GUTHRIE, W. K. C. "Cap. VII: La República", en Historia de La Filosofía Griega, Vol. I"

September 6, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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W. K. C. GUTHRIE

W. K. C. GUTHRIE

HISTORIA DE

HISTORIA

LA

FILOSOFÍA GRIEGA

DE

LA

FILOSOFÍA

GRIEGA

IV 

PLATÓN IL HOMBRE Y   SUS DIALOGOS. PRIMERA ÉPOCA

PLATÓN EL HOMBRE Y SUS DIÁLOGOS: PRIMERA ÉPOCA

VERSIÓN ESPAÑOLA DE

Al

v a r o

 v

a l l e j o c a m p o s  y

  Al

b e r t o

  m e d i n a   Go

& EDITORIAL

CREDOS

GREDOS

MADRID

n z á le z

© CAMBRIDGE UNIVERSITY UNIVERSITY PRESS, 1962, 1962, T h e  S y n d i c s   o f    t h e  C a m b r i d g e  U n i v e r s i t y  P r e s s , England.

© EDITORIAL GREDOS, S. A., Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 1998, para la versión española. Título original:  A HISTORY OF GREEK PHILOSOPHY. PHILOSOPHY. VOLUME IV. PLATO. THE    MAN AND HIS DIALOGUES: DIALOGUES: ERLIER PERIOD. PERIOD.

P r i m e r a  e d i c i ó n ,

1990.

R e i m p r e s i ó n .

Depósito Legal: M. 6081-1991. ISBN 84-249-0947-X. O. C. Guaflex. ISBN 84-249-1440-6. Vol. IV. Guaflex. Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A. Esteban Terradas, 12. Polígono Industrial. Leganés (Madrid), 1998.

PRÓLOGO

En una reseña de una obra reciente sobre teorías de la percepción, el autor se planteaba a sí mismo la cuestión general del propósito al que se supone que obedecen los estudios históricos de filosofía. «Tal vez, concluía, hay que considerar estas historias como una Guía de la Buena Mesa,   que nos dice dón de encontrar el sustento, sin intentar proporcionárnoslo ella amisma». Yo no he experimentado con mucha fuerza esta sensación respecto mis volúmenes  precede ntes, pero la final idad de una obr a sobre Pla tón tiene que consist ir ciertamente en remitir a los lectores de nuevo al mismo Platón, para que lean sus obras en griego o, si es necesario, traducidas. No estamos aquí ante un filósofo corriente de los que explican en sobrios tratados un sistema de pensa miento que pueda extractarse o resumirse en lo esencial. Cualquiera que espere una cosa así debería empezar por leer el  Banque te.   El autor del que vamos a tratar es sobre todo una tremenda personalidad y uno de los escritores más extraños y particulares de todos los tiempos, que tenía un interés apasionado no sólo por las ideas, sino también por las personas. Justamente esto es lo que yo he querido expresar, y ello era por sí mismo una razón suficiente para ordenar obra por diálogos, y nodecía por Shorey, temas. (Cualquiera los dos métodos tiene suslainconvenientes y, como «ninguno esdecompletamente sa tisfactorio») 1.  Otra razón reside en el riesgo de aplicar modernas divisiones de la filosofía —ética, metafísica, lógica y demás— que falsificarían inevitable mente tanto el método como el contenido del pensamiento platónico. Hacer hincapié en ello es también el propósito de los resúmenes (aunque intenciona damente no los llamo así) que preceden en la mayoría de los capítulos al análi sis del contenido correspondiente a cada diálogo. (Cf. también infra,  págs. 52 y 53.) 1 Shorey, Unity, pág. 8. Los dos métodos han quedado ejemplificados respectivamente en los libros de Taylor y Grube. Taylor defiende el suyo en págs. VII y 23-25, y Grubc en págs. VII-IX (ed. en esp. G. M. A. Grube, El pensamiento de Platón,  Madrid, 1973, pág. II), donde hace la sorprendente afirmación de que las ideas y la naturaleza del alma son dos temas que a Platón le podrían haber parecido susceptibles de ser tratados por separado.

P r ó lo g o

En el prólogo a mi segundo volumen cité la afirmación de un filósofo analí tico sobre los temas que interesan a la filosofía, como ejemplo de lo que no era la filosofía griega en sus comienzos. Pero no todos los pensadores moder nos responden al mismo esquema. Las siguientes palabras, que hacen referen cia a la idea que tenía Albert Schweitzer de la filosofía, podrían haber sido escritas sobre Platón: «Contemplaba siempre la investigación filosófica como medio para alcanzar un fin pragmático que consistía consistía en ayudar a la humanidad a encontrar su lugar y su papel en el universo, con objeto de que pudiera crear así la vida buena» 2. Mr. James Olney, en un libro fascinante 3, ha sugerido que la autobiografía es en gran medida filosofía, y podría decirse, a la inversa, que toda filosofía es en cierto sentido autobiografía 4. Cuando el Sócrates de Platón, en respuesta a una pregunta de Cebes, experimenta la necesidad de narrar «las causas gene rales del devenir y el perecer» —es decir, de revelarles a sus amigos las profun didades de la filosofía—, no encuentra otro modo mejor de hacerlo que narrar les una autobiografía intelectual, «mis propias experiencias», como él dice (Fe-  dón   96a). En este sentido presento yo mi ensayo de introducción a la autobio grafía de Platón. Un crítico de los volúmenes anteriores manifestó su esperanza de que no empleara mucho tiempo ocupándome de Platón y Aristóteles, porque hay ya muchas y excelentes exposiciones de sus vidas y opiniones. Las hay, desde lue go, y el conocimiento de ellas ha proyectado, desde el principio, una gran som  bra sobre esta obr a. Sin emba rgo, una vez que se ha empr endid o la tar ea de escribir una historia de la filosofía griega, es muy difícil pasar por sus represen tantes más grandes e influyentes con un esbozo apresurado. Al final no he tenido más remedio que ampliar el espacio dedicado a Platón, que ocupará dos volúmenes de la obra. Hay tantos libros sobre Platón, que parecía un peca do añadir uno más a la lista. Un amigo, al que he expresado frecuentemente mi sentimiento por ese motivo, me consoló diciéndome: «Sí, pero tú nos vas a ahorrar el tener que leer todos esos libros». Si no puedo pretender eso, al menos he hecho todo lo que he podido por indicar los muchos puntos de vista desde los que se ha abordado a Platón, los juicios opuestos acerca de él como ' hombre y como filósofo y los propósitos y lecciones que se desprenden de cada uno de los diálogos. El historiador no puede permitirse el lujo de dejar de hacer referencias a otros, declarando tal vez, como Léon Robin, que no tenía sentido indicar el acuerdo o las divergencias cuando se sentía incapaz de explicar con profundidad las razones del desacuerdo. (De todas formas,  parec e de m al estilo no recon ocer, cua ndo se pu ede, que otro s se h an antic ipa2 George Marshall and David Poling, Schweitzer, a Biography  (Londres, 1971).  Metaphors o f Self: the Meaning o f Auto biography. *3 Esto lo dijo Nietzsche, a quien he citado (junto con otros que han hecho observaciones semejantes) en el vol. I, pág. 121.

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do a nuestros propios pensamientos.) El atractivo de Platón es prácticamente universal. Aparte de los filósofos (ya se dediquen al estudio de la metafísica, de la ética, la epistemología, la lógica o la estética), se extiende a helenistas, historiadores, estudiosos de las ciencias políticas y sociales,' matemáticos, psicó logos, teólogos, y críticos literarios la mejor  pa ra escribir un pedagogos libro más sobre Pla tón es que 5. noEn hayrealidad, dos libros iguales,excusa por  que cada uno de ellos revela algo tanto de su autor como del tema tratado. Como no hay nadie que pueda satisfacer todos los gustos, he intentado, en el espíritu de la Guía,  mostrar a otros el camino que deben seguir para encontrar el menú que les vaya mejor. Ello es más necesario aún en la medida en que muchos detectarán sin duda esa «carencia de sofisticación filosófica y de penetración» que mi crítico, antes mencionado, veía como posible defecto a los ojos de los «filósofos profesionales». Es posible que no todo el mundo esté de acuerdo con las palabras que añade caritativamente a esta observación, cuando dice qu% la obra era, «en consecuencia, generalmente digna de todo crédito». Es la obra de alguien que es «un verdadero historiador y que tiene el cuidado característico de los historiadores por la precisión hechos». Corresponder a este amable veredicto es ciertamente mi meta en máslosalta. Como es natural, sólo podemos citar aquí una exigua parte de la vasta literatura que hay sobre Platón, y —a excepción de unos cuantos autores imperecederos, co mo Grote, Zeller, Wilamowitz y otros de su misma altura— la selección favore cerá inevitablemente las contribuciones más recientes y las controversias actua les. El carácter de Guía que tiene la obra no tiene por qué convertirla en efímera debido a ello. Una referencia lleva a otras, de manera que el lector interesado en un tema por el que tenga predilección, si sigue las pistas que se le proporcio nan aquí, lejos de verse privado del necesario material bibliográfico, se sentirá, como me ha ocurrido a mí mismo, como otro aprendiz de brujo luchando en el torrente de erudición desencadenado por su modesta investigación. Inclu so, Unas mientras escribe uno, no cesan de de advertencia. fluir, como dirá Heráclito, nuevas aguas. breves palabras a modo Alguien ha sugerido, según he podido leer, que es muy importante corregir cualquier error que yo pueda cometer, porque se está considerando esta historia como la obra modélica en su campo. Si es así, sólo puedo lamentarlo, porque, como espero haber puesto de manifiesto, no puede haber ninguna obra modélica ni definitiva acerca de Platón, aun suponiendo que tuviera que ser yo el que la escribiese. Siempre influyen la interpretación y los intereses de cada cual, y nadie puede hacer otra cosa que levantar un edificio de juicios personales tan firmemente apoya do en los hechos (sobre el texto, los supuestos históricos y demás factores rela cionados con el tema elegido) como sea posible. Esto es lo que yo he intentado

5 En relación relación con esto esto tal vez se se me permita permita mencionar mencionar mi miss confer conferencia enciass de Cincinnati, Cincinnati, titul titula a das  Aproximacion es a Platón en el siglo XX .

hacer, pero las opiniones cuestionables, la ignorancia acerca de ciertos puntos y algunos errores, hablando lisa y llanamente, son inevitables. El lector medio, si es que existe, puede estar seguro de que me he adherido al principio ya enunciado en el prólogo del primer volumen, donde afirmaba que las notas a pie de página son innecesarias para comprender la argumenta ción. Las citas en griego, a menos que se expliquen o estén traducidas, han quedado relegadas a ellas en sí mismas. Las notas proporcionan al especialista referencias para continuar leyendo e igualmente remiten a interpretaciones dife rentes de la mía. Si el libro es una obra para ser leída, como espero, y no  par a que se utilice simple mente como pun to de refere ncia , puede que sea s ensa to limitarse a un diálogo o a un pequeño grupo de diálogos a la vez, teniendo en cuenta que los diálogos son en sí mismos obras completas e independientes, cada uno con su atmósfera y su carácter propio. Espero, finalmente, que el índice de nombres y materias y el carácter analítico del índice general pueda compensar en alguna medida la desventaja de haber ordenado la obra por diá logos, y no por temas. Este volumen estaba ya en prensa cuando cayó en mis manos el libro de J. N. Findlay, Plato, the Written and Unwritten Doctrines   (1974), y todavía no estoy en condiciones de analizar sus hallazgos. Sin embargo, dice en su  prólo go: Un estudio de Platón que se limite a la letra de los Diálogos... termina quitándole a Platón todo el interés y su dignidad filosófica y lo describe ante nosotros como un aficionado brillante, pero frívolo en el fondo, de nociones y métodos incompletos e inconsistentes, y deja de explicarnos el sentido per manente e histórico desde el que se le puede contemplar como pensador pro fundamente comprometido, al que debemos una de las concepciones del mun do más importantes, más coherentemente elaboradas y más inmensamente iluminadoras.  No es és a la impres ión que me ha pro duc ido a m í el estu dio de los diálog os. Por mucho énfasis que ponga en afirmarlo, me quedaré corto, y confío que la interpretación que hago de ellos en las páginas siguientes, cualesquiera que  pued an ser sus errore s, «no dej ará de explica r» esa aprec iació n de sus mérito s que el profesor Findlay describe tan acertadamente como un logro del sentido histórico. Las referencias al «vol. I», etc., que no van acompañadas de más indicacio nes remiten a los volúmenes anteriores de esta obra.

LISTA DE ABREVIATURAS

La mayor parte de las obras citadas en abreviatura a lo largo del texto serán fácilmente reconocibles por el nombre del autor o del editor en la biblio grafía. No obstante, puede ser útil consignar las siguientes obras y revistas: REVISTAS

 AGPh  AJ P  BICS CJ CP CQ CR GGA  HSCP  JHI

Archiv f ür Gesc Geschich hichte te der Philosophie. Philosophie. American Journal o f Phi Philolog lology. y. Bulle Bulletin tin o f the Institute o f Cla Classic ssical al Studies  (Londres). Classical Classical Journal. Classical Philology. Classical Quarterly. Classical Review. Gottingische Gelehrte Anzeigen. Harvard Studies in Classica Classicall Philolo Philology. gy. Journal o f the History o f Ideas.

 JHPh  JHS  JPh PCPS PhR PQ  REG TAPA

Journal oo ff Hellenic the History o f Philosoph Philosophy. y. Journal Studies. Journal o f Philoso Philosophy. phy. Proceedings o f the Cambridge Philological Society. Philosophical Review. Philosophical Quart Quarterly. erly. Revue des Études Grecqu Grecques. es. Transactions o f the American Philological Association. OTRAS OBRAS

CGF

Cambridge Ju lio de 1974

W . K. C . G .

DK KR LSJ

Comicorum Graecorum Fragmen Fragmenta, ta,  ed. Meineke. Diels-Kranz,  Die Fragmente Fragmente der Vorsokra Vorsokratiker. tiker. G. S. Kirk and J. E. Raven, The Presocratic Philosophers. Liddell-Scott-Jones,  A Greek-En Greek-Englis glishh Lexico Lexicon, n,  9.a ed.

OCD OP PS   RE 

Oxford Classical Dictionary. Oxyrhynchus Papyri. G. Vlastos, Platonic Studies.  Realencycl  Real encyclopadie opadie der klassische klassischenn Altertumsw Altertumswissenschaft issenschaft,,  ed. Wissowa,

SPM  TGF  ZN

Kroll et al. Studien in Plato's Metaphysics,  ed. R. E. Allen. Tragicorum Graecorum Fragmenta,  ed. Nauck. Zeller-Nestle. INTRODUCCIÓN

Lo que puedo decir acerca de los escritores pasados o futuros que afirman saber lo que constituye el objeto de mis esfuerzos, bien por haberlo aprendido de mí o de otros, o por haberlo descubierto por sí mismos, es que, en mi opinión, no tienen el menor entendimiento de la materia. Ni existe ni podrá existir un tratado mío sobre esto, porque no se puede expresar en palabras, como otros temas de estudio. Sólo después de mucho conversar sobre el tema y de toda una vida vivida en común, surge de repente en el alma, como la luz que desprende una llamarada, y se mantiene por sí mismo a partir de ese momento. Pero hay algo que sé con certeza, y es que nadie podría expo nerlo mejor que yo, ya sea por escrito o de palabra, y si estuviera mal escrito, yo sería quien sufriría más. Platón, Caria Vil,  341b-d Estas palabras, escritas por el mismo Platón, o escritas en su nombre por una de las personas que pudo experimentar con él «la vida compartida», tienen el apoyo de ente ciertas queuiera haceque en se uno de asus diálogos y terpre deben  pesar gravem en observaciones la mente de cualq a trev a expon er e in tar su obra. Así ha sido siempre, pero más aún en la presente etapa de los estudios platónicos, cuando los especialistas están haciendo ingentes esfuerzos  por reco nst ruir, a pa rtir de los indicios que hay en Aristó teles o los escasos restos que se puedan recoger en otros discípulos suyos o en escritores más re cientes de la Antigüedad, el contenido de las «doctrinas no escritas» de Platón (según la expresión que utilizó en una ocasión Aristóteles); estas doctrinas ha cen referencia a la enseñanza oral que impartía en la Academia y que, como ese pasaje podría sugerir, deben contener sus convicciones filosóficas más pro fundas y más fuertemente enraizadas. Siempre ha sido evidente que Aristóteles menciona y critica como platónicas unas doctrinas que no aparecen en los diá logos, los esfuerzos interpretarlas y por Sin enjuiciar la credibilidad de los relatos yaristotélicos no por son nuevos en absoluto. embargo, el tema ha adqui-

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