Guy Hollingworth - Engaños de salon
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Traducción por Luis Alberto Iglesias Corrección de estilo por Gabriela Goldadler
G. W. R. HOLLINGWORTH
UNO acerca de cartas que se dan la vuelta, mudan su posición, se separan por colores y, en general, realizan vistosas proezas
No es insensato pensar que un libro dedicado a magia con cartas deba contener en su mayor parte material de Magia de cerca. Sin embargo, si me gustaría destacar que, en realidad, hay muy pocas oportunidades para realizar verdaderamente aquello que llamamos magia "de cerca. Sí es posible en una mesa pequeña de un restaurante, o quizás para una pareja durante tina recepción pero, en la mayoría de las circunstancias (en una mesa que acoge a seis o más personas, o en un grupo mayor durante una recepción, incluso en las galas formales de Magia de cerca), la magia se lleva a cabo sobre la mesa o a la altura de la cintura, donde no todos los presentes pueden contemplarla. Este detalle me quedó especialmente claro la primera vez que me pidieron dar una conferencia; quise demostrar y explicar el efecto que viene a continuación, pero me percaté de que, desde esa distancia, no sólo era imposible que alguien viese el efecto, sino que, paradójicamente, el método podía descubrirse con facilidad porque requería un medio salto que -aun quedando cubierto si se mira desde arriba- es
totalmente visible para un público numeroso que mire de frente. Fue entonces cuando descubrí que un pequeño cambio en el manejo era el único requisito para elevar el juego a una condición en que pudiese ser presentado a la altura del pecho. Pronto resultó obvio que podría cambiar muchas de mis rutinas para que también pudiesen ser ejecutadas de esta manera. Las ventajas de este procedimiento son considerables. De hecho, se realiza lo que puede denominarse Magia de salón, en la que más gente puede ver el efecto sin esfuerzo, lo cual es conveniente incluso cuando se actúa para un grupo pequeño. Asimismo, abre muchas posibilidades para pases y control de la atención, ya que se trabaja dentro de un área de actuación mucho mayor: en lugar de estar acurrucado frente a una baraja de cartas -situación en la que ambas manos están sometidas a un constante escrutinio-, el actuar erguido y de manera más abierta, permite usar gestos y movimientos amplios para cubrir pases y ayudar en el control de la atención. Este descubrimiento (a pesar de ser bastante obvio) tuvo un efecto considerable en el tipo de magia que hago. Con mis más sinceras disculpas por comenzar el libro con unos párrafos tan aburridos, me gustaria ahora empezar con el juego que me hizo pensar por primera vez de este modo. Primero explicaré el manejo que actualmente realizo de pie, para a continuación pasar a la versión de cerca. Esta última todavía tiene su mérito y la sigo realizando en algunas ocasiones, pero creo que te darás cuenta de que el primer método es mucho mas versátil y fácil, lo cual es de agradecer. a
:r
los Ases Esta versión del "Girando los Ases" de Da¡ Vernon emplea un pase- que debería explicar antes de hablar de su uso en el juego. Ten la amabilidad de sacar cinco cartas de la baraja. Pueden ser cuatro Reyes y una Reina, ya que éstas serán las cartas que se usarán para la rutina. Agitando
Ahora haz el favor de colocarlas en el siguiente orden: da la Reina cara arriba sobre la mesa-; sobre ella, da dos Reyes cara arriba, luego un Rey cara abajo y después un Rey cara arriba. Sujeta todo en la mano izquierda en posición de dar, cíe manera que todas las cartas queden cara arriba excepto la segunda. Obtén ahora con el meñique una separación por encima de las dos cartas inferiores (por el momento, puedes hacerlo simplemente extendiendo las cartas para hacerte con la separación). Lleva la mano izquierda a la altura del pecho de modo que el dorso de la mano (y los dulas cartas) miren hacia el público, público que, presumiblemente, no está presente en este momento. La mano izquierda permanece a la altura del pecho durante todo el pase. Ahora vas a extender las cartas hacia la mano derecha de la siguiente forma: empuja con el pulgar la primera carta (la más cercana a ti) y cógela con la mano derecha. Lleva ahora la ruano derecha de nuevo hacia la izquierda e introduce los dedos de la m ano derecha en la separación; toma como una las dos cartas que quedan por encima de la separación de manera que, desde tu posición, queden detrás de la primera carta y extendidas hacia la izquierda. Toma ahora la siguiente carta con la mano derecha detrás de las que ya tienes en esta mano -de nuevo extendida hacia la izquierda- y, para terminar, coge la última carta de modo que queden todas extendidas en un pequeño abanico. Desde el lado del público se verán los dorsos de cuatro cartas, quedando oculta la carta vuelta. Ahora vuelve a colocarlas en la mano izquierda, aún extendidas, pero teniendo en cuenta los siguientes puntos cruciales: las cartas deben quedar extendidas en linea recta, ni en arco ni en abanico; la carta que está más a la izquierda (la Reina) se sitúa lo más a la izquierda posible (en otras palabras: queda empujada contra la parte carnosa de la horquilla que forman el pulgar y el índice); el dedo meñique queda extendido a lo largo del extremo inferior de las cartas, lo que mástarde ayudará a mantenerlas cuadradas; el pulgar está en contacto con dos cartas solamente: toca la cara del Rey y el dorso del Rey vuelto; y por último, los dedos mayor y anular están en contacto, por delante,
únicamente con las dos cartas centrales de la extensión. Consulta atentamente las figs. 1 y 2 y asegúrate de haber comprendido claramente estos detalles. Suponiendo que los dedos estén como se ha descrito, el pase en sí no es difícil. Con una ligera presión, dobla hacia dentro los dedos mayor y anular, arrastrando así hacia la izquierda las dos cartas con las que están en contacto.
Esto hará que se separe la carta doble y que el naipe vuelto comience a asomar ya que, debido a que el pulgar está en contacto con las dos cartas del extremo derecho, éstas no se pueden mover; el dedo meñique debe mantener las cartas en línea recta durante su deslizamiento, corno si fuese un raíl de tren (fig. 3). A medida que los dedos siguen doblándose, la segunda carta por la derecha (por el lado del publico) se deslizará detrás de la primera hasta que no pueda más debido a que la carnosidad entre el pulgar y los dedos la detiene. Deberá que-dar perfectamente alineada con la primera carta ya que, por la izquierda, queda detenida por el pliegue situado entre la base de los dedos y el pulgar, y además el dedo meñique evita que se deslice hacia abajo. El dedo índice puede ser útil para añadir el última retoque para que todo quede cuadrado por delante. Si todo ha ido bien, debe parecer que tienes en la mano cuatro cartas, la segunda de las cuales se ve vuelta desde el .frente, siendo la última carta en realidad dos cartas cuadradas como una. No hace fal ta hacer este pase con rapidez ya que, si se combina con un vaivén del brazo izquierdo, el pequeño movimiento de los dedos queda completamente cubierto, lo que hará que parezca como si la segunda carta se diese la vuelta mágicamente. Creo que si lo intentas unas cuantas veces verás que no es tan difcil. Tras haber hecho hincapié en la importancia de colocar las cartas en extensión recta y no en abanico o arco, una vez dominada la técnica, puede recurrirse a un manejo alternativo que consiste en disponer las cartas ligeramente abanicadas. El dedo meñique debe situarse como eje alrededor del cual se acomodan las cartas; la acción del pase es la misma, pero en este caso las cartas, en lugar de deslizarse en línea recta, giran sobre el eje que forma dicho dedo (fig. 4, siguiente pág.). Bien mirado, este pase (aunque usado en contextos completamente distintos) tiene similitudes con el "Lanzamiento óptico" de Larry Jennings (Jennings' Optical Toss). Por esta razón, cuando se haga referencia al pase en las siguientes rutinas en las que se utiliza, se le designará con el nombre de alineamiento óptico.
Veamos ahora el empleo de este pase dentro del contexto de la rutina. Debido a una pequeña discrepancia, es preferible emplear Figuras mejor que Ases; personalmente, empleo los Reyes (en la siguiente ex plicación supondré que tú también los usas). Además de los cuatro Reyes, se necesita una carta más, como ya sabes. Puedes añadirla de muy distintas formas, siendo la más obvia la adición de Vernon. No es mi intención explicar este conocido pase con todo detalle, por lo que lo haré brevemente: extiende una baraja de cartas con las caras hacia ti y haz sobresalir los Reyes a medida que los encuentres; al cerrar y cuadrar la extensión; con los Reyes sobresalientes, obtén una separación con el meñique izquierdo por encima de la carta inferior de la baraja; mientras la mano derecha sujeta todo el paquete, la mano izquierda se desliza hacia delante para extirpar los Reyes sobresalien-
tes y, al mismo tiempo, lleva hacia delante la carta inferior de la baraja por debajo de los Reyes, los cuales la ocultan, de manera que al extirparlos se ha conseguido añadir secretamente una carta bajo ellos. Una alternativa que uso a menudo posee la ventaja de que los Reyes pueden haber sido extraídos de la baraja previamente para ser usados en rutinas anteriores: se sujetan los Reyes en la mano derecha y, como la baraja no se necesita para el juego, la coges cara arriba en tu mano izquierda y la guardas en el bolsillo; el dedo meñique de esta mano obtiene una separación por encima de la carta inferior. Al sacar la mano del bolsillo, simplemente retén esta carta. Acerca las manos de manera que la izquierda pueda cargar la carta extra debajo de los Reyes (fig. 5), de un modo muy parecido a como se carga un limón o una bola gigante bajo un cubilete. Igual que en el pase para la carga de la fruta, la coordinación es más importante que la ocultación perfecta de la carta en la mano. Tras hacerte con la carta extra del modo que escojas, hay que ordenar los Reyes alternando sus colores sin exponer la carta añadida. Como no importa si se alternan rojo/negro o negro/rojo, da igual ex tender las cartas caras arriba una a una manteniendo las dos últimas como una, lo que oculta la carta extra; de esta forma, sólo hace falta alterar el orden de las tres primeras cartas, lo que no afecta a la carta doble. Ahora, los dedos izquierdos tiran hacia abajo del lado derecho de la carta doble para curvarla firmemente en sentido longitudinal_ Esto no sólo ayuda a mantener las dos cartas alineadas, sino que también proporciona una separación automática sobre estas dos cartas, necesaria -como recordarás- para el alineamiento óptico. Hasta este momento, las cartas se han mantenido a la altura de la cintura. Ahora, toma con la mano derecha el Rey superior y levántalo hasta llevarlo a la altura del pecho. Vuélvelo para que su cara mire al público mientras explicas que las cartas se darán vuelta una a una. Mientras esto ocurre, la mano izquierda cae al costado y se aprovecha de que la atención está centrada en la mano derecha para voltear secretamente la carta superior del paquete. Ésta es una antigua idea de
Hugard que se emplea muy poco a pesar de su gran utilidad. Todo lo que sucede es que el pulgar empuja todo lo posible la carta hacia la derecha y los dedos la voltean de modo que caiga dorso arriba sobre el paquete (figs. 6 y 7). Quizás desees emplear el costado de la pierna para sujetar la carta durante el volteo (a propósito: este pase es muy útil en rutinas de carta ambiciosa para voltear la carta superior de la baraja, mientras haces un gesto con la carta elegida, de modo que puedas devolver la carta elegida cara arriba sobre la baraja quedando preparado para un doble volteo). Cuando consigues voltear la carta, la mano izquierda sube para encontrarse con la derecha, que voltea su carta y la deja, cara arriba, tal y como estaba sobre el paquete, con cuidado de no revelar la carta vuelta. Las cartas están ahora en el orcíen correcto para realizar el pase. Hecho todo lo anterior, las cartas se extienden a la altura del pecho como ya se explicó. Gracias a la curvatura de las dos cartas inferiores, se puede obtener automáticamente una separación bajo ellas con el dedo meñique. Toma la primera carta en la mano derecha, dtspués la doble, y luego las dos últimas como cartas sencillas, igual que antes, para que queden extendidas en un pequeño abanico que luego colocas en la enano izquierda.
Te encuentras ahora, por supuesto, en la posición correcta para el alineamiento óptico, pero yo prefiero no hacerlo en este momento; repetir el mismo movimiento cuatro veces sería aburrido incluso para el público más considerado. Por ello, en este punto tan temprano de la rutina, simplemente cuadro las cartas, hago cualquier clase de pase mágico, y las vuelvo a extender en la mano derecha, una a una esta vez, manteniendo las dos últimas cartas como una. Con este procedimiento se consigue volver la segunda carta, pero no de manera visible esta primera vez; se establece la naturaleza del efecto y, al mismo tiempo, se deja posibilidad para mejorar en las tres ocasiones siguientes. Con las cartas todavia sujetas en extensión en la mano izquierda, la mano derecha saca la carta que se acaba de voltear y la mano i zquierda cae al costado cuadrando las restantes cartas en el trayec to. Mientras muestras esta carta con la mano derecha, la izquierda voltea la siguiente carta del paquete. Aunque el procedimiento pueda parecer descarado, es ciertamente eficaz, y se emplea cada vez para preparar la siguiente carta. La mano izquierda sube para juntarse de nuevo con la derecha, y la derecha devuelve su carta, esta vez dejándola con su cara hacia el público porque ya se ha dado la vuelta. Se extienden las cartas del mismo modo que antes: sencilla, doble, sencilla, sencilla, de nuevo aprovechando la curvatura para obtener una separación para la doble. Una vez más, se vuelven a colocar en ppsición en la mano izquierda. Esta vez si empleo el alineamiento óptico, pero lo hago durante el denominado "tiempo débil", diciendo algo así como: Fsta vez, si de-
jase las cartas extendidas en un pequeño abanico, de esta manera, sí una carta se diese la vuelta, ustedes la verían, ¿verdad? Encogiéndome de hombros al decir esto, realizo el pase de manera que tome al público por sorpresa cuando se den cuenta de que la segunda carta se ha dado la vuelta sin que lo viesen. Resulta bastante más impresionante que la primera vez. La mano derecha extrae las dos cartas que están cara hacia el pú- --blico (las dos primeras, claro está) y hace un gesto con ellas mientras
la mano izquierda voltea la siguiente carta dando gracias al señor Hugard. De nuevo, acerca las manos, devuelve las cartas -caras hacia el público- al paquete y cuadra todo. Vuelve a extenderlas como antes: sencilla, doble, sencilla, sencilla (hay que decir que ahora tiene lugar una pequeña discrepancia: al extender los naipes de esta manera, la segunda de las dos cartas que está de cara hacia el público es doble y, desapercibidamente, ha cambiado de palo. Este es un detalle menor, pero es la razón por la que me aseguro de que las cartas alternen sus colores desde el principio, de modo que sólo habrá un cambio de palo, pero no de color, lo cual sería mucho más evidente). Realiza de nuevo el alineamiento óptico; esta vez, para hacerlo más sorprendente, suelo dirigir la atención hacia la mano al mismo tiempo que con ella hago un movimiento amplio de vaivén para cubrir el trabajo de los dedos. Cuando acaba el movimiento, se ve que la tercera carta se ha dado la vuelta. Para terminar, la mano derecha toma una por una, empezando por la que está más a la derecha, las tres cartas que ya se han dado la vuelta, lo cual invierte su orden. Esto cubrirá otra pequeña discrepancia. Mientras haces un gesto con ellas, la mano izquierda voltea de nuevo la siguiente carta en el costado; el pase es el mismo aunque sólo se utilicen dos naipes. La mano izquierda se dirige otra vez hacia la derecha, que devuelve sus tres cartas con las caras mirando hacia el público. Cuadra todo, pero esta vez el procedimiento cambia ligera-mente: realiza una cuenta -bucle o por enganche del meñique en lugar de lo habitual hasta ahora. En otras palabras: con las manos todavía a la altura del pecho, torna la primera carta con la mano derecha, luego otra carta sencilla, y luego haz un bucle de la carta inferior con los dedos izquierdos, o bien tira de ella hacia abajo con el meñique izquierdo. Las dos cartas restantes quedan, por lo tanto, separadas de la i nferior y puedes tomarlas con la mano derecha como si fuesen una. Para terminar, coge la última carta. Obviamente esto debe parecer a los espectadores idéntico a las anteriores cuentas: Pon las cartas en la mano izquierda, preparadas para el alineamiento óptico, aunque ló-
gicamente el pase es imposible en esta posición. Justo cuando el público piensa que vas a hacer que la última carta se dé la vuelta, detente y sugiere lo siguiente: Quizás piensen que ahora es rnás fácil porque la úl-
tima carta está al final; a lo mejor creen que lo único que hago es voltear las cartas con el pulgar, por ejemplo. Para hacerlo igual de difícil que en las ocasiones anteriores, colocaré la carta entre medias de otras dos, siendo así imposible que pueda darse la vuelta. Toma las cartas en la mano derecha, pero esta vez sujétalas desde abajo en las puntas de los dedos (como muestra la fig. $); la mano izquierda se acerca por encima y extrae la carta que está más a la derecha en el abanico, colocándola nuevamente delante de la carta vuelta de modo que esta carta quede sin duda entre medias de las otras dos. Este procedimiento parece otorgar una claridad extrema al proceso, pero en realidad has conseguido colocar las cartas en la posición adecuada para la realización del alineamiento óptico una última vez.
Pasa las cartas de nuevo a la mano izquierda y realiza el pase. Esta vez suelo hacerlo deprisa, con menos movimiento del brazo, ya que es el final de la rutina y, por tanto, el efecto es más espectacular. Para terminar, puedes tomar las cartas una a una con la mano derecha de modo que la última carta (doble) quede en la parte inferior del paquete, de donde puedes empalmar la extra; también, en esta posición, puedes dejar caer todo el paquete cara arriba sobre la baraja cara abajo, de forma que la carta extra quede "perdida" encima de la baraja.
Agitando los Ases 11
Uno de las cosas que salva al servicio de ferrocarriles Amtrak de Norteamérica es el sandwich caliente de pollo que sirven en sus bares. Lo descubrí durante mi primera visita a los Estados Unidos, ocasión en que viajé prolongadamente por todo el país haciendo uso frecuente del servicio de trenes; al año siguiente, al cubrir el breve trayecto desde Orlando -donde había asistido a un congreso bastante decepcionante de la IBM para visitara unos amigos en Daytona, me alegró descubrir que no habían cambiado (por cierto, si alguna vez pides uno, haz que saquen la bolsita de salsa de la caja antes de meterlo . en el microondas ya que, de no hacerlo, ésta tiene por costumbre estallar encima del sándwich). Había estado charlando sobre "magia visual" con mi amigo Paul _ Cowling, y surgió la posibilidad de encontrar un método visual para "Girando los Ases". Se nos ocurrieron varios métodos poco satisfactorios, aunque la noción de una carta extra parecía ser esencial. Fue en este decisivo viaje en tren, con cuatro Ases y una carta extra en una mano y un sándwich caliente de pollo en la otra, cuando se me ocurrió el pase que ya he explicado -(aunque en ese momento
6.
IBM: Intemational Brotherhood of Magicians (Hermandad Internacional de Magos).
era denominado, de manera informal "alineamiento del pollo caliente" parece afortunado que más tarde se señalase la similitud con el pase de Jennings pues, de no haber sido así, podría haberse quedado con este nombre tan lastimoso). En esta fase de su vida, "Agitando los Ases" era un efecto estrictamente de cerca, y la explicación de esta versión primera, que ha sido llamada algo confusamente "Agitando los Ases 11", es la que ahora sigue. Los requisitos para el comienzo son similares a los del primer método; debe haberse añadido una carta de más bajo los cuatro Reyes, pero esta vez -en lugar de alternar los colores- los dos Reyes rojos deben quedar encima de los dos Reyes negros, o viceversa. Con el paquete cara arriba y la carta añadida debajo de los cuatro Reyes, coge las cartas en la mano derecha por su lado derecho de modo que puedas pelarlas una a una en la mano izquierda como si se trata se de una cuenta Elmsley: pela el primer Rey de esta forma arrastrándolo con el pulgar izquierdo a la posición de dar en la mano izquierda; pela las cartas segunda y tercera de la misma manera, encima de la anterior, lo cual deja una carta doble en la mano derecha, carta que colocas sobre las otras tres. Al final cuadra todo. Así habrás mostrado aparentemente sólo cuatro Reyes contándolos de una mano a la otra sin dar importancia a la acción. Ahora hay que dar la vuelta al paquete y al mismo tiempo volver secretamente la carta inferiorpara que quede cara arriba. Para esto puede utilizarse un medio salto normal, u opcionalmente puede obtenerse -con las cartas caras arriba- una separación con el meñique izquierdo bajo la carta superior y retener esta separación mientas das la vuelta al paquete, lo cual te dejará en la posición correcta para el volteo de Krenzel; a mí me parece mejor este segundo método, pero si no conoces este volteo, el medio salto convencional es perfectamente aceptable.
7.
El volteo de Krenzel se explica brevemente en el Capítulo Seis.
Hagas lo que hagas, las cartas de la mano izquierda deben quedar todas cara abajo excepto uno de los Reyes, que quedará cara arriba debajo del paquete. Por último, hay que llevar la carta superior debajo del paquete. Casi siempre la tomo para enseñarla y, mientras explico que las cartas se darán la vuelta una a una, la coloco despreocupadamente en la parte inferior del paquete. Todo este proceso ha ordenado las cartas en la posición adecuada para la rutina. A partir de aquí se emplea el mismo procedimiento para cada Rey. Toma las cartas cara abajo por el lado derecho con la mano derecha y pélalas una a una con la mano izquierda: coge la primera normalmente, pela sobre ella, la segunda carta, dejándola ligeramente separada poco más de un centímetro hacia la derecha. Ahora pela sobre estas dos una carta doble mediante un empuje múltiple: para asegurar la correcta realización de este movimiento, el pulgar derecho debe situarse al menos parcialmente en el lado derecho de las cartas, tal y como muestra la 6g. 9. Apretando el pulgar y el indice juntos y empujando el pulgar hacia la izquierda, desplazarás -perfectamente cuadradas- todas las cartas excepto la última (dos, en este caso).
Coloca esta carta doble sobre las otras dos de manera que quede extendida a la derecha de las dos anteriores y sujeta en esa posición por el pulgar izquierdo. Coloca la última carta encima, completando una extensión de cuatro cartas. Habrá que ajustar la posición exacta de las cartas mientras se aprende la rutina, ya que la sujeción para el alineamiento óptico "de cerca" es algo distinta. La carta del extremo izquierdo sigue lo más a la izquierda posible, en el pliegue carnoso entre los dedos y el pulgar; el pu .ar izquierdo sigue en contacto con los dorsos de las dos cartas superiores únicamente; los dedos mayor y anular siguen en contacto, por debajo, con las dos cartas centrales de la extensión. Sin embargo, esta vez, en lugar de utilizar el dedo meñique por el extremo inferior, el dedo indice queda curvado alrededor del extremo exterior de la extensión, manteniendo las cartas alineadas por delante (fig. 10). En lo restante, el pase es igual: la mano izquierda queda completamente inmóvil excepto por los dedos mayor y anular que se recogen tirando hacia la izquierda de las dos cartas con las que están en contacto. Las dos cartas superiores no pueden moverse, ya que están sujetadas por el pulgar; a medida que los dedos se recogen, la carta vuelta queda expuesta, y la carta que está bajo ella se mueve hacia la izquierda.
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Al final, este naipe se deslizará encima de la última carta, quedando perfectamente alineada gracias al pliegue carnoso de la mano y a la acción del dedo índice por delante. Inclinar la mano ligeramente hacia abajo ayuda a lograr todo lo anterior, ya que la fuerza de gravedad empuja las cartas contra el dedo índice, lo cual contribuye a que queden bien cuadradas. Corno antes, un pequeño movimiento de vaivén servirá para cubrir el pase. Debe parecer como si, durante el vaivén, la segunda carta por abajo se hubiese dado la vuelta misteriosamente. Al extraer la carta que se acaba de dar la vuelta, se volteará secretamente el siguiente Rey. Para conseguirlo, hay que sacar hacia fuera -casi en su totalidad- la carta vuelta mientras el resto de los naipes si guen extendidos. Gracias a la cobertura que proporciona la extensión, el dedo menique izquierdo obtiene una separación por encima de la última carta tirando hacia abajo de la carta inferior de las dos que forman la doble. llaz un medio salto con la carta inferior tirando hacia abajo todo lo que puedas con el meñique, momento en el cual el dedo índice se encoge por debajo de la carta (fig. 11). En esta posición, es bastante sencillo voltear la carta empujando hacia la derecha con el dedo índice, de manera que la carta quede cara arriba debajo de la extensión (fi g. 12). Esto queda bastante bien cubierto por las otras cartas. Los dedos derechos sujetan la carta volteada mientras que -en un movimiento continuo- la mano izquierda se desplaza hacia deLnte para tomar la carta sobresaliente y extraerla del resto. Colócala debajo del paquete, y cuadra todo el conjunto en la mano izquierda. Como mencioné al principio, hay que tener en cuenta que el público deberá estar mirando el efecto desde arriba; por eso es ideal para aquellas ocasiones donde tódos los participantes en el juego se encuentran de pie; en esta situación es relativamente fácil cubrir el medio salto en la acción de extraer la carta, mientras que queda descaradamente visible si se mira desde el frente. Este proceso se repite para las dos siguientes cartas de esta manera: como antes, la mano derecha toma el paquete entero por el lado - _ derecho, preparada para hacer un empuje múltiple.
Se pela la carta superior con la mano izquierda; después la siguiente carta extendida un poco a la derecha de la primera; después el pulgar derecho hace el mismo empuje doble otra vez y se coloca la carta doble a la derecha de las dos primeras y, finalmente, la última carta (la que se acaba de dar la vuelta) se coloca encima. Estas cartas deben quedar en la mano izquierda en la posición correcta para el alineamiento óptico. Con algo de práctica, irán a parar automáticamente a la posición adecuada. El pase se ejecuta de nuevo de manera que la segunda carta se dé la vuelta. Otra vez se deja esta carta sobresaliente y se hace el medio salto con la carta inferior al tiempo que la mano izquierda va a extraer la carta, igual qué antes. Se la coloca debajo de todo y después se transfiere la carta superior (la que
está cara arriba) también a la parte inferior. Esto vuelve a colocar las cartas en el orden correcto para repetir las acciones. Y de nuevo se repite todo tomando las cartas con la mano derecha, pelando la primera con la mano izquierda, después la segunda, después haciendo el doble empuje para tomar la tercera (doble) y al fin, la última. Se ejecuta de nuevo el alineamiento óptico para hacer que se dé la suelta la tercera, pero ahora hay un pequeño cambio en el procedimiento. En lugar de hacer sobresalir la carta que acaba de darse la vuelta, haz sobresalir la que aún queda por voltearse; esta carta es, de hecho, la carta doble que tienes en la mano izquierda. Mueve esta mano ha cia delante llevándote la carta doble mientras la derecha sujeta los demás naipes en su posición. Al desplazarse hacia delante, el dedo meñique izquierdo tira hacia abajo de la carta inferior de la doble, obteniendo así una separación. Si tiras de la carta hacia abajo desde la separación, los dedos derechos podrán introducirse en ella sujetando la carta superior de la doble y quedando ésta sobresaliente respecto a las otras tres cartas que están cara arriba; la mano izquierda se mueve hacia atrás bajo las demás cartas, llevando consigo is carta inferior cíe la doble y volteándola en la misma acción de medio salto utilizada anteriormente. En cuanto esto esté hecho y se haya volteado la carta bajo la extensión, los dedos derechos la sujetan, quedando así la mano izquierda libre para moverse hacia delante una vez más para extraer la carta que está sobresaliendo dorso arriba. Esta vez, sin embargo,` la pones encima de todo el conjunto. Por último, la mano derecha retoma el paquete y extiende las cartas como antes (sencilla, sencilla, doble, sencilla) y se ejecuta el alineamiento una vez más para hacer que la última carta -en la par te inferior de la extensión- se voltee. De nuevo, la - discrepancia del, cambio de palo pasa desapercibida gracias al orden de comienzo de las cartas. Puedes empalmar la carta de abajo si lo deseas, o dejar caer todo el paquete cara arriba sobré una baraja cara abajo, con lo cual te deshaces de la carta de más. Opcionalmente, puedes emplear una carta
de doble dorso como carta extra, de manera que puedas volver la mano para mostrar los dorsos de cuatro cartas una vez que se haya dado la vuelta la última. Quizás también te interese pensar en una presentación para este efecto en la que, al igual que en la versión para realizar de pie, cada volteo sucesivo sea más impresionante que el anterior. Creo firmemente que en la extraña ocasión en que uno tiene una buena idea, bien vale sacarle todo el partido posible. Del mismo modo, si uno se ha tomado la molestia de aprender un pase o una técnica, es mucho mejor si hay más de un único uso para ella. La feliz unión de estas dos nociones tomará forma en lo que será una breve sección al final de la mayoría de los capítulos que contendrá mas ideas o usos para la técnica explicada. Espero además, que ello inspire una modicá dosis de reflexión o creatividad en el lector, siendo por esta razón -además del uso económico del espacio- por lo que estas ideas adicionales son algo breves y, algunas veces, no del todo completas.
llgua_y aceite El alineamiento óptico puede emplearse como maniobra cubierta o de forma visible. Supongamos que hemos sacado de la baraja tres cartas rojas de valores similares (quizás un Nueve y dos Ochos) y las hemos dejado cara abajo sobre la mesa; también hemos Sacado tres cartas negras de valores similares, a las que hemos añadido secretamente otra carta negra, también de valor siuiilar (utilizando la adición de Vernon, por ejemplo), de manera que en realidad son cuatro. Deja caer estas cartas cara abajo encima de las rojas. Si las recoges y las extiendes cara abajo de izquierda a derecha, manteniendo las dos últimas juntas como una, enseñarás un total de seis cartas; de.esta manera también podrás obtener una separación fácilmente por encima de las dos cartas inferiores cuando cuadres el conjunto acto seguido. Puedes tornar las tres cartas superiores con la mano derecha, en uña posición parecida a la del alineamiento óptico; la mano
i zquierda mantiene las suyas cuadradas conservando la separación por encima de las dos de abajo. La mano derecha, que sujeta todavía sus cartas, puede ayudar a extender como tres las restantes cuatro cartas de la mano izquierda: los dedos de la mano derecha toman una carta doble (es fácil gracias a la separación) y la sujetan por debajo de las otras tres. El pulgar izquierdo empuja la siguiente carta hacia la derecha y retoma la doble de la mano derecha de modo que quede extendida hacia la derecha de las otras dos. De esta forma, se muestra una extensión de tres cartas en la mano izquierda, siendo la carta superior doble. En este punto la mano derecha puede alejarse sujetando sus naipes en una posición similar. La enano derecha sujeta tres cartas negras, que puedes enseñar al público, y también puedes volver la mano izquierda para enseñar tres cartas rojas (aunque hay una carta negra oculta detrás de 11 superior). La mano derecha se vuelve de forma que sus naipes queden cara abajo y deja caer el inferior sobre la mesa. Mientras esto ocurre, la mano izquierda, que también se vuelve de manera que sus cartas queden cara abajo, realiza el alineamiento óptico. Sólo hay tres cartas esta vez, pero el pase es el mismo: se deslizan hacia la izquierda las dos centrales de modo que las dos inferiores queden cuadradas como una, resultando ser ahora la superior (sin que - l o sepa el público) una carta negra (fig. 13). El pulgar izquierdo da esta carta negra cara abajo sobre la mesa sobre la primera carta; la mano derecha se vuelve otra vez para mostrar sus cartas negras y deja caer la siguiente carta cara abajo sobre las que están encima de la mesa, de forma que parezca que los colores se alternan. La mano izquierda hace lo mismo, dan la siguiente carta roja _ manteniendo las dos últimas cuadradas como una sola. Mientras la mano derecha muestra su última carta y la da sobre la mes., la mano izquierda dobla con firmeza la carta doble (lo que ayudará a mantenerlas cuadradas) muestra su cara y la deja caer encima de las restantes. Tras recoger el paquete de cartas y colocarles cara arriba en la mano i zquierda, puede mostrarse que las cartas que tan lentamente se han
dejado sobre la mesa en alternancia de colores, se han separado como el agua y aceite de esta manera: extiende hacia la derecha claramente las tres primeras cartas para mostrar que son todas negras; déjalas caer sobre la mesa. Gracias a la curvatura de las dos cartas inferiores, te resultará fácil obtener una separación sobre ellas para realizar un doble volteo; esto oculta la otra carta negra, sobre la cual pones las otras dos cartas ro jas una a una. Puedes dejar caer estas cuatro encima de las cartas negras que están cara arriba sobre la mesa y repetir el efecto. Otro final alternativo y muy visual, que además sirve de conclusión adecuada en caso de que desees repetir el efecto (opción que te recomiendo especialmente) es hacer como se ha descrito hasta el momento en que has dado todas las cartas sobre la mesa excepto la última, la carta doble que tienes en la mano izquierda. Justo al ir a dar esta carta doble sobre la mesa, deténte y tómala -como si fuera una sola- en la mano derecha.
Invitando a que te crean, di: ¡De verdad! Las cartas están alternadas realmente. Para mostrar que es así, en caso de que alguien dude de tu palabra, levanta la carta doble de la mano derecha para que todos pue dan ver su cara; toma la carta superior del montón de la mesa con tu mano izquierda y colócala en la mano derecha, debajo de la carta doble y separada hacia la izquierda. Haz lo mismo con la siguiente carta de la mesa, de forma que la mano derecha aparentará tener tres cartas que alternan en color. Coloca estas cartas, manteniendo la doble cuadrada, en la mano izquierda en posición para el alineamiento óptico. El efecto concluye dando la vuelta a las cartas que quedan sobre la mesa para mostrar que son tres negras y, mientras la atención está aqui, la mano izquierda realiza el pase ocultando la otra carta negra. Cuando la atención vuelve a esta mano, se verán tres rojas, como si las cartas se hubiesen separado incluso a tanta distancia. Este efecto puede también realizarse de manera eficaz sin ayuda de una mesa usando la mano de una espectadora voluntaria, quien podrá incluso volver las cartas ella misma.
Chercbez la.jémme4
Como antes, se extraen de la baraja una Reina roja y dos cartas negras de puntos similares añadiendo secretamente una tercera carta negra de puntos. Por algún medio que dejo a tu elección, una de las cartas negras debe quedar oculta detrás de la Reina formando una carta doble. Poniendo esta doble encima de las otras dos cartas negras de modo que queden extendidas cara abajo en posición para el alineamiento óptico, puedes ejecutar el pase de manera cubierta o visual para hacer que la Reina se desplace desde un extremo al centro de la extensión.
8.
En francés en el originaL $e refiere a Find tfx &4 el nombre del Trile en inglés. (N. del T)
Las aplicaciones visuales resultan obvias, pero como maniobra oculta pueden obtenerse efectos más sutiles. Por ejemplo, puedes hacer el pase al llevar las manos desde la altura del pecho -donde muestras las cartas- hasta el nivel de la cintura, momento en el que quedarán cara abajo. Si mueves las cartas con cuidado como si las mezclases (procura no alterar la carta doble), puedes invitar al espectador a que intente seguir la posición de la Reina, pero será incapaz de ello, ya que ésta no se encontrará en la posición de comienzo que él creía. Del mismo modo, puedes usar el manejo de cerca descrito en Agitando los Ases II para hacer que la Reina salte de manera similar desde el centro al extremo de la extensión si sujetas las cartas cara arriba en la mano y la doble está compuesta por dos cartas negras similares. Como final puedes hacer que la Reina desaparezca visiblemente de la extensión, tras lo cual quedarán tres cartas negras a la vista; después puedes empalmar la Reina y hacerla aparecer en cualquier sitio. :r
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M
El problema de Hofzinser (o a.sí se lo conoce)
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Gavin Ross sugirió emplear una carta elegida como carta extra en la presentación de "Volviendo los Ases". En tal caso, ésta quedaría cara abajo debajo de cuatro Reyes cara arriba. Después, al poner las cartas en la mano izquierda -las caras de los Reyes hacia el público- en lá posición para el alineamiento óptico, deberán quedar dispuestas de modo que el Rey del palo de la carta elegida sea el segundo por la izquierda y que la carta elegida quede oculta detrás del segundo Rey por l a derecha. Igual que antes, dejo al lector la tarea de encontrar el modo más " eficaz de llegar a esta posición. Al realizar el pase, se verá que el Rey, del palo de la carta elegida se ha dado la vuelta, aunque en realidad ha sido cambiado por la carta elegida. Al tomar las cartas una a una, el Rey quedará como última en la parte inferior de la extensión, desde donde puedes empalmarlo y añadirlo al resto de la baraja (quedará
vuelto respecto al resto de las cartas); corta la baraja o haz un salto y extiéndela en cinta sobre la mesa para mostrar la carta vuelta en el centro de la extensión. Al volverla para mostrar su cara se verá que esta carta, supuestamente la elegida, es en realidad el Rey, y que el Rey que se dio la vuelta no es sino la carta elegida, tal y como lo quiso el señor Hofzinser. á
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Otras ideas Los efectos tipo sandwich y Reyes cazadores también pueden abrir posibilidades para este pase. No entraré en ellos so pena de aburrir al lector quien, estoy seguro, desea a estas alturas pasar a otros temas.
DOS referente a la dificultad de la magiay
al mérito riel curte y
la
confección a medida
Para mí es un motivo constante de irritación el hecho de que a pesar de dedicar un tiempo considerable a tocar el piano, no soy un buen pianista. Diría incluso que en total, y teniendo en cuenta que comencé con cinco años, he pasado mucho más tiempo practicando piano que juegos de cartas y, sin embargo, en comparación con otros en mi campo dentro del ámbito internacional, soy mucho mejor haciendo juegos de cartas que tocando el piano. Hay bastantes explicaciones posibles al respecto: desde las simples aptitudes naturales (que no parezco poseer para el piano), hasta la idea de que -al menos en un nivel técnico- los juegos de cartas son bastante más fáciles que las piezas de piano. Sospecho que esta última idea está más cerca de la verdad. Con esto en mente, adentrémonos en el que promete ser el capítulo más dificil del libro, y que exigirá, me temo, algo de práctica y -de eso estoy seguro- una chaqueta-que le quede a uno bien. Cuatro cartas penetran a través de una chaqueta El efecto de esta rutina es el siguiente: se pierden cuatro Ases en distintas partes de la baraja, que se guarda a continuación en uno de
l os bolsillos exteriores de la chaqueta, lugar que aparentemente dificultará la localización de los Ases (ya que el mago no puede ver las cartas). El mago comenta que si fuese a encontrar los Ases en estas condiciones, sería más difícil que teniendo las cartas en sus manos, pero que aun así este hecho no sería un milagro imposible. Por tanto, anuncia que hará aparecer los Ases haciéndolos pasar mágicamente uno a uno a través del forro de su chaqueta, cosa que procede a demostrar con los tres primeros. Tras experimentar problemas con el cuarto, el mago decide que toda la baraja atraviese la chaqueta; entonces queda el último As como única carta en el interior del bolsillo. Para llevar a cabo este efecto, pierde los cuatro Ases en la baraja y llévalos a la posición superior empleando cualquier tipo de salto o control. En un capítulo siguiente hago referencia a la técnica que yo utilizo, pero por el momento supongamos que ya tienes los cuatro Ases encima de la baraja (tus espectadores no deben percatarse de esta situación). Sujeta las cartas con la mano izquierda y, con la derecha, empalma las tres cartas superiores en un gesto de cuadrar; no hace falta decir que es una buena idea obtener una separación bajo ellas antes de in tentar empalmarlas. Personalmente empleo lo que es, en esencia, el empalme al cuadrar de Braue ("Braue Tip-Up Palm») de EXPERT CARD TECI INIQUE, aunque los eruditos me dicen que este pase data de mucho antes; no obstante, en este momento nuestra única preocupación es que las tres cartas superiores queden empalmadas en la mano derecha. En un movimiento fluido, la mano izquierda guarda el resto de la baraja en el bolsillo exterior izquierdo de la chaqueta mientras que la mano derecha (todavía con las cartas empalmadas) sujeta la chaqueta para que lá mano izquierda deje sus cartas con más facilidad. - Mientras la mano izquierda se introduce en el bolsillo, la derecha subrepticiamente deposita sus cartas en la cintura del pantalón (fig. 1), de manera que cuando la mano salga del bolsillo, la chaqueta cu bra las cartas. Para realizar correctamente esta maniobra, es importante empalmar las cartas mediante una presión diagonal ejercida entre la
base del pulgar y el meñique, de forma que los dedos índice y medio queden libres para moverse. Esto permite sacar el dedo indice por fuera de la chaqueta mientras los tres restantes van por dentro de ella. Así podrás sujetarla queta entre el dedo índice y los restantes al tiempo que introduces las cartas por dentro de ella. Sujetándola con la mano derecha a la altura del botón superior (o del botón central si se trata de una chaqueta con tres) es muy probable que las cartas se sitúen en el lugar adecuado. A partir de aquí es sólo cuestión de aplicar una leve presión hacia dentro con el dedo mayor de modo que sea éste el que sujete las cartas en el empalme. Los dedos anular y meñique pueden entonces soltar su sujeción sobre las cartas cíe forma que las esquinas inferiores queden libres para deslizarse entre la cintura; tan sólo es necesario empujarlas hacia dentro un par de centímetros, ya que en breve las volverás a robar de su ubicación actual.
Este método de ocultación puede suponer algunos problemas se-gún séa t indumentaria: llevas as rirantes, segúrate antes de intentarla maniobra de que no suponen un obstáculo (los tirantes de botones son especialmente inapropiados); si adomas tu cintura con un fajín, puedes introducir las cartas por su parte superior, con lo cual la mano derecha deberá dirigirse a un punto un poco más alto para compensar la diferencia; si llevas chaleco puedes introducir las cartas en su bolsillo i nferior, si por fortuna está situado más o menos a la altura correcta. Como alternativa (y suponiendo que el último botón del chaleco esté desabrochado) también puedes deslizar la mano derecha subrepticiamente por debajo de éste y de la chaqueta para cargar las cartas en el pantalón como antes. Mientras tanto la mano izquierda, aún dentro del bolsillo, se afana en su trampa particular: aparentando simplemente guardar la baraja, el pulgar empuja la carta superior dejando que caiga al fondo del bolsillo apoyada en uno de los lados. El resto de la baraja debe quedar en ángulo de noventa grados con el fondo del bolsillo, apoyada sobre uno de sus extremos. Al sacar la mano, cosa que harás en breve, la carta superior de la baraja quedará eficazmente separada del resto de las cartas debido a su orientación, con lo cual te resultará más fácil dejarla en el bolsillo cuando más tarde extraigas la baraja secretamente. Saca ahora la ruano izquierda. La chaqueta cubre las cartas de l a cintura; si no es así, entonces claramente deberías haberlas introdu-cido un poco más hacia la izquierda (también me han comentado que las chaquetas cruzadas proporcionan mayor cobertura, tanto en este momento de la rutina como más adelante). Ahora puedes mostrar ambas manos vacías; es un detalle importante de la rutina. Aunque vas a robar las cartas con la mano derecha casi inmediatamente, estos pocos segundos en que muestras con claridad las manos son cruciales para dar honestidad al procedimiento. El robo de las cartas con la mano derecha se lleva a cabo -de forma algo ironicadurante la siguiente maniobra. Explica cuánto más dificil sería encontrar ahora los Ases con las cartas en el bolsillo; como si lo fueses a demostrar, introduce la mano izquierda en el bolsillo, aparentemente
para buscar un As. En realidad, toma la carta inferior de la baraja, que es una carta cualquiera. Mientras la mano izquierda se ocupa en ello, la derecha roba las cartas de la cintura del pantalón llevándolas al empalme lateral. El método exacto para ejecutar el robo variará sin duda dependiendo dei tamaño de tu mano, del tipo de chaqueta que vistas y de cuanto sobresalga tu vientre por encima de la cintura del pantalón. A continuación explico el método que encuentro más adecuado y verás que, al transcurrir toda la maniobra detrás de la chaqueta, no hace falta que sea especialmente refinado o elegante (a propósito, este robo es muy similar al que Gary Kurtz usa para hacerse con una moneda gigante en su rutina "Flurious"). Al introducir la mano izquierda en el bolsillo, la mano derecha se desplaza para sujetar el extremo de la chaqueta igual que antes: de nuevo, solamente los dedos índice y mayor sujetan la chaqueta. El pulgar, que queda libre, se coloca detrás de las cartas de la cintura (entre ellas y la camisa). El pulgar, que toca las cartas en la esquina superior izquierda que lleva el índice, las empuja hacia fuera de forma que la esquina quede contra la punta del dedo mayor por dentro de la chaqueta. Con las cartas sujetas de este modo por su esquina, mueve la mano hacia delance, extrayendo las cartas de la cintura en un plano horizontal. Moviendo entonces la mano hacia la izquierda mientras la esquina interior izquierda de las cartas se encuentra aún en contacto con el cuerpo, las cartas pivotarán hacia el interior de la mano (en la fig. 2 se ha apartado el pulgar para mayor claridad). También puedes ayudarte con el dedo anular para llevar las cartas hacia dentro de modo que acaben en posición de empalme lateral. En el caso de que no conozcas esta manera de empalmar de Steranko, la fig. 3 (pág. 52) la muestra de forma clara; verás que las cartas se sujetan de forma horizontal, cara arriba, entre los dedos mayor y anular gracias a la presión de la punta del mayor. Saca la mano izquierda, que lleva la carta indiferente cara abajo, y suelta con la mano derecha la chaqueta, aunque esta mano debe quedar más o menos en la misma posición, todavía ocultando de manera natural las cartas que contiene.
En este momento comenta algo como: Aunque encontrarlos Ases de esta manera seria más impresionante que localizarlos con la baraja fuera del bolsillo, aun asi todavía no constituiría un truco de magia fenomenal. Por lo tanto, no lo haré. Vuelve la carta para mostrar que no es un As (al contrario de lo que tu público esperaba), lo cual normal mente_provoca _ cierta diversion.
No, haré aparecer los Ases sin meterla mano en el bolsillo. Durante estas bromas, voltea la carta indiferente cara abajo y vuelve a introducirla en el bolsillo mientras la mano derecha (con las cartas empalmadas) sujeta el extremo de la chaqueta igual que las veces anteriores. Ya dentro del bolsillo, la mano izquierda desliza la carta que sujeta a la parte inferior de la baraja, e inmediatamente agarra toda la baraja (excepto la carta superior, que está en posición horizontal) y la extrae secretamente del bolsillo. Mientras lo haces es necesario girarse hacia la izquierda para que el robo no se vea. Decir que empalmas la baraja sería exagerar; más exactamente, la sujetas muy abajo en la mano con la base del pulgar por el lado izquierdo y el meñique por el lado derecho, por lo que los restantes dedos quedan más o menos libres. Esta posición podria asemejarse a un empalme del tahúr "bajo" (Deep Gambler's Cop); sin embargo las cartas quedan ocultas enteramente por el cuerpo y no por algún tipo de virtud especial del empalme. La carta superior de la baraja queda naturalmente en el bolsillo, ya que gracias a su orientación diferente no interfiere con. l a maniobra. En cuanto la mano izquierda salga del bolsillo, coge con ella el lado izquierdo de la chaqueta y ábrelo de manera que la baraja quede oculta tras él (fig. 4).
Si doblas un poco el dedo mayor, las esquinas superiores derechas deben quedar de nuevo apoyadas contra la base de los dedos mayor y anular, igual que lo estaban durante la posición de empalme. Las cartas se sujetan con la presión de la punta del dedo mayor, lo que quiere decir que el pulgar no interviene en absoluto en la sujeción de las cartas. Ahora hace falta un tacto ligero, ya que el pulgar tiene que levantar sólo el As superior dejando los dos restantes donde están (fig. 8). Mientras el pulgar se desplaza hacia arriba levantando el As hasta donde le sea posible, los dedos se doblan hacia dentro llevando las otras dos cartas otra vez a la posición de empalme lateral. Con suerte, toda esta acción para volver a empalmar los dos Ases aparentará ser parte del revoloteo de las cartas. Aunque la mano se ha mostrado vacía durante el revolotee, ahora vuelve a contener dos Ases ocultos. Si te resulta difícil separar sólo una carta y algunas veces levantas una doble, quizás quieras limar una pequeña parte de la esquina de los dos Ases inferiores (que serán los dos Ases superiores justo antes de empalmarlos de la parte superior de la baraja). Siempre que dicha esquina quede sólo un poco más corta, no afectará a la carta triple durante el revoloteo, pero te permitirá separar un As de los otros dos casi automáticamente. Ahora, de la mejor manera posible, coloca en la mano izquierda el As que has separado de los otros dos y que, por tanto, está a la vista del público. Todavía hace falta sujetar la chaqueta para ocultar la baraja, que también sostienes con la misma mano, pero, aun así, los dedos pulgar e índice deberían quedar libres para sujetar el As. La fig. 9 muestra la posición aproximada en que suelen quedar mis dedos, pero debo insistir en que la mano izquierda tiene que improvisar un poco, ya que no se emplean técnicas ni empalmes convencionales. No hace falta que diga que esta mano no debe moverse para no exponer la baraja, con lo cual es la mano derecha la que se dirige hacia ella para depositar el As. Lleva la mano derecha a su posición frente al forro de la chaqueta y haz aparecer el segundo As exactamente del mismo modo. Puedes
aumentar el efecto pellizcando un poco de tela con la mano derecha antes de la aparición para dar la impresión de que la carta se extrae genuinamente a través de la tela. Gira las cartas de la misma forma aunque, obviamente, sólo volverás a empalmar una carta. Pon este segundo As también en la mano izquierda, al lado o encima del primero. Repite las mismas acciones con la tercera carta, aunque ya será mucho más fácil. Tendrás que mantener la misma secuencia de acciones para lograr uniformidad. Pon también el tercer As en la mano izquierda. Para el último As, finge intentar hacerlo aparecer de la misma manera, pero aparenta tener dificultades. Explica que los dos primeros fueron fáciles ya que, al haber más Ases en la baraja, había mayor pro babilidad de encontrar un As. Como si fueses a ilustrar el comentario, toma los tres Ases en la mano derecha mientras la mano izquierda se mantiene inmóvil y di: Estos tres primeros fueron fáciles.
Vuelve a colocarlos inmediatamente en la mano izquierda y roba en ese momento toda la baraja con la mano derecha. Me desagradaría que pensases que toda esta rutina se basa en técnicas chapuceras pero, de nuevo insisto, me temo que el método es bastante burdo. Depende más del empleo de la chaqueta como cobertura y de realizar el pase mientras hablas con el público. En cuanto la mano derecha vuelva a poner los Ases en la izquierda, los dedos de la mano derecha se deslizan detrás de la chaqueta y cogen la baraja como pueden. Yo suelo poner el dedo mayor delante de la baraja y los otros dedos por detrás sujetándola en esta posición (fig. 10). La mano derecha se desliza hacia abajo por el lateral de la chaqueta con el pulgar todavía por el lado del forro; los dedos, que llevan sujeta la baraja, quedan ocultos por detrás. La mano derecha sigue deslizándose hacia abajo por el lateral de la chaqueta y dobla por la esquina de forma que pase a sujetar la parte inferior de la chaqueta. Toda esta acción ocurre rápidamente, mientras hablas al público, y debería - pasar casi desapercibida. Al final del robo, deberá parecer si mplemente como si.la mano derecha estuviese sujetando la parte inferior de la chaqueta para estirarla. El pulgar derecho frota el forro como si buscase el último As (la baraja sigue oculta detrás de la chaqueta). Fingiendo desolación, mira al público y comenta que quizás seria más fácil extraer toda la baraja. Mirando directamente a los espectadores, la mano, derecha suelta la chaqueta. Simultáneamente gira la mano de manera que quede dorso al público con los dedos hacia dentro llevando la baraja al interior de la mano (fig. 11). No es importante que la baraja quede completamente oculta, ya que moverás la mano derecha inmediatamente hacia el forro de la chaqueta y la abrirás en un abanico tan amplio como te sea posible, como si la hubieses extraído a través de la chaqueta. Desprendiéndote dejos Ases, introduce la mano izquierda vacía en el bolsillo y saca la única carta que queda, el último As, con el cual pondrás fin a un juego dificil pero bonito.
CAPÍTULO DOS
Viajeras Si has llegado al final de la explicación precedente, lo mínimo que puedo hacer es feliciarte. Si no pudiste, no te culpo; no obstante te ruego estudies los primeros dos párrafos, donde explico un método para cargar secretamente cartas empalmadas en la cintura del pantalón. Esta técnica también se emplea en la siguiente rutina -mucho más sencillaque reproduce el efecto de las "Viajeras" de Da¡ Vemon. 9 La rutina comienza de la misma manera: los cuatro Ases se devuelven a la baraja y se llevan a la posición superior. Empalmas de nuevo los tres primeros y guardas el resto de la baraja en el bolsillo exterior izquierdo de la chaqueta; al mismo tiempo, cargas secretamente las cartas empalmadas en la cintura del pantalón como se ha descrito. No hace falta preocuparse por colocar la baraja en una posición concreta dentro dei bolsillo, como en el efecto anterior. Anuncia ahora que los Ases han desaparecido y que reaparecerán en cuatro bolsillos distintos. Muestra ambas manos vacías y comienza a mover la derecha como si fuese a introducirse en el bolsillo interior izquierdo de la chaqueta. Para ayudar, la mano izquierda sujeta el lateral izquierdo de la chaqueta, cerca del ojal del botón. Esto permite que el dedo índice se coloque entre las cartas de la cintura y la chaqueta; los demás dedos se deslizan entre las cartas y el cuerpo. En esta posición, puedes pinzar las cartas por la esquina del índice entre los dedos índice y mayor y extraerlas de la cintura moviendo la mano un poco hacia arriba. Puedes ayudarte con el dedo anular para empujar un poco las cartas por su extremo superior haciendo que giren hacia la izquierda sobre el eje de rotación creado por la esquina sujeta; esto hace que queden inclinadas hacia arriba, aunque tampoco es esencial. Aparenta introducir la mano derecha en el bolsillo interior de la chaqueta, pero en realidad aléjala del bolsillo y extrae el primer As simplemente sacándolo de la mano izquierda, donde quedan los otros dos (fig. 12). ' 9.
ESTRELLAS
DE
LA
MAGIA
Serie 6 N° 3, pág. 107
'
Cuida que parezca que las manos nunca se aproximan la una a la otra; evidentemente, debe dar la sensación de que la carta proviene del bolsillo interior. Deja sobre la mesa el primer As con la mano derecha (puedes ponerlo en el bolsillo de pecho de la chaqueta, si no hay ningún otro lugar conveniente); pasa ahora a coger con la mano derecha el lado derecho de la chaqueta en la misma posición en que is mano izquierda toma el suyo. La mano izquierda suelta su agarre y rápidamente se desplaza a la derecha, hacia el bolsillo interior derecho, llevando consigo los otros dos Ases. Puedes evitar tener que empalmar momentáneamente los Ases tirando del lado derecho de la chaqueta hasta cubrir la mano izquierda en su trayecto hacia el bolsillo interior. Finge introducir la mano izquierda -que lleva dos cartas- en el bolsillo interior para extraer el siguiente As. En realidad, la mano izquierda pasa de largo el bolsillo y se dirige hacia la mano derecha, esta vez para depositar allí una de sus dos cartas. La mano derecha simplemente toma uno de los Ases entre los dedos y la cara interior de la chaqueta; ase-
gúrate de que los espectadores no perciban movimiento alguno. La mano izquierda se dirige hacia arriba y extrae el otro As, aparentemente del interior del bolsillo. Deja este As junto al primero. A continuación la mano derecha abre la chaqueta por el lado derecho para descubrir el bolsillo derecho del pantalón, se introduce en él y extrae el siguiente As (para asegurarte de que no se vea la carta, no sueltes la chaqueta hasta que l a mano esté dentro del bolsillo; igual que antes, no hace falta empalmarla). Deja aparte el tercer As mientras metes la mano izquierda despreocupadamente dentro del bolsillo izquierdo del pantalón, como si fueses a extraer el último As. Al no encontrarlo, aparenta descon cierto y comienza a registrar otros bolsillos con ambas manos. Para terminar, acerca la mano izquierda al bolsillo izquierdo de la chaqueta y simplemente extrae de allí el último As tomándolo del dorso de la baraja. Reconozco que es un método de lo más descarado pero, a pesar de ello, sé por experiencia que funciona. Como alternativa, y quizás preferiblemente, podrías empalmar el As con la mano izquierda mientras está dentro del bolsillo y hacerlo aparecer en cualquier otro sitio, de forma muy parecida al procedimiento original de Vernon. Yo suelo cargarlo dentro de una cartera que llevo en el bolsillo interior derecho de la chaqueta, aunque sé que el señor Vernon era contrario a tal maniobra. Reciba mis disculpas por este faux pas, pero lamen-to decir que lo encuentro muy efectivo. Para terminar, un último detalle podría ser no introducir la baraja en el bolsillo. Puedes simular guardarla allí mientras cargas en la cintura del pantalón las tres cartas empalmadas, y justo cuando la baraja está entrando en el bolsillo empuja la carta superior para que caiga dentro; después, aparentando cambiar de opinión, di algo como: ¿Por qué no sujeta ustedla baraja?Así podrás entregarla a un espectador y hacer aparecer los tres Ases igual que antes, sacando el último del bolsillo izquierdo sin más contemplaciones---` - 10.
En francés en el original (N. del T)
De la misma manera, si dejaste el estuche de las cartas en el bolsillo izquierdo de la chaqueta, podrías empalmar un As en la mano izquierda (quizás empalmándolo de abajo) y los otros tres en la derecha, igual que antes, tras lo cual dejas la baraja sobre la mesa. Introduce después la mano izquierda en el bolsillo izquierdo de la chaqueta para sacar el estuche y deja allí el As, a la vez que justificas la carga de los otros tres en la cintura del pantalón mientras la mano derecha sujeta la chaqueta. Aunque presento esta idea al final y casi como si fuese de última hora, estoy empezando a creer que quizás sea ésta la mejor versión (siempre que estés dispuesto a empalmar con ambas manos). 9 Intercambio ambidextro
Uno de los privilegios de mantener la magia principalmente como afición y no como profesión, es que uno puede inventar los métodos menos prácticos y más inútiles para hacer efectos de magia sin preo cuparse por la necesidad de tener que realizarlos en público. Sin embargo, y sorprendentemente, algunas de tales aberraciones se han colado en mi repertorio sin que me haya dado cuenta y, casi sin ningún cambio, han pasado a ser efectos que uso continuamente frente a espectadores. Un ejemplo de este tipo es la carta rota y recompuesta que realizo. Otro es la monstruosidad que viene a continuación. Ni por un momento pienso que alguien de entre el público crea que lo que está viendo es magia, pero la rutina parece poseer algún tipo de encanto artístico especial. En el efecto intervienen cuatro Ases firmados que se guardan en cuatro bolsillos y que cambian de lugar con cuatro Reyes firmados que tienes en la mano. Como ves, este es el tema "Intercambio" del señor Horowitz. Si deseases emplear el clímax adicional en el que los cuatro Ases que están en tu mano desaparecen y reaparecen en los cuatro bolsillos donde empezaron, la rutina mostraría un claro parentesco con las
"Viajeras ambidextras" de Jennings, por lo cual podemos concluir que lo que nos ocupa es algo así como un intercambio ambidextro. Dispón los cuatro Ases firmados ordenados, desde los dorsos, en secuencia Corazones, Tréboles, Diamantes y Picas. Coloca el paquete cara hacia los espectadores en el bolsillo de pecho de la chaqueta. Haz que se firmen los cuatro Reyes y ordénalos en secuencia Picas, Corazones, Tréboles y Diamantes, cara abajo en la mano izquierda. Presenta a continuación el efecto y extrae con la mano derecha los Ases del bolsillo de pecho; mientras tanto, deja caer la mano izquierda al costado. Voltea secretamente el Rey superior empujándolo hacia la derecha con el pulgar y volteándolo con los dedos (este volteo de Hugard se explicó en el Capítulo Uno; quizás quieras refrescar la memoria consultando I las figs. 5 y 6, págs. 28 y 30). Lleva después la mano izquierda de nuevo a la altura de la cintura y coloca los Ases encima del paquete de Reyes, con cuidado de no exponer la carta vuelta. Así pues, queda un Rey secretamente vuelto cara arriba debajo de los cuatro Ases. Sujeta ahora el paquete con la mano derecha en posición de cortar, lo cual deja la mano izquierda libre para tomar el As de Picas (el primer As), voltearlo cara abajo e introducirlo en el bolsillo exterior izquierdo de la chaqueta. De inmediato empalma la carta y saca la mano para llevar el naipe a la parte inferior del paquete a la vez que la mano derecha pone sus cartas en la mano izquierda. Esto permite a la mano derecha tomar el siguiente As (As de Diamantes) para guardarlo, cara hacia dentro, en el bolsillo exterior derecho de la chaqueta. Empalma también esta carta inmediatamente. Yo llevo la carta a la posición del empalme lateral de Steranko mientras la mano está dentro del bolsillo, aunque un empalme longitudinal también valdría. Ahora tienes que añadir la carta empalmada al fondo del paquete de la mano izquierda a la vez que la mano derecha toma el siguiente As. Esta es la razón por la cual recomiendo el empalme lateral o el longitudinal, ya que hacen que sea bastante fácil deslizar una carta desde - cualquiera de estas posiciones a la inferior del paquete, que no resulta tan sencillo desde la posición de empalme clásico.
Ahora aparenta introducir el siguiente As (Tréboles) cara hacia dentro con la mano derecha en el bolsillo interior de la chaqueta. En realidad, sólo introducirás la esquina inferior derecha (la que tiene ín dice) quedando la mayor parte de la carta sobresaliendo por encima del bolsillo. Si enganchas un boligrafo en el centro del bolsillo, podrás encajar la carta contra él para evitar que pueda deslizarse al interior. Más adelante en la rutina robarás esta carta (la fig. 15, que muestra este pase, también muestra cómo se emplea el boligrafo para sujetar la carta en su sitio). Quedarán dos cartas cara arriba en el paquete: el último As, el de Corazones, y el Rey que volteaste secretamente. Con un doble volteo podrás cambiar fácilmente el As por el Rey para guardar éste en el bolsillo derecho del pantalón. Como alternativa, yo prefiero tomar la carta doble cara arriba con nú mano derecha por un extremo con el pulgar debajo y los dedos por encima. Uso esta carta doble para tirar hacia atrás del lado dere cho de la chaqueta exponiendo el bolsillo del pantalón; ahora hago l o que es esencialmente el cambio milagroso (Marlo's Miracle Change, que es a su vez una variante de Marlo de un antiguo pase de Okito) usando el lateral de la chaqueta como cobertura. Al emplear la carta doble para tirar hacia atrás de la chaqueta, parte de su dorso queda oculto tras la tela. Con los dedos tira hacia abajo y hacia la derecha de la carta de cara de la doble -el As- de modo que quede completamente oculta tras la chaqueta (fig. 13). Después, pinza con los dedos índice y mayor la esquina de la otra carta -el Rey- y estíralos manteniendo la carta cara abajo (fig. 14). Todavia sujetas con los dedos el lateral de la chaqueta, apretando contra él el As; eso no te impide que puedas deslizar el Rey cara abajo en el bolsillo del pantalón. Puedes ayudarte del pulgar para hacerlo. Como el dorso de la carta siempre queda a la vista de los espectadores, la impresión de que el As se guarda dentro del bolsillo es muy convincente, aunque en realidad lo hayas cambiado por el Rey.
Ahora tienes que descargar el As encima del paquete. Moviendo la mano derecha hacia la izquierda, relaja la sujeción sobre la chaqueta (ésta permanecerá más o menos en la posición en que está) arrastra la carta y llévala a la posición del empalme de Tenkai. Verás que la carta ya estaba casi en la posición del empalme de Tenkai anteriormente, a pesar de que la chaqueta se encontraba entre la mano y aquella. Todo lo que hace falta, pues, es. dejar que la chaqueta se deslice fuera de la mano para que la carta quede automáticamente en la posición correcta. En un gesto explicativo, simplemente descarga la carta con la mano derecha sobre el paquete de la mano izquierda; puedes hacerlo mientras anuncias que las cartas del bolsillo cambiarán de lugar con las que tienes en tu mano. Claramente, el doble volteo es la opción más fácil de las dos, pero, como te habrás dado cuenta ya, esta rutina no fue precisamente diseñada para que fuese sencilla de realizar. Con algo de suerte, tu público creerá que los cuatro Ases están en los bolsillos y que tienes los cuatro Reyes cara abajo en tu mano izquierda. Esta impresión quedará reforzada si extiendes las tres primeras cartas, sin alterar su orden, manteniendo las tres últimas como una sola.
Coloca esta carta triple encima de las otras tres. Voltea todo el paquete cara arriba y haz una cuenta Elmsley para mostrar cuatro Reyes. Ahora comienza el efecto con la transformación del primer Rey en un As. He pretendido que cada cambio sea más impresionante que el anterior. La mano izquierda se vuelve palma abajo de modo que se pueda ver el dorso de las cartas, como si fueses a hacer la carta corrida (afortunadamente, no es el caso). Saca con la mano derecha la carta superior, un As cara abajo, y gira de nuevo la mano izquierda a su posición anterior. Haz los movimientos adecuados para dar a entender que la carta de tu mano derecha cambiará de lugar con uno de los Ases; vuelve la carta y muestra que así ha sido. Coloca el As, de cara al público, en el bolsillo de pecho de la chaqueta. Yo simulo tener dificultades para hacerlo; es una buena razón para que la mano izquierda -que aún sujeta sus cartas- agarre el lateral de la chaqueta más o menos a la altura del bolsillo de pecho. Esto me facilita el introducir el As en el bolsillo de pecho pero, lo que es más importante aún, hace que los dedos izquierdos entren en contacto con el As de Tréboles que quedó sobresaliendo por encima del bolsillo interior de la chaqueta (fig. 15).
Deja caer la mano izquierda al costado y, en el trayecto, extrae secretamente el As de Tréboles del bolsillo interior añadiéndolo a la cara del paquete y manteniendo bajo él una separación. Lleva después la mano izquierda hacia arriba en dirección a la mano derecha cuidando no enseñar la cara del paquete.. Tras haber mostrado la mano derecha vacía, llévala a la cara del paquete para cubrirlo según sube, con lo que ésta quedará oculta. Inmediatamente, lleva al empalme clásico de la mano derecha la carta de arriba de la separación y aparta la mano derecha ligeramente hacia un lado para exponer la cara del Rey de Tréboles. La coordinación del movimiento de ambas manos es importante para asegurarse de que el As no queda expuesto sin que lo adviertan antes de tiempo; todo el proceso debe parecer natural. Ahora, como si hicieses un pintaje, frota con la mano derecha -con la carta empalmada- la cara del paquete. Deja caer la carta empalmada encima y muestra la transformación del Rey en As. Levanta la carta doble (el As y el Rey de Tréboles) como si fuese una sola y guárdala en el bolsillo de pecho de la chaqueta delante del As de Picas. Quedan ahora cuatro cartas en la mano izquierda, todas rojas. Muestra estas cuatro cartas como dos, por medio de una dada doble tomando a la vez con la mano derecha las cartas inferior y superior cuadradas como una sola; queda entonces una carta doble en la mano izquierda; como alternativa, quizás prefieras extraer las dos cartas centrales utilizando la cuenta Gemini de Brother Hamman. En este caso, tira un poco hacia atrás de la carta superior con el pulgar izquierdo haciendo a la vez un bucle con la carta inferior; la mano derecha podrá así extraer las dos cartas centrales cuadradas como una sola, lo que dejará las cartas superior e inferior como una en la mano izquierda. De cualquiera de las dos maneras, cada mano termina sujetando una carta doble con los Ases del palo correspondiente detrás de cada Rey. Por un momento, deja la carta doble de la mano derecha en la mano izquierda para que puedas volver a tomarla por el extremo derecho en posición para otro cambio milagroso. Aparentarás poner esté . Rey cara abajo entre el pulgar y el indice de la mano izquierda, que
sujeta la otra carta doble. Cuando gires la mano para hacerlo, en el momento en que el dorso queda de cara hacia el público, encoge los dedos de la mano derecha y arrastra el Rey llevándolo a la posición del empalme de Tenkai en la mano derecha; mientras, el pulgar y el índice de la mano izquierda toman en realidad la carta trasera de la doble, que es el As cara abajo (fig. 16).
No hace falta señalar que el público no debe sospechar que haya ocurrido cambio alguno aún. Finge intentar mayor claridad y para ello usa la mano derecha (todavía con la carta empalmada) para tirar de la manga izquierda. Girándote un poco hacia la izquierda, dobla los dedos índice y ma yor izquierdos y pinza entre ellos la esquina superior izquierda de la carta empalmada, como si fueses a hacerla aparecer a la manera de los manipuladores. Con la carta así sujeta, agarra la manga izquierda por encima del codo entre el pulgar y el índice (el cual sujeta la carta al mismo tiempo, fig. 17). Tira hacia atrás de la manga un par de centímetros e inmediatamente después deja caer de golpe la mano derecha unos centímetros, estirando los dedos al hacerlo, de manera que la carta se deslice por el costado izquierdo del cuerpo, bajo el brazo izquierdo, y se introduzca directamente en el bolsillo exterior de la chaqueta. Esta es la razón por la que debes ofrecer tu lado derecho al público, de modo que todo quede cubierto. Si los bolsillos de tu chaqueta tienen solapas, asegúrate de meterlas para que no dificulten el pase. Después, la mano derecha se desplaza para tomar la carta sencilla de la mano izquierda con su dorso aún hacia los espectadores; ahora la mano izquierda, todavía sujetando su carta doble, tira ligeramrnte de la manga derecha para imitar las acciones de la mano desecha. La mano derecha voltea su carta para mostrar la transformación al público y la coloca en el bolsillo de pecho delante de las demás. Finalmente, toma la última carta doble en la misma posición que para el cambio milagroso pero, esta vez, ejecuta un cambio instantáneo (Snap Change). Es básicamente el mismo pase que el cambio milagroso pero realizado- mucho más rápido. Sujeta las cartas con la mano derecha por un extremo con el lado paralelo al suelo; el pulgar queda por detrás de las cartas apretando desde su posición contra el dedo índice que está por el otro lado. Estos dos dedos deben permanecer rectos y rígidos. Da un papirotazo con la mano izquierda por el extremo libre de la carta doble y, al mismo tiempo, encoge rápida-
mente los tres dedos inferiores de la mano derecha, arrastrando con ellos la carta delantera de la doble hasta la posición de empalme de Tenkai mientras la carta inferior permanece en su lugar. Mucha gente, yo mismo incluido, piensa que el cambio resulta más fácil si se coloca el dedo meñique detrás de la carta doble, pues permite una sujeción mejor sobre la carta en el momento de empalmarla con rapidez. Por supuesto, existen muchos pases excelentes para cambiar la carta delantera de una doble por la otra y puedes elegir el que desees. Lo único importante es que el As quede como carta sencilla en la mano izquierda mientras la mano derecha cae al costado con el Rey en el empalme de Tenkai. En este momento los Reyes ya se han transformado uno a uno en los Ases, cada vez de una forma más sorprendente. El siguiente pase es posiblemente el más dilcil, pero afortunadamente es también el último. De manera similar a como dejaste caer la carta en el bolsillo exterior, cargarás rápidamente la carta empalmada en la mano derecha dentro del bolsillo interior de la chaqueta al extraer los Ases del bolsillo de pecho. Sujeta con la mano izquierda el lado izquierdo de la chaqueta (la mano sujeta a la vez el último As) más o menos a la altura del botón superior, y tira de la chaqueta un poco hacia fuera para abrirla unos centímetros. Mueve la mano derecha hacia arriba y hacia el bolsillo de pecho con la carta oculta en el empalme. Según se mueve hacia arriba formando un arco, desliza los 2 dedos detrás de la chaqueta. En este momento, igual que antes, encoge los dedos . índice y mayor para pinzar la esquina de la carta empalmada, a continuación estíralos para "hacerla aparecer" de manera que quede en la punta de los dedos extendidos por detrás de la chaqueta. La mano derecha sigue su movimiento en arco hacia arriba manteniendo oculta la carta por dentro de la chaqueta y, cuando aquella se sitúa un poco por encima de la abertura del bolsillo interior, el pulgar derecho la aprieta contra el interior de la chaqueta permitiendo a los dedos abandonar - su sujeción. Los dedos se mueven hacia la derecha y ya fuera de la chaqueta, dejando atrás el Rey sujeto en su posición por el pulgar. Ahora mueve toda la mano hacia abajo para
sacar las cartas del bolsillo de pecho. Al deslizarse la mano hacia abaj o, el Rey se desliza por detrás de la chaqueta hasta introducirse en el bolsillo interior (fig. 18). El bolígrafo que engancho en el bolsillo sirve también para mantenerlo abierto durante este pase. Cuando la carta se encuentre dentro del bolsillo, suelta la sujeción del pulgar para que caiga hasta el fon do; mientras tanto, los dedos índice y mayor pinzan todas las cartas dei bolsillo de pecho y las extraen. En cuanto salen de la chaqueta, el pulgar se coloca detrás de ellas y las sujeta de manera más natural. Aunque lo he descrito paso a paso, es importante señalar que la carga de la carta es rápida y que los dedos sólo quedan ocultos muy brevemente. El hecho de que el pulgar quede oculto detrás de la chaqueta debería pasar desapercibido, ya que el dorso de la mano cubre este hecho durante todo el proceso. Coloca el As de la mano izquierda en la cara del paquete de Ases que acabas de sacar, de modo que el Rey quede en cuarta posición desde la cara.
Coloca todas las cartas cara arriba en la mano izquierda. Estás en posición para hacer una cuenta bucle para mostrar cuatro Ases. Creo que es lógico pensar que si has llegado hasta aquí, conoces la cuenta bucle: extiende las dos primeras cartas una a una, haz un bucle de la última carta con el dedo índice izquierdo (o puedes tirar de ella hacia abajo con el meñique, que es como yo prefiero hacerlo) de modo que puedas tomar las dos siguientes cartas juntas como si fuesen una sola, ocultando así el Rey. Tienes que poner la última carta, sencilla, encima de las demás, para que quede el Rey debajo como última carta. Si deseas terminar aquí, simplemente empalma el Rey en la mano derecha al cuadrar los Ases y hazlo aparecer del bolsillo derecho de la chaqueta; los demás Reyes aparecen en sus respectivos bolsillos. Sin embargo, con un poquito más"de esfuerzo, podrías probar el clímax adicional que ya mencioné antes. Para ello, en lugar de empalmar el Rey al cuadrar las cartas después de la cuenta bucle, obtén una separación encima de las dos cartas i nferiores; es sencillo porque basta con obtener una separación por en cima de la carta doble. Ahora desplaza esas dos cartas hacia la derecha con los dedos_ de la mano izquierda mientras la mano derecha cuadra las cartas desde arriba, de manera que puedas empalmarlas en la mano derecha. Ve al bolsillo exterior derecho, deja allí la carta más cercana a la palma y haz aparecer la otra -el Rey- que colocas en el bolsillo de pecho. Ahora haz aparecer nny limpiamente el Rey del bolsillo del pantalón, pero agarra "accidentalmente" el pañuelo que llevas en el bolsillo de forma que, al sacar la carta, parte de aquel quede fuera del bolsillo. Percátate de ello, pero no comentes nada y coloca el segundo Rey también en el bolsillo de pecho. Haz aparecer los otros dos Reyes de manera igualmente limpia y colócalos en el bolsillo de pe,cho, aparentemente para concluir el efecto. Te quedan tres Ases en la mano izquierda y tienes cuatro Reyes en el bolsillo de pecho. Mientras recibes tu aplauso, lleva despreocupadamente la mano derecha encima de los Ases cara arriba para cuadrarlos. Tira del As inferior hacia la derecha para que puedas em-
palmarlo en el empalme de Tenkai en la mano derecha. I.leva la mano derecha hacia arriba para sacar los Reyes del bolsillo de pecho y carga la carta empalmada en el bolsillo interior exactamente igual que antes. Coloca los Reyes que acabas de sacar cara arriba encima de los Ases de la mano izquierda y, al cuadrar el conjunto, empalma de abajo el siguiente As en el empalme clásico de la mano derecha (en otras palabras: un robo lateral normal). Advierte que el pañuelo aún sobresale del bolsillo y, sin llamar la atención sobre él, introdúcelo en el bolsillo cargando la carta en su interior. Como nadie espera que vayas a hacer nada, esto queda muy natural. Como si se te hubiese ocurrido en ese momento, regala las cartas como recuerdo a las personas que las firmaron. Al acercarte a la personaque firmó los cuatro Reyes, desliza por último la carta inferior hasta llevarla al empalme de Tenkai en la mano derecha, y cárgala en el bolsillo exterior de la chaqueta mientras tiras hacia arriba de la manga, igual que antes. Leído, todo este procedimiento para volver a cargar las cartas puede parecer bastante burdo, pero te aseguro que funciona perfectamente, ya que todo el mundo ha relajado su atención en este momento. Da los Reyes uno a uno al primer espectador y dirígete después a la persona que firmó los Ases como si fueses a dárselos; entonces, mira tus manos con desconcierto percatándote de que los Ases no,están ahí. De repente, todo parece encajar y explicas que seguramente han regresado al lugar donde empezaron, y procedes a sacarlos limpiamente de los bolsillos.
Rutina con una carta"
Como continuación al efecto anterior, me gusta la idea de explicar que todo sucedió no gracias a la habilidad del artista, sino por el i ngenioso diseño del traje, que contiene un elaborado sistema de po leas y transportadores que operan por debajo del forro. Como demostración, tomas una carta de las firmadas por el espectador, la
colocas dentro de un bolsillo e inmediatamente la extraes de otro; la guardas en otro bolsillo y otra vez la extraes de otro distinto. Continuas así cada vez más rápidamente, casi como si se tratase de la típica rutina con. una moneda. Daré una breve explicación del método que uso en la actualidad; será breve porque este es un juego que modifico constantemente más que ningún otro. Tampoco quiero aburrir al lector con más explicacio nes complejas sobre empalmes Tenkai y cambios. Algunos de los pases necesarios han sido utilizados en rutinas anteriores: el empalme del tahúr, por ejemplo; también el cambio milagroso (la carta inferior de una doble se lleva al empalme de Tenkai al voltearlo, y se muestra el dorso de la otra carta, que se toma por la que se mostró -fig. 1 6, pag. 69). Además, se emplean los dos pases siguientes: en primer lugar, el empalme por arriba de Hugard (también conocido como el empalme del profesor Lowey): sujeta una carta doble cara arriba en la mano iz quierda. Sujétala en una posición elevada, con la esquina inferior izquierda en la horca del pulgar. Inclinando la mano hacia ti, el pulgar empuja sobre la cara de la carta de forma que ésta pivote sobre la base del pulgar hasta llegar a la posición del empalme clásico. La.mano derecha se acerca y toma la carta trasera (fig. 19).
Creo entender que Vernon siempre atribuyó este pase a Lowey, aunque yo lo aprendí en EXPERT CARD TECHNIQUE (libro que te invito a consultar si necesitas una explicación más detallada). En segundo lugar, el Cambio de Vernon (o mejor, uno de los muchos que tiene): sujeta una carta cara abajo con la mano izquierda en la punta de los dedos, con otra cara abajo en el empalme de Tenkai de la mano derecha. Cuando la ruano derecha se acerca a la izquierda, los dedos índice y mayor derechos se encogen y pinzan la esquina superior izquierda de la carta empalmada, dejando libre el pulgar. La mano derecha se acerca a la izquierda por el lado derecho. La caria de la mano izquierda se coloca directamente en posición del empalme de Tenkai por encima de la otra carta; para esto, hace falta que los dedos derechos se estiren un poco para facilitar el acceso (fig. 20). Los dedos derechos se estiran dejando a la vista su carta; en cuanto sea conveniente, el pulgar derecho la sujeta por detrás de forma más natural (al mismo tiempo, sigues con la otra carta empalmada). Así habrás cambiado una carta por otra en la acción de voltearla. Es importante que la carta que utilices en el efecto esté firmada; de lo contrario, se podría sospechar la existencia de duplicados.
La rutina comienza con una carta doble; la carta firmada es la cara de la doble. Si realizas este juego como continuación de la rutina anterior podrás usar cualquiera de las cartas firmadas, aunque será necesario añadir secretamente detrás de ella otra de las restantes para formar la doble. Sujeta la doble por el extremo derecho, con su cara hacia el público. Al volver la carta cara abajo para ponerla en la mano izquierda en posición de dar, realiza el cambio milagroso reteniendo la carta de la cara en el empalme Tenkai de la mano derecha, con lo que pondrás una carta indiferente en la izquierda. Guarda con esta mano la carta en el bolsillo exterior izquierdo de la chaqueta y vuelve a sacarla empalmada cara arriba (esto es importante). Si sujetas el lateral izquierdo cíe la chaqueta con la mano derecha a la vez, que introduces la mano izquierda en el bolsillo, proporcionarás cobertura a la carta. empalmada. Lleva después la mano derecha al bolsillo exterior derecho de la chaqueta y haz aparecer la carta empalmada, mostrándola como si fuese la que pusiste hace un momento en el bolsillo izquierdo. Dependiendo de la posición exacta en que empalmaste la carta, quizás necesites girarte un poco hacia la derecha de forma que la mano quede fuera del campo de visión en el momento de introducirla en el bolsillo; así evitarás que se pueda ver accidentalmente la carta. Me he dado cuenta de que si se empalma la carta en una posición más adelantada dentro de la mano que la normal (casi más en una posición de empalme posterior -rear palm- que en un Tenkai), si llevas el lado derecho de la mano en contacto con el cuerpo al introducirla en el bolsillo, la carta no asomará. Explica que este efécto se debe a una cinta transportadora que recorre la espalda de la chaqueta. Coloca ahora la carta cara arriba en la mano izquierda, encima de la que tienes allí empalmada, de manera que queden cuadradas formando una carta doble. Desplaza hacia delante la carta doble y súbela hasta la posición adecuada para el empalme de I-lugard, que realizas mientras aparentas llevarte la carta con la mano derecha. Simula ponerla en el bolsillo in- . terior izquierdo de la chaqueta mientras la mano izquierda sujeta la
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chaqueta para disimular la posición poco natural de la mano debida a la carta empalmada. En realidad, sólo haz el gesto de poner la carta en el bolsillo con la mano derecha y llévala cara arriba al empalme de Tenkai plegando los dedos. Introduce a continuación la mano izquierda en el bolsillo exterior de la chaqueta y haz aparecer la carta empalmada, sacándola cara arriba en posición de dar; mientras, la mano derecha sujeta la chaqueta para proporcionar cobertura, igual que antes. Acerca la mano derecha desde la derecha y ejecuta el cambio de Vernon para, a continuación, llevar la mano con la carta cambiada cara abajo, al bolsillo de pecho de la chaqueta (la carta firmada queda en el empalme de Tenkai de la mano derecha). Saca la carta empalmada del bolsillo derecho de la chaqueta y muéstrala. Para demostrar que el mecanismo de la chaqueta funciona en ambas direcciones, guarda acto seguido la carta en el mismo bolsillo pero, en realidad, sácala cara abajo en el empalme de Tenkai. Igual que an tes, si los ángulos te preocupan, mantén la carta empalmada en una posición adelantada dentro de la mano y gírate hacia la derecha para cubrir el robo. Introduce la mano izquierda en el bolsillo de pecho y extrae la carta indiferente, siempre con su dorso hacia el público. De inmediato realiza el cambio de Vernon con la mano derecha para mostrar al público brevemente la cara de la carta. Sin pausa, lleva la mano derecha al bolsillo interior izquitrdo (sujetando la carta firmada con el dorso hacia el público y con la indiferente empalmada) como si fueses a guardar la carta en él igual que antes. Como en la ocasión anterior, finge el gesto y lleva la carta al empalme de Tenkai debajo de la que ya está ahí para que queden alineadas. Lleva la mano derecha detrás del cuerpo y haz aparecer la carta doble, lo más cuadrada que puedas, como si la hubieses extraído del bolsillo trasero del pantalón. Hazlo al tiempo que explicas que existe otro conducto que permite a la carta entrar en el pantalón. No hace falta que - las cartas estén perfectamente alineadas, ya que inmediatamente haces el cambió milagroso cambiando una carta por otra en la acción de ponerlas en la mano izquierda.
Abre la chaqueta por el lado derecho con la mano derecha (que tiene empalmada la carta) para que la mano izquierda pueda guardar la carta indiferente cara abajo en el bolsillo interior derecho dejándola allí. Suelta la chaqueta con la mano derecha y llévala al bolsillo interior izquierdo, aparentando sacar de allí la carta; para mantener la simetría de las acciones, la mano izquierda sujeta el lateral de la chaqueta. Aparenta volver a guardar la carta en el mismo bolsillo, pero en realidad, pásala a la mano izquierda, que sujeta la chaqueta. Para terminar, la mano izquierda empalma más o menos la carta y se desplaza hacia el otro lado hasta pasar dentro del lado derecho de la chaqueta para hacer aparecer la carta -con el dorso hacia fuera- como si la hubiese extraído del bolsillo interior derecho. Este último efecto es una secuencia de una de las rutinas de Gary Kurtz. Voltea la carta de cara al público para finalizar. Toda la rutina dura menos de un minuto. Aunque no es especialmente fácil de ejecutar, consuela saber que en la mayoría de las ocasiones en que se empalma una de las cartas, alguna parte de la chaqueta proporciona cobertura; por ello la rutina es más resistente a los ángulos de lo que uno se imaginaría.
Otras ideas Creo que la chaqueta ofrece multitud de posibilidades que deberían explorarse. Los efectos de este tipo tienen la ventaja de poder ser presentados ante públicos numerosos. También suelen ser bastante sencillos en cuanto a su efecto, ya que en ellos se emplean las cartas como objetos, más que como cartas; me refiero a que simplemente son objetos que desaparecen y reaparecen en un bolsillo, o que atraviesan la chaqueta, o que hacen lo que la rutina determine; el . hecho de que se trate de una carta es secundario. Desde que vi a Patrick Page en una conferencia hace varios años descargar una moneda gigante en el bolsillo de la chaqueta al tirar hacia arriba de las mangas, de la manera que he explicado en la rutina
del Intercambio ambidextro", quedé fascinado con la idea de cargar un objeto en un bolsillo tan descaradamente. Se me ocurrió que una aplicación sencilla de esta idea podría ser introducir una carta doble por la mitad de su longitud cara abajo en el centro de la baraja, empalmar la carta de cara de la doble por medio del cambio milagroso ya explicado, y dejar caer la carta empalmada en el bolsillo de la chaqueta en la acción de tirar de la manga para cargarla secretamente en el bolsillo a pesar de que, aparentemente, siga sobresaliendo de la baraja. Esta noción evolucionó hasta convertirse en una rutina en la que se colocaba una carta elegida entre los cuatro Ases para, repetidamente, desaparecer y reaparecer en distintos bolsillos; al final, los cuatro Ases desaparecían y se trasladaban cada uno a un bolsillo distinto, dejando únicamente la carta elegida en las manos. He olvidado completamente el método que empleaba para tal efecto, pero si te interesa quizás seas capaz de componer algo a partir de los pases y las ideas de este capítulo. Para concluir, me gustaría alabar las virtudes de la buena sastrería a medida. Un traje que te quede bien hará mucho más fáciles estas rutinas. Desde luego, si estás dispuesto a invertir en la adquisición de un traje a medida puedes especificar exactamente dónde quieres que estén los bolsillos. Incluso si vistes un traje de confección comprado en una tienda cualquiera, siempre puedes hacer que lo arteglen tanto para que te resulte más sencillo realizar rutinas de este tipo, como para que te quede mejor. Se podría incluso decir que, al igual que ocurre en la magia con cartas, un traje hecho para una persona cualquiera seguramente no te quedará muy bien, a menos que hagas unas cuantas reformas.
TRES sobre artículos de escritorio .y la importancia de la buena fortuna Indudablemente hay numerosas formas mediante las que se pueden crear efectos mágicos. A veces, mientras se juguetea con la baraja, se puede descubrir alguna nueva idea, o quizás una variante de un juego de otro mago te conduce a algo completamente distinto, o la i nspiración puede proceder de otro ámbito diferente de la vida. Sin embargo, por lo general se está de acuerdo en que (de hecho así lo pienso) los mejores efectos mágicos surgen a través de un proceso de diseño. En otras palabras, tras unas consideraciones sistemáticas, un mago añade un juego a su repertorio, bien porque viene a cubrir cierto vacio en su programa de magia, bien porque el juego es particularmente apto para el público frente al que actúa, etc.; tras probar muchos métodos posibles, el mago elige uno, lo refina y perfecciona. De esta misma manera me han enseñado a diseñar productos en los cursos que he estado recibiendo en la universidad durante los últimos cuatro años. No obstante, aunque uno tenga más voluntad de trabajo y estudio que nadie, nunca se es ajeno a los golpes de fortuna. Durante mis años dé estudio pasé gran parte de mi tiempo sentado ante mi
escritorio (de diseño incómodamente contemporáneo que chocaba con la tónica general del ámbito circundante, de corte más bien arcaico) mirando por el arco de piedra de mi ventana hacia los bosques que se extendían colina abajo hasta llegar al Támesis, por un lado, y a las lejanas torres del Castillo de Windsor por el otro. Aunque el propósito de estas sesiones era normalmente la realización de alguna tarea o algún trabajo, muy a menudo terminaban por convertirse en jornadas dedicadas a la improductividad con templativa durante las cuales solía juguetear con las cartas (casi siempre se podía encontrar alguna baraja entre las pilas de libros y los diversos objetos de escritorio que había sobre mi mesa). En este contexto, prolongado durante cuatro largos años, que acabaran uniéndose una carta con un clip, aun siendo algo casual y fortuito, no deja de ser extrañamente inevitable. El empleo de un clip como eletnento secreto, que es de lo que trata este capítulo, tiene numerosas virtudes. El artilugio en cuestión es fácil de encontrar, e incluso para el estudiante más falto de recursos, perfectamente asequible. También posee cierta inocencia inherente que resulta muy valiosa en el caso de que por error caiga sobre la mesa o al suelo; varias veces me ha ocurrido esto último y, que yo sepa, nunca se ha relacionado el clip con ninguno de los efectos que estaba realizando. No se podría decir lo mismo de un ostentoso pulgar de plástico, por ejemplo. Parece que en Inglaterra tenemos la suerte de poseer clips diseñados de forma ideal para la magia. Aunque cualquier tipo de clip valdría perfectamente, siempre que mida menos de dos centímetros y medio, es común en Inglaterra que la punta del extremo de los clips esté doblada un poco hacia arriba -se los denomina clips "labiados"- para que sea más fácil introducir en ellos una hoja de papel. La ilustración muestra un típico clip británico ampliado. Si no puedes conseguir este tipo de clips, quizas quieras alterarlos típicos de tu zona con unos alicates pequeños (aunque, como ya he dicho, no es esencial). Lo que si es esencial, sin embargo, es abrirlo un poco dándole holgura, de modo
que quede más abierto de lo normal para así poder introducir en él cuatro cartas más o menos sin tener que hacer fuerza.
Para controlar cartas elegidas Permíteme sugerir algunos usos del clip en la magia con cartas. Si se sujeta secretamente el clip a una carta elegida perdida en la baraja se la puede localizar más tarde (el clip no se ve desde uno de los la dos de la baraja); se pueden sujetar en el mismo clip varias cartas juntas -cuatro Ases, por ejemplo- de manera que no se separen durante una mezcla y que también puedan ser fácilmente localizados. Sujetando con un clip una carta cara arriba bajo una carta cara abajo en el centro de la baraja, se puede hacer desaparecer la carta cara arriba al extender la baraja (el clip sujeta ambas cartas juntas, y esto hace que quede oculta la carta inferior de la pareja). Del mismo modo, pueden mantenerse juntas cartas dobles dentro de paquetes sin que se descuadren. Por último, el clip, al ser cíe hierro, quedará pegado (así como también cualquier carta que sujete) a un imán (se pueden cargar o extraer secretamente cartas de la baraja). Las rutinas que se ofrecen a continuación utilizan estas posibili- Jades de diversas formas; la primera simplemente ilustra una posible manera de controlar cuatro cartas, por ejemplo los cuatro Ases.
Sujeta el clip en equilibrio en la punta del dedo mayor de la mano derecha; si tiene el pequeño labio que mencioné antes, éste debe quedar hacia fuera siguiendo cl contorno de la punta del dedo (fig. 2). Gracias a lo liviano del clip y a la ligera humedad de la mano, verás que permanecerá tranquilamente en su posición incluso si mueves la mano. También puedes extender una baraja entre las manos sin alterar la posición del clip simplemente bajando el dedo mayor de modo que no obstaculice el paso de las cartas durante la extensión (fig. 3).
Supongamos que has sacado los cuatro Ases de la baraja. Extiende las cartas como muestra la ilustración y separa la extensión en dos -es fácil incluso con el clip sobre el dedo- de modo que en la mano derecha te quede la mitad de la baraja extendida y en la mano izquierda la otra mitad más o menos cuadrada. El primer As se coloca sobre la mitad de la mano izquierda, como habitualmente se devuelven cartas a la baraja. Sujeta el clip a esta carta en la acción de mostrar el As de nuevo al público de esta manera: si subes el dedo mayor derecho, podrás apoyar el clip contra la cara de la carta inferior de la extensión; tras haber colocado el primer As sobre la mitad izquierda, empújalo con el pulgar hacia la derecha y deslízalo bajo la extensión de cartas de la mano derecha donde, sin esfuerzo alguno, se introducirá en el clip que la espera. Esto ocurre casi automáticamente, ya que si el clip está correctamente colocado contra la carta inferior de la extensión, al As no le quedará .más remedio que meterse en él.
Ahora puedes levantar la mano derecha para mostrar al público el As en la parte inferior de la extensión; el clip queda completamente oculto tras el dedo mayor de manera muy natural (fig. 4). Coloca ahora esta mitad de la extensión sobre las cartas de la mano izquierda con cuidado de no introducir ninguna otra carta en el clip al juntar las dos mitades (de hecho, es aconsejable mantener el dedo mayor en contacto con el clip hasta el último momento para que esto no ocurra). . Puedes cuadrar las cartas y, desde el lado izquierdo de la baraja, no habrá nada que ver. No obstante, el clip se puede ver claramente desde el lado derecho y también puede sentirse con los dedos izquierdos, es decir que localizar el As es muy fácil. Puedes hacer una mezcla en las manos sin que se vea el clip en el proceso y sin que accidentalmente se introduzcan otras cartas en él (siempre, claro está, que el clip quede en el lado inferior de la baraja). Para impedir esto último, es mejor mezclar bloques de cartas a uno y otro lado del clip. Si colocas la baraja en la mano izquierda con el clip hacia la derecha y extiendes las cartas igual que antes, podrás sentirlo con los dedos derechos por debajo de la extensión, de manera que podrás di vidir la extensión por este punto para que el clip -con el As sujeto a el- quede en la parte inferior de la mitad de la mano derecha. Puedes colocar el siguiente As sobre la mitad de la mano izquierda e insertarlo en el clip, igual que hiciste con el primero, siendo incluso más fácil esta vez, ya que el primer As sirve de guía para el segundo. De nuevo puedes enseñar el As al público en la parte inferior de la extensión. Este último As oculta el As anterior del mismo modo que el dedo mayor oculta el clip. Puedes juntar las dos mitades y mezclar la baraja como antes. Con los otros dos Ases puedes obrar de idéntico modo; el público tendrá la impresión de que los cuatro han sido devueltos y perdidos en distintos lugares de la baraja mezclada (cuando en realidad todos están sujetos por el clip en algún lugar del centro de la misma).
Tras controlar los Ases con el clip, puedes hacer muchas cosas con ellos. La baraja se cortará naturalmente por el clip; esto facilita llevar los Ases por corte debajo o encima, en cuyo caso el clip debe quedar en el lado izquierdo (cuando los Ases están encima del conjunto, puedes ocultar el clip en la horquilla del pulgar bajo el pulgar izquierdo, que se apoya de forma natural sobre la baraja). Desde esta posición puedes repartir las cartas con normalidad, ya que se deslizarán hacia la derecha fuera del clip; en otras palabras: puedes mostrar sencillamente que los Ases han aparecido misteriosamente sobre la baraja a pesar de haber sido perdidos uno a uno. Quizás te interese considerar esta alternativa algo más impresionante: sujetos en la parte superior de la forma explicada, podrás empujar los cuatro Ases juntos como una sola carta, lo cual hace muy fácil realizar una dada en segunda reteniendo los cuatro Ases como una sola carta, de manera que en realidad estarás dando en quinta (fig. 5). Así podrás repartir tantas manos como desees dando en quinta hasta llegar a tu mano, momento en el que repartirás la carta superior deslizándola fuera del clip.
Naturalmente, repartirás la siguiente ronda de cartas dando en cuarta, ya que ahora sólo quedarán tres cartas sujetas al clip, hasta que repartas el siguiente As dándote la carta superior. Seguirán a continuación dadas en tercera y después en segunda, con lo que habrás conseguido repartirte los cuatro Ases en una sencilla demostración de trampas de juego. Tu única preocupación es retener el clip oculto en la mano izquierda tras repartir la última carta. Si llevas los Ases a la parte inferior de la baraja, otra alternativa sería empalmarlos sin tener que obtener una separación, ya que automáticamente se produce una separación natural. Posteriormente puedes hacerlos aparecer en un bolsillo, donde incluso podrías dejar el clip. También mencioné la posibilidad de atraer las cartas sujetas al clip con un imán. Con uno relativamente fuerte podrás aprovecharte de esta situación. Tras llevar los Ases a la parte inferior de la baraja, vuélvela cara arriba para que el clip quede en el lado izquierdo (inclina la cara de l a baraja hacia ti de modo que el público no pueda ver los Ases).
Deja caer la mano izquierda despreocupadamente al costado. Si tu traje es de diseño tradicional, verás que las cartas quedan justo por debajo del borde inferior de la chaqueta. Apartando el pulgar, las car tas caerán apoyándose contra la pierna; mueve la mano izquierda hacia arriba unos centímetros deslizando las cartas por la pierna y por debajo de la chaqueta mientras la mano, por supuesto, se mantiene por fuera (fig. 6). Suponiendo que hayas encontrado sin problemas el imán (uno largo es mejor porque es más fácil de localizar), el clip se pegará a él a través del forro de la chaqueta; entonces puedes alejar la mano dejando los Ases ocultos debajo. Enseña que han desaparecido de la baraja y, si quieres, hazlos aparecer del bolsillo izquierdo del pantal ón con la mano izquierda vacía separándolos del imán secretamente al llevar la mano bajo la chaqueta. fi fi fi fi fi Una asamblea de Ases Las técnicas mencionadas son interesantes, pero para mí la mejor aplicación del clip es su empleo para mantener juntas cartas dobles, como si se tratase de antiderrapante. Hoy en día muchos juegos em plean cartas dobles en contextos de paquetes y, muy a menudo, si se sospecha la carta doble, todo el método puede deducirse con facilidad- El clip ofrece una manera más natural de manejar una carta doble -haciéndola menos obvia- que puede aplicarse a muchas rutinas. Después de haber estudiado su aplicación en los efectos de este capítulo, quizás te interese considerar qué rutinas de las que realizas actualmente podrían mejorarse con esta idea. La siguiente asamblea de Ases utiliza el clip para este fin, pero también se emplea en uno de los primeros momentos de la rutina para robar tres cartas trucadas y añadirlas secretamente a una baraja normal. Estas cartas trucadas son las conocidas cartas de doble cara para _ la Asamblea de los cien dólares de MacDonald; en otras palabrás: cada carta tiene un As por una cara y una carta indiferente ponía otra.
Normalmente falta el As de Picas, ya que los otros tres Ases están i mpresos en las cartas de doble cara. Estos naipes pueden comprarse en la mayoría de las tiendas de magia, o pueden fabricarse separando cartas e incluso simplemente pegando dos juntas dorso contra dorso, ya que sólo tú las tocarás, de modo que sólo tú notarás la diferencia en el grosor. Desliza estas tres cartas en un clip y ponlas en el bolsillo izquierdo del pantalón con las caras indiferentes contra la pierna. Cuando se presente una oportunidad para realizar la rutina, puedes usar una baraja cualquiera y, por lo tanto, prestada. El único requisito es que las cartas sean del mismo tamaño que las trucadas, pero no hace falta que sean de un dorso concreto ya que, claro está, las cartas trucadas valen para cualquiera. Durante la típica palabrería empleada para pedir prestada una baraja o para hacer examinar y mezclar la tuya, introduce la mano despreocupadamente en el bolsillo izquierdo del pantalón, saca las cartas secretamente y pégalas al imán bajo la chaqueta con las caras indiferentes hacia dentro. Deja ahí las cartas de doble cara mientras recuperas la baraja y extraes los cuatro Ases; colócalos sobre la mesa de cualquier forma que te guste para una asamblea, asegurándote de que el As de Picas queda en el lugar lógico para ser la carta "líder". La formación tradicional en "T" es aceptable, pero yo prefiero poner los Ases en las cuatro esquinas de la mesa de modo que queden lo más separados posible. Mientras dispones las cartas con la mano derecha, la iz-, quierda cae al costado con el resto de la baraja cara arriba y los dedos se introducen bajo la chaqueta apretándose contra las cartas y deslizándolas hacia abajo junto con el clip; añádelas sobre la cara de la baraja con las caras indiferentes hacia arriba. Antes de llevar la baraja a la vista, el pulgar se apoya a lo largo de la - cara de las cartas ocultando el clip bajo su base. Has añadido las cartas, aunque el clip no será necesario para la siguiente fase de la rutina, así que hará falta deshacerse de él y guardarlo temporalmente en alguna parte. Lo mejor para ello es dar la vuelta a la baraja de forma que el clip quede en el lado derecho (ten cuidado
de inclinar la baraja hacia ti de manera que no se vea) y deslizarlo fuera con el pulgar para que quede apresado entre los dedos pulgar y mayor. Extiende la baraja manteniendo el clip en la punta del dedo mayor, como en la rutina anterior; quedará oculto bajo la extensión. Hazlo mientras mencionas que usarás también otras cartas de la baraja; esto te proporciona una justificación para extender las cartas despreocupadamente. Desliza después la última carta de la baraja dentro del clip para que éste permanezca ahí apartado hasta que sea necesario más adelante; cuadra las cartas, todavía cara arriba. Reparte las tres primeras de arriba (las cartas de doble cara) cara arriba sobre el As de Picas. Aparentemente vas a repartir otras tres cartas cara arriba sobre cada uno de los demás Ases, pero en realidad repartirás cuatro, debido a que la primera de ellas será una doble; al repartir las tres cartas de doble cara obtén una separación debajo de las dos cartas siguientes. Gracias a ella, no te resultará difícil tomar dos cartas como una sola. Sobre éstas, cuenta dos sencillas, que ayudarán a ocultar el grosor, y coloca las cuatro cartas como un paquete sobre el siguiente As. De nuevo obtén una separación para la siguiente doble durante esta operación; te permitirá volver a emplear el mismo recurso para tomar cuatro cartas como tres y -poner otro paquete de cuatro sobre el siguiente As. Haz esto una vez más para el último As. Deja entonces aparte el resto de las cartas en el lado derecho de la mesa con el clip todavía sujeto a la última. Te encuentras ahora en una privilegiada situación en la que tienes una carta de más en cada uno de los paquetes excepto en el del As de Picas, que tiene sobre sí tres cartas de doble cara. Harás desaparecer en breve los Ases de sus respectivos paquetes ocultándolos tras la carta extra y sujetándolos juntos con el clip; después, volteando secretamente las tres cartas de doble cara, mostrarás que han reaparecido en el paquete líder de forma que al extender las cartas se vean cuatro Ases. Da lo mismo ejecutar este volteo secreto al comienzo de la rutina para que no llame la atención en el momento crítico. De hecho, éste es un buen punto en la rutina para hacerlo: yo suelo emplear
el volteo de Krenzel (que se ha atribuido a mucha gente, pero que normalmente se atribuye a Ken Krenzel, de quien yo lo aprendí). Si no conoces este volteo te recorriendo vivamente que lo aprendas ya que es uno de los pases que uso con más frecuencia y pienso que es extremadamente engañoso (como ya mencioné antes, se explica en el Capítulo Seis en el contexto de una rutina tipo "Triunfo"). A pesar de mi ferviente recomendación, desde luego cualquier otro tipo de medio salto valdrá; incluso, si quieres evitar toda técnica (el resto de la rutina exige muy poca) es suficiente poner simplemente las cartas dentro del bolsillo de pecho de la chaqueta y hacer el volteo con una mano en el interior del mismo. Suponiendo, no obstante, que te hayas decidido por el medio salto, hay que poner las cartas en algún lugar visible, como por ejemplo el bolsillo de pecho. Cuando realizo este efecto, tomo el paquete del As de Picas, lo extiendo para mostrar tres cartas indiferentes y obtengo una separación al cuadrarlas. Comento que el As de Picas es la carta líder y que tanto él como su paquete deben por tanto quedar a la vista. Realizo el volteo de Krenzel al llevar las manos hacia arriba, al bolsillo de pecho, donde dejo el paquete con el dorso hacia fuera de modo que no se vean las caras. Todo lo que resta es hacer desaparecer los Ases; para ello necesitas el clip que dejaste apartado en el fondo de la baraja. Tómala con la mano derecha de modo que el dedo mayor entre en contacto por debajo con el clip. Haciendo presión hacia arriba sobre el clip al transferir las cartas de la mano derecha a la izquierda, quedará retenido entre l os dedos pulgar y mayor derechos, igual que antes; deja entonces la baraja apartada en el lado izquierdo, aparentemente para que no estorbe durante el juego, pero en realidad para poder robar el clip (de hecho así ha sido), en primer lugar y además, para que quede en la posición adecuada para un pase posterior. Con el clip todavía oculto en la mano derecha, acerca la mano izquierda al paquete del primer As y toma las cuatro cartas encima del As dejándolas cara abajo en la mano (el As queda en la mesa por el momento).
Empuja hacia la derecha con el pulgar la primera carta de este paquete, separa un poco el pulgar y el mayor derechos de forma que puedas tomarla entre ellos sin que quede insertada en el clip; en cam bio, empuja el clip sobre la cara de la carta. Ten cuidado de no revelarlo mientras lo haces. Ahora puedes emplear la primera carta como una pala para recoger el As de la mesa y voltearlo cara abajo sobre las demás cartas de la mano izquierda. Empuja con el pulgar este As hacia la derecha y tó malo en la mano derecha bajo la primera carta, donde casi de manera automática queda insertado en el clip. Empuja la siguiente carta de la misma forma (mantén las dos últimas cartas alineadas como si fuesen una, deslizándola también dentro del clip -aunque no tan dentro como la anterior- de modo que las dos cartas en el clip queden algo descuadradas). De esta manera cuando inclines las cartas para mostrar sus caras al público podrá verse el As, aunque tanto éste como la carta de abajo estén dentro del clip (fig. 7). Levanta después la carta doble con la mano izquierda colocándola bajo el resto de las cartas y completa así la extensión; cuadra el con-
.
junto asegurándote de que ninguna más se desliza inadvertidamente dentro del clip (lo evitarás si mantienes el dedo mayor derecho sobre el clip hasta el último momento). Una vez cuadradas todas las cartas, las dos que están en el clip quedarán perfectamente alineadas y seguramente sujetas una junto a otra, quedando el As tras la carta indiferente. Si abres las cartas extendiéndolas hacia la derecha cara abajo, el clip queda oculto bajo la extensión. El dedo mayor derecho puede localizar rápidamente el clip por debajo de la extensión y cubrirlo. Ahora lleva las cartas a la altura del pecho para mostrar sus caras al público. Divide la extensión tomando dos cartas en cada mano (la carta inferior de las dos que tienes en l a mano derecha es una doble) y frótalas unas con otras para dar a entender que es impasible que pueda haber cartas pegadas (fig. 8). Tras mostrarlas claramente de esta forma, pasa a enseñarlas una por una, lo que además las reordena en la posición correcta: con las cartas todavía formando una pequeña extensión, junta las manos por un momento y desliza hacia la izquierda la carta superior de las dos de la mano derecha (la que queda encima de todo) sujetándola con el pulgar izquierdo encima de las dos cartas que sujetas con la mano izquierda; la carta doble queda en la mano derecha. Enseña esta carta como una sola; empuja la siguiente carta desde la mano izquierda hacia la derecha y tómala debajo de la doble deslizándola también dentro del clip; toma las siguientes dos cartas, una a una, de la misma manera, introduciendo cada una dentro del clip debajo de la anterior. Con esto no sólo has enseñado las cartas una a una, sino que además has llevado el As secretamente a la posición superior, y al meter todas las cartas dentro del clip harás más fácil el robo que viene a continuación: toma el paquete con la mano izquierda, pero sujetando con firmeza el clip con la mano derecha de modo que permanezca en esta mano cuando dejes el paquete cara abajo sobre la mesa con la mano izquierda (fig. 9). Estás preparado para repetir exactamente el mismo procedimiento con el segundo As, que desaparecerá de idéntico modo. Igual que
antes, robarás el clip al final para emplearlo con el tercer As, que también desaparecerá de la misma forma. Dicho esto, debo añadir que normalmente cambio un poco la última desaparición dejando el As sobresaliendo en la extensión, aunque se encuentre en el clip; cuadro las cartas y se ve el As sobresaliendo; desde esta posición lentamente lo cuadro con el resto de las cartas (esto hace que se introduzca del todo en el clip) hasta que quede cuadrado por completo, y a continuación extiendo las cartas para mostrar que el As ha desaparecido.
Tras la desaparición del tercer As, roba de nuevo el clip después de mostrar las cartas una por una, aunque no lo vas a necesitar por el momento. Por esta razón suelo sujetarlo a la carta inferior del último paquete, de manera que quede apartado pero fácilmente localizable para más tarde. Si quieres, puedes extender las cartas cara abajo una a una sujetando con el clip las dos últimas como una, para después lanzarlas despreocupadamente sobre la mesa; así el manejo tiene una soltura muy despistante. Acompaña todo este proceso con algún comentario del tipo: Silos Ases no están donde empezaron, lógicamente deben encontrarse en algún otro lugar.'.. Estas palabras llaman la atención sobre las cartas del bolsillo de pecho de la chaqueta; sácalas de ahí y muestra sus caras al público. Extiéndelas para mostrar que se trata de los cuatro Ases (puedes hacerlo gracias a que anteriormente diste la vuelta a las cartas de doble cara). Como en este momento parecerá que el juego ha terminado, te resultará muy sencillo voltear de nuevo las tres cartas de doble cara durante el aplauso. Casi no necesitarás hacer un medio salto, ya que la atención no estará sobre las cartas; si lo prefieres, puedes incluso darles la vuelta descaradamente. Ahora explica que el efecto se puede realizar en sentido inverso. Para ello, muestra que el paquete en tus manos contiene sólo un As y que las otras cartas se han transformado en cartas indiferentes; es decir, que han vuelto a cambiar de lugar con los Ases pdr segunda vez. Voltea la carta superior de cada uno de los paquetes que están sobre la mesa y -gracias al ordenamiento de las cartas en el momento de dejarlas sobre la mesa- muestra que los Ases han regresado. No hace falta realizar ningún tipo de cuenta falsa para mostrar que sólo hay cuatro cartas en cada paquete, cuando en realidad hay cinco; a estas alturas, el público está convencido de ello, y el ritmo creciente con que se voltean los Ases uno a uno proporciona un adecua do clímax. Al recoger las cartas tras concluir el efecto, quita el clip de la carta indiferente a la que lo sujetaste por comodidad y vuelve a introducir secretamente en él las tres cartas trucadas. 11
Tras recoger las cartas que has usado en el efecto, si dejas en la cara del paquete cara arriba las cartas que están sujetas al clip, puedes deslizar el conjunto bajo la chaqueta y rápidamente pegar al imán las cartas trucadas -como ya se explicó- al inclinarte hacia delante y hacia la izquierda para recoger con la mano derecha el resto de la baraja (que, si recuerdas, colocaste al principio en esta posición), para terminar con una baraja normal. Aunque puedes dejar las cartas adheridas al imán si éste es fuerte, es mejor, por lo que pudiera ocurrir, que en un momento adecuado las guardes en el bolsillo del pantalón. Al comienzo de esta explicación alabé las ventajas del clip como instrumento para ocultar el empleo de cartas dobles; te habrás dado cuenta de que el otro elemento clave del juego lo representan las car tas de doble cara, cuya existencia, si llega a ser sospechada por el público, podría revelar todo el método. Los dos procedimientos que presento a continuación emplean dadas en falso para ocultar el uso de cartas de doble cara, aunque, si así lo prefirieses, podrías omitir las dadas en falso, ya que no son estrictamente necesarias. Como recordarás, en el momento de la rutina en que añades secretamente a la baraja las cartas y el clip, has dejado el clip sujeto a la carta superior, donde permanecería hasta más adelante. En lugar de hacer esto, sujétalo a una carta indiferente más o menos por el centro de la baraja; lleva por medio de un doble corte las cuatro cartas su- . periores de la baraja cara arriba a la parte inferior y, a continuación, voltea la baraja. Con esto habrás situado el clip en algún punto del centro de la baraja, donde no molesta, y habrás llevado las cartas de doble cara encima, a segunda, tercera y cuarta posición, respectivamente, con una carta indiferente encima de ellas. Si inclinas la mano izquierda un poco hacia ti y haces tres dadas en segunda volteando las cartas hacia fuera según repartes (stud deal), las cartas quedarán sobre la mesa con sus caras indiferentes hacia arriba -como si fuesen cartas normales- y se habrá visto el dorso de cada una de ellas antes de repartirlas gracias a la dada en segunda. Reparte a continuación cuatro cartas como tres encima de los restantes Ases aunque, para
mantener la continuidad en las acciones, las sigues repartiendo de encima de la baraja (la primera, como antes, es una doble). Por supuesto, sigues volteando las cartas cara arriba según las repartes sobre la mesa. De igual manera, al final de la rutina, cuando has volteado de nuevo las cartas de doble cara para volver a mostrar sus caras indiferentes, si sujetas las cuatro en la mano izquierda con el As cara abajo como carta superior, puedes hacer tres dadas desde abajo volteándolas hacia fuera para sugerir la existencia de dorsos en cada una de las cartas indiferentes.
La carta obstinada Si pensamos en efectos en los que la sospecha de una carta doble delata por completo el método, seguro que uno de los mejores ejemplos es "La carta obstinada». En el efecto, el intento de realizar un juego con cinco cartas rojas queda frustrado una vez tras otra por la aparición de una carta negra; a pesar de que el mago se deshace de ella repetidamente, ésta se obstina en reaparecer hasta que no queda otra carta más con la que realizar el juego. Aunque es un efecto excelente que ha gozado de interpretaciones maestras en las manos de magos como Fred Kaps, sin embargo adolece del punto débil antes señalado. Sujeta el clip a una carta negra de Figura (suelo usar una RZina), y pega el conjunto al imán bajo la chaqueta con la cara mirando hacia fuera. Prepáralo antes de la actuación. Esta rutina vale perfectamente como juego para realizar de pie, ya que la ejecutas con las cartas mirando hacia el público a la altura del pecho, de forma que sea fácilmente visible para un grupo numeroso. Pide a un espectador que saque cinco cartas rojas cualesquiera, de puntos, y que te las entregue. Colócalas cara abajo en la mano izquierda. Toma-la primera con la mano derecha y haz un gesto con ella; deja caer la mano - izquierda al costado y despega la Reina del imán . añadiéndola encima de las demás cartas y llevándote con ella el clip.'
Acompaña esta acción con un comentario acerca del efecto que vas a realizar. Di: Uña caria hará de líder, no importa cuál de éstas sea, y las otras irán una a una ajuntarse con ella. Esta explicación ambigua del efecto no tiene importancia, ya que el juego nunca llegará tan lejos. Tras añadir la Reina y el clip, éste quedará en el lado izquierdo del paquete, cubierto por el pulgar que descansa sobre las cartas. Lleva la mano izquierda a la altura de la cintura y vuelve a colocar la carta de la mano derecha encima del paquete, aunque en realidad la deslizas dentro del clip encima de la Reina. Ahora hace falta un cambio en la ordenación antes de comenzar el efecto. Voltea despreocupadamente las cartas de forma que el clip quede en el l ado derecho, y toma la doble con el pulgar y el mayor derechos cubriendo el clip. Mantén la cara de la carta doble hacia el suelo para que no se vea. Pon las otras cuatro cartas, una a una, encima de la doble, invirtiendo su orden, pero cuidando que ninguna se introduzca en él clip. Vuelve a poner las cartas en la mano izquierda. No prestes atención a este reordenamiento: hazlo mientras charlas con los espectadores. A partir de aquí repetirás el mismo procedimiento varias veces. Toma la primera carta con la mano derecha y muéstrala al público a la altura del pecho. Di: Usaremos esta carta como líder. Acuérdate de la identidad de esta carta, ya que emplearás la excusa de "buscar la carta líder» más adelante. Toma la siguiente carta sujetándola debayo de la primera y muéstrala también al público; haz lo mismo con la tercera y la cuarta, momento en el cual debes inclinar la mano izquierda un poco hacia atrás para que no se vea el clip en el lado derecho de la carta doble que te queda. Coge la doble exactamente de la misma manera, sujetándola bajo las otras cuatro, y cubre el clip con el dedo mayor derecho (fig. 10). Finge sorpresa al ver la Reina y reprende al espectador por haberte dado una carta del color inapropiado. Con las cartas todavía a la altura del pecho para que las pueda ver _bien el público, y sujetando la doble con la mano derecha, pasa las otras cuatro a la mano izquierda aparentando confusión.
Como si fueses a comprobar las otras cartas, cuéntalas pasándolas a la mano derecha: coloca la primera debajo de la Reina y deslízala dentro del clip, pero (igual que hiciste en la asamblea de Ases) no las dejes cuadradas, de forma que la Reina pueda verse. Toma las tres cartas restantes una a una debajo de las dos primeras, pero no las i ntroduzcas en el clip. Baja a continuación la mano derecha de modo que se vean los dorsos de las cartas (el clip queda oculto bajo el pul-
gar derecho) y desliza con. l a mano izquierda la carta superior (supuestamente la Reina) sacándola del clip y dejándola aparte (fig. 11). Cuadra el resto de las cartas alineando al tiempo las dos sujetas por el clip. En este momento puedes enseñarlas sin problema como cuatro, siempre que ocultes el clip y no alteres el orden. Gracias a que el clip permite un manejo muy libre de las cartas parecerá claramente que sólo hay cuatro rojas. Comenta con optimismo: No importa; el juego funciona igual de bien con cuatro cartas rojas.
Aparenta a continuación buscar la carta designada como líder. Sujeta las cartas cara abajo en la mano derecha con el pulgar encima -ocultando el clip- y los dedos por debajo. Extrae la carta inferior con l a mano izquierda, mírala y, como no es la carta líder, ponla cara abajo encima del conjunto, y deslízala dentro del clip; extrae la siguiente carta de abajo, mírala y, como tampoco es la líder, ponla cara abajo encima del resto, pero no dentro del clip, sino sobre él. Toma la tercera del mismo modo y ponla encima de las demás. La siguiente carta es una de las tres que están dentro del clip; deslízala fuera del mismo con la mano izquierda, igual que hiciste con las primeras cartas, y muestra que es la que estás buscando. Ponla cara araba sobre el paquete, cuadra todo y vuelve a colocar el conjunto en la mano izquierda. En este punto, la carta inferior del paquete será la Reina, que está sujeta por el clip a una carta roja. Anuncia que lo intentarás otra vez, aunque ya sólo con cuatro cartas. Toma primero la carta líder volviéndola hacia el público; después toma las restantes bajo ella una a una mostrándolas individualmente hasta que, de nuevo, la última carta vuelve a ser la Reina (para horror de todos ); oculta el clip con el dedo mayor derecho, igual que antes. Repite el mismo procedimiento manteniendo la doble en la mano derecha y tomando las restantes cartas con la mano izquierda; cuéntalas otra vez pasándolas a la mano derecha fingiendo desconcierto; pasa - las cartas una a una bajo la Reina deslizando la primera dentro del clip, pero no las restantes. Vuelve a dejar caer la mano derecha a la altura de la cintura, para mostrar los dorsos de las cartas, y toma con la mano
izquierda la carta superior (supuestamente la Reina) deslizándola fuera del clip y dejándola aparte. Todavía con esperanza, comenta que el efecto puede realizarse con sólo tres cartas. Cuádralas y, si quieres, enséñalas despreocupadamente como tres ocultando el clip mientras tanto. Después sujétalas cara aba jo con la mano derecha, igual que antes, ocultando el clip con el pulgar una vez más y, aprovechando la excusa de buscar la carta líder, llévalas una a una de abajo a arriba: toma la primera de abajo, mírala y, al no ser la carta líder, ponla encima introduciéndola en el clip. Toma la siguiente del mismo modo, pero déjala encima del clip y no dentro de él. La tercera, que sacas deslizándola fuera del clip, es la carta líder e, igual que antes, la pones cara arriba sobre las demás, cuadrando después todo en la mano izquierda. Repite lo mismo, esta vez con tres cartas: toma primero la que está cara arriba volviéndola hacia el público; toma la siguiente sujetándola bajo la anterior; la Reina vuelve a aparecer una vez más y la pones de bajo de las otras dos cartas. Igual que antes, reténla en la ruano derecha llevándote las otras dos con la izquierda. Desliza la primera de estas dos cartas dentro del clip bajo la Reina; toma la siguiente bajo las otras dos sin introducirla en el clip; baja las manos y desliza la carta superior para dejarla aparte. Te habrás dado cuenta de que en cada ocasión lo más importante es que las cartas del clip queden cuadradas lo antes posible. Debes aprender a hacerlo bien para terminar el juego con éxito, ya que ahora sólo quedan dos cartas rojas con la Reina sujeta con el clip a una de ellas, lo cual significa que las dos cartas del clip deben estar bien cuadradas o, de lo contrario, la presencia de la carta extra será descubierta, anulando las ventajas del empleo del clip. Muestra despreocupadamente las dos cartas sujetando la doble en la mano derecha y la sencilla en la izquierda. Lleva las manos otra vez a la altura de la cintura y desliza la carta de la mano izquierda encima de las cartas de la mano derecha introduciéndola en el clip para que, de momento, queden cuadradas. Inmediatamente después, desliza hacia la izquierda la carta inferior con los dedos izquierdos; quedan dos
cartas cuadradas como una en la mano derecha gracias al clip; al volver a levantar las cartas para mostrarlas al público, se verá que la carta de la mano derecha ha vuelto a transformarse en la Reina. Te hará falta algo de práctica para conseguir cuadrar la carta doble inmediatamente. Repite las acciones en sentido inverso y pon la carta de la mano izquierda debajo de la doble y dentro del clip de modo que las tres queden cuadradas temporalmente; vuelve a llevarlas a la altura de la cintura y desliza la carta superior hacia la izquierda, fuera del clip, para dejarla aparte; quedas con una carta doble, la Reina oculta tras la última carta roja. Puedes manejar con soltura la carta doble gracias a que está sujeta por el clip; puedes incluso voltearla en la punta de los dedos con una mano teniendo siempre cuidado de ocultar el clip. Hay muchos finales distintos posibles, entre ellos un robo lateral empalmando la carta inferior en la mano derecha y llevándote el clip con ella; puedes descargar esta carta en algún lugar o añadirla encima de la otra carta sujetando de nuevo ambas con el clip. Mi foral favorito es, sin embargo, poner la carta doble cara abajo en la mano izquierda con el clip orientado hacia la izquierda de forma que el pulgar izquierdo pueda ocultarlo apoyándose sobre el dorso de la carta.
Sujeta la carta doble dentro de la mano en una posición retrasada para que quede casi en la posición del empalme del tahúr, aunque inclinando un poco la mano hacia atrás para que el público pueda ver la carta. Según inclinas la mano hacia delante, toma la carta superior con la mano derecha dejando la inferior con el clip en la mano izquierda en la posición del empalme del tahúr (fig. 12). Haz el empalme con ligereza y sin prestarle atención; puedes acompañarlo con un comentario del tipo: Bueno, supongo que se podrá hacer el juego con una sola carta. Deja caer inmediatamente la mano izquierda al costado y, con un pequeño giro de tu cuerpo hacia la izquierda, voltea la carta con la mano derecha para mostrar al público la Reina; mientras tanto la mano izquierda pega discretamente la otra carta al imán debaj o de la chaqueta para terminar el juego de manera limpia. -
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Cartas caníbales Por lo general, tiendo a evitar efectos en los que las cartas hagan de personajes. Presentaciones en las que el Rey de Corazones y su esposa la Reina de Corazones van a visitar a sus buenos amigos el Rey y la Reina de Picas no me atraen en absoluto. Sin embargo, "Las cartas caníbales" es un efecto que tiene un potencial tan fuerte que, por eso mismo, haría una excepción. Si pudiese encontrar una presentación alternativa, la adoptaría sin duda pero, hasta que llegue ese momento, no puedo más que ofrecerte el "esqueleto", por decirlo de alguna manera, de una rutina de cartas caníbales que también hace uso de nuestro fiel amigo el clip. Éste debe estar más abierto que nunca, ya que en un punto de la rutina tendrás por un momento siete cartas sujetas por el clip. Saca los cuatro Ases =nuestros cuatro intrépidos exploradores de la alta sociedad- y colócalos en el bolsillo de pecho de la chaqueta. Presenta también los cuatro Reyes como caníbales algo menos educados. Roba el clip de algún lugar que te resulte cómodo (podrías
haberlo sujetado previamente a una carta indiferente de la baraja) de forma que te quede en la mano derecha apoyado sobre la punta del dedo mayor. En la acción de extender los Reyes a la altura del pecho con las caras hacia el público, sujeta el clip al tercer Rey de la manera que se explicó antes. Cuadra a continuación las cartas y voltea el conjunto de modo que el clip quede en el lado izquierdo y las cartas cara abajo en posición de repartir en la mano izquierda. Deja caer la mano izquierda al costado mientras llevas la derecha al bolsillo de pecho para sacar el primer As; la caída de la mano izquierda es simplemente para condicionar al público para un movimiento posterior. lleva esta mano de nuevo hacia arriba para juntarse con la derecha, punto en el cual colocas el As entre las puntas de los dedos pulgar e índice izquierdos de forma que el pulgar derecho quede libre para tomar los Reyes de la mano izquierda; tómalos por el extremo inferior, con la mano palma arriba, de modo que los dedos queden en las caras de las cartas y el pulgar encuna de todo (fig. 13). En esta posición, abre las cartas en abanico hacia la derecha; así ocultas el clip tras ellas, aunque para ti si queda visible. Inserta el As con la mano izquierda en el centro del abanico, pero déjalo sobresaliendo de forma que únicamente la esquina inferior izquierda se deslice dentro del clip (fig. 14). Cuadra el abanico y empuja el As hasta que quede alineado con la otra carta que está sujeta al clip. Los caníbales ponen manosa la obra y se comen al joven incauto. Abre de nuevo el grupo de cartas con las caras hacia el público para enseñar que el primer As ha sido devorado. Igual que en la rutina de la asamblea de Ases, tomo los dos Reyes superiores con mi mano derecha y dejo los otros dos en la izquierda; en esta posición puedes frotarlas unas contra otras a modo de revoloteo para demostrar que no hay cartas pegadas; sin embargo, y al contrario que en la asamblea de Ases, la carta doble es la superior de las dos que tienes en la mano izquierda (el clip queda oculto tras la carta inferior). Vuelve a colocar las cartas de la mano derecha encima, con cuidado de que ninguna se introduzca ene) clip por equivocación.
Repite el proceso para el segundo As: cuadra las cartas en la mano izquierda, deja caer la mano al costado mientras la derecha toma el siguiente As del bolsillo de pecho; ponlo en la mano izquierda tomando los Reyes con la derecha y abriéndolos en abanico como antes; pon el As en el centro del abanico y dentro del clip junto con la otra carta; cuadra las cartas y muestra que el As ha desaparecido, o mejor, que ha sido digerido, al igual que el primero. El tercer As es devorado por el mismo procedimiento. Quizás te preocupe a estas alturas el hecho ' de que hay cuatro cartas dentro del clip haciéndose pasar por una sola. Te urjo a olvidar este miedo, pero -al mismo tiempo, y para estar se-
guros- mantén las cartas revoloteando con ligereza mientras las extiendes. Como esta rutina (igual que las que la han precedido) está pensada para ser realizada de pie, no es muy probable que vayas a manejar las cartas literalmente bajo las narices de tus espectadores. Justo antes de cuadrar el conjunto, tras demostrar la defunción del tercer As, es necesario que alteres el orden de las cartas de esta manera (debes tener en este momento dos cartas en cada mano, aunque en realidad la carta superior de la mano izquierda son cuatro cartas unidas por el clip): frotando las cartas de la mano izquierda una contra otra para mostrar que, aparentemente, son sencillas, mueve el pulgar hacia la izquierda arrastrando con él la carta cuádruple hasta que el clip pierda contacto con la carta inferior. Mueve ahora el pulgar hacia la derecha y desliza la carta inferior dentro del clip. Coloca a continuación las dos cartas de la mano derecha bajo las de la mano izquierda introduciéndolas en el clip, de modo que queden siete cartas sujetas por el clip (en este momento no hace falta que queden todas cuadradas); ésta es la razón por la que el clip debe estar más abierto de lo normal pues, de lo contrario, habria que recurrir a la fuerza. Cuadra las cartas en la mano izquierda ocultando el clip bajo el pulgar que se apoya sobre el dorso del paquete. Con las caras de las cartas hacia el suelo, empuja las tres superiores una a una hacia la derecha deslizándolas fuera del clip. Las últimas cuatro cartas deben quedar juntas y sujetas por el clip en la mano izquierda como si fuesen una sola (el clip sigue oculto bajo el pulgar). Esta acción simplemente muestra de nuevo que sólo hay cuatro cartas (hazlo todo despreocupadamente mientras hablas). Vuelve a colocar las tres cartas sencillas sobre el bloque de la mano izquierda sin introducirlas en el clip y, sin llamar la atención sobre la acción, voltea el conjunto manteniendo el clip en el lado izquierdo y con cuidado de no descubrirlo; cuando las cartas vuelven a estar en posición de repartir en la mano izquierda, el clip debe quedar oculto bajo la base del pulgar. Lleva la mano izquierda al costado y, con un pequeño giro del cuerpo hacia la izquierda, deja que las cuatro cartas en el clip se apo-
yen contra la pierna y deslízalas rápidamente bajo la chaqueta para pegarlas al imán; mientras tanto, toma el último As con la mano derecha. Ésta es la razón por la que fue necesario condicionar al público ante esta acción en las precedentes ocasiones. De esta forma, te habrás deshecho de los cuatro Reyes y habrás preparado un final inesperado. Mientras hago esto, suelo añadir algún comentario sobre el último As para atraer la atención hacia él y des viarla de la mano izquierda: Este último joven era algo más despabilado
que el resto de sus colegas; de hecho, era aficionado a la magiay, gracias a ello, consiguió engañar a los malvados caníbales. Acerca la mano izquierda a la derecha sin que se vean las caras de las cartas (mantén las caras hacia ti con el dorso del paquete hacia el público). Inserta el último As entre los otros con su dorso hacia el público, pero sin abrir las cartas (sólo tienes tres más). Cuadra todo el conjunto. Extiende a continuación las cartas, todavía con los dorsos hacia el público, para mostrar que sólo hay cuatro, y di: Dio la sensación de que el último explorador también fue devorado par los brutos nativos, pero me pregunto s'a lguna vez han escuchado la expresión "el cazador cazado ". Voltea las cartas para enseñar, ante la sorpresa de los espectadores, que en realidad los cuatro Ases han sobrevivido a la dura prueba al contrario que los Reyes (como cabría esperar).
Otras ideas Espero que el lector estudioso sepa utilizar este instrumento de muchas maneras. En la actualidad estoy trabajando en la construcción de una rutina de cartas a los bolsillos en la que los naipes desapare cen por medio del clip y se sujetan a un imán mientras la mano derecha extrae duplicados de distintos bolsillos; al final del efecto, cuando sólo queda una carta, se fija secretamente a ésta un clip sujeto a un hiloelástico, de manera que pueda desaparecer instantáneamente por ti. raje yendo a parar al interior de la chaqueta.
INTERMEDIO que incluye un surtido de excentricidades
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En una época en la que la individualidad de las naciones corre peligro por culpa de la monstruosidad del Big Mac, los canales de compra por televisión y la industria de cine de Hollywood, uno de los cam pos en que los británicos todavía se encuentran a la cabeza del mundo es el de las excentricidades. A pesar de que la idea del té de las cinco, el frac y los partidos de criquet de cinco días puedan dejar atónitos al resto del_ mundo, para los conocedores representan lo esencial en esta . vida. Por esta razón parece apropiado incluir un capítulo de lo que bien se podrían denominar técnicas excéntricas: pases qué perfectamente se podrían sustituir por un doble corte o por una baraja Radio. No obstante, vivir resultaría terriblemente aburrido si todo se hiciese siempre de la manera más eficiente, y yo siempre he pensado que tales maniobras merecen tener su propio lugar a pesar de lo mucho que un profesional pueda llegar a despreciarlas. Sin embargo, notarás que esto no es un capítulo per se, sino más bien algo que he decidido denominar "Intermedio". Así que, para aquellos lectores tan prosaicos que insisten en que en un libro como éste no debería haber lugar para vanas e impracticables lucubraciones - --
de este tipo, éste es el momento para ir a estirar las piernas y comprar un helado antes de reunirse con los demás para el Segundo Acto. Acerca del salto Si el salto es simplemente la transposición de las mitades superior e inferior de la baraja, limitarse a realizar variaciones del salto clásico o el Herrmann significaría desaprovechar otras múltiples posibilida des. Lo que viene a continuación, aparte de ilustrar lo que quiero decir, demostrará por qué dicha actitud quizás no sea tan mala idea. Uno: Sujeta la baraja en posición de repartir en la mano izquierda en una posición un poco más alta de lo habitual, de modo que la esquina inferior izquierda haga presión contra la almohadilla carno sa en la parte inferior de la base del pulgar. Mantén una separación en la baraja con el meñique izquierdo. Acerca la mano derecha abierta y relajada a la mano izquierda. Toca con la almohadilla carnosa de la base del meñique derecho la esquina superior derecha de la baraja. Mueve la mano derecha hacia atrás haciendo pivotar la mitad superior de la baraja, la porción encima de la separación, usando como eje la base del pulgar izquierdo (fig. 1). Cuando el paquete superior casi forme un ángulo recto con el inferior, gira ambas manos en sentidos opuestos manteniendo el paquete superior sujeto entre ellas donde está: la mano izquierda hace un giro de muñeca en dirección al pecho y, mientras, el pulgar levanta el paquete inferior hacia la derecha apartándolo de la palma de la mano; la mano derecha también hace un giro de muñeca, pero hacia fuera, hasta que sus dedos consigan tocar el extremo inferior del paquete de la mano izquierda (este extremo debe quedar más o menos paralelo al suelo). A lo largo de este movimiento el paquete superior debe quedar sujeto mediante la presión ejercida por ambas manos y mantenerse l o más paralelo posible al suelo durante todo él proceso. Estira el pulgar derecho a continuación y toma el otro extremo del paquete de la mano izquierda (fig. 2), que debe estar orientado hacia el techo (suponiendo que estés actuando en un lugar cerrado).
La mano izquierda tendrá que estirarse un poco hacia la derecha para ayudar a su compañera. En este momento los dedos de la mano izquierda pueden soltar sus cartas, ya que ahora se encuentran sujetas por la mano derecha. Todo lo que la mano izquierda hace es ejercer una presión lateral contra el otro lado de la baraja. Mueve la mano derecha un poco hacia delante mientras gira hacia el cuerpo rotando desde la muñeca; al mismo tiempo, gira la mano izquierda hacia fuera con otro giro de muñeca de manera que se acer que al paquete sujeto debajo entre las dos manos. Toma este paquete
con esta mano en posición de repartir, al tiempo que la mano derecha relaja su presión diagonal sobre dicho paquete y coloca el suyo encima (fig. 3). El salto, visto por un espectador tuerto sentado a tu derecha sobre un gran almohadón a una distancia no superior a un metro, debe i mitar el gesto de cuadrarla baraja con un giro. No obstante, con tiem po, y en caso de que por alguna razón decidas invertir tu esfuerzo en la práctica de este salto, te sorprenderá ver que queda muy bien cubierto desde muchos ángulos. También puedes intentar el mismo pase pero haciendo pivotar la mitad superior no ya con la base del dedo meñique, sino con su punta. Todos los movimientos son idénticos, pero en esta ocasión la mano derecha no proporciona cobertura, aunque sí lo hace el dorso de la mano izquierda, por lo cual el espectador debe mirar el pase desde tu izquierda. La fig. 4 muestra la técnica en la mitad de su desarrollo. Este salto es sorprendentemente rápido y eficaz y ocurre bajo la cobertura de una acción natural de cuadrar. Alternativamente, puede servir bastante bien como corte florituresco. Tras mostrar la primera encarnación de este movimiento a Lennart Green -un verdadero caballero- sugirió invertir las acciones levantando la mitad superior con la mano derecha moviéndola hacia delante antes de llevar la base del meñique junto a la esquina superior derecha de la mitad inferior y hacerla pivotar hacia atrás apoyada en la base del pulgar izquierdo; él continúa el pase hacia atrás y termina poniendo la mitad inferior encima de la otra. Esto es lo que llama el "Float Pass". Si se combinan el salto de Lennart y la idea de hacer pivotar el paquete contra la punta del meñique derecho en lugar de contra su base, se produce otra variante. Ésta me fue sugerida por Carlo Ramí rez, un joven inglés que casi ha abandonado ya la magia. ("La luz que brilla con doble intensidad dura la mitad de tiempo...") Con la baraja sujeta en la misma posición que en el pase original, un poco elevada en posición de repartir en la mano izquierda, la mano derecha se coloca sobre la baraja en lo que se denomina comunmente posición de cortar.
El pulgar derecho levanta a continuación las cartas de encima de la separación unos dos centímetros por su extremo interior; mientras, la punta del meñique derecho ejerce una presión diagonal en dirección a la base del pulgar sobre la mitad inferior. De nuevo, la mano izquierda hace un giro de muñeca hacia fuera hasta que el canto de la mano quede paralelo al suelo. Al mismo tiempo, el pulgar derecho levanta su paquete un poco más hasta que casi forme un ángulo de noventa grados con el otro. Desde esta posición, la mano izquierda agarra este paquete con el pul-
gar por el lado derecho y los dedos por el lado izquierdo, por encima del otro paquete (fig. 5). La mano derecha se mueve hacia atrás en dirección al cuerpo para permitir que el pulgar izquierdo lleve su paquete hacia la palma de la mano dejando atrás al otro paquete. La mano izquierda se vuelve a gi rar hasta adoptar la posición normal palma arriba en la que las cartas quedan en posición de repartir; la mano derecha se mueve hacia delante haciendo que sus cartas pivoten contra la base del pulgar izquierdo por encima del que ahora es el paquete inferior. El pulgar derecho se estira hacia atrás hasta entrar en contacto con el extremo interior del paquete superior, de modo que cuando se junten ambos paquetes, la mano derecha pueda cuadrarlos perfectamente (fig. 6). Una vez aprendido el procedimiento básico, verás que con práctica puedes cubrir bien el salto con ambas manos por los dos lados. En otras palabras: estamos ante un salto casi totalmente práctico. Aquellos de vosotros que conozcáis el "Free Turn Pass" de Bruce Cervon veréis que este salto resulta muy similar al que hemos descrito -aunque cada uno haya evolucionado de manera distinta-, con la salvedad de que el paquete inferior se sujeta de forma distinta. Quizás creas conveniente repasar el salto de Cervon mientras estudias éste, ya que te dará una idea acerca de los movimientos relativos de las manos. Como último comentario a este pase, quiero señalar el uso de la primera parte del salto para efectuar una transformación de una carta. Vuelve atrás mentalmente, si no. te importa, a la primera versión que he ofrecido del salto, en la que se hacía pivotar el paquete superior contra la base del dedo meñique. Supongamos que la baraja está cara arriba y que mantienes una separación bajo unas doce cartas más o menos. Lleva la mano derecha a la posición para comenzar el salto y comienza a hacer bascular hacia atrás el paquete superior (no tan atrás como en la fig. 1). Pon a continuación el pulgar izquierdo en la cara del paquete superior y arrastra con-él la carta superior hacia atrás de manera que quede alineada con el paquete inferior.
Mantén la carta en su posición con el pulgar y sigue moviendo hacia atrás la mano derecha haciendo pivotar hacia atrás todas las cartas del paquete superior, salvo la de encima, hasta que sobrepa sen dicha carta. Visto desde el lado derecho, el dorso de la mano derecha oculta toda la acción y parecerá que simplemente has pasado la mano derecha por la cara de la baraja.
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Dependiendo del tamaño de tus manos podrás incluso mantener separados los dedos, o quizás te haga falta juntarlos para que no se vea el paquete superior a través de ellos. Mueve ahora la mano derecha otra vez hacia delante haciendo pivotar el paquete superior de nuevo por donde vino. Cuando éste quede encima de la mitad inferior puedes soltarlo desde esa distan cia y retirar la mano para revelar la transformación. Mejor aún: justo antes de que los paquetes vuelvan a quedar alineados, puedes repetir otra vez lo mismo llevando con el pulgar izquierdo la nueva carta de la cara del paquete superior encima del paquete inferior y moviendo la mano derecha hacia atrás haciendo pivotar el resto de las cartas de la mitad superior hacia atrás, igual que antes. En el movimiento hacia atrás de la mano, el público verá la primera transformación. A continuación, vuelve a mover la mano derecha hacia atrás llevando can el pulgar la siguiente carta superior a la cara del paquete inferior. Puedes seguir haciendo esto deprisa transformando la carta de l a cara de la baraja muchas veces de manera muy rápida. Por supuesto, cuando te apetezca, puedes parar y dejar caer todas las cartas sobre la mitad inferior, manteniendo la separación, pasando a mostrar a continuación la mano derecha vacía para después comenzar de nuevo todo el proceso levantando las cartas por la separación y comenzando una nueva transformación. Yo suelo frotar la cara del paquete inferior con las puntas de los dedos derechos al tiempo que muevo la mano derecha hacia atrás, lo cual casi da la impresión de que la carta cambia cuando la froto. Dos: Esta es una idea que me vino a la cabeza durante una época en que estuve especialmente interesado en las rutinas de juego. Muy a menudo, en el contexto de una rutina en mesa, surge el problema de hacer el salto con la baraja sin tener que recurrir a un salto clásico ó a uno con volteo, ya que ambos resultan bastante incómodos de hacer cuando se está sentado. ("Aún no se ha inventado un salto que
pueda ser ejecutado mediante un movimiento que coincida con algún otro normal en una mesa de juego")" Una de las acciones más normales durante una rutina de juego es repartir manos de cartas, así que me pareció una buena idea hacer el salto durante el reparto. En esencia, se ejecuta un salto tipo Herrmann bajo la cobertura de la carta superior, que repartes o lanzas sobre la mesa. Sujeta la baraja en posición normal de repartir, preocupándote únicamente de ponerla un poco más elevada en la mano, de modo que la esquina inferior izquierda haga presión contra la almohadilla de la base del pulgar. El pase resulta mas fácil si mantienes una separación en la baraja con el meñique izquierdo un poco por debajo de l a mitad del paquete. Empuja la carta superior con el pulgar como si fueses a repartirla normalmente y acerca la mano derecha para tomarla. La posición de l os dedos de la mano derecha es muy importante. La fig. 7 muestra cómo los dedos indice y mayor derechos forman un ángulo recto a la altura de sus primeras articulaciones. Los demás dedos están doblados de forma natural. Este ángulo debe ajustarse per fectamente a la esquina superior derecha de la mitad superior de la baraja por debajo de la carta que vas a repartir. Si ejerces presión sobre este punto con la mano derecha, toda la mitad superior de la baraja quedará firmemente encajada contra la base del pulgar izquierdo. Esto permite que puedas inclinar hacia abajo la mano izquierda abriendo l a baraja por la separación, mientras que la mitad superior permanece en su posición. Dobla a continuación el índice izquierdo bajo la baraja, igual que harías en un salto con volteo normal. Emplea este dedo para inclinar hacia la derecha la mitad inferior de la baraja (fig. _ 8), del mismo modo que lo harías al ejecutar un salto con volteo.
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REVELACIONES,
de Da¡ Vemon (que incluye El.
Erdnase. Editorial Páginas. 199?
EXPERTO EN LA MESA DE JUE GO,
de S.W.
ENGAÑOS DE SALÓN
Este paquete no tardará en entrar en contacto con los dorsos de los dedos derechos curvados. Cuando lo haga, emplea el pulgar izquierdo para sujetar la mitad superior en la horquilla de la mano. Esto te permite ahora relajar la presión de la mano derecha sobre la mitad superior; mueve dicha mano más o menos un par de centímetros a la derecha llevándote la carta superior como si la fueses a repartir con normalidad. Según mueves la mano hacia la derecha, el dedo índice izquierdo sigue empujando la mitad inferior (que estaba apoyada contra los dedos derechos) hacia la derecha. No tardará mucho en sobrepasar la mitad superior; cuando esto ocurra, el paquete superior caerá en la mano izquierda, ya que anteriormente estaba sujeto por la mitad inferior. La mano derecha y la carta superior cubren esta acción (fig. 9). A continuación, simplemente deja caer lo que antes fue el paquete inferior encima del paquete superior original mientras repartes la carta, con lo que quedará completado el salto. He descubierto que la mejor manera de cubrir el pase es llevar otra vez sobre la baraja, con un pequeño movimiento de vaivén, la mano derecha con su carta en el momento en que cae el paquete, para luego repartir la carta lanzándola por encima de la mesa. Claramente, la técnica queda mejor cubierta desde el lado derecho, de forma que girarse hacia la izquierda antes de ejecutar el pase parece una buena idea. Casual y afortunadamente, este giro es una ac-+ ción natural a la hora de repartir cartas, ya que por lo general se reparten desde la izquierda, en el sentido de las agujas del reloj. Aunque he dividido las acciones por pasos para su explicación, el salto puede hacerse con gran rapidez. Por supuesto, puedes retrasar la ejecución del salto hasta el momento oportuno en la secuencia de reparto. Por ejemplo: si quisieras hacerte con los cuatro Ases dando desde abajo en el transcurso de una demostración de póquer (los Ases están desde el comienzo debajo de l a baraja y después de cortar mantienes una separación sobre ellos), puedes dar la primera ronda de cartas manteniendo la separación y
hacer el salto al comienzo del reparto de la segunda ronda. Con ello los Ases volverían de nuevo a la parte inferior de la baraja, y podrías repartírtelos dando desde abajo durante las siguientes cuatro rondas. Otra alternativa sería dar a elegir una carta, controlarla manteniendo una separación encima de ella, y volver cara arriba la carta superior de la baraja para mostrar que -lógicamente- no es la elegida. El salto se realiza en la acción de volver la carta superior otra vez cara abajo. En esta ocasión, en vez de repartir la carta superior, vuélvela cara abajo y déjala caer sobre lo que pasa a ser el medio de la baraja mientras la mitad inferior viene desde abajo a colocarse encima. Con esto, dicha carta habrá quedado perdida por el centro y la carta elegida quedará encima de la baraja. Puedes emplear las mismas acciones para cambiar cuatro Ases, por ejemplo, haciendo el salto solamente con las últimas cuatro cartas cíe la baraja: voltea cara arriba encuna de la baraja los Ases para mostrarlos y realiza el pase durante la acción de volver a voltearlos cara abajo. Tres: Esta sección queda truncada por el reciente descubrimiento de que la última idea que pretendía incluir cuenta con precedentes que hacen innecesario que deba explicarla en detalle. Dicha idea es la sen cilla noción de cubrir un salto clásico en la acción de hacer la florítura del acordeón con la baraja. He descubierto que si se sujeta firmemente la mitad superior uno casi puede olvidarse de que existe y concentrarse sólo en hacer el acordeón con la mitad inferior de la baraja tirando de ella hacia arriba y por encima de la mitad superior según empieza el acordeón. El movimiento es prácticamente invisible y su descubrimiento (por muy obvio que pueda resultar) me dejó gratamente sorprendido, aunque siempre me asombró que nadie hubiera pensado en ello antes. Como es de suponer; resultó que alguien ya lo había hecho, allá por los años 40, publicándolo en THE ROYAL RoAD To CARD MAGIC, aunque en esta obra sólo viene descrito muy brevemente. Nunca he visto a nadie usarlo, y por eso he pensado que no sería del todo malo comentártelo.
Métodos para controlary empalmar Uno:La acción de cuadrar la baraja con giro, dándole una vuelta completa para demostrar que queda cuadrada por todos lados, no ha sido -en mi opinión- suficientemente explorada como medio de ocul tación de maniobras secretas. El primero de los saltos que he mencionado hacía uso de ello, así como también lo hace el siguiente método para empalmar una carta, o varias, del centro de la baraja. Empecemos por lo más básico, que será el control de una sola carta. Ësta se inserta por el centro la baraja (que está en la mano izquierda en posición de repartir) pero se deja sobresaliendo por delante apro ximadamente por la mitad de su longitud. En la acción de cuadrarla con el resto de las cartas, recurre a la vieja artimaña de empujarla sólo por su esquina izquierda, de manera que al introducirse quede en ángulo y sobresaliendo por la esquina inferior ir derecha de la baraja. Encaja el dedo meñique izquierdo entre la esquina derecha de la baraja y la carta sobresaliente, de modo que queden separadas y no puedan cuadrarse accidentalmente (fig. 10). Para convencer al público de que la carta queda realmente cuadrada en el centro de la baraja, utilizo el siguiente ardid (en el caso de que el resto de esta sección no te fuera (le utilidad, creo que al menos esta minucia sí lo será). Al igual que la carta sobresale por la esquina inferior derecha de la baraja, también lo hace ligeramente per la esquina delantera derecha; en este punto, la mano derecha se encuentra todavía encima de la baraja cubriendo esta situación. El meñique derecho entra en contacto con esta pequeña esquina y la empuja hacia dentro con firmeza, de modo que la carta quede apresada contra el meñique izquierdo. A continuación, tira de las cartas hacia arriba con el dedo mayor derecho dejando escapar unas cuantas. Podrás hojear todas las que se encuentran debajo de la carta controlada, y debido a la firme presión del meñique derecho contra dicho naipe, el escape de cartas se interrumpirá en ese punto, impidiendo terminar la manio- bra normalent (fig.1 ).-
Sincroniza el hojeo para que, al llegar a la carta controlada, dejes
de hacer presión con el dedo mayor desplazándolo de nuevo hacia abaj o, con lo que el resto de las cartas simplemente caerá en grupo sobre las hojeadas. Esta sencilla treta, que dura menos de un segundo, es muy convincente, ya que desde delante parecerá que has hojeado toda la baraja mostrando qué la carta elegida ha quedado realmente cuadrada. De cualquier manera, la mano derecha todavía debe encontrarse encima de la baraja con el pulgar sujetándolo por la esquina inferior izquierda y el mayor por la superior izquierda, y con el índice dobla-
do encima de todo. El resto de los dedos se apoyan ligeramente en el extremo exterior de la baraja sin ejercer presión alguna. Ambas manos se mantienen en sus posiciones relativas respecto de la baraja, pero hay que girar los brazos de forma que el lado derecho de la misma apunte hacia el suelo. Aún debes mantener la presión hacia arriba y hacia delante con el dedo meñique izquierdo en la esquina inferior derecha de la carta de forma que el dedo mayor derecho pueda sentir dicha presión por el otro extremo de la carta. Los dedos izquierdos se mantienen donde están, pero el pulgar se mueve un poco hacia la izquierda apartándose del lado de la baraja, lugar al que debes estar mirando directamente. Dobla el dedo índice izquierdo debajo de la baraja. Ahora mantén la mano izquierda absolutamente inmóvíl. Para lo que viene a continuación, te podrá ayudar imaginarte un eje que atraviesa la punta del dedo mayor derecho. Inclina la mano derecha hacia arriba haciéndola bascular sobre dicho eje; la presión del dedo meñique izquierdo sobre la carta controlada debe mantenerla en su sitio mientras que el resto de la baraja se mueve hacia arriba (fig. 12).
Para que esto ocurra, tienes que relajar los dedos anular y meñique derechos. Sigue inclinando la mano derecha hasta que el extremo frontal apunte hacia el suelo y la carta elegida quede en ángulo de noventa grados respecto de la baraja. Aprieta firmemente con el índice izquierdo todavía doblado, contra el fondo de la baraja para impedir que la carta caiga y permitir que el meñique deje de sujetarla. Gira la mano izquierda hacia ti haciéndola pivotar alrededor del dedo índice doblado. Gira la mano hasta que puedas agarrar cómodamente con el pulgar izquierdo el extremo superior del lado de la baraja más cercano a ti y el otro lado con el resto de los dedos (fig. 13). Lleva ahora la palma de la mano derecha contra la carta elegida de forma que la esquina de índice más cercana a ti haga presión contra la base del pulgar. Puedes empujar con el meñique derecho contra la esquina de indice opuesta de forma que la carta quede prácticamente empalmada aunque todavía se encuentre en parte dentro de la baraja. Sólo resta que la mano izquierda continúe girando la baraja hacia fuera desplazándola a la vez un par de centímetros hacia delante para hacer salir la carta empalmada completamente. Deja caer la mano derecha al costado con la carta empalmada al tiempo que vuelves a colocar la baraja en posición de repartir en la mano izquierda. Una buena estratagema que suelo emplear es extender de inmediato la baraja con la mano derecha de forma que la carta empalmada quede oculta bajo l a extensión; esto sugiere que el naipe está realmente perdido en la baraja y a la vez da a la mano derecha algo para hacer ya que, de otro modo, uno siempre se siente algo incómodo con una carta empalmada. A propósito: hay que girar el cuerpo un poco hacia la izquierda de modo que el costado derecho mire hacia el público, ya que el dorso de la mano derecha es el que cubre el pase. Es interesante señalar que en un robo lateral convencional se extrae la carta elegida manteniendo la baraja inmóvil, mientras que.en este caso la carta nunca se mueve, sino que es la baraja la que se aparta de la carta.
El pase no resulta más dificil con varias cartas, incluso si se encuentran repartidas por lugares distintos, por lo que puedes usarlo como control múltiple. Una última idea: si en el momento en el que la carta casi está empalmada en la mano derecha, doblas los dedos, puedes llevar la carta -o cartas- al empalme de Tenkai. Dos: El siguiente pase vale como alternativa para un control múltiple en el que aparentemente tengas que perder varias cartas, por ejemplo cuatro Ases, en lugares diferentes de la baraja. Ten los cuatro Ases cara arriba encirna de la baraja cara abajo en posición de repartir en la mano izquierda. Obtén una separación con el meñique izquierdo sobre -más o menos- las últimas doce cartas de la baraja. Con el pulgar izquierdo, hojea ostensiblemente unas diez cartas por la esquina izquierda de la baraja; levanta estas cartas con la mano derecha de forma que el público vea que sólo son unas cuantas (puedes incluso dejar ver casualmente la cara de la carta inferior del paquete de la mano derecha). Aparenta arrastrar con el pulgar izquierdo el primer As para voltearlo cara abajo sobre las cartas de la
mano izquierda. En realidad, al acercar la mano derecha a la izquierda para arrastrar el As con el pulgar, cuadra por un momento el paquete de la mano derecha con el de la izquierda e inmediatamente levanta con la mano derecha todas las cartas por encima de la separación que obtuviste al principio cerca del fondo de la baraja (fig. 14). Arrastra el As con el pulgar izquierdo mientras alejas la mano derecha y usa el paquete de esta mano para voltear la carta cara abajo sobre el paquete de la mano izquierda. Tienes que girar el cuerpo un poco hacia la izquierda al hacer esto para ocultar mejor el grosor de los paquetes. Todo lo que has hecho ha sido poner el As cerca de la cara de la baraja cuando tu público cree que lo has puesto cerca del dorso. Al reunir los dos paquetes, mantén una separación con el meñique izquierdo encima del primer As. Del mismo modo, aparenta perder el segundo As por debajo del primero hojeando unas veinte cartas con el pulgar izquierdo. Levanta estas cartas (si quieres, puedes volver a enseñar la carta inferior de éste grupo para mostrar una carta distinta).
Al acercar las manos -igual que antes- levanta con la derecha todas las cartas de encima de la separación al tiempo que el pulgar izquierdo arrastra el segundo As, que volteas de idéntico modo (so bre el primer As, realmente). Al juntar ambos paquetes, mantén la separación encima de los dos Ases. Repite el mismo proceso para el tercer As, aparentando perderlo bajo unas treinta cartas, pero que realmente controlas encima de los otros dos. Para el último As, hojea con el pulgar hasta llegar más o menos hasta el lugar de la separación y levanta todas las cartas de encima de la separación. Coloca este último As verdaderamente en este lugar. Aunque los espectadores han visto que colocabas los Ases en cuatro diferentes lugares, todos se encuentran en la parte inferior de la baraja y puedes controlarlos al dorso mediante un salto o un corte. Otra alternativa, más simple aún, es hacerte a ti mismo cuatro forzares por hojeo: desde la misma posición de partida (con una separación cerca del final de la baraja, como antes) hojea unas diez cartas con el pulgar izquierdo pero, en lugar de levantarlas y luego robar las cartas de encima de la separación corno expliqué antes, si mplemente levanta todas las cartas de encima de la separación original y coloca directamente el As cerca de la parte inferior de la baraja; haz lo mismo con los otros tres aparentando perder cada uno más abaj o en el paquete. Por este método, habrás controlado de nuevo las cuatro cartas sin que el hecho sea evidente. A veces empleo la primera variante con los dos primeros Ases, y después, cansado ya de robar el paquete cada vez, la segunda variante con el tercero. Una última opción es tener los Ases sobre la mesa o que alguna persona los sujete, mantener una separación cerca del final de la baraja, pero esta vez extender unas cuantas cartas en lugar de hojearlas. Para el primer As, extiende unas diez cartas y después levanta todo el bloque de encima de la separación por debajo de la extensión. Tendrásque girar otra vez el cuerpo un poco hacia la izquierda para ocultar el grosor. junta ambos paquetes y mantén la separación. Extiende unas
cuantas cartas más para el segundo As, y unas más para el tercero; el cuarto, lo colocas verdaderamente en la separación, igual que antes. Tres: A continuación describiré un modo de devolver cartas empalmadas encima de la baraja. Muchas veces pasamos por alto esta maniobra y acabamos realizándola torpemente y de. manera obvia. Aunque el procedimiento que voy a explicar quizás sea innecesariamente complicado, al menos supone una alternativa. Tienes empalmadas en la mano derecha, a la manera convencional, las cartas que vas a devolver. Toma la baraja --que hasta el momento has sujetado en la mano izquierda- con la mano derecha en posición de cortar. La mano izquierda te quedará libre para cortar más o menos la mitad de las cartas desde abajo y llevarlas al dorso de la baraja; en otras palabras: haces el primer movimiento de un doble corte normal pese a las cartas que ocultas empalmadas en la mano derecha. Una vez que queda establecida esta acción de cortar, vas a aparentar hacer un nuevo corte con la mano izquierda pero, en realidad, estiras los dedos izquierdos por debajo de la baraja hasta hacer que toquen el lado derecho del grupo de cartas empalmadas. Haz presión con el dedo meñique contra la cara de este paquete a la vez que separas un poco las cartas de la palma de la mano con los otros dedos para poder apoyarlos sobre el dorso del paquete (fig. 15). De esta forma las cartas empalmadas quedarán apresadas del mismo modo en que queda la mitad superior de la baraja en un salto normal, entre el meñique por un lado y los restantes dedos por el otro. Ahora haces lo que esencialmente es un corte falso mediante un salto tirando rápidamente de las cartas empalmadas con los dedos de la mano izquierda, pasándolas por debajo del paquete y llevándolas a la posición de dar en la mano izquierda; sin pausa alguna, mueve la mano izquierda hacia la izquierda mostrando las cartas que -aparentemente- acabas de cortar del fondo dula baraja, y llévalas al dorso (fig. 16). La acción se lleva a cabo tan rápidamente que nadie podrá distinguir el grosor del paquete, por lo cual el hecho de qué sólo contiene unas pocas cartas siempre pasa desapercibido.
Cuatro: Presento aquí algo que según creo es una nueva posición para empalmar cartas. Lo llamaba el empalme TAG, que era un ingenioso acrónimo para una frase que he olvidado completamente. Gordon Bean sugirió que lo llamase "empalme doblado"; resulta bastante divertido, ya que se trata exactamente de eso. Primero explicaré la posición básica de empalme y luego comentaré sus aplicaciones. Toma una carta y colócala en la mano izquierda aproximadamente en la posición del empalme del tahúr, de manera que la esquina su-
perior i zquierda quede apresada en la horca del pulgar y los dedos curvados por el lado derecho de la carta. Esta posición representa un excelente empalme en manos expertas, pero a mí siempre me ha dado cierto miedo utilizarla ya que si uno no inclina hacia sí la mano lo suficiente, el público puede ver la carta y si, por el contrario, uno la inclina demasiado, la esquina inferior sobresale por debajo de la mano. Una solución sencilla para este problema es tomar dicha esquina delatora y doblarla hacia dentro de la mano. Por el momento, simplemente toma con la mano derecha la problemática esquina y dóblala de forma que el centro de la carta se combe hacia fuera. Si ahora empujas dicha esquina hacia dentro, po drás encajarla entre las bases de los dedos anular y meñique. Verás que la carta queda en un ángulo diagonal y que, a pesar de estar firmemente doblada, no se produce daño irreparable alguno. No estires los dedos, como te verás tentado a hacerla primera vez; dóblalos, en cambio, de manera natural en torno al lado derecho de la carta (fig. 17). Ahora puedes inclinar la mano hacia ti todo lo que desees sin miedo a que se vea esquina alguna.
Esto parece quizás ir demasiado lejos para algo que podría evitarse tomando el tiempo necesario para dominarlos ángulos del empalme del tahúr normal, pero, sin embargo, hay otras ventajas, razón por la que en la actualidad empleo esta técnica casi exclusivamente en sustitución del empalme del tahúr. Una vez aprendida la posición, verás que resulta mucho más fácil colocar la carta si se encaja primero el extremo inferior. Con una carta sujeta en la mano izquierda, los dedos pueden fácilmente llevar la esquina inferior derecha entre las bases de los dedos anular y meñique. A continuación puedes doblar la carta empujando hacia abajo con el dedo índice situado encima del extremo superior, estirando acto seguido el pulgar de forma que pueda apresar adecuadamente la esquina superior izquierda. Todo este) puede hacerse con bastante rapidez, y de hecho es el método que empleo cuando hace falta guardar una carta en el bolsillo y sacarla de inmediato empalmada (en el juego de "La carta misteriosa" -The Mystery Card- de Larry Jennings o, por ejemplo, en varias de las rutinas del Capítulo Dos). Es en el momento de sacar la carta del bolsillo en el empalme del tahúr cuando casi siempre se ve la dichosa esquina sobresalir por debajo. Para empalmar una o varias cartas del fondo de la baraja en esta posición, recomiendo lo siguiente: si quieres empalmar tres cartas obtén una separación por encima de las tres últimas cartas; toma la baraja con la mano derecha manteniendo la separación con el pulgar; en la acción de volver a colocar la baraja en la mano izquierda, encaja la esquina inferior derecha de las cartas separadas directamente entre las bases de los dedos anular y meñique, en preparación para el empalme. Sujeta el resto de la baraja relajadamente en la mano izquierda (aunque deberá quedar un poco más adelantado de lo normal en la mano, de modo que quede alineado con las tres cartas inferiores); mantendrás la separación justo con las bases de los dos dedos mencionados (fig. 18). Con la baraja en esta posición, puedes dejarla caer toda en cascada salvo las tres últimas cartas, además de sujetar el conjunto abriendo relajadamente la mano izquierda: parecerá imposible que puedas mantener una separación.
Cuando vayas a empalmar las cartas, empuja hacia dentro con el índice izquierdo sobre el extremo exterior de la baraja; eso hará que las cartas separadas se comben hacia ti; como estas cartas están enca jadas en su posición, no podrán desplazarse hacia abajo y, por tanto, quedarán dobladas en la posición adecuada para el empalme. Esta acción levantará de manera muy conveniente el extremo interior de la baraja de forma que puedas meter los dedos de la mano derecha debajo -con el pulgar por encima- para sujetarla (fig. 19). Cuando la mano derecha se aleja con la baraja, el pulgar izquierdo hace presión sobre la esquina superior izquierda de las cartas empalmadas para evitar que se disparen hacia delante y para llevarlas a la posición adecuada al tiempo que inclinas la mano hacia ti. Es interesante destacar que si se tiene una carta en el empalme clásico y se tensan los dedos en torno a los lados de la carta, la mano adquiere una postura poco natural, mientras que gracias al ángulo dia gonal de este empalme, incluso si doblas firmemente los dedos en torno al l ado derecho de la carta, la mano parece bastante relajada. Se puede utilizar una técnica similar para empalmar una carta de un paquete pequeño. Supón que has empleado durante una rutina una
carta de más junto a cuatro Ases y que ésta te ha quedado encima del paquete de cinco cartas; sujetándolo cara abajo en la mano izquierda, colócalo de forma que su esquina inferior derecha quede en la posición correcta para el empalme. Lleva el pulgar a la esquina superior izquierda del paquete y vuelve la mano palma abajo; al hacerlo, des. liza el pulgar hacia la palma presionando sobre la carta superior y combándola. - Toma el resto de las cartas con la mano derecha por el extremo exterior (fig. 20), para lo cual hace falta que hayas doblado suficientemente
la carta superior para que no se vea; esta carta debe quedar en la mano izquierda en una posición muy parecida al empalme que he descrito. Sólo hace falta un pequeño ajuste para asegurarse de que queda perfectamente en la posición del empalme. Puedes usar el mismo pase para empalmar la carta superior de una doble en lugar de utilizar el empalme de Hugard, por ejemplo. Posiblemente mi aplicación favorita para este empalme sea la transformación de una carta. Sujeta una carta doble cara abajo en la mano izquierda. Gira el cuerpo hacia la derecha y mantén la carta a la altu ra del pecho con el dorso de la mano hacia los espectadores, a pesar de lo cual deben poder ver parte de la cara del naipe. Empalma la carta superior de la doble como se ha descrito (como muestra la fig. 20), encajando ambas cartas entre las bases de los dedos anular y meñique, empujando la superior hacia abajo, y combándola en posición de empalme mientras la mano derecha se lleva la carta visible sujetándola por el extremo superior. Esta vez, sin embargo, tienes que mantener los dedos izquierdos estirados y no curvados, como es normal; de este modo parecerá imposible que haya una carta oculta tras ellos. Fijate en la posición de la mano derecha en la fig. 20: los dedos quedan sobre la cara de la carta y el pulgar sobre el dorso. Esto es importante. A continuación desliza la carta de la mano derecha hacia abajo, esta vez por detrás del dorso de la que ocultas (antes tiraste de la carta hacia arriba lo justo para sacarla separándola de la empalmada). Los lados de las dos cartas deben quedar más o menos alineados. Desliza la carta de la mano derecha hasta que su extremo superior quede alineado con el de la carta empalmada, pero de manera que su parte inferior pueda verse sobresalir por debajo de la mano (fig. 21). Poniendo las puntas de los dedos indice y meñique derechos encima de los bordes superiores de ambas cartas te asegurarás de que éstas quedan perfectamente cuadradas por su extremo superior (de manera similar a lo que ocurre en el pase Larreverse, si es que conoces esta técnica).
Encoge un poco los dedos izquierdos ejerciendo presión sobre los lados de ambas cartas y cerciorándote de que quedan cuadradas empujándolas contra la base del pulgar izquierdo. Sujeta ambas cartas con la mano derecha y tira de ellas sacándolas de la mano izquierda (la carta empalmada se desdobla en el- acto de extraer la doble). Parecerá que la carta cambia visiblemente al atravesar la mano. Como la carta ahora visible ha permanecido salvajemente doblada durante bastante tiempo, conviene combar un poco con la mano derecha ambas cartas a lo largo de su eje longitudinal una vez separa das de la mano izquierda; con ello evitarás que la carta visible se doble separándose de la otra, como de hecho tiene tendencia a hacer. Sobre cambios de cartas Uno: Pocos cambios de cartas se ven en la actualidad distintos del enfile o el doble volteo, lo cual es una pena, ya que la, técnica del cambio puede conseguir excelentes efectos. Los dos cambios que ofrezco
a continuación requieren el uso de una mesa o de cualquier otra superficie donde apoyarse. Habrás notado a lo largo del libro mi preferencia por el cambio milagroso (Miracle Change) para cambiar de forma engañosa y convincente una carta por otra que ocultas tras ella formando una doble. La necesidad de la carta doble es la única pega de esta técnica, ya que uno no siempre se encuentra en esta situación tan ventajosa. Sin embargo, usando el borde de la mesa se puede realizar un cambio muy si milar e igualmente engañoso con una sola carta. La carta que vas a cambiar debe estar cara arriba encima de la mesa a unos centímetros del borde y en ángulo de cuarenta y cinco grados respecto a él. Oculta la carta por la que la vas a cambiar, cara abajo en la mano derecha en cualquier empalme que te resulte cómodo, aunque yo prefiero alguno como el lateral. Apoya la mano cerca del bordillo, a la derecha de la carta que vas a cambiar, y aprieta secretamente la carta empalmada contra ese bordillo sujetándola con el pulgar por el extremo superior. Esta es la razón por la que un empalme lateral (o cualquiera del tipo Tenkai) es particularmente adecuado, ya que te permite deslizar el pulgar con bastante facilidad sobre el dorso de la carta para apretarla contra el borde de la mesa. Mientras empujas la carta con el pulgar, puedes ayudarte con los otros dedos para inclinar la carta en el ángulo correcto, que también debe ser de cuarenta y cinco grados respecto del bordillo (fig. 22). Ahora puedes mover la ruano derecha con libertad deslizándola a lo largo del borde de la mesa sin que se vea la carta. A estas alturas te habrás dado cuenta de la necesidad de contar con una mesa de gro sor considerable, ya que de lo contrario es casi imposible pinzar una carta de esta forma. Cuando llegue el momento de realizar el cambio, desliza la mano derecha hasta una posición en la que los dedos toquen naturalmente el borde del extremo interior de la carta cara araba. Si tienes problemas para ello, posiblemente será porque la carta está demasiado alejadá del bordillo. La carta que ocultas debe quedar justo en línea con la carta sobre la mesa.
Apoya los dedos sobre la carta que está cara arriba y arrástrala hacia el borde de la mesa; el canto de la mano y el meñique derechos tienen que estar constantemente en contacto con la superficie de la mesa para cubrir el movimiento que viene a continuación. Cuando la carta cara arriba llegue justo al bordillo de la mesa, su esquina inferior sin índice casi debe tocar la esquina superior sin índice de la carta que ocultas. Junta los dedos pulgar e indice arrastrando a la vez con ambos sus respectivas cartas y haciendo que la carta encima de la mesa se doble. La carta que sujetas con el pulgar debe quedar un poco por debajo y a la derecha de la otra para que no se vea desde el frente (fig. 23). Haz rodar la mano derecha hacia delante sobre el canto de la mano y el meñique, levantando la carta cara arriba casi completamente y arrastrando al mismo tiempo la otra carta tras ella. De nuevo hago hin capié en la necesidad de que la carta oculta quede un poco por debajo y a la derecha, de manera que aunque no estén cuadradas la carta que ocultas no se vea (la parte que no queda oculta detrás de la carta cara arriba, le¡ está detrás de la mano y del borde de la mesa, como se ve en la fig. 23).
Cuando casi hayas levantado ambas cartas de la mesa, mueve la mano derecha hacia delante volviéndola dorso al público; al mismo tiempo, empuja hacia la izquierda con el pulgar la carta que ocultas mientras que arrastras hacia la palma con los otros dedos la carta originalmente cara arriba (fig. 24). El pase termina de la misma manera que el cambio milagroso, con la carta nueva cara abajo sobre la mesa y la otra en el empalme de Tenkai de la mano derecha. De igual modo, esté cambio puede realizarse en la acción de volver cara arriba una carta que esté cara abajo. No
hará falta decir que en este caso la carta que ocultas debe estar empalmada cara arriba. Por ejemplo: puedes poner cara abajo sobre la mesa, a la izquierda, como una predicción, la carta gemela de la que tienes empalmada, un espectador puede repartir cartas cara arriba sobre la mesa parándose cuando le plazca y repartiendo la última cara abajo. En la acción de volver esta carta cara arriba, puedes cambiarla por la empalmada al mismo tiempo que con la mano izquierda vuelves cara arriba tu predicción para mostrar la coincidencia. El volver las cartas con ambas manos al mismo tiempo hace que este cambio sea muy engañoso. Si alguna vez has practicado con un servantell para cartas, este cambio es particularmente adecuado. En un inusual arrebato de erudición, puedo ofrecerte incluso algunas referencias por si deseases estudiar más a fondo este concepto: Marlo tiene un artículo en los números 8 y 9 de New Tops (Vol. 14) en el que analiza una versión del "Hung Card" del Dr. James Nuzzi. Esta referencia y el capítulo en el que descubrí el servante de cartas, están incluidos en THE GENE MA7.E CARD BOOK, de Richard Kaufman, libro que desafortunadamente, y según tengo entendido, se encuentra agotado. Dos. Lo que viene a continuación es una secuencia de dos cambios que se complementan estupendamente uno a otro. La secuencia emplea el empalme lateral y lo que se puede denominar "empalme la teral bajo", que ea esencialmente el empalme lateral hecho un poco más abajo en la mano; en otras palabras: en lugar de sujetar la carta entre las bases de los dedos mayor y anular y apoyar una esquina en la punta del mayor, se sujeta entre las bases de los dedos anular y meñique apoyando una esquina sobre la punta del anular.
12.
En inglés Card shelf. El autor se refiere agtü a un pequeño cargador-servante de cartas
que se suele fabricar de cartulina y va pegado al borde de la mEsa con cinta adhesiva de doble cara, blu-tac, etc. (N. del T)
-
El cambio es especialmente adecuado para cambiar varias cartas -cuatro, por ejemplo-, supondremos que queremos cambiar cuatro cartas rojas por cuatro negras. Las cuatro rojas se encuentran en un montón sobre la mesa y las cuatro negras cara abajo en el empalme lateral de la mano derecha. Toma las cartas rojas con la mano izquierda palma hacia abajo y vuelve a continuación la mano palma arriba de modo que queden dorso arriba en posición de repartir. Acerca la mano derecha para tomar las cartas; estira el pulgar derecho hasta alcanzar la esquina infenQr iz-
quierda del paquete de cartas negras que tienes empalmado en la mano derecha (estira un poco los demás dedos para que te resulte más fácil). Sincroniza esta acción de modo que el pulgar alcance la esquina justo cuando las cartas empalmadas queden encima de las de la mano izquierda (.fig. 25). Asegurándote de que los lados izquierdos de ambos paquetes queden casi cuadrados, toma las cartas de la mano izquierda con los dedos mayor y pulgar derechos (el otro grupo sigue empalmado en la mano derecha). Si lo sincronizas correctamente, parecerá que los dorsos de las cartas siempre quedan a la vista (los dorsos de las cartas empalmadas parecen ser los de las cartas de la mano izquierda). Como las cartas negras todavía están en posición de empalme, aunque ambos paquetes están más o menos cuadrados por el lado izquierdo, habrá una separación entre ellos de aproximadamente un centímetro por el lado derecho (esto queda cubierto por la mano derecha). Esta separación te permite deslizar el meñique derecho por debajo del grupo inferior de cartas -las rojas- apresándolas entre la base del meñique y la del anular. Estas cartas quedan casi en la posición de empalme lateral bajo, lo cual te permite soltar el paquete inferior de cartas con el pulgar derecho para levantar un poco las cartas negras (fig. 26). En este momento acerca la mano izquierda y sujeta el paquete superior por el lado izquierdo con el pulgar por debajo y los dedos por encima (fig. 27). 9 Sigue levantándolas hasta extenderlas entre las manos, como si estuvieses examinando tu jugada durante una partida. Las cartas que cambiaste permanecen ocultas en la mano derecha, apresadas entre los dedos anular y meñique. Con algo de práctica y algunos ajustes podrás llevarlas directamente a la posición de empalme lateral bajo de forma que la punta del anular las sujete con firmeza 1 . contra las bases de los dedos anular y meñique. Para terminar, puedes dejar las cartas cara arriba sobre la mesa con la mano izquierda para mostrar el cambio.
ENGALYOS DE SALON
Para volver a cambiarlas, recógelas con la mano izquierda, vuélvelas dorso arriba y sujétalas por el lado izquierdo con el pulgar por encima y los dedos por debajo (el otro grupo de cartas sigue empal mado en la mano derecha). Coloca las cartas de la mano izquierda en la derecha, encajando el extremo exterior del paquete en la posición del empalme lateral entre los dedos mayor y anular derechos (durante esta acción inclina las cartas un poco hacia el público para que puedan seguir viendo sus dorsos, fig. 28). . Apoya el pulgar derecho en el extremo interior para mantener la inclinación del paquete y poder alejar la mano izquierda. Verás que si sueltas la sujeción del pulgar derecho, las cartas caerán a una posición horizontal desde la cual las podrás llevar sin problema al empalme lateral curvando ligeramente el dedo mayor. Hazlo a la vez que estiras un poco el dedo anular y sueltas las cartas que están en el empalme lateral bajo (fig. 29). De nuevo, hace falta sincronizar correctamente esta acción, pero, si lo consigues, obtendrás un efecto muy fuerte de retención visual de los dorsos de las cartas (parecerá que las sueltas con el pulgar derecho dejándolas caer directamente sobre la mesa). Para dar una pequeña aceleración a la técnica y ayudar así a que l as cartas caigan mejor desde el empalme lateral bajo, puedes lanzarlas sobre la mesa con la mano derecha en el momento de realizar el cambio. Una pequeña variante consiste en sujetar con la mano izquierda las cartas que vas a cambiar abiertas un poco en extensión hacia la derecha. A continuación, toma con la mano derecha las cartas, todavía en extensión, entre los dedos mayor y anular apoyando el borde del extremo interior de la extensión contra el pulgar derecho, de forma que queden ligeramente inclinadas para que -como antes- el público pueda verlas (fig. 30). Cuádralas con la mano izquierda, cierra la extensión empujando hacia la derecha y, cuando las cartas queden _ cuadradas, ejecuta el cambio. Esta secuencia justifica mejor el paso del paquete de una mano a otra.
Falsas dadas La dada de abajo
Esta dada presenta dos tipos básicos: el método por empuje, en el que los dedos de la mano izquierda empujan de algún modo la carta inferior hacia fuera, y el método por arrastre, que consiste sencillamente en arrastrar la carta inferior con la mano derecha sin mediar preparación alguna. El primero tiene la ventaja de que se consigue una toma li mpia, además de permitir la dada a una mano -imposible con el segundo método-, aunque el movimiento de los dedos izquierdos en la acción de empujar la carta hacia fuera a veces delata la maniobra. Por ser los míos unos dedos especialmente largos, y tras comprobar que el movimiento de empuje era demasiado ostensible en mis manos, acabé por preferir el método por arrastre. No obstante, siempre me molestó , no poder realizar algunas de las dadas que permitía el método por empuje, ademas de que, en algunas ocasiones en que se manejan cartas muy usadas o viejas, hay riesgo de arrastrar más de un naipe.
Resolví encontrar una solución a este problema, y el fruto es la dada que ahora uso siempre; con ello no quiero decir que sea mejor que otras, sino simplemente que la encuentro más apropiada para mis manos. La premisa básica es que en lugar de empujar la carta inferior hacia delante, se tira hacia atrás del resto de la baraja. La dada resulta mucho más fácil con la mitad de la baraja, así que te recomiendo intentarla de esta forma primero. Sujeta las cartas en la mano izquierda mediante una presión diagonal ejercida con la punta del dedo índice sobre la esquina superior derecha contra la esquina inferior izquierda de la baraja, que queda encajada en el hueco de la palma de la mano a la altura de la base del pulgar (fig. 31). Dobla un poco el dedo índice alrededor de la esquina superior derecha ya que, además de ejercer presión diagonal por ahora, ayudará a tirar de la baraja hacia la izquierda durante de la dada. Hay una ten dencia a apretar las cartas demasiado fuerte para evitar que se escurran. Lo cierto es que así será más fácil que las cartas resbalen; lo único que hace falta es sujetarlas ligeramente.
Si inclinas la mano hacia fuera y hacia abajo, al menos por el momento, verás que basta con sujetarlas ya que la gravedad hace todo lo demás. Los demás dedos no sujetan las cartas, sino que se colocan comodamente bajo ellas de forma que las puntas sobresalgan por el lado derecho. Los dedos no quedan doblados en tomo al lado derecho, sino más bien estirados. Este detalle es importante, y se puede observar en la fig. 31 (por alguna razón la dada me suele resultar más sencilla si las cartas tienen una combadura longitudinal, por lo cual a veces las aprieto en este momento para crear una concavidad hacia la palma de la mano que curve los bordes de las cartas hacia arriba; para esto, claro está, es necesario cerrar los dedos alrededor de la baraja, pero después hay que volver a estirarlos). El dedo mayor -que debe permanecer totalmente estirado- hace presión hacia arriba cerca de la esquina superior derecha, sobre la carta inferior. En mis manos, este dedo toca la carta justo en la primera articulación bajo la punta, aunque imagino que esto dependerá del tamaño de tu mano. Lo que es vital, no obstante, es que el dedo se mantenga completamente estirado. Mientras empujas hacia arriba sobre la carta con el mayor, separa los dedos índice y mayor como si abrieses unas tijeras: encoge el dedo índice hacia la izquierda alejándolo del mayor y llevándote con él toda la baraja. La presión del dedo mayor sobre las cartas de la parte inferior de la baraja debe ser la 'suficiente para que la carta inferior no se vea arrastrada hacia la izquierda por el índice, pero sí para que permanezca apoyada sobre el mayor, que estiras hacia la derecha todo lo posible (las figs. 32 y 33 muestran vistas desde abajo). Hasta que domines este movimiento poco natural, quizás necesites ayudarte con la mano derecha separando la carta de la baraja antes de estirar los dedos. No hace falta decir que tendrás que deshacerte de este hábito tan pronto como puedas. Aunque en la descripción se detallan varios tipos de presión sobre diferentes ¡Juntos, vuelvo a insistir en que la dada se basa en una sujeción ligera.
Supongo que te llevará tiempo llegar a dominarla, pero una vez que hayas comprendido la idea de la dada verás que podrás mover el naipe inferior sin emplear apenas fuerza; ya se ha comentado que la fuerza de gravedad ejercerá la presión necesaria sobre la carta inferior gracias a todas las cartas del resto dula baraja que empujan hacia abajo sobre ella. Para realizar una dada limpia, sólo hace falta que la carta sobre" salga aproximadamente medio centímetro, pero con esta técnica podrías hacerla sobresalir incluso casi un par de centímetros.
Al dar, empuja la carta superior de la baraja con el pulgar izquierdo cuando la carta inferior sobresalga, con lo cual ésta quedará cubierta. A continuación, toma la carta con el mayor derecho y repártela al tiempo que tiras hacia atrás de la carta superior con el pulgar derecho. Igualmente, podrías repartir las cartas tomándolas desde arriba por sus extremos con la mano derecha (fig. 34); toca con el pulgar el extremo interior de la carta y con los dedos el otro extremo (resulta una dada muy engañosa que se puede ejecutar lentamente). Incluso podrias hacer una dada a una mano con un movimiento acentuado de la mano izquierda hacia la derecha para propulsar la carta (en este caso tendrías que apartar los dedos izquierdos para no obstaculizar la salida de la misma). Estas dos últimas dadas serían imposibles sin alguna clase de empuje, pero en este caso se_ consiguen sin que haga falta encoger los dedos izquierdos, que es lo que normalmente delata este tipo de dadas desde abajo. A medida que vayas dominando la dada, podrás añadir más cartas hasta que llegues a usar cómodamente toda la baraja. Dicho esto, no obstante, siempre hago lo posible por construir todas las rutinas en que uso la dada de debajo de manera que sólo tenga que emplear la mitad de la baraja o menos cartas (creo que Gene Maze también recomienda lo mismo).
La dada del centro
De todo el tiempo que he pasado practicando técnicas, creo que la mayor parte lo destiné al intento de dominar la tan dificil dada del centro. He utilizado el verbo en pasado a propósito, ya que hace unos tres años más o menos, cuando por primera vez sentia que empezaba por fin a dominarla, me di cuenta de que era prácticamente inútil y dejé de hacerla (para quien se interese, diré que acabé por reconocer que la mejor técnica era la ausencia de ella: tomar la baraja en cualquier sujeción cómoda para repartir, mantener una separación con el meñique izquierdo en el centro de la baraja, y repartir cartas de encima hasta que haga falta una carta del centro, momento en que se extrae l a carta de encima de la separación con el dedo mayor derecho. Simplemente es cuestión de, practicar hasta conseguirlo. Para los verdaderamente incansables de entre mis lectores: se puede probar a combar las cartas hacia abajo --haciendo un poco de presión sobre los lados- de manera que quede un puente en la ba raja; se insertan cuatro o cinco cartas cara arriba por distintos lugares del centro, y se reparten dichas cartas desde sus respectivas posiciones; debes sentir -al tacto- con los dedos de la mano izquierda las pequeñas separaciones naturales en el momento en que la mano derecha se acerca para repartir). Sin embargo, no es éste el objeto de esta sección; sí lo es, en cambio, enseñarte la, técnica -muchísimo más sencilla- que hizo que decidiese olvidarme de la dada del centro por ser a la vez más sencilla y mucho más impresionante a los ojos de los espectadores. Cuatro cartas -por ejemplo, cuatro Ases- se pierden en distintos lugares del centro de la baraja y se reparten directamente desde estas posiciones. La manera de conseguirlo consiste en una pequeña variante de un método de Martin Nash. Según tengo entendido, Marlo (no podía ser otro), también ideó otra versión,-con la cual la mía tiene gran parecido. Sin embargo, es necesario incluir aquí una descripción bastante prolija de la técnica, ya que en ella se basa gran parte de una rutina incluida en el Capítulo Cuatro.
Inserta los cuatro Ases en cuatro lugares distintos del centro de la baraja dejando que sobresalgan por la mitad de su longitud. Al empujar para cuadrarlos con el resto de las cartas, haz presión sobre la esquina superior izquierda de forma que sobresalgan por la esquina inferior derecha de la baraja (esta técnica es la misma que se emplea en el control explicado anteriormente; consulta la fig. 10 para mayor información). Si te convenció mi exposición acerca de los méritos de la sutileza por hojeo que mencioné entonces, puedes emplearla aquí también. Sujeta la baraja con la mano derecha en posición de cortar, con el pulgar en el extremo interior y el dedo mayor en la esquina superior izquierda; dobla el dedo índice derecho sobre el dorso de la baraja y apoya el resto de los dedos en el extremo exterior (fig. 35). Estira el dedo mayor izquierdo hasta tocar el extremo exterior de los cuatro Ases que sobresalen por el lado derecho (quizás tengas que apartar un poco los dedos anular y meñique derechos para ello).
A continuación, tira de los Ases con el dedo mayor hacia la derecha haciéndolos pivotar sobre el pulgar derecho, de forma que las esquinas superiores derechas queden en el lado derecho de la baraja y l os Ases se coloquen paralelos con el resto de la baraja; continúa tirancío con el dedo mayor en la misma dirección por espacio de un centímetro más o menos y saca los Ases aún más. En este punto, introduce el extremo interior de los Ases en la baraja empujando con los dedos anular y meñique izquierdos, lo cual acentuará su ángulo de inclinación; al mismo tiempo, empuja hacia abajo y hacia ti con él mayor, de forma que los Ases queden encajados en ángulo dentro de la baraja y con respecto a ella (fig. 3b). Este proceso que parece tan complicado, es en realidad bastante sencillo y sirve únicamente para orientar los Ases en la posición adecuada. En el caco de que las esquinas de las cuatro cartas se vean sobresaliendo por delante de la baraja, puedes doblar el dedo indice en torno al extremo exterior de la baraja para ocultarlas. Toda la maniobra puede hacerse con el pretexto de cuadrar las cartas. ' Imprime un bisel a las cartas de la parte superior de la baraja para que adopten el mismo ángulo que los Ases y así los oculten. En esta posición, el dedo mayor izquierdo actúa como tope controlando los Ases para que no se pierdan y, al mismo tiempo, como
sujeción principal de la baraja, de modo que puedas bajar un poco los dedos anular y meñique cuando repartas las cartas. Reparte cartas de encima de la baraja hasta que necesites una de las del centro; en ese momento, introduce el dedo mayor derecho entre los dedos mayor y anular izquierdos haciendo que entre en contacto con la cara del últi mo As. Como éste ya sobresale de la baraja, no es necesario ningún empuje: el dedo mayor simplemente extrae la carta hacia la derecha . al tiempo que los dedos anular y meñique izquierdos bajan un poco para no obstaculizar la extracción; mientras, el pulgar izquierdo, tras empujar hacia la derecha la carta superior como si fuese a ser repartida, tira hacia atrás de ésta alineándola con la baraja. En el caso de que coloques los Ases (o las cartas que necesites) en la parte superior de la baraja y tengas que repartir varias manos, es posible que repartas todas las cartas de encima de los Ases antes de repartir el último As; en este caso tendrás que recurrir a una dada en segunda. Por esta, y por otras razones, es una buena idea poder repartir desde varias partes de la baraja con la misma sujeción. La dada en segunda
Incluyo este pequeño comentario no tanto por mi deseo de explicar esta extraña dada como por el de presentar un estudio más o menos completo de las falsas dadas. De hecho, normalmente uso una dada en segunda por empuje como la de Vernon, pero voy a presentarte una dada en segunda alternativa que sólo me atreveria a utilizar en las situaciones más divertidas. Sujeta la baraja en la mano izquierda con los cuatro dedos apoyados contra el lado derecho de modo que sus puntas queden más o menos niveladas con el borde derecho de la carta superior (te habrás dado cuenta ya de cómo yo mismo me contradigo respecto a lo que acabo de decir unos párrafos más arriba). Si aprietas las cartas con los dedos haciendo que se comben hacia abajo y hacia la palma por el eje longitudinal, y si bajas las puntas de los dedos una fracción de centímetro, las cartas saltarán por résorte hacia la derecha; cuando esto se
controla con la mano derecha, este fenómeno adquiere el nombre de '`Extensión por resorte" de LePaul (LePaul Spread). Sin embargo, en este contexto, sólo vas a permitir que una carta salte hacia la derecha. No saltará demasiado, ya que tienes el dedo pulgar apoyado encima de la baraja alineando todas las cartas y controlando el resorte. Verás que si miras la baraja desde arriba, parecerá que todas las cartas están cuadradas; sin embargo, mirando desde abajo, ~e verá que la carta superior sobresale hacia la derecha más o menos medio centí metro debido a que estás apretando el resto de las cartas hacia la izquierda y combándolas. Quizás te resulte más sencillo empezar con la mitad de la baraja solamente, ya que combarla entera ejerciendo control sobre las cartas al mismo tiempo no es fácil. Si dejas que la segunda carta por arriba salte hacia la derecha por resorte, también sobresaldrá hacia la derecha -visto desde abajo-, aunque este hacho no se apreciará mirando la baraja desde arriba. De esta manera, puedes tocar la cara de la segunda carta con el dedo mayor derecho y repartirla extrayéndola hacia la derecha (fig. 37) mientras dejas la carta superior en su sitio.
Deja queda siguiente carta salte por resorte del mismo modo para poder así volver a dar la segunda carta. Vista desde arriba, esta técnica resulta bastante extraña, ya que se extrae la segunda sin aparentemente empujar la carta de encima. Será divertido si alguna vez te decides a mostrar esto durante una discu sión con algún compañero mago sobre tu habilidad para dar en segunda por arrastre sin mover la carta superior. Sobre la mezcla falsa Esta fue una de las primeras técnicas que inventé cuando empecé en la magia con aquel amigo del colegio, allá por los catorce años. En esa época no teníamos acceso a libros de magia, lo cual hace que sea bastante asombroso que mientras inventábamos burdas variantes de la carta corrida u otras cosas sin importancia, se me ocurriese esta mezcla. Parte de la idea de torcer las cartas vino de mi buen amigo Ben Cotterell, al que tristemente no he visto desde hace muchos años. La técnica imita las acciones de una mezcla por hojeo con cascada en las manos; en otras palabras: es importante que sepas hacer esta mezcla normalmente antes de intentar la variante falsa; mucha gente hace la mezcla por hojeo en mesa sin problemas pero no se atreve a realizarla en las manos por miedo a que las cartas se le caigan durante el hojeo. Para estas personas incluyo la siguiente breve descripción. Toma la baraja en posición de cortar con la mano derechha,'con el pulgar en el extremo interior y los dedos por el exterior; los dedos deben apoyar sus falanges centrales contra el extremo exterior, quedando sus puntas dobladas debajo de la baraja, mientras el dedo índice se apoya sobre el dorso de la misma. Haciendo presión hacia abajo con el índice podrás sujetarla entre el índice y el resto de los dedos y apartar el pulgar del extremo en el que se apoyaba. Esto te permite hojear desde abajo con el pulgar más o menos la mitad de la baraja sin que las cartas caigan al suelo. Toma esta sección que acabas de hojear con la mano izquierda en la misma posición en la que sujetas las cartas de la derecha; para ello, hará falta que introduzcas el índice izquierdo en-
tre las cartas hojeadas y el resto de la baraja, llevando los demás dedos por debajo de esta sección y alrededor del extremo izquierdo de forma que puedas sujetar este grupo de cartas igual que lo hace la mano derecha (fig. 38). Al apartar la mano derecha hacia la derecha, puedes empujar con los dedos de esta mano el extremo derecho del grupo de cartas de la mano izquierda hacia arriba y hacia el pulgar izquierdo, que debe estar estirado; sujeta con este dedo el extremo derecho de las cartas de modo que queden sujetas en la misma posición que las cartas de la mano derecha.
Hojea simultáneamente ambos paquetes dejando escapar cartas desde los pulgares intercalando unas con otras. Tias la mezcla, ambos pulgares quedarán apoyados sobre los dorsos de las cartas en el lugar en que se solapan unas con otras. En esta situación, lleva el dedo índice de cada mano junto a los demás de manera que los cuatro dedos queden encogidos por debajo de los extremos de la baraja a ambos lados. Si haces presión firmemente con la punta de los dedos contra las caras de los paquetes y mantienes la presión desde arriba con los pulgares, puedes acercar las manos combando las cartas arqueándolas
hacia arriba en el lugar en que se encuentran intercaladas; las presiones contrarias harán que, por el momento, las cartas no caigan en cascada ni se desimbriquen por arriba. Cuando más o menos formen el arco de una parábola, relaja la presión de los dedos sobre las caras de las cartas, pero sigue manteniendo cierta presión sobre los dorsos con los pulgares para evitar que se separen en este punto; hecho correctamente, esto hará que las cartas caigan en cascada (fig. 39) formando al final un montón más o menos irregular. Pido disculpas al lector experto por lo tedioso de la explicación, pero de verdad pienso que sin una total comprensión de la técnica normal no será posible entender la mezcla falsa. Ésta comienza como la verdadera, mezclando por hojeo ambas mitades en el aire. Deja que caigan primero unas cuantas cartas de la mitad de la m..^.no derecha y al final, unas cuantas de la mitad de la iz quierda encima de todo. Arquea las cartas como si fueses a hacerlas caer en cascada, pero mantén a ambos lados la presión de los dedos encogidos contra sus caras para que haya cascada. Imagina ahora que sujetas un cubo Rubik. Gira el lado izquierdo del cubo hacia ti y el derecho hacia fuera (para aquellos que en su niñez se vieron privados de un cubo Rubik, imaginad que sujetáis un frasco de mermelada cuya tapa queréis desenroscar). Torciendo las cartas de este modo, empujarás su extremo izquierdo hacia arriba y el derecho hacia abajo. Los extremos de ambos paquetes, sin embargo, tienen que seguir todavía paralelos uno al otro y también respecto de las posiciones en que empezaron (fig. 40). Para comprobar que las manos se encuentran en la posición correcta, acércalas de manera que las cartas se arqueen más todavía; deberías poder tocar la primera articulación del meñique izquierdo con la primera del índice derecho. Separa ahora las manos un poco, pero sigue imaginando que mantienes presión entre el índice derecho y el meñique izquierdo. Relaja la presión que ejerces desde abajo con ¡Os dedos y deja que las cartas caigan en cascada (quizás tengas que separar las manos un poco más si ves que se resisten a caer).
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Las cartas de la mano izquierda deben caer hacia delante y las de la derecha hacia atrás (fig. 41). Al final de la cascada, ambas porciones deben estar separadas más o menos un par de centímetros, pero todavía en paralelo. Como esta técnica es difícil de explicar, si todavía tienes problemas para hacer que las cartas te obedezcan, te ofrezco esta explicación alternativa: espero que me disculpes si te pido que coloques la mitad superior de tu cuerpo en una posición un tanto incómoda. Cuando tengas las cartas intercaladas y arqueadas, en lugar de intentar torcer las dos mitades, pega las manos a tu estómago y extiende los codos de forma que sobresalgan a los costados; ambos antebrazos quedan
paralelos al suelo (aproximadamente en la posición en que un principiante coloca los brazos al hacer una cuenta Elmsley). Imagínate un eje que fuese desde el codo, por el antebrazo, a través de las cartas, el otro antebrazo y hasta el otro codo. Gira ahora la muñeca izquierda, en torno a este eje imaginario, unos cuantos grados en el sentido opuesto al de las agujas del reloj ( mientras tanto, sigues manteniendo la presión) y gira la mano dere cha a la altura de la muñeca unos grados en el sentido de las agujas del reloj. El resultado será que las cartas quedarán torcidas formando un ángulo inclinado respecto a ti, pero los extremos que sujetas con las manos tienen que seguir todavia paralelos uno respecto al otro. Relaja ahora desde abajo la presión de los dedos y las cartas caerán en cascada pero, según nuestro objetivo, la porción. de la izquierda quedará desplazada hacia delante y la de la derecha hacia atrás. Si has entendido lo que acabo de explicar, no tardarás mucho en dominar la mezcla. Como ya he mencionado, una vez que llegue ese momento, no hace falta que mantengas los brazos en una posición tan inapropiada. Coloca las manos delante del cuerpo tal y como las pondrías durante una mezcla por hojeo normal; sólo hará falta que tuerzas las muñecas un poco nada más.
Suponiendo que has conseguido que las cartas te obedezcan en tu deseo de separarlas, la mezcla continúa como sigue: sujeta con la mano derecha toda la baraja (imbricada en dos mitades) con el pulgar por encima y los dedos por debajo, lo que permite que puedas apartar la mano izquierda un poco. Gira la mano derecha llevando el extremo izquierdo de las cartas hacia ti y el dorso de la mano hacia los espectadores. Pon las cartas en la mano izquierda -obviamente siguen imbricadas- más o menos en la posición de repartir. Inmediatamente, cambia la sujeción de la mano derecha colocándola encima de la baraja en posición de cortar, con los dedos en el extremo exterior y el pulgar en el interior, de manera que ocultes el hecho de que la mitad de las cartas sobresale por el lado derecho. Ahora puedes cuadrar un poco las cartas con la mano izquierda pasando el pulgar y los dedos por los lados del conjunto -pulgar por el lado izquierdo, y. dedos por el derecho-, de forma que queden dos mitades bien diferenciadas y alineadas, pero todavía separadas, al menos, un centímetro. Me gustaría hacer hincapié ahora en la extirpación de las cartas desde esta posición; es una técnica que será empleada en un efecto incluido más adelante, y que debería aparentar un mero corte desde abajo. Desliza la mano derecha -todavía encima de la baraja en posición de cortar- hacia la izquierda, de modo que el pulgar quede en la esquina interior izquierda de las cartas de la mitad izquierda y el del!lo mayor en la esquina exterior izquierda, con el índice doblado encima del conjunto. De esta manera, la mano derecha quedará sujetando con firmeza únicamente las cartas que sobresalen hacia la izquierda. Al mismo tiempo, por debajo de la mano derecha los dedos de la mano izquierda cambian su posición de forma que el índice quede lo _ más a la derecha posible en el extremo exterior de la mitad que sobresale hacia la derecha, y el meñique lo más a la derecha posible del extremo interior de esa misma mitad. Estos dos dedos sujetan por arribos extremos esta sección y no tocan las cartas de la sección izquierda, de la cual se ocupa la mano derecha.
Gira la mano derecha hacia fuera, empezando el giro desde el pulgar, extirpando las cartas durante la acción y haciendo pivotar esta sección en tomo al índice izquierdo (fig. 42). Al mismo tiempo, gira la mano izquierda hacia fuera empezando el giro desde el meñique haciendo que las cartas se separen extirpándolas. Según se van sepa_ rando, mueve la mano izquierda un poco hacia dentro y la desecha hacia fuera hasta que las cartas se separen completamente; la mano derecha ha dado cobertura al movimiento, con lo cual el hecho de que las cartas se separan no será obvio. Lleva la mano izquierda por debajo de la sección de la mano derecha y alrededor de ésta, y coloca sus cartas encima de las de la mano derecha, igual que si las hubieses cortado desde la parte inferior de la baraja, como en un doble corte normal. Cuando consigas con confianza y seguridad que las cartas no se enganchen, podrás hacer la extirpación con bastante rapidez. De nuevo, el secreto reside en una sujeción ligera que permita que el aire atrapado entre las cartas facilite la extracción. De igual modo, se pue-
de realizar la extirpación dejando las cartas de la mano derecha sobre la mesa y poniendo luego las de la izquierda sobre ellas, imitando las acciones de un corte normal en mesa. Yo empleo el mismo procedimiento para controlar cuatro cartas devueltas en diferentes lugares de la baraja; si haces que sobresalgan por el lado derecho en la acción de cuadrarlas con el resto, puedes su jetarlas y extirparlas de la misma manera; a continuación las pones encima de la baraja como si hubieses realizado un simple corte; las manos se desplazan con la rapidez suficiente como para que no se note el pequeño grosor del paquete. Merece la pena mencionar que tuve la suerte de conocer a Eric Anderson en América hace un par de años y que él usa una mezcla similar, aunque la forma de extirpar las cartas es totalmente distinta. Los dos estuvimos de acuerdo en que ambas mezclas fueron inventadas independientemente, pero debo admitir que Eric publicó la suya primero. Estoy seguro de que no le importará que yo ofrezca aquí mi versión, completa con la maniobra de extirpación alternativa. Personalmente, considero que la mía es más adecuada para mi estilo, aunque quizás encuentres que la suya es más apropiada para ti. En realidad, ambas técnicas provienen de otras anteriores; creo, por ejemplo, que Max Katz empleaba un procedimiento similar para separar las cartas durante la cascada posterior a una mezcla faro. Y dicho esto, volvamos a nuestros asientos para comenzar la rsegunda parte y proseguir con nuestra presentación de efectos, cometido mucho más serio que la mera explicación (le técnicas insignificantes.
CUATRO '
que contiene algunas prácticas deshonestas
No es fácil intentar convencer a un público culto e inteligente de que lo que haces con una baraja de cartas es magia; cuando la gente contempla cualquier forma de mentalismo, siempre queda la posibi lidad de que alguna parte del cerebro considere que se trata de una auténtica lectura de pensamiento, aunque es más probable que -al menos después de cierta reflexión- se acabe por aceptar que lo que se ha visto era un simple truco. Sin embargo, hacer que una carta elegida y devuelta al centro de la baraja aparezca encima de la misma, normalmente no será atribuido al poder de espíritus demoníacos invocados por el mago, ni a que la carta se haya desmaterializado para trasladarse en estado atómico al dorso de la baraja. Todo lo cual, por consiguiente, ha hecho que me preocupe a menudo acerca de cómo presentar tales efectos. En la mayoría de las ocasiones, sugerir que lo que ocurre es verdadera magia me parece cuanto menos ridículo, y frases convencionales del tipo cuando chasqueo los dedos, la carta sube, siempre me han parecido insoportablemente condescendientes. Una de las formas de solucionar este problema es presentar el efecto con cierto aire de ironía, dejando bien claro para el público que
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aunque chasquees los dedos para hacer que la carta suba magicamente, tú no crees ni por un momento lo que dices y, por tanto, tampoco tiene por qué hacerlo tu público. Otra salida posible es sencillamente no hacer referencia a ningún tipo de comportamiento mágico, sino más bien proseguir con el juego dejando que piensen lo que quieran. Otra alternativa que realmente evita el problema por completo, puede ser hablar de los métodos con que los tahúres hacen trampas durante una partida. Aunque el juego de la "Carta ambiciosa» no tiene relación alguna con los métodos de los tramposos, puede ser presentado fácilmente de esta manera si se explica que, si un jugador quisiera asegurarse de conseguir siempre una carta concreta, tendría que controlarla de forma que, aun habiendo quedado perdida por el centro, el tramposo pudiese llevarla al dorso de la baraja. Sin revelar ningún método, se deja bien claro que el fenómeno que se presenta es atribuible a la pura habilidad del ejecutante, lo cual es un concepto mucho más digerible y creíble para algunos públicos. Permíteme que recalque que no estoy sugiriendo que debas adoptar este tipo de presentación; gran parte del encanto y asombro de muchos efectos mágicos se perdería dando esta clase de explicaciones mundanas. Simplemente sugiero que hay ocasiones en las que presentar efectos de esta forma puede ser más adecuado; quizá un público compuesto por ebrios y revoltosos jóvenes (del tipo que yo era propenso a encontrar durante mi "educación superior en la universidad, y que no te dejaba con ninguna duda respecto a sus opiniones sobre los juegos de cartas) sería mucho más receptivo a los mismos efectos, si fueran presentados de una manera que aparentase revelar los métodos de los tahúres. A esto se añade mi propia fascinación por las técnicas de la mesa de juego, cosa que me lleva a incluir la siguiente colección de efectos de esta naturaleza. Una rutina de juego Parece apropiado comenzar con una rutina completa que presento para demostrar los métodos del submundo del juego, siempre que
se den las circunstancias adecuadas y un interés aparente por parte del público. Quizás incluso el lector que no esté convencido de la eficacia de las rutinas de juego pueda obtener algo de ésta, ya que en ella se emplea un principio automático que puede ser útil en otros contextos. E l efecto consiste en que el ejecutante localiza y se reparte los cuatro Ases varias veces por medio de mezclas clasificadoras y falsas dadas. Para terminar, las cartas quedan ordenadas numéricamente a pesar de haberse visto completamente mezcladas momentos antes. Esta última parte es quizás la de mayor interés, y es la que se basa en el principio matemático que expondré más adelante. La baraja comienza ordenada numéricamente y por palos alternados por colores, salvo los cuatro Ases que se colocan en el dorso. En otras palabras: los cuarto Ases superiores de la baraja van seguidos de todas las cartas de un palo -el de Picas, por ejemplo- ordenadas del Dos al Rey; a éste le sigue otro palo de distinto color ordenado del Dos al Rey (Corazones, por ejemplo), y a continuación los de Tréboles y Diamantes, también ordenados de la misma manera. Conviene destacar que no es difícil llegar a esta posición partiendo de una baraja recién abierta (un detalle útil a tener en cuenta). Al principio conviene mezclar en falso la baraja unas cuantas veces para dar a entender que no hay ordenación previa alguna. La secuencia de la localización de Ases emplea un procedimientç-to de corte de lo más simple; eso no es razón para que sea pasado por alto. Coloca una carta con esquina doblada en la posición inferior de la baraja de modo que al cortar quede en el centro y señale la posición de los cuatro Ases. Desde luego, vale otro tipo cualquiera de carta guía -tipo breather crimp o esquina corta- aunque casi no hace falta recurrir a métodos tan sofisticados; yo sencillamente doblo la esquina izquierda dé la car ta inferior con el pulgar derecho en la acción de cuadrar la baraja por encima con la mano derecha; este doblez se puede hacer y deshacer , rápidamente y puede verse y localizarse corr facilidad. Sin embargo, cuando se lleva por corte al centro de la baraja, basta con una leve pre-
sión sobre las cartas superior e inferior para apretar las cartas y aplanar la esquina doblada volviéndola casi invisible. Tras cortar, deja la baraja sobre la mesa con el lado de la esquina doblada hacia ti y localiza el primer As simplemente cortando por dicha esquina. Deja el As aparte y vuelve a poner encima la mitad superior de la baraja, centrando así la carta con la esquina doblada y marcando la situación de los tres Ases restantes. En este punto, merece la pena tomar la baraja y aplicar presión sobre las cartas del modo indicado para mostrar la baraja por todos lados enseñando que no hay marcas, ni cartas sobresalientes, que no hay cartas dobladas, y todo eso. Vuelve a colocar la baraja sobre la mesa y corta por el segundo As de la misma manera. Recompón de nuevo la baraja y encuentra el tercer As idénticamente. Tras dejar aparte el tercer As, coloca sin embargo la parte inferior de la baraja sobre la superior que acabas de cortar para llevar la carta con la esquina doblada a la posición inferior y el último As a la superior. Mezcla despreocupadamente de esta forma (mientras, explica cómo caria vez es más difícil encontrar los Ases, ya que van quedando menos, o alguna otra tontería de este tipo): sujeta las cartas en posición de mezcla por arrastre en las manos, pela una a una varias cartas desde el dorso de la baraja (no importa cuántas: entre cinco y diez es lo ideal). Suelta el resto encima de forma que. las cartas que pelaste queden debajo de la carta con la esquina doblada. Corta la baraja más o menos por la mitad para llevar la carta guía de nuevo al centro. Vuelve a dejar el conjunto sobré la mesa y al cortar por la esquina doblada para localizar el último As encontrarás una carta indiferente. Probablemente será un Siete o un Ocho (de Picas, si ordenaste las cartas en la secuencia que sugerí), dependiendo de cuántas cartas hayas pelado. Tras el desconcierto inicial, explica que dicha carta es la famosa carta indicadora cuyo valor marca la posición del último As. Toma la mitad inferior y deja la carta indicadora cara abajo encima ella, en la posición en la que estaba, cuenta cartas cara abajo sobre la mesa
desde ese punto y detente en el número indicado. Por supuesto, debido a que al principio ordenaste los naipes, la carta indicadora señala en realidad cuántas pelaste: si es un Siete, significa que invertiste el orden de siete cartas durante la mezcla y que, por lo tanto, el As es ahora la séptima carta; si es un Ocho, significa que pelaste ocho, etc. Si cuentas cartas cara abajo hasta totalizar el número indicado, la última será el As. Al mismo tiempo habrás vuelto a invertir el orden de las cartas que has contado, con lo cual quedarán de nuevo en su secuencia original. Coloca las cartas que has repartido encima de la mitad inferior, y después todo este paquete encima de la otra mitad. A pesar de haber localizado los cuatro Ases por medio de cortes, el resto de la baraja permanece aún en orden numérico y la carta con la esquina doblada en la posición inferior de la'baraja. A continuación explicaré cuatro métodos mediante los cuales podrás controlar los Ases para dártelos en tu propia jugada; empezaremos con una mezcla clasificadora (verás que puedes sustituir los métodos que explico por otros cualesquiera, siempre y cuando no alteren el orden de las cartas). La técnica consiste en pelar naipes según el procedimiento de una mezcla en las manos ordinaria, aunque si conoces otro método para ordenar jugadas para cinco jugadores sin cambiar el orden del resto de la baraja valdía también. Para esta mezcla en las manos hace falta llevar los cuatro Ases debajo de la baraja: puedes ponerlos ahí directamente, o colocarlos en la posición superior y bajarlos mediante un doble corte. Desde esta posición, los irás colocando en las posiciones necesarias con una mezcla en las manos durante la que pelarás cartas una a una desde el dorso de la baraja y, en el momento apropiado, harás un doble arrastre (significa que arrastrarás al mismo tiempo las cartas superior e inferior de la baraja). El orden del procedimiento es este: al principio, arrastra con el pulgar izquierdo cuatro cartas desde la posición superior, una a una, igual que en una mezcla normal; cuando vayas a arrastrar la quinta, presiona con los dedos izquierdos contra la carta inferior de la baraja
-un As- y arrástrala al mismo tiempo que el pulgar izquierdo pela la carta superior; este es el arrastre doble (fig. 1). A continuación pela con el pulgar tres cartas más una a una; después haz otro doble arrastre llevándote de la parte inferior de la baraja con los dedos izquierdos el siguiente As al tiempo que pelas la carta superior; después pela otras tres y haz otro doble arrastre; por último, otras tres más y otro doble arrastre. Cuando ejecuto la mezcla, pienso en la secuencia de esta manera: "uno, dos, tres, cuatro; arrastro, dos, tres, cuatro; arrastro, dos, tres, cuatro; arrastro, dos, tres, cuatro; arrastro". Después, suelta el resto de las cartas encima, de manera que la carta con la esquina doblada caiga sobre el conjunto de cartas que has pelado. Yo realizo todo el procedimiento lentamente para no cometer equivocaciones. En mi presentación explico que coloco las cartas mientras las mezclo, así que no me preocupo si la mezcla parece de masiado "calculada". Durante unapartida, por supuesto, ni siquiera miraría las cartas, pero a pesar de eso aún seria capaz de calcular y contar el número de naipes que hay que mezclar para ordenar la jugada.
Mientras dices esto, corta la baraja por la esquina doblada (todavía sujetas las cartas en posición de mezcla en las manos) y pela una a una encima cíe las demás todas las que están debajo de la esquina doblada, volviendo así a invertir su orden y colocándolas de nuevo en el dorso. No hace falta mucha concentración para esto (puede hacerse bastante deprisa); sin embargo, al hablar de cálculos y cuentas con cartas, la idea que se transmite es que lo que se está llevando a cabo exige gran destreza mental. En este punto, las cartas deben estar en su orden numérico original a excepción de los Ases, que deben haber quedado dispersos de tal manera que se encuentre uno cada cinco cartas a partir de la posición superior de la baraja; la carta con la esquina doblada debe quedar cíe nuevo como carta inferior de la baraja. Reparte cinco cartas y quedate con la quinta. A medida que te vas repartiendo la quinta carta de cada ronda, voltéala para mostrar que se trata de un As. Al darte el , cuarto As, deja de repartir; cada jugador tendrá cuatro cartas. Recoge ahora las cuatro manos (que repartiste de izquierda a derecha, según el procedimiento habitual en una partida) de derecha a izquierda, dé forma que el paquete que está más a la derecha quede sobre el que está a su lado (izquierda); pon el nuevo paquete encima del que está al lado (izquierda) y, por último, encima del restante; col oca el conjunto así formado en la parte inferior de la baraja, debajo de la carta con la esquina doblada. Habrás notado que estas dieciséis cartas que acabas de recoger ya no están en el mismo orden que antes; no tiene importancia, de momento. Explica que el procedimiento de clasificación es algo anticuado y burdo, y que una manera mucho mejor de hacer trampas es dar en fal
so. Di: Por ejemplo, supongamos que hubiese ocultado secretamente los cuatro Ases en mi mano izquierda (coloca los Ases en una posición similar a la del empalme del tahúr en la mano izquierda); entonces, tras haber cortado la baraja, podría haber añadido secretamente las cartas debajo de la baraja. Corta la baraja más o menos por la mitad (o pide a alguien que lo haga) y, al llevar la porción cortada a la mano izquierda, añade de-
bajo los cuatro Ases claramente. Ahora, al dar las cartas, puedo repartir los Ases desde. la parte inferior de la baraja. Diciéndolo, reparte de nuevo cinco manos de cartas y, en la quinta de cada ronda -que es la tuya- da una carta de abajo. La rutina exige que tu dada de abajo sea aceptable; antes expliqué el método que yo empleo, pero si tú ya has practicado una técnica que te venga mejor, obviamente debes emplearla. Reparte cuatro manos, de manera que caigan los cuatro Ases en tu mano gracias a la dada de abajo. Mediante tu explicación acerca de cómo se cortan las cartas para luego añadir otras secretamente, te las habrás ingeniado para realizar las dadas de abajo sólo con la mitad de la baraja; es considerablemente mucho más sencillo. Deja caer las cartas que te han quedado en la mano tras el reparto encima de la otra mitad que - está en la mesa; muestra los cuatro Ases, recoge las otras cuatro manos igual que antes -de derecha a izquierda-, y colócalas debajo de la baraja. Quedan ahora treinta y dos cartas, en distinto orden, bajo la esquina doblada. (A propósito, en lugar de poner los Ases abiertamente en la mano izquierda como indiqué antes, quizás prefieras devolverlos a la baraja y empalmarlos secretamente; después puedes revelar que están en la mano izquierda y continuar con el resto de la fase de la misma forma). Continúa la demostración diciendo que, a pesar de que la dada de abajo es muy buena, no valdría en presencia de jugadores avezados, ya que al dar un corte completo a la baraja, los Ases quedarían en el centro; por esta razón fue inventada la dada del centro. Mientras lo explicas, corta la baraja por la esquina doblada llevando esta carta otra vez abajo. Coloca los cuatro Ases en distintos lugares del centro de la baraja, pero déjalos sobresaliendo; el As más cercano a la cara de la baraja, no debe tener menos de dieciséis cartas por debajo, ni el más cercano al dorso debe tener menos de dieciséis -más o menos- por encima. Déjalos sobresaliendo por la mitad de su longitud, voltea las cartas cara arriba y extiende la baraja sobre la mesa para mostrar que los Ases han quedado en posiciones aleatorias en el centro de la baraja.
Extiéndela hasta llegar al último As, punto en el que detienes la extensión dejando las últimas cartas juntas en bloque, ocultando así el hecho de que todavía están ordenadas numéricamente. Sin embar go, a los ojos de los espectadores el resto de las cartas parecerá aleatoriamente mezclado gracias a que fue reordenado durante las dos primeras demostraciones. Menciona este hecho sin atraer demasiada atención diciendo: Verán que los Ases han quedado dispuestos al azar en el
centro de la baraja; no hay un numero determinado de cartas entre ellos, ni están colocados junto a cartas concretas, ni tampoco el resto de los naipes está ordenado de manera que pueda darme una pista sobre la posición de los Ases. Así, aun llamando la atención principalmente sobre los Ases, habrás dejado claro que las cartas no tienen un orden concreto. Recoge las cartas dejando los Ases sobresalientes, mientras explicas que calcularás aproximadamente en qué posición quedan para así repartirlos directamente desde dichas posiciones. Vuelve la baraja cara abajo y aparenta cuadrar los Ases con el resto de las cartas; en realidad, empújalos en diagonal a través de la baraja de modo que sobresalgan por el lado derecho; repártelos directamente desde sus respectivas posiciones -de nuevo en la quinta carta de cada rondautilizando el método de Martin Nash para la dada central (expliqué mi pequeña variante de esta técnica en el Intermedio de este libro; si decidiste no estudiar esta sección, la técnica consiste básicamente en extraer las cartas del centro cuando las necesites). Al repartir de este modo, los Ases llegarán siempre a tu mano -ese es el objetivo de esta demostración-, pero lo que es aún más importante: las restantes dieciséis cartas que forman las otras cuatro manos son las mismas dieciséis cartas que repartiste durante la demostración de la mezcla clasificadora; al recogerlas de derecha a izquierda como antes, quedarán de nuevo en su orden numérico original. En mi opinión, esto es cierta-mente notable. Colócalas debajo de la baraja, bajo la esquina doblada. La última demostración emplea las siguientes -dieciséis cartas que están desordenadas y que se encuentran en el dorso; por supuesto, restablecerás su orden original. Para esta fase, explico que vas haber
demostrado las formas más conocidas en que se puede hacer trampas en una partida, mostraré cómo pueden combinarse estos conceptos dentro de una única técnica infalible. Ahora volverá a parecer que insertas los Ases en distintos lugares de la baraja, pero no será verdad: hojea cuatro cartas con el pulgar izquierdo y coloca bajo ellas el primer As; hojea otras cuatro e introduce el siguiente As en esa posición; inserta los dos últimos del mismo modo, intercalando cuatro cartas entre uno y otro. A estas alturas, el público debería estar habituado al hecho de que las cartas se introducen por distintas partes del centro de la baraja; por ello no considerará la posibilidad de que los estés colocando en posiciones específicas; de hecho, al insertarlos cada cuatro cartas, habrá un As cada cinco cartas, con lo cual te quedarán en el orden correcto para repartírtelos. Por sí sola, esta demostración no tendría ningún sentido, pero creo que dentro de la rutina se vuelve muy potente. Cuadra a continuación los Ases con mucho cuidado y mezcla en falso para hacer imposible que pueda tabular aproximadamente ninguna posición, explicas. Por último, reparte las cartas muy claramente. Los Ases quedarán en tu mano y las otras dieciséis cartas que habrás repartido a los cuatro jugadores i maginarios en su orden numérico original. Coloca también estas cartas debajo de la baraja y corta otra vez por la esquina doblada, llevando asi todas las cartas a su posición de partida. Para terminar, muestra el orden numérico de la baraja; el sistema que explico a continuación aporta mayor dramatismo al efecto que la si mple extensión de la baraja. Menciona que a los demás jugadores les puede resultar sospechoso que los Ases siempre lleguen a tu mano; por ello es una buena idea controlar también otras cartas; mezclando unas cuantas veces en falso, comenta que es posible controlar una o dos cartas además de los Ases mediante cálculos aproximativos y mezclas clasificadoras; por ejemplo: si tuvieses en tu mano el As de Picas, podría ser útil tener, otra carta del mismo palo. Termina de mezclar en falso y voltea la carta superior de la baraja para mostrar que has controlado otra carta de Picas (el Dos, de hecho). Voltea a continuación el Tres, seguido del Cuatro, y después reparte todas las cartas de Picas
incrementando gradualmente la velocidad durante el proceso. Por último, y para demostrar que puede controlarse cualquier carta, extiende las cartas restantes para enseñar que también has ordenado todas las demás cartas de la baraja. A algunos lectores les puede resultar interesante el principio matemático subyacente. Si pasamos por alto los Ases, la realidad es que se dan cuatro montones de cartas en cada demostración cuyo orden se va transformando progresivamente. Al repartir estas cartas una última vez, se restablece su orden original. Esto puede parecer bastante obvio si uno se para a pensarlo; ciertamente la idea no es nueva. El principio también funciona con nueve cartas repartidas en tres montones de tres cartas, o con veinticinco repartidas en cinco montones de cinco o, por extensión, con cualquier número de cartas de raíz cuadrada exacta repartido en montones equivalentes a su raíz. De hecho, solía hacer esta rutina con seis fases en lugar de cuatro, ya que sin contar los cuatro Ases quedan en la baraja cuarenta y ocho cartas, que es igual que tres veces dieciséis; así no hacía falta emplear una carta con esquina doblada, ya que el orden de toda la baraja cambiaba a lo largo de tres demostraciones; esto permitía extenderla sobre la mesa controlando al mismo tiempo el primer grupo de cartas en el dorso de la baraja. Aunque es una forma bonita de emplear este principio, hacer seis demostraciones acabó por parecerme bastante tedioso, aunque quizás tú seas capaz de encontrar material suficientemente interesante para que no sea así.
A continuación viene una rutina algo más ligera en la que se localizan los cuatro Ases mediante cortes de manera progresivamente más dificil. Tras este efecto suelo hacer un juego de Stephen Minch que he cambiado un poco. Para ofrecer una descripción completa -y ya que ambos efectos se complementan tan bien- he decidido incluir una breve explicación de este último, aunque debo dejar claro que es casi completamente idea del señor Minch.
Una rutina más ligera
Como preparación, extrae de la baraja los cuatro Ases y dos cartas altas de puntos del mismo color. Supongamos que son los dos Ochos negros. Coloca uno de los Ases en la octava posición a partir del dorso. Si empleases un par de Nueves, colocarías el As en la novena posición, o en la séptima si usases Sietes, etc. Coloca después uno de los Ochos en el dorso de la baraja y encima de él los restantes tres Ases. Da la vuelta a la última carta, el otro Ocho, y ponla en la posición inferior de la baraja (probablemente sea mejor llevar a cabo la preparación de antemano, pero tampoco resulta muy dificil hacerlo secretamente; es todo cuestión de localizar los Ases y un par de cartas gemelas, hojear el número concreto de cartas, hacer un corte deslizante para llevar un As a la posición adecuada, y hacer un medio salto con la caria inferior). En la rutina se emplea la carta vuelta del fondo de la baraja a modo de guía. Dicha carta tiene la ventaja de ser indetectable incluso tras un examen concienzudo del paquete y (al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, con el "breather crimp") basta colocarla de nuevo cara abajo en su posición original para eliminar la separación natural. Corta la baraja por su mitad para llevar el montaje y la carta guía al centro. Te debería resultar sencillo cortar por la carta guía de manera que quede como carta inferior del paquete que cortas, quedando al mismo tiempo un As encima del paquete inferior. Con ciertas barajas parece que la separación natural hace que la carta guía vuelta quede sobre el paquete inferior, lo cual es claramente inapropiado. Si te ocurre esto, deshaz el corte, coloca la carta inferior en el mismo sentido que el resto y lleva el montaje al dorso de la baraja. Ahora arquea hacia abajo la baraja ejerciendo presión a lolargo del eje longitudinal, apretando sobre los lados. Si ahora volteas la carta inferior, verás que no tienes problemas al cortar la baraja por la separación natural. Tras haber bregado con las cartas hasta conseguir qué se comporten como deseas, y haber colocado el montaje en el dorso y la carta guía vuelta en la cara, ya estás preparado para comenzar la rutina.
Puedes mezclar la baraja a la americana manteniendo las doce cartas superiores -más o menos- y la carta inferior. Corta para llevar la carta guía al centro. Si lo deseas, pide a un espectador que comprue be que las cartas están perfectametne cuadradas y que no hay protuberancias de ningún tipo. Mientras explicas lo imposible que resultaría cortar por un As, examina la baraja muy atentamente, como si cíe verdad estuvieras analizando las posibilidades; corta a continuación por la separación natural y muestra el primer As. Recompón la baraja de forma que la carta guía vuelva a quedar en el centro. Comenta que a pesar de lo impresionante de esta demostración de habilidad, un escrutinio tan atento de la baraja resultaría sospechoso en una partida real. Por tal razón se puede practicar también con los ojos vendados. Saca un pañuelo y átatelo alrededor de la cabeza a modo de venda. Pide de nuevo que un espectador verifique que las cartas están cuadradas y vuelve a cortar por la separación natural. Resulta igual de fácil cortar sin mirar, pero si no estás seguro, siempre puedes dar un vistazo por la parte inferior de la venda. Muestra el segundo As y recompón la baraja, esta vez al revés, de modo que la carta guía quede debajo de la baraja y el tercer As en el dorso. Menciona que has confiado en el sentido del tacto para localizar el segundo As. Explica que pudiera ser que te encontrases jugando una partida cn algún lugar muy frío, o llevando unos guantes, lo que dis minuiría tu sensibilidad al tacto, por lo cual se podría practicar también sin la ayuda del tacto ni de la vista. Para ello, toma la baraja, colócala en posición de repartir en la mano izquierda y cúbrela con el pañuelo (que a estas alturas ya deberías haberte quitado de los ojos). Señala que cubierta de esta manera, no sólo no puedes ver las cartas, sino que es prácticamente imposible utilizar el tacto con un mínimo de precisión. Durante este charla, voltea secretamente toda la baraja bajo el pañuelo. Aparta el pañuelo y vuelve a dejar la baraja sobre la mesa (ahora las cartas están todas cara arriba excepto la carta superior, condición que el público desconoce). Cubre la baraja de nuevo encima de la mesa y, si quieres, pide otra vez a una
espectador que compruebe a través del pañuelo que las cartas están cuadradas. Ël mismo se dará cuenta de lo difícil que resulta utilizar el tacto a través de la tela. Concentrándote en la baraja, acerca a ella la mano derecha como si fueses a cortar. En realidad, levanta su lado exterior deslizando los dedos un poco por debajo de ella. El lado más cercano a ti, en cambio, debe permanecer en contacto con la mesa. A continuación levanta con el pulgar más o menos la mitad de la baraja. Según vas levantando la mano derecha, voltea la mitad inferior con los dedos que deslizaste por debajo; de esta manera se dará la vuelta la mitad inferior pivotando sobre el lado más cercano a ti y cayendo cara abajo sobre la mesa. La fig. 2 muestra esta acción. Continúa alejando la mano derecha hacia arriba llevándote la mitad superior de la baraja; no se habrá visto nada de lo ocurrido bajo el pañuelo, y simplemente habrá parecido que cortabas.
Tras dejar sobre la mesa y hacia la derecha la mitad superior y apartar el pañuelo, vuelve el As que está encima de la mitad inferior y déjalo aparte. Coloca la mitad superior (todas las cartas siguen invertidas salvo la primera) sobre la mitad inferior. Para el último As, explica que a pesar de que no miraste ni palpaste la baraja, quizás hayan podido apreciar la forma en que te concentrabas; eso resultaría sospechoso en una partida con jugadores expertos. Para encontrar el último As, pues, repetirás el procedimiento empleando el pañuelo para neutralizar los sentidos de la vista y el tacto, pero también recitarás una poesía al mismo tiempo, haciendo así imposible que puedas concentrarte en las cartas. Yo recito la primera estrofa de "The Destruction of Senaccherib" de Lord Byron (por eso antes llamado a esta rutina "The Wolf on the Fold"), pero la decisión es tuya. Por última vez, cubre las cartas sobre la mesa con el pañuelo y haz que un miembro del público las cuadre. En realidad, debido a que las dos mitades están invertidas una respecto a otra, habrá una separación natural muy grande que podrás localizar fácilmente a pesar del grosor de la tela, pero a estas alturas tu asistente cuadrará las cartas de forma rutinaria y no percibirá tal condición. Corta por esta separación natural y vuelve a poner a la derecha la mitad superior junto con el pañuelo. Vuelve la carta superior de la mitad inferior y muestra el Ocho, lo cual, aparentemente, es un error. Aparta el Ocho y, al igual que en la rutina anterior, explica su utilidad como carta indicadora. Toma el resto del paquete, reparte ocho cartas y vuelve la última para mostrar el As. Podrías acabar aquí, por supuesto, arreglando el paquete superior en cualquier momento oportuno, pero parece apropiado utilizar provechosamente la especial condición de este paquete. Como la primera parte de esta rutina.es bastante entretenida, me gusta continuar demostrando cómo el jugador experto debe estar preparado incluso para las situaciones más adversas. Esto me lleva a la rutina de Stephen Minch llamada "Aces Over Teakettle", en la que se encuentran los Ases
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por medio de cortes en el transcurso de un efecto de "Triunfo". La descripción completa de la rutina original puede encontrarse en el libro de Harry Lorayne BEST OF FRIENDS. Aquí incluyo someramente el efecto para demostrar cómo llego a el desde la posición actual, y para explicar la pequeña modificación que he incorporado al final, por la cual el último As se localiza mediante la carta indicadora, igual que se hizo durante la primera fase. Debes tener tres Ases y un Ocho sobre la mesa, el último As en la mano derecha, un montón de siete cartas indiferentes, la mitad inferior de la baraja cara abajo en la mano izquierda y la mitad superior sobre la mesa (todas las cartas están cara arriba excepto la superior). Utiliza el As que tienes en la mano para recoger el Ocho, y voltéalo encima de la mitad inferior. Pon ese As cara abajo encima del Ocho; coloca las siete cartas encima y los otros tres Ases encima de todo manteniendo una separación bajo ellos con el meñique. Coloca la mitad superior encima de todo, pero manteniendo bajo ella una separación con el anular izquierdo. Tras una pequeña pausa, corta sobre la mesa todas las cartas de encima de la separación del anular y después, encima de ellas, las tres cartas de encima de la separación del meñique. Mientras lo haces, explica la última situación para la que el jugador experto debe estar preparado: que un chiflado quiera mezclar l as cartas cara arriba y cara abajo, causandole así serios problemas. Vuelve cara arriba las cartas que te quedan en la mano izquierda y ponlas sobre la mesa a la izquierda de las que ya se encuentran ahí. Mezcla a la americana a continuación ambos paquetes -se ve que se mezclan cara arriba y cara abajo- de esta manera: hojea primero unas doce cartas más o menos de la mitad cara arriba de la izquierda; mezcla luego las cartas de manera más o menos uniforme dejando al final las cuatro cartas superiores de la mitad de la derecha encima de todo. Cuadra las cartas, y coloca el conjunto en la mano izquierda. Corta con la mano derecha un tercio aproximadamente de las cartas y haz una mezcla Faro dejando una carta dorso arriba, encima de todo (fig. 3).
Sólo es necesario que las cuatro primeras cartas se intercalen una a una de manera perfecta. Como alternativa, puedes intercalar una a una las cuatro primeras durante la mezcla inicial por hojeo a la ame ricana. De cualquier modo; debes llegar a esta ordenación (X significa carta indiferente): As cara abajo, X cara arriba, As cara abajo, X cara arriba, As cara abajo, X cara arriba, Ocho cara abajo, resto de las cartas cara arriba con el último As en octava posición desde abajo. Puedes extender algunas de las cartas superiores para mostrar el barullo, y obtener una separación por encima de la última carta cara abajo (la cuarta) al cuadrar. Transfiere al fondo de. l a baraja las cartas de encima de ésta separación; puedes hacerlo mediante un corte sencillo o un doble corte. Voltea la baraja y déjala sobre la mesa. Tras haber mezclado -aparentemente- las cartas cara arriba y cara abajo, revela el primer. As mediante un simple corte: levanta con la mano derecha más o menos la mitad de las cartas mientras con el dedo índice izquierdo ejerces presión hacia abajo sobre la carta superior; al desplazar hacia la derecha las cartas de la mano derecha como si hu-
bieras cortado, la carta superior se mantendrá en su lugar gracias a la presión del índice izquierdo, yendo a caer sobre la mitad inferior de la baraja (fig. 4). Coloca las cartas de la mano derecha sobre las que están encima de la mesa, simulando completar el corte, y deja aparte el As cara arriba. Haz aparecer el segundo As del mismo modo mediante un segundo corte deslizante. Tras apartar el segundo As, toma la baraja en posición de repartir. Levanta la mitad superior con la mano derecha y haz el volteo de Tenkai; en otras palabras: tras levantar la mitad de las cartas, gira la mano derecha palma arriba con su paquete mientras giras is mano iz quierda palma abajo con las restantes cartas. Así se voltean ambos paquetes, pero por alguna razón -gracias a la situación invertida de las cartas- parece como si sólo uno lo fuera. Pon lis cartas dé la mano derecha -todavía palma arriba- bajo las cíe la izquierda y déjalas sobresaliendo hacia la derecha más o menos por la mitad de su longitud, de forma que el conjunto quede sujeto por la mano izquierda. Desde esta posición, desliza hacia la izquierda con los dedos de la mano derecha la carta inferior del paquete de la derecha, de manera que quede alineada con el paquete de la izquierda (fig. 5). Pon el paquete de la derecha sobre la mesa y retén la carta inferior bajo el paquete izquierdo. Lo que consigues con esto es quitar la carta que hacía de cobertura, de modo que ahora queda un As in vertido en el fondo del paquete derecho y la carta indiferente que estaba sobre él queda cuadrada con las de la mano izquierda. A continuación la mano izquierda coloca sus cartas sobre la mesa a la izquierda de las que ya están ahí, en preparación para una mezcla por hojeo. Durante la mezcla, deja caer primero una carta del paquete de la derecha, luego otras del de la izquierda, y después mezcla el resto de cartas de manera uniforme. No importa qué carta termine encima del conjunto. Empuja las cartas imbricándolas hasta la mitad de su longitud.
En este punto, levanta la baraja un poco sujetándola con la mano izquierda por el lado izquierdo del conjunto, y muévela un par de centímetros hacia la derecha; la carta inferior -un As cara aba jo- quedará sobre la mesa y terminará en el centro, debajo de la baraja imbricada. Sin cuadrar las cartas, levanta más o menos la mitad del conjunto (deben quedar sobre la mesa por lo menos ocho cartas de la mitad de la derecha) y gira este conjunto ciento ochenta grados.
Es necesario hacer hincapié en que este conjunto se gira y no se voltea (fig. 6). Coloca estas cartas delante de las que están sobre la mesa. Toma el resto de las cartas tal y como están (asegúrate de levantar también el As que está debajo, en el medio) y ponlas encima del conjunto que tienes delante. Sujeta la baraja imbricada en esta posición con ambas manos, como si fueses a cuadrar las cartas. Los pulgares quedan por el lado interior y el resto de los dedos más o menos por el centro del exte rior. Ahora, en lugar de cuadrar las cartas, extírpalas lentamente tirando de la mitad de la mano derecha hacia ti y empujando hacia
fuera la mitad de la mano izquierda (fig. 7), lo cual hace que el As que quedó entre los dos paquetes gire en el sentido de las agujas del reloj pivotando en torno al pulgar izquierdo y al dedo mayor derecho. Continúa esta maniobra hasta que las mitades se separen y el As caiga sobre la mesa cara abajo. Esta aparición es de Bruce Cervon. Coloca la mitad de la mano izquierda sobre la de la derecha y después voltea el As de la mesa. Para terminar, vuelve la baraja cara abajo y extiende las cartas para mostrar que a pesar de la caótica mezcla todas miran en la misma dirección excepto una carta: un Ocho negro (el público suele asumir que es el mismo que vio antes). Separa la extensión en este punto, cuenta ocho cartas a partir de la carta indicadora y muestra que la última es el As restante.
Colores a la orden Casi no hace falta que explique el método de la siguiente rutina; una vez que se ha comprendiclo el efecto, cualquier mago conocedor podrá reconstruirla inmediatamente ajustándola a sus propias necesi dades. Sin embargo, el motivo principal por el que incluyo una descripción tan completa es que así yo mismo podré usar este libro en el futuro como referencia, ya que siempre olvido en qué orden hay que poner las cartas y tengo que pasar como diez minutos volviendo a armar el método cada vez que quiero realizar este juego. La presentación es simple: el mago explica que hacer trampas durante una partida es algo muy serio, y que ser descubierto o levantar sospechas puede acarrear todo tipo de problemas; por esta razón, el tramposo concienzudo dedica horas a la práctica de la técnica de su profesión en el intento de eliminar esta posibilidad. Existen muchos ejercicios con los que se puede practicar. Un buen ejemplo es uno, que ahora demostraremos, en el que se practica el aspecto físico de la técnica tramposa (el control y el reparto de cartas) a la vez que el as-
pecto mental (que hace referencia a la memorización y organización de las cartas). El mago examina la baraja mezclada durante un par de minutos explicando que va a intentar acordarse de ciertos aspectos de las cartas; no va a memorizar toda la baraja; sino simplemente a tratar de recordar las posiciones relativas de los colores de las cartas. Tras ello, explica que la idea del ejercicio es repartir cartas en series; por ejemplo: repartir de modo que los colores se alternen, rojo, negro, rojo, negro; o de modo que se agrupen por parejas de forma que dos cartas rojas vayan después de dos negras, y así sucesivamente. Como se ha mezclado la baraja y está claro que las cartas están desordenadas, hace falta recordar las posiciones relativas de los colores y repartir la siguiente carta del color deseado directamente desde su respectiva posición, practicando as¡ al mismo tiempo la memorización y el dar en falso. El mago pasa a demostrar todo lo explicado repartiendo cartas una a una, en parejas o en tríos, tal y como lo pida su público, hasta haber repartido todas las cartas en dos montones: uno sólo de cartas rojas y otro sólo de negras. A pesar de ello, el ejecutante explica que no es tan dificil como parece a primera vista: memorizar las posiciones relativas de los colores de las cartas no es algo especialmente complicado. Es mucho más dificil memorizar las posiciones relativas de los palos. El mago toma a continuación el paquete de cartas rojas y lo separa en dos montones, uno de cartas de Corazones y otro de Diamantes, volviendo a repartirlas de nuevo una a una, en parejas o en tríos, tal y como le ordenan los espectadores; como parece que ha cogido el ritmo al asunto, repite lo mismo con las cartas negras, aunque esta vez más rápidamente y con menos fallos. De nuevo, el mago explica que lo demostrado se basa sencillamente en un sistema binario de mnemotecnia, y que una vez que el tramposo experimentado domina el sistema debe acometer el ejercicio más dificil de todos. Tras recoger el montón de cartas de Picas, todas en claro desorden, da un vistazo a las cartas, vuelve cara abajo el paquete y lentamente empieza a repartir primero un As, des-
pués un Dos, luego un Tres, y a continuación todos los naipes restantes en perfecto orden. Repite lo mismo, pero a la inversa, con las cartas de Tréboles, dando primero el Rey, luego la Reina, después la jota, el Diez, y asi hasta llegar al As. Por último, recoge las cartas de Corazones con la mano izquierda y las de Diamantes con la derecha y termina repartiendo rápida y simultáneamente ambos paquetes en orden. Es obvio que este efecto es una variante del juego de Bill Simon "Colores a la orden" (que leí por primera vez en la versión de Martin Nash "Desfile de colores"). Aquellos que no conozcan estos magnifi cos efectos, deberán prestar especial atención a los párrafos que vienen a continuación, mientras que aquellos que ya están familiarizados con el método quizás prefieran darles un breve repaso. En lo que respecta a la separación inicial de rojas y negras, todas las cartas de la baraja comienzan alterna las roja, negra, roja, negra; si l a enseñas extendiendo las cartas cara arriba en montones, el orden no será tan obvio. El señor Nash sugiere llamar la atención sobre el hecho de que no hay grupos particularmente grandes de cartas de un mismo color, lo cual obliga a los espectadores a concentrarse en esto haciendo que sea más difícil que puedan llegar a descubrir la alternancia de los colores. Esta idea me parece muy buena. Para repartir l as cartas de forma que los colores se alternen, por tanto, sólo hace falta repartir cara arriba, desde el dorso de la baraja, una carta encima de otra. En esta rutina, se reparten de esta forma ocho cartas. Recógelas y vuelve a colocarlas en el dorso de la baraja en el mismo orden. Vuelve a repartir las mismas cartas, pero esta vez en parejas, dando una de arriba, luego una en segunda, luego una de arriba y después otra de araba; otra vez, da una de arriba, otra en segunda, una de arriba y otra de arriba; así habrás repartido por segunda vez las mismas ocho cartas, cara arriba unas encima de otras, pero esta vez por parejas. Vuelve a recogerlas y a colocarlas encima de la baraja, y repártelas de nuevo de la misma forma: de arriba, segunda, de arriba, de arriba; de arriba, segunda, de arriba, de arriba; así los colores volverán a alternarse.
Vuelve a recoger las cartas y a dejarlas encima de la baraja. Este efecto tan ingenioso es la base de la rutina. Una vez que el concepto ha quedado claro para el público, como se ha expuesto, reparte las cartas cara arriba en dos montones separados, uno para las rojas y otro para las negras. Reparte alternativamente las primeras cartas (las ocho primeras), es decir, da cartas desde arriba una vez en cada montón. Después reparte las siguientes por parejas de esta manera: da una de arriba, luego una en segunda (ambas son rojas), sobre el montón de las rojas; después reparte dos cartas de arriba sobre el montón de las negras; luego una de araba y otra en segunda en el de las rojas; otra vez da dos de arriba en el de las negras; por último, da una de arriba y una en segunda en el montón de las rojas. Es importante dar estas dos últimas cartas rojas, ya que deja dos negras en el dorso de la baraja, seguidas del resto de las cartas alternadas por colores. Desde esta posición es posible repartir cartas una a una, en parejas, o en tríos; puedes pedir a tu público que elija y, según su respuesta, obra de esta manera: Para repartir cartas una a una: da de arriba, en segunda, de arriba, en segunda, de arriba, en segunda, y así sucesivamente. Para repartir por parejas: da de arriba, de arriba, de arriba, en segunda; de arriba, de arriba, de arriba, en segunda; y así sucesivamente. Para repartir por tríos: da de arriba, de arriba, en segunda, de arriba, de arriba, en segunda, y así sucesivamente. Los espectadores pueden cambiar su petición en cualquier momento del proceso, y en ese caso deberás alterar la secuencia de reparto para obtener la serie solicitada. Yo realizo esta rutina bastan te seriamente empleando un tiempo considerable para "memorizar" las cartas, haciendo pausas periódicas simulando tratar de recordar la posición de la siguiente carta adecuada. También vale la pena cometer algunos errores, por ejemplo: cuando haga falta dar una en segunda, da una de arriba; enseguida, y para corregir tu error, vuelve a dejar esa carta en el dorso de la baraja y da una en segunda. La rutina resulta bastante creíble y, por tanto, la presento como si
verdaderamente estuviese recordando cartas y repartiendo desde diferentes partes de la baraja. Al final de esta parte de la rutina, la baraja entera debe haber quedado repartida en un montón de cartas rojas y en otro de negras según las secuencias solicitadas por el público. Hasta aquí no hay nada original. Lo que me llamó la atención fue que las cartas no cambian su orden dentro de su respectivo grupo de color; por consiguiente, si se ordenan las cartas rojas de manera que se alternen por palos (Diamantes, Corazones, Diamantes, Corazones), y también las negras (alternadas Picas, Tréboles, Picas, Tréboles), y a continuación se imbrican ambos conjuntos de forma que las cartas rojas y negras se alternen, se puede realizar la rutina explicada y al final tanto el montón rojo como el negro estarán alternados por palos. Por lo tanto, resulta fácil tomar cualquier montón y continuar con la demostración repartiendo cartas y separándolas en dos montones de distinto palo según la secuencia elegida por el público y siguiendo el sistema de reparto explicado antes (observa que hay que cambiar la posición de la segunda carta para que las dos primeras sean del mismo palo, lo cual -si recuerdas- es necesario; suelo hacerlo mostrando que puedo repartir cartas alternando los palos dando una de arriba, otra de arriba, y empezando a formar así los dos montones; que puedo también repartir por parejas, dando una de arriba y después una en segunda sobre el primer montón, luego una de arriba y otra de arriba sobre el otro y, por último, una de arriba y otra en segunda sobre el primer montón; si te paras aquí, las dos primeras cartas de la baraja serán del mismo palo, y podrás repartir las demás según los designios del público). Por la misma razón, puedes ordenar las cartas de cada palo en una secuencia concreta antes de alternarlas con las de su propio color .y antes-tambien de alternarlas con las del otro color. En este caso el tema de estudio es, por tanto, cómo ordenar las cartas para que no parezca haber orden numérico alguno, pero para
poder repartirlas de forma que sí salgan en orden. La forma más fácil, y la que uso normalmente, es colocarlas para que salgan en orden al ir repartiendo alternativamente desde arriba o desde abajo; prueba a ordenar un palo de esta manera: 10,8642 ,
A,3579JKQ
Si ahora repartes una de arriba, otra de abajo, una de arriba, otra de abajo, y así sucesivamente, saldrán en orden. Verás que no es dificil dar de abajo con un paquete tan pequeño. Este orden puede parecer algo descarado, pero no resulta así cuando las cartas se encuentran imbricadas con los otros palos; ten en cuenta también que a medida que vas repartiendo las cartas según sus colores, el público no se fijará en los palos, con lo cual el hecho de que van alternados pasa desapercibido; asimismo, cuando las repartes por palos, tampoco habrás hecho ninguna mención a orden numérico alguno, cosa que tampoco será i mportante para los espectadores. Por tanto, y tras considerarlo cuidadosamente, éste es el orden que empleo, aunque más adelante presentaré otras opciones para aquellos que todavía no hayan quedado convencidos. Es obvio que si se dis pone cada palo en el mismo orden, al intercalarlos, las cuatro cartas del mismo valor quedarán juntas, pero eso es totalmente indeseable. Por eso hace falta un pequeño cambio: ordeno las cartas de Tréboles como expuse antes (A, 3, 5, etc.); las de Corazones las dispongo en el mismo orden, pero a la inversa (2, 4, 6, etc.); tanto las cartas de Picas como las de Diamantes van ordenadas de la misma manera, pero cortando los palos por la mitad de forma que la secuencia sea: K, J, 9, 7, 5, 3, A, 2, 4, 6, 8, 10, Q A continuación, ya sea mezclando todas las cartas del mismo color mediante una mezcla Faro o repartiendo cartas alternativamente en una pila sobre la mesa, se disponen las cartas de cada color en el
orden correcto: el Rey de Diamantes tiene que ser la carta superior del paquete de cartas rojas, seguido del Dos de Corazones, con el resto de las cartas alternadas por palos; en el paquete de cartas negras, el As de Tréboles tiene que quedar encima seguido del Rey de Picas y del resto de cartas alternadas. Por último, tienes que alternar los colores, otra vez mediante una mezcla Faro o repartiendo, de manera que la carta superior sea roja; de hecho, tiene que ser el Rey de Diamantes, seguido del As de Tré boles, el Dos de Corazones, y el Rey de Picas. Este es el orden que uso normalmente. La manera más rápida de llegar a esta ordenación es comenzar con las cartas ordenadas numéricamente por palos y montar el conjunto como se ha explicado antes. Sin embargo, si quieres comprobar la ordenación, o disponer las cartas manualmente, o si no puedes hacerla, aquí te la ofrezco completa: KD, AT, 2C, KP, J D, 3T, 4C, J P, 913, 5T, 6C, 9P, 713, 7T, 8C, 7P, 5D, 9T, I OC, 5P, 313, JT, QC, 3P, AD, KT, KC, AP, 2D, QT, JC, 2P, 4D, IOT, 9C, 4P, 613, ST, 7C, 61', 8D, 6T, 5C, 8P, IOD, 4T, 3C, IOP, QD, 2T, AC, QP A continuación, un breve esquema de la rutina. Mezcla en falso, muestra las cartas y aparenta memorizarlas. La rutina comienza exactamente como indiqué antes, repartiendo ocho cartas una a una, recogiéndolas y volviendo a repartirlas en parejas. Prosigue como antes, repartiendo las cartas una a una o por parejas, y después como quiera el público, en dos montones, separando así los colores. Recoge las cartas negras, estúdialas por unos instantes y repártelas en dos montones-separando los palos- cometiendo algunos errores pero corrigiéndolos diligentemente. Expresa cierta preocupación porque quizás has colocado algunas cartas en el montón equivocado y cuenta muy rápidamente ambos paquetes cara abajo sobre la mesa para comprobar que cada uno contiene trece cartas. Durante estas cuentas, reparte las cartas alternativamente
del dorso y la cara del paquete, de forma que queden ordenadas sin que los espectadores lo sepan. Recoge las rojas, examínalas brevemente, y sepáralas por palos igual que hiciste con las negras, pero esta vez cometiendo menos errores. Al contrario que con las cartas negras, no cuentes las rojas y déjalas cara arriba sobre la mesa. Recoge el montón de cartas de Corazones, examínalo, vuélvelo dorso arriba y reparte una carta cara arriba desde abajo (el As) y otra desde el dorso (el Dos) y así alternando dadas de arriba y de abajo; aquí puedes volver a cometer algún error y también vale la pena murmurar que recuerdas que el Tres estaba en séptima posición, el Cuatro en la tercera, el Cinco en la novena, o algo parecido, como si realmente estuvieses dando desde sitios distintos. Cuando las hayas colocado en orden, toma las cartas de Diamantes y repártelas de la misma manera pero a la inversa, comenzando por la carta superior -un Rey- luego una de abajo -la Reina- y así sucesivamente. Vuelve a cometer aquí también algún que otro fallo, pero menos que antes. Por último, recoge los dos montones de cartas negras cara abajo, uno en cada mano, y reparte de ambos simultáneamente -aumentando progresivamente la velocidad- para que todas las cartas salgan en orden. Como ya he dicho, éste es el sistema que yo uso, y nunca he notado que el público se haya percatado del orden de las cartas, pero de todas formas ofrezco las siguientes ideas alternativas: La secuencia A, 4, 2, 7, 5, 10, 8, K, J, Q, 9, 6, 3, parece más azarosa y permite dar las cartas en orden repartiendo una de araba, una en segunda, una de abajo; una de arriba, una en segunda, y una de abajo, y así sucesivamente. Como alternativa, si se reparte la secuencia K, 10, Q, 7, 9, 4, 6, A, 3, 2, 5, 8, J de la misma manera, las cartas saldrán en orden inverso -del Rey al As- y además tiene la ventaja de que las Figuras están se paradas. Quizás quieras disponer un par de palos de esta forma y dejar los otros dos ordenados para repartir según la secuencia "una de arriba, una de abajo, una de arriba, una de abajo, etc.", lo cual hace que al mezclarlos parezcan muy desordenados.
Una última alternativa (o mejor, la última que voy a ofrecer, ya que estoy seguro de que habrá muchas otras que te gustará probar tú mismo) es comenzar con uno de los cuatro palos sin orden alguno; puedes ordenar este palo (que tiene que ser el primero que manejes al poner los palos en orden al final de la rutina) mientras aparentas mirar las cartas para recordar su orden. Es una técnica que me interesa mucho para poner en orden un grupo de cartas en auténtico desorden, pero no he conseguido encontrar otro uso hasta el momento. Es como sigue: Parecerá extremadamente complicado, pero en realidad es muy lógico y sólo exige un poco de concentración. Te propongo que dispongas un palo en el orden siguiente, a partir del cual explicaré el concepto de la separación. Una vez entendido, verás cómo es posible ordenar cualquier grupo de cartas por este método. El orden es, de arriba abajo y desde los dorsos: 10, J, 8, K, Q, 9, 3, 2, 4, 7, 5, 6; el As se deja aparte por el momento. Realmente, la técnica en cuestión es más adecuada para ordenar seis cartas cada vez, y verás que las seis primeras cartas de la secuencia anterior son las que van desde el Ocho hacia arriba, mientras que las últimas seis son las que van desde el Siete hacia abajo; en otras palabras: hace falta ordenar por separado dos series de seis cartas; más adelante veremos cómo hacerlo con todas las cartas mezcladas. Sujeta las cartas caras arriba con la mano derecha en posición de cortar; a continuación vas a pelar cartas con la mano izquierda, a robar algunas bajo las cartas de la mano derecha y a mantener las separaciones necesarias, con lo cual conseguirás ordenar las cartas. Pela la primera carta, el Seis, con el pulgar izquierdo llevándola a la posición de repartir. Pela la siguiente carta, el Cinco (que convenientemente está situado junto-al Seis en la serie), sobre el Seis. El Siete, sin embargo, va debajo del Seis en la secuencia numérica y, por lo tanto, cuando acerques las manos para pelar con el pulgar izquierdo la si-
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guiente carta, robas las dos primeras cartas bajo las de la mano derecha pero manteniendo una separación entre ellas y el resto de cartas (fig. S). Pela el Siete con la mano izquierda vacía (aunque, obviamente, el público no debe percatarse de que está vacía). El Cuatro, que es la siguiente carta, va encima del Cinco (que ya pelaste antes), por tanto, cuando acerques otra vez las manos, suelta con el pulgar derecho las dos cartas que robaste antes de forma que caigan sobre el Siete en la mano izquierda. Pela el Cuatro de modo que caiga encima dei Cinco. La siguiente carta, el Dos, va encima del Cuatro -que es ahora la carta superior del paquete de la mano izquierda- pero no directamente a continuación de el. Por tanto, pélalo.sobre el Cuatro pero mante niendo una separación entre el Dos y el Cuatro con el meñique i zquierdo. Después viene el Tres, que va entre el Cuatro y el Dos, de ahí la separación. Al acercar las manos, roba el Dos bajo el paquete de la mano derecha (manteniendo una separación con el pulgar derecho) de modo que el Tres caiga sobre el Cuatro.
Ya hemos terminado con las seis primeras cartas, así que podemos hacer una pequeña pausa: puedes olvidarte de todas estas cartas (ya que vamos a ocuparnos ahora de las seis cartas altas) y ponerlas de bajo de las de la mano derecha sin mantener separación alguna, de forma que esta mano sujete de nuevo todo el grupo. Puedes ver cómo estas cartas han quedado ya en orden numérico con el Dos como carta superior y el Siete como carta inferior. También espero que hayas entendido el concepto de robar cartas y mantener separaciones en las posiciones en que irán otras cartas más adelante. Lamento ahora haber puesto las primeras seis cartas en un orden sencillo a propósito; para las seis siguientes hará falta mayor concentración y más trabajo, pero una vez que hayan quedado ordenadas, ya nos habremos enfrentado con casi todas las situaciones posibles. Sigamos donde nos detuvimos, tras haber robado todas las cartas de la mano izquierda bajo las de la derecha y sin mantener ninguna separación. Pela la siguiente carta, el Nueve, directamente en la pal ma izquierda. La Reina va después del Nueve en el orden numérico, pero no inmediatamente después; por ello tienes que robar el Nueve bajo las cartas de la derecha a la vez que pelas la Reina sobre la palma de la mano izquierda, y mantener una separación entre él y el resto del paquete con el pulgar derecho. El Rey, que es la siguiente carta, tiene que ir debajo de la Reina; ésta es la situación más difícil, ya que exige volver a robar la Reina en la mano derecha y mantener una segunda separación con el pulgar de recho (no hay que dejar que la Reina se junte con el Nueve). Por tanto, pela el Rey sobre la palma vacía de la mano izquierda y con la derecha sujeta el paquete de cartas manteniendo bajo él una separación sobre el Nueve y otra sobre la Reina debajo de ésta. Hay que poner ahora el Ocho encima del Nueve; significa que hay que dejar caer en la mano izquierda la Reina y el Nueve según pelas el Ocho, pero todavía hay que mantener una separación entre la Rei na y el Nueve; por ello, al acercar las manos deja caer la Reina sobre la cara del Rey, ya que ambas cartas van juntas en la ordenación.
Obtén una separación con el meñique izquierdo encima de la Reina, pero por debajo del Nueve, antes de soltar el Nueve con el pulgar derecho (fig. 9). Pela el Ocho directamente encima del Nueve y no mantengas separación entre ellos. La Iota tiene que ir encima de la Reina, así que hay que robar bajo el paquete de la mano derecha -y manteniendo una separación- las dos cartas que están encima del meñique izquierdo; la jota entonces caerá encima de la Reina. La carta que sigue, el Diez, va encima de la jota, así que puedes pelarla sin necesidad (le obtener separaciones. La siguiente carta es el Dos; que indica que ya has terminado y que puedes dejar caer todas las cartas de la mano derecha sobre la izquierda, soltando todas las separaciones. Ahora las cartas están ordenadas. Pienso que quizás te haya sorprendido que, aunque el procedimiento es bastante técnico, el esfuerzo mental exigido no es tan grande y uno se puede acostumbrar a ello enseguida. Ordenar más de seis cartas cada vez resulta mucho más complicado, ya que requiere mantener tres o más separaciones con un mismo dedo; esta es la razón por la que decidí dividir la serie en cartas altas y bajas; cuando alguna vez
tengo que enfrentarme con un palo verdaderamente mezclado, lo examino brevemente, veo i s posición que ocupa el As, y lo llevo por corte al dorso del paquete cara arriba. A continuación paso las cartas una a una como si estuviese buscando el As y, mientras, hago algún tipo de búsqueda o clasificación para separar las cartas altas (del Ocho para arriba) de las bajas (del Siete para abajo). Como el As es la última carta, tengo una excusa lógica para pasar todas las cartas hasta encontrarlo. Cualquier técnica de búsqueda (como el " Wedge Cull" de Jennings) valdrá, pero te urjo a aprender la maravillosa "Separación angular" de Lennart Green, técnica que publicó él mismo en un librito y que resulta útil en numerosas circunstancias. Tras haber separado ya las cartas en altas y bajas, puedes ordenarlas como he explicado con el pretexto de que vas a memorizar su orden. Siendo sincero, debo reconocer que esta técnica no es especialmente útil en esta rutina; si tuvieses que emplearla con un solo palo, claramente te daría igual disponer las cartas "manualmente" en el or den deseado; es bastante fácil. Sin embargo, sí resulta útil en caso de que descoloques sin darte cuenta alguno de los paquetes; con todo, y antes que nada, esta técnica es una idea que me interesa y que parecía encajar en esta sección del libro mejor que en cualquier otro de l os demás capítulos donde intenté meterla.
CINCO en el que un inspector llamay analizamos su ardid
"La chica se mató y tuvo una muerte horrible. Pero cada uno de ustedes ayudó a matarla. Recuerden esto. No lo olviden jamás". El inspector miró al señor Birling, que ahora sí aparentaba la edad que tenía; entre sudores, el sentimiento de culpa por su deplorable comportamiento lo derrotaba; su esposa, Sheila, se hallaba temerosa junto a él en el momento en que el inspector se dirigió a ella. "Recuerde lo que hizo usted, señora Birling. Dio la espalda a la desdichada joven cuando más necesitaba su ayuda. Le negó incluso una muestra de esa compasiva caridad organizada de la que sabe us ted tanto y tan bien practica". Agotada por la tensión y por el dolor de la verdad, cayó desmayada en los brazos de su marido. El inspector Goole se dirigió entonces a Enc, el hijo de veinte años que, lleno de barro y entre lamentos permanecía de pie, desgarrada y sucia su elegante camisa, desabrochado el cuello y colgando de sus bo tones. Se había aprovechado de la pobre chica durante una noche en la que ésta se emborrachó, y sabía que tarde o temprano sentiría caer la cólera del inspector sobre él, ¿pero cómo habría podido prever las consecuencias de sus actos?
La familia estaba destrozada, todos permanecían de pie en lo que quedaba de su hermoso salón victoriano mientras el inspector los flagelaba con sus lacerantes palabras. El público permanecía absorto. Nadie podía haber sospechado la complejidad de la trama que se cernía sobre los Birling, a menos que alguno ya hubiese visto una versión anterior de la genial obra de J.B. Priestley "Dama un inspector" (An Inspector Calls). Yo mismo salí del teatro bastante conmocionado, ya que la obra había dado un giro que ciertamente no había imaginado. En mi cabeza quedaron algunas preguntas sin contestar: ¿quién era el inspector Goole y cómo había logrado saber tanto de la desgraciada familia? ¿Cuál fue el motivo de esa última llamada de teléfono y qué significaba? ¿Cómo se podría utilizar esta estratagema en el contexto de un juego de magia? No es mi deseo revelar más acerca del argumento de esta maravillosa obra, en caso de que no la hayas visto; de hacerlo, sería culpable de privarte de una gran experiencia. No obstante, fue durante el trayecto de regreso desde el teatro cuando desarrollé la idea que trata este capítulo. No puedo evitar acordarme del inspector cada vez que la presento.
Destrucción y reaparición de una carta
Veamos un problema frecuente en magia: ¿cómo se puede hacer que desaparezca un objeto y hacerlo aparecer después en un lugar aparentemente imposible? Hay dos formas: o bien se oculta secretamente el objeto en el lugar aparentemente imposible, o bien colocamos allí un duplicado del objeto desde el comienzo. Si queremos revelar una carta elegida dentro de un sobre, por ejemplo, el método más sencillo sería emplear un duplicado de la carta, pero esto tiene el riesgo cíe ser quizás poco convincente, porque el pú blico podría sospecharlo. Por consiguiente, los magos han optado por dar a filmar las cartas, y eso les obliga a recurrir al método alternati-
vo de llevarlas secretamente al lugar deseado (en la carta que viaja a la cartera, por ejemplo). Sin embargo, un método más fácil que parece haber sido pasado por alto sería conseguir que el duplicado tuviese la misma firma. Quizás la razón por la que ha sido pasado por alto sea la aparente imposibilidad de conseguirlo: pero gracias al empleo de un ardid bastante simple que necesita sólo un doble volteo y un enfile, me propongo demostrar que no es en absoluto imposible sino, al contrarío, ¡ muy sencillo! El método requiere que te encuentres actuando en un entomo algo formal: no puedes hacerlo rodeado: no vale, por tanto, para situaciones de magia itinerante o para recepciones. Con cuidado, puedes hacerlo en banquetes, donde el público está sentado en tomo a una mesa, pero se adecua mejor a actuaciones para grupos pequeños en las que actúes frente a una mesa delante de la cual se sienta tu público: un teatrito o un salón resultan ideales, pero una salita o una fiesta privada con un pequeño grupo de gente también son perfectamente válidas. Esto es así porque es necesario poder mostrar la cara de una carta a un espectador que esté de pie o sentado junto a ti, sin que pueda verla nadie más. No es difícil, pero requiere un poco de planificación. Lo ideal sería que un voluntario se sentase junto a la mesa a tu derecha y que el resto del público estuviera sentado de manera ordenada a cierta distancia delante de la mesa (por simetría, puedes tener otro espectador sentado a tu izquierda). Supongamos que te giras hacia la derecha para mirar a tu ayudante: teniendo la baraja cara abajo en tu mano izquierda, al voltear una carta cara arriba sobre la baraja, no resulta difícil inclinar la mano un poco hacia el espectador para que, aunque el pueda ver la carta de forma natural, nadie más pueda hacerlo (fig. 1). Supongamos ahora que en vez de voltear una sola carta, volteas dos como una: en otras palabras: un doble volteo. Podrías mostrar la carta doble al espectador de tu derecha sin que nadie más viese su cara.
ENGAÑOS OE SALON
Si ahora volteas cara abajo la carta doble y empujas la carta superior de la baraja, habrás cambiado la carta que vio el espectador por otra distinta. Puedes tomar esta carta con la mano derecha según te giras hacia el resto del público para mostrarle la carta a la altura del pecho. Siempre y cuando la sujetes un poco adelantada, y por tanto por delante de la línea de visión del espectador de tu derecha, todo el público podrá ver la carta excepto el espectador de tu derecha (fig. 2, pág. siguiente); en otras palabras: justo la situación inversa a la anterior. Empleando este sencillo procedimiento, habrás cambiado la carta que vio el espectador de tu derecha por otra que el resto del público cree que es la misma; se habrá creado una situación tremendamente irónica. Dicho principio no se emplea en este capítulo con el fin de cambiar una carta por otra, sino más bien para cambiar la firma de la carta. Se cambia la firma auténtica del espectador por otra cualquiera (ello te permite además esconder un duplicado de la carta con firma indiferente en cualquier lugar impensable). Para realizar este simple efecto necesitarás tres cartas del mismo valor; escribe sobre dos de ellas una firma que parezca auténtica pero que no se pueda distinguir concretamente. Como referencia, he in cluido un par de firmas que suelo emplear (fig. 3 y 4, pág. 204), pero tú mismo puedes inventar tu propia firma ilegible. Como alternativa, también puedes mantenerte alerta para intentar dar con firmas extrañas en cheques o cartas que recibas y copiar alguna (las recetas médicas representan una fuente ideal de inspira ción). Es aconsejable practicar la firma en un papel hasta que puedas repetirla como si fuese la tuya propia. Después, escríbela con un rotulador, aproximadamente en el mismo lugar, en dos de las cartas. Quiero dejar claro que, por supuesto, ésta no es la primera vez que se usa la idea de una firma falsa; varios magos tienen rutinas muy ingeniosas basadas en ello: Max Maven y Billy McComb son algunos que me vienen a la cabeza.
ENGAÑOS DE SALON
Sin embargo, normalmente se suele emplear una carta de figura para ocultar la firma todo lo posible; en nuestro caso, por el contrario, la firma debe quedar lo más clara y visible que sea posible, pues el efecto resulta más engañoso si el público está convencido de que está viendo la misma carta. Por esta razón sugiero utilizar una carta roja de puntos de valor bajo y hacer la firma bastante grande. Guarda en un sobre, en un juego de cajas "canguro"," o en cualquier otro lugar aparentemente imposible que se te ocurra, una de las cartas que has firmado; puedes también dejar que un espectador cus todie esta carta guardada desde el comienzo (supongamos que se la entregas a una señorita que está sentada a tu izquierda). Pon la otra carta firmada en el dorso de la baraja y encima de ella el duplicado sin firma (o mejor dicho: el triplicado). Ahora tienes que forzar la carta superior de la baraja al espectador sentado a tu derecha corno paso previo al cambio ya explicado; no hace falta decir que el forzaje debe ser lo más convincente posible; yo sugeriría utilizar el clásico. En caso de que fallase, te podrías ver en una situación embarazosa, por lo que quizás prefieras emplear en su lugar un forzaje por arrastre (slip force) o un forzaje en cascada (dribble force). Muestra esta carta -forzada y sin firma- con la mano derecha al público, incluido el espectador de tu derecha. Mientras lo haces, deja caer la mano izquierda -que sujeta la baraja- al costado para voltear secretamente la carta superior tal y como se explicó en el Capítulo Uno. Para refrescar tu memoria, diré que no se trata de una técnica concreta, ya que basta con empujar la corta superior con el pulgar y voltearla contra el lateral de la pierna sin que nadie se dé cuenta. Tras mostrar la carta al público, colócala cara arriba encima de la baraja manteniendo la mano izquierda inclinada hacia ti para no revelar la carta superior (el duplicado firmado) volteada. Ya tienes una carta doble encima de la baraja, tal y como exige el cambio. 13. Cajas "canguro", también conocidas como 'Nido de cajas", traducción literal de Nest of boxes. (N.del T).
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La razón para dejar la carta sobre la baraja es que la mano derecha quede libre para sacar un rotulador del bolsillo. Girate hacia la derecha y pide al espectador que firme la cara de la carta; mantén tu mano como se explicó, de manera que la cara quede ligeramente inclinada hacia él para que le resulte más -fácil firmar (pero también, y l o que es incluso más importante, para que el público no pueda ver su firma). Cuando haya terminado, voltea las dos cartas superiores de la baraja como una mientras te vuelves de nuevo hacia los espectadores; inmediatamente, empuja con el pulgar la carta superior y muéstrala sin que el espectador de tu derecha pueda verla; habrás cambiado la firma de la carta (fig. 2, pág 202). El público habrá visto una carta sm firma, después, cómo alguien la firmaba y ahora contemplará una carta firmada; naturalmente, se asume que se está viendo la firma del espectador. A esto se añade el hecho de que el espectador de tu derecha no tiene el mínimo interés por ver de nuevo la cara de esta carta, ya que él mismo acaba de verla; todo el procedimiento resulta claro y natural.
A pesar de ello, hay que tener en cuenta algunos aspectos para hacerlo lo más convincente posible. No conviene que los espectadores presten demasiada atención a tu ayudante mientras éste firma la carta ya que, de lo contrario, podrían hacerse alguna idea de lo que está escribiendo gracias al movimiento del rotulador. Por ello (y con la esperanza de distraer un poco su atención) suelo hacer un comentario dirigido al público o a la espectadora de mi izquierda mientras se firma la carta. Tampoco es conveniente que el espectador invierta demasiado tiempo firmando la carta, ya que seguramente tu firma genérica tiene, en cambio, una apariencia fluida y rápida. Por ello, le pido que firme con su rúbrica habitual; como si estuviese firmando un cheque para hacerlo más auténtico; de esta manera, es menos probable que lo haga con su nombre en letras mayúsculas, por ejemplo. Del mismo modo, cuando haya terminado de firmar, justo antes del cambio, suelo hacer un comentario del tipo: ¿Por casualidad es usted doctor?, esta pequeña broma sirve en primer lugar para sugerir que la firma es ilegible (incluso si no lo es) y también para proporcionar un momento de diversión, y por ello de relajación, en el cual realizar el cambio. Por último, harías bien en no elegir a alguien del público que viniese acompañado de su pareja, ni tampoco al director de una compañía que firmase todas las nóminas; en otras palabras: _idealmente, deberías escoger a alguien cuya firma el público no conozca. Si no te crees capaz de juzgar acertadamente, quizás sea mejor que elijas a alguien de las filas del fondo, de-manera tal que incluso si hubiese gente que conociese su firma, ésta no se pudiera ver con claridad. Dicho esto, piensa cuántas firmas de cuántas personas serias capaz de identificar. Sospecho que, aparte de las de tu familia próxima, el número es muy pequeño, ya que incluso los amigos suelen firmar las tarjetas de Navidad con el - nombre propio en lugar de su firma completa. Mientras enseñas la carta al público, deja el resto de naipes sobre la mesa. Tienes que hacer desaparecer, o destruir, la carta de alguna forma. A mí me gusta quemarla, pero pienso que hacerlo a la vista del
público haría su reaparición increíble; por ello, la introduzco muy claramente en un sobre que luego quemo (quizás te guste la siguiente sutileza: tras haber guardado la carta en el sobre de forma que el público pueda ver su cara, ábrelo un poco para que sólo se vea el dorso de la carta mientras te giras hacia el espectador de tu derecha para pedirle que compruebe si ésta sigue en el interior; responderá afirmativamente -entendiendo que quieres que verifique que su carta se encuentra dentro-, pero muy a menudo su respuesta será i nterpretada por el público como una corroboración de que él mismo ha visto su firma en la carta del interior del sobre). Después de quemar el sobre, destruyendo así la primera carta, recoge despreocupadamente la baraja mientras llamas la atención sobre el lugar imposible (que, como recordarás, en este caso suponemos que es el otro sobre que entregaste a la señorita de tu izquierda). Haz hintapié en lo escrupuloso de las condiciones, colócate delante de la mesa e invita a la señorita a levantarse y situarse junto a ti. Guíala de forma que se coloque a tu izquierda, de cara al público, junto a ti y para que ambos deis la espalda al firmante. Haz que la señorita saque la carta del sobre y que la muestre al público, el cual verá una carta idéntica con la misma firma, reaccionando -con un poco de suerte- como corresponde. Desde luego, el primer espectador no puede ver su carta, ya que te encuentras de pie delante de él (fig. S). Toma la carta de la mano de la espectadora, agradécele su participación e invítala a que regrese a su asiento. En este momento el efecto se considera terminado; así resulta fácil enfilar la carta que sujetas por la carta superior de la baraja, que es la que se firmó realmente. Hazlo a la vez que te vuelves hacia el espectador que firmó, de manera que . cuando le mires ya tengas su verdadera carta. Muéstrasela al tiempo que le agradeces su ayuda (hazlo, claro está, sin que nadie más pueda verla). Normalmente suelo dejarla cara arriba encima de la baraja para poder enseñársela en la misma posición en que estaba cuando la firmó. Tras ello, el espectador volverá a su asiento convencido_ de que la carta del juego fue su carta firmada.
CAPÍTULO CINCO
Esta rutina forma parte de mi repertorio actual, aunque las primeras veces que la presenté siempre.me ponía nervioso. Sin embargo, uno rápidamente se acostumbra a ello y aprende a sobrellevar la carga de adrenalina (o, por lo menos, a relajarse un poco). La clave está en elegir a un espectador tranquilo, quizás una persona de edad, bien vestida, a ser posible una señorita; alguien que pueda sentarse pacientemente a tu lado y que no vaya a levantarse de l a silla inesperadamente en cualquier momento. Lo menciono únicamente como algo adicional y no pretendo alarmarte, ya que nunca me ha ocurrido durante las numerosas ocasiones en las que he presentado este efecto. Otro lugar imposible al que suelo recurrir para encontrar la carta es una baraja de cartas sin desprecintar. Ábrela con cuidado -de forma que después la puedas volver a cerrar-, saca las cartas y coloca el duplicado cara abajo entre las demás cartas cara arriba en el lugar que ocupa la carta del mismo valor en la baraja, guardando así la secuencia numérica. Tras volver a precintar la baraja, puedes entregarla -como si se tratase de una nueva- al segundo espectador; más tarde, al abrirla y extenderla cara arriba, se verá una carta dada la vuelta: el lugar en el que se halla revelará su valor, con lo cual la tensión aumentará. Al extraerla y mostrar la misma firma, conseguirás un efecto verdaderamente sorprendente.
Carta al número Espero que encuentres otros usos para este principio. La posibilidad de tener lo que esencialmente es una firma duplicada ofrece muchos métodos alternativos para rutinas conocidas, a la vez que hace que otros quizás descartados por irrealizables, sean ahora posibles. Una extensión de ésta idea consiste en tener más de un solo duplicado. Tener varios te permitiría hacer desaparecer la carta y hacerla reaparecer en muchos lugares distintos, lo cual podría ser muy efectivo. Por ejemplo, un final posible para la rutina anterior sería tener varios
sobres que contuviesen la misma carta firmada y ofrecerlos a un miembro del público. Cualquier sobre que resulte elegido contendrá la carta previamente destruida. Sin embargo, y llevando esta idea un paso más hacia delante, podríamos llegar a pensar en tener una baraja completa compuesta por cartas idénticas con la misma firma. Esta idea conlleva mucho trabajo de antemano -pero si te has tomado el tiempo necesario para practicar la firma tampoco te llevará tanto-, ya que deberás comprar una baraja de cincuenta y dos cartas idénticas y estampar la firma en cada una de ellas. No hace falta que resulten absolutamente idénticas, ya que nadie va a compararlas unas con otras, y basta con que por separado parezcan iguales. Hay que tener en mente dos cosas si te decides por esta opción. Primero, vale la pena hacerse con dos barajas para forzar (52 cartas iguales) con la misma carta, ya que cada vez que presentes la rutina necesitarás una carta del mismo valor que no lleve la firma; en otras palabras: vas a tener que utilizar muchas cartas iguales, y emplear para ello una baraja llueva cada vez es un despilfarro además de no ser ecológico. Segundo, por razones que pronto quedarán claras, hay que escribir las firmas solamente en la mitad inferior de las cartas (consulta las figs. 3 y 4, pag. 204). Ésta es una forma bastante natural de firmar una carta, que además te permitirá usar la baraja también como baraja de forzaje. El último paso en la preparación consiste en colocar una carta distinta en la cara de la baraja como cobertura; es una buena idea marcar el dorso de esta carta con un arañazo o un punto de forma que pue das reconocerla al ver su dorso. También hay que poner en la posición superior dula baraja un duplicado sin firma de la carta con la que harás el juego. Este duplicado también tiene que estar marcado, pero conviene que lo esté de forma distinta a la carta que empleas como cobertura. Como también es aconsejable poder encontrar esta carta rápidamente, te recomiendo que le limes un extremo o una esquina , para poder localizarla inmediatamente con un simple hojeo. Así que tenemos una baraja que, empezando desde el dorso, está -compuesto por una carta corta marcada, la carta sin firma, cincuenta
cartas idénticas a ésta y firmadas todas de la misma manera y, por último, en la cara de la baraja, una carta distinta y marcada. Como puedes imaginar, una vez conocido el principio subyacente, esta baraja presenta muchas utilidades. Explicaré las dos que empleo más a menudo. I.a primera consiste en descubrir una carta firmada en un lugar aparentemente elegido al azar. Hace falta tener dos voluntarios sentados a sendos lados de la mesa delante de ti. El de la derecha elegirá y firmará la carta igual que en el efecto anterior, mientras que el de la izquierda será el responsable de encontrarla y revelarla. Con la baraja preparada como se ha explicado (todas las firmas en las mitades inferiores de las cartas y orientadas en el mismo sentido) todavía puedes emplearla como baraja de forzaje. Para mayor claridad, supongamos que la carta en cuestión es el Cuatro de Corazones. Vuélvete hacia el espectador de la derecha, extiende las cartas cara abajo, con las firmas en tu lado de la extensión, y pídele que simplemente toque el dorso de una cualquiera (puede cambiar de carta hasta el último momento). Hecho esto, desliza hacia delante la carta seleccionada dejándola sobresaliente respecto a las demás algo menos de la mitad de su longitud. Cuadra la baraja despreocupadamente salvo por la carta seleccionada. Antes de mostrar la carta, pregunta al espectador si desea cambiar su elección; si es así, cuadra la carta sobresaliente con el resto y repite el proceso hasta que quede contento. Es importante hacer hincapié en la libertad de la elección. Lo único de lo que debes preocuparte es de que el espectador no elija las cartas superior o inferior de la baraja. No hace falta decir que cualquier carta elegida será el Cuatro de Corazones. Deslizando hacia delante la carta elegida, puedes levantar la baraja inclinándola hacia el público y hacia el espectador de manera que todos puedan ver él Cuatro de Corazones mientras que la firma que lo acompaña queda cubierta en la mitad inferior por el resto de la baraja. También adquiere i mportancia en este momento la_ función de la carta que actúa como cobertura (fig. 6).
Una vez mostrada la carta elegida, baja la mano y vuelve a colocar la baraja cara abajo en posición de repartir en la mano izquierda. Extrae la carta elegida con la mano derecha a la vez que obtienes una separación bajo la carta superior con el meñique izquierdo. Coloca por un instante la carta de la mano derecha encima de la baraja y realiza inmediatamente un doble volteo para mostrar el Cuatro de Corazones sin firma en el dorso de la baraja; todo parecerá tal y como debe ser. Durante estas acciones, saca del bolsillo un rotulador y ofréceselo a tu asistente para que firme la carta. Igual que antes, hace falta que lo haga de modo que ni el otro espectador ni el público puedan ver nada (girate hacia la derecha e inclina la mano un poco hacia él). Éste es un buen momento para volverte hacia el otro espectador y disculparte porno haberle prestado atención hasta ahora; con eso además desviarás la atención de la carta que está siendo firmada. Vuelve cara abajo la carta doble, empuja con el pulgar la carta superior y tómala con la mano derecha para mostrarla al público y al espectador de tu izquierda. Habrás cambiado la carta elegida por una que lleva la firma falsa.
Al segundo espectador le corresponde elegir por dónde se pierde la carta elegida: hojea con el pulgar izquierdo la esquina de la baraja manteniendo las caras inclinadas hacia abajo (para que no se puedan ver las cartas durante el hojeo) y, justo en el punto en que el espectador te detiene, introduce la carta y cuadra. Hasta aquí todo parece legítimo, salvo por la posibilidad de que alguien pueda sospechar que puedas calcular en qué lugar aproximado ha quedado la carta. Para cubrir esta eventualidad, pide al espectador de tu izquierda que corte la baraja sobre la mesa y que complete el corte. Puedes repetir esto hasta que todos estén de acuerdo en que nadie puede tener idea del lugar en que se encuentra el Cuatro de Corazones. Para encontrar la carta, obtén un número al azar pidiendo a cuatro miembros del público que nombren un número del cero al diez, ambos inclusive; resalta el hecho de que puede elegirse tanto el cero como el diez (aunque los números deben ser enteros, y no decimales, fraccionarios o imaginarios del tipo "Pi" o "E", ni números complej os de raíz cuadrada negativa). Pide a una quinta persona que nombre un último número desde el cero al doce, ambos inclusive (las mismas restricciones valen aquí). Escribe estos números y súmalos; la suma podría dar cero si todos hubiesen elegido este número, o podría ser incluso cincuenta y dos si todos hubiesen elegido el número más alto posible (de ahí el numero doce). En pocas palabras: se obtiene un número al azar entre el cero y el cincuenta y dos por el método explicado. Desde luego, este procedimiento es totalmente innecesario, ya que daría lo mismo si pidieses a una persona cualquiera que nombrase un número desde el tino al cincuenta y dos, pero yo prefiero hacerlo como he explicado, ya que tiene mayor interés y sugiere posibles soluciones falsas. Pienso que pedir simplemente que alguien nombre un número sería hacer el efecto demasiado perfecto. Imagino que ya sabes dónde quiero llegar; el final del efecto va a depender bastante de la situación en que te encuentres, y deberás organizarlo todo cuidadosamente. En la situación ideal, extiendo las cartas cara abajo sobre la mesa (así nadie sospechará que puedas dar
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en falso) y cuento hasta llegar al número elegido al azar. Pido al espectador de la izquierda que extraiga la carta que se encuentra en la posición elegida (dices que tú no quieres tocarla), pero que no la muestre a nadie. Esta carta es, claro, un Cuatro de Corazones firmado, salvo que hayas tenido mala suerte, de lo cual hablaré más adelante. Resumiendo lo acontecido, recojo el resto de las cartas y rodeo la mesa hasta situarme frente a ella para dirigirme al público antes de pedir a la señorita que se levante y se coloque junto a mí; esto nos llevaría a la posición de la que ya hablé antes, en la que la persona que firmó la carta no puede verla porque se lo impiden nuestras espaldas (fig. 5, pág. 207). El espectador muestra entonces la carta al público, que ve la carta correcta y reacciona como corresponde; esto te proporciona una oportunidad para localizar la carta corta y llevarla mediante salto o corte al dorso de la baraja. Para terminar, toma la carta del espectador, dale las gracias, dirígete al primer espectador, -enfila la carta y muéstrale su verdadero Cuatro de Corazones (él asumirá que se trata de la misma carta que ha visto el resto del público). Como alternativa, y si la situación descrita no es posible, puedes colocarte delante de la mesa mientras los espectadores nombran los números; después, sin tocarlas cartas en absoluto, pide al espectador de la izquierda que reparta naipes y se pare en el número elegido al azar. Para esto tendrás que confiar en que la señorita no va a dejar caer las cartas ni a mostrarlas sin darse cuenta mientras las está repartiendo; sin embargo, este procedimiento tiene ciertas ventajas, sobre todo que no es necesario rodear la mesa en el momento crucial; en situaciones de estrechez de espacio (en las que a veces me he encontrado) resulta muy poco natural. Invitando al espectador a acercarse y permanecer de pie junto a ti consigues situarte en el lugar adecuado de la mesa para terminar el efecto igual que antes. Analicemos, por último, la posibilidad de que la carta que se encuentre en la posición elegida al azar sea una de las dos cartas de la baraja que no son Cuatros de Corazones firmados. Podría tratarse de la carta que utilizaste como cobertura. Por eso la marcamos al princi-
pio, para que tan pronto como llegases a ella al final de la cuenta pudieras darte cuenta de que no es la apropiada. En este caso, y sin i nmutarte, cuenta esta carta y toma la siguiente (parecerá lógico, ya que habrás contado el número elegido de cartas para tomar la siguiente, simulando que ha sido tu propósito desde el principio). A partir de aquí, procede igual que antes. Del mismo modo, es también posible que la carta que se encuentre en el lugar elegido sea la auténtica carta firmada (una situación que aún no me ha ocurrido, pero la cual temo, por la tremenda frustración que sin duda me causaría haber realizado sin querer un auténtico milagro y no poder mostrar la carta al público, ya que se vería una firma que ellos no reconocerian como la auténtica, por mucho que en este caso sí lo fuese). El procedimiento que seguiría ante esta eventualidad sería tomar la siguiente carta -igual que en el caso anterior-, mostrarla al público y continuar como antes (alguien me sugirió mostrar la carta legítima primero al espectador que la firmó, el cual la identificaría como correcta, y después cambiarla antes demostrarla al resto de los espectadores; podría hacerse, pero habría demasiada atención sobre la carta en el momento del enfile, asi que sigo prefiriendo tomar la siguiente carta). Nuestra última preocupación consistiría en que ambas -la carta de cobertura y la que lleva la firma auténtica=estuviesen situadas una junto a la otra, de forma que una estuviese justo en el lugar indicado por el número al azar y la otra ocupase la siguiente posición; entonces no podrias mostrar ninguna de las dos. Para asegurarse de que esto no ocurre, basta seguirlos siguientes pasos justo después de devolver la carta a la posición elegida por el segundo espectador y antes de pedirle que corte: en este momento, la carta de cobertura será la carta interior y la carta legítima la superior; si cortamos la baraja ambas quedarán una junto a otra. Para evitarlo, mientras explico que me gustaría que el espectador cortase la baraja, yo mismo doy un corte como para mostrar lo que hay que hacer; tras cortar la mitad superior sobre la mesa y al ir a colocar la mitad inferior encima, dejo sin darme cuen-
ta unas cuantas cartas sobre la mesa. Disculpándome por mi torpeza, recojo estas cartas y las coloco en el dorso de la baraja, y asi consigo separar las dos cartas en cuestión. Ahora la espectadora ya puede cortar como le plazca y -siempre que no cometa mi mismo errorpermanecerán separadas.
Carta apuñalada Intentando organizar las acciones para que el espectador que firma la carta no pudiese verla bajo ninguna circunstancia, consideré muchas posibilidades. La mejor de todas es también la más extrema, que consiste en vendarle los ojos. Por exagerado que pueda parecer, creo que no podrás negar que consigue impedir que pueda identificar la carta. Vendar los ojos del espectador sin ninguna razón aparente podria parecer sospechoso a los demás miembros del público (además de descortés), así que desarrollé un método para presentar la carta apuñalada de Malini en el que se da una razón lógica para privar al espectador de la visión de este modo. La idea del juego consiste en dar a elegir unas cuantas cartas que se vuelven a perder por la baraja y en esparcir a continuación todas las cartas sobre la mesa. A pesar de que el mago tiene los ojos vendados, consigue clavar un cuchillo en el dorso de la primera carta elegida. Lo mismo se repite con las siguientes hasta que sólo queda una carta por encontrar. El mago invita al espectador que eligió la última carta a que lo intente él mismo; a pesar de tener los ojos vendados, el espectador consigue clavar el cuchillo en su propia carta. Como antes, el método resulta obvio (se usa la misma baraja de forzaje que se usó en la rutina anterior); sólo resta ofrecer unos cuantos detalles prácticos e ideas de presentación.
14.
La carta apuñalada, pág. 171.
ESTRELLAS DE LA MAGIA
Editorial Páginas. ?000.
Claramente, además de la baraja de cartas idénticas, se necesitan varias cartas distintas que serán elegidas por los espectadores. Normalmente suelo dar a elegir tres cartas en total, así que basta tener dos cartas diferentes. Colócalas debajo de la baraja (ahora hay dos cartas de cobertura en lugar de una, como había antes) y márcalas de la misma forma, sólo para no correr riesgos. El resto de la baraja son Cuatros de Corazones firmados (o cualquier otra carta que tengas disponible) con una carta corta del mismo valor sin firmar, bien en el dorso o en la cara de la baraja, según prefieras. Fuerza las tres cartas por cualquier método: el forzaje puede resultar arriesgado, ya que si falla resultará elegida una carta firmada que todavía nadie ha firmado (lo que parece ciertamente un buen comienzo para otro juego). Suelo usar un forzaje en cascada (dribble forte); se puede justificar pidiendo a espectadores de las filas traseras que elijan' cartas por este método ya que les resultaría imposible elegir una por el procedimiento normal. Invita a sentarse contigo a la mesa (como en las otras rutinas) a la persona a quien forzaste el Cuatro de Corazones. Reparte rotuladores entre quienes eligieron carta para que todos puedan firmar la suya. Entregando un rotulador primero a la persona que tiene el Cuatro de Corazones y después a los demás, consigues meterte entre el público de manera natural mientras se firman las cartas; pide a aquellos que eligieron carta que no te permitan verlas; así harás que el espectador "Cuatro de Corazones" esconda su carta mientras la firma, no sólo de ti, sino también del resto del auditorio, entre los que te encuentras (el público entonces no podrá reconocer su firma, a la que cambiarás en breve). Las cartas se devuelven al centro del paquete y se controlan encima o debajo de la baraja (yo prefiero debajo). Muestra cada carta a los espectadores antes de devolverla ala baraja. Resulta fácil cambiar el Cuatro de Corazones elegido por otro con firma falsa antes de perderlo en la baraja-basta con hacer un enfile-, de manera que el público crea que se trata de la carta del espectador. Esparce las cartas encima de la mesa controlando la ubicación de las tres firmadas, igual que en la versión de Malini. Colócate una ven-
da en los ojos, aparentemente para que te impida ver; en realidad puedes mirar hacia abajo por el lateral de la nariz, gracias a lo que controlarás la situación de las cartas elegidas. Clava el cuchillo en el dorso de la primera carta y levántalo para mostrarla al público. La persona que la eligió verificará que tu acción ha sido correcta. Mezcla más aún las cartas y apuñala y muestra la segunda selección. Únicamente quedará por encontrar el Cuatro de Corazones. Quítate la venda, pónsela al espectador que tienes al lado, dale el cuchillo, y pídele que lo clave sobre la carta que desee; sólo hay que asegurar se de que no lo clava en la carta que ha firmado realmente; para ello, y como la has tenido localizada durante todo el procedimiento, en la última mezcla desplázala hasta el otro extremo de la mesa, donde el espectador no pueda alcanzarla. Todas las restantes cartas son idénticas y llevan una firma que el público cree es la del espectador. Éste puede clavar el cuchillo en cualquiera. Una vez que lo hace, y mientras todavía sujeta el cuchillo, recoge el resto de cartas para que no estorben y también para poder controlar la carta legítima al dorso de la baraja gracias a su esquina corta. Después, el espectador levanta el cuchillo con la carta clavada en él y la muestra al público, que ve la carta correcta. Como aún está vendado, el firmante no puede dar fe de la autenticidad de la firma. Separa la carta de la punta del cuchillo que sostiene el espectador, haz un enfile cambiándola por la carta legítima y lánzala cara abajo sobre la mesa; clava entonces el cuchillo en su dorso de forma que éste se sostenga vertical sobre la mesa (hazlo despreocupadamente mientras el espectador se quita la venda). Casi como si te hubieses olvidado de ello, puedes levantar el cuchillo y mostrar la carta al espectador antes de que regrese a su asiento. Apuñalando la carta de esta manera, la carta legítima tendrá un corte, tal y como debe ser. Como presentación, a veces elijo a alguien un poco reservado o cínico como la persona a la que fuerzo el Cuatro de Corazones. Entonces realizo toda la rutina para tratar de impresionarle: cuando clavo el cuchillo en la primera carta, finjo desilusión al ver que no parece
particularmente impresionado, luego mezclo las cartas con mayor ímpetu en un intento de sorprenderlo ante la dificultad añadida que implica tener que repetir el efecto. A pesar de tener éxito la segunda vez, el espectador sigue sin mostrarse tan impresionado como me gustaría. Por tanto, y para que compruebe personalmente lo complicado que es, le pido que se ponga la venda..., etc. Quizás resulte de interés señalar que el público no percibe relación alguna entre los efectos de este capítulo, aunque nosotros sabemos que todos se basan en el mismo método. Por tanto, nada te impide realizar más de uno de estos juegos en una sesión (yo mismo lo hice alguna vez), siempre y cuando-tengas más de una baraja de forzaje con firmas distintas. Aunque parezca mentira, me llevó mucho tiempo darme cuenta de esta posibilidad.
SEIS que abarca elementos varios, entre ellos
cajas, mezclas insólitasy la caída de Troya
No me sorprendí al ver que, a pesar de haber meditado la cuestión durante horas, muchas ideas no encajaban bien ni dentro de un capítulo concreto, ni tan siquiera agrupadas en secciones especiales. No sin cierta tristeza admito mi culpa y me veo obligado a recoger en este último capítulo cosillas diversas que, a pesar de todos mis esfuerzos, se resisten a dejarse clasificar. Cada una está incluida por una razón concreta; además, me parece que sin ellas este libro quedaría incompleto. Ya sólo me resta, pues, disculparme por la manera tan caótica en que las presento. Tres cartas bajo una caja
La idea de que una o varias cartas desaparezcan de la baraja para reaparecer debajo de un vaso o un estuche es potente y directa, pero en muchas ocasiones las rutinas de este tipo suelen presentar proble mas. El principal es que para realizarlas hace falta una superficie bastante amplia que permita hacer largas extensiones con la baraja o usar otros métodos para desviar la atención del objeto bajo el que hay que cargar la carta.
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La versión que ofrezco a continuación tiene la ventaja de ser bastante fácil y además puede realizarse en un área muy pequeña. En el colmo de la sencillez, bastaría con el espacio que ocupa el estuche de la baraja; además, no hace falta que el objeto en cuestión esté situado en una posición concreta respecto a ti. En otras palabras: no hace falta que tengas el estuche directamente delante de ti; da lo mismo si está alejado, ya que su ubicación no afectará a la "misdirection", que radica en su mayor parte en la propia construcción del juego. La razón principal por la que incluyo esta rutina es el cambio que se emplea al final y mediante el cual se encontrará, en el interior del estuche, la última de las tres cartas elegidas; no obstante, espero que el efecto en sí también resulte de interés. Antes de comenzar es necesaria cierta preparación. Al extraer la baraja dei estuche tienes que dejar dentro una carta sin que el público lo sospeche. Con la baraja en la mano izquierda en posición de repartir, cierra el estuche y mientras tanto obtén con el meñique izquierdo una separación bajo la carta superior. A continuación, roba secretamente debajo del estuche la carta de la separación (fig. I), y déjalo aparte (los espectadores no saben que hay una carta en su interior y una segunda bajo el). Da a elegir tres cartas y contrólalas de la manera más sencilla: cada una encima de la anterior. Para que no resulte tan obvio, empleo el control simulado que expliqué en el Intermedio. Como recordarás, hace falta mantener una separación con el meñique izquierdo en la parte inferior de la baraja; luego se hojea la esquina con el pulgar izquierdo dejando escapar unas cuantas cartas y se aparenta cortar por ese punto; en realidad, se corta por la separación y se pide al primer espectador que devuelva su carta en este punto, manteniendo la separación por encima de la carta elegida. Después se hojea más o menos la mitad de la baraja pero se vuelve a cortar por la separación; se recibe la segunda carta y se vuelve a mantener la separación. Por último, se hojea hasta la separación y se corta legítimamente por ese punto para recibir la tercera. Parecerá que las cartas han sido devueltas en lugares distintos de la baraja.
También puedes no hacer caso de mi sugerencia y emplear el control que más te apetezca. Decidas lo que decidas, lo importante es que las tres cartas elegidas queden juntas en alguna parte de la baraja, la primera bajo la segunda y ésta, a su vez, bajo la tercera. Una vez que la tercera carta es devuelta, hay que mantener debajo de ésta la separación con el meñique (que queda entre las cartas tercera y segunda). Después, corta la baraja por la separación o realiza el salto para llevar la tercera carta elegida debajo de -1 _a baraja y las otras dos encima (la segunda encima de la primera). Dirige la atención ahora hacia el estuche y anuncia que la primera carta ha abandonado la baraja para aparecer dentro del estuche; debes destacar lo imposible de tal hecho de forma que cuando estires el brazo derecho para levantar la caja (tómala desde arriba con la mano derecha en posición de cortar), tu incrédulo público quede paralizado ante la visión de la carta que se encuentra debajo. Quizás incluso haya alguien que intente levantar la carta para verla, lo cual no debe preocuparte a pesar de que, claramente, será una carta equivocada. De hecho, deberías pedir a alguien que lo hiciera si nadie lo i ntenta espontáneamente. El propósito es obtener una oportunidad para cargar
la carta superior de la baraja debajo del estuche de la misma manera que lo hiciste antes (es decir, obteniendo una separación con el meñique izquierdo bajo la carta, poniendo momentáneamente el estuche encima de la baraja, levantándolo a continuación llevándote la carta bajo él, y volviendo a dejarlo en el mismo lugar sobre la mesa). Todo pasará completamente desapercibido ya que tu público estará mofándose de ti por tu fracaso con la primera carta. Disculpándote, toma la carta con la mano derecha y pide al espectador que eligió la primera carta que coloque su mano palma arriba. Durante esta acción, enfila la carta cambiándola por la superior de la baraja, que es la primera elegida. Deja la carta en la palma de la mano del espectador y anuncia que intentarás enmendar tu error haciendo que la carta equivocada se transforme en la elegida. Durante esta palabrería, empalma la última carta de la baraja en la mano izquierda y luego guarda la baraja en un bolsillo (la baraja desaparece de la escena antes de revelar la primera de las cartas; un bonito detalle que quizás te resulte interesante). La mayor parte del trabajo ya está hecho. Pide al primer espectador, que mantiene la primera selección cara abajo sobre su palma, que dé la vuelta a la carta; verá que se ha transformado en la carta que eli gió (un efecto fuerte por sí mismo que no debe subestimarse). Anuncia tu intención de repetir el intento, aunque ahora tratarás de acertar a la primera. Tras hacer el gesto de rigor hacia el estuche, levántalo con la mano derecha igual que antes para revelar la segunda carta bajo el. Mientras el público la examina verificando que esta vez se trata de la carta correcta (la del segundo espectador) coloca el estuche en la mano izquierda encima de la carta empalmada. La carta tiene que quedar cuadrada con el estuche; quizás requiera algunos ajustes si decidiste utilizar el empalme clásico (por ello utilizar el empalme del tahúr puede ser una buena alternativa; ¿seria demasiado atrevido por mi parte sugerirla utilización del empalme descrito en el Intermedio como otra posible opción?). Tras revelarlas dos primeras cartas de manera cada vez más impresionante, mostrar la tercera dentro del estuche resultaria un clímax apropiado. Todo lo que nos separa de este glorioso ---
momento es el pequeño detalle de que la carta que se encuentra en el interior del estuche no es la correcta, ya que ésta yace desafortunadamente debajo de él. Se hace necesario recurrir a un cambio, y para ello propongo el siguiente método. Tienes que sujetar el estuche en posición de dar en la mano izquierda, con la abertura hacia los espectadores y el corte en forma de media luna mirando hacia arriba. Abre el estuche con la mano dere cha, introduce el pulgar derecho y extrae la carta sujetándola cuanto antes con el pulgar por el dorso y los dedos por la cara. Justo antes de sacarla completamente del estuche, mueve la mano hacia la derecha haciendo que la carta pivote alrededor de la esquina exterior derecha del estuche (fig. 2); terminarás sujetándola prácticamente en la posición adecuada para hacer un enfile. Quizás esta explicación tan complicada de cómo se extrae una carta de un estuche te parezca innecesaria, pero es importante extraerla con tal naturalidad que quede colocada sin visibles ajustes adicionales en la posición adecuada para el enfile.
Con un gesto rápido y fluido vas a cambiar la carta que sujetas en la mano derecha por la que ocultas bajo el estuche, pero temo que al leer la descripción del movimiento te parezca un poco ostentoso. Con las manos todavía bastantes juntas, acerca la izquierda hacia la derecha. La carta tiene que estar sujeta en la mano derecha entre el pulgar por encima y el dedo mayor por debajo; el dedo índice queda estirado por debajo de la carta. Al juntar 11-as manos, desliza el estuche bajo la carta de la mano derecha; usa el pulgar izquierdo para tirar de la carta y ayudarte a llevarla encima del estuche (fig. 3) hasta que quede alineada con él (en muchos estuches, esto supone cuadrar la carta con el dibujo del dorso de naipe que presenta la caja). Sujeta el naipe con el pulgar izquierdo y abandona la sujeción con la mano derecha. Mientras tanto, habrás estirado secretamente el dedo indice derecho por debajo del estuche hasta tocar la cara de la otra carta. Ejerciendo presión hacia arriba, conseguirás producir la suficiente fricción sobre esta carta para que se pegue a la punta del dedo mientras alejas la mano izquierda; vuelve la palma de esta mano ligeramente hacia abajo manteniendo la carta original encima del estuche con el pulgar. Tan pronto como puedas, pon el pulgar de la mano derecha en contacto con el dorso de la nueva carta (fig. 4), de manera que parezca que sigue sujeta en la misma posición mientras las manos se separan. No es mi intención entrar en una discusión acerca de si éste es o no un buen momento para ejecutar el cambio, esto dependerá de tu opinión y tu estilo de presentación. Yo suelo realizar el cambio ha ciendo un gesto hacia la persona que eligió la última carta (siempre hago que se siente a mi derecha) moviendo la mano izquierda hacia la derecha para señalarle de manera que ésta pase por unos instantes por delante de la mano derecha en el momento de realizar la técnica. Creo que el cambio resistiría el atento examen de un espectador cercano, pero este caso no suele darse, ya que muchas veces el público está convencido de la identidad de la carta incluso antes de mostrarla (tú ya has dado suficiente evidencia de lo que eres capaz en-las dos primeras partes de la rutina).
Bill Taylor, que ha revisado amablemente los contenidos de este libro antes de su publicación, sugirió el empleo de la estratagema de la firma falsa (comentada en el capítulo anterior) con la última carta. Con ello, todos los espectadores a excepción de la persona que la firmó, podrían ver la carta saliendo del estuche; después harías el cambio antes de mostrársela a éste último. Cómo ovos que empleen la idea de la falsa firma también descubrirán, Bill Taylor piensa que esta idea puede usarse en muchas situaciones, ya sea en bares o en actuaciones más formales.
Para quedar limpio, puedes sencillamente guardar el estuche en un bolsillo; si también has dejado allí las cartas cuando ya no las necesitabas, la carta extra se juntará con el resto. Como alternativa, una vez terminada la rutina podrías empalmar la carta de encima del estuche con la mano derecha (como si se tratase de la baraja) para luego añadirla al resto cuando creas oportuno.
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Una rutina de Triunfo La segunda rutina que ofrezco no tiene relación alguna con la primera, aunque si la tiene con otra sección de este libro. En ella se emplea una extirpación que expliqué en el Intermedio en el contexto de una mezcla en cascada en las manos. Si decidiste no leer aquel capitulo, me permito sugerirte que no tiene mucho sentido que leas lo que viene a continuación (a no ser que desees descubrir si el juego es tan bueno como para obligarte a volver inmediatamente al Intermedio y aprender de una vez el pase). Habiendo dicho ya que esta rutina carece de relación con la anterior, se me acaba de ocurrir que también éste es un juego que tradicionalmente requiere una mesa con amplio espacio para su presentación. Esta versión del "Triunfo" de Vernon, en el que se encuentra una carta elegida a pesar de haber mezclado cartas cara arriba con cartas cara abajo, no la necesita. Da a elegir una carta y contrólala ala posición superior de la haraja. Yo empleo un robo lateral (side steal) en el que empujo la carta hasta llevarla a lo que denominé "empalme lateral bajo, para in mediatamente llevarla al dorso de la baraja con un gesto de cuadrar. Desde luego, cualquier otro método es válido. Sujeta la baraja en posición de cortar, con la mano derecha y gira la mano de forma que el lado derecho quede paralelo al suelo y las cartas queden sujetas ladeadas (el lado izquierdo mira hacia ti). Con l a mano izquierda, sujeta la baraja exactamente de la misma manera
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(será como el reflejo en un espejo de la mano derecha); tendrás que mover un poco los dedos de la mano derecha para colocar los de la izquierda en el mismo lado de la baraja (fig. 5). En esta posición, puedes cortar en dos mitades y tomar una con cada mano. Al girar las manos a su posición natural (con las palmas hacia el suelo), los paquetes deben quedar más o menos en la posi ción adecuada para hacer una mezcla por hojeo en las manos, aunque el paquete de la mano izquierda está cara arriba. Tal vez tengas que ajustar un poco las posiciones de los dedos para que queden lo suficientemente estirados por debajo de los paquetes y te permitan sujetarlos durante la mezcla. Dobla el dedo indice de arabas manos encima de cada paquete y haz una mezcla por hojeo; sin embargo, no hojees los extremos imbricándolos como lo harías normalmente; sujeta ambas mitades con los pulgares orientados hacia el cuerpo de forma que los paquetes for. men una De este modo, al hojear las cartas, solamente la esquinó inferior izquierda del paquete de la mano derecha se mezclará con la esquina inferior derecha del paquete de la mano izquierda (fig. 6).
Asegúrate de que al final del hojeo encima del conjunto caiga sólo la carta superior del paquete de la mano derecha (la carta elegida). Desde esta posición, gira ambas manos (la izquierda en el sentido de las agujas del reloj; la derecha al contrario) de forma que las cartas se imbriquen por los lados de los paquetes más o menos un par de centímetros. Después, desliza la mano derecha ligeramente hacia la izquierda de manera que puedas sujetar el conjunto en el lugar en que los paquetes se imbrican, permitiéndote así alejar la mano izquierda. Comienza ahora a cuadrar el conjunto lentamente con la mano izquierda: mueve el pulgar izquierdo hasta -tocar el lado izquierdo del conjunto y lleva los restantes dedos por debajo alrededor del lado derecho (fig. 7). Apretando suavemente con el pulgar y los demás dedos, las cartas empezarán a cuadrarse. Yo suelo pararme de vez en cuando para hojear el lado exterior del conjunto con objeto de mostrar la condición revuelta de las cartas a medida que se van cuadrando. Sin cambio alguno en el ritmo, cuando quede alrededor de un centí metro para cuadrar por completo el conjunto, se altera el procedimiento. Dobla el dedo índice derecho encima del dorso de la carta superior haciendo un poco de presión. Aunque deberá parecer como si continuases cuadrando las cartas empujando hacia la derecha con el pulgar izquierdo, deja de empujar con los dedos del lado derecho del conjunto; con ello conseguirás que todas las cartas (todavía i mbricadas pero no cuadradas) se deslicen hacia la derecha bajo la carta superior, que sigue sujetando el índice derecho (fig. 8). Sujeta la baraja ligeramente con la mano derecha de forma que las cartas puedan deslizarse con suavidad. Como el dorso de la mano derecha cubre el hecho de que las cartas sobresalen por el lado derecho, dará la impresión de qué la baraja queda completamente cuadrada. Esta estratagema es idéntica a la original de Vernon, con la salvedad de que se realiza en las manos y no sobre-una mesa; no obstante, hace falta ejecutar et pase con lentitud para imitar el gesto de cuadrar. .
CAPÍTULO SEIS
A continuación, la mano izquierda altera su sujeción sobre las cartas que sobresalen por el lado derecho -bajo el dorso de la mano derecha- apresándolas entre el meñique por el extremo interior, el ín dice por el exterior y los dedos por el lado derecho (straddle grip), igual que se explicó anteriormente para la extirpación. Realiza después la extirpación sujetando con la mano izquierda el paquete de cartas cara abajo y extrayendo hacia fuera con la derecha el otro paquete (fig. 9). Vuelve inmediatamente la mano derecha palma arriba para mostrar una carta cara abajo en la cara de este paquete; la extirpación debe aparentar simplemente un corte para mostrar la situación de las cartas, unas cara arriba y otras cara abajo. Deja el paquete de la mano derecha encima de las cartas de la izquierda y mantén una separación entre ambas mitades (yo suelo cortar otro paquete de menor grosor por encima de la separación, usando un gesto similar al de la extirpación, con objeto de mostrar todavía más la condición revuelta de las cartas; con todo, hay que seguir manteniendo la separación). Voltea toda la baraja manteniendo la separación con el meñique. Para ello, hace falta voltear la baraja hacia la derecha estirando el meñique (conseguirás introducirlo aún más en la separación, creando lo que se conoce como "separación en cuña'' o wedge break, 6g. 10). Basta con ejecutar el volteo de Ken Krenzel para dejar la baraja en la posición correcta para el primer efecto. En un capítulo anterior del libro prometí que explicaría este pase más adelante para aquellos que no lo conociesen. Ese momento ha llegado. La mano derecha sujeta el paquete superior (las cartas de encima de la separación) desde arriba en posición de cortar; el paquete inferior debe quedar firmemente pinzado entre el meñique y el resto de l os dedos. Con la mano derecha, levanta un poco el paquete superior y comienza a moverlo hacia la izquierda, como si fueses a llevarlo a la posición de repartir en la mano izquierda. La pequeña elevación es crucial, ya que te permitirá bajar un poco los dedos de la mano izquierda y encogerlos hacia la palma (fig. 11).
CAPITULO SEIS
Con ello harás girar el paquete hacia la palma, y habrás conseguido dar la vuelta a las cartas bajo la cobertura del paquete de la mano derecha (fig. 12). A continuación, cuadra todo con la mano derecha. La acción completa tiene que parecer corno si simplemente desplazases las cartas desde su posición en la punta de los dedos hasta llevarlas a l a posición de repartir, aunque entre tanto habrás volteado el paquete inferior. Con esto, todas las cartas quedan orientadas en el mismo sentido a excepción de la elegida, que debe quedar cara abajo en el centro'de la baraja. Por consiguiente, basta con mostrar esta condición para termi nar el efecto. Te puede resultar interesante localizar y reunir las tres cartas del mismo valor que la elegida en la acción de extender la baraja cara arriba. Esta idea de Larryjennings, que requiere haber dado previamente un vistazo a la carta, te permite añadir un clímax inesperado mediante el cual podrás revelar las cuatro cartas del mismo valor. El efecto descrito ya es de por sí bonito y eficaz, pero yo suelo incluir una prolongación. Tiene cierto toque "Paulharrissiano", ya que las cartas cara abajo quedan colocadas en ángulo recto respecto a las demás, aunque aparentan estar orientadas en el mismo sentido.
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Vuelve a perder la carta elegida en el centro de la baraja y a controlarla de nuevo al dorso (si no te importó buscar y reunir las otras tres cartas del mismo valor, este añadido te dará una oportunidad para revelarlas; si sigues la explicación empleando las cuatro cartas, al final de esta segunda parte las cuatro quedarán volteadas en la baraja acompañando sorprendentemente a la elegida). Corta la baraja y mezcla cartas cara arriba con cartas cara abajo, igual que antes, dejando sólo una carta del paquete de la derecha encima del conjunto. También conviene asegurarse de que vanas cartas del paquete de la izquierda caen antes de que lo haga la última del derecho, de forma que desde el dorso quede una carta cara abajo y bajo ella seis -más o menoscara arriba antes de la siguiente carta cara abajo y del resto mezclado al azar. Los paquetes quedan imbricados por sus esquinas; empújalos de manera que las cartas se imbriquen por los lados, igual que si estuvieses realizando la versión anterior hasta el punto que muestra la fig. 7. A partir de aquí, el método difiere sustancialmente. Aunque las manos deben quedar en la misma posición que en la versión anterior (como si fueses a cuadrar las cartas, con el pulgar izquierdo por el lado izquierdo y los dedos por debajo del -conjunto llegando hasta el lado derecho) esta vez empuja hacia la izquierda la carta superior más o menos medio centímetro para comenzar el pase. Esto hace que el resto de las cartas cara abajo sobresalgan por el lado derecho del conjunto sobrepasando ligeramente a la carta superior. ,~ Lleva el meñique izquierdo alrededor de la esquina inferior derecha del conjunto de forma que quede a la derecha del extremo de las cartas (la misma posición que adoptó para la extirpación, fig. 13). El dedo mayor de la mano derecha (todavía sujetando el conjunto en posición de cortar) debe situarse en el centro del lado exterior del conjunto, en el punto en que las cartas se imbrican; el pulgar de recho debe quedar muy a la izquierda a lo largo del lado interior, de forma. que sólo esté en contacto con cartas cara arriba. Espero que recuerdes el control que se explicó en el Intermedio (en el que una carta se llevaba al empalme clásico en el transcurso de una
acción de cuadrar con giro) porque aquí ocurre algo muy parecido. La mano derecha gira hacia fuera extrayendo las cartas cara arriba y la superior del resto de cartas cara abajo, que se mantienen en su posición gracias al meñique izquierdo (fig. 14). El eje de rotación es el dedo mayor derecho. La rotación continúa hasta que los paquetes se sitúen en un ángulo de noventa grados uno respecto al otro (más o menos en la posición en que la mano derecha podría empalmar bien las cartas cara abajo). En este punto, las cartas están extirpadas casi por completo y únicamente las esquinas siguen imbricadas, pero el paquete de cartas cara abajo queda totalmente oculto por la mano derecha. Los dedos mayor y anular izquierdos, que estaban en contacto con el lado derecho del paquete cara abajo, empujan ahora hacia arriba llevándose consigo las cartas cara abajo. En breve, el lado de las cartas cara abajo en el que se apoyaban los dedos quedará al mismo nivel que el extremo del otro paquete; en otras palabras: todo el paquete de cartas cara abajo habrá girado noventa grados bajo la cobertura del dorso de la mano derecha (fig. 15). Admito que no es un procedimiento fácil, y por ello sugeriría que la mejor manera de hacerlo es intentarlo y procurar realizarlo con la mayor ligereza posible. En la medida de lo posible, el pulgar izquierdo debe mantenerse en el lado izquierdo del paquete durante todo el proceso; si te ha hecho falta moverlo, ahora debe volver a su sitio. Continúa empujando las cartas hacia dentro, a pesar de lo inusual de la posición, haciendo presión con el pulgar y el meñique de la mano izquierda. Con un poco de suerte, toda la acción parecerá igual al gesto -mucho más sencillo- de la versión anterior. (Si te resulta incómodo cuadrar las cartas contra el meñique, quizás prefieras llevar los cuatro dedos alrededor del lado del paquete de forma que todos empujen juntos, de forma similar a como ocurría en la primera parte de la rutina). Al final, debe parecer que las cartas están bien cuadradas (aunque la carta superior esté cuadrada con el paquete de cartas cara arriba y a pesar de que las cartas cara abajo estén en posición perpendicular al resto pero con las esquinas superiores izquierdas de ambos paquetes cuadradas una contra otra; quizá quieras consultar de nuevo la fig. 15).
CAPITULO SEIS
Las ilustraciones deberían aclarar lo que en realidad es un pase burdo que debe ser ejecutado sin miramiento alguno. Todo este embrollo sirve únicamente para poder hacer una enseñada bastante convincente. Todavia sujetando con la mano derecha las cartas, empuja con el pulgar izquierdo las tres o cuatro primeras cartas hacia la derecha de forma que cubran el paquete que sobresale perpendicularmente. Esto te permitirá retirar la mano derecha y cambiar la sujeción sobre las cartas como si fueses a abrir la baraja para que alguien eligiese un naipe. Coloca la punta del pulgar derecho en la esquina inferior izquierda de la carta superior de la baraja; sigue extendiendo hacia la derecha las siguientes cartas, en una extensión más o menos recta, hasta que veas que está a punto de aparecer la primera carta de las que están en posición perpendicular; en este punto, en lugar de continuar extendiendo las cartas en línea-recta, abre el conj unto formando un abanico algo compacto en la mano derecha; apretando con el pulgar derecho crearás un eje de rotación mientras
el pulgar izquierdo sigue empujando el resto de las cartas clisponiendolas en forma de abanico (durante este proceso, mueve la mano derecha hacia delante). El abanico debe ser compacto para que sólo sean visibles las mitades superiores de las cartas; de esta forma, se verá una mezcla de cartas cara arriba y cara abajo, pero gracias a que las mitades inferiores de éstas no se ven en el abanico no se apreciará el hecho de que las cartas cara abajo están en ángulo recto (fig. 16). Cuadra el conjunto rápidamente, con lo cual todo volverá ala posición original, con las cartas cara abajo sobresaliendo por la derecha; como antes, esta condición queda cubierta por la mano derecha. Todo l o que resta es extirpar las cartas. Para ello, lleva el dedo mayor izquierdo al extremo exterior del paquete perpendicular, justo en el punto en que sobresale, y mueve la mano izquierda hacia ti; con ello tirarás de las cartas en la misma dirección, haciendo que giren en el sentido de las agujas del reloj (fig. 17); durante el movimiento hacia atrás de la mano, llegará un momento en el que el paquete cara aba-
j o tocará el pulgar derecho (como sujetas el conjunto con la mano derecha en posición de cortar, el pulgar derecho está colocado en el extremo interior del paquete cara arriba). El contacto con el pulgar hará que el paquete perpendicular gire en el mismo sentido, más aún, mientras continúas el movimiento hacia atrás de la mano izquierda. Seguirá rotando de esta forma hasta haber girado noventa grados, y volverá a quedar paralelo con el resto de la baraja, aunque por el momento seguirá sobresaliendo por detrás; tan pronto como llegues a esta posición, coloca los dedos de la mano izquierda en posición para extirpar: lleva el dedo índice al extremo exterior y el meñique al interior sujetando las cartas entre estos dedos y procediendo a la extirpación como se ha explicado. A partir de aquí, el final es idéntico: se obtiene una separación tras la extirpación y se voltea el paquete haciendo el pase de Ken Krenzel. Xr
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El dilema de Cassandra
"Me pregunto si habéis oído alguna vez el nombre de Cassandra. Cassandra fue un trágico personaje de la mitología clásica que sufrió una terrible maldición: a pesar de que por ser una profetisa podía ver el futuro, su condena era que nadie creyese sus profecías. Por ello, a pesar de que era capaz de prever desastres inminentes, a pesar duque intentaba advertir a la gente para que evitasen su terrible destino, nadie le creía jamás, y asi se veía obligada a contemplar cómo sucedían desgracias a aquellos a quienes amaba. La mayor de tales tragedias fue la caída de Troya, su ciudad, por mucho que intentó advertir a los troyanos de que el caballo de madera no era un regalo sino un truco creado por los griegos para tomar la ciudad. Nosotros ahora sabemos que decía la verdad, aunque entonces nadie le hizo caso y todos se burlaron de ella y de tan absurda idea». De manera similar, aunque algo meños dramática, el último efecto de esta sección, al que le llamo con placer "El dilema de Cassandra",
comienza con una introducción igual a la anterior. Después continúo:
Yo tengo la intención de hacer una profecía; diré algo que está por ocurrir. A saber, alguien tomará una baraja y realizará una serie de elecciones legítimas mediante las cuales eliminará cartas hasta que quede sólo una. En ese punto, a esta persona se le ofrecerá la posibilidad de cambiar su decisión; finalmente, la carta que quede será el Dos de Diamantes. Recuerden: el Dos de Diamantes. Pide a una mujer del público que te ayude y se siente a tu derecha. Ella será el Destino de esta Cassandra. Para hacer todo lo más legítimo posible, emplea una baraja sin estrenar y extiéndela cara arri ba sobre la mesa de forma que todos puedan ver que no faltan cartas y que no hay duplicados. Pide a continuación al espectador que mezcle a conciencia.
Sin embargo, a pesar de lo que he dicho, y a pesar de que el procedimiento.será muy claro, puede ser que alguno de ustedes todavía me crea; después de todo, saben que soy mago, y aunque no puedan comprender cómo tallogro pue de ser posible, quizás -todavía crean, aunque sea sólo un pocó, que lo que he afirmado ocurrirá. Pero si hubiese sido Cassandra quien hubiese realizado la profecía, nadie de ustedes le creería. Por lo tanto, haré que les resulte imposible creerme extrayendo el único Dos de Diamantes de la baraja; así nadie podrá elegir dicha carta. Entrega un sobre a tu asistente y, después de que te devuelva la baraja mezclada, saca el Dos de Diamantes y ofréceselo a la espectadora para que, lo introduzca en el sobre y lo selle. Pide incluso que firme el sobre para mayor seguridad.
Seriarle locos creer ahora en mi profecía, ya que no hayforma de que pueda realizarse, pero no obstante continuaré como anuncié antes. Divide la baraja en dos y pide a tu asistente que elija un paquete. Corta este paquete en dos y de nuevo, y siempre de la manera más clara posible, pide al espectador que elija una de las dos mitades. Cada vez que elija, pregunta si querría cambiar de opinión, haciendo hincapié siempre en que de esta forma podría elegir entre muchas posibilidades diferentes determinadas por el azar. Continúa así hasta que sólo queden tres o cuatro cartas, que ella misma extenderá sobre la mesa y entre
l as que escogerá hasta que sólo queden dos. La siguiente será su decisión fmal, y aquí puede deliberar todo lo que desee. Con esta última elección eliminará una carta, cuya identidad indiferente mostrarás a todos. La carta que ha elegido yace intacta sobre la mesa. Es imposible que alguien conozca la identidad de esta carta. De hecho, lo único que sabemos de esta carta es que no puede ser el Dos de Diamantes porque está dentro del sobre que usted tiene. Pide a la señorita que abra el sobre,
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que ha permanecido a la vista todo el tiempo. Está vacío. De repente, la verdad cala en sus corazones. Sólo ahora creerán... Voltea la carta elegida para que todos puedan ver que es el Dos de Diamantes. La razón por la que incluyo este efecto es que es uno de mis favoritos en la actualidad y sentía la necesidad de acabar el libro del mismo modo erg que a menudo termino mis actuaciones. El método no es muy importante; es el argumento lo que me intriga. En esencia, se trata de un simple efecto de predicción, pero la inclusión de la historia de Cassandra hace que sea mucho más atrayente, y el aislamiento de la predicción añade un importante toque extra de imposibilidad. Cuando se rasga el sobre y se ve que la carta ha desaparecida, todos saben qué carta se encuentra sobre la mesa, y sin embargo nadie se atreve a creerlo, lo cual genera una tensión palpable. De todas formas, y para no dejarme nada en el tintero, me vas a permitir que explique el método que empleo. Hay dos elementos distintos de los que preocuparse: la elección de la carta forzada y la desaparición de la carta del interior del sobre. Se han publicado docenas de formas para conseguir ambas cosas, y sin duda cualquier combinación será válida. Como he dicho, es la presentación y no tanto el método lo que importa. Sin embargo, y como soy una persona algo pedante, prefiero usar un método bastante técnico que creo parece lo más claro posible. Requiere el cambio de la baraja y del sobre, sin embargo, ambos están bien cubiertos en la rutina. Todo es legitimo hasta el momento en que ofrezco el sobre_ a la espectadora. Realmente se utiliza una baraja nueva y mezclada por ella;
pero cuando estoy explicando el argumento mientras ella mezcla, meto 1:; mano en el bolsillo izquierdo y extraigo un paquete de sobres (o por lo menos eso parece). En realidad este montón de sobres aparentemente inocente es una cascarilla. La fabrico cortando la parte central de unos cuantos sobres de tamaño algo mayor que un naipe y pegándolos juntos. Después hay que pegar un sobre entero encima del conjunto y rodear todo con una cinta de papel que va pegada por los costados (aparentemente sirve para mantener sujeto el paquete).
Desliza después unos cuantos sobres normales entre la cascarilla y la cinta de papel; puedes sacarlos después durante la rutina. La cascarilla debe poder albergar unas veintiséis cartas más o menos. La fig. 18 (en la pág. anterior) muestra un corte longitudinal de la misma que, como puede verse, está cerrada por tres de sus lados, para que resulte más fácil meter y sacar cartas. Las veintiséis cartas del interior de la cascarilla deben ser duplicados del Dos de Diamantes cara arriba (observa lo irónico del escondite . de las cartas, que hará posible el efecto en el contexto de una nitina en que se habla del caballo de Troya). Saca este paquete del bolsillo, extrae un sobre de la parte superior y suéltalo sobre la mesa. Toma a continuación todo el conjunto con la mano derecha por encima en posición de cortar, colocando las cartas ocultas más o menos en la posición del empalme del tahúr en la mano izquierda (fig. 19, pág. 241). Deja caer la mano izquierda al costado con las cartas, al tiempo que con la mano derecha dejas la cascarilla sobre la mesa e i nmediatamente tomas la baraja mezclada de manos de la especta dora para que así ésta pueda examinar el sobre que le has entregado. Vuelve la baraja cara arriba con la mano derecha y rápidamente col ócalo en la mano izquierda, que va a su encuentro, de manera que se junte con las cartas empalmadas. Realmente empalmas las cartas sólo por unos segundos, ya que primero las cubre la cascarilla y luego la baraja. Extiende las cartas entre las manos, cara arriba para ocultar el grosor del conjunto, y extrae el Dos de Diamantes de la baraja original. Ten cuidado si dicha carta se encuentra cerca del final del paquete, ya que podría verse el bloque de duplicados durante la extensión. Suelta el Dos sobre la mesa y pide a la espectadora que lo introduzca en el sobre- Mientras tanto, voltea cara abajo tu baraja de ochenta cartas más o menos y obtén una separación con el meñique izquierdo cerca de la carta veintiséis desde abajo. Lleva todas las cartas de debajo de la separación al empalme del tahúr, y acto seguido deja con la mano derecha el resto de la baraja sobre la mesa.
Inmediatamente, toma con esta misma mano la cascarilla de sobres y colócala en la mano izquierda, cubriendo de nuevo las cartas empalmadas. Con el gesto claro y natural de extraer una carta de la baraja, has conseguido cambiar media baraja de forma que la mitad superior está compuesta por duplicados del Dos de Diamantes. Ahora hace fálta cambiar el sobre en el que está guardado el Dos de Diamantes. Para ello existen muchas posíbilidades, que van desde el uso de una cartera Himber, hasta hacer una especie de enfile con un sobre vacío cerrado encima del paquete de sobres. Estuve mucho tiempo dandole vueltas en la cabeza a esta última idea, pero al final la descarté a favor de otra algo más dificil, pero también -en mi opinión- más engañosa. Guarda en el bolsillo el paquete de sobres con las cartas ocultas, ya que no lo necesitarás más. En el bolsillo interior derecho de mi chaqueta llevo un bolígrafo que sujeta contra el forro de la chaqueta un sobre vacío cerrado. Llevo la mano derecha a la solapa para sujetarla mientras intioduzco la mano izquierda para sacar el bolígrafo (fig. 20). En realidad, la mano derecha también sujeta el sobre por debajo de la
solapa, de forma que al extraer el bolígrafo para ofrecérselo a la espectadora, el sobre quede libre para ser deslizado al empalme de Tenkai en esta mano (ejecuta el empalme tras soltar la solapa y apartar la mano). Toma con la mano izquierda -más o menos en posición de repartir- el sobre que contiene la carta y dile a la espectadora que debe firmarlo. Lleva la mano derecha con el sobre empalmado encima del que contiene la carta y suelta sobre éste el empalmado mientras con la mano derecha imitas el acto de firmar. Sujeta ambos sobres muy juntos en la mano izquierda. Inclinándolos hacia delante conseguirás ocultar los bordes dobles (a esto ayudan también los dedos de la mano cubriendo cuanto puedan). Acerca la mano al. espectador para que firme el sobre (en realidad firmará el sobre vacío). Ahora tienes que deshacerte del otro. Dependiendo de las c•.)ndiciones, suelo llevarlo al empalme del tahúr de la mano izquierda al tiempo que dejo el otro a la vista sobre la mesa, o realizo-el cambio milagroso llevando el sobre al empalme de Tenkai en la mano derecha a la vez que dejo el vacío sobre la mesa. En cualquier caso, recupera el bolígrafo y tómalo con la mano que contenga el sobre empalmado; ya tienes una buena razón para llevar la mano al bolsillo con objeto de guardar el bolígrafo y hacer lo propio con el sobre. Ya has hecho todo el trabajo sucio, aunque el efecto parece que no ha comenzado. El forzaje es fácil, ya que la mitad de las cartas de la4baraja son iguales. Suele formarse una separación natural en el punto en que el bloque de duplicados se une con el resto de la baraja. Corta por este punto separando así las cartas en dos montones (no es crucial cortar las cartas exactamente por este punto, siempre y cuando el paquete que cortes contenga únicamente duplicados del Dos de Diamantes). Pide a la espectadora que elija una de las mitades; por supuesto, si elige la mitad que contiene los duplicados, la otra es descartada; si elige ésta última, tómala y déjala aparte; seguirá quedando la mitad que contiene los duplicados. _ -
Este proceso de decisión mediante la "elección del mago" aparenta ser legítimo gracias a que las decisiones posteriores también siguen el mismo patrón. Haz que la espectadora divida en dos par tes la mitad que quedó y que elija una de ellas; aparta o conserva la elegida -dependiendo de cómo procediste en la primera elección-; a partir de ahora no importa qué mitad resulte elegida, ya que todas las cartas son duplicados. Toma el montón que acaba de ser descartado y colócalo sobre la primera mitad que apartaste; en este momento, suelo tomar el montón de naipes descartados y extiendo unas cuantas cartas cara arriba para mostrar que la espectadora podría haber elegido cualquiera de ellas (ten cuidado siempre de no mostrar el bloque de duplicados). Continúa con el procedimiento de decisión rechazando siempre la mitad de las cartas, hasta el momento en gtte sólo queden dos. Mientras la espectadora medita su última elección, despreocupadamente llevo al dorso de la baraja mediante un robo lateral una carta de la mitad inferior del paquete cara abajo; así, tras haber de cidido su última elección puedo tomar la carta que no ha elegido y hacer un enfile. Esto simplemente -me permite mostrar que, de haber escogido esta carta, habría elegido el Cuatro de Tréboles (o cualquier otra carta indiferente que aparezca); no es nada más que una pequeña sutileza despistante. A partir de aquí sólo resta pedirle que mi?e dentro del sobre -que por supuesto estará vacío- y después dar la vuelta a la carta que eligió para revelar el inevitable Dos de Diamantes. Este efecto no es adecuado para todo tipo de situaciones. Requiere un entorno relativamente formal, no tanto por los ángulos o la colocación de los espectadores, sino más bien porque hace fal ta que el público te atienda con interés y escuche la historia, cosa muy poco probable en un entorno ruidoso. A pesar de todo, siempre que se presenta la ocasión .realizo esté efecto como final, y por eso mismo parece tambien.una manera l ogica de llegar al final de este libro.
EPÍLOGO
durarte el cual se describe un método para rompery recomponer una carta
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Siempre he tenido una especie de relación de amor y odio con l a magia; es verdad que la mayor parte del tiempo me apasiona, pero a veces siento una necesidad imperiosa de apartarme de ella por completo, llegando incluso a considerarla increíblemente aburrida. La magia reúne aspectos que adoro y otros que no puedo soportar. Entre estos últimos está la ingente masa de trucos comercializados y tiendas de magia que uno encuentra en los congresos; qo es por esnobismo o antipatía hacia aquellos que se ganan la vida produciendo y vendiendo tales artículos, sino más bien por total desinterés. Reconozco que al pasar por alto este aspecto de la magia me privo de muchos buenos efectos que de otra manera jamás conocería y que quizás podrían suponer valiosas adquisiciones para mi repertorio, pero aún así jamás he comprendido la fascinación por los trucos que se venden. No sé por qué, siempre recuerdo vívidamente haberle hablado de mi incredulidad a un colega durante uno de los primeros congresos a los que asistí y haber obtenido esta respuesta tan filosófica: "los magos buscan el truco que, de entre todos, les hará famosos".
A pesar de haber quedado impresionado a tan tierna edad por lo profundo de tal afirmación escuchada de labios de un mago mucho más veterano y sabio, siempre albergué mis dudas sobre la validez de lo que había dicho; aparte de pensar que era poco probable que tal idea hubiera pasado por la cabeza de la mayoría de los allí presentes, estaba seguro de que no podía existir un único truco que le hiciese a uno famoso, por no decir siquiera que lograse distinguirle a uno de modo especial entre el resto de colegas. Aunque todavía dudo que tal truco pueda ser encontrado en las mesas de las tiendas de magia, o incluso en un libro o una revista, me ha asombrado el interés manifiesto que ha despertado un truco que creé más para satisfacer mi propia curiosidad que como parte de un plan de promoción para hacerme famoso. De hecho, el nacimiento de dicho truco tuvo lugar durante mi primer año en la universidad, época en la que afortunadamente me fue asignada una habitación para mí solo. Como la carga de trabajo era bastante ligera, para empezar, y debido a que el campus era pequeño y no solía haber entretenimientos de tipo nocturno, muy a menudo me encontraba en mi habitación te niendo que matar el tiempo. Como siempre había querido hacer alguna versión de la carta rota y recompuesta, hacía poco que había aprendido el método (que me dejó muy sorprendido, por cierto) de J.C. Wagner publicado en su libro SEVEN SECRETS; así que me puse a trabajar en posibles formas de obtener la recomposición visible de cada trozo. Aunque era un propósito muy loable, hacía que resultase aún más grave el hecho de que el último trozo no se uniese al resto. Por esta razón, decidí encontrar una solución a este problema. Mis progresos se vieron obstaculizados por la ubicación del único espejo de la habitación, que se encontraba encima del lavabo; ello hizo que infinidad de cartas a lo largo de los meses quedasen húmedas e inutilizables. Ninguno de los métodos que surgieron de aquellas -por l o demás improductivas- noches me inspiró mucha confianza, pero a pesar de ello sentía que, al menos desde un punto de vista teórico, había avanzado un buen trecho hacia la solución del asunto.
Sólo después de mostrar una versión a unos cuantos amigos me convencí de que quizás mereciese la pena presentarla en serio. Tras hacerlo durante un tiempo, empecé a darme cuenta de que tal vez el método no fuese el mayor obstáculo, sino la falta de práctica, que ahora suplia con las actuaciones. Al poco tiempo, otros magos se mostraron interesados en el método y finalmente fui persuadido para revelarlo (para mi sorpresa, parecía haber engañado a muchos) durante mi primera conferencia, que tuvo lugar en el congreso Opus, en la isla -de Man. Lo incluí en una cinta de vídeo, que para un novato como yo resultaba un soporte más fácil y rápido que un texto escrito. Decidí hacer una edición limitada no por que desease mantenerlo casi en secreto, ni tampoco porque pensase que fuese un juego estupendo, sino sólo porque cínicamente pensaba que, ya que nadie se iba a interesar por un complicado juego de alguien de quien jamás se había oído' hablar, quizás así diera impresión de mayor importancia y alguno lo comprase. De hecho, parece que el interés era tal que tanta estrategia era innecesaria. Muchas veces he lamentado haberme comprometido a hacer una edición limitada, ya que desde entonces sigo recibiendo numerosas ofertas para comprar una copia de la película, Sin embargo, y como soy un hombre de palabra, no he vendido ninguna desde que se agotó aquella edición limitada, ni tampoco lo haré en el futuro. No obstante, de aquello hace más de tres años, y he decidido que ya es hora de presentar el método en otro formato, en el presente libro. Sinceramente espero que esto no ofenda a ninguno de aquellos que compraron el vídeo, ya que, hasta hoy, lo habrán tenido en exclusiva durante tres años, en caso de que hayan querido hacer uso de él; además creo que si alguien más tiene verdaderos deseos de aprender el método (y me temo que hará falta eso y algo más para comprender de verdad el siguiente ensayo), debería tener derecho a hacerlo incluso si no le fue posible comprar la cinta. Por ello, y para terminar este libro, presento a continuación la descripción completa, además de un numero de posibles variantes, del
que se podría decir que es mi juego favorito y que ciertamente me ha dado más satisfacciones que ningún otro, que he dado en llamar "La reforma". El juego debe presentarse con una carta de figura; hace falta tener un duplicado de la misma que llevará una firma falsa (que aparenta serlo menos en un naipe de figura). Sin embargo, al final del efecto, cuando ambas cartas se doblan juntas simulando ser una carta rota, la firma auténtica quedará a la vista en la mitad de la carta que el públi-o ve. Por esta razón, tanto la firma falsa como la verdadera deben escribirse solamente en una mitad de la carta. Para que haya mayor parecido entre las dos, durante la presentación pido al espectador que firme a lo largo del borde blanco superior para que la firma se vea mejor ya que el diseño de la carta podría ocultarla. De igual modo, previamente has dibujado una firma cualquiera en el borde blanco de uno de los extremos del duplicado. No importa lo que escribes, ya que la probabilidad de que remotamente pueda parecerse a la firma original es casi nula, pero ello no supone un problema. Una vez firmado el duplicado, tienes que doblarlo en cuatro. Dobla primero la carta por su eje transversal de manera que la cara quede hacia fuera; es mejor si no queda doblada exactamente por la mitad, sino un poco desigual, de forma que el lado que lleva la firma quede algo por debajo del otro. De esta manera, cuando se ve la carta%desde delante, el hecho de que hay un borde doble es menos obvio. Vuelve a doblar el naipe, esta vez hacia dentro para que la firma quede en el i nterior y la carta forme un paquetito doblado en cuatro. Quizás quieras adelantarte y dar un -vistazo a la primera ilustración para asegurarte de que la has doblado correctamente. Esta es toda la preparación necesaria, salvo por el hecho de que tienes que poner esta carta en un lugar de donde puedas recuperarla con facilidad; normalmente el bolsillo izquierdo del pantalón suele valer. A la otra carta tienes que forzarla, por supuesto. A veces empleo un bloque de duplicados; el forzaje clásico es mucho más fácil, y ade --
más puedes repetir el juego varias veces en una noche con el mismo naipe, lo cual es mejor que tener que acordarte de sacar la carta doblada adecuada para cada ocasión en que debas forzar otra carta distinta. Después de elegirla, el espectador firma la carta por el borde, como expliqué antes. Mientras tanto, saca con sigilo del bolsillo izquierdo del pantalón la carta doblada; ocúltala en el empalme de los dedos de la mano izquierda de forma que el índice de la carta mire hacia ti y el extremo abierto apunte hacia el suelo, con el doblez orientado hacia arriba. Como alternativa, puedes sujetar la carta doblada en el clip de un bolígrafo y robarla al extraerlo de un bolsillo en la acción de dárselo a un espectador, aunque personalmente encuentro que el método anterior es más práctico para el uso frecuente. Recibe la carta firmada de manos del espectador y sujétala con el dorso hacia el público deforma que puedas ver su cara; la firma debe quedar en el extremo inferior. Mientras tanto, empalma en la mano izquierda la carta doblada (fig. I). A continuación dobla con la mano derecha el extremo inferior de la carta hacia fuera -hacia el público- llevándolo hasta alinearlo con el extremo superior, doblando a lo largo del eje transversal.
Insisto en que es mejor que no quede doblada de manera exacta, sino que conviene que la mitad que ahora mira al público, sobrepase un poco el borde superior de la otra mitad. La carta empalmada no tiene por qué darte problemas al hacerlo. Gira la carta noventa grados en el sentido contrario al de las agujas del reloj, y dóblala hacia ti de arriba abajo, de forma que la firma quede por fuera; tiene que quedar doblada exactamente de la misma forma y con la misma orientación que el duplicado de la mano izquierda; la única diferencia es que la firma está en otro sitio. Para recordar la secuencia de doblado, pienso que la firma falsa tiene que quedar lo más oculta posible y por eso doblo el duplicado de modo que la firma quede en el extremo y después vuelvo a doblar todo hacia dentro para taparla; por el contrario, a la carta con la firma auténtica -más importante- la doblo para que la firma quede en el borde largo y luego la doblo de manera que quede hacia fuera, claramente visible. Solía cargar el duplicado doblado detrás de la carta firmada para mostrar las manos vacías durante el primer doblez, y luego robaba la carta llevándola a su posición anterior para continuar con el siguien te doblez. Desde entonces he decidido que es mejor mantener las manos en una posición natural y no preocuparse en exceso por la carga y el robo de la carta, porque podría incluso resultar más sospechoso. El siguiente pase es crucial para la rutina, ya que se repite varias veces. Es el pase de la rutina de Wagner en la que me basé. Sujeta la carta por su extremo derecho con la mano derecha. Ajusta un poco la sujeción de la carta que empalmas en la mano izquierda. Como está doblada en cuatro, tiene un pequeño efecto de resorte que hace que la carta quede abierta parcialmente en la mano como si se tratase de una V invertida. Por ello te debería resultar fácil tocar con el pulgar izquierdo la esquina inferior derecha de la mitad de la carta que se des pliega abierta hacia ti de manera natural- Una pequeña presión del pulgar bastará para mantener la carta cerrada y en su sitio, permitiéndote además estirar el resto de los dedos.
En esta posición, acerca la mano izquierda a la derecha y coloca el duplicado justo encima de la carta del espectador (fig. 2). Te resultará sencillo gracias a la posición natural de V invertida. El pliegue delantero del duplicado debe tocar el pliegue delantero de la carta del espectador, de manera que cuando ambas cartas queden alineadas una encima de la otra, puedas deslizar el pliegue delantero del duplicado entre los dedos de la mano derecha y la carta del espectador (la mano derecha sujeta todo); mientras, sigue sujetando el otro pliegue del duplicado con el pulgar izquierdo. Inmediatamente, mueve este pulgar hacia arriba y desdobla el duplicado; al mismo tiempo, desliza hacia atrás los dedos izquierdos para que se vea la carta mientras la despliegas. Todo esto ocurre muy rápi damente, y se produce un efecto de retención de la imagen muy considerable gracias a que la mano izquierda cubre la carta por un instante, aparentando sencillamente que ayuda a desplegarla. En realidad, has añadido y abierto el duplicado encima de la carta del espectador, mientras ésta continúa doblada en cuatro. _En una acción continua, vuelve a desdoblar el duplicado. Desliza los dedos de la mano izquierda en el pliegue abierto del duplicado
'
mientras con el pulgar sujetas la carta del espectador. Esto deja libre la mano derecha para que puedas llevarla delante del conjunto y desdoblar el duplicado abriéndolo hacia la derecha (fig. 3) de manera que quede dorso hacia el público; la carta del espectador queda doblada en cuatro y sujeta por el pulgar izquierdo en la esquina inferior izquierda del duplicado. Para terminar, arrastra con el pulgar izquierdo la carta del espectador hasta llevarla al empalme de los dedos en la mano izquierda. Toma el duplicado con la mano derecha y gíralo en torno a su eje longitudinal de manera que la cara del naipe mire hacia el público y la firma quede hacia tu izquierda. Inmediatamente, toma la carta con la mano izquierda por el extremo izquierdo para tapar con los dedos la firma falsa. Has cambiado la carta del espectador por el duplicado con el pretexto de doblarla para conseguir los pliegues que te ayudarán a romperla después. Sujeta ahora la carta con ambas manos, una por cada extremo, de manera que los dedos casi se toquen en el centro, por donde harás la primera rotura; con esto conseguirás ocultar parte de la carta. Duran te la rotura no debes olvidarte de la carta empalmada: simplemente se mantiene sujeta en el empalme de los dedos. Haz la primera rotura a lo largo del eje corto transversal, de arriba abajo; rompe la carta muy lentamente y deténte a mitad de camino, justo donde los dos ejes se cruzan (fig. 4). En este punto, y como si quisieras destacar qeu la rotura es auténtica, dobla hacia ti con el pulgar izquierdo el cuarto superior izquierdo de la carta. De esta forma el público verá los tres cuartos de la carta, prueba de que la rotura es genuina. Sujeta con la mano derecha la carta por el centro, agarrando también el cuarto doblado; entonces podrás alejar un poco la mano izquierda. Vuelve a hacer el mismo pase de Wagner para montar la carta empalmada encima del cuarto plegado del duplicado. Sujeta de nuevo con el pulgar izquierdo la carta empalmada para que puedas estirar los dedos; acerca la mano hacia la derecha y monta la carta empalmada encima del cuarto doblado del duplicado (fig. S).
EPÍLOGO
Vuelve a deslizar el pliegue delantero de la carta empalmada entre los dedos de la mano derecha -que sujetan el conjunto- y el duplicado; al mismo tiempo, mueve el pulgar izquierdo hacia arriba para desdoblar la carta. Como antes, la carta debe quedar oculta sólo por un instante; tiene que parecer que la mano izquierda sólo ha desplegado el cuarto que doblaste. La mano derecha sujeta ahora el conjunto: los dedos derechos sujetan ambas cartas por delante en el punto en que se unen, ocultando la verdadera situación. Ahora puedes apartar la mano izquierda, ya que la firma que se verá es la auténtica (opcionalmente, tras doblar el cuarto superior izquierdo, a veces doblo también el cuarto superior derecho, aunque no lo sujeto, sino que simplemente sujeto la carta con el pulgar derecho por debajo del pliegue derecho. A continuación, cuando la mano izquierda añade la otra carta -fig. 6- toco también con pulgar izquierdo la esquina del cuarto derecho plegado y despliego ambos cuartos a la vez; es un detalle que quizás no merezca mención, pero me parece que aumenta el engaño del pase). Mantén la mano derecha en su posición y sujeta el conjunto con la mano izquierda por el lado izquierdo para continuar la rotura por el eje corto. Rasga más o menos hasta la mitad, hasta que quede cer ca de un centímetro por rasgar; no vas a romper lo que queda, sino que simularás hacerlo de la siguiente manera: Sujeta el extremo izquierdo del conjunto con la mano izquierda, mientras que la derecha está colocada más o menos en el centro; los dedos pulgar y mayor derechos sujetan el duplicado justo a la derecha del pliegue que acabas de rasgar (esta posición es importante). Ahora dobla hacia dentro el dedo anular derecho (que está apoyado en la cara del conjunto, justo a la izquierda del dedo mayor) como si fueses a chasquear los dedos. Esta acción hará que la porción doblada del duplicado se desenganche del pulgar. izquierdo produciendo un chasquido, y al-mismo tiempo doblará esta porción hacia atrás (fig. 7). Deberá quedar más o menos en ángulo de noventa grados respecto al resto de la carta, apuntando directamente hacia ti y por ello oculta al público. Tendría que el
parecer como si acabases de rasgar el último tramo del pliegue, dividiendo así la carta en dos mitades. Inmediatamente, pliega del todo esta porción por detrás del resto del duplicado. Para ello basta con llevar el anular derecho un poco más a la derecha; tendrás que apartar el pulgar; el anular -aparte de doblar dicha porción- sujetará la carta por un instante. Vuelve a colocar el pulgar encima de la porción que acabas de plegar y apriétalo desde atrás contra el resto de la carta.
En este momento, ambas manos aparentan sujetar una mitad de naipe; en realidad, la mano izquierda sujeta la carta del espectador doblada por la mitad y con la firma a la vista, mientras que la mano derecha sujeta el duplicado, cuya mitad está doblada en dos y a la vez plegada por detrás de la otra mitad. A continuación vas a modificar la sujeción de cada carta. Gira la carta de la mano izquierda noventa grados en el sentido de las agujas del reloj, para que quede sujeta por el pulgar y los dedos en el extremo izquierdo, con el pliegue apuntando al suelo y la firma mirando al público desde el extremo superior. Mueve la carta de la mano derecha de forma que sea una imagen simétrica de la de la izquierda: gírala noventa grados en el sentido contrario al de las agujas del reloj, sujétala por el extremo derecho (se habrán formado tres "capas" de carta, y el pliegue de esta porción también apuntará al suelo, fig. 8). Acerca las manos llevando la carta de la mano derecha por delante de la de la izquierda para que el público l a pueda ver. Al acercarlas, desliza el extremo de la carta de la mano derecha por debajo de los dedos de la mano izquierda, con lo que el duplicado quedará sujeto delante de la carta del espectador. Naturalmente, el pulgar derecho quedará entre las dos cartas al acercar las manos; aprovéchate de esta situación y muévelo hacia la izquierda -manteniendo el resto de la mano inmóvil- para doblar hacia atrás la carta del espectador (por detrás del duplicado) de forma que quede doblada en cuatro (fig. 9). Aparta el pulgar izquierdo un momento para poder plegar del todo esta porción y vuelve a colocarlo en su posición; terminarás sujetando la carta del espectador doblada en cuatro. Sujetando con ambas manos, cada una en sus respectivos extremos, haz una nueva rotura por el centro; en realidad, gracias a que la carta del espectador está doblada en cuatro sólo romperás el duplica do, aunque el público debe creer que estás partiendo en dos ambas mitades otra vez. Haz esta rotura de una sola vez y después separa ambas manos: la mano izquierda sujeta la carta del espectador y un cuarto del duplicado por delante, mientras que l a derecha sujeta tres cuartos .' del duplicado.
Empuja con el pulgar izquierdo hacia la derecha la carta del espectador para deslizarla por detrás del cuarto de duplicado de forma que los dos "trozos queden un poco separados (los bordes plegados del nai pe quedan ocultos tras el cuarto del duplicado). Apretando con fuerza con el pulgar derecho hacia la izquierda podrás hacer que sobresalga por la izquierda lo que en realidad es la mitad del duplicado; así también parecerá que muestras dos trozos en la mano derecha (fig. 10). El hecho de que el pliegue existente entre la mitad doblada y el otro cuar-
to no esté rasgado del todo hace que esta enseñada sea más fácil y convincente. Tras enseñar muy claramente cuatro cuartos separados, junta de nuevo las manos poniendo los trozos de la mano derecha detrás de los de la izquierda; sujeta todo el conjunto con esta mano. Ahora vas a ejecutar una cuenta falsa despreocupadamente para mostrar que se trata de trozos sencillos, aunque no hay que atraer demasiado la atención sobre esta cuestión; la cuenta debe ser un gesto casual mientras estás hablando. Toma con la mano derecha primero el trozo más exterior y muéstralo como número uno. Cuando vas a tomar el segundo trozo, aprieta con el pulgar izquierdo los tres cuartos del duplicado (que está detrás de la carta del espectador) deslizándolos hacia la derecha y cambia este "trozo" por el de la mano derecha. Hazlo deslizando el cuarto de la mano derecha bajo el pulgar izquierdo y tomando los tres cuartos a la vez; aleja la mano derecha apretando los tres cuartos para enseñar dos trozos, igual que hiciste antes (fig. 11). Parecerá que has contado el trozo número dos delante del número uno. Acerca la mano derecha de nuevo y toma el cuarto sencillo detrás de los "dos trozos" colocándolo un poco a la izquierda de estos; en la mano izquierda te quedará la carta del espectador doblada en cuatro. En este momento, esta carta está j usto al revés de como tendría que estar para el próximo pase, así que aprovecho para colocarla correctamente. Tienes la carta del espectador sujeta por el extremo izquierdo entre el índice y el pulgar; encoge estos dedos y estira el dedo mayor en torno al extremo derecho. Rápidamente endereza el dedo índice y suelta la sujeción del pulgar; con ello habrás conseguido voltear la carta (fig. 12) de forma que el pliegue quede ahora en el extremo izquierdo y los dedos índice y mayor sujeten la carta por detrás y por delante respectivamente. Haz esto acercando la mano izquierda a la derecha para depositar el último trozo detrás de los demás, de nuevo ligeramente desplazado hacia la izquierda; con esta corrección habrás conseguido también que los bordes plegados de la carta del espectador queden ocultos detrás del pequeño abanico de trozos (trozos que has mostrado uno a uno).
EPÍLOGO
Aquí termina la fase de rotura. Éste es un buen momento para hacer una pausa y tomar una taza de té, antes de adentrarnos en la fase de la recomposición. La recomposición
Sujetando el abanico de trozos en la mano derecha, toma con la izquierda desde arriba el último trozo que colocaste (la carta del espectador). Separa la mano una fracción de centímetro y de inmediato regresa para tomar el siguiente trozo (el cuarto sencillo) detrás del anterior, cuadrándolo más o menos con el otro. Conviene sujetarlos bien dentro de la mano para evitar exponer demasiado la carta del espectador, pues podría delatar el engaño. Hay que dejar estos trozos aparte por el momento, pero creo que es una buena idea mantenerlos a la vista del público y no guardarlos, así que los coloco entre mis labios. Durante el movimiento de la mano izquierda hacia la boca, :arrastra con el pulgar izquierdo el cuarto sencillo llevándolo al empalme de los dedos; con ello, realmente lo único que llevas a los labios es la carta del espectador, ya que el otro trozo queda en la mano que ahora acercas de nuevo a la derecha. Sujeta la carta del espectador con los bordes hacia dentro, de manera que el pliegue sencillo quede fuera de la boca (idealmente, debería apuntar hacia el suelo y no directamente hacia los espectadores). Conviene alejar la atención de la boca haciendo algún gesto con la mano derecha para indicar que empezarás por esos trozos, ya que si los espectadores se fijasen mucho en lo que tienes en la boca podrían darse cuenta de que se trata de una carta doblada. Acerca la mano izquierda a la derecha y aparenta tomar el trozo que está más a la izquierda (el que está más cerca de ti). En realidad, tira hacia la derecha de esa parte del duplicado doblado de manera que quede oculta tras el cuarto delantero de la carta; al mismo tiempo, llevó la mano izquierda delante de la derecha por un instante y empuja el trozo empalmado sacándolo a la vista y llevándotelo hacia la izquierda (fig. 13).
Mientras alejas la mano izquierda para enseñar el trozo, hay que hacer una complicada modificación en la carta doblada que sujetas en la mano derecha; es sólo un paso intermedio para otra cosa, y qui zás encuentres otra manera de llegar a la posición adecuada, pero así es como yo lo hago. Sujeta en la mano derecha -por el extremo derecho con el pulgar, índice y mayor- la carta doblada en tres cuartos como si fuese sólo uno. Lleva el dedo mayor detrás de la carta, por debajo del pulgar, para poder separar el pulgar (la carta te quedará pinzada entre el índice y el mayor y paralela al suelo, fig. 14). Dobla los dedos derechos bien hacia dentro de manera que el índice visible de
la carta quede casi entre la base de los dedos índice y anular. Lleva el pulgar al lado más cercano a ti de la carta doblada; sin embargo, acerca el pulgar desde abajo, para que puedas separar un poco el cuarto roto de la carta de la mitad plegada que está debajo. Este detalle no es vital, pero sí muy útil como enseguida verás. Lo importante es que el pulgar se apoye a lo largo de todo el borde de la carta. Después mueve un poco el dedo mayor estirándolo y deslizándolo por el otro lado de la carta de forma que se apoye completamente paralelo al pulgar (fig. 15). En este punto la carta queda sujeta únicamente por sus lados entre el pulgar, por el lado interior, y el dedo mayor por el exterior; esta posición es muy similar a la sujeción por el borde (edge grip) que se utiliza en la magia con monedas. En esta posición puedes doblar el dedo índice tanto como puedas hasta que toques con el primer nudillo el borde o extremo de la carta doblada. Como el pliegue superior de este extremo es un poco más largo, puedes introducir el nudillo del índice por dentro del pliegue para levantarlo; de este modo, ese dedo se deslizará por dentro del pliegue y el resto de la carta continuará sujeto en la misma posición (fig. 16). Es más fácil si antes, al alterar la sujeción, has conseguido separar la carta un poco con el pulgar. Empuja el cuarto superior de la carta hacia arriba con el dedo índice hasta colocarlo en ángulo de noventa grados respecto del resto de la carta. Aprovecho esta oportunidad para reconocer que este pase es una de las partes más dificiles de la rutina, y aunque lo que queda no es en ningún modo sencillo, al menos tampoco se complica más. Toda esta acción debe llevarse a cabo con rapidez mientras muestras el trozo de la mano izquierda. Ahora la mano derecha gira hasta orientar los dorsos de los dedos hacia el suelo y colocar el cuarto de carta que has levantado directamente mirando hacia el público. Sobre los ángulos en este punto:la situación anterior es ideal; de manera muy similar a lo que ocurre con una moneda, desde esta sujeción puedes mostrar la carta muy claramente con los dedos bien separados; sin embargo, es obvio que no
siempre la situación lo permite, en cuyo caso no hace falta que levantes el cuarto de carta noventa grados; en realidad sólo es necesario levantarlo más o menos un centímetro, pudiendo además introducir el dedo índice en el pliegue para ocultar el resto de la carta y así cubrir casi todos los ángulos. En cualquier caso, la mano derecha muestra el cuarto de carta abierto hacia el público ocultando tras él el resto de la carta doblada.
Coloca el trozo de la mano izquierda -que sujetas de cara al público por el extremo no rasgado- junto al trozo de la derecha alineando ambos (fig. 1 7). Sujeta este trozo por los bordes entre el mayor y pul gar derechos (que siguen sujetando el resto de la carta). Aparta la mano izquierda (aunque tal vez te preocupe el hecho de que el trozo sencillo debería tener parte de la firma; por ello quizá no sea tan buena idea alejar del todo la mano y sea mejor mantenerla frente al trozo para ocultar esta discrepancia). Mueve la mano izquierda hacia la derecha hasta llegar a una posición en la que puedas llevar cómodamente el cuarto sencillo al empalme de los dedos. Estira el pulgar izquierdo por detrás hasta to car el borde de la carta doblada que sujetas en la izquierda cubierta por el cuarto sencillo; mueve ahora la mano hacia la izquierda llevando el cuarto al empalme de los dedos y abriendo simultáneamente la carta plegada, empujando hacia fuera la parte doblada a medida que desplazas la mano (fig. 18) hasta que quede en línea con el resto de la carta. Deberá parecer como si los trozos se hubiesen fundido.
Suelo sujetar la carta con la ruano izquierda por el borde izquierdo para cubrir la firma falsa y permitir que la derecha altere su sujeción para así poder frotar el pliegue de unión como para terminar de pegar ambas partes. Por último, toma la carta con la mano derecha procurando tapar con los dedos por lo menos una parte de la firma falsa. No des importancia al hecho de cubrir la firma, hazlo despreocupadamente. Lleva la mano izquierda a la boca y toma la carta del espectador plegada. Por un instante, llévala al interior de la mano -por detrás del cuarto sencillo- y luego encoge los dedos y empuja ambos trozos hacia la punta de los dedos, como si hubieran estado en la boca todo este tiempo; tienes que empujar el cuarto sencillo hacia arriba y hacia la derecha de la carta doblada para ocultar así sus bordes plegados. Vuelve a llevar la mano a la boca para dejar allí el cuarto sencillo y quedarte con la carta doblada como si también se tratase de un único trozo. Tienes que sujetarla bastante dentro de la mano, de forma que sólo se vea el pliegue sencillo, ya que no puedes enseñar los demás bordes.
Gira la mano derecha orientando su dorso hacia el suelo, y mueve la carta de manera que su lado quede paralelo a éste y que el cuarto plegado por detrás quede en el extremo izquierdo. Lleva el "trozo" de la mano izquierda hasta colocarlo aproximadamente en el lugar conecto en el que encajaría -en la esquina superior izquierda-, pero solapando ligeramente por delante la carta de la mano derecha; así puedes bajar un poco el pulgar izquierdo y sujetar ambas cartas manteniendo la carta plegada del espectador más o menos en la_posición correcta (fig. 19). La mano derecha quedará libre para introducir el pulgar bajo el cuarto plegado por detrás del duplicado. Lleva el dedo mayor derecho delante del conjunto y sujeta en su sitio la carta plegada del espectador contra el duplicado; esto te permitirá apartar el pulgar izquierdo. A medida que mueves la mano izquierda un poco hacia la derecha, e_-.tiende los dedos para cubrir la carta del espectador plegada. Al mismo tiempo, toca con el pulgar izquierdo el borde del cuarto de carta plegado tras el duplicado y levántalo (fig. 20) hasta abrirlo completamente. Manteniendo el pulgar izquierdo en su posición (manteniendo abierto el cuarto de carta) mueve el resto de la mano hacia la izquierda llevándote la carta del espectador (ésta no quedará exactamente en el empalme de los dedos, sino simplemente oculta tras los dedos extendidos). Así habrás -realizado la segunda recomposición, y ya podrás mostrar abiertamente los tres cuartos de la carta sujetándola con la' mano izquierda por el extremo izquierdo para cubrir la firma. Asimismo, como la carta del espectador no queda en el empalme de los dedos, ambas cartas deben solaparse todavía un poco por delante, condición que también queda oculta por los dedos. En la siguiente acción vas a aparentar frotar la carta, mostrando el dorso del duplicado y a la vez colocando la carta plegada del espectador para la siguiente fase. Sujetando con poca presión, el duplicado con la mano izquierda, gíralo noventa grados en el sentido contrario al de las agujas del reloj con la mano derecha, de forma que el público lo vea como si fuese una l. (fig. 21).
EPILOGO
ENGAÑOS DE SALÓN
La carta plegada del espectador todavía se solapa un poco por delante con el duplicado. A continuación, tira del duplicado con el pulgar izquierdo hasta que la carta plegada quede cubierta; al mismo tiempo, gira la mano palma arriba. En este punto el dorso del duplicado mira hacia el techo y la carta plegada se encuentra oculta por completo bajo la mitad del duplicado. Vuelve ahora la ruano derecha palma abajo y sujeta ambas cartas (la carta plegada por debajo) con los dedos por encima y el pulgar por debajo. Gira la carta hasta que su dorso mire hacia el público. Acerca la mano izquierda para frotar el dorso de la carta en el punto de la última recomposición; mientras lo haces, arrastra la carta plegada con el pulgar izquierdo hasta llevarla casi al empalme de los dedos, quedando así orientada de la misma manera que al comienzo de la rutina. Tras este movimiento, la mano izquierda sujeta las cartas por el extremo izquierdo; coloca la mano derecha en la siguiente -algo incómóda- posición: sujeta la carta con la mano derecha por el extremo, pero con la palma orientada hacia el público (fig. 22). Para ello hace falta torcer todo el brazo hasta que el pulgar pueda tocar la carta por el lado que mira hacia el público (en el pliegue transversal de la mitad derecha) y los dedos queden en tu lado. Mueve el duplicado con esta mano muy ligeramente hacia la derecha para que puedas llevar la carta plegada del espectador a la posición correcta de empalme en los dedos en la mano izquierda (fig. 23). Estira el pulgar izquierdo hasta tocar el borde izquierdo del duplicado y manténlo en esta posición. , Mueve la mano derecha en tres direcciones a la vez: gírala hasta llevarla a una posición natural con la palma mirando hacia ti, pero al mismo tiempo gírala unos noventa grados en el sentido de las agujas del reloj hasta que el meñique apunte hacia la izquierda; por último, y simultáneamente, mueve toda la mano unos centímetros hacia la izquierda. Lo que ocurrirá es que mientras vas girando la carta, el pulgar izquierdo inmóvil -que todavía toca su esquina superior izquierdacomenzará a plegar hacia atrás el cuarto sencillo de la carta hasta llevarlo contra el dorso del duplicado (fig. 24).
Al mismo tiempo, guía con el pulgar esta parte del duplicado hasta introducirlo en la V invertida que hace la carta plegada de la mano izquierda; en una acción continua, añade con la mano izquierda la parta plegada con el mismo pase de Wagner que antes empleaste (fig. ?5) y ábrela tan proirto como el pulgar quede libre para hacerlo; mien- ras tanto, mueve un poco el pulgar derecho para mantener plegado •1 cuarto del duplicado que acabas de volver a doblar. Reconozco que suena complicado, y también que no es especialgente fácil, pero no obstante, todo lo que estás haciendo es el mismo )ase de adición de Wagner que ya has hecho dos 'veces antes, pero a a vez que giras y das la vuelta a la carta. Si te parece demasiado comAicado, también puedes sencillamente dar vuelta la carta, reorientarla, • hacer después la adición (sin embargo, el movimiento fluido en el , olteo de la carta ayuda a ocultar el pase). Al final de esta acción, y para terminar, vuelvo á frotar dando un igero masaje en el lugar de fusión de los trozos; así tengo una excua para que las manos continúen juntas. Por cierto, usa los dedos de i mano derecha para sujetar el conjunto desde abajo y cubrir el punde unión.
La posición actual es muy favorable, ya que el público ve tres cuartos de una carta cuyo dorso y cara han visto también y cuya auténtica firma puede verse ahora de forma clara. Sólo hace falta una última se cuencia de movimientos para llevar a cabo la recomposición final que, por desgracia, tampoco resulta particularmente fácil. De nuevo, gira la mano derecha de manera que las cartas queden sujetas en forma de L desde la perspectiva del público. El índice derecho oculta el punto de unión, mientras los restantes dedos cubren relajadamente el grosor extra del lado derecho. Toma el último trozo de la boca y muestra que se trata del que falta (el lado rasgado del trozo -merece la pena destacarse- coincide exactamente con su correspondiente en el duplicado; de hecho, me han sugerido que seria una buena idea hacer a propósito una rotura irregular en esta parte de la carta, para luego poder hacer hincapié en el hecho de que el_trozo encaja perfectamente). Desliza el trozo bajo el dedo índice derecho sujetándolo entre el dedo y el duplicado, solapando un poco éste por la derecha. Lleva la mano izquierda al extremo inferior de la carta para señalar la firma con el dedo indice.
Desliza el pulgar izquierdo dentro de la carta plegada del espectador por el lado izquierdo. Al introducir el pulgar, abrirás un poco la carta plegada; eso te permitirá introducir en el pliegue el meñique derecho (fig. 26). Mantén este dedo en su posición y haz presión contra él con el anular derecho desde el otro lado de la carta, con lo cual pinzarás la carta del espectador entre esos dos dedos para que no pueda moverse. Esto es importante para lo que viene. Lleva la mano izquierda (el pulgar todavia está dentro del pliegue de la carta del espectador) hacia arriba hasta cubrir la mitad superior del conjunto. En ese momento encoge el indice derecho arrastrando el último trozo hasta dejarlo más o menos alineado con la esquina superior derecha del duplicado (fig. 27). Ahora, mueve el pulgar izquierdo hacia arriba levantando así la ahitad superior de la carta del espectador y la mitad inferior del duplicado (fig. 28). Sujeta la mitad inferior de la carta del espectador entre el menique y el anular derechos, evitando así que pueda moverse. Cuando lí os pliegues y despliegues que estás llevando a cabo alcancen más o menos un ángulo de noventa grados, tendrás que mover el pulgar derecho hacia la derecha para continuar el movimiento. Para ello hace falta que sujetes el conjunto por un instante con la mano izquierda, aunque puedes volver a colocar el pulgar en su sitio en < uanto te sea posible. Al llegar el pulgar izquierdo al final de su extensión, habrás abierto por completo la carta del espectador doblando el duplicado en cuatro (éste queda oculto tras las puntas ríe los dedos izquierdos). Mueve la mano izquierda hacia la izquierda (llevándote los trozos del duplicado) y masajea la carta (como si quisieras asegurarte de su perfecta recomposición)' hasta que los trozos queden separados por completo de la carta del espectador). E'n este punto, estira los dedos izquierdos hacia el público todo lo que puedas (quizás sólo medio centímetro), pero lo suficiente para deslizar la carta del espectador entre los dedos y los trozos del duplicado (fig. 29). .
EPÍI.000
Vuelve a masajear con la mano izquierda los puntos de unión empujando los trozos tras la carta de modo que puedas sujetarlos con el pulgar derecho; así podrás alejar por completo la mano iz quierda para mostrar la restauración total. La recomposición del último trozo lleva unos pocos segundos, y resulta bastante engañosa una vez que se dominan los movimientos. Debo agregar que normalmente digo que para la última recomposición hace falta unir dos bordes rotos, y que por ello es mucho más difícil. La acción de dCsplegar la carta y mover los trozos hacia la izquierda se efectúa como si se tratase de la recomposición del primero de los bordes; es una buena razón para volver a llevar la mano izquierda delante de la carta (aparentemente para recomponer el segundo borde, pero en realidad para cargar los trozos detrás de ella). Para terminar, puedes colocar la carta cara arriba en la palma de la mano izquierda llevando los trozos bajo ella al empalme de los dedos. Tras mostrar la carta, vuelve a tomarla con la mano derecha para ofrecérsela a la persona que la firmó (fig. 30); mientras, gira hacia dentro ligeramente la mano izquierda para retener los trozos empalmados, y deshazte de ello's en cuanto puedas.
De las pocas personas que sé que realizan esta rutina, casi todos han incorporado cambios, algunos considerables. Doy las gracias a todos aquellos que me han sugerido manejos alternativos (de nuevo, particularmente a Bill Taylor) y que me halagan al considerar esta rutina digna de su atención. Por sólo mencionara dos de ellos, Bill tiene una forma muy engañosa de cubrir la añadida de Wagner durante la acción de doblar firmemente la carta, y Dean Dill ha descubierto un modo muy inteligente de colocar el primer trozo en posición para la primera recomposición. Sin embargo, como los métodos en sí son algo personal, he decidido no describirlos. Pienso que si acaso tienes intención de usar la rutina, también te darás cuenta de que harán falta algunos cambios para que se adapte a tu manejo. No obstante, voy a ofrecer una alternativa de mi cosecha y que llevo empleando desde hace tiempo. Se trata de la segunda recomposición, que es la parte con la que estoy menos contento. Si te interesa probarla, te sugiero que vayas al punto de la rutina en el que ya has recompuesto el primer trozo y acabas de tomar la carta plegada de la boca como si se tratase del siguiente trozo (justo antes de la posición que muestra la fig. 19). lbíe sorprendió ver que al tomar la carta plegada de los labios, se puede sujetar ésta por sus lados (en posición de sujeción por el borde o edge grip), con el dedo mayor por el lado exterior y el pulgar por el interior. Desde esta posición resulta bastante fácil dejar que el pliegue inferior de la carta se abra al relajar un poco la presión del pulgar; al mismo tiempo, inclina el pliegue superior un poco hacia el público. Entonces, puedes llevar la carta plegada en forma de V encima del duplicado y añadirla directamente, como si hicieses el pase de Wagner (fig. 3 l). Una vez en la posición correcta, despliega la carta completamente con el pulgar izquierdo, cubriendo con los dedos de la mano derecha -igual que antes- el punto de unión de ambas cartas. Asi conseguirás una recomposición instantánea, con la ventaja añadida de que la firma puede verse inmediatamente. También quedas en la posición adecuada para proceder con la última recomposición sin necesidad de ajustes.
Verdaderamente es mucho más sencillo y quizás también mejor. Sin embargo, con este manejo no puedes enseñar el dorso de la carta, que es un bonito detalle que la otra versión si te permite. Para combinar am bos manejos, puedes ejecutar la variante explicada y a continuación hacer lo siguiente. Mientras hablas con el público, y sin prestar atención a la carta, vuelve a plegar en cuatro la carta del espectador y deslízala hasta el empalme de los dedos de la mano izquierda; inmediatamente después abre el cuarto plegado del duplicado. Hazlo rápida pero despreocupadamente. Nadie se percatará de ello. Ahora puedes tomar el duplicado libremente con la mano derecha para mostrar su dorso; vuelve a dejarlo después en la mano izquierda en la misma posición en que estaba. Toma de la boca el último trozo con la mano derecha. Ahora hace falta que cambies las manos, de lo cual te valdrás para hacer la añadida de Wagner. Sujeta con la mano derecha el trozo pinzándolo entre los dedos indice y mayor; llévalo por delante del duplicado aproximadamente hasta la posición correcta para la última recomposición (fi g. 32). De esta forma podrás sujetar el duplicado con los dedos pulgar e índice derechos por la mitad inferior, al tiempo que sigues pinzando el último trozo.
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Suelta la carta con la mano izquierda y ve a tomar el último trozo de los dedos de la mano derecha con el índice y el mayor; para ello deberás llevar la mano izquierda por delante del duplicado. Durante el desplazamiento de la mano, pliega hacia atrás con el pulgar izquierdo el cuarto superior del duplicado y al mismo tiempo añade sobre el la carta plegada igual que antes, todo ello durante la acción de tomar el último trozo (fig. 33).
Sujeta con la mano derecha -igual que antes- la carta que has añadido, y con el pulgar derecho mantén plegado el cuarto que acabas de doblar. Toma el último trozo con la mano izquierda y ajusta la su jeción colocándolo entre los dedos y el pulgar para continuar con la última recomposición del modo que se explicó.
Me encantaría pensar que has obtenido algo de la lectura o el aprendizaje de este efecto, así como de cualquier otro del libro. Si has conseguido leer hasta aquí, elogio sinceramente tu perseverancia a la vez que espero que no hayas lamentado el tiempo que en ello has invertido.
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