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July 20, 2017 | Author: surense | Category: Perception, European Union, Psychology & Cognitive Science, Melody, Theory
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Guillaume: Psicología de la forma Cap. I: Los orígenes de la idea de forma 1. La psicología analítica y sus críticas La psicología de la forma (Gestalttheorie) nace como reacción contra la psicología del siglo XIX, cuya tarea era analizar de los hechos de conciencia o de conducta. La psicología también necesitaba aislar elementos y descubrir las leyes que regían sus combinaciones. Los elementos serían las sensaciones, es decir, los datos simples, originales, irreductibles. Luego, la intención del psicólogo fue componer un catálogo completo de las sensaciones, determinar la correspondencia invariable de cada una de ellas con la excitación de un aparato receptor y nervioso bien localizado. El contenido propio de la sensación se encontraba en un segundo elemento: la imagen. Cuando las imágenes se combinan con las sensaciones, aparecen complejos difíciles de disociar: los recuerdos, o pensamientos. Tras describir los elementos, era necesario dar cuenta de las formas de ordenamiento y agrupamiento: durante mucho tiempo, este problema se respondió a través de la teoría asociacionista. La asociación se establece por la contigüidad de los elementos en el tiempo, y se refuerza pro la repetición de esos contactos. A partir de esta concepción, cualquier elemento puede asociarse con otro. Crítica de la Gestalt al asociacionismo → ¿Se presta acaso la idea de una asociación de elementos a una descripción correcta de los contenidos de conciencia observables? Muy clara en su forma primitiva y en su aplicación restringida, se torna oscura en su generalización. La asociación que liga sensaciones e imágenes en la percepción no es más que una serie de estados distintos que se atraen entre sí. La percepción está cargada de recuerdos. El análisis no puede separar más en la percepción los elementos que provendrían de la memoria y de la sensibilidad. Para resolver estas contradicciones entre los datos de la conciencia ingenua y el análisis, los psicólogos del siglo XIX creyeron que bastaba con hacer ciertas correcciones a sus principios. En la asociación propiamente dicha distinguen la síntesis, en la cual los elementos pierden su individualidad. En el compuesto aparecen nuevas propiedades, que no existen en los elementos. Algo análogo se produce en la síntesis mental. Reemplazan el análisis por una descripción fenomenológica; los fenómenos psicológicos no son nada más que los fenómenos, las experiencias inmediatas del sujeto; el análisis es condenados como ilusorio y deformador. Es reemplazado por una intuición que no quiere ser sino un retorno a los datos inmediatos de la conciencia. No hay elementos o momentos distintos y yuxtapuestos, sino una interpenetración mutua. 2. La teoría de las cualidades de la forma 1890 → Von Ehrenfels → Primeros esbozos de la psicología sobre las cualidades de la forma; luego retomados por la Gestalt. Según esta corriente, una forma es otra cosa o algo más que la suma de sus partes; tiene propiedades que no resultan de la simple adición de las propiedades de sus elementos. Una melodía, por ejemplo, puede ser traspuesta a otro tono, pero para nosotros sigue siendo la misma melodía, tan fácil de reconocer que a veces ni siquiera notamos el cambio. No obstante, todos sus elementos han sido alterados. Por el contrario, si una sola de las notas de la melodía original es alterada, tendremos otra melodía, con cualidades formales diferentes. Las sensaciones que corresponden a los sonidos aislados parecen constituir la realidad misma de la percepción. Pero la melodía conserva su identidad y sus cualidades propias cuando todos los sonidos, y por consiguiente todas las sensaciones, cambiar de cierta manera. El todo es una realidad con igual título que los elementos; que posee una incontestable originalidad respecto de esos elementos. Ehrenfels no rechazaba la idea de sensación. Admitía dos clases de realidades psíquicas: las cualidades sensibles y las cualidades formales. Para él había también dos estados de conciencia distintos: el primero era un substrato del segundo, podía existir sin él, sin ser posible la inversa. A pesar de su carácter inmediato, casi sensible, las cualidades formales parecen no tener excitante propio. Nada hay, en efecto, en la percepción inmediata de la melodía, que se traduzca efectivamente mediante juicios de relación enunciables en el lenguaje de la física o de la teoría musical. El análisis es una transformación real del estado de conciencia. El análisis de un objeto físico me lleva a percibir en él nuevos

aspectos, nuevos detalles y nuevas relaciones; por eso decimos con razón que nos hace conocer mejor. Nos da, pues, otra percepción. Si la percepción primitiva de la melodía es la de las relaciones, nos resta decir de qué relaciones se trata: ¿Se trata de las relaciones entre notas consecutivas? ¿Por qué de estas, y no de otras? ¿Por qué no más bien de las relaciones entre cada nota y las notas fundamentales del tono, o entre notas cualesquiera, considerando su altura, su duración, su intensidad, etc.? Lógicamente, todas estas relaciones existen, pero ninguna tiene existencia psicológica actual en la simple percepción de una melodía. Si los sentidos suministran materiales; si los recuerdos no pueden comunicar a la percepción una organización que ellos mismos no poseen, es necesario entonces que las formas resulten de una actividad formadora original. La teoría de la forma opone a la reproducción asociacionista una producción de origen suprasensorial y suprafisiológica. El progreso en la aprehensión de las distintas clases de relaciones es correlativo con el progreso en la aprehensión de las diversas clases de elementos. 3. La teoría de la forma Los hechos psíquicos son formas, es decir unidades orgánicas que se individualizan y se limitan en el campo espacial y temporal de la percepción o de la representación. Las formas dependen, en el caso de la percepción, de un conjunto de factores objetivos, de una constelación de excitantes. La percepción de las diferentes clases de elementos y de las diferentes clases de relaciones corresponde a diferentes modos de organización de un todo, que dependen a su vez de condiciones objetivas y subjetivas. Una parte en un todo es algo distinto a esa parte aislada, o como parte de otro todo. La Gestalttheorie parte de formas o estructuras consideradas como datos primeros. No considera una materia sin forma, no hay materia sin forma. Por medio de experiencias se establecen las condiciones de esas formas y las leyes de sus transformaciones. Ese es el problema esencial para la Gestalttheorie. El problema de la percepción consiste en determinar la constelación física de excitantes que corresponde a cada forma percibida, y las variaciones de la primera que modifican la estructura de la segunda. Cada forma es función de un conjunto de variables, y uno ya de una suma de elementos. Los términos “forma”, “estructura”, “organización”, pertenecen tanto al lenguaje biológico como al psicológico. Las formas físicas y las orgánicas pueden aproximarse; se conviertes en hechos no solo comparables, sino también conexos. La organización que estudia el psicólogo se aproxima a la que estudia el fisiólogo. Si nuestra percepción está organizada, el proceso nervioso que le corresponde también debe estarlo. Principio de isomorfismo (actualización del principio de paralelismo en la teoría de la Gestalt) → No existe paralelismo fisiológico y psíquico entre los hechos elementales, sino entre las formas (fisiológica y psíquica) que presentan una comunidad de estructura. El principio de isomorfismo conduce a un nuevo problema: si el hecho fisiológico posee los caracteres de las formas, se pueden dar dos explicaciones: 1) El vitalismo supone que las características de las formas se encuentran en el hecho fisiológico en virtud de leyes especiales de la vida; en el ser viviente, superpone a la causalidad física otra causalidad que se sirve de la primera como un medio. 2) La Gestalt rechaza esta interpretación; considera que el hecho fisiológico, en todos sus aspectos, es un hecho físico. La fisiología habla el lenguaje de la física. Pero esta concepción origina la extensión de la noción de forma a ciertos hechos físicos, lo que hace necesario buscar formas físicas no solo en los hechos fisiológicos, sino también en los hechos que el físico estudia y reproduce en su laboratorio. Partiendo del estudio de la aprehensión de las formas psíquicas, nos ejercitaremos en reconocer analogías con éstas en los hechos físicos. Cap. III: “La psicología de la percepción” 1. La experiencia inmediata Si rechazamos la idea de que los materiales preexisten a toda organización, desde el comienzo nos encontraremos en presencia de las estructuras. Ciertas formas de organización pertenecen primitivamente a la percepción, no se trata de construcciones cuya génesis sería necesario volver a recordar. El punto de partida de toda psicología es la experiencia inmediata. La teoría de la forma no pone en duda que la experiencia asimilada y conceptualizada condicione la percepción actual; de hecho, el sentido de una

palabra es adquirido, y ciertamente el mismo sonido articulado puede tener diferentes sentidos en diferentes medios. Pero estas hipótesis ya no se apoyan en observaciones cuando se atribuye a la experiencia pasada la percepción misma de las cosas y de los hechos, su forma y su organización espacio-temporal. Este razonamiento se realiza a priori: se atribuye a la memoria ciertas características de las percepciones. Ejemplo: Un objeto que vemos no parece cambiar de tamaño aún cuando la distancia que nos separa de él varíe. Nuestra sensación visual nos muestra una variación aparente del tamaño del objeto, pero nosotros, por otro lado, sabemos que en realidad el tamaño no varía. De esta forma, nuestro saber habría corregido nuestra visión, lo que nos lleva a ver un tamaño constante. Esta interpretación se basa en el hecho de que la imagen retiniana varía con la distancia del objeto, por lo que se concluyó que la sensación variaría de igual manera. Pero esta construcción es arbitraria, ya que nuestra experiencia subjetiva real no corresponde a la imagen retiniana, sino a un proceso cerebral en el cual la imagen retiniana es apenas una condición previa. También se puede decir que las variaciones del tamaño aparente pueden ser un hecho de experiencia en una persona adiestrada para la introspección; pero esta, al igual que las otras, es una percepción obtenida en condiciones artificiales, por lo que difiere de una percepción que se da en condiciones ordinarias. Si el saber y la educación intervienen en la segunda, son aún más manifiestos en la primera; por lo tanto, una no es más simple que la otra: están organizadas de distinta manera. Debemos partir sólo de la percepción, tomándola tal cual es, con sus variedades tan reales unas como otras, sin decidir a priori, en nombre de una fisiología arbitraria, que tal propiedad proviene de la educación y tal otra debe ser considerada primitiva. Vamos a encontrarnos con hechos organizados, nuestro fin es describir esta organización y buscar las leyes a las que obedece. 2. La segregación de las unidades Cuando veo un libro sobre una mesa, lo más normal es decir que, si veo un libro, es porque hay un libro. De este modo, la unidad del libro real parece justificar la unidad del libro percibido. Sin embargo, no existe entre ellas ninguna relación directa de causalidad; no veo los objetos sino gracias a las acciones ejercidas sobre mi retina por los rayos luminosos que estos reflejan y, desde el punto de vista físico, nada da unidad real al conjunto de rayos que provienen del libro, o de la mesa. Su agrupamiento es puramente aditivo. La palabra estímulo es, de esta forma, usada a menudo de manera equívoca, para señalar indiferentemente los objetos en sí mismos, y las acciones que ejercen sobre los órganos receptores. La psicología analítica nos ponía en guardia contra el error del estímulo, es decir, la atribución ingenua de las propiedades de los objetos a las sensaciones. Pero el verdadero error, si se rechaza la hipótesis de la sensación, eso el que Köhler propone llamar error de la experiencia, que consiste en atribuir a los estímulos inmediatos la organización propia de los objetos. Reconozcamos, por lo tanto, la existencia del problema de la segregación. La doctrina clásica propone su solución: las líneas de separación del mundo fenoménico corresponderían a los hábitos creados por la educación. Sostienen que son las cosas familiares las que se dibujan y se aíslan, por lo tanto el discernimiento sería básicamente un reconocimiento. La teoría de la forma no niega los efectos de la educación, pero niega que esta explicación tenga un valor general. Admite que el proceso fisiológico que resulta de un conjunto de excitaciones tiende a organizarse espontáneamente siguiendo ciertas leyes de estructura, independientes en principio de las significaciones agregadas por la educación. En esta figura, podemos ver dos grupos de manchas. Cada grupo `posee una unidad en nuestra percepción. Las manchas que forman parte de uno no se agregan, a pesar de su semejanza, a las manchas que forman parte del otro. En este ejemplo es evidente el papel de la proximidad (distancia) entre esos elementos discontinuos. También la semejanza influye en la percepción de unidad en el grupo. Si cada grupo estuviera compuesto por elementos desiguales (ya sea en su tamaño o por su color) la sensación se debilitaría y el grupo tendería

a perder su plenitud. La unidad se debilitaría también si los dos grupos encerraran elementos muy semejantes, entonces se podría ver un nuevo grupo formado por dos de esos elementos, a pesar de la distancia. Los grupos primitivos habrían desaparecido, y otro modo de segregación prevalecería en la percepción. Las condiciones de proximidad y de semejanza determinan en parte la probabilidad de realización espontánea de tal orden en la percepción, pero el valor propio de este orden también es un factor decisivo. Puntos bastante cercanos tienden a formar líneas, pero la pertenencia de un punto a una línea depende sobre todo del hecho de que ese punto sea para esa línea una prolongación mejor que cualquier otro punto (es decir, que continúa mejor su movimiento). En un conjunto estructurado, la ley del todo determina las partes, éstas tienden a completarse de cierta manera y captan mejor los elementos del campo susceptibles de constituir ese complemento. El agrupamiento o la disyunción se hacen en el sentido de la realización de una forma privilegiada. Las formas privilegiadas son simples, regulares y simétricas. La forma percibida es la mejor posible (ley de la buena forma). 3. Figura y fondo ¿Qué puedo percibir en un campo que es completamente homogéneo? Esta situación raramente se da en condiciones naturales. No hay percepción de objetos si no existen diferencias de intensidad entre las excitaciones que provienen de las distintas partes del campo. Todo objeto sensible existe sólo en relación con un cierto fondo, esta expresión no solo se aplica a las cosas visibles, sino a toda clase de objeto o de hecho sensible (p.ej., un sonido se destaca sobre un fondo constituido por otros sonidos, o sobre el silencio). En este ejemplo, cuando vemos las partes negras como figuras, no tenemos al principio ninguna noción de las partes blancas. Cuando estas, a su vez, aparecen como figuras, su forma nos sorprende. Esta ausencia de forma y de límite hace menossingular la afirmación de que el fondo se extiende por debajo de la figura; ella pierde su carácter irracional en su significación negativa. En efecto, los límites pertenecen a la figura; de ningún modo son comunes al fondo y a la figura, en el mismo sentido en que una línea que divida una figura en dos figuras parciales es su límite común. Figura y fondo tienen su unidad, pero hay dos tipos de unidades: la de la figura, que posee forma, contorno, organización; y la del fondo, que es una continuidad amorfa, indefinida, inorgánica. Figura y fondo se distinguen además por sus propiedades funcionales: en el ejemplo, la parte negra es figura, mientras que el blanco del fondo es una porción cualquiera del blanco de la página. Los métodos de la psicología experimental permiten precisar esta diferencia funcional. En la misma parte del campo, los umbrales no tienen exactamente el mismo valor si los veo como figura o como fondo. Toda forma fuerte tiende a parecer homogénea, lo mismo que una región homogénea del campo tiende recíprocamente a construir una forma. Allí se trata de dos efectos solidarios de la unidad del proceso fisiológico, que es su causa común. Así mismo, el contraste aviva las oposiciones. El efecto de contraste no es independiente de las figuras que vemos en las partes contrastantes del campo. En el siguiente ejemplo, el anillo gris central sufre la influencia de un campo verde en su mitad izquierda, y un campo rojo en su mitad derecha. Si se lo divide en dos figuras por medio de una línea negra vertical, cada una de las figuras sufre el contraste de un fondo propio, y parece de la tinta complementaria. Si se quita la línea, la unidad de la figura contraría esos efectos locales, y el anillo permanece de un gris homogéneo. Estas experiencias muestran que no se pueden separar completamente las cualidades sensibles de las cualidades formales. ¿De qué condiciones depende la disociación figura-fondo? La orientación absoluta en el espacio no es indiferente. En el espacio, hay direcciones que se privilegian sobre otras. También el tamaño cuenta: si dos partes del mismo modelo pueden desempeñar la función de figura, la más pequeña se privilegiará respecto de la más grande. Un modelo más articulado, más diferenciado, cumple con mayor facilidad el papel de figura; un modelo más uniforme y menos articulado, el de fondo. Por último, la selección también depende del valor (simplicidad, regularidad, simetría) de la figura posible. Volvemos a tratar aquí las leyes de organización. Como en el problema de la segregación, que no es independiente de la distinción entre figura y fondo, esta organización presenta propiedades que no

pertenecen a los hechos intermediarios entre objetos y órgano receptor. Ella bien depende de la constelación objetiva de excitantes siguiendo leyes que comenzamos a discernir, pero agrega propiedades que le son completamente extrañas. En circunstancias ordinarias una figura se impone por las condiciones objetivas; si otras son posibles, son mucho más inestables. Sin duda, una vez que se ha visto una figura es más fácil volverla a encontrar. Pero esta condición previa no es necesaria (porque a menudo la segunda figura se presenta inopinadamente, y sorprende) ni suficiente (porque aún cuando se trate de ver una figura que siempre se veía, no siempre se tiene éxito; aparece a menudo cuando no se la busca; inversamente, el esfuerzo para mantener una figura inestable no puede tener éxito durante mucho tiempo, a pesar de este esfuerzo, se asiste a una serie de oscilaciones espontáneas entre las dos figuras, cada una de las cuales parece crear, por su persistencia, condiciones cada vez más favorables para la inversión, y así sucesivamente). En la vida ordinaria la distinción figura-fondo desempeña un papel importante. Gracias a ella establecemos una jerarquía en nuestro campo de percepción, entre las cosas y un medio neutro que llevamos a un grado inferior de diferenciación. 4. La organización interior de la figura La figura se destaca del fondo indiferenciado que la envuelve, pero posee también una organización interior. Cuando la figura es más complicada, sigue siendo una unidad, un todo, pero un todo articulado, compuesto de partes o miembros que son unidades secundarias, las cuales tienen una existencia psicológica real. No se trata de fragmentos recortados arbitrariamente, sino que su existencia y sus límites naturales son dados como los del todo, y junto con ellos. La ley general establece que una parte en un todo es otra cosa que esa misma parte aislada, o en otro todo. 5. Crítica a la teoría de la significación adquirida La teoría gestaltista se opone a la concepción de la teoría clásica según la cual la organización de la percepción depende exclusivamente de la influencia de la memoria. El principal argumento de la Gestalt es que la memoria no puede aportar a la nueva experiencia sino lo que ya existía en la antigua. Una primera percepción inorgánica, una simple suma de sensaciones, no podría servir para organizar una segunda. ¿Cómo podría surgir un objeto del caos de sensaciones? Es necesario, pues, admitir estructuras primitivas. Para que el objeto adquiera una significación, es necesario que exista como objeto sensible, en virtud de sus caracteres intrínsecos. La influencia de la memoria es secundaria en esta organización que implica, pero que está lejos de explicar. En la mayor parte de las experiencias que hemos planteado, se trató de objetos nuevos, o desprovistos de una significación especial. Hasta cuando los elementos eran familiares, no lo eran las unidades nuevas que formaban su agrupamiento. La segregación no sólo puede imponerse para las figuras regulares, sino también para los simples conjuntos que no tienen nombres ni conceptos. Nada muestra mejor la insuficiencia de la significación empírica que los casos en los que entra en conflicto con los factores formales. ¿Cómo se podrían “disfrazar” los objetos muy familiares si la percepción figural estuviera condicionada por la costumbre? El perfil humano disimulado en una imagen debería saltar a la vista del niño que lo busca. No obstante, a pesar del privilegio que le otorga su familiaridad, permanece invisible, porque sus líneas son absorbidas, en virtud de las leyes figurales, por el fondo indiferenciado, o por otras figuras a menudo menos familiares. En condiciones mediocres de visibilidad, se percibe algo que se sitúa y se limita sin poder identificarlo con un objeto conocido; la segregación precede a la cuestión sobre la naturaleza del objeto, es su condición. A veces se ha supuesto que la influencia de la regularidad y de la simetría se debía únicamente a los hábitos engendrados en el hombre civilizado, por el medio artificial que ha creado, gracias a la ciencia y a las técnicas. Si fuese así, no se deberían encontrar estas influencias figurales por debajo del nivel humano. No obstante, aparecen claramente en las experiencias de Hertz con cuervos: se coloca en el campo un cierto número de potes puestos al revés; debajo de uno se coloca una fruta mientras el ave observa la escena. El cuervo vuela hasta el pote y lo vuelca. Fracasa cuando el pote forma parte de una línea en donde los potes

están separados por distancias regulares (figura A), pero no cuando los potes están dispuestos como en la figura B o como en la C. La teoría de la significación adquirida tomó una forma más particular, en que la experiencia del movimiento de los objetos es considerada como decisiva: un campo cuyas partes estuvieran todas en reposo relativo no se dividiría; pero una parte del campo aparecería como objeto cuando fuera desplazada en relación con las otras. Esta tesis reposa sobre un hecho real: el desplazamiento relativo es causa de segregación. Pero es evidente que esta explicación no es general: en la naturaleza, el árbol inmóvil se distingue sobre el fondo tanto como el animal móvil. Se ha dicho: si vemos las cosas y no los espacios que las separan, es porque aquellas no varían en su forma, mientras que los intervalos son variables. Este argumento contiene el error de la experiencia del que hablamos anteriormente. La constancia no es una propiedad de los estímulos intermediarios. En los movimientos de los objetos, la forma y el tamaño de las imágenes retinianas varían tanto como los de sus intervalos. ¿Cómo percibimos, pues, la constancia de los objetos? No se puede, por lo tanto, dar cuenta de la organización de la percepción por medio del significado que habría sido cargado por las experiencias de las sensaciones primitivas orgánicas.

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