenerse que el hablante adopta al mismo tiempo dos actitudes contrarias, una retrospectiva, otra prospectiva. La primera consiste en reconocer lo reprochable del comportamiento seguido con el oyente, la segunda está orientada hacia la reintegración del hablante en la comunidad como miembro socialmente aceptado. Dentro del marco del análisis coste-beneficio, cabe afirmar que la disculpa se emite para restablecer el balance desequilibrado de las relaciones interaccionales entre hablante y oyente. Desde esta perspectiva, la disculpa es
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ perfectamente comparable con el agradecimiento: ambos actos son actos expresivos reactivos. Lo mismo que en los actos exhortativos, la mayor o menor inversión de coste verbal por parte del hablante depende de la índole de la situación que provoca la realización de la disculpa o del agradecimiento. A propósito de ello, recuérdese la comparación entre las fórmulas exhortativas convencionales (21) y (22), por una parte, y la fórmula (23), por otra, que hemos calificado por no convencional, o sea, pragmáticamente mal formada por desatender el hablante del equilibrio entre coste y beneficio. En cuanto a la categoría de la disculpa, podemos ilustrar la diferencia en cuestión haciendo uso de los dos ejemplos siguientes: chocar con una persona desconocida en una calle concurrida no acarrea normalmente un daño grave, es una situación que se da con bastante frecuencia, de modo que el transeúnte absorto que provoca el choque puede limitarse a recurrir tan sólo a una fórmula de disculpa convencional, como perdón, no me lo tome a mal, etc. Fórmulas como éstas, sin embargo, no serán suficientes para restablecer el equilibrio si, por ejemplo, el que se excusa ha dañado gravemente un coche prestado. Entonces, aparte de la disculpa, se requieren por lo menos una expresión de sincero arrepentimiento, una explicación de las causas del accidente y garantías para la indemnización. En los dos casos descritos la causa del daño infligido al interlocutor es un suceso imprevisto, pero es fácil imaginarse otras situaciones, como se desprende de la taxonomía establecida por Lange (1984, 89-90). Utilizando terminología latina, Lange distingue cuatro categorías: (I) error, (II) casus, (III) necessitas, (IV) oblivio. Error abarca factores como ignorancia y equivocación. Por casus se entiende la categoría de los incidentes y accidentes, así como casos de fuerza mayor. Parece probable que en las culturas occidentales este factor sea la fuente principal de la disculpa. Necessitas se refiere a las situaciones en las que un deber moral obliga a uno de los interactantes a infligir daño al otro. Y, por último, oblivio es el factor del olvido. Lo que llama la atención es que la taxonomía de Lange no incluye la categoría del insulto. Es una omisión evidente, porque es bien sabido que el insulto es uno de los actos que primero requieren una disculpa por parte del ofensor para que se restablezca el balance interaccional entre hablante y oyente.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En el nivel del discurso, nos encontramos con dos situaciones diferentes: (I) la disculpa es autónoma, es decir, ofrecida por el hablante sin pedirla el interlocutor; (II) la disculpa no es autónoma, en cuyo caso sirve de respuesta a un reproche explícito dirigido al hablante por el interlocutor. Lógicamente, aquí se da una alternativa: el que recibe el reproche puede o no aceptarlo; en el primer caso se disculpa, en el segundo, no. Nótese que, cualquiera que sea la actitud que adopte, el hablante que responde a un reproche tiende a justificar su comportamiento no aceptado; es el reflejo típico del homo loquens que, como hemos visto al considerar el ejemplo (20), muestra una marcada tendencia a racionalizar su comportamiento. Un terreno prácticamente inexplorado es el del análisis etnolingüístico del peso relativo de los cuatro factores distinguidos por Lange. Una de las preguntas fundamentales aquí es si cabe percibir diferencias estructurales entre las culturas europeas y las no europeas, entre las que las asiáticas merecen atención especial. Luego convendría efectuar análisis intraculturales. Un ejemplo característico de este tipo de investigación es el estudio realizado por Holmes (1983) en Nueva Zelanda. Haciendo una comparación entre los dos sexos, Holmes llega a la conclusión de que los hombres se disculpan sobre todo cuando llegan tarde a un compromiso, o sea, en los casos en que violan una norma de índole temporal. Las mujeres, en cambio, tienden a disculparse por violaciones de una norma de índole espacial, es decir, cuando chocan con una persona. En las conversaciones cotidianas es corriente que los usuarios de la lengua no distingan netamente entre formular una disculpa y expresar sentimiento. Volviendo al ejemplo del chocar con una persona en la calle, no suele percibirse ninguna diferencia perlocutiva entre las reacciones Discúlpeme y Lo siento. Sin embargo, hay una diferencia esencia, y es que la disculpa presupone el sentimiento, mientras que la relación inversa no se da. Un conocido ejemplo histórico que revela la relación hiponímica entre las dos categorías es el llamado incidente del U2, que tuvo lugar en los años cincuenta. El presidente Eisenhower se mostró dispuesto a expresar su sentimiento ante el gobierno ruso por haber violado el avión americano el espacio aéreo soviético, pero se negó a disculparse. Se produjo entonces un grave conflicto político entre las dos grandes potencias, puesto que los rusos insistieron en que el gobierno americano ofreciera sus excusas. Por lo que al acto de expresar sentimiento se refiere, es importante resaltar que se efectúa frecuentemente como acto de habla indirecto, con la función específica de
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ producir un efecto perlocutivo atenuador. Los hablantes que aplican esta estrategia, utilizando la fórmula estereotipada Lo siento, intentan reducir los efectos negativos inherentes a la transmisión de mensajes desfavorables para el interlocutor. Obsérvese que, en virtud de su contenido léxico, Lo siento expresa empatía o simpatía por el interlocutor, de modo que funciona perfectamente para conseguir la finalidad comunicativa indicada. Elaborado este análisis, hacemos una estricta separación entre dos funciones del predicado «sentir», según aparezca o no como verbo principal de una locución performativa. Si se emplea en una locución no performativa, como en Carlos siente haber revelado el misterio, «sentir» no proporciona ninguna información sobre la actitud personal del hablante con respecto al oyente. El uso performativo del predicado, en cambio, se interpreta como fórmula convencional para expresar empatía o simpatía. No obstante, al decir Lo siento, el hablante puede tener la intención de comunicar algo más que empatía o simpatía. Lo que ocurre entonces es que, además del significado literal de la expresión, otro no literal va implicado, o sea, una respuesta negativa a un acto de habla previo del interlocutor. Considérese un ejemplo como:
37) A: ¿Podría usted cambiar mil pesetas? B: Lo siento; no tengo moneda suelta.
Este empleo de la expresión performativa debe calificarse de estrategia atenuadora, ya que el hablante pretende proteger la imagen positiva del oyente, previniendo que éste se vea enfrentado con una respuesta literal que contiene información desagradable. Por consiguiente, en (37) Lo siento sustituye a una respuesta negativa directa a la pregunta del hablante A; es decir, representa un acto de habla asertivo indirecto, lo cual es una conclusión interesante, ya que en la bibliografía dedicada al tema la fuerza ilocutiva múltiple de los actos de habla indirectos se asocia casi siempre con la categoría de los exhortativos. A continuación, trataremos de dar respuesta a dos preguntas interdependientes. La primera es: ¿cuáles son los actos de habla que admiten una respuesta negativa mediante Lo siento?, y la segunda: ¿qué es lo que se debe entender por «respuesta negativa» a un acto de habla? La contestación a la primera pregunta es simple: Lo siento es una
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ reacción convencional a actos asertivos y exhortativos, en general, y a peticiones e interrogaciones, en particular. Al contestar a la segunda pregunta, nos centraremos sobre estas dos clases de actos de habla. Ahora bien, por «respuesta negativa» a una petición se entiende el rechazo de la petición, lo cual, lógicamente, implica que la persona a quien va dirigida no es capaz o no está dispuesta a cumplir con el deseo del hablante. Dentro del marco de la teoría de los actos de habla, esto significa que deja de cumplirse una de las condiciones previas inherentes a la realización del acto exhortativo. Lo interesante en el presente contexto es que el rechazo puede ser formulado cortésmente mediante Lo siento. Véase el ejemplo siguiente:
38) A: ¿Puedes llevarme a casa esta noche? B: Lo siento; tengo el coche estropeado.
La parte performativa de la respuesta de B debe considerarse como acto de habla indirecto, puesto que este hablante efectúa dos actos ilocutivos al mismo tiempo: un acto explícito, que expresa el sentimiento, y otro implícito, que sirve para rechazar la petición. Al pasar a la categoría de las interrogaciones44, cabe destacar que representan una subclase particular de la clase de los actos exhortativos; es decir, difieren de actos como pedir, mandar y suplicar, ya que se realizan exclusivamente para influir en el comportamiento verbal del interlocutor. Éste, por consiguiente, puede mostrar dos clases de reacciones negativas al acto interrogativo: por una parte, puede negar el contenido proposicional de la pregunta, lo que equivale a decir que da una respuesta negativa. Por otra, puede indicar que no es capaz de contestar a la pregunta. En tal caso, se da la misma situación que hemos ilustrado con (38): el acto de habla indirecto Lo siento sirve de estrategia de cortesía para prevenir que el oyente se vea enfrentado con una reacción negativa explícita. El siguiente ejemplo, por tanto, es paralelo a (38):
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Para el presente análisis son interesantes sólo las llamadas interrogaciones generales. Para una caracterización de esta categoría, véase: Cuando preguntamos sobre el contenido de la oración, es decir, sobre la verdad o falsedad del juicio, la pregunta es general. Así, por ejemplo, ¿ha llegado tu padre?, ¿conocéis a ese señor tan distinguido? Nuestra pregunta se dirige a saber si es cierta la relación entre sujeto y predicado. La respuesta esperada es sí o no; […] (Gili Gaya, 1985, 47).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 39) A: ¿Sabe usted dónde está la estación de ferrocarril? B: Lo siento, señora; no soy de aquí.
Volviendo a la situación en que el interrogado niega el contenido proposicional de la pregunta, podemos perfilar nuestro análisis fijándonos en la índole de la información comunicada. Es decir, Lo siento se emplea en los casos en los que el hablante presupone que una respuesta negativa a la pregunta encierra información desagradable para el oyente. Los hablantes que no parten de esta presuposición no pueden aplicar la estrategia, como se desprende del contraste entre los ejemplos (40) y (41), uno bien, otro mal formado pragmáticamente:
40) A: ¿La habitación tiene cuarto de baño? B: Lo siento, señor; sólo tiene lavabo. 41) A: ¿En este hotel, se nota mucho el ruido de la autopista? B: *Lo siento, señor; no se nota mucho.
Para redondear el análisis de Lo siento, nos quedan por hacer dos observaciones. En primer lugar, como ya hemos ilustrado con los ejemplos anteriores, el empleo indirecto de la expresión implica una respuesta negativa al acto exhortativo precedente; por eso el hablante que se disculpa se inclina a explicar por qué no puede atender al ruego del interlocutor. Esto queda demostrado claramente por la aportación de los hablantes B en los ejemplos (37)-(40), quienes, para no faltar a las normas de la cortesía positiva, justifican explícitamente la respuesta negativa implicada por Lo siento. La segunda observación es de índole sintáctica. Como sugieren los ejemplos (37)(40), el predicado expresivo suele llevar como argumento un pronombre clítico; es decir, por regla general, el predicado no se especifica por medio de una proposición subordinada que indique el objeto de la disculpa o del sentimiento. Esta falta de especificidad se debe a que dicha información es deducible del contexto, o sea, del contenido proposicional del primer miembro de la pareja adyacente. Sin ser un predicado que, por su significado léxico, pertenezca a la clase de los denotan disculpa o sentimiento, temer(se) se emplea con frecuencia con el mismo fin atenuador que sentir. El análisis correspondiente debe basarse en la distinción de dos usos del predicado. Por una parte, si el hablante no tiene intención de producir un efecto
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ perlocutivo particular en el oyente, la expresión (me) temo sirve para denotar un sentimiento de miedo, cuya causa puede o no estar indicada literalmente; en caso negativo, se infiere del contexto o de la situación comunicativa. Por otra parte, (me) temo puede emplearse por razones puramente estratégicas. Considérese la observación siguiente: In other cases, the expression of the speaker’s attitude toward what he says, is integrated into the utterance itself. Many instances of I think, I’m afraid, and so forth, do not have literal meaning and are incidental to what is said…: Get the cat out of here, or else I’m afraid that Bennie will give us a lot of trouble (Davison, 1975, 157-158). [En otros casos, la expresión de la actitud del hablante con respeto a lo que dice está integrada en la locución misma. Muchos casos de creo, me temo, etc., no tienen sentido literal, sino que dependen de lo que se comunique…: Quita el gato de aquí, que, si no, me temo que Bennie nos va a causar un montón de problemas.]
Es obvio que, en el ejemplo citado, me temo sirve de recurso atenuador para prevenir que se vea amenazada la imagen negativa del interlocutor; la estrategia del hablante consiste en mitigar la justificación de la exhortación. Todo esto nos induce a concluir que (me) temo es una fórmula de cortesía que, lo mismo que lo siento, expresa empatía o simpatía del hablante hacia el oyente. Por este motivo, la expresión puede ser utilizada apropiadamente para introducir información que el hablante presupone desagradable para el oyente. Respecto a la interpretación semántica de (me) temo, parece que Davison no acierta al postular un significado no literal para el empleo atenuador de la fórmula, puesto que no está claro cómo se debería definir tal significado. En realidad, la diferencia entre el uso mitigador y no mitigador no está relacionada con el contenido léxico del predicado, sino con el valor veritativo de la proposición incrustada. Esto es, la interpretación no mitigadora implica que el hablante no es capaz de juzgar la verdad de dicha proposición; la interpretación mitigadora, en cambio, implica que el hablante no sólo es capaz de determinar la verdad de la proposición, sino que la ha determinado ya45. 45
Los siguientes argumentos sintácticos corroboran el análisis propuesto. El uso no mitigador de (me) temo no es compatible con el llamado alzamiento de oración. Así, por ejemplo, a la pregunta ¿Cuál es su diagnosis de la paciente? una respuesta bien formada sería:
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Concluimos este capítulo con un análisis comparativo de los actos de habla expresivos que hemos venido investigando. Siendo el saludo una categoría aparte por adolecer de contenido proposicional variable, nos centraremos en el cumplido el agradecimiento y la disculpa. En los párrafos precedentes, hemos ahondado particularmente en los objetos ilocutivos y los efectos perlocutivos de dichos actos de habla. Ahora queda por enfocar la estructura global de las situaciones comunicativas en las que el hablante dirige un cumplido al interlocutor, le agradece una atención o le pide perdón. Para llevar a cabo el análisis correspondiente nos valdremos de un modelo de tres parámetros ideado por Norrick (1978, 284-287) para valorar la situación que provoca la realización del acto de habla, por una parte, y los papeles que desempeñan el hablante y el oyente en dicho estado de cosas, por otra. La valoración puede ser positiva o negativa, los papeles de los interlocutores pueden ser activos o pasivos. La aplicación de estos criterios produce los siguientes resultados:
CUMPLIDO: Estado de cosas: positivo Hablante:
paciente
Oyente:
(I) agente – ha creado la situación descrita por el contenido proposicional (II) paciente – ocupa un papel pasivo en la situación descrita. Ejemplo: piropos sobre la fisonomía del oyente
AGRADECIMIENTO: Estado de cosas: positivo Hablante:
paciente
Oyente:
agente
a) Temo que no se recupere de la pérdida de su esposo. Mal formada, en cambio, estaría la variante a la que se aplica el alzamiento de oración: b) *No se recupera de la pérdida de su esposo, temo. Por otra parte, al usarse (me) temo como estrategia mitigadora, el alzamiento de oración es perfectamente aceptable: c) Me temo que has llegado tarde. d) Has llegado tarde, me temo. El carácter bien formado de (d) se explica tomando en consideración que el hablante interpreta el complemento has llegado tarde como una proposición que corresponde a una situación real; en eso radica precisamente el contraste con el ejemplo (b), donde la proposición del complemento se refiere a una situación futura, por lo que su valor veritativo no puede determinarse. El segundo argumento sintáctico concierne a la estructura modal del complemento: la interpretación mitigadora requiere el empleo del indicativo, la no mitigadora sólo es compatible con el subjuntivo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ DISCULPA: Estado de cosas: negativo Hablante:
agente
Oyente:
paciente
7.2. ACTOS COMISIVOS
El objeto ilocutivo de los actos de habla comisivos se define como la expresión de la intención del hablante de realizar, en beneficio del oyente, la acción descrita por el contenido proposicional. La promesa y la invitación son los miembros prototípicos de la categoría comisiva. A diferencia de los actos expresivos, la proposición de los comisivos no es factiva, sino que denota una situación futura, o sea, una acción que realizará el hablante o el oyente, según se trate de una promesa o de una invitación, respectivamente. La variedad de manifestaciones lingüísticas del acto comisivo es un fiel reflejo de las distintas condiciones ilocutivas inherentes a su apropiada realización. Empecemos por las condiciones previas, que son de tres tipos: (I) habilidad; (II) aceptabilidad; (III) razonabilidad. La habilidad concierne a la capacidad del hablante de efectuar el acto promedio, que halla su expresión formal en locuciones como Yo podría hacerlo por usted y Puedo ayudarte, si quieres. Searle (1975, 80), de quien están tomados los ejemplos, menciona también interrogaciones del tipo de: ¿Podría serle útil?, ¿Puedo ayudarte? La comparación de estas variantes asertivas e interrogativas del acto comisivo revela una distinción entre dos acepciones del predicado misivo revela una distinción entre dos acepciones del predicado poder: la de habilidad y la de permiso, respectivamente. Por lo que a ésta se refiere, podemos sostener que el objeto explícito de las interrogaciones es pedir permiso, en tanto que el objeto implícito es comprometer al hablante a cumplir lo prometido. La condición previa de aceptabilidad está relacionada con el criterio del beneficio para el oyente, que se especifica como sigue: el oyente debe preferir que el hablante efectúe el acto prometido a que no lo efectúe. La aceptabilidad repercute lingüísticamente en interrogaciones del tipo de: ¿Quiere que se ayude?, ¿Prefieres que vuelva a verte mañana?
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Otra variante es la interrogación no incrustada: ¿Apago la luz?, ¿Cierro la ventana? La estructura de estas preguntas comisivas, basadas en el empleo del presente de indicativo, es característica del español. En otras muchas lenguas, como el alemán, el inglés, el holandés, prevalece el futuro. Beinhauer (1985, 168) sugiere una correlación entre el «presente interrogativo» y el «exhortativo»:
La expresión hace juego con la del mandato en tiempo presente empleado preferentemente para comunicar órdenes a un inferior: Limpias perfectamente los cubiertos y pones la mesa…
La condición de aceptabilidad puede manipularse para producir efector irónicos, como en: ¿Quieres que te dé dos bofetadas? Lógicamente, el efecto irónico se deriva del carácter de la acción sobre la que se centra el acto comisivo: dar dos bofetadas no redunda en beneficio del oyente, sino que, al contrario, le perjudica. La condición previa de razonabilidad concierne a los motivos que tiene el hablante para efectuar el acto comisivo. Su manifestación lingüística adopta distintas formas, como se ve por ejemplos como Sería mejor que lo hiciera yo y Necesitas mi ayuda, Carlota. Obsérvese que los predicados mejor y necesitar no especifican literalmente los motivos del hablante, sino que implican que éste los tiene y puede explicitarlos si el interlocutor se lo pide. Además de las condiciones previas, se distinguen la condición esencial, la condición de sinceridad y la condición del contenido proposicional, que determinan la forma de la locución comisiva de una manera idiosincrásica. La condición esencial estipula qué locuciones cuentan convencionalmente como vehículo de expresión del acto comisivo. Su manifestación canónica es la locución performativa: Te prometo que te devolveré los libros mañana. La variante no performativa de este ejemplo es: Te devolveré los libros mañana. Como indica el término, la condición de sinceridad es primordial e irreductible en el sentido de que el hablante comisivo debe tener realmente intención de llevar a cabo el acto prometido. Son manifestaciones lingüísticas de la condición de sinceridad locuciones como: Quiero ayudarle a usted y Tengo la intención de prestarte el dinero. La condición del contenido proposicional, por último, determina la estructura léxico-sintáctica de la locución comisiva. Como se desprende de los ejemplos
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ anteriores, el criterio fundamental es que la proposición contenga un predicado que denote una acción. Según su objeto ilocutivo, orientado hacia el beneficio del interlocutor, los actos comisivos se califican como actos prototípicos para comunicar cortesía positiva. Sin embargo, en el caso de las invitaciones, el patrón interaccional es bastante complejo debido al hecho paradójico de que el interlocutor que acepta una invitación no sólo se ve beneficiado, sino también amenazado por la misma. La misma está en que, al aceptar la invitación, el invitado corre el riesgo de dar la impresión de pensar solamente en su propio provecho. Por esta razón, se da por hecho que contrae una deuda con quien invita, que le obliga, en principio, a restablecer el equilibrio del balance coste-beneficio correspondiendo a la invitación cuando se dé la oportunidad. Al mismo tiempo, al que acepta la invitación se le impone la obligación social de reducir en lo posible el coste del que le invita. Todo esto conlleva que no sólo sea cortés invitar, sino también rechazar la invitación46. En un detallado estudio sobre las estrategias de cortesía en el chino moderno, Gu (1990, 253) observa que las transacciones chinas de invitar y negarse a aceptarla invitación consisten, por regla general, en una triple secuencia de turnos. El patrón manifiesta la estructura siguiente:
I) A: invita; B: rechaza la invitación justificando su reacción negativa; II) A: repite la invitación rechazando la justificación de B; B: vuelve a rechazar la invitación defendiendo sus argumentos; III) A: insiste en que B acepte minimizando el coste de la invitación; B: acepta condicional o incondicionalmente.
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Véase también: […] it is polite to offer someone something, but it is also often more polite to decline an offer tan to accept it (Leech, 1983, 169). […] es cortés ofrecerle a una persona una cosa, pero a menudo es más cortés rechazar una oferta que aceptarla.] En caso de que la oferta sea inaceptable para el interlocutor, es corriente que justifique el rechazo para evitar que se amenace la imagen positiva del que hace la oferta. Así, por ejemplo, un rechazo cortés de: ¿Quiere usted un trozo de tarta helada? Podría ser gracias, estoy a dieta, pero no simplemente no. Esta respuesta sería deficiente por dos razones: es directa, por lo que no se compensa verbalmente el coste invertido por el que hace la oferta. Además, la simple negación violaría la máxima de cantidad, dejándose de especificar el motivo del rechazo. Así, no se excluiría la interpretación de que la oferta es inoportuna o incluso impertinente.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Ni que decir tiene que valdría la pena efectuar un análisis comparativo de diferentes culturas europeas para averiguar si las normas occidentales se desvían –y en caso afirmativo, en qué medida- de las normas del chino descritas por Gu. El delicado carácter del balance coste-beneficio, que, como acabamos de indicar, caracteriza buena parte de la interacción comisiva, explica el hecho de que se den situaciones en las que el hablante vacila entre hacer o no una invitación. Específicamente, se trata del problema que surge cuando se produce un desajuste entre el esfuerzo que el hablante que invita tiene que invertir en mostrarse cortés y el beneficio concreto que con esto se obtiene. Es interesante constatar que en bastantes casos los hablantes resuelven el dilema haciendo la invitación, aun sabiendo que el beneficio no cubre el coste invertido. Considérese, por ejemplo, una invitación como:
42) ¿Por qué no te quedas a cenar con nosotros?
que se emite a menudo por compromiso. Es notable que este tipo de falsa cortesía se manifieste particularmente en la interacción de personas que tienen una relación social de igualdad y solidaridad. La insinceridad comisiva que estamos examinando ha sido ilustrada por el filósofo Leonard (1959, 184) en forma de parodia:
43) Oh, do come to spend Christmas with us! Bring all six of the children and the darling dog, and plan to stay until after New Year’s. [Por favor, venga a pasar las Navidades con nosotros. No deje de traer a sus seis pequeños y a su querido perro y procure prolongar su visita hasta después de Año Nuevo.]
La ironía del ejemplo (43) estriba en que, en general, un hablante comisivo sincero se esfuerza por poner de manifiesto que su invitación no produce un gran desequilibrio en el balance de coste-beneficio. El hablante de (43), en cambio, se burla de esta máxima ofreciéndole al interlocutor una ristra de atenciones a cuál más exagerada, por lo que éste se ve ante la imposibilidad de aceptar la invitación, si no quiere abusar de la extrema generosidad del que invita. Al enfocar el problema de coste y beneficio, Leech (1983, 134) señala que, en circunstancias normales, los hablantes comisivos tienden a reducir la importancia del
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ papel que desempeñan al hacer la invitación, dejando de referirse a sí mismos como agentes responsables de realizar la oferta. Leech compara las siguientes parejas de ejemplos para ilustrar la estrategia correspondiente:
44a) You could borrow my bicycle, if you like. [Podrías tomar prestada mi bicicleta, si quieres.] 44b) I could borrow you my bicycle, if you like. [Te podría prestar mi bicicleta, si quieres.] 45a) Would you like these pencils sharpened? [¿Quiere usted que se le afilen estos lápices?] 45b) Would you like me to sharpen these pencils? [¿Quiere usted que yo le afile estos lápices?]
Los ejemplos (44a) y 45a) adolecen de una referencia explícita al hablante, por lo que se prestan mejor que sus variantes (44b) y (45b), que sí contienen tal referencia, como vehículos de expresión para facilitar al interlocutor aceptar la invitación. Consideramos ahora:
46) ¿Quieres tomar café? Se está haciendo de noche. Voy a preparar cualquier cosa (Sastre, s. a., 178).
Este ejemplo es representativo de una invitación prototípica por tres razones. Primero, la interrogación, que expresa el núcleo de la invitación, haciendo explícita la condición previa de aceptabilidad, está orientada hacia el oyente; no contiene referencia alguna al hablante. Luego sigue una justificación de la invitación, que sugiere que es atractivo aceptarla desde un punto de vista racional. Finalmente, el hablante indica que no tiene que invertir mucho costo en efectuar la oferta. La última estrategia puede caracterizarse como sigue:
The idea is that it is more polite, in an offer, to make it appear that the offerer makes no sacrifice, so that in turn it can became less impolite for h to accept the offer (Leech, 1983, 134).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ [La idea es que el que hace una oferta se muestra más cortés si da a conocer que la oferta no supone ningún sacrificio, de modo que para el oyente sea menos descortés aceptar la oferta.]
Una alternativa a interrogaciones comisivas tales como (45a) y (46) es expresar la invitación como una disyunción que permita al interlocutor elegir entre dos ofertas por lo menos. El tipo de disyunción de que aquí se trata es peculiar porque manifiesta simultáneamente dos de las máximas de cortesía de Lakoff, tratadas en el capítulo 1: no impongas tu voluntad al interlocutor e indica opciones. Ilustraremos la invitación disyuntiva mediante un diálogo de la obra de Sastre (s.a. 31):
47) IZASKUN: ¿Quieres tomar un café? ¿O piensas dormir? JON: Un poco de café pero también pienso dormir…
Nótese, de paso, que lo que llama la atención en este ejemplo no es tanto la empatía manifestada por la expresión disyuntiva de la invitación, sino más bien la respuesta del invitado, que no muestra ninguna forma de cortesía, al no agradecer la oferta e interpretar al mismo tiempo la disyunción como una coordinación de dos ofertas. Fijémonos, a continuación, en algunas estrategias específicas. Bublitz (1980, 61) y Leech (1983, 109) observan que el imperativo se utiliza a menudo para conseguir efectos de cortesía comisiva. Podemos pensar aquí en locuciones estereotipadas como: Pasa y siéntate. Como el empleo del imperativo se asocia en primer lugar con la realización de actos exhortativos, que son fundamentalmente no corteses, la aplicación de esta estrategia parece paradójica. Pues bien, la explicación hay que buscarla precisamente en el carácter exhortativo del paradigma. Es decir, mediante el imperativo el que invita incita a su interlocutor a que lleve a cabo una acción cuyos efectos, de acuerdo con la condición previa de aceptabilidad, redundarán en su propio beneficio; dicho de otro modo, la fuerza ilocutiva del imperativo comisivo tiene como fin inducirle al oyente a que actúe por su propio bien, creando un estado de cosas que no favorezca hablante, sino a él mismo. La estrategia de la invitación exhortativa se manifiesta de modo prominente en español, cuyos hablante suelen acentuar la cortesía inherente a la misma reduplicando el imperativa cuando otorgan un permiso solicitado por el interlocutor. Por ejemplo:
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 48) A: ¿Puedo fumar? B: Fume, fume usted.
Detengámonos, por último, ante otro tipo de cortesía comisiva característica del español. Se trata de una serie de fórmulas arcaicas que consisten en la oferta simbólica de determinados objetos que están en poder del hablante. Beinhauer (1985, 140-141) menciona los ejemplos siguientes:
49) A: ¡Qué hermosísimas se han puesto estas macetas! B: Están a la disposición de ustedes. A: Muchísimas gracias. 50) A: ¿Usted gusta? B: Gracias, ¡que aproveche! 51) Tengo el gusto de ofrecerle a usted su nuevo domicilio en la calle de Toledo, número 17.
Obsérvese que el carácter simbólico de las ofertas se infiere de la respuesta del interlocutor; en los ejemplos (49) y (50) las agradece sin valerse de las mismas. Castro (1966, 232-233) ha llamado la atención sobre el origen árabe de las citadas fórmulas de cortesía; además, señala los problemas de interpretación que pueden surgir en un contexto etnolingüístico: Multitud de cortesías sólo adquieren sentido cuando las examinamos a esta luz islámica. Al mostrar a una persona amiga un objeto de valor, si aquélla lo elogia, lo correcto es decir: «Está a su disposición». Ha acontecido a veces que un extranjero, ignorante de que esas palabras son un rito verbal, preguntara si de veras le ofrecían el objeto valioso, y eso ha creado más de una situación embarazosa. (…) Es musulmana la costumbre de decir: ésta es su casa, a quien la visita por primera vez. Al marcharse el visitante se le dice: «Ya sabe que ha tomado posesión de su casa». (…) Al ir a comer o beber delante de alguien que, por el motivo o la situación que sea, no va a participar de la comida o de la bebida, lo correcto es decir: «¿Usted
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ gusta?» En pueblos andaluces, a alguien que pasa junto a quienes están comiendo, se le dice: « ¡Venga usted a comer!» Nadie acepta, por supuesto. (…) En las grandes ciudades, o entre quienes han adquirido costumbres extranjeras, tales usos no viven con la misma intensidad que entre aldeanos.
Finalmente, haciendo una comparación entre la cortesía transmitida por los actos de habla expresivos y comisivos, llegamos ala conclusión de que en la realización de los expresivos sólo se aplica una reducida clase de estrategias. Es decir, en muchos casos el hablante expresivo se limita a hacer uso de fórmulas performativas como Lo siento, Te felicito por haber obtenido el título de licenciado y Le agradezco su ayuda financiera. Estas fórmulas admiten pocas variantes; las que se producen sirven, en general, para reforzar la expresión del estado psicológico del hablante, como, por ejemplo, en Te felicito sinceramente (con todo mi corazón) por haber obtenido el título de licenciado. La escasa variación formal que caracteriza a las locuciones expresivas halla su explicación natural en el análisis corte-beneficio. Para puntualizar, el hablante expresivo manifiesta una patente forma de cortesía positiva; el efecto del acto de habla, pues, redunda en beneficio del oyente, lo que hace superfluo el uso de fórmulas de cortesía específicas. Partiendo del equilibrio coste-beneficio, se puede argumentar que no sería racional invertir un esfuerzo especial en un acto cuyo objeto intrínseco es beneficiar al interlocutor. Los actos comisivos ofrecen una imagen menos uniforma, lo cual se debe sobre todo al complejo patrón interactivo de las invitaciones. Concretamente, se trata del dilema del invitado que no sólo se ve beneficiado, sino también amenazado por la invitación; como hemos visto, al que acepta una invitación le corresponde restablecer el equilibrio del hablante coste-beneficio. Para mitigar el dilema, el hablante que invita puede seleccionar entre los miembros de una clase relativamente extensa de estrategias, cada una de las cuales representa el reflejo formal de una o más condiciones previas inherentes a la realización del acto de habla comisivo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la comunicación de cortesía positiva predomina hasta el punto que el acto comisivo no se realiza mediante locuciones implícitas cuto contenido proposicional deje de expresar información literal sobre la obligación que contrae el hablante con el oyente. Para aclarar este punto, es útil hacer una comparación con los actos exhortativos. Podemos, por ejemplo, valernos de una aserción como Hace mucho calor
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ aquí dentro para pedir a nuestro interlocutor que abra la ventana. Es obvio que esta aserción no encierra ninguna información léxica sobre la acción pedida. Ahora bien, esta clase de relación implícita entre los actos ilocutivos primario y secundario es característica de los actos exhortativos; no se da en los comisivos. Con esta constatación, por último, tropezamos con una diferencia intrínseca entre la transmisión de cortesía positiva y negativa: a diferencia de la negativa, la cortesía positiva excluye la realización implícita del acto ilocutivo como vehículo de expresión47.
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Véase también: Die Strategie positive politeness wird immer dann benutzt, wenn (Sprech) Handlungen mit einem vergleichsweise geringen Indirektheitsgrad vollzogen weden, die Strategie off record, wenn die Handlung einen vergleichsweise hohen Indirektheitsgrad aufweist (Schulze, 1985, 100). [La estrategia de cortesía positiva se aplica en los casos en que se dan actos (de habla) que se califican de indirectos sólo en una medida relativamente reducida; la estrategia off record ( = la realización no literal del acto, H.H.), en los casos en los que el acto se califica de indirecto en una medida relativamente alta.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
8 ACTOS DE HABLA NO CORTESES
De acuerdo con el principio expuesto en 6.4., los actos de habla no corteses se definen, de modo negativo, como los actos cuyo objeto ilocutivo no sirve para beneficiar al interlocutor. Como quedó aclarado en el mismo párrafo, la categoría de los actos no corteses se divide, lógicamente, en actos descorteses y actos no descorteses. Los descorteses no pueden ser objeto de investigación en el presente estudio, ya que son incompatibles con la expresión de cortesía. Los no descorteses abarcan las principales clases de actos de habla, o sea, los asertivos y los exhortativos, que son neutros en el sentido de que no sirven para comunicar cortesía intrínseca. Si se realizan cortésmente, la cortesía manifestada es de tipo extrínseco. En los capítulos que siguen someteremos a un análisis específico las diferentes estrategias de cortesía extrínseca aplicadas por hablantes asertivos y exhortativos.
8.1. LA ASERCIÓN El objeto ilocutivo del acto de habla asertivo debe definirse pro la intención del hablante de convencer al oyente de que él, es decir, el hablante, cree sinceramente que la proposición expresada corresponde a un estado de cosas real. No hace falta, como se supone a menudo, que el hablante intente convencer al oyente de la verdad de la proposición. Si es eso lo que procura lograr, realiza una determinada clase de acto asertivo, o sea, un acto argumentativo. Considérese la siguiente exposición:
Thus «I am simply stating that p and not attempting to convince you» is acceptable but «I am arguing that p and not attempting to convince you» sounds inconsistent (Searle, 1969, 66).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ [Así pues, «Asevero simplemente que p (= proposición, H.H.) y no intento convencerte» es aceptable, pero «Argumento que p sin tener la intención de convencerte» suena a inconsistente.]
Ahora bien, ¿cuáles son las principales estrategias de cortesía de las que se vale el hablante asertivo? Como tendremos ocasión de ver, la cortesía asertiva consiste esencialmente en atenuar, de distintas formas, el contenido proposicional o la fuerza ilocutiva de la aserción. Lo que se aplica, pues, es una subestrategia de cortesía, o sea, mitigación. En cuanto al macronivel del discurso, podemos remitir al párrafo 2.2.1., donde pasamos revista a los tres recursos más importantes para minimizar el disentimiento: expresar incertidumbre al formular una opinión divergente, presentar el disentimiento como una conformidad parcial y enfocar el objeto de la disconformidad desde un punto de vista impersonal. Recuérdese que el disentimiento se considera como un tipo de interacción no preferida, ya que amenaza potencialmente la imagen positiva que los interlocutores tienen de sí mismos; por eso es corriente que, al formular un punto de vista divergente, el hablante ponga especial cuidado en atenuarlo. En el análisis del micronivel del acto de habla concentraremos la atención en la realización formal de los recursos de mitigación asertiva, distinguiendo una disimilitud básica entre la modificación semántica y la modificación pragmática de la proposición. Esta categoría se divide en dos subcategorías: locuciones performativas atenuadas y manipulaciones del valor veritativo.
8.1.1. Modificación semántica de la proposición Como sugiere el término, la modificación semántica de la proposición opera en el plano de la estructura informativa de la aserción; se centra en la especificación de un posible contraargumento. Su manifestación lingüística preferente es la oración concesiva, cuya función pragmática puede resumirse así: Die Kozessiv-Relation ist – interaktionsfunktional betrachtet – dafür geegnet, eingesetzt zu warden, um in Argumentationssituationen unnötige Differenzen zu vermeiden und das Widersprechen möglichst moderat erscheinen zu lassen (Klein, 1980, 161).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ [Desde el punto de vista interactivo, la relación concesiva se presta especialmente a evitar, en situaciones argumentativas, discrepancias innecesarias y a aparentar que la contradicción es lo más moderada posible.]
Respecto a esta observación, es importante tener en cuenta la relación dialéctica que cabe percibir entre la información concesiva y la información causal. Ésta sirve por excelencia para motivar una aserción desde la perspectiva del hablante, sin que se considere la del interlocutor. La información concesiva, en cambio, se maneja preferentemente para prevenir posibles discrepancias entre el hablante y el oyente. Hay que destacar que esta función estratégica se deduce del significado léxico del término: indica que el hablante ‘concede’ que es posible lanzar por lo menos un argumento contra lo que afirma. En español, la relación concesiva se expresa fundamentalmente con dos formas sintácticas distintas, según el modo de la oración adverbial está indicativo o subjuntivo. Esta alternativa modal representa un interesante caso de distribución contrastiva, porque la selección del indicativo implica que el hablante tiene la intención de enfocar, explícitamente, un posible contraargumento del interlocutor. Si se utiliza el subjuntivo, el contraargumento no se presenta como información nueva, sino como información presupuesta; es decir, el contenido de la proposición concesiva ya le es conocido al interlocutor y, en no pocos casos, será precisamente éste quien haya sacado a colación el contraargumento en cuestión. Consideremos la siguiente pareja de ejemplos:
52) Aunque juegan bien, no van a ganar. 53) Aunque jueguen bien, no van a ganar.
La oración concesiva del primer ejemplo expresa un posible contraargumento respecto a la aserción formulada por la oración principal. Fundamentalmente, la información concesiva proporciona el efecto de romper un patrón de expectativa, de ahí su relación dialéctica con la información causal, que sirve precisamente para confirmar lo que se espera o lo que se podría esperar. En el caso concreto que estamos examinando, equivale a afirmar que, en circunstancias normales, los deportistas que juegan bien ganan. Es razonable supones, por tanto, que el hablante de (52) enuncia la oración concesiva para contrarrestar una posible reacción negativa del interlocutor
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ contra lo afirmado en la oración principal. En otras palabras procura evitar que se produzca una discrepancia explícita, puesto que deja claro que le parece racional, aunque no convincente, que se contradiga lo que afirma. Comparemos, para aclarar este punto, (52) con su paráfrasis adversativa:
52a) Juegan bien, pero no van a ganar. El término ‘paráfrasis’, por supuesto, hay que tomarlo en un sentido puramente conceptual; en el plano sintáctico, (52) y (52a) presentan una estructura diferente, ya que, a diferencia de (52), (52a) encierra dos aserciones enlazadas por una conjunción coordinante, lo cual, en el plano pragmático, sugiere una interdependencia menos estrecha. Efectivamente, aquí el hablante no intenta anticiparse a una posible contradicción del oyente, sino que se muestra preparado para responder a posibles argumentos contra cada una de las dos aserciones. En el ejemplo (53) el uso del subjuntivo marca el carácter presupuesto de la información que da la oración concesiva. Es decir, se trata de un conocimiento compartido por los que participan en el diálogo; incluso es muy posible que sea el interlocutor quien haya emitido la opinión representada pro la parte concesiva de la oración. Esto revela que el hablante aprovecha la oración concesiva para significar que toma en serio la facultad de raciocinio del oyente; de esta forma empática, por así decirlo, intenta aumentar la fuerza persuasiva de lo que afirma en la oración principal. De lo anterior parece lícito concluir que la estrategia concesiva desempeña una función atenuadora, ya que contribuye a evitar o mitigar posibles discrepancias entre los interlocutores.
8.1.2.1. Locuciones performativas atenuadas La expresión locución performativa atenuada, traducción del inglés «hedged performative», fue acuñada por Fraser (1975) para designar oraciones del tipo: tengo que aconsejarte que no le digas nada sobre lo ocurrido, quiero invitarle a participar en el banquete y puedo darle permiso para pagar el importe en tres plazos. La estructura formal de estas oraciones muestra que tienen un carácter pseudoperformativo debido a la representación deóntica (tengo que), volitiva (quiero) e hipotética (puedo) de los predicados performativos aconsejar, invitar y dar permiso, respectivamente. Estos tipos
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ de modificación performativa son precisamente los que provocan la mitigación del acto de habla correspondiente. Ciñéndonos a la atenuación de locuciones performativas asertivas, analizaremos más detalladamente los ejemplos siguientes:
54) Querría concretar que el deporte tiene importantes valores pedagógicos. 55) Podríamos decir que este punto de vista es bastante conservador. 56) En este caso se podría sugerir que la redefinición de la teoría carece de originalidad.
Es obvio que estas aserciones reflejan aportaciones a diferentes tipos de discusiones. (54), por ejemplo, puede emitirse perfectamente como resumen de un punto de vista sostenido en un debate. (55) ilustra una aserción que puede provocar fácilmente una reacción de disentimiento del interlocutor. (56), finalmente, representa una muestra típica de la argumentación científica. Evidentemente, las afirmaciones hechas en un debate o discusión expresar una opinión personal del hablante o escritor, de modo que, en principio, pueden ser cuestionadas por el interlocutor. De ahí que el hablante no sólo deba ser capaz de motivar lo que sostiene, sino que, por razones tácticas, le convenga a menudo recurrir a estrategias mitigadoras para hacer su punto de vista más aceptable para el interlocutor. La estructura léxico-sintáctica de los ejemplos anteriores puede caracterizarse de la siguiente manera: cada una de los oraciones contiene un verbo ilocutivo atenuado por modificación volitiva o hipotética. El verbo ilocutivo indica qué tipo de acto de habla se realiza, en tanto que la información proposicional la expresa la oración subordinada, que funciona como complemento directo. De este modo, se establece una distancia formal entre la expresión de fuerza ilocutiva atenuada y el contenido proposicional. El espacio sintáctico que se crea, sirve de recurso icónico del que se vale el hablante para no enfrentar al oyente directamente con una proposición de contenido discutible; es decir, esta proposición va incrustada en una expresión metalingüística mitigada. Finalmente, hay que señalar que, además de las locuciones performativas atenuadas, existen otras construcciones metalingüísticas que producen efectos mitigadores. Se trata concretamente de una clase de fórmulas estereotipadas que introducen o califican el acto de habla que el locutor se propone efectuar. Algunos
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ ejemplos característicos son: no quiero interrumpir, pero…, sé que no tienes tiempo, pero…, siento tener que molestarte, pero…. La cortesía de estas expresiones estriba en que el hablante muestra empatía por el interlocutor, anticipando disculpas por su comportamiento verbal. Dicho de otra manera, se toma la molestia de dar a conocer explícitamente que es consciente de que invade el territorio cognitivo o intencional del otro. Esta clase de fórmulas se denomina con un término inglés opting-indevices; en cuanto a su efecto comunicativo, se podría hablar de la metafocalización del acto de habla48. Obviamente, estas estrategias no sirven exclusivamente para introducir una aserción; son aplicables también a otras clases de actos de habla.
8.1.2.2. Manipulaciones del valor veritativo En el plano formal, la categoría de las manipulaciones del valor veritativo se manifiesta en dos niveles diferentes: hay que distinguir entre estrategias léxicas y deícticas.
8.1.2.2.1. Estrategias léxicas El estudio de las estrategias léxicas requiere un análisis del campo semántico de los predicados cognitivos, que se compone de tres clases fundamentales: predicados epistémicos, predicados doxásticos y predicados dubitativos. Estas clases se definen de la manera siguiente: los predicativos epistémicos expresan que el sujeto es consciente o está enterado de que lo descrito por la subordinada corresponde a la realidad factual. El archilexema de esta clase es saber. Los predicados doxásticos expresan que el sujeto tiene buenos motivos para considerar que lo descrito por la subordinada corresponde a la realidad factual. El archilexema de esta clase es creer. Los predicados dubitativos, por último, expresan que el sujeto tiene buenos motivos para considerar que lo descrito por la subordinada no corresponde a la realidad factual. El archilexema de esta clase es dudar. Dentro del conjunto de estas clases léxicas, las que se usan especialmente con fines estratégicos son la de los predicados epistémicos y la de los doxásticos.
48
Al referirse al contenido informativo de las expresiones metafocalizadoras, Lauerbach (1989, 48-49) las califica de doublé-bind scheme, ya que los dos componentes de la oración adversativa muestran una relación contradictoria, afirmando el segundo lo que niega el primero.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Los predicados epistémicos pueden ser manipulados por hablantes que, sin disponer de información fidedigna, fingen responder de la verdad de lo que dicen. Estos hablantes violan la segunda máxima de calidad de Grice, que dice: «Do not say that for which you lack adequate evidence» (1975, 46). (‘No digas aquello para lo que carezcas de pruebas adecuadas’). Concretamente, la manipulación se da al usar de expresiones como sé a ciencia cierta que…, estoy seguro de que…, no cabe duda de que…, en casos en los que sólo sería legítimo introducir la subordinada con creo que…, pienso que…, me parece que…, etc49. Es axiomático que las estrategias epistémicas mencionadas son recursos retóricos que no tienen por objeto atenuar la fuerza ilocutiva de la aserción, sino que, al contrario, la enfatizan, por lo que caen fuera del ámbito del presente estudio. Ahora bien, entre los predicados cognitivos los doxásticos son los que se emplean de un modo paradigmático para producir efectos atenuadores. Fijémonos, una vez más, en su caracterización semántica a través de una definición de Givón (1982, 24): …propositions that are asserted with relative confidence, are open to challenge by the hearer and thus require or admit evidentiary justification. […(sc. se trata de) proposiciones aseveradas con bastante confianza en su valor veritativo; pueden ser rechazadas por el oyente y, por este motive, requieren o admiten una justificación empírica.]
Parafraseando a Givón, podemos sostener que los hablantes que afirman hallarse en un estado doxástico dejan ver que no están seguros de que el contenido de su creencia corresponda a la realidad factual. Ésta es la razón por la que las expresiones doxásticas pueden emitirse para producir efectos mitigadores. Así, por ejemplo, es corriente que los hablantes que se hallan en un estado epistémico, convencidos de la verdad de la proposición expresada, atenúen la fuerza de su aserción incrustándola en una cláusula 49
Obsérvese también: People very often claim to know when they do not, although they are not ignorant of the meaning of know or of the circumstances in which they use the word. By using the word, even though illegitimately, one can encourage important actions, gain respect and admiration, cause attitudes one regards as desirable and even acquire the compliance one needs to achieve some difficult ends (Lehrer, 1974, 136). [La gente pretende muchas veces saber una cosa, cuando, en realidad, no está enterada de ella. No obstante, no le es desconocido el significado de saber, y conoce las circunstancias en las que emplea la palabra. Al emplearla, aunque sea de forma incorrecta, uno puede incitar a otras personas a emprender actos de importancia; puede infundir respeto, causar admiración, provocar actitudes que uno considera deseables e incluso ganar la confianza necesaria para alcanzar objetivos difíciles.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ del tipo de creo que…, pienso que… y me parece que…. Obviamente, estos hablantes, que adoptan una actitud contraria a la de los que violan la segunda máxima de calidad de Grice, evitan dar la impresión de que imponen su opinión al interlocutor; a éste, por consiguiente, se le ofrece la oportunidad de formular una opinión divergente, sin que ninguna de las partes vea amenazada su imagen positiva. Esto equivale a decir que la estrategia doxástica se aplica sobre todo en los casos en los que el hablante no está seguro de que el oyente haga suyo su punto de vista. Un ejemplo ilustrativo es la situación en que se le dirige una censura o un reproche al interlocutor. Véase la siguiente observación de Moliner: «Se emplea (sc. ‘me parece’) muy frecuentemente para atenuar un juicio, una censura o un reproche: ‘Me parece que no has hecho bien’» (Moliner, 1967, 640). El tipo de mitigación que estamos examinando ha sido analizado también por Hooper (1975, 101), quien habla de weak assertives (‘aserciones débiles’). Considerando la diferencia entre He wants to hire a woman (‘Él quiere contratar a una mujer’) y I think he wants to hire a woman (‘Creo que él quiere contratar a una mujer’), la lingüista americana argumenta: When used in the first persona, simple present time, the semantic content of a weak assertive predicate in its parenthetical sense is reduced to the extent that it makes no assertion in itself, but rather only describes the speaker’s attitude toward the truth of the asserted proposition, which lies in the complement. [Cuando se usa la primera persona del presente, el contenido semántico de un predicado débilmente asertivo queda reducido en el sentido de que no hace una aserción auténtica, sino que describe más bien la actitud del hablante respecto a la verdad de la proposición aseverada, que se expresa en el complemento.]50
La interpretación débilmente asertiva se manifiesta por excelencia cuando el preciado doxástico aparece al final de la oración. El proceso sintáctico correspondiente, 50
La misma estrategia atenuadora se aplica en francés: If, for obvious reasons, a speaker does not wish to go on record as having uttered – and therefore (in good faith) as having been sure of – the truth of such a statement, he/she may hedge or soften it by adding linguistic material of a «metastatement» nature. This implies that the statement is not presented as fact but as the speaker’s (subjective) interpretation of the world: Je pense/crois [… que cette idée est genial (Prince, 1976, 415). [En caso de que el hablante tenga Buenos motivos para no expresar explícitamente la verdad de una aserción de la que ha comprobado que es fidedigna, la puede mitigar o suavizar añadiendo material lingüístico que tenga el carácter de «metaaserción». Esto implica que la aserción no se presenta como un hecho, sino como la interpretación (subjetiva) del hablante acerca del mundo: Creo/pienso […] que esta idea es genial.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ que se indica con los términos complement preposing (anteposición de complemento) o sentence raising (alzamiento de oración) consiste en una regla de movimiento que lleva la cláusula que sirve de complemento al principio de la oración. Los predicados doxásticos que se dan en estructuras de este tipo adoptan el presente, y, como la creencia expresada es la del hablante, están marcados por la desinencia de primera persona del singular. El efecto atenuador producido por la anteposición de complemento es el de un afterthought (pensamiento posterior) o tail (coletilla), como puede verse en:
57) Su hijo no tiene mucho talento para el atletismo, me parece.
Respecto a la estructura sintáctica, conviene observar que la estrategia mitigadora ejemplificada en (57) no depende necesariamente de la anteposición del complemento; la intercalación parentética del predicado doxástico puede servir para la misma finalidad: 57a) Su hijo, me parece, no tiene mucho talento para el atletismo51.
Este análisis nos induce a concluir que las locuciones débilmente asertivas expresan una pseudocreencia formulada por hablantes que desean suavizar sus aserciones para proteger tanto su propia imagen positiva como la del interlocutor. Obsérvese que la mitigación asertiva es un fenómeno tan general del haba cotidiana que los hablantes que quieren evitarla explícitamente tienen a su disposición un modismo particular, a decir verdad, que sugiere, literalmente, que la veracidad no es una cualidad natural de la interacción verbal. Lo mismo se da en otras lenguas, como muestran el equivalente holandés om de waarheid te zeggen y el inglés to tell the truth. Para concluir el análisis de los lexemas doxásticos examinaremos los efectos estratégicos de la transformación llamada ‘desplazamiento de la negación’, que hasta el momento ha sido investigada esencialmente desde un ángulo sintáctico, más que pragmático. Fijémonos primero en el ejemplo siguiente:
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El alzamiento de oración o la parentetización del predicado no se aplica en el caso de que se tematice la creencia del hablante. Esto lo ilustra la pareja adyacente siguiente: 1) A: ¿Le parece que mi hijo tiene mucho talento para el atletismo? 2) B: Me parece que su hijo no tiene mucho talento para el atletismo. Evidentemente, si el hablante B respondiera a la pregunta emitiendo (57), su aportación al diálogo estaría pragmáticamente mal formada.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 58) Creo que ella es la persona más indicada para decírselo.
Partiendo de la estructura afirmativa de (58), comprobamos que lo que cree el hablante de este ejemplo puede negarse de dos maneras distintas, como se ve por la diferencia entre (59) y (60):
59) Creo que ella no es la persona más indicada para decírselo. 60) No creo que ella sea la persona más indicada para decírselo.
En lo que se refiere a la interpretación semántica, es evidente que (59) y (60) no proporcionan información sinónima, puesto que en (59) el hablante afirma tener una creencia positiva en la proposición subordinada, en tanto que en (60) expresa una creencia negativa respecto a esa proposición; esto quiere decir que sólo dice lo que no cree, dejando de explicitar lo que sí cree. Claro está que en esta vaguedad informativa radica precisamente el carácter atenuador de (60). En el plano del análisis interactivo, por lo tanto, percibimos que la mayor parte de los hablantes preferirán la variante (60), si tienen la intención de no imponer su opinión al interlocutor. Nótese, además, que el efecto estratégico producido por el desplazamiento de la negación puede explicarse por el carácter icónico de la estructura sintáctica. La mayor fuerza asertiva de (59) tiene su origen en que la negación está inmediatamente delante del constituyente que determina, o sea, el predicado de la oración subordinada. En (60), en cambio, la negación aparece en la cláusula matriz, por lo que la distancia sintáctica entre negación y proposición subordinada se convierte en signo icónico de la mitigación de fuerza asertiva. A propósito de esta relación entre estructura sintáctica e información icónica, es interesante citar a Lakoff y Johnson (1980, 129):
If the meaning of form A affects the meaning of form B, then the CLOSER form A is on the meaning form B, the STRONGER will be the EFFECT of the meaning A on the meaning of B […]. There is a rule in English, sometimes called negative transportation, which has the effect of placing the negative further away from the predicate it logically negates; for example, Mary doesn’t think he’ll leave until tomorrow. Here n’t logically negates leave rather than think. This sentence has
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ roughly the same meaning as Mary thinks he won’t leave until tomorrow, except that in the first sentence, where the negative is FURTHER AWAY from leave, it has a weaker negative force. In the second sentence, where the negative is CLOSER, the force of the negative is STRONGER. [Si el significado de una forma A afecta al significado de una forma B, cuando MÁS CERCA
esté la forma A de la forma B, MÁS FUERTE será el EFECTO del
significado de A en el significado de B […]. Hay una regla en inglés, llamada a veces traslado de la negación, que tiene el efecto de colocar la negación más lejos del predicado que niega lógicamente; por ejemplo, ‘María no cree que (él) se marche hasta mañana’. Aquí no lógicamente niega se marche antes que cree. Esta oración tiene más o menos el mismo significado que ‘María cree que (él) no se marchará hasta mañana’, excepto que en la primera oración, donde la negación está MÁS LEJOS
de se marche, tiene una fuerza negativa MÁS DÉBIL. En la segunda
oración, donde la negación está MÁS CERCA, la fuerza de la negación es MAYOR.]
En español hay que resaltar que la diferencia pragmática referida por Lakoff y Johnson se refleja formalmente no sólo por distancia sintáctica, sino también por diferencia modal. Para puntualizar, la distinción entre (59) y (60) demuestra claramente que la aparición de la negación en la cláusula matriz requiere el uso del subjuntivo en la de complemente, mientras que la variante fuerte de la aserción requiere el uso del indicativo. La conclusión que sacamos es que el español es una lengua en la que la atenuación asertiva que hemos estudiado se expresa por un doble código formal: distancia sintáctica y selección moral. Para terminar, hay que llamar la atención sobre una clase de expresiones cognitivas que desempeñan una función pragmática equivalente a la de los predicados doxásticos que acabamos de examinar. Se trata de fórmulas estereotipadas como en mi opinión, si no me engaño y puede que me equivoque, pero…, que reflejan en mayor o menor grado la máxima: critícate a ti mismo antes de que pueda hacerlo tu interlocutor. Son estrategias apropiadas para comunicar cortesía positiva; es decir, el hablante que las usa adopta una actitud modesta hacia el oyente, dándole a entender que no se hace incondicionalmente responsable de la verdad de la proposición aseverada. De este modo se ofrece al oyente la oportunidad de dar una opinión divergente sin correr el riesgo de
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ perjudicar su relación social con el hablante. Lo estereotipado de estas fórmulas puede inferirse de su forma notoriamente fosilizada. Así, por ejemplo si no me engaño no admite sustitución por *en el caso de que no me engañe, a pesar de la afinidad semántica de los conectivos hipotéticos en el contexto dado. Un rasgo formal típico, lógicamente explicable, es la referencia obligada al hablante mismo: en MI opinión, si no ME engaño, puede ser que ME equivoque, pero…. Vale la pena señalar que junto a en mi opinión hallamos también en mi modesta opinión. Considerando el sentido intrínseco de modesto, nos inclinaríamos a creer que la expresión se usa como variante mitigadora de en mi opinión. Sin embargo, su empleo evoca convencionalmente una interpretación irónica, de modo que, en vez de producir un efecto mitigador, sirve de recurso reforzador.
8.1.2.2.2. Estrategias deícticas Queda por investigar la segunda categoría de las manipulaciones del valor veritativo de la proposición, que es la que se compone de dos clases de estrategias deícticas. Para valorar su función pragmalingüística es indispensable tomar como punto de arranque el llamado concepto de centro deíctico. Para caracterizarla, véase la cita siguiente: The three types of deixis according to Fillmore […] –person (e.g., you, me), place (e.g., here, there), and time (e.g., now, later) – are all oriented to the speaker’s point of reference, which constitutes the deictic center. In discussing deixis Rauh […] points out that the center of orientation of the utterances, based on the speaker’s point of view, may be shifted in different ways to convey certain meanings (Koike, 1989, 191). [Según Fillmore […], los tres tipos de deixis, -persona (p. ej., tú, yo), lugar (p. ej., aquí, allá) y tiempo (p. ej., ahora, después)- están orientados todos hacia el punto de referencia del hablante, que constituye el centro deíctico. Al analizar el concepto de deixis, Rauh […] pone de relieve que el centro de orientación de las locuciones lingüísticas, basado en el punto de vista del hablante, puede moverse n varias direcciones para comunicar significados diferentes.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Como sugieren los ejemplos entre paréntesis, la categoría de deixis de persona se divide en dos subcategorías fundamentales, la fuente locutiva, o sea, el hablante, por una parte, y el objeto locutivo, o sea, el oyente, por otra. En el párrafo siguiente veremos que las dos categorías pueden ser manipuladas para proporcionar determinados efectos de mitigación. La segunda categoría del centro deíctico relevante para el presente análisis es la de la deixis temporal; a ésta se dedica el párrafo 8.1.2.2.2.2.
8.1.2.2.2.1. La coordenada de persona del centro deíctico Como introducción al concepto de la deixis de persona remitimos el párrafo 2.2.2., donde llamamos la atención sobre dos recursos referenciales para mitigar la fuerza ilocutiva del acto de habla. Específicamente, mediante los ejemplos (14)-(16) y (17)(18) hemos analizado los efectos perlocutivos de la referencia de la primera persona del plural y de la referencia implícita. En lo que sigue, enfocaremos las estrategias referenciales dentro del marco del centro deíctico. Comenzando con la referencia no específica, advertimos que esta categoría se manifiesta de distintas formas en español: además dela pasiva sin agente explícito, ilustrada por (17), pueden utilizarse para fines atenuadores: el pronombre pseudorreflexivo «se», la segunda persona del singular del verbo y la primera persona del plural del verbo. Por su carácter no específico, las tres categorías pueden servir para silenciar la identidad de los participantes en la interacción verbal asertiva. Esta estrategia deíctica puede denominarse apropiadamente desfocalización. En Haverkate (1984, 83-84), la desfocalización se define como una táctica de distanciamiento manejada por el hablante para reducir o minimizar su propio papel o el del oyente en lo descrito. Centrémonos primero en el uso del pronombre pseudorreflexivo, tomando como punto de partida el ejemplo siguiente:
61) Se puede demostrar fácilmente que esta teoría no está bien fundada.
(61) muestra que la construcción pseudorreflexiva es un medio eficaz para desdibujar los límites de la zona deíctica del hablante. Esto quiere decir que, bajo la interpretación que aquí nos interesa, el hablante establece un distanciamiento respecto al
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ contenido de la proposición para evitar dar la impresión de que quiere imponer su opinión al oyente; aprovechando el carácter no específico de se, puede formular un punto de vista divergente sin correr el riesgo de perjudicar su relación con el interlocutor. De ejemplos como los siguientes puede derivarse evidencia empírica de que la construcción pseudorreflexiva encierra una referencia potencial al hablante:
62) Por lo menos en mi caso se deja de pensar así y yo pienso que seguiré haciendo novelas como las que he hecho hasta ahora (Sturniolo, 1982, 63). 63) Nunca se está seguro de nada (Carrasco, 1978, 217).
En el último ejemplo, la concordancia de género del predicado nominal refleja formalmente la participación del hablante (femenino) en lo referido. En (62) alternan dentro del mismo contexto sintáctico dos clases de referencia al hablante: la no específica del pronombre pseudorreflexivo y la específica de los pronombres posesivo y personal, respectivamente. Como hemos visto en el análisis del ejemplo (61), la índole desfocalizadora de la referencia pseudorreflexiva causa una extensión de la zona deíctica del hablante hasta el punto de que los límites de la misma se hacen confusos. De este modo, el empleo del pronombre pseudorreflexivo contribuye a sugerir que lo que se asevera no corresponde a un punto de vista personal del hablante, sino a una verdad generalmente aceptada o reconocida. La generalización, desde luego, tiene como fin aumentar la fuerza persuasiva de la aserción. Además de contextos argumentativos como el ilustrado por (61), hay otros en los que se aplica la desfocalización como estrategia para atenuar la fuerza de actos de habla que amenazan la imagen positiva del oyente. A esta categoría pertenecen en particular los reproches y las censurar. Considérese:
64) En la reunión de ayer se decidió que no te has adaptado bien a nuestro equipo. 65) Por eso se nota que no has considerado una solución verdaderamente eficaz.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La interpretación que nos interesa aquí es que en los dos casos el hablante intenta borrar los perfiles de la zona que ocupa en el centro deíctico para silenciar información referencial específica. La aplicación de esta estrategia se explica porque las aserciones en cuestión amenazan la imagen positiva del interlocutor, por su contenido proposicional desfavorable. Concretamente, (64) expresa una referencia desfocalizadora a un conjunto de personas que incluye al hablante y excluye, lógicamente, al oyente. Esta interpretación nos lleva a concluir que, aunque la aserción carezca de referencia específica al hablante, es muy posible que éste haya tomado parte esencial en la decisión referida. En otras palabras, la construcción pseudorreflexiva es un instrumento referencial que ofrece al hablante la oportunidad de fingir que no es responsable de lo descrito. La misma interpretación vale para (65), con la única diferencia de que el pronombre pseudorreflexivo no desfocaliza más que la identidad del hablante. Veamos otro caso:
65) Se debería prestar atención a advertencias tan serias.
Es evidente que en este ejemplo la elección del pronombre pseudorreflexivo tiene como fin mitigar la fuerza del reproche, contribuyendo a proteger la imagen positiva del oyente. Evitando referirse abiertamente al interlocutor, el hablante de (66) deja de identificarlo como alguien que ha actuado de un modo inapropiado. Una comparación entre (61) y (66) muestra que el proceso de desfocalización opera en dos niveles referenciales, ya que puede acabar tanto en la despersonalización de la identidad del hablante como en la del oyente. Contrastemos, para finalizar, los ejemplos (61) y (66) con sus variantes no desfocalizadas:
61a) (Yo) puedo demostrar fácilmente que esta teoría no está bien fundada. 66a) (Tú) deberías prestar a tención a advertencias tan serias.
Es fácil ver que en estos casos el hablante no intenta atenuar la fuerza del acto de habla; (61a) enfoca explícitamente el papel del hablante en lo descrito, mientras que (66a) enfoca el papel del oyente.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Los resultados de los análisis efectuados ponen de manifiesto que la construcción pseudorreflexiva se presta perfectamente para desdibujar, por motivos de mitigación, los límites de las zonas ocupadas por los interlocutores en el centro deíctico. Su efecto perlocutivo desfocaliza la identidad del hablante u oyente, como se vio en los ejemplos (61)-(65), por una parte, y (66), por otra. A continuación, sigue un análisis del uso desfocalizador de la segunda personal del singular del verbo. Aunque el interlocutor sea la persona formalmente referida, los gramáticos, en general, opinan que el hablante es quien ocupa la posición central en la zona deíctica actualizada. Considérese: «El llamado TÚ impersonal es muchas veces en realidad una variante del YO» (Bobes Naves, 1971, 33). Sin embargo, tendremos ocasión de ver que esta visión es demasiado restringida, puesto que se trata de una estrategia referencial típicamente generalizadora, por lo que, en principio, sirve para desfocalizar la identidad de cualquier persona. Este punto ha sido advertido por Llorente Maldonado de Guevara (1977, 113)52:
Vas a la plaza, estás toda la mañana a la cola, y no logras nada puede escucharse en una conversación, sin que el hablante se refiere a un tú sino a una persona cualquiera y determinadamente ninguna.
Desde un punto de vista psicológico, podríamos afirmar que el carácter desfocalizador de la referencia de la segunda persona del singular del verbo refleja el educto de un proceso de interacción internalizada en la que el homo cogitans se divide en dos interlocutores, un hablante y un oyente, dialogando consigo mismo. En efecto, tropezamos con locuciones concretas que parecen justificar tal hipótesis. Obsérvese, por ejemplo, la aportación del locutor B a la siguiente pareja adyacente de una entrevista periodística, que revela un cambio formal de la primera a la segunda persona del singular dentro de un mismo contexto sintáctico:
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Para el uso desfocalizador del tu francés, véase la siguiente observación: The utterances we are concerned with are generalizations involving and indefinite persona, and they all have the effect of locating this persona in a potentially repeatable activity or context. Anyone’s experience may constitute the basis for generalization, though most often it is the speaker’s (Laberge y Sankoff, 1979, 428). [Las locuciones que estamos considerando son generalizaciones basadas en la referencia a una persona indefinida; todas surten el efecto de asociar a esta persona con una actividad o contexto potencialmente repetible. La experiencia de cualquier persona puede constituir la base para la generalización, aunque en la mayoría de los casos se trata de la experiencia del hablante.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 67) A: ¿Qué piensa usted sobre la instalación de nuevas armas nucleares en Europa? B: Lo que me pregunto es si, como líder político, puedes asumir la responsabilidad de tales proyectos.
Al analizar el componente social del intercambio verbal, hallamos que los hablantes que explotan la potencia desfocalizadora de la segunda persona del singular intentan crear o mantener una relación de solidaridad con sus interlocutores, lo cual, en el plano gramatical, se refleja en la actualización de la forma de tratamiento familiar53. Como ya hemos surgido, el tipo de desfocalización que estamos considerando admite una orientación desde varias perspectivas. Aunque formalmente se enfoca la perspectiva del oyente, el hablante puede expresar una generalización basada en una experiencia individual. Como ilustración, el siguiente ejemplo:
68) Si trabajas hasta muy entrada la noche, no puedes dormir bien.
De acuerdo con la interpretación que interesa aquí, (68) es la observación de un hablante que toma su experiencia personal como punto de referencia implícita para sugerir que se trata de una experiencia general compartida por todo el mundo, y, en consecuencia, también por el oyente. La estrategia sirve a tres finalidades distintas. Primero, al presentar su propia experiencia como problema general, el hablante puede evitar que se le dirija una crítica personal; hace, pues, un intento de proteger su imagen positiva. En segundo lugar, el carácter genérico de la aserción se prestar para entablar una conversación objetiva sobre un problema que le afecta al hablante en particular. Finalmente, por el empleo de la segunda persona del singular – forma de tratamiento familiar – el hablante manifiesta el tipo de cortesía positiva que hemos denominado ingroup solidarity (solidaridad de grupo). Del análisis anterior se deduce que la referencia desfocalizadora de la segunda persona del singular es incompatible con el uso del pronombre sujeto tú, porque la coaparición de los dos tipos de referencia crearía una contradicción entre la 53
El papel central del factor «solidaridad» ha sido señalado también por Bobes Naves (1971, 33), Coste y Redondo (1965, 213) y Llorente Maldonado (1977, 114). Nótese, sin embargo, que el pronombre de tratamiento cortés usted se usa a veces para producir el mismo efecto desfocalizador que la segunda persona del singular. El siguiente ejemplo está tomado de Kärde (1943): ¡Con estos cambios de temperatura! Por el día tiene usted calor, por la noche frío.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ desfocalización manifestada por la desinencia del verbo y la focalización expresada por el pronombre personal. Además, conviene subrayar que la estrategia desfocalizadora puede manipularse adecuadamente para apartar la atención del oyente de una situación desfavorable provocada por el hablante. Para precisar, lo que queda implicado por el carácter no específico de la referencia desfocalizadora es que el oyente habría podido provocar la misma situación. Así, por ejemplo, una persona, al chocar con otra en una escalera, puede justificar su comportamiento diciendo:
69) Están tan oscuro aquí que no ves prácticamente nada.
La interpretación generalizadora de este ejemplo salta a la vista si lo comparamos con (69a), que contiene una referencia específica al oyente:
69a) Están tan oscuro aquí que (tú) no ves prácticamente nada.
Huelga decir que (69a) sería una locución pragmáticamente mal formada si se emitiera con el mismo objeto ilocutivo que (69), es decir, con el de pedir disculpas. La paráfrasis no desfocalizada de (69), por último, que por razones obvias deja de atenuar la fuerza del acto de habla, se construye mediante la referencia específica al hablante mismo, como puede verse un:
69b) Está tan oscuro aquí que (yo) no veo prácticamente nada.
Recapitulando los efectos perlocutivos de la referencia desfocalizadora de la segunda persona del singular del verbo, llegamos a la conclusión de que se trata de una estrategia típicamente atenuadora: por una parte, sirve para manifestar solidaridad de grupo; por otra, es un vehículo de expresión eficiente para proteger la imagen positiva del hablante. Se podría, pues, calificar la estrategia según dos clases de mitigación distintas: mitigación altruista y mitigación egocéntrica. Respecto a la deixis de persona, nos resta investigar la desfocalización expresada por la primera persona del plural del verbo, cuyo uso puede reflejar tres clases de estrategias referenciales, según la desfocalización se exprese mediante «referencia
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ pseudoinclusiva», «referencia de clase» o «referencia genérica»54. En este contexto, sólo interesa la primera categoría, vista en 2.2.2., donde, con los ejemplos (14)-(16), abordamos la mitigación de actos de habla exhortativos. Ahora nos toca centrarnos en la mitigación asertiva. Como punto de partida para el análisis de la referencia pseudoinclusiva, sirve la siguiente exposición de Gili Gaya (1985, 229):
Nosotros representa a un sujeto singular en el plural de modestia, como el que emplea, por ejemplo, un escritor al hablar de sí mismo, diluyendo en cierto modo la responsabilidad de sus palabras en una pluralidad ficticia: nosotros creemos, en vez de yo creo. Hoy parece ganar terrero el uso yo, pero muchas personas lo estiman insolente y pedantesco.
Contra lo que parece sugerir esta cita, el llamado «plural de molestia» no sólo aparece en textos escritos, se emplea también en discursos o diálogos de carácter expositivo; en una palabra, c’est le «nous» d’auteur ou d’orateur (Benveniste, 1966, 235). Como denota el mismo término, el plural de modestia representa una forma mitigadora de comportamiento verbal. Específicamente, la finalidad primaria del hablante que se vale del recurso es evitar un enfrentamiento directo con el interlocutor. Puede decirse que el uso del plural de modestia crea una situación en la que se da por hecho que el oyente o, en la mayoría de los casos, el lector comparte la responsabilidad del punto de vista expuesto por el emisor del mensaje. Esto se puede ver en los siguientes ejemplos, tomados de textos escritos (Van Embden, 1981, 15):
70) Los elementos que hemos venido siguiendo en su desarrollo ayudan a una solución del problema de la valoración, con el que concluiremos. 71) Un antiguo discípulo nuestro, el profesor F. Potayos, […] es hoy autoridad en la materia.
Aunque el español carece de medios formales para indicar la diferencia entre la referencia inclusiva y exclusiva de la primera persona del plural, la distinción es 54
Estas categorías fueron introducidas y elaboradas por Haverkate (1984, 84-92).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ conceptualmente importante porque sólo la referencia inclusiva se manipula para desarrollar estrategias desfocalizadoras, como se ve claramente por el uso del plural de modestia en los ejemplos (70) y (71). Sin embargo, es importante tener en cuenta que la referencia actualizada por hemos venido siguiendo y concluiremos en (70) no puede considerarse inclusiva en sentido estricto, ya que, en realidad, los lectores a quienes va dirigido el texto no toman parte alguna en la situación descrita; su participación es meramente ficticia, siendo el autor quien ha venido siguiendo los elementos en su desarrollo y concluirá con el problema de la valoración. Del mismo modo, es evidente que en (71) el profesor Potayos no es un discípulo común del autor y de su público; nuestro no se refiere a otra persona que a él. Ahora bien, estos análisis semántico-pragmáticos aducen suficientes argumentos para acuñar el término referencia pseudoinclusiva. El nuevo término es más adecuado que el tradicional plural de modestia, puesto que, si bien es verdad que el uso de nuestro en (71) puede calificarse apropiadamente de recurso de modestia, las expresiones desfocalizadoras de (70) reflejan en primer lugar una estrategia persuasiva del autor, que consiste en pretender que tanto él como sus lectores comparten una responsabilidad colectiva respecto de la verdad de las proposiciones referidas, mientras que, en realidad, el único responsable es el autor. La categoría de referencia pseudoinclusiva se compone en gran parte de expresiones estereotipadas, características de textos argumentativos en general, y académicos en particular. Algunos ejemplos prototípicos son: así llegamos a la conclusión, de que, volveremos sobre este punto en el capítulo siguiente y como hemos demostrado anteriormente. Es obvio que en todos estos casos, lo mimo que en los ejemplos (70) y (71), el emisor del mensaje procura establecer una relación de solidaridad con sus interactantes, suponiendo un lazo de solidaridad de grupo. Esto equivale a afirmar que la referencia pseudoinclusiva representa una estrategia para comunicar cortesía positiva. Obsérvese que la expresión de cortesía no es una conditio sine qua non, ya que la desfocalización puede aplicarse también para aludir la responsabilidad de un acto que ha provocado un efecto desfavorable, o incluso nocivo. Considérese, por ejemplo:
72) Nos hemos equivocado de cura (Bobes Naves, 1971, 330).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Después de nuestra interpretación, (72) representa el intento de un médico de comprometer a su paciente en el fracaso de un mal tratamiento, del que, lógicamente, sólo él es responsable. Ni que decir tiene que en casos como éste la mitigación referencial es de tipo egocéntrico. En resumen, la referencia pseudoinclusiva consigue tres clases de efectos desfocalizadores en los actos de habla asertivos:
I) expresa modestia; II) crea la impresión de que el oyente comparte el punto de vista del hablante; III) permite al hablante eludir la responsabilidad de haber provocado una situación no deseada.
En los tres casos, la desfocalización actúa como una estrategia persuasiva, lo cual, en términos más precisos, quiere decir que el hablante despliega una forma de cortesía positiva, pretendiendo que el contacto entre él y sus interlocutores quede determinado por solidaridad de grupo. Esta táctica se manifiesta claramente por el empleo del plural de modestia, que tiene como objeto reforzar la imagen positiva del interlocutor, reduciéndose al mismo tiempo la del propio hablante. Fijémonos una vez más en el ejemplo del profesor Poyatos para perfilar nuestro análisis anterior: a los lectores del texto se les asigna una cualidad positiva ficticia, la de haber contribuido a la formación académica de la persona indicada, lo cual, al mismo tiempo, repercute necesariamente en una reducción de la importancia del papel educativo del autor, que se vale del plural de la molestia. ¿Cómo valorar, finalmente los resultados de la investigación verificada a la luz del tema general de este capítulo: las manipulaciones del valor veritativo de la proposición? Adoptando como marco de referencia el sistema de las máximas griceanas, podríamos contestar a la pregunta señalando que la referencia pseudorreflexiva y la referencia generalizadora de la segunda persona del singular del verbo implican una explotación de la máxima de cantidad, que dice: proporciona la cantidad de información requerida por el objetivo del intercambio verbal, Make your contribution as informative as is required (for the current purposes of the Exchange) (Grice, 1975, 45). Ejemplos ilustrativos son: (61) Se puede demostrar fácilmente que esta teoría no está bien
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ fundada y (66) Si trabajas hasta muy entrada la noche, no puedes dormir bien, Como hemos visto anteriormente, la información referencial de estas aserciones no es tan precisa como pudiera, escondiéndose le hablante, por así decir, tras la pluralidad ficticia de las expresiones desfocalizadoras. En el caso de la referencia pseudoinclusiva, estamos ante la explotación de las máximas de calidad. Así, por ejemplo, en el tipo de situación comunicativa ilustrada por (71), el hablante dice lo que cree falso (says what he believes to be false), burlando de esta manera la primera máxima de calidad (Grice, 1975, 46). La explicación está en que el autor sabe que el profesor Potayos no es discípulo de su público. Luego, en expresiones estereotipadas como así llegamos a la conclusión de que y volveremos sobre este punto en el capítulo siguiente, el emisor del mensaje burla la segunda máxima de calidad, que dice: «No digas lo que no pueden probar adecuadamente» (Do not say that for which you lack adequate evidence, Grice, 1975, 46). La explotación procede de que el emisor no puede tener la seguridad de que su público comparta la conclusión a la que llega, ni que esté de acuerdo con volver sobre el punto referido, respectivamente.
8.1.2.2.2.2. La coordenada de tiempo del centro deíctico En los actos de habla asertivos, la manipulación de la coordenada de tiempo del centro deíctico se efectúa fundamentalmente mediante el empleo del condicional. Como es sabido, la gramática tradicional del español ha hecho gran variedad de propuestas para calificar el estatus lingüístico de este paradigma. Para un resumen conciso, véase la siguiente observación: It is clear, then, that the –ría form has a very strange history, for it has been characterized as an indicative, a subjunctive, a conditional, and a potential form (Castronovo, 1989, 383). [Es evidente, pues, que la forma en –ría tiene una historia muy extraña, ya que ha sido caracterizada como una forma de indicativo, de subjuntivo, de condicional y de potencial.]
La explicación de la confusión a la que se refiere Castronovo hay que buscarla en la composición semántica del condicional, que es peculiar porque es el único paradigma
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ del verbo que denota una amalgama de dos rasgos temporales esencialmente contrastivos: [+ pretérito], [+ futuro]. De este análisis componencial cabe deducir que las formas del condicional están marcadas negativamente respecto al tiempo presente; dicho de otra manera, su punto de referencia no puede coincidir con el momento del acto de habla, o sea, el momento en que se codifica el mensaje. Podría afirmarse también que las oraciones que contienen una forma del condicional no se refieren al mundo real, sino a un mundo posible. Dentro del presente marco de referencia, podemos imaginar un mundo posible como un mundo donde se da una de estas dos situaciones:
I) situaciones que no son reales y que no pueden convertirse en realidad; II) situaciones que no son reales, pero que pueden convertirse en realidad.
Dos ejemplos para ilustrar las situaciones indicadas:
73) Si papá viviese, estaría leyendo todo el día con el mal tiempo que hace. 74) Si me lo preguntara, le podría decir dónde está su mujer.
Las distintas acepciones del condicional de (73) y (74) se indican, por lo general, con los términos contrafactivo e hipotético, respectivamente. La interpretación contrafactiva utiliza tanto el condicional simple como el condicional perfecto. Así, por ejemplo, a pesar de la diferencia temporal, (73) y (73a) concuerdan en lo que respecta a la expresión del factor de contrafactividad:
73a) Su papá hubiese vivido, habría estado leyendo todo el día con el mal tiempo que hacía.
La interpretación hipotética, en cambio, no admite la alternancia de tiempo simple y compuesto; requiere el empleo del condicional simple, como se ve en la siguiente variante de (74), que no expresa hipótesis, sino contrafactividad:
74a) Si me lo hubiera preguntado, le habría podido decir dónde está su mujer.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Volviendo sobre el análisis componencial, advertimos que la combinación de los rasgos distintivos [+ pretérito], [+ futuro] denota un punto de referencia separado del momento del acto de habla por una distancia temporal doble. Metafóricamente hablando, esta distancia puede asociarse con la distancia interpersonal creada por el hablante para expresar cortesía o mitigación. En otras palabras, la interpretación potencialmente cortés del condicional puede explicarse en términos de distancia o espacio metafórico. Pues bien, estas consideraciones justifican el empleo de la expresión condicional de cortesía. A continuación, examinaremos los efectos perlocutivos del condicional de cortesía tal como lo usa el hablante asertivo. Nuestro punto de arranque lo constituyen los ejemplos (54) y (55), que repetimos por comodidad expositiva:
54) Querría concretar que el deporte tiene importantes valores pedagógicos. 55) Podríamos decir que este punto de vista es bastante conservador.
En 8.1.1. hemos visto que (54) y (55) deban calificarse como locuciones performativas atenuadas, porque el empleo de los verbos querer y poder mitiga la fuerza del verbo principal performativo. Como los dos ejemplos son representativos de la interacción verbal argumentativa, es lógico que la atenuación de la fuerza ilocutiva sirva para conseguir que la opinión expresada se acepte con mayor facilidad. En lo que respecta a la interpretación semántica, observamos que (54) y (55) son manifestaciones de la regla general de que el condicional de cortesía actualice la acepción hipotética; cada una de las aserciones describe una situación que no se da en el momento del acto de habla, pero que puede convertirse en realidad. Vale la pena destacar que en el ejemplo (54) el condicional de querer entra en oposición con tres constituyentes morfopragmáticos: el pretérito de subjuntivo quisiera, el imperfecto de indicativo quería y el condicional del verbo performativo concretar. La distribución de estas formas puede representarse mediante una escala de cuatro puntos que mide los efectos perlocutivos correspondientes. Los puntos de dicha escala, entonces, reflejan en medida creciente la intención del hablante de atenuar la fuerza asertiva de la locución: concretaría → quería concretar → querría concretar → quisiera concretar.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En cuanto a la estructura sintáctica de nuestros ejemplos, hemos advertido en 8.1.1. que son similares, en el sentido de que contienen un verbo principal performativo que hace explícito el tipo de acto de habla que se efectúa. El contenido de la aserción se especifica por la oración subordinada, lo cual tiene como consecuencia que se establezca una distancia sintáctica entre la expresión de fuerza ilocutiva y el contenido proposicional. Ahora bien, el espacio así creado constituye la base de una estrategia icónica cuya aplicación permite al hablante prevenir que el oyente se vea enfrentado directamente con una expresión lingüística determinada; en lugar de eso ,con lo que el oyente se ve enfrentado es con una expresión lingüística incrustada en otra metalingüística. La segunda propiedad compartida por (54) y (55) concierne al uso del condicional, que hace referencia a una situación hipotética. Recuérdese que, en virtud de su análisis componencial, la aceptación hipotética del condicional puede interpretarse como espacio metafórico. La conclusión que sacamos del análisis anterior es que la coaparición de espacio icónico y metafórico, tal como se expresa por la especificación metalingüística del acto de habla y el empleo del condicional, respectivamente, produce una forma particular de atenuación asertiva. Centrándonos en la diferencia entre locuciones performativas y locuciones performativas atenuadas, advertimos que en las primeras la separación sintáctica de fuerza ilocutiva y contenido proposicional está icónicamente relacionada con la distancia interaccional que el hablante quiere establecer entre él mismo y el oyente. La distancia suministra, por así decir, un efecto antimitigador. Por esta razón, podría sostenerse que el factor espacio contribuye a que las locuciones performativas sean características de un estilo formal o institucional. En las locuciones performativas atenuadas, la fuerza ilocutiva y el contenido proposicional van separados también, pero aquí se produce un efecto mitigador, ya que la distancia se ve modificada por determinados constituyentes, tanto léxicos como flexionales, entre los que el condicional cumple un papel primordial. Se puede afirmar, pues, que la función atenuadora del espacio icónico-metafórico consiste en que el hablante ofrece al oyente la oportunidad de utilizarlo llenándolo de una reacción disidente sin correr el riesgo de amenazar su imagen positiva. Tales
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ reacciones no son inusitadas, desde luego, puesto que estos actos de habla son ejemplos típicos de aserciones argumentativas. Según lo que acabamos de exponer, tiene sentido sustituir la etiqueta de condicional de cortesía por la de condicional de mitigación para caracterizar con precisión la función pragmática de locuciones como (54) y (55). Nótese, de paso, que el efecto atenuador de (55) se refuerza con la manifestación de una referencia pseudoinclusiva. Como se ha demostrado en el párrafo anterior, un efecto perlocutivo igual puede producirse usando el pronombre pseudorreflexivo. En suma, la fuerza asertiva de (55) se atenúa por tres factores, que operan simultáneamente:
I) empleo del verbo modal hipotético; II) realización hipotética del verbo modal mediante el condicional; III) referencia pseudoinclusiva.
Antes de incluir este párrafo, conviene llamar la atención sobre una clase particular de aserciones que, siguiendo a de Boer (1987), denominamos aserciones reservadas (reserved statements). Veamos un ejemplo representativo (Gili Gaya, 1985, 168):
75) Viajeros procedentes de la frontera aseguran que las tropas chinas habrían desencadenado una ofensiva.
Es evidente que el efecto atenuador del condicional de (75) difiere radicalmente del que hemos examinado en relación con las aserciones argumentativas. En esta categoría, el condicional sirve para mitigar la fuerza del acto de habla; no afecta a la proposición de la oración subordinada, de modo que ésta se presenta como una proposición que describe una situación real. En (75), sin embargo, lo que se atenúa no es la fuerza ilocutiva de la locución, sino la actitud del hablante hacia el valor veritativo de la proposición. En términos más precisos, la acepción hipotética del condicional permite al hablante situar metafóricamente la situación referida en un espacio temporal diferente del momento del acto de habla. De esta manera le es posible eludir la responsabilidad de la verdad de la proposición expresada; en efecto, dicha responsabilidad corre por cuenta de la persona o de las personas que han divulgado la noticia, a saber, en el ejemplo concreto que
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ estamos analizando, viajeros procedentes de la frontera. La identidad de la fuente de información, por lo tanto, queda sin especificar. LA fuente puede ser incluso totalmente inespecificada, como en expresiones estereotipadas del tipo de según rumores… y según noticias no confirmadas…. Por otra parte, las aserciones reservadas pueden atribuirse a fuentes cuya identidad es conocida. En (75), por ejemplo, el sujeto de la oración podría remplazarse por los delegados de la Cruz Roja. Obsérvese que las fuentes indicadas a su vez, pueden haber recibido la información de otras, de modo que es apropiado distinguir entre fuentes directas e indirectas. En el nivel sintáctico, las aserciones argumentativas y reservadas difieren en cuanto a la selección del sujeto; al sujeto de la aserción reservada se le impone la restricción de que no se refiera al hablante, mientras que la selección del sujeto de la aserción argumentativa no está restringida, a no ser que se presente como una locución performativa atenuada, en cuyo caso es obligatoria la referencia al hablante, sea explícita, sea implícitamente mediante una referencia desfocalizadora. Hay que subrayar, para concluir, que la aparición del condicional como elemento característico de las aserciones reservadas no se limita al español; es un fenómeno interlingüístico, como muestra la cita siguiente, en la que se considera la situación del francés: Con más evidencia […] aparece el conditionnel como metáfora temporal en el estilo periodístico. Georges y Robert Le Bidois lo llaman contionnel des dires; Paul Imbs conditionnel de l’information hypothétique. Tiene el valor expresivo del dicitur : le ministre préparerait une conférence de presse -«parece que el ministro prepara una declaración»-. En todo caso, el hablante no se hace responsable de la exactitud de la noticia (Weinrich, 1968, 144-145).
8.2. LA EXHORTACIÓN Es bien sabido que la cortesía verbal se asocia normalmente con la realización de actos de habla exhortativos. Así se explica que un considerable número de estudios, tanto teóricos como descriptivos, que en las últimas décadas han sido dedicados al análisis de la cortesía versen sobre el uso y la estructura de la exhortación en general y del ruego en particular. En este libro también hemos ahondado incidentalmente en la manifestación cortés del acto exhortativo. Resumiendo los principales puntos tratados
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ hasta ahora, mencionamos en primer lugar el poder analítico del concepto de imagen negativa, definido como el deseo del individuo interactante de que otros no invadan su territorio intencional para reducir o impedir su libertad de acción. En segundo lugar, hemos visto que son precisamente las exhortaciones las que encierran una amenaza inherente a la imagen negativa del interlocutor. Esto tiene su origen en el objeto ilocutivo del acto exhortativo, que hemos especificado así: el hablante que emite una exhortación tiene como fin influir en el comportamiento intencional del oyente de forma que éste lleve a cabo la acción descrita por el contenido proposicional de la locución. En el plano taxonómico, por último, hemos hecho una distinción entre actos exhortativos impositivos y no impositivos, distinción fundada en la intención del hablante; esto es, el hablante impositivo procura conseguir que el oyente realice el acto exhortado primariamente en beneficio del hablante mismo. Ejemplos prototípicos de esta clase son: el ruego, la súplica y el mandato. El hablante no impositivo, en cambio, procura conseguir que el oyente realice el acto exhortado primariamente en beneficio de sí mismo. Los principales componentes de esta clase son el consejo, la recomendación y la instrucción. En 2.1., al tratar el ejemplo (6), hemos examinado algunas discrepancias interaccionales que pueden proceder de la comunicación exhortativa no impositiva. En este capítulo nos ocuparemos de los actos impositivos, en cuya realización la cortesía, de tipo negativo, según los criterios expuestos en 2.1.55, desempeña una función primordial. En 6.3. y 6.4. se introdujo la distinción entre dos niveles de análisis: el macronivel del discurso y el micronivel del acto de habla. Hemos ahondado en el primero con cierto detalle al analizar la estructura formal y la función pragmática de los ejemplos (28)(31). Así pues, comprobamos que el macroacto impositivo representa un patrón típicamente trimembre, compuesto de una presecuencia, un núcleo exhortativo y una postsecuencia56. Otro objeto de macroanálisis es la pareja adyacente que consiste en una exhortación seguida de la reacción positiva o negativa del interlocutor.
55
Véase también: […] negative politeness belongs pre-eminently to the DIRECTIVE CLASS (Leech, 1983, 107) [[…] la cortesía negativa pertenece, sobre todo, a la clase de los ACTOS EXHORTATIVOS.] 56 La postsecuencia parece ser el elemento menos estable. El siguiente ejemplo de Rintell (1981, 19), que refleja la secuencia de la misma, se caracteriza por una estructura bimembre, compuesta de una amplia presecuencia seguida del núcleo exhortativo: […] Sir, I’m sorry […] I have to go now to school, but I’m going to receive a package. It’s a present for my mother. Could you do me a favour and receive it for me?
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ El tema central de los párrafos que integran este capítulo es la cortesía negativa tal como se manifiesta en el micronivel del acto de habla. Específicamente, analizaremos la exhortación impositiva desde dos perspectivas diferentes: una sociopsicológica y otra pragmalingüística. Esta última, que radica en la distinción entre actos de habla directos e indirectos, será objeto de investigación del párrafo siguiente. La perspectiva sociopsicológica, que estudiamos luego, está orientada hacia la distinción entre las dos manifestaciones fundamentales de la exhortación impositiva: el ruego y el mandato. Obviamente, sólo mediante la primera categoría se puede comunicar cortesía negativa. Ahora bien, para delimitar el concepto de ruego es indispensable hacer una comparación contrastiva con el mandato. El hablante socialmente competente sabe que la selección de una u otra categoría repercute en un efecto perlocutivo radicalmente distinto. Así, por ejemplo, si el hablante dirige un mandato al oyente sin que éste le atribuya una posición de poder o autoridad, es probable que rechace la fuerza ilocutiva de la exhortación, aunque, en principio, pueda estar dispuesto a colaborar con su interlocutor. Una reacción verbal que manifiesta esta actitud podría ser Usted no tiene que mandarme nada. En 2.1. hemos especificado las circunstancias en las que los hablantes exhortativos se sirven del mandato. Las repetimos aquí para mayor comodidad:
I) el hablante se halla en una posición de poder con respecto al oyente, ya sea de poder físico, como en el caso de un atentado, ya sea de poder social, como en el caso de que ocupe una posición institucionalmente superior; II) el hablante está emocionado o disgustado por el comportamiento del oyente; III) hay circunstancias externas a la relación interaccional que requieren que el oyente reaccione inmediatamente a la exhortación.
Excepción hecha de estas condiciones especiales, podemos establecer la siguiente máxima relativa a la selección del tipo de acto exhortativo:
Si quieres que tu interlocutor realice una acción determinada en tu propio beneficio,
dirígete
a
él
en
primera
instancia
haciéndole
un
ruego,
independientemente de que tengas o no poder o autoridad sobre él. [Señor, perdone […] tengo que ir a la escuela, pero espero un paquete. Es un regalo para mi madre. ¿Podría usted hacerme el favor de recogérmelo?]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Esta máxima implica que el mandato es el miembro marcado de la oposición, y el ruego, el no marcado. Teniendo en cuenta que el ruego es preferido también por hablantes que gozan de poder o autoridad, constatamos que éstos, en las situaciones comunicativas correspondientes, aplican una estrategia para disimular la distancia social que les separa de sus interlocutores. Lógicamente, el efecto perlocutivo que se pretende es que el oyente no se sienta amenazado por la posición superior del hablante y, en consecuencia, se muestre dispuesto a considerar el ruego como una invitación a colaborar con él57. Se puede concluir que el ruego se emplea en tres tipos de contextos interactivos:
I) el hablante tiene poder o autoridad sobre el oyente, pero se abstienen de manifestarlo; II) entre hablante y oyente no hay relación social jerárquica; III) el oyente tiene poder o autoridad sobre el hablante.
El estatus sociopsicológico del ruego pone de manifiesto que hay que trazar una estricta línea de demarcación entre locuciones que tienen forma de mandato, y, por implicación, se interpretan como tales, y locuciones que tienen fuerza de mandato sin tener su forma. Es fácil que las dos categorías se confundan, como muestra la cita siguiente:
In the culture of his country, the utterer of a request is someone who has or is acting as if he has no authority or power to compel compliance. Although the speaker expects the addressee to grant his request…, he is not insistent, and will not be enraged by refusal (Green, 1975, 21). [En la cultura de este país (sc. Estados Unidos) el que emite un ruego es alguien que no tiene o finge no tener autoridad o poder para forzar al interlocutor a que acceda al ruego. Aunque el locutor espera que cumpla con su deseo…, no es insistente y no se enfurecerá por un rechazo del interlocutor.]
57
El mismo mecanismo de disimulación de poder se advierte en la evolución del uso de los pronombres de tratamiento. Hoy en día no es infrecuente que los hablantes socialmente superiores animen a sus interlocutores inferiores a que les traten de tú.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Suponiendo que, en lo que atañe al fenómeno que aquí nos interesa, no existen diferencias sociopsicológicas entre la cultura estadounidense y la española, la disyunción de la primera parte de la observación es indiscutiblemente correcta: los hablantes que emiten un ruego o tienen o no tienen poder. La segunda parte, en cambio, es falsa; e decir, si el hablante que goza de poder finge no ser superior, es muy probable que sea insistente y se enfade al no ser obedecido. En este tipo de intercambios verbales, se advierte a menudo que el rechazo del hablante inferior lleva al otro a lanzar una secuencia de mandatos diferenciados entre sí por un creciente grado de intensidad. Obsérvese, por ejemplo, la siguiente batería de exhortaciones:
Manolo, ¿quieres limpiar tu habitación? ¡Manolo, limpia tu habitación! ¿Vas a limpiar tu habitación, sí o no? Si no limpias tu habitación ahora mismo, te doy dos bofetadas.
En relación con este ejemplo, conviene poner de relieve, por una parte, que hay más expresiones para reforzar la exhortación que las arriba indicadas y, por otra, que la secuencia no tiene límite fijo, de modo que se pueden añadir más mandatos. Otras características estructurales son: (I) la secuencia en su totalidad no es reversible; (II) los miembros individuales de la misma no son intercambiables entre sí. Llama la atención que las baterías exhortativas manifiesten una sucesión de tres formas de comportamiento interactivo, que se presentan en el siguiente orden cronológico: cortesía negativa → falta de cortesía → descortesía. Finalmente, el ejemplo de la batería exhortativa muestra que, en las interacciones determinadas por la superioridad social del hablante, una de las funciones básicas del ruego es mantener en reserva variantes impositivas no corteses, que pueden darse en caso de que el objeto ilocutivo deseado no se consiga. Los hablantes que no tienen poder, en cambio, no utilizan generalmente variantes no corteses; para ellos el ruego es la manifestación impositiva más apropiada, puesto que, a diferencia del mandato, les ofrece la oportunidad de no insistir sin perjudicar su propia imagen ni la del interlocutor, en el caso de que éste no esté dispuesto a cumplir su deseo. A propósito de esto, téngase en cuenta que
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Manchmal haben die indirekten Ausserungen den Anschein grössere Höflichkeit (besonders bei Aufforderungen), oder sie geben dem Angesprochenen eine grössere Wahlfreiheit, sie so oder so zu verstehen, oft aber dienen sie einfach dem Sprecher, sich Rückzugsmöglichkeiten offennzuhalten, d.h. eine Beziehung nicht endgültig zu formulieren, sondern nur versuchweise (Maas y Wunderlich, 1974, 160). [A veces, las locuciones indirectas parecen ser más corteses (máxima cuando expresan exhortaciones); también ofrecen al interlocutor mayor libertad de interpretarlas de una manera determinada. Frecuentemente, sin embargo, el hablante se vale de las mimas para crear la oportunidad de retirarse; entonces, es su intención no formular su relación con el interlocutor de manera definitiva, sino provisional.]
En el párrafo siguiente enfocaremos la perspectiva pragmalingüística de la exhortación impositiva. Nuestro punto de partida será la discutida distinción entre actos de habla directos e indirectos.
8.2.1. Actos de habla directos e indirectos Se ha sostenido con frecuencia la tesis de que la cortesía es el factor predominante en la realización de los actos de habla indirectos. Lo que está menos claro, sin embargo, es con qué criterios se debe juzgar si un acto de habla es directo o indirecto. Una mirada a la bibliografía dedicada al tema muestra que el problema ha sido estudiado desde una gran variedad de perspectivas. Pasemos brevemente revista a los enfoques más conocidos. Gordon y Lakoff (1975) trabajan en el marco de la semántica generativa. Argumentan que se puede predecir de forma hipotéticodeductiva la estructura de las distintas realizaciones del acto de habla indirecto, utilizando un modelo basado en lo que ellos llaman «postulados conversacionales». Grice (1975) relaciona los actos de habla indirectos con las implicaturas conversacionales, que considera manifestaciones concretas de las distintas clases de máximas que se derivan del principio de cooperación. En 4, hemos calificado este principio según la siguiente norma de conducta comunicativa: adapta tus contribuciones conversacionales a la índole y al objetivo del intercambio verbal en el que tomas parte.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Searle (1975) se centra en la relación entre la intención del hablante y la interpretación del oyente. Desarrolla la hipótesis de que el oyente que quiera llegar a la correcta interpretación del acto de habla indirecto debe reconstruir el significado de la locución a través de un procedimiento que consta de diez pasos sucesivos. Leech (1983), finalmente, sostiene un punto de vista algo extremo postulando que todos los actos de habla, incluso los efectuados mediante locuciones imperativas como Dame fuego, son indirectos en mayor o menor grado. El marco de referencia que adoptamos en este estudio difiere esencialmente de los que acabamos de resumir, ya que tiene su origen en una estricta relación entre forma lingüística y función pragmática. En lo que a esta relación respecta, se suele afirmar que los actos de habla directos son los que están marcados por una correlación entre estructura sintáctica y objeto ilocutivo. Si a una locución específica puede atribuírsele más de un objeto ilocutivo, es corriente calificarla de acto de habla indirecto. Así, por ejemplo, al comparar Aparte usted su coche y ¿Quiere usted apartar su coche?, Davison (1975, 143-144) interpreta la locución imperativa como acto de habla directo y la interrogativa como acto de habla indirecto. Ahora bien, es evidente que esta caracterización de la distinción entre «directo» e «indirecto» está fundada esencialmente en la tradicional tipología de oraciones declarativas, interrogativas e imperativas. Específicamente, se trata de la suposición de que cada una de estas categorías sintácticas corresponde a un objeto ilocutivo particular. En los casos concretos considerados por Davison, por ejemplo, esto significa que, debido a la elección del imperativo, Aparte usted su coche se considera como una exhortación directa. ¿Quiere usted apartar su coche?, en cambio, sería una exhortación indirecta, ya que tiene la estructura formal de una interrogación. El problema inherente a esta aproximación es que, en el plano puramente pragmático, una exhortación como ¿Quiere usted aparcar su coche? no se interpreta como menos directa que Aparte usted su coche. Los dos ejemplos se consideran manifestaciones convencionales del acto de habla impositivo58, lo cual tiene su
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Considérese también: The problem is made more complicated by the fact that some sentences seem almost to be conventionally used as indirect requests. For a sentence like Can you reach the salt? Or I would appreciate it if you would get off my foot; it takes some ingenuity to imagine a situation in which their utterance would not be requests (Searle, 1975, 60). [El problema se complica por el hecho de que algunas oraciones parecen ser usadas casi convencionalmente como ruegos indirectos. En cuando a una oración como ¿Puedes pasarme la sal? o
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ explicación formal en que en ambos casos el hablante hace una referencia explícita no sólo al interlocutor, sino también al acto pedido. Su intención comunicativa, pues, no deja lugar a interpretaciones ambiguas. Por eso, el criterio del carácter directo o indirecto del acto de habla no sirve para diferenciar entre Aparte usted su coche y ¿Quiere usted apartar su coche? Veamos ahora con más detalle la estructura del último ejemplo. Como ya hemos observado, los pragmalingüistas sostienen con frecuencia que locuciones de este tipo representan actos de habla indirectos, puesto que se utilizan para comunicar un ruego cortés, aunque, sintácticamente, tengan estructura interrogativa. Este argumento, repetimos, es indiscutible; no es sólo el acto interrogativo el que queda reflejado formalmente, lo mismo se aplica al acto exhortativo. Es decir, para que oraciones del tipo que estamos examinando se interpreten como ruegos, deben cumplirse las siguientes condiciones lingüísticas:
I) el sujeto debe referirse obligatoriamente al interlocutor. Así, por ejemplo, ¿Quiere ella apartar su coche? No tienen la fuerza ilocutiva de un ruego; II) el tiempo actualizado no debe referirse a un punto de referencia futuro o pasado: ¿Quiso usted apartar su coche?, por ejemplo, es tan sólo una interrogación informativa, que no se utiliza para expresar un ruego; III) el predicado básico debe ser seleccionado entre la categoría de los predicados que denotan una acción59. Así, pues, ¿Quiere usted ser feliz? no es un ruego, sino una interrogación solamente.
A lo anterior podemos añadir, hablando en términos interactivos, que cualquier hablante socialmente competente de español ha asimilado la regla pragmática de que una pregunta dirigida a una persona sobre su disponibilidad de realizar cierta acción se interpreta convencionalmente como ruego. Esto quiere decir que el oyente no necesita disponer de conocimientos situacionales específicos para llegar a la correcta Apreciaría que no me pisara el pie, se requiere cierta ingenuidad para imaginar una situación en la que su uso no sería interpretado como ruego.] 59 Fundamentalmente, el rasgo distintivo es el llamado factor control (Dik, 1989, 96-98). Este rasgo se aplica a los predicados que describen situaciones que pueden ser controladas por agentes humanos. Lo que se implica, por lo tanto, es que a la tradicional categoría de los predicados de acción se añade una más, la de los predicados que Dik denomina predicados de posición. Algunos ejemplos relevantes son: quedarse sentado, permanecer (en un lugar determinado) y mantenerse en pie, todos ellos, pues, predicados, que pueden cumplir el oficio de predicado matriz de la oración exhortativa y, en consecuencia, admiten la conjugación imperativa.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ interpretación de tales actos de habla. De todo esto se infiera que el presunto carácter indirecto de exhortaciones como ¿Quiere usted apartar su coche? No puede ser justificado ni desde el punto de vista lingüístico ni desde el pragmático. Resumiendo, la distinción entre actos de habla directos e indirectos debe fundamentarse en criterios tanto lingüísticos como pragmáticos, es decir, criterios basados en la estructura proposicional, por una parte, y criterios basados en la interpretación del acto de habla, por otra. Dentro de este marco de referencia podemos establecer una escala de cuatro puntos, cuyos polos extremos están ocupados por oraciones con una especificación completa del acto que debe realizar el oyente y oraciones que no contienen ninguna especificación de ese acto. Consideremos los siguientes ejemplos:
76) ¿Puedes traerme el correo? 77) ¿Está cerrada la puerta? 78) Quisiera que me ayudaras a subir la maleta. 79) Hace un frío tremendo aquí. 80) Quisiera que se encendiera la luz. 81) Hace falta encender la luz.
(76) y (77) son paralelos en el sentido de que están marcados por una estructura interrogativo. No obstante (76), igual que el ejemplo ¿Quiere usted apartar su coche?, pertenece a la clase de los actos de habla directos en virtud de la especificación completa del acto exhortado, en tanto que (77), interpretable como un ruego de cerrar la puerta, no está caracterizado de esa forma, por lo que pertenece a la clase de los actos indirectos. Lo mismo vale, mutatis mutandis, para los ejemplos (78) y (79), ambos determinados por estructura declarativa; (78), sin embargo, es la manifestación de un acto de habla directo – la oración subordinada contienen una descripción completa del acto exhortado-, y (79) la de un acto indirecto si se interpreta, por ejemplo, como un ruego de encender la calefacción. Como indicamos anteriormente, el criterio de estructura proposicional no es el único aplicable para determinar la distinción entre carácter directo e indirecto de acto de habla. Se complemente con el criterio del proceso interpretativo. En cuanto a los ejemplos que estamos analizando, esto quiere decir que, abstracción hecha de factores
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ situacionales, la interpretación convencional de (76) y (78) es la de un ruego. En circunstancias normales, es imposible asignarles otra función ilocutiva. Obsérvese, a propósito de esto, que incluso el empleo de poder en (76) corresponde a una norma preestablecida: no podría remplazarse, ene l contexto dado, por predicado ser capaz de, a pesar de que los dos lexemas sean conceptualmente sinónimos. (77) y (79), en cambio, no evocan la interpretación de un ruego convencional. Caracterizados por una proposición que expresa una situación estática y, por consiguiente, falta de referencia explícita a un acto futuro del oyente, pueden ocupar también la función de una interrogación informativa y una aserción, respectivamente. En otras palabras, su potencial interpretación exhortativa queda determinada fundamentalmente por el contexto o la situación; los dos ejemplos son prototípicos de la clase de actos de habla indirectos. Fijémonos, por último, en la estructura de (80) y (81), comparándola con la de (76). Lo mismo que este ejemplo, (80) y (81) contienen una especificación completa del acto pedido; difieren de (76), sin embargo, por adolecer de una referencia explícita al oyente, de modo que en la escala de cuatro puntos antes citada les corresponde una posición entre los polos directo e indirecto. Véase ahora:
82) ¿Hay sal en la mesa?
Interpretado como exhortación indirecta, (82) comparte con (80) y (81) el hecho de que no contienen referencia explícita al oyente, pero difiere de estos ejemplos en que su proposición deja de describir el acto exhortado. Suponiendo que ese acto consista en buscar la sal, vemos que lo único que se especifica es el objeto concreto hacia el que el acto está orientado. Esto conlleva que, en la escala de cuatro puntos, (82) ocupe una posición más indirecta que (80) y (81). Nótese, luego, que (79), Hace un frío tremendo aquí, ocupa una posición más indirecta todavía que (82). Es decir, la interpretación correcta depende enteramente de los conocimientos de que disponga el interlocutor respecto a la situación comunicativa. Así, por ejemplo, la intención exhortativa del hablante puede ser que el oyente cierre la puerta, atice la lumbre o encienda la calefacción. Además, el ejemplo (79) encierra una ambigüedad inherente en lo que respecta al objeto ilocutivo implícito; es decir, fuera de
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ la aserción explícita, puede expresar no sólo un ruego, sino también una advertencia, un consejo, una orden, etc. Obsérvese, finalmente, que Hace un frío tremendo aquí no representa necesariamente un acto de habla indirecto; como ya hemos visto, puede ser también la manifestación de un acto directo, en cuyo caso se interpreta como aserción solamente. Los análisis anteriores parecen corroborar suficientemente la validez del esquema que trazamos a continuación, correspondiente a la escala de cuatro puntos introducida arriba: [----------[----------]----------] 1
2
3
4
DIAGRAMA 2 El primer punto está ocupad por oraciones como Aparte usted su coche, ¿Quiere usted apartar su coche? y ¿Puedes traerme el corre?, que, como quedó expuesto ya, contienen una especificación completa del acto exhortado, así como una referencia explícita al interlocutor. Al segundo punto corresponden oraciones como Quisiera que se encendiera la luz y Hace falta encender la luz, que describen el acto exhortado sin expresar referencia al interlocutor. El tercer punto lo ocupan oraciones como ¿Está cerrada la puerta? y ¿Hay sal en la mesa?, que no especifican el acto, sino que indican sólo el objeto del mismo. El cuarto punto, por fin, lo hemos ilustrado a través del análisis de Hace un frío tremendo aquí, oración desprovista de cualquier indicación del acto exhortado. La escala así establecida puede justificarse empíricamente por medio de un test sintáctico ideado por Ross (1975, 246), que consiste en relaciones anafóricamente el predicado acceder al ruego con la oración exhortativa por clasificar. Si la referencia anafórica produce una oración gramaticalmente bien formada, el acto exhortativo en cuestión es directo; en el caso contrario, es indirecto .Podemos ilustrar la aplicación del test con los ejemplos (76), (81), (82) y (79), incrustándolos en una estructura de discurso directo:
76a) María le dijo a su amiga: «¿Puedes traerme el correo?», y ésta accedió al ruego.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 81a) María le dijo a su amiga: «Hace falta encender la luz», y esta accedió al ruego. 82a) *María le dijo a su amiga: «¿Hay sal en la mesa?», y ésta accedió al ruego. 79a) *María le dijo a su amiga: «Hace un frío tremendo aquí», y ésta accedió al ruego.
Del hecho de que (76a) y (81a) difieran de (82a) y (79a) en que las primeras son oraciones gramaticales en español y las otras no, se deduce que el límite entre exhortaciones directas e indirectas está exactamente entre los puntos 2 y 3 de la escala. La taxonomía de actos de habla directos e indirectos nos servirá de punto de partida para valorar la tesis generalmente sostenida de que la cortesía es el factor predominante en la realización de los actos de habla indirectos. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que los que se basan en esta tesis parecen sugerir que los actos de habla directos no se efectúan para comunicar cortesía. Tanto es así que el estatus interactivo de esta categoría queda poco claro, ya que en la bibliografía pragmalingüística apenas si se ha dedicado atención a su estudio. En los párrafos que siguen, por tanto, analizaremos tanto las exhortaciones directas como las indirectas desde la perspectiva de la transmisión de cortesía negativa. Concluiremos el presente párrafo examinando una cuestión terminológica. Al definir el objeto ilocutivo múltiple de los actos de habla indirectos, Searle los describe como actos ilocutivos primarios primario y secundarios. A propósito del diálogo:
Estudiante X: Vamos al cine esta noche. Estudiante Y: Tengo que estudiar para un examen.
argumenta: Let us say that the PRIMARY illocutionary act performed in Y’s utterance is the rejection of the proposal made by X, and that Y does that by way of performing a SECONDARY
illocutionary act of making a statement to the effect that he has to
prepare for an exam. He performs the secondary illocutionary act by way of uttering a sentence the LITERAL meaning of which is such that its literal utterance
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ constitutes a performance of that illocutionary act. We may, therefore, further say that the secondary illocutionary act is literal; the primary illocutionary act is not literal (Searle, 1975, 62). [Digamos que el acto ilocutivo PRIMARIO realizado por Y es el rechazo de la propuesta hecha por X y que el rechazo de Y consiste en la realización de un acto ilocutivo SECUNDARIO, mediante el cual asevera que tienen que preparar un examen. Realiza este acto ilocutivo secundario emitiendo una oración cuyo sentido LITERAL
es de índole tal que su realización literal cuenta como realización de este
acto ilocutivo. Podemos decir además, por consiguiente, que el acto ilocutivo secundario es literal; el acto ilocutivo primario no es literal.]
El análisis de Searle parece correcto en lo fundamental; sin embargo, es incompleto en el sentido de que enfoca únicamente el papel del hablante. Para el oyente, o sea, en el caso concreto que estamos considerando, el estudiante que hace la propuesta, los términos están exactamente invertidos: se ve enfrentando primariamente con la aserción de Y, de que, por inferencia, tienen que deducir el rechazo. Esto puede describirse de manera consistente si partimos de que el acto ilocutivo primario corresponde al acto interpretativo secundario e, inversamente, el acto ilocutivo secundario al acto interpretativo primario. Aclaremos este punto con otro ejemplo:
83) ¡Estás derramando la sal!
Si el hablante que produce esta locución desea que el oyente deje de derramar la sal, su intención primaria es efectuar un acto ilocutivo exhortativo, o sea, para precisar, un acto ilocutivo prohibitivo. Lo que percibimos, pues, es que el hablante de (83), en lugar de emitir una locución exhortativa directa, como, por ejemplo, No derrames la sal, recurre al uso de una oración declarativa que expresa una aserción sobre una situación factual. Como el oyente se ve enfrentado primariamente con esta aserción, lo normal es que responde explícitamente a la misma. Podrían ser respuesta convencionales: Sí, no me había dado cuenta y, en caso de disconformidad, No, no es verdad. Nótese que, dentro del marco de referencia de Searle, las dos reacciones no contarían como reacciones ante el acto ilocutivo primario, sino ante el acto ilocutivo secundario del hablante. Dicho sea de paso que Sí, no me había dado cuenta y No, no es verdad serían
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ respuestas pragmáticamente mal formadas si el estímulo fuera la prohibición directa No derrames la sal. Todas estas consideraciones nos inducen a proponer, para evitar ambigüedades, que se reemplace la expresión «acto ilocutivo primario» por «acto ilocutivo implícito» y el término «acto ilocutivo explícito».
8.2.1.1. La exhortación directa Pocos pragmalingüistas pondrán en duda que la oración imperativa representa el prototipo de la exhortación directa. Esto no impide, sin embargo, que hasta el momento no se haya dicho casi nada sobre una posible interpretación cortés del imperativo. Lo que suele advertirse es que la oración imperativa sirve de expresión característica de un mandato hecho por un hablante con poder o autoridad. Como tendremos ocasión de ver, dicha interpretación no se impone de una manera necesaria. Recuérdese, con relación a esto, que en el capítulo 3 ya señalamos que la oración Cierra la puerta puede emitirse perfectamente como exhortación cortés en caso de que uno invite a un amigo o colega a entrar en su despacho para comunicarle una noticia confidencial. De lo anterior cabe extraer dos conclusiones: en primer lugar, la oración imperativa no excluye una interpretación cortés. En segundo lugar, la interpretación cortés no depende de que la ración sea imperativa, sino que queda determinada por la situación comunicativa en la que se emita. A continuación, detallaremos los aspectos formales de la oración imperativa que sirven de condición necesaria para que se interprete como exhortación cortés. Para obtener una imagen más clara del objeto de investigación empezamos con un análisis contrastivo del holandés, lengua peculiar en el sentido de que, a diferencia de muchas otras, cuenta con una serie de partículas modales –eens, even, mar- que pueden denominarse apropiadamente «marcadores exhortativos corteses». Las oraciones imperativas en las que aparecen expresan normalmente un ruego. Veamos algunos ejemplos concretos. Schrijf di top! (¡Escribe esto!) es un mandato; Schrijf dit EENS op, Schrijf dit MAAR op, en cambio, son fórmulas exhortativas atenuadas que se utilizan para expresar un ruego. Esta interpretación se deriva directamente del contenido léxico de las partículas en cuestión; es decir, eens significa literalmente «una vez», even corresponde a «un rato» y mar es una partícula de valor permisivo que mitiga la autoridad del locutor. Es obvio, pues, que, por su significado léxico, eens, even y mar
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ son partículas pragmáticas especialmente adecuadas para minimizar el grado de imposición de la exhortación. Dicho de otro modo, su uso contribuye a reducir la amenaza de la imagen negativa del interlocutor. En el plano sintáctico, llama la atención que las tres partículas muestran una extensa potencia distribucional, ya que pueden ser combinadas libremente. Así, pues, los ejemplos tratados arriba se complementan con las variantes Schrijf dit MAAR EENS op, Schrijf dit MAAR EVEN op, Schrijf dit EENS EVEN op, e incluso la combinación de todas juntas: Schrijf dit MAAR EENS EVEN op. De todo esto se sigue que la estructura léxica de la oración imperativa holandesa influye de un modo esencial en su interpretación de ruego o mandato. En el plano fonético, se percibe que los hablantes de holandés hacen una distinción entre dos tipos de entonación imperativa, uno atenuador, el otro reforzador, correspondiendo el primero a la expresión de un ruego y el segundo a la de un mandato. Esto significa que la distinción entre ruegos y mandatos manifiesta una redundancia formal en los casos en los que la oración imperativa queda marcada tanto por partículas modales como por un contexto entonativo cortés. Centrando ahora la atención en el español, vemos que esta lengua carece de partículas del tipo que acabamos de ver en holandés. En el nivel prosódico, sin embargo, la oración imperativa se caracteriza de la misma manera que su equivalente holandesa, diferenciándose, en principio, un contexto entonativo de ruego y otro de mandato. La restricción de «en principio» hay que tomarla en serio, puesto que no es infrecuente que en las conversaciones cotidianas se den casos en que la distinción no se perciba claramente. Como se infiera de la siguiente observación, el fenómeno no afecta sólo a la oración imperativa, sino también a la exhortativa en general:
Es mayor el contraste de tono e intensidad entre el mandato y la súplica que entre la recomendación y el ruego, y mayor asimismo entre estas últimas que entre la invitación y la petición. Pero es inútil buscar líneas fijas y precisas que delimiten al campo de acción de estas formas […] (Navarro Tomás, 1948, 185).
El comentario de Navarro Tomás sugiere, pues, que el oyente puede tropezar con dificultades al valorar la fuerza ilocutiva de la entonación exhortativa. Un ejemplo
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ ilustrativo de ambigüedad entonativa lo proporciona un pasaje de La venta de los gatos de G. A. Bécquer, citado por Navarro Tomás: Señorito – me dijo con un acento que él procuró suavizar todo lo-, voy a pedirle un favor. ¡Un favor! –exclamé yo, sin comprender cuáles podrían ser sus pretensiones-; diga Ud., que si está en mi mano es cosa hecha. ¿Me quiere Ud. Dar esa pintura que ha hecho? Al oír sus últimas palabras, no pude menos que quedarme perplejo; extrañaba por una parte la petición, que no dejaba de ser bastante rara, y por otra el tono, que no podía decirse a punto fijo si era de amenaza o de súplica (1948, 185).
Esta cita muestra que, en lo que respecta a la interpretación del componente prosódico de la oración exhortativa, hay situaciones en las que el oyente no está en condiciones de determinar si la curva melódica percibida sirve o no para expresar cortesía60. Lógicamente, el oyente puede problematizar la intención ilocutiva del hablante, pero como sugiere el fragmento de Bécquer, es posible que se limite a sacar sus propias conclusiones, por que corre el riesgo de llegar a una falsa interpretación de la actitud interactiva de su interlocutor. En el caso de que el oyente interprete mal el patrón entonativo de la exhortación, pasando por alto la intención del interlocutor de expresarse cortésmente, no hace falta que deje de cumplir con el deseo de éste. Lo que sí puede ocurrir entonces es que, en una fase posterior del intercambio verbal, su disgusto no manifestado le lleve a adoptar una actitud negativa ante otro acto de habla de su interlocutor, que no tienen que estar necesariamente relacionado con el original.
60
Se ha sugerido que en inglés no hay rasgos formales que distinguen el ruego del mandato: What is linguistically the same utterance, […] may have the status of a request or of a command, depending not on any feature proper to grammar, but on the social relationship of the parties involves (Hymes, 1972, 6). [Lo que lingüísticamente es la primera locución, puede tener el estatus de un ruego o mandato, siendo el factor decisivo no un rasgo gramatical determinado, sino las relaciones sociales de los interlocutores.]
Respecto al alemán, tampoco se tienen una imagen clara de la estructura entonativa de la oración imperativa: Es ist noch unklar, ob für Imperativsätze eine besondere Intonarion vorgesehen weden muss oder ob sie mit der Intonation von Aussagesätzen identisch ist (Bierwisch, 1965, 176). [No está claro si hay que asignar a las oraciones imperativas una entonación especial o si su entonación es idéntica a la de las oraciones declarativas.].
143
La cortesía verbal _______________________________________________________________________ A continuación, nos centraremos en el uso cortés de la oración imperativa. Es fácil comprobar que este uso es característico de situaciones comunicativas en las que los papeles de los interlocutores están más o menos preestablecidos; es decir, se trata sobre todo de intercambios verbales rutinarios. Piénsese, por ejemplo, en la interacción entre camarero y cliente en un café o entre vendedor y comprador en el mercado. Los ejemplos que siguen muestran respectivamente los dos tipo de interacción citados:
84) Tráiganos dos cervezas y un helado. 85) Póngame dos kilos de plátanos.
Hay otro campo de acción del imperativo como vehículo de expresión cortés, y es el que se utiliza para pedir la realización de una acción en la que no hace falta invertir mucha energía; es decir, la apelación a la colaboración del interlocutor concierne ala ejecución de una tarea simple. Dentro del marco del análisis coste-beneficio, puede decirse que este tipo de acciones son acciones convencionales que tienen como objeto transmitir lo que se llama «bienes libres» -traducción del inglés free goods-. Con esta expresión se designan acciones como decir qué hora es, dar lumbre o abrirle la puerta a una persona61. Remitiendo a los criterios fijados por Brown y Levinson para determinar en qué medida el acto de habla amenaza la imagen negativa del interlocutor –véase el capítulo 3- podemos concluir que la interpretación cortés de la oración imperativa corresponde a un grado de imposición relativamente bajo. En lo anterior hemos puesto de relieve que a la curva melódica le corresponde una función distintiva en la interpretación de ruegos y mandatos. No obstante, dista mucho de ser el único parámetro formal. Fundamentalmente, hay que hacer una distinción entre signos lingüísticos y paralingüísticos. Por lo que a éstos se refiere, la realización de actos como cabecear, sonreír o guiñar el ojo puede contribuir a resolver una ambigüedad prosódica potencial. En el plano puramente lingüístico, la ambigüedad se suele evitar utilizando distintas clases de estrategias deícticas, léxicas y sintácticas, 61
Véase también el comentario de Stati: […] accender una sigaretta, dire l’ora, passare is sale a tavola, fornire un indirizzo ecc. Sono azzioni che non costano grande faticha e che sono state designate con l’expressione inglese «free goods» (1982, 91). [[…] encender un pitillo, decir la hora, pasar la sal en la mesa, indicar una dirección, etc., son acciones cuya realización no cuesta mucho trabajo y que se designan con la expresión inglesa «free goods».]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ entre las que destaca el uso del vocativo, la interjección y la coletilla. Estas dos series de ejemplos sirven para ilustrar los contrastes lingüísticos entre l ruego, inherentemente cortés, y el mandato, inherentemente no cortés:
RUEGOS
86) Apaga esa luz, ¿quieres? 87) Suéltame, por favor. 88) Oye, Juan, escúchame. MANDATOS
86a) ¡Venga, apaga esa luz! 87a) ¡Suéltame, imbécil! 88a) ¡Escúchame!, ¿ya?
Tras examinar la cortesía exhortativa tal como se manifiesta por la oración imperativa, pasamos al análisis de la oración interrogativa. Dedicaremos nuestra atención especialmente a oraciones del tipo ¿Puedes traerme el correo? y ¿Quiere usted apartar su coche? En 8.2.1. hemos clasificado estos ejemplos como especímenes de la clase de los actos de habla directos, puesto que, lo mismo que la oración imperativa, contienen una especificación completa de la acción pedida, así como una referencia explícita al oyente. La diferencia con la oración imperativa radica en que no expresan un solo objeto ilocutivo, sino dos: uno explícito, que es una interrogación y otro implícito, que es un ruego. Hay que señalar, luego, que cada uno de los ejemplos denota una condición previa inherente a la realización del acto exhortativo. Es decir, ¿puedes traerme el corre? expresa una referencia a la llamada condición previa de habilidad, condición que, como sugiere el término, concierne a la presuposición del hablante de que el oyente es capaz de efectuar el acto pedido. De modo parecido, ¿Quiere usted apartar su coche? Contiene una manifestación de la condición previa de disponibilidad, que concierne a la presuposición del hablante de que el oyente está dispuesto a efectuar el acto pedido. Si el hablante, al emitir la exhortación, no parte de estas presuposiciones, su contribución al intercambio verbal o no es sincera o es irracional. Fijémonos ahora en la estructura interrogativa de las dos locuciones. Podemos argumentar que la cortesía manifestada reside específicamente en dos factores: primera, el hablante ofrece al oyente la oportunidad de responder sólo a la pregunta, lo que
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ equivale a decir que una respuesta negativa no se considerará necesariamente como un rechazo a acceder al ruego, ya que lo que se tematiza no es más que una condición previa de la exhortación62. El segundo factor hay que describirlo según la empatía que muestra el hablante hacia su interlocutor, informándose sobre sus condiciones físicas en el primer ejemplo, y sobre su estado mental, en el segundo. En resumen, problematizar la habilidad o disponibilidad del oyente es una estrategia convencional para formular un ruego no sólo en español, sino en muchas otras lenguas63. A propósito de la habilidad del oyente como condición necesaria para la realización del acto exhortado, Rescher (1966, 29-30) ha observado: A command must be realizable […]. Thus any possible human doing, i.e., anything which «lies in the power of» men to do or not to do, can serve as a command requirement. Anything impossible –logically, physically, or conceptually (e.g. altering the past)- has to be excluded [Una exhortación debe ser realizable […]. Cualquier acto humano posible, esto es, todo lo que «está en manos» del hombre para hacer o no hacer, puede servir de condición para una exhortación. Cualquier cosa imposible – lógica, física o conceptualmente (por ejemplo, cambiar el pasado)-, debe ser excluida.]
Todo esto no quita, sin embargo, que en el lenguaje conversacional se produzcan violaciones de la condición previa de habilidad. En tales casos nos encontramos con expresiones irónicas, que se presentan de dos formas distintas. En primer lugar, la ironía puede estar basada en restricciones biológicas del hombre en general o del interlocutor en particular, en cuyo caso la intención perlocutiva del hablante es conseguir determinados efectos humorísticos. Un ejemplo concreto es pedir a una persona que tiene la pierna rota que participe en un partido de fútbol.
62
Se puede afirmar (Risselada, 1990, 22) que ¿Puedes traerme el correo? es más cortés que ¿Quiere usted apartar su coche?, puesto que en el primer caso una respuesta negativa implica una referencia a factores ajenos a la voluntad del interlocutor, mientras que en el segundo la negación implica que el interlocutor no está dispuesto a colaborar con el hablante, por lo que amenaza la imagen positiva del mismo. 63 Una excepción incidental es la que menciona Searle (1975, 76) respecto al checo. En esta lengua, los ruegos no se expresan con una referencia a la habilidad del interlocutor. El equivalente hecho de ¿Puedes traerme el corre?, por lo tanto, se interpretaría como pregunta informativa solamente.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La segunda clase de ironía constituye la imagen relejada de la que acabamos de considerar. Se produce en las situaciones comunicativas en que está claro tanto para el hablante como para el oyente que éste está en perfectas condiciones para acceder al ruego de aquél. Incluso está mal o convencionalmente obligado a cumplir con el deseo del interlocutor, por haber faltado a ciertas normas de cortesía. Un ejemplo ilustrativo es la ironía expresada por ¿Puedes retirar tus pies de mi silla? La locución ¿Podría usted cerrar la puerta?, por poner otro ejemplo, se interpreta normalmente como la expresión cortés de una exhortación. Puede servir de petición dirigida a una persona desconocida, como, por ejemplo, cuando el propietario de un comercio se dirige a un cliente que acaba de entrar. La misma fórmula, sin embargo, adquiere el carácter de un mandato cuando la emplea irónicamente un padre irritado por el descuido de su hijo que ha dejado abierta la puerta por enésima vez. Los casos de ironía aquí tratados demuestran una vez más lo que ya destacamos en el capítulo 3: la cortesía de la interacción verbal queda determinada por el carácter específico del contexto y de la situación comunicativa. Esto quiere decir que, contra lo que se supone a menudo, las preguntas sobre la habilidad y disponibilidad del oyente no sirven incondicionalmente para formular una exhortación cortés. Volviendo, finalmente, sobre la interpretación cortés de las interrogaciones exhortativas que estamos analizando, conviene señalar una ambigüedad potencial. Se trata de situaciones en las que el hablante no está seguro de que el interlocutor sea realmente capaz de efectuar el acto exhortado. En tales casos, los objetos ilocutivos interrogativo y exhortativo presentan una ordenación cronológica, ya que la pregunta sirve primariamente para obtener la información pedida. Si el interlocutor está en condiciones de cumplir el deseo del hablante, el acto de habla adquiere, una segunda instancia, la fuerza de un ruego. Valga como ejemplo:
89) ¿Puedes traducir esta carta al español?
A continuación, sigue un análisis lingüístico de las referencias a la disponibilidad y habilidad del oyente. Al examinar la estructura proposicional del ejemplo ¿Quiere usted apartar su coche?, señalamos que la interpretación directa de este ruego se deriva de la co-aparición de la especificación completa del acto pedido y la referencia explícita al interlocutor. Por lo que a estas propiedades formales se refiere,
147
La cortesía verbal _______________________________________________________________________ hemos visto que existe un paralelismo con los ruegos basados en la expresión de habilidad. Se rompe el paralelismo en el plano léxico, donde la condición previa de habilidad halla su vehículo de expresión más o menos exclusivo en el verbo poder. Para referirse a la disponibilidad del oyente, al hablante tiene en cambio a su disposición una gran variedad de expresiones. Los ejemplos que siguen muestran una serie de variantes de ¿Quiere usted aparcar su coche?:
90) ¿Le importa apartar su coche? 91) ¿Tiene inconveniente en apartar su coche? 92) ¿Me hace el favor de apartar su coche? 93) Tengo la bondad de apartar su coche.
A pesar de que los cuatro ejemplos explicitan la condición previa de disponibilidad, no lo hacen de la misma manera. (90) y (91) derivan su interpretación cortés de la expresión de una pregunta sobre las objeciones que puede tener el oyente para cumplir el deseo del hablante. En los ejemplos (92) y (93), en cambio, el efecto cortés se produce por el significado léxico de favor y bondad, que aluden al poder o la autoridad del oyente. Sintácticamente, la condición previa de disponibilidad difiere de la de habilidad que puede ser expresada por construcciones de coletilla. Véase la siguiente variante de ¿Quiere usted apartar su coche?: 94) Aparte usted su coche, ¿quiere?64,
y así, del mismo modo: 92a) Aparte usted su coche, ¿me hace el favor?65, 93a) Aparte usted su coche, tenga la bondad.
La referencia a la disponibilidad del interlocutor puede explotarse también para producir efectos irónicos, no corteses, lo cual sugiere equivalencia con la misma 64
Remitimos también a un ejemplo tomado de un cuento de Delibes (1966, 165): Nicolás, toca «Mambrú se fue a la guerra», ¿quieres? 65 Si es inferible del contexto o de la situación, muchas veces se suprime el verbo que indica el acto exhortado: Perdone, la calle de Hermosillo, ¿me hace usted el favor? (Beinhauer, 1985, 147).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ categoría de ruegos que especifican la condición previa de habilidad. Así, el ejemplo visto ¿Puedes retirar tus pies de mi silla? Es perfectamente comparable con ¿Quieres retirar tus pies de mi silla? Dediquemos, para concluir, unas breves palabras a la relación intrínseca de las condiciones previas de habilidad y disponibilidad. Un análisis comparativo pone de manifiesto que no pertenecen al mismo análisis comparativo pone de manifiesto que no pertenecen al mismo nivel preparatorio, sino que son condiciones jerárquicamente ordenadas. Podemos precisar así este punto: la habilidad para realizar un acto determinado es un criterio absoluto en lo que respecta a las capacidades individuales del agente. La disponibilidad, en cambio, es un criterio relativo, ya que es negociable; es decir, en principio, es posible persuadir a un interlocutor a que acceda a un ruego que, en una fase anterior del intercambio verbal, rechazó. Podemos deducir de un par de ejemplos contrastivos una evidencia empírica para la jerarquía señalada:
95) ¿Quieres ayudarme a redactar este documento, si puedes? 96) *¿Puedes ayudarme a redactar este documento, si quieres?
(95) es perfectamente aceptable, mientras que (96) está pragmáticamente mal formado, ya que la habilidad del interlocutor, que se indica mediante la apódosis, está condicionalmente subordinada a su disponibilidad, referida por la prótasis. Dentro del mismo contexto, vale la pena mencionar una observación por Leeech (1974, 810) sobre la neutralización de la distinción conceptual entre habilidad y disponibilidad. Refiriéndose a la respuesta escrita a una tarjeta de invitación, Leech señala que, por razones de cortesía, cuando se rechaza la invitación, la negación no puede adoptar la forma de *no quiero aceptar la invitación; de modo que, en este contexto específico, se selecciona el lexema que denota habilidad como antónimo del que denota disponibilidad. Los análisis de este capítulo nos permiten concluir que tanto las oraciones imperativas como las interrogativas que contienen una referencia de la habilidad o disponibilidad del interlocutor sirven como vehículos de expresión convencionales para transmitir cortesía negativa.
8.2.1.2. La exhortación indirecta
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En 8.2.1.1. hemos advertido que el carácter empático de las preguntas sobre las condiciones físicas y mentales del interlocutor desempeña un papel central en la comunicación de cortesía negativa. Por este motivo, la habilidad y disponibilidad para efectuar el acto exhortado pueden calificarse adecuadamente de condiciones previas orientadas hacia el oyente. Ahora bien, en la manifestación de la exhortación indirecta intervienen otros tipos de condiciones previas, que no están orientadas hacia el oyente, sino hacia el objeto del acto exhortado. Se trata de las llamadas condiciones de obviedad y razonabilidad. La condición previa de obviedad –traducción literal del término inglés obviousness, halla su expresión formal en oraciones interrogativas cuyo objeto ilocutivo explícito es verificar si la situación deseada se da o no en realidad. Para un ejemplo concreto, remitimos a (77): ¿Está cerrada la puerta?, poniendo de relieve que una respuesta afirmativa a esta pregunta implica que se suprime la interpretación exhortativa indirecta. La siguiente exposición enfoca la índole de la presuposición que subyace en la expresión de la condición previa de obviedad (Downes, 1977, 86): …it may NOT be the case that imperatives are restricted to future time reference… The crucial criterion may be that the speaker does not know that the act has been carried out or carries out in a certain way. We might say that imperatives are incompatible with «verifies by the speaker» past time reference. Since verification includes future time (one cannot verify an act yet to be performed), the more general constraint on imperatives is that the act must be unverified by the speaker… […puede ser el caso que los imperativos (sc. Oraciones exhortativas) NO estén restringidos al tiempo futuro… El criterio crucial puede ser que el hablante no sepa que el acto haya sido efectuado o efectuado de una manera determinada. Podríamos decir que los imperativos son incompatibles con una referencia al pasado «verificado por el hablante». Como la verificación implica tiempo futuro (no se puede verificar un acto que aún no se ha realizado), los imperativos están sujetos a la restricción general de que el acto no haya sido verificado por el hablante…]
Consideremos algunos casos concretos:
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 97) ¿Has echado la carta al correo ya? 98) ¿Hay café? 99) ¿Tienes dinero tú?
Aunque estas preguntas pueden hacerse sólo para pedir información, en muchos casos se caracterizan por un objeto ilocutivo múltiple. Es decir, el hablante puede usarlas para averiguar si la situación que quiere que se produzca, ya se da en realidad. Como ya hemos indicado antes, esto conlleva que una respuesta afirmativa a la pregunta haga que la petición implícita deje de tener efecto. Una respuesta negativa, en cambio, implica que la interrogación activa el acto de habla indirecto, que en los ejemplos (97)(99) puede especificarse como: echar la carta al correo, hacer café y pagar la cuenta, respectivamente. De lo anterior se desprende que el interlocutor que no ha realizado todavía el acto pedido, pero que tiene la intención de acceder al ruego, no necesita contestar a la pregunta; puede limitarse a manifestar que está dispuesto a cumplir con el deseo del hablante. Así, pues, una respuesta verbal apropiada a (97) podría ser:
100) No te preocupes; lo haré ahora mismo.
Al comparar la estructura proposicional de los tres ejemplos mencionados, percibimos que (98) y (99) no contienen ninguna referencia a los actos pedidos. Lo único que se describe es el objeto en el que se debe centrar la acción del oyente. En (97), por otra parte, dicha acción está especificada literalmente. Sin embargo, esto no significa que tengamos una exhortación directa; mediante el uso del presente perfecto el hablante no orienta la acción hacia el futuro, -como, por ejemplo, en ¿Puedes traerme el correo? y ¿Quiere usted apartar su coche?-, sino hacia el pasado, por lo que la locución adolece de fuerza exhortativa directa. Recuérdese, a propósito de esto, que en 8.2.1. hemos determinado el carácter indirecto de exhortaciones como (97)-(99), asignándoles la penúltima posición en la escala de cuatro puntos: Nótese, luego, que el adverbio ya del ejemplo (97) contribuye esencialmente a la interpretación impositiva de la locución; se refiere al conocimiento común compartido por hablante y oyente de que a éste le toca llevar a cabo la acción aludida.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Lógicamente, la manifestación lingüística de la condición previa de obviedad facilita al hablante el distanciarse cortésmente de su interlocutor. Lo que hace en realidad es formular una pregunta objetiva sobre una posible situación evitando acercarse abiertamente al territorio intencional del interlocutor. Sabemos, por experiencia propia, que las preguntas en cuestión las hacen también los hablantes que están enterados de que la acción pedida no se ha efectuado aún, lo cual equivale a decir que se burlan de la condición de sinceridad de los actos interrogativos, puesto que, por razones estratégicas, formulan la pregunta con falsas pretensiones. Es lícito concluir de todo esto que los ruegos indirectos del tipo de (97)-(99) expresan de forma prototípica cortesía negativa. Pasemos ahora al análisis de la condición previa de razonabilidad, que, como quedó arriba indicado, es comparable a la de obviedad en la medida en que su manifestación lingüística corresponde a la realización indirecta del acto exhortativo. La razonabilidad de la que aquí se trata subyace en el comportamiento racional del homo agens en general y del homo loquens en especial. Dentro del marco de la teoría de los actos de habla, el factor crucial es la presuposición de que cada hablante es capaz de explicar por qué realiza un determinado acto de habla. En relación con los actos exhortativos, se puede sostener que la justificación explícita del acto sirve para convencer al oyente de que hay un motivo para cumplir el deseo del hablante. Rescher (1966, 16-17) enfoca este punto como sigue: …a command generally has some justification, i.e., the source should be in a position to provide a rational and reasonable answer to the question of why he issued a certain command. A command can thus be «questioned» by its recipient both as regards the authority of its source and his grounds for giving it. […generalmente, una exhortación tiene cierta justificación, es decir, la fuente debe estar en las condiciones apropiadas para dar una respuesta racional y razonable a la pregunta de por qué emitió una exhortación determinada. Así, pues, el receptor de una exhortación puede pedir que se justifique tanto la autoridad de la fuente como sus motivos para hacerla.]
Como hemos observado en varios pasajes de este libro, la justificación de la exhortación desempeña un importante papel en la expresión de cortesía negativa. En
152
La cortesía verbal _______________________________________________________________________ 6.3., por ejemplo, al analizar los ejemplos (29) y (30), hemos advertido que el macroacto exhortativo se compone preferentemente de un ruego precedido y/o seguido de una secuencia de aserciones que tienen por objeto motivar el acto exhortativo central. De este modo, el hablante muestra cortesía negativa, ofreciendo al oyente la oportunidad de juzgar la razonabilidad de la exhortación. Un ejemplo ilustrativo de la estrategia indicada es (19) Está oscuro en este rincón, en relación con el cual hicimos notar que, emitido en un contexto o situación apropiada, puede utilizarse adecuadamente para exhortar al interlocutor, por ejemplo, a que encienda la luz. Es obvio que la índole marcadamente indirecta de actos de habla como (19) tiene su origen en que se hace una aserción que no encierra ninguna referencial formal a la exhortación implícita. De esta manera, el hablante produce la impresión de que no tiene el propósito de amenazar la libertad de acción del oyente. Evidentemente, es la distancia conceptual, o mejor dicho inferencial, entre aserción explícita y exhortación implícita la que crea la interpretación cortés de la locución. Esta forma de cortesía negativa le permite incluso al oyente responder tan sólo a la fuerza asertiva de la locución, sin que tenga que prestar atención al acto exhortativo implícito. Así, pues, un interlocutor no cooperativo podría responder a (19):
19a) Sí, aquí no entra nunca el sol.
Esta respuesta ilustra claramente que se puede manipular el proceso inferencial que hay que recorrer para llegar de la fuerza explícita a la implícita del acto de habla indirecto. Concretamente, el hablante de (19a) deja de dar los pasos deductivos necesarios, desatendiendo el carácter indirecto de la locución. Un análisis más detallado de la situación nos muestra que la reacción no cooperativa puede desestabilizar el intercambio conversacional, si el hablante original se da cuenta de la insinceridad de su interlocutor. Naturalmente, puede insistir repitiendo la exhortación en forma directa mediante una locución imperativa; otra estrategia sería problematizar la violación del principio de cooperación (Grice, 1975) con el objeto de restablecer el equilibrio interactivo. Sin embargo, si el locutor exhortativo no procede de ninguna de estas maneras, dejando de manifestar su disgusto es muy probable que se originen los primeros gérmenes de un conflicto personal. Tales
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ conflictos suelen desarrollarse del modo siguiente: el hablante que ve frustrada su intención comunicativa adopta una actitud que sabe que irrita al interlocutor. Éste, a su vez, reacciona de modo parecido, manifestando una forma de comportamiento que irrita al hablante original. El resultado natural de este tipo de antagonismo es que las relaciones sociales de los interlocutores se vean amenazadas seriamente. Huelga decir, para finalizar, que la situación aquí descrita representa una forma extrema del fracaso comunicativo ocasionado, en el fondo, por la intención de manifestar cortesía negativa. Se da por supuesto, a través del análisis anterior, que el interlocutor cooperativo se guía tanto por sus conocimientos generales del mundo como por sus conocimientos particulares de la situación comunicativa en la que se encuentra, para inferir de la aserción explícita la correcta interpretación de la exhortación implícita66. Cabe distinguir dos tipos de procesos inferenciales, según el contenido proposicional de la aserciones sea específico u opaco. Esta clasificación, establecida por Haverkate (1979, 127-134), está fundada en los criterios que se detallan más adelante. En cuanto a la clase de aserciones de contenido específico remitimos, en primer lugar, al ejemplo (79): Hace un frío tremendo aquí. Interpretando esta locución como un acto de habla múltiple, compuesto de aserción explícita y exhortación implícita, podemos sustentar que la aserción tiene por objeto indicar al oyente que hay una razón para realizar una acción determinada, cuya índole debe deducir del contenido proposicional, por una parte, y de la situación comunicativa, por otra. Respecto a (79), es razonable suponer que la acción aludida es, por ejemplo, cerrar la ventana, encender la calefacción o apagar el ventilador. En el caso de que oyente no interprete debidamente la relación entre lo que se dice y lo que se pretende –o desatienda intencionadamente esa relación-, el hablante puede explicitar su intención con una oración impositiva en la que la aserción original cumpla función de oración subordinada causal. Este procedimiento se ve en la siguiente expansión de (79):
79a) Cierre la ventana, que hace un frío tremendo aquí.
66
En los actos de habla indirectos, el hablante comunica al oyente más de lo que dice en realidad, confiando en la información de fondo lingüística y no lingüística, mutuamente compartida, así como en las capacidades generales del oyente de razonar e inferir. Más específicamente, el aparato necesario para explicar la parte indirecta de los actos de habla indirectos incluye una teoría de actos de habla, ciertos principios generales de conversación cooperativa […], información de fondo mutua del hablante y oyente, así como la habilidad del oyente de inferir.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
Centrémonos, a continuación, en la clase de las aserciones de contenido opaco, tomando como punto de partida el ejemplo:
101) La asistenta no ha venido hoy tampoco.
La interpretación que aquí interesa es la de un acto de habla múltiple caracterizado por una fuerza asertiva explícita y otra exhortativa implícita, lo cual, a primera vista, sugiere una equivalencia de (79) y (101). Una investigación más precisa, sin embargo, pone de manifiesto que, al comprar los dos ejemplos, la condición previa de razonabilidad opera de modo esencialmente distinto. Es decir, (79) describe una situación que debe ser transformada en otra, mientras que la proposición de (101) no describe esa situación, de modo que, en este caso, el oyente sólo puede inferir la acción exhortada a partir de sus conocimientos particulares del contexto o de la situación. Así, pues, suponiendo que se trata de una locución dirigida por una mujer a su marido, que acaba de llegar a casa, la exhortación puede estar orientada hacia acciones tan diversas como fregar los cacharros, ayudar a limpiar la casa o ir a casa de la asistenta a informarse de por qué no ha aparecido. Para formalizar la distinción entre aserciones de contenido específico y opaco proponemos describir la primera categoría según el deseo del hablante de que el oyente transforme la situación indicada (E) en –(E), o viceversa; las aserciones de contenido opaco, en cambio, no indican una situación que deba ser transformada en otra. Aquí la descripción de la situación sólo sirve para indicar que hay otro, (EI), no referido explícitamente, que debe ser transformado en –(EI), o viceversa67. Una prueba empírica para verificar la diferencia entre los dos tipos de aserciones exhortativas consiste en incrustarlas en una proposición que exprese un juicio de valor. Compárense, por ejemplo:
79a) Es absurdo que haga un frío tremendo aquí. 101a) Es absurdo que la asistenta no haya venido hoy tampoco. 67
Es interesante observar de paso que gran número de anuncios comerciales están basados en aserciones exhortativas de contenido opaco. Por poner un ejemplo concreto, no encontramos anuncios que contengan exhortaciones directas del tipo Compre los productos de Hele Rubinstein, sino El tiempo se detiene en tu piel con Helena Rubinstein. Del mismo modo, el público no se enfrenta con Abra usted una cuenta en Granadaban, sino con En Granadaban su dinero crece más seguro.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
Es evidente que (79a) puede emitirse perfectamente con la misma intención exhortativa que (79). Cabe añadir a esto que la valoración negativa expresada por la proposición incrustadora hace que la locución adquiera la interpretación de un reproche indirecto, lo cual conlleva que el hablante que la emite realice, a la vez, dos actos ilocutivos implícitos. Consideremos ahora (101a). Es indudable que estamos ante una oración gramaticalmente bien formada. Sin embargo, a diferencia de (79a), es muy poco probable que se produzca para comunicar una exhortación, de modo que, en circunstancias normales, el oyente no interpretará la aserción valorativa como un ruego para que friegue los cacharros, ayude a limpiar la casa o vaya a casa de la asistenta a informarse de por qué no ha aparecido. Redondeamos el análisis comparativo de las aserciones de contenido específico y opaco considerando de nuevo la escala de cuatro puntos, establecida en 8.2.1. Es incontestable que tanto una categoría como otra corresponden, de acuerdo con los criterios fijados al respecto, al punto cuatro de la escala, o sea, el punto ocupado por las realizaciones más indirectas del acto exhortativo. Como hemos destacado arriba, las aserciones opacas se diferencian de las específicas en que no son interpretable más que a partir de conocimientos de fondo particulares, inaccesibles a personas no iniciadas en el dominio correspondiente del discurso. En las aserciones específicas, en cambio, los conocimientos de fondo tienen una función menos preponderante, ya que se describe una situación objetivamente interpretable. Por este motivo, la categoría de las exhortaciones indirectas que corresponden al punto extremo de la escala se bifurca en dos subcategorías, diferenciadas por la índole del proceso inferencial. Ahondaremos, en lo que sigue, un poco más en la estructura proposicional de las aserciones de contenido opaco, fijándonos en la relación dialéctica entre la expresión de cortesía negativa y la interpretabilidad del acto de habla. De acuerdo con la máxima de relación (Grice, 1975), estos dos factores deben estar en equilibrio. Al hablante indirecto, por consiguiente, se le impone la necesidad de construir la aserción de contenido opaco de forma que el interlocutor se percate, sin dificultad, de su relevancia para la exhortación implícita.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Véase, a propósito de esto, la exposición de Blum-Kulka sobre la correlación señalada:
The concept of (in)directness, when applied to speech acts, is taken to equal the relative length of the inferential path needed to arrive at an utterance’s illocutionary point. Thus, the more «indirect» the mode of realization, the higher will be the interpretive demands on the hearer (1987, 133). Thus the most polite way of making a request is by appearing to be indirect without burdening the hearer with the actual cost of true indirecteness (1987, 143144). [Cabe establecer una correlación entre el carácter directo o indirecto del acto de habla y la distancia relativa que se tiene que recorrer por el camino inferencial para llegar al objeto ilocutivo de la locución. Así, pues, cuanto más «indirecto» sea el modo de realización, más coste tendrá que invertir el oyente en el proceso de interpretación. Es decir, la forma más cortés de hacer un ruego es intentar aparentar ser indirecto, sin obligar al oyente a invertir el corte real que supone la interpretación de una locución auténticamente indirecta]68.
Para aclarar la esencia del problema inferencial, es útil señalar que los hablantes pueden tener motivos muy particulares para hacer una exhortación. Esto conlleva, como ha sugerido acertadamente Downes (1977, 94), que sea imposible concebir una aserción, cualquiera que sea su contenido proposicional, a la que, en un contexto apropiado, no se pudiera tribuir una fuerza exhortativa. Ahora bien, lo anterior puede haber creado la impresión de que la manifestación de la condición previa de razonabilidad sólo sirve para comunicar cortesía negativa. La práctica de las conversaciones cotidianas muestra, sin embargo, que esta idea es falsa. Fundamentalmente, intervienen dos criterios formales en la interpretación cortés o no cortés del acto de habla indirecto: el patrón entonacional y la estructura léxica de la proposición. Retomando el ejemplo (79), Hace un frío tremendo aquí, comprobamos que el hablante que haga esta aserción mediante un marcado refuerzo prosódico, no expresa un ruego, sino un mandato, por lo que produce un efecto perlocutivo 68
Una útil contribución al estudio de la relación entre cortesía e interpretabilidad es el artículo de Rycker (1990).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ evidentemente no cortés. Naturalmente, esta interpretación presupone que el hablante tiene autoridad sobre el oyente y que éste está enterado de que, en virtud de esa autoridad, tiene la obligación de realizar la acción implícitamente indicada por la aserción. La influencia de la selección léxica la podemos ilustrar por medio de (79a): Es absurdo que haga un frío tremendo aquí. Recuérdese que esta variante de (79) puede ser emitida con la misma intención exhortativa que el ejemplo original. Hemos observado, además, que el empleo del lexema absurdo suministra un efecto perlocutivo negativo, puesto que la locución implica que el oyente es responsable de haber provocado una situación no deseada. Ni que decir tiene que el mismo efecto se consigue acompañando la aserción de vocativos despectivos como idiota, imbécil y estúpido. La conclusión es obvia: la aplicación de las estrategias léxicas indicadas hace que el hablante se exprese de un modo no cortés o, incluso, descortés. Con estas consideraciones concluimos nuestra investigación de la cortesía negativa tal como se transmite por la referencia a las condiciones previas de obviedad y razonabilidad.
8.2.1.2.1. Estrategias deícticas En este capítulo investigaremos el subacto referencial del acto exhortativo, adoptando, en consonancia con el análisis de los actos asertivos, el centro deíctico como marco de referencia. Para una caracterización del concepto remitimos al principio de 8.1.2.2.2. Aplicando el modelo que se elabora allí, dedicaremos los siguientes párrafos al análisis de la cortesía tal como se expresa por medio de las categorías de la coordenada de persona y tiempo.
8.2.1.2.1.1. La coordenada de persona del centro deíctico La intención primordial del hablante exhortativo que manipule la coordenada de persona del centro deíctico es suavizar la fuerza del acto de habla. El efecto atenuador se consigue mediante una referencia no explícita al interlocutor. Esta forma de cortesía negativa es inherente a varios tipos de exhortaciones indirectas. Las estrategias en cuestión pueden describirse adecuadamente basándonos en la escala que hemos ideado para determinar el carácter directo o indirecto del acto de habla. En todos los casos, la
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ manipulación de la coordenada de persona da como resultado la desfocalización de la identidad del oyente. Para empezar nos centraremos sobre el segundo punto de la escala, al que corresponden locuciones que indican el acto exhortado, sin contener una referencia específica o directa al oyente. Recuérdese, respecto a esto, el primer ejemplo dado en 8.2.1., Quisiera que se encendiera la luz. Al interpretar esta locución como exhortación indirecta, vemos que expresa una referencia gramatical al interlocutor a través del pronombre pseudorreflexivo. Esta categoría, como es sabido, está marcada negativamente respecto al rasgo [específico]. Lo que se aplica, pues, es una estrategia de distanciamiento deíctico que tiene como fin comunicar cortesía negativa. Dicho de otro modo, dejando de hacer referencias específicas al interlocutor, el hablante evita invadir abiertamente su campo intencional. Otra estrategia desfocalizadora consiste en actualizar la referencia pseudoinclusiva de la primera persona del plural. Aquí es relevante un ejemplo como (14) Y ahora vamos a acostarnos tranquilamente, exhortación sobre la que hemos observado que tipifica relaciones asimétricas entre los interlocutores, o sea, en este caso, entre padres e hijos. Hemos visto también que la cortesía negativa manifestada por la referencia pseudoinclusiva reside en que el hablante superior la maneja para crear una solidaridad simbólica con el oyente. Mirando las cosas desde la perspectiva del centro deíctico, vemos que se amalgaman las zonas de los interlocutores, lo cual sugiere una reducción del papel activo del oyente. En el marco de las máximas griceanas, podría establecerse que el hablante de (14) se burla de la primera máxima de calidad, porque dice una cosa que sabe que es falsa; únicamente incita a que se acueste al interlocutor. El tercer punto de la escala está ocupado por locuciones que no describen necesariamente el acto exhortado, sino que indican su objeto. Por esta razón, no es raro que carezcan de constituyentes deícticos. Un ejemplo ilustrativo es (98): ¿Hay café?, que, de acuerdo con la interpretación que examinamos aquí, es una manifestación de la condición previa de obviedad inhernte a la realización del acto exhortativo. Consultando si cierta situación corresponde a la realidad, la pregunta del hablante implica que el oyente, cuya identidad se silencia por completo, haga que se produzca esa situación en el caso de que la respuesta sea negativa. Dicho de otro modo, el hablante de (98) actualiza el máximo grado de distanciamiento respecto a la zona deíctica del interlocutor.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Observamos el mismo proceso desfocalizador en las locuciones que ocupan el cuarto punto de la escala. Son exhortaciones basadas en la manifestación de la condición previa de razonabilidad, como, por ejemplo, (19): Está oscuro en este rincón. Este ejemplo es perfectamente comparable a (98); las dos locuciones muestran que la despersonalización del interlocutor se presenta en su forma prototípica en la expresión de las condiciones de obviedad y razonabilidad. Esto no es sorprendente, puesto que ni una interrogación sobre la situación deseada ni la descripción de la razón por la que se emite la exhortación requieren una referencia intrínseca a la persona del interlocutor. En resumen, los análisis que hemos visto en este párrafo han demostrado que en la mitigación deíctica del acto exhortativo intervienen tres tipos de referencias: la pseudorreflexiva, la pseudoinclusiva y la implícita. Al comparar, para concluir, los actos asertivos y exhortativos en cuanto a la manipulación de la coordenada de persona, percibimos que en los asertivos el hablante puede borrar tanto los perfiles de su propia zona del centro deíctico como los de la zona del interlocutor. Ejemplos ilustrativos son (64) y (66), respectivamente. El hablante exhortativo, en cambio, no tiene más remedio que desfocalizar la identidad del oyente, lo que encuentra su explicación natural en el objeto ilocutivo de la exhortación, que se orienta hacia el interlocutor en su calidad de persona agente.
8.2.1.2.1.2. La coordenada de tiempo del centro deíctico En los actos de habla exhortativos, la manipulación de la coordenada de tiempo se hace con el empleo de dos paradigmas verbales: el condicional y el pretérito imperfecto. En cuanto al condicional, recuérdese que su composición semántica es peculiar porque expresa una amalgama de dos rasgos temporales básicamente contrastivos: [+ pretérito], [+ futuro]. Hemos advertido que las oraciones que tienen una forma del condicional no se refieren al mundo real, sino a un mundo posible. Respecto a los dos tipos de mundos posibles distinguidos en 8.1.2.2.2.2., conviene resaltar que, en los actos exhortativos, sólo desempeña un oficio distintivo el mundo que hemos definido como situaciones que no son reales, pero que pueden convertirse en realidad. Lógicamente, el otro tipo de mundo posible, caracterizado por situaciones que no son reales y que no pueden convertirse en realidad, es incompatible con el objeto ilocutivo de la exhortación.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ El condicional que se refiere a situaciones que pueden llegar a ser reales se suele designar como condicional hipotético y, como hemos visto por el análisis de las aserciones, se presta perfectamente a expresar cortesía atenuadora. Veamos ahora en qué circunstancias este condicional se puede utilizar para atenuar la fuerza del acto exhortativo. Nuestro marco de referencia lo constituyen las condiciones previas que hemos utilizado para examinar las manifestaciones directas e indirectas de la exhortación. Empezamos por las condiciones orientadas hacia el oyente, que son las de habilidad y disponibilidad. En 8.2.1.1. hemos sostenido que su manifestación lingüística es indicio de la realización directa del acto exhortativo; basábamos la argumentación en el análisis proposicional de ¿Puedes traerme el correo? y ‘Quiere usted apartar su coche? Ahora bien, en los dos ejemplos el presente de indicativo puede sustituirse por el condicional hipotético sin que ello repercuta en la gramaticalidad de las oraciones. Lo que sí sufre un cambio es s interpretación pragmática: ¿Podrías traerme el correo? y ¿Querría usted apartar su coche? denotan un grado de cortesía mayor, si se emiten en la misma situación comunicativa. La diferencia entre presente y condicional se explica teniendo en cuenta que, en virtud de su análisis componencial, el condicional indica un punto de referencia separado del momento del acto de habla por una doble distancia temporal. Esta distancia la hemos asociado metafóricamente con la distancia interpersonal creada por el hablante para expresar mitigación. En la gramática tradicional, como vimos, se suele hablar de condicional de cortesía. Nótese que algunas de las variantes de ¿Quiere usted apartar su coche? pueden mitigarse también con el empleo del condicional de cortesía. Así, por ejemplo, al lado de (90) y (91), tenemos:
90a) ¿Le importaría apartar su coche? 91a) ¿Tendría inconveniente en apartar su coche?
Pasemos, a continuación, a la investigación de las condiciones previas tratadas en conexión con la exhortación indirecta: las condiciones de obviedad y razonabilidad. La primera la ilustramos mediante los ejemplos (97)-(99). Lo interesante en este contexto es que ninguno de estos ejemplos admitiría el condicional de cortesía con tanta facilidad como las locuciones que expresan habilidad y disponibilidad.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Vayamos por partes. En (97) el condicional no podría usarse para aumentar el grado de cortesía. Dicho de otro modo:
97a) ¿Habrías echado (echarías) la carta al correo?
no expresa un ruego cortés, ni siquiera expresa un ruego. A propósito de:
98a) ¿Habría café? 99a) ¿Tendrías dinero tú?
cabe advertir que estas variantes de (98) y (99) requerirían contextos muy específicos para ser interpretadas como ruegos corteses. Sea lo que fuere, al condicional no se le puede asignar –en ninguno de los casos-, el estatus de transmisor de cortesía convencional. La condición previa de razonabilidad se examinó a través de los ejemplos (19), (79) y (101), que tipifican la realización más indirecta del acto exhortativo. Parece ser, a primera vista, que el empleo del condicional de cortesía no es compatible con ninguno de los tres. No obstante, al recordar las palabras de Downes (1977, 94), según el cual toda aserción, dado un contexto apropiado, puede hacerse con fuerza exhortativa, debemos precisar nuestra observación en el sentido de que se requieren factores situacionales más específicos aún que los postulados para los ejemplos (98a) y (99a), para que una aserción como, por ejemplo, (19a) Estaría oscuro en este rincón pueda interpretarse como ruego cortés. Quedan por investigar tres clases de oraciones exhortativas en las que el uso del condicional contribuye a una interpretación convencionalmente cortés.
I) Compárense:
102) Quiero que me cortes el pelo. 103) Querría que me cortaras el pelo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Advertimos, en primer lugar, que tanto (102) como (103) representan manifestaciones lingüísticas de la llamada «condición de sinceridad» (Searle, 1969, 6465), que subyace en el comportamiento intencional del hablante. Como sugiere el mismo término, la sinceridad inherente a la realización del acto de habla hay que definirla como un estado psicológico primario del hablante, irreducible a factores externos. En lo que respecta a los actos exhortativos, la condición de sinceridad estipula que el hablante que dirija un ruego o mandato al interlocutor quiera realmente que éste realice el acto exhortado. El campo de acción de la condición puede demostrarse empíricamente por una comparación entre: Recoge tus juguetes; quiero que lo hagas y *Recoge tus juguetes, pero no quiero que lo hagas. El primer acto de habla se efectúa de manera consistente; expresa mediante una coletilla, que sirve de refuerzo persuasivo, que el hablante es sincero al hacer la exhortación. El segundo, en cambio, manifiesta una contradicción del tipo denominado paradoja de Moore: la sinceridad presupuesta por Recoge tus juguetes queda anulada explícitamente por la oración adversativa, de lo que resulta que la locución deja de ser interpretable. Se produce, pues, una evidente situación de doublé-bind. Volvamos, tras este breve excurso, a los ejemplos que acabamos de dar. (102) ilustra la norma de que el uso de la forma del presente de indicativo impide que la locución tenga la fuerza de un ruego cortés. La referencia directa al estado intencional de hablante es característica de interacciones en las que el hablante tiene poder o autoridad sobre el oyente. El ejemplo (103), por otra parte, expresa cortesía; en virtud de la acepción hipotética del condicional, querría se refiere a una situación que no se da en el momento del acto de habla. Podríamos afirmar que este uso del condicional crea un espacio temporal metafórico respecto al estado intencional actual del hablante. Al mismo tiempo está vigente el criterio de espacio icónico, puesto que la condición de sinceridad y el contenido proposicional de la exhortación se expresan separadamente en el nivel de las cláusulas subordinante y subordinada, respectivamente. Locuciones como (103), por consiguiente son ejemplos prototípicos de mitigación exhortativa69.
69
Obsérvese que el efecto mitigador puede duplicarse si se silencia la identidad del interlocutor como persona agente. Es relevante, al respecto, la siguiente variante de (103): (103a) Querría que se me cortara al pelo. Esta locución encierra un doble distanciamiento del centro deíctico, tanto por la coordenada de tiempo como por la de persona. Debido a su estructura proposicional –especificación del acto y desfocalización del actor- (103a) representa un miembro de la clase de exhortaciones que ocupan el segundo punto de la escala con la que determinamos el carácter directo o indirecto del acto de habla.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Llama la atención que en la bibliografía sobre el condicional de cortesía lo que ha interesado ha sido especialmente la expresión de la condición de sinceridad. No se suele mencionar el condicional como vehículo de expresión cortés en la realización formal de las condiciones previas de habilidad y disponibilidad. Así, por ejemplo, la Real Academia Española (1984, 474) sólo presta atención a ejemplos como Desearía hablar con usted y Querría pedirte un favor. La misma restricción la encontramos en Weinrich (1968, 146), que basa su análisis en una comparación entre varias lenguas:
El condicional de cortesía se encuentra en los idiomas más diversos. Por eso puede traducirse sin temor: J’aimerais savoir…, Me gustaría saber…, Gostaria de saber…, Ich würde (möchte) gerne wissen…
II) Más abajo analizamos la segunda clase de exhortaciones en las que el uso del condicional contribuye a una interpretación convencionalmente cortés. Pertenecen a esta clase oraciones asertivas que contienen una descripción completa del acto exhortado, así como una justificación del mismo. Considérense:
104) Sería bueno que fueras al banco ahora mismo. 105) Sería una solución ideal que tú te encargaras de eso. 106) Usted sería la persona más indicada para comunicárselo.
La interpretación cortés de estas exhortaciones se deriva de la interacción del condicional y la selección léxica del predicado principal. En los tres casos, éste denota información que refuerza la imagen positiva del interlocutor. Para que se transmita cortesía, se requiere, por regla general, que las dos condiciones arriba mencionadas operen simultáneamente; la sustitución del condicional por otro paradigma verbal no proporciona necesariamente el mismo efecto perlocutivo. Igual ocurre con la proposición que describe la justificación del ruego: si no se selecciona un predicado que indique una valoración positiva de la colaboración del interlocutor, no es intención del hablante expresarse cortésmente. Valgan como ejemplos predicados como urgente, necesario e inevitable, cuyo uso no produciría efectos de cortesía.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La estructura lingüística de (104)-(106) pone de manifiesto que la cortesía expresada pertenece a la categoría de mitigación. Lo mismo que en los ejemplos (54)(56) y (103), estamos ante la interacción de dos clases de espacio: metafórico e icónico; el metafórico queda determinado pro el uso del condicional que produce un distanciamiento temporal del momento del acto de habla. El espacio icónico tiene su origen en la estructura subordinada de la oración reflejándose por la distancia sintáctica entre la justificación y la especificación del acto exhortado. III) La última clase de exhortaciones relevante para el presente análisis es la que se compone de locuciones performativas atenuadas. Empecemos por repasar lo que llevamos dicho acerca de las locuciones performativas asertivas. Mediante la investigación de los ejemplos (54)-(56), hemos visto que el condicional se emplea de dos maneras distintas para atenuar la fuerza del acto de habla: puede marcar tanto el verbo performativo como los verbos modificadores poder y querer. Pues bien, en cuanto a las exhortaciones performativas, se da una situación similar, como puede verse en:
107) Le rogaría que me tradujera este fragmento. 108) Querría rogarle que me tradujera este fragmento.
Estas oraciones reflejan la misma estructura formal que (54)-(56): la especificación del predicado ilocutivo está sintácticamente separada de la del contenido proposicional por el carácter subordinado de la oración; dicho de otra forma, la oración subordinante contiene una referencia explícita al acto de habla exhortativo, mientras que subordinada hace una descripción concreta del acto rogado. El espacio icónico que se crea así coaparece con el espacio metafórico reflejado por el significado hipotético del condicional. La combinación de los tipos de espacio mitiga la fuerza de las locuciones, transformándolas en performativas atenuadas. Podría hacerse una observación especial acerca de la función pragmática de los verbos poder y querer, que, por su sentido léxico, resultan apropiados para mitigar la fuerza de las locuciones que hemos venido examinando. Como sugieren los ejemplos (54) y (55), por una parte, y (108), por otra, el hablante asertivo puede hacer uso tanto de poder como de querer, mientras que el exhortativo sólo puede explicitar la condición
165
La cortesía verbal _______________________________________________________________________ de sinceridad, lo que le obliga a limitarse al uso de querer. Fijémonos, para ver esto mejor, en la siguiente variante de (107):
107a) Podría rogarle que me tradujera este fragmento.
Aunque (107a) representa una oración bien formada en castellano, no puede usarse de manera convencional para expresar un ruego cortés70. Recapitulemos, finalmente, la influencia estratégica del condicional para modificar la fuerza de los actos exhortativos. Hemos constatado que puede atenuar de modo convencional la realización lingüística de las condiciones previas de habilidad y disponibilidad, así como la de la condición de sinceridad. También sirve de instrumento mitigador en las locuciones performativas. Es normalmente incompatible, sin embargo, con la manifestación de las condiciones previas de obviedad y razonabilidad. Ahora bien, estos datos empíricos proporcionan una corroboración interesante de la escala de cuatro puntos. Es decir, el condicional de cortesía atenúa de manera prototípica las locuciones exhortativas que hemos calificado de directas por hacer una especificación completa del acto exhortado; son locuciones, pues, que se colocarían en los dos primeros puntos de la escala. Algunos ejemplos relevantes que hemos considerado son: ¿Podrías traerme el correo?, ¿Querría usted apartar su coche?, Querría que se me cortara el pelo y Querría rogarle que me tradujera este fragmento. Concluimos, pues, que a la prueba empírica de Ross, basada en el empleo anafórico del predicado acceder al ruego –véase 8.2.1.-, se puede añadir otra en la que el condicional hipotético sirve de parámetro. Nos queda señalar que sería conveniente remplazar la expresión tradicional de condicional de cortesía por condicional de mitigación, puesto que, como hemos podido ver a través de los análisis verificados, el uso cortés del condicional consigue un marcado efecto atenuador, provocado por el distanciamiento metafórico de la coordenada de tiempo del centro deíctico. Finalmente, veremos el llamado imperfecto de cortesía, estrategia comparable a la que acabamos de investigar. Recordemos primero algunas citas de la bibliografía sobre el tema. Alarcos Llorach (1978, 107) hace la siguiente exposición: 70
La variante interrogativa de (108a) ¿Podría rogarle que me tradujera este fragmento? si admite una interpretación exhortativa cortés. Aquí la cortesía radica en que el pedir permiso para exhortar precede al acto exhortativo mismo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La perspectiva de alejamiento común a todos los pasados (en cualquier modo) explica los usos llamados de «modestia» o «cortesía»: «quería pedirte un favor» ( en lugar de quiero), donde el hablante se «aleja» por cortesía del hecho objetivo, su propio «querer»… Brown y Levinson (1978, 209) asocian el empleo del imperfecto de cortesía con la intención del hablante de evitar amenazar la imagen negativa del interlocutor: …the use of point-of-view operations to distance S from H or from the particular FTA.
One set of mechanisms involves manipulating the expression of tense to
provide distancing in time. As the tense is switched from present into past, the speaker moves as if into the future, so he distances himself from the here and now. Hence we get negative polite FTAs with increasingly remote past tenses, for requests: I have been (was) wondering whether you could do me a little favour. […el uso de cambios de punto de vista para distanciar al hablante del oyente o del acto que amenaza su imagen. Hay una serie de mecanismos que consisten en manipular la expresión de tiempo para crear distancia temporal. Como el tiempo verbal cambia de presente a pretérito, el hablante entra, por decirlo así, en el futuro, de manera que se distancia del aquí y ahora. Así, pues, vemos que al realizarse actos que amenazan la imagen del oyente, la expresión de tiempos pretéritos cada vez más remotos sirve para comunicar la cortesía negativa inherente a los ruegos: Me he estado (me estaba) preguntando si podías hacerme un pequeño favor.]
Es de interés subrayar que los autores citados están de acuerdo en que el imperfecto de cortesía opera mediante un proceso de distanciamiento: «perspectiva de alejamiento», «operations to distance S from H». Aplicando los parámetros del modelo del centro deíctico, cabe hablar, efectivamente, de un distanciamiento estratégico del momento del acto de habla, que constituye el núcleo de la coordenada de tiempo. Además, podemos interpretar la distancia temporal entre presente y pasado como espacio metafórico71, lo que sugiere afinidad con el condicional, cuyo uso cortés implica un doble distanciamiento del momento del acto de habla: no sólo hacia el pasado, sino también hacia el futuro.
71
Borrego, Asencio y Prieto (1987, 165) señalan que Bello ya se dio cuenta del carácter metafórico del imperfecto de cortesía, refiriéndose al mismo en términos de anterioridad metafórica.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Entre los paradigmas que integran el pretérito, sólo el imperfecto puede utilizarse para transmitir cortesía. Esta selección se explica de un modo natural por la composición aspectual del paradigma; denota un aspecto imperfectivo, que, en el contexto metafórico referido, actualiza una interpretación durativa, sugiriendo que la situación hipotéticamente colocada en el pasado puede convertirse en realidad. Ésa es la razón por la que se excluye el uso del pretérito definido para producir efectos de cortesía; este paradigma, por el aspecto perfectivo que denota, establece una separación fundamental entre pasado y presente. Veamos, ahora, algunos ejemplos concretos:
109) Quería que me acompañaras al teatro. 110) ¿Qué deseaba el señor? 111) Quería pedirle un favor. 112) A ver si me podrías traer el periódico.
Al considerar estas exhortaciones, percibimos un perfecto paralelismo con la manifestación del condicional de mitigación. Es decir, tanto el uso cortés del imperfecto como el del condicional requiere que la realización del acto de habla sea directa. Concretamente, (109), (111) y (112) contienen una descripción completa del acto exhortado, especificándose en (109) y (111) la condición de sinceridad y en (112) la condición previa de habilidad. En el último caso, advertimos que la referencia a la habilidad del oyente no se formula por una oración interrogativa, que es lo que hasta ahora hemos visto, sino por una asertiva, introducida por la partícula exhortativa a ver si. En (110), ejemplo característico de la interacción entre vendedores y clientes, la mitigación expresada por el imperfecto se ve reforzada por el uso de el señor, que, sustituyendo al pronombre personal de tratamiento, expresa una distancia respetuosa y, como consecuencia, cortesía positiva. El uso del imperfecto de (111), por último, hace que la locución se interprete como performativa atenuada. En vista del paralelismo con la terminología del condicional, podría proponerse sustituir la expresión imperfecto de cortesía por imperfecto de mitigación, que expresa
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ de un modo más preciso que el efecto de cortesía proviene de un proceso de distanciamiento72.
72
En el lenguaje infantil es corriente un uso especial del imperfecto, que se puede ver en un ejemplo como: Yo era el rey y tú eras la reina. Podría sostenerse que locuciones de esta índole se caracterizan por una carga exhortativa implícita, ya que tienen por objeto llegar a un reparto de papeles. Sea lo que fuere, el uso del imperfecto en estos casos no debe asociarse con la comunicación de cortesía; sirve más bien para introducir al interlocutor en un mundo ficticio, no existente en el momento del acto de habla. Véase, de paso, el siguiente comentario: A los extranjeros les choca particularmente, me consta, el oír a nuestros niños decir cosas como: Yo era el sheriff, y tú eras el pistolero; y tú robabas un banco y yo te perseguía (Conde, 1989, 95). A esta cita cabe añadir que entre esos extranjeros no podría haber habido holandeses, ya que los niños holandeses y, probablemente los de otras culturas también, utilizan justamente la misma estrategia.
169
La cortesía verbal _______________________________________________________________________
9 ESTRATEGIAS DE CORTESÍA: ANÁLISIS LINGÜÍSTICO
El presente capítulo tiene una doble finalidad: (I) presentar un resumen de las categorías lingüísticas que hemos ido analizando en su función de vehículos de expresión de cortesía; (II) completar el resumen con las categorías que todavía no se han investigado. Lógicamente, un cuadro panóptico de este tipo debe basarse en una clasificación coherente y exhaustiva. A la coherencia taxonómica, precisamente, no se le ha prestado mucha atención en los estudios de la cortesía verbal. Por ver un ejemplo ilustrativo, Scarcella y Brunak (1981, 67) distinguen las siguientes estrategias al presentar los resultados de una investigación empírica:
(1)
hedging;
(2)
indirectness;
(3)
pre-sequences
to
directives;
(4)
impersonalizing, and (5) deferential address terms. [(1) atenuación; (2) actos de habla indirectos; (3) presecuencias de exhortaciones; (4) impersonalización; (5) términos de tratamiento de respeto.]
Está claro que, desde un punto de vista taxonómico, las categorías indicadas son heterogéneas porque pertenecen a diferentes niveles de análisis lingüístico. Así, la atenuación puede manifestarse a través de la realización performativa del acto de habla –véanse los ejemplos (54)-(56) y (107)-(108)-, mientras que, por otra parte, se expresa también mediante la referencia de persona y tiempo, como hemos visto en (64)-(66) y (104)-(106), respectivamente. A diferencia de la atenuación, la realización indirecta del acto de habla corresponde a un objeto ilocutivo múltiple. En el párrafo 8.2.1. se ha visto que las estrategias indirectas se manifiestan a través de diversas formas lingüísticas, cuya descripción debe efectuarse en el marco de las condiciones previas del acto de habla.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La categoría de las presecuencias difiere de todas las demás en que opera en el macronivel del acto de habla, lo cual implica, como se puso de relieve en 6.3., que requiere un análisis en el plano del discurso. La impersonalización y los términos de tratamiento de respeto, por último, son categorías de carácter exclusivamente referencial; se manifiestan en la aplicación de estrategias desfocalizadoras y focalizadoras, respectivamente. Para evitar enumeraciones heterogéneas, del tipo de la que acabamos de revisar, nos valdremos, en lo que sigue, del análisis componencial del acto de habla, que nos permite calificar de manera coherente las propiedades lingüísticas de cada una de las estrategias de cortesía. El análisis se hace a partir de la distinción entre los subactos del acto de habla, que son los actos articulatorio, ilocutivo y proposicional; el último se divide en actos predicativo y referencial73. La descomposición del acto de habla se ve en el esquema siguiente: ACTO DE HABLA → ACTO INSTRUMENTAL – ACTO FUNCIONAL ACTO INSTRUMENTAL →
Acto articulatorio
ACTO FUNCIONAL → ACTO INTERPERSONAL – ACTO PROPOSICIONAL ACTO INTERPERSONAL →
Acto ilocutivo
ACTO PROPOSICIONAL →
Acto referencial – Acto predicativo.
9.1. EL ACTO ARTICULATORIO
En el análisis pragmático del acto articulatorio, que forma parte del componente instrumental del acto de habla, tiene relevancia primordial el patrón prosódico con que se articula una locución en una situación comunicativa determinada. A propósito de esto, ya vimos en 8.2.1.1. que la entonación es el criterio determinante de la interpretación cortés o no cortés de la locución imperativa. En términos generales, puede formularse la hipótesis de que una curva melódica creciente refleja la intención del hablante de expresarse cortésmente. Partiendo del supuesto de que el inglés no difiera notablemente del español en este aspecto, es útil detenernos en el análisis prosódico del siguiente ejemplo, tomado de Ladd (1980, 155):
73
Para una exposición detallada sobre la descomposición del acto de habla, véase Haverkate (1984, 4549).
171
La cortesía verbal _______________________________________________________________________ A: Do you want a glass of water? [¿Quieres un vaso de agua?] B: I’ll have a beer. [Yo tomaré una cerveza.]
Ladd observa que con una curva entonativa creciente el locutor B puede dar a entender que rechaza cortésmente la oferta de A. Esta interpretación corresponde a la siguiente paráfrasis de las palabras de B: tú me ofreces algo para beber - ¿podría ser cerveza en lugar de agua? Una curva melódica decreciente, por implicación, indicaría que B no tiene la intención de suavizar el rechazo de la invitación. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que los contornos prosódicos no son siempre claramente discernibles. Para un examen más detallado del fenómeno, remitimos a lo que vimos sobre la entonación imperativa en 8.2.1.1. Conviene señalar, por último, que, en un contexto más amplio, el estudio del acto articulatorio debería complementarse con el del acto cinésico, constituyendo los dos juntos el componente instrumental del acto de habla. Recuérdese que en el capítulo 5 pasamos revista a algunas estrategias cinésicas al considerar el aparato gestual como vehículo de expresión de cortesía. Llegamos a la conclusión de que los gestos, como signos comunicativos no lingüísticos, pueden producir los mismos efectos perlocutivos que los actos puramente verbales.
9.2. EL ACTO ILOCUTIVO En el nivel del acto ilocutivo, las principales estrategias de cortesía son las que determinan la elección entre la realización directa e indirecta del acto de habla. Los detallados análisis hechos en 8.2.1., 8.2.1.1. y 8.2.1.2. han evidenciado que dicha elección se aplica por excelencia a los actos exhortativos, ya que éstos encierran una amenaza intrínseca de la imagen negativa del interlocutor. En el presente contexto, centraremos la atención en una estrategia no examinada todavía: el uso de interjecciones. La interjección es una categoría cuyo estatus gramatical está poco claro, lo que se explica por el escaso interés que ha recibido en la bibliografía lingüística. Por eso, antes de adentrarnos en sus funciones pragmáticas vamos a dedicar algunas palabras introductorias a sus propiedades sintácticas y semánticas.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ En el plano sintáctico, la interjección se distingue por una distribución flexible; gracias a su carácter extraproposicional puede ocupar tanto la posición inicial como la final en la oración. Incluso puede aparecer, aunque esto ocurra con menos frecuencia, en una posición parentética. Desde el punto de vista semántico, hay que distinguir entre interjecciones de forma léxica y no léxica. Representantes de la última categoría son eh, ah, psss; a la primera pertenecen, entre otras, mira, oiga, di. Las funciones pragmáticas de la interjección son diversas. En primer lugar –quizá quepa hablar de una función auténtica- sirve para llamar la atención del interlocutor, para que participe en el intercambio verbal. En este sentido, conviene mencionar la expresión inglesa attention-getting device (función de llamada), que se refiere inequívocamente a la intención del hablante de abrir el canal comunicativo. En segundo lugar, se utiliza la interjección para orientar la atención del interlocutor hacia un determinado tipo de acto de habla. Fijémonos, en la distribución de eh y ah. Globalmente, las dos interjecciones comparten la propiedad de expresar una reacción emocional del hablante ante lo que describe. Difieren, sin embargo, respecto a lo que podríamos llamar su «distribución ilocutiva»: eh se compagina por excelencia con actos exhortativos y ah con actos asertivos. Esto se puede ilustrar con ejemplos como:
113) ¡Eh, déjala en paz inmediatamente! 114) ¡Ah, es precioso el anillo que me has regalado!
La potencia combinatoria de las interjecciones salta a la vista si se invierten los términos; si se intercambian en los ejemplos propuestos, producen oraciones mal formadas:
113a) *¡Ah, déjala en paz inmediatamente! 114a) *¡Eh, es precioso el anillo que me has regalado!
Es interesante señalar que eh, articulado con entonación interrogativa, puede aparecer también al final de la oración, en cuyo caso expresa una forma de solidaridad de grupo. Refiriéndose a ejemplos como: De modo que ha perdido la memoria, ¿eh? o y no se acuerda de nada, ¿eh?, Beinhauer (1985, 96) afirma:
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Este ¿eh? sugestivo se emplea también en situaciones en que el hablante teme que el interlocutor pueda no estar de acuerdo con lo dicho […]
La realización interrogativa de la interjección, por tanto, es un recurso apropiado para transmitir cortesía positiva. Basándonos en lo anteriormente expuesto, podemos dividir las interjecciones en dos clases, según estén orientadas hacia el hablante o el oyente. Ah pertenecería a la primera clase, eh a la última. Para elaborar la distinción, añadamos algunos ejemplos más:
115) ¡Anda, el gato se ha escapado! 116) ¡Dios mío, qué calor! 117) Venga, no martirices más a tu hermanito. 118) Vamos, no te pongas así.
En (115) anda denota la sorpresa o el desengaño del hablante al descubrir la desaparición del gato. En (116) Dios mío refleja irritación provocada por las condiciones meteorológicas. En los ejemplos (117) y (118), en cambio, venga y vamos son interjecciones orientadas hacia el oyente, enfatizando el deseo del hablante de que aquél modifique su comportamiento de acuerdo con lo expresado por el contenido proposicional. Abordemos ahora la pregunta central del presente análisis: ¿dónde interviene la cortesía en el uso de las interjecciones? La respuesta es tan simple como unívoca; no hay más que una interjección de claro perfil cortés: por favor. En Beinhauer (1985, 147148) se encuentra una útil introducción a los usos de por favor y expresiones de función parecida74:
Como ya hemos dicho, (sc. haga usted el favor) es característico del diferenciadísimo sistema expresivo de la cortesía española, que en otros tiempos no contara con fórmulas fijas equivalentes al alem. «bitte», fr. «s’il vous plaît», it. «favorisca», ingl. «please». Hoy se usan para ello los giros formados con hacer el favor, los cuales, sin embargo, frente a los citados de otros idiomas, son aún 74
Una investigación empírica realizada por Moreno Fernández (1989, 31) revela que sus informantes atribuyen a haz el favor un grado de cortesía más alto que a por favor.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ susceptibles de matización: hágame usted el favor de…, hágame el favor de…, ¿me hace usted el favor de?, resultan mucho más expresivos, por más personales, que haga usted el favor de…, haga el favor de…, o aun el simple favor de… […]. Mientras los giros antes mencionados enuncian un ruego auténtico, favor de no es más que un signo de llamada. Modernamente se va generalizando cada vez más por favor como fórmula fija de petición, correspondiente a las de otros idiomas indicados arriba […]. Este ¡por favor! no se utilizaba antes para preguntar la hora o pedir otro favor cualquiera, sino únicamente en situaciones peligrosas o dramáticas, p. ej., ¡¡no haga usted eso, por favor!!; […]; y ¡por favor: ni una palabra a nadie!
La distribución sintáctica de por favor no se desvía de la de las interjecciones en general; las posiciones canónicas que le corresponden son la inicial y final de la oración. A diferencia del equivalente inglés please, por favor no aparece en interior de la oración sin entonación de pausa. No obstante, su aparición en otras posiciones distintas de la inicial o final absoluta es poco frecuente; está condicionada esencialmente por la anteposición de un vocativo, otro constituyente de evidente carácter extraproposicional. Véase un ejemplo como:
119) ¡María, por favor, quédate un rato más!
Otra propiedad sintáctica de la interjección de cortesía reside en su capacidad de constituir una unidad oracional sin soporte de otros elementos lingüísticos. En ese caso, naturalmente, el contenido proposicional de la exhortación debe inferirse del contexto o de la situación comunicativa. Por regla general, la exhortación implícita o tienen carácter prohibitivo o se refiere a una acción recién efectuada por el interlocutor. En el último caso, el hablante expresa el deseo de que se anulen los efectos de la misma. Así, por ejemplo, en un intercambio verbal que se da en una habitación donde hace frío, la exclamación ¡por favor! consigue un efecto prohibitivo si es obvio para el que la enuncia que su interlocutor se dispone a abrir la ventana. Una segunda interpretación del ejemplo está relacionada con la situación en que el oyente acaba de abrir la ventana; entonces, ¡por favor! indica el deseo del hablante de que la cierre.
175
La cortesía verbal _______________________________________________________________________ La referencia a una proposición implícita, no expresada formalmente, la entendió Fraser (1975, 189) de la siguiente manera:
Although I will usually speak of the «proposition expressed in the utterance», it is often the case that the proposition in question is understood by both the speaker and the hearer and, therefore, not stated; the speaker’s utterance might consist, then, of only the indication of what position the speaker holds toward this proposition. [Aunque hablaré, por regla general, de la «proposición expresada por la locución», es frecuente que la proposición en cuestión no se exprese, sino que la sobrentienda tanto el hablante como el oyente; la locución del hablante, entonces, podría consistir nada más que en una indicación de la actitud que adopta hacia la proposición.]
En el plano de la interpretación pragmática, hay que resaltar que el uso de por favor tipifica ruegos no convencionales; la interjección añade al ruego la información de que el hablante considera que el acto pedido cae fuera del patrón interactivo corriente. Se trata, pues, de actos no rutinarios, como se vio en el ejemplo de la ventana que acabamos de examinar75. Hasta ahora nos hemos ocupado exclusivamente de la interpretación cortés de por favor. Conviene tener en cuenta, sin embargo, que, según la realización fonética de la interjección, puede actualizarse una fuerza exhortativa no cortés. Si está marcado por un contorno prosódico enfático, lo normal es que por favor deje de expresar cortesía negativa; en ese caso, no se le atribuye la interpretación de un ruego, sino la de un mandato. La influencia del factor entonativo, que suele pasarse por alto en los análisis de please, ha sido señalada por M.a Moliner (1966, 1288):
Puede decirse (sc. por favor) con enfado, bien en tono exclamativo, bien en tono interrogativo: «No cantes más esa canción, …¡por favor!» «¿Quieres irte de una vez, por favor?»
75
Lo mismo se aplica al uso del inglés please, como se desprende de los resultados de un estudio empírico: In the same way, Stross […] found that «please» was used only for requested acts extraneous to duties (Ervin Tripp, 1972, 247). [Del mismo modo, Stross […] encontró que please se empleaba solo para pedir actos no relacionados con deberes preestablecidos.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Vale la pena, finalmente, llamar la atención sobre una clase de interjecciones atenuadoras inherentes a la súplica y, por ello, transmisoras de un grado de cortesía más elevado que la de por favor. Algunas son: en nombre de Dios, por caridad y por lo que más quieras.
9.3. EL ACTO PROPOSICIONAL El último componente del acto de habla relevante para el análisis de las estrategias de cortesía es el subacto proposicional, que, como hemos indicado anteriormente, se divide en dos subactos: el predicativo y el referencial. Examinaremos estos actos en el mismo orden.
9.3.1. El acto predicativo En la bibliografía pragmalingüística no se ha analizado el acto predicativo específicamente hasta ahora. Nuestro punto de arranque para llegar a una descripción coherente es la distinción conceptual del predicado: selección, modificación y repetición. Por selección entendemos, en este contexto, diferentes clases de estrategias léxicas cuyo fin es suavizar una expresión que amenaza potencialmente la imagen del interlocutor. En orden cronológico, pasaremos revista al eufemismo, la lítote y la ironía. El eufemismo es el resultado de un proceso de selección léxica que facilita al hablante evitar un lexema o expresión de connotación desfavorable, parafraseándola o sustituyéndola por una metáfora. Fundamentalmente, los eufemismos son el producto de ciertas convenciones socioculturales. Así, es corriente que, ya en una fase temprana de la adquisición de su lengua materna, los niños aprendan a evitar determinadas palabras relativas a conceptos tabú, que, lógicamente, pueden variar de una cultura a otra. Para la española, es interesante la siguiente valoración:
En situaciones en las que se requiere un recurso eufemístico, el LC (sc. lenguaje convencional) es abundantísimo en español, especialmente en lo que toca a la muerte, escatología y sexo76. Con respecto al primer tema valgan los siguientes
76
En cuanto al eufemismo sexual, se puede pensar en ejemplos como: ¡canarios!, ¡canastos! y ¡caray!, para Beinhauer (1985, 90) «[…] expresiones originalmente obscenas y eufemísticamente desfiguradas».
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ ejemplos: ¡Entregó su alma a Dios! ¡Le llegó la hora! ¡Que Dios lo tenga en su gloria! (Freire, 1989, 51).
De los ejemplos citados por Freire deducimos que los eufemismos se distinguen, en general, por una forma más larga o compleja que sus equivalentes no eufemísticos. A estos ejemplos fácilmente pueden añadirse otros que manifiestan la misma peculiaridad estructural: mujer publica (alegre), la parte donde la espalda pierde su casto nombre, hacer lo que otro no puede hacer por uno, etc. Como ha señalado Haiman (1980, 800), el carácter más complejo de la expresión eufemística debe interpretarse como un reflejo icónico de la realidad descrita, ya que la paráfrasis o metáfora utilizada sugiere que el hablante se distancia del objeto tabú. A continuación, pasamos al análisis dela lítote, la segunda categoría de cortesía mitigadora que hemos definido como selección léxica. La lítote se basa en dos clases de contrastes de significado: antonimia y complementariedad. Véanse los ejemplos siguientes:
120) Su manera de proceder no era muy decente. 121) Papá no está sobrio, que digamos. 122) Eso no es verdad.
(120) y (121) representan casos de antonimia por la elección de los predicados decente y sobrio, que se oponen a sus antónimos indecente y borracho, respectivamente. Los dos lexemas pueden ser modificados por medio de los adverbios comparativos más y menos, lo cual es un indicio de que sus límites conceptuales no pueden determinarse de manera fija; es decir, el contraste semántico entre el miembro positivo y el negativo del paradigma no es absoluto. La oposición reflejada por (122) es de carácter distinto, puesto que verdad y el lexema de significado contrario mentira están enlazados por la relación de complementariedad. Por eso no pueden modificarse por más o menos y la negación de uno de los términos produce automáticamente la afirmación del otro. Sobre la negación del predicado en general, cabe advertir lo siguiente. En el acto predicativo, la elección de un predicado determinado implica que se excluye la aplicación de todos los demás predicados que podría aparecer en el mismo contexto
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ proposicional Ahora bien, en el caso de la negación de un predicado, se dan dos posibilidades diferentes, de acuerdo con la intención comunicativa del hablante. Por una parte, éste puede referirse implícitamente a cada uno de los predicados aplicables que no están negados; por otra, puede llamar la atención sobre un predicado específico entre los no negados. En el primer caso, podemos pensar en un ejemplo como:
123) El vecino de enfrente no es ministro
en el que la negación del predicado ministro implica, en principio, la aplicabilidad de cualquier otro que forme parte del mismo campo léxico, es decir, el campo de los términos de profesiones. En el segundo caso, se trata de la lítote, o sea, del recurso que sirve para orientar la atención del oyente hacia un predicado determinado. A pesar de que, tradicionalmente se defina la lítote como una figura estilística, es evidente que, por razones persuasivas, puede utilizarse como una estrategia atenuadora; entonces, el hablante se distancia del concepto negativo implícito, refiriéndose mediante la negatio contrarii al concepto antónimo o complementario de valor positivo77. Esto equivale a afirmar que, como en el caso del eufemismo, la lítote ofrece al hablante la oportunidad de no responsabilizarse de los aspectos negativos de una expresión determinada. Como la lítote se da por la negación de un lexema, evitándose la expresión directa del lexema de significado contrario, podríamos calificar el distanciamiento que se produce en términos de iconicidad. Entre el eufemismo y la lítote cabe señalar la siguiente diferencia semántica: el primero sirve para silenciar una connotación desfavorable, la segunda, para silenciar una denotación desfavorable. Centrémonos, por último, en la ironía en cuanto se utiliza como estrategia para comunicar cortesía. Entre las tres clases de estrategias predicativas que hemos definido como selección léxica, la ironía es la única cuya interpretación depende intrínsecamente de factores contextuales o situacionales. Esto es, la estructura proposicional de un acto de habla irónico no encierra indicios léxicos que permitan calificar la locución como miembro de la clase de las locuciones irónicas. Esto lo trata Muecke (1973, 36), quien, 77
Téngase en cuenta que la contrariedad de significado no se manipula siempre para evitar que se amenace la imagen del interlocutor. Así, podemos incluso dirigirle un cumplido, como, por ejemplo: Tonto no eres, chico.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ refiriéndose a las palabras ¡Muy bien expresado! escrita por un profesor al margen del trabajo de un estudiante, observa que nadie que no haya visto el texto puede determinar si la intención de la valoración es irónica o no. El concepto de ironía suele delimitarse de dos maneras diferentes. En la mayor parte de los casos se define como una figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice. A propósito de esto se ha afirmado: […] es decir, la definición de ironía como un recurso retórico mediante el cual se dice una cosa de tal manera que el hablante le atribuye un significado más o menos opuesto al que pudiera inferir de lo dicho explícitamente (Scari, 1974, 87)78.
El segundo tipo de definición parte de un criterio más global, tomando como base no el significado contrario, sino un significado distinto de lo que el hablante dice explícitamente. Al comparar las definiciones específica y global percibimos que son heterogéneas, ya que el segundo tipo abarca un campo conceptual más amplio que el primero. Podríamos formular la diferencia como una oposición hipónima, considerando la definición basada en el concepto del significado contrario como el miembro marcado y la basada en el concepto del significado distinto como el miembro genérico de la oposición. La definición que toma como criterio el dar a entender algo distinto de lo que se dice es demasiado aplica, porque se aplicaría igualmente a figuras estilísticas como la metáfora, la metonimia y la hipérbole. La definición que toma como criterio el dar a entender lo contrario de lo que se dice, en cambio, adolece del defecto opuesto, pues excluye del campo de investigación determinadas categorías irónicas. Un ejemplo relevante sería la exhortación ¿Podrías pisarte tus propios pies?, cuya proposición no contiene elementos que contraste con otros implícitos. La mayoría de los autores que se ocupan del tema acentúan el carácter negativo de la calificación irónica. Grice (1975, 124) lo explica del siguiente modo:
I cannot say something ironically unless what I say is intended to reflect a hostile or derogatory judgment or a feeling such as indignation or contempt. 78
Compárese también Moliner (1967, 171), Real Academia (1956, 762), Roster (1978, 17-18).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ [No puedo decir algo irónico sin tener la intención de expresar un juicio hostil o despreciativo o un sentimiento como indignación o desdén.]
Aunque parezca una contradicción, la estrategia de formular irónicamente «un juicio hostil o despreciativo» puede interpretarse como cortesía: […] under ordinary conditions, straightforward expression of unfavourable beliefs is more irritating than ironic expression of the same. And it is more irritating, because its unfavourable message is clearer, being less dependent upon interpretation and inference which leave a wider margin of doubt with respect to the content of the message (Kasher, 1986, 108). […en circunstancias normales, la expresión no disimulada de juicios desfavorables es más irritante que su expresión irónica. Es más irritante, porque la índole desfavorable del mensaje es más evidente, dependiendo en menor grado de procesos interpretativos e inferenciales, que dejarían un margen de duda más amplio con respecto al contenido del mensaje.]
Aparte de la expresión de juicios despreciativos, la ironía se utiliza también para transmitir cortesía positiva. Entonces, el significado literal negativo implica una valoración positiva de lo descrito. Dos ejemplos característicos son:
124) ¡Pues no has crecido nada! 125) ¡No te quiero nada!
No hace falta decir que el ejemplo (124) suena muy natural en boca de una persona mayor que se dirige a un niño. El ejemplo (125) representa una aserción irónica en una conversación entre amantes. Sin embargo, hay que señalar que este tipo de ironía se produce con relativamente poca frecuencia, lo cual puede explicarse con la siguiente argumentación79. Una aserción que adopta la forma de una locución de significado literalmente negativo y que sirve para implicar un juicio positivo, como, por ejemplo, una alabanza o un cumplido, induce más fácilmente a una mala interpretación, incluso entre amigos, que una aserción 79
Para la exposición original, véase Myers Roy (1978, 180).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ en forma de una locución de significado literalmente positivo y que sirve para expresar una crítica o un reproche. Ello se debe a que el hablante que hace una aserción del primer tipo, -véanse los ejemplos (124) y (125)- viola dos convenciones pragmáticas a la vez: una corresponde a la máxima de cortesía, la otra a la máxima de calidad de Grice: «no digas cosas que crees que son falsas» (1975, 46). Por otra parte, el hablante que busca criticar o reprochar con locuciones que literalmente especifican una propiedad favorable, no viola más que una convención pragmática, la que corresponde a la máxima de calidad. La máxima de cortesía, en cambio, no sólo se respeta, sino que se aplica deliberadamente, ya que el contenido proposicional de la aserción expresa literalmente una valoración favorable. Lógicamente, la cortesía transmitida de este modo es de tipo positivo. La modificación de la proposición por cortesía se hace de varias formas. Una de las estrategias principales consiste en emplear atenuantes, término que corresponde al inglés hedge. Podríamos definir el atenuante como una partícula, palabra o expresión que sirve para modificar el significado de un predicado de forma que se indique que ese significado sólo se aplica parcialmente al objeto descrito. Parece que el empleo de los atenuantes va ganando cada vez más terreno en el lenguaje coloquial. El uso popular de como –comparable al atenuante inglés sort of- es un ejemplo ilustrativo, sobre el que se ha observado:
En el español de los últimos años estamos asistiendo a un fenómeno que se ha censurado desde diversos ámbitos; nos referimos al exagerado uso de como que llega a servir unas veces como nexo y otras como «comodín» en cualquier situación de habla. Aludimos a usos del tipo: (1) Kim Novak es como muy bella, (2) A mí Luis me parece como muy superficial, (3) Kashogi tiene como mucho dinero […] (Manjón Cabeza Cruz, 1987, 176). Es evidente que, en estos ejemplos, el empleo de como produce un efecto atenuador; lo que indica el hablante es que no se responsabiliza de aplicar el predicado en toda su intensión léxica al sujeto referido. Al mismo tiempo vemos que el atenuante no produce necesariamente efectos de cortesía. Concretamente, en estos ejemplos, solamente el segundo se prestaría a expresar cortesía, lo cual, lógicamente, tiene su origen en la mitigación del significado peyorativo del predicado superficial. Aquí tropezamos con una condición intrínseca del funcionamiento cortés del atenuante; la
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ mitigación se aplica a calificaciones negativas de la persona o del objeto referido. Esta restricción la muestra eficazmente Leech (1983, 147) con la comparación entre:
126) La pintura estaba un poco sucia. 127) *La pintura estaba un poco limpia.
El uso mitigador de poco, en su función de adverbio mitigador, es característico del lenguaje conversacional, no sólo en español, sino también en muchas otras lenguas:
Spitzer llama la atención sobre el empleo eufemístico (¡sic!, H.H.) en italiano de poco. En español sucede lo mismo. Está un poco alumbrado, se dice incluso de quien está como una cuba […]. El ejemplo citado tendrá sin duda equivalentes en todas las lenguas europeas, así en al. ein wenig angeheitert, fr. mais ça c’est un peu fort (que, por cierto, tiene exacta réplica en español: es un poco fuerte, ¿no? […] (Beinhauer, 1985, 181-182).
Aparte de la modificación externa del predicado con adverbios y partículas, hay que distinguir la modificación interna, o sea morfológica, que se consigue con la sufijación diminutiva. Consultemos, una vez más, a Beinhauer (1985, 183-184):
A veces, los sufijos diminutivos, sobre todo los agregados a adjetivos o a adverbios, también pueden asumir función de atenuantes. Ya sabes que es algo envidiosillo (atenúa lo que en verdad significa: es de lo más envidioso); […] Igual cabe decir respecto de los sufijos –ejo y –ete al ser agregados al radical de ciertos sustantivos: Se gana unas pesetejas o unos duretes o durejos por ahí vendiendo cerillas; con matiz irónico: Para comprar esa finca, ya puedes aflojar unos cuantos milloncejos.
En el plano cognitivo de la interacción lingüística, podríamos argumentar que en el uso de los atenuantes, tanto léxicos como morfológicos, subyace el fenómeno de que al hombre, como usuario de lengua, le falta la capacidad de definir con exactitud las categorías empíricas mediante las cuales organiza la realidad de su vida cotidiana. Esto repercute, de manera evidente, en la representación léxica de nuestro saber lingüístico.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Puntualizando, de la forma en que están estructurados los diccionarios de las lenguas naturales se desprende que es imposible indicar las condiciones necesarias y suficientes requeridas para formular una definición máxima y óptima del significado de las unidades léxicas. Elocuente ilustración de la idiosincrasia que aquí se trata es el fracaso de la teoría de la semántica interpretativa, que nunca consiguió fundar satisfactoriamente sus categorías distintivas de marcadores y diferenciadores. Volviendo ahora a los atenuantes, podríamos sostener que enfatizan la imprecisión o vaguedad semántica del léxico, haciendo borrosos los límites de los conceptos que modifican; en eso, pues, radica precisamente su función pragmática mitigadora. La última estrategia de cortesía que nos queda por investigar en el plano del acto predicativo es la que se manifiesta por la repetición léxica. En 6.3., al tratar la cortesía e el macronivel del texto, hicimos constar que, en la pareja adyacente aserción-respuesta a la aserción, la respuesta preferida consiste en mostrarse de acuerdo con la aserción hecha en la primera parte de la pareja. De este modo se transmite cortesía positiva, puesto que la conformidad refuerza la imagen egocéntrica del interlocutor. Lo interesante en este contexto es que el grado de cortesía puede aumentar por la repetición total o parcial de la aserción original.
Positive politeness can also be achieved by being agreeable. Linguistic markers of this category include repetitions of all or part of what a preceding speaker has just said and positive back channel cues. (Here we define positive back channel cues as markers of agreement such as «yes», «true» and «really») (Scarcella y Brunak, 1981, 66). [Se puede comunicar cortesía positive mostrándose agradable. Los marcadores lingüísticos de esta categoría incluyen repeticiones de todo o parte de lo que un hablante precedente acaba de decir, así como indicadores de retroalimentación positivos. (Aquí definimos los indicadores de retroalimentación positivos en términos de expresiones de conformidad, como, por ejemplo, «sí», «cierto» y «de verdad»]80.
Indudablemente, esta estrategia no es exclusiva de los hablantes de español, sino que también se da en otras lenguas. Sin embargo, llama la atención el que en español la 80
Para una valoración de las distintas funciones de la repetición en el lenguaje conversacional, véase Tannen (1987 a).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ repetición léxica se da con tanta regularidad que no sería desacertado calificarlo como una especie de lengua eco. Sobre esto es útil la comparación de Beinhauer (1985, 184) entre español y alemán:
Y ahora un fenómeno de particular interés: me refiero al perfecto ENCADENAMIENTO ENTRE HABLA Y RÉPLICA propio
de la conversación. El español
parece que atiende a las palabras del interlocutor de manera más concreta y precisa que, por ejemplo, un alemán. Es decir: parece que se fija más en la forma de lo que oye que en el contenido. El alemán, por el contrario, suele fijarse más en el contenido que en la forma. Capta las ideas del interlocutor asimilándolas para luego contestar de una manera enteramente independiente, sin que influya en su réplica la forma de que venía revestido lo manifestado por el interlocutor. En otros términos: adopta en la conversación una actitud más egocéntrica que el español.
Entre los ejemplos de Beinhauer (1985, 185) figuran: ¿Le parece a usted poco? –Poco. (Aquí en alemán sólo cabe un ja; en cambio, en español un simple sí no sería lo corriente.) […] ¿Y los dos son soldados? –Los dos. […] ¿Todo eso se lo has dicho tú? –Yo.
En el último caso, la respuesta yo, naturalmente no es una copia exacta del núcleo informativo de la interrogación, sino que constituye el reflejo pronominal diádico de tú. A los ejemplos de Beinhauer, que representan casos estereotipados de la reduplicación léxica en español, es interesante añadir el siguiente diálogo, tomado de una novela de Cela, que se distingue por la marcada insistencia con que uno de los hablantes repite las palabras del otro: Pasábamos por el cementerio… El ciprés parecía un fantasma alto y seco, un centinela de los muertos. -Feo está el ciprés. -Feo. En el ciprés una lechuza, un pájaro de mal agüero, dejaba oír su silbo misterioso. -Mal pájaro ese.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ -Malo… -Y que todas las noches está ahí. -Todas… -Parece como si gustase de acompañar a los muertos. -Parece… (Cela, 1976, 94)81.
Huelga decir, finalmente, que con los análisis anteriores no pretendemos sugerir, ni mucho menos, que la repetición léxica no sirve para otro fin que el de transmitir cortesía positiva. Así, puede utilizarse también para reforzar un punto de vista sostenido por el mismo hablante, en cuyo caso la repetición no está orientada hacia el interlocutor, sino que es egocéntrica. El hablante puede valerse de la repetición altrocéntrica incluso para manifestar descortesía; en ese caso, la reduplicación de las palabras del otro, que busca ponerle en ridículo, produce un efecto sarcástico.
9.3.2. El acto referencial El último párrafo del capítulo lo dedicaremos a la investigación del segundo subacto del acto proposicional: el acto referencial. En varios lugares de este libros nos hemos ocupado de los efecto de cortesía producidos por la impersonalización o desfocalización de la identidad de los interlocutores. Especialmente en los capítulos sobre la aserción y la exhortación hemos ahondado en la manipulación de las coordenadas de persona y tiempo del centro deíctico como estrategia para mitigar la fuerza del acto de habla. En lo que sigue centraremos la atención en dos categorías de referencia específica: pronominal y focalizadora. Ésta, que se expresa primordialmente con frases vocativas, se basa en la enfatización de la identidad del interlocutor, de modo que constituye la imagen reflejada de la referencia desfocalizadora. La referencia pronominal, que vamos a ver primero, se actualiza, desde luego, con los pronombres de tratamiento. Como es sabido, se suele distinguir entre pronombres de uso familiar y de uso cortés. A pesar de su aceptación general, la distinción terminológica deja de ser satisfactoria. Limitándonos a los pronombres personales, encontramos que el uso de tú no siempre indica familiaridad, ya que se usa también 81
Para un análisis estilístico del fragmento, véase Gil (1987, 135).
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ entre personas desconocidas que se encuentran por primera vez. Según parece, lo que determina la selección de tú es la intención de manifestar solidaridad. Lo mismo vale, mutatis mutandis, para el empleo de usted, que no sólo sirve de pronombre de cortesía, que es el estatus pragmático que comúnmente se le atribuye, sino también de pronombre de distanciamiento. La última función la podemos ver por la interacción entre padres e hijos. Si lo normal es que los padres tuteen a sus hijos, se advierte que, en situaciones conflictivas, pasan fácilmente al uso del pronombre usted no para expresar cortesía, sino por el contrario, para manifestar distanciamiento. Gili Gaya (1985, 229) comenta este cambio de código:
Conviene hacer notar, por no hallarse registrado en las gramáticas, que tratar de usted a una persona a la cual tuteamos ordinariamente, significa enfado o resentimiento hacia ella, como queriendo hacer visible que no tiene ya nuestra confianza. Un padre trata de usted a su hijo en son de reprimenda.
De lo anterior se colige que el cambio del pronombre de solidaridad por el de distanciamiento tipifica interacciones caracterizadas por antagonismo82, mientras que el cambio inverso implica que los interlocutores aspiran a tratarse en plan de solidaridad. Según las relaciones sociales de los interlocutores, la cortesía o el distanciamiento pronominal puede ser recíproco o unilateral. En el último caso, la dirección es ascendente, utilizando el pronombre usted solamente el hablante inferior. Sobre esto hay que señalar que en el español de las últimas décadas se observa un marcado progreso del uso del pronombre de solidaridad, evolución tardía si se compara con el inglés, donde se inició ya en el siglo pasado. Como es sabido, el español comparte con muchas otras lenguas el carácter bimembre del sistema pronominal de tratamiento. Ahora, tomando como punto de partida la morfología de los miembros del paradigma, percibimos que la diferencia formal entre tú y usted se explica adecuadamente por la iconicidad del signo lingüístico. Es decir, el pronombre usted refleja tanto léxica como morfosintácticamente la cortesía o el distanciamiento interpersonal que pretende expresar. La iconicidad léxica viene del 82
Este fenómeno no es privativo del español; véase esta observación sobre el sueco: It is considered the height of rudeness to switch back to ni after an initiation ritual to intimacy du (Paulston, 1976, 374). [Volver al uso de usted tras iniciar la interacción mediante el pronombre de intimidad tú se considera señal de extrema grosería.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ origen etimológico del pronombre, ya que la cortesía y el distanciamiento indicados por Vuestra Merced siguen manifestándose en el derivado pronominal actual, que, por su forma y evolución más compleja, se distingue claramente del pronombre de solidaridad. En el plano morfosintáctico, se advierte que usted, al ocupar el oficio de sujeto, requiere el uso de la desinencia de tercera persona, concordancia que sugiere distancia respecto al interlocutor, cuya referencia prototípica se expresa con la segunda persona del paradigma verbal. Echando, por último, un vistazo comparativo a otras dos lenguas, vemos en alemán y francés la iconicidad morfosintáctica se expresa por medio de la concordancia con la desinencia plural del verbo. Concretamente, la pluralidad de los pronombres Sie y vous puede interpretarse como mayor cortesía o distanciamiento hacia el interlocutor. La focalización del hablante puede hacerse desde dos perspectivas opuestas: egocéntrica y no egocéntrica. Como indica el término, la focalización egocéntrica es incompatible con la expresión de cortesía. Se trata esencialmente de una estrategia para manifestar autoridad o para indicar que el hablante se atribuye el papel de protagonista en lo descrito. Obsérvense los ejemplos siguientes:
128) Ven aquí, tu padre quiere hablar conmigo. 129) Ya comprenderás que fue a Carlos a quien le tocó fregar los cacharros.
En el primer ejemplo, la elección de tu padre como variante focalizadora del pronombre personal yo no tiene más finalidad que subrayar el poder del hablante con respecto al oyente. Desde la interpretación de que Carlos se refiere a la persona que emite la locución, (129) es un espécimen de cierto tipo de estilo narrativo coloquial en el que el hablante destaca su papel de protagonista refiriéndose a sí mismo por medio de su nombre propio. Es obvio que las estrategias egocéntricas deben calificarse de anticorteses: el hablante desatiende por completo al oyente para colocarse a sí mismo en el foco del interés. A diferencia de la focalización egocéntrica, la no egocéntrica sirve para manifestar cortesía y, como se trata del refuerzo de la dignidad del interlocutor, la cortesía es de tipo positivo.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Las expresiones no egocéntricas pueden combinarse con cualquier clase de acto de habla, y como tienen una función exclusivamente honorífica, son recursos apropiados para acentuar o establecer relaciones sociales jerárquicas. Como observó certeramente Abraham (1975, 69), hay dos categorías de referencia honorífica: la que desvaloriza el estado social del hablante y la que enaltece el del oyente83. En español, la primera estrategia se da convencionalmente por el empleo del sustantivo servidor/a, tanto en el lenguaje oral como en el escrito. En el último caso hay que mencionar en particular la fórmula su atento (y seguro) servidor, o su variante femenina, que aparece al final de cartas de estilo formal o ceremonioso como antecedente del nombre propio del autor. Beinhauer (1985, 139) explica la connotación sociopsicológica de servidor, señalando que sugiere una relación ficticia de señor y criado, porque el hablante se atribuye a sí mismo el papel social inferior y al oyente el superior. conviene añadir, sin embargo, que el empleo de servidor como expresión autorreferencial al hablante hoy casi ya no se usa, lo cual se debe, evidentemente, a la eliminación de buena parte de los antiguos patrones de jerarquía social84. No obstante, eso no quita que la expresión siga utilizándose con sentido irónico, en cuyo caso suele ser modificada por el adjetivo humilde. El segundo tipo de focalización honorífica que nos queda por examinar es la que expresa referencia al oyente. En el plano formal, hay que hacer una distinción entre constituyentes vocativos y no vocativos. En Haverkate (1984, 67-76) se argumenta que el vocativo puede ocupar una rica variedad de oficios pragmalingüísticos, uno de los cuales es muy relevante para la presente investigación: se trata del uso del vocativo honorífico para expresar cortesía ceremoniosa o institucional. Esta estrategia, que refleja una patente asimetría social entre los interlocutores, está determinada por la norma de que, al dirigirse a un interlocutor superior, el hablante adopte una actitud de respeto. Dicha norma corresponde a la siguiente correlación: cuanto más específico sea el 83
Considérese también: There are two sides to the coin in the realization of deference: one in which S humbles and debases himself, and another where S raises H (pays him positive face of a particular kind, namely that which satisfies H’s want to be treated as superior). In both cases what is conveyed is that H is of a higher social status that S (Brown y Levinson, 1978, 183). [La realización de deferencia es una medalla con dos caras: por una parte, el hablante se humilla y desprecia, por otra eleva al oyente a un nivel más elevado (manifiesta una forma de cortesía positiva particular, esto es, cumple con el deseo del oyente de ser tratado como una persona de rango superior). En los dos casos, lo que se comunica es que el oyente pertenece a una clase social superior a la del hablante.] 84 Esta tendencia es paralela a la que hemos señalado sobre el creciente uso del pronombre de tratamiento solidario tú, que va ganando terreno a costa del pronombre de distanciamiento usted.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ carácter de la institución, más se impone al hablante la necesidad de valerse de un vocativo honorífico. Así se explica el uso obligatorio del vocativo en la realización de ciertos actos de habla rituales. Un ejemplo ilustrado es la interacción verbal en la institución castrense, que prescribe el empleo de fórmulas estereotipadas como:
130) A sus órdenes, mi sargento (mi capitán, mi coronel, etc.).
Otros ejemplos de vocativos utilizados en contextos institucionalmente definidos son Su Majestad, Su Santidad y Excelentísimo Señor85. No hace falta insistir en que la estructura fosilizada de todas estas fórmulas de tratamiento proviene del carácter ceremonioso de los actos de habla que acompañan. Ahora bien, si las instituciones son menos específicas, y hay más personas que participan en ellas, el hablante inferior no está necesariamente obligado a utilizar un vocativo para dirigirse a su interlocutor. Entonces, el factor predominante no es la norma colectiva, sino la individual. Así, por ejemplo, entre padres e hijos cabe supones que la estructura jerárquica o no jerárquica de la familia influye en la mayor o menos frecuencia con que los hijos usan un vocativo honorífico cuando se dirigen a sus padres. Aparte de los vocativos utilizados en contextos institucionalmente definidos, hay que distinguir otros cuyo uso no está restringido a un ámbito social específico; son vocativos que se emplean en el lenguaje conversacional para denotar afecto o cariño; por eso, contribuyen a transmitir cortesía positiva. Brown y Gilman (1989, 159) desarrollan este punto estableciendo la siguiente correlación: a mayor grado de afecto corresponde mayor grado de cortesía, a menor grado de afecto corresponde menor grado de cortesía. Un interesante ejemplo del uso del vocativo afectivo lo comenta Beinhauer (1985, 157): La salutación más cordial y espontánea es el simple vocativo […]. 85
A propósito de esto es interesante remitir a un estudio de Adegbija sobre el yoruba y el ogori (lenguas indígenas de Nigeria), en el que se hace constar que en esas lenguas la acumulación de títulos delante del nombre propio de una persona es una estrategia convencional para comunicar cortesía positiva: Multiple titles before a person’s name imply more honor; the more titles can be prefixed before a person’s name, the greater honor he is considered as possessing and, by implication, the greater the degree of politeness such a person would most likely attract (1989, 70). [La proliferación de títulos delante del nombre de una persona implica más honor; cuantos más títulos se puedan anteponer al nombre de una persona, mayor honor se le atribuye y, por consiguiente, mayor serpa el grado de cortesía que se muestra con tal persona.]
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ Leonor (que ve por primera vez a su padre en el garito donde ejerce el peligroso oficio de vigilante): ¡Papá, papaíto! –Antonio: ¡Hija mía! La alegría del encuentro es tan grande, que el saludo queda reducido al mero vocativo del ser querido.
Obsérvese que la forma diminutiva del vocativo aumenta el grado de afecto. Esto no sólo vale para la derivación morfológica regular, como para papaíto del ejemplo anterior, sino también para las variantes hipocorísticas del nombre propio, como, por ejemplo, Chelo, Merche, Paco. Concluimos, pues, que la cortesía expresada por la modificación diminutiva o hipocorística del vocativo reside en su connotación pragmática indicadora de afecto. Para redondear el análisis de la referencia focalizadora al oyente, examinaremos la categoría de expresiones no vocativas. Este tipo de tratamiento se utiliza para crear distancia social entre los interlocutores. Específicamente, el hablante puede aspirar a dos finalidades comunicativas distintas. Por una parte, las fórmulas no vocativas le sirven para manifestar cortesía formal; por otra, para humillar u ofender al interlocutor. Obviamente, el último tipo de interacción cae fuera del ámbito del presente estudio86. La expresión de cortesía formal se puede ver en el ejemplo siguiente:
134) Si el señor desea esperar al señor marqués, puede hacerlo, desde luego. (Beinhauer, 1985, 29).
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Para indicar tan sólo de qué clase de descortesía es de la que aquí se trata, vamos a hacer un breve análisis de dos ejemplos relevantes. El primero está tomado de un cuento de García Serrano (1966, 109), en el que un joven, irritado por la actitud burocrática de un funcionario, se burla de éste hablándole de la siguiente manera: Mire usted, conserje. La reacción es inmediata e imponente: Soy el Ordenanza Mayor del Gobierno Civil de Gambo. El segundo es un ilustrativo ejemplo americano, en el que un policía interroga a un sospechoso: POLICEMAN: What’s your name, boy? DOCTOR: Doctor Puissant, I’m a physician. POLICEMAN: What’s your first name, boy? DOCTOR: Alvin. [POLICÍA: ¿Cuál es tu apellido , chico? DOCTOR: Doctor Puissant. Soy médico. POLICÍA: ¿Cuál es tu nombre, chico? DOCTOR: Alvin.] Según el análisis de Coulthard (1977, 48), podría decirse que en este intercambio verbal el policía insulta tres veces al interrogado: primero, se dirige a él usando una fórmula de tratamiento con connotación despectiva. Luego, desatiende la respuesta del doctor sin prestar atención a su estatus socioeconómico y, por fin, repite el vocativo humillante.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ A propósito del uso de el señor como sustitutivo honorífico de usted, Beinhauer hace una comparación con el portugués, señalando una notable diferencia entre las dos lenguas, porque en portugués o senhor se usa como una expresión referencial no marcada, equivalente a un pronombre personal de cortesía o distanciamiento, mientras que en español el señor expresa una referencia marcada; su empleo representa una estrategia focalizadora para transmitir cortesía positiva. A pesar de que la focalización no vocativa vaya cayendo en desuso en el lenguaje actual, sigue manteniéndose en algunas fórmulas convencionales, como en la interacción entre vendedor y cliente: ¿Qué deseaba la señora? En resumen, la focalización honorífica consigue dos clases de efectos perlocutivos: eleva el nivel social del oyente y rebaja el del hablante, estableciéndose en ambos casos un notable grado de distancia interpersonal. En el plano tipológico, la cortesía focalizadora se incorpora fácilmente en la dicotomía de cortesía positiva y negativa. Brown y Levinson –váse la nota 11-, optan por considerarla como una clase particular de cortesía positiva que corresponde al deseo del oyente de verse tratado como un interlocutor socialmente superior. Desde la perspectiva del análisis coste-beneficio, finalmente, es evidente que la cortesía focalizadora representa el corte especial que el hablante está dispuesto a invertir para acentuar la distancia social que le separa del interlocutor.
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________
10 CONCLUSIÓN
Partiendo de la composición morfológica del término pragmalingüística, comprobamos, al final del libro, que en los primeros capítulos ha dominado la atención por la dimensión pragmática de la cortesía verbal, mientras que en los últimos nos hemos centrado especialmente en sus repercusiones lingüísticas. Desde la perspectiva pragmática, hemos examinado la aplicación de conceptos tan esenciales como la distinción entre cortesía positiva y negativa, las máximas de cortesía, el análisis coste-beneficio y los fundamentos sociales de la interacción lingüística. Estas categorías nos sirvieron de marco de referencia para establecer una clasificación de actos de habla corteses y no corteses, que se integra coherentemente en una tipología general de formas de comportamiento humano. El componente lingüístico de la investigación se ha enfocado a través de análisis de diferentes clases de actos de habla, corteses y no corteses. En particular, hemos aprovechado criterios lingüísticos para aclarar la discutida distinción entre actos de habla directos e indirectos. El capítulo final estaba dedicado al análisis de los aspectos formales de la cortesía verbal, sirviendo de pauta la descomposición del acto de habla. Este enfoque permitió construir una tipología de estrategias basada en los cuatro subactos del acto de habla, o sea, los actos articulatorio, ilocutivo, predicativo y referencial. Como hicimos constar en el prólogo, este estudio pretende ofrecer una visión de conjunto de las propiedades pragmáticas y lingüísticas de la cortesía verbal. Aunque no tienen intención de realizar un estudio exhaustivo, el libro sirve, en cierto modo, de repertorio general en el que el lector puede encontrar un conjunto ordenado de las principales estrategias de cortesía. Según parece, las lagunas conciernen a determinadas
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ subclases de las clases generales. Consideremos, para aclarar este punto, un caso concreto. Entre las estrategias que actúan en el plano del subacto predicativo hemos investigado la repetición léxica. En el párrafo correspondiente hicimos un análisis de parejas adyacentes como: ¿Le parece a usted poco? –Poco y ¿Y los dos son soldados? – Los dos, en las que el segundo hablante hace una copia exacta del materia léxico utilizado por el primero. Ahora, aparte de la repetición literal de las palabras del otro, el hablante puede recurrir también a estrategias pragmáticamente equivalentes, aunque formalmente distintas. Un ejemplo ilustrativo está representado por (32), que repetimos aquí para mayor comodidad:
32) A: Me ha gustado la última novela de Delibes. B: Sí, es un libro fenomenal.
En este caso está claro que la cortesía positiva manifestada por el hablante B no radica en una repetición exacta, sino en un refuerzo del núcleo léxico de las palabras del interlocutor. Comparable también a la repetición y al refuerzo léxico es la estrategia que consiste en completar las palabras del otro en conformidad con lo que está a punto de decir. Aquí, la cortesía positiva procede del comportamiento empático del segundo hablante, que presta una escrupulosa atención a las palabras del primero. Evidentemente, lo que esto sugiere es que en un estudio que pretenda ser realmente exhaustivo, el análisis de las clases de cortesía distinguidas en el presente necesita complementarse con el de todas sus subclases correspondientes, tanto en el macronivel del discurso como en el micronivel del acto de habla. Otros temas para futuras investigaciones incluyen la evolución de las estrategias de cortesía a través de los tiempos. Aquí, lógicamente, nos encontramos con la limitación de que de los siglos anteriores sólo nos han llegado documentos escritos, en su mayor parte de tipo literario. El objeto de estudio de mayor envergadura, sin duda alguna, sería el análisis empírico de las categorías de cortesía que constituyen el marco de referencia de este libro. Esta investigación, desde luego, tendría que verificarse a base de corpus representativos del español, tanto hablado como escrito. Si, además, el futuro
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La cortesía verbal _______________________________________________________________________ investigador se dedicara también al análisis de datos de otras lenguas, podría contribuir a encontrar respuesta a la pregunta fundamental: ¿muestra la cultura española, una preferencia por la cortesía positiva o por la negativa, o es más bien una cultura en la que ambas formas se mantienen en equilibrio?
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