Guion El Principe Feliz
January 17, 2023 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL PRINICIPE FELIZ:
I parte Narrador: En lo alto de una ciudad, sobre una elevada columna, se erguía la estatua de El Príncipe Feliz. Estaba enteramente recubierta de fnas láminas de oro, sus ojos eran dos brillantes zafros y un gran rubí destellaba de su empuñadura. Esta estatua era admirada por todos, desde los niños hasta los más altos representavos de la ciudad como el alcalde. Cierto día voló una golondrina a la ciudad, sus compañeros habían volado a Egipto, pero ella se quedó por estar muy enamorada de un junco que estaba en un rio. Pero se dijo:
Golondrina: A mí me gusta viajar, el que me ame también le debe gustar viajar.
Narrador: Se lo pregunto al junco al junco si estaba dispuesto a viajar con ella.
Junco: menea la cabeza en orma de decir no. Golondrina: ¡Te has burlado de mí ! Y ella se ue volando a la ciudad, llego en la noche.
Narrador: Golondrina: ¿Dónde me hospedare? Espero que la ciudad haya hecho preparavos.
Narrador: Entonces vio la estatua sobre la elevada columna. Golondrina: Me hospedare ahí, es una excelente ubicación con mucho aire resco.
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Narrador: De manera que se posó entre los pies de El Príncipe Feliz.
Golondrina: Tengo recamara de oro . (dice en voz baja) Narrador: Decía en voz baja mientras miraba alrededor, y se dispuso a dormir; pero en el momento en el que estaba poniendo su cabeza bajo el ala, cayó sobre ella una gruesa gota de agua.
Golondrina: ¡Que cosa curiosa! No hay una sola nube en el cielo y las estrellas se ven claras y brillantes, y sin embargo está lloviendo.
Narrador: Entonces cayó otra gota. Golondrina: ¿De qué sirve una estatua si no puede proteger contra la lluvia?, debo buscar un buen sombrerete de chimenea.
Narrador: Y decidió parr. Pero antes de que desplegara las alas, cayó una tercera gota, y miro hacia arriba, y vio.
Golondrina: ¡AH! Narrador: ¿Y qué ue lo que vio ? Los ojos del Príncipe Feliz rebosaban de lágrimas, y más lágrimas se deslizaban pos sus mejillas doradas. Su rostro lucia tan hermoso a la luz de la luna que la pequeña golondrina se vio embargada por la emoción.
Golondrina: ¿Quién eres? Príncipe: Soy el príncipe eliz. Golondrina: ¿Por qué lloras entonces? Me has empapado. Príncipe: Cuando estaba vivo yo tenía un corazón humano, no sabía que cosa eran las lágrimas, pues vivía en un Palacio donde no se permite la entrada al pesar. De día jugaba con mi compañero en el jardín, y de noche conducía el baile en el gran salón.
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Un alto muro cercaba el jardín, pero nunca sen deseos de preguntar que había del otro lado: todo lo que me rodeaba era tan hermoso. Mis cortesanos me llamaban el Príncipe Feliz y de hecho así era, si es que el placer es elicidad. Así viví y si morí. Y ahora que estoy muerto me han puesto aquí, tan alto que puedo ver toda la ealdad y toda la miseria de mi ciudad, y aunque mi corazón es de plomo no puedo sino llorar.
Narrador: Connuo la estatua en voz baja. Príncipe: Lejos de aquí en una callejuela hay una casa pobre. Una de las ventas está abierta, y en ella puedo ver a una mujer sentada ante una mesa. Su rostro es delgado y surido, y sus manos toscas y enrojecidas están llenas de pinchaduras, pues es costurera. Esta bordando pasionarias sobre un vesdo de satén para la más bella de las damas de honor de la reina, quien lo lucirá en el próximo baile de la corte. Sobre un lecho en un rincón de la habitación yace enermo su pequeño hijo. Tiene febre y pide naranjas. Su madre solo ene para darle agua del rio, y el niño llora. Golondrina, golondrina, pequeña golondrina, ¿no le llevarías el rubí de mi empuñadura? mis pies están clavados a este pedestal y no me puedo mover.
Golondrina: Me esperan en Egipto, mis amigos vuelan a lo largo del Nilo y conversan con las grandes ores de loto.
Príncipe: Golondrina, golondrina, pequeña golondrina, ¿no te quedarías conmigo por una noche, para ser mi mensajero ? El niño esta tan sediento, y la madre tan triste.
Narrador: El Príncipe Feliz se veía tan deprimido que la pequeña golondrina sinó pena
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Golondrina: Hace mucho rio aquí, pero me quedare congo una noche y seré tu mensajero.
Príncipe: Gracias, pequeña golondrina. Narrador: Y terminado de decir el príncipe sus palabras de agradecimiento, la golondrina saco el gran rubí de la espada del príncipe y llevándolo en el pico, voló sobre los techos de la ciudad. Por fn llego a la vivienda pobre y miro hacia adentro. El niño daba vueltas, afebrado, en su lecho, y la madre se había dormido, vencida por el cansancio. Hacia adentro salto la golondrina, y dejo el gran rubí sobre la mesa al lado de un dedal. Luego voló suavemente alrededor del lecho, abanicando la rente del niño con sus alas.
Hijo de la Mujer Costurera: Cuan resco me siento, debo estar sanando. Narrador: Y luego el niño se hundió en un delicioso sueño. Entonces la golondrina voló de regreso al Príncipe Feliz, y le conto lo que había hecho. (La golondrina hace la mímica de que le está contando al príncipe)
Golondrina: Es curioso, siento una extraña bieza, aunque hace tanto rio. Príncipe: Esto es porque has hecho una buena acción.
II parte Narrador: A la mañana siguiente la golondrina voló al rio, se tomó un baño, y regresó en la noche al asomar la luna, la golondrina voló hacia el príncipe, dispuesta a hacer el viaje hacia Egipto.
Golondrina: ¿enes algún mensaje para Egipto ?, (grito) ¡me estoy poniendo en camino!
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Príncipe: Golondrina, golondrina, pequeña golondrina, ¿no te quedarías conmigo una noche más? Lejos de aquí veo a un joven en una habitación. Esta inclinado sobre un escritorio cubierto de papeles. Esta tratando de terminar una obra para el director del teatro, pero ene demasiado rio como para seguir escribiendo. No hay uego en el hogar y el hambre lo ha debilitado.
Golondrina: Me quedare congo una noches más. Narrador: Dijo la golondrina, quien en realidad tenía un buen corazón. Golondrina: ¿quieres que le lleve otro rubí ? Príncipe: ¡hay de mí ! Ya no tengo rubíes, mis ojos son lo único que me queda. Están hechos de zafros que ueron traídos de la india hace mil años. Saca uno de ellos y llévaselo, él se lo venderá al joyero, y comprara comida y leña, y terminara su obra
Golondrina: Querido príncipe, no puedo (y comienza a llorar) Príncipe: Golondrina, golondrina, pequeña golondrina, haz lo que te ordeno.
Narrador: Así es que la golondrina saco el ojo del príncipe, y voló hasta la habitación del estudiante. El joven se había tapado la cabeza entre las manos, de manera que no escucho el aleteo del pájaro, y cuando alzo la mirada se encontró con el hermoso zafro brillando entre el desorden de los papeles.
Joven Escritor: Estoy comenzando a ser apreciado, esto es de algún gran admirador. Ahora puedo terminar mi obra.
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III parte Narrador: A la mañana siguiente la golondrina regreso donde El Príncipe Feliz.
Golondrina: He venido a despedirme. Príncipe: Golondrina, golondrina, pequeña golondrina, ¿te quedarías conmigo una noche más?
Golondrina: Es invierno, y pronto llegara la ría nieve. En Egipto el sol
brilla bio sobre las verdes palmeras, y los cocodrilos yacen en el barro con mirada perezosa. Querido príncipe, debo dejarte, pero nunca te olvidare, y la primavera que viene te traeré dos bellísimas piedras preciosas para en poner en lugar de aquellas que has regalado. El rubí será más rojo que una rosa roja, y el zafro será azul como el gran mar.
Príncipe: En la plaza aquí abajo, hay una pequeña vendedora de ósoros. Sus ósoros han caído a la alcantarilla, están arruinados y la niña está llorando. No ene zapatos ni medias, y su cabecita esta desnuda. Saca mi otro ojo y dáselo.
Golondrina: Me quedare congo una noche más, pero no puedo sacarte el ojo. Quedarías totalmente ciego.
Príncipe: Golondrina, golondrina, pequen pequen a golondrina, haz lo q te ordeno. Narrador: Así que que la golondrina saco el ojo del prín ncipe, cipe, y volo volo velozmente hacia abajo. Paso volando por donde se encontraba la pequen a y deslizo la joya en la palma de su mano. pequen Niña Vendedora de Fósforos: Que precioso trocito de vidrio (sale de la escena corriendo de alegría).
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Narrador: Entonces la golondrina regreso donde el príncipe Golondrina: Estas ciego ahora, así que me quedaré congo para siempre. Príncipe: No, pequeña golondrina, debes parr hacia Egipto. Golondrina: Me quedaré congo para siempre. Narrador: Y la golondrina se quedó dormida a los pies del príncipe.
IV parte Narrador: A lo largo del día siguiente el pajarito, posado sobre el hombro del príncipe, le relato historias de lo que había visto en erras extrañas.
Príncipe: Querida golondrina, me hablas de cosas maravillosas, pero nada es más maravilloso que el surimiento de hombres y mujeres. No hay misterio tan grande como la miseria. Vuela sobre mi ciudad, pequeña golondrina, y dime lo que ves.
Narrador: Así es que la golondrina voló sobre la gran ciudad, y vvio io a los ricos estejando en sus hermosas casas, mientras que los pordioseros mendigaban a sus puertas. Se internó en oscuros callejones, y vio los rostros pálidos de niños hambrientos mirando con indierencia las negras calles. Bajo el arco de un puente, tres pequeños se abrazaban para darse calor.
Niño pobre #1, #2 y #3: ¡cuán hambrientos estamos! Narrador: No pueden estar ahí –les grito el cuidador-, y los pequeños salieron bajo la lluvia. Entonces la golondrina regreso y le conto al príncipe lo que había visto.
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Príncipe: Estoy recubierto de fno oro, debes quitármelo, hoja por hoja, y dárselo a mis pobres; los vivos siempre piensan que el oro puede darles la elicidad.
Narrador: Hoja tras hoja, la golondrina quito las láminas de oro, hasta que el Príncipe Feliz quedo muy deslucido y gris. Hoja tras hoja del fno oro la golondrina entrego a los pobres, y los rostros de los niños tomaron color, y reían y jugaban en las calles.
Niños Pobres #1, #2 y #3: ¡ahora ya tenemos pan! Narrador: Entonces llego la nieve, y tras la nieve la escarcha. Las calles relucían como si estuvieran hechas de plata; largos carámbanos pendían como dagas de los aleros, todos se envolvían en pieles, y los pequeños llevaban gorros rojos y panaban sobre hielo. La pobre golondrina sena más y más rio, pero no quería abandonar al príncipe. Apenas tuvo uerzas para volar hasta el hombro del príncipe una úlma vez.
Golondrina: ¡adiós querido príncipe! (murmuró). Príncipe: ¿permirás que te bese la mano ? Me alegra que por fn vayas a Egipto, querida golondrina, te has demorado demasiado empo aquí; pero debes besarme en los labios, pues te amo.
Golondrina: No es a Egipto que me voy. Narrador: Y la golondrina beso los labios del príncipe, y cayo muerta a sus pies. En ese momento sonó curioso ruido dentro de la estatua, como de algo que se rompía. El hecho es que el corazón de plomo se había pardo en dos.
V parte Narrador: Temprano a la mañana siguiente, el alcalde recorría la plaza. Al pasar rente a la columna, miro hacia arriba, hacia la estatua
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Alcalde: ¡caramba! ¡Cuán andrajoso luce el príncipe eliz ! , ¡Hasta hay un pájaro muerto a sus pies ! Debemos emir un comunicado prohibiendo a los pájaros morir aquí.
Narrador: de manera que derribaron la estatua del príncipe eliz. Luego undieron la estatua en un horno.
Fundidor #1: ¡qué cosa rara! Este corazón pardo no se unde en el horno Fundidor #2: Debemos arrojarlo a la basura. Narrador: Y lo arrojaron sobre una pila de desechos, donde también yacían la golondrina muerta.
Voz de Dios: traedme las cosas más preciosas de la ciudad. (El ángel le lleva el corazón y a la golondrina)
Voz de Dios: has elegido bien, pues en mi jardín del Paraíso este pajarito cantara por siempre, y en mi ciudad de oro el príncipe eliz me alabara.
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