Guignebert, Ch. - El Cristianismo Antiguo

October 2, 2017 | Author: padiernacero54 | Category: Jesus, Certainty, Catholic Church, Gospels, Science
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PREFACIO N o me preocupa saber si lo que has vis­ to te ha gustado; me hasta que sea la verdad. La ciencia no se cuida de agra­ dar o desagradar. Es inhumana. No es ella sino la poesía quien encanta y con­ suela. Por eso, la poesía es más necesa­ ria que la ciencia. A. F rance

Este libro quisiera ser el complemento de la Evolución de los dogmas. Se inspira en las mismas ideas di­ rectrices; pero en lugar de considerar m abstracto las afirmaciones dogmáticas de las religiones en ge­ neral, se dedica a comprender y a explicar la vida de una religión particular, estudiada en su realidad concreta. Por lo tanto, pretende ocuparse, ante todo, de hechos; de su sucesión, de su encadenamiento, de su determinación; trata de diseñar en sus grandes líneas una historia, a íin de probar, si es posible, que no es solamente en sus dogmas, sino en la complejidad orgánica de su cuerpo entero donde una religión se somete a la ley de la evolución. Del medio social donde se constituye, ella toma los elementos primordiales que forman su sustancia y que,- organizándose, le dan vida; se adapta, sufriendo transformaciones más o menos profundas de sus ór­ ganos, a las exigencias de los medios sucesivos y di­ versos a los que se ve transportada. Como todo ser viviente, elimina poco a poco sus elementos gastados y muertos y asimila otros, que renuevan su carne y su sangre, y que el ambiente le suministra, hasta el día en que, por una inevitable consecuencia de la duración, el juego de sus facultades de adaptación se modera, luego se detiene; entonces, se torna inca­ paz de desembarazarse de los residuos inertes y no­ civos que en ella se acumulan; incapaz también de nu­ trirse de la vida, la muerte la invade lentamente, la y

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EL CRISTIANISMO ANTICUO

hiela y llega la hora en que ya sólo sirve para engen­ drar, de su propia descomposición, un organismo re‘ ligioso nuevo, al que le espera idéntico destino. Y, sin duda, es una ley del espíritu humano qiie —transformándose en algunos aspectos, o inclusive elevándose, de una época a otra, hacia un ideal incons­ ciente que, sin embargo, algunos creen entrever—■un mismo fenómeno se desarrolle, se acabe y recomiende incesantemente. Esta es la ley por la que nacen, vivíi» y mueren las religiones. La religión cristiana será el objeto principal de nuestro estudio y nos dedicaremos, especialmente, a ex­ plicar su vida durante los primeros siglos de su exis­ tencia; pero, al igual que en el pequeño libro cuyo título he recordado, no me privaré de hacer compa­ raciones entre los hechos de la historia cristiana y lds de la historia de otras religiones. Vive en nosotrPS un poderoso atavismo, muy difícil de desarraigar, al que le ha dado forma la cultura romano-cristiana, qi]e nos inclinaría a creer que el cristianismo ha podido salvarse de ser una religión como las otras, que b* nacido y proseguido su larga carrera hasta nuestros días siguiendo modos excepcionales y que no perecer», La sola comparación puede desvanecer esta ilusión y reemplazarla por una visión desalentadora, no digo que no, pero al menos exacta, de la realidad histórica. ¿N o es atreviéndose a mirar de frente lo que fue y 3o que es como el hombre se elevará hasta la clara inte­ ligencia de su destino y de su deber, en vez de eSJ forzarse en oculLar la verdad de los hechos tras 1°* velos de sus sueños y el ornamento de sus deseos? ¿Tengo que añadir que el presente ensayo no pre­ tende ofrecerse como un cuadro completo de la his­ toria del cristianismo en la antigüedad y que sólo aspira a presentar, en forma accesible a todos, y Si­ guiendo un plan que juzga demostrativo, un conjunto de hechos y consideraciones que haga inteligible el desarrollo de esta historia? Me ocurrirá más de ufia vez, sobre todo en los primeros capítulos, hacer af»r, mariones importantes sin acompañarlas de todo el apa­

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rato de sus pruebas. Como se comprenderá, en un es­ bozo de este género no hay lugar para las minuciosas discusiones exegélicas y espero que el lector, conside­ rando que me ocupo desde hace una quincena de años, en la Sorbona, del estudio crítico del Nuevo Testamento, confiará en mí y supondrá que no aven­ turo nada que no me haya merecido reflexiones fre­ cuentes y prolongadas. 11 2

1 Tengo además la intención
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